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LOS
RELIGIOSOS EN CATALUNA
DURANTE LA
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
LOS
RELIGIOSOS EN CATALUNA
DURANTE LA
PRIMERA MITAD DEL SIGLO XIX
D. CAYBTflNO BflRRflQUER Y RoVlRflüTfl
Canónigo Chantre de la Catedral de Barcelona
TOMO II
CON APROBACIÓN ECLESIÀSTICA
BARCELONA
IMPRENTA DE FRANCISCO J. ALTÉS Y ALABART
Callo de los Angelcs, jj y j^
1915
ES PROPIEDAD DEL AUTOR
LIBRO TERCERO
LOS RELIGIOSOS DE CATALUNA
EN 1835
CAPITULO PRIMERO
ANTECEDENTES HISTÓRICOS
ARTICULO UNICO
DE 1823 A 1834
ANTECEDENTE? IIISÏORICOS
1.° de octu-
bre de 1823, li-
bre de la opre-
sión constitu-
cional, Fer-
nando VII
inicio el se-
gundo perío-
de de su gobierno personal, o absoluto.
Este gobierno en los primeros tiemposde
la restauración se distinguió por la seve-
ridad e intransigència, empefiados ély la
casi totalidad del pueblo espaiïol en bo-
rrar de su tierra el liberalismo y hasta
sus huellas y consecuencias. Tal proceder
disgusto a Luis XV'III de Francia, quien
después de empleades para con Fernando
inútilmente los consejos, acudió a las
otras potencias de la Santa Alianza, lo-
grando que, de acuerdo todas, se en-
viarà a Madrid al Conde Pozzo di Borgo.
Alcanzó el emisario su empeno, y se
efectuo aquí un cambio de ministerio y
de política en sentido de la lenidad. Esto
dividió a los realistas en dos campos,
en amigos del rigor y la intransigència
y en partidàries de la suavidad. «Echada
»estaba, pues, la base de importantes su-
xcesos, y Fernando, que con su penetra-
»ción natural descubrió al momento la
»valla que se había abierto en el campo
»del partido realista, conoció también las
sventajas que podia reportar de esta di-
»visión. Sin ladearse a ninguno de los dos
'bandos..., procuro contrapesar el uno
»con el otro para conservar incòlume su
»autoridad absoluta, y esta fué su cons-
>tante conducta... hasta el fin de su rei-
>nado. Intermitencias de represiím y de
>templanza, halagos a los dos, y para
»ambos rigores, fueron su cardcter distin-
»tivo, y con ello... consiguió por lo menos
Nota. — La inicial luc copiada de la ctlchie
Bihiia do Scala Del guardada lioy en 1.I Scmina-
rio de Tarrairona.
»tener paz y aplazar hasta su falleci-
»niiento la explosión de la mina» (1).
La condición y restringido tema de
este mi libro, limitado a lo que se refiere
a los religiosos, me prohiben entrar en
la resena de todas las leyes y decretes
emanades de los gobiernos de la restau-
ración; pere por otro lado no puedo ni
debò omitir los que al mismo tema se
refieren, tales cemo aquel por el que,
«utilizando la bula de Su Santidad, impe-
»trada por la Regència anterior, el Go-
>bierno exigió de ambos cleros con el
»nombre de subsidio anual diez millones
»de reales...» (2).
En 20 de mayo de 1824 Fernando VII
publico un decreto de amnistia para los
liberales, no sin numeresas excepciones,
decreto que disgusto por opuestas razo-
nes a les dos bandos (3). Asi en el mismo
mes se descubrió una trama en Aragón
en sentido intransigente, a cuyofrentese
hallaba el Brigadier D. Joaquín Capapé;
mientras per opuesto lado los liberales
ne cejaban, y en 3 de agosto el Coronel
Don Francisco Valdés desde Gibraltar
entraba en Tarifa al grito de «jV'iva la
Constitución de 1812...!;» pere a les pocos
días los realistas sefocaron la rebelión.
Esta algarada motivo nuevos rigores,
que concordaren con la muy justa dispo-
sición de 1." del mismo agosto de 1824
«prohibiendo las sociedades secretas, y
»aplicando la amnistia únicamente à los
»individuos fracmasenes ó comuneros
»que se prestasen espontAneamente a
»solicitarla de las autoridades, con tal de
»seiialar la lògia ó sociedad a que
xhubiesen pertenecide, 3' de entregar sus
»diplonias, insignias y papeles» (4).
Però inclinado el Rey nuevamente a la
(0 D.Víctor Gcbhardt. Ilislorij Cciicul Jv
Espaiia. Barcelona. Tomo \'l, pàf;'. 7^9.
(j) Sr. Gebhardt. Obra cit., tomo \'l. pàgi-
na -;ói.
( !) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \'l. pàgi-
na 7(j?.
(4) Sr. GeHIiardt. Ohin cit.. tumo \'\. pàgi-
na 705.
LIERO TrRCERO. — CAPITL'LO PRIMF.RO
moderación y rodeado de un ministerio
de realistas templados, presidenta Zea
Bermúdez, adopto nuevamente medidas
detemplanza; lo que excitando el encono
de los realistas intransigentes, produjo
el alzamiento del general Jorge Bessières
en 16 de agosto de 1825 en Castilla la
Nueva; la que termino antes que el
mes con el fusilamiento de Bessières (1).
«Muchos prelados invitades por el minis-
> terio, y deseosos de contradecir lo que se
»propalaba acerca de su participación en
»la frustrada conjura, escribieron pasto-
»rales predicando el olvido de lo pasado
»y la unión de los espanoles* (2). V copio
estàs palabras para que se vea de cuàn
antiguo data la calumnia propalada por
los historiadores liberales, quienes en los
levantamientos ultrarrealistas de estos
anos no se hartan de topar por todos
lados con la mano oculta del clero.
En febrero de 1826 los liberales, repre-
sentades por los emigrados Don Antonio
y Don Juan Fernandez Bazàn, intentan
un levantamiento en Alicante, però son
sus huestes dispersadas en breve por los
voluntarios realistas, y los dos hermanos
ajusticiados (3).
El ejemplo de Portugal, donde en 1826
se estableció el gobierno constitucional,
y las vivas instancias que para el mismo
cambio hacía al de Espana el Rey de
Francia, infundió en el animo de los
realistas intransigentes de aquí el temor
de ver restablecida la Constitución, y así
por esto, y por otros motives de des-
contento, tramaron una sublevación. Sus
jefes «decían à sus huestes... que los au-
»xiliaban el clero y la corte, que el mo-
»narca ne gozaba deia libertad necesaria
»para gobernar el reino, y que había
(i) Sr. Gebhardt. Ohra cit.. tomo \'\. pàgi-
nas 769 y 770.
(2) Sr. Gebhardt. Ohra cit.. tom.. \'\. pàgi-
na 771.
(3) Sr. Gobhardt. Obra cit.. tomo \'\. pàgi-
na 775. — D. .Modcsto Lafuente. Historia General
de Esf>aiia. narccimia. rS(jo. Tomo XIX. pàgi-
na 185.
«expedido ordenes secretas é instruccio-
»nes reservadas autorizando el alzamien-
»to, contra lo cual protesto el obispo de
»Barcelona en una pastoral publicada por
»aquellos dias, diciendo al pueblo que no
xcreyese semejantes ordenes secretas...
»Otres obispos publicaren pastorales en
>.los primeres alberes de la revuelta pro-
>'peniéndose conjurar la termenta» (4).
Uno de los jefes de los sublevades, Don
Narciso Abres, en su manifiesto de 22 de
septiembre de 1827 escribe: «para vindi-
»carme... de la calumnia con que nos
«acusan todes los obispos del Principado
»en sus respecti vas pastorales, atribuyen-
»de nuestros heroicos hechos à ser obra
»de sectàries jacobines» (5). rCómo, pues,
tante los autores liberales achacan la
culpa del alzamiento al clero, clero que
estaba en todo sumise a sus prelades?
Efectivamente, todos les Obispos conde-
nan públicamente en cartas pastorales el
alzamiento, y lo censideran digna obra
de jacobines; no se puede, pues, admitir
que el clero, entonces muy y muy sumise
a la vez de sus jefes, centrariase el em-
peno de estes, y que o se sublevase o
atizase el alzamiento, salvo contadas
individualidades que en los numeroses
cuerpos nunca faltan. Ya en el articulo
3.° del capitulo III del libro TI, al tratar
del monasterio de Ripoll, mencioné la
noticia que les historiadores liberales dan
de juntas de prelados 5' abades celebra-
das en dicho monasterio para promover
el alzamiento; 3" también allí, después de
alegadas varias razones para negar el
heche, copié palabras solemnes y públi-
cas del Abad de Ripoll, palabras autori-
zadas per el Capitàn General, per las
cuales niega aquél retundamente tan
calumniosa aserción.
Saperes, uno de los jefes de la insu-
rrección, en 25 de Agosto de 1827 entro
(4) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \'I. pàgi-
na 777.
(í) D. \'icente de la Fuente. Historia de las
sociedades secretas. Madrid, i8j4. Tomo I. pàgi-
na Í4Í.
AXTECEDK.NriíS IIISTORICOS
en Manresa al grito de «jViva la Religión!
iViva Fernando Vil! iMueran losnegros!»
Saltaron igualmente chispazos en otras
provincias. El Re3' mismo vino a Cataluna
a desautorizar las falsas voces y reprimir
el levantamiento, Uegando a Tarragona
el 28 de septiembre. Dió una proclama
llamando a la paz a los alzados, y estos,
exceptuados mu3' pocos, depusieron las
armas. El Gobierno, sin embargo, íusiló
al Teniente Coronel D. Juan Rafi Vidal
y a algunos otros, a pesar de haber aquel
depuesto las armas (1).
Una de las personas que figuraron en
la dirección de este levantamiento fué la
sefiora Dona Josefina Comerford, y lo
recuerdo para notar que Don Modesto
Lafuente escribe que el confesor de esta
^senora era el Trapense, como si los legos,
que al fin el Trapense no pasaba de lego,
gozasen de autoridad para administrar
sacramentos. Así escribe Lafuente al
tratar de ciertas cosas (2).
El Conde de Espafia quedo de Capitàn
General de Cataluna, tomando posesión
de este elevado cargo el 28 de noviembre
de 1827 (3); quien volvió sus rigores con-
tra los revolucionaries. Estos le acusan
acremente de cruel y tiranico. No pode-
mos juzgarle por las muy apasionadas
palabras de ellos, bien que todo el mmndo
le atribuye extravagancias de caràcter.
Una de las acriminaciones mas fuertes
que le dirigen son los ajusticiamientos
de varios acusados de conspiradores. He
aquí lo que de esto escribe el sesudo
Padre Jaime Roig, lector carmelita, en
un opúsculo inédito: *E1 Conde de Es-
»pana reorganizó y armo de nuevo los
»cuerpos de voluntarios realistas, desar-
«mados el afto anterior, y durante el mes
»de octubre descubrió en Barcelona una
«tremenda conspiracion revolucionaria de
(i) Sr. Geliliai-dt. Obra cit., tnmn \'l. pàiíi-
na 780.
(j) D. .M.idoto Lafuente. Obra cil., t..mo XIX,
pàfí. JO,).
(?) D. Alndcsl.. Lafuente. Ohra cil.. tom.i XIX.
pàfi'. :o^.
»cuyas resultas fueron fusilados 13 indi-
widuos de todas categorías comprome-
>;tidos en ella el 19 de noviembre (1828),
>41 en febrero del afio siguiente (1829)
»y 9 en junio del mismo afio. Todos ó
> fueron ó confesos ó convictes del delito
»por el cual murieron, y yo puedo afla-
»dir sobre el particular lo que uno de ellos
«estando en capilla dijo a los Padres que
>'fueron a auxiliaries: '<iAh, Padres, a
»estas horas no estarían VV. vivos si
>ínosotros hubiéramos salido con la nues-
*tra!» (4)
El mismo dia de la toma de posesión
del mando del Conde de Espafia las tro-
pas francesas evacuaron a Barcelona.
Imperando en los tiempos posteriores
la paz, las costumbres se suavizaban, mi-
tigabanse paulatinamente los odiós, y los
emigrades liberales iban peco a peco re-
gresando, teleràndolo el Gobierno (5).
La piadosa Reina Amàlia falleció en
17 de mayo de 1829, y su viudo real en
diciembre del mismo afio caso con su
sobrina pròpia D.'"' Maria Cristina de Bor-
bón (6). Y aquí, aunque sea descendiendo
al terreno familiar, no quiero omitir una
escena que explica toda la significación
de las personas y de los hechos del tiempo.
Un entonces nino al que traté viejo, de
nombre Jaime Torallas, me conté que el
viajede Cristina para Madrid se hizo por
Barcelona. Que él, contra los deseos de su
padre, acudió a la Plaza de Palacio para
ver la entrada de Cristina, donde las po-
tentes oleadas de la multitud le arrastra-
ban de uno a otro lado. Una de éstas le
llevo al centro de la plaza, donde se
ballaren en direcciones opuestas una pa-
reja de mercedarios y una de capuchinos.
Uno de los primeres pregunto a otro de
los segundos: «^Qué diremos de este?» El
capuchino contesto: «jAy, pobre Espa-
»na!» Otra oleada tiro a Torallas junto
(-1) Fui. ;i vueltü del dichii iipúsculii.
(;) Sr. C'ieHhardt. Obra cil.. tomo \'l. pà,u:i-
na 7S1.
(11) D. iModesto Lafuente. Cibra eit.. tomo XLT.
pà^ï. 2-'!.
LIBRO TF.RCERO. — CAPITULO PRIMERO
a la Lonja, y allí un Caballero pregunto I
lo mismo a otro Caballero, quien contesto:
«Bien, bien. Esta senora es de los nues-
»tros.» Llegado Torallas a su casa, y
recibida la reprimenda paterna natural,
explico a su padre, pobre proletario, lo
oído. Este le contesto: «Mira, hijo, tú ve-
ras cosas gordas» (1).
Los liberales expatriados, apoyados
por el nuevo Rey de Francia Luis Felipe
de Orleans, rey constitucional, en octubre
de 1830 intentaron sublevar a Espaiïa,
introduciéndose armados, unos por Nava-
rra, tales como X'^aldés, Mina, López Ba-
ncs; otros por Cataluna, como Milans hijo
3' Brunet. Por Gibraltar Torrijos y Pala-
rea, comuneros, y Manzanares penetra-
ren en Andalucía; però estos y aquéllos
fueron rechazados por las tropas leales, y
tuvieron que cruzar apresuradamente las
fronteras (2). En esta ocasión fué preci-
samente el General D. Manuel Llauder
quien, recientemente nombrado Virrey de
Navarra, persiguió y derroto al grupo
principal de rebeldes liberales. Por su
victorià el Rey le concedió una cruz pen-
sionada y le mandó presentes (3).
Que esta sèrie de invasiones revolucio-
narias, y conatos de subversión del orden
en sentido liberal, procediesen en gran
parte, o quiza en todo, de las sociedades
secretas, nadie de sana mente lo duda-
rà (4); las cuales sociedades ademàs pro-
curaban ahincadamente ganar de nuevo
al ejército, y en parte no despreciable lo
habian alcanzado (5). Los voluntarios rea-
listas principalmente eran los que casi
en todas partes decididamente cerraban
con los levantados y los aniquilaban.
(i) .Me lo conto el niismd Torallas en Barcelo-
na a 8 de Diciembre de i8Só.
(2) D. .Modesto Lafuente. Obra cit.. tomo XIX,
pdgs. 256 y sigs. — Sr. Gebhardt. Obra cit., to-
mo VI, pàg. 784.
(3) Relación de la hija de Llauder D.° Con-
cepción. Barcelona 5 de junio de 1891.
(4) D. \'icente de la Fuente. Obra cit.. tomo 1.
pàg. 371.
(5) D. \'icente de la Fuente. Obra cit.. tomo I,
pags. 373 y otras.
La nueva Reina en 10 de octubre de
1830 dió a luz una nina, a la que se pusie-
ron los nombres de Maria Isabel Luisa (6):
y desde este momento se vió que a la
cuestión de principies entre realistas y
liberales vendria a juntarse la dinàstica,
representades aquéllos por el hermano
del Rey y estos por la hija.
Torrijos, al principiar de 1831, intento
un nuevo alzamiento liberal cerca de
Algeciras, però prontamente quedo de-
rrotado (7). Mas, no por este ni demas
fracasos aleccionado;, repitió el conato de
levantamiento en l.° de diciembre de 1831,
el cual le costo morir f usilado él y cin-
cuenta y dos companeros cerca de Mà-
laga a los pocos días de haber alzado su
pendón (8).
En el segundo parto la Reina, en 30 de_
enero de 1832, dió a luz otra nina, a la
que se impuso los nombres de Maria Lui-
sa Fernanda (9); y así la circunstancia del
sexo hizo que no cambiara de aspecto la
cuestión dinàstica.
Por gravísimos sucesos, cuya narra-
ción no cabé en este libro, en 1.° de octu-
bre fué destituído el ministerio del rea-
lista acentuado Sr. Calomarde, y entro en
su lugar Don Francisco Zea Bermúdez.
«Desde este momento toma el gobierno
»una dirección esencialmente distinta...;
»la cuestión dinàstica vino a precipitar
»el desenlace de la cuestión política, y
»por una transición tan ràpida como ines-
»perada, el espiritu liberal, poco antes
»mirado como una fuerza terrible que
«amenazaba el trono... era ahora por el
»imperio de las cosas considerado como
»el principal sostén de ese mismo trono.»
(6) D. .Modesto Lafuente. Obra cit.. tomo XIX.
pàg. 240.
(7) Sr. Gebhardt. Obra cit., tomo VI. pàgi-
na 786. — D. Mo-^esto Lafuente. Obra cit., to-
mo XIX. pàg. 243.
(8) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo VI. pàgi-
na 787. — D. Modesto Lafuente. Obra cit.. to-
mo XIX, pàg. 248.
(o) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo ^'I. pàgi-
na 788.
ANTECEDEN'TÜS II tSTURir.OS
Por razón de enfermedad autorizó Fer-
nando VII a su mujer para el despacho
de los negocios; y el primer decreto de
Cristina fué un indulto general, dado en
7 de octubre de 1832, a todos los presos
capaces de tal gràcia (1), y uno de los
próximos sig'uientes el famoso de amnis-
tia de 15 del mismo mes, el cual abrió las
puertas de Espafia a los liberales expa-
triados (2).
Los espanoles enemigos de la revolu-
ción comprendieron al momento la signi-
fícación y consecuencias de esta medida;
y recuerdo que uno de los religiosos, a
los cuales estos emigrades y sus compa-
neros después en 1835 arrojaron de sus
claustres, me dijo: «Luego que leímos la
>)amnistía nos vimos perdidos.»
En la Capitania General de Catalufia
al Conde de Espafia sustituye en 11 de
diciembre de 1832 D. Manuel Llauder y
Cami'n, 3^ en otros mandos, poco antes,
otros militares (3). El entusiasmo con
que Llauder fué recibido en Barcelo-
na rayó en lo indescriptible, según lo
tengo de mil bocas de la generación de
mis padres; a lo que contribuyeron sin
duda dos causas, el odio contra su ante-
cesor y el cambio de política que los libe-
rales sin duda presagiaban con el nuevo
nombrado.
Sin embargo, Zea Bermúdez, el minis-
tro, si por un lado se apartaba del siste-
ma intransigente de Calomarde, por otro
no participaba de ideas liberales, y así
veia con sobresalto tanto los chispazos de
insurrección que procedentes del campo
realista saltaban en distintos puntos del
reino, como la exaltación y radicalismo
liberal de los emigrades que regresaban.
Para calmar ambos extremes aseguró en
un manifieste de 3 de diciembre que no
cambiaría la ferma de gobierno, y por otro
(1) Sr. ("lelihardt. (H-ira cit.. tomd \'\. pà.iri-
na 701.
(j) Sr. Cichliardl. Ubra cit., lomo \'l. p;í,!íi-
na 79J.
(3) D. Modestn Lafuciítc. ühracil.. tomoXIX.
piigs. 262 y 270.
lado, que emprendería refermas adminis-
trativas. Pretendió Zea separar la cues-
tión política de la dinàstica de Cristina
y de su hija haciendo de ellas reinas cató-
licas y absolutas, però con refermas que
a su ver pedían satisfacer a les liberales.
Vane empeno, que ni complació a los rea-
listas ni a los constitucionales.
El 4 de enero de 1833 Fernando VII,
para quitar pretextes a los realistas,
reasumía el manejo del gobierno, però
permitiende a su esposa la asistencia al
despacho (4). Las aficiones de la Reina
hacia el sistema liberal, y las circunstan-
cias de las cosas, llevaren a los liberales
a agruparse al rededor de ella, mientras
les realistas preparaban sus pendones
para alzarlos en honor del infante don
Carles. Zea relego a éste a Portugal; y
en 20 de junie Isabel fué jurada Princesa
de Asturias per los representantes de la
nación (5). Tales medidas irritaren a los
realistas, los que ahincadamente traba-
jaron y prepararen el alzamiento. Les
des campes ardían en pasión cuando so-
brevine en 29 de septiembre del mismo
afio de 1833 la ràpida muerte de Fernando
VII (6). Quedaban como sucesorcs a la
corona, e la hija del Rey, D.'' Maria Isa-
bel, e el hermane de él D. Carles. Aquella
apeyaba su dereche en su caràcter de
hija, alegando contra la exclusión de las
hembras dimanada de la ley salica de
Felipe V, que su padre en días recientes
la habia derogado. D. Carles fundaba el
suyo en que, nacido durante el imperio
de dicha ley y antes de esta deregación,
al nacer había adquirido dereches que
actes pesterieres, a no dar fuerza retro-
activa a las leyes, ne pedian quitarle. En
el íondo el pleito dinilstico carecía de la
(1) Sr. Gehhardt. Ohra cit., l•imci \'l, pà.ui-
705. — D. Modesto Lalucnle. Obra cit.. lonm \l.\.
pàg. -•75.
{5) Sr. Gebhardl. Obra cit.. lomn \'l. pàgi-
na 707- — D. .Modesto Lafuente. Obra cit., to-
mo Xi.X, p:ig. 279.
(ii) D. Modesto Laluenlc. Ohra cit.. tomo XI.X.
\ P-ig- -'So.
LlIiUO 1 EUCEUO. CAPITL I.(
primera importància, y la contienda fun-
damental vertía entre el liberalisme y sus
contrarios. De aquí que la guerra hija de
tales desacuerdos revistiera a la vez el
caràcter de guerra de sucesión y de prin-
cipios sociales y político-religiosos.
Empenóse el ministro Zea Bermúdez
en afianzar para Isabel el trono de Espa-
fia, y a este fin efectuo dos actos que
pusieron a Isabel y Cristina en la posesión
de la corona, y a Don Carlos en la nece-
sidad de conquistaria. «El mismo dia de
»la muerte del monarca cito Zea A su
>despacho a las autoridades de Madrid y
Ȉ otros personajes, y reunidos los llevo
»à la càniara en donde lloraba desolada
»la reina viuda. Supremo era el momento,
»y aprovechando el ministro la dolorosa
> impresión que había de producir en el
»corazón de aquellos hombres la presen-
»cia de la jóven viuda del rey, hija de
»reyes, .hermosa en medio de su dolor y
»de sus làgrimas, rodeada de sus inocen-
»tes hijas, huérfanas en la cuna, les pre-
> guntó en nombre de Dona Maria Cristina
y-si podia contar con su lealtad y la de la
»g"uarnición para mantener el orden y
»cumplir lo mandado por el rey como
»leales militares y buenos espanoles. Sin
»vacilar protestaron todos de su adhe-
»sión en favor de la reina, tirmando una
»manifestación que garantia su compro-
»miso...» (1).
El segundo acto consistió en el mani-
fiesto, que firmo Cristina en 4 de octubre,
entre cu\'as palabras se leía: «La Reli-
»gión 3' la Monarquia, primer os elementos
»de vida para Espaiïa, seran respetadas,
»protegidas 3' mantenidas por mi en todo
»su vigor y pureza...» (2).
Estos habiles procederes no fueron,
sin embargo, parte para impedir que la
mu3• cargada mina dejase de explotar; y
(i) Si-. Gebhardl. Obra clt.. tomn \'ll. pàjíi-
na 2. — Conlinuadores del libro de D. Modesto
Lafuente. Obra cit., lomo XX. pújí. J.
(.;) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \'I1. pàgi-
na 2. — Continuadores del libro de D. Modesto
Lafuente. (Jbra cit.. tomo XX. pàg. í.
en los mismos primeros días de octubre
aparecieron partidas de carlistasen todos
los lados de Espaiïa, menos solo en Ex-
tremadura y^ Andalucia. A pesar del
muy ràpido vencimiento de los alzados 3'
del fusilamiento de los mas de sus jefes,
el levantamiento debia seguir y aumentar
prodigiosamente.
El Gobierno, entre otras disposiciones,
amplio la amnistia para los diputados
mas comprometidos en la última època
constitucional (3), y en 25 del mismo octu-
bre efectuóse en Madrid la proclamación
como reina de Dona Isabel (4). Ya en
estos tiempos el ministerio Zea nombró
una junta encai^gada de preparar un pro-
yecto de reforma del clero (5).
En las Provincias Vascongadas el
alzamiento carlista continuaba en pie, y
cada dia cobraba mayores creces, dirigido
por el superior talento organizador 3'
militar del Coronel Don Tomàs Zumala-
càrregui, navarro, nombrado General en
Jefe de los carlistas del Norte. En 20 de
diciembre del mismo aflo de 1833 Zutnala-
càrregui, al frente de 6.000 hombres, or-
ganizados ya y reglados, presento por
vez primera formal batalla al ejército
liberal, al cual al Un de la ruda jornada
tuvo que ceder el campo por falta de
municiones (ò).
«En las regiones de la política sostenia
»el gobierno de Madrid la misma lucha
»encendida en los campos de Navarra.
»No satisfecho el partido liberal, tan pu-
»jante ya en la corte, con el desarme de
»los voluntàries realistas decretado à úl-
xtimos de octubre, ni con la nueva división
xcivil del territorio espanol en cuarenta
»v nueve provincias..., quería soltar como
xantes el carro de la revolución, y cono-
(;) Continuadores del libro de D. Modesto
Lafuente. Obra rit.. tomo XX, pàg. 12.
(.)) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \'II. pàgi-
na í.
(5) Continuadores del libro de D. .Modesto
Lafuente. Obra cit.. tomo XX. pàg. 13.
(6) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \ II. pàgi-
nas 7 V S.
ANTECEDEN TES IIISTORICOS
»cíase palpablemente la imposibilidad de
»llevar a cabo la obra que propusiera el
»autor del manifiesto de 4 de octubre»
(Zea Bennúdcs). «Renacieron las so-
«ciedades secretas» (inejor, aumcnídroii-
se las socicdades secretas), «formóse
»una nueva denominada la Isabelina, y
»todas declararon la guerra al gabinete,
«especialmente a los ministros Zea y
>/Cruz» (1). Ensena la experiència que
quien abre, aunque solo un poco, la puer-
ta a la revolución es arrollado por ella.
Entonces el Marqués de Miraflores en
noviembre pidió resueltamente a la Reina
gobernadora la reunión de Cortes (2).
«El General Don Luis Fernandez de
»Córdoba, cuyo acceso a la camara real
»era diario, lo empleaba en minar la pri-
»vanza de Zea» (3). El Capitan General
de Catalufía Don Manuel Llauder, «hom-
»bre de sefialados antecedentes realis-
»tas... había cambiado de actitud desde
»que tuvo principio el nuevo reinado. El
«incremento que bajo las ordenes de
»aquel general tomaron los voluntarios
«alistados en Catalufía al servicio de la
»reina, el favor con que acogió y trataba
»a los amnistiados que en gran número
■)fijaban su residència en Barcelona, le
»habían valido gran popularidad» (entre
los rcvolucioiiarios) «en las provincias
»del antiguo Principado, y fuese que su
»adhesión a la causa de la sucesión direc-
»ta, ó su propio convencimiento, hubiesen
»modiíicado sus opiniones, resolvióse
»Llauder à dar un paso tan atrevido, que
»sólo podia tener cabida en circunstan-
»cias de Índole revolucionaria. El Capitan
«General de Catalana dirigió à la reina
»una exposición en la que abordando re-
»sueltamente el terreno de la política,
> atacaba en brecha el sistema del minis-
»terio, y proponia medidas directamente
(i) Si-. ( iL-hliaiclt. (,>bi-a cit., loiim \'ll. pii-i-
na S.
(j) Sr. C.cMiarck. Ohra ell.. Umio Vil, pà-i-
na 8.
(?) Conlinuadorcs del libro de D. M^dc^tn
Lafuente. Obra cil., tomo XX. púg. ji.
«encaminadas à un cambio de insiitucio-
»nes, toda vez que aconsejaba la inme-
»diata convocación de las antiguas cortès
»del reino» (4). Esta exposición fué sus-
crita por Llauder en 25 de diciembre de
1833(5). El ministerio de aquel gobierno
isabelino absoluto quedaba en una situa-
ción muy gra ve, la que llego adesespera-
«da al recibirse à los muy pocos dias otra
«exposición, no menos apremiante, en la
»que Don Jenaro Quesada, Capitan gene-
»ral de Castilla la Vieja, reproducía en
«forma casi idèntica los mismos razona-
»mientos empleades por Llauder para
«provocar la caída del ministerio y la
»adopción de un nuevo sistema de go-
»bierno» (6), es decir, del constitucional.
Los osados exponentes lograron su
empeno, y al golpe de sus exposiciones
cayó Zea y su sistema, y entro en 15
de enero de 1834 el Sr. Martínez de la
Rosa, con su liberalismo templado o mo-
derado. El nuevo gabinete «amplio la
»amnistía comprendiendo a todos los
»exceptuados por decretes anteriores,
»mandó devolver à los ex-diputados los
»bienes que se les secuestraron... (7), y
xcon gran contento del bando exaltado
»expidió diferentes decretos revelando su
^escaso afecto por el clero y la descon-
»fianza que hacia el mismo experimenta-
»ba. A varias disposiciones dictadas con-
»tra los conventos de donde marchaban
»frailes a las filas carlistas, agregóse
»la prohibición de proveer prebendas y
«beneficiós eclesiasticos, excepto los que
«Uevaban cura de almas, aplicando los
»frutos de las vacantes a la extinción de
»la deuda del Estado» (8).
(-)) Conlinuadores del libro de D. .Modcsio
Lafuenlc. Obra cit., tomo XX, púj?. 21.
(s) D. .Manuel Llauder. Memorias doctimenLi-
.y.ïs del toiientc general Don Manuel Llauder.
Madrid, 1844, pàg. 70.
(6) Continuadores del libro de D. .Modeslo
Lafuente. Obra cit.. tomo XX. pdg. 22.
(7) La Real orden mandando la devoluci'ui se
halla en el Diario de Barcelona de ió de Marzo
de 185^. pàg. Oio.
(8) D. \'ictor Giibhardt. Obra cit.. tomo \'ll.
10
LIBUO TERCKRO. — CAPITULO PRI.MERO
He aquí una Real orden referente al
clero, dictada a los doce días de hallarse
Martínez en el poder, o sea en 27 de
enero de 1834:
«En días de concòrdia, de quietud y de
»sumisión pacífica a las autoridades cons-
> tituidas, juzgó necesario la Magestad del
»Sr. D. Carlos IV, para evitar el escàn-
»dalo de varios predicadores circular, la
»Real orden de 16 de marzo de 1801, que
»es otra de las leyes recopiladas, por la
»que se sirvió encargar à todos los prela-
»dos seculares y regulares mandaran A
»sus súbditos que no abusasen de tan
xsagrado ministerio, y se esmeraran úni-
xcamente en persuadir y ensenar à los
»fieles el camino de la virtud y el de des-
xviarse del vicio; previniendo à los tribu-
»nales y justicias del reino que zelaran
»sobre este punto con la mayor exactitud
»y vigilància, corrigiendo y conteniendo
»unos y otros, segun sus facultades,
»cualquier exceso que notasen en esta
»materia, dando cuenta de todo a S. M.
»por la secretaria de Gracia y Justícia.
»Hallt1ndonos por desgracia en tiempos
»menos tranquilos y próximos al santó
ítiempo de cuaresma, con una experien-
> eia tan lamentable como reciente de la
«influencia perniciosa que han ejercido
'■y ejercen algunos eclesiàsticos sobre los
xanimos sencillos y dóciles; solícita siem-
/•pre la bondad de S. M. la Reina Gober-
»nadora de restituir à todos los espafioles
»la tranquilidad de que tanto necesitan,
»y con el fin de evitar los excesos de la
«imprudència ó mala fé en perjuicio del
> orden publico; en nombre de su augusta
>^Hija la Reina nuestra Senora Dona
>Jsabel II se ha servido encargar y man-
»dar, que los prelados del clero secular y
»regular, sin perder de vista los crímenes
»de alta traicion que han cometido varios
>eclesi^sticos con mengua de su respeta-
»ble estado y desprecio de sus primeros
pàg. 9- El Real decreto prohihiendo proveer
beneficies y aplicando al Estado las rentas de las
vacantes es de 9 de .Marzo de 1^54, y se lee en el
DIlIi-ío ií Barcclon.x del iS de id., pàg. O25.
>^deberes, dicten bajo su responsabilidad
»las providencias miis eficaces para que
»ni en el púlpito ni en el confesonario se
»extravíe la opinion de los lieles ni se
»enerve el sagrado piecepto de la obe-
«diencia y cordial sumision al gobierno
»legitimo de S. M., que tan encarecida-
»mente recomiendan las leyes divinas y
»humanas; y que acuerden las demíis
»medidas preventivas que les sugiera su
»zelo ilustrado y su adhesion sincera a la
»noble y justa causa de la legitimidad,
»con el laudable é importante objeto de
»que los próximos días de salud propor-
»cionen a la Espana lo que tanto merece
»y ha menester, y que puede y debe ser en
»gran parte obra de los prelados y cola-
»boradores en el santó ministerio de paz,
«de fraternidad y cordial sumision a las
»potestades legitimas. De Real orden lo
>digo a V. E. para inteligencia del con-
»sejo, y su pronta circulacion A los pre-
»lados seculares y regulares, y à los
»tribunales y justicias del reino, para
»que por todas las autoridades se dispon-
>:ga lo necesario à su puntual cumpli-
»miento. Dios guarde à V. E. muchos
»anos. Madrid 27 de enero de 18?>4. =
»Nicolàs Maria Garelly» (1).
El animo y lin del Gobierno al expedir
la Real Orden transcrita dista mucho de
hallarse en el deseo de la paz de la na-
ción, ni menos en el del decoro del clero,
pues muy luego insertaré documentes
oficiales por los cuales el mismo Gobierno
premia servicios de guerra prestados con
las armas en la mano a favor de Isabel II
por varios eclesiàsticos; de donde resulta
que esta Real Orden procede del espiritu
de partido, y no de otro.
Como en un pueblo de Extremadura,
llamado Hornachos, tres f railes de su con-
vento francisco se uniesen a los carlistas,
el Gobierno Uevó sus quejas al Vicario
General de la orden, y aun le molesto
con otras indicaciones, cuyo fundamento
de verdad ignoro. En su consecuencia el
(i) Diario de Barcelona del ó de fcbrero de
185.^. pàgs. 290 y 300.
ANTECEDENTES IIISTORICOS
11
General escriba la siguiente circular a
los conventos:
«M. R. P. provincial de la nuestra de
»S. Miguel infra Tagum: El Espíritu San-
»to asista a V. P. M. R. y le colme de sus
»divinos dones. No podemos ponderar
«bastantemente la amargura que a cada
»momento ocupa nuestro corazon. Es en
I tal grado que casi podíamos decir con
»el Apòstol que tacdet etíam mihi vivc-
hrc por no ver ni considerar tantos males.
»En efecto, iqué prelado habrA que lleve
»con serenidad y en paciència las noticias
yque le da y con que le reconviene el go-
»bierno de que sus súbditos se extravian
ípromoviendo la insubordinación a sus
>órdenes y providencias va de palabra
»ya con el ejemplo? ;Es posible que llegue
>a tanto el olvido de sus deberes y la
>fuerza de sus pasiones que les hagan
'^atropellar, no solo por lo que S. Pablo
»nos ensefla y manda en su carta a los
»de Corinto, sinó tambien a desatender y
>^despreciar el bien coniun de la orden
«y el propio é individual? ';A donde esta
>;la prudència? ;Si pensaran que no pasa
>/de consejo lo que nos dice el Apòstol en
»la citada carta? iError criminal! Es pre-
»cepto formal significado por el modo
»imperativo obedite prcrposítis vestris.
»Nos dice, que el que resiste a la potestad
»resiste a lo que Dios manda; que debe-
»mos obedecerla no por los castigos que
»nos dé, sinó porque así es de hacer en
»conciencia. Ofendemos pues a Dios y
»cometemos un delito enorme obrando
>contra lo que manda nuestra Reina Go-
»bernadora y su gobierno. Peca igual-
»mente el súbdito en desobedecer A su
«prelado contra el voto de obediència, y
fccontra la piedad en darle disgustos por-
»tandose del modo dicho, y falta tambien
»a la caridad comun y particular. Esta
»es la doctrina verdadera: doctrina que
»debemos seguir especulativa y practica-
»mente: que debemos practicar y ensenar
»en publico y en secreto; y si faltamos a
»ella, obrando en sentido opuesto, somos
»reos delante de Dios y de los hombres,
»y nos hacemos acreedores à que la po-
»testad sublime, a quien Dios en vano no
»entregó la espada, la desenvaine contra
'-nosotros. No quiere ni desea que llegue
>'este caso tan opuesto y repugnante a su
>jnatural tierno, piadoso 3' amante de los
'.religiosos. Però sí nos encarga que pro-
>curemos con todo el lleno de nuestra
»autoridad contener y castigar los exce-
»sos de nuestros súbditos. Ya hemos pre-
«venido en la que se circulo con fecha de
>'29 de diciembre estos sus justos deseos,
»y mandando al efecto lo que es necesa-
>'rio que se observe y practique con los
>.^delincuentes y reos de los delitós arriba
»insinuados.
»Ahora anadimos, y por esta nuestra
»carta mandamos à VV. PP. RR. que man-
»den estrechamente a los prelados locales
»que si advierten disposiciones en algu-
»nos de los súbditos, ó por su genio,
>'índole y caràcter natural, ó por el trato
>'que tengan con personas, ó por el modo
»de expresarse acerca de los asuntos po-
»líticos, aunque sea ligeramente, si en
»fin presumen que exortara ó aconsejarà
»a la insubordinación y division, que les
»den aviso, y al momento le removeràn
»de aquel punto à otro mas remoto de las
>fronteras de Portugal: y si puede ser,
»en desiertos en donde no tengan comu-
«nicacion ni roce con gente seglar A quien
xpuedan seducir. Esta medida es tan ne-
> cesària, como que su omision nos traera
«incomodidades extraordinarias, igual à
»la que tuvimos por el oficio que nos
>>pasó el gobierno en 30 de enero ultimo,
»dandonos parte de lo acaecido en el
) con vento de Hornachos, en donde dos
^religiosos sacerdotes y un lego se han
>'manifestado de una manera pública,
»animando la sedicion y levantamiento
«contra el gobierno de S. iM. Este y otros
»acontecimientos, de que el gobierno tie
>'ne noticia, dan lugar A que se nos rein
»time el zelo y vigilància para contener
>.los, y que no tengan mas ejemplares
»La misma intimacion hacemos nos a
»VV. PP. RR. bajo la responsabilidad
>^de las penas que imponen las leyes à los
Aomisos en una matèria tan delicada.
12
TKKCICRO.
»Damos à V. P. M. R. la seràfica ben-
»dicion, y le rogamos nos encomiende à
»Dios. Este Senor guarde la vida de
»V, P. M. R. muchos anos. S. Francisco
»de Madrid 4 de febrero de 1834.
»Dé V. P. M. R. siervo en el Senor. =
»El ministro general» (1).
Todo lector medianamente avisado ha-
brà notado en el anterior documento que
el Padre General, siempre que menciona
los hechos punibles de los frailes, anade
que la noticia de ellos procede del Go-
biern.o. No los sabé de ciència pròpia, ni
por los superiores intermedios de su or-
den, sinó que escnbe la circular por em-
peiïo del Gobierno. De aquí deduzco lo
muy dudosa que a todo imparcial se pre-
senta la noticia de tales excesos, salvo el
caso de Hornachos.
Notarà igualmente el menos listo la
completa sinceridad y la extraordinària
energia de las palabras del General fran-
cisco, quien no manda por pura forma,
y solo para en lo exterior contentar al
Gobierno; sinó con pleno convencimiento
y decidido empefio de que se satisfagan
los deseos del mismo Gobierno. ïQué mas
pueden los cristinos pedir de dicho Ge-
neral? rPor qué razón luego asesinarles
vilmente y sin motivo ni aun pretexto?
Y efectivamente, esta orden del superior
fué fielmente observada por la totalidad
casi absoluta de los franciscos.
Intimamente ligada con esta circular
viene la siguiente Real Orden:
«Colocado el Gobierno de S. M. la Rei-
»na Gobernadora en una actitud rigorosa,
>>y dispuesto a reprimir eficazmente todos
»los excesos que en cualquier sentido
>:'puedan alterar la tranquilidad pública
»en las medidas que dicto, a consecuen-
»cia de partes recibidos sobre las suges-
»tiones que emplearon tres religiosos
»franciscos del convento de la villa de
»Hornachos para agitar los Animós de
«algunos labradores sencillos, fué la de
»manifestar este desagradable suceso al
(i) Diario de Barcelona àeX 1-5 de lebrero de
1834, pàgs. 3S&' y 3Í9.
»M. R. P. vicario general de la orden,
xinculcandole de nuevo la imperiosa y
»urgente necesidad de desplegar la pleni-
>^tud de su autoridad monàstica, no solo
»para el castigo de los escesos en que
«incurriese la imprudència ó mala fé de
>ilos religiosos que degradan hasta el
«vilipendio el honor de su instituto, sinó
»para prevenir la repeticion de tan abo-
»minables escandalós; empleando para
»su remedio los muchos y muy eficaces
>M•ecursos que tienen los prelados en su
»mano cuando se hallan animados del
«ardiente y sincero deseo de recoger el
»dulce fruto de la paz. Este prelado de
>.quien S. M. tiene recibidas pruebas de
»fidelidad, al expresar su profundo senti-
»miento por los extravies de algunos de
»sus súbditos, remitiendo copia de la ad-
»junta circular à los prelados de la orden,
»ha hecho presente à S. M. la conster-
»nacion que le causan las noticias de
»vejaciones, que contra la intencion y
»sentimientos de S. M. la Reina Gober-
»nadora y de su gobierno, han sufrido
»algunos religiosos inocentes que obede-
»cen humildes, y cumplen sus demàs
»votos solemnes. Esta indicacion, unida
Ȉ otras igualmente sumisas y respetuo-
»sas de prelados que merecen la confianza
»de S. M. han contristado su Real animo,
»contemplando que pueden existir perso-
»nas, que con zelo indiscreto, sin respetar
»clases ni condiciones por venerables y
xsagradas que sean, atropellen las ga-
»rantías protectoras de las personas,
»sobre las que descansa el orden social:
»y esta consideracion ha decidido su
»soberana voluntad à manifestar à V. E.
»con este motivo para que lo circula à
»quien corresponda, que la accion del
»gobierno serà tan vigorosa é inexorable
»en reprimir y castigar ejemplarmente
»sin distincion alguna à cuantos desco-
»nozcan ó intenten socabar los funda-
»mentos de justicia que sostienen el trono
»de la Reina nuestra Sefiora Dona Isa-
»bel II, como fuerte para enfrenar las pa-
»siones de los que prevaliéndose de lo ex-
»traordinario de las circunstancias actua-
ANTECEDENTES IIISTÜRICOS
13
>4es se crean autorizados para caminar
»màs alia de lo que exija la debida sumi-
»sion a las legítimas autoridades. Que así
»como no conocerà personas ni clases
»para el castigo de los crímenes y para
«sufocar el espíritu de sedicion que ha
»hecho derramar ya tantas lagrimas,
»tampoco negarà a nadie su benélica pro-
»teccion contra ultrajes ó atentados que
»hagan ilusoria la seguridad personal;
»que la severidad de los castigos 3' la
«vigilància de una proteccion especial
«estaran en armonía con la consideracion
«que merezca cada uno segun su respec-
»tiva clase y carsícter. En esta direccion
«agotarà S. M. todos los medios de su
«autoridad soberana; porque cada dia
«està màs convencida de que solo con
«esta firme imparcialidad pueden obtener-
»se la pacificacion del reino, el sosiego de
»los animós y la confianza general, cifra-
»da en la fiel observancia de las leyes; al
«paso que por otra senda pulularian los
«desordenes, las animosidades 3- vengan-
«zas que sea cualquiera el velo con que
«se encubran, darian como en todas épo-
«cas, por resultado una interminable sèrie
»de reacciones tan injustas como destruc-
«toras. De Real orden lo digo a V. E
«para su inteligencia y a fin de que dis-
«ponga lo necesario a su cumplimiento.
»Dios guarde ií V. E. muchos afios. Ma-
»drid 5 de febrero de lS34.=Nicolas Maria
»Garell3^=Seiïor Presidente del Consejo
«Real* (1).
De esta Real Orden resulta probado
que si en Ilornachos, 3' solo en Hornachos,
ya que solo Hornaclios se mienta, tres
frailes se sublevaron, en cambio, no uno,
sinó «algunos religiosos inocentes» habian
sufrido vejaciones de parte de los libera-
les. Amenaza con decididos castigos el
Gobierno a los agresores, castigos que
las autoridades que deberAn ejecutarlos
cuidaran de convertirlos en ilusorios si es
que ellas mismas no los merecieron. Los
sucesos que muy luego relataré demos-
(i) Diario de llaiwloii.j del i ; de lehrern de
8u. Píg. 3S6.
traran que las palabras del General de
los franciscos fueron realidades, però las
del Gobierno, por obra de los gobiernos
que sucedieron al presente, falsedades.
Expresa la Real Orden que los religio-
sos que toman las armas por Don Carlos
«degradan hasta el vilipendio el honor
«de su Instituto»; mas cuando en 8 de
abril siguiente el Cura parroco de Casti-
llo, al frenie de 50 hombres, ataca a los
carlistas en Linares, y entra en Puerto-
milgalvo al grito de Vira Isabel II , no
tiene palabra alguna de reprobación.
Y en 8 de mayo del mismo ano de 1834
expide una Real Orden, que insertaré en
su lugar, otorgando pensiones a eclesiàs-
ticos que tomaron las armas y batieron a
partidas carlistas, \' se las concede preci-
samente por tales hechos.
Y sigue el Gobierno emitiendo su voz
contra el clero:
V Circular d los prelados del clero
^secular y regular del reino
«Entre los graves males de la guerra
«fratricida que aflige à varios pueblos de
»la Península, ninguno ha causado tan
«prof undo dolor en el piadoso corazon de
»S. M. la Reina Gobernadora; como el de
»haber tomado parte en ella algunos
«individuos del clero secular y regular,
«unas veces entrometiéndose a resolver
«altas cuestiones del derecho publico na-
»cional, que no estan al alcance de sus
»estudios, ni en la índole de sus sagradas
> atribuciones; otras extraviando so color
«de tranquilizar las conciencias, la opi-
»nion de los incautos, con doctrinas que
xproscriben los sagrados cànones y las
«bulas apostólicas, por haberlas abortado
«la carne y la sangre, con el temerario
«designio de hermanar a Jesucristo y a
> Belial; habiendo Uegado en unos cuantos
«la perversidad hasta el punto de acaudi-
«llar con mano armada las facciones de
«los rebeldes.
»S. .\L conoce toda la extension de los
«imprescriptibles derechos inseparables
«de la soberanía, cuyo depósito la esta
«encargado; no ignora el uso de ellos que
14
LIBRO TERCERO. — CAPITULO PRIMERO
*han hecho sus augustos predecesores en
»circunstancias menos imperiosas que las
«presentes, y por hechos que no presen-
>^taban la gravedad, el escandalo ni las
»consecuencias para la Religion y el Es-
«tado, de los que desgraciadamente se
»han patentizado desde mediados de octu-
> bre ultimo: y se siente animada y espera
»que el Todopoderoso cuyo ministerio
»ejerce, para enfrenar al que obra mal,
»le darà toda la fortaleza necesaria para
»salvar el trono, removiendo cuantos
»obstàculos oponga la resistència abierta,
>la insiduosa sugestion ó la connivencia
»estudiada. Però contando con la lealtad
«característica del clero espafiol, y con la
>'fidelidad de sus prelados respectives,
»que jamas desmintieron sus juramen-
»tos solemnes, me manda excitar su zelo
»para que, devorados de él, contribuyan
Ȉ borrar la nota con que ha querido
»mancillar el noble lustre del estado
«eclesiílstico la conducta criminal de los
»individuos suyos, fautores, còmplices ó
> caudillos de alta rebelion, y a extirpar de
»raiz su funesto germen, que en los unos
«arranca de errores anatematizados repe-
»tidas veces por el Vaticano, si bien el
>^orgullo ha pretendido sostenerlos à fuer-
»za de restricciones mentales, ó de inter-
»pretaciones violentas: }• en otras, de la
»inmoralidad y corrupcion de costumbres
>-que han dejado en pos de sí las guerras,
»las convulsiones}' reacciones, sin perdo-
»nar al sagrado de los templos ni al retiro
»de los claustros.
»V. E. conoce' muy bien que no basta
»una exterior y formularia sumision al
»gobierno legitimo de S. M. nuestra au-
»gusta soberana Dofia Isabel II; sinó que
»se necesita una cordial decision, una
»cooperacion positiva y eficaz acreditada
»con actos inequívocos: que es preciso
»desaparezca el fariseismo de rogar por
»S. M. en la coíecta del incruento sacri-
»ficio, mientras que el corazon està muy
«enagenado de su legitimo trono; y que
»no se renueve el grave escandalo de au-
»torizar con el silencio, cuando es tiempo
»de hablar, las palabras injuriosas ó deni-
»grativa5 de S. M., de las Personas Rea-
»les ó de su gobierno; ni el muy criminal
»de proferir las que la antigua ley del
»reino califica de alevosía. V. E. sabé que
»la tolerància de semejantes demasías ha
»dado lugar à que mas de una vez pene-
»trase en el santuario la abominacion de
yda desolacioii; ó sea la apologia, la
«sugestion, la instigacion directa, el acau-
>dillamiento de la rebelion.
»La penetracion de V. E. no ignora el
»verdadero antídoto de males tan horro-
»rosos; ni las ventajas de atajarlos en su
»orígen; ni las facultades que le concede
»para ello su elevado ministerio. Y cuan-
»do la incesante vigilància, los ejercicios
«aufteros, lasreclusiones, las penitencias
»canónicas, la suspension ó privacion con
«arreglo al derecho canónico no fuesen
»bastantes à enfrenar à los díscolos ni à
«satisfacer la pública vindicta que recla-
»maren la Iglesia y el Estado S. M. se
»complacerà en aparecer con el caràcter
»ausiliar de su autoridad, màs bien que
»con el de supletorio de una negligència
»que no espera.
»De Real orden la dirijo à V. E. para
»su inteligencia, y à fin de que por la
«Càmara 5e disponga su pronta comuni-
»cacion a todos los prelados seculares
»y regulares del reino; exigiendo de ellos
»la contestacion y noticia que elevarà
»V. E. à conocimiento de S. M., de las
«providencias que tomen para el puntual
«cumplimiento de las benéficas intenció-'
»nes de la Reina Gobernadora. Dios guar-
«de à V. E. muchos aftos. Madrid 7 de
»febrero de lS34.=Nicolàs Maria Gare-
»lly.— Sr. PresidentedelConsejo Real»(l).
De guisa que, al seiítir del ministro que
cscribe esta Real Orden, el clero carece
de los estudiós necesarios para apreciar y
resolver en su animo las cuestiones del
Derecho publico nacional; de guisa que
estàs resoluciones que al fin pertenecen
en cierto concepto a la Teologia Moral,
estan refiidas con la índole de las sagra-
(i) Diario de Barcelona del ió de febrero de
183^. p;igs. 379 y 380.
AXTKCKDEN'TliS llISTOUICOS
15
das atribuciones de los ministros de Dios;
de guisa que «no basta una exterior y
»formularia sumlsion al gobierno..., sinó
»que se necesita una cordial decision, una
»cooperacion positiva y eficaz acreditada
»con actos inequívocos,» aun cuando se
ruegue públicamente por Isabel II; de
guisa que merece el nombre de «grave es-
càndalo» íautorizar con el silencio, cuan-
»do es tiempo de hablar, las palabras
»injuriosas ó denigrativas de S. iM., de
»las Personas Reales ó de su gobierno;»
de guisa que se mandan actos positives
de isabelismo; de guisa, finalmente, que el
Gobierno pondrà su espada al servicio de
los prelados para castigar a los contra-
ventores. Los que se apellidaban liberales
se atreven a mandar en el terreno del
fondo de la conciencia y a reprobar hasta
el silencio de los que, por otro lado, públi-
ca y solemnemente ruegan por la Reina,
su familia y su ejército.
Aun con peligro de molestar al que este
libro leyere, me atrevo a copiar ademàs
aquí otra Real Orden, dirigida a los supe-
riores de las ordenes religiosas de Nava-
rra y Provincias Vascas; y la copio para
probar mas y mas la fuerza que el Gobier-
no ejerció sobre los frailes, y el modo
obsequiosísimo como los superiores de
dichas ordenes religiosas le sirvieron.
Dice así la Real Orden:
<iEn 4 del presente remití al M. R. P.
»vicario general de S. Francisco la Real
»orden siguiente:
«Los desastres en que se hallan envuel-
»tas las provincias Vascongadasy Nava-
.»rra; la funesta y prolongada duracion de
xlas sediciones y alzamientos que tienen
»conmovido aquel desgraciado país; la
«grave y estrecha obligacion en que se
»halla el Gobierno de apurar cuantos
«medios estén dentro de sus facultades
»para apagar el fuego devorador de las
»discordias, y el deber en que estan todas
»las autoridades eclesiísticas y civiles de
«cooperar lïrme y sinceramente A tan
»beneficioso y cristiano fin, han impulsado
»el Animo de S. M. la Reina Gobernadora
>\x manifestar à V. E. como lo ha hecho à I
»los demàs prelados de las ordenes reli-
»giosas que tienen conventos en aquellas
«provincias, que serà muj' de su Real
«agrado que nombre V. E. de entre los
«religiosos de caràcter, y que por su zelo y
»virtud inspiren todaconfianza, dos comi-
«sarios especiales que en calidad de tales,
»y con las facultades necesarias visiten
«personalmente los conventos de la orden,
«restituyan la observanciade la disciplina
«monàstica donde se haya relajado por
«las actuales circunstancias, amonesten,
«conminen, trasladen y castiguen à todo
«rehgioso que se separe, ó haya separado,
«de aquella senda de virtud y ejemplo
«que tanto conviene al honor de la reli-
«gion como al órden y tranquilidad del
«Estado. De Real órden lo digo à V. E.
«para su inteligencia y gobierno; advir-
«tiéndole que por iguales causasha indi-
»cado ya S. M. à los R. R. Obispos de
«Calahorra, Santander y Pamplona lo
«conveniente de que visitasen personal-
«mente sus respectivas diòcesis en la par-
«te agitada por tan destructoras discor-
«dias.
«En su contestacion me ha dirigido el
«oficio y copia de las patentes que ha
«comunicado, cuyo literal tenor es el que
«sigue:
«Al oficio que recibo de V. E. en que
«me dice que por los desastres en que se
«hallan envueltas las provincias de Nava-
«rray Vascongadas, la funesta y prolon-
«gada duracion de las sediciones y alza-
«mientos que tienen conmovido aquel
«desgraciado país, la grave y estrecha
«obligacion en que se halla el Gobierno
«de apurar cuantos medios estén dentro
»de sus facultades para apagar el fuego
«devorador de las discordias, y el deber
«en que estan todas las autoridades ecle-
»siàsticas y civiles de cooperar firme y
«sinceramente a tan beneficioso y cris-
«tiano fin, han impulsado el animo de
»S. M. la Reina Gobernadora à manifes-
«tarme, así como à los demàs prelados
»de las ordenes religiosas que tienen con-
«ventos en aquellas provincias; que serà
«muy del Real agrado nombre de entre
16
LIHItU TERCERO. — CAPITri-O PRIMKRO
»los religiosos de caràcter, y que por su
»zelo inspiren toda confianza, dos comi-
»sarios especiales que en calidad de tales
»y con las facultades necesarias visiten
ypersonalmente los conventos: digo que
»obedeciendo gustoso hasta las insinua-
>ciones de nuestra augusta Reina Go-
»bernadora y las de su sabio y justificado
>gobierno, y cooperando à los rectes
vfines de que estan animados abrazando
»el medio que se me propone de mandar
vdos comisarios a aquellas provincias, he
»determinado nombrar por medio de
«patentes à los M RR. PP. Fr. Pascual
>>Asensio, Lr. jubilado, exprovincial de
)-la provincià de Aragón y difinidor gene-
vral de la Orden, y Fr. Faustino Dueíïas,
»Lr. tambien jub., exprovincial de la de
»Burgos y difinidor general, el primero
>^para que pase a Navarra, y el segundo
>và las provincias Vascongadas. Me parece
»que, atendido el caràcter natural de los
»dos, y la representacion quetienen en la
»orden, su zelo y amor à la paz y que
»todos los religiosos vivan como tales,
»cumpliendo los deberes de su santó ins-
»tituto, son los màs à propósito para
«Uenar los deseos de nuestra Reina Go-
»bernadora, de su gobierno y los míos.
»Para satisfaccion de V. E. incluyo una
>:'Copia de las patentes que debò remitir
»por correo ordinario; igualmente incluyo
>4as contestaciones de los provinciales
»de la de Santiago 3' de la de San Miguel
»supra Tagum, y espero la del de San Mi-
xgue! infra Tagum que son las provincias
>/limitrofes de Portugal.
»16 de febrero de 1834» (1).
V anade el Diario: «A consecuencia de
»las Reales ordenes anteriores dirigidas
Ȉ los RR. Obispos y prelados, el de
»Calahorra y la Calzada se halla en Vi-
»toria despues de haber comenzado su
vvisita en la parte sublevada de su dióce-
»sis. El de Santander ha manifestado que
xestà pronto à ejercer en iguales términos
(i) Diario de Barcelona del 16 de tebrero de
i8;4. pàgs. ?8i y 382.
»su santó ministerio. Asimismo se han
vrecibido en las secretarías de Gracia y
»Justicia diferentes contestaciones de los
xprelados de las ordenes religiosas indi-
»cando las providencias adoptadas para
»que lo màs pronto posible se presenten
»en las referidas provincias los PP. Co-
>>misarios que tienen designados...» (2)
Por Real orden de 7 de marzo del mismo
1834 dice el Gobierno a los Comisarios
regios de las provincias del Norte que
«S. M. se ha servido mandar que \^. S.
»tenga sobre los individuos de ambos
«cleros una vigilància cuidadosa, especial
»y sin interrupcion...» (3). Y no continuo
la transcripción de esta Real orden, en
la que se baja a minuciosísimos porme-
nores, ni la de otras anteriores, por-
que no se refieren a nuestra Catalana, a
la cual se limita mi trabajo. El hecho de
que todas estàs disposiciones del Gobier-
no sobre el clero se refieran solo al Norte,
prueba la templanza del de Cataluna, la
que hacía innecesarias aquí tales medidas.
Las autoridades eclesiàsticas, siempre
prudentes, al notar la ojeriza acerba de
los liberales contra los religiosos, com-
prendieron que poner a estos en caminos
y reuniones era exponerlos a mu\' segu-
ros peligros, y dar pie a la exageradísima
suspicàcia de quien veia un terrible ene-
migo dentro de cada habito; y asi el
Nuncio de Su Santidad autorizó al Padre
General de los Mercedarios (y como al
mercedario autorizaría quizà a los de
otras ordenes) para suspender los capí-
tulos provinciales. El Padre General en
1.° de marzo de 1834 pasa la orden al Vi-
cario provincial de Aragón y Cataluiïa,
Padre Joaquín Aramburo, y éste en 7 del
mismo la circula a los conventos. Por
ella se suspende el capitulo provincial, y
se habilita para que continuen en el
mando el mismo provincial de entonces
(j) Diario de Barcelona del 2 de marzo de
1^34, Piigs. 496 y 497.
(3) Diario de Barcelona del ií de marzo de
1854. pàgs. 602 y 603.
AN I ECííDENTKS riISTORICOS
17
y los mismos superiores locales hasta la |
reunión del capitulo (1). I
Para el curso y sesgo de la política la |
medida mas importante que se tomo en |
los días en que estamos, fué sin duda la
creación de la milicia urbana, efectuada
por decreto de 16 de febrero de 1834 (2),
en tal forma que se excluia de ella asi a
las masas carlistas como a las revolucio-
narias. Estàs emperò pusieron el grito en
las nubes, y los gfobernantes liberales
tuvieron que daries oidos, y así ampliaron
las admisiones hasta líneas casi ilimita-
das {?.), con lo que la revolución adquiria
en Espana un poder decisivo, y el go-
bierno quedaba a ella supeditado.
En Cataluna el General Llauder ya
antes habia puesto en manos de volunta-
rios no pocas armas. En el Diario de
Barcelona del 5 de enero del mismo afio
de 1834 se anuncia la formación en el
llano del Llobregat de un batallón que
se apellidarà Séptimo ligero, de voUih-
tarios de la reina Isabel II (4). Llauder
en Cataluna «formó batallones de volun-
xtarios urbanos,') escribe el continuador
de Don Modesto Lafuente (5).
Por lo que toca a conventos, la disposi-
ción mas importante que con motivo de
la guerra civil dicto el Gobierno de
Madrid es el siguiente
«Real Decreto.
»Los asilos que la religion ha consagra-
- do al retiro y a la virtud no pudieran
;convertirse en centros de rebelion sin
> mengua y daiïo de los mismos institutos
«que son objeto de la veneracion de una
>-nacion catòlica. Mas como una lamenta-
(i) P. Josó Antnniíi dari. .\nales n criinica clc
{■■s Mercedarios. inèdita, iln esla l'echa.
(j) Las bases para la oi-j;anii<av;lc'in de la mili-
cia son de i'> de l'i-hi-ero. y il Real dcvreto orj^ani-
/àndola es de i. ' de marzi) de i^^m. Diario .ic llai-
cclona de 1 1 de marzo de i^^^, pàfí. 5"!^.
(;) Sr. Gebhardt. C^Hi-a cit.. tomo \II, pàfii-
nas o V lui
(^) Pàgs. ,^y !5.
(,) Histori.i o-cHcra/ .ie A's/•aini conliíiiia.iii
por Don Jii.lii Wilei.i. tomo XX, pàfr. íJ.
'>ble experiència ha hecho conocer que al-
gunes monasterios y conventos han sido,
'V son, protanados con hechos y planes
^subversives; deseando atender junta-
«mente à la seguridad del Estado y al
'.decoro y santidad de los claustros, he
^'Venido en decretar lo siguiente:
'>Artículo 1.° Queda desde luego su-
i'primido el monasterio ó convento, sea
»cual fuere el instituto, del que se hubie-
»re fugado para pasarse a los rebeldes
«algun individuo de la comunidad, si
»dentro del termino de 24 horas no diere
»parte el prelado a la autoridad mas in-
> mediata, y acreditase haber comenzado
>'Contra el prófugo el procedimiento
'.^competente.
»Art. 2." Tambien se suprimirà el
«monasterio ó convento de que se hubiese
»fugado ii los rebeldes la sexta parte de
Ala comunidad.
«Art. 3." Se suprimirà igualmente el
>'monasterio ó convento en que se recep-
>4en, con connivencia del superior, per-
' trechos de guerra, vestuarios, armas ó
«municiones.
«Art. 4.° Asimismo se suprimirà el
«monasterio ó convento en que se justi-
»íique haberse celebrado, con permiso ó
i noticia del superior, juntas clandestinas
«para subvertir el órden ó conspirar
«contra el Estado.
«Art. 5." Los objetos consagrados al
«cuito, pertenecientes à los monasterios
«ó conventos que se suprimieren a virtud
«del presente decreto, se distribuiran por
)los respectivos diocesanes entre las pa-
rroquias màs necesita.las, dandome
'.cuenta de haberlo ejecutado.
«Art. 6." Los bienes muebles é inmue-
»bles pertenecientes a los monasterios ó
vconventos así suprimides, se venderan
«inmediatamente en pública subasta, con
«arreglo a las leyes.
'.Art. 7° El fondo de temperalidades
«que resulte de lo prevenido en este mi
/'Real decreto, se aplicarà al pago de las
«pensiones que Vo senalaré A los padres,
«viudas ó huérfanos de los espanoles
«leales que murieron en defensa del trono
18
•n:Rci;RO. — cai•itli.o
PRI.MEUO
»y de la pàtria; y el residuo, si lo hubiere,
»se destinarà à la extincion de la deuda
»piíblica.
»Art. S.° Las disposiciones anteiiores
»se entenderan sin perjuicio de la forma-
»cion de causa contra los que aparecieren
»reos de conspiracion contra el Estado.
»Tendréislo...
»En Aranjuez a2òdemarzo de 1834 >^ (1).
Este decreto quedo completado por el
otro, siguiente, de unos días posterior:
«Real decreto.
»Deseando que se respeten debidamen-
»te la inmunidad personal de los reli.çio•
»sos y la de los templos, en el doloroso
»caso de que se suprima algun monaste-
»rio ó convento con arreglo a mi Real
»decreto de 26 de marzo ultimo, he venido
»en mandar lo siguiente:
«Articulo 1 ° Los religiosos moradores
»de los monasterios ó conventos que se
»suprimieren segun el citado decreto, se
»trasladaràn a otras casas de su orden
»que designaran los prelados superiores,
»pudiendo conservar con conocimiento de
véstos el peculio que permitan la regla y
»constituciones de su instituto.
»Art. 2." Las iglesias de los conventos
»ó monasterios suprimidos, permaneceràn
»cerradas bajo el cuidado de los respecti-
»vos diocesanos que las destinaran para
»parroquias, ó dispondran que sirvan
»para otros objetos de piedad ó de bene-
»ricencia segun lo estimen mas necesario
»al bien espiritual de los pueblos... En
«Aranjuez ;i 10 de Abril de 1834» (2).
Respecto del clero secular el Gobierno
de Madrid publico estotro
«Real Decreto.— La criminal obstina-
»cion con que algunos individuos del clero
«secular han desoido las reiteradas amo-
«nestaciones de mi gobierno, y... se han
«convertido en fautores y còmplices de
»la faccion que perturba y aflije à la pa-
(i) Diario de liarceloita cli.1 jcleahrll de 1*^54.
pàgs. 74Ó y 747.
(;) Diario de Barceloit.i del 18 de abril de i8í4,
Piifí. 877.
«tria; reclama medidas severas para man-
xtener el lustre y dignidad del clero mis-
«mo y para velar por la seguridad del
''Estado: y a fin de llenar objetos tan
«importantes he venido en mandar lo
«guiente:»
El articulado que sigue a este preAm-
bulo impone pena de ser ocupadas las
temporalidades a los eclesiàsticos que
huyan a los carlistas, que les auxilien,
les encubran, que seduzcan personas para
que se pasen a sus filas, y a los que emi-
gren de Espana sin el competente per-
miso. «En Aranjuez a 26 de marzo de
«1834» (.3).
En Cataluna no quedaba sin ser secun-
dado el rigor de Madrid, 3' aun superado.
El Capitàn General , Don Manuel Llauder ,
en Santa Coloma de Queralt a 13 de abril
de 1834, expide un terrible bando cuyo
articulado dice asi: «Articulo 1.*^ De los
«rebeldes que fueren aprehendidos con
«las armas en la mano sufriràn la pena
«de muerte inmediatamente no solo los
«cabecillas y sus oficiales, si que tambien
«todos los que fuesen reincidentes por ha-
«ber sido indultados ó pertenecido à las
«sublevaciones anteriores, ó por reunir
«otra circunstancia agravante, como la
«de haber inducido a otros à salir de su
«pueblo, ó ser conocidos por perjudiciales
«à la tranquilidad.« Con esto queda enta-
blada la guerra sin cuartel, y aplicación
de la última pena sin formación de causa.
El barbaro bando sefíala penas hasta para
las mujeres y padresde los alzados, como
vamos a verlo:
«Articulo 2.° Los individuos pertene-
«cientes a las facciones que fueren apre-
xhendidos sin llevar armas, ya sea en
«despoblado, ó bien en sus casas ó en otro
»punto, siempre que no se pueda creer
«que las han arrojado viéndose acosados,
«seran conducidos presos à disposicion de
«los Gobernadores de las plazas màs in-
«mediatas, quienes cuidaran que se for-
»malicen diligencias en que conste dicha
(1) Diario de Barcelona del j de abril de lí^?-).
ANTECEDKXTES IIISTÜRICOS
ic»
»calidad y me daran parte para desti-
»narles a Ultramar conforme à lo dis-
»puesto para las facciones de las provin-
»cias Vascongadas en el Real decreto de
»2i de enero ultimo, sin perjiücio de que
»si constase de que hubiesen cometido
»otros delitós, se les aplique por el tribu-
»nal competente la mayor pena à que se
»hubiesen hecho acreedores.
»Artículo 3." Las personas que pres-
^•ten ausilio de armas, municiones, víve-
»res ó dinero à los mismos rebeldes, ó que
«favorezcan y den ayuda à sus crimina-
> les empresas por medio de avisos, con-
»sejos ó en otra forma cualquiera, seran
»considerados como traidores y conde-
»nados a la pena de muerte prèvia la for-
>;macion de causa, con arreglo al Real
«decreto vigente de 1 ." de octubre de 1830;
»que así mismo se guardarà y cumplirà
»con respecto à los que à sabiendas aco-
»giesen los facciosos, ó tuviesen relacio-
>;nes y correspondència con los mismos y
vcon las justicias y ayuntamientos que
»no diesen parte de la invasion de su
xterritorio con las penas prescritas en el
«mismo y demas casos que en él se ex-
»presan.
«Articulo 4." Las justicias y ayunta-
> mientos de los pueblos formaran inme-
>^diatamente listas de los vecinos que
»hayan ido à la faccion ó hayan emigrado
.>del reino, y las pasaran A sus corregi-
>.dores, quienes dispondràn que por la
>'autoridad local respectiva ó juez del
> partido se forme la correspondiente cau-
»sa, y se proceda al embargo de bienes
»con arreglo a las le\"es y Reales decre-
»tos; y así mismo la daran siempre que
>se ausenten algunos y los corregidores
> estarAn à la mira para que se cumpla
>con puntualidad esta disposicion con
»todos los que ya se hallen en este caso.
^Articulo 5.° En los pueblos de donde
>se hayan marchado ó marchen en ade-
>lante para las facciones individuos de
»su vecindario espulsaràn las justicias
»inmediatamente a las mugeres de aque-
»llos para que vaj'an a reunirse con sus
»maridos. De no hacerlo, seríin escolta-
»das à sus espensas à otro pueblo distante
>'20 horas A lo menos, donde residiran
>bajo la mas estrecha vigilància. Los pa-
>^dres sufriràn la misma pena, però à jui-
»cio de las autoridades locales sobre la
>>influencia que egerzan con sus hijos.
»Artículo 6.° A cualquiera pueblo que
»se deje subyugar por una facción cuya
»fuerza no sea la suficiente para esta
> violència con respecto al vecindario, se
»le impondra una multa pecuniària pro
«porcionada à su culpa, 3' aplicable a los
vgastos extraordinarios de guerra. Esta
»multa deberà satisfacerse por los indivi-
>:duos del Ayuntamiento y las personas
»mas pudientes.
«Articulo 7." Si la sublevacion se veri-
»ficase sin oposicion dentro de un pueblo
»que por su vecindario ha podido impe-
>'dirla, ó cuando menos repelerla y des-
ítruirla, seran espulsadas inmediatamente
»aquellas personas mas sospechosas por
>jsu mala nota é influencia perjudicial, su-
»friendo ademàs con los individuos del
> Ayuntamiento las multas de que habla
«el articulo anterior.
«Articulo 8.° Los Reverendos curas
«parrocos, vicarios y capellanes de los
«pueblos, y las corporaciones eclesiàsti
«cas de dentro y fuera de poblado, estaran
«sujetas a las mismas responsabilidades
»en iguales circunstancias (ijiii' las secii-
»lares); y debiendo ser ajentes activos de
»los intereses del gobierno de la REINA
«nuestra Senora bajo cuya proteccion se
«hallan, seran tambien residenciados por
«su apatia y ostensible indeferencia en
> no hacer uso de los medios públicos y
>secretos que les presta su ministerio
para que se conserve la paz y se eviten
»t()dos los actos de desorden.
»Artículo 9." Las autoridades locales
»y empleados públicos de los pueblos que
«fueren inmediatamente amenazados de
»ser invadidos por los rebeldes con una
»fuerza mayor, deberiin retirarse A la
«cabeza de partido ó capital, ó al punto
«libre que juzguen mas A propósito; que-
»dando comprendidos en esta disposicion
«los reverendos curas parrocos y todo el
20
LIBRO TERCERO. — CAPITULO PRIMKUO
>^clero secular y regular, y se les darà
»alojamiento y todo el ausilio posible;
> debiendo los gefes de la fuerza armada
«dispensaries toda proteccion y hacerles
>4ener y guardar las consideraciones de-
>:'bidas; en el concepte que el que contra-
»viniere serà castigado tanto por su
»inobediencia como por la sospeclia que
»inducirà su comportamiento y no se ad-
»mitira pretesto ni escusa alguna.
«Articulo 10.° Los gobernadores y i"e-
»gidores en sus respectives distritos ha-
»ràn vigilar constantemente y prender à
»cualquiera persona que difunda noticias
»ó voces falsas, ó alarmantes, y sin per-
»juicio de que en los casos que resulte
»mayor gravedad se proceda a la fornia-
»cion de causa, podran en los demàs de-
»terminarlos gubernativamente con impo-
»sicion de multas para gastos de guerra
»de que se llevarà cuenta y razón, y con
»las demas providencias de precaucion
»que juzguen oportunas que se ejecuta-
»ràn sin perjuicio de que puedan acudir
»los interesados à mi autoridad si se
»creen con agravio de diclias providen-
ícias.
«Articulo 11.".. ..
«Articulo 12.°
»Dado en Santa Coloma de Queralt à
»13 de Abril de 1834» (1).
rPuede darse un decreto màs tirànico
que el presente? Por él las personas y
bienes de los ciudadanos quedan por com-
pleto a merced del capricho de los esbi-
rros de Llauder. Por él, y especialmente
por su articulo 7.", se establece la terrible
ley de los sospechosos. Però miremos solo
a los eclesiasticos.
«Debiendo, dice, los eclesiasticos ser
«ajentes activos de los intereses del go-
«bierno de la REINA bajo cuya protec-
»cion se hallan.» De modo que no les ha
de bastar a los eclesiasticos abstenerse
de todo acto punible, sinó que deben con-
vertirse en agentes activos del partido
liberal, y ahincadamente trabajar por el
(i) Dijiio Jc liarceloiia del
183-j, pàgs. de S58 a f-*On.
triunfo de la causa de Isabel II. Favore-
cer a la causa carlista, y hastano comba-
tirla cuando se hable en favor de ella,
merece castigo, según arriba nos enseiió
el Gobierno; però callar cuando se trata
de la isabelina, y aun no defenderla, me-
rece gra ve castigo.
Y continua el ucase de Llauder: «Seran
> también residenciados por su apatia y
«ostensible indiferència en no hacer uso
«de los medios públicos y secretes que
«les presta su ministerio para que se
«conserve la paz.» Es decir que a la cau-
sa isabelina deben servir los ministe-
rios, los públicos como el de la predica-
ción, y los secretes como el de la confe-
sión. iCuànto espíritu de partido! iCuílnta
tirania!
Después de tanto dar y tomar sobre el
clero, ocurre preguntar: rliabía en Cata-
luna motivo y razón para atarle con
medidas tan rigurosas? ;Alzàbanse en
armas los capellanes y los frailes? Deteni-
damente llevo registrades les números
del Diario de Barcelona desdelos princi-
pies de la guerra hasta la fecha de la
anterior disposición del Capitàn General.
Abundan allí les partes oficiales dando
cuenta de las circunstancias de las parti-
das carlistas y de su persecución; j sin
embargo no topé con mas noticias de
eclesiasticos alzades que con las dos si-
guientes. Un parte oficial inserto en
dicho periódice, número del 13 de febre-
ro de 1834, anuncia haber side cepada
por el jefe de Rondas Volantes Don
Francisco Jornet la de Don Francisco
Pare cenocido por Bagarro, y que entre
sus individues se contaba el religieso
Camile, o Agonizante, de la casa de
Barcelona, Don Pablo Tusquellas (2). El
parte escribe la lista de los nombres
de todos los individues, que suman muy
pocos, y entre elles solo Tusquellas per-
tenece al clero, circunstancia que indica
que desempefiaría el cargo de capellan.
El Diario del 18 del mismo mes anuncia
(j) Pd-s. 555 y 356.
ANTECEDEXTES IIISTORICOS
21
que Pare y Tusquellas fueron fusilados
en San Feliu de Codinas (1)
Otro parte oficial, suscrito éste por el
Capitàn General Llauder, en Barcelona
a 3 de marzo de 1834, da cuenta de la
completa destrucción de una partida
carlista de la provincià de Gerona, man-
dada por Llauger, y dice: «Una sola ga-
»villa de treinta hombres pudo reunirse
»de los muchos que la faccion creia con-
>-tar para el trastorno, no obstante de
>4iaberse puesto a su cabeza el pàrroco
>/de Oix, y el ecónomo de San Salvador
»de Viafla, \' de estar con ellos el padre
> LloN^eras Carmelita calzado, que se
> fugó de Gerona, de donde se ausenta-
> ron tambien los Capuchinos Fr. Buena-
vventura de Mataró y Fr. Vicente de
>'Sarrià...» (2). El parte no expresa que
los capuchinos se agregaran a las filas
carlistas, y sí solo que «se ausentaron.»
Xo debe olvidarse que mientras Llau-
der gobernó en Cataluna, y mientras no
fueron atacados los conventos é institu-
tos religiosos, las partidas carlistas no
pudieron levantar cabeza, y a seguida de
su alzamiento caían en poder del Gobier-
no. De aquí se sigue que de figurar frai-
les entre los alzados indefectiblemente ha-
Uàramos sus nombres entre los aprehen-
didos como hallamos el del infortunado
Tusquellas. Llevo escudrifladas todas las
pAginas de los diarios de aquelles días; y
ni en ellas, ni en los numerosisimos datos
de los archivos así civiles como militares
y eclesiàsticos, ni en las relaciones orales,
he encontrado en aquelles tiempos del
1S34 y principios del 3vT otros frailes car-
listas que los mencionades. No creo, pues,
que en Catalufia, a lo menes, existiera
motivo para tanto rigor, y opino que en
el sesudo animo de nuestro estado ecle-
siastico abundabaen aquelles diasmuche
míís el temor, y aun el amilanamiento,
que el ardor bélico. Quien intente comba-
tir este aserto cite hechos, y solo ante
(i) Pàjí. 306.
(-•) Diario de lljiiceloiia del .) de marzn du
iS?4. pa;;. íii.
ellos confesaré mi error. Que con poste-
rioridad al tiempo en que estamos ahora
algun religioso pasó al campo carlista
no le niego; però aún entonces fué solo
alguno muy contade.
Nótese también que estos mis juicies se
refieren a Catalufia, pues respecto del
clero secular del Norte de Espaüa leo en
los periódices de entonces la prescripción
de varies sacerdotes y la incautación de
sus beneficies per el Estado (3); mas ni aun
en aquella època, por le que toca al
regular del Norte, se habian visto les
actes de carlisme que después, al decir
del Gobierno, se vieron en algunes con-
ventos de allí.
Ya que tratamos de clérigos con las
armas en la mano, de clérigos que fe-
mentan el alzamiento, ya que tal acte se
condena per el Gobierno come indigno
del sacerdocie, y ya, finalmente, que
ahora en el presente relato nos hallamos
en abril de 1834, debe copiar el siguiente
parte oficial del Capitàn General de
Aragón:
«El gobernador miUtar y político de
»Alcaniz y su partido con fecha 14 del
»actual me dice lo que copio. =Excmo.
»Sr: Son las nueve de la manana y acabo
> de recibir oficio de la justícia de Puerto-
»milgalvo de fecha 10 a las 7 de la manana
»en el que me dice que a las doce del dia
»anterier llego a dicha villa el Sr. Cura
»del lugar del Castillo con 50 paisanos
>:del mismo lugar y del de Ludientes, tedos
«armades y ademàs un tambor, gritando
»viva ISABEL II y la REINA goberna-
»ra, los cuales dijeron que venían de ata-
»car a los facciosos que había el dia 8 en
»Linares..., pidieron raciones, se les die-
>ron, y después se marcharon hàcia
»Villahermosa.
»Zaragoza 15 de abril de 1834.— Ezpe-
leta» (4).
(i) Diario de Itarcelona del 21 de abril de iS;.).
pàg;. 898, y de 17 de junio de \S^^, pàg. 1 íq.•;.
(4) Diario de liarcelona del J-| de abril de
1854. pag. O-M.
22
Llimo TERCERO. — CAPITULO PRI.MERO
A lo que se ve, tomar los sacerdotes
armas por Isabel no degradaba al sacer-
docio, y sí por Carlos.
La g-obernación del Estado espanol
había puesto sus pies en la pendiente
de la revolución, se había entregado en
manos de los partidarios de la reforma,
y aun las había armado con miles de
fusiles; no entraba en lo posible detener
el ràpido curso del descenso, y así Mar-
tínez de la Rosa, en 15 de abril del mismo
afio de 1834, dió una como constitución
liberal, a la que se apellidó Estatuto
Real, y por la que se creaban dos cama-
ras, la de los provectos llamada Esta-
mento de los Próceres, y la popular, de
nombre Estameuto de los procuradores.
«Llamóse Estatuto real, y es evidente
>^que con ella, por mAs que pareciese
»insuficiente y sobrado restringida a las
»exigencias del partido Hberal exaltado,
»que de mil modos trató de desprestigiar-
»la desde su origen, se produjo un cam-
»bio político gravísimo y radical en la
»situacion de la monarquia, volviendo a
>:•abrir el campo à los debatés sobre la cosa
»pública» (1). Con estàs formas de que se
revestia la monarquia de Isabel y Cristina,
cada dia se iba ahondando mas la sima
que sepíiraba los dos campos radicales
que luchaban en Espana, pues a la cues-
tión político-religiosa y a la dinàstica
agregàbase ahora la puramente política
o de forma de gobierno.
Por los cúnones y leyes cristianas de-
ben los bienes eclesiàsticos gozar de la
llamada inmimidad real, o sea inmunidad
del pago de contribuciones. Mas los go-
biernos espanoles, acudiendo a Roma,
obtenían durante el siglo XVIII permisos
para exigir grandes contribuciones o
prestaciones, de modo que en tiempo de
Godoy dichos bienes se vieron muy recar-
gados con pagos. F"inalmente esta tribu-
tación se regulo, y quedo establecida
bajo el nombre de Suhsidio eclesidstico,
de cuyo reparto el poder civil tenia la
(i) Sr. Gebhardt. Obra cit.. tomo \'II, pàg
na lo.
resena. En los tiempos que trato ahora,
Llauder, facultado por el Gobierno, ha-
bía establecido en CataUma sobre el clero
otra contribución, contribución de guerra
llamada subsídio extraordinària. Ade-
mas de ella pidió el donativo de que se
da cuenta en la circular siguiente que
vino en los periódicos. De todas las con-
tribuciones màsampliamente, y con todcs
sus pormenores, trataré adelante en el
articulo 5.° del capitulo VIII de este mis-
mo libro III.
«Circular pasada d los Prelados de
>yvarios Monasterios» por el Capitdn
General Llauder.
«Ordas de facciosos que han perturba-
»do la tranquilidad à que era acreedor
»este reino despues de largos afios de
»amargas vicisitudes, han hecho indis-
»pensables gastos estraordinarios que
»deben gravitar sobre todas las clases
»del Estado. La seguridad misma de
»los asilos de la virtud solitària reclama
»imperiosamente el esterminio de los van-
»didos que por mas que invoquen la Reli-
»gion, son los primeros en ultrajarla.
»Desgraciadamente algunos Eclesiàsticos
»mal avenidos con su estado han aparcci-
»do en las gavillas facciosas; y aunque el
»clero que se deja guiar del espíritu evan-
»gélico los odie y abomine, dejan una
»impresion fatal en la opinion de la mul-
»titud, que podria tener desagradables
»resultados, si la autoriJad no desplegarà
»su energia y V. R. no desmintiera con
»hechos positives, las voces que han
»cundido en la masa del pueblo. En estos
«momentos se presenta a V. R. la ocasion
«oportuna de acreditar su lealtad à la
«REINA Ntra. Sra. y de hacer ver que
«injustamente se tendría por enemigo del
»actual gobierno, el que desplega su ge-
»nerosidad para mantener y equipar à
»sus defensores. Hallandome pues en
»apuros para el vestuario, armamento y
»sostenimiento de los voluntarios de Isa-
»bel II que dejan sus hogares para que se
»conserve la tranquilidad pública, como
»igualmente para la formacion de las
»companias corregimentales mandadas
23
»establecer por Real orden de 22 de mar-
))zo ultimo, como igualmente para dar
>/OCupacion ú los jornaleros que queden
>-sin trabajo, espero que V. R. concurrirà
>.con rs. que se servirà hacer efectives
>antes del 1." del próximo mayo en la
»Depositaría establecida en esta ciudad à
)-carg:o de D. Francisco de Milans y de
«Duran que vive en la calle de Moncada.
»No tengo la menor duda de que V. R.
>/se prestarà con satisfaccion a la entregfa
»de la espresada cantidad que reclaman
- imperiosamente las actuales circunstan-
>cias. La REIXA Xtra. Sra. recibira de
)V. R. este testimonio de lealtad, y yo me
>complaceré en elevarlo a su soberano
conocimiento; Catalana vera con placer
>el esmero de V. R. en hacer causa
»comun con la razon y la justícia, y los
> pueblos vecinos à ase Monasterio, partí-
' cipes de la generosidad de V. R. y con-
>A'encidos del buen espíritu que le anima,
>seràn los primeros defensores de esos
>cenobitas contra cualquiera que osa-
»re turbar la tranquilidad y santidad del
xclaustro.— Dios g/''^ à V. R. m. a.— Bar-
-celona 21 de abril de 1834-Al R. P.
>•Prior y Monasterio de...» (1)
Varias reflexiones engendran las pala-
bras de este documento. En primer lugar
aparece que el lenguaje oficial en 1834
continiia, como en 1S22 y 1823, empleando
la mayor acrimonia e insulto contra las
personas del bando opuesto. Llam.a a los
carlistas «orcitis de facciosos, gavillas
«facciosa>, y va>it/í(íosy> (sic), y este pro-
vocativo lenguaje no solo lo usaba Llau-
der, sinó otras autoridades en cuyos
documentos públicos se leen denomina-
ciones tales como de «gavillas de bandí-
hdidosD (2) y otras no menos acres.
En segundo lugar, llega el atrevimien-
to de la autoridad superior cristina a
efectuar lo mismo que tanto condena en
las partidas carlistas, a saber, las exaccio-
(l) Diariú de llarceloii.i del jó de ahril de
i«3-l. pàfçs. gw y g^.i.
(j) Alocución inseria en cl Diario de Barce-
lona de 17 de mayo de 1834. p;!}?. iioo.
nes de dinero para el sostenimiento de la
guerra. En tercer lugar apena profunda-
mente el animo del imparcial leer que se
exigen sumas precisamente para armar a
las fuerzas que muy luego debían emplear
sus bayonetas en asesinar religiosos. Y
finalmente irrita el engafio de la esperan-
za en el amor de los pueblos cristinos,
amor que, según el Capitàn General pre-
gona, serà el resultado del pago por el
monasterio de la cantidad exigida.
Y con no pecar de cortas las canti-
dades demandadas, los monasterios con-
testaron d:indolas.
He aquí la primera contestación, que
fué la de la Cartuja de Montalegre:
«Excmo. Sr.— Para poder dar cumpli-
> miento al oficio que V. E. se sirvió diri-
>/girme de lecha 21 del presente mes,
»recibido el dia de hoy, he enterado a
>^esta Rda. Comunidad de todo su conte-
> nido, en especial del pedido de mil duros
>^que para las necesidades del Principado
»sefíala V. E. à este Monasterio; y pene-
*/trados estos VV. PP. de cuantos justos
»como urgentes motivos tiene {\ bien
>/V. E. patentizar, hemos convenido unà-
»nimes (sin embargo las muchas atencio-
»nes à que diariamente acude esta casa
»en alivio de la indigència) hacer efec-
«tiva, antes del 1." del próximo mayo,
'la referida cantidad de mil duros en la
xdepositaria que esta a cargo de D. Fran-
»cisco Milans y Duran indicada por
»V. E.— Esta es otra de las ocasiones,
>;Excmo. Sor., en que esta Religiosa
vComunidad ha acreditado su caritativo
»celo en favor de las necesidades del
»Estado, con la misma liberal mano con
>;•que ya lo tenia verificado, y conforme
»me persuado tendra \'. E de ello cono-
»cimiento. No pretendemos mérito en
>/ello, ni otra satisfaccion, que la que nos
/.cabé de hallarnos bajo los auspicios de
»V. E., en cuyo vigilante gobierno depo-
»sitamos todo cuidado, y nos prometemos
»de su Superior proteccion vivir tranqui-
//los en la mansion de este silencioso y
fcsolitarioasilo.— Diosg.*!* Montealegre
»24 abril de 183-1. — Excmo. Sr.— Fr. Nico-
24
I.IKKO TICRCIiKO. — CAPITLLO PRIMICRO
»làs Pineda Prior.— Excmo. Sr. Capitan
»Genei•al de esta Ejército y Principado.»
«Estamos autorizados, anade el Diario
y>cie Barcelona, para manifestar lo grato
»que ha sido a S- E. la contestacion del
»Rdo. Padre Prior de JMontealegre, y de
»lo que aprecia la buena voluntad con que
»toda su Comunidad se ha apresurado à
»responder a su llainamiento, contribu-
>;yendo à los importantes lïnes de la con-
»servacion de la paz y tranquilidad de
»este Principado que S. E. cuidara disfru-
»ten estos Religiosos con la proteccion
»debida en su pacifico retiro» (1).
El tono del precedente suelto del Diario
(«estatiios antorisacios para mani/es-
y>tary>) indica que éste ha sido a lo menos
inspirado por el Capitàn General, y no
poco contribuiria a engendrar en el animo
de los religiosos la idea de que estos sus
cuantiosos donativos formaban el precio
de su seguridad. Los hechos demostraron
dentro de un atïo cómo se estimaron tan
costosos sacrificios.
En estàs exacciones quiso Llauder
tener asesores y coadjutores de valia,
y en una alocución de 25 de abril escribe:
«Aunque los facciosos de Catalufla dis-
»persos y amedrentados no tienen aliento
»para pelear, abundan en deseos de
»arruinar los pueblos indefensos, saquear
»los domicilios de la lealtad y asesinar
«cobardemente al inocente que cogen
»desprevenido. .» jEse era el lenguaje de
los que predicaban la paz y la unión de
todos! En su consecuencia, para acabar
de exterminar a los enemigos y evitar
nuevos alzamientos, nombra una junta de
personas notables que le asesoren en
el asunto de arbitrar medios para atender
a la formación de cuerpos de voluntarios
corregimentales y para el arreglo y mo-
vilización de los de urbanos. Las per-
sonas nombradas son el Obispo de Barce-
lona, el Intendenta del Principado, el
Subdelegado de Fomento, el Auditor de
(i) Diario de Barcelona del
1854, pàg. 0-|0.
guerra, Don Joaquín Rey, el Canónigo
de Santa Ana Don Alberto Pujol (Pujolet
el ex agustino), Don Juan Homs, el Mar-
qués de Monistrol, el Barón de Foxà,
Don José Plandolit, Don Ramon de Cis-
car y Don Manuel Lasala. Y el medio
que se adopta es la imposición de un"a
contribución (2).
El primer lesultado de la circular
de arriba dirigida por Llauder a los mo-
nasterios, nos lo manifiesta el mismo
Capitan General en el siguiente docu-
mento. De paso notarà el advertido que
el propio escrito nos certifica de la ver-
dad de mi aserción de que el clero en
Cataluna se hallaba mas poseido de pru-
dència, temor y amilanamiento que de
espíritu bélico.
«Al publico
»Invitados por mi en circular de 21 de
»abril ultimo los Reverendos Abades y
»Monasterios de este Principado, para
»que contribuyesen con el ausilio pecu-
«niario que, segun sus posibles respecti-
»vos, senalé à cada uno de acuerdo con
»la Junta consultiva de arbitrios, por un
»cAlculo aproximado, he tenido la com-
»placencia de ver que abundando en los
»mismos sentimientos patrióticos que se
sapresuró a manifestarme el Monasterio
»de la Cartuja de Monte-Alegre, y tuve
»la satisfaccion de hacer públicos en com-
»pensacion de mi aprecio, se han suce-
^sivamente prestado con igual largueza
»los demàs espresàndose en los términos
«siguientes:
»E1 Prior y Monasterio de Scala Dei.
»=Excmo. Sr.=Convencido de lo mucho
»que interesa A este Real Monasterio el
»aprovechar cualquiera ocasion que se
»presente de acreditar su inalterable leal-
/>tad y constante amor à la Reina nuestra
»senora Dona Isabel II y a su gobierno, y
»deseoso de contribuir en cuanto me sea
»posible à que se conserve la tranquili-
(2) Diario de Barcelona del ib de abr
1854. pàgs. 937. 938 y i>v).
ANTICCEDENTES IIISTORICOS
25
»dad pública con el exterminio de los que
»la perturban, 3' de dar un irrefragable
«testimonio à la Nacion entera del espí-
»ritu de paz y de conformidad con las
»Autoridades constituidas de que estamos
»animado5 yo y todos mis súbditos, no
)^obstante haber pocos días hace soco-
):'rrido a los voluntàries de nuestra amada
'^Reina de estos pueblos vecinos con la
»cantidad de 3-10 duros, sin otros gastos
■queocurren con el continuo transito de
)^tropas y demas gente armada; y no obs-
)'tante tambien de lo que aun padece este
>'.\Ionasterio por la notòria destruccion
»que sufrió en tiempo de nuestra esclaus-
í/tracion, procuraré gustosamente secun-
»dar los celosos intentos de V. E. hacien-
>'do efectivos en esa Capital, y en el lugar
»que me indica, los 3,000 duros (;;!!) que
»con su oficio de 21 corriente y que recibí
»por el correo de ayer con algun atraso,
»me demanda; por cuyo dicho atraso,
»no sé si podré hallar las letras de carn-
»bio para poner en poder de V. E. la
«citada cantidad con la prontitud que
«espera su memorado oficio. =Esta de-
«mostracion, Excmo. Sr., que con sumo
«placer puedo dar a V. E. 3' a la faz de
«todo el pueblo espanol, espero la acep-
«tarA V. E. como prueba del acato 3'
«veneracion que siempre este Monasterio
«ha tenido al Soberano y a su Gobierno,
»y que elevandolo al conocimiento de
»S. M. la Reina Gobernadora, serA para
»mí y mis súbditos una garantia de su
«benèfica proteccion y amparo.v
Siempre se repite la idea de que el do-
nativo es el precio de la seguridad.
«El Abad y Monasterio de Breda como
>sigue:=Excmo. Sr.=Bien penetrado de
«las tristes >' lamentables ocurrencias que
> afiigen al Reino, 3- de los grandes gastos
«que ocurren para hacer frente à las aten-
«ciones del Gobierno, A fin de lograr el
«esterminio de los rebeldes, y la apete-
»cida tranquilidad de la Pàtria, no he
«podido menos de prestarme gustoso a la
«invitacion de V. E. remitiendo los 500
«duros A D. Francisco de Milans y de
«Duran como me previene V. E. con ofi-
«cio de 21 del actual, aun que, con motivo
»de no tener este Monasterio fondos ni
«rentas comunes, se ha tenido que hacer
«un reparto proporcional entre los poqui-
«simos individuos de esta corporacion,
»de los que la ma3'or parte apenas les su-
«fraga su renta para su subsistència; con
>.todo me complazco en dar este testimo-
) nio de lealtad a la Reina nuestra Senora,
>:de amor à la Pàtria, v' de respeto a las
vinsinuaciones de V. E. mientras eleva-
»mos nuestras fervientes y humildes sú-
«plicas al Ser supremo para la felicidad
><de tan sagrados objetos, y para el acierto
»y prosperidad del Gobierno de la Reina
«nuestra Senora.»
«El Abad y Monasterio de Ripoll dice
«entre otras cosas:=Excmo. Sr.=No obs-
«tante los extraordinàries 3' casi increi-
«bles apuros de este Monasterio, y de
«todos y cada uno de sus individuos,
»cu3'as rentas 3'. aun capitales se han
»invertido íntegramente desde el ano mil
«ochocientos veinte 3' tres en la repara-
«cion de su ruinas y utilidad de este
«vecindario, contribuiré gustosisimo con
«la cantidad de 750 duros que V. E. se
«sirve senalarme en su oficio de 21 del
«corriente para los mu3' dignos é impor-
«tantes objetos que se espresan en el
«mismo Detestando la conducta de
«algunos eclesiasticos, bien que muy po-
«cos, respecto de la inmensa mayoria del
«respetable clero espanol, me cabé la ma-
«yor satisfaccion en poder asegurar a
«V. E. que a nadie cedo en amor, respeto
»y obediència a las autoridades legítimas,
«sin temor de que nadie pueda justamente
«hacer sospcchosa mi inalterable fidelidad
»al Gobierno de la Reina nuestra seftora,
>ni dudar de mi franca y sincera coope-
«racion a una causa tan justa. La con-
«ducta de este Monasterio es, y ha sido
»en todos tiempos y circunstancias, cual
«debió ser, heróicamente leal, moderada
«y pacífica, sin la menor falta ni extravio
«en matèria tan importante."
«El Abad y Monasterio de San Benito
«de Bagesconel oficiosiguienle:=Excmo.
»Sr. = Luego de haber recibido el oficio
26
i.iuRo TERCERO. — r.Aprn i.o primkuo
>/que V. E. se ha servido clirigirme con
>;fecha 21 del que cae, lo manifesté a los
»PP. de este Monasterio, los que asi ellos,
»como yo nos hemos enterado de los apu-
'>ros en que V. E. se halla y singular-
»mente del pedido de 600 duros para
»acudii• A ellos. =Así los PP. de este Mo-
»nasterio como yo, abundamos de los
»sentimientos que V. E. manifiasta en
»dicho oficio; però al mismo tiempo nos
»hemos visto en el sentimiento de no po-
»dernos manifestar a medida de nuestros
»deseos, respecto que agotados los fondos
»de este Monasterio por las vicisitudes
»pasadas, y disminuidas sus rentas (que
»nunca han sido mayores) à una conside-
»rable baja, por la que han sufrido los
vfrutos, que forman principalmente aque-
»lla, se ha visto precisado a reducirse à
>:'la màs estrecha economia y parsimònia,
»mientras que no puede desentenderse de
»calmar los gritos de caridad que la clase
«miserable 5- pordiosera hace resonar
»continuamente en las bóvedas de este
»claustro. = Sin embargo superando todos
»los obstàculos, y í'i fuerza de sacrificios
»que no podrían repetirse, se ha juntado
»la cantidad de 600 duros, la cual segun
»disposicion que he dado, debe obrar en
»la depositaría de D. Francisco de Milans
»y de Duran de esa ciudad a primeros de
»mayo.»
«El Abad y Monasterio de Monserrate
»lo que sigue:=Excmo. S. = En el oficio
»que V. E. se ha dignado dirigirme con
»fecha de 21 del que rige, he visto con
«particular satisfaccion, cuanto V E. se
vinteresa en el bienestar del Estado, y en
>^que los asilos de la virtud solitària ten-
»gan aquella seguridad que necesitan
»para entregarse tranquilamente à los
»rehgiosos ejercicios de su estado mo-
»nastico:» (s/e/iipre la idea de que este
douativo era precio de la seguridad) «en
>.'Cuya atencion, k pesar de las grandes y
»copiosas limosnas que suministra à los
> pobres de los pueblos comarcanos, y con
xespecialidad à aquellos que por los pe-
«driscos del ano anterior quedaron pri-
»vados de sus cosechas, y la manutencion
»de veinte y tres ninos que forman el
»colegio filarmónico, que es el linico en
»Espana, a excepcion del que S. M. la
«REINA Gobernadora ha establecido en
»la corte, entrego a D. Francisco Milans
»y de Duran que es el encargado por
»V. E. la cantidad de los 2,000 duros, que
»es la cuota sefialada por V. E.»
«El Abad y Monasterio de Santas Creus
»espresandose asi: = Escelentísimo Se-
»nor.=Recibido el oficio que con fecha
»de 21 del corriente abril, V. E. se sirvió
«dirigirme; enteré a esta Rda. Comuni-
«dad de su contenido, y particularmente
»del pedido de 1 ,500 duros que V. E. ha
«tenido a bien asignar à este Monasterio,
»para el equipo y vestuario de los leales
«defensores de nuestra amada RIÍINA
«D.'"^ Isabel II y demàs urgencias de este
«Principado. = Penetrada esta corpora-
»cion de los mas puros sentimientos de
«amor, respeto y fidelidad hàcia nuestra
«jóven soberana y REINA Gobernadora,
«sin embargo de hallarse el Monasterio
«sufriendo un considerable atraso por los
«trastornos y vicisitudes de tiempos pasa-
«dos, y socórrer con pan à mas de setè-
«cientos pobres que diariamente tiene a
«sus puertas: resolvió unanimemente ha-
»cer à V. E. efectiva la espresada can-
«tidad, cuya entrega espero realizar antes
«del primero de mayo en la depositaría
«general a cargo de D. Francisco de Mi-
«lans y de Duran, conforme lo prevenido
»en el citado oficio de V. E »
»No menos generosos se han manifesta-
»do, espresàndose con iguales atentas y
«patrióticas contestaciones los demas
«monasterios de este principado, que por
«no ser tan difuso omito transcribir.
»Y para daries una mayor prueba de
»mi agradecimiento, proporcionàndoles
«tambien la del publico, hago ostensibles
«estos rasgos de civismo por considerar-
«los dignos de la pública notoriedad, y de
«suma influencia para la compacta union
«y concòrdia que tanto conviene a la
«defensa de los legítimos derechos de
«nuestra augusta REINA Dona ISA-
«BEL II, y A la seguridad y bienestar del
ANÏECKDE.NTICS IIISTORICOS
»país. Barcelona 4 de junio de 1834.=
> Manuel Llaudeí// (1).
Resucitando empenos del trienio cons-
titucional, ahora con fecha de 22 de abril
de 1834 la Reina Gobernadora expide un
Real Decreto creando la junta eclesiàs-
tica para el arreglo del clero, y le da las
instrucciones por las que esta junta se ha
de regir.
Los nombrados son:
El M. R. Arzobispo de Méjico Don
Pedró José Fonte.
El R. Obispo de Sigüenza Patriarca de
las Indias Don Manuel Fraile.
El R. Obispo de Lugo Fr. Hipólito
Antonio Sanchez Rangel.
El R. Obispo de Santander Fr. Felipe
Gonzalez Abarca.
El R. Obispo de Astorga Don Fèlix
Amat.
El R, Obispo de Huesca Don Lorenzo
Ramo de San Blas.
El R. Obispo que fué de Cartagena
Don Antonio Posadas.
El R. Obispo que fué de Mallorca Don
Pedró Gonzalez Vallejo.
El R. Obispo electo de Almeria Don
Vicente Ramos y García.
El R. Obispo electo de Teruel Don Ma-
riano LifiAn.
Don Ignacio Pezuela del Consejo Real.
Don Tomàs Gonzalez Carvajal de
dicho Consejo.
Don Juan Nepomuceno S. Miguel Fis-
cal del Tribunal supremo de Espana é
Indias.
Secretario Don José Alcàntara Nava-
rro que lo era de la patriarcal.
De la revista de los carmelitas descal-
zos titulada Sait Jiiait de la Cruz son las
siguientes palabras: «El Gobierno formó
>'Una junta de reformas eclesií'tsticas,
>compuesta de Obispos y clérigos adictos
»;'i DoiTa Isabel, y conocidos por sus opi-
>'niones liberales;» y otro autor escribe
que tres de los Obispos de la junta habían
emigrado al efectuarse la restauración
(i) Diario de liarcelona del 5 de junio de
ib»;-), pàgs. de i-•7f^ a i jSi.
de 1823 y algunes de los prelados electos
debían su presentación al ministerio que
creo la junta.
Las mas de las instrucciones dadas
para el régimen de esta junta se refieren
al clero secular. En la 12 se ordena que
se procure la creación de seminarios en
las diòcesis donde no los haya, y que los
pongan «à cargo de personas eminentes
»en santidad y letras, de entre los pàrro-
»cos que hayan dado sólidas pruebas de
»ello y de adhesion inequívoca à los im-
»prescriptibles derechos de Doíia ISA-
>;BEL n.»
La ISdiceasí: «Que los conventos de
»mendicantes por constitucion, ó regla,
>guarden la debida proporcion con las
»verdaderas necesidades de las diòcesis
»respectivas para desempefiar su cargo
»esencial de ausiliares nates.»
La 14: «Que losde monacalesofrezcan,
»segun su verdadera naturaleza en los
»puntos que estime convenientes, un asilo
»à la acendrada piedad y espíritu de
>/abstraccion. Madrid 22 abril de 1834.—
»Nicolas INLaría Garelli» (2).
Ante los rectos principies canónicos
carece el Estado de autoridad alguna
para reformar ni variar la forma de las
cosas e instituciones eclesiasticas; auto-
ridad que reside solo en la Iglesia misma.
Y por mas que a esta abusiva labor y
junta se llame a prelados, esta junta ca-
rece de facultades, porque su jurisdicciòn
y nombramiento no procede del poder
eclesiàstico. Las Iglesias y sus ministros
e instituciones ni son un regimiento, ni
una audiència, ni una oficina administra-
tiva, ni otra organizaciòn secular, sobre
las cuales ünicamente se extienden las
atribuciones del poder humano. Repito
que así iba resucitando el trienio.
Y aquí sigue otra prueba:
«Real Decreto.
»Deseando allanar el camino a la plan-
»tificacion de las saludables y prudentes
»reformas del clero regular, que espero
hiaiio de llarceloiij del
piifís. 101 s y sigs.
de mavo de
LIBUO tkrcf;í<o. — cAPirci.o I'i<i.mi:ro
»proporcionaríl el ilustrado celo de la
»junta eclesiàstica, creada por mi decreto
>;de este dia, he venido en mandar, en
>nombre de mi muy amada Hija Dona
«ISABEl^ II, que se suspenda por ahora
>:la admision de novicios en todos los
»conventos y monasterios del reino; re-
»servàndome autorizar, à solicitud de los
«prelados generales de las ordenes, algu-
»na concesion, si la reclamaré imperiosa-
»mente el bien de la Iglesia 3^ del Estado...
»— Està rubricado deia real mano. En
»Aranjuez à 22 de abril de 1834...» (1).
Por Real orden del postrer dia del mes
siguiente, o sea de mayo, el Gobierno
crea una junta auxiliar de la eclesiàstica
(que se hallaba instalada en el convento
de la Trinidad de Madrid) nombrando
individuos de aquella a Don Manuel
Bedoya, canónigo de Orense, a Don
Gregorio Gisbert, Abad de Arbàs, a Don
Alfonso Sànchez Ahumada, canónigo de
Oviedo, a Don Lucas Melo, al Padre
Maestro Fr. José de la Canal, agustino,
y Don Roque Olcinellas, monje de Ri-
poll (2).
El mes de mayo de este ano de 1834
nos trae otra prueba evidente de la par-
cialidad con que el Gobierno ponia en su
boca el decoro del clero al prohibirle
tomar parte en favor de la causa carlis-
ta. Se halla en la siguiente
«Real orden.
»Excmo. Sr.: Para premiar el mérito
»de D. Manuel Renau, pàrroco de la villa
»de Castillo de Villamalefa, que despues
»de haber derrotado, acaudillando à sus
»feligreses y à los vecinos del inmediato
»pueblo de Lucena, la faccion mandada
»por el Baron de Herves y el exgoberna-
»dor de Morella, haciendo à éste prisio-
»nero con otros varios, ha batido à la
»cabeza de algunos Urbanos, à la gavilla
»del Mayorazgo de Sarrión: se haservido
»S. M. la REINA Gobernadora conce
I »derle 4.000 reales de vellon anuales, y à
»D. Anastasio Gómez Balbé, presbítero
»de Villarubia de los Ojos, que habién-
»dose presentado contra la faccion de
»Locho, fué hecho prisionero, y corrió los
«mayores riesgos hasta recobrar suliber-
»tad, 3.000 rs. de vn. anuales, entendién-
»dose estos dos situados por via de pen-
»sion sobre los fondos de Cruzada...
«Aranjuez S de mayo de 1834.— Nicolàs
>'María Garelli...» (3).
Y ya que a religiosos liberales menta-
mos no quiero prescindir de copiar tam-
bién otra Real Orden, aunque de fecha
posterior, que prueba la misma parciali-
dad del Gobierno. «Ministerio de Gracia y
«Justícia.— Real Orden.— He dado cuenta
Ȉ S. M. la Reina Gobernadora de la expo-
»sicion que le ha dirigido esa comuni-
»dad, pidiendo permiso para enajenar
»dos casas que le pertenecen en la villa
»de Carta3'a, con el objeto de atender con
»su importe à vestir y equipar la Milícia
»Urbana de caballería de la misma; y
»enterada S. M. ha tenido à bien conce-
»derle, mandando que se den las gracias
Ȉ esa comunidad por los leales senti-
»mientos que ha manifestado de Real
>/Orden... El Pardo 16 de noviembre
»de 1834.— Garelly.-Al R."" P. Comen-
»dador de mercenaríos descalzos de Car-
»taya» (4). iTan alejados de la guerra
deben estar para los liberales los fraíles!
Ademàs, hallàndose vacantes cinco be-
neficiós de la iglesia de Begoiia, 3' de-
biendo procederse a la provision de ellos
por medio de oposiciones, el Gobierno,
por Real orden de 12 de mayo de 1834,
prohibe que se admita a la firma para ellas
a ningún aspirante que no sea «conoci-
»damente adicto à la causa de la legiti-
»midad», o sea de Isabel II (5). Esta es
para los hberales la Ubertad de pensar.
(i) Diario de Barcelonci del s de mayo de
1834, pàg. 1017.
(2) Diario de Barcelona del lo de i unió de
183-1. pàg. 13^-1.
(3) Diario de Barcelona de ití de mayo de
ii?54• pàg. II2Í.
(4) Diario de Barcelona de j^ de noviembre
de 1834. pàg. 2724.
(5) Diario de Barcelona del 2, de mayo de
iS;;4. pàg. 1 189.
AXTECKDENTES IIISTORICOS
El Estado espanol caminaba hacia la
revolución. EI gobierno, cuyos individuos
formaban entre los moderades, quiso
detener su desastrosa carrera, y por Real
Decreto de 26 de abril concede indulto a
los individuos que hubiesen pertenecido
a sociedades secretas, però para de aquel
dia en adelante prohibe la existència de
éstas (1).
Una Real orden fechada en 17 de Junio
de este aiïo de 1834 manda que las corpo-
raciones eclesiàsticas de ambos cleros
para ena jenar inmuebles, alhajas y de-
mas objetos preciosos, pidan antes li-
cencia a la Reina, y afiade el Gobierno
que toma esta medida para facilitar a la
Junta eclesiàstica el medio de preparar
las reformas (2). El clero, y aun mejor,
la Iglesia, no podia mirar con buenos
ojos estàs medidas, que, aunque con
moderación en los días del constituciona-
lismo desconocida, dirigian las cosas por
los camines de aquelles tres anos de
persecución. Ademas por Real Orden de
6 de Julio del mismo 1834 se suprime el
colegio de jesuitas de Pasajes, provincià
de Guipúzcoa (3). De su fundación leo
que: «íí fines del aiïo de 1828 se estableció
»un colegio de PP. jesuitas franceses,
»donde se ensenan las primeras letras, la
»religion, las lenguas francesas, latina y
«griega, la retòrica, historia, geografia y
«matematicas» (4). Y se decreta esta
supresión sin que ni un jesuita huyera al
campo carlista.
De la mentada Real Orden son las
palabras que a seguida copio:
«He dado cuenta a S. .\I. la REINA
«Gobernadora de cuanto resulta del ex-
»pediente instruido acerca del estado,
»relaciones y comportamiento de los PP.
(i) üiario de l{jiccloii.i del 7 de mayn de
i8?^. pàií. w>;o.
(j) Dtjrio de Baiceloii.i del 27 de junio de
iKh- Pàfí. MT'I-
(í) Diario de /í.i»vi7üh.i del n de iullude 1^!-).
piig. KMQ.
(^) Diccioitario gcogrAfico uitivei sal. H.tice-
loii.i, iSjJ. Tomo \'II. pàfç. ji>).
»jesuitas del colegio de Pasages ha
»tenido & bien mandar:
»1 ." Que por ahora se cierre dicho
«colegio de jesuitas de Pasages, y todos
»Ios bienes, efectes y alhajas pertene-
>'Cientes A la comunidadse inventarien, y
»custodien cuidadosamente, y se pongan
>.•en administracion, bajo las competentes
'^seguridades, à carge de personas de la
»mayor confianza que nombrarà V. S. de
xacuerdo con el superior de la comu-
»nidad.
»2.° Que à los PP. que en la actuali-
»dad la componen, respecto A ne ser espa-
»neles, se libren sus pasaportes para el
«país de su naturaleza ó cualquier etro
»extranjere que eligieren, intimandoles
»salgan cuante antes para sus destinos.»
Sigue hasta el articulo 6." inclusive (5).
A todo esto la terrible plaga del còlera
morbo se iba extendiendo por Espana y
había entrado va en Madrid. De aqui la
siguiente
«Real erden.
»Deseando S. M. la REINA Geberna-
»dera facilitar a los pueblos aflijidos por
»el còlera-morbo todos los auxilies que
»reclama su triste situacien se ha dig-
»nado resolver lo siguiente:
»Art. 1." Les gobernadores ei viles de
»las previncias en que se esté padeciendo
»ó declare el còlera-morbo, exitaràn el
»celo de los RR. Prelados diocesanes, de
»les venerables cabildos eclesiàstices, de
»las comunidades religiosas, cerperacio-
»nes, empleades, gremios de artes y ofi-
»cies, hacendados y capitalistas de todas
«clases, a tin de que se suscriban con las
vcantidades y efectes que les dicte su
>^amer a la humanidad para el socorre de
«les enfermos en les pueblos centagia-
»dos. ...
«Madrid 11 de julio de 1834.. .« (6).
La revolución, ne satisfecha con las
(;) hiaiio de II.Ji cetona del 1; de julin de
lS;_). pà-. lO^o.
(11) Diaiio de liarcelona del iS de iulio de
lS-|. p;i-. 11.7(1.
30
LIBRO TERCERO. CAPITILO PRI.MERO
concesiones hasta aquí enumeradas, pe-
día mas libertad, o sea màs desorden y
mas hostilidad contra la Iglesia; y así
la situación del Gobierno de Madrid se
apiavaba cada dia «por las sordas ma-
»quinaciones del partido liberal exaltado,
xque no veia el momento de soltar todo
»freno a la revolucion. Sus esfuerzos
»se habian dirig-ido principalmente a soli-
»viantar las pasiones populares contra
>'los institutos religiosos exagerando la
»parte que tomaban en los levantamientos
>/carlistas, y las tristes circunstancias en
>que se halló envuelta por entonces la
>^capital de la monarquia, donde la epide-
»mia empezó a dejar sentir sus rigores,
»le sirvieron para dar comienzo a la con-
»sumación de sus planes» (1).
Desde Esparraguera, en 2 de septiem-
bre de 1834, Llauder da un nuevo rugido
de su furor. Escribe que habiendo sabido
que algunos jefes carlistas han escapado
de los depósitos franceses, y que otros se
hallan ocultos en el Principado, manda
lo siguiente:
«1.° El que abrigase à estos bandidos
»ó sus secuaces en su casa ó dentro de su
»posesion, en cueva, barraca, etc, ó sa-
»biendo su asilo los ocultase sin dar parte
»inmediatamente à la autoridad compe-
»tente, ó à la militar mas inmediata,
»sufrira la pena de ser pasado por las
»armas.»
2° En este articulo establece un pro-
cedimiento sumario para juzgar a los
delincuentes, el que se ha de efectuar en
la cabeza del partido.
«3.° Se consideraran como abrigado-
»res de los bandidos, y sujetos à la misma
»pena del articulo 1.°, à todos aquelles
»que les diesen dinero, sin que les sirva
»de escusa habérselos arrancado a la
»fuerza y con amenazas de muerte.
»4.° La misma pena tendran los que
»desde sus casas ó labores, ó en cualquier
»otro punto viesen ladrones ó facciosos
»en camino, bosque, etc, }- no procurasen
(i) Sr. GL-bhardt. (Jhra cil.. lomo \'ll. pà^
na n.
»dar inmediatamente aviso à su baile,
»regidor ó gefe de fuerza armada màs
»inmediata
»5.°
»6.° Los Cura-Parrocos y Eclesiàsti-
>cos seculares ó regulares que ejercen
>-dignidad en los pueblos à cuyos Bailes
»ó Justicias se les forme causa por haber
»faltado à las anteriores obligaciones,
»podr£ln ser comprendidos igualmente,
»en la misma causa porque el justo res-
»peto con que son mirados les facilita
»ejercer la influencia de su ministerio» (2).
No pecarà de injusto quien moteje de
tirànico y grandemente tirànico este ban-
do, cuyo espíritu trasuda hasta en las
palabras o dictados que da a contrarios.
Llíimales bandidos, ladrones 3' facciosos,
cosa, como ya arriba noté, nada anormal
en aquel tiempo, en cu^'os documentos
oficiales no se nombra a los carlistas màs
que por los epitetos de Dialhechores, rebel-
des, foragidos, infames, vAiidalos, per-
versos, protervos, nialvados, ladrones,
asesinos, liordas de brut al es vdndalos,
etcètera.
En 18 del mismo septiembre de 1834 se
dicta una circular a los ayuntamientos
de esta provincià referente a dos perso-
nas, a las que al tratar de los incendies
de Barcelona veremos figurar. Don Joa-
quin Ayerve, a la sazón solo coronel,
cesa en el cargo de Delegado de policia,
y le sustituye interinamente el coronel
retirado Don Juan de Serralde (3).
Por Real Decreto de 22 de octubre del
mismo aíïo 34 se mandan secuestrar los
bienes de los que se unan a los carlis-
tas (4).
Sobre todo hoi ripilan en la lectura de
los diarios de este tiempo las frecuentes
y largas listas de prisioneros carlistas
fusilados por las autoridades liberales.
(j) Diario de Barcelona del _) de septiembre
de 1834. pàgs. io68 y sigs.
(í) Diario de Barcelona del 25 de sepiiembre
de 1834, pàií. 2220.
(4) Diario de llarcclona del 5 de noviembre
de 1814. pàg. j:;';.;.
I
A.\l LCliUENTES IIISTORICOS
31
Véanse, si no, los partes oficiales inserta-
dos en el Diario de Barcelona de los días
0, 9, 18, 26 de diciembre de 1834, 17 de
enero de 1835 j' otros; y para sola mues-
tia de los muchos casos iguales recordaré
que el Diario del 2 de octubre del ultimo
citado ano notifica al publico, que, ha-
biéndose rendido los carlistas del Raset
de Guimerà, se fusila a él, a siete de sus
jefes y a 62 individuos (1). Horripilan,
repito, estàs frecuentes hecatombes per-
petradas a sangre fria por los pretendi-
dos defensores de la libertad, igualdad y
il'raternidad!
Desde Berga, en 13 de noviembre de
1834, el CapitAn General Llauder toma
providencia contra los somatenes, de los
que se aprovechaban los carlistas, }' en
el articulo séptimo de su bando escribe:
«En los pueblos donde no sea posible de-
«fenderse de estos bandidos» (los carlis-
tas), «acreditaran sus habitantes su deci-
>sión al Gobierno huyendo de sus casas
»para libertarse de compromisos * (2).
V en marzo de 1835 publica un edicto
draconiano cieando las companias de
guias (migueletes) de los partidos de Sol-
sona, Berga y Cardona, y restableciendo
el vigor de los bandos terribles expedi-
des por él en 13 de abril, 2 de septiembre
y 13 de noviembre de 1834 (3).
En el Diario de Barcelona del 30 de
enero de 1835 viene el ascenso a Briga-
(l) Piig. 2.>1I.
(j) Diario de Barcelona del \u de noviembre
df 1854. p;ig. 2613.
(3) IHario de Harccloiia du\ iS de mar/o de
18, S- pàg. ''"9-
dier de los coroneles Don Jaime Carbó,
Don Pedró Munt, al que rauy pronto en
días amargós hallaremos portàndose muy
bien como Gobernador de Vich, y al que
tan mal obro en Barcelona Don Joaquín
Ayerve (4).
En un parte oficial, que sobre la firma
del Brigadier, Jefe de la plana mayor,
Don Antonio Lasauca, publica la Capi-
tania General en 10 de abril de 1835, se
lee que el Gobernador de Villafranca del
Panadés participa que sorprendió al car-
lista Llaugé en Piera, y anade explicando
el modo: «El reten de urbanos advertido
»por el toque de somaten con que avisa-
»ron los PP. Trinitarios la aproxima-
»cion de los facciosos, se puso en de-
»fensa...» (5).
A mediados del mismo mes de abril es
nombrado «Segundb cabo Comandante
»General de este principado el mariscal
»de campo» (General de división) «go-
»bernador de la plaza de Barcelona Don
»Pedro Nolasco Bassa,» al que al fin de
esta tragèdia veremos morir terrible-
mente en su palacio (6).
La resena de los pormenores de la polí-
tica del Principado hame arrastrado a
fechas harto adelantadas. Dejo atràs he-
chos intimamente ligados con el gran
crimen de las matanzas de Cataluna;
demos, pues, un paso hacia atras y expli-
quémoslos, volviendo al ano de 1834.
(4) Pàs- -Mv
tí) Diario de Barcelona del ii de al-ril de
183^. pàg. 801.
(I.) Diario de Barcelona del iS de abril de
iS!5.
«W.
CAPITULO SECUNDO
MATANZAS
DE FUERA DE CATALUNA
ARTICULO PRIMERO
DEGÜELLO DE LOS JESUITAS DE MADRID
MATANVAS DP. I lEUA fiE CAI AI.I
35
p
Jj^igZWfflMM
^S
7/M
^p^^^
líi
n
L\t
M
^s
m
^
^
IRCUNSCRITO
este mi libro
a los sucesos
de la región
catalana, pa-
rece debiera
prescinditde
la narración
de las perse-
cuciones y
m a t a n z a s
perpetradas
allende los linderos del Principado; 3^ sin
embargo, no puedo dejar de resenarlas,
siquiera comoantecedenteshistóricos, ya
que íntimamente ligados con los de aquí,
constituyen sus piemisas y aun comien-
zos. Mucha y clara Ijz ha proN-ectado so-
bre el primero que se ejecutó, o sea el de
Madrid, el senor, no Don Modesto La-
fuente, sine Don Vicente de La Fuente,
de cuya relación en la parte que a dicha
coronada villa se refiere me decia una
de las víctimas de aquella persecución,
mi inolvidable jefe el Padre Don Joaquín
Maria Medina, estàs palabras: '<E1 Sr. La
JiFuente en su obra sobre la fracmasone-
>ria tiene algunas pàginas relativas A los
asesinatos de religiosos en 17 dejuliode
"1834; 3' las que dedica a los de la Compa-
' nia, son, en cuanto recuerdo, bastante
»cxactas» (1). Por otra parte, durantemis
estudiós eclesiàsticos gobernaban nuestro
Seminario barcelonès los jesuitas, y allí,
siendo alumno externo, però principal-
mente cuando iiiterno, traté familiarmen-
te a varios de los que se hallaron en la
mentada persecución de Madrid, hoy ya
todos difuntos; y asi pues, con las noti-
cias de La Fuente, y las que adquirí de
los jesuitas, entonces mis jefes, tejeré el
Nota. — La inicial fuc copiada de un cúdicc del
-ifiio XII del monasterio de San Cugat del X'allés,
(1) Carta que me escribin de.=de \'alcncla en
iS dccpctuhre de i8>^<<.
siguiente relato en lo que se refiere a los
religiosos de la Compafiía.
'<E1 degüello de los frailes de Madrid.
->Este horrible acontecimiento es una de
>'las principales hazanas de las sociedades
Asecretas, y como tal necesita un capitulo
^especial en esta historia, tanto mas
»cuanto que los escritores liberales pasan
»por él como por ascuas, y callan inten-
"Cionadamente que fuese preparado y
;ejecutado por ellas. Però ;qué persona
»medianamente versada en nuestra his-
»toria cüiitemporanea y en sus ocultos
»resortes, ignora ya la causa y los auto-
>'res? ;No se dijo entonces y no lo ha dicho
"Siemprela opinion ptiblica?£Aqué, pues,
Kcallar maflosamente en la historia lo
^>que todos dicen de palabra y lo que
- todos sabemos?
No he visto en ninguna parte una
'felacion detallada y minuciosa de tan
>^espantoso atentado, y ya es tiempo de
»hacerla, antes de que concluyan de bajar
Àal sepulcre los que aquel dia salvaron
»su vida casi milagrosamente. Como
«obra de los francmasones y comuneros
>'Combinados, aquella matanza debe que-
>;dar descrita en esta historia: le conservo
Ael nombre, siquiera sea algo grosero,
»el degüello de los frailes, que le dió el
»vulgo.
»Es una solemne falsedad el pintar ese
»hecho como hijo de la casualidad, del
>.terror que inspiraba la epidèmia, de la
'malevolencia, ó de una alucinacion del
- populacho. Es, repito, una mentirà, 3'
-mentirà arteramente propalada por los
'-que prepararon el crimen, por los que lo
'ejecutaron, 3' por los que torpementeno
'lo impidieron, si es que no lo consintie-
ron>/ (2). Desde el mes de mayo se decia
que en Madrid había de haber dos días de
degüello. «El hecho se anunciaba ya tres
»dias antes; í'i los Padres de la Companía
(j) D. \ icenle de La Fuente. Historia :ie hs
sociedades secrelas aiitigiias v modernes en Iis-
paiia. Madrid, iSj f. Tuni.i II. Lugo, 1881. Pd-
KÍnas.J'1 y -'7.
36
I.IIIUO TiniCl^RO. — CAIMIIIO SKCUKUO
»de Jesús se les aviso por liberales que te-
»nían hijos en sus escuelas y colegios, y
»aun à los otros coiiventos habían llega
>•do tambien noticias de que se atentaba
>algo contra sus vidas é intereses; però
>como ya en alguna oira ocasion reci-
>bieran avisos analogos, que los hechos
»no habían venido à confirmai•, crej'eron
> que esta vez sucedería lo mismo, }■ que,
>^en todo caso, el atropello seria contra
> los bienes mas que contra las personas.
> En algun convento habían ya ocultado
xlas alhajas de la iglesia y algunos inte-
> reses» (1).
Hasta muy adelantada mi pesquisa de
datos del 1835 no vino a mis manos el
piecioso libro y texto citado de Don Vi-
cente de La Fuente. De las fidedignas
noticias que habia yo adquirido brotaba
indudable la meditada preparación del
atentado de Barcelona. Los escritores
liberales de aquí todos presentaban como
casual el hecho. Así la lectura de aquel
texto completamente concorde con mis
descubrimientos llenóme de satisfacción
y fortaleció mi sentir.
Que los autores masones, aun después
de La Fuente, insisten en presentar como
casual el hecho, huelga decirlo. Véase,
si no, al defensor de la masonería, escri-
tor masón, Don Nicolàs Díaz y Pérez, en
su libro La Fraiiciiinsoiiería Espauola,
impreso en Madrid en 1894, pags. 390 y
siguientes, y quedarà patente el hecho;
mas a él contrapongo ahora aquí de paso
el dicho nada menos que del Presidente
del Consejo de Ministres de entonces
Don Francisco Martínez de la Rosa,
quien, copiado por el mismo escritor
masón, escribe: «Fué ptíblico y notorio
> que aquella catàstrofe fué obra de las
»sociedades secretas para precipitar la
»revolución y arrojar del mando el parti-
»do moderado; aprovechàndose del terror
»que difundió la aparición repentina del
»cólera, inventando lo del envenenamien-
»to de las aguas, como otras cosas absur-
(i) . D. \'iccntc• de I,a Fucnle. (Jhra tit.. pà.ui-
>/das se inventaron en otras capitales» (2).
Y mucho mas nos dirà en capitules
posteriores el Presidente del Gobierno
cuando trataremos de las responsabilida-
des hijas del atentado.
El dia ISdejulio los novicios jesuitas
paseaban ti^anquilamente por la huerta
del Seminario de Nobles, casa de la mis-
ma Compafiia, que se hallaba contigua al
cuartel de Reales Guardias de Corps, y en
esto inesperadamente apareció en una de
las ventanas del cuartel un desconocido
en traje como de asistente, y mostrando
una pistola gritó: «jEh, holgazanes! Una
»tarde nos hemos de empefíar en arrancar
»toda la grama, porque dana à las plan-
»tas, sobre todo en estos tiempos»; y dicho
esto, disparaba el arma de su mano.
Véase, pues, si estaba preparada laagre-
sión, y hasta fijada la parte del dia en
que debía perpetrarse. Però dejemos
ahora la discusión de este puiito, al que
cuando trate de Barcelona dedicaré un
nutrido articulo.
Volvamos a la narración de La Fuente:
«El còlera hacía estragos en Madrid y en
»los pueblos inmediatos; la noche del 16
>'de julio estaba tempestuosa, y el calor
»que había hecho durante el dia desar ro-
>^lló una gran cantidad de Muido eléctrico
»en la atmosfera, y con ella el de la epi-
)>demia. En medio del silencio de la noche
»y de los relàmpagos... un malvado pa-
»saba y repasaba por la calle de Toledo
> y de los Estudiós, cantando al son de una
xmala guitarra esta horrible 3' satànica
ïcopla:
»Muera Cristo,
»Viva Luzbel,
»Muera D. Carlos,
»\'iva Isabel.
xAbsurdas voces se venían propalando
»desde algunos días atràs acerca de la
>invasion y propagacion del còlera. Un
»mes antes se había presentado repenti-
f J) V.n el eilado llhro de D. Nicihis Dia/. p:i-
iiina ïO_|.
.MATANZAS Dlï FLEKA DE CAIALLNA
37
>namente en V'allecas, y en vano se habia
-tratado de aislar la epidèmia acordo-
' nando el pueblo por medio de un regi-
• miento de ingenieros, que se situo en sus
>;ali"ededores, para impedir la entrada y
"salida... Se principio a decir desde el
>'día anterior, que el desarrollo de aquel
'.no era natural ni casual, sinó muy in-
' tencionado, y que procuraban propagar-
' le los frailes, como medio de matar a los
í-liberales. Bestial y soberanamente estú-
> pida era la invencion; però al populacho
«no se le engana con una cosa racional:
> si fuera racional el engano no lo com-
>iprendería; es pieciso que sea una cosa
«monstruosa y enorme para que él la
crea.>'
Hacía mucho mas absurda la calumnia
el comportamiento de los religiosos en
aquellos mismos días, pues viendo é;tos
la espantosa mortandad que afligia a la
villa-corte, salieron presurosos de sus
conventos a socórrer de dia y de noche a
l•is apestados así de los hospitales como
de las casas particulares desestimando su
pròpia vida para auxiliar y salvar las de
los demas. Contradicción absurdísima la
de que los que quitan la vida a los coléri-
cos sean los mismos que para salvarsela
exponen la suya. Y no solo contradicción
loca, sinó ingratitud monstruosa.
Però iy por qué motivo habían los frai-
les de envenenar las fuentes? Dijeron los
embaucadores que para matar a los libe-
rales; nuevo absurdo que no puede fun-
dai se en otro principio que en el de que
los no liberales ni beben agua ni la usan
para los condimentos de sus manjares.
«Los malvades que de antemano esta-
> ban ya organizados y tenían la consigna
>para el crimen, pasaron la manana es
ítendiendo estàs voces contra los fiailes,
»y asesinando a algunos infelices, vícti-
»mas de venganzas particulares, so pre-
otesto de que llevaban polvos con el ob-
»jelo de envenenar las aguas. Los mismos
«sicarios se encargaban siempre de
>hallar los supuestos polvos entre las
) ropas de sus víctimas; suerte de esca-
»moteo que no era dificil ejecutar sobre
' un cadàver, llevàndolos à prevencion el
'•asesino.
»Serían apenas las doce del dia» (dia 17
de julio) «cuando asesinaron à un pobre
^muchacho que, por travesura, había
-vertido lodo ú otra inmundicia en la
»cuba de un aguador, como solían hacer
»por pueril travesura. Al perseguirle, los
»aguadores gritaron, por torpeza ó por
«venganza, que echaba cosas malas en cl
y>agtta, y no fué necesario mas para que
»la multitud furiosa, ó quizà los mismos
»que le habian incitado à esa travesura,
>.lo asesinaran ferozmente. Al mismo
>tiempo se principio a gritar que otro
«muchacho, que estaba tambien envene-
»nan(lo el agua de otras cubas, se habia
>.iefugiado en el Colegio de los Jesuitas,
»sustrayéndose de este modo a la ven-
»ganza popular. Entonces los sicarios
)-preparados de antemano se dirigieron al
«Colegio Imperial» (1).
En 1834 la Compania de Jesús tenia en
Madrid cuatro casas, a saber: el No vicia -
do, el Seminario o colegio de Nobles, el
Seminario colegio de no nobles, y el
Colegio Imperial. Los dos seminarios
educaban alumnos internos, al paso que
el Colegio Imperial enseíïaba a externos.
Este se hallaba contiguo al Seminario de
no nobles, con el cual comunicaba por
una puerta; y su iglesia era la misma,
aún lioy existente, llamada de San Isidro,
la que ha servido, o quiza aún hoy sirve,
de catedral. Las clases de las dos casas
contiguas eran comunes.
A eso de las tres de la tarde se formó
un grupo en la Puerta del Sol, el cual a
gritos repetia la calumnia de las aguas.
Allí persiguió a un joven que se acercó a
l;i fuente en demanda de agua, acusando-
lo de comisionado de los frailes. Refugió-
se el joven en el principal de la Casa de
Correos, hoy Ministerio de Gobernación,
mas alli mismo, dentro de la guardià del
principal, recibió la muerte, sin que ni el
crimen, ni la actitud revolucionaria de
(i i Ü. XicciUo cic La Fiicnu-. I•Im-.i oit.. Ui-
111' I 1 1. píijí. ;ii.
oS
los grupos, fuesen parte para lograr que
la tropa tomase la actitud digna que de-
bia, y disipase el motín. Entonces los
grupos se dirigieron al Colegio Imperial,
«prorrumpiendo en denuestos y gritos de
»esterminio, y formando numerosos gru-
»pos frente a las puertas del edificio }'
>"los otros adyacentes, que forman aquel
»vasto establecimiento. Las autoridades
xentretanto dormían la siesta tranqui-
>^lamente» (1).
A eso de las tres y media, o poco menes,
de la tarde, el grupo llego frente a la puer-
ta de los carros de dicho colegio, y persi-
guió a sablazos a un mozo, al que cre3'ó
criado de los jesuítas, y que realmente es-
taba empleado en la casa. Condujéronle
a la ciírcel. Los urbanos, agrupades en
la Plazuela de la Cebada prendieron a un
jo ven pretendiendoasesinarle;3'entretan-
to algunos de ellos se destacaron del gru-
po principal, y llegàndose a casa de Don
Joaquin Arrieta, le robaron, le cogieron,
y con soez gritería lo Uevaron junto con
aquel joven a la casa del Comisario de
policia de la misma calle de Toledo. Dos
guardias de Corps 3' algunos urbanos
animaban a aquella turba, la que repetia
los gritos de «Viva la república: mueran
»los frailes y los realistas.» Viendo los
amotinados que el comisario no haílaba
culpa en los acusados, levantaron el grito
en contra de él, amenazandoledemuerte;
3" atemorizado el comisario, dijo a los
presos que se salvaran como mejor pu-
dieran. Sucedió lo natural; a los gritos
de «mueran». Arrieta fué asesinado a
sablazos, a poca distancia del lugar, y el
joven, aunque pudo huir y córrer, alcan-
zado por los urbanos en la calle de la
Rueda, sufrió igual suerte.
Con esto el torrente quedaba desborda-
do. Los gritos de «mueran los frailes,
»mueran los jesuitas,» ya muy repetida-
mente sonaban entre aquellas turbas que
amotinadas corrían de uno y otro lado.
En esto salió de una cereria de junto la
(i) d. N'icente clc
mo II, p;lg. J9.
I.;\ Fuenlc. Ohr
iglesia de San Millan el donado francis-
cano Hermano \'icente Diéguez. Luego
los urbanos le cercaron, y si bien le deja-
ron marchar, j-éndose él camino de su
convento, dos de aquéllos acudieron a su
alcance. El donado, aterrorizado, les
habló sombrero en mano, a lo que uno
de los urbanos contesto tirandole un tajo
en el rostro 3^ partiéndole la cabeza;
acudiendo los demàs urbanos, le dieron
otros sablazos. El cadàver, colocado en
una escalera, fué llevado a la càrcel,
quedando en la plaza de la Cebada diver-
sos grupos de urbanos y paisanes ar-
mades.
A poco Uegó allà un Caballero monta-
do: habló a los grupos, 3" se dió el grito
de «a San Isidro, a San Isidre». Tres
seneres de levita, montados, fueron les
directores de aquelles crimenes. He leido
una carta de respetabilisima persona,
que vivia frente de San Isidro, y en ella
se dice: '<...corrieron a la calle de Toledo,
>/3' se colocaron enfrente de la iglesia de
»S. Isidro. Allí maquinaban el asesinato
»de los religiosos. En aquel punte vi j'o,
vhàcia las 4 Va de la tarde, unas veinte
»personas algunas notables per los gra-
»dos 3' distinciones 3'' opiniones, mezcla-
> das à los grupos». Aquelles tres directo-
res daban o cemunicaban las ordenes.
De tal mode aumentó la masa de genle
que allí, frente a .San Isidro, sehabía fer-
mado, que ocupaba la mu3• ancha calle de
Toledo hasta cerca de la plaza de la Ce-
bada. A eso de la hora indicada de las cua-
tro 3' media unióse, pues, a estàs gentes el
arriba mentado grupo procedente de la
plazuela de la Cebada, y entonces estalló
la gran gritería de: «mueran los jesuitas>'.
Uno de les montados, puesto frente de
la turba, con el sable desenvainado,
dirigióse a las ventanas del Colegio, gri-
tando: «jEli!, rhay pol vos? Ahora lo vere-
»mos». Y dada la seflal de acometer, la
multitud se dividió en dos secciones, las
que, armadas de hachas y mazes, se
lanzaren hacia distintas puertas del edi-
ficio. Per fortuna no las hallaron abier-
tas; hacia peces mementos que habían
MATANVAS DE / UF.UA DE CATAUNA
30
sido cerradas. La del Colegio Imperial
estaba en la misma calle de Toledo, _v la
del Seminario en la del Duque de Alba.
Como aquel Colegio Imperial no solo
tenia las clases de alumnos seculares
externos, sinó las de Filosofia y Teologia
de los jóvenes jesuítas, albergaba una
comunidad extraordinariamente numero-
sa, compuesta a la sazón de ciento cua-
renta y tantos religiosos. Los jesuitas ya
ma3''ores, o no estudiantes, al ver enton-
ces la actitud agresivu de los conjurados,
comprendieron que se trataba de acabar
cop ellos; y fueron presa del espanto y
la consiguiente confusión, tanto màs na-
turales e inevitables, cuanto mas descui-
dados del peligro aquéllos vivian. Unos
en busca de un escondrijo corrían sin
dirección; otros acudian al superior en
demanda de consejo u ordenes; estos
subían a los altos }• buhardillas para
ocultarse en algun rincón; aquéllos baja-
ban a las bóvedas subterràneas del tem-
plo; quiénes se encaramaban a los cama-
rines y huecos del retablo, quiénes se
introducían en otras partes. Losnumero-
sos jóvenes estudiantes jesuitas, como dia
de jueves que era, paseaban tranquila-
mente por el jardín; mas al enterarse del
peligro corrieron hacia el contiguo edifi
cio del Seminario de no nobles. En un
pasillo toparon con el Padre Provincial
y el Padre Rector, los cuales harto apu-
rados, estaban indecisos sobre la resolu-
ción conveniente. Finalmente, en vista
de que el peligro les cercaba por todos
lados, tomaron una digna de hombres
de fe y de virtud, disponiendo que todos
acudiesen a la capilla intei-ior o domès-
tica, y allí, ante el Sagrario, que conte-
nia el Sacramento, se preparasen para
recibir resignadamente la muerte. Ta-
fióse al mismo tiempo la campana de
la comunidad a fin de que acudiesen a
la capilla cuantos dispersos pudieran,
como realmente acudieron; con lo que
allí se reunieron cincuenta y tres jesui-
tas. Dos habían sido enviados a tocar
las campanas de la torre en demanda de
auxilio. Quedaban, pues, otros en diver- i
sos escondrijos, mientras algunos, mez-
clados con los alumnos internos del Cole-
gio de no nobles, procuraban salvarsecon
ellos. Estos ninos a los tiros y al tumulto
amedrentados se agarraban a los Padres
en demanda de un auxilio que estos no
podían prestaries.
Media hora mortal estuvieron rogando
los de la capilla, al cabo de la cual uno
de los jesuitas clamo desde la puerta
diciendo: «ya han entrado los asesinosen
»la iglesia». Levantóse entonces el Padre
Provincial, e indico a los religiosos que
renovasen el dolor de sus pecados, que
iba a daries la absolución, 3' se la dió,
aplicandoles ademiís las indulgencias del
ar-tículo de la muerte. Acabada la abso-
lución, otravoz anuncio no ser exactoque
los revoltosos hubiesen penetrado en el
interior de la casa, y así hubo tiempo
para las confesiones, no en general, sinó
hechas por cada uno en particular. Ter-
minadas éstas, prepararonse, como mo-
ribundos, para la muerte; unos oraban
ahincadamente, otros se abrazaban des-
pidiéndose para el cielo, otros se pedían
mutuo perdón, otros renovaban losvotos
0 los actos de fe, otros of recian su sangre
a Dios por la salvación de los pecadores,
otros practicaban otros actos de piedad
religiosa; en fin, era desgarradora la esce-
na de cincuenta y tres víctimas inocentes
condenadas a muerte, que cristiana y
resignadamente, però no sin el dolor
natural, esperaban el terrible golpe de la
inhumana cuchilla. iQué cuadro tan
distinto del que se dibujara si en lugar
de los jesuítas los amenazados fueran
los de fuera, es decir, los asesinos y sus di-
rectores! Muchos de ellos murieran como
demonios, cuyas veces ejercían. A las
oraciones fervorcsas sustituyeran las im-
precaciones y las blasfemias; a las súpli-
cas de perdón las amenazas de terrible
venganza, a la resignación el encono mas
acre, el odio \' la ràbia; en fin, la capilla
era entonces antesala del cielo; la de los
amotinados lo fuera del infierno.
A todo esto, los revoltosos habían pe-
netrado en el edificio. Divididos en pelo-
40
LIBRO TERCKRr
•CAPiTLi.o si;i;lndo
tones, como dije arriba, y previstos de
armas y herramientas, habían embestido
con éstas y a tiros contra distintas puer-
tas. Unos habían logrado romper la del
Seminario o internado, mientras otros
probaban de entrar por las que comuni-
caban con el templo, las queencontraron
cerradas. Hallaron la iglesia abierta en
razón de que los dependientes del munici-
pio, muchos de elles urbanos, estaban
desmontando el túmulo que había servido
para las solemnes exequias de Fernan-
do Vn(l). Losamotinados, después de dis-
parades, al entrar en el templo, algunos
tiros, trataron de forzar las puertas que
conducían al convento; mas no logrando-
lo, echaron mano de una larga escalera,
y por ella, armados de sus fusiles, alcan-
zaron la tribuna pròxima a la comunica-
ción con la casa. Por medio de descargas
lograron abrir en la puerta de esta un
gran boquete, y dando los acostumbrados
gritos penetraren en el convento. Tras
este grupo de osados entraron per allí
etros, al tiempe que, como indiqué arriba,
penetraban unos terceres per la puerta
del Seminario, mediante también una
descarga. De paso debe notarse el mode
abierto y ruideso con que proceden les
agreseres, con clamorosa gritería y
nutridas descargas, indicio claro del
ningún temor que les inspira la autoridad
y de su pròpia e inaudita osadía.
Llega la turba a la puerta de la capilla
domèstica, y de pronto, ante el espectà-
culo que se presenta a su vista, sorpren-
dida se para. La capilla era magnífica y
devota; en su fondo se destacaba el santó
Taberníículo con seis velas encendidas; a
los lados cincuenta y tres inocentes, los
màs de elles jevencites, vestides de res-
petables hàbitos; detodos los labios se le
vantan fervientes oraciones y tiernas ex-
clamaciones y aun, en algunes, sollozos;
y en la puerta en los ojos de los invasores
la pròpia cenciencia pinta la negrura del
crimen. rCómo no parar el paso y titu-
(i) D.Vicente de La Fuente. Ohra cit.. lu-
mn II. p;ig. 311. en una nnta.
bear? Así es que une de les invasores da
la voz de: «Silencio, seneres», y lo impo-
ne a los religiosos. «Ne hay que témer,
»anade, que no se trata de danar a
»nadie»; però olros, llenes de ràbia, apos-
trofan a los jesuitas llamàndolos «infa-
»mes, hipócritas, impíos, etc.;» «hoy la
»habéis de pagar, hoy ha de córrer aquí
»la sangre a borbotones». Un guardià de
Corps, que parece capitaneaba la turba,
y algunes etros que habían entrado con
él, preguntaren per el superior. Presen-
tóseles en seguida el Padre Provicial en
les mementos en que etros paisanes .y
urbanes con armas penetraban en la ca-
pilla. «íA qué aguardamos?, icuàndo los
»degollames,?» preguntaba uno, mientras
etro urbano pegaba una estocada al Her-
mano Gogorza en el brazo, y otra al Pa-
dre ministre, que por fortuna sóle le ras-
gó la sotana; però algunes de los mismos
revoltosos se interpusieren apartando al
agresor, y di.ciéndole que no se trataba
de matar a nadie. Los que hablaban al
Provincial dijéronle que todos los jesuitas
de allí quedaban arrestades. Pidióse una
cuerda para ataties. Sali(3 de la capilla
por ella el nombrade Hermano Gogorza,
acempanado de un urbano. A los tres o
cuatro pasos de salido, un urbano, que
parece ser el mismo que le acompaflaba,
le dió en el vientre una terrible puiïalada
como de medio palmó. Puestas las manes
en la herida,. retrocedió a la capilla el
Hermano, siguiéndele el feroz urbano,
quien decía: «este pícaro se quería esca-
»par;» mentirà que desde la puerta repe-
tían etros urbanos. Hasta uno de los
amotinados exhortaba a los demas a que
acabaran de matarle. Los jesuitas no
podían auxiliar a Gogorza perquè no
faltaba alli un revolucionarie que les
amenazaba con partiries la cabeza de un
sablazo si se meneaban. El pobre heride
sentóse, recostàndose semimuerto sobre
el compaíïero de su lado, mientras por
la herida y por la boca iba arrojande
sangre.
A poco se presenta otro urbano, y
amartillando el fusil grita: «embusteros»;
MATANZAS DE ITERA DE CATALI NA
41
pero otros se interponen, alegando para
calmarle «que los jesuitas ya se han
>-entreg•ado, y que el Goblerno dispondrà
).de ellos». Mas el agresor insistia en
querer disparar, diciendo: «Quítese V. de
) ahí, que a estos pícaros los conozco muy
>bien, pues estuve algunos afios entre
>'ellos, y me quisieron matar de hambre».
Asi alterco un rato hasta que se logró
echarle de la capilla-
Con tales sustos y mortales angustias
luchaban los jesuitas de la capilla, cuando
la Divina Providencia deparó el remedio
que no traían los poderes de la tierra. En
ei pasillo del Seminario al Colegio dos
sujetos topan con el P. Eduardo Carasa,
y le prometen salvarle la vida si les
C(jnduce adonde se halle el hermano Mu-
fioz. Este joven jesuita, llamado Juan
Gregorio Munoz, era hermano de un gen
til hombi"e de palacio que gozaba de pri
vanza con la Reina Cristina, con la que
luego caso, \' es conocido por el titulo de
Duque de Rianzares. Llegados a la Capi-
lla domèstica el Padre Carasa y los dos
seglares Don José Gaye Mallor y Don
Juan de Dios Zafra, guardià de Corps,
Gaye, que vestia de militar, llamóal Her-
mano Mufioz. Este, ignorando el fin del
tal llamamiento, tembloroso y desma-
yado, se asió del brazo del Padre Rector,
sin osar responder. Hízolo al fin a media
voz; mas Gaye le dijo: «Venga V., no
). tema; vengo a salvar a V. la vida por-
«que debò la mia a su hermano de V., y
> iclebro tener esta ocasión de correspon-
>derle con algun servicio». Animado Mu-
fl'iz, sale de su rincón y contesta: «Estoy
>aquí en compaiïía de todos mis herma-
>nos, y su suerte serA la mia. O usted los
>salva a todos conmigo, o yo muero aquí
»con ellos». Gaye repuso con prontitud
que ninguno de los presentes morir;'i, y
él salvarà a todos.
En efecto, intimo en seguida a la turba
que le rodeaba la orden de que nadie se
atreviese a molestar a los jesuitas de
allí, y que saliesen, como en realidad
salieron todos, y que comunicasen la
tal orden a los de fuera. El mismo, sa-
ble en mano, se quedo allí con algunos
pocos para custodiar el aposento, mien-
tras para animar a los religiosos les de
cía: «No teman ustedes, crean que se
»harà lo que mando, porque tengo bas-
'tante prestigio para que esta gente me
»obedezca » Otro tanto procuraba ani-
maries el Guardia de Corps, compaiïero
de Gaye. V bien menester era allí la pre
sencia de ambos, porque de vez en cuando
nuevas turbas, sedientas de sangre, Ue-
gaban a la puerta de la capilla, y pretén-
dian entrar. Impedíalo Gaye, mas ellas
le observaban que aquella era buena oca-
sión para acabar con los jesuitas, y que
no debia desperdiciarse. A ello Gaye
reponía argumentes de moderación y
tolerància, precedides siempre de la pro-
fesión de fe Cristina, de «que ya saben
»ustedes que yo so}- el primer cristino, y
»que me intereso como el que mas por la
^glòria de nuestro partido». Asi los des-
viaba de aquel lugar, }• asi salvo a los
pobres religiosos de la capilla
Esta presentaba un ílanco peligroso:
sus tribunas, las que estaban a nivel del
tercer piso de la casa, y por el que se
entraba en ellas. Apareció en estàs tri-
bunas quien dijo: «Miralos, míralos, aun
»viven estos pícaros. Alguna vez habian
»de estar en capilla». Por lo que Gaye
puso centinelas en las tribunas para evi-
tar hostilidades e insultes desde sus bal-
concitos. Dispuso ademàs, y con mucho
acierto, que los religiosos se replegasen
en la sacrístía y bajo del coro, con lo que
quedaban mas a cubierte de las miradas
de los amotinadosy, por consecuencia, de
sus insultes 3' dispares. V dejemos ahora
aquí per un momento a los jesuitas de la
Capilla para ver qué pasa con el nume-
reso resto de la comunidad (1).
En el centiguo Seminario los alumnes
internes, al conocer el peligro, acuden a
(i) Eíla resena la sacu de la obra cilada de
Ü. \'icente de La F-'uente, tomo II. p;ig#. 30 y ?i,
hicn que corrigiéndola en cuanto a la hora de los
hcchos. y adicionàndola con noticias procedentc?
de fuentcs oralcs.
42
LliJKO TEKCI••.RÜ. — CAIMIUI.I) hi.GLMH
una de sus salas, y puestos de rodillas
ante la Virgen, le rezan entre hlgrimas 3'
sollozos el rosario, a indicación del Padre
Eduardo Carasa. Concluídaesta oiación,
entro en la sala un grupo de amotinados,
uno sable en mano y los demàs con fusi-
les bayoneta calada, dando el grito de
«Mva la libertad»; el cual fué conteslado
repetidamente por los ninos con el mismo
«viva.». Los urbanos dejaron marchar
con libertad a los ninos, y en realidad se
marcharon, menos tres o cuatro que ro-
dearon al Padre Carasa y al Hermano
lego Juan de Dios Ruedas. Sobre éste
lanzóse con furor un urbano, y cinco
veces le hundió en el cuerpo la bayoneta.
Levantóse el Hermano, y salió de la sala,
mas en el próximo pasillo cayó cerca del
Hermano Barrau, que iba a expirar, y
Ruedas murió después de recibidas otras
heridas.
No sin harto motivo temiendo el Padre
Carasa que en él se repitiera lo de Rue-
das, salió de la sala acompailado de los
dichos tres o cuatro ninos, por respeto a
los cuales un urbano no descargó sobre
Carasa el sable que en la puerta tenia ya
en alto levantado. Entre insultos y ame-
nazas y muy próximos peligros de muer-
te, llego a la escalera principal, donde la
Providencia le deparó el arriba citado
encuentro de Gaye.
En el resto de la casa el saqueo, la
destrucción y el asesinato imperaban por
doquiera, acompanados de las mas ho-
rrendas blasfemias contra Dios y lo mas
sagrado, mezcladas con mil amenazas y
voces de exterminio, proferidas al com-
pàs de tremendes golpesy fusilazos. Con
terrible ferocidad fué muerto el diàcono
José Elola en un aposento. En un patio
recibieron la muerte el sabio en lenguas
orientales Padre Juan Artigas, el Sub-
diàcono Pedró Desmont y el lego Manuel
Ostalaza. El Diàcono JuanUrreta, sacado
por los revoltosos a la calle, logró huir,
però le hirieron, y un soldado de a caba-
llo le mató de un pistoletazo.
En un desvàn se habían escondido, dis-
frazados, dos presbíteros de apellido Fer-
nàndez, de nombre uno José y el otro
Casto, los dos Subdiàconos, José Sancho
y José Garnier y el minorista Fermin
Barba. Hallados por los amotinados, y
por las coronas reconocidos, fueron saca-
dos a la calle. Sancho, a despecho de los
que le Uevan presó, y quieren salvaria la
vida, es con frenesí asesinado, y su cadà-
ver profanadocon crueldad e indecència.
Algunos de los revoltosos se dirigen
contra el Padre José Fernàndez, quien,
inclinada la cabeza 3' cruzados sobre el
pecho los brazos. frecuentemente invoca
los nombres de Jesús y Maria. Aunque
los que le custodian procuran defenderle,
el populacho acude ebrio por todos lados,
y al llegar al extremo de la calle de Barrio
nuevo, es atravesado de una estocada, y
derribado en el suelo, recibe en la cabeza
varios disparos, y sus sesos son esparci-
dos por las paredes.
Sobre los tres restantes, llegades frente
a la parròquia de San Millàn, los amoti-
nados disputan si aUí mismo los degüe-
llan, o los llevan a un cuerpo de guardià.
En esto un osado atropella por medio de
la turba, y lanzàndose sobre Barba, le
pasa con la espada; y luego Garnier, atra-
vesado por el mismo acero, cae muerto.
A vista de esto el Padre Casto quiere
huir, però cae sin vida por varios dispa-
ros. Cebóse la ferina crueldad de las tur-
bas en los cadàveres. Había como media
hora que v^acian en la calle cuando se les
acercaron tres urbanos, y les dieron tan-
tas estocadas y tajos que rodaron por el
suelo los pedazos del cràneo. A poco que
estos furiosos se habían retirado repitió
la hazana otro urbano, y tiraba los gol-
pes con tanta sana que, ca3•éndole el mo-
rrión, se le manchó de sangre. Tomo él
entonces del suelo un puíïado de ella, 3'
tinendo nuevamente el morrión, dijo:
«Todavía es poca».
Fué buscado con especial empeflo el
Padre Francisco Sauri, procurador de la
casa, y hallado en un aposentillo, donde
fervorosamente rezaba el rosario , fué
sacado y muerto de un tiro, no sin que
antes de expirar exclamase; «jOh Sacra-
MATAXZAS ui; FLERA DE CATALl NA
43
»tisimo Corazón de Jesús!, recibidmi espí-
»ritu; perdonadles porque no saben lo
»que se hacen». El cadàver sufrió las
profanaciones de otros, y el dinero que
el Padre tenia como procurador fué ro-
bado. A la puerta del Seminario recibió
la muerte el Hermano minorista Martin
Buxons.
En la calle sufrieron f^randes amargu-
ras y una herida los Subdiàconos Sabas
Trapiella y Francisco Sauri, mientras el
primero era conducido a la carcel y el
segundo al Principal, lugares adonde a
duras penas llegaron. El Padre Lorenzo
Grasset pasó al cuartel de Ligeros, però
mediante la decidida intervención de un
teniente y tres soldados de a caballo. Lo-
gró curar de un bayonetazo, que le atra-
vesó casi toda la caja del pecho, el Padre
Celedonio Unanue. El Hermano Gogor-
za, arriba mentado, murió al dia siguiente
de su herida Los niuertos, pues, suma-
ron en los jesuitas el niímero de 15, y los
heridos curados el de 4.
Dejados a un lado los cincuenta y pico
de la capilla y los asesinados, los res-
tantes escaparon de la muerte como por
milagro, pasando, emperò, peligros inmi-
nentes, sustos sin cuento y angustias
mortales. Algunos en traje de colegial
salieron mezclados con los colegiales;
otros huyeron protegides por distintos
disfraces; però siempre con gran peligro,
porque en aquella tarde todo revolucio-
nario se creia con derecho de arrancar
la gorra a los transeuntes y reconocer
si Uevaban corona. Y no se hacía difícil
reconocer a los religiosos aun cubierta
la cabeza. pues harta traición les hacían
sus prendas interiores, las exteriores o
inconvenientes o mal combinadas, y el
modesto porte, hijo de prolongada cos-
tumbre. Otros de los salvados, después
de haber recorrido sin dirección la casa,
se escondieron en una camarilla o en un
rincón ignorado. Muchos corrieron por
los tejados, donde se les cazaba como
conejos cruzando por sus lados las balas.
Otros lograron ocultarse en los desvanes
entre polvo y telaraflas, y hubo quien
allí vió que se le arrancaba de su lado
para la muerte por los urbanos algun
hermano suyo. Otros se escondieron en-
tre escombros en los bajos, y hasta
hubo uno que se salvo metido en una
letrina. Siempre las posiciones pecaban
de forzadas e incómodas, però sobre
todo para los escondidos los sustos se
sucedían sin interrupción, porque siendo
continuas las oleadas de revolucionarios
que invadian y recorrian la casa, su no
interrumpido paso por corredores, pasi-
Uos y demas piezas ponia a los ocultades
en continuo peligro de ser descubiertos.
Para estos pobres las dos horas de oculta-
ción se tornaron siglos.
Si las personas de los jesuitas experi-
mentaron tales tratos, no debían expe-
rimentarlos mejores sus cosas. Las de
algun valor sufrieron el saqueo, las de-
mas el destrozo. Mesas, sillas, velones,
jarros, camas, cristales, papeles, todo era
convertido en trizas y afiicos. Si se pudie-
ra dudar del espíritu impio que animaba
a tales turbas, lo mostiara claro el em-
peiio, y aun la ràbia, con que destrozaban
los cuadros religiosos, las imagenes de
Santos y los Crucitijos, pues se hallaron
después en el suelo hechos anicos. El
piadoso tesoro de cuatro cajas de reli-
quias de Santos y varones notables no
escapo al destrozo, salvo algun relica-
rio que pareció de valor, y pasó a bolsi-
llos ajenos. Después se hallaron los restos
humanos esparcidos por el suelo, rotos
y molidos. Hallaron los revoltosos un
envoltorio de tierra, que probablemente
procederia de algiín lugar santó de Jeru-
salén, o de la cueva de San Ignacio de
Manresa, y al momento cantaron victorià
suponiéndola los polvos del veneno; por
lo que corrieron al boticario mas cercano,
mandandole que examinarà el polvo y
diera su dictamen. El farmacéutico dijo
que era tierra; porfiaron los urbanos que
era veneno, y entonces el boticario tomo
de la tierra un buen polvo y lo tragó,
dejàndoles a todos chasqueados.
El Sr. D. V'icente de La Fuente explica
este hecho con alguna variante, pues dice
!Ii:iii;i;ko.
que visitando a poco el Capitan General
(el CapitAii General, ademàs de tal, era
Superintendente de Policia) el Colegio,
después de haber hablado a los jesuitas
de la Capilla «salió a buscar a los envene-
»nadores y los venenos. Los primeros no
»fueron hallados, però los segundos sí.
»En el aposento del P. Ildefonso Valiente
»se halló un gran depósito de objetos sos-
»pechosos, y al parecer ponzofiDsos, si es
»que la tierra de la cueva de S. Ignacio
»en Manresa sirve para envenenar, pues
»en efecto aquel Padre, que había sido
«Rector en Manresa, tenia en su aposento
»una porción de aquella tierra. Llamado
»un boticario à examinar el veneno, de-
»claró que era tierra, y nada mils que
»tierra; però no mostriíndose la autoridad
»muy dispuesta a creerlo, el farmacéutico
»se envenenó à vista de todos, tomando
»en la boca algunas particulas que tenia
»en la mano. Parecera esto increïble, però
»me consta / ilíce La Fuente) por per-
»sona que lo presencio, que vive todavía
»y que ha leido este pArrafo antes de
»darlo a la prensa. El General San Mar-
»tin en su vindicación trató de desvirtuar
»este hecho, però la verdad es que sus
»razones no convencen» (1).
Y efectivamente, el Capitan General de
Madrid, Superintendente de Policia, don
José Martínez de San Martín, hermano
del Obispo de Barcelona Don Pedró, que
f ué el que me confirmo a mi, y cuyos res-
tos descansan en mi capilla de San Mi-
guel de nuestra Catedral barcelonesa,
efectivamente, repito, el Capitan General
visito, aunque tardíamente, el Colegio.
Entro por donde los primeros amotina
dos, o sea por la escalera de la tribuna;
llego a la capilla domèstica, y al presen-
tarse en la puerta de esta desabrochó su
levita, mostrando así en su fajín las in-
signias de su elevada dignidad. Al entrar
en ella pronuncio algunas palabras de
aliento para los religiosos, bien que insig-
niticantes; y luego, dirigiéndose al Pro-
vincial, le dijo que la causa del alboroto
(i) (.Ihra c'n., tcimo II. pàg
popular era la voz que había corrido de
que varios regulares, entre ellos los jesui-
tas, habían envenenado las aguas: y que
el pueblo se había confirmado en ello por
haber visto que habían ellos acogido a
dos paisanos a los que perseguia: que
ademàs eran poco adictos..., que en su
poJer obraban lasdelaciones. Dicho esto,
se salió de la capilla; uno de los lugares
en que estuvo fué el aposento de frente
de la capilla, y después bajó a la biblio
teca del Provincial. Esto pasaba, sin du-
da, cuando la turba, satisfecha ya de
sangre y saqueo, se había dirigido a otros
conventos.
No debò callar aquí un episodio que va-
ls por un proceso. Hallandose el General
en dicho aposento de frente de la capilla,
un salvaguardia se llego a esta, 3' acer-
c indose al Hermano Gonzalez le pidió
un vaso de agua para el General. Obser-
vJle el Hermano que sin peligro de la
vida no podia ir por el agua solo. iEl Ge-
neral esta en la casa y aun subsiste el
peligro! Acompaflóle el salvaguardia. En
la enfermería tomo el Hermano una jarra
y un plató con dos vasos Salidos de la
enfermería, se les acerca un pelotón de
urbanos y paisanos, y uno pide agua al
jesuita, preguntandole antes si estaba
envenenada; bastó la respuesta negativa
del religioso para que el sediento tran-
quilamente bebiese, que tal crédito me-
recía para los mismos alborotados la
calumnia por un lado, y la palabra del
jesuita por otro. Llegaron éste y el sol-
dado al mentado aposento de frente de la
capilUí; y no hallando ya en él al General
por haber éste bajado a la indicada bibho-
teca, el salvaguardia dijo al jesuita que
se retirase a la capilla, pues por abajo
corria peligro; de modo que ya no es solo
el religioso quien atestiguó el peligro,
aun estando allí el General, sinó el salva-
guardia. El jesuita regresó a su capilla,
pasando sin ser molestado por entre los
urbanos que agolpados se hallaban a la
puerta de ella.
Los Hermanos teólogos José Clos y
i Juan Corís fueron hallados escondidos
WATANVAS nt l'UF.RA DIC
43
en un aposento, y luego llevados al Ge-
neral a eso de las siete de la taide. La
razón natural indica que el militar pro-
curaria animaries y consolaries pregun-
tandoles que cómo se salvaron; y sin
embargo no pasó así, sinó que el dicho
General les pregunto dos cosas: por qué
se habían escondido, 3* si tenían armas.
Holgara aquí todo comentario, y baste
solo anadir que esto se sabé porque luego
lo contaron los mismos Hermanos.
Sepamos ahora cómo termino aquel dia
la espantable tragèdia de las dos casas
jesuitas contiguas. Poco antes de las siete
entraron en ellas, mezclados con la gran
turba, dos militares honrados: el Briga-
dier Don Felipe Zamora y el Teniente
Don Francisco Prado. Por casualidad uno
lialló al otro, y encontrandose acordes
en los sentimientos y buenos deseos, se
presentaroii allí mismo al Capitan Gene-
ral y se le ofrecieron para lo que creyese
conveniente utilizarles. Le manifestaron
lo repugnante de los atentados, la sor-
presa y dolor con que los miraba la gente
honrada, y la facilidad de ponerles ter-
mino habiendo tVente del colegio dos
companias del batallón provincial de Gra-
nada. Entonces el Capitan General dijo
al Brigadier que tomarà el mando de
aquellas tropas y que el Teniente Prado
le sirviera de ayudante. A las ordenes de
aquellos dos buenos militares entro la
tropa, y se fué apostando en las puertas
y principales corredores; se intimo a las
turbas la orden de retirarse del lugar; se
resistieron algunos urbanos alegando que
aquello era fortaleza por ellos conquis-
tada (que para tales conquistas sirven los
urbanos); mas al fin, ante ordenes deci-
didas, los revoltosos salieron y los Cola-
gios quedaron tranquilos.
Entonces los urbanos moderades que
estaban en la capilla con Gaye y Zafra
procuraren a los jesuitas de dicha capilla
cuantos alivios pudieron. Subiéronles
agua, vino y almendras, y así los pobres
religiosos refrescaron sus pechos secados
por las ansias. Al mismo liempo el Te-
niente Prado, guiado por jesuitas, iba
sacando de los escondrijos a los pobres
que allí penaban de cuerpo y alma, y los
conducían a la capilla, donde al hallarse
con sus hermanos se abrazaban con ellos
con gran efusión. Los soldades, al efec-
tuar estàs pesquisas, no perdieron el rato,
pues, eludiendo las ordenes y miradas de
los jefes, robaren la repa de la ropería
de les religioses. Finalmente retiràronse
Gaye, Zafra y sus urbanos, quedando
sóle con les jesuitas la trepa. Continua-
ban emperò estos en la capilla como
arrestades, y no se les permitía salir ni
aun para le màs preciso sin la compafiía
de un soldado. Del mismo mode en gru-
pos de a des e de a tres pasaron a un
aposento en el cual se les alistó por sus
nombres y apellidos. Cerca de las doce
de la noche se les permitió tomar algo
ceme cena, y últimamenle, dadas las dos,
tenderse por loï suelos de des piezas para
descansar como presidiaries.
De tal mode quedaron les seis cadave-
res de jesuitas asesinades en la calle de
Toledo, y recegides aquella noche por la
policia en la parròquia de San Millan, que
a la maíïana siguiente, trasladados para
reconocerlos al Colegio, fué preciso acu-
dir al número de las medias. En el acto
de este reconecimiente en el transito de
la porteria acertó a entrar el Capitan
General, quien al ver los cadàveres dejó
asomar las lagrimas a los ojos.
ARTICULO SECUNDO
SANTO TOMÀS DE MADRID
Después de los religiosos de la Compa-
ri ía no podían escapar del odio sectario
los de las demas ordenes; y así fué que
cuando con la tropa entro, a eso de las
siete, la paz en la casa de aquelles, pre-
sentarense de improviso ante las turbas
aquellos dos jinetes que des horas antes
habían cemunicado la orden de asalto
centra la Compafiía, y habiendo hablado
algo a algunos urbanos que ballaren mas
46
-CAPI I L'r. O SliííU.NDO
a mano, se retirai-on. Apenas retirados,
la turba alzóel grito de «A Santa Cruz, a
Santa Cruz,» titulo de la parròquia de la
calle de Atocha frente de la que estaba el
convento dominico de Santo Tomàs, y a
él en tropel urbanos y plebe se dirigieron
dandogritos de: «i Viva la repiiblica, mue-
ran los frailes!»
«Estaban a la sazon los religiosos en el
»coro, rezando sus maitines, y aun cuan-
»do oían gritos tumultuosos en la calle, y
»recibían avisos de lo que pasaba por
»fuera, fuertes en la tranquilidad de su
»conciencia, no alteraren sus piadosos
»rezos. i^Iabíanse roto ya las puertas del
»convento y sonaban dentro de él tiros y
»alaridos, ciiando pensaron en la oculta-
»ción o en la fuga, ya tardías, y que media
»hora antes hubieran sido fàciles. En el
»coro mismo principio A córrer la sangre,
»quedando muerto junto al órgano el
»P. Joaquin García Carantona, cuj'o
«cadàver fue mutilado horrible y obsce-
»namente por las harpías revolucionarias
»que iban mezcladas con los asesinos j
»se mostraban mas feroces que estos:
»dignas émulas de aquellas infames que
»el publico de París llamaba en 1793 las
\furias de la Guillotina.»
Y aquí hay quien aiïade que los asesi-
nos, al violar el templo, cantaban el Mísc-
rere. «Habíanse dirigido algunos religio-
»sos hàcia las tribunas de la derecha en
»direccion opuesta à la que traían aque-
»llos, y alcanzàndolos allí mataron a
cinco». He aquí sus nombres: Padre
Fr. Luis de La Puente, Ex provincial, de
69 afios de edad; Padre Fr. Sebastiàn
Díaz Sonseca, de 44 anos; Padre Fr. José
Rodríguez, de 30 afios; Padre Fr. Grego-
rio del Moral, de 26 afios, y el Padre joa-
quin García Carantoiïa, de 27 anos, ya
arriba mentado (1).
Junta al coro quedaron tendidos el
Padre Prior Maestro Fr. Antonio Martí-
nez Escudero, el Padre Lector Fr. I\Lanuel
(i) Da los nombres c-l citado libro del scnni-
D. \'icenle de L.i Fuente. Inmn II. pàg. 322.
Blanco, Sacristàn mayor, y Fr. Felipe
Díaz, Diàcono. De tal modo los pusieron
los amotinados, que creyéndolos muertos,
y ocupados en el saqueo, no atinaron en
rematarlos, y los tres por suerte conva-
lecieron. El Padre Prior, cubierto de gra-
ves heridas, f ué conducido por los mismos
amotinados a la càrcel.
«Al Padre Maestro Fr.. José Fernandez
»de Narayo, que estaba postrado en cama,
»le hirieron à bayonetazos, matando à los
»pies de esta al religioso que le asistía, à
»quien partieron la cabeza de un sablazo.
»Con el vientre atravesado de un bayone-
>>tazo, y convertida la cama en un charco
>Kle sangre, luchó el infeliz P. Narayo
»con las ansias de la muerte durante toda
»la noche, sin tener apenas quien le asis-
»tiera, pues los novicios y coristas habían
»logrado huir por los desvanes, y, salien-
»do por los tejados, buscaban salvacion y
»auxilios en las casas contiguas, donde
>vfueron socorridos varios de ellos».
.Si en Santo Tomàs no perecieron tantos
religiosos como en San Isidro, en cambio
la destruccion quizà alcanzó mayor altu-
ra. Se robo, saqueó y destruyó. Sagrados
ornamentos y vasos eran arrebatados por
manos soeces. La biblioteca y archivo
fueron destrozados y en gran parte que-
mados. Descamisados y prostitutas se
apoderaron de las ropas, llevando las
últimas su descaro hasta vestirse las tú-
nicas religiosas, y así salir a la calle en
sacrílega danza, que continuaron por las
calles de Atocha y Carretas.
«Una companía de tropa que Uegó des-
»pues de concluidos los asesinatos, se
»situó en el claustro para ver impasible-
> mente aquel destrozo, é impedir la en-
»trada de otras harpías y sicarios que
»pugnaban por entrar à robar. Los què
> estaban dentro se encargaron de facili-
»tar esta operacion, arrojando por las
j•'ventanas ropas, colchones, libros y otros
»efectos, que sus parieiites y vecinos
»recogían tranquilamente para llevar à
»sus casas. Los oficiales que presenciaban
»este escàndalo estaban abochornados y
»los soldados furiosos: à unos 3' a otros
.■MATANZAS DE KL'ERA DK CAIALLNA
47
xórdenes superiores les obligaban à per-
jrnanecer tranquilos» (1).
A tal punto llego el furor revoluciona-
rio en Madrid, que a la mafíana siguiente,
o sea la del IS de julio, un urbano, por
senas peluquero, se paseaba con el fusil
al hombro por la acera de la porteria de
este convento, llevando pendiente de la
bayoneta un brazo humano desnudo.
A cuantos se acercaban les decia: «Siete,
»siete carneros tenemos aquí», signiílcan-
do sarcasticamente los dif untos de la casa.
ARTICULO TERCERO
SAN FRANCISCO EL GRANDE DE MADRID
En la noche del 17 unas dos horas em-
plearon los amolinados en la matanza y
saqueo del conv-ento dominico de Santo
Tomàs; perpetrado lo cual. las turbas,
que con el tiempo y la impunidad habían
engrosado, se dirigieron divididas en dos
bandas, unas al de San Francisco el Gran-
de, y otras, las menores, al del Carmen.
Farà resenar el atentado contra el pri-
mero de estos dos conventos estimo lo
mas conveniente copiar el relato de Don
Vicente de La Fuente, quien se ve que
funda sus dichos en el testimonio de
testigos presenciales y víctimas, y así a
continuación lo transcribo:
«Però lo màs horrible de todo, lo que
»mas caracteriza el origen infame }'
»sectario de aquellos crímenes, la conni-
»vencia maligna de las autoridades, y la
»seguridad é impunidad con que contaban
»los asesinos, fué lo que pasó en el con-
> vento de San Francisco el Grande... A
»eso de las tres de la tarde fué ya asesi-
»nado, cerca de la parròquia de San
xMillàn, un pobre lego aragonès, que,
»desde el convento contiguo de la Latina,
»se dirigia a una cereria inmediata, en
(i) Tddo l'I entrconmadii de cslc articulo prn
cede de- D. \ iccntc de La i-'ucntc. Obra c'n.. Ui
m<i 11, pàgs. íi y i^.
«busca de cera, y llevando en un panuelo
»Ia de desperdicio para cambiarla. Al
«gritode «iese lleva veneno!» se arrojaron
»sobre él los asesinos y le traspasaron a
»punaladas. La noticia llego bien pronto
>:;'i la Comunidad, y tambien la del ataque
»y asesinatos que ocurrían en San Isidro.
»Cinco horas tuvieron para salvarse si
»hubieran querido huir. A las cuatro se
»llamó A la Comunidad, y los superiores
«manifestaron en breves \' doloridas pa-
»labras lo que ocurría en la poblacion.
«Acordóse permanecer en el convento, y
»que se visitase A los militares acuartela-
»dos en el mismo edilicio.
»En la planta baja y sus claustros
vestaba alojado un batallon de la Prince-
»sa. Parecía imposible que allí pudiera
»cometerse ningun desman. Bajó el
»General con otros religiosos a ver al
»coronel y los demas jefes: recibiéronlos
Ȏstos con la mayor amabilidad y corte-
»sía, y les dieron las mayores segurida-
»des: — «tCómo habíamos de consentir
xnosotros que se violarà el edificio donde
xestamos acuartelados? iCon cien hom-
'bres que hubiese no dejaríamos que
«entrase aquí hi pillcria de Madrid, por
»mucha que fuera! En todo caso, tendràn
>mstedes en el edificio un asilo seguro con
»solo bajar A los claustros donde està la
»tropa.» Estàs fueron casi textualmente
»las palabras que pronuncio el coronel, y
»que, momentos despues, repetia el Gené-
»ral à la numerosa Comunidad, que en
»silencio, y con los brazos cruzados, espe-
> raba formada en el claustro. En vista de
»esto, y completamente seguros, volvie-
»ron a susocupacionesmonàsticasj'actos
»de Comunidad. Despues del coro y de la
»oracion se dirigió la Comunidad à cenar
»à las ocho, y à las ocho y media, con-
>>cluido esto y dadas gracias, entraron à
«verificarlo las tres Comisarias con todos
»sus dependientes, pues lo hacían à se-
»gunda mesa. Acabando estaban, }• mar-
»caba el reloj las nueve, cuando la carn-
»pana interior de la Comunidad toco
»ràpidamente como à rebato, y en elacto
»casi cayeron con estrépito las puertas,
48
l.lfilíO THUCIlRC
::av\\ l lü siígi ndo
isonaron tiros y se oj'eron confusos
xalaiidos y grilos de dolor y pavura.
vEncaminàronse todos hScia la puerta
;qiie comunicaba con el cuartel, penetra-
)*ron en él los superiores y otros varios
í^-eligiosos; però fué grande su estupor
> cuando los soldades les dijeron que allí
>no podian estar, y que nadie daba razon
>de los jefes, ni sabían nada de las segu-
>;ridades por ellos ofrecidas: algunos
íamenazados por la tropa, volvieron al
>'Convento, otros salieron à la calle y allí
í>encontraron la muerte, casi junto à las
»puertas del cuartel. El general mismo
»P. Fr. Luis Iglesias hubo de salir A la
»calle, y estuvo para ser asesinado: à
»duras penas fué recogido y salvado en
>una pobre casa contigua. El guardiàn
»Fr. Lorenzo La Hoz, con trece mas,
»volvió al convento, casi perseguido por
»los soldados, los cuales, poco menos que
>-a empellones, los echaron del cuartel:
>metiéronse A toda prisa en un oscuro
vsótano, donde à poco rato fueron des-
> cubiertos por los sicarios y asesinados
'inhumanamente. Uno de ellos quedo por
'/muerto, banado en sangre ajena y con
»ligeras heridas: otro, aragonès de tierra
»de Cinco Villas, se abrió paso con gran
»brio, y perseguido y acosado en varias
>direcciones, se vió precisado à tirarse
Ȉ la huerta del Duque de Osuna por la
»ventana del cuarto llamado de San Bue-
«naventura, que estaba abierto, logrando
»evadirse casi milagrosamente, à pesar
»de los muchos tiros que le dispararon y
> de los aceibos dolores de una pierna que
»se le relajó. No tuvieron tanta suerte el
> Provincial Fr. Elías Orense que de re-
>.•sultas del golpe murió poco despues en
»Alcala, y el Visitador Fr. Pascual
«Sardina, que espiro en el acto.
»En otro pasülo que conducía al cuar-
»tel se encontró tambicn el dia siguiente
»un monton de nueve cadaveres, sin duda
»de religiosos expulsades de él por la
»tropa, ó que en vano fueron A buscar
»allí un asilo.
»Los de la Comisaría de los Santos
^Lligares, con el P. Ferrandis y algunos
«otros, en número de nueve, consiguieron
«penetrar en un sumidero y salvarse en
»las cloacas, mientras eran asesinados en
»Ia parte superior de ellas los legos Villa-
»jos y Rebollo, tambien de la Comisaría.
«Varios coristas lograron ocultarse por
«entre los plomos de la cúpula y en un
«rincón del Abside del presbiterio. Otros,
«saltando las tapias de la huerta, huyeron
«despavoridos por el campo, yelmaestro
«de no viciós P. Andicoechea fué A parar
»a Toledo con varios de ellos. El
«P. Fr. Diego Sousa Barranco, religioso
«ejemplar y de mucha oracion, prefirió
«morir en su puesto, siendo asesinado en
«el coro, en el paraje mismo donde solia
«orar: la silla en que tenia su asiento
«conserva aún las hendiduras hechas por
«los sables al tiempo de asesinarle.
«En la Comisaría de los Santos Luga-
«res, es fama, y yo así lo creo, que había
»màs de medio millon en metAlico, y que
«con él se pago aquella noche en las Ió-
«gias y torres d los trabnjndorc?, que-
«dando el resto de los uictalcs en la
«tesorería de la junta mixta encargada
»de la extincion de los frailes en Espana,
»a fin de continuar la sèrie de sus proezas
»y por el mismo estilo.
«En San Francisco el Grande los novi-
»cios y algunos otros que pudieron sal-
«varse en los tejados y bajo los plomos
«de la cúpula, pasaron dos días de horri-
«ble agonia, hasta que la sed, màs horri-
«ble que el hambre, les obligo A salir,
«prefiriendo la muerte A semejante supli-
«cio.
«Atroz fué aquella matanza: cuarenta
»y ocho víctimas da la nota que se publi-
«có algun tiempo despues. El testigo pre-
«sencial que ha tenido la bondad de darme
«esta noticia, y que pudo escaparse por
»el sumidero, me asegura que los asesi-
«natos llegaren a cincuenta y ocho, y
«que la lista que circula està incom-
«pleta» (1).
(i) D. Vicente de La Fuente. Obrn eit.. to-
lo II. p:ifís. í-', ;?, H y y-,.
MATAN/AS DE I i:F.RA DK CATAI.l
49
Los nombres de las víctimas se leen en
]•d mentada obra de Don Vicente de La
Fuente, tomo II, píigs. 322 y 323.
ARTICULO CUARTO
NUESTRA SENORA DEL CARMEN
Y NUESTRA SENORA DE LA MERCED
DE MADRID
Dije arriba que, perpetrado el crimen
en el convento de Santo Tomàs, unas
turbas se enderezaron a San Francisco,
y otras al Carmen. Estàs con la acos-
tumbrada griteria llegraron al convento
carmelita, y empezaron a obrar contra
sus puertas; y creyéndolas del convento,
forcejaban también contra algunas de las
casas contiguas. El Rrigadier de Artille-
ria Don José Paulín habitaba una de
Ostas; por lo que, vestido de uniforme,
saliü al balcón, y aprovechando momen-
tcs de menor ruido, dirigióse a los amo-
tinados, y les reconvino. Reconocieron
estos su error, y limitaren su ataque a
las verdaderas puertas del cenobio. Em-
però el Brigadier, justamente indignado
contra tanta injustícia, se llego al bata-
llón de la Guardia Real que se hallaba
formado en la pròxima calle de la Monte-
ra, y alcanzados, no sin diíïcultad, once
soldados y un cabo, volvió al Carmen, y
con solo amenazar a los amotinados y
con un culatazo que el cabo dió al prime-
ro de los urbanos, todos estos echaron a
córrer, y el convento y sus frailes que
daron salvos. iCuàn poco bastaba para
evitar el crimen y salvar sus víctimas!
Poco antes de las once de la noche
Uegó a los amotinados la orden, o con-
signa, de atacar el convento de la Merced,
y así, levantada la voz de «rf la Mcrcctl»,
la turba se dirigió allít. Demos aquí la
palabra al cronista de la orden Padre
José Antonio Gari, quien en su crònica
manuscrita, o inèdita, diceasí: «Entraron
»en nuestro convento y con barbaro furor
»asesinaron al R. P. M. Fr. Manuel Es-
>-parza Provincial, de 58 anos de edad; al
vPadre Presentado Fr. Francisco Somo-
«rrostro, de ()2 aftos; al Padre Presentado
»Fr. Eugenio Castaneira, de 72 aflos; al
>íPadre Presentado Fr. José Melgar, de 63
»afios; al Padre Fr. Lorenzo Temporal, de
»58 aiïos; al Padre Fr . Vicente Castafio, de
»4S aflos; al Padre Fr. Victoriano Maga-
»rinos, de 30 anos; al Padre Predicador
»Fr. Baltasar Blanco, de 27 anos, y à un
»donado franciscano que al encontrar la
«canalla en la calle se refugio en el
»convento. Todos fueron asesinados ó en
»el coro (como el Padre Provincial), ò en
»las celdas, ò en los corredores.
»E1 Reverendísimo Padre Fr. Tomàs
»Miguel con sus dos legos escondióse en
»una buhardilla, y encontrados por los
«asesinos, estuvieron largo tiempo en sus
«manos disputandose para matarlos; però
»acudió un militar catalan conocido del
«Reverendísimo, y les salvo la vida sa-
»candolos de las manos de los asesinos.
vEl Rdmo. Masalias se escondió en la
»buhardilla envuelto ó debajo de unas
»esteras, y los asesinos al dar con ellas
»Ias registraron à bayonetazos para ver
»si había algun religioso escondido, y el
>^Rdmo. Masalias se mantuvo quieto a pe-
nsar de haberle pasado de un bayonetazo
via mejilla, herida que conservo mucho
>;tiempo.
«Segun me conto el P. Fr. Jacinto de
»Echevarría, que era corista en Madrid en
«aquella terrible noche... el Provincial
«Esparza cuidó mucho de los jóvenes
«aquella tarde para que no se arrimasen
»a ventana alguna, temeroso no les co-
«giera alguna bala de los asesinos libe-
«rales, y a las nueve de la noche prentóse
«con valor al coro a cantar la Salve con
»la comunidad. Despues esperó en el
«mismo coro al lado del facistol, puerta
«abierta y arrodillado, el martirio. Eiitra-
«ron los asesinos y a punaladas le dieron
»la muerte, y lo arrastraron por allí.»
Hasta aquí la crònica del Padre Garí;
Don Vicente de La Fuente anade a la
lista de los muertos, en todo conforme a
la de Garí, anade, digo, la siguiente de los
JO
I i L 1 ,0 S EC; U N ]-M
heridos: Padre Maestro Fr. Ramon Masa-
ker, socio del Reverendísimo Padre Ge-
neral; Padre Fr. Jerónimo Constela;
Evaristo l•Ierrero, criado del convento;
Sebastian Vecino, criado; Juan Corral,
criado portero (1).
El Padre Somorrostro, que fué uno de
los asesinados, brillaba por su gran vir-
tud, tal que se le veneraba como Santo.
Cuando los amotinados le acometieron
se hallaba junto al órgano, y le dieron tal
tajo que un pedazo de su cràneo salto
hasta el altar mayor.
En la calle liabía alguna tropa, mas
otra orden no tendría que la de impedir
que las gentes se acercaran al convento,
pues dejó que dentro los revoltosos conti-
nuaran sus fechorías. En esto llego allci
el Capitan General, Superintendente de
i^olicía, 3' su disposición consistió en man-
dar a un soldado de a caballo que entrase
en el convento y desalojase de él a los
amotinados. El soldado observóle que no
era un caballo para subir a los corredores
altos y celdas; y entonces el General, no
sabiendo qué cosa contestar, se largó.
Sobre el peligro y atropello del Reve-
lendísimo Padre Vicario General de la
Orden Tomàs Miquel, de los que nos
habló poco ha el Padre Cronista Garí,
poseo algun otro pormenor, que creo
debò aquí relatar. Como dije en el articu-
lo 1 .° del capitulo XI del libro II, habiendo
muerto en 24 de abril de 1834 el Padre
General, entro, por ley mercedaria,
interinamente en el gobierno supremo de
la Orden el Prior de Barcelona Padre
Tomàs Miquel, quien con un companero
y dos legosse trasladó a Madrid. Llegado
a la coronada villa, visito, entre otras per-
sonas de autoridad, al Capitan General
D. José Sanmartín; y con este motivo le
conoció personalmente. En el momento
del peligro de la noche del 17 de julio
corrió el Padre Miquel a esconderse en
un desvàn del convento sobre la iglesia.
Desde allí oían él y un companero el tu-
multo dentro del cenobio, y allí vió final-
(i) (Ihra cil.. t.imo 11.
mente a los asesinos penetrar en el
desvàn. El Padre Miquel estaba de rodi-
Uas, y como uno de los revoltosos fuera
a descargarle un sablazo, se levantó y
abrazàndose con él le pidió encarecida-
mente la vida. El agresor quedo suspenso.
y uno de sus companeros dijo al Padre:
«Perdonaremos à V. la vida como nos
«muestre V. dónde està el dinero del
xconvento y la comunidad.» Miquel con-
testo que esta se habria escondido, y que
él como torastei'o, pues era catalan, igno-
raba dónde se custodiaba el dinero. Uno
de los amotinados repuso: «También yo
»soy catalàn;» y así diciendo sacaron del
desvàn a Miquel y a dos o tres frailes
màs, y los llevaban entre ellos en ademàn
de mataries. En esto uno de los agresores
murmuro al oido del Padre Miquel: «Diga
>'V., hombre, dónde està el dinero. íQué
»va V. a sacar de él si va a morir?» Mien-
tras iban por los corredores el Padre
Miquel vió al General San Martín entre
los revoltosos, al cual, como nos dijo ani-
ba, conocia por haberle visitado antes.
Finalmente JMiquel se salvo, y luego no
una, sinó màs veces, el mismo Miquel
relato este hecho ante su comunidad bar-
celonesa. Y como una vez uno de los frai-
les presentes le amonestarà que no lo
contase, el Padre Miquel contesto: «iy
»porque no he de contarlo si es la ver-
dad?» (2).
Amigo inseparable de esta, debò notar
que algunas circunstancias del caso vie-
nen a contrariar el dicho del Padre Mi-
quel, a saber: 1 ." Que al principio del asal-
to de la Merced, San Martín estaba en el
minislerio, como unas lineas abajo nos lo
dirà Martínez de la Rosa. Y 2." Que como
escribí aquí arriba, el Capitan General
se limito a dar una orden a un solda-
do, y luego se largó. íEs que antes de
daria entro en el convento? Lo ignoro.
Como ningún otro testigo habla del caso,
(j) .Me lo dijo cl Padre D. Marlin Aymerich,
canónigo de Gerona. quien lo habia oido de boca
del P. Tomàs Aiiquel. mismo. Gerona 5 de agosto
de !&'{>;.
MATANZAS DE FLERA DE CAIALLNA
51
me inclino a creer que el Padre Miquel,
habiendo antes tenido poco trato con
San Martín, quiza tomo por él a un su
parecido.
No falto en la Merced el natural sa-
queo, destrucción y demàs excesos, los
que duraron hasta bien cruzada la media
noche.
ARTICULO QUINTO
LOS DEMÀS CONVENTOS DE MADRID
Media hora después de salidos de la
Merced los revoltosos acometieron en la
forma de costumbre el convento de Jesús
Nazareno de Trinitarios descalzos. Sobre-
saltada la Comunidad por los gritos y
desaforados golpes de sus puertas, y
no sabiendo qué partido tomar, adopto el
de abrir la pueita a los amotinados para
ver si con este acto de galantería ablan-
daba su furor. Salió bien el expediente,
pues la seguridad y afectada confianza
que mostraren los frailes desarmo a las
turbas, de modo que, si bien éstas, en
confuso desorden y amenazas, penetra-
ren en la casa, después de visitadas dos o
tres celdas, se retiraron. La Comunidad
con no poco gozo acudió inmediatamente
al templo a dar gr;icias al Dispensador de
todas.
Mas apenas se había retirado de la
iglesia, otra turba embiste las puertas, y
la Comunidad adopta el mismo medio de
la primera vez, bien que con mas temor y
espanto. Dijeron los frailes a los amoti-
nados que ya otros de sus companeros
habían entrado y registrado cuanto ha-
bían querido; mas conteslando los revol-
tosos que «ellos también tenían ojos, y
»querían ver», con gran algazara se
entraron por el convento.
JactAbanse de que habían muerto tan-
tos o cuantos frailes, repetían lo del
veneno, y así, que en aquella noche habían
■ de acabar con los frailes. En efecto, Ue-
vaban teflidos de sangre sus armas,
vestidos y manos, y sus gritos respiraban
furor. Al oir lo del veneno un maduro
religioso repuso con no poco comedi
miento, que era muy justo se castigase aV
que hubiese cometido tan grave delito;
però los que no han tenido parte... A esto
uno de los amotinados contesto unas
palabritas dignas de ser esculpidas en. .
grillos. Dijo: «No, todos, todos han de
»morir; porque a todos nos han mandado
»matar». En fin, como se habían retirado
los primeros, se fueron los segundos agre-
sores. Registraren sí seis u ocho celdas,
y uno de ellos, sin duda para no perder la
jornada, se abalanzó sobre un fraile, que
ningün motivo para ello le había dado, y
le descargó un sablazo, que el fraile
evadió huyendo el cuerpo al golpe, però
no el corazón al susto, que a los pocos
días le mató. En las dichas celdas nada
hallaron que robar mas que dos relojes
que muy contentes llevaren aquelles vin-
dicaderes de la piiblica justícia ultrajada
por el envenenamiento de las aguas.
Si los religiosos atacades dieren prue-
ba de heroica mansedumbre, los hubo de
los no molestades que la dieren de admi-
rable constància. Así los capuchinos del
Prado, abiertas las puertas, se formaren
en coro en la iglesia; y allí en la presen
eia del Sefior esperaren de rodillas la
venida de sus matadores que por fortuna
no llegaren. Los benedictines de San
Martín a la fuga prefirieron acompanar
a su Abad, quedàndose en el claustre
a pesar de haberles aquél facultado para
fugarse. Otros conventes, tales como el
de San Gil, el de San Cayetano, el de
Santa Bàrbara y el Seminario de Nobles,
fueron amenazados, però por fortuna se
libraron del asalto (1).
El dia siguiente, 18, tampeco faltaron
sustos, y aun alguna sangre, pues a eso
de las nueve de la manana el motín se
había vuelto a fermar en la calle de
Atocha, y el diàcono dominicoFr. Felipe
Díaz, aunque disfrazado, fué conecido en
(i) (yontinuadoics del lihru de D. .Modcsto
Lafuente, Historia general .ic Esfijüa, tomo X\.
pàj?s. 70 y 71.
\piirLO fií'
la calle por los urbanos, y acometido a
sablazos, bien que pudo llegar al Colegio
de los Jesuitas, donde fué curado. Se
intento atacar el convento Dominico de
Atocha; però ya la indignación pública
y el rubor de la tropa había Uegado a tal
punto, que el orden se imponía por sí
solo; de modo que bastó que dos compa-
nías de tropa acudieran y amenazaran
con hacer fueg:o para que los amotinados
se retiraran. Otro tanto sucedió en los
Recoletos, los que estaban en el otro lado
del Prado.
A eso de las diez, el Gobierno Supremo
fijó en las esquiaas una alocución en la
que a nombre de la Reina reprobaba los
crímenes de aquella noche, y pedía la
cooperación de todos para poner termino
a los horrores. Però ^;qué cooperación se
necesitaba? Bastarà la cooperación de
media docena de voces de «fuego» dadas
a la tropa para evitar los males lamenta-
dos y su repetición-
Sin duda los amotinados compren-
dieron que estàs voces no vendrían, pues
a las once y media dieron un tercer
asalto al convento de Jesús Nazareno.
Hallaron a los frailes en el refectorio
comiendo, y les saludaron diciendo:
«Bueno, bueno està aquí para hacer la
>.descarga,» mientras llenos, de furor,
unos cargaban los fusiles y hasta los
amartillaban, otros golpeaban con ellos
el suelo fuertemente, y otros altercaban
altanera y groseramente con el Reveren-
disimo Padre General, el cual procuraba
desarmaries con mansedumbre. Mientras
esto pasaba en el refectorio, otros por las
celdas bnscabaii el vcnciio, lo que les pro-
dujo unos cuatrocientos duros, seis u
ocho relojes y alguna ropa y la rotura de
la cabeza a un fraile. Però en fin, entre
los esfuerzos del Teniente Coronel de los
mismos urbanos y alguna tropa, se logró
desalojar a los criminales.
La resistència era tan lànguida que los
revoltosos continuaban recorriendo las
calles 3' formando corrillos.
Pretendieron allanar en las primeras
horas de la tarde los conventos de domi-
nicos del Rosario, el monasterio de San
Bernardo, el noviciado de la Companía y
los franciscos de San Bernardino. Mas la
tropa se opuso y con pequefia resistència
salvo estàs casas.
Finalmente, poco después del amanecer
del 19 se extendió por Madrid la noticia
del relevo del Capitàn General Superin-
tendente de Policia, Corregidor, Gober-
nador civil, Teniente de Rey y Subdele-
gado de policia. Apareció luego en las
esquinas el bando real por el que se pro-
hibían las reuniones de personas armadas
y se mandaba su disolución a viva fuer-
za. Se piendió a los mas exaltados, 3"
con estàs disposiciones la población sen-
sata respiro, quedando en paz.
ARTICULO SEXTO
ORIGEN Y CAUSAS DEL ATENTADO
DE MADRID
Lo que de los hechos hasta aqui narra-
dos referentes al atentado de Madrid
«se desprende, lo adivina cualquiera que
»sepa lo que son las sociedades secretns,
»su poderío maléfico y su influencia. Así
»se explica todo: sin eso no se explica
»nada. La opinion pública acriminó en-
»tonces, 3"^ sigue acriminando, y acrimi-
»narà eternamente ese oprobio al Gobier-
»no y à las autoridades de Madrid; y à
»his sociedades secretas de francmasones
»y comuneros, como directoras del de-
>^güello, 3' à los carbonarios como ins-
»trumentos pagados y ejecutores. Los
»confederados isabelinos pertenecian a
>'las tres» (1).
Respecto de la culpa de las autoridades
de Madrid no hay que discurrir, pues los
hechos claman con elocuencia irresistible.
En la capital del reino, entre las mismas
autoridades que andan mezcladas con los
criminales, nopor uno o dos osados, sinó
por turbas, al lado de companías y bata-
( I ) D.^'icentc de Lal-uentc. Obra cit.. tomo 11.
p:Llf. Vi.
-MAIA.WAS riE rCERA DE CArAr.r:
53
llones de tropa, durante medio dia se
roba, profana y asesina impunemente.
Huelga todo comentario.
«Grave responsabilidad contraian las
«autoridades que no previeion aquellos
»excesos, o que en los primeros instantes
>/de haberse observado no los reprimieron
-con mano fuerte. Todos los hombres
>^sensatos, todos los ciudadanos pacíficos,
»que contaban con algunos medios de
í^subsistencia, los reprobaron severamen-
>.te »(1).
En 10 de Febrero de 1842 Don Laurea-
no de Jado, fiscal que en 1834 era de la
Audiència de Madrid, escribió desde Bur-
deos a un su amigo una carta de la que
copio el siguiente parrafo: «Ellos» (es
dicir, los SHcesos de aqucllas mataiizas)
«fueron obra, no lo dude V. de los exal-
»tados en la política, de las sociedades
»secretas, y de la mdiferencia criminal
»y notòria ineptitud de las autoridades
»que había en Madrid en aquel dia orni-
»noso, 17 de julio de 1834, y del alto Go-
>^bierno; cuando no fuera otra pasion mas
»reprobada de todos ellos la que produjo
»y fomento aquellos tremendos sucesos.»
Habla luego de los procesos formados
para castigar aquel crimen, y aiïade:
-<Se habia perdido la ocasion de hacer la
ïcompetente justícia. Estos procesos se
Mhacen en las calles y en las plazas à
»balazos. Intentarlos despues para con-
«signar la verdad y descubrir los autores
»de aquellas maldades, era cosa perdida,
»como suele decirse, y se vieron confir-
»madori todos mis pronósticos; porque
»apenas había en los muclios procesos
>'que se formaron, un rayo de luz, a pesar
»de la diligente actividad de los jueces
»de primera instància en su formacion.
>Casi todo fu(5 iniitil...>'
En el Carmen el Brigadier Don José
Paulin con doce hombres salvo el con-
vento: una compafiia que el Capitan Ge-
neral Superintendente de Policia hubiese
mandado a cada cenobio, provista de
(i) Sr. Uoscll. lüi lli cilada nbiM de I .;i l•'ui.•i•ili.•,
tcimo 11. \yÀií. J7.
ordenes decididas, evitaba todos los crí-
menes }' desgracias. La guarnición de
Madrid se componia de 9,000 hombres
de buenas tropas, según afirma el Presi-
dente del Ministerio, Martínez de la Rosa.
Indudablemente San Martin permitió el
atentado.
Al resefiar los anteriores crimenes ocu-
rre naturalmente culpar al dicho General
y al Gobierno; mas para juzgar con
justícia interesa oir a las partes. Con
gusto copiarà la defensa que de su pro-
ceder se dice escribió el General, però no
la tengo a mano. En cambio puedo co-
piar, y copio a seguida, la que del suyo
escribió Martínez de la Rosa, la que pro-
yecta mucha luz sobre aquellos hechos.
Adviértase que al hablar de sí usa siem-
pre de sus apellidos como si hablara de
tercera persona. Dice así:
«Cuando salió el minístro de Estado de
«Madrid» (era e'l: salió para la Granja
don de a la sa.zóii estaba la Cor te), «no
«existia el còlera, que se desarroUó de
»repente el dia de la Virgen del Carmen.
»}efe político era el Duque de Gor, tan
»religioso y honrado; Corregidor el Mar-
»qués de Falces, digno bajo todos con-
»ceptos. El mando lo tenia San Martín.
»y para darle mayor fuerza dispuso Mar-
>^tínez de la Rosa que reuniese la Super-
»intendencia general de policia, para
«descubrir las tramas de los revoluciona-
»rios, y el mando militar, como Capitan
«General del distrito. Era la persona que
»podía inspirar mas confianza para con-
«tener a los revolucionaríos, por la fir-
> meza que desplego cuando la procesion
»del retrato de Riego en 1822» (la batalla
de las Plater/'as), «y por la persecucion
yque sufrió de resultas del 7 de Julio. Le
»dejó el Ministro una guarnición de 9,000
«hombres de buena tropa, algunos cuer-
«pos de Guardia Real, y todos los medios
«necesarios para mantener el orden.
«Preguntandole el Ministro si necesi-
»taba otras facultades ó autorizacion, etc,
«contesto que no, que él sabia su obli-
«gacion, y que estaba resuelto (así que
«hiciera las ultimaciones prescritas en la
54
LICRO ÏERCERO. — CAPITULO SEGl^NI'O
>^ley de 21 de Abril) à mandar hacer fue-
>go, y dejar tendidos en la calle íI los
> revoltosos. Así lo ofreció al Ministro el
»día antes de salir este para la Granja.
»La primera noticia que tuvo este de
»aquellos sucesos, fué en la madrugada
>del dia siguiente. Sus companeros To-
»reno y Zarco del Valle le escribieron
»que había un terror general; que viniese
xal instante, quees-
ítaba todo amena-
>:zado de una diso-
»lucion espantosa.
«Conociendo Mar-
»tínez de la Rosa
»que lo màs impor-
»tante era poner al
»frente de Madrid
»a un General va-
»liente y decidido,
»rogó al General
«Quesada (que aca-
»baba de llegar al
ïiSitio) que viniese
»con él à tomar el
>.mando, y aquel
»General se nego al
»principio por venir
»gravemente enfer-
»mo, etc. Sin em-
xbargo, cedió à las
»instancias, y ofre-
»ció que con el
>-fresco de la noche
>:se pondria en ca-
M.•\RTINEZ DE LA ROSA
»mino y amanecería en Madrid. Eh esta
> confianza partió Martínez de la Rosa; lle-
>gado à la capital, supo que aquel dia
»habian muerto sobre 300 personas, que
>4as autoridades habían dado todas su
»dimision, y que reinaba una completa
»anarquía.
»A la mariana siguiente se anuncio el
»nombramiento del General Quesada; y
> su mero anuncio tranquilizó no poco los
Ȉnimos. El Presidente del Consejo (sin
»corresponderle) mandó formar causa y
»poner en prision al General San Martín,
»queaparecía culpable porsunegligencia.
»Por todos los Ministerios, y especialmen-
»te por el de Gracia y Justicia, se dieron
»las ordenes mAs severas para castigar
»el atentado; debiendo los jueces dar parte
»al Gobierno, cada dos horas, de lo que
»fuese resultando, consultííndole, etc.
»E1 Ministro de Estado hizo màs, exce-
xdiéndose de sus facultades; llamó fre-
»cuentemente à los
>^jueces; les estre-
»chó; disputo con
»ellos acer ca de
>iabreviar las cau-
»sas, etc, etc.
»De todos los es-
»fuerzos el único
»resultado fué qui
»tarla vida A un in-
»feliz,a quien halla-
»ron unos calzonci-
»llos manchados
»con sangre. Re-
»conviniendo Mar-
»tinez de la Rosa a
»los jueces, contes-
»taban estos, y con
»razon: que no po-
»dian condenar sin
»pruebas; que no
»habia testigos; que
»estos no querian
«declarar por mie-
»do; y que los mis-
»mos frailes, al ca-
«rearloscon los ase-
»sinos, decían que no los conocían por
»el temor de que luego los matasen.
>:>Fué publico y notorio que aquella ca-
»tastrofe fué obra de las sociedadcs
»secretas (sic) para precipitar la revolu-
»cion y arrojar del mando al partido mo-
»derado; aprovechàndose del terror que
»difundió la aparicion repentina del cóle-
»ra, inventando lo del envenenamiento
»de las aguas, como otras cosas absurdas
»se inventaron en otras capitales.
»E1 General San Martín continuo presó
»y procesado mientras siguió Martínez
»de la Rosa en el Ministerio, y aquel lo
MAÏA.VZAS Di; FLERA DE CATALl NA
»atribuía íl enemistad de este, siendo así
.que le había obtenido de S. M. tres gra-
>cias en pocos días: Capiran General de
"Madrid, Superintendente de Policia y
«Prócer del Reino.
»Nunca pudo explicar porqué no había
'hecho uso de la fuerza, habiendo estado
'en los con ventós invadidos, como en el
>de los Jesuitas, donde alçunos afirman
>que dicho General manifesto creia el
envenenamiento de las aguas.
> Lo que es cierto (aün vive el General
'>Zarco del Valle) es que se presento en
'el Consejo de Ministros, diciendo que
;.todo se había terminado, y sin tomar la
>;menor providencia; y allí mismo vinie-
>/ron cl avisarle que la turba de asesinos
»se había dirigido al convento de la Mer-
"Ced, donde estaba haciendo iguales es-
>'tragos. Así se lo afirmaren a .Martínez,
'Toreno, Moscoso y demàs Ministros que
>'lo presenciaron. Sigui<3 el proceso largo
»tiempo; presó San Martín, y me parece
>.que tambien el General Llanes, que era
>'SU segundo Cabo. Despues de algunos
»anos (creo que en tiempo de los progre-
>.sistas) obtuvo San Martin la Capitania
«General de Extremadura.
»Van transcurridos muchos anos, y no
"CS íAc'ú comprender la conducta de San
>'Martin en aquellos succsos, tan distinta
> de la que había mostrado otras veces.
«Algunas personas aseguran que antes
"de su mueríe se mostraba atormentado
>'Como de resultas de aquel suceso, però
»tal vez no sea verdad, ó seria efecto
>'del delirioque padeciese aquel desgra-
»ciado» (1).
Conste, pues, que por testimonio del
Presidente del Consejo, liberal, entonces
era notorio y publico que el degüello pro-
cedió de orden de las sociedades secretas.
Conste que, según el mismo sefior, San
Martín procedió con modo inconcebible.
Conste que los Ministros presentes en
Madrid tenian aquel dia noticia de lo que
(i) D. \ iccnlc de La l'ucntc
nio li. pà^'s. 524, ?J5 y 321..
( Ihra cil.
pasaba; y si bien en algo les disculpa la
confianza que creían poder tener en San
Martín , esta no les libra de culpa de
cierta negligència o indiferència, ya que
bien podia a lo menos el de la Guerra
montar a caballo, y al frente de un escua-
drón disipar el tumulto, como sin duda
lo efectuarà si los amotinados en vez
de urbanos fueran carlistas. V cuando
no, podian dar ordenes rigurosas a San
ALartin.
Viene a empeorar la fama del ministro
la siguiente relación de un anciano publi-
cada por un periódico de Madrid en julio
de 1881. Dice así el viejo: «En la noche
»del 21 de julio de 1834. con riesgo de mi
«persona, salve la vida ;'i 34 religiosos
«que poblaban los cuatro con ventós de la
»ciudad de... (sic) en la Mancha, donde yo
»ejercía el cargo de corregidor.
»Formé causa a 21 individuos que in-
«tentaron asesinar a los frailes, y puse
«como cabeza de proceso una carta de
«cierto Sr. Duran, de Madrid, en que se
«les decía que en la corte se había dado
»ya el golpe, 3' que era preciso que se les
«imitarà en las provincias.
>>A los pocos días de esto, en virtud
«de real orden, cumplimentada por la
«Audiència de Albacete, el Alcalde ma-
»yor de la Rota me recogió la causa. Y a
«otros pocos días, por Real orden de su
«magestad la reina gobernadora, se me
«separo del corregimiento.
«Por aquel hecho, que es la mayor glo-
«ria de mi vidu de 8() afios, perdí mi
«carrera, siendo el catedratico de lej'es y
«lanones, el licenciado y doctor en estos.
'>e\ abogado de los Reales Consejos y
«el magistrado mas antiguo de Espaiïa
«quiza, pues hace sesenta y dos anos que
«comencé mi carrera con el corregimien-
"to de Roa« (2).
Con estos datos creo que queda pasado
el balance de responsabilidades de aquel
terrible hecho; y solo me resta copiar
aMUÍ tres documentes, a saber: la Real
(jj /..I Fe. M.l.iri.i.jiic
;/ JcJiilioJc /.VS'í,
56
CAIMIUI.U 6LI,L.\I.
orden de 31 del mismo julio de 1834, la de
IS del propio mes, y una elocuente nota
de la segunda edición del libro de don
Vicente de La Fuente.
Dice así la Real orden: «Deseosa S. M.
>"^la Reina Gobernadora de dar un nuevo
«testimonio publico de los sentimientos
»religiosos que la animan, y proporció-
»nar un solemne desag-ravio ;i la piedad
«nacional, ultrajada en la santidad de sus
» templos y en las personas de sus mínis-
»tros por las abominaciones cometidas
«en la tarde y noche del 17 del presente,
»v que han excitado en todos los espa-
«iioles la mas profunda execraci'-n, ha
íHenido a bien mandar que en la iglesia
»de San Francisco el Grande se cèlebre
»por el Ayuntamiento de Madrid un so-
>lemne funeral en sufragio de las vícti-
»mastan horriblementeinmoladas....» (1).
Dice así la Real orden dirigida el 18 al
General Llauder, y supongo que a los
demàs Capitanes Generales: «Excmo. Sr.
»Habiéndose desarrollado notablemente
»ayer en esta corte el còlera, se esparció
>'en la poblacion la alarmante voz de que
>habían envenenado las aguas, atribu-
»yendo este crimen supuesto i\ algunas
»comunidades religiosas, originàndose de
>'>aquí que se perturbó la tranquilidad
«pública y que fueron allanados algunos
»conventos, donde se cometieron muy
»graves excesos. Las autoridades contu-
»vieron el desórden (falso) y se halla res-
»tablecido el orden publico. Y despues de
»haber dictado S. M. las providencias
»mas enérgicas para conservar la quietud
»de la capital, me manda informar à
»V. E. de tan funesto suceso, para que
»bajo su mas estrecha responsabilidad
»cuide de que no se turbe la tranquilidad
»en el distrito de su mando, empleando
»cuantos medios estime convenientes, y
»el uso de la fuerza, si es necesario, para
»conseguirlo; en el concepto de que sien-
»do esta la primera necesidad del Estado,
»cs tambien la primera obligaclon de
(i) D,\Tr
i8;-i. pàg. 1
de lJ.Trceloiia cIl•I S de
»V. E. y la que le recuerda S. M. bajo
»la responsabilidad mas efectiva é inme-
»diata » (2).
La nota de La Fuente reza así:
«Todavia no se puede decir todo. La
»Reina Cristina dijo a uno de sus rainis-
»tros, que todavia vive, que la Infanta su
«hermana pocos días antes de morir le
»envió a su confesor... a pedirle perdón
»por la parte que había tomado en las
«gestiones de los Isabcliíiofi para derri-
»barla de la Regència. El partido modera-
»do no procedió bien; però no se le puede
«culpar de los asesinatos: el tiro iba con-
»tra él. (Efectivamcnte iiadic dispara en
i>coutra de sí mismo). El General San Mar-
»tín imprimió su defensa; però esta aun sa-
«tisface mucho menos que la vindicacion
»de Martínez de la Rosa, que se descarga
»con él. Con la infàmia de la ejecucion
«del asesinato tiene que cargar el partido
«progresista. El Infante Don Francisco,
»a quien los Isabelinos y progresistas
«querian poner de Regente en vez de la
«Reina Cristina, estaba inocente de estos
«manejos, segun la opinion general. No
«así su ambiciosa mujer, a la cual acusa
«hoy dia la misma opinion general ...» (3).
La justícia de Dios no dejú de hacerse
sentir en algunos de los criminales de
aquella terrible noche. No pocos urbanos,
al llegar a su casa, hallaban que mientras
ellos habían dado la muerte a un ungido
del Senor , éste les arrebataba uno o varios
de sus mas queridos individuos. Otros a
las pocas horas de haber llevado la Parca
a los conventos fueron por esta visitados.
De estos no pocos pararon en el hospital
general, donde el capellan que les asistía
tuvo ocasión frecuente de extremecerse ,
de pavor al contemplar las agitaciones
y el horrible espanto de algunos. «Ahí
«vienen, ahí estan los jesuitas,« gritaban
unos. «Estos frailes, estos frailes me per-
(-?) Memorias lioctiincntadas del Teniente ge-
neral Don Manuel Llauder. Madrid, 1S44. Pàgi-
nas ijii y (>- del Apéndicc.
(í) D. \'icente de La Fuente. (>hi-a cil.. ln-
mo II. pàg. ^8.
MAIAXZAS UL FLERA Dli C AIALU.NA
57
siguen,»decían otros. Era evidente la pre-
sencia del horrible remordimiento y de
la justa ven^anza del Senor. jCuàntos
que iban jactandose de sus asesinatos, a
los dos o tres dias habían expirado casi
de repente con terror del vecindario! Los
PP. franciscos de San Gil, que habitaban
el barrio de estàs gentes, eran llamados a
menudo para asistirles, e iban entre dos
soldados a cumplir este ministerio, na-
rran multitud de casos en que aparecía
el visible castic^o de Dios.
Se contaron entonces con bastante Cré-
dito los tres casos siguientes. Un urbano
en una sacristia de un convento robo un
copón de plata. Llegado a su casa, abriólo
en presencia de su mujer }• de varias
vecinas, hallando dentro algunas formas
que sin duda estaban destinadas a ser
consagradas. Púsose él a blasfemar y a
mofarse del Sacramento. Sacaba una for-
ma del copón, y dijo con burla a los cir-
cunstantes: '<iY este es el Dios de los
>/cristianos! rDónde esta aquí Dios?'> Y
aiiadiendo: «Ahora lo veremos,» la tiraba
al suelo para pisarla, cuando de repente
cae herido como de un rayo, y por mas
que el sacerdote que fué Jlamado corrió,
le halló cadàver, y cadàver de aspecto
espantoso y horrible.
