LOS CONTEMPORÁNEOS
Alberto Lámar Schweyer.
Los Contemporáneos
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19J[2
IMP. "LOS RAYOS X"
HABANA 106
üi P'i, rHmzaii) u\v^Íi>mi
Vií>. iitti" íimtr ñirmpre u:trt siturisn br tti&-
iriil|j4t para tit^ns hts rrritrrs^ anti^rrá ntu sxt ants-
htmbraiia binirltuUntria rsta prijitrña itfnntíia inte le
itav^n.
3-liibiera i]xieriíiit britiíiarie una itbra serena,
.aparible, u ua Ue, le í»x^i» mía itbra ^e ntiitbate.
Una nbra que se ale^a íte la sereuiííaíi ¿e lus lamts
para aproximarse a lit? titrreuíes impetitxtsits. €tt
l»ez lie mausa iMiiin ijiie besa, será, iiitisá, ula eit-
rrespaíía ijue itai^a temblar el pedestal en inte se
nha ahyín ííinlit ritusai^raíiii.
^'lerííxíne, pnes, si en \xtz í»e nna iibra ntmit
ll^. nterere, le íiitu páginas áriítas t^e rrííira, i|ue
tienen la rrníta rnííeza íSe las sinreriítaí>es i]ne be-
bían rallarse.
;¿>é ijne ^'Lits (Litutempitráneifs" es nn libnt
llenn í»e deferías; üit. iine sabe íte estas rnsas Kt
untará eusegniíta. ^ent |i]né ijuiere UítT ^itr ser el
primiii^éuitit sieutu hacia él un i^ran rariñn. U r*jn
xse rariñii se ht nfreBCíi.
Alberín í.amar :S'rltlxteuer.
LA EVOLUCIÓN MODERNISTA
El Modernismo no es una es-
cuela. Podrá haber sido una con-
gregación, podrá haber constituí-
do un ejército, podrá haber tenido
un credo y una bandera, pero lite-
rariamente nunca ha sido una es-
cuela."
(Max Henriquez üreña.)
w'mm0i¥0MWMm
LA EVOLUCIÓN MODERNISTA
E] ronianticismo había muerto, eseiK la en qne
la fantasía se sobreponía a la realidad había lleva-
do en sí misma el germen de su muerte. Volaren
los románticos tan por las nubes que perdieron de
vista el suelo, y fué necesario volver a tierra. El
romanticismo fué un ensueño de fantástico idealis-
mo, como una borrachera del espíritu rebelde contra
la clásico. Fué la explosión del lirismo sentimental y
panteista, una expansión de nuestra sensibilidad
en el amor, en la esperanza, en el dolor, y en la me-
lancolía.
Salliére, en su obra "Le romantisme des relis-
tcs", considera el romanticismo como un "impe-
rialismo espiritual, y al romántico como un "mís-
tico contemporáneo".
Mientras tuvo de su parte poetas discretos y
de verdadero genio, pudo mantener su superio-
ridad, pero la extravagancia de muchos román-
ticos que llegó a tomar caracteres de degeneración,
fueron golpes mortales y el romanticismo pasó al
•olvido.
10 LOS CONTEMPORÁNEOS
Todas las escuelas o tendencias literarias que
han existido, han tenido a su muerte inmediata su-
cesión, generalmente de orientación bien opuesta, y
esa nueva escuela que surgió a la muerte del ro-
manticismo fué el naturalismo, que, más avanzado,
luego se llamó realismo.
La tendencia que encabezaron Zola, Daudet y
Goncourt, era diametralmente opuesta a la ante-
rior, es decir, el naturalismo fué la realidad como
el romanticismo había sido el ensueño. El natural
agotamiento y hastío que en su final trajo el ro-
manticismo fué el punto de apoyo más eficaz que
tuvo la nueva escuela para triunfar rápidamente.
El romanticismo había sido la escuela de las gran-
des pinceladas, de los trazos confusos, el natura-
lismo por el contrario según lo define Remy de
Gourmont fué "el amor a los detalles, no por ellos
mismos, sino porque dan a la obra literaria la vida
y la exactitud."
Zola, al publicar su obra "L'Assomoir", había
triunfado, y con él la tendencia que iniciaba. Sur-
gieron entonces los continuadores del maestro, los
corifeos del naturalismo, J. K. Huysmans, Maupa-
sánt, Hannique,, Coard, y Alexis. Mas el natura-
lismo triunfante al principio, como la tendencia
anterior, pasó los límites primitivos, y la novela se
convirtió en una exposición de detalles, basada en
que los naturalistas pensaban que la vidii se re-
duce a un conjunto de pequeños detalles. Con lo
que podría llamarse el fracaso del naturalismo su-
frió la literatura francesa una desorientación pro-
pia del rápido cambio que en pocos años había te-
nido. Fracasado el romanticismo, a punto de fra-
casar también el realismo, los escritores franceses
A. LÁMAR SCHWEYER 1 I
de íines del siglo, los poetas principalmente, vol-
vieron la vista a los clásicos de antaño, coincidien-
do todo ello con la llegada de un gran poeta afri-
cano, Leconte de L'Isle, que venía de su tierra ardo-
rosa, joven, audaz y fuerte por su genio, dispuesto
a continuar la obra de "El abuelo Hugo". Al pro-
pio tiempo llegaba de Grecia, con una gran cultura
de los clásicos helenos, Jean Morcas, que surgía
convencido de su valer y de su genio, dispuesto a
imponer en la tieri'a de Teodoi'o de Banville una
inieva orientación esta vez definitiva. Fué enton-
ces cuando surgió (1 modernismo.
EL MODERNISMO
Esta tendencia no es como muchos creen una
escuela, será si se quiere una orientación, una reu-
nión de escuelas distintas, un ejército de poetas, un
gran río a cuyo cauce van a morir las aguas de mu-
cl.os ríos pequeños, que, al reunirse, adquieren una
denomijiación común.
El modernismo es la reunión del decadentismo,
< 1 simbolismo, el parnasianismo y la escuela roma-
na. Escuelas que teniendo bases y orientaciones
distintas, tienen un mismo fin en el campo litera-
rio: la libertad en la idea y la expresión.
Los parnasianos fueron simplemente una deri-
vación directa del romanticismo de Víctor Hugo
iniciados en el nuevo arte por Leconte de L'Isle,
y ((ue tuvo como principales sostenedores una plé-
yade de grandes poetas jóvenes, entre los cuales se
encontra'ban los primeros cantores de Francia en
esta época, Paul Verlaine, que con el seudónimo de
"Lelian", escribió lindos y cincelados versos par-
nasianos; Mellarme, Mendes, el Conde Villiers de
12 LOS CONTEMPORÁNEOS
Lisie Adam, Coppee, Dierx y el cubano J. M. He-
redia.
El decadentismo, palabra que hoy muchos em-
plean como sinónimo de fatuo, o sin sentido, fué
una escuela opuesta a la anterior, a cuyos compo-
nentes llamó el crítico Paul Baurde, "hijos de
Baudelaire", por ser continuadores de la obra y la
forma del poeta de "Las flores del mal". Fué su
iniciador, un gran poeta griego, un poeta olímpico,
■desdeñoso, altivo, el gran Jean Morcas, al cual si-
guieron Taslhade, Vignier, Morice y Adam. Pro-
ducto de esta escuela fué más tarde el simbolismo,
y después de la publicación de "Eriphile", de Mo-
reas, la escuela romana.
Como en veces anteriores, siguiendo esa ley na-
tural que parece regir la vida de todas las escue-
las, la orientación modernista tuvo en su seno poe-
tas mediocres que, por el ansia de originalidad,
trataro)! de ^undar nuevas escuelas, originando con
•ello una nueva desorientación.
Rene Ghil, con sus tentativas de instrumenta-
ción lírica y su teoría sobre el color de los sonidos,
fué el fundador de una nueva escuela que, por suer-
te, encontró pocos adeptos; lo imitó después Gus-
tavo Khan, pretendiendo una poesía basada en el
valor tonal de los sonidos, y un poco más tarde
Jones proclamó en Inglaterra las ventajas del pre-
rafaelismo, que alcanzó alguna popularidad gracias
a la defensa que de él hizo un gran crítico inglés,
Ruskin. Surgieron más tarde los estetas dirigidos
por un gran poeta inglés, el triste y desgraciado
Osear Wilde, los ibsenistas imitadores del genio es-
candinavo que allá en su Noruega natal ignoraba
A. LÁMAR SCHWEYER 13
scgiiraniente la influencia que en la literatura la-
tina ejercía su vasta obra.
Un gran escritor francés de esa época, Henry
Bordeaux, ha tratado a fondo este período de las
letras francesas a fines del siglo pasado, en un li-
bro valioso, — "Les Ecrivains et les Moeurs" — ,
En la parte de esta obra que dedica al poeta Sa-
main, estudia imparcialmente y con extenso cono-
cimiento el desconcierto que reinó en Francia con
motivo de las exageraciones modernistas.
En este estado de cosas, cuando una desorienta-
ción general reinaba de nuevo en Francia, en la
pequeña Nicaragua surgió un gran poeta, que años
más tardo había de transmutar todos los valores de
la lírica contemporánea que seguía todavía los
rumbos románticos del Duque de Rivas. Este poeta
era Rubén Darío.
En América, por esa época, con motivo del poco
intercambio intelectual que existía con el viejo
continente, la literatura francesa del período mo-
le rnista era casi desconocida; en Guatemala, En-
ri(iue Gómez Carrillo dio a conocer el nombre glo-
rioso de Teophile Gautier, y Rubén Darío dio a
conocer en Chile, Nicaragua y la Argentina el ge-
nio poético de Verlaine.
En el año de 1886 se publicó en Chile /un pe-
queño libro de versos y prosa; era un tomo pe-
queño por el número de páginas, pero de un al-
cance mayor del que se podía esperar. Este libro
tena un título extraño, que posteriormente ha sido
combatido, "Azul" — repito que era pequeño, pero
como un átomo de gran fuerza expansiva rompió
todos los moldes académicos, haciendo que en Amé-
rica una poesía, más brillantCj más sonora y más ele-
14 LOS CONTEMPORÁNEOS
gante que la predominante hasta entonces, sugiera
invadiendo toda la literatura castellana.
Rubén iDarío no fué, en el fondo, un original;
no creó nada si se analiza el origen de su obra ;
simplemente imitó en español la forma fácil de
Morcas. De esa imitación son producto directo
los cuentos de "Azul" y más tarde las poesías de
este mismo libro. Para muchos amantes de las for-
mas clásicas el modernismo fué, en sus principios,
un renacimiento de la escuela que D. Luis de Gón-
gora fundara dos siglos antes — el culteranismo, —
nombre con que la designó el humanista Bartolo-
mé Jiménez Patón. Aunque si se estudian deteni-
damente, no ofrecen grandes analogías.
Con la publicación de "Azul" el modernismo
triunfó en América. La lengua de Castilla, como
en veces anteriores, modificaba sus rutas bajo la
influencia francesa, y seguía los nuevos derroteros
que marcaba la corrieste modernista que llegaba de
Francia.
EL MODERNISMO EN AMERICA
El modernismo triunfó en América dirigido por
cuatro grandes poetas, Rubén Darío, Gutiérrez Ná-
jera, José Martí y Julián del Casal.
Si Bien la orientación definitiva se inició des-
pués de 1888, es necesario advertir que ya ante-
riormente se notaba cierta inclinación hacia nuevas
formas. El primero en iniciarla fué Manuel Gutié-
rrez Nájera, (|ue en México, con el seudónimo de
"Duque Job", escribió los primeros versos moder-
nistas, sin lograr un triunfo definitivo. José Martí
mucho antes que Rubén Darío había dado a su pro-
sa y a muchos de sus versos la misma forma que el
A. LÁMAR SCHWEYER í3
poeta nicaragüense, y Casal, siguiendo a Verlaine,
por quien sentía viva admiración, había escrito al
mismo tiempo que Gutiérrez Nájera, versos deca-
dentistas.
Si en Francia, tierra en que había nacido, el
modernismo triunfó desde un principio, su triunfo
en América fué más rápido que en viejo país de Vi-
llón. En ninguna época, anterior ni posterior se
ha visto en América un florecimiento literario más
grande que en la década de 1890 a 1900. Una le-
gión de poetas jóvenes, cautivada por la elegancia
de aquella poesía nueva, seguía firme y decidida
los nuevos rumbos, y mientras José Martí, errante
por el continente, decía lindos versos de amor y de
patria, y Julián del Casal, enfermo y triste, "hecho
un panal de dolor", según la frase de Darío, ri-
maba en Cuba sus estrofas decadentes, allá en el
Uruguay, Julio Herrera Ressig, doliente y morfi-
nómano, como si la vida pesara sobre él más que
el mundo sobre las espaldas de Atlas, implantaba
en su patria el modernismo con la elegancia de su
estilo. En la Argentina toda la generación res-
pondía, figurando entre ella poetas brillantes como
Leopoldo Lugones, Carlos Alberto Becú, Diego Fer-
nández Espiro, Alberto Chiraldo, Leopoldo Díaz y
Ángel de Estrada. En Bolivia un gran poeta joven,
Ricardo Jamies Freyre, seguía las huellas de Da-
río, mientras en México Salvador Díaz Mirón trans-
formaba los acordes de su antigua lira romántica
para seguir las formas de su compatriota Gutiérrez
Nájera, y comenzaban a rimar sus estrofas musica-
les y suaves. Amado Ñervo, Luis Urbina y José Ma-
nuel Tablada. José Santos Choeano, en el Perú,
labraba los líricos joyeles de "Alma América", en
16 LOS CONTEMPORÁNEOS
tanto que en Colombia im gran poeta, triste como
pocos, y doliente cual ninguno, José Asunción Sil-
va, decía los acordes chopinianos de sus "Noctur-
nos". En Venezuela un discípulo de José Martí,
Gonzalo Picón Febres, dirigía el movimiento mo-
dernista de los nuevos portaliras. .
Eit los últimos años del siglo, el modernismo
triunfó en América. Los viejos y gastados moldes
académicos y las usadas formas románticas, pasa-
ron al olvido, y una nueva poesía, más brillante,
más sonora, más suave, más acariciante y más dúc-
til, sustituyó a la vieja forma de Andrés Bello y
Heredia.
El movimiento literario que en Cuba había ini-
ciado Casal sufrió en 1893, una gran pérdida con
la muerte de este poeta, pero ya su triunfo estaba
decretado ; varios poetas jóvenes seguían las hue-
llas del cantor de "Nieve", y Carlos Pió y Federi-
co Urhbach, Manuel S. Pichardo, Enrique Henán-
dez Miyares, y otros, mantenían por entonces alta
la flamante bandera que años antes levantara en
Santiago de Chile el genio de Rubén Darío.
LAS NUEVAS FORMAS
No 'hace mucho tiempo, como oposición al indi-
vidualismo, dispertóse, principalmente en Francia,
lo (jue más tarde se ha llamado "el arte social".
Max Nordau llamó al arte decadente "egoísta",
alegando que daba únicamente impresiones perso-
nales. Fué entonces, a raíz de esto, cuando en la
mente de Marinetti nació el Futurismo. Era una
escuela (|ue tendía a la generalización. Indudable-
mente el poeta italiano exageró algo al pretender
que la poesía expresara, no los sentimientos ]ierso-
A. LÁMAR SCHWEYER 17
nales, sino las idias de cada unu clase social. Así
el «))3rei'o, el soldado, el artista, al figurar en un
poema debía dar las aspiraciones, las ideas y los
sentimientos de toda su clase. Esta fué la base de
la poesía "social". De este modo, lo exótico, lo
raro y lo personal, fué sustituido gradualmente por
lo corriente, lo vulgar y lo universal. En este cam-
bio ha resultado que aquel pesimismo antaño tan
corriente, se trocó en un sano optimismo, fecundo
en ideas puras y elevadas.
Marinetti, publicó a principios del siglo, un ma-
nifiesto en el cual explicaba las bases de su nueva
(scuela: el Futurismo, poesía (|ue él pretende es del
movimiento, que no canta el alma oculta de las co-
sas, sino el movimiento de la vida. Más tarde y en di-
versos países han surgido escuelas como d Inteneio-
nismo, Pentapolismo, Novencentismo, Versolibrismo,
Subsecuentismo, Trashumanismo, Creacionismo, Ul-
traismo, Unanimismo. C* rebrismo y otras muchas,
entre las cuales llama poderosamente la atención
la última que surgió en Francia, el Dadaísmo, que
se basa en la imitación de los sonidos.
En Cuba, actualmente, no hay un gran poeta,
un poeta realmente popular, como tampoco impera
una forma determinada. Hay algunos teperamen-
tos poéticos de positivo valor, pero hay en ellos
una gran falta de sentido artístico. El único nexo
de relación que entre todos existe es su tendencia
al efectismo.
El efectismo vien»' a ser a las escuelas ultramo-
dernistas, como el modernismo al decadentismo y
al simbolismo, — el nomi)i"e (jue se emplea para de-
nominar las tendencias comunes. El efectismo, co-
mo lo indica la etimología de esta palabra, se re-
18 LOS CONTEMPORÁNEOS
duce a una sola cosa, impresionar. De esto resultai
una poesía confusa, a veces sin sentido, otras de-
masiado extensa, a tal extremo que los conceptos se
desvanecen, y las ideas se tornan incomprensibles
(n ese laberinto de imágenes forzadas, rebuscadas,
hechas simplemente para producir efecto.
Dije anteriormente que en la generación de
1900 no hay un verdadero poeta ; es necesario re-
conoce]- que esta es la verdad — verdad triste que
en la tierra de Heredia y de Casal no exista un gran
temperamento lírico, pues si analizamos la obra de
los poetas jóvenes del siglo, no encontraremos fuera
de Rene López, que fué sin discusión el más grande
de nuestro poetas del siglo, no encontramos fuera
de él, repito, un gran poeta, un verdadero poeta,
como aquellos cantores de antaño que llenaron con
su nombre todo un siglo, al extremo de que Rodó,,
uno de los críticos más grandes que ha tenido Amé-
rica, dijera que "Cuba es una de las tres naciones
americanas cuya labor intelectual es más fecunda y
hermosa." Las cosas, de pocos años a esta parte,,
han variado radicalmente; nuestra tierra, que en
el campo de la oratoria marcha a la cabeza de las
primeras de América; que en el campo de la prosa,
tanto en la crítica, como en la novela, tiene brillan-
tes cultivadores, es en la poesía débil, notándose -
en ella una gran desorientación, que no es ya indi-
vidual sino colectiva.
LA NUEVA ORIENTACIÓN
Después del Ultraísmo, Unanismo y demás es-
cuelas antes nombradas, que no fueron más que as-
pectos diversos de la "poesía social", y en cuanto,
al resultado práctico, simples intentonas sin éxito, .
A. LÁMAR SCHWEYER 19
.surjíieroii en Fi-aneia y otros países otras dos orienta-
ciones de más vastos alcances que las anteriores,
y ár gran influencia : fueron el Neopaganismo y el
Misticismo. Ambas manifestaciones estéticas se es-
eudal)an en dos nombres, Gabriel D'Annunzio y
]\íauri('i() Maeterlinck. Ambas escuelas, contrarias
al parecer, son en d fondo una misma cosa. D'An-
nu)izio es un glorificador de la vida, un discípulo
de Epicuro. Piensa (lue la vida es bella aun en su
misma tristeza; real, fuera del c nsueño y la reli-
gión. Maeterlink, por el contrario, es un místico,
piensa como el poeta italiano que la vida es grata,
pero fuera de la realidad terrena. iDeja el ilustre
belga, que el espíritu vuele lo más alto posible para
evitar que se hiera al tocar el su( lo. En resumen,
los dos poetas-filósofos han pretendido llegar al
mismo 7-esultado, marchando por senderos opuestos.
D'Ainiunzio es simplí mente un discípulo de Nietz-
che, y como el germano, ha llegado a la misma con-
clusión: a que la vida es bella cuando se sabe vivir.
Los dos llegaron al mismo lugar. El poeta por edu-
cación artística, el filósofo g( rmano por conclusión
filosófica. Uno llegó al paganismo por la senda
brillante del Arte, el otro por el ási)ero camino de
las decepciones.
Maeterlink, al contrario de D'Annunzio, es un
sentimental. Sus pasiones inmateriales y aladas no
se fijaron nunca en la materia. Es, en filosofía, un
idealista, que ha llevado su misticismo a su obra
lírica. Sus versos, sus obras teatrales, sus libros
de filosofía, sus ensayos espiritas, sus mismas in-
vestigaciones naturalistas, están impregnados de un
recogimiento místico, como si (U él hubiera reen-
carnado el alma luminosa de la doctora de Avila.
20 LOS CONTEMPORÁNEOS
Lo expuesto anteriormente demuestra que la
raíz del Neopaganismo y del Misticismo, es la mis-
ma. D'Annunzio llegó por su materialismo al pa-
ganismo de Epicuro, Maeterlinek, con su místico
temor al dolor, se aproxima a Dionisio.
Tal, era el estado de la literatura española
cuando surgió el conflicto europeo. iSobre el pesimis-
mo, el positivismo y el misticismo de aquel momento,
Federico Nictzche era el faro de la juventud. : Viva-
mos alegremente el momento actual!, parecía ser la
divisa de los poetas jóvenes antes de 11)14. En tanto
los viejos, que habían conocido a Campoamor y a Da-
río, sonreían beatíficamente. Ellos sabían lo efí-
mero de esas escuelas. Y así fué. Con la guerra
de 1914 todas las nuevas teorías vinieron al suelo.
Francia dio una nueva orientación, cuya fuente
está en la literatura de la guerra.
Francia, fuente de las grandes revoluciones so-
ciales e intelectuales, tierra cuyos intelectuales han
guiado siempre el movimiento social, político y li-
terario de la raza latina y a veces de otras razas,
nos hará llegar muy pronto una renovación de vas-
tos alcances.
En Francia nacieron el romanticismo, el natu-
ralismo y el modernismo ; de allí también nos lle-
garan los nuevos derroteros, y esa orientación ul-
tima-modernista está ya en germen. Ha nacido con
la guerra.
Los cuatro años de ansiedad continua en que
vivió el mundo, han traído un cambio radical en
el modo de ver las cosas, en el modo de sentir y
principalmente en el gusto artístico del pueblo
francés. La novela social, o de psicología, obras.
A. LÁMAR SCHWEYER 21
que para ser comprendidas requieren absoluta com-
peuetración eutre el actor y los personajes, es, en
el fondo, una novela cansada ; hay que leerla re-
flexionando, lo «ual requiere una\ completa tran-
quilidad. El soldado que después de luchar diez
horas iba a descansar, no podía, entre el estruendo
de los grandes cañones y el olor a pólvora, en un
ambiente saturado de muerte y de rencor, concen-
trar su pensamiento en una idea profunda, esto en
las trincheras era difícil, y por eso se buscaban las
obras fáciles, cuya lectura distrae sin preocupar,
que no requieren esfuerzo alguno; por eso el solda-
do se fué aficionando a la novela sencilla, en que im-
pera la fantasía, sin grandes problemas psicológicos
y sociales. Los autores han de seguir siempre a la
multitud; el gusto de las masas no se puede amol-
dar al gusto de los autores. Y esto ha traído en
Francia una forma nueva, cuya influencia pronto
llegará a la lengua castellana.
Ha sido, en verdad, un cambio radical; la no-
vela de la guerra es, según Prevost, "novela para
niños grandes". Es de notar que el autor de ''Car-
tas a Paquita" trata de modificarse, para seguir las
nuevas formas, los demás ha^ícn lo mismo, para se-
guir de cerca el ritmo de su época.
No creo que la orientación definitiva esté en
Bourget, Prevost, France, Rosny o Bordeaux, esos
es difícil que se modifiquen; es verdad que en algu-
nos de ellos se notan inclinaciones al cambio, como
en "El sentido de la muerte" de Bourget, que di-
fiere bastante de su obra anterior ; lo mismo ocurre
con Maeterlink, que su último libro "Debris de
guerra", inicia tambiém una modificación en su
11 LOS CONTEMPORÁNEOS
obra futura. 8iii embarj>o, el germen de la verda-
dera revolución literatria, está en los escritores
nuevos, y éstos son los que han dado la nueva
pauta. Saures, Gide y Glaudel se aprestan para la
ludia; Barbusse ha publicado f»u novela "El fue-
go" bien distinta a su anterior "El infierno";
Pedro Benoit, al publicar su tan discutidas obras
"La Atlántida" y "Kanigsmark" ,muestra un modo
de pensar bien distinto a cuando escribió su libro
de versos "Diadumeno". Otro de los jóvenes, Ed-
mond Jaloux, que en sus principios era poeta sim-
bolista, como se puede apreciar en su libro "Alma
de Otoño", deja vislumbrar en su última novela,
"Humos en el campo", una próxima ti^ansforma-
ción ; Juan José Frappa fué, quizás, el primero que
se dio cuenta del cambio de gusto, al escribir con
sentido de vidente su libro "Bajo la mirada de los
dioses". Ijo mismo puede decirse de Adrián Ber-
ti-and. (]ue como Frappa murió en la guerra. Este
novelista y poeta, discípulo predilecto de Anatole
France, durante la larga y dolorosa agonía que
precedió a su muerte, escribió "Lo^ jardines de
Priapo", una obra teatral en verso; "La princesa
Beronice" y un libro de versos, "El vergel de Cy-
pris". En todos ellos están bien perceptibles los
niodelf)s futuros. Igual ocurre en la obra de Ver-
let, Baugnal y Jacques, tres poetas jóvenes sur-
gidos al calor de la contienda.
En esos autores que acabo de nombrar, tratán-
dolos ligei-amente, está el germen de la novela y
la poesía futura. En sus libros está la fuente que
pronto invadirá nuestra literatura.
Es indiscutible que, tanto en la novela como en
el teatro, en la poesía, en la filosofía y en todas las
A. LÁMAR SCHWEYER 23
ramas del entendimiento humano, incluyendo las
ciencias naturales, habrá un cambio radical. Pasa-
remos de lo complicado a lo sencillo.
Hay que ser sencillo ; el gusto, el sentido esté-
tico contemporáneo requiere nuevos moldes, el pú-
blico pide (y habrá que dárselo) sencillez. Hay,
pues, que volver a la naturaleza.
En esa nueva forma está nuestra poesía futura.
Es la única esperanza. Hay que modificarse, poe-
tas. Recordad la frase de José Enrique Rodó :
"Vivir es reformarse", o la más significativa de
Gabriel D 'Annunzio : " ¡ o riño varse o moriré ! ' '
I.
AGUSTÍN AGOSTA
"Tengo el afán — estéril de dar al pensamiento
la música que encierra su primitivo encanto;
yo no sé qué cadencias he aprendido en el viente
desconcertantes notas de yo no sé qué canto.
(Agustín Acosta).
AGUSTÍN AGOSTA
Era allá ai los primeros años de nuestro siglo.
Mal^iiietti en Florencia, la blanca ciudad de los pa-
lacios de mármol, comenzaba a forjar sus poemas
futuristas ; Rubén' Darío, errante por el mundo,
•decía sus cantos a la bella Eulalia y a los cisnes de
armiño que amó Lohengrin; Rcné López, triste, de-
cepcionado y solo, procuraba olvidar en el abismo
de los paraísos artificiales la tristeza de su vida de
genio iiicoin])rendido. La literatura cubana pasaba
por uno de esos períodos de desorientación e in-
certidunibres que siguen siempre a las grandes con-
mociones nacionales. La generacióu siguiente a
Casal no tt nía gi'andes poetas, es más, no tenía un
poeta, capaz de dirigir la joven literatura, que ha-
bía surgido con la independencia.
La generación de 1888 pasaba sin tener conti-
nuadores inmediatos. lEra necesario un gran poe-
ta, un poeta de genio, un pastor para aquella plé-
yade desorientada. Rene López que, por su genio,
i'rn »>1; único capaz de servir de guía, era entonces
un ignoi'ado. Este tr-iste discípulo de Baudelaire,
no podía guiar a sus contemporáneos, no tenía
30 LOS CONTEMPORÁNEOS
fuerzas para orientarse a sí mismo. Era un venci-
do por el dolor y un ignorado lucho «grande, por
ese mismo dolor que lo rindió.
Todo parecía indicar (jue la generación de en-
tonces no había de tener en algún tiempo un ver-
dadei'o poeta, pei-o por fortuna este estado de co-
sas no duró mucho tiempo.
Surgió, en Matanzas, Agustín Acosta.
Ei*a un poeta raro, complicado de espíritu,,
maestro en el ritmo y ( I acorde, (jue llamó bien
pronto la atención. Sus versos eran de una forma
nueva, modernista, ¡oero de un modernismo deseo-
nocido en esta tierra. Tenía, lo repito, formas^
extrañas aíjuí desconocidas hasta entonces, era un
''raro". El premio (jue obtuvo años después en
unos juegos florales celebrados en la Habana a los
cuales concurrieron poetas sud-ann ricanos y dc'
toda la isla, lo consagró. Desde ese día Acosta
tuvo el cetro y dirigió involuntariamente, pero de
modo decisivo, la lírica de su ti( mpo. Sin procla-
marse innovador, sin pretender guiar a los demás,
lia logrado con su talento poético hacer triunfar
su forma lírica.
Si mi sentido estético de la poesía correspon-
diera al de Emilio Bo'badilla ; si la opinión del
maestro de "Literatura contemporánea" fuera para
mí norma y guía en estos ensayos, Agustín Acosta
no hubiera figurado en este libro.
Acosta es de los modernistas más avanzados rjue
en Cuba hemos tenido ; él, como Federico I^rhbach,
pertenece al grupo que la crítica punzante de Bo-
badilla llamó "grafómanos". Para Fray Candil
los poetas modernistas que cantaron en América,
fueron simples rimadores que ocultaban en un len-
A. LÁMAR SCHWEYER 31
guaje pomposo y afectado, la falta de talento poé-
tico.
Bobadilla fué, indudablemente, el crítico más
grande que ha tenido Cuba; su pluma brillante y
su extensa cultura, unidas a un profundo sentido
crítico, produjeron obras y juicios incomparables;
pero 'hay que convenir que a veces fué exagerado en
sus juicios. Los hombres de genio aman y odian
intensamente, el genio no concibe los términos me-
dios. Los ])oetas modernistas no fueron nunca
grafómanos ; sí hubo muchos y los hay todavía que
l)uscaron en Darío la égida protectora que disimu-
lara sus escasas facultades, pero hay que convenir
■que todos los grandes poetas contemporáneos, tan-
to americanos como españoles, han sido y son mo-
dernistas. El mismo Bobadilla, sin darse cuenta,
íiigui«') la corriente y se desvió del romanticismo,
aproximándose a los modernistas. ¿Habéis leído
sus versos ' ' Soledad ' ' ? Comienzan así :
El último sueño
sueño de la muerte, sueño misterioso,
que duerme lo mismo el grande que el pequeño
eterno reposo.
Pero volvamos a Acosta. De todos los poetas cu-
banos, ninguno como él conoce la vida; ha vivido
su existencia de uíi modo muy intenso ; sabe del
dolor y sabe de la risa ; es más que poeta, filósofo,
como Amado N( rvo. Su filosofía es complicada,
producto de la continua observación en que ha vi-
vido el poeta : hay en ella algo de Rabelais y algo
do -Schopenhauer; es un panpsiquista, un idealista
al ittodo de Strong. Un poeta que rima sus filoso-
32 LOS CONTEMPORÁNEOS
fías^ liacieiido versos con las enseñanzas que da la.
vida. Decidme si no hay una gran dosis de filosó-
fica resignación en esta estrofa :
No me quejo de nada. Eres tú como todas. . .
Superior sólo fuiste en mi candido sueño
La esperanza es misterio que se vuelve sonrisa
la sonrisa esperanza que se torna misterio.
Así es toda la obra de este poeta : una canción
resignada, sin odios, sin rencores, con muchas fra-
ses de amor y ninguna de despecho. Ni llanto ni
imprecación, tal parece ser la norma del poeta.
Que s( a Acosta un poeta de profundo sentido'
filosófico, no (luiere decir que sea un poeta triste.
Nada más lejos de esto, La musa del poeta matan-
cero no lleva galas de luto, viste traje color de espe-
ranza. En sus versos no vemos ese amargo desen-
canto que tienen la mayoría de nuestros poetas, la
muertí , por ejemplo, esa ])álida dama lunática que
ronda alrededor de nosotros , coronada de asfódelos,.
y ([ue tanto amaron José A. Silva y Julián del Ca.sal.
es para él elemento desconocido, (pie aparece en sus
cantos de un modo secundario, dejándose entrever
apenas. Es uno de los pocos' i)oetas cubanos que ha
sabido sustraerse de la influencia del ambiente-.
p]s realmente curioso el hecho siguiente : fa ma-
yoría de los poetas que nacen en las islas son inten-
samente tristes, y en Cuba el promedio es mayor
que en otra parte del mundo. ¿Por qué? Realmente
parece imposihle que en esta tierra de luz, con su;
cielo tropical, sus montes de esmeralda, su mar azul
y tran(juilo, sus noches claras y sus mujeres ineotm-
parables, inspire a sus cantores ideas tristes. Para
esto hay una Hola respuesta aceptable : en las islas
A. LÁMAR SCHWEYER 33
1.a tristeza flota en el aiubiciito; los ])oetas. es])í-
ritus ansiosos de 'liorizoiitos nuevos, con sed de
oti-as fuentes lejanas, están ])risioneros poi- ose
mismo mar tan azul v tan tran({uilo. El paisaje es
s em})re el mismo, de esa contemiViaeión (¡uc tienj
ei (lí)!c.r do la monotonía nace la tristeza de los
cantores, (pie llega]i a |)adecei' de una tristeza re-
sismada, doliente, leve como un susjuro, y atoj-nií^n-
tadoi'a cojno los ann)i-e.s imposibles. Acosta, es ^a!
vez el único, (pie ha sabido susti'aerse de este do-
lor.
Salvador Díaz ^Mirón, jiiensa. y me lo di.jo va-
rias veces. (|ue Ag'ustín Acosta es el prinu'ro (.io los
l)oetas cubanos, Acosta es para J)íaz Mirón "el
temperamento líi'ico más oraiule (pie hay en Cuba,
y el poeta más poeta (pie hemos tenido despiu^s de
la muerte de Casal. Afirmaciíui ('^sta (pie en l)oca
de un ])0(^tH como Díaz ^lirón, honra mucho a
Acosta, ya ipie el «irán poeta mejicano es enemigo
de los elogios inmerecidos.
Tal vez el (pie sea Acosta el nu'is profuiulo. i)or
el hecho de ser un ])oeta de gran sentido íilos(')fíco
y de una vasta cultui'a poética, ha sido la causa
porípie siendo un gran poeta, en mi ()|Vnii(')n (I
primero de Cuba, uo sea el más ))o|nilar. Sus ver-
sos tieiuui, por lo genei'al. un sentido oculto,
int^dito para aípiellos ([ue no saben leer y refle-
xionar al mismo tiempo: es un poeta que llega a
los intelectuales, pero no a la gran masa de lecto-
res, que buscan ritmos galanos y estrofas fáciles.