Un sacerdote conto a un mi amigo un
caso terrible que a él mismo le pasó; y
fué que acudió a administrar el Santo
Viàtico a una enferma; però he aquí que
al ir a darle la Sagrada Forma, ni él pudo
alargar el brazo hacia ella, ni esta pudo
acercarse al Sacramento. Sin dificultad
pudo retroceder la mano para restituir
la Forma al copón. Entonces el sacerdote
exhorto a la enferma a que confesara
todas sus culpas, si es que alguna le que-
daba. Atemorizada ella, saco de debajo
la almohada una llave, seiialó una còmo-
da, y empezaba a hablar, mas no pudo
ser entendida porque en el acto expiro.
Acudieron los circunstantes a la indicada
còmoda, y con asombro y terror de todos
hallaron alli medio cràneo fresco que por
la corona que guardaba entera demos-
traba el sagrado caràcter de quien fuera.
Uno de los de Carabanchel que saquea-
ron la casa que los Jesuitas tenían en
Luche se llevo el Crucitijo del retectorio.
Cuando lo tuvo en casa le insulto, y en
presencia de varias personas, mofando
de él, le destruïa a martillazos, rompién-
dole las piernas y brazos; y no satis-
fecho con esto, tomo un clavo para cla-
vàrselo en la cabeza. Però al tiempo de
descargar el golpe cayó herido de un
furioso accidente, el cual le puso como
rabioso 3- fuera de si, de tal guisa que en
las dos o tres horas que sobrevivió a él
no hizo mas que despedazarse, auUar,
maldecirse a sí mismo y decir que estaba
condenado.
Por modos semejantes a estos y por
ctros, bien que no tan espantosos, pere-
cieron muchos de los Itcroes de aquella
terrible jornada.
ARTICULO SEPTIMO
LOS FRAILES DE BARCELONA
EN TIEMPO DEL CÒLERA
Aunque este capitulo està destinado a
hechos de fuera de Cataluna, elinllexible
orden de las fechas me obliga a introdu-
cirle en este lugar un articulo parèntesis
referente a la conducta benemèrita de
los frailes de Barcelona ante el còlera
que en modo terrible invadió esta ciudad
en otoiio del mismo aflo de 1834. Entonces,
como en las demàs pestes, los religiosos
portàronse admirablemente. Abrióse una
subscripciònpara socórrer a los necesita-
dos, y todos los conventos figuraron en
elki por cantidades mensuales entonces
elevadas, por ejemplo, losPaúles por do>
meses con 16 duros, los Mercedarios por
dos meses con 24 duros; muchas otras con
8 duros mensuales, como se lee en las
listas del Diario de Barcelona de aquellos
apurados dias (1).
(1) Diario de L•l,irceloiia del -'o. -'i. jj, 2}, .17
y !i de agosto de i8í-|: del 11. i.). 17, jj y 28 de
58
l-IIiRO TERCIÜRO. — CAPITULO SEr.lXDO
De los auxilios espirituales prestades a
los coléticos responden los sig;uientes
documentos, alguno de ellos ya en el
libro n copiado.
Oficio del Ayuntamiento. «Constante-
mente ocupado el Excmo. Ayuntamiento
>:^en procurar todos los alivios posibles A
»los infelices que estan postrados en el
»lecho del dolor, al paso que les procura
»toda la asistencia corporal, desea eficaz-
»mente no les falten tampoco todos los
»consuelos que suministra nuestra divina
»Relio-inn en "las mas criticas y apuradas
»circunstancias de nuestra vida.
»Partiendo de tan nobles como cristia-
»nos principios, hace algunos días que
'invito à la Rda. Comunidad de religiosos
>Capuchinos con el objeto de que se
>sirviesen enviar a uno de sus religiosos
»para la asistencia espiritual de los enfer-
>'mos del establecimiento hospitalario de
*San Pablo; y si bien aquella comunidad
«està desempenando este importante Ser-
vicio con aquel celo que la caracteriza,
se halla dicha comunidad sobrecargada
»de trabajo por ser llamados sus indivi-
sduos de todos los àngulos de la ciudad
»para auxiliar à los moribundes, por cuyo
»motivo parece justo no deba gravitar
»sobre ella sola la asistencia espiritual
»del hospital de San Pablo cuando afortu-
»nadamente hay otras muchas comunida-
»des veligiosas las cuales rivalizaran
«todas en celo para prestar a los enfer-
>mos los auxilios que son peculiares de
>su sagrado ministerio.»
Voló este oficio pidiendo a los Vica-
ries Generales de la diòcesis, a los cuales
va dirigido, que dispongan que todas las
comunidades religiosas turnen en el Ser-
vicio espiritual del mentado hospital.
Su fecha Barcelona a 11 de octubre
de 1834(1).
El mismo Ayuntamiento en 12 del pro-
septiembrc: del i . g y 24 de nclubi-e. y del > y ij
de noviembre. .
(i) Archivo municipal de Barcelona. Libro
lilulado: Oficiós, consullas v repiesentacioiics.
Alio iS^-i- Pliepi de borradorcs del fin.
pic mes escribe otro oficio al Guardian
de San Francisco de Asís, repitiendo en
elogio de los religiosos casi las mismas
palabras que van puestas en el anterior,
y pidiéndole que envie uno de sus frailes
a San Pablo para relevar al capuchino.
Uno de sus apartes dice asi: «... al tiempo
»que (cl Ayuiitanüeiito) abrió un hos-
»>pital de coléricos en el colegio de San
»Pablo colocó en él un eclesiàstico... De-
»sempenó aquel digno sacerdote su minis-
»terio, _v no pudiendo continuar por falta
»desakid, el Excmo. Ayuntamiento invito
»al R. P. Guardian de religiosos capuchi-
vnos íl que se sirviese enviar uno de los
«religiosos para la asistencia espiritual
»de los enfermos de dicho hospital. Bastó
Ȉ este celoso prelado la indicada invita-
»cion, y en el momento envio un religioso
»de su comunidad que està desempenando
»un tan importante Servicio; però no
»siendo justo que la espresada comuni-
»dad sobrecargada de trabajo por ser
»llamados sus individuos para auxiliar à
»los moribundes de todos los puntos de
»la Ciudad cargase tambien exclusiva-
»mente...» (2). Digamos aquí entre parèn-
tesis que, efectivamente, lante trabajaron
loscapuchines, que en el servicio de los
apestados todos entraren de turno desde
el Provincial al ultimo lego (3).
Voló efectivamente un Padre francis-
canó a substituir al capuchino; 3' no solo
ésto, sine que se instaló un hospital de
coléricos en una gran parte del convento
franciscano, cuya asistencia espiritual
corrió a cargo de los frailes de la casa.
He aquí otro documento que lo dice todo:
«Este Ayuntamiento en Junta de Sanidad
»ha visto con particular satisfaccien el
»generoso ofrecimiento de V. R. relativo
Ȉla asistencia espiritual de los enfermos
»de ese hospital de San Francisco, por lo
»que da à Vuestra Reverencia las màs
»expresivas gracias, y aceptando tan
(2) Archivo municipal de Barcelona. Lugar
cilado.
(í) Relación del lego Fr. Jcrónimo de Olot.
en Sarrià a 19 de julio de 1880.
.MATANZAS Dli ITIÏRA DE CA [ALCNA
59
^particular favor, oficia con esta fecha A
- los llustres Gobernadores de la Mitra
>para que se sirvan exonerar à esa
>•Reverenda Comuaidad de turnar en la
>asistencia espiritual de los enfermos del
-Hospital de San Pablo como Vuestra
«Reverencia propone en el oficio de hoy .—
»Dios...— Barcelona 17 de octubre de 1834.
»— Rdo. P. Guardian de San Francisco
>'de Asís» (1).
En el oficio que el Ayuntamiento dirige
en su consecuencia al Gobernador de la
Mitra se lee: «que se les exima del turno
> por el que pasan todas las comunidades
> religiosas» (2).
Ademàs los religiosos franciscanes
acudian a cuantos apestados de la ciudad
les llamaban; y con tanta frecuencia se
les llamaba, que hubo dia en que, a no ser
por los coristas, casi se habriatenido que
suspender el rezo del coro por falta de
personal. Hasta los mismos coristas
acudian a exhortar a los moribundos.
Dics premio el sacrificio preservando del
contagio a los franciscos, de los cuales
solo dos, Fr. Pedró Gual y Fr. Francisco
Roger, se lo pegaron, y aun escaparon
con vida. De aquí el odio sectario saco la
consecuencia de que el còlera era efecto
de que los frailes habían envenerado las
aguas, siendo así que ellos bebian la
misma de los demas (3).
Terminada la peste, el A3"untamiento
dirigió al Guardian el siguiente oficio:
;<E1 Excmo. Ayuntamiento, que aprecia
> en el justo valor el mérito contraido por
»los que han contribuido a salvar esta
>poblacion de la enfermedad que la alli-
>gia, faltaria al mas sagrado de los debe-
(ij lie'i'isla Franciscana. Ano de i88<). Nú-
mero de septiembrc. pàg. 24J. — Archivo munici-
pal de Barcelona. Reffislio de oficiós y ref>rcsen-
I adones.
(2) Archivo municipal de Barcelona. lie^islro
lie oficiós y represenlaciones.
(0 Relaciones del P. Ramon Buldú. Irailc de
este convenlo. hccha en Barcelona a jii de dicicm-
hrc de i88j. y del Donado D. .\ntonio \'ivó. en
Barcelona en junio de 1880.
»res si no manifestarà í\ Vuestra Reve-
»rendisima lo muy gratos que le han sido
«lossacrificios que ha hecho esa Reveren -
>da Comunidad durante la epidèmia de
xque acaba de salvarnos la Divina Pro-
»videncia. Tan recomendables servicios
»en favor de la humanidad mérecen
«ocupar un lugar distinguido por su
»eterna memòria; y este cuerpo político
»se complace en asegurar a Vuestra Re-
»verendísima que el generoso desprendi-
»miento con que cedió el local para la
xplantificacion de un hospital y el heróico
»fervor con que esa comunidad prodigo
»los auxilios espirituales à los que yacian
»postrados en el lecho del dolor, seríín
«correspondidos con una eterna gratitud
»por parte de esta Municipalidad; cuyos
>.sentimientos espera comunicarà a los
lindividuos de esa Corporacion para su
»satisfaccion.— Dios .. — Barcelona 3 de
»enero de 1835.— Por acuerdo del Excmo.
«Ayuntamiento, Cayetano Ribot, secre-
»tario interino.— Reverendo Padre Guar-
»dian de San Francisco de Asís» (4). La
eterna memòria que se prometé en este
oficio de 3 de enero, medio ano, después,
en 25 de julio del mismo aiïo la manifes-
taron los revolucionarios de la ciudad
asesinando a los frailes e incendiando
sus conventos, y los liberales simpati-
zando con aquéilos.
Oigamos ahora el eco de este oficio en
el interior del Convento. <En el dia 6 de
»enero de 1835 se ha leido en la cekla
«guardianal despues de comer un oficio
»del Excmo. Ayuntamiento de esta Capi-
»tal dirigido al M. R. P. Guardian y
«Comunidad de este Convento manifes-
«tando lo muy agradecido que quedaba
»y que daba las gracias a esta Rda. Co-
«munidad, no solamente por el local que
«habia cedido para hospital en la última
«enfermedad que tanto alligió a esta
«ciudad, sinó tambien por lo mucho que
«los religiosos se habian aplicado a la
«asistencia espiritual de los enfermos.
«Dicho oficio ha dicho el P. Guardian.
(4) Revista l-r.,,.
I .iiirar clladi
60
I.IURO TliRCEKO. — CAPITIJI.O SKCINLIO
»que se archivan'a en el archivo de la
»Comunidad; y es muy debido y necesa-
»rio que quede archivado, pues es oficio
»de toda atencion }' muy honorifico para
»esta Comunidad, y que en el porvenir
>jpuede ser de mucha utilidad-
>:•Es la verdad que esta Comunidad
»durante dicha enfermedad trabajó mu-
>^cho tantoen confesar como en auxiliar
»à losenfermos, como en llevar el Viàtico
»y Extremauncion ;l cuantos lo pidieron,
»pues por no bastar las parroquias se dió
»facultad ;l las Comunidades religiosas
»para administrar los Sacramentos.
»Del hospital que tuvimos en el con-
» vento para la asistencia espiritual de los
»enfermos fueron cuatro los religiosos
»que se ofrecieron y se encargaron de él
»voluntariamente... y para la fatiga tur-
>naban de dos en dos, esto es, cada
»24 horas dos... Estos cuatro religiosos
»eran: 1.° El P. Fr. Serrat, Predicador
»apostólico. 2.° El P. Fr. Francisco Vi-
»diella. Predicador conventual de Agra-
»munt, quien estaba confinado en esta
xpor el gobierno politico. 3.° El P. Fr.
>:>Salvador Pujol, Predicador. 4.° El P. Fr.
»José Puigdengolas, Predicador, los dos
»pasantes.
»En todo el tiempo que el còlera ataco
»màs fuertemente se hizo salir íi los
»coristas a auxiliar à los enfermos, por-
»que para esto no bastaban los frailes no
»confesores, y los confesores estaban
>^continuamente ocupados en confesar
>:-enfermos>' (1).
Però volvamos un poco atràs, y copie-
mos otros documentos, que nos iran
amplificando la explicación de loshechos.
En el Llibre de Resoltisions de la
M. R.' Comunitat de Religiosos de
N.'^ S." del Carme calsat de Barcelona
se leen en catalàn las siguientes lineas
del cronista de la misma casa:
(i) Llibre de iiotas que comeiisa al dia 8 de
Agost del Any de 18} i à solicilut y cuidado del
I'. Mcari de cor de est convent de N. S. P. S.
l'raiiccsch de Bariia.Fr . -Matheu Orriols Pred. '' ,
pàgs. ii-| y lli. Procedc del mismo convenlo.
«En el mes de septiembre de 1834 se
> presento en esta ciudad una enfermedad
«Uamada còlera morbo asiàtico, la que
»ya varias ciudades del Reino habian
»sufrido, entre ellas Zaragoza, Sevilla, y
»Madrid, y en Cataluna Tarragona y
»Reus. Desde los primeres dias de sep-
»tiembre ò postreros de agosto habian
»ocurrido algunos casos, y se dice murie-
»ron de aquel mal algunos, y se multipli-
»caron en gran manera los enfermos.
»Morían algunos, y el número de enfer-
vmos y de difuntos fué creciendo en modo
>^extraordinario hasta el 20 de octubre
»aproximadamente. Por espacio de unos
»quince días, del 10 al 26 ò 27 de dicho
»mes, fué cuando el mal hizo los mayores
«estragos. El número mayor cotidiano
>^de muertos fué de unos trescientos, bien
»que este por pocos días. Se decía que los
«enfermos Uegaron a ocho mil, no obs-
»tante de que muchisima gente había
>'salido de la Ciudad.
>^Desde el 20 de octubre se administra -
»ron por los Religiosos los Sacramentos
»de la Santa Eucaristia y Extremauncion
»al pueblo, pues el Vicario General Sr.
»Dn. Salvador Andreu pasó a los Prela-
»dos oficio autorizando para ello, asi
»como se dió jurisdiccion para absolver
»a todo sacerdote al cual el Prelado
«regular considerarà apto. Se acudió à
»confesar en todas ocasiones y en todos
»lugares. Para exhortar à los moribundes
»no podian los religiosos quedarse mucho
»tiempo à su lado, sinó que sin detencion
»notable se visitaba dos veces por la ma-
»nana y una por la tarde à los enfermos
»viaticados. Por lo que toca à la adminis-
'■'tracion de la Sagrada Comunion nos
«limitamos a las calles del Carmen desde
»Belen a las Jerònimas, la del Hospital, la
»de la Cera, la de San Làzaro hasta la de
«Botella; y por el lado derecho de la calle
»del Carmen, la de la Riera Alta, la de las
»Consertas, la de los Angeles hasta la
»plazuela de Huérfanos. Se asistieron las
«travesías entre las calles del Carmen y
»del Hospital. Se acudiò en la calle del
«Hospital A cuantos lo pidieran, en atén-
MAIANZAS nr
;A HE catai.cn A
61
vcion a que los Padres Agustinos y
»Paúles tendrían harto trabajo en los
barrios nuevos de aquel lado de San
-.Pablo.
»Por no ser fàcil tener seculares para
>llevar hachas acompanando al Viatico,
»cuyaadministracion por lo regular corria
»prisa, acompanaba al sacerdote un solo
»religioso de obediència con un parasol,
»y un monaguillo con una linterna» (1).
El lego de este convento Fr. Francisco
Cabal, que en 1S3-1 contaba ya à\ez anos
de habito, me dijo que recordaba los he-
chos del tiempo de esta peste cual si los
viera; que los sacerdotes de la casa du-
rante aquel contagio acudían a confesar
y viaticar, y que llegaba a tal punto la
abundància de enfermos, que se destinaba
a los coristas a exhortar a los moribun-
dos mientras los Padres administraban
los Sacramentos. Todos en el convento
estaban ocupados en estos peligrosos mi-
nisterios, de tal modo que, faltando sacer-
dotes y coristas, las familias de los apes-
tados pedian que a lo menos acudieran
los legos para exhortar (2). Y hasta hay
quien me dijo que un dia no quedo en el
convento mas que el portero. El corista
Fr. Isidro Daban me ratifico que hubo
dia en que todos los religiosos estuvieron
ocupados en asistir enfermos, bien que
procuraban que a sus horas la iglesia de
la casa no estuviera desatendida. Y con
todo, me anadió, solo un Padre, el secre-
tario del Provincial, sufrió la enferme-
dad (3).
Volvamos a los documentes.
«Secretaria de càmara del obispado de
>.Rarcelona.— Los Seiïores Gobernadores
*de la diòcesi, por el Exmo. é Ilmo. Se-
inflor Obispo, atendiendo al notorio zelo
>que han manifestado las comunidades
»religiosas de esta ciudad en la presente
>'Calamidad pública, administiando el
»sacramento de la Penitencia, y asistien-
(I) Fol. J-o.
(j) Reliición cIl- dicliM fr. franclscn Cahal. de
jS de abril de i•'^S".
(?) En .Manresa a i.| de scptiemhre de |S.-V). |
»do con sus exhortaciones A los enfermos
»en sus casas y en los hospitales estable-
»cidos porelExcmo. Ayuntamiento; han
»resuelto habilitar sus Iglesias para los
>de la Eucaristia en forma de Viatico, y
»la Extremauncion, con el objeto de que
>'los fieles puedan ser socorridos mas
»prontamente, y que alivien en parte a
»los RR. Curas Parrocos y \'icarios, que
«continuaran como lo han hecho hasta el
»dia, en cuanto se lo permitan sus fuer-
»zas» (4).
«Delegacion de policia. — Nada mas sa-
>tisfactorio para las autoridades en las
«circunstancias presentes que manifestar
«el espíritu generoso de los que han coo-
»perado a sus benéficas miras. Llevadas
»de este objeto publican los nombres de
»cuantas han contribuido, y siguen con-
»tribuyendo a sostener los mendigos y
»mujeres sin ocupacion honesta, que ex-
> pelidos de esta capital se han recogido
»en los conventos de San Josef de Gracia
»y San Gerónimo del Valle de Ebron.
»Don N. Fontanells, a invitacion del
»Senor Gobernador civil ha suministra-
»do , la Real casa de Misericòrdia...,
»y el Monasterio de San Pablo, los PP.
»del Oratorio de San Felipe Neri y la Co-
»munidad de la Merced, han cedido a
«invitacion del mismo Sefior Gobernador
»sus casas de campo, inmediatas a los
«referides conventos, para que en caso
«necesario sirvan de hospitales....» (5).
En los Dl a ríos de Barcelona de no-
viembre de 1S34 hallarfl todo curioso una
nueva subscripción para sostener a los
recogidos en San José de Gracia y en
.San jerónimo, y en ella también ver;l
figurar por buenas cantidades mensuales
los conventos de Barcelona (6).
«Gobierno eclesiastico del Obispado de
«Barcelona.— Habiendo cesado felizmente
(.^1 hiarindc liarcc/oiij del J" de ncluHre de
iS;_,. pàg. j.,;,,.
( ;) Diario de Harceloiia dí.\ _'.) de ncluHre de
iS;_(. pàgs. .'^()0 y ^^^o.
{!•) Diario de fíaicelona del j. ó, lï y i(i de
niivlemhre, y otros de diciemhre de il^j^.
62
l.riiKO Il•líCIïRO. — CAPllüLO SliGLXDO
»los motivos que movieron à este Go-
»bierno Eclesiàstico A habilitar à las
»Rdas. Comunidades Religiosas de esta
»ciudad para que acudiesen desde sus
»Iglesias a administrar í'i los fieles mora-
xdores de la misma los Santos Sacramen-
»tos del Viatico y Extremauncion por
»haber su Divina Magestad apartado del
»todo la enfermedad con que habia per-
«mitido fuesen aíligidos; ha tenido à bien
«relevarlas de este servicio reasumién-
ídolo a las Parroquias à que pertenece,
»no pudiendo menes de manifestar en
»esta ocasion que la prontitud y eficàcia
»con que se prestaren aquellas a aliviar
»À estàs de la carga que por sí solas no
»podían soportar, 3' el celo de unas y
»otras en suministrar los auxilios espi-
»rituales de toda clase al crecido ntimero
»de fieles que se hallaban en el estado
»de recibirlos, no perdonando fatigas y
»arrostrando los mayores peligros, le ha
»sido muy satisfactòria, 3'^ no podrà me
»nos de quedar impresa en grata memo-
»ria de este religioso y católico pueblo.
«Barcelona 11 de noviembre de 1834.— De
yorden de los Senores Gobernadores.—
»Don Juan Maria Gonzalez de Valdes,
»vicesecretario» (1).
Este era el espiritu de los frailes de
Barcelona.
ARTICULO OCTAVO
LA PRIMERA MATANZA DE ZARAGOZA
Y LA DE MÚRCIA
La situación política de Espana des-
pués de las matanzas de Madrid nos la
definió clara y exactamente el Presidente
del Consejo de Ministros en las lineas
arriba copiadas: «Fué publico y notorio
»que aquella catàstrofe fué obra de las
»soczeda(ies secretas para precipitar la
»revolucion, y arrojar del mando al par-
»tido moderado».
(1) Diario de Barcelona òe\ 12 de noviembre
de ib!54. púg. 2U2I.
La lucha entre exaltades y moderades
venia ya de muy atràs, però cada dia iba
màs y màs creciendo el empene de aque-
lles en derribar a estos. Las sociedades
secretas, en su odio contra las institucio-
nes católicas 3' toda auteridad, fomenta-
ban la revolución, y como explosive que
la determinase, o primera bomba que por
un lado desconcertase a las auteridades
y per etro levantase el fuego de las tur-
bas, promevían los ataques contra los
cenventos; para lo que excitaban toda
clase de pasienes y utilizaban tode linaje
de malas armas. He aquí la clava que
expHca toda la historia que nos resta
narrar hasta el fin de este mi pobre librO;
el cual terminarà con el triunfe definitivo
de las sectas y su entronizamiento en el
poder.
Antes de finir el ano 1834 el General
Zarce del V^alle renuncio la cartera de
Guerra, 3- para sucederle en elministerio
se llamó al Capitàn General de Catalufia
D. Manuel Llauder, quien, aunque nom-
brado en los primeros días de noviembre,
ne se presento en Madrid hasta media<los
de diciembre. «Muy prento hize ver el
»nueve ministre que abrigaba altivas
»aspiraciones,» de donde nacieren celes
y rivalidades con sus companeros, las
que unidas a les trabajos de los avanza-
dos habían de dar mu3' prento al traste
con la cartera de Llauder (2).
Por efecte del empene del partido avan-
zade tramóse contra el Ministerio la cons-
piración que estalló en 18 de enere de
1835. El Subalterne, a3'udante del regi-
miento de Aragón, de guarnición en Ma-
drid, Don Ca3'etano Cardero, en dicho
dia salió prenunciado de su cuartel, y al
frente de màs de 700 hombres de su
cuerpo, se apodero de la entonces Uama-
da Casa de Correos, hoy ministerio de la
Gebernación. Acudió allà el Capitàn Ge-
neral de Madrid Don José Canterac, y
fué muerto de un tiro. Los pronunciades
no se vieron secundades por la población,
(2) Continuadores del libro de D. .Modeslo
Lafuente. Obra cit.. lomi> XX. pií^'. 121.
MATA.VZAS DE FUTRA IJE CATALLNA
63
y así determinaron vender caras sus vi-
das en el edificio de Correos, convertido
en fuerte. Trató el ministre de la Guerra
de rendir por la fuerza a Cardero, però
entre tanto los urbanos se mostraron
amigos de los aizados, y el Ministerio
transició, aceptando las condiciones de
capitulación, humillantes para el Minis-
terio, que presento Cardero. «Mas com-
«prometido Llauder que lo estaban sus
»demas compaiïeros.... presento su dimi-
»sión, la que con apresuramiento aceptó
»el gabinete, al par que la reina goberna-
>^dora, recelosa de perder uno màs entre
>los generales que habían servido a su
>difunto esposo, exigió que Llauder vol-
>'VÍese a la Capitania General de Catalu-
»na, al mismo tiempo que lo agraciaba
»con la llave de gentilhombre de la reina
»Isabel, «para darle, decía el decreto en
»que se le conferia, una prueba de lo que
»S. M. apreciaba los servicios y la leal-
>;tad con que defendía el trono de su que-
>^rida hija>^. Modificóse con la salida de
»algunos ministros el gabinete, però
>'Continuó al frente de él Martínez de la
»Rosa (1).
Don Vicente de La Fuente explica
quiénes tramaron la conspiracion del
18 de enero en los siguientes pArrafos.
Canterac «era asesinado, dice, en laPuer-
>;ta del Sol por cuenta y riesgo de la nia-
>sonería. De la masonen'a, sí, pues el
»Sr. Pirala, aunque ha poetizado aquel
»asesinato, deja hechas ya las suíicientes
»revelaciones para poder probaiio. La
»conspiracion estaba dirigida por Quiroga
>^3' Palarea, cuyas fazanas masónicas en
>A822 quedan referidas, como tainbien las
»malas artes de Palarea en pro de la
>^masonería y para dividir a los comune-
^íios. Que estos pertenecían a la sociedad
>^secreta la Ifiobcliíia es tambien induda-
»ble; de modo que Palarea habia logrado
»en parte su proyecto de fundir i'i los
»comuneros en la masoneria, però siem-
(i) Omtinuadiircs del lll-ini de U. A\i)dcslo
Lal'ucnli.•. Obra clt.. lomn \\. de la pà•,'. i .■_•
a 1 !!•
»pre bai'o la direccion de esta última» (2).
«Convenida la insurreccion, dice el
»Sr. Pirala, fué cuestionable si había de
»comenzar en Madrid ó en las provincias:
»éstas ofrecían seguir el ejemplo de la
»Corte; mas Quiroga y Palarea opinaban
»porque comenzase el movimiento fuera
»de la capital Optrtse por lo primero, y,
«estando unos por dilatar el golpeyotros
»por apresurarle, se decidió no perder
»tiempo...» (3). Salido de Madrid con
honor el criminal Cardero, se fué al
Norte, donde el màs criminal Mina le
nombró su ayudante (4).
A todo esto los carlistas, guiados por
el gran talento militar de Zumalacàrre-
gui, aumentaban en el Norte, se organi-
zaban y vencían. Tenían ya a su frente a
su Rey Carlos, y rebosaban entusiasmo.
En el ejército liberal las campafias in-
fructuosas y las derrotas desacreditaban
a los Generales en jefe, y así con rapidez
vertiginosa unos se sucedían a otros; y
tan mal andaban para él los hechos de
guerra, que los mismos Generales clama-
ron diciendo que sin la intervención
extranjera era imposible vèncer a los
carlistas. Cada percance sufrido por las
tropas liberales se convertia para los
exaltados en acerado dardo contra el
Gobierno.
«Abortada en Madrid aquella conspi-
»racion (la de Cardero), «que pudo cam-
»biar completamente la faz de la polí-
»tica si los confederados hubiesen tenido
»mas valor y cumplido sus compromisos
»como Cardero, se acudió al recurso pre-
»ferido por los maestros en el arte. Qui-
»roga y Palarea, de que principiaran los
«motines en provincias.
(j) Sej;ún se lee en los periódicos, en marzo d
ahril de iSj:; un D. Juan Palarea, Brigadier, es
nombrado Comandanle General de Toledo, ignoro
si serà el Palarea del lexlo u otro del mismo ape-
llido.
(\) D. \icenle de La l-'nente. Obra cil.. to-
mn II. pàfí. -ji .
(^) D. X'icente de La l•'uenle. Obra cit.. lo-
mii 11, p;i^'. ^J.
64
LIKRO TERCEUO.
*í•:i;rNDo
»La consigna que se dió fué la de ex-
> plotar el odio de los liberales todos
»contra los frailes y de paso contra los
»Obispos. Las lógias màs decididas eran
»las de Zaragoza, Barcelona, Tarragona
>•>y Màlaga. Los de Zaragoza querian
»obrar à una con los de Barcelona; peio
)estos, aunque daban muclias palabras y
>.prometían mucho, no se resolvían à
»obrar por temor a los mismos carbona-
> rios con los cuales necesitaban contar.
»Por fin se decidieron à obrar los de
>Zaragoza...» (1).
Efectivamente, en dicha ciudad, «à pre-
»texto de que el Arzobispo había recogido
»las licencias a los clérigos que pasaban
»por liberales, salieron à la calle varios
»grupos dando mueras al prelado y al
í'Cabildo (3 de abril). El capitan general
>se situo con la tropa y la milicia urbana
»en la plaza de la Seo, delante del pala-
»cio arzobispal, però no impidió que la
»turba, acaudillada por un fraile, corriese
»a asaltar el con vento de la Victoria,
»asilo que cobijara al mismo que iba à
«profanarle, 3' diera muerte à algunos
«religiosos» (2).
«A los asesinatos de los religiosos en
»Zaragoza y í la quema de los conventos
»precedió un suceso infame, preparado y
«dirigido por las sociedades secretas, no
«reprimido por la Autoridad y sanciona-
»do por la Audiència, que todavía està
»manchada históricamente por aquel
«oprobio», a saber, el injusto e inicuo
ahorcamiento de Don Vicente Ena, Don
Pascual Gorrachetegui, beneficiado de
San Pedró de Calatayud, E/on Tomàs
Bayle, de Zaragoza, y Fr. José Andrés
Gil, lego de Agustinos Calzadosde Zara-
goza. «Lunes de Semana Santa se les
í^puso en capilla y fueron ahorcados en
»Miércoles Santo, cuando 3'a se había
(i) d. ^'iccntc■ de La Fuente. Obra clt.. In-
mo 11, pag. 42.
(2) D. \'ictor Gebhardt. Obra cit.. tomo VII,
pàg. 41.— Continuadores del libro de D. .Modesto
Lafuente. Obra cit.. tomo XX. pàg. iSj.
»obtenido indulto y estaban cerrados los
»tribunales» (3).
«Cubiertas ya de oprobio las autorida-
»des con ese acto de debilidad y bajeza,
»los confederades conocieron que eran
>;duenos del campo, 3' pocos días despues
sprocedieron à cumplir su consigna con-
*tra los conventos 3* el catolicismo, como
«preliminar para la segunda parte social
»y política. Sirvióles admirablemente
>/para este objeto un mal fraile del de
»la Victoria (de rtiíniíiios), llamado Fr.
»Crisóstomo de Caspe (utt documento
y>que iiisertarc abajo, le limita Crisós-
y>toiiio Gasqtie) ... organista del con vento.
»Acaudillando (cste fraile) una turba de
»foragidos en la tarde del 3 de abril» (4)
se encamino al su convento. Un seflor res-
petable, entonces estudiante en Zaragoza,
muy mi amigo, me conto que le vió pasar
al frente de los asesinos en la calle del
Coso. Subieron los amotinados al coro, y
en los momentos en que estaba expuesto
el Santísimo Sacramento, pegaron a los
asistentes una descarga, úq la que ca\'e-
ron muertos cuatro religiosos (5). «El
»Padre Faustino Garroborea, catedràtico
»de la Llniversidad, muy respetado en
«Zaragoza por su saber v virtud, y à
»quien debía el ingrato Fr. Crisóstomo
»singulares favores» (6), predicador nota-
ble, que había en Barcelona predicado
lossermones del .-Ir/ífrí/o, se echó entre
los muertos. «El malvado organista le
»cre3'ó muerto, pues viéndole tendido en
»el coro arrojando sangre, le alzó por un
»brazo, el cual cavo inerte. Entonces
(í) D. N'icente de La Fuente. Obra cit., to-
mo II. pàg. 44.
(_|) D. \ icente de La FuentP. Obra cit.. to-
mo II. pàg. 44.
(5) Relaci.)n del minimo P. Francisco Güell.
Barcelona 0 de mayo de iSSu. El amigo que vió a
la turba en el Cofo era D. José Buhigas. quien
también me diio la circunstancia grave de Ja
exposición del Santisimo.
(6) D. \'icenle de La Fuente. Obra cit., lo-
I mo II. pàg. 45.
MA TAN /.AS i)!-: TITCRA DE CATAH;>
65
"Pegando un puntapié al aparente cada-
"Ver díjo: iBien mueito està» (1).
«Al mismo tiempo fueron asesinados
- varios religiosos y otios sujetos por las
«calles, entre ellos el canónigo Marco,
>/hermano del Cardenal, y reputado de
«ideas liberales. Fr. Crisóstomo fué tam-
>^bien el que mató de un trabucazo al li-
»brero Pardo, sujeto inofensivo, però
vamigo del P. Garroborea.
»E1 fraile asesino y fratricida... pudo
>>alistarse pesetero, y dos meses despues
fué fusilado por los carlistas cerca de
»P.arbastro» (2).
■ Al crimen de Zaragoza se reliere el
siguiente documento: '<non Santiago Pe-
»rez Capitan... fiscal de la Comision mi-
>'litar ejecutiva y permanente de este
»reino .. Habiéndose ausentado de esta
»plaza Fr. Crisóstomo Gasque, organista
»que ha sido del convento de la Victoria,
»a quien estoy procesando por las muer-
>4es violentas dadas en la tarde del 3
»del próximo pasado mes al librero don
> Domingo Pardo, al P. Bernardo Gime-
*nez, Fr. Fermin Amador, Fr. Alejan-
»tlro Trol, P. Miguel Suner; y heridas al
»P. Antonio Rodrigo de las que murió,
«religioso del convento de N.^ S.'' de la
«Victoria... por el presente llamo, cito y
»emplazo... à dicho Fr. Crisóstomo Gas-
»que...» (3).
«La farsa de Zaragoza, continua La
«Fuente, se reprodujo en Múrcia e.xacta-
«mente tres días despues (6 de abril). Tam-
«bien allí se gritó imiicra cl Obispo!,
»hubo tres asesinatos y dieziocho heridos,
>y el Prelado se vió en la precision de
»huir. Al de Zaragoza que no huyó se le
>'sacó escoltado . No es fàcil reducir à
> poco espacio las calumnias }' pretextos
>'Con que fueron expulsados de sus sedes
«casi todos los Obispos de Espaüa. El
(i) D. Niccnu- cU- I.a l'uciíK'. t.)lira cil.. In-
nio II. p;iíí. -|í.
(j) D. Viccnlc do I,.-i l•iiciUc. Ohra cil.. tn-
mo II. pàf;-. 1^.
{;) Dijiin .ic líaicelona ticl N ck- inay.i (k-
iS ;í . p.in's;. Ull 7 v nii^.
«Gobierno sabia muy bien el origen de
-estàs farsas y conocía los motores de
'^ellas; mas, en su sistema de hacer paso
»à paso lo que otros querían hacer vio-
"lentamente y con premura, dictaba me-
»didas contra los regulares à fin de calmar
»la irritacion de sus enemigos. Però estos
»no se contentaban con medidas parcia-
»les: querían la extincion completa del
«clero regular, el rebajamiento del secu-
«lar, una forma de gobierno mas demo-
»cràtica y revolucionaria, y finalmente
»el capitulo ultimo, però capital, de apo-
-derarse del mando y los destinos... Como
«únicamente estaban de acuerdo con el
>'Gobierno en órden à la abolicion de las
«Ordenes monàsticas, discrepando solo
«en la cuestion de medios y forma, le
«atacaron, como era natural, por el punto
»por donde menos habia de resistir, y se
«celebro el aniversario del degüello de
«los frailes en Madrid con nuevas matan-
«zas en provincias, aüadiendo al asesi-
»nato el incendio» (4).
ARTICULO NOVENO
SEGUNDA MATANZA DE ZARAGOZA
<E1 Gobierno por su parte suprimió el
«dia 4 de julio la Companía de Jesús, y
«el dia 25... daba otro decreto mandando
«cerrar todos aquellos (co)tvcittos) que
»no tuviesen doce individuos profesos.
«Esta era la tisís artificial moderada: el
Apartido exaltado estaba por el /)«»«/. Que
üiel origen de tales movimientos se hallaba
»en las sociedades secretas, lo reconocen
»ya todos y lo confiesa el mismo Pirala,
»à pesar de sus encomios à los revolucio-
«narios, lo cual hace su confesion mas
«importante.
«Las sociedades secretas, dice (tomo
«2, pàg. IIS) pululaban en Espafia, y en
»todas se conspiraba sin tregua. El blanco
»era por lo general el Gobierno, però en
(.)) D. X'ioente clc I.a i'uentc. Ohv3. eit., to-
mo II. pàjr. -)o.
66
l.ll;R(J TliUCLOUO. — CArllLi.O SKliUMjlJ
»las de mas crédito se trabajaba para
^proclamar la Constitucion. El centro de
ricasí todas las sociedades residia eii Ma-
y>drid, y desde aquí se comunicaban las
»decisiones a los circulos de las provin-
»cias.
«Estàs debieron haber contestado al
»grito dado el 18 de enero en la Puerta
»del Sol; però ofrecieron hacerlo, y cspc-
trabaii una ocasioit. A falta de ella A
«propósito, se convino en un pronuncia-
»miento en Zaragoza para la noche del
»5 de julio».
Hasta aquí Pirala, a lo que anade Don
Vicente de La Fuente: «La explicacion
«no puede ser mas terminante. El que no
»vea cluro en esta clàusula, ha de ser
»muy corto de vista, y, sabiendo que Pa-
»lafox era uno de los principales de la
»Junta Isabelina, puede conjeturarsealgo
»de lo que aquí se calla, y yo tampoco
«digo...» (1).
Y aquí la imparcialidad me obliga a
advertir que este Gobierno, al cual se
refïeren los parrafos de La Fuente que
acabo de copiar, no siempre estuvo pre-
sidido por Don Francisco Martínez de la
Rosa, pues en 7 de junio del mismo aíïo
de 1835 cayó aquél. La oposición avan-
zada valióse del tratado llamado de
Lord EUiod |3or el que, mediando este
inglés, entre Zumalacíu regui y el Gené
ral liberal se convino en suavizar la
guerra; valióse de las grandes derrotas
sufridas en el Norte por el ejército libe-
ral; valióse del fràcaso experimentado
por el Gobierno en la petición de inter-
vención extranjera; y valióse de otros
pretextos para derribar a Martínez (2).
Sucedió a éste en el Gobierno su compa-
flero de INlinisterio Don José Maria Queipo
de Llano, Conde de Toreno, quien ocupo
la presidència con la cartera de Estado;
la de Guerra la obtuvo Don Pedró Agus-
tínGirón, Marqués de las Amarillas, va
hecho Duque de Ahumada, la de Gracia
(i) Obi-ji cil.. lomo 11. pàgs. 4i.> y -(7.
(j) Conllnuadores del libro de D. .Modeslc
Lafuente. dHra cil., Inmn X.\. p;ig. 181.
y Justícia Don Manuel García Ilerreros,
la del Interior Don Juan Alvarez Guen-a,
la de Marina el General Don Manuel
Ricardo de Alava, y la de Hacienda el
tristemente cèlebre Don Juan Alvarez
iMendizabal, liberal acreditado y revclu-
cionario (3).
«Propúsose este ministeno salir al en-
»cuentro de la revolución, desarmaria
«arrojílndole codiciadas víctimas, y en-
»cauzarla en el lecho de sus propios inte-
»reses. Por esto la gente alborotada y
»bullidora abrigo por un momento la
«esperanza de que Toreno se pusiese à
»su frente.... mas si Toreno podia decre-
»tar las mas radicales y revolucionarias
»medidas, era al propio tiempo enemigo
»de cuanto pudiera calificarse de rapi-
»dez... y de todo lo que Uegase íi alterar
»el orden púbüco, que era, y ha sido siem-
»pre, para el bando k que pertenecía (cl
y>inodcrado), el constante objeto <\ que, al
xocupar el poder, lo ha sacrificado todo,
»sin cuidarse de derramar al mismo tiem-
Apo grandes causas de agitacíón. De este
»ministerio, pues, data el desencadena-
«miento en las esferas gubernamentales
»primero y en las calles y plazas después,
»trocada en despego la popularidad anli-
xgua. La revolución que ya existia antes
»se llamó entonces con su verdadero
«nombre y prosiguió estrepitosamente su
«camino» (4).
Però volvamos al curso de los hechos,
y tomemos otra vez en la mano a Pirala.
«Las sociedades secretas pululaban en
«Espaiia, nos dijo arriba, y en todas se
«conspiraba sin tregua. El blanco era por
«lo general el gobierno; però en las de
»màs crédito se trabajaba para proclamar
«la Constitucion. El centro de casi todas
«las sociedades residia en Madrid, y des-
«de aquí se comunicaban las decisiones a
«los circulos de las provincias.
«Estàs debieron haber contestado al
(í) IX N'iclor (Jel-'hardl. Ohra cil,, Inmo \'II.
pas- -I5-
(_|) D, \'!cl.ir (jebhardl. Obra cit,. lomo Vil.
pàgs. -jí y 4_|.
MATAN/Af DE FLERA DE CATALANA
67
);grito dado el 18 de enero en la Pueita del
»Sol; però ofrecieron hacerlo, y espera-
vban una ocasion. A falta de ella A propó-
>^sito, se convino en un pronunciamiento
^en Zaragoza para la noche del 5 de julio.
>Alandaba la guardià de prevencion un
»oficial subalterno, y a media noche re-
*unió una companía del regimiento del
»Infante \^ se dirigió al centro de la ciu-
»dad en completa insubordinacion. Però
>:abandonadas, desorientadas y torpes
>'aquellas fuerzas insurrectas, bastó la
»autoridad del comandante del cuerpo
»que con resuelta energia, contuvo por el
' pronto la insurreccion, arresto al oficial,
»se hizo respetar de la tropa, }■ la llevo A
»su cuartel.
»Pero aquel oficial no estaba solo, %•
>.aquel suceso ya era un pretesto. A la ma-
»nana siguiente (del 6 de julio de 1835)
«pululan los urbanos por todas partes,
>forman corrillos, se critica la prision
»del oficial, se dan vivas A la Constitu-
>/CÍon del ano 12 3- se proclama la insu-
>^rreccion.
»Desde entonces todo fué desorden,
^anarquia. Sin un gefe de prestigio, se
»entregan desalentados y ciegos a los mAs
«punibles escesos, se allanan y saquean
algunas casas y los conventos de San
>Agustin y Santo Domingo, a los que
aquella bàrbara multitud entrega à las
llamas, despues de matar once religio-
»sos (el Padrc Provincial mttrió asfi-
y.viado en el escondrijo donde se Jiabia
wcultado); y los que aclaman la libertad
>;se convierten en tiranos y verdugos de
>sus semejantes.
»Los buenos liberales, al ver aquellas
xescenas de latrocinio y de impiedad A
que se entregara un populacho soez,
retroceden y se pronuncian en contra.
Esto alentó a las autoridades, débiles é
»irresoUitas (iqnc coufesión!) desde el
«principio, y apoyadas por la mayor y
»mAs sana parte de la milícia urbana,
»pues la guarnicion era escasísima, se
«restableció el orden el dia 7, y dos de los
»delincuentes sufrieron la última pena
»en garrote vil ..
»E1 capitan general y el gobernador
''Civil fueron separados por el gobierno,
»reemplazando al primero Don Felipe
>Montes» (1).
Don Vicente de La Fuente continua:
«No carecían de gefes los incendiarios
^4de Zaragoza) y bien conocidos son en
»Zaragoza, y tambien la casa donde
»se pagaba A los obreres. V'o no puedo
»nombrarlos, no habiendo habido otros
>'escritores que lo haj'an hecho antes;
»pero los que dirigían y pagaban erait
tdiberales jy de los btieuos!
>^ Tambien en Zaragoza se hizo la farsa
»de agarrotar a dos de los obreros mas
»torpes, y algo sospechosos de trato
-idoble, però como siempre los gefes del
»motín ayudaron para ahorcarlos. Uno
»de los ahorcados fué el pregonero, que
»entró en una taberna con un càliz para
»beber vino en él» (2).
Un oficio del Prior agustino de Barce-
lona va a decirnos los nombres de las
víctimas del convento zaragozano de su
orden: «R P. Prior.— En la catàstrofe de
«Zaragoza murieron en nuestro Conv.''
»N. M. R. P. Mtro. Prov.i Fr. Carlos
»Abas, su lego Fr. ïhomas Salvador, el
>>P.•Fr. Fran.<^o Gómez, el P. Fr. Agustín
»Orozco y el herm." de obediència Fr.
»Agustín Gonzalez, por cuias almas
»mandara hacer celebrar los sufragios
»correspondientes q.«^ prescriben nuestras
«santas Constituciones. — Los dos prime-
(i) d. .\nlonio Pirala. Historia de Lj guerra
civil. Madrid, t868. Tomo II. pàg. u 8."^ Temo
que Pirala aqui. respecto de los nombres de lo.*
Generales que en los dias de los mentados sucesos
gobernaban en Zaragoza. se equivoca. He pedido
noiicias a un General que hace muchos anos està
deslinado en Zaragoza. y me contesta asi: «El ?
de abril de i8;; ejercia cl mando de Capitan
General de .\ragon D. Prancisco Serrano y Cuen-
ca, que cesó en mayf) del mismo ano. sucedién-
dole D. Felipe .Montes desde junio de 1835 al mes
de abril de i8;ó.i) Afiade que en ninguna de las
dos l'echas de las matanzas de Zaragoza, D. José
de Palafox. primer Duque de Zaragoza, era Capi-
tan General de Aragón.
(j) Obra cit.. tom<i II. pàgs. ^7 y 48.
68
MBUO TERCERO. — CAPITULO SEGUNDO
»ros murieron ahogados del humo i los j
»otros tres violentamente. Esta horrorosa
«tragèdia ha Uenado mi corazon de dolor
>/[ sentimiento.— Dics gue. A V. P. R.
»m.^ a. 5 Barcelona 14 de Julio de 1835.—
»Fr. Fran.™ Molas, Vic." Prov.' » (1).
La crònica inèdita de la Orden de la
Merced afiade algun pormenor a las
noticias aquí arriba dadas de la hecha
del 5 de julio en Zaragoza, escribiendo
las siguientes líneas referentes al ceno-
bio mercedario: «Zaragoza dió el mal
»ejemplo. En la noche del 5 de julio de
»1835 los liberales pegaron fuego A la
»puerta de la botica y convento de San
»Lízaro, y entraron como fieras para
»asesinar A los religiosos. Estos al ver su
»convento asaltado subieron A lo alto, y
»se escondieron en la bóveda. Frai Ma-
»nuel Artal, corista de 17 afios de edad,
»al subir para esconderse, pasando por la
»cornisa, resbaló, cayó y murió. El Padre
»Presentado Antonio Benedicto de edad
»de 69 afios, era sordo, sin duda no oyó el
»llamamiento de los frailes, fué encon-
»trado y muerto A hachazos. Frai Juan
«Aguirre diacono de 64 afios de edad,
»salió al corredor fiado en su inocencia,
»y A hachazos le asesinaron. Los demàs
»se salvaron»,
Aunque este mi pobre libro va enca-
minado a solos los cenobios catalanes, y
únicamente como antecedentes aclarati-
vos he debido resefiar en resumen las
matanzas de fuera de Barcelona; sin
embargo, lo interesante del siguiente re-
lato, escrito por una víctima del furor
de Zaragoza, el Padre mercedario Ramon
Lisbona, me ha decidido a molestar al lec-
tor insertandolo aquí casi integro. «Des-
»de esta època, dice, quedo decretada la
»ruina de los conventos y el asesinato de
»los frailes. A estos se les insultaba en
»público, y en publico se dabanlos valien-
»tes gritos de mueran los frailes... Las
»autoridades calla ban... A pesar de estos
(i) Este oficio SC halla ori.uinal en cl archivo
del actual convento atrustino de Calella.
«sucesos alarmantes, los frailes no había-
»mos alterado el método de nuestra vida.
»E1 silencio, la oracion, el estudio, seguian
»sin interrupción, y únicamente dedica-
»bamos A la política los momentos que
»teníamos de recreo. Continuamente se
»nos avisaba de proyectos incendiarios; •
»y siempre se nos designaba como vícti-
»mas destinadas al sacrificio. Estàs noti-
»cias, que en un principio nos habían pro-
»ducido una viva inquietud, concluyeron,
»à causa de su repetición, por sernos in-
»diferentes. Los jóvenes, sin embargo,
»como dotados de una imaginación mas
»viva y entusiasta, discutíamos todos los
»días lo que haríamos en el dia del asalto.
»Hoy decidíamos que la defensa, usando
»de la fuerza, era el único medio de sal-
»vación; otro dia recordando el Evange-
»lio, proponíamos la fuga, y en una
«tercera sesión, el martirio se presen-
«taba a nuestra imaginación, ardiente y
«entusiasta por lo grande, rodeado de
«todos sus encantos. Moriremos, decía-
»mos, moriremos por la fe: imitaremos a
«tantos héroesquederramaron con jubilo
«su sangre al filo del hacha ó de la
«espada.
»Este dia no se hizo esperar. En la
»tarde del 4 de Julio vimos arder el con-
»vento de Santo Domingo, y en aquella
«misma noche vimos arder también el
«nuestro. ;Quién podrà recordar, ni menos
«referir todo lo que en esta tràgica noche
Àpasó por delante de mis ojos?
«Apenas los relojes de laciudad habían
«dado las doce, cuando la voz de alarma
«cundió por el convento. El rojizo resplan-
»dor de las llamas que penetraba por
«nuestros balcones y ventanas, venia à
«demostrarnos lo bien f undado de la alar-
»ma. Dejamos los lechos, ;l medio vestir,
«abandonamos nuestras celdas y nos lan-
«zamos íl los claustros. jQué cuadro tan
«desconsolador se presento A mis ojos!
«El terror y espanto se veían por doquie-
«ra en lugar de la paz y de la ventura.
»E1 estrépito de las puertas, los pasos
«precipitados, las voces confusas y mez-
«cladas unas con otras, aumentaban de
MATAN/íAS DE FL ERA DE CATALi:
69
>tal modo la turbación y el espanto, que
>-de buen grado hubiera yo preferido la
*muerte ;í una situación tan angustiosa.
/-Por aquí se veia un anciano encorvado
xbajo el peso de los afios arrastrar con
>/pena sus fatigades miembros; por allà
»un joven anima à los tímidos }' los esti-
»mula à que lo sigan; unos piden armas,
>otroshuyen, 3- todos quieren salvarse,
í'Pero sin ballar los medios de conseguir-
>/lo. El incendio entre tanto se aumentaba
»de un modo horroroso, y los disparos
>.de fusil se sucedían sin interrupción: las
)/puertas amenazaban caer en tierra,
»dejando la entrada franca y libre al
vpillaje y à la muerte. L.os momentos,
>'Pues, eran preciosos.
»En un Angulo del convento, sobre las
»ruinas antiguas, elevàbase un pequeiïo
>/edificio que formaba cierta dependència
»de la casa. Su aislamiento, las ruínas
»que lo rodeaban, y lo oculto de sus bu-
'hardillas nos lo hizoaparecer A los jóve-
>/nes como un refugio seguro é impenetra-
>/ble: éste fué nuestrò juicio, y decidimos
»todos de consuno retirarnos à él en el
*día del peligro.
»Mientras que jóvenes y ancianos se
/ dirigían à diferentes puntos, 3-0, fiel y
> exacto en seguir la resolución anterior-
^mente adoptada, me dirigí con pasos
>apresurados à mi fantàstico castillo;
*pongo la escalera, subo, vuelvo a qui-
>'tarla, 3' heme ya en mi fortaleza; però
»solo. Mis compafleros no fueron imita-
>4ores de mi exactitud. iCuàn terribles
»fueron los primeros momentos de mi
'llegada! Mi asilo se hallaba contiguo à
»la puerta incendiada, y las llamas lamían
*sus paredes. Las voces de exterminio y
>'de muerte resonaban en sus techos, 3' las
»balas pasaban silbando por encima de
»mi cabeza. El terror heló mi sangre en
>las venas, 3- próximo à desfallecer me
>'acurruqué en un rincón, libre por fortu-
»na de la punteria enemiga. El chasquido
»de las llamas me parecía el paso del
^homicida; las rafagas del viento, voces
' amenazadoras, y hasta el mismo silencio
>/que por intervalosdaba treguas al furor,
»se me representaba como el mensajeio
xde la muerte, ó como el sueiïo tranquilo
»del sepulcro.
»Las puertas exteriores habían sido ya
»devoradas por las llamas, dejando franca
»la entrada al furor y à la codicia, y las
»interiores despedían ronco estruendo
»repetido por el continuo golpe de las
»hachas, cuando... icosa admirable! el
»sueno vino à cerrar mis ojos, cerrando
»al mismo tiempo la puerta al sentimiento.
»';Qué es lo que sucedió durante las tres
»horas de mi tranquilo sueno? iQué horas
»tan felices si hubieran terminado 3•a mis
»afanes!
»Cuando desperté la aurora hacía des-
«aparecer los horrores de la noche. Todo
«reposaba en el mas profundo silencio.
»Ya no se oían voces aterradoras, ni los
»golpes de las hachas resonaban en las
sbóvedas del claustro. ;Era éste el silen-
»cio de la paz, ó mas bien el silencio de
»la muerte? El que se ahoga de un junco
»se agarra. Al observar una paz tan
«profunda después de un tan sacrilego y
«desenfrenado tumulto, 3*0 creí que la
»Autoridad, que à la sazón podia dispo-
»ner de sobrantes fuerzas represivas,
«había intervenido poniendo fin à tantes
»3' tan enormes desordenes. Aceché por
»las rendijas de mi buhardilla, y no des-
> cubrí el mas mínimo indicio que mani-
)/festara la presencia del asesino. Satis-
»fecho de mis descubrimientos, \' rebo-
»sando jubilo al verme libre de los
»horrores que poco antes me amenazaron ,
»levanté mis ojos 3' mis manos al cielo,
»y con toda la efusión de mi alma di las
>/gracias al Todopoderoso. Acto continuo
»alzo la trampa, coloco la escala, y ya
»me descolgaba por ella cuando siento
»que el pavimento de mi viejo caserón
>/retumba bajo los pies de algun atleta;
»oigo luego voces confusas, 3' comprendo
>que el asesino 3- la víctima se hallan
»debajo de un mismo techo 3'a poquísima
«distancia. Tornar a mi escondite, subir la
«escala 3- dejar caer la trampa, fué obra
»de un solo momento. Ahora, emperò,
»ya no era el jóven tímido, a quien poco
I.IBnO TERCIÏRO. — CAPITULO SEGLNDO
»antes hicieron temblar las ràfagas de
iviento. La presencia del asesino había
venardecido mi valor, y à la manera que
»la vacilante luz de la làmpara despide
»al apagarse mas refulgente brillo, así
»mi corazón se revistió de fortaleza al
«hallarse en presencia de la muerte. Ele-
»vo mis ojos y mi corazón al cielo, y me
»dispongo al combaté.
»Los hombres ilití^trados, los civil i sa-
ulores del siglo XIX, no quedan satisfe-
»chos con arrancar rancias superstició-
y>iies, degollando a cuantos hombres se
»oponen a la marcha de sus ideas; es
^preciso también demoler sus guaridas,
iimonnmeiitos de la barbàrie, erigidos
»por una imaginación fanatizada; esto es
»poco todavía; el punal solo mata, el ha-
»chahiende tan solo... echad, pues, mano
»delfuego, que todo lo devora.
»Yo me veia en aquel momento rodeado
»de un torbellino de humo, y mi respira-
»ción se ahogaba. Mi asilo ya no podia
»ocultarme, porque la tos que agitaba
»mis pulmones me descubría bien A pesar
»mío. iMoriré, pues, y moriré ahogado?
>-iOh madre mía, y qué triste noticia vais
Ȉ recibir de vuestro pequeno hijo! Di-
»ciendo así, abro la trampa... però oigo
»pasos... mis enemigos estan debajo de
»mis pies. i Ah!, no saben ellos que un frai-
>le los esta mirando à distancia de tres
»pasos; que oye todas sus palabras. Tam-
»Qoco saben que la vida de uno ó dos de
»ellos estA en las manos de este fraile
»que seguramente no piensa vivir mu-
»chas horas!... Los asesinos entre tanto,
»hallàndose muy ocupados en registrar
«todos los rincones de la estancia, vieron
»unas arcas cerradas, guarnecidas de
«chapas de hierro, 3^ brillaron sus ojos de
»codicia, creyendo que allí se encerraban
»los tesoros de Creso. Las tomaron al
> momento con sus robustos brazos, y por
»librarse del humo que aumentaba por
ímomentos, las bajaron a los patios. Su
»codicia me salvo a mi de las llamas.
»Apenas los perdí de vista, salí de mi
»escondite y bajé felizmente por la esca-
»lera. Mi resolución era inmutable. Antes
»de morir entre las llamas, quería lanzar-
»me d los ya ensangrentados puíïales.
> Principio cl caminar con firmeza; nadie
»se opone à mis pasos: atravieso el pasa-
»dizo que me separa del convento, cruzo
i>los claustros solitarios, y me dirijo à mi
»celda. Mi corazón desplegaba un valor
»y una energia increïbles; y no sé qué
»voz interior me aseguraba que ya me
»habia salvado.
»Cuando entre en mi celda, una cosa
•■nnesperada se presento à mi vista. Dos
«mujeres se hallaban registrando mi arca,
»y repartiéndose mi ropa cual si fuera
»el botin de una ciudad conquistada; mas
»apenas me vieron, quedaron como petri-
»ficadas. Fijaron en mi sus ojos, y fué tal
»su estupor que no pudieron dirigirme ni
»una sola palabra, no obstante que yo las
»había saludado. Sin duda, creyeron que
»quien las hablaba era un fantasma. La
»inocencia da valor; el crimen es siempre
»cobarde. Con la fuerza que me daba mi
«derecho, tomé de las manos de aquellas
»mujeres los vestidos que me faltaban
»(iba yo todavía à medio vestir); vestíme
»en su presencia, abandoné a su rapaci-
»dad lo que quedaba, y marché diciendo
»adiós, à que tampoco contestaron. Ape-
»nas me vi en los claustros otra vez, me
»detuve un momento para reflexionar
»sobre la dirección que debía tomar. Va-
»rias f ueron las ideas que se ocurrieron
»en mi mente; mas por liltimo me decidí
»por la mils temerària. El asesino se ha-
»llaba en I05 claustros bajos, y aprove-
»chando tan buena coyuntura, quise ver
»las celdas de los Padres. iQué espec-
»tàculo tan triste presentaban estàs habi-
»taciones, en otro tiempo tan bellas! Rotas
»las puertas, hechos mil trizas los crista-
»les, los papeles y los libros arrojados
)^por el suelo, los muebles todos destro-
»zados y arrojados en desorden. Tal fué
»el cuadro que à mi vista se presento en
»los claustros primero y segundo; però
^>en este ultimo, en las celdas número
»cuatro y cinco el espectàculo fué mas
»horroroso todavía. Dos cadAveres, re-
«volcado el uno en su pròpia sangre, y el
MATAN/\S DR lUKRA DR f; A ï Al-L NA
71
Aotro, horriblemente truncada la cabe-
»za... «lOh Padre Antonio! jOh Fv. Agui-
vrre!» exclamé yo entonces horrorizado,
>->y como si un golpe amenazara mi exis-
>'tencía, huí apresurado. Però ;a dónde
' iré? El fuego ha invadido ya todas mis
■salidas al campo libre. Corro de una
j-parte ú. otra, llamo à la puerta del novi-
>ciado, asilo, según creia, de algunos
Padres, però nadie me responde; oigo
pasos lejanos, y entonces me dlrijo ;'i la
> Biblioteca allí inmediata. Los librosesla-
ban hacinados, y mi primera intención
fué sepultarme entre ellos; però iay! me
' ocurrió entonces, que la nueva civüizn-
ción tampoco los perdona, y si llegaban
>-À pegaries fuego, ardería yo con ellos.
'Mudo, pues, de dictamen, tomo dos li-
bros (que todavía conservo) para recuer-
-do de este dia, y sin saber a dónde diri-
girme, abandono la Piiblioteca.
>'Los pasos de los bíirbaros resonaban
ya mas cerca, y las voces que poco antes
apenas las distinguía como un confuso
' murmullo, ahora las comprendía perfec-
ítamente. Para librarme de la muerte no
>'me quedaba mas que un medio, y éste
^era un acto desesperado. Tenia enfrente
>de mi una ventana que daba a los jardi-
nes, me arrimé a su antepecho, y medi
' con la vista su profundiüad, y aunqueme
' pareció un abismo, me decidí a lanzar-
■ me por ella. Mi cuerpo temblaba, y mis
»ojos querian salir de sus órbitas. Esto
>.no era el miedo; era el empuje de todas
>mis fuerzas dirigidas hacia una resolu-
> ción suprema. Armado con la senal de
»la cruz ibaya a precipitarme, cuando vi
>-en un rincón una cuerda; la ato ò. la
-ventana y me descuelgo por ella. Mis
>tiernas nianos se despedazaban con la
ífricción, però no importa... ya había
«bajado un piso... jtriste de mi! ya no
^hay mas cuerda. Mis manos se hallan
>iastimadas, y apenas me pueden sosté-
>ner; la vuelta a la ventana es impo-
ssible; la caída es peligrosa; sin embargo,
>cierro los ojos, suelto la cuerda, y mi
»cuerpo cruza el espacio y se precipita
»en lo profundo... Yo no só lo que enton-
»ces medió, però me levanté iigil y sin
»lesión alguna.
>^Cuando llegué a la puerta del conven-
>'to llamada de los carros, una turba de
»muchachos repetia con toda la fuerza de
»sus pulmones: «iViva la libertad!» Aque-
»llos inocentes ignoraban que semejantes
»palabras eran un infame sarcasme arro-
»jado a la cara de un hombre que tenia
»tanto derecho como el que mas para ser
»libre. Yo compadecí su ignorància, peio
»no pude menos de decir, aunque con
»acento sarcàstico: «Sí, iviva la libertad
»y mueran los frailes!» Ellos iiiterpreta-
>'ron a su modo estàs palabras, y unani-
»mes exclamaron: «Este es liberal, de-
»jadlo.»
»Con la libertad que me concedieron
»una docena demuchachos haraposos, salí
»de mi convento, y principiaba a caminar
»por una espaciosa carretera. A raedida
»que me alejaba de mi casa tranquilizií-
>jbase mi espiritu, però el peligro era
»inminente. Una voz desconocida me ad-
»virtió desde una ventana que acelerase
»el paso, y aprovechando el consejo lo
»hice asi, llegando en pocos momentos ;i
>Hma casa de campo cuyos dueflos eran
»muy amigos de mis padres. Aquí daba
»por terminades mis trabajos. Llamé à la
»puerta; la senora no quiso salir y se aso-
»mó a una ventana; me conoció y lloro al
»verme; la pedí un asilo, però me con-
»testó con una excusa: volvi a supücarle,
»haciéndole presente el peligro que me
xamenazaba, y me fué negado con estàs
»palabras: Si te rccibo cii mi casa, vic
>•>}iialardii. «iOh, no, dije yo entonces, no
>^es justo que V. muera por mi;» y dichas
»estas palabras me senté con tranquilidad
»en el dintel (imibralj de la puerta. Dios,
»empero, no había decretado que aquella
'>fuese mi última hora. Una mujer labra-
»dnra, de edad al parecer de treinta ó cua-
»renta anos, había sido testigo de esta
)/escena, y movida a compasión de mi des-
»gracia, dió una voz, y por senas me decia
>-que fuese a donde ella estaba. Apenas
! »puse los pies en su huerta, me tomo del
I »brazo, y con acento decidido me dijo:
72
l.inUO TliltCERO. — CAI•ITL'LO SKfJUNDO
»«Deje V. lodo temor, que yo le salvaré,)^
»y así diciendo se desnudó de una parte de
»sus vestidos, me disfiazó de mujer y me
»mandó que me recostase à la sombra de
>un àrbol.
»Apenas me hube recostado, y la mujer
> se había separado un poco, los asesinos
«lanzando mil blasfemias llegaron a la
»puerta de la cerca. «rDónde està el frai-
»le?, dijeron — cQué fraile?, contesto mi
«protectora. — iQué fraile!, replicaron
>•ellos, iqué fraile! Luego entréganos el
»fraile, si no, por vida de... te quemo las'
»entranas.» Yo oíatodo este dialogo, y al
>oir la amenaza acompanada de una ho-
»rrible blasfèmia, me estremecí. No así
»mi bienhechora; pues mas serena cuanto
»màs la amenazaban, volvió ú decirles:
«Màtenme Vds. y hagan lo que quieran,
>que en mi huerta no hay ningún fraile, ni
»otra persona mas que mi hija que ven
»Vds. recostada debajo de aquel àrbol...
»pero si Vds. no me quieren creer, pue-
»den entrar y quedaran desenganados.»
»Los asesinos no insistieron, y temiendo
>se les escaparà una victima que habían
»creido tener segura, se lanzaron à los
«campos inmediatos. Mi bienhechora entre
> tanto cantaba, y yo, penetrado de res-
»peto, admirabael rasgo heróico de aque-
> lla mujer que supo sacarme de las garras
>delamuerte.— Fr. Ramó.nLisbona, Mer-
ccdario» (1).
ARTICULO DÉCIMO
RUÍN ESPÍRITU DEL GOBIERNO
DE TORENO
«No apreciaba con exactitud el gobierno
»lo dèbil y precario de su situación, y no
»obstante la repetición de signos tan
»característicos, síntomas de una enfer-
»medad que no podia curarse con decre-
»tos, creyó ponerle remedio mandando
(i) De la Revista Popular. Número cIlI j du
agosto de 1894, pàgs. 71 y sigs. Lo copia a su \ lv
de la Revista Mercedaria.
«incorporar al ejército los militares que
»no pertenecían à cuerpos; dispuso el
«expurgo de la milicia urbana; prescribió
»la formación de comisiones militares en
> las provincias, y dicto penas contra los
>andividuos que pertenecían à sociedades
>secretas (son palabras de iiii liberal
»iiiuy marcada); actos de severidad, cuy os
«irritantes efectos estimo que completaria
»promulgando un decreto suprimiendo
«en todo el territorio de la monarquia la
«Companía de Jesús, aplicando igual
«medida à los conventos que no contu-
»viesen doce individuos profesos; à cuyas
«reformas en sentido liberal siguió otro
«decreto que daba mayor latitud à las
«atribuciones de los municipios» (2).
Para pesar con exactitud el valor de
estos decretos aquí arriba mentados por
los continuadores del libro de Don Mo-
desto Lafuente, y percibir todo el olor, o
mejor, elhedor que emiten, juzgo oportu-
no copiarlos casi íntegros, afiadiéndoles
algun otro que manifiesta el maligno espí-
ritu del Gobierno.
«Real Orden.— S. M. la Reina Goberna-
«dora al dictar las disposiciones siguien-
«tes ha querido anticiparse à lo que se ha
«de prescribir en el arreglo general de los
«estudiós del Reino, que se ha trabajado
«por esa direccion con tanto celo y se ha-
»lla en curso de examen; y lo ha querido,
«así para allanar el camino à las reformas
«que se van à sancionar pronto en los
«métodos de instruccion, como para no
«dilatar un punto à los siibditos de su
«amada y augusta Hija el bien que en sí
«envuelve la uniformidad de la ensenanza
«ptiblica en lo material de ella y en su
«espíritu.
«Una larga y triste experiència ha
«hecho notorio que si una vez se albergan
«errores en los estudiós, y estos errores se
«escudan bajo la autoridad de cuerpos por
«otros títulos muy respetables, se niega
«con pertinacia su desarraigo, quedando
«así viciada la esencia del saber, que
(j) Continuadoreí. del libro de D. .Modesto
Lafuente. Obra cit.. tomo XX, pàgs. 182 y 18;.
MATAN/AS DE lUERA DK CAIALUNA
73
/'Siendo progresivo no consiente trabas
~que embaracen los adelantos à que le
>.impelen la mudanza de los tiempos, las
>A'arias exigencias del orden social.
>/Las corporaciones que conservaron
>:>viva la lumbre de las ciencias entre las
' cenizas de los siglos de barbàrie y des-
>4ruccion, no han podido prestarse à sa-
>tisfacer las necesidades intelectuales
>síempre crecientes de las épocas poste-
> riores, por ser propio de sus instituciones
' el apego a las tradiciones antiguas que
> f undaron su glòria, y la tibieza, si no
aversion, à innovaciones cuya urgència
' se les ocultaba en su retiro del mundo, y
' cuya utilidad general podia ir desacorde
'.en algunos casos con la suya privada. Es-
>te espíritu conservador quecomunmente
> es un bien para la sociedad, no lo es en
>:lo que toca à la cultura del entendimien-
'to humano y à la educacion de la ju-
»ventud.
»Para corregir, pues, lo que por estàs
»razones liubiere de vicioso é inconve-
»niente, S. M. se ha servido mandar que
>.cesen con el curso actual las ensenanzas
>•públicas de filosofia y facultades mayo-
>res en las casas de religiosos, quedando
>-limitadas ;l las de primeras letras y
>humanidades en los Escolapios, y que
»en los colegios dirigidos por regulares
«cesaràn estos en su direccion y admi-
vnistracion luego que esa direccion gene-
> ral consulte con la posible brevedad el
>orden que convenga adoptar en ellos,
) proponiendo al mismo tiempo en terna
'los maestros y catedràticos que hayan
xmostrado su idoneidad por oposicion
'.pública. Se exceptua de esta disposicion
>i\ los seminarios conciliares que estén ;l
-cargo de los reverendes obispos.
>'De Real orden... Madrid 23 de junio
^.de 1835. Juan Alvarez Guerra...» (1).
'<Real Decreto.— Conviniendo para la
«prosperidad y bien del Estado que se res-
)^tablezca en su fuerza y vigor la Pragmà-
»tica Sancion de 2 de abril de 1767, que
(i) Diario de liaicclona del ; de iuliode 18 ;í.
"forma la ley 3:\ tit. 2o, lib. 1.° de la No-
»vísima Recopilacion, en cuanto por ella
»tuvo à bien mi Augusto Bisabuelo el
»Sr. D. Carlos III suprimir en toda la mo-
»narquía la Orden conocida con el nom-
»bre de Companin de Jesús, ocupando sus
»temporalidades; oido el Consejo de Go-
«bierno 3' el de Ministros, he venido en
»mandar, en nombre de mi excelsa Hija
»la Reina D." Isabel II lo que sigue:
»1 .° Se supri me perpetuamente en todo
»el territorio de la monarquia la Conipa-
fíUÍa de Jesús, que se mandó restablecer
»por Real decreto de 29 de mayo de 1815,
''quedando éste por consiguiente revocado
»y anulado, como lo había sido ya por
»las Cortes en 1820.
»2.° Los individuos de la Compaflía
»no podran volver à reunirse en cuerpo
»ni comunidad, bajo ningun pretexto:
«debiendo fijar su residència en los pue-
»blos que elijan de la Península, con
»aprobacion del Gobierno, donde viviran
>'los que estén ordenados in sacris en
»clase de clérigos seculares, sujetos à los
»respectivos Ordinarios, sin usar el traje
»de su referida Orden, ni tener relacion
»ni dependència alguna de los superiores
»de la Compaflía que existan fuera de
»Espana; y los que no estuvieren ordena-
»dos in sacris, en clase de seglares,
«sujetos à las justicias ordinarias.
»3.° Se ocuparan sin pérdida de mo-
»mento sus temporalidades, que compren-
»den los bienes y efectos, así muebles y
''Semovientes, como raices y rentas civi-
»les y eclesiàsticas que los Regulares de
»la Compaflía posean en el Reino, sin
»perjuicio de sus cargas y de los alimen-
> tos de los propios Regulares, que consis-
»tiràn en cinco reales diarios à los sacer-
»dotes durante su vida, ó hasta que sean
'H-olocados, y tres reales à los legos en
vigual forma, los que se pagaran A unos
»y à otros cada seis meses de los fondos
»de la Caja de Amortizacion, y perderftn
»si saliesen del Reino
»4." No disfrutaràn de estos alimentos
»vitalicios los jesuítas extrangeros que
»existan en los dominiosespanoles dentro
74
l.IlillO TKliCEItO. — CAI'ITL'l.O SKC.UNDO
»de sus colegios, ó fueru de ellos, ni tam-
»poco los novicios, por no estar aun
»empenados con la profesion.
«5." Los bienes, rentas y efectos de
»cualquier clase que actualmente poseen
»los Regulares de la Compaíïía, se aplican
«desde luego à la extinción de la deuda,
>->6 pago de sus réditos. Se exceptúan, sin
>embargo, de esta aplicacion las pinturas,
«bibliotecas y enseres que puedan ser
»iUiles c'l los institutos de cienciasy artes,
»así como tambien los colegioF, residen-
»ciasy casasdela Compaíïía, sus Iglesias,
»ornamentos y vasos sagrades; de los que
»me reservo disponer, oidos los Ordina-
»rios eclesiasticos en lo que seanecesario
'->y conveniente. Tendreislo entendido... —
»Estíl rubricado de la Real mano.— En
«Aranjuez a 4 de julio de 1835.— A. D. Ma-
>nuel García Herreros» (1).
A este tiraiïico decreto el Pontifice ro-
mano contesto con la siguiente nota:
«Palacio del Quirinal, 6 de Agosto de
»1835. Ha llegado a conocimiento de Su
»Santidad por comunicacion de su Nuncio
»en Madrid y por los papeles públicos,
»un decreto con fecha 4 de julio próximo
«pasado, en el que se suprime la Compa-
«iïía de Jesús en todo el territorio de la
>Monarquia espafíola, se aplican sus bie-
>'>nes y rentas A la extinción de la Deuda
»pública, se someten los religiosos pro-
»fesos de dicha Companía ordenados ///
>->sacris A la autoridad de los Obispos, en
«cuyas diòcesis establezcan su residència,
>-con permiso del Gobierno, y se reducen
»A la condicion de simples seglares los
^ legos profesos de la misma Compaíïía.
»Cual haya sido la dolorosa impresion
»que ha producido en el animo del Santo
»Padre la lectura de este Decreto V. S.
»ilustrísima podrà mas facilmente ima-
»ginarlo que el infrascrito Cardenal se-
>cretario de Estado decirlo.
»Un decreto que sin autoridad compe-
>tente suprime una Orden Religiosa,
>)Somete los Regulares à los Obispos,
(i) Diaiio de Barcelona de\ i_| de julio de i8í=;.
pàgs. i=;=;2 y 15=13.
»reduce legos profesos al estado seglar, y
»sin el necesario concurso de la Santa
»Sede dispone de los bienes de la Iglesia
))para usos diversos, no podia, ni debía
>/esperarse de un Gobierno que se dice
«católico y reverente hàcia la Santa Sede.
>^Despues que por conducto del infras-
»crito Cardenal, en nota de 10 de abril
«próximo pasado, se protesto formalmen-
»te contra la aplicacion al Crédito publico
»de los bienes de las Corporaciones ecle-
»siasticas sin la intervencion de la Santa
»Sede, no ha podido dejar de ser muy
«amargo à Su Santidad que, en vez de
«respuesta que por todas razones mere-
»cían sus justas reclamaciones, haya
»venido a publicarse el mencionado De-
»creto.
«Dejando Su Santidad la cuestion polí-
»tica sobre la sucesion al trono de Espa-
»na, quiso tener con aquel Gobierno todos
»los posibles miramientos, y aunque no
»se había pronunciado en tal cuestion, no
»hizo por su parte alteracion alguna en
«sus relaciones diplomàticas con la Es-
«pana, antes bien propuso que A su Nun-
»cio, à quien no se quiso reconocer como
«Embajador cuando la Santa Sede conti-
«nuaba tratando con los agentes diplo-
«màticos de Espafïa, se le reconociese
«únicamente como Delegado apostólico
«investido de las facultades necesarias
«para que el curso de los negocios ecle-
«siasticos de Espafïa no sufriere detri-
«mento por causas políticas, y íl fin de
«que por este motivo no se alterase la
Atranquilidad pública. Tuvo Su Santidad
»que deplorar las inauditas atrocidades
«cometidas bàrbaramente contra tantos
«buenos y tranquilos religiosos, el saqueo
«de sus conventos y tantos otros males
«hechos A la Iglesia por la faccion anti-
«rreligiosa, que se dejó llevar contra los
«templos y contra los eclesiàsticos a
«excesos que causan horror, y no por
«esto retiro de Espafïa su representante,
«ni desistió de las negociaciones entabla-
> das para poder proveer de Obispos las
>.Iglesias vacantes, sin perjuicio de los
»privilegios de la corona de Espafïa, y
MATANZAS Di; I-l.ER A DK CATAt.lN\
sin danar los privilegies de persona
) alguna. Però viendo ya el Santo Padre
-que las ofensas hechas a los sagrades
> derechos de la Iglesia no pueden dejar
*de atribuirse desgraciadamente al Go-
>.bierno; viendo desatendidas y con tan
»mala correspondència sus paternales
>reclamaciones, no puede permitir por
> mas tiempo que su representante perma-
nezca mudo espectador de los agravios
>que se hacen a la Iglesia, ni que su
presencia en la capital de Espaiïa pueda
>interpretarse como una sefíal, sinó de
aprobacion, al menos de indiferència en
la Santa Sede, por todo aquello que se
hace en perjuicio de ella y de la Iglesia.
' Puesto de consiguiente .Su Santidad, solo
-por causa del actual Gobierno de Espa-
»na, en la desagradable necesidad de
«retirar su Xuncio de Madrid, ha expe-
»dido al mismo las ordenes convenientes
>al efecto.
»E1 infrascrito Cardenal , en cumpli-
> miento de los preceptos de Su Santidad,
> participa esta soberana determinación a
»V". S. Ilustrísima para que le sirva de
»gobierno; y al mismo tiempo protesta
)formal y solemnemente en nombre de
»Su Santidad misma contra el mencio-
> nadó Decreto de 4 de julio, para dejar
>'Salvos en todo tiempo los sagrades dere-
»chos de la Iglesia y de la Santa Sede,
> declarando que Su Santidad mira diche
'^Decreto como ilegal y nulo en todas sus
»partes, en cuanto su contenido efenda,
>:de cualquier manera que sea, los sagra-
»dos derechos de la Iglesia y de la Santa
«Sede» (1).
A tan clara cuanto enèrgica nota le so-
brarà todo comentarie.
El tercer decreto de Madrid indica la
creencia del Gobierno de que la revo-
lución era obra de las seciedades secre-
tas. He aquí sus principales pàrrafos:
«Senora. — Las liltimas ecurrencias de
(i) d. Anj.rcl Salcedo Ruiz, conocido por el
scudónimo de Màximo. Et Anliclericalismo y /ijs
Ordenes religiosus en l'sftan.i. Ma.ln'íi. iijnS.
Piigs. ()(3 y sigs.
> Zaragoza; la disposicien que manifiestan
'^algunes individuos que indebidamente
»han sido admitides en los benemèrites
»cuerpos de la Milícia urbana; la marcha
»en fin de todas las cosas, revelan al
»Gobierno de V. M. la existència de un
»plan mas ó menos cembinado, 3- con màs
»ó menos ramificaciones, cuya tendència
«es díselver el Estado, y envelver A la
«nacion en tedos los horrores y desastres
»de la mas desoladora anarquia. « Anade
que estos planes estan mu}- adelantados,
y que exigen un cambio de la política
contemporizadora por otra enèrgica; y
así que el Gobierno propone a la aproba-
ción de S. M. las siguientes medidas:
«Que por el Ministerio de la Guerra se
»manden salir para el ejèrcito de opera-
»ciones y el de reserva ó a los depósitos
»que se designen à todos los gefes y ofi-
»ciales que existen en Madrid y demas
«capitales del reino sin pertenecer a sus
»guarniciones ó hallarse con alguna co-
«mision del Servicio
«Que por el mismo Ministerio de la
«Guerra se proceda a poner en ejecucion
»la ley de Milícia urbana, promoviendo
«el alistamíento de estos cuerpos, y pur-
»gàndolos de los individuos que no ofrez-
»can las garantías necesarias para des-
«empefiar el objeto de tan ímportante
«institucion.
«Que se haga saber a los capitanes
«generales de las províncías y a los go-
«bernadores ó comandantes militares de
«cualquier dístrito, que en el momento
«que con fundado motivo pueda temerse
«que se intenta alterar la tranquilídad
«pública, una de las primeras medidas
«que adopten debe ser el establecer la
«comision militar para que por ella sean
«juzgados los autores ó còmplices de
«cualquíera tentativa para trastornar el
«orden, hacièndolo saber así con antici-
«pación.
«Que toda autoridad que no cumpliese
«la anterior disposicion, ó que manifes-
»tase tibieza para conservar la tranqui-
«lidad pública, serA responsable de las
«desgracias que ocurran y de todas las
I.IliRO lEUCCUO. CAFin LO SEC.L'Mi
»consecuencias ú que pueda dar lugar su
>indecisión ó debilidad.
»En todo caso de alarma deberan pre-
> sentarse & la autoridad militar todos los
»gefes y oficiales que no estuviesen en
»activo Servicio, y los que fuesen cogidos
»en los grupos de alborotadores, cual-
»quiera que sea el pretexto que aleguen,
»seràn juzgados tambien por la comision
»militar.
»Todo empleado que se aliste en una
»sociedad secreta queda por este hecho
»privado de su empleo, honores y conde-
»coraciones, y sujeto ademas à las penas
»que imponen las leyes.»
Es del 15 de julio de 1835.
«S. M. se ha servido aprobar la ante-
»rior exposicion de su consejo de minis-
»tros, 3' manda que se publiquey circule,
»y que se expidan las ordenes necesarias
»para la mas puntual ejecucion de las
»prevenciones que se hacen en dicho do-
»cumento» (1).
El cuarto documento, o decreto, mucho
mas extenso que los dos anteriores, viene
informado del mismo espíritu que los
expedidos en el período constitucional
de 1820 a 1823, de tal modo que al leerlo
cree el lector continuar el estudio de
aquel tiempo de profunda y brava revo-
lución. Sin embargo, procede de un go-
bierno moderado; però los moderados de
entonces en su pecho alimentaban tanto
o màs odio a la Religión que los mismos
exaltados, solo que procuraban ocultarlo
bajo una piel deoveja. En fin, oigamos
sus palabras:
íExposicion A S. M.— Sefiora: La nece-
»sidad de saludables 3' prudentes refor-
»mas en el clero secular y regular ha
»sido reconocida hace largo tiempo por
»el Reino junto en Cortes, que no dejó de
«clamar constantemente para que se pu-
»siese un cotó A los extravíos de un celo
»indiscreto y piedad mal entendida, que
(i) Diario ie Barcelona del J4 de julio de
183Í, pàgs. 1Ó55, i6?-( y il.sí.
>4antos perjuicios y males ocasionaron al
«Estado; y tambien por el suprimido Con-
»sejo y Càmarade Castilla, que frecuen-
»temente elevaron su voz respetuosa has-
»ta el Trono, proponiendo los remedios
»que estimaron convenientes para atajar
»las demasias del estado eclesiàstico se-
»cular 3' regular, ocasionadas por el de-
»masiado número de clérigos y conventos
»con relajacion de la disciplina regular.»
(jCuaiito otUo y enduta Iiipocresía!) «Los
»augustos predecesores de V. M. se ocu-
»paron de objetos tan importantes, ya
»solicitando comisiones apostólicas para
«preparar y realizar las reformas; 3'a
»celebrando concordatos con la Santa
»Sede 3' obteniendo de ella bulas y braves
»sobre determinadas materias; ya dictan-
»do por sí mismos, en uso de su incontes-
»table derecho de soberanía 3- como pro-
»tectores de los canones y de la Iglesia,
«muchas medidas generales 3' particulares
»que se hallan consignadas en las le3•es
»de la Novísima Recopilación». (Deituevo
cl absurdo del prcteitdido derecho de
liranizar a la Iglesia por rasón de la
obligación de protegcrla.) «Però no ha-
»biendo sido ejecutadas estàs en gran
»parte, y siendo ademas insuficientes
»para lograr y realizar los deseos tan
«altamente manifestades por todos los
»buenos ciudadanos de todas clases y
»estados, tan piadosos y religiosos como
»amantes del bienestar y prosperidad de
»su pàtria,» (Los religiosos que a/iora
quicren arreglar al clero son los maso-
nes), «V. M. siempre solícita en procurar
Ȉ los espanoles todos los bienes que
»esperan del reinado de vuestra excelsa
»Hija, mi Senora D." Isabel II, se digno
»crear por decreto de 22 de abril del ano
»próximo pasado una Junta compuesta
»de eclesiasticos del clero secular y regu-
»lar, recomendables por su virtud» (entre
ellos el jansenista Don Fèlix Amat),
«ciència, dignidad 3^ adhesion sincera ;i
»la legitimidad, 3' de seglares no menos
«recomendables, para que tomando las
»noticias convenientes propusiese à la
«Real aprobacion de V. M. el plan de me-
MATAXZAS DE l'CEHA liE CATALINA
77
>joras que creyese mas útil, sirviendo de
vbase a sus operaciones la instruccion que
»V. M. tuvo a bien daiie al propio tiempo
»con el laudable objeto de que tenga efec-
»to la reforma, recibiendo sin embargo
»los fieles abundance pasto espiritual.
>/Despues de un ano de un trabajo asiduo,
>yy del mís detenido examen, la Junta ha
»elevado t'i las Reales manos de V. M. el
»fruto de sus meditaciones, proponiendo
»las bases que han de servir de cimiento
»a las reformas del clero tanto secular
»como regular en todas sus partes. Estàs
>bases, que seran examinadas por el Go-
»bierno de V. M con la detencion y ma-
xdurez que exige matèria tan importante
»y trascendental, mientras que la Junta
«continua en la formacion de los regla-
»mentos que son necesarios para ponerlos
»en accion, daran matèria a diferentes
«proyectos de ley que se someteràn opor-
»tunamente A la aprobacion de los Esta-
»mentos, contando en los puntes que sea
»necesario ó conveniente fcou) la interven-
»cion y prèvia cooperacion de la potestad
»eclesiastica, con la cabeza de la Iglesia,
»ó bien con los prelados diocesanos, se-
»gun su naturaleza. Però es mi deber
»llamar desde ahora mismo la soberana
»atencion de V. M., sin perjuicio de ha-
»cerlo tambien sobre otros puntos de la
»sola competència del Gobierno, respec-
>4ivo de las bases que tratan de la supre-
»sion de los monasterios y conventos de
«hombres que carecen del niimero de 12
«religiosos, que segun varias constitucio-
»nes pontilïcias son necesarios para for-
»mar' comunidad, y para cumplir sus
»individuos con la observancia de la dis-
»ciplina religiosa, porque para llevarlas
Ȉ debido efecto no se necesita el con-
»curso del poder legislativo ni el de la
«autoridad eclesiàstica. V. M. como pro-
>:tectora de la Iglesia y de los canones, y
«con especialidad del Santo Concilio de
»Trento, no solo tiene un derecho, sinó
>que tambien este mismo caràcter la im-
»pone la obligacion de velar para que se
^cumplan puntualmente las disposiciones
»canónicas, hacicndo cèsar los abusos que
»se hayan podido introducir en la disci-
»plina monàstica y (eit el) trascurso de los
«tiempos y resultando de la estadística
»que ha formado la Junta, segun los datos
jique le han suministrado los prelados
«regulares, que existen muchos monas-
>-terios y conventos de hombres en los
»que, por la falta del número canónico de
«religiosos, no se puede observar como se
«debiera la disciplina religiosa, no puedo
í^menos de proponer à V. M. que se digne
«mandar que queden suprimides desde
«ahora todos los que estan en este caso,
«haciendo lo propio en lo sucesivo a me-
«dida que queden reducidos a menor nú-
«mero de individuos ya designado. Ruego
Ȉ V. M. que si esta medida merece V.
«Real aprobacion, como la ha merecido
»del Consejo de JMinistros, se digne rubri-
«car el decreto que tengo el honor de
«presentarle, en el cual se halla consig-
«nada con otras disposiciones que se deri-
»van necesariamente de ella, y las excep
«ciones que reclaman el bien del Estado
»y de la Iglesia. {^Y la aprobacion del
»Sunio Poiitífice dónde està?) La con-
«secuencia inmediata de este decreto serà,
«Senora, la supiesion de màs de 900 casas
«de las ordenes religiosas, que es casi
«una mitad de las que existen en el dia,
«segun la nota nominal que ha presen-
«tado la misma Junta; y la aplicacion de
«sus propiedades para la amortizacion de
»la deuda del Estado. Segun aquella nota
«se suprimen 43 monasterios de las dife-
«rentes ordenes; 138 conventos de domi-
«nicos; 181 de f ranciscos; 77 de descalzos;
»7 de terceros; 29 de capuchinos; 88
«de agustinos calzados; 17 de recoletos;
«37 de carmelitas calzados; 48 de idem
«descalzos; 36 de mercenarios calzados;
«27 de idem descalzos; 50 de San Juan
«de Dios; 11 de premonstratenses; ó de
«clérigos menores; 4 de agonizantes; 3 de
«servitas; t>2de mínimos; 37 de trinitarios
«calzados, y de idem descalzos 7. Ade-
«mas se deben suprimir tambien los mo-
«nasterios y conventos que hayan perdido
^dicho número de individuos con poste-
«rioridad a la remision de las noticias a
LIBRO TKUCliUO. CAPIIX'1.0 SüíjU.N'DO
> la Junta por los prelados superiores, y
»los que teniendo el número de 12 profe-
»sos, no son sus dos terceras partes a lo
»menos de coro, los cuales no estan com-
>:'Prendidos en la estadística que ha for-
»mado la Real junta eclesiàstica. S. Ilde-
»fonso à 25 de julio de 1835.— Manuel Gar-
»cía Herreros.»
«El aumento inconsiderado y progresi-
»vo de monasterios y conventos, el esce-
»sivo número de individuos de los unosy
>4a cortedad del de los otros, la relaja-
»cion que era consiguiente de la discipli-
»na regular, y los males que de aquí se
»seguian à la religion y al Estado, exci-
»taron mas de una vezpara su correccion
»el celo de los Reyes de Espana, el del
»reino junto en Cortes, y aun el de la
>:'Santa Sede. Así es que por una de las
»condiciones de millones se previno que
»no se concediesen licencias para las
»nuevas f undaciones de monasterios, aun-
»que fuese con titulo de hospederías, mi-
»siones, residencias, ú otro cualquiera; y
>;que la Silla Apostòlica ha expedido va-
>rios breves cometidos à prelados de
>^estos reinos para la reforma en ellos de
»los regulares, la que sin embargo no
»llegó à tener el efecte deseado por cir-
»cunstancias imprevistas. De aquí proce-
> de que existan hoy en Espana mas de
>/900 conventos, que por el corto número
> Je sus individuos no pueden mantener
»la disciplina religiosa ni ser útiles à la
»Iglesia. Teniendo pues presente que con-
>forme à varias constituciones apostóli-
»cas de diferentes Sumos Pontífices, se
»requiere en todo convento à lo menos
»el número de 12 rehgiosos profesos,
»cuyas dos terceras partes sean de coro;
»y deseando poner pronto remedio à los
>^males que resultan de la inobservancia
>^de estàs santas màximas, oido el Consejo
>:'de Ministros, y conformandome con lo
»propuesto por la Real Junta eclesiàstica,
»he venido en mandar en nombre de mi
»excelsa Hija la Reina D.^ Isabel II lo
>:siguiente:
»l° Los monasterios y conventos de
«religiosos que no tengan 12 individuos
«profesos, de los cuales las dos terceras
«partes à lo menos sean de coro, quedan
»desde luego suprimidos; y lo mismo se
«verificarà en lo sucesivo respecto de
»aquellos cuyo número venga à reducirse
»con el tiempo à menos del establecido.
»2.'' Los monasterios y conventos que
»se hallan actualmente cerrados por efec-
»to de las presentes circunstancias, se
»entenderàn suprimidos tambien por este
«decreto si no tuviesen el número de reli-
«giosos designado.
>3.° Si circunstancias particulares de
«utilidad pública reclamasen la conserva-
»cion de alguno ó algunos monasterios ó
«conventos que no tengan dicho número,
«se completarà este con individuos de
«otros del misnio instituto.
«4.° Quedan esceptuadas de estàs re-
«glas las clases de clérigos regulares de
«las escuelas pías, y los colegios de misio-
«neros para las provincias de Àsia.
»5.° Los religiosos de los monasterios
»y conventos suprimidos en virtud de
«este Real Decreto, se trasladaràn à otras
«casas de su orden que designaran los
«respectives prelados superiores, à las
*que podran llevar consigo los muebles
xde su uso particular.
»6.° Las parroquias que dependan de
«monasterios ó conventos suprimidos pa-
«saràn à ser seculares con todos los dere-
»chos y consideraciones que como à tales
«les han correspondido hasta aquí.
«7.° Los bienes, rentas y efectes de
«cualquier clase que posean los monaste-
»rios y conventos que deban quedqr su-
«primidos, se aplican desde luego à la
«extincion de la deuda pública, ó pago de
«sus réditos; però con sujecion à las car-
»gas de justícia que tengan, así civiles
«como eclesiàsticas. Se exceptuan con
«todo de esta aplicacion los archivos,
«bibliotecas, pinturas y demàs enseres
»que puedan ser útiles à los institutos de
«ciencias y artes, así como tambien los
«monasterios 3^ conventos, sus Iglesias,
»ornamentos y vasos sagrades, de los que
»me reservo disponer, oidos los ordina-
»rios eclesiàsticos y prelados generales
MATAN/AS t)F. r LERA DE CATALL N \
79
»de las ordenes en lo que sea necesario ó
»conveniente.
»8.^ Si resultaré que las rentas de
>:algun monasterio ó convento a donde
>^se trasladasen individuos de otro supri-
^-mido no alcanzaren para la necesaria
«manuiencion de la comunidad, se le
»adjudicar;\ la parte de bienes de las
«casas suprimidas que sea suficiente al
«efecto.Tendreislo entendido...— Està ru-
>^bricado de la Real mano.— En S. Ilde-
> tonso A 25 de julio de 1835.— A D Ma-
>-nuel García Herreros» (1).
Mucho en el anterior documento se
habla de los cànones, mucho del bien de
la disciplina }• de la Iglesia; però se que-
brantan \' liuellan descaradamente los
mas fundamentales que prohiben a todo
secular, simple individuo o gobierno, en-
tremeterse a disponerde las instituciones
eclesiàsticas, y luego arrebatarles sus bie-
nes. Si tanto el gobierno del impio Tore
no deseaba el bien de la Iglesia, ;por qué
no acude al Pontifica y con él trata de las
ref ormas hacederas? ; Por q ué, en lugar de
aplicar los bienes al Estado, no los deja
en poder de la misma Iglesia, cuyos son?
Todo queda explicado con recordar que
Toreno, presidente delMinisterio, era ma-
ti) Diario de Barcelona del ^ de aJ;l_l^l^
183Í, pàgs. de 17111 a lyjj.
de
són, y hasta había pertenecido al gobier-
no supremo de la secta (2); todo queda
explicado al recordar que en aquellos
momentos el Gobierno trataba de desar-
mar 3' contentar a las sociedades secre-
tas. Este es su celo por la disciplina y la
Iglesia.
Con esto hemos llegado ya a los fines
de julio de 1835, època en que empezaron
en Cataluna las matanzas de frailes é
incendios de conventos, y así debiera
ahora entrar en la descripción de aque-
llos crímenes, objeto primordial del pre-
senta libro III; però queda atràsun hecho
importante, realizado en abril y mayodel
niismo ano 1835, del que, al pasar por
aquellas fechas, he prescindido para no
quebrar con su estudio la resefia de inte-
lesantes sucesos. Mas no puedo prescin-
dir de c\ ahora en este como lugar de
descanso y prologo de la dicha reseiïa. Es
la discusión de Cortes sobre si procedia o
no la devolución de los llamados bienes
nacionales a los compradores del tiempo
constitucional, a quienes fueron quitados
en 1823 para restituiries a las corpora-
ciones religiosas:punto importante ligado
con el crimen de 1835.
(-•) D. .\nlunio Alcalà Galiano. Reciierdos de
Ull .iiicijiiü. Madrid, i8t)o. Pàg. ^-n.
Capitel del clauslro de
S. Cueat del \'allOs
CAPITULO TERCERO
DISCUSIÓN DEL CONGRESO SOBRE
LA DEVOLUCION
DE LOS BIENES DE REGULARES
A LOS COMPRADORES
DEL TRIENIO CONSTITUCIONAL
xVRTICULO PRIMERO
LA DISCUSIÓN
DISCISION IiF.L CO.VORESO. ETC.
83
OR la ma-
tèria en
si, por la
luz que
a r r o j a
sobre la
el sentir
le los hombres de
823, por el que ma-
iifieslaenlosdelS35,
■ por las consecuen-
ias que pudo traer,
eviste inusitada im-
lortancia la discu-
ión trabada en la
de los Procurado-
ngreso de Diputa-
bril y mayo de 1835,
devolución de los
i regulares a los
jresdel trienio cons-
. Dió lugar a esta
arreglo de la
Deuda interior.
Antes de entrar en la ex-
plicación, o mejor, reseiia de
este debaté, se hacen necesarias dos
noticias: 1.'' Que se trata de los bienes de
los monacales y frailes que en el periodo
constitucional de 1820 al 1823 fueron ven-
didos por el Estado, después de haber sido
extinguidos los Monasterios por la Uama-
da ley de 25 de octubre de 1820. Caida la
iscusion
Nota. — La inicial de estc capitulo luO cupiada
de un libro de com de los Benitos de San Feliu
de (niixols.
Constitución en 1823 y anulados por la
Autoridad los actos de los constituciona-
les, estos bienes pasaron nuevamente a
manos de las respectivas Comunidades.
sin que se devolviese el precio a los com-
pradores. Ahora, en 1835, en el Congre-
so se disputa si se devolveràn inmedia-
tamente a los compradores estos bienes
o se les dara otra indemnización- El Go-
bierno no queria la inmediata devolución
de estos bienes a los compradores; que-
ria solo daries una indemnización. Los
compradores y los exaltades pretendían
la inmediata devolución.
2° También en este debaté se men-
cionan los bienes procedentes de la sep-
timación. El Gobierno espanol insto al
Papa para que le concediese algunos va-
lores de la Iglesia, y Pío MI por breves
de 1805 y 1806 concedió a Carlos IV el
séptimo de los bienes eclesiàsticos. Con
estos datos se facilita desde luego la inte-
ligencia de los documentes }• discursos
que voy a aducir; que, fiel a mi sistema
de dejar hablar a los documentes, daré
la palabra para resenar aquel debaté al
texto oficial del Stipleniento d la Gaceía
de Madrid , y reproduciré en todo punto
importante las mismas palabras de los
oradores que en él contendieron.
Así, pues, en la sesión del 9 de Abril
de 1835 «el seiior Vicepresidente anuncio
»que se iba à proceder íI la d iscusion del
xproyecto de ley sobre arreglo de la deu-
»da interior. En consecuencia se lej'eron
>el proyecto presentado por el Gobierno,
>;el dictamen de la Comision encargada
>de su examen, y el voto particular del
»sefior Barata, que son como sigue!»
Proyecto del Gobierno.— El preambulo
trata muchos puntos referentes a la deu-
da, puntos ajenos a los religiosos; mas,
al topar con estos, dice:
«Llegamos, sefiores, A uno de los pun-
xtos mas espinosos é importantes, el de
»los compradores de bienes de monacales
> y de conventos, à quienes se debe ó el
«reintegro de los valores que entregaron
>;en pago de las propiedades que adqui-
«rieron, ó la restitucion de las mismas
84
I.IURO TF.RCIÏRO. CAPITULO TKUCICRO
»propiedades. Las Cortes, por decreto
»de 1." de Octubre (se equivoca: es de 25
»cie octubre) de 1820 dieron reglas para la
»forma (debe decir: refonim) de regula-
> res, y aplicaron sus bienes à la deuda
»del Estado, mandando que se vendiesen
»à metalico, ó a papel segun las disposi-
»ciones que contienen los decretos de 9 de
«noviembre de 1820, 22 de junio de 1822.
»Por decreto de la regència establecida
»en Madrid, fecho en 11 de junio de 1823,
).se declararon nulos todos los actos del
«Goblerno constitucional, especialmente
»el de la reforma de regulares, empezan-
»do à devolvérseles los bienes, conforme
»a una orden de la misma de 15 de agosto
»y otra de 2-J de octubre, fuera ya el Rey
>^de Càdiz, con todas las mejoras que ha-
.»bían recibido, y confiscàndose el valor
»de ellas & los compradores, igualmente
»que lo que dieron en pago del precio de
»las fincas. Llego à tal punto la pasion
»atropellada de los que dictaron aquellos
»decretos, que tambien fueron confisca-
»dos los excedentes ó sobrantes de los
»capitales recibidos; y por haberlos em-
«pezado à liquidar se reconvino agria-
»mente à la Comision de liquidaciones en
»Real Orden de 12 de marzo de 1826.
»Si el puesto que ocupo y otros justos
»miramientos me impiden calificar como
»se debe tamaiïa injustícia, no por eso
>;dejarà la posteridad de verificarlo con
«inflexible severidad. Porque si la políti-
»ca bien ó mal entendida del Gobierno
»estimó conveniente que se resc'ndiesen
»aquellos contratos, ;en qué maximas de
^equidad ó justícia fundaba la confisca-
>.cion del precio, la de sus sobrantes y la
>-del valor de las mejoras? cEra delito en
»los compradores de los bienes de mona-
»cales haberlos adquirido en virlud de
»actos y leyes de un Gobierno reconocido
»por toda la Nacion y por la Europa en-
»tera? iNo se pagaron por el que sucedió
»al constitucional otras reclamaciones
xextrangeras reconocidas por el ultimo?
»;Pues por qué ensordeció a las de los
«compradores nacionales cuando pedían
»se les restituyesen sus valores?
»Por ahí se ve desgraciadamente que
»faltó el apoyo necesario en la opinión,
»para obligar il ser justo al Gobierno,
»que tan inicuamente despojaba a legíti-
»mos reclamantes.
»Toca, pues, al régimen benéfico y re-
«parador de S. M. la Reina Gobernadora
»deshacer tan insigne injustícia. Esta ne-
»cesidad aumentaría mucho nuestra deu-
»da si los compradores hubiesen pagado
»el precio de los remates; però afortuna-
«damente la mayor parte de los que se
»hicieron no fueron satisfechos. No ha
»sido dado averiguar la aplicacion de los
«valores que se realizaron: solo se ha
itenido noticia de 37 millones de vales
»reales que se renovaron y negociaron
»en Paris; volviendo a la Caja de Amor-
«tizacion en inscripciones de la renta
«perpetua.
«La falta de órden y de buena contabi-
«lidad en las oficinas, y sobre todo el
«trastorno que pudo causar la traslacion
«de los papeles de esta a Andalucía en
«1823, ha obligado -k entrar en un prolijo
«trabajo con el objeto de apurar el im-
«porte de los capitales en que fueron
«vendidos los bienes de que tratamos. Se
«esperó hallarlo en la Contaduría gene-
«ral de valores, à donde se habían pasado
«los papeles y libros de la Comision del
«Crédito publico; però inútilmente; pues
«de los que allí se encontraron resulto
«solo la suma de 3-10.392,456 rs. Siendo
«esta evidentemente incompleta, se ocur-
«rió à la Comision de liquídacíon de la
«deuda pública, la cual calculo la totali-
«dad de las ventas en 2,245.470,560 rs.
«Tan excesiva parecía esta cantídad, co-
«mo diminuta la primera, y por consi-
«guiente era menester desconfiar de am-
«bas. Para formar juicio cierto se pidió
«íí la Comision central de Amortizacion
«que remítiese à la Secretaria del Despa-
»cho todos los expedientes de ventas de
«fincas que hubiese recibido de los anti-
«guos comisionados del Crédito publico.
«Vinieron, pues, al Ministerio, y allí se
«ha extendido un estado, que aunque no
«del todo completo, no deja duda de los
DISCUSIO.N' DliL CONGRKS
85
- valores aproximades de aprecios y re-
■ mates, y de los pagos ejecutados. Los
compradores fueron 7,679: las fincas re-
/matadas 25,177: sus aprecios 449.899,423
>/rs.,3'los remates subieron à 1,045.609,788
'rs.: lo pagado por cuenta de estos im-
*porta en metàlico 244,579, y en papel
-352.539,802 rs.; y el capital de los cen-
/ sos redimides no excedió de 10.640,702
/ rs. 16 mrs. La diferencia de estàs sumas
-a la total de los remates, consiste en
- que los compradores no pagaron a los
plazos conv'enidos, ó en que reconocie-
ron censos sobre las fincas que habian
-adquirido hasta cubrir el alcance que
^resultaba contra ellos
>'De lo expuesto resulta cuan poco ven-
' tajosa fué para la extincion de la deuda
pública la venta de los bienes, y se ve
que a pesar del bajo precio del papel en
gran parte de aquella època, no obtu-
' vierou las fincas mas que dos y tantos y
' medio de sus preciós, pagàndose de ellos
»poco mas de una tercera parte: prueba
>:evidente de que las convulsiones políti-
cas de entonces no' dejaron que se des-
plegase cual convenia la coníianza pú-
blica, con cuya falta, ó no se presentaren
ricos capitalistas para comprar, ó difi-
rieron muchos de estos sus pagos, hasta
que se aclarase el oscuro horizonte que
>:se les presentaba.
»Es evidente que à los que no pagaron
/SUS lincas nada se les debe, y que solo
>/es menester proponer medios de reinte-
>/grar à los que lo verificaren. La resti-
>.tucion de los bienes, sin adoptar una
referma prudente y justa de los regula-
res, seria una medida parcial que pro-
'duciria confusion y desorden. V como
»no nos parece oportuno adoptar ningu-
»na de esta espècie antes que la Cemision
de leformas del clero concluya sus tra-
' bajos, no parece haya otro medio mas
pronto y expedito de reintegro, que la
devolucion de iguales valores a los reci-
bidos, verificandolo del mode siguiente.
»A los que pagaron en vales reales,
(onsolidados antes de 1820, se les po-
dran entregar inscripciones ó títulos al |
«portador sobre el gran libre a 4 por 100;
»y a los que pagaron en vales comunes
»se les podran igualmente dar dos tercios
vconsolidados al 4 por 100, y el otro ter-
>/CÍo en documentes de la deuda corriente
'al 5 por 100 en papel; conviniende que
»les efectes que entraren en la caja del
»Crédito publico, y cuyas diversas cuali-
»dades se han clasificado despues en la
//deuda corriente con interès, sean reem-
»belsados con iguales valores, y con los
>/de la deuda sin interès, los recibos de
»esta espècie, y los réditos vencidos deia
»deuda que los devenga por los que se
»debieren hasta las liquidaciones respec-
»tivas.
»Este medio concilia en lo posible la
»justicia con los intereses del Estado, y
»de sus diversos acreedores, à quienes
»queda íntegra la hipoteca que la gra-
»dual extincion de regulares les ofrece
>/para realizarla en dias pacificos, y cuan-
»do renaciendo la confianza en toda su
)/plenitud, cesen los metivos que en otro
»tiempo envilecieren esos bieneS// (1).
Siguen parrafos referentes a otros
acreedores y deudas; después de los cua-
les, terminado el preambulo, viene el
articulade, entre cuyos capitules se leen
los siguientes:
«Capitulo primero.— Articulo 1.° Que-
»dan extinguides tedos los crédites con-
»tra el Estado recenocidos y liquidades ó
>/por liquidar, pertenecientes à los Pro-
»pios y Pósites de la Monarquia, à corpo-
»raciones eclesiasticas, ermitas, santua-
»ries, cefradías,hermandades, memorias,
»ó fundaciones de obras pias y capella-
»nías colativas vacantes ó que fueran
«vacando.
«Capitulo segundo. — Art. 5." Se apli-
»can exclusivamente a la amortizacion
>;de la deuda pública interior sin interès y
>;de la deuda pasiva extrangera los bie-
»nes de obras pias arriba mencionades, y
»la séptima parte de los demas bienes
(i) Suplenieiilo i Li G.kc'/.i l/c- M.j.iii.i Je
iS^s- PíiS- 6;;.
S6
LIERO TERCERO. — CAPITL'I-0 TERCERO
«propios de las igiesias, conventos de
xambos sexos, comunidades, fundaciones
»y cualesquiera otros poseedores eclesiàs-
>ticos, que fueron concedides al Sr. Don
»Carlos IV por los dos braves de Pío VII
»de 14 de junio de 1805 y de 12 de diciem-
xbre de 1806 (1).
»Capítulo séptimo.=De los comprado-
»res de bienes incorporados al Estado
»desde el afio 1820 hasta el ano de 1823.
«Art. 37. Los acreedores de esta clase
»que pagaron las fincas en vales consoli-
»dados antes de 1820, recibiran por estos
»renta al 4 por 100 transferible ó al por-
»tador.
»Art. 38. Los que pagaron las mismas
»fincas en vales comunes, recibiran tam-
»bien en cambio dos tercios en rentas al
»4 por 100 transferibles ó al portador, y el
»tercio restante en títulos de la deuda
»corrieiite al5por 100, en papel, y opcion
Ȉ ser consolidados.
»Art. 39. Con efectos de esta última
»clase de deuda seran satisfeclios los com-
»pradores que pagaron con otros docu-
>mentos diversos que los de vales Reales,
xcuyos equivalentes han sido convertidos
«despues de 1824 en efectos de aquella; y
>^recibiran certificaciones de la deuda sin
«interès los que tengan títulos que desde
«aquella època se hayan convertido en
«igual espècie de deuda.
»Art. adicional. No se pagaran los in-
«tereses de los residuos ó documentos de
»la deuda consolidada que no lleguen a
»2,000 reales hasta que sean convertidos
«en rentas transferibles ó al portador,
- segun sus respectivas procedencias.
«Madrid y Diciembre 30 de 1834.— El
«Conde de Toreno» (2).
La comisión de la Camara de Procura-
dores empiezd su dictamen diciendo que
ha meditado y discutido mucho el asunto,
y que ha sentado siete bases, de las que
laséptima tiene las siguientes palabras:
«Devolver los bienes nacionales à los
(i) Siiplemento citado. púgs. 636 y ó•37.
(2) Suplemenlo citado. púg. Ó37.
«compradores en los anos del 20 al 23...
«Procurando atender la comisión, à la
«gran suma de créditos sin interès que
«circulan, y à los que se aumentan por
«efecto de la clasificacion espresada, pre-
«sentan en su beneficio, de acuerdo con
«la propuesta del Gobierno, los bienes de
>4as obras pías, la séptima parte de los
«del clero secular y regular, y la mitad
«de los bienes baldios y realengos, au-
«mentada con todos los bienes de la extin-
«guida inquisicion, temporalidades de los
«jesuitas, y 12 millones, etc...
«Mas todos los medios propüestos, las
«mismas fincas que han de absorver la
«mayor parte de nuestra deuda sin inte-
«rés, la franqueza 3^ justícia que guían a
»la Comisión para resucitar un crèdito
«paralizado (es dccír, el del Estado) y
«todos los esfuerzos de la confianza, se
«estrellarían indudablemente y vendrían
»à ser aéreos si la comisión conviniese
«con la propuesta del Gobierno, empe-
«zando por anular los contratos mas
«solemnes y mas legales, verificados bajo
«la salvaguardia de una lev hecha en
«Cortes y sancionada por el Rey. ;Cómo
«podria la Comisión proponer venta de
«fincas, ni hipoteca de ninguna clase para
«pagar la deuda si desconociese la legiti-
«midad de los contratos de compra de
«otras fincas iguales? ^Quién seria el que
»se presentase À comprar?...
«Abonan la propuesta de la comisión
«los principies reconocidos por todas las
>legislaciones que arreglan la justícia
«civil, en cuanto a la indisolubilidad de
^los contratos y acciones que de ellos
«emanan: los confirman las consideració-
«nes económicas de poner estos bienes
«en circulacion, dividir la propiedad y
«aumentar la masa imponible; y los corro-
«boran todavia mas los de conveniència
«pública, 5' los miramientos políticos tan
«atendibles bajo todos conceptes.
«Aun cuando se dijese y probase que
«las fincas se habian vendido por menos
«valor efectivo del que tenian, no era
»esto motivo justo ni político contra la
«base de la comisión: lo primero porque
iMSCUfïiiiN Dr:r. coxr.unso, ktc.
87
»seg-un los estados publicades hasta 1822,
»las fincas que fueron tasadas en reales
»438.22l,600 se habían vendido en reales
»888.5ò3,866, y por consiguiente aumen-
»taron en su venta mas de un duplo: lo
»segundo, porque el demérito de los cré-
»ditos pende en el Gobierno, por ser mo-
»neda suya y no del particular: tercero,
»porque aun dado caso que hubiese ejem-
»plares de que en algunas ventas hubo
«viciós, esto ni destruye el vigor de la
»ley, ni puede ser extcnsivo a formar
»regla general; y cuarto, porque aun
»cuando no fuesen vendidas por créditos,
»sino repartidas gratuilamente, tendria
»mayor interès el Estado en que circula-
»sen, mejor.lndose por los particulares,
»que en el estancamiento en que yacen».
Sigue el proyecto de ley o articulata
propuesto por la Comisión, cuyo capi-
tulo VII dice así:
«Art. 40 de la Comisión y 37 del Go-
»bierno; Se devolveràn las íincas rústicas
»y urbanas y derechos eníitéuticos cen-
>:sales ó forales redimiJos y demas bienes
»inmuebles y semovientes incorporados
»al Estado í'i virtud de los decretos de las
»Córtes dados desde 1820 a 1823 a los
«compradores que se hallen en el caso de
»haber veriíicado el primero y segundo
»remate, liecho la entrega de su importe
»en el Crédito publico, y obtenido la car-
»ta de pago correspondiente.
«Art. 41. Las fincas vendidas ií plazos
>'Sert\n tambien devueltas ií los compra-
>•dores con tal que acrediten, con la carta
»de pago correspondiente, haber satisfe-
«cho los plazos vencidos antes del 1.° de
«octubre de 1823, y presten la garantia y
«lianza suliciente a la satisfaccion inme-
«diata de los que les resten con arreglo
«al contrato.
>'Art. 42. El (iobierno proveera a la
xdecente subsistència de los regulares de
«aquellos monasterios y conventos cu-
«yos bienes hubiesen sido vendidos.
«Art. 43. La ejccucion de los artículos
«comprendidos en este capitulo queda a
«cargo de la Direccion general de Ren-
«tas, encargada de la recaudacion de los
'arbitrios de amortización.
«Sala de la Comisión de la Deuda inte-
«rior en el palacio de Procuradores del
«reino a 19 de febrero de 1835. — Antonio
«Barata.— Sebastian Garcia de Ochoa.—
«José Miquel Polo.— I. V. de Aguirre So-
«larte. — joaquin Maria de Ferrer. —
«Francisco Crespo de Tejada.— José de
«Fontagud Gargollo. — El Marqués de So-
«meruelos. — Manuel Alvarez García, se-
«cretario» (1).
El voto particular de don Antonio Ba-
rata, fecho en Madrid a 18 de febrero
de 1835, aboga, entre otras cosas, porque
no se devuelvan a los compradores los
bienes de regulares adquiridos por aque-
llos en el tiempo constitucional, sinó que
se les indemnice con títulos del Estado, o
con dinero, según con lo que pagaron:
que los monacales que el 23 recobraron
los bienes, paguen a los compradores las
mejoras «con mas el interès del tres por
«ciento desde que se incorporaron de
«dichos bienes». Opina también contra la
septimación del clero (2).
Con esto quedaba planteada la cues-
tión. El Gobierno de Toreno propone que
no se arranquen de pronto de mano de
las Corporaciones religiosas los bienes
vendidos en la època constitucional, però
que se entregue a los compradores titu-
los equivalentes a los que estos en la
compra pagaron o entregaron. La Comi-
sión del Congreso quiere que en seguida
dichos bienes sean devueltos a los indica-
dos compradores; però un individuo de
ella. Barata, se separa de sus compaiie-
ros, proponiendo que no se devuelvan
los bienes, sinó que se indemnice a los
compradores con titulos o con dinero, se-
gún pagaron, y cobren las mejoras.
Abrese a discusión la totalidad del pro-
yecto. Toma la palabra en defensa del
de la Comisión el individuo de ella don
Manuel Alvarez García, quien, por su-
puesto, defiende la base 7.^, o sea, la
( 1 ) Siif'lcmeiilo ciuido, pàgs. de 657 a ii-|o.
(_•) Siif^lcmcílto ciladn, p;ig. <qo.
88
I KCI.UO. — CAPIU. ].0 TKKCKKO
devolución de los hienes a los compra-
dores (1).
Usa de la palabra el Sr. Puche, y en la
cuestión de los bienes de los monacales,
vendidos en 1820 a 23, se inclina mas por
el proyecto del Gobierno que por el de la
Comisión (2).
El Sr. Isturiz, enérgicamente, se decide
por la devolución de las fincas vendidas
del 20 al 23 a los compradores, a los que
llama «legítimosy verdaderosduenos» (3).
Sigue el discurso del Sr. Ferrer, de la
Comisión; però antes hay que recordar
el art. 5'.° del proyecto del Gobierno, el
cual dice así: «Se aplican exclusivamente
»à la amortizacion de la deuda pública
»interior sin interès y de la deuda pasiva
«extrangera los bienes de obras pías
»arriba mencionados, y la séptima parte
»de los demas bienes propios de las igle-
»sias, conventos de ambos sexos, comu-
»nidades, fundaciones y cualesquiera
>''Otros poseedores eclesiàsticos, que fue-
»ron concedidos al Sr. D. Carlos IV por
»los dos breves de Pio VII de 14 de junio
»de 1805 y de 12 de diciembre de 1806».
Hasta aquí el art. 5."
El Sr. D. Joaquín Maria de Ferrer:
«Sobre el art. 5° tengo que hacer una
»observacion. Senores, ;es posible que
»un Gobierno ilustrado venga à proponer
Ȉ la deuda nacional una hipoteca nula
»de toda nulidad? íQué dice este breve
»que se invoca? ^Acaso dice que se haga
»uso del valor de estàs fincas? Dice que
»con anuencia de dos eclesiàsticos cons-
xtituidos en dignidad representando à
»S. S. se inscriban en la Real Caja de
»Consolidacion al 3 por 100. De consi-
xguiente, yo creo que hubiera sido mejor
»atenerse à la bula nacional, esto es, al
«decreto de las Cortes, que no à esa tra-
»dicion, ajena enteramente de la ilustra-
»cion del siglo y del actual Gobierno.
»Esto prueba para mi, a lo menos no
»puedo atribuirlo a otra causa, sinó a
(i) Suplemenlo citado. pag. 6^2.
(j) Siiplcincitto cilado, pàg. 6_|2.
(5) Suplemenlo cilado. pàg. 6_)^.
>cierta cautela, a cierto miedo que se
»tiene à la cúria romana. Siempre que
»tratamos de algo bueno tropezamos
xcon este estorbo; parece que no pode-
»mos existir ya sinó en v'irtud de un bre-
»ve pontificio, y ni aun se nos quiere
»conceder aquello mismo de que estàba-
>mos en posesion.
>/La Comisión, pues, se desentiende en
»esta parte de la bula en su dictamen; de
»consiguiente, estos bienes vendidos na-
»cionalmente serían reales y verdaderos,
»podrían venderse ó trocarse, hablando
»con propiedad, contra la deuda nacio-
> nal, siendo así que segun està expresado
»este articulo, no se puede hacer ningun
»uso de ellos.
. . . »Esta (la Nación) se puede consi-
»derar como perdida el dia en que no
»pueda pagar à los acreedores interiores
»y exteriores los intereses de su deuda,
»si no cuenta, no ya con esa mezquindad
»de bienes que se senalan en el proyecto
»del Gobierno, sinó con todos los que se
>.conocen como nacionales. Yo bien sé el
>>desagrado que causaran à algunos mis
»palabras, però no me importa. Si el Es-
»tado se salva, y si me hundo con él,
»habrà sido despues de haber dicho la
>werdad».
Dice que no puede entrar en esta dis-
cusión sin vindicarse de la tacha de inte-
resado personalmente, porque «soy com-
»prador de bienes nacionales» «sox-
»comprador de una finca harto conocida
»en Madrid, cual es la casa que llaman
»de los basilios, la cual estaba tasada en
»87S,000 rs La rematé en la cantidad
»de 3.603,000 rs. de vn., es decir, en cua-
»tro capitales sobre la tasacion»... Anade
que a él le conviene ser pagado en papel.
Para la defensa de la devolución de
los bienes nacionales a los compradores
aduce argumentes económicos. «De un
»siglo à esta parte no ha habido escritor
»alguno de nota, ni economista de nues-
»tra nacion, que no haya clamado por la
»desamortizacion y desvinculacion de
»bienes, con objeto de aumentar el núme-
DISCU'SION' DEÍ. CONGKESO, KTC.
89
»ro de propietarios».... Dice que muchos
de los que compraron estos bienes eran
espanoles-americanos que huían de la
guerra civil americana; que con las que
llama injusticias del Gobierno absoluto
el dinero se iba al extranjero, y que de
esce asunto pende la salvación del Estado.
«{Cuales son los inconvenientes que
>jarredran al Gobierno para entrar en
»esta marcha franca y abrazarse con la
'justícia? rTeme acaso a miserables 2,000
>.monjes?>' Entra lue^o a demostrar que
la memòria del ministro de «Hacienda
>.adolece de errores gravisimos muy sus-
' tanciales 3'seiialadamente cuando habla
>de bienes nacionales. De tres de sus
'aserciones, ninguna es cierta: I.'"* que se
»vendieron aquellos à vil precio... 2.'^
>/Dice S. S. que no pagaron... 3.* Por úl-
»timo se dice que no redimieron censos.
»Razon que tengo yo para animar al
«Gobierno a que deseche estos escrúpu-
>4os, y à que se decida de una vez por
>'Una marcha franca, por abrazarse con
>/los que siguen las banderas de la Reina
«nuestra seiïora, por quitar' toda espe-
»ranza à los enemigos que hasta ahora
>;han estado contemplando para su perdi-
»cion y la nuestra, y vera que si vende
»estos bienes (los de los conventos y
fotros), desaparecera esa deuda que nos
j.agobia en menos de seis anos. Pende de
»esto solo la muerte ó vida de esta na-
>-•cion...>' (1).
En este su discurso el Sr. D. Joaquín
Maria de Ferrer retrata de cuerpo ente-
ro a sí y a la generalídad de los com-
pradores de bienes nacionales. En primer
lugar muéstrase paladinamente partida-
rio de la desamortízacíón, la que, tal
como se hízo entonces y muy luego des-
pués, importa el triunfo del utílítarísmo
sobre la justícia, o sea, de la vulneiación
y sacrilicío de la justícia en aras de una
pretendída mejora de la riqueza ptiblíca.
En segundo lugar desprecía audazmen-
te e insulta a los que llama «miserables
(i) SiipleiiiL•iito cltado. pàg. O.ií y sigí.
»2,000 mpnjes». En tercer lugar, con im-
prudència insigne, aparta de la bandera
isabelina a todos los amantes de la Igle-
sia, pues que para incitar al Gobierno a
la usurpación de los bienes monacales,
le dice que «se abrace con los que siguen
»las banderas de la Reina nuestra sefio-
»ra». En cuarto, desprecía cínica y bur-
lescamente la autorídad de Roma cuando
pretende que, en lugar de atenerse a las
bulas pontiíicias, el Gobierno atienda «a
»la bula nacional, esto es, al decreto de
»las Cortes, que no a esa tradicion ajena
«enteramenle a la ilustracion del síglo y
»del actual Gobierno... la Cúria romana.
»Siempre que tratamos de algo bueno
»tropezamos con este estorbo...» En quin-
to, el Sr. Ferrer aparece renido con la ver-
dad al negar que los bienes de los monaca-
les se vendieran a vil precio. Estàs fincas
se vendíeron a buePiOS preciós sí se ha de
dar Crédito a los números o cantidades es-
critas en las escrituras o contratos; però
como el pago se hacía con papel publico
por su valor nominal, papel que en el
mercado valia solo cantidades insígníti-
cantes, de aquí que el desembolso del com-
prador deba caliticarse de vil. Baste decír,
como algun orador nos lo descubrirà aba-
jo, que podia pagarse el precio, o parte de
él, y se pagaba a veces, con papel de la
deuda sín interès, el cual se compraba
en la plaza por el quinto de su valor no-
minal. Y íinalmente, el discurso del senor
Ferrer por todos sus porós suda el apa-
síonamíento del que va movido de su
propio interès pecuníarío, no el de la
Nación. Era comprador de bienes mona-
cales, y parece que buscaba su reintegro.
El diputado, o sea i^rocurador, Mar-
qués de Torremejía, en la sesíón del 10 de
abril, calitica de difícil la cuestión de los
dichos bienes, y opina por diferir la re-
solucion (2).
Toma parte en el debaté el conocido
senor don Agustín de Argüelles, quien
comparando el articulo 1." del proyecto
del Gobierno con el 1." de la Comisión,
(-•) Siif'/ciiioilo cÍLado, pàj;
'JO
EUO. CAPITII.O TElu;L•;liO
se inclina a favor de aquél; y en su de-
fensa pronuncia muy erróneas palabras
sobre a qué autoridad corresponda el
arreglo del clero. Helas aquí: «Dice la
»comision «estando pendiente el arreglo
>;del clero> ; Senor, todos los que conocen
»la matèria saben que, para no ir mAs
»atras, desde los Concilios de Constanza
>;y Basilea lo menos està pendiente este
«arreglo. Para ello han sido convocades
»estos concilios ecuménicos, lo mismo que
).el deTrento, para tratar de reformat to-
yii/e in capite et menihris. r'Y qué se ha
>-conseguido? Nada, ni se conseguirà ja-
»mas por este medio. Cuidado, senores,
»que yo aun hablando asi soy ortodo-
»xo, expresion que me recuerda lo que
»escribió de mi en ocasion anàloga un
»santo varon, el padre Alvarado, que en
»paz descansa, cuando exclamaba en sus
>^cartas: «buen católico apostólico roma-
>^no nos dé Dios». Creo firmemente que
»nada se adelantarà por este medio en el
jjarreglo del clero en Espana. Bien sé que
> hay una junta eclesiàstica compuesta de
> personas muy dignas y respetables en-
»eargadas por el Gobierno de preparar
«este arreglo.
»Conozco algunos llustres sujetos que
»la forman, y sé que no les falta ilustra-
»cion, celo ni conocimientos para el des-
»empeno de su encargo; però creo que
»sus esfuerzos seran tan inútiles como si
) me lo hubiesen confiado à mi, y aun
> acaso mas; pues como fuera del cuerpo
»eclesiàstico, no me opondrían tal vezlos
»obstàculos que a ellos, ni me considera-
»rían apóstata de los intereses de su pro-
»pia clase. Verdad que para el arreglo
»del clero, £l que yo aludo, no es necesa-
»rio ser doctor de la Iglesia; creo firme-
»mente que no corresponde sinó al Go-
«bierno, al poder temporal. Sí, seflores,
»solo nuestra ignorància y necedad ha
«podido introducir otra doctrina... Y
aquien sabé si los que han aceptado esta
-comision sobre el arreglo del clero à
«estàs horas habràn experimentado ya
smuchos desvíos y desdenes de los pre-
»lados y demàs eclesiàsticos a quienes se
»hayan dirigido. Conozco que es indis-
«pensable un arreglo del clero; però estoy
»lirmemente persuadido que el arreglo
>^que conviene ha de nacer del Gobierno
«para que se consiga pronto y con utili-
»dad del Estado. Así apruebo lo que en
»su proyecto propone de suprimir los
»créditos de quehablaelart. 1.°, y adhiero
>vmí'is à su dictamen en esta parte que al
»de la comisioii.'-
Entra luego en la cuestion de los hie-
nes vendidos en 1820 a 23, y se declara
calurosamente en favor de la restitución
de los bienes a los compradores. Dice
entre otras cosas: «Es necesario, en fin,
»infundir profundamente la idea de que
«cuando la Nacion recobra su libertad
»con todos sus efectos; que en vano se
«esfuerzan sus enemigos en contrarres-
»tar la marcha natural de las cosas;
»y que por esto lo destruido en 1814
«revivió en 1820, y lo que lo fué en
» 1823 ha vuelto a revivir en 1833. Todo lo
»demàs son ilusiones que deben desapa-
»recer, y sinó, ni extrangero ni nacional
»alguno dara un ardite cuando sea nece-
»sario poner en venta otras fincas y pro-
»piedades.»
Repite Argüelles el erróneo argumento
de los amigos de la desamortización, ar-
gumento que refuté ya en el capitulo 1
del libro II, según el cual el derecho de
propiedad de las corporaciones reconoce
otro origen y otro objeto que el de los
particulares. «El Gobierno, dice, en nom-
»bre de la Nacion, concede à estàs corpo-
«raciones el derecho de propiedad con
»una condicion... à saber, que sean útiles
Ȉ la misma Sociedad...; mas en el mo-
>:'mento que dejan de serio, entonces (a) la
»autoridad pública que la representa no
»se le puede de manera ninguna dis-
»putar el derecho que tiene de hacer de
»su propiedad el uso que le parezca...
»quedando entonces obligada por princi-
»pios de equidad y de justícia à proveer à
»la subsistència de las personas que las
»componen» (1).
(i) Suplenienlo citado, púfís. de óío a ó^-j.
;i'SI()\• DEI- CON'GRESH. F.TC.
91
Debiera haber recordado, el por con-
tradicción llamado divino ArgiteUes, que
las corporaciones religiosas se crean por
la Iglesia y que principalmente pertene-
cen a ella; y por lo mismo, que el Estado
carece de derecho para abolirias sin el
consentimiento de aquella. Ademíis nin-
gún hombre de sana mente creer^i que
los bienes eclesiasticos, en gran parte
provenientes de mandas piadosas, hayan
sido entregados a las corporaciones para
favorecer al Estado, sinó para lacelebra-
ción de Misas u otros fines de piedad, los
que se defraudan si el Estado se apodera
de ellos. Però aiin hay mas; ni aun tra-
tandose de una corporación meramente
civil, tal como una sociedad de comercio
o indústria, el Estado, al consideraria
mala y disolverla, se incauta de sus
bienes, sinó que los distribuye según los
estatutos de ella, o según la voluntad y los
fines de los fundadores. iCuàntos absur-
dos se tuvieron que inventar para coho-
nestar el robo de los bienes de la Iglesia!
Oigamos ahora al tipo del moderado
de entonces; oigamos al ministro de
Hacienda, el revolucionario y masón Con-
de de Toreno, y veàmosle haciendo equi-
librios en medio de sus principios plena-
mente revolucionarios.
«La cuestion es grave de suyo, pues
»que se trata de intereses muy sustancia-
»les, de aquellos que son importantes al
«mismo tiempo para el Estado que para
»los particulares. Por lo mismo las opi-
«niones de unos y otros es menester pro-
»curar conciliarlas en cuanto sea compa-
rtible con nuestra situacion política 3'
»económica, buscando el modo de atender
»a tantas reclamaciones...
»Los bienes nacionales se sabé que
»puestos en venta, seenagenaron en gran
))niimero aun en tiempo del rei intruso
»José Bonaparte, A pesar de la odiosidad
»tan terrible que habia entonces contra
»los compradores, odiosidad que no tan
>'Solo provenia de la opinion religiosa,
»sino del encono justísimo que mere-
»cian los partidàries del usurpador. Suce-
»dieron à aquella època otros aconteci-
»mientos; tras de ellos vinieron los suce-
»sos de los anos 20 y 21 , y no obstante la
«crítica situacion en que se encontraba la
»Espana, amagada por otras tantas po-
>tencias, estos bienes se vendieron, aun-
»que no con toda la utilidad que pudiera
»haberse conseguido.
«No nos debemos dejar alucinar por
»todo lo que sehizodurante la revolucion
«francesa, que si bien es fecunda en gran-
«des acontecimientos, y en esfuerzos dig-
»nos & veces de imitarse, tambien es
«ejemplo vivo de grandes extravíos».
Rectifica el dicho del senor Ferrer res-
pecto del valor producido por las ventas
de bienes nacionales del 20 al 23, diciendo
que aunque es verdad que las fincas se
vendieron en dos tantos y medio, se ha
de advertir que «reduciendo este importe
»al valor efectivo del papel sin interès,
»que era al respecto del 20 por 100, con-
»tra cuyo signo se verificaba la mayor
vporcion de las ventas, y anadiendo a
xesta la parte que se hacia en papel con
«interès, se ver;! que el calculo del Go-
«bieino sale bastante exacto, en cuanto a
«no haber producido sinó trescientos y
«tantos millones en valor efectivo. \o
«prueba tampoco la confianza que habia
»la venta de los muchos bienes; porque
«dicha venta consistia, míis que en esa
«confianza, en el bajo precio del papel.
«Dice el senor Argüelles que es impo-
«sible, volviendo .-I la cuestion de bienes
«nacionales, que esimposible que se veri-
«fique nunca la reforma del clero mien-
»tras sea de eclesiísticos la junta nom-
«brada para entender en ella, ni que haya
«ademAs la imparcialidad necesaria para
«proponerla. El Gobierno no ha nombra-
«do esa junta para hacer la reforma del
«clero; para lo que la ha nombrado es
«para rodearse de todas las luces, ver
«cuales son las necesidades de la Iglesia
»de Espafla, y examinar los medios de
«llevar & cabo una reforma racional }•
«justa, proporcionAndose los dates y no-
«ticias necesarias para el acierto. Ves
«una equivocacion aseverar que el clero
92
>-no apetece una reforma: el Gobierno
>-tiene reclamaciones de eclesiàsticos muy
»dignos que la desean. Està mucho màs
>adelantada de lo que se cree, y es màs
>'que probable que antes de la pròxima
>/legislatura la haga efectiva el Gobierno
>en una gran parte. En cuanto à frailes j'
ímonacales, hay en Espana, segun las
»noticias adquiridas por esta junta, dos
»mil y tantos conventos con 30.000 reli-
»giosos; però hay ochocientos y tantos
vque no tienen el número que previenen
>4as reglas de ciertas ordenes religiosas
»y varias disposiciones de nuestra legis-
>4acion conforme al espíritu de órden y
»de reforma del concilio de Trento, y
»cuyos conventos pueden cerrarse sin
>tener que separarsedel camino trillado.
>^Es verdad que la mayor parte de esos
>.conventos son mendicantes, es decir,
que no tienen muchos de ellos rentas:
> doscientos y tantos de los SOtt son fran-
>ciscanos; veinte y tantos capuchinos;
>•pero los ha}' cistercienses, los ha}' car-
»tujos, y aun tambien (sic) basihos.
»{Risa.) El Gobierno, y mas si se verifica
>4a pacificacion del país, podrà muy pron-
»to cerrar dichos conventos, agregar los
»individuosde unos à los de otros, asegu-
»rando su subsistència còmoda, y dar los
»bienes à los antiguos compradores, ó
»venderlos. Esto lo anuncio con la idea
»de que se couozca el espíritu del Gobier-
»no en este particular».
Tejiendo la historia de los tratos del
Gobierno con la comisión para llegar à un
acuerdo, dice entre otras cosas: «Por lo
»que los secretaries del despacho, obser-
»vando que la comisión no mostraba espí-
»ritu de conciliacion, expusieron que si
»bien convenian en que estàs ventas ha-
>^bian sido legítimas, segun su opinion, la
«conveniència pública exigia que se fuese
»con tiento en el modo de hacer las devo-
»luciones ò indemnizaciones, no por mie-
»do, sinó por lo que recomendaba una
>^política prudente y beneficiosa, y se se-
»pararon unos y otros firmes cadauno en
»su propòsito...
»En cuanto à los bienes nacionales, ya
»he demosrrado lo inclinado quesehalla
»el Gobierno à adoptar aquellas medidas
»de conciliacion que sin estar reiiidas
»con la justícia que tienen y reclaman los
«compradores, no puedan perturbar màs
^de lo que està la paz interior. El Gobier-
»no cree que se resolverà à adoptar me-
«didas para esto: medidas con las que
»podrían estar contentes los interesados,
»y quizà volver à adquirir los bienes que
»compraron, però de manera que no se
»perturben sobradamente los ànimos.
»Esto lo manifestarà el Gobierno en el
»curso de la discusion, concluyendo con
>irepetir que insisie en la consolidacionde
»las dos terceras partes, y que en cuanto
»à los bienes nacionales adoptarà las rae-
»didas de concifiacion compatibles con
»los intereses del Estado» (1).
En este punto del debaté comienza la
sesión del 12 de abril y aparece en la
escena un actor de primera nota, don
Antonio Alcalà Galiano. Perteneció al
Supremo Consejo de la masoneria; de
Galiano partió la iniciativa de deponer al
Rey en Sevilla en 11 de junio de 1823 (2);
però de muchos de sus actos revolu-
cionarios aparece paladina y laudable-
mente arrepentido en sus Recuerdos de
lui aiiciaiio. jOjalà alargara su arrepen-
timiento hasta abominar de todo libera-
lismo! En el período constitucional fué
uno de los jefes del partido exaltado; però
en 1834 y 1835 figuraba entre los modera-
des (3), según escribe un autor, mas el
discurso que aquí sigue carece de toda
modera ción. Maneja la lengua castellana
con destreza admirable, y con justícia es
enumerado entre los primeros oradores
de Espafla. Su mentado líbro arroja
inmensa luz sobre nuestra historia del
siglo XIX, y quien lo toma en las manos no
(i) Siipleincnto ciladu. paiís. de üí í a 0^-.
(j) Rcciiei\ios de un jnciaiio. Madrid, iSçn,
pà-. 4^;.
(?) D. Juan Rlcii y Amat. El libro de los di-
putadoi y scimdoics. Madrid, i86}. Tomo I,
pà>;s. de J7 ^ a JÍ>i.
^USKIN niïl. CONGRESO. ETC.
93
lo suelta hasta acabarlo, y aun siente no
verlo pi'olongado. En los siguientes pa-
rrafos que copio de su discurso de 11 de
abril de 1835 queda patente toda la idea
de los liberales respecto a supresión de
conventos y a desamortización, y el per-
verso pensar de moderados y progresis-
tas. Dice así:
«Lo que tuvo de agradable la discusion
>;de ayer es que al fin de ella nos fuimos
> aproximando, cuando al principio pare-
»cía que estabamos tan separados... y en
»punto ;'i las fincas compradas de bienes
>nacionales el senor iMinistro deHacienda
»nos dejó ver así como entre nieblas una
«esperanza de avenirnos sin que pudiése-
>mos divisar en qué termines.
»Hay una propiedad que no es propie-
»dad individual, sinó de corporaciones, y
»que el Estado no esta en el caso de
»poder desconocer, puestiene un derecho
»para disponer de ella, y mientras esa
»propiedad no sea tomada por la nacion,
»cuya es (la de las nsociaciones ecle-
»sídsticas es de la Iglesia, y auii la de
»las asociacioiics se gl ares iio es del Es
»tado, snio de ellas, pues el derecho de
fiAsociación es natural al hombre, y solo
i>en el caso de ser ellas iiocivas al Esta ■
í>do puede cste disolverlas, y eutouces se
v>lian de repartir los bienes segúii Justí-
»cïa)..., y aplicada à ciertos fines, no
»habra cumplido el Gobierno con las re-
»glas de la justícia...» (revoluciouaria).
Dice que el Gobierno parece dispuesto
a una transacción con la comisión, «però
»en el aspecto a que yo miro esta cues-
»tion la tcngo por imposible. Yo abogo
»aquí por un principio de reforma, a fin
»de poner las fincas en las manos que las
»hagan mís productivas; yo no abogo en
»una palabra por la parte, sinó por el
»todo, y por esto no veo de qué modo
«puedan avenirse los que desean la devo-
»lucíón y los que la resisten. El senor
«Procurador Argüelles ayer considero la
»cuestion como yo»... Afíade que opina
que hay divergencías entre los ministros.
«Temo que el primero (cl utíiiistro de
y>EsíadoJ tenga màs recelo en cuanto à
'^disponer de bienes monacales que su
«colega... El caràcter político del senor
>.Secretario de Hacienda es un poco mtts
"decidido, mas cortante; al paso que el
»del sefior Presidente del Consejo de mi-
«nistros es màs suave, mas indecíso, y al
»mísmo tiempo mas tenazuna vez resuel-
»to, màs dado, pues, a ir desatando que
>'A cortar...
>vHay uno entre nosotros que ignore
»que sí bien la propiedad individual es
»mirada por algunos filósofos como un
»derecho natural.no es la propiedad de
»corporaciones existentes solo en vírtud
»de una ley (de una lev de Dios y de la
y>Iglesia si las Corporaciofies sou eclc-
y-sidsticas,y de la ley natural las deiudsj;
»que en el sentir de otros hoy mAs nume-
»rosos publicistas, toda propiedad es híja
»de la Sociedad y de las leyes (_v de la
•ijunturaleza ó ley eterna); que el gran
>principio de la utilidad le dió origen (la
»sola utilidad, no, senor) y manda que
»sea respetada; però que ese mismo prin-
»cipio dicta que en miles casos no sea
»mirada ni tratada con igual respeto la
«propiedad de las Corporaciones? Estàs
»son doctrinas sabidas y admitidas, y
»habr;í pocos, si es que hay algunos, en
»el Estamento que no deseen hoy ó ma-
»iïana ver las propiedades de corpora-
>~ciones aplicadas A las necesídades del
»Estado. La cuestion versa sobre la
»época en que convendría esta providen-
»cia, pues en cuanto a su justícia casi
»todos, íncluso el Gobierno, estamos con-
>.formes».
Hasta aquí las razones de justícia, que
mejor deben llamarse de injustícia: pasa
ahora a examinar las de política:
'<Yo, sefiores, poco puedo anadir a lo
»que ya ha dicho el Sr. Argüelles. Si el
«interès de las numerosas familias de los
«compradores, si el honor de la Xacion,
»si la voz de los amigos de este sistema
»no ha de valer m;ís que el interès de
»cuatro monjes impotentes; impotentes,
>digo, porque si no lo fueran, jay de
94
I.IBKO TERCKIiO. — CAIMTULO ÏICRCKRO
>^nosotros!, nada tengo que decir, la cues-
>.tion esta resuelta. QYla nccesiclacl de
>. acudir d intervcución extraiijera para
y acabar cou los partidarios del rc'gituen
»qiic dccis era el sosteitido por los frai-
yles?) Paro, senores, ccnsideremos las
»cii'cunstancias en que nos hallamos; ne-
>/cesitamos partidarios, téngase esto pre-
»sente: no nos basta disminuir el número
>"\q. nuestros enemigos: necesitamos ami-
»gos celosos; y no se me dirà aquí que
»los busco por medio de teorias: rhablo
»yo acaso de teorias? No: hablo de inte-
»reses sólidos y palpables: hablo, no de
»buscar el apoyo de proletarios, de gente
»objeio de tanto baldon, sinó de compra-
»dores, gente rica, sesuda, pacífica. <;Y à
> esos no los habremos de interesar en
»nuestra causa? íY por qué? Por el apoyo
>^de los frailes; r;se cuenta con el apoyo
»que nos den los frailes? Medrados està-
»bamos, si contasemos con ellos». (La
desamor tisación se ideo pata íiacer libe-
ral es.)
«Yo, seiïores, sé que en el ano 23, en
»aquella època de tanta amargura, de
»ignominia, que los anales de la nacion
»espanola no presentan otra tan doloro-
>-sa; pues cuando los mismos que nos es-
»taban estimulando à las reformas, deser-
>:'taban al ver el enemigo; cuando algunos
>^que blandian las armas en defensa de la
>4ibertad, las volvian contra ella; en
>.aquella època desgraciada no hubo quien
»no creyera que los franceses ó sus se-
>/Cuaces declararían vAlidos estos contra-
> tos. Quizil esa creencia fué la causa de
»que muchos no se interesasen en la de-
>-fensa de la pàtria. Però ahora, senores,
^està el velo rasgado; lo han rasgado las
»circunstancias; de parte del Pretendien-
»te no hay nada que esperar para los
«compradores de bienes nacionales; y ise
»cree que con el interès de estos no po-
»dremos formar nosotros una base sòlida
»para el Gobierno de la Reina? íQué me-
»jor medio hay, seiïores? Aunque se culpe
»a algunos de nosotros de que somos de-
»masiado veneradores de lo pasado, iqué
»mejor medio hay, repito, para favorecer
»el sistema presente que renovar lo bue-
»no de aquel, interesando a muchos espa-
»noles igualmente en este; conducta cuer-
»da, pues el interès bien entendido es en
»(5/c) guia mas segura de las acciones
»humanas? ;Qué cosa mejor, repito, que
»ir ií buscar los intereses de lo pasado, é
íirlos trayendo para amalgamar el ei-
«miento del trono de la Reina nuestra
»Sefíora?»
Se esfuerza en demostrar que el faltar
a los contratos que han cometido otros
Gobiernos es causa de que los capitalis-
tas no tengan confianza en el Gobierno,
y así que no debe esto repetirse.
«Però resta todavía una dificultad im-
«portante, dificultad que es la que màs
«aterra..., y es que ahora, si en las cir-
»cunstancias presentes, si mientras està
«ardiendo la guerra civil, y abrasandose
»una parte de nuestras provincias, si
«mientras estan tan pujantes los contra-
»rios vamos à tomar una medida de esta
«naturaleza, el descontento de los mona-
»cales aumentara las fïlas de nuestros
> enemigos, no yendo ellos con cartuche-
»ra y fusil a reforzar à Zumalacarregui,
j-sino incitando à que vayan otros. Si
«esto fuera cierto, si fuera verdad, la
«cuestión estaba resuelta, y yo diria: se-
«nores, no tratemos de eso: ;pero de bue-
»na fé hay quien crea que los enemigos
»de este sistema no nos estan haciendo
»todo el mal posible? cHay quien crea que
«no conocen la suerte que los espera?»
(Todos los auciauos por ml sobre esto
iiiterrogados a sever au que la quema de
los couventos en Cataluna centuplicó las
filas carlistas). '<;Hay quien crea que no
xemplean todo el poder que tienen? rPues
«què, son los monjes lo mismo que aque-
»llas victimas que se estan engordando
«para los sacrificios, ó aquellos animales
«cebados para nuestro regalo? Los mon-
>:jes no son irracionales como las vícti-
»mas; y si èstas supieran A qué las desti-
«naban, ó se resistirian, ó no pudiendo
«otra cosa, se dejarian enttaquecer, para
«no dejar a quien pensaba regalarse con
«ellos màs que un esqueleto asqueroso.
L•iscí síoN' [)EL con<;reso. í;tc.
95
»Pero los monjes conocen que les deci-
»mos: aguardad un poco; despacharemos
>il Zumalacarregui para acabar despues
> con vosotros. Lo saben, y, ó se defien-
>^den danàndonos, ó destruyen las propie-
'dades que saben no seran suyas por
xlargo tiempo. Sí, senores, si dejamos la
»restltucion de los bienes nacionales para
*manana, no encontraremos mas que
»tierra calma ó poco menos». (Es falso:
los regulares vivían eiiteraiiiente des-
cniílados del peli gro.)
«Toda propiedad de un cuerpo esta
> descuidada, porque sabé el tenedor que
>no la hereda su família: 'Iqué serà pues
>en este caso cuando saben los monjes
»que no han de heredarlas otros monjes,
»sino personas miradas por ellos como
»sus mas acérrímosenemigos'';Es menes-
> ter, pues, que sí nos decidimos à volver
>-ho3' estàs propiedades, contemos con
>'que esas propiedades en una època fu-
> tura valdriln muy poco. Se dirà que hay
>.un motivo de humanidad en no querer
>/Condenar a la misèria à los frailes ó
vmonjes, ni despertar esas sensaciones
»de compasion por su desgracia. Yo, se-
> nores, míi é siempre por estos hombres,
>'porque no son culpados; però 3-0 no veo
»que se trate de castigarlos, no; lo que se
»propone es mantener en su vigor la ley,
»echando manos de recursos que son ne-
»cesarios. Si vamos à la cuestion de hu-
).manidad, es necesario que el Gobierno
»tenga presente que se debe salvar à
> estos infelices, no de los rigores de la
^legislatura, no de los del Gobierno, sinó
»de las violencias populares; seiiores, si
> creemos que tenemos una mano de hie-
^rro, dolorosamente nos enganamos. Se
'nie dirà que abogo por el desórden: no:
>'SÍ creemos que tenemos una mano bas-
> tante l'uerte para sostener todos los ma-
»les que amenazan a la Pàtria, nos enga-
)^'namos miscrablemente». {Los hcclios en
todas parles nioslraroii que con cuatro
soldndos decididos se evitaban las ma-
tan.^as.)
'<Hablo no de intenciones, no de deseos,
»sino de hechos. La experiència habla
> por mi. Estamos como aquel que, segun
»cuentan de un héroe de la fàbula, tuvie-
>;se contenidos en una odre los vientos,
>'Cuya fuerza rompería por mil partes su
»prision donde estaban encerrados.mien-
»tras él al ver desatado el huracan sin
>'entender siquiera de dónde nacia, apre-
»taba mas y mas la mano à la boca cre-
»yendo que así impedia la explosion
»cuyos efectos estaba sintiendo. Sí, seno-
»res, aunque sea doloroso, es la verdad;
»no tiene el Gobierno fuerza para lo que
«intenta. Estamos viendo cometerse crí-
>'menes de la naturaleza mas horrorosa:
»estamos viendo caer numerosas vícti-
»mas. Yo que lloro por las que caen en
>^el cadalso por un delito probado, ino ha-
>^bré de llorar a las que, aun cuando mo-
»ralmente haj'a certeza de su culpa, no
»son culpadas, no habiéndolas declarado
»tales la ley? íNo he de llorar cuando
»caen, no por la justícia, sinó por la vio-
»lencia y el delito? No, senores, en las
«circunstancias acluales, ni este ministe-
»río ni otro futuro, ó de mis amigos ó de
»mis contraries, puede tener fuerza bas-
»tante, 3' esto conviene tenerlo presente
»para guiarnos 3' no empefiarnos en co-
»sas imposibles. No es fàcil llevar el
»timon de la nave contrastando à la
»borrasca actual: preciso es ceder y no
»perderse por temeridad. Si con valor, }•
Ȉ la par con cordura, quisiera el Gobier-
»no tomar providencias para hacer me-
»nos visibles à hombres que por mil
»causas imposibles de averíguar son el
»blanco del odio popular; si los pusiera
>bajo la égida de la ley, el Gobierno ha-
»ría un servício no solo à la causa de la
»libertad, no solo à nuestros partidarios,
»sino à nuestros contrarios mismos; ha-
»ria un servício al trono de la Reina, 3' à
»las instituciones actuales». (Sí, sí, la
cuestióit es echar a los frailes.)
«No lo disimulo, senores; este trono pe-
»ligra cuando suceden acontecimientos
»tan dolorosos como los que hov dia
«ocurren; no hay quien pueda decir otra
«cosa: desde el màs exaltado hasta el que
96
I.IliRO TRRCRRO. CAPITULO TERCr.Rl
»lo es menos, todos reprobamos con
»horror semejantes desordenes; yo vuel-
»vo la vista sobre estos bancos, y en ellos
»veo iguales afectos, como es justo. Y
»veo asimismo que el medio mejor de
> cortar los males à que aludo, es quitar
»de en medio los objetos de odio» (La
moral cristiana cnsena que lo mejor es
reprimir el odio de los malos): «que-
»da, pues, seíïcres, acreditado qué en la
»presente cuestion, en el estado de debi-
>-lidad, de g^uerra civil y violència en que
>'>nos encontramos, es uno de los medios
»mejores la devolucion de fincas ;'i los
>^compradores de bienes nacionales: para
»salvar a los monacales del odio y de la
«violència que él engendra». (Segibi tan
extrnfia lògica, para salvar de ser roba-
do a un rico, lo mejor es liacerle pobre.)
«Esto espera de nosotros, no solo toda
»la Espafia, sinó toda Europa. De mi sé
»decir que el poco roce que tengo con
»extrangeros, así apasionados del actual
»ministerio, como desaprobadores de su
>"'Conducta, veo que todos estan acordes
»en esto, y no comprenden como se pue-
»da decir ahora que no se reconocen
>^estos contratos; ^;por qué hablan así?
»Porque la opinion de los extrangeros no
»esta acostumbrada à ver semejante olvi-
»do de los principies, cómo probaría la
»no devolucion de las fincas à los com-
»pradores» (1). (;Qiic empeno ei> acabar
con los monjes!)
Para evitar que se me tache de oculta-
dor de la verdad copio a seguida el dis-
curso del Ministro de Estado, a la vez
Presidente del Consejo, D. Francisco
Martínez de la Rosa, el cual, a pesar de
su conocida elocuencia, muéstrase aquí
machacón, difuso y copista de lo que an-
tes que él dijeron ya otros; por cuya
razón intercalaré a sus errores menos
correctivos de los que interpuse en otros,
evitando así resbalar en los defectos del
orador. Dice así:
«El ministerio ha dicho terminantemen-
»te, y de modo que no puede dejar la
(i) Siiplemenlo ciladn. púgs. de 6s9 a iii'i.
»menor duda a nadie, que el objeto que
»se propone y seguirà constantemente es
»sostener, consolidar el trono legitimo
»de Isabel lí, juntamente con la libertad
»de la nacion, apoyada en las leyes fun-
»damentales, y hacer cuantas reformas
»progresivas reclama el estado actual de
»la Nacion à que la han reducido pasa-
»das vicisitudes. Ni arredran al Ministe-
»rio las dificultades, ni estàs le separan
»de un propósito: no. Ha dicho cual es el
»fin que se propone, y no se detendra en
«sumarcha hasta conseguirle: serà lenta,
»si se quiere, però firme y decidida; sin
»correr, sin retroceder, sin pararse.
»Respecto al punto importantísimo del
»clero, ;qué hizo el Ministerio? A poco
»tiempo de instalado, en el mes de abril,
»hoy hace un afío, en el mismo momento
»casi de promulgarse el Estatuto Real,
»anunciaba .-i la faz de la Nacion entera
»la necesidad y la conveniència de hacer
»una reforma en el estado eclesiàstico;
«reforma capital, grande, inmensa, como
»estA anunciado en el mismo decreto que
»la indico. Así es que el Ministerio no ha
«rehuído, como se dice, la dificultad; no
»ha ocultado su intencion; no se ha des-
»cuidado; sinó que antes de haber Cortes
»que reclamasen las leyes que creyesen
»necesarias al bien de la Nacion, en este
»punto tan importante manifesto amplia,
»franca, completamente sus ideas: «Ne-
«cesita, dijo, someterse el estado ecle-
»siàstico à una reforma general; y se
»harA bajo estàs bases, con arreglo à las
»leyes fundamentales del Estado y a las
»regalías de la Corona, y solicitando la
«cooperacion de la autoridad espiritual
«para lo que fuere menester, conforme a
»los sanos principios que han regulado
«siempre la disciplina externa de la Igle-
»sia de Espaíïa». Ahí està ese monumento
»de la sabiduría del que extendió el de-
»creto, cual es el mismo 3' sus bases; pues
»que no ocupando ya estos bancos, es He-
>gado para él el dia de la justícia.
»E1 decreto con que se formó esa Junta
»eclesit\stica, abraza todas las bases de
>una reforma inmensa, sí, però con pul-
níSCUSIciX DEI. CO.NOlíliSO. ETC.
97
»so, con detenimiento, cual debe haceiio
-un Gobierno. Destruir es fàcil; edificar
«es mAs difícil. El Ministerio estuvo tan
>/decidido desde luego, que no solo anun-
> ció sin disimulo ni reticencias su inten-
>/CÍon, sinó que la empezó ú llevar a cabo
«planteando la reforma. Y sinó dígase si
>;es ó no empezar a plantearla lo que hizo
>'el Ministerio. Dió un primer decreto
/.•respecto al clero secular, prohibiendo
que se provex^esen las vacantes de pre-
>/bendas 3' beneficiós eclesiasticos; por-
»que anuncio desde luego su intencion de
' reducir los cabildos a un verdadero con-
'sejo de los prelados, segun la mente del
>-t•oncilio de Trento. Creyó tambien que
'era excesivo el número de religiosos; y
»dió otra disposicion prohibiendo la ad-
>/mision de novicios en ninguna reli-
ïçion... Hizo aun mas: ha suprimido una
>'multitud de conventos en despoblado; y
»publicó otro decreto, que ha Uevado a
cabo, para cerrar los conventos cuyos
mdividuos prestasen auxilies à la fac-
■ cion; queriendo mostrar de esta suerte
que el brazo de la justícia, no el de la
venganza, alcanza a todas las clases del
»Estado.
»EI decreto estableció que se suprimie
isen todos los conventos donde se aco-
'giesen los facciosos, ó se les auxiliase,
ü aquelles de que se fugase cierto núme-
ro de individuos; el Gobierno lo ha pues-
»to en ejecucion, aplicando las rentas de
>/los mismos conventos al auxilio de los
' huérfanos y viudas de los defensores del
>/trono y de la libertad, íntimamente her-
' manada con él. Y aun se pregunta ^quc
ha hecho el Gobierno?... Però ha hecho
- mas el Gobierno: al mismo tiempo que
»tomaba estàs disposiciones para impedir
>;que los hienes de csas comunidades se
»enagenen, ya por el temor de esas medi-
»das de reforma, ya para eludir sus efec-
»tos, prohibió por otro decreto toda espe-
»cie de enagenacion hecha sin real licen-
j)cia por comunidades religio.sas; y dicto
»al efecto otras varias medidas. jY a este
gran principio de reforma, que anuncio
-desde luego, que sostiene ahora, y que
»llevarii à cabo, se le llama apatia, mie-
*do, ó falta de audàcia! Podrà calificarse
'Como se quiera; però es preciso tener
»presente que el Gobierno debe preveer,
»calcular, atender ú. las consecuencias de
sus disposiciones... Es, por decirlo así
»{la Junta eclesiàstica), una junta de peri-
> tos para reunir datos y preparar los tra-
vbajos al Gobierno, el cual de alguien
«había de servirse al efecto. Tampoco se
>/Compone meramente de eclesiasticos,
>/SÍno de RR. Obispos, reconocidos por su
»ilustracion, piedad y celo, de otros ecle-
>siàsticos de iguales circunstancias, y
/-entre ellos algunos que han pertenecido
Ȉ las ordenes religiosas, y de varios se-
»glares adornades de virtud y profundo
»saber. Ni podia ser de otra manera; pues
»el Gobierno no ignora sus derechos y
«facultades, y sabé que hasta los conci-
>/lios ecuménicos reconocen que el Go-
»bierno, como protector de sus disposi-
>/CÍones, tiene el derecho de intervenir en
lel arreglo de muchos puntos concer-
»nientes a la disciplina eclesiàstica.
»En las referidas instrucciones ha^- dos
»artículos muy notables, que son el 13,
»que habla de los religiosos mendican-
»tes (lo le3-ó); el 14, que habla de los mo-
»nacales (lo leyó), y el final del propio
«decreto (lo leyó). Véase pues como res-
»pecto al clero regular anuncio el Minis-
xterio dos bases: 1." que el número de
«ordenes 3' conventos mendicantes guar-
»dase proporcion con la poblacion y con
«las verdaderas necesidades espirituales
«de los fieles; 2.'' que los individuos de
«dichas ordenes religiosas fuesen verda-
>/deros auxiliares de los parrocos: no
«pueden estar mas expresas ni ser mas
/ terminantes. Respecto de los monjes
«previene la citada instruccion que solo
«subsistan las casas necesarias para pro-
«porcionar una espècie de asilo a los
«que por contratiempos, por desvio de
»la Sociedad, por otras causas semejan-
«tes, ó tal vez por inclinacion, quieran
«dedicarse al retiro y la vida contempla-
»tiva.
«Estàs bases, en que so fundan las ins-
98
. — CAl'll I 1.1
»trucciones dadas à esa junta, estan ente-
»ramente de acuerdo con el decreto de
»las Cortes de l.°de octubre de 1820; y
»no solo con él, sinó hasta ccn las pro-
»puestas por la junta y comision eclesiíis-
»tica de las Cortes de 1813. En efecto,
»ese mismo decreto dejó ocho Monaste-
«riosde monacales para el mismo objeto
»de servir de asilo a la verdadera piedad
»y à la virtud, y dió las reglas para supri-
»mir los conventos y ordenes no necesa-
»rias. El ministerio, pues, por sí, sin exi-
»tacion alguna, empezó su obra sentan-
»do las mismas bases que en otra època
»se adoptaren.
»E1 punto en que mas insistió aj-er el
»senor Argüelles, y hoy el senor Galiano,
»e& la enagenacion de fincas ó bienes na-
> cionales; y sobre si se han de restituir ó
»no. Punto es este, senores, de suma gia-
»vedad; però el Gobierno ni temé entrar
»ensu examen..., ni manifestar su opinion
»con la lealtad que siempre. La cuestion
«puede mirarse bajo varios aspectes; y
X'bajo algunes de sus haces es sencillísi-
»ma, y solo el preponerla equivale a
>resolverla. Pregiíntese a un jurisconsul-
> to: una venta hecha en virtud de una ley
> vigente, un comprador de buena fé, que
»se cree autorizado para hacer la com-
»pra, presenta su justo titulo, justifica
> que entregó al vendedor el importe y
»luego ha sido despojado de ella: iqué
»debe hacerse? El jurisconsulto respon-
»dera sin vacilar un solo instante: la res-
•Dtítzicioit: véase como por este lado la
»cuestion es sencillisima... {Si se la ven
de cl cliieito, pcro no si se la vcndc qttiett
no es dueiio.)
»Si à un economista se le pregunta:
»qué conviene màs à la Nacion, que los
«bienes vendidos estén en poder de las
«manes muertas, parada la propiedad sin
»poder cii'cular ni enagenarse, privan-
»dese asi el Estado de los recursos que le
»proporcionan sus sucesivas trastorma-
»ciones; ó si estarien mejor en poder de
»los particulares que los compraren, y
»que con sus continuas transaccienes vi-
»vifican la circulacion, dirà sin vacilar
»que lo segundo.
»Si se pregunta al director del crédito
-^publico como se restablecera mejor este,
>'SÍ dejando en pié la garantia que se dió
»por aquella operacion, ó anulando su
»efecto, es claro que lambien estai à por
»la restitucion. Aun en la misma parte
«política sucedera otro tanto; pues el
«Gobierno no ignora que es mucho mas
«útil y conveníente afianzar las institu-
«ciones, interesando con cosas matèria-
«les y que enlazan al hombre por su
«propio interès a los principies, que no
«con un entusiasmo, loable sí, però pasa-
»gero». Va diciendo que se vea como el
Gobierno conoce la cuestion, però que el
negocio no se ha de mirar en sus faces
particulares, sinejuntas; y también desde
el punto de vista de la ejecución, lugar
en el que se presentan las dificultades.
«La cuestion es espinosa, y vey k mos-
«trar hasta qué punto el Gobierno no
«rehuye entrar en su examen. A fines va
«de la gloriosa cuanto sangrienta guerra
«de la independència, las Cortes de Càdiz
«ne pudieron mirar con indiferència la
«reforma del clero; se reunió una comi-
«sien de dignísimos eclesiàsticos bien
«conocides por su ilustracion y piedad,
«que presentaren el proyecto de reforma
«de regulares hacia el ano de 1813: ya se
»vió entonces el deseo de esa gran refer-
«ma; però tambien la necesidad de que se
«hiciese siempre con mesura y deteni-
«miento; y no hay mas que leer el dictà-
»men de la comision para convencerse de
«ello. Vinieron despues los sucesos del
«aiio de 1814; y con una ceguedad é im-
«prevision extraordinarias se restablecie-
«ron tedos los conventos que la guerra
«había arruinado . Acaeció despues el
;>trastorno político de 1820; }' aquellas
«Cortes, reunidas à mediados del estio,
«ya en octubre siguiente dieron una le}-
«en que brilla el pulse, la circunspeccion
«y prudència (ó mejor , todo lo contrario).
«No intenta per le tanto el ministerio
>mi atacar el principio de esta ley, ni des-
«conocer su validez; al contrario, A nadie
DISCISION' DEI, CONORESO. ET<
le sentan'a peor hacerlo, pues de sus in-
dividuosdos ó tres la aprobaron como
-diputades, y uno hasta la firmo como
»Presidente de las Cortes. {Respecto de
xla Iglesia todos los matices liberales
f »soH iguales). Fué vàlida, como hecha
\ »en Cortes y sancionada por el Rey. íY
\ »qué se decidió en ella? La supresion de
í' »los conventos de monacales; dejando sin
embargo ocho casas para asilo de los
que qutsiesen seguir la vida contempla-
»tiva. Màs: asignaron el número de reli-
l «giosos que había de existir en cada con-
»vento, para que no hubiese abusos;
«invitaron al Gobierno para que fomen-
»tase la secularizacion, senalando benefi-
t »cios ó rentas a los que la obtuviesen; y
»aun a los de los conventos que se suprí-
mían, dàndoles pensiones, graduaron la
cuota segun la edad. Tal era el espíritu
de lenidad, de mansedumbre, de tem-
planza de aquella ley . ;Se dió una medida
atropellada que tuviera los visos de una'
proscripcion? Xo por cierto. Fué una
reforma hecha con la detencion y requi-
sitos que por su gravedad exigia, y con
toda la moderacion y respeto a los par-
ticulares j' ;l sus intereses. (V con todo
cl odio posiblc contra las ordenes reli-
gió sa s.)
»Esto es tan exacto, que hay dos artícu-
los mu\' notables en la ley: uno en que
con cierta circunspeccion y miramiento
se autoriza al Gobierno para que, donde
sea necesaria la intervencion de la po-
testad eclesiàstica, acuda à ella à fin de
facilitar la reforma: hasta este punto
llevaron aquellas Cortes su prevision,
para no proceder à ciegas, sinó dejando
al Gobierno que obrase con el pulso y
Jetenimiento conveniente. [Pcro de las
protest as del Papa y los Obispos no
hiso caso.)
»E1 otro articulo es el que recomienda
al Gobierno que en la ejecucion de le\'
proceda con toda mesura; siendo sus
palabras muy notables: «para que pro-
ceda (dice) del modo mas favorable al
bien de la Nacion y à la utilidad y con-
' veniencia de los religiosos. {Esto por
I i^sarcasmo.) Por manera que en medio
»del interès de la Nacion, no se olviden
»las Cortes de los individuos, pues los
«recomendaban al Gobierno, poniendo
«casi en parangon sus intereses partícula-
»res con el inmenso del Estado. jGran
«leccion, senores, grande ejemplo! Tan
»distante esto}', pues, de censurar lo dis-
»puesto en aquella ley, que estoy hacien-
»do su panegírico, y de buen grado,
«porque de ella tengo que sacar conse-
«cuencias y argumentosen apoj'o y con-
»firmacion del pulso y detenimiento con
.^que el ministerio ha procedido, siguien-
»do en un todo en este negocio lasmis-
»mas huellas que las Cortes trazaron en
»la citada ley.
»El Gobierno sabé que tanto entonces
»como ahora tiene el derecho de suprimir
»los conventos de monacales ffalso); de-
xrecho inherente à la potestad Real, y que
/lo ha ejercido varias veces; 3' sin citar lo
xocurrido en los tiempos de los Reyes
»Católicos, baste decir que en la corona
»de Aragón se suprimió la orden famosa
»de los canónigos reglares de San Agus-
»tín; y en nuestros propios tiempos el
«piadoso Rey D- Carlos III dió un ejem-
»plo notable. (Queda Juzgado el minis-
tro.)
»E1 Gobierno reconoce de la manera
»màs clara, explícita y paladína el dere-
»cho que tiene la Nacion de subvenir à
»las necesidades, tanto morales como re-
»ligiosas, que tengan los pueblos, del
»modo que crea màs conveniente y opor-
*tuno. No hay, pues, duda en este punto;
> y supuesta la autoridad de la Nacion y
>:su facultad para decir: «Tal instituto no
»sirve va para los fines que me propuse
>al admitirlo en el reino,» (Noparece sinó
»gnc la A'ación sea autoridad absoluta
»en asuntos espirititahs: despotisnio
*>neto), la inmediata consecuencia es que
»la Nacion puede y debe adquirir las pro-
»piedades que poseían las corporaciones
«suprimidas, aunque con la obligacion
>;de satisfacer lascargas de equidad y de
> justícia.
«Estoy, pues, de acuerdo con las opi-
100
LIURO TERCERO.
:AP]Tt i.o teri;[;ro
»niones de los senores preopinantes de
/^que ha de mirarse la propiedad, hasta
»cierto punto, como diversa en las cor-
»poi"aciones que en los particulares: siem-
»pre es respetable, y debe acercarse à ella
»el legislador con mucha circunspeccion
»y miramiento; però liay una considera-
»cion, derivada de la misma naturaleza
»de las cosas, que arroja mucha luz sobre
»esta matèria.
;)Todos los institutos religiosos y todas
«las corporaciones no tienen mas que una
«existència legal: viven por la ley (El
»derecho de remiión para fines buenos es
utataral al Jiombre , y adenids lo saticïo-
>ma la ley de Crísto. No puede, pues, la
•òhumana contrariaria); de ella reciben
»su fuerza; y no puede nunca la sociedad
»prescindir del derecho de suprimirlos
»cuando lo crea conveniente al bien
«publico, ni menos dar à sus propiedades
»una condicion que las hiciese inmorta-
> les, pues este seria su efecto; y las sobie-
»pondría à la sociedad misma. Todo ins-
»tituto, toda corporacion, toda comuni-
»dad religiosa ó civil que no ha podido
«existir sinó por la ley, y que se sostiene
»solo por la ley, puede suprimirse por la
»misma ley. (jSiempre repetir el mismo
Mibsnrdo!) La propiedad no puede dar
»por sí sola el derecho de permanència ó
«perpetuidad que de suyo no tienen tales
»cuerpos; y una vez suprimidos, la Na-
»cion hereda necesariamente las propie-
»dades y bienes que poseian, pudiendo dis-
>poner de ellos como mejor le convenga;
»despues de satisfechas las cargas de
»justicia, sean de la espècie que fueren.
»No desconocieron las Cortes de 1820
«estos principios; y hay articulo expreso
»en su ley para satisfacer dichas cargas,
»así civiles como eclesiasticas; y tanto en
»ese articulo como en los demas, se ve
»que entendieron perfectamente el gran
«principio de la reforma, enlazandole con
»el de la justícia. Pudieron disponer de
«las fincas y enagenarlas, como lo hicie-
»ron; y las ventas fueron legítimas, fir-
«mes, valederas; tan lejos esta el Go-
«bierno de negar este principio, que ni
«aun consiente que se ponga en duda.
«Por lo tanto, si el Gobierno està per-
«suadido de la fuerza y vigor de aquella
»ley, de la legalidad de sus disposiciones,
«de la validez de las ventas y de la injus-
«ticia del despojo, parece que la conse-
«cuencia debía ser: «Devuélvanse inme-
«diatamente las fïncas». Y aquí es donde
«empieza la dificultad del Gobierno, en la
«parte practica de la ejecucion.
«Las Cortes de 1820 procedieron con
«todo el tino que he manifestado: 1.° Su-
«primieron los monacales; 2." Aplicaron
»sus bienes à la Nacion; y 3."^ Los enage-
«naron para ventaja del Estado. íY ahora
»qué propone la comision? ^;Que se vaya
«con ese mismo orden? No, senores, sinó
«al revés: dice únicamente: «restitúyanse
«los bienes». La consecuencia es clara:
«Luego son de la Nacion; luego quedan
«suprimidos de hecho los monacales»; es
«decir, lo inverso de lo que hicieron las
«Cortes de 1820. En esto no hay duda; así
«como en que al paso que se suprimie-
«sen los monacales de hecho, no se haria
»de derecho; puesto que aun existen y
>estanen posesion de esas fincas. Para
«evitar esta contradiccion manifiesta es
«para lo que el Gobierno propone otro
«medio y se opone al de la comision.
«La necesidad de hacer la reforma està
«ya reconocida por el Gobierno y aun
«(como ha expuesto) estan asentadas sus
«bases; respecto à mendicantes, que que-
>;den meramente los necesarios para
'•atender à las necesidades de los fieles;
»respecto à los monacales, las casas que
«se conceptuen precisas para servir de
sasilo à los que se dediquen con verda-
«dera vocacion al retiro y à la vida con-
«templativa. No es este un deseo estèril;
«la reforma se harà; y el Gobierno ha
«empezado ya a recoger todos los datos
«para ella, por medio de esa junta ecle-
«siàstica, y no tiene reparo en decir lo
«que de síarrojan. Resulta que en Espa-
«na hay 1,920 conventos: de estos 890 no
«llegan à tener el número de 12 religio-
«sos, es decir, que no tienen aquel núme-
»ro de religiosos que se necesitan para
DISCUSION DEL CONT.RESO. ETC.
101
>^cumplir con las reglas de su instituto y
fundacion, y con lo dispuesto por varias
' resoUiciones respetables tanto eclesias-
> ticas como de la potestad temporal. Car-
>los III suprimió algunes conventos de
>^una órden de Espana por esta misma
»regla; y sin mas que apelar À ella, re-
»sulta desde luego que queda reducido en
>'la reforma el número de conventos exis-
>^tentes à casi la mitad. Una observacion
»muy importante ocurre en este lugar;
>}' es que, A pesar de haberse creido
»comunmente en Espana que en los anos
»que acaban de pasar se ha aumentado el
> número de religiosos, hay ahora menos
»que en 1820; hay con efecto 3,000 menos
que en aquella època. Otra observacion
anàloga es que en medio de tantos dis-
»turbios y trastornos políticos, el número
>;de religiosos en Espana desde el ano de
»180S, en que empezó la primera escena
»de este gran drama político, ha dismí-
»nuido aquel número en una tercera par-
ne: 46,000 había entonces, 3- hoy apenas
»llegan à 30,000. Véase, pues, el espíritu
>de reforma que anima al Gobierno, pues
»no solo anuncia sus bases, sinó los datos
»que tienepara su ejecucion;probando de
»consiguiente que no le arredran las diíi-
»cultades para llevar à cabo la empresa,
>sino que quiere vencerlas; però al mis-
xmo tiempo desea hacer las reformas bajo
»los dos principiosya citados: primero, la
«reduccion de los conventos à los pura-
»mente necesarios para las necesidades
>:de los fieles y para los objetos de su pri-
>mitivo instituto; y segundo, que se haga
»la reforma del modo menos gravoso A
»los individuos; que se les trate con todos
»los miramienlos debidos a su estado,
*lastimando lo menos posible los intere-
»ses particulares. iCómo, pues, se quería
»que el Gobierno sentase el principio
«absoluto de la devolucion de los bienes?
>'>(Mitni!iillos.) 'iQué se hace con los indi-
»viduos de las corporaciones que ahora
»los tienen? cSe les condena t'i la mendi-
»cidad? (Mnr)iiiillos.) (Hay frenesí por
l'ios hienes.) No importa esos murmullos
«cuando se habla A favor de la justicia y
»de la humanidad. No hay murmullos
»que arredren al Gobierno para impedir-
»le que levante su voz a favor de todas
>'las clases del Estado. Todas ante él son
>4guales: en la de que se trata ahora res-
>'Peta el ministeno à que està destinada;
»y los errores y extravíos y crímenes, si
>/se quiere, de algunos de sus individuos,
»no son à los ojos del Gobierno motivos
»de prescripcion para toda ella en masa-
»Tràtase de reforma, y el Gobierno la
»hace, y la harà, y pronto; si, la harà;
»pero con miramiento, con pulso, con la
»m!sma circunspeccion de que dieron
*ejemplo las Cortes de 1820 en esa lev
»cu3'as disposiciones se invocan.
*La reforma serà como entonces fué,
»una medida justa, severa; però no cruel,
»dura ni acerba. Esa misma templanza en
>4a ejecucion serà el mejor garante de su
«solidez. El Gobierno quiere, así en esto
»como en todo, imitar lo que en las obras
>.hacen los arquitectos hàbiles y experi-
*mentados: dejan que se sequen y conso-
»liden los cimientos para edificar sobre
»ellos, y no exponerse, de lo contrario,
Ȉ que toda la obra se resienta y en bre-
»ve se desplome.
«Siguiendo el iMinisterio con un paso
»firme y mesurado, cree que cimentarà
> mejor el crédito que con hacer la refor--
»ma inconsideradamente, exponiéndose à
«disminuir aquel y aumentar la descon-
»fianza. Con esta templanza \' miramien-
to quiere que se dé cierta prenda de
»estabilidad: por eso reconoce la validez
»de las ventas, y desearía poder restituir
»los bienes. Nadie aventaja al Ministerio
»en este deseo, así como en el de crear
»intereses materiales que sostengan las
>instituciones por su propio peso, como
»ha sucedido en una Nacion vecina, don-
»de esos intereses materiales han servido
»(como es natural) de mejor apoyo à la
«libertad y al órden que ninguna de las
»leyes ó principios políticos.
»En Espana hubo que atender al sus-
»tento de los religiosos cuyos conventos
»se suprimian; y ahora habría que hacer
»lo mismo, resultando de ello una nuava
102
1,1 HKO TliKCEUO
CAPITULO TERCEHO
>;y muy pesada carga, de que la Nacion
»habría de resentirse. La pensión de asos
xindividuos se pago puntualmente hasta
xcierto punto; y no es del caso referir
>ahora cual fué el i^esultado de interrum-
»pirse este pago por circunstancias inevi-
>:'tables. (jY tal interriipcióu Imbo!) En
»otra Nacion vecina, que ha entrado en
»la carrera de las reformas con esa au-
ydacia que tanto se reclama, se ha te-
«nido que cejar, en vista de las diíi-
> cultades que ofrecian las opiniones, los
>^hàbitos y costumbres del país; porque
»todo hay que tenerlo en cuenta cuando
»se trata de ciertas materias. Cuando se
»trata de leyes, y leyes que tienen mil
> puntos de contacto con las costumbres,
»con los hàbitos y hasta con la creencia
«religiosa de los pueblos, seria un olvido
vindisculpable, y aun criminal, el no exa-
> minarlo todo con el detenimiento que
»corresponde.
»E1 Gobierno, pues, si se tratase de
»contratos de particular à particular,
>-mandaría inmediatamente la restitucion;
»pero respecto del caso presente, tiene
í-otras consideraciones a que atender, y
Ano puede hacer mas de lo que propone.
»Reconoce la validez de los contratos;
»y para que se vea hasta dónde lleva su
»buen deseo, dice: todos los bienes, pocos
»ó muchos, de los que se vendieron, que
xestén en poder del Estado , como los
«procedentes de encomiendas, inquisi-
>cion, temporalidades, etc, devuélvanse
^inmediatamente à los compradores. Res-
>/pecto de los que estan en poder de las
xcomunidades, presenta el Gobierno un
>^medio fàcil y expedito de indemnizar à
»los compradores, porque no estando en
»su poder los bienes, le es imposible de-
»volverlos. Nosotros no somos los que
»hemos puesto las cosas en el estado en
»que estan; sufrimos, sí, sus consecuen-
>:cias; y tales como las encontramos, he-
»mos tenido que conformarnos con ellas,
«procurando, no obstante, remediar los
>males producidos por las pasadas cir-
»cunstancias. Però aun harà mas el Go-
»bierno: a aquellos compradores que
»quieran absolutamente las fincas que
«compraron, se les reservarà su derecho
»para restituírselas, así que esté hecha
»la reforma; ó para daries bienes equiva-
»lentes, si por casualidad no comprendie-
»se en algunos casos particulares la re-
»forma al convento a que dichos bienes
»perteneciesen.
»E1 Gobierno no puede hacer mAs: ha
»manifestado sus principios, sus deseos,
»sus proyectos, con la mayor buena fé y
»lealtad posible. Ha mostrado su firme
»intencion de hacer la reforma, y hacerla
»pronto, però no à ciegas; y ha probado
»que reconociendo la legitimidad de las
«ventas, si no procede inmediatamente a
»la devolucion de las fincas, es porque
»hay imposibilidad material de hacerlo;
»mostrandose al propio tiempo dispueslo
Ȉ entregar las que de cualquier modo
»hayan entrado ó entrasen sucesivamen-
»te en poder del Estado.
»Creo que todos los Sres. Procurado-
»res, cualquiera que sea su modo de pen-
»sar en el asunto, convendríín en la
«absoluta imposibilidad en que se halla
»el Gobierno de hacer miís de lo que pro-
»pone, si es que ha de atender al objeto y
»fin de toda reforma, que es conseguir
»las mayores ventajas posibles con los
«menores riesgos é inconvenientes» (1).
iCuàntas repeliciones, cuantos errores,
cuantos absurdos! Todos basades en el
falso principio de que el Estado es dueno
de los bienes de la Iglesia: cesarismo
liberal.
Habló después de la prolongada aren-
ga del Presidente del Ministerio el senor
don Sebastiàn García de Ochoa, indivi-
duo de la Comisión. Perdono al lector la
copia de su vulgar y casi chocarrero dis-
curso; però no quiero privarle del gusto
de saborear algun parrafo y de las carca-
jadas que probablemente le producirà.
Dice en uno de ellos: «Las comunidades
«eclesiàsticas en el fondo no son mAs que
»unos empleados del Estado 6 Nacion, si
xbien estan dedicades al ministerio de la
(i) Siif>leiiiciito citado, púgs. deoiu a 064.
iJl^CUSIOX DEL COXr.RKSO. ETO.
103
> ensenanza de la religion y de la moral,
«destino verdaderamente sublime; però
por sublime que sea el ministerio, los
^ individuos no pasan de ser unos servi-
ȟores del Estado; de consiguiente, cuan-
ido la Nacion no los juzgue necesarios
>.puede suprimirlos como a cualquier otro
> empleado suyo, y entonces los bienes de
la comunidad, como ha dicho S. S., los
hereda el Estado...» (1).
"La comision jam;ts ha olvidado los
principios de humanidad; sabé que los
'religiosos son espafloles; sabé que son
dignos de consideracion; sabé que por-
>que algunos individualmente hayan co-
-metido delitós, no por eso todos ellos
>son dignos de la execracion pública; al
> contrario, .«^e duele de la suerte del esta-
>;do de misèria en que se encuentran mu-
»chos de los que se secularizaron*... (2).
rNo fueron los gobiernos liberales los
que procuraron las secularizaciones? <No
ofrecieron mil ventajas a los que las pro-
curasen? rDónde estan éstas? Tal suerte
espera siempre ni religioso que se arrima
a los enemigos de la Iglesia.
«Yo no tengo bienes nacionales... però
»ya que no los he tenido, sé por las mu-
> chas cartas que he recibido de toda la
»I*enínsula, y veo que todos los compra-
>Hlores lo que quieren es sus bienes que
>vhan comprado, no el papel»... (3). Uno
de los ancianos por mi interrogado sobre
quiénes fuesen los urdidores del incen-
dio de los conventos, me dijo que entre
ellos se contaban compradores del tiem-
po constitucional desposeidos en 1823, y
ahora avidos de recobraries. Confrón-
tense la.s palabras tle Ochoa con las del
anciano; y siga otro parralito de este
seiïor diputado.
<Por otra parte (à los religiosos) se les
»debe hacer un cargo de conciencia dis-
»frutar de estos bienes que no son su3•os.
> Yo seguramente si fuera regular, no
(i) Siiplciiiciilo citació. p;ig. (iti_(.
(_>) Sufilcmculn citado. pà}f. ii'i^.
(?) Siiplemcíilo citado, piig. 1)05.
»quisiera que me cogiera la muerte en
>/este estado, porque no me parecería re-
>'gular disfrutar unos bienes que no eran
»mios. i;quc escrupuloso, pobre heato! 1
>^Ademàs unos hombres que se dedican a
>/enseiïar la Moral, y la aprenden en sus
»autores, me parece que en ninguno de
»ellcs habran encontrado establecido el
«principio de que pueden disfrutar, ó de
^apropiarse unos bienes que no les per-
»tenecen <;pcro, senar Ochoa, si son
y>sítyos.'/ y hasta las mejoras que se hicje-
»ron en ellos. {De las mejoras Jiablarc-
'.nios.) Estàs mejoras, cuando menos,
»debieron abonarlas por un principio que
»no tiene excepcion>^ (4).
Se pasa a la votación «sobre si había
^lugar a proceder al examen de las dis-
»posiciones; particulares del proyecto en
»cuestion y verificada la votación nomi-
>mal con arreglo al reglamento, resulto la
«afirmativa por 125 votos contra 2 del
»total de 127 sefiores presentes». Los dos
fueron el seiior Barata y el senor San-
tafé.
En la sesión del 14 de abril continua la
discusión sobre nuestro asunto, 3' aunque
en ellatoman parte variosdiputados.hago
gràcia de sus discursos al lector, y me
limito a los notables siguientes-
El Ministre de Hacienda, Conde de
Toreno, recuerda que, según los Breves
que de Su Santidad tiene el Gobierno (son
de Pío VII de 1805 y 1806), puede éste
enajenar la séptima parte de los bienes
del clero. «Anadiré, dice, que segun esos
»mismos breves habría de imponerse el
»producto en la Caja de Amortizacion,
»antes de Consolidacion; mas este caso se
>halla comprendido en el articulo l."por
>-el que se suspende el pago de créditos
»semejantes. De lo que resulta que esta,-
»mos autorizados para vender, y lo esta-
»remos para suspender el pago de los
»intereses de los capitales producidos
»por la venta hasta el arreglo definitivo
del clero» (5).
(.)) Suplcnieitlo citado, púiçs. oó^ y i>i>(i.
(5) Siiptciíietilo citado. pagr. O^'o.
104
CAF'I I L'I.O
El Conde de las Navas manifesto que
«para votar este articulo deseaba tambien
»que el Gobierno tuviese la bondad de
»contestarle à una pregunta que iba à
>^hacerle. Se presuponen aquí [dijo) 204
>•millones como importe de los bienes de
y-nionacales y con ventós. Yo desearía,
>pues, saber si el Gobierno tiene tomadas
>^medidas para no encontrarse chasquea-
»do a su tiempo; y no hallarse con el em-
>barazode que esta cantidad que se su-
»pone importa la septimacion de todos
»los dichos bienes, sea mucho menor,
»porque tengo entendido que se estan ha-
»ciendo ventas de ellos por diferentes
»comunidades».
El Ministro de Estado, que no es otro
que el Presidente, contesta que el Gobier-
no, teniendo noticias mas o menos exac-
tas de que algunas comunidades tratasen
de vender, '(dió la orden mas terminante
»para prohibir la enagenacion y venta de
> toda clase de fincas, y basta de los bie-
»nes muebles, como alhajas y otros efec-
»tos preciosos, por manera que el minis-
»teno se adelantó íí prevenir todo el
>'•dano» (1).
En la sesión del 22 de abril D. Antonio
Gonzàlez, entre otras palabras dispara-
tadas, emite las siguientes:
«Por otra parte, senores, mirada esta
»cuestion bajo el punto de vista político,
»es menester conocer que las personas
»que poseen dichos bienes son poco afec-
»tas à la causa de Isabel II y de la liber-
»tad, y que hacen cuanta guerra les es
»posible a tan sagrades objetos: todo el
>mundo sabé que una gran parte de los
>individuos del clero, tanto regular como
»secular, han marcado su desafecto il la
»causa de Isabel lí y de la libertad; y si
>\dejamos grandes sumas en su poder, no
»solo los expondremos à ser criminales
>^con ellas, sinó que comprometeremos tan
»sagrada causa; y bajo este punto de
»vista me parece que seria muy prudente
»el que no pudieran disponer de estos
»bíenes.
(i) Siiplcinciiln cilndri. pi'ii;. (loo.
»Por otra parte, al mismo tiempo que
^yo reconozco que hay religiosos timora-
»tos y dispuestos A obedecer al gobierno,
»todo el mundo sabé que los clérigoshan
»sido los que mís han contribuido à. fo-
»mentar la guerra del Norte, y todo el
»mundo sabé tambien que el pretendiente
»D. Carlos lleva consigo una falange de
»400 íl 500 frailes, i ;iniposïble.', pcro
yproiitolos llevar d 5/ VV. arrojande siis
i>conveiilos a los religiosos, 0 Ics quitan
»sus bienes), por los cuales ha recibido
*todas las seguridades acerca del sentido
^>y la opínion del país, y ciertamente no
»le han enganado. l'iQué cotif'esióit! >
»Yo estoy bien seguro de que si se hu-
»bieran tornado todas las precauciones, y
»se hubiesen coartado a dichos individuos
»las facultades para conspirar, no hubie-
»ra llegado el caso de estar aquellas pro-
»vincias en el estado en que se hallan, y
»creo que tal estado servirà de norma al
«Gobierno para evitar que se repitan
«iguales sucesos en otras provincias.
»Por estos principios de economia, de
«justícia y política, opino que debe apro-
«barse el art. 6." como lo propone la co-
»mision» (2).
El ministro de Estado... «En cuanto a
«las temporalidades de los jesuitas... Inú-
«til é inoportuno seria citar ahora los
«cargos que se han hecho A esta corpora-
«cion {la Coiiipafiia), así como sus ala-
«banzas, siendo cierto que el tiempo cal-
«ma todas las pasiones, y que ni los unos
«ni las otras deben inlluir en esta cues-
«tion, sinó que deberín tenerse en cuenta
«las circunstancías de la època actual, y
«no los extravíos de uno ú otro individuo;
«debiendo ser todas las clases respetadas,
«sin atender el legislador à los extravíos
«de este ó aquel particular, sinó fijar su
«atencion en los principios de utilidad
«pública y en lo que conviene à la Na-
»cion.
«Por lo tanto me abstendré de impug-
«nar algunas observaciones hechas por
»el seüor Gonzàlez; diciendo sin embargo
(j) Siiplcmcíil•i cll.-ulo. pàfí. (jijj.
DISCL'SION- DKL CONGRESO. ETC.
105
> que nada sé, ni creo que lo sepa nadie,
>-de la falange de los 400 clérigos del Pre-
> tendiente, sin que recuerde mas que otra
«falange de ellos, aunque por distinto
> estilo, que fué la que en otro siglo peleó
>'bajo el pendon del obispo Acufía, soste-
>•niendo à los comuneros>^.
Luego entra en querer demostrar que,
expulsados legalmente los jesuitas en
1767, o sea después de consultado el con-
sejo en pleno, fueron admitidos ilegal-
mente en 1815: error que aquí no refutaré
por no ser deestelugar (1).
Por votación queda aprobado el arti-
culo 6.° de la comisión.
V^iendo el Gobierno que ia Càmara no
asiente a su proyecto, y no queriendo él
conformarse por completo al de la comi-
sión en el punlo tan disputado de la devo-
lución de los bienes, formula un tercer
proyecto concebido en los términos si-
guientes y lo lee a la Camara en la sesión
del 1." de mayo. Helo aquí:
«Respecto de los compradores de bie-
>nes nacionales, que lo fueron en virtud
> de las leyes aprobadas por las Cortes, y
»sancionadas por S. M., se observaran las
»reglas siguientes:
>4.^ Si los bienes se ballaren en el
>dominio del Estado, por cualquier titulo
>:que sea, seran restituidos à los compra-
»dores que fueron desposeidos de ellos
>-por el decreto de 4 de octubre de 1824
»tsic) ú otros posteriores.
»2.* Si los compradores prefiriesen
»que se les devuelvan efectos de la deuda
»pública, de la misma clase y de igual
> valor nominal al que dieron en pago, se
'les entregar.l dicho papel, y quedarà
>'cancelado el crédito, sin que dichos com-
>. pradores puedan alegar en lo sucesivo
»ningun derecho a las fincas.
»3." Si dichos compradores manifesta-
»ren al Gobierno, en el termino de seis
ymeses contados desde la sancion de esta
»ley, que no aceptan hacerse pago con
»la devolucion de los efectos de la deuda
^pública (en los términos antes expresa-
(i) Siif-lcmcnlú citado. pàg. 695
»dos), y que prefieren conservar el dere-
»cho à sus fincas, se les reservarà este
«derecho para restituiries las fincas que
''Compraron en cuanto se verifique la re-
»forma del clero secular (regular, ha de
■Diiecir) en el próximo ano de 1836, con
«arreglo à las bases establecidas en la
«instruccion dada por el Gobierno al
»tiempo de crearse la junta eclesiàstica.
»4 ^ Si en virtud de dicha reforma no
»quedase suprimido el monasterio, con-
»vento ó corporacion a que perteneciere
«la finca cuyo recobro solicita el com-
«prador, podrà solicitar se le reintegre
«con otra finca equivalente de las que se
«vendieron por el Estado, ó tendra dere-
«cho à que se le haga el reintegro en
«papel, conforme à lo anteriormente esta-
»b]ecido.
y>b^ Se recomienda al Gobierno que
«por todos los medios procure la restitu-
«cion de los mismos bienes ó la entrega
«de otros equi valentes, y en su defecto el
vreembolso del capital en la forma expre-
«sada en el pàrrafo 2.° à los compradores
«de bienes nacionales; procurando al
«mismo tiempo conciliar el mayor bien
«del Estado, la suerte de los individuos
«cuyos establecimientos se supriman, y
«los legítimes intereses de los particula-
«res. Madrid y Mayo 1." de 1835. =E1 Con-
»de de Toreno» (2).
En la sesión del 4 de mayo el sefior
Ferrer se esfuerza en rebatir los discur-
sos pronunciados por el Conde de Toreno
y el Presidente de los Ministres al tratar
de la totalidad del proyecto. Contesta al
dicho del primero, según el cual «el largo
«discurso del Sr. Ferrer se parecía à la
«arenga que Cicerón hizo pro domo sua,y>
ya que Ferrer era comprador de bienes
de monacales.
Se lee en uno de sus pàrrafos: *Dice el
»Sr. Conde de Toreno que es verdad que
y.{en la època constitucional) se vendie-
»ron muchos bienes; verdad tambien que
«se vendieron à dos capitales y medio de
«su tasacion, però fueron hechas {dicc
(j) Stif'lcmcnlo citado. pàg. 751.
10b
;ai•iil'LO iF.RCiiur
>•>Toreno) en su mayor parte contra {lia
>.de decir: con) papel sin interès, que en
»aquella època no valia mAs que 20 por
»100; con cu}'a baja y otras (que no ex-
»preso) no entraron en el crédito publico
>'màs que 300 y pico de millones de rea-
>iles en valor efectivo. {Hasta aquí cl
>',dicho de Toreiio.) ;Y qué es lo que 3'0
xdije entonces? Veamoslo: 1.° que las íin-
»cas se habían vendido al termino medio
»de dos capitales y medio; 2." que seçun
»el curso que en aquel tiempo tenia el
»papel sin interès, cabalmente resultaba
«haber sido al 50 por 100 en metàlico...»
Confiesa, pues, el orador, comprador de
bienes monacales, que se compraban es-
tos pagando parte del precio con papel
sin interès, el cual, por lo mismo, se
cotizaría muy bajo. El mismo mds abajo
dice que en los días de las ventas dicho
papel se cotizaba al 20 por 100, y que a
la sazón en que habla esta al 12 por 100;
}■ que si se adoptan los planes del Go-
bierno pronto quedarà al 8. Recuerdo
que pocos tiempos después lo vi }•o coti-
zado en el Diario de Barcelona al 6.
«Lo que el Gobierno nos presenta es
»todo lo peor que se pudiera inventar
f/icuúiita pasiói/!), pu.es, pudiendo conten-
»tar con una pequeiïa suma fi los mona-
ícales, prefiere gravar a la nacion con
> una deuda inmensa, haciendo al mismo
»tiempo el ataque m.ís f unesto a la pro-
»piedad... í;Pasióii.') .. Ocho mil familias
»nos vienen ahora con los titulos mas
»sagrados en la mano reclamando una
»propiedad legalmente adquirida del Es-
»tado, propiedad que no bien adquirida y
xgrandemente mejorada, les fué arreba-
»tada por el Gobierno mas injusto y apa-
«sionado que jamAs... i ;Pasióii.')
»...E1 mismo Gcbierno dice ademas
»que en reparar este dano... se interesan
»la justícia, la moral, la economia y la
«conveniència ptiblica; y por una contra-
»dicción que no puedo calificar... A pesar
*de la conducta que estos mismos deten-
«tadores han tenido con los propietarios
»en los últimos once anos, sin reconocer
«siquiera las mejoras, de las cuales se
»han estado aprovechando, excitando en
»vez de esto desde el púlpito el furor po-
»pular contra ellos, no serè yo, ni puede
»ser ningun hombre de bien, el que quie-
»ra aplicaries la ley del ïalión, y hacer-
■les sentir toda la tirania de su conducta».
Termina su discurso en modo muy ora-
torio, dirigiendo al Congreso una verda-
dera exhortación con parte patètica.
iCuanto le interesaba el asunto! (1)
Denotablesdebencalificarselassiguien-
tes palabras del diputado seíior Aceve-
do, el cual apoya el proyecto del Gobiei -
no «Estoy intimamente convencido
>.del imprescriptible derecho que tiene la
»Nacion de disponer de las propiedades
»que con tanta impropiedad se llaman
»espiritualizadas, y por lo mismo de la
»legitimidad con que las Cortes del ano
>'de 20 decretaron la enagenacion de los
»monacales Anatematizo el decreto,
»que creería profanar el sagrado nombre
»de ley si le calificase de tal, que las res-
xtituyó a los monjes, que honraria íl
«Mahamud, Ali Mehemèt, ó al monarca
»màs dèspota del Oriente. Siento por el
xhonor de nuestra santa Religion que en
»tantos varones respetables por su vir-
»tud é instruccion, como posee nuestro
»clero secular y regular, no se haya
«levantado una sola voz contra una me-
»dida tan inicua que la historia caliíica-
»ría de un criminal silencio, si no se
»supiese era efecte de una forzada obe-
»diencia, no al Gobierno de Espana, sinó
»a la Cúria de Roma; mas ;\ pesar de
»estos sòlides principies que acabo de
»emitir, razenes de justícia, de convenien-
»cia y de política son las que en este me-
> mento decíden mi juicio.
»Es innegable que muchas tasacio-
»nes (en las cUcJia? enajenaciones de
■>'>btcnes nacionales), especíalmente en
»prédios rústicos, se han hecho a un pre-
»cio muy bajo (pues en Asturías los urba-
»nos se han verificado en su justo valor
»y vendido aun à mayor) por la ignoran-
(i) Suplementú cltado. pàgs. de
DlSCl SION' DF.I. CO.NORESO. KTC.
107
»cia de los peritos nombrados por los
>-comisionados del Cródito Publico, ó por
>/SU connivencia ó soborno; pues sorprèn-
>dida la buena fé del senor Ministro de
»aquella època, no ha sido mu}- feliz la
»eleccion, ni tampoco todos los jueces de
>-primera instància fueron incorruptes, y
xtambien otros se han vendido muy baja-
»mente por falta de licitadores, de que
«pudiera citar mas de un ejemplo, de
»fundos que en anos regulares se vende-
írían por mas de 1,000 ó 2,000 reales y se
yenagenaron por ?>2<ò, y tambien en los
> que no se observaron las formalidades
»de los regiamentos.... y en este caso ni
>^creo que los antigues poseedores tienen
> derecho a reclamar la devolucion, ni la
«Nacion debe privarse de las ventajas
>;pecuniarias de una nueva venta.
»Los monjes saben mu}^ bien que su
> existència es efímera: que la segur esta
xal pié del tronco: que si el actual Go-
xbierno por motivos políticos, la situa-
>;cion de la Nacion, la persuasion de que
xuna supresion total chocaría demasiado
>;a la opinion pública, ó por la circuns
y-peccion que domina todas sus disposi-
»ciones, decreta su permanència, muda-
»das las circunstancias, ó si sucede otro
»Ministerio mas animoso, màs audaz,
»mcis anaiogo al espíritu reformador de
»esta època, los har;\ desaparecer»....
Examina luego la razón política y dice
que los monjes no son temibles tanto por
ser pocos, cuanto porque han perdido
prestigio, y ademas que « los que se re-
»sientan ya son desde ahora enemigos
«irreconciliables nuestros, nos liacen
> cuanto daiïo es imaginable....):- Però que
«es innegable que los monasterios son
> los que dun en colònia A preciós m^is
xbaratos, porque la corta duracion de l;is
»prelacías no les permite hacer nuevos
»arriendos; y si algunos prelados mas
»celosos los verilican por temor a los
»foros presuntos, se contentan con reno-
»var las antiguas escrituras mudando
>solo las fechas y los nombres de los
xotorgantes; y ademAs, poseyendo ren-
»tas suíicientes para todas las comodida-
xdes de su estado, no tienen ningun motí-
»vo que les obligue í\ aumentarlas. Al
»contrario en el comprador, padre de
»familias, deseando ó necesitando sacar
xde su capital el rédito posible, y estimu-
»lado por el mismo bajo precio en que
«estaban arrendadas, duplica ó triplica
»su valor, de lo que he visto mas de un
»caso, como el de que compradores que
»no han subido sus rentas sean mirados
»por sus nuevos colonos como angeles
»bienhechoj•es. El disgusto de esta clase
»puede traer consecuencias mas fatales
»que el de los antiguos compradores que
»estan unidos a su pàtria por otros víncu-
»los morales, políticos y económicos, que
»no estos infelices* que pararan en men-
digos y servidores de cualquier partido.
.... «No deíiendo las instituciones mo-
»nasticas; sé que las rechaza el espíritu
»del siglo: que su educacion, sus estu-
»dios, atmosfera que los rodea, les debe
«inspirar una grande antipatia, a excep-
»cion de algunos individuos que por su
»ilustracion, virtudes y lealtad a la Rei-
»na nuestra Senora, a nadie ceden en
xdesear las útiles reformas: los conozco
Ay me honro con su amistad. Estoy con-
»vencido que su era ya pasó... y que
»luego que desaparezcan del suelo espa-
»iïol, la Nacion debe disponer de sus pro-
»piedades » (1).
En la misma sesión del 4 de mayo
entra en el palenque un orador de valor,
de elocuencia nervuda y de relativo sano
criterio, ya que no de completo, catalan
por mas seiias, y de cuyo nombre y per-
sona mucho oi hablar en mi infància.
Llamabase D. Francisco Perpiiià y era
de Granollers. Mi padre me parece que
le contaba entre sus amigos, }'• repetidas
veces me había heclio mención de su
desgraciada muerte. Fué presó por una
gavilla de bandidos, capitaneada por el
alcalde de MoUerusa apodado Lo Par rol ,
y asesinado. Desapareció en un viaje,
creo al regresar de Madrid, en Mollerusa,
(i) Siif'lciiiciilo cilado, pàgs. 7OJ y 763.
108
TliKCliKO.
y nadie sabia de su paradero. Inútiles
lesultaban las activas pesquisas de la
autoridad para descubrir sus asesinos, y
aun el lugar de su persona. Un dia se
encontró casualmente el cadàver en un
pozo. Otro dia una nina de muy corta
edad conto que, estando en una casa de
campo, algunas noches la encerraban en
una camarilla, y que desde ella oia que
se reunían en la casa varios hombres.
Preguntaronle por la matèria de la con-
versación de estos, y contesto, con la
inocencia de su infància, que no lo sabia,
però que pronunciaban bastante la pala-
bra Perpínd, y de aquí se tomo pie para
el descubrimiento de los culpables, y su
castigo, que fué la muerte. Díjose, ade-
màs, que el fin de los bandidos al pren-
derle no se dirigia al asesinato, sine solo
al secuestro para obtener dinero; però
que la autoridad desplego tal número de
fuerzas y tal persecución para encon-
trarle, que los bandidos, para desembara-
zarse de él y no comprometerse, lo mata-
ren. Estàs cosas oi contar en mi niiïez, y
en buena parte se me ratificaron en 1886
en Granollers del Vallés, pàtria del inter-
fecto y asiento de su família y bienes.
En la dicha sesión del 4 toma la palabra
Perpinà en favor del proyecto del Gobier-
no, y anade que aun prefiriera de los
dos el primitivo, y hasta el del senor
Barata. Dice que se apoya en razones de
conveniència de los mismos compradores,
de la justícia que les asista, de las venta-
jas que dicho proyecto trae a la Nación,
al Crédito de ella y a la política. En un
pàrrafo valerosamente dice: «Y por esto
xprincipalmente no convendré jamàs en
»que para favorecer à unos comprado-
»res, de los cuales, como demostro un
»seflor Procurador, en una de las sesio-
»nes sobre este proyecto, fueron la ma-
»3'or parte màs bien agiotístas y especu-
»ladores que verdaderos acreedores de la
«Nacíon, se perjudíque à estos y a ella.»
Continua en otro punto:
«No parece, senores, sinó que eso de
»temores es el comodín de la comísion y
»de los que apoyan su dictamen, pues
»segun les conviene que se apruebe ó
»deje de aprobar algun articulo se mani-
»fiestan intrépidos, ó se muestran recelo-
»sos». Observa que en unos casos se temé
mucho el aumentar la deuda, y en otros
ya no hay temores.
A pesar de que defiende a pie y a caba-
Uo y con gran ardor que no deben devol-
verse las fincas, dice: '<No se trata (por cl
••tgobicriioi de modo alguno de anular las
»ventas; no se duda de que fueron con-
»tratos legitimos... El escandalo de la
»anulacion està dado ya tiempo hà, y por
«cierto que no hemos sido nosotros quien
»lo dimos, antes si tratamos de repararle
»en lo posible... Y sea dicho de paso, sisè
»tratase de este particular, no faltarían
»hasta razones legales para defender el
»derecho que pudiese competer para ello
Ȉ la Nacion, no precisamente porque
»correspondiéndole los derechos de un
«menor, podria reclamar el de la restitu-
»cion iii iiitcgnmi, sinó por cuanto de
»otra parte es sabido y reconocido por la
»comision la lesion enorme y enormísima
»que en tales ventas sufrió el Estadc
»Pero repito que no se trata ahora de tal
»cosa».
Demuestra que con la medida de no
devolver las fincas no bajaría el crédito,
pues a pesar de verse en el Gobierno esta
marcha, los fondos espanoles suben en
Paris y Londres, 3'^ en Espaíïa no se
espantan.
Va alegando con elocuencia y valentia
muchas razones, que prueban la ninguna
de los que quieren la devolución. «Pudie-
»ra (yo) asi mismo decir con otro indivi-
»duo de la misma comision: en este asunto
»màs bien se han empleado declamacio-
»nes propias para coimiover el corazon
»que para persuadir el entendimiento».
{Prucba de la existència de la pasion.)
Emprende la demostración de que la
justícia no pide la devolución, y de que
los compradores son unos meros acree-
dores del Estado.
»tCuàl fué el f undamento de las ventas
»de bienes nacíonales hechas en el ano
niSCL'SIOX DEL CONGRESO. ETC.
lOQ
»22? Fué la no existència de las corpora-
>^ciones à quienes fueron devueltos des-
>'pues los bienes, por la supresion ó refor-
»ma de los cuales habían quedado estos
«vacantes... El mero hecho de cambiarse
»el sistema constitucional en uno abso-
»luto llevaba en sí la necesidad de que
>;aquellas ventas quedasen sin fuerza, en
»tanto que no se me dirà, ó al menos no
»creeré, que hubo entonceS compradores
»que no comprasen bajo esta certeza,
«bien persuadidos de que las compras
»que hacian solo podian seiies garantidas
»por aquel gobierno mientras existiese,
»y que cuando él cas'era caerian tambien
»las ventas. Lo que nadie pudiera haber
»creído era que el Gobierno que siguiese
»al constitucional había de sei tan inmoral
»que no solo había de rescindir aquellas
»ventas, sinó que no había de devolver el
«capital }• el importe de las mejoras...
»Si el clero hubiese conocido mejor sus
»intereses; si no se hubiera dejado des-
«lumbrar con el triunfo que obtuvo; si
»hubiera conocido como conocían otros
»que aquel triunfo no podia ser eterno, y
»que lo que les interesaba era indemnizar,
«y hacer este acto de justícia, no hubiera
»llegado el caso de hablarse de este asun-
»to...» Que el derecho de los comprado-
res es de que se les paguen todos los
perjuicios seguidos por no haberles resti-
tuido el precio; y aiïade de su cuenta que
han de ser reintegrados de las rnejoras.
Echa en cara a la comisión que a otros
acreedores del Estado en el niismo pro-
yecto de ley les quiere indemnizar con
mucho menos.de lo que perdieron (nom-
bra cui'iles sean estos acreedores), mien
tras que «A los otros (los compradores de
»bienes nacionales) se les dé mas; pues
»que todos hemos visto que por 5'2 que
«perdieron se les da 100.
»La comisión, que no ha podido desco-
»nocer la fuerza del principio de que el
»fundamento de aquellas ventas consistia
»en la existència ó no existència de las
»corporaciones a quienes pertenecían los
«bienes, trató de cortar el nudo» diciendo
que legalmenfe no existían. He visto, dice,
que sobre esto se recalcaba el acento <'y
»que para apoyarlo se ha hablado de la
>ley 1, tit. 26, lib. 1.° de la Novis. Recop.
»Pero no hay mas que leer esta ley, y se
vve la poca aplicacion que puedetenera
»este caso, porque lo que es en la ley
»verdaderamente no se decide nada. Todo
»es hacer reflexiones sobre el modo con
»que se podi ían i^eformar los religiosos,
»pero sin resolver casi nada; \' 3-0 extra-
>'no que se haya citado en este punto
^:aquella ley, que cabalmente es opuesta
)a los principios que han manifestado los
»senores de la comisión; pues allí todo
*era pedir a Su Santidad una autoriza-
>cion, todo era solicitar una aprobacion
»del Papa, y contar en todo con él.
>^Y si bien es verdad que en esta ley se
»trata de que para establecer nuevos con-
»ventos se necesita dar conocimiento al
»consejo, 3' que han de ser las dos terce-
»ras partes de votos del mismo que lo
»aprueben: però ;puede esta ley compa-
»rarse ó aplicarse al caso extraordinario
»en que estuvimos el afio de 23 cuando,
»segun en otra ocasion semejante à esta
«se ha dicho por un seíior Procurador, el
»Re3' por un acto sublime de la repre-
»sentacion que había entonces fué resti-
»tuido a la plenitud de los derechos que
> habían tenido sus antepasados?... Digo
>que no puede compararse con lo que se
»hizo entonces, en que S. M. con un solo
> decreto anuló cuanto se había hecho en
»tiempo de la Constitucion, y por consi-
»guiente no se restablecieron los conven-
»tos por disposicion particular, sinó sini-
»plemente en fuerza del bien sabido
> decreto que anuló en general todos los
'■actos del gobierno representativo.»
Examina después la cuestión desde el
punto de vista político, y dice que la Na-
ción, si no esta enferma, esta convalecien-
te: «Esta mos, senores, en una guerra ci-
»vil, y no sé como ha podido ocurrirse a
tnadie el exponerse A aumentar su fuego,
»ni como puede ocultarse à algunoel que
»la devolucion de las lïncas en esta oca-
»sion, puede ser motivo para que se
110
LIliRO TKUCERO. CAPI 11 LO TERClilic
»encienda mís y mas aquel fuego, que
>^sería del caso tratar de apagar por todos
»los mèdics.
»El Sr. Torremejía indico mu}' bien las
>>grandes ventajas que podrian reportarse
»de esperar a tomar providencia sobre el
> particular cuando se hubiera verificado
»el arreglo del clero. En esto no perdé-
»ríamos nada, antes bien reportariamos
»muchas ventajas; pues se evitarían fà-
»cilmente las dificultades, que en el dia
»debian ser casi insuperables, y la expo-
»sicion que habría de que dando sinies-
»tras interpretaciones A las decisiones de
>4as Cortes, se pudiese tomar de aquí pié
»por algunos para abusar de la creduli-
»dad y del fanatisme de los pueblos.
»Todas estàs ventajas se logran con el
«articulo que ha propuesto el Gobierno,
»porque verificandose primeramente el
»arreglo del clero, y expresando la incor-
> poracion de las fincas al paso que vayan
> volviendo al poder del Estado, no se
»puede témer produzca ninguno de aque-
>A\os malos resuliados esta providencia
xde resarcimiento».
Sigue refutando los argumentos con-
trarios. Habiéndose dicho por parte de
los contradictores que no hay que témer
a 2,000 monjes miserables, discute si son
o no ricos, y no lo resuelve. Dice que de
las 8,000 fincas que se vendieron no todas
eran de regulares, pues las había de me-
morias pías, de inquisición, encomien-
das, etc. Anade: «Però bajo el supuesto
»de que los monjes tienen tantas fincas
> de valor, no se les puede dar el titulo de
>.miserables ó impotentes, mayormente
>.en una nacion en que, como dicen los
xmismos que defienden el dictamen de la
>:comision, no hay propiedad; en una
> nacion que esta llena de proletarios dis-
»puestos siempre à servir al que les dé
>/una peseta. Y ien este caso se dice que
»son impotentes, ó que son miserables,
>:que no deben arredrar al Gobierno?
>^Haj^ mas: no se trata solo de monjes;
> el Gobierno nos ha dicho que hay 30,000
^religiosos; si nosotros antes de exami-
»nar el estado del clero damos esta pro-
»videncia para que se devuelvan las fin-
»cas sin mirar si queda para su manuten-
»cion, ino vamos à alarmar a toda esta
»clase? Hay mi'ls todavía; el clero secular
»se puede tambien resentir de ellas, y
»algunos de sus individuos cuando menos
»se pueden unir à favor del otro, y me
»parece que A los 2,000 monjes con 30,000
»individuos que son los regulares, segun
»nos dijo el Gobierno, y ademtis algunos
»del clero secular, no puede dàrseles el
>;nombre de miserables. Vo creo que
Uodos los SS. Procuradores podran con-
»venir en que cada uno de estos hombres
»tendrà bastante poder para seducir cua-
»tro ó cinco miserables, y sumando estàs
»partidas se vera a cuantos pueden as-
»cender. No hay que olvidar, senores,
»que el clero puso en movimiento à toda
> la Nacion el afio de 8, y se derroco el
>coloso del siglo... (Varios SS. Procura-
»dores reclamaren el orden)».
Cree que el clero desea la reforma
para así salir de ansiedad.
«Se dijo que no había de producir nin-
*gun resultado de esta clase 'de atiweu-
lytar la siibhvacion carlista / cuando otra
»vez se vió este decreto. Yo puedo decir
»de las provincias de Cataluiïa que no fué
»así, y que se vió mu}' marcadamente el
«resultado que producía». La quema de
los conveiitos de tal niodo aumentó los
carlistas, que estos teiiían que armar a
los nuevos cou palos por falta de fust-
les.)
Se dice, anade, que la iníluencia de los
religiosos quedarà contrabalanceada por
la de los compradores; y esto, anade,
no es verdad, pues va se vió lo que hicie-
ron estos en la otra època. «Se ha dicho
»que era preciso sostener el principio de
»la validez de las ventas, y se ha ponde-
»rado esta necesidad en tales termines
»que ha llegado a útcivse ftat justitia et
>->rtiat coelum» (1). (;Cuaiita pasión, sea
masóuica, sea de amor al oro en los par-
tidaríos de la dcvolucióu!)
( I ) Siiplemento cilado. pags. de 764 a 7Ó8.
DlSCUSni.V DEL CONGRESO, ETC.
111
Así termina la sesión del 4 de mayo, y
en las posteriores sigue la discusión de
los tales blenes, y parece que ni un ora-
dor quiere dejar de echar su cuarto a es-
padas en el asunto, aunquesearepitiendo
los argumentos una y mil veces aducidos
por otros. jA tal punto llegaba el empeno
de masones por un lado para anular a los
monasterios, y el de los compradores de
hienes por otro para despojarles! Los
discursos llenan infinidad de paginas de
íolio, de letra diminuta. Y yo en este
punto, para evitar la fastidiosa pesadez
de que adolecen estàs discusiones, no he
tratado de reproducir, ni extractar, ni
siquiera dar sucinta cuenta de los discur-
sos, sinó solo he escogido aquellos parra-
fos mas o menos difusos que ponen al
lector en ocasión de conocer la matèria
que se disputaba, los argumentos princi-
pales que se aducían, o las insipiencias
insignes que se eructaban.