No sabe halagar el oído; va directamente al cora-
z(ín ; no busca en la música de un verso el conduc-
tor de sus sentimientos; hace (jue éste llegue al co-
34 LOS CONTEMPORÁNEOS
razón mediante la idea, es decir, la armonía no le
preocupa, busca solamente la emoción.
He dicho que por todas estas cosas no es Acos-
té un poeta popular, pero esto no le ocurre a él
solo : en íCuba no h'dy un poeta nacional, ninguno
cuyos versos se digan de boca en boca, como en
otro tiempo se decían los de Heredia, Milanés y
Plácido. Pensar que el público ha cambiado sería
absurdo ; la estética colectiva se modifica tan len-
tamente que sus variantes son apenas perceptibles.
El público no ha cambiado, han cambiado los poe-
tas, ''han abandonado el poema, engendro híbri-
do, como el teatro en verso, y prefieren la poesía
que está en la emoción breve guardada en una for-
ma brevísima y sutil" — dijo, hablando de este
asunto, Felipe Trigo.
Las formas modernas no son de las que cauti-
van al público; éste necesita la intriga, la trama,
que lo guíe a la belleza ; y aquí está la ventaja del
poema. Oampoamor debió su celebridad a "El
tren expreso"; Núñez de Arce a "Idilio"; Es-
pronceda a "El diablo Mundo", y Zorrilla al "Te-
norio". Los poetas modernos, que con mucha ra-
zón desdeñan el poema, no pueden con su poesía
vagamente sentimental impresionar a la gran ma-
sa anónima.
Rubén Darío decía: "No soy poeta para la mul-
titud. ])ero sé que tengo que ir a ella." Acosta
está en el mismo caso que el poeta nicaragüense,
pero no se preocupa de llegar a la multitud, canta
pai-a sí, por íntimo deleite intelectual, para los que
saben comprenderlo, pero no para aquellos que, por
falta de cultura o simplemente por no tener la pre-
l)a ración necesaria, no saben encontrar en sus ver-
A. LÁMAR SCHWEYER 3S
sos la emoción (|ue los inspiró. Es en el fondo ub
jíi-an despreocupado; él mismo me decía no hace
mucho en una carta: "por haragán que soy no
esto3' traducido. Vea Vd. cómo es de desaforado
mi amor a la gloria." Por ese mismo descuido la
obra de Acosta está trunca, es de esos poetas que
no ])ulen sus versos y que a veces no los terminan ;
es genial, pero es inconstante; por eso su obra está
inédita en su mayor parte. Piensa Acosta. y en
esto (piizás tiene razón, que "lo que no se acaba de
luicer jamás es lo más bello del Arte y de I» Vida
porque tiene latente la esperanza". Esto, en mi
opinión, no justifica en modo alguno la despreocu-
pación del poeta. Los poetas tienen la sagrada
obligación de hacer bella la vida ajena; los hom-
bres de talento, los grandes sabios, los grandes
poetas, no se deben a ellos mismos, el genio no se
pertenece, se debe a su tiempo, a su patria, a sus
compatriotas y a las posteridad. Los poetas son
dueños de sus rimas, pero tienen la obligación mo-
ral de brindarnos esos momentos de esparcimiento
que nos proporciona la lectura de los buenos ver-
sos. ¿Qué sería la vida sin poetas? Una aijruma-
dora continuidad de monotonías insoportables. En
la vida hay que buscar ante todo la emoción, y la
emoción está en la poesía.
Acosta no es el poeta extático que a veces cree-
mos vislumbrar en sus versos, no es el poeta-árbol
al modo de otros muchos, su vida y su obra han
sido una continua evolución hacia nuevos derro-
teros; no es de los poetas que siguen siempre una
modalidad determinada, con los años se ha ido mo-
dificando, camina en una dirección para nosotros
desconocida, va hacia algo que no vislumbramos,
36 LOS CONTEMPORÁNEOS
pero que vive en su fantasía. Esto al menos encuen-
tro yo en el análisis de su obra.
Desde la publicación de su libro "Ala" hasta
sus últimos versos, se nota en su estilo variaciones
y cambios bien palpables ; ha evolucionado mucho
dentro de su modernismo. Su obra inédita, que
sólo conocemos unos cuantos, es superior a la par-
te de su obra publicada. Hay en ella un sentido
más real de la vida, una filosofía más optimista que
la primitiva.
El origen de es© optimismo he creído encon-
trarlo en esto : Acosta es un atormentado de ese
misterioso más allá ; ha encontrado en las ingenui-
dades de Alian Kardec, la esperanza de una re-
compensa futura. Para decirlo más claramente,
Acosta es espiritista, pero no un ocultista al modo
de Poe, que escribió escalofriantes poemas en que
la ronda de lo espectral provoca en nuestros ner-
vios una intensa conmoción ; en sus versos no hay
el dislacerante sentido de los del bardo de "Li-
geia", son versos en los cuales vemos latir una
firme esperanza de futuras compensaciones.
He aquí un ejemplo -.
Volveremos a ser, y no recordaremos
lo que fuimos. Los ojos verán la misma luz
y dentro de las mismas tinieblas caeremos
nuevamente. La X tiene forma de cruz.
Y justo es que en la equis crucifiquemos cuanto
ha sido y ha de ser. Es esto lo mejor
Dicen que en la otra vida no se conoce el llanto
¿será porque tampoco se conoce el amor?
Los" poetas, los artistas todos, sienten como na-
die la atracción del misterio. Esa/ gran interro-
A. LÁMAR SCHWEYER 37
gaeión que se abre más allá de las fronteras de la
vida, el abismo hondo y desconocido que separa el
ser del no ser, tiene para ellos una atracción irre-
sistible, ejerce una fascinación especial. Para los
espíritus vulgares lo desconocido es un misterio im-
pejietrable, para los elegidos, para los que sabejí
reflexionar es una constante interrogación. Besant
lo explicaría diciendo que en los artistas, cerebros
privilegiados, los órganos del sentido, o visión as-
tral, que son, según él, la glándula pituitaria y la
glándula pineal, está más desarrollados que en el
resto de los mortales. Ignoi-o cuál será la verda-
dera causa de ello,pero es lo cierto que el proble-
ma de la existencia eterna ha preocupado a gran-
des artistas. Sehakespeare en "Hamlet" nos pre-
senta un caso espirita; Galdós en "Electra" h-ace
lo propio; Ibsen a veces hace que los habitantes de
los planos astrales figuren en sus obras ; Maeter-
linck el admirable poeta belga es dramaturgo de-
cididanií nte espirita. En los músicos vemos a
Chopin que confesaba sus preocupaciones espiritas,
a Mozart y a Beetlioven que tenían visiones in-
cpiietantes. Los hombres de ciencia no han esca-
pado a esta llamada de lo espectral : Flammarion,
el sabio astrónomo ; Lombroso, el criminalista cé-
lebre ; Crooks, físico notable a quien debe la Física
interesantes observaciones sobre la radioactividad,
se cuentan entre los adeptos de León Denis. Entre
los prosistas tenemos a Maupassants, a Hofman, el
de los cuentos fantásticos y las visiones horripi-
lantes ; a Glak, a Huysmans, a los Goucourt y otros
muchos e{ue escribieron lindas páginas espiritualis-
tas o teosóficas. Entre los poetas la inclinación es
más marcada todavía ; Rubén Darío, Lugones, Ner-
38 LOS CONTEMPORÁNEOS
val, Carrere, han sentido siempre la obsesión de
ese velo negro cine se extiende sobre las regiones
inexplorables del no ser o del ser eterno. Todos
estos poetas han confesado sus preocupaciones, al-
gunos, como Carrere, las cantaron a veces, pero
ninguno lo ha hecho como Agustín Acosta ; sólo
h.ay uno que pueda superarlo, Ñervo, el penteista
que se inclinó aute el misterio.
En la obra multiforme y briUante de Acosta
hay una poesía, "La esmeralda de aípiellos espe-
jos. . . ", que tes para mí una de las más bellas que
ha escrito este poeta. El autor no piensa como yo ;
atribuye esta predilección a "una extraña afini-
dad ideológica, sentimental, o simplemente evoca-
tiva", y agrega a continuación: "estoy tan descon-
tento de ella, que he de leerla de nuevo para ver
si al fin no la arrojo al olvido como a tantas otras."
Eso me demuestra cpie Gómez Carrillo tiene razón
al pensar (|ue los artistas no son los mejores crí-
ticos de sus obras. "La esmeralda de aquellos es-
pejos" tiene la sencillez y la emoción de las oracio-
nes (pie rezamos en el altar de nuestro pasado. Es
una oración que han musitado todos los tristes pe-
regrinos que en la vida se lanzaron a la conquista
del amor y de la gloria . . .
Dice así :
Adorada que lejos, que lejos,
el temblor de las almas añnes
en los días pasados. Que viejos
las visiones de aquellos espejos
y el aroma de aquellos jardines . . . !
Adorada, la sombra perfila
la visión de tu breve silueta,
y en la sombra una verde pupila
con secreta perfidia me inquieta.
A. LÁMAR SCHWEYER 39
Cabecita risueña y querida
quien pudiera llevarte muy lejos. . . I
Quien pudiera volver a la vida
de los días pasados y viejos. . . I
Manecita de infanta traviesa
quien pudiera besarte algún día . . . !
Manecita de astuta duquesa . . . !
Manecita que no será mía. . . !
Crucecita cristiana que has visto
la ternura de mis embelesos. . .
Crucecita sagrada de Cristo,
que ha sentido el ardor de mis besos. . . !
Torre alta. Crepúsculo suave. . .
y tus ojos mirando al vacío
con un óptico instinto de ave
y una verde sorpresa de río. . .
Traje verde de mar o de fronda,
apretada botita indiscreta ... I
Y en el rostro de ambigua Gioconda
un desdén para el pobre poeta. . .\
Cabecita romántica, en donde
yo enredara mi anhelo tardío;
cabecita graciosa que esconde
un ensueño más grande que el mío. . . _
Conductora jovial del instinto
copa llena de música extraña,
en el fondo de cuyo recinto
durmió un sueño de amor el champaña. . . !
Adorada, jamás has sabido
el dolor de una antigua cadena.
Adorada, yo hubiera querido
abrazarte por blanca y por buena ... '
Abrazarte por buena y por pura
y por triste, y por dulce y por santa,
sollozando mi vieja amargura
como un perro tendido a tu planta . . .
Adorada, qué lejos, qué lejos
el temblor de las almas afines
en los días pasados y viejos . . . !
40 LOS CONTEMPORÁNEOS
Adorada, qué lejos, qué lejos
la esmeralda de aquellos espejos
y el aroma de aquellos jardines. . . I
Lector, si alguna vez amaste a una mujer con la
fuerza de los veinte años; si en este camino de ari-
deces tuviste alguna vez unos ojos muy queridos y
una boca muy amada ; si has sentido alguna vez la
tristeza de esos amores imposibles ; si has adorado
a una mujer a quien la vida con sus ironías y sus
vaivenes de ola se llevó muy .lejos ; si has tenido una
amada, muy amada, de esas que sólo se tientn una
vez en la vida y que a veces no se tienen nunca, tú
como yo, lector, habrás sabido comprender la tris-
teza evocativa ({ue hay en estos versos de Acosta.
¿No es verdad ([ue hay en sus estrofas, horas de
nuestra vida, de tu vida, lector, de la mía, de la
vida de todos los hombres? Yo de mí sé decir, que
al leer estos versos, he sentido un gran desto de
lloi-ar, (jue es lo más que puede hacer un poeta.
"Cabecita risueña y querida
quien pudiera llevarte muy lejos. . .
¿Verdad que hay una palpitante emoción de
realidad en estos versos?
Antes de leer esta poesía, Acosta era para mí
un buen poeta, después que la leí me pareció algo
más : un excelente y elevadísimo poeta.
Para muchos es Acosta el poeta de las compli-
caciones sentimentales, un cantor profundo, cuyos
versos son producto de esa gran escuela de filoscffía
que se llama la Vida ; esto que es en él cualidad pre-
dominante, no (S única. Acosta es un poeta fácil.
A. LÁMAR SCHWEYER 4|
galano, maestro en el ritmo, que ha sabido cantar
eosas cantadas ya por otros poetas. Leed sus ver-
sos "Musa carnavalesca":
En medio de este alborozado
festival de algarabía,
mi musa se ha disfrazado
de Alegría.
Darío, C'arrere, Machado, Sassone, casi todos los
])oetas han cantado esas horas locas del carnaval,
horas ([uv ])asan i)ronto, tejiendo una guirnalda de
rosas, horas que se van más rápidas que las otras
hoi'as. horas de vértigo (lue vivimos entre música
frivola, aroma de flores y elegancia perfumada,
horas en que Colombina ríe y Picrrot llora, mientras
la Luna, con su intensa palidez de bohemia noc-
támbula, mira impasible el loco carnaval, que cojí
sus confettis, sus serpentinas, sus colorines y sus
antifaces, es en el fondo la representación viviente
de nuestra existencia cotidiana. Siendo el tema,
como es, antiguo y gastado, Acosta ha sabido ha-
cerlo original y nuevo.
Poeta original e innovador, ha cometido a veces
lamtntables errores que ponen una nota oscura en
su obra tan brillante. Aquel discutidísimo soneto a
"La muerte de Jambrina" fué un paso falso. No
creo (jue un poeta correcto como es Acosta, y culto
como muy pocos, esté autorizado a emplear pala-
bras como "auto", ni a hacer aparecer en las estro-
fas al "Diario de la Marina".
Lo mismo pienso de su poesía "Eres todo el re-
cuerdo....", cuyas estrofas demasiado oscuras no
dicen nada, o por lo menos muy poca cosa.
42 LOS CONTEMPORÁNEOS
Vienes desde un país de fábula o de cuento
Eres como de Biblia como de Nahabarata,
en tu carne especiosa hay fragancia de ungüento
y tus brazos ciñeron brazaletes de plata.
¿Eres como de Biblia, como de Nahabarata?
¿No es un verso incomprensible? Y el tercero
qne dice :
en tu carne especiosa hay fragancia de ungüento. . .
no resulta algo forzado?
Pero no tomemos esto en consideración. Diga-
mos como González Blanco: "A los grandes poetas,
como a la Magdalena, debemos perdonárselo todo
en gracia a lo mucho que han amado."
Agustín Aeosta es el poeta de la serenidad, el
poeta grave, reflexivo, que sabe cantar el dolor sin
ser por ello un poeta doliente ; su filosofía, producto
de una vida contemplativa, es serena ; piensa el poe-
ta que el dolor de la existencia es temporal. La
vida no es, como muchos piensan, una dolorosa ca-
dena de sufrimientos, tiene también compensacio-
nes ; tras las sobras nocturnales viene la policromía
de la aurora, las esperanzas que mueren tienen co-
mo el ave Fénix el poder de resucitar. El poeta de
''Ala" sabe todo esto, comprendiendo la emoción
estética (jue encierra el dolor vierte una lágrima
verdadero por el dolor que encuentra a su paso,
sin ser por ello el jioeta extático que, encerrado en
e! dolor de su propia vida, ve pasar la existencia
como una dama enlutada que marchara hacia las
regiones inexploradas de las eternas sombras y las
("ternas renunciaciones. . .
II.
5ERGIO LA VILLA
"La existencia del nómada fué mía
durante mucho tiempo, tan sin suerte
que ni siquiera me salió a la vía
el sosiego piadoso de la muerte."
(Sergio La Villa)
mmmáwwmmmmm
SERGIO LA VILLA
De los poetas cubanos del momento actual nin-
guno ha sufrido influencias tan diversas y encon-
tradas como Sergio La Villa. Espíritu investiga-
dor que encuentra siempre* reducidos todos los ho-
rizontes por amplios que éstos sean, ha estudiado
todas las literaturas modernas, las cuales han de-
jado en su estro modalidades tan distintas que
forman, al reunirse, un estilo personal y bien deter-
minado que hace de La Villa un poeta original, com-
plicado a veces, pero muy personal siempre. La
Villa no es de esos poetas que sólo sienten una for-
ma de la poesía, sus versos cantan igual los pai-
sajes sombríos que copiaron los mágicos pinceles
de Willers, que los brillantes paisajes tropicales ;
su musa siente con la misma intensidad la oculta
poesía de las ciudades muertas y los campanarios
enmudecidos que adoró Rodenbach, que la palpi-
tante emoción de las grandes ciudades ; para él hay
la misma poesía en un pálido crepúsculo del Norte
que en nuestros multicolores atardeceres tropica-
les. Canta por igual la emoción de lo externo que
48 LOS CONTEMPORÁNEOS
de lo interno. Sabe del dolor y sabe también del
amor ; sabe de la alegría y de la muert( ; sabe, en
fin, de la existencia humana.
Un poeta que presenta tan múltiples aspectos
es un poeta raro, ts difícil encontrar un poeta que
sienta la quietud y el movimiento, el dolor y la
alegría, el amor y el odio, el llanto y la risa. Quien
sienta la emoción que hay en cada una de estas
cosas y sepa expresarla como Sergio La Villa, es
algo más que un buen poeta, es un poeta original
y emotivo que no cansa nunca.
Esta variedad de que hablo tiene una sola expli-
cación sobre su origen : los viajes. El poeta de
"Templo'' ha vivido muchos años abandonado a
su propio destino, no con un abandono de renun-
ciación fatalista, no dejándose arrastrar por la co-
rriente, sino por el gusto de vagar. Recorriendo
países distintos para contemplar nuevos paisajes
cada día y sentir una nueva emoción a cada mo-
mento, paisajes y emociones que más tardo han ])a-
sado a sus versos para darnos una poesía grata,
original y sincera. Errar así, sintiendo la magia de
la naturaleza matinal, del agua que eorre, del vien-
to que canta, es bello y es gi-ato. ¡Viajar!... He
aquí una palabra que suena en el oído de muchas
andariegos con algo de vértigo. Para los poetas
nó, ellos viajan por instito, parece que tienen
en el alma una sed insaciable de nuevos hori-
zontes, y cuando se ven imposibilitados de errar,
sienten una infinita tristeza, como las aves en la
jaula y sus cantos se tornan entonces en melodías
tristes, cansadas, reflejos de un alma en que el
hastío impera dominante, como en^ los versos de
Casal, aquel triste que suspiraba por
A. LÁMAR SCHWEYER 49
Ver otra playa, otro monte,
otro cielo, otro horizonte,
otro mar
otros pueblos y otras gentes
de maneras diferentes
de pensar.
Para las almas inquietas, para las voluntades
ávidas de emociones, nada hay mas interesesante,
como ha dicho Eduardo Zamacois, (lue "una Mu-
jer, un Libro y un Camino."
La Villa es, en Cuba, un poeta raro, único quizá.
Nuestros poetas, dfsde Zenea hasta nuestros días,
han sido cantores de tristeza, como lo son casi to-
dos los poetas nacidos en las islas ; ])()r eso es Sergio
La Villa un poeta raro en nuestra literatura ; los
poetas enérgicos no hay f Ion cido en Cuba ; nues-
tros bardos llevan en el fondo de su alma un aban-
dono fatalista, como si todo el tedio y la tristeza
ancestral de su raza se huhiera concentrado en
ellos; sólo (n estos últimos años han surgido algu-
nos que se han sustraído a esta resignación, como
Acosta, Carbonell, La Villa e Ibarzázal.
El que no sea un cantor de dolores no quiere de-
cir que sea La Villa un indiferente, que no siente el
dolor; ha sufrido como todo el que ha vivido un
poco, pero ha sabido sobreponerse al dolor porque
ha sido más fuerte y más i)oteiite que él. A veces
se deja dominar por un momeuto de hastío y can-
ta en esta forma :
El dolor cotidiano lentamente
va minando mi espíritu de atleta
y ya no yergue la altivez mi frente
ungida por quimeras de poeta.
Pero no es ésta la forma habitual de Sergio La
50 LOS CONTEMPORÁNEOS
Villa, en su obra no se encuentran sino raras ve-
ces estrofas como ésta ; sus versos, aun dándonos
la impresión real del dolor que los inspiró, no tie-
nen ese amargo desencanto', de "La rebeldía del
vencido". Lo que sí abundal en su obra son los
paisajes variados, las emociones encontradas, pai-
sajes y emociones que se grabai'on en esu espí-
ritu durante los largos viajes. Poi-que la única
explicación que encuentro aceptable para esa va-
riedad y esa fuerza es, como dije antes, esta
de los viajes. "Viajar es reformarse", dijo José E.
-Rodó, y hay que convenir que tenía razón el gran
pensador ururguayo. Quien parte no vuelve más:
vuelve otro muy parecido pero no es el mismo.
Esto que parece una paradoja, no es sino la más
melancólica de las verdades. Las madres y las
novias lo saben por triste y desgarradora expe-
riencia. El hijo que vuelve, el novio que torna, son
seres que traen algo de nuevQ^ — ¡ Qué cambiados !
— murmuran los que se quedan. En realidad no
es que cambien, es que son otros. Un poeta fran-
cés, cuyo nom'bre no recuerdo, dijo que
"cada vez que partimos
nos morimos un poco."
y eso que muere en nosotros, eso, lector, no resu-
cita más, por lo mismo es tan sutil, tan pequeño,
tan íntimo y tan imperceptibles. Por eso es que
el que parte no torna mas.
Lo que sí es una nota predominante en La Villa
es la duda. Como Ibsen, al que alguien llamó el
"poeta de la eterna duda", este poeta duda con
entera franqueza, con una duda firme, como la
del poeta escandinavo, que dudó siempre al obser-
A. LÁMAR SCHWEYER 51
var el porvenir en el cual "la nueva verdad no
•sigue siendo verdadera, y la antigua belleza ha
dejado de ser bella". La vida, el amor, la muerte
misma se presentan tn la mente de La Villa con
formas interroganes, y el poeta absorto en sus du-
das dice :
Ser o no ser! La disyuntiva ñera
«e presenta a mis ojos concluyente
No encontrara verdad más evidente
ni dardo humano que más daño hiciera.
La duda, producto directo de ese eterno des-
conocimiento que tenemos de nosotros mismos, es
el todo. ¿Qué es la existencia sino una corta frase
encerrada entre las dos grandes interrogaciones del
nacimiento y de la muertt ? ¿Sabemos algo de no-
sotros mismos, de lo que nos rodea? ¿No son la
vida y la muerte dos misterios indescifrables? ¿Qué
tiene, pues, de extraño que un poeta sienta la duda,
la inmensa duda que han tenido todos los hom-
bres de talcí'.to? Canuir la duda es cantar la vidu.
ya que ambas cosas son una misma en el fondo d(>
la filosofía. No se éste un caso extraño, como he
dicho que no es raro ; muchos grandes .poetas han
cantado esa misma duda que <1 genio de Shakes-
peare puso en el alma atormentada y triste de
«rilet, aciuel príncipe taciturno del cual n
no sabemos aun si fué un loco o un vidente.
Sergio La Villa, temperamento verdaderamente
lírico, es un magnífico rimador. Su modalidad,
que adopta todas las formas, como sus versos re-
flejan todas las emociones, es elegante, porque el
poeta tiene un gran dominio del verso. El soneto,
una de las formas más complicadas por su corta
52 LOS CONTEMPORÁNEOS
extensión y su sonoridad, tiene cu él un magJiífico
-cultivador. Si he de ser franco diré que en mi
opinión Serg o 'La Villa es el primer sonetista de
Cuba. Sabe arrancar a su lira acordes siempre
gratos, melodías encantadoras que en los sonetos
encanta por la sonoridad y la fuerza. Lo dicha
anteriormente lo demuestra este magnífico sone-
to que transcribo, "Soñemos", que dice:
Mientras cae la tarde triste y fría
estás con la cabeza reclinada,
mirando a tu ilusión de enamorada
morir, soñando, con la luz del día.
Las nubes pasan en la lejanía,
y su gentil fragilidad rosada
la finge a tu romántica mirada
el lento huir de la quimera mía.
Mas, ese vuelo del fugaz tesoro
de nuestra dicha y nuestro amor perdidos-,
nunca te aflija, porque yo te adoro.
Y así, por igual pena entristecidos,
cada bello crepúsculo de oro
hallará dos ensueños confundidos . . .
¿Puede pedirse algo más fácil, más rítmico, más^^
galano, sin descoyuntamientos, ni exageraciones^
sin yersos de esos que siendo falsos sólo sirven pa-
ra completar los catorce versos que marca la regla?
En los versos de La Villa hay a veces un pro-
fundo sentido filosófico, como en "Síntesis", que
comienza :
"la vida es el andar del caminante."
Es ella una filosofía pura, ni espiritualista ni
materialista, una filosofía que no siendo de renun-
ciación es de realidad, de una realidad serena co-
mo la filosofía de Kant. Únicamente los poetas co-
A. LÁMAR SCHWEYER 53
nocen el \ ordadt ro sentido de la vida; para mu-
chos, filósofo y poeta son cosas antagónicas : el uno
todo lo ve a través del oscuro prisma de una reali-
dad algo exagerada, el otro, por el contrario, ve la
vida como algo que siendo a veces grato, lleva un
sello doloroso. Para mí poetas y filósofos son herma-
nos. El poeta es un 'hombre que tiene una filosofía
especial, que pretende amoldar la vida a su cora-
zón ; el filósofo no, se conforma con menos que el
I)oeta : le basta que la vida no lo ataque. Es un
solitario que se encierra en un castillo interior para
huir del bullicio de la multitud.
Rousseau allá en su retiro ginebrino, lejos del
mundo, sin amigos, sin afectos de ninguna especie,
indiferente a la gloria, al amor y al dinero, bus-
cando solamente la tranquilidad y el olvido no fué
más filósofo, no tuvo una idea más exacta de la
existencia que el gran poeta contemporáneo que
escribió estos versos :
Que la vida ae tome la pena de matarm*
ya que yo no me tomo la pena de vivir.
Ambos son dos desencantados, dos indiferentes.
El uno fué un gran filósofo, colaborador con Vol-
taire y Diderot en la magna obra de la "Enciclope-
dia", y el segundo maestro de una generación so-
ñadora y triste, es uno de los directores espiritua-
les del modernismo. Ambos sintieron el mismo de-
sencanto, ambos tuvieron una filosofía parecida. El
filósofo la dejó en sus "Confesiones", y el poeta
después de pulirlas las grabó en las estrofas incom-
parables de su poesía "Adelfos".
A veces en los versos de Sergio La Villa se nota
una ironía oculta, algo volteriana, en el fondo ape-
54 LOS CONTEMPORÁNEOS
ñas perceptible; tan sutil y tan imperceptible es,
que no sé si será más propio llamarla desencanto.
El poeta pone en sus versos una sonrisa irónica que
más parece de desencanto, como un gesto de dolor
de (SOS que pone en los labios una contracción que
semeja una sonrisa. La sonrisa, la ironía que hay
en esos versos, más que compasiva o lastimera, es
cáustica, hay en ella un gesto hiriente. Tiene la
amargura de Voltaire sin tener la frescura risueña
de R'abelais. Leed su soneto "Anverso y Rever-
so" y veréis que tengo razón.
Para La Villa, como dije al principio, todo en-
cierra una emoción ; para él todas las cosas tienen
un alma oculta : la vida nómada, el mar que ruge
cuando las olas rompen en la roca, la tl)risa que besa
los ramajes, las barcas que pasan, el sol (jue muere,
las ingenuas canciones infantiles, las sonrisas se-
niles, las ciudades cosmopolitas, los campanarios
mudos, las viejas ciudades muertas en que yace
dormida el; alma de los pueblos, todo esto tiene
para él una emoción peculiar, única, las emociones
encontradas que tantos sentimientos antagónicos
inspiran hacen vibrar su lira con acordes diversos
y variados. Ved, por ejemplo, cómo canta a To-
ledo, la ciudad muerta, cuna de hidalgos que pa-
searon la altivez de sus mostachos y los tajos de
su espada por el mundo entero:
Toledo la Imperial! Torres altivas,
minaretes soberbios, nobles rejas;
calles tortuosas, clásicas ojivas
templos, leyendas, salmos y consejas.
1 esoro de mudejares labores
filigranas de piedras cinceladas
A. LÁMAR SCHWEYER 55
que preparas el alma a los amores
mientras en el taller fundes espadas.
Jamás olvidaré tu ambiente puro
jamás se borrará de mi memoria
tu paz y tu silencio conventuales,
pues creo recordar. . . No, ¡estoy seguro
de haber vivido una lejana historia
en tus viejos palacios imperiales!
A veces esta misma lira (lue tan bellamente can-
ta la tristeza de Toledo, se vuelve fuei-te, canta en
versos audaces todo d ardor erótico de la sangre
joven, dice cosas fuertes en extremo, pero dichas
siempre de una manera correcta, como en el so-
neto "Ella es así". Esta poesía semeja un mag-
nífico cuadro ; tiene pinceladas valientes, rasgos fir-
mes como trazados por mano maestra, de colores
fuertes pero sin brillo que hieran la vista. Tanto
en las imágenes como en el lenguaje que usa el
poeta, estos versos reflejan un sentimiento muy
humano que no debe criticarse.
No hace mucho tiempo se publicaron en una
revista de esta capital unos versos de una poetisa
extranjera. Eran unos versos fuertes, había en
ellos algo de varonil, y también una gran sinceri-
dad. Aquellos versos que entre lo mucho bueno
que tenían resaltaba una sinceridad absoluta, fue-
ron desfavorablemente comentados ,^ por algunos
pseudo-críticos. Se protestaba aquella franqueza.
"Una mujer debe ser siempre mujer", dijo al-
guien, como si no fuera de temperamento femenino
sentir palpitar la carne toda al mágico contacto de
unos la/bios amados que queman al besar. No creo
que aquellos acerbos comentarios ya olvidados, fue-
ran justos. La poesía debe ser ante todo sinceridad.
56 LOS CONTEMPORÁNEOS»
Hay «lue decir lo (luc se siente. No hay poesía in-
moral e liando es sincera. Lo único a que está obli-
gado un poeta, su única preocupación, debe ser que
todo este brillantemente dic'ho, pero el fondo si es
sincero será siempre grato. No hay poesía inmoral.
Sólo hay versos buenos y malos ; es ésta, en mi opi-
nión, la única división que cabe en el arte.
Es indudable que los poetas, cuando son tempe-
ramentos realmente líricos, evolucionan a medida
que viven. Siguen con ello una ky natural. Un
buen poeta evoluciona favorablemente, es decir,
lo contrario de los "grafómanos", cuya evolu-
ción os, poi- lo general, (U sentido inverso, o sea
de la penumbra a la sombra. Un buen poeta irá
siendo mejor a medida (pie pasan los años. Sus
conceptos serán más claros, más diáfanas sus ideas,
más escogido su lenguaje y más modulados su*
cantos. Ilenry de Reignier, poeta que ha ejercido
cierta influencia en S( rgio La Yilla, evolucionó
nota])lemente. Obscuro en un principio es hoy un
magnífico y sereno poeta y novelista, como lo prue-
ba su novela "El miedo al amor". Jean Morras fué
simbolista a los veinte años. Kul)én Darío, en un
principio discípulo de Núñez de Arce, hijo espiri-
tual del romanticismo del Duque de Rivas, cambió
de modo tan nota1)le en ])ocos años, que nadie pue-
de reconocer en el cantor de "Prosas Profanas" al
romántico bardo de "Epístolas y poemas". La evo-
lución lírica de La Villa ha sido de la claridad a
la luz. No fué nunca un poeta oscuro, pero es hoy
un poeta brillante. Sus últimos versos lo demues-
tran de modo bien palpable. iLeed estas estrofas
de "Nómadas", y decid si no es un magnífico poe-
ta éste (pie dice:
A. LÁMAR SCHWEYER 57
Apuré con espléndido estoicismo
la copa del placer, llena de llanto;
y abandoné una tarde el idealismo
junto al lago fatal del desencanto.
La existencia del nómada fué n\ía
durante mucho tiempo, tan sin suerte,
que ni siquiera me salió a la vía
el sosiego piadoso de la muerte.
Y tuve que volver mucho más triste
que el día en que emprendí la senda errante
pues sólo pude pude ver en cuanto existe
la dicha breve y el dolor constante.
^. No ps cierto, lector, que estos versos parecen
el canto (U toda una juventud, de toda una gene-
ración triste de nacimiento en la cual el spleeii
puso hace años su nota de hastío?
He termiiuido el análisis de la obra de Sergio
La Villa. Una obra que, como bien puede apreciar
qui(n sepa leer y sentir, es brillante. Una labor
que, de seguir el rumbo que lleva ahoi-a, será es-
pléndida al final de la jornada, que por bien de
nuestras letras, deseo sea lo más larga posible.
Sergio La Villa nos ha dado en su liibro "Tem-
plo" ofrendas de belleza y de vida tan delicadas
• como jugosas. Agradezcámosclas en nombre del
Arte, señor y rej' de nuestra vida, ritmo infinito a
cuyo compás es grata la vida y bella la existencia
humana ({ue encierra tanta poesía como dolor. . .
III.
GUSTAVO SÁNCHEZ
GALARRAGA
"Amo todt> lo nuevo, todo lo que deviene
•y sueño con lo raro; porque lo raro tiene
también un soplo inquieto que sacude y asombra
cuando sus ojos verdes titilan en la sombra.
(G. Sánchez Galarrag-a),
GUSTAVO SÁNCHEZ GALARRAGA
Es el poeta de las tristezas recónditas que no
se dicen nunca ; sus versos van destilando una ocul-
ta amargura, como si el poeta tuviera miedo de
poner su alma demasiado al descubierto. Tiene,
como dice en uno de sus versos, el pudor de sus
dolores y el orgullo de sus lágrimas :
¡Tengo el hondo pudor de mis dolores
y el orgullo supremo de mis lágrimas!
dice, y su tristeza ( s para nosotros algo apenas en-
trevisto por el prisma de facetas multicolores que
forman sus versos, porque este poeta, como Cariyle,
piensa que "la palabra es grande y bella, pero más
grande y bello aun es el Silencio, rey del ensueño."