En la sesión del 5 de mayo el senor
Caballero, decidido partidario de la de-
volución de las lincas a los compradores,
dice entre otras cosas:
«Si realmente desea el Gobierno que
>^por ahora no se toque a los monjes, ni
> se les quiten las fmcas para volverlas a
> sus duenos; si se quiere hacer ei arreglo
»del clero con mas tino y mas calma para
vdesignar los monasterios que han de
»quedar, los que se han de suprimir;
»esto me indica desde luego que la refor-
»ma del clero no ha de ser tan radical
»como deseamos {A^o qiiicrcn frailes);
»porque si los 8 monasterios que reserva-
»ron las Cortes, si los que salieron al
»mercado y no se vendieron, si los que
»apareciendo vendidos pi^esume el minis-
»tro de 1 lacienda que no esta consumada
»la venta, y que habra lugar a declarar
»que no es valida; si todos estos blenes,
»repito, no son bastantes para el arreglo
»quese propone hacer, entonces yo no sé
»qué reforma serà la suya; presumo que
»va A reducirse a quitar una tercera ó
»cuarta parte de conventos, y que van a
»quedar los demiís; en cuyo caso no creo
»que el Gobierno pueda contar con el
»asenso del Estamento, para el plan que
»se propone, pues presumo que los pro-
»curadores estan en otras ideas respecto
)>de este punto» (1).
El marqués de Torremejía.— También
cree que el legitimo duefto de las fincas
es el comprador, y lo afirma enérgicamen-
te. Es digno de ser copiado el siguiente
aparte suyo:
:<Con respecto il lo primero diré que el
«Gobierno debe pesar en su balanza los
»intereses de 8,000 familias con los inle-
»reses no de 2 ó 3,000 monjes, sinó de 10 ó
»12,000 colonos de los monjes que seran
^>despojados de su propiedad, ó poco me-
»nos, pues que pagando un cànon muy
»bajo, se consideran como propietarios,
»se suceden de padres a hijos en los
»arrendamientos; y nótese que estàs fami-
»lias, no menos numerosas que las de
«compradores, son generalmente de cla-
»ses mas inferiores, verdaderos y honra-
»dos labradores que comen el pan con el
»sudor de su rostro, y que ni saben lo que
»es agio, ni lo que es especulacion.»
El orador se adhiere a la base actual
del Gobierno; desea, emperò, alguna mo-
dificación; de modo que este seíïor resul-
ta no pertenecer a ningún lado de los
dos.
Rebaté a los que dicen que la reforma
del clero no se hara: «digo que cuanto
»màs se ha diferido y eludido (este arrc-
»^/o^,tanto mas próximo està ahora el
«inevitable momento de coger este fruto
»tan apetecido. Asi el plató de una balan-
»za que con seis arrobas no se vence,
»pero està en el liel, anadiéndole solo una
»onza cae, porque falto ya el equilibrio.
»Estos proyectos han madurado ya, y
»poco à poco hemos Uegado al termino
»en que no puede menos de suceder. No
»son ya los hombres de quienes espero
>;yo la reforma; en datos mas seguros
«fundo mi contianza; ;pues que està ya
»en manos del Gobierno dar ó suspender,
(i) Sií/'/t'»u»/o cit:idi
112
I.lliliO TERCIÍRO. CAPITULO TF.KCEUO
>'ó solo diferir, las reformas que imperio-
^samente reclama la civilizacion?» (1).
Toma la palabra Argüelles, y pronun-
eia un discurso que con justícia puede
calificarse de descocado y sin vergüenza.
lle aquí algunos de sus pànafos.
El Sr. Argüelles «Fui ejecutor de
>esta medida, sí, senores (Se referirà a
'»la venta del 20), y aunque me acarreó
»15 aflos híl muchas amargaràs, no por
xeso me desvio un àpice del modo de
> pensar de aquella època; porque si como
»individuo del Gobierno juzgué entonces
»que era provechosa A mi pàtria, aun
»estoy en el dia en la misma creencia....»
Que se acuda a las sesiones de Cortes de
aquella època, y «Severa haciéndolo que
xeste mismo asunto mereció un examen
»prolijo, despues de dar su dictamen una
>iComision no menos digna de aprecio
>/que la del dia: de ella formaban parte
'Obispos y doctos eclesiasticos (ji !!1 y
entre ellos un venerable prelado, que ya
»no existe, modelo de virtud y de verda-
»dera caridad evangèlica». (^:Si scrd cl
desgraciada López Castrtllo?)
Dice que la medida {se refiere a la
dicha arriba, o sca del ano 20) no encon-
tró oposición en ninguna parte, es decir,
afiade en la parte itnstrada, y ni aun de
parte de los monasterios extinguidos o
congregaciones.
Que no hubo desordenes. «Los nionjes
»y demíls religiosos se sometieron à la
»ley sin oponerse; preciso es hacerles
»esta justícia*, i Los nionjes se sometie-
ron, però cl país se Icvantó en armas.i
Dice que el seiïor Ferrer bien pudiera
hacer con justícia una oración pro domo
sua, como la de Cicerón ad pontifices.
«Ojal;\ los pontifices del dia tuvieran
»como los de entonces, no obstante serio
»de un pueblo gentil, equidad para con-
»formarse con la justícia con que el ora-
»dor de Roma, reproducido hoy en el de
»Espana, abogaba por su casa consagra-
xda à la libertad segun su religion, y la
»devolvieron i.debe decir dcvolvieran).
(i) S»/•/c/);t');/o ciladc:
»como se hizo én aquel caso. Bueno fuera
»que en este ejemplo se siguiera. Yo
»desearía mucho que S. S., desechando
»esa timidez, pronunciase todavía otra
»oracion in senatn, aunque fuese pro
y>domo sua, dandole gracias por la resti-
»tucion. Yo no trato de exitar las pasio-
»nes ni de concitar los animós contra
»ninguna clase, però ibueno fuera, por
»cierto, que tuviéramos consideracion con
»quienes nunca la han tenido con nadie!
(iSinvergücnsa! /
»Ayer se ha dicho que las ventas se
xhicieron con gran desprecio, que se aba-
»tieron los valores, que en las provincias
»se cometieron extraordinarios abusos.
»PodrA ser así en algunos casos particu-
»lares, però yo, que me hallaba entonces
»en disposicion de tener datos, pues esta-
»ba en Espafla, si bien ya no de oficio en
»el Gobierno, me acuerdo muy bien que
»hubo ventas que se admiraron por lo
»extraordinario del valor a que llegaron
»sus remates.... No niego que pueda ha-
«ber algun caso particular, però siempre
«serà la excepcion de la regla general; y
«aun cuando pudiere haber habido frau-
»des ó descuides de parte de las autorida-
»des locales ó de los comisionados subal-
xternos, la presuncion legal estíí a favor
»de los compradores». (^Y el pagar con
papcl por todo el valor nominal era ex-
cepcion?)
Contesta al argumento de que los mo^
nasterios son indulgentes con sus colo-
nos, y lo niega, diciendo que hacen lo
que los particulares: «yo no lo he visto
>;ni lo he oído como costumbre general».
Refiriéndose al clero regular, dice: «y
»no seré yo el que diga una sola palabra
»en ofensa de la seguridad y defensa a
»que son acreedores los que la compo-
»nen.... Aun en la època del afïo 20, en
»que su prestigio para con el pueblo era
«indudablemente mayor, se separaron los
«religiosos de sus propiedades con toda
«obediència y sumision A la autoridad
«temporal, y sin que esta tuviese que
ïtomar la menor precaucion extraordi-
ÍIEI- CO.NGRESO. KTC.
113
»naria. Però aun cuando fuese cierto el
»estado en que S. S. supone A la Nacion,
»y que la guerra civil discurriese por
»todas las provincias.... haría una ofensa
Ȉ que no son acreedores los supuestos
»protegidos por los facciosos.
»E1 Gobierno es el primero que ha re-
vconocido en el preàmbulo del proyecto
»de ley la iniquidad de lo heclio en 1823...
»Hay cierto respeto, cierto temor à que
»pudieran ocurrir inconvenientes en dar
»por exting^uidüs los ordenes monacales
»que lo fueron el ano 1820. Estàs conside-
»raciones no pueden ser mas que el dis-
>'gfusto de los religiosos y de las familias
»y personas que en la sociedad espanola
»puedan tener con ellos relaciones de
»amistad y simpatia, esto es, el temor à
»lo que pudiera influir en la tranquilidad
»pública ese disgusto por el respeto con
»que se les ha mirado siempre, respeto
»que yo estoy lejos de desconocer»....
En el ano 20 «la iniciativa para la extin-
»cion fué de las Cortes, y yo no sé que
»el Gobierno de aquella època, de que
»formé parte, dejase de preveer las diíi-
«cultades, y los esfuerzos necesarios para
«superarlas en cuanto le fuese posible.
»Sabe Dios, ó por mejor decir, pues Dios
»lo sabé todo, no son pocos los que saben,
»y les consta las amarguras que costo A
»los ministres de aquel tiempo, bien di-
»verso de la època del dia, el obtener la
>'sancion de la ley por los medios legales
>~que hay en las monarquías constitucio-
»nales de todos los países...» 'He aquí
coufcsadala resistoicia de Fernando VII
n sancioiiai aquella ley i. «Si entonces fué
«posible extinguirlos, m:ís hoy, pues en-
> tonces gozaban ellos de todo su prestigio;
»aun no se habían echado de ver actos
»suyos que irritasen a nadie, como desde
>-el ano de 1823; al contrario, todo el res-
»peto, veneracion y, si se quiere, hasta
«idolatria, se conservaban íntegros; y sin
»embargo, no fué bastante consideracion
»esta para dejar de sancionar la ley, y
/ejecutarse, y para que no obtuviese el
»asentimiento general del país. {El país
»protestó cou las armas en la mano). En
»el dia las circunstancias son muy distin-
»tas: aun en los mismos religiosos, a quie-
»nes yo respeto tanto como otro cual-
»quiera l'fariseismo., pues entre ellos
»hay diguos individuos que me son bien
' conocidos, y à los que profeso y profe-
ssaré sincera amistad, hay muchos que
^>desean volver al siglo, como pueden sa-
»ber tan bien como yo los demas procu-
«radores, pues es probable que así como
»se han dirigido a mi se hayan dirigido
Ȉ SS. SS.; hay muchos, repito, que tie-
»nen grandes deseos de que se les pro-
»porcione un medio decoroso y religioso
»de salir de una vida en que ya no en-
»cuentran bajo de ningun aspecto los
»atractivos que antes tenia». (Siempre
son los eiiemigos de los religiosos los
que tales cosas sahen, y no los ami gos
que les tratau cou intimidad. Los que
descarau salir serían los liberales, es
decir, los amigos del orador.)
«Respecto de la 3.'^ regla (la leyó) es
«precisamente a donde se dirige mi opo-
»sicion. Es una ilusion creer que por me-
»dio de comisiones eclesiasticas se haga
»la reforma del clero regular. No puede
»ser, senores, y digo mas, este modo de
»hacer reformas en la disciplina, ni le
«compete al Gobierno, ni puede ejecu-
«tarlo. La reforma que le corresponde
«està ya hecha, y no vale decir que no
> debe restablecerse sin examen lo hecho
>con tanta solemnidad, y despues de la
»m;is detenida deliberacion en las Cortes
>de Madrid en el alio 20. Esta reforma
»estci hecha como únicamente puede ha-
cerse por todo gobierno en cualquier
>país ilustrado>\ Que no hay mas que un
principio que seguir, que es el adoptado
el 20. Que las congregaciones religiosas
se introdujeron prèvia la voluntad de los
príncipes que las pueden suprimir cuan-
do les parezca necesario o conveniente,
«y así debe procederse ahora simplemen-
»te y sin aparato.... Però engolfarse en
»el dia el Gobierno en reformas eclesiíís-
»ticas con arreglo a los cànones, conci-
114
I.n;l<() T1.RCF.K.O. CAI•ITLl.O li-.
»lios, bulas, decretales y demas, en vez
»de la simple supresion de monasterios y
»conventos hecha ya en aiïo 20, seria re-
»conoceise dependiente en esta matèria
»de la cúria romana». Sigue, para de-
mostrar que no obtendria el Gobierno la
aprobación de Roma, aduciendo lo que
pasó en la època constitucional, que no
obtuvieron las bulas de Obispos ni Mu-
noz Terrero, ni Espiga, ni otros, ni la
obtienen a la sazón los presentados por
Isabel II. «En vista de estos desengaiïos
»-lnos privaremos del apoyo de los verda-
»deros amigos del Gobierno para echar-
>:nos en brazos de sus enemigos, diciendo
>'';l aquellos *que esperen hasta el ano 36
»en que se haga la reforma»? Yo, seno-
.»res, prefiero el aborrecimiento de mis
«enemigos a su desprecio y escarniu».
(Todos y siempre los mismos argumen-
íos. Argiielles es frnnco, y va a la su-
presion de todo coiiveiito, coiiio las
Córics).
«Yo diré a S. S. que una junta eclesias-
»tica no menos autori/.ada que la del dia
»trabajó infinito, ya en tiempo de la
»junta central, para conseguir una refor-
»ma, però infructuosamente, à pesar de
»favorecerla varias circunstancias. La
«primera regència constitucional en Cà-
»diz de su iiiotH proprio,\\bre. y esponta-
»neamente, sin exitacion de las Cortes,
»así que vió desocupadas las provincias
»de Castilla, circulo órden à los intenden-
»tes para que no diesen à los religiosos
»las llaves de los conventos, ni cesasen
»en la administracion de los bienes de
«estos por cuenta del Estado, y despues
> envio como mensaje una memòria sóli-
»da, erudita y digna del ilustrado minis-
»tro de Gracia y Justícia que la formó
«entónces, en que decía que siendo de la
«exclusiva de las Cortes el restableci-
»miento de los conventos, la sometía à
>su consideracion para que procediesen
>:a lo que fuese oportuno». Y esto que los
regentes hicieron guerra al régimen
constitucional. «Las Cortes pasaron con
>:la memòria todos los documentos a las
«comisiones eclesiàstica y de Gracia \'
«Justícia reunidas para que los tuviesen
«presentes en el plan general del arreglo
«que se meditaba. Descansaren las Cór-
«tes en la buena fé de la regència
»Los religiosos esiaban ya exclaustrados
«por el decreto dado por Napoleon en
«Chamartin.... rPero qu6 sucedió? Que
«por operaciones clandestinas, conjura-
«ciones tenebrosas, tramas oscuras y
«otros ardides semejantes (por niedíos
y>legalcs, segi'iii deiitostrc al íratar de
>>a(]ucUas Cortes), que al Gobierno. ac-
«tual deben servirle de leccion, esta mis-
«ma regència.... se dejó arrastrar, seducir
«ó sorprender por las mismas personas
«que existen en el dia, pues si no existen
«matèria Imente, existe su espiritu, y res-
«tableció fraudulentamente varios con-
«ventós en Sevilla y otros puntes. . . i Falso,
>ifals/sit!io. Se restableci eron legaliiieii-
•■•>tc.) Los acontecimientos de 1814 hicie-
> ron el resto; despues, en el ano 20, se
»hizo al fin parte de la reforma; però los
«sucesos del 23 la inutiliz.íron completa-
«mente.... Y, qué ruo seria injusto, no
«seria impolítico atender solo al interès
«de 800 ó 1,000 personas que estan disfru-
«tando lo que pertenece a 7 ú 8,000
«familias ütiles y acreedoras à toda con-
«sideracion?.... i Siempre los mismos ar-
»gH}iie/itos. t riQué hemos de poner a su
«lado para la comparacion? Virtudes si
íse quiere, pues ciertamente yo no niego
«que las haya i bueiia coiifcsióii ,; però
«para mi, que soy hombre del mundo y
«profano, virtudes bien estériles. Yo no
«he venido aquí à hacer de Procurador
»de los que aman la vida ascètica y con-
«templativa, y no contentes con las mise-
«rias inherentes à la condicion humana,
«recomiendan à otros que aumenten sus
«mortificaciones.... La cuestion pràctica,
«pues, .... consiste en saber si 7,000 famí-
»lias .... han de merecer menos conside-
«racion que corporaciones religíosasmu\'
«recomendables».... (1). i Rcconieudablcs,
(y las quiere suprimir? i.
Suplcmoilo cilaclii. pàgs. de 77 =
DISOUSIUN' riF.L CONGRESO. ETC.
115
El Sr. Perpina dice que los discursos
de Argüelles le entusiasmaron tanto en
la època constitucional, que tomo las ar-
mas, y fué a las batallas, y que fué él
quien le hizo amigo del sistema actual....
«....Yo no he tratado de defender A nin-
' guna clase, ni menos A la que ha aludi-
> do S. S.», que no trata de congraciarse
con ninguna clase, «porque por expe-
riència sé como se pagan las opiniones
>que acostumbro emitir, y sé tambien
'que el despotismo no trata con conside-
> racion a las ideas moderadas, porque
sabé que la Moderacion no transige con
él, y que al cabo ha de ser la losa de su
>sepulcro» (1).
En la sesión del 6 de mayo el diputado
Sr. Marqués de Falces, con graduar de
justas y vàlidas las ventas de los bienes
de monacales, se adhiere, aunque con
alguna modificación, al plan del Gobier-
no, y profiere algunas afirmaciones que
deben aquí ser recogidas y habidas en
consideración.
Deplora que en la discusión se haya
Ixijado a hablar de personas. -(He oido
detenerse demasiado en cuanto a los
defectos de ciertas corporaciones y de
susindividuos...
xNi sé yo si es bastante generoso hacer
inculpaciones, y excitar la animadver-
> sion sobre cierta clase en una ocasion en
que por desgracia la vemos perseguida
de una manera, cuj'o recuerdo es el màs
amargo para un hombre de bien, sean
> cuales fueren sus opiniones.
>'Así que, en mi discurso no trataré de
defender estàs corporaciones ó sus indi-
viduos.
»Ni tampoco por haberse anticipado
los compradores) prueban la mayor
confianza en su duracion (del sistema
constitucional); pues no nació acaso
»esto de su mayor afecto hacia él, sinó de
»la desconlianza que tenían de su propio
»papel, que no valiendo nada, lo emplea-
»ban en compras que les podían produ-
(i) Siif'lemcíilo ciiadci. pàg. y-S.
»cir. Podríamos citar ejemplos de perso-
»nas que talando un monte ganaron en
vun ano, ó dos, mucho mas de lo que
«habían empleado dQnc noticia! i; y si yo
»tratase de manifestar la lista de los com-
»pradores, no faltarían en ella muchos
»que no figuran por cierto en las filas de
»los defensores de la libertad...» Habla
de la «patètica exhortacion con que ter-
»minó su discurso el senor Ferrer.» (Has-
ta ellos la llaiiiau ast. Le iiiteresaba a
Ferrer).
Afiade el Marqués que se puede dispu-
tar a quién correspondan las fïncas, però
no calificar de detentadores de mala fe a
los actuales poseedores los frailes, pues
volvieron a adquirir sus fincas en virtud
de una ley. «Algunas de estàs comunida-
»des encontraron mejoradas sus propie-
»dades, otras deterioradas, \ fué preciso
»que el Gobierno las autorizase para ven-
»der varias fincas.
»Sabido es que la mayor parte de las
«fincas fueron vendidas por una parte
»muy ínfima de su valor: repito, sefiores,
»que esto no rescinde el contrato, pues lo
»he mirado como sagrado é inviolable;
»pero si entonces sucedieron estos defec-
»tos de dar las fincas por mucho menos
»valor que el de su tasacion, es menes-
»ter...» (2). Hay que notar en los discur-
sos de los mismos liberales las interesan-
tes noticias que nos dan de la desastrosa
desamortización de 1820 a 23.
En la misma sesión del 6 toma la pala-
bra el diputado Conde de las Navas, y
pronuncia un discurso de franca y radical
oposición contra el Gobierno y contra los
monacales y frailes. Calitica a estos de
verdugos de los liberales durante losonce
aiios que siguieron al 1823. Però también
hace referència a las matanzas recientes
de religiosos y dice deellas: «Conozcolas
»ideas de todos, y no hay ninguno que no
»haya lamentado los horrores cometidos,
«permítaseme decirlo, por la impericia
»con que el Gobierno no supo evitar que
(j) Suplcmento citació, p;'igs. 78; y 78^.
116
LIBRO TERCERO. — CAPITULO ÏERCERO
»el furor sacrificase algunas víctimas.
»;Pero quien no condenó los asesinatos?
»Cometidos fueron estos parte por la fal-
»ta de ilustracion, y m;'is aun por la leni-
»dad y falta de aplicacion de las leyes a
»los criminales. Esa parcialidad, que por
«desgracia aun ejerce su funesta intluen-
»cia, esa es la causa de muchas de las
>'desgraciadas ocurrencias que hemos la-
>mentado. Plegue al cielo que mas ilus-
»trados, y acordàndonos de que somos
»espanoles, no se renueven, para man-
>.char la carrera de la revolución tan
»magestuosamente empezada. Però no,
»seguira su marcha a pesar de los pesa-
«res...» (1).
El Conde califica, con justícia, de elo-
cuentísimo, erudito y conciso el discurso
de Perpina, calificaciones que a mi ver
son muy merecidas, aunque por otra par-
te las ideas de Perpina pidan correctivo.
«Llevamos, dice ademàs, tres días de
»discusion, y aun no se ha tocado... Toda
»la discusion està girando sobre los bienes
»delosmonacales...»Esteera el punto que
principalmenteinteresaba a lamasonería
y a los compradores. Esto demuestra el
empeno de los últimos en recobrar sus
predios. Esto es lo que debe confrontarse
con el dicho, arriba citado, del anciano
que atribuia a algunos de los comprado-
res el incendio de los conventos.
«El otro punto, continua el Conde, que
»no se ha tocado es el que se llama capi-
^talisacioties que tambien se hicieron en
»virtud de esa ley, y recayeron sobre los
»secularizados, los cuales despues se vie-
»ron perseguides atrozmente (ili!I!) por
»ello, y en el dia no han recobrado sus
«bienes, y perecen de hambre» (2).
El senor Perpina, combatido por el
Conde de las Navas sobre el punto de la
influencia del clero en el levantamiento
de 1808, responde: «No dije que el clero
»hubiese sostenido y alimentado la glo-
»riosa insurreccion de 1808, sí únicamen-
»te que en aquella època supo poner en
«movímiento à la Nacion con tan felíz re-
«sultado. Y aunque sí fuese menester
«buscar pruebas de ello se encontrarían
»en los papeles y documentos de aquella
Ȏpoca, y en las memorias reiativas A ella,
>me basta referirme al mismo discurso
»que acaba de proferir el sefior Conde
«para justificar mi proposicion...»(3).
De tal modo en este asunto de los hie-
nes jugaban las pasiones que el Subse-
cretario de Estado en esta misma sesión
se cree en el caso de recomendar a los
diputadosque omitan todo lo que pueda
excitarlas. También aconseja que descar-
ten toda cuestión de personas, y dice: «y
«por esto todo cuanto se ha dicho ya de
»las cualidades de los compradores, ya
»de los índividuos de las corporaciones
«que hayan de suprimirse, es ajeno de la
«cuestión... (4).
(i) .^'ií/>/t';)ií;;/o cilado. púg. 780.
(_') Siipleinciila citado. pàgs. 786 y 787
»La comision procede de un principio
»único. La comision no admite mas que
>4a restitucion de los bienes. Y diré de
»paso que con tanto calor toma la comi-
»sion la causa de los compradores de
«bienes nacionales, que hasta quiere que
«los tomen los que no los quieren,» pues
hay, anade, un gran número de compra-
dores que prefieren a las fincas los crédi-
tos que dieron por ellas (5).
Por lo radicales, francas y perversas
deben copiarse aquí unas nuevas pala-
bras del elocuente Alcalà Galiano, pro-
nunciadas en la misma sesión del 6 de
mayo, en defensa de la devolución de los
bienes a los compradores.
El sefior Alcalà Galiano... En tono
serio y alabàndolo dice que el seflor Fe-
rrer defendió «la causa pública y la pro-
«pia».
Que de 1822 al 23 la guerra civil estaba
empefiada en las provincias mismas don-
de hoy cuando la Europa estaba por los
enemigos y Francia los protegia. «;Qué
(3) Supíemeiiío citado. pàg. 787.
(^) Stiplemeiito citado, pàg. 787.
(5) Suflemenlo citado. pàg. 789.
DISCl'SIUX DEI. CONGUESC
117
»falta ahora, cuando nos favorecen nues-
»tros aliados, cuando, seg:un nuestros mi-
»nistros concilian las institucionesactua-
»les niàs interçses que conciliaban las
»pasadas?... iPor qué no vencemos? Por-
> que no hay el entusiasmo que entonces
»había; porque faltan las reformas hechas
»en aquella època, y los intereses mate-
»riales creados por ellas. Se ha dicho que
>'el entusiasmo es un vapor. Però <ison
«vapor las casas y lastierras? Puesdénse
>estas, y se vera como los intereses crea-
ídos vienen a robustecer el trono }• las
»instituciones sobre que descansa.
Dice que el Gobierno confiesa que no
quiere una reforma total radical (es decir,
la suprcsión). «Si la reforma fuese total,
»diría el Gobierno paladinamente: dentro
»de cierto plazo seran devueltas las fincas
)•>a los compradores, porque esta seria una
>^consecuencia inmediata. Sí, senores, lo
>diré con franqueza, como suelo emitir
»mis opiniones...: en el estado en que nos
»vemos hoy , es necesario seg'uir ese modo
>;que al sefior Secretario del despacho y a
»algunos senores Procuradores ha pare-
»cido poco lógico; es menester empezar
»por donde ellos creen que debe acabar-
»se: ellos dicen: aguardamosa la reforma
»del clero para ver si se han de devolver
»las fincas, y yo diré volvamos las fincas
Ȓ\ los compradores, para que sea forzosa
»y completa la reforma àel cXero ibieii,
y>bieii I, para que sea precisa, indispensa-
»ble; porque A esa planta robusta que
»extiende sus ramas por toda Espana, y
»cuyo vicio no se corrige con poda, es
»menester quitarla el agua que la riega
»y alimenta.
».Senores, yo estoy muy lejos de infa-
»mar una clase entera, ni de poner en
>parangon la de los acreedores de bienes
»nacionales con la que los posee hoy.
»Dicen, y dicen bien, que faltas de indivi-
»duos no deben recaer sobre una clase
«entera; unos senores han dicho que el
»clero alimenta la lebelion, otros que no
»la alimenta. Vo, senores, soy franco; en
«otras clases del Estado ha\' personas que
«alimentan la rebelion, però el clero la ali-
«menta como clase y sea prudente ó no lo
»que acabo de anunciar, díganme los se-
«nores Procuradores si no es cierto. Hay
«excepciones; ha}- sugetos muy dignos en
>:•ambos cleros; però la clase, senores, rqué
»quiere? No hay uno que lo dude. ;Pues
»de qué sirve entonces ese disimulo, que
»ni nos engaiïa à nosotros, ni al pueblo
»espanol, ni à la Europa entera? (Sefiales
»de aprobacion.) ;De qué sirve ese estèril
»disimulo sinó para formarnos una ilu-
xsion de que despues nos dejamos nos-
»otros mismos arrastrar? El clero, seno-
»res, como clase està en todas las nacio-
»nes combatiendo contra los principios
»de libertad; y los combaté en Espana
»como en todas partes.
»Hay excepciones sin duda: honor, glo-
«ria a estos dignos individuos por lo mis-
»mo que pertenecen à esta clase, pues es
»màs relevantesumérito;
>. Y ;por qué se
>>teme à esta clase icl clero < que en su
»favor se quiere olvidar la justícia? Por-
»que son los nionjes tan poderosos que
»bastarian à conmover la Nacion entera.
> En primer lugar si tan poderosos fue-
»ran, ya estaria conmovida la Nacion
«entera: todo el poder que tienen le estan
»empleando, no hablo de los buenos, sinó
»de los malos; fuerza, brío, nervio les
»falta: voluntad demasiado les sobra
»(aplausos).
»Pero en vano nos desentenderemos de
»la fuerza de las circunstancias; no nos
»hagamos ilusiones; estamos legislando
«para la Espafla del dia y es necesario
«crear intereses en favor de la causa que
')defendemos: intereses de aquellos sóli-
«dos, verdaderos, de aquellos que.sostie-
«nen las instituciones.
> Vo oi una expresion de que creo serà
«licito valerme, à saber: que de nuestros
«comitentes una porcion considerabilísi-
«ma, lejos de querer que se reduzcan los
»conventos, querrian que se aumentaran.
118
MBRO I ERCliUO. CAlMlLlLO IKRCKRO
»Es una verdad dolorosa, senores, que
»yo coníieso: no diré el mayor número,
»eso nó; però si que hay un número cre-
»cido que así piensa; però esos, senores,
>'no son en estos momentos nuestros co-
»mitentes, ni pueden serio. No debemos
> mirar a sus opiniones extraviadas, ni A
>sus deseos, liijos de su alucinamiento y
»de su ignorància. (Tirania de los libe-
y>rales. jViva la libertad!, però todo el
y>que no sea liberal estd fiicra de la ley).
»No es su opinion la que hemos venido a
)'representar, sinó a procurar su bien y
>felicidad, sustentando la opinion de la
»parte ilustrada, y mirando por el bien
»de la que no lo es» (1 ).
En la sesión del 7 de de ma3'0 se oyen
palabras preciosas, procedentes de la boca
de un comprador de bienes nacionales,
nótese bien, de un comprador de bienes
nacionales, el Marqués de Montevirgen;
quien dice que està interesado en sostener
sus intereses, 3" que toma la palabra para
rectificar hechos y presentar la cuestión
desde un nuevo punto de vista. He aquí
algunes de sus pàrrafos:
«La comision ha desconocido dos he-
»chos importantes: 1." que el papel sin
«interès, que fué el que principalmente
»se empleó, no tuvo siempre el valor de
))22 por 100 que se le supone, y que mucho
»tiempo estuvo de 18 al 16: 2° queesto fué
>ien la primera època, y que en esta pri-
»mera època las ventas se hicieron a
> pagar solo en esta clase de papel, es
»decir, con créditos sin interès; por con-
«siguiente, aunque fuese cierto el hecho
»que sienta la comision de que se habían
»vendido por dos capitales y medio, nun-
»ca seria mas que à un 30 por 100, supo-
»niendo el valor medio à 12 por 100.
»En la venta de dichos bienes ha suce-
»dido lo que en todas las operaciones de
»esta naturaleza; en el principio hubo
nimidez; los compradores fueron pocos,
»y compraron barato, ya por falta de
»licitadores, ya por el precio del papel;
(i) Suplemcnio cilado, pàgs. de 790 a 71;
»animados los especuladores, los propie-
»tarios, y los capitalistas de todas clases,
»viendo interesarse en estàs compras
»desde los príncipes de la Real Familia
«hasta los últimos labradores acomoda-
»dos, se aumentó la concurrència de lici-
»tadores en todas partes, y esta fué la
Ȏpoca en que tuvieron el valor que dice
»la comision; però luego que empezó a
»sentirse la tormenta que estaba amena-
»zando, las subastas ya se hicieron con
vmenos licitadores y con menor sujecion
Ȉ las formalidades prescritas; y todos,
»senores, hemos sido testigos de estos
«hechos Por consiguiente no se puede
»decir que tuviesen en papel el valor de
»dos capitales y medio de su tasa como
»asegura la comision, pues hubo fincas
>que no llegaren à la tasacion, y que
»hubo que retasar una y dos veces: así en
»esta parte no estoy conforme con el
«principio de la comision en cuanto à que
«las fincas subieron al valor de un 52 por
«100 metàlico, y que tuvieron un precio
«igual al de los empréstitos de aquella
»època«... (2).
Confesiones parecidas a las anteriores
se escapan de la boca del Ministro de
Hacienda, Conde de Toreno, pues, entre
otras cosas, dice: «Los bienes nacionales
«es preciso considerar que se vendieron
«las tres quintas partes de ellos à papel
«sin interès. Este papel en marzo de 1820
«valia solo 5 por 100 de su valor capital;
«despues con motivo de la pròxima reu-
«nion de las Cortes fué subiendo; però
«hasta junio del aiïo inmediato se sostuvo
«siempre al 12 y 15 por 100, y lo mas a
«que llego posteriormente à esta època
«fué al 22, de suerte que el termino medio
«de los tres aríos no serà el 20 por 100,
«como. ha dicho la comision, sinó el 13
«por 100» (3)
Combaté con razón, calificàndolo de
medio bajo, el sistema de arraigar las
instituciones por el interès, o sea hacien-
(ï)
Siiplemeiilo citado. pàg. -ui.
Siif^lemento citado. pàg. 790.
i>isci siON ni:L coni;reso. i:t(
119
do propietàries. Luego se encara con el
Sr. Galiano, y le dice:
'<El Sr. Galiano ;quisiera por ventura
'.que todo el clero espanol, que todos los
monacales se sacasen? Yo soy tan ami-
'ffo como S. S., y como el que mas, de
las reformas; però menester es se ha-
>gan de modo que no traigan tan funes-
>'tos resultados. Es vcrdad que no estuvo
ciertamente en el corazon del Sr. Galia-
no esa idea, sinó que su imaginacion,
> acalorandose, le trajo a la memòria un
-dicho parecido de Montesquieu, en que
>habla de destruir un arbol por la raiz
>>para coger el fruto. Però íquién dice
- -Montesquieu que obra así? EI despotis-
«mo. V ia quién, segun el mismo autor,
> imita aquel en este acto? A los salvages.
»E1 Sr. Conde de las Navas y el Sr. Ga-
>.lianodijeron,que el clero todo de Espafia
«con pocas excepciones abusaba de estos
'hienes contra el mismo Estado, y que
>era urgente quitarselos para que dejase
>-de conspirar. Si esto ultimo fuese tan
«cierto, estaria enteramente en contra-
> diccion con lo que al propio tiempo ha
»dicho el mismo Sr. Conde de las Navas,
vquien nos ha asegurado que un gran
Kniimero de regulares, quiza el mayor,
en lugar de ser opuesto a esos senti-
mientos, escriben a S. S todos los dias
»para que se reforme, de donde debe de-
>'ducirse, contra el propio .Sr. Conde de
»las Navas, y contra la opinion del seflor
«Galiano, que el clero de Espaiïa desea
«las reformas que emanan naturalmente
*del sistema actualv.
Que todas las clases defeiidieron a la
pàtria en el 180S: «no se puede negar que
el clero tuvo una parte muy principal,
'Coadyuvó grandemente à aquel movi-
>'miento, y seria preciso para dcscono-
»cerlo haber olvidado enteramente los
«sucesos de nuestros dias». (lY lo dice
Torcuo!)
«... Estoespriieba de que cl Gobiernose
»apoya eíectivamente en el gran partido
«reformador, ya que no en aquella frac-
>cion de él ív que pertenece el Sr. (ialia-
>'no... l'Se ve que Galiano todavia era
progresista.)
«Dice el Sr. Galiano que el Gobierno
"\o que debería ver era los fines a que se
«aspiro llegar en otra època; però yo
«preguntaria à .S. S. si estos fines en mu-
«chas ocasiones fueron los mas acerta-
«dos; y si lo fueron, sobre todo, los
«medios. El éxito dió en su tiempo fatal
«respuesta: y para que en la actualidad
«no se renueve desenlace tan aciago,
«pienso que no se deben precipitar cier-
'/tas reformas que las traera el tiempo, y
«quizà mas rapidamente que el mismo
«Sr. Galiano pudiera desear». (Es iiiincu-
so el alcaitcc de estàs palabms.)
Manifiesta que el Gobierno no tiene
inconveniente en senalar el plazo de un
aiïo para la devolución de las fincas a los
compradores que quieran esperar la re-
forma del clero.... «Es, pues, indiferente
«al Gobierno que se vote lo de la comi-
«sion {se sieittc veucido), con tal que se le
»dé un respiro para la ejecucion, la cual
Ano habra nadie en el Estamento que no
xconvenga en ella. i Rumores en el salon
«entre los SS. Procuradores, y diciendo
»sí, sí)» (i).
El Sr. Ferrer insiste en que el papel
valia cuando las compras nunca menos
de 15 por 100, y dice que él lo pago al 16.
El Ministro de Estado: «El Gobierno
«retira las reglas 4. ' y ò:\ quedando re-
«ducida su propuesta a tres puntos: —
«1.° Devolución inmediata de todos los
»bienes que hayan entrado en poder del
-Estado. — 2." Opcion dada a los compra-
«dores para tomar el papel mismo del
«precio de la compra.— li." A los que no
aquieran tomar papel, prefiriendo las fin-
»cas, se les devolveran éstas en el térmi-
-no de un aiïo, contado desde la sancion
«de esta lev».
Se pasa a la votación, 3- el articulo del
Gobierno, tal cual ha sido modificado, es
desaprobado por 89 votos contra 25, ha-
biendo 5 abstenciones. El niimero total
de votantes era 119.
( 1 ) Siiplcmotto oitadu. pixií^. 800 y Sdi.
120
i.ini<u riiHCii.uo.
«Habiéndose puesto en seguida a vota-
»cion el art. 40 del dictamen de la Conii-
>sion fué aprobado» (1). Con lo que quedo
decretada por el Congreso de los Dipu-
tados, ó Estamento de Procuradores, la
inmediata devolución de los bienes quita-
dos a los regulares en el período consti-
tucional, la devolución, digo, a los que
los compraren al Estado; }• esto por la
inmensa mayoría de 89 votos contra 25.
Para que este tinínico decreto fuera ley
debia obtener la aprobación del .Senado o
Camara de Próceres, y la sanción de la
Reina. El mismo dia en que se dió la
última lectura al proyecto aprobado por
los Procuradores, fué presentado a los
Próceres; mas la Reina en el discurso de
cierre de las Cortes, leído en 29 de mayo
del mismo 1835, dice que se ha hecho el
arreglo de la deuda exterior. «Y si la
> importància, anada, de la mataria, la
>diversidad de pareceres y las dilacio-
> nes indispensables han impedido que se
»concluya igualmente en esta legislatu-
>ra.... el arreglo de la deuda interior» (2).
Y por esta circunstancia los monjes y
Irailes no se vieron de improviso priva-
des de sus fincas.
Es decir, se llego a la axclaiistración
del 1835, estando acordada por el Con-
greso la devolución inmediata, però no
por el Senado ni por la Reina.
ARTICULO SECUNDO
JUICIO CRÍTICO DE ESTA DISCUSIÓN
Aunque ya en otro capitulo llevo estu-
diado 3' pesado el valor jurídico de las
ventas de los bienes llamados nacionales,
quedaria indudablemente manco el pre-
sente si le privarà de su natural remata,
siquiera de pocas línaas, el cual remate
debe estar formado por el juicio que ante
el hombre honrado merezcan los hechos
(i) Supleiueitto cilado. pà^. 8oj.
(j) /■-/ Va/jor del viernes 5 de junlo de iN-::.
y parsonas que figuran en esta discusión;
màs claro, por explicar qué dice la justí-
cia, qué la prudència respecto de la
devolución de los bienes cuestionados;
qué respecto de la propiadad de ellos,
qué respecto de las mejoras hechas an
allos por los compradores; y ademàs, qué
de los diputades, qué del Congreso.
La propiedad.— Nadie da sana menta
negarà que la propiedad de los bienes de
los monasteries y conventos pertenecía
plenamente a estos, e major, a la Iglasia
de Dies. Espana era estado católico, y lo
tenia a gran honra, 3^ hasta en las mis-
mas discusiones da los Cuerpos liberales
y leyas se proclamaba defensora de los
cànones; luago la obligaban los cAnones,
0 layas de la misma Iglesia. Es así que
los canonas establecen la propiedad de
las corporacionas eclesiàsticas, y aun la
consideran sagrada, y la defienden con
terribles excomunienes fulminadas no
solo contra los invasores particulares,
sine contra los gobernantes; luego las
tales tincas no pertanecan al Estado, sine
a la Iglesia.
Ademàs, en la fundación de los monas-
teries y conventos cencurrieron las dos
potestades, la eclesiàstica haciando la
fundación, y la secular, cuando menes,
aquietàndosa a ella; no puede, de consi-
guiente, disolverlespor sí solo al Estado,
sine que debe procedar de acuardo con
la Iglesia, 3- solo per concesión de esta
dísponer de los bienes que de alia son.
Aun en un estado heterodexo, fundado
un convento con el común acuerde del
seberane 3' de la Iglesia, no puede aquél
suprímirlo, 3* mucho menes disponer de
los bienes de él, sin la autorización del
poder eclesiàstico. Asi a lo menes lo dic-
tan la razón y la justícia.
Es absurdo digno de un albargado de
manícomio la proposición sustentada per
les regalistas 3' liberales, según la cual,
por ser el Estado protector da les càno-
nes, los puede hollar. jDonosa protección!
Ahora bien: ;cencurríó el asanse de la
Iglesia an las supresiones da monaste-
ries y conventos del període constitució-
DISCUSIDN DEL CONCHESO. JiTC.
121
nal, y en las ventas de sus bienes? No
solo no concurrió, sinó que desde el Papa
hasta el postrer monaguillo y el ultimo
liel, todos protestaren en contra con ener-
gia y constància, según llevo probado
con documentos irreprochables en el ca-
pitulo 1.° del libro II de esta obra.
De aquí, naturalmente, resulta eviden-
te que el Estado no fué nunca dueno de
las dichas fincas, y por lo mismo, que su
venta y compra adoleció de manifestisi-
ma nulidad. Y como los molivos de esta
nulidad estaban patentes ante el Sol, de
aqui que los compradores resultaran po-
seedores de mala fé. De aqui también que
al ocupar el poder un gobierno justiciero
debía mandar la inmediata devolución de
las fincas a sus dueiïos, los monasterios y
conventos.
Aun los mismos diputades, en mil luga-
res de la discusión aqui descrita, nos
certifican de los radicales viciós de que
adolecian las compraventas del tiempo
constitucional; y por su boca sabemos
que se pagaban sus preciós, o la mayor
parte de ellos, con papel de la deuda sin
interès, el cual se admitiria o por todo o
por gran parte de su valor nominal (a
pesar de prolija pesquisa no logré dar
con el reglamento de ventas de aquella^
època, 3' por lo mismo no puedo fijar si
se admitian por todo el valor nominal o
por parte), resultando que si la escritura
cantaba que se habian pagado 100 duros,
en realidad se habian desembolsado muy
pocos; de modo que la lesión enorme }' qui-
za enormisima venia a anular el contrato.
Asi nos lo han dicho arriba los diputades
seflor Perpiflà y seflor Marqués de Mon-
tevirgen, y el Ministre de Hacienda, To-
reno. Y hasta tales ventas se efectuaren
que para que pudieran hacerse los rema-
tes hubo que rebajar mucho las tasacio-
nes; y en otras se cometieron sobornos y
fraudes. Nos lo dijeren arriba el seflor
Acevedo, el sener Marqués de Falces 3'
el de Montevirgen. La compraventa era
un engaflo.
La mala fe de los compradores resulta
también probada per el hecho de abste-
nerse muchos de comprar cuando veían
poce seguro el dominio liberal, y menú-
dear en las compras cuando lo creian
seguro, y del hecho de no pagar los rema-
tes. De todo lo dicho resulta, pues, proba-
da la nulidad de los contratos, y la mala
fe de los compradores.
Todo varón de sano juicio responderà:
«conformem; però quizà alguno anada:
«cy el precio cobrado por el Gobierno
»constitucional ne se debia restituir al
«comprador al quitarle la finca?» Respen-
do que, en rigor de justícia, ne. El Go-
bierno constitucional nunca pasó de una
facción audaz, peco numerosa y turbu-
lenta, que por la fuerza se apodero del
poder, y puesta en él obro despóticamen-
te y malverso los fondes de la Nación.
El Gobierno legitimo que la sucedió pudo
muy bien contestar a los compradores
que pidiesen la devolución del precfe:
«Id, id al vendeder a quien lo pagasteis,
»id a pedirselo a él. Yo no solo no parti-
»cipé de él, sine que sirvió para perse-
>^guirme. ^:He de pagar yo ahora los capi-
»tales que los perseguidores emplearon
>:'en mi mal? Ademàs, si estes que se titu-
»laban Gobierno te hubiesen exigido por
»via de contribución el dinero, 3*0 callarà
»y respetara el hecho; però no fué así,
»sino que tú para tus traficos, agios y
«negocies, se lo fuiste a llevar volunta-
«riamente. Entiéndete con él.^>
Para perfectamente comprender la
fuerza de este argumento, velvamos el
caso del revés, y preguntemos: ra qué
liberal se le ocurrió jamas defender la
indemnización por parte del Gobierno
liberal de los que trataron con el realista
de Urgel el ano 1822, o después con los
carlistas de Berga y Estella? ;E1 Gobier-
no liberal respetara jamas las ventas y
contratos celebrades per la Regència de
Urgel en dicho ano, ni les de Zumala-
carregui e de Cabrera, y en caso de
rescindiries hubiera indemnizado ni de-
vuelte el precio a los compradores que a
aquelles generales los pagaren?
! Por otra parte, aunque no nos es hoy
I dado penetrar en el animo de los gober-
122
I liUCtkü. CAPI rUI.O 1 tUCEKO
nantes tle la lestauración de 1823, no
dudo que al despojar de sus fincas a los
poseedores de mala fe, les dejaron sin la
devolución del precio para así castigaries
5' escarmentaries, a fin de que si otro dia
volvía a dominar por un tiempo la revo-
lución, no se atreviesen a comprar.
Sin embargo, idòlatra como soy de la
imparcialidad, debò observar que si la
negación de la restitución del precio po-
dia traer este buen efecto, en cambio
pecaba de poco prudente, porque dejaba
irritades a los tales compradores, y clvi-
dos de recobrar las fincas o su valor; y
asi, hechos enemigos mortales de las
congregaciones religiosas, irreductibles
revolucionarios. Sí, revolucionarios que
otro dia, para recobrar su buena linca
que en sí valia millones, no dudarían en
exponer en la empresa revolucionaria
uiíos buenos miles. Convenia, pues, no
por ser justícia, sinó prudència, restituir
a los compradores, a lo menos, los pape-
lotes de la deuda pública que por via de
precio entregaran.
Però se insistirà: ';y las mejoras que
en los predios comprades hicieron los
compradores? Con parecer complicado y
difícil el problema, pocas palabras lo de-
jarín muv claro. El acreditado y anti-
guo jurisconsulto protestante Arnoldo
Vínnio, apoj'àndose en leyes del Código
romano, clara y categóricamente ensena
que al poseedor de mala fe se le niega
con justícia el reintegro de las mejoras.
Y con harta razón, pues al hacerlas sabia
que las ponia en posesiones ajenas. Y
aflade mas Vinnio, pues dice que no deben
restituirse dichas mejoras ni a titulo de
equidad (1). Y la regla de Vinnio es la
general de los autores jurisconsultos al
tratar de esta matèria. Hasta la concien-
eia popular profesatal idea, bíen que for-
mulada a su modo en un refràn que reza:
Quieii dapan aperro ajeiio,pierdc elpan
y pierde el perro.
(i) In quatuor libros institucionum ímpeii.i-
lium commentarius. Venetiis, 1740. Tomo 1. pà-
fiina I9^. o sea liV>. II. tít. i."
Pero hay mas. Todo hombre sensato se
resíste a creer que los compradores hicie-
ran mejora alguna importante en las fin-
cas que compraren. Veían el vicio radi-
cal de sus compras de tal modo que,
como nos dijo arriba el diputado Mar-
qués de Montevirgen, al principio pocos
se atrevian a comprar, solo en el període
àlgido del sistema compraren los mís,
pero luego volvieren a escasear las com-
pras. Si, pues, no se atrevian a comprar,
écómo emplearían capitales en las fincas
cempradas? Si, como nos dijo arriba el
Marqués de Falces, y también Toreno en
su primer discurso, de lo que trataban
muchos compradores era de sacar parti-
do de su mal papel del Estado, ;pondrían
capitales sobre unas posesiones contra
cuya compra, por otra parte, estaba la
inmensa mayoría de la Nación? Los ora-
dores liberales en esta discusión sacan
mucho a relucir las pretendidas mejoras;
pero, por le general, nada dicen deies
inmenses desperfectes y talas que en los
mismos predios practicaren los compra-
dores, talas de que nos habló arriba el
Marqués de Falces. Sean justes, y empie-
cen per decír que mas serían los desper-
fectes que las mejoras; y luego pidan que
si se han de reintegrar las mejoras se
fian de pagar igualmente las talas. Pero
no es la justícia le que se busca; se busca
el negocio; se pretende realizar el fin
masónico de extinguir los con ventes.
Diré mas aún respecto de las decanta-
das mejoras. íCómo creer en esa que los
diputades llaman injustícia y robo de las
mejoras, perpetrado por les regulares al
apoderarse de ellas, y ne índemnizar a
les compradores que las hicieron? {Cómo
creer en el tal robo, cuando los documen-
tes que de ellas tratan y han llegado a
mís manos muestran todo lo contrario?
Es verdad que son peces los documentes
Uegados a mi conocimiento que hablen
de dichas mejoras, pero es necesarío con-
fesar que son elocuentísímos. En el acta
de la visita que en 30 de abril de 1825 el
Presidente de la Congregacíón benedicti-
na claustral pasó al Priorato de Fontru-
DISCISION DEL CO.Vr.RliSO. ICTC.
123
bia, vulgarmente conocido por El Coll,
dependiente de San Pablo de Barcelona,
se lee que la gira '<para dar el debido
^arreglo a aquella Iglesia, pròpia de
-niuestra jurisdiccion, que puesta en ma-
gnes de la faccion revolucionaria que se
»alzó en el ano 1820, había sido vendido
»con todas sus dependencias, 3' felizmen-
> te recobrado en 1S23.... Por aquellos, y
> por otros sugetos lidedignos Nos consto
-tambienque el indicado comprador de
la Iglesia, casa y tierras del Priorato del
-Coll en tiempo de la revolucion, al reti-
'>rarse de la casa dicha del Coll en octu-
>bre de 1823 cuando el ejército libertador
>'preparaba el sitio de esta ciudad, se
• llevo consigo de la Iglesia una làmpara
»de plata y diferentes jocalias del mismo
■ metal y vestides de la Virgen Santisi-
>ma. Finalmente,» que el llamado duefio
lijzo mejoras en la casa y hospedería «en
conveniencias caseras>.... Manda el Visi-
tador que se exija al heredero del com-
prador la devolución de la làmpara y
úemÀs jocalia.'i, y que se le entreguen los
muebles que tieneallí (1). Demodo que las
grandes mejoras consistieron en «conve-
niencias caseras,» siempre, y sobre todo
en aquellos atrasados tiempos, siempre,
digo, de escasisimo coste; y en llevarse
una làmpara de plata y otros utensilios
del mismo metal. Pues bien, rqué resolu-
ción toma el Gobierno de la Congrega-
ción ante tal proceder? .;Dice y reclama
como suyas las mejoras? Nada de esto.
Por decreto de 8 de agosto del mismo
ano de 1825 autoriza el Presidente al Prior
del Coll para hacer una transacción con
el sucesor del comprador sobre la làmpa-
ra y jocalias y las mejoras (2). Este es el
proceder de los regulares con los que les
ocuparon las tincas y sus objetos: arre-
glarse con ellos, y obrar con equidad y
(i) Archivi) de la Corona de Arayún. Sala de
Wonacalcs. — I.ihro ó lic-gislro -ie las rcsoluciones
licl Sagr-ido üejliiilorio de ta Congregacióii lic-
iic.iiclina... de 1823 a i8ji, pàfí. .'30.
(.) I.ihro ó Registro citado. pàf;. J58.
buena fe. Hay que creer a los hechos
y documentos, 3' no a los agentes de la
mentirosa masonería. El hecho de no
haber hallado yo en los documentos de
la Congregación màs asunto de mejoras
que el presente, prueba que los compra-
dores en Cataluna no las hicieron.
Respecto del Congreso, o Càmara de
los Procuradores, pocas palabras basta-
ran para definirlo, o mejor, ya està defini-
do. El y el Gobierno, el Gobierno y el
Congreso, no hacen màs que transmitir
la voz de la masonería. Ignoro cuàles de
sus individuos pertenecian entonces a
ella. Que Toreno y Galiano habían for-
mado parte de su gobierno supremo, nos
lo certifica el mismo Galiano en sus Jíe-
cuerdos de nu aiiciatio. De los demàs lo
ignoro, però sus deseos indudablemente
proceden de aquella maligna Sociedad, 3'
ademàs de la baja pasión del amor al oro,
el auri sacra fames. Allí se alteran los
hechos, se tergiversan, se sientan princi-
pios anticanónicos y antijuridicos, 3' pro-
fieren proposiciones absurdas y hasta ri-
sibles; y todo pasa, y todo se halla màs
o menos acertado. Trasuda por todos
lados en los diputados la pasión, y hosta
se proclama el despotismo. iPobre Espa-
fia y pobre Iglesia espanola en tales ma-
nos! Llega a tal punto la pasión, que
hasta se huella el amor al ministerio 3* se
desprecia el caràcter de ministerial vo-
tando casi toda la Càmara con la oposi-
ción. jTanto era el empefio de lograr
las fincas y de cumplir las ordenes de la
secta obscura!
Però ni aun es esto lo que màs honda
pena causo a mi corazón católico al leer
por muchos días, y aun semanas, las
actas de aquellas interminables sesiones.
Lo que màs hondamente lo hirió fué no,
oir allí ni una voz verdaderamente catò-
lica. Los diputados que detienden el pro-
yecto del Gobierno aducen razones de
conveniència, de prudència, de temor a
peores resultados, y ni uno levanta vale-
rosamente la voz para decir: «Sefiores,
»todo lo que aquí se proclama y defiende
»es anticanónico, y por lo mismo antica-
124
LIBKO TERCERO. — CAPITULO TERCERO
>;tólico e injusto*. Muchos de ellos, inclu-
so el Gobierno, empiezan por confesar
que profesan los mismos errores que sus
contrarios. Hasta el simpàtico senor Per-
pinà, sí, el lógico, el conciso, el nervudo,
el (lentostiiio catalàn Perpinà, hasta él
omite estàs manifestaciones, }• se revuel-
ve y navega por el agua de la convenièn-
cia y de los derechos, però nunca del
canónico y cristiano. No en balde perte-
necía al entonces maligno grupo liberal
moderado, mas temible que el mismo
exaltado. De toda esta discusión resulta
evidente que la masonería estaba pròxi-
ma a su triunfo.
Quizà. algun joven de nuestros días,
inexperto, tache de exagerado mi ante-
rior caliíicativo aplicado al partido mo-
derado de entonces. No me refiero a Per-
pifià al cual creo cristiano: hablo del
partido. Lea las siguientes líneas escri-
tas, no por un retrógrado, sinó por el
mismísimo don Benito Pérez Galdós, el
furioso anticlerical, el autor de Elcc-
tra. Los moderados, dice, «en religión
xeran volterianos, 3' en sus costumbres
>^privadas enemigos de la templanza;
»pero tenían un corafii vobis de santurro-
»nería que hacia el efecto de ver la silue-
>;ta de Satanàs en la sombra de un confe-
»sonario. Uno de los primeros elementos
• >de fuerza que allegaron fué el clero, a
»quien adulaban, disponiéndose, no obs-
»tante, à comprar por poco dinero sus
xbienes.cuando los progresistaslos arran-
»caron de las manos que llamaban muer-
>tas. A excepción de dos ó tres indivi-
»dualidades de intachable pureza, eran
>:gente de economías, y andando el tiem-
>po, con las compras de bienes desamor-
>-tizados, formaron una aristocràcia que
,»poco à poco se hizo respetable... En lo
»militar fueron poco escrupuloses, y se
»les ha visto pronunciarse con naturali-
»dad y hasta con gràcia» (1).
Harto habrà visto el lector que uno de
lii I 11 faccioso inàs y algiinosjrcl•ile•í meiios.
Ma.irid, iSç8, pàg. jS>.
los principales jefes del partido modera-
do de entonces era el Conde de Toreno,
y por lo mismo interesa conocer sus ideas
religiosas, para por ellas vislumbrar las
de su gente; y para conocerlas bastaran
un par de textos.
Al explicar los trabajos de las Cortes
de CAdiz y la redacción de su Consiitu-
ción, cuenta cómo y por qué pasos se es-
cribió el articulo en que se establece, o
mejor, reconoce, la completa unidad catò-
lica en Espana con exclusiòn de todo
otro cuito; y anade: «Pensaron sin em-
>bargo varios diputados, afectos à la
>-tolerancia, en oponerse al articulo, ò
»por lo menos en procurar modiíicarle.
»Mas, pesadas todas las razones, les pa-
»reció por entonces prudente no urgar el
»asunto, pues necesario es conllevar a
«veces ciertas preocupaciones para des-
>-truir otras que allanen el camino y con-
»duzcan al aniquilamiento de las mas
>^arraigadas» (2). Exactamente descrita
queda aquí la tàctica del moderado, esto
es, hacer el mal con satànica prudència
para asegurar el golpe.
De la masonería pensaba, o mejor, de-
cía Toreno lo siguiente: «Derramados los
» franceses (cuando la guerra de la Inde-
>•>peiidencía) por la península, fundaron
»lògias masònicas en las ciudades princi-
«pales del reino, y convirtieron ese insti-
»tuto de pura beneficència, en instrumen-
»to que ayudase à su parcialidad» (3).
De los frailes sentia lo que dicen las
siguientes palabras del mismo, escritas
con referència a las elecciones para dipu-
tados a Cortes: «Siendo estos (muchos
»curíalcs) y los religiosos mendicantes
»los mas bulliciosos é inquietos de todos,
»como herrumbre la mas pegadiza y roe-
»dora de las que consumían à Espana
»hasta en sus entrafias; habiendo los ülti-
»mos llegado à formar en parte del pue-
»blo, de cuya plebe comunmente nacian.
(2) Historia del levantamienlo..., tomoIV, pà-
ginas 351 y 3^2.
(3) Obra citada, lomo \'. pàg. -|8.
DISCUSION DEÍ. CONCURSO. KH
125
»una espècie de singular demagògia por-
«diosera y afrailada, supersticiosa y muy
«repugnante» (1).
Termino este pàirafo, y con él este
capitulo, con una reHexión, que en el
curso de este libro brotarà mil veces de
mi pluma, y que de no ser así, brotarà
(i) Obra cilada, tomo V. pàíís. -103 y 40^.
otras tantas de los labios de mis lectores.
jCuànta ceguera en los religiosos, quie-
nes no supieron ver el temporal que les
amenazaba! rNo oían lo que de las orde-
nes se decia en el Congreso? ;No repara-
ban en la potente ola que con rapidez
espantosa venia sobre ellos para arrollar-
los? No, la inmensa mayoría de ellos no
la vieron. iTan amigos eran de sus claus-
tres!
Ménsula del claustro de San
Jerónimo de la .Murtra
CAPÍTULO CUARTO
MATANZA DE FRAILES EN REUS
ARTICULO PRIMERO
CONVENTO FRANCISCO DE SANTA MARIA DE JESÚS
MATANZA DE FRATt-F.S KN REIS
129
resultn violento, pues los acontecimien-
tos de allende los confines de niiestra re-
gión vienen enlazados con los de aquen-
de por la misma causa y por la pròxima
sucesión de los anos como por uniforme
cadena. Efectivamente, los mismos moto-
res, las mismas causas, los mismos fines,
los mismos medios producen aquí iguales
matanzas de frailes que fuera de Cata-
lufia, y esto en el mismo mes de la pos-
trera de Aragón Aquella cadena de mo-
tines y crímenes se extiende por esta
tierra; y su primer eslabón se llama Reus.
Los exaltados de esta entonces villa,
hoy Ciudad, esperarian sin duda el mo-
mento oportuno para imitar a los de
Zaragoza, o quiza ordenes de sus secretos
jefes. Se me ha dicho y aset^urado que
durante el motín y ejecución del crimen
un forastero los dirigia. Para cohonestar
Nota. — La inicial dü cste capitulo proccdc de
una hoia de un libro de coro de Pohiet, hoja que
sirvc de envoltoriü de algunos papeles. Fstii hov
en el Archivo de la Delegación de Hacicnda de
Tarragona.
el hecho o para asegurar su éxito se
aprovechó la noticia de una derrota de
nacionales de Reus y la consiguiente
indignación del publico liberal, però no
cabé duda que el heclio estaba preparado
como en su lugar lo probaré Estimo em-
però conveniente empezar el capitulo no
por discusiones de causas y efectes, sinó
por la narración del hecho, y por lo
mismo aquí va esta.
Numerosa era en 1835 la Comunidad
que poblaba el convento francisco de
Reus. El Sr. D. Eduardo Toda, en la
relación que del incendio de los de dicha
villa publico en 1884(1), apunta la lista de
los religiosos de San Francisco, que esca-
paron a la muerte; mas la escribe incom-
pleta. La Providencia me deparó feliz
ocasión de copiar otra entera, o poco me-
nos, no solo de los salvados, sinó de los
muertos, redactada por el Padre Presi-
dente del convento D. Sebastian Lastor-
tres en 24 de mayo de 1837: la que viene
autorizada por su firma legalizada en
debida forma. Dice asi:
SACERDOÏES
P. Francisco Garriga, Guardian, natural
de Sitges segiin nnos, de Villanueva y
Geltrú scguti otros.
P. Sebastian Lastortres, Presidente, na-
tural de Reus.
P. José Odena, Lector de Moral, natural
de Reus.
P. Gabriel Goser, Predicador.
P. José Balmes, Predicador.
P. Albino Odena, Predicador, natural de
Reus.
P. Mariano Rocamora, Predicador, natu-
ral de Reus.
V. Francisco Clariana, Predicador y
Maestro de novicios, natural de Reus.
P. José Roig, Predicador, Scgundo maes-
tro de novicios.
P. Mariano Alavall, Lector de Filosofia,
natural de Vic/t.
(i) La ílustraciò catalana. .\t\o \. paií?. lüj
n. i8i V i8u.
130
l.limo IKHCICKU.-
1,1) CLAU I (
F. Agustín Bergalló, Predicador, Comi
sarïo de la .5.'' regla, natural de Mont-
roig.
P. Magín Martí, Predicador.
P. José Cervelló, Predicador.
P. Antonio Munt, Predicador conventual,
natural de Manlleu.
P. Esteban Roig;, Predicador, natural de
Borjas del Campo
P. José Gorgas, \'icario de coro, natural
de Sítjes.
P. Juan Roca, Confesor, Maestro de jove-
ues, natural de Botarell.
P. Francisco .Sans, Exvicario de coro,
Sacrïstan , natural de Vilella alta.
P. Francisco Cuscó, Confesor.
P. Bartolomé Cabré, Confesor.
P. Vicente Bofarull, Confesor.
P. Sebastian Gay, natural de Reus.
P. Pedró Salvador.
P. Antonio Blancli, Organista nnty lirí-
bil, natural de Castellon de Anipuriat^.
P. José Balenyà.
P. Jaime Gironella.
P. Jaime Padró.
P. Francisco Avellana.
P. Lorenzo Xarlau.
Fr. José Maria Pascual, Diacono.
Fr. Baltasar Martí, Subdiàcono.
Fr. Miguel Ballester, Subdiàcono.
Fr. Narciso Castany.
Fr. José Boniva.
Fr. José Pujol.
Fr. Baltasar Olives.
Fr. Francisco Casas.
Fr. José Clariana, natural de Rcu>.
Fr. José Cabré, natural de la Pobla de
Mafumet.
Fr. Tomàs Anglada.
Fr. Lorenzo Badia, natural de Vallmoll.
Fr. Domingo Sugranyes, natural de
Reus.
Fr. Francisco Català.
Fr. luan Bautista Aulesti.
LEGOS
Fr. Pedró Aymemí.
Fr. Pablo Xifre.
Fr. José Roca.
Fr. Esteban Blanch.
Fr. Julian N.
Fr. Gregorio Borràs, natural de las Bor-
jas del Campo.
Fr. Juan cree Vidiella.
Fr. Jaime Albornà.
Fr. José cree Carrera (1).
A 35 ascienden los sacerdotes, los coris-
tas a 16, j- los legos son S, formando un
total aproximado de 60 frailes.
De la antecedente lista claramente se
desprende que no se limitaba a uno, ni a
dos, ni a cuatro, el número de losFran-
ciscos de Reus dedicados a la predica
ción, sinó que eran muchos los predica-
dores, los cuales no solo ejercían tan
saludable ministerio en la villa, sinó tam-
bién en toda la comarca y diòcesis, ya
predicando sermones, ya dando ensenan-
za catequística. Però no debò aquí insistir
en resenar los utilísimos servicios que
estos frailes prestaban a la Sociedad cris-
tiana, porque, Iiablando en general de los
franciscos, queda efectuado en mi obra
anterior, aílos ha publicada.
No puedo emperò prescindir del espe-
cial que poco antes de ser bàrbai amente
agredidos prestaron a su villa. En el ve-
rano de 1834 el temor del còlera asiàtico
asaltó no sin razón a Reus; su Ayunta-
miento en 7 de agosto se dirigió a este
convento pidiéndole cooperarà al socorro
de los apestados. No necesitaba cierta-
mente éste de tales estímulos, que hartos
eran el de su celo v caridad. A la vista
(1) \i\ Sr. ioda inseria en la lisla un P. Fran-
cit-L-o Rueda, hijo de Reus, un P. .Mariano Do-
mingo, hijo de Vilaseca, y un P. Francisco Vives,
que ni Lastortres ni el P. Sufïranyes escribieron
en las suyas. En cambio el úllimo anoto un Pa-
dre Iglesias Jubilado, un P. Francisco Salvadó
Ewicario de coro. un P. José Biay Sacristàn ma-
yor. un I-'r. Cuatrecasas corista filosofo, y aun
aiïadiú que habia olvidado el nombre de alguno.
En la lista del texto lo que va en letra redonda
es del P. Lastortres, y de otras fuenlcs lo escrito
en bastardilla.
MATAXZA DE IRAILES EN REUS
131
tengo copia literal del oficio de 11 del
mismo mes, con el cual el Guardian, con-
testando al Ayuntamiento, le dice que su
comunidad «està pronta, si Dios (lo que
vno permita) fuese servido visitar este
»pueblo con el azote de la peste, a prestar
»los oficiós de caridad que en semejantes
»casos acostumbra para el consuelo espí-
»ritual de los enfermos», y que, a pesar
de la penúria del convento en aquellos
tiempos, contribuirA también al socorro
de los apestados con una limosna sema-
nal. En oficio del 20 del citado agosto el
mismo Ayuntamiento y la Junta de sani-
dad pedían a los franciscos destinaran
dos PP. a la asistencia de los enfermos de
la casa de observación, situada en el
convento de Paúles; }' aunque no pude
encontrar la contestación que en defini-
tiva diera el convento francisco, no sin
razón supongo que, según costumbre, se
prestaria a la petición, ya que honrados
y antiguos vecinos de Reus me dieron tes-
timonio del excelente comportamiento
que tanto franciscos como carmelitas,
observaron en el cuidadode los enfermos
durante el citado contagio (1). Tanta
caridad y celo costo a los primeros cinco
o seis victimas, sacrificadas en aras del
amor a los mismos insensates que dentro
pocos meses debían asesinarles, y cuyos
compaíïeros días antes habían iniciado la
fechoría en Madrid matando a muchísi-
mos frailes (2). Ni quedaron en zaga los
paúles, quienes llevaron su generosidad
tan al cabo, que, retirAndose a vivír en
una casa que en el arrabal de San Pedró
poseian los monjes de Scala Dei, cono-
cida por casa dels frares de Cartiii'xa,
cedieron gustosos su convento para hos-
pital de coléricos. En aquella habitaren
hasta el dia de la exclaustración.
A pesar de tanta caridad por parte de
los frailes y de servicios tan visibles y
(i) Kclación de D. Scha-^tiàn Alarimi'm. do ^7
de seplicmbrc de il^So.
(2) Relación manuscrila pur el P. D. Domin-
go Sugranves y ülzinellas. natural de Reus y
iVaile de su convcntci. Diúmela en julio de 1880.
costosos, los urdidores de la revolución
habían logrado con susmanejos solivian-
tar los animós de los revolucionaries de
Reus. El odio en 1835 crecía por momen-
tos, y si aquellos Mefistófeles cuidaban
cautelosamente de ocultarlo, la gente
villana y menuda no reprimia su ira, y
soltaba mil amenazas. Me consta un hecho
que con vivos colores pinta este odio y
sana. Vecina a una seflora, que vivia en
la calle de San Benito, habitaba con su
marido agricultor é hijos una mujer.
Muchos dias antes de la quema tenia ya
preparades en el huerto loshacesdelena;
y como sabia que la indicada senora, su
vecina, era devota de les religioses, da-
bale veces de ràbia en contra de estos.
<sSon nus lladrers, decía, los caps pelats:
tisoH uns pillos: mira, mira, ja tinch la
^llenya preparada: avny, avny los mata-
»;'í;//.»En castellano: <Son ladroneslosde
»la cabeza pelada: son pilles: mira, mira,
»ya tengo preparada la lena: hoy, hoy
»los mataremos». Y no estuvo el dano
solo en las palabras, sinó, y principal-
mente, en sus malignas obras con furer
realizadas, perquè en la noche fatal acu-
dió con sus haces la repugnante mujer,
obligande hasta por golpes a sus hijes a
llevaries; y porque ni aun la lengua en
aquel cuerpo, que tanto trabajaba parael
crimen, quedase sin delito, repetia entre-
tanto insultes en centra de los frailes (3).
Los exaltades de la plebe cantaban
ceplas que destilaban sangre. «Sancli y
fexa mcnjareniy^ decía una de ellas, y
terminaban tedas por el estribillo amo-
rian los caps pelats». Quince días ha-
brían cumplido ya en el del atentado
desde que, aumentando las amenazas, se
repetia el grite de «hoy, hoy les matare-
mos» (4). Pere ia qué fijarse en el corto
plazo de quince días si ya en el afio ante-
( ;) Contómelo la misma senora vecina dona
Antònia Fargas, en Barcelona a 11 de lebrero de
iSSj.
(-[) D. Salvador Rrlans.'. marido de la nom-
brada D " .\ntonia Fargas, me \o A\]o en 4 de
abril de iSS.'.
132
I.IÜRO TERíJlïlU
- CAFn TLO
rior, «y mientras los frailes exponían sus
»vidas para llevar a esos monstruós todos
»Ios consuelos al lecho de la muerte, tu-
»vimos (sou palabras de uno de los /rat-
lles) una manifestacion de màs de ocho-
»cientas personas, diciéndonos palabras
»no muy tranquilizadoras»? (1).
Con tal odio en el animo de los exalta-
dos de la villa, y el terrible preludio de
Madrid del ano anterior, asi como los dos
de Zaragoza de abril y julio del 1835, lle-
góse a mediados de este inf austo mes. A la
noticia de tamaiios atenlados nunca acom-
panó, como tengo dicho, la de condigno
castigo; y por lo tanto antes debía ser
incentivo que escarmiento de malvados,
haciéndose así facilísimo al menos avisa-
do conjeturar los acontecimientos que a
grandes marchas se acercaban.
Como arriba indiqué,dió pretexto para
el crimen un hecho imprevisto, aunque
natural en tiempos de guerra.
Un destacamento de urbanos de Reus
acababa de ser sorprendido por los carlis
tas en la ribera del Ebro, pereciendo a lo
menos seis de aquéllos en la refriega; y
si era lógico que, apellidando al arma,
los compaiieros de los vencidos acudie-
ran a la montaíïa para vengar a sus her-
manos, creyeron mas hacedero, ya que
no mds justo ni míís expuesto, ensanarse
en los inermes y amilanados habitantes
de los claustros. Así el Alcalde mayor de
Reus, o sea el Juez, lo indica al senor
Gobernador civil de la provincià en el
oficio siguiente:
«Alcaldia maj^or de Reus.— La des-
«agradable ocurrència de la muerte de
»un subteniente y cinco individuos del
vbatallon 4.° lijero, acaecida en el alto
»corregimiento de Tortosa al hacerse el
»relevo del destacamento de Arnés, me
»hacen acudir a ese Sor. Gobernador rai-
»litar por medio de expreso, solicitàndole
(i) Mentada rc-lación que del alcntado de Reus
me esci-ibiü en julio de iSS,, el R, P. Domint;.)
Sugranyes. que fué una de sus vietimas, bien que
escapo sin herida.
»me auxilie con ochenta o cien hombres
»de tropa del ejército para que no se alte-
»re la tranquilidad pública de esta villa,
»la que veo amenazada, convencido como
»estoy de que los enemigos del órden no
»esperaban mas que un suceso como este
>^para efectuar sus planes í/qué coujíi-
»íiiación de mís jiiicios!): todo lo que creo
»de mi deber elevar al conocimiento de
>^V. S. para que por su cooperacion se
»me auxilie, pues de lo contrario desde
»ahora le aseguro que no respondo de la
«tranquilidad y sosiego de este vecinda-
»rio.— Dios guarde a V. S. muchos anos.
>í— Reus 21 de julio de 1835. — José Maria
»Montemayor. — Sor. Gobernador civil de
»esta provincià» (2).
Los frailes no vivían libres de temor.
Temían la supresión de sus conventos,
llegando a recelar una manifestacion
popular hostil; muchos emperò no podían
imaginar un degüello general. Los jóve-
nes en particular, como recién llegados
de las masas populares, conocian mejor
que los ancianos el animo de los atolon-
drados del siglo, y apreciaban el terrible
peligro que les amenazaba. El respeto
emperò y la obediència a los superiores
sellaban sus labios (3). Días antes del atén-
tado un Caballero visito al cèlebre Padre
Balmes, que tan brillante papel desem-
penó en esta jornada, y hablàndole de los
temores que se abrigaban, oyó de boca
del Padre estàs palabras: «Mira, no tengo
»màs recui'so que este». Y le mostro el
hermoso Crucifijo ante el cual solia orar.
Otro dia el seflor D. José Maria de Gaval-
dà, una de las personas mas notables de
Reus, reparando en la indicada y magní-
fica imàgen que el Padre tenia sobre la
mesa, y que él mismo habíase traido de
Jerusalén, le pidió se la regalarà. A la
súplica contesto el fraile negativamente.
(j) Memorias documentadas del Teniente Ge-
neral D. Manuel Llauder. Madrid, 1844. Docu-
mentes, pàfí. <iii.
(í) Relaciíin del P. Domingo Sugranyes, ya
eltada.
matanza ue i railes ex rels
133
anadiendo: «Servirà para salir al encuen-
> tro de los contrarios cuando vengan à
>-niatarnos».
Para prevenir un fatal evento, elPadre
Guardian de San Francisco quiso dispo-
ner de un seguro, efugio, y con anticipa-
ción lo busco. El indicado sefíor de Gaval-
dà poseía una huerta, contigua al con-
vento, con el cual lindaba por su lado
septentrional. Por ella atravesaba, y en
la misma, mediante una losa, tenia sali-
da un brazo de mina, que partia de la
despensa del convento. Para el caso de
un ataque convino Gavaldà con el Guar-
dian en que los frailes se entraran por
aquella subterrànea via, que entonces se
levantaría la piedra, y así escapar ian del
claustro sin ningún peligro. Cumplió su
palabra Gavaldà ordenando al hortelano
que en caso de un atentado acudiese a
levantar la losa (1).
No con esto se satísfizo el celo del Guar-
dian, quien, ya fuera que notarà en
aquel dia 22 de julio insòlita efervescència
en el pueblo, ya por caritatives avisos de
amigos de la casa, sabedores de la proxi-
midad delcrimen,que yanadie ignoraba,
en la tarde del mismo dia 22 fué a visitar
al Alcalde mayor. Es imposible creer
que el Guardian no hubiese recibido avi-
so, o avisos, del peligro que él y sus
subordinados iban a córrer. Don Miguel
Ballester, entonces allí corista francisco,
me dijo que el Guardian se decidió a visi-
tar en dicha tarde al Alcalde por haber
iüo al convento el nombrado senor Ga-
valdà y haberle avisado. Don Sebastiàn
Freixa, capitàn de milicia, en la víspera
del atentado, según luego veremos, rogó
a su madre que corriera al convento y
dijera al hermano de esta, Padre Fran-
cisco Clariana, que en aquel mismo dia
saliera del cenobio y se guareciese bajo
el techo de su família. En la tarde, pues,
(i) l'antn la pctición del Crucilijo y contcsla-
ciún del P. Baimcí. como el concicrto do Gavaldà
con cl Guardian, me lu conto el mismo Sr. D. Jo-
sé jM.° de Gavaldà, en Barcelona a 12 de noviem-
brc de ií*8u, y me lo latilicó en ^ de Diciembre.
del 22, sí, en aquella misma tarde, el
Guardian, tomando por compaflero al
dicho jovencito corista, Fray Miguel Ba-
llester, se presento al seflor Alcalde ma-
3'or de la villa, o juez de primera instàn-
cia, y jefe de uno de los batallones de
urbanos, D. José Maria Montemayor (2)
para tratar con él de la seguridad de los
religiosos. Tranquilizóle el Alcalde di-
ciendo que depusieran su temor los frai-
les, por cu3'a seguridad él velaba (3). Y
si bien es cierto que Ballester, de cuya
boca tomo la noticia, no asistió a la entre-
vista, ya que al penetrar el Guardian en
el despacho del Alcalde, detúvose él en
la antesala, nada tan natuí al como pen-
sar que el superior, al salir, le relatarà la
contestación, cuyo contenido a los dos
interesaba.
Oyendo por una parte el Padre Guar-
dian de labios de la Autoridad tan bené-
volas y decididas disposiciones, y por
(2) Relaciún verbal que me hi/o \J. .Miguel
Ballester, en Barcelona a los ii de iunio de iSi^u.
Relación del entonces corista D. José Cabré,
quien lo oyó de boca dd P. Guardian aquella
misma noche. Relaciones de otras personas en
dislintas fechas. de las cuales supe que la entre-
vista se tuvo en la tarde.
Otro testigo no despreciable dijo que esta entre-
vista la tuvo el P. Guardian con el Gobernador
civil de la provincià D. Antonio Satorras, quien
en aquel iníausto dia hallàbase en Reus. Empem.
rundàndomc en la relación de Ballester y en las
de otras personas. considero mucho mas proba-
ble que el visitado fué el .-\lcalde mayor. Ballester
me dijo estàs palabras: «No recucrdo como se lla-
))maba el jefe. o autoridad. al cual visitamos:
Bquizà su nombre era Sotomayor.» De la senic-
ianza de este con Montemayor. y del dicho de
otras personas. deduzco que la visita se hizo al
.\lcalde. .\demàs en Reus. donde todo se sabé, .--e
ve y se dice. de publico se contaba que esta vi
sita la recibió Montemayor.
(?) Las palabras con que me lo conto el enton-
ces corista Ballester, y después canónigo de e.-ta
catedral de Barcelona, son las siguientes: «Que
odisponia (dijo cl visitado) de fuerza sulicientc
«para contcner a la revolución; que los frailes es-
Dtuvieran tranquilos. pues él respondia de la
»pazi).
134
Il•IRCEKO. — i.APl n. i. I
otra viendo por sus propios ojos las me-
didas que en aquel dia se habían tornado,
regresó tranquilo a su convento.
Porque realmente en la manana del 22,
y por razón de los temeres de conmoción
en Reus, manifestades por el Alcalde a
su superior en el transcrito oficio del dia
precedente, habían pasado desde Tarra-
gona a esta villa dos companías del 5."
ligero, o sea de Bailén (1), las que reunían
hasta 200 soldados (2). En casa Arrà, si-
tuada en frente de la porteria de San
Francisco, colocó la tropa un retén, que
daba sin duda la guardià de preven-
ción (3), alojando los soldados en el con-
tiguo arrabal de Rebuster, comiinmente
llamado de Santa Lucia (4), en la calle
de San Francisco y en la misma plazuela
del convento (5). Solo unos pasos dista de
la porteria la casa de Arrà, ya que úni-
camente el anclio de la calle separa estos
edificios, y en la esquina del convento ter-
mina el arrabal de Rebuster.
Ademàs de la tropa llego a Reus en
aquel dia el sefior Gobernador civil de la
provincià Don Antonio Satorras, hospe-
dandose en el centro de la villa: nuevo
motivo de paz y confianza para los frai-
(i) Relación clc unn de lo:> oficiales de esla--
companias. hccha tn 2; de septiembre de iSSo.
(2) Memorias documentadas de Llauder. es-
critas por él mismo. Madrid, 1844, pàg. 118.
(3) Relación de D. Pancrasio Mestres, arl;-
sano que en 1S5S trabajaba a pocos pasos de casa
Arrà, el cual al entrar \ salir de su trabajo vió la
indicada guardià. Barcelona 25 de abril de 1882.
Me consta ademàs por uno de los soldados del
mismo retén y por cl corista Frav José Cabré,
como luego se vera.
(4) D. Eduardo Toda. Ilustració catalana.
.\no V. púg. Hi;, líclaciones de D. Salvador
Briansó y del W D. Jerónimo Morgades, pbro.,
Iranciscano. quien después de la exclaustración
vivió por muchos anos en Reus, y quien me dió
muchas noticias de aquellos atentados en las nu-
merosas entrevistas que tuvlmos y cartas que
nos escribimos.
(5) Relación de .Maria Sans, habitante en la
plazuela. Esta senora tenia un oficial alojado en
su casa.
les; quienes, como toda persona cuerda,
por una parte veían con esto en el Gober-
nador sinceres deseos de la tranquilidad
de Reus, y por otra consideraban el salu-
dable influjo que la presencia de la pri-
mera autoridad de la provincià debia
ejercer sobre el animo de los criminales.
Tales seguridades, y la consideración de
los males, que a una comunidad acarrea
el abandono de su claustre para vivir
diseminada entre seglares, no pedian de-
jar de ser parte para que el celoso Guar-
dlAn resolviera decididamente quedarse
en el convento, y hasta para que en
aquella neche depusiera temeres y zeze-
bras, al parecer menos fundadas que en
las anteriores.
Realmente aquellas causas predujeron
este efecte: en la misma tarde visito al
Padre Guardian el prefesor de música
Den Victerine Agustí, quien, habiendo
preguntado al fraile que «cómo no se
»marchaban, o cómo, en vista del peligro,
»no tomaban providencia,» oyó de boca
del Guardian haberlediche el jefe militar
(equivócase diciendo jefc militar en lu-
gav de Jefe civil) que «precisamente por
»los temeres de que se trataba había la
»trepa venido à Reus» (6). Es indudable
que en estàs palabras se encierra una
equivocación; no referente a las seguri-
dades, sinó a la persona que las dió; però
de todos modes la tranquilidad del Guar-
dian descansaba en autorizados funda-
mentos.
En este anocheció el triste dia 22 de
julio de 1835. Los frailes en tante seguían
dentro les mures del convento su acos-
tumbrade régimen y horario. De elles
algunes pocos, con motivo de ser el dia
del Santo de alguna su parienta llamada
Magdalena, pasàrenle en casas particu-
lares de la villa. Asi el Padre Francisco
Clariana, maestre de novicies, su sobri-
ne Fray José Clariana, corista filosofo, y
algunes etres. Los dos nombrados comie-
(6) Palabras de la carta que sobre esto me es-
cribió D. \'iclorino .\gustl. en iulio de 18S1.
^\ArA^•/A iie i rau. ics nx heus
135
ron en casa de la hermana del Padre Maes-
tro, madre del corista. Cuando, caidas las
sombras de la noche, el Padre, llevado de
extremado sentimiento del deber, aban-
dono el seguro techo de su hermana para
ir a córrer los peligros de sus compane-
ros y subordinados, esta agarró a su
hijo corista, que también intentaba reobre-
sar al claustro, y en ningún modo permi-
tió que pasara los umbrales de la casa
paterna. Los demas que salieron, o por-
que fuesen avisados de sus amigos libe-
rales, o porque notaran el aspecto ame-
nazador de la villa, no regresaron.
A la hoia regular la Comunidad entro
en el refectorio para la cena, y tomo
cada uno su asiento. Notaron los jóvenes
la ausencia de algunos, aunque pocos,
frailes, y movidos del temor, cuchichea-
mn. El Padre Guardian, que solo oia
los murmullos sin comprender las pala-
bras, impuso silencio. A poco se repro-
duce el murmullo y la imposición de
silencio; y en esto el mentado Padre Cla-
riana, maestro de novicios, entra en el
refectorio y ocupa su Uigar Mas cuando
el temor es mucho no calma facilmente,
y por tercera vez se repite en breve rato
el cuchicheo. Entonces el Padre Guar-
dian toma la palabra, y, dirigiéndose al
corista Fray Miguel Ballester, pregúntale
por la causa de ruido tan desusado. Res-
ponde el corista que observan la ausen-
cia de algunos religiosos, indicioclaro de
peligro, y que si éste existe convendría
huirlo marchandose. A esto responde el
P. Guardian; '<\adiecomo V., companeio
>4nío en la visita a la autoridad, puede
»tranquilizar a los hermanos-.. Ante esta
rellexión todos se calmaron, y ningún
nuevo muimullo turbó el silencio de aque-
lla sala. iV se dini todavía que la disci-
plina habia sufrido relajación! Callen las
acusaciones, hijas muchas veces del em-
pefio en excusar crimenes propios o de
correligionarios políticos, y hablen los
hechos: ante el peligro de muerte la voz
de un superior cííndido cicrra los labios
de jóvenes que con harta razón y ver-
dad ven pròxima a sus gargantas la
muerte desenvainando sus pérfidos puna-
les(I).
Salida del refectorio, la Comunidad se
dirigió al corredor del primer piso, donde
bajo un farol paróse, según costumbre,
para solazarse un rato en amigable con-
versacitm. Los acontecimientos del dia y
los temores de próximas desgracias eran
el tema natural, y fueron el único de sus
palabras. A la hora fijada los religiosos
se retiraren a sus celdas; y conforme ni
reglamento interior de la casa, a las diez
las luces quedaron apagadas y el edificio
en silencio profundo (2). De mayor iran-
quilidad que en las anteriores, dije, po-
dían gozar en aquella noche, viendo las al
parecer eficaces prevenciones de la auto-
ridad, y oyendo desde sus lechos los gri-
tos 3' hasta los pasos de los centinelas y
los soldados. Sin embargo, no por esto
abandonaron las velas nocturnas que
desde muchas noches atras desempefia-
ban dos frailes, tocando la de aquella
al Padre Avellana y al corista Fray José
Cabré {?,).
Realmente la tropa habia escalonado a
lo menos dos centinelas en la acera del
arrabal de Rebuster, uno enfrentedela
casa llamada de Santa Lucia, y otro en el
extremo poniente de dicho arrabal (4).
Este en la indicada acera forma una
misma línea de edificios con el convento.
del cual Santa Lucia esta separado por
once casas y el ancho de dos bocacalles;
de modo que el centinela màs lejano del
(i) Udacinn del mi>m.iD. .Mi-U!-'! HallL-siL•i-.
Lli Barccliina a ii de junio de iS,Si.
(j) U'claciún citada de Fr. .Miguel Ballcí^ler.
(i) I.o >é por la relaoiún que de aquello? he-
ehi)s me cscrihió y mandó el niisnin I- rav ("ahif.
desde Botarell.
(.|) Uelación escrita de D. N'ictnrino .\gusii.
de iuliíi de i8H[. Estc senor en aqucl entonces era
musico mayor de la milícia urbana, y en la noclic
del dia jj tenia acadèmia. l:Islando en ésla y so-
bre las o .«ïe le anuncio la revolución. Despidió a
]"- músicos y se dirigió al dicho arrabal de Re-
buster. donde estaban las cosas del modo apun-
tado. Otros testigos me contaron lambién esia
disposición de los centinel.ns.
lüb
iri.O IJL'AUK
convento estaba en la misma acera de
éste a la distancia de unos 180 pasos, y el
màs próximo a muy pocos (1).
«Los exaltades del pueblo en tanto ha-
»cían córrer la voz de que definitivamen-
>.te a las 10 de la noche serían incendia-
> dos los con ventós, seiialando como punto
'de reunion para sus satélites la plaza
»del Mercadal (es de la Coiistítución).
»Algunos de ellos improvisaronuna cena
> en el cafè de la Libertad de la plaza del
> teatro.Mandóse servir para postrela tra-
«dicional crema de huevos y leche, que
>/entonces comieron como alusion a la
>hazaíia que iban a ejecutar» (2i. Encata-
làn la palabra crema significa el dicho
postre de huevos 3^ leche y también la
quema de aljíún objeto. A este doble sig;-
nificado alude el autor de las palabras
copiadas. Emperò no debò callar que se
presenta improbable que en el acto de la
improvisada cena se atinase en tal chiste.
Herodes el matador del Bautista tuvo
aquí en tal cena sus discípulos, y aven-
tajados; que si aquél en su convite mata
inicuamente, siquiera de mal talante y
con pena descarga el sablazo, y tiiïe su
acción cierto color de deber en el cum-
plimiento de un juramento. Mas estos
profanan lugares santos, roban, incen-
dian y matan entre manjares y copas.
iLastimagrande que no resucite el vale-
roso Ambrosio para dirigir a los aprove-
chados discípulos la elocuente filípica que
dedico al maestro, y que leemos en el
Breviario romano el dia 29 de agosto.
Mientras algunos de los ejecutores ale-
gremente, pues, cenaban, los grupos se
iban agavillando; y a las diez llamaban
la atención de cuantos atravesaban la
plaza del Mercadal. Allí se halla la casa
del Ayuntamiento, cuya puerta guarne-
cia alguna fuerza de milícia urbana de la
(i) Yo misniíi hi.- in^peccionado los lugaix-s v
circunstancias cuando en i unió de iSgo la averi-
fïuación de dalos me llexú pur sejíunda vez a
Reus. ■
(j) D. Eduai-do Toda en la Iluslració cjlaLi-
íia. Ano \', pàg. 18;.
misma villa, mandada aquel dia por el
sobrino del Padre Clariana, Don Sebas-
tian Freixa, fabricante de sederías, hom-
bre de talento y honradez. Sabedor éste
de los intentos de los exaltades, deseaba,
tanto por convicción, cuanto por afecto
de família, impedir todo desman, fàcil
comienzo de un gran crímen. Nada logró
emperò tan laudable voluntad. Frísaban
las diez y media cuando un sargento sale
del cuerpo de guardià: el capitàn, temien-
do que este movimiento guarde relacíón
con el sacrílego proyecto, en alta voz le
manda que se retire al cuerpo de guardià,
mas recibe por única contestación un gri-
to de no proferido por varios milicianos
del interior del edificio, y unànímemente
secundado con igual palabra por las tur-
bas de la plaza. Simultàneamente sono
uno o varios disparos en medio de esta, y
al instante desaparecieron las gavillas (3),
las que, dividídas en tres grupos, y dados
algunos gritos, se dirigieron al convento
de San Francisco.
íY se graduarà al crímen de casual e
hijo de un momento de índignación! Todo
allí obedecía a un plan, en el que estaba
convenida la preparación y hora, dístri-
buidos los papeles, estudiado y marcado
el modo. Però dejemos tales consídera-
ciones para el fin del capitulo, donde,
conocidos ya los hechos, podremos sobre
ellos caminar con píe firme en busca de
las causas.
Componíanse las turbas de un cente-
nar de exaltados, a los que, al sonar de
los disparos, se juntaron algunos de los
milicianos del mentado retén de la Casa
de la Villa. En tres grupos, como digo, se
dirigieron a San Francisco, cada uno por
distintas calles: por la Mayor, la de la
Concepción y el Arrabal de Jesús. Uno
de estos pelotones, ya en el camino, quiso
mostrar su furor disparando contra tres
distintas casas del dicho AiTabal: la del
herrero, conocido por el apodo de fer re
del portal, \a.Ae Don Salvador Bríansó,
(3) Lo conló el mismu Sr. Freixa a un hiio
suyo, amigo mio. que me lo refirió.
MATANZA DE FKAILES E.\
137
cuyo hermano había sido realista, y por
fin la del tonelero Rafael Cuchí y Sans,
realista también, el cual ademàs tenia un
hermano entre los carlistas. Cuchí habi-
laba la esquina de la calle de San Jaime
con el Arrabal de Jesús, y tan mala suer-
te le cupó, que al ruido, temiendo que su
balcón, por de mas bajo, fuese escalado,
presuroso acudió para atrancarlo, y en
aquel acto recibió en la f rente la alevosa
bala que allí le dejó tendido (1).
Otro de los grupos, que, a juzgar por
las chaquetas de sus individuos, se com-
ponia de urbanos del vecino pueblo de
Vilaseca, desvio de la calle Mayor, y,
entrandose por la de la Abadia, saco a
relucir una hacha frente de la casa pa-
rroquial; mas como uno clamase: '< Vamos
>.a los conventos, que a estos y a los
»coraandantes de realistas los hallaremos
>-después,>' partió de aquel lugar dejando
al Cura en paz (2).
Llegada una de las gavillas al arrabal
de Rebuster, anchurosa calle que, al
unirse con el de Jesús, forma un àngulo
cuyo vértice queda situado a poquisimos
pasos del convento, topo con los arriba
indicades centinelas de Bailén y la f uerza
del mismo cuerpo alojada allí. Por la
calle paseaban los soldados, o tranquilos
descansaban sentados en las aceras (3).
Dieron los centinelas el /qiticii vivc? de
(i) Conlómelo un hijo de UrianiM'i. llumacln
tiunbicn Salvador como su padre. quicn. cl pa-
dic, en aquel momento se hallaba en la casa.
La muerle de Cuchi y Sans la reliere tamhicn
D. Eduardu Toda, bien que. confundiendo a (>u-
chi con un pariente, le llama tahonero.
Me la contaron igualmente niios. Ademàs, en
el libro de óbitus de la parròquia de Reus, enton-
ces única, se lec una partida que dicc asi: "Dia
Hvinl y dos morí de desgracia en sa casa Rafel
iiC.uclii V SaHS, mestre boler, de edal vinl y cinch
nanys, marit de...»
(2) Lo sé de boca del arriba mentado D. José
Alaria de Gavaldà, quicn lo oyó desde su casa.
-situada en la esquina de la calle Mayor con la de
la Abadia. Como él habia sido realista, el dia si-
fçuiente huyó a l'arragona.
(;) D. Eduardo Toda. Lugar ell.
ordenanza; mas ioh baldón!, a pesar de él
y de las respuestas, los incendiaries mar-
charon con libre pase hacia las inocentes
victimas de sus rencores. Xe cencuerdau
bien aquí los testigos sobre la contesta-
ción que dieron a los quién vive les revo-
lucionaries, pues mientras Den Eduardo
Toda afirma que pasaren merced a con-
testar: 'Voluntaries>^, ctro seiior, que ase-
gura conocerlo de boca de los mismes
incendiaries, asevera per el contrario que
al grito de <veluntarios»el centinela con-
testaba «atràs», y dejaba pase franco a
los paisanes. En mode harte mas grave
tres testigos (4), uno de los cuales dice
haberle oido por sí misme, me contaron
que a la pregunta del centinela -<-iquién
vive?» los ametinados contestaren '«mata
frailes' . Mas si en las palabras no con
cuerdan.enel hecho estan unànimes, pues
todos convienen en que los centinelas
dejaron pase, si no por la via principal, al
menes per las laterales, a los que, según
era publico, iban a incendiar el convento;
y mas elecuentes son hechos, aunque des-
carnades, que palabras.
De los dichos de Toda y etros parece
deducirse que les amotinades llegaren al
convento caminando en tede su largo los
arrabales de Jesiis y Rebuster; en cuyo
caso los que por éste pasaban habrian,
desfilado por entre los pacifices soldades.
Don Salvador Briansó, cuya habitación
dande a las dos calles de Jesús y San Jai-
me, permitiüle oir por sí misme los pasos
de la canalla que atravesaba el mentado
arrabal de Jesús, aseguróme que aquella,
desviando de tan abierta calle, en cuyo
extremo toparà con la tropa, terció, sin
duda temerosa, por las calles de San
Jaime y San Francisce; y, mediante ro-
deo tan sencille, Uegó al lugar de su cri-
men. A su vez, la gavilla que se acercaba
per el arrabal de Rebuster, al oir el atnif
de les centinelas, rodeó, según el publico
(4) Uno de ellos l'ray José Cabré, como se dirà
muy luego. .•\unque Fray Cabré parece indicar
que también lo oyó por si mismo, me refiero a
otro al dccir que olro lo oyó.
13B
.muo ricKCi-Ro. — gai>í
referia después, por la calle del Forn del
vidre. Mas, sea de esto como quiera,
resulta desgraciadamente cierto que si
algo impidió la tropa fué solo el paso por
el arrabal: ridícula estratègia que para
guarecer de un ataque cierto a un edifi-
cio se limita la tropa a impedir a los
agresores el paso por una o algunas vías,
dejàndolo libre por mil otras; miserable
remedo de protección, en realidad aquies-
cència. Y esta resulta mas patente al
considerar que solos veinte pasos sepa-
raban del centinela del arrabal 3' del retén
de Arra la puerta de la iglesia %• la por-
teria del convento; de suerte que el his-
toriador imparcial y amigo de la verdad
debesentaren modo categórico que las
tropas presenciaren inmóviles el mas sa-
crílego y negro de los modernos aten-
tados.
Llego, pues, prontamente 3' sin tropie-
zo alguno la turba a San Francisco 3' a
los desalmados que la formaban, se agre-
garon repugnantes mujeres 3- pilluelos,
que las malas mujeres de Reus no podían
quedar en zaga a las de Madrid. Los
revoltosos traían ya hachas, y en busca
de otras acudieron a un Carretero de la
vecina esquina; mas como éste se nego a
prestarselas, corrieron al horno del vi-
drio, situado del lado meridional del con-
vento, y previstos allí de haces de leiïa,
aplicàronlos a las puertas de la iglesia y
convento. Y cual si un genio del Averno
dirigiera allí la escena, y buscarà los
cuadros mas repugnantes, distinguiéron-
se las mujeres por ser las primeras en la
conducción de los haces al lugar de la
santidad (1). Las puertas de tales edifi-
cios brillan por su robustez, ni ceden al
primer golpe, y a juzgar por la solidez 3'
buen estado de las demas partes de la
casa, harto trabajo había de ser nece-sa-
rio para abatirlas o destrozarlas.
En tanto el aspecto del rededor del
convento era infernal. Gritos, amenazas,
(i) .\si lo dice Toda: y en esto concuerda
exactamente con cuanto llevo indicado respecto
de la repugnanle muier de la calle de San Benito.
blasfemias, golpes 3' dispares, desorden
completo sostenido por seres repugnan-
tes de siniestra faz y iinimo rabioso, for-
man la escena exterior de la tragèdia, a
la que iluminan con llamas espantosas
las hogueras, a cuya luz brillan bayone-
tas 3- puilales. Los habitantes honrades
de las vecinas calles, aterrorizados, se
asoman a los terrades e a las entreabier-
tas ventanas, para observar la suerte que
cabra a la estimada iglesia y a sus reli-
giosos. El martilleo de la campana del
convento entretanto pide auxilio, au.xilio
que nadie le presta.
En el interior del recinto, si la escena
no respira menes calma, presenta fisono-
mia muy distinta. La ebscuridad reina
por tedas partes. Vigilan, sin embargo,
los dos religioses de ve'a, a uno de los
cuales, aun incurriendo en repeticiones,
debò aquí ceder la palabra en gràcia de
la verdad.
Recogida la Cemunidad en sus caldas,
me escribe F"ray José Cabré, «empezamos
»les dos vigilantes à dar alguna vuelta
> per el convento, 3' hete ahí que seria
»la media para las once, cuando eimos
»un tiro; volvimos luego hacia la parte
»de la puerta del convento, y ;'i peco rato
»oimos otre tiro, 3' luego un grite solo de
>yviva la libtrtad, viva Isabel II, v mó-
wiari los caps pelats (iniieran las cabé-
>:s:aspcladas), y tode quedo en un silencio
«sepulcral. En una casa vecina al con-
> vento llamada casa Larra (casa Arrtíj
»había reten de trepa, à las esquinas del
• convento había centinela de tropa, 3" al
>sonido del tiro el Capitan tiro la servi-
>'lleta, se levanta de la mesa, 3^ baja al
> atrio de la casa donde estaba el reten
«con su cuerpo de guardià. Esto lo vimos
»el P. Avellana y su servidor de V., a lo
»que dijimos, «vamos, esto serà nada».
»Salimos à dar una vuelta (se entiende
ypor el interior del convento), y al llegar
»a la parte del horno de vidrie que había
»in ille tempore, eimos un murmullo que
»se acercaba y algun tire de fusil, luego
»nos volvimos delante de la plazuela del
»convente, 3' luego sentimos el centinela
ni-: iKAii.KS r;N kei'S
139
»que da el «Quien vive», los revoltosos
»y asesinos respon (sic) Mata Frailes,
»y el centinela les contesta: Adelante.
>Entran los asesinos A la plaza del con-
);vento, y con gran algazara y gritos
-'rabiosos, delante del reten y de los cen-
»tinelas pegan fuego a las puertas del
»convento con lena que sacaron del sobre
>dicho horno de vidrio. Con el resplan-
>>dor que daban las puertas vimos en la
'plazuela el reten mirando con el mayor
»silencio la maldad» (1).
A tales estruendos despertando los re-
ligiosos saltan de sus duras camas, y tré-
mulos, con incierto paso, corren para
todas partes. Unos precipitadamente se
visten ropas seglares: otros piden a sus
hermanos un auxilio que estos no pueden
prestaries. La niayoría preparase para
la muerte, que mira ya en la garganta (2).
Quién a tientas busca el agujero por don-
de penso huir, o el rincón donde proyectó
csconderse. Otros, cual antiguos y fervo-
rosos martii^es, encaminan al coro segu-
res pasos para enbreves instantes encon-
trar allí la corona del sufrimiento y de la
Glòria. El Padre Balmes ora ahincada-
mente ante su Crucifijo, y, tomAndolo en
la encallecida mano, decidido, abandona
su celda para salir al encuentro de los
amotinados (3).
Y iquién era este heroico Padre José
Balmes? «Nació, según se cree, en Barce-
lona. Por los anos de 1817, 18 y 19 des-
>empefió la clase pública de Retòrica,
'costeada por el Ayuntamiento de Reus.
«Durante la ocupación francesa en el
»campo de Tarragona, època en queies
(i) Haiil.-i aqui oldicliu T'i-ay (-abrú. L'uyas
lineas he iranscrilo liasla con las faltas que dicto
la avanzada veic/ de quien la^í ira/n. Asi lo podia
la jíravedad de sus noticias.
(_>) Rclación verbal de D. Ali-ucl Balk-tc-r.
Barcelona ii de junio de iSSo.
(í) D. \'ictorino Agustí me dijo que eiiloiii:^'^
el P. Balmes, asomàndosc a una vcnlana que
està entre la tachada de la iglesia y la porteria,
dirigió a las turbas inflamadas palabras, que. se-
gún otros, lueron pronunciadas en la Iglesia.
comii luego contaré.
>;religiosos tuvieron que abandonar los
»con ventes, fué elegido... para dirigir un
»hospicio que constaba de 500 pobi'es en
»la villa de Reus, cuyo encargo cumplló
»Balmes, desempenande los oficiós mas
»humildes, sin embargo de su caràcter
>;de director... Como predicador apostó-
»lico verifico en diferentes épocas varias
«misiones per el Priorate. En 1820 6 21.
»movido de celo apostólico 3' deseoso del
»martirio, cuya idea... siempre le habia
«ocupado, se embarco para Jerusalén, en
»donde permaneció visitande todos los
«Santos Lugares, y arrestrande innume-
»rables peligros, hasta que en 1830 regre-
»só l'I Reus. En su vida ejemplar se ohser-
»vaba una austeridad suma de cestumbres
»estrictas, segiín la primitiva orden que
»profesaha, empleaiido el tiempo en el
'íestudio, en la eración, 3' en el púlpito,
»siende siempre sus sermones puramente
»evangélicos. Cuande el incendio de los
>'Conventos, en la noche del 22 de julie
»de 1835, Balmes se colocó en el terrado
»del porticó, procurando poi" medio de
»sus palabras hacer desistir a los agreso-
»res....» (4). Segijn otros, estàs fervientes
palabras, que al decir del cronista de Reus
se pronunciaren en el terrado, lo fueron
en el interior del templo, como veremes.
;V qué enérgicas medidas toma, entre-
tante, la Autoridad? íQué apremiantes
ordenes dicta? cQué salvadores mevimien-
tos practica la trepa? Veinticinco soldades
guarnecían la puerta de casa Milà, junto a
la del ComiJn; etro retén la de Arr<1; qui-
za había etro en lugar per mi ignorado; 3-
recorrían la calle echenta soldades en
dos patrullas, formadas sin duda por los
que peco antes descansaban en las ace-
ras del próximo arrabal. Acudieron éstas
al tumulto del pie del convente. A su
llegada intentaren las turbas ganar el
animo de les soldades, y levantandolos
en alto clamaban «viva Bailén», «viva la
libertad>\ Dudosos los oficiales que las
mandaban, respecto de la conducta que
(^) D. Andrés de Bol'arull. Aiialcs lüslúricos
ii- liciis. -'.' edición. pàg. ^76.
uo
-CAFlTUI-ll CLARH
debieran observar, claro indicio de ca-
rència de ordenes terminantes, se presen-
taren al Comandante del batallón don
Vicente Llorens, que reunido con el Go-
bernador Satorras se hallaba en casa
.Milà. «;Qué se hace?», preguntaren los
oficiales, expuesto lo que pasaba. El Co-
mandante y el Gobernador contestaren
que la tropa despejara el tumulto. <\Bien,
>repusieron los oficiales, despejaremos,
í si se quiere, en un momento: desde dis-
^tancia primero amenazaremos, y si no
xcesa el tumulto haremos una descarga».
«No, no, contestaren aquelles jefes, va-
»yan ustedes dando alguna vuelta, y así
> vayan despejando». Perfectamente coni-
prendieron les oficiales el significado de
tan mansas, o mejor, de tan crueles pala-
bras; y mevidos del honor y de vergüen-
za, deseando eludir toda cemplicidad en
el repugnante atentado, se retiraren con
su gente al extremo opueste de la villa,
a la plaza de los Cuarteles (1).
Amigo, o mejor, idòlatra y adorador,
cemo soy, de la verdad, debò confesar
respecto de las anteriores noticias del
comportamiento de la tropa, de su jefe y
del Gobernador, debò confesar, repito,
que proceden de un conducte que se me
ha hecho sospecheso de inexactitud. Me
las dió, en verdad, con etras un oficial del
dicho batallón 5.° ligero; però, al cotejar
algunas de sus noticias con etras ciertas
de otras procedencias, halle que en varios
puntes se equivoca. Uno de los varies
puntes en que incurre en error es en el
número de los amotinados, pues el oficial
los hace subir a miles, mientras varios
muy informades testigos aseveran que la
turba era exigua. Dice, refiriéndose al
monasterio de Scala Dei, que Carnicer
batió a la trepa, siendo así que la trepa
batió al carlista Carnicer. Así, pues, dejo
en duda el dicho del mentado oficial res-
pecto de lo arriba apuntado; però no
(i) Relaciún verbal que en 2 5 de sepliemhre de
lír^bV) me hizo uno de los oficiales de la íuerza de
Bailén, que aquel dia estaba en Reus. Ratificada
por escriln en u de octubre del mismo ano.
cabé ninguna de que la autoridad y la
tropa quedaren inactives, mirando esta
inmóvil el atropello y el crimen.
Nada menes que del Capitan General
de Cataluna Don Manuel Llauder son las
siguientes palabras: <iM\x{cn Rens) había
*dos batallenes de milícia nacional y des-
»cientos hombres de trepas al mando
»del comandante Llorens. El Goberna-
>:dor civil de Tarragona desplego el ma-
»yor celo, precurande evitar que se con-
»sumase aquel escàndalo (cpero cóvio?i,
»y cuando vió que todos sus esfuerzes
»eran inútiles, creyó que debía evitar una
»colisión entre la trepa que por su corto
»niimero no podia contener a la milícia
HtQ'i^ "0 podia contener a la milicia.'
»Ya discHtiremos ests ptnttOi, y dispuso
»que el comandante Llorens con su gente
»se retirase al cuartel...» (2).
Podran, pues, ser equivocades los por-
menores del relato del oficial, però lo
grave del hecho de la completa inacción
de la tropa es verdad afirmada por todas
las bocas de Reus, por Llauder, CapitAn
General, y per todos les hechos. Las patru
Has se retiraren al extremo opueste de la
villa, o no se retiraren, mas el retén de
casa Arrà, o sea de frente del convento,
continuo allí, y continuo inmóvil cedeàn-
dose con les incendiaries durante el cri-
men (3). Uno de los soldados de esta
guardià, después sacristàn de una iglesia
ne lejana de Reus, preguntade posterior-
mente por el franciscano Padre Ildefonso
Martí por la razón de tal criminal con-
ducta, contesto que tenían ordenes de
estar quietes y dejar obrar. iTriste haza-
na la del jefe militar que, inactivo, presen-
cia el atentado como asustadiza mujer!
Mujeres atacaban al convento; mujeres
acudieron a su favor: a los militares esta-
ba reservado el ver y callar. jMenguado
gebierno el del Jefe civil, que solo sirve
para con su presencia autorizar el mal!
(2) Memorias dociinieníadcis... c'itcídíí, pàg. iifci.
(3) Relación de D. Pancrasio .Mestres, vecino
de Reus. hecha allí en 23 de abril de 1882. rati-
ficada por escrito en 3 de octubre del mismo ano.
.MAIANVA niï FKAILKS EN REUS
141
;Qué motivo, pregunte acaso el menos
avisado, qué causa pudo llevar a Reus al
Gobernador civil y al Jefe militar? ;A
qué fin los centinelas de Rebuster y el
retén de Arra? rPor qué las patruUas? r A
qué?... Me propuse ante todo narrar
hechos: omitamos por ahora considera-
ciones, estudio de causas, móviles y con-
secuencias. Como médicos fríos e impar-
ciales describamos ante todo la anatomia
de la enfermedad; lugar habra después,
Dios mediante y su justicia, para calcu-
lar, meditar y execrar.
Però cy Montemayor y sus promesas?
Cuenta la pública voz que a los tiros de
la plaza, o a la noticia del tumulto, pre-
suroso acudió para cumplir su palabra;
mas que, ya fuera por medio de sicarios
apostades con pufiales en los umbrales
de su casa, ya, según otros, por dispares,
se le oblifjó a retirar (1). Por otra parte,
-;qué podia lograr el Alcalde viendo que
ni el Gobernador ni el Comandante obra-
ban? --Todía con sus fuerzas de paisanos
contrariar elúnimo que aquéllos mostra-
ban con la inacción de las fuerzas re-
gulares? Adornaban al Alcalde buenas
ideas y buenos sentimientos, acompafia-
dos emperò de harta candidez para tales
tiempos y circunstancias.
Entre tanto, el fuego de las puertas
carbonizaba, bien que muy despacio, las
robustas tablas. La ràbia no les sufria a
los amotinados tan larga tardanza, por
lo que, después de buen rato, excogitaron
saltar la tapia del huerto por escalerasde
mano. Durante esta prolongada agonia
un lego continuaba pidiendo auxilio con
el lúgubre tanido de la campana «Pasan-
»do por el tejado de la iglesia y su aleró
^^había llegado hasta el pié del pequeno
«campanario, del cual pendian las cuer-
>'das, que terminaban en el coro, desde
»donde se tocaban las campanas... iiacía-
»lo el lego en lento golpear solo inte-
»rrumpido por el grito de ;inificriconlia!
»que a toda voz lanzaba... Su voz llena y
«robusta perdíase entre las maldiciones
(0 Relaciones de varios.
»de los hombres, el crujir de las llamas",
y los disparos que como a seguro blanco
desde la calle de continuo se le hacian{2i.
El conmovido vecindario, en zozobra _v
pena, cuando por momentos callaba la
campana, creíale ya acertado por alguna
bala; però luego que se repetia el toque,
abría su corazón, clamando: <vive toda-
vía» (3): tragèdia que duro largo rato.
El corista Fray Domingo Sugranyes y
un su companero ensayaron la defensa
del convento arrojando desde una venta-
na a los amotinados media docena de
ladrillos, que no produjo poca alarma en
el corro de los revolucionaries. Emperò
pronto los dos jóvenes, vencidos del azo-
ramiento, abandonaron la defensa, bus-
cando un escondrijo donde ocultarse (4).
Los amotinados, que salvaren las ta-
pias del huerto, penetraren en el refecto-
rio, y estropearon las mesas, y quebra-
ren la vajilla (5). Xi aun duenos de esta
pieza lo ei^an de la casa, porque.cerradas
como se hallaban las puertas interiores,
hacíase necesario forzarlas; de mode que
desde el comienzo del ataque hasta que
la turba tuvo allanado el convento, y
pudo libremente pasear por él, transcu-
rrió mucho rato (6).
Pruébanlo ademas las medidas temadas
y los mevimientes de la Cemunidad prac-
ticades durante este tiempo. En los pri-
meres momentos solo la confusión, el
espanto y sobresalto reinaron en los time-
ratos fi-ailes, que pasaban repentinamente
de la paz del primer descanso al borde de
una sepultura terriblemente ensangren
tada. Azorados andaban y desandaban
los corredores sin saber qué hacer, ni
dónde parar, hasta que al cabo cada uno
(-') D. Eduardo Toda. lugar cit, Otro.* tam-
bicn deponen el loque de la campana.
(?) Relación citada de D. Salvador Briansú.
(^) Relación del mismo Fr. Domingo Sugra-
nyes, ya citada.
(5) D. Eduardo Toda y D. Salvador Briansi».
lugar cit.
(6) Relación va citada de Fray Domingo Su
granycs.
142
LIBIiO TliRCERO. — CAPITULO CLARTO
tomó su parlido, sin que por esto renacie-
se la calma. Ocupo el primer lugar hi
preparació!! para la muerte, confesan-
dose en los mlsmos corredores, y recibida
la absolución sacramental, exhortandose
a un santó lin (1).
Pocos momentos antes el corista Fray
Miguel Ballester, al estampido de una des-
carga, despertaba sobresaltado; y oyendo
el grito de mataries, mataries, vengaii
haces, salta de la cama, acude a un bal-
cón muy próximo a la plazuela de San
Francisco, y abrelo sin recatarse del re-
chinamiento del cerrojo, lo que le vale
una rociada de balas que, sin acertarle,
le tiran de la calle. No por esto desde las
celosías dejó de inspeccionar lo que pasa-
ba en ella, percibiendo así mejor que
antes los gritos hostiles que se lanzaban.
X^iendo el tumulto del pueblo, así como la
llegada de las patrullas con la inacción
que éstas observaban, dióse con razón
por perdido, y corriendo a su celda vis-
tióse de seglar. En tanto el corista Fray
José iMaría Pascual, dejado ya el habito,
júntase con Ballester, 3- ambos se tiran
por una ventana al terrado del noviciado
y de éste al huerto. Saltan la tapia que lo
separa del de Gavaldà; 3- como malhecho-
res, salvando cercas y pasando huertas,
llegan a la carretera de Salou. Para en-
trar en ella esperan el momento en que se
halle libre de testigos, y éste Uegado,
huyen, alcanzando finalmente el manso
Freixa. Recelosos de algun engafio los
colones, o habitantes, no les franquean
las puertas hasta las tres de la madru-
aada, hora en que,- reconocidos los dos
frailes por dichos habitantes, son recogi-
dos \' auxiliados. Hasta entonces los dos
coristas permanecieron escondidos en las
vinas contiguas, apagando con pampanos
la sed que les devoraba (2).
Otros en número de cuatro o cinco,
entre los que se contaban el Padre Presi-
(1) Relaciones ciladas de Sugranyes y Balles-
Icr.
(->) Kclación citada del mismo Fr. .Miguel Ba-
llester.
dente Sebastian Lastortres y el corista
Fray Juan Bautista Aulesti, imitaren a
Ballester, y así, aprovechando momen-
tos de imprevisión de las turbas. mas con
terrible zozobra en el animo, que en cada
sombra veia un asesino, tiràronse tam-
bién por las paredes de la huerta, aún no
vigilada. El primero guarecióse en el
manso Pedret, vecinoa la villa, en donde
después de varias pesquisas fué hallado
por la família de BofaruU, que por largo
tiempo lo tuvo después en casa (3).
Sabia la Comunidad que el Padre Guar-
dii'in tenia prevenido el caso, y preparada
evasión segura, aunque todos ignoraban
el lugar y el modo como debía practicar-
se; y por esta causa los frailes recorrían
desalados el convento en busca del indi-
cado Padre. Este, que sin duda se ocupa-
ba en preparar la salvadora fuga, de
pronto aparece, y reune a su alrededor a
cuantos con él desean salvarse. Acom-
pafiado de un grupo de díez y seis frailes
baja a la pequena despensa del refectorio,
levanta la tapa del brazo de mina, y
éntranse todos por ella. A poco, topando
por todos lados, 3^ tanteando las paredes
con ambas manos, llega también alia el
nombrado ya corista Cabré (4).
El lugar era tal que ponia repugnàn-
cia y aun espanto en el corazón mas es-
forzado. Angosto como catacumba, en
profundas tinieblas y sin aire, de altura
tan menguada que solo en posíción en-
corvada era allí posíble la estancia; inun-
dada con agua hasta la elevación de un
palmó, mejor parecía sepultura o morada
de la muerte que auxilio 3' camino de
vida. Però como el hombre vive màs de
su elevado espíritu que del cuerpo mise-
rable, al entrar en aquella madriguera, sí
el pecho se oprimia, el animo se ensan-
chaba, 3' el pulmón creia respirar con
libertad donde mas faltaba el aire. jPo-
bres frailes! Pronto debía decaer su espí-
ritu, y así doblarse los daiïos; y quien en
(3) -Me lo conto cl hijo de la casa. D. .\ntonio
de Bofarull y Brocú.
(-)) Relación de cl mismo. va citada.
.MATA.\/A DK IKAIMCS EN REIS
143
la mina çreyó hallar vida, pronto trocar-
se, y por motivo de los sufrimientos de
tan estrecha prisión ver en la muerte
ganancia, y así arrostrarla. Porque los
religiosos, un paso iras otro paso, y con
dificultad, iban caminando hasta llegar
al agujero de la huerta de Gavaldà, el
cual, contra su esperanza, hallaron ce-
rrado. El Guardian emperò, que a fon-
do conocía la sòlida honradez del dueno,
no titubea, y conliado espera el momento
de la apertura. Mas tras unos ratos otros
vienen, y a unas horas otras mas largas
suceden, y la obscuridad, la falta de aire,
la molesta posición, el continuado bano y
la zozobra producen inmenso cansancio
en la Comunidad, y así se llega al dia
siguiente; bien que para los pobres allí
enterrados el sol no sale (1).
Però, por muy grandes que sean los
sufrimientos de estos frailes, convertidos
en habitantes de subterràneos, otros en
el convento entretanto los experimentan
niucho mayores. El Padre Anlonio Munt
con algun otro se refugio en la bóveda
de la iglesia (2). Seis o siete escondiéron-
se en las sinuosidades de la parte poste-
rior del retablo mayor. Siete, a saber:
P. José Gorgas, vicario de coro; P. José
P)alenyà; Fray Lorenzo Badia, corista;
Fray Baltasar Olives, corista; Fray Fran-
cisco Català, corista; Fray Domingo Su-
granes, corista, y Fray Damiàn, lego,
introdujéronse en la bóveda de la tri-
buna pròxima al coro, estancia dedica-
da a la custodia de los libros de canto.
Acompanò al escondite a los cuatro coris-
tas recién profesos el segundo maestro
de novicios, misionero apostólico P. José
Roig. Subieron a él los jòvenes, y «cuan-
»do aguardilbamos que el P. Maestro
(i) UelaL•liini.•s de frav Diiiniiif;(p Su^i'nincs \
del P. JcTiininio .N\orirades. que uyó a uno de los
dè la iiiiiui, \ de fray José Cabré, reco^rido en la
mina.
(j) l•lsle P. era Mihrinn del liri-adier de ejér-
cito D. Pedró -Wunl. que a la sa/ón se liallaHa de
("lobernador en \'ieli, dnnde a su llenipo le encun-
traremos.
»subiese», son palabras de Sugranyes, «se
«despidió de nosotros.— iQué hace V. R.,
»P. Maestro? ino entra aquí con noso-
»tros?— No, hijos míos; yo voy à morir
»por Jesucrislo.— Pues nosotros tambien
»queremos bajar, é ir à morir por Jesu-
^cristo.— Vosotros, hijos míos, haced la
«obediència (3) quedandoos aquí Si Dios
>'dispone de vosotros, nos veremos hoj-
»mismo en el cielo. — Dijo, y cerrò la
«puerta con resolucion, dejandonos enco-
«mendados al Padre Vicario de coro, que
«estaba con nosotros» (4).
Fuése realmente al coro en busca del
martirio y del cielo. Allí con el mismo
íin reuniéronse siete frailes, que arrodi-
Uados al pie del gran facistol, fervorosa-
mente encomendaban su alma al Sefior.
Eran el Padre Gabriel Goser, predicador
general; el Padre José Balmes, misionero
apostólico, deseoso del maitirio; el Padre
Mariano Alavall, Lector de Filosofia, do-
tado de alma muy càndida; el Padre José
Roig, misionero apostólico, segundo maes-
tro de novicios y religioso muy fervoro-
so; el Padre Francisco Cuscó, Fray Pedró
Aymamí, lego, y Fray Pablo Xifre, lego,
los dos entrados ya en ancianidad. Otros
testigos aíiaden a estos un Padre Igle-
sias (5).
Pocos momentos antes cruzàronse en
el claustro Fray Cabré con el Padre Ala-
vall, aquél en busca de la mina del Guar-
dian, éste del coro, «y con voz moribunda
»me pregunto: iqué hay, Fray Cabré?»,
escribe éste, «à lo que respondi: los asesi-
»nos queman ya las puertas del convento
»y van à matar nos à todos. Vamos à
(5) Los Irailes en Catalufia llamaHun la ohe-
ciiciicia a los mandatos, y luiccrta a eumplirlos.
(.|) Kelación escrita de !■>. Doniin^) Sugra-
nyes.
(S) Todos eslos dalns. exoepto los nombres del
1'. C^uscó y del P. Goser, constan de la indicada
relación manuscrita del P. Sugranyes. Continua,
ademas, entre los muertos, eomo dijío, en el coro
a un P. Iglesias, lector iubilado, religioso muy
edificante: lo que viene a concordar con el dicho
de D. Antonio de Bofarull. quien visito los cadà-
veres. y si no lo asegura. cree que eran siete.
144
CAPITULO Cl'ARIO
y-escondernos, le dije, y me contesta: no,
>:'Voy al coro ;í morir» (1).
En el órgano se oculto su tanedor el
Padre Antonio Blanch, joven de gran
virtud, y musico reputado.Algunos pocos
quedaron en el convento.
Al fin los amotinados, ya por las puer-
tas, ya por las cercas de la huerta, pene-
traren en el claustro, en la ig;lesia y en
toda la casa; y, alumbrados de antorchas,
desparramaronse como torrente infernal
por los variados aposentos del santó re-
cinto. Trocóse la acostumbrada paz de
aquellas estancias en gritos, desorden y
tumulto. A la tranquila lampara del co-
rredor sucediò el siniestro fulgor de hu-
meantes antorchas; al arreglo y orden
omnímodo, la libre destrucción; a la dul-
ce paz que en los animós difunde la vida
reglada, el terror de pròxima muerte; a
los rezos, salmos y alabanzas del Seflor,
los gritos de exterminio, las obscenidades
y las blasfemias. La casa de Dios era
ganada por el demonio: haec est hora
vestra et potestas teitebrarmn (2).
Primera víctima, cayó luego el Padre
Sebastian Gay. Quién fuese, y cómo aca-
base, pocas palabras de don Eduardo
Toda lo expresan con mas elocuencia
que todas las mías. «iNegra estrella,
»escribe, la que entonces brillaba en el
»enrojecido cielo de aquella noche infa-
>-me. Para que mejor resaltara la ini-
> quidad del crimen, envio primei"o al
»sacrificio en la santa casa a un fraile,
»que todo el mundo estimaba, que nadie
»desconocía, cuya bondad de ànima y
> sencillez de trato igualaban à su com-
ypleto talento y A su marcada afición à
»las ideas liberales. El P. Gay era hijo
»de Reus: pertenecia à una de las fami-
»lias màs nombradas y queridas del pue-
»blo; y nunca pudo sospechar que él,
»tantas veces portador de consuelo a los
»aliigidos, de socorro à los necesitados, à
(i) Relación escrita piir Fi'ay JosO Cahré. ya
itada.
(2) San Lucas. XXII. Vi.
»cuya amistad nunca nadie cerró el cora-
&zón, y à cuya persona nunca cerró na-
>die la puerta, hubiese de hallarse delan-
»te de los revoltosos, y ser de ellos
»desconocido, y cobardemente asesina-
»do. Mas así fué. Al oir el primer albo-
»roto salió el buen viejo de su celda,
»gritando iherrnanos, salvadme!, mas en
»el segundo rellano de la escalera se le
»acercaron dos sublevados, uno de ellos
«voluntario de Vilaseca, y le dispararon
»el arma, clavàndole al mismo tiempo la
»bayoneta del fusil. Reus ha reprobado
»los crímenes de aquella noche; però de
»seguro que la muerte màs sentida y
»llorada fué la del P. Gay» (3).
En Reus, al dia siguiente del asesinato,
muchas personas, al narrar la muerte
del P. Sebastian, anadían que sus ex-
presiones al presentarse a los amotina-
dos fueron estàs: «Soy de los vuestros,
salvadme». Concorde con Toda, escribe
en su relación el Fray José Cabré: «Lue-
»go despues encuentro al Padre Gay, a
»auién teníamos por liberal, y me pre-
»gunta: iqué ha}', xiquet? Nos queman las
»puertas y van à matarnos. No temas,
»ven conmigo, y nada nos diran a los
»dos: 3'o no hice caso, sinó adelante à
»buscar el pozo (la mina). Despues supe
»que el Padre Gay había salido à recibir
»a los asesinos, que los de Reus ya le
»habían salvado, però como con los vein-
> te primeros asesinos ya se habían jun-
»tado otros milicianes ya del mismo
»Reus, ya de Vilaseca, y hasta de Des-
»aguas, y estos al ver el santó híibite sin
»informarse de si era el Padre Gay, le
»asesinaron en el corredor, jjustos jui-
»cios de Dios! Asesinar al Padre Gay
«despues de haberles dicho: yo soy de
»los vuestros ^> No envidio al religio-
so jaculatorias tales en los últimes mo-
mentos; y creo que mas le valiera morir,
como el Padre Balmes, invocando a Jesu-
cristo, y reprendiendo a los criminales.
El lugar donde cayese exànime bien
(q) llustracin cal.iL-itta. .\no V. pàg. iS?.
MAIANVA DE FRAU-i:;
1J5
pudiera ser, como dice Toda, la escalera,
que manchada de sangre estaba en la
siauiente mafiana; mas en la puerta de
una celda del ala occidental del piso pri-
mero, en la misma mafiana, vió el cadà-
ver atravesado un amigo mío. A la
muerte afiadieron los correligionarios
políticos de la víctima la profanación,
pues descubrieron el cuerpo dejàndolo
en modo indecente. Un Caballero en las
primeras horas del dia siguiente cubriólo
con decència (1).
En su celda y cama fué asesinado el
joven moralista Fray Narciso Castany (2).
Un religioso, cuya mente había sufrido
algun trastorno, intento defenderse en
su celda. Parapetado tras de su mesa, y
armado de un dèbil espadín, situóse en
el hueco que en las paredes antecede a
las ventanas, extrana me;ícla de impre-
visión y de calculo, común en los demen-
tes; y cuando los amotinados, entrados
va en el aposento, se le aproximaren,
hirió, bien que levemente, al mAs cerca-
no. Però pronto un disparo a quema ropa
le dejó cadàver y atravesado sobre la
mesa, colgando por un lado las piernas,
y por el otro la cabeza y brazos (3).
Un tonelero de Reus, llamado Ramo-
nazo, gloriàbase después de haber metido
en aquella noche un caitucho de pólvora
en la boca del fiaile lego portero, que
ei'a conocido por el apodo de Fr. Barre-
tas, y de haberle pegado fuego. Mas, al
decir de D.^ Antònia Fargas, que le oyó
contar a él mismo la dicha crueldad,
eran tantas las fechorías de que Ramo-
nazo se gloriaba, que las creo falsas.
La iglesia, pieza primera de todo con-
vento, fué también principal teatro de la
( I ) Al r^. Jerónimo .Morgades. que me In cdiu•'.
se lli dijo el mismo caballcrci que praclici'i esta
iihra do misericòrdia.
(j) Kclación de F-'i-ay iJnminijn Suiïrame^. y
de nlrns.
(5) En esta posición lo \ ii'i en la manaiia si-
guiente quien me lo conto. U. .Vntonin de Bola-
rull y Brocii. Dicen algunos. y of/ns lo nlei^an.
que csle IVailc se Uamaba Bofarull.
espantosa tragèdia. Inauguróse la entra-
da en ella con una descarga, que en la
bóveda resonó con terrible estruendo, y
cuyo blanco no conozco en modo cierto.
'<Describir la entrada de aquella turba
»de demonios en la iglesia, dice Sugra-
»nyes, es imposible. Muchas escenas de
«horror he presenciado en mi acciden-
>;tada vida, però como aquella ninguna
»ni espero ver otra hasta el juicio final
»Gritos, palabras soeces, blasfemias, au
»llidos cual de fieras es lo que allí sona
»ba Ignoro las burlas é indecencias
»que cometieron contra las imàgenes de
»los santos, y contra el Santo de los san-
»tos, però todo lo peor se puede presu-
»mir» (4).
No ignoro una de éstas, pues de publi-
co se contaba que en la sacristía se
dirigieron sacrílegos insultos y balas
contra el Crucifijo que la presidia, de lo
que daban buen testimonio las senales
que en la pared dejaron los proyec-
tiles (5).
El Padre Balmes, hombre robusto, de
alma bien templada y de voz potente,
esperaba ansioso en el coro, con su ama-
do Crucifijo en la mano, la palma del
martirio. Con esta imagen, primero, ex-
hortaria a sus hermanos a una muei te
santa; y luego, asomàndose decidido a la
barandilla del coro, increpo a las turbas
con estàs palabras: «^Adónde vais, mise-
»rables? ;A profanar el templo santó de
»Dios? (6) Busqué la muerte entre
»infieles y herejes, y no la hallé; al me-
»nos quizà la obtenga entre cristia-
»nos » (7); idea, la tiltima, antes
frecuentemente repetida por él en sus
conversaciones (8) . Y por esie tenor
habló buen rato con gran fuerza y valen-
tia. Quieren algunos reusenses que esta
(4) Relaciún manuscrita de Sugianyes.
(5) Relacion ya citada de D. Salvador Briansó.
(ó) Relacion manuscrita de l-'r. Domingo Su-
.jranyes. quien oyó estàs palahras.
(7) Relacion de D. \ictorino .\gusti y de
itros.
(!~i) Relacion escrita de Fr. José Cahré.
10
.riiUO lEKCliUO. — CAl•lILI.O CIAHTO
exhoitación l;i empezó el Padre ya antes
de entrar los atnotinados en la iglesia,
dirigiéndose a los de la calle desde una
ventana que se abre en el primer piso,
entre la iglesia y el convento. Esta opi-
nión no carece de probabilidad, yà que
varias personas del vecindario aseguran
uniínimes que desde sus casas oían la
palabra de Balmes.
Andaba la mar muy ievantada y. cre-
ciendo la marea, se extendía por todos
lados. Un grupo de incendiaries llego en
esto a la puerla del coro; mas de tal modo
imponía la presencia del Padre Balmes y
su encendida palabra, que, impresiona-
dos aquéllos, pasaron de largo (1). Enton-
ces el Padre Cuscó, otro de los del coro,
observo al l-^adre Goser: «Aquí no hay
»revolucionarios; esta es la hora de huir.
»Esta es la hora de ganar el cielo, con-
»testa Goser, me quedo aquí», Salió
Cuscó, y escondióse tras del retablo ma-
yor, donde otros Padres habíanse tam-
bién ocultado (2j. No por esto quedaron
salvados los Padres del coro: poco tardo
en llegar allà otra turba, «y solo oi, dice
>Sugranyes, entre horribles blasfemias,
»los ayes de las víctimas que fueron cu-
»biertas de heridas; todos asesinados con
»arma blanca. Esto lo oi yo, que estaba
«escondido a una distancia de cincuenta
^'■palmos del lugar de esta escena de
»horror.
»A pocos minutos oi un fuerte alarido:
»supe que era el Padre organista, que,
»retirado en el órgano, caía muerto cl
»punaladas. Digo que lo oi: podia tam-
»bien haberlo visto ; però tal vez me
»habrian reparado asomar la cabeza, y
»perdía a mis hermanos (3).
(i) A\e lo cunln quicn lo o\ó de hnca de uim
de los que ihan en esle fírupo de amolinados.
(j) Kelación de D. Salvador Briansó, quien lo
sabé por haberlo después conlado los colonos del
liuerlo de Olivas. en el cual se refugio el P. Cus-
có al salir del convenlo.
(?) Dice Toda que cl organista murió asfixia-
do. Creo que Ic malarnn los amolinados. y para
cllo me fundi ■ en el dicho de Sugranves. v en cl
»Luego registraron las tribunas; y por
»màs que era muy disimulada la puerta
V'de nuestro escondrijo, y se necesitaba
»escalera para llegar à esta, no falto
»entre ellos quien la noto, y todos à una
»dijeron: «aquí hay frailes escondidos;
»venga una escalera de manov. Arriman
»la escalera, empiezan à forcejar la puer-
»ta (milagro fué que no se les abriera por
»lo fràgil que era), 3' mientras estaban
»en esta operación, se oye una voz estén-
»tórea que desde el coro les dice: «iPun..-!
>/-iqué haceis aquí? buscais los frailes aquí
»y se nos escapan por la huerta». A este
»grito precipitàronse escalera abajo, y
»no volvimos à verlos. Entonces dimos
>/gracias à Dios por nuestra salvacion, y
*por saber que otros hermanos se habian
»puesto en salvo, pues no ignoraba el
«proyecto de algunos de escaparse por
»la huerta» (4). Segundo peligro fué este,
y no el úítimo, del que casi por milagro
escapaba el narrador del caso; pues ya
antes habíalo corrido muy grave en ra
zón del fuerte sueflo con que dormia en
los comienzos del ataque. Ni gritería, ni
dispares le despertaban, y sin duda allí
mismo le mataran, si un su companero,
movido de compasión, no corriera a
Uamarle; de modo que, sorprendido Su-
granyes, huyó de la celda vestidas solo
la mitad de las prendas acostumbradas.
Según el muy autorizado testimonio de
la Revista franciscana , publicación mo-
derna de la Orden, el número de los ase-
sinados en esta ocasión en Reus sube a
catorce (5).
Satisfecha en algo, aunque no saciada,
la sanguinària sed de los amotinados, di-
rigieron estos su furor contra los objetos
y la casa. En el centro de la Iglesia
amontonaron los confesonarios y los
bancos; y a esta pira, lo mismo que al
coro, al retablo mayor y a los demàs
del P. A\unl. quien desde las bó\edas presencio el
asesinalo.
(4) Relación. ya citada, de Sugranyes.
(í) Obr. dicha. Número de junio de 1892.
p;ig5. _"07 y 20ÍS.
MATAN-ZA DE FRAILES F.N REIS
147
altares pegaron fuego, levantàndose te-
rrible hoffuera. Lo que practicaclo, aban-
donaron, a las dos o tres de la madruga-
da.lugar tanrespetablecuantoprofanado.
Personas que en la siguiente manana
visitaren la Iglesia pintan el aspecto de
ella, mirada desde la calle, comparandola
con un horno ardiendo.
Peco antes del incendio el Padre Cuscó
y los demàs que con él se hallaban, pre-
viendo que muy pronto voraz incendio
podia acosarles, abandonaran sus madri-
gueras del retablo mayor, saliendo por
las comunicaciones que éste abría con los
tres pisos del convento, y se dirigieron a
la bóveda del presbiterio. Ya en ella, por
los agujeros de las cuerdas de las arafias
observai^on los atropelles y sacrilegios
cometidos en lugar tan santó. Desde allí
presencio el Padre Cuscó un crimen,
cuya vista causóle tal pena, que a true-
que de evitaria prefiriera mil veces la
muerte en el coro, según él mismo r'efirió
en el huerto de Olivas. Un revoluciona-
rio, abierto el sagrario, tomo el copón,
tiro las Sagradas Formas al suelo, y robo
aquel vaso. Acerbísimo dolor causa, con
razón, al creyente ver menospreciado el
inmenso amor que Cristo nos muestra en
el Sacramento Eucarístico, y mirar arro-
jado por los suelos al tres veces Santo {[).
(i) En prueba de la pena que causa al crej-ente
la profanación del Santísimo no perdono al lector
la narración de un heeho edificante, elocuentc
testimonio de esta verdad. cuyos actores fueron
los soldados franceses, el teatro la ciudad do Ta-
rrafíona en el dia del asalto de 1811. vel narrador
cl R. F. |•"rancisc<i .\ragoncs, cuyas son las si-
guientes palabras: «Una de las tres reliítiosas
»(franciscas) que asesinaron, se habia podido reti-
«rar a una ií;lesia. con cl intento o bien de escon-
Bdersc de los asesinos. o bien de esperar en lugar
Dsanto la sucrte que el cielo le deparase. Se cntriV
«para orar en la capilla del Santísimo Sacramento:
»y desde luego advirtió que se habia violcntadoci
Msacrario. .Vlónita y suspirando, viendo al mis-
»mo tiempo las Sagradas Formas dcsparrama-
)>das por el suclo. no sabia que hacer. Era suma-
»menlc dilicil. y aun à ella Ic pareció imposible
»en aquel (rn^lornn y confusión universal avisar
Muy pronto los Padres que acompana-
ron a Cuscó, y algunos otros refugiades
en el mismo lugar, se vieron arrojados
de allí por el calor insoportable que el
incendio del templo les comunicaba; y en
la madrugada siguiente bajaron al huer-
to llamado de Olivas, propiedad de la
noble família de March, donde recibieron
amable acogida.
Emperò el Padre Antonio Munt, otro
de ellos, y algun su companero, recelan-
do aún del descenso, pasaron a los teja-
dos del convento, en donde dejaron trans
currir el resto de tan agitada noche y el
dia siguiente, corriendo de una a otra
parte para huir los puntos que el incen-
dio o las peligrosas miradas amenazaban;
correrías que les obligaren a dar fuertes
y expuestes saltos, acuyogolpe sus cuer-
pos quedaron magullades. Acosados del
hambre, sed 3' cansancie en la segunda
noche penetraren de nuevo en el conven-
to, y venciendo dificultades, descendieron
al huerto, donde si bien toparen con un
centinela, ni les dijo éste palabra, ni les
impidió el paso. Sin detenerse un mo-
mento, }• vestidos los habites ya muy
rasgados.huyerondeReus.guareciéndose
lUi algun sacerdote: por lo que Ic ocurrió el pen-
Dsamicnto de consumir ella misma el Sacramento
«adorable, por no deiarlo alli expuesto à mayores
«ultrajes.
«En efecto se arrodilló hiriéndose los pechos y
«derramando arroyos de lagrimas, é inclinúndose
»y baiando la cabeza basta el suelo iba tomando
«con la lengua las sacratisimas Parliculas de una
«en una. iPobrel. no pensaba ella que se tomaba
«por si misma cl X'iàtico... .\un eslaba ocupada
»en sus piadosos actes cuando entraron los cari-
«bes. y asi como la hallaron arrodillada y postra-
«da ic dieron varias heridas mortales. con que
«acabo la vida moiando con su sangre el lugar
«santó y el Sacramento Santísimo.» — Cuader-
no lli y l\' del Filosofo arriuconado. pag. ^4. En
la edicii'>n de 1801. tomo I. cap. o. art. 7. o sea
pàg. 222. Idénticos sentimientos a los de esta
monja, su hcrmana en rcligión. animaban al
P. Cuscó cuando desde la bóveda del presbiterio
de su iglesia. como dijimos, presencio la profana-
ción del Santisimo.
148
l.IBRO TERCRRO. — r.API'ILI.O CLARTO
en la casa rectoral de un pueblo vecino.
Mientras les ao^uijoneó el miedo y el ham-
bre apenas se acordaren de sus cardena-
les y llagas; mas colocados en lugar se-
guro, y apagada el hambre con la caridad
del parroco, ocuparon su pròpia plaza los
otros males; de modo que, al pretender
los frailes levantarse de la mesa, jarnàs
pudieron, y fué necesario llevarlos en
brazos a la cama. Fueron tantos los peli-
gros que corrió el Padre Munt en aque-
lles días, que, agradecido al Cielo por
haberle librado, al ayuno del viernes de
cada semana, que prescribe la regla, ana-
dió toda su vida, y con voto, el del sà-
bado(l).
También las llamas asediaron a los que
se hallaban en la bóveda de la tribuna de
los libros de coro, situada en el lado
oriental de ia iglesia, o sea entre la gran
nave y la calle llamada cscorrcdors de
San Franciscà. A poco del incendio el
fuego fuélos rodeando, el calor les apre-
taba, y les sofocaba el humo, de arte que
en la madrugada por momentos el estre-
cho aposento se hacía inhabitable. El
corista Fray Baltasar Olives, creyendo
que ya los amotinados habían abandona-
do la casa, echóse por la misma porte-
zuela por donde liabía entrado, y como
no quedase mas salida que el coro, çon-
vertido ya en volcan, envuelto en una
manta atravesólo con notable decisión
entre horrorosas llamas. Los seis restan-
tes por una ventanilla salieron al pequeflo
tejado de un camarín, desde donde a
grandes voces el Padre Vicario de coro,
]osé Gorgas, pidió ausilio al vecindario,
mientras sus companeros, nuevamente
confesados, elevaban al Sefior fervientes
plegarias. Fronterizo a la iglesia, en la
(i) Rclacií'in escrita que de lo que oia contar a
su seiior tío, el P. .Munt. me hizo su bonda-
doso sobrino el Rdo. Di-. D. Francisco Pujol y
Aíunt, pàrroco de Barcelona. El P. Munt falleció
en Manlleu a los 60 afins de edad. siendo henefi-
ciado de aquella iglesia. después de haber desem-
poiiadn varios curatos del Obispado de Yich v de
haber predicado toda su vida.
plazuela, vivia con su mujer Jaime Sans,
albanil, el cual a las espantables voces
de Gorgas acudió con varios vecinos 5"
un oficial de ejército en su casa alojado,
deseosos todos de socórrer a los pobres
que luchaban con la muerte en apurado
trance. Como el tejado era muy elevado.
dificultàbase el alcanzarle, y así, empal-
mando atadas unas al cabo de otras va-
rias escaleras de mano, logróse que llega-
ran hasta los frailes y que estos por ellas
bajaran (2).
Aquí Sugranyes por tercera vez se
salva casi por milagro, porque apenas el
ultimo de los religiosos puso los pies en el
segundo peldano, hundióse el tejado que
abandonaban; de tal modo que las llamas,
hasta entonces debajo represadas, al
extenderse libremente por los aires,
chamuscaron las cejas y cabellos del in-
dicado postrer fraile. En la calle espera-
banlo dos companías de tropa. Allí, «al
»cornpadecer uno de los capitanes nues-
»tra desgracia,» son palabras de Sugra-
nyes, «yo le dije: cPues para qué han
»venido V^V. aqui?— Padre, me contesto,
»para presenciar desgracias, y para nada
»màs: esta es la orden que tenemos».
Conducidos los frailes a una casa ami-
ga, recibieron benévolos auxilios; empe-
rò pronto comprendieron que, permane-
ciendo allí mucho tiempo, corrían el peli-
gro de que los amotinados acudieran en
su persecución; y así emprendieron la
fuga por las vecinas huertas, cu3•os colo-
nos eran gente honrada. Sugran\'es y
Català se refugiaren en la de una parien-
ta del primero. Y tan acertados habian
andado en abandonar la primera posada,
que, al cuarto de hora de ausentados, ya
los revolucionarios se presentaren en ella
para prenderles (3). La huerta en la que
se refugiaren Sugranyes y su compafie-
ro era llamada Hort de Sabaté, y el colo-
ne Pedró Sugranyes, quien tuve allí
(2) Relación de la Sra. .Maria Tristany, viuda
de Jaime Sans. hecha en julio de 1888.
(:;) Relación manuscrita de Fr. Domingo Su-
líranves.
MATA.N'ZA DE FRAILES EN RELS
149
unos días a los dos frailes, ocultàndolos
por las noches en los canaverales y es
condrijos (1).
Los cuatro restantes, a saber, P. José
Gorgas, P. José Balenyà, éste chamus-
cado, Fray Lorenzo Badia y Fray Da-
mian, partieron a pie para Tarragona. En
el camino no les faltaron insultos, conti-
nuación de los pasados y preludio del
nuevo peligro que les amenazaba; pues
al llegar a las puertas de la ciudad, y al
aproximarse al puente del Francolí, de
presto cuatro miserables acometiéronles
con varas. Badia y Damiàn, jóvenes y
por lo tanto agiles, huyeron y, atravesan-
do huertas, se salvaron; però los dos sa-
cerdotes fueron molidos a palos, hasta el
punto de que el Padre Gorgas de un
garrotazo en la cabeza cayó sin sentido
3' bafiado en su sangre, perdiendo parte
de una oreja, que le fué rasgada (2). Por
íin acudieron personas de sentimientos
humanos, quienes, recogiendo las dos
victimas, las entraron en la ciudad, y les
dieron posada mientras la hez del pueblo
clamaba porque se las matase.
En el convento, a medio dia, en las cel-
das del ultimo piso apareció un lego que,
recogido por los nacionales, fué condu-
cido a lugar seguro. En tanto los angus-
tiados frailes de la mina continuaban en
su martirio, que otro dictado no merece
un dia pasado bajo tierra, encorvado el
cuerpo en posición violenta, sin comer,
cubiertos de agua los pies, y lo que es
peor, con el corazón sumido en temores
mortales. A tal punlo llego el sufrimiento
que produjo algun desmayo, y, como dije
antes, juzgósellegadoelmomento de tro-
car aquel sepulcro por los peligros de
muerte; y asi al anochecer del dia siguien-
te al del incendio determinaron abandó-
narlo. Dispusiéronse a ello, confesilndose
como para el ultimo trance, y hecho esto,
el Padre Avellana cautelosamente subió
(i) Kclación de la hija de Pedró Teresa,
-dona 17 de mayo de 1892.
(j) Relación de l-'v. Domingn Sugranves
b. Salvador Briansó.
Bar
de la madriguera, cuya boca se abría
bajo un tonel. De la despensa pasa silen-
ciosamente al refectorio, en el que, si
bien abundan los destrozos, reina quietud
completa; entra en otra pieza situada en
el àngulo meridional del claustro; por la
puerta, aún hoy subsistente, que da acce-
so a una escalerilla, sale con pie receloso
al claustro. Partíalo la luna en dos mita-
des: la occidental dominada por las tinie
blas, la de la iglesia iluminada. Detiénese
el Padre y observa, notando en el opuesto
àngulo a un hombre también parado. Si
la sombra del edificio guarda en obscuri-
dad ai Padre Avellana, la galeria del
claustro mantieue velado al desconocido.
Miranse mutuamente sin acertar a si son
hombres o fantasmas, y, lo que es mas
grave, si amigos o contrarios; hasta que
el pobre fraile, apretado de la necesidad,
resueltamente se dirige al oficial de milí-
cia, que tal era el hombre del claustro, y
en tono suplicante le dice: :<Por Dios, sal-
>jveme V. la vida.— rEstà V. solo?», re-
pone el oficial. — No.— Pues bien, tranqui-
»lícese V.; le salvaré: muéstreme V. dón-
»de estan los demàs» (3). Al decir de
Fray Cabré este oficial no era otro que el
mismo capitàn Freixa, que andaba por el
convento buscando a su tío, el Padre
Maestro de novícios. Abrese a la esperan-
za el oprimido corazón del Padre Avella-
na, y con presteza acompana al oficial al
aposento del àngulo, en el cual se halla-
ban ya algunos de los religiosos. Tras
del Padre Avellana habían subido y le-
vantàndose de la tierra como cadàveres
en dia de resurrección; mas al ruido de
los pasos y del golpear del sable corrieron
otra vez a su agujero. Indicóles que su-
í 5) La relación escrita pur el corista Fray José
Cabré, otro de los de la mina, dice que los comi-
sionados para salir de ella y practicar juntos esta
exploración fueron dos, el P. Avellana y el lejro
Pray Gregorio Borràs: que el P. no llego a salir.
y por lo mismo que la entrevista con el oticial no
la tuvo el P. Avellana, sinó el lego Borràs. Mi
versión diré luego de quién la saco; mas sea lo
que quiera, la diferencia carece de importància.
150
J.IHKU 1 üRCÍiKO. CAPITULO
bieran el Padre Avellana, como en leali
dad lo practicaron; e iban apareciendo
uno tras otro, mojados, sucios, escuàlidos
y tambaleando. Enternecido el miliciano,
les dijo: «Quédense aquí quietos: les ase-
> guro que o los salvo, o moriré». A poco
comparació el Alcalde Sr. Montemayor
y otros, que animaron a los pobres resu-
citados y acallaron su hambre. Determi-
nóse llevaries a Salou, puerto de mar el
màs cercauo, para embarcaries, arran-
candoles así de la exaltación y garras de
los amotinados (1). Emperò, mientras se
preparaba la expedición, recomendóse a
los frailes que, como dije, se mantuviesen
recogidos en la misma despensa y en
gran silencio; por efecto del cual, así como
del cansancio y de la falta de sueno de la
noche precedente, sentados allí todos en
el duro suelo, algunos se durmieron en
sopor profundo. De ocho a nueve de la
noche aparece en la puerta de la pieza un
silencioso Caballero, que, alumbrado por
moribundo farol, invita en voz baja a los
frailes a que le sigan. De la bodega pasan
al refectorio, que hallan sembrado de
fragmentos de vajilla; de allí al patio
occidental ohuertecita, dedonde, cruzada
una puerta excusada, pues convenia evi-
tar públicas y expuestas miradas, toman
asiento en las tartanas, en las que, y cus-
todiades por paisanos fieles con armas,
emprenden la marcha a Salou (2), bajo la
dirección del mismo capitàn Freixa en
persona, acompanado de su primo Don
Juan Macaya. Para la segura custodia
de los frailes en el camino procuróse
aquél dos serenos de confianza y depen-
dientes de su família; y como tuviese
indicio de que los exaltados de Vilaseca
proyectaban atajarles para matar a los
frailes, proveyó a sí y a los acompanantes
con oro abundante 3' armas, previniendo
(i) Estàs noticias de la estancia y salida de la
mina me las dió el P. D. Jerónimo Morgades,
quien las oyó contar al mismo P. Avellana, y la
relaciún que me escrihió el corista Fray José
Cabré.
(j) Relaciún ya citada de Fray José Cabré.
a los últimos que ante todo empleasen el
dinero, però que, de no bastar, echaran
mano del plomo. Por dicha dispuso la
Providencia que llegasen a Salou sin tro-
piezo, donde se juntaron con unos treinta
carmelitas descalzos que desde Reus les
habían precedido. Los alborotados de
Vilaseca no habían dejado de intentar lo
que se temia, pues al cuarto de hora de
haber pasado los frailes por la carretera,
ya estaban en ella para impediries el
paso (3).
Sabían los frailes que en junto el núme-
ro de los salvados en la mina era de diez y
ocho, y al encontrarse en el vehículo co-
rriendo para Salou, echando cuentas y
resenas, no hallaban allí mas de quince:
faltando el Padre Maestro de novicíos, el
Padre Juan Roca y Fray José Boniva. El
primero, entre los brazos de su sohrino, el
capitan Freixa, que gozoso le recobraba
después de haberle inútilmente durante
el dia perquirido por todo el convento,
había sido sacado de la despensa, y dis-
frazado de guardià nacional, fué trasla-
dado a lugar seguro. Mas brillaba en su
exterior tal modèstia y porte religioso,
que màs delatado resultaba con el dis-
fraz militar que con el habito. Los dos
restantes, profundamente dormidos en la
despensa, no oyeron la sigilosa salida de
sus companeros, y allí quedaron inmóvi-
les. Mas tarde, al ruido de una turba, des-
pertaren sobresaltados, corriendo el jo-
ven Boniva a hundirse en la mina, y el
viejo y tardío Roca a esconderse tras un
tonel de la misma bodega. No hallando
(3) Relación escrita de mi intiniu amigo cl
.M. I. Sr. Dr. D. Lino Freixa, hijo del capitàn.
quien lo oyó muchas veces de boca de su padre
cl mismo D. Sebastiàn Freixa.
Ale conto un reusense que la casa Clariana
tenia un empleado llamado Cristóbal. de apodo
Dejuni. El valor y la íuerza de este hombre le
hacia temible hasta a los revolucionarios. Cuando
el ataque de S. Francisco, Cristóbal, entre los
amotinados en busea del P. Maestro Clariana,
entro en el convento, però como se ve. no pudo
hallar al P. Después fué uno de los que acompanó
los religiosos a Salou.
AIAIAN/A DE 1 KAILKS t;N RKIS
religiosos, considero procedente la turba
cerrarcon el vinc, que el deseo pronta-
mente graduo de rancio, poniendo así en
apurado trance. al fraile Roca, por cuyo
motivo, azorado, se levanta y con voz trè-
mula pide la vida por Dios. Adelàntase
de entre la turba un olicial de milicia y,
reconociendo al fraile, le dice: '<?. Juan,
> me acuerdo que V. asistió a mi madre
-en su agonia, y así le salvaré la vida.
Chicos, jviva este fraile por Isabel II!—
> ;Viva!— Salga, P. Juan, no tema, le per-
«donamos la vida, però debe decirnos
dónde estan sus compaiieros para ma-
tarlos». El P. contesto que en razón de
haber quedado dormido lo ignnraba. El
miliciano mando al fr:iile con dos de los
suyos al retén, cuyo jefe lo hizo conducir
al albergue de un pariente del mismo re-
liíïioso (1).
Del Padre Francisco Sans oi contar
que también escondiéndose tras de los
toneles de la bodega había logrado sal
varse (2).
Se circularon ordenes severas a las
vecinas huertas para que los colonos de-
nunciaran los frailes que tuvieran escon-
didos. «Como dicha orden me compren-
»día, escribe Sugranj'es, traté de averi-
«guar si esto era un ardid de los asesinos,
>.y, convencido de lo contrario, me pre-
«sunté: lo que verificaron tambien seis ó
»siete mas. Sobre las once de la noche
«partimos en una tartana para Salou, es-
>coltados por seis voluntarios a las orde-
•nes de un sargento, los cuales durante
*el camino se portaron como hombres
xhonrados» (3).
Al recórrer la narración anterior asalta
la mente del menos avisado un obvio
enigma: cu;il sea la causa de las veintc
( I ) Rclaoión que me- cscrihió l'iay Jci-c t^aHió.
tHiien clespuLS clc la (.xclaustración vivií'i con el
I-". Kuca: empei•ii las noticias rercrenlos al Padre
\\aestro de novicios Clariana las saqué de su
taniilia.
(j) Relacinn del I'. Baltasar Sentis. .Waspu-
jois 1 5 de junin de i88(i.
(?) Rclación tanlas veces citada de él mismcí.
largas horas de subterrúnea reclusión y
agonia de los religiosos de la mina. ;Por
qué razón el hortelano de Gavaldtl no
acudió a levantar su losa, proporcionan-
doles asi salida, aire, sol y paz? Ninguno
de cuantos sobre tal punto llevo interro-
gadosatribuyeacomplicidadcon los amo-
tinados esta omisión. Tanto Don José de
Gavaldà, cuanto su colono, cristianos de
corazón, eran adictos a los frailes. Per-
teneció el primero a los cuerpos de volun-
tarios realistas, entre los cuales lució
charreteras de capitàn de granaderos, cir-
cunstancia que, como dije, a las ocho de
la mariana siguiente al incendio le obli
gó a buscar .su seguridad personal huyen-
do de Reus. Dispuso ames que el horte-
lano au.KÜiase convenientemente a cinco
frailes que en el huerto tenia ocultos, y
que luego que fuese dable se levantase la
losa de la mina (4). El segundo, tenido
también por carlista, en losprimeros mo-
mentos del ataque, preocupado de lo
espantoso del hecho y lo cercano del in-
cendio, que ardía contiguo a su casa, no
recordo la prevención desuamo. Cuando
en la madrugad;i presentóse aquella ante
su memòria, corrió al lugar de la losa;
però Uegó tarde; junto a ella encontró a
un sereno y a un desconocido. Ademas la
gran proximidad del convento inutilizó
este recurso, porque durante el ataque el
huerto estuvo invadido de gente, y luego
que amaneció los curiosos llenarian los
contornos del edificio. -iCómo presentar
entonces a la luz del sol cerca de treinta
frailes? Evidénciase la buena diposición
del hortelano por la bondadosa acogida
que presto a cuantos religiosos, gracias
a la contigüidad del huerto, se guarecie-
ron bajo su amparo; a los que en ciertos
momentos. para sustraerlos a peligrosas
miradas, oculto en el canaveral. Confieso.
sin embargo, que el enigma no obtuvo por
esto completa explicación, ya que retira-
des los amotinados, y restablecido cl
orden, ^cómo no comunico el hortelano su
(-l) Conlómclo el mismo D. José Maria de
fiavaldii en Barcelona a 12 de noviembrede i.'^o.
l.lliKO ri.KGl-UL
CAl•l 1 Ll.O
secreto a la autoridad? Y si lo delato, que
no se hace probable, ;por que aquella
prontamente no acudió?
Se ha dicho que en la invasión de San
Francisco los amotinados, movidos solo
del odio en contia de las personas de los
religiosos, nada robaron. Alguna verdad
encierra este rumor; que, de liaber saquea-
do, viéranlos andar cargados con el botin
en la retirada las personas de Reus que
llevo interrogadas, las cuales nada me
dijeron de este segundo atentado. Por el
contrario, sé que libres y expeditos parte
de ellos pasaron de San Francisco al nue-
vo teatro de sus hazaüas, el convento de
San Juan. Por otro lado, consumado el
incendio, algunos amigos del convento
hallaron todavia en la sacristia càlices, }•
en la celda del Guardian el dinero del
gasto diario, que llevado a Salou fué res-
tituido a los frailes; \' al dia siguiente no
pocas personas de conciencia harto laxa
extrajeron del convento comestibles, que
los de la noche anterior no llevaron (1).
Mas ni aun asi hemos olvidado el sacri-
lego robo del copón; no ignoro que la
voz piiblica pregonaba que la manceba
de uno de los cabos de los amotinados
lució después los pendientes de la ima-
gen de la Virgen; ni caeré en el absurdo
de pensar que el alevoso, que bàrbara y
sacrílegamente asesina, haya de sentir
repugnància en robar lo que mas en
gusto le viniera y pudiese fàcilmente
llevar.
Salidos de San Francisco los amotina-
dos, el convento quedo a merced del
pueblo; y tras ellos lo invadieron otros,
que, buscando dinero, acabaron de re-
vòlver lo que los primeros empezaron a
trastornar. Ademàs de la guardià de tro-
pa, que ya desde la noche estaba delante
del convento, en casa Arrà, y que, levan-
tado ya el dia, allí continuo, muy tem-
prano de aquella mafiana (2) se puso de
(i) Relaciones de D. Panoracio Mestres v
oi ros.
(j) Los Anales históricos de Reus. i.' ediciím.
iniiio II. pdg. 235, dicen que a las cuatro y media
retén en la puerta de aquél una compa-
nía de cazadores de milicia urbana, al
mando de un capitan, persona honrada
que se esforzó en evitar desmanes y a
nadie permitía la entrada en el convento.
Emperò, si los puntos de su presencia
hallabanse bien custodiados, los centine-
las de otros lados dejaron paso libre a
sus amigos, y a las personas que se les
antojaron; y así no pocos salieron de allí
con botin de comestibles (3). Esto explica
cómo antes de las ocho de la manana, y
sin que gozara de amistad alguna con el
continela, ni poseyera titulo para ello,
un muchacho vecino había ya visitado el
interior del convento, y que otros como
él también entrarían (4). Montaron la
guardià del convento, un tiempo milicia-
nos ui"t)anos, otro soldados, cuando no
hubo fuerza de ambos institutos; y no
creo pecar de temerario si juzgo que los
primeros no habían de andarse en repul-
gos sobre la propiedad de los objetos de
los frailes, cuando los mismos soldados
de ejército llevaban a su alojamiento
pellejos de buen vino del convento (5).
Entre los curiosos que en aquella ma-
flana penetraron en tan desolada man-
sión, se contaba un nino, después conoci-
do literato , quien me pinto con los
colores mas negros el interior del con-
vento. Donde reinara silencio y orden
dominaba el desorden y el màs confuso
rumor; el humo todo lo invadía; en las
celdas, por el suelo, andaban revueltos
libros, papeles y muebles.Topaba aquí la
vista con el cadàver ensangrentado del
Padre Gay; màs allà, con otro atravesa-
do en lastimosa posición sobre su mesa,
que, como dije, antes de morir le había
de la manana siguiente se dispuso fuesen ambos
conventos custodiados por los urbanos.
(5) Relaciones de D. Pancracio Mestres, y
otros.
(4) Este muchacho fué D. Pancracio .Mestres,
que es quien me lo conto.
(5) D. Salvador Briansó vió el que llevaban a
su casa los en ella alojados. De aqui saca la no-
ticia.
MATANZA DE FRAII.KS liN RliUS
153
servido de reparo. En el coro, sobre todo,
la escena era terrible: siete religiosos, de
ellos tres ancianos, bafiados en los char-
cos de su pròpia sangre, revueltos y que-
mados entre ceniza y tizones, montón de
carne humana asada en fuego infernal.
Tal espectàculo, iluminado por el incen-
dio, que en siniestras llamas dominaba
toda la iglesia, jamàs se borrarà, anadía,
de mi azorada memòria; y por mucho
liempo fué la tortura de mi imaginación
infantil (1). Este nino se llamó don Anto-
nio de Bofarull y Broca.
En la mariana, Montemayor y otros
representantes de la autoridad acudie-
ron al teatro de tantos crímenes, procu-
rando salvar a las víctimas que escapa-
ran con vida; y situàronse en una de las
huertas contiguas. A ella los devotos
del convento y amigos de la cristiana
caridad mandaban con disimulo por me-
dio de nifios, y no sin recelo y vejaciones
de los exaltados que divagaban por las
calles, prendas y trajes de seglar con
que en la huida los pobres frailes disfra-
zaran su santa y honrosa profesión. Los
que en esta casa se hallaban igualmente
fueron conducidos a Salou.
Durante aquel mismo dia, en una casa
cercana al convento se colocó un retén
de milicianos, quienes movidos de odio a
los frailes, o quiza màs exactamente, de
criminal amor a sus cosas, empenaronse
en penetrar en el claustro. Disuadiéron-
les el capitàn y el teniente, e impidie-
ron la entrada hasta saber que los reli-
giosos habían salido por la puerta del
(i) d. Anlnnio clc Biifuriill v l!r(jc;i. Asi me
lo conto en 2^ dt juniu de ib'So. l'^n el mismn nno
publico eslas noticias en el cap. XXV'l de sus
'Cosluiiis íjue's perden y recoits que /uuenu, p;i-
ííina i^M. ilabiéndole después preguntado si real-
mcntc eran siele los cad;lvercs del coro. me cnn-
tesli'i que nsí le parecia.
Descrihiijme ifíualmenle el interior del con\en-
to D. Juan Simó y Cilucntes, quicn, acompanado
del comandanlc de niilicia de Reus D. Francisco
de Nicolau y de Bofarull. In recorrió en la indi-
cada maiiana del 23 de julio.
huerto; siendo notable que estos urba-
nes tenían noticia de la estancia de los
frailes en la mina (2).
Un mi amigo, que a las dos o tres
semanas visito el convento, no vió en las
celdas mas que papeles por los suelos, y
en estos ladrillos levantados (3). El Ayun-
tamiento había ya reunido en un solo
lugar los muebles que se habían salvado,
colocandolos bajo llave. Pésimo enemigo
del edificio de San Francisco, como de
tantos otros, según tendre harta ocasión
de narrar, fué el afàn de hallar dinero
escondido; a cuyo impulso se golpeaba
el suelo, y donde el sonido indicarà algun
hueco, luego se levantaba el ladrillo,
bajo del cual se sonaba descubrir un
oculto tesoro. Ni aun los difuntes, que
descansaban en tan sagrado recinto, pu-
dieron gozar de paz, que la misma sacra
auri /atiics levdntó atrevida las respeta-
bles losas que los cubrían (4). La cripta o
sepultura de los frailes fué también vio-
lada, destruidos los nichos, escarnecidos
y esparramados por el suelo los cadàve-
res, cuyos restos fueron después condu-
cidos al cementerio de la villa. Mas tarde,
y bajo la dirección de un secuestrador
oficial, se hicieron excavaciones en el
convento.
Ignoro la suerte que cupó a la biblio-
teca, porque si el cronista de Reus es-
cribe que «iglesia, biblioteca y archivo
»fué presa de las llamas» (5), un religió-
so franciscano, que después por muchos
aiïos habito en Reus, me comunico (0)
que «la biblioteca, que ocupaba la sala
«donde hay ahora 1 1886 j el Tribunal de
»la Audiència, se salvo; però los libros
«andando por almacenes de la amortiza-
»ción suponemos seperderían». Sabemos,
(j) Me lo cnnló D. l•'rancisco Gusi. sobrino del
lenienle.
(?) \.\ misnio D. Salvador Briansó lo vió.
(4) Todo lo vió y me lo explico el indicado
Briansó.
(í) Aiiales llistar icos... 2.' edición, pàg. .^7^'.
(o) Iji ; de iulio de 1880.
154
1 IlKCERO. CAPIU LO 1.1'AKIO
si, que a las pocas horas del incendio, en
pleno dia siguiente, y habiendo guardià
en el edificio, vióse arder una pieza con-
tigua al coro, posición que indicaria la
biblioteca. Levantàronse las llamas hasta
el techo, de modo que, prendiendo en el
maderamen de éste, hundióse parte de la
techumbre. Acudióse a cortar el incen-
dio, cu3'os autores no podían ser ya los
amotinados de la noche, sinó mas bien
intrusos y curiosos. Por otra parte, un
joven en ïa celda guardiana!, con estúpi-
do atrevimiento, rasgaba algunas hojas
de cada libro que a mano había, tiràndolo
luego por la ventana, que daba al calle-
jón Escorrcílors de Sant Francesch. Al
otro dia del incendio, muchachos vaga-
bundos en las calles vendian volúmenes
por solos unos cuartos. Si, a pesar de
todo, pararon algunos libros a manos de
los secuestradores o comisionados del
Gobierno, lo ignoro.
Tan injustos cuanto salvajes hechos,
cuya noticia ha llegado hasta nosotros,
me presta sobrado fundamento para con-
leturar la suerte que cabria a muchos de
los objetos, ya del servicio domestico, asi
como del científico y del rejigioso, cuyo
paradero ignoro.
El Ayuntamiento, como se dijo, custo-
dio bajo llave muebles; hasta los cuales
llegaron también atrevidas manos que
sustrajeron algunos, y supongo, final-
mente, que los a todo esto sobrevivientes
serían transferidos a las repugnantes
manos de la llamada mnortisactóit. Fi-
nalmente, las puertas del edificio fueron
tapiadas. He aquí copia de un oficio que
prueba la verdad de las sustracciones
arriba dichas:
«Ayuntamiento de Reus. = M. I S.=
>•Habiendo forzado esta noche la puerta
»de los efectos encontrados en S. Fran-
>cisco, y quitado de aquellas estancias
»siete colchones, toda la cera, y tal vez
> otras cosas y muebles que ahora no se
xpueden saber; ha dado el Ayuntamiento
>^sus disposiciones para evitar en lo posi-
>ble el que se repita, sin perjuicio de
xponer, como pone desde luego en noti-
»cia de V. S. esta nueva ocurrència a fin
»de que se sirva indicarle con la breve-
»dad que requiere el caso A quien y como
»se han de entregar los consabidos efec-
»tos, ú otramente en que paraje deben
Atransportarse ó colocarse para salir de
»respoiisabilidades.— Dios.... Reus 12 de
»agosto de 18,35 — M. I. S. Gobernador
»civil de esta província» (I).
La mentada seiïora Maria Tristany,
consorte del albanil Sans, que salvo,
como se dijo, a Fray Sugranj-es, atrevió-
se, en companía de sus hermanas y otras
piadosas mujeres.a visitar las humeantes
ruinas del amado convento; y al recono-
cer entre abundantes lagrimas los restos
del coro, hallaron un dedo de la mano
fresco y aun rojizo, que cuidadosamente
guardaron como preciosa relíquia. Caería
de su lugar, sin duda, por efecto de un
sablazo; que según persona fidedigna,
testigo ocular, hubo un barbero que, des-
pues del degüello, lavó públicamente y
con satànica jactancia en la fuente de
Jesús, no mu3' distante de su casa, su
sable tefiido en sangre.
Pasados muchos anos, tratóse de abrir
nuevamente al cuito el templo de San
Francisco. Al derríbar los tabiques de las
puertas se halló que todo el enladrillado
había sído levantado en aquella estancia
de ruína y desolación; cuyo aspecto pre-
sentaba solo paredes ennegrecidas y cal-
cinadas por el incendio, cenizas, maderas
carbonizadas, montones de escombros y
podredumbre, inmensas telaraiias, y el
revolotear de murciélagos y buhos, que
despavorídos huian por los boquerones
de las desvencijadas ventanas. La seiïora
Antònia Fargas, antigua devota de la
casa, vencida la pena de la desolación
por el amor a tan frecuentada iglesia,
entro en ella; y a poco que revolvíó un
montón de escombros, díó con un brazo
humano, después de tantos afios, perfec-
(i) Lo copio de la copia existcntc en el Archi-
vo .Municipal de Reus. .\rmario de comunicacio-
nes. Lesajo 30.
MAIAX/A llfï FKAII.i;;
EN' KKLS
155
tamente conservado. Ocultólo piadosa-
mente en su delantal, y llevólo al pàrroco
para el decente depósito (1).
Cuando a los veinte anos de la destruc-
ción se arrancaren de la pared los últi-
mos restos del órgano, hallóse en un
agujero, ocultado por los escombres del
incendio, un esqueleto humano, cubierto
de un habito carcomido del polvo y los
gusanos. Fué del organista Blanch (2).
Los cadaveres de los religiosos asesi-
nades en el convento, entrades ya en
descomposición, fueron enterrades en la
sepultura del llano de la iglesia, situada
al pie de las gradas, que dan acceso al
presbiterio. Los peces y venerandes hue-
sos que resistieron en el coro al voraz
elemento, recogidos, después de cinco
anos del degüello, fueron juntados a los
de sus hermanos de religión y de desgra-
cia en la misma tumba; en la que se colo-
có igualmente el esqueleto de Blanch (3).
jRcqitiescaitt in pacc!
Mas si la tradición pudo indicarnos el
lugar donde esperan el final ajuste de
cuentas, las llustres victimas del dia de
Santa Magdalena, y pude per fidedignes
testigos conocer su asesinate; inútilmente
tanteé prebarlo por documentes auténfi-
cos; pues ni en los libros parroquiales de
óbitos, que en lo referente a julio de 1835
registre per mis pròpies ojos, ni en los
del hospital, hallé partida alguna de óbito
de ningún fraile; al paso que el primero
no omitió la de Rafael Cuchí y Sans,
muerto en su casa de un balazo en aque-
lla noche, según en su lugar noté. iPe-
bres frailes, ni aun su defunción consta
entre la de los demas hombres!
Para la restauración del templo nom-
bróse una junta presidida por el senor
Arzebispo, la que en el dia de San Fran-
cisco, 4 de octubre, de 1840 inauguro las
obras; y en el 26 de junio de 1854 abrió la
(i) .Me In conló ella misma.
{::) Se ve que cl incendio oculti'i el eacUiver.
(;) Carta del !-". I). Jercmimn .Mnrfradcs de 15
de iunio de iSSd.
iglesia al cuito divino (4). El antigue
retablo de los Dolores del convento de
San Juan pasó a San Francisco. V^enéra-
se también allí la imagen de la Virgen
de la Esperanza, que ya antes del incen-
dio poseía esta iglesia. Salvóla de las
llamas, lo misme que a etras cosas, la
ya mentada Maria Tristany de Sans,
quien con valor superior a su sexe, en les
momentos del ataque, entro denodada-
mente en el temple, y cargó con ella; de
mode que uno de los amotinades contaba
después con extraiieza que, habiendo vis-
to la imagen en su escaparate cuando
por vez primera pasó junto a ella, noto
en la segunda que ya. ne estaba. Escapo
también a las llamas el Ecce Homo y
algunes otros santes, bien que ignoro si
hoy ocupan sus primitives lugares.
En la obra empleàronse 170,000 reales.
Varias personas devotas, i:>articularmen-
te las familias que poseían sepulturas en
la iglesia, però en mode muy especial el
Sr. Arzebispo, proporcionaren estàs can-
tiüades (5).
En la restauración la iglesia ha su-
frido algunes cambios, ya que, dejado
aparte el magnifico decorado de antes,
hoy allí completamente desconocido, el
coro no existe, el órgano se halla fronte-
rizo al punto que antes ocuparà, el
triforimn o tribunas ha sido tapiade, y
la sacristía, a lo menes cuando la visité,
mostraba solo exiguas senales de restau-
ración. Debemes, sin embargo, gracias
al Senor, que aquellas paredes continuen
en pie, y dedicadas a su cuito.
Juzgo opertuno esle lugar para am-
pliar les dates dades en mi primera obra
sobre las dimensiones de este templo,
diciendo que en su interior, desde la
cara interior de la fachada, descontado
el atrie, hasta el fondo del presbiterio,
mide 72 pasos regulares, que vienen a
(4) Carta del P. D. Jer
de iulio de 1880.
(í) Aiiates liistóricos de liciií.
nina -17.1.
nimn .Wcirgadeí de í
dición. pà-
l•.]<Ci.KO. l.Al'l
ser unos 48 metros. La anchura de la
nave es 14 pasos, o sea unos 9'50 metros.
La profundidad de las capillas de cada
lado diez pasos, o sea 6'70 metros.
En 1856 este templo fué declarado igle-
sia castrense, y desde 1865 elevada a
parròquia anexa a la de San Pedró, ha-
biéndose efectuado su inauguración en
1." de agosto (1). En los trastornes políti-
cos de los anos próximamente posteriores
a la revolución de lSb8, esta iglesia fué
cerrada al cuito dos veces, y finalmente
restituïda a él en la primavera de 1876 (2).
Hoy continiia parròquia.
Al convento, algunos anos después del
incendio, a ruego del diputado a Cortes,
hijo de Reus, don Juan Gener y Solanes,
cedido por el Gobierno para instrucción
pública, se trasladaron en 1844 las es-
cuelas públicas. En el siguiente ano algu-
nos jóvenes abrieron en aquel lugar un
curso de Filosofia. Los PP. Escolapios,
por cesión del Municipio, establecieron
allí un colegio de 1." y 2.'' ensenanza, en
septiembre de 1858, de donde la revolución
de igual mes, diez afios después, les ex-
pulso (3). Tuvo mas tarde este edificio un
Instituto de 2.'^ ensenanza; y después el
convento ha sido destinado, parte al ulti-
mo objeto citado, y parte a Audiència de
Justícia. El Instituto no ha hecho varia-
ciones notables en el edificio-convento,
mientras la Audiència, por el contrario,
ha variado la distribución interior, derri-
bando tabiques (4).
El gran patio de la cocina, mina y de
otras dependencias, hàllase hoy conver-
tido en una desahogada plaza adornada
de arboles, al Poniente del Convento. La
(i) Aiialcs liistóricos de Reus. 2." edición, pa-
gina 481.
(j) Revista, franciscana, números de septiem-
bre de 1873, pàg. 305; de marzo de 187^. pàg. 81:
de marzo de 1875, pàg. 83: y de mayo de 1870.
pàg. 143.
(3) Aiiales liistóricos de Rens. 2.' edición. pà-
ginas 479 y 481.
(4) Así se me diio en Reus a 14 de junio de
1894.
huerta, que se extendía al Sud del edifi-
cio, fué vendida por el Estado, por escri-
tura ante don Joaquín Fàbregas y Capu-
to, notario de Hacienda de Tarragona, a
los 3 de mayo de 1844. Reza esta escritu-
ra que la compro Pedró Olivella, de Reus;
que la huerta mida 1 Vm jornales; que
goza de doce horas diariasde agua, «que
»emanan de la mma y balsa de dicho
>'huerto»; que linda por N. con el Con-
vento, por S. y E. con tierras de los here-
deros de don José de Gavaldà, y por O.
con el corredor de San Francisco; que el
precio fué 191,003 reales, iguales a 9,550
duros 3 reales; de los que el comprador
en Tarragona a los 30 de diciembrede 1843
pago el quinto con inscripciones del gran
libro del 5 por 100 y otras del 4 (5).
Posteriormente esta huerta ha desapa-
recido bajo una calle y varias casas'(6).
Excusado es decir si en esto el compra
dor o sus sucesores lucrarian algo.
ARTICULO SECUNDO
CONVENTO DE CARMELITAS DESCALZOS
DE SAN JUAN BAUTISTA
En ninguna parte hallé la lista de los
religiosos que formaban en sus postreros
días la Comunidad Carmelita de Sanjuan
de Reus; y así, para en lo posible suplir
esta falta, reuno a seguida en un haz los
nombres de aquellos que en los diferen-
tes documentos y relaciones orales me
fueron mentados.
R. Padre José de Santo Tomàs, de apelli-
do Gual, Prior, hijo de Reus, quien na-
ció en 21 de noviembre de 1778, e hizo
sus primeros votos en 20 de diciembre
de 1795.
R. Padre Diego.
(5) Fol. 368 del prolocoio.
(ó) Aiiales liistóricos de Reus.
P'ifc'- 479-
— 2.' edición.
MATAXVA DE IRAlí.ES EN TIRI
157
R. Padre Andrés de Jesús Man'a, de ape-
llidos Pujol 3' Homs, hijo de Centellas,
quien emitió sus primeros votos a los
16 anos de su edad en 2S de octubre de
1767. Había sido General de la Orden.
R. Padre Pablo de Santo Tomàs, de ape-
llido Torner, Lector de Filosofia.
R. Padre Francisco de San Roman, de 72
aiïos de edad y 58 de religión, natural
de Cervera, Presidente de las confe-
rencias de Moral.
R. Padre Pablo del Monte Carmelo, de
apellido Montsen}', hijo de Solivella.
Nació, en 29 de marzo de 1763, y dijo sus
primeros votos en 6 de septiembre de
1791.
R. Padre José de Santa Catalina, de ape-
llido Énguera, hijo de Las Borjas del
Campo, el cual a los 22 anos de su edad
emitió sus primeros votos en 15 de
diciembre de 1788, Sacristàn Mayor.
R. Padre Manuel de Santa Ana, Epacti-
ilero de Espafia.
Fr. Lorenzo de los Dolores, de apellido
Guiamet, hijo de Poboleda, quien pro-
fesó, o sea hizo sus piimeros votos, a 20
de septiembre de 1830.
Fr. Hipólito de San Agustín, de apellido
Pellicer, hijo de Arefis de Ai^agón, que
hizo sus primeros votos en 4 de octubre
de 1830.
Fr. Francisco de San P^ernando, de ape-
llido FernAndez, hijo de Masroyo, que
emitió sus primeros votos en 7 de no-
viembre de 1830.
Fr. José de San Miguel, de apellido Mun-
té, natural de Alforja, que pronuncio
sus primeros votos en 19 de diciembre
de 1830.
Fr. Miguel de San Joaquín, de apellido
Xolla, hijo de Alforja, quien hizo sus
primeros votos en 19 de diciembre de
1830.
Fr. Baltasar de la Concepción, de apelli-
do Torroja, hijo de Barcelona, que emi-
tió sus primeros votos en 19 de febrero
de 1832.
Fr. José de la Madre de Dios, de apellido
Pros, hijo de Ascó, que pronuncio sus
primeros votos en 18 de septiembre de
1832 V había nacido en 24 de abril de
isil.'
Fr. Andrés de San Juan Bautista, de ape-
llido Giner, hijo de Cabra, que profesó
con sus primeros votos en 11 de abril de
1831.
Fr. Francisco de Santa Gertrudis, de ape-
llido Sotorra, natural de Reus, y profe-
sado de primeros votos en 19 de octu-
bre de 1831 .
Fr. Joaquín del Carmelo, de apellido
Llevaria, natural de Poboleda, que emi-
tió sus primeros votos en 21 de septiem-
bre de 1831.
Fr. José de San Jaime, de apellido Palou,
hijo de Manlleu, nacido en 14 de enero
de 1809, y profeso de primeros votos en
22 de noviembre de 1832.
Fr. Juan de San Luis Gonzaga, de ape-
llido Serra, hijo de Lérida, nacido en
12 de diciembre de 1815, y profeso de
primeros votos en 4 de octubre de
1832.
Fr. Juan de San Agustín, de apellido Do-
mingo, natural de Cornudella, nacido
en 18 de diciembre de 1816, y profeso
de primeros votos en 4 de enero de
1833.
Fr. José de San Elías, de apellido Cid,
hijo de Tortosa, que emitió sus prime-
ros votos en 4 de octubre de 1S30.
Fr. Cosme de Jesús Maria, de apellido
Esponellà, hijo de San Miguel de Flu-
vià, quien hizo su primera profesión en
14 de enero de 1831, siendo ya presbí-
tero en 1835.
Fr. Salvador de Santa Paula, de apellido
Bertran, hijo de Reus, quien pronuncio
sus primeros votos en 24 de noviembre
de 1831.
Fr. Juan de Jesús, Maria, José, de apelli-
do Casas, natural de Reus, quien hizo
su primera profesión en 19 de febrero
de 1832.
Fr. José de San Luis Gonzaga, de apelli-
do Garrocet, hijo de Barcelona, quien
emitió sus primeros votos en 22 de
IÓ8
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CUAUTO
noviembre de 1832. En 1835 era d\A-
cono (1).
Fr. Juan de Jesús Maria, hijo de Pobo-
leda, Cocinero.
Fr. Ramon.
Fr. José.
Fr. Antonio.
Los carmelitas descalzos de Reus no
participaban menos del temor que los
franciscos en 1835, y esto a pesar de que
parecía que el odio de los revoluciona-
rios no llef^aba en contra de ellos al punto
quecontralos franciscanes. Nodebian em-
però masones y carbonarios parar mien-
tes en pequenas gradaciones de mala
voluntad; y así bajo un mismo punal
habían de caer todos los que vistiesen el
habito o librea de Cristo, fuese cual fuese
su forma o color. Lo comprendieron los
carmelitas, quienes hacía dos meses antes
de su desgracia que noche y dia velaban.
«Ordeno el Padre Prior que los hermanos
> legos de dos en dos, por turno, velasen
»de noche en las ventanas que daban A la
»calle» (2).
En el fatal dia, al modo que el Guar-
diAn francisco, el Prior carmelita visito.
acompanado de otro fraile, al mentado
Alcalde Mayor Don José Maria Monte-
mayor; quien, como a los franciscos, pro-
curo tranquilizar a los carmelitas, afia-
(i) Los nombres de los coristas los saco de
un cèlebre memorial que inserté en mi primera
C'bra, tomo II. pags. 159 y 160, el cual, aunque
carece de fecha, se ve es de los postreros días, y
ademàs de algunes de ellos me consta que el 11^55
estaban en Reus, de dnnde. formando todos curso,
deduzco estarian los demàs. Las fechas de las
profesiones }' demàs circunstancias personales las
tomo de los libros de profesiones de la casa, guar-
dados hoy en la sala de manuscritos de la Biblio-
teca provincial universitària de Barcelona. Se
titulan: «Libro UI (el otro V) de la recepcion de
los S^ovicios del Noviciado de S. Joseph de Bar-
celona desde el aiio ijjó..."
12) San Juan de la Cikz. Revista caimetitano-
leresiana. Ano I, pàg. 40.
diéndoles también la noticia de la llegada
de la tropa. No por esto falto quien, inte-
resiíndose en favor del Prior, deseaba
que pernoctase en casa de un hermano
suyo. Dos o tres frailes se habían ya
ausentado del cenobio. Los jóvenes em-
però fundaron su tranquilidad en la pre-
sencia del Prior en la casa; y éste pernoc-
to en ella para encontrar la muerte en su
puesto como buen soldado (3).
A la hora en que la Comunidad solia
retirarse a las celdas para entregarse al
descanso, algunos, no sin pena, acostà-
ronse; mientras otros continu,íiban en
vela paseando por la casa (4). Oido a poco
algun disparo, alarmaronse los frailes, y
corrieron algunos a la azotea, la que, do-
minando todos los tejados del edificio,
podia facilmente descubrir la causa de tal
novedad. Notaron en efecto insólito res-
plandor en la fachada de San Francisco.
Otros desde las ventanas del piso alto
veían el humo que se levantaba de aquel
convento, oían los disparos y hasta el
lastimero y acompasado tanido de la
campana. Emperò, pasado largo rato, sin
que ningún tumulto se agitase en las
cercas del convento carmelita ni en su
vecindario, donde por todos lados domi-
naba profundo silencio, dejaron la azotea,
sin que por esto la calma renaciera en
todos los animós. Había el superior levan-
tado a los jóvenes la observancia del
silencio, y dejado en libertad de retirarse
segtin reglamento a sus celdas, o conti-
nuar paseando por el convento. Optando
la mayor parte por el ultimo y prudente
partido, entretuviéronse algunos en tomar
anises y beber agua, mientras otros mon-
taban la guardià de las ventanas. Rega-
lada tranquilidad respiraba la atmosfera
en tan infausta noche; brillaba en su
Ueno con luz plàcida la luna; y era talla
quietud y paz del vecindario en aquellos
barrios, que los jóvenes coristas desde
( ;) Relaciíin de l•'ray Juan Casas y Bley, co-
rista, que estaba cntonces en el convento, hecha
a 9 de mayo de 1S80.
(-() El mismo en S de abril de 1888.
MArANV\ li
159
L'IS ventanas del coro oían perfectamente
el murmurar del agua, que manaba de
las fuentes públicas de la plaza de las
Monjas, hoy plaza de Prim, que bien dis-
laba de ellos dos cíentos pasos (1).
Sonado habian las doce cuando un mo
naguillo de San Juan, cuya casa abría
ventanas traseras al callejón de San
Elías, el màs próximo al convento, y
dominaban su huerta, vió desde ellas
pasar tres urbanos, quienes corrieron a
una puerta falsa del mismo huerto, situa-
da en la calle de Aleixar ('_')• Como estos,
otros quizà custodiarían las demàs sali-
das del convento— colegio, que el ataque
de los amotinados no era simulado, cual
hi defensa de la tropa; y si esta para pro-
teger el convento de San Francisco, al
que se liegaba por mil partes, se contentó
con guardar algunas, los revoltosos, para
el logro desús planes en Sanjuan, habian,
según parece, de custodiarlas todas. Los
lïnes de los revoltosos al mandar tales
guardias los ignoro: los hechos muestran
que los amotinados, o preparaban ya el
crimen, o pretendían impedir la salida de
los frailes, o que de algun extrano f uesen
avisados.
Casi fronteriza a esta puerta excusada
hallabase la morada paterna del corista
de este colegio Fray Juan Casas. Antes
del ataque a él, un mozo de la familia, el
cual habitaba en las cercanias de San
Francisco, corrió a San Juan para avisar
al corista hijo de sus amos; mas encon
tro ya ocupada la avenida, y se le impi
dió el paso. Por otra parte, cuando al
principio del ataque al convento el her-
mano lego Fray Antonio, quien por justa
prevención no durmió ya en la casa, que-
dàndose en la huerta, salto las tapias de
ósta y huyó, se le hicieron algunos dis-
paros; y como en el acto dejara caer el
(i) Kelacií'in du [''ray Salvador Bei•lr;in,ci>ii>la.
qUL' L-n las circunstancias descritas se hallaha en
cl convento. Me la hi/o en las Borias del C'ampi
a los I 5 de junio de iSHó.
(-') .Me lo conti'l el mismo nionaguilli>. \n
ochenlón. en i^ de iunio de i8Sii.
habito, que en la fuga solo debia compro-
meterle, creyéronle muerto los amoti-
nados.
Nuevo y grave enigma asalta el paso
en este relato, que Toda plantea y trata
de explicar con estàs palabras: '<Y es
»todavía un misterio saber a quien se
«encomendó aquella gente (los carnie/ï-
»tas) para permanecer toda la noche en
»el edificio mirando con la mayor tran-
»quilidad como ardia San Francisco. El
»P. Domingo fen religión era Padrc
>•>José) Gual esperó demasiadamente en
«las autoridades, y creyó que el odio de
»los sublevados se dirigia exclusivamente
»contra los frailes franciscos* (3).
El corista Fray Salvador Bertran, otro
de los que en momentos tan criticos habi-
taba este convento, al proponerle yo tal
dificultad, busco la solución en los térmi-
nos siguientes: 'iV . no debe admirarse de
»la candidez de los religiosos: los viejos o
»ancianos no tenfan experiència, y los
«jóvenes no estaban acostumbrados à
»quebrantar la clausura. Lo que es de
»admirar es que no fuimos avisados 'Jg-
í>iioraba lo que vió el mouacillo) de nin-
»guno: todo el mundo estaba quieto en
»sus casas, y como la revolución se agi-
»taba lejos de nuestro convento, muchos
»de nuestros vecinos ni tampoco tuvieron
j noticia de ella>^ (4).
jPobres frailes! jCual inocentes ovejas
ducrmen unos, y otros beben agua, den-
tro de su redil, cuyas cercas hace infran-
queables la timorata conciencia; mientras
algunos lobos guardan alevosamente la
presa, esperando la llegada del resto de la
manada, a la que mentidos pastores dejan
en libertad para devorar a su talante!
;Cual pudo ser, pues, la causa de tan
perjudicial inacción de los frailes? ;Qué
pensamientos revolverían estos en sus
animós? cQué consideraciones en favor de
la quietud tanto pesaron? Por el decidido
amor que a la verdad en todo profeso,
( í) Li Uiislració CiïtaL•ii.i, tomo V. p;i^. i8o.
(-l) Caria que me cscribió poco anies do mo-
ir. en iunio de i88o.
160
LICRO TEI^CEBO. — CAPITULO CIAKIO
debo confesar paladinamente que, a pesar
de las exquisitas diligencias que para sol-
ventar tales dificultades he practicado;
que, a pesar de haber una y otra vez inte-
rrogado a Fray Casas, uno de los f railes a
la sazón allí encerrados, a pesar de haber
corrido a las Borjas del Campo con el fin
de preguntar al mentado Fra}- Bertran,
no logré dar con una explicación que
cumplidamente satisfaga. Sin embargo,
atendiendo a lasnoticias de Fray Casas,
parece que la causa de tan rara inacción
f ué el temor a mayores males en la huida
que en quedarse. En julio de 1835 ya en
Cataluna la guerra civil ardía por todos
lados; y Reus, población no muy valiente,
però sí muy acalorada, tomaba tanto
partido en la lucha, que se había fortifi-
cado. El convento de Carmelitas, según
en otra obra indiqué, ocupaba un angulo
de la población, y por lo mismo su huerta
confinaba con la muralla, de tal modo que
en su cerca habíase levantado un torreón
artillado; y si bien en julio la pieza de
artilleria fué retirada, en una puerta del
recinto exterior, muy cercana a dicha
huerta, montaba la guardià una partida
de urbanos, o de otra fuerza semejanle.
Esta, por la razón de la defensa, guarda-
ba en su poder las llaves de la huerta,
desuerte que los carmelitas vivían opri-
midos entre las garras de sus enemigos.
Temerían salir a la huerta en aquella
aciaga noche por no topar allí con los
nacionales, y mucho mas huir por las
puertas falsas de su tapias, espantades
no sin razón por la presencia del vecino
cuerpo de guardià. Así me lo indicaba
Fray Casas. Dominades del pavor, ve-
rían mayor exposición en la huída por la
puerta principal que miraba a la villa,
que el miedo agranda las dificultades y
sin duda les presentaba un peligro en
cada encrucijada bajo las tinieblas de
aquella noche en que el infierno corria a
mansalva por calles y plazas.
Por otra parte, ;cómo el superior pre-
senta en las públicas vías treinta frailes
con sus hàbitos, o a lo menos con sus
Cabezas rasuradas?
En 186S me hallaba en el Seminario
conciliar de Barcelona en posición algo
semejante. Duranle la noche del 29 de
septiembre pasamos horas muy amargas
sesenta jóvenes, corriendo con los supe-
riores jesuitas de una a otra ventana,
oyendo los gritos de los revoluiMonarios
triunfantes, y viendo arder en distintes
puntos del circuito de la ciudad varios
edificios cuya naturaleza ignoràbamos.
Eran los fielatos de consumes. Tedos an-
siAbamos vernos lejos de aquella santa
casa, contra la cual la revolución no
poco odio guardaba acumulado. Però
nuestros prudentes superiores contenían
el inconsiderado temor de los alumnes,
pensando ser imprudència lanzar a la
calle en tales circunstancias sesenta hem-
bres, les mas con corona abierta y sin
disfraz acemodado. Per la manana la
evasión fué fàcil.
Que una notable ignorància del peligro
guiarà en su quietismo al Prior de los
Carmelitas de Reus, bien lo desmienten
las circunstancias antes enumeradas: me-
ses había que el convento dia y noche
velaba: en aquella tardeel superior visito
al Alcalde: algunes Padres pernoctaren
fuera de casa; habíase levantado el silen-
cio, y en fin, la vista y los oides daban tes-
timonio, en el ajeno mal, del propio peli-
gro. Que a la reselución de no moverse
contribuyeran los móviles aducïdes por
ïeda ne lo negaré, pudiendo el Prior fiar
algo en el dicho de Montemayor, cuya
habitación se hallaba en la calle de San
Juan, y ne distante del convento mas de
veinte pases; por otra parte, pudo recor-
dar que el odio de les revolucionaries de
Reus dirigíase, màs que en contra de sus
subordinades, centra de les francisces.
Ni tampoco son para despreciadas las
razones alegadas por Fray Bertran, ya
que la tranquilidad y paz de les barrios
de San Juan eran tales que las familias
de dos coristas del convento, que habita-
ban casas a él centiguas, nada supieron
ni notaren hasta elataque de este edificio:
circunstancia que permitió al Prior pen-
sar que, agitàndose aquella asonada en
MATAN/ A DR rRAILES EN REUS
161
lufjar lejano, era dable esperar que en tal
noche no llegarà hasta su casa. Tales
conjeturas emparo no satisfacen por com-
pleto, que cuando el temor es mucho y el
peligro amenaza mu}' cercano, huéllanse
otros temores; se cortan, no se resuelven,
las dificultades; se pisan las brasas, se
cru/.an los ríos sobre dèbil cana, se esca-
lan elevados muros, y entre teas, puiíales
y peligros de todas clases no pocos se
salvan. Harta ocasión para comprobar
estàs verdades hemos de hallar en el dis-
curso de la presente historia en otras
partes. Concluyamos, pues, de una ve/,
esta digresión sentando que al enigma no
le hallo solucion completa, bien que mu-
cho lo explica el temor de peores males.
A eso de las dos de la madrugada, los
amotinados abandonaron a San Francis-
co. Adelantabase la hora, y las tinieblas,
encubridoras de los grandes crímenes,
rorrian a su ocaso. Los decididos héroes
de aquella noche, que a su obscuridad
supieron clavar alevosos puíiales en pe-
chos indefensos de pobres frailes, no
podían, sin duda, resistir a la claridad
del dia; y así hallandose, como se halla-
ban, en el esplendoroso mes de julio,
cuyas noches corren como rayos, debie-
ron apresurarse para completar su ho-
rrorosa hazana. A su salida de San Fran-
cisco paróse uno en la puerta, y viendo
que el tiempo apremiaba, y que algunos
de sus camaradas, atraidos sin duda por
el amor a lo ajeno, entreteníanse en el
interior de la casa, prorrumpió en des-
tempiadas voces y soeces palabras para
arrancarlos cuanto antes. Partióse en-
tonces la manada, si toda manchada en
sangre, no toda harta; pues mientras los
m.•'is se retiraron a sus madrigueras, para
ocultar allí el botin, y lavar, ya que no
el negro corazón, al menos las ensan-
grcntadas manos, otros continuaren la
ejecución del plan para acabar en aque-
lla noche con los frailes, y tranquilamen-
te enderezaron sus pasos al convento de
San Juan.
Si ante los ojos del Gobernador y del
Comandante, y pasando entre qiiïcit vi-
ves y centinelas y a presencia de los sol-
dades, pudieron llegar a San Francisco,
y quemar las puertas, y entrar en la casa
sin que nadie se opusiera, no habian de
hallar ahora inesperades obstaculos que
les arredraran, ni aun habiendo mengua-
do en mucho el número de los agresores.
Llegaren, pues, sin el menor sobresalto
a San Juan, y entraronse en la plazuela
de ante su fachada.
Los pebres ceristas, que, si bien temé-
resos, algo confiades, al tiempo que vigi-
laban temaban el fresce en las ventanas
del coro, que dominaban en toda su lon-
gitud la calle de San Juan, repentina-
mente hehironse de espanto al ver el
grupo que hacia ellos caminaba. Ciegos
por el miede, corrieron al coro de los
Dolores, desde el coro grande, por un
paso directe que unia a ambos; 3' de
aquí subieron a la bóveda de la misma
capilla de les Dolores, escondrije que ya
de antemano habíanse preparado, atan-
do para la subida en un fuerte clavo del
interior de la estancia una cuerda que
por la boca colgase hasta el suelo. Reti-
ràronse entre pelvo y telarafías al extre-
mo opuesto de aquel desvan, al punto
que cubría el camarín, salvando en la
travesia algunas dificultades; perquè, le-
vantàndose en el crucero la bóveda para
formar una como cúpula, estrechabase
entre ella y la superior techumbre el
paso, hasta exigir que les fugitives se
arrastrasen cual lagartos. Para impedir
el acceso de los amotinados aeste puerto
de salvación, les fi^ailes, al penetrar en la
beca de él, recogieron la cuerda por la
que habíanse encaramade. Emperò, en
la precipitación y agobio de la fuga, ha-
biéndose uno de ellos quitado el habito,
dejólo olvidado al pie del agujero, dis-
tracción que a él y a sus hermanos podia
costar harto cara. En la huida a las bó-
vedas el Padre Lector «cayó desmayado,
»mas el hermano Fr. José de San Elías
»le condujo con gran trabajo, pues habia
»muy mal camino» (1). El joven Fray
(i) San Juan ./e la Cru:, lu.ir.ir cit.
162
LIBKO JKKCEUO. — CAPITULO CL ARI
Juan Casas corrió, no sin peligio, a tocar
'/^/>^F
la campana en demanda de auxilio; iinú-
til prevención!, que quien, debiendo vigi-
lar, dormia ya a las diez de la noche, y
no desperto ni por la campana, ni por las
descargas de San Francisco, ni por los
gritos de la plaza Mayor, no debía desve-
larse a las dos de la madrugada porque
en el apartado convento de San Juan se
agitase un poco la campana. Así Fray
Casas llegó el postrero a la bóveda de
los Dolores, donde con él quedaban reu-
nidos de veintitrés a veinticinco frai-
les (1), uno de ellos lego y dos presbíte-
ros, llamados estos Padre Pablo de Santo
Tomàs, de apellido Torner, lector de
Filosofia, y Padre Diego, Subprior (2):
merced a los cuales pudieron todos con-
fesarse, lo que en el temor,
que les oprimia, de una muerte
pronta, efectuaren acelerada-
mente , practicando solo lo
substancial del sacramento, pues para
mas dilaciones no daban lugar las cir-
cunstancias (3).
Los demàs frailes corrieron despavori-
dos por distintos lados, que el
espanto, si a veces aviva la
inteligencia, otras la obscurece
casi por completo. El Prior
Padre Domingo Gual, o sea
José de Santo Tomàs, y el
Padre Pablo del Carmelo sa-
lieron a un tejado que se extendía a
nivel del segundo piso, \' allí se acurru-
caron. Un hermano lego, llamado Fray
José, se salvo metiéndose en unos como
nichos que entre sus vigas y el techo de
las celdas formaba el tejado. El Padre
Andrés de Jesús Maria, ex general, que
^of.
TCxiltyL
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enfermo yacía en cama, no pudo mover-
se de su lugar. Tampoco el Sacristàn
Padre José de Santa Catalina, entrado
C-*^ éÇ: <iV^ o^ tS
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CaÚ^a^f^^
ya en anos, abandono su querida celda.
El lego Fray Juan de Jesús Maria, coci-
i^*~a^'^• c/í>ayr/T0() a• cZïS'^ íy^^^^^/T i^a^^y^rA.
nero, subióse al tejado de la iglesia prin-
cipal. Otros, como el presidente de las
conferencias de Moral, Padre Francisco,
y los coristas Fray Cosme, presbítero,
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C/Í^jj^ t/&
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Ccutyy\.ao
y Fray José de San Luis, diàcono,
ofuscados por el espanto, en aque-
llos apuros no supieron qué partido
tomar, y quedaron en diversos lu-
gares del convento. Finalmente, los
(i) El arliculi>la de S^th /tia/i de
Ij Cru: dicc Ireinla.
(.;) Relación que me hizo en o de
mayo de 1880 cl mismo corista Fray
Juan Casas.
(■\) Relaciones de loï corislas de la bó\eda
Frav Casas v l'rav Bertran, va citadas.
^^^/ ^ í/-^
í^
yfUujIo //^'7<íyí
dos mozos del Servicio de la casa, ya en
la hora de acostarse, repugnando pernoc-
MATANZA DE FKAILES EN RELS
163
tar entre las paredes del convento, refu-
giaronse en la noria del huerto, y en el
momento del peligro, entràndose por la
mina del agua, escaparen, yendo a salir
al molino (1).
Discordes andan los testigos sobre el
modo y lugar por donde los amotinados
penetraron en el edifïcio de San Juan. EI
vecino monaguillo cree que, provistos de
las escaleras de mano con las que los
dependientes del municipio encendían los
faroles del publico alumbrado, salvaron
la pared que separaba de cierto patio
situado a la izquierda de la plazuela, al
pie del edificio convento, esta pequena
plaza. A él daban las ventanas de la
escalera mayor; y si bien a la del piso
bajo la protegia robusta reja de hierro,
sirvieron precisamente sus travesanos
para escalar la siguiente y entrar por
ella en la gran artèria de la casa, la
escalera; que cuando la Autoridad y la
fuerza pública no velan, inútiles son pa-
redes, llaves y rejas. Fray Casas, por el
contrario, asegura que, al llegar frente
al convento, los amotinados hicieron una
descarga, con la que diéronse mutuo
aviso de su llegada los que se hallaban
ante la puerta principal, y los que ocupa-
ban la parte posterior de la huerta. Los
primeros, por las llamas, abriéronse paso
en la puerta llamada de los carros, en la
izquierda mano de la plaza, mientras
otros saltaban las paredes de la huerta;
desde donde por varios puntos, según
cree, però especialmente por la puerta
llamada del horno, lograron penetrar
en el interior del convento.
Dominada ya la dificultad principal, y
duefios de la casa, alumbrandose con an-
torchas, recorriéronla por todos lados. Las
puertas cerradas oponianse, no obstante,
a la entrada en muchas estancias; mas,
para esto, uno de ellos llevaba un mazo
de hierro, con cuyo auxilio, y mediante
un recio golpe en cada cerraja, abríanse
fiícilmente todos los pasos. Los espanta-
des vecinos, que acosados de la curiosi-
í 1 ) iíclación cllacla de !■'
luan Casas.
dad y del afecto a los frailes, observaban
tan triste escena desde las rendijas de
sus ventanas, no atinaban en la causa
de los desaforados golpes, que como sor-
dos disparos sonaban a cada instante (2).
La primera víctima de tan ciega como
injusta sana fué la persona mas califica-
da del colegio-convento, el ex general ya
nombrado, Padre Andrés, hombre octo-
genario, y en todos conceptos respetable.
En su pròpia cama recibió dos balas en
el costado, una en la cadera y otra en el
pecho, y para que màs apareciera la
ràbia de los verdugos, aplicàronle a la
b^ca una antorcha encendida (3)
El Padre José de Santa Catalina, sa-
cristàn, al oir en el corredor de su celda
el siniestro tumulto, acudió a la puerta
de esta, estribando contra eila con todas
sus menguadas fuerzas para evitar así
que fàcilmente cediera; mas los amotina-
dos, de un disparo, atravesaron no solo
las tablas de aquella, sinó el cuerpo del
pobre religioso, cuya sangre fué a parar
a la ventana opuesta (4).
El presidente de las conferencias de
Moral, Padre Francisco, y los coristas
Fray CosmeyFray José, que, como arri-
ba indiqué, no siguieron a sus compane-
ros a la bóveda de los Dolores, perecieron
en distintos lugares. El cadàver de uno
de los últimos fué hallado en el fondo del
cubo destinado al descenso de las pesas
del reloj (5).
Cuando ya los amotinados pensaban
retirarse, en el corredor del segundo piso,
y frente a la Biblioteca, repararon en
ciertas puertas, que estimaron ser de un
armario. Abrenlas presurosos, y con sor-
presa vieron ser los postigos de una ven-
tana que por encima de un tejado daba
al huerto. «tCómo?, exclama uno, óyense
»quejidos». Alarga la antorcha sobre el
(2) El monaguillo vccinn arriba Indicadü nio
lo conto oido por cl misnio.
(i) Relaciones de! monaguillo. de fray Casas
y de l'ray Bertran.
(_() Relaciones del ni•inaj;uill•i y de fray Casas.
(í) Rclacii'>n del miMiaf^ullio.
164
I.IIJRO TERCERO. CAPITULO CUARH
tejado, y a su resplandor descubre a dos
religiosos allí tiernamente abrazados, el
Padre Prior y el Padre Pablo del Carme-
lo. En el mismo lugar.conel fusil,uno los
dejó cadàveres, que al dia siguiente el
pueblo desde una era vecina, Uamada de
Miró, avidamente observaba.
Se dijo que los amotinados, en su afàn
de matar frailes, al recon-er el convento,
no olvidaron la bóveda de la iglesia, la
que por cierto agujero comunicaba con
la de los Dolores, que tan buen número
de jóvenes religiosos ocultaba: rCómo no
penetraren por ella los que tan àvidos
andaban de la sangre de los frailes? «Mas
»de cuatro veces, dice Toda (1), los frai-
>^les (de diclia bóveda) oyeron con espan-
> to que los sublevados llegaban hasta la
«entrada de su refugio, y otras tantas
»pudieron respirar al ver que retiraban,
»porque una corriente de aire de la bóve-
»da apago las teas que les servian de
»guía en aquellas alturas, à las que à
»buen seguro ninguno de ellos había en
»tiempo alguno subido. Esta circunstan-
>:'CÍa ahorró una carniceria que hubiera
»sido horrible». La corriente de aire fué,
en realidad, según parece, el medio de
que se valió la Divina Providencia para
salvar la vida a los veinte y tantos frai-
les que fervorosamente pedíanle allí au-
xilio. Porque ya fuese que la tea se apa-
gase, como cuentan Toda y otros, ya que
la corriente de aire arrojase la llama so-
bre la mano del amotinado y se la quema-
se, como dice alguno, fué el viento quien
inutilizó la acción. Porque se me dijo que
uno de los amotinados, llamado Pedró
Garrit, queriendo por un ovalo introdu-
cir la antorcha en la estancia para desde
fuera poderla reconocer, soplando con-
trario el aire, arrojó la descompuesta
llama sobre la mano de aquél y se la
quemó. Tiro Garrit entonces la antorcha
dentro de aquel desvàn, però ni vió a
nadie, ni prendió el tuego que, instru-
mento de la Justícia de Dios, dejó fuerte
quemadura en la mano cruel del amo-
(i) I!usli\Tció calaliTihi, lu.uar cit.
tinado, quien por tres meses llevóla
liada (2).
En 1850, un escritor reusense inauguro
su carrera literària publicando, bajo el
seudónímo de Fray Anastasio Timora,
doiiiiiiico exclatístriido, una novelita his-
tòrica titulada La mancha del siglo (3),
cuya trama se basa en el crimen que
relato. Place al animo cristiano el lauda-
ble espíritu del autor, en todo allí favora-
ble a los frailes; al paso que desagrada
la mezcla de la novela, que impide al
lector discernir con certeza lo hisiórico
de lo inventado. No creo que siempre
después este autor perseverase en este
espíritu de piedad, pues, como diré ade-
lanle, tradujo màs tarde Los sicte peca-
dos capitales del pérfido francès Euge-
nio Sué. En la pintura de lo de Reus, a
Jacobo, uno de los jefes amotinados,
hombre de genio anómalo, que guia a
sus companeros a San Juan, acompafla
por todos lados un joven, fingido incen-
diario, según el novelista, hermano de
un carmelita, quien, al mezclarse con los
criminales, no intenta destruir y matar,
sirio salvar por encargo de su madre a su
querido hermano. Según el autor, llega-
des ambos con la turba a la portezuela
de la bóveda de los Dolores, el primero
la abre e introduce en ella la antorcha y
la cabeza. «Y en efecto: apenas tiende la
»vista por la opaca bóveda, ofrécese a
»sus ojos un cuadro tierno y admirable,
»la idea de cuya destrucción bastó para
«detener la mano del iluso. Todos los
»coristas y novicios del Càrmen, replega-
»dos en uno de los huecos de la bóveda,
»asomaban à una las cabezas por encima
»de aquellas, dirigiendo la vista al cielo,
(j) Me conto este hecho de Garrit D. P. \\..
reusense, y anadiú que csto se supn porque des-
pués el mismo Garrit lo contaba.
(3) La mancha del siglo o las victimas reli-
giosas. Obra escrita por Fr. Anastasio Timora
f dominica e.xclaustrado) y dedicada a la memò-
ria del venerable predicador franciscana b'rai
José Balmes, víctima iltislre del siglo XIX. Gra-
cia. Imprenta de Robcrlo Torres, írS'jo.
DE i RAILES EN REI
165
xllorando y cruzadas las manos en ade-
ï-man suplicativo, Apenas Jacobo divisó
-aquel encantador é inocente grupo de
ïjóvenes, cuando por un impulso acaso
>de compasión espontànea, hizo el ade
> man de anojar la antorcha que Uevaba
>en uno de los rincones de la bóveda
«Apagóse de este modo la luz y, aprove
»chando la favorable casualidad de habei
»ocupado solo el espacio de la portezue
> la, por la que sus secuaces no habian
' podido ver a las victimas, retrocedió
> Jacobo enseguida, entornando tras sí la
»puerta y diciendo en alta voz: Nadie...
> nadie! Ni un fraile hay siquiera en todas
>esas bóvedas» (1); y así estos se salvan.
Me interesé en conocer los grados de
verdad del tal relato, que siempre cauti-
van la compasión y la caridad, especial-
mente sobrenadando por encima de las
negras olas de injusticias y crueldades.
A este fin, 3' mediando amigos, llegué a
interrogar al mismo don Jaime Llord,
al cua! sospeché se aludía, bien que entre
libertades novelescas, en Jacobo. A quien
le preguntaba respondió don Jaime que,
siendo él enemigo de escenas sangrien-
tas, tarde ya acudió a San Francisco, de
modo que a su llegada los amotinados
habian abandonado aquel lugar: que en-
caminóse entonces a San Juan, donde,
sin que pueda precisar por qué parajes
pasó, llego a la bóveda de la capilla de
los Dolores; que allí, viendo a los frailes
que mutuamente se exhortaban a bien
morir, para salvaries exclamo: «huyan
Vdes., huyan> : y aquí termino su rela-
ción. Un conocido letrado, hijo de Reus,
me repitió que Llord estuvo en la bóveda
de los Dolores, y que al topar allí con las
victimas se horrorizó, de modo que, al
salir de ella, como diese con los amotina-
dos, los desvio del lugar, afirmandoles
que ningim fraile se ocultaba en aquellos
escondrijos. Me anadió: «Llord fué libe-
»ral por la idea revolucionaria, mas nun-
»ca se despojó de su buen corazón».
En todo juicio ordenado, cuando con
(1) Pii-s. I M y i;í.
veras se trata de inquirir la verdad, de
bese oir a las dos partes litigantes, y
sobre ambos dichos el justo juez ha de
fallar; por cuya razón trasladé pronta-
mente estàs noticias al corista Fray
Casas, deseoso de que me atestiguara si
en ellas se encerraba la verdad. Nadie
como él, que conoció y trató personal-
mente a Llord, y fué víctima en la terri-
ble escena, podia sobre ella arrojar tanta
luz. Lastimosamente opino no ser verdad
la buena acción atribuida a Llord, fun-
dàndose en que ninguna memòria guarda
él del hecho; y en que, hallandose los co-
ristas en el punto de la bóveda opuesto a
la entrada, era casi imposible fueran
vistos en horasde obscuridad. El parecer
del corista Bertran coincidió por comple
to con el anterior, fundado en las mismas
razones de la distancia que separaba del
lugar donde ellos estaban la boca de la
bóveda, y la completa obscuridad. Sobre
tan opuestas sentencias dejamos al lector
que juzgue y forme su opinion, mientras
yo me atengo al verosímil relato de Pedró
Garrit.
Las tinieblas y la no exigua extensión
de la huerta, con los almendros que la
poblaban, dificultaban a los amotinados
registraria por completo para inquirir si
en ella se ocultaba alguno de los iner-
mes a quienes tanto odiaban. No les sufrió
la ràbia que por falta de actividad un
fraile se escaparà, y así, para escudriiïar-
la en un momento, situaron un amotinado
al pie de cada àrbol, y en el centro levan
taron gran hoguera con la cual toda la
huerta quedo iluminada. I, os vecinos,
que, asomados a las ventanas, seguian
con afan el curso de la tragèdia, temiendo
por la pròpia seguridad al ver sus casas
y personas completamente iluminadas,
presurosamente se ocultaron tras los pos-
tigos (2).
El odio de la revolución contra el con-
vento de San Juan, aunque en apariencia
inferior al dirigido a San Francisco, igua-
(j) .Me lo conli) cl vccino monacilio. que luc
uno de lo? que lo vió y se oculto.
166
LIURO TERCERO. — CAPn'DI.O C.UARTO
làbale en la realidad; que no se basaba
en fútiles pretextos, según creen càndi-
des, como largamente luego hemos de
examinar, sinó en cruda enemiga a los
principios y virtudes cristianas. Por esto
en los Carmelitas observaron los amoti-
nados el mismo orden de actos y método
que en los franciscos; y así, asesinados
cuantos religiosos se pudieron haber, en-
tregaron el templo a las llamas, empe-
zando por el retablo mayor, y siguiendo
luego por el de la Comunión, o del Car-
melo (1).
La Divina Providencia velaba por los
pobres coristasde la capilla de los Dolo-
res, pues cerrada la verja de hierro de la
entrada, los amotinados la abandonaron
sin pegarle fuego. La luz del dia, enemiga
de los grandes criminales, y que a mas
andar iba entrando, empujóles hacia la
puerta del patio o de los carros, por
donde salieron del sagrado lugar de sus
crueldades para ir a ocultar su botin y su
vergüenza, si alguna abrigaban, en los
garitos donde sin duda moraban.
Sí, sí, el botin, porque, aun cuando
carezco dedatosciertos de que se robarà,
creo no equivocarme suponiendo que de
lugar enriquecido con objetos de plata
no habían ellos de salir con las manos
enteramente vacías. Ignoro qué fué de
los vasos sagrados, ternos y demàs alha-
jas; mas estimo racional conjeturar que
quizà algunos perecerían entre las llamas,
y otros que no fueran robados, serian
destinades, restablecido el orden, al Ser-
vicio de alguna iglesia, ya que en la
parroquial hasevisto alguno de los que
fueron de San Juan (2). Mas radical ïoda
en este punto, narrada la matanza y que-
ma, escribe estàs palabras: «Al dia si-
»guiente, o sea 23 de julio, cuando ya era
»suíicientemente tarde para corregir el
»mal, apareció la Autoridad, ordenando
(i) Relacií'm cIl-I mentado monacillo.