El poeta de "Copos de sueño" es un espíritu
«omplejo que, como el alma de sus versos, tiene múl-
tiplos aspectos ; es un alma móvil como confiesa en
sus versos "Inquietud"; es altivo a veces, humilde
otras, fácil cuando quiere llegar a la muchedumbre,
■d-ulce cuando quiere acariciar con versos leves y
alados delicados oídos femeninos ; sabe elevarse a
las cimas cuando desprecia a quien le odia, y sabe
64 LOS CONTEMPORÁNEOS
inclinarse reverente ante una bellt za ({ne pasa, pera
siemi)re su poesía es suave, como las caricias del
viento ; no es un poeta que arrastra tras sí a la mul-
titud, porque no tiene la sonoridad 3' la fuerza que
para esto es neceesario ; es, en mi opinión, un poeta
fácil que sabe llegar al alma de sus contemporáneos;
sus versos no tienen, es verdad, la sonoridad de los
de Chocado, ni el recóndito sentido de los de Garre-
re. son simplemente versos fáciles, que, al leerlos la
primera vez, se pueden comprender sin esfuerzo
alí?uno, porque Sánchez Galarraga es el poeta de
los versos llenos de armonía en los cuales el sen-
timiento está dicho tal como lo siente el poeta ;
ved si no su soneto ''Mi novia":
Yo tengo como muchos una novia
una novia de pálida belleza
que unge con sus caricias mí cabeza
cuando en amarga soledad se agobia.
Su nombre es una cifra, clara y obvia
que no habla de poder ni de grandeza,
viene al morir el sol, es la tristeza,
una virgen romántica mí novia.
¿Que no la visteis nunca en torno mío
que placenteramente charlo y río?
¡Ah no esperéis que su reflejo irradie
ella no turba mi risueña calma,
»e acomoda en el fondo de mi alma
y llora, allí, sin que sienta nadie f
He de confesar, antes de seguir más adelante,
que a mí los poetas como Sánchez Galarraga no me
gustan; prefiero siempre el espíritu (pie combate al
que se declara vencido ; la imprecación me es más
grata que e 1 sollozo comprimido ; prefiero la agre-
sividad varonil y aplastante de Díaz Mirón y el ro-
tundo y sonoro desden de Chocano, a la resignada
A. LÁMAR SCHWEYER 65
tristeza del cantor do los "Nocturnos". El hombre
viene al mundo para luchar, y declararse vencido re-
nunciando a la lucha, es ir contra la Uy natural que
• rige nuestr ávida. El hombre que se resigna al do-
lor, es un suicida moral, y el suicidio se considera
como una prueba de poco valor. No quiere esto de-
cir (jue mis poetas predilectos sean los poetas agre-
sivos y rugientes que desprecian la vida, nada más
lejos de (sto; me gustan los poetas que cantan el
dolor, pei-o no un dolor apenas entrevisto, sino un
dolor sentido, para ({ue los versos tengan de ese
modo una honda emoción de realidad. Es natural
(jue los poc tas (pie son más sensibles que el resto
de los hombres sientan más intensamente y de dis-
tinto modo el dolor de la existencia, y cuando este
sentimiento es real, cuando ha sido experimentado
verdaderamente, los versos dolientes timen un sin-
gular encanto que hace pensar (pie tal vez Baudc-
laire tenía razón cuando dijo que "el dolor es la
única nobleza."
Uno de los libros ((ue he leído con más placer es-
piritual y emoción más intensa es "La amada inmó-
vil" de Amado Ñervo, y no hay en la literatura cas-
telladana una obra más triste ni más doliente que
este postumo homenaje que rindió a(iuel bardo en-
fermo de un dolor incurable, a la amada muerta.
Ahora bien, el poeta mexicano fué un magnífico
cantor de la tristeza, que supo reflejar en sus versos
todas las pn ocupaciones de su espíritu atormen-
tado de la sed del más allá. Ñervo fué el cantor de
su ]n-opio dolor, fué un poeta de intimidades, de
dolores por el mismo sentidos, y is por eso que sus
poesías, todas tristes, todas melancólicas, siempre
sollozantes, tienen un especial ( ncanto para muchos
66 LOS CONTEMPORÁNEOS
tal vez desconocido. Pero en Ñervo se explica que
el dolor tuviera un cantor magnífico, y tal vez úni-
co : la vida para él fué uíia cadena no interrumpida
de desgracias y de luchas, y sus versos, fiel reflejo
de su vida agitada y triste, tienen toda la cautiva-
dora tristeza de una vida combatida en la cual cada
dolor fué una estrofa, y cada amor un poema. Los
otros poetas, los que son dolientes porque encuen-
tran en el dolor tema inagotable para sus rimas,
son poetas débiles, harán (juizás sentir compasión,
pero nunca nos harán sentir la amargura de un do-
lor que ellos no sintieron ; esos poetas 'liacen el
efecto de masoquistas sentimentales, y sus versos,
en los cuales no se encuentran la sinceridad y el
dolor de las amarguras vividas, han de parecer
desprovistos de encanto. Sánchez Galarraga es de
los poetas a (¡uienes no se pu( de incluir en el primer
grupo, pero tampoco es posible colocarlo en el se-
gundo. Ha sabido, como Casal, y como Yerlaine,
reflejar en sus versos un dolor recóndito, que brota
de un alma compleja abatida por algo del snobismo
parisino y el ardor de los trópicos. Ha reflejado el
dolor de un modo bello, como Casal, y como Ver-
laine, con la difi rencia de (jue estos dos jioetas can-
taron un dolor propio, un dolor vivido, lo que se
puede llamar el dolor objetivo, pues el autor de
"Fiestas galantes" visitó más de una vez el hos-
pital, al cual con una ironía suprema llamaba su
"palacio de invierno", y el cantor de "Nieve", sólo
}• eJift rmo, supo toda la tristeza de una vida aisla-
da. Sánchez Galarraga, sin haber vivido como ellos,
ha sabido reflejar el mismo dolor (pie ellos can-
taron.
¿Por ([ué? He a(iuí una pregunta difícil de con-
A. LÁMAR SCHWEYER 67
testar: como la proa d( 1 barco al trope/ai* con un
escollo; como el bisturí del cirujano que al hacer la
disecciíSn tropieza con un músculo rebelde, la pluma
del analista o del crítico se habrá de detener por un
momento al contestar esta prefrunta. ¿Por qué?
<• Habrá (lue buscar el origen de esa tristeza en el
fondo de la vida del poeta?, o ¿habrá que sondear
en su alma con sutil s( ntimiento psicológico para
ballai- la respuesta? Los espiritistas, los discípulos
de Alian Kardec, o mejor los de Denis, encontrarían
la respuesta diciendo qu(- es la influencia de vidas
anteriores ])esando sobre el encanto apacible de su
vida presente ; tal vez sea ésta una respuesta acep-
tal)le, siempre que se pudiera demostrar la verdad
de la transmigración.
Xo creo, como jiieiisan muchos, ([ue esta cualidad
de Sánchez Galarraga provtnga de un desmedido
afán de llamar la atención. El autor de "La barca
Sonoi-a" no necesita de ello para ser buen poeta;
es triste por naturaleza, por eso es dulce ; siente la
tristeza de anbelos nunca satisfechos; su verso es el
grito de un alma (sclava. Bien sé que es raro r[ue
un poeta que como él vive en un ambiente de refi-
namiento aristocrático, en el sibaritismo de una vida
ti-anquila sin grandes preocupaciones, sienta ese
dolor que hay en sus versos; pero no por eso hay
que pensar que el poeta quiera buscar como Ed-
mond de Croncoui't "la belleza en lo raro". Por ese
mismo desencanto no es un poeta de la juventud,
para los (pie comenzamos a vivir la vida no puede
ser "como un péndulo que oscila entre el dolor y el
aburrimiento", según la vio a través de un prisma
opaco el escepticismo de Schopenhauer, por eso lla-
ma la atención que un poeta joven diga :
68 LOS CONTEMPORÁNEOS
No voy solo, peregrino:
¡me acompaña en el camino
mi novia melancolíaj
Yo creo <ine son sinceros estos versos nostálgicos
y suaves.
Sánc'liez Galarraga es nn poeta que cautiva, y
no por el fondo de su obra precisamente, lo que más
atrae en él es su maestría en cuanto a la expresión,
es el verso musical, sin un acorde mal medido, sin
una nota disonante, de una métrica llena de armo-
nías gratas al oído ; sus versos se graban en la me-
moria por lo musicales que son, más que por otra
cosa. ¿Se puede pedir algo más lleno de acorde que
estos versos?
Toca dolorosa campana de antaño
toca que se ha muerto mi última ilusión,
toca campanero de mi desengaño
en el campanario de mi corazón.
Esperanza mía: repican a duelo
pon sobre tus hombros un oscuro tul
porque ya no existe mi postrer anhelo
porque ya ha volado mi ilusión azul.
Era la más dulce de cuantas tenía,
era la más linda de cuantas soñé,
era la más dulce, pero ya no es mía,
era la más linda, pero ya se fué.
Toca dolorosa campana de antaño
toca, que se ha muerto mi última ilusión.
Toca campanero de mi desengaño
en el campanario de mi corazón.
No se puede pedir nada más exquisito que estos
versos ; difícilmente se encontrarán otros más rít-
micos, porque Sánchez Galarraga es el poeta galano
por excelencia ; habrá quienes sean más profundos,
y más sentidos, más rotundos y más sencillos, pero
A. LÁMAR SCHWEYER 69
más maestros del ritmo no; en esto is el primero.
El verso libre,, que es sin duda el ([ue más dificulta-
des ofrece, ya que en él el ritmo d( be serlo todo^
tiene en este poeta un magnífico cultivador. Entre
las muchas poesías escritas en ista forma que he
leído de poetas hispanos y americanos, dos me han
Ihtiiiado poderosamente la atención, y las dos son de
)ioetas cubanos, una es "Barcos que pasan...", de
R'^iié Ló])ez, que es al mismo tiem])o una de las más
sentidas y bellas que se han escrito; la otra es "Sa-
lutación lírica", de Sánchez Galarraga, recitada por
su autor en el Teatro Nacional, la noche del home-
naje al Y>oeti\ Francisco Villaespesa :
En' el viejo buque te acercaste al puerto,
y al ver a la nave temblando en las aguas,
bajo la sonrisa de los cielos claros,
con afán de novia, con amor de hermana ,
mi isla prodigiosa se empinó por verte,
te alargó las manos y te dijo: ' ¡pasa! . . .
"¿Qué me traes, buen bardo, de tus tierras viejas,
llenas de leyendas y de cosas mágicas?",
con los dulces ojos ebrios de deseo,
requirió la novia, preguntó la hermana,
mientras un saludo lánguido te hacía
con los quitasoles verdes de sus palmas,
con los pebeteros de sus cafetales
y las flautas líricas de sus cañas bravas.
"Te traigo", dijiste, "con la queja obscura
de las odaliscas y de las sultanas,
una vieja guzla, que supo de amores
y que dio las notas de la serenata,
allá por los tiempos de la gente árabe
y por un divino jardín de la Alhambra.
Y te traigo cantos del Amor de ahora,
trinos de Sevilla, coplas de Granada,
que saben a vino, y a sangre, y a flores,
y a las bocas rojas de las sevillanas. . .
70 LOS CONTEMPORÁNEOS
Y entre aquellas notas y estas melodías
he puesto las quejas de mi alma romántica,
las melancolías de mi carne loca,
las ansias divinas que en mí van esclavas,
las gotas de sangre que sudó mi cuerpo,,
las gotas de llanto que vertió mi alma:
i rojos brazaletes que encosco en tus manos
o largos y tristes collares de lágrimas!. . .
Yo vengo añorando tus bosques obscuros,
y tus tenebrosas selvas centenarias,
desde donde el indio contempló el arribo
de los viejos hombres de mi noble casta,
cuando, entre la pompa de las carabelas,
pisaron un día tus costas lejanas,
mostrando en sus pechos la cruz prodigiosa
y sobre su diestra la insignia de España.
Ya lo sabes. Isla, que, lánguidamente,
al dormir, te mecen olas de esmeralda:
jtú que sobre ellas reclinas el cuerpo
como en una frágil y ondulante hamaca!. . .
Tal como esos hombres que miraste absorta,
yo te traigo cosas sublimes y raras,
¡yo, que soy el eco de sus epopeyas,
porque soy el verbo de toda mi raza!
Ábreme los brazos, bésame en las sienes:
¡si no soy tu novio! ¡oh hermana! ¡oh, hermana!
Tu sangre es mi sangre, mi vida es tu vida,
en la propia lengua nuestros pechos cantan,
y aunque no tengamos la misma bandera,
y aunque nos separen discordias humanas,
odios milenarios y viejos rencores,
y hasta el mar se vierta sobre la distancia,
¡somos una misma cosa en este mundo!
¡sernos dos retoños de una sola rama!"
¡Y mi dulce Patria te tendió los brazos,
te besó en las sienes y te dio su alma!. . .
Esta sola poesía basta pai'a hacer orando la
obra (le un poeta cualquiera, si ( ii algún pedestal
A. LÁMAR SCHWEYER 71
tuviera (lue ai)()yarse la obra de este poeta, la "Sa-
lutación lírica" sería su más sólida columna, ella
sola es suficiente para (jue el uombre del autor sea
u)i nombre ilustre, porque esa poesía es de las que
al)ren las puertas de la gloria al to((ue mágico de
su sonoridad y de su ritmo.
Todo lo anteriormente expu( sto, el que sea Sán-
cliez (ialarraga un excelente rimador, d que sea un
])()eta fácil, ha hecho pensar a muchos que es el
])riiiu'r poeta de Cuba, y esta afirmación, como to-
das las afirmaciones rotundas, m (|ue la amistad
y la i)()sición social juegan un ])apel im])ortante es
inexacta.
Sánchez Gal.ai-i-aga, poeta refinado de estilo fá-
cil (|ue cautiva, poeta elegante que frecuenta los
salftues, poeta, en fin, (pie uo necesita de sus obras
para vivir, se ha formado en su derredor un am-
hi' lite amistoso, que confundieiulo la educación
con la cultura, y la simpatía con el talento, lo ha
l)uesto algunos codos más altos (pie a Rubén Darío,
y algunos más bajo que a Shakespeare y a Hugo;
y no dudo exista ({uien lo ponga al nivel del Dante,
si entre ambos existí* ra alguna analogía.
Una gentil admiradora 3' amiga del poeta, hu-
bo de sostenerme uo hace mucho tiempo (pie Sán-
chez Galarraga es superior a Emilio Carrere, y otra
más exaltada quizás, me sostuvo que el poeta de
''Motivos sentimentales" era muj' superior a Sal-
vador Díaz Mirón. Bien sé que esto es cuestión de
gusfo, pero pienso también que entre los maestros
y el discípulo no cabe la comparación.
No creo que Sánchez Galarraga sea el primer
po< ta de Cuba, el más fecundo sí, el más popular tal
vez ; pero el primero no ; más profundo es Acosta,
72 LOS CONTEMPORÁNEOS
más seiu'illo es Galliaiio Caiicio ; más sonoro es Car-
boiioll ; sin (jue esto quiera decir que sean más poe-
tas, ni mejores, simplemente indica (lue en ciertos
aspectos son superiores a él, y por lo tanto, que de
ser el más fecundo y el más popular, a ser el mejor
hay mucho trecho.
Mas continuemos con el estudio de su obra y de
su temperamento. Sánchez Galarraga es un espíritu
amante de la belleza, un cantor aristocrático, por-
que tiene la obsc sión de las visiones amables : ya
dije anteriormente que no es un poeta para la mul-
titud, ))Oí'(iue él, como Rubén Darío, lu^cesita para
sus versos un ambiento especial, 3'a (pie en ellos no
desfilan tristes caravanas dolorosas de harapien-
tos; por el contrario, en su obra, pi'iiu-ipalmente en
sus primeros libros, hoy visiones lejanas de jardi-
nes de ensueño, marquesas elegantemente atavia-
das, compases de minué, acordes de pavanas, aba-
tes madrigalistas, princesas de empolvada cabe-
llera como en los tiempos de ^'ill()ll, poríjue este
poeta como Goncourt, adora el pasado, más bri-
Ihmte y más grato que el presente, ya que al me-
nos se ve a través del tiempo que de él nos se-
para.
No hay cpie pensar (jue carezca de defectos.
¿Quién no los tiene? Es necesario conf( sar que a
veces es obscuro como si sus versos tuvieran un
oculto sentido simbólico e ignorado ; ved si no estos
versos :
Entre todas las puertas
dice el cuento infantil
tan sólo existe una
que no debes abrir.
Barba-Azul implacable,
A. LÁMAR SCHWEYER 73
I celoso Barba- Azul;
también tengo una hermética
alcoba, como tú.
Abro los aposentos
de mi obscura mansión,
pero hay un hueco donde
nunca ha brillado el sol. '
cQue divino tesoro
tengo guardado allí?
Ven, acerca el oído, •
jUn poco!
¡Mas!
¡Así!
Hay en estos versos algo incomprensible : el
])()eta se compara con ( 1 Barón Mariscal Gil del
Rais, o Gil (1( Lavalle. el Barba-Azul de la leyenda,
ix'ro no explica el por ([ué de esta comparación.
Al leei- esta poesía parece que faltan las estrofas
finales.
Sánchez Galarra<ra es un poeta inculto. Esta
afirmación, (pie })uede parecer exap:erada, es cier-
ta. Tiene un temperamento lírico exquisito, pero
ha cultivado muy poco su talento. Si a primera
vista no se nota es porque lo salva su inspiración,
(|ue reconozco notable. ITn análisis somero en su
obra, confirma lo dicho anteriormente. *
En el "Canto a la Habana", una de las poe-
sías más sonoras que ha escrito, encontramos
defectos numerosos. Entre ellos el abuso que hace
de los calificativos. Cada estrofa encierra un nue-
vo adjetivo. 'Llama a la Habana madre, abuela,
robusta varona, vaso de la tradición, madrt-
inviolada, albergue de conspiradores, cofre de la
juventud, arca milagrosa, milagroso vaso, cumbre
inabordable, muro inexpugnable, ciudad legenda-
74 LOS CONTEMPORÁNEOS
ria, ánfora del porvenir, arca del pasado, etc....
En cuanto a la comparación que hace de nuestra
capital con Hecuba, la triste esposa de Príamo,
no acabo de comprender (lue semejanza hay entre
ellas. Para demostrar el mal empleo que hace a
veces de algunas palabras, basta este verso del
"Canto a la Habana":
Beluario de todo tiránico empeño
Beluario es una palabra derivada de "belua"
y que en castellano quiere decir "corral de bes-
tias". Este error no necesita comentarios. lEn otra
de sus más admiradas poesías "Versos a Leda",
encontramos ideas tan vacías y efectistas como
ésta :
... y te embriagas de quimeras
con las gemas extrañas y preciosas
que enroscan a su piel las bayaderas.
Otro verso de la misma composición :
y enferma de romántico idealismo
¿Romántico idealismo? ¿Es ésta una frase co-
rrecta? En el lenguaje corriente romántico, senti-
mental e idealista, son palabra que indican una
misma filosofía. Un romántico es un soñador, un
cazador de quimeras, un peregrino del ideal. Así,
pues, "romántico idealismo" resulta una repeti-
ción. Si damos a la palabra su verdadero sentido,
el verso resulta incomprensible, ya que según la
Academia, "romántico es partidario o secuaz del
romanticismo". Algo análogo ocurre en el soneto
"Mi novia", cuya segunda estrofa comienza así:
su nombre es una cifra clara y obvia.
A. LÁMAR SCHWEYER 75
Obvia ( s, sejiúii el diccioiiario, "claro, diáfano,
bien perceptible". /Luego ¿no es una repetición
"clara y obvia"?
Otra estrofa de los "Versos a Lrda":
Y piensa una hora en mí, que mudo y frío
bajo la ofrenda de amarillos ramos,
tal vez ya duerme en un rincón sombrío
el sueño de que nunca despertamos. . .
Los dos primeros vei'sos dan poi- cierto lo que
se pone en duda en los oti-os dos. ¿Caben la afir-
mación y la dubitación en una misma estrofa refi-
]'iéi'ulose a una misma idea?
¿Será Sánch( z Galarraga uno de los tantos poe-
tas (pie padecen de psitacismo, "una secreta incohe-
rencia mental de la (|U(' todos estamos aípiejados
más o menos graví mente" — según la opinión de un
ihisti-e escritor contemporáneo?
Otras veces is poco original como en el "Cuen-
to infantil", en el cual narra la vieja leyenda de
la l)ella del bos(|U( durmiente, leyenda (pie sirvió
(le tema a Rubén Darío y Amado Ñervo para el
mismo asunto. Lo mismo ocurre con su "Adi(')s de
Lord Byron ", mu}' parecida por la forma y por el
fondo al "'Canto a Byron", de Salvador Díaz
]\lirón.
La obra teatral de Gustavo Sánchez Galarraga,
siendo buena, no admite comparación con su obra
líi'ica. en sus obras teatrales fuera de "La princesa
buena" que es excelente, se nota la bitn definida y
acentuada influencia del teatro español de este
siglo, hay el mismo ambiente, el mismo lenguaje,
los mismos ])ersonajes, que en las obras de Bena-
vente o de Martínez Sierra, porque en la mayor
76 LOS CONTEMPORÁNEOS
parte de las obras de Sánchez Galarraga el am-
biente y la trama son madrileños, o andaluces, y
éste es su defecto cajñtal. No creo que un poeta
cubano que vive en nuestro ambiente democrático
puede dar a sus personajes el aspecto y el sentido
<pie han de tener los que viven en una sociedad
de vieja aristocracia llena de añejas preocupacio-
nes, y más que nada, ¿para qué buscar amibiente
extranjero para obras ([ue tendrían con nuestro
medio perfecta adaptación y mejor resultado?
No quiere esto decir que piense yo que el teatro
cubano debe ser un teatro puramente nacionalista
como el teatro griego contemporáneo de Polemis y
de Kiriacos, ni un teatro como el japonés fundido
en los viejos moldes heroicos de los sumarayes. co-
mo es el de los dramaturgos nipones de este siglo,
(jue con Nimiki a la cabeza, inantienen el fuego del
amor pati-io latente en el espíritu nacional. Simple-
mente pienso que los autores cubanos deben hacer
''teatro cubano".
Sánchez Galarraga opina, y así lo dijo en su bri-
llante conferencia ''El arte teatral en Cuba", que
el teatro cubano es el de autores cubanos, "sea el
que sea el ambiente en que se desarrolle", y em-
plea este argumento: ¿a qué teatro pertenece una
obra cuya acción ocurriera en la Luna? Induda-
blemente desde este punto de vista el poeta tiene
razón, pero hay que pensar tamibién, que doquiera
ocurra la acción, los personajes emplearían un
idioma de nuestro planeta, y por ello se puede de-
terminar fácilmente a qué teatro pertenece la obra.
En una obra del teatro español, por ejemplo, los
personajes nos hablarán de "pesetas", y nunca
usarán el "peso" como unidad monetaria, en últi-
A. LÁMAR SCHWEYER 77
mo caso empleai'íau el '''duro", y en una obra del
teatro cubano ocurría todo lo contrario. En el
teatro de Sánchez Galarraga, que él pretende es
cubano, los personajes hablan como los de Bena-
vente, como los de Martínez Sierra, como los de los
Quintero, y en este caso, debe considerarse como
español.
El teatro argentino epie tuvo por iniciador a
Florencio Sánchez, tiene el ambiente de las pamr
pas, sus p(rsonajes tienen la piel curtida por el
aire y el sol de la llanura inmensa ; en el teatro
chileno el fondo de la escena está formado casi
siempre ])or las altas cumbres de la cordillera
andina, y por eso son teatros nacionales. Nadie
pensará que las obras de Sassone pertenecen al
teatro peruano, y sin embargo este poeta nació en
la alta meseta que corona Lima, ostentando "la
pompa colonial de sus balcones." El antes nombra-
do, Florencio Sánchez, es uruguayo de nacimiento,
y sus obras se incluyen en el teatro argentino.
Así, pues, la obra de Sánchez Galarraga per-
tenece al teatro español o no pertenece a ninguno.
Ved si no una de sus últimas obras, el drama "Car-
men", cuatro actos de versos rotundos y bellos.
Carmen la bella gitana de Gautier y de Lorrain, la
cigarrera de las trenzas de ébano y de los ojos lu-
minosos, cuya vida narró deliciosamente Próspero
Merimée, ha servido de tema al poeta cubano para
una de sus últimas obras, porque Sánchez Gala-
rraga tiene la obsesión de esa Andalucía de leyenda,
con sus noches de luna, músicas de guitarras, can-
ciones de amor y fuentes murmurantes, la Andalucía
de las manólas y de los toreros, la Andalucía de
pandereta, la de las rejas morunas, con rosas y con
78 LOS CONTEMPORÁNEOS
claveles, la Andalucía llena de música y de aroma,
llena de luz que vio la fantástica visión de Chocano :
. . . caja de alegría
pandereta heroica de vibrante son...
Y si en algo pienso que se puede combatir la
obra de Sánchez Galarraga es * n la inclinación-
desmedida que siente hacia los temas españoles,
inclinación muy corriente en los poetas america-
nos y que tanto combatió el mago cincelador de
' ' Prosas profanas ' '.
El poeta dirá que no tiene él la culpa si Gra-
nada tiene la Alhambi'a incomparable y única do
los patios floridos y las fuentes murmurantes, si
Sevilla tiene la torre de líneas esbeltas (pie forman
la inimitable Giralda, si es Toledo la ciudad
de las'' torres y los minaretes medioeval* s, en la
cual se forjaron los aceros de los conquistadores,
muy bello en todo eso, pero dejtíi los poetas am(>-
ricanos que Villaespesa cante la tristeza dormida
de Granada, y que Manuel Machado no diga los
morunos esplendores ele los tiempos idos, América
tiene en sus grandes ríos, en sus lagos cristalinos,
en sus altas montañas, en sus volcanes amenazan-
tes, en sus noches de luz, en sus hechos heroicos
como cantares de gesta, y en la belleza de sus mu-
jeres, motivos suficiente para sus poetas. No hay
qne pensar que Boabdil llorando ante Granada per-
dida, es más grande ni más triste que Atahualpa
viendo morir desde su prisión d imperio de los
Incas, y no debe ni puede imponer más a un poeta
cubano la Giralda que la sencilla pirámide de pie-
dra que allá en ^'iBoca de d^s Ríos" marea a las
A. LÁMAR SCHWEYER 79
generaciones futuras el lugar donde cayó en un
día aciago el apóstol Martí.
Los poetas han de ser de su tiempo y de su tie-
rra, de lo contrario no llegarán nunca a ser gran-
des poetas. El poeta ha de sentir intensamente lo
(lue dice, y no se puede sentir profundamente el
encanto de cosas apenas entrevistas con la rápida
visión del visitante, o la más rápiüa y móvil de la
lectura, si el poeta no siente, no llegará nunca a
hacer sentir al lector. Por eso nuestros poetas
deben cantar lo nuestro, lo que les rodea, lo que
ellos sient( n verdaderamente.
En resumen: Gustavo Sánchez Galarraga es un
poeta exquisito, su arte es la fusión más completa
de la elegancia del lenguaje y de las imágenes fá-
ciles. Aristócrata del pensamiento ama las imáge-
nes suaves y los medios tintes, mas por ser un poeta
sin grandes arrebatos no llegará nunca al corazón
de las multitudes.
IV.
MIGUEL GALLIANO CANCIO
"Al favorable amparo de mi buenaventura
cruzo las anchas vías de los tristes senderos
con la obsesión constante de llevar en el alma
el misterio sagrado de unos amores nuevos.
(Miguel Galliano Oancio)
m^immwiWM^i^
MIGUEL GALLIANO CANCIO
E-edactaba yo la página literaria del, ''Diaria
Cubano"; siguiendo un plan que desde el principio
me había trazado, publicaba todos los lunes una
poesía de un poeta cubano contemporáneo, y bus-
caba siempre que ésta fuera, si no inédita, poco-
conocida al menos. Una tarde mi labor estaba
casi terminada, pues faltaba solamente la poesía
correspondiente a "Poetas cubanos", y por mucho-
que pensaba no encontraba qué publicar, unas eran
muy conocidas, otras eran inapropiadas y las más-
eran malas, que es, por desgracia, lo que más abun-
da. De pronto a mi espalda alguien entró reci-
tando estos versos :
Ser alegre, romántico, y recordar la hiatoria
de unos ojos que vimos una tarde violeta
y que espiritualmente ungen nuestra memoria
porque, desde esa tarde, nos sentimos poeta.
Vivir sin las tristezas de sufrir en secreto
la infinita nostalgia del dolor y el olvido
amando las ingenuas caricias del soneto
a la novia, que nunca dejanios concluido.
^6 LOS CONTEMPORÁNEOS
Y evangélicamente aspirar la fragancia
del lírico y florido rosa! de nuestra infancia
para que así las místicas palomas del cariño
las francas mensajeras con gloriosa ternura
cruzaran por el alma . . . dejando la blancura
de su vuelo, el encanto de mis sueños de niño.
^i-i Oír esioís verísuíi {¿Tatuij ai uiUo y lieiiüü lie
ücu-ltas aruiüuiatj, iiic volví y vi a un coinpaúero
que leía en alta voz, pedí el libro y lo leí de uu
tirón, como se leen los Irbros que impresionan de
veras, como antes había leído "Los raros" de Da-
río, como leí más tarde los " V'ersos sencillos" de
Martí.
El libro era "Ruiseñores del alma", y su autor
un joven poeta cubano, Miguel Galliano Cancio.
Fué tanta la sorpi'esa y tan «rrata al mismo ti( m-
po, (pie publiqué el soneto precedido dp una nota,
en la cual liacía un ligrero juicio de la obra. A los
pocos días, copiadas ])()r manos anónimas, recibí
dos poesías más, "Nada como el consuelo..." y
"Nuestra vida se pi(rde...". Ambas eran de Ga-
lliano Cancio.
Desde entonces seguí paso a paso la obra del
poeta ; vi sus progresos y aprecié su es])íritu, y he
llegado a la conclusión de que Galliano Cancio es
uno de los primeros poetas cubanos del momento
actual, y desde cierto punto de vista oí ])rimero y
fínico.
Es este poeta el más sencillo pn la modalidad y
en el fondo, de nu( stros ])oetas de hoy; en sus ver-
sos no hay una sola palabra rebuscada, ni una sola
imagen borrosa o forzada, es un espíritu sin doble-
ces (1 suyo, y su poesía es la imagen fiel de sus
sentimientos; es un poeta que sabe llegar a todas
las inteligencias, y ponerse al alcance de todas las
A. LÁMAR SCHWEYER 87
culturas, sencillo por naturaleza es lo mismo en
sus versos, en los cuales encuentro la bien definida
influencia, de José Martí.
No es Galliano Caiicio un poeta aristócrata al
modo de Sánchez Oalarragra, es decir, no es un
poeta que busca tema para sus cantos en los es-
plendores del pasado, en las marquesas de Versa-
lles, en los jardines del Trianon lejano y florido-
como un vago verjel de ensueño ; este poeta canta
lo (pie lo rodea, canta a la naturaleza, no a la so-
ciedad, prefiere lo eterno a lo mudable, y encuentra
en las altas montañas y en los claros ríos cristali-
nos, la inspiración y el motivo que otros más com-
plicados y menos sensibles tal vez, van a buscar en
las brillantes historias de los juglares y de tos tro-
vadores.
Galliano Canelo, como aquel espíritu original
([ue pintó Eca de Queiros en "La ciudad y la sie-
rra", gusta de la tranquilidad apacible de los cam-
pos llenos de vida. Para él es más hermoso y más
dulce la solitaria y silenciosa noche campesina lle-
na de aromas silvestres y de músicas sencillas que
la atormentada vida de estas grandes ciudades agi-
tadas y trepidantes, como si tuvieran espasmos ner-
viosos o furores de vértigo, y en las cuales, según
Prevost, ' ' se siente poco y de prisa ; la palabra es
rápida como la sensación,"
Para un poeta que vive una intensa vida inte-
rior, la vida del campo o de las poblaciones peque-
ñas es más grata indudablemente que en estas ciu-
dades cosmopolitas que nos hacen vivir en conti-
nuo movimiento, entre pasiones mal contenidas y el
vértigo de una multitud agitada y material que
.88 LOS CONTEMPORÁNEOS
si se detiene a mirar la ])uesta del sol, es joara calcu-
lar el tiempo de (jue dispone todavía.
Galliajio Cancio, como Gabriel y Galán, siente
la naturaleza, fuera de toda influencia externa ; y
por eso la refleja en versos como éstos:
¡Qué inmenso es tu poder inquieto río!
A veces te deslizas con ternura
y otras corres con ímpetu y bravura
indómito y veloz a tu albedrío.
Y cuantas veces libre del sombrío
cauce, que guarda tu corriente pura
te contemple por la feraz llanura
limpio, apacible, indiferente y frío.
Cuando tu furia su corcel desata
cual una sierpe de bruñida plata
entre la selva virginal te pierdes
y copiando en tu ninfa lo creado
pareces nuevo César, coronado
con cien coronas de ramajes verdes.
Y así, aislado del il)ullicio de la midtitud, ei
poeta rima sus bellas estrofas que copian la masa
verde de las altas montañas, la llanura multicolor
<le las pradei-as, los río« mnrmurantt s y cristalinos,
el ai'oma de las flores silvestres, la dulce melodía de
las selvas cont( narias, y es su poesía una poesía
grata al oído y al corazón, porque no tiene arre-
batos sentimentales, ni sollozos comprimidos; en
ella no hay amores fracasados, ni besos que se de-
sean y no se darán nunca; hay vida, hay esperan-
zas, hay fe en el porvenii-, y hay también la nos-
talgia triste de una juvoitud' que se va en un abru-
mador vivir igual y monótono, entre la contempla-
ción y el recuerdo de Hs novias muertas en el co-
razón y en el recuerdo y la añoranza de los días in-
fantiles, pero todo esto dicho de una manera dul-
A. LÁMAR SCHWEYER 89
ce, sin precipitaciones, como un arroyo .que corre
tranquilo por la vertiente sin despeñarse en cata-
ratas ruidosas.
La ])()esía es de todas las artes la más iiohle. y
el medio más apropiado de expi-esar nuestras ideas;:
es el grado máximo en la expresión de un senti-
miento; aliora bien, para ([ue una poesía «ruste, no.
basta la i(b a bííMi expresada, es necesario el acoi'de
musical, el ritmo grato al oído, para que quede
grabada en el cerebro ; y Galliano Cancio tiene la
cualidad de unir a un gran sentimiento poético un
magnífico gusto ])ara el ritmo, de lo cual resultan
versos tan ( xcpiisitos como estos de su "Noctur-
nal", ([ue tienen los acordes chopinianos de los noc-
turnos de José A. 8ilva, el gran poeta suicida. Ved'
como comienza:
Silencio implacable. . . Silencio de olvido. . . Silencio
de tumba . . .
Para mí es (ialliano Cancio un temperamento-
lírico tan grande como c 1 de Agustín Acosta, aun-
que le falta tal vez palpitar más en el ritmo de su
tiempo, cualidad ésta ((ue los distingue del bardo^
matancero que. como Lugones, ha llegado a veces-
a exagerar la nota volviéndose alamlñcado y oscu-
ro. El poeta de "Ruiseñores del alma" es un de-
voto de la belleza que, como todos los verdaderos
artistas, sigue el consejo de Gabi-iel D'Annunzio:
"¡Defended la belleza! ese es vuestro único oñcio.