(2) Relación de Fr. Salvador Bertran. Fray
Casas me dijo que cl vino fué derramado y que
l'tros objetos sulrieron el saqueo, però no fijó si
en el momento del incendio o después.
«que los conventos fuesen custodiades por
»la fuerza piiblica. Mas ni aun asi llegóse
>^a. impedir que de ellos se robase cuantos
»efectos habia respetado el fuego. Màs
«tarde, al hacerse tapiar las puertas, los
>^ladrones entraban en ellos saltando las
»paredes, y para herir la asustadiza ima-
»ginación del pueblo, algunos llevaban
»farolitos de color y cadenas de hierro, lo
»que hizo popular la creencia de que en
»los conventos durante la noche apare-
»cían almas» (3).
Mas no porque los coristas de la
bóveda de los Dolores sacaran incòlu-
mes sus vidas, escaparen sus ànimes
con paz, pues aunque el fuego no les
abrasarà, el espanto y zozobra les con-
sumia el corazón. Bien lo adivinó Toda
en las líneas mucho mas arriba inserta-
das. Cada vez que desde los tragaluces
del desvàn observaban las antorchas re-
corriendo el huerto y la iglesia, u eían
los desaforados golpes de las puertas, o
los dispares, que come truenos resonaban
en el interior de la espaciesa casa, o los
satànices grites de sangre y de blasfèmia,
su corazón debía de helarse pensando en
los Padres, amigos, cuya muerte aquelles
estrepitós anunciaban; triste presagio de
la que a sus ojos dentre de peco a ellos
esperaba. Mas el espanto llego sin duda
a su colmo cuando los vecines ventanales
de la iglesia vomitaren primero negre hu-
mo, y muy pronte potentes llamas, que no
hallando bajo la bóveda suficienteespacio
para su vuelo, salian, revelviéndose como
culebras infernales, por todas las abertu-
ras de la nave. No se sació el fuego del
averno con roer en los altares el trono de
Jesús y de sus Santos; sine que, rompien-
do la techumbre, quiso dirigir contra las
nubes y los cielos sus amenazas. Y crecían
el susto y el espanto al notar que también
(;) Iltistraciú L.Ttíilana. Ano \'. p:i,^. li^i'.
Esto dió pie a una novelita históriea titulada;
La somhra del religioso ó Corsino V SLil'i'iii.r en
el convento incendiada. Kovela original espafio-
la por D. ,/. S. y C. Barcelona. Imprenla de los
herederos de .\guslin lioca. Anc i8;6.
MATANZA Dlí 1 RAII.IÍS F.X UKI'S
167
los ventanales de los Dolores arrojaban,
si no llamas, humo, y al sentir el calor
que, procedente de la iglesia, creian pro-
venia de la capilla sobre la que se halla-
ban. Crítica era por demas y alarmante la
situación de estos frailes, que por todos
lados tenían cerrado el paso para la
vida: sobre su cabeza solo las nubes y
la humareda, bajo sus pies las brasas,
la puerta por donde entraran hecha un
volccSn, el huerto que les rodeaba domi-
nadó por los amotinados; única perspec-
tiva posible, rodar dentro de poco sobre
las ascuas, para en seguida morir allí o
aplastados o asados. Si fué adorable desig-
nio de la Providencia que escaparan del
hierro y del fuego, no lo fué menor que
todos salieran de allí con mente sana
después de largo rato de aprieto, de an-
gustia, de agonia tanta (1).
Ausentados de la casa los amotinados,
dominó al edificio y a su huerta prof undo
silencio, interrumpido solo por el crujir
de los hundimientos del incendio; 3' como
ni el humo ni el calor aumentaran en los
Dolores, los frailes empezaron a abrir su
pecho a la esperanza, creyéndose libres
de los dos peligros, de los verdugos y las
ascuas. De aquí que entre aquellos frailes
pronto se tratara de excogitar medios
para evadirse de aquel cadalso; y mien-
tras unos opinaban ser preciso salir de
allí pronto, otros observasen que si bien
el tumulto cesara en San Juan, podia
arder todavía en las calles; y así, esca-
pades ellos con vida del lugar de la ma-
tanza y de las ascuas, ballar la muerte en
una plaza. Convinieron en esperar a que
hablaran las circunstancias, y quedaren
observando el huerto desde las ventani-
llas o tragaluces de la bóveda (2). Los
vecinos, al amanecer, viéronles asomar
por ellas los palidos rostros, los que, al
notar extranas miradas. luego se oculta-
ban (3). Amanecido ya, bien que muy de
mariana, oyeron voces en la huerta, que
(i) kelacinii de l'rav C^asiïs.
(j) Rclaciún do l•iay Salvador líeiUàn.
(i) kclacií'in del iiinnacillii vccino.
conocieron no ser las roncas y blasfemas
de los amotinados. De pronto el entonces
corista Fray Juan Casas exclama: «Esta
»es la voz de mi padre. Deseo salir. —
»Bien, sal si quieres, le dicen sus herma-
»nos, però si eres preguntado si aquí hay
«otros frailes, no nos delates». Con certe-
za pudo el padre de Fray Casas encami-
nar sus pasos al pie deia capilla de los
Dolores, j'a que su hijo antes del atenta-
do, y en la previsión de que éste se reali-
zara, habíale indicado el punto donde en
tal caso pensaba ocultarse (4). Asomóse
el corista a la ventanilla, y viendo real-
mente a su padre, tejió con las correas
del cinto y los escapularios una cuerda,
por la que se descolgó. En la huerta,
ademas de su padre, halló al alcalde de
barrio don Jaime Cabret y fuerza de ejér-
cito; con lo que comprendió que el orden
había recobrado su justo imperio, y así
anuncio que en la bóveda quedaban sus
hermanos, y la necesidad de salvarlos.
Acordóse ir por escaleras de mano;
mas como los frailes entendieran que la
hora de la salvación había Uegado, no
sufriéndoles el corazón tardanza alguna,
quisieron prontamente bajar. AI modo del
n;iufrago, que, librado sobre fràgil bote
de recia tempestad, al aproximarse a la
costa, no espera el desembarque, sinó
que afanoso se tira a las olas para con
presteza abrazar la tierra deseada, así
algunos descolgàbanse por la indicada
cuerda de correas y escapularios hasta el
tejado de las capillas laterales de la igle-
sia; mientras algiin otro, aun mas impa-
ciente, se tiraba, no sin lastimarse, sobre
la copa de un vecino laurel. Mas como, al
bajarse por la cuerda y capillas, uno se
estropeara un tobillo, los restantes tuvie-
ron que esperar la llegada de dos escale-
ras de mano, que empalmadas una al
cabo de otra, pues solas no bastaban,
alcanzaron a la bóveda, que bien se levan-
taba del suelo como dos pisos, y por ellas
bajaron los restantes frailes.
l'asando entie lïlas desoldados, los reli-
.lacií
L-^ do f rav (-asas.
168
LIBRO rifUCERO. CAPIIUT^O CIJAKII
giosos fueron depositados en la casa de la
noria, situada en la misma huerta del
convento, adonde la família de Fray
Casas acudió a auxiliaries con bebidas,
alimento y consuelos. De aquí algunos
pocos, hijos de Reus, como Fray Casas y
Fray Bertran, fuéronsè a las habitacío-
nes de sus padres, juntàndose al primero
el corista Fray Baltasar Torroja. Por la
tarda los demas fueron trasladados a Sa-
lou, uniéndose desde entonces a los fran-
ciscos, que si hermanos eran en religión,
fuéronlo también en la desgracia y hasta
en los últimos pelig-ros y sobresaltes con
que màs alia de este puerto toparon (1).
En punto mas peligroso que el desvAn
de los Dolores, pues que al fin el voraz
elemento respetó esta capilla, dejamos
ohidado, en el tejado de la iglesia princi-
pal, a otro fraiie, Fray Juan de Jesiis
iMaría, hijo de Poboleda. Acosado por el
incendio del retablo mayor, y envuelto
en la nube de humo que brotaba de las
ventanas de ambos lados, retiróse hacia
los pies de la iglesia; mas, adelantando el
fuego, a cada instante tenia que ceder
terreno, previendo, sin necesidad de gran
perspicàcia, però sí con grande espanto,
que pronto en el frontis ballaria cortada
la retirada. Dueflo de toda la nave el
incendio, quedo solo al fraiie la alta cor-
nisa del frontón de la fachada, donde si
a duras penas escapaba de las llamas, no
se libraba de la asfixia y de las importu-
nas miradas de toda clase de gentes de la
calle. Previendo el pelígro que las lilti-
mas encerraban, pues tras los ojos po-
dian seguir las balas, tendióse a lo largo
de la cornisa, tapóse la cabeza con la
capilla, y íingióse muerto. Tal le creye-
ron, al levantarse el dia, los vecínos y
cuantos pasaban por aquella plaza, agru-
pàndose allí mil curiosos que le contem-
plaban envuelto en humo y volantes
pavesas (2). En tan crítica situación pasó
(i) Relación de Fray Juan Casas y Fray Ber-
tran.
(2) Relaciones del monacillo, de Fray Casas,
Fray Bertran y otros muchos.
el fraiie cinco horas interminables, que
bien podia suceder finalizaran cuarteàn-
dose la fachada, y dando con él en los
escombros, las piedras y el fuego. Nola-
ron, emperò, algunos de la calle que se
movia, y la gente, que por un sentimien-
to espontàneo de compasión se intere-
saba por el fraiie, a la una exclamo;
«iesta vivo!»; y un albanil corrió a sal-
varle. Operación era esta que no ofrecia
pocas dificultades, tratàndose de trepar
hasta lo alto de una pared casi aislada,
salvo por los extremos donde con las
laterales del templo formaba angulo. Pa-
sando por éstas, Uegó el albanil a la
fachada, mandó al fraiie que se quitara
el habito, cargóse al pobre resucitado en
sus espaldas montado sobre sus lomos;
5' asi, de pie, entre humo, y teniendo a su
lado el incendio de la iglesia, camino por
el grueso de la pared lateral, trayendo el
lego a salvamento. Conocía a éste todo
el pueblo, por ser quien diariamente acu-
dia a la compra, y llamabanle, como
cocinero, Fray Juan de los gatos (3).
De una revista moderna de la Orden
copio la siguiente nota: «Los nombres de
»los religiosos que fueron asesinados son
>4os síguientes: Rdo. P. Andrés de Jesús
»María, ex-general de la Orden, natural
»de Centellas, de 85 anos de edad y 68 de
>/relígión, casi totalmente ímpedido
»Rdo. P. José de Santo Tomàs (P. Gual),
xexprovincial, de 59 anos de edad y 43
»de religión, natural del mísmo Reus;
»era en dicho afio Prior del Convento.
>Rdo. P. Pablo del Carmelo, confesor,de
w6 afios de edad, y 49 de religión, natu-
*ral de Solivella. Rdo. P. José de Santa
»Catalina, natural de Borjas del Campo,
>^de 70 afios de edad y 52 de religión,
»desempenaba el cargo de Sacristàn ma-
»yor. Rdo. P. Manuel de Santa Ana,
»epactillero de la Orden en Espafla. Rdo-
»P. Francisco de San Roman, natural de
»Cervera, de 72 anos de edad y 58 de reli-
»gión, presídente de las conferencias de
»Teología Moral del propio Convento.
(5) Rclaciún del monacillo vecino.
.MATANZA DE IRAILKS EX REUS
169
)Los coiistas colegiales fueron Fray
xCosme de Jesús Maria, natural de San
"Miguel de Fluvià, de 27 aiïos de edad y
>.5 de religión; y Fray José de S. Luis
>'Gonzaga, natural de Barcelona, de 23
>anos de edad y 3 de religión. Fray Ra-
>^món fué el hermano lego asesinado
>;cruelmente como todos los anterio-
-res» (1).
Los venerables restos de los martires
de aquel claustro carmelitano, a los ojos
de la autoridad, o de las personas a cuyo
cargo corrió la ya desierta casa, no me-
recleron, según parece, la honra del en-
tierro cristiano, puesto que fueron inhu-
mados, cual los brutos animales, junto a
la huerta, en un patio del mismo Con-
vento. Ignoro qué causa pudo impedir
que, a beneficio de las sombras de la
noche, y en carro cerrado, se les trans-
portase al cementerio eclesiàstico. Se
contentara el corazón cristiano con que
en la conducción se tratase a los frailes
como a ajusticiados, a trueque de que
descansaran en lugar consagrado por la
Religión y perfumado con las oraciones
de los fieles; bien que las víctimas caídas
al ímpetu del odio a Cristo, de sí despi-
den olor santó que embalsama y consa-
gra los lugares profanos donde des-
causan.
Al cabo de algunos meses, o quiza dos
aflos (2), los restos de esta iglesia, y la
gran capilla de los Dolores, fueron derri-
bados. «En 22 de diciembre de 1843, dicen
»los Aiialc.•i, el Regente del Reino hizo
Kconcesión al Ayuntamiento de los con-
>'Ventos de S. Francisco, monjas carme-
»litas y conventü de S. Juan, éste con su
«huerta. Mas tarde la parte que consti-
»tuía el convento fué convertida en hos-
(i) San /nan deia Cru:. I<e'<'isla... cit. Aiin I.
o sca i8i]i)-iSiii . pàgs. ^9 y ío.
(j) Los Anales históricos de Heus se- conlia-
diccn en csla partc, pues en la pàg. 25ÍS fijan el
dcrribo en ei ano 18 55, y en la ^.^ lo ponen en cl
\^-^-. El autor, aunque en la gencralidad de las
noticias de este su libro mcrece te. en alguna csui
dcsnicmoriadii.
»pital civil, y sus bajos ocupados por las
»escuelas públicas primarias». La anti-
gua sacristía forma hoy la capilla del
Hospital, en el cual se conserva el altar
de San José, que pudo escapar al incendio
de este templo.
Por azar, según Toda, se salvo la pre-
ciosa biblioteca; mas los citados Anales
liistóricos de Rens categóricamente ase-
guran que «sin embargo de haberse colo-
»cado despues (del incendio 1 una guardià
»de la milícia, al otro dia fué incendiada
»la biblioteca» (3). Y no està el dano en
que a un testigo pueda oponerse otro,
sinó en que a la voz de BofaruU se jun-
tan las de Fray Casas y del vecino mona-
cillo, conviniendo unànimes los tres en
que pereció entre las llamas.
1.° Esta casa, a lo que se ve, en cali-
dad de colegio, poseía bienes. Por escri-
tura ante don Joaquín Cortadellas, nota-
rio de Hacienda de Tarragona, en esta
Ciudad, a los 21 de diciembre de 1850,
dona Raimunda Vidal, de Reus, compro
al Estado, procedente de esta Comunidad,
'<una pieza de tierra de 5 jornales de
»estension de 1,000 cepas cada uno, la
»mitad de dicha finca yerma, y la otra
»mitad contiene algunos avellanos y ce-
»pas de clase ínfima, que se balla en el
»término de Riudoms y partida del Mas
ide'ii Pubill, y linda.... à Poniente con
»la carretera de Borjas à Cambrils, y à
»N. con el camino llamado del Manso de
sÇiols, por el precio de 20,000 reales, ó
sea 1,000 duros. No puedo especificar el
modo del pago por no haber podido ver
la carta de pago (4).
2.' Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas, en Tarragona a 9 de enero de
1837, la Hacienda pública dió a arriendo
la huerta que este convento tenia en
Reus, la cual estaba cercada de paredes,
medía 19 V, jornales, y parte de ella goza-
ba de regadío.
3.° Por escritura ante el mismo don
Joaquín Cortadellas, en Tarragona, a 10
(0 Pag.
[A) F..I.
I?. .\no 185Í de la
14 del protocolo.
cdición.
170
LlIiRO TF.RCF.RI
■CAPITULO Cl'ARTO
de mayo de 1851, don Francisco Corbe-
lla, de Tarragona, compra al Estado,
procedente de los propios Carmelitas de
Reus, «una pieza de tierra de sembrada-
»ra y riego, de estension 2 jornales y V-j.
«plantada de 117 avellanos 37 olivos....
»disfruta de 1 ^/j hora de agua semanales,
>sita en el termino de las Borjas }' parti-
>da las farrateras....» por el precio de
52,000 reales, o sea 2 600 duros. De los
cuales, en Tarragona, a 6 de abril de 1851
pago el quinto con un titulo del 5 conso-
lidado y metàlico en equivalència de otro
al tipo de 16 por 100 y metàlico en equi-
valència de otro del 4 al tipo del 12 'Vs (!)•
Poca pericia en el arte de echar cuentas
es menestei- para calcular el menguado
desembolso que al comprador costo el
pago del quinto de los 52,000 reales, pues
la misma escritura nos da los datos o
tipos para el calculo. El quinto es 10,400,
o sea 520 duros. Comprados parte al 16,
parte al 12 'Vs por 100, costarían unos
80 duros.
La Casa de Misión o de Paúles, la que
también estaba sentada fuera deia villa,
fuédichosamente olvidadadel furor revo-
lucionario. Los cinco Padres de su Comu-
nidad no residían en esta su casaconven-
to, pues desde que fué convertida en
hospital de coléricos vivían en la pròpia
de la Cartuja de ScnlaDei. Sin duda
debido a esta circunstancia los amotina-
dos no se acordaron de ellos, y así los
religiosos huyeron sin tropiezo a Cas-
tellvell.
Por escritura ante don Joaquin Fàbre-
gas en Tarragona a los 10 de enero de
1837 la Hacienda pública da en arriendo
el huerto «cercado de paredes, de cabida
»tres jornales y un cuarto con olivos,
«almendros, vina, avellanos y parte rega-
»dío con algunos ílrboles frutales que
»antes era propio de los PP. Seminaristas
»de la villa de Reus, situado en la misma
»villa».
(i) Fol. ;03 del protocolo.
ARTICULO TERCERO
EMBARQUE DE LOS RELIGIOSOS
DE REUS
A la manera que el saiiudo milano
observa y amenaza por largo rato a la
banda de palomas, y al fin, cerrando coh
ella, hace presa en una con üespiadada ga-
rra, mientras azoradas las restantes, unas
desparràmanse por los aires, y otras en
apifiado ntícleo se tiran ciegamente al
punto màs cercano; así de los despavori-
dos frailes de Reus unos echaron por
direcciones contrarias, parando en Salou
el mayor grupo tanto de franciscos cuan-
to de carmelitas. Aquí en la noche del 23
fueron colocados en el almacén de casa
Borràs, donde los franciscos, según arri-
ba apunté, hallaron a los carmelitas custo-
diados por una compartia de milicianes
de Reus mandada por D. José Maria
Borràs. Desacomodada la pieza, no pudo
ofrecer a los albergados ni aun camas,
cuyo oficio debieron suplir o el duro suelo
o las duelas, allí almacenadas. Tampoco
la mesa anduvo mejor abastecida, ya que
por completo falto hasta el medio dia si-
guiente. En esta hora, sin embargo, pago,
como usura del retardo, a los hambrien-
tos frailes una nutritiva sopa con gallina.
El grupo de frailes en que iba Sugran}' es,
que por varias razones opino fué colocado
en distinto edificio que el mentado, tuvo
que sufrir otra pena, descrita por aquél
en las siguientes frases; «Llegados a
»Salou nos introdujeron como prisioneros
»en un almacen, que servia de cuartel à
»los peseteros: nos acurrucamos en un
»rincon, y tuvimos la pena de oir requie-
»bros, lindezas y canciones alusivas à su
»fiesta, y cuyo estrivillo, tanto si venia
»como si no venia a pelo, era casi siempre
unoriant los caps pelats. Nosotros oía-
»mos todas estàs endechas como reos
»condenados à la última pena> .
A mitad de la tarde de aquel dia 24, y
con el fm de que los frailes del alma-
cén de Borràs dejaran sus entonces peli-
grosos hàbitos, a todos se repartieron
MAIA.VZA IJH FItAILES EN UEUS
171
«A la manana siguiente (dia 25), conti-
nua Cabré, el laud dió la vela con rumbo
sendos líos de ropas seculares. Retirado
cada uno a su rincón practico el cambio; el
cual, al reunirse de nuevo los frai-
les, produjo una transformación /f> j7_ ^ /? -* yT/L y d
completa de escena, trocando en ^M i/^^. /^A^i^g /^jr ^c/Wí^^a^
tablas de sainete y de risa el lugar
poco antes de lagrimas y tragèdia:
tal era lo viejo, sucio y despropor-
cionado de las prendas (1).
«Nuestros PP. graves, dice Cabré, de-
' terminaron con el gefe Sor, Borràs que
>asi como debiamos embarcarnos í'i la
-manana siguiente lo hiciéramos aquella
tarde por temor de que bajaran por la
'-noche los caníbales de Reus à matarnos.
»Eu fin à las siete de la tarde nos ponen
-en dos filas acompanados de dos filas de
- milicianos, y nos dirigimos al mar. iQue
>griteria la de la gente que por allí habia:
> matadlos, matadlos!, y así Uegamos al
>barco, que era un laud costanero, El
-pairon, buen sujeto, nos recibió con
>-agrado: Padres, nos dijo, con mucho
'gusto les ofrezco la embarcacion, però
«siento en el alma no poder colocarles
>mejor. Para acallar à la gente soez de la
>'Playa tuvimos quemeternosbajo cubier-
>:ta. Toda la noche tuvimos de guardià
'siete carabineros (2), que nos molestaren
• mucho con sus soeces canciones y pala-
íbrotas» (3). '<Estàbamos allí, anade Su-
»granyes, mas de cincuenta frailes, todos
»acinados en la bodega ó vaso del buque,
>-sin abrigo, sin paja, sin otra cosa que las
«costillas del buque. que con frecuencia
>'refíían con las nuestras... así estuvimos
>;sin otra compafiía que la de cuatro ma-
»rineros y cuatro carabineros capitanea-
>dos por un sargento; sin otro alimento
i que el que se guisaba para la tripula-
cion, bacalao y arroz, arroz y bacalao y
>jagua, sin saber à donde nos Uevaban ni
• si volveríamos à pisar la tierra tirme» (4).
(>)
(!)
(-4)
citada
Relación ejciila por l•'ray José Cabre.
La relación de Sugran^es dicc cinco.
Relación de ['"ray José Cabré ya citada.
Relación de l'ray Domingo Sugranyes ya
a Tarragona pocos minutos antes de
llegar a Salou mi padre y tres vecinos
de mi pueblo, que hacia mas de dos días
iban en mi busca y la de otros dos frai-
les. Dijéronks allí que se encaminasen à
Tarragona, en cuyo muelledesembaica-
ríamos. Corrieron à este muelle, desde
el cual vieron un laud en la mar anclado,
que conjeturaron ser el nuestro. Mi
padre, deseoso de indagarlo, interroga à
un paisano, produciendo la pregunta
tanta ràbia en los circunstantes que a
poco mas la tiran al agua. Calmada la
tormenta un anciano, que tenia mi padre
al lado, le dijo aparte:— «amigo, no
hableis de frailes, si no os matarün.— Es
que allí tengo un hi jo.— No importa:
aquel barco trae los de Reus: lo mejor
es que os presenteis al Gobernador.*- —
Presentóse mi padre y sus companeros
al Gobernador, quien les contesto que
volviesen à las nueve de la noche. Ver-
daderamente aquel barco era el que
traia los frailes; ancló fuera del puerto,
y el patron y el cabo de carabineros
saltaron a tierra para tomar ordenes del
Gobernador. Al regresar estos al buque
nos dimos a la vela.
»A las nueve mi padre volvió al Go-
bernador D. Antonio Satorras, quien le
entrcgó un farol con los chismes para
encender luz, y les dijo se fuera n k la
costa frente al arco de Barà, que à eso
de las dos ó tres de la madrugada ya
podían estar allí, y que en aquella playa
encendieran el farol con el que harían
seíïa c\ los del buque. Llegaron los
pobres paisanes à Barà, però por des-
gracia habiendo en el camino perdido
los chismes para encender la luz no
pudieron dar seiïa con el farol. En fin
172
LIP.ro TEIiCF.UO. — CAPITULO CL'AltK
»a las cinco ó seis de la mariana (dia 26)
»ancló el laud frente de Barú: desembar-
»caron el patron y el cabo de carabineros;
>'mt padre les entrega el grande pliej^o
>/que le había dado D. Antonio Satorras, y
>con él vuelven aqiiellos al barco. Luego
»nos llaman uno tras otro, nos preguntan
»los nombres,
>^de dónde so-
»mos, y à don-
»de queremos
'»lr, etc; nos
»dan los pasa-
»portes, y em-
»pieza con la
«lancha el des-
>embarco de
»frailes; en el
>:•segundo viaje
»de aquella sal-
>go yo, y que
»feliz desem-
»barco al ha-
»llar & mi pa-
'>dre y à sus
«companeros . »
(No í ociós go-
saran de tanta
diclia). «Luego
>-de poner los
»pies en la pla-
«ya desapare-
»cianlosfrailes
»m a r c h a n d o
»cada uno por
»su lado. Por
»fin reunidos
»los dos ó tres
>; religiosos de
> m i p u e b 1 0
«marchamos a la Riera, donde comimos,
)-y desde donde llegamos à esta su ca-
»sa» (1). Y aquí observa Sugranyes: «Por
>'la manana del dia tercero nos hicieron
>/tomar tierra en la playa de Barà, lugar
«solitario, sin saber el rumbo que había-
>/mos de tomar. »Allí se presento un en-
»viado del gobierno político de Tarrago-
(i) Relación de Cabre va citada.
»na, con un paquete de pasaportes en
»blanco, y él mismo los iba llenando pre-
»guntando a cada uno el punto à donde
»queria dirigirse, y dejàndonos solos,
«desamparados à la vista de la liberal
»Torredenbarra, y próximos por lo tanto
»a caer otra vez en manos de asesinos;
>'P o r q u e en
>aquellos días,
>al parecer el
»asesinar k los
»frailes era
«prestar el màs
>^heróico servi-
»cioíl la pàtria.
»La Provi-
»denciadeDios
»veló por nos-
»otros, es ver-
»dad; però en-
»tonces conoci-
»mos que la
^hipocresia de
»los gobernan-
»tes había pues-
>to el sello a
> todos sus mis-
»terios de ini-
>.^quidad. Desde
»alli nos despa-
«rramamos co-
»mo y hacia
»donde Dios
»nos dió a en-
>;tender». No
todos, pues,
continuaron su
camino à Villa-
nueva.
«FigúreseV.,
»amigo mio (me dice Sugranyes al final
»de Sil relacioni, si con esta primera cam-
»pana de mi vida me han de sobrar moti-
»vos para alentar simpatias por los libe-
»rales» (2).
Así termina Sugranyes su muy sentido
escrito. El hijo del patrón del buque,
después de habe'r oído a Juan Garriga,
(j) Relacií'm mil veces citada.
MATAXZA UE IRAILES E.\ REUS
173
uno de sus tripulantes, me suministró
preciosos dates para llenar las lagunas
del anterior relato, y terminarlo. Era la
barca un laúd de Villanueva y Geltrú,
llamado Rosita, de cabida de treintitrés
toneladas, propio de dicho patrón, de
nombre don Juan Escofet y Escofet, que
iba a cargar una partida del renombrado
vino del Campo de Tarragona para el
comerciante de Reus don Antonio Avelló.
A este íïn aporto en Salou, pequeno pue-
blo distante solo unos ocho kilómetros de
la entonces revuelta Reus (1). En la no-
clie, a poco de llegado a la rada, dos
personas, cuyos nombres y cargo ignoro,
en un pequeno esquife se presentaron a
Escofet en el laúd, y manifestandole la
tragèdia que acababan de presenciar en
Reus, rogàronle contribuyera a la salva-
ción de las víctimas embarcandolas en
su buque. Movido de compasión y cari-
dad, accedió a lo pedido el buen marino,
y dejando abandonado su cargamento,
admitió a bordo, según asegura su hijo,
sin la menor retribución, a los pobres
frailes. Y si estuvo largo el marino, que
sin mSs móvil que el de la beneficència
abandona sus ganancias, regala a los
religiosos el transporte, su propio traba-
jo, y lo que es mas, arrostra los compro-
misos que en aquellos pérfidos días iban
unides a cuanto con frailes se rozaba;
muy corta anduvo la autoridad, encar-
gada por Dios de velar por los débiles,
que ni supo atender a las necesidades de
los indefensos abandonades antes por ella
entre las unas de los lobos, ni supo dig-
namente premiar a quien tan generosa-
mente los salvaba.
En Bari'l, playa que solo dista de Villa-
(i) l,a iL•laciíin de Pray Jo.-^é Cahrij dice que
(.1 iaiid viue embarco a los Iraiies era de Torni de
Walgrat. poniéndose en esto en ahierla contra-
dicción con l'iscolet y Garrif^a: mas atcndiendo
a que estos dan tanlos pormenores y circunslan-
cias del caso concordantes con puntes de otras
relaciones, mientras que Cabré solo da el nombre
de Torró de .Walgrat. y aun esto de pasada. he
adoptado en el lextn la versión de aquellos.
nueva unas de tres a cuatro horas, gran
parte de los frailes, como dije, tomo
tierra, al paso que otros continuaron la
navegación. Con no poca sorpresa de
estos y de los tripulantes del Rosita, al
desembarcar en Villanueva, toparon en
el puerto con varios de los que dejaran
en Barà, los cuales a pie habían llegado
adonde los otros por mar (2). Hospedà-
ronse los franciscos en el convento de
sus hermanos los capuchinos. Como indi-
co atràs Fray Cabré, venían mal disfra-
zados con ropas seglares mas propias
para traicionar que para ocultar la pro-
fesión de quien las llevaba.
El cèlebre Padre Avellana, con ser de
corta estatura, habíase acomodado un
inmenso chaquetón cuyas mangas sobra-
ban buen trozo por cada brazo, siendo
su aspecto motivo de la risa de cuantos
le miraban (3). Un Padre Francisco de
Asís, liijo de Villanueva, traía quemadas
las piernas, y otro las manos, pues para
huir del peligro habíase éste agarrado a
una reja calentada del fuego, que en los
trances de muerte el hombre se ase de
un liierro candente.
Después de haber descansado como por
espacio de unas horas en Villanueva, y
habidos los naturales razonamientos y
discusiones sobre el mejor partido que en
tal trancese debiera adoptar, convinieron
los frailes con el Padre Guardian Garriga,
quien como conocido y mu}' querido en
Villanueva quedóse allí, en embarcarse
para Barcelona, en donde pensaban hallar
pró vidob superiores, hermanos de religión
llenos de caridad, y bien abastecidos con-
ventos de sus respectivas ordenes. De
nuevo dirigiéronse al amable patrón
Escofet, suplicAndole que completase su
benèfica obra transport;\ndoles hasta la
Ciudad condal. Llevado de los mismos
generosos sentimientos que le guiaran
(.') llasta aqui las noticias procedentes del
hijo del patrón Escofet y del dicho tripulante
("larriga. por aquíl transmitidas.
( i) Rclación del P. Camilo Torras, capuchino
de N'illanueva. hecha en 27 de agosto de i88o.
174
LinRo rr.RCiïuo. — capitlm.o cl'Arto
al comenzar, el maiino accedió, y gra-
tuitamente embarco a los frailes, dejando
al Padre Guardian Garriga en un místico
catalan de la costa de Levante, surto en
aquella rada, pues el justo temor de quien
todas las noches sin duda soiiaba en la
pasada en la mina de Reus, impedíale
fiar su vida en la tierra donde moran los
hombres, prefiriendo estar de ellos sepa-
rado por el mar. El Rosíta de nuevo dió
al viento su vela, dirigiendo la proa hacia
el promontorio de Montjuich, que desde
apartadas aguas guia a los navegantes.
Con no poca afición miraban los fugiti-
vos embarcados el castillo que lo corona,
ignorando que en aquellos momentossus
muros guardaban del furor popular los
religiosos de la ciudad, que entre la
gritería, las teas y los punales habían
como ellos logrado escapar de las iràs
revolucionarias. Para avisar a lossalidos
de Villanueva, el Guardian de los Capu-
chinos de esta villa, luego de sabida allí
la triste nueva de la quema de Barcelona,
despachó al lego colector de limosnas
Fray Isidro de Bràfim, gran corredor y
hombre de potente voz, para que desde
los montes de Garraf por gritos y sefia-
les avisarà al Rosita (1). Mas la Divina
Providencia, que por los desvalidos vigi-
iaba, trajo de vuelta encontrada a las
aguas de los derrumbaderos de Garraf el
laúd de Bartolomé Escofet, quien cono-
ciendo la embarcación de Juan su herma-
no, se puso con él al habla, y participo
a los frailes las desgracias de la capital.
Viro el Rosita, y con suexpuesta carga
regresó de nuevo a Villanueva. Corrió
luego el Padre Garriga a este buque con
la satisfacción del que abraza salvades
de nuevo peligro a sus hermanos queri-
dos, y habido nuevo cabildo, determina-
ron desembarcar en un punto solitario
entre Villanueva y Sitges, llamado la
Punta grossa, cerca de /as Covas.
Acompafïóles el Padre Garriga en esta
expedición; y Uegados al punto indicado,
■ [) Relación del P. Camilo Torras, capuchim
de \'illanueva, hecha en 21 de afíosto de i•S'^o.
saltaron al esquife el patrón y los tripu-
lantes con el fin de reconocer la playa; y
como la hallasen expedita, se determino
el desembarco mientras el primero que-
daba en tierra vigilando. Antes emperò
de efectuar lo el Padre Guardian arengo,
y animo a sus queridos frailes obser-
vítndoles que, gozando todavia ellos de
las fuerzas y los bríos de la juventud:
debían deponer el temor; que en aquel
trance interesàbales ganar las alturas de
Begas, las que alcanzadas, ellos queda-
ban a salvo. Abrazaronse y se despidie-
ron no sin gran pena, y se efectuo el
desembarco. Ya en tierra, abrazaron
también al patrón, y en memòria de eter-
na gratitud, ya que en modo mAs elo-
cuente no fuese dable, dejaron escritos
sus nombres en la cartera del generoso
marino, del cual con séntimiento se ale-
jaron.
Però ni en aquel trance, ni entre ami-
gos, falto un villano. Venia embarcado
en el mismo buque un marinero de Mata-
ró, cuyo nombre me callo, el cual en el
desembarco salto a la lancha, y en el
trecho del Rosita a la playa acometió a
los frailes, exigiendo el dinero. Diéronle
dos pequeftas monedas de plata; mas como
los demàs marineros no apoyaron al be-
llaco, paro aquí su ataque. La criminal
agresión a nuestros semejantes, ya siem-
pre antipàtica, hàcese mas repugnante y
pròpia de gente degradada cuando se
dirige al desgraciado, al pobre, al que
gime entre agonías y peligros de muer-
te (2).
El Padre Baltasar Torroja, a lo que se
ve, después de salido del Convento se
separo, ignoro cuàndo; se separo, digo,
de sus companeros, y participando de la
idea de estos, se vino corriendo a su Con-
vento de Barcelona, adonde llego pocas
{2) Relación ya citada escrita por el hijo del
patrón del Rosita en Villanueva y Geltrú a los
21 de (ictuhre de 1881, y ampliada de palabra en
Barcelona a los 13 de julio del mismo ano con
nciticias dadas por el tripulante del mismo barco
Juan (iarriga.
MAIAN/A ui; IKAILKS EX REUS
175
horas antes del atentado de esta Capital.
Y si ni las balas de Reus ni los punales de
Barcelona acabaron su vida, el terrible
susto que allí recibió mino, sin duda, sus
entranas y al cabo de un tiempo murió
tísico. No todas las heridas manan san-
gve visible, pues las hay internas que no
por esto dejan de acabar con la vida del
vulnerado.
Uno de los por la fama pública acusa-
dos de ejecutor del crimen de Reus, du-
rante la guerra, quizà sobre el 1837, halló
un lego (ignoro de que convento) y lo
llevo presó, junto con el molinero con
quien el lego estaba. Al pasar de Castell-
vell a Reus ambos presos fueron rriuer-
tos a punaladas.
ARTICULO CUARTO
PERSONAS RESPONSABLES DEL
ATENTADO
Hasta aquí la sucinta al par que des-
nuda relación de los hechos: hora es ya
de que entremos en el balance de respon-
sabilidades, y así sepamos quiénes sean
los responsables o culpables, qué causas
impulsaron en unos los punales, cuàles
en otros la punible inacción. Sepamos si
el hecho provino de espontanea exalta-
ción popular, o de calculada trama; y de
este modo, los que ante el Tiibunal de
Dios habràn, sin duda, encontrado ya su
castigo, recibiran de la opinión pública
por mano de la Historia el estigma de la
justícia humana, que los poderes libe-
rales no quisieron aplicaries.
Respecto de los ejecutores materiales
del crimen, rcómo encontrarlos ni saber-
los después de medio siglo de agitadisi-
mos tiempos? El hecho se perpetro al
abrigo de las tinieblas de la noche; entre
alborotos, turbas y confusión; lejos de
los ciudadanos honrados, que, temerosos,
se encerraron en sus viviendas; no le
siguió pesquisa ni causa judicial que ave-
riguase los autores, còmplices y encubri-
dores: -icómo y por qué conductos conocer
a los ejecutores? Y cuenta que el crimen
reviste inmensa gravedad: icómo, por lo
mismo, por la sola voz pública o rumor
popular, imputarlo sobre tal o cual nom-
bre? No el temor a compromisos exter-
nes, sinó el que contrajera ante mi con-
ciencia careciendo de datos ciertos 5'
públicos, me obliga a guardar silencio
sobre los nombres, por otro lado obscu-
res, que los dichos populares han traido
hasta mis oidos. Es verdad que, al decir
de las gentes de Reus, algunos de los
ejecutores tan desnudos de pudor andu-
vieron, que ellos mismos después narra-
ban sus fechorías; però ni aun estos me-
recían crédito, ya que hubo quíen a tales
extremos alargó su descaro, y tales haza-
nas contaba, que repugno prestarlas cré-
dito. Tal fué un tal Ramonazo.
Emperò crímenes públicos, colectivos
y descarades, no se cometen, salvo el
caso en que la fuerza se imponga, sin
el concurso, o al menos la aquiescència,
de quien rige las sociedades; en cuyo
caso éste participa de la fea culpa, y
por lo tanto, debe también ser particio-
nero de la pública execración cual los
ejecutores de la plebe. Duramente califi-
ca el sentido común moral al centinela
que voluntariamente duerme en los mo-
mentos del peligro, como el Evangèlic al
pastor que, viendo aproximarse el lobo,
en lugar de defender a las ovejas, huye.
Igual dureza, o quiza mayor, piden la
conciencia y la Historia para la primera
autoridad civil de Tarragona, que, inmó-
vil en Reus, ve cometer el delito nefan-
do, no durmiendo, sinó en vigilia, no
huyendo, sinó en manifiesta quietud. El
Código penal, con justícia, llama respon-
sables de los delitós a los autores, còm-
plices y encubridores; a todos los cuales
reune en la misma carcel, en la misma
barra 3' en idénticos presidies, en deshon-
roso consorcie. Y es indudable que el
Gobernador de Tarragona con su presen-
cia e inacción se hizo, cuande menos,
còmplice de la quema y matanza, ya que
el Còdigo penal califica de tales « a les
176
IhKO ircRCiiiíi
*que, no hallandose comprendidos en» la
clase de autores, «cooperan à la ejecu-
»ción del hecho por actos anteriores ó
>simultàneos» (1). Y dijimos que cuando
inetios era còmplice, porque no faltan
letrados que, recordando el pàrrafo 'ò."
del articulo 14 del mismo CóJigo, en el
cual se califica de autores a «los que coo-
»peran à la ejecución del hecho por un
»acto sin el cual no se hubiera efectua-
*do», inclÚ5^enle entre estos. Al mismo
paso, la Moral cristiana junto a los peca-
dos de comisión coloca los de omisión.
En su consecuencia, la Historia impar-
cial al lado de los nombres de los ejecuto-
res escribirà siempre el de don Antonio
Satorras, Gobernador que era entonces
de la provincià de Tarragona. Si no con
la misma culpa, lo fijarà con maj'or cer-
teza; porque si para conocer a los pri-
meros no tuve mas medio que incierta
opinión pública, para jurar que el Go-
bernador presencio inactivo aquel crimen
basta tener ojos y claro juicio.
No es solo el oficial de Bailén quien,
como indiqué, lo testifica; sinó todos,
todos los reusenses de todos los partidos;
todos los autores que de tal hecho escri-
bieron; y lo que mas es, el mismo Gober-
nador lo admite, cuando, increpado por
el Capitan General del Principado, don
Manuel Llauder, no loniega, sinó que, tra-
tando de excusarse, le escribe el siguien-
te oficio: «Gobierno civil de la provincià
»de Tarragona. = Excelentísimo Sor. =
xMe es muy sensible la duda que V. E.
»me manifiesta en su oficio de ayer, so-
»bre la oportunidad y acierto de mi con-
»ducta erf la terrible noche del 22 en
> Reus. En cuanto à la del Comandante
«Llorens, puedo asegurar à V. E. que
»fué activa, enèrgica y personalmente
«arriesgada; y si no hizo uso de la fuerza
»fué porque entendí y conoció el mismo
»que era sacrificaria inútilmente, y dar
»infalible ocasion a una conmocion san-
»grienta y general en el pueblo, como lo
(i) Articulo 15. Código penal Je Espjüúi.,.
Madri^i... i8;o.
»dieron A conocer anles y agradecieron
»despues unànimemente el ayuiitamiento
»y todos los vecinos mas notables de la
»villa. Estoy persuadido ahora, como lo
»estaba en aquel mismo dia, que el anun-
>/CÍo de formar diligencias indagatorias
»hubiera renovado los horrores que aca-
»baban de cèsar, y creí que el amenazar
»con el castigo no habiendo fuerza para
»imponerle, era dar inútilmente màs cau-
»sa à la vindicta pública sin satisfacerla.
»Cuando he recibido el citado oficio de
»V. E., tenia prevenido al Alcalde ma-
»yor, confidencialmente, que así que reco-
»nociese totalmente asegurada la tran-
»quilidad, le pasaria órden para abrir
»esta lamentable causa, y no creo que
»pueda darme este aviso con la brevedad
»apetecida, porque està amenazado el
»órden alli todavía, así como en esta, en
»Valls y otros puntos, y con insuficientes
>medios de pronto para conservarlo, se-
»gun manifestarà a V. E. con maj'or
«evidencia el primer Comandante Gene-
>ral de estos distritos. El valor por sí
»solo no basta en el magistrado para
>^usar bien de la fuerza en una conmocion
»popular desproporcionada, la prudència
»evita males mayores, y cuando se me
»exija la justificacion de mi conducta en
«aquellas aciagas horas, como lo apetez-
»co, espero dejar probado que no me
»faltó lo primero, exponiendo mi vida
>^entre los conjurados, ni lo segundo evi-
X'tando infinidad màs de víctimas. Me
»disimularà V. E. que no le acompafle
»hoy el detalle de todas aquellas tristes
xocurrencias: le estoy acabando de re-
>dactar para dirigirlo al Gobierno por el
»correo de esta noche, y por la diligència
»de manana no descuidaré de remitirlo à
»V. E. Entre tanto va complicàndose
»cada dia màs la apurada situacion de
>estas autoridades por la audàcia de la
>^anarquía y por la emocion general que
»produce el abandono de los convenies
»por sus respectivas comunidades: las de
> aquí siguen ocupàndose en el cuito divi-
»no.=Dios guarde à V. E. muchos aflos.
I »=Tarragona25dejuliodel835.=Excmo.
MATAXZA Dlí l'IlAII-KS F.N RICl'
177
»Sor. = Antonio Satorras. = Excmo. Sr.
»Capitan General de este ejército y prin-
»cipado» (1). De estàs palabras resul-
ta confesado: 1/' Que el Gobernador
civil, quelassubscribe, hallabase«en Reus
>-en la terrible noche del 22». 2." Que
el Capitàn General Llauder le increpo
por inoportuno, desacertado y ilojo. Y 3.°
Que el tal Gobernador no hizo uso de la
fuerza. {Qué otra confirmación necesitan
mis terminantes al par que acres asertos?
Satorras es grandemente responsable del
crimen de Reus.
No tal, objetara aquí alguno; el Gober-
nador se defiende empezando por testifi-
car la actividad valiente y enérg^ica del
Comandante de la tropa, y siguiendo
luego por la completa explicación de su
propio proceder. Però, para quien valgan
mas hechos que vanas palabras, nada
significan tales excusas, porque «iqué ac-
tividad, qué energia desplego el Coman-
dante de la fuerza si la tuvo inactiva,
convertida solo en testigo del sacrílego
atentado? ;Acaso el hombre de guerra
puede en un hecho de armas manifes-
tar actividad, valor y energia tenien-
do a aquéllas bien guardadas? ;En qué
consistió la actividad de Llorens? Los
muchos testigos por mi interrogades
nunca me indicaron que se le viera u
oyera entre los amotinados; antes por el
contrario, si hemos de dar crédito al
escrito del citado oficial de Bailén, resul-
taria que durante «el incendio del con-
«vento de San Francisco el Gobernador
»y el Comandante estuvieron constante-
»mente reunidos en la casa del propicta-
»rio D. N. Alba» (2). iEn qué paro, pues,
(i) Mentin i.jx iiociiiiiciil..icl.is íic! 'l'citiciilv Cic-
neral D. Maiuicí L/atuici... M.uirl.i. /.S'//. /;„-
ciimenios n." jí, púg. 70.
{2) Cnrta de 12 de ocluhix' de iSS.i. .\lirlj;<i
dudas sobre si el puntn dinidc estuvo reunidd en
esta actividad, que ni supo rodear el con-
vento con pelotones de tropa, quienes,
si no a tiros, al menos a eulatazos, impi-
dieran el acceso de los amotinados? Solo
uno de mis amigos me presenta a Llo-
rens dirigiendo a estos palabras de paz
y orden; exhortaciones, no sablazos.
Cuando Boabdil, el rey chico de Grana-
da, perdido el ultimo recinto de la pujan-
za arabe en Espafia, doblaba, retirandose,
la Sierra de las Alpujarras, soltó, al mi-
rar por vez postrera su malograda joya,
una tristísima lagrima. «Bien haces en
> Horària como mujer, ya que no supiste
»defenderla como hombre», le dijo su
madre. Hoy la severa Historia, apostro-
fando al Comandante, debe recordarle
que bien hizo en predicar a las turbas
como inerme fraile, ya que como militar
no supo defender a la inocencia y a la
justícia inicuamente atropelladas.
Y estàs razones, que reducen a la nuli-
dad el pretendido valor y energia del Co-
mandante en aquel dia, hieren con igual
fuerza al valor y actividad del Goberna-
dor, de quien los que màs conceden cuen-
tan que, al pasar los amotinados por la
calle Mayor, recomendóles el orden y la
paz; y cuyas disposiciones nadie conoce;
cuya inacción es notòria.
;Qué «infinidad de victimas evito?»
Quiza las de jefes de realistas, mas no
las de religiosos, que derramaron su san-
gre a rios. Empezado el ataque a las
primeras horas del silencio nocturno,
continuo sin el menor contraste ni oposi-
ción hasta que el cansancio en algunos
de los criminales, terminado el incendio
de San Francisco, los llevo a sus guari-
das; y la luz del sol, cuya claridad no
pudieron resistir, obligo a los restantes a
cèsar en su fechoría. D. Eduardo Toda,
en los citados articules de la ílus/rac/ó
aquella noche ei ("lobcrnador lué esta casa o la
fonda de la l'oníjita. de oro, situada en casa Brocà,
lindanle con cl fronlis de la iglesia paiToquial.
La de .\lba .Milà linda por Oriente con la casa
municipal; esta con la iglesia. Fsta duda emperò
carecc c^mpletanienle de importància.
178
LinkO rl•;i<<ji•:uo. — cAi•i rui.o ciAUi
Catalana (1), escribe las siguientes cate-
góricas palabras: «Reduciendo la esfera
»del estudio al ejemplo ofrecido por Reus
»en aquelles conllictos, hallaremos sobra-
»dos elementos para comprender como
»en ellos igualmente pesaron los odiós de
ïunos, la apatia de otros, el miedo de
»muchos, y la suprema ineptitud de cier-
»tas autoridades, sobre las cuales eterna-
»mente caerala responsabilidad dehechos
y>Y la sangre de víctimas, que ni inocen-
»tes ni criminales debían ser sometidas
>;a la vindicta de este factor de desorden
»que se llama la justícia del pueblo». Y
en el segundo articulo (2), al relatar los
hechos, aflade: «Un poco de energia en
»tal mom.ento, la sola voz de alto y atrds
)del postrer centinela, habría evitado
> una gran desgracia. Hasta esto falto en
>aquellos momentosde negra memòria....
»Aquello, aquella bacanal sangrienta
>:'del 22 de julio imponía tremendas res-
»ponsabilidades, y la mano criminal que
»cometió el delito, y la dèbil y trèmula
»que con su aturdimiento lo permitió,
»han de ballar en el Cielo la justícia que
»merecen, si no han tenido el castigo en
»la tierra».
AnadirAn los defensores de Satorras,
si alguno tiene, que 3'0 ninguno ballo,
aiiadiran que muy claro él mismo lo
dijo, que no obro porque no pudo, porque
debió y quiso evitar mayores males, que
indudablemente provinieran del uso de la
fuerza, la que, empleàndola, se sacrifi-
caba inútilmente, al par que se daba
lugar a una conmoción sangrienta y
general en el pueblo. tDe dónde, pregun-
tarà el imparcial, debia proceder esta
conmoción? ;Quiénes, qué gentes, que
fuerzas debian sacrificar a las compa-
nías de tropa? Solo una disyuntiva resta
como contestación a tal pregunta: o los
amotinados ejecutores del crimen, o el
pueblo de Reus. Los primeros eran impo-
tentes para resistir a la fuerza regular:
y por lo que al segundo respecta, sabé-
(i) Ano V, n.'"' ii2. pàg
(j) Ano \'. n." II ;. pa"
185 y 180.
mos todos que un pueblo honrado no se
levanta contra la autoridad para apoyar
la ejecución de repugnantísimo crimen.
Sí, impotentes e incapaces de hacer ros-
tro a la tropa regular he llamado a los
amotinados, que ni la superaban en el
número, ni la igualaban en la disciplina
y en el espiritu. Las dos compafiías de
Bailén, las que, según palabra del Capi-
tàn General, reunían 200 hombres (3);
mientras que los amotinados sumarian
un centenar. A menos los fijan cuatro
de las personas que me proporcionaron
datos sobre las ocurrencias de Reus, las
solas con las cuales traté del número de
los ejecutores. Toda hacelas subir a cien
con un pequeíïo aditamento. Los Aiia-
les Jiistón'cos de Reus escriben que
«llegaron a formar un grupo como de
»unos ochenta hombres, contàndose ade-
»mas algunas mujeres públicas» (4). Don
Salvador Briansó, que vivia algo aparta-
do de San Francisco, en el Arrabal Bajo
de Jesús, en los momentos en que entra-
dos los amotinados en el Convento come-
tieron el atropello, oía perfectamente
desde su terrado la voz del Padre Ral-
mes, que peroraba a los agresores; lo
que fuera completamente imposible si
el pueblo en turba numerosa hubiese
ocupado las avenidas de la plaza. En este
desgracíado siglo de motines y asonadas,
los que habitamos turbulentas ciudades
harto conocemos, por triste experiència,
la griteria y el infernal clamoreo que
siempre traen consigo las revolucionadas
masas populares.
(;) El arriba cilado oficial de
en su carta: «No recuerdó en c;
»punto donde se situaria la fuerza
))se hallaba aquella noche en Reus:
Basegurar es que no cscederia de
Docupados So en dos patrullas, 25
»la casa del Sr. Alba, y el resto de
»en dos retenes que ignoro donde
El Alcalde el dia anterior pedia un
a loú hombres.
(4) Pàg. J5-) de la J." ediclón. y
na j;^. de la i."
Bailén me dice
te momento el
de Bailén, que
lo que puedo
250 hombres,
de guardià en
reten, ó acaso
se hallaban.»
reluer/ío de 80
tomo II. pàgi-
MATAN/A riE FRAILES EN REUS
179
Mas ria qué y por qué andarse en caleu-
los y màs o menos rebuscades argumen-
tes, si en punto tan capital deponen testi-
gos presenciales? Contabael Padre Anto-
nio Munt «que los incendiaries de Reus
»no eran mas que cuatro perdulàries, que
»nada podian lograr por poca resistència
»que se les hiciera. Que asomó él la cabe-
»za mientras estaban quemando con toda
»tranquilidad las puertas del convento, y
> se asombró de ver cuan exigua y mal
xarmada era la turba de sus asesines» (1).
Casi igual afirmación sienta Sugranyes,
quien, como Munt, también se asomó a
una ventana. Y finalmente, deben ser aquí
literalmente copiadas cuatro lineas de !a
relación que me escribió Fray Cabré, en
las que se transcriben decisivas palabras
de une de los de la turba que ataco a los
franciscos. La familia de éste nunca
oculto la ida de su jefe al convento, moti-
vandola por el empeno en salvar al Padre
Guíudian, con el cual les unia íntima
amistad. A pesar de ello, para evitar ses-
pechas, omitiré el nombre de este sener,
quien por etra parte vivió ordenadamen-
te en su casa en trato y amistad con nu-
mereses sacerdotes, y murió cristiana-
mente. Dicen así: «Pasados algunes anos
»liablé de este asunto con I. M. a. R. de
»Reus..., y me dijo, que si al llegar al
»centinela así como les dijo, adelante, les
»hubiese dicho, alràs, al momento retro-
»cedian, pues que habían de hacer unos
>;20 hembres que eramos al principio con
>nm reten de tropa que tenian delante?
»devolvernos a casa y callar». Solo uno
de les testigos presenciales me pinto en
gran número a los amotinados; ;mí\s qué
vale un dicho comparado con tantas y
tales declaraciones?
A la primera mirada aparece ocioso
ocuparse en comparaciones entre la exac-
ta y maquinal disciplina de tropas regu-
lares y la confusión de turbas de crimi-
nales amotinados. En las primeras todo
obedece a una voz experimentada en el
(i) Ueiación escrita que me ciii> t-l indicad.
reverendo sobrino del P. A\unt.
manejo de masas, y perita en luclias ar-
madas: todas las fuerzas cenvergen a un
fin, y, lejos de contrarrestarse unas a
etras, mutuamente se apoyan. Allí el cri-
terie, el valor y el miedo individuales
desaparecen para que el individuo ecupe
el lugar que el jefe le marco en el table-
re. En las turbas, vivo reflejo de mansio-
nes infernales, todo es desorden, falta de
entendimiento y sobra de pasiones irra-
cionales: anda cada uno persu lado, a las
veces en mútua eposición, en continues
cambios, en completa disgregación, y a
la postre en inevitable fuga; realizàndose
respecto de ellas en las tropas regulares
lo que el Senor prometé a los hijos de
Israel cuando les dice que, si guardan las
ceremonias y mandamientos, «cinco de
»los vuestros perseguiran a cien extra-
»nes, y ciento de vosotros a diez mil» (2).
Esta superioridad debia influir ademas
no poco en el buen espiritu de los solda-
des y en el miedo de los amotinados. Sí,
en el miedo claramente manifestade por
las veces de vdnitno, diiinio» que uno de
elles, temiende sin duda las armas que se
decía poseian les frailes, iba dando al
pasar por la calle de San Antonio bajan-
do hacia San Francisco (3). En el miedo
manifestado por las turbas, que descen-
diendo por el arrabal de Jesús, al acer-
carse a las tropas, torcieron por calles
laterales. En el miedo en fin y en el pavor
que la voz de la conciencia y el remerdi-
miento difunden en el corazón del mas
valiente cuando sus valentías son crimi-
nales. Miedo y temeres elocuentemente
pintades por Sugranyes con estàs pala-
bras: «A parte los curiosos, los pilluelos
»y mujeres de vida uirada, los asesines
>eran peces; y a haber tenido nosotros
»seis fusiles con diez tiros para cada uno,
»no hubieran entrado; pues era tal su
«valentia, que con media docena de ladri-
»llos, que les tiramos dos jóvenes desde
»una ventana, prodújose tal alarma, que
(j) I.e\itico. cap. XXVI, v. 8.
(?) Las oyó ei mentado D. Salvador Briansó
desde su casa, v 01 mismo me lo conló.
180
LIBRO TERCERO. — CAriTUI.O CUARTO
i empezaron a gritar: «Hu3'amos, huya-
»mos, que nos tiran piedras». De aquí que
no pocos en Reus en la manana siguiente
exclamaran: «jQuó làstima! qué làstima
>.de frailes y de conventos. Una descarga
»de la tropa tirada al aire bastaba y aun
'Hobraba para dispersar a los asesinos».
Da harta ràbia y vergüenza ver dos com-
pletas companías de ejército, de soldados
no de tiempos pacíficos, sinó de època de
guerra, parades ante tan exigua y des-
preciable canalla.
Mas no eran los amotinados quienes
ponían al Gobernador en apurado trance,
diran sus defensores, sinó la manifiesta y
decidida simpatia de toda la villa de Reus
hacia ellos. Así claramente lo indica el
ya citado oficio de 25 de julio cuyas pala-
bras es forzoso repetir: «Y si (Llorens)
))no hizo uso de la fuerza, dice, fué por-
»que entendí, y conoció el mismo que era
>-sacrificarla mútilmente, y dar infalible
ïocasión a una conmocion sangrienta y
«general en el pueblo, como lo dieron à
«conocer antes y agradecieron después
'Hinànimemente el Ayuntamiento y todos
»los vecinos mas notables de la villa».
Poco enterado debe de hallarse en
asuntos de Reus quien a estàs lineas no
conteste indignado que Satorras falta
abiertamente a la verdad. Son rotundas
y absolutas las afirmaciones del Goberna-
dor, destituidas de toda sal de duda, y sin
ni siquiera el mitigamiento de un qiiiïú.
No cree que al usar de la fuerza la ex-
ponga a un peligro, sinó que euticnde él,
y conoce el militar, que llevan su fuerza
al sacrificio, a la muerte: y esto sin resul-
tado alguno. Sabé que dieraocasión cier-
ta, inevitable, iufalible, no a un pequeno
choque, no a un combaté parcial, sinó a
una revolución sangrienta y general, es
decir, de toda la villa, que con las armas
en la mano se arrojara sobre la tropa
para aplastarla y destrozarla por comple-
to. Api^uébanle su inacción antes y des-
enes, bien que no creo que se la aprueben
en la eternidad, no una mayoría del
Ayuntamiento, sinó la unanini/dad ,acom-
panada, no de algunos, sinó de todos los
vecinos mas notables de la villa. iCuànto
empeno en excusarse! iCu;'m negra fuera
la culpa, que tanto empeiio excite el deseo
de su liberación! \Y al mismo tiempo
cuànta falsedad!
Son varios los reusenses que interro-
gué sobre este punto, quienes opinaron
que el uso de la fuerza cohibiera la revo-
lución. Muy terminante en las lineas
arriba citadas asegura Toda, reusense
también y liberal, que '<un poco de ener-
»gía en tal momento, la sola voz de alto
»y atrds del postrer centinela, habría
«evitado una gran desgracia». Aun capi-
tiln de milicia de Reus, mi amigo, hom-
bre de talento perspicaz, justiciero hasta
la exageración, perfecto conocedor de
aquel motín, liberal moderado, bien que
cristiano de corazón, oíle repetir mil
veces estàs categóricas palabras: «Con
»cincuenta hombres, arma al hombro,
»delante de cada convento, sin necesidad
»de disparar un tiro, se evita el crimen».
Con menos en època mAs reciente y en la
misma población un hombre decidido con-
tuvo una turba de miles de atolondrados
deseosos de allanar la iglesia parroquial.
Correria el afio de 1873 cuando la repúbli-
ca federal desató todos los mas sagrades
vínculos de la sociedad. A su amparo, una
noche, a las once, agrupado el pueblo
en la puerta mayor de la iglesia, pedía
con gran insistència las llaves del templo
para entregar a las llamas los confeso-
narios. Acudió con presteza, acompaiïado
de algunos dependientes de la municipa-
lidad, el Alcalde, Don Felipe Font y Tru-
llàs, y colocàndose en los umbrales del
templo, negóse con gran resolución a las
exigencias populares, afíadiendo que
para penetrar en la iglesia hacíase nece-
sarlo pasar antes sobre su propio cadà-
ver. Asi contuvü à las masas por mucho
tiempo, hasta que una partida de caba-
llería acudiendo despejó el tumulto. No,
Satorras no se acercó a las puertas de
ningún convento, porque no quiso, como
quiso Font, evitar el mal.
Ni vale aquí alegar la falta de estos
pelotones de caballos, que vienen en apo-
MATAN/A DE l'RAJLES EN REUS
181
yo del Alcalde de 1873; no vale, no, ale-
gar la carència de suficiente fuerza mili-
tar, que Montemayor, Comandante de
milicia, en el oficio arriba transcrito, solo
considera necesario que le «ausilie con
»80 ó 100 hombres de tropa del ejército
»para que no se altere la tranquilidad
«pública de esta villa) de Reus. Y digo
que solo a estos considera necesarios, ya
que, deseoso como estaba de evitar todo
motín, limítase en la víspera a pedir al
Gobernador militar de Tarragona este
refuerzo, que inmediatamente le fué en-
viado. Y si este oficio no bastarà para
probar cuàl fuese el parecer del Alcalde,
aquí estan clamando con irresistible elo-
cuencia las seguridades que en aquella
misma tarde dió al Guardian franciscano
y al Prior carmelita.
Però aun despreciando el autorizado
sentir del Alcalde mayor, mas conocedor
del espíritu de Reus que Satorras, y por
lo tanto, aun suponiendo, que no es poco
suponer, que las dos companías de Bai-
lén no alcanzasen a condenar a los exal-
tados de la villa, en ningún modo debía
aquella autoridad superior sepultarse en
tan criminal apatia. Elocuente lección
hallara en el comportamiento de las au-
toridades del ano 1823. Entonces, según
en el libro anterior expliqué, trescientos
milicianos con sus jefes conjuraronse
para asesinar en la noche del 13 de junio
a los frailes franciscos de Reus. Pocos
momentos antes de la hora fijada para el
crimen, conoce el proyecto el sindico del
Convento don José de Miró: corre al
Ayuntamiento; expone el peligro: y, en
su vista, la Autoridad inmediatamente
acuartela a los milicianos; y, por consi-
guiente, detiene los pasos de los crimina-
les; y manda vigilar la villa por una
buena partida de paisanos armados. Con
esto logra salvar a los frailes, que tanto
puede la buena voluntad. Si las dos com-
paftíasde soldados eran insuficientes para
el caso, debía el Gobernador reforzarlas
o con nuevas tropas, aceleradamente re-
queridas de Tarragona (solo dos horas
separadas de Reus), o con compaflías
escogidas como las mi\s juiciosas de la
milicia nacional. La milicia urbana de
1835, aunque con motivo del descalabro
de Arnes, empezaba en Reus a indiscipli-
narse, distaba, sin embargo, de la ente-
ramente indisciplinada que conocimos
en tiempos màs recientes; porque todas
lasinstituciones brillan en sus comienzos
por el cumplimiento de las reglas que
deben informarlas; y porque se hallaba
entonces frente de temible enemigo, pron-
to para aprovechar todo descuido o inte-
rior reyerta.
Y si iiiiigmia confianza cifraba el Go-
bernador en uiuguuo de los milicianos,
que no pocos habria sensatos, ipor qué
no arrancaba un centenar de fusiles de
las manos màs atolondradas para poner-
los en otras amigas del orden, que le
sirvieran en aquella ocasión? De abierta
falsedad debe graduarse cuanto dice res-
pecto de que le indicaran antes, y agra-
decieran después, su inacción todos los
vecinos màs notables de la villa. Estos
abrigaban en su pecho el sacro fuego de
la Religión: el populacho ardía en odio
revolucionario difundido por la prensa y
las sociedades secretas, que se multipli-
caban en muchas partes, y tenia n su
venta en Reus (1). -;Cree acaso el seflor
Satorras que millares de leguas nos se-
paran de esa tan conocida población?
rlgnora que los individuos de su nobleza,
de su agricultura y comercio hormiguea-
ron entre nosotros, los tratamos, y por
ende conocimos hasta el fondo de sus
ànimos expansivos y màs locuaces que
callados? No, no hablo de la índia, de la
China o del Japón: hablo de nuestros
parientes, conocidos y amigos; y por esto
rotundamente niego que las personas
màs notables de Reus sean còmplices de
la punible inacción. No, es imposible que
los nobles y realistas don Policarpo de
Bofarull, cuyo soberbio palacio admiro
(i) llisloii^i'.ie las sociedades secretas... por
L). Vicente de la Fuente. Tomo II, cap. 5, § 72.
pàg, 1 18 en la !>.' nota. Primera edición. Er» la
sefjunda edición tomo II, § 81, pag. 92, nota 4.'
182
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CL'ARTO
Fernando VII cuando se hospedó en él;
los dos Miró o March, don Pablo y don
José cuyo palacio ocupaba cuando fui a
Reus una gran fonda en la plaza de Prim;
don José Maria de Gavaldà y sus dos
homónimos, Cardenas}- demàs, apoyaran
tal absurdo. No, es imposible que las
nobles casas de Axemús, Queri, Arra,
Iglesias, Brocà y demàs le aconsejaran el
crimen. No, no es posible que los fabri-
cantes y comerciantes tan cristianos como
los dos Clarianas, los Freixas, Macaya,
Gusi y otros le aplaudieran tal crueldad.
No, no es posible que don Ramon Alba
Milà, el abogado don Pedró Martí, don
Juan Gaspà, el decidido don Pedró Fages
y mil otros hombres de orden y de paz,
pertenecientes a la clase media, apoya-
ran tan cruel apatia. Calle, calle el des-
venturado Gobernador, y no se empene
en hacer còmplices de su delito a los
demàs, cuya fama y creencias estan
patentes ante aquellos vivos y decidores
vecinos de la màs franca de las villas
tarraconenses.
Por otra parte, no se comprende que
toda, toda una honrada población apoye
crimen tan repugnante a la conciencia
medianamente recta. Cuando la piedad,
si no de todos, de buena parte de reusen-
ses, no viniera a desmentir las aseve-
raciones del Gobernador, hiciéranlo la
indiferència por las cosas políticas y la
cobardía que siempre domina a la gene-
ralidad de las gentes. El ano de 1835 no
era el actual: entonces ese mónstruo
infernal de la revolución espanola vagía
aún en su cuna; o si se quiere, mozo,
muy avieso, sí, però de pocos anos, inau-
guraba solo las travesuras de su juven-
tud; y por lo tanto aunque maligno en
sus designios, no alcanzara todavía sufi-
ciente tiempo para pervertir por comple-
to a los pueblos y a las masas. Todavía
el clero gozaba de saludable influencia;
todavía cada famiha contaba un fraile
entre los tíos o los hijos de la casa, toda-
vía en cada calle se levantaba un con-
vento y en él, por dicha, un púlpito y
muchos confesonarios; todavía el pueblo
trataba familiarmente a los frailes, y
conocía sus buenas cualidades; el fétido
fermento de la revolución no habíaagria-
do toda la masa. Muchos de los que se
llamaban liberales, y hasta esgrimían
sus espadas por el sistema liberal, ha-
cíanlo de buena fe, creyendo que en
aquella guerra solo se ventilaba una
cuestión política, que en nada afectaba
a la Religión, la que profesaban con ente-
ra sinceridad. ;Cómo se quiere pues que
toda la Villa se interesara por los asesi-
nos hasta en su defensa echarse a la
calle y arrostrar las balas de la tropa?
Y si toda la villa deseaba el exterminio
de los frailes, £cómose hallaron tan pocos
que fueran a ejecutarlo? iO acaso los que
tanto odiaban el habito monàstico temían
màs las balas de los supuestos fusiies de
los frailes, que las reales y certeras de
los soldados? Olvidó, sin duda, Satorras
que no habían transcurrido màs que dos
afios desde que Llauder desarmarà un
batallón de màs de 700 voluntarios realis-
tas reusenses, y que se hubiera podido
formar otro a no contrariarlo la intransi-
gència del Comandante don José de Miró,
quien no aceptaba en las filas de su bata-
llón màs que realistas de toda seguridad.
cTambién estos se disponían a hacer ros-
tro a los soldados, o quizà a derramar la
inocente sangre de sus amigos los frai-
les? ;También estos le aconsejaron la
cruel inacción? jLàstimagrande que para
redondear su cuadro no anada en el oficio
a Llauder, que el pàrrcco y todo el clero
aprobó atites y dcspués del crimen la
falta de acción! No, no son verdad las
dos aseveraciones de Satorras, no es ver-
dad que todos los vecinos màs notables
de Reus aconsejaran ni aprobaran la
cruel conducta del Gobernador, ni tam-
poco que la generalidad de la población
se hallara dispuesta a empunar lasarmas
para sacrificar a la tropa, si esta con
ellas trataba de impedir el crimen. Toda,
estudiando los elementos que produjeron
«aquellos conflictes, dice, que los halla-
»remos sobrados para comprender como
»en ellos igualmente pesaron los odiós de
MATANZA HK I-RAII•líS KN RELS
183
»unos, la apatia de otros, el miedo de
»miichos, y la suprema ineptitud de cier-
>:tas autoridades».
Mas si el cuito que rindo a la verdad,
si la imparcialidad me obliga a desmenu-
zar y aniquilar las falsedades proferidas
por el Gobernador, exige igualmente de
mi la confesiún de que la milicia de Reus
se componia ds dos batallones, y de que
en buena parte del populacho, de la baja
plebe, y en algunos de los medianes ar-
día, del modo que los malos instintos
suelen arder en pechos bajos, el odio
contra los frailes. No he de esforzarme
mucho para probarlo, que en manera
harto elocuente lo pregonan los insultes,
canciones, gritos hostiles y amenazas,
que tiempo había formaban el tormento
de los frailes, y de los cuales hice detalla-
da memòria al comenzarla narración del
crimen de Reus. Y no solo abrigaban
este encono, sinó que algunos de los
tales enemigos empufiaban las armas de
nacionales, entre los cuales nacionales,
como escribe Lafuente, abundaban los
carbonarios (I); y corrian tiempos de
brutal intolerància. Tal situación diticul-
taba la del Gobernador; es necesario
confesarlo, y gustoso lo confieso; però ni
ella autorizaba su inacción, ni aun puede
e.xcusarle. No liubieran los paisanos he-
cho rostro a tropas regulares, sobre todo
si al frente de ellas hubiesen visto al Co-
mandante y al mismo Gobernador, como
al Alcalde de 1S73 en los umbrales de la
iglesia; y la resistència hacíase de todo
punto imposible si aquéllos se hubiesen
rodeado con refuerzos de tropas de otras
partes, o milicianos escogidos, o paisanos
armados. Y si tan temibles se hacian los
milicianos, ;por qué, pretextando la apro-
ximación de carlistas, no los sacaban al
campo para, durante su ausencia, desar-
mar a los amotinados?
Los exaltados no resistieran si desde el
primer momento de la llegada del Gober-
(i) llisloiLi if Ars sociedades sccrctas aiili-
f'iiaí; V modenias cii l'sf'.TÜa. Scgunda ediciíin.
l•iiinci 11. pi'iii. ^>^.
nador y del Comandante hubiesen notado
en ellos decisión inquebrantable de evitar
la catàstrofe; si hubiesen leídouna alocu-
ción breve y enèrgica; si hubiesen visto
al ultimo distribuyendo en modo adecua-
do las fuerzas alrededor de los conven-
tos; si hubiesen presenciado con sorpresa
cómo una manga de soldados prendía
resueltamente en el cafè a los comen-
sales de la crema, y otra arrestaba a los
nacionales de la casa municipal; si al
menos, al llegar los incendiarios a San
Francisco, hubiesen sido recibidos a ba-
yonetazos, o siquiera a decididos culata-
zos; en final, si hubiesen notado que
de verdad. quería el Gobernador salvar
a los frailes: que ya todo el mundo sabé
hoy que las masas populares no se suble-
van mas que cuando las autoridades las
dejan levantar. Y finalmente, llevemos
hasta el cabo las consideracioneshacia el
Gobernador; demos que temiera, deseoso
de evitar todo peligro de revolución, el
disparo del primer fusil; però ni aun así
comprendo, ni comprenderé jamAs, que
omitiera echar mano de los mil medios
de que dispone una autoridad cuando
quiere ahogar en el seno materno cuai-
quiera conspiración.
Tan criminal conducta achíicala Toda,
como vimos, a :<suprema ineptitud» o es-
tupidez; y en verdad que fué grande, no
solo por los tristes resultados que de ella
se seguia a los claustros, sinó por las
coiisecuencias que entranaba para ei
orden publico, para el partido político
reinante. Porque, rota aquella primera
valia, inauguraronse los motines, indis-
ciplinóse mas y mas la milicia urbana,
persiguióse a las autoridades, el Gober-
nador militar de la provincià y el Capi-
tAn General del Principado tuvieron que
huir a ufía de caballo, las calles de la
provincià se mancharon con la sangre del
teniente del Rey y el Mayor de plaza, y
las de la capital de Cataluiïa se mancha-
ron con la sangre del segundo Cabo, y la
Rambla vió arder horriblemente su cadà-
ver. iAh, seíïor Satorras! Hay circuns-
tancias en las cuales los destinos eleva-
184
■:RCl•.UO. CA1'IT1.I.0 CIAK I O
dos imponen la obligación de salvar el
orden a toda costa.
cPor qué a lo menes el Gobernador no
noticiaba por bajo mano a los frailes su
peligro? iPor qué no les mandaba el pà-
rroco, un vicario, un hombre honrado que
en secreto, però de su parte, les sacarà
del convento? Tal exigían la humanidad
y las eternas leyes de- la justícia, por
mas que quiza las instrucciones superio-
res no le autorizaran para en modo pu-
blico y oficial evacuar los claustros. A
toda costa, con toda mana y con todo
empefio debía aquel Gobernador evitar la
revolución.
Finalmente dice Satorras en el famoso
olicio, y acabemos ya tan enojosa acusa-
ción, que antes también y después del su-
ceso el Ayuntamiento unanimemente le
aprobó su proceder.
Realmente, un ilustrado hijo de Reus
me dijo que creia que el Gobernador
aquel dia reunió el Ayuntamiento, que le
pregunto por lo que podia hacerse para
impedir el atentado contra los conventos;
y que el presidente, que en ningún caso
seria Montemayor, al cual nadie culpa en
Reus, contesto que el único medio estaba
en sacar de ellos a los frailes; a lo que el
Gobernador contesto que esto no podia
hacerlo. Échase de ver aquí fàcílmente
que el dicho presidente, y quizà el Ayun-
tamiento, padeceria la miopia liberal, que
a no aquejarle tal enfermedad, divisara
las trazas arriba apuntadas, capaces de
salvar a los frailes, y se le ocurrieran las
serias consideraciones que llevo indi-
cadas.
La noticia de esta sesión del Ayunta-
miento y la reunión de urdídores del cri-
men preparatòria del atentado, de la que
en breve trataré, dame pie para sospe-
char que a la falta de decisión y a la
ineptitud del Gobernador pudieron jun-
tarse quiza las persuasiones de estos ur-
dídores, que, simulando por ventura ser
los notables vecinos de la villa, dieran
camino, bien que falso, para las afirma-
ciones del cèlebre oíïcio. Esto, si en algo
aminorara la culpa de Satorras, no le
libra de grandes responsabilidades ante
las personas honradas.
Quiza los amigos de Satorras aduzcan
en defensa de él su filiación política, es
decir, que formaba en el partido modera-
do. No lo niego. El lugar que ocupaba
claramente lo prueba, y todos sus con-
temporaneos por mi interrogades me lo
confirmaron. Mas se presentan en esle
punto anomalias y circunstancias cuyo
valor yo no pesaré; lo pesarà el lector
después de leídos los datos que a seguida
le suministro.
A don Antonio Satorras e Iglesias, en
el periodo constitucional, le hallamos
comprando al Estado bienes eclesiàsti-
cos. Por remate de 31 de mayo de 1822,
según consta en escritura autorizada por
el notario don Joaquín Fàbregas en
Tarragona a 19 de agosto de 1841, com-
pro al Estado la heredad del monasterio
de Benifazà llamada la Vall, por el pre-
cio de 366,000 reales. Por remate de igual
dia del anterior compra a la Nación la
heredad llamada la Cenia, del mismo
monasterio de Benifazà, de 39 jornales
de extensión, por el precio de 399,000 rea-
les, como es de ver en escritura autoriza-
da por el propio Fàbregas en Tarragona
a 4 de septiembre de 1841. Y como éstas
es posible que realizara otras compras de
estos bienes. No se equivocaba cierta-
mente un ochentón, en sus mocedades
indivíduo del batallón deUi Costa, y por
lo mismo liberal acentuado, quien me
decia: «La desamortización la hicieron
»los progresistas, però la aprovecharon
>4os moderados».
Incendiades los conventos, triunfó en
Cataluiía la revolución; y luego, como
largamente veremos en el capitulo XII
de este libro, mientras en Madrid conti-
nuaba en el mando el partido moderado,
en cada província de Cataluíïa se creaba
una junta de gobierno llamada consulti-
va, juntas rebeldes, compuestas por lo
general de exaltades, que quedaban fren-
te a frente al gobierno de Madrid. La de
Barcelona quiso ponerse al frente de la
gobernación de toda Catalufía, y así
MAIA.N/A OE l-KAILES EX RELS
18Ó
Uamóse suprema, y pidió a las de las
demas provincias catalanas que le man-
daran dos representantes cada una para
formar parte de la central o suprema ca-
talana. En Tarragona no falto revuelta
después de arrojados los frailes, en uno
de cuyos actos fué asesinado el teniente
de Rey y el Ma^-or de Plaza, y el Coman-
dante General senor Colubí se salvo
huyendo a ufia de caballo. Creóse la jun-
ta tarraconense, 3' por acuerdo de 13 de
septiembre de 1835 esta nombra para for-
mar parte de la central catalana a don
Antonio Satorras. De donde resulta que
mientras el Comandante General mode-
rado hu3'e como el viento, y caen asesi-
nados dos de sus companeros, Satorras, el
Gobernador civil, esencumbrado a parti-
cipar del Gobierno revolucionario detoda
Cataluna, y esto con posterioridad a la
nientada fuga de Colubí y al asesinato
del teniente de Rey y del May or de Plaza.
Coníieso que no es fàcil, tratàndose de
remotas épocas, pesar con exactitud com-
pleta el valor de ciertos hechos; mas
oigamos palabras de los contemporaneos.
En el diario exaltado de Barcelona; titu-
lado El Cataldii , número del 24 de agosto
de 1835, se lee una correspondència de
Tarragona en la que consta que en Ta-
rragona «no hay mas junta consultiva, ni
'.mas disposicion que lo que quiere el
^Gobernador civil, sobre cuya opinion
'-política he oido diferentes pareceres:
»todos convienen en que como particular
>'es buen hombi^e, però como funcionario
^publico se resiente de su gran amistad
»con Llauder. No le conozco. De quien
»hablan disparates es de su secreta-
»rio....» (1).
A esto contesta Satorras con un comu-
nicado en el ni'imero del 28 del mismo
mes y aiïo, que literalmente copiado dice
usí:
«Sres. Redactores de El Catalaii.
»En esta capital, a donde el que suscri-
>be ha venido para restablecer su que-
ibrantada salud y para objetos del servi-
(!) Púg. x^-r-.
»cio piíblico, ha leido con sorpresa los
xdos comunicados que Vds. insertan en
»los números 234 y 235, de su periódico.
>Xo es muy noble ni generoso à la ver-
»dad, comprometer tras barrera, 3' como
>por pasatiempo la reputacion de unciu-
> dadano. Ni la reunion de la Junta Con-
>sultiva de Tarragona ha sufrido un
»minuto de atraso por parte de la auto-
»ridad civil, ni BeJza desempenaba la
«secretaria cuando se escribía el comu-
»nicado, ni habra quien asevere de buena
»fe que el gobierno civil de Tarragona
»haya prohibido en ningun tiempo las
»canciones patrióticas. Las relaciones
»que haya tenido el gobernador civil con
»un personaje cèlebre en esta època no
»las puede graduar el autor del comuui-
>íCado ni jamas han influido en la opinion
»política del que tiene un caràcter iiidc-
>yp£ndieiitc, justifiícado en tiempos en
»que, el que ahora habla, aun con màs-
»cara guardaba un profundo silencio.
»E1 individuo que ocupa aquella gober-
>macion con diez hijos y harlo que com-
»binar para alimentarlos, se reconoce
»tan poco apto para el mando, que no
»menos de cinco son las renuncias que
»tiene hechas desde que se le confirió:
»solo ambiciona el momento de poderse
»dedicar al intimo deber de cuidar é ins-
»truir à su numerosa familia 3' ser útil
»como particular à la causa de la libertad
»3• del trono legitimo de Isabel II.
»Espero merecer de Vds., Sres. Re-
»dactores Antonio Satorras» (2).
Como dije ha poco, fué nombrado por
la Junta Consultiva de Tarragona en 13
de septiembre del mismo afio para for-
mar parte de la Suprema de Cataluna; es
decir, que fué un moderado que mereció
el Gobierno civil de una provincià, 3'
luego ser nombrado para formar parte
de otra progresista.
Alegaran quiza también los defenso-
res de Satorras la honradez de su vida
privada, la que nadie niega, y yo menos
(2) Ei Català» dl
na 1 380.
j8 de aiídslo de i6
186
I.IBRO TIÍRCIÍIÍO. — CAPITCLO CI'ARi
que nadie; però de esta aquí no trato:
trato de un hecho publico de su man-
do. Haya Dios perdonado al tal Gober-
nador por las oraciones que el Padre
Balmes y sus compaiïeros martires, infla-
niados de la misma caridad que los llevo
al sacrificio, dirigen al Senor por él; y
hiíyale el Cielo tornado en cuenta la pie-
dad y el profundo arrepentimiento que
de sus pecados y faltas mostro en sus
líltimos aiïos y especialmente en el tran-
ce de la muerte.
Tras del Gobernador civil y del Jefe
militar comparece ante el Tribunal de la
severa Historia el A3'untamiento, al que,
sin embargo, gracias a la completa igno-
rància en que estoy de los nombres y
antecedentes de sus concejales, noquiero
juzgar; limitandome a sacar ante los ojos
del lector, para que a ellos aplique el
recto criterio y buen sentido con que
Dios le haya dotado, los tres linicos datos
que a mano hube.
Hallé el primero en el ya tan repetido
oficio de Satorras al general Llauder,
donde aquél dice que el Cuerpo municipal
dió a conocer antes, y agradeció después,
unànimemente, la conveniència de la
inacción de la fuerza militar.
El segundo encontràmoslo en la noti-
cia, arriba apuntada, sobre la sesión, con
asistencia del Gobernador, en el dia de
la catàstrofe. En ella se indica que el
Presidente del Ayuntamiento no vió me-
dio alguno para que los frailes continua-
ran en sus claustros.
Està el tercer dato en el resultado de
la visita que en busca de noticias hice
al Archivo municipal de Reus en 27 de
septiembre de 1880. Registro el libro de
actas, y lo hallo bien dispuesto y encua-
dernado. Después de las del 18'34 sigue
el índice de ellas muy bien formado. Des-
pués de este índice vienen muchas pàgi-
nas en blanco, y luego las actas de 1836;
de modo que las actas de 1835 no han
sido copiadas y sí solo se han dejado
pliegos en blanco para hacerlo. Pregunto
al Sr. G...., teniente de Alcalde, si estàs
actas existen entre las reservadas. Lo
busca; y me dice que las del 1835 igual-
mente estan en blanco. Ofréceme este
seiior buscar los borradores; mas como
después de tantes anos considera difícil
hallarlos, desisto de este trabajo.
Registro igualmente los legajos de
comunicaciones correspondientes a los
meses de julio, agosto y septiembre
de 1835 (Armario de comunicaciones:
legajo30), y tampoco hallo nada referente
a mi asunto... solo la copia de un oficio
pasado por el Ayuntamiento al Gober-
nador civil de Tarragona en 12 de agosto.
iPobres conventos y pobres frailes en-
tre autoridades libei^ales!
ARTICULO QUINTO
CAUSAS DEL ATENTADO
No diré meditando, sinó aun ràpida-
mente solo leyendo, el anterior relato,
al mas lerdo le ocurre preguntar: ide
dónde tanto odio en contra de los con-
ventos? íQué causas racionales lo produ-
jeron? ïTan criminales, tan enemigos del
sosiego privado o publico, tan perjudi-
ciales a los intereses de los habitantes de
Reus fueron los frailes de aquella villa,
que así merecieran ser detestados y
exterminados? Y si los crímenes de estos
religiosos no fueron tantos ni tangrandes
como parecen juzgados al compàs de tal
odio, íqué causas pudieron engendrarlo
en manera tan encarnizada? Lo explica
el liberal avanzado don Francisco RauU
en su pérfido foUeto Historia de la cou-
mocioji de Barcelona en la noclie del 25
al 26 de julio de 1835, mediante una
baja y miserable calumnia (1). «En esta
»exaltacion, escribe, y efervescència de
»los espiritus» iliabla de la general que
había en los rcvohicionarios catalanes
en contra del Capitdn General Llauder)
«recibió Reus la noticia de que un desta-
»camento de sus urbanos, que regresaba
(i) Pàg. 3", tanto en la i.° como en la 2.' edi
ción.
ilATANZA DE FRAILES E.V REUS
187
»de larga distancia, había sido sorprèn-
»dido por lo facciosos, que habían asesi-
»nado bàrbaramente al oficial Montserrat
»y à seis soldados, à uno de los cuales, 3-
»era padre de ocho hijos, había mandado
«crucificar y sacar los ojos uno de los
»frailes que iban con los rebeldes. Esta
»fué la mecha que pego fuego à la pol-
»vora: el pueblo de Reus, indignado de la
»atrocidad de los carlistas; receloso de
»sus intentos si nos venciesen; é inspirado
»del ejemplo de Zaragoza iba à tumul-
»tuarse 3' dar principio A la escena màs
»sangrienta, que suspendió por algunas
»horas la llegada impensada del Gober-
»nador Civil de la provincià de Tarragona
»con alguna fuerza del ejército perma-
»nente: però rompió el pueblo su còlera
»a media noche en que se vieron arder
»dos de los tres conventos de la villa,
»dando muerte a los frailes que pudieron
»haber». Hasta aquí las calumnias, las
injusticias 3" las sandeces de Raull, a
todas las cuales negaré los honores de la
refutación, salvo una. Releguemos al
desprecio la injustícia de castigar, díre-
mos mejor, de vengar, en los pacíficos
religiosos de Reus las atrocidades de
algun fraíle que, abandonando su claustro
y vida, se hubiese convertido en hombre
de armas. Dejemos a un lado la inmoral
sandez de «inspirarse en el ejempo de
Zaragoza»; y veamos cuànta verdad en-
cierre la estupenda noticia de un fraíle
crucificador 3' mutílador de los enemigos:
exòtica nueva prohijada por Raull en su
por varíos conceptos detestable opúsculo.
Don Antonio Pírala en su conocida His-
toria de la guerra civil la reprodujo (1),
aunque templò la crudeza de la rotunda
afirmación de Raull con un se dijo, que
la dejó en la categoria de solo rumor.
Anadiò el lugar del suceso, esto es, que el
destacamento reusense regresaba de Ar-
nes. Sín embargo, si por una parte con la
duda baja las tintas de tan absurda ca-
(i) I.ibro III, pdi-rafo /o, o sca tomo II. pagi-
na I.M.
lumnia, por otra, que en algo debía trans-
parentarse su pecho liberal, las recarga
en contra de los religiosos de Reus cuan-
do en el aparte siguiente, al descríbir el
atentado, no títubea en estampar que los
incendíaríos, «en vez de armarse todos é
»ir k exterminar a los autores del dafio
»que lamentaban, emplearon su sana en
«contra de ínofensivos edificios, va que
»no lo fueran sus pobladores». Muy pron-
to un texto de Toda, testígo mavor de
toda excepcíón, probarà a Pírala si los
frailes de Reus entraron 0 no en conní-
vencias con los carlistas. Don Víctor Ba-
laguer en dos de sus libros (2) copia de
Raull la mutilacíón y la crucifixíòn por
orden del fraíle; y aunque la atenua con
el se dijo, como Pírala, y anade que igno-
ra «todo el grado de certeza» que pueda
tener, cree que «queda casí fuera de toda
»duda que un fraíle fué quien incito à
»los rebeldes A cometer el bàrbaro homi-
«cidio con los ya rendídos é indefensos
>mrbanos». Los continuadores de la His-
toria de don Modesto Lafuente (3) y
otros autores, 3- hasta alguno catòlico,
admíten mas o menos temperada la noti-
cia. Ante la gravedad de la acusación
menester se hace que, abandonando di-
chos de autores e ímpertinente erudición,
vengamos a discutir los fundamentos de
la calumnia.
Apasionado solo por la verdad, al oir
aquella por vez primera, acudí sín pérdí-
da de momentos, ni ahorro de sacrificios,
al país o comarca que presencio el hecho
de guerra en cuestión. El celoso amigo
a quien encargué la pesquísa de datos
contestòme desde el Priorato de Scala
Dci, en septiembre de 1881, con estàs pa-
labras: «He preguntado ò. varias personas
»de este Priorato 3' de la ribera del Ebro;
»y segun las informaciones, que me han
(2) l.os frailes y su% conventos. Barcelona,
i8í I. Tomo II. pàg. ;oi>. /..is calles de Barcelona.
Barcelona, iSóí. Tomo I, pàgs. 5.^8 y 540.
(?) Historia general de Espaiia. Barcelona,
1890: Tomo XX, pàg. 204.
188
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CUARTO
»dado sobre el hecho de que se trata, su-
»cedió: que en 19 de julio del ano 1835
»una partida carlista batió al destaca-
»mento de milicianos de Arnes, muriendo
»enla accion varios de estos últimos y el
«oficial, que los mandaba... Nadie sabé,
»ni ha oido decir que tal partida carlista
»estuviese mandada por ningun fraile.
»Lo he preguntado à liberales y republi-
»canos, y todos se han reido de la noti-
»cia; y uno de ellos me ha contestado:
«alguna excusa habían de inventar para
«justificar los de Reus la matanza de los
»frailes». Parece que si un fraile hubiese
»capitaneado aquella partida se habría
»raentado mucho, sobre todo si se consi-
»dera que por aquella parte de ribera no
»había frailes en las filas carlistas, y
»esta circunstancia, como cosa rara, ha-
»bría sido muy conocida y comentada
»en la comarca».
Después de aseveraciones tan claras
y tan autorizadas podria terminar esta
cuestión con solo notar el caràcter bur-
damente novelesco de crucifixiones y
mutilaciones, tan contrario al espíritu
cristiano y sentido común, que a la pri-
mera vista se presentan como imposibles,
como consejas de vieja para los nieteci-
tos, o para cartelón de teatro patriótico
de la legua, especialmente si tales atro-
cidades se cuentan cometidas por minis-
tros de los altares; que a serio por los
que a estos mataron, el cuadro cambia
de aspecto.
No satisfecho yo con tanta claridad,
quise alcanzar la evidencia: y así, me-
diante nuevas investigaciones, logré per-
sonalmente avistarme con un individuo
de los carlistas que se hallaron en el
suceso, mientras mi amigo en Arnes inte-
rrogaba a otro que militaba en las filas
del gobierno. Las relaciones de ambos,
salvo pequenos pormenores, concuerdan
admirablemente. Mandaba a los primeros
don José Torner, no fraile sinó seglar, y
capitaneaba de 500 a 600 hombres, muchos
de ellos todavía desarmados. Supo este
jefe que el destacamento de Arnes iba a
ser relevado, para lo que subian fuer-
zas desde Reus, las cuales se jactaban de
que habían de matar a los facciosos, no a
tiros, sinó a punetazos. Torner llamó a su
hueste, y expuesto cuanto pasaba, exhor-
tóla a presentar al enemigo una embos-
cada, invitando para este fin a que salie-
ran al frente de la fila voluntàries los que
desearan tomar parte en ella. Secundà-
ronle sus hombres saliendo como ciento;
los cuales encaminàronse a un punto
intermedio entre Arnes y Horta, y de
ambos pueblos equidistante. Los grana-
deros se ocultaron en el bosque de un
lado del camino, y los cazadores en la
vifia del opuesto, esperando, no a los que
venían de Reus, sinó a los compatricios
de estos, que en número de 40 ó 50 con
una companía de peseteros sah'an de
Arnes hacia Horta. Los liberales tuvieron
la acertada precaución de flanquear la
via, merced a lo cual dos nacionales que
pasaban por la cresta del lado, nolando
a los carlistas escondidos entre las cepas,
les hicieron fuego. Estos al verse descu-
biertos, temiendo con razón que el grueso
de la fuerza escaparà, saltan precipita-
damente de sus escondrijos, y cierran
corriendo contra los liberales de la carre-
tera, los que sorprendidos y espantados
emprenden precipitada fuga hacia Arnes,
con tanto aturdimiento, que basta media
hora màs abajo no se acordaron de
disparar el primer tiro. Nueve de ellos,
alcanzados en la fuga por los carlistas,
murieron heridos de arma blanca, entre
los que se hallaba el oficial. Fueron per-
seguides hasta el rio de Horta; y a no
hallarse en esta villa la columna del
General Montero, los carlistas vengan
las bravatas de los reusenses apoderàn-
dose de Horta (1). El viejecito Pelegrin
(i) El oficio que en el dia 31 de julio el Alcal-
de mayor de Reus pasó al Gobernador de Tarra-
gona, lo mismo que RauU y otros, fijan en cinco
o seis las bajas de los reusenses en esta sorpresa.
.\tendiendo a las maiias de aquellos tiempos. bien
podia ser que en el mismo camino el parte hubie-
se resucitado alguno de los muertos.
MATANZA DR I-KAII-ES EX REUS
189
Piqué, uno de los dos testigos, el cual
estuvo en el hecho entre los carlistas, de
cu5'a boca tengo estos datos, termino su
relación anadiendo: '<nada de frailes, ni
»sacerdotes bàrbaros, nada de privación
>de ojos, nada de crucilïxiones». rQué
cosa pudo, pues, dar pie a tan absurda
calumnia?, hube de observarle. «No lo sé,
«contesto, como no sea un hecho, en el
)que ni sacerdote, ni fraile tomo parte,
)/ni aun nosotros: dos ninos de Benisa-
»net, no alistados à nuestras lilas, hijos
tempero de un carlista, estaban incomo-
»dados con el comandante de armas de
xsu pueblo; 3- para burlar de él, cortaron
>:las orejas a uno de los cadiiveres, y en la
>;siguiente noche con no poca exposición
»de sus vidas se llegaron hasta este
xpueblo, logrando por la g^atonera tirar
»las orejas dentro la casa de dicho co-
«mandante». Bien claro aparece que la
fea travesui'a de estos muchachos dista
infinitamente del horroroso crimen impu-
tado al fraile.
Tan clara y evidente luce la falsedad
de tal fàbula, que los autores de todos los
partidos que han escrito en tiempos pos-
teriores al relatar la quema de Reus y al
buscar sus causas, la sepultaren en pro-
fundo silencio. Don Andrés deBofarull,
analista de Reus, la calla. Su hermano,
don Antonio, nada habla de ella en los
varios articules publicades en 1880 (1)
sobre asuntos de aquella ciudad, y en los
que no deja de transparentarse el espiritu
liberal que los anima, ni deja de hablarse
algo de la quema y sus causas. Si se
dudase de las opiniones de don Antonio
de Bofarull, al que en lantos lugares de
estos mis libros cito, recuérdeseque en
1848 en Barcelona se publico el libro del
pérfido Eugenio Sué, titulado Los siete
pccadfls cap/talcs; que venian «traduci-
>.dos del francès por D. Antonio de Bofa-
^rull,» como reza la portada del libro. Don
Eduardü Toda, con ser hijo de Reus y
aficionado a investigaciones históricas, al
(i) Cos/iíhis ./líf'.s- f^cidcii... lieiii. it' iSju a
describir los antecedentes del crimen,
dedica un aparte a la derrota de Arnés,
3' en él ninguna mención hace del preten-
dido fraile, emulo de los judíos del Cal-
vario.
Y nótese que callan la calumnia espe-
cialmente los autores reusenses, y que
ninguna de las muchas personas de la
villa por mi interrogadas mentóla para
nada; cuando, a ser verdad, todas me la
comunicaran, vendiéndola como probada
los enemigos de los frailes, y como rumor
los amigos. Tanto silencio donde mas
vivo debiera estar el recuerdo de la atro-
cidad, demuestra en modo evidente que
la calumnia nació y vivió lejos de Reus,
y de los que según ella fueron sus testigos
y víctimas. Ni aun losocho hijos, dejados
huérfanos allí por el pretendido crucifi-
cado, supieron Horària tràgica muertede
su padre, ya que nadie oyó sus llantos.
jTal es la falsedad de tan burda trama!
Que la admita Raull, el revolucionario
insensato; que la copie D. Víctor Bala-
guer, entonces poeta, después masóncali-
ficado (2), se comprende fàcilmente; però
no se explica que la vendan como mercan-
cía corriente Pirala y otros de los cuales
se dice que escribieron con seriedad. Para
legitimar los grandes crímenes se han de
inventar calumnias. De la existència de
éstas se deduce la injustícia de aquéllos;
però tal proceder es de los autores crimi-
nales no de los buenos.
El citado don Víctor Balaguer, en su
libro de Las calles de Barcelona, llega a
escribir la inocentada de que después del
incendio en uno de los conventosde Reus
se hallaron armas y gorros de cuartel, 3'
en otro una pieza de percal con escara-
pelas de Carlos V (3). Baste decir que
nadie de Reus tiene noticias ni de las
armas ni de los gorros, y que las escara-
pelas serían de tal matèria que resistieron
al fuego.
l'eio, en íin, despreciemos falsedades 3*
(-■) Se le ha dicho en mil ocasiones en los perió-
clicos. V no sé que nadie lo hava negado.
( í) "P^ifí. 5-t'i-
190
I.IBRO Tl'.RCIORO. — CAI'lIl'I.O CUARTO
sandeces de progresistas trasnochados y
aturdidos, y veamos qué causas senalan
del tiecho autores de formas y partidos
mas templados, especialmente mi querido
amigo don Eduardo Toda, quien, a pesar
de decir que «entra màs en su objeto rese-
»fiar la brutalidad de los hechos que ocu-
»parse en las causas que los motivaren»,
dedica a éstas la mitad de su trabajo.
«Que bien podriamos, dice, escudrinando
»la Historia, liallar motivos de luchas y
»querellas entre los conventos y los pue-
»bios, hacer ver como una a una se fue-
»ron juntando las quejas contra los pri-
»xneros, como gotas de ponzofia que
»hicieron rebosar el caliz de amargura
»quela religión y la política de consuno
»llenaron» (1). Perdonemosal autor su di-
cho (que hoy no lo repetiria) según el cual
también la Religión contribuyó a Uenar el
caliz de amargura de los pueblos; però
aceptemos luego la confesión, y sepamos
de una vez que si la política, en cuyo te-
rreno no todo es malo, contribuyó al odio
de los pueblos hacia los conventos, con-
currió igualmente la Religión; de donde
resultarà que mueren los frailes, y caen
los ediíicios, por la causa del Senor. Use-
mos, como siempre, de justícia con quien
asi comienza su estudio, y sentemos que
le adornan buenas cualidades. Investiga-
dor paciente, cobro gran fama entre los
aficionados a antigüedades: escritor cata-
liin, redacta en frase correcta, limada y
elegante. No se halla privado del senti-
miento de la justícia, ya que con noble
energia execra y abomina del crímen de
sus paisanes, y aun al terminar el estudio
condena, en manera no común a sus
correligionarios polítícos, el falso princi-
pio de los hechos consumados. Es deber
de los católicos, y de cuantos ante todo
buscamos la justícia y su reinado, confe-
sar y alabar las buenas cualidades del
autor a quien vamos a refutar. Inicia su
resena de las causas del odio reusense
contra los frailes diciendo que «la villa
(i) Ilustraciú Catalana. Ano V, pàg. 1Ó2,
»progresaba, y le eranciertamente remo-
uràs y estorbos los establecimientos mo-
>^nasticos, que tenia en el circulo de sus
»murallas» (2). Ignoro a qué progreso se
refiera el autor, si al material, al moral o
al intelectual; mas, sea cual sea, relego
intacta la frase al debido olvido. El pro-
greso moral e intelectual fomentàbanlo
poderosamente los frailes. No impidieron
aquellos edificios el material de la villa,
realizado hoy cuando aún subsisten Y
por lo que al industrial o de la riqueza
pública de Reus atane, en nada obstaba
un centenar de religiosos, los mas foras-
teres, que en sus respectives claustres
dedicabanse al estudio, a la oración y al
ministerie sacerdotal.
Condensando las ideas, el articulo de
causas del crímen senala como principal
y madre de los demàs, que habiéndose la
villa resueltamente ínclinade a la parte
liberal, los conventos, y en mode especial
el francisco, no hicieron en esto coro con
la peblación, sine que, per el contrario, en
la balanza echarense al platillo antilibe-
ral, pesando mas de una vezcemo influen-
cia dirigida contra el partido contrario.
Que ne caj'eran al empuje de la envidia de
sus riquezas, ni al injusto desee de sacu-
dirse aiïejos derechos senoriales u otras
prerrogativas, cuyo goce hize traición a
varias cemunidades, confiésalo en mode
paladine el autor en las siguientes líneas:
«Dos palabras sobre aquella corpora-
»ción (la de Sau Francisco). Compuesta
»como estaba de frailes mendicantes,
»debía supenerse que era pobre, y lo era
»en realidad. El cenvento no tenia mas
»propiedades que el solido edificic que ha-
»bitaba y la huerta vecina de la cabida de
»un jornal. Pedian los legos en la pròpia
»guardianía, que tampece era extensa ya
»que por tedes lades la rodeaban las de
»los conventos de la mísma orden situa-
»des en Riudoms, Alcover y Tarragona.
»Generosas donacienes etorgadaspor per-
«senas afectas a la casa fueron aprove-
»chadas para aumentar las comodidades
(2) Pàj
col. I.
MAÏA.WA DK IRAILES lïN REUS
191
>interioi'es y adornar }• restauraria espa-
»ciosa iglesia, en cuyo altar mayor se
»destacaban preciosas estatuas del famo-
»so escultor Campen}-. En fin, de limos-
^nas}^ de derechos en la iglesia vivian
»aquellos frailes desahogada y cómo-
>^damente, aunque sin grandes lujos ni
>'riquezas . Nunca fueron, como otros
»poderosos monasterios de la provincià,
'senores feudales y amos de inmensas
>'propiedades en todos los pueblos.
«En cambio bullia mas en San Francis-
»co la idea política, germinadora en nues-
»tra tierra de muchos desconciertos oca-
>sionados por verla frecuentemente en
>/luo:ares de donde debiera siempre haber-
»se alejado...» Y nótese que esta política
de los franciscos reusenses, condenada
por Toda, no consistia en maquinaciones
carlistas, ni subsidios prestadosalpartido
de la montana en la època que historio;
sinó en oponerse a la alianza de la Reli-
gión con la política liberal. «En aquella
Ȏpoca 1 1834), continua este autor, la
«montana del Priorato de Tarragona se
»vió llena de partidas carlistas, cuyo
»principal apoyo, fuerza es reconocerlo,
»se encontró en los conventos de frailes
>>' eqiiivocacióii mcDiífiesta, como eii dfs-
xíiiiío.•^ pitiitos de cstc mi líbro dcmucs-
»tro). Quizà Reus fué una de las villas
»donde las inteligencias fueron mas pe-
>'quenas; el pueblo rehusaba aquellas
»patuleas de realistas, contra las cuales
>;se levantó enérgico y armo su brazo
«disponiéndose para la batalla. En los
>/Conventos se dividieron las opiniones
>'Sobre la mayor ó menor simpatia que
«tenían por la naciente revuelta; mas fué
> en los fiailes unànime la tendència à no
«socórrer à la facción con dinero, ni à
«apoyarla con partidarios. Tanto fué asi
»que à principios del aflo 1835 un cono-
»cido cabecilla de las Borjas del Campo...
>.se dirigió a uno de los conventos pidien-
»do un ausilio en metàlico, que le fué
»redondamente negado por el Guardian.
»La levadura de las ideas liberales se
«habia metido en San Francisco como
»igualmente incubaba en la comunidad
*de carmelitas de San Juan. Las dos te-
»nian una minoria avanzada, que era
»quizA representada por los frailes de
>'mas talento }• menos impopularidad; }'
>:'es casi seguro que un empujón en el
'Sentido de acercar los conventos al pue-
»blo, un acte publico de reconciliación
»con las ideas nuevas que bullian en los
»acalorados cerebros de los partidarios
»de Cristina, en una palabra, una alianza
»manifiesta de la Religión con la política
«liberal, habría salvado de su ruina los
«edificios consagrados à la paz del Seiïor,
«librando al mismo tiempo de la muerte
»à muchas victimas impia é inhumana-
»mente sacrificadas en el alboroto de
«aquella noche de orgia» (1).
De modo que, según un autor enteradí-
simo y liberal como Toda, mueren los
frailes porque, sin venir comprometidos
en el levantamiento carlista, al que ni con
hombres ni con dinero quieren favorecer,
rehusan aliar la Religión con las ideas
liberales. Mueren por haber defendido lo
que la Iglesia defendió, y haber condena-
do lo que después el Vicario de Cristo
condena. Mueren por la verdad, por Cris-
to. iOh, Santos martires! iQuién me diera
unir mi sangre con la vuestra en la misma
lucha para participar de igual corona!
«En 1S23, continua Toda, el convento
«se hizo todo lo desagradable que le fué
«posible porque las autoridades manda-
«ban alojar en su casa algunas companias
«demigueletes. Bien lo pago aquel que a
«todas horas oyó cantar el írdgala, con
«el cual le regalaren los constituciona-
«les». Lo que en puridad de verdad tanto
vale como exigir que las infinitas vejacio-
nes y sustos de muerte, impuestos por los
constitucionales \ migueletes a los fran-
ciscos de Reus, según vimos en el libro
anterior, las aceptasen los frailes como
especiales favores, o del contrario recibir
condigno castigo en el molesto trdgala.
En sentir de este mismo autor y de don
(i) .Xrlicuios citados correspondienies al aiio
de iS8^. osca ano \'. pà^. lO;. col. j.'
192
MBRO rniíCKRO. — CAPITI•I.O ClAIilO
Antonio de BofaruU (1), no bastó el trans-
curso de tres anos para que los frailes
olvidaran el afrentoso trdgala; sinó que
alimentando el despecho en el corazón,
diéronle imprudente suelta en el dracli;
de cuya existència no solo rinden testi-
monio dichos senores, sinó mil relaciones
orales. Ya arriba en el articulo 3.° del
capitulo XVI del libro II insinué algo de
tal jugfarreta; debò aquí ampliar las noti-
cias. Es notorio que a nuestras procesio-
nes suelen proceder figuras monstruosas
ya de gigantes, ya de animales espanto-
sos, con los que la sencilla antigüedad
quiso indicar que toda la naturaleza, in-
clusos los monstruós y el infierno mismo,
deben prestar homenaje al Criador. En
1S26 el convento francisco de Reus quiso
celebrar con desusada pompa la termina-
ción del porticó de su iglesia, y à este fin
celebro grandes fiestas, distribuyó limos-
nas y organizó una procesión el domingo
dia 18 de junio. Para mayor pompa y
novedad, un francisco, hijo de Villafran-
ca, el Padre Auló, importo de su pàtria la
idea de construir de cartón un gran basi-
lisco, o dragón, apellidado en catalan lo
(Iracli; el cual no solo Uamaba la aten-
ción por su caprichosa forma, sinó por
las chispas y cohetes que echaba por su
boca. «Todo esto,» dice en tono festivo
don Antonio de BofaruU (2), «no deja de
»ser ingenioso; però es el caso que las
»chispas de fuego no sucedian sinó en
«determinades puntos: cuando siguiendo
»recto el curso, y caminando de frente el
fdrach, como es natural, llegaba frente
»de la casa de un negro» (asi se Uamaba
ciitonccs (í los liberales), «conocido públi-
>:camente por tal, ya fuese que hubiese
»ejercido algun cargo en tiempo de los
»constitucionales, j-a que hubiese sido
»oficial de estos, o se hubiese distinguido
»por cantador del trdgala, entonces el
»politico drach empezaba à hacer muecas
»como si quisiese volverse à un lado ú
»otro, y dando media vuelta por fin, es
(i) Costums qiíe's perden... Pàg. io8 y
(j) Obra cit.. pàg 109.
»decir dando frente à la puerta de la casa,
»de cuyos habitantes queria vengarse,
»iba acercandose casi hasta meter el pico
«en la entrada, y entonces era el gran
»furor de las muecas, pues alargaba la
»lengua cuanto podia, sacudiéndola para
»arriba y para abajo, y empezaba el con-
»tinuo disparo de chispas, repitiéiidose y
»màs repitiéndose tan imprudente provo-
»cación hasta que el alma preventivamen-
»te instruida, ó Dios sabé si obedeciendo
Ȉ una senal convencional, se daba por
»cansada ó satisfecha>^. Aun màs pondera
Toda la gravedad de la ofensa al partido
liberal con decir que a la sazón habitaba
en el convento de Reus el Padre Provin-
cial. He aquí uno de los mayores capitules
de cargo que los liberales de Reus asestan
al convento de San Francisco, }• lo sefia-
lan como una de las principales causas
de la matanza y del incendio, causa tam-
bién y pretexto del crímen, según don
Antonio de BofaruU (3).
No negaré, sinó que al contrario afir-
mo, el concurso del drach en la mentada
procesión. Tampoco discutiré, que algú-
nos lo niegan, si las muecas ylas chispas
fueron intencionada burla dirigida a de-
terminadas personas, o inocente broma
hecha al acaso. Demos al drncJi por inten-
cionado ultraje, y meditemos con calma
y frialdad. Pué imprudència, es cierto;
però no crimen ni crueldad. Figuras de
cartón, muecas y chispas, no pasan, ni
nunca pasaran, de juegos de nifios, mon-
jas y frailes, quienes en malícia 3'en ven-
ganzas allà se van. Con pufialadas, bayo-
netazos, robos, incendies vénganse los
exaltados, migueletes, liberales y maso-
nes. A tenor del sabido axioma: à fructi-
btts eoi tnii cogiioscetis eos, dió sentencia
à los litigantes el Divino Salvador (4).
Trdgalas, canciones hostiles, gritos de
exterminio, insultes callejeros, terribles
vejaciones, sufriéronlos sin descanso los
frailes siempre que los liberales ocuparen
el poder; mientras que inconveniencias
Costums ..jue's perden.
San Mateo. cap. MI.
Pàg.
MATAXZA DE J-RAILES EN REUS
193
de los religiosos, muy contadas veces
vinieron en Reus a molestat" las delicadas
fibras del orgullo liberal: repugnante in-
consecuencia, que sin embargo a nadie
asombrara, porque cuando la pasión do-
mina el hombre maneja dos medidas, la
holgada para sí, la menguada para los
demàs. Por esto los actos de galantería
con que los conventos de Reus obsequia-
ron al partido liberal, pronto cayeron en
profundo olvido sin producir ni amor ni
consideración, y el dracJi permaneció
vivo en la memòria de todos como con-
tinuo incentivo de odio y de rencor.
Cuando la derrota de los constitucionales
reusenses en Bonastre en enero de 1823,
Reus manifesto su amor a los vencidos
celebrando solemnes y significativos fu-
nerales por las victimas. Los franciscos
y los carmelitas no faltaron al acto, al
que dieron no poco esplendor (1). Cuando
en los días 6, 7 y 8 de agosto de 1833 el
partido liberal, lleno de gozo y esperanza,
celebro con no visto entusiasmo la jura
de la Princesa de Asturias, símbolo de
sus aspiraciones, los conventos de Reus
no solo tomaron parte en la fiesta, sinó
que «se esmeraron en todo cuanto podia
»tender a lo bello». Son palabras de los
Aiialcs Jiistórico? de Rens (2); los cuales,
especificando los festejos del de San Juan,
anaden: «los carmelitas descalzosdecora-
»ron vistosamente, é iluminaron con pro-
»fusión la fachada de su iglesia» (3). Si el
azote asii'itico siembra la muerte por la
villa, el fraile no perdona sacrificio para
llevar toda clase de consuelos al apestado,
sea amigo o contrario. Emperò tanta ga-
lantería, tanta caridad, tanta heroicidad
nada significan; y mAs que todo ello pesa
un retazo de cartón llamado el drach.
No es posible mentar tales procedi-
mientos sin que involuntariamente la
fàbula del lobo y del cordero se presente
viva ante la mente de quien no la tenga
(i) Analcí. hislón'cos de Reus. Pd
edicií'in.
(3) Pàg. s--,.
2;S. — 2
preocupada por antiguas prevenciones.
Claro, bien delineado en ella se trasluce
al fraile que, no atreviéndose a negar las
inconveniencias cometidas, tímidamente
alega los insultos, continuas vejaciones,
proyectos de matanza de que los revolu-
cionarios les hicieron victimas: y a su
frente el lobo liberal contestanto con
ronca voz: no importa, debes morir.—
Mas escuchad, senor, repone la oveja, os
presté mil obsequios religiosos, civiles y
aun políticos, que no dudo apreciarà
Vuestra Senoría.— Los olvidé; debes mo-
rir.—iPiedad, por Dios! Recordad que en
bien de vos y de vuestra família sacrifi-
qué al filo de la guadafia de la peste
varios de mis híjos, y aun todos nos ex-
pusimos a perecer; y lo hicimos hasta
conociendo vuestra ingratitud, que quisi-
mos vèncer con nuestro amor.— Xo te
fatigues; has de morir. Cuando tú entre
enfermedades y muertes corrías à mi
buhardilla, yo afilaba el pufial: domino la
ocasión, y he de triunfar.
Y si el drach, o alguna otra inconve-
niència de los franciscos, tanto peso para
la matanza, ipor qué esta alcanzó a los
carmelitas, que ninguna mancomunídad
tuvieron en tales invenciones? No, cierta-
mente no f ué el dracJi, obra exclusiva de
los franciscos, quien puso en alevosas
manos las teas y los pufiales; sinó algo
que a ambas comunidades comprendia.
Díjolo bien el mismo Toda poco antes: el
càliz que en aquel dia rehosó habíanlo
Jlenado «de consuno la Religión y la po-
»litica> ; esto es, la Religión del Crucifica-
do y la política de oposición A la liberal
y revolucionaria. Esto veia sin duda el
Padre José Roig cuando al despedirse de
los cuatro coristas del escondrijo y diri-
girse al coro, les abre su heroico espíritu
diciéndoles: «voy à morir por Jesucristo>v
Esto comprendia el Padre Goser en el
momento en que, invitado a huir por el
Padre Cuscó, respóndele: «esta es la hora
>.de ganar el cielo». Esto claramente
expresa en sus últimos acentos el Padre
Balmes cuando se alegra de hallar entre
cristianes el martirio, que inútilmente
194
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CLARTO
buscarà entre paganos. Por tales hechos
la claridad brilla meridiana, y por màs
que se aduzcan antecedentes históricos,
resulta evidente que la culpa del crimen
està muy lejos de los f railes.
iEl sangriento motín de Reus nació fru-
to espontàneo de pasión popular, o fué
aborto de preparada trama? A tan natu-
ral pregunta contestan los Anà les liis-
tóricos de Reus (1) que «se hablaba de
»reuniones habidas en una de las granjas
»inmediatas, para hacer estallar la revo-
»lución » .
Mas en la primera edición la noticia se
da en los siguientes términos: «Con seme-
»jantes disposiciones se verificaron algu-
»nas reuniones de aquellos mismos suje-
»tos en varios puntos, y particularmente
»en una de las granjas de este campo,
»para dar el primer paso de la revolu-
»cion haciendo desaparecer las ordenes
»de los religiosos» (2).
No uno, sinó varios de los reusenses
que me facilitaron noticias y datos, hicié-
ronse eco del mismo rumor; y aun per-
sona de talento y vasta instrucción me
anadió el nombre de la quinta en que tal
junta de urdidores se efectuo; nombre
que no me atrevo a escribir porque en
asunto de tanto momento no quiero fiar
en un solo testigo, y aun no presencial,
sinó solo de rumor.
En Cambrils, pueblo que dista de Reus
unas dos horas, el mismo dia del incen-
dio de los conventos, la diligència de
Valencià, al detenerse en una posada que
habia en la margen izquierda de la riera,
dejó la noticia de que la pròxima noche se
perpetraria el ataque de los conventos (3).
Ademàs, los hechos arriba apuntados
claramente y unànimes descubren la
existència de la preparación, pues «apa-
»reció el dia 22, y ya desde la manana se
»vieron insultades los frailes por las
»calles, y apedreadas las puertas de sus
(i) Pàg. 254.
(2) Tomo II, pàg. 233.
(3) Me lo dijo mi cunado cambrilense, don
Francisco Vidal, ea 13 de agosto de 1880.
«conventos por los chiquillos; mas aqué-
»llos se retiraron temprano, fiados en las
»promesas de seguridad del Alcalde Mon-
«temayor, y en la fuerza de los soldados
»que debían custodiaries. Los exaltados
»del pueblo entretanto esparcían la voz
»de que definitivamente los conventos
»serian incendiades à las 10 de la noche,
»dando como punto de reunión para sus
»satélites la plaza del Mercadal» (4). He
aquí netamente fijados la hora, el lugar,
el objeto del motín, y circulada con la
debida oportunidad la consigna.
Llévase esta a perfecta ejecución: re-
únense en la plaza; suena en ella la conve-
nida senal de los disparos; unànimes
responden los cuatro àngulos de la plaza
y hasta el interior de la guardià; e inme-
diatamente la turba emprende la marcha
hacia el convento de San Francisco. Solo
faltaba a tal organización la correcta
formación y la voz de mando, el marchett
militar.
Y cual aviene en los ejércitos que, fal-
tos a veces los jefes de suficiente fuerza
en la pròpia guarnición, acuden a las ve-
cinas en busca de refuerzos, que a su
lado luchen con valor; así los exaltados
de varios puntos concurren a la terrible
jornada de Reus. El matador del Padre
Gay, en sentir de Toda, es de Vilaseca,
y nacionales de este pueblo cree ver el
senor de Gavaldà en el grupo de amoti-
nados a quienes mira doblar la esquina
de su casa. Llamados para la función, o
sin Uamar, habían de tener noticia del
dia y hora para comparecer; y el dia 3' la
hora prefijados son fruto de preparación.
Y si en el ataque, por un lado, olvidó
el organizador las hachas suficientes, por
otro el uso de las antorchas y el agua-
rràs cuyo empleo algunos indican, de-
claran que no omitió toda prevención.
Y aunque estàs personas interrogadas,
mejor que testificar, suponen el uso de
este liquido inflamable, no carecen de
fundamento en su creencia, que no es
fàcil poner f uego a grandes y separadas
(-1) Toda. Articulo cit., pàg. 183, col. 2.
MATANZA DE FKAILES EX REUS
195
masas de madera sin la aplicación de
este medio. Antorchas, aguarrAs, cena-
convite con intencionado postre, suponen
ciertamente alguna preparación.
Si el orden se manifiesta en la reunión
y marcha de la ruin falange, no brilla
menos en la ejecución del plan. Primero
se mata a los religiosos, luego se profa-
na la casa santa, y el edificio se entrega
a las llamas. Solo el Convento es objeto
de la agresión, quedando libre todo otro
lugar, y la villa en completa paz. Impu-
nemente todo curioso puede acudir al
terrible espectàculo, seguro de su inmu-
nidad. No logran tanto respeto las orde-
nes superiores ni aun en ejércitos regula-
res, donde la cordura de los jefes rara
vez encausa contra los solos adversarios
el furor y la codicia del soldado, embria-
gado con el fuego y la sangre. El pueblo
de Reus dió testimonio de fenómeno tan
claro, exclamando espontàneamente en
el siguiente dia: «iCuànto desorden con
»cuànto orden!» (1).
Aparece, pues, por todos lados el orden;
trasuda por doquier la perfecta organi-
zación, que conocen, no solo los conjura-
dos y sus agentes, sinó hasta hombres
enemigos del criminal proyecto, tales
como el capitàn Freixa, el cual, en la
víspera del atentado, llama a su madre,
y le ruega que corra al Convento para
avisar al fraile, hermano de ella, Padre
Francisco Clariana, ahincadamente ins-
tAndole que no retarde la huida, sinó que
salga en aquel mismo dia para guarecerse
al lado de su familia, segiin ya lo expuse
en la anterior narración de los hechos.
rCómo? iSi hasta los frailes amigos del
nuevo orden de cosas parecen conocer
el plan y la consigna! Cada uno de los
dos conventos contaba en su seno una
exigua minoria, que desgraciadamente
simpatizaba con la mudanza política.
Tres frailes, que formaban la de San
Juan, en la noche de la desgracia no per-
noctaren en el claustre; como tampoco
(i) .Mc contaren esta exprcsión dos personas
graves de Reus.
dos de los cuatro que componían la de
San Francisco. Aquí y en la relación de
los hechos, al dar cuenta de los religio-
sos que con un motivo de familia pasa-
ron la noche fuera del Convento, omití
cuidadosamente el nombre de aquéllos,
que nunca serà honra del buen soldado
simpatizar con el contrario de su bandera
y de su sangre. Dígase que salieron por
motivos ajenos al peligro, o quizà por la
excitación que cundía en el populacho;
nadie, emperò, destruirà la sospecha de
un amigable aviso de algiin exaltado, ni
la probabilidad de que la consigna, lle-
garà a ellos.
No, no, la matanza y quema de Reus
no fué granada que en momento exploto;
no fué tumulto popular, sinó ataque me-
ditado y ejecutado en plena paz. Don
Antonio de Bofarull, al describir la visita
que en la siguiente manana hizo al incen-
dio de San Francisco, dice que (2) «la
«curiosidad innata en la juventud, ya
»que por las calles no se notaba seiïal
»alguna de desorden, me llevo à mi y à
»otros companeros estudiantes de Retó-
»rica » al convento; y ya vimos como el
barrio vecino al convento de San Juan,
durante el ataque de San Francisco,
ignoraba cuanto ocurría, dàndonos esto
pie para pensar que otro tanto pasaría en
otros no cercanos a los conventos.
No fué revolución que, como todo des-
borde, no solo traspasa las ordinarias
vallas para lograr un vedado fin, y
salta, y corre arrastrando objetos que
los promovedores quisieran salvar, lle-
gando a términos que nadie pudo conje-
turar; no, no consiste en un desborde de
mal comprimida y potente indignación
del pueblo, que, ciego y ebrio, emprende
desatentada marcha para no parar; no.
Consiste en un golpe de mano que ruines
criminales premeditan, organizan,'}' has-
ta con temor lo llevan a ejecución. Es
verdad, no pude entrar en el antro de
esta conspiración; es verdad, no tuve la
suerte de topar con testigos oculares de
(-') Costums ^iie's perdí-li... Pag. 189.
196
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CL'ARTO
la reunión: los hechos, sin embargo, en
la organización, indican un organizador.
Ni constituye argumento alguno con-
tra mi aserto la circunstancia de estallar
el motín en los precisos momentos en
que el revés sufrido por los urbanos reu-
senses en Arnés, exaspera a los liberales
de Reus: no cabé decir que sufren los
conventos por un efecto natural de aque-
lla efervescència, no. Montemayor en Ics
siguientes términos contesta a esta obje-
ción: «la que veo amenazada (la íraii-
y>qnilidad pública de Retisj convencido
»como estoy de que los enemigos del
»orden no esperaban mas que un suceso
»como este (la rota de Amés) para efec-
»tuar sus planes» (1). El proyecto se fra-
gua; el dia de la ejecución se fijarà en
vista de conveniente oportunidad, que
por fin la ofrece el descalabro de Arnés.
Un entonces jo ven, amigo mío, y nóte-
se que lo tengo de su boca, en la manana
del dia aciago, 22 de julio, vió a Quicho,
apodo de uno de los seiïalados por la
fama pública como ejecutores del atenta-
do, y a Llor d salir de casa ArrA, dcnde
la tropa tenia un retén, y oyó de boca
del primero estàs palabras dirigidas a
Llord: «ya està todo arreglado». Ignoro
si Llord entonces pertenecía a la Socie-
dad francmasónica, però en època poste-
rior propuso al indicado joven el ingreso
en ella, y para esto le entregó el regla-
mento: de donde me consta que era des-
pués francmasón. Ciertamente, no bastan
tales datos para afirmar categóricamente
que la paternidad de este crimen resida
en aquella Sociedad; mas si se recuerda,
por una parte, que fueron las sociedades
secretas las que hicieron la revolución
del 35; por otra, que el móvil a cuyo
embate cayeron los conventos; fué el
odio a la Religión; y, íinalmente, los
argumentos que acabo de apuntar en
apoyo de la meditada preparación, las
juntas previas indicadas por el analista
Bofarull, 3' los predicadores de inacción
(i) Memorias documenladas de... Llauder. Do-
cumentos, n.° -12. pag. óo.
que quizú rodearan al Gobernador, el
problema halla muy probable solución.
Los frailes ostentan alta la divina librea
de Nuestro Senor: nunca el maligno espí-
ritu, ni su moderno ejército la masonería
3" demàs sociedades secretas, les perdo-
naran tal honor.
ARTÍCULO SEXTO
CASTIGO DE DIOS POR EL ATENTADO
Pocos en verdad fueron los ejecutores
del crimen, varios los urdidores, muchos
en Reus los simpatizadores que, cobarde-
mente encerrados en sus casas, deseaban
con negro anhelo el exterminio de los
frailes. Al dia o noche siguiente al del
crimen, sus promovedores, bien vestides
y acicalados, acudieron muy graves a
presenciar la desgarradora obra de su
perversión. De la baja plebe no pocos
mancharon sus manos con el robo de
objetos de religión, o su pecho con el
deseo de ellos. Del 3"a mentado oficio del
gobernador Satorras al general Llauder
claro se desprende el deseo que abrigaba
éste referente al conveniente castigo de
los delincuentes 3' a la formación de le-
gales diligencias. Mas las revoluciones,
al modo de las enfermedades, si en los
principios admiten curación, no suelen
en los desarrollos reconocer diques hu-
manos. Xo cohibido el motin de los con-
ventos, empunada ya la tea por los exal-
tados, tenidas ya en inocente sangre sus
impuras manos, rotos en lo mas sagrado
los frenos de la conciencia, hoUada la
valia donde mora Dios, nada podia la de
los hombres; debía, pues, la revolución
vèncer en toda la línea, 3' por todos lados
venció. Las diligencias criminales se ha-
cían imposibles, y así el delito quedo im-
pune, 3' aun ensalzado. A poco varios de
los ejecutores fueron agraciades con gra-
dos en las fuerzas de miqueletes recién
creadas. De los Atialcs históricos de Reus
son las siguientes palabras: «El resultado
»final» de la revolución que comenzó con
iMATANZA DE IRAILUS EN RELS
197
la quema de los conventos «fué la forma-
»cion de miqueletes... quedando revesti-
»dos de ftefes y oficiales la mayor paite
»de los que habían promovido los desór-
>idenesv (1). Don Victorino Agustí me di jo
el nombre y grado de dos de los agracia-
dos, ejecutores del crimen. Libros y folle-
tos cantaron la matanza cual un triunfo,
y nunca la Historia podrà particularizar
el porqué de prosperidades, elevadosdes-
tinos y grados militares, que sin duda
fueron premiosotorgados por juntas sub-
terraneas.
Por haber tornado parte en la ejecución
del crimen, en la trama, en la alegria o
ea la indiferència, gran parte de la villa
peco. El premio otorgado al criminal y el
canto de victorià acrecentó la culpa; y
así la expiación se hizo inevitable. Donde
no alcanza la justícia de los hombres mi-
serables, pesa gravemente la del Sefior:
y aun olvidado el tremendo balance de
ultratumba, grandes castigos siguen a
grandes maldades en esta pasajera tierra
que habitamos. Los liberales de Reus
habían cometido sacrílego pecado con las
armas ea la mano: a los tres aflos con las
armas en la mano recibieron su galardón.
Enl.°de marzo de 1838 llego a Reus la
noticia de que un pequeiïo pelotón de
carlistas, los caballos del Grabat de Gui-
merà, hostigaba al coche que desde aque-
lla villa conducía a Tarragona. Alarma-
ronse los armados de Reus, bullendo en
deseos de salir a perseguir al dicho pelo-
tón. El Comandante militar reunió la
milícia, y en breve plàtica le notifico que
por el parte recién llegado no estaba
solo el Grabat, sinó que se aproximaba al
lugar con numerosas fuerzas el jefe car-
lista don Manuel Ibàíiez, conocido por el
Llar eh de Copotts. Imprudentes gritos de
«pastelero, carlista, no es el Llarch, sinó
»el Grabat,» contestaren a la sensatez del
Comandante de armas. El seguudo bata-
Uón de la milícia, junto con otros patrio-
tas, salió en persecución del enemigo, que
siempre los reusenses aficionàronse al
(i) Pàjí. 2S7.
ataque de los pocos. Estos pausada y
manosamente retiraban haciendo fuego.
Atacàbanlos con gran ardor los atolon-
drados milicianos; y conducidos por tal
medio a los campos del Morell y Vilallon-
ga, cayeron en la celada que Ibànez les
prepararà con numerosas fuerzas. No
entra en mi intento describir hechos de
armas; basta decir que los reusenses deja-
ron tendidos en el campo màs de ciento y
treinta de los suyos, amén de los prisione-
ros. jAmargo llanto esperaba a una po-
blación secundaria que en un momento
pierde, arrebatados por la Parca, tan
gran número de sus moradores! (2).
El efecto que este terrible castigo pro-
dujo en la villa describelo con vívos y
verdaderos colores don Antonio deBofa-
rull en los términos siguientes (3): «El
«tercer recuerdo lo es de un hecho, que à
»la Historia toca describir, y à mi solo
«explicar el terrible efecto, porque de
»este, y no de aquel fui testigo...., iQuién
«ignora lo sucedido en los campos de
«Morell y Vilallonga! Por un fugitivo
«soldado de caballería, segun se decía,
»llegó al pueblo la primera noticia del
«desastre; y desde entonces, mientras se
»ideó el mejor medio para ay udar y salvar
Ȉ los perseguidos ausentes, desde enton-
«ces comenzó el tristísimocuadro, que yo
«recuerdo, mas triste por ser un estado
>de duda é incertidumbre general. Así
«que comenzó à circular la noticia, por
«todos lados se veia à los vecinos atrave-
»sar las calles de una à otra parte, y ò. la
»noticia que uno acababa de comunicar
«al otro, este, levantàndose de su velador
«o trabajo, respondia con una exclama-
«cion, unos levantando las manos y la
«vista al cielo, y otros, los que tenian
«algun individuo de la família entre los
«ausentes, quedando mudos, bajar la ca-
«beza y temblar. A consecuencia de esta
xràpida comunicacion deia fatal nueva,
«màs ràpida de lo que serà jamàs la
(j) Pii-ala. Historia ie /.i guerra civil.—
Lib. XI, i? 1.', o SL-a. tomo \', píig. ~.
(;) Costums ^ii's perdeu... Pàgs. 191 a 193.
198
LIBRO TERCERO. — CAPITULO CUARTO
«telegràfica, pues el dolor llega a ex- |
»tenderse por la atmosfera, por todos j
»lados veíanse grupos de personas, que
»hablaban en voz baja, no en el tono
«natural que allí se acostumbra. Y... en
»los pisos, donde se hallaban lasmujeres,
»allí el llanto no se podia contener, y
»madres, hermanas é hijas harto tenian
»con la duda para prorrumpir en gritos
»de desesperacion, que iban calmando en
»unos puntos 3' comenzando en otros
»segun eran las noticias que se iban reci-
»biendo de la muerte ó salvacion de los
»maridos, hermanos é hijos. Cuando Uegó
»este caso era todavía màs triste ver
«personas, que bien pronto habían de
«llorar, y que no lo hacían porque su
»mismo deseo ó la confianzales mantenia
»serenos, anticipàndose à llorar por ellas
»algunas personas que sabian lo que
«aquellas ignoraban... Presente tengo à
»un buen senor, que tranquilamente con-
«versaba con otros echando siempre à
>vbuena parte el mal, que segun él se exa-
»geraba, mientras los que le oían no se
«atrevían A replicarle, limitàndose à mi-
»rarse unos à otros... y su prudència y
»sus miradas no significaban sinó que
«sabian ellos lo que el senor ignoraba, el
«pobre padre, de cuyo hijo oficial de la
«milicia sabia todo el pueblo que era uno
«de los que yacian ensangrentados en los
«campos de Vilallonga.
«Si aquel dia de dudas fué triste, riqué
«direraos de la noche que ya de si es tris-
»te? Al caminar por las calles el ruido de
«los pasos sobrepujaba al de las palabras:
«hasta los faroles parecía que palidecian;
»y al dar la vuelta por los arrabales de
»vez en cuando en el interior de las casas,
«cual coro que cantase lejos ó en un sub-
«terràneo, hería el oido un verdadero
«coro, las voces de toda una familia, com-
«puesto de ayes, gemidos y llantos, que
«se desahogaban en la parte mAs profun-
«da de la habitacion, con la mira sin duda
»de que los transeuntes no les oyesen».
Allí, en aquel nombrado reencuentro
cayeron muertos muchos de los que, según
opinión pública, fueron ejecutores del in-
cendio sacrílego, entre los que recuerdo al
capitàn demigueletes..., a..., a... ya otros.
jaime Llord, de cuya dudosa participa-
ción en el hecho hablé arriba, Uegó a
comandante, o teniente coronel de cara-
bineros; y aunque con losafloscambiadas
sus ideas y convertido hasta en retrógra-
do, hallóle la muerte en modo desgra-
ciado, pues en 1887 en la fonda en que
vivia, acostóse sano una tarde para dor-
mir la siesta, y fué hallado al cabo de
una hora yerto cadàver en la cama.
El por su desvergüenza cèlebre Ramo-
nazo, pasados ya muchos anos, fué asesi-
nado, junto con su mujer, en el lecho por
efecto de venganzu de un mozo quehabia
antestenido en su trabajo de tonelero (1).
Otro cubero, de apellido R..., de apodo
Botillonis, hombre de corta estatura, però
de larga demagògia, en la triste manana
que siguió a la màs triste noche del 22 de
julio, y frente al convento de San Juan,
contaba ante un grupo de curiosos la
cierta o falsa hazafia de haber él matado
a uno de los moradores de aquel claus-
tro (2). Quiso también otro dia incendiar
con aguarràs el convento de monjasdes-
calzas de Reus. Pasados solo pocos meses
de tan sacrílega intentona, en la puerta
de las mismas monjas le acometió un re-
pentino accidente. Acudieron a su auxi-
lio transeuntes y vecinos; sentàronle en
el umbral, que pretendiera incendiar,
desde donde al trasladarle a su casa, o al
llegar a ella, expiro.
Mas ia. qué la resefia de castigos parti-
culares? El pueblo de Reus por todos lados
y en alta voz proclama que son raros los
incendiarios de sus conventos que hayan
muerto en paz. La justícia de la tierra
puede faltar: Dios siempre triunfarà.
(i) Todo el mundo, en Cataluna, recuerda la
eiecución del asesino de Ramonazo, porque al dàr-
sele garrote en Reus, hace pocos anos, tuvo por
con:ipafiero de desgracia un a hombre de cuello tan
ancho que la argolla no lo abarcó; y por esto fué
indultado.
(2) Me lo conto quien lo oyó de boca de uno de
estos curiosos del grupo de oyentes.
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS
CONVENTOS Y DE SUS BIENES
Al describir la destrucción de los con-
ventosyel paradero de sus cosas, serà
preciso en cada uno resenar las ventas
de aquelles y la de éstas, tanto movibles
cuanto inmobles, però principalmente las
de éstas. Para comprender en el extracto,
que daré de las escrituras de venta, el
valor de las palabras, y sobre todo las
circunstancias y condiciones del contra-
to, precisa conocer el modo como se
efectuaba y las reglas prescritas por las
leyes para su celebración- Y esto escribo
en la presente nota.
La suerte de cada casa, aventados de
ella los religiosos por el vendaval de 1835,
vario según las circunstancias, como ve-
remos en los respectives artículos. En
unas el voraz elemento tragó cuanto
halló a su paso: en otras impero la sole-
dad y el abandono: en casi todas la rapi-
na. En Barcelona el A\'untamiento cuer-
damente corrió a su socorro; però en
otras partes nadie cuidó de ellas. Muy
pronto, sin embargo, las oficinas, o ra-
mo, llamado de Amortización, se apode-
raren de los conventos y de sus cosas
muebles, inmuebles y derechos. No logré
ver la Real orden que mandaba tal incor-
poración, però poseemos un testimonio
oficial de su e.xistencia, y un resumen de
sus disposiciones, en las providencias to-
madas en su cumplimiento por el Ayun-
tamiento de Barcelona en la sesión del 29
de agosto de 1835, que insertaré abajo, en
el capitulo XI de este libro, articulo 6.°
Las oficinas de Amortización, tenién-
dose por dueiïas de las indicadas cosas y
derechos, en seguida sacaren a pública
subasta los bienes muebles que el furor
revolucionario y el amor a lo ajeno no
habían arrebatado. Y seria tanta la re-
pugnància del pueblo catalàn en comprar
lo que vendía quien ne era dueno, o el
temor de futuras responsabilidades, e
el empene de la Amortización en vender,
que esta, en Barcelona, se apresuró a
publicar que no revelaria el nombre de
los compradores. He aquí el anuncio con
que esto se prueba:
«AVISO -AL PUBLICO
»La Comision central de recaudacion,
»consiguiente al anuncio de ventas en
«pública subasta de los muebles y efec-
»tes de conventos suprimides, puesto en
»los periódicos de este dia, ha acerdado
»en sesien de hoy, entre otras cosas, que
«respecto à que la venta es al contado,
»ne conste ni se note en parte alguna el
«nombre de los compradores. Barcelo-
»na 1.° de setiembre de 1835.— Antonio
«Salas» (1).
(i) Diario de Barcelona del
de 1835, pàg. tç)68.
de septlembrc
200
NOTA SOBRE LA VKXTA HE LOS CONVENÏOS Y IJE SLS BIENES
Así en pocos días desapareció el mue-
blaje de los conventos. Sin embargo, qui-
so el Gobierno salvar los objetos de Arte
y Ciencias, però la verdad dice que en
Cataluna estos sufrieron lamentabilísi-
mas quiebras. He aquí la disposición del
Gobierno:
«Ministerio de lo Interior.— Real orden.
» — Por el decreto de 25 del corriente
»relativo à la supresion de algunos mo-
»nasterios y casas religiosas, se informa-
»rà V. S. de que en su art.° 1 .° se excep-
>:'tuan de la aplicacion al pago de la deuda
»pública los archivos, bibliotecas, obras
»de escultura, pintura y enseres que ha-
»ya en dichas casas, y puedan ser útiles
»a la Ciència y à las Artés.
»S. M. cree se podrà reunir con este
»motivo objetos dignos de conservarse
»por su antigüedad, ó por la perfeccion
»y bondad de su trabajo.
» S. M. se ha servido disponer:
»1.° Que V. S. al recibo de esta circu-
»lar, y segun la extension de su provin-
»cia, nombre una Comision de tres ó
»cinco individuos inteligentes _v activos,
> los cuales tengan a su cargo examinar,
«inventariar y recoger cuanto contengan
»los archivos y bibliotecas de los monas-
»terios y conventos suprimides y las pin-
»turas, objetos de escultura lí otros que
»deban conservarse.
»2.° Para el nombramiento de los indi-
»viduos de esta Comision deberà V. S.
«consultar ò. las Academias de bellas ar-
»tes ó letras, à los encargados de los
«Archivos públicos, ó bien à las Socieda-
»des económicas.
»3.° En el caso de no haber en su pro-
»vincia estos cuerpos, nombrarà V. S.
«directamente los comisionados, eligién-
»dolos entre las personas que por su
«ilustracion y gusto acreditado le merez-
»can mejor opinion y mas confianza.
»4.° Nombrada la Comision, \ puesto
» V. S. de acuerdo con el Intendente, acom-
»panarà aquella à los comisionados de la
»Direccion de Amortizacion que pasen à
»hacerse cargo de los conventos, y de
»comun inteligencia se formaran los in-
»ventarios de los objetos terminantemen-
»te excluidos en dicho articulo 7.° de la
«adjudicacion al pago de la Deuda pú-
»blica.
«5." DeberA V. S. mandar se formen
»inventarios...
»6.° A proporcion que se vayan reco-
»giendo dichos objetos cuidarà V. S. y
»los comisionados irlos remitiendo à la
«capital de cada provincià, en la que se
»depositar;ín en parage cómodo y seguro
«hasta que S. M. con conocimiento cierto
»y puntual de todo lo recogido pueda
«daries el destino que mejor le pareciere.
>:7.° No siendo fàcil asignar cantidad
«alguna fi ja y determinada, tanto para
«indemnizar a los comisionados, ya que
«por patriotisme }' puro amor à las artes
«no admitan su comision, como para
«satisfacer los gastos del transporte y
«otros, cuidarà V. S. de remitir à este
«Ministerio el presupuesto de las cantida-
«des que proximamente juzgue necesa-
«rias para el pago de todo, manifestando
«de qué fondos podran satisfacerse, à íin
«de que se den oportunamente las órde-
»nes al efecto, ó los satisfaga este Minis-
«terio en otro caso por aquel medio que
«le pareciere mas conveniente.
»S. M. espera que penetrado V. S. del
«objeto à que se dirigen las anteriores
«disposiciones, les darà el mas puntual y
«eficaz cumplimiento; y de su Real orden
«lo comunico A V. S., persuadido tam-
«bien que en ello mostrarà V. S. su acti-
«vidad é inteligencia.
«Dios.... Madrid 29 de julio de 1835.—
«Juan Alvarez Guerra.— Sr. Gobernador
«civil de....» (1).
En Cataluna, como en su lugar vere-
mes, pinturas preciosas sirvieron para,
lavadas, formar panos de cocina; hojas
de antigues libros, para envolver tocine;
capiteles, para pesas de relojes de pared;
y, casi todo rasgade, quemado y estro-
peade.
Respecto de los derechos, tales como
(i) Diario de Barcelona del 17 de agosto de
Sjí. pàg. 1S29.
NOTA SOBKK LA VEXIA DE LOS CONVE.NTOS Y DE SUS lilENEP
201
censos, censales y demàs, quiso la Amor-
tización que se pagasen a ella, la que
como inmenso pulpo extendía sus tenta-
culos, oemisarios, por todo el Principado.
Las casas que eran parte del patrimonio
de los cenobios las alquilaba; las tierras
las arrendaba, y en los periódicos de
aquellos días se hallan a cada paso los
anuncios de las subastas de tales arrien-
dos de las íincas rústicas, y en los proto-
colos de los notarios de Hacienda se
hallan abundantes contratos de dichos
airiendos.
.Mas muy pronto el Estado revoluciona-
i"io quiso no el precio del arriendo, sinó
el de la propiedad, y mandó la venta de
las fincas, y la admisión de las redencio-
nes de los censos y cargas. El mode \'
condiciones de estàs ventas y redencio-
nes nos los diran las disposiciones legales
que para su ejecución se dictaron. He
aquí las principales; comenzando por la
que fué fundamental.
«Atendiendo à la necesidad y conve-
»niencia de disminuir la Deuda pública
«consolidada, y de entregar al interès
«individual la masa de bienes raíces que
»han venido a ser propiedad deia nacion,
»a fin de que la agricultura y el comercio
>isaquen de ellos las ventajas, que no
»podrían conseguirse por entero en su
»actual estado, ó que se demorarían con
»notable delrimento de la riqueza nació-
*nal otro tanto tiempo como se tardarà
»en proceder a su venta; teniendo pre-
»sente la ley de 16 de enero ultimo, y
»conformandome con lo propuesto por el
»Consejo de Ministros, en nombre de mi
»excelsa hija la Reina dona Isabel II he
»venido en decretar lo siguiente:
«Articulo 1.° Quedan declarados en
»venta desde ahora todos los bienes raí-
»ces de cualquiera clase, que hubiesen
»pertenecido a las Comunidades y Corpo-
»raciones religiosas extinguidas, y los
«demàs que hayan sido adjudicades à la
«nacion por cualquier titulo ó motivo, y
«tambien todos los que en adelante lo
«fueren desde el acto de su adjudicacion.
«Art. 2." Se exceptuande estamedida
«general los edificios que el Gobierno des-
«tine para el servicio ptiblico, ó para con-
>/servar monumentos de las artes, ó para
'honrar la memòria de hazanas naciona-
»les. El mismo Gobierno publicarà la lista
«de los edificios que con estos objetos de-
>'ban quedar excluidos de la venta pública.
»Art. 3.*^ Se formarà un reglamento
«sobre el modo de proceder à la venta de
«estos bienes, manteniendo en cuanto fue-
«re conveniente y adaptable à lascircuns-
«tancias actuales, el que decretaron las
>^Cortes en 3 de setiembre de 1820, y ana-
»diendo las reglas oportunas para la eje-
«cucion de las medidas siguientes:
»1 .'' Que la subasta se verifique no solo
«en la capital de la provincià donde estu-
«vieren radicadaslas fincas ó bienes, sinó
«tambien en esta Corte, precisamente en
»un dia mismo; no pudiéndose hacer la
«adjudicacion hasta que remitido el resul-
«tado del remate de la provincià, se esta-
«blezca por la comparacion con el cele-
«brado en la Córte, cual ha sido el ma3•or
«postor.
«2.'' Que en los Boletines oficiales de
»las provincias, ó bien en uno especial, se
«publiquen al otro dia de celebrados los
«remates, las posturas màsaltas hechas à
«los diferentes bienes subastados, à fin de
«que los respectives licitadores, teniendo
«conocimiento del valor ofrecido por cada
»finca así en la Córte como en la provin-
«cia, adquieran la certidumbre de que la
«adjudicacion se hace al precio mas alto.
«Se omitirà en estàs publicaciones el
«nombre de los licitadores, expresando
«circunstanciadamente el importe de la
«postura màs alta.
»3.° Que dentro de los diez dias si-
«guientes al recibo en la Corte de los
«remates hechos en las provincias, se
«publique el nombre del licitador, que por
«haber sido el que ofreciera el precio mas
«alto, que se expresarà, por la finca, deba
«ser declarado su adjudicatorio ó com-
«prador.
«4." Que en todos los predios rústicos
«suceptibles de division, sin menoscabo
«de su valor, ó sin graves dificultades
202
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SI'
»para su venta, se distribuyan en el ma-
»yor número de partes ó suertes que se
«pudiere. (Evidente cmpeno en facilitar
las vent as y las compras).
»5.° Que estàs suertes se pongan en
»venta con total separacion, como si cada
>una hubiese compuesto una propiedad
>^aislada.
»6.° Que para hacer estàs divisiones,
»en las cuales se han de tener muy pre-
»sentes todas las circunstancias que pue-
«dan conducir à facilitar su venta, se
»nombre por el respectivo Ayuntamiento
»una comision de agricultores, opersonas
»de buenos conocimientos en la labranza,
»que designe los terrenos que puedan ser
X'divididos en la jurisdiccion del pueblo.
»7.° Que hecha la division, se publique
»en el pueblo A cuyo termino corresponda
»la finca ó fincas, y se remita un tanto de
»ella por el Presidente del Ayuntamiento
»al Intendente deia provincià, que man-
»darà publicarle en la capital de la
»misma.
»8.° Que cualesquiera reclamaciones
»que sobre el acto de la division llegaren
»à suscitarse, se resolveràn de plano por
»el Intendente, previos los muy precisos
»conocimientos que basten a asegurar el
»acierto; y lo que resolviere se llevarà
*desde luego à ejecucion.
»Art. 4." Cualquiera espanol ó estran-
»jero» [Empeno en facilitar la venta ad-
mitiendo d extranjeros menos escrupulo-
sos que los espaüoles) «tendra facultad
»para pedir por escrito al Intendente de la
«provincià que disponga la tasacion de la
»finca o fincas que designaré entre las
»que todavía no hnbieren sido tasadas, ni
»comprendidas por lo tanto en las listas
»publicadas para proceder à las subastas.
»Art. 5.° El Intendente comunicarà in-
»mediatamente las ordenes necesarias
»para que tenga efecto la tasacion ; y harà
«insertar en el Boletín de la provincià, ó
»en el especial de ventas públicas, y en
«cualesquiera otros periódicos que se den
»à luz en la capital de su residència, un
«aviso que exprese la finca ó fincas cuya
«tasa se haya reclamado.
»Art. 6.° La tasacion se ejecutarà por
»los peritos que estuvieren nombrados,
«segun el reglamento, para formalizar
«estos actos; però el reclamante podrà
«designar otro perito, à fin de que con-
«curra y tome parte en la operacion. Si
«resultaré discòrdia, serà derimida por un
«nuevo perito, que designarà el Inten-
«dente.
«Art. 7.° Verificada la tasacion, se
«anunciarà por medio de los periódicos,
»y este anuncio tendra la fuerza de una
«notificacion en forma à la persona que
«reclamo la operacion.
«Art. S.° Quince días despues de pu-
«blicado el precio de la tasacion, à màs
«tardar, se anunciarà la venta de la finca
»o fincas designadas, observàndose en la
«subasta las mismas reglas dictadas para
«la enajenacion de cualesquiera otros
«bienes de esta clase.
«Art. 9.° La persona que haya preten-
«dido la tasacion, tendra derecho à que
«se le adjudique la finca 6 fincas, siempre
«que en la subasta no se haya ofrecido
«un valor superior à la tasacion, y que
«se avenga à satisfacer este por entero.
«Tambien podrà aspirar à la preferència,
«si ningun licitador hubiese escedido en
«sus posturas del indicado valor de la
«tasacion. La solicitud à la preferència
«se dirigirà al Gefe designado en la capi-
»tal del Reino para declarar quien debe
«ser el adjudicatorio de cada finca.
«Art. 10.° El pago del precio del re-
»mate se harà en uno de estos dos modos:
»ó en títulos de la Deuda consolidada, ó
»en dinero efectivo.
«Art. 11.° Los títulos de la Deuda con-
«solidada que se dieren en pago del
«importe del remate, se admitiràn por
«todo su valor nominal; però con la con-
«dicion precisa de que el mismo pago se
«realice y resulte ejecutado en estos tér-
«minos: una tercera parte en títulos ó
«documentes de la Deuda ya consolidada
«al interès de 5 por 100; otra tercera
«parte en títulos ó documentos tambien
«de la Deuda consolidada al 4 por 100;
»y la restante en títulos ó documentos de
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SLS nlENEJ
203
»la Deuda que nuevamente se va à con-
»solidar al 5 por 100. (Comprúndose los
tt'tulos cu la Bolsa a preciós vitiy bajos,
el comprador , con una cautidad muy
corta, compraba una gran finca.)
í'Art. 12." En el acto de hacerse la
«adjudicacion de las fincas rematadas en
»el mejor postor, optarà este en cuanto
»al pago por uno de los mediossenalados
»en el art. 10. Esta opcion no admite re-
«forma, porque es irrevocable.
»Art. 13." Todos los compradores, ya
»sea a pagar en títulos de la deuda con-
>solidada, ó en dineroefectivo, satisfaràn
»]a quinta parte del precio del remate
»antes de que se otorgue la escritura que
»les trasmita la propiedad. ;¥ nitn pagar
a plazos! I
«Art. 14." Las otras cuatro quintas
»partes se pagaran; à saber: — Los com-
»pradores à títulos de la deuda consoli-
»dada, otorgando obligaciones de satis-
«facer en cada uno de los anos siguientes
^>la octava parte de dichas cuatro quintas,
»ó sea un 10 por ciento del importe total
»del remate. — Y los compradores a dinero
»las otorgaràn de satisfacer en cada uno
»de los diez y seis anos siguientes una
»décima sexta parte de las mismas cua-
»tro quintas, ó sea un 5 por ciento del
»importe total del remate.— Estos plazos
»comenzaràn à córrer desde la fecha del
«otorgamiento de la escritura de venta, y
»las obligaciones deberan estenderse con
»la misma. (De consigutcnte cl compra-
dor antes de pagar el segundo y si-
guientes plasos entra en poscsión de la
finca.)
>-Art. 15." Los compradores a dinero
»ó que hayan de disfrutar del plazo de los
»diez y seis anos, abonaran un 2 por 100
»desde la fecha de la escritura de venta
j^hasta el pago total del precio de su
«remate, calculandose ó recayendo este
»abono sobre el importe de lo que respec-
»tivamente quedaren debiendo al venci-
»miento de cada plazo.
»Art. 16." Cualquiera comprador po-
»drà anticipar el pago de uno ó mís pla-
»zos de los que tuviere pendientes. — Por
»las obligaciones en títulos de la deuda
^consolidada se abonaran al comprador
»un 5 por ciento sobre el importe de los
«plazos que anticiparé.— Y por las obliga-
«ciones en dinero efectivo no se cobrarà
»el premio del 2 por ciento en ellas esti-
«pulado, y se abonarà un 3 por ciento
»tambien sobre el importe de los plazos
»quesesatisfagan con anticipacion. 'iMds
rebajas! j
»Art. 17.° Los herederos de los com-
»pradores de fincas se subrogan à las
»personas heredadas para el cumplimien-
»to de todas las obligaciones pendientes
»por pago de plazos, hasta consumar el
«del importe total del precio en que
«fueron rematadas las fincas.
«Art. 18.° Las fincas quedaran hipote-
«cadas al pago de las obligaciones que
«debe otorgar el comprador. Esta cir-
«cunstancia se harà constar en la escri-
»tura de venta que trasmita la propiedad.
«Art. 19.° Cuando al vencimiento de
«una obligacion no fuese satisfecha
«puntualmente, se daran al deudor los
«avisos que prevenga el Reglamento; y
«cuando hubiere pasado un termino y el
«mismo deudor no tenga otros bienes de
«màs pronta y expedita disposicion, se
«procederà à nueva subasta de la finca ó
«fincas à que pertenezca el débito, su-
«friéndose todos los gastos por el que fué
»su adjudicatorio, à fin de reintegrar a la
«Nacion de lo que la deba, y asegurarla
»el cobro por entero de lo que reste al
«completo del importe del primer remate,
«aplicàndose el sobrante a favor del
«citado primer adjudicatorio.
«Art. 20.° Se publicarà mensualmente
»una relacion de las ventas verificadas à
«dinero efectivo durante el mes anterior,
«y de las cantidades recibidas como pro-
«cedentes de la quinta parte que ha de
«satisfacerse antes de la formalizacion
»de la escritura. Su producto se invertirà
«por terceras partes en la compra por
«medio de agentes de cambio en esta
«capital del Reino, de títulos de la Deuda
«consolidada al 4 3^ 5 por 100, y de la
«Deuda sin interès que ya liquidada y
204
JEIUE I,A VENIA Dli lOS CON VKNTOS Y UK SUS BiriNIiS
«reconocida no se hubiese presentado à
»la consolidacion, los cuales se amorti-
>.zaràn destruyéndose públicamente, y
»anunciàndose en la Gaceta los números
»y el valor de los titulos así amortizados.
»Art. 21.° Del producto integro de las
»otras cuatro quintas partes de las ventas
»íí metàlico, se invertirà una mitad en
»amortizar la deuda consolidada del 5 y
»4 por lOG, y la otra mitad en la de la
»deuda sin interès, que se espresa en el
«articulo anterior. — Estàs operaciones se
»haràn con toda publicidad, anuiiciàn-
»dose las cantidades respecti vamente
»amortizadas, y destruyéndose los titu-
»los que las representaban.
»Art. 22." Igualmente se amortizaràn
»desde luego, y à su tiempo se destruiran
»los titulos al 5 y 4 por 100, procedentes
»de las ventas a pagar en estàs espècies;
»publicandose tambien en la Gaceta sus
«números y valor.
»Tendreislo entendido, y dispondreis lo
»necesario a su cumplimiento.— Està
»rubricado de la Real mano.— En el
»Pardo à 19 de Febrero de 1836.— A
»D. Juan Alvarez y Mendizabal» (1).
De 1 ." del siguiente marzo es la instruc-
ción o reglamento para la ejecución del
anterior decreto. Omito su copia.
«REAL ORDEN
»Excmo. Sr.: Segun lo propuesto por
»esa direccion general en junta de enage-
»nacion de bienes nacionales, y de con-
»formidad con el parecer de la seccion de
»hacienda del Consejo Real, y acuerdo
»del Consejo de Ministros, se ha servido
»resolver S. M. la Reina Gobernadora
»que no se verifique la doble subasta que
»dispone la regla 1.^ del art. 3.° del Real
»decreto de 19 de Febrero de este ano
»para la venta de fincas nacionales, sinó
»cuando el valor en tasacion de la que ha
»de subastarse llegue à 20,000 reales ve-
»llon, ó exceda de esta suma, y que la
(i) l'iaceta de Madrid del Ji de lebrero de i8:;6.
pàgs. 2 y 3.
»venta de las de menos valor se ejecute
»con el único remate en la capital res-
»pectiva... De Real... Dios... Madrid 26
»de Julio de 1836.— D'Olhaberriage.— Se-
»nor director general de rentas y arbi-
»trios de amortizacion» (2).
«REAL ORDEX
»Ilmo. Sr : Por instància presentada en
>;el ministerio de mi cargo han recurrido
Ȉ S. M. la Reina Gobernadora varios
>.compradores de fincas nacionales solici-
>^tando se declare que en los pagos que
»por dichas compras deban hacerse en
»créditos consolidades del 5 por 100, se
»admitan indistintamente desde 1.° de
>-Octubre próximo los de cualquiera crea-
»cion antiguos ó modernos; y S. M. tenien-
»do en consideracion, que si bien ha exis-
»tido una fundada razon de diferencia
»entre unosy otros titulos, pues los mo-
>^dernos no devengaban interès, y los anti-
»guos sí, y Uevaban consigo los cupones
»de los devengados en el semestre, razon
»que prevista motivo lo dispuesto sobre
»el particular por el art. 11 del Real de-
»creto de 19 de Febrero, va à cèsar este
/>motivo en el citado dia 1° del inmediato
»mes de Octubre, desde el cual ambas
»clases de titulos no formaran ya sinó
»una sola, como que devengaràn un mis-
»mo interès, pagadero en los mismos pla-
»zos y en una misma espècie; y queriendo
«ademàsS. M. que cuanto esté de parte
»de su Gobierno desaparezca entre unos
»y otros titulos toda distincion, que care-
»ciendo de justo fundamento perjudica-
»n'a al crédito de sus promesas, al del
»Estado, y hace màs embarazosos los
»pagos; se ha servido resolver, que en
»Ios que tengan lugar desde 1." del pró-
»ximo mes de Octubre y corresponda
»ejecutar en créditos de la deuda con-
»solidada al 5 por 100, ora procedan de
»compras de fincas nacionales, ó ya de
»cualquier otra causa, se admitan indis-
(2) Gaceta de Madrid del 28 de julio de 1836,
NOTA SOBRE LA VEN'TA DE LOS CONVENTOS Y DE SLS BIENES
205
«tintamente títulos antiguos ó modernos.
»— De Real... Dios... Madrid 28 de Se-
»tiembre de 1836.— Mendizabal.— Senor
«Director general de rentasj' arbitrios de
»amortizacion» (1).
«REAL ORDEX
»Ilmo. Sr.: Conformandose S. M. la
»Reina Gobernadora con el parecer y
»propuesta de esta Direccion general y
«junta de enagenacion de bienesnaciona-
»les, se ha servido resolver, que el tér-
»mino para los plazos de pago de las
»cuatro quintas partes del importe en
«subasta de las fincas nacionales que se
»enagenan, principie A contarse desde el
»día en que satisfecha la primera quinta
«parte, se dé posesion deellas, extendién-
»dose con la misma fecha las obligaciones
»que deben firmar los compradores, à fin
»de evitar que estos hagan suyos simul-
»ti\neamente en el intermedio desde la
»toma de posesion hasta el dia de la
»fecha de las obligaciones, los rendimien-
»tos de las fincas y los intereses del papel,
»en perjuicio de la masa de acreedores
»del Estado, y S. M. quiere que esta
»aclaracion sirva de rectificacion íi lo
»dispuesto por el art. 14 del Real decreto
»de 19 de Febrero, y el 48 y 49 de la ins-
»truccion de 1.° de Marzo ultimo.— De
»Real... Dios... Madrid 19 de Octubre de
»1836.— Mendizabal.— Sr. Director gene
»ral de Arbitrios...» (2).
«RE.\L orden:
»Ilmo. Sr.: He dado cuenta a la Reina
»Gobernadora de la exposicion de V. S.
»fecha 10 del actual, en la que de acuerdo
»con la junta de enagenacion de hienes
»nacionales, representa esa direccion el
»demérito con que se subastan las fincas
»de la pertenencia del Estado, excepto en
(i) Gacela .ic Ma.iri.l del 20 de scplicmbrc de
185Ó, p;i;>;. I.
{2) (nicela rff Ma.iri.i del 22 de netuhre de
«Madrid, Cadiz y Barcelona, donde se
>-han obtenido resultados superiores à las
»esperanzas, que en casi todos los demas
«puntos los remates han sido por el valor
)de las tasas con algun insignificante
«aumento; y que como la direccion obser-
»va poca exactitud en las tasaciones, ó
»que estàs no corresponden al valor ca-
«pital de las fincas graduado por sus
«ventas (error de impreiita: dcbe decir
y>re}ttas), son evidentes los perjuicios que
«se estan irrogando à la masa de acree-
»dores del Estado con el menos precio en
«la enagenacion de la garantia de sus
«créditos en las provincias...» Dicta nue-
vas reglas para la forma cion de las
tasas (3). «Madrid 25 de Noviembre de
«1836.— Mendizabal».
Por Real Orden de 28 de noviembre
de 1836 se declara que el espíritu del
Real decreto de 19 de febrero del mismo
aflo fué el de admitirse la deuda consoli-
dada extranjera en pago de fincas nacio-
nales puestas en venta (4).
«REAL ORDEN
«Ilmo. Sr.: Accediendo la Reina Gober-
«nadora à la solicitud de varios comprado-
«res de fincas nacionales, para que se les
«admitan títulos del 5 por 100 de la nueva
«creacion, en vez de los del 4 que debían
«entregar, segun el art. 11 del Real de-
»crelo de 19 de Febrero ultimo; y teniendo
»S. M. en consideracion lo beneficioso
»que es para la masa de acreedores al
«amortizar un capital que devenga 5
»por 100 de interès, en lugar de otro igual
«que devenga tan solo un 4 por 100, y la
«necesidad de desvanecer temores y di-
ssipar equivocaciones perjudiciales al
«Crédito, se ha servido S. M. mandar, de
«conformidad con lo propuesto por V.S.,
«en union con la junta de ventas, que se
»admitan indistintamente, ó A voluntad
(0 Gacda de MaJíi.i del 2i< de noviemhrc de
if'íO. p;i{;. I .
(^) Gacel•i de Madrid del 2."^ de noviembre de
1850., pà^. 1.
206
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SUS BIENES
»de los compradores de fincas los títulos
»del 5 por 100 nuévos ó del 4 por 100 en
»los pagos ó entregas que de los de esta
«última clase tuviesen que hacer. — De
«Real... Dios... Madrid 10 de Diciembre
»de 1836.— Meridizabal. — Sr. Director ge-
»neral de rentas y arbitrios de amorti-
»zación» (1).
«Dona Isabel II por la gràcia de Dios...
»Las Cortes, usando de la facultad que
»se les concede por la Constitucion, han
xdecretado lo siguiente:
»Art. 1." Se autoriza a los comprado-
»res de fincas de bienes nacionales cuyo
»valor no exceda de la cantidad de
»10,000 reales para hacer el pago en
»dinero, del plazo que les corresponda,
xgraduandole por el precio que tengan
»en la plaza de Madrid el dia del remate
»los efectos públicos que debíanentregar,
»y abonando ademàs un 2 por 100 por el
ïquebranto ordinario que pueda experi-
»mentarse en la operacion...» (De modo
que el diiiero que se entre gue no se apre-
ciarà por Sil valor, sinó por el que tenían
los títulos que con él podrian haberse
comprado el dia del remate).
»Art. 2.° La junta de enagenacion
»cuidarà de quemensualmenteseinvierta
»el producto de estàs entregas en metàlico
»en la compra de efectos públicos conso-
»lidados, para que estos queden amorti-
»zados y libre el erario publico del pago
»de sus intereses.
»Art. 5.° Dentro del termino de las
»48 horas despues de haberse verificado
»el remate de una finca, si el rematante
»lo hubiese sido con calidad de ceder, lo
«manifestarà así ante el juez de la subasta,
»y se pondrà desde luego en conocimiento
»del intendente la persona que definitiva-
»mente resulte compradora; en el con-
»cepto de que cualquiera cesion que se
»haga pasado dicho termino, devengarà
»la alcabala correspondiente...
»Palacio de las mismas 20 de Abril
(i) Gaceta de Madrid del i_| de diciembre de
1836, pàg. I.
»de 1837.— Pedró Antonio de Acuna,
«Presidente...
»Por tanto mandamos... Yo la Reina
»Gobernadora.— En Palacio à 23 de Abril
«de 1837.— A D. Juan Alvarez Mendiza-
«bal>. (2).
Por esta disposición todo comprador
que en el acto de la subasta manifestase
que compraba la finca para cederla a
otro, quedaba facultado para realizar la
cesión dentro de cuarenta y ocho horas
del remate sin que por esta cesión pagase
alcabala, o sea traspaso. Con esto se
favorecía al vergonzante, que vencido
por el amor al negocio quería hacerlo
comprando fincas de regulares, però
ocultando su nombre. Con esto también
se favorecía a los especuladores que
buscaban sus ganancias con el trafico
con estàs fincas.
«REAL ORDEN
«Enterada la augusta Reina Goberna-
«dora de lo expuesto por V. S. en oficio
«del S del corriente, con motivo de las
«dudas consultadas por los intendentes
»de Madrid y Màlaga acerca de la verda-
«dera inteligencia del art. 5." del decreto
«de las Cortes de 20 de Abril ultimo, ó
«aplicacion de lo que en él se dispone à
«las ventas anteriores à su publicacion,
íse ha servido S. M. declarar... que la
«facultad de ceder sin devengar alcabala
^^(traspaso) por las fincas compradas con
«clàusula de cesion, antes de la publica-
«cion del citado decreto, concluye luego
«que verificado el pago de la quinta
«parte... quedo consumado el contrato, y
«no antes.— De Real orden... Dios...
«Madrid 20 de Agosto de 1837.— Pío Pita.
»— Sr. Director general de rentas y ar-
»bitrios de Amortizacion» (3).
«Enterada la Augusta Reina Goberna-
«dora del espediente instruido en este
«ministerio (de Hacienda) acerca del
(2) Gaceta de Madrid del 25 de abril de 1837,
pàg. 4.
(3) Gaceta de Madrid del 23 de agosto de 1837,
pàg. I.
NOTA SOBRü LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SUS HIENES
207
«premio que deberà abonarse à los denun-
»ciadores de pertenencias de conventos
»suprimidos ocultadas à los comisionados
»de amortizacion, para que les sirva de
«recompensa y estimulo en tan interesan-
»te Servicio... sehaservido S. M. resol ver
«que interin las Cortes fijan definitiva-
»mente la cantidad, se dé à los espresados
«denunciadores el 10 por 100 del valor
«liquido de lo que denuncien y sea apre-
«hendido, no siendo objetos destinados al
«cuito, y que de este abono se escluyan
»los dependientes del gobierno con sueldo
«del erario, puesto... Madrid 27 de julio
«de 1837.— Mendizabal» (1).
«Dona Isabel II por la gràcia deDios...
«Las Cortes en uso de sus facultades,
«han decretado lo siguiente:
«Articulo único. Hasta que las Cortes
«resuelvan sobre la propuesta del Go-
«bierno para la consolidacion de la deuda
«liquidada yreconocida hasta 1.° de Mar-
«zo de 1836, se admitiràn para el pago de
«la primera octava parte del precio
»de las fincas nacionales vendidas, el
«papel de Deuda sin interès, los vales no
xconsolidados y la deuda negociable del
«5 por 100 à papel, por el valor de los
«tipos fijados en la citada propuesta, a
«saber, la primera à 50 por 100: la segun-
»da à 66 por 100, y la tercera à 68 por 100.
»Lo cual presentan las Cortes à S. M.
«para que tenga à bien dar su sancion.
«Palacio de las mismas 3 de Noviembre
»de 1837.
«Por tanto mandamos.... Yo la Reina
«Gobernadora. — En Palacio à l.° de Di-
«ciembre de 1837.— A D. Antonio Maria
«de Seixas» (2).
« DECRETO
«Con presencia de lo que me habeis
«manifestado sobre la necesidad de dic-
«tar una medida que evite los abusos que
»pueden cometerse por los compradores
(i) lioletin oficial de Ici provinci•x de Lérida
del 8 de agosto de i8!7. paf». 217.
(->) Gaceta de Madrid del ; de diciemlMc de
1837, pàg. I.
«de fincas nacionales, cuyo valor consis-
> te en su total ó mayor parte en arbola•'
>'dos ó montes que pueden ser destruidos
«por la codicia, sacando de ellos las ven-
> tajas de que son susceptibles, sin que el
>'Estado tenga medios de reintegrarse si
vaquellos se declarasen en quiebra.y con
«el justo fin de que en tales casos no que-
»de ilusoria la garantia establecida por
«el articulo 18 del Real decreto de 19 de
«Febrero de 1830, en nombre de mi Au-
«gusta Hija la Reina Dofia Isabel II, y
«conforme con el parecer del Consejo de
«Ministros, vengo en resolver:
»Art. 1.° Los sugetos à. cuyo favor se
«adjudiquen en adelante fincas de la ex-
«presada clase, ademàs de ser responsa-
»bles con ellas al completo pago de la
«cantidad en que fueron rematadas, pre-
«sentaràn fianza equivalente à la mitad
«del precio de su tasacion en otras fincas,
«ó de las dos terceras partes de la misma
«tasacion en efectos de la Deuda conso-
«lidada.
«Art. 2.° A los sugetos que se hallea
»en el dia en posesion de dicha clase de
«fincas se les exigirà igualmente fianza,
«bajo la pròpia proporcion, del importe
»de los plazos que falte aun satisfacer.
«Art. 3.° La fianza de que hablan los
«artículos anteriores no se exigirà si
«los compradores de las fincas de que en
«ellos se trata pagasen en su totalidad
«la cantidad en que hubiesen sido rema-
«tadas.
«Tendréislo entendido .... — Rubricado
«de la Real mano. — En Barcelona à 3 de
«agosto de 1840. —A D. Ramon Santi-
«llan» (3).
Como, pagado el primer plazo del re-
mate y firma de la escritura, el compra-
dor entraba en posesion de la finca, podia
cortar los seculares bosques y venderlos,
y luego no pagar los restantes plazos.
En este caso, aunque declarado en quie-
bra, perdiese la finca, como la venta de
los bosques habia superado en mucho el
(;) Gaceta de Madrid del jS de abi-il de i{>-|í.
púir. I .
208
NOTA SOBRE LA Vr.NTA DE LOS CONVENTOS Y DE SI'S BIENES
valor de la quinta parte del precio paga-
'da, había hecho su pingüe ganancia a
costa del Estado. A evitar tal abuso se
dirigió el Real decreto anterior.
«La Reina Dona Isabel II, y en su Real
»nombre la Regència provisional del Rei-
»no, ha venido en decretar lo siguiente:
»Art. 1." Los compradores de bienes
»nacionales que en uso de la facultad
»que les estA concedida por el Real de-
»creto de 16 (19 lia de decir) de Febrero
»de 1836, se prestaren a anticipar el pago
»de las obligaciones otorgadas con arre-
»glo al art. 14 del mismo Decreto, con
»anterioridad à sus vencimientos respec-
»tiyos, tendràn derecho k las rebajas
»siguientes:
»Por la anticipacion del primer plazo se
«abonarà 5 por 100 o sea '/a PO"" 100 del
»valor total del remate.
»Por la del segundo corresponde abo-
»nar 7 por 100... I 1/2 idem.
»Por la del tercero 10 por 100...
»3 idem.
»Porla del cuarto 12 Vg por 100...
»5 idem.
»Por la del quinto 15 por 100...
»7 Vs idem.
»Por la del sexto 17 por 100...
»10 1/2 idem.
»Por la del séptimo 20 por 100...
»H idem.
»Por la del octavo 22 V2 por 100...
»18 idem.
>^Art. 2.° Los títulos de la deuda con-
»solidada que los compradores entreguen
»por anticipacion de pago, llevaran con-
>^sigo en favor del Estado, los cupones ó
»intereses vencidos del semestre en que
»se realice la entrega.
»Tendreislo entendido, \' dispondreis
»su cumplimiento. — El Duque de la Vic-
»toria Presidente.— En Palacio à 9 de
»diciembre de 1840.— A D. Agustín Fer-
»nandez de Gamboa.» (1)
iPedir màs seria pedir golleria!
(i) Oaceta de Madrid del ii de dicicmbre de
1840, pags. 2 y 5.
«La Reina Dona Isabel II...
«Articulo 1." En cumplimiento de los
«artículos 10, 11 y 14 del Real decreto de
»19 de Febrero de 1836 confirmado por las
»Cortes en 26 de Julio de 1837, los com-
»pradores de bienes nacionales pagaran
»el precio de los remates en esta forma:
>^una tercera parte en títulos de la deuda
«consolidada al 5 por 100: otra tercera
»parte también en títulos de la deuda
«consolidada al 4 por 100: y la restante
«tercera parte en títulos ó documentos de
»la deuda sïn interès propiamente llama-
»da así, en vales no consolidados, y en
»deuda negociable con interès de 5 por
í>100 d papel, A voluntad de cada com-
»prador, por el valor respectivo segun los
»tipos de 50 por 100 en la primera espècie,
»66 por 100 en la segunda y 68 por 100 en
»la tercera.
»Art. 2.° En consecuencia los com-
«pradores que hayan satisfecho j'a las
»tres primeras octavas en deuda sin inte-
»rés, ejecutaràn el pago de la cuarta
«octava parte entregando dos tercios del
«importe de sus respectivas obligaciones
«en títulos de la deuda consolidada al 5 y
»4 por 100, y el otro tercio en deuda sia
«interès segun el articulo anterior.
«Art. 3.° Cuando los compradores ha-
«yan realizado por entero la entrega de
«una tercera parte del precio de losrema-
«tes en deuda sin interès como queda pre-
«venido, el resto de sus obligaciones pen-
xdientes se satisfarà en títulos de la
«deuda consolidada, los dos tercios del
«interès del 5 por 100 y el otro tercio del
«4 por 100.
»Art. 4." La graduacion del precio del
«papel para pagar en efectivo las canti-
«dades y residuos correspondientes à
«compras de bienes nacionales à que se
«refieren las leyes de 1.° de Abril de 1837
»y 16 de Julio del afio corriente, se enten-
«derà para con las fincas que se hayan
«comprado ó se compren desde el dia de
»su publicacion, no respecto de las com-
«pradas anteriormente.
«Tendreislo entendido... El Duque de
«la Victoria Presidente. — En Palacio a 9
NOTA SOBRE LA VENTA DE I.OS CONVENTOS Y DE SLS BIEN'ES
209
»de Diciembre de 1840. — A D. Agustín
»Fernàndez de Gamboa» (1).
El comprador de bienes nacionales,
ademas del precio de la finca rematada,
pagaba los derechos del expediente, tasa-
ción y de la misma subasta, como era
natural y justo dentro de la injustícia
canònica del acto.
Mediante las condiciones tan excesi-
vamente favorables al comprador pudo
el Estado vender muchas de las fincas
de los regulares. El bajo precio, el pago
con papel estimado por todo o parte de
su valor nominal, los largos plazos, la
división de las fincas grandes en peque-
fios Iotes o piezas de tierra, la entrada
en la posesión de la finca aun antes
del pago de casi todos los plazos tenta-
ron la lionradez de muchos, los cuales
extendieron su mano al àrbol prohibido.
Emperò los edificios, monasterios y con-
ventos, por una parte, no se prestaban
facilmente a la división en Iotes, y por
otra tampoco à habitaciones de particula-
res, y de aquí la maN'or dificultad en ven-
derlos. A vèncer esta dificultad se dirigíe-
ron sin duda las disposiciones siguientes:
DECRETO DE L.\ REGÈNCIA
«La Reina Doiïa Isabel.
»Art. 1.°
«Art 2." Todos los edificios que sir-
«vieron de monasterios 6 conventos de
»las suprimidas comunidades religiosas
»de ambos sexos, no enagenados hasta
»ahora en venta real ni a censo, y que no
«estén ó fueren aplicados à destines de
»utilidad piíblica... lo mismo que sus
«Iglesias no dedicadas actualmente al
«cuito divino, se ponen en venta pública
«por termino de seis meses, a pagar en
«cupones de intereses vencidos de la
«deuda consolidada de lanacion, sin dife-
«rencia alguna de interior ni exterior, y
«por todo su valor nominal.
«Art. 3.° Se observaran en estàs ven-
»tas las mismas reglas y formalidades es
(i) Caccla .1e M.j.iii.i del ii de dicicmbi-e de
i8^o, pàg. -.
»tablecidas para la enagenacion de bienes
«nacionales con la sola diferencia de eje-
>^cutarse doble subasta, cualquiera que
«sea el precio de la tasacion.
«Art. 4."
«Art. 5." No quedarà perfeccionada la
«venta hasta ser aprobado el remate por
«el mismo ministerio; y en seguida de
«serio se otorgarà la correspondiente
«escritura, dentro de 30 días, pagando
«los compradores en el acto la mitad del
«importe total porque les fueron adjudi-
«cadas las fincas; y la otra mitad à los seis
«meses de la fecha de la escritura.
«Tendreislo entendido... El Duque de
«la Victoria Presidente. En Palacio à 9 de
«Diciembre de 1840.— A D. Agustín Fer-
«nandez de Gamboa« (2).
Por orden de la Regència provisional
de 4 de marzo de 1841 se resuelve:
«1.° Que estando terminantemente
«mandado que el precio de los remates
»de fincas nacionales se verifique pagan-
»do una 3.'^ parte con títulos de la deuda
«consolidada del 5 por 100; otra 3.'^ parte
«con los del 4 por 100, y la restante 3.^ en
«las tres clases de papel que espresa el
«citado decreto (de 9 de diciembre de
y>1840) y con objeto de no hacer altera-
»cion en el sistema establecido, se manda
«observar el orden de pagos siguiente:
»— Tomando por ejemplo una finca que
«haya sido rematada en 300,000 reales,
«pagarà el comprador.
Parte en el acto de
la adjudicación.
Octava ....
Id
Id
Id
Id
Id
Id
Id
Deuda consolidada
Dsuda no
couoUdada
Del 5 por
100
Del 4 por
100
segna los
respoetlvci
tlïOS
5-
■(■'
ii."
7-'
8.'
^o.ooo
20,000
io,ooo
10,000
lO.OOO
lO.OOO
JO.OOO
JO,0O0
20,O00
2O,000
20.000
30,000
30.000
30.000
10,000
lOO.OOO
lOO.ÜOO
100.000
(j) Gaceta de Madri.i del
1840, pàg. j.
de diciemhre de
210
NOIA SOBRI-; l.A VENIA ÜK LOS CONVENTOS Y DE SL'S BIENES
»2.° Que A los compradores que hicie-
»ran el pago de la primera octava parte
.»en los efectos de la Deuda consolidada,
»se les tome en cuenta en las sucesivas
»la cantidad entregada, siempre que en
»el total completen las respectivas de
»cada una de las clases de papel
»3.° Que el pago de los residuos en
»metalico se puede verificar con arreglo
Ȉ las leyes de 1." de abril de 1837 y 16 de
sjulio de 1840, cualquiera que sea la épo-
>•'ca en que haya sido ó fueren rematadas
»las fincas-.-.» (1).
«DECRETO
»No habiendo sido suficientes las medi-
»das adoptadas hasta el dia sobre cesion
»y enagenacion de los edificios de con-
»ventos suprimides para dar à estàs fin-
»cas la mas pronta y conveniente apli-
»cacion, y siendo ya muy urgente para
xevitar su destruccion y proveer A su
»mas útil destino el remover los obstàcu-
»los que hasta hoy lo han impedido, como
»Regente del Reino durante la menor
»edad de S. M. la Reina Dona Isabel II,
»y en su Real nombre, conformàndome
»con el dictamen del Consejo de Minis-
»tros, he venido en decretar lo siguiente:
»Artículo 1.° Se autoriza à la Direc-
»cion general de arbitriosde Amortizacion
«paraqueenjuntadeventadebienesnacio-
»nales resuelva definitivamente sobre la
»concesion de conventos solicitados para
«objetos de utilidad pública, arreglàndo-
»se à las disposiciones siguientes.
»Art. 2° Transcurrido el termino de
»dos meses, que por ultimo termino se
»prefija, y que empezaràn à contarse
»desde la publicacion de esta órden en
»los Boletines oficiales de cada provin
»cia, no se darà curso à nuevas solicitu-
(i) RecopiUicioH estractada... de las leyes y
reales disposiciones promulgadas en el ano de
1841. por D. Esteban de Fenater y D. Pablo
Ferigle. Barcelona. 1842. Tomo V de la colec-
ción, p;ig. i^i.
»des de ayuntamientos, diputaciones pro-
«vinciales ú otras corporaciones públicas
»sobre peíicion de conventos para esta-
»blecimientos de utilidad comun.
»Art. 3.° Los expedientes sobre estàs
»solicitudes, así nuevas como anteriores
»y pendientes se instruiran en las respec-
»tivas intendencias, debiendo consistir su
»instruccion en oir la opinion del gefe
»político y el informe de las oficinas del
»ramo, y habiendo de remitirse ya ins-
»truidos à la direccion en un termino que
»no pasarà de 10 dias, contados desde la
«publicacion de esta órden, para los ya
»pendientes, ni de 20 desde la fecha de la
»presentacion ó recibo de las solicitudes
»para los nuevamente promovidos, bajo
»la mas estrecha responsabilidad de los
«intendentes y gefes de amortizacion de
»las provincias.
:>Art 4.° La base de que ha de partirse
>;en el otorgamiento de estàs concesiones,
»ser<l la de hacer gratuitas las que se
»soliciten para objetos ó establecimientos
»de utilidad pública propiamente dicha
»de uno ó muchos pueblos, como son:
»hospitales, hospicios, escuelas de ins-
»truccion costeadas por los íondos comu-
»nes ó del Estado, cuar teles de Milicia
»nacional donde la importància de estos
»lo requiera, càrceles, parroquias, casas
«consistoriales y demàs anàlogos; però
«habràn de ser onerosas y precisamente
»con censo con cànon desde uno y medio
Ȉ tres por ciento sobre el valor en tasa-
»cion de los edificios todas las que se
»pidan por particulares ó corporaciones
»privadas para objetos industriales ó de
«conveniència mista de particular y ge-
»neral, ó las que, aunque solicitadas por
«corporaciones públicas, lo sean para ob-
»jetos que han de reportar lucro ó envol-
»ver alguna idea de especulacion, como
«teatros, plazas de abastos, cementerios
»y otros establecimientos de naturaleza
»semejante.
»Art. 5." En la decision de estos expe-
»dientes procederà la Junta de ventas
»con toda la posible rapidez, y fijarà su
«atencion en la circunstancia de si los
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS V DE SLS BIENES
211
»Ayuntamientos peticionariostienen me-
»dios de realizar los establecimientos que
»se proponen, pues si no lo hicieren en
»los seis meses siguientes a la concesion,
»quedarà esta sin efecto. Lo mismo suce-
> derà en las concesiones à censo de que
»habla la segunda parte del articulo
«anterior.
»Art. 6.° Transcurrido el termino pre-
»fijado en el articulo 2." se procedera
»activamente a la vista (venta) en pública
*subasta, y con arreglo a la instruccion de
»1.° de Marzo de 1836, de todos los con-
»ventos que no se hubiesen pedido ni con-
»cedido, así como tambien de los que ha-
»biéndose cedido anteriormente no se
»hayan destinado à los objetos de utili-
»dad pública para que se pidieron dentro
»de seis meses que senaló al efecto el
«decreto de 9 de diciembre de 18-10.
»Art. 7° La venta de estos edificios se
»haríl à pagar en papel de la Deuda sin
«interès por todo su valor nominal y en
»dos plazos iguales, el primero al tiempo
«del otorgamiento de la escritura, y el
«segundo al cumplirse un afio. Las huer-
»tas adyacentes à los mismos se vende-
>M•i'in siempre en union como parte inhe-
«rente de ellos, à menos que sin dificultar
»la enagenacion ó menoscabar su valor
«pudieran alguna vez venderse separa-
das.
«Art. 8.° Lo prevenido en el articulo
«precedente solo tendra aplicacion à las
«subastas que se promuevan ó soliciten
»con posterioridad à la fecha de este de-
«creto; però las ya incoadas ó pendientes
«seguiran su curso y habràn de termi-
*narse con arreglo à las disposiciones
»que regian al empezarse.
«Art. 9.° La Direccion en Junta de
«ventas aprobara los expedientes de su-
«basta y acordarà las adjudicaciones de
«estàs fincas como lo hace por instruc-
«cion con respecto à los demAs bienes
«narionales, sin necesidad de consultar
»al Gobierno su aprobacion; però remi-
stirà al Ministerio para su conocimiento
«relaciones mensuales, así de los conven-
»tos que se hallan vendidos, como de los
«que hayan sido concedidos para objetos
«de utilidad pública.
^ Art. 10." Se exceptuan de todas las
«disposiciones precedentes los edificios
«de conventos que el Gobierno haya des-
«tinado ó destine para cuarteles, oficinas,
«casas de instruccion ú otros usos seme-
«jantes del servicio publico; pues siendo
«estos objetos de notòria preferència, no
«podran enagenarse ni concederse à cor-
«poraciones ó particulares los conventos
«à ellos dedicados.
«Tendréislo entendido....— El Duque de
«la Victoria. — En Madrid à 26 de Julio
«de 1842.— A D. Ramon Maria Calatra-
«va» (1).
Ante todo y para formar ideas exactas,
se debe notar que en esta disposición
no se trata de bienes de las comunidades,
sinó de sus conventos.
De este Decreto resulta que el precio
total podia pagarse con solos títulos de
la Deuda sin interès. Esta en la Bolsa
se cotizaba al 5 por 100 y un quebrado, y,
por lo mismo, el comprador de fincas
nacionales con solo el desembolso de cin-
co duros y unos reales pagaba cien du-
ros. Y el tipo dicho no lo afirmo a humo
de pajas: en la Gaceta de Madrid del 25
de julio de 1842, es decir, de un dia antes
del Decreto, se lee en la cotización oficial
de la Bolsa del 23: «Deuda sin interès,
«cinco veinte y cinco treintadosavos à 60
d. f. vol.» (60 dt'as fecha a voluutad).
Y en las Gaceta de Madrid de los días
siguientes las cotizaciones escriben 00,
o sea, que no hubo de este papel opera-
ciones, basta la del dia 9 de agosto en
que, dando cuenta de la Bolsa del 8, escri-
be: «Deuda sin interès, 5 ^1^ a 59 d. f. id.»
(o sea papel I . De modo que a este precio
y con los plazos de 60 y 59 días se ofre-
cía el papel a cinco y un quebrado.
jTanto era el empeflo en vender los
conventos! No extrane, pues, el lector
mi importunidad en copiar al pie de la
(i) Gaceta de Madrid del 27 de julio de 184J,
pdg. 2.
212
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SUS BIENES
letra las leyes y documentos, ya que de
otro modo no se creyera, por solo mi
dicho, tanta enormidad. No sin harta ra-
zón se ha dicho que con la venta de los
hienes de la Iglesia se quiso hacer libera-
les, y liberales irreductibles, que tales
habian de quedar los que del modo expli-
cado por la ley compraban hienes que no
eran del vendedor.
En el Bolet in oficial de la provincià de
Lcrida del 19 de marzo de 1844, después
de haber anunciado la Intendència de
Lérida la subasta de varios edificios con-
ventos y un huerto, aflade: «El pago lo
«efectuarà el rematante respecto de los
»edificios conventos en papel de la deuda
»sin interès por todo su valor nominal y
»en dos plazos iguales el 1.° al tiempo del
»otorgamiento de la escritura y el 2." al
»cumplirse un ano, y respecto de las tie-
»rras, el solar de Capuchinos de Solsona,
»cuadra y huerto con arreglo al decreto
»de 9 de diciembre de 1840 y orden acla-
«ratoria de 4 de marzo siguiente».
Y continua manifestàndose el empeno
en vender por el siguiente
«Persuadido de la necesidad...
»Artículo 1.* Los intendentes de las
'^provincias dispondràn que inmediata-
»mente se tasen y capitalicen, haya o no
»peticionario, todas las fincas rústicas y
»urbanas que por cualquier concepto per-
»tenecen à la nacion, y se hallan situadas
ven el territori© de sus respectivas pro-
»vincias, anunciando su venta en los
»Boletines oficiales à medida que los
»expedientes tengan la instruccion nece-
»saria, con expresion de su tasacion,
»capitalizacion, producto en venta, situa-
»cion, cabida y procedència, sin omitir
»las cargas que le sean conocidas, y el
«senalamiento del dia y hora en que haya
»de celebrarse el remate.
»Art. 2."
»Art. 3."
>Tendreislo entendido... El Duque de
»la Victoria.— En Madrid à 7 de octubre
»de 1842— A D. Ramon Maria Calatra-
»va» (1).
«MINISTERIO DE HACIENDA
»En 8 de Enero ultimo comuniqué à
»V. S. la circular que con la misma fecha
»se dirigió por este ministerio A los inten-
»dentes de las provincias del Reino, pre-
»viniéndoles que desplegando la inflexi-
»ble energia y rectitud con que deben
«con^esponder à la confianza que en ellos
>està depositada por el Gobierno, pro-
«moviesen la cobranza de los débitos que
»resultaban por plazos vencidos contra
»los compradores de hienes nacionales,
»en términos que para 1.° de Marzo diesen
»parte aquellos gefes del ingreso de los
»descubiertos, ó de haber declarado en
»quiebra ò. los deudores. S. M. no quiere
»se guarde consideracion con los moro-
»sos, cuando estan en posesion de las
»fincas y en el goce de sus rentas, cau-
»sando perjuicios al Estado por su indo-
»lencia ó mala fe.
»Y como à V. S. corresponde directa-
»mente hacer cumplir en esta parte las
»órdenes del Gobierno por la accion direc-
»ta que tiene contra los administradores
»subalternos, estando facultado para re-
»moverlos y separarlos, S. M. se ha ser-
»vido mandar advierta à V. S. que se le
«exigirà la màs estrecha responsabilidad
»si para el 10 de Marzo próximo no ha
»dado aviso à este ministerio de quedar
»realizados dichos descubiertos, así como
»se consideraran cesantes en aquel mismo
»día los intendentes en cuyas provincias
»resulte el menor débito, sin haberse de-
»clarado la quiebra y puesto de nuevo en
»venta la finca no pagada.
»De orden de S. M. lo participo à V. S...
»Dios... Madrid 10 de Febrero de 1844.—
»G. Carrasco.— Sr. Administrador gene-
»ral de hienes nacionales» (2).
(i) Gaccta de M,i.in\i del 8 de oclubre de 1842.
pàg. I.
(2) Gacf/.i de yLid) id del 1 1 de lebrero de 1844,
pàg. I.
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS V DE SLS BIENES
213
A lo que se ve, había compradores que,
no contentos con las enormes ganancias
obtenidas por las compras, omitían pagar
los plazos posteriores al primero.
'<La Junta superior de venta de hienes
xnacionales con fecha 13 del actual (euero
>•>de 1844) me comunica la circular si-
»guiente.
»A fin de evitar las continuas recla-
»maciones que indebidamente se estan
«haciendo por compradores de fincas
»nacionales solicitando abono de desper-
»fectosórescisionde contrato,no solodes-
xpues de consumada la venta con el pago
»de la quinta parte y toma de posesion,
»sino despues de estar disfrutando las
»fincas algunosanos; ha acordado la Jun-
»ta por punto general, que se observen
^respecto del particular las reglas si-
»guientes: = l.^ Adjudicadas que sean las
»fincas nacionales y hecho saber à los
«compradores que realizen el primer pla-
»zo en el termino de quince dias con arre-
»glo al articulo 46 de la instruccion de 1.°
»de marzo de 1836, cuyo tràmite cuidaràn
»las intendencias y jueces de las subastas
»que no se demore, las desmejoras que
»ocurrieren en las fincas seran ya de
«cuenta de los compradores, sin derecho
»a reclamarlas. =2.* Recibida por los com-
»pradores la adjudicacion de las fincas y
»verificado el primer pago, se entendera
»que desde entonces entran en posesion
»de las mismas, y no se admitira recla-
»macion alguna posterior sobre abono de
»desmejoras ó desperfectes, ni rescision
»del contrato, segun està prevenido por el
»art. 53 de la citada instruccion.
»Lo que se inserta... Lérida20 deenero
»de 1844...» (I).
De donde chuamente resulta que los
senores compradores de bienes del clero,
no contentos con la baratura del precio,
la rebaja del desembolso creada por el
pago con papel del Estado, los largos y
múltiples plazos, etc, etc, luego muchos
(i) liotetin oficial de la província de I. crida
del I de fcbrcro de 18^4, p;ig. 4.
de ellos reclamaban indemnizaciones o
rescisiones del contrato.
«REAL DECRETO
>/Conformàndome con el parecer del
í'Consejo de Ministros vengo en mandar se
»suspenda hasta nueva resolucion la ven-
»ta de los edificios-conventos de las co-
»munidades religiosas suprimidas, acor-
»dada por decreto de 26 de Julio de 1842.
»Dado en Palacio à 11 de Abril de 1845.
» — Rubricado de laRealmano.— El Minis-
»tro de Hacienda, Alejandro Mon» (2).
Ignoro la causa de tan insòlita suspen-
sión; però hallaremos ventas de fechas
posteriores, y sobre su modo disposicio-
nes, de las que algunas van a seguida.
'<Real orden de 14 de diciembre de 1846.
»Ha tenido a bien S. M. disponer que
»los compradores de conventos à pagar
>;en libranzas no realizadas, satisfagan
»su importe en títulos de la última clase •
»(del 3 por 100) en la proporcion de dos-
»cientos cincuenta por cada ciento, ha-
»ciéndoseles indicada la liquidacion bajo
»esta base; y que respecto à aquellos que
»los hayan adquirido A pagar en cupones
»llamados à capitalizar, lo verifiquen en
»los propios efectos por todo su valor
«nominal, practicando unos y otros el
»pago al contado en el termino de treinta
»dias, siempre que hubiesen ya trans-
»currido los plazos senalados por las dis-
»posiciones vigentes en la època del
»remate desde el dia de la adjudicacion,
»y en caso contrario dentro de aquellos
»que los mismos respectivamente seiïa-
«laren» (3).
<.<La Junta Superior de venta de bieiies
ytuaciouales con fecha 13 del actual vie
hdice lo siguiente:
»Las continuas subastas en quiebra de
«fincas nacionales que se estan verifican-
(.') Caceta de Madrid del 14 de ahril de iS^s-
(5) Recopilacion estraclada, ordenada y me-
lòdica de las leyes y reales disposiciones promtil-
gadas en el ai'io 1846. Tomo IX, pàg. 1Ó5.
214
NOTA SOIIRE LA VENIA IJE LOS CONVENTOS Y DE SL'S BIENES
»do en todo el Reino por falta de pago
»de los compradores, han hecho inferir a
»esta Junta Superior que tal vez por
»omision ó mala inteligencia de la legis-
»lacion vigente sobre la venta de bienes
«nacionales por parte de las oficinas del
»ramo no se cumple lo prevenido por la
»ley acerca del particular, irrogandose
»de ello notables perjuicios à los intere-
»ses del Estado y & los acreedores del
»mismo.— Celosa esta Junta en el exacto
»cumplimiento de su mision que no es
»otra que la de velar por que no se me-
»noscaben aquellos y hacer que se cum-
»plan en todas sus partes religiosamente
»los contratos de venta de los citados
»bienes, ha acordado al efecto manifes-
»tar à V. S. para su inteligencia y la de
»esas oficinas, que con arreglo al artícu-
»lo 19 del Real decreto de 19 de febrero
»de 1836, cuando el comprador esta en
»posesion de la finca por virtud del pago
»de la quinta parte, salió ya de la Admi-
»nistracion del Estado y pasó à ser pro-
«piedad particular de aquel que en tal
»concepto ha podido hacer en ella las
»alteraciones que estimaré conveniente,
»y en el caso de no satisfacer alguno de
»los plazos subsiguientes, debe proceder-
»se ejecutivamente contra los bienes que
»tenga de màs pronta y expedita disposi-
»cion, como en cualquier otro deudor del
»Estado, sin que deba tener lugar la
»declaracion de quiebra y nueva subasta
»de la finca ó fincas à que pertenezca el
»débito, sinó cuando ya no queden otros
»bienes de mas fàcil salida para solven-
»tarlo en los términos prevenidos en el
»citado articulo. — Lo que comunico
r>Lo que se potie en conocimiento
y>Lérida 20 de uoviemhre de 1846 .—José
t>Ranton de Ferradas» (1).
Hasta aquí la venta de las fincas: quiso
también el Gobierno acabar con los cen-
sos de los conventos. Demos un paso
atràs, y leamos el siguiente
(i) Boletin oficial de la provincià de Li
del 24 de noviembre de 1846, pàg. 3.
«REAL DECRETO.
«Deseando aplicar A la amortizacion
»de la Deuda pública todos los valores
»procedentes de la supresion de monas-
»terios y conventos y de la adjudicacion
»al Estado de los bienes y derechos que
»les pertenecieron, y aspirando A conci-
»liar con los medios de favorecer la con-
»solidacion de la Deuda pública que no lo
»està, los miramientos que ella misma
»merece por esta circunstancia; confor-
«màndome con el dictamen de mi Conse-
»jo de ministros, y siguiendo el espíritu
»de la ley de 16 de enero de este ano, en
«nombre de mi excelsa Hija la Reina
»DoNA Isabel II, he venido en decretar
»lo siguiente:
«Articulo 1.° Se declaran en estado de
«redencion desde ahora todos los censos,
«imposiciones y cargas, de cualquier es-
»pecie y naturaleza, que pertenezcan à
»las comunidades de monacales y regula-
»res, así de varones como de religiosas
»cuyos monasterios ó conventos hayan
»ya sido, ó sean en adelante suprimidos,
»y sus bienes de todo genero aplicados à
»la nacion y mandados vender por mi
«Real decreto de 19 del mes pasado.
«Art. 2° Todo censalista que intente
»la redencion de la carga afecta à sus
«propiedades, se dirigirà al Intendente
«de la provincià respectiva, pidiendo que
»se liquide el censo ó imposicion à que se
«refiera, y cuyas circunstancias expresa-
«ra con individualidad.
«Art. 3.° El Intendente, despues de oir
«al comisionadoadministrador de los
«arbitrios de amortizacion, pasarà la
«instància del censualista à la contaduría
«del ramo, para que proceda à la liquida-
«cion correspondiente, siempre que no
«haya reparo fundado que merezca to-
«marse en consideracion.
«Art. 4.° Las dudas
«Art. 5.° El importe del censo, impo-
«sicion ó carga que se trate de redimir,
»se satisfarà en esta forma.
»Una quinta parte al contado, ó antes
«del otorgamiento de la escritura de
«redencion.
NOTA SOMRE LA VENTA DE LOS CON VENTÓS Y DE SIS UtENEO
215
»Y las otras cuatro quintas partes en
»los cuatro anos siguientes, A razon de
«una en cada uno.
»Art. 6." El pag:o se verificarà en las
»siguientes espècies de la Deuda pública:
»Una tercera parte en vales no conso-
«lidados por todo su valor nominal.
»Otra tercera parte en titules de la
>:Deuda corriente con interès a papel,
»tambien por todo su valor nominal.
»Y la tercera parte restante en títulos
»ó documentes de la Deuda sin interès,
»pero en una cantidad dupla, ó sea no
»dando a su importe nominal mas que
»una mitad de este mismo valor.
»Art. 7° Las cuatro obligaciones que se
»han de extinguir anual y sucesivamente,
»se otorgaran al tiempo de verificarse el
»pago de la quinta parte al contado.
»En la escritura de redencion se obli-
»garà el censualista a mantener la carga,
»cuya redencion hubiese intentado, sobre
»las propias fincas ó bienes que hayan
»estado afectas à ella, hasta que realiza-
»do por entero el pago de sus obligacio-
»nes, se ponga en la escritura la nota de
»cancelacion.
»Art. 8.° Cuando hubiere demoras en
»el pago de las obligaciones....
»Art. 9.° El heredero....
»Art. 10. Luego que la contaduría de
»arbitrios de amortizacion haya recogi-
»do la carta de pago, que debera librar
»el Comisionado-administrador, para ha-
»cer constar la entrega de la quinta par-
»te al contado, y el otorgamiento de las
«cuatro obligaciones, expedirà la compe-
«tente, a fin de que en su vista se proce
»da al otorgamiento de la escritura.
»Art. 11. Esta escritura se otorgara
»en nombre de la Nacion por el Comisio-
»nado de arbitrios de Amortizacion.
«Art. 12. El producto integro de la
í^redencion de dichos censos, imposicio-
»nes y cargas se aplicarà A la extincion
»de la Deuda del Estado.
«Art- 13. Se publicarà mensualmente
«una lista de las redenciones verificadas,
»y de su importe.
«Los títulos ó documentos con que ha-
«yan sido pagados los preciós de las
«redenciones se quemaràn públicamente,
«imprimiéndose una relacion de sus nú-
«meros.
«Art. 14. Se observaran en la reden-
ícion de censos é imposiciones todas las
>4egla5 aplicables de las contenidas en la
«Real orden de 1.° del presente para la
«venta de los bienes adjudicades à la
«Nacion. Tendrèislo entendide.... Està
«rubricado de la Real mano. — En el Par-
»do à 5 de Marzo de 1836.— A D. Juan
«Alvarez Mendizabal» (1).
«Por el Ministerio de Hacienda se ha
»comunicado à esta direccion general en
«26 de setiembre ultimo la Real orden si-
«guiente.— He dado cuenta à la Reina de
»la consulta de V. S. de 20 del actual pro-
«peniendo el senalamiento de nuevo tèr-
«mino para la redencion de censos de
«menasterios y conventos, y conformàn-
>'dose S. M. con el parecer de esa direc-
«cion general se ha servido resolver. — 1."
«Los censos impuestos à favor de monas-
«terios y conventos y demàs corporació-
«nes cuyos bienes se hallan actualmente
«aplicades al pago y estincion de la
«Deuda pública y que no estan compren-
«didos en la \ey de 31 de mayo de 1837
«podran redimirse hasta 31 de diciembre
«próximo.
»2." La redencion de dichos censos se
«harà en títulos de la renta del 3 per 100
«del mismo modo que se verifica con los
«que preceden de encomiendas y de la
«orden de S. Juan de Jerusalen.
»Y 3." No servirà de obstàculo para la
«redencion la falta de escritura de impo-
»sicion de los censos, pudiendo suplirse
«aquella con la capitalizacion de les rèdi-
«tos que los interesados satisfagan segun
»los recibos que presenten y los dates que
«existan en las oficinas de Bienes nació-
»nales.— De Real orden lo comunico à
«V. S. para su cumplimiente.— V la direc-
«cion lo dice à V. S. para que dando à la
«preinserta Real orden la pesible publici-
(i) (niceLi de Ma.i)Li del - de mar/o de i8?6.
216
i\OTA SOBRE LA VENTA DE I,OS CONVENTOS Y DE SLS BIIOXES
»dad, tenga en esa provincià la mas exac-
»ta observancia.
«Lérida 16 de octubre de 1847» (1).
Por Real orden de 19 de diciembre del
mismo ano 1847 se suspende el cumpli-
miento de la anterior disposición (2).
Del estudio, pues, de las disposiciones
legales que mandaron y organizaron la
venta de los bienes de los regulares resul-
ta ante la razón y la justícia que esta
venta f ué una gran dilapidación en cierto
sentido legal, o sea en cuanto la manda-
ron leyes y decretos. Mas a ella en algu-
nas oficinas, y durante algunos periodos,
se juntó la dilapidación extra legal, o sea
la obrada por los ejecutores y gente que
intervino en las ventas. Un grave senor,
empleado cuando jovencito, en tiempo de
la guerra civil, en una de las oficinas de
estàs enajenaciones, en una capital de pro-
vincià, díjome. «Hubo un tiempo en que
»los títulos con que se pagaban los pre-
»cios de las ventas debían ser mandadosa
».Madrid. Entonces lossenoresque debían
»remitirlo esperaban leer en los perió-
»dicos la noticia de que los carlistas
>habian sorprendido el correo (entonces
»no había ferrocarriles) y se habían apo-
»derado de él; y al otro dia escribían à
»Madrid diciendo que suponían que allí
»habrían recibido tales o cuales títulos
»mandados en la mala del dia anterior.
»Ellos, en lugar de taladrarlos segun
»estaba mandado por los reglamentos,
»los vendían poniéndolos así otra vez en
»circulacion.
»Un precioso terno que tenia engasta-
»das piedras preciosas, al llegar A la capi-
»tal de la província carecia ya de ellas.
»En los libros llevadores de censos pro-
«cedentes de conventos veíanse hojas
»rasgadas, índicio claro de que alguno de
»los empleades de la casa se había enten-
»dido con el censatario, y que en cambio
»de una cantidad le había entregado la
(i) Bolctin oficial de la proviticia de Lérida
del i8 de octubre de 1847. pàgs. 2 y 3.
(2) Bolelií! eit. del 12 de enero de 11^48.
»hoja. En otro llevador se leían notas de
»pagos de pensiones hechas à los frailes
»antes del dia de la exclaustracion, ó del
»mismo dia, però con la particularidad
»de que el asiento era de letra del escri-
>biente del contador de la oficina de la
»desamortizacion.
»Las gallinas, que se prestaban en pago
»de pensiones, valorabanse en aquella
»oficina a dos reales una.
»Un dia el Administrador mismo en
»persona acercóse à mi mesa, y me entre-
»gó, para que tomase nota de él, un car-
»gareme, advirtiéndome juntamente que
»luego se lo pasase yo mismo à la firma
»sin entregarlo al portero, que era quien
ïcomúnmente pasaba A la firma los tales
»documentos. Yo en los momentosen que
»el Administrador se retiraba y pasaba
»por el centro de la oficina, le llamé y en
«alta voz le dije que advirtiese que el
»papel tenia enmendadala cantidad tanto
»donde estaba con letras como donde con
«números. Volvió sonrojado el Adminis-
»trador, tomóme de mis manos el docu-
»mento, y se lo llevo.
»En fin el contador de esta oficina de
«nombre... sufrió por trazas de esta cala-
»na después una causa criminal y fué
«condenado à cinco anos de presidio. En
«fin tantas y tales cosas vi allí que, lle-
«vado de justa indignacion muchas veces,
«exclamé que aquella oficina era una
«cueva de ladrones, y que yo quería salir
»de allí». No debò revelar el nombre de
este senor, después muy renombrado y
reputado escritor.
Hasta aquí los defraudadores de esca-
lera arriba: no faltaban los de escalera
abajo. De Tarragona se me ha contado
que también en aquel tiempo de la guerra
civil había un hombre de nombre M
que tenia a sus ordenes un grupo de ma-
tones (pinxos, como Uaman aquí) de los,
cuales se servia para amedrentar a los
que deseaban acudir a las subastas, y así
favorecer a los que estaban de acuerdo
con él. El dia en que se celebraba una
subasta las avenidas de la casa municipal
eran ocupadas por los /(/«.aros de M., los
NOTA SOBRE LA VENTA DE LOS CONVENTOS Y DE SC
217
cuales al descuido con cuidado dejaban
ver las navajas de sus cintos. De este
modo se impedia que acudiesen a la lici-
tación mAs compradores que los que le
habian pagado el barato a M. (1).
La disposición que aseguida copio vie-
ne a confirmar con palabra autèntica la
existència de abusos:
«REAL ORDEN
xllmo. Sr.: Aunque desdela expedicion
»del Real decreto de 2 de setiembre últi-
»mo se nota que la interesante enagena-
»cion de los bienes nacionales empieza à
»querer sacudir la dolorosa paràlisis en
»que cayera mas por la desidia ó negli-
»gencia de las manos ejecutoras que por
»disposicion alguna que pueda citarse de
»este ministerio; S. M. la Reina Goberna-
»dora ha fijado muy detenidamente su
»atencion, no solo en el poco impulso
»dado à estàs ventas, sinó en el descuido
»con que han sido y continuan siendo mi-
»radas muchas disposiciones principales
»de la instruccion circulada en Real orden
»de 1.° de marzo de este ano.
»Para no incurrir en él, es necesario
»que teniendo V. S. à la vista la citada
»instruccion de 1.° de marzo observe
»el cumplimiento que haj'a recibido, in-
»quiera las causas que lo tienen entorpe-
xcido ó demorado: aparte con mano fuer-
»te los estorbos, y no se canse nunca de
»dictar medidas hasta alcanzarle por
»entero. Es tan palpable el abandono, ó
»por lo menos tan escaso el fruto obteni-
»do hasta ahora en la venta de los bienes,
»que casi cabria sospecharse si intereses
«astuta y sigilosamente combinados han
»estado trabajando para obstruir este ma-
»nantial de recursos.
«Madrid 12 de octubre de 1836.— Mendi-
(i) .Mo lo L'ontó persona f^i-ave qui; mucho In-
tervino cuando inveii en las ventas de bienes de
convenlüs.
»zabal. — Sr. Director general de rentas y
»arbitrios de Amortizacion» (2).
;Y la otra disposición que va a seguida
no podria proceder de dilapidaciones sa-
bidas y por ella tratadas de evitar?
«El Ilmo. Sr. Director general de Ren-
»tas y Arbitrios de Amortizacion me
»dice con fecha 4 del actual lo siguiente:
»E1 Excmo. Sr. Secretario de Estado y
»del despacho de Hacienda, con fecha de
»28 de setiembre ultimo ha comunicado ú
»esta Direccion general la Real orden
»que sigue.— Circular. — Ilmo. Sor. — Con-
«siguiente A lo dispuesto por el art. 5."
»del Real decreto de 2 del actual, y por
»resultado de expediente instruido con
»objeto de evitar perjuicios de extravio,
Ȏ impedir todo abuso que pudiera hacer-
»se del papel de la deuda del Estado que
»ingresa en poder de los comisionados de
»Arbitrios de Amortizacion por efectos
»de las ventas de fincas nacionales y de
»la redencion de censos; se ha servido
«resolver S. M. la Reina Gobernadora
»se observen las reglas siguientes:
»[.^ Los títulos que los compradores
»de fincas nacionales entreguen en pago
»se taladraràn A su presencia, y en acto
»de recibirlos, en su parte superior, A la
»manera que se ejecuta con el papel
»sellado sobrante; se rayara la làmina y
;>se tacharàn los cupones. — 2.'^ Se tala-
»draràn tambien los documentos de la
»Deuda que entreguen los interesados
»por redencion de censos ó de cargas
»que hoy pertenecen a la Nacion, y se
»endosaran bajo la siguiente fórmula: —
>:Pdgncsc d la ca ja de Aiitortisacioii por
y>medio del Comisioitado de arbitrios de
»Amorti,sacioii de la província de. . . .
y>D. N. N^.... ei! pago de un censo d carga
)>reditnida.
»Es asi mismo la Real voluntad de
»S. M que lo dispuesto por la prevencion
«anterior se ejecute con todos efectos
»endosables de la Deuda que ingresen en
»poder de los comisionados en pago de
(j) Diario de Barcelona del u de noviembre
de i8?6, pàgs. --529 y sigs-
218
NOTA SOEÜE LA VENTA DE LOS CON VLNTOS Y DE SUS UIENES
»atrasos ó plazos vencidos por cualquier
»ramo; lo que se indicarà en el endoso
«para gobierno y ckiridad de las opera-
«ciones de las oficinas generales. De Real
«orden lo comunico à V. S. para su inte-
»ligencia y efectos conducentes A su pun-
>tual cumplimiento.
»Cuya orden traslado à V. S. para su
»conocimiento y con el fin de que sirva
«insertarle a las oficinas de arbitrios de
»esa provincià ú. quienes encargarà V. S.
»el mas exacto cumplimiento de ella,
»previniéndoles que el taladro de los do-
»cumentos se ha de verificar precisamen-
»te en presencia de los que los entreguen,
«quienes han de firmar en un pliego à
>propósito, no solo la asistencia à su
>ànutilizacion que se ejecutarà en el acto,
»sino tambien el número de los docu-
»mentos presentades à cuenta del pago
»de la compra de tal ó cual finca, y can-
»tidad A que asciendan, cuyo pliego ori-
»ginal se ha de remitir A esta Direccion
«general en fin de cada mes A los usos
«convenientes, quedandose las mismas
«oficinas con una copia por si pudiese
«padecer extravio aquel en el correo. —
«Del recibo de esta y de haberla comuni-
«cafio a las referidas oficinas se servirà
»V. S. darme aviso.
»Lo que se inserta para la debida pu-
«blicidad. Barcelona 22 de octubre de
«1836.— Manuel Nunez« (1).
En el Diario de Barcelona del 10 de
marzo de 1836 leo: «Junta de Armamen-
»to y recursos. — Sesion del 21 de enero
«de 1836. — .... Se dió cuenta de un oficio
)»de la Comision de Intendència, fecha 18
«del corriente, en que manifestaba haber
»dado conocimiento al Ilmo. Sr. Inten-
«dente de la propuesta presentada por
«D. Pablo Sugrané, vecino de Reus, rela-
»tiva al arriendo de los frutos que perci-
«bía el suprimido monasterio de Scala
«Dei, en el Priorato, acerca el cual, ofre-
«eia aproximadamente, dos terceras par-
«tes mas del valor del precio A que fué
(i) Diario de Barcelona del j? de octubre de
i^<;ü, pàg. j;o8.
«rematado dicho arriendo, pagando por
«medias anualidades anticipadas: Acordo
«la Junta se le contestase, que habiendo
«ya entendido en este negocio el Sr. In-
«tendente, y tomado sus disposiciones
«para conocer con exactitud las circuns-
«tancias que habían mediado en aquel
«contrato, la Junta no tenia otra cosa
«que hacer, sinó vigilar el progreso y
«resultado que ofrezcan aquellas, al efec-
»to de ver qué providencias habrA que
»tomar ulteriormente sobre el particu-
»lar» (2).
Respecto a los bienes tan disputados
vendidos por los constitucionales en su
período de 1820 a 1823, el gobierno de
Madrid, luego de perpetrada la revolu-
ción de 1835, se apresuró a devolverlos a
los compradores. He aquí las pruebas:
«Real Decreto. — Conformandome con
«el dictamen del Consejo de Gobierno y
«del de Ministros, he venido en decretar,
«à nombre de mi augusta Hija la Reina
»D." Isabel II:
«1 ." Se restablecen a su fuerza y valor,
«y al estado que tenían el dia 30 de
«setiembre de 1823, las ventas de aquellos
«bienes que, habiéndose aplicado al cré-
«dito publico por efecto de la supresion
«de las casas de las ordenes monacales y
«otros institutos religiosos, y de la refor-
«ma de los demAs regulares, decretadas
«por las Cortes y sancionadas por mi
«Augusto Esposo en octubre de 1820, fue-
«ron enagenados A nombre del Estado
«desde esta època hasta fin del espresado
«mes de setiembre de 1823, no obstante lo
«dispuesto por el Real decreto del.°de
«octubre del propio ano; y en su virtud
«se devolveriSn desde luego estos bienes
Ȉ sus respectivos compradores.
»2.° Si por consecuencia de esta devo-
«lucion quedase sin rentas suficientes
«para mantenerse alguna 6 algunas ca-
«sas religiosas existentes en el dia, cui-
«daràn los respectivos prelados superio-
«res de trasladar los individuos de ellas
»à otras de la misma órden que puedan
(-') Diario dicho, pàg. ^ú^.
NOTA SOBKE LA VENTA DE LOS CONVENTOS V DE SI S EIENES
219
»sostenerlos; y en el caso poco probable
»de que por este medio no pueda aten-
»derse A su subsistència, suplirà el Go-
»bierno el dèficit que resultaré. Ten-
»dréislo entendido , y dispondréis lo
»necesario à su cumplimiento. — Està
»rubricado de la Real mano. — En San
»Ildefonso à 3 de setiembre de 1835.—
»A D. Manuel García Herreros» (1).
Como consecuencia del anterior Real
decreto leemos en el Diario de Barce-
lona del 3 de octubre siguiente:
«Para dar cumplimiento à una orden
»de la Superioridad, todos los que ten-
»gan documentos por los que conste la
«adquisicion de fincas que pertenecieron
Ȉ monasterios y conventos, vendidas
«durante la època constitucional en vir-
»tud del decreto de las Cortes sancionado
ïpor el Sr. D. Fernando 7.° en octubre
»de 1820, ya sea que actuaimente estén
»en posesion de ellas ó que hayan de
«tomaria, se presentaran con dichos do-
«cumentos à la Contaduría especial de
»Administracion y recaudacion de mo-
»nasterios y conventos suprimides, sita
»en la Merced, con el objeto de que pue-
»dan registrarse como està mandado;
»advirtiendo que à los que dejaren de
»hacerlo les podrà seguir perjuicio» (2).
Después, en 1837, se repitió la dispo-
sición.
«Dona Isabel II
»Las Cortes, usando de la facultad que
>se les concede por la Constitucion, han
»decretado:
«Articulo 1.° Todos los bíenes nacio-
»nales, comprados en virtud de la ley y
«reglamento hechos en las Cortes del
»afio de 1820 à 1823, se devuelven à los
«respectivos compradores, siempre que
»las compras fuesen hechas con arreglo
(i) Diario de Barcelona dc\ lo de scptiembre
de 18 ï5, pàg. jorf.
(j) Diario de Barcelona del 5 de octubre de
i8í,-. pàg. 22-^.
«à aquellas disposiciones, y los compra-
»dores hubiesen obtenido carta de pago,
»ó no habiendo podido verificar este, lo
»realicen inmediatamente,si quieren usar
»de este derecho.
»Palacio de las Cortes 21 de Enero
»de 1837.— Joaquín Maria de Ferrer, pre-
»sidente. — Julian de Huelves, diputado
»secretario. — Vicente Selva, diputado
»secretario.
»Por tanto mandamos...
»Yo la Reina Gobernadora.— En Pala-
»cio à 25 de Enero de 1837.— A D.Juan
»Alvarez Mendizabal» (3).
Al fin y al fallo todas las riquezas, o
casi todas, procedentes de las casas reli-
giosas, debían parar en el hidrópico
Estado. Dicen así algunos artículos del
Real decreto de 30 de agosto de 1836:
«Articulo 1.° Entraran en el Tesoro
»de la Nacion, todos los productos que
»puedan obtenerse de las ventas de los
«edificios de que se componían los monas-
»terios y conventos...
»Art. 2° Igualmente ingresaràn en el
»Tesoro de la Nacion los productos que
«rindan en venta las campanas de todas
»las iglesias de los monasterios y con-
»ventos suprimides, sin màs escepcion
»que las de algunas pequenas, que los
»prelados diocesanes reclamen para el
«Servicio de parroquias en su respectiva
«diòcesis.
«Art. 3.° Entraran asimismo en el Te-
«soro de la Nacion los productos de las
«ventas de todas las alhajas, muebles y
«enseres que habiendo sido de la perte-
«nencia de las comunidades religiosas
«suprimidas, vengan à quedar sin desti-
»no, ó resulten sobrantes después de
«satisfechas las necesidades previstas en
«los artículos 23 y 25 de mi Real decreto
»ya citado de 8 de marzo de este ano... (4).
(3) daceta de Madrid del jy de enero de 1857,
pàg. I.
i^) (ïacela de Madrid del ;i de agosto de
iS;o, pàg. ...
220
NOTA SOBRE LA VENTA
CiiNVENTOS V UF, SCÍ
Terminada esta \arga. Nota, destinada
a dar luz en el estudio de las ventas
de los bienes de los regulares que en sus
respectives capitules de los conventos se
resenaran, precisa que volvamos à la his-
toria o cadena de los hechos de aquella
nefasta època en lo que a religiosos se
refiere; y así después del relato del cri-
men de Reus ha de seguir el capitulo de
los conventos de sus contornos.
Capitel del clauslro
de Poblet
CAPÍTULO QUINTO
CONTORNOS DE REUS
ARTICULO PRIMERO
SAN JUAN DE RIUDOMS, DE FRANCISCÜS
CO.N'TORNOS DE REUS
223
L modo que el
súbito disparo
de oculto ca-
zador, no solo
derriba la des-
cuidada ave,
que desde ele-
vada rama lla-
na los aires
con sus can-
tos, sinó que amedrenta y aleja a cuan-
tas se hallaban en la redonda; así el cri-
men estrepitoso de Reus azoró a los
moradores de los conventos de la comar-
ca, quienes desde aquel momento a todas
horas sonaron camino de sus conventos
a sus terribles cuanto alborotados veci-
nos. Y no sin motivo, que si en tan popu-
losa villa, en presencia de las autorida-
des de todo grado y entre bayonetas y
soldados, hubo lugar para libertad tan sin
freno, icuanta mayor cabria en pequenas
y abiertas poblaciones del campo, despro-
vistasdetoda fuerza reglada? Unas, como
Riudoms y la Selva, en razón de la proxi-
midad a Reus, pudieron por sus propios
oídos percibir los dispares de la noche
nefasta; otras, como Alcover y Escornal-
bou, vieron el incendio; Valls y la Esplu-
ga, o sea Poblet, recibieron muy pronto
por mil emisarios la triste noticia; y la
capital de la província, Tarragona, pre-
sencio el destrozo y albergo fugitivos.
Asentado en la orilla izquierda de la
anchurosa riera de Riudoms, y a seis
kilómetrosal Poniente de Reus(l), levan-
tàbase el convento de Riudoms.
En 4 de abril de 1835 componían la
Comunidad 17 presbíteros, 5 legos y 3
donados, o sea un total de 25 religiosos.
De entre los primeros el Padre Vicente
Huguet era el Guardií\n, el cual junto con
Nota. — La inicial fué copiada de un mi?al que
perteneció a Montserrat.
(i) Mapa itinerario militar de la i/quierda del
libro.
el Padre TomAs Folch desempenaba la
predicación conventual. El Vicario del
Convento, o segundo jefe, Uamàbase
Padre Luis Vidal. Era Maestro de jove
nes el Padre Domingo Monrós, Comisa-
rio de la ïercea Orden el Padre Vicente
Torner, y Lector casuista el Padre Fran-
cisco Comí, predicador general apostó-
lico (2). Sin embargo opino que el dia de
la exclaustración no era el Guardian el
aquí indicado, porque el que la presencio
y sufrió hacía muy corto tiempo que des-
empenaba aquel cargo.
Incendiados en la noche de Santa Mag-
dalena los conventos de Reus, no faltaron
buenas personas que, sabedoras de los
malvados intentos de los miqueletes, o
armados reusenses, referentes a esta
casa religiosa, en el mismo dia de la ca-
tàstrofe avisaron a losfrailes, aconsejàn-
doles se apresuraran a dejar su claustro.
Salieron y se guarecieron en casas parti-
culares de la villa. Sea que la huida se
efectuase de noche, sea que el Guardian
esperase en el convento hasta la hora de
la obscuridad, es lo cierto que de noche
estaba temeroso y afligido en la plaza sin
saber donde refugiarse. El corto tiempo
que llevaba de Guardian y residència
en Riudoms no le habia aún proporcio-
nado allí amistades- Acertó a pasar por
dícha plaza el católíco medico de la villa,
D. Bernardo Sentís, hermano del Padre
Baltasar Sentís, al cual hallaremos en el
convento francísco de Barcelona. El pia-
doso facultativo acogió al Guardian lle-
vàndolo a su casa, donde estuvo hasta
que, después de un aviso enviado a la
família del afligido, esta mandó por él, y
lo Uevó a su casa, que parece estaba por
la parte delEbro.
Guarecidos en las viviendas particula-
res los frailes, ayudados de parientes,
devotos y amigos, pusieron a salvo los
objetos del convento ya pertenecientes al
cuito, ya al uso profano de los frailes.
(2) P. Jerónimo Aguillo. La provincià scrj-
fica de Cataluna. Barcelona, iço2, pàg. 7Ó.
224
LIBRO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
Por esto después han servido al divino
cuito en la iglesia parroquial de la villa
el terno mejor, alguna casulla, y dos o
tres cíílices; en la de San Antonio un
crucifijo de grandes dimensiones; y en
otros puntos y en casas particulares vené-
rase una imagen preciosísima de Jesús
Nazareno e imàgenes de otros santos, y
hay relicarios.
Los atolondrados de Reus no cejaron el
1835 en sus proyectos contra esta casa; y
al dia siguiente del crimen de suentonces
villa Uevaron su tea hasta Riudoms, e
incendiaron el convento. Nada pudo opo-
ner la inerme autoridad local al ímpetu
de aquellas furias, y las llamas se apode-
raren del templo, bien que respetaron las
habitaciones, o propiamente dicho con-
vento.
Ni la piedad en unos ni la curiosidad
en otros les sufría tardanza a los de
Riudoms en inspeccionar los efectos de
la terrible agresión, y al siguiente dia,
entre el humo y la desolación, penetraron
en el templo, hallàndolo todo allí conver-
tido en cenizas. Ni restos quedaban de
los altares; solo el favorito de la devo-
ción de aquel pueblo, el de San Antonio,
à pesar de su proximidad al mayor, cuya
derecha ocupaba, permanecía ileso; con
lo que, a la voz de «milagro», acudió
admirado todo el pueblo.
Pasado algun tiempo, un vecino de
Vilaseca, comprador de otros bienes
eclesiàsticos, compro el convento y su
huerta, y las piezas de aquél habitaron
entonces, mediante alquiler, catorce fa-
milias.
He aquí noticia detallada de las dos
compras, a saber: primero, de la huerta,
y luego, del convento.
Por escritura ante don Joaquín Fàbre-
gas y Caputo, en Tarragona, à 28 de
enero de 1842, don Bernardo Torrell, de
Vilaseca, compra al Estado «todo aquel
»huerto circuido de paredes de un jornal
»y medio de estension poco mas ó menos,
»con algunos àrboles, una pequena mina
»para su riego y una balsa, que linda al
»N. con el camino que se dirige desde la
«villa de Riudoms à esta ciudad... y al
»0. con el camino de dicha villa A la de
»Reus, sito en dicha villa de Riudoms é
»inmediato al Convento de Padres Fran-
»ciscos....», por el preciode 11,000 reales,
los cuales en Tarragona, A 23 de diciem-
bre de 1841, paga con metàlico, no por el
valor de éste, sinó por el de los titulos
que con él se hubieran comprado en el
dia del remate. He aquí integramente
copiada la carta de pago, la que nos lo
dirà todo:
vCarta de pago. — Número 91. — Comi-
»sion Principal de la Provincià de Tarra-
»gona.—Amortizacion. — Venta de Bienes
»Nacionaies.~D. Gabriel Lluch, Comi-
»sionado Principal de Arbitrios de esta
«Província. — He recibido de D. Bernar-
»do Torrell quinientos sesenta }' nueve
»reales treinta y dos m.^ en metàlico en
«equivalència de dos mil reales vellon en
»papel de la deuda del Estado, segun la
«demostracion del dorso por la quinta
»parte de los reales vellon once mil por-
»que le ha sido adjudicado por la junta
»de venta de Bienes Nacionales un huerto
«circuido de paredes de un jornal y me
»dio de estension, tierra de sembradura
«con algunos àrboles frutales, una pe
«quena mina y una balsa, sito en el tér
«mino de Riudoms, que perteneció a
«suprimido Convento de P. P. Fran.'^°^
»de la misma Villa.— Y de esta carta de
»pago ha de tomar razon el seflor Con-
«tador de Arbitrios de Amortizacion de
«la misma, sin cuyo requisito no ha de
«tener valor ni efecto.— Tarragona veinte
»y tres de Diciembre de mil ochocientos
«cuarenta y uno.— P. O. D. S. C. P.—
«Pedró de Aguilar. — Son 569 r.* 32 m.^
«vellon. — Tomo razon.— Miguel Roched.
»— Sentado en Contaduría. — Sentado en
»la Comision.
CONTORNOS DE REUS
225
Reales von.m?.
»Importa la 5.' parte de la
»finca 2,200 »
»2/3 par tes ó sean 1,466 r."^ 22 m.^
»en títulos al 5 por "/„ ix 26 r.'*
»17 m.'* por % cotizacion del
»22 Setiembre ultimo que fué
»el del remate 388 » 22 »
»V3 parte ó sean 733 r.^ 11 m.^
»en títulos del 4 por % à
»22 r.^ por % cotizacicn màs
»alta inmediata al espresado
»dia 170» 4 »
558 » 26 »
»Aumento del 2 p. % prevé-
»nido 1 1 » 6 »
Tenia ademàs que pagar el comprador
los gastos del expediente y subasta (1).
Hemos visto la venta de la huerta del
convento de que tratamos en este articu-
lo. Veamos ahora la del edificio.
Por escritura ante Don Joaquín Fàbre-
gas y Caputo en Tarragona a 18 de
diciembre de 1845 Don Bernardo Torrell,
vecino de Vilaseca, el mismo que compro
la huerta, compra al
Estado «todo aquel
»con vento algo de-
»rruido de estension
»50 varas de latitud y
>9 de profundidad si-
«tuado extramuros de
»Riudoms que linda al
»Este y Sur con el
»huerto que fué de di-
»cho convento, al Nor-
»te con la carretera
>^que va de Vilaseca a
»Reus y à Oeste con
»tierras de Don Balta-
»sar de Toda.» El pre-
cio fué 98,010 reales,
o sea 4,950 duros 10
(i) Se h;ilhi copiada la
caria de pa^o en la escri-
tura arriba e\tractada.
Protocolo, lol. -|ii.
D. JOAQUÍN" FAqREGAS Y CAPUTO
CON EL UNIFORME DEL IIEMPO
DE LA ÜUERBA DE LA INDEPENHENCIA
reales, de los que en Tarragona a 26 de
abril de 1845 Torrell pago la primera
mitad con titulos de la Deuda sin interès
y566r. Sm.^ en metàlico en equivalèn-
cia de 9,437 r. 19 m. del mismo papel com-
putados al 6 por ciento (2).
La misma escritura lo dice todo, y su-
ministra todos los datos para conocer el
hecho. Torrell compra el grande edificio
por 4,950 duros, de los que paga la pri-
mera mitad, o sean 2,475 duros, con un
papel que cuesta el 6 por ciento; y de
consiguiente paga 2,475 con 148 duros 10
reales que desembolsa. A su tiempo su-
pongo que pagaria la otra mitad de igual
manera, y así mediante el desembolso de
unos 300 duros y los derechos del expe-
diente quedo dueno del convento.
Un respetabilísimo anciano me certifico
de la existència en 1854 del edificio, dicién-
dome que él, entonces nino, asistió a una
representación de la Pasión que se ejecutó
en el mismo convento.
Por los anos de 1856 a 1860 según unos,
o de 1862 a 1864 según otros, compro el
convento y su huerta un Don Vicente
Salvadó, de lamentable historia. Nació en
Riudoms. El 1835 le
encontró de corista
profeso, no ordenado
de mayores, en Po-
blet. Entonces del mo-
nasterio pasó a mique-
lete, en cuj^os cuerpos
llego a capitSn. Com-
pro, como digo, este
convento. y junto con
otros derribó la mayor
parte de él, con cuyos
materiales edifico las
tres primeras casas de
una nueva plaza del
mismo pueblo, cuyos
porticos son los de
aquel claustre Acción
repugnantísima la de
un exclaustrado de-
rribando un convento.
tl
(j) Protocolo ip, 555.
15
226
LIBUO TERCERO. — CAPITIU-O QUINTO
Acudió al Obispo y a Roma y logró
que los votos relig:iosos, que jovencito
había emitido, fuesen declarados nulos,
mediante lo cual se caso. Aquejado de
muy grave enfermedad, confesóse y se
arreglo con un exclaustrado de apellido
Oliver. Después, habiendo convalecido,
vendió una hacienda que poseía, se tras-
ladó a Barcelona, donde puso una tienda
de fruta seca, y murió. La venta de su
hacienda y la apertura de la tienda incli-
nan a creer que sentiria el castigo de la
pérdida de los bienes, que suele caer sobre
todos los compradores de los eclesiàsticos.
Del huerto nadie ha podido aprove-
charse después porque la mano de la
Divina Providencia, por medio de las
grandes avenidas del dia de Santa Tecla
de 1875, lo arraso y cubrió de arena. Resta
solo en pie, como carcomida cruz que en
mitad de un camino testifica un crimen,
la descarnada pared, que fué testera de
la iglesia, y que en junio de 1886 por mis
propios ojos vi (1).
ARTICULO SECUNDO
SAN RAFAEL
DE CARMELITAS DESCALZOS
DE LA SELVA DEL CAMPO
A siete kilómetros de Reus y a su Nor-
oeste hallàbanse asentados en el pueblo de
La Selva el convento de San Rafael de
Carmelitas descalzos y el de Agustinos
calzados, viviendo los frailes allí en com-
pleta paz. Los disparos de la noche de
Reus creyólos alguno de estos, que los
oyó, carros descargando cubas; mas a la
maflana siguiente un nino, recién llegado
de aquella villa, monacillo de su con-
(i) Debò las anteriores noticias de Riudoms
en lo referente al 1835 y tiempos posteriores a
tres ilustrado? hiios de aquella villa, que en lo
referente al Guardian y a su protector el Medico
fué el hiio de éste el M. I. S. Arcediano de Tarra-
gona Doctor Don Cayetano Sentís.
vento de San Juan, sacólos de toda ambi-
güedad, narràndoles que en el ataque de
aquel desdichado claustro, bajo cuyo
techo él vivia, los amotinados al recorrer-
lo le obligaron a alumbrarles con una
antorcha, mientras le iban preguntando
por el lugar donde se ballaran los frailes-
Como era natural, confïrmaron muy luego
este aviso cartas de parientes de los frai-
les de La Selva residentes en Reus; y sin
embargo, aquí, como en todas partes, a
tal punto subía el amor de los religiosos
a sus claustros, y el horror a abandonar-
los, que ni aun por las alarmantes noti-
cias recibidas los dejaron. A hora de la
refección nocturna, habiéndose sabido
que una partida de miqueletes estaba en
Montreal, y se temia pasase por La Selva,
los religiosos fueron alojados por el Supe-
rior y el Alcalde en casas particulares,
en donde no siempre eran recibidos de
buen grado- Así salvaron sus personas,
que ya no repoblaron el convento; y creo
que igualmente retiraron sus muy exiguos
haberes (2).
A juzgar por lo que pasó al edificio de
agustinos de la misma villa, y que muy
luego narraré, después de la huida de los
religiosos de 1835, quedaria este abando-
nado. MAs tarde, ignoro la fecha, entra-
ron a oouparlo las Hermanas de San
Vicente de Patil, y en él continúan hoy,
teniendo allí un gran Colegio deninas (3).
1^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona 3 de
diciembre de 1841, don Andrés Blanch,
vecino de la Secuita, compra al Estado
«toda aquella heredad Uamada huerto de
»los Descalzos, de estension diez Jornales
»y medio de tierra, circuidos de pared,
»con dos balsas de cal y canto, una mina
»que no alcanza màs que una pluma de
»agua, una noria inútil cubierta, ademàs
»tiene cada ocho dias cuatro horas de
(2) Relación del P. D. José Canals, religioso
carmelita, que se halló en la descrita huída. Me lo
dijo en Reus en i 3 de junio de 1880.
(3) Lo he visto en mis dos visitas de 15 de
junio de 1894 y 27 de mayo de 1902.
CONTORNOS DE REI'S
227
»agua de la Villa de la Selva, con olivos,
«avellanes, almendros y cepas, que linda
Ȉ Oriente con el camino llamado de Al-
«moster... y à Cierzo con tierras de Ma-
»tias Baiget parte con el convento... Con
»màs medio jornal de tierra, que linda...
»à mediodía con el mismo Convento, à
»poniente con el camino y Convento...
»cuyas tierras se hallan situadas en el
»término de la citada Villa de la Selva».
El precio ascendió a 106,000 reales,
iguales a 5,300 duros: de los que en
Tarragona a 1.° de septiembre de 1840
pago la primera quinta parte con un
titulo al portador del 5 por 100 y un pico
con dinero metalico. La quinta parte son
1 ,060 duros, però como a la sazón los
títulos del 5 se cotizaban a 27 por 100,
resulta que los mentados 1,060 duros cos-
taron unos 2S7 duros (1).
1^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 18
de diciembre de 1845, don Bernardo
Torrell, de Vilaseca (jotra vez con To-
rrell!), compra al Estado toda aquella
casa con bodega y cuadra, situada en la
villa de la Selva y calle del Roselló, que
era de los Carmelitas de la Selva, por el
precio de 6,681 reales, iguales a 334
duros un real; de los que en Tarragona,
a 20 de mayo de 1845, pago el quinto con
267 reales de metúlico equivalentes a
1 ,336 reales 6 mrs. en títulos del 5. Se hizo
el aumento del 2 por 100 del metalico.
El computo de los titulos se efectuo al
tipo del 20 r. 4 m. por ciento. Resulta,
pues, que el senor Torrell, tan metido en
este inmundo comercio de los Bienes
Nacionales, con dar 267 en metalico, esto
es, 13 duros 7 reales, pago 1,336 rea-
les 6 mrs., iguales a 66 duros 16 reales
6 mrs. (2).
ARTÍCULO TERCERO
SAN AGUSrÍN DE LA SELVA DEL CAMPO
El Prior de esta casa, Padre Raimundo
Febres, en relación del estado de ella,
escrita en 1835, escribe: '<En cuanto al
»estado material del Convento es de esta-
»bilidad, y por su localidad de celdas y
»oficinas podrían caber 15 individuos» (3).
En los aciagos días de julio de 1835 la
casa quedo como abandonada.
Allí hubo las escuelas públicas; en el
refectorio se dieron representaciones y
bailes. Durante el bienio de 1854 a 1856
los milicianes nacionales hacían el ejer-
cicio en el claustro. La iglesia, falta de
sacerdote, estuvo cerrada hasta que el
Gobierno cedió el edificio al senor Ar-
zobispo. Entonces se instalaron en él los
Padres de la Compania de Jesús. Retira-
dos de allí voluntariamente los jesuitas,
entraron en él en 1868 los Padres del
Inmaculado Corazón de Maria, con cuya
sangre la revolución del mismo ano enno-
bleció el ala occidental del claustro, ma-
tando allí al Padre Francisco Crusats y
Franch. Cesado aquel temporal, volvie-
ron a dicho edificio estos Padres, quienes
por suerte continúan en él.
Ignoro el paradero de su Archivo, bien
que como en el de Hacienda de Tarrago-
na en 1913 vi algunes, aunque muy pocos,
documentes de esta casa, opino que mu-
ches de tos restantes, o se perderían, o
irían al Histórico Nacional en alguna de
las remesas que el de Tarragona hizo al
de Madrid, según abajo se dirà.
Veamos a seguida las ventas de los
bienes de los Agustinos de esta casa,
efectuadas por el Estado; però antes re-
cordemes lo que de dichos bienes escri-
bió poco tiempo antes de la exclaustra-
ción el Padre Molas, de Barcelona: «En
»otros tiempes tenia (este Convento) ren-
»tas suficientes para mantener à sus
»individuos; però después que se vendie-
(i) Fol. 88i del protocolo.
(2) Fol. 506 del protocolo.
(?) .Vrchivi
Calella.
del L-onvcnlo a:;ustino actual de
228
LIBRO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
»ron los bienes de causas pias, nos ha
»quedado poca renta y pueden mantener-
»se pocos religiosos con ella». Eh efecto,
en la relación citada poco ha del Prior
de 1835 se resena solo la siguiente:
«1 Huerta (que produce) 1,071 reales —
»3 tierras sueltas y pequenas 404 reales.
> — Réditos de censos 10,671 reales. — To-
»tal: 12,146 reales».
Ui Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 11 de
abril de 1843, don Andrés Carnicer, de
Barcelona, compra al Estado, proceden-
tes de los Agustinos de la Selva, «todo
«aquel huerto unido al edificio que fué
«convento de los extinguidos PP. Agus-
»tinos de la Selva, de cabida 1 jornal y
»3 cuartos y medio, con dos horas de
»agua semanales, lindante à Oriente con
»la carretera de Reus... y à Cierzo con
sdicho Convento y camino de Almoster.
»Toda la pieza de tierra campa consis-
»tente en dos trozos de estensión dos
«tercios y Vae ^^ jornal... Todo aquel
»otro trozo de tierra campa... de cabida
>•'l jornal y V4••• sitas dichas fincas en el
»término de la Villa de la Selva», por el
precio de 71,001 reales, iguales a 3,550
duros 1 real; de los que en Tarragona, a
7 de abril de 1843, pago la quinta parte
con títulos del 5 y del 4 por 100. El quinto
es 710 duros, però como los títulos del 5
en aquellos días del pago se cotizaban
al rededor del 29 por 100 y los del 4 al
del 19, resulta que los 710 duros pudieron
pagarse con unos 185 duros (1).
#1 Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona 8 de
mayo de 1844, don Fèlix Alejandro Solà
compra al Estado, procedente de los
Agustinos de la Selva, la pieza de tierra
Uamada dels Quhitals, sita en la Selva,
de 12 jornales, de los que 9 son vifia y
los restantes yermo, que linda a O. con
el camino de las Barrattqneras, y à N.
con la carretera de Valls; por el precio
de 80,001 reales, iguales à 4,000 duros
1 real; de los que en Tarragona a 17 de
mayo de 1843 pago el quinto con inscrip-
ciones del 5 y títulos del 4 (2).
ARTICULO CUARTO
SANTA ANA DE ALCOVER,
DE FRANCISCOS RECOLETOS
La población de Alcover, aunque dista
de Reus 20 kilómetros, hallàndose empe-
rò, como se lialla, en el mismo campo
de Tarragona sobre esta villa, y a su
vista, muy pronto debió de sentir el
estremecimiento del trastorno de ella, y
recibir la triste nueva de su crimen. A su
noticia pacííicamente y por precaución
desalojàron los frailes su casa y huN'eron.
A la sazón era Guardian el Padre Bue-
naventuraPuig, Predicador general; Pre-
dicador conventual el Padre José Figue-
ras; Vicario del convento el Padre F'ran-
cisco Castell, predicador; Vicario de coro
el Padre Pablo Furgués; Maestro de jó ve-
nes el Padre Juan Roca; Comisario de la
Tercera regla el Padre Raimundo Mon-
ner, predicador exento; y Lector casuista
el Padre Raimundo Franquet, predicador
general. La Comunidad, que pertenecía
ala Santa Recolección, constaba de 17
Padres, 7 Legos, y 8 donados. Total, 27
religiosos (3).
Si por el pronto en 1835 los frailes del
convento de Alcover evadieron el peli-
gro, no todos en los tiempos siguientes lo-
graron salir con bien, ya que otro mayor,
a no tardar, cogió a dos de ellos en com-
paflía de un tercero de Escornalbou, los
tres hombres de maduros anos y de pro-
funda santidad(4). Oigamos enestepunto
al celoso amigo, que en busca de noticias
referentes al suceso recorrió aquel país,
desde donde en 31 de julio de 1884 me
escribe así: «Ya le hubiera contestado
»màs pronto, però como que se trata de
(i) Fcil. 54S del protocolo.
{2) Fol. 389 del protocolo.
(3) La Provincià serdfíca... cit.. pàg. 7Í.
(-)) Con estàs circunstancias me los presento
un sacerdote que personalmente les trató.
COMORNOS DE REUS
229
«Historia es preciso que lo que en ella se
»consigna sea del todo exacto; y así no
»me satisfacieron del todo las relaciones
»de los viejos de este pueblo (Montreal),
»y para estar del todo cierto me trasladé
»al lugar del suceso, y asi creo que estoy
»bien informado, pues he hablado de esto
»con el mismo que ayudaba la Misa aquel
»mismo dia.
»E1 caso es que se habían refugiado
»por aquellos mansos algunos frailes del
»convento de San Francisco de Alcover,
»quienes con su amabilidad y buen trato
»hacían la felicidad de aquella montana.
»Vino el dia 28 de agosto, que era dia de
»obligación de oir Misa por ser San Agus-
»tín, \' había en la ermita de Nuestra
»Senora de Gracia en aquel dia tres
»Padres; los dos eran del convento de
«Alcover, y el otro de Escornalbou. La
«ermita estaba llena de gente, y al mo-
«mento que se concluyó la Santa Misa
«llego la turba capitaneada por el Po de
«SegalA (esta turba eratt vtiqueletes y el
»Po su comaudante), la que iba à dispa-
»rar una descarga dentro de la ermita,
«però al fin se detuvo contentàndose con
«hacer presos à los tres Padres maltra-
«tàndolos bajo todos conceptes. Entonces
»el Po DE SegalA hizo un discurso, que
«ya puede V. figurarselo; después mar-
«charon en dirección à Montreal, llevAn-
«dose presos à los tres religiosos, quienes
«durante el viaje fueron el objeto en
«donde aquella vil canalla descargó todo
«su furor, ràbia y barbaridad, pues que
«por el camino se enlretenian en atormen-
«tarles, y entre otros tormentos les cor-
«taron las orejas, les sacaron los ojos, y
«por ultimo media hora antes de llegar &
«Montreal acabaron con sus preciosas
«vidas (I), dejandolos en el campo desnu-
«dos y mutilades, y llevandoseles la ropa,
«orejas, vereuda, que mostraban por los
«pueblos por donde pasaban» (Llevdbati-
(i) Dicc alguno si dos de los PP. fueron muer-
tos ya al pie de la misma ermita, y que quien
sufrió estos martirios fuc solo cl restante o sca cl
P. Sebastiàn Tosas.
lo, según un l/otnbre del país vie díjo, en
las puntas de las bayonetas. El instru-
mento de tales atrocidades era el innoble
pufialj.
«Los vecinos de Montreal después los
«recogieron, y los enterraron en el ce-
«menterio.
>'La ermita de Gracia està situada en el
«termino de Alcover, cerca los limites de
«Montreal, y dista de este pueblo hora y
«media.
«Esto es lo que me han referido, y no
«crea V. que exagere nada, pues todos se
«aterrorizan cuando lo explican y dicen
«que lo que les hicieron no se puede
»explicar«.
Sebastiàn Tosas y José Simó llamàron-
se las dos víctimas procedentes del con-
vento de Alcover, organista de éste y
natural de Alforja el primero, e hijo de
Horta el segundo (2). José Pujol, nacido
enMontblanch, fué el de Escornalbou (3).
(2) Cuantas personas de aquel pais se han
interrojíado convienen en el nombre de estos PP.:
de las cuales viene a ser eco el Sr. D. Francisco
Muns en su precioso libro, ya citado. Los Màrti-
res del siglo XIX, pàg. 14Í.
(?) .\ este P. el indicado Sr. .Muns, basàndosc
en el dicho de un sacerdote de aquel pais. le
llama «P. iMagín N.i) Yo le creo P. José Pujol,
porque por un lado un hombre viejo de aquella
tierra me le nombró «P. José N.». y por otro el
P. Juan -Molner, religioso del mismo convento de
Escornalbou, me escribió que en «aquelles días
»un pobre fraile de mi convento, hombre ya vieio
»é impcdido, llamado José Pujol, hijo de Alont-
wblanch. fué asesinado en el Remedio del pueblo
))dc Alcover». Nadie como un religioso de la
misma casa pudo conocer el nombre; y si bien
scnala como punto del asesinato un lugar distinto
de la ermita de Ntra. Sra. de Gracia, creo que
esto es una equivocación del P. Molner, ya que las
circunstancias que scnala al P. convienen con las
indicadas por otras personas; y ya que las dos
crmitas del Remedio y de Gracia estan próximas.
en el mismo termino de .\lcover, y entre éste y el
de .Montreal.
Con mayor o menor precisión en los pormeno-
res son muchas, pues, las personas que deponen
sobre este suceso, como se ha podido ver en el
curso de su narración; y aun con posterioridad a
230
I.IBRÜ TERCEKO. — CAPITL'LO QUINIO
Después del 1835 el convento continuo
en pie sin suceso especial, hasta llegar al
tiempo de la revolución de septiembre de
1868, o según otro testigo, al de la guerra
carlista de 1870 a 1875; y entonces el
alcalde o el aj'untamiento quitó el made-
ramen de la techumbre del templo y sus
tejas, con lo que, quedando las bóvedas a
la intempèrie, las lluvias han obrado la
destrucción. El Ayuntamiento saco en
liquido de la venta, según unes, del
maderamen, segun otro, de las tejas, 13
cuartos, osea 39céntimos. «Delamadera
»del techo de la iglesia lo mismo que de
»los cipreses no sacaron nada» (no'n tra-
gueren cap diner), me escribe un sacer-
dote hijo de Alcover. Supongo que estos
cipreses son los que a dos filas ornaban
la hermosa Via Crucis que serpenteaba
por la colina trasera del convento.
La imagen de la titular, lo mismo que el
retablo mayor, fueron trasladados a la
iglesia parroquial, y en una casa parti-
cular guàrdase uno lateral.
Hoy, pues, el templo no cuentamàs que
con los muros. El convento ha servido
de asilo de pobres, y aun tiene ahoraeste
destino; però el Ayuntamiento (1896)
cobra algun alquiler de sus habitaciones.
Puede tal casa graduarse de la mansión
de la suciedad. Los techos est<ln negros
de puro ahumados, y llenos de inmensas
telaranas; por todos lados abunda la basu-
ra, de modo que da grima penetrar en tal
mansión.
La Vía-Crucis con sus correspondien-
tes capillitas existe aún, però faltada,
como queda dicho, de sus característicos
cipreses.
Atendiendo al tristemente cèlebre papel
que en este articulo desempenan los mi-
queletes, creo conveniente apuntar que en
el Campo de Tarragona, durante la guerra
de aquel tiempo, o sea de los siete anos,
habia tres batallonesde ellos, del nombre
o apodo de sus jefesllamadosvulgarmen-
te de Bellera el uno, del Rosset de Reus
la redacción de este articulo me van Uegando con-
firmaciones de pública voz.
el otro y de Pep de Po (D. José Robirà,
hijo de Altafulla) el tercero. Cada uno
formando un verdadero batallón, contaria
a lo menos con de 500 a 600 plazas, reclu-
tados sus individuos de entre lo peor de la
Sociedad, gente sin freno y sin ley, que
atrozmente vejaban al país. Ademàs exis-
tia la partida o cuerpo de Alau de Valls,
que contaba con unos 200 hombres. Oi
nombrar también el jefe apodado Po de
Segald, hijo de Santas Creus, quien creo
que mandaria otra partida.
La huerta del convento opino que seria
vendida por la Desamortización, aunque
en parte ninguna hallé la escritura de
venta, però sí la de arriendo por la
Hacienda pública, escritura que pasó
ante el notar io D. Joaquín Fàbregas y
Caputo en Tarragona a los 13 de febrero
de 1838. En ella se lee: «huerto circuido
»de paredes con una porción de tierra
»plantada de algarrobos, una casita y
»otro huertecitoque todo està cuntiguo al
»suprimido convento de franciscanos de
»Alcover... cuya extensión y limites se
»ignora, con derecho a un cuarto de hora
»de agua cada dia de la semana a excep-
»ción de los lunes que tiene media hoia.»
ARTICULO QUINTO
SAN MIGUEL OE ESCORNALBOU,
CONVENTO SEMINARIO DE FRANCISCOS
A la narración de los sucesos del con-
vento de Alcover, dirà todo hombre cono-
cedor de aquel país tarraconense, que
debiera seguir la de los cenobios de Mont-
blanch, ya que esta villa se encuentra
en la misma via de Reus a Lérida, y
que solo dista de aquella 36 kilómetros.
Así la noticia del incendio de Reus debió
muy luego llegar a Montblanch, y con
ella producirse la conmoción en los ani-
mós de todos. Però como procuro en lo
posible atenerme al orden cronológico de
los hechos, y los frailes de Montblanch,
por efecto de la bondad de los habitantes
de esta villa, continuaron en sus claus-
CONTORNÜS DE REUS
231
tros hasta el dia 2 de at^osto, dejo aquella
narración para el fin de este capitulo,
pasando ahora a Escornalbou.
Entre los luaares que se asientan en la
comarca de Escornalbou, dos, guiados
por sendos hombres de extraviado sentir,
distinguíanse por la ruindad y desmorali-
zación, tristes condiciones que fàcilmente
pegaron a los demàs. Por esta causa
con los días crecia el peligro para aquel
seminario, g:ran foco de moralidad y reli-
S'ión, y crecian también en el íinimo de sus
habitantes el susto y la ansiedad. Así las
cosas, y dominando el seminario con la
vista a todo el campo de Tarragona, el
dia 23 de julio los amedrentados Padres
de Escornalbou vieron las dos columnas
de siniestro humo que se levantaban del
recinto de Reus, cuya sacrilega proce-
dència instintivamente el terror les indico.
Muy luego disipó toda halagüefía duda la
llegada de un mensajero con el aviso
para los frailes de que en aquella noche
subirian los exaltados al seminario a de-
gollaries (1). Se me ha dicho que los que
avisaron del peligro a los religiosos fue-
ron los habitantes del próximo lugar de
Vilanova. El Padre Juan Molner, fraile
de esta casa, de cuya boca lo tengo, fija
este aviso en el dia 23; al paso que el
corista del mismo seminario Fr. Manuel
Torrents me dijo, a mi parecer con màs
verdad, que el 25 de julio, por la gente
timorata de los contornes, que, deseosa
de prestar servicios al seminario, acudia
a él, tuvieronlos frailes noticia de la mar-
cha de los reusenses hacia Escornal-
bou (2).
Reuniéronse en seguida aquéllos para
deliberar: movidos unos màs del celo,
que vigoroso ardía en su corazón, que de
la madura prudència, proponen empunar
el crucifijo, y salir por aquella tierra pre-
dicando el santó temor de Dios; mientras
otros, míis avisados, juzgan conveniente
(i) Relación dol P. Juan .Molner. Wc la hi/n
en Tarragona a 0 de agosto de 1880.
(j) Relación de Fr. .Manuel Torrents. .Me la
lli/o en Pons a 2(1 de iulio de iSSj.
huir. Tomo al lin la Comunidad esta y
linica aceptable resolución. Empezaron
los superiores llamando y despidiendo
para sus casas a los cuatro jóvenes o
coristas; los cuales, vestidos sus hàbitos,
partieron juntos con un hombre de Bota-
rell, padre de uno de ellos, que en busca
de su hijo había acudido. En este pueblo
quedóse el primero, y vistieron todos
ropa secular. Uno, hijo de Reus, marchó
via de Tarragona; otro tomo la de su
tierra, Maspujols; mientras el cuarto se
dirigió a su casa a Bellpuig, en cuyo
camino, ciertamente largo, no faltaren
sustos de entidad, y en la cual villa no
escasearon los insultos (3).
La masa de la Comunidad, como rebano
de mansas ovejas, y cual ellas desaperci-
bida, sin disfraces ni hàbitos seculares,
aun sin dinero, solo con el breviario, a
las ocho de aquella triste noche, segiin
creo del 25, partió del querido seminario
en dos o tres grupos, descaecido el cuer-
po, preocupado el entendimiento y afligi-
do el corazón. Trece religiosos formaban
la sección en que marchaba mi amigo el
venerable Padre Juan Molner, y cuya
fuga con sus tropiezos y peligros breve-
mente voy a resenar. Dirigiéronse hacia
el interior de la cordillera, acercàndose
por senda muy quebrada a un pueblecito,
suburbio de Falset, de nombre Pradell;
mas de pronto detiene sus pasos el temor,
pues oyen música en el lugar, la que bien
pudiera indicar la presencia de armados
revolucionarios. Agàchanse en el bosque
mientras un lego se ofrece para explora-
dor, y regresa luego anunciando ser
causa de la algazara la celebración de la
íiesta mayor. Introducidos en el pueblo,
pasaron al amparo y bajo el techo de
varias familias amigas el dia siguiente,
seria el 26, hasta el caer de la tarde; en
cuya hora, conducidos por un guia, par-
tieron nuevamente. Fatigados entraron
en un manso siquiera para apagar la sed;
(í) Relación ya citada de Fr. .Manuel To-
rrents.
232
LIBRO TERCKRO. — CAPITULO QUINTO
pero mientras llevaban el agua a los
labios un desusado ruido en frente de la
casa les sorpiende, y en su pavor, cre-
yéndolo indicio de la llegada de mique-
letes, huyen, y saltando, a indicación del
dueiio, las tapias traseras del manso,
pasan la noche sin mas cama que el duro
suelo, mas abrigo que el bosque, ni mas
techo que el cielo. Al despuntar del alba
acercàronse dos religiosos al manso para
explorar, topando en el acto con los colo-
nes, que, no habiendo visto enemigo al-
guno, iban en busca de los frailes; y así
estos regresaron a la casa.
No lejos de allí, agua abajo, asiéntase
Alforja, cuyos pudientes, sabedores de
los apuros de sus queridos misioneros,
pidieron al alcalde (mejor dicho, al Baile,
nombre que se daba entonces a los pre-
sidentes de los ayuntamientos) que fuesen
estos buscados y acogidos en la villa. Con
ser liberal satisfizo el alcalde a tan cari-
tativa petición, alojando a los religiosos
en las viviendas acomodadas; y aun les
permitió acudiesen al templo para cele-
brar, anadiéndoles que podían vivir quie-
tos y sosegados en la villa a no compare-
cer gente forastera, en cuyo caso tres
campanadas les certificarían del peligro.
Mas joh desgracia!, aun los frailes en la
iglesia, y suenan ya los tres golpes por
efecto nada menos que de la llegada de
miqueletes en número crecido. Corre el
alcalde con el comandanie de los fran-
cos al templo para salvar a los frailes, y,
después de un rato de ocultación en la
sacristía, los conducen a la casa rectoral,
en cuya puerta el jefe coloca guardià de
seguridad, muy en breve convertida en
grave peligro al proferir sus individuos
grandes voces de: «matarlos, matarlos.»
Por suerte logróse aquietar a la canalla.
Trataron entonces los religiosos de regre-
sar a sus alojamientos, a cuyo fin, con-
certades con el ayudante del batallón,
se llamó a los miqueletes a formar en la
riera, y así, despejadas las calles, pudie-
ron los frailes, acompanados de regidores,
ganar las casas de su primer alojamiento
no sin insultos y algun peligro producidos
por los asistentes y francos de servicio,
que continuaban en la villa.
Comenzaban los frailes a vislumbrar
esperanza al saber la orden para los
miqueletes de ausentarse, cuando caye-
ron en nueva zozobra y temor por ver
entrar otros en número como de dos-
cientos, y oir de boca del jefe de los pri-
meros que si los salientes guardaban
obediència y subordinación, no así los
entrantes. En tantas angustias y aprietos
mandaron los frailes un propio al Gober-
nador de Tarragona preguntando por el
partido que debieran tomar. Así lo cuenta
el Padre Molner. Leí un oficio del tenor
siguiente: «Gobierno civil de provin-
»cia.— Tarragona— El Baile de Alforja
»me manifiesta el peligro que corren al-
»gunos religiosos de Escornalbou, que se
»han refugiado allí si no se impone la
»mayor responsabilidad al capitan don
«Mariano Pàmies, que de orden de V. S.
»esta allí con su compaflia; y le he con-
»testado que si no puede responder de su
»seguridad ni él ni el capitan les dé pasa-
»portes para otra parte.— I.o digo à V. S.
»para los efectos que estime convenien-
»tes.— Dios guarde.etc— Tarragona 27 de
>'julio de 1835. — Antonio Satorras.— Sor.
«General Gobernador de esta plaza» (1).
Y continúan ahora las noticias suminis-
tradas por el fraile. Vuelto el emisario,
supieron los religiosos que de orden del
Gobernador iba a expedir pases el celoso
alcalde, quien en persona, y para evitar
la salida de los frailes a la calle, se los
repartió en los propios alojamientos (2).
Por las puertas traseras ganaron los
religiosos el campo, subdividiéndose en-
tonces nuevamente en tres grupos. Uno
de estos distribuyó sus individuos por
diversos pueblos de la ribera del Ebro.
Otro se enderezó a Manso de Bruno,
hacia el Priorato, repartiéndose también
y colocandose sus religiosos en diversos
pueblecitos de aquellas comarcas. El ter-
cero y màs numeroso emprendió cami-
(i) Lo lei original.
(2) Relacií'in citada del P. Juan Molner.
CONTORNOS DE RKUS
233
no mAs largo. Componíanlo siete frailes,
a saber: los dos hermanos Padre Fran-
cisco y Padre Martín Serra, Padre José
Cortés, Padre Sebastiín Marimon, Padre
José Llauradó, Padie Francisco Pujol y
el Padre Juan Molner; los cuales, deseo-
sos de cruzar el Pirineo, siguieron tierra
adentro camino de Lérida.
Perpetràndose en esta ciudad en aque-
Uosmismosdías laexclaustración, no qui-
sieron entrar, sinó que por cerca de sus
muros fueron a descansar, distribuyén-
dose desde la Portella por las casas rec-
torales de varios lugarcillos inmediatos
a esta entre Lérida y Balaguer. Como a
la sazón, a causa de la entrada en Cata-
luna por Gerri de la división del carlista
Guergué, Marte bramaba con furor en la
montana, detuviéronse aquí para ver y
deliberar los angustiados frailes, contra
los cuales la tierra, los hombres y los
tiempos parecían armar conjuración.
Cuando, deseando ya otra vez salir,
nuestro Padre Molner pidió al Alcalde
o Baile de su lugar, el pueblo de Tér-
mens, el refrendo del pase, éste se lo
nego; y aun considerando caso grave
una nonada tal, el muy ignorante se fué
a Lérida para consultar persona de con-
fianza. Esta, dando muestra de bellaque-
ria igual, o mayor, que la insipiencia del
consultante, le aconsejó que fusilara a
Molner. Con tales dilaciones los compa-
fleros de éste habían partido para Fran-
cia, y desalentado él, pensaba ya en
retroceder al Ebro en busca de sosiego y
mejor ocasión; mas al fin sus buenas
palabras y la noticia de una exposición
que elevarà al Gobernador de Lérida,
lograron del Alcalde el refrendo, con lo
cual el fraile cruzó la província y pene-
tro en la nación vecina. Solo una protec-
ción especial de Dios y el amor que a
los frailes profesaba entonces la genera-
lidad del país, y la montaüa en modo
especial, pueden explicar en aquellos
días la salvación de siete frailes que, con
sus habitos, sin dinero, a pie, atraviesan
el Principado desde las playas del Sud
hasta las crestas del Pirineo central.
Con iguales condiciones, aunque con
maj^or seguridad, cruzaron asimismo la
Francia y la Itàlia hasta llegar a Ro-
ma, donde, con permiso del Padre Gene-
ral, ingresaron en un convento francisco
de retiro, y se ocuparon en su acostum-
brado ejercicio de dar misiones, brillan-
do en modo especial el Padre Cortés,
cuya ejemplar vida valióle la formación
de proceso de beatificación (1).
De la tràgica muerte del fraile de Es-
cornalbou Padre José Pujol se dijo ya
en el pàrrafo de Alcover, al narrar el
asesinato del dia de San Agustín entre
la capi lla de Nuestra Seiïora de Gracia }'
Montreal'. Digno final de la extinción de
la mas edificante de las comunidades
franciscas de Cataluna.
Desprevenídos sorprendíó a sus frailes
la fuga de Escornalbou, adonde, enga-
nados de su continuo silencio y acostum-
brada candidez, creyeron poder regresar
a la mayor brevedad. Así no retiraron
con tiempo sus mejores cosas. En los
momentos de la fuga, y con la precipita-
ción que se debe suponer, los habítantes
de Vilanova acudieron a retirar los obje-
tos y muebles que pudieron, con el fin de
salvarlos para el convento. No por esto
dejarían de perderse muchas de las cosas
de Escornalbou. De este convento en la
parròquia de Santa Mònica, de Barcelona,
se conserva un Cristo en la columna; però
retirado del cuito por haberlo así manda-
do el Obispo, deseoso de evitar el concur-
so de las prostitutas de aquel barrio que
lo hacían objeto de su devoción (2). La
actual renaciente família franciscana de
nuestra tierra ha recobrado el terno de
tisú de oro y el de lama de plata de aquel
convento seminario.
También poseen hoy los franciscos el
Martirologio de Usuardo, en vitcla, que
fué de los primitivos pobladores de Es-
cornalbou, los canónigos agustinianos, el
(i) Debò todas eslas nolicias al P. .Molner.
(j) Me lo dijo cl litre. Sr. D. Esteban Piber-
nat. canónijtn, quicn habia sido bcneficiado de
Santa .N\iinica. Barcelona i .' de abril de 1897.
234
I.IBKO TERCERO. CAPÍTL•I.O QUINTO
cual, en sentir del bibliotecario del con-
vento de Balaguer, donde se guarda, es
muy anterior al 1100. Dice así el titulo
de este Códice: Martyrologium S. R.
Ecclesiae et Regula Sanet i August ini
cnni expositione. Con el Martirologio
Uegaron y se conservan en Balaguer
algunes otros volúmenes de Escornalbou
pròpies del Archivo.
En la Biblioteca provincial de Tarra-
gona existen unos 400 tomes también de
este seminario, entre los cuales se cuenta
la Historia del Monasterio de San Juan
de la Pefla, por Ruiz Martínez; la del
niisme Seminario, por Juan Papió, y
algunes volúmenes, truncada la obra, de
los Belandistas. Algunes otros tomes de
la Biblioteca de Escornalbou, han vuelto
en estos últimes días a su ediíicio, cemo
abajo diré.
En un periódico del 29 de marze de 1915
léese que «las Religiosas de Santa Clara
»de Tarragona han entregado al Senor
»Arzebispo para el museo diocesane un
*interesante estandarte con la sagrada
»imagen de Jesús y la figura del diable,
»que les franciscanes de Escornalbou
»usaban en las Misienes para el Scrmóti
■hde la bandera» (1).
El Cenvento sufrió el incendio; la igle-
sia fué volada por orden superior, según
me dijo un reusense. El tiempo y mode
son dignes de narración. Dia de Santa
Bàrbara, 4 de diciembre de 183b, a las
siete 3' media de su mariana, la compa-
flía de artilleros de Milicia urbana de
Reus, prevista de su material, y acompa-
fiada de otros milicianes veluntariamente
agregades, entre los cuales marchaba el
cèlebre Jaime Llerd, salió de su villa
para Escornalbou al mande de une de
sus jefes, procurador de oficio, de nombre
Gallego. La expedición llevaba por fin
volar el cenvento, y al prepio tiempo,
según algune dijo, saludar desde aquellas
alturas a la Patrona del cuerpo. Santa
Bàrbara, con una salva, en realidad, a
lo que se ve, mas burla que devoción.
(i) Correo Catalin de dicho dia.
Cerca del medio dia llego al Santuario la
valiente compania, y a las tres y media
de la tarde, en las mismas tapias de Reus
se percibió el estampido de las piezas
disparadas en el alto pico de sobre el
Seminario, donde se asentaba la peque-
üa, pere bonita, capilla de la Santa. Lue-
ge, en medie de soez gritería, volaren el
campanario, el cual, cayendo sobre la
bóveda de la iglesia, en parte la hundió;
y con esto campearon por mil lados las
ruinas. Al anochecer, la pàtria recibía
etra vez a les triunfantes héroes, que no
era justo permanecieran en el campo
expuestos a una agresión.
El infernal estampido de Escornalbou,
recogido, según se ve, por las poderosas
manes de la Justícia divina, halló su eco
vengador en igual hora y dia del ane
siguiente de 1837 en el cafè del Teatre de
Reus. AUi Jaime Llerd, Gallego, Giel y
etres del mismo fuste celebraban, entre
botellas y copas, la fiesta anual; y cemo
en les brindis se hiciera mención de la
hazaiia del ane anterior, Llerd, al profe-
rir el suyo, injurio de cobarde a Giel,
capitàn de les artilleros, quien en aquella
jornada quedo en Reus, mientras su
compaiiía marchaba a Escornalbou. El
lastimade per las injurias las develvió a
su agreser, el cual, poseído del vino,
requirió su carabina, y a boca de jarro
la apunta a Giol; al repararle, corre
Gallego, se interpene entre los dos, para
desviar el proyectil cege el arma por el
cafión, mas esta se dispara, y el jefe de
la voladura del Seminario recibe en el
vientre la bala, que al cuarto de hora le
arranco el alma en el mismo cafè (2).
(Visibles y justes juicies de Dies! Llerd
dió censige prentD en la càrcel, donde
permaneció seis meses, y de la que ale-
(j) Relación escrita por el R. P. D. Jerónimo
.Morgades en 2 de enero de 1892 en vista de las
noticias suministradas a él en Reus por un mili-
ciano de aquella època, a la sazón octogenario.
El pueblo de Reus. cuando el hecho referido, can-
taha una copia que decia así: «Mireu en Jaume
/ Llord^Qui>i.i maldat vaJer^Va matar al Ga-
CONTORNOS DE REUS
233
gando su embriaguez, y según otios,
donando a la viuda de Gallego, y segün
nuestro sentir, gracias al compadrazgo
liberal, y quizà al masónico, logró salir
con libertad. Cometiera el hecho un ene-
migo de la Revolución, un francisco, por
ejemplo, de Escornalbou, y no bastaran
todas las gtlrrulas periodisticas para pre-
gonar el atentado, ni fueran suficientes
las cuchillas y horcas de todas las justi-
cias de Espana para rapidamente cor-
tarle la vida.
Compro después el convento, a bajo
precio, el vicecónsul inglés de Tarrago-
na, protestante, llamado don Juan Bridg-
man; quien, agradado del lugar, lo her-
moseó con jardines, jardines que el agua
llevo, mientras por otro lado los que-
brantos devoraban el capital del nuevo
poseedor, quien, según suele acontecer a
los compradores de bienes nacionales,
acabo por quebrar, según se me dijo. He
aquí el documento oficial de la compra:
Por escritura ante D. Joaquín Fàbre-
gas y Caputo en Tarragona a 4 de Abril
de 1843, D. Juan Bridgman compra al
Estado «aquellas cuatro suertes en que se
>'Subdividió las tierras, bosque, huerto y
>'Convento derruido del suprimido con-
vvento de Franciscanes del Escornalbou
»sitas en la villa de Escornalbou, y son,
Ȉ saber:
»Toda aquella suerte Uamada de Vila-
»mafla de estension 40 jornales de tierra
»yermay medio jornal tierra sembradura,
»que linda... i'i cierzo con tierras del es-
»presado convento.
»Toda aquella otra suerte llamada Tri-
»lla de estension 30 jornales tierra yer-
i•llego^=Dintie un de CiiJt•=Si estaha l•orracho=
iiS'en hagués anat al Uit=y s'es acahal de dor-
iimir^Tant de dia com de nit.»
También In mucrtc del dia de Santa Bàrbara
en el calc de Reus por la carabina de Llord me la
conto D. Francisco Gusi en 27 de junio de 1880. y
<itro sefior me indico la muerte en un calc.
D. Salvador Briansó en 1." de marzo de iSin
me contü igualmente estos acontecimienlus. bien
que no tan circunstanciados.
»ma, que linda à mediodía y oriente con
»dicho convento.
»Otra suerte llamada de las Moletas
»de 30 jornales con un jornal de tierra
»sembradura con 9 higueras, 20 arboles
«frutales, un Convento derruido 3' una
»hermita, que linda...
»Toda aquella otra suerte de un jornal
»y medio de huerta, una casa derruida
»dentro de lamisma ..»
El precio f ué 29,930 reales, de los cuales
pago la quinta parte en Tarragona a 25
de febrero de 1843 con metàlico en la
forma siguiente:
»-/3 partes, ó sean 3,990 r.
»23 m . en títulos del 5 p. "/o
»à 30 r. 31 m. p. "/„ cotiza-
»cion del 26 de julio de
»1842 fué el del remate . 1, 233' 18
»'/3 ó sean 1,993 r. 11 m. en
»titulos del 4 p. % à 17 r.
»24 m. p. f/o cotizacion
»mas alta inmediata al
»del expresado dia . . . 353 8
»Aumento del 2 p. "^/o preve-
»nido
»Satisfecho en metàlico . .
1,586' 26
31 '24
1,618'10(1).
Este pormenor del pago merece expli-
cación que sirva igualmente para los que
se presentaran después. El comprador
paga en Tarragona a los 25 de febrero de
1843 el primer plazo, o sea el quinto de
precio total del remate, quinto que sube a
5,986 reales. Lo paga con dinero metàlico
en equivalència de papel. Del quinto
tenían que pagarse los dos tercios con
papel del 5, y el otro tercio con papel del
4. Así mediante la entrega de 1,233 reales
18 maravedises en dinero paga 3,990 rea-
les 23 maravedises que son los que vale el
papel del 5 por ciento cotizado al 30 rea-
les 31 maravedises por ciento, y con 353
reales 8 maravedises en dinero paga 1 ,993
reales 11 maravedises de papel del 4, coti-
zados a 17 reales 24 maravedises. De
(i) Fol. 315 del protecció.
236
LIIiRO TEKCEKO. CAPiTLLO Qll.NTO
modo, sumando, que con 1,586 reales 26
maravedises en dinero paga 5,984 de
papel, 0 títulos. A estos se anaden 31
reales 24 maravedises del 2 por 100 del
dinero, y así el pago de ahora sumo en
total en dinero, o sea en realidad 1,618
reales 16 maravedises, o sea 80 duros 18
reales 16 maravedises. Pago las úllimas
quintas partes en 4 de mayo de 1843. Las
cotizaciones en este mes poco se diferen-
ciaban de las del de febrero, y así en
total las fincas costaron a Bridgman unos
de 400 a 420 duros. Son escrituras públi-
cas y números.
En 1842 la iglesia servia ya de corral,
deshonroso empleo,que, según testimonio
de un mi amigo que allà por 1887 la visi-
to, continuaba aiin; el mismo también que
en reciente època cabia a alguna ala del
claustro que, mas afortunada que sus
hermanas permanecía en pie. Las pocas
habitaciones del seminario, que todavía
subsistían, habitaba una familia de pas-
tores.
Cuando en 13 de junio de 1901 visité
estàs ruinas, el templo quedaba tan mal
que no estaba destinado a uso alguno,
excepción hecha de la parte de bajo el
coro que guarecía un rebaflo; del claustro
no quedaba brizna; y las pocas habitacio-
nes que continuaban en pie albergaban
unos agricultores y pastores. jTriste des-
tino de una obra històrica, religiosa y
secular! Del poeta D. José Martí y Fol-
guera son las siguientes estrofas que pin-
tan lo mismo que acabo de escribir:
«Adalt al cim s'hi aixecan
^Del convent las ruinas
■nLaspetjadas dels segles senyalant:
tArchs.y murs y columnas
i>Ja son del temps joguínas
vQue cahuen pedra d pedra redolant.
^Per tas amplas esqiterdas
xL'herbam ardit s'hi enfila
» Y guayta arrels en sostres y Irispols:
y>Repren naturalesa
y>La possessió tranquila
»yen lloch d'homes hi cantan rossinyols-» (D.
(i) Jochs Florals de Barcelona, i8gr, pàg. 120.
La Santa Bàrbara de la ermita fué
recogida por un vecino piadoso de Argen-
tera, quien no supo negaria a otro de
Riudecanyas que se la pidió.
En recientes días un periódico de esta
Ciudad de Barcelona ha publicado dos
nutridos articulos sobre el convento de
Escornalbou tratando de su parte histò-
rica y descriptiva. La primera no entra
en mi propòsito: la segunda la dí en mi
obra anterior. Sin embargo, por ampliar
algunos de mis datos copio a seguida unas
líneas de ellos, las cuales dicen así:
«La iglesia era de regulares dimensio-
»nes y una sola nave, con dos capillas
»laterales y otra en el muro del àbside,
»todas adornadas de valiosas pinturas
»murales, y el altar mayor, de primorosa
»talla sobredorada, estaba dedicado al
«Arcàngel San Miguel.
»Lo màs notable y característico del
«templo era el Presbiterio, con las pare-
«des revestidas de historiados azulejos
«catalanes y el pavimento ajedrezado.
«Ostentaba en ambos lados magistrales
«pinturas representando Papàs, cardena-
»les y màrtires de la religiòn de San
«Francisco y ofrecia un conjunto tan
«interesante como majestuoso.
»En la Sacristía se guardaban ricas
«joyas en orfebreria y damascos, lo
«mismo que buen número de santas reli-
«quias.
«El coro, muy espacioso, comunicaba
«con los claustres superiores y contenia
«cuarenta y tres sillas de nogal y cuero,
/>dispuestas en semicírculo hacia el atril
«mayor, ricamente labrado.
«Presidia la fàbrica del templo, toda de
«sillería, una alta torre de forma octogo-
>>nal, con reloj y tres campanas.
«En el Archivo del Monasterio de Es-
«cornalbou íiguraba una nutrida colec-
«ciòn de documentos sobre geografia,
«mineria, fauna y flora, así como otras
«importantes informaciones de las màs
«ignoradas comarcas de Amèrica, remi-
«tidas por los misioneros que habían sali-
»do del convento para aquel apartado
«continente.
CONTORNOS DE REUS
237
»Desaparecieron los libros de su Biblio-
»teca, que era la mejor y mas nutrida de
»Cataluna, los documentos de su Archi-
»vo, las riquezas que atesoraba en su
»iglesia, quedando la fabrica a merced de
»las lluvias y vientos que no tardaron en
«convertiria en un monton de ruinas.
»Puede decirse que nada resta de lo que
«fué, debido en parte al sitio desierto y
»escabroso que ocupaba el Monasterio.
»Adolfo Alegret» (1).
Con mucha posterioridad a la redac-
ción de la anterior resefia de los sufri
mientos de la Comunidad de Escornalbou
de 1835, he conocido al arriba mil veces
citado Don Eduardo Toda; quien, llevado
de su generosidad, ha olvidado mis mul-
tiplicadas refutaciones puestas a sus pala-
bras escritas, y me ha distinguido con su
benevolència y buena amistad, generosi-
dad y buenos servicios de los que le quedo
sumamente agradecido. De su boca supe
en 190S que ha comprado el dicho con-
vento de Escornalbou, y que lo estaba
restaurando. Trabaja para restituir al
cuito su templo, y reedificar el claustro,
poniéndolo tal como se hallaba al dejarlo
en el siglo xvi los canónigos regulares
agustinianos; para lo que por suerte ha
encontrado en las ruinas y muros relati-
vamente modernos los mas de los capi-
teles.
En enero de 1913 queda terminada la
restauración, exceptuado solo el templo
mayor, y bendecida una buena capilla.
El seflor Toda, llevado de sus aficiones li-
terarias, ha reunido allí una muy notable
biblioteca. Como diré abajo, guàrdanse
en ella mas de 350 volúmenes de Sraln
Dei: ademí'is varios volúmenes de Poblet,
de Santa Maria de Ripoll y de San Fran-
cisco de Reus, así como una docena de
tomos del antiguo mismo Escornalbou.
Hay allí ademas unos 200 volúmenes de
antiguas ediciones originales de los Elze-
virios y de otros renombrados impresores
holandeses, franceses e ingleses del si-
(i) La \'aii;^iijt\ii..i cIl•I jS de cncru de iiio^;.
glo XVII. El senor Toda en 1913 està insta-
lando en tresgrandes salas una biblioteca
especial consistente en obras de biografia,
autobiografia, memorias personales y
políticas, y libros de viajes. Al finir de
1912 había estanteados unos 7,000 volú-
menes; però posteriormente han llegado
al convento unos 3,000 m;ls. Al cabo esta
biblioteca contarà de 19 a 20,000 tomos.
Hay también numerosos manuscritos
antiguos, entre los que se cuentan cinco
abultados legajos con todos los papeles
del viajero africano Domingo Badia y
Leblich, conocido por Ali Bey. Abrazan
desde su partida de bautismo en la Seo
de Barcelona en 1.° de abril de 1767hasta
las dos postreras cartas que escribió a su
mujer e hijos en 1818, poco antes de ser
asesinado. Comprenden sus tràbajos lite-
rarios y científicos de su primera juven-
tud, sus notas de viaje, sus nombramien-
tos oficiales 3^ títulos conferidos en tiempo
de Carlos IV y de José Bonaparte, 3' su
correspondència de màs de 20 anos, todo
inédito (2).
ARTICULO SEXTO
CONVENTO CAPUCHINO, CONVENTO MÍ-
NIMO 0 DE SAN FRANCISCO DE PAULA
Y CONVENTO CARMELITA DE CALZA-
DOS, LOS TRES DE VALLS.
Valls, pequena ciudad levantada en
amena campifia sobre uno de los cerros
que forman la cuenca del Francolí al
Norte de Tarragona, dista de Reus solo
21 kilómetros de buena carretera. Alber-
gaba en 1835 tres comunidades regulares,
una de capuchinos, la màs importante,
otra lie mínimos, 3' de carmelitas calzados
la tercera. A cuyo influjo, unido al del no
menos numeroso clero secular, vivían allí
lozanas la fe y cristiana piedad; de las
que no pocos restos perseveian aún hoy
.■) Caria del Sr. l'oda. Londres, in de enero
de
238
LIBRO TERCERO. — CAPITULO nL'IMO
en los descreídos tiempos que por des-
gracia corren. Mas si la gran masa del
pueblo, inclusos en él muchos liberales,
mostràbase ajena a un ataque contra los
conventos, no faltaba entre el trigo algu-
na cizana, }• sobre todo debían allí con-
fluir los exaltades de poblaciones vecinas,
especialmente de la pròxima Reus.
Los conventos de Valls albergaban
buen número de religiosos, como lo prue-
ba la lista de capuchinos, en la que se
expresan no solo los nombres de sus indi-
viduos, sinó los cargos que desempe-
naban.
CAPUCHINOS
Guardian: Padre Fr. Fèlix de Malgrat,
quien ha'bía vestido el habito en 1797.
Vicario: Padre Fr. Salvador de Barce-
lona, en 1802.
P. Fr. Bernardo de Valls, en 1766.
P. Fr. Manuel de Vich, en 1787.
P. Fr. Mariano de Montblanch, en 1789.
P. Fr. Lamberto de Barcelona, en 1803.
P. Fr. Juan de Gerona, en 1807.
P. Fr. Manuel de Reus, en 1814.
P. Fr. Fidel de Vidrà, en 1826.
ESTUDIANTES CORISTAS
Fr. Domingo de Vallmoll, en 1795.
Fr. Andrés de San Andrés, en 1830.
Fr. Fauslino de Olot, en 1832.
Fr. Esteban de Sabadell, en 1832.
Fr. Camilo de Barcelona, en 1832.
Fr. Antonio de Sabadell, en 1832.
Fr. Fèlix de Gerona, en 1832.
Fr. Buenaventura de Manresa, en 1832.
Fr. Rafael de Mataró, en 1832.
Fr. Baudilio de S. Boy de Llusanés,
en 1832.
Fr. Ignacio de Salàs, en 1832.
Fr. José de Reus, en 1832.
Fr. Pio de Aren3's, en 1832.
Fr. Pedró de Llissà, en 1832.
Fr. Àngel de Arenys, en 1832.
Fr. Juan de Blanes, en 1832.
Fr. Juan de Olot, en 1832.
Fr. Felipe de Llagostera, en 1832.
Fr. Miguel de Tarragona, en 1780.
Fr. Fausto de S. Martín, en 1820.
Fr. Magin de Barcelona, en 1825.
Fr. José Antonio de Ulldecona, en 1827.
Fr. Fructuoso de Alforja, en 1831.
Total: 9 presbíteros, 18 coristas estu-
diantes y 5 legos. Suma, 32 (1).
Los minimos estaban regidos por el
Corrector R. P. Fr. Francisco de Asís
Vinader, y contaban los 7 sacerdotes
siguientes:
P. Fr. José Farràn, Jubilado.
P. Fr. Antonio Abella, Jubilado.
P. Fr. Andrés Balcells, Confesor.
P. Fr. Jaime Queralt, Organista.
P. Fr. Juan Gassó, Vicario de monjas.
P. Fr. Francisco Font.
P. Fr. Juan Sagarra, Confesor.
Subdiàcono Fr. Esteban Dagàs.
Legos.— Fr. José Ricart, Fr. Ignacio De-
dçu, y un Hermano. Total, 12 (2).
Las causas generales de temor, y sobre
todo, en Valls, la proximidad de Reus,
debían espantar a los religiosos de aque-
lla Ciudad; por lo que los capuchinos se
pusieron en vigilància y tomaron precau-
ciones. Acrecentóse en gran manera el
pavor al ver el dia 23 de julio las dos
columnas de humo que se levantaban de
los conventos de Reus. Por opuesto lado,
ran escandaloso ejemplo debía de animar
a los exaltados de Valls para imitarlo,
quienes, según parece, proyectaron ata-
car aquella misma noche del 23 a los
conventos de su ciudad. Así lo llevo a la
Coraunidad el lego enfermero Fr. Fausto
de Barcelona, a quien se lo noticio en la
misma tarde un artesano agradecido a
(i) Copiado del Libro de la província, Sal-
vadó del incendio de 1835. y e.vistente. cuando !.■
vi. en poder del P. D. Tomàs Sala.
(2) Esta lista saco de un papel que en 27 de
febrero de 1881 me presto el P. Juan Parera, mi-
nirao. y cuyo titulo dice así; «Nota de los religio-
))sos que componen la provincià de minimos en
»el Principado de Cataluna, según se encuentran
»en .*us conventos à últimes de junio de 183Í.))
CONTORNOS DE REL'S
239
un favor del fraile. Le dijo que los revo-
lucionarios se reunirían a las doce de la
noche en la plaza de las Botas, y que de
alli marcharían a los conventos. La au-
toridad tomo luego acertadas precaucio-
nes, ya sea porque temiese a los foraste-
ros, ya porque tuviese conocimiento de
esta noticia. Por ella, azorados los capu-
chinos, preparàronse a la fuga: cada uno
metió en su bolsillo las cartillas o certifi-
cado de ordenes, las licencias y los mas
precisos objetos; y acordaron pasar la
noche en la vína, pieza de tierra aledana
del convenlo, para desde allí màs facil-
mente, en caso de una agresión, ganar el
despoblado. Un religioso viejo }■ paralí-
tico fué trasladado a una casa amiga, y
se colocaron vigilantes en el campanario
y ventanas del primer piso.
Gobernaba la ciudad y su batallón de
milicia el Alcalde y Comandante D. José
Teli, hombre de orden, enérgico y aman-
te de su pueblo (1), y la exigua fuerza
de 25 mozos de la Escuadra el honrado
e inleligente Cabo (así llaman a sus
capitanes) Cartró. Quiso a toda costa el
primero evitar aquí la repetición del cri-
men de Reus; para lo cual, sagazmente,
combino fuerza con mafla; pues aquella
noche del 23, por un lado. Cartró distri-
buyó sus mozos, provistos de abundante
munición y decididas ordenes, en los tres
conventos, correspondiendo ocho a cada
uno (2); y por otra, reunió Teli sus mili-
cianos para con ellos patrullar en las
noches azarosas; con lo cual, bajo pre-
texto de un acto de servicio, con una
mano distraía de la ejecución de aviesos
mtentos a los armados que los abrigaran,
mientras con otra imponía respeto a los
reussnses que, ganosos de repetir en
Valls los crímenes de su pàtria, habian
acudido.
(i) Varios vecinos ancianos de \'alls me In
contaren.
(2) Lo refercntc a los Mozos du la líscuadra lo
debò a uno de ellos que tomú parte en el hcclio,
llamado D. Tomàs Gensà. En Barcelona a 7 de
mavo de 1880.
Sobre la presencia de exaltados foras-
teres en Valls no hallo acordes a los
testigos. Limitàronse algunos de estos a
decir que no les vieron; adelantóse algun
otro a sostener que no acudieron tales
gentes; mientras otros, entre los cuales
se cuenta un mozo de la Escuadra, actor
en aquella escena, me aseguró la presen-
cia de los reusenses, anadiendo el citado
mozo que él mismo les vió, y que no
venían solos, sinó acompafiados de exal-
tados de Tarragona. Referia después uno
de los jefes de la milicia de Valls, indivi-
duo ademàs de su Ayuntamiento, que
acudieron los de Reus cop animo hostil
a los Conventos; però que si bien se les
permitió albergarse en la población, se
les exigió antes que depusieran las armas,
amenazàndoles con hacerles fuego si sa-
lían de casa dadas las ocho de la noche.
Finalmente, otros de Valls niegan toda
participación de sus paisanos en aquellos
perversos intentos, achacandolos por
completo a los forasteres.
Tres días, o mejor noches, duro la
guarda de los conventos por parte de los
mozos, en los cuales no dejaron varias
veces de presentarse los revolucionarios
en ademàn hostil al pie de los muros del
claustro; emperò, la actitud resuelta de
los mozos (3) y el prestigio de Teli y otros
liberales les contuvo en el circulo del
orden material (-1).
No puedo aquí olvidar un texto evan-
gélico que involuntariamente broto de
mis labios cuando, en busca de datos
sobre los acontecimientos que refiero,
interrogué al corista capuchino de Valls
Fr. Pedró de LlissA, de apellido Barbany,
después anciano fraile del convento de
Arenys de Mar, recientemente restable-
cido. Decíame en su relato que los de la
Escuadra custodiaren el Convento duran-
te dos noches, y como yo le objetase con
el dicho del mozo GensS, según el cual
(?) Relacií'm ya citada de D. 'J'omàs Gensà.
(^) Alc lli diieriín varios de Valls y D. Tomàs
Ccnfà.
240
LIBKO lERCERO. — CAPITULO QUINTO
aquella custodia o guardià duro tres, des-
pepitóse por no dejar mentiroso a éste, di-
ciendo que bien podia ser esto verdadero,
en razón de haberse prolongado la custo-
dia una noche míis después de su pròpia
fuga. Instintivamente compare la con-
ducta de las victimas del 1835 con la de
sus verdugos: inquiétanse los primeros
por el buen nombre de sus prójimos; los
segundos calumnian cuanto pueden para
soliviantar contra los frailes la pública
opinión; y aquí del texto: A fructibus
eorutn cogiioscetis eos (1).
El dia, según unos, 23, però según otros
el 24, juntes los tres Superiores de los
tres Conventos fueron a visitar al Alcal-
de y Ayuntamiento para deliberar sobre
la resolución que, en vista del crimen de
Reus, debiese tomarse. Acordaren sacar
de Valls las comunidades, a cuyo fin el
Alcalde of reció pasaportes para todos los
frailes, brindàndose a dàrselos, 5•a expre-
sando en ellos el sagrado caràcter de
religiosos, o ya bajo el nombre de una
profesión secular, según ellos quisie-
ran (2). Como a la sazón todos los claus-
tres de Cataluna, inclusos les de la
revoltosa capital, albergaban aún a sus
habituales moradores, y no había aún
mandate de la autoridad disponiendo la
exclaustración, el Guardian capuchino
no se creyó autorizado para enviar sus
subordinades, jóvenes los màs, a sus
casas libres y sueltes; sine que les pre-
vino se recogiesen a conventos del inte-
rior o de la montana, considerando que
en caso de peligro era màs hacedero
desde allí el paso de la frontera. Y esto
explica también perquè al ausentarse pre-
cipitadamente en aquella misma tarde
del 24, salieron muchos de aquellos jóve-
nes vestides aún de sus santos 3' entences
(i) S. jMateo. cap. \'[\. v. ió.
(j) Declaración de Fr. Juan de Olot, de ape-
Uido Turnell, uno de los que entonces estaba en
Valls. Me lo dijo en Olot a los 16 de agosto de
1883. Declaración de Fr. Buenaventura de .Man-
resa, de apellido Corominas, en Sabadell a jí de
septiemhre de i8Sj.
peligrosisimos hàbitos (3); con los que no
faltaren en los viajes sustos y azares,
proporcionades principalmente por los
destacamentos de armades liberales es-
parcides per las peblaciones del transito.
Les miqueletes de guardià en Bràfim,
al pasar la tartana en que iba Fr. Buena-
ventura Corominas, entraren en disputa
con el calesere sobre si éste cenducía o
ne frailes en el vehicule, el cual iba cer-
rade, mientras elles por los bajos o belsas
de éste iban entrando las bayenetas. En
Martorell, unes jóvenes alberetades que-
rían, en el puente, precipitar los religio-
sos al rie (4).
Fr. Juan Turnell y tres de sus compa-
neros dirigiérense al convente de Saba-
dell, sufriendo mil insultes en la puerta
de Tarrasa. «Cuatro victimas màs para
»morir esta noche», exclamo el Guardian
de Sabadell al recibirles ; por lo que,
pasada esta entre gran zozebra, por
quedar el Convente circuíde de revolu-
cionaries, salieron los cuatro via de San
Esteban de Castellar. Fatigades y ham-
brientes llegaren a la casa parroquial,
pidiendo por caridad al Cura el alimento
de que tante habían menester. Màs, en el
momento en que levantaban a la boca
el primer sorbe, llego precipitada noticia
de que venían, y aun estaban ya allí, los
miqueletes, ganoses de matar a los frai-
les. A tal recado asustados estos, levan-
taron sus hàbitos por medio del cordón
ceflider, dejaren allí los breviarios y
tode otro impedimento, y, del espanto
sacande fuerzas, encaramàronse por la
contigua montana, absteniéndese ya des-
de entonces, cemo malhecheres,de entrar
en peblado en la no certa travesía que
hasta Olot practico Turnell (5).
A les des jóvenes Fr. Narcise Nadal y
Fr. Camilo Tusquellas, al despedirlos, el
(?) Relación de Fr. Narciso Nadal en Barce-
lona a o de marzo de i88^.
(4) Relación del mismo Fr. Buenaventura
Corominas, ya citada.
(ï) Relación de! mismo Fr. Juan Turnell. ya
arriba citada.
CONTORXOS DK REUS
241
Superior los destino al convento de San
Celoni. Partieron de Valls el 24, y per-
noctaron en Vallmoll. El dia siguiente
encontraron un reclutador carlista, cono-
cido por Forner del Catllar, quien les
d i jo que hacía tres o cuatro d fas que un
franciscano, al hacer la cuestación, había
sido asesinado a unos dos kilómetros del
lugar donde ellos entonces se hallaban.
Este mismo Forner proporciono traje de
seglar a Fr. Camilo, quien, y lo mismo
sucedería con Fr. Narciso, vestia aún el
habito de su Orden. Aquella noche la
pasaron en el Mas deu Plana, situado
entre Vilavella y Bràfim. En vista de las
terribles noticias que de todas partes se
recibían, se unieron a los carlistas, único
recurso que les quedaba para huir de los
perseguidores liberales; però luego que
pudieron cruzaron la frontera. El habi-
tante, colono o amo, del Mas deu Plana
fué fusilado por reclutador o encubridor
de cai-listas (1).
El modo de la huída de los nombrados
capuchinos nos da fundado pie para con-
jeturar el de los demas capuchinos y
frailes de Valls, cuyas fugas no oi narrar.
Se dijo, emperò, que el Padre Manuel de
Vich, anciano y venerable capuchino de
dicha Ciudad, hallàndose màs tarde en
Piteus, fué encontrado en una casa de
campo y asesinado (2).
Durante los tres días en que los mozos
custodiaron los conventos pudieron los
demí'is religiosos ir ganando el despobla-
do, adonde, y aprovechando ratos de
quietud abrigados de la obscuridad de la
noche, los mismos mozos les acompafla-
ban en pequenos grupos de tres o cuatro
frailes. En ellos también algunos capu-
chinos pudieron vender el vino y aceite
que tenian recogido, y de su precio re-
partir cuatro duros a cada uno de los
(i) Las noticias clc; la hiiida de Vi\ ('amll•i y
l-'r. Narciso las dcho a ambos. VA primero, muy
mi amigo, me la dió en Barcelona a íi de marzo
de i88í, y cl segundo en Barcelona a 2^ de diciem-
hre de 18811.
(j) kclaciún de l•'r. Juan rurncll. ya citada.
presentes, auxilio harto exiguo para
remedio de tamanas necesidades.
Puestos a salvo los frailes, habíase qui-
tado el primer blanco y principal pretexto
a la revolución. Quedaba solo, Uevado en
un carrito de mano, el diacono capuchino
paralitico Fr. Domingo de Vallmoll, am-
parado de la fiel custodia de los mozos.
Sacabanlo de su claustro en los momen-
tos en que algunos exaltados pudieron
penetrar en éste, lo que dió lugar a que
un sargento de nacionales de Valls, cuyo
nombre conozco y callo, desnudo hasta
de la piedad para los viejos y desvalidos,
diese un golpe al Fr. Domingo; ruin
acción, a la que acudió el mozo del lado,
de nombre Julià, asestando al miliciano
un bayonetazo, que a no hurtar éste el
cuerpo le pasa (3).
Ignoro la suerte que habra cabido a los
objetos así sagrados como profanos de
los conventos de Valls. Efectuada en
modo pacifico la exclaustración, muchos
se salvarian; però el tiempo habra acaba-
do con los mas de ellos.
Los tres hermosos edificios conventos
de Valls consérvanse hoy en pie, \' aun
mejorados, prestando grandes serviciosa
la piiblica caridad; 3' puesto que ya que-
dan escritas las noticias referentes a las
personas de los frailes de Valls, venga-
mos ahora a las de sus casas y bienes co-
menzando por las del
CONVENTO DE CAPUCHINOS
«Fué pues respetada aqui, escribe el
«liberal Puigjaner, la seguridad personal
»de los religiosos, a pesar de la alarma y
»de las noticias que venían de Reus.
»Dichos conventos {los de Valls) fueron
»por los vecinos, puestos bajo la salva-
»guardia del Municipio y de la Milicia,
»independientemente de la cual se forma-
»ron para ayudar a sostener el orden tres
«compafiías llamadas de vecinos hon-
»rados.
»Como consecuencia de este hecho, el
(i) Uislintas lelacione? del mozo Gensà.
16
242
l.IBRO lERCERO. — CAPITULO QI.-INTO
»hospital de San Roque fué trasladado al
»convento de Capuchinos el dia 4 de
«agosto de aquel mismo ailo, y el dia 2 de
xsetiembre fueron derribados para foiti-
»ficar la Villa los 73 lúgubres (i!) cipreses
»que había en el paseo, que conduce a
»diclio convento, y que estaban plantades
»allí desde el aiio 15SS...» (1).
El templo capuchino, pues, nunca se
cerró. Allà por los anos de 1858 a 1860
cesó en el convento el hospital, y el ediíi-
cio quedo convertido en Casa de Caridad
u hospicio, destino que aún hoy conserva.
Està servido por Hermanas Terciarias
del Carmen desde que las mandó allà el
Obispo de Vich, después de Barcelona,
D. Antonio Palau, hijo de Valls. Con
posterioridad a la salida de los frailes la
fachada del edificio ha sufrido alguna
modificación.
CONVENTO DE MÍXIMOS
El convento de San Francisco dePaufa,
o mínimo de Valls, por su importància
era en Cataluiia contado como el segundo
de su orden, y en él lucía en modo parti-
cular la observancia. En 1835 j'a arriba
escribí quien le regia, que no era otro
que el Padre Francisco Vinader, her-
mano de otro mínimo Vinader al cual
hallaremos rigiendo el convento de Hos-
talrich (2). Salidos en 1835 los frailes, las
iglesias de minimos y carmelitas fueron
tapiadas, y la Virgen titular de la de
estos y el San Francisco titular de la de
aquéllos fueron colocados en sendos reta-
blitos laterales de lacapilla delSantisimo
de la parroquial de San Juan. En los
tiempos postreros de la guerra de los
siete anos, o de entonces, un honrado teje-
dor de la misma población llamado Mar-
cos Moria se presento al jefe liberal de
Valls, L'Alau, y le pidió le permitiese
abrir las dos dichas iglesias. Alau le con-
testo: «Ve, te lo concedo por impertinen-
»te, toma tres o cuatro hombres, abre las
«iglesias de noche, y sin boato lleva a
»ellas las imàgenes». Así Moria lo ejecu-
tó: de noche quitó los tabiques, Uevó las
imàgenes bien que con dos hachas, y
colocó a dichas imàgenes en sus retablos.
Después de la guerra vivia en el con-
vento minimo un fraile del mismo, de
nombre Padre Juan Gassó; el cual, junto
con otros del mismo cenobio, que vivían
en Valls, celebraban alli sus funciones
religiosas.
El convento allà por los anos de 1860
fué colegio de segunda ensenanza; però
después por los de 1862 a 1864 pasó a ser
hospital (3); destino que aún hoy conserva
bajo el cuidado de Hermanas de la Sagra-
da Família.
También la fachada de esta casa ha
sufrido modificaciones como la de la de
los Capuchinos. En un periódico de julio
de 1903 leo que el Ayuntamiento pide el
derribo del campanario de San Francisco
por amenazar ruina (4).
Del paradero de bienes de este conven-
to nos dan noticia los siguientes extrac-
tes de escrituras de venta de ellos por el
Estado.
# Por escritura pasada en Tarragona
ante el notario D. Joaquín Fàbregas en 13
de mayo de 1840 D. José Simó y Sardà,
hacendado de Reus, compra al Estado
«todo aquel huerto con su casa para el
»hortelano situado extramuros, y arre-
»bal de San Francisco de la Villa de
»Valls que fué del extinguido Convento
> de PP. Minimos de la misma, lindante
»por levante con el barranco ó torrente
»llamado den Puig, à mediodía con un
»camino que dirige al mismo barranco...
Ȉ poniente con las casas de la arrebal de
»San Francisco, yà cierzo parte con el
»Convento y parte con el camino que
»dirige al pueblo de Puigpelat... cuyo
(i) d. Francisco Puigjaner y Gual. Historia
de lavilla de Valls, Valls, i88i, pàgs. 316 y 117.
(2) Relación del mínimo P. Francisco Güell.
Barcelona 20 de junio de iSSu.
(?) Relación de D. Ramún Morhi, Pbro.. hijo
del dicho tejedor D. Marcos. Barcelona 25 de
abril de 1902.
(-)) El Correo Catalcin del 7 de iulio de 1O05.
CONTORNOS DE REUS
243
»huerto consta de cabida cuatro jornales
»y medio de tierra huerta con su corres-
«pondiente agua y varios àrboles fruta-
»les». De la resena de estàs circunstan-
cias se deduce que esta finca forraaba
como la huerta del cenobio, y era de
mucho valor; y sin embargo, el precio del
remate no subió màs que a 144,000 reales,
ó sea 7,200 duros. El comprador pago el
primer plazo de ellos en Tarragona 31 de
enero de 1840 con títulos de la Deuda sin
interès, y por lo mismo mediante un des-
embolso casi insignificante (1). Así lo ba-
llo en mis apuntes tornados de la referida
escritura; però la clase de papel tratíín-
dose de un primer plazo de una finca rús-
tica, me induce a pensar si al escribir mis
dichos apuntes, padecí equivocación.
lÈI Por escritura autorizada por el
mismo notario D. IJoaquín Fàbregas y
Caputo en Tarragona a 18 de agosto de
1840, D. Francisco Cabeza de Batlle com-
pra al Estado la pieza de tierra de los
minimos de Valls, huerta de siete y medio
jornales y un jornal de vina joven, sita
en el termino de Valls y partida apelli-
dada la Caballería que linda a E. con la
carretera Uamada de Compte, y a S. con
la llamada de Barcelona, por el precio
de 144,500 reales, de los que en Tarra-
gona a 31 de enero de 1840 pago el primer
quinto con títulos del 5 y del 4 por ciento.
144,500 reales equivalen a 7,225 duros, y
su quinto, o primer plazo, monta 1,445
duros; los que pagados con títulos que en
la fecha del pago no llegaban a cotizarse
al 30 por ciento, redujeron el desembolso
a unos 420 duros (2).
m Por escritura ante el propio nota-
rio D. Joaquín Fàbregas en Tarragona a
1.° de agosto de 1842, el mismo D. Fran-
cisco Cabeza, vecino de Valls, compra al
Estado: 1." una casa número 51 del arra-
bal de San Francisco; 2° la número 52
del mismo arrabal; 3.° la casa número 34
letra B del propio arrabal; 4.° la casa nú-
mero 34 letra C; 5." la casa número 34
(i) Fol. 1Ú2 del protocolo.
(.') Fol. 3^8 de! protocolo.
\ letra D, sitas en dicho arrabal de Valls;
por el precio de 32,510 reales, de los que
en Tarragona a 15 de julio de 1842 paga
la quinta parte con títulos del 5 por cien-
to. Los 32,510 reales del precio equivalen
a 1,625 duros 11 reales, y el quinto a 325
duros que pagados con títulos quedarían
reducidos aproximadamente a una terce-
ra parte (3).
CONVENTO DE CARMELITAS
Después de la guerra vivia en el con-
vento del Carmen, y cuidaba del cuito de
su templo, el Padre de la misma casa
Juan Mezina; y así la iglesiasiguió abier-
ta al cuito. En 1878 fué elevada a parrò-
quia, y su primer pàrroco, el cual tomo
posesión en 14 de julio del mismo ano, fué
un hijo del tejedor Morlà, de nombre Mar-
cos como su piadoso padre. Hoy continua
allí la parròquia.
El convento primero fué hospital; des-
pués, pasado éste a San Francisco, fué
colegio de segunda ensenanza dirigido
por seglares. En 1867 entraron allà los
jesuitas. Echados de Espafía estos en
1868, hubo allí un colegio de revoluciona-
ries, bajo la dirección de D. Francisco
Puigjaner y Gual, autor liberal de la his-
toria de Valls. Tras corta vida de este
colegio, estuvo en el convento el otro
colegio dirigido por D. Pedró Vilar; des-
pués vino el Vallense de D. Ignacio Fa-
rrés; siguióle el de D. José Casas; y
finalmente, por los anos de 1883 a 1884 se
establecieron en esta casa los Padres de
las Escuelas Pías, quienes continúan en
ella (4).
Veamos ahora las ventas de los bienes.
# Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas, pasada en Tarragona a 15 de
mayo de 1840, don José Gassol compra
al Estado «un huerto circuido de paredes
»en el arrabal de la Villa de Valls, de
«estension seis jornales y un cuarto de
»otro, con una balsa, depósito de aguas
(ï) l-'ol. 563 del prolocolo.
(4) Relaciones de varios amigos míos de Val
244
i.iRKO ti!Ri;f:ro. — capitulo quinto
»para regar, y una casa ú cuatro vientos
>^situada en el centro de dicho huerto:
»Linda al E. con el huerto del convento
»de Minimos mediante un camino, a Sur
»con el torrente Uamado de San Francis-
»co... y a Norte con la iglesia del Con-
»vento de Carmelitas a que pertenece,
»con la muralla Uamada del Carmen,
»donde saca puerta y con casas de perte-
»nencia del propio Convento^>. El precio
fué de 220,000 reales. Pago la primera
quinta parte en Tarragona a 15 de agos-
to de 1839 con titulos al portador del 5
por 100, que importaron 43,622 rs 32 mrs.,
y otro titulo del 5 interino que importo
con intereses 509, lo que hizo una suma
de 44,132 rs. 18 mrs. Y como la quinta
dicha parte montaba 44,000 rs., quedaron
para el plazo siguiente adelantados 132
reales 18 mrs. (1). Hasta aquí la escritu-
ra. Ponderemos en un momento estos
datos. La pieza, siendo huerta contigua
al convento y población, con su larga
tenida y regadío, debía atesorar mucho
valer. El precio total sube solo a 11,000
duros, y su quinto, o primer plazo, a
2,200 duros; però como el dia del pago los
titulos del 5, con los que se efectuo, se
compraban al de 20 '/ir, íi 21 Vi por ciento,
los 2,200 duros se tornaron solo unos
462 duros.
0 Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 18
de mayo de 1840, Don Pablo Cartena y
Pons, de Valls, compra al Estado «una
»pieza de tierra huerta y parte canave-
»ral, de cabida dos jornales, sita en el
»término de la Villa de Valls, y partida
»llamada la Espinavesa, que perteneció
»al suprimido Convento de PP. Carmeli-
»tas calzados de la misma villa, que linda
Ȉ levante con el torrente llamado dci/
»Puig....>•> El precio fué 50,700 reales,
o sea 2,535 duros; de los que pago la pri-
mera quinta parte en Tarragona a 8 de
mayo de 1840, con titulos del 5 y del 4 por
ciento (2). El quinto montaba 507 duros.
(i) Fol. 1Q3 del protocolo.
(i) Fol. 22S del protocolo.
y como el dia del pago los titulos del 5 se
cotizaban al rededor del 29 por 100 y los
del 4 al 25, de aquí que el pago de los
507 duros no importase mas desembolso
que el de unos 140 duros.
# Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 12
de febrero de 1841, don José Serra com-
pra al Estado <una pieza de tierra huerta
»con su hera y pajar de estension seis
«jornales dos cuartos..., sita en el termino
»de la plana y Samunta, y es parte dicha
»pieza de tierra de la heredad nombrada
hAfitje dels Frares, que linda de Oriente
»con Juan Català y con la carretera;
»à Mediodía con la Carretera; à Ponien-
»te con la Acequia, y à Cierzo con José
»Serra», pròpia de los Carmelitas calza-
dos de Valls. El precio fué 210,000 reales,
de los que Serra pago la quinta parte, 0
sea 42,000 reales, en Tarragona à 15 de
febrero de 1841, con un titulo al portador
de la Deuda del 5 por 100; faltando en el
pago 249 reales 11 maravedises. De este
pico, al que no alcanzaba el titulo y sus
cupones, rezaluego la carta de pago: «Los
»mismos que satisface en metàlico al pre-
»cio de 25 rs. 4 m. que tuvo la cotizacion en
»la Bolsa de Madrid, los titulos al 5 p. •'/o
»en 25 de octubre del ano ultimo en que
»se efectuo el remate. . . . 62.21»
»Aum.i°del2p.%prevenido 1.75 r"'"^'^^'^^
En la fecha del pago, los titulos del 5
se compraban del 28 3/s al 29 "% por 100,
y por lo mismo los 42,000 reales, iguales
a 2,100 duros, del primer plazo, le costa-
ren al comprador unos 610 duros.
^ Por escritura pasada ante don
Joaquín Fàbregas y Caputo, en Tarra-
gona a 23 de febrero de 1841 , don
p-rancisco Cabeza de Batlle, vecino de
Valls, compra al Estado, procedentes de
los Carmelitas de Valls, las tres fïncas
siguientes: «Una casa seíïalada con el
«número 11 que se halla sin obrar, con
»so1o las paredes que la circuyen, sita en
»el arrabal del Carmen de la Villa de
» Valls, que linda por el N. con otra casa
(?) Fol. 5_) del protocolo.
CONTORNOS Dt: RELS
24:
»pi'opia del Convento de Carmelitas de
»la misma, por S. y C. (s/c) con el huerto
»del mismo y ahora de don José Gassol, y
»por O. con el espresado arrabal del Car-
»men donde saca puetta.
»Otra casa tambien seíialada de núme-
»ro 11 situada en dicho arrabal de la mis-
»ma Villa, que linda por N. con otra casa
»del citado Convento, por S. con el refe-
»do huerto, con (s/cj C. con otra casa de
»la misma Comunidad, que se halla sin
»concluir, y por O. con el Arrabal, donde
»tambien saca la puerta.
xOtra casa de número 3 senalada en la
»calle llamada Cort, situada de la antedi-
»cha villa, que linda... por C. con la dicha
»calle de la Cort donde saca la puerta
»principal, y à O. con un callejon llama-
»do del Mií ».
El precio fué 225,000 reales, o sea 11,250
duros; de los que pago la primera quinta,
o sea 2,250 duros, en Tarrag^ona a 1 ° de
diciembre de 1840, con un titulo al porta-
dor del 5 por 100 (1). A la sazón estos
estaban de 26 ^/ic a 26 'Vi, y por lo mismo
el pago de los 2,250 duros solo costo unos
625 duros.
I8l Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a S de
julio de 1841, don Bruno Boria y doíia
Ana Carbonell, cónyuges, compran al
Estado «toda aquella primera suerte de
»50 jornales y 2/, de estension, à saber,
>..tres jornales o ^/^ de vina y olivos, 14
»jornaIes olivos, 3 jornales encinar, y 30
»jornales pinar y roca...
»Toda aquella segunda suerte de 2 'Vi
«jornales de tierra huerta, que linda de
»E. con el río...
»Toda aquella tercera suerte de ^,\ de
»jornal de tierra huerta, que linda A
»Oriente con el río...
»Toda aquella quinta suerte de '/j de
«jornal de tierra huerta...
»Toda aquella sexta suerte que contie-
»ne un huerto circuido de paredes de '/i
»de jornal».
El precio fué 17f),.ó00 reales, iguales a
(!) Ko!
del protocolo.
8,975 duros; de los que en Tarragona, a 9
de febrero de 1841, pagaron la quinta
parte con títulos del 5 por 100 al portador
y vales no consolidades.
Pertenecia esta finca a los Carmelitas
calzados de Valls (2). El nombre de ella
era Mitjó dels Frares, y estaba situada
en la Plana y Samuntà.
^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 9 de
mayo de 1842, don José Gassol y Porta,
vecino de Tarragona, compra al Estado
tres casas de los Carmelitas de Valls, a
saber: «la número 11 letra A del arrabal
«del Carmen, la número 11 y letra C del
»mismo arrabal, y la número 11 letra D.
»La A linda al N. con la B, la C al N. con
»la D, y la D linda al N. con la de un par-
«ticular, Y al S. con la G, sitas en dicho
»arrabal de Valls». El precio fué de 33,554
reales, iguales a 2,677 duros y 14 reales,
todos los cuales paga en Tarragona a 19
de marzo de 1842 con títulos, a saber: uno
del 5 por 100, tres de la deuda sin interès
y dos vales consolidados. Se le abona el
15 por 100 sobre 14,249 reales 16 mrs. por
razón de que adelanta los plazos, es
decir, porque paga en el acto hasta lo
que podia pagar a plazos (3). Cotizàndo-
se entonces, como se cotizaba, el papel
del 5 al rededordel 28 por 100, el sin inte-
rès al rededor del 6 por 100, y hacién-
dose, como se hizo, la rebaja, el precio
desembolsado seria diminuto por màs que
el sin interès se estimarà tan solo por la
mitad de su valor nominal, y los títulos
del pago de los plazos adelantados cedie-
ran el cupón a favor del Estado como
estaba mandado.
^ Por escritura pasada ante don
Joaquín Fàbregas, en Tarragona a 10 de
junio de 1842, don Domingo Alberich,
de Tarragona, compra al Estado «la casa
»número 11 letra B del arrabal del Car-
»men de Valls pròpia de los Carmelitas
»del mismo Valls, que linda al N. con la
«letra C, al S. con la A, y al O. con el'
(2) Fol. 4S7 del protocolo.
(5) Fol. 2UJ del protoeolo.
246
I.IliKO TKltCUUO. — CAPITULO
»Arrabal», por el precio de 17,003 reales,
iguales a 850 duros 3 reales; de los que
en Tarragona a 12 de mayo de 1842 pago
con metàlico la quinta parte (1).
^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 14
de noviembre de 1843, don José Simó, de
Reus, compra al Estado «toda aquella
«pieza de tierra de estension 30 jornales
»parte vina, parte olivos y algarrobos,
»sitii en el termino de Valls, partida de
»la Martinanguera», procedente de los
Carmelitas de Valls, por el precio de
43,000 reales, iguales a 2,150 duros; de los
que en Tarragona a 9 de noviembre de
1843 paga la quinta parte con títulos
del 5 consolidades y un pico en metalico
equivalente a títulos (2). La quinta parte
montaba 430 duros, los que se redujeron
próximamente a una tercera parte en
razón del valor que en aquellos días
tenían en la Bolsa los mentados títulos.
^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 7 de
agosto de 1844, don José Safont, de Ma-
drid, compra al Estado, procedente de
los Carmelitas calzados de Valls, «todo
»aquel molino harinero situado extra-
»muros de la Villa de Valls y paraje
»llamado la Font de Farigola, con sus
»dos casitas à él contiguas. Un huerto
»unido à dicho molino de cabida un trein-
»ta y dosavos de jornal: Otro llamado de
»Baix, de un treinta y un avos de jornal:
»Una porcion de tierra debajo el molino
»contiguo al puente llamado de Farigola.
»Otro contiguo à la acequia del espresa-
>^do molino de tres cortanes de dimen-
»sion». El precio fué de 200,000 reales, o
sea 10,000 duros, de los cuales en Madrid
a 19 de enero de 1840 pago el quinto con
un titulo del 5, otro del 4 ambos de al
portador, y un «Documento interino de
»renta perpètua al 4 p.%» (3). El quinto
de 10,000 son 2,000 duros. Los títulos
del 5, entonces, se compraban al precio
(i) FoI. 2ÓJ del protocolo.
(2) Fol. 954 del protocolo.
(3) Fol. 699 del protocolo.
de 27 '/s a 29 '/a . Y por lo mismo, los 2,000
duros del primer plazo solo importa-
rían el desembolso de unos 550 duros.
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 3 de
noviembre de 1845, D. Agustín Reverter,
de Valls, compra al Estado, procedentes
de los Carmelitas calzados de Valls, las
fincas siguientes:
1.0 La huerta sita en el termino de
Valls, partida de Espinavesa, junto a la
carretera de Reus, de 2 jornales, que
linda a S. con dicha carretera.
2° La pieza de tierra en el mismo ter-
mino y partida, contigua a la misma
carretera, de 3 1/4 jornales entre yermo y
secano con 118 olivos.
3.° La vina, sita en el mismo termino
de Valls, Plana de'n Berga, o Prop de
Canellas, de 2 jornales con 44 olivos.
4.'' La pieza de tierra, sita en el mismo
termino y partida Plana de'n Berga, de 2
jornales, plantada de vina con 31 olivos,
llamada del Clot.
5.° La vina llamada la vina llarga
situada en la mïsm-àplana de'n Berga, de
4 jornales.
El precio fué 69,102 reales, o sea 3,455
duros 2 reales; de los cuales en Gerona a
30 de octubre de 1845 pago el quinto con
títulos del 5, 742 r. 30 m. con metúlico en
equivalència de 3,517 r. 31 m. de títulos
del 5 según tipo de 21 r. 4 m. por ciento;
y con títulos del 4 (4).
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona, a 20 de
abril de 1846, D. Francisco Mosté compra
al Estado, procedente de los Carmelitas
de Valls, una pieza de tierra huerta de '/j
de jornal y ^/^ sita en el termino de Valls,
y partida Rech de las Canals, que linda
a N. con este Rech a S. con el RecJi de
Monfar; por el precio de 21,500 r. ó sea
1,075 duros; de los que en Tarragona a
20 de abril de 1846 paga el quinto, ó sea
4,300 reales, con 946 reales en metalico
en equivalència de 4,300 en títulos conso-
lidados del 5 computades al 22 por 100
(-l) Fol. 4ÍÚ del protocolo.
I
IJO.NTORNOS DE REUS
247
según cotización del 21 marzo. Elaumen-
to del 2 sube ISreales (1). La misma es-
critura, pues, lo dice todo, y por ella sabe-
mos que el plazo de 4,300 reales se paga
con 946: o sea 215 duros se pagan con 47
duros 6 reales.
Ui Por escritura ante D. Joaqüín
Cortadellas, en Tarragona, a los 29 de
abril de 1847, D. Manuel Berenguer, veci-
no de Montblanch, compra al Estado,
procedente de los Carmelitas de Valls,
la casa que habitaba el parcero de la |
heredad llamada Plana, sita en el pueblo
de Plana, por el precio de 18,000 reales,
iguales a 900 duros; de los que en Tarra-
gona el mismo dia pago el quinto con 724
r. S m. en metàlico, en equivalència de
3,600 en títulos del 5 computados al 20 r.
4 m. hecho el aumento de 14 r. 16 m. por
razón del 2 por ciento (2). También aquí
la escritura lo declara todo, y nos certi-
fica de que el quinto del precio, o sea
3 600 reales, quedo pagado con 724 reales
8 maravedises; o sea 180 duros quedaron
pagados con el desembolso de 36 duros 4
reales 8 maravedises.
COXCLUSIÓN
No puedo terminar este articulo sin
tratar, siquiera en breves palabras, dos
puntes. Primero. Cuenta el seiïor Puigja-
ner en su Historia de la villa de Valls
el motín que de 1834 a 1835 se perpetro
en esta población contra los procurado-
res. «La indignación, dice, contra los
»f ralles iba en aumento temiéndose
»desacatos iguales à los que mAs tarde
«tuvieron lugar. En tal situación se amo-
»tina un dia el pueblo de Valls, ó mejor
»dicho la mayor parte de los individuos
»que formaban las compaiiías 4.^ y 6." de
»la milicia al grito de mueran abogados
»y procuradores, y las autoridades y el
«resto de la milicia apenas pudieron con-
«tener al populacho que llego -k pegar
»fuego à algunos archivos... Ahora bien:
«iquién promovió esealboroto?;Seria que
(i) Fol. ijí.
(j) Fol. J71 del prolocolo.
»el pueblo estuviese verdaderamente in
>dignado contra aquellos funcionaries en
>/una población en la que, por estar tan
«dividida la propiedad... apenas hay fami-
>4ia que no haya sostenido algun litigio,
«habiendo visto bastantespasar sus fincas
«à manos del tribunal por pago de gastos
»y costas, ó seria quiza que alguna mano
*oculta hubiese andado en ello a lin de
»distraer el odio que se manifestaba cada
»día mas contra los frailes? Todo puede
»presumirse» (3).
jCuanta malignidad en esta insinua-
ción! No, senor Puigjaner, no, los frailes
no atizan odiós personales; y tampoco los
atizan contra los archivos y sus custo-
dies, perquè esto seria pecado, y perquè
en los archivos estaba precisamente la
fuerza y fundamento de sus propiedades
y censos. Los que en aquel nefasto ano de
1835 corrieron a incendiar archivos fue-
ren los liberales, los amigos de V., gane-
sos de librarse, aun hollande sobre la
conciencia y la justícia, ganosos, dige,
de librarse de las obligaciones de censos
y censales que debían ales menasterios y
conventos.
Però sí el que leyere desea convencerse
de lo enterado que anda Puigjaner, exa-
mine el siguiente aparte que inmedíata-
mente sigue al copíado: «Sin embargo,
»díce, la espulsion de les frailes tuvo
«lugar en Valls como en los demas puntos
»de Espafia en ese mismo ano de 1835. A
»les incendies de conventos y horrible
»matanza de religiosos que tuvo lugar en
«Barcelona el 25 de Julio, despues de
«haber muerto al general D. Pedró Bassa,
»natural de Villalonga, sucedieron igua-
> les desmanes en Reus y otras partes...
»La espulsion de los frailes tuve pues
> lugar pacificamente en Valls el 27 de
» Julio de 1835...» (4). Apunto a continua-
ción las fechas verdaderas de les aconte-
cimientes que insinua arriba, s apare-
ceràn los crases errores del autor. Incen-
»dio de los conventos de Barcelona: 25 de
(ï)
(-4)
Obra dicha, püg. ?i
Obra cit., púg. 510.
248
I.IIÍRO TERCliRO. CAPITULO QLIN'Td
julio.=Asesinato de Bassa: 5 de agosto. =
Incendio de los conventos de Reus: 22 de
julio.=Exclau.stración de Valls: 23 o 24
julio. De modo que el orden de los suce-
sos es el contrario del que escribe Puigja-
ner y algunas fechas equivocadas. Ya al
relatar la exclaustración de 1821 nos dijo
que en Valls se perpetro el 16 de abril de
1821, siendo así que el decreto que la or-
deno es de 16 de maj'o siguiente (1). Y
basta de Puig'janer.
Segundo punto. En la triste narración
de esta gran tragèdia del 1835 poca im-
portància atesora, y por lo mismo exigua
extensión pedía en este libro, la exclaus-
tración de Valls. Ni grandes sustos, ni
atropellos personales, ni pérdidade joyas
históricas o artísticas, ni menos muertes,
ennegrecieron las tintas de este pequefio
cuadro; y sin embargo le considero digno
de no poca atención. Estuvo la causa de
tal anomalia en que si como relato histó-
rico carece de importància, la tiene in-
mensa como acusación fiscal y sentencia
en contra de las autoridades de Reus.
Junto a la falta de medidas preventivasy
morosa inacción del Gobernador Satorras
y del Comandante Llorens brillan, como
estrellas en noche obscura, las acertadas
trazas del Alcalde Teli y la decisión del
Cabo Cartró. Confieso de buen grado la
mayor población de la villa de Reus y su
exaltado espíritu revolucionario, paro a
su vez recuerdo la presencia de aviesos
forasteres en Valls, y que en Reus mane-
jaba los destinos autoridad muy superior
a la de un alcalde, la del Gobernador,
duefia por tanto de poderosos recursos, y
que el militar no disponía de solos 25
mozos, sinó de buen trozo de tropa regu-
lar. Teli da pasaportes con larga mano,
vigila, distrae a los malévolos, y usarà
de la fuerza si se hace menester. Satorras
se cine a la completa inacción; y así la
prueba del hecho, de todas la mayor,
demuestra que el jefe de Valls quiso con
veras evitar el crimen, y que el Gober-
nador no.
(i) Obra cit.. pàg.
ff7 f<m msra wmsr
ARTICULO SEPTIMO
CARTUJA DE SCALA DEI
§ 1." AXTECEDENTES A LA EXCLAUSTRACIÓ.M
En mi obra anterior escribí que la
Comunidad de esta Casa, según un docu-
mento de 1718, se componia de 28 presbí-
teros y 30 legos, y que opinaba yo que
en los tiempos posteriores poco habría
variado el número (2). Efectivamente,
los ancianos de 1835 le ponen en unos 25
sacerdotes y 15 legos, dando un total de
40 religiosos. Solo en modo incompleto
pude averiguar sus nombres, y son como
siguen:
Prior: D. José Vila, natural de Vimbo-
dí, seilor de mucha santidad.
Procurador general y conreuer (3):
Don Domingo Assols, hijo de Manresa,
hombre espiritual y muy docto. Un sacer-
dote agustino, que le trató familiarmente
después de la exclaustración, me hizo de
él grandes elogios, diciendo que ni aun
en los paseos era frívola su conversa-
ción, ni de intereses mundanos, sinó solo
de dogma, moral y política (4).
(2) I. as Casas de religiosos..., tomo I. pàgina
218,
(3) Palahra catalana nacida del verbo con-
reuar, que significa labrar el campo, porque el
Conreuer cuidaba de esta labranza.
(4) El P. D. Luis Salléf.
c:ONTOR.\OS DE REUS
249
Maestro de novicios: Don N. Simó,
hijo de p-ondarella, en Urgel.
Archivero: Don N. Franch, hijo de
Granadella.
Don N. BurruU, monje encanecido en
la religión y sabio.
Don N. Tuntull, de ochenta y ocho afios
de edad, hijo de \^ellbis.
Don N. Sala, hijo de Juneda, hombre
sabio.
Don N. Marín, valenciano.
Don N. Baquer, natural de Batea.
Don N. Sardà, de Reus.
Don N. Prat, de Prats de Rey.
Don N. Gassó, de Calaf.
Don Pedró Prim, de Torres.
Don N. Solà, de Ofès.
Don Fernando Pagès, de Barcelona.
Don N. Dalmau, de la Nou.
Don Fernando Agullana, de Vilaller.
Don Miguel Ordinas.
Don N. Arrégula.
Don N. Pujol.
Don Miguel Pujadas.
Don N. Feliu.
Don Buenaventura Morer, de Cerdana.
Don Jaime Marrugat, de Tarragona.
Don Miguel Roger, de Margalef.
Legos : Fray Narciso, Fraj' Bruno,
Fray Melchor, Fray Mariano, Fra}' joa-
quin, Fray Pedró, Fray F"rancisco, Fray
Esteban, Fray Gabriel, Fray Miguel y
Fray Cipriano Riqué.
Según expliqué en su lugar, a los tres
días de muerto Fernando VII, o sea en
dos de octubre de 1833, levantóse en
armas en tierra de Castilla la primera
partida carlista de la guerra de los siete
aflos; siguiéndole en breve, o simultànea-
mente, en otras provincias, otras. Para
fomentar en Catalufia el alzamiento, que
aquí andaba tardío y descaecido, nume-
rosas fuerzas carlistas del Maestrazgo
cruzaron, bajo Carnicer, el Ebro a pri-
meros de abril de 1835 (1), atravesando
(i) d. Víctor Gebhardt. Historia general de
Espaiia, tomo VII. púg. i^. — Pirala. Historia de
la guerra civil, lib. II, § óo, o sea cdición de
i8ó8, tomo I, pàg. 206.
el Priorato, y pasando el 6 o el 7 del
mismo mes por Scala Dei. Por ello muy
pronto clamo la piiblica sana liberal,
diciendo sin verdad que el Monasterio
entonces habia facilitado a Carnicer dine-
ro, con que éste repartiera una paga a
sus oficiales. Subió un regimiento a la
Cartuja; tomóse declaración a los depen-
dientes y al Prior; éste, el Padre Vicario
y el Padre Procurador vinieron a la
Ciudadela de Barcelona, donde quedaron
presos. Al cabo de unos tres meses, me-
diante fianza, obtuvieron la libertad ('2);
y muy sin culpa debió de ballaries el
Tribunal o Consejo de guerra, cuando, en
aquellos tiempos de brutal intolerància,
y en los que por pequeiïos datos se pasa-
ba un hombre por las armas, se les con-
denó solo a destierro al punto de Espafia
que ellos escogieran (3); y aun esta sen-
tencia, en cuyo cumplimiento los conde-
nados optaron por Mallorca, no llego a
ejecución. Según otros, el fallo fué abso-
lutorio; y cuenta que este ultimo y màs
favorable sentir lo hallonada menos que
en el dependiente de confianza del Padre
Procurador, que fué quien de Barcelona
llevo la grata nueva al Prior en Scala
Dci ; y quien, como prueba de la tirantez
de los tiempos, al partir de la capital no
se atrevió, aconsejado por el prudente
canónigo de Lérida senor Vallcendrera,
a llevar consigo escrita la noticia, o sen-
tencia, sinó que la tragó, sin que por
esto lograra escapar de ser presó (4).
Dos terribles enemigos nutría junto a
sí la cartuja de Scala Dci , a saber: sus
riquezas y sus virtudes. Bien es verdad
que, satisfechas las frugalísimas necesi-
dades del monje, repartia las primeras
entre los pobres principalmente del Prio-
(2) Relajiún del dependiente de confianza del
P. Conreuer. D. Juan Pàmies, hecha en Borjas de
lifíel a -I de julio de i8<)o, ratificada después por
carta.
(5) Relación de un oficial de este regimiento y
relacion de un monje de esta cartuja.
(4) Relación del mismo dependiente D. Juan
Pàmies.
250
i.iBKO Ti:uci:iiO. — capitulo ouinto
rato; bien es verdad que el Padre Procu-
rador, poco exigente y generosísimo con
el granjero de San Blas, no había de
mostrarse tirante con los demas colonos,
parceros y censatarios; bien es verdad
que el Monasterio permitía a todo el
mundo aprovechar la leiia caída de sus
muy extensos bosques; però aquellos co-
diciosos montaneses prefirieron a la
decència, al respeto a lo ajeno y a la
mas rudimentària justícia, la libertad de
censos y diezmos, y la posesión de los
bienes del Monasterio. Ignorantes, pres-
taren favorables oídos a las promesas de
futuras Jaujas, que astutes agentes de la
revolución, o de viles judíos de negocian-
tes, sembraron entre ellos. Inculcàronles
estos que, abolida la Carluja, sus tierras
serían repartidas entre los campesinos
de la redonda; que con ellas cada chica
joven, al contraer matrimonio, recibiría
dota abundante; que en los bienes mona-
cales toda deuda encontraría pronta
extinción; de tal modo, que en aquella
comarca no faltaron osados que ya antes
de la exclaustración se intitularen due-
iïos de cuanto poseían los monjes. ilnfeli-
ces! Reclamen ahora estos sus bieites,
reclàmenlos de los actuales poseedores,
y al liacerlo usen con ellos de algun des-
comedimiento, y pronto la guardià civil,
atàndoles codo con codo, les sacarà de
errores. Y por cierto que en estos últimos
tiempos, allà por los afios de 1S90, no
poco descontento y enemiga germino en
contra de aquellos sefiores en los pechos
populares del Priorato, por el desconoci-
miento con que se les ha mirado en la
construcción de la carretera.
Por otra parte, las refulgentes virtu-
des que como estrellas brillaban en el
Monasterio y en cada uno de sus monjes,
si por un lado eran reconocidas por
aquellos comarcanos, e imponían respeto
y veneración a pueblos que, en hecho de
verdad, respetaban a los cartujos; por
otro, encendían el odio y la ràbia satàni-
ca de los revolucionarios de intención,
que no podían faltar en pueblos exalta-
des como les del Priorato, armades ade-
màs con los fusiles de nacienales. Un
entendide sacerdete, pàrroco que fué de
un pueblo vecino, y muy mi amigo, me
testifico la buena epinión que gozaban
allí les cartujos. Así que el color moral
que a los ojes de todo expectader cen-
cienzudo presenta, respecto del Monas-
terio, la epinión de estàs gentes, es el de
una extraiïa mezcla de respeto y ojeriza
hacia sus monjes, y codicia de sus bie-
nes. Les hechos que muy luege voy a
reseiïar, y de cuyo examen deduje la
anterior apreciación, me dejaràn plena-
mente veridice.
Quizà en el animo hostil de alguno
influj'eran prevenciones de partido polí-
tice. Muy pecas reflexiones bastaran al
mas lerde para certificarse de cuàn fal-
tas de fundamento éstas se ballaran.
Nunca el Monasterio mostro inclinación
por uno u otro bando; ninguno de sus
edificantes monjes, ordenado o lego,tuvo
la osadía de trocar por el fusil sus disci-
plinas y breviario; ni casi epinión pudo
formar sobre los partides contendientes,
aislado del resto del mundo como se
hallaba por el silencio abseluto. Si por
allí Carnicer pasó una vez, otras muchas
se alejaren fuerzas isabelinas en los edi-
ficios cartujos, y obtuvieron de seguro
mucho mayer socorro y asistencia éstas
que las de aquél, que al fin no recibieron
màs que un becado de pan y un serbo de
vine (1). Si el Monasterio, después del
atentado del dia de Pascua, que relataré
muy luege, trató de pedir auxilio arma-
do, acudió a los nacienales de la muy
liberal Porrera, y de ellos bajo su techo
albergo censtantemente un piquete, con-
tinuo testigo del sensato proceder del
Monasterio y sus monjes. Ni son para
olvidadas las palabras tan decisivas de
amor al trono de Dona Isabel, escritas
por el Prior del Monasterio al Capitàn
general Llauder, en 4 de junio de 1834,
ni menes los 3,000 dures que para el
(i) Relación ya citada de D. Juan Pàmies,
que se hallaba a la sazón en la Cartuja. y aun
dice que solo se dió de beber.
CONTORXOS IJE REUS
251
sostenimiento de la guerra le mandó,
según aniba escribí, y publico el mismo
Llauder.
No, mil veces no, no existe inconve-
niència política alguna de parte de los
monjes que pudiera dar pretexto al incen-
dio, y así dejadas a un lado tales quime-
ras, vengamos va a la narración de los
hechos, de sí harto elocuentes.
Armados los nacionales, e iniciada la
guerra civil, aquéllos emprendían corre-
lías por la comarca, y empleaban en ges-
tos y palabras desusada libertad, nada
halagüefla por cierto para monjes y frai-
les. Así, por ejemplo, llegando a las
veces hasta la Cartuja, pedían a grandes
voces, o mejor exigían, la clase de ali-
mento que mejor les venia en voluntad,
aiïadiendo que allí toclo era de e/los.
Conforme a tan injusto principio, un dia,
cuya fecha ignoro, se antojó a uno de
ellos proveer de lena en el bosque del
Monasterio, y sin escrúpulo cargó allí
osadamente dos burros. Sorprendióle el
guarda, y so pena de autorizar con su
presencia el crimen, debía reprender, y
reprendió, al ladrón, dandole la voz de
«alto». Entonces el atrevido nacional,
lejos de pararse, o siquiera, de confuso,
huir precipitadamente, acometió al guar-
da, el cual en uso de legítima autoridad
y pròpia defensa le asestó un tiro, que
por desgracia dejó al ladrón en tal esta-
do que murió al poco rato. Corrió el Pa-
dre Procurador al lugar de la desgracia
para prestar al herido los auxilios espiri-
tuales, però hallólo ya cadàver. Este
hecho, tan exento de culpa por parte del
Monasterio, de tal modo dió pretexto
para la ira de los nacionales, que resol-
vieron estos subir a la Cartuja y asesinar
a los religiosos. Con fin tan criminal
enderezàronse a la Conrería; mas, al
penetrar en ella y subir la escalera, sus
corazones, de improviso, quedaron tro-
cados; pues, fuera por milagro del Cielo,
al cual lo atribuyeron los monjes, fuera
por el respeto a las limosnas y santidad
de estos, lejos de ejecutar sus proyectos
de exterminio, trataron con toda cortesia
al Padre Procurador con el cual toparon,
quedando ellos mismos pasmados de su
pròpia mudanza, 3' confesando después
paladinamente la verdad de su criminal
proyecto (1). He aquí en el difunto del
bosque la codicia de los bienes del Mo-
nasterio, y en sus companeros el respeto
arriba mentado.
Otro dia salía de paseo la Comunidad
en los momentos en que los nacionales
de varios pueblos del Priorato descansa-
ban frente del Monasterio, cuando al
cruzar aquéüa entre los grupos uno de
los armados soltó una blasfèmia. Ni el
piadoso corazón ni su autoridad le sufrió
al Padre Maestro dejar pasar sin correc-
tivo tan feo pecado, y así reprendió sin
replica al culpable. Aquella misma tarde,
encaramandose por una pared, entraron
los nacionales en una celda y sustraje-
ron algunos objetos de poco valor (2).
Y otra vez aparece aquí en los naciona-
les, que, callados, toleran la reprensión,
el respeto que les infunden los monjes, y
en los que saltan los lindes de la celda
la avidez por los objetos del Monasterio.
En la noche del lunes de Pascua de
Resurrección, 19 de abril de 1835, reinan-
do por doquier en la Cartuja el piadoso
silencio de costumbre, la Comunidad, se-
giin invariable regla de cada dia, canta-
ba los Maitines, cuando de improviso,
a eso de la una, y mientras D. Jaime
Marrugat decía una lección del primer
nocturno, resuena en la iglesia una des-
carga de fusilería, que si a todos ami-
lana a ninguno derriba, porque, propo-
niéndose los agresores solo amedrentar,
habían cargado sus armas sin proyectil.
Vuélvese sobresaltada la Comunidad, }•
se halla con un grupo como de doce arma-
dos, ocultos bajo vil disfraz, impotente
emperò para esconder ante los pueblos
del Prioiato el nombre de otros tantos
nacionales de Poboleda, que lo usaban, y
(i) Relación del monje D. Bucnaventura .Mo-
rcr, hecha en .Montaiegre en octubre de 1881.
{2) Relación ya citada del monie de Scala
Dei D. Bucnaventura .Morer.
252
I.IBRO TKUCliRO. — CAPI ILl.O cilINTO
a quienes allí todos conocen. Entre ente-
les amenazas de muerte mandan a los
monjos que se tiendan en el suelo. Pron-
tamente obedecidos, uno de ellos, sin
duda el cnbecilla, se dirige, a lo que pa-
rece cieyéndole el prelado, a D. Jaime
Marrugat, y cogiéndole por el brazo, le
levanta, y pregunta si es el Prior. El
monje contesta negativamente, y senala
al Prior. Este con algunos de los agreso-
res bube a la celda prioral, mientras azo-
rados los monjes, cada uno, consideran-
dose próximo a la muerte, pide a su
vecino la absolución, que mutuamente
dan y reciben sin moverse de su humilde
postura.
Entre tanto los nacionales que acom-
panaron al Prior le piden las llaves del
archivo. El Prior, por el espanto no ente-
ramente dueno de sí, les alarga dos; a lo
que los agresores, con harto conocimien-
to de lo interior de la casa, replican que
al arcliivo le cierran tres, y así que falta
la tercera. Biiscala el Prior, y al fin balla-
da, la entrega. Llegades al archivo, pieza
contigua a la sacristía, los nacionales
echaron mano a los talegos de plata (el
oro a tiempo habíasido retirado), cargan-
do con 1,600 duros; mientras la Comuni-
dad, trasladada por orden y en companía
de sus opresores desde la iglesia a la
pieza llamada el capitulo, queda allí ten-
dida en tierra por mandato de los mismos
conductores (1). Encerrada en este apo-
sento, oía el sonido de lasmonedas al ser
vaciadas de los talegos al poder de los
ladrones.
En esto retumbó un tiro de fusil en la
cerca del monasterio; espàntanse los agre-
sores; piden la Uave de la celda màs prò-
xima a la iglesia; y por ella escapan,
notàndose la particularidad de que efec-
tuaron la entrada por la misma celda por
donde días antes habían penetrado y,
según arriba dije, habían robado algunos
otjetos de corto valor.
No todos los monjes escaparon de este
(i) Según D. Buenaventura .Morer, la Comu-
nidad no tué al capitulo, sinó a la sacristía.
percance con solo el susto consiguiente:
al mandar a los cartujos los ladrones que
se tendiesen, como Don Miguel Pujadas
no obedeciese prontamente, recibió en el
muslo una herida de arma blanca, que le
arranco un agudo grito; y en la puerta
de la iglesia, porque huía, fué herido de
un bayonetazo un lego de nombre Fray
Juan.
Finidas por la precipitada fuga de los
sacrílegos agresores las escenas de es-
panto y sangre, hacíase natural que los
monjes se entregasen a la expansión, y,
acudiendo presurosos a reponerse de los
terribles sustos, tomasen los remedios
oportunos, y los aplicasen a los pobres
heridos, perquiriendo luego por las hue-
llas todos los pasos y actos practicades
por los malhechores, y tejiendo sobre
ellos los consecuentes comentarios. La
gràcia del Senor emperò, por la extricta
observancia tan duena de aquelles cora-
zones, les dicto un proceder contrario.
Entregados los dos heridos a los enfer-
meros, la Comunidad ne rompió el silen-
cio, atinó con serenidad en la ilicitud
canònica de continuar los actos del cuito
en la iglesia manchada por el derrama-
miento de sangre, y trasladàndose a una
capilla, cantó allí las Laudes, las cuales
terminadas, cada uno tomo el camino de
su celda. Tal era, y es, la observancia
cartuja, acrisolada en la màs recia prue-
ba posible; por lo que omito aquí todo
comentario, apte solo para deslustrar la
irresistible elocuencia de un heche de por
sí superior a toda ponderación.
Però he aquí que al abandonar la capi-
lla nota alguno la falta del monje Don
Buenaventura Morer. Entonces la cari-
dad impone el rompimiento del silencio;
se le llama por todos lados, hasta en los
liltimos rincones, y enninguna parte con-
testa. Crecen con este el susto y el cuida-
do; acúdese a su celda, que se encuentra
cerrada; llaman a su puerta repetidas
veces, y nadie abre. Per la ventanilla del
paso de los alimentes introducen en ella
un chice, fregón de la cocina, y a nadie
allí encuentra. Encaràmanse sobre el
COMÜRNOS DE REUS
•2o3
techo de la celda, vocean, y nadie res-
ponde, bien que en veidad el pobre monje
rato había que oía las voces, mas por un
lado la terrible herida que llevaba, y por
otro la equivocación, hija del temor, de
creerlas enemig•as, impedíanle contestar-
las. De orden del Prior salen los criades
a reconocer el campo vecino, y al cabo
de un rato, preguntados a voces por
aquél, contestan que lo hallaron, però que
va a morir, pasado como està su pecho de
parte a parte por un balazo.
tCómo lo recibió y por qué? Al terminar
los salmos del primer nocturno el Padre
Morer tuvo que salir del coro para el
excusado, donde le sorprendió la des-
carg:a de la iglesia, que él equivocada-
mente creyó en la porteria; por lo que
acude despavorido hacia el templo; al
llegar al rastrillo junto ala puerta de él,
topa con los malhechores; retrocede,
vuela todo el lado de los claustres; cuéla-
se en su celda; ya en ella, para impedir la
entrada, cierra la puerta e inmoviliza el
picaporte sirviéndole de cuiía un cuchillo.
Mas entre tanto temor una idea, hija de
la nobleza de su corazón, se presenta ante
su mente en habito de remordimiento: «Tu
»deber no es huir, le dice, sinó seguir la
«suerte de la Comunidad». Reflexiona un
momento; considera que ofrecerse al peli-
gro equivale a tentar a Dios, y resuelve en
definitiva quedarse en la celda, dispuesto
a morir en ella. Mas, aguijoneado por
la natural curiosidad, sube en mal hora
al terrado paraescuchar; topa allí con dos
hombres fusil en mano; entonces, m;'is que
antes azorado, tírase abajo; cae de pies
sobre el grueso de una pared, corriéndola
se dirige a la de cerca o muralla exterior,
encuentra en esta nuevos armados, salta
la cerca, mas entonces recibe de aquéllos
una bala, que entràndole en la espalda
por la región inferior del costado Izquier-
do, salió por la delantera alta del mismo
lado, rozando en el interior con el cora-
zón. Tan de cerca se hizo el disparo, que
la impulsión del proyectil empujó de tal
modo al monje, que le hizo córrer unos
pasos. He aquí el inopinado disparo que
asustó y puso en fuga a los ladrones del
archivo. El pobre herido, queriendo conti-
nuar su fuga, trató de superar un ribazo,
mas hallilndclo falto de arbustos en que
asirse, tuvo que renunciar a ello; y así
torció a un lado a pocos pasos del camino
donde le habían herido, y sentóse al pie
de una encina mientras de sus heridas
brotaban dos abundantes manantiales de
sangre. En esto los ladrones puestos en
fuga saltan también la muralla, y toman
el camino de junto al herido, el cual cre-
yendo entonces llegado su fin, cierra los
ojos para no espantarse ante la muerte,
que ve a su lado. Però aquéllos pasan, y
él queda allí abandonado hasta bien en-
trado el dia, es decir, hasta que, segiin
dije arriba, fué hallado por los criados
del monasterio.
A la voz de estos corren los PP.: colo-
cado el herido en un sillón, es trasladado
a su celda, y recibe en seguida el Santísi-
mo Viàtico, mientras se llama al medico
y demàs auxilios. Formóse en las heridas
terrible supuración, la que en tres meses
redujo al enfermo a debilidad extrema,
llegando así a la víspera de Santa Cristi-
na, 23 de julio, en cuyo dia la junta de
facultatives no daba al herido ocho de
vida(l).
(i) Las noticias transcritas rel'crentes al aten-
tado del lunes de Pascua las saco de las relacio-
nes que me hicieron: i."el mismo Don Buenaven-
tura Morer en Montalcgre en octubre de 1881,
ratificada y ampliada por escrito en cl mismo
mes. 2.° El monje Don Jaime Marrugat en Barce-
lona a 10 de octubre de 1881. ratificada dos días
después. '^' ?.° D. Juan Pàmies, dcpendiente de
confianza del F. Procurador de Scjla Dei en
i>->!í; quien me la hizo en Borjas de Urgel a .4 de
iulio de i8go. Los tres concuerdan perfectamente
en lo l'undamental del hecho, discrepando solo en
los pequenos detalles que voj- a enumerar: i.° I£n
todo lo referente a la persona de Don Morer he
scguido los datos suministrados por cl mismo.
Ins cuales con menos nilnuciosidades fueron rati-
licados por los demàs. 2." En lo referente a otras
personas también tuve en mucho su dicho, pues,
sobre ser cste seiior hombre de talcnto, seso e
iiislrucciíin. pudo largamente tratar del hecho
254
L/BRO lERCIÏUO. — CAPITCI.O QUINTO
Respecto de la cuantía del dinero robado
escribo 1,600 duros porque así me la puso
uno de los testig:os interrogados; però no
debò callar que el Padre Prior dijo al jefe
de la principal faniilia de la vecina pobla-
ción de Torroja estàs palabras: i<S/ /lo
•,-)Saben guardar n'/ie tiiidrdn per ells y
»pels seus», o sea, «si Ics ladrones saben
»guardar el dinero, tendràn de él para
»ellos y para los suyos» (1).
Respecto de este crimen el periódico
liberal exaltació de Barcelona, del tiempo
del hecho, titulado El Vapor, insertó el
sio^uiente comunicado:
«]3esde Falset remiten à esta Redac-
»cion el comunicado siguiente:
«Denunciar los hechos atroces à la
> pública execracion, nos parece un acto
»muy digno de los amantes del órden y
»de la seguridad individual y domèstica.
con los superiores de la casa y con otros con mo-
tivo de su larga enlermedad en la que recibió
cuidados de todos. Así el número de los atreso-
res, la cantidad robada, la escena de las dos o tres
llaves del archivo y la mútua absolución que se
dieron los monjes en el coro. lo saco de su rela-
ción, callàndola los demds testigos. ^."DonMorer
fué también quien me dijo que los ladrones eran
de Poboleda y de todos conocidos: otros selimita-
ron a decir que «serían de aquellos pueblos».
4.° Don .Morer senala como lugar de la entrega del
dinero a los ladrones el archivo, y lugar de la
segunda postración de la comunidad en tierra la
sacristía: otro quiere que la entrega se efectuasc
en la celda prioral. y la postración en el archivo:
mientras Don .Marrugat,' que se halló en el acto,
asegura que los monjes fueron llevades y encerra-
dos en el capitulo. La voz general del pais dice
que la entrega del dinero se hizo en una pieza que
había en un corredorcito después de la sacristía.
que seria el archivo. 5.° Slgo a Don Marrugat en
todo lo referente a su persona. 6.° El Sr. Pàmies
es quien particulariza el lugar del cuerpo donde
fué herido Don Pujadas. 7. " Solo D. Morer habla
de la herida del lego Fray Juan. 8.° De la conti-
nuación del rezo terminado el asalto dan testimo-
nio los dos monjes.
(i) Me lo dijo D. José Morlà, pàrroco que luc
de Torroja, y lo había oído muchas veces de boca
del anciano. Barcelona 2 de junio y 18 de octubre
de 1894.
>.A la una de la noche del dia 20 de abril
»fué asaltado el monasterio de la Cartuja
»de Escala Dei por una gavilla de ladro-
»nes, los cuales sorprendieron de repente
>;los monjes que estaban rezando maiti-
»nes, los cuales creyendo iban ;i ser ase-
>sinados, se tendieron todos boca íi tierra:
»los facinerosos se presentaren en la
«iglesia enmascarados gritando y blasfe-
»mando con las m;'is sangrientas amena-
»zas; llamaron por fin al padre Prior íl
»quien mandaron les condujese al archi-
»vo: tomo el padre su linterna y les con-
»dujo ."I la celda Prioral donde tenia unas
»cien onzas de oro, sobre las que se tira-
«ron con un atropellamiento difícil de
»describir; de allí pasaron al archivo
«donde reiteraron la rapaz escena echAn-
»dose sobre aquel tesoro con tan desorde-
»nada ànsia que el uno no daba lugar al
>^otro para sacar los brazos de dentro la
«ferrada arca. Otras cien onzas poco mas
«ó menos se llevaron de aquel depósito,
»y se escaparon dejando cuatro religiosos
«heridos, uno de mucha gravedad que
«fué pasado de un tiro.
«Una ocurrència tan escandalosa }'
«atentatoria de la ptiblica seguridad per-
«petrada contra un asilo sagrado é inde-
«fenso, por un número de hombres arma-
«dos que no bajaria de quince, debe
«excitar la mAs viva indignacion contra
>esa clase de bandidos que se ocultan en
«las poblaciones fraguando los mas cri-
«minales atentados, al paso que las auto-
>ridades locales por miedo ó por malícia
«disimulan y se abstienen de denunciar a
«ciertos hombres à todas luces criminales
»que gastan mucho y nada tienen y nada
«ganan.
«La màs justa gratitud nos induce à
«hacer ver à los amantes de la justícia y
«del órden cuan poco merecedores eran
«los padres Cartujos de un tratamíento
«tan atroz, pues quizà no habrà otra
«comunidad religiosa que con màs lar-
«gueza favorezca à los indigentes, socorra
«las necesidades públicas y ha3'a contri-
«buído para el sostén de la causa que tan
«heróicamente defendemos los buenos: el
CONTORNOS DE REUS
255
»adjunto estado garantizarà nuestra aser-
»cion.
»E1 monasterio de la Cartuja de Escala
»Dei ha contribuído de un ano à esta
»parte para la defensa de las libertades
»pàtrias }• del legitimo trono de nuestra
«augusta Reina Dofía Isabel II, con las
»cantidades, à saber:
iPor invitacion del Excmo.
»Sr. Capitan General de
»este Principado, a pro-
»pue3ta de la Junta con-
«sultiva para la defensa del
»mismo contra las hordas
»facciosas 3,000 duros
»Por el subsidio extraordina-
»rio tambien para gastos
»de la presente lucha con-
»tra facciosos 1,373 —
»Para socorro de los urbanes
»de Porrera en diferentes
»salidas contra los enemi-
> gos de la Reina 180 —
»Para los urbanos de Grata-
»llops 64 —
»Para los de Torroja. . 64 —
ïPara los de Vilella Alta. 96 —
»Para equipo de los urbanos
»de Falset 50 —
»Paralafortificaciondelcas-
«tillo de Falset en dinero. 124 —
»Para el maderaje y tablas
»para el mismo valor de. . 150 —
»Para una porcion decamas
»y dos garitas que se estan
«concluj'endo de su cuenta
»para el mismo 50 —
xPara la fortificacion de las
»casasfuertesde la Vilella
»Alta y de la Morera. . . 500 —
»Por unpagoextraordinario. 1,000 —
»ToT.\L. . . 6,651 duros
»Ademàs han contribuido con las limos-
»nas siguientes:
»Para subvenir a los infeli-
»ces atacados del còlera. . SO duros
»Para las carceles que se
«estín construyendo en
»Falset, cabeza del parti-
»do judicial en metalico. . 40 duros
»Para las mismas se han en-
)>tregado 3,000 ladrilloscua-
*drados cu3'o valor ascien-
»de 50 —
»Para la misma se estan pro-
»porcionando cuantas ma-
»deras se necesitan, }' se
vconstruyen de su cuenta
»las puertas cuyo valor
»ascendera à 200 —
»Ademas entre los pueblos del
xPrioratose reparten sema-
»nalmente para las viudas
»pobres 700 panes. AdemAs
»para las mismas se distri-
»buyen 8 duros semanal-
>^mente que al ano son. . . 320 —
»Las limosnas particulares
» que se hacen en el Monas-
»terio ascienden mensual-
»mente a unos 170 duros,
»que al aiïo son 2,040 —
»7\demàs mantiene el Monas-
>'terio diariamente de 150 à
»200 jornalerosentre labra-
»dores y artistas. Todo lo
>^dicho sin contar las con-
xtribucionesordinariasque
vpaga el Monasterio al
»igual del demàs clero sube
»ii un total de 9,381 duros
»Y pudiendo asegurar que dicho Mo-
>>nasterio no se ha negado à pedido algu-
»no que se le haya hecho para el sosten
xde la justa causa queda demostrado que
»se ha hecho acreedor a la mas sincera
«gratitud de parte de los defensores del
»Trono de Isabel, y que se mire con el
»màs profundo horror el atentado come-
»tido por una horda de bandidos contra su
»seguridad personal; atentado que recla-
»ma altamente la accion de la lej- contra
»sus infames perpetradores.— £■/ Obser-
hvailory> (1).
A uno de los ladrones, sin duda al huir,
i (i) /;/ r.i/•or del 13 de mayo de 1S55, pàg. 5.
256
MliUO TERCliRO. — CAPIÏII.O OLINTO
le ca3'ó y perd ió la gorra barretina, la
que hallada fué llevada al tribunal de
Falset. En el fondo de ella se halló lo
que ahora llamase cèdula de vecindad, y
entonces pa^c de su dueno; però el mismo
monasterio se interesó en que el proceso
se matase, y presumo que se mató, pues
nadie sabé de él (1).
Del hecho del robo brotan muy mani-
fiestas las verdadesque arriba he sentado
referentes al espíritu del pais, a saber:
1." la avidez por los bienes de la Cartuja;
2.° el respeto hàcia los monjes, ya que
pudiendo impunemente mataries, se les
deja por regla general ilesos; y 3.° la
admirable observancia de tan santó mo-
nasterio.
Trataron los monjes de evitar la repeti-
ción de lances tan poco gratos, y acudie-
ron al Comandante de milicia urbana de
Porrera, pidiéndole un retén de sus hom-
bres. Concedida la petición, la monjía
tuvo desde entonces como unos seis volun-
tàries en su recinto. Condujéronse estos
honradamente con los monjes, y vivieron
en paz completa con la casa y sus depèn-
dientes, bien que esta les obsequio en
modo extraordinario(2). Emperò, a pesar
de tal precaución, la zozobra desde el
robo no se ausentaba del animo de los
cartujos.
Por bando dictado por Llauder desde
Berga en 13 de noviembre de 1834, en el
capitulo I de este libro copiado, se man-
daba que a la aproximación de gentes
armadas las autoridades y mayores con-
tribuyentes se ausentasen de sus pobla-
des. Por cuya razón, como el 17 de julio
circularà la voz de la presencia de parti-
das en el Montsant, los dos superiores de
la Cartuja abandonaren su residència,
pernoctando en Poboleda, de donde regre-
saron el dia siguiente (3).
A todo esto crecía en el Priorato la
enemiga contra los monjes, y al mismo
paso el temor y zozobra de estos, que si,
gracias al silencio, ignoraban la contri-
bución de Llauder y sus otros mandatos,
veian por los propios ojos los atentados de
aquellos aldeanos, y tocaban con mano
el odio y la codicia que los engendraren.
Todos los días piadesas mujeres de la
redonda acudían al Prior avisandole del
tinimo de sus marides, decidides a echar-
se sobre el monasterio (4). Peco antes de
la huída pasó por él el regimiento de
Bailén, y su Coronel aconsejó al Prior
que, en vista de la efervescència del país
en contra del monasterio, pusiese en
cobro sus capitales y alhajas, y dispusiese
la marcha de les monjes (5).
§ 2.° La excl.austración de Scala Dei
Crecía cada dia la fïebre en los opues-
tos lados, de codicia en unos, en les otros
de temor: la enfermedad corria a su des-
enlace: solo faltaba un incidente, quizà
fortuito, que, aumentando el calor, pro-
dujese crisis fatal. El accidente no tardo.
El dia de Santa Cristina, 24 de julio, el
Prior, según caritativa costumbre, había
entrado, para visitar al enferme, en la
celda del Padre Merer; y en aquelles pre-
cisos momentos es llamado. Sale, y de
boca del mozo portador del pescade oye
que les cenventes de Reus arden en in-
cendio voraz (6). Entra otra vez en la
celda, y deseeso de acudir a la Comuni-
dad, se despide de Merer, no sin antes
anunciarle la triste nueva; la que obliga
al enfermo a olvidar su dolencia y salir
de su celda en busca de salvación (7).
Ademàs llegaren al Prior varies partes
anunciàndole que los revolucionaries se
reunían en Torroja para caer sobre el
(i) Relación del citado pàrroco de Torroja.
(2) Relación citada de Don Buenaventura Mo-
rcr y D. Juan Pàmies.
(5) Relación ya citada de D. Juan Pàmies.
(_)) Relación ya citada del monje Don Jaime
.Marrugat.
(5) Relación de un oficial del mismo regi-
miento.
(6) Relación de Don Buenaventura Morer.
(7) Relación del mismo Don Buenaventura
.Morer.
CONTORNOS DE BEUS
257
monasterio (1); y seria sin duda esta la
ocasión en que recibió aviso de uno de
los Comandantes de milicia vecinos y
amigo de la Cartuja, diciéndole que ya
no podia por mas tiempo contener a su
gente (2).
A la salida de vísperas el Padre Prior
reunió la Comunidad en la celda prioral;
y, conmovido, le dijo que los pueblos
vecinos hervían en odio del monasterio;
que todos los días acudian mujeres certi-
ficandole del empefio de sus maridos en
atacar la Cartuja; que, según partes reci-
bidos. ya los revolucionaries paraestefin
se reunían en Torroja, y asi que daba
permiso a todos para retirarse adonde
mejor creyeran (3).
A tal chispazo desapareció la Comuni-
dad, porque aquella misma tarde cada
monje, vestido de habitos y con su bre
viario y baculo en la mano, echó por su
lado en deplorable dispersión a semejan-
za del percutiani pastor em, et disper-
gentur oves (4) del Texto Sagrado (5).
Sale el herido Morer de su celda al
claustro, según dije; allí ve a un monje,
que, calzadas las alpargatas, huye; aquí
otro, que también escapa, le dice al pasar:
«huimos porque vienen a degollarnos» (6);
aparece un Hermano lego, y repite el
mismo fatal anuncio, afladiendo: -iívengo
»de buscar una caballería para llevarle a
»V., y no la hallo». Mas en aquel mismo
instante entra un mozo Uevando del ca-
bestro una acémila cargada de aperos de
(i) Relaciún de un amliío que en el pais me
busco datos.
(2) Relación de Don Buenaventura .Morer.
(3) Relación de Don Jaimc .Marrugat. Esta
reunión de la Comunidad y discurso del Prior
me la explico dicho Sr. Don Jaime .Warrugat pre-
sento al acto, excepto lo referente a los partes
recibidos sobre lo de Torroja, pues esto lo deduje
de lo arriba explicado sobre los misnios partes, y
de las palabras que al huir exhalaban los monjes.
U) Mat. XWI, íi.
(ç) Relación ya citada de Don Jaime Marrugat.
(6) Estàs palabras indican claramente que la
causa de la precipitada huida fué la noticia de lo
de Torroja.
labranza: descàrganla de estos, y en su
lugar montan al enfermo, yéndose a per-
noctar bosque adentro a media hora de
distancia (7).
En aquella tarde del 24, pues, desapa-
reció de Scala Dei su comunidad secular.
Cuatro o cinco de sus monjes, el Prior y
el Maestro entre ellos, se escondieron a
su rededor: los demas dispersaronse por
diversos lados; mas, adelantada la noche,
el mayor número se halló en Margalef,
desde donde, pasados algunos días, cada
uno encamino sus tímides y peligrosos
pasos hacia donde la Providencia le dió
mejor a entender (8). Dato elocuente: los
m;ís de los monjes al huir no se amparan
de su ascendiente sobre los pueblos siib-
ditos suyos, sinó que en gran mayoría se
abrigaren, 3' esto por espacio de muchos
días, bajo la hospitalidad de Margalef,
que cae del otro lado del Montsant, allen-
de les limites del Priorato; indicio claro
de cuàl fuese el bajo resorte que a los
pueblos de éste cendujo a la destrucción
de la Cartuja. He aquí uno de los grandes
móviles, que en todas partes guió a los
revolucionarios al crimen por ellos ape-
llidade nueva era y regeneración. üe tal
padre, tal hija.
Al etre dia, o sea el 25, que lo es de
Santiago, el Prior mandó al monasterio
un criado explorador; y come volviera
éste con la noticia de la completa quietud
de la casa, regresó aquél con les tres o
cuatro de su compaflía y el herido. Cele-
braren el Santo Sacriticio en el altar del
capitulo, o aula capitular, y sumieron la
Reserva: mas, acabada la Misa, viene
cerriendo el Padre Maestro, y asustado
exclama: «ahora si que vienen a degollar-
>;nos;» por lo que mentaren nuevamente
el enfermo sobre la acémila, y hu^-eron a
la Morera, donde permanecieron obra de
cuatro e cinco días, y adonde, con motivo
de etre enfermo del pueble, podia acudir
sin peligre el medico, pues se dijo que los
revolucionarios cenminaren con pena de
(7) Relación del mismo Don .Morer.
(S' Relación ya citada de Don Jaime .Marrugat.
17
258
LIERO TERCKRO. CAPITULO
la vida al facultativo que visitarà un
fraile(l).
Salvadó el primer peligro y devorado
el primer espanto, el Superior, desde los
alrededores del monasterio y desde la
Morera, atendió a la salvación de las pre-
ciosidades de aquél y a la satisfacción de
las necesidades de los monjes; operació-
nes a las que dió no poco lugar y favor la
circunstancia de haber los revoluciona-
rios tardado tres o cuatro días en atacar.
Así pudo proporcionarse algun dinero,
que parece fué una onza de oro para
cada religioso (2), sacàndolo del monas-
terio por medio de una persona de con-
fianza, que logró penetrar en él sin ser
vista de los nacionales, que ya lo custo-
diaban u ocupaban (3). Así también tuvo
ocasión para circular aviso a los monjes
albergados en aquella redonda, diciéndo-
les que podian pasar al monasterio, y
recoger de allí los objetos de sus respec-
ti vas celdas y los ornamentos que gusta-
sen. Aprovecharon algunos este aviso,
entre los cuales se halló Don Jaime Ma-
rrugat, quien a los cuatro o cinco días de
la huída, al acudir a la Cartuja, halló la
hospedería ocupada por gente armada,
y retiro varias cosas, entre ellas un càliz
con seis casuUas para sí y tres por encar-
go de otro Padre (4).
De los hechos narrados hasta aquí
claramente aparece que la huida de la
tarde del 24 fué hija de noticias alarman-
tes de graves peligros muy inminentes; y
por esto la fuga se efectua de presto y de
improviso y sin muchas de las prevencio-
nes convenientes. Mas salvado de aquel
primer lance el principal tesoro, la vida
de los monjes, el Superior provee a la
salvación de lo demas que ya anterior-
mente no hubiese sido puesto en cobro.
Los Superiores antes de partir quisieron
(i) Relaciún ya citada de Don Buenaventura
Morer.
(2) La cantidad la deduzco de lo que luego
contaré del lego Riqué.
(?) Relación de Don Buenaventura .^ïorer.
(q) Relación del mismo Don Jaime .Marrugat.
constituir un apoderado que en su ausen-
cia cuidase del monasterio y sus tierras,
y con prudente acuerdo nombraron para
este cargo al Comandante de milícia de
Poboleda Sr. Just, medico (5).
En la Conrería pasaban escenas muy
parecidas a las de la monjía. El 24 el
Procurador con su dependiente de con-
fianza pernocto en Poboleda. Al medio
dia del 25 regresaron a su casa, donde
todo continuaba cerrado y con centinelas
por todos lados El 26 nada ofreció nota-
ble, como no fuera la continua angustia
efecto de los anuncios de que subían los
revolucionaries. Los voluntàries de Porre-
ra, que custodiaban aquella casa, empe-
flàronse el 27 en que el Padre Procurador
les entregase las carabinas, que, según
parece, el Comandante de la misma villa
había facilitado para la defensa de la
Conrería; y mientras el Padre Procurador
a tal demanda se hacía del sordo, su
dicho mozo de confianza , conociendo cuAn
mal las cosas se encaminaban, bajó a lii
cuadra, y ayudandole uno de los mismos
voluntàries, ensilló la cabalgadura para
su amo. En efecto, a todo esto ya los revo-
lucionarios habían penetrado en los bajos
de la misma casa, ya una mujer habiase
apoderado de un lío de bacalao, que pre-
surosamente se llevaba, recibiendo por
ello un recio culatazo de uno de los mili-
cianos porreranos. Corre el dicho mozo,
disfraza con sus propias ropas al Padre
Procurador, y los dos, amo y criado,
seguides de la caballería.huyen, pasando
per entre los revolucionaries, quienes sin
embargo en nada atropellan al fraile.
Encaminaban sus pases a Lérida para
de allí ganar el Pirineo; mas, al partir,
les salen al encuentre dos armades de
Porrera, diciéndoles que les sigan a su
villa. Desde una ventana de la casa de
ella en que se hospedaron, gustaren la
hiel de ver pasar por la calle, durante
el dia, según parece, 28, las gentes carga-
(í) Relación del dependiente de confianza don
Juan Pàmies.
CONTORN'OS DE RELS
259
das de muebles procedentes del saqueo
de Scala Dei.
Circulo la noticia de que los revolucio-
naries intentaban poner fuego en la casa
donde se albergase el Prior, }• por este
motivo monje y dependiente decidieron
huir.
El hijo del Comandante de Porrera
acompanóles, para salirdel pueblo, hasta
cosa de un kilómetro de él, y el Padre,
Conreuer y su dependiente de confianza
junto con los dos diclios milicianos de
Porrera, siguieron su marcha camino de
Poboleda. A obra también de un kilóme-
tro antes de esta población salió a espe-
raries el hijo del Comandante de Pobole-
da. Este disfrazó de miliciano al monje,
y fingiendo que patrullaban, el hijo del
Comandante y el fraile por un lado, 5^
los dos milicianos de Porrera por otro,
llegaron a una casa de Poboleda en la
que había un enfermo, y en la que, pues,
podia, sin engendrar sospechas, llegar el
seflor Just, medico y comandante, para
dar al Padre noticias del estado del Mo-
nasterio. Y aquí la justícia me obliga a
dejar escrito que tanto los dichos hijos
de los Comandantes como los dos volun-
tàries se portaron honradamente con el
monje.
Desde este pueblo, que dista de la Car-
tuja una buena hora, por mi caminada a
pie, el monje y el dependiente, con
imponderable pena, vieron en una de las
postreras noches de julio o primeras de
agosto, vieron, digo, los montes con el
Monasterio iluminados por tan refulgente
incendio del edificio monacal, que los
pinós de la cresta podían contarse como
durante el dia. Monje y dependiente,
guiados por un contrabandista, pasaron
por Lérida y cruzaron la frontera (1).
Efeciivamente, alejades del Monaste-
rio los monjes, los pueblos del Priorato
(i) l'odas cstas noticias rcfcrentes a la Conre-
ria, al P. Procurador o Conreuer y a su depen-
diente. las debò a la relación de éste, D. Juan
Pàmies, al cual fui a interrogar en Borjas de
Urifel en la fecha citada.
I se lanzaron como voraces lobos al saqueo
del cenobio. «Era aquello un campo de
' Agramante. Cada uno tomaba lo que
' mejor le parecía. Siendo yo muy nino
»fuí allà (me escribió un hijo de Pobole-
>.>da), y en los dos edificios (se refiere siii
yiduda a la vioujía y a la coiireríaj
»pasaba lo mismo. Había allí individuos
»de todos los pueblos, con un ruído infer-
»nal. Uno tomaba santos, otro ladrillos,
»otro maderas, y cada uno lo que le con-
»venia. Vi en un claustre una heguera,
»cual la formaban una imagen por parte
»(por cada nua de las dos parles), de
»grandes dimensiones, y le demas made-
»ras de altares. Yo vi llegar a mi pueblo
>^una cama llevada entera por cuatro
> hembres como si fuera una litera, por
»ignorar estes que podia desmentarse.
»En todos los pueblos del Priorato había
xprendas de la Cartuja» (2j. Robóse el
trigo, los muebles, las puertas, las ven-
tanas, les hierros 3' cuante se pudo sacar.
«En uno de los pueblos (que no quiero
»nombrar) habitaba un colector de diez-
»mos de los frailes, quien se llevo un
»par de muy benites mules; y con elles
»y etros hacían tres viajes al dia con
>'muches buenes objetos de la Cartuja.
»Alli paro el tesoro de la iglesia, cargas
»de trigo, harina y otros buenos objetos.
»Y por liltime vi que llevaban unas
x^cargas de cuerdas con jaulas de cana-
»ries encima. Tal família paro en la
«pobreza» (3).
Ne fué sóle el saqueo el destructor de
Scala Dei , pues como arriba indiqué, le
siguió el incendio. Ardió la menjía o
monasterio, propiamente dicho, creo que
la Conrería, y me consta que también la
Granja de San Blas, con la cesecha allí
almacenada. Los nacionales pusieron
fuego al cenobio, siendo el primero en
efectuarle un su criade, al cual, per
(2) El saqueo de ScxLi Dei es publico en la
comarca.
(5) Carta que me escribió un sacerdote hiio
de Poboleda, quien también me conto el saqueo de
referència de la nota anterior.
260
LIBRO TERCERO. — CAPITULO OUINTO
coniedor y descontentadizo, el Monaste-
rio suministraba ración doble. Las imà-
genes de los retablos fueron quemadas,
la de Santa Roselina fusilada por los
mismos nacionales en el claustre. En fin,
repito, todos los pueblos del Priorato
tomaron parte en saquear y destruir el
benéfico Monasterio, que, como clueca
entre sus polluelos, los amparaba y
socorria. jCuantas y cuàntas riquezas de
todo linaje desaparecieron para siempre
en un momento! iCuàntas de orden reli-
gioso, cut'lntas históricas, cuàntas artís-
ticas, como esculturas, lienzos, fres-
cos, etc; cuàntas, en fin, de todo génerol
Entre los saqueadores de Scala Dei
se hallaron cuatro individuos de Valls,
a los cuales pronto se les vió lucir rique-
zas; contàndose de uno de ellos, que de
tal modo llenó de dinero el cogujón de su
manta, que las monedas rebosaban y
caían. Asi lo rezaba en Valls la pública
fama, de modo que cuando se intentaba
insultar a alguno de ellos, se le decia:
<'tii vete a la Cartuja», y las màscaras se
lo echaban en rostro (1).
Viene a confirmar todas las anteriores
noticias, y a certiücarnos autoritativa-
mente de los autores del atentado, el
siguiente parte oficial dirigido al Capitàn
general de Cataluna:
«Gobierno militar y politico de Tarra-
»gona y su distrito y Comandància gene-
»ral de este y del de Tortosa. =N.° 275.=
»Excmo. Sor.=El Comandante de armas
»de Falset en oficio de ayer me dice lo
»que copio: = «En este momento que son
»las 8 de la noche acaba de regresar el
»teniente de la companía corregimental,
»quien me dice lo siguiente: antes de
»ayer abandonado el monasterio de Scala
»Dei por los monjes, se reunieron a ban-
»dadas los urbanos y otros que no lo
»son, de aquellos pueblos inmediatos, y
»pasando à dicho monasterio, empezaron
»à saquearle, y à la mafiana de aj^er se
(i) y\e lo conto un respetable sacerdote de
\'alls en Barcelona a 2 de junio de 1894.
»vieron arder los edificios, continuando
»ayer y hoy el saqueo; y como son tan-
»tos los urbanos y gente reunida a dicho
»punto, no puede contenerse esto, por
»falta de una fuerza armada. = Igual-
xmente me ha manifestado que ardían
> las granjas del Tancat é inmediatas.
«Todo lo que pongo al superior cono-
»cimiento de V. S. para su inteligencia y
«gobierno.
»Lo que me apresuro à transmitir à
»V. S. para su superior conocimiento,
»y à fin de que se entere de los excesos
»cometidos en Scala Dei sin embargo de
»haber por mi parte dado las ordenes
»correspondientes para que se contuviese
«cualquier exceso.
»Dios.. .. Tarragona I de agosto de 1835.
=Excmo. Sor.— José Maria Colubí.
»Excmo. Sor. Capitan General de este
»Ejército y Principado» (2).
Los sustos, percances, desgracias y
liltimo paradero de los monjes de des-
pués de la primera fuga, los ignoro; ni su
noticia hace falta, que los cartujos de
Scala Dei ante los revolucionarios no
gozaban de especial privilegio que los
diferenciase de los fugitivos de Escor-
nalbou, cuyas deplorables huidas descri-
bí. Sé, sin embargo, de boca de uno de
ellos, que los milicianes de los pueblos
les hicieron víctimas de muchos atrope-
lles, y que las tribulacienes abundaren
en gran manera, de modo que al peco
tiempo de la exclaustración, ence mon-
jes habian sucumbide a tanta angustia y
agonia (3). Desde las cuevas del Mont-
sant, e desde Margalef, donde sortearon
los azares de las primeras noches, hasta
su destino, no pedian topar, y en efecte
no toparen, màs que con sustos, que-
brantos y peligros de muerte en aquellos
días funestos en que la calidad de reli-
(2) Archivo de la Capitania General de Bar-
celona. Legajo Ilamado: Quema de los conventos
y expuhión de losfrailes en el mes de julio de
/Stj. Paquete 5.°
(5) Relactón de Don Buenaventura .Morer.
CONIORNOS DE REUS
261
g'iosos equivalia a una sentencia capital.
Don Jaime Marru^at, quien por dos
meses continuo en Margalef, un dia, que
cumpliria unos quince de la huida del
Monasterio, vió con no poco espanto
entrar en el pueblo una fuerza de mique-
letes; y sea que algun vecino le delatarà,
sea que la chica de su propio albergue le
hiciera traición, aquéllos, ganosos de
hallarle, penetran en la casa, regístranla,
y le encuentran escondido; róbanle cuan-
to tiene, y asestan contra su pecho tres
o cuatro bayonetas, de cuyas puntas le
libra el huésped, abi^azandose con el
monje, e interponiéndose entre él y las
armas; logrando íinalmente trasladarle
a otra casa (1).
En la Morera el Padre Morer, con
honda làstima, vió a un pobre cartujo
anciano, sentado al pie de un pajar, y
puesto a punto de muerte por atroz sofo-
cación (2). Del mismo Morer comprende-
rà el màs lerdo los sufrimientos que
debió tolerar, dèbil después de tres meses
de terrible lierida, enfermo aún, desahu-
ciado de los médicos, caminando el largo
trecho que de Andorra, adonde fué a
paiar, separa Scala Dci.
Son dignas de ser aquí insertadas las
siguientes líneas de una carta, que me
escribió esta monje, don Buenaventura
Morer: «En cuanto a la caridad que dicen
»los impíos que no tenemos, quisiera yo
«supieran la que ejerció Scala Dei en el
»tiempo de mi herida, que fué tres meses
»antes de huir del monasterio. No puedo
xpensarlo sin que mis ojos se conviertan
»en fuentes; aun ahora mismo (1881) no
»puedo contener mis h'igrimas. Inmedia-
»tamente de haberme hallado, mandaron
»criados por todas partes, no se conten-
»taron de ir a buscar al cirujano y medi-
»co de Poboleda, sinó que tambien fueron
»à buscar al cirujano mas hàbil de Reus.
.'>Habiéndome ordenado la leche de burra,
>•'no hallàndola en los alrededores, fueron
(i) Relaciones de Don Jaime Alarrufíal y don
Buenavenlura Morer.
{2) Helación de Don Buenaventura Alorer. cil.
»à buscar una burra cerca de Lérida
»Pusieron dos criados en mi celda que no
> se apartaban ni dia ni noche; y à pesar
»de que había muchos, me destinaron el
»hortelano que habian hecho venir de
'A'alls, prefiriendo abandonar la huerta
«para dàrmelo, por ser un sujeto de
»prendas. cQué diré de la caridad de mi
»Padre Maestro? Hombre sabio, doctor
»en Teologia, con treinta afios de habito,
»no me dejó un punto, excepto cuando
»estaba en la iglesia. Nunca quiso que los
»criados hicieran nada mientras él esta-
»ba allí: todo lo queria hacer, hasta las
«cosas màs bajas. Cuando huimos me
»dijo: no se cspante, que dondc niori-
y>rd V. moriré yo. Efectivamente; no me
»dejó nunca. El fué mi cirujano, curàn-
»dome la herida con los ungüentos que
»llevó consigo. Dios recompenso grande-
»mente su caridad y de muchas maneras.
»Primeramente fué testigo de un mila-
»gro: el caso fué que teniendo yo que ir
»siempre ú caballo trepando los Pirineos
»entre Pons y Orgaflà, bajando una cues-
»ta muy escabrosa y ràpida, viendo mi
»vida en gran peligro, tropezando k cada
»paso la mula no acostumbrada à tan
»mala tierra (pues era de los Uanos de
»Urgel), no pudiendo yo casi tenerme a
ïcaballo, me encomendé à Maria Santi-
>'sima, San José, San Antonio y al San-
»to Àngel Custodio, y apenas acabo la
»oración, la mula tropieza, cae, y me
«precipita sobre un gran penasco. Tenia
Ȏste una esquina casi como un corte de
»navaja; pues caigo sobre dicha esquina
»de la altura de mas de tres varas, dando
»el golpe sobre el pecho, es decir, sobre
»la herida. La caída fué tan terrible que
»mi P. Maestro me dió la absolucion
«creyéndome hecho aflicos.... No recibi
»mas dafto que si hubiera caido sobre un
»montón de lana; no hubo ni siquiera
»contusion ni el mils minimo dolor....»
Va contando otros premios que recibió
el Padre Maestro, y acaba con estàs
palabras: «El ultimo favor que recibió
»fué que yéndome a la Gran Cartuja me
»lo Uevé conmigo, y tuvo la inestimable
262
LIBRO TERCKRO. — CAPITULO (JL'INIO
»dicha de viviry morir en la SantaObser-
»vancia, A la edad de 84 anos, despues de
»haber edificado à aquellos PP. con su
«vida ejemplar».
Al Padre Prior, don José Vila, hijo de
Vimbodí, hombre enjuto de carnes y
corto de estatura, adornaban muy rígida
penitencia y elevado grado de santidad.
Sin duda que con el fin de estar a la mira
de su querido cenobio y al fàcil auxilio
de sus monjes, no quiso cruzar la fronte-
ra, ni aun largarse a países lejanos; sinó
que, haciendo rostro a sustos y peligros,
prefirió quedar en tierra de su monaste-
rio. Pasó la guerra de los siete anos
oculto, primero, en casa Vilalta, de Vall-
clara, pueblo del Valle de Poblet, a unos
25 kilómetros de Scala Dei; y después en
casa Vilalta, de Farena, aldea muy poco
màs distante. En la primera de estàs
casas tomàronse grandes precauciones
para la ocultación del monje. Habito éste
en una pieza emparedada por todos
lados, sin mas abertura para el alumbra-
do y ventilación que una pequeíïa venta-
na tapada bajo un hule, y para la intro-
ducción del alimento un agujero en el
techo que comunicaba con un desvàn.
En esta cArcel se abrigo un mes; y cuan-
do, transcurrido éste, los huéspedes le
acompafiaron a Farena, y las mujeres
entraron en el aposento para recoger las
ropas de la cama, hall;\ronla intacta tal
como la pusieron antes de entrar allí el
monje. Ni una sombra, ni un pliegue, ni
una arruga daba indicio de haber des-
cansado nadie en ella; de donde, y aten-
diendo la escasez de muebles de la pieza,
se deduce por necesidad que f ué el duro
suelo quien presto colchón a la piedad y
penitencia del cartujo. Cuando màs tar-
de, al terminar de la guerra, o a poco de
finida, la autoridad le llamó, presentóse
sin dilación; y con incomparable pacièn-
cia sufrió en casa de un revolucionario
repugnante un arresto anómalo de dos
meses, que muy en breve voy a descri-
bir. Retirado al fin de la vida a su pàtria,
aun entre los revolucionarios irreligio-
sos, bebedores y blasfemos que la habita-
ban, su santidad fué tal que logró consi-
deración y respeto (1).
Percance de condición muy distinta de
la de los anteriores, que por otro lado da
pie a tristísimas consideraciones, tuvo
que tolerar el lego Fray Cipriano Riqué.
Al partir recibió del Superior, como los
demàs religiosos de Scala Dei, una onza
de oro, o sea 80 pesetas (2), para su manu-
tención; con las que, y con alguna ropa,
formó su hatillo y partió. Al cabo de
algunos días, en aquellos tiemposde con-
tinuas exhibiciones de pasaportes, de
interrogatorios, de registros, es decir, de
excesiva suspicàcia y tirania, fué presó
por fuerzas liberales, y sujeto a forma-
ción de causa criminal como defraudador
de la Hacienda pública en razón de los
objetos de Scala Dei, que llevaba, y que
los liberales fantaseaban pertenecer al
Estado. Puesto en la cdrcel, no poco tuvo
que sufrir por los continuos pronósticos
de presidios y penas con que le regala-
ban sus compafieros de habitación e
infortunio, hijo emperò en ellos de origen
muy distinto del del suyo.
Sustancióse la causa, y leemos lo si-
guiente en el acta de la sesión del 11 de
diciembre de 1835 de la «Junta de Arma-
mento y recursos»: «Se dió cuenta de un
»recurso del alcalde del barrio 6." del
»cuartel 3.° D. Ramon Puig, acerca los
»procedimientos de unasdiligencias prac-
»ticadas sobre la detencion de Cipriano
->Riquer ex-monge lego del suprimido
«monasterio de Scala Dei, y ocupación
»de alguna cantidad de dinero y ropa que
»supone pertenecerle: y otro (rccurso) de
»este religioso, quejàndose de las arbi-
»trariedades cometidas en el asunto, por
»el indicado alcalde de barrio; sobre cuyo
(i) Todas estàs noticias referentes al Prior las
debò a la hija del granjero de S. Blas llamada do-
na Maria Àngela Franquet, Ij que cuando la ocul-
tación del Prior en casa Vilalta de Vallclara vivia
en esta casa.
(2) D. Francisco .Muns me dijo que le parecia
si la cantidad que llevaba Riqué al ser presó era
dos onzas.
CONTORNOS DE RELS
263
»particular, teniendo piesentido la Junta
»que estaba entendiendo en el expediente
»el Juez de primera instància de esta
«capital D. José Bages, acordo en su
kvirtud dirigir ambas instancias al citado
»Juez, para que uniéndolas al expediente
»de su referència, procediese ú lo que
>'fuere arreglado a justicia; dando no
>'obstante cuenta à la Junta del resultado
»de dichas diligencias para conocimiento
''V gobierno de la misma» (1).
El asunto pasó, sin duda, al Tribunal
de Hacienda, cuyo fiscal, o según otros,
cuyo asesor era a la sazón don Ramon
Muns y Serinyà, persona sinceramente
cristiana y de reconocida sensatez. No
tuvo Muns que aguijar mucho su claro
ingenio para conocer el perfecto derecho
que, según toda Jurisprudència natural,
canònica y civil, no contagiada de revo-
lución, asistía al lego para retener y
usar los objetos de su lío; però tan leoni-
no dominio gozaba entonces sobre el
mundo oficial el espíritu nuevo, que este
ministro de la Justicia estimo ser mas
conducente a la íiberación del presó apo-
yarse en la carència de lev revoluciona-
ria para el caso, que en la existència de
la obvia natural. Así opino a favor de
aquél, y baso su dictamen en que, no
promulgadas aún en los días del supuesto
crimen las leyes desamortizadoras, el
fardo de Riqué no pertenecía al Estado.
El juez de Hacienda, entonces don Jacin-
to Fèlix Domènech, anos adelante, en
1854, ministro de Isabel II, }•, junto con
otro, comprador de un convento, adhirió-
se al dictamen del fiscal, y el presó fué
puesto en libertad. Increïble despotisme
de la iniquidad: los nacionales, autores
de robos, saqueos, destrucciones e incen-
dies de bienes sagrados, prenden por
ladrones a religiosos que procuran sal-
var los suyos; y por estupenda aberra-
ción del sentido moral, hija de la pasión
revolucionaria, los tribunales y autori-
dades, que ignoro se dignasen mover un
(i) Diario de Barcelona di:\ 14 de lehrcrn de
iiS?ó, pdg. 3O0.
dedo para castigar los sacrilegos críme-
nes del lunes de Pascua, y que ni por
asomo pensaron en la punición de los
públicos saqueadores e incendiaries de
Scala Dei, guardan presó en estrecha
carcel y encausan a un mansísimo lego
porque del todo no se deja despojar.
Mas no olvidemos tan pronto a Cipria-
no Riqué y a su fiscal. Éste, rodando los
anos, al finir del de 1855, vino a enfermar
de terrible sofocación. Prestàronle sus
familiares y amigos todo genero de cui-
dados, hasta que, fatigades ya y abatidos
por las continuas velas necíurnas, tuvie-
ron que acudir para éstas a les veladores
de la Sociedad piadosa llamada la Cari-
dad Cristiana. En una de ellas verso la
conversación entre paciente y velante
sobre los tropiezes y sufrimientes que
habian amargado la vida del postrero,
descubriendo entonces éste su calidad de
lego de Scala Dci , su buida del monaste-
rie en 1835 y, finalmente, su captura y el
preceso que se le siguió. A las cortas
palabras con que, al oir esto el enfermo,
certifico a Riqué ser él el mismísimo
fiscal que con su dictamen le libertó, con-
testo el lego abrazando a Muns, desha-
ciéndose en muestras de alegria y grati-
tud, \ no permitiendo ya mas que otre
le velase sinó él en la prolongada enfer-
medad de don Ramon, que duro todavía
meses, y acabo con la muerte. Riqué,
una vez exclaustrado, se pasó agri-
mensor; mas, reinstalados hace peces
anos en Mentalegre los Cartujes, ingre-
só de nuevo en el Monasterio, v allí mu-
rió (2).
De cuanto en este articulo llevo narra-
do resultan claramente, de un lado, la
codicia de los habitantes del Priorato per
les bienes de Scala Dei, al que reban y
saquean; y de otro,•cierto respeto para
les menjes, a ninguno de los cuales vemos
perecer bajo el punal revolucionario de
los exaltades de aquella comarca; con lo
que los hechos vienen a depener en favor
(j) Dcbo estàs noticias a D. Fiancisco .Muns
y Castellet, hijo de D. Ramon .Muns y Serinyà.
264
I.IBKO 7i;RCER0. — CAPITULO OUINTO
de la verdad de mi aserción del principio
referente a este particular.
§ 3.° Paradero del monasterio de
«Se ALA DeI» Y de SUS COSAS
El primer lugar en éstas concede todo
católico a los objetos sagrados y del cui-
to; por ellos, pues, juzgo natural comen-
zar. Que Scala Dei debió de poseer reli-
quias, y notables, nadie de sana mente lo
negarà, habidas en consideración la reli-
giosidad deia casa, su importància políti-
ca en antigues tiempos, y los muy altos
protectores que la favorecieron. Mas en
afirmación y certeza convierten tal conje-
tura las siguientes preciosas palabras de
Villanueva, quien poco antes del incendio
las vió: <Entre las reliquias que aquí po-
»seen es notable la punta de uno de los
>-clavos del Senor; tendra poco mas de un
»dedo. Ítem hay otro clavo grande a quien
»estd afianzado un pergamino con este
»letrero: Clavus portac mirae de templo
»Domiiiico de Hierusalcm, qnae nou ape-
y>rietur iisque ad diem jiidicii% (1). íQué
paradero cupó en la huída a las reliquias?
Lo ignoro, però por unas palabras que oi
de la hija del entonces granjero de San
Blas, y habitante de la casa Vilalta de
Vallclara, donde, según dije, se refugio el
Prior, éste las recogió; y, salvadas del
saqueo, debò suponer que hoy estan reli-
giosamente guai^dadas en alguna olvi-
dada iglesia.
El cèlebre Crucifijo que, segiin la tra-
dición, liabló a Don Fort, se halla en la
capilla del Santísimo de la parròquia de
Torroja, donde es visitado con gran de-
voción por los pueblos del Priorato. Es
una preciosa escultura de nueve y medio
a diez palmos de longitud.
Su salvación del destrozo de 1S35 no se
debe ciertamente a un milagro. Cuando
el saqueo en los mismos días del incendio
convinieron algunos en salvarlo. Para
esto quitàronlo de su capilla y lo llevaron;
però al llegar a una encrucijada, distante
(i) Yiaje literària, tomo XX. pàgs. 164 y ió,.
del monasterio 1,200 pasos, que j'o he
medido, punto donde se parten los cuatro
caminos que van uno a la Cartuja, otro a
Poboleda, el tercero a Torroja y el ulti-
mo a Vilella, todos quisieron el Crucifijo
para su pueblo. Trabóse recia disputa,
relucieron las navajas, y al fin triunfaron
los de Torroja, y por este tnilagro dicho
pueblo venera el Crucifijo en la capilla del
Santísimo de su parròquia (2).
El renombrado lienzo del altar de la
gran capilla vecina al presbiterio, en el
que un hàbil pincel reprodujo el verda-
dero Crucifijo que habló a Don Fort y a
éste arrodillado allí junto con el abad Do-
mènech de Vilabertran, supongo pereció
en la devastación. El Cristo del refectorio
se venera hoy en la parròquia de la
Morera (3), adonde pasó también la ima-
gen de Jesús sepultado (4).
Los restos siempre respetables de los
devotos del monasterio, que en sussarcó-
fagos creyeron hallar perpetua paz, o
andaràn revueltos entre las inmensas
ruinas del gran cenobio, o, esparcidos por
los collados vecinos, serviran de abono a
su lozana vegetación.
El cadàver de Don Fort y los de los de-
màs cartujos quedan sin duda allí bajo el
suelo del antiguo cementerio, en el que en
modernos días el devoto de la casa don
Augusto Miiller colocó un crucifijo, como
abajo diré.
Pudo el Prior salvar el càliz de oro, y
con él remediar a los monjes cuando, des-
pués de aventados de su claustro, sintie-
ron la pobreza y la necesidad (5).
Antes de la catàstrofe, mas en su previ-
sión, los superiores prepararon en el edi-
ficio un escondrijo, donde ocultaron los
preciosisimos ornamentos sagrados men-
tados en la descripción del monasterio en
mi obra anterior; però, acaecida aquella,
los descubrió el ruin del albanil que pre-
(j) Relacií'm del Pdrroco de Torroja D. José
MorUi y Llopis. Barcelona j de junio de 1894.
(3) L'Excursionista, vol. 11. pàg. 551.
(4) Relación de Don Buenaventura Alorer.
(5) Relación de Don Buenaventura .Morer.
CONTOKNOS DE RELS
265
paro el lugar. Entonces uno de los veci-
nos Comandantes de milícia logró coger-
los, y dando noticia de ello al Prior, se
los entreg'ó; por razón de la cual restitu-
ción tuvo éste que dar una regular canti-
dad. Mas la loca y bastarda jurisprudèn-
cia revolucionaria de aquellos tiempos, de
la que hice mención al hablar del lego
Riqué, puso en manos de la autoridad
secular, arrancàndolos de su dueno, estos
ornamentos, que por ende pararon en
Tarragona. De la autoridad secular pasa-
ron por suerte, junto con los libros de
coro, a la del senor Arzobispo, quien
entregó algunos a la catedral, entre los
cuales debia de contarse un precioso
frontal, que se sabé fué de Scala Dei
y posee ho}' la dicha iglesia, y del que
doy una fototipia. Tantos y tan ricos
bordados lo tachonan, que la gente cata-
lana, valiéndose de un modismo de la
tierra, lo califican de un pu d'or. Hoy no
le adorna piedra preciosa alguna; emperò
los numerosos asientos de ellas, que claros
allí se observan, revelan las muchas que
le enriquecían (1). La preciosa casuUa
Uamada de San Bruno merecióno quedar
en Tarragona, sinó llegar nada menos
que a la capilla Real de Madrid (2), al
paso que otros ornamentos quedarían sín
duda en la arzobispal de dicha ciudad
tarraconense, donde existen algunos pro-
cedentes de monasteríos (3). En estos
últimos anos se guardaban en la indicada
Catedral muchos libros de coro, según se
decía, de Scala Dei, que fueron después
reclamados por una orden religiosa (4).
Que en los días intermedios entre la
huida de la Comunidad y el incendio del
monasterio pudieron los monjes, a indica-
ción del Prior, retirar algunos ornamen-
tos, me consta por el testigo Don Jaime
(i) Uclaciún de Doii BuL-navcnlura .MiTcr.
jMe lo escribió un Canonigo de Tarragona. Indi-
cador arqueológico de Tarragona, pàg. oo.
(2) Relación de Don Bucnavcntura .Morer.
(?) Relaciún del aludido Canúnigo de Tarra-
gona.
(4) Relación del indicado Cancmigo.
Marrugat, según atras escribí. Fuera por
efecto de confianza de los religiosos, fue-
ra por el saqueo, otros utensilios del altar
quedarían ocultos en determinadas vi-
viendas de los vecinos pueblos. A estos
acudió como lobo rapaz mas tarde el
trístemente cèlebre secuestrador Xafa-
rriiclis, hombre sin humanidad ni ver-
güenza, al cual el Gobierno osó encomen-
dar el secuestro de los bienes de monas-
teríos y de familias carlístas, 3' cuyo
retrato histórico guardo para su propio
lugar, el capitulo de Poblet. Perquiríendo
éste en determinadas casas del Priorato y
su comarca, conocidas por su devoción a
la Cartuja, y empleando toda clase de
amenazas, ínclusas las de muerte, y mil
vejaciones, logró apoderarse de muchos
de los objetos preciosos, ya de plata, ya de
otras materias; los cuales irían a parar a
su no menos cèlebre almacèn de la calle
de San Lorenzo de la villa de Reus, del
que me restarà adelante harta ocasión de
hablar (5). Ignoro emperò sí por fortuna
alguno de estos procedentes de Xafa-
rruchs logró en ultimo termino en las
manos del senor Arzobispo, volver al uso
del santuaiio, ya que en cierta ocasión el
Prelado reclamo y obtuvo de la autoridad
secular objetos del cuito que se hallaban
depositados en la aduana (t>). Por su parte,
cuantas cosas, ya en metales preciosos,
ya en indumentos, podia salvar, repartia
el amante Prior entre sus hermanos los
monjes (7), pues porconducto inequívoco
me consta que en los días que precedieron
a la destrucción logró sacar del monaste-
terio, prímero los documentos, después
ropas, pafios o indumentos, y tinalmente
dinero (8).
El granjero de San Blas, José Franquet,
(í) Relación que me hi/:o un sacerdole que
por muchos anos fué pàrroco del Priorato. Rela-
ción de D." .Maria .\ngela Franquet.
(o) Relación del indicado Canonigo de Tarra-
gona.
(7) Relaciones de Don Jaime .A\arrugal y doiia
Àngela P'ranquet.
(S) Relación ya citada de D.' .Maria .\ngela
Franquet.
266
I.liiItO TIíRCERO. — CAPITULO HUINTO
padre de la persona que me lo conto, fué
quien, acompanado de un monje, practico
la extracción, dejando éste depositados
los documentes y ropas en casa del mis-
mo Franquet, de donde, terminada la
guerra, el Prior los recogió (1). El lugar
en que, muerto éste, se oculten los diclios
papeles, lo ignoro, así como si por la
extracción del monasterio todo elarchivo
en masa, inclusos los antiquísimos autó-
grafos y cartas reales, se salvo del fuego
y la devastación, o solo parte de aquél.
El abultado volumen, del siglo xv, escri-
to de puno propio de Don Juan Fort sobre
su vida y hechos extraordinàries, llevólo
con religioso respeto Don Burrull, conser-
vàndolo en su poder en Tolosa de Fran-
cia, ciudad donde se refugio, y en la que,
fallecido el Don Burrull, quedo el volu-
men en poder de una familia particular (2).
Como aficionado a antigüedades, mu-
cho en estos tiempos me interesó dar con
el paradero de la Biblia donada por Don
Juan de Aragón; y por ello hurgué por
varios lados, recibiendo en unos la calla-
da por respuesta, y en otros desconsola-
dora negación referente a noticias del tal
tesoro. Dolíame en el alma que aquel sin
número de primorosas paginas, obra de
generaciones de monjes, hubiera, como
tantas otras, parado en tacos de fusil, o
cubierta de la lista de la colada, o envol-
torio de guisantes; por esto, a pesar de
chascos, continué la indagación, cuando
un jovencito, mi sobrino, la halló en la
Biblioteca del Seminario conciliar de
Tarragona. Me escribió que existe allí
una Biblia en once tomos, unos de tama-
fio algo mayor que los restantes, en vite-
la y preciosa letra gòtica, con vifletas de
vivos colores, plata y oro, y notas mar-
ginales en caracteres para el joven, como
los del texto, ininteligibles; a pesar de lo
que en una pàgina algo rasgada logró
leer estàs palabras: «fiaec d domo
i>Scala Dei hordine carttisiem^. Con pos-
(i) Relación citada de D." .Maria Àngela Fran-
quet.
(j) Relaciún de Don Buenaventura Morer.
terioridad a estos hechos, yo mismo he
examinado tan valiosos códices y he sa-
cado de elles varias de las iniciales co-
piadas en mis obras. El Sr. D. Ignacio de
Janer, en su hermoso opúsculo El Pa-
triarca Don Juan de Aragón, pAginas
103 y siguientes, los describe minuciosa
y acertadamente.
Debò, emperò, confesar mi completa
ignorància respecto a los tramites segui-
des por estos códices desde Scaln Det
en 1835 hasta el Seminario en 1891.
En el Aichivo de Hacienda de la pro-
vincià de Barcelona se guarda el Lleva-
dor de las renta s que este Monasterio
sacaba de este territerio de Barcelona, el
cual llega al 1835, y ademAs hay allí
algiín otro volumen manuscrito. Y en la
del mismo ramo de Tarragona pararen
55 llevadores de esta casa, y no dudo
que otros documentes, los que, como ve-
remes en el capitulo siguiente, estan hoy
en el Archivo histórico nacional de Ma-
drid. Sin embargo, quedaban aún en 1913
en el mentado Archivo de Hacienda de
Tarragona algunes, bien que muy peces
documentes de Scala Dei.
De la Biblioteca de esta Cartuja la
Provincial de Tarragona posee 100 volú-
menes catalogades, y unos 200 sin cata-
logar. En la casa rectoral de la Morera
guardabanse anos atràs libros del mismo
Monasterio; los que, recogidos en 1866
per un delegado del senor Arzobispo,
fueron entregados a la Orden Cartusia-
na (3). En Cornudella vivió después de la
exclaustración un cartujo de Scala Dei,
quien conservaba preciosos libros del
Monasterio, tales como un ejemplar de
la primera edición impresa de las obras
de San Agustín, la controvèrsia sobre el
verdadere autor de la Imitación de
Cristo, etc Muerto el cartujo, pasaron a
un sacerdote, e ignoro adónde después
de éste (4).
n) .Me lo conto el mismo delegado del senor
.\rzobispo,
(4) Relación citada del Canonigo de Tarra-
i-'ona.
CONTORNOS DE REUS
267
El senor Simó, abogado, en 1835 alcal-
de de Porrera, persona de ilustración, al
enterarse del abandono del Monasterio y
del principio de su saqueo, dispuso el
traslado de la Biblioteca a su casa; però
solo consiguió llevarse unos 500 volúme-
nes. Consistían en obras de Religión, de
Teologia, sermonarios y tratados sobre
la regla de la Orden. Los mAs de ellos
medían el tamano del folio o 4.° mayor,
impresos en los siglos xvi y xvii, en Fran-
eia, Holanda y Alemania, encuaderna-
dos en pergamino. Llevaban manuscrito
parte de ellos: 'nex li bri's Scala Deiy>. En
casa del seiïor Simó fueron guardados,
però no pudo evitarse que, en el curso de
los anos, los niflos de la familia arranca-
ran algunas de las portadas grabadas en
cobre, que las estimaren estampas. Di-
suelta después la familia Simó de Porrera
hace algunos afios, y quedando solo
herederos menores de edad, los libros de
Scala Dei fueron vendidos a un anticua-
rio de Reus, el cual cedió algunos de los
mejores volúmenes a bibliófilos de Reus,
Barcelona y París; però la casi totalidad
de la Biblioteca, o sea mas de 350 volú-
menes, fueron vendidos en dos partes.
Una la compro el joven don José Simó y
BofaruU, arquitecto de Reus, descendien-
te de su homónimo de Porrera, y la ha
donado al Sr. D. Eduardo Toda; y la
otra la ha adquirido directamente el mis-
mo Sr. Toda. Todos estos libros actual-
mente (1913) se hallan reunidos en un
armario propio para ellos, Uamado de
Scala Dcí , en la numerosa y escogida bi-
blioteca que dicho Sr. Toda ha montado
en Escornalbou, por él restaurado (1).
Del resto de los libros de Scala Dei ,
que indudablemente existieron, y no en
corto número, carezco de noticias; y su-
pongo sin temeridad, de muchos de ellos,
que habran desaparecido rasgados, o con-
sumidos, o vendidos para papel.
Respecto de los caudales, dos historias
(i) Noticias prcicedenU'.s del mismn Sr. dem
Eduardo 'l'oda. .Me lo cscribió desde Londres en
III de cncro de 191 ?.
debo aquí insertar, de las cuales la pri-
mera descansa solo en el dèbil funda-
mento de haberse contado en el país,
mientras tengo la segunda de boca de
quien la oyó de uno de sus actores- En
algo distintas, y en algo son parecidas,
por donde mas de una vez me asaltó la
sospecha de si ambas formaran el relato
de un hecho solo, desfigurado en el pri-
mer caso por la fecunda imaginación e
ignorància populares. Cuéntase, pues,
que los monjes guardaban escondido en
ima celda cierto número de botes de los
de envasar tabaco, cada uno de los cuales
contenia cien onzas de oro, los que en la
huída quedaron en su mismo lugar; que
al cabo de un tiempo de la dispersión un
monje los recogió, dejandolosen un man-
so de Cornudella, donde para mayor
seguridad fueron enterrados; que el hom-
bre de la casa quebrantó el debido secre-
to comunicandolo a su mujer, esta a la
hija, la hija al novio, el novio a un ami-
go; lo que dió lugar a que, concertados
entonces los dos últimos, echaran mano
al tesoro, y cargados con él llegaran al
Mas de las Moreras, donde se repartie-
ron el caudal. En cuyo acto sobrevi-
niendo otros tan honrados como ellos,
interponiendo amenazas, lo arrebataron,
dejando a los primeros ladrones, si màs
aligerados del peso material, en cambio
recargados con el chasco y el remordi-
miento de su negro proceder (2).
Refiere el segundo relato que un monje
ya de provecta edad, indudablemente
por encargo del Prior, trató de poner en
cobro el caudal, que estaba en el Monas-
terio. Para tan expuesta comisión valióse
del auxilio e intachable honradez de |osé
Franquet.granjero de San Blas, el cual
en una tarde, ayudado de sus mozos,
cargó con las cajas de moneda sus dos
acémilas > las otras dos de su hermana
de casa Vilalta de Vallclara; y, guiados
todos por el monje, depositaron su tesoro
en el manso de Cornudella, conocido por
(j) I.a oyó contar esta relación D. Juan Pà-
mies, que fué quien nic la repilin.
268
LIBRO 1 F.RCF.Iil
- CAPITULO QLI.NTO
el Mas Callaré el nombre por cari-
dad. Practicada sin tropiezo, y por ende
con harto gozo de los ejecutores, la ope-
ración, acudió aquella misma noche el
monje director a dar cuenta de ella al
Padre Prior. Escuchóle éste con su acos-
tumbrada paz; mas al oir el nombre del
manso, levanta súbitamente la cabeza, y
refiriéndose a los caudales, dice al mon-
je: «ya les puedes rezar un Padre nues-
tro». Helado quedo con esto el inferior,
quien, si anduvo desavisado, no quedo
perezoso, pues al dia siçuiente, acompa-
fiado del mismo José Franquet, sus mis-
mos mozos e iguales mulas, corrió al
manso depositario, reclamando la devo-
lución del depósito; mas el marido no
estaba en la casa, y la mujer respondió
que el dinero se lo habían robado aquella
noche anterior, única transcurrida desde
la entrega. El inocente monje, ejecutor
de tan desgraciada operación, al cabo de
algun tiempo pago con la vida el disgusto
del fracaso. Me abstendré de todo comen-
tario, hasta en este lugar elocuente, limi-
tàndome a decir que tengo este segundo
relato de boca de Maria Àngela Fran-
quet y Xifré, hija de José Franquet,
granjero de San Blas, la que, no una,
sinó mil veces lo oyó de los labios de su
padre. Quien, por otro lado, al recordar
la desaparición del tesoro lamentaba ha-
berse negado a aceptar su custodia cuan-
do, antes de ir al Mas de Cornudella,
el monje ejecutor le rogaba se encargara
de él. Contóse después que los deposita-
rios luego abandonaron el manso, que
trasladaron a Barcelona su morada, y
que a la postre murieron pobres.
Honda pena debió de causar al celoso
y caritativo Prior la pérdida del capital,
con que contaba subvenir a las necesida-
des cada dia crecientes de sus queridos
monjes, viejos unos, enfermos no pocos,
en la pàtria perseguidos como danina
alimana, en el extranjero pobres y des-
validos, en todas partes y en todos con-
ceptos dignos de auxilio y de líístima.
Mas este capital aun perdido debia traer-
le nueva acerbidad en el dolor, pues fué
presó por exigírsele que descubriera el es-
condrijo donde en concepto del opresor se
guardaba aquél. Corria el afio de la termi-
nación de la guerra civil cuando sorpren-
dió al Prior la noticia de que le llamaba la
autoridad, a cuya voz, hallando inmacula-
da su conciencia, contesto compareciendo
al momento. Exigiósele que manifestarà
el lugar donde quedaba escondido el capi-
tal; y como nada pudiese contestar, se le
tuvo confinado o como arrestado por dos
meses en casa Xafarrtichs en època pre-
cisamente en que este secuestrador había
montado en su cèlebre almacén un tea-
trito, para cu3'as representaciones creo
utilizaba objetos procedenies de monas-
terios. La Maria Àngela Franquet, que
también fué ella quien me lo conto, en-
tonces nina de diez anos, }• que con su
família a la sazón moraba en Reus, todos
los días al dirigirse a la escuela pasaba
por la casa del secuestrador y recibía del
Prior una caricia, que consistia en la
seftal de la cruz sobre la frente, y en los
labios una partecita del postre, Otras per-
sonas me contaron también el arresto del
Prior en casa Xafarruchs; acerba pena
la de perder el dinero y padecer tormento
de parte de quien desea apoderarse de
él nuevamente.
Igualmente el granjero Franquet 3' su
mujer, Uamados a Tarragona, fueron
puestos en prisión e incomunicades para
que declararan donde se hallasen los ca-
pitales de la Cartuja, a lo que sin duda
nada pudieron responder.
Otra relación he oído referente a la
ocultación y encuentro de un tesoro en
Scala Dei , la que probablemente se refiere
al mismo narrado. No debò emperò privar
de ella al lector. Al pàrroco de Torroja
don José Moria, de cuya boca lo tengo,
conto un medico de aquellos pueblos,
hombre de opinión liberal, que un albaflil
le había explicado que cierto dia anterior
a la exclaustración e incendio llamàronle
los monjes. Que le vendaron los ojos, y
después de dadas varias vueltas }• revuel-
tas por el monasterio, le deslíaron, ha-
llàndose en una habitación. Mandàronle
CONTORNOS DE REl.S
269
allí que construyera una bovedilla; que
bajo de ella colocaron dos cajas, que se
decía contener 70,000 onzas de oro des-
tinadas a la reedifïcación del monasterio;
que luego pasó un tabique por ante la
cavidad; y finalmente, que, vendados
nuevamente los ojos, se le saco fuera.
Perpetrada la exclaustración el albanil
habló, y no falto quien acudiera a buscar
el tesoro. De aquí el grande hurgar y
destruir que ha sufrido aquel edificio. El
mismo medico fué allà con varios amigos,
acompaflados de una sonambula. Esta
durmió en varios puntos de la casa, però
no dió con el tesoro. Llevaron también
una varilla que se dice servir para indi-
car los metales, però también sin resul-
tado(I).
La misma relación de la ocultación del
dinero me conto en Reus un sesudo car-
pintero de Monroisf (2), concordando con
el medico en muchas de las circunstan-
cias, però haciendo subir la cantidad a
73,000 onzas, y colocando el escondrijo
bajo del pavimento. Afiadióme que, efec-
tuada después la exclaustración, sea que
el albanil contarà el hecho, sea que de
otro modo se revelarà, lo cierto fué que
el Gobernador civil llamó al albaiiil. Pre-
guntado éste por el lugar del depósito,
contesto que lo io^noraba, y que solo podia
decir donde se le vendaron los ojos. Que
lueg^o el Gobernador llamó al Padre Prior
inquiriendo lo mismo, y que este contesto
que el tesoro estaba en el sautuormii
(«safictnar/init» qui so dccïn Que con es-
to el Gobernador creyó que el lugar era
el templo, y de aquí que entonces toda la
iglesia fuese excavada. Opino que existe
equivocación en el relato de la respuesta
del Prior, però no en lo demas, y que la
persona que me lo conto a mi lo sabia de
boca de un primo suyo que lo había
oido de los labios del mismo albafiil que
escondió el capital. Y el dicho albanil
(i) Scgunda relación du diL•lin Sr. .Morlà.
Barcelona 8 de iunio de iSi|_).
(j) En 14 de junio de i^io-f. HI nonihrc del
carpinleri) es D. Pedró Savall.
lo refirió después de las pesquisas del
Gobernador.
Otra historia de hallazgo de dinero en
Scala Dei oi, però prescindo ya de ella.
Peor suerte, si cabé, que a los objetos
hasta aquí resenados toco a los de valor
artístico. Los lienzos o pinturas ignoro en
concreto qué paradero alcanzaron; però
atendiendo al modo precipitado de la pri-
mera huida, y las circunstancias en que
se efectuo la extracción en los pocos días
que la subsiguieron hasta el de la irrup-
ción general y quema; atendiendo sobre
esto a la autorizada opinión del monje
Don Jaime iMarrugat, uno, como dije, de
los que con posterioridad a la fuga acudió
al monastei io para retirar ornamentos;
atendiendo a otros fundados pareceres;
creo con razón que perecerían o entre las
llamas, o rasgados por los cuchillos y
baj'onetas de estúpides armados, o quizà
por las ufias y tijeras de aiin màs es-
túpidas y repugnantes saqueadoras. Res-
pecto a frescos y pinturas murales escri-
ben unos excursionistas que visitaron la
Cartuja en 1886: «en la iglesia existen
»todavía mutilados y ahumados unos
»frescos muy notables» (3). Los demas no
gozarían del privilegio de quedar en pie
caídos las bóvedas y los muros; y así las
recomendables obras de entrambos Jun-
cosas han perecido entre escombres don-
de anidan la arafla y el ratón, el escara-
bajo y el lagarto.
El muy suntuoso sagrario, no debido, es
verdad, al arte hoy llamado cristiano, sinó
al Renacimiento (4), però riquisimo por
los exquisitos marmoles, bellísimopor las
bien acabadas imàgenes en número fabu-
loso; el sagrario admiración y lenguas
de cuantos ancianes oi describiéndolo; el
sagrario, digo, queda hoy hecho trizas.
Sus estatuas, obra de los escultores cata-
lanes Espinel e Illa, desaparecieron para
convertirse en guijarros, que, mediante
la honda, aprovecha el pastor para reunir
(?; l.'l'.xcuisionUla, vol. il. pà^. ^s\.
(4) \'ilianueva. Op. cit.. tomo XX. pàg
L'Hxcursionisla. .\ny XIII. pàg. 381.
10^.
270
LIBÜO ] KRCERO. — CAPiTLLO OTINTO
su ganado, o en fiagmentos quizà que al
fin recogió algun anticuario francès o in-
glés para eniiquecer museos extranjeros.
No ha mucho, en 1886, un amigo de
antigüedades y mio vió en manos de
cierto traficante de objetos arqueológicos
en esta ciudad de Barcelona un precioso
cuadríptico y un fragmento de caja de
remota edad, los que no sin fundamento
creyó prccederde Scala Dei{\). Adornan
al primero pinturas por su gran primor
mas propias de un códice que de una
tabla, que parecen representar escenas
de la vida de la Virgen Santísima. Des-
conozco del todo el paradero del primo-
roso oratorio con figuras de marfil, que
fiié del papa Luna, poseído por esta casa.
De los edificios monacales escribe don
Joaquín de Gispert, que los visito en agos-
to de 18S9: «Hoy se va allà A ver solo
»ruinas, paredes derribadas, edificios cai-
»dos, muros destruídos y arços y bóvedas
>;rotos en pedazos; he aquí laninica y sola
«cosa que halla quien se pasee por las
»huertas en que se ha convertido el solar
»de tan poderosa comunidad monàstica.
»De lo que fué iglesia resiste todavía à la
»accion del tiempo parte de la bóveda
»apuntada y de estilo romànico, que la
»cubría, permitiendo su espesor y sòlida
»construccion que arraiguen sobre ella
»diferentes plantas, y especialmente un
»pino que en soberbio asiento ha crecido
»lozano adquiriendo respetable altura
»De lo que fué claustro, celdas y depen-
»dencias, solos los restos esparcidos por
»todos lados marcan su sitio» (2). Y con-
corde con el anterior, otro excursionista,
y por cierto de espíritu nada recomen-
dable, se expresa así: «La monjía y el
»convento» 'poco eiiterado en achaque de
cartujas, llama a la conrería convento) ,
la monjía, pues, y la conrería «estaban
»separadas. Levantàbase la una junto à
»un rio, abajo en un llano lleno de horta-
»lizas, de frescas aguas y pintadas flores;
»mientras la monjía se ocultaba entre los
(i) d. Francisco .Miquel y Badia.
(2) L'HACursionista. Any XIII. pàg. í8i.
«pinós de la montana, en lugar salvaje,
«defendída por rocas y bosques, donde no
«penetraba la clara luz del sol. Però hoy
»(187S) todo es ruinas, miserias y soledad.
»Solo se levanta todavía en pié, però
«pròxima à caer, la fachada de la igle-
»sia Allí ni el historiador, ni el artista,
»ni el poeta pueden nada hallar» (3). Un
tercer excursionista en 1886 estampa
también que: ;<la Cartuja (de Scala Deij...
«està en completo abandono, tanto que
«las piedras del hermoso edificio fueron
«arrancadas para las divisiones o ribazos
»de las viflas que lo circuyen» (4).
Cuando yo mismo en 13 de junio de
1894 visité aquellas venerandas ruinas, vi
que los edificios habían desaparecido,
quedando solo algunas ruinas, paredes
cuarteadas, arços rotos, montones de es-
combros, algun patio cultivado, inmensa
y espontànea vegetación silvestre, lagar-
tijas e insectos. Arranca làgrimas amar-
gas ver aquel mantó real hecho jirones
y podredumbre en un rincòn de olvidado
monte.
íQué linaje de agentes obraron esta
grande cuanto lamentable devastación?
Primero, el fuego de los días del hervor
de 1835; mas estos incendios por regla
general suelen dejar huellas relati va-
mente menguadas y de fàcil reparaciòn,
porque sus autores por un lado, ocupados
màs en el saqueo que en la destrucciòn,
3' por otro, guiados y movidos solo por
un vértigo pasajero, no se detienen en la
pausada obra de un derribo formal. En
segundo lugar, cooperaria a éste el des-
cuido de los anos que siguieron a la
exclaustraciòn, durante los que, si dor-
mían las autoridades, dejaban sentir su
irresistible acciòn fuertemente al par que
despacio la lluvia y demàs agentes natu-
rales. Tercero: la mania de hallar ocultos
tesoros, que dominó en los pechos de
{7,) D. Francisco Gras. Memorias de la As-
sociació catalanista d'excursions cientificas. \ o-
lúmen II. 1878. pàg. t2i.
(-)) L'Excursionista. Vol. II, o sea de 1882 a
a 188Ó. pàg. 5>i.
COM'OUNOS DK REUS
271
muchos hombres de aquellos afios, no
dejó de hurgar las paredes y suelos del
gran cenobio, y, como terrible polilla, de
carcomer y arrasar. De los comisionados
del Gobierno, tan convencidos de la exis-
tència de ocultos capitales en Scala Dei
que llegaron hasta la detención del Prior
en casa Xnfariuclis, y que no poco exca-
varen en otros conventos, se puede con
buen fundamento conjeturar que no anda-
rian perezosos en perquirirlos en la Car-
tuja: conjetura que perfectamente con-
cuerda con cierto rumor de excavaciones
allí practicadas. Y finalmente, en cuarto
lugar, no mucho que digamos, habran
contribuído a la conservación de los edifi-
cios monacales dos de los posteriores
poseedores de tierras de Scala Dei, el
Excmo. Sr. don Mariano Rius, por Ama-
deo I conde de Rius, de Tarragona, quien
con los despojos del monsterio levantó su
casa-palacio de la Conrería, y don Agus-
tín Peira, de Barcelona, que hizo otro
tanco respecto a su quinta que allí se
construy ó. En tin, de aquellas ruinas hasta
se han sacado materiales para la cons-
trucción de la carretera. Las casas torres
de los actuales poseedores y una fila de
casitas para los colonos, edificado todo
en el llanito de la antigua Conrería, for-
man el nuevo y actual lugarcito llamado
Scala Dei.
Con lo aquí arriba narrado fàcilmente
se explica como algunos lustros, atràs si
el monasterio por todos lados mostraba
ruinas, no eran tales que no permitiesen
ver perfectamente el plan del edificio y
hasta sus jardines, mientras que hoy se
halla destrozado. Existe sin embargo el
cementerio, al que, a impulsos de don
Augusto Muller, de Tarragona, en 30 de
junio de 1886, y Muller acompaflado de
mas de 500 personas de los diferentes pue-
blos del Priorato, fué trasladado un pre-
cioso Crucifijo desde la capilla de la Con-
rería; y hoy no faltan almas piadosas que,
a pesar del descreimiento de la nombrada
comarca y de la aversión de ciertas per-
sonas a la presencia de esta imagen en
aquel lugar, acuden apostrarseante ella,
y a llorar y suplicar sobre las tumbas de
Don Beltran, Don Fort y los demas san-
tos cartujos.
En 1887, època en que un buen amigo
me facilito datos sobre Scala Dei, poseían
las tierras del monasterio los siguientes
seiïores:
Dos décimas partes el ya nombrado
Excmo. sefior don Mariano Rius, de Ta-
rragona;tres décimas don AgustínPeyra,
de Barcelona; dofia Antònia Xammà,
esposa de don Manuel de la Poza, de esta
misma ciudad, dos décimas mils de los
terrenos con la iglesia y el sagrario; don
SebastiSn García las tres restantes déci-
mas del terreno y el cementerio. Este fué
quien, llevado de buenos sentimientos,
concedió el permiso para levantar allí la
dicha cruz en 1886, y su mayordomo y
operariosse honraronacompanàndola(l).
Don Agustín Peyra y Vildósola, ya an-
ciano y ciego allà por los afios de 1910 o
1911, cedió a los cartujos de la fàbrica de
Chartreuse, de Tarragona, la imagen de
la Virgen de la fachada de Scala Dei,
quienes la colocaron en la dicha fàbrica.
Si los cartujos lo aceptaran, les dijo que
les cedería también el solar que tiene de
parte del monasterio; mas el solar sin
tierras a los cartujos no les conviene.
Después de la expulsión del 1835, pri-
mero el Estado administro aquella inmen-
sa hacienda por sí, o sea por administra-
cióii. Entonces el administrador de las
tierras sitas en el Priorato vendió cuan-
tos àrboles del bosque pudo. Un hombre
de Torroja decía a su pàrroco, de cuyos
labios yo lo oi, que en esta època él com-
pro pieza de alba (àlamo) para cuya car-
ga se necesitaban ocho mulos (entonces
no habia carretera), y que la compro por
10 o 20 pesetas siendo así que su valor pa-
saría de 40 duros (2).
(i) Tres de los nombres de los dichos posee-
dores los leo en las Memorias de />i Associació
caUlaiiisla. Vol. II, pàg. 32J.
(-•) Pàrroco D. José MorKi. Barcelona j de
i unió de 1804. Las ventas baratas de los àrboles
Uimbién me las dijo otro senor.
272
LlIÏRO TERCERO. — CAPIl'ULO QUINTO
Después el Estado, para facilitar la
venta de tan extensa hacienda, la dividió
en diez partes, y así la vendió. El monas-
terio y los huertecitos de las celdas fue-
ron distribuidos entre los compradores, y
he oido decir que estos se repartieron los
objetos de arte, partes de la edificación,
que habían sobrevivido a la ruina. Los
inmensos bosques en su gran parte han
pasado a ser vinas; y ya los pueblos no
pueden gozar de la lefía caida, cuyo apro-
vechamiento el monasterio permitía a
todo pobre. Ignoro qué limosnas repar-
tan ahora los poseedores de tales bienes,
però es muy claro que los necesitados
carecen de las incalculables del rico y
limosnero cenobio. Mas dejemos ya noti-
cias orales referentes al paradero de los
bienes inmuebles de la Cartuja y venga-
mos a los documentos.
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona, a 16 de
Octubre de 1844, D. Mariano Rius y Socie-
dad agrícola e industrial de La Unión,
compran al Estado «todo aquel Edificio
»derruido ó Solar en que se hallaba edifi-
»cado el Monasterio de la Cartuja de
»Scala Dei, situado en el termino de la
»Morera» por el precio de 22,010 reales,
iguales a 1,100 duros 10 reales, de los
cuales en Tarragona a 15 de octubre de
1844 pago el quinto en esta forma:
«TitulosdelSp.lOO Valor liqüi- Eq-?'^'»;,™-
metàlico
»En equivalència de4,402
»r. en documentos de
»esta deuda à 20 r. 28
»m. p. 100 cotización
»mcls alta pròxima in-
»mediata al dia 30 de
«agosto en que se efec-
»tuó el remate . . . 4,402 916'22 r.
»Aumento del 2 p. 100. . 18' 11
4,402 954'33
«Importa la ò.^ parte . . 4,402
»Igual» (1).
(i) FoI. 855 del protocolo.
La escritura, pues, lo dice todo. El
quinto del precio total importaba 4,402
reales, iguales a 220 duros 2 reales; però
como los títulos del 5 se cotizaron al 20 r.
28 m. por ciento, los compradores con
entregar 954 reales 33 m., o sea 47 duros
14 reales, han pagado, y entran en pose-
sión de la finca. Suponiendo, como es
natural, que en el pago de los restantes
cuatro quintos hicieron lo que con el pri-
mero, las grandes ruinas del monasterio
les costaron 238 duros 10 reales y los
derechos del expediente y subasta.
# Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona, a 20 de
mayo de 1843, D. Antonio Niubó compra
al Estado la finca siguiente, procedente
del monasterio de Scala Dei: «todo aquel
»bosque sito en el termino de la Morera
»de estension 2,852 jornales en esta forma
»1,074 bosque regular con pinós de todas
»clases y una porción de alamos en la
«parte llamada Aubereda y Pou de Gel,
»909 jornales quemado y 869 matorral
vulgo Botja; lindante a Oriente con tie-
«rras de vecinos de Poboleda, a medio
«con tierras y termino de V^ilella Alta, a
«poniente con el termino y vecinos de
«Cabacés, y al N. con José Escoté, Rai-
«mundo Miró y José Grau y con la pena
«mayor de Montsant».
El precio fué de 5.000,000 reales, de los
que pago la quinta parte en Tarragona,
a 19 de mayo de 1843, con títulos que
serian del 5 por ciento, aunque el ama-
nuense al resefiarlos se olvida dedecirlo,
y títulos del 4 (2).
El quinto es un 1.000,000 de reales, o
sea 50,000 duros; però como en la fecha
del pago los títulos del 5 se compraban
por 27 y un quebrado por ciento, y los del
4 por 18 y también un quebrado por cien-
to, resulta que en la realidad los 50,000
duros fueron unos 12,000. jPrimer plazo
de una finca que tenia 2,852 jornales, que
si entonces criaban bosque, ahora criaran
nuraerosísimas viflas!
(2) Fol. ío_) del protocolo.
CONTORNOS DE REUS
273
I8l Por escritura ante D. Joaquin Fà-
bregas \' Caputo, en Tarragona a 10 de
julio de 1843, D. Antonio Niubó, vecino de
Barcelona, compra al Estado, procedente
de Scala De/, <toda aquella heredad
»llamada Piedad, de estension 2 jornales
»de viiia y Vj de otro huerta con hermita
»y casa todo derruido con el agua que
»pasa por ella situada dentro del bosque
»de Scala Dei . termino de la Morera.
»Toda aquella otra heredad Uamada la
»Coma ò. la cual va unido el huerto de la
»monjía de estension 9 jornales tierra pan
»llevar en el dia yerma..., situado dentro
»del bosque de Scala Dei , termino de la
»Morera.
»Toda aquella otra heredad llamada
»hort de la Conrería, paradas del Galliné
»y sus paradas contiguas, de estension 3
»jornales tierra, 2 huerta y 1 pan llevar...
■ay un edificio derruido junto con la agua
»que nace allí mismo sita dentro del bos-
))que del extinguido monasterio de Scala
>->Dei, termino de la Morera.
»Toda aquella otra heredad llamada
»Bor]a y Corrals, a la que va unida otra
»llamada Pla del Molí, de estension 8 jor-
»nales pan llevar..., situadas dentro del
»bosque de Scala Dei, termino de la Mo-
»rera.
»Toda aquella otra heredad llamada
»Forn de la Cals, de estension 12 jornales
>^pan llevar, situada dentro del bosque
»del monasterio de Scala Dei, termino de
»la Morera.
»Toda aquella otra heredad llamada la
»Vineta, de estension 25 jornales vina
«derruida... sita dentro del bosque del
«extinguido Monasterio de Scala Dei.
»Toda aquella otra heredad llamada
»Escorial, de estension 50 jornales vina
«derruida... dentro del bosque de Scala
Dei, termino de la Morera».
El precio íué 419,000 reales, de los que
en Tarragona a 9 de julio de 1S43 pago la
quinta parte con titulos del 5 y del 4 por
ciento (1). 419,000 reales equivalen a
20,950 duros. Su quinta parte menta 4,190
(i) FoI. üoi del protocolo.
duros. A la sazón los titulos del 5 se coti-
zaban alrededor del 27 por ciento y los
del 4 al del 19. Así el pago de los 4,190
duros se haría por el comprador con el
desembolso de solos unos 1,050 duros, y
los derechos del expediente en el que va
comprendida la subasta.
^ Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 22 de
julio de 1843, el mismo don Antonio Niu-
bó, del comercio de Barcelona, compra al
Estado «toda aquella pieza de tierra 11a-
»mada Montsant, sita en el termino de la
■Morera y dentro del bosque del extin-
»guido monasterio de Scala Dei, y liene
sus entradas y salidas por el camino que
»va A la Morera, de estension 27 jornales,
>!dos de pan llevar, 25 de tierra hj-erma
»toda de brenas y penascos, que linda à
«oriente con tierras del comun de Albar-
»ca, à medio con las del comun de Cornu-
»della » por el precio de 3,500 reales,
de los que paga la quinta parte en
Tarragona a 19 de julio de 1843 con titu-
los del 5, consolidados del 5 sèrie A y
titulos del 4 (2). Los 3,500 reales equiva-
len a 175 duros; su quinta parte a 35
duros. Los titulos del 5 estaban a 27 y los
del 4 a de 19 a 20 por ciento, y por lo
mismo los 35 se pagarían con unos de 8 a
10 duros.
Es inútil apuntar que esta finca proce-
dia de Scala Dei.
Ijl Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 5 de
agosto de 1845, don «Mariano Rius, indivi-
»duo de la Sociedad agricola é industrial
»de la Union», compra al Estado <toda
«aquella heredad llamada Mas Deu, de
«estension 50 jornales de tierra pan llevar
»del todo yerma... una pequena fuente y
»con sus bebederos de ganado destruido,
»una casa, corrales y pajar derruido, si-
»tuada en el termino de la Morera dentro
»del bosque del estinguido monasterio de
»S(7ï/« Dei , por el precio de 154,250 rea-
les o sea 7,712 duros, 10 reales, de los cua-
les en Tarragona a 2 de agosto de 1845
(2) Fol. 7-)8 del protocolo.
274
l.iriUO TERCERO. CAPITULO QLIMO
paga la quinta parte con titulos de la
deuda consolidada del 5.
Compra Rius y la dicha Sociedad, y la
finca procede de Scala Dei {\). El quinto
del precio son 1,542 duros 10 reales, que
pagados con papel, o sea titulos, que
entonces se cotizaban de 22 a 22 '% por
ciento, importaron un desembolso de solos
unos 350 duros.
% Por escritura ante don Joaquín
Cortadellas, en Tarragona a 19 de mayo
de 1847, Don Juan Pellicer, de Porrera,
compra al Estado, procedente de Scala
Dei, el bosque llamado de Montsant de
300 jornales entre tierra y penascos, parte
yerma, parte con pinós, por el precio de
26,197 reales, o sea 1,309 duros 17 reales;
de los que en Tarragona a 18 de mayo de
1847 pago el quinto con 1,060 r. 24 m.; en
metàlico en equivalència de 5,238 r. 5 m.
de titulos del 5 al tipo de 20 1/4 P- \ Y
21 r. 7 m. de aumento del 2 p. "/i,' De modo
que el pago de 5,238 reales, iguales a 261
duros 18 reales, se hizo con solos 53 duros
0 reales 24 maravedíses (2). Los bosques
de Scala Dei hoy por regla general son
muy productivas vifias del renombrado
vino del Priorato.
#^ Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a los 4 de
abril de 1843, don Daniel Planas, vecino
de Tarragona, para cederlo, y lo cedió, a
don Ramon Urarte, vecino de Barcelona,
compra al Estado «toda aquella heredad
»llamada Granja del Tancat, la cual se
»compone de 60 jornales de viíïa derrui-
»da...; 6 jornales huerta con agua del
»barranco llamado de la Morera...; 8 jor-
»nales de tierra pan llevar derruida... 50
»jornales de bosque. Dentro la indicada
»heredad se encuentra una Casa del todo
»derruida con solo las paredes en muy
»mal estado... La espresada heredad lin-
»da à Oriente con la finca Uamada el
«Escorial, à mediodía y poniente con la
»finca llamada la Galera y Coll llamat lo
»Corral nou hasta la pena vulgo lo single
(i) Fol. 311 del protocolo.
(2) Fol. 307 del protocolo.
>;del grau del ase, y con los vecinos de la
» Vilella Alta... Sita en el termino deia
«Morera y partida llamada lo Tancat.» El
precio fué de 700,100 reales, de los que
pago en Tarragona a 1 .° de abril de 1843
la quinta parte con titulos del 5 y del 4
por ciento y un insignificante pico en
metàlico (3). Los 700,100 reales equivalen
a 35,005 duros, y la quinta parte monta
7001 duros. A la sazón los titulos del 5 se
compraban por cantidades que rodeaban
el 28, como 27 1/2. 28 y 29; y los del 4 a
18 '^A; y por lo mismo los 7,001 duros del
quinto resultaron en realidad unos 1,800
duros y los derechos del expediente.
^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 2 de
diciembre de 1843, don Esteban Sayró, de
Madrid, compra al Estado «toda aquella
»hacienda llamada Buen Rapós, vulgo
»S. Blas, sita en el termino de la Morera,
»de estension 162 jornales, en esta forma,
»6S jornales de vifïa derruida, 82 jornales
»de tierra yerma, 4 jornales de huerta y
»los 8 de tierra de pan llevar,» procedente
de Scala Dei, por el precio de 192,676
reales, de los que pago la quinta parte en
Madrid en noviembre de 1843 según pare-
ce (de septiembre a diciembre) con titu-
los del 5 por ciento (4). El quinto montaba
38,535 reales, o sea 1,926 duros 15 reales,
que pagados con un titulo del 5 ven-
drían a reducirse aproximadamente a una
cuarta parte.
# Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 2 de
diciembre de 1843, don Jerónimo March
compra al Estado «toda aquella heredad
»llamada la Galera, sita en el termino de
»la Morera, de estension 15 jornales de
«tierra vina enteramente derruida, que
»linda à poniente y Norte con el bosque
»del extinguido monasterio de Scala Dei»
por el precio de 69,990 reales, de los que
en Madrid, en la segunda mitad de 1843,
pago la quinta parte con titulos del 5 y
del 4 por ciento. Los 69,990 reales equiva-
Fol. 310 del protocolo.
Fol. 1048 del protocolo.
CONTORNOS DE REUS
275
Ien a 3,499 duros y 10 reales, y la quinta
parte a 699 duros 18 reales, que por razón
del pago en títulos quedarían reducidos
aproximadamente a un cuarto de ellos (i).
I§l Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas y Caputo en Tarragona a 20 de
diciembre de 1844, don Bernardo Torrell
(jotra vez Torrell!), vecino de Vilaseca,
compra al Estado, procedente de Scala
Dei , «toda aquella heredad llamada Mas
»dels Frares de estensión 450 jornales, à
»saber 25 jornales tierra campa, 225 de
»yermo y 100 jornales penas en el termino
»de la Fabió; 60 jornales bosque, 39 yer-
>^mo y 1 regadío en el termino de Arboli,
»la cual finca contiene una casa de campo
»con su pajar, un pozo de nieve destruido
»en su mayor parte y una balsa inser-
»vible...»
EI precio fué de 82,010 reales, o sea
4100 duros 10 reales; de los cuales en
Tarragona a 14 de agosto de 1844 pago el
quinto con un titulo del 5 consolidado de
deuda extranjera, y en metàlico 34 r. 6 m.
equivalentes a 170 r. 31 m. en papel del
5 al tipo del 20 por ciento. Hubo el aumen-
to del 2 por ciento del numerario en el
precio (2).
Ijl Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 2 de
mayo de 1844, don José Tomàs Sabadell y
Permanyer, de Barcelona, compra al Esta-
do, procedente de Scala Dei , «toda aque-
»lla heredad nombrada Mas Marti situada
»en los términos de MasRoig y partida
«llamada del Moià de estensión 195 jorna-
»les, esto es 54 jornales de sembradura
»de buena calidad con 800 almendros 27
»higueras... con un horno de cocer ladri-
»llos...; 8 jornales y V2 de tierra con 200
»olivos de primera clase: 22 jornales con
»60 pinós de primera calidad...; 100 jorna-
»les de viflabien plantada...; 1 jornal... de
»huerta que se riega de aguas vecinales...
»una casa de campo bien obrada con 5
»lagares, 2 bodegas con 28 cubas, un horno
»de pan cocer, un pajar... una era... dos
»corrales... una fàbrica para hacer aguar-
»diente bien obrada... que linda... Ade-
»màs tiene dicha Hacienda separado de
> ella un pedazo de tierra vina, llamado la
»Fuiiïa en la misma partida, de cabida
»6 1/2 jornales... Todo aquel otro pedazo
»de tierra llamado la Muilé en la misma
«partida, de estensión 3 jornales de tierra
»vina.» Lindan algunas de estàs fincas
con don Antonio Satorras (3).
El precio fué 2.300,200 reales, de los que
en Tarragona a 28 de abril de 1843 pago
el quinto con títulos del 5. Los 2.300,200
reales equivalen a 115,010 duros, su quin-
to sube 23,002 duros, los que en razón de
cotizarse entonces los títulos del 5 al rede-
dor del 28 y del 29 por ciento se reduci-
rían a unos 6,650 duros. Este senor don
José Sabadell y Permanyer era hijo de
otro Sabadell al que encontraremos ade-
lante comprando hartos bienes de con-
ventos.
#^ Por remate de 30 de julio de 1821
y por el precio de 65,936 don José Ale-
gre y Cortina, de Tarragona, compro
al Estado una hacienda, con casita, sita
en Valls. Mide 5 '/i jornales, parte de
sembradura y parte regadío, que a O.
linda parte con el río Francolí. Era prò-
pia de Scala Dei. Al caer la Constitución
Alegre quedo desposeido; y habiéndosele
devuelto la finca después de la exclaus-
tración, ahora, por escritura ante don
Joaquín Fàbregas y Caputo, se le da este
titulo de propiedad en Tarragona a 21 de
marzo de 1844. José Alegre murió en 29
de marzo de 1838 y le sucedió su hijo don
Ramon Felipe Alegre y Aymerich, al
cual se da el titulo presente (4).
% Por escritura ante don Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 12 de
diciembre de 1844, don Antonio Batlle,
vecino de Tarragona, compra al Estado,
procedente de Scala Dei, un molino ha-
rinero con su balsa y casa de dos pisos,
situado en Poboleda, partida la huerta
del Melld, que linda al N. con el río Ciu-
(i) Fol. I uso del protocolo.
(j) Fol. 1 186 del protocolo.
(;) Fol. !i)i del protocolo.
(\) VïA. 2n del protocolo.
276
MURO TEUCERO. — CAPITLl.O QUINTO
rana, por el precio de 92,000 reales, igua-
les a 4,600 duros; de los que en Tarrago-
na a 21 de noviembre de 1844, pago el
quinto con un titulo de la Deuda consoli-
dada del 5 (1).
#^ Por escritura autorizada por el no-
tario don Joaquin Fàbregas y Caputo,
en Tarragona a 25 de enero de 1841, don
José Vidal y Garriga, del comercio de
Tarragona, compra al Estado el molino
harinero, que en el termino de Poboleda,
partida llamada Font deu Bosch, camino
de Torroja, poseía el monasterio de Sca-
la Dei. El cual molino al S. linda con el
río Ciurana, al E. con el camino real de
Torroja.
Ademas compra el huerto circuido de
pared, de 400 palmos de largo y 80 de
ancho, contiguo al molino expresado,
también de Scala Dei.
El precio subió a 360,000 reales, o sea
18,000 duros; de los que en Tarragona a
21 de enero de 1841 paga el primer quin-
to con títulos al portador del 5 y del por-
tador del 4 por ciento, y aflade la carta
de pago: «Falta para el completo pago
»2,344 rea.^ 15 m. los mismos que satisfa-
»ce en metàlico al 22 p.% que estaban
»en la bolsa de Madrid el dia 28 de se-
vtiembre del afio ultimo que fué la última
»cotizacion del 4 p-^/o- 515.26 — Aumento
»del2p.o/n: 10.10.— Suma: 526.2» (2).
% Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 13
de junio de 1841, don José Vidal y Garri-
ga compra al Estado «toda aquella pieza
»de tierra llamada Albareda dels Frares
»con un huertecito à ella unido cercado
»de paredes.... de sola piedra, de esten-
»sion todo junto un cuarto.de jornal....
»sito en el termino de Poboleda, y parti-
»da llamada Font de la Roca», proceden-
te del monasterio de Scala Dei, por el
precio de 19,000 reales, iguales a 950 du-
ros, de los que, en Tarragona a 22 de
mayo de 1841, pago en metàlico, equiva-
lente a títulos del 5 por ciento, la quinta
par te (3).
#S Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 25
de noviembre de 1841, don Bernardo
Torrell, al cual ya otras veces hemos
hallado en estàs escrituras, compra al
Estado procedente de Scala Z^f/una vifia,
sita en la Morera, partida llamada lo Mas
vell, de 2 jornales y medio, junto al río
Ciurana, por el precio de 5,703 reales, o
sea 285 duros 3 reales. De estos pago la
quinta parte don Pedró Gil, en Madrid, a
9 de septiembre de 1841, con títulos del 5,
del 4 y documentos interinos del 4 (4).
#M Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas, en Tarragona a 21 de febrero
de 1843, don Francisco Vidiella compra
al Estado las dos siguientes fincas de
Scala Dei. \.° Un molino harinero Uania-
do deu Barditia, que linda a S. y O. con
el río Ciurana, y a N. con el huerto del
mismo molino. 2." La pieza de tierra
llamada deu Bardina, parte huerta, de
7 1/.2 jornales poco màs o menos, que lin-
da a O. y N. con el río Ciurana; ambas
fincas sitas en el termino de Torroja, y
partida de Plana Sega. El precio fué
190,000 reales, o sea 9,500 duros; de los
que en Tarragona, a 13 de febrero de
1843, pago la quinta parte con titules
del 5 por ciento (5). La quinta parte es
1,900 duros. Ignoro el precio fijo de los
títulos del 5 en el dia del pago 13 de
febrero de 1843; però en 26 de enero era
de 31 a 34, y en 4 de marzo fluctuaba al
derredor del 28. Así, suponiendo con
harto fundamento que fuera el 30 o 31
por ciento, los 1,900 duros tornarían unos
580 duros; a los que, como siempre va
supuesto, se afiaden los derechos del
expediente.
^ Por escritura ante don Joaquin
Fàbregas, en Tarragona a 21 de febre-
ro de 1843, don MeJchor Lloberas y Be-
nas, de Tarragona, compra al Estado las
(i) Fol. 1025 del protocolo.
(2) Fol. 2ü del protocolo.
(q) Fol. -)40 del protocolo.
(4) Fol. 81 í del protocolo.
(^) Fol. 07 del protocolo.
CON I ORNOS DE REfS
277
fincas de Scala Dei siguientes: X." El
molino papelero con sus dependencias y
utensilios, que linda al S. con la carrete-
ra que va de Constantí als Pallaresos.
2° El huerto cercado de paredes de tres
cuarteras de sembradura contiguo al
molino. 3.° Una vina de dos jornales;
todas estàs fincas, sitas en Constantí, por
el precio de 200,000 reales, o sea 10,000
duros; de los que en Tarragona, a 10 de
febrero de 1S43, pago la quinta parte con
titulos del 5 por ciento (1).
Procede aquí el niismo calculo del nú-
mero o finca anterior.
Kl Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a los 4 de
marzo de 1S46, D. Antonio Llorens, de
Gratallops, compra al Estado «toda aque-
»lla pieza de tierra llamada Sort dels
»f rares, de estension 4 jornales vifia y 2 l'j
»jornales pan llevar... situada en el tér-
»mino de Gratallops» procedente de Scalu
Dci, por el precio de 53,011 reales, o sea
2,650 duros 11 reales, de los que paga la
quinta parte en Tarragona a 3 de marzo
de 1846 con 1,698 r. 14 m. de metàlico,
equivalente a 7,068 r. 5 m. de papel con-
soiidado del 5computado al tipo del 24 r.
1 m. por ciento; un titulo de la deuda del
4, y 443 r. 7 m. en metàlico en equivalèn-
cia de 1,952 r. 1 m. en titulos del 4 al tipo
de 22 r. 24 m. por ciento, hecho el aumen-
to del 2 por ciento sobre el metàlico (2).
De modo que con 2,141 reales 21 marave-
dises de metàlico paga 9,020 reales 6 ma-
ravedises que debia como parte del pri-
mer plazo del precio.
I8l Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 15 de
junio de 1846, D. Pedró Blanch, de Ullde-
molins, compra al Estado, procedente de
Scala Dei, la pieza de tierra, llamada de
la ermita de San Bartolomé, de 2 jornales
de vifía, 1 de pan llevar, con olivos y
nogales, 1 jornal yermo, que linda a O. y
N. con el bosque de la misma heredad. V
otra pieza bosque de breíias y peiïascos,
(i) l'ol. loí del protocolo.
(-•) lol. 57 dol protocolo.
de unos 12 jornales, que linda a S. con la
finca anterior. Estan situadas en el termi-
no de la Morera.
El precio fué 2,101 reales, o sea 105
duros, de los que en Tarragona, a 4 de
junio de 1846, pago la quinta parte con 31
r. 27 m. en metàlico equivalente a 140 r.
2 m. en titulos del 4 computades al 22 r.
24 m. (cotización del 29 oct. 45) y con 67
r. 18 m. en equivalència de 280 r. 4 m. en
equivalència de consolidados del 5 com-
putados al 24 1 m. por ciento (cotización
del 31 oct. 45) (3). La quinta parte impor-
taba 420 reales 6 m. o sea 21 duros. Los
cuales paga aprontando 99 reales 11 m. o
sea 4 duros 19 reales Hm,, y los derechos
del expediente, y así entra en posesión
de las fincas.
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 29 de
julio de 1846, D. Juan Pellicer, cirujano de
Porrera, compra al Estado, procedente
de Scala Dci, un corral con pajar y
pequena estancia, situado en la Morera,
calle del Castell, que està al E. de la
calle, y linda por lo mismo con ella por
O., y también con ella por N.
Igualmente compra toda aquella pieza
de tierra llamada Pla dels Coterris, de
3 '/.) jornales; de los que 3 son de viüa
medio yerma, situada en el termino de la
Morera.
El precio fué 9,000 reales, o sea 450
duros; de los que en Tarragona el mismo
dia paga el quinto con 1,162 reales metà-
lico en equivalència de 5,600 en titulos
consolidados del 5 computados al 20 ^/^
por ciento (cotización del 19 junio 46)
hecho el aumento del 2 por ciento que
importo 23 r. 8 m. (4).
I§l Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 7 de
agosto de 1846, D. Gabriel Carey, de Reus,
compra al Estado, procedente de Scala
Dei , una pieza de tierra llamada Soitcta
llarga, situada en las Borjas del Campo,
partida del Camí del Molí, de 2'Vi,ioJoi'-
(;) Fol. J20 del protocolo.
(^) Fol. jS? del protocolo.
278
LIBRO TERCERO. — CAPITULO QllNTO
nales, con cepas, avellanes y olivos; por
el precio de 4,060 reales, o sea 203 duros;
de los que en Tarragona el mismo dia
pago el quinto, con 199 r. 5 m. en metà-
lico, en equivalència de 812 r. 7 m. en
titulos consolidados del 5 hecho el aumen-
to del 2 por ciento que montó 3 r. 33 m.
El computo de los titulos se hizo al 20 r.
4 m. (cotización 1.° mayo 46) (1).
I8l Por escritura anteD. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 13 de abril de
1S47, D. José Torrents, de Reus, compra
al Estado las fincas siguientes, proceden-
tes de Scala Dei:
\.° Un yermo de 4 jornales y pico,
sito en las Borjas del Campo.
2° Otra pieza de tierra cuyas circuns-
tancias la mala tinta no me dejó leer.
3.° Otra pieza que tampoco pude por
igual razón apreciar.
El precio fué de 14,160 reales, equiva-
lentes a 708 duros (2).
Ijl Por escritura ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona, a 13 de abril de
1847, D. José Torrents compra al Estado
las fincas siguientes de Scala Det.
\.° Otra pieza de tierra yerma de 4
jornales y pico, situada en las Borjas del
Campo partida de las Fotitauillas.
2.° Otra pieza de tierra de 1 1/2 jornal.
3." Otra pieza llamada Clot de lo ga-
vacho, cuyas circunstancias la mala tinta
de la escritura me impidió leer. Solo
pude entender que el precio fué de 14,160
reales, o sea 708 duros.
#1 Por escritura anteD. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 4 de diciembre
de 1547, D. Pedró Olivé compra al Esta-
do una pieza de tierra de 3/4 de jornal, pro-
cedente de Scala Dei, sita en la Torre
del Espaflol, partida de la Boneta, por el
precio de 8,500 reales, o sea 425 duros;
de los que en Tarragona el mismo dia
pago el quinto en metàlico equivalente a
titulos del 5 y del 4 (3).
% Por escritura ante don Joaquín
(i) Fol. 307 de) protocolo.
(2) Fol. 225 del protocolo.
(3) Fol. 809 del protocolo.
Cortadellas, en Tarragona a 24 de di-
ciembre de 1847, don Juan Fontanals e
Illa, de Tarragona, compra al Estado las
fincas siguientes, procedentes de Scala
Dei: «Todo aquel molino harinero llama-
»do Poti deu Goy, inutilizado por no tener
>^muelas. . . con dos piezas de tierra à él ane-
»xas parte vina y parte yerma, à saber la
»que està en contacto con el molino cons-
»ta de 6 jornales con 50 olivos-... lindante
Ȉ Oriente con dicho molino.... Y la otra
»consta de un jornal.... lindante à Orien-
> te con el río Francolí. Sito todo en el
>;término de Valls y partida /'om de Goy>y,
por el precio de 122,000 reales, o sea
6,100 duros; los que en total paga en
Tarragona a 23 de noviembre de 1847
con titulos del 5, del 4 y de la Deuda sin
interès, esta por la mitad del valor nomi-
nal, y un pico en metàlico en equivalèn-
cia de este postrero (4). Todas las circuns-
tancias del pago lo reducirían a una
cantidad exigua, tanto por el poco valor
del papel, cuanto por las rebajas de ade-
lanto de los plazos.
fSl Por escritura ante don Joaquín
Cortadellas, en Tarragona a los 5 de
enero de 1849, don Ramon Urarte, vecino
de Barcelona, compra al Estado la finca
siguiente, procedente de Scala Dei: «Un
«molino harinero que se halla enteramen-
»te derruido.... sito en el termino de la
«Morera»....; por el precio de 3,001 reales,
o sea 150 duros; los que en Tarragona
el mismo dia pago con un titulo del 5
consolidado, 90 r. 4 m. en metàlico en
equivalència de 655 r. 15 m. en titulos
del mismo 5; y 95 r. en metàlico en equi-
valència de 1,000 r. de la Deuda sin
interès.
Ademàs se le abono el 18 por ciento
de la cantidad que importaban los plazos,
segundo y sucesivos, y esto en razón de
que los adelanta, o paga en el acto. Este
18 por ciento importo 315 reales. Los
titulos del 5 se cotizaban el dia del rema-
te, 28 de abril de 1848, al I33/4 por ciento,
y los de la Deuda sin interès al 4 ^/^ por
(4) Fol. 817 del protocolo.
CONTORN'OS DE REUS
279
ciento. Con tales datos deducirà el me-
nos leído en cuentas a qué cantidad
debieron reducirse los 3,001 reales del
precio (1).
#^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 23
de febrero de 1841, don Antonio Rodés,
hacendado vecino de Cornudella, com-
pra al Estado una casa y huerto a ella
unido, sita en las calles Mayor y de San
Francisco de Cornudella. Tiene la casa
10,200 palmos cuadrados y la huerta un
octavo de jornal, procedente de los Car-
tujos de Scala Dei , por el precio de
123,000 reales. Paga en Tarragona a 7
de octubre de 1840 la quinta parte con un
titulo de la renta del 5 al portador y un
pico con metalico (2).
#^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a IS
de abril de 1841, don Pablo Pellicer, de
Tarragona, compra al Estado una casa,
situada en la calle del Pont de la vilIa de
Porrera, por el precio de 35,101 reales,
los cuales, en Tarragona a 27 de marzo
de 1841, paga el comprador en metalico
en cantidad de 6,933 reales 32 m., que
equivalen al precio pagado en un titulo
del ó, otro del 4, y otro de la Deuda sin
interès. Pertenecía esta finca a Scala Dei.
De guisa que con 6,933 reales, iguales a
346 duros 13 reales, paga 35,101 reales, o
sea 1,755 duros 1 real (3).
% Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona à 1.°
de abril de 1842, don José Vidal y Garri-
ga compra al Estado una bodega nueva,
llamada dels Frares, que linda por
ievante con la Casa grande de la Cartuja
de Scala Dei , sita en la calle Nueva de
Poboleda, por el precio de 16,011 reales,
los que con títulos y moneda paga en
Tarragona a 8 de marzo de 1842 (4).
I8l Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 3 de
(0
(A)
Foi. 32 del protocolo.
F'ol. 1 10 del protocolo.
Fol. 230 del protocolo.
Fol. i^^ del protocolo.
mayo de 1843, don Francisco Peri, de
Gratallops, compra al Estado una casa
en Gratallops en la calle Mayor, proce-
dente del monasteno de Scala Dei, por
el precio de 78,950 reales, de los cuales
paga en Tarragona a 2 de mayo de 1843,
con un titulo del cinco por ciento, la
quinta parte (5). A la sazón los títulos
del 5 se cotizaban de 27 a 29 por ciento.
Apreciados al 28, los 15,790 reales del
quinto se redujeron a 4,421, o sea los 789
duros 10 reales a 221 duros 1 real.
1^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas, en Tarragona a 22 de julio
de 1843, don Antonio Niubó, de Barcelo-
na, compra al Estado una casa en la
calle Nueva de Poboleda, procedente de
Scala Dei, por el precio de 3,350 reales,
de los que en Tarragona a 19 de julio
de 1843 pago la quinta parte con títulos
del 5, del 5 consolidado y del 4 (6).
lÜ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 4 de
febrero de 1846, don Ramon Payés y
don Juan Escoda compran al Estado la
siguiente finca, procedente de Scala Dei:
«Toda aquella casa, parte de ella descu-
»bierta de arriba abajo y sin escalera
»para subir al ultimo piso, con dos laga-
»res inútiles, que linda al Norte con la
«Iglesia, al Sur con la plaza, al Este con
»la calle Mayor y al Oeste con José Mun-
»tané, situada en la plaza del pueblo de
«Torroja»; por el precio de 22,000 reales,
o sea 1,100 duros; de los que en Tarrago-
na, a 4 de febrero de 1846, pago el quinto
con 645 r. 11 m. en metalico, en equiva-
lència de 2,933 r. 12 m. en títulos del 5
computados al 22 por ciento, y 293 reales
14 m. en equivalència de 1,466 r. 22 m.en
documentos del 4, hecho el aumento del
precio de un 2 por ciento (7).
^ Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 29
de abril de 1846, dona Teresa Montserrat,
vecina de Gratallops, compra al Estado
(5) Fol. 4;i del protocolo.
(6) Fol. 7-|i del protocolo.
(7) Fol. J9 del protocolo.
280
LIBRO TERCI;R0. — CAPITULO QUINTO
la casa llamada Hoviodi, procedente de
Scala Dei, situada en Gratallops, calle
dels Vidls, por el precio de 32,000 reales,
o sea 1,600 duros, de los que en Tarrago-
na a 29 de abril de 1846 paga la quinta
parte con 1,453 r. 6 m. en metàlico, equi-
valente a 6,400 en titulos consolidados
del 5 computado al 22 r. 24 m. por ciento,
según cotización del 2 de marzo (1). Ade-
màs va en el pago el 2 por ciento del
dinero.
#^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 15 de
junio de 1546, D. Domingo Clivillé, de
Poboleda, compra al Estado «toda aque-
»lla casa llamada dels Frares, situada en
»la villa de Poboleda, y en la calle Nue-
»va». Estaba al lado de otra casa «de la
Nación». El precio fué 14,500 reales, o sea
725 duros; de los que en Tarragona a 9
de junio de 1846 pago el quinto con 580
reales de metàlico en equivalència de
2,900 reales en titulos consolidados del 5
computados al tipo de 20 por ciento como
estaba en junio de 1844 (2).
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a los 30
de junio de 1846, D. Pablo Vives y Ver-
net, de Vilella alta, compra al Estado un
solar situado en Vilella alta, calle Nueva,
de 65 X 50 palmos, que linda con el cemen-
terio, por el precio de 3,550 reales, o sea
177 duros; de los que en Tarragona a 30
de junio de 1846 pago el quinto con 142
reales 28 m. en equivalència de 710 en
titulos del 5 consolidado computados al
tipo de 20 r. 4 m. por ciento (cotización
del 7 mayo de 1846). Esta finca pertenecía
a Scala Dei (3).
$ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a los 1 1 de
agosto de 1846, D. Juan Pellicer y Borràs,
cirujano, vecino de Porrera, compra al
Estado la casa con horno de pan cocer,
procedente de Scala Dei , situada en Pobo-
leda, calle Nueva. Ademàs otra casa tam-
(i) Fol. i=;odel protocolo.
(2) Fol. ji-> del protocolo.
(3) Fol. 2^5 del protocolo.
bién con horno situada en Poboleda, calle
del Arrabal. El precio fué de 29,000 rea-
les, o sea 1,450 duros; de los que en parte
en Tarragona a 29 de julio de 1846 pago
el quinto y en la restante parte pago el
quinto también en Tarragona a 11 de
agosto del mismo ano 1846 con metàlico
equivalente a titulos del 5 consolidado,
unos al tipo del 20 ^/^ y otros al del 20 (4).
1^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 21 de
noviembre de 1846, D. Juan Boizet com-
pra al Estado un horno de pan cocer
medio derruido, procedente de Scala Dei,
situado en la calle Mayor de Vilella alta,
por el precio de 3,451 reales, o sea 172
duros 11 reales; de los que en Tarragona
a 9 de noviembre de 1846 pago el quinto
con 143 reales 7 m. en metàlico en equi-
valència de 690 r. 7 m. de titulos, creo del
5 consolidados, al tipo de 20 ^/4 por ciento
(cotización de 19 junio 46) (5).
^ Por escritura ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a los 11 de enero
de 1847, D. Tomàs Porqueras, albafiil de
Poboleda, compra al Estado, procedente
de Scala Dei, una casa en Poboleda, calle
Nueva, por el precio de 6,000 reales, o sea
300 duros; de los que en Tarragona el
mismo dia 11 paga el quinto con 169 r. 30
con metàlico en equivalència de 800 de
titulos del 5 computados al 21 r. 8 m. (co-
tización de 18 nov. 46) y con 82 reales en
metàlico en equivalència de 400 en papel
del 4 al tipo de 20 Va (6).
^ Por escritura ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 13 de abril de
1847, D. José Torrents, de Reus, compra
al Estado una casa sita en Gratallops,
procedente de Scala Dei , por 7,740 rea-
les (7).
% Por escritura ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 13 de abril de
1847, D. José Torrents, de Reus, compra
al Estado, procedente de Scala Dei , una
(4) Fol-
521 del protocolo
(5) Fol.
462 del protocolo
(b) Fol.
01 del protocolo.
(7) Fol
2í3 del protocolo
CONTORN'OS DE REUS
281
casa sita en Cambrils, calledel Morelló de
S. Antonio, por 4,010 reales, o sea 200
duros 10 reales, de los cuales en Tarra-
gona a 28 de noviembre de 1846 pago la
quinta parte con 182 reales 26 ms. en
equivalència de 805 r. en titules del 5
consolidado computado al 22 r. 24 m. por
ciento (1). (Cotización del 10 de marzo
de 1847).
Hi Por remate de 23 de diciembre de
1822, y precio de 215,233 reales y 21
maravedises, D. Francisco Coder, del
comercio de Reus, compro al Estado una
casa con huertecito y agua de pie en la
plazuela de las monjas de la Ensenanza
de Tarragona, que linda... pordetràs con
la «muralla y por delante con dicha pla-
zuela,» pròpia de Scala Dei. Se le despojó
al caer la Constitución, y ahora, vuelto a
estar incorporado de la finca, se le da este
titulo ante D. Joaquin Fàbregas en Ta-
rragona a 20 dias de abril de 1841 (2).
H' Por remate celebrado en 15 de
marzo de 1821 y precio de 197,982 reales
don Blas Borràs y Cuchi, del comercio de
Reus, compro al Estado «toda aquella
»casa con su patio y almacén, situada en
»dicha Villa de Reus y en el arrabal de
»San Pedró, detràs del Hospital, que lin-
»da... por detràs con la Riera llamada de
»Ia Sangre, donde tiene una puerta; y por
»delante con dicho arrabal de S. Pedró,
»donde tiene su puerta principal; que fué
»de la Comunidad de la Cartuja de Scala
y>Deiy> «Y por cuanto el nombrado don
»Blas Borràs y Cuchi había comprado por
»cuenta y mitad suya y de don Juan Bau-
»tista Casamayor la espresada casa con
»su patio y almacen hizo à favor de
»este reconocimiento y agnicion de buena
»fé, y asimismo le vendió perpetuamente
»la otra mitad que le pertenecía à dicho
»Borràs» en 1822; «el cual D. Juan Bau-
»tista Casamayor no dejó otro heredero
»que su hija D."'* Teresa Casamayor, con-
»sorte de D. Pedró Casamayor, del Co-
»mercio de la misma villa, de cuya finca
(i) VoX. -Ml del protocol, 1.
(.■) ImiI. JÍ7 del prolocoio.
»tomó posesion.» Caido el sistema cons-
titucional, se le despojó; y ahora por la
presenteescritura ante D. Joaquin Fàbre-
gas se le da un titulo en Tarragona a
2 de abril de 1841 (3).
1^ En 9 de noviembre de 1836, por ante
don Joaquin Fàbregas y Caputo, la Ha-
cienda dió en arriendo por un ano los
diezmos que percibía este monasterio, y
lo hace por el precio de 5,000 libras cata-
lanas, iguales a 2,666 duros 3'33 pesetas.
I8l En 1837 los va arrendando separa-
damente por pueblps, entre los que se
cuentan los de La Morera, Gratallops,
Porrera, Poboleda, Vilella y Torroja. Y
por escritura pasada ante el mismo ncta-
rio Fàbregas en Tarragona a 26 de octu-
bre de 1839, hallamos al Jacinto Pla, o
sea al cèlebre Xafarruclis, arrendando
de mano de la Hacienda, por dos afios de
1.° de mayo de 1838 a igual dia de 1840, el
noveno que «antes percibía en el Mas
»Roig y Mola partidas de las Planas el
»suprimido monasterio de la Cartuja de
y>Scala Dei.^^
#^ No logré ver las escrituras de venta
por el Estado, però sí documentos de
las oficinas de Hacienda que prueban
que Scala Dei poseia ademàs una casa en
Tortosa, calle del Àngel, entonces (1835)
de niímero 36, una casita en el Uano de
la catedral de Tarragona, y una pieza de
tierra de unos cinco jornales en el termi-
no de Valls, partida llamada Freixa.
Hasta aquí en la reseiia de las enajena-
ciones de las fincas de Scala Dei no hemos
salido de la provincià de Tarragona,
excepción hecha solo del noveno del Mas
Roig. Debemos ahora enderezarnos a
las situadas en otras provincias, especial-
mente a la de Lérida, donde aquéllas
brillaban por su número y grandes exten-
siones. Escribí ya que en dicha provincià
de Lérida no logré las facilidades que en
las otras para examinar las escrituras de
los notarios de Hacienda; y por esta
razón, para adquirir noticias las màs com-
pletas posible, y sobre todo auténticas,
(->,) Fol. iSj del prolocolo.
282
I.IBRO TKRCERn. — CAPITULO OUINTO
tuve que acudir a otras fuentes, que fue-
ron el Registro de la Propiedad, però
especialmente a la colección del Boletín
oficial de la província de Lérida, en
cuyas numerosísimas pàginas se anun-
ciaban las subastas. En estos anuncies se
describe la finca y sus linderos, y se ex-
presa la cantidad de la tasación y la fecha
y cantidad del remate, però esto hasta
1844. De allí en adelante se calla el postrer
dato.
Estàs posesiones de la provincià de
Lérida propias de Scala Dei se hallaban
en la parte baja, o meridional, de aquella
provincià, bajo las Borjas de Urgel, y
principalmente en el termino de Castell-
dasens, villa situada a unos 20 kilómetros
de Lérida y a su SE.; y se contaban tan-
tas que bien parece que el monasterio era
el dueno y senor del pueblo y de su cam-
po. La siguiente resena, y el consiguiente
enojo que causarà al que leyere, harto le
convencerAn de la verdad de mi dicho.
Para evitar este enojo dióme la tentación
de suprimiria; mas, deseando que el libro
quede en lo posible completo, aquí va
con toda su molesta extensión.
% Por escritura pasada en Lérida a
los 9 de diciembre de 1840 ante el notario
don Manuel Fuster, don Juan Bautista
Roca, Coronel graduado, retirado, com-
pro al Estado la heredad llamada Termi-
no del Mas Roig, que constaba de 404
jornales de cultivo y 233 de pastos, total
637 jornales, con era, corral y un cerca-
do. Lindaba esta finca por E. con el ter-
mino de Juneda y el de Castelldasens, por
Mediodía con el camino de Castelldasens,
y por N. con el termino de Vinferri y
Manresana. El precio fué de 315,000 reales
vellón, iguales a 15,750 duros; de los que
en octubre, parece de 1840, pago el quinto,
o sea 3,150 duros (1). Los pagaria con
títulos de la Deuda por todo su valor
nominal si eran del 5 y del 4, como solia
suceder, y harto veremos en los capítulos
siguientes. A la sazón, o sea en octubre
(i) Registro de la propiedad de Lérida. Las
Borjas. Tomo 3, fol. 136, núm. 274, inscrip. i."
de 1840, los del 5 se cotizaban a vueltas
del 26, y los del 4 a las del 22 por ciento,
y por lo mismo el pago de los 3,150 duros
le costaria un desembolso de una como
cuarta parte.
Aquí liay que notar una discrepància
respecto del precio entre la nota del Re-
gistro de la Propiedad, de la cual proceden
las anteriores noticias de la venta del Mas
Roig, y el anuncio del remate ejecutado
ya, inserto en el Boletín. La primera lo
pone, como llevo apuntado arriba, en
315,000 reales, y el segundo en 272,000.
tCuàl de los dos documentos lleva la
razón? Yo me atiendo al Registro de la
Propiedad. El remate se efectuo en Lérida
a 24 de septiembre de 1840 (2).
^ Por escritura ante don Manuel
Fuster, en Lérida a 1.° de enero de 1843,
don José Salamó, del comercio de Léri-
da, compra al Estado para cederlas des-
pués las dos heredades de Scala Dei
siguientes:
A. El Mas Bertran, de 102 jornales de
cultivo y 123 de pastos, sito en el termino
de Castelldasens, que lindaba por E. y S.
con el de Pinell y Castelldasens, y por O.
y N. con el camino de Castelldasens y
Concabella. El «Boletín», sin embargo,
dice que por O. y N. linda con el camino
de Castelldasens a Juneda y Comabella.
B. El Mas Pinell, de 62 jornales de
cultivo y 83 de pastos, sito también en
Castelldasens; que lindaba por E. con el
camino de Concabella y Miravall, por S.
con el termino de Castelldasens y Mas
Bertran, y por O. y N. con dicho Mas
Bertran y Comabella (3).
Por escritura ante don Jerónimo Archs,
en Lérida a 13 de enero de 1843, el com-
prador anterior, que compro como apode-
rado de don Juan Roca las dos mentadas
fincas Mas Bertran y Mas Pinell, las
cede a dicho don Juan Roca, coronel
graduado, por el precio de 200,000 reales,
(2) Boletín oficial de la provincià de Lérida
del j de octubre de i8-)o. pàg. 3.
(3) Manual de Hipotecas. de 18-I3. Lib. i.°,
fol. _|.
COXTORNOS DE REL?
283
0 sea 10,000 duros, la primera; y 151,000
reales, o sea 7,550 duros, la segunda.
Pasa, pues, la propiedad de estàs fincas
al Roca, con pacto de que éste pagarà
las cantidades o plazos no satisfechos;
circunstancia que me induce a creer que
el pago se haría con titulos, según cos-
tumbre y uso de los plazos, y así que en
la realidad resultaria mu}' menguado (1).
Con esto, en 1843, el allí conocido por
el Coronel quedo en posesión de 1,007
jornales de tierra; que posteriormente,
con el paso por allí del Canal de Urgel,
han crecido inmensamente de valor. Hoy
esta finca, que pertenece en lo eclesiàsti-
00 a Castelldasens y en lo civil a Bor-
jas, la poseen cuatro propietarios, a
saber: un senor Gavín, don Joaquin Co-
lom, el sefior don Guillermo Boladeres,
de Barcelona, y el senor Corbella, ex re-
gistrador de la propiedad de Lérida.
Ijl Por escritura ante el notario de
Madrid don Domingo Bande, de 9 de oc-
tubre de 1844, don Francisco Murlande
(serà el Francisco Murlans y Llopart,
de Madrid, padre de un Francisco Mur-
lans y Torre, de Barcelona, a los cuales
o a uno de ellos encontraremos mas
adelante), vecino de Madrid, vendió per-
petuamente al Excmo. Sr. D. Gaspar
Remisa, Marqués de Remisa, la hacienda
llamada de la Gisperta, o ya sea Mas de
Aiitort o de Aiitost; la que contenia
corrales para ganado, 364 fanegadas de
tierra de cultivo, y 908 para pasto, total
1,272 (el Bolet íu dice jornales y no fane-
gadas); situada en el termino de Castell-
dasens, y lindante por todos lados con el
termino del mismo Castelldasens y los de
Besas y Miravall. Procedia del monaste-
río de Scala Dei. El precio del remata fué
de 500,000 reales, o sea 25,000 duros. Este
remate se celebro en Lérida a 20 de sep-
tiembre de 1842, según el Boletin. Al
efectuarse esta venta Murlande, o Mur-
lans, debía aün pagar al Estado tres pla-
zos, o sea tres octavas partes, la obliga-
(i) Registro de la propiedad de Lérida. .Ma-
nual de 1843, lib. 3.% fol. i.°
ción de cuyo pago acepta el Marqués. Es
de advertir que sobre esta finca pesaba el
gravamen de que los vecinos de Juneda,
según concòrdia de 1416, gozan del dere-
cho de cortar lefia y construir hornos de
cal en esta hacienda mediante el pago del
cànon anual de 84 reales vellón.
Esta finca fué heredada por la hija del
comprador D.'' Concepción Remisa y
Rafo, esposa que fué de D. Segismundo
Moret y Quintana (2).
^ Por escritura ante el notario de
Lérida D. Manuel Fuster, en 14 de no-
viembre de 1840, el Estado vende a don
Luis Bandenboosche la heredad llamada
<ítcrmino de Melons», procedente de Scala
Dei, sita en Castelldasens, compuesta de
casa, corrales, era y 510 jornales de tierra
de cultivo con 2,350 olivos y 912 jornales
para pastos, total 1.422 jornales. Linda
esta hacienda por E. con el termino de
Castelldasens, por S. con el de Cogul, por
O. con los de Artesa y Aspa, y por N. con
el de Madurà. El Boletin oficial dice que
por N. con el termino de Macherri. El
remate quedo a favor de D. Juan Bautista
Roca, quien lo cedió al belga Bandenboos-
che, a favor del cual se otorgó la memo-
rada escritura de 14 de noviembre. El
precio fué de 604,000 reales, iguales a
30,200 duros, de los que pago primero el
quinto, o sea el primer plazo, igual a
6,040 duros. Esta circunstancia indica que
efectuo el pago en el modo en aquellos
afios acostumbrado, 3' da pie para pensar
que de hecho quedaria reducido a corta
cantidad (3). Debò notar, a fuer de verí-
dico, que en esta venta no concuerda la
cifra del precio que escribe la anotación
de hipotecas con la publicada por el Bole-
tin oficial. Aquella fija el precio en
604,000 reales y éste dice que la finca fué
rematada en 501,000 (4). Prefiero seguir y
sigo al asiento de hipotecas.
(j) Manual de hipotecas del ano lií'm. Folio
244, tomo j de Castelldasens. fol. i>2 v.
(3) iManual de hipotecas de 1840, fol. 231 v.
Tomo 9. " de Castelldasens, fol. 20.
(4) Número del 15 de mayo de 1840, pàg. 3.
284
LIBkO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
#^ «Otra heredad Uamada termino de
«Macherri, la que comprende una casa
»caida, corrales para fíanado, 910 jorna-
»les de tierra cultivo con 2,100 oli vos, y
»808 de tierra para pasto 01 ,7 IS jorna-
y>les!); linda toda la heredad à orienta
> con el termino de Castell de Asens; A
»medio dia con el termino de melons; à
«poniente con el de Artesa; y & norte con
»el de Puigvert, 396,800 rs. vn.» (1). Es la
tasación. Fué rematada en Lérida a los
10 de julio de 1840 por la misma cantidad
de la tasación (2) a favor de «la Sociedad
»civil Belga Bandemboschs» (3).
# «Otra hacienda llamada termino
»de Conva vella, de 178 jornales à saber:
»152 tierra de cultivo, y los 26 restantes
»para pasto; linda a oriente con el tér-
»mino de Juneda y Miravall; à medio dia
»con el termino de iMas Bertran y Pinell;
»y à norte con el camino de Castelldasens
»y Juneda, 57,950 rs. vn.»tasada (4). Re-
matada en Lérida a 24 de septiembre
1840 por 116,000 reales (5).
#S «Otra hacienda llamada termino de
»Torre Sala, la que comprende 303 jor-
»nales de tierra de cultivo, y 20 id. para
«pasto: linda à oriente con el termino de
»las Borjas; A medio dia y poniente con el
«termino de Miravall, y à norte con el de
»Juneda, 113,500 rs. vn.» en tasación (6).
Rematada en Lérida a los 20 de febrero
de 1841 por 221,500 reales (7).
#^ xOtra pieza de tierra llamada el
»Tancat, de 84 jornales con 2,000 olivos;
»sita en el referido termino (de Castell-
(i) Boletin ojïcictl..., cit. N. ' del u de no-
viembre de 1839, pàg. 3.
(2) Boletin oficial..., cit. N." del 1.7 de julio
de 1840, pàg. 4.
(3) Boletin oficial..., cit. N.° del 10 de marzo
de 1842, pàg. 3.
(4) Boletin oficial..., cit. N.° del 12 de no-
viembre de 1830, pàg. 3.
(5) Boletin oficial..., cit. N." del 2 de octubre
de 1840, pàg. 3.
(ó) Boletin oficial..., cit. N.° del 12 de no-
viembre de 1830. pàg. 3.
(7) Boletin oficial..., cit. N.° del 19 de marzo
de 1S41. pàg. 3.
»dasei/s); linda A oriente y mediodía con
»el camino de la Bages, y la sierra; à
»poniente con el camino de Aspa y Cogul;
»y norte con la balsa, y molino de acey-
»te, 136,920 rs. vn.» (8). Rematada el Tan-
cat en Lérida a 24 de septiembre de 1840
por 301,000 reales (9).
En el mismo Boletin oficial, en la sec-
ción no oficial, leí los dos siguientes anun-
cios que dan luz respecto de las adquisi-
ciones del belga Vandenbosch, del cual
opino que seria una Sociedad:
«ANUNCIOS
»E1 dia 12 de junio a las once horas de
»su manana se procederà al arriendo por
«cuatro anos del terrage, yerbas y olivos
»de los términos Melons y xMacherri, con
»las haciendas nombradas el Tancat, Con-
»cabella, Mandafia, Valldemelons y Mas
»de Antost propias de D. Luis Vanden-
»boche; los que quieran licitar podran
»presentarse en dicho dia y hora, en casa
«Andrés Oms plaza de S. Jaime de esta
«capital donde estarà de manifiesto el
»pliego de condiciones. Lérida 31 de mayo
»de 1844» (10).
»E1 dia 13 de agosto del presente ano
Ȉ las once horas de su manana se pro-
»cederà al arriendo por cuatro aflos del
«terrage, yerbas y olivos de los términos
»de Melons y Macherri, con las haciendas
«nombradas el Tancat, Concabella, Ma-
«dana, Valldemelons, y Mas de Antost,
«propias de D. Luis Vandenbosche; los
«que quieran licitar.... Lérida 2 de agosto
«de 1848.— Andrés Oms» (11).
^ «Otra pieza de tierra, llamada
«Vall de melons, con casa y corral de
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 1830. pàg. 3.
(0) Boletin oficial..., cit. N.' del 2 de octubre
de 1840, pàg. 3.
(10) Boletin oficial..., cit. N. ' del 4 de junio
de 1844, pàg. 4.
(11) Boletin oficial..., cit. N." del 4 de agosto
de 1848.
CONTORNOS DE REUS
285
»ganado de 84 jornales, con 2,000 plantas
»de olivos: Hnda A Oriente con el camino
»viejo de la Bag^és; a Mediodia con
»sierras; y à Poniente con el termino de
«Melons, 50,400 rs. vn.» (1). Rematada en
Lérida a 24 de septiembre de 1840 por
91,000 reales (2)
1^ «Otra pieza de tierra llamada de
»mandana, con casa, corrales y era, de 73
»jornales, sita en el calendado termino
■»(de Castell(/aseits ,; Vmda a Oriente con
«Antonio Ribelles, Francisco Puig, y tér-
»mino de Vimferri; à Mediodiacon carre-
»rada que viene de la devesa, José Fe-
>'rran, Cunillera y José Bonet; y à
»Poniente y Norte con el camino de Cas-
»telldasens a S. Jorje, 43,800 reales» (3).
Rematada en Lérida a 24 de septiembre
de 1840 por 130,000 reales (4).
lÜ «Una hacienda llamada termino de
»S. Jaime, de 143 jornales à saber: 112
»de tierra de cultivo; y los 31 restantes
»para pasto; Hnda à Oriente y Mediodia
»con el termino de Castell de Asens; y à
«Poniente y Norte con el de Puigvert.
»43,600 rs. vn.« fué tasada (5).
Mas en el Bolctin Oficial extraordina-
rio de 27 de agosto del ano 1841 se lee:
«Una heredad llamada termino de San
»Jaime, compuesta de 45 jornales, tierra
»de cultivo y 29 id. para pasto; sita en la
«jurisdiccion del pueblo de Castelldasens;
»linda a Oriente 3' Mediodia con el térmi-
»no de dicho pueblo de Castelldasens; a
>^Poniente y Norte con el de Puigvert y
«tierras de Ramon Masot.... Tasada en
«18,663 reales» (6). El anuncio del remate
conforme en la descripción de la linca
(0 Bolelin oficial..., cit. N.' del iï de no-
viembre de 1850. pàg. ;.
(2) Doletin oficial..., cil. N." del 2 de óclubic
de i8.|o, pàg. 3.
(?) lioleliíi oficial..., cil. N." del ií de no-
viembre de i8;(i, pàg. ^.
(j0 Bolelin oficial..., cit. N. de _• de cclubie
de i8^o, pàg. 5.
(s) Uoletin oficial..., cit. N.° del 12 de no-
viembre de 1830, pàg. ;.
(0) Pàg. 3.
con del Bolet t'n de 27 de agosto de 1841 ,
escribe que la finca fué rematada en
Lérida a 8 de febrero de 1843 por 76,800
reales (7).
^ «Una heredad llamada Pla deOllers,
«sita en id. fCastslldasensi, procedente
«de id. (de Scala Deii, consistente en
«85 jornales de tierra cultivada y 193
»de tierra yerma \' rocal para pastos.
»Linda por Oriente con el termino de las
*Besas, por Mediodia con un olivar y el
»mismo termino; ò. Poniente la cruza
»el camino piiblico que conduce al Prio-
»rato, y termina por este lado en un
»penascal, y por el Norte con el termino
»de Mas de Antost.... Ha sido tasada en
»39,158 rs. y capitalizada en 48,300 que
»es la cantidadpor la que se la saca A su-
basta)»(8).
% «Otra pieza de tierra llamada dels
«corrals nous hasta el cúspide de la mon-
»tana nombrada de la sabina, de 52 jor-
«nales; sita en el citado termino (de Cas-
xtclldasens 1; linda a Oriente con la doga
»\' carrera de las comas angloras y come-
»llà de las agarsas mediante camino del
»mas de Antost y camino de Ulldemolins;
Ȉ medio dia con el ciispide de la sabina y
«Sierra que divide los arranones, y a
«poniente y norte con una sierra dels
«corrals nous José Ferran y Reg'uU y
> carrerada que dirige desde los corrals
«nous al mas de nerri, 8,000 rs. vn.» (9).
Rematada en Lérida a 10 de junio de
1841 por 21,000 reales (10). Lo copiado lo
dejo siempre con su pròpia ortografia,
indigna ciertamente de un documento
oficial.
^ «Otra pieza de tierra llamada
«Tros del Comafranca de 41 jornales y
«un doce avo con 200 olivos, sita en el
{7) Holdin ofcial..., cit. N.' del 14 de febrero
de i8_|3, pàg. i.
(S) Siiplemento al Boletin oficial del ió de
iulio de 1847. P^'p- '■
(q) Boletin oficial..., cit. N." del is de no-
viembre de 1830, pàg. .(.
(ii>) Boletin oficial..., cit. 'S. del jo de julio
de 1S41. pàg. !.
286
I.IBRO lERCERO. — CAPITULO (lUlNÏO
»nominado termino (de Castelldasens):
«lindante à oriente con el camino de
«Ulldemolins... à medio dia con la sierra
»de la Comafranca...» Tasada en 21,000
reales(l). Rematada en Lérida a 19 de
mayo de 1841 por la cantidad de la tasa-
ción(2).
% «Otra pieza de tierra Uamada mas
»de nerri, de 39 jornales y medio, sita
»en el nombrado termino (de Castellda-
»sens); linda A oriente con Calumbro
»Curcó y termino de Miravall; à medio
»día con Micael Mateu; y sierra de pa del
»ras...» Tasada en 8,000 reales (3). Re-
mata en Lérida a 24 de septiembre de
1840 por el precio de la tasación (4).
#1' «Otra pieza de tierra Uamada dos
»rincones de Triduells, de 26 jornales,
»sita en el propio termino ide Castellda-
•i>sens); linda A oriente y medio dia con
»sierras; à poniente y norte con el camino
»que dirige desde Castelldasens à Castell
»de Melon, 9,620 reales» (5). Rematada en
Lérida a 20 de febrero de 1841 por 30,000
reales (6).
^ «Otra pieza de tierra de 25 jorna-
»les con 200 olivos; linda à oriente con el
»término de Vimferri: à medio dia con el
«camino que dirige del Albi a Puigvert, y
Ȉ poniente y norte con el termino de
»S. Jaime, 10,000 rs. vn.» (7). Esta pieza
estaba en el termino de Castelldasens.
Rematada en Lérida a los 12 de octubre
de 1840 por 20,000 reales (8).
(i) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 18:59, pag. -|.
(2) Boletin oficial..., cit. N." del i.' de iunlo
de 1841, pàg. 3.
(3) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 1830, pàg. 3.
(4) Boletin oficial..., cit. N.° del 2 de octubre
de 1840, pdg, ;.
(5) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 1850, pdg. 3.
(6) Boletin oficial..., cit. N.° del lO de marzo
de 1841. pàg. 3.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 18 ío, pàg. 4.
(8) Boletin oficial..., cit. N.° del 16 de octubre
de 1840, pàg. 4.
% «Otra pieza de tierra Uamada lo
»tros de Vallbona, de 23 jornales y medio,
»sita en el repetido termino (de Castell-
»dasens): linda à oriente con Antonio
»Ribelles y sierra de Vallbona; à medio
»día con la sierra y Pascual Ferran...»
Tasada en 8,740 reales (9). Rematada en
Lérida a 20 de febrero de 1841 por 30,000
reales (10).
m «Otra pieza de tierra de 21 jorna-
»les y medio, con 50 olivos: linda a orien-
»te con el campo (el camino) que desde
«Castelldasens dirige al Cogul; à medio
»día con Pablo Boroans (a) lo ermitíí, y
»con el camino de Aspa...* Tasada en
12,900 reales (11). Rematada en Lérida a
los 13 de julio de 1840 por el precio de
14,000 reales (12).
#^ «Otra pieza de tierra Uamada lo
»tros de antarragó, de 21 jornales, sita
»en el nominado termino (de Castellda-
■!>sens: I linda à oriente con José Barro y
«carrerada que viene de la debesa; à
«medio dia con los herederos de casa
«Soltú; k poniente con el camino de
«Juneda, y à norte con Macià Ribelles,
«12,600 rs. vn.« (13). Rematada en Lérida
a 20 de febrero de 1841 por 58,500 rea-
les (14).
181 «Otra pieza de tierra Uamada oli-
«vars jovens del timorell, de 13 jornales
»y dos tercios con 700 olivos, sita en el
«mismo termino [de Castelldasens): linda
«A oriente con eras de casa Flix y camino
«de Aranó; à medio dia con las sierras del
«timorell. ..« Tasada en 8,200 rs. vn. (15).
(0) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 1839, pàg. 3.
(10) Boletin oficial..., cit. N.° del 19 de marzo
de 1 84 1, pàg. 3.
(11) Boletin oficial..., cit. N." del i5deno-
viembre de 1S39, pàg. 3.
(ij) Boletin oficial..., cit. N.° del 17 de julio
de 1840, pàg. 4.
(13) Boletin oficial..., cit. N.' del 15 de no-
viembre de 1839. P^g- A-
(14) Boletin oficial..., cit. N.' del 19 de marzo
de 1841, pàg. 3.
(1=;) Boletin oficial..., eh. N.° del 15 de no-
viembre de 1830. pàg. 4.
CONTORNOS DE RELS
287
Rematada en Lérida a 20 de febrero de
1841 por 31,000 reales(rj.
♦ «Otra pieza de tierra Uamada de
»labalsa nova de 13 jornales 3' un cuarto,
»sita en el resenado termino (de Castell-
Miaseiis i.lmà^ a oriente con Francisco
»Costafreda; A medio dia con Raimundo
»Aldomà y camino de Lérida...» Tasada
en 2,650 reales (2). Rematada en Lérida a
7 de noviembre de 1841 por 10,250 rea-
les (3).
Ijl «Otra pieza de tierra llamada pe-
»tillo de 11 jornales y 10 doce avos, sita
»en el dicho termino (de Castelldasens):
»linda à oriente, medio dia, poniente y
»norte con sierras camino de Ulldemolins
»y corrals nous, 2,400 rs. vn.» (4). Rema-
tada en 14 de abril de 1841 en Lérida por
9,800 reales (5).
m «Otra pieza de tierra llamada Co-
»rrals nous, de 11 jornales, sita en el
'^mismo termino (de Castelldasens)...»
Tasada en 1,700 reales (6). Rematada en
Lérida a 10 de junio de 1841 por la canti-
dad de la tasación (7).
^ «Otra pieza de tierra llamada de
»coll de la savina de 9 jornales sita en el
»nombrado termino (de Castelldasens)
»tasada en 1,700 rs. y rematada eri id.», o
sea en la misma cantidad de la tasación,
en Lérida a 10 de junio de 1841 (8).
^ «Otra pieza de tierra llamada el
»regué de 8 jornales y cinco octavos con
»300 olivos sita en el sobredicho termino
(i) lioletin oficial..., cit. N." del 19 de marzo
de iiS^i, pàg. í.
(2) liolelin oficial..., cil. N." del i; de no-
viembre de 18:59. pàg. 1.
(3) Boletil•l oficial..., cit. N. ' del j? do no-
viembre de 1841, pàg. 4.
(4) Boletin oficial..., cit. N. ' del 15 de no-
viembre de 1839. púg. 4.
(í) Boletin oficial..., cil. N." del jo de abril
de 1841, pàg. 4.
(6) liolelin oficial..., cit. N. del ií de no-
viembre de 18 ;9. pàg. 4.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del 16 de julio
de i8-|i, pàg. 4.
(8) Boletin oficial..., cil. N." del 20 de julio
de 1841, pàg. ;.
(de Castelldasens): linda à » Tasada
en 3,260 reales (9). Rematada en Lérida
a 20 de febrero de 1841 por 12,000 rea-
les (10).
I8l «Otra pieza de tierra llamada lo
^tros del vifía de 8 jornales y tres cuar-
»tos con 300 olivos jóvenes; sita en el
»nombrado termino (de Castelldasens):
»linda a oriente con la sierra de la coma-
»f ranca y viuda Juneda...» Tasada en
3,260 reales (11). Rematada en Lérida a 20
de febrero de 1841 por 7,500 reales (12).
^ '(Otra pieza de tierra llamada pla
>^dels OUers de 8 jornales y tres cuartos;
»sita en el citado termino (de Castellda-
»seits) linda. . . » Tasada en 1 ,800 reales (13).
1^ «Otra pieza de tierra, llamada
»Tros del magre, de 7 jornales y dos
»tercios, con 200 plantas de olivos, sita
»en dicho termino {de Castelldasens) ... .>•>
Tasada en 3,600 reales (14). Rematada en
Lérida a 20 de febrero de 1841 por 10,100
reales (15).
1^ «Otra pieza de tierra llamada lo
»acampadó de avall de la Vila con sus
»corrales, de 6 jornales y dos tercios,
»sita en el prenombrado termino {de Cas-
y>telldasens); linda....» Tasada en 2,620
reales (16). Rematada en Lérida el 10 de
mayo de 1841 por 11,600 reales (17).
^ «Una pieza de tierra de 7 jornales
»y medio, llamada la vifia del Clavelina,
(9) Boletin oficial..., cit. N. ' del lí de no-
viembre de 1839. pàg. ^
(10) Boletin oficial..., cil. N. del igde marzo
de 1841, pàg. 3.
(11) Boletin oficial..., cil. N." del 15 de no-
viembre de 1839, pàg. 3.
(12) Boletin oficial..., cit. N." del 19 de marzo
de 1 84 1, pàg. 5.
(13) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 1839, pàg. o.
(14) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 1859. pàg. 3.
(15) Boletin oficial..., cit. N. del 10 de marzo
de 184 1, pàg. 3.
(10) Boletin oficial.... cit. N. ' del i; deno-
viembre de 1839, pàg. 5.
(17) Boletin oficial..., cil. \. " del 21 de mayo
de iS.ji. pàg. 2.
LIBRO TERCERO. — CAPITULO nuíNTO
»con 400 olivos; sita en el termino de
»Castelldasens; linda....» Tasada en 2,775
reales (1). Rematada en Lérida a 20 de
febrero de 1841 por la cantidad de la tasa-
ción (2).
0 «Otra pieza de tierra llamada Pla
»de las molas de 7 jornales y cinco octa-
»vos; sita en el mismo termino {de Cas-
>•>ti'lldasetts)... »Tasaúci en 1,050 reales (3).
Rematada en Lérida a 10 de junio de 1841
por 1,450 reales (4).
^ «Otra pieza de tierra llamada el
«camino de Ulldemolins y Vallbona de 7
»jornales y cuatro novenos, sita en el
»precitado termino {de Castclldase}is)..j>
Tasada en 1,025 reales (5). Rematada en
Lérida a 10 de junio de 1841 por la canti-
dad de la tasación (6).
^ «Otra pieza de tierra llamada Fei-
»xa de frente la casa, con era, de 6 jor-
»nales y medio, sita en dicho termino
<.<.{de Castelldaseits); linda....» Tasada en
3,200 reales (7). Rematada en Lérida a 24
de septiembre de 1840 por 4,100 reales (8).
% «Otra pieza de tierra de 6 jornales
»6 porcas, sita en el termino llamado de
»la Vila, partida del coll de la sebina....
»linda à Oriente con el camino de la casa
»de campo de Antost, y agüera que diri-
»ge à la balsa de Castelldasens; à Medio-
»dia con la sierra del coll de la sevina...»
Tasada en 2,500 reales (9).
(0 Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de ií^39, pàg. 3.
(2) Boletin oficial..., cit. N." del 10 de marzo
de 1841. pàg. ?.
(3) Boletin oficial..., cit. N." del lí de no-
viembre de 1839, pàg. 4.
(4) Boletin oficial..., cit. N.° del 16 de julio
de 1841, pàg. 4.
(5) Boletin oficial..., cit. N.° del 1$ de no-
viembre de 1830, pàg. 4.
(6) Boletin oficial..., cit. X.' del 16 de julio
de 1841, pàg. 4.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del ií de no-
viembre de 1839. pàg. 9.
(8) Boletin oficial..., cit. N.° del 2 de octubre
de 1840, pàg. 3.
(9) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de di-
ciembre de 1839, pàg. 4.
^ «Otra pieza de tierra llamada co-
»mella de ambagot de 6 jornales y medio
»sita en susodicho (sic) termino de Cas-
»telldasens.... » Tasada en 2,405 rea-
les (10). Rematada en Lérida a 7 de
noviembre de 1841 por 15,205 reales (11).
181 «Una pieza de tierra sita en el
»término de Castelldasens llamada del
»Gran debajo los pianos de estension 6
»jornales procedente del Monasterio de
»ScalaDei». El Estado la saca a arrien-
do (12) en anuncio de 27 de octubre
de 1849.
^ «Otra pieza de tierra llamada de
»abajo los llanos, de 5 jornales y medio,
»sita en el memorado termino (de Cas-
>->telldasensJ: linda a...» Tasada en 600
reales (13).
1^ «Otra pieza de tierra llamada oli-
»vars dels masos, de 5 jornales y dos quin-
»tos; con 200 olivos; sita en el enunciado
»término (de Castelldasens)...» Tasada
en 2,150 reales (14). Rematada en Lérida a
20 de febrero de 1841 por 6,000 reales (15).
#!■ «Otra pieza de tierra llamada oli-
»vos viejos de Triguells, de 5 jornales y
»un tercio, con 300 olivos, sita en el
»mismo termino (de Castelldasens)...-»
Tasada en 1,973 reales (16). Rematada en
Lérida a 20 de febrero de 1841, por 5,500
reales (17).
^ «Otra pieza de tierra llamada de
»abajo el gallinero y Costé, de 5 jornales
»y medio, sita en el espresado termino
(10) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 1839. pàg. 3.
(11) Boletin oficial..., cit. iN.° de! 23 de no-
viembre de 1841, pàg. 4.
(12) Boletin oficial..., cit. N." del s de no-
viembre de 1849. pàg. 3.
(13) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 1839. pàg. 3.
(14) Boletin oficial..., cit. X." del iï de no-
viembre de 1839, pàg. -I-
(15) Boletin oficial..., cit. N." del 19 de marzo
de 1841, pàg. 3.
(10) Boletin oficial..., cit. N." del 15 de no-
viembre de 1859. pàg. 3.
(17) Boletin oficial..., cit. N.° del 19 de marzo
de 1841, pàg. 3.
CONTORNO? DE RELS
289
>^(de Castelldafiens i: linda...>' Tasada en
3,300 reales (1). Rematada en Lérida a 10
de junio de 1S41 por 11,000 reales (2).
^ «Otra pieza de tierra Uamada racó
»dels racons... de 4 jornales }' medio con
»200 olivos, sita en el mencionado térmi-
»no (de CastcUdaseits): linda a oriente
»medio díay norte con sierrasdel mas de
»nerri.. » Tasada en 1,225 reales (3). Re-
matada en Lérida a 20 de febrero de 1S41
por 6,000 reales (4).
fil «Otra pieza de tierra de 4 jornales
»con 60 olivos, sita en el propio termino
'»(de Castelldasetis) partida de la Comella
>xle la fon (sicr. linda a...» Tasada en
2,000 reales (ó). Rematada en Lérida a 20
de febrero de 1841 por 9,000 reales (6).
1^ «Otra pieza de tierra llamada las
»Alsinas del Rey, de 4 jornales, sita en el
»sobre-nombrado termino [de Castcllda-
»sci/s)...>-> Tasada en 500 reales 1 7). Rema-
tada en Lérida a 10 de junio de 1841 por la
cantidad de la tasación, o sea 25 duros (8).
I8l «Otra pieza de tierra llamada
»de las rocas de la basa nova, de 3 jorna-
»les y un tercio: sita en el calendado
«termino {de Castelldascusi, linda....»
Tasada en 400 reales (9). Rematada en
Lérida a 10 de junio de 1841 por 800 rea-
les (10), i40 duros!, y ademàs losgastos del
expediente y subasta
(i) Doletin oficial..., cit. N. ' del 15 de nn-
viembre de i!~!50. pàg. g.
(.2) Doletin oficial..., cit. N.' del ió de iulio
de 1841. pàg. -|.
(5) lioletin 0fici.1l..., cit. \.' del ií de no-
viembrc de 1859. P''?- 4-
(-)) Boletiii oficia/..., cit. X.* del in de mar/o
de i8^i. pàg. ^
{%) Itolelin ofici.il..., cit. N. del lí de no-
viembre de 1830. pàg. -).
(h) lioletin oficial..., cit. N. ' del 10 de marxo
de i8m. pàg. 3.
(7) lioletin oficial..., cit. N. del ií de no-
viembre de 1850. pàg. 4.
(8) Bolelin oficial..., ell. N. ' del ió de iulio
de 1841. pàg. 4.
(<)) lioletin oficial..., cit. N.' del ií de nn-
viembre de 1851). pàg. ?.
(lo) lioletin oficial..., cit. N.'del iii de iulio
de 1841, pàg. 4.
# «Otra pieza de tierra llamada del
«vicari y camino de las Borjas, de 3 jor-
*nales y un cuarto, con 40 olivos, sita en
>el referido termino {de Castclldascits)...»
Tasada en 2,000 rs. vn. (11). Rematada en
Lérida a 24 de septiembre de 1840 por la
cantidad de la tasación (12).
lÈI <Otra pieza de tierra llamada oli-
»vares de Vallbona y Clota, de 3 jornales
»y un cuarto, con 200 olivos, sita en el
»calendado termino {de Castelldasens):
«linda...» Tasada en 1,300 reales (13). Re-
matada en Lérida a 20 de febrero de 1841,
por 6,000 reales (14).
^ «Otra pieza de tierra llamada la
»basa nova tocando à los regués de 2 jor-
«nales y un cuarto, sita en el predicho
»término {de Caí^telldaseiis): linda à....»
tasada en 250 reales (15).
^ El Estado saca a arriendo «Otra
»piezade tierra óValleta cerca del Collet
»de Pons sita en idem 1 Castelldaseiis),
»de estension 2 jornales 3 porcas, de la
»misma procedència (Scala Deí)f> (16). El
anuncio de la subasta es de 27 de octu-
bre de 1849.
^ «Otra pieza de tierra llamada del
»Regué, de I jornal y 6 porcas con 50
»olivos: sita en el susodicho termino {de
y>Castelldase>is): linda a....» Tasada en
900 reales (17). Rematada en Lérida a 20
de febrero de 1841 por 2,500 reales (,18).
^ «Otra pieza de tierra llamada de-
»tràs del Castillo, de un jornal 4 porcas.
(11) Boletin oficial..., cit. N.' del ií de no-
viembrc de i8;g. pàg. 4.
(ij) Boletin oficial..., cit. N.' del jde octubre
de 1840, pàg. 5.
(i?) Boletin oficial..., cit. N.° del lídeno-
viembre de 1859, pàg. ?.
(14) Boletin oficial.... cit. N.' del 19 de marzo
de 1844. pàg. ;.
(i>) Boletin oficial..., eh. N. del lídeno-
viembre de 18^0. pàg. o.
(16) Boletin o/icial del ^ de noviembre de
1849, pàg. q.
(17) Bolelin oficial..., cit. N." del i; de no-
viembre de 1859. pàg. 5.
(18) Boletin oficial..., cit. N.'del igde marzo
de 1841, pàg. ;.
19
290
LIERO TF.RCERO. CAPITULO HUINTO
»con 20 olivos, sita en el mismo termino
»{dc Castclldaseiis): linda à....» Tasada
en 800 reales (1)
l§l El Hstado anuncia en 27 de octubre
de 1849 el arriendo de una pieza de tierra
llamada Tosal Rodó, sita en Castellda-
sens, de procedència de Scala Dei (2).
^ «Otra pieza de tierra llamada Huer-
»to de la Abadia, de 1 porca y media;
»sita en el arriba nombrado termino {de
tCastelldasens): linda à Oriente y Norte
»con Valerio Bargerà (sic): à Mediodía
»con el Cementerio, y à Poniente con el
»camino de Lérida, 48 rs.» (3). jUn com-
prador que se hace propietario por 12
pesetas! Y si bien en el anuncio del efec-
tuado remate no se escribe que fué tasada
en 48 reales, sinó en 100, siempre resulta
que se la tasa por pocas pesetas. No por
12, sinó por 25. Fué rematada en Lérida
a 10 de junio de 1841 por 540 reales (4).
lOh! i27 duros, pagaderos como se sabé,
bien que con los gastos del expediente!
^ «Un huerto con su pozo lavadero,
»y canales de piedra labrada, todo derri-
»bado, sito junto al referido pueblo» (de
CastelldasensJ, «de estension 4 porcas:
»linda à oriente con un camino que va de
»la balsa à la casa; à medio dia con un
»callejon que entra al pueblo; à poniente
»con el huerto ó patio de la viuda; y à
»norte con el castillo, 20,000 rs. vn» (5).
Es la tasación.
^ «Un huerto cercado de pared de pie-
»dra y tapias, sito en id. {CastelldascusJ,
»procedente de id. (de Scala Dei), de
»estension 3,881 varas cúbicasí'/c/íò/cas/).
»Hay en él una balsa de 900 varas cua-
»dradas de cabida y un pozo de aguas cla-
(i) Boletin oficial.... cit. N.' del lí de no-
viembre de 1830, pàg. 5.
(2) Boletin oficial..., cit. N.' del s de no-
viembre de 1849, pàg. 3.
(3) Boletin oficial..., cit. N. del is de no-
viembre de 1839. pàg. 3.
(4) Bolet!)! oficial..., cit. X." del 10 de julio
de 1841, pàg. 4.
(5) Boletin oficial..., cit. N.° del 15 de no-
viembre de 1839, P^S- 4-
»ras, y cinco pilas de piedra. Sus lindes
»por oriente y mediodia son con camino
»piiblico, A poniente con 91 pasadizo...:
»capitalizado en 6,600 rs. y tasado en
»22,396, por cuya cantidad se saca a su-
»basta.» (6).
^ «El edificio que perteneció à los
»mismos monjes (de Scala Dei), sito en
»id. (Castelldasens), en estado muy de-
»teriorado , cuya superfície incluso el
»patio es de 3,640 varas cuadradas, que
»linda ò. oriente con unos corrales de la
»misma comunidad, por el mediodia con
»la calle del horno, por poniente y detràs
»con la iglesia y à norte con el camino
«publico... Ha sido tasado en 43,628 rs.,
»que es la cantidad porque se saca íl su-
»basta» (7).
181 «Un molino de aceite: que linda a
»oriente con la balsa; a medio dia con el
f>Tancat; à poniente con el camino que va
»al Tancat; y à norte con una calle que
»dirige al pueblo, 125,000 rs. vn.» (8). Esta
finca estaba en el pueblo de Castellda-'
sens; «tenia tres prensas titlles, tres rode-
»tes y demàs enseres... y rematado en
»162,000 reales» (9) en Lérida a 12 de
mayo de 1841.
#S «Otro corral en id. (Castelldasens)
»de id. (Scala Dei) de 4,149 varas cuadra-
»das, haj' en el interior varios restos de
»pilares y paredes: està dividido en tres
»departamentos cubiertos de tejados rui-
»nosos é inútiles en parte: linda por orien-
»te con camino publico, por medio dia
»con huerto de la misma comunidad.... y
Ȉ norte con la casa de los Frailes: capi-
»talizado en 2,700 rs. y tasado en 16,000,
»por cuya » (10).
(u) Supletnento al Boletin oficial del 16 de
julio de 1847. pàg. 3.
(7) Suplemento al Boletin oficial del ió de
julio de 1847. pàg. 3.
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 12 de no-
viembre de 1839. pàg. 4.
(0) Boletin oficial..., cit. X.' del i ." de junio
de 1841, pàg. 3.
(10) Suplemento al Boletin oficial del ió de
julio de 1847. pàg. 2.
CONTORNOS DE REUS
291
I8l «Un corral de paredes de piedra y
»argamasa sito en id. (Castelldaseus),
»procedente de id. (de Scala Dei), de 1,697
»varas cuadradas con 20 pilares de piedra
»que sirvieron para sostener un tejado:
»linda por oriente con camino publico,
«medio dia con la hera, por poniente con
»un corral de ganado propio de la misma
»corporacion, y por norte con camino
»público: capitalizado en 2,700 rs. y tasa-
»do en 10,300 por cuya...» (1).
iSl «Una hera de trillar de 5,180 varas
»cuadradas sita en el pueblo de Castell-
»dasens, procedente de los Bernardos de
> Scala Dei: linda por oriente, medio dia
»y poniente con camino publico y por
«norte con corrales de la misma comuni-
»dad: tasada en 2,100 rs. y capitalizada
»en 2,400, por cuya...» (2).
ÜI «Un corral para ganado sito en
»Castelldasens de procedència del ex-
»monasterio de Scala Dei, con 10 arços
de piedra para sostener el tejado que lo
»cubre en mas de su mitad, con una casi-
»ta para el pastor todo en buen estado.
»Tiene de superfície 680 varas cuadradas.
»Linda por oriente con otro corral de los
»mismos monjes, por medio dia con la
»hera, y por poniente y norte con camino
«publico. Capitalizado en 4,500 rs. y tasa-
»do en 27,300, por cuya...» (3).
I8l «Un corral con casa y horno derruí-
»dos sito en la sierra de los corrales nue-
»vos, termino de Castelldaseus, proce-
«dente del monasterio de Scala Dei... la
»area plana es de 1 ,527 y 5/1 {íic) de varas
»catalanas. Existen en su interior 13
apilares que sirvieron para sostener el
»techo... ha sido tasado en 10,222 rs. por
»cuya cantidad se saca a subasta...» (4).
ISI «Un corral con un pajar sito en
(i) Suplcmcnto al Holctiii oficial del lO de
julio de lí"'-);. pàg. -.
(2) SupU-menlo al Doletin oficial del m de
julio de 11^47. p;ig. -.
(?) Suplemenlo al lioletin oficial del id de
julio de i^J\~. pag. i.
(4) fíoletin oficial..., eh. N. del m de ahril
de 184?. pàg. ..
*dicho pueblo (de Castelldasens); linda à
"Oriente con José Ferran y camino que va
> à la Sierra; à medio dia con el farragi-
^nal y huerto, à poniente con el Castillo; y
»a norte con el camino que dirige à la
'Sierra, 100,000 rs. vn.» (5).
I8l «Una casa grande Uamada Casti-
»llo, con sus corrales, almacenes y demàs
«oficinas, todo derribado, sita en el pue-
»blo de Castelldasens: linda A oriente con
»el pajar y era; a medio dia con el huerto;
Ȉ poniente con la viuda Sans, calle del
»horno y otros; y a norte con un camino
»que va al pueblo...» Tasada en 150,000
reales (6).
1^ El Estado con fecha del 19 de sep-
tiembre de 1850 anuncia la subasta para
el arriendo de «Una casa sita en la pla-
»zuela del mal Cunat del pueblo de Cas-
»telldasens, procedente del monasterio de
-^Scala Dei por 120 reales anuales» (7).
# «Dos casas unidas con el horno de
»pan cocer, sitas en el sobredicho pue-
»blo (de Castelldasens): lindan & oriente
»con el fuerte ó castillo; A medio dia con
»dicha calle (serà la Maxor); y à norte
>con la Iglesia, 7,000 rs. vn.» (8). El Bole-
tín Oficial, en el número de 16 de julio de
1841, al anunciar el efectuado remate de
estàs dos casas escribe que fueron tasa-
das en 8,450 reales, y rematadas en Léri-
da a 10 de junio de 1841 por la dicha can-
tidad de la tasación.
181 «Dos casas para poner leüa fren-
»te del horno {de Castelldasens): lindan
Ȉ oriente con los herederos de Queralt:
»a medio dia y poniente con la viuda Sans;
»y À norte con la calle del horno, 5,000
»rs. vn.» (9). Como escribo al tratar de
(>) Holelin oficial...,
viembre de 1850, pàg. 4.
(6) Boletin oficial...,
viembre de 1859. pàg. 4.
(7) lioletin oficial....
ticmbre de 1S50.
(S) Holetin oficial...,
viembre de iSjq, pàg. 4.
(o) Boletin oficial...,
viembre de 1839, pàg. 4.
. \. del 12 de nn-
. N." del 12 de no-
\. del 2! de sep-
N. del
. N. del
12 de
292
LIERO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
otra casa de este monasterio sita en Cas-
telldasens, la escasez de individualización
de cada una de que adolecen aquí los
asientos del Bolctin Oficial genera ambi-
gfüedad sobre a cuàl de ellas se refiere el
remate que se apunta. Así no se saca en
limpio la cantidad en que cada una fué re-
matada, salvo alguna que se especifica.
Varias de ellas fueron rematadas por
5,000 reales, y una por 9,000 (1).
^ «Otra casa sita en el espresado pue-
»blo (de Castclldasetis): linda íl orien-
»te con la plazuela; à medio dia con Rai-
»mundo Aldomà; a poniente con el cami-
»no que dirige a Puigvert; y à norte con
>•>Francisco Segura: 5,000 rs. vn.» (2).
# «Otra casa en el propio pueblo de
xfCastclldasens): linda a oriente con
»la calle mayor: à medio dia con Pablo
«Segura; à poniente con el camino que
»dirige à Aspa; y à norte con un callejon
»que dirige aLérida...» Tasada en 5,000
reales (3). Rematada en Lérida a 14 de
abril de 1841 no sé si por la cantidad
de la tasación, o si por 7,400 reales. El
motivo de la duda esta en que son tres las
casas tasadas en 5,000 reales, de ellas dos
rematadas por los mismos 5,000, y la otra
en 7,400. Mas como el anuncio del efec-
tuado remate se calla cuàl de las tres es la
de los 7,400 reales, ignoro à cuàl de ellas
aplicarlo (4).
^ «Otra casa en la misma calle (Ma-
r>yor de Castelldaseus): linda k orien-
»te con José Seró, A medio dia con Fran-
»cisco Grínó; y à poniente con dicha
>;calle llamada de casa del clavellina,
»5,000 reales vn.» (5).
^ «Otra casa sita en la referida
(i) lioletin oficial..., cit. N." del ió de iulio
de 1841, pàg. 4.
(2) Boletin oficial..., cit. N.° del ij de no-
viembre de 1859, pàg. 4.
(3) Boletin oficial..., cit. N.' del ij de no-
viembre de 1839, pàg. 4.
(4) Boletin oficial..., cit. N." del jo de abril
de 1841, pàg. 4.
(í) Boletin oficial..., cit. N." del i; de no-
vlembre de 1839. pàg. 4.
»calle mayor (de Castelldaseus): linda à
»medio dia con el cerco; à poniente con
»el corral de Francisco Segura; y ò. norte
»con Pedró Segura, 5,000 rs. vn.» (6).
ISI «Cinco casas juntas, sitas en la
»calle mayor del mismo pueblo [de Cas-
y>telldasei/s): lindan por un lado con el
»camino de Lérida: por el opuesto con
»Raimundo Aldomà; y por detràs con
»Macià Bonet, à cinco mil rs. vn. cada
»una, 25,000 rs. vn.»(7).
ÜI «Otra casa en la insinuada calle
«mayor (de Castelldascns): linda à orien-
»te con el huerto del monasterio (seria el
»castillo), A medio dia con un patio de
»José Ferran; à poniente con dicha calle;
»y à norte con Pedró Borrull, 7,000 rs.
»vn.» (8). Rematada en Lérida à 24 de
septiembre de 1840 por la cantidad de la
tasación (9).
#^ «El primero de los cuatro trozos
»en que los peritos han dividido para la
»venta el derecho de pastos que en la
«partida del termino de Castelldaseus
«llamada de Baix ó davall la Vila perte-
»nece à la Hacienda procedente del dicho
«Monasterio de Scala Dei: Cuyo trozo ó
»division se conoce con el nombre de
«Basa Nova por hallarse en él una balsa
»así llamada; tiene de estension 373 Jor-
«nales; linda à oriente con el camino que
«conduce de Castelldaseus ò. Puigvert y
«S. Jaime; à medio dia empieza en la
»cruz de S. Jaime; cruza el barranco y
»camino de Lérida... Existen en esta par-
«tida ó trozo tres piezas de tierra, dos de
«ellas llamadas Basa Nova y la otra
«Regué; las cuales no van comprendidas
«en la venta del derecho de pastar y for-
«man una estension de 25 jornales 7 por-
»cas. Ha sido capitalizado este trozo en
(o) Boletin oficial... del u de noviembre de
1S59. pàg. 4.
(7) Boletin oficial... del 12 de noviembre de
1839. pàg. 4.
(8) Boletin oficial..., cit. N.' del 12 de no-
viembre de 1839, pàg. 4.
(9) Boletin oficial..., cit. N.° del 2 de octubre
de 1840. pàg. 3.
CONTORNOS DE RECS
293
»23,866 reales 22 maravedises, y tasado
»en 29,400; por cuya...» (1).
Ü «El segundo trozo de los cuatro en
»que los peritos han dividido para la
»venta el derecho de pastos que en la
»partida del termino de Castelldasens,
»llamada de Baix ó Davall la Vila perte-
»nece à la Hacienda; procedente dedicho
»Monasterio de Scala Dei; cuyo trozo ó
»division se conoce con el nombre de
«Corrals de la Vila: tiene de estension
»382 jornales, y linda por Oriente con el
»camino de Castelldasens A Juneda; à
»medio dia con la porcion de carretera
»desde los cuatro caminos hasta la cruz
»de S. Jaime... Existen en esta partida
»ó trozo tres piezas detierra, llamadas
«Corrals y Acampadó, Mandana y Jo-
»vals; las cuales no van comprendidas
»en el derecho de pastar y forman una
»estension de 104 jornales 6 porcas. Ha
»sido capitalizado este trozo en 26,700
»reales y tasado en 31,833; por cuya can-
»tidad se saca à subasta» (2).
I8l «El tercer trozo de los cuatro en
»que los peritos han dividido para la
»venta el derecho de pastos que en la
»partida del termino de Castelldasens
»llamada de Baix ó Davall la Vila perte-
»nece à la Hacienda procedente del dicho
»Monasterio de Scala Dei: cuyo trozo ó
»division se conoce con el nombre de
«Tarragó: tiene de estension 430 jorna-
«les; en el que se halla una balsa llamada
«de Aguiló: linda A Oriente con el cami-
»no que de Castelldasens dirige à las
«Borjas.... Existe en este trozo ó partida
»una pieza de tierra llamada de Tarragó,
«de 21 jornales que no va comprendida en
«la venta del derecho de pastar. Ha sido
«capitalizado este trozo en 29,063 reales
«22 maravedises y tasado en 35,833; por
«cuya cantidad se saca A subasta» (3).
(i) Boletin oficial..., del 26 do novicmhic de
1840, pàg. 2.
(2) lioletin ojicial..., cit. N.' del ji> de no-
viembrc de 1849. púg. 2.
(í) lioletin oficial..., cit. N.' del 20 de no-
vicmbre de 1840, p;ig. .>.
% '<E\ cuarto y liltimo de los trozos
»en que los peritos han dividido para la
>' venta del derecho de pastos que en
>Aa. partida del termino de Castelldasens,
> llamada de Baix ó Davall la Vila perte-
>>nece A la Hacienda procedente del Mo-
«nasterio de Scala Dei, cuyo trozo ó
«division se conoce con el nombre de Mas
«de Nerri: tiene de estension 608 jorna-
»les; y linda por Oriente en toda su lon-
»gitud con el termino de Miravall....
«Existen en el espresado trozo ó partida
«cuatro piezas de tierra nombradas Mas
«de Nerri, Racons, Olivares jóvenes de
«Timonell y Feixa del Vicario que for-
«man una estension de 57 jornales 3 por-
»cas, que no van comprendidos en la
«venta del derecho: ha sido capitalizado
»este trozo en 40,466 rs. 22 ms. y tasado
«en 50,666 rs., por cuya....» (4).
1^ El Estado, en anuncio de 27 de oc-
tubre de 1849, saca a subasta el arriendo
de una pieza de tierra llamada Canta
Corps, de 2 jornales, sita en Castellda-
sens y procedente de Scala Dei (5).
Hasta aquí las posesiones sitas en Cas-
telldasens. Siguen las de Torrebeses, pue-
blo que se levanta al S. de Lérida y a 25
kilómetros de andadura de esta, su capi-
tal. Montan muchas menos en niimero
que las de Castelldasens, y sobre todo en
importància, reducidas casi todas a ca-
chitos de terreno.
^ «Una pieza de tierra situada en el
«termino del pueblo de Torrebeses cono-
«cida con el nombre de la Vall de Gra-
«fiena de estension 15 jornales de tierra
«regadío, plantada con 40 olivos, 25 mo-
«reras y 6 higueras, y 30 tiras de vina; sus
«lindes... Ha sido capitalizada en 24,960
«reales: y tasada en 28,298 reales 22 mrs.
»por cuya cantidad se saca à subasta.
«Esta finca fué comprada por el monas-
(4) lioletin oficial..., cit. N. del 26 de no-
viembre de 1849, pàg. 2.
(ç) lioletin oficial del =; de noviembre de
1840, púg. 3.
294
LIBRO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
»terio a carta de gràcia à D. Miguel Gort
»por 2,452 libras 10 sueldos...» (1).
I8l «Una pieza de tierra en la partida
»llamada lo vind del Senó y termino refe-
»rido (de Torrebeses); plantada con 214
»olivos, su estension 17 jornales 8 porcas
»y 9-12 Hvos: linda...» Tasada en 45,150
reales (2). Rematada en Lérida a 7 de
abril de 1842 por la cantidad de la tasa-
ción (3).
% «Otra pieza de tierra partida de la
»sonada y tortuga termino del espresado
«pueblo (de Torrebeses), plantada con 25
»líneas de cepas, 172 oli vos, 7 cerbares y
»6 higueras, de estension 12 jornales 11
»porcas y media: linda....» Tasada en
26,000 reales (4). Rematada en Lérida a 7
de abril de 1842 por la cantidad de la
tasación (5).
ISI «Una hera y frexinals, sitos en el
«termino de dicho pueblo de Torrebeses,
»de estension 6 porcas y 5 sextos, incluso
»un corral que tiene 11-12 avos de porca:
»liada....», tasado en 1,360 reales (6). Re-
matades en Lérida a 7 de abril de 1842
por la cantidad de la tasación (7).
^ «Otra pieza de tierra, partida de
»las feixas del morè en el espresado tér-
*mino, de estension 6 porcas y dos ter-
»cios: linda...» Tasada en 834 reales (8).
Rematada en Lérida a 7 de abril de 1842
por el precio de la tasación (9).
(i) lioletin ofic
de iH^o. pàg. í.
(2) Boletin ojic
de 1842, pàg. 2.
(3) Boletin ofic
de 1842. pàg. 2.
(4) Boletin ofic
de 1842, pàg. 2.
(5) Boletin ofic
de 1842, pàg. 2.
(6) Boletin ofic
de 1842, pàg. 2.
(7) Boletin ofic
de 1842, pàg. 2.
(8) Boletin ofic
de 1842, pàg. 2.
(9) Boletin ofic
de 1842. pàg. 2.
al..., cit. N.° del 19 de marzo
al..., cit. N.° del 5 de febrero
al..., cit. N.° del 14 de abril
al..., cit. N.° del 5 de febrero
al..., cit. N.° del 14 de abril
al..., cit. N.° del 5 de febrero
al..., cit. N.° del 14 de abril
al..., cit. N.° del 5 de febrero
al..., cit. N.° del 14 de abril
181 «Otra pieza de tierra sita en la
«partida de la jota termino de dicho
»pueblo (de Torrebeses), plantada con
»147 olivos de estension 3 jornales 2
»porcas 5 sextos, tasada en 5,200 rs. y
«rematada en id.» en Lérida a 7 de abril
de 1842 (10).
1^ «Otra pieza de tierra partida de
»las boteras en el espresado termino
y>(dc Torrebeses), plantada con 19 olivos,
»de estension 3 jornales una porca y me-
»dia y un tercio: linda....» Tasada en
6,000 reales (11). Rematada en Lérida a
7 de abril de 1842 por la cantidad de la
tasación (12).
% «Otra pieza de tierra partida del
»moré en el referido termino (de Torre-
>ybeses), de estension una porca 5 sextos:
«linda....» Tasada en 306 reales (il5 du-
ros 1*50 pesetas!) (13). Rematada en Léri-
da a 7 de abril de 1842 por jla cantidad
de la tasación! (14).
# «Otra pieza de tierra al lado del
»molino harinero del nombrado pueblo
y>(de Torrebeses), de estension 4 porcas y
«un sexto: linda à Oriente con la balsa
«del molino....» Tasada en 700 reales
(i35 duros!) (15), Rematada en Lérida a
7 de abril de 1842 por jel precio de la
tasación! (16), y ademàs el gasto del
expediente.
^ «Un molino harinero sito en el pue-
«blo de Torrebeses: tiene de superfície
«135 varas y 40 pies de altura con una
«muela y local à propósito para poner
«otra, y un corral de una superfície de 131
(10) Boletin oficial..., cit. N." del 14 de abril
de 1842, pàg. 2.
(11) Boletin oficial..., cit. N.'del 5 de febrero
de 1842, pàg. 2.
(12) Boletin oficial ..., cit. N.° del 14 de abril
de 1842. pàg. 2.
(n) Boletin oficial..., cit. N.° del 5 de febrero
de 1842, pàg. 2.
(14) Boletin ojicial..., cit. N." del 14 de abril
de 1842, pàg. 2.
(15) Boletin oficial..., cit. N.'del 5 de febrero
de 1842. pàg. 2.
(16) Boletin oficial..., cit. N.' del 14 de abril
de 1842, pàg. 2.
CONTORNOS DE REUS
295
»varas y 16 pies de altura, siendo la mitad
»cubierto...» Tasado en 16,125 reales (1).
Rematado en Lérida a 7 de abril de 1842
por el precio de la tasación (2).
En el Bolctin del 19 de octubre de 1843
se llama, para que paguen un plazo, a
«D. Ignacio Girona y companía por un
»molino harinero y siete piezas de tierra
»sitas en Torrebeses del monasterio de
»Scala Dei.»
% La Amortización con fecha del 19
de septiembre de 1850 anuncia la subas-
ta del arriendo de «una casa sita en
»Torreveses procedente del monasterio
»de Scala Dei por 340 reales anuales» (3).
Y lo anuncia en otras varias fechas.
Hasta aquí las fincas de Toirebeses:
siguen las situadas en el termino de Puig-
vert, pueblo entre Lérida y Castellda-
sens y a 12 kilómetros de esta su capital
de provincià.
^ «Una pieza de tierra llamada tancat
»sita en el termino de Puigvert, de estén-
xsion 5 jornales 2 porcas; los 4 jornales
»1 porca huerta y los restantes secano:
»linda à... à medio dia con camino de
»Juneda... y à norte con la acequia
»Tasada en 4,500 rs. vn. y capitalizada en
»5,266 rs. 22 ms. vn. por cuya cantidad se
»saca à subasta» (4). Rematada en Lérida
a 12 del mes (parece de octubre) de 1843
por 16,800 reales (5).
I8l «Otra pieza de tierra sita en el
«camino de Lérida en dicho termino (de
Puigvert), «de estension 4 jornales: linda
»A... ;í medio dia con camino de Lérida, à
>^poniente con el termino de Artesa...
»Tasada en 1,550 rs. y capitalizada en
»l,866 rs. 22 mr. vn. por cuya cantidad se
(i) IloletÍK oficial..., cit. N." del ^ de l'ebrcro
de iS^j. p;ifí. j.
(2) Rolctin ojicial..., cit. N. ' del i-| de abril
de 184J, pàg. 2.
(3) Boletin oficial..., cit. N. ' del 25 de sep
tiembre de lí^ío, pàg. 4.
(4) Suplemcnto al Boletin oficial del ii de
junio de 1843, pàg. 2.
(5) Boletin oficial..., cit. N.' del 7 de no-
viembre de 1843, pàg. 3.
»saca cl subasta» (6). Rematada en Lérida
a 12 del mes (parece ser de octubre)
de 1843 (7).
1^ «Otra pieza de tierra llamada la
»suerte de los huertos y peixeras, sita en
»id. (Puigvert), de estension 4 jornales 6
»porcas con 19 olivos: linda à... y à norte
»con regué de la femosa. Tasada en 2,450
»rs. y capitalizada en 2,966 rs. 22 ms. vn.
»por cuya cantidad se saca a subasta» (8).
«Rematada en Lérida a 12 del mes (parece
de octubre) de 1843 por 8,100 reales (9).
Ijl «Otra pieza de tierra partida de
»Campells, camino de Castelldasens en
»dicho termino [de Puigvert); de esten-
»sion 1 jornal V2 porca: linda à... à
»poniente con el camino de Castelldasens.
«Tasada en 600 y capitalizada en 733 rs.
»11 ms. vn. por cuya cantidad se saca à
«subasta» (10). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece de octubre) de 1843 por
1,200 reales (11).
1^ «Otra pieza de tierra campa llama-
»da tros del pou del camino de las Bor-
»jas, sita en id. (Puigvert), de estension
»2 jornales 7 porcas: linda à... à medio
«dia con el camino del Albi... Tasada en
«1,300 rs. y capitalizada en 1,566 rs. 22
»ms. vn. por cuya cantidad se saca a
«subasta» (12). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece de octubre) de 1843 por
2,600 reales. El anuncio del efectuado
remate no la llama tros del pou, sinó tros
del pont (13).
(6) Suplemenlo al Boletin oficial..., del o de
junio de 1843, pàg. 2.
(7) Boletin oficial.... cit. N.' del 7 do no-
viembre de i)~•'4;, pàg. 3.
(8) Suplemenlo al Boletin oficial dc\ 9 de ju-
nio de 1843, pàg. J.
(9) Boletin oficial..., cit. N . ' del u de no-
viembre de 1843. pàg. 3.
(10) Suplcmento al Boletin oficial... del o de
junio de 1843. pàg. 2.
(11) Boletin oficial cit. X.' del 7 de no-
viembre de 1843. pàg. 3.
(12) Suplemenlo al Boletin oficiat... del o de
junio de 1845, pàg. 2.
(13) Boletin oficial..., cit. N.' del 7 de no-
viembre de 1843, pàg. 3.
296
lliHCERO. — CAPITULO OllNTO
I8l «Otra pieza de tierra, sita en id.»
(Pm'gvert), «partida de las balsas: de
»estetision 1 jornal 10 porcas: linda í'i... y
>'& norte con la aigüera de las balsas.
»Tasada en 1,000 rs. y capitalizada en
»1,200, por cuya cantidad se saca à su-
»basta» (1). Rematada en Lérida a 12 del
mes (parece de octubre) de 1843 por 1,300
reales (2).
Hasta aquí las fincas del termino de
Puigvert.
1^ «Una pieza de tierra situada en el
»término de la Granja de Escarpe, par-
»tida del Riego del jueves de estension
»siete porcas: linda por oriente...; ha sido
«capitalizada en 2,516 rs. 16 ms. Tasada
ven 3,080 rs.: por cuya cantidad se saca
»à subasta» (3).
^ «Otra pieza de tierra situada en el
> mismo termino» {de la Granja de Escar-
pe) «y en la partida del comun de seis
»porcas de estension. Linda ..: ha sido
«capitalizada en 2,000 rs. 10 ms. y tasada
»en 2,640 rs.: por cuya...» (4).
^ *Otra pieza de tierra sita en idem»
(La Grati ja de Escarpe) «partida camino
»de la Barca de estension 6 porcas, lin-
»da...: Ha sido capitalizada en 2,000 rs.
«10 ms. y tasada en 2,640 reales por
»cuya...» (5).
^ «Una casa sita en el pueblo de la
»Granja: linda à oriente con un barranco
»nombrado la vall de la vila; à medio dia
»con José Jové y Rubinat; à poniente con
»José Texidó y Tarragó y calle llamada
»del fondo; y a...» Tasada en 3,.517 rea-
»les (6). Rematada en Lérida a 2 de
(i) Suplemento al Boletiu oficial... del o de
junio de i>S_)-;, pàg. 2.
(2) Boletíii oficial..., cit. N.° del 7 de no-
viembre de 1843, pàg. •;.
(3) Boletitt oficial..., cit. N." del 2=; de di-
ciembre de 1848, pàg. 2.
(4) Boletin oficial..., cit. N.' del ai de di-
ciembre de 1848, pàg. 3.
(;) Boletin oficial..., cit. N." del 25 de di-
ciembre de 1848, pàg. 3.
(6) Boletin oficial extraordinària del 27 de
agosto de 1841, pàg. 3.
diciembre de 1841 por 20,300 reales. (7).
^ «Una casa N.° 5 sita en la calle
»del Portalet de S. Andrés de la presente
> Ciudad {de Lérida): linda por delante
»con dicha calle; por un lado con casa de
»José Font... y por el otro lado con casa
»del espresado Monasterio (de Scala
»£)«■)». Tasada en 9,320 reales (8). Rema-
tada en Lérida a 20 de marzo de 1841 por
19,300 reales (9).
I8I «Otra casa N.° 6, sifa en id. id.
(calle del Portalet de S. Andrés de la
presoite cíitdad de Lérida): linda por
»delante con la espresada calle: por los
»dos lados con casas del citado Monaste-
»rio (de Scala Dei )...>•> Tasada en 9,010
reales (10). Rematada en Lérida a 20 de
marzo de 1841 por 19,300 reales (11).
líl «Otra casa N." 7 sita en id. id.
^(calle del Portalet de S. Andrés de
>->Lérida): linda por delante con la indi-
»cada calle; por los dos lados y pordetràs
»con casas del enunciado Monasterio» (de
Scala Dei)... Tasada en 16,060 reales (12).
Rematada en Lérida a 20 de marzo de
1841 por 29,360 reales (13).
* «Otra casa N.° 8 sita en id. id.»
{calle del Portalet de S. Andrés de
Lérida) «linda por delante con dicha
»calle: por los dos lados con casas que
»fueron del mismo Monasterio (de Scala
>>Dei), y por detràs con callejon que no
»pasa...» Tasada en 9,604 reales (14). Re-
(7) Boletin oficial..., cit. N.° del 10 de di-
ciembre de 1841. pàg. 2.
(8) Boletin o/icial..., cit. N." del 29 de enero
de 1841, pàg. 2.
(0) Szíptemento al Boletin o/icial... del 16 de
abril de 1841.
(10) Boletin oficial..., cit. N.' del 29 de enero
de 184 1, pàg. 2.
(11) Suplemento al Boletin oficial... del ió de
abril de 1841.
(12) Boletin oficial..., cit. N." del 29 de enero
de 184 1, pàg. 2.
(13) Suplemento al Boletin oficial... del 16 de
abril de 1841.
(14) Boletin oficial..., cit. N." del 29 de enero
de 1841. pàg. 2.
CONTORNOS DE BEL'Í
297
matada en Lérida a 20 de marzo de 1841
por 16,104 reales (1).
^ Una casa número 9, sita en la
calla del Portalet de S. Andrés de Léri-
da, tasada en 17,978 reales, y rematada
en Lérida a 20 de marzo de 1841 por
26,678 reales (2).
Ijl «Otra casa N.° 10 sita en id. id.»
(calle del Portalet de S. Andrés de
Lérida): «linda por delante con la refe-
»rida calle; por detràs con callejon que
»no pasa; por un lado con la calle que va
»de la del Portalet al callejon mencionado,
>:'y por el otro con casa del dicho Monas-
»terio (de Scala Deii...» Tasada en
10,006 reales (3). Rematada en Lérida a
20 de marzo de 1841 por 17,006 reales (4).
^ «Otra casa N.° 11 sita en id. id.»
{calle del Portalet de S. Andrés de
Lérida) «linda por delante con callejon
»que no pasa; por un lado con casa del
»Monasterio {de Scala Dei). ..->•> Tasada en
7,040 reales (5). Rematada en Lérida a 20
de marzo de 1841 por 12;040 reales (6).
iSl «Otra casa N.° 12 sita en id. id.»
(calle del Portalet de S. Andrés de
Lérida) «linda por delante con callejon
»que no pasa; por un lado con la calle de
»Scala Dei: por otro con casa del indi-
»cado Monasterio; y por detràs con la de
»José Balué...» Tasada en 8,432 reales (7).
Rematada en Lérida a 20 de marzo de
1841 por 11,832 reales (8).
Ijl «Una casa sita en esta cíudad»
(i) Suplemento al Boíetin oficial... del lo de
abril de 1841.
(2) Suptemento al Boletin oficial... del lú de
abril de iH^i.
(3) Boletin oficial..., cil. N. del 211 de cnero
de 1841, pú^. 2.
(4) Suptemento al Boletin oficiat... del 1(1 de
abril de 1S41.
(5) Boletin oficial..., eh. N." del 29 de enero
de 1841, pàg. 2.
(6) Suptemento at Boletin oficial... del id de
abril de 18^1.
(7) Boletin oficial..., cil. N. del 20 de enero
de 18.^1, pàg. 2.
(8) Suptemento al Boletin oficiat... de\ 10 de
abril de 18^1.
(Lérida) «y travesía de S. Juan senalada
»con el n.° 3, tasada en 104,337 reales» (9).
Rematada en Lérida a 10 de abril de 1839
por 120,500 reales (10).
^ «Una pieza de tierra huerta, sita
»en el termino rural de Binferri, jurisdic-
»ción de Juneda, procedente del mencio-
»nado monasterio (de Scala Dei) de 1
»jornal y 9 porcas. Linda à... à medio dia
»con camino de Juneda, à poniente con el
»camino de Puigvert... Tasada en 2,100
»rs. y capitalizada en 2,533 rs. 11 mrs.
»por cu3'acantidadsesaca à subasta» (11).
% «Una casa sita en el pueblo de Al-
»besa calle llamada del Sitja; tiene de
«superfície 144 varas y de altura 43 pal-
»mos: linda...» Tasada en 6.000 reales (12)
Rematada en Lérida a 22 de enero de
1843 por 10,400 reales (13).
#^ «Otra pieza de tierra llamada la
»planta del camino de Alcoletge partida
»de Rocafort, de estension 5 jornales, 8
»porcas con 141 olivos niedianos: linda
»à... poniente con camino de Alcoletge...»
«Tasada en 2,300 rs. y capitalizada en
»2,766 rs. 22 ms. vn. por cuya cantidad se
»saca à subasta» (14). Rematada en Lérida
a 12 del mes (parece de octubre) de 1843
por 5,300 reales (15).
1^ Ademàs de las numerosas propie-
dades resefiadas, revolviendo papeles de
la Amortización referentes a los dias que
de presto sucedieron a la exclaustración,
hallé noticia de las siguientes:
«Una casita en Tarragona en el llano
»de la Catedral.»
((i) Boletin oficial.... cit. N. del 18 de di-
ciembre de 1838. pàg. 307.
(10) Boletin oficial..., cit. N.' del in de abril
de 1839, pàg. 3.
(11) Boletin oficiat..., cit. N.' del 15 de iunio
de 184^. pàg. -'•
(12) Boletin oficiat..., cM.^.' Aq\ 22 de octu-
bre de 1842. pàg. 3.
(13) Boletin oficial..., eh. N." del 28 de enero
de 1843. pàg. 4.
(14) Suptemento al Boletin oficial... del 9 de
junio de 184;, pàg. 2.
(15) Boletin oficial..., cit. N.' del 7 de no-
vicmbre de 1843. pàg. 3.
298
LIBUO TERCERO. — CAPITULO QUINTO
«Una heredad ó termino rural llamado
y>Torre Ribera, en Lérida» (1).
^ Y finalmente todos conocemos la
casa de procuración, y ya mentada, de
Barcelona, calle de Bafios nuevos, de
número actual 9, con su jardincito.
En las cuentas queda la administración
de los bienes monacales llevo la Amorti-
zación luego de apoderada de ellos, leo
al tratar de este cenobio que el Corredor
de Barcelona don Pablo Lletjos vendió
muebles y que el precio fué de 998 reales.
La residència del Corredor me inclina a
creer que estos muebles serían los de esta
casa de procuración únicamente.
Antes de vender las fincas, la Amortiza-
ción, como dije arriba, las arrendo, y
sacaba a pública subasta los frutos exis-
tentes. Me place copiar algunos pocos
asientos de estàs subaslas tal como las
anotaba la dicha oficina en sus cuadernos.
«1835 — Diz.e Pablo Figuerola — Por
»importe en que fué rematado à su favor
»en pública subasta durante la cosecha
»del aceyte del corriente ano el molino
»aceytero perteneciente à este monaste-
»rio existente en el lugar de Castellda-
»sens con sus tres prensas, útiles y ense-
»res y el derecho de moldura, según
»escritura, debe satisfacer 1 ,640 reales.» Y
los pago.
«Diz.« El mismo Figuerola — Por el
»importe de las yervas del termino del
»lugar de Castelldasens que le fueron
»rematadas... por el termino de un ano
»que finirà en 28 de setiembre de 1836—
»4,360 reales». Y pago.
«Diz.'= El propio Figuerola — Por el
»importe en que le f uérematado en pública
»subasta el derecho de aceyte que en el
»presente ano debía percibir este monas-
»terio del pueblo de Castelldasens— 4,920
»reales».
«El mismo Figuerola — Por el importe
»en que le fué rematado en pública su-
»basta el fruto pendiente en el presente
(i) Archivo de Hacienda de Barcelona. Legajo
l'iS^j. Monasterios y Conventos.» Cuaderno de
este monasterio.
»ano de olivos radicades en los campos
»que se espresa en la escritura del remate,
»pertenecientes A este monasterio, debe
»satisfacer 15,380 reales.
Paga el segundo plazo de las mentadas
yerbas 2,560 reales.
«1835— Diz.<= — Mariano Lorent — Por
>4mporte de las yerbas que le fueron re-
»matadas en pública subasta existentes
»en el termino de Masroig, las de la par-
»tida conocida por la de vall la vila en el
»término de Castelldasens, las de S." Jay-
»me en las dos partes que corresponden à
»dicho monas terio, y las de la partida ó
»término de Gisperta, y el estiércol que
«resultarà del ganado que pace à dichas
»yervas, todo por el termino de un ano
»que conduirà en 28 de setiembre de 1836,
»según escritura otorgada en 6 de Nov.^
xppd.ií" , debe satisfacer 9,200 reales». Y
»los pagaria.
«Bautista Mora— Por producto en venta
»de 159 cabràs de pertenencia de este
«monasterio à 34 r. 17 m. cada una, adeu-
»dó 5,485 reales 17 marav.' » (2).
Con esto queda explicado el lamentable
fin de la primera cartuja que tuvo Espana,
monasterio riquísimo en bienes de for-
tuna y en caridad, fecundo en toda clase
de virtudes, plantel de hombres notables
y de Santos, verdadero escabel del cielo
y escalera de Dios. Perdone el Senor a
los pueblos del Priorato que, destruyén-
dolo, acabaron con tanto bien y produje-
ron tan grave mal. Perdóneles, sí, y
dignese levantar la mano en las desgra-
cias que, a mi parecer azote de lo alto,
han caído, y caen, sobre ellos. Porque
alli mismo se cuenta que a poco del incen-
dio los nacionales del Priorato, autores
del atentado, rineron empenado reencuen-
tro con fuerzas enemigas; vencidos por
éstas, se refugiaron en una iglesia, y
rechazaron alli toda propuesta de rendi-
ción, por lo que entregado el edificio a las
llamas, murieron abrasados en el fuego
(2) Archivo de Hacienda de la provincià de
Barcelona. Legajo citado. Cuaderno n." 60.
CONTOKN•OS DE REUS
299
de los objetos sagrades, el mismo en que
ellos poco antes sumergieron a Scala Dei.
El peor de los castigos, que a ciertos
pecadores envia la Divina Justícia, es la
ausencia de su gràcia y auxilio y el en-
durecimiento del corazón. Bajo aquel
rojizo mar de ruinas del monasterio, bajo
aquella negra bruma de impiedad duer-
men en el cementerio al pie de su amada
cruz los Santos de la Cartuja: esperemos
que sus almas en el cielo rogaríln por los
ilusos destructores del cenobio, lugar e
instrumento de su santificación. Espere-
mos, sí, que ahincadamente oraran para
que disipada tanta ignorància, y vencida
y aventada tan grande impiedad, vuelva
a brillar sobre aquellos pueblos prevari-
cadores el sol de la verdadera sabiduría,
cuyo principio es el santó temor del Sefior
y el amor a la Religión.
El tantas veces en este articulo de Scala
£><??' nombi ado Padre Don Buenaventura
Morer murió en la Cartuja de Mougeres
en Francia el primer dia del ano 1892.
Iglesia de Escornalbou, quilado cl atrio que en modernos dias
SC le habia aditado.
CAPITULO SEXTO
MONASTERIO CISTERCIENSE
DE SANTA MARÍA DE POBLET
ARTICULO UNICO
s? 1." Hechos que próxima.mente precedieron a la exclaustracióx
MOXASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
303
muni-
dad y
danos
de su
edificio
proce-
dieron,
c o m o
en los
última-
mente mentados conventos, del incendio
de los de Reus; 3' así, a imperar aquí el
rigor lógico la destrucción de Poblet
debiera formar, no un capitulo aparte,
sinó el articulo 9.° del próximo anterior
titulado ':<ContornosdeReus». Però, habi-
da en cuenta la imponderable importàn-
cia de Poblet, y la negrura de su dicha
destrucción, creo del caso dedicarle a solo
él un capitulo. Empecemos por su comu-
nidad.
De mano de uno de los monjes expulsa-
dos de Poblet en 1835 tengo los nombres
de todos los que a la sazón la formaban,
nombres que se me transmitieron con
exquisita distinción }• cuidado, 3' son los
siguientes:
R. Padre
Maestro Don
Nota. — La
inicial de arriba
procede de un có-
dice de Ripoll,
guardado hoy en
el .\rchivo de la
Corona de Ara-
gón, en el que
tiene el número
S2 de los de Ri-
poll.
^/K
^!C^rT*i^^^^
íy^^^T>-z.^í*
Jk' VaÀMic /^a^^^i/f(^
Sebastiàn Gatell, ultimo ex abad, natural
de Vallmoll, Presidenta.
Padre Don Ramon Bertran.
Padre Don Antonio Juncosa.
Padre Maestro Don Jaime Pàmies.
Padre Don Vicente Martorell.
Padre Don Antonio Montagut.
Padre Don Esteban Granell.
Padre Don Cosme Valls.
Padre Don Bernardo Genarés.
Padre Don Francisco Prats.
Padre Don Ignacio Jordana.
Padre Don Pablo Vergonyós.
Padre Don Antonio Camí.
Padre Don José Sentís.
Padre Don José Aragonès.
Padre Don Jaime Codina.
Padre Maestro Don José Roca.
Padre Don José Calvet.
Padre Don Antonio Borràs.
Padre Don Ildefonso Sabaté.
Padre Don Buenaventura Borràs.
Padre Don Pedró Elías.
Padre Don Tomàs Ribas.
Padre Maestro Don José Queralt.
Padre Don Pedró Fonoll.
Padre Don Francisco Pigrau.
Padre Don Pedró Prats.
Padre Lector Don Francisco Camín.
Padre Don Odón Bayona.
Padre Don Juan Porcalla.
Padre Lector D. José Boronat.
Padre Don Miguel Grau.
Padre Don Manuel Vinas.
Padre Don Francisco Pallarola.
Padre Don Ramon Montorro.
Padre Don Joaquín Miret.
Padre Don
Pablo Carbo-
nell.
Padre Don
Juan Mestre.
Padre Don
Juan Queralt.
Padre Don
José Bassa.
Padre Don
Jaime Cercós.
Padre Don
Joaquín Aleu
304
LIERO TF.RCF.RO. — CAPITULO SENTO
Padre Don Juan Grau.
PadreDon Pedró F"erré.
Padre Don José Vallverdú.
Padre Don Manuel Astort.
Padre Don Ignacio Carbó.
Padre Don José Ragull.
Padre Don Ramon Aragonès.
Padre Don José Riba.
Padre Don Juan Olivas.
Padre Don Juan Aliernau.
Padre Don José Miquel.
Padre Don Pedró Sans.
Padre Don Juan Daroca.
Padre Don Domingo Farré.
Padre Don Juan Rojo.
Padre Don José Miravall,
Ignoro cuàles de los apuntados hasta
aquí, habían recibido ya ordenes sagra-
das, y cuàles no: sé solo que variosno las
tenían. Siguen los legos o conversos:
Fr. Manuel Fàbregas.
Fr. Antonio Cirera.
Fr. Pedró Llauradó.
Fr. Juan Domingo.
Fr. Rafael Bosch.
Fr. Esteban Poblet.
Fr. Jaime Aguiló.
Fr. José Cirera.
Fr. Antonio Serra.
Fr. José Antonio NoUa.
Fr. Francisco Mariné.
Total 69; bien que algunos, pocos tales
como el prior Don Ramon Bertran, los
Padres Don Buenaventura Borràs, Don
Pedró Elías y Don Francisco Camín,
estaban ausentes en el dia del atropello.
Partidos de los de coro los legos, resultan
58aquéllos y 11 estos.
Desde la fundación del monasterio
hasta 1623 los monjes eligieron en capi-
tulo su Abad, cuyadignidad era vitalícia;
emperò en la susodicha fecha este cargo
pasó a cuadrienal, y el nombramiento a
manos del Rey, propuesta terna por la
Comunidad. Esto explica la carència de
Abad en el dia de la fuga de 1835, porque,
fenecido unos afios antes el cuadrienio
del Ilmo. senor Gatell, las circunstancías
no consintieron nueva elección.
El Prior era Don Ramon Bertran, el
Subprior Don Antonio Juncosa, hombre
dispuesto; el bolsero Don Cosme Valls,
monje de recogimiento y santidad; el
maestro de novicios Don Juan Mestre; el
archivero Don Odón Bayona, del cual se
decía ser capaz de gobernar un reino; el
procurador o sindico Don Francisco Palla-
rola (1); los organistas Don Pedró Sans y
Don Juan Daroca; y entre los monjes no
eran pocos los hombres de saber.
Copio de un escrito que dejó al morir
el Padre José Riba, monje de esta casa,
las siguientes líneas: «Segun nuestras
»Constituciones concluyóel cuadrienio de
»su abadia el Rmo. Padre M. Fr. don
»Sebastiàn Gatell, dejando elegido por
»Prior Presidenta al Rdo. Fr. D. Ramon
»Bertràn.
»E1 Viernes Santo del mismo aíïo 183ó
»se presento al Monasterio de Poblet don
»N. (sic) Comandante de miqueletes con
»su companía por la manana, habiendo
»tomado antes de entrar al Monasterio
»una libra y media de aguardiente. La
«Comunidad mirando no obstante à este
»pàjaro de mal agüero, continuo sus
»actos, y cuando el aguardiente empezó
»à fervorizarle, llamó à la Comunidad
»que estaba entonces en el coro cantando
»segun costumbre los ministres el Passió
»en el presbiterio, continuàndolo solos
«Teniendo à la Comunidad reunida en
»la sala de la Bolsería empezó à hablar
»todo aquello que el espíritu de víno le
»dictaba, y conociendo los monjes el espí-
»ritu de su elocuencia, se marcharonunos
»tras otros al coro, quedando el Rdo. P.
»Prior Presidente, el Rmo. P. M. Fr. don
»José Queralt, Exvicario General, el
»R. P. M. Fr. D. José Roca, el R. P. Fr.
»D. Francisco Camín, Lector, el R. P. Fr.
»D. Francisco Pallerola, Sindico, y los
(i) Debò estàs noticias a la relación del de-
pendiente del monasterio, carpintero de él, don
.Miguel Boltó, hecha en La Espluga de Francolí a
12 de junio de 1887: a la del monacillo del monas-
terio D. Onofre Lafita, Espluga a 6 de julio de
1888. y a la del Padre Don Pedró Ferré, hecha en
Tarragona a u de agosto de 1880.
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
305
«conversos Fr. Anton Serra y Fr. Fran-
«cisco iMariné, à quienes dió orden de
«partir dentro cuatro horas al Monaste-
»rio de Rueda en Aragón adonde fueron
«desterrados- iQué triste y desconsolada
»quedó la Comunidad con tan arbitraria
»disposicion!
»Providenció el Rmo. Vicario General
»M. Torregrosa al nombramiento de Prior
»Presidente eligiendo al ExAbad Ca-
nell» (1).
Con tal hecho del confinamientc de
algunos monjes empezaba a mostrar su
siniestro animo para Poblet el hado de
1835. Este monasterio tenia en su contra
no solo el odio de la Revolución a lo
sagrado, sinó también la sed de sus cuan •
tiosas posesiones y derechos, y los renco-
res de pleitos y luchas seculares. Encen-
didapoco antes la guerra civil, un Coro-
nel, que en los principios de ella pasó por
el cenobio, propuso convertirlo en puesto
fortificado. Contestación negativa dieron
a la propuesta los monjes, pues no desco-
nocían la condición y moralidad de los
que a titulo de defensores debían en tal
caso dominaries en el circuito de las pro-
pias cercas.
Estàs, si poderosas para impedir la
introducción de enemigos viíibles, resul-
taren impotentes para rechazar la de
pasiones políticas, altamente inconve-
nientes en un monasterio. Como expliqué
en mi obra anterior a la presente, una
docena de monjes mozos, ocultamente
apoyados por alguno de los antiguos 3^
sin por esto abandonar su claustro, in-
sensatamente cubrieron el cerquillo con
una gorra de miliciano; cineron el blanco
habito con la negra canana; y sus manos,
destinadas a cí'ilices y disciplinas, empu-
ftaron un fusil en defensa de la Reina
Cristina (2).
(1) Este manuscrito. obra del Padre José
Riba, hijo de .Montroig, se halla hoy en poder de
las monjas cistercienses de Vallbona de las .Mon-
jas, de las cualcs Riba fué confesor. Este murió
en ig de febrero de 1881.
(2) Relaciones de D. Onofrc Lafita en La Es-
Cara a ellos, y aun al monasterio, podia
resultar la imprudència. Un dia presen-
tóse allí el jefe carlista Ibànez, de apodo
lo Llarcli de Copons, citado ya atràs en
la relación de Reus, y de improviso entro
en la clausura. Corrieron los armados al
cimborio, adonde Ibanez desde el claus-
tro les daba voces rogàndoles que baja-
ran; mas ellos contestaban negativamente
por uno cuya voz de sochantre facil-
mente llegaba a todas partes, hasta que,
mediando, deseoso de evitar un conflicto,
el presidente, logróse que descendieran
entregando las armas. Estàs, junto con
otras que el monasterio poseía para los
legítimes usos de la casa, llevo entonces
Ib.lfiez. Así me explicaren el hecho el
carpintero del monasterio y un vecino
de La Espluga, ambos testigos de lo acae-
cido en aquellos aiïos de 1834 y 1835 (3).
Mas muchos aflos después de redactado
este mi anterior pàrrafo un autor liberal,
D. Jaime Ramon Vidalés, oyó el hecho
de boca del mas significado joven de esta
fracción liberal populetana, y lo publico.
Concordando en muchos puntos, como
concuerda, con el anterior su relato; y
anadiendo, como anade, algunos porme-
nores, aun exponiéndome a disgustar con
la repetición de datos al lector, aquí lo
copio, fielmente traducido del catalan.
«Aquellos monjes de la minoria de
;>Poblet, que no pasaban de una docena, y
»que tanto se habian gloriado de sus
»modernas ideas políticas, hallabanse en
»una situacion comprometida cruzando,
scomo cruzaban, por aquella comarca
«numerosas partidas carlistas, 5' estando
»obligados k respirar una atmosfera que
»les era enteramente contraria. Temian
»que la exaltación de las pasiones, que
»muchas veces adormecian al entendi-
»miento, se sobrepusiesen al companeris-
»mo; y vivían en continuo sobresalto.
»En tan difícil situacion tuvieron una
pluga a (j de iulio de i8S8. y D. .Miguel Boltó, ya
citada.
(5) Relaciones de D. .Miguel Boltó y de don
José Bou. en La Espluga a i j de junio de 1887.
20
306
I.IiíUO TEUCliltO. — CAPITULO SKXTO
»junta clandestina, y en ella determina-
»ron armarse con un fusil inglés y una
»canana cada uno, que furti vamente en-
»traron y ocultaren en el Monasterio, y
»vender caras sus vidas si fuesen algun
»día provocades».
iCónio el ex fraile miliciano se excusa,
pintando el caso como defensa! La gorri-
ta de cuartel y la canana no se necesitan,
ciertamente, para la defensa, ni menos
fusiles ingleses. Bastaban pistolas, armas
de màs fàcil ocultación. Ademas, el re-
sultado, y el modo caritativo como con la
fracción liberal se porto en el dia de la
prueba el resto de la Comunidad, prueba
que nada la de los jóvenes tenia que témer
de sus hermanos. Però siga el ex fraile su
narración:
«No tardo éste (el dia de la prueba)
»en presentarse. Un dia se extendió la no-
»ticia de que se dirigia al convento la
»partida mandada por el jefe Manuel
»Ibànez, conocido por lo Llarcli de Co-
»poiis, propalàndose al mismo tiempo
»pür lo bajo, con verdad o sin ella, que
»iba a hacer un escarmiento en los frai-
»les liberales. (^Y no sabia lo de los
fusiles? ^Y no era publico el arma-
mento?)
»A1 oir estos frailes semejante nueva y
*ver por sus propios ojos que la facción
»estaba ya a tiro del monasterio, sacaron
»las armas escondidas, y recogiendo
»cuantas provisiones de boca les vinie-
»ron a mano, subieron al cimborio, y
»alli se hicieron fuertes dispuestos a re-
»peler con la fuerza à la fuerza.
»Tirante se habia puesto la situación,
»grande el escàndalo que iba a darse, y
»fatales las consecuencias si se llegaba a
«disparar un solo tiro. Comprendiéndolo
»así la restante Comunidad, procuro cal-
»mar los ànimos de los sublevados, y
»hacerles desistir de tan exaltades propó-
»sites, ofreciéndoles toda clase de segu-
»ridades de que serian respetadas, como
»hasta entonces lo habían sido, las opi-
»niones politicas particulares de cada
»uno. Veinticuatro horas estuvieron ne-
«gociando el Llarch de Copons y los
»bandos de la Comunidad, deponiendo al
»fin las armas aquella docena de jóvenes
»bajo el ofrecimiento de que se acaba de
»hacer mención y el propósito de parte
»de todos de córrer un velo de olvido a
»todo lo que hasta entonces había pa-
»sado.
»No obstante, me dijo el Sr. Manuel
»(é'5 el ex fraile cnya relación copia o
y>escribe Vidales), que había sido el alma
»de aquella conjura, y al cual los compa-
»neros habían votado capitàn, después
»de aquella capitulación tan honrosa, el
»Llarc/i nos llamó por su cuenta, y en
»lenguaje no muy edificante, y cargado
»de enérgicas interjecciones, nos endilgó
»un sermón afeàndonos nuestra conduc-
»ta; y decía, cuando él para defender la
»Religión se había impuesto tantas pri-
«vaciones, no pudiendo comer cuando
»tenía hambre, ni dormir cuando sueno,
»y corriendo por estos mundos de Dios
»sufriendo frío y calor» (1).
Como luego veremos, a los quince
días de la salida del Monasterio de 1835
el ex fraile Manuel, inspirador o autor de
esta relación, era miguelete, y esto lo
dice todo.
En ninguno de los empleados del Mo-
nasterio, a los que tengo interrogades,
ni de los ancianos, vi asomarse la idea
de que los doce jóvenes tuvieran las
armas escondidas, y solo destinadas a su
defensa, a le menos por temor de sus
hermanos. Al contrario, un respetable
eclesiàstico de Tarragona me dijo que
la actitud de estos insensates tenia con-
tristados a les respetables de la Comuni-
dad, no irritades.
Ignoro el apellido del ex fraile narra-
dor, però con llamarse, al parecer, Ma-
nuel, me consta que no era Fr. Astort.
En su lugar del Capitulo I de este
libro inserté la circular que en 21 de
abril de 1834 el general Llauder dirigió
a los monasteries del Principado, pidien-
do un denativo cuya cuantía fijaba para
(i) d. Jaime Ramún \'idalL•s. Poblet. Barce-
lona- igio. Pàgs. s- y sigs.
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
307
cada una de ellos. En alocución de 4 de
junio próximo siguiente el mismo Gene-
ral hace pública la satisfacción que le
cabé de que los monasterios hayan apron-
tado las cantidades pedidas, y en su
prueba copia la contestación con que los
superiores de algunos han acompafiado
la dàdiva. No se halla entre éstas la de
Poblet , però el
General dice que
los monaste-
rios, y lo asegura
sin hacer excep-
ciones, han co-
rrespondido ; y
en el país se de-
cia que el de Po-
blet había con-
tribuídocon3,000
duros (1), canti-
dad igual a la
dada por Scala
Dci.
Mas nada
aprovechó a Po-
blet tal genero-
sidad.
§ 2.° La exclaus-
TRACIÓN
UNA LÀPIDA DE POBLET
ummmi
ExPLANACióx.— HIC : lACET
FRATER : G [Geraldus) :
DE i OLIOLA
AVE : MARIA
Lu ego del
at r opello de
Reus, el 24 de
julio, su noticia
llego al monje,
hijo de aquella
villa, don Pablo
Carbonell, por carta que le entregó la
misma persona de cuya boca lo tengo,
repartidor entonces de la correspondèn-
cia del Monasterio (2). Poblet dista de
Reus 42 kilómetros de buena via. Mien-
tras la Comunidad tranquilamente canta-
ba los Maitines de Santiago, notaron los
(i) Rclacicin del dcpcndiente de Scala Dci don
Juan Pàmies.
(2) Relación de D. .Miguel Boltó.
TRADUCcióx. — Aqtií yace Fr. Geraldo
de Oliola. Ave Maria.
Escala de 1 por 5.
jóvenes que varios de los Padres, uno
tras otro, iban saliendo del coro; nove-
dad que, produciendo alguna inquietud,
motivo preguntas de silla a silla sobre la
causa de tan insòlita ocurrència y, final-
mente, la salida de uno para mejor cono-
cimiento del suceso. Y aunque volvió
con la noticia de que subían, via del
Monasterio, los
reusenses, la Co-
munidad siguió
en el coro hasta
que termino el
canto de los Mai-
tines. Acabado,
salieron todos de
presto ala plaza,
donde se les con-
firmo en aquella
alarmante nue-
va. Perplejo el
superior y abru-
mado de una
parte por las
prevenciones de
severas ordenes
del gobierno, re-
ferentesahuídas
de religiosos, y
de otra por el
inminente peli-
gro, no sabia
qué partido to-
mar. El mismo,
sin embargo, se-
guido de la mi-
tad de la Comu-
nidad, retiróse
al caer del sol al vecino pueblo de La
Espluga, cuyos habitantes abrigaban
especial afecto hacia aquelles monjes.
He aquí cómo explica el hecho el cita-
do Padre José Riba, en el manuscrito que
al morir dejó: «En este estado de tristeza
Ȏ incertidumbre continuaba la Comuni-
»dad cuando se supo la catàstrofe de
»Reus.... Nuestra Comunidad cantabalos
»maitines de San Jaime, cuando los pa-
«rientes y amigos de algunos monjes
»turbados, però solícitos de nuestra sal-
308
-cAPnui.o SEXTO
»vación, nos dieron el aviso de lo acaeci-
»do. Algunos con caballeiía y con vesti-
»dos de seglar se presentaren en el
»Monasterio para salvar à aquelles.... El
»terror y el espanto se apodero de la
»Comunidad. iQué triste espectàculo el
»ver los religiosos al rededor del R. P. M.
»Fr. D. Sebastian Gatell, Prior interino,
»pedir su beneplàcito para salvar sus
»vidas! Salvad, hijos mios, vuestras vi-
»das....
«Obtenida la bendición, la mayor par-
»te de los monjes se marcharon à dormir
»en La Espluga de Francolí en casa de
»sus aniigos, quienes los recibieron con
»los brazos abiertos y con làgrimas en
»los ojos. Algunos resueltos A sufrir el
»martirio, y ser enterrades entre sus
»hermanos, como decían, se quedaren en
»el Monasterio» (1).
Al otre dia de la huida de muches a La
Espluga, el Presidente pasó recado, pun-
tualmente obedecide, disponiendo el re-
greso de todos al Cenobio. Aquel dia, e
quizà en la manana siguiente, reunió la
Comunidad en aquella esbelta 5' afleja
Sala capitular, cuyas bóvedas recorda-
ban tedavia las solemnes resoluciones de
innumerables generaciones de monjes,
bajo cuyo pavimento descansaban cua-
renta Abades, presentes desde sus vene-
randas tumbas al acte, y el Superior, con
voz entrecortada y ademàn solemne, di-
solvió la Comunidad al dar libertad a los
monjes para que cada uno se retirarà
por su lado. Despidiéronse unos, abrazà-
ronse otros, abandonando el lugar de su
vocación, de sus afectos y de su subsis-
tència (2). Reinaba allí profunda pena y
(i) Manuscrilo citado en poder de las monjas
de Vallbona, fol. 2.
(2) Debò todos estos datos (exceptuados los
del mms. de Vallbona) referentes a los sucesos de
la comunidad desde el rezo de Maitines de San-
tiago hasta el despido de la sala capitular, al
monjj;, presente entonces en el monasterio, don
Pedró Ferré, en la relación ya citada de Tarra-
gona en 12 de agosto de 1880. En buena parte
me la confirmo el otro monie D. Manuel Astort,
acerbo dolor; però no en todos, que a
juzgar por extravíos posteriores, no sin
motivo, sospecho en alguno de los que
figuraban como cristinos, màs deseos
de la vida del guerrillero que de la metò-
dica regida por la campana del horario
monacal.
Como los religiosos de Poblet no ve-
nían acosados de cerca, cual otros, por
las bayonetas o las navajas de sus con-
trarios, pudieron practicar la huída, sinó
despacio, a lo menos por grados, yéndose
al primer momento el mayor golpe de
ellos al próximo refugio de La Espluga,
desde donde tomaron en distintos días y
por diversos caminos el de sus casas (3).
Sin embargo, en los caminos no faltarían
peligros, pues el monje sefior Astort me
escribe: «puedo asegurar que por provi-
»denciales circunstancias, por tres veces
»me libré de la muerte, en Montblanch,
»Reus 3' Riudecols», al huir de Poblet (4).
Don Jaime Ramon Vidalés en su dicha
relación discrepa de la mía anterior en
el dia de la definitiva dispersión de la
Comunidad, aunque conviene en otras
circunstancias, creyendo él que aquella
fuga efectuóse el 26 de julio, y no el 25
como escribí arriba. No menciona la re-
unión de despedida en la Sala capitular,
però tampoco la niega; y confirma que,
de presto, a poco de recibidas las noti-
cias alarmantes, algunos religiosos se
retiraron a La Espluga, y que al dia
siguiente regresaron al Monasterio, di-
solviéndose después la Comunidad (5).
El pueblo de la vecina Espluga de Fran-
colí amaba sus monjes de Poblet, y sus
habitantes elocuentemente lo demostra-
ren « procuràndoles aquella caritativa
»gente vestides de seglar, y cuidando de
>;su censervacien con tanto amor y buena
»voluntad... que pasando por allí en aque-
»llos dias de turba cion una columna de
en carta que me escribió desde Buenos Aires en
12 de mayo de 1880.
(3) Relación de D. Onofre Lafita y otros.
(4) Carta ya citada.
(í) Poblet. Pàg. 59 y siguientes.
-MON'ASTERIO CISTERCIENSE HE SANTA MARIA DE POBLET
309
»tropa y miqueletes, y deseando tener el
»bàrbaro placer de asesinar monjes, iban
»por las calles con dinero en la mano
»ofreciéndole a quien descubriese alguno
»de ellos; y ni siquiera los muchachos
»à ninguno descubrieron. Entonces fué
»cuando mandó el superior por precepte
»de santa obediència que abandonasen el
«Monasterio los Monjes que en el habían
»quedado>' (1).
Fué lícito a cada monje llevar los obje-
tos de su uso particular, así profanos
como sagrados; .v el monasterio entregó
a todo monje cantidad bastante para la
manutención de un ano, quedando así
disuelta por última vez aquella numerosa
3' respetable Comunidad (2).
Al principio el subprior don Antonio
Juncosa, y después el bolsero don Cosme
Valls y el lego Fra}- Juan Domingo, con-
tinuaron en el monasterio con el fin sin
duda de salvar cuantos objetos les fuese
dable. Concuerda con la aserción de don
Eduardo Toda (3J el testimonio del citado
Padre José Riba, según la cual lasalhajas
de primer orde'n habían sido hurtadas al
peligro por los monjes mucho tiempo
antes del incendio. Gran cantidad de
alhajas y ornamentos del cuito, como
casuUas, ternos, alfombras y tapices, y
otros objetos de plata, cu3•o peso, según
se dice, se elevaba a once arrobas (114'40
kilos), fueron escondidos, obra de un afío
antes de la desgracia, en un techo o suelo
falso, situado junto a una puerta entre el
dormitorio y el noviciado. Motivo tal
precaución el temor de un formal levan-
tamiento carlista y su consecuencia, la
guerra, por haber cruzado el Ebro con
sus fuerzas el jefe del mismo bando. Car-
nicer. Que objetos preciosos fueron por
alli escondidos con la anticipación apun-
tada me consta en modo indubitado por
(i) .Manuscrito en poder de las monjas de
Vallbona. Fol. 2 vuelto.
(2) Relación de D. Pedró Ferré v D. .\\ii;ucl
Boltó.
(3) Poblet. Recorts de la Conca de Barberà.
Barcelona, iS8j, pàg. u.
boca del carpintero del monasterio, el
antiguo empleado, ya en las notas fre-
cuentemente citado. Constru_vó él mismo
las tablas 0 cajas para la colocación de
las casullas y demàs tejidos, las que se-
gún orden superior dejaba al pie de la
escalera que conduce al dormitorio; lo
mismo que respeto al j-eso otro depèn-
diente practicaba. El Padre Joaquín Aleu
y Frai Francisco Marines, lego encarga-
do de la carreter ía, tomaban de allí, a la
hora en que la Comunidad entraba en el
refectorio, los expresados materiales; y
solos ellos, muy silenciosamente, coloca-
ron los indicados objetos en el escon-
drijo (4'; en el cual quedaron al disper-
sarse la Comunidad en 1S35.
Puestos en cobro las mas preciosas
alhajas y ornamentos del cuito, debieron
aun quedar de unas 3' otros no pocos en
la iglesia para el servicio diario, que
desempenaban sesenta monjes; los cuales
objetos, en los momentos de la huida 3' en
los azarosos días que la siguieron antes
del incendio, fueron sacados de allí 3'
colocados en seguro por los religiosos (5).
En el àngulo N. de la gran pieza, anti-
gua caballeriza, modernamente lagares,
situada entre la escalera del palacio de
Don Martín y el claustre, el Padre Sub-
prior don Antonio Juncosa enterro antes
de partir unas 500 onzas de oro, o sea
8,000 duros. El metAlico repartido al
marchar para subsistencias a cada uno
de los cincuenta y tantos monjes de coro
montaría, si no yerra mi conjetura, unos
9,000 dures; lo que unido al pico con que
indudablemente se auxilio a los legos,
forma un total de 10,000 a 11,000 pesos;
que junto con el mentado depósito del
Padre Juncosa se eleva a unos 19,000
dures. Practicada tan sencilla operación
matemàtica, ípuede asegurarse con Toda
que .el tesoro 3^ alhajas habían sido reti-
>rados con mucha anticipacions? (ó).
Pocos aflos transcurrieran desde que el
(4) Relación ya citada de D. AHguel Boltó.
(=;) Relación del monacilio D. Onofre Lafita.
(6) Obra cit.. pàg. i J.
310
LIBRO TEUCEKO. — CAPJTUI-O SEXrO
monasterio empleara 100,000 duros en la
restauración del edificio: si aun efectuada
esta resta existia en las arcas remanente
mayor, que fuese salvado a tiempo, lo
ignoro; però parece difícil en razón del
crecido valor que obtenia en aquella
època la moneda, y los reducidos réditos
que producían las fincas rústicas.
También al pie del noviciado, en uno
de sus desvanes o patios, fué escondido
un puchero de monedas de oro, cuj^a pro-
piedad, en razón de la persona que anos
adelante acudió a recofjerlo, creo forma-
ba el peculio particular de varios de los
monjes especialmente jóvenes (1).
Despedida la Comunidad, procuraba
aceleradamente el monje bolsero ven-
der los cereales que guardaba la cilla,
si es que admita el nombre de venta el
ruego, que a las personas acomodadas,
que allà acudían, hacía dicho religioso
para que cuanto antes extrajeran el grano
con la condición de pagarlo otro dia; el
cual para alguno de estos compradores
todavía no ha amanecido, Este hecho
conviene que conste muy alto para des-
VcUiecerluego unaacusación. Elgranero,
pues, no se vació en tan azarosos dias por
medio del contrato llamado en Derecho
compraventa, sinó por cierto trato for-
zado y precipitado de compra-regalo (2).
El vino quedo en la bodega (3).
Con igual celeridad en aquellos días,
posteriores a la dispersión y anteriores al
incendio, los pocos monjes, que perma-
necían en La Espluga, y especialmente el
indicado don Cosme Valls y el nombrado
lego Fray Juan Domingo, que continua-
ban en Poblet, procuraban salvar los otros
efectos del monasterio, trasladàndolos a
dicho pueblo, y confiàndolos a la custodia
de manos amigas; por cuyo motivo halla-
remos muy pronto a un cèlebre secues-
trador de bienes nacionales hurgando en
(i) Relaciones citadas de D. Onofre Lafita y
D. Miguel Boltó.
(2) Relación ya nombrada del testigo presen-
cial D. Miguel Boltó.
(3) D. Eduardo Toda. Obra cit., pàg. ii.
aquella población para descubrirlos, y
dar con el renombrado pano mortuorio,
los candeleros de ébano de las exequías
reales y otros objetos. Hasta el órgano,
recordando su tafiedor la triste suerte que
le cupó en la huida de 1822 y la costosa
reconstrucción de 1825, colocó éste en
cajas y trasladó a La Espluga. Secunda-
ban a los monjes en estàs tristes cuanto
laudables empresas, ya por comisión de
estos, ya por devoción al monasterio, los
religiosos habitantes de aquel pueblo,
siempre al cenobio muy adictos.
Entre las alhajas, que los monjes qui-
sieron sobrenadasen en las aguas de tan
deshecho naufragio, son dignas de nom-
brarse las bibliotecas, que acelerada-
mente, y en el modo desordenado que el
tiempo consentia, se iban encajonando
para el trasladó. Si en algun punto de
esta mi pobre narración poseo datos cier-
tos, el presente debe enumerarse como
primero, ya que lo oi del carpintero del
monasterio, don Miguel Boltó, quien efec-
tuaba por sí mismo la operación. Afia-
dióme que, aun ausentados ya los dos
últimos monjes nombrados, él y sus com-
paneros u operarios continuaron por en-
cargo de aquellos el enfardelamiento de
los libros, especialmente de los que fueron
de don Pedró Antonio de Aragón, para
trasladarlos a Tarragona. En esta faena
ocupado, le sorprendió la invasión de los
incendiarios, como muy luego veremos.
Y aun consumada la primera irrupción e
incendio, Boltó corrió a la biblioteca, y si
bien chamuscados y rotos, llevóse toda-
vía 500 volúmenes, que depositó en un
granero de La Espluga. Y esta tan rotun-
da noticia me la repitió Boltó mil veces,
presentando todas sus circunstancias.
ligàndolas perfectamente con los sucesos
colindantes, y sin saber que mi querido
amigo el Sr. Toda, juntamente con Bala-
guer (4), inculparia al Abad porque, asu
decir, «olvidó completamente los ricos
»tesoros que encerraba el archivo y la
(4) D. Víctor Balaguer. Las ruinas de Poblet.
Madrid, iSSj, pàg. 274.
MONASTERIO CISTEUCIIÏNSE DE SANTA MARIA DE POBLET
311
«biblioteca, y no cuidó de salvar un solo
»papel» a pesar de haber tenido «tiempo
»para hacer retirar hasta el aceite de los
»lagares y el grano de los silos».
Y si de un lado de tal modo se equivoca
dicho Senor en lo que a la biblioteca se
refiere; de otro creo que ya hoy no se
atreveria a inculpar deolvidado al Abad,
en lo que mira al archivo. El mismo autor
en erudito articulo publicado en '^L'Es-
cursionista^> (1) en 30 de noviembre de
1884, da cuenta de haber hallado en el
archivo histórico nacional veintiuna cajas
de preciosos documentos, que allí suma-
riamente describe, pertenecientes a Po-
blet. Un mi amigo, el benemérito sigiló-
grafo don Fernando de Sagarra, en abril
y mayo de 1889 en el mismo archivo ha
estudiado otras veinte cajas de la misma
procedència.
r;Cómo se salvaron de las llamas? iCó-
mo escaparon de aquel archivo que,
según el mentado senor «ardió completa-
»mente, y que muchas personas no aban-
»donaron hasta quedar convencidas de
»que allí nada se salvaba?» (2). El mismo
en el citado articulo rectifica su yerro, y
halla fàcil explicación a esta pregunta es-
cribiendo «que lo evidente para él es que
»en 1822 el archivo fué à Tarragona, y
»por fortuna no regresó mas al monaste-
»rio»; con lo que deja desvanecido cual
humo el cargo asestado al superior. Y si
en esta su, para él evidente, conjetura su-
friese error, y los documentos en realidad
hubiesen recuperado en 1825 su antiguo
lugar, todavía quedarà mas alta la buena
fama del que regia a Poblet, porque
habiendo perecido por completo en el dia
de la quema los papeles guardados en el
monasterio, y por otro lado existiendo
hoy en su mayoría los del antiguo archivo
en el histórico nacional, probaríase por
necesidad la diligència exquisita de dicho
superior en sacar del cenobio los docu-
mentos preciosos al primer asomo de pe-
(i) Volúmen II, o seu 1882 a 1880, pà^j. 359.
;.') Obra cit., piíg. 97.
ligro, pues de haber quedado ardieran
con los demàs.
Però quizà insista alguno asegurando,
3' creo con verdad, que en el archivo de
Poblet algo ardió, ya que «sostienen esta
«rreencia los calcinados muros de las dos
»habitaciones, à mano derecha del dor-
»mitorio... que era el lugar donde se
>'guardaban aquellos recuerdos, y la for-
»mal declaracion de muchos testigos pre-
»senciales del gran crimen de 1835, quie-
»nes aseguraron que uno de los primeros
»sitios donde se puso fuego fueron aque-
»llas salas, siendo los incendiarios en su
«mayoría payeses de los contornos deu-
»dores al monasterio de diversascantida-
»des de dinero que habían recibido à
»interés» (3). A tal reparo (4) no se hace
difícil la contestación. Si el antiguo archi-
vo quedo en Tarragona, formarían el
nuevo solo las escrituras y borradores de
fecha posterior al 1822 y quizà algunos
de los anteriores, como lo conjetura el
mismo autor, en todo caso destituídos de
valor histórico, y solo convenientes a la
buena administración de los bienes del
monasterio. Así su olvido en el dia de la
huida no creo merezca mote alguno de
parte de los amantes de antigüedades,
sirviéndome en cambio a mi grandemente
para librar de la mancha de interesados
a monjes que así abandonan las escritu-
ras y titules de su propiedad. Muy luego
veremos por qué caminos los otros docu-
mentos, o sea los antiguos, pararon en el
Archivo Histórico nacional.
Aventadas de sus claustros las comuni-
dades, el alcalde del pueblo màs cercano
debía por disposición superior inventariar
los objetos profanos, o no pertenecientes
al cuito, y las posesiones de los monaste-
rios. En cumplimiento de tal mandato, en
aquellos mismos días el alcalde de La
Espluga acudió a Poblet, y no sin gran
temor, y aun temblor, de una agresión
(;) Articulo cil. de D. l'^duardo l'oda. pag. ^^O-
(4) .\unque las palabras son del Sr. Toda, el
reparo o insistència en la acusación en contra de!
superior no es de cl.
312
riUCCRO. — CAPITCLO SEXrO
de los vimbodienses, inicio, en amistad
con el Padre Cosme, el inventario (1).
Hallàbanse comiendo en la Bolsería éste
y el alcalde, cuando el carpintero Boltó,
que en aquel dia de desorden servia los
platós, dejada en la mesa la fuente que
llevaba, acercóse al Padre, }' transmitióle
el recado de que a la puerta estaban algu-
nos nacionales de Vimbodi, que deseaban
hablarle. Salió sin demora el monje, y al
oir de boca de aquéllos que venían para
cumplimentar la citada disposición, y
tomar el inventario, consideràndose como
paloma entre las garras del milano, con-
testóles: «que lo tomen VV., ó lo toma
»quien quiera, todo esto lo veo perdido,
»y quemado» (2). Razón le sobraba; ia
qué inventario ni sarcasmos si ya con los
ojos devoraban aquellas gentes cuanto
allí miraban?
Al fin el Padre Cosme, que al parecer
deseaba quedarse a vivir en el cenobio, y
elFrayJuan, en vista quizà de tan ingrata
visita, se largaron de Poblet, dejando a
los carpinteros la comisión indicada atràs
de salvar la biblioteca. Entonces la auto-
ridadnombró una persona retribuïda para
la guarda del monasterio, y así evitar en
éste un atropello. Tan autentica me consta
esta verdad que la tengo de boca de Ono-
fre Lafita, quien, aunque mozo entonces
de 17 aiïos, fué comisionado de dicha
guarda por el primariamente encargado.
Allí vivia, y atentamente vigilaba, cuida-
dosamente cerradas todas las puertas.
«Nuestra situacion, me dijo, cada dia
»empeoraba por las repetidas visitas de
»los de Vimbodí. Nosotros les convidàba-
»mos à beber, y con mansas palabras
»contemporizàbamos y sorteàbamos el
»peligro. A veces, .sin embargo, perse-
»guían nuestras gallinas, hasta que Uegó
»un dia fatal en que no hubo medio de
»contener la fuerza; la que sin respetar à
(i) -Me certifico de este temor D. José Bou, de
La Espluga, quien en uno de los díasdel inventa-
rio estuvo en Poblet.
(2) D. .Miguel Boltó me lo conto tres veces en
tres distintas épocas.
»la autoridad de La Espluga, ni a los que
»habitàbamos el monasterio, se posesionó
»de él, saqueando, destruyendo é incen-
»diandofc (3). Afiadía aquí el ya tantas
veces citado don Miguel Boltó: «en la
>/biblioteca encajoní\bamos libros, cuando
vagotados los clavos, sali por màs, però
> al cruzar la puerta dorada topé con los
>de Vimbodí, que hoscamente me pre-
>.'guntaron: ^d dói/cie vasP—A buscar ela-
»vos, contesté.—iVada , nada, repusieron
»ellos en tono imperativo, todos dfuera;>'
y como perro apedreado salieron todos
los de la casa rabo entre piernas (4).
He aquí el testimonio autentico de dos
testigos presenciales y honrados. La
puerta, dice Lafite, que la tenían cerra-
da, mas que ante la fuerza tuvieron que
abrirla. Venían en turba de unos dos o
trescientos, hombres, mujeres y niflos,
unos armados, otros con asnos para car-
garlos, quien con alforjas, quien con
carros. De las colinas vecinas, el no lar-
go camino de Poblet a V^imbodí, parecía
curso de procesión o rastro de hormigas.
Es difícil ballar otro saqueo tan general,
tan a mansalva y tan friamente ejecuta-
do (5). No se trata de pocos raptores,
sinó de un pueblo con ninos, mujeres y
hombres; no de un ejército que entra a
una Ciudad, ebrio de venganza y de cora-
je por la sangre abundante vertida en el
asalto, sinó de gente del campo que,
llevada de odiós seculares, tranquilamen-
te da suelta a la sed de rapina y a inno-
ble venganza.
Franqueadas las puertas, el torrente
devastador se extendió por el Monaste-
rio arrebatando unas cosas, que muchas
dejaron allí los monjés, }• destruyendo
otras. Los incendiarios enderezaron sus
pasos, primero a la sacristía nueva, y
tomando de un gran arcón de junto la
puerta de ella gran número de cabos de
vela, quizà 300, los encendieron 3- repar-
(:;) Relación )'a citada.
(4) Relación ya citada.
(ï) Son muchos los testigos que explican tal
expedición de los de \'imbodi.
oc
1 kà•rt»a^AiuimÍÍÈ^JL•i.
Poiii.i.i. — i'N siruLCKi) i>i:i. tk.mplo
(Fotografia de D. Adolfo Mas).
mon-asti:rio cisterciexse de santa marià de poblet
313
tieron tendidos y cruzados sobre las
grandes cómodas, que por todos lados
rodeaban la inmensa pieza. Asi, el fuego,
al apurarse el cabo, facilmente prendió
en la madera, j'a empapada en cera. Los
mismos que ejecutaron la fechoría se lo
contaron en sus ulteriores visitas al Mo-
nasterio, después, al conserje don José
Argelaga, de cu}\a boca lo sé (1). Ardie-
ron en seguida los altares (2), e igual-
mente, no todo, sinó varios de los angulos
del gran establecimiento, en grandeza y
hermosura, major palacio de Dios y del
arte que habitación de mortales. Devoro
la llama el coro, el pajar como en 1822,
la galeria forrada de madera, que del
palacio del Abad conducía al templo; el
archivo, }- aunque mordió la biblioteca,
detuvo su diente lo compacto del papel
encuadernado \' apretado en estantes (3).
Fàcil fué la propagación del fuego, te-
niendo los vimbodienses a su mano en la
plaza miles 3- miles de haces de lena,
que el Monasterio había acopiado para
el abono de sus tierras.
A la noticia de la quema de Poblet, la
autoridad superior ordeno acudiese al
socorro una columna, de cuyos oficiales
al oir la orden escapo espontàneamente
entonces, como en otros casos anàlogos,
esta verídica exclamación : «al asno muer-
to la cebada al rabo». Llego la columna
a Poblet dos días después del incendio;
y «profundamente apenaba (me decía
>>uno de sus oficiales) contemplar tantas
»y tan lamentables ruinas. Poco tiempo
»había desde que lo visitarà cuando se
>^ostentaban allí toda su belleza, magnifi-
»cencia y esplendor. Ahora icüan trocado
»lo hallabal En el hermoso paseo arbola-
»do de las afueras, que guiaba a la puer-
»ta, veíanse estatuas por el suelo, todas
»mutiladas, en los brazos una, cual falta
»de piernas, otra decapitada. En las ve-
»nerandas tumbas de los reyes y magna-
(i) Relaciún que en el niismo monasterio me
hizo D. José Argelaga a los 13 de junio de 1887.
(j) Relación cit. de Argelaga.
(3) D. Eduardo Toda. Obra cil., p;ig. i;.
»tes de Aragón 5^ en mil partes, rotas las
»esculturas, los techos ennegrecidos por
> las llamas, pavesas y cenizas humean-
■ tes por todos lados. La biblioteca hecha
>.un monton de libros, astillas de ébano y
>-trozos de cristal en confusión con el
»polvo de los suelos. (Ah, cuànta insen-
>^satez, cuànta barbàrie y cuànta pérdida!
«Todavía pudimos recoger ocho ó diez
»carretadas de libros, que nuestro regi-
»miento de Bailen bajó à Tarragona» (4).
Haec facics Troyae ciim caperetur
crat (5).
Si solo por varios lados devoro la
llama, por todos pasó el saqueo }• la des-
trucción. En los primeros días, los de
Vimbodí, imitados por otros de Rojals,
Prades, Vinaixa, Montblanch y demàs
pueblos de la redonda, mas que a des-
truir dedicàronse a recoger, cruzando
continuamente los umbrales de Poblet
acémilas cargadas con muebles, vino,
libros, campanas menores\' cuantos efec-
tos hubieron a mano. Seis mayores ser-
vían el campanario intermedio entre el
cimborio de la iglesia 3' la sacristía, de
nombre Bernarda, Salvaterra, Colombi-
na, Valenciana, De capítol y Garranan.
A los dos días de la invasión fueron lan-
zadas al suelo desde su lugar, 3^ en una
noche destrozólas la codicia del vil me-
tal (6). Razón Uevaba el oficial de Bailén:
jtriste espectàculo en aquellos días el de
Poblet, y va■^s triste todavía aparece a
medida que se progresa en la pintura de
tan sensible destrucción, en la que con-
vendra, por un momento, ceder el pincel
a la hàbil mano de Toda, quien, enton-
ces, desde el campo liberal 3- enterado
por los autores del crimen, habló así:
«Cuando no quedaban ya objetos que
»arrebatar, los saqueadores comenzaron
Ȉ abrir las tumbas en busca de tesoros,
»y entonces ocurrió la gran profanación
»de los panteones reales. cuadro triste y
(4) Relación del oficial del regimiento de Bai-
lén ya citada en el capitulo de Reus.
(ï) Ovidio, en In elegia: Ckwí subit illitis. &.
(ó) D. Eduardo Toda. Ohra cit., pàg. 14.
314
LIliRO lERCERO. — CAPim.O SlCXll
«horrible, que mal la pluma puede pintar
»ni describir. De noche iluminados por
»las tèas, que con pena dejaban pasar
»su escasa luz entre la humareda del
«incendio, los sacrílegfos aldeanos de las
»vecinas tierras hundieron al golpear de
»los mazos las puertas de bronce de los
»panteones y rompieron las triangulares
»cubiertas de las tumbas reales. Pronto
»tuvieron à la vista los ataúdes forrados
»de terciopelo encarnado y morado y
»adornados con clavos de cobre. El hacha
»de un golpe los abrió, y mientras unos
»rasgaban la tela, que sirvió despues
»para vestidos de los nifios, otros toma-
»ban las yertas momias de reyes y prín-
»cipes, y de pié las alineaban apoyadas
»en la pared de marmol del panteon. Allí
»estuvieron algun tiempo aquellos cuer-
»pos que habian encerrado tan grandes
»almas, hasta que à los aldeanos les
«ocurrió la distraccion de azotarlos con
»los làtigos y arrastrarlos por la iglesia,
))atada à los pies una cuerda. jEspectàcu-
xlo horroroso, crimen salvaje, del que no
»pudieron darse cuenta aquellos ignoran-
»tes que lo cometían!
»Y desde entonces la destruccion de
»los monumentos artísticos fué completa:
«aquellos miserables nada perdonaron.
»Tumbas y altares fueron violados de la
«manera màs brutal: ca3^eron los pesados
»mazos de hierro sobre los delicados
«adornos de columnas y capiteles, de se-
»pulcros y arços: el fuego prendió de
»nuevo en las dos sacristías convirtiendo
»en cenizas los magnificos cuadros de
«Viladomat y de Juncosa, las ricas có-
»modas de nogal de Itàlia, los tapices de
»las paredes, y las alfombras del presbi-
»terio: y donde la mano de aquellas
»furias no alcanzaba, llegaban lasbalas
»de sus fusiles. jAh, demasiado, demasia-
»do era el castigo del soberbio Monaste-
»rio, terrible la injuria que las impías
»turbas hicieron à los restos de héroes
»de los cuales uno solo valia mas que
»toda una generación nuestra!» (1).
(i) Obra cit.. pàgs. 14 y 1=;.
Anadamos a tan triste cuadro algunoà
perfiles, que ciertamente aumentan la
negrura de sus tintas. Una de las mo-
mias reales, por las senas, la de Don Jai-
me I, en la puerta que del trascoro da al
claustro, fué puesta de centinela con una
gorra de cuartel en la cabeza, una cana-
na en el cinto y en la mano un fusil,
mientras burlando de ella se le decía:
«tu que eras rey ahora estaràs de centi-
nela»; y aun àlguien anade que, como
aquellos arreos no le sentaran bien, no
falto uno que le castigo dàndole de bofe-
tadas. y para que nadie dudara de la
verdad del feo aíentado, lo sabemos por
haberlo narrado entre groserías y blas
femias, en el mismo lugar donde pasó
uno de los que concurrieron al acto (2)
Triste privilegio de revolucionarios igno
rantes y descastados, groseramente insul
tar a un venerable cadàver, al Rey
dechado de caballeros, pacificador de sus
estados, legislador, sabio y prudente,
respetado de todas las naciones, terror
de musulmanes, vencedor de mil reen-
cuentros y de cien batallas campales,
conquistador de Mallorca, valeroso como
el Cid, verdadero fundador y padre de la
pàtria catalana, sincero cristiano que de-
dico 2,000 templos a la Madre de los cris-
tianos. iLàslima grande que por un
momento su vigorosa alma no reanimarà
aquel cadàver, que de hacerlo tirarà él
de su nunca vencida espada, y aventara
de tan sagrados claustros a hijos y súb-
ditos menguados y bellacos; y llegando
en la persecución de ellos a la última de
las torres de la cerca, preguntarà atónito
a la tierra si por desgracia reinaba de
nuevo aquí algun rey moro, su enemigo
Jurado, que así se permitía profanar los
templos del Seftor y deshonrar las ceni-
zas de los antepasados!
De los cuatro inmensos y preciosos
lienzos, tras los cuales se escondían los
(j) Relación del conserje del monasterio ya
citada. Ademàs los insultos contra esta mòmia se
me han cnntado por distinta? personas en diver-
sos puntos.
.lONASTKRIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
315
muros de la nueva sacristía, dos fueron
enteramente devorades por el incendio,
uno medio quemado, y el cuarto, coloca-
do sobre la puerta, quedo entero. Aque-
lles dejaron las-
timera huella,
visible cuando
yo visité el ceno-
bio, en los carbo-
nizados fraç-
mentos de sus
marços, o en las
líneas por la lla-
ma trazadas en
las paredes ahu-
madas. El ultimo
fué descolgado,
y hecho partes,
ha servido a las
mujeres para im-
permeables en
las cunas de sus
hijos. Nunca Vi-
ladomat, ni Jun-
cosa, ni los otros
cèlebres pintores
que dieron vida
a estos lienzos,
imaginaron que
el fruto y mues-
tra de su genio
viniera a oficiós
tan bajos. Tales
destrezas esta-
ban reservadas
para los que de
continuo acusan
alos religiosos y
a los católicos de
enemigos de las
Ciencias y las
Artés (1).
Los damascos,
terciopelos y ri-
cas telas, que, después de tantos siglos
aun entonces incorruptas, vestian las mo-
lApida que està en L"NA capilla
del àbside de poblet
ExPLAXACióx.-HIC :• lACET ; ELIC
SSENDIS ■; MATER
FRATRIS •; B (Bcriiardi) FER
RARII DE TARRtà 'Tàrrega)
miasreales, sirvieron para chalecos a los
aldeanos (2); y mujer vivia aun en Vim-
bodí, cuando tomé estos datos, que guar-
daba preciosas sederías de esta pro-
cedència (3). Un
distinguido lite-
rato y arqueólo-
go de esta Ciu-
dad, m u y mi
amigo, contóme
que algun tiem-
po antes de la
visita que él a
Poblet hizo en
1S66, una mujer
de Vimbodí, ha-
llando rota la
cara posterior
del sepulcre de
un magnate, in-
trodujo en él su
osada mano, y
sin respeto algu-
no a los huesos
de la sefiora
allí enterrada,
arranco la falda
deterciopeloque
les cubria, ha-
ciéndose con
ella un jubón (4).
Actualmente na-
TRADUCCION"
tiiadrc de
Tdriciía.
— Aquí yacc Elisciidi>
Fr. Bcriiardo Ferrer de
K^cala do 1 ror "-•.
(i) iMe lo conto hacc mas de treinta afios un
respetable anciano, que en la guerra de los siete
ani>s. sicndci Capitàn do nacinnalcs. liegi'i con su
columna a Poblet.
Como conociese el
valor de aquellos
cuadros. al ver la
destrucción del mo-
nasierio apresuróse
a preguntar por su
paradcro. recibien-
do en contestación
la noticia transcrita.
Ademàs me lo conto
después el conserjc Sr. .Vrgelaga.
(j) Hace muchos anos que lo oi de boca de
muchas pcrsonas. y despucs de .\rgelaga.
(3) .\\e lo conto una sefiora muy relacionada
con Vimbodí.
(^) D. Francisco Miquel y Badia me lo dijo
en í de marzo de iS8i>.
316
LIBKO II'.KCERO. — CAI'IIULO SEXIO
da, ni aun vestigios, quedan de los sarcó-
fagfos reales y de sus primorosos ador-
nes (1). Solo algunos pequenos restos del
sepulcro de Don Jaime (2), y una base de
alabastre, se guardan en el Museo de
Tarragona, y otra por rareza ocupa su
lugar, bien que hecha pedazos, mutilades
sus relleves y arrancadas suscernisas(3).
Segün expliqué en mi obra anterior,
àbrese el Sagrarie en el deambulatorio,
tras del retablo mayor, de tal modo o
posición de quedar ambes unides per sus
espaldas. Formaba una capillita de màr-
moles riquísimes y de ne acestumbradas
proporciones; y en su centre ostentaba
un magnifico tabernàcule, en cuya parte
central, y en bajos relleves, veíase la
cena de Jesucristo, en su dispesición
semejante a la pintada per Leonarde de
Vinci. Hoy ne resta en ella ni una cabeza
ni una mano. En los afios del destroze,
fueron rotas y cayeron tedas las cabezas
menes una, la de Judas, que fué respeta-
da per los que cortaron las etras. Cae la
cabeza de Jesús y la de San Pedró y de
todos los demús apósteles, pere no la del
que vende la sangre del Redentor. Huel-
ga a tal hecho tedo comentario. Cuando
per vez primera ei la narración de este
impísimo crimen, me resistí a creerlo,
y lo atribuí a exaltada imaginación popu-
lar de los amigos del Cenobio; mas une,
tras etro, tales testigos me lo certifica-
ren que, a no estar falto de mente, hay
que admitirlo por completo. Me lo conto
en Reus un sacerdote respetable en 14 de
junio de 1894, diciéndome que él mismo
visito Poblet en 1874 ó 75, ó cosa así, y
que entonces por sus ojes vió tedas las
figuras de la cena decapitadas, pere Ju-
das con su cabeza. El cenocidisimo pàrro-
ce de la Cencepción de esta Ciudad,
después digne Arcipreste de mi Cabilde,
y muy mi amigo, me dijo en Barcelona
a 8 de mayo de 1901, y me lo repitió mil
(i) Así lo he visto en niis repetidas visitas al
monasterio.
(2) D. Eduardo Toda. C)bra cit.. piig. 6-).
(3) Quien lo vió me lo dijo.
veces, que hacía unes 35 afios que visito
a Poblet y observo por sí mismo el mis-
mo hecho. Don Heriberto Barallat tam-
bién amigo mío, en las Memorias de la
Associació Catalanista, volumen I, pàgi-
nas 106 y 107, asegura que este dato
histórico esta «confirmado por distintas
personas»; y acaba diciendo: «hoy, a pe-
»sar de los cuarenta afios del suceso, la
«figura de Judas es la que mejer se dis-
»tingue». Finalmente, Onofre Lafita fué
une de les que un dia acompafíaron al
Gobernador civil de Tarragona D. Anto-
nio Batlle en su visita al Cenobio. Acom-
paüàbanle también algunos vimbodien-
ses. Cuando el Gobernador civil vió el
blasfemo atentado, exclamo: «los que
»hicieron estos destrozos eran tan judíos
»como les que crucificaren à Cristo».
Y me lo conto el mismo Lafita, presente
al acte.
Mas dejemos, dejemos, por ahora estàs
angustiesas noticias, y discutamos unes
momentos con mi amigo el sefler Toda
sobre un punte atrasade. Asegura este
escriter que hasta el dia 7 de septiembre
no notai'on los vimbodienses el abandono
de la casa por los monjes, y así que hasta
pasado diche dia no se perpetro el saqueo
general o incendio. Este se perpetro el 14
de agosto. Es imposible que un suceso de
la magnitud de la huida de les monjes en
aquella reducida comarca pasara inad-
vertide a todos los habitantes de un pue-
blo, distante solo de él tres o cuatro kiló-
metros. Públicamente salieron y velvie-
ron los monjes, y repitieren la fuga; por
el camino, a la luz del sol, ne por conduc-
tes subterràneos, sacaren el órgano, el
trigo, el pafle mortuorie, los candeleros
de ébane y etras mil cosas, iy no lo vió
nadie que habitase pueblo tan cercano?
Asegura aquel autor que en la indicada
tarde del 7 de septiembre un grupo de
mujeres y chiquillos de Vimbodí llegà-
ronse a Poblet, y que entonces advirtie-
ron el abandono, que destruyeron en esta
ocasión algunos contades ebjetes, y «re-
»gresaren a Vimbodí, en donde se apre-
«suraron à contar à tedo el mundo el
MON'ASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
317
«abandono, anadiendo que si quen'an
«tomar algo de allí se apresurasen por-
»que hacía ocho días que el carro no des-
»cansaba entre el monasterio 3' La Esplu-
»ga» (1).
Desde el 24 de julio callaba allí todo
cuito y toda campana, iy lo ignorabanlos
cdndidos é inocciites vimbodienses? La
buena fe de mi amigo fué engaflada por
aquellos taimados montaneses. Cuando
se trata de la pesquisa de datos históri-
cos, el valor y la resignación de acudir
por ellos a las guaridas de los mismos
criminales los califïco de acertados, y mil
veces lo he practicado; mas es preciso
buscar también en su desgracia a la víc-
tima para oir a las dos partes, y mas aun
a los testigos del acto. Por lo que a Poblet
dice oi en Toda el sentir, no suj'o, que si
hubiera presenciado los heciíos no habla-
ra así, sinó el de los criminales que le
proporcionaren datos. Y cuenta que no
calumnio al senor Toda cuando escribo
que tomo noticias de la boca de los cri-
minales, pues elmismo escribe: «£5 prou
y>per nostre objecte recullir las noticias
•»qne sobre la destrucció del sumptuós
»monastir tenim de personas que la pre-
»senciaren tinas; que'n foren altres prin-
cipals actors*. (2).
En La Espluga y sus contornes oi a
devotos del monasterio. De la boca de
algunos monjes escuché a las victimas, y
a los testigos en muchas partes.
Però tcómo? Y los nacionales de Vim-
bodí y algun individuo de su justícia, que
en aquel dia supongo les acompanaba íno
anunciaron al pueblo lo del conato de in-
ventario; y no les comunicaron que allí
no vieron màs que un monje quedando
en perfecto silencio todo el edificio? Si
creian a la Comunidad en la casa, £por qué
acudieron al inventario? Y los que, según
la honrada palabra de Lafita, perseguían
las gallinas, y agasajados por aquél be-
bían sus tragos, y no se atrevíana cerrar
(i) Übra cit. pàg. 12.
(2) La Ilustracià cataLiiij, dol 15 de septiem-
bre de 1883, pàg. 2Ó6, col. i.'
con el monasterio, ^tan callados se man-
tenían que a su regreso al pueblo nada
contasen? Tan imposible se hace esta
ignorància, sostenida del 25 de julio al 7
de septiembre, como la suposición del
hundimiento de San Pedró del Vaticano
quedando completamente ignorado hasta
dos meses.
Mas allende de tan concluyente calculo
poseo datos positivos y precisos. Una
mujer de Vallclara me jura haber visto
la columna de humo del incendio de
Poblet desde una era mientras en ella se
trillaba, operación, la de la trilla, mil
veces fenecida en septiembre (3). Boltó, el
carpintero del monasterio que vivia en
él, me dijo que el incendio se perpetro en
agosto «allà por el 15»; D. Tomàs Gensà,
honradisimo mozo de la escuadra, y muy
mi amigo, que en aquella guerra batalla-
ba por Isabel, me repitió, no una, sinó
muchas veces, antes y después de la afir-
mación del seflor Toda, con la cual le
objeté, que llegando de Montblanch a la
Espluga con su fuerza, hora de medio dia
del 14 de agosto, vigília de la Asunción
de la Virgen, vió el incendio de Poblet.
Para dar màs peso a su aseveración me
anadía que aquella misma tarde su gente,
compuesta de dos companías de Sabo3•a,
dos de milicianos de Valls y los mozos, se
tiroteó con los carlistas en las alturas de
Blancafort, desde las cuales contemplaba
él con gran pena las llamas de Poblet (4).
Finalmente, el arriba citado seflor Vida-
lés termina la relación que le dicto el
ex-fraile miliciano, al cualél llama Padre
Manuel, con estàs líneas: «El dia de la
»Virgen de Agosto, patrona de Poblet, el
»Padre Manuel escribía desde su casa al
»vendrellense Padre José: «Estimado
xamigo mafíaua tnarclio a Reus con la
i>credencial de alferes de cuerpos fran-
■Sicos a dcfcnder la causa de la libertad.
(5) Relación de D.' Maria Àngela Franquet,
en Barcelona a los 2; de enero de 1800.
(^) Kelación de 7 de mayo de 1880, ratificada
en 17 de diciembre de 1884 )' amplificada en dis-
tintas ocasiones.
318
LIBRO TERCERO. — CAPITULO SEXTO
y>SoH las once de la noche, y desde la
•>>ventaua de la cdmara donde escribo se
>•>ve a Poblet ardicudo. Todo se ha aca-
y>bado;> (1), Actum est de esta cuestión.
Si se trata de si los de Vimbodí anduvie-
ron solos en el saqueo de Poblet, hay que
comprender que en ningún lugar faltan
desalmados, y por lo mismo, que algunos
de otros pueblos les acompaflarian en el
crimen; però està en la conciencia y la
boca de todos los hombres de aquella
època que fué Vimbodí el principalísimo
agente de la destrucción de Poblet.
La matanza de los frailes y el incendio
de sus claustros, hiriendo vivamente los
sentimientos católicos, produjeron en la
tierra catalana los mismos efectos que una
inmensa leva en favor de Don Carlos.
El màs eficaz grito de sgiterra! lanzaronlo
los autores de aquel delilo. Peleóse con
gran valor y, lo que peor es, con inaudita
crueldad. Cada pueblo tomósubando; La
Espluga perdió 200 de sus hijos muertos
en defensa de Don Carlos; Vimbodí desde
mucho antes empunaba las armas por
Dofla Isabel; y no hay duda que a muchos
espluguenses puso las armas en la mano
su amor a los frailes ofendido. Así a los
odiós de comarca, que ya antes separa-
ban los dos pueblos vecinos, agregàronse
los de partido. A tal punto llego la ene-
miga, que en ocasiones, topàndose en las
vinas habitantes de uno y otro, arreme-
tíanse mútuamente y se mataban. En tal
exacerbación de ànimos no era posible
que para prestar buen servicio al monas-
terio se le acercase algun su amigo, y por
anos equivalió a delito interesarse en su
favor; quedando por lo mismo abandona-
do completamente ni màs ni menos que
la playa o los arenales del Sàhara. Por
allí cruzaron las columnas, vivaqueando
en el templo, y la brutalidad de la solda-
desca pudo imprimir indeleble huella de
su paso. Allí los pastores de la comarca
hallaron en los lugares màs respetables
fàcil aprisco para sus ganados, cuyas
inmundicias corrieron entre fragmentes
(i) Obra cit. pàg. 63.
de primorosas esculturas y venerandos
huesos. De allà todo vecino que necesitó
materiales de construcción pudo sacarlos,
y los saco, sin oposición de nadie, fuesen
ladrillos, rejas, tejas, vigas o piedras
labradas. De resultas de esto, muchísimas
de las edificaciones que el incendio res-
petara cayeron al golpear de la baja
codicia; de tal modo que, exceptuadas las
grandes construcciones de sillares y bó-
vedas de piedra, no recuerdo haver visto
en Poblet, en las distintas visitas que le
llevo hechas, un techo en pie, y sí solo
un laberinto inmenso de paredes aisladas
y descarnadas, en cuyos lienzos solo
quedan vanos de ventanas y apoyo de
vigas: elocuentes testigos de la multitud
de edificios que encerraron aquellos mu-
ros y de la rapacidad de los hombres.
Cuando en afios poco atràs visité este
monasterio, Poblet era solo un intermina-
ble panal de nidos de aves de rapina,
cuyos chillidos estridentes parecían gri-
tos de dolor lanzados por los seculares
muros en razón de la ausencia de sus
moradores también seculares
Mediante tal completo abandono, y
completa ausencia de toda guarda, unas
ruinas se hacinaron sobre otras ruinas,
y desapareció el pavimento debajo de
montes de ceniza, tizones y escombros.
Las paredes, adornadas un dia detapices,
damascos y cuadros, y ahora cubiertas de
pingajos, jirones y carbones, quedaron
ennegrecidas por el humo y las llamas.
Y muy pronto, cubiertas de sucias tela-
ranas, dejaron lucir blancura solo en los
muchos puntos donde osadas manos aca-
baban de quebrar alguna escultura (2).
El convencimiento de que eran cuan-
tiosas las riquezas de Poblet moraba en
el animo de todos, y en no pocos su deseo;
por cuya razón creyóse en aquella redon-
{2) .Me pinto con vlvos colores el abandono de
Poblet D. Juan Pous. aprovechado arqueólogo de
Barcelona, quien llevado de su afición a las anti-
güedades visito el monasterio en los ticmpos del
abandono. .Me lo explico en Barcelona a los 25 de
junio de 1887.
MÜN'ASTERIO CIS 1 liRCIENS E DE SANTA MAKIA UE PÜBLEl
319
da, por muchos anos, que los monjes an-
tes de partir, temerosos de los lances de
caminos, escondieron sus por la imagina-
ción abultados tesoros dentro el circuito
de las cercas. Por lo que casi incesante-
mente turbaron la quietud de aquel aban-
dono aldeanos, ya solos, ya en grupos,
que practicaban excavaciones para ha-
Uarlos. No perdonaren ni la santidad del
templo, ni la gravedad del aula capitular,
ni la respetabilidad de las tumbas, ni la
hermosura de mil piezas. Ninguno de
estos lugares daba al cavador màs que
fatiga y desengano. Y hubo quien supuso
confidencias de monjes, y hasta quien
busco los tesoros por artes màgicas Ue-
vando al raonasterio sonambulas (1).
Entonces la vil codicia completo la pro-
fanación de las tumbas y sarcófagos, des-
trozando las que olvidara el furor de los
primeros instantes. Los restos de cuaren-
ta Abades vitalicios, que descuidados des-
cansaban en las once tumbas del aula
capitular, viéronse revueltos en sus hue-
sos, y allí mismo enterrados en los
escombros de las obras famosas que en
vida habían levantado. Aquellos caballe-
ros que vivieron 3- murieron por su Dios
y por su pàtria, y quisieron descansar al
calor del santuario entre el perfume del
iiicienso y las oraciones monacales, vié-
ronse arrojados del único y angosto rin-
cón que les conservaba la tierra, y holla-
dos por la inmunda planta del segundo
judío, que, àvido de oro, reniega de su
Dios y de su pàtria (2). Así se explica que
en los sarcófagos del claustro la mano
del conserje Argelaga restituyese a cada
uno los restos humanos que al pie anda-
(i) D. Joaquín Cahallerii. Pbi-o. y bihlioteca-
rio de la provincial de larragona. me refirió que
un dia, al visitar el monasterio, fué allà manaria
y tarde, y que en esta halló ya abierta y revuelta
una tumba que pur la manana no lo estaba. — Don
Eduardo Toda. Obra cit., pàg. 16. — N'arraciones
de mil personas.
(2) Relación ya citada de D. Miguel Boltó y
de muchos otros.
ban revueltos con escombros y telara-
nas (3).
Al clero cabé la honra de que, en la
desgracia de Poblet y de la pàtria cata-
lana, el primer amigo que de esta acudió
en auxilio vistiera su habito. La caridad
y el amor patrio no le sufrieron al reve-
rendo D. Antonio Serret, cura pàrroco de
La Espluga, el abandono y la profanación
en que yacían los huesos de nuestros
grandes monarcas y de sus familias. Ya
que cualquiera tentativa para salvaries
podia costar la vida al que la practicarà,
procuro aminorar el peligro pidiendo en
1S3Ó al General Iriarte para su proyecto
un permiso que realmente le fué conce-
dido. Acompaiiadodenueve hombres con
un carro y antorchas, una noche se llego
valerosamente hasta Poblet. Recogió
todas las momias y huesos de los sepul-
cres reales, y colecados sobre paja en
siete cajones de pino, trasladólos, de
cuenta suya los gastos, a su parròquia,
en donde les depesitó en el hueco que
bajo de sí dejaba la escalera del coro, y
para mayor seguridad mandó luego ta-
piarle (4).
Por muche tiempo el monasterio conti-
nuo abandonado sin custodia de ninguna
clase, hasta que finalmente anos adelante
encargóse la vigilància a dos hom.bres, a
los que sucedieren otros y otros guardas;
mas no por esto, según me refirió el cus-
todio, o conserje, del tiempo de mis visi-
tas a Poblet, cesó la deplorable destruc-
ción. Conjuràronse ahora en contra del
monasterio, no ya la estupidez y el odio
de los primeros días, sinó la hipòcrita
afición de los visitantes al arte con la
incúria y la codicia de alguno de los
guardas. Aquelles, a su decir, admiran el
arte, y neciamente àvides de conservar
memòria de sus obras, las quiebran, las
destrozan, las roban y destruyen. Líbre-
(?) Relación del mismii D. José Argelaga,
conserje.
(^) Relación ya citada de D. José Argelaga.
— D. .Kndrés de BofaruU. Poblet pdg. ss.— Lo lei
hace muchos anos en ei Diario de Barcelona.
I.IERO TERCERO. — CAPITL'LO SEXTO
me Dios de ser querido con amores tan
crueles. Un dia sorprendió a cierto guar-
da un ruido extrano en los panteones
reales. Corrió, y en ellos topo con uno
de tales amantes en el acto de cortar,
mediante escoplo y martillo, un precioso
relieve. Este representaba una torre, a
cuya ventana se asomaba un personaje
para mirar a una lagartija que al enca-
ramarse se paraba admirada y temerosa
por haber notado a su expectador. Brilla-
ba en esta obra la habilidad del artífice
con tal arte, que ambos seres, hombre y
lagartija, mejor parecían vivos que de
màrmol. A la reprensión del guarda con-
testo el forastero alargando cinco pese-
tas, a lo que, aceptadas éstas, replico
aquél: «fuerte, fuerte» (1). Por otros con-
ductes llego también a mis oídos la vena-
lidad de alguno de los guardas y la
rapacidad de los llamados amantes del
arte.
A tales aficionados «se debe, diceToda,
»la mutilación de las estatuas de los reta-
»blos, 3' de los frisos, que adornaban los
»altares. Otros mejor intencionades llevà-
»barise enteras las imagenes y columnas,
»y no se ha borrado de todos la memòria
»de cierto general que hizo arrancar
»todos los angeles que decoraban las re-
»pisas del altar mayor» (2). Algo de esto
oi de boca de una de las personas que
me acompafíaba en mi última visita a
Poblet, nombrando al general Van-Halen;
y aunque no dijo que las figuras por él
arrancadas fueran los angeles, sinó las
seis imagenes del segundo orden del altar
mayor, la discrepància en el objeto no
aminora la fuerza de la conveniència en
la dignidad del jefe militar.
El Sr. D. Buenaventura Hernàndez
Sanahuja en su Historia del Real Mo-
nasterio de SS. Creus escribe: «Dicese
«públicamente en la Espluga que cierto
»personaje, el cual designan y que des-
(i) Relación del citado conserie D. José .\rge-
laga. .Me dijo haber tornado la noticia de boca del
mismo que alargó las 5 pesetas.
(2) Obra cit., p;'ig. 19.
»empefiaba un cargo publico en esta pro-
»vincia» (y en la nota del pie de la pàgina
dice «D. Juan Van-Halen, Comandante
«general de la provincià de Tarragona»),
«mandó al extranjero entre otras cosas
»de Poblet, un bajo relieve que represen-
»taba la ciudad de Ninive, del cuadro de
»Jonàs, que adornaba los panteones Rea-
»les» (3). Però respecto de este bajo relie-
ve se equivoca Hernàndez, pues que
està en Espana, como se vera abajo.
El conocidísimo historiador, profesor
mío que fué de Historia, don Juan Corta-
da, contaba que el primero que se metió
a revòlver los sepulcres de Poblet fué un
general Van-Halen, quien pasando con
su columna por alli, busco armaduras
antiguas, y parece que se llevo algu-
na (4). También un ilustrado anciano de
Tarragona, el mil veces citado oficial
que fué del regimiento de Bailén durante
la guerra de los siete anos, también, repi-
to, me escribió que «puedo asegurarle
»que los indicades cuadres (sou iinos de
»Saiitas Creus ) les recegió don Juan Van-
»Halen, lo mismo que algunas esculturas
»del altar mayor de Poblet» (5). El con-
serje Argelaga afiadió que Van-Halen
vendió dichas estatuas del retablo mayor
a un museo de Bèlgica.
^;Y quién es este atrevido General tan
mal avenido con las glorias religiosas y
patrias de Cataluna? Hubo aquí durante
la guerra de les siete anos dos generales
Van-Halen hermanes: don Antonio, des-
pués Conde de Peracamps, y don Juan,
comandante de Tarragona. El postrero
fué el indicado raptor de antigüedades.
Pecas palabras bastaran para retratar su
fisonomia moral (6).
Según el historiador de la guerra de la
(í) Pàg.Si-
(-l) El hijo de D. Juan Cortada, D. Gonzalo,
me diio haberlo oido de boca de su padre varias
veces.
(5) Carta de Tarragona a 25 de febrero de
1890.
(6) D. Nicolds Diaz Pérez. La Francmasoneria
Espaiiola. Madrid, 18Ç4, pàg. 272.
MONASTE 10 C.
'IFNSE DE SANTA MARIA DE POBLET
321
Independència, en Cataluna don Antonio
de BofaruU Van-Halen, aunqu; de pa-
dres belgas, nació en Cadiz, y a pesar ue
esto se pasó al rey José Napoleón, del
cual fué edecan; però cuando vió que la
estrella napoleònica se eclipsaba, procu-
ro ser o fué edecan del terrible Suchet,
desde el cual se pasó a los espanoles.
Dicho autor Bofa-
ruU le llama maes-
tro en el arte de en-
ganar, y le dedica
suculentas colum-
nas (1). Después,
puesto en Espana,
'<en Múrcia, próxi-
»mo al cuartel de
«infanteria, se abrió
>otro templo masó-
»nico. Lo creo el
»capitàn D. Juan
>Van-Halen que
»había presidido
»otras Log.'. en
»Cartajena, Grana-
»day Valencià» (2).
Y estàs palabras
proceden de D. Xi-
colàs Díaz Pérez,
francmasón, escri-
tas en un libro tra-
bajado en defensa
de su secta.
En el Diario de
Barcelona del S de
agosto de 1S34 se
lee: «Se nos refiere
»que habiéndose
«negado a declarar el teniente general
»belga don Juan Van-Halen sin anuencia
»del encargado de negocios del Rej'
»Leopoldo en esta Corte, va <l ser con-
»ducido con escolta a la frontera, para
»que salga del territorio espanol. (De La
GRUPO, SEGUN" SE
DEL RETABLO M
(i) Hislori.i critica de la. guerra de ta Inde-
pendència en Cataluna. Barcelona, iSSj, lo-
mo II, pàg. -lOJ-
(j) La l'rancmasoneria espaiiola. Madrid,
i8ç4. pdg. 2-!2.
A'eja)» (3). Ignoro el resultado de esta
cuistión, però los hechos claman que
to ,0 se arreglo como no podia dejar de
ser entre amigos.
Los raptos de Van Halen se perpetra-
rían durante la carència de guardas del
Monasterio, o sea en el tiempo de su
total abandono. He leído la firma de don
Juan Van-Halen
como Comandante
general de Tarra-
gona en un docu-
mento fecho en 15
de diciembre de
1841.
En la època del
abandono, el tama-
no de las imàgenes
del retablo princi-
pal, en la realidad
mucho ma5'or que
su apariencia, oca-
siono terrible cas-
tigo en quien con
atrevida mano qui-
so un dia arrancar
una de aquéllas.
Porque entre va-
rios echaronle al
cuello una soga, y
trabaron de esta
hacia delante hasta
desplomar la està-
tua, que, dando con
su gran peso en uno
de ellos, le dejó
muerto (4).
Aun en estos
modernes días los conserjes tienen que
sostener continuas peloteras para salvar
de aficiouadoíi los pocos relleves que
restan. Custodio ha tenido el Monasterio
que, para ahorrarse la pena de acompa-
fiar al visitante, le ha entregado las 11a-
ves y le ha dejado vagar por él durante
DICE, PROCEDENTE
AYOR DE POBLET
(5) Pag. 1850.
(^) Relación de D. Juan Pous, ya citada,
de junio de 1887.
LIBUO TERCERO. CAPITULO SEX H
dias (1). Cierto guardiíin cedió un capitel
por veinte pesetas, y trozos de madera
de altares se han estimado como lena,
saliendo de Poblet de sola una vez, ven-
didos por quien debía custodiaries, 62
quintales (2579'20 kilos) de madera (2).
Don Àngel del Arco escribe de la
làpida de Raimundo Folch estàs pala-
bras: «Su làpida, que describía las haza-
»nas y preeminencias del Vizconde ha
»sido rayada exprofeso por manos igno-
»rantes ó vengativas....» (3).
Don Juan Bautista Gallissà, aficionado
admirador de Poblet, abundando en la
idea de que los grandes expoliadores del
Monasterio han sido los amigos de anti-
güedades, me dijo haber oído contar que
un coleccionador o aficionado a azulejos,
codicioso de algunos de este cenobio,
propuso por dos veces su compra al con-
serje. Este honradamente se nego al
trato. Entonces aquél mandó fabricar
otros iguales; con ellos se fué al Mo-
nasterio; con pretexto de retratar al
conserje lo llevo al claustro, y entre-
tanto un tercero cambiaba los azulejos
viejos por los nuevos, llevàndose aqué-
Uos.
Escribe el senor Hernàndez Sanahuja:
«Hallàndonos en la Espluga de Francolí
>:durante el verano de 1849, fuimos à visi-
»tar las magníficas ruinas de Poblet, y
»aun vimos en bastante buen estado el
»panteon de D. Ramon Folch, vizconde
»de Cardona, y tres días despues, cuando
»volvimos, se hallaba por el suelo, y lo
xderribaron solo por adquirir un angelito
»entero de alabastro, que lo adornaba, el
»cual se llevo un curioso de mal genero.
»Los tres hermosos querubines que es-
Ji>taban colocados en los firmes de los
(i) Me lo conto un arqueólogo de Barcelona,
a quien le pasó lo que se refiere.
(2) Relación ya citada del conserje Sr. Arge-
laga. Otro amigo me conto también el descuido
del guarda de su tiempo.
(3) Revista de la Asociación artislico-arqueo-
lógica barcelonesa. Ano 11, pàg. 3-)8.
»espresados panteones (pmiteoues rea-
>des), fueron arrancados, derribando
»para lograrlo la preciosa greca de la
»que formaban parte. Posteriormente se
»tuvo el mal gusto de colocarlos en la fea
«portada que se levantó no hace muchos
»anos delante de la puerta de Santa Te-
»cla en la catedral de Tarragona.... Seria
«interminable esta nota si quisiéramos
»hacer mención de actos de este genero,
»propios de lo que llamamos vandalisttio
y>ilHStra(io>•> (4).
Hablando en general, se debe observar
que en nuestros días la afición a las anti-
güedades ha hecho recrecer su valor ma-
terial, y como consecuencia ha creado el
ramo mercantil de mercaderes de ellas.
De aquí el ànsia febril con que sebuscan,
y el semillero de malos tratos y sobornos
por los que los mercaderes de poca con-
ciencia adquieren preciosidades, merced
a la sed de negocio de unos y a la igno-
rància o a la infidelidad de otros.
Con estos datos sin dificultad calcularà
el màs lerdo, si después de tantos y tales
naufragios, y entre tales manos, han de
quedar esculturas u obras de arte en
Poblet; y el lastimero estado de aquella
maravilla de la Religión y de la Historia
cuando la Comisión de monumentos de
Tarragona se hizo cargo de ella según lo
mandado por Real orden de 2 de enero
de 1847 (5). Opino que al principio esta
corporación, por falta de fondos, poco
podria allí mejorar. Desde 1877 a 1885 ha
obtenido del Gobierno en tres distintas
pagas la cantidad de 20,375 pesetas, que,
segtin relación entregada por el mismo
cuerpo a D. Víctor Balaguer, fué em-
pleada en las reparaciones y obras si-
guientes:
«Reconstruccion de la techumbre del
»templo y su tejado. Puertas en la iglesia
»de S. Jorge y S." Catalina y palacio del
»rey D. Martin.
»Reparacion de la parte ruïnosa de los
(4) El Monasterio de Santas Creus, pàg. 51.
(í) Sr. Hernàndez Sanahuja. Obra cit., pà-
gina 7Ó.
MONASTERIO CISTERCIE.VÍE DE SANTA MARIA DE POBLET
323
»claustros y del embaldosado que cubre
»su terrado.
»Recorrido de quiebras y rejuntado con
«cal hidràulica de las bóvedas de la sala
«capitular y de la biblioteca.
»Reconstruccion de las cubiertas de la
»capilla exterior de S. Jorge, del gran
»dormitorio de los monjes y de la choco-
«latería.
»Se retejaron de nuevo los siguientes
»edificios: capilla exterior de S.^ Catàli-
>'na, refectorio, oficina del cuito, cocina
^•antigua y sacristía nueva.
»Se hicieron obras de importància ea el
»cimborrio de la iglesia, que amenazaba
»ruina.
»Se arreglo una còmoda habitacion
»para el conserje dentro del mismo mo-
»nasterio.
»Se quitaron à centenares de carretadas
»los escombros que había en el dormito-
»rio, ruinas de la anterior techumbre.
«Retejo de la capilla de S. Bernardo,
»cuya bóveda estaba hundida.
«Enladrillado del palacio del rey don
»Martin.
»Tejado nuevo en el comedor del pala-
»cio.
»Se abrió la puerta real, que estaba
»tapiada, para dar entrada al monaste-
»rio...
»Se restableció la cubierta del templete
»del claustro.
»Retejo de la sacristía de la capilla de
»S. Jorge.
»Reparaciones importantesen los claus-
»tros.
»Se levantó por los senores Barba y
»Herncindez el plano general del monas-
»terio con nota detallada 3' explicativa y
»(Je todos sus diferentes edificios.
»E1 arquitecte provincial està ocupàn-
»dose en el plan general de restauracion
«completa del monasterio» (1).
Plegue a Dios que pronto se realice esta
completa restauracion, para la cual el
màs adecuado, y aun único, medio seria
(r) D. \'ictor Balaguer. Obra cit., pàgs. 277
y 278.
la instalación en el monasterio de una
comunidad trapense, o benedictina, o
cualquier otra contemplativa, si es que la
tolerasen los odiós de Vimbodí, aun hoy
no extinguidos. Sé que en estos últimos
afios de 1901 a 1906 se continúan las obras
de reparación.
«La destrucción de Poblet trajo la de
»Milmanda,» posesión de aquel monaste-
rio, según escribí, '<y si no pudieron derri-
»bar los sólidos muros de piedra, que la
«rodean, en cambio no dejaron los des-
»tructores una teja en la cubierta, ni una
»viga en los techos Mas tarde... el estro-
»peado Castillo... pasó al dominio parti-
»cular, el cual, fuerza es decirlo sin
«contemplacion ya que la verdad nunca
»puede ofender, nada, absolutamente
xnada ha hecho ni aun siquiera para con-
»servar lo poco que de aquel monumen-
»to de nuestra historia pàtria quedaba en
»pié.
»Triste es hoy ver el estado lamentable
»de aquellas ruinas. Al llegar à la cum-
»bre de la colina, en que estan situadas,
>/hàllase la torre, cortada en su parte
«superior, conservando solo un matacàn
»y dos sencillas ventanas góticas. El arco
»de la puerta es de medio punto, y la pie-
»dra de la clave tiene esculpido el escudo
»del abad Copons, ó sea una copa de la
»cual salen tres lirios. Debajo de la
«puerta apena mirar aquellas airosas
«bóvedas góticas llenas de grietas, abier-
«tas por la lluvia, amenazando venir al
«suelo el mejor dia. V es que la torre no
»ha sido ya jamàs cubierta, y el agua
«pluvial al caer penetra en el interior, y
«en su primer piso crece un verdadero
«bosque de àrboles corpulentes, y una
«alf ombra de malezas.
>^En la izquierda del baluarte solo se
«ven ruinas de las antiguas murallas y
«de las construcciones, que tenían adosa-
«das. Las habitaciones del otro lado del
«patio no se hallan en mejor estado, pues
«solo la capilla ha sido utilizada para
«habitacion de los agricultores que viven
«allí, }' del antiguo palacio abacial solo
«se conservan las cuatro paredes. Espe-
324
LIERO TERCEUO. — CAPITULO SEXTO
> ramos un dia de viento fuerte, una de
»aquellas mananas de invierno en que la
»tramontana brama por la Conca cual si
»llevase en sus entranas la fuerza del
»huracíin, y castillo y palacio caeràn de
»una vez enterrando entre sus escombros
>el recuerdo de lo que fué Milmanda» (1).
§ 3.° Paradero de los muebles,
riquezas y bienes del monasterio
No todos los tesoros, artísticos unos,
históricos otros, de valor pecuniario los
mí\s, perecieron en el terrible incendio 3^
rebato general de Poblet, que, conforme
apunté atràs, 3' merced a las prevencio-
nes de los monjes y a la paz de los quin-
ce días anteriores al destrozo, salvàronse
unos como topos bajo el suelo, otros como
sabandi'jas en los huecos de las paredes,
y los demàs huyendo del lugar como el
gamo se aleja del cazadero al ladrido de
la traílla. Sus duenos, emperò, por mala
ventura, no habían de volver pronto; y
así, andando el tiempo, los agentes natu-
rales, la revolución \' las aviesas pasio-
nes, habían de hacer patentes los escon-
drijos, y quedar intitil toda prevención
hasta reducir a número exiguo las rique-
zas y objetos monacales que llegaran a
seguro puerto 0 a su natural destino.
Empecemos por los venerandos despo-
jos de nuestros reyes el relato de las
preciosidades populetanas, no sin gran
quebranto salvadas del torrente devas-
tador. Al afio siguiente de la destrucción
el pàrroco de La Espluga D. Antonio
Serret, según dije en el articulo anterior,
les dió religioso y seguro asilo en un
hueco del templo de su parròquia. El
paso de ellos desde este modesto aloja-
miento hasta la Catedral de Tarragona
cuentan con sus pormenores y fuentes de
noticias los traductores al castellano de
la crònica que de su propio reinado es-
cribió Don Jaime I de Aragón, y lo narran
en los términos siguientes: «Para averi-
(i) D. Eduardo Toda. Obra cit., pàgs. 17-I v
«75-
»guar lo que después de tal desgracia se
»hizo de los cadàveres reales, nos hemos
»procurado copia de una acta de trasla-
»cion, otorgada por D. Pedró Antonio
»Vasallo, escribano de la Espluga de
»Francolí en 18 de enero de 1843; de cuyo
»contenido se desprende, que habiendo
»sido llamado en tal fecha dicho escriba-
»no por el Alcalde constitucional don
>>i\Iatías Vernet, à presencia de dicho
»senor, del a3'untamiento de la misma
»villa, de D. Antonio Serret, pbro. 3- rec-
xtor de la iglesia parroquial, de D. Juan
»Ramon, medico, D. Antonio Pau, ciru-
»jano,3' D. Pedró Gil, del comercio de
»Barcelona, entregó este al citado alcal-
»de un oficio del jefe político de Tarrago-
»na, en el que se facultaba à dicho don
>:Pedro Gil para recoger los restos de los
»reyes de Aragón estraidos en 1836 del
»panteon de Poblet, 3' salvados por el
«indicado pàrroco y otros vecinos de la
> Espluga, que los depositaron en la igle-
»sia... de cuya operacion estendió luego
»dicho Vasallo la correspondiente acta.
>'A fin de verificar, pues, la entrega, se
-espresa en dicho documento que se de-
»rribó un tabique que habia debajo de la
»escalera que conduce al coro, y esten-
»didas en tierra varias alfombras, se f ue-
»ron colocando sobre las mismas una
»porcion de cadàveres y huesos sueltos,
»los cuales se enumeran a manera de
«inventario, figurando ante todo un es-
»queleto entero que por sus dimensiones
»colosales dió à conocer que era el mismo
»de Don Jaime I llamado el Conquistador.
>^Despues de esta operacion, colocaron-
»se tales restos en seis cajas de madera,
»de los que se hizo cargo D. Pedró Gil,
»trasladàndolos luego à Tarragona, donde
»quedaron depositados, acaso con no
«todo el cuidado necesario, en la antesala
»de la intendència, hasta que, despues de
«algunas dificultades, fueron entregados
»al cabildo de la catedral, quienlos depo-
»sitó en la capilla de Corpus Christi, en
»el claustro de la misma. Los seis cajones
»se hallan en el mismo estado, menos el
»cadàver de Don Jaime, que en el mismo
MONASTERIO CISTERCIEXSE DE SANTA MARIA DE POBLET
325
»sitio ocupa un hermoso cofre de caoba,
»cubierto de molduras bronceadas y
»cerrado con tres llaves; el cual tiene en
»su interior otra caja de plomo con cris-
»tales, y al través de ellos se ve la mòmia
»real, però despojada enteramente desús
»hàbitos.
»De este modo se conserva cuidadosa-
»mente en Tarragona la sombra del mejor
»rey del mundo, sombra querida, cuya
»memoria en vano borrara el tiempo, y
>/Cuya posesion se disputan, poniendo à
«competència sus mas sinceros afectos,
»los catalanes, los mallorquines y los
»vaIencianos« (I).
Esto se publicaba en 1S4S, }• no sin
acierto se escribía la última frase, que en
4 de diciembre de 1851 el ministro de la
Gobernación remitía al de Gracia y Jus-
tícia un memorial del Ayuntamiento de
Valencià con que éste pedía Real auto-
rización para trasladar desde Tarragona
a su Ciudad los restos mortales de su
libertador. El ministro de Gracia y Justí-
cia, por Real orden de 27 de mayo de 1852,
decía al Sr. Arzobispo de Tarragona
que «para la màs acertada resolucion de
»esta solicitud, la Reina (q. D. g.) ha
»tenido à bien mandar que V. E., oj'endo
»ó consultando al Ayuntamiento de esa
»capital, si lo creyese conveniente, infor-
»me sobre el particular cuanto se le
»ofrezca y parezca» (2).
En cumplimiento de este encargo, el
Sr. Arzobispo, que lo era D. Fernando
de Echanove y Zaldívar, en 3 de julio del
mismo ano, remitió al Ministro los infor-
mes a él dados por el Gobernador de la
provincià, el Municipio, el Cabildo cate-
dral y la Sociedad econòmica (3); los
cuales, apoyados vivamente por el celo
y autoridad del prelado (4', lograron la
(0 llisto) ia del rcy de Aragón Don Jaime 1.
Barcelona, i8-)8, pàgs. 4^0 y ^^i.
.(2) La saco del archivo de la Secretaria de
Càmara del Sr. Arzobispo.
(3) Secretaria de Càmara del .\rzobispado.
(4) Libro De rebus gestis del Cabildo catedral.
En el punto que se citarà.
Real orden de 14 de mayo de 1853 (5), la
cual, fundàndose en que «en asuntos de
>'esta espècie la regla principal que debe
>tenerse en cuenta es la voluntad del
»misnio>: difunto, y que «la del Rey Don
»Jaime se significo bastante con el hecho
»de haber designado como lugar de repo-
«so para sus cenizas el monasterio de
»Poblet, sito en el territorio catalàn»,
fallo el litigio a favor de Tarragona,
imponiendo emperò la '<precisa é indis-
»pensable condicion de que en el termino
«improrrogable de dos anos se constru3'a
»por esta ciudad un monumento digno
»de tan precioso depósito; y si pasa este
>;plazo sin haberlo verificado, se entiende
«que renuncia al derecho que se le con-
»cede, trasladàndose desde luego (el ca-
»daver) à Valencià» (6). Con este motivo
abrióse en seguida una subscripción na-
cional, con cuyo producto, y utilizando del
mismo Poblet «los fragmentos de las ca-
»maras sepulcrales platerescas de los
»Duques de Cardona» (7), se levantó un
alto y rico panteón de alabastro en el
trascoro de la catedral, adhiriéndolo a la
pared del lado del Evangelio que por allí
cierra el coro.
Solemnisimamente, con asistencia de
muchas elevadas autoridades del Princi-
pado, gran multitud de pueblo y tropas,
el Obispo de Urgel don José Caixal y el
de Vich don Antonio Palau, y presidien-
do el acto como Comisario regió el Con-
de de la Puebla del Maestre, el dia 7 de
octubre de 1856, los restos del Senor Rey
Don Jaime I fueron colocados en su rica
y nueva estancia, donde por suerte por
muchos aflos han continuado (8). Plegue
al Cielo que no vengan nuevas bandas
(si Archivo de la Secretaria del Arzobispo.
(ó) Citada Real orden de 14 de mayo de 1853.
(7) D. .\ngel del .\rco. Catalogo del Museo
arqiieológico de Tarragona, pàg. 270.
(8) Libro capitular ya citado De rebus gestis.
—Diario de Barcelona. Dias 7, 8 y 0 de octubre
de i8í6, pàgs. 8iü8, 8201, 8203. 8222 y 8234,
donde se describe la traslación.
326
LIERO TERCERO. CAPiTULO SEXTO
revolucionarias a turbar su bien mereci-
do y honorifico descanso.
Però con motivo del centenario del
nacimiento de Don Jaime se trata de cons-
truirle un mausoleo mucho màs digno
en la misma catedral; y he aqui por qué
en un periódico del 18 de julio de 1908
leo: «Tarragona 17. — Procedente de esa
»capital esta manana ha llegado el arqui-
»tecto don Luis Domènech y Montaner,
»quien, acompanado del senador don Al-
»berto Rusiflol, ha presenciado en la Ca-
»tedral la apertura del sarcófago que
»encierra los restos de Don Jaime el Con-
»quistador, realizàndose los primeros
»trabajos para su traslado, y proceder
»desde luego à la construcción del nuevo
»mausoleo. El esqueleto del Rey Don
» Jaime mide I '95 metros y tiene la cabe-
»za separada del tronco» (1). En 1912,
cuando releo este capitulo, los restos del
Rey continúan en el indicado mausoleo
de la Catedral tarraconense, y los de los
otros principes e infantes procedentes
de los sepulcros de Poblet en el mismo
lugar de la dicha Catedral que antes de
este ano. Esta ya dibujado el proyecto
del nuevo panteón de Don Jaime, que se
colocarà en la Capilla del Baptisterio.
El Padre don Joaquin Caballero, des-
pués bibliotecario de Tarragona, que fué
quien pronuncio la oración fúnebre en la
ceremonia de 1856 de la traslación de
Don Jaime al panteón, me dijo que él
había alcanzado la mòmia aun con sus
barbas. En Tarragona, el medico Mir,
antes, muy antes, de la colocación del
cadàver en su mausoleo de 1856, visitólo;
y creyó que uno de los huesos no perte-
necia a dicho Rey. Entonces, el mismo
senor Mir, secundado de otros facultati-
vos, extendió todos los huesos proceden-
tes de los panteones Reales de Poblet,
tomo la cabeza de Don Jaime, la que en
razón de su herida recibida en el sitio de
Valencià no admite duda de autentici-
dad; y por ella y la extraordinària esta-
(i) El Correo Catalàn de dicho dia.
tura del Rey fué reconstituyendo el es-
queleto con especial cuidado (2).
Colocado Don Jaime en el mausoleo
del trascoro, lado del Evangelio, aplazó-
se para otro dia la construcción en el de
la Epístola de otro panteón, que encerra-
se los restantes huesos de la Real Familia
aragonesa, que hasta entonces habian
acompaflado al dicho Monarca. «Mas de
»ellos se apodero en 25 de enero de 1869
»el M. I. Sr. Gobernador civil de la Pro-
»vincia en virtud del decreto general
»llamado de incautación, haciendo tras-
»ladar los cajones, que los encerraban,
»al archivo de esta Santa Iglesia», escri-
be el Libro del Cabildo catedral tarraco-
nense intitulado De rebtis gestïs, «cuya
«dependència quedo en su poder, lievàn-
»dose las llaves y poniendo su sello en
»las cerraduras. Por orden del propio
»Gobierno en 19 de julio del citado aiio
»se hizo cargo de aquellos cajones el
»Sr. D. Buenaventura Hernandez Sana-
»huja como director del Museo arqueo-
»lógico provincial, quien los dejó en el
»mismo local del Archivo.
»En 1883 los comisionados por el
»Excmo. Cabildo para el arreglo de
»dicho Archivo, deplorando que perma-
»neciesen en él insepultos, fuera de lugar
»sagrado é indecorosamente hacinados
»en toscos cajones los despojos mortales
»de personas llustres por su sangre, por
»su probada fé cristiana, y por los servi-
»cios prestados à la pàtria, llamaron
»sobre ello la atencion del M. I. Sr. Dean,
»Licenciado D. Sebastian Rodríguez
»Asencio, el cual abundando en los
«mismos sentimientos, y teniendo en
»cuenta: 1.° Que el decreto de incauta-
»cion había quedado sin efecto. 2° Que
»el Director del Museo despues de tantos
»anos ninguna disposicion había tomado
»sobre el ultimo destino de aquellos res-
»tos. 3.° Que la Junta encargada de
«erigiries mausoleos no daba indicio de
»realizar en mucho tiempo su cometidó.
(2) Relación del Canónigo D. Celestino Ribe-
ra. Barcelona 3 de julio de 1888.
MONASTERIO CISTERCIEXSE DE SANTA MAUÍA DE POBLET
327
»Y 4.° Finalmente, que no estaban iden- '
»tificados los huesos de ningun personaje
»determinado, sinó que sin órden alguno
»habían sido colocados en los cajones à
«medida que fueron hallàndose esparci-
»dos por la iglesia de Poblet despues de
»la devastacion de los panteones reales;
»creyó del caso pasar à exponer todo lo
»que antecede al Excmo. é Ilmo. S. D. D.
»Benito Vilamitjana y Vila, y con su
»beneplàcito dispuso: Que la caja de no-
»gal exculturada que habia servido para
»la traslacion del esqueleto de Don Jai-
»me fuese ensanchada suficientemente,
»y en ella se reuniesen todos los huesos
»distribuidos en los siete cajones de pino,
»poniéndoles encima una inscripcion que
«manifestase su contenido. Que dicha
»caja fuese colocada en la capilla del
»SSmo. Corpus Christi en el sitio desti-
»nado, segun costumbre, à guardar inte-
»rinamente los cadàveres de los Excmos.
»Sres. Arzobispos de la Archidiócesis
»mientras se les construyen sus sepulcros
«definitives
»Las anteriores disposiciones fueron
»puntualmente cumplimentadas por los
»infrascritos, en testimonio de lo cual
»extendemos la presente en el Archivo
»de esta Santa M." y P.'^ Iglesia de Tarra-
»gona A 16 de octubre de lSS3.=La Comi-
»sion, Nicolas de Zabalgoitia.=Celestino
»Ribera y Aguilar, Canog-^^-V." B.° El
»Dean, Sebastian Rodríguez Asencio» (1).
No perdono aquí al lector una pueril,
bien que curiosa historieta, que en la pes-
quisa de datos me salto al paso. Cuenta
Finestres (2) que el domingo, 10 de
noviembre de 1493, por la tarde, los
Reyes Católicos, a la sazón en Poblet,
bajaron de las Reales habitaciones a
visitar los sepulcros de sus mayores. La
Reina quiso ver el cadàver de su tia la
infanta Dofta Catalina, esposa del infante
Don Enrique, Duque de Segorbe, herma-
(i) Libro De rehtis gcslis en la fecha del acta.
(2) Historia del real monaslerio de Poblet...
Cervera, ly^j. — lÀh. j, Centúria ^, Diser. j,
número 51,0 sea tumo 1\'. pà<i. 08.
no del Rey Don Juan II, la cual había
sido de sin par hermosura; y cogió algu-
nos de los brillantes y rubios cabellos de
la estimada difunta. Mas, como los mos-
trase al Rey, mandóle éste que los resti-
tuyese a su lugar. Pues bien, en la caja
de arriba, ho}' depositada en la capilla
del Corpus Christi, existe la trenza que
el senor Canónigo que practico el lilti-
mo traslado me calificó de dorada. jLas-
tima grande que no exista igualmente
Don Fernando, que, a vivir, la trenza se
guardarà en su pròpia estancia!
Parte del órgano paro en proyectiles;
segtín Toda, liberales, a estos contraries
segün mis informes; pues, al decir de un
carlista esplugense (3), depositado aquel
en La Espluga, llevo una parte para la
fabricación de balas un jefe de este ban-
do, remitiendo la autoridad liberal el
resto a Tarragona. Por contrario sentir
escribe Toda estàs líneas: «Un dia una
»companía de voluntarios liberales de
«Vimbodí fué à Poblet a arrancar todo
»el plomo que se hallaba en las paredes
»como soldadura de estàs con los hierros;
»y lo hizo con el objeto de fundirlo en
»balas para las necesidades de la guerra.
»Consiguió reunir algunos quintales junto
»con el de los tubos del órgano» (4).
«Un escondrijo existia en Poblet con-
»sistente en una docena de imagenes de
»plata, que uno de los escolanes bajó al
»pozo del huerto, tirando sobre de ellas
»una cantidad grande de piedras. Allí
>;quedaron durante algunos anos, hasta
»que el interesado (Querrú decir el escó-
y>ldn) las retiro, vendiéndolas en Valls
»por muy bajo precio» (5).
No cupó buena suerte al depósito de
tapices y ornamentos escondidos, según
airiba dije, entre el dormitorio y el novi-
ciado, pues en 1839 fué hallado por un
vimbodiense Uamado en su tierra lo jayo
Malió, en castellano el abuelo Mahó.
Echóle mano, y de él cargó las alforjas
(?) Relación de u de junio de 1887.
(-)) Obra cit.. p<ig. iS.
(5) D. Eduardo Toda. Obra cit., pàg
328
LIBRO TliUCEUO. — CAPITULO SEXIO
de su bèstia, que escondidamente aligeró
en su casa. Otro dia volvió al mismo
escondrijo por nuava porción; mas regre-
sando a Vimbodí, al pasar en el coll Roig
por el lugar apellidado la Mata, le sor-
prendió la voz de alto que desde las coli-
nas vecinas le dirigieron los carlistas del
Griset. Temiendo sin duda perder en la
detención las alhajas, puso oidos de mer-
cader, sin querer detenerse; mas una des-
carga le tendió cadàver, mientras la bès-
tia, ignorante de enemigos y tesoros,
tranquilamente siguió caminando para su
pesebre, hasta llegar a la puerta de su
pueblo, entonces fortificado. Allí los de
guardià, admirados de una bèstia sin con-
ductor, la pararon, y reconociéndola ha-
llaron el tesoro (1).
«Dió esto lugar à una expedicion de vo-
«luntarios de Vimbodí a Poblet, los cuales
»descubrieron el escondrijo, y retiraron
»cuanto encerraba, Uevàndolo à su pue-
»blo». Puesto que así lo asegura el senor
Toda (2) cierto lo sabrà; y continua:
»Conviene aquí consignar bien alt£t la
»honradez de aquellos valientes que reci-
»bieron los efectos bajo inventario, y los
»guardaron en la casa comunal en veinte
»y dos cajas» (3). Veintidós cajas riquezas
abundantes debían de contener; y razón
completa lleva el autor al graduaries de
valientes, pues tales se mostraron, no sé
si en los campos de batalla, però sí en
atacar lasgallinas, elabandonado monas-
terio y los yertos cadàveres de los sarcó-
fagos; y escrupulosamente honrados, pues
respetaron la parte los que saquearon y
destrozaron el todo. Y anade: «Por des-
»gracia al poco tiempo Uegó allà una
»patulea del Campo (de Tarragona),
»cuyo jefe se incautó del tesoro bajo pre-
»texto de llevarlo a Tarragona, donde
(i) En La Espluga me lo contaron dos distin-
tas personas, procedente de boca de otras de
Vimbodí. También lo narra Toda, de cuyo libro
saco el nombre del Mahó.
(2) Obra cit., pàg. i8.
(3) Obra cit., pàg. i8.
»aun no se tiene noticia de su llegada» (4).
Sin duda a este tesoro hallado por
Mahó se refieren las siguientes líneas del
manuscrito del Padre José Riba: «Por el
»ano, dice, 1837 se descubrieron las alha-
»jas y vasos sagrados de la Sacristía jun-
»to con el precioso Relicario, después de
»haberse empleado màs de 300 personas
»entre hombres y mujeres, grandes y
«pequeíios (eti biiscarlas), ocasionando
»la muerte al descubridor de tan precioso
»tesoro. Como los Monjes habíansalvado
>;en el mismo escondrijo las mismas pre-
»ciosidades por el ano de 1821 al 22 que
»tuvieron que abandonar también el Mo-
»nasterio, coníiaron en que lo mismo su-
»cedería ahora...» (5).
Los ancianos de la tierra tarraconense
conocen todos y pronuncian con indigna-
ción entre risa burlona el apodo de Xafa-
rriichs, vocablo catalàn que tanto vale
como aplastaasnos. Eralo de Jacinto
Pla, por el Gobierno nombrado en aquella
època secuestrador de los efectos de los
monasterios y conventos de la provincià,
y de los frutos y efectos de las familias
que tenían alguno de sus individuos en
las huestes carlistas. Tipo completo: su
pàtria la atolondrada Reus; su oficio, pri-
mero tonelero, después traficante en
vino; por ascenso en su carrera secues-
trador, o sea despojador de bienes sagra-
dos y de efectos de inocentes; su cuerpo
repugnante por la muy excesiva obesi-
dad, bien que unida a estatura alta; su
cara aditada de largas patillas blancas;
su voz gruesa y potente; sus modales gro-
seros; el rostro sin vergüenza; su partido
el liberal exaltado; su proceder andaría
al compàs que el màs lerdo puede conje-
turar; y el fin de la vida la pobreza y la
necesidad; pobreza y necesidad que, al
decir de varios, no sin que otros lo nie-
guen, llevóle a públicamente sucio y
hediondo mendigar en la puerta de la
catedral de Tarragona, ijustos juicios de
(4) Obra cit., pàg. 18.
(5) Fol. 3 del manuscrito arriba citado de
P. José Riba.
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MONASTERIÜ CISTERCIEN-SE UE SANTA MARIA DE POBLET
329
Dios, si esto ultimo es verdad, que quien
habia despojado templos e inocentes se
viera precisado para vivir a animarse a
un templo y pedir del publico un pedazo
de pan! (1).
Del tal secuestrador escriba el manus-
crito del Padre José Riba: «Se presento à
»la Espluga de Francolí atropellando à
»todo individuo que podia sospechar po-
»dría retener alguna cosa perteneciente
»a la Comunidad, lo que fué causa que
»muchos de los Monjes perdieron lo pro-
»pio junto con los residuos de la Comuni-
»dad. El tal Plà vivió después muy
»pobre» (2).
Un mi amigo vióle un dia, durante la
guerra de los siete aiïos, ejercer uno de los
repugnantes actos de su nada envidiable
cargo. Arrancaba los objetos de la casa
o tienda de un pellejero de Reus, cuyo
hijo habíase pasado a los carlistas; y, no
conten to con el hecho, anadíale aun: «ya
»sé que has sacado de casa los colchones,
»pero sé también donde estan» (3), rasgo
que pinta a un hombre. A tal cuadro
pusiéronle marco digno el Ayuntamiento
de Reus y el general D. Francisco Espoz
y Mina; pues, según me conto un antiguo
vecino de esta villa, cierto dia, al entrar
en ella dicho militar, el cuerpo municipal,
vistos los atropellos cometidos en fami-
lias carlistas por el secuestrador, elevóle
(i) Sobre la mendicidad de Pla en la puerta
de la catedral tengo los si^tuientes datos. En 1889
encarguc a un canónigo de Tarragona se infor-
marà de su Ycrdad. Después de tornados informes
me contesto no ser verdad. En cambio una mujer
de Reus me dijo que anos atràs, no pocos anos,
mil personas de Reus lo propalaban sin que
nadie en aquella úpoca en que se efectuaba el
hecho, la negasc, yendo todos los dias reusenses a
Tarragona. Ademis un entonces cstudiante de
Teologia en Tarragona, hoy pàrroco, me dijo que
por los aiios de 1855, o cosa asi, la opinión gene-
ral de Tarragona sciialaba en el mendigo de la
catedral al Xafarruchs. Dejemos. pues, la duda en
pie.
(2) Pol. ?.
( i) D. Salvador Briansó en 4 de noviembre de
quejas contra de Pla, las que instanta-
neamente acalló Mina con solo preguntar
a los querellantes si alguno de ellos se
prestaba a sustituirle en el repugnante
cargo. Vivia en la calle de San Lorenzo,
y, cruzada la tienda, en el patio de su
casa sobre la puerta del almacén leíase
esta inscripción: «Depósito de frutos y
»efectos nacionales confiscados A los fac-
»ciosos» (4). Y tan cuidadoso depósito
hallarían allí estos por lo comiin delica-
dos objetos, que los libros estaban en un
lagar (5). En el archivo de Hacienda de
Tarragona he examinado un legajo cosi-
do compuesto de numerosísimos recibos,
el titulo del cual reza así: «Recibos y
íxietnas docuntcntos que acreditan lo
»pagado por D. Jacinto Plà en el tienipo
y>que ha desetnpenado la comision de
i>recaudar los bienes de facctosos».
La fèrtil vina de Poblet, o mejor de la
Espluga, no podia pasar olvidada al
XafarrncJis; quien sin pereza corrió en
varias expediciones a vendimiarla. Al
llegar al pueblo echaba un pregon man-
dando que cuantos guardaran objetos de
Poblet acudieran a entregarlos (6); mas
como sin duda los dóciles, 3'a fuera por
conciencia, ya por codicia, serían pocos,
secundaba él su pregon perquiriendo una
tras otra en las viviendas donde pensaba
se podia ocultar algo. V no sin resultado,
que así obtuvo el cèlebre pano mortuorio,
catorce candeleros de ébano de las exe-
quias reales, la silla pontifical también
de ébano, y así lograría sin duda otros.
A un reusense oi narrar que habiendo
aquél tenido indicios de la existència de
un gran depósito de objetos sagrados en
(4) Relaciún de D. Sebastiàn Marimon en
Reus a los 27 de septiembre de 1880, ratificada y
ampliada en carta de 21 de julio de 1S81. Rela-
ciones de varios otros.
(5) Me lo conto D. Matias*Carbó, reusense,
antiguo oficial de la Biblioteca provincial de Bar-
celona, quien vió los libros en el lagar. También
me lo conto el bihiiotecario de la provincial de
Tarragona D. Joaquín Caballero.
(6) Rclación ya citada de D. José Bou.
330
T.IERO TERCERO. — CAPITULO SEXTO
una casa de campo hacia Poblet, acudió
allà sin tardanza, descubriólo oculto en
el lagar, cargó con él, y sujetó a diligen-
cias criminales por encubridores a los
depositarios: ridícula y tan repugnante
justícia que, sublevando el animo del
mismo secretario que debiera tramitaria,
fué empantanada por éste (1).
En Reus, el ruin secuestrador, poco màs
o menes al fenecer de la guerra, expuso
al publico en su alma-
cén durante algunas
noches el botin proce-
dente de Poblet. For-
maban tan religiosa al
par que lamentable ex-
posición numerosos
candeleros de distintas
medidas dorados, sa-
cras, varios pafios ne-
gros y uno carmesí,
todos bordades de oro,
telas bordadas, y otros
objetos, cuya resena
individual después de
tantos aíïos no pudo
trazar la persona que
me lo conto y que asistió
a tan repugnante osten-
sión (2).
Aprovechando sagaz-
mente el Ayuntamiento
de Reus el color marca-
damente político de los
funerales que allí se
celebraren para los caides el 1838 en los
campes de Víllaronga y el Morell, legró
arrancar de manos de Xafarruchs ocho
de los candeleros de ébano y el atril de
Igual palo de las exequias reales de Po-
blet; restituyéndese así desde aquel dia
estes objetos al servício de Dies en aque-
lla iglesía parroquial, dende en 1886 les
examiné por mis ojos. Brillan per la ri-
queza de la matèria, y en la ferma por la
ESCUDO DEL PIE DEL CALIZ
MENTADO EN ESTA pAgINA
(i) Relación de D. Pancracio .Mestres de 25 de
abril de 1882.
(2) Me ki dijo D.' Antònia Fargas en Barce-
lona en 13 de febrero de 1890.
sencillez y gravedad; miden nueve pal-
mes y venían destinades a alumbrar el
túmulo.
Otros iguales en gusto a estes, però
meneres en dimensión, fermaban, como
dije en la descripción de las riquezas de
la sacristía en mi obra anterior, la cre-
denza del altar, junto con un rico crucifije
de brence derade y cruz del mismo pre-
cioso palo, en cuya peana asiéntanse des
angeletes de brence do-
rade también. Pude con
ne peca satisfacción
examinar esta imagen
en la Exposición uni-
versal de Barcelona de
1887- 1888, exihibida allí
per el monasterio de
monjas cistercienses de
Santa Maria de Vall-
doncella. La total altu-
ra se eleva a un metro
ochenta centímetres, y
aunque del gusto del
siglo XVII, respiraba la
grandeza y magnificèn-
cia de Poblet y de quien
lo regalo, D. Pedró de
Aragón (3). Mas vino
sobre Barcelona una
semana aciaga, que no
puede recordar sin es-
panto, la postrera de
julie de 1909, en la que
las inocentes monjas no
pudieren descansar ni en sus sepul-
cres; en la que fué paseade y profana-
de por las calles entre otros el cadàver
reciente de una monja jerónima, her-
mana del que estàs líneas escribe; y en
la que entre les numerosos monasterios
incendiades se conto el de Valldoncella.
Entonces fué echade a las llamas el
magnifico crucifijo de Poblet. Pere la
(5) Ultima sala de Arqueologia de dicha expo-
siciíin. No puedo citar el número del catalogo
porque este crucifiio no figuro en é). EI rótulo
que se le puso expresaba su procedència de la do-
nación de D. Pedró de Aragón.
MOXASTERIO CISTERCIENISE DE SANTA MARIA DE POBLET
331
peana con dos angeles de ella se salva-
ron.
Posee el mismo cenobio de Valldonce-
11a un taburete de ébano con vivos doia-
dos, parte del mismo servicio mortuorio
del de Aragón; y ademíis un càliz de
plata gótico de sin iguales sencillez y
pureza de lineas adornado, de esmaltes,
que fué también de Poblet. No creo que
ninguno de estos objetos, hoy en poder
de las indicadas religiosas cistercienses,
pasase por las manos de XafarrucJis.
Mas volvamos al secuestrador.
Procedente de él el pano mortuorio,
después de haber visitado la Administra-
ción econòmica de Tarragona, volvió a
la iglesia en la catedral de dicha ciudad,
adonde llego deslucido después de tanto
trajín, y sobre todo, si es cierto el dicho
de alguno, que cuenta haber el tal pano
servido de alfombra en la casa del se-
cuestrador, exceso que no creo.
Ignoro el actual paradero de los cetros
litürgicos, de los restantes atriles y obje-
tos del mismo servicio fúnebre, bien que
alguien me indico que, ademàs de los
candeleros dichos atr;ís, la parroquial de
Reus guarda los primeros y una cruz.
Parece, aunque rotundamente no lo afir-
mo, que Xafarruchs, a ruego del presi-
dente de la Congregación de la Sangre,
cedió a esta varios indumentos sagrados
negros en el color, con cuyos galones,
mediante fusión y venta, se ocurrió a
atenciones de la misma corporación (1).
No sé si por el conducto de este u otro
secuestrador, o quizà procedentes del
hallazgo del abuelo Mahó, otras telas
sagradas, cambiada la forma, vistieron a
cómicos en el teatro de Reus (2), y a
jóvenes alegres en los bailes. (Jn sastre
de esta villa conocido por el apodo de
Piiitamoitas alquilaba en aquella època
disfraces de Carnaval. Al dominó de en-
(i) .Me lo dijo D. Matias Carhó en Barcelon
a los 22 de febrero de i886.
(2) Relación ya citada de D. Pancracio Mcp
tres.
copetadas ciudades sustituían allí dos
faldas, llamadas faldnlli , de las cuales
cenida una en la cintura ocultaba la
mitad inferior del cuerpo, y en el cuello
la otra la superior. Esta en su orla reco-
gida por los brazos tomaba la forma de
una esclavina. Muchos de los faldallies
de Ptntamouas a ternos de Poblet y
Santas Creus debieron sus telas, tan y
tan ricas algunas, que su peso molestaba
al festivo mozo que por largo rato oculta-
ba bajo de ellas su buen humor y sus
atrevimientos. Y precisamente de boca
de uno de ellos, hoy maduro setentón, lo
tengo; el cual me anadió no ser pocos los
faldallies de Pintamonas, ya que en
comitiva acudieron a veces por ellos los
jóvenes al dicho taller de sastre. Clara-
mente viene a confirmar estos datos el
cronista D. Andrés de Bofarull cuando
e.scribe en su «Poblet»: «Al mismo tiempo
»la mano aniquiladora de algunos agentes
»de la amortizacion logró descubrir parte
»de preciosidades ocultas por los monjes,
»y desde entonces, curiosos efectos histó-
»ricos y ricos ornamentos han sido desti-
»nados para usos ridículos y vergonzo-
»sos» (3). Mil veces peores que pasto de
polilla o de llamas, pues al fin estos
agentes naturales nunca pondràn al ser-
vicio de mujerzuela descocada el traba-
jado lienzo, que bendito y sahumado con
el aroma del incienso sirvió al sacrificio
del Sagrado Cuerpo y Sangre de Dios.
Algunos objetos del cuito, o han servi-
do, o sirven aún, al de la Catedral de
Tarragona, y otros al de parroquias veci-
nas al monasterio. Así preciosos y ricos
frontales de Poblet guarda la primera, los
cuales estaban en la aduana cuando los
reclamo la autoridad eclesiàstica. Han
adornado el presbiterio de La Espluga de
Francolí las telas, no sé si tapices o da-
mascos, regalo de los Re3'es Católicos a
Poblet, por aquella iglesia modernamente
enajenados (4), quedàndole todavía un
(5) Pàg. ^7-
(^) .\si me lo contaren en La Espluga. La ena-
ienación se hizo por legitimas causas.
332
terno carmesí ricamente bordado (1),
algunos fragmentos de tapices o sedàs (2),
un crucifijo de grandes dimensiones, y
otro que preside a la sacristia, y que con
ser de marfil mide el solo Cristo cerca de
tres palmes.
Si los objetos hasta aquí resenados
como existentes en Iglesias pasaron o no
por el almacén de Xafarruchs, lo ignoro;
però leo escritas por el senor Hernàndez
Sanahuja las siguientes palabras: «Tam-
»bién se perdieron los numerosos objetos
»artísticos que tenia en su custodia Jacin-
»to Plà (a) CliafarrucJis, los cuales había
»recogido como comisionado por la In-
»tendencia de esta provincià» (3).
En Vimbodí se hallan recuadros del
antiguo altar mayorde Poblet, gremial y
frontal de terciopelo con medallones de
plata bordados, parte del donativo hecho
al cenobio por Fernando e Isabel en la
visita de 1493, capa magna y rico terno
de terciopelo carmesí, bordado de oro y
seda, del gusto del Renacimiento, y orna-
mentes blancos de gran valor (4). Algu-
nos objetos del cuito, ignoro cuales, estAn
ahora en la parroquial de Montblanch (5).
Apena profundamente el espíritu una
visita al Museo de antigüedades de Ta-
rragona, porque al contemplar los des-
pojos de Poblet allí custodiades, se com-
prende por un lado la riqueza material y
artística de todas sus partes, y por otro
la irreparable pérdida de tanta hermosu-
ra. No hay allí un objeto entere: nada
quedo sin rotura o destrezo; però nada es
vulgar y grosero: casi todo de màrmoles
y alabastre, y todo trabajado con arte y
fina labor incomparables. La condición
(i) Memorias de la Associació Catalanista de
excursions cientificas. Tomo VIII, o sea ano
1884, pàg. 18.
(2) Me lo dijo uno de los sacerdotes de La Es-
(3) Historia de Santas Creus. Pàg. 77.
(4) Memorias de la Associació Catalanista de
excursions cientificas. Tomo VllI, o sea ano
1884, pàg. 32.
(5) D. Antonio Palau y Dulcet. La Conca de
Barberà... Barcelona, !Ç12, pàg. 131.
de este mi pobre libro no me permite
resenar los fragmentos que han parado
en el citade Musee. El curioso les ballarà
descrites en el Catdlogo del Museo Ar-
queològica de Tarragona publicado en
Tarragona en 1894, en la pàgina 212 y
siguientes hasta la 217; resena que conti-
nua en la 220 hasta la 228 y en etras pos-
teriores, tales como las 267 y siguientes.
Limiíaréme a mencionar algunos. Al
número 2,979 aiïade D. Àngel del Arco,
autor del catalogo: «Todes les objetos
»que vamos a enumerar pertenecientes al
»arte gótice proceden del citade Menas-
»terio, y algunos, muy peces, del de San-
»tas Creus (6).
«Número 3,000. Parte posterior del pan-
»teón del Rey D. Jaime el Conquistador
»tal como se encentraba después del in-
«cendio 3' destruccion de Poblet (7).
«Número 3,122. Tríptico gótice de ma-
»dera, rematado por ojivas lobuladas y
»doradas al gusto de la època. Las pintu-
»ras de sus tres compartimientes estan
«ejecutadas sobre lienzo pegado a la
»tabla, y representan: el del centro la
y>Muerte de Jesucristo, viéndese al pié de
»la cruz à la Virgen Maria y a otras san-
»tas mujeres en actitud Uoresa, en tanto
»que los soldades y sayenes se mofan de
»la agonia del Redentor. La pintura de la
»parte inferior de esta capilla està des-
»truida.
»Los compartimientes laterales repre-
»sentan el Àngel Anunciador , la Virgen
•)>orando, San Pedró y San Pablo.
»Las pinturas son de regular mérito,
»pudiende rementarse la ejecucien de este
Titríptico à los sigles xiv ó xv. Procede
»del Mcnasterie de Poblet.
«Número 3,123. Tabla perteneciente à
»un retable de Poblet representando una
»precesien de monjes por el claustro del
»Monasterie. La ejecucien de las figuras
»es admirable, sebresaliende el dibujo de
»Ias Cabezas, que parecen miniaturas» (8),
(o) Pàg. 212.
(7) Pàg. 214.
(8) Pàg. 229.
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA IJE POBLET
333
mejor diria preciosos retratos. Lo creo
del siglo XVI.
«Estos restos, como todos los que si-
»guen, se hallaban depositados desde
»muchos afios en un sótano de la antigua
«Casa Ayuntamiento, hoy edificio de
»escuelas públicas en la calle Mayor, y
»allí los encontramos en enero del co-
»rnente aflo (1894), logrando que el
»Excmo. Ayuntamiento los ingresase en
»el Museo (1).
»Nümero 3,517. Cuadro de alabastro
»que representa en gran relieve al pro-
»feta Jonàs saliendo del vientre de la
»ballena à la vista de la ciudad de Nínive.
»Procede del Monasterio de Poblet, donde
»formaba parte de las càmaras sepulcra-
»les de los duques de Segorbe y Cardo-
»na (2).
«Número 3,519. Cuadro de alabastro
»representando en alto relieve la vision
»de Ezequiel, eX Jiii ei o final...» (3).
Y así en el dicho catalogo van siguien-
do resenados otros fragmentos preciosos
procedentes de los sepulcres de Poblet.
También en la sección titulada «Monu-
mentos pictóricos» (4) se cuentan hasta
diez y nueve pinturas, en su mayor parte
lienzos, todos procedentes de Poblet, se-
gün me dijo el antiguo conserje del dicho
museo.
En el mismo Museo de Tarragona exis-
te abierto sobre un facistol un gran libro
de coro de Poblet. Miden sus hojas, que
son de pergamino, cuatro palmos. Sus
iniciales estan policromadas, las prin-
cipales sin aún acabar. Creo data del
siglo xvii. Para acreditar su procedència
del maltratado monasterio tiene rasgadas
sus primeras píiginas.
AdemAs de los lamentables restos de
las preciosidades de Poblet hasta aquí
enumeradas, hallanse en otras partes y
por todos lados fragmentos que las olas
(0
Piig. JOO
(■;)
Pàg. 2-1
(3)
Pàg. 27.
U)
P%. ^7^
van arrojando a distintas playas después
del terrible naufragio de aquel magnifico
monasterio. En casa de un sobrino del
que estàs líneas escribe se guarda una
estatuita de alabastro, que representa un
religioso. Mide unos 35 centímetros, y se
ve estuvo por un lado pegada a un sepul-
cro o retablo.
Unos excursionistas en 24 de diciembre
de 1882 visitaren el taller-museo de don
José Ferrer y Soler, de Barcelona, y allí
«observaren un hermoso Ecce Homo de
»Morales, y una preciosa caja, salvada de
«Poblet, obra de últimes del siglo xv, con
«pintada tapa y muy trabajadas puertas
«al estilo del gótico flameante» (5).
En el Museo Balaguer de Villanueva y
Geltrú vi en 1894 un capitel notable, un
racimo de uvas con pampanos, de alabas-
tre, y una ménsula para el sostén de un
osario, todo de Poblet.
En el mismo ano, en casa del sacerdote
amigo mio D. Jerónime Sebastià, admiré
un preciosísimo bajo relieve ovalado, de
alabastro, de cosa de medio metro de
diàmetre, representando a San Pablo; del
que su poseedor, quitando la espada y
poniéndele una pluma, hizo un San Jeró-
nime. Quien lo vendió al reverendo Se-
bastià le dijo proceder de Poblet.
El conecide sacerdote escritor, muy mi
amigo, D. Juan Segura, de Santa Coloma
de Queralt, poseía una caja de caudales
del mismo cenobio, y otros objetos.
En una visita que en 18 de noviembre
de 1SS3 D. Luis Maria Soler hizo al
pequeno museo que en su casa de Marto-
rell tenia el farmacéutico D. Francisco
Santacana, aquél vió «despojos de Po-
blet,» arquitectónicos según parece (6).
El para nuestras antigüedades funesto
traficante Dupont vendió, en 26 de sep-
tiembre de 1901, per 300 duros al senor
D. Santiago Rusinol un grupo preciosísi-
mo de alabastro, según el poseedor, pro-
(;) L'E.xcursionisla. \ oi. II, o sea de 1882 a
1886. piig. 160.
(6) Memon'as de la Associació Catalanista...,
tomo \'1I. piig. 2og.
334
LIÜRO TERCERO. CAPITULO SK\ 1 O
cedente de Poblet. Allí en el museo de
dicho senor Rusiflol, llamado Can Ferrat
lo vió un amigo mío, quien me lo descri-
bió diciendo que representa a la Santísima
Virgen como cayendo en desmayo, soste-
nida por dos mujeres, que la altura de
las figuras frisa el medio metro, y que la
labor brilla por su exquisita finura (1).
Hubo màrmol de Poblet queseempleó
como primera matèria en la fabricación
de yeso (2).
También nuestro Museo provincial bar-
celonès de antigüedades posee hermosas
prendasde Poblet, especialmente un ven-
tanillo, o mejor, puerta de un sagrario, de
piedra, del mejor gusto ojival, en cuyos
dos lados se ven sendos escuditos y sen-
dos monjes con un incensario en las ma-
nos (3). Mide 53 centimetros de altura.
En el Museo municipal también barce-
lonès existen pequenas figuritas de màr-
mol procedentes de Poblet.
El dia 5 de enero de 1913 se alzó y ben-
dijo en Escornalbou, restaurado por don
Eduardo Toda, la cruz de piedra elevada
por el Abad Juan de Guimerà, en el
siglo XVI, en la plaza frente de la puerta
principal del Monasterio de Poblet, y
derribada en 1835. Eiitonces de Poblet
pasó a la iglesia antigua de La Espluga.
Después la adquirió D. Pablo Font de
Rubinat, de Reus, quien la ha regalado a
Escornalbou restaurado. Solo la cruz
procede de Poblet, pues el capitel y fuste
son nuevos (4).
De la espada del Conquistador oi refe-
rir, sin que salga garante de la noticia,
haber sido salvada arrancàndola de ma-
nos de un herrero que la tenia ya en su
taller pròxima quizà a convertiria quién
sabé si en hoz, quién sabé si en azadón.
(i) \a. el grabado en la pàgina -521.
(2) Me lo dijo el notable publicista D. Juan
Mané y Flaquer en Barcelona a 31 de octubre de
1894.
(3) Tiene el número 1648.
(4) Carta de D. Eduardo Toda. Londres 19 de
enero de 1913.
Hoy por fortuna se custodia en el Museo
de antigüedades de Tarragona (5).
En un salón particular de esta ciudad
de Barcelona vi no hace muchos aflos un
sillón de nogal con asiento y respaldar de
badana en los cuales se destacaban en
relieve las armas de un abad de Poblet.
Fué comprado en La Espluga por veinte
pesetas.
A un amigo mío, ingeniero, que por
motivo de trabajos de su facultad pasó
por Vimbodí, gentes de este pueblo le
mostraron, procedentes de Poblet, tres
estatuitas de alabastre de unos dos pal-
mos de altura, brindàndoselas por el pre-
cio de quince pesetas. Muchos de los pre-
ciosos fragmentos que en Poblet hizo el
genio de la destrucción, pasaron en la
època del abandono imal pecado! a mu-
seos extranjeros (6), donde son hoy, al
decir de D. Víctor Balaguer, adorno prin-
cipal ^7).
Después de 1835 una mujer de Vimbodí,
para lavar solia, ponerse un delantal,
hecho de una tela de un cuadro, o lienzo,
de Poblet, de la que, a este objeto, se
había arrancado la pintura, però no tan
totalmente que no quedaran denunciado-
res fragmentos de esta en algunos pun-
tos (8).
De las campanasde Poblet escribe Vi-
dalés, tomàndolo de boca del ex monje
después miguelete: «Contàndolas por el
»orden de su importància se Uamaban
y>Bernar(1a; Salvaterra que servia para
»los toques de alarma y somatén; Colom-
■»bina; Valenciana; de Capitulo, que,
»como su nombre indica, servia para
»reunirlo, y Garraüau... Todas estaban
»colgadas en dos campanarios de espa-
»dana que se levantaban sobre los arços
»torales del crucero de la iglesia; las ma-
(í) Memorias de la Associació Catalanisla...,
tomo III, pàg. 341.
(6) D. Mariano Flotats y D. Antonio de Bo-
farull. Historia del Rey de Aragón Don Jaime I,
pàg. 430.
(7) Obra cit.. pàg. 121.
(8) Relación cit. de D. Juan Mané.
MONASTKRIO CISlliRCIEN'SE DE SANTA MARIA DE POBLET
335
«yores del lado de la sacristía, y las meno-
»res del del dormitorio de los novicios.
»Empero, tiiste es tener que confesarlo,
»todas fueron rotas al golpe de grandes
»mazos por los saqueadores del afio 1835
»con el objeto de lucrar con su metal» (1).
En el Museo municipal de Barcelona se
muestra un hermosísimo sarcófago del
que doy fototipia, y del que se dice pro-
cede de Poblet.
Del paradero del valioso archivo hablé
ya atràs al describir la destrucción e
incendio de Poblet. D. Eduardo Toda,
en erudita carta-artículo dirigida desde
Egipto en 24 de octubre de 1SS4 a la
Associació catalanista de excursions
cientificas, y por esta publicada en su
Boletín (2), da cuenta de haber hallado en
el Archivo histórico nacional veintiún
cajones de documentos de dicho monas-
terio. Sumariamente, y no de otro modo,
este constante investigador describe allí
el contenido de ellos, que, al hallarlos, la
cortedad de las horas que le separaban
de su embarque para Àfrica no le conce-
dia mayor vagar. Por esta resena, aun-
que sucinta, puede apreciar el menos en-
tendido el gran valor histórico de este
tesoro de Poblet. Sus documentos se
extienden desde el ano 1148, cuya fecha
llevan varios, hasta el siglo xvm inclusi-
ve. Suscriben en ellos personas de todo
linaje y condición, desde el obscuro al-
deano que contrata con el cenobio, y el
humilde monje que firma su profesión,
hasta el alto monarca en el acto de mos-
trar su piedad otorgando concesiones al
monasterio, y hasta el Vicario de Cristo
alargando sobre éste el mantó de su
encumbrada prctección. Todos los actos
de la vida social y costumbres de aquellos
siglos pasan allí en resefia: contratos pri-
vados, practicas de santuarios, procesos
y pleitos, entradas de monjes, sucesos
memorables del monasterio, concesiones
por personas públicas y privadas, pobla-
(i) Obra cit., pag. 31.
(2) L'Excursionista, liollcti mensual de la
Associació Catalanisla. \'ol. II. pàg. 359.
ción de territorios, sucesos políticos en
abundància descritos en cartas, aconte-
cimientos bélicos y religiosos, todo en fin
puede estudiarlo allí y tocarlo como cosa
viva el historiador y el arqueólogo. Gran
ventaja el examen de documentos lleva
sobre la narración històrica, como dije
ya en el libro II, porque esta exhibe muer-
tos y como en mòmia los personajes y los
hechos, al paso que los documentos repi-
ten el pensamiento de aquellos, dejan ver
su corazón y oir su aiiento y voz. El lector
de historia habla con el historiador, el de
documentos con quien los escribió.
De la caja número 12 del dicho archivo
escribe el citado autor que «encierra
»exclusivamente bulas pontificias y car-
»tas reales, que se cuentan por centena-
»res... Caja número 18. Bulas pontificias
»y cartas reales con grandes sellos...
»Caja número 20. Encierra una cantidad
»considerable de cartas reales con gran-
»des sellos. Caja número 21. Es quizà la
»que contiene los documentos de mayor
«importància, pues encierra legajos de
»cartas reales y papeles políticos abra-
»zando desde el siglo xv al xviii» (3).
Y continua: «Mi impresión al cerrar las
»cajas de cartón, que de manera tan mala
«guardan inestimables tesoros de nuestra
»tierra, fué la triste y penosa de que
»aquel archivo fué saqueado. Cuàndo,
»cómo y por quién no lo sé... no hay duda
»que allí faltan muchos documentos».
Y lleva razón en decir que faltaban a
su vista, que la premura del tiempo no le
permitió mayor escrutinio, y así dar y
advertir en otras veinte cajas que con
mas sosiego en el mismo archivo en fecha
posterior halló el noble sefior D. Fernan-
do de Sagarra. Los documentos son allí
abundantísimos, me decía, encerrados en
estàs cajas de cartón cuya longitud se
aproxima a los cuatro palmos. Los anti-
guos sellos, objeto de los afanes y estu-
diós de tan aplicado investigador, nume-
rosísimos; de los Pinós, de los Cerveras,
de los Condes de Urgel, y de muchas otras
(?) ,\rticulo cilado. pàg. 562.
336
LIERO TERCKRO. CAPITULO SEXTO
familias, però especialmente de sobera-
nos. Entre estos descuellan por el inmen-
so valor de su antigüedad dos, por mal
pecado mutilados, de Don Ramon Beren-
guer IV de Barcelona. Los sellos en
general estan bien conservados mediante
una bolsita de cuero cosido en que se
hallan ocultes como perla en concha,
debida sin duda alguna a la solicitud de
los cenobitas; lo mismo que algunos de
los pergaminos, cuyos caracteres protege
del roce una tela a ellos aplicada. jCuàn-
ta riqueza para la Sigilografía, la Arqueo-
logia, la Paleografia y la Historia! (1). Y
cuenta que el número de los documentes
contenidos en las cuarenta cajas, según
claro expresa el «Inventario de los fondos
»ó procedencias del archivo histórico
«nacional», es nada menos que el de
20,762 (2); guardAndose ademàs, no sé si
en el mismo archivo o si en el de la His-
toria, «una importante colección de pro-
»cesos formados con motivo de las altera-
»ciones y movimientos de Aragón en 1591 ,
»todo procedente de aquel centro» (3).
Tan rico tesoro salió de su anejo lugar
para Tarragona en abril de 1822, al que,
según Toda, como escribí arriba, no vol-
vió cuando regresaron los monjes a su
estancia natural. A pesar de las reales
ordenes de 22 de noviembre del mismo
ano 22, de 30 de enero de 1836, 23 de mayo
de 1838 y 27 de enero de 1841, por las que
se mandaba pasase a engrosar el ya pin-
güe de la Corona de Aragón, continuo en
la capital tarraconense; hasta que visita-
das aquellas cajas en 1844 por un delega-
do de la Acadèmia de la Historia, toma-
ren muy luego la vuelta de Madrid (4).
Sin embargo, en el Aluseo arqueológico de
Tarragona, en uno de los armaries del
fondo de la sala mayor se exhibian al
visitante tres o cuatro cartas dirigidas a
(i) d. Fernando de Sagarra me lo dijo en
Barcelona a los 2$ de mayo de 1889.
(2) Impreso en .^\adrid en 1871. pàgs. 8 y 0.
(5) D. \'iclor Balaguer. L.is Ruincis de Poblet,
pàg. 11;.
(-)) L'E.xcursionisla. vol. II. pàg. ïój.
Poblet por Reyes de Aragón, sin que sepa
yo cómo ni cuànde pasaron alia (5); y en
la Biblioteca provincial de la misma Ciu-
dad se custodian documentes autógrafos
remitidos al Monasterio por Reyes y otros
dignataries civiles y eclesiasticos (6).
Entre estos merece especial mención el
cuaderno de pergamino, de fines del si-
glo XV, titulade Fimcralies dels Reys de
Aragó, que explica las ceremonias que se
observaban en Poblet en los entierres de
les Reyes (7). Y aun hoy en la misma
Biblioteca hay muchisimos documentes
de los sigles xiv, xv y xvi procedentes
de Poblet y Santas Creus.
Merece igualmente mención el Llibre
del llimosner del senyor Rey, que parece
serà del tiempo de Pedró del Punalet, y
en el que se ve que la Casa Real cada dia
daba el pan a doce 0 trece pobres, però
pan de panizo. Hay allí un autógrafo de
San Francisco de Borja: cree quien me
lo dije que va dirigido a Poblet. Hay allí
la carta u oficio con queDalmasus, Arzo-
bispo de Zarageza, convoca a les abades
de Poblet 3^ Santas Creus a un concilio
que de orden de Benedicte Luna debía
reunirse en Tortosa. Llevo estos docu-
mentes a dicha biblioteca su celoso biblio-
tecarie, de cuj'a boca lo tengo, Padre
D. Joaquín Caballero, cendelido al con-
templaries en la intendència.
Extinguidos los monasteries y conven-
ies, el Gobierno, àvido de ballar las
rentas de ellos, reunió en dicha oficina
cuantos documentes hubo a mano. "Del
»Archivo se incautó la Administración de
«Hacienda de Tarragona, cuando 3'a
»habían desaparecido innumerables docu-
>^mentos, depesitando les que pudo reco-
»ger en una sala del local que aquella
»ecupa, como si fueran papeles mejades.
«Durante muches afios los pergaminos
»con sellos de cera, y otros decumentos
(s) L'Excursionista, vol. II, pàg. 359.
(o) L'Excursionista, vol. I. pàg. 4:50. Es una
resena del P. Caballero en la que enumera lo me-
jor de la biblioteca de Tarragona.
(7) Relación eh. del P. Joaquin Caballero.
j^iti^^f^P
MONASTKRIO C ISTERC I EXSE DE SANTA MARIA DE POBLET
337
«valiosos, estuvieron al alcance de todo el
«mundo, hasta queseremitieron al Archi-
»vo Histórico Nacional de Madrid...» (!).
Allí han descansado muchos de ellos
dilatades anos, y de la estima que mere-
cieron de los empleades de la Intendència
da testimonio la siguiente historieta que
me refirió a mi mismo, y repitió a un
amigo mío, el seòor D. Juan Mané y Fla-
quer: «En la Intendència de Tarragona,
»me dijo, en un terradito de su puerta vi a
»un portero haciendo cola fundiendo para
»ello, o disolviendo, pergaminos de Po-
»blet. Allí vi el modo indigno como se
»tenían. Cada uno formaba un roUo, y
«estaban en un cuarto o estaricia amonto-
»nados en el suelo como cebada o alga-
»rrobas. Entre ellos veíanse tambien
»a1gunos manuscritos. Cogí uno de estos,
»y vi que era una carta del Ayuntamiento
»de Barcelona al Príncipe de Viana. Unos
»manuscritos eranespafloles, otros italià-
»nos, procedentes de embajadores. Con-
»dolido de tal desafuero, escribí a don
«Manuel Bofarull, però al fin y al fallo
»creo que no se puso remedio al mal» (2).
Es racional creer que las cuarenta ca-
jas del Archivo histórico nacional se
llenaron con los mentados documentes
sacades en 1.S22 y otros reunidosdespués.
En Martorell se empleaban en aquelles
tiempos «pergamines con pinturas» para
envolver comestibles (3).
Después de la huida de los menjes que-
daren en La Espluga libros y pergamines
de Poblet. Entonces hube quien hizo cir-
cular la vez de que el Gobierno manda-
ría receger estos ebjetos; y luego se pre-
sentaren en La Espluga unos senores que
preponían a los aldeanes de dicha villa la
compra de les tales ebjetos. Para inducir
a les depositaries a la venta les observa-
(i) D. ,\dolfo Alegret. El Monaslcrio de Po-
blet. Barcelona, pàgs. 57 y 58.
(2) Me lo diio en Barcelona a 31 de octubre de
i8o-(, y a mi amigo en julio de 1895.
(?) D. Luis Kigalt. Barcelona i.''de febrero de
1885.
ban que el Gobierno nada les pagaria por
ellos, al paso que ellos se loscomprarían.
De este mode por pecas pesetas estos tra-
ficantes adquirieron preciesidades, tales
como códices en vitela miniados, cuye
trabaje suponía el de la vida de un mon-
je (4).
Un dia de marze de 1898, mientras j'o
me ecupaba en la pesquisa de dates en el
Archivo de la Corona de Aragón, llama-
ren al Archivere; salió éste y al volver
me dijo: «Es un senor que se llama 3^erno
»de uno que fué comisionado de Hacienda
»de la provincià de Tarragona, y viene a
»efrecer la compra de pergamines de Po-
»blet>'. Otro dia del mismo mes el tal
yerno traje la lista de veinte pergamines
de dicho cenobio, los que el seflor Archi-
vere valuó, según el precio corriente, en
tres pesetas cada uno; pere, careciendo
de fondos el Archivo, ne los compro.
Lee en un erudito autor: «El cartulario
»de Poblet centiene escrituras notables,
»3' fué ejecutado en folio atlàntice. Exis-
»te... en el Archivo de la Real Acadèmia
»de la Historia» (5). Irío}^ probablemente
esté en el histórico nacional.
Escribe D. Buenaventura Hernàndez
Sanahuja: «El archivo y biblioteca de
»Peblet eran dos verdaderas jeyas. En
»aquel se conservaba, entre pergamines
»de gran interès histórico, la causa origi-
»nal de D. Antonio Pérez, la cual con
»algunes de aquelles existen actualmente
>'>(1886) en la Real Acadèmia de la His-
»teria» (6).
Cuande los documentes arriba menta-
dos estuvieron en la Intendència no deja-
rían de recibir visitas de atrevides e in-
justos enamorades de antigüedades; y
el Padre Caballero me dijo que habian
(-1)
habia
hijo d
cripti
los A
(0)
Relación de D. Juan B. Gallissà. que lo
oido de boca del boticario de .Montblanch,
e Espluga. Barcelona 20 de octubre de 1895.
D. José .Maria de Eguren. Memòria des-
ja de los códices notables consertiados en
rchivos eclesiàsticos de Espaiia. Madrid.
Obra cit.. pàg. -(7.
338
I.IllUí) lERCEUO. — CAPITULO SEXTO
sidò cortados sellos de bulas y escrituras
Reales y no Reales (1).
Por Real orden de 26 de agosto de
1899 el Gobierno mandó llevar al indicado
Archivo Histórico Nacional los i estantes
documentos procedentes de corporacio-
nes eclesiàsticas, y así el Archivo de
Hacienda de Tarragona mandó a Madrid
23 cajas de elles. Así aquel centro absor-
bente, Madrid, nos priva a los deseosos de
noticias dè la tierra, nos priva, digo, del
cómodo estudio de nuestras antigüeda-
des. Para evitar dudas de la verdad de
mi aserto aquí va copia del inventario
que al remitir las 23 cajas se formalizó;
'<Relacion de los libros, pergaminos y
»papeles históricos que procedentes de
«ordenes monasticas existen en este Ar-
»chivo de Hacienda, en disposición de ser
»remitidos al Histórico Nacional en cum-
»plimiento de R. O. fecha 26 de agosto
»último.
»445 Llevadores de censos y fundaciones
Ȉ favor de Catedral 3- hermandades de
«Tarragona.
»218 Id. de id. id. Monasterio de Poblet.
» 55 Id. de id. id. Scala Dei.
» 60 Id. de id. id. Santas Creus.
» 41 Id. de id. id. San Juan de jerusalen.
» 16 Id. de id. id. Presbíteros Tortosa.
» 22 Id. de id. id. Reus.
» 61 Id. de id. id. Selva.
» 8 Id. de id. id. Alcover.
» 6 Id. de id. id. Valls.
» 8 Id. de id. id. Catllar.
» 21 Id. de id. id. Varios Curatos,
»111 Id. de id. id. Varios.
»PERG.^MIN0S
»61 rollos que contienen 1,212, que son
«fundaciones, concesiones 3- privilegios
»a favor de distintas comunidades.
(i) Relación cit.
»L EGA jos
»60 de varios y 37 pequenos, de docu-
«mentos pertenecientes a individuos de
«la Comunídad de Poblet y otras.
«Tarragona 26 de Julio de 1899».
A pesar de este envio de documentos a
Madrid, quedaron sin duda olvidados en
el Archivo de Hacienda de Tarragona
algunos, aunque pocos, documentos de
Poblet, donde los he examinado en no-
viembre de 1913.
Así, pues, el archivo de Poblet, aunque
gran golpe de sus piezas dió fondo en el
Histórico nacional, deja numerosas pren-
• das esparcidas en varios lados, 3' no pocas
sumergidas en el fondo de los mares o
del no ser.
(■iQuién revolvió 3' quizà mutilo las co-
lecciones de los encerrados en dichas
cuarenta cajas? No lo sé; y en lugar de
sospechar, como cierto autor, que lo
practicasen los monjes o sus agentes en
la dècada de 1825 a 35, en lo que a la
verdad, siendo ellos los dueiïos, no vería
tuerto alguno ni mal, me inclino a creer
fuesen, o aficionados a antigüedades, o
agentes de la desamortización, por cierto
celosos de la conservación de los tesoros
históricos mucho menos que los cenobi-
las, que por siglos los tuvieron 3- custo-
diaron en su paternal poder como glorias
propias.
Si en el naufragio del archivo se salvo
un núcleo de documentos, en el de la
biblioteca de Don Pedró de Aragón, que
contaba 4,322 volúmenes, todo se sumer-
gió, apareciendo de acA para allà cual
miserables tablas arrojadas por las olas
a las playas, algunos pocos de sus volú-
menes. Sin embargo, no por cortos en
número, dejan de mostrar el gran valor
de aquel tesoro bibliogràfico. «Perecie-
«ron estos volúmenes, escribe Balaguer,
«cuando los varios incendies y saqueos
«de Poblet, y los pocos que esparcidos
«quedan, son buscades con grande afan
»y curiosidad por los bibliófilos. A ince-
«santes pesquisas, 3- tambien à la casuali-
*dad, debe el autor de estàs líneas el
M í-N'ASI ICRIO CISTERCIEN'SE DE SANTA MARIA DE POBLET
339
»hallazgo de algunos que, como muestra,
»depositó en el instituto de Villanueva y
>-Geltrú» (1).
He aquí los títulos de estos toraos, cus-
todiados hoy en la Biblioteca Balaguer:
Historia de la vida de Lucio Attiieo
Sèneca espaíiol... Autor luaii Pablo
Martyr Rizo. Madrid. MDCXXV.
Martini Zeillcri Fidus Acliates, Qui
peregrinationis atque itineris fui so-
ciuvi et comitcm... Autclodami. 1658.
Historia? admirables de las inds ilus-
tres entre las menos conocidas Santas
que liay en el Cielo... Por el P. Fraiicis-
co de Viuar... Valladolid. MDCXVIII.
Lettere dettate dal Cardinalc Sfor^a
Pallavicino... Roma. 166 S.
Un códice que es un libro de oraciones,
sobre vitela, policromado y dorado, de
solos unos 12 centímetros, en el que fal-
tan algunas pàginas con la portada (2).
En el monasterio de monjas cistercien-
ses de Valldoncella de esta ciudad se
guardaban de dicha biblioteca de Don
Pedró de Aragón las cinco obrassiguien-
tes:
Flandia illustrata , sive descripció
comitatus istius per totum terrarum
orbetn celeberrimum... ab Antonio San-
dero.
Coloniae Agripinae, sumptibus Cor-
neli ab Egmont. MDCXXXI.
Atlas mayor ó Geographia Blaviana,
que contienc las cartas y dsscripciones
de Espana. En Amsterdam. MDCLXXII.
Nuevo Atlas del Reyno de Iiiglaterra.
En Amsterdam. MDCL VIIII.
Paises Bajos ó Bèlgica dividida en
dospartes... Amsterdam. MDCLXI1I{2).
Estos preciosos libros de Valldoncella,
en la semana trügica, última de julio de
1"09, ardieron con los demàs objetos de
aquel monasterio de monjas cistercien-
(0 Las liuinas de Poblet, pàgs. 113 y 114.
(2) Visitc esta biblioteca y vi estos tomos en
2 -i de enero de it^q^.
(?) l\\e copio estos títulos el entendido oticial
de nuestro archivo catedral Pbro. D. José A\as
y Domènech.
ses, incendiados por los que se llaman
regeneradores de la sociedad.
Ademas he visto un tomito de 0'2l X
0'15 metro, manuscrito curioso, pues es
el cuaderno de composiciones latinas que
indica su siguiente titulo: Compositiones
D. D. Pascalis Folch Cardona, de Ara-
gón cum gramatices studeret in Salma-
ticensi L'niversitate. Contiene multitud
de trozos latinos, versión visible de dicta-
des Castellanos del maestro. Encabeza el
primero con esta linea dic 20 Aprilis
anni 1635 magistro Rocauo. Viene tam-
bién este tomito encuadernado con la en-
cuadernación de los demàs.
En la casa de agricultores de La Esplu-
ga en que me alojé en mis repetidas visi-
tas a Poblet, hallé otro volumen de la
dicha biblioteca del de Aragón. Si bien
carece de titulo, el epigrafe de su índice,
inserto en la primera pagina, suple por
completo su falta, diciendo: In hoc volu-
mitic de Alchemia continentur haec...
Anno MDLI. Su encuadernación igual a
la que aquí luego nos describirà un pe-
riódico profesional, nos certifica del dona-
dor, y una indicación manuscrita revela
su colocación en el «Est. 15, F. 16». Luce
su encuadernación por el dorado del
canto, la impresión brilla por el robusto
papel, la limpieza y claridad de sus carac-
teres, y todo el libro por los grandes gra-
bados intercalades en el texto, que pre-
sentan el modo de fundir y trabajar los
metales.
En la exposición de grabados 3" libros
efectuada por el Ateneo Barcelonès en
junio de 1S94 vi seis otros voliimenes de
la mentada biblioteca de Don Pedró de
Aragón. Todos ostentan la misma encua-
dernación 3' pertenecen a distintes duenos .
De «Un tesoro bibliografico», y no sin
harta razón, gradiia el Corre.o Tipogrd-
fico (4) ciertos volúmenes de aquella
(4) Pcriódico de Tipografia que publicaba en
esta ciudad de Barcelona el mercader de enseres
y màquinas de imprenta D. Ccferino Gorchs.
Número de Septicmbre a Diciembre de 18S7. pà-
ginas ?4 y ^s.
340
l.IBRO TERCERO. — CAPITULO SENTO
biblioteca, que por suerte habia podido
examinar, y cuya descripción teje bajo el
titulo indicado, diciendo así: «Tal vez à
»las pesquisas de uno de ellos {de un
xíiiglcs) debemos la oportunidad de haber
»podido examinar un verdadero tesoro
»bibliogràfico, que existiendo en Catalu-
»na y habiendo pasado por mano de
»varios particulares, al parecer, desde
»el ano 1835 hasta la fecha, pues dícese
»procede de la famosa biblioteca del mo-
»nasterio de Poblet.
»Tràtase de algunos volúmenes rica-
»mente encuadernados en marroquí, con
»tapas uniformes, de tipo igual, aunque
«diversas cada una de ellas en la combi-
«nación de los hierros ó vinetas emplea-
»dos por el encuadernador. La ornamen-
»tación de las tapas consiste en recuadros
»profusamente cuajados de adornos la-
»brados à mano con auxilio de pequefios
«hierros de combinación, revelando en
»su conjunto el gusto del Renacimiento,
»aunque no muy puro. Al centro de la
»tapa, así en la cara anterior como poste-
»rior del libro, se contiene como objeto
»principal de la composicion, un escudo
»partido en sentido vertical, cuya prime-
»ra mitad ostenta las cuatro barras del
«escudo catalàn, viéndose en la segunda
»dos cuarteles en sentido horizontal, con-
»teniendo el superior la torre de Castilla,
»y el inferior un leon rampante. Sobre la
»corona del escudo léese en todos los
»volúmenes, DON PEDRÓ, y debajo DE
»ARAGON, en preciosos tipos elzeviria-
»nos.
»iY quién era el tal Don Pedró de Ara-
»gon?— Procediendo los libros referidos
»de la biblioteca de Poblet, dada la uni-
ïformidad y riqueza de su encuaderna-
»cion, hubiéramos creido que se trataba
»de alguno de los monarcas aragoneses;
»pero un examen de los mismos libros,
»por sus fechas, y caràcter, por el escudo
»que ostentan en sus tapas, que no es el
»de Poblet, hemos venido en conocimien-
»to que se relacionan con un personaje
»notable que debió existir durante el últi-
»mo período del Renacimiento. La histo-
»ria, en efecto, nos habla de Don Pedró
»Antonio de Aragón, virey, lugartenien-
»te y capitan general que fué del reino
»de Nàpoles, sujeto al que intitulan />>'/";/-
>•>cïpe documentes coetàneos, siendo indu-
»dablemente este mismo sujeto el Don
»Pedro de Aragón, primer posesor de los
»libros que nos ocupan.
»Uno de los volúmenes es una verda-
»dera miscelanea para el estudioso en
»artesgraficas, pues contiene una selecta
«colección de grabados, de la cual no es
«posible formarse idea sin hojear deteni-
»damente el volúmen. Despues de un
»rnagnífico retrato de Carlos V, sigue
»una coleccion de otros diez y seis retra-
>tos de cuerpo entero, obra de Gaspar
«Patavinus (1569); otra coleccion de vein-
»te retrates y otra coleccion de seis u
»ocho, entre los cuales estan Fernando
tel Católico, Felipe II y Juan de Àustria.
«Sigue otra coleccion de retrates de rei-
»nas, la mayor parte espafiolas, curiosa
»é interesante en extremo, ademàs del
«grabado e impresion, que son irrepro-
«chables, por sus trajes y tocades, que
«vienen a aumentar el caudal de los
»conocimientos de indumentària. A cada
«coleccion precede una portada diferen-
> te, dignas todas de la època à que perte-
«necen .
> A esta, que debiéramos llamar sèrie
«iconogràfica del volúmen, sigue una
«porcion de mapas y pianos à cual màs
«curioso, obra del siglo xvi, editades en
«Venècia, Roma y Paises Bajos, que
«como eran hojas sueltas y de diversos
«tamanos, fueron cuidadosamente dobla-
«dos y reducidos al tamano del volúmen
«por el hàbil encuadernador à quien se
«confio el trabajo.
«El ultimo objeto que contiene el volu-
«minoso tomo que nos ocupa, es una obra
«atestada de grabados del tamano del
«libro y aun mayores, que sin dificultad
«atribuimos a Rubens y al grabador
«Cornelio Galle. Entre las làminas de
«esta obra descuellan sobremanera dos
«retrates del famoso personaje espanol
MON'ASTEklO CISVERCIIi:N"SK de santa MARIA DE POBLET
341
>/del siglo XVII, conocido por el Cardenal
»Infante, uno en traje de guerra y otro en
»traje civil, retrates que conceptuamos
»superiores a los ya cèlebres que se cono-
»cen de este personaje. Las demàs lami-
»nas son alegorias relativas al Cardenal
»Infante, ó representan arços de triunfo
»3' fiestas celebradas à su entrada triun-
»fal en Amberes. Està escrita en latín,
»es su autor Guillermo Becano, estam-
»póse en la capital de Flandes el ano
»1636, y es una edicion monumental, cuya
«tirada debió ser limitadísima, pues es
»tan raro ballar un ejemplar de ella, que
»las casas mas importantes del comercio
»de libros antiguos, así las de París como
»las de Londres, las mismas que sin difi-
»cultad venden las Crónicas de Tomic ó
»de Carbonell, no pueden ofrecer un
xejemplar de la obra de Becano.
»Otro de los volúmenes es la obra
y>TJicatnini Orbis Terrarimi, de Abra-
»ham Ortelli. Aparte del interès geogrà-
»íico-histórico que pueda tener y tiene,
»sin duda, por el aprecio que merece a los
»inteligeiites, lo reviste en alto grado
»para las artes gràficas y los estudiosos
»que à ellas se dedican. Una profusion de
»mapas, un centenar à doble folio y mu-
»chos mas al tamano folio la constitu-
»yen; todos, sin excepcion, son ilumina-
»dos con gran esmero y perfección. En
»nuestros tiempos, que podemos echar
»mano de litografia y de tantos recursos
»tipogràficos, no se hicieran mejor. Y
«ccómo fueron ejecutados? iCon qué pro-
«cedimiento se iluminaron?
»La litografia tardo todavía cerca tres
»siglos en inventarse, y por tanto el pro-
»cedimiento empleado no es litografico;
»tampoco es el «pintado ala oriental» por
»màs que lo parezca ò. primera vista.
»Hemos examinado muy atentamente la
»mayor parte de aquel sin número de
»cartas geogràficas, y solo hemos sacado
»en claro que el procedimiento del tiraje
»negro, es comun; però en cuanto a los
»colores nos guardaremos bien de asegu-
»rar de qué manera fueron dados.
»Por los toques de oro y plata quecam-
' pean en los escudos }• emblemas de los
Ȉngulos, quisimos indagar si acaso este
»trabajo había sido ejecutado à pincel en
>'este solo ejemplar por algun inteligente
»desocupado, però tampoco esta vez tuvi-
»mos mayor fortuna que las anteriores,
»pues ademàs de revelar procedimiento
»mecànico dicho iluminado, hemos podi-
>^do averiguar que los demàs ejemplares
»que se conocen de la pròpia obra 3- edi-
»cion de 1584 fAiituerpiaj, merecen par-
»ticular estima por ser coloridos, cir-
»cunstancia que consignan como cosa
»notable los bibliófilos extranjeros, però
»sin que ninguno de ellos indique nada
«respecto al procedimiento con que lo
»fueron.
»La Geografia Blaviana ó Atlas Ma-
y>yor, una de las màs importantes publi-
»caciones geogràficas de su tiempo, de la
»cual se hicieron dos ediciones en diez
»anos, una latina en 1662 y otra espafiola
»en 1672, en Amberes, por Juan Blaver,
»tambien con mapas iluminados una y
»otra; es obra que aumenta el valor del
«hallazgo bibliogràfico que nos ocupa,
»pues sobre reunir iguales cualidades
«artístico-tipogràficas que la anterior,
»hay que afiadir à esta la circunstancia
»de ser la edicion espanola, cuj^os ejem-
»plares vinieron à ser raros por haber
»sido destruïda la mayor parte de la edi-
»cion por un incendio ocurrido el mismo
»ano de ser impresa. Cuenta tambien un
«centenar de mapas à doble folio y algu-
»no de triple ó cuàdruple tamano que la
»obra, iluminado también.
»Hay, ademàs, dos obras de menor
»valor tipogràfico, però tal vez de valor
»histórico. Una es impresa, y trae infini-
»dad de noticias y documentos relativos
Ȉ la brillante historia militar espanola
»de últimos del Renacimiento, obra que no
«hemos visto citada por nuestros historia-
»dores, y es sin duda de importància y
»debe merecer gran crédito su contenido.
«Otro tomo es manuscrito, y contiene
«varias relaciones sueltas de embajado-
»res venecianos, relativas A la monarquia
»de EspaM durante el reinado de Car-
J42
-CAPUL•LO SEMI.
»los V ó I, y Felipe II. El autor de una de
»ellas es Nicolàs Tiepoli.
»Sin embargo de no revestir estàs dos
»obras el caràcter de importància suma
»para el estudio de las artes gràficas en
»el grado y forma de los volúmenes de
»que antes nos hemos ocupado, son para
»nosotros tan estimables como las demàs
»por razón de la encuadernacion, cuyo
»tipo es idéntico en todas, però diverso
»en sus detalles y composición ornamen-
»tal. La obra impresa última que hemos
»citado, reune la circunstancia de ser
«dedicada à Don Pedró Antonio de Ara-
»gón, Virey de Nàpoles, y su encuader-
»nación, sin separarse del tipo, es mucho
»màs recargada de adornos de oro, en
»términos que se distingue bastante de
»las demas.
»Pero dejemos ya la descripcion de
«estos volúmenes procedentes, segun no-
»ticias, de la biblioteca del Real Monaste-
»rio de Poblet, y pasemos, etc.»
Parecidos a los descritos y de igual
encuadernacion posee en Reus dos volú-
menes la distinguida familia de Brocà. Es
uno de ellos la preciosísima Roma sottc-
rraitca de Antonio Bosio, publicada en
italiano en 1632 por los sucesores de aquel
admirable padre de la Arqueologia cris-
tiana, indisputable guia y héroe en inves-
tigaciones de catacumbas, cuya obra,
aunque hoy atrasada después de dos
siglos de pesquisa, constituye un verda-
dero monumento en ciencias teológicas,
históricas y arqueológicas lo propio que
en artes tipogràficas (1).
La segunda es un atlas de Francia y
Suiza, cuyos mapas Uevan la prolijidad
del pormenor hasta la expresión de las
menores aldeas; cuyas orlas manifiestan
los trajes y escudos de armas de las
comarcas o poblaciones de su respectiva
carta, con hermosura y perfección tal en
(i) Vide Dictionnaire des antiquités chretien-
ties par M. L'abbe Martigny. París, 1887, pàgina
127. Ademàs se puede ver la misma obra de
Bosio traducida al latin por Aringhio. La poseo.
los dorados y plateados, que màsparecen
primoroso códice de la Edad Media que
libro del décimoséptimo siglo.
El enigma, con que topa el articulista
del Correo Tipogrdfico para explicar el
colorido y dorado de sus volúmenes,
halla en los presentes explicación, pues
si los mapas estan como allí impresos, la
circunstancia de hallarse incompletas y
sin terminar algunas de las orlas demues-
tra que fueron trabajadas a mano y con
pincel.
El monasterio a nadie permitiría, ni aun
a los mismos monjes, extraer del recinto
de la biblioteca niíigún tomo de la de
Don Pedró de Aragón. Sin embargo, por
especialísimas circunstancias o trabajos
consintió en que el monje Don Pablo Ca-
nals y Carbonell llevarà estos a su calda,
o habitación. Allí les sorprendió la huida
de los cenobitas, y precisamente en mo-
mentos en que Canals se hallaba ausente
de Poblet. Corrió luego éste a su monas-
terio, y despreciando peligros, entro en
su habitación y llevóse estos volúmenes y
otros objetos de la casa, entre los cuales
se hallaron todos los sellos abaciales.
Agradecido este Padre a los numerosos
favores recibidos de la indicada familia
de Brocà, al morir le dono estos tomos,
aiiadiéndole la categòrica prohibición de
entregarlos en tiempo alguno a ninguna
biblioteca o dependència del Estado (2).
En la muy notable colección de objetos
arqueológicos y artísticos del que fué mi
companero y muy querido amigo don
Francisco Miquel y Badia vi otro tomito,
procedente de la misma preciosa biblio-
teca, titulado Historiae vniversalis cttm
sacrae , tum prophanae nucleus... autore
(sic) R. P. F. Gabriele Buceliíio... Ulmae.
Apiíd Johann Gòrliniim. Anno MDCLIX.
Adornan al texto grabados de escudos de
armas y diminutos mapas, siendo la ins-
cripción de orden en la dicha biblioteca
esta: «Est. 16, G. 5».
(2) Me lo dijo un Caballero de la misma fami-
lia de Brocà, en Barcelona a los 26 de junio de
-MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
343
La Biblioteca pública provincial de
Tarragona posee veinte y tres volúmenes
manuscritos, todos, menes dos, proce-
dentes de Poblet. Diez y ocho de ellos
formaron parte del regalo literario de
Don Pedró de Aragón, y por sus fechas
y caràcter de letra escribiólos el siglo xv
3' también el xvi. «La mayor parte contie-
»nen las relaciones que hacen losembaja-
»dores a sus gobiernos respectives de lo
»que observaren durante el tiempo de su
«embajada en las varias córtes de Europa.
»E1 anetado con la letra I contiene
«entre otras cosas: 1." El conflicte que
»ocasionó en el concilio de Trentè la dis-
»puta entre les embajadores de Espana y
»de Francia sobre quien debía ocupar el
»lugar preferente al asistir a las sesienes
»del concilio.— 2.° Copia de una carta de
»Muley Hamet al Rey Don Sebastian de
«Portugal.— 3." Historia de la prisión de
«la Reina de Escòcia.— 4.° Historia de la
«prision del Príncipe D. Carles, hijo de
«Felipe n, y las cartas de este dande
»cuenta a varios Soberanos de dicha pri-
«sión.
«El anolade con la letra M es una his-
«toria de Nàpoles desde el Duque Rober-
»to Guiscardo hasta Carles V de Aus-
«tria, I de Espana.
«El anotado con la letra Q contiene la
«vida de los Alaestros de la orden militar
»y religiosa de San Juan de Malta.
«El anotado con la letra X contiene
«Secretes del Reine de Francia sacadosde
»la secretaria del Príncipe de Cendé» (1).
La anterior resefía de asuntos con-
cuerda exactamente con la que trazó Vi-
llanueva cuando a principies de mi siglo
XIX visito en Poblet la mentada biblio-
teca de don Pedró de Aragón, a la que
pertenecieron también 423 volúmenes im-
(i) Resena de la hihiiotcca de Tarragona, re-
dactada y enviada pur el hibliotecario D. Joaquin
Caballero. Pbro.. al Presidente de la Associació
Catalanisla de e.xcuisions cientificas en 9 de
marzo de 1880 y publicada por esta sociedad en
su Holetin, L'Excursionista, vol. I, de 1878-81,
pàgs. ^J7 y siguientcs.
presos que como estos guarda la citada
provincial tarraconense; y aunque per
tanto trajin se hallan apolillados y dete-
riorades, se hacen notables, cuàl como la
geografia de Willein Ja)ifz BlaeinVj por
sus muchos mapas sobre acero, cuàl
como varias obras de Lepe de Vega, per
su gusto literario, unes por su valor cien-
tífico, etres finalmente por el tipógràfico.
Respecto de la segunda librería de
Poblet, llamada antigua, solo vi algunes
poquísimes volúmenes en una casa de La
Espluga; però ya fuera en las carreta-
das de libros que a los peces dias del
incendio el regimiento de Bailén bajó a
Tarragona (2), ya en las pesquisas de
XafarriicJts, ya por otros conductes,
algunes, exceptuades les extraviados,
dieron fondo en Tarragona; donde unides
a les de las demas casas religiosas de su
provincià, y pasando por deplorables
vicisitudes, forman el número casi total
de la Biblioteca provincial de aquella ciu-
dad(3). En ella, precedentes de La Es-
pluga hay 50 volúmenes, entre les cuales
figura la Bibliotheca hispana vctus de
Nicolàs Antonio, edición de Ibarra de
1708.
Conforme con las anterieres neticias
escribe un muy moderno amador de Po-
blet, D. Adolfe Alegret: «Resulta pues
«que al abandonar los monjes el Monas-
«terio en 1835 la Biblioteca de Poblet reu-
«nía en sus des salas 10,145 volúmenes, y
«de ellos 385 códices con iniciales artísti-
«cas y miniaturas iluminadas que repre-
«sentaban uses y costumbres, ademas de
«250 manuscritos en diversas fermas de
»letra, desde la llamada Ulfilana à la
^•Monacal, es decir un verdadero caudal
»paleegrafico...
«Después de la revolucion contra las
«ordenes monàsticas, gran parte de la
«Biblioteca de Poblet pasó a nutrir la
«provincial de Tarragona, y otra porción
(2) Vide pàg. 3: ï de este mismo capitulo.
(5) Reseiia del bibliotecario D. Joaquin Caba-
llero arriba citada, o sea L' Excursionista, vol. I,
pàg. ^J7.
344
I.IHRO lEKCERO. — CAPITULO SEXÏ(
»delibi•os, los mas importuntes, íueron
»reclamados por la Real Acadèmia de la
»Historia, y por esta circunstancia remi-
»tidos a Madrid, como tambien tuvieron
»el mismo destino los procesos seguidos
»contra Antonio Pérez y sus còmplices.
»Sin embargo, en la Biblioteca de Ta-
»rragona obran libros y cartularios inte-
»resantes para la historia pàtria, lo mismo
»de Poblet, que del no menos ilustre mo-
>^nasterio de Santas Creus» (1).
Hablando de las bibliotecas de Poblet
escribió un excursionista: «Estàs se com-
»ponían de 12,000 voliímenes. Este dato
»solo da de sí idea altísima de la impor-
»tancia de aquella gente... Se cuenta que
»había una Biblia manuscrita de 500
»hojas, y que los extranjeros ofrecían 16
»duros por cada hoja» (2).
En la resefia de la visita que la Asso-
ciació Catalanista hizo en 23 de Enero
de 18S7 al Archivo Real de la Corona
de Aragón, se lee que «de los monaste-
»rios de San Pablo, Ripoll, San Cugat,
»Poblet y otros fueron salvados antes de
»la destruccion de 1835 importantísimos
»códices, tan notables por su contenido,
»como por las hermosísimas vinetas e
»iniciales de que estan decorades, y que
»de tales riquezas vieron los excursionis-
»tas una buena parte en su visita» (3).
Ignoro por completo el paradero de las
numerosas e insignes reliquias deltemplo
populetano; mas cuerdamente conjetu-
rando, si se salvaren de las llamas, deben
de hallarse esparcidas, ocultada o igno-
rada su procedència, en distintos y aun
distantes altares. La mano del Uorado
Príncipe de Viana, que en la sacristía de
Poblet recibia cuito privado, guardàbase
cuidadosamente por las monjas cister-
cienses de esta ciudad, o sea de Valldon-
cella, acompanada de un atestado de
varios monjes populetanos, que sobre su
(i) Obra cit., pàgs. 54 y 55.
(2) Memorias de la Associació Catalanista,
vol. I, pàg. 107.
(3) U Excursionista. Afio X. Barcelona 28 de
febrero de 1887, vol. í, pàg. 12.
firma responden de la autencidad (4). Mas
en la semana aciaga, postrera de julio de
1909, «el brazo del Príncipe de Viana se
»quemó juntamente con la bonita urna
>^en que se hallaba guardado; però al ur-
»garse en las cenizas en el sitio corres-
»pondiente al mueble donde se hallaba la
»urna, se encontraron los huesos del
»brazo y mano. Los hemos reconocido
»perfectamente (me escrihe la Macire
»Abadesa) y con certeza podemos decir
»que son los huesos del brazo del Prínci-
»pe, porque en aquel sitio no había reli-
»quia ni hueso alguno. Ademàs lo confir-
»ma el estar junto ellosy entre ellos unas
»boiiitas de oro en cenizas, però de tal
»modo que se conocían, como tambien
»trozos de bordado procedentes del ter-
»ciopeIo sobre que estaba el brazo. Estos
»huesos los conservamos en nuestro
»poder, y respondemos de su autentici-
»dad» (5).
Un dia, pasado yatiempodela exclaus-
tración, resolvió el Padre Juncosa poner
en cobro la respetable cantidad por él
enterrada en la pieza de los lagares, y de
cuya salvación durante aquellos anos
frecuentemente hasta entonces se entera-
ba en modo embozado por medio de pre-
guntas generales sobre el estado del
monasterio. Graves peligros parasu vida
y para el éxito de la empresa vedàbanle
desempenar por sí tan arriesgada opera-
ción. La necesidad de completa fidelidad
en la persona a quien la confiarà, indii-
jolea encargarla a un su hermano, dro-
guero de Reus. Al abrigo de una columna,
que marchaba a la montafia, subió éste
desde su villa hasta Montblanch, desde
donde, solo, dirigióse luego a una de las
casas de campo contiguas a Poblet, y
acompaMndose aquí del aldeano, que la
habitaba, en aquella misma tarde dieron
(4) Me lo dijo el P. Capellàn del monasterio
en Barcelona a los 22 de junio de 1890.
(5) Carta respuesta que en 26 de junio de
191 2 dió a mis preguntas la respetable senora
Abadesa de \'^alldoncella Dona .Maria de la Espe-
ranza Roca.
^/•íí!-^>^'j5Kírv;ï33?r.;;!*5?yri^^^^
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MON'ASTERIO CISTERCIE.N'SE DE SANTA MARIA DE POBLET
345
ambos por el monasteiio un paseo, que
sirvió a Juncosa de inspección. Caida la
noche, volvieron allà los dos, y desente-
rrando las quinientas onzas de oro, car-
gàronlas en las alforjas del asno, y las
taparon con buena cantidad de hierba. Así
los dos, acompanados de un tercer ayu-
dante, tomaren el camino de Montblanch,
en donde los aldeanos dejaron salvo con
su dinero al Juncosa hospedado en casa
de una mujer de nombre Úrsula. Al des-
pedirse de ellos faltóle tino al droguero,
y la estrechez de su espíritu de pobre
artesano le indujo a gratificar a cada uno
de sus compafieros de empresa con la
miserable cantidad de un napoleón, nom-
bre que se daba entonces aquí a las pie-
zas francesas de cinco francos. Las crí-
ticas y quejas naturales y justas por
tanta mezquindad ocuparon el mutuo
coloquio de los dos aldeanos; y o en la
calle o en la taberna tales razonamientos,
sin mala voluntad de los que los soste-
nían, o con mala intención y espíritu de
venganza, fueron a oidos de la autoridad
de la población, se dijo que a los de la mi-
litar, la cual, personàndose en la posada
de Juncosa, se apodero del tesoro; y vi-
nieron a parar en la càrcel pública de Ta-
rragona, llamada comúnmente el castillo
de Pilatos, el Padre Juncosa, su hermano
y la Úrsula, que a éste hospedara (1).
Menguada justícia la revolucionaria que,
viendo al robado naufrago salvar por una
tabla algunos de los capitales perdidos en
furioso abordaje de piratas, le encarcela
y adjudica el oro al Estado, gran còmpli-
ce y encubridor del ataque.
Por los afios de 1844 o 45 una visita
inesperada, la del monje de Poblet don
Ignacio Carbó, vino a sorprender en La
(i) Con pequcüas dil'erencias en los detalles
mt; contaren estc suceso D. Miguel Boltó, don
Onofre Lafita, el P. Pedró Ferré, y otros; pcro
sobro todo cl conserje D. José Argelaga, quien
me dijo haberlo oidu de hoca del aldeano vecino
del monasterio que acompanó al Juncosa en la
operacion, anadiendo que las onzas halladas eran
51'!.
Espluga al antiguo y aquí mil veces cita-
do monacillo y leal servidor del monas-
terio, Onofre Lafita. La rectitud de con-
ciencia de éste y su inquebrantable fide-
lidad habilitàbanle para todo servicio de
confianza. Intentaba en esta excursión
Carbó salvar un depósito de oro que
habia quedado enterrado en eldesvi'm del
noviciado. Juntos el Padre y el servidor
Uegàronse a Poblet, donde se les juntó la
importuna companía de dos guardamon-
tes de Vimbodí, mas fingiendo solo amor
al edificio y curiosidad, paseàronlo en
paz. En este paseo el Padre, como inad-
vertidamente, golpeó con el bastón el
lugar delsuelo donde se ocultaba el oro,
por cuyo medio indico a Lafita el punto
donde lo ballaria. Retiràronse luego, jun-
tos también, a la refacción, a cuyo
comienzo falto sin embargo el Lafita,
quien, instruido por el monje, acudió al
desvàn del noviciado, y presuroso cavo
en el lugar indicado con el palc. Pronto
apareció el puchero de oro, de cuya depo •
sición arriba dí cuenta. Lafita lo vació en
su seno, y así juntàndose luego en la
mesa con los demàs, oculto el hallazgo:
el que, alejados los vimbodienses, entre-
gó al Padi'e Carbó. Este màs tarde ingre-
só en la benemèrita Congregación de los
iMisioneros del Purísimo Corazón de Ma-
ria, donde brillo por su celo y virtud (2).
Cuando en junio de 1894 visité una de
tantas veces a Poblet, presencié un hecho
que no tiene explicación. El pavimento
de uno de los àbsides secundarios del
deambulatorio, o girola, situado en el
lado de la Epístola cerca de la gran sa-
cristía, daba senales de haber sido remo-
vido; y por bajo de otro de los àbsides, al
anterior vecino, se estaba minando. Vo
mismo en la parte exterior de dicho àbsi-
de vi la boca de la excavación, y oi los
golpes de la pica o zapa del fondo de la
excavación o mina. Todo se praclicaba
(2) Dcbo estàs noticias al mismo Ünolre La-
fita. con quien he hablado muchas veces en La
Espluga y con el cual he cruzado varias cartas,
todo sobre Poblet.
346
LRCEKO. CAPITULO SICXTO
en busca de tesoros escondidos. Pregunté
que, como estando el monasterio custo-
diado, se permitía tal exceso, y se me
contesto, no recuerdo por quién, que los
tales buscadores de tesoros venían con
autorización de la autoridad creo del
Gobierno. íCuiindo aquel terreno que
sostiene el àbside volverà a tener la con-
sistència de antes? Nunca.
En la Revista de la Asociacióii artís-
tica arqtieológica barcelonesa, número
de noviembre-diciembre de 1899, leo: «A
»consecuencia de haberse observado en
»una reciente visita al monasterio de
»Poblet, que los arços torales que sostie-
»nen el cimborio de la iglesia se hallaban
»en estadode inminente ruina, la Arqueo-
f>l6gica dirigió respetuosa súplica a la
»Excma. Diputacion provincial de Tarra-
Kgona, a la llustre Comision de Monu-
»mentos históricos y artísticos de la mis-
»ma provincià, al Excmo. é Ilmo. Sr.
»Arzobispo de aquella archidiócesis, y
»finalraente à la Real Acadèmia de Be-
»llas Artés de San Fernando de Madrid,
»A fin de que fuesen tomadas las opor-
»tunas providencias en vista del peligro
»que corria de derrumbarse la indicada
»parte del monumental templo popule-
»tano...» Contestaren satisfactoriamente
las indicadas corporaciones, y la Comi-
sion de monumentos destino inmediata-
mente 500 pesetas al perentorio reparo (1).
El Estado vendió a varios el edifií-
cio del Tallat, posesión de Poblet. En
1899 el senor D. Ramon de Montaner,
socio de D. Francisco Simón en la casa
editorial de esta ciudad que lleva el
apellido de ambos, adquirió de mano de
D. Pablo Font y Rubinat, de Reus, la
incomparable galeria gòtica del Tallat,
Se compone de siete hermosísimos arços
apoyados en sus preciosas columnitas.
Todos los aficionados a Bellas Artés la
conocen, a lo menos por fotografias y
fototipias. El dicho senor Montaner en
1899 la trasladó a su quinta de Canet de
(i) Dicha revista. Volumen II, pà
328.
Mar, conocida por Santa Florentina, que
està situada tras de la grande y cono-
cida capilla de Nuestra Sefiora de Mise-
ricòrdia (2), y allí en un patio interior
la ha montado de nuevo. Y el seflor
Montaner tiene en su dicho castillo no
solo la indicada galeria, sinó muchas
puertas y ventanas del Tallat. La galeria
había sido echada a una cisterna, y al
extraerla hallaron un capitel mas.
Por el huracàn revolucionario aventa-
da de su residència natural la Comuni-
dad, los bienes de ella, si no quedaron
vacantes ante el Derecho natural ni el
Canónico, aparecieron tales ante el libe-
ral, siempre en oposición con aquéllos.
En su consecuencia fueron prontamente
sorbidos por la inapagable sed del hidró-
pico moderno, el erario, del cual pasaron
a manos de particulares, y esto por dis-
tintos conceptos: uno que llamaron resti-
tución, y otro que apellidaron venta. En
el tiempo constitucional del 1820 al 1823
el cruel General D. Francisco Espoz y
Mina levantó un empréstito, que para
muchos fué forzoso, no sé si para todos;
y en garantia o indemnización de la can-
tidad aprontada se entregaron fincas de
regulares. Caida la Constitución, estos
recobraron sus propiedades, però nueva-
mente expulsados en 1835, los poseedores
del tiempo constitucional las recupera-
ren. Por este camino anduvieron, parece,
algunas, pasando otras por la llamada
venta. Resenemos los datos que nos dan
las públicas escrituras, comenzando por
las enajenaciones de fragmentos del mis-
mo monasterio.
^ Por escritura ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 23 de julio de
1847, D. Miguel Clavé, del comercio de
Barcelona, compra, procedentes de Po-
blet, al Estado las fincas siguientes:
«1.° Un patio llamado la Cochería de
»14 varas de largo y 9 de ancho: Otro
»patio llamado Cereria ú Ostal vell, de
»40 varas de largo y 18 de ancho, que
(2) Me lo dijo en Calella en agosto de i8qç) un
sacerdote de Canet.
MON'ASTERIO r.ISTERCIENSE DE SANTA .MAKIA DE POBLET
347
»unidos tienen 632 varas de pared derruí-
»da, y lindan à O. con un patio Uamado
Ala fusteria, à mediodia con el huerto de
»)a Cereria y Ostal vell, à poniente con
»el patio Uamado la Gobernación y à N.
»con la plaza que va al Monasterio.
»2f Un pedazo de tierra de la derecha
Ȏ izquierda de la Iglesia, de cabida me-
»dio cuarto de jornal, lindante a oriente
»con las paredes de la Iglesia, a mediodia
»con el camino que va al Molino de hari-
>;na, a poniente con la plaza y à N. con el
>;camino que va al Monasterio y parte
»con una torre.
»3.° Olro pedazo de tierra, de estén-
»sion 1 Vi jornal, conocido con el nombre
»de pnntaiio con una balsa y un pozo
»todo derruido, lindante à oriente con la
«Iglesia de S. Jordi, à mediodia con la
»pared del huerto del Mercat, à poniente
»con las paredes del portal primero,yà
»N. con el camino que va al monasterio.
»4.° Otro pedazo de tierra de Vi de jor-
»nal conocida con el nombre de Vacante
»del monasterio, que linda à Oriente con
»la pared del Sindicat, à mediodia con el
»camino que va al monasterio, à poniente
»con la casa Uamada de Bosquers, y à N.
»con paredes de paties derruidos con un
»camino que va al huerto de la Campana
»y al pajar de dicho monasterio.
v5.° Otro pedazo de tierra de medio
«jornal conocido con el nombre de Pla de
»Palacio del Abad, lindante à Oriente con
»la puerta y puente que va al molino de
»la harina, a mediodia con la casa pala-
»cio, a poniente con las paredes del huer-
»to, y à N. con el camino que conduce i\
»dicho molino, el cual tiene un camino
spara ir al Palacio del Abad.
»5.° Y finalmente el Egido (sic) de las
»espaldas de la Cochería de estension 15
«varasde largo y 5 de ancho, lindante à
«Oriente con la plaza, a mediodia con el
«patio Uamado Cochería, a S. y N. con la
«plaza.
«Cuyas fincas conocidas con el nombre
«de Plazas de dentro estan situadas den-
»tro del suprimido monasterio de Poblet
«termino de Vimbodí».
El precio f ué de 40,000 reales o sea 2,000
duros, los que todos nagó en Tarragona a
I7de julío de 1847 con títulos consolida-
des del 5 3' 4 y de la deuda sín interès,
abonàndosele el 5 por 100 por los plazos
que anticipa. Però entrega 50,611 r. 4 m.
nominales, ignoro por qué (1). El dia del
pago los títulos del 5 se compraban a
17 1/4 por ciento, los de la Deuda sin inte-
rès al 5 3/j, e ignoro el tipo de los del 4
porque sobre ellos no hubo transacciones
en todo el semestre anterior que consten
en la Gaceta.
^ Por escrituí a ante D. Joaquín Cor-
tadellas, en Tarragona a 23 de octubre de
1847, D. Juan José Torrell, de Tarragona,
compra, procedentes de Poblet, al Estado
dos patiosllamados uno del Sindicat, otro
Gobernación, sitos en el monasterio, que
lindan a E. con las plazas de dentro del
monasterio, a S. con el huerto de S. Jorge
y esta iglesia, a O. con la plaza de fuera
y a N. con la calle Camino del monas-
terio.
Ademas la heredad Uamada Font taulc
de 1 Vi jornal entre regadío e inculte, que
linda a E. S. y O. con el besquede Poblet
y a N. con el camino de Prades.
El precio de 45,234 reales, o sea 2,261
duros 14 reales, de los que en Tarragona
a 21 de maye de 1847 paga el quinto, que
monta 9,046 reales, con 1,316 r. 7 m. de
metàlicoen equivalència de 6,031 r. 7 m. de
titules del 5 consolidado valuados al tipo
de 21 rs. 28 m. per ciento, y 618 r. 6 m. de
metalico en equivalència de 3,015 r. 20 m.
de titules del 4 consolidado al tipo del
20 ';'.2 y 38 r. 23 m. del aumento del 2 por
ciento (2). De donde muy claro resulta de
la misma escritura que les 9,046 reales del
quinto del precio le costaron al compra-
dor 1 ,934 reales 13 maravedises, o sea que
4.02 duros 6 reales les paga con 9o duros
14 reales.
^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 4 de
marzo de 1844, D. Antonie Frayse, veci-
(1) Fol. 49J del protocolo.
(j) Fol. 677 del protocolo.
348
-CAPITLLO SliXlO
no de Vimbodí, compra al Estudo las
fincas siguientes procedentes de Poblet:
1.° El edificio derruido «llamado Boti-
»gadel Blat y casa, que linda al N. con
»el huerto de la Campana, al E. con el
»ex-Monasterio, al S. con la misma puer-
»ta del ex-Monasterio, y al O. con el
»camino de Prades, situado dentro de los
»muros de Poblet, termino de Vimbodí.»
2.° «Todo aquel pedazo de tierra in-
»culto llamado la Mata, de estension 7
»jornales y 1 '/j de cultiva que linda
«situada en el termino de Vimbodí».
El precio fué de 13,805 reales, o sea 690
duros 5 reales; de los que en Tarragona a
4 de marzo de 1844 paga el quinto o sea 138
duros. Paga 604 r. 22 m. en metàlico o
sea 30 duros 4 reales que al tipo de 21 r.
16 m. por ciento en titules forman 2,761
reales o sea 138 duros 1 real (1).
ISI Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 18 de
noviembre de 1843, D. Antonio Frayse,
de Vimbodí, compra al Estado «toda aque-
»lla finca llamada huerto ó huertos, situa-
»dos dentro de los muros del suprimido
»monasterio de Poblet... consistentes y
»llamados Huerto Grande, o del Conven-
»to, huerto llamado de la Campafla, huer-
»to del Priorato huerto de las Casas
«nuevas, huerto de la Potecaria, huerto
»de S. Jorje, huerto de la Serena, huerto
»del Moscat, huerto llamado Gallinero,
«huerto del Hostal viejo, huerto de Pala-
»cio, las Paredas de los Nogales, todos
»juntos tienen de estension 14 jornales de
»tierracircuidosengran partedeparedes,
«todo regadío en que se emplean las
»aguas de las fuentes Arolesy la Peixera
»del Cumellà de Mias y del Fornt Taulé,
»en los dos dias y medio de todas las
»semanas...» Otrasaguas... «Dichoshuer-
»tos lindan a Oriente con el muro de
»dicho monasterio de Poblet que divide el
»término de la Espluga, A mediodia con el
»mismomuro que divide la Vina closa...».
El precio fué 625,000 reales, de los que
en Tarragona a 10 de noviembre de 1843
paga la quinta parte con títulosdel5 con-
solidado, y del 4 por ciento (2). La quinta
parte suma 125,000 reales o sea 6,250
duros.
Vengamos ahora a la venta de las pose-
siones.
#^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 4 de
marzo de 1846, D. Isidro Roig, vecino de
Vimbodí, compra al Estado, procedente
de Poblet, «toda aquella finca o granja
»llamada Castell FoUit, de estension I V-^
»jornal huerta... incluso el huerto de la
»Monja pasando por el medio el río, ó
»barranco, y seis jornales y medio seca-
»no, incluso un jornal A la plana de Osa,
»otro en la del Misé y cuatro jornales y
»un cuarto frente la casa, que linda à
»levante, poniente, mediodia y Norte con
»el bosque del suprimido monasterio de
»Poblet, situado en el termino redondo
»de Poblet».
El precio fué 22,000 reales, o sea 1,100
duros, de los que, en Tarragona a 2 de
marzo de 1846, pago la quinta parte, o sea
4,400 reales, en metàlico 704 r. 29 m.
equivalentes a 2,933 r. 12 m. en títulos
consolidades del 5 (remate del 12 diciem-
bre de 45) y 333 r. en metàlico equivalen-
tes a 1,466 r. 22 m. en títulos del 4 hecho
el aumento del 2 sobre el metàlico, au-
mento que subió 20 r. 25 m. Los primeros
títulos se computaren al 24 r. 1 m. y los
segundos al 22 r. 24 m. por ciento. De
consiguiente, con 1,037 reales 29 marave-
dises dinero pago 4,400 del precio, o sea
con 51 duros 17 reales pago 220 duros (3).
#^ Por escritura ante D. Joaquín Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 24 de
febrero de 1846, D. Manuel Berenguer, de
Montblanch, compra al Estado, proceden-
te de Poblet, 1 .° «toda aquella heredad con
»casa llamada Granja deia Pena, de esten-
»sion 3 jornales cultivo... y doce jornales y
»medio hiermo, que linda à mediodia con
»el termino de Montblanch, a Poniente y
»Norte con el bosque del suprimido mo-
(i) Fol. lïi del protoeolo.
(2) Fol. 9S3 del protoeolo.
(í) Fol. üí del protoeolo.
STERM CISTERCIEN'SE DE SANTA MARIA DE POBLET
349
«nasterio de Poblet y a Levante con el
«termino de la Espluga de Francolí, sito
»en el termino redondo de Poblet.
2." 'Toda aquella otra heredad nom-
»brada Granja ó Mas den Pajés que cons-
»ta de 14 jornales cultivo y 10 ^/j jornales
»hiermo, quelinda por levante, poniente
»y Norte con el bosque del suprimido
«monasterio de Poblet y -A mediodía con
»el termino de Prades, situado en el pro-
»pio termino redondo de Poblet.
El precio fué 22.S90 reales, iguales a
1,144 duros, 10 reales; de los que en Ta-
rragona, a 18 de febrero de 1S46, paga la
quinta parte con 733 r. 12 m. en metàlico
en equivalència de 3,052 r. de títulos del
5, y 346 r. 15 m. en equivalència de 1,526
r. de títulos del 4, los primeros computa-
des al 24 r. 1 m. y los segundos al 22 r.
24 m. por ciento con el aumento del 2 por
ciento (1). De donde sacarà el avisado
que con 1,079 reales pago 4,578, o sea con
53 duros 19 reales pago 228 duros 18
reales.
I§l Por escritura ante D. Joaquin Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 22 de
agosto de 1843, D. Antonio Fra3'se com-
pra al Estado, procedente de Poblet,
«toda aquella pieza de tierra llamada
»Vifla Closa sita en el termino de la villa
»de Vimbodí de estension unos 47 jorna-
»les, à saber: 8 de tierra campa y los
»demàs de vina mu}' derrotada y parte
«inculta,... de cuya tierra hay 3 jornales
»y un cuarto de tierra plantada de avella-
»nos con 396 de malos é incultos; haj' un
»acueducto por donde pasan las aguas
»que van dentro del monasterio, la cual
»linda à Oriente con el muro que divide
»el termino de la Espluga, a mediodía
»con los murones del bosque, à poniente
»con el muro que divide las tierras del
»S. Castaiíé de Barcelona, y à Cierzo
»con los muros del huerto grande del
«monasterio y parte con el muro que
«divide el camino del bosque y de Pra-
»des». El precio fué de 300,001 reales, de
los que en Tarragona a 18 de agosto de
(i) Fol. ^5 del protocolo.
1843 pagó la quinta parte con títulos del
5 }• del 4 por ciento '2). En aquellos tiem-
pos los títulos del 5 se cotizaban alrede-
dor del 27 por ciento y los del 4 al del 20.
^ Por escritura ante D. Joaquin Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 22 de
juliodel843, D. Antonio Frayse, de Vim-
bodí, compra, procedente de Poblet, al
Estado: 1.° «toda aquella hacienda llama-
>'da Genovés sita en el termino de Bimbo-
»dí, de estension 28 jornales tierra campa
«sembradura... y dos edificios derruidos
»el uno Uamado Redil de ganado y el
»otro Meson del Monasterio, que linda...
»En dicha tierra hay unos 10 jornales de
«tierra que se pueden regar de las aguas
>sobrantes que riegan las hueitas situa-
*das dentro los muros del precitado mo-
«nasterio consistentes y Uamados...» y
otras aguas.
2.° «Toda aquella hacienda llamada
«Tros gran; sita en el termino de Bimbo-
»dí, de estension 55 jornales parte plan-
«tada... de los cuales hay màs de 4 que se
«riegan cuando sobra agua de la que hay
«en el huerto grande.
3.° «Toda aquella otra hacienda Ua-
«mada Porta Reixada, situada en el
«termino de V'imbodí, de estension 6
«jornales...»
El precio fué 625,001 reales, de los que
en Tarragona a 28 de junio de 1842 pagó
la quinta parte con títulos del 5 por
ciento (3). La quinta parte suma 125,000
reales, iguales a 6,250 duros. En la bolsa
de Madrid del dia antes, o sea del 27, los
títulos del 5 se cotizaron de 31 Va ^ ^-*i
con lo que el pago quedo reducido a cosa
de un tercio de su valor.
I8l Por escritura ante D. Joaquin Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 17 de
octubre de 1842, D. Pedró Gil, vecino de
Madrid, compra al Estado: «toda aquella
«hacienda llamada de Arolas Plana Gine-
»bra ó Corrals Nous, de estension 176
«jornales, à saber 10 jornales de regadio,
«57 de tierra campa sembradura y 109
(::) Fol. 7&) del protocolo.
(5) Fol. 730 del protocolo.
350
LIBUO ILUCERO. — CAPITLLO SEXIO
«garriga carrascal, dos rediles derruidos
»y dos días de agua cada semana de la
«fuente que radica en dicha hacienda...
»que linda al N. con el río seco, ó sea
»riera grande de Titlla, al S. con los mo-
»jones del bosque, al E. con la riera ó
«barranco de CastellfuUit, y de O. con la
»riera de Torners, sito en el termino lla-
»mado Redondo jurisdiccion de Vim-
»bodí».
El precio no fué màs que400,OC0reales,
de los cuales pago la quinta parte en
Madrid en mayo de 1842 con titulos al
portador del 5 por ciento (1). 400,000 rea-
les equivalen a 20,000 duros. Su quinto
4,000 duros. En mayo en la bolsa de
iMadrid los titulos del 5 fluctuaron de 26 y
quebrado por ciento a 28 y quebrado. De
consiguiente, y suponiendo que la compra
de los titulos se hizo al 28 por ciento, los
4,000 duros costaron solo 1,120 duros.
^ Por escritura ante el notario don
Joaquin Fàbregas y Caputo, en Tarra-
gona a 25 de noviembrede 1841, D. Pedró
Gil compra al Estado: 1 .° «toda aquella
«hacienda llamada Riudebella, de esten-
»sion 207 jornales, à saber una pieza de
»tierra de 54 jornales de sembradura, 7
«jornales de regadío y 16 jornales garri-
»ga..., una casa llamada la Granja con
«su hera y pajar, dos rediles de ganado,
«dos lagares, una mina de agua... que
blinda... «
2° «Otra pieza de tierra llamada lo
sMallol, contigua A la primera de 28 jor-
«nales de tierra vina poco mAs ó menos
»con 400 avellanos y 10 jornales garriga
»ó carrascal, que linda...»
3.° «Otra pieza de tierra llamada la
»vina del Prior de 25 jornales de esten-
»sion, que linda...»
4." «Otra llamada IMingana de 24
«jornales de tierra de pan llevar, 4 jorna-
«les huerta ó regadio, una fuente, una
«balsa... y 21 jornales hiermo ó garriga,
«que linda...»
5.° «Otra pieza de tierra situada den-
«tro los muros ó mojones del bosque par-
(i) Fol. ^:;4 del protocolo.
«te plantada de vina, y parte inculta, de
«dimension junta 22 jornales, sita en el
«termino llamado Rodó y partida de Riu-
«debella, que linda...»
6." «Toda aquella casa sita en la calle
«mayor de Vimbodí, que linda...»
El precio fué 1.059,610 reales, de los
cuales paga la quinta parte en Tarragona
con titulos al portador del 4, del 5 y docu-
mentos interines del 4. Paga el procura-
dor de Gil con solo exhibir la carta del
pago hecho en Madrid a 2 de junio 1841.
Estàs fincas pertenecían a Poblet (2).
El precio de 1.059,610 reales equivalc
a 52,980 duros 10 reales. Su quinta parte
monta 10,596 duros.
I§l Por escritura ante D. Joaquin Fà-
bregas y Caputo, en Tarragona a 12 de
agosto de 1846, D. Isidro Roig y Estradé,
de Vimbodí, compra precedente de Po-
blet, al Estado una pieza de tierra, de
10 Va jornales de garriga, situada en Vim-
bodí, partida de la Mata, que lindaba a E.
con D. Antonio Frayse, a S. con la vina
llamada Granja, a O. con el barranco de
Castellfollit y a N. con la Riera. El pre-
cio fué de 20,100 reales, iguales a 1,005
duros; de los que pago en Tarragona el
mismo dia el quinto con metdlico SOS r. 24
m. en equivalència de 4,020 reales de titu-
los consolidades del 5, anadiendo el 2 por
ciento, o sea 16 r. 5 m. El computo de
aquellos se hace al tipo de 20 r. 4 m.
(cot." 2 mayo 46). De guisa que el com-
prador con 808 reales, iguales a 40 duros
8 reales, paga 4,020 reales equivalentes a
201 duros.
#S Por escritura ante don Joaquin
Cortadellas, en Tarragona a 21 de sep-
tiembre de 1848, don Miguel Clavé com-
pra, procedente de Poblet, al Estado, «un
«pedazo de terreno inculto llamado patio
»ó plaza del molino de aceite viejo de un
«octavo de jornal: otro llamado plaza
) del mclino de harina de un cuarto de
«jornal : el plan terreno del edificio
«derruido llamado corral de las paradas
»en union del plano de la hera, el trozo
(2) Fol. 77Í del protocolo.
MOXASÏERIO CIÍTLUCIEN'SE DC SANTA MARIA DE POELEr
351
»de tierra de labor y un pedazo de roque-
»ral de -V^ de jornal, los ladrillos de la
»hera y 222 varas de pared que pertene-
»ció al suprimido xMonasterio de Poblet,
»y situado en el termino de Vimbodí».
El precio fué de 9,000 reales, o sea 450
duros, de los que en Tarragona a 20 de
septiembre de 1848 pago el quinto con
247 reales 17 m. con metàlico, en equiva-
lència de 1,800 reales de deuda consoli-
dada del 5 computada al tipo de 13 ^1^ por
ciento (cot. 27 abril 184S) con el aumento
de 4 r. 32 m. del 2 por ciento (1).
I§l Por escritura ante don Joaquín
Fàbregas 3' Caputo, en Tarragona a 7 de
maj'o de 1840, don Antonio Balanà, veci-
no de F"iguerola, compra, procedente de
Poblet, al Estado, una casa con dos laga-
res llamada del Senor, situada en Figue-
rola, que al S. lindaba con la calle
Ma.yor donde abría puerta, por el precio
de 13,000 reales, o sea 650 duros, de los
que en Tarragona, a 7 de mayo de 1846,
paga el quinto con 590 r. 12 m. en metà-
lico, equivalentes a 2,600 en títulos con-
solidades del 5, al tipo del 22 r. 24 m.
(cotización de 16 febrero). El aumento del
2subió 11 r. 5m. (2).
I§l Por remate de 14 de febrero de
1822 y precio de 130,551 reales, don San-
tiago Tlieilig, del comercio de Tarrago-
na, compro al Estado <toda aquella casa
»sita en esta misma ciudad y calle vul-
»garmente llamada den Granada, que
»linda... por detràs con la Muralla que
»mira al Mar y delante con dicha calle
»donde saca puerta principal». Desposei-
do en 1823 3' reincorporado de esta casa
el monasterio de Poblet, cuya era, por
decreto de 4 de septiembre de 1835 se le
devuelve; 3' ahora por ante don Joaquín
Fàbregas y Caputo, en Tarragona a 3 de
abril de 1846, se le da esta escritura como
titulo de propiedad (3).
# Por remate de 5 de junio de 1821 3'
(0 Fol. ^o6 del protocolo.
(2) Fol. K)^ del protocolo.
(?) T'ol. 97 del protocolo.
precio de 57,546 reales, don Pablo Saurí
3' Briz compro al Estado «aquel almacen
»con solo paredes y tejado, sito en el
>'Puerto de esta Ciudad 3- calle nombrada
>de Smitli... que fué propiedad de... Po-
»blet». Saurí lo compro por cuenta de
don José Cirera, según reconocimiento
de 6 de junio de 1821. Al caer la Consti-
tución, Cirera fué despojado, y ahora se
le da en Tarragona ante don Joaquín
Fàbregas, a 20 de abril de 1841, un titulo
de propiedad (4).
il No hallé la escritura de la venta
de la gran finca llamada el Castillo de
Milmanda; però sé que la posee la famí-
lia del nombrado don Miguel Clavé, com-
prada o por él o por sus herederos o
individuos de dicha família, 3' que las
tierras miden grande extensión.
Hasta aquí las fincas contenidas dentro
los limites de la provincià de Tarragona.
En estos últimos anos, en que comen-
cé mis visitas al Cenobio populetano, los
mas de los terrenos de cultivo situados
alrededor del Monasterio, eran de don
Miguel Clavé y Espana. Y no solo los de
fuera la cerca exterior, sinó que las po-
sesiones de dicho senor se extendían al
interior, en el espacio que media entre la
dicha cerca exterior y la interior, o que
forma el recinto màs interno. Así las
casas situadas entre los dos recintos, con
otra que cae fuera, a él pertenecian (5). Y
bien pudiera ser que poseyera alguna ha-
cienda de Poblet.
Lo que en algunas de estàs propieda-
des haya obrado en obsequio de la con-
servación de aniigüedades la mano del
particular, lo dijo elocuentemente Toda
con las tristes y acerbas líneas no ha
mucho copiadas; y supongo no habrà
pasado cosa distinta en las restantes.
Lo que esta misma mano (segi'm las
teorías desamortizadoras, tan fecundas
en pròsperes resultados para la riqueza
piiblica) ha practicado en el extenso y
(4) Fol. 248 del protocolo.
(;) Me lo dijo el excursionista D. Juan Pous
en Barcelona a los j? de iunio de 1887.
352
LIEKO TERCERO. CAPJTILO SEXTO
secular bosque, lamentólo el mismo autor
por boca de «las puras y cristalinas tuen-
tes» del propio soto, «que aun hoy, que-
»jumbrosas bajan llorando la destruc-
»cion del bosque» (1); y lo pinto con
soberbias pinceladas màs abajo en los
términos siguientes: «Despues.... llego el
»ano 1835, la quema de Poblet y la des-
»truccion del bosque. El fuego y el hierro
»lo cruzó en todas direcciones: los pue-
»blos inmediatos se echaronhambrientos
»sobre él llevàndose los arboles seculares,
«orgullo de la montana que en su regazo
»los criaba, y el interesado egoismo de
»los que por la lev de desamortizacion
»obtuvieron su dominio acabo la funesta
»obra. (He oido decir que en 1887 con-
y>tinuaba aihi en gran parte en poder del
•hEstado. Ignoro si ann Iioy es de cl).
»Tan solo hoy, oh tú, solitario viajero,
»que buscando las beUezas de la natura-
»leza desafías los negros precipicios de
»aquella comarca, sobre los boixets ve-
»ràs el tronco robusto, però sin hojas ni
»ramaje, de altivo tejo que ha desafiado
»la fúria destructora de los hombres. Es
»el único que queda del afiejo bosque, y
»riéndose del fuego, mellando las segu-
»res que le atacaban, no consintió en
»moverse de las ruinas que le rodean.
»Parece la triste imagen del dolor allí
»dejada como acusacion eterna contra
»los que no vieron la belleza, la poesia,
»los encantos que encerraba el bosque
»de Poblet» (2).
Efectivamente, el actual poseedor (3) de
Milmanda (que ha formado alli una gran-
ja inmensa y pingüemente productiva)
me dijo, en dos distintas ocasiones, que
si en 1835 el bosque sufrió la devasta-
ción, luego retonó, de modo que él un
tiempo antes de la revolución septembri-
na, o sea de 1868, desde Poblet subió a la
Pena protegido contra el sol por la
abundante sombra del bosque; mas que
(i) Toda. Obra cit., pàg. 21.
(2) Obra cit., pàgs. 28 y 29.
ii) De cuando yo escribía estàs líneas, hoy
difunto.
poco después de la revolución el bosque
fué cortado. Unas tierras que poseyó
alli el mentado Clavé dan hoy miles y
miles de haces de lena.
Hasta aqui, como he dicho las fincas
que Poblet poseia en su provincià de Ta-
rragona. Resenemos a seguida las otras
muchisimas de la de Lérida:
#S «La heredad llamada Torre Ne-
»ral, de extension 300 jornales de tierra
«campa con 60 Alamos blancos pequefios,
>40 almendros, y 7,400 cepas con 140
>.olivos todo en mal estado, situada en el
»término de su nombre; linda a levante
»con el de Boldú, à medio dia y poniente
»con tierras de la heredad llamada del
>->Bisbe, y a Norte con el termino de
«Castellserà y las cuadras del paradell y
y.dcls falcons justipreciada por peritos
»3' capitalizado su valor por la Contadu-
»ría de amortizacion con arreglo à orde-
»nes 397,633 rs. 16 mrs. (4).
Se remato en Lérida el dia 13 de junio
de 1839 por el precio de 900,000 rs. (5).
fS «Una pieza de tierra campa titu-
»lada diumenge de 7 jornales, sita en el
«termino de Castellserà, linda à levante
»con el huerto de José Ginesta, à medio
»dia parte con comunales de Castellserà
»y parte con el camino de Mongay, à
»poniente con dicho camino y à norte
»con tierras de Manuel Casals*, tasada en
14,932 rs. (6).
Rematada en Lérida, en 13 de junio de
1839, en 80,000 rs. (7) a favor de donlgna-
cio Girona (8).
Castellserà hàllase sentado al NE. de
Lérida y a unos 35 kilómetros de distan-
cia, en terreno muy llano.
(4) Boletin oficial de la provincià de Lérida
del 50 de abril de 1839, pàg. 3.
(5) Boletin... cit. Suplemento del número del
28 de junio de 1839, pàg. 3.
(b) Boletin oficial..., cit. N." del 30 de abril
de 1839, pàg. 3.
(7) Suplemento al Boletin del n." de 2IS de
iunio de i8;!Q. pàg. 3.
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 10 de marzo
de 1842, pàg. 3.
MONASTEKIO CISTERCirNSF DE SANTA MARIA DE POBLET
353
l§l «Una casa llamada castillo sita
»en el pueblo de Castellserà calle de
»Sta. Maria, descubierta parte de ella
»con dos sileros, delante, y dentro un
«granero, bodega lagar y cuadra; tiene
»de altura ochenta palmes; y un corral
»contiguo à la misma: linda por orienta
»con el cementerio, a medio dia con dicha
»calle de Sta. Maria, à poniente y norte
»con camino que conduce a los Silos...,
»su valor en venta es el de 204,058 reales,
»y por esta cantidad se saca a subas-
»ta» (1).
1^ «Otra heredad en el termino de
«Almenara baja, partido de Balaguer, de
«estension 637 jornales en esta forma; 317
«tierra campa de muy mala calidad y 320
»jornales de monte pedregal para pastos;
»un corral de ganado con su casita para
»los pastores. Linda à orienta con el tér-
»mino de Almenara alta; à medio dia con
»la cuadra llamada de Agramunt, parte
»con el termino de Boldú y parte con el
»de la Fuliola; a poniente con la casa y
»tierras de Tarasó, y à norte con el tér-
»mino de Agramunt y con el de Ala-
»drell...» Tasada en 66,300 reales (2).
Rematada en Lérida a 24 de septiembre
de 1839 por la cantidad de la tasación (3).
^ «La heredad llamada Tarasó, tér-
»mino de su nombre, en el partido de
«Balaguer, de estension 336 jornales, en
«esta forma; 216 tierra campa con 170
«olivos y 4arboles frutales, y 120 jornales
«yerma para pastos con una casa de labor
»y corral para ganado: linda a oriente
icon termino de Almenara baja; à medio
«dia con el de Fuliola y Boldú, à poniente
»con el de Castellserà; y à norte con el de
«Aladrell...» Tasada 190,200 reales (4).
Rematada en Lérida a los 24 de septiembre
(i) Ho/elin oficial..., cit. N.' del o de junio de
iS^g, púg. j.
(2) lioletin oficial..., cit. N.' del i ? de agosto
de 1839, pàgs. 3 y 4.
(3) lioletin oficial..., cit. N. ' del J7 de sep-
tiembre de i8?9, p;ig. 3.
(4) lioletin oficial..., cit. N.'dcl i; de agosto
de 18 39, pàg. 3.
de 1839 por la cantidad de la tasación (5).
^ «Una heredad llamada Monsuà
'>compuesta de casa con sus correspon-
'/dientes oficinas, era y pozo y varias
»piezas de tierra de cabida 263 jornales,
«3 porcas en junto; los 153 jornales 9 por-
»cas de cultivo con 1064 cepas, 216 olivos
«jóvenes, y los 109 jornales, 6 porcas de
»prado con una fuente para abrevar:
«linda à oriente con el termino de Fulio-
»la, camino de Castellserà, y tierra de
«Andrés Balaguer; à medio dia con las
»de José Viladot de Boldú y...; à poniente
«con las de Pedró 3' termino de Masó;
»y à norte con lierras de Terres de Tà-
«rrega, Bautista Marsinach y termino de
"\a. Fuliola...>' Tasada en 128,513 reales (6).
Rematada en Lérida a 20 de enero de 1841
por 308,000 reales (7).
1^ «Una casa sita en el pueblo de
«Fuliola, de estension 3051 palmos super-
«ficiales y de altura 45 id. con un corral
»1063 palmos, un lagar y una bodega:
«linda. ..>' Tasada en 10,500 rs., por cuya
cantidad se saca a subasta (8). Rematada
en Lérida a 12 del mes (parece octubre)
de 1843 por 20,000 reales (9).
# «Una pieza de tierra llamada lo
«tros gran, sita en el termino del pueblo
«de Algerri, de estension 124 jornales y
«3 porcas: linda à .. à poniente con cami-
«no de Albesa... capitalizada en 15,000 rs.
»y tasada en 19,500 rs. por cu3'a cantidad
«se saca à subasta» (10). Rematada en
Lérida a 1 2 de (creo que el mes es octubre)
de 1843 por 80,400 reales (11).
(í) Boletin oficial.... cit. N. del --7 de sep-
tiembre de 1830, piig. 3.
(6) Boletin oficial..., cit. N. del is de diciem-
bre de 1840, pàg. 4.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del 29 de enero
de 1841. pàg. \.
(8) Suplemento al Boletin oficial del 0 de iu-
nio de 1845, pàg. 2.
(9) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de r.oviem-
bre de 184 í, pàg. 3.
(10) Suplemento al Boletin oficial... del j de
septiembre de 1843, pàg, 2.
(11) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de iS^?, pàg. 2.
354
MBRO TERCtUO. — CAPIILI.O SliXlO
Algerri dista de Lérida, a cuyo Norte
cae, 22 Ivilómetros. Por las circunstancias
de la presenta finca y muchas otras que
van resenadas a seguida apareceque for-
maban juntas una grande heredad en el
termino de Algerri, heredad que la Amor-
tización vende por partes para facilitar
la venta o compra.
I8l «Otra pieza de tierra llamada ca-
»mino de Almenar del pla del camino
»de Sta. Magdalena: sita en id. (tér-
»miiio de Algerri): de estension 65 jor-
»nales y 9 porcas: linda à Oriente con el
»camino de Almenar...: capitalizada en
»9,300 rs. y tasada en 10,000 por cuya
»cantidad se saca à subasta» (1). Remata-
da en Lérida a 12 del mes (parece de
octubre) de 1843 por 50,400 reales (2).
lÜ «Otra pieza de tierra llamada la
»font llarga sita en id. (termino de Algc-
y>rri): de estension 56 jornales: linda à... &
»medio dia con el tosal de la Matadella,
Ȉ poniente con el camino de Almenar, y
»à norte con tierras comunales: capità-
»lizada en 8,366 rs. 22 ms. y tasada en
»9,200 por cuya cantidad se saca à subas-
»ta» (3). Rematada en Lérida a 12 del mes
(parece de octubre) de 1843 por 20,000
reales (4).
^ «Otra pieza de tierra llamada à
»los tolls, sita en id. (termino deAlge-
r>rri): de estension 43 jornales y 7 porcas:
»linda A Oriente con el camino de Alme-
»nar...: capitalizada en 6,000 rs. y tasada
»en 7,000 por cuya cantidad se saca à
»subasta» (5). Rematada en Lérida a los
12 del mes (parece de octubre) de 1843
por 39,800 reales (6).
(i) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de iS_)3, pàg. 3.
(2) Bolstin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-»
bre de iS-fj, pàg. 2.
(í) Suplemento al Holetin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. ?,
(4) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de novieni-
bre de 1843, pàg. 2.
(5) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1845, pàg. 3.
(0) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843. pàg. 2.
% '<Otra pieza de tierra llamada cua-
»dró de la plana del sot, sita en id. (Al-
>•>gerri): «de estension 24 jornales: lin-
»da...: capitalizada en 3,000 rs. y tasada
»en 3,800 por cuya cantidad se saca à
«subasta» (7). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece de octubre) de 1843 por
7,200 reales (8).
I§l «Otra pieza de tierra llamada los
»torretas, sita en id. (tdrmim^de Algerri)
»de estension 22 jornales 9 porcas: linda
»a oriente con el camino de Menàrguens
»à... à poniente con el camino de Albesa
»y A norte con tierras del comun, tasada
»en 2,700 rs. y capitalizada en 3,600 por
»cuya cantidad se saca a subasta» (9).
Rematada en Lérida a 12 de octubre (el
anuncio omite la fecha, però parece que
es del mes de octubre) de 1843 por 17,200
reales (10).
#1 «Otra pieza de tierra llamada Pe-
»drera, sita en id. (termino de Algerri) de
»estension 18 jornales 10 porcas: linda à...
»a medio dia con el camino de Alme-
»nar... capitalizada en 2,600 rs. y tasada
»en 3,100 rs. por cuya cantidad se saca à
»subasta» (11). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece de octubre) de 1843 por
7,700 reales (12) por D. Isidro Graells. Mas
en el Boletin del 8 de agosto de 1844 es
declarado en quiebra para esta compra,
y así la pieza se saca a nueva subasta
por los mismos 3,100 reales.
#Sl «Otra pieza de tierra llamada mo-
»rada, sita en id. (termino de Algerri):
»de estension lójornalesy 2porcas: linda
»cl oriente con tierras comunales... à po-
»niente con camino de la huerta...capita-
(7) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
brc de 1843, pàg. 2.
(0) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(10) Boletin oficial..., cit. N.' del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
(11) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(12) Boletin oficial..., cit. N.°del 7 de noviem-
viembre de 1843, pàg. 2.
MON'ASTERIO CISli;RCIEN•SE DE SANTA MARIA DE POBLET
355
»lizada en 2,400 rs. y tasada en 2,800 por
»cuya cantidad se saca à subasta» (1).
Rematada en Lérida A 12 del mes (parece
ser de octubre) de 1843 por 5,900 rs. (2).
0 íOtra pieza de tierra al camino de
»Balaguer sita en \à.(térmitto de Algerri)
»de estension 15 jornales 1 porca: linda...
»à medio dia con Antonio Borràs y el
»barranco del pueblo, y à norte con el
«camino de Balaguer: capitalizada en
»2,400 rs. y tasada en 2,500 por cuya can-
»tidad se saca à subasta» (3). Rematada
en Lérida a 12 (parece que el mes es
octubre) de 1843 por 16,400 reales (4).
# «Otra pieza de tierra llamada ca-
«rnino de Almenar sita en id. (ténnino de
■siAlgerri): de estension 15 jornales: linda
»ií... y à norte con camino de Almenar:
»capitalizada en 2,300 rs. y tasada en
»2,400 por cu3•a cantidad se saca à subas-
»ta» (5). Rematada en Lérida a 12 del mes
(parece de octubre) de 1843 por 7,300
reales (6).
^ «Otra pieza de tierra al camino
»de Tarrós sita en id. {termino de Alge-
»r^/) de estension 11 jornales 9 porcas:
«linda... fi... y -k Norte con el camino de
«Tarrós. Capitalizada en 1,800 rs. y tasa-
»da en 1,900 por cuya cantidad se saca ò.
«subasta» (7). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece de octubre) de 1843 por
2,100 reales (8).
m «Otra pieza de tierra llamada
(0 Suplcmentn al liolelin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pag. 2.
(2) lioUtiu oficial..., cit. !\. ' del 7 de noviem-
hre de if^-(3, pàg. ->.
(?) Suplcmeiilo al liolelin oficial... del j de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(4) Holetin oficial..., cit. N.° del 7 de noviem-
bre de 184?, púg. 2.
(5) Suplemenlo al Holetin oficial... del 2 de
septiembre de 1*^43. pàg. 1.
(6) liolelin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
brc de 11^4?, pàg. 2.
(7) Suplcmenlo al liolelin oficial... del 2 de
septiembre de 184?, pàg. 2.
(8) liolelin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
«tosal de las forcas sita en id. (térn/iuo
» de Algerri): de estension 11 jornales 1
»porca; linda... à poniente con tierras
«comunales... capitalizada en 1,800 rs. y
»tasada en id. por cuya cantidad se saca
»à subasta» (9). Rematada en Lérida a 12
del mes (parece serà octubre) de 1843 por
6,200 reales (10).
m «Otra pieza de tierra llamada la
«balsa nueva sita en id. (te'rttiiuo de Al-
y>gerri): de estension 9 jornales y 9 por-
»cas: linda...: capitalizada en 1,500 rs. y
»tasada en 1,500 rs. por cuya cantidad se
«saca à subasta» (11). Rematada en Lérida
a 12 del mes (parece de octubre) de 1843
por 3,000 reales (12).
Ü «Otra pieza de tierra lo sort del
«camp sita en id. (termino de Algerri) de
«estension 5 jornales 9 porcas, linda à
»oriente con el camino de Menàrguens...
Ȉ poniente con el camino de Albesa...
»Tasada en 800 rs. y capitalizada en 900
»por cuya cantidad se saca à subasta» (13.)
Rematada en Lérida a 12 (creo de octubre)
de 1843 por 4,600 (14) a favor de D. Isidro
Graells. Mas en el Boletín de 8 de agosto
se le declara en quiebra para esta com-
pra, y la finca se saca a nueva subasta.
% «Otra pieza de tierra al camino
«de la Figuera, sita en id. (termino de
y>Algerri): de estension 3 jornales 2 por-
»cas: linda à... à poniente con el camino
»de la Figuera...: capitalizada en 333 rs.
«11 ms. }' tasada en 500 rs. por cuya can-
«tidad se saca à subasta» (15). Rematada
(o) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843. pàg. 2.
(o) Holetin oficial..., cit. N. del 7 de noviem-
brc de 184?, pàg. 2.
(11) Suplemento al liolelin oficial... de\ 2 de
septiembre de 184?, pàg. 2.
(12) Bolclin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1845, pàg. 2.
(13) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 184-;, pàg. 2.
(14) Boletin oficial.... eh. N. del 7denoviem•
bre de 1843, pàg. 2.
(15) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
356
LIBIiO TERCERO. CAPIÏL'I.O SEXTO
en Lérida a 12 del mes (parece de octu-
bre) de 1843 por 1,000 reales (1).
0 «Otra pieza de tierra Uamada par-
»tida de roca roija, sita en id. (térrnitto
y>cie Algerri): de estension 3 jornales 7
»porcas: linda à oriente con el camino de
»roca roija... à poniente con el termino
»de Ibars...: capitalizada en433rs. 11 mrs.
»y tasada en 550 por cuya cantidad se
»saca à subasta» (2). Rematada en Lérida
a 12 del mes (parece de octubre) de 1843
por 2,000 reales (3).
^ «Otra pieza de tierra Ilamada Ru-
«vinals, sita en id. (termino de Alge-
rri) de estension 3 jornales 6 porcas:
»linda A oriente con el termino de Menar-
»guens à poniente con el camino de
»Albesa... tasada en840rs. y capitalizada
»en 900 por cuya cantidad se saca à subas-
»ta» (4). Rematada en Lérida a 12 (creo
que el mes es octubre) de 1843 por 2,600
reales (5).
#^ «Otra pieza de tierra Ilamada Ru-
»vinals al camino de Menàrguens, sita
»en id. (termino de Algerri) de estension
»3 jornales y 6 porcas: linda... a poniente
»con camino de Menargues (sirí... Tasada
»en 850 rs. y capitalizada en 900 por cuya
«cantidad se saca à subasta» (6). Rema-
tada en Lérida a 12 (creo que el mes es el
de octubre) de 1843 por 8,700 reales (7).
ff «Otra pieza de tierra, sita en id.
■h(Algerri); de estension 3 jornales y 3
»pasos: linda... à poniente con camino de
«Menarges... Servirà de tipo en la subas-
(i) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843. pàg. 2.
(2) Suplemenlo al Boletin 'oficial... del j de
septiembre de 18-I3, pàg. 3,
(3) Boletin oficial..., cit. N.° de! 7 de novicm-
bre de 1843. pàg. 2.
(4) Suplemento al Boletin oficial... del j de
septiembre de 1843. pàg. 2.
(5) Boletin oficial..., cit. N.° del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
(6) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de novlcm-
bre de 1843, pàg. 2.
»ta la cantidad de 1 ,300 rs.» (8). Rematada
en Lérida a 6 de abril de 1843 por 4,500
reales (9).
^ «Otra pieza de tierra Ilamada al
»tros de ruvinals, sita en id. (tdrmino de
y> Algerri], de estension 2 jornales 7 por-
»cas: linda A oriente con camino de
«Menargues... à poniente con camino de
«Albesa y à Norte con el camino de Me-
«nargues y Juan Palau. Tasada en 600 rs.
»y capitalizada en id. por cuya cantidad
«se saca A subasta» (10). Rematada en
Lérida a 12 (parece que el mes es octubre)
de 1843 por 13,000 reales (11). No se com-
prende tan enorme diferencia entre la
cantidad de la tasación 600 rs. y la del
remate 13,000; mas como en las fincas
siguientes viene repetida la anomalia,
se ve que no procede de un error de
imprenta, sinó de una causa que ahora y
aquí es imposible encontrar.
#^ «Otra pieza de tierra Ilamada ru-
«vinals sita en el termino de Algerri:
«de estension 2 jornales, 2 porcas: linda à
«oriente con camino de Albesa... Tasada
«en 525 rs. y capitalizada en 600 por cuya
«cantidad se saca à subasta» (12). Remata-
da en Lérida a 12 (parece que el mes es
octubre) de 1843 por 4,900 reales (13). To-
pamos aquí con la misma anomalia de la
finca anterior.
#^ «Otra pieza de tierra sita en el
«termino de Algerri, de estension 2 jorna-
»les 2 porcas, linda A... A Norte con cami-
«no de Albesa. Renta proporcionada de
«la general 31 rs. vn... Servirà de tipo en
(8) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 2.
(q) Boletin oficial..., eh. N." del 15 de abril
de 1843, pàg. 4.
(10) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(11) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
(12) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
(i 3) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
MONASÏEKIO CISTEKCIE.NSE DE SANTA MARIA DE POBLET
357
>4ci subasta la cantidad de 933 rs.» (1).
Rematada en Lérida a 6 de abril de 1843
por 3,100i-eales(2).
#3l «Otra pieza de tierra llamada Ru-
«vinals sita en id. í termino de Alge-
rri): »de estension 1 jornal: linda à à
»Norte con camino de Albesa: tasada en
»250 rs. y capitalizada en 300 por cuya
»cantidad se saca íl subasta» (3) Remata-
da en Lérida a 12 (parece que el mes
es octubre) de 1843 por 2,ó00 reales (4). La
misma anomalia.
% «Una pieza de tierra sita en el
«termino de Algerri partida dels Rubi-
'•nals, de estension 10 porcas y cuatro
»pasos: linda a oriente.... y à norte con
«camino de Albesa. Produce en arriendo
»13 rs. vn. cuj'a cantidad se le ha dado
»proporcionalmente de la de 3,445 en que
»se halla en arriendo toda la hacienda, y
»vence en 29 de setiembre de 1845. Servi-
»rà de tipo en la subasta la cantidad
»de 400 rs.» (5). Rematada en Lérida a 6
de abril de 1843 por 1,800 reales (6). Sigue
aquí la anomalia.
Las palabras: «en que se halla en
»arriendo toda la hacienda» dan clara-
mente a entender que todas las piezas de
tierra formaban una sola hacienda, la
que el Estado, para facilitar la venta,
dividió en trozos.
iSl «Otra pieza de tierra llamada
»sot vells, sita en id. (termino de Al-
y>gerri): de estension 6 porcas: linda à
»mediodía con el rio, & poniente con la
»carrerada y à norte con la acequia del
»sot tasada en 200 rs. y capitalizada en
»266 rs. 22 mrs. (il3 duros 6 reales!), por
(i) Suplemento al Boletin oficicil... del 2 de
marzo de 18^5, púg. -'.
{3) Boletin oficial del i í de abril de iN^?. pà-
gina 4.
(3) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 11^45, pàg. 2.
(4) Boletin oficial..., cit. N. ' del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 2.
(5) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
mar/o de 1S4;, pàg. 2.
(6) Boletin oficial del 15 de abril de 1843, pà-
gina 4.
»cuya cantidad se saca à subasta» (7).
Rematada en Lérida a 12 del mes (parece
de octubre) de 1843, por 2,000 reales (8).
Continua la anomalia.
^ «Otra pieza de tierra cercado con-
»tiguo à dicha villa (de Algerri), de
»estension 2 porcas y 2 pasos tierra cam-
»pa con su puerta y una cabana derrui-
»da.... Servirà de tipo en la subasta la
»cantidad de 2,26ó rs.» (9). Rematada en
Lérida a 6 de abril de 1843 por 2,466
reales (10).
^ «Una casa sita en el pueblo de
»Algerri que perteneció al suprimido
»monasterio de Poblet, de estension 434
»varas y de altura 43 palmos con un gra-
»nero de 300 varas superficiales: otro id.
»de 403 varas id. y una galeria de 72
»varas id. por la cual se pasa desde la
«casa a dichos graneros y un corral
«entre los dos expresados graneros y la
«casa cuya entrada està à la parte de
«poniente de la misma, tiene de estension
»otro corral de 515 varas superficiales
«linda por todas partes con calles del
«pueblo.... Capitalizada en 22,500 rs. y
«tasada en 104,000, por cuya cantidad
«se saca por primera vez a subasta» (11).
El dia senalado no pudo celebrarse la
subasta por falta de licitador. En el Su-
plemento al Boletin del 2 de diciembre
de 1843 se saca nuevamente a subasta.
^ «Un corral de ganado sito en id.
■i>(término de Algerri): de estension 1,306
»varas superficiales; linda à oriente....
«à poniente con la calle de la Fuente....;
»capitahzado en 3,150 rs. y tasado en
»8,000 por cuya cantidad se saca à su-
«bastà.
(7) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 5.
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de 1843. pàg. _>.
(i)) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 184?, pàg. 2.
(10) Boletin oficial... N.' del 15 de abril de
1843. pàg. 4.
(11) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 2.
358
LlURO TERCERO. — CAPJTULO SENTO
»Se hallan arrendadas las fincas sitas
»en el termino del pueblo de Algerri en
»la cantidad de 3,283 rs.... Son de primera
»subasta» (1).
Esta circunstancia da pie, como dije
arriba, para pensar que todas estàs
fincas de Algerri formaban una sola
heredad.
m «Una casa sita en el pueblo de
»Algerri consta de un primer piso,
»bajos y un corral tienen de largo 179
»palmos por 144 de ancho; y 32 de altu-
»ra; formanda una superfície de 179 va-
»ras cuadradas. Linda à oriente con la
»plaza llamado de la Duia, à medio (sic)
-^•con la calle de Portomeu, à poniente
»con la plaza de la iglesia, y à norte con
»la calle del horno de la villa. Ha sido
»capitalizada en 4,402 reales y tasada en
»26,500 reales; por cuya....» (2).
^ «Una hera de trillar sita en el
»mismo termino de Algerri tiene de
»estension 246 palmos de largo y 175 de
»ancho: formando una superfície de cua-
»renta y tres mil cincuenta palmos
«cuadrados.... Ha sido capitalizada en
»4,499 reales 4 maravedises y tasada en
»8,520 reales, por cuya....» (3).
Hasta aquí la heredad de Algerri. Si-
gne la de Menàrguens, villa a 17 kiló-
metros al N. de Lérida, heredad también
para la venta, dividida en porcioncitas.
ÜI «Una pieza de tierra en el termino
»de la villa de Menarges y partida de
»Farfana de 55 jornales: linda a oriente
»con tierras de Sebastian Miralles, à Me-
»dio dia con otras de Ramon Cortada, à
»poniente con el camino de Castelló, y
»D. José Ruvies y parte con Juan Alon-
»so y à norte con el rio Farfana....»
Tasada en 7,200 rs. (4). Rematada en
(i) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
septiembre de 1843, pàg. 5.
(2) Suplemento al Boletin oficial... del 29 de
octubre de 1849, pàg. 3.
(3) Suplemento al Boletin oficial... del 20 de
octubre de 1S49, pàg. 3.
(4) Suplemento al Boletin oficial... del 28 de
junio de 1839. pàg. 4.
Lérida a los 14 de agosto de 1839 por
10,000 reales (5).
^ «Una pieza de tierra campa llama-
»da la coma sita en el termino de me-
»nargues, de estension 26 jornales 5 por-
»cas: linda à oriente con camino de
»Lérida....» Tasada en 3,500 reales (6).
Rematada en Lérida a 12 del mes (pa-
rece de octubre) de 1843 por 13,300 rea-
les (7).
% «Otra pieza huerta en el mismo
»término (de Menàrguens) y termino íiel
»cap de la vila de (sic) 25 jornales; linda
»à oriente con la acequia, à medio dia
»con tierras de Antonio Prats y Fonto-
»ba; à poniente con otras de Antonio
»Costafreda, y viuda Maria Montal, à
»norte con la acequia....» Tasada en
27,500 rs. (8). Rematada en Lérida a 14 de
agosto de 1839 por 33,500 reales (9).
^ «Otra pieza de tierra en el citado
»término {de Menàrguens) partida con-
»tigua à la casa de 13 jornales, linda à
»oriente con un brazal llamado de Lérida,
»à medio dia con tierras de D. José Ru-
»vies, à poniente con dicha casa, y à norte
»con otras de la viuda Escobà, Antonio
»Costafreda, Antonio Cimandes, José
»Bosch y otros...» Tasada en 27,600 rea-
les (10). Rematada en Lérida a los 14 de
agosto de 1839 por 36,000 reales (11).
^ «Una pieza de tierra campa de 2.^
»calidad llamada la Sort del moli de 5
«jornales, sita en el propio termino [de
•DMenargneus); linda...» Tasada en 14,400
(í) Boletin oficial..., cit. N. del 27 de agosto
de 1839, pàg. 4.
(6) Suplemento al Boletin oficiat... del 9 de
iiinio de 1843, pàg. 2.
(7) Boletin oficial..., cit. N.' del 7 de noviem-
bre de 1843, pàg. 3.
(S) Suplemento al Boletin oficial... del 28 de
junio de 1839, pàg. 4.
(9) Boletin oficial..., cit. N.' del 27 de agosto
de 1839, pàg. 4.
(10) Suplemento al Boletin oficial... del 28 de
junio de i8;o. pàg. 4.
(11) Boletin oficial..., cit. N." del 27 de agosto
de 1839. pàg. 4.
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
359
reales(l). Rematada en Lérida a 29 de
diciembre de 1840 por la cantidad de la
tasación (2).
líl «Un huerto de 3 porcas de tierra
>'de 1.^ calidad en la partida de vedat y
i•^huerta de dicha villa de Menarges; lin-
»da...» Tasada en 2,666 reales (3).
m «Un molino harinero arruinado,
»sito fuera y cerca de la villa de Menar-
»gues: de latitud 35 palmos, de longitud
»3<S, y de altura 40: sus lindes son por ;
»a medio dia con camino que baja a la
»'huerta de dicha villa-.. y à Norte con la
>'acequia que baja el agua al referido
xmolino: ha sido tasado en 9,600 rs...» (4).
1^ «Una casa con prensa para aceite
»y corral sita en la calle mayor del pue-
»blo de Menarí^es: linda por delante con
»la calle del horno... Tasada en 19,131
>M-eales» (5). Rematada en Lérida a 29 de
diciembre de 1840 por el precio de la tasa-
ción (6).
I8l «Una era para trillar en la partida
»del eral de arriba de .5 porcas termino
«de dicha v'úla.' de3JeHarguensJ;Vmda-.y>
Tasada en 680 reales (7). Rematada en
Lérida a 29 de diciembre de 1840 por el
precio de la tasación (8).
Hasta aquí la heredad de Menàrguens.
Sigue la de Montblanquet llamada la
Virgen del Tallat, situada a vista del
cenobio en un pico distante de él unas dos
leguas, però en tierra de la provincià de
Lérida. Montblanquet està sentado al O.
(i) Holctin oficial..., oit. N. del ii de octubre
de i8^o. pà^t. 2.
(2) Holclin oficial..., cit. N. del 12 de eneio
de IS^I. p;ig. 5.
(í) Bolctin oficial..., cit. N. del ii de octubre
de i8^o, pàg. 2.
(4) lioletin oficial..., cit. N. del 1 1 de julio
de i8^<), pàjr. 5.
(ï) íiotelíii oficial..., cit. N. del li de octubre
de i.S^o. pdg. 2.
(ó) lioletin oficial.... cit. N. del 12 de enero
de 1841. pàg. ?.
(7) lioletin oíicial..., cit. N. del (1 de octubre
de 1840, pàg. 2.
(8) lioletin oficial..., cit. N. del 12 de enero
de 1841, pàg. ?.
de Lérida }• a unos 41 kilómetros de ella.
«El Tallat era un grandioso edificio con
»capilla y patio, de hermosísimas lineas
»ojivales del siglo xv j tenia las posesio-
>;nes siguientes: 82 jornales de tierra de
»pan llevar y 293 de bosque, sitos en
«Montblanquet y 10 jornales mas en el
«termino de Rocallaura.» Así, sacàndolo
de la Gaceta de Madrid en que se anun-
ciaba la subasta de 1822, lo escribí en mi
primera obra (9). Ahora aquí copiaré a
seguida los anuncios de las subastas de
los aíios posteriores al 1835 de las tierras
que Poblet tenia en el termino de Mont-
blanquet, que se ve no son otras que las
que antes de aquel nefasto ano formaban
la hacienda del Tallat. Mas antes van
algunas noticias referentes a los postre-
ros tiempos del Tallat y al paradero de sus
mejores prendas.
Poblet, después de la adquisición del
Tallat (1509), habíalo enriquecido ensan-
chando el edificio, proveyéndolo de bue-
nos albergues para los peregrinos, y
dotàndole del retablo de la Virgen con
San Bernardo a su pie. Las persecuciones
del tiempo constitucional motivaron que
el Prior se retirase del Priorato a Poblet,
quedando aquel en mano de los agricul-
tores que cultivaban las tierras. Dis-
putàronse la posesión de la venerada
Virgen del Tallat tres de los pueblos
comarcanos, Rocallaura, Blancafort y
Montblanquet. La autoridad arzobispal
fallo a favor del primero, y en 8 de marzo
de 1822 la imagen pasó al templo parro-
quial de Rocallaura. «Se trasladarontam-
»bien à Rocallaura retablos, exvotos,
»entre ellos las cadenas delcautivo Miró,
«documentos, y las campanas, bien que la
»mayor pasó k Poblet. El altar ma5"or se
»llevó il Blancafort, y losdemàs objetos à
»la iglesia de ^Montblanquet, entre los
«cuales estil el retablo que representa la
»aparicion de la Virgen al pastor ..» (10).
(o! Las caias de religiosos..., tomo I, pàgina
20').
(10) D. Antonio Palau. í.a Conca de Tiarheri
pàg. 21;.
360
LIBRO TERCERO. — CAPIIULO SEXTO
El Estado, como dije arriba, vendió esta
finca, que paro en ruinas. «El propietario
»de estàs... vendió la galeria gòtica y la
»cren del Tallat à un aficionado de Reus.»
La galeria, como también escribí, la ha
después comprado el editor D. Ramon de
Montaner y la ha montado en su quinta
de Canet llamada Santa Florentina (1).
^ «Un bosque plantado de pinós,
«partida del tosal gros en dicho termino
>->{i1e Moiiblanquet) de estension 28 jorna-
»les: linda a oriente y norte con fincas
»de la misma {del Tallat)^ à medio dia
»con termino de Blancafort 3' à poniente
»con el de Monblanquet... Servirà de tipo
)en la subasta la cantidad de 2,240 rs.» (2).
Rematada en Lérida a 6 de abril de 1843
por 3,440 reales (3).
% «Otra pieza de tierra matorral,
»llamada bosque dels puets, sita en id.
MMonhlanquet) de estension 27 jornales
»5 porcas: linda à oriente y medio dia con
»la referida hacienda {del Tallat), à
»poniente con el termino de Monblanquet
»y à norte con el de Montesquiu... Servi-
»rà de tipo en la subasta la cantidad de
>:'2,195 rs.» (4). Rematada en Lérida a 6 de
abril de 1843 por 4,195 reales (5).
% «Otra pieza de tierra llamada vina
»sita en id. (Monthlauqnet) de estension
»5 jornales yermoy 10 jornales matorral:
»linda à oriente y medio dia con la misma
»hacienda {del Tallat) y à poniente y nor-
»te con el espresado termino de Monblan-
»quet... Servirà de tipo en la subasta la
»cantidadde 4,050 rs.» (6). Rematada en
Lérida a 6 de abril de 1843 por 4,250 rea-
les (7).
(i) d. Antonio Palau. Obra cit., pàg. 221.
(2) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843. pàg. 3.
(3) Boletin oficial... del 1 5 de abril de 1843,
Pàfí- -1-
(4) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de ií:*-)3, pàg. 3.
(5) Boletin oficial... de\ içde abril de i8-)3.
pàg- 4-
(6) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 3.
{7) Boletin oficial... del 15 abril 1843, pàg- 4-
^ «Una pieza de tierra llamada vina
> del hort, sita en el referido termino de
»Monblanquet, de estension 4 jornales:
»linda à oriente y medio dia con la refe-
>/rida hacienda (del Tallat), ú poniente
»con el termino de Monblanquet y à
»norte con el de Montesquiu... Servirà de
»tipo en la subasta la cantidad de 2,880
»rs.» (8). Rematada en Lérida à 6 de abril
de 1843 por 3,080 reales (9).
^ «Otra pieza de tierra llamada pla-
»na de la cometa sita en dicho termino
»(de Monblanquet), de estension lOjorna-
»les, 7 porcas, parte cultivo y parte in-
»culta; linda por todas partes con fincas
»de la misma (del Tallat}... Servirà de
»tipo en la subasta la cantidad de 5,620
»rs.» (10). Rematada en Lérida à 6 de
abril de 1843 por 5,820 reales (11).
^ «Otra pieza de' tierra llamada pla-
»na sita en id. (termino de Moiitblanqtiet)
»de estension 9 jornales 6 porcas la mitad
«cultivo y la otra yermo linda à oriente y
»norte con el termino de Rocallaura à
»medio dia y poniente con dicha hacienda
■»{del Tallat). Servirà de tipo en la subas-
»ta la cantidad de 5,380 rs.» (12). Rematada
en Lérida a 6 de abril de 1843 por 5,580
reales (13).
#^ «Otra pieza de tierra llamada pla-
»na del hera sita en dicho termino de
«Monblanquet de estension 4 jornales cul-
«tivo y 5 jornales 9 porcas yermo: linda
«à oriente y medio dia con el termino de
«Rocafort, à poniente }• norte con la refe-
«rida hacienda {del Tallat)... Servirà de
«tipo en la subasta la cantidad de 4,490
(8) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 3.
(9) Boletin oficial... del ií de abril de 1843,
pàg- 4-
(10) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 3.
(11) Boletin oficial... del 15 de abril de 1843,
pàg- 4.
(12) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 2.
(13) Boletin oficial... del 15 de abril de 1843,
pàg- 4-
MONASÏERIO CISTERCIENSE DE SANTA .MARIA DE POBl-ET
361
»rs.» (1). Rematada en Lérida a 6de abril
de 1843, por 8,690 reales f2).
^ «L'na pieza de tierra campa 11a-
»mada plana de los monjes sita en el tér-
»mino de Monblanquet, de estension 8
»jornales 11 porcas parte campa y parte
»yerma: linda à oriente con la carretera
»de Monblanquet, a medio dia con el
»término de Rocafort à poniente y norte
>>con la hacienda llamada del Tallat, de
»la que es parte esta... Servirà de tipo en
»la subasta la cantidad de 6,080 rs.» (3).
Rematada en Lérida a 6 de abril de 1843
por 8,880 reales (4).
^ «Otra pieza de tierra llamada
>:plana del Conco sita en el mencionado
>/término de Monblanquet de estension 2
»jornales y 6 jornales 3'ermo linda por
»todas partes con lincas de la misma
»hacienda ^rfc/ Tallat)... Servirà de tipo
»en la subasta la cantidad de 5,380 rs.» (5).
Rematada en Lérida a 6 de abril de 1843
por 5,580 reales (6).
ISI «Otra pieza de tierra contigua à
»la anterior 'la plana del Conco) de esten-
»sion 2 jornales cultivo y 6 yermo: linda
»por todas partes con fincas de la misma
»hacienda frft'/ Tallat)... Servirà de tipo
ven la subasta la cantidad 4,160 rs.» (7).
Rematada en Lérida a 6 de abril de 1843
por 4,360 reales (8).
Con fecha del 5 de septiembre de 1845 el
Bolet in oficial de la provincià de Lérida
anuncia la subasta de «las id. (tierras)
(i) Suplemento al Bolclin oficial... del 2 de
marzo de 1843. pàg. 2.
(2) Boletin oficial... del 15 de abril de li^^j,
pàg. -I-
(f) Suplemento al BoU'lin oficial... del 2 de
marzo de 1843, pàg. 2.
(4) lloletin oficial... de\ lí de abril de 184;.
pàg. 4.
(s) Suplemento al liolelin oficial... del 2 de
marzo de 18-13. püg. 2.
(6) liolelin o/icial... dc\ líde abril de 1.^4?.
pàg. 4.
(7) Suplemento al Boletin oficial... del 2 de
marzo de 1843. pàg. 3.
(8) Boletin oficial... del i^ de abril de 1843.
pàg. 4.
»que en el termino de Monblanquet perte-
«necieron al Monasterio de Poblet llama-
»das Tallat» (9j. Este anuncio, posterior
de dos afios y cinco meses a los de los
remates de las próximas anteriores reia-
tadas fincas, nos obliga a creer una de
dos cosas: 0 que las resenadas tierras no
formaban la totalidad de la hacienda
Tallat y ahora se van a subastar las res-
tantes; o que aquelles remates de 1S43, o
algunos de ellos, quedaron nulos, y por
Ió mismo se procede a nueva subasta.
Hasta aquí Monblanquet o el Tallat:
siguen las fincas del termino de Albagés,
pueblo del S. de Lérida y a 21 kilómetros
de ella.
^ «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino (de Albagés) y la misma
^partida fia Vall de Anig) con 105 olivos
»pequenos; de estension 11 jornales,..:
«linda por oriente y poniente con tierras
»de la nacion...; capitalizada en 9,600 rs.
»y tasada en 12,200 rs. por cuya...» (10).
Llama tierras de la nación a otras sin
duda procedentes de propiedad del mismo
Poblet, y así se comprende que juntas
formaran una hacienda.
^ «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino (de Albagés) y la misma
»partida (de la Vall de Anig) con 26 oli-
»vos y 102 almendros...: de estension 5
»jornales 4 porcas: linda por oriente con
«tierra de la nacion, mediodía 5' norte con
»id...: capitalizada en 4,200 rs. y tasada
»en 7,200 por cuya...» (11).
181 «Otra pieza de tierra sita en el mis-
»mo termino [de Albagés \ y la misma par-
»tida (de Cantallops) de estension 4 jorna-
»les tres porcas. . . linda. . . y norte con cami-
»no publico: ha sido capitalizada en 4,800
»rs. y tasada en 8,400 rs. por cuya... (12).
ISI «Otra pieza de tierra sita en el
(9) Pàg. 4-
(10) Boletin oficial..., cit. N." del 2, de sep-
tiembre de 1848. pàg. 3.
(11) Boletin oficial..., cit. N. del 25 de sep-
tiembre de 1848, pàg. 3.
(12) Boletin oficial..., cit. N. del 2í de sep-
tiembre de 1848, pàg. 4.
362
LIBRO TERCERO. CAPITULO SE\TO
»mismo termino (de Albagés) y la misma
«partida {de la Vall de Anig) con 55 oli-
»vos y 33 almendros: de estension 4 jor-
»nales 8 porcas... linda... y à norte con la
»sierra: capitalizada en 6,0C0 rs. y tasada
»en 6,215 rs. por cuya...» (1).
^ «Otra pieza de tierra en el mismo
»término (de Albagés) y la misma partida
y>(dela Vall de Anig) con 65 olivos y 38
5>almendros de estension 4 Jornales 3 por-
»cas...; linda por oriente y poniente con
»tierras de la nacion, a mediodía con la
»sierra y parte con Jaime Oliveres y nor-
»te con la sierra: ha sido capitalizada en
»3,233 rs. 14 ms. y tasada en 5,001 rs. por
»cuya...» (2).
^ «Una pieza de tierra sita en el tér-
»mino de Albagés en la partida de la
»Vall de Anig, con 70 olivos, 40 almen-
»dros y 100 cepas, de estension 4 jornales
»y 2 porcas... linda por oriente y ponien-
»te con tierras de la nacion, medio dia
»con la sierra... capitalizada en 3,633 rs.
»11 ms. y tasados en 6,820 reales por
»cuya...» (3).
^ «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo (termino de Albagés) partida del
»Farraginal de estension 3 jornales 4 por-
»cas...: linda por oriente con camino de
»Castelldasens... poniente con tierras de
»la nacion. . capitalizada en 3,000 rs. y
»tasada en 6,400 rs. por cu\'a...» (4).
^ «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino de Albagés partida de la
»Vall de Anig, con 88 olivos, de estension
»3 jornales 2 porcas...: linda por oriente
>;y poniente con tierras de la nacion y à
»mediodía y norte con la sierra: ha sido
«capitalizada en 3,300 rs. y tasada en
»4,320 rs. por cuya...» (5).
(i) Boletin oficial..
tiembre de i8-)8. pàg. 5.
(2) Boletin oficial..
tiembre de I8^S, pàg. ^.
(3) Boletin oficial..
tiembre de i8-)S. pàg. í.
(4) Boletin oficial..
tiembre de 18-18, pàg. 4.
(5) Boletin oficial..
tiembre de i8-(8, pàg. 3.
N.'
del
25 de sep-
N.'
del
2^ de sep-
N.
del
25 de sep-
N.
del
2í de sep
N.
del
25 de sep
1^ «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino (de Albagés) y la misma
«partida (de Cantallops) de estension 3
«jornales 2 porcas, .con 73 almendros...,
«linda por oriente con tierras de la na-
«cion, mediodía con camino publico...:
«capitalizada en 3,733 rs. 17 mr. y tasada
»en 6,350 por cuya...» (6).
^ «Otra pieza de tierra sita en el
«mismo termino (de Albagés) y partida
«dels Homs con 12 olivos y 12 almendros
«de estension 2 jornales 3 porcas... linda
«por oriente con tierra de la nacion,
«mediodía con la sierra... capitalizada
»en 1,433 rs. 14 ms. y tasada en 2,500 rs.
«por cuya...» (7).
^ «Otra pieza de tierra sita en el
«mismo termino (de Albagés) y la misma
«partida (dels Homs) con 21 olivos 18
«almendros de estension 2 jornales 2 V2
«porcas...: linda por mediodía con la Sie-
«rra, poniente con camino publico y norte
«con la Sierra; capitalizada en 1,733 rs. y
»14 ms. y tasada en 2,650 reales, por
«cuya.. » (8).
^ «Una pieza de tierra sita en el
«termino de Albaigés en la partida del
«Torrente con un olivo y un almendro
«de estension 2 jornales....: linda.... y
«norte con la Sierra: capitalizada en
«3,000 reales y tasada en 4,020 rs. por
»cuya....« (9).
^ «Otra pieza de tierra campa sita
»en el mismo termino (de Albagés) y
«partida de la Borga de estension 2 jor-
«nales: linda por oriente con camino de
«las heras, mediodia con las heras....:
«capitalizada en 2633 rs. 14 mrs. y tasada
«en 4,200 rs. por cuya.... (10).
(6) Boletin oficial...,
tiembre de 1848, pàg. 4.
(7) Boletin oficial...,
tiembre de 1^*48, pàg. 3.
(8) Boletin oficial...,
tiembre de 1848. pàg. 3.
(g) Boletin ojicial...,
tiembre de 1848, pàg. 4.
(ro) Boletin oficial..
tiembre de 1848, pàg. 3.
N.° del
N." del
N.° del
N. del
, N. del
25 de sep-
25 de sep-
25 de sep-
25 de sep-
25 de sep-
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POGLET
363
l8l «Una pieza de tierra sita en el
»mismo termino (de Albagés) partida de
»las Forcas de estension 1 jornal 8 por-
»cas.... linda por oriente con el cemente-
»rio del pueblo.... ha sido capitalizada en
»933 rs. 20 mrs. y tasada en 1,040 rs. por
»cuya....» (1).
I8l «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo (Albagés) y en la misma partida
•)>(de Vall de Atiig) con 7 almendros de
»estension I jornal 1 porca linda por
»oriente y poniente con tierras de la
»nacion, à mediodia con la Sierra.... Ca-
>'pitalizada en 933 rs. 20 mrs. y tasada en
»1,040 rs. por cuya...» (2).
# «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino (de Albagés) y la misma
«partida fde la Vall de Aiiig) , de esten-
»sion 1 jornal y una porca....: linda por
»oriente y poniente con tierras de la
»nacion.... y por norte con la sierra,
»ha sido capitalizada en 1,200 rs. y tasa-
»da 1,450 (s/c) por cuya...» (3).
I8l «Otra pieza de tierra sita en el
»mismo termino [de Albagés) y la parti-
»da {dels Homs) con 8 olivos: de esten-
»sion 1 jornal 1 porca ...: linda por orien-
»te y poniente con tierras de la nacion....
«Capitalizada en 833 rs. 14 mrs. Tasada
»en 1,300 rs. por cuya....» (4).
1^ «Una pieza de tierra sita en los
«términos del pueblo de Albaigés en la
«partida de la Vall de Anig con 5 olivos
»y 17 almendros jóvenes: de estension de
»un jornal 3' media porca....: linda.... íl
»poniente con tierras de la nacion y a
«norte con la sierra.... Ha sido capitaliza-
»da en 1,166 rs. 23 mrs. y tasada en 1,300
»rs. por cuya....» (5).
(0 Boletin oficial..., cit. N. del 25 de scp-
tiembre de 1848, pú^. ^.
(2) Boletin oficial..., cit. N. del jí de scp-
tiembre de i8^8, pàg. 5.
(3) Boletin oficial..., cit. N. del J5 de scp-
liembre de 18^8, pàg. 3.
(Xí Boletin oficial..., cit. N. del js de sep-
tiembre de i8^8, pàg. 3.
(í) Boletin oficial..., cit. N.' del 25 de •íep-
tiembre de iS^S, pàg. 3.
# «Otra pieza de tierra sita en ei
«mismo termino {de Albagés) y la mis-
»ma partida {dels Homs) con 6 olivos y
«4 olmos, de estension 1 jornal y media
«porca...., linda por... poniente con tie-
«rras de la nacion ha sido capitalizada
«en 766 rs. 30 mrs. y tasada en 1,200 rs.
»por cuya....» (6).
^ «Otra pieza de tierra sita en el
«mismo termino {de Albagés) en la parti-
«da de Cantallops de estension un jor-
«nal....: linda por oriente con tierras de
«la nacion mediodia con camino públi-
»co poniente con tierras de la nacion...,
«capitalizada en 1,200 rs. y tasada en
«1,900 rs., por cuya....» (7).
1^ «El edificio derruido llamado el
»castillo sito en el pueblo de Albaigés
«tiene de superfície 1,178 varas y de
«altura unas paredes con otras 56 pal-
»mos; tasado en 8,000 rs. 3' rematado
»en 8,500» (8).
1^ Dos corrales y un pedazo pe-
queno de tierra en las inmediaciones de
Albagés, todo de muy corto valor (9).
Las tasaciones de las fincas suman 1,700
reales. Fueron rematadas en Lérida a 17
de marzo de 1842 por la cantidad de la
tasación (10).
Ü «Un patio sito en la calle de Jun-
»cosa del pueblo de Albagés.... de cin-
»cuenta palmos de largo por poniente
«16 por norte, 16 por oriente y 24 por
«medio dia.... Ha sido tasado en 60 rs.
«por cuya cantidad sesacaàsubasta« (11).
^ «Un patio sito en el mismo pue-
«blo {de Albagés] cu3'a superfície es de
(6) Boletin ojicial..., cit. N. del j> de sep-
ticmbre de 18.4*^, pàg. ?.
(7) Boletin oficial..., cit. N." del 2s de sep-
ticmbrc de i8^8, pàg. ^.
(8) Boletin oficial... cit. N. del 10 de di-
ciembre de 1842. pàg. j.
(11) Boletin ojicial..., cit. N.' del > de lehrero
de 1842, pàg. 3.
(10) Boletin oficial.... cit. N. de L'.) de marzo
de 1842, pàg. 4.
(11) Boletin ojicial..., cit. N.' del 11 de di-
ciembre de 1845, pàg. 3.
364
»1,470 palmos cuadrados linda con co-
»rrales de.... y con el camino de Soleràs.
»ha sido tasado en 200 rs. por cuya can-
»tidad se saca. A subasta.» (i200 reales
iguales a 10 duros!)
«Las fincas espresadas de los Bernar-
»dos de Poblet que sitan en el termino
»del pueblo de Albalgés estan arrenda-
»das por la 12." parte de todos los frutos
»por el Monasterio desde 20 de febrero
»de 1833 por el tiempo de 20 anos que
»venceràn en igual dia de 1853, con obli-
»gacion de pagar la cuota referida a
»Jaime Seró y otros vecinos del mismo
»pueblo» (1).
Hasta aquí la hacienda de Albagés.
#^ «Una hacienda llamada casas de
«Barbens compuesta de casa con sus
»correspondientes oficinas y varias pie-
»zas de tierra de cabida 231 jornales
»10 porcas en junto, con 10,132 cepas,
^278 olivos y 620 almendros, sita en el
>4érmino de la villa de Anglesola: linda à
»oriente con el termino de Barbens,
»tierras de Pablo Vidal y otros; à medio
»dia con las de Antonio Torres, viuda de
»Biosca y otros, à poniente con el referí-
»do termino de Barbens, los Poblets y
»tierras de José Velardosa; y à norte
»con camino de Barbens, los Poblets y
»tierras de José Oromir y D. Antonio
«Macià....» (2) Tasada en 270,000 reales.
Rematada en Lérída a 20 de enero de 1841
por 283,000 reales (3).
tÜ «Un molíno aceítero con su co-
»rral dentro del mismo, dos prensas
»corrientes y todos los enseres necesa-
»ríos sito en el pueblo de Tragó. Tiene de
«longitud 60 pies, de latitud 15, de altura
»por la parte de poniente 18 pies y por la
»de medio dia 15: linda à orienta con
»camino, à medio dia con la casa de la
«rectoria, à poniente con el río...» Tasado
(i) Boletín oficial..., cit. N.° del 25 de sep-
tiembre de 1848, pàg. 4.
(2) Boletin oficial.... cit. N." del ií de diciem-
bre de 1840, pàg. 4.
(3) Boletin oficial..., cit. N.° del 29 de enero
de 1841, pàg. 3.
en 15,006 (4). Rematado en Lérída í\ 22 de
enero de 1843 por 80,500 reales (5).
^ «Una casa con bodega sita en la
»calle linica del pueblo de Tragó proce-
»dente del citado monasterio (de Poblet),
»de 192 varas superficíales y 29 palmos
«de altura. Linda à oriente con la Roca,
«à medio dia con la càrcel y Antonio
«Rossel, à poniente con la calle y el
«barranco y à norte con la fuente. Ha
»sido capitalizada en 2,450 rs. y tasada
«en 3,600 por cuya cantidad se saca à su-
«basta« (6).
#^ «Una casa castillo, corrales cer-
«cados de pared y local que fué molino
»de aceite con una torre, teniendo de
«superfície todo junto 6,390 varas, colo-
»cada en el patio de dicho edificío (sic) sito
«en el termino de la víUa de Verdú: linda
»à oriente con Ramon Riera, à poníen-
»te con el cementerío; à medio dia con la
«plaza de la iglesia; y ò. norte con mu-
»ro. .». Tasada 100,977 reales.
«Nota. La espresada casa castillo ame-
«naza una total ruina, y la torre no se ha
«tasado mas que por el valor de la piedra
«por no ser útil para uso alguno» (7).
Rematada en Lérída a 17 de marzo de
1842 por 103,000 reales (8).
fà «Una hera con su pajar de 5 por-
«cas y 9-40 avos (sic) de otra sita en el
«referído termino {de Verdú): linda...»
Tasada en 2,733 reales (9). Rematada en
Lérida a 17 de marzo de 1842 por la can-
tidad de la tasación (10).
(4) Boletin oficial..., cit. N.' del 22 de octu-
bre de 1842. pàg. 3.
(í) Boletin oficial..., cit. N.' del 28 de enero
de 1843, pàg. 4.
(6) Boletin oficiat..., cit. N." del 6 de marzo
de 1845, pàg. 2.
(7) Boletín oficial..., eh. ÍSl.'" del 13 de enero
de 1842. pàg. 2.
(8) Boletin oficial..., cit. N." del 24 de marzo
de 1842, pàg. 4.
(9) Boletín oficial..., cit. N." del 15 de enero
de 1842, pàg. 2.
(10) Boletín oficial..., cit. N.' del 24 de marzo
de 1842, pàg. 4.
.rSTERClENSE DF, SANTA MARIA DK POBIET
3Ó5
mik «Otra casa procedente del mismo
«monasterio (de Poblet), sita en la calle
»del horno del pueblo de Vinaixa, de 165
»varas superficiales y 45 palmos de altura
»con un techo y un truja 1. Linda a orien-
xte con la mencionada calle... Capitali-
»zada en 3,600 rs. y tasada en 6,000 por
»cuya cantidad se saca a subasta» (1).
^ «Una casa sita en la calle Mayor
»del pueblo de Vilusell, de 131 varas su-
»perficiales de estension y 34 palmos de
»altura linda por delante con la calle
»Mayor, por detras con la calle de media
»vila... Capitalizada en 4,500 rs. y tasada
»en 5,000 por cuya cantidad se saca a
»subasta» (2).
Ü «Una casa en el pueblo de Fulio-
»Ia; de estension 3,051 palmos superficia-
»les y de altura 45 id. con un corral de
»1,063 palmos id. un lagar y una bodega:
»linda à... medio dia con el camino inme-
»diato al regué, A poniente con la balsa...
«Capitalizada en 4,725 y tasada en 10,500
»(sïc) por cuya cantidad se saca a subas-
»ta» (3).
I8l «Una casa sita en la calle única
»del pueblo de Boix, procedente del citado
«Monasterio {de Poblet), en que se halla
»una caballeriza dos malos techos y un
»mal tejado en estado ruinoso: tiene de
«estension 75 varas superficiales, y de
«altura IS palmos. Linda... a medio dia
«con la calle... Capitalizada en 1,025 rs. y
«tasada en 1,500 por cuya...» (4).
m «Una casa en la calle de la lg\e-
»sia de Terres, procedente de» Poblet...
Capitalizada en 1,900 rs. y tasada en
2,000 por la cual cantidad se saca A su-
basta (5).
(i) liolcliti ojicial..., oit. \. del is de iunio
de iS^. pàg. j.
(2) Bolelin oficial.... cit. N.' del lí de junio
de 18^, pàg. 2.
(3) Suptemento al BoU-tin 0fici.1l... del 2 de
septiembre de 1843, pag. 4.
(4) Bolelin oficial..., cit. \.' del de 26 marzo
de 1846. p.-ig. í.
(í) Bolelin oficial.... cit. X. ' del 29 de agosto
de iS^^. p;i-. _|.
Ü «Las yerbas de los términos de
«Bellcaire, Penal y Filella que pertene-
»cieron à dicho monasterio {de Poblet):
«tiene de estension el 1.'^ 4S5 jornales tie-
»rra campa... El 2." es de estension 578
«jornales tierra campa y lOS plantado de
«vina y olivos... y el 3.*^ es de estension
«683 jornales tierra campa y 107 id. plan-
«tados de vifia y olivos...: tasadas en
«55,466 rs. 22 ms.vn. y capitalizadas en
«85,733 rs. 11 ms. vn. por cuya cantidad
«se sacan à subasta.»
«Corresponde à los vecinos del pueblo
»de Bellcaire el aprovechamiento de las
«yerbas del termino del mismo, desde
»18 de mayo à 28 de noviembre de cada
ano...» (6k
Rematadas en Lérida a 12 (creo de octu-
bre) de 1843 por 30ò,500 reales (7).
^ Poblet cobraba diezmos de Solane-
llasy Puigdemage (S).
■^ Pongo fin a esta tan larga rese-
na de las propiedades de Poblet con
hacer mención de la casa-procura que el
monasterio poseía en la Rambla de San
José de esta ciudad de Barcelona muy
cerca de la llamada Virreina. La Amor-
tización ante todo procedió a la venta de
los muebles que en ella encontró, cuya
piiblica subasta le produjo por mano del
corredor D. Pablo Lletjos 200 reales (9); y
después ignoro cuando vendería la casa.
Termino con esto la enojosa resena de
las distintas y lamentables suertes que
han cabido a las preciosidades populeta-
nas, colocadas poquisimas en manos se-
guras, casi ignoradas otras en archivos,
perdidas las màs, destruidas muchísi-
mas, detentadas por manos ignorantes o
(m) Suplemento al Bolelin oficial... del o de
iunio de 184;. pàg. i. — Se repite este anuncio en
cl Suplemento del 2 de septiembre.
(71 Bolelin oficial..., cit. N." del 7 de noviem-
bre de i8-)?. pàg. 2.
(8) Bolelin oficial..., cit. N." del 21 de marzo
de 1837, pàg. 76.
(0) Archivo de Hacienda de Barcelona.— Le-
gaio titulado: "/S^5. — Monasterios y conven-
tosi'. — Cuaderno n. .'^^i.
366
I-IBkO lERCERO. CAPITULO SEXTO
gentes extranjeras otras, y destinadas a
usos vergonzosos o sacrílegamente pro-
fanes algunos que habían servido al divi-
no cuito.
«Maiinm suam niisit Jiostis ad otniíia
y>c1esidcrabilta ejus» (1).
§ 4.° Causas de la destrucción
íQué resortes el genio del Averno puso
en juegopara logiar el incendio delhistóri-
co Poblet? iSucumbió éste al embate de la
embriaguez de furiosomotín popular? No:
la historia del monasterio y de su comar-
ca explica en modo inequivoco las causas
de la devastación. Poseía aquél el extenso
y frondoso bosque, cuya destrucción ha
poco relaté, y aunque el pleno dominio
de él correspondia a los monjes, los cir-
cunvecinos pueblos de Vimbodí, Mont-
blanch, Prades y Rojals gozaban por con-
cesión del Monasterio el derecho de apro-
vechar alguna lena, nunca el de cortar
los troncos, abuso que el monasterio com-
batió con tesón constante. En defensa de
esta su propiedad dicto ordenes que los
vecinos no quisieron respetar. Y cuenta
que los desafueros de estos sobre el bos-
que de Poblet datan de los tiempos de la
fundación del monasterio, pues, al morir
el fundador Don Ramon Berenguer IV,
su hijo Alfonso en la segunda mitad del
siglo XII escribe ya «A todos los hombres
»de Prades y de Montblanch» las siguien-
tes palabras: «Sabreis que muchas veces
»hemos visto al Abad y religiosos de la
»casa de Poblet clamando porqueinjusta-
«rnente y sin razón talàis aquellos bos-
»ques y tierras que miPadre lesdió, y yo
»igualmente les concedo; lo que llevamos
»a mal. Por lo que mandamos que nadie
»de vosotros de aquí en adelante se atre-
»va à entrar ni talar sus bosques ni tie-
»rras. Y si alguno lo hiciere...» (2).
Sí, es necesario proclamarlo en muy
(i) Trenos de Jeremías. Cap. 1, ver. lo.
(2) D. Jaime Finestres. Historia del real mo-
nasterio de Poblet... Cervera, /J^^ a 176$. tomo
II. pàg. _ni.
alta voz, los montaneses de los contornos
siempre tuvieron en poco las prohibició-
nes y amenazas de los monjes. «Tentados
»por la riqueza, escribe Toda, y quizà
»movidos tambien por la necesidad entra-
>;ban frecuentemente en el bosque, y sos-
»tenían à veces reflidas batallas contra
»los guardas... antes de abandonar la
»carga que tenían preparada» (3).
La enemiga contra el monasterio, que
en los pechos montblanquenses revelan
las siguienteslíneas deFinestres, dan gran
fundamento de verdad a las anteriores
afirmaciones de Toda. Dicen así: «En me-
»dio de tantos honores como hasta aquí
«habemos visto, no le faltaron disgustos
»en el gobierno a nuestro Abad D. Ponce
»de Copons. Porque, aflo 1317, habiendo
'>unos vecinos de la villa de JMontblanch
»hallado muertos de las heridas, que les
»dieron algunos salteadores en el bosque
»de Poblet, a dos hombres de aquella
»villa, y sospechando que lo habían he-
»cho los de la família de el monasterio,
»salieron amotinados la noche de el 21
>^de Diciembre, y envistieron de mano
«armada a la Granja de la Pena, pusie-
»ron fuego en ella, y mataron a Frai Pe-
»dro de Basarot, Monje de Poblet, que
»cuidaba de la Granja: y la mafiana si-
»guiente vinieron al monasterio, abrasa-
»ron las Granjas vecinas, y los trigos y
»molinos, y se llevaron los animales, y
»arreos de la labranza, y otros trastos de
»Granjas y molinos.
»E1 Abad y Convento participaron al
»Rey D. Jaime II todo el suceso, supli-
»càndole, que no obstante la gravedad
»de el delito, no procediese a efusión de
»sangre, sinó linicamente a la satisfacción
»de los danos ocasionados al Convento,
»como lo ex presa el mismo Rey en su
»real carta, por la cual mandó a su Vice-
«gerente de Procurador General de Cata-
»luna que hiciese la debida averiguación
»de el caso. Comprometieron las partes
»de Poblet y Montblanch en dicho juez a
»13 de abril de 1318 y este a 24 de raayo
3) Ohra cit., pag. 2?.
MONASTERIO CIS TERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
367
«sentencio y declaro que la Universidad
y>(el pueblo) de Montblanch debía pagar
xal monasterio de Poblet 40,365 sueldos
sbarceloneses: sentencia que luego loa-
»ron, aprobaron y admitieron ambas
»partes» (1).
En el angulo N. del claustro vi, y aun
contemplé, en el suelo una muy notable
piedra sepulcral, y a su lado en la pared
una làpida gòtica rne certifico del nombre
y muerte del monje, cuya imagen lleva
(0
inestres. Obra cil. Tonm 111.
aquella esculpida. Dice lo que el adjun-
to grabado (2). Testigo mudo y hasta
difunto, però irrecusable, de aquella ver-
dad, que si en vida defendió los derechos
del monasterio sobre el bosque, muerto
continua acusando a los que por siglos
pretendieron conculcarlos.
Una tradición popular de la Conca
refiere que algunos de los lenadores de
Montblanch mataron en cierta època, que
(2) Cuenta el caso con mas detalles D. Jaime
Finestres. Tomo III. pàg. 21:;.
LÀPIDA DEL PAVLMENTO DEL CLAUSTRO DE POBLET
KGBflD;pRííRe;(y;ïïoso;
M;peR;De(RíiRïïfrBsoiGifiii
peRDeFensiDfiííBoswep
OBMÍFiPeRhOÍIíeDSWMOeSiFO
íRORÏÏiODMííIÍRItMQieSÍIllIlP
Hüfl.Híiifln.flno.-míGOCiL•X&i;
ExpLANACió.v.— ací ; lAU ; frare ; G (Geralt) ] TOST ;
QUI •: PER ; DEMANAR ; lUSTICIA ; I
PER DEFENSIO •; DEL ; BOSCH \ DEP
OBLET ; PER HOMENS i DE •: PRADES • FO
MORT ■; CUÍUS ; ANIMA ; REQIESCAT (reqtiiescat) \ INP
ACE • AMEN f ANO (anno) \ M (millcsimo) ■ CC C (treccntesimo) }
o
LX\T (scxagesimo sexto)
TRADuccióx. — Aquí yace Fr. Gcraldo Tost, quieii por pedir justícia y para
defensa del bosque de Poblet, fué muerto por homhres de Prades; cuya
alnin dcscanse en pa~. Amén. Ano 1366.
E•ïCala de 1 por 5.
368
MURO ITRCElíO. CAPITULO SIÏNTO
no se fija, a uno de los monjes de Poblet;
y que en castigo de tal crimen se derribó
la parte superior de las murallas de aque-
lla villa (1).
Mas de todos los pueblos de la redonda
distinguióse Vimbodí por su descomunal,
y aun bíírbaro, empefio en sostener res-
pecto del bosque la lucha con el monas-
terio. Ante los tribunales debatieron,
ipleito monstruoso!, durante siglos ente-
res (2), que Toda eleva a cinco (3), en el
monte los vimbodienses esgrimieron la
Sierra y el hacha; el monasterio usó la
exquisita vigilància, las multas y las car-
celes, pues con jurisdicción sobre sus
posesiones nombraba el Abad un baile,
y, según dije en su lugar, sostenia seis
guardas, y poseía en el seno de sus to-
rreones robustos calabozos. Anade aquí
un autor, amigo de Vimbodí, que en
estàs peleas la victorià caía general-
mente del lado de Poblet, mucho mas
fuerte «y con mayor riqueza, dice, que
»los pobres doscientos vecinos de Vim-
»bodí.» La imparcialidad modificaria es-
tos términos escribiendo que la victorià
caía del lado de Poblet «mucho màs justo
»y sensato», ya que huyendo de atrope-
llar ajenos derechos, usaba del propio,
empleando su legítima jurisdicción y la
coerción concedida por las leyes. Mas
dejada a un lado esta cuestión de dere-
cho, queda en pie el hecho, que una
aldeana de la Conca me pintaba, con frase
tan ingènua como popular, diciendo: «Sí;
»los habitantes de aquellos pueblos entra-
»ban en el bosque y en él hacían danos
»de consideración; 3' los monjes, en cam-
»bio, imponían castigos con rigor» (4).
Y hablando de los de Vimbodí dice
Toda:
«Corria el ano 1825, y los monjes vol-
(i) D. Eduardo Toda. Obra cit.. pàg. 2;.
(2) Asi lo cuenta, y me lo conto, gente de la
comarca.
(3) Obra cit., pàg. 25.
(4) Rélación de la Sra. ^\.' Àngela Franquet
de Bernat, va citada.
»vían de nuevo al convento que por las
»revueltas de tres anos atras tuvieron que
«abandonar por primera vez. Los de Vim-
»bodí habianse ya acostumbrado a entrar
»en el bosque como en su casa, y para
)'detenerlos el abad ordeno una mafiana
»que se les diese una batida Consi-
«guieron (los del monasterio) prender
»treinta y dos lenadores con sus bestias
»de carga y todos fueron llevades al
»monasterio, donde los hombres recobra-
»ron la libertad» (no fué esto mucho ri-
gor), «mas no las bestias decomisadas
»por el abad» (por cl baile, querrà dccir)
«para ser vendidas en pública almone-
»da» (5). De modo que llego el descaro,
no a un hurto ratero y despreciable màs
digno de disimulo que de punición, sinó
a la entrada de un verdadero escuadrón
de lenadores.
Ignoro los fundamentos jurídicos que
en el interminable litigio alegara una y
otra parte, y por lo mismo sobre él no
puedo juzgar; però bàstame saber que el
monasterio ante la autoridad gozaba la
posesión secular y pacífica del bosque, y
que los vimbodienses «nunca desistieron
»de su empefio de hacer lena allí» (6). El
cinco veces secular pleito, continua Toda,
es «un curioso ejemplo de la tenacidad que
»en la edad media tenian los pueblos de-
»pendientes del rey ; nada pudo jamàs deté
»ner a los de Vimbodí, y con sus eternas
»cuestiones contra los monjes mamaron
»el odio que màs tarde los llevo a quemar
»y destruir» (7). Preciosa confesión esca-
pada de labios, si enemigos de la destruc-
ción, entonces amigos del pueblo que la
realizó.
Pinta igualmente el odio de Vimbodí
contra Poblet, y atestigua la muy princi-
pal parte que los vimbodienses tomaron
en la destrucción D. Luis Maria Soler y
Puig en su articulo inserto en las Metno-
rias de la Associació Catalanista (8);
(5)
Obra cit..
pdg
(6)
Obra cit..
pàg
(7)
Obra cit..
pàg
(8)
\'ol.Mll
pà<
CN 2
tSCUI.TURAS DK P(~IRLET. — ly 1 1
(Fotografia del autor).
MONASTF.RIO CISTERCIENSE HE SANTA MARIA DE POBLET
369
y toda aquella tierra lo atestigua en modo
igual.
Llegaron para los cenobios los tiempos
adversos, sus postreros anos, y el famoso
monasterio no podia dejar de sentiries.
La lucha del bosque tomo alarmantes
proporciones en 1S34. Para describrirla
logré, por favor de la Divina Providencia,
ver documentos que copiados aquí unos,
y extractados otros, dejaràn como sentir
las mismas voces de los contrincantes.
Forman cuidadosamente cosidos un le-
gajo del archivo de Poblet, donde estan
reunidos los borradores o copias simples
de los documentos expedidos por el mo-
nasterio, y algunas de las contestaciones
originales de las autoridades a las cuales
aquéllos iban dirigides.
El titulo de la cubierta del legajo escri-
be: «Caj 15, n.° 35, D. 5."— Representa-
»ciones sobre las ocurrencias del Bosque
»de Poblet en 1834. v
El primer escrito es la copia del oficio
del Baile de Poblet dirigido al Alcalde
Mayor de Montblanch, su inmediato supe-
rior, con fecha de 29 de Enero de 1S34,
reclamando contra excesos cometidos en
el mentado bosque por gentes de Vim-
bodí.
En la segunda copia, de 7 de Febrero
de 1834, hallamos denuncia de nuevos
excesos iguales.
A lo que se ve, el Alcalde Mayor
trasladó las quejas al Baile de \'imbodí.
Este alega alguna defensa; de la que el
mentado Alcalde Mayor, Subdelegado de
Policia en Montblanch, D. Antonio Bece-
rril Hinojosa, con fecha de 10 de Febrero
de 1834, transmite copia al Baile de Poblet.
A las cortas razones del Baile de Vim-
bodí contesta el de Poblet con fecha de
11 de Febrero mismo.
En el propio Febrero éste de Poblet
denuncia nuevos excesos perpetrades por
los vimbodienses, y afiade: «De los vecinos
»de Montblanch comparecieron tambien
»por la manana 17 hombres con 21 caba-
»llerias, y al regresar con ellas , y por
»la tarde igual número de hombres con 23
«animales que se pusieron al corte inme-
- diatos ó casi reunidos à. los de Vimbodí».
En 15 de Febrero de 1834 el Alcalde
Mayor de Montblanch da cuenta por ofi-
cio al de Poblet de las diligencias que ha
practicado respecto a los vecinos de Mont-
blanch.
El de Poblet por oficio de 20 del mismo
Febrero denuncia que el mal toma incre-
mento, que estima temeridad que los
guardabosques tratasen de evitarlo, y así
reclama el auxilio de la autoridad. Y en
la pròpia fecha el mismo de Poblet se
dirige al de La Espluga denunciàndole
que los vecinos de la Espluga compiten
con los de los otros lugares en el destrozo
del bosque.
Por oficio del mismo dia, 20 de Febrero,
contesta el Alcalde Mayor al de Poblet
acusandole recibo del suyo, y manifes-
tàndole que conferenciarà con el Coman-
dante de Armas sobre el caso. Y al otro
dia, 21, ya le anuncia que pasa un algua-
cil y dos verederos para apoj'arle, y que
si esta medida no basta, reclamarà él el
auxilio de la fuerza pública. Por esta
merced el de Poblet da las gracias al
Mayor con oficio del mismo 21 de Febrei-o.
Mas en este mismo dia toma la palabra
el Padre Abad, y dirigiéndose al entonces
llamado Subdelegado de Fomento, que lo
seria del Gobernador civil, le dice lumi-
nosísimas palabras, que por ser tales las
copio íntegras:
«Muy litre. Seflor.
»Fr. D. Sebastian Gatell Abad del
»R.' Monast.° de Poblet en esta Provin-
*cia de Tarragona con el respeto debido
>>à la Superior Autoridad de V. S. expon-
»go: Que à pesar de serme repugnante
' levantar mis quejas a los tribunales ocu-
pades en otros graves asuntos de mayor
«importància; no me deja arbitrio para
»escusarlo la injusta persecucion que su-
»fre este Menast.'^ per parte de los veci-
»nos de Vimbodí que tan ingratamente
*le pagan los continuades faveres y bene-
>'ficies les estil prodigando. Dicho Mo-
»nast.° desde el principio de su fundacion
»pesee en absoluta prepiedad un bosque.
370
LIBUO lEUCERO. — CAPITL'LO SEXTi
»donde no podia introducirse para utili-
»zarlo ningun pueblo, ni persona particu-
»lar, segun puede justificarse por varias
»declaraciones Reales que se conservan
»en el archivo. Però sin embargo para la
»conservacion de la paz y buena armonia
»que siempre ha procurado tener con los
>^pueblos limítrofes, les fué concediendo
Ȉ estos usos que extensamente constan
»en las concordias respectivamente cele-
«bradas con cada uno de ellos, reser-
»vàndose al mismo tiempo el Monasterio
»como dueno que era del mismo algunos
»cotos o deesas, donde a nadie es permi-
»tido el ingreso. A fines del siglo pasado
»con la ocasion de que se eccedian de las
«facultades otorgadas tuvo el Monast."
»que acudir al Supremo Consejo de la
»Guerra en el cual se siguió un ruidoso
»pleito, que tuvo fin à nuestro favor en
»12 de julio de 1798 declarandose defini-
»tivamente por sentencia de vista y re-
»vista que los pueblos se arreglasen a sus
xconcordias: y habiendo aquellas obté-
»nido la autoridad de cosa juzgada, se
»despachó de las mismas su competente
»ejecutoria mandàndose à todos los jue-
»ces y tribunales las hiciesen cumplir y
»guardar bajo las clàusulas y conmina-
»ciones de estilo. Aun despues de ellas el
»pueblo de Vimbodí acudió a Su Mag.<^
»por la via reservada tildando de injustas
»las declaraciones del Consejo y pidiendo
»fuesen revisadas por otros ministros y
»falladas en contrario sentido. Oyéndolo
»benignamente Su Mag.'^ dispuso fuese
»otra vez visto el expediente, y que los
»nuevos Jueces lo consultasen por el Mi-
»nisterio a su última resolución, la cual
»fué ultimamente dada confirmando las
»sentencias anteriores.
»Con estàs logró el bosque verse libre
»por algun tiempo de la persecucion hasta
»que sobrevenida la guerra de la inde-
«pendencia volvió à sufrirla por la villa
»de Vimbodí, por la que, y por varios
«incendios, quedo reducido A un lamen-
»table estado. Restablecida la paz, cesa-
»ron otra vez los atropellamientos hasta
»que en el ano 20 y siguientes con ocasion
»de las guerras civiles se avocaron A él
»los vecinos de Vimbodí con tal furor que
«pareció se habían solo propuesto su
»total exterminio. El Monast." presento
»entonces una reverente exposicion al
»Sr. Gefe Político de Barcelona, quien si
xbien dicto algunas providencias, no sur-
»tieron todo su efecto, habiendo sido tan
»ecsecivo el corte de maderas, lena y
»carbon, que abarató à un precio ínfimo
»estos generós en los pueblos de diez
»leguas en contorno: y el bosque quedo
»de tal suerte devastado que solo es un
«esqueleto de lo que ha sido. En el ano
»1S31 volvióse à representar otra escena
»algo parecida que obligo à mi antecesor
>•>A acudir A implorar la proteccion del
»Exmo. Sr. Capitan General con repre-
xsentacion de 17 enero de 1832, manifes-
»tandole que los vecinos de Vimbodí no
>teniendo en el bosque otras facultades
»que las de hacer lena para sus propios
»hogares, hacían no solo uu trafico pú
»blico de ellas por los pueblos inmediatos,
»sino tambien algunos tenían sus alma-
»cenes públicos donde recogian las ma-
»deras que otros traian propias para
»fàbricas de carros y arreos de labranza,
»y proveían de ellas A los fabricantes de
»Lérida, Tarragona y Tàrrega, causando
»un perjuicio inestimable al nuevo arbo-
»lado del bosque, que iba reponiéndose
»de los destrozos anteriores. Su Ec.^ se
ïsirvió comisionar al Gobernador de Lé-
>'rida para que remediase estos abusos
«despues de averiguados, y tomase las
«providencias oportunas para evitarlos
»en lo sucesivo. No le fué difícil à dicho
«Gobernador descubrir la veracidad de
«nuestras quejas y sorprendió en las
«casas de Pablo Duch y José Moragues
«de dicho pueblo dos de dichos almacenes
«que contenían muchos centenares de
«piezas de las sobredichas, de las cuales
«fueron restituidas al Monas.° algunas en
«número de cerca 300. Posteriormente
«mandó hacer en aquella villa pregones
«para que en adelante se abstuviesen de
«semejantes ecsesos.
«Tales providencias, que parece debe-
MONASTERIO CISTERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
371
»rian haber sido suficientes para reme-
»diar el mal, servieron unicamente de
»sebo para encender mas el fuego de la
»disolucion y encono. Continuaron los
»escàndalos sin intermision, se burlaron
»de las ordenes de los Tribunales, vili-
»pendiaron a los Guarda-bosques, losper-
»siguieron y amenazaron, y estos hechos
«prepararon el doloroso lance acaecido
»en 5 de diciembre de 1832, en que habién-
»dose sucitado una rifia acalorada entre
»los dichos, tuvo de ambas partes heri-
»das y lo màs sensible la muerte de un
»vecino de Vimbodí. EI Caballero Alcal-
»de mayor de Momblanch formó sobre
»ella expediente que todavía pende en la
»R.' Audiència de este Principado. Dicho
»senor Alcalde deseoso de instruir la cau-
»sa de un modo satisfactorio, ecsigió del
«Monast." con oficio de 24 diciembre de
»dicho ano justificase si se hallaba en
«posesion del citado bosque, que derecho
»tenia para poner los guardabosques, las
«facultades de estos para el uso de armas,
>:>y si para ello debian llevar algun distin-
»tivo, y finalmente cuales eran las prerro-
»gativas ó facultades que tenian los
»vecinos de Vimbodí para alenar en el
»bosque. El Monast.° le hizo ver todos
»estos extremos, le manifesto y probó
»por medio de los títulos y sentencias de
»que se ha hecho mérito que por las mis-
»mas concordias con los pueblos, corria
Ȉ su cargo poner dichos zeladores, que
»el Excmo. Sr. Capitan Gral. les había
»autorizado para el uso de las armas
«lícitas y de su distintivo para ser reco-
»nocidos, y justifico que la facultad y
«prerrogativa de los de Vimbodí se redu-
»cia & hacer leiïa para sus hogares con
»prohibicion de venderla, ni daria A otro,
»como y de cortar arbol alguno que se
«sostenga sobre sus raices sinó solo en
»las ramas con arreglo à las R.'* Orde-
»nanzas; que no podían ir en reunion,
»s«no cada particular de por sí: y que los
«Guardabosques estaban autor izados por
»el Consejo para apreender las caballe-
»rias de los que contravienen ó se ecse-
»den su derecho.
»Con esta ocasion el propio Monast.°
»suplicó à dicho SJ Alcalde mayor por un
»difuso escrito nuanifestase à la R.' Sala
»del crimen la absoluta necesidad que
»había de poner termino a estàs dema-
»sias, receloso siempre de que el mal
«iria en aumento, à una desgracia suce-
«deria otra, y llegaria à términos en que
«quedaria arriesgada en esta casa la
«tranquilidad de sus individuos. Por nues-
«tro infortunio se han verificado nuestros
«recelós, y por no haberse cortado el mal
»en su principio ha llegado al extremo
«que se observa en el dia. De unos tres ó
«cuatro meses à esta parte los vecinos de
«Vimbodí se arrojan como un ejambre
«sobre el bosque, cortan sin respeto ni
«miramiento por el tronco toda clase de
«àrboles, hacen comunes las deesas re-
«servadas, y arrancan hasta el cimiento
«los jóvenes renuevos Sus reuuiones son
«de 50, 100 y 200 cortadores sin contar
«otro igual número de mujeres 3' mucha-
«chos que van y vienen con las cargas.
«El 27 de noviembre de orden del caba-
«llero Alcalde mayor de Montblanch en
«vista de los partes del Baile de este tér-
«mino à quien hacian sus quejas losGuar-
«dabosques, vino una porcion de tropa
«armada que hizo retirar à unos cien de
«aquellos, que estaban devastando en las
«inmediaciones de este Monast." En 4 de
«diciembre el Comandante de armas de
«la Espluga envio los mozos de la Escua-
«dra, quienes sorprendieron otro grupo
«del que arrestaron à ocho ó diez, y los
«condujeron con sus caballerías y cargas
»a la disposicion del mismo S."^ Alcalde
«mayor, quien entre otras providencias
«ordeno publicar un pregon conminando
«penas contra cualesquiera vecinos de
«Vimbodí que fueran hallados en el bos-
«que reunides en mayor número de cua-
«tro. Però todo ha sido en vano: las
»reuniones van siguiendo, los danos se
«multiplican hasta un termino escanda-
«loso. Como la impunidad y mal ejemplo
«son siempre un estimulo para los mal
«intencionados, se van agregando A los
íde Vimbodí varios vecinos de otros pue
372
LIERO TERCERO.
-.APITL'LO SEXTO
»blos que les ayudan <1 sostener sus
»desórdenes.
»Pero à la verdad, no es esto lo mAs
»sensible. La experiència de que hasta
»aora no ha logfrado el Monast.° un reme-
jidio que les sostenga dentro los limites
»de la ley, les hace creer que quedarún
»igualmente impunes aun cuando come-
»tan ecsesos mucho mayores. En efecto,
»introducen sin la menor sombra de titu-
»los ni razon sus ganados en nuestros
»campos, habiéndose hallado en ellos à
»la vez cuatro ó cinco rebanos. Insultan
Ȉ cualquier individuo de esta casa que
»encuentran en el campo, les tildan de
»desafectos al Gobierno, les zaieren, les
»oprobian y amenazan. Nos vemos todos
»precisados à un mayor retiro del de
»costumbre, y tenemos que escusar el
»paseo particularmente por la parte en
»que suelen ellos pasar o detenerse para
»hacer sus cortès, tal proceder, a mas de
»sernos injurioso, es ig'ualmente injusto.
»Ni ellos ni otros seran capaces de ha-
»cernos la menor inculpacion en esta
»parte. La Comunidad monàstica de Po-
»blet ha sido siempre fiel al Gobierno,
»respetuosa y obediente A sus ordenes.
»No reconoce otra autoridad que la de la
»Senora Reina Isabel y la de su Augusta
»Madre Gobernadora. Y si alguno supo-
»ne, ó haya supuesto lo contrario, serà
»un falso impostor 3'' calumniador in-
justo.
»Los vecinos de Vimbodí han querido
»alguna vez hacer creer que son provo-
»cados ó indebidamente vejados por los
»Guardabosques, quienes suponen ser
»hombres de mala conducta y de peor
»condicion. Prescindiendodeser esto una
»notoria falsedad, <qué tiene que ver la
»mala conducta de los Bosqueros con los
«escandalosos ecsesos que de tanto tiem-
»po estan aquellos cometiendo en el bos-
»que? La verdad està Senor, en que los
»Bosqueros les son en realidad incómo-
»dos porque se oponen à sus injusticias,
»y por mas que el Monast.° los mude
»cada dia, los nuevos seran igualmente
»tildados que los otros, luego que en
»cumplimiento de su deber les embarazen
>'la arbitrariedad, ó les aprenda una ca-
>balleria cargada de lefia ó maderas
»prohibidas. £1 Monast." ha tenido siem-
»pre un grande cuidado en que sus de-
»pendientes en este ramo hayan sido
«sugetos de buenas costumbres, les en-
»carga sobremanera el buen trato y cortès
»conversacion con aquellos que hayan
»delinquido y les inculca la moderacion
»en todos sus actos.
»Dicen tambien aquellos vecinos publi-
»camente que el bosque essuyo propio, y
»pueden hacer en él y de él à su arbitrio.
»Sería tiempo perdido el refutar un dicho
»tan voluntario como increïble, però
»mientras no estén en posesion del mismo,
»deben cumplirse las sentencias del con-
»sejo, que habiendo recaido en vista y
«revista del pleito son inmutables y deben
»surtir todo su efecto. Demos con todo
»que les pertenezca, y sea propio de la
«villa de Vimbodí, ;tendràn alguna facul-
»tad sus particulares para devastarle y
»aniquilarle? En esto puede compararse-
»les à la falsa Madre del niiïo presentado
Ȉ Salomon que condescendia gustosa en
»que el nino fuese hecho rajas antes que
»lo poseyese su Madre verdadera. En
»dicho bosque tienen derecho de empri-
»vÍD no solo la villa de Vimbodí, sinó
»también la de Prades y Monblanch,
>'todas cuales reconocen en virtud de sus
«concordias el dominio y propiedad en el
«Monast.°, pagàndole la de Prades diez
»sueldos anuales, la de Monblanch dos
»dineros por cada carga de leíïa, y la
«misma de Vimbodí pidiendo cada cua-
»drienio al Abad de Poblet licencia para
»usar de su emprivio, en lo que ha cum-
»plido siempre hasta el afto 1814. Esta
«circunstancia harà conocer, si es funda-
»da la pretension de que el bosque le
»pertenece. Però à mas de esto, es el
»bosque una finca utilísima à la Nacion
»que ha reportado y puede reportar de
»ella notorias utilidades. Es el único que
»hay de muchas leguas alrededor, su te-
»rreno dilatadísimo y fèrtil, su arbolado
»caprichosamente vario en espècies, algú-
MONASTERIO CISTERCIE.N'SE DE SANTA MARIA DE POBLE 1
373
»nas de estàs corpulentas hasta poder
»servir para la marineria, su situacion A
»seis leguas de la mar. En ISÜS, à pesar
»de las devastaciones que había sufrido,
>íproporcionó al Monas." la satisfaccion de
«regalar à las ciudades de Tarragona y
»Lérida cuanta madera necesitaron para
»fabricar curenas y otras piezas gruesas
«para la Artilleria: y en el dia la lograria
»igual de poderlas ofrecer al Estado, si
»existían.
»Pero, I. S., yo canso sobradamente à
»V. S- con este incomodo escrito, con-
»cluyo pues suplicando se sirva aplicar
»por un instante su preciosa atencion
»sobre estos puntos, y amparar con su
»autoridad una Comunidad de Religiosos
»fiel à Dios y i\ nuestra Soberana D.'"' Isa-
»bel, cuya augusta Madre acaba de mani-
»festar en su decreto de 5 del presente la
»consternacion que le causan las noticias
»de las vejaciones que sufren los Religio-
»sos inocentes, que cumplen humildes las
»órdenes del Gobierno, dignAndose ofre-
»cer su benèfica proteccion contra los
»ultrajes y atentados que contra ellos se
«cometen Dígnese V. E. informar de lo
>'que ocurre por parte de los vecinos de
«Vimbodí, que estan aun siguiendo en su
«tema de aniquilar el bosque, concurrien-
»do cada dia a su devastacion 100 y 200
«vecinos à la vez, dejando parte del mis-
»mo como un campo, despues que la gua-
«dana ha cortado sus mieses. Preguntese
»A los vecinos de los Pueblos de estàs
«cercanias si suelen consumir en sus
«hogares otras leflas que las salidas del
«bosque de Poblet vendidas por los de
«Vimbodí. Preguntese lo mismo a cuan-
»tos fabricantes de aguardiente hay en la
«Espluga y Monblanch. LlAmense todos
«los maestros de carros y arreos de
«labranza de Lérida, Tarragona, Tàrrega
»y otros pueblos, y digan quien les pro-
«vee de las maderas ó piezas necesarias
«para sus oficinas. Reconózcanse en la
«misma villa de Vimbodí los inmensos
«almacenes que hay de estàs piezas injus
«tamente y sin derecho extraidas del
«bosque: mientras yo con el animo de
«instruir el animo de V. S. le acompano
«testimonio de un edicto publicado en
«Vimbodí y mandado guardar y cumplir
«por las sentencias del Supremo Consejo,
»y en el que constar (sic) demarcadas las
«facultades y restricciones con quedeben
«los de dicha villa disfrutar de la gràcia
«del emprivio: y no acompano otros do-
«cumentos por la perentoriedad, con que
«urge el remedio, mas estoy pronto à pre-
«sentar, siempre que V. S. lo juzgue
«oportuno, las ejecutorias originales, don-
«de màs estensamente constan las con-
«cordias y demas providencias dadas por
«aquel Supremo Tribunal. En dicho edic-
»to tienen los vecinos de Vimbodí comi-
«nadas las multas de 200 libras por cada
«contravencion, y a mas la de càrcel y
«otras mayores segun las circunstancias
«del ecseso. Por la sentencia de revista
«de 12 de julio de 1799 que tambien va
«copiada en dicho testimonio se les prohi-
«bió terminantemente el aprovechamien-
»to tumultuario y en común del bosque,
«debiéndolo de hacer cada vecino de par-
«ticular. Si V. S., como fundadamente lo
«espero, se digna favorecer el actual de-
«plorable estado de esta Comunidad, a
«mas de haber obrado con arreglo A jus-
«ticia y à. la voluntad expresa de Nuestra
«Soberana, yo quedaré sumamente agra-
«decido à tanto favor. Mas si por alguna
«de aquellas fatalidades que suelen mu-
«chas veces oponerse al bien, no se logra
«contener el impetu furioso y turbulento
«de dicho pueblo; llorarà esta comunidad
«en silencio su desventura, 3' sufrirà con
«resignacion los ultrajes, mofas e injusta
«persecucion que esta padeciendo, pre-
«senciarà como ha sucedido alguna otra
»vez la tala y desperdicio de los frutos }•
»de los Arboles de puro adorno en los
«paseos, y vera con dolor repetirse el
«que varios de los vecinos de V^imbodí
«se intrometan de tropel dentro de las
«puertas de la clausura A provocar y
«aun amenazar A sus tristes y pacíficos
«moradores. Confia en la proteccion de
«V. S. el Abad de Poblet, 21 feb.° de
1S34.
374
LIERO TERCIlRO. CAPITULO SKXTO
»Jl. I. S. Subdelegado de Fomento de la
«Provincià de Tarragona.
»F. Sebast." Gatell, Abad».
Reproduciendo las mismas ideas de la
anterior, el Abad dirigió otra exposición
a una autoridad, cuyo tratamiento era de
Excmo. Sor., paro de la que màs no espe-
cifica la copia simple que de ella queda
en el legajo.
El Baile de Poblet, en 1." de marzo de
1834, dice al Alcalde Mayor: «Desde mi
ultimo parte dado à V. S. en 21 de febre-
ro, va siguiendo el acostumbrado desor-
den en el bosque, sin hacer mérito de
algunos vecinos de la Espluga, de Mon-
blanch y Rojals que buscando las oca-
siones y modos màs cautos para evitar
el encuentro de los zeladores, no dejan
de cooperar al destrozo general que
dicho ha que està sufriendo: los vecinos
de Vimbodí continuan à cara descubier-
ta, y talando como por furor en deesas
y en cualquier otro paraje que mejor les
parece, sin recelo ni temor à los zelado-
res, que ha mucho tiempo no se les
acercan por expresa orden mia: pues
les considero resueltos no solo à hacer-
les abierta resistència, sinó acaso A
danarles, si se les proporcionase ocasion.
La deesa de la mata cercana al Monas.°
ha quedado enteramente arruïnada con
la partida del Titllar, y en otras hacen
publicamente carbon: en un solo paraje
que reconocieron estos díasà hora cauta
los zeladores encontraron mas cien
pinós grandes cortados y extraídos con
otra multitud de pequenos. El número
diario de aquellos vecinos no se dismi-
nuye aunque à veces estan reunidos,
otras algunos segregados, però siempre
con descaro y con aspecto amenazador:
todo lo que comunico à V. S.... Poblet
1.° de marzo de 1834».
Por oficio del mismo dia 1.° el Alcalde
Mayor dice al de Poblet que en vista del
suyo del mismo dia, le manda el alguacil
y los dos verederos para auxiliar a los
celadores y prender a los criminales de
Montblanch hallados en el termino de La
Espluga y Rojals. Y el de Poblet dice al
Mayor, el 5 de marzo, lo siguiente:
«M. 1. S.— Comunico à V. S. en conse-
«cuencia de los partes anteriores, que de
»dos ó tres díasà esta parte los vecinos de
«Vimbodí han desistido de sus desordenes
»en el bosque, de suerte que antes de ayer
»fueron muy pocos que fuesen por lefia, y
»ayer cuasiabsolutamente ninguno. Atri-
»buyese esta mudanza à efecto de algu-
»nos recelós que hayan tenido, ó bien que
»la estacion presente los llama con pre-
»ferencia à otras ocupaciones mas útiles
»en sus campos.
»Dios... Poblet 5 de marzo de 1834.»
En 27 de febrero don Ignacio Civit des-
de Montblanch escribía al Abad: «Ayer
»recibió este Sor. Alcalde Mayor la espo-
»sicion que V. dirigió al S."' Subdelegado
»de Fomento de Tarragona...
«Aunque son muy públicos los destro-
«zos del bosque para esforzar més el in-
«forme, procuraré inclinar al S.°'' Alcal-
»de à que pase un dia à recònocerle,
«aunque dudo conseguirlo.»
Oficio del JBaile Real de Poblet al
Subdelegado de Fomento de Tarragona
de 12 de marzo de 1834: «Como tengo
«presentido que V. S. en virtudde haber-
»le representado el Monast.° de Poblet, se
«halla entendiendo sobre los escandalosos
«ecsesos y desordenes cometidos por
«varios vecinos de Vimbodí en el bosque
»de este termino; me ha parecido proprio
«de mi obligacion elevar à su noticia, que
«los Guardabosques me han hecho queja
«contra uno de aquellos conocido por el
«Dueiio del meson de la cana, por haber
«en el dia 8 sacado del bosque arrastran-
»do por medio de 4 caballerias una pieza
«destinada al uso de molino aceitero,
«Uamada comunmente una Verga: a cuyo
«fin le habría sido indispensable cortar
«algun arbol muy corpulento de los pocos
«que van quedando en dicho bosque: Que
»para verificarlo con màs seguridad, se
«asoció cuatro hombres armados à fin de
«que nadie se atreviese à estorbarles. Con
«los mismos ú otros semejantes fué tam-
«bien visto el dia diez conduciendo en un
MONASTERIÜ CISrERCIENSE DE SANTA MARIA DE POBLET
375
«carro otra pieza igual à la anterior. Las
»circunstancias de haberlo ejecutado en
»contravencion íí las Reales ordenanzas,
»A las leyes del emprivio que disfrutan los
»de aquel pueblo, à lo que se les previno
»por edicto mandado publicar, hace muy
»poco tiempo, por el Caballero Alcalde
»mayor de Montblanch, y acaso (lo que
»es màs grave) à las providencias que
»V. S. mismo se ha servido tomar, agra-
»van considerablemente el hecho, consti-
«tuyéndole en la clase de los acreedores
»i'i la superior atencion de V. S. Agre-
»guense A las anteriores circunstancias
xla de ser el sujeto que se ha nombrado
»uno de los que la opinion pública senala
»como principales promovedores y al
»proprio tiempo causadores de los ante-
»riores desordenes: la de habérsele sor-
»prendido de orden del S."' Gobernador de
»Lérida en el aiïo pasado 1832 un consi-
»derable almacen ó repuesto de maderas
»de varias clases sacadas del bosque, de
>'las cuales se le obligo à restituir una
»muy crecida porcion al citado Monas.° y
»sobre todo que para actos tan criminales
»se prevalecede fuerza armada...
»Yo espero con confianza, y suplico à
»V. S. se digne providenciar por el pron-
»to castigo de tales ecsesos, y evitar en lo
«sucesivo que no se repitan».
El Subdelegado, por oficio del 14 de
marzo de 1834, manda al Baile de Poblet
que inmediatamente instruya diligencias
«para acreditar semejante ecseso» (1).
Aquí termina la colección de copias y
documentos, y aquí por lo mismo las
(i) Ya he manifestado que en esie legaio son
horradore? o copia.« simples los documentos cma-
nados del monasterio, però documentos originalcs
lïrmados los emanados de las autoridadcs. Estc Ic-
fíajo se halla atado dcntni de otro mucho mayor
en el Archivo de la Deiegación de Ilacienda de
Tarrafíona. Allí lo examiné en noviembre de 1913.
Los archivoí de convenies y monaslerios de la
província tarraconense fueron mandados desde el
de Tarragona al IlistiSrico nacional de .Madrid por
ordcn del Gobierno, però sin duda que por inad-
vertencia quedaron en Tarragona algunes pocos
grandcs legajos. uno de los cuales es este.
noticias auténticas de este enojoso asun-
to. Sin embargo de su falta de termina-
ción, irradia harta luz para conocer quié-
nes eran los culpables y quiénes las
víctimas, la sinrazón de los que por el
asunto del bosque agriamente acriminan
al Monasterio; y sobre todo el estado de
las pasiones de Vimbodí en los momentos
de la tempestad general de 1835 contra
los conventos, y por lo mismo una de las
primeras causas de la destrucción del
excelso monasterio.
Los ruines aldeanos que en los acia-
gos días de agosto de 1S35 cayeron de
mil lados sobre Poblet, comparables solo
a los hambrientos cuervos que de varias
direcciones acuden a juntarse sobre la
res derribada por el temporal, venian
traídos de su sed de botin. La intermina-
ble cuerda de ninos, mujeres, hombres,
acémilas y carros que por algun tiempo
unió el monasterio a Vimbodí, compara-
ble solo a la numerosa banda de rabiosos
lobos que en las neveras de Rusia une el
bosque con el lugar donde 3'ace el caballo
rendido en la via por el cansancio, acu-
dia, si movida del odio, también del ham-
bre de arrebatar. A los criminalmente
pacientes, que por espacio de lustros
enteros golpeando y abriendo suelos y
paredes y revolviendo respetables hue-
sos, se dedicaron a perquirir imaginarios
tesoros, aguijoneàbales sin duda alguna
la auri sacra fames.
Por otro lado, si de los efectos podemos
deducir causas, la elevada efervescència
liberal de Vimbodí da pie para sospechar
que existia allí alguna Sociedad secreta
de masones, o mejor carbonarios, enton-
ces muy en auge, 0 cuando menos, que se
agitaban en esta población agentes de las
de otras partes. Pueblo irreligioso, blas-
femo, cruel y de pésimo nombre en la
provincià como es Vimbodí, debia sentir
enemiga por el gran santuario de los
reyes tradicionales y de la Religión.
De todo lo dicho saco que tres engen-
dres infernales, venganza, sed de ajenos
hienes y odio antirreligioso, fueron los que
devoraron a Poblet. Concédase, si place,
376
LIURO TERCERO. — CAPITLI-O SLXTi
que aun pudiendo en justícia los monjes
castigar severamente a los lenadores,
conviniese, habida en consideración la
malignidad de los tiempos, por prudència
perdonar; y supóngase, lo que no es poco
suponer, que callando y cediendo hubie-
ran amortiguado aquel tan antiguo odio
y hasta logrado el amor de los habitantes
del valle; pues bien, aun así el saqueo 3^
la destrucción presentabanse como gua-
danas de la Parca implacables, pues la
ràbia contra el monacato 3' el hambre de
sus riquezas consumaran la deplorable
desgracia. Ningún odio ni reciente ni in-
veterado, ningún emulo alimentaren por
injusticias o imprudencias los próximos
cartujos de Scala Dei, 3' sin embargo su
antigua casa cayó como Poblet mas o
menos presto incendiada 3' antes saquea-
da por los mismos quizàs a los que con
larga mano beneficiaba con limosnas no
interrumpidas. Pereció Poblet al embate
de la guerra sin cuartel que la Revolu-
ción desde sus antros tiene jurada a la
Religión, a la autoridad real 3' a las vene-
randas tradiciones patrias. Si no de risa,
son dignos de lastima algunos excursio-
nistas, amigos, a su decir, de las antiguas
glorias patrias, mas a fuer de modernos
simultàneamente liberales, que por un
lado fomentan con palabras 3' obras la
Revolución, y por otro muy contritos
lloran los inevitables resultados de ella,
perpetuos defensores de causas sin efec-
tos, de piélagos sin borrascas, de vientos
sin tempestades.
El estudio de las pasiones que derriba-
ron a Poblet me trae como por la mano a
rechazar una terrible acusación contra el
superior populetano, formulada así: «Un
>/cargo muy grande harà la Historia al
>, Abad Gatell por su conducta al abando-
»nar el monasterio. Inspirado solo por el
»miedo, creyendo que la tea revoluciona-
»ria no tardaria en encenderse en Poblet,
»huyó con los monjes, olvidando que era
»el Abad del primer convento de Cata-
»lufla, el depositario de las reliquias de
>:nuestros re3'es 3' de nuestra nobleza, que
»su frente cenia la mitra episcopal y la
»corona de barón. Es muv' posible que A
>vno ser abandonado el monasterio, se
>'hubiera salvado de la destrucción, ya
> que à pesar de los odiós que había con-
»tra él, grande aun era la fuerza de su
xnombre y su prestigio* (1). Perdóneme
el amigo querido autor de estàs líneas y
permítame que le senale los errores que
contienen. Ni Gatell cinó jamAs mitra
episcopal, que al fin solo fué Abad, ni en
los momentos de la exclaustración gozaba
tal dignidad, que, segiin dije ya, habiendo
antes terminado el cuadrienio de su man-
do, 3' no consintiendo los tiempos nueva
elección, quedo la comunidad regida por
el Prior. Mas ni aun éste gobernaba a la
sazón en el monasterio, de donde por
aquellos tiempos le había arrancado para
el destierro la fuerza liberal. rQuién, pues,
ejercía allí la superior dignidad? ;E1 ex
Abad, o el Subprior, u otro padre, 0 algun
consejo? Lo ignoro, però sí sé que debò
desviar del Abad Gatell los dardos del
anterior pàrrafo.
Acusa éste al Abad por haberse guiado
del temor, cual si éste no fuera por ven-
tura racional, fundadisimo, 3- aun la regla
prudente que en aquella ocasión se debia
seguir. El capitàn mas esforzado, cuando
en campo raso se halla desarmado, solo,
3' ante numerosos enemigos ganosos de
matarle, divierte de su imaginación la
idea, digo mal, la locura de defenderse,
3" vuela la tierra. De no hacerlo, ganara
con harta razón el apodo de temerario
en alto grado 3' aun demente. Igual situa-
ción rodeaba a los monjes populetanos:
sin fuerzas de ejército ni instituto alguno
militar, desprovistos hasta de los pocos
fusiles de la casa, por aquellos días qui-
tados por los carlistas, solos, en despo-
blado, sin mas amigos que los desarmados
de La Espluga, y por opuesto lado cir-
cunvalados de enemigos, 3' sobre todo
tocando con los nacionales de Vimbodí, a
cuyo termino municipal pertenecian o
estaban contiguos. Estos, bramando de
odio y venganza, tiempo había que vomi-
to Sr. Toda. Obra cit.. pàg. ly.
. M . ^
Santa María de Poblet. — restos de los
sepulcros reales. — 1q12
(Fotografia de D. Luis Madreny)
U
.MONASïElíIO CISTERClENSt; DE SANTA MARIA DE POBLET
377
taban bravatas y amenazas de muerte
contra los monjes (1), de cuya memòria
no se había aún borrado el incendio y
destrucción de 1S22. Y si en aquella època
los liberales comarcanos de tal modo
maltrataron las inocentes paredes del mo-
nasterio, mucho menos ahora, alecciona-
dos por los impunes asesinatos de Reus,
habían de perdonar y dejar sin venganza
la defensa del bosque efectuada en època
posterior y reciente junto con el comiso
de sus estimados auxiliares y compafie-
ros, los asnos. ;Tan mansa \- suave fué
siempre la condición de aquellos arma-
des, que muy bravamente tomaron parte
en aquella guerra sin cuartel, los cuales
muy luego con los labriegos de La Es-
pluga arremetíanse con fiera crueldad
entre las labores del campo? No aquejaba
a los monjes ceguera e imbecilidad tantas
que les ocultarà la espantable carga de
odiós aglomerada en la bomba o mina de
Vimbodí. El Padre iMaestro Mas, de Po-
blet, al cual Toda llama «monje aco-
»modado a las ideas nuevas», «hablan-
»do con los del pueblo (Vimbodí) de la
»marcha del monasterio, no tenia reparo
»en condolerse públicamente de los males
»que le amenazaban repitiendo la frase
>>úe que tales eran los odiós encendidos
»en contra de él, que no había de desapa-
»recer aquella generación sin ver que la
»piedra mils alta del convento seria la
»m<ís baja». Así, literalmente, lo escribe
Toda, píig. 20: ^;què delito importa pues
el convencimiento de esta verdad, su na-
tural resultado el temor, y el obrar consi-
guiente?
El Padre Bolsero Don Cosme Valls,
hombre ascético, que, ausentes ya los
monjes, quería, según parece, permane-
cer en el monasterio, también a la postre,
y vistos los vimbodienses del inventario,
huyó; y concorde en esto con el Padre
Mas, exclamo en aquella ocasión: «tomen
»VV. el inventario, ó lo tomen otros,
»todo esto lo veo ardiendo.>^ Y me afladió
(i) Eslas hravalas me las dijo D. Josú Bou en
la rclación ya cilada.
un operario, presente al dicho acto del
inventario, que al alcalde e individuos de
La Espluga, que, según dije, comían aquel
dia allí, las carnes les temblaban por
efecto del temor (2).
Y ;cómo no temeries entonces si aun
hoy, transcurrido mas de medio siglo,
vive potente en su pecho el encono contra
Poblet? Un arquitecto joven tomaba hace
pocos anos allí sus medidas para el levan-
tamiento del plano; mascomocasualmente
entrasen algunos vimbodienses, suspendió
sus trabajos por indicación de un hombre
del país, amigo suyo, temeroso de que
fueran estos graduados de preludios de
repoblación monacal. Por los anos de
18S0 y tantos, un amigo mío visito a Po-
blet, y allí indico que el mejor medio de
restauración estaba en instalar en el
cenobio una comunidad. Oyólo un aldea-
no de la redonda, y luego exclamo: «sí,
»que vengan los frailes, y haremos peor
»que la otra vez». Y otro amigo en 1894
me aseguró que aun entonces subsistia la
mala voluntad de los de Vimbodí; y que
en e! aniversario del incendio familias
enteras de aquel pueblo acuden al monas-
terio a hacer una comilona.
Mas aun prescindiendo de la enemiga
y vecindad de Vimbodí, la posibilidad de
una excursión de furiosos reusenses al
mas rico y codiciado de los monasterios
tarraconenses debía ser parte para infun-
dir fundadísimo temor en quien como
Superior lo gobernara; temor tanto mas
justo, cuanto en tiempo de guerras 3' de
revueltas, no anunciados, sinó de impro-
viso, suelen amanecer los grupos de gente
armada donde menos pudiera la previsión
suponerlos.
Però dejemos este camino en la defensa
de los monjes, y hacièndolos o héroes o
imbéciles, supongamos que en 1S35 per-
manecieran agachados en el cenobio, y,
destituídos del natural amor a la vida,
esperaran tranquilos las navajas enemi-
gas, cual lo hicieron los descalzos de
Reus.
(2) Este operario fué D. José Bou.
378
LIBRO TEUCERO. — CAPITULO SEX TO
iOh! No dudo que entonces los enemi-
gos de los regulares echarían toda la
responsabilidad del trastorno a la impre-
visión del superior y comunidad.
Tampoco puede increparse al Abad
porque, se olvidó de «que era el depo-
«sitario de las reliquias de nuestros re-
»yes y de nuestra nobleza, y que su
> frente cenía la mitra episcopal y la co-
>)rona de barón». Verdaderamente, en
tiempos pacíficos adornaban al Prela-
do el cargo y el honor de guardador de
ricos tesoros de la pàtria; però, en épocas
de trastornos y revolución, al Gobierno,
sucesor de aquelles reyes y magnates,
pasaba el extricto deber de apoyar la debi-
lidad del mitrado, que, aun con corona
de barón, carecía de las lanzas y barra-
ganes de otras edades; y así achaquese al
Gobierno superior la culpa de tan deplo-
rables destrozos. Obràronse estos no en
un momento, sinó en largos anos, y en
todos ellos la autoridad durmió profunda-
mente. ;Podía acaso el desarmado Abad
durante ellos defender el Monasterio que
el poder del gobernante abandonarà? De
permanecer allí, echàrale la autcridad
para presurosa entregar los bienes a la
desamortización y el edificio al abandono
y universal rapina, a la pública subasta,
o quizà al bien ordenado derribo, que por
efecto de orden superior experimento
Santa Catalina de Barcelona. A los dos
días del incendio una columna militar
acudió a Poblet: ipor qué, transcurridas
pocas horas, lo abandono?
Se ha escrito: «Es muy posible que de
»no ser abandonado el monasterio se
»habría salvado de la destrucción, ya
»que a pesar de los odiós que contra
»él había, grande era todavía la fuerza
»de su nombre y de su prestigio.» Este
nombre y este prestigio isobre quién
valiera?, isobre quién? rSobre Vimbodí?
Nunca el nombre y el prestigio del cor-
dero valieron ante las garras del león
vencedor. ;Acaso sobre gobernantes al-
zados por aclamación de turbas roncas
todavía del motin de los frailes, y tenidas
aun en sangre sacerdotal? r'Sobre autori-
dades abortadas por logias y ventas y
colocadas en altos puestos en premio de
su furor en predicar y ejecutar el degüe-
llo de los religiosos? ; Sobre quién?
No, no, mil veces no, la culpa del
incendio y destrucción de Poblet no cae
sobre ningiin religioso: es toda de la
Revolución liberal.
Abrigo la certeza de que hoy mi buen
amigo el senor Toda, entrado ya en anos
y madurez, no escribiría las acusaciones,
arriba por mi combatidas, dirigidas en
los días de su mocedad contra los religio-
sos de Poblet. Son fundamento y prenda
de esta mi convicción las bellas condicio-
nes que adornan a dicho seíïor. Por esto,
si por un lado aquí le pido perdón por mis
oposiciones, por otro le ruego que note
que en ninguna parte asesto mis dardos
contra su persona, y sí solo contra sus
errores; los cuales, tratando yo de defen-
der al monasterio, no podia dejar en pie;
es decir, combato a su libro, no a él.
En 1897, con motivo de acompanar a
Espana el cadàver venerable del senor
Arzobispo don Antonio Claret, el Abad
cisterciense de Fontfroide, cu3'0 monas-
terio se halla en Francia, cerca de Nar-
bona, visito el de Poblet. Entonces este
Abad, de nombre en el siglo Miguel Duc
y Gal, y en el claustro Padre Maria
Javier, celebro la Santa Misa en la capilla
de San Jorge, y así f ué el primer cister-
ciense que ofreció allí el santó sacrificio
desde 1S35. Al recórrer el cenobio quedo
sorprendido y enamorado de su grandio-
sidad y belleza. Dijo que si sus religiosos
de Fontfroide pudiesen establecerse en él,
lo restaurarían; que peor que Poblet esta-
ba Fontfroide cuando ellos entraron, y
lo han restaurado; y que si lograba este
su deseo, contento exclamaria entonces
jnm laetus moriar. Para establecerse en
Poblet necesitaba, anadió, algunas tierras
para trabajar y vocaciones; que no veia
difícil lograr el edificio, però que nece-
sitaban tierras cultivables (1). Entonces
(i) .Me lo dijo el mismo Abad de Fonfroide
Sr. Duc en Barcelona, a js de octubre de 1899.
MONASTERIO CISTERCIENSE DK SANTA MARIA DE POULET
379
el conocido abogado y catedràtico don
Juan de Dios Trias habló al poseedor, o j
mejor, al marido de la poseedora, de las
tierras de don Miguel Clavé, procedentes
de la propiedad del monasterio, propo-
niéndole la compra de parte de ellas; però
dicho sefïor contesto que no quería des-
prenderse de parte, sinó de todo o de
nada. Como la Comunidad de Fontfroide
carecía de capitales, se hubo de renunciar
a la repoblación monàstica de Poblet. La
reparación de esta casa costaria un millón
de duros, y aunque los dichos cistercien-
ses no los tienen, sin embargo, paulatina-
mente trabajando, con la economia y la
constància de los monjes, mucho con los
aflos se lograra (1).
El mismo Abad Duc, de cuya boca ten-
go algunas de las noticias anteriores, me
dijo que cuando sus monjes se establecie-
ron en Fontfroide el pueblo de Narbona
los recibió friamente, mas que el primer
Abad, de nombre Padre Juan Leonart,
adquirió tal fama de santidad, que cuando
murió toda la población acudió a visitar-
le, no quedando un carruaje en Narbona
que no se empleaseen transportar gentes
al cenobio, y los que no alcanzaron ve-
hículo fueron a pie, lloviendo. Después de
muchos anos de entierro su cadàver ha
sido hallado incorrupto.
Me afladió el Padre Duc que ellos han
establecido la primitiva observancia de
su regla, cuyo fin consiste en la peniten-
cia y la oración. Así es que tienen siete
horas diarias de coro, y dos de trabajo
agrícola, bien que los legos dedican mu-
chas màs horas al postrero.
No habiendo podido establecerse estos
monjes en Poblet, como deseaban, se han
instalado el dia de San Bernardo de 1899
en un manso del termino de Tàrrega, de
nombre Mas de Colo»!, procedente de la
herència de la seflora Marquesa de Cas-
tellvell, cedido a ellos por los ejecutores
testamentarios de dicha seiiora. Al prin-
cipio formaron la Comunidad solo tres
(i) Me lo diio et mismo scnor Trias en Barce-
lona a 2j) de iunio de 1B99.
sacerdotes y cuatro legos; però posterior-
mente la expulsión de Francia de las
Ordenes religiosas los ha notablemente
aumentado. Cuando en octubre de 1904
recorri aquella tierra, se me dijo que allí
en el Mas de Colom se edificaba un gran
Monasterio. El nombre oficial de esta
casa es Monasterio de ^\iíesíra Seüora
del Stifragïo. iProtejaDiosla obra moral
y material, y dénos abundantes y fervo-
roses intercesores que oren por nuestras
almas y por nuestra pàtria!
§ 5." Adiciones
Como escribí en el pàrrafo 1.° de este
articulo, don Jaime Ramon Vidalés, con
mucha posterioridad a la redacción de la
casi totalidad de este articulo de Poblet,
publico una larga conversación que tuvo
con el ex monje y ex miguelete cabecilla
de la fracción liberal. De esta conversa-
ción me place copiar aquí unos pàrrafos
en los que las palabras del ex monje vie-
nen à completar las noticias descriptivas
de la vida del cisterciense de Poblet y de
sus funciones religiosas, noticias dadas
por mi en mi primera obra sobre Las
casas de religiosos de Cataluria.
Dice así el ex monje, traduciéndolo yo
del catalàn: «Los primeros seis meses
»eran llamados de prueba, y eran riguro-
»sísimos, no permitiéndome en ellos la
»menor extralimitación de la Regla. In-
»gresé después en el noviciado, que dura-
»ba cuatro anos, gozando de un poco màs
»de libertad. Entre tanto el Padre Lector
>'me enseiïó lo mismo que à los demàs
»novicios, el Latín y la Filosofia. . . .
»A cada monje se le entregaban 75
»libras barcelonesas (40 duros) al aiïo...
»En verano se nos concedian quince
»días de licencia para visitar a las fami-
»lias o pasarlos donde mejor nos pluguie-
»se. Ademàs se nos concedian otros
»quince días para pasarlos en la Pena
»como esparcimiento 3- no como castigo,
»según, alguno fijàndose en el nombre de
»la casa, ha creido... Toda la Comunidad
I.IHRO lERCERO. — CAPIiUI-0 ^EM «.
»subía allà en dos tandas durante el mes
»de julio, lo que en la redonda era cono-
»cido con el nombre de V^cda dels Frares.
»A1 llegar el monje a los sesenta anos
»se le jubilaba, quedando así exento de
»coro y capitulo y en general de todas
»las obligaciones prescritas por la i?e-
y>gla. Se le daba habitación separada y
»un criado.
»En el capitulo gozaban de voz y volo
»todos los profesos, que durante los últi-
»mos ailos éramos unos sesenta...
»Ningún monje podia entrar en la cel-
ada de otro ni aun dandole éste permiso,
»y si querian hablar el visitante tenia que
»hacerlo desde el umbral. Cuando en una
»celda de enfermeria habia algun enfer-
»mo grave, se fijaba en su puerta un
»papel blanco à fin de que los transeuntes
»evitasen hacer ruido.
»A los muertos se les vestia el habito
»de coro, y eran enterrados tapada la
»cara por la muceta, sin ataúd, en el
»cementerio del pie del abside de la igle-
»sia mayor, y asistia al sep3lio toda la
»Comunidad.
»Tan solo en el claustro de San Este-
»ban, que era lugar de esparcimiento,
»podiamos hablar de política y de cosas
»del mundo.
»Cumplidas las obligaciones, nos era
»permitido salir à paseo acompanados
»de otro, sin emperò alejarnos mucho del
»Monasterio, y siempre impetrando antes
»licencia del superior.
»Nos permitiamos à las veces bromas
»inocentes. Asi, por ejemplo, recuerdo
»que a un monje que tenia el vicio de
»dormirse en el coro, un dia al terminar
»los laudes, en lugar de despertarle, le
»pusimos tres velas encendidas à cada
»lado, colocadas sobre sendos candela-
vbros, y dormido le dejamos.
»Las penas que nos imponian para pur-
»gar culpas consistian generalmente en
»amonestación privada ó pública, priva-
»ción de la mesa conventual o de alguno
»de sus platós... A veces, al presentar en
»la mesa alguno de los platós, el que habia
»delinquido hallaba sobre él atravesado
>/el cuchillo, senal que significaba que
»no podia comer mas de la mitad del
»contenido. La mitad dejada era inme-
>:'diatamente retirada, y entregada al pri-
>mer pobre que se hallaba fuera de la
«clausura.
»Comiamos a las once y media, y cenà-
xbamos à las siete y media. La vajilla
»usual era de estano, y se lavaba, para
»evitar que se rayase, con estropajos de
vpaja de arroz, que se nos mandaban de
»la casa que teníamos en el reino de
>' Valencià.
»Todos los viernes comíamos de vigi-
»lia, pescado por regla general, y cuando
>/no, bacalao. Si alguno deseaba comer
»alguna gollería, avisando al cocinero
»con la oportuna anticipación se le hacia,
»pero a sus costas.
»La ración de carne era cuatro onzas
»por persona. En las raciones de carne
»de plumà, como capón ó gallina, se
»contaba un cuarto por individuo, y de
»ellas comiamos en todas las fiestas....
»de modo que para cuatro monjes se
»sacaba una pieza entera. Igualmente
>^cada cuatro teniamos un criado tanto
»para la mesa cuanto para los demas
«servicios manuales. Mientras comiamos,
»el monje que estaba de semana desde el
»púlpito leia algun pasaje piadoso, y nos-
»otros debiamos guardar silencio y escu-
»charle. El chocolate ni se tomaba en el
»refectorio ni iba a cargo de la Comuni-
^>dad; sinó que cada uno lo pagaba de su
»peculio. Generalmente los cuatro aquie-
xnes servia el mismo criado, lo tomàba-
»mos juntos en la estancia o patio que
>imedia entre la puerta Real y el claustro,
»la que por este motivo llamàbamos Cho-
ycolatería». Anade que a veces, sobre
todo en verano, tenían regalitos de fruta
o dulces de las familias acomodadas del
veraneo, los cuales regalitos se comían
después del chocolate.
«Vaya V. escuchando», anadió el ex
monje y ex miguelete al Sr. Vidalés que
lo publica, «vaya V. escuchando, porque
>/quiero darle a V. una idea, aunque
CISTERCfENSC Di: SANTA MARIA DE PObLET
381
»incompIeta, de la grandiosídad desple-
»g:ada en las funciones religiosas que allí
»se celebraban. De entre ellas, algunas
»ciertamente harto espléndidas, ninguna
»podía competir en magnificència con los
«funerales que a las veces se hacían, ya
»fuera en cumplimiento de legados pios,
»ya por defunción del Abad ó Príncipe, u
»otro personaje. No cabé duda que en
»ninguna basílica ni catedral del mundo
»católico se desplegaba la suntuosidad
»de nuestro monasterio.
»Figúrese V. en el retablo mayor un
»gran Crucifijo de bronce con la cruz de
Ȏbano, iluminado por dos candelabros y
»seis grandes candeleros de ébano con
»incrustaciones de bronce dorado, tenien-
»do por fondo un gran frontal de tercio-
»pelo de seda negro bordado de oro- En
»el crucero, alfombradn de negro al igual
»del presbiterio, se levantaba un severo
»y elegante catafalco, rodeado de doce
«candelabros de ébano y bronce no me-
»nores de diez palmos de altura, y cubier-
»to por un riquísimo paiïo mortuorio,
»orlado de ancha cenefa, 3' en cuyo fondo
»campeaba en relleves de oro y plata el
«escudo de la casa de Cardona, de cuya
«procedència venían aquellos tan espien-
»didos objetos.
»Todo aquel fúnebre aparato resaltaba
»aun mAs por tener por marco los dos
»panteones reales con las imtígenes ya-
»centes de los reyes, así como las esta-
'tuas arrodilladas en actitud de orar,
»que coronaban los sepulcros adherides
»a los pilares del crucero. Parecía que
»tales personajes se identificaban con
»aquellas ceremonias sublimadas por las
»salmodias de difuntos cantadas en el
»coro a dos coros por toda la Comuni-
»dad.... No. no se puede concebir nada
>^màs patético que aquel Dies irae ento-
unado a dos coros por sesenta monjes
vcon aquella gravedad y parsimònia que
»les era tan peculiar; ni nada tan majes-
»tuoso como el acto del ofertorio presidido
»por el Abad revestido de pontifical con
»mitra y bàculo, y seguido de aquella
>'numerosa comunidad revestida del mili-
»tar y rozagante mantó de blanca lana;
»ni nada tan grandioso como aquellos
«responsos cantados por todos al rededor
»del túmulo, mientras las lenguas de
«bronce de las campanas alzaban al Cie-
>^lo su plaflidera voz. Es imposible dar
»idea exacta y acabada de las sublimes
«emociones que sentia el alma cristiana
«ante aquellas ceremonias, bien dignas
".ciertamente de los varones que las moti-
«vaban.
»;Y qué me dice V. de la sacristía?
». ' (1).
(i) d. Jaime Ramon Vidalés. Obra cit., pàgi-
naí Jí. :!!. 32. 33, 34. 55. 3Ó. 37. 38, 39 y 40.
Capitel di.1 claii-lin de San
Cu.'at del X'alles
CAPÍTULO SÉPTIMO
ESTADO DE BARCELONA EN 1835
ARTICULO PRIMERO
RESENA GENERAL
i
ESTADO DE BARCELONA EN l8^í
385
ragoza y otros puntos había envalen-
tonado a los revoltosos y agiotistas de
aquí, la de los de Reus y sus contornos
puso la mecha en sus manos. Debò, pues,
entrar ahora en la resena del incendio de
Barcelona; emperò, para que esta resulte
completa, estimo conveniente empezar
por una ràpida pintura del estado de la
Ciudad en aquel tiempo.
Leo en un texto escrito en 1830: «Bar-
»celona... capital de la provincià y prin-
»cipado de Cataluiïa {eittoticcs Cataluila
»l•io forniaba mds que una provincià),
»cabeza del corregimiento del mismo
«nombre, y uno de los puertos mas fre-
»cuentados de Europa. Es sede del obis-
»po, que es sufraganeo de Tarragona. ., y
«residència del Capitan General. Tiene
«Real Audiència, Gobernador militar y
«político, con teniente de rey, mayor de
«plaza..., subdelegacion principal de poli-
»cía, 2 A.A. M.M. (alcaldes mayores,
y^que craii no siit alguna diferencia lo
Noia. — La inicial de este capitulo procede de
una ho)a suelta de un libro de coro de Poblet, la
que, cuando la vi en el Archivo de Flacienda de
Tarrafjona, servia de envoltorio de un legajo.
í>que ahora los jueces de primera i nstan-
»cia. En 1835 estos alcaldes mayores a
»/o menos eran tres) con honores de
«oidor. Tiene una iglesia catedral, 7 pa-
»rroquias (Santa Maria, El Pino, San
hPcdro, San Jnsto, San Jaime, San Cu-
»cufate, San Migticlj, otra sufraganea
»de Santa Maria del Mar, que es la de
«San Miguel en la Barceloneta, y otra en
»el arrabal de Gracia, que lo es de Nues-
»tra Sra. de los Reyes del Pino; 18 con-
«ventos de frailes, 17 comunidades de
«monjas, 2beaterios, 7 colegios, 15capi-
»llas y oratorios; muchos establecimien-
«tos de beneficència, muchos otros litera-
«rics, y diferentes edificios suntuosos...
«Tiene un tribunal del consulado {de
-miarj... y una real junta de comercio,
«una comandància de marina, un Juzgado
«de arribadas, un resguardo militar, una
«junta superior de sanidad, una càrcel
«pública y otra de reclusion para muje-
>^res, una real maestranza-de artilleria y
«escuela practica de la misma arma, 5
«cuarteles, una administracion principal
»de correos... un hermoso teatro, 3' resi-
«den en ella 14 cónsules estrangeros» (1).
Al E. de la ciudad, en el terreno hoy
parque, se levantaba imponente la Ciu-
dadela, hermoso fuerte de planta penta-
gonal, provisto de muN- bien dispuestas
obras de defensa. Quedan en pie su tem-
plo, la casa del gobernador de ella y
parte de los cuarteles, hoy parte del edi-
ficio museo. Sobre la cumbre de su pro-
montorio se asentaba el entonces inex-
pugnable Castillo de Montjuich. Por todos
sus contornos cenían a la ciudad magni-
ficas murallas del sistema Vauban, con
sus baluartes, revellines, anchurosos fo-
sos, contrafosos, glacis y paseo militar
poblado de dos líneas de altísimos Arho-
les. Solo en la cara que mira al mar y la
que mira a Montjuich los lienzos de di-
chas murallas carecían de baluartes que
las flanqueasen y defendiesen. La muralla
(1) Diccionario geogràfica universal... por
u)ia Sociedad de literatos... Barcelona, 18 jo,
tomo I. pàgs. 695 y 69Ó.
38ü
del mar corria por donde hoy la calle
central del Paseo de Colón. Tenia a su
pie en el lado del mar, para defenderla de
las olas, un rimero corrido a su largo de
rocas echadas allí sin orden alguno;
allende del cual rimero se extendía el
agua, la que por lo tanto ocupaba la
actual calle de los carros, tinglados y
andenes. Las casas de Xifré y sus calles
traseras no existían: en parte de su lugar
había unas pequenas edificaciones, un
poquito adelantadas en el actual paseo de
Isabel II, a la línea de la muralla del mar.
La plaza de Palacio terminaba por SE.,
o sea por el lado del mar, en la rasante
de dichas casas con la Aduana; y por lo
mismo carecia del trozo que va desde
dicha linea hasta el comienzo del puer-
to(l). En el tiempo que ahora vamos, o
sea del 1834 y 1835, se estaban edificando
las casas de Xifré, abriendo el ensanche
de dicha plaza de Palacio, y construyendo
o ensanchando el trozo de muralla de
mar que caía tras de las islas de Xifré y
de las de sus espaldas (2).
Cruzàbanse las murallas por cinco
puertas, a saber: la del Mar, en la plaza de
Palacio: la Nueva, situada en el actual
Arco de Triunfo; la del Àngel, frente la
plaza de Santa Ana, en la de Cataluna,
llamada del Àngel por tener sobre de sí
una capilla con el Àngel de la Guarda,
que después fué trasladado a la parròquia
de Hostafranchs; la de San Antonio en el
cabo de la calle del mismo nombre conti-
gua al templo de este Santo; 3' la de Santa
Madrona aun ho}- en parte existente bajo
Atarazanas. Todas estàs puertas las ví
yo, y perfectamente las recuerdo, lo
mismo que las murallas que atravesaban.
El Obispo habitaba su actual palacio, y
el Capitàn General el Real, edificio cua-
(i) Plano de Barcelona por D. Antonio Mon-
fort publicado en 1818.
(2) En el Diarto de Barcelona se hallan fre-
cuentes anuncios o noticias de estàs obras. \'éase
los números del 0 de febrero de 1834. pàg. 326, y
t muchos otros, como el de 16 de abril de 1831, pà-
gina 765.
drado y aislado, terminado por E. por la
calle de Traspalacio, por S. por el Paseo
de la Aduana, por O. por la plaza de su
nombre, y por N. por la de las Ollas. No
tenia màs que dos pisos altos: en el bajo
abría ventanas, y en los àngulos del pri
mer alto lucía tribunas de triste recuerdo
por lo que se vera en esta historia. Igno
ro dónde se hallaban instalados los des
pachos de los demàs jefes militares; aun
que la circunstancia de encontrar en los
diarios que el de la Secretaria del gober-
nador de la plaza se encontraba junto a
la bajada de Viladecols, punto donde
vivia el segundo cabo Bassa; y la de que
cuando murió este General este despacho
se traslada a otra calle, la del Conde del
Asalto, me induce a creer que cada jefe
superior militar lo tendría en su casa (3).
En octubre de 1834 la autoridad había
arrojado del Colegio de San Buenaven-
tura, de la Rambla de Capuchinos, edificio
hoy fonda de Oriente, a la comunidad
franciscana, y alojado allí la policia; y
como consta que el despacho del Gober-
nador civil estaba en la Rambla (4), con-
jeturo si también estaba allí este despa-
cho. La Audiència se reunia en el precio-
so edificio en parte gótico entre las calles
del Obispo, de San Honorato y de San
Severo. Los juzgados de primera instàn-
cia carecían de casa pròpia, y creo recor-
dar que los alcaldes maj^ores despacha-
ban en la de su habítación. El tribunal de
Comercio estaba en la Lonja, y la policia,
como dije arriba, poco antes del atentado
de 1835 fué colocada en el Colegio fran-
ciscano de San Buenaventura, hoy fonda
de Oriente.
En el cabo superior de la Rambla, don-
de ahora corre la de Canaletas, se levan-
taba un cuartel de Artilleria, edificio
antiguamente Universidad literària. El
extremo inferior de la Rambla venia
cerrado por un gran baluarte, unido a
(5) Diària de Barcelona del 8 de agosto de
1S3Í.
(4) Diario de Barcelona del 5 de abril de
iSíí. pàg. 7Ó0.
ESTADO DE BARCELONA K.\ 1035
387
Atarazanas, que ocupaba gran parte de
la actual plaza de Colón. En él se abría
la puerta principal del fuerte o cuartel, la
que quedaba al frente mismo de la Ram-
bla. Los canones de este baluarte enfila-
ban toda la Rambla.
El hospital civil era el mismo actual de
la Santa Cruz, però el militar en 1835
ocupaba el antiguo convento de monjas
calatravas de Junqueras, terminado por
las calles de Bilbao y plazuela y calle de
Junqueras. La carcel, ahora alojada para
mujeres en el entonces convento, o casa,
de Padres Paúles, formaba en el extremo
de la Bajada de su nombre un arco por
sobre de ella, y daba a la plaza del Àngel.
La entonces de mujeres, llamada vulgar-
mente \a galera, la vi en la calle de San
Pablo, esquina occidental a la de Roba-
dor. La calle de Fernando VII no estaba
abierta mas que desde la Rambla a la de
Avinó; no existia ni la de Jaime I ni la de
la Princesa, ni varias otras para cuya
apertura o construcción se han utilizado
precisamente las huertas de los conventos
y de otros propietarios, pues entonces, si
las calles de la ciudad pecaban de angos-
tas, en cambio el centro de muchas islas
gozaba de huertas y jardines.
El número de personas que poblaban
esta urbe al terminar de 1829 sóIo llegaba
a 113,780 (1), bien que en los anos próxi-
mamente posteriores aumentaría con los
que, huyendo de la guerra civil, emigra-
ban de los campos y se refugiaban al
abrigo de los muros de esta capital.
ARTICULO SECUNDO
LAS AUTORIDADES DE 1835
Por los documentes insertados en capi-
tules anteriores sabemos que como Capi-
tan General gobernaba este Principado
el Teniente (General Don Manuel Llauder
y Camin, Marqués del Valle de Ribas.
Le conocí, y aunque poco, personalmente
le traté, pues era primo hermano de mi
(i) Diccioitario cil., tomo 1. pàg. 703.
padre y su cliente en asuntos de abogacía.
Aun se conservan en mi familia joyas de
plata, regalos del cliente al abogado. Na-
ció Llauder, hijo de Argentona, de noble
estirpe, a los 3 de Julio de 1789. Era alta
su estatura, y erguida su posición; però
su persona tan enjuta de carnes que siem-
pre sus uniformes mostraban huecos ante
el pecho: la faz viva y expresiva, provista
de ojos pequenos y astutos y de muy pro-
nunciadas narices que entre sus enemi-
gos le ocasionaren el apodo de'n nas de
llatina, y finalmente, de cabello negro,
sedoso y caído. Poseia talento perspicaz,
actividad inquebrantable y voluntad de
hierro. Estaba casado con la heredera
(pubilla) de la antigua casa de Bransi,
cuyo ediíicio hoy viene marcado con el
número 7 de la calle de San Honorato, y
continua perteneciendo ala familia.
Llauder ganó muchos y muy merecidos
lauros durante la guerra de la Indepen-
dència, siendo digno de notarse el gran
triunfo que, coronel todavía, obtuvo sobre
la columna del general francès Marechal,
en 7 de Mayo de 1813, en el Valle de Ri-
bas (2). Contaba él que uno de los lances
màs apurados de su vida lo pasó en una
salida de Gerona en el cerro de los Ange-
les durante el sitio. Tenido por realista,
estuvo arrinconado durante el trienio
constitucional, y si no tomo parte en el
levantamiento realista de entonces, entro
en Francia y regresó a Espana con el
ejército del Duque de Angulema. Fué
nombrado entonces Comandante General
y sucesivamente Capitc\n General de las
Provincias Vascongadàs; cargo que en
febrero de 1824 trocó por el de Goberna-
dor de la plaza de Lérida (3), y en mayo
de 1S2.Í se le confirió el grave destino de
Inspector General de Infanteria (4), con
el cual quedaba a su cargo la organiza-
ción de este cuerpo.
(->) Tiircno. Tomo V, pàjí. 285.
(ï) Meniorias documsntadas del Teniente Ge'
neral Don Manuel Llauder, Madrid 1844, pàgi-
nas J? y 24.
{^) Memorias..., cit., pàg. 26.
LIBRO TEliCERO. CAPITULO SEI'TIMO
No todo lo que en esta trabajo efectuo
Llauder merece alabanza. Que separarà
a los oficiales ineptos, y procurase el
imperio de la justícia, debe alabarlo todo
imparcial; emperò que contra viento y
marea, y contra las intenciones que mos-
traba el Rey que le había nombrado Ins-
pector, hiciera lo que van decirnos sus
propias palabras, no lo aprobaràn nunca
ni el buen sentir ni la hidalg-uía. Su obra
la describe él mismo
en las siguientes lí-
neas, para cuya in-
teligencia precisa no
olvidar las fechas, o
sea que corrían los
afios de la reacción
que sucedió al trie-
nio constitucional.
«Ya he indicado, di-
»ce, como estaba el
«ejército, y mi arma
»participaba mas
»que otras de los de-
»fectos comunes A
»todas... Todos los
«cuerpos se hallaban
»disueltos, y sustitui-
*dos por las bandas
xirregulares que se
»nombraban regi-
»mientos, separades
»los gefes y oficiales
»que habían aprendi-
»do su deber, ocupa-
»do su lugar, con
»muy pocas excep-
»ciones, por hombres
»sin instruccion y sin
»màs antecedentes
»que alguna bàrbara
»proeza» (aquí evi-
dent e aparec e la
exageracióii); '<cam-
«biadas las pràcticas
»del orden y de la
«disciplina por el
»merodeo y el soma-
»tén; desplegada una
»ambicion sin limi-
»tes dirigida à con-
»servar los galones
»y las charreteras»
(no graduo de ilegítima la pretensión de
conservar lo ganado) «con perjuicio de
»los que lo habían ganado en el campo,
»todo presentaba una confusion de pre-
ESTADO DE BARCELONA EN l8?í
339
»tensiones, intrig'as, calumnias, amena-
»zas, recomendaciones, que podían poner
»en compromiso al màs resuelto...
»La junta apostòlica trabajaba porque
»conocía tambien como yo cuanto le im-
»portaba tener el ejército a su devocion,
»y en la corte se apreciaban servicios
»cuyo merecimiento tasaba yo de bien di-
»ferente ma-
»nera.» {De
dotidc resulta
col•lfcsadopor
Llauder que
en la aprecia-
cíóit de los
servicios s e
oponia su
sentir al de
la corte). «A
»peEar de to-
»do solicité y
»obtuve la co-
»locacion de
»infinitos je-
»fes y oficia-
»les antes de
»estar purifi-
»cados, bajo
»mi responsa-
»bilidad» {He
aquí la tan
decantada in-
transigència
de la reacción
de 1823);
«previne el
»juicio de las
»juntas con relaciones de los que me
»parecían màs útiles, y separando los
»gefes ineptos y perjudiciales que no pre-
»sentaban mas títulos que su decision por
»el sistema dominante, títulos que en
»ningun tiempo significaran nada para
»mi, como no va^'an acompafíados de
»otras circunstancias. Hice recaer los
»reg:imientos y las compafiías, casi en su
»totalidad y hasta el punto posible en las
»mismas personas que habían estado
»antes a su frente» {que scrían libcrales
como procedeutes del tricnio constitucio-
nal, 0 de antes, tiempo en que el ejército,
estaba muy influido por la masoneria)
"V por estos medios cambié el espíritu de
»ia infanteria y restablecí el órden y la
»buena administracion en su antigua
»severidad y pureza.
ïCuanto tuve que rodear, para no ser
«detenido en este camino, sin apartarme
»de él ni per-
xder de vista
»el fin que me
»proponía, lo
«comprende- ,
»ràn cuantos
»conozcan ó
»recuerden el
»escabrosote-
xrreno que pi-
»saba, sem-
>brado deres-
>;baladeros y
>-zancadillas,
»y cubierto de
):•toda clase de
»estorbos.
ESCUDO DE ARMAS DEL GENERAL LLAUDER
»A costa de
»tantos afa-
»nes logré mi
«objeto: orga-
»nizar la in-
»fantería de
«manera que
»jamàs pudie-
»ra ser apoyo
»del desór-
»den , y que
«presentase en toda ocasión un aspecto
»capaz de imponer à otra infanteria que
»bajo el nombre de voluntarios realis-
»tas era un obstaculo para toda mu-
»danza que pudiera hacerse en buen
;>sentido.» {De modo que preparo una
infanteria que pudiera triunfar de los
realistas, una infanteria que pudiera
barrcr los obstdculos para un cambio.)
«Mis deberes llegaban hasta aquí y no pa-
»saban màs allà. Los efectos han dicho
»despues si anduve acertado. La infante-
»ría que yo formé desde 1825, es la misma
390
LIBRO ÏERCERO. — CAPIVULO SliPTIMO
«que desde 1833 ha estado combatiendo
»por la causa de la reina y de la libertad;
»la que ha estado haciendo prodigiós de
»valor mientras que los individuos que
»separé se han unido en gran parte a las
»filas rebeldes...» Esto escriba el mismo
don Manuel Llauder en sus Memorias
document adas, pàginas de 26 a 29; y
huelga todo comentario, el que dejo para
el recto sentir de quien leyere.
Reteniendo la Inspección de Infanteria,
desempenó Llauder la capitania general
de Aragón y luego el Virreinato de Nava-
rra. Durante el postrero, como escribí en
otro capitulo, los liberales expatriados,
apoyados por Luis Felipe de Francia,
intentaren en octubre de 1830 sublevar a
Espana, introduciéndose el grupo princi-
pal por Navarra. Mandàbanlo Valdés,
Mina y López Banos. Los realistas recha-
zaron a los invasores, y Llauder corrió
con sus tropas a perseguiries, logrando
que unos regresaran a Francia y otros en
Vera cayeran prisioneros.
Antes del fallecimiento de Fernando,
en diciembre de 1832, durante la enfer-
medad de éste, Llauder fué nombrado
Capitàn General de Cataluíïa, cesando
por lo mismo en el Virreinato de Navarra
que aún desempenaba. Vino a sustituir
al Conde de Espana, y por lo tanto los
liberales de aquí, en odio de éste y
de sus escentricidades, le tributaren una
acogida entusiasta cual nunca se haya
visto; acogida entusiasta que consta
en todos los papeles así privados como
oficiales y que mil veces oi narrar de
boca de mis padres. Però Llauder era
moderado, y lo mismo detestaba a los
realistas que a los exaltades liberales, a
les que Uamaba anarquistas; y como dos
anés después pugnaren con todo empeno
los últimes para derribar el régimen tem-
plade, todes los elogies y entusiasmes
de 1832 se trocaren entences en odies,
acusaciones, calumnias y dicterios, lo-
gràndese a la postre derribarle. Es difí-
cil encontrar en la Historia un hombre
que haya sido màs querido del pueble y
mas odiado. jDesgraciado el historiador
que pretenda fermar juicie de su proceder
fiando en les papeles de les centemporà-
neos! Per esto, y para huir la nota de par-
cial que podria causarme el deudo que
con él me unia, al tratar de juzgar sus
heches procuro toda imparciaUdad, y
ademAs me limito a dar cuenta de elles,
dejando al lector que ferme el juicio.
Llauder sirvió, pues, a lo menes exte-
riormente, al Rey absoluto hastala muer-
te de éste; pere a su fallecimiento corrió
a of recer su espada a Defla Isabel (1); y
aun en 25 de diciembre de 1833, viendo
que Cristina sostenia las antiguas formas
de gebierno, entro resueltamente en el
terreno polítice, dirigiendo una exposi-
ción a la Reina, en la que «atacaba en
»brecha el sistema del ministerie, y pro-
»ponia medidas directamente encamina-
»das à un cambio de instituciones, toda
»vez que aconsejaba la inmediata con-
«vocacien de las antiguas certes del
»reine» (2); acte gravísimo en un Capi-
tàn General colecado al frente de una
provincià. «El incremento que bajo las
»órdenes de Llauder tomaren les velun-
»tarios alistades en Cataluíïa al servicie
»de la reina, el favor con que acogió y
«trataba k los amnistiados, que en gran
«número fijaban su residència en Barce-
»lena, le habian valido gran pepulari-
»dad» (3) entre les revolucionaries.
En 2 de neviembre de 1834 fué nombra-
do ministre de la Guerra, cargo quedimi-
tió en 23 de enere siguiente, regresando a
la Capitania General de Cataluna (4).
En el terreno de las operaciones milita-
res defendió la causa de Isabel y de la
libertad, y por lo mismo persiguió a les
carlistas, con una inteligencia, tesón y
energia extraordinàries, y hasta con visi-
(i) Memorias documentadas..., cit.. pàgs. 35
y 36.
(2) Continuadores de D. Modesto Lafuente.
Historia general de Espana. Barcelona, i8go.
Tomo XX, pàg. 21.
(3) Continuadores del libro de D. Modesto
Lafuente. Tomo XX, pàg. 21.
(4) Memorias documentadas..., cit., pàgs. 92
y 105.
ESTA DO DE BARCELONA EN Ib?,
391
ble y repugnante crueldad; y es comple-
tamente cierto que durante su mando no
lograron aquéllos levantar cabeza. Para
obtenerlo tomo una arriesgada y audaz
medida aun antes que la intentase nin-
guna otra provincià, que fué el desarme
de los voluntàries realistas (1). En segui-
da dispuso la formación de batallones de
urbanes o milicianos (2), con las cuales
medidas pasaron las armas de manos de
los realistas a las de los liberales. He aquí
sus palabras: '<Con alguna pràctica en la
'organizacion que me había ocupado mu-
»chos anos, bien sabia que esta requiere
»método y tiempo, y no pudiendo dudar
»que tendría que pelear, \' que las armas
»serían las que decidiesen la cuestion de
»sucesion, al ver que no tenia que espe-
»rar del gobierno refuerzos, sinó pedidos,
«empecé con tiempo la formación del
»robusto cuerpo de la Milicia urbana,
«que à pesar de ascender a 40,000 hom-
»bres en mi tiempo, aun no ha sido bas-
»tante à contener los estragos que ha
«causado el bando carhno» (3). Las listas
de fusilamientos por docenasde víctimas,
arriba en el capitulo I de este libro III
mentadas, prueban la crueldad, fusila-
mientos que a ser efectuades por el Rey
en 1823 y anos siguientes le valieran el
titulo de tigre o de león. Los bandos,
también arriba, no mentados, sinó alguno
copiado, demuestran, no j^a el rigor, sinó
la tirania con que Llauder mandaba aquí
contra los carlistas.
Después de estos cuatro rasgos de la
fisonomia de Llauder, arrojados por sus
hechos y palabras, ocurre preguntar:
icuàles fueran sus ideas político-religio-
sas, o sea a qué grupo politico se hallaba
afiliado? Dije arriba que al liberal mode-
rado, y si se duda de mi aserción, aquí
van palabras de él mismo. «Deseaba yo y
»deseo la libertad que se funda en el im-
»perio de las leyes, porque he dado cons-
«tantes pruebas de aborrecer tanto la tira-
(i)
Memorias..
, cit.
pàgs
■ -19 y
6
(-•)
MeinorLis..
, Clt.
Pí
B-
50.
(?)
Memorias..
. cit.
P!
S-
>?•
»nia à nombre de la religion, a nombre del
>'trono, como a nombre de la libertad» (4).
Un muy listo y simpàtico, anciano proce-
dentes de cuya boca luciràn adelante en
estàs pobres columnas muchas e intere-
santes noticias, me contaba que durante
el mando de Llauder el pueblo efectuaba
manifestaciones, y acudiendo al pie del
palacio, daba vivas a la libertad; que en-
tonces, fiaco y vivo, salía el General a la
tribuna del palacio, situada en la esquina
de la plaza del mismo palacio }' la de las
Ollas; y que extendiendo los brazos, con-
testaba a los vivas con su no fuerte voz:
«moderada, moderada»; hasta que los mas
robustos alaridos de «viva la libertad»
ofuscaban su voz (5). ilnsensato! No cono-
cía que dado al pueblo un gramo de liber-
tad liberal, corre éste irresistiblemente
hasta tener mil kilos, y hasta la anarquia.
El caso que aquel pueblo, soltado en par-
te por Llauder, hizo de sus palabras de
moderación, lo pregona el cadàver de su
Segundo Cabo, Bassa, precipitado por
aquel mismo pueblo a los pocos meses
desde otra tribuna del mismo palacio.
El periódico liberal moderado de Bar-
celona El Vapor llama a Llauder «el ver-
ïdadero autor de la reforma» en sentido
liberal (6).
rLlauder fué masón, o individuo de
alguna sociedad secreta? Para contestar
a esta pregunta llevo hojeados, revueltos
y registrades muchos libros, y oidos nu-
merosos ancianes, libros escrites por
autores de tedas epiniones, desde el ma-
són Don Nicelàs Pérez y Díaz hasta los
realistas. Ninguno de los libros, tres so-
los exceptuades, le nombran como afilia-
do a ninguna sociedad. A seguida copio
los textos de les tres autores exceptua-
des. Don Ildefonso Antonio Bermejo, en
unas cartas que en 1871 dirige a Don
Amadeo de Sabeya y forman el libro
titulado La esta feta de palacio, dice así:
(^) Memorias..., cit.. púg. 70.
(5) D. Benito Tomàs. .Me lo dijo en Barcelona
a 28 de octubre de 189Ó.
(ó) Número del 2} de noviembre de 183^.
392
I.IBRO lliRClCRO. — CAPllULO SEPIIMO
«Voy à decir algo à V. M. acerca de
»Llauder.... Conociósele en todos sus ac-
»tos sus apetitós de medro, ni escaseó los
»medios para alcanzaiie, ni desdenó los
»que se le presentaren: antes los atrapo
»de manera que no se le acusase de Indo-
»lente. Sirvió con celo al Rey difunto,
»aun en su período màs absoluto.... Ha-
»biéndosele encargado en 1817 la captura
»de Lacy, fué tan apresurado y eficaz en
»la persecucion de este desventurado que
»logró prenderle y le entregó A la justi-
»cia. Así lo exigia su deber de soldado.
»Encargado en 1830 de la defensa de las
»fronteras espafiolas del Norte, ahuyentó
»de ellas à Mina... Cumplió como buen
»vasallo los mandatos del Rey, y dejó en
»su buen puesto la disciplina militar. Du-
«rante el ultimo período constitucional,
»estando encargado de la inspección de
»Infantería, se opuso à las pretensiones
»de muchos oficiales destituidos por su
»adhesion à los principios de libertad.»
(Aquí equívoca la cpoca, y pinta el
hecho en niodo diametralmentc opuesto
a la verdad). «En tiempos no lejanos
»publicó una proclama en sentido abso-
»1utista que le hizo famoso.... Hechas
»estas reflexiones, veamos ahora lo que
»Llauder determino. Los partidarios màs
;»^ardientes de la libertad en Cataluna por
»aquel tiempo se dividian en tres peloto-
»nes, que no estaban por cierto en cum-
»plido acuerdo con respecto à la doctrina.
»Se dividian en carbonarios, que aspira-
»ban à un régimen democràtico; en isa-
>•>beliuos, que se componian de los hom-
»bres màs turbulentes de todos los
»partidos, y en masones, que aspiraban
Ȉ la monarquia constitucional.
»Llauder sin acordarse à la sazon del
»medro, sinó fijando su pensamiento úni-
»camente en la conservacion del mando,
»y en la de su persona, solicitó entrar en
»el gremio de esta última companía y se
»hizo masón. Para tomar este camino
»debió antes haber hecho de aquella so-
»ciedad la màs delgada inquisicion, que
»no era Llauder hombre que se apresu-
»raba en sus pasos....
»Hecho amigo de los masones, estos le
»exigieron que se levantase en son de
»pronunciamiento proclamando el régi-
»men politico, de cuyas exelencias tanto
»habia oido hablar en sus secretas reu-
«niones, y propuesta la manera (porque
>^Llauder había prometido hacer lo que
»sus companeros deseaban), dió comien-
»zo a su propósito dirigiendo con fecha
»25 de diciembre una representacion à la
»Reina Gobernadora.... y terminaba [en
>yella) pidiendo la formacion de un minis-
»terio y la reunion de las Cortes con la
»latitud que exigia el estado de las pobla-
»ciones....
»Las palabras de Llauder sonaban
»amor, celo y fidelidad. La forma de su
»escrito rendimiento, respeto y obedien-
»cia, teniendo retirado en su corazon el
»descontento, el odio y la ambicion».
Llauder envio la exposición a Madrid
por medio de un su ayudante con encar-
go de entregarla a la Reina; però el Mi-
nistro de la Guerra se apodero de ella. El
Ministro llamó al amigo intimo de Llau-
der, don Gaspar Remisa, rogàndole que
escribiese a Llauder exhortàndole a reti-
rar su pliego: «Però en los momentos en
»que Remisa se aparejaba à marchar en
«persona à Barcelona para obligar a
»Llauder à que desistiera de tan peligro-
»so empeno, circulaban ya por Madrid
»algunas copias de la Exposición, remiti-
»das desde el Principado, y pudo evitarse
»el riesgo devolviendo à Llauder su escri-
»to cerrado, y quitar de este modo la
»publicidad oficial» (1); però el acto osado
de Llauder, unido a otro del general
Quesada, produjeron el cambio de Go-
bierno.
«El partido liberal, conviniéndole à la
»sazón olvidar losantecedentes absolutis-
»tas de Quesada y Llauder, los aclamaba
»por adalides de su causa» (2).
Examinemos y pesemos este texto. Pug-
(i) D. Ildefonso Antonio Bermejo. La esta-
feta de paLicio. Madrid. r8j2, tomo I, pàgs. 55
y 54-
(2) Sr. Bermejo. Obra cit., tomo I. pdg. 57.
ESTADO DE BARCELONA EN l8;í
393
na en su contra la falta de cita de la
fuente de donde el autor saca las noti-
cias, circunstancia que impide al impar-
cial medir y graduar el fundamento y
solidez de ellas. Si mal no recuerdo, en
mi nifiez oi de boca popular, o sea de
persona indocta, la noticia tal cual la da
Bermejo; es decir, que el cambio de polí-
tica obrado en el proceder de Llauder
era hijo de su entrada en la masonería.
tSerà, pues, que el autor la toma de ese
rumor popular?
Pugna contra el texto su garrafal error
de hacer Inspector de Infanteria a Llau-
der en tiempo constitucional y, entonces,
perseguidor de los oficiales liberales;
cuando Llauder desempenó dicha inspec-
ción en los días del absolutismo, y en este
cargo parece favoreció a los liberales,
estando arrinconado en el período consti-
tucional.
Pugna, a lo menos en parte, contra el
texto de Bermejo el del muy enterado
don Vicente de la Fuente que muy luego
copiaré, el cual presenta a Llauder a lo
menos como hombre que no tomaba par-
te en las sesiones masónicas, bien que
secundando a los masones.
Però defiende el texto la naturaleza del
acto realizado por el General en 25 de di-
ciembre de 1834, o sea su atrevida expo-
sición. Un Teniente General de Ejército,
Capitàn General con mando de una de las
màs importantes regiones de la Monar-
quia, encaràndose directamente con la
Reina Gobernadora pidiéndole un cambio
de modo de gobierno, constituye un delito
poco inferior al de un pronunciamiento;
de modo que no titubeo en calificarlo de
pronunciamiento moral. V crece la gra-
vedad del caso, si se recuerda que Llau-
der vanaglorióse siempre de ordenancis-
ta, y realmente guardó siempre perfecta
disciplina. Estàs circunstancias dan pie
para sospechar que el acto insólito fuese
impuesto por un poder extrafío a la per-
sona que lo realizó.
Ademas, la prematura publicación del
documento en los periódicos de Catalufla
y el que «se remitieron con profusión
»copias à Madrid, desvaneciéndose en su
»consecuencia toda probabilidad de aco-
>^modamiento» (1), presenta los visos de
una trama masónica.
El liberal, y después masón, don Víctor
Balaguer, escribe las siguientes líneas,
que son el segundo texto arriba excep-
tuado: '<Un sujeto respetable bajo todos
»conceptos, que figuro en los aconteci-
»mientos de aquella època, nos asegura-
»ba no hace muchos dias, que Llauder
»estaba sometido al influjo de una socie-
>/dad secreta, la cual le dictaba ordenes
»que el General se veia precisado à aca-
»tar. Repetimos esto sin animo de herir
»la memòria de aquel caudillo, y solo
»porque, esplicada de esta manera, acaso
»se comprendería la conducta del gober-
»nador del Principado en las indicadas
»}• sucesivas circunstancias» (2).
De Don Vicente de la Fuente tomo el
tercer texto exceptuado, el cual dice así:
«No es cierto que francmasón y mode-
»rado sean sinónimos; si los gefes del
»partido moderado en 1834 y 35 habían
»sido francmasones en 1820 y aun algu-
»nos desde 1810 y en Càdiz, con todo
»eso, varios otros no lo habían sido ó es-
»taban ya dormidos. Sarsfield, Llauder,
«Quesada, Mirasol y algunos gefes mili-
»tares, acusados de francmasones por los
»realistas desde 1826 à 1832, no figuraban
»ya en las lógias en 1834; sin embargo,
xlos hermaiios podían contar con ellos,
»y ellos à su vez con los hermanos en
»todo Ic que fuera contra el Clero y los
»carlistas» (3).
Llauder llenó Barcelona de revolucio-
naries al ensanchar en gran modo la
interpretación del decreto de amnistia da-
do por Cristina. «Como el conde de Espa-
»fia y la mayor parte de los jueces y los
(i) Conünuadores de Lafuente. Obra cil.,
tomo XX, pàj;. 21.
(2) Losfraitesysus convenlos. Ma.iriJ-Bar-
celona, i8;i, tomo II, pàg. ^92. — Las calles de
Barcelona. liaycelona, 1S6;, tomo I. pàg. 344.
(-?) Historia de las socieJades secretas. Ma-
drid, r8-j4. tomo 11, pàg. 51.
394
LIliRO TERCERO. CAPITULO SEPTl
»tribunales, dice él rnismo, montados à
»su influjo, habían limitado à tal punco
»la amnistia que apenas se había conoci-
»do en Cataïuna el beneficio de aquel
»acto dirigido al con-
»suelo y la union de
»todos los espaftoles, se
>/me presentaren las re-
»clamaciones à milla-
»res, y por millares
«hice cèsar los confina-
vmientos, destierros,
xpresidios y prisiones
-en las càrceles que por
»mí mismo visité» (1).
Hasta aquí Llauder,
cuyo retrato fisico y
moral se hizo necesario
para luego, narrados
los hechos, juzgar sus
actos.
Después del Capitàn
General sigue su Se-
gundo Cabo. A la sa-
zón lo era en Cataïuna
el General Don Pedró
Nolasco Bassa y Gero-
na, como Llauder cata-
làn, hijo de Vilallonga
del Campo de Tarrago-
na, y casado con dona
Franciscà Javiera de
Saleta y de Descatllar.
Brillaba Bassa por su
arrogante figura hi ja de
su alta estatura y cor-
pulència, de modo que
un anciano que, joven
le vió el dia del asesi
nato, me le calificaba
de Jiombróii. He cono
cido de vista a sus edi
ficantes viuda e hija
però nunca, a pesar de
mi buena amistad con
el yerno, me atreví a
interrogarlas sobre los
hechos de la revolución
que mató a Bassa, te-
meroso yo de renovar
crueles llagas de dolor, nunca cicatriza-
bles. Bassa estaba dotado de talento
(i) Memor
cit.. pàg
ESTADO DE BARCELONA EN 183Í
395
y de mucha perícia militar. De la reli-
giosidad del General respondióme el Pa-
dre paül Don José Puig, quien me dijo
que alguna vez Bassa, teniendoque casti-
gar a un cadete, lo mandó a la casa-con-
vento de dicho Sr. Puig para que hiciese
ejercicios espirituales; que frecuentaba
los sacramentos, y que cada ano, gene-
ralmente por Semana Santa, él practica-
ba los dichos santos ejercicios (1). La
fama general de Barcelona, que yo he
oido, le proclama muy hombre de bien.
También, como Llauder, ganó muy
honroEO nombre en la guerra de la Inde-
pendència, en la que fué uno de los héroes
que batallaban a las ordenes de Manso.
Con éste, y siendo aun solo capitan,
mereció mención muy honorífica por la
toma del fuerte de Bellpuig de 14 de octu-
bre de 1811 (2). Con éste, y siendo coman-
dante y uno de sus jefes subalternes,
ejecutó una muy hàbil y arriesgada
maniobra en la Bisbal del Panadés en
mayo de !S12, la que produjo una brillan-
te victorià para los nuestros (3). Con éste,
y mandando un batallón, destrozó una
división francesa en 1813 en Monistrol de
Noya (4). Con éste, y mandando el mismo
batallón, en 16 de enero de 1814 entre
Papiol y Molins de Rey acuchilló fuerte-
mente a los franceses (5), y así se porto
siempre bizarramente.
Ignoro la suerte de Bassa durante el
período constitucional. Leo en D. Modes-
to Lafuente que el Gobierno a la muerte
de Fernando «no había pensado en el
»desarme de los voluntàries realistas, que
»se llevo a efecto en Madrid el 27 de octu-
(i) :Mo lo dijo en Barcelona a i.° de octubre
de i88i.
(->) D. Antonio de Bofarull. Historia critica
de la guerra de la Independència. Barcelona,
i88-, tomo 11, pàg. 328.
(3) D. Antonio de Bofarull. Ohracit., tomo II.
pàgs. ^5í y 4^4.
{4) D. Antonio de Bofarull. Obra cil.. tomo II.
pàgs. ^67 y 4ü8.
(5) D. Antonio de Bofarull. Obracit.. tomo II.
pàg. 490.
Abre (de IS 33), no sin que dejase de cos-
»tar alguna efusión de sangre, que logró
>'vencer la pericia y valor del brigadier
»D. Pedró Nolasco Basa» (6).
Ahora, en la època que historio, Bassa,
al frente de una numerosa columna per-
seguia en Cataluna a los carlistas; de
modo que tanto él, como su jefe Llau-
der, cuando la matanza de los frailes, se
hallaban ausentes de Barcelona; el Capi-
tan General en Esparraguera tomaba las
aguas de la Puda, y el Segundo Cabo
corria por el campo. Su habitación de
éste en Barcelona estaba en la casa de
dofia Rosa Duran, en la plazuela que a
su extremo S. forma la calle de Lledó. La
fachada de esta casa dibujaba la plazuela.
Prescribe la ordenanzaqueen ausencia
del Capitan General y de su Segundo
Cabo recaiga el mando militar en el Gene-
ral màs antiguo. Eralo a la sazón en
Barcelona el de Artilleria Don Cayetano
Saquetti, barcelonès de nacimiento, y de
66 afios de edad (7). Entonces, como
ahora, en aquel cuerpo se ascendia por
rigurosa antigüedad; però entonces, a
diferencia de ahora, por la misma anti-
güedad se llegaba a General de división,
y aun a teniente General del cuerpo,
(ü) Historia general de Espaiia. lomo XX,
pàgs. iJ y 13.
(7) Su hoia de servicios. existente en el Minis-
tcrio de la Guerra.
396
MBkO TERCERO. — CAPITULO SliPTIMO
mientras que ahora estan suprimidos los
Generales de Artilleria y de los demàs
cuerpos facultatives. Saquetti era Gene-
ral de división. Cuantos ancianos me
hablaron de Saquetti me lo califican de
muy hombre de bien y honrado; y el hijo
de uno de los Comandantes de Artilleria
que había en 1835 en Barcelona, y por lo
mismo persona enterada del personal de
aquí, me atestigua que era eminentemen-
te religioso (1); y hasta haj' quien dice si el
sentimiento de la matanza de los frailes,
que sin duda no pudo evitar, le costo la
vida, pues murió en 23 de enero de 1836 (2).
Y a tal punto llegaba su piedad que todos
los días a las cinco de la manana bajaba
a Misa al próximo convento del Carmen,
pues vivia en la misma calle, en la cara
opuesta al convento, en la gran casa hoy
sefialada de número 31. Un religioso de
este ultimo convento me lo calificó de
hombre de frecuencia de Sacramentos (3).
Su continente se distinguía por todo lo
contrario al de la soberbia, andando,
como andaba, inclinado hacia adelante,
y simpàticamenteencogido (4). Deseguro
que a poder él obrar con libertad, y según
su animo, o quizà a ser obedecido en el
dia fatal, evita el desastre.
No le faltaba a Saquetti la buena hoja
de servicios, entre los cuales merecen
mención los del tiempo de la guerra de
los franceses; pues en 1808 se evadió de
Barcelona dominada por el enemigo, y se
unió al ejército de operaciones de Cata-
luna. Tomo parte en muchas funciones de
guerra hasta que en la rendición de
Tarragona, de cuya plaza era Coman-
dante General de Artilleria, el dia 28
de junio de 1811 fué herido de un balazo
(i) Relación de D. Carlos López de Pastor.
Barcelona 28 de mayo de 1894.
(2) Relación del capitàn de Artilleria de 1835
D. José de Amat. Barcelona 16 de febrero de
1885.
(3) El eminente P. José Barcons y Saderra.
(4) Relación del hijo del hortelano del Car-
men D. Benito Tomàs hecha en Barcelona a los
5 de octubre de 1892.
de fusil en un hombro y de dos bayoneta-
zos, en el vientre uno y en el costado el
otro. Asimismo quedo prisionero. Regre-
só de p-rancia en 1815, y subiendo por sus
grados, en 1835, como dije, era General de
división, o Mariscal de Campo como se
llamaba entonces, y Subinspector del
cuerpo en Catalufla. Estaba condecorado
con el Toisón de oro como Caballero de
estaorden, y con otras distinciones (5).
Era gobernador de la Ciudadela de
Barcelona en 1835 el Mariscal de Campo
Don Pedró Maria de Montserrat de Pas-
tors y de Sala, hijo de una família noble
^/n^^J^
de Gerona. Recuerdo perfectamente su
persona, y le recuerdo vestido él de uni-
forme, viejo, y ya por los anos inclinado
hacia la tierra. Su estatura superaba en
algo a la regular, sus carnes pecaban de
menguadas, y su blanco bigote y las arru-
gas de la vejez ocultaban en buena parte
sus facciones no poco acentuadas. Solia
vestir de paisano con casaca azul con bo-
tonadura dorada, luciendo emperò por
debajo de aquella el fajín de General. Ig-
noro ahora el f undamento de mi creencia,
però siempre le tuve por progresista, 3' no
es de extranar, pues carecia de talento,
circunstancia que se manifesto harto en
los acontecimientos de aquellos anos, co-
mo veremos. Responden de su cortedad el
uso de sus muchos anillos en los dedos y
hasta el de un zarcillo de oro en la oreja.
Murió en Barcelona el 31 de enero de
1868 siendo ya Teniente General.
(s) Estos datos saco de su hoja de servicios,
existente en el Ministerio de la Guerra. El dato
de que en Tarragona fuera Comandante General
de Artilleria se lee en Toreno. Tomo IV, pàgina
14-;. Edición de iS^ç.
ESTADO DE BARCELONA EN iSíí
397
El Teniente de Rey (1) que en Julio de
1835 gobernaba la plaza de Barcelona
llamabase Don Joaquín Ayerve. En 2 de
Julio de 1835 se lee, en los anuncios o do-
cumentes oficiales de los periódicos, que
era: «Caballero de la Real y militar orden
»de S. Hermenegildo, Brigadier de Infan-
»tería, Teniente de Rey de esta Plaza
»y Gobernador militar y político» (no
dice civil) «interino de la misma». En el
nefaslo dia 25 de dicho Julio continua-
ba con el mismo cargo de Gobernador
interino, ya que el propietario, fuera el
General Llauder, fuera Bassa, estaba
ausente, y así me lo dijo un militar que
estaba bajo las ordenes de él. Aunque de
origen aragonès, y de família distinguida,
Don Joaquín Ayerve no pertenecía a la
de Aragón que lleva el titulo de Marqués
de Ayerve. Sín embargo, el Brigadier
hablaba el catalan como los de aquí, de
donde h'ay quien opina o que nació en
Cataluna o que pasó en ella su infància.
También, como Bassa, tenia alta estatura
y corpulència (2). Era valiente, però
ordiïtariotc, según la familiar expresión
que me dijo la hija del General Llau-
(i) He aqui las atribuciones del teniente de
Rey según la Ordenanza .Militar en el capitulo
dedicadn a esta autoridad: — ((.\rticulo i." El te-
Mniente de Key en una plaza es el segundo gefe
))de ella, y como tal debe celar el exacto cumpli-
Bmiento de las ordenes que diere el Gobernador,
Bsosteniendo con vigilància y firmeza su obser-
«vancia, con facuitad de dar por si (en cuanto a
nio mandado por dicho primer gefe no se oponga)
«las que considere convcnicntes en un caso ejccu-
Dtivo, con obligacion de dar parte al Gobernador
))de la orden dada y motivo que tuvo para ello...
)>i;.' En ausencia ó vacantc del Gobernador
«mandarà la plaza con la misma autoridad y res-
Dponsion que en las funciones de aquel primer
Bgcje esta explicado.»
(.;) .N\c lo dijo quien le vió varias veces.
der (3). En ideas políticas pertenecía al
partido avanzado, o progresista, como se
llamó luego; y si el sesudo anciano que
me díó esta noticia la hubiese callado, el
indignisimo comportamiento de este mi-
litar en los momentos del incendio de los
conventos y la boca de mil y mil testigos
lo delatarà por revolucionario. Y si aun
esto no bastarà, el hecho de que, ahuyen-
tado Llauder, y caido en Cataluna el go-
bierno de los moderados, Ayerve queda
aqui al frente de su mando con aplauso
y satisfacción de los revolucionaríos
triunfantes, disipara toda duda. Un arte-
sano de entonces me lo calificó de hombre
muy amigo y muy querido del pueblo, y
harto sabemos a qué clase de ser se apli-
caba entonces el en otras ocasiones res-
petable nombre de cl pueblo.
Ignoro qué papel ptiblico desempeiïaba
a la sazón en Barcelona, però moraba en
ella, el Teniente General Don José Maria
de Santocildes, en cuyas manos, como
General mas antíguo, quedo el mando
cuando Llauder marchó a fines de 1834 a
Madrid para ocupar la silla ministerial (4).
Fué persona muy honrada y cristiana; de
cuya verdad me da testimonio no solo el
dicho de un su amigo, sinó la Nticva His-
toria de Montserrat , la que dice así:
«A 24 de agosto del mismo aflo» {1816)
«subió a pié esta montana el piadoso Ge-
»neral Santocildes, quien vino tambien
»para dar gracias a Maria por el feliz
«termino de la guerra» (5).
Y puesto que la guerra de los franceses
queda mencionada, seríl oportuno escribir
que en ella Santocildes ganó muy rele-
vantes méritos- Regia la ciudad de As-
torga cuando en la primavera de ISIO la
atacaron los franceses, a los que opuso
desesperada resistència, capitulando al
fin honrosamente cuando hubo agotado
(?) Dona Concepcion en Barcelona a i ; do no-
viembre de 1895.
(-l) Diario de Uarceloiux del 6 de diciembre de
183^, pàg. J809.
(>;) P. Francisco Crusellas. Nueva Historia
de Montserrat, pàgina 517.
393
I.IÜKO lERCEHO. CAPIrri.O SEPTIMO
las municiones (1). Escapóse de los fran-
ceses, y en la primavera del afio 1811 se
le confio como Segundo cabo, con aplauso
general del país, el mando del 6.° cuerpo
de ejército. «Santocildes habíase acredi-
»tado en el sitio de Astorga» (2). «En 1812
»el mando del 6.° ejército espanol, des-
»pues de una corta interinidad del mar-
»qués de Portago, recayó de nuevo en
»Don José Maria de Santocildes con uni-
»versal aplauso» (3).
Carezco de datos expresos para califi-
car las ideas politicas de Santocildes;
però por un lado su piedad, y por otro la
decisión que se me dijo mostro contra los
incendiarios de conventos, prueban que
estarían en diametral oposición con las
revolucionarias. Nació en Barcelona (4),
y en 1835 vivia en la gran casa de la calle
de la Canuda esquina a la del Bot, donde
hoy (1907) se aloja el Ateneo Barcelo-
nès (5), y tiene el número 6. Murió en esta
Ciudad a 21 de Abril de 1837 (6).
Desempenaba el cargo de Gobernador
civil Don Felipe Igual, quien pertenecía al
,/eJ^^^h:>^
partido moderado, según se desprende
del hecho de que luego que la presente
revolución hubo triunfado en los prime-
ros días de Agosto, renuncio el destino;
y la junta de autoridades creada por la
misma revolución, al anunciar al publico
que queda al frente de las armas el Ge-
neral Pastors, anade: «EI Senor Gober-
»nador civil de la provincià ha renun-
(i) Toreno. Obra cit.. tomo III, pàgs. 228 j-
sigs.
(2) Toreno. Obra cit.. tomo IV, pàg. 10=;.
(^) Toreno. Obra cit., tomo V, pàg. 21.
(4) P. Raimundo Ferrer. Barcelona cauíiva,
tomo \', pàg. 41 del indice.
(s) D. Carlos López de Pastor. Relación cit.
(6) Archivo municipal. Acuerdos del aíio
i8s7. 2."Fol. 3.
»ciado. Entra en su lugar el secretario
»del Gobierno civil, cuyos antecedentes
»seràn apreciados por sus conciudada-
»nos» (7).
Durante el régimen absoluto no existia
la separación que se estableció después
entre los funcionaries públicos del orden
judicial y los del administrativo; y en
varios casos hallamos ejercidas por una
misma autoridad funciones de ambos
ordenes. Asi el Capitàn General era,
en nombre del Rey, el Presidente de la
Audiència; y el Corregidor, al frente de
su corregimiento, ejercía el mixto impe-
rio de civil y criminal, conociendo de las
causas de ambos fueros. Ademàs presidia
también, según creo, el Ayuntamiento.
Tenia a su lado los Alcaldes Mayores,
que eran jueces letrados y asesores del
Corregidor, y estos presidian también el
Ayuntamiento. El nombramiento del Co-
rregidor y de los Alcaldes procedia del
Rey. En defecte de estos, y de entre los
individuos del Ayuntamiento cuya nomi-
nación emanaba del pueblo, presidia y
convocaba el cuerpo municipal el De-
canó. En la època que historio, aún caido
el régimen absoluto y en vigor el Esta-
tuto Real, los dichos cargos continuaban
como antes de éste. Así se desprende de
los edictos, citaciones y documentes del
tiempo, que llevo leídes. Dadas estàs
noticias de la naturaleza de los cargos,
indicaré los nombres de los que en Julio
de 1835 en Barcelona los desempenaban.
El Corregidor es llamado interino, y
era el mismo Brigadier Don Joaquín de
Ayerve.
Los Alcaldes Mayores Don Juan Perci-
ba (8), que seria progresista, Don Mateo
Cortés de Jalón }• Don Pedró Pumarejo
de Velarde (9), que no dudo pertenecian
al partide moderado.
(7) Diario de Barcelona del 6 de agosto de
183Í. pàg. 1735.
(8) Archivo municipal de Barcelona. Libro titu-
lado Acuerdos. Segundo semestre. i8j$, fol. 5Ó0.
(0) Actierdos. Segundo semestre. iSj^, fol. en-
tre :;78 y ^79.
KSTADO DE BARCELONA EN It
399
Regidores.— Decano:
Llió, del cual recuerdo
mi nifiez y que se
le tenia por liberal.
Un listo anciano me
dijo que realmente
formaba en el par-
tido progresista;
però, andando el
tiempo, se modero.
Don José Maria
Ponsich.
El Marqués de
Alós.
Don Francisco
de Gayolà.
Don Rafael Ma-
ria de Duran.
Don Joaquín de
Mena.
Don Buenaven-
tura de Sans.
Don José Maria
de Llinàs.
Don Joaquin
Ametller.
Don Ramon Roig
y Rey, al cual co-
nocí, como que fué
mi catedratico en
la asignatura de
Derecho procesal }• se
bondadoso carí\cter.
el Marqués de
que oi hablar en
distinguía por su
^%i^^^j,a^
Don Bernardino Bellera.
Don Rafael V'alldejuli.
Don José Martorell.
Don Cristóbal Roig y Vidal.
Don Miguel Elías.
Don Manuel Balaguer.
Don Pablo Soler
y Trench.
Don José La-
peyra.
Don Pablo Mas.
Don Joaquín Es-
palter.
Don Alejo Bau-
lenas.
Don Joaquín de
Prat, Sindico Pro-
curador Gene-
ral (1).
Don Onofre
Ibern (2).
Diputados.— Don
Matias de Casano-
vas, Don Pedró
Oms, Don Tomàs
Illa y Balaguer.
Sindico persone-
ro. — Don Joaquín
Ruyra (3).
Respecto del Jefe
de la policia de Bar-
celona de 1835 me
dió la hija del Ge-
neral Llauder los
datos siguientes.
Por recomendación de los senores de
Olcinellas su padre nombró para dicho
cargo al coronel retirado Don Juan de
£Ua.*
»/a<ík^-^l^r*^M-^
'^^fit'*^ .y<^
Serralde, y exigia en aquellas vidriosas
circunstancias que tres veces al dia le
(i) Aciierdos. '^egundo semestre, /^';ç. Cucn-
tas entre fol. 578 y 579.
(2) Acuerdos. Segundo semestre. iSy;. Fioio
586.
(•5) Acuerdos. Secundo semestre. i8}$. Folio
56-1.
400
LlBItO TEIiCERO. — CAPl•lL'LO SliTXIÍ
diera parte del estado de los animós y
manejos políticos. Estalló la revolución
en ausencia del Capitan General, y re-
gresado éste, exigió parte a cada hora.
Hasta aquí la senorita de Llauder; però
los hechos públicos posteriores acusan
acremente a Serralde, ya que, triunfante
con el asesinato de Bassa la revolución,
esta disuelve la policia anterior y encarga
la organización de la nueva al mismo
Serralde, prueba inequívoca de la con-
fianza que de ella este senor mereció (1).
Realmente a poco la reorganizó (2).
Bajo el primer jefe de policia se conta-
ban entonres en Barcelona solo cinco
çomisarios de policia (3), y desconozco el
número y grado de los demàs empleados
de este ramo.
Para conocer el nombre y sentir polí-
tico del Administrador de Correos, don
Juan de Abascal, persona que en aquellos
hechos figuro harto, me valdré de una
autoridad incontrastable, a saber, de sus
propias palabras. De Barcelona pasó
con el mismo cargo a Madrid, y en 31 de
diciembre de 1S37 fué exonerado del des-
tino, con cuyo motivo publico en 1838 su
defensa con la resefia de sus méritos.
Declara que fué entusiasta de la Consti-
tución de Càdiz, ya en la època de su
primera proclamación, y que caída esta
sufrió en Córdoba persecución (4), però
que a poco obtuvo el cargo de adminis-
trador de Correos de Granada con 18,000
reales. «Ni los riesgos que acababa de
»pasar en Córdoba, ni los que amagaban
»a todo espafiol que no doblaba la cerviz
»al yugo ferreo politico-monacal» [iiótese
SH desamor al moiije) «de aquel tiempo,
»pudieron entibiar mi entusiasmo por la
(i) Dicirio de Barcelona del 7 de agosto de
1835, pàgs. 1745 y 17-19.
(j) Diario de Barcelona del i.° de septiembre
de 183Í, pàg. 1958 y sigs.
(3) Relación de D. .Melitón de Llosellas, hijo
de uno de los çomisarios. Barcelona 6 de diciem-
bre de 1880.
(-l) Manifiesto de D. Juan Abascal. Madrid,
iSjS, pàg. 6.
»libertad. A los pocos meses de hallar-
»me en Granada me puse en comunica-
»cion con los patriotas que en secreto se
«ocupaban de restablecer el código {la
fíCottstitticiótt) que se nos habia quitado.
»Nuestros trabajos fueron incesantes, y
»nos prometían un feliz y pronto resulta-
»do, cuando fueron descubiertos y presos
»los que los manejaban. El dia 6 de febre-
»ro de 1818,... fui arrestado y sepultado
»en uno de los calabozos de la Inquisi-
»cion,» donde estuvo hasta que el pronun-
ciamiento de 1820 le puso en libertad (5).
De tales noticias se deduce con toda pro-
babilidad que era masón. En junio de
1821 fué nombrado administrador princi-
pal de Correos d^ Valencià; fué el alma
de la defensa de esta ciudad contra Ics
aliados de 1823, durante cuyo tiempo
llego a Gobernador civil de ella. Venci-
dos los constitucionales, cruzó el Pirineo.
Regresó a Espana publicado el Estatuto,
y en enero de 1835 tomo posesión de la
administración de Correos de Barcelo-
na (6). Aquí, como en su lugar explicaré
màs largamente, figuro en la linea màs
avanzada de los liberales.
En los tiempos de que ahora escribo
ocupaba la silla pontifical de Barcelona
Don Pedró Martínez de Sanmartin, her-
mano del General de este apellido que tan
desairado papel desempenó en la matanza
de Madrid, siendo allí Capitàn General
de Castilla. Era el Obispo en estatura y
talento muy corto, el menos listo de cuan-
tos han regido estaantigua diòcesis; però
muy largo en las limosnas, por las que
apuraba sushaberes. Brillabasu caràcter
por la extraordinària bondad, que le lle-
vaba a compadecerse de todos. Un muy
decidido liberal de aquellos tiempos, ene-
migo de los frailes, hombre que había
pertenecido al batallón de'n Costa, me le
calificó de muy liberal, es decir, muy isa-
belino, y por ende muy estimado del
pueblo. Y a la verdad le acreditan de tal
isabelino sus propias palabras, pues en
(^) Obra cit., pàg
(ó) Obra cit., pàg
. siguientes hasta la 17.
KSr.AriO DE BARCELONA EN iSjí
-101
una pastoral de 22 de marzo de 1838,
escrita en favor de la paz y caridad con
motivo de la guerra civil, llama a los car-
listas facciosos y rebeldes, a Dona Isabel
Reina legitima, al Capitàn General hom-
bre infatigable,
y al Jefe politi-
co persona dig-
na (I), expre-
siones todas
que, lejos de
unir atrayendo
a los carlistas,
los ofendian.
Sin embargo,
no por esto le
acrimino, por-
que los tiempos
no permitían
niAs al Obispo.
El Vicario
General del se-
nor Sanmartin
llam;ïbase don
Salvador An-
dreu, hombre
obeso y de po-
ca finura (2),
que supo empe-
rò muy bien
entenderse con
el Ayuntamien-
to para el arre-
glo de parro-
quias después del desocupo de los con-
ventos.
ARTICULO TERCERO
PARROQUIAS DE BARCELONA
En este tiempo, antes del dicho arreglo,
continuaban siendo en Barcelona las mis-
mas de 1819, restablecidas en 1823; es
decir, siete, a saber: Santa Maria del Pmo,
D. PEDRÓ MARTIN
OBISPO DE
(1) PagS. II y I í.
(2) Relación del abogado nctogenarid D. Josc
Buhigas. Barcelona 5 de fcbrero de 1898.
Santa Maria del Mar, San Miguel, San
Jaime, Santos Justo 3' Pastor, San Pedró,
y San Cucufate. De estàs siete dos, el
Pino y Santa Maria, extendían los limites
de su feligresia a grandes distancias. El
Pino al E. de
la Rambla te-
nia las calles
de su derredor
y subiendo ha-
cia la montana
llegaba hasta
poseer partede
Gracia. Las ca-
lles de Estruch,
Molas y Amar-
gós quedaban
dentro su cir-
cunscripción.
Al O. de la
Rambla abar-
caba todas las
calles desde
Canaletas has-
ta la entonces
de'n Trenta-
claus, hoy del
Arco del Tea-
tro; y saliendo
de la Ciudad
llegaba hasta
Sans. La de
Santa Maria
por S. termina-
ba con el mar, pues la Barceloneta era su
sufragànea, y luego subiendo hacia tierra
pasaba por la calle de Tarrós junto a San
Cucufate, y comprendiendo en sí las de
Assahonadors, Jaume Giralt y las tres de
San Pedró, cruzaba las murallas y se
extendia en los terrenos del Oriente del
Paseo de Gracia. San Justo abarcaba las
calles de su Mediodía, y corriéndose por
cerca del puerto hacia O-, tenia el fuerte
de Atarazanas y los barrios del S. de la
calle del Arco del Teatro, entonces casi
sin edilicaciones, las huertas de San Bel-
tran y la montaiïa de Montjuich. Ignoro
cómo, però parte de Gracia pertenecia
a San Justo, según se me dijo. La iglesia
EZ DE SANM.ARTÍN,
BARCELONA
402
l-IBRO TEUCEkO. CAPiTLLO IÍKPTI.%
de San Miguel se hallaba adherida al lado
occidental de la Casa de la Ciudad, y su
solar lo ocupa hoy la parte de edificio
municipal de aquel lado. Su feligresia ve-
nia formada por las calles de su Poniente.
San Jaime hasta 1823 estuvo en la actual
plaza de la Constitución, vulgarmente
llamada aún hoy de San Jaime, adherida
al costado N. de la Casa Comunal, y
extendía su feligresia por las calles de la
Audiència y San Felipe Neri. San Pedró
comprendía las calles de su derredor;
però por O., limitada por la feligresia de
Santa Maria, solo llegaba a la calle de
Monach, que era la que partia términos
entre las dos. Tenia emperò parte del
actual termino de Gracia. Y San Cucu-
fate no poseía màs que su isla. En lo
eclesiàstico Gracia, pues, pertenecía a las
parroquias de Barcelona.
En su capitulo del libro II narré que los
constitucionales en 1823 derribaron la
iglesia parroquial de San Jaime. Enton-
ces trasladaron su retablo mayor y la
administración de ella al convento de
agustinos descalzos de Santa Mònica. Mas
regresados allí los religiosos, y restable-
cidas las cosas al estado anterior al 1820,
la parròquia tuvo que salir de Santa
Mònica, bien que, como expliqué en mi
primera obra, quedo allí el retablo, que
después por compra pasó a ser del con-
vento (1) La parròquia se estableciò en
el templo de religiosas de Santa Clara.
He aquí el documento con que el Vicario
General Don Pedró Avella pide al Presi-
dente de la Congregación benedictina
dicho establecimiento en Santa Clara:
«Al Presidente de la Congregación
»Benedictina. — El cumplimiento de las
«ordenes del soberano me obliga a decre-
tar la supresion de la multitud de parro-
»quias provisionales que sin observar las
»formalidades prescritas por las leyes
»del Reyno y por los SS. Canones se
»erigieron en esta Ciudad durante el sis-
»tema revolucionario. Debò restituir las
»antiguas à sus propios y verdaderos
(i) Las Casas de religiosos, tomo II. p;i
»límites sin perjuicio de procurar por mi
«parte una division màs còmoda que la
»que tenían, però la escandalosa demoli-
»cion de la Iglesia parroquial de S." Jayme
«empezada precisamente despues de ha-
»berse principiado la capitulacion de esta
«plaza me impidiría el restablecimiento
«de aquella parròquia si no procurase
«asignarla a una Iglesia situada en lugar
«proporcionado para acudir à las necesi-
»dades de los fieles que deben pertenecer
Ȉ ella. Esta circunstancia la reune la
«Iglesia del Monasterio de S.''» Clara de
«Religiosas Benedictinas. No es mi animo
«perjudicar en lo màs mínimo a las Reli-
«giosas, à los derechos de su Monasterio
«ni à los de la Congregación Benedictina,
»y deseo solo que haciéndose cargo de
«las circunstancias me faciliten la Iglesia
»para servir de parròquia, sin alterar
«por esto las funciones de las Religiosas;
»y por lo mismo espero que V. S. por su
«parte se servirà cooperar A que se veriíi-
»que esta necesaria traslacion de parro-
«quia, dejando a su conocido zelo y pru-
«dencia el formar el arreglo que tenga
»por conveniente à fin de que la perma-
»nencia de la Parròquia de S.° Jayme en
»la Iglesia de S. '3 Clara aunque interina
«en nada perjudique ni altere los derechos
«del Monasterio ni deia Congregación.
«Dios g.^<^ à V. S. m.^ a.* Barcelona 27
»de Diz.« de 1823.
»Muy 111.'= S." D." Juan de Llansa,
«Abad Presidente de la Congregación
«Benedictina» (2).
En Julio de 1835 la parròquia de San
Jaime continuaba en Santa Clara; y en
el dia de su Patrón, precisamente dia de
la revuelta, había feria por razón de la
parròquia en las calles de Freneria, Ba-
jada de la Càrcel y Plaza del Àngel (3).
Un anciano que entonces estaba de de-
(2) Archivo episcopal de Barcelona. Avellà.
Correspondència de oficio, tomo II, documento
n. 228.
(?) Tantas noticias de las parroquias las saco,
unas de los relatos de ancianos, y otras de los
archivos de las comunidades de aleunas de ellas.
ESTADO DE BARCELONA EN iS^Í
403
pendiente en la entonces quincallería de
la Bajada de la Càrcel esquina a la de
Frenería, contàbame que, a eso de las
siete de la noche, llegaren allà los chis-
pazos de la jarana, y que en la feria fué
tal el alboroto, que su tienda se llenó de
avellanas, almendras y otras frutas de
las mesas de la calle. Entonces no existia
ni la calle de Jaime I ni la de la Princesa,
cuyas aperturas yo perfectamente re-
cuerdo
ARTICULO CUARTO
LA FUERZA ARMADA
Uno de los puntos importantes para
pesar responsabilidadesenlarevolución de
Julio de 1835 consiste en conocer las fuer-
zas de que podia disponer el gobernante;
por cuya razón empefiéme en adquirir
seguros datos. Todas las fuentes de ellos
convienen en que aquí había a la sazón
poca tropa de ejército. Una hija del Ca-
pitàn General, persona de talento y lista,
y muy enterada de los asuntos tocantes
a su padre, díjome que cuando, quema-
dos los conventos, el Capitàn General se
fué de Barcelona, vivia ella con su madre
en el palacio real; que entonces allí mo-
raban los Capitanes Generales; y que en
esta ocasión era tan exigua la tropa de
Barcelona, que para dar la guardià al
dicho palacio desembarcaban marinos,
y que para evitar este sacrificio la famí-
lia se trasladaba, por las noches, a la
Ciudadela (1). El traslado a esta fortaleza
por razón de nobleza opino que, a la luz
de la sana critica, se convertiria en tras-
lado por no infundado temor; però lo de
la guardià de marinos viene confirmado
por los partes oficiales pasados al Capi-
tAn General (2).
(i) Kclación de D.' Concepción de Llauder de
5 de junio de iSoi y 1 1 de abril de 1S92.
(2) Archivo de la Capitania General. Legajo
titulado: l'Quema de los coin^entos y e.\pulsióii
de los frai/es en el mes dejiilio de rSjj.n \ (•!) Pài;.
El mismo General Don Manuel Llauder
en sus Meinorias escribe que el 27 de
Julio «le manifesté» {a quieu pedia fuer-
zas para proteger la fàbrica de Boita-
plata) «que no llegando a 200 hombres la
»tropa existente en la plaza debía conser-
»varse en el cuartel, pronta para obrar
»con fruto cuando se le mandase» (3).
Evidentemente el General no cuenta en
este número la guarnición de Montjuich,
y probablemente tampoco la de la Ciuda-
dela.
El «Estado de la fuerza correspondien-
»te a la Capitania General de Cataluiïa
»en el mes de julio de 1835,» estado o
documento oficial del Gobierno militar,
pone en Barcelona los soldados siguientes:
Del Regimiento de Infan-
teria de Zamora, 8." de
línea, 3."='' Batallón. . . 13 hombres
Del Regimiento de Infan-
teria de Amèrica, 14 de
línea, 1.'='' Batallón. . . 5 »
Del Regimiento de Infan-
teria de Amèrica, 14 de
línea, 2.'' Batallón ... 5 »
Del Regimiento de Infan-
teria car.* del Rey, 1."
Ligeros, l.'^'' Batallón. . 76 »
Del Regimiento de Infan-
teria car.^ del Rey, 1."
Ligero, 2." Batallón. . . 58 »
Del Regimiento de Infan-
teria de Zamora, 8." de
línea, 2.° Batallón ... 12 »
Del Regimiento de Infan-
teria de Zamora, 8.° de
línea, 3. *=■ Batallón. . . 11 »
Del Regimiento del l.«'
Departamento de Arti-
lleria, l.'^• Batallón. . . 124 quintos
De la novena compaflía de
voluntarios de Cataluiïa. 120 hombres
De la undécima compania
de voluntarios de Cata-
luiïa 120 »
404
Il;RO lEKCERO. CAPITULO SLPfl.MO
Hasta aquí las noticias del referido
estado; però un abonado testigo me ana-
dió que existia ademàs en Barcelona el
banderín de enganche para Ultramar,
que contaba 25 hombres mandados por
un teniente Oliver y un sargento Roquer.
La suma, pues, de la tropa, aun descon-
tadas las dos companías de peseteros,
monta 330 hombres no de caballeria. Por
otro lado, no faltarían en Barcelona cara-
bineros de Hacienda y marinos Y nótese
que en el citado estado de la fuerza no se
escribían las fuerzas de caballeria, mien-
tras por mil testigos me consta que en la
noche del atentado contra los conventos
recorrían las calles patrullas de esta
arma. Y si los testigos faltaran, aquí està
la orden de la plaza del 23 de Julio en la
que se manda que el 24, dia de Santa
Cristina: «El regimiento de caballeria del
»Infante nombrarà un piquete de un sar-
»gento y ocho soldados montados, el cual
se situarà » (1); y en la orden del 25 se
previene que «se tendràn lo menes 20
«caballos prontos 3' ensillados » (2).
La suma total, suponiendo 200 hombres
de infanteria, entre caballeria, carabine-
ros de Hacienda y marinos, subiría a 350
hombres, número a primera vista inca-
paz de contener una revolución, y que
sin embargo el imparcial tendra por muy
bastante cuando haya estudiado en las
pàginas siguientes de este mi pobre libro
todas las circunstancias de aquel publico
trastorno.
Solia ademàs residir siempre en Barce-
lona, y tengo motivos para creer que a la
sazón residia, alguna fuerza de mozos de
las escuadras de Valls, gente del país, y
aqui de gran prestigio y muy temida de
los malos. El mozo de la Escuadra de
entonces y de mis mocedades era un
aldeano honrado, però intrépido, sagaz,
querido en el pais y respetado. En cual-
(;) Diario de Barcelona del- 2^ de julio de
1835, pàg. 1631.
(2) Diario de Barcelona del js de julio de
>'^55• pàg. 1Ó30.
quier lance de persecución de malvades
o de revolución la presencia de un mozo
valia por la de veinte soldados.
Ademàs de la tropa encerraba Barce-
lona notables fuerzas de milicia urbana.
Ya antes de la muerte de Fernando VII
Llauder desarmo en Cataluna a los rea-
listas, y después muy luego organizó la
milicia urbana o liberal antes de que lo
mandasen los gobiernos de Madrid. Cómo
lo hizo, los fines que se propuso, y los
resultados del hecho, nos lo dirà él mismo
en las siguientes palabras que copio de
su libro: «En la capital {Barcelona) puse
«ademàs una especial atencion... siendo
»así que el Ayuntamiento de Barcelona
»me presento lista de voluntarios en nú-
»mero de mas de 4,000 hombres (porque
»conviene saber que no autoricé elingre-
»so en las filas de la Milicia sin la califi-
»cacion de idoneidad por el Ayuntamien-
»to) tan solo organicé en Barcelona la
»fuerza indispensable para hacer el ser-
»vicio que no podian dar las tropas del
»ejército por su reducido número, 3^ sin
«embargo de que esta Milicia tuvo que
>^guardar la plaza y los fuertes, dar la
»guarnicion de Manresa y otros puntos...
»no tuve por conveniente formar màs que
»tres batallones, cuatro companias de
«artilleria y un escuadron de lanceros.
»La justícia exije que no se olviden los
»importantísimos servicios que presto
»aquella fuerza improvisada antes que se
»desnaturalizase con manejos y admisio-
»nes clandestinas que debian evitar el
»A3'untamiento y los gefes à quienes re-
»petidas veces lo encargué. Aquella mili-
»cia sirvió de modelo hasta para la de la
»Corte. Su aire marcial la confundía con
»las tropas del ejército: la influencia en
»toda la Cataluna salvo el país que si-
«guiendo el ejemplo sedecidió à alistarse
»cambiando el espíritu dominante en las
»poblaciones màs peligrosas por su opi-
-jnion, como Prats, Berga, Organà, Olot,
»etc., y haciendo que se sacrificaran por
»los derechos de Isabel II muchos que se
»hubieran declarado por el otro partido
»si yo no les hubiese con prevision com-
f.MADO DE BARCELONA EN iS?^
405
>-prometido anticipadamente» (1). De don-
de resulta que, antes de la lev de la Milí-
cia, Llauder había creado en Barcelona
tres batallones de infanteria, cuatro com-
panías de artilleria y un escuadrón de
caballeria; y que, aunque sus individuos
eran voluntarios, Uevaban la garantia de
ser aprobados por el Ayuntamiento.
Estos batallones llamàbanse «1.", 2." y
»6.° de voluntarios de Isabel II»; y sus
oficiales y jefes no procedían de nombra-
miento de sus soldados, como sucedió
afios adelante, sinó de libre nominación
del Capitàn General, quien los escogía
tanto de entre los alistados como de los
vecinos no alistados, y asi resultaban tro-
pas disciplinadas. He aquí los nombres de
los jefes y los de algunos oficiales:
Batallón 1.°
Comandante 1.°— El Marqués de Llió.
Comandante 2.°— D. José Maria Freixas.
Ayudante.— D. Fernando Lafuente.
Abanderado.— D. Ramon Sirvent.
Companía de granaderos.
Capitàn.— El Marqués de Castillotorrente.
Teniente.— D. Baudilio Carreras.
Omito los nombres de los subtenientes.
Compafíía 1.''
Capitàn.— D. Epifanio de Fortuny.
Teniente —D. José Maria Mora.
Companía 2.'^
Capitàn.— D. Maríano Borrell.
Teniente.— D José Casanovas.
Compartia 3."
Capitàn.— D. Juan Sopena.
Teniente. — D. Francisco Javier Cabanes.
Compaflia 4.*
Capitàn.— D. Narciso Bonaplata.
Teniente.- D. Federico Altrape.
(i) Memortas..., cit.
pags. 55 y 50.
Companía ó.'"*
Capitàn— D. Ignacio Vinal.
Teniente.— D. Manuel de Senillosa.
Capitàn. -
Teniente.
Compaflia 6.''
-D. Juan Vilaregut.
—D. Luis Roquer.
Companía de cazadores
Capitàn.— D. Rafael Maria de Duran.
Teniente.— D. Joaquín Castaner.
Batallón 2."
Comandante 1.°— El Marqués de la Bar-
zena.
Desconozco el nombre de los demàs
jefes y oficiales de este cuerpo, excepto
el del capitàn D. Constantino Gibert,
notario.
Batallón 6.°
Comandante l.°-D. Antonio Gironella.
Comandante 2.°— D. Magín Gironella.
Ayudante.— D. Antonio Salgado.
Abanderado.— D. Narciso Anglada.
Companía de granaderos
Capitàn.— D. Matías Masanet.
Teniente.- D. Severo Argemí.
Compafíía 1."
Capitàn.— D. Juan Vilanova y Artís.
Teniente.— D. Pablo Vidal.
Companía 2.*
Capitàn.— D. José Bosch y Pausas.
Teniente.— D. losé Masanet.
Companía 3."
Capitàn.— D. Pedró Soler.
Teniente.— D. Francisco Pujals.
Companía 4.*
Capitàn.— D. Pablo Soler y Freixinals
Teniente.— D. Pablo Capella.
Capitàn.-
Teniente.
Companía 5.^
-D. José Molins Negre.
—D. Jaime Drument.
406
LIBRO TERCEKO. CAPITULO SEPTIMO
Companía 6.^
Capitàn.— D. Juan Muntadas.
Teniente.— D. Joaquín Rovira y Clavé.
Compafíía de Cazadores
Capitàn. — D. José Castaner.
Teniente.— D. Luis Gironella (1).
Ignoro quién fuera el Comandante de
las companías de Artilleria. En un docu-
mento de 18 de diciembre de 1834 firma
como Comandante accidental de ellas un
Don Luis de Rocha, y como comandante
del escuadrón de caballería un Don José
Maria Freixas (2), bien que generalmente
esta fuerza era nombrada «El escuadrón
de Parladé,» sin duda porque éste msís
tarde, creo después de julio de 1835, suce-
dería en el mando al arriba nombrado.
El dia del atropello de los conventos
muchos de los caballos del escuadrón
estaban en Cervera, como en su lugar
diré. Las fuerzas del primer batallón eran
640 plazas, y supongo serían las mismas
las de los demàs.
Ya arriba al tratar del Ayuntamiento,
del cual el Marqués de Llió era decano,
apunté las circunstancias de éste. No co-
nozco las del de Barzena.
De Don Antonio Gironella, comandan-
te del 6.°, todos los hombres de mi edad
conocen su nombre cuando menos por
la regia quinta que poseía en el ter-
mino de Sarrià junto a la carretera de
Barcelona, al pie de los actuales Talleres
Salesianos. Constaba de hermosa casa
con capilla pública en la que yo había asis-
tido a Misa, bosque, jardines, alamedas,
(i) Archivo municipal de Barcelona. Carpeta:
« i8j$-i8jy. Milícia voluntària.»
(2) Memorias..., cit.. pag. 48 del apéndice.
un torrente con juegos de agua, etc. Para
comprender su importància baste decir
que al venir a Barcelona los Reyes se les
Uevaba a pasear a dicha quinta, y me
consta en modo harto autentico y jocoso;
y no perdono al lector la narración del
lance. Contaba yo pocos afios de edad,
y estando veraneando con mis padres
y hermanos en una quinta contigua,
supimos que las Reinas Cristina e Isabel
aquella tarde pasearian por la de Giro-
nella. Pedimos permiso para entrar en
los jardines, y así ver a las Reinas; però,
como era natural, se nos nego. Entonces
nos lo tomamos; saltamos una de las cer-
cas màs bajas, y nos ocultamos en un
pasillo alto que dominaba el torrente de
los juegos de las aguas, para desde allí
ver las personas Reales. Efectivamente
vinieron por el fondo del torrente, y al
estar frente de nosotros llegaron en un
punto donde los juegos formaban un como
canalito o acequia. Dona Cristina dijo
entonces a su hija: «Isabel, salta,» para
que cruzara de un salto el canaüto. La
hija, aunque joven, obesa, contesto:
«Mamà, no puedo.»— «Salta, »insistió Cris-
tina, e Isabel salto. Y, joh chasco!, un
hermanito mio da un grito, diciendo:
«lAy, cómo salto!» Toda la Corte levantó
los ojos, y quedamos descubiertos.
Don Antonio Gironella era hombre
condecorado, de estatura alta, de mirada
inteligente, de voz sonora, de fàcil pala-
bra y de constància en sus ideas. Figura-
ba en el partido progresista o sea avanza-
do. Captàbase las voluntades de todos
tratando así con la aristocràcia como con
la menuda plebe. En los días de ejercicio
de su batallón pagaba el almuerzo de los
oficiales, y haciéndose del demòcrata
comia en el suelo como los demàs, hecho
que enamoraba a su tropa, que decían:
«wira, mira que franc Ji es, mira com
y>esmorsa ab lo plat à la nia.y> Gracias a
su tacto gozaba del afecto de todos los
partidos. Por otro lado, y como lo indica
la arriba mentada quinta, su casa podia
calificarse de opulenta; però con los afios
vino a menos, quizà por culpa y gràcia
ESTADO DE BARCELONA EN I f
407
de la política, y se vendieron la quinta y
los bienes. Allà por 1838 Don Antonio figu-
ro como el principal de una junta que se
propuso introducir ciertas modilicaciones
en la Constitución, y como los suyos le
flaqueasen, fracasado él, cruzó la fron-
tera, y nunca quiso regresar. El pueblo
llamó a esta Constitución de Gironella
«/« Constitució de fHStn->> porque el modo
de hacerla pública consistiu en insertarla
en una tabla en el balcón de palacio una
madrugada (1).
La tercera companía del ó." batallón
estaba mandada por el capitAn D. Pedró
Soler y Pericas, platero, persona muy
reputada en Barcelona, cliente de mi
padre, y del cual a su vez mi padre era
parroquiano, y al cual yo mucho traté.
Llauder, regresado ya de su silla minis-
terial de Madrid, ordena la organización
de un nuevo batallón de milicia en Bar-
celona, organizado según la forma dis-
puesta en la ley de milicia de 23 de marzo
de 1835, el cual llevo el número 10. He
aquí los nombres de sus jefes y oficiales,
según se leen en el oficio de 14 de abril
de 1835 pasado por Llauder al Ayunta-
miento aprobando el proyecto de cuadro.
Comandante 1 ."—D. Epifanio de Fortunj'.
Ayudantes.— D. Bartolomé Vilaró y don
Ignacio Petit.
Abanderado.— D. Francisco de Asis Ca-
nals.
Companía 1.^
Capitàn.— D. Pedró Moret, però sin duda
no aceptaría, pues en el Diario se lee
como capitàn a D. Pablo Bertran, abo-
gado y propietario.
Teniente.— D. José Ferríin.
Companía 2."
Capitàn.— D. Pedró Carlos de Sentmenat.
Teniente.— D. Ignacio Flaquer.
(i) Debò todas cstas noticias de D. .\ntonio
Gironella al muy listo, muchas vcce.s citado, an-
ciano D. Benito Tomàs, que me las dió en 1 1 de
niiviembre de 1896.
Companía 3.*
Capitàn.— D. Francisco Tusquets, tende-
ro y propietario.
Teniente— D. Domingo Galup.
Compaflía 4.'^
Capitàn.— D. Miguel Roig y Rom.
Teniente.— D. Francisco de Chaves.
Companía 5.'''
Capitàn.— D. Manuel Roca, droguero y
propietario.
Teniente.— D. Antonio Pons y Palmerola.
Companía 6.^
Capitàn. — D. Pedró Juan Puig y Roig,
propietario.
Teniente.— D. Antonio Miarons.
Companía 7.*
Capitàn.— D. Tomàs Coma. El Diana
dice D. Joaquín Martí y Codolar,
comerciante.
Teniente.— D. Miguel Clavé.
Compaflía 8.*
Capitàn.— D. Pedró Prats, comerciante y
propietario.
Teniente.— D. Juan Escuder (2).
Todos personas muy conocidas y de
arraigo. Los individuos o soldados de
esta milicia ya no eran voluntarios, sinó
forzados contribuyentes, por cuya razón
se los llamaba aquí caps dr. casa. Los
jefes 3^ ayudantes, según la misma ley,
venian nombrados por el Rey, y los ofi-
ciales por el Gobernador civil. En 13 de
junio de 1835 el General Gobernador
Bassa manda que todos los «continuados
»en las listas que han estado de manifiesto
»en las Casas Consistoriales acudiran
»maflana domingo à las 5 de la madruga-
»da al glacis de la Esplanada para desti-
(2) El oficio està en el Archivo municipal de
Barcelona en la carpeta citada, y el Diario de
Barcelona C! el del 5 de mayo de 183S, pàg. 905.
408
LIUUO TEUCIÍUO. ^CAIMI Cl
>^narles companía» (1)... Però como a lo
que se ve, este anuncio no produjo resul-
tado el 14 se cita nuevamente a los alis-
tados para que concurran al mismo ob-
jeto el 15 a Atarazanas bajo la multa de 20
pesetas en el caso de desobediència (2). Y
así se iba organizando este batallón nú-
mero 10.
Un senor, que entonces era teniente
del 6.", después me graduaba la exalta-
ción de los batallones poniendo como el
mas exaltado al l*^; al 2." caliíïcAbale de
míis templado, bien que exaltado, y al 6.°
de màs templado que los otros dos. El 10.°,
como de forzados, estaba compuesto de
gente madura. De todos modos, me afia-
dió este senor, la milícia en 1835 estaba
bien disciplinada, pues empezó a ma-
learse en 1839 y 1840 (3).
Por casualidad he visto una diminuta,
aunque exactísima y delicada, pintura
que representa a un lancero de Parladé.
Consistia el uniforme en pantalon encar-
nado con franja blanca, casaquilla azul
con vivos blancos y cuello encarnado,
caponas de oro, correaje blanco, y chas-
cAs (sombrero en forma de una copa boca
abajo) negro con largas plumas blan-
cas (4).
Al comenzar de enero de 1834 los perió-
dicos anunciaron el reclutamiento de otro
batallón de voluntarios urbanos que se
apellidó «Séptimo ligero de voluntarios de
»Isabel II»; però no de Barcelona, sinó
del llano del Llobregat (5). Con este apa-
rece que la numeración de los batallones
abarcaba todo Cataluna.
Escribo arriba que la milícia urbana de
(i) Diario de Barcelona del 13 de junio de
1835. Pàg- 13OÍ!.
(2) Diario de Barcelona del ií de junio de
1835, pàg. 1310.
(3) Me lo diio el muy conocido en Barcelona
D. Mariano Llopar en esta ciudad a is de mayo
de i886.
(4) Pintado por y en poder de D. Francisco
Santacana. Martorell ió de abril de 1895.
(5) Diario de Barcelona del 5 de enero de
183-1. pàg. ^1.
Llauder estaba disciplinada, y sobre este
punto debò insistir, porque de no haberla
llamado y aprovechado en la noche del
incendio de los conventos resultarà un
cargo contra las autoridades de entonces.
Llauder en sus Memortas dice que en
Cataluna organízó cuerpos de milícia que
comprendían 40,000 hombres, 3' «3'o, con-
»tinúa, la dispuse con anticipacíon y con
»el orden y celo que comprueban mis
»órdenes é instrucciones detalladas... En
»ellas se ve que recomendé la mas escru-
»pulosa eleccion para poner las armas en
»manos seguras, y buscar las garantias
»de la propiedad, arraigo y buen con-
>^cepto, excluyendo à los que pudiesen
»exponer el orden y comprometer el buen
»uso de esta fuerza (6)... En la capital
»puse ademàs una especial atencion (7)...
»E1 resultado íué bien satisfactorio é
»inmenso para la buena causa. Grandes
»fueron los servicios que le presto aquella
>'milicia por espacio de màs de dos anos,
xresistiendo los funestos ejemplos de otras
>'partes y la mala influencia de los desas-
»tres de Navarra. Obsérvese para su
»honor que fué la primera de Espafia en
»abrazar la defensa de Isabel II: que no
»fué la que hizo el motín del 25 de julío
«contra los frailes; y es de inferir que si
»hubiese habido decision para contenerlo
»desde el principio, aquella milícia que
>^se empleó en salvar las vidas de los
«religiosos con el celo que para su honor
«acredita la alocucion del general 3- gefe
»politico publicada en el Diario del 27,
>'hubiera anadído un titulo màs à los ad-
> quiridos en los servicios que por tanto
»tíempo había prestado (8).
»Cuando yo era Capitan general, la
«milícia de Barcelona reemplazaba à la
«tropa del ejército siempre que así con-
«venía à la defensa del país, no solo en la
«custodia de la Cíudadela, sinó tambien
»en la del castillo de Monjuich...» (9).
(0) Memorías..., cit., pàg. 53.
(7) Memorias..., cit., pàg. 55.
(8) Memorias..., cit., pàg. 60.
(9) Memorias..., cit., pàg. 91.
ESTADO IJE bARCELÜNA EN 183Í
409
La disciplina de la milicia de entonces
la testifica la palabra arriba citada del
entonces teniente, y después capitàn, de
la Companía de cazadores del 6.° bata-
llón, don Mariano Llopar, persona mu}-
conocida en Barcelona y de mucho arrai-
go. Lo testifica la del respetable medico
don Salvador Matas, individuo de la ter-
cera Companía del 6.° batallón, quien
sobre este punto, interrogado por mi, me
contesto: «La milicia entonces estaba
«disciplinada del modo que lo demuestra
»el siguiente hecho acaecido un tiempo
»después del incendio de los conventos.
»E1 Capitàn de mi Companía, reunidos
snosotros à su denedor, nos dijo que
»había revolución, y pregunto qué pensà-
^;bamos hacer. Nosotros respondimos que
»lo que él dispusiera. Oyendo esto el Ca-
»pitAn, que era el platero don Pedró
»Soler, dió la voz de j)tardiett, y nos
»condujo à la calle de la Platería. Ha-
»biendo allí encontrado con una turba, el
»Capitàn mandó calar bayonetas, las
»calamos, e hicimos ademàn de atacar,
»con lo que la turba retrocedió» (1).
Comprendo que entre los milicianos,
sobre todo siendo voluntàries los mas, no
faltaba quien simpatizaba con los incen-
diarios de los conventos, però no se pue-
de negar que la disciplina imperaba, y
que había unos batallones màs modera-
des que los demàs.
ARTICULO QUINTO
EL PUEBLO
El pueblo barcelonès, en 1835, se incli-
naba del lado de Isabel II y de la libertad.
La aristocràcia, casi en su totalidad, es-
pecialmente la tradicional y de anejos
títulos, se declaro por Don Carlos. El
Conde de FonoUar, el Marqués de Sent-
menat y el seiïor de Vilallonga fueron
(i) Me lo dijo en Barcelona a los i8 de no-
viembre de 1885.
vocales de la Junta de gobierno carlista,
denominada de Berga; cu3'o secretaiio
era don Fernando de Sagarra, abuelo
del benemérito sigilogista actual del mis-
mo nombre, y al cual abuelo yo mismo
traté. En la casa-palacio del Barón de
Maldà, calle del Pino, número 5, se tenían
las Juntas, donde se tramaba el levania-
miento. El citado Conde de FonoUar
capitaneaba el partido intransigente de
entre los carlistas. Así, pues, al lado car-
lista pertenecian casi todos los demàs
nobles de esta ciudad. Solo unos, m\iy
pocos, figuraban en el lado opuesto, tales
como el Marqués de Llió, los Puig, los
Siscar y algun otro. Ignoro quiénes fue-
ran los Marqueses de Castillo-Torrente y
Rioflorido, arriba nombrados, al tratar
de la Milicia urbana, y el nombre caste-
llano de sus títulos me inclina à creerlos
de fuera de Catalufia.
En la clase media abundaba, sin duda,
la opinión liberal moderada; y en la baja
plebe, unos por temperamento no exce-
dían los limites de la moderación, raien-
tras muchos se distinguían por su exalta-
ción, quienes, como bullían 3' gritaban sin
cèsar, acentuaban el color revolucionario
de la Ciudad.
Y por lo que dice al amor u odio a las
Ordenes religiosas, opino que la mayoría
de los habitantes de Barcelona estaban
en contra de los Conventos; todos por
liberales, unos sabiéndolo y otros sin
saberlo, inspirades per las sociedades se-
cretas. Que de tal modo sintieran los
avanzados, no ha}' que probarlo, ni quien
de ello dude. Pere hasta los moderades
sentían en manera igual. Harto lo demos-
traren en la cèlebre discusión de los
bienes de monacales comprades en el
tiempo constitucional, en la que tan ga-
nosos de destruir a les monjes andaban,
que no dudaron en derrotar por inmensa
mayoría de diputados a su propio Gobier-
no. El varón mederade de 1835 era decidi-
damente impío y enemigo de las Ordenes
religiosas. Basta conocer al impío Conde
de Toreno, uno de los primeres jefes del
partido.
410
CAPI IL LO ^i:fii.mi
Muchos, cuando en sus conversaciones
públicas y privadas trataban del incen-
dio de los conventos, no la condenaban
como debían, sinó que la excusaban, y
explicaban como naturales sus causas.
Nada de indignación por ella, nada de
amaro^a reprobación. Podria citar escri-
tes privados de autores harto conocidos
por su dulzura de caràcter, en este punto
simpatizandocon larevolución. Un joven,
atiliado al partido moderado, miliciano,
el dia poco posterior al incendio, dia en
que se intento asaltar la Aduana, enca-
róse con los descamisados, y les dijo:
«Vaya, chicos, esto ya es disparatar»,
(vaja, minyons, això ja es gateixar).
De modo que atacar la Aduana era dis-
paratar, y así, lo anterior, a su juicio, no
lo seria (1). Un vecino de Santa Catalina
me conto que en el momento del incendio
de esta iglesia los terrados de las calles
contiguas se hallaban Uenos de gentes, que
contemplaban la escena con un alborozo
parecido al del espectaculo de ver elevar
un globo (2). Don Simeón Tuyet, al cual
todos hemos conocido sesudo catedràtico
del Instituto Provincial, me anadió: «el
- pueblo revolucionario de Barcelona vió
»con tanta alegria la quema de los Con-
»ventos, que el dia 26 de julio, ó sea al
»oti o dia, iba recorriendo las iglesias y
«conventos incendiades, y decían las
»gentes: «vamos à seguir los monu-
»mentos». Yo lo vi, y lo oi» (3). El Vapor,
diario de esta ciudad, el dia 10 de agosto,
o sea dieciséis dias después del incendio,
escribia a la faz de esta ciudad: «5in
»duda alguna el peor síntoma de nuestra
«situacion es la simultanfeidad con que
> ocurren semejantes crímenes (los asesi-
■onatos de frailes), y la, sinó universal,
»mu3' general, indiferència con que son
»presenciados, referidos 5' oidos. Gran
»dano ha recibido la moral de una aso-
(i) Me lo conto D. Víctor Gebhardt en Bar-
celona a 19 de febrero de i8go.
(2) Relación de D. Francisco Canyellas en
Barcelona a 17 de diciembre de 1882.
(3) En Barcelona en 19 de agosto de 1880.
»ciacion (de una Sociedad) política, cuan-
»do se muestra la opinion en tal estado».
No por esto intento sostener que la mayo-
ria de la ciudad tomarà parte en la ejecu-
ción. Nada de esto: los ejecutores fueron
muy pocos, como diré muy luego, però sí
muchos simpatizaron con los extermina-
dores, y si no con los criminales, ni con
los incendios y los asesinatos, sí con la
extinción de los conventos.
Tampoco puedo ni debò negar que la
grey catòlica sintió profundamente el
hecho, y profundamente se afligió, de
modo que hubo personas y familias que
hicieron grandes sacrificios y afrontaren
manifiestos peligros para salvar religio-
sos. Al ver el incendio «mi abuela y mi
»madre lloraban, escribe un testigo ocu-
»lar, mi padre estaba conmovido y las
«sirvientas de casa también» 4). Otro tes-
tigo entonces muy nino escribe: «Una
»idea vaga tengo del trastorno que había
»en la casa y el estado de angustia de mi
»familia. Como en suenos se me repre-
»senta el resplandor rojizo que iluminó
»un alto paredón que se veia desde la
»azotea de mi casa; y el horror que se
»pintó en las facciones de mi madre al
»ver pasar por delante del balcón dos
»frailes que à todo córrer buscaban su
»salvación» (5). Però, por regla general,
ante la avasalladora, audaz e insultante
ola de odiós contra los frailes, los buenos
estaban acobardados. En la relación del
hecho material del incendio y asesinatos,
que pronto seguirà, podrà el lector certi-
fïcarse de los apuros que proporcionaba
a los frailes fugitives la cobardía y temor
a compromisos de aquelles a cuyo ampa-
ro acudían. Allí vera cuànto y cuànto se
multiplicaban los peligros al dar con
puertas amigas que este temor cerraba,
o una vez abiertas, de pronto nuevamente
repelía. Adelante también, alleer la rese-
na de los insultes que por dequieraantes
(^) D. Francisco de P. Capella en el Diario
Catalàn del 2í de julio de 1891.
(5) Diario de Barcelona del 9 de febrero de
1908, pàg. 1729.
ESTADO DE BARCELONA EN 1835
411
del atentado llovían por nuestras calles
sobre los religiosos, nadie salía a recha-
zar aquellas palabrotadas y a defender a
los frailes insultados. iPobres! Vivían en
verdad del modo que ya Cristo Sefior
Nuestro predijo a los Apóstoles de su
doctrina: Ecce mitto vos sicut agtios in-
ter lupos (1): «Os envio como corderos
entre lobos. » Y aunque tal temor y cobar-
día no merezcan aplauso, perfectamente
se explica por la entonces desapoderada
intolerància de los partidàries de la tole-
rància, quienes por leves motivos infli-
gían penas exorbitantes, y aun por su
misma mano privada terriblemente casti-
gaban. Baste recordar que los senores de
Ortega, vecinos inmediatos del convento
de trinitarios calzados, y en cuya casa se
salvo gran parte de esta comunidad,
tuvieron después por este hecho que
expatriarse; y así podrían alegarse otras
pruebas. Sí, sí, es la verdad que si la ma-
yoría del pueblo barcelonès no quería el
incendio y el asesinato, deseaba el exter-
minio de los conventos y de sus comurii-
dades.
Si se dudase de si Barcelona profesaba
ideas liberales, aquí estan palabras de
Llauder que disipan la duda: «En este
>^lugar es del caso recordar que el Conde
»de Espafla con todo su poder, y a pesar
»de haber elegido para jefes y capitanes
Ȉ los principales individuos de la noble-
»za, no pudo lograr en Barcelona el alis-
»tar en la milícia de voluntarios realistas
»màs que el número de empleades por el
»Ayuntamiento en encender los faroles y
»empedrar las calles; y este hecho que
»todos recuerdan, suministra otra prueba
»de la opinion pública de aquella ciu-
»dad» (2).
Que aquí habían dado fondo después
de la caida del Conde de Espafía gran
número de amnistiados de otras partes,
nos lo dijeron arriba los continuadores de
la Historia de Espana de Lafuente, y
ademàs claramente lo indica Llauder.
(i) Evangolio de S. Lucas. Cap. X, ver. 3.
(j) 'Sícmorias..., cit., pags. 59 y 60.
Recuérdense, sinó, las líneas de él arriba
copiadas: «Como el Conde de Espana,
»dice, y la mayor parte de los jueces y
»los tribunales montados A su influjo,
»habían limitado A tal punto la amnistia,
»que apenas se había conocido en Catalu-
»na el beneficio de aquel acto dirigido al
»consuelo y la union de todos los espano-
>-les, se me presentaren las reclamacio-
»nes a millares, y por millares hice cèsar
»los confinamientos, destierros, presidies
»y prisiones en las càrceles que por mi
»mismo visité» (3).
Las pasiones políticas ascendían enton-
ces a grades muy altos de exaltación,
grades que hoy no comprendemos, mate-
rializados todos como nos hallamos, des-
enganados de los pelítices de la libertad,
estafades (permítaseme el bajo vocable)
como hemos sido por los apóstoles de la
revolución, quienes atienden solo al me-
dro personal. Centóme mi amigo Don
Juan Miret, abogade y propietario de Ta-
rragona, que el dia siguiente del incen-
dio paseaba él con un sener por la acera
oriental de la Rambla de Capuchines, o
del Centre, cuande acertó a pasar per el
arroyo de la occidental una patrulla de
infanteria de ejército conduciendo un
fraile a Atarazanas. Iba éste entre filas,
y tras de él un paisano de blusa dando
garrotazos al pescuezo del religiose, sin
que ni el oficial ni los soldades hicieran
de elle el menor caso, siguiendo su mar-
cha regular. Miret, indignado, dice a su
cempafiero: «Mira, mira, ino ves aquella
»infamia?» Este le contesto con termines
indeceroses que no reproduzco, diciende
este pensamiento: «que se fastidie». El tal
companere de Miret después ha ocupado
altas posicienes en Espana. En cambie a
un magistrado, al cual dicho sefior Miret
visito aquelles dias, le halló casi desma-
yado del trastorno.
El mismo sefior Don Juan Miret, en los
días que mediaron entre el incendio de
los conventos y el asesinato de Bassa,
hallAndose en Barcelona en una visita oyó
[■!,) Mcmotias..., cit., pàg. -15.
412
LIBRO TIORCERO. CAPITUI-O SKPIIMO
decir que habíasido aprehendido un chico
carlista apodado L'E.^tiídiniit murri, s
que se le iba a fusilar (1). Don Juan, re-
cién salido de las aulas de Jurisprudència,
hubo de observar que antes del fusila-
miento procedia la formación de causa;
y tal observación de tal modo alborotó
a uno de los concurrentes, que tildó de
carlista a Don Juan, tilde que entonces
valia un gran insulto, y las senoras tuvie-
ron que templar el dicho de Miret y bus-
carle explicación agradable al exaltado
liberal. Para estos un carlista estaba
fuera de toda ley: los romanes llamàranle
un cxlex (2). Basta leer las ordenes, ban-
dos y proclamas de la autoridad, y allí,
como apunté, no se les nombra con otros
nombres que de infames, rebeldes, ban-
didos, salteadores, ladrones, asesinos,
etc. Y en la guerra tanto los de un bando
como los de otro fusilaban desapiadada-
mente a todo prisionero, como dije arriba
en el capitulo I de este libro. Hiela la
sangre en las venas leer en el Diario de
Barcelona las largas listas oficiales de
los aprehendidos, con la colectilla de que
han sido o van a ser fusilados. Los pobres
carlistas que vivían en las poblaciones
liberales tenían, o que tomar el fusil para
combatir a los suyos, y ser los primeres en
acudir al toque de la corneta, o huir a los
suyos o al extranjero con la consiguiente
ruina de sus intereses. Y en cambio los
pobres liberales que moraban en tierras
dominadas por los carlistas tenían que
venirse a las ciudades liberales; por cuya
causa éstas adquirían un tinte liberal vcwxy
marcado. La exaltación llegaba al extre-
mo. A tal punto alcanzaba la crueldad,
que los fusilamientos servían de temas de
bromas, las que resultaban altamente
repugnantes. He aquí la prueba que se
lee en el Diario de Barcelona del 23 de
(i) Se Uamaba Miguel Arqués, y fué fusilado
en [8 de agosto de 183'; después de Juzgado por
una comisión militar. Diario de Barcelona del
iS de agosto de 183^.
(2) Relación necna en Barcelona a los 14 de
iunio de 1S89.
Octubre de 1834. Se refiere al fusiiamien-
to de Romagosa y de un cura.
« 4-
vRomagosa y su recto- ^
»Pagaron su mereci- )
»Porque hubiera ofendi- )
»A la reina y nuestro hono-
»Romaperra hiva cobar-
»E1 Rector hiva valien- )
»Por su digno Pretendien- i
»En la calle con alar-
»Esto me dijo un Ami-
»Que los condujo al Supli- )
»En medio de gran bulli- *
»Alegrandose conmi-
>:Y de resultas de aques-
»Se descubriràn cosa- )
»De facciosos, cuyas tra- )
»Dios pone de manifies-
»E1 M. G.
do
te
de:
zas ' to
(3).
Muy pronto entro la división entre los
liberales, llamàndose unos progresistas
y otros nioderados, es decir, acentuóse
esta división; }• unos a otros se detestaren
como antes detestaban a los realistas.
Aquella sociedad liberal debe graduarse
de un mar de encrespadas olas de des-
apoderadas pasiones políticas. Mís anos,
ya no cortos, me proporcionaren alcan-
zar aún algo, y aiin mucho, de aquel
triste espectaculo, en que unos se hacían
matar por su ideal revolucionario ave-
riado y ficticio, y otros por otro no mas
apreciable ni menes liberal.
ARTICULO SEXTO
LOS PERIÚDICOS
Que en les tiempos modernes uno de
los grandes motores de las opiniones y
de los movimientes polítices reside en la
prensa periòdica, viene reconocido por
todo hombre detado de vista; interesa
(?) Pà;
KSTADO DE BARCELONA EN 1835
413
harto, pues, conocer aquí los periódicos
de Barcelona de 1835. Eran tres; a saber:
el Diavio de Barcelona, El Vapor y El
Cataldit. Tratemos de ellos separada-
mente.
Databa el primero de 1792, aün vive,
però como todo en el mundo està sujeto
a variación, no pocas han ocurrido al
Diario. Su forma, emperò, siempre per
maneció la misma, a saber, la de cuader
no de 0'22 X 0'15 metros de magnitud
Constaba en 1835 de ocho paginas, y en
ellas se contenia el santó del dia; la noti
eia de la iglesia del jubileo, llamado aquí
las citareiita lioras; las observaciones
meteorológicas; las noticias extranjeras,
aunque esto solo raras veces; los partes
oficiales de la Capitania General; noticias
de Madrid y de otros puntos de Espana,
copiadas de otros periódicos o de docu-
mentos oficiales; la cotización de la bolsa;
el «Articulo de oficio», formado de la
copia de documentos de la Gaceta de Ma-
drid; las noticias; la sección titulada
Noticias particulares de Barcelona, que
contenia artículos de fondo bastante ra-
ros, suscritos por solas iniciales, artículos-
comunicados, avisos oficiales, aperturas
de registro, embarcaciones llegadas, fun-
ciones de iglesia, libros en venta, ventas,
alquileres, pérdidas, nodrizas, sirvientes,
hallazgos y teatros. Carece de gaceti-
Ua, porque creería el diarista, que así
llamaban al director, que a los habitantes
de la Ciudad no hay que contaries lo que
pasó en el seno de ella. De esta resefía
de materias resulta que casi todo en el
Diario era oficial.
Los arliculos de fondo y los comunica-
dos tratan de Ortografia, de Arquitectu-
ra, del còlera, de teatros, etc; y aunque
su después director Don Juan Mafié escri-
be que este periódico no se hizo politico
hasta 1854 d), en la Opoca que aquí histo-
rio no dejaha de echar su cuarto a espa-
das en las cuestiones de aquel terreno,
como lo demuestran los siguientes títulos
(i) iJiario Jc Baicelona del jí de diciemhre
de iNq2, p;ig. 15099.
de algunos escritos. En el Diario del 11
de diciembre de 1834 se lee un articulo de
fondo, de sabor liberal, titulado: Deia
opiíiióii. En el del 7 de enero de 1835 otro
titulado: Palriotisuio (palabra que en-
tonces significaba liberaiismo), en el que
el escritor se muestra así enemigo del
absolutismo como de la revolución fiera.
Y el tema del Patriotismo sigue en un
segundo articulo en el Diario del 10 de
enero y en un tercero en el del 14 En el
Diario del 15 del mismo enero de 1835, en
un articulo titulado: El justa mcdio, aca-
ba de demostrar que su opinión o partido
es el liberal moderado. En varios núme-
ros del propio enero y de febrero del 35
estampa unos artículos en forma de car-
tas cruzadas entre dos fingidos carlistas,
el fin de los cuales consiste en convèncer
al pueblo de que el deseo y empeno de los
carlistas es dividir a los liberales, y van
por lo tanto enderezadasa unirà los libe-
rales, ridícula afiagaza de losmoderados,
que a la sazón ocupaban el poder, y à la
que los exaltades no dieron oidos. En los
Diarios del 19 de febrero y 7 de marzo de
1835 van sendas fingidas cartas de carlis-
tas en favor del justo medio, y por lo
mismo contra los exaltados. En el Diario
del 3 de abril se lee otro articulo suscrito
por los nombres unidos de los dos fingidos
carlistas de arriba, inculcando que los
periodistas, por la condición de tales, no
merecen màs crédito que cualquier otro
hijo de vecino, empeno que demuestra
que al Diario le molestaban las noticias
o declaraciones de algun su colega, el
cual no habiendo entonces periódicos
carlistas, no podia ser otro que uno de
ideas avanzadas. Y efectivamente, en el
Diario del 12 del mismo abril se replica
al progresista El Cataldit, al que habían
sentado mal las conclusiones del Diario
del 3. En abril, mayo y junio publicanse
tres artículos bastante templados, llama-
dos «Reflexiones sobre el caràcter de la
«guerra civil*. En estos tiempos se leen
allí artículos sobre otras materias, tales
como Bellas Artés, la òpera La Norma,
etc. En resumen, el Diario era decidido
414
LIBUO Tr.ItCKRO. — CAPITULO SEPTIMO
isabelino, liberal, moderado, aunque no
tomaba en la lucha tanta parte como El
Vapor , periódico moderado también, però
de batalla.
Para màs y mds probar la verdad de la
calificación que do}' al Díario, y al mis-
mo tiempo que dicho Diario detestaba
lasmatanzas criminales de frailes, resumo
aquí su articulo comunicado del número
del 18 de enero de 1835, firmado por «Un
verdadero liberal». En él se pone en las
nubes la amnistia, calificàndola de base
de la unión y felicidad de losespanoles, y
creyendo que desdeaquel dia el mantó de
ella queda extendido sobre liberales y
serviles y sobre leales y afrancesados.
De aqui deduce la necesidad de acabar la
guerra civil, para lo que dice hay que
combatir con las armas, «y al propio
«tiempo no engrosar sus filas {las de los
M'arlistas) ni aumentar el número de sus
»ocultos partidarios, cien veces mas temi-
»bles que los que se baten en campo
»abierto. Persígase de muerte al que
»osare contrariar la marcha augusta del
»reinado de Isabel...; però protéjase al
»mismo tiempo con todo esmero al hom-
»bre honrado y pacifico que cumple reli-
»giosamente con su deber y obligacion.
»Es preciso no perder de vista que de un
«hombre indiferente puede hacerse con
»la mayor facilidad un enemigo ó un
»amigo, segun la conducta que se obser-
»ve con él...» Aflade que los enemigos
acuden al maquiavelismo de ocultarse
bajo el velo de una extremada exaltación
«por las mismas instituciones que a man-
»salva soca van» (1).
Otro articulo del Diario del 24 de mar-
zo del mismo 1835 se queja de aquellos
liberales que se entretienen en «inspirar
»desconfianza de las autoridades» propa-
lando un dia por medio de impresos <iqiie
»UM ciudada)io pacifico, iin honrado pa-
»dre de familias es conducido desde síí
»tranquila morada d un hediondo cala-
>•>boso sin formacion de causa, niientras
y>q%ie el conspirador trabaja con desca-
(>) Pàgs.
»ro...» Y otro: <.<Que enjatnbres de frailes
))>corren de poblacion en poblacion ya con
jeste ya con el otro pretexto». Condena
el Diario el proceder de tales impre-
sos (2), y con ello las causas de los mo-
tines.
Però de donde màs resulta su desapro-
bación de las violencias sangrientas es
del articulo titulado: «Reflexiones acerca
»el estado de politica é higiene pública
»en nuestra actual situacion», publicado
en 11 de agosto de 1834, o sea luego de la
matanza de Madrid, en el cual se lee:
«Enmudezca pues el que por ignorància
»crasa ó por malicia abominable, per-
»vierte al humilde artesano y el corazon
»de la crédula mujer, manifestàndoles que
»esta plaga (el còlera) es un mal político,
»que sus hechos lo evidencian, y que su
»remedio està en lo político. Los tales
»pretenden imbuyendo estàs perversas
«doctrinas con fútiles razones, envolver
»la pàtria que les vió nacer en los horrores
»de una anarquia fatal. Esperamos justa-
»mente que los Gefes que estan à nuestro
»£rente haràn lo posible para desvanecer
»y contener tamanos atentados, que si
«triunfaran del justo medio y de las leyes,
»solo servirían para recordar de la Espa-
»na, cual de otra infeliz Palmira, el ado-
»rado nombre» (3).
El Diario de Barcelona, pues, a fuer
de buen moderado, combatia las matanzas
de frailes o actos violentos; però {com-
batia igualmente la supresión lenta y
pacífica de los conventos, cuyodeseo ani-
daba en el animo de los moderados, y
aun era obrado por las manos de ellos?
No recuerdo haber encontrado en ningu-
na parte del Diario de entonces una
palabra de reprobación. Insertaba las
leyes que la preceptuaban, y callaba.
rlPor qué callaba? ;Por prudència? iPor
connivencia? Lo ignoro; y al hombre rec-
to le està vedado entrar en las concien-
cias ajenas; però debò recordar un relato
de la revolucion de Valencià del 5 ó 6 de
(2) Pàg. 66o.
(3) Pàgs. 1874 y sigs.
ESTADO DE BARCELONA EN" 1 C
415
agosto del mismo 1835, que en su lugar
copiaré, la que ciertamente no habla en
favor del Diario que sin comentario la
insertó íl).
El Diario en su sección de anuncios
parece carecer de conciencia y del debido
amor y respeto a las ordenes religiosas.
Esta sección parece un campo abierto y
de nadie, donde todo nacido puede inser-
tar sus absurdes 3' maldades, ya que allí
se leen los anuncios de obras detestables,
anuncios evidentemente escritos, no por
el Diario, sinó por los mismos anuncian-
tes. Aquí produzco la prueba. En el Dia-
rio del 27 de julio de 1834 va sin la
menor salvedad el elogio de Jeremías
Béntham, del cual el índice romano en
1826 y 1828 había prohibido dos obras. En
el Diario del 18 de agosto de 1834 se lee:
«Sigue abierto el gabinete de figuras de
»cera al natural en la calle Nueva de San
»Francisco, mim. 14, cuarto bajo, con la
»nueva figura de la hermosa Venus» (2).
El niimero del 24 de diciembre del mis-
mo afio de 1834 y el de 10 de marzo de
1835 insertan el anuncio de las «Institu-
»ciones del Derecho Canónigo por Do-
»mingo Cavalario reimpresas exacta-
»mente del texto latino publicado por su
»autor, para el uso de las Universidades
»del Reino, con arreglo à la R. O. de S. M.
»del 30 de setiembre de 1834. Esta obra
»en dos tomos en 8.° se vende en la ofici-
»na de este periódico» (3). Esta obra fué
prohibida por la Congregación del índice
por decreto de 27 de enero de 1817.
El Diario del 12 de enero de 1835 anun-
cia la venta del libro «Moral universal, ó
»deberes del hombre fundades en la na-
»turaleza; obra escrita en francès por el
»Harón de Holbach, y traducida al caste-
>'llano por don Manuel Diaz Moreno...»
El Arzobispo de Valencià prohibió todas
las obras de Holbach en 1825.
(1) Diario del u de agosto de 185Í, pàfís. de
1787 a 17S,),
(2) Pàgs. 1035 y 10^6 del de i8í^. v p;ig. 5S1
del 181;;.
(?) Pàg. 293c.
En 12 de febrero de 1835 los editores
de la '<Correspondencia periòdica sobre
Ciencias y Artés» insertan en el Diario
un anuncio en elogio de la filosofia posi-
tiva, llamando inmortal a Augusto Comp-
te. Por decreto del índice de 12 de
diciembre de 1864 fue prohibido el titula-
do Cours de pliilosophie pòsit ive, de este
autor.
En el Diario del 13 de junio de 1835 se
lee: «Libros = Z,os Exterminadores ó pla-
»nes combinades por los enemigos de la
»libertad para dominar la espècie huma-
»na bajo el mentido pretesto de defenso-
»res del altar y del trono, por D. Joaquín
»de] Castillo 3' Ba3'one (debc decir Mayo-
hiie; autor pésiíiio). Cuando una faccion
»esterminadora enmascarada con la reli-
»gion que desconoce se empena mas que
»nunca en llevar al cabo sus fementidos
»planes de destruccion y sumirnos otra
»vez en el horrendo caos del despotisme,
»de donde cemo por encanto acabamos
>:'de salir: es conveniente y aun obligato-
»rie presentar al publico un cuadro que
»mostrande el legitimo derecho del hom-
»bre en Sociedad y la indispensable exis-
»tencia de la religion en armonía con la
fclibertad, tal cual la adquirimos de los
»Apóstoles, patentice al mismo tiempo
»las bàrbaras intenciones de los estermi-
«nadores, las atrocidades cometidas ya
»por ellos desde la antigüedad bajo el
»pretesto de defender la fé, los medios y
»ardides de que se han valido para domi-
»nar la espècie humana, y como se han
»hecho duenos de los imperiós, de las
»haciendas 3- de las vidas. Véndese en las
»librerias de Indar...» (4).
Este anuncio lo repite el Diario el dia
29 de julio de 1835.
Dejemos aquí al Diario para encon-
trarle de nuevo cuando ha3•an ardido los
Conventos.
El Vapor. He aquí su titulo: «El Va-
por.—/'fr/dí/Zcr? politico, literario y mer-
cantil de Cataluna. Publicado bajo los
auspicios de S. E. cl Capitan General,
(j\) Pàgs. 1307 y 1508.
416
I.IERO TERCERn. — CAPITULO SEPTI.Mr
dedicació al Ministcrio del Fomento Ge-
neral del Reino.
Vió la luz pública el 22 de marzo
de 1833. Al principio no salía màs que
los martes, viernes y sàbados por la
mariana. Desde el 3 de julio de 1834 salió
los domingos, martes, jueves y viernes.
Al primer dia de enero de 1835 se hizo
diario. Su primer tamanomedia 0'41X0'29,
però desde 23 de noviembre de 1833 creció
un poco, o sea hasta medir 0'44 X 0'32
metros. Contaba solo con cuatro pàginas,
divididas en tres columnas. Se despacha-
ba en la librería de Gorchs, bajada de la
Càrcel, en la de A. Bergnes y Comp.*'',
calle de Escudillers, número 13, donde
residia la Redacción y la Imprenta del
mismo periódico; però en el número del
28 de mayo de 1835 se lee que *E1 despa-
»cho de este periódico se ha trasladado à
»la misma calle de Escudillers, núm." 10,
»en la imprenta y librería de M. Rivade-
»neyra y C.*»
Contiene articulo de fondo; revista de
ambos mundos, o sea del extranjero; de
Espana, la que comienza por las noticias
oficiales; noticias de Barcelona, cuyo pri-
mer lugar ocupa lo oficial; revista de
periódicos; alcance, o sea última hora;
y el folletín del pie de la pàgina, que
trata principalmente de teatros. No tiene
gacetilla. Así es que en las hojas de este
diario se hallan numerosos articulos de
fondo, comunicados, anuncios de funcio-
nes de teatro, de las de toros, de las de
caballos, de las ventas de libros, de la
Capitania del Puerto, de la loteria mo-
derna, de comercio, de cotizaciones de
genero; però no de funciones de igle-
sia (1).
Pertenecía al partido liberal moderado,
però en modo mucho màs decidido que el
(i) Examiné y estudié líl Vapor en el Archi-
vo municipal de Barcelona. La fecha de su apari-
ción la deduje del número del 22 de marzo de
1834, pàg. 3. donde dice que celebra el aniversa-
rio de su aparición: luego. pues, salió por vez pri-
mera en igual dia del 1833. En dicho Archivo esta
el periódico incompleto.
Diario. Este, al manifestarse tal, parece
obedecer a la necesidad que le obliga a
salir de su natural alejamiento de la polí-
tica; aquél nació para defender el mode-
rantismo, entonces triunfante, bien que
combatido por el partido exaltado. No
trata de cosas de Religión como no sea
en los articulos de fondo para combatirla,
o en otros para a un tiempo combatir y
alabar, entendiéndola a su antojo para
con su interpretación dar en rostro con-
tra algun eclesiàstico. En los tiempos en
que van estos capitules, el moderantis-
mo, como llevo escrito 3'a arriba, pro-
fesaba profunda impiedad y diabòlica
soberbia; però por infernal prudència
llamàbase católico y fingia profesar el
màs puro catolicismo. Conveníale así
para embaucar al clero y al pueblo sen-
cillo, entonces aún muy cristiano. Los
escritos liberales de este tiempo adolecen,
por regla general, de crasa ignorància, y
si alguno luce inusitada erudición històri-
ca, està falto de rudimentària lògica. El
grande y poderoso argumento repetido
por el liberalismo para deslumbrar al tam-
bién ignorante pueblo, consiste en mote-
jar a los antiliberales de enemigos de las
Ciencias, Artés y Comercio, y de defenso-
res interesados de la ignorància general,
para así dominar; però solo en motejar,
no en probar. Este tan mentido argumen-
to lo esforzaba con decir que los enemigos
del liberalismo pretendían evitar la for-
maciòn de la clase media, volviendo la
Sociedad a los tiempos medios en que
solo había senores feudales y vasallos.
Y el pueblo ignorante, y siempre incli-
nado a siniestra parte, creia lo que leia
en letras de molde, entonces en los prin-
cipios del periodismo, tenidos por oràcu-
los. Quizà algun lector califique de apa-
sionado este mi concepto. Càlmese, y
antes de juzgarle sírvase leer los textos
que a seguida voy a copiar, 3' use de
paciència al repasarlos, recordando que
su duda me obliga a la inserciòn de tan
pesadas pàginas, pàginas cuyo examen
por muchas semanas constituyó mi mayor
tormento.
ESTADO UE BARCELONA EN I C
417
En largo articulo del número del 10 de
enero de 1834, titulado: La Europa mo-
ral, dice: «Nada tiene de estrano que
«dividida la Europa intelectual entre los
»escolàsticos que querian mantener el
»atraso, y los filósofos que aspiraban al
»último progreso, convirtiese en política
»esta cuestion religiosa y literària.
«Dedúcese de lo que hemos dicho el
«verdadero aspecto que presenta la Euro-
»pa moral. No se busque el origen de las
«revoluciones en las causas materiales,
»donde se ha creido hallar, sinó en el em-
»peno de unos para someter al pueblo à
»la estèril inspiracion de hombres atrasa-
»dos, y en el conato de otros para hacerle
^patentes esta ambicion é interès. Como
»no es fàcil que se circunscriba à lo que
«dicta la templanza filosòfica ó la humana
«razón, quiere traspasar la línea demar-
«cada por la sabiduría; y si bien no fuera
«difícil disuadirle de este error, precipí-
»tale la irritación que le causa la tenaci-
»dad de los que, revelàndose contra
«gobiernos legítimos, pretenden sumer-
«girle de nuevo en las tinieblas.
«Empiece el clero de Europa por recu-
«perar el sacerdocio de las ciencias; olvide
«los principies científicos que recuerdan
»el írivimn y el quatriviuin de la edad
«media, y hallarà un poderoso aliado en
»la secta filosòfica.» (Burdísiíuo eiigailo,
pensar qitc la secta filosòfica ha de ser
Hunca aliada del clero). «Entonces, la
«Europa moral mudarà de aspecto, tem-
«plaran los sabios la efervescència de los
«proyectos políticos, y las clases levíticas
»llenaràn nuevamente la augusta mision
«de iluslrar ;l los pueblos, y no la porfía
»de mantenerles en el atraso y la servi-
«dumbre. Porque necesarias son para su
«salud la cultura que les revel.i su digni-
»dad, y la religion que les enseüa su
»deber
»iTan malo seria para el clero meridio-
»nal adquirir conocimientos vastos, y
«hacer de ellos un uso desinteresado y
«discreto? rTan malo constituirse la única
«fuente de donde los recibiesen las demAs
«clases del Estado?»...
El tal articulo deja en muy mal lugar
al clero, y en buen lugar, respecto a ilus-
traciòn y utilidad para el pueblo, a los
filósofos. Resulta de él que el clero està
atrasado y es rutinario; que busca tira-
nizar y sacar emolumentos, mientras que
los filósofos ilustran al pueblo, y dan
resultados físicos y mecànicos útiles por
màs que tengan extravíos.
En el número de 18 de enero de 1834,
tratando de la imprenta y a ella refirién-
dose, escribe: «cQuién no la admira en los
«esfuerzos de las sociedades bíblicas, y
«de otras que proponiéndose el mismo
«objeto reparten liberalmente por el pue-
»blo útiles tratados de economia domés-
«tica, de mecànica indústria ò de prove-
«chosa moral?»
Dice en el número del 31 del mismo
mes y afio: «No nos alucinan los que
«inconsideradamente buscan la pompa de
«un triunviro ò el militar aplauso de un
«dictador, y compadecemos detodo cora-
«zon à los que confian retrogradar al
«despotismo de Carlos II, ò al ramillete
«de anarquías que componían el régimen
«feudal. «
Un largo articulo de fondo se lee en el
número del 25 de febrero de 1834, del cual
son las siguientes líneas: «Defendimos
«que no había justo medio en Espana
«cuando el ministerio se desviaba del
»razonable centro para ladearse à un
«extremo perjudicial. El que ahora existe
«trata de colocarse en tal situacion que
«nos salve de la anarquia y el despotis-
»mo... Las sociedades no pueden pres-
«cindir de las clases medias en su orga-
«nizacion, y ya demostramos en otro
«número cuan ilusorio y sandío es el
«proyecto de los que quisieran borrarlas
«de la lista civil para reducir nuevamente
«las naciones à los dos antiguos cuarteles
«deseíïores y pecheros...»
En 15 de abril estampaba El Vapor
estàs líneas: «El ultimo suspiro de Fer-
«nando fué la sefial, fiotó por los aires la
418
1,1 nuo lERCERO. — CAPI TL' LO
«bandera apostòlica, bajaron à sostenerla
»los màs safios montaneses de la sierra,
»los arteros salteadores de la llanura,
«proclamàronla los individuos del clero
»que se precian de intolerantes y fanà-
»ticos... En vano les dijéramos: se tra-
»ta... Y respondieron:— Nunca para nos-
»otros el trono de Isabel serà legitimo,
»puesto que nos niega el ejercicio del
»mando civil que de derecho compete A
;;los ministros de la religion. No quere-
»mos artes, no queremos ciencias, no
»queremos trafico comercial... Os preciais
»de tolerantes y pacíficos, sin advertir
»siquiera que es una herei'ía esa toleran-
»cia hipòcrita. iQué hubiera sido de la
»Iglesia catòlica si no la defendieran las
»cruces, sambenitos y hogueras de tantas
»sociedades heréticas...?>'
Y diga el imparcial: ^esto puede llamar-
se buena fe? iQué clero, quésacerdole ha
ensenado que a él corresponde el ejerci-
cio del mando civil?
En el número del 3 de mayo del mismo
34 dice: «Cuando observamos que no cal-
xma el espíritu revolucionario» {debiera
decir antïrrcvolucioiiario) «de una parte
»del clero espanol al ver brillar el arca
»de nuestra alianza política» (así llama al
Estatuto real;;;.'!!) «no nos es dable com
»prender que espècie de utilidad se pro-
»pone de su arrojo, aun suponiendo que
»pudiese coronarle la victorià. Porque no
»creemos que el donoso plan de reformar
»el mundo segun las bases pechera y
»senoril de las edades intermedias alucine
»à otros individuos de su gremio que à
»los que se mantienen tan agrestes como
»antes de dejar la labranza ò los talleres
»para meterse en el claustro »
En el número de 25 de septiembre
de 1834 empieza una sèrie de articulos
sobre los «Bieiies eclesïdstícos», en los
cuales amontona disparates, de los que
anotaré algunos: «Hemos indicado, dice,
»que el clero se ha de reducir, y de nin-
»guna manera despojar. Lo primero es
»una medida estadística; lo segundo una
»providencia arbitraria. Si consta de cien
»individuos y bastan cincuenta para el
»consuelo espiritual de los espanoles,
»entran sucesivamente en el tesoro los
»bienes de una mitad
»Mi reino no es de este mundo, dijo
»Jesucristo, y mandó al sacerdote vender
»las haciendas que poseia, y distribuir su
»valor à los pobres para alcanzar la per-
»feccion del apostolado...» Falsísimo que
Jesús mandase al sacerdote vender sus
bienes; indico emperò que debían ven-
derlos los que aspirasen a ser perfectos.
Anade que Constantino y Licinio por
edicto de 321 permitieron a los eclesiàsti-
cos adquirir y poseer, «època en que
»empezó à manifestarse la ambicion leví-
»tica. Olvidaron algunos presbíteros los
»preceptos de Jesucristo...» Luego aduce
dichos de Santos Padres y ieyes contra
la ambicion de sacerdotes, textos que
indudablemente van dirigides, no contra
el uso de los bienes, sinó contra su abu-
so. Declama el articulista contra las
riquezas de toda clase de los eclesiàsti-
cos, suponiendo que éstas llegaron a
grandísima cuantía en los primeros siglos
de la Edad media. «La supersticion, inse-
»parable de la ignorància, era un manan-
»tial fecundo é inagotable de nuevas
»adquisiciones. Vióse en aquellos días el
»abuso de negar tierra sagrada & los cris-
»tianos que morían sin legar à la Iglesia
»alguna demostracion... Los gobiernos
»creyeron atajar el mal fijando en una
»décima parte el valor de estàs demos-
»traciones, sin considerar que al cabo de
»diez generaciones el tal reglamento
»ponía en manos del clero todos los bie-
»nes de la cristiandad.»tPuede darsemàs
insigne mala fe ò màs crasa ignorància,
imperdonable en el que escribe? Los diez-
mos no se sacaban del capital de las
fincas, sinó de sus productos. Este primer
articulo de su sèrie, si por un lado pre-
senta al clero como un monstruo de ambi-
cion e injustícia, por otro exhibe la gran
ignoi"ancia del autor. En una nota dice
que tales abusos no pasaban en Espana.
En un segundo articulo sobre la misma
matèria, el que se halla en el número del
28 de septiembre de 1834, escribe: «Los
KSTADO DE BARCELO.VA EN 1835
419
»jubileos fueron otro manantial fecundo
»para Roma y sus ministros» por las
muchas dàdivas de los peregrinos. «Al
»diezmo agrego Alejandro II las primi-
»cias Ademàs los eclesiàsticos de
»aumentar sus bienes, resolvieron con-
»servarlos vedando su enajenacion...»
«Pasaremos en silencio otros medios
»de que se valió el clero para fomento de
»sus posesiones. Baste decir que se acre-
»centaron en términos que el obispo Juan
»de Palafox, canonizado por Clemen-
»te XIII (falso, falsísimo), escribia à
«Inocencio X (1650), que había hallado
«entre los jesuitas de Portugal casi todas
»las riquezas del reino » (('Risstmi
teueatis, amici?)
Que Montesquieu «calcula que bajo las
»tres dinastías de los monarcas de Fran-
»cia, el clero había recibido tres veces las
»tierras de todo el reino.» Y aquí el màs
lerdo pregunta: ino pudiendo el clero
enajenar, ni robàndole como no le roba-
ban ni desatnortisahan los gobiernos sus
bienes, cómo se efectuaba el milagro de
recibir segunda y tercera vez los mismos
bienes? Ademàs resultaria de aquí que
Francia se compondría entonces de regi-
mientos de propietàries con sotana o
sayal, y unos enjambres de mendigos.
jCuànta osadía y desvergüenza en los
escritores revolucionarios, y cuanta igno-
rància y estupidez supone en los lectores
de sus escritos!
«...Roma disparo este singular argu-
«mento: «Siendo Dios dueno absoluto de
»los bienes de la Iglesia, tambien debe
»serlo el Vicario de Dios en la tierra*.
»Una decretal de Clemente IV estableció
«semejante proposicion hàcia mediados
»del siglo XIII .. La prodigalidad de indul-
«gencias promovió el alzamiento de Lu-
»tero...»
«Error fuera deducir de lo dicho que
»se ha de disponer de los bienes eclesiàs-
»ticos ó de la clase que los posee ni mas
»ni menos que un conquistador de las
iprovincias que somete í\ su imperio, y
«matèria prestarà a un tercer articulo lo
»que exigen la pàtria y la justícia en el
»modo de verificar lo. Ojalà logremos...
«prevenir de tal suerte la opinion de
«nuestros lectores que se evite toda tro-
«pelía al orden civil y desacatos de suma
«trascendencia al régimen moral.»
jDonoso modo de evitar la tropelía y el
desacato publicar una furiosa diatriba
contra los dichos bienes y presentarlos
como hijos de repugnantes rapiiïas de sus
poseedores legítimos!
Como el articulista pertenecia al par-
tido moderado, y por lo mismo había de
nadar entre dos aguas, en el tercer arti-
culo sobre los bienes, al venir a templar
sus aceros de los dos primeros, reconoce
«la legítima propiedad de tales bienes
«puesto que semejante arbitrio sobre ata
«car ahora la de los eclesiàsticos amagarà
«la de muchos individuos y asociaciones
«del Reino. iCuàntos se han enriquecido
»a la sombra de los abusos que permitía
«el Gobierno absoluto?....»
En fin, no puedo aburrir al lector trans-
cribiéndole aquí todos los errores y san-
deces del escritor, y así me limito a
copiar la consecuencia pràctica que saca
de lo escrito, y la medida que a su sentir
debe tomar el Gobierno respecto de los
bienes del clero: «Las riquezas del clero
»han servido para muelles regalos, escan-
«dalosas pompas }• temporales grande-
«zas Arbitrariedad seria arrebatarles,
«però benèfica medida la que limitàndo-
»les à una estension prudente, 3' a un
«estipendio contribucional, les inutilizara
«para ser instrumento contra el Estaüo,
»se aprovechase de ellos í\ favor de la
«deuda común, y los dejase en términos
«que no solo sufragasen a la manutencion
«de los ministros y cenobitas existentes,
«sinó í\ su justo decoro y a las comodida-
«des que sirven de recompensa y estimulo
»à una vida estudiosa y meritòria.
«Espana pues se encuentra en la situa -
»cion de convèncer à todos los partidos
«de que el espíritu filosófico de su reforma
«es muy superior al vulgar choque de
«pasiones bajas, que insensiblemente con-
«ducen ;l la espoliación y al desorden.
420
LIBRO TERCERO. CAPITULO SEPTIMO
»Disminúyase la clase eclesiàstica hasta
»el número estadistico que matematica-
»mente le competa; practíquese esta dis-
»minucion sin violència ni desdoro si-
»guiendo privado el gremio levítico de
»acrecentar sus individuos: entren de esta
»suerte en el erario los bienes de tal ó
»cual convento que se suprima por sí mis-
»mo; y en breve quedarà reducido al
«volumen conveniente y con rentas de
»su propiedad natural que liberalmente
»acudan à sus urgencias y halago. Así se
»logran los objetos à que aspira sin faltar
»en manera alguna à lo que exigen am-
»bas legislaciones, la evangèlica y la civil.
»Limítase el clero A la competente esten-
>^sion, corresponden à ella los haberes
»que le restan, impónese aun sobre estos
»el debido tributo al César, é ingresan
»en el tesoro los refuerzos de que tanto
«necesita para rehabilitar su crédito y
»sostener la reforma.
»Otros crearan mejor que se obligue al
»clero à estinguir la deuda, ó à sostener
>;à expensas suyas 50.000 hombres en
«campana; però no advierten que esto
»fuera capitular con los viciós estadísti-
»cos que le echamos continuamente en
»rostro. Como preveemos el rumbo que
»en orden à esto podran tomar las ideas,
»insistimos en que su reforma es necesa-
»ria al Estado, y útil à su propio interès
«mientras se practique por medios de
«suavidad» (He aquí la ctfra de toda la
idea moderada: Itacer la revolucïón,
però con stiavidad) «y justícia» (revolu-
cionaria). «;Seria justo arrancar de las
»tapias de un convento al que ha pronun-
»ciado sus votos para morir lejos del si-
»glo? No lo fuera.— iSería justo aplicar
»despues de su muerte al erario los bie-
»nes que consumia? Sin duda alguna. —
»En el primer caso se ataca à un indivi-
»duo: en el segundo se atiende imparcial-
»mente à una reforma».
Estos artículos merecen el titulo de
furibunda diatriba contra el proceder de
lalglesia y sus Pontifices, acusàndoles de
ladrones de los bienes del pueblo, para
cuyo robo se valen aquéllos de medios
ilícitos, faltando en esto a las terminantes
prescripciones del Antiguo y Nuevo Tes-
tamento; diatriba llena de falsedades his-
tóricas; diatriba digna de un protestante
bilioso, furioso, sin temperamentos ni
modificaciones mas que en los medios de
llegar a su fin. Dejan ver toda la idea de
la revolución contra las ordenes religio-
sas, que consistia, no en robar sus bienes,
dejàndolas a ellas en pie, sinó en acabar
con ellas y apoderarse de sus bienes;
los progresistas querían que se perpeti a-
se por la violència, y los moderados, con
orden y suavidad.
No sé ni quiero prescindir de copiar el
siguiente articulo de El Vapor del 26 de
diciembre de 1834 en que el autor se mues-
tra clara y netamente partidario de los
jansenistas. Es herético; dice así:
«Fuerza es repetir lo que otras veces
»hemos indicado en orden à la complica-
»cion de afectos é intereses que tienen
^dividida la Europa meridional. No por
»espíritu de partido aconsejamoslarefor-
»ma permanente y sòlida, sinó por el
»convencimiento de que una exaltacion
>mo harà màs que encender otra exalta-
»cion. El progreso filosófico de los cono-
»cimientos humanos, si bien en general
»ha sido útil à la cultura de los pueblos,
»no ha dejado de multiplicar las sectas, de
»clasificar à los hombres sin inspiraries
»en cambio la apacible tolerància que
»debiera suplir al fraterno vinculo de una
»sola creencia. Desde que Bacon de Veru-
»lamio les sugirió la idea del método
»analitico, entregàronse al estudio libres
>del fàrrago aristotélico que entorpecia
«anteriormente sus potencias. Desapare-
»ció aquella lujosa clasificación mas bien
«inventada para deslumbrar que para
»ins';ruir; buscàronse por un instinto na-
>•>\.\ira.\\a.vcrdad religiosa y la política,
»y un celo tan ardiente de saber, en me-
»dio de descubrimientos provechosos,
»difundió màximas erróneas, doctrinas
»audaces, intempestives alardesde incre-
»dulidad.
»En vano algunos varones doctos re-
ESIADO DE BARCELONA EN 1 S 5 :;
421
»unidos en una casa religiosa quisieron
»oponer A la lucha, que se anunciaba
»entre los partides del sofisma y los de la
»omnipotencia pontifícia, una instruccion
»sólida y amena, una piedad consoladora
»y persuasiva, un gusto para las artes y
xlas ciencias, rico de sabor y de útica
»pureza. Pudieron mas las pasiones que
»la razon, la tirania cortesana que la
»mansedumbre evangèlica. Estos sabios
»de Puerto Real cultivaron tambien las
«ciencias eclesiàsticas bajo un plan ilus-
»tradamente filosófico. En vez de decla-
»rarse apóstoles de la intolerància y del
«abuso, procuraren resucitar las modes-
»tas virtudes de los antiguos discípulos de
«jesucristo. Recomendaron con la prac-
»tica y el ejemplo el estudio de los monu-
«mentos de la antigUedad cristiana, y
«empezaron a separar del dogma y de la
»moral de la Iglesia las impertinentes
»cuestiones con que los envileciera el
»gótico aristotelismo de las aulas. No es
«posible pintar la energia de los cortesa-
»nos de Roma para impedir el filosófico
»progreso de esta corporacion, que ya
»contaba en su seno à los primeros varo-
»nes delmundo. Destruyéronla y queda-
»ron duenos del campo el escolasticismo
»y la Inquisicion, los cuales en vez de
»asegurar la victorià A la Santa Sede, no
«hicieron mas que descorrer el velo de
«ciertos abusos, enfiaquecer su espiritual
»infiuencia y debilitar el imperio de la Re-
«ligion verdadera.
»Desapareció entonces la filosofia cris-
»tiana; no era ya tiempo de que pudiese
»el aristotelismo reemplazarla, y usurpa-
»ron su lugar las peligrosas doctrinas de
»Bayle, Spinosa, Hume y sus numerosos
»sectarios. Estos hombres renovando la
»escuela escèptica introdujeron la duda,
»como único elemento moral. Empeflados
»en dar i'i la filosofia una base de pura
y>negacioii, y en que la gran piràmide del
»raciocinio liumano se sostuviese sobre
»su punta, desperdiciaron el ingenio colo-
»cando la parte afirmativa de las cosas
»junto a la iieí^ativa, casando la teoria
»con la objccioii, y presentando con igual
«vehemència elpro y la contra. Sembra-
«ron de esta suerte la duda perpetua,
>^madre del materialismo, la esterilidad y
«la indiferència. He aquí la secta filosó-
«fica que ha contribuido à difundir las
«màximas de un saber mas brillante que
«solido, y las teorias de un deseo esen-
«cialmente sensual. Las ciencias han sido
«admirables para halagar este delicado
«sensualismo; però àridas ya y desdeno-
«sas para el consuelo del corazon hu-
«mano.
«Y entre tanto, ;cómo han enmendado
«su antiguo error los defensores de la
«potestad romana? Estableciendo unos
«principios no menos intolerantes que en
»el siglo XVII. Oigase à Mr. Bonald, y se
«veràn reproducidos con mas ó menos
«ingenio los propios argumentes que se
«emplearon contra el Obispo cèlebre de
«Iprés, y los cultos sabios de Puerto Real.
«Los unos quieren considerar à la Reli-
«gion como un freno pueril o un mero
«adorno, los otros como un medio de en-
«grandecimiento y dominio , ninguno
«como el consuelo del corazon y la f uente
«de las virtudes sociales, la recompensa
«del justo.
«No es mucho, pues, que un filosofismo
«incrédulo y un apostolicismo fanàtico
«hayan enconado los ànimos en mengua
»de la Sociedad y el Evangelio. Agré-
«guense A estos elementos de discòrdia
«los que resultan del progreso artístico,
«de la decadència agrícola, de la audàcia
«mercantil, de cuanto contribuye, en una
«palabra, a multiplicar necesidades y A
«crearlas igualmente costosas entre el
«grande y el hidalgo, el banquero opu-
«lento y el industrioso menestral, y se
«penetrarà como las causas físicas se
«unen A las morales para mantener un
«perpetuo vaiven. Este vai'ven es la du-
»da política, así como la increditlidad la
>\filosófica. De aquí la grave cuestion de
«la independència y el despotisme, cues-
«tion santa y benèfica cuando la razon la
«ilustra; però desoladora y terrible cuan-
»do las pasiones la ensaflan. Por desgra-
«eia de los hombres, al propio tiempo
422
LIEKO TEUCEUO. CAPrïULO SEPTIMO
»que sostenida por varones llustres y
»eminentes, se ve apoyada de muchos
»que quisieran convertiria en fecunda
»mina de ambiciones y venganzas. Es
»necesario olvidarlas si no queremos
»incurrir en el error del siglo xvii. No
»menos hostil es el aspecto de la Europa
»físicaque el de la Europa moral; la divi-
»sion existe; inflamables son las mate-
»rias; y como continuemos en sacudir la
»tea de las pasiones, la llama que en ellas
»prenda convertirà a los reinos en ines-
»tinguibles volcanes. iQué nos conviene
»pues para evitarlo? El Evangelio puro,
«respecto del mundo moral; y en órden
»al político, un monumento tan concilia-
»dor como el Estatuto,'un trono tan bené-
»fico y justo como el de Isabel».
íPueden darse mils claros errores, un
espíritu màs contrario al de la Iglesia
Santa, infalible maestra de verdad, una
defensa màs paladina de los herejes de
Port Royal o sea de los jansenistas, un
ataque màs rudo contra Roma? Y des-
pués de tan infundada diatriba fingida-
mente elevada a un como terreno fïlosó-
fico, ipuede leerse sin una agria carcajada
el ridículo remedio con que al final quiere
atajar los, a su parecer, males que deplo-
ra? Cifra el remedio en el Evangelio
puro, es decir, purificado por los janse-
nistas y por el autor, y en el imperio del
Estatiito y el reinado de Isabel II. Esta
era la ciència y la ortodòxia de los mo-
derados de 1835, a saber: ignorància,
racionalismo puro, revolución hecha con
orden y hambre de los bienes eclesiàs-
ticos.
El mismo periódico patentiza su sentir
al ensalzar a los moderados en el articulo
de fondo del dia 2 de mayo de 1835, donde
escribe: «Como estàs personas se precian
»regu!armente de mesuradas y discretas,
»no menos huyen de un conventículo mo-
«nàstico, que de un club jacobino».
En la revista de periódicos del número
del 8 de mayo copia un articulo del Eco
del Comercio, periódico progresista de
Madrid, escrito aquel en defensa de la
devolución de los llamados bienes nacio-
nales a los compradores de 1820 a 23.
En la revista de periódicos del número
del 13 del mismo mes inserta un articulo
de La Abeja, periódico moderado de Ma-
drid, en el que resueltamente se aboga
por la misma devolución. Y sobre el mis-
mo asunto escribe el 14 del mismo mayo
de 1835: «El Estamento de Procuradores
»del Reino ha terminado la gran cuestion
»de los bienes nacionales, del modo que
»el publico había previsto. El dictamen
»de la Comision ha sido aprobado por
»una gran mayoría; y el Ministerio si no
»ha logrado hacer prevalecer su opinion,
»puede lisongearse de que generalmente
»se ha hecho justícia à sus intenciones,
»y à un excesivo miramiento, dictado
»por su posicion, màs que por simpatia.
»E1 deseo publico ha triunfado; derrota
»no la ha habido propiamente, puesto
»que la cuestion, reducida à las últimas
«diferencias, apenas versaba ya màs que
»sobre el plazo; y este esperamos que lo
»obtendrà el Gobierno por medio de una
«adicion».
Así se retratan ellos mismos, los mode-
rados, respecto del punto de la devolu-
ción de los bienes dichos. A quien desee
adivinar algunos de los autores de las
matanzas de frailes e incendio de conven-
tos, quizà le convenga fijarse en el empe-
iio de los compradores en recobrar estos
bienes, empeflo que en julio de 1835 no
habia logrado satisfacción.
En la revista de periódicos del número
del dia siguiente, 15 de mayo de 1835,
copia un articulo del progresista Eco del
Comercio que califica de «gran triunfo»
la votación del Congreso; «sin embargo,
> aíiade, nosotros creemos que seria pre-
»ferible otro procedimiento.... Lo màs
»acertado à nuestro juicio fuera llevar
»adelante la extincion decretada por las
«Cortes anteriores, reservando tan solo
»los ocho monasterios que entonces se
»exceptuaron».
Publica durante el mismo mayo una
sèrie de artículos «Sobre los medios de
conservar el Altar y el Trono», y en el
tercero de ellos trata de la libertad de
ESTADO L•l
ly 18;^
423
cultos. No dice claramente que pretenda
esta libertad, però sin perjuicio de com-
batir allí la incredulidad, fuertemente de-
clama contra el empleo de la fuerza para
castigar a los herejes y contra la Inquisi-
ción, y encarece los principies de paz de
la que llama ley evangèlica; con lo que
el menos listo entenderà hacia qué lado
cae su intención, y vera el sistema mo-
derado.
En el número del 24 de febrero de 1835
insertó el anuncio del mal libro titulado:
La Moral universal, o los dcberes del
Jioiiibrc fundados eit su naturalesa, por
el baróit de Holbach.
El Vapor, à pesar de pertenecer al
partido moderado, sentia del Jefe de él,
o sea del Sr. Martínez de la Rosa, lo que
dicen las siguientes lineas de él copiadas:
«Pues enlonces, ;de dónde nació el decir,
»cuando todavía humeaban los cadàveres
»del 17 de julio, que el Estatuto Real no
»era mas que un punto de arranque para
»completar la grande obra de Ja regene-
»racion política? El arte de evitar conspi-
»raciones y asonadas no consistia en
»lisonjear de esta suerte à ciertos hom-
»bres poco o nada estatutistas, sinó en
> castigar de fïrme a los conspiradores y
«jacobinos- ^;Lo ha hecho el benemérito
xpersonaje de quien hablamos? (Martí-
>->nez). No lo ha hecho, y por lo mismo no
»es de estrafiar que durante su adminis-
»tracion hayan tornado cuerpo los bandos
»políticos, se hayan dividido los animós,
»y se hayan restablecido gran número
>:'de sociedades secretas, introduciendo la
»exageracion y la discòrdia en el gremio
«liberal» (1).
Terminaré este pàrrafo dedicado a El
Vapor con el siguiente juicio que de él
escribe don José Mariano Riera y Comas:
<iEl Vapor..., ese malhadado periódico
»con su cinismo insultante, con su desca-
»ro inimaginable, con sus odiosas menti-
»ras y con la inajcuantable perversidad
»que acompanara seguramente à sus re-
«dactores hasta el iniierno...
(1) El \'af<or, del 17 de iunio de 1855.
»Casi en ninguna època han usado de
»mas desvergüenza (esto se publícaba
»eu 1849 j los periódicos espanoles que
»en 1835. Però sobre todos ellos, los pe-
»riódicos moderades; y sobre los modera-
»dos, El Vapor, de Barcelona, era el mas
»desvergonzado» (2). «Es uno de los perió-
»dicos que mas decididamente hicieron
»causa común con los revolucionarios
•>•>i'cuaudo lo de Bassa), era uno de aque-
»llos periódicos cuyas doctrinas disolven-
»tes no podían leerse sin grave peligro,
»y uno de los mas hipócritas y perturba-
»dores del orden que en aquella època
»se conocieron» (3).
V^eamos ahora los matices de El Cata-
Idit. Se titulaba: <i•El Catalan, diario de
yypriticipios y progresos. — La redacción
>^se lialla establecida en la calle de Tren-
titaclaus, número primera, pi so tercero».
El Vapor del 28 de septiembre de 1834
da cuenta del prospecto de este su cole-
ga, y anade que empezarà a salir el 1.°
del próximo octubre. Ignoro si realmente
en tal dia vió la luz, porque la única colec-
ción de él que logré encontrar empieza
por el número 105 que lleva la fecha del
viernes 17 de abril de 1835, en la que
realmente veia la luz pública todos los
días. De su número 105 deduzco que no
saldria en 1.° de octubre, ya que de ser
así al 17 de abril de 1835 le correspondia
el 199. Consta de cuatro pàginas de im-
presión. Su tamaào mide 0'35 X 0'25 me-
tros, y el texto va repartido en tres
columnas de metida letra. Contiene ar-
ticulo de fondo, noticias extranjeras;
noticias de Espana,cuyos primeros parra-
fos van dedioados a la parte oficial pro-
cedente del Gobierno central; noticias de
Barcelona, en cuya sección vienen las
oficiales de las autoridades y centros de
aquí, con ademàs los anuncios de libros,
teatros, etc Carece de gacetilla; y termi-
na con una sección de noticias de última
hora, sección iiue titula Alcaucc. En la
■ (j) Misteriós de las sectas secretas, tomo 1\'.
pags. 3?5 y 530.
(3) Obra cit., tomo \'1I, pàgs. 241 y 2^2.
424
LIGRO TERCERO. — CAPITULO SKPTIMO
primera pàgina un como folletín contie-
ne versos y otras composiciones. Su re-
dacción estaba en la calle deTrentaclaus,
número 1, y la imprenta era de Estivill,
en la calle de la Boria.
De que El Caíaldn militaba en el parti-
do progresista responden, ademàs de sus
propios escritos, de los que muy luego voy
a dar muestras,los nombres de sus redac-
tores. Su primer director fué don Pascual
Madoz e Ibafiez, al que he alcanzado yo,
viéndole figurar entre los progresistas y
hasta ocupando una de sus poltronas
ministeriales. Después, en 3 de mayo de
1835, se separo de la redacción, y en el
mismo ano vemos figurar como redactor
al revolucionario don Ramon Xauradó,
con el cual en la revuelta de 1S35 topare-
mos harto, y quien, al fin, murió fusilado.
Merecen detenida meditación todas las
palabras del siguiente comunicado de
Madoz:
«Senor Editor del Diario de Barcelona.
»Muy Sr. mio: suplico à V. tenga la
»bondad de dar cabida en su apreciable
Ȏ instructivo Diario al pequeno articulo
»que acompano, para manifestar al públi-
»co mi separacion de la redacción del
^Catalan.
»Soy deV. afectisimo y S. S. Q. B.S.M.
» — Pascual Madoz é Ibaxez.
»Como redactor principal del Cata-
■f>lan creo de mi deber manifestar al
»público, que desde el 3 del corriente me
»he separado voluntariamente de la re-
»daccion de este periódico. En la actual
»lucha de los partidos, difícil es à la ver-
»dad desempenar tan delicado cargo
»Entusiasta por la causa de Isabel II,
»enemigo de toda asociacion secreta, sin-
»cero amante de la libertad, amigo del
»órden, independiente por caràcter, nun-
»ca escribí ni bajo la inspiracion de socie-
»dades, ni bajo la influencia de persona
»alguna. En mis escritos, leidos sin pre-
»vencion, se encontrarà la doctrina enun-
»ciada en mi profesion de fe política,
»consignada en los nueve primeros nú-
»meros del Catalan: yo responderé à los
»Tribunales de cuantos artículos exis-
>>ten en el periódico; y el hombre que
«invoca la ley, tiene la conviccion de la
»rectitud de sus intenciones» (1).
Del anterior comunicado resulta un pie
para sospechar que se quiso poner a El
Catalan bajo la influencia de alguna So-
ciedad secreta, o de alguna particular
persona, y que al fin este empeno triunfó,
pues voluntariamente se separa de la
dirección del periódico quien, al hacerlo,
3' como si indicarà la causa de su separa-
cion, anuncia que es «enemigo de toda
«asociacion secreta» y que «nunca escri-
»bió ni bajo la inspiracion de sociedades
»ni bajo la influencia de persona alguna».
Ademàs, las ideas adelantadas del dicho
diario y la època de su aparición confor-
tan esta sospecha. Sin embargo, en aras
de la verdad, debe confesar todo impar-
cial que El Catalan se entremeté en reli-
gión mucho menos que El Vapor, pues
apenas trata de asuntos de ella, mientras
que éste los manosea mucho y muy mal.
Ideas revolucionarias abrigaban los pe-
chos progresistas, però los moderados
las tenían impías, y con màscara e hipo-
cresia.
En el número del 18 de abril de 1835
se leen unos versos titulados: «Letrilla
satírica», las cuales letrillas dicen así:
«A todo aquel que malgasta
»el tiempo y sueldo que pilla
»en paseos, en cafès,
»en mozas, ó baragilla,
»Escobilla.
»Si es un carlín conocido,
»y tan ingrato y tan bribon,
»que a la sordina procura
»dar fomento à la faccion,
»Escobon.
»A1 pobre lego que siempre
»fue de letra bastardilla
»y por seguir la corriente
»le dió al diablo la capilla,
y>Escobilla.
»A1 que hipòcrita encubriere
»con velo de religion
(i) Diario del ii de mayo de 1835. pàg. 104-?.
ESTADO DE BARCELONA EN 1835
42Ó
»los viciós, y porque callen
»clama por la inquisicion,
•>'>Escobou.
»A1 bueno, que peco cauto,
»y con intencion sencilla
»traga el veneno que siembra
»la retrògrada cuadrilla,
y>Escobilln.
»A1 que à titulo de Pàtria,
»estravia la opinion
»con gritos, y que desoye
»el consejo y la razon,
»Escobon.
»A1 apàtico vecino,
»que desvergonzado chilla
^>porque vé al hijo de urbano
»con vigote y con perilla,
^Escobilla.
»Y sin pretesto vano,
»mientras pasa el nubarron
»le envia à tomar los aires
Ȉ Mompeller o Lyon,
^Escoboii.
»A1 sencillo regidor,
»ó alcalde de monterilla,
»que por miedo, y nada mas,
»no dio un parte de cartilla,
»Escobilla.
»A los puntos cardinales,
»do se abriga la faccion,
»que almacenes, hospitales
»y escondite de armason,
»Escobilla y Escobou. = Observador» (1).
Tal era la literatura liberal de 1834.
Respecto del debatido asunto de la de-
volución de los bienes de monacales a los
compradores de 1821 a 1S23, pretende la
devolución, como es de ver en el número
del 17 de Abril de 1835 y otros siguientes.
En el número del 3 de Mayo de 1835
el periódico inserta con gusto, para que
el Gobierno lo medite, un comunicado en
el que se dice que el clero ejerce influen-
cia decisiva sobre los pueblos, y así, que
conviene interesar a favor del Gobierno
liberal el espaflol, y el modo de lograrlo
lo manifiesta con las siguientes palabras:
(i) Número del i^i do abril de iSíí. p;ig. 857.
'<Interesele pues de un modo material y
»sensible en la pronta destruccion de las
»gavillas de malhechores que infestan
»nuestro pais, y pronto veremos el tér-
»mino de la guerra desastrosa que soste-
»nemos. Si se hicieran recaer todos ó la
»mayor parte de los gastos estraordina-
»rios de la guerra sobre el estado Ecle-
»siàstico, es decir sobre aquella porcion
»del clero, cuya riqueza es escesiva com-
»parada con sus necesidades, tal vez
»pronto veríamos cèsar la necesidad de
»tales gastos El clero es sin duda el
»que tiene en general menos necesidades
»y mas riquezas, y en consecuencia puede
«suportar mejor que los demàs contri-
»buyentes los estraordinarios recargos
»del Estado »
A este comunicado anade el periódico:
«Tal vez que las personas que hasta ahora
«equivocadamente han confundido los
»intereses del clero con los de la Religion
>.supondrían que la ejecución de este pro-
»yecto pueda atentar à la esencia de la
»misma, però quisiéramos que antes de
»tal suposicion recorrieren los celestiales
»y tan desinteresados principies del Evan-
»gelio » (2).
Escribí arriba que El Cataldn mete
menos que El Vapor su hoz en la mies
ajena de la Religion; y ahora debò notar
que sus tonos, aun en lo político, mues-
tran mucha mas moderación que los de
El Vapor. Así en el articulo de fondo del
6 de Mayo de 1835 abogando porque se
persiga a los fautores de los carlistas,
para nada nombra al clero, quedando en
generalidades (3). Así en el número del 9
del mismo mes manifiesta que, aunque de
oposición, nunca desacreditarà a las auto-
ridades consideràndolas como enemigas
de la libertad y prosperidad nacionales, y
anade que confia en Llauder (4). Y asi en
el número del 13 de dicho Mayo escribe:
«afortunadamente si el Gobierno actual
»ha podido cometer errores, la nacion
(2) Pàg. 91S.
(i) Pàg. 027.
(4) Pàg. 941.
426
LIBISO TF.RCKRO.- — CAPJTCI.O SEPllMO
»estA tan penetrada de la pureza de sus
»intenciones que jamàs las atribuirà à
«culpable malícia».
El número del 16 del indicado mayo de
1835 copia, y hace suyo, el articulo del
Eco del Comercio, de Madrid, que menció-
né arriba, y en el que, tratando de la
devolución de los bienes vendidos en el
tiempo constitucional, se escriba: «Sin
«embargo nosotros creemos que seria
«preferible otro procedimiento aunque à
«primera vista parezca màs costoso, por
»razon de las pensiones. Lo mas acerta-
»do à nuestro juicio fuera llevar adelante
»la estincion decretada por las Cortes
»anteriores, reservando tan solo los ocho
»monasterios que entonces se esceptua-
»ron; no precisamente como asilos de la
»virtud (esta, segun las verdaderas doc-
«trinas evangélicas, puede ejercerse en
»todos los estados de la vida, y no ha
»faltado jamas en las naciones que no
»han tenido monjes), sinó como monu-
»mentos artísticos dignos de conservarse,
»como sucede con el monasterio de San
«Lorenzo del Escorial. Quiere decir, que
»reunidos en estàs ocho casas todos los
«monjes que pueden mantenerse en ellas,
«habría que pensionar à los demas que
«quedasen esclaustrados; però la cuenta
«es muy favorable « Luego echa las
cuentas (1).
En el número del 18 de mayo de 1835
dice que el modo de acabar la guerra
reside en caminar por la senda liberal.
Una nueva prueba de la templanza de
El Cataldn la hallamos en las siguientes
palabras del número de 23 del propio
mayo de 1835: «Sin orden legal no puede
«haber libertad. Jamas se hara sentir de-
«masiado cuanto perjudica a la libertad y
«al progreso el desvio de los que, à pre-
«texto de oponerse a supuestos abusos de
«poder, incitan al desórden que por cami-
«nos sumamente cortos nos conduciria al
«despotismo si se realizara. Las tentati-
»vas de asesinato y alborotos que por
«desgracia se han ensayado en Madrid
(i) Pi
970 y 971.
«han Uenado de luto à los verdaderos
«amantes de la libertad...» (2).
El anuncio da la mala obra de don
Joaquín del Castillo y Mayone Los ester-
niinadores viene en el número del ultimo
dia de aquel mayo.
En 20 de julio de 1835 copia un articulo
del E. d. C. (El Eco del Comercio, proha-
bleniente serd) en el que al mentar el afio
de 1823 se lee: «El absolutisme màs cruel
«siguió ú aquella crisis desgraciada; vol-
«vióse à encender la tea del fanatismo
»religioso...» Acaba el articulo con estàs
recias palabras: «Desenganémonos de
«una vez: perdonemos y convenzamos a
«los que por una obcecacion disculpable
«en su ignorància pelean por los privile-
«gios de una clase iníluyente y poderosa;
«però con sus provocadores no hay mas
«recurso que el de privaries pronta y
«absolutamente de los medios de danar-
«nos; porque pretender que se unan à
«nosotros, ni aun que permanezcan pasi-
«vos cuando ven que ha empezado a rei-
«nar la ley, la publicidad y la razon, es
«pretender lo imposible» (3).
Con esto Uegamos al 25 de julio, y
como para poder apreciar el valor de los
conceptos del periódico debemos antes
conocer los hechos, interrumpimos aquí
su estudio para reasumirlo después de
narrados aquéllos.
ARTICULO SÉPTIMO
CAFÈS Y SOCIEDADES SECRETAS
Algunos de los centres de reunionas
políticas del tiempo que historio se halla-
ban como aún hoy en los cafès. Però
entonces el número de estos, era muy
reducido y la concurrència à ellos mi-
rada con prevención por las personas
buenas. Yo mismo alcancé tiempos en
que la frecuente concurrència al cafè
{2)
(?)
995-
1228
ESTADO UE ISARCELONA EN K
427
importaba la tacha pròpia del que con-
curre a lugares no santos. De los de
aquellos días del 1835 teng-o noticia de
los siguientes.
El de los Tres Reyes, situado junto al
Palacio Real, entre la plaza de dicho pala-
cio y la de las Ollas, bajo el arco que
pasaba del palacio a Santa Maria (1).
El de Guardi as halhíbase junto al Tea-
tre Principal, linico teatro de entonces,
viniendo el cafè adherido al lado septen-
trional del teatro por el suyo meridional,
y por tanto ocupaba el mismo lugar que
después ocupo el de las Delicias^ hoy
du Lyon d'or. Su nombre lo tomaba de
los Guardias Reales, y se distinguía por
la finura de su concurrència y trato (2).
El de la Constància, situado en la Plaza
de Palacio inmediato a la Puerta del
Mar (3); y como en él vemos abrir bande-
rín de enganche de miqueletes después
de la muerte de Bassa, le supongo de co-
lor exaltado.
En la Rambla de Capuchinos, en su
cara oriental y casi en el àngulo que
esta forma con la plaza del Teatro, exis-
tia en aquellos o próximos tiempos un
cafè famoso, vulgarmente apellidado d'cn
Titó (4).
En la calle Nueva de la Rambla, o sea
del Conde del Asalto, núm. S de entonces,
había el Cafè del Salón, también llamado
de la Amnistia, nombre que nos da pie
para conocer su color político marcada-
mente liberal.
En estos tiempos del 1834 se habla tam-
bién del Calc del Rincón, nombre que
(i) Relaclón de D. lïstanislao Ferrando y
Roca, que csluvo en cl. Harcelona i8 de l'elirero
de 1884.
(2) Relación de D. Benito Tomàí!, Barcelona
15 de abril de 1897, y l>i-^rio de Barcelona de o
de agosto de 1834, Póg- 1863.
(5) Archivo municipal de Barcelona. — lixpe-
dientes. — Sccción 2." Expcdiente i.'o. En el bo-
rrador de una alocución abricndo enganche de
niiguelctes.
(4) Diario de Barcelona del i8 de enero de
1890, p;íg. 810.
supongo mejor apodo, o vulgar, que
oficial (5).
Emperò, para nuestro objeto, el cafè
mas notable de Barcelona en aquellos días
era el llamado de la A^ovia. Hallàbase si-
tuado en la Rambla de Santa Mònica
esquina a la calle entonces de Trenta-
claus, ahora del Arco del Teatro. Abría
puertas grandes en la dicha Rambla y
otras bajas en la nombrada calle, cir-
cunstancia que le hacia muy apto para
conspiraciones. Estaba formado por accio-
nes, uno de cuyos propietàries y el
gerente del establecimiento era un tal
Cipriano, por cuya razón el cafè también
era conocido por el Cafè de Cebrià.
Cipriano profesaba ideas avanzadas, y
por esto atraía a los suyos a su cafè. «Era
»cafè de porró, me decía un anciano, però
»no de porró para gente baja, sinó de
»clase mAs elevada». De todos modos
esto indica que la finura se hallaba lejos
del tal cafè. El mismo anciano, Don Beni-
to Tomàs, me anadia que varios de los
parroquianos de un bodegón y billares
que había en el Dormitorio de San Fran-
cisco concurrían a este cafè.
Del subido matiz de este cafè sobran
los testimonios. En él por las noches
peroraba un muy revolucionario de en-
tonces, de toda la ciudad muj' conocido,
y del cual liarto tendre muy luego que
decir, el renombrado jorcbado Don José
Massanet. También, aunque con alguna
posterioridad al incendio, peroraba allí
encaramado sobre una mesa Don Pas-
cual Madoz, que vivia muy cerca, en el
niimero 3 de la calle del Arco del Teatro.
Y concurría a este cafè Don Laureano
Figuerola (6). El dia de la muerte de
Bassa había clavado en la puerta de este
cafè un manuscrito quecelebraba el triun-
(5) Relación de D. Francisco A\aci;i. Barce-
lona 5 de mayo de 1884.
(6) Lo de Aladoz y Figuerola me lo diio don
José Sarte, marino que al desembarcar acudio a
este cafè. Barcelona 2 de abril de 1884. Las dc-
màs noticias proceden del anciano D. Benito
Tomàs en varias sesiones.
428
LIBRO TKRCKRO. CAPITULO SICPTIMO
fo de la revolución (1). Todas las conspi-
raciones, me anadia Tomàs, se hacían en
dicho cafè de Cebrià; es decir, no la
conspiración secreta, sinó que allí acudían
jefes y oficiales de milícia y otros senores,
y uno soltaba una idea alborotada, y otro
otra, y así se armaba (2).
La existència de las sociedades secre-
tas de esta època, y que ellas dirigían y
movían la revolución, queda explicado en
los articules 6.° y 9." del capitulo II de
este libro al tratar de las matanzas de
Madrid y Zaragoza. También vimos allí
que los brazos y mafías de ellos llegaban
hasta Barcelona; anadamos a lo dicho
alguna noticia referente a esta ciudad.
Leamos el siguiente texto del liberal
don Antonío Pirala, escrito en su Histo-
ria de la guerra civil: «Un sujeto bien
»conocido en el arte de conspirar» (don
Eugenio Aviraneta, segúii dice màs
ahajo el misnio Pirala) (3) «fué presó el
»día 10 de Enero de este ano (1834) por
»orden de Zea Bermúdez, y desterrado à
»Galicia; però consiguió evadirse desde
«Valladolid, y volvió à Madrid refugiàn-
»dose en la casa de un amigo en la calle
»de Cedaceros. Saliendo solo por la noche
»con las debidas precauciones, se reunia
»con los companeros en el Prado y en
»otros Paseos públicos, sitios los màs
»apropósito para no infundir sospechas,
»y concerto con ellos su plan para formar
»la confederación Isabelina... Hombres
»todos de accion y resueltos, formaron
»con la mayor celeridad los círculos isa-
»belinos en Madrid y en las provincias...
»E1 Dircctorio isabelino, que tenia muy
»adelantados sus trabajos, se animo al
»ver la conducta del Gobierno en aquel
»triste dia» (del degüello de losjrailes de
Madrid, es decir, sh inacción), «y creyó
»segura su destruccion (la del Gobierno)
»y la del orden de cosas existente, reem-
»plazando uno y otro como veremos.
(i) Relación de D. Juan Miret, quien lo vió.
Barcelona 14 de junio de 1889.
\2) D. Benito Tomàs, citado.
(3) Obra cit., tomo I, pàg. 4_i6.
>^Meses antes Uegó de Barcelona el
»capitan D. F. Civat, emigrado en 1823
»en Londres, y edecan de Mina, segun
«manifestaba.
»Seintrodujo ó le presentaron en casa
»del Duque de Zaragoza y de D. Lorenzo
»Calvo de Rozas, y este ultimo le pre-
»sentó en el cuarto donde estaba refugia-
»do el fundador de la Isabelina. Comi-
«sionado por este, prèvia su oferta de
>trabajar en union de los patriotas,
»marchó à Barcelona à concertarse con
»los Isabeliuos del Principado, de donde
»regresó entusiasta, y exalto extraordi-
»nariamente al Duque de Zaragoza, à
»Calvo de Rozas, Romero Alpuente, Ola-
»varria y otros confederados, con quienes
»se puso en continuas relaciones. Estos
»precipitaron entonces al Director à que
«acelerase sus planes puesto que tan
«adelantados estaban los trabajos en
«Cataluna, de cuyo punto se exigia
»comenzase Madrid à pronunciarse» (4).
El comentador de estos textos senor don
Vicente de La Fuente anade: v-La Isabe-
hlina, como se echa de ver por el minis-
»terio que proyectaba, era una coalicion
»de francmasones y comuneros, víniendo
»los màs furiosos de estos à parar en 1834
Ȉ la amalgama propuesta por aquelles
»en 1822...
»Hechas estàs advertencias, para acla-
»rar el origen de aquella misteriosa con-
»federacion, causante de los degüellos de
»Madrid, incendios y asesinatos de Bar-
»celona y otros puntos...» (5).
El respetable, y por todos respetado,
abogado de esta ciudad, Don José Buhi-
gas, contóme que al comenzar del ano
1835 se hallaba estudiando en Zaragoza;
que a principios de junio del mismo ano
partió para esta de Barcelona, y que con
este motivo un Coronel muy liberal y
amigo de Mina le dió en Zaragoza una
carta para Aviraneta, que estaba en Bar-
celona, y vivia en la calle de la Puerta-
(4) Obra citada en el texto, tomo I, pàg. 443.
(í) Historia de las sociedades secretas. Ma-
drid. i8j4. y Lugo. 1881, tomo U, pàgs. 23 y 24.
ESTADO DE BARCELONA EN
1855
429
ferrisa frente la antigua capilla de Mont-
serrat (1). El senor Buhigas cumplió el
encargo, llevando la carta a Aviraneta.
Este era hombre de unos cincuenta aiïos,
algo rechoncho y de aspecto ordinario.
Como allí Buhigas se encontrase con una
multitud de hombres, huyó en seguida del
piso. Pasaba esto antes del incendio de
los conventos. -;Qué se deduce en concreto
de este caso? Un fuerte olor de conspi-
ración.
El Vapor, en 17 de junio de 1835, escri-
bió el texto que copié arriba, en el que
inculpando a Martínez de la Rosa porque
con motivo del degüello de frailes de
Madrid y asonadas posteriores no castigo
«de firme à los conspiradores y jacobi-
»nos», dice: «No lo ha hecho, y por lo
»mismo no es de extranar que durante su
»administracion hayan tornado cuerpo los
»bandos políticos, se hayan dividido los
«íínimos, y se hayan restablecido gran
«número de sociedades secretas, intro-
»duciendo la exageracion y la discòrdia
»en el gremio liberal» (2). Nadie màsente-
rado que un periódico político y mili-
tante de entre los liberales. Y si en
Espana se restablecieron en gran núme-
ro las sociedades secretas, ;era posible
que la entonces muy revolucionaria Bar-
celona careciera de un gra)i nií/nero de
el las?
Quien leyere este articulo no habrà
olvidado las significativas palabras de
Don Pascual Madoz, quien al separarse
(i) La capilla de .Montserrat cstaba en el nú-
mero 13 actual.
(.) Pàg. ..
de la dirección de El Cataldn en mayo
de 1835 escriba: «entusiasta ''yo) por la
»causa de Isabel II, enemigo de toda
»asociacion secreta, sincero amante de la
»libertad, amigo del orden, independiente
»por caràcter, nunca escribí ni bajo la
>Hnspiracion de sociedades, ni bajo la
»influencia de persona alguna^. De estàs
palabras deduje allí arriba que parece
que el motivo de separarse de la redac-
ción es el negarse a escribir bajo la
inspiración de sociedades o de la intluen-
cia ajena, en lo que claramente se trans-
parenta la existència de las sociedades
secretas en Barcelona.
El senor Don Mariano Riera y Comas,
autor del libro titulado: Misteriós de las
scctas secretas, libro dedicado al incen-
dio de los conventos de Barcelona de 1835,
dijo al senor don Tomàs Sibilla, después
Obispo de Gerona, que él tenia en su
poder papeles de las logias, entre los
cuales había hasta las listas de los afilia-
dos; y el Senor Obispo me lo comunico a
mi. Si, pues, existian los papeles y las lis-
tas, existían las logias.
Después de leídos todos estos datos no
ha lugar a dudas sobre la existència de
las sociedades secretas hasta en Barcelo-
na, y de que fuera y aquí trabajaban con
actividad. Por otro lado, su ojeriza contra
las ordenes religiosas, su empeiio en
extirparlas de un golpe, para que este
diese el decisivo al Gobierno moderado,
trasudan por todos los porós de ellas,
però sobre todo por la punta de sus puna-
les. Pensaria muy temerariamente quien,
a pesar de tanta luz, no viese en ellas los
principales autores de los degüellos e
incendios.
«U.
1
CAPÍTULO OCTAVO
PREPARACIÓN PRÒXIMA
DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
ARTICULO PRIMERO
PRUDÈNCIA DE LOS RELIGIOSOS CATALANES EN 1834 Y 1835
i
PREPARACION PRÒXIMA DEL INXÍNDIO DE LOS CONVEXTOS
433
E M O S VlStO
ya en el ca-
pitulo ante-
rior la ini-
cua cam-
pana que
contra las
ordenes re-
1 i g i o s a s
efectuaban
los periódi-
cos libera-
les, únicos
e n tonces
aqui, y la
que realizaban igualmente otros impre-
sos anunciados por aquéllos. No era me-
nor la de los discursos de los diputados
en el Estamento de procuradores, ni la
de las noticias de la guerra, en cuyos
partes oficiales, o no oficiales, siempre
se leían escapularios, rosarios, hàbitos y
frailes aprehendidos o prisioneros. Que
en el Norte algunos religiosos se unieron
a los carlistas parece cierto; mas sé que
en Cataluna eran estos tan contados que
no merecen mentarse, y de uno de ellos
me consta que se fué al campo carlista
porque a ello le obligaron las continuas
persecuciones de los liberales. Me refiero
al Padre Juan Alsinet, al cual conocí yo
después, siendo él capellan de la Nueva
Belen, quien, cuando la guerra, habiendo
sido confinado en un aiïo cinco veces, y
obligado a presentarse cada tres días a la
autoridad, al pasar la última a Villanue-
va, puso fin a tanta vejación y a las màs
graves que podían temerse, largandose
desde el camino (1). Aquellas asenderea-
das aprensiones de hAbitos, aquéllos nu-
merosos frailes con trabuco, aquéllos
tigres con rasura monacal, no existían
Nota. — La inicial procede de un códice del
siglo xn de San Cugat del \'allcs, guardado hov
en el Ai-chivo de la Corona de Aragón.
(i) .Me lo diio L•l mismo en Gracia a los 25 de
l'chrerii de iSS^.
màs que en las columnas de los escritos
liberales; de los que, como subido alcohol,
pasaban a las de sí inflamables imagina-
ciones del pueblo bajo y atolondrado, y
le embriagaban. De ello nos da buen tes-
timonio la paparrucha que dijeron habia
ocasionado el atentado de Reus, o sea del
fraile que mandó crucificar a un padre de
numerosa prole hecho prisionero; fraile
y crucifixión que nunca han existido,
según vimos. Y la pobre plebe, ignoran-
te, todo lo tragaba y creia, y se airaba.
Recuerdo el caso que me conto el mozo
de la Escuadra don Tomàs Jansa y Fe-
rré, hijo de Riudoms, que murió en S de
marzo de 1896: «Durante aquella guerra
»del 35 y siguientes tuvimos un fuego en
»la parte alta de la provincià de Tarra-
»gona, y en él, superàndonos en niimero
»los carlistas, nos vimos obligados a de-
»jarles el campo, que era un recodo de
»montanas, y a huir. Vine yo, decía, con
»el parte al Capitan General. Llegué
«cansado, y después de comer entre a
»tomar cafè en uno de la Rambla. Allí
»acaloradamente y con gran alegria se
»ponderaba la victorià de los liberales.
»Mi buena fé me impelió à negar que
»existiera la victorià; y se armo tal ira
«contra de mi, que si no muestro alguna
> de mis prendas de mozo (vestia de pai-
»sano) y no me cuadro, y con ademàn
«intrépido no les clamo que asisti à la
>:.función de guerra, y que soy quien trajo
»el parte, lo paso muy mal». Esto le saco
indemne, però de seguro que no conven-
ció a los oyentes.
Però, rdónde estaban estos numerosos
frailes carlistas que ni los vemos en las
multiplicadas listas oficiales de prisione-
ros que publicaba Llauder, ni en los cas-
tigados? rDónde estan los repetidos con-
ventos que, segiin las disposiciones del
Gobierno arriba copiadas, y las de Llau-
der, merezcan, por la fuga de sus frailes
al carlismo, ser cerrados?
Conventos no hallé mas que dos, a
saber: Santo Tomàs de Riudeperas, o sea
de Vich, y el Capuchino, de Manresa.
Este fué suprimido porque unos pocos
434
l.IBRO TliRCERO. — CAPITULO OCTAVO
de sus frailes huyeron, no sé adónde, si
a los carlistas, o al extranjero, o a país
amigo. Del convento de Santo Tomàs, tres
religiosos, antes de la general exclaus-
tración, se agregaron a las filas carlistas.
Llauder mandó traer a Barcelona la res-
tante Comunidad, en la que se contaba
el Padre Rafael Sans, cuyas son las pala-
bras que aquí copio: «El dia siguiente (de
y>llegados a Barcelona) el P. Provincial
»Fr. Buenaventura Clariana fué à verse
»con Llauder, quien le aseguró que nues-
»tra repentina traida de Santo Tomàs
>;solo era una medida precaucional para
»evitar que nuestra indiscreción aumen-
»tase las partidas carlistas, que alborota-
»ban la plana de Vich; que podia desti-
»narnos ò. otro convento de la provincià,
»y que descansase tranquilo, pues le ase-
xguraba bajo su palabra que, a pesar de
»las inicuas maquinaciones de los trastor-
»nadores, él sostendría el orden à todo
»trance» (1). Según este testimonio, la
causa, pues, de la supresión de Santo
Tomàs no fué la fuga de los tres frailes
al campo carlista. Ni la tal fuga consti-
tuïa razón legal bastante, pues tres reli-
giosos no forman la mayoría de aquella
Comunidad, la cual fuga de la mayoría
requeria la ley para la supresión.
cY los frailes trocados en carlistas cuàn-
tos fueron? A todo carlista en armas se
le fusilaba. He recorrido detenidamente
la mayor parte de las largas listas de
prisioneros hechos a los carlistas hasta
el dia del incendio de los conventos, pu-
blicadas en los periódicos, y en ellas no
encontre màs fraile fusilado que un Ago-
nizante de Barcelona, el cual es muy
posible que en la partida solo desempe-
nara el cargo de capellàn. Mientras
Llauder gobernó a Cataluna, las huestes
carlistas no lograron levantar cabeza; y
así los nombres y estado de los hombres
de ellas se pueden conocer por los escri-
tos y publicades en las listas de prisione-
(i) Carta que desde La Paz en julio de 1880
me escribió el P. Sans.
ros. Los aprehendidos con las armas en
la mano, son resenados, anunciàndose el
fusilamiento de unos, el envio a Amèrica
de otros, y la condena a otras penas.
Recórranse estàs listas; léase allí como
un dia se han fusilado 70 carlistas, otro
dia 50, otro màs o menos; però en ningu-
na se balla màs fusilado que el dicho
Agonizante. En el Diario del 11 de julio
de 1835 doy con un parte en el que, igno-
ro si con verdad, o sin ella, se nombra
como carlista a un Fr. Manuel de Maella,
de 23 afios de edad; però, como aragonès,
no entra en nuestro tema de Catalufla.
Por otra parte, sabemos que un Fr. Luis,
Servita, no sé de dónde, mandaba una
partida de unos sesenta hombres, que
operaba en la provincià de Lérida (2).
En el Boletín Oficial de esta província
del 21 de julio del mismo ano 1835 se cita
y emplaza a cuatro sacerdotes y un lego
del convento capuchino de Manresa, que
se habian fugado, però no se expresa
adónde. La fuga, como dije arriba, pudo
ser a los carlistas, así como al extranjero,
o a país pacifico, producida por el justo
temor a los atropellos continuos en tierra
liberal. En un oficio que el Padre Guar-
dian de los Franciscos de Mora de Ebro
dirige al Capitàn General, oficio que en
su lugar insertaré, se lee que el Padre
Jaime Pujol se había fugado, mas no se
expresa adónde ni con qué fin. En un
manuscrito de la Orden Franciscà hallo
la fuga de los tres de Santo Tomàs de
Vich, dichos arriba.
Por relaciones orales sabemos que del
convento Francisco de San Salvio de
Cladells se agregaron a los carlistas
algunos religiosos, cinco o seis; y uno
del Carmelita de Cardo. Todos estos
fugados vienen a sumar, aun contados
aquellos cuyo paradero ignoràmos, vie-
nen a sumar, digo, una docena y me-
dia. De ser màs de los dichos, indudable-
mente la noticia de los restantes llegarà
(2) Diario de Barcelona del lO junio y i.° de
julio de i8^í.
PREPARACION PRÒXIMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
435
a mi, pues no podia escapar a mi escru-
pulosa requisa hecha en los documentos
oficiales, en los privados, y en las innu-
merables relaciones orales de amigos y
enemigos de los frailes. Cuenta, ademas,
que no todas las reseriadas fugas llega-
ren a noticia del publico, como por ejem-
plo la de los de San Salvio de Cladells,
convento muy solitario, olvidado en un
rincón de àsperas y despobladas mon-
tanas.
Ahora bien, diga cl imparcial: ;bastan
esta docena y media de fugados para
calificar de carlistas, levantiscos, conspi-
radores, etc, etc, a los 3,500 frailes que
en 1835 tenia Catalufla?
En el capitulo XX de este Libro inser-
taré una carta ü oficio del Guardian del
Convento de Mora de Ebro, dirigida al
Capitàn General, en la que después de
haber dado noticia de la mentada fuga
del Padre Pujol, selee: «los demas frailes
>'todos han guardado hasta ahora la fide-
«lidad y obediència debidas A nuestra
»legitima y augusta Reina y su Gobierno,
»como pueden acreditarlo todos los sefio-
»res que en varios destacamentos han sido
»Comandantes de este Fuerte, y en la
»misma fidelidad }• obediència prometen
«continuar en cualquiera lugar donde se
»hallaren».
Un oficio del Gobernador militar de
Tortosa dirigido al Capitan General, que
insertaré lambién en el capitulo XX,
escribe: «Tambien ha ocurrido que del
«Convento de Franciscanos extramuros
»de la villa de Orta de este corregimien-
»to se han fugado ocho religiosos jóve-
»nes, que el que màs cuenta son 24 aflos,
»y han venido A refugiarse al de la mis-
»ma Orden de Jesús extramuros de esta
»ciudad, manifestando en su arribo que
»habian entrado en su primitivo conven-
»to una porcion de facciosos, é intentado
»por medio de amenazas que se agrega-
»sen A ellos, bajo sopena de que si no lo
»verificaban 3^ volvian à hallarlos les
«quitarían la vida, como que en tal con-
»liicto y con ruegos pudieron lograr que
>'no se los llevasen, poniéndose inmedia-
«tamente en marcha para presentarse
»como lo habían verificado, bajo la pro-
«teccion del Gobierno» (1).
Diga, repito, el imparcial: ;estas mues-
tras de sujeción al Gobierno 5' de prudèn-
cia, con otras que luego recordaré, no
contrarrestan las menguadas fugas cita-
das?
Los pobres frailes, hombres que al
entrarse en los cenobios bien demostra-
ren sus anhelos y condiciones pacificas,
no habian ciertamente nacido para lances
de guerra, y guerra de exterminio. Mote-
jaban los liberales a los frailes de como-
dones, egoistas, panzudos, bebedores,
glotones y gandules; y luego de repente
los acusan de ligeros hombres de guerra,
de sufridos guerrilleros, de sagaces 3'
activos bandoleres del monte: idónde se
ha obrado este calumnioso cambio? Donde
la primera acusación: todo solo en el odio
de la impiedad.
Escribe en su aún ho3' inédito foUeto el
Padre Jaime Roig: «Dice tambien el cita-
>.do historiador que el pueblo... estaba
X'Sumamente irritado contra los frailes
«porque sabia que sus conventos eran
»focos de conspiracion y arsenales de
»armas para los carlistas. Grosera é in-
»digna calumnia, inventada para coho-
>^nestar, ó por lo menos atenuar los
«bàrbares excesos. iBien pudieron ver al
>:día siguiente, dueflos ya de todos los
«conventos, si en ellos habia las armas 3'
«pertreches que suponían ó afirmaban!
«iBien pudieron ver si en el convento de
>PP. Franciscanes habia el cafion de a
«24 que segun ellos tenian escondido!»
Entonces las autoridades isabelinastenían
bajo llave en los fuertes a casi todos los
frailes, 3' en su mano todos sus archivos
y celdas: ;por qué no inquirian ellas, o el
mismo pueblo, sobre la tal conspiracion?
rPor qué ni pensaren en buscar los pape-
les que pudiesen delataria? Y si se trata
de predicación en sentido carlista, bien
(i) Archivo de la Capitania General de Cala-
luiia. Legajo o carpeta: i<Quema de los conven-
I0S...11 Paquete 5.'
436
LIIiRO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
puede exclamarse que jpobre del fraile
que hubiese soltado una sola expresión
malsonante! Y así harto se guardaren de
soltarla.
Los pobres religiosos en 1834 y 35
vivian temerosos y hasta trémulos en sus
conventos, no atreviéndose a levantar la
voz. Los franciscos de Cataluna tenían
en su poder los originales del Padre Fran-
cisco Aragonès, que continuando la his-
toria de los sufrimientos de los religiosos
de su orden del tiempo de los franceses,
referia los del período constitucional.
Vivia aún el autor, y la resena del tiem-
po de dicha guerra había ya visto la luz
pública. En 1829 se había escrito la del
1820 a 1823, y después se había impreso;
però los superiores por prudència y por
fundado temor no quisieron que saliera a
luz, de modo que la revolución la halló
inèdita, y se perdió la tirada. Por temor
y por prudència en algunas ordenes no
se celebraban capitulos, evitando así los
viajes de los capitulares. Por temor y por
prudència no se enviaban jóvenes frailes
a tal o cual convento donde había los
estudiós que necesitaba. Por temor y por
prudència, al morir el Padre General
franciscano Luis Iglesias en 10 de agosto
de 1834, las comunidades de Barcelona
no van al templo de San Francisco para
el responso, sinó que lo cantan en sus
iglesias. Por temor y por prudència... en
fin, iran saliendo los actos de tal virtud al
narrar los hechos.
No una, sinó mil bocas, ya de exclaus-
trados, ya de seglares, en Barcelona
cuentan que los frailes, temerosos de una
agresión, acudieron al Capitan general
ofreciéndole salir de sus claustros si peli-
graban, y que el General les tranquilizó
diciéndoles que en tal caso tocasen la
campana de auxilio, y las fuerzas públi-
cas acudirían a su defensa. He aquí pala-
bras de un liberal decidido, y ademàs en
estos últimos tiempos masón, Don Víctor
Balaguer : «justamente alarmados los
»religiosos de Barcelona al ver la tem-
»pestad que los amenazaba, y que iba à
»caer sobre ellos con terrible fúria, se
»acogieron à Llauder y pidiéronle su
»proteccion,manifestàndolesus deseos de
«abandonar secretamente sus moradas;
»pero el general se empeiïó en no consen-
»tirlo, fiado en su previsión y en lafuerza
»de las bayonetas que mandaba.— Z)«<?r-
^>inait tranquilos, bueuos padres, les dijo:
•i>aqHÍ estoy yo•>> (1).
También un monje de San Cugat del
Vallés, primo hermano del Capitàn Ge-
neral, DonNarciso de Perramón y Llau-
der, y tío segundo mío, vino a hablar
sobre lo mismo, o cosa parecida, con
aquel; y como uno y otro tenían vivo
el genio, creo que la conferencia no ter-
mino con paz completa: en fin, lo veremos
al tratar de aquel monasterio. Otros reli-
giosos hablaron a otros generales en el
mismo sentido. Estàs visitas y estos ofre-
cimientos de poner en polvorosa los pies
manifiestan en los religiosos temor y
temblor, y, por lo mismo, cuan ajenos se
hallaban de imprudencias que provoca-
ran la ira popular.
Que entre los superiores de los conven-
tos, y aun en los Padres ancianos, reina-
se ceguera de la inminencia del peligro,
es verdad patente; però esta ceguera por
una parte no excluía el temor, las pre-
cauciones y la prudència, y por otra se
fundaba en las seguridades dadas por
Llauder. Expresan con exactitud el esta-
do del animo de los frailes las siguientes
palabras que me escribió el Padre Juan
Puig, trinitario descalzo: «Temíamos un
«atropello, però no nos pasó por las
«mientes un abandono igual de los gober-
»nantes». Fiaban, pues, en la autoridad
isabelina: ccómo es posible que cometie-
sen imprudencias contra ella?
En el período de 1833 al infausto Julio
de 1835 los conventos de Barcelona cuida-
ban muy bien de iluminar las fachadas de
sus edificios siempre que se recibía la
noticia de una victorià de los liberales
(i) Historia de Cataluna y de la Corona de
Aragón... Barcelona, i86^, tomo V. pàg. ^93. —
Las calles de Barcelona... Barcelona, 186;, to-
mo I, pàg. i;_|0.
PREPARACION PROMMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
437
sobre los carlistas (1), dato elocuente que
prueba el espíritu de los religiosos y el
odio de los enemigos al olvidar tal galan-
tería.
Leo en la Crònica de los franciscos de
Barcelona: «Dia 7 de ma3^o de 1834.— En
»el mismo presbiterio se ha cantado el
»responso general para el R.™° General
»de los PP. Mercenarios. Se tenia que ir
»à su iglesia; però ellos han avisado que
»por motivo de las circunstancias cada
«religió lo cantase en su casa» (2).
Lo mismo sucedió, como escribí ha
poco.cuando la muerte del General fran-
ciscano; de modo que las comunidades no
se atrevían a salir a la calle.
Los jóvenes coristas franciscanos del
convento de Gerona, en vista de los des-
afueros que sufrían olros conventos,
deseaban poner a salvo sus pei'sonas
huyendo; mas el Padre Guardian, teme-
roso de que la fuga de los noveles com-
prometiese la paz de los proyectos, no lo
permitió; y el Gobernador militar acudió
al convento, y echó una arenga a los
jóvenes encaminada a disuadirles de la
huida, y les anadió que en caso de peli-
gro él les avisaria, como en efecto en su
dia les aviso. No por esto los frailes deja-
ban de tener vigilantes de su seno todas
las noches (3).
El Padre Gabriel de Ripoll, de apellido
iMaideu, en 1835 capuchino de Sabadell,
me dijo: «Los provinciales de las ordenes
»distintas se presentaron A Llauder, el
»cual les dijo que no se moviesen, y les
»tranquilizó. Por esto el Provincial y
«Guardianes se esforzaban en predicar
(i) A\c lo dijo D. José l'rulls, quien vió eslas
iluniinaciones. Barcelona 30 de noviembre de
189^.
(j) Llibre de notas que comensa al rfi'j .S'
de Agost del any 18 jt d solicitut y cuidado
del P. ]'icari de Cor de est convent de N. S.
P. S. Francesch de Barna. — Fr. Mal/ieu Orriols
Pred.r , pàgs. 70 y Q5.
(i) Relación del P. Juan Roca que a la sazòn
era uno de los indicados coristas. Barcelona 9 de
abril de 1886.
»que nadie se moviese, y hasta, habiendo
> huido algun íraile, el Provincial lo co-
»municó À los conv^entos marcando al
»fugado con la denigrante nota de após-
»tata» (4). Así fué declarado tal por los
superiores carmelitas descalzos un reli-
gioso de su orden que huyó del Convento
del Cardo (5). El Padre carmelita calzado
Fr. José Barcóns y Saderra me escribió
las siguientes lineas: «En el memorable
»ano de 1835, A pesar de la alegria de la
»festividad de Nuestra Santisima Madre,
>ila Comunidad vivia inquieta, desazo-
»nada, sin paz interior, ni exterior. Ve-
»nía una persona conocida al Convento,
Ȏ inmediatamente los religiosos le pre-
»guntaban: iqué hay de nuevo? Unas
«personas decían que nos iban à quemar;
»otras à degollar; otras que nos iban a
»arrastrar por las calles; otras que nos
»llevarían a America en malos buques,
»etc., etc. Estàs cosas se hacían fàciles
»de creer por los muchos insultos que
»recibíamos en las calles, ya de palabras,
>^ya de piedras, ya de tronchos, etc, y
»hasta de los loros, que ensenados por
>vsus duenos nos insultaban. Se nos llama-
»ba paparras, barras de plomo, pagesos
»y otros dicterios semejantes, que à cien-
»cia y paciència de las mismas autori-
»dades se permitian por toda la ciudad.
»V Uegó à tanto la burla y el sarcasmo,
»que hasta algunos jóvenes tiraron boca-
»nadas de humo de cigarro en los rostros
»de sacerdotes ancianos é indefensos.
»Estas noticias, ya de las personas de
»bien que las comunicaban, ya de los
»mismos religiosos que las presenciaban.
»y ya del Gobierno que las dejaba impu-
»nes, eran creidas de toda la Comunidad,
»y como por chispa elèctrica se comuni-
»caban de unos à otros en el grandioso
«convento del Carmen, quedando todos
»desazonados, perdiendo unos el color de
»la cara, otros la gana de comer, en fïn,
»todos enfermaban. Así pasamos un mes
(j\) En Barcelona a 19 de noviembre de 1881.
(5) Relación del P. Juan Raurell, secretario
del Provincial.
438
-lERO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
»como Dios quiso, oyendo cada dia las
>;exhortaciones de los superiores que nos
«aconsejaban que no solamente perdonA-
»semos à nuestros enemigos, sinó que los
»encomendàramos à Dios» (1).
He copiado este texto del benemérito
Padre Barcons, fraile en claustro hasta
su muerte acaecida en 17 de noviembre
de 1884, y las anteriores noticias, para
que quede probado cuàn distinto espiritu
del que la revolución supone reinaba en
los claustres catalanes, y cuàn infunda-
das sean las calumnias de conspiracione?,
armas, cartuchos, etc, que se difundían...
Procedían de las sectas secretas, que
procuraban airar el pueblo liberal contra
los conventos, y así preparar su exter-
minio.
Nos dice Barcons que los frailes vivían
en continuo sobresalto, iy cómo podían
estar libres de él después de la terrible
experiència de 17 de julio de 1834 de
Madrid? ;Tan ciegos habian de estar que
ni después de aquel desengano templaran
sus pretendidas imprudencias?
En el período constitucional los con-
ventos catalanes ponen su nombre y sus
pesetas en todas las subscripciones que se
abren aquí en favor de objetos de ensal-
zamiento de los liberales, como lo vimos
en su lugar. Ahora en 1834, a indicación
de Llauder, aprontan miles y miles de
duros para ayudar a la guerra contra los
carlistas, hasta el punto de que el mismo
General lo publica con elogio. Quien no
vea en estos hechos la prueba mas evi-
dente del temor, encogimiento y hasta
temblor que dominaba los corazones de
los regulares, està ciego: tan lejos vivían
de conspirar, ni de fomentar el alza-
miento.
Durante el còlera del otono de 1834 los
frailes de Barcelona se habian portado
admirablemente bien, como en las demàs
pestes, según lo probé en el articulo 7.°
del capitulo II de este libro. En este bri-
(i) Relación escrita que me mandó desde el
convento de Onda en octubre de 1883.
llante comportamiento aparecen la vir-
tud, el ordeu y caridad que reinaba en los
conventos, virtudes que suelen ir herma-
nadas de la prudència. Los sacrificios que
entonces, es decir, muy luego del degüe-
Uo de Madrid, merecían la recompensa
de la gratitud y respeto del pueblo, hasta
del revolucionario fueron despreciados,
pues la revolución carece de entranas, y
asi como olvidó en 1821 los inmensos
sacrificios de los conventos, prestados
cuando la fiebre amarilla, 3' el centenar de
sacerdotes inmolados por ella, asi después
los prestados cuando el terrible còlera del
fin de 1834.
Todos los acontecimientos del tiempo,
los actos de las autoridades, los gritos de
los exaltades, las canciones, el aire y el
viento, todo respiraba odio y hostilidad
contra los religiosos; y esto ellos no lo
ignoraban, pues aun los ciegos lo sentian.
En el claustro de Santa Catalina los
milicianes, y recuérdese que entonces
eran voluntarios en su inmensa mayo-
ría, aprendían el ejercicio militar (2). En
el de la Trinidad Calzada estaban tam-
bién instalados milicianes. Lo de Santa
Catalina pasaría en otres conventos, y en
tedas partes las palabras, grites y gestos
de los armados resultarían peco sabrosos
a les religiosos y menes tranquilizadores;
iy habian de comprometerse con impru-
dencias?
Ademàs, la Auteridad exigia de los
superiores de las casas religiesas fre-
cuente parte de si algun fraile de su
cemunidad se ausentaba, y asi les prela-
dos muy cuidadosos andarían de poder
evitar denuncias que comprometian a
ellos y al convento.
Seamos justos y sensates conviniendo
en que los frailes de nuestra tierra cen-
dujérense con gran prudència en los
tiempos que precedieron al incendio. Su
conducta política no pudo engendrar el
(2) .Me lo conto D. Felipe Carrancà, hermano
de un religioso de Santa Catalina. Barcelona 13
de enero de iSS^;.
PREPARACION PRÒXIMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
439
odio asesino. Este procedia de las logias,
las que esparcieron las dichas calumnias
de conspiraciones y armas, y crearen la
antipatia de muchos basada en política.
En un folleto de Apuntes biogrúficos
sobre el Marqués del Valle de Ribas,
publicado en 1906, se presenta inciden-
talmente, en una nota, al monasterio be-
nito de San Feliu de Guixols como centro,
no de armas ni municiones, sinó de cons-
piración. La noticia es, a mi ver, comple-
tisimamente falsa, por cuya razón aquí
no me hago cargo de ella, dejàndola para
el articulo dedicado al indicado Monaste-
rio, donde haré patente su falsedad.
ARTICULO SECUNDO
TRABAJOS PARA CREAR ODIO CONTRA
LOS CONVENTOS
La impiedad y sus agentes preparaban
el terreno contra las ordenes religiosas
por medio de escritos públicos; però tam-
bién por rumores orales, que ni este ve-
hiculo de absurdos perdonaban, espar-
ciendo los màs odiosos y disparatados.
He aquí palabras escritas por el monje
de San Cugat Don Felipe de Alemany,
referentes a su Monasterio: «He manifes-
»tado los sufrimientos de que fuimos víc-
«tirnas en el interregno de 1833 à 35, y
»que clase de personas eran las que nos
»proporcionaban estos disgustos, que si
»bien no eran capaces de urdir una cons-
«piracion, eran escelentes para ponerla
»en obra, ni menos perezosos para ir à
«Barcelona a recibir las ordenes de los
. »que dirigían el movimiento revoluciona-
»rio. iQué ofertas no les hacian, qué
»halagüeíïa esperanza no les dabanl No
»pagarían diezmos, censos, ni censales,
»que los mcnjes les robaban los frutos
»regados con el sudor de su frente, para
»darse una regalada vida, y otras sande-
»ces por el mismo estilo; en una palabra:
»que quitado el Monasterio no pagarian
»iiada, cuanto tenían los monjes seria
«para ellos: todo seria felicidad y bienan- j
»danza» (1). Otros ancianos confirman
estos conceptes del monje Alemany, ana-
diendo que se predicaba a los pueblos,
que, incorporados al Estado los bienes
de los conventos, éste no tendría que
pedir contribuciones ni quintas, y así no
se pagarian; que la Nación podria soste-
ner un numeroso ejército, y sin dispendio
de nadie acabar la guerra, etc. Y esto se
propalaba por los pueblos, villas y ciu-
dades (2).
A las anteriores palabras del monje de
San Cugat debò afiadir aquí las del libe-
ral y después masón Don Víctor Bala-
guer: «A tan desconsolador espectàculo
»(el de la guerra civil), que afligidos
»tenía los corazones todos, se juntó la
»indignacion que hizo nacer un rumor
»que comenzó à córrer en voz baja por
»todas partes.» (Si corria por todas par-
ies 110 contenia la ï'crdad, pues cada po-
blacióu se halla en distintas circunstan-
cias). «Aseguràbase que, faltando à las
»santas leyes del sacerdocio, cada con-
»vento era un foco de rebelion, y que en
»el silencio y misterio de los claustros
»se tramaban sordas maquinaciones con-
»tra el trono de la inocente Isabel.
»Veíase, en efecto, a los frailes— no
»todos, però muchos de ellos— inclinados
»abiertamente à favorecer los deseos ile-
»gales del pretendiente; decíase — y esto
»era por desgracia una gran verdad—
»que algunos habían abandonado los con-
»ventos para ir ;l alentar con su presen-
»cia las hordas carlistas ó à ponerse à su
»frente soflando en otra guerra de la
«independència; (no se olvide quie'n es el
»que escribe); dàbanse detalles minucio-
«sos de las conspiraciones y reuniones
«misteriosas celebradas en el fondo de
»los monasterios: (a ser verdad, liarto
y'Caras las pagaran); citdbanse y sena-
«làbanse con el dedo los religiosos que en
»voz alta... osaban negar el derecho he-
»reditario à la augusta nina... (sicj; enu-
(i) Manuscrito incdito, en poder de la família
nohle de .Memany.
(j) Lo oi de boca de otros.
440
LIBRO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
»meràbanse por fin no pocas monstruosi-
»dades que se atribuian à los frailes, y
»que nosotros creemos de nuestro deber
»callarlas por absurdas, hasta llegar à
»decir que habian envenenado las aguas
»para acabar de una vez con todos los
»liberales. Todo parecía unirse para con-
»vertir à las comunidades religiosas en
»blanco de la ira de los pueblos» (1). Con
las anteriores líneas queda magistral-
menle pintada la obra de las sociedades
secretas sobre la opinión pública, el modo
como habian logrado torcerla, lo absurdo
de los rumores, y la deplorable situación
en que quedaban los claustres,
El Padre Jaime Roig, Carmelita cal-
zado de Barcelona, en su ya citado opús-
culo inédito escribe una pequena coletilla
que puede ponerse a las anteriores líneas.
Dice: «Pues desde el ano 1812, ya de viva
»voz, ya por medio de la prensa nunca
»han cesado de llover sobre los frailes los
»denigrantes y asquerosos calificativos de
»oscurantistas, supersticiosos, hipócritas,
»zànganos, sanguijuelas, disolutos, gioto-
»nes, etc, etc.» (2).
Hasta asuntos caseros y baladíes se
aprovechaban para herir a los conventos,
y yo recuerdo que cuando las mujeres
y criadas se quejaban del subido precio
del pescado, se les decía que la culpa
estaba en los frailes, quienes compraban
gran cantidad y lo mejor de la pesca; y
así que, quitados aquéllos, esta se com-
praria por pocosdineros. Y por este tenor
se propinaban al siempre infeliz pueblo
absurdos, calumnias y venenos con tal
de lanzarle contra los cenobios.
De tal modo se habia ido formando opi-
nión, que corria ya por la boca de todos
los malos el terrible dicho de que conve-
nia quemar los nidos, ó la janla, para
acabar con los pàjaros, aludiendo a que
no habiéndose quemado los conventos en
(i) has calles de Barcelona, tomo I. pàgina
341. — Los frailes y sus conventos. Barcelona,
i8)i, tomo 11, pàg. 395.
(2) Se titula Ouince dias en Madrid en i8j2,
pàgina 7 vuelto.
el tiempo constitucional, pasado éste
volvieron los frailes. Son de un autor
tristemente cèlebre en los anales de la
guerra contra los conventos, de Don Be-
nito Pérez Galdós, el autor de Electra,
las siguientes palabras trazadas para
describir los partidos liberales de 1834:
«Mientras los iluminados desean acabar
»con la gente de cogulla, y quemar los
»conventos, para que, stiprimidos los ni-
»dos, no haya miedo de que vuelvan los
y^pdjaros » (3). Huelga, pues, toda otra
prueba. Sin embargo, permítaseme como
última lo que escribió sobre esto el bene-
mérito autor católico Don Francisco de
Paula Capella: «Mentres no cremareu
»las gabias no fugiran los aucells, repe-
»tían al pueblo en todos los tonos los que
»deseaban despojarle de sus creencias
»católicas ; los que se proponían va-
»lerse de él para poner fuego à los con-
»ventos y aprovecharse despues de los
xbienes de los frailes compràndolos a vil
»precio ó recibiéndolos gratis» (4).
Considero digno de ser conocido el
siguiente hecho, cuyo valor cada cual
apreciarà según su sentir. En 1835, to-
dos los domingos salía a luz, en Barce-
lona, un nuevo Ventall, o sea mosquea-
dor, de cartón, sostenido en un lado por
una cana, quedando el todo en forma de
una bandereta. Al cai'tón de estos mos-
queadores adornaba una làmina y una
leyenda a cada lado. El que apareció la
semana anterior al incendio representa-
ba, en la làmina, un hombre en mangas
de camisa, con el brazo Izquierdo en
cabestrillo, y a su lado un cirujano, ves-
tido de frac, sombrero alto y con el bas-
tón en la mano. La letra decía así:
CEL PACIENTE Y EL CIRUJANO
»Paciente .—M.irQme V. esta mano
»Que una espina me clavé
1
(3) L'nfaccioso mds y algunos frailes menos.
Madrid, i8gg, pàg. 67.
(4) Correo Cataldn del 25 de julio de 1885,
pàg. 8.
PREPARACIOX PRÒXIMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
441
»Cuantos remedios probé
»Hasta ahora han sido en vano:
»iPor Dios, seiior Cirujano,
»Y Doctor en medicina;
»Emplasto ó madurativo,
»Este dolor escesivo
»Haría mas tolerante:
»Mire V. que es penetrante,
Paiienlc M
Que ona espina. íE
Cuantoï lemedios
Uasta ahora han s
i Por Dios ! Seuor
> Doctor en Medi
Una pena ta.i ,la6.tia
Frocuré prooto iUfiar.
Ciruíuno. Hijo no pu<ídes co
Como no saquin la espioa.
pmbí
do en van.
Cirujaoo,
EL CIRUJANO.
Pati- Tal .
Efnplaitr
o ra.- dejd parar.
Hijo no puedes curtr
no saques la espiaa.
Pnr Jjase Hobrtho.
»Una pena tan danina
«Procuré (1) pronto aliviar.
yiCiruJano. — Hijo, no puedes curar
»Como no saques la espina.
»Pacíeitte.—Tdl vez con un buen calmante,
(i) Sobra el acentu.
»Y casi à creer me inclina
»Que amenaza mi ruina
»Pues no me deja parar.
y-iCirujatio. — Hijo no puedes curar
»Como no saques la espina.
»Por fosc Robrefio ».
442
LIBRO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
El dia de Santiago, que caía aquel aiïo
de 1835 en sàbado, apareció el Ventall
de la semana, en cuya làmina se veían
los mismos dos personajes del anterior,
«EL CIRUJANO Y EL PACIENTE
»CtrujaHo,~Fnesio que A tiempo he llega-
»Y no empezó la gangrena [do,
EL CIKUJANO
Cirujano. Puesto que à tiempo \\e Megado, gj
Y 110 empeió ia gangrena Qj
La espina qite os Ha tal pena
Maiido quilar í!e contado :
Pacienie. Sí , y^ estoy determinado
Al ver que nada me cura.
Va creciendo roi atnarguta.
Cada dia me marcliito.
Y M la causa no quito
Me »oy ii la sepultura-
Cirujano- Ya la espma va salíendo,
Veiició el trisle su ignorància^
Y comn tcnga constància
Pronto irj resUhleciendo :
Un golpe de mano entiendo
Que aplacarii sus qnfhrantos;
Tantí.s doiores y lianlf>s.
De una ve/, termmar.in ;
pues corao dice el rcfrai» x[
Vale mas un jAv' que lantos. ^^
BAJlCELO^A: En la librena de José Llucli, calle de la Libretería.
sólo que se praçticaba ya la operación,
pues el paciente estaba sentado, entre-
gatido el brazo al doctor, y vuelto el rostro
del otro lado. El cirujano le abi-ía la carne
con un instrumento. He aquí la letra:
»La espina que os dà tal pena
»Mando quitar de contado.
>•>Pacieiite.— Si, ya estoy determinado
»A1 ver que nada me cura,
»Va creciendo mi amargura,
PREPARACION' PRÒXIMA DEL INXENDIO DE EOS CONVENTOS
443
»Cada dia me marchito,
»Y si la causa no quito
»Me voy à la sepultura.
>•>Cirujauo.—Ya. la espina va saliendo,
»Venció el triste su ignorància,
»Y como tenga constància
»Pronto irà restableciendo:
»Un golpe de mano entiendo
»Que aplacarà sus quebrantos;
»Tantos dolores y Uantos,
»De una vez terminaran;
»Pues como dice el refran
»Vale mas un jAy! que tantos.
»Por José Robrcno