DefiJided el sueño que existe en vosotros...!" Y
el poeta cubano, siguiendo el consejo libra una cru-
zada difícil por la belleza del estilo, por la belleza
del fondo y por el sueño sagrado que alienta.
Es por eso un poeta de su siglo, pero un uio-
•90 LOS CONTEMPORÁNEOS
deriiista sin exageración ; ha sabido seguir" los nue-
vos rumbos literario,s sin pretender inodificarl,os
«exagerando las libertades, y por eso (S su estilo un
estilo galano, fácil, i-ítmico y al i^ropio tiempo de
una sencillez extraordinaria.
El modirnismo es el escudo de que se valen
muelios rimadores faltos de inspiración para lla-
marse poetas, y entre el rimador y el poeta hay que
distinguir: el rimador entretiene, el poda cautiva;
el i)rimer() es grato al oído, mientras el segundo lo
•es al oído y al corazón. í^er poeta no reprisenta
-decir las cosas de un modo especial, ni decir bellas
frases musicales, ni gemii- en estrofas más o menos
cincf ladas ; el poeta tiene que cautivar, llevar al
•espíritu ajeno la impi-esión de sus dolores y de sus
esperanzas, al extremo de que se reflejen (U el al-
ma del lector los sentimientos de su espíritu. Los
]>()t tas verdaderos no siguen una escuela determi-
nada, porfjue el sentimiento, que es la verdadera
poesía, no puede seguir rumbos ya trazados; la es-
cuela no hace ni modifica a un p(>eta, y si algunos
de éstos han fundado una escuela, ha sido por la
fiebre de notoriedad que sentían ; como ejemplo
de esto tenemos el de Jean Morcas, fundador del
decadentismo y d(> la escuela Romana, (|ue una vez
pasado el furor decadentista de los ])rimeros tiem-
pos, aseguraba (pie "el decadentismo fué una bro-
ma nada más."
Rubén Darío, a (piien la mayoría considera co-
mo fundador de una escuela, no trató de fundar
nada, simplemente demostró, como puede verse en
"Palabras lirainares" de "Prosas Profanas", que
se podían decir bellos versos sin aceptar de lleno
las reglas de la Academia ; pero el cantor de la
A. LÁMAR SCHWEYER 91í
"Sonatina ■■ no j)reten(lió nTinea que se dijeran co-
sas faltas de sentido por la simple razón de fine
sonaran bien. "Dar tanta importancia a la belleza
del fond(, como a la forma'', he iiqiú la norma de-
J)arí(), norma (pie más tarde oti'os, menos ])oetas
que él, han cambiado en este axioma: "preocupé-
monos de la forma, y dejemos ( 1 fondo cómo cosa
secundai'ia." Y el mayor mérito de (lalliano (Ran-
cio es haber scíruido la ruta verdadera, sin sepa-
rararse de ella y sin pretj nder avanzar más, y es
uno de los ])ocos ])oetas cubanos de quien se puede-
decir esto. Es cincelador y elegante como Casal,
'sencillo como Tejera y sentido como Martí; su ver-
so (\s un conjunto de gratas armonías y de nobles
sentimientos .como S( ve en estas estrofas:
Nada como el consuelo
de ser bueno y ser franco
para ver, a lo lejos, más azul nuestro cielo
y el sendero más blanco.
Los años que han pasado
lanzan nuestros recuerdos al soplo del olvido...
Poeta: sé rebelde y deja reflejado
en tus versos, lo mucho que has soñado y sufrido..
En las noches de ensueño
en las noches serenas,
suelta al aire las blancas palomas de tus sueños
y recuerda tus penas.
Ten piedad para aquellos
tus más tristes amores.
Poeta: — para ellos
de tu rosal sublima las más fragantes flores.
Nada como el consuelo
de ser bueno, y ser franco,
para ver, a lo lejos, más azul nuestro cielo
y el sendero más blanco . . .
Como todos los hombres, tiene este poeta sus
92 LOS CONTEMPORÁNEOS
^lefeetos ; si se analiza su obra se encontrará que
es demasiado r( ducido el campo de su inspiración,
lo (}ue no debe eonsidei'arse como defecto, ya que
el mérito del jardinero no es tener gi-ande el jar-
dín, sino tenerlo bien cultivado. Otra cosa hay en
la cual debe fijarse el poeta. En mi opinión Ga-
lliano C'ancio abusa de los v( rsos pareados, si bien
es necesario confesar (pie los usa con singular
maestría. El verso par» ado es cansado, monótono,
seco como los golpes en el ])lomo, pi'opio para las
canciones heroicas y 1 1 elogio de los héroes, como
lo emplea (íalliaiio Cancio en sus versos "Evocan-
do a Martí'":
Duerme tu augusto sueño bajo el mármol de gloria
ungido por los clásicos laureles de la historia.
Pero nada de lo que he llamado, tal vez inde-
bidamente, defectos, resta mérito a la obra ; con
todo ello es Galliano Cancio, y sei-á más todavía, un
buen poeta.
Los versos de amoj' del ])üeta de "Del rosal de
mis Sueños'", reflejan su espíritu más (jue los otros:
él ama la tran(|uilidad del hogar familiar, las apa-
ciibles veladas al caloi- de los viejos cariños, por-
que como Francois Coppeé, Galliano Cancio es,
ante todo, "un poeta con mucho de burgués", como
dijo Gómez Carrillo del poeta francés. Ama como
aman todos los hombres, quiere como (juieren todos
los ])oetas, pero su amor es tierno, respetuoso, para
referirlo en voz muy ])aja, como si temiera que al
.*!er conocido de los demás pardiera su encanto:
Mujer de mis amores, mujer de mis ensueños,
prendida está en mi alma la rosa de tu amor,
A. LÁMAR SCHWEYER 93
la rosa que perfuma mis glorias y mis sueños,
la rosa que consuela mis horas de dolor.
Medalla reluciente que adora el pecho mío,
¡oh delicada rosa que inspiras mi cantar!
yo cuidaré tus pétalos y en vano podrá el frío
invierno de la vida, tu encanto marchitar.
Mujer de mis ensueños, te ofrendo mi cariño,
te adoro con el alma, te adoro desde niño,
la aurora de tus labios alegra mi existir;
y, a veces en las noches oscuras y tranquilas,
al presentir tu imagen grabada en mis pupilas
el corazón parece que arrecia su latir.
canta el poeta de iin modo delicado que cauti-
va, siguiendo una ley natural y eterna que im-
pera en el mundo y que seguirá guiando siempre
los ]iasos de la Humanidad sin que lo eviten las
sonrisas de escepticismo de Federico Nittzche o de
Artui-o Sliopenhauer. El amor, y la mujer con él,
ha sido siempre la finalidad de la existencia para
los liombres, y el martirio de los poetas. Por eso
no impoi'ta que el poeta guste de la tranquilidad y
que viva aislado sin grandes pasiones, el amor que
muchos de ellos apenas han entrevisto entre la
monotonía de una vida abrumadoramente burguesa
es el centro, y la cumbre de todas sus aspiraciones
el amo]', que a veces en los poetas parece intuitivo,
es el germen de su obra ; y la mujer es para ellos
algo más <iue para los demás hombres, es la diosa,
la suprema belltza. la razón fundamental de la
vida, la armonía infinita ; para los demás es la es-
posa o la amante envuelta siempre en el velo gris
de las ideas vulgares; el poeta, por el contrario,
''vierte sobre la caibeza de la mujer amada un oro
luminoso de inmortalidad", como ha dicho Emilio
Carrere con acertada visión psicológica.
94 LOS CONTEMPORÁNEOS
Miguel Galliano Caiicio ha publicado ya dos
volúmenes de versos,. "Del Rosal de mis Sueños"
y "Ruiseñores del alma", que ha tenido el honor
de alcanzar dos ediciones. El poeta prepara ahora
otro volumen, "Surtidores ocultos", del cual, por
lo poco que conozco, puedo asegurar que superará
a los dos anteriores.
Miguel Galliano Cancio es joven y tiene talen-
to y voluntad, talismanes siempre del triunfo. Su
obra va mejorando siempre, siguiendo al proj)io
tiunpo loal rumbos originales. El poeta debe se-
guir cantando allá en la florida y montañosa tierra
oriental, que es él uno de los llamados a dar a su
Patria días de gloria en la historia de las letras
americanas, que aunque la vida al pasar se va lle-
vando las ilusiones primeras y los sueños floridos
de la juventud para poner en su lugar los desen-
gaños y las tristezas, la poesía es lo único que que-
da, porque
El amor es lo único que en las almas perdura
inagotable fuente de bienes y de males
y adornan sus celajes de dorada ventura
los tenebrosos mantos de sombras sepulcrales. . .
V.
FEDERICO DE IBARZABAL
"Soy un poeta que ama el labio que sonríe
la rosa que entreabre, la nube que deslíe
sus perlas en el campo en plena gestación.
Algo inactual, un tanto nervioso y altanero
y sobre toda senda de perfección, prefiero
aquella ruta de la perfecta imperfección."
»
(Federico de Ibarzábal).
wmmmmmmmmwm
FEDERICO DE IBARZABAL
El poeta luodcnio es un hombre que vive a la
espeetativa, esperando siempre las grandes conmo-
ciones, las convulsiones populares, los grandes cam-
bios de la sociedad o del sentimiento, para sorpren-
der en ellos un momento, unai idea, un credo o
una bandera, cosas todas que han de pasar más
tarde a sus estrofas, bellamente dichas, pero con
su sello original. Aquellos poetas de antaño, retraí-
dos, encerrados dentro de sí mismo, lejos de todo
lo externo ; aquellos cantores del gran laberinto
interior, han pasado ya a la historia.. Hoy la poe-
sía es algo menos íntimo, por eso los poetas mo-
dernos (pie saben seguir de cerca el ritmo de su
tiempo, cantan lo que les rodea. Preparan su es-
píritu para darle una especial sensibilidad capaz
de sentir la influencia de lo externo, la emoción de
lo que les rodea. La emoción no es ya personal, es
social.
La civilización ha ido transmutando los anti-
guos valores líricos, para sustituirlos por valores
100 LOS CONTEMPORÁNEOS
nuevos. Aquella campiña silenciosa y serena que
veía Ovidio, está hoy cortada por las paralelas del
ferrocarril y la blanca línea de la carretera por la
•eual cruzan trepidantes los raudos automóviles. El
humo negro de las grandes chimenea hace opaca la
claridad de los crepúsculos. En las grandes ciuda-
des ha muerto el claro de luna, las grandes bombi-
llas eléctricas rompen la oscuridad de la noche. El
Futurismo, la gran locura de Marinetti, no se apo-
ya en bases falsas como parece a primeT'a vista, es
una gran locura que tiene cierto fundamento ló-
gico.
La filosofía ha cambiado también. Schopenhauer
el gran creador de la filosofía pesimista de su si-
glo, tiene hoy menos adeptos que su compatriota
Nietszche. El creador de Zaratrusta, que más que
un gran filósofo fué quizás un gran ironista cuyos
ojos estuvieron siempre fijos en las murallas de
Sibaris, tiene hoy más adeptos que el autor de los
"Fundamentos de la moral". He aquí por que los
poetas no son ya los de antes. Quedan, es verdad,
muchos rezagados, pero cada día serán menos, has-
ta que desaparezcan totalmente. En todas las
grandes jornadas renovadoi-as ha ocurrido esto.
En Cuba los poetas no se han compenetrado
bien con el sentimiento contemporáneo, sólo de dos
podemos decir c(ue se han puesto a nivel de su
época, son Ibarzábal y Paulino G. Baez ; el primero
especialmente ha sabido interpretar admirablemen-
te la poesía moderna.
Cuando la guerra europea puso soibre la Huma-
nidad su manto piírpura. haciendo que una nueva
época histórica surgiera de aquel rojo crepúsculo,
los poetas sintieron más que nadie el dolor de la
A. LÁMAR SCHWEYER 101
humanidad, y también el encanto heroico que ha-
bía en la gran epopeya. iLas ciudades derruidas,
las iglesias incendiadas, las desvastadas campiñas
por las cuales parecía que había cruzado de nuevo
el caballo de Atila, impresionaron hondamente el
alma de los poetas, quedando más tarde consagra-
das ( n las estrofas. Los regimientos sacrificados,
los héroes anónimos caídos en la contienda, las mu-
jeres y los niños trágicamente inmolados en aras
de la barbarie como ofrendas a Marte, tuvieron en
los poetas del mundo entero una consagración de-
finitiva y heroica.
Emile Verhaeren, el gran inquisidor de Flandes,
cantó magistralíuente la odisea de su patria en sus
odas de amor y de odio:
Jadis, je t'ai aimee avec un tel amour
Que je ne croyais pas qu il aut pu crointre un jour
Mais je sais maintenant le ferveur inñme
Qui t'accompagne, o Flandre, a travers l'agonie,
Et t'assiste et te suit jusqu'au bord de la mort.
cantaba el gran poeta al regresar de su tierra
después de la invasión de los alemanes. Verlet,
Bonrgal y Jaques, poetas nacidos al calor de la
contienda, dijeron admirablemente el sentimiento
-de su pueblo. Los poetas del habla castellana, tem-
iblaron también ante la magnitud del desastre. Emi-
lio Carrere, los Machados, Valle Inclán, todos los
hijos espirituales de Francia, defendieron en sus
rimas a la patria de Musset y de Verlaine. Los
poetas cubanos, salvo muy contadas excepciones,
i-imaron también su canto a la contienda. Emilio
Bobadilla, en una colección de sonetos que forman
lioy su obra postuma, nos dio vivas imágenes de la
102 LOS CONTEMPORÁNEOS
eoiitienda. 8áiieh( z Galai'rajra, en un ])(M|ueri() poe-
ma, ((uiso hacernos vibrar, eon la sonoridad de su
rima, ])ero fí'acasó en su empeño. Sergio La Villa,
({üe en aíiuellos días residía en Bélgica, dedicó al-
gunos sonetos al dolor de af|U( 1 gran pueblo, pero
ninguno de ellos sintió y nos hizo sentir como Fe-
derico de Ibarzábal.
Ibarzábal sintió en el fondo de su alma el tro-
nar de los cañones ipie hacían temblar las ciudad» s
y los i)ueblos ; percibió (1 herdor de los campos de
l)ataila; sintió el dolor de la sangre joven vertida
en aras dv la ambición de un hombi-e ; vio allá en
el fondo de su imaginación desfilar como por un
Vwuyj) cinematográfico la gran caravun.i doliente
de los mutilados; com])artió el dolor de los huér-
fanos y de las madres, de las hei-manas y de las
novias, y d(jó cori'cr la pluma pai'a darnos "(íesta
de héroes", un libro ([ue basta |)ara consagrarlo
conu) un gran |)oeta é])¡co. Si Rubén iDarío no
hubiera escrito otro libro (pie "Prosas ])rofanas",
si Eca de Queiros sólo hubiera publicado el " Epís-
tola i'io de Fradi(iue Méndez", y si Goethe sólo hu-
biera concebido a "Fausto", los tres serían igual-
mente inmortales. Hay libros quv consagran toda
la obra de un autor. Es más, hay versos capaces de
hacer un nombre célebre. "La musa del arroyo",
-de Oarrere ; "Adelfos", de Manuel Machado; "La
marcha triunfal", de Darío, y la "Oración por to-
dos", de Hugo, pei'tenecen a esta clase de versos (jue
semejan saltos de cíclopes capaces de hacer llegar a
un poeta hasta la cumbi-e. Por eso digo ([ue "Gesta
de héroes" es el lib)-o máximo de Federico de Ibar-
zábal, este volumc n es la obra que consagra al poeta.
Creo ({ue es ésta una de las pocas cosas en (pie es-
A. LÁMAR SCHWEYER 103
toy eomplctaineiite de atniordo con esa cumbre drl
Parnaso hispano que se llama Salvador Rueda.
No hay poeta cubano más complicado que Ibar-
zábal. Ofrece aspectos tan opuestos í|ue al anali-
zar su espíritu o su obra sentimos una vacilación
como raras veces se j)resenta. El poeta épico, de
imájíenes sangrieiitas. de ideas fuertes, que nos
hace sentir una emoción dislacerante con los versos
de ''Gesta de héroes", cambia radicalmente, y tór-
nase como poi- encanto en un cantor de frivolida-
de.s, sutil, fácil y risueño en la colección de versos
que forman su libro "Una ciudad del Trópico".
Los dos libros mencionados, entre los cuales
hay el corto intervalo de un año. no parteen del
mis)no poeta. En uno, la aurora sangrienta, las
noches tenebrosas, el eco de las batallas ; en el otro,
diáfanos atardeceres, noclus de luna y risueñas
canciones infantiles. Marcan los dos extremos de
la obra del i)()eta, o mejor dicho, los dos aspectos del
complicado espíritu de Ibarzábal.
"Uim ciudad del Trópico" (s un libro consagra-
do a la Habana. El Morro, el Malecón, el cemente-
rio, los par(|ues, el Foso de los Laureles, joyas de
los tiempos idos. < stán en los versos como en un
cofre magnífico; los idilios que vivió el poeta, las
horas de nostalgia, el dolor del recuerdo, están di-
chos también cautivadoramente. En este libro está
una 'de las mejores poesías (pie ha' escrito Ibarzábal,
es el "Prólogo":
Esta ciudad picante y loca
que está engarzada en una roca
como \xn diamante colosal,
llena de luz mi poesía.
104 LOS CONTEMPORÁNEOS
I Alucinante pedrería!
¡Extraordinario pedernal!
Amo tu» KorjM vespertinas,
tus elegancias femeninas,
tu cielo azul, tu malecón.
Superficial y pizpireta
vives tu vida de coqueta
del albayalde al bermellón.
Vives en una carcajada.
Una perenne mascarada
te hace reir, siempre reir.
Ríen tus lamias, tus beodos;
altos y bajos; porque todos
juegan dinero al porvenir.
Eres equívoca y absurda;
aristocrática y palurda,
algo moderna y algo cruel.
Bajo tu cielo yo he soñado,
paseando solo y encantado
tus avenidas de laurel. . .
La teoría bastante generalizada de que la forma
de un verso debe corresponder al espíritu o a la
idea (pie ( neierra. tiene en este poeta un excelente
adepto. Ibarzábal nos habla de la Habana, de la>
ciudad frivola, picante, plena de idilios bajo la luna,
la ciudad risueña, jacai'era, cosm()})olita, en la cual
hay alji'o de et(M-no carnaval, ({ue vivej una viáa
loca sin pensar en el mañana, la ciudad del one *t«p
y de los cantos picantes, ([ue tiene extraña mezc4a
de lo moderno y de lo viejo ; nos habla de elte y lo»
hace en versos fáciles. En la melodía de las ©st?»-
fas hay algo de los acordes de las danzas locas,
Como testimonio copio sus versos "De carnaval":;
Blancas tocas,
serpentinas,
rojas bocaa;
A. LÁMAR SCHWEYER 105
Colombina»
y divinas
risas locas.
Bulle el prado
disfrazado
de alegría.
¡Tarde pía!
Alma mía
¿has gozado?
Y cuando el poeta nos da canciones de la o;ucrra,
•cuando quiere reflejar (U la sonoridad de la estrofa
el rugir del cañón, emplea versos dv arte mayor,
versos de veinte sílabas, de quince, de catorce,
versos que tiem ii alfío de la rijridez del acero como
éstos, escogidos al acaso:
Han pasado las bárbaras hordas que llevan la muerte en
(su seno
ha corrido la sangre fecunda y heroica en purpúreos
(arroyos . . .
Es Ibarzábal el único poeta que en imestra tierra
ha tenido audacia sufíciente para romper con la
ti'adición y darnos versos en esta forma.
Federico de Ibarzábal ( s, sin duda, un gran poe-
ta, mejor dicho, un gran sensitivo, pero no domina
el verso ; mas bien es un esclavo de la rima rebelde,
que un dominador de la forma. No ha logrado,
como Xiúle Inclán, dominar su estilo. Abusa de las
metáforas demasiado atrevidas, necesita rondar en
derredor de una idea antes de fijar su pensamiento.
Hay que convenir con La Bruyero que "entre to-
das las diversas expresiones que pueden tener nues-
tras ideas, sólo hay una exacta." A veces nos hace
el efecto de que el poeta (}uiere decir algo que no
puede expresar; vemos ideas oscuras, las cuales, ana-
106 LOS CONTEMPORÁNEOS ■'
lizatlas, nos darán un idea bella; aljíunas de sus;
poesías reí^uieren un gran cuidado para compren-
derse. Otras son defectuosas como "Esta noche de-
junio. . . "
Esta noche de junio trajo un calor «speso.
La ciudad está envuelta
en un vapor viscoso
y se puede mascar la tiniebla.
lEl "calor ( speso", el "vapor viscoso" y espe-
cialmente el que se "pueda mascar la tiniebla", me
l)arecen un desmedido efectismo imperdonable en
un poeta como Ibarzáibal.
8e me dirá que Emilio Bobadilla fué el creador
de esa imagen. Bi(n, pero es que es ese uno de los
mas grandes en-ores del crítico y poeta cubano.
El soneto "Cofre de la Historia" encierra un
error histórico incomprensibl» , en quien se siente ca-
paz de cantar a la Habana. Nos dice el poeta :
Cristóforo Colombo, tranquila, dulcemente
bajo la ceiba augusta las manos alzaría.
Cosa ésta que es de todo punto imposible, r* qu»
Cristóbal Colón no estuvo nunca en la Habana.
Nuestro puerto fué descubierto por Ocampo, j ya
en esta época el Gran Almirante agonizaba en Va-
Iladolid. Otras cosas hay en la obra de Tbarzábal
<|ue no acierto a explicarme. Acjuel soneto que dic«
en la segunda cuarteta :
Preparaba un tratado de energí»
en que el verbo sonoro y elocuente
condenó las dulzuras del farnient*
y dijo que era un vicio la poesía.
El Último verso, como se ve al momento, es uií
: A. LÁMAR SCHWEYER 107
ripio indiscutible. Xo sé (lué ocurre con los poetas
couti'inporáiieos en Cuba, pero ereo (pie uo existe
uiujíuna al cual no podamos encontrar un verso cor-
to. Nuestros poetas no sienten como sus lu'i-nianos de
Francia, 1 1 «rran cariño de la frase. No pulen »us
veisos ; escritos rápidamente pasan al libro sin una
eorr('cci()n, como si esto no tnviera importancia.
He anotado las cualidades bu< ñas y malas de
Ibarzábal. He dicho con entera t'ranciueza los de-
fectos (pie encuejitro a la obra del autor de "El bal-
C(')n de . Julieta", pei'O no b( dicho si es un buen
l)oeta u ]() contrario. Su obra adolece de «jraiules
dorectos. ])ei'o tastos están com})ensados ])()!• las «gran-
des belhzas; por eso diré antes de terminal-, ((Ue es
*iui buen poeta.
Nacido en uiui isla ([ue arde bajo ( 1 sol de los
'rr(')picos, en una ciudad cuyo re<>-azo besa el mar
hora tras hoi-a. comenzando a sentii' y a di finir sus
sentimientos en una de esas épocas en (pie el senti-
miento y la exi)resión pasan por instantes dt incer-
tidumbre. es un ])oeta complicado (pie siente el do-
lor de la vida y trata de desterrarlo de su espíritu,
un poeta cuya musa tiende a lo frivolo y a lo fácil,
pei'o que, voluble como una mjer bonita, se vuelve
huraña, árida, despectiva y sonora, para darnos
"Gfsta de héroes'*. Saludemos en Ibarzábal el
triunfo del neopayanismo, (pie es la victoria de la
humanidad sobre el dolor cotidiano ; acojamos su
obra (£ue es renovadora del sentimiento, porípie él
nos da un nuevo horizonte sentimental, y esto es
di<í)io de alabanzas.
VI.
PUALINO G. BALZ
"Las furias de la brega que me azotan
no harán que doble la cerviz. Cobarde
es aquél que ka luchado y lo derrotan
como el sol a los besos de la tarde."
(Paulino G. Baes.)
PAULINO G. BAEZ
El gran poeta aiulaluz autor de "El Alcázar de
las Perlas", Francisco Villaespesa, retrató a Pau-
lino G. Baez en estos versos :
Eres altivo y fuerte. Tu fiera adolescencia
no es una de esas flores, enfermas de cansanci*
que sobre los triclinios de nuestra decadencia
evocan los ambiguos festines de Bizancio.
Ese es Paulino ü. Baez. Villaespesa con sutil
sentido psicológico penetró en el alma de este joven
cantor. Es tal vez uno de los pocos que han sabido
comi)render el valor del poeta. El oran evocador
de los generalifes y de las sultanas, el poeta dulce
que ama la melodía de las guitarras de su tierra, ha
comprendido y apreciado la altivez y la fuerza del
poeta cubano.
Baez es un espíritu fuerte que ha vivido en lu-
cha continua con un ambiente hostil. No hay en
Cuba, ni ha habido en mucho tiempo, un poeta más
discutido que éste de quien ahora hablo. Para enal-
114 LOS CONTEMPORÁNEOS
tecerlo unas,, para atacarlo otras, han corrido las
plumas de muchos escritores, poetas y periodistas
de Cuba. La polémica ha seguido sus pasos a tra-
vés de la senda lírica porque marcha el poeta. Tal
parece que Baez tiene el raro poder de mover la
opinión, cosa ésta que constituye un triunfo en
un medio como el nuestro indiferente por naturaleza
a toda manifestación artística.
Creo que respecto a Bat z se ha exagerado mu-
iiho ; no es en verdad el poeta cumbre que muchos
han creído encontrar, pero no tampoco el simple
rimador que otros han visto. Es simplemente un
buen poeta que tiende a ser mejor cada día. De-
fectuoso en la forma, pero robusto en la inspira-
ción, ha de llegar muy alto con un poco de esfuerzo.
Hay en Baez, especialmente en el Baez de estos
últimos tiempos, un poeta viril, olímpico y desde-
ñoso, en el cual han ejercido poderosa influencia
dos grandes poetas americanos, Díaz Mirón y Cho-
cano. Su estro, mezcla de tres infleucias, es fuerte
y rotundo. Tiene algo del orgullo de Díaz Mirón,
de la sonoridad impecable de Chocano y de la ro-
busta inspiración de "Walt Whitman.
Paulino G. Baez se ha compenetrado con el sen-
timiento moderno. Adelantándose a todos sus com-
patriotas ha iniciado en estos iiltimos tiempos un
ovimiento hacia el Neopaganismo. Entre las múl-
tiples tendencias surgidas con la guerra hay una
bien definida que tiende a lo pagano. Aquellos bar-
dos de antaño encerrados en su propio dolor, están
^ya en plena decadencia. Los nuevos poetas, los que
>eomienzan ahora a rimar sus ideas y sentimientos,
han de dar algo nuevo, una filosofía optimista que
sustituya al pesimismo moderno.
A. LÁMAR SCHWEYER 1 1 5
DAiiminzio y Maeterlink son hoy por hoy los
puntos de referencia (|iie tiene la juventud para
orientarse. Hay que huir del dolor. Es decir, hay
(|ue sobreponerse al dolor de la vida, triunfando
de nosotros mismos. El problema del sentimiento
moderno está en llegar con la serenidad de Kant al
epicui'eisiiio de Nietzehe. Esto solo se obtiene r«-
chazando el dolor, buscando la parte gi-ata (pie
tiene la vida, olvidando el resignado pesimismo
de Toman de Kempis, para buscar algo más bello, y
más grato. lEn resumen hay que ser optimista.
El dolor que para muchos es tema inagotable de
bellas estrofas, no es lo único que tiene la vida. Me
refiero al dolor en sí mismo, no a aquellas cosas que
tiene, como el amor, un encanto doloroso, esas serán
siemiu'e bellas y sugestivas. iLo (pie sí me repugna
son esos poetas cuya lira sólo vibra al mágico con-
tacto del doloi-, esos cuyo corazí'ni parece una fuente
(pie sólo vertiera amargura. El dolor inmotivado es
simplemente una enfermedad de la sensación. Not-
zing, Legrand, Malí. l>inet y Lombroso han dedi-
cado muchas páginas en sus libros a este caso pato-
lógico. Max Nordau también ha dedicado largos es-
tudios a esta degent ración.
El Sadismo, y el Masoquismo, aberracionts sen-
suales cuya única base es el dolor, no son otra cosa
(pie aberraciones del sentimiento, anomalías inex-
}¡>lical)les, al igual que el fetichismo y tantas otras
([ue han sido la verdadera causa del desequilibrio
erótico y sensitivo de la literatura a fines del pa-
sado siglo y a principio del presente. Por suerte
esta inclinación va pasando, o ha pasado completa-
mente, y como ocurre siempre, otra inclinación dia-
metralmente opuesta guía el sentimiento de los jó-
116 LOS CONTEMPORÁNEOS
venes. Esta última forma tiene en Cub^i algunos
cultivadores, que siguiendo de cerca el movimiento
serán más adelante los directores espirituales de la
América latina. Acosta, La Villa, Ibarzábal y Baez
han iniciado esta renovación espiritual; Acosta y La
Villa, siguiendo el esplritualismo dé Maeterlink,
Ibarzábal y Baez por el positivismo de iDAnnunzio.
De estos cuatro, es Paulino G. Baez el más au-
daz, el que tiene un conjunto de ideas más varoni-
les y fuertes, sin que llegue nunca a la vulgaridad.
Es un poeta sincero. Nos habla con igual franqueza
de sus dolores y do sus amores ; sabe, cuando quie-
re, copiar el dolor ajeno, dándonos la emoción de lo
externo, con lo que demuestra tener gran sensibili-
dad. Su verso, como él mismo nos dice :
Es unas veces huracán que muj^e,
otras arpegio modulando un canto;
alborotada tempestad que crug*
o lagrimal que se desata en llanto.
Paulino G. Baez es uno de los pocos poetas que
hím cambiado sin evolucionar. Su obra literaria
tiene dos puntos opuestos en "Sendas Líricas" y
-^'Siembras nuevas", no hay nada intercalado entre
ellos. Del enfermo pesimismo primitivo ha pasado
al sano optimismo, pero rápidamente, su camibio
ha tenido algo de convulsión, ha sido rápido, y tam-
bién inesperado. Con la "fuerza de su poderosa vo-
luntad ha sabido sustraerse del ambiente. De aquel
poeta melancólico y resignado, de aquel cantor de
pasiones contenidas, de aquel poeta algo sensual y
fatalista que recordaba a Baudelaire, no queda
nada. El poeta de ahora es altivo, fuerte y expre-
sivo. Aniceto Valdivia, nuestro gran crítico con-
A. LÁMAR SCHWEYER 1 I 7
i,emporáiieo, fué un profeta cuando dijo al hablar dU
ftaez: ''Es un nostálfrico, es decir, un enfermo. Pero
la poesía lo curará." BI vaticinio del "Conde Kos-
tia" se ha cumplido totalmente. No queda nada dfi
"*)oeta de antaño, oid si no lo que el mismo nos dicf»
en sus versos "Resurrección":
Canto ahora a la vida. Yo que canté a la pena;
a la tristeza horrible de mi te-rror cerval.
Canto a la vida ahora porque la vida e» DUcí»
y e« para los mortales perenne carnaval.
A mi íntimo alborozo huyen los maleficios
que hicieron vibrar tristes aquel viejo laúd,
y, ahora, entre la fronda desgranan epinicio»
triunfales las alondras, de amor y juventud.
La vida es otra cosa mejor, y los rapsodas
•jue adoran la belleza en todo su esplendor
deben rehuir del duelo y las tristezas todas
para elevar un salmo de gloria al Hacedor.
Paulino G. Baez es un poeta de sentimiento, un
poeta fácil, un temperamento lírico, pero es un ri-
mador defectuoso. No siente por la frase aquel ca-
riño de los grandes modernistas primitivos, no es
un devoto de esa divina religión del ritmo, hay eu
su construcción un descuido imperdonable. Piensa
tal vez que la frase es un vehículo, sin comprender
que en la poesía la música es tan necesaria como la
idea. Más todavía, para los modernistas la frase
vale más que la idea. El ritmo, tanto como el sen-
timiento. Un poeta que no sea un gran sensitivo,
pero que sea un buen rimador llegará más rápida-
mente y de un modo más profundo al corazón de los
lectores. Si prosistas tan exquisitos como Flaubert
y Lemmonier cincelaban meticulosamente la frase de
I 1 8 LOS CONTEMPORÁNEOS
los poetas deben | superarlos. La pialabra debe
estar aeoi'de con la idea que expresa. Verlaine lo
sabía, y por eso construía sus versos con el cariño
<le un orfebre.
No niego que Paulino G. Baez tiene estrofas ad-
mirablemente cinceladas, como ''La fuente del ca-
mino',' "Mientrau ])asan las nubes'" y otras mu-
chas, pero junto a ellas hay otras esci'itas con la-
mentable descuido, como "Blasón", ([ue dice:
Malo ha querido la maldad que fuera
y me ungió de un terrible maleficio
con el poder de una Bayadera.
¿Cómo pudo Baez escribir rse soneto? Débil y
confusa la idea, produce una lastimosa impresión en
el lector (|iu' tropieza con semejante ''i'ipio''. Re-
flexione el poeta, y piense que así como hay versos
<pu» por su valor artístico llevan el nombre de un
poeta al grado máximo de la admiración popular,
los hay también capaces de destruir una labor de
muchos años.
En el último libro de Paulino G. Baez, ''Siem-
l)ras nuevas", hay una parte dedicada a una:
"novia ideal que el labio nombra."
que es cautivadora por su sencillez y su forma. Es
una colección de sonetos entre los cuales llama po-
derosamente la atención "Sui Generis", "Rosario
(le sonetos", versos escritos i)ara una novia real o
ideal, pero que tiene la dulzura del sentimiento que
los i)ispiró. Esa novia ideal de que nos habla el
poeta habrá sabido comprender el oculto sentido que
para nosotros tienen estos versos. Como la religio-
A. LÁMAR SCHWEYER I 1 9
sa por cuyas manos pálidas de lirio, cruzan silencio-
sas las cuentas del rosario, por el corazón de ella ha-
brá pasado, silenciosa también, pero dejando hon-
do huella, la intensa emoción que palpita en las
estrofas.
índice
wmmmmmmm
índice
Página.
DEDICATORIA 5
LA EVOLUCIÓN MODERNISTA 9
AGUSTÍN ACOSTA 2 5
SERGIO LA VILLA 4 3
GUSTAVO SÁNCHEZ GALARRAGA 59
MIGUEL GALLIANO CANCIO 81
FEDERICO DE IBARZABAL 95
PAULINO G. BAEZ. 109
University of Toronto
Library
DO NOT
REMOVE
THE
CARD
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THIS
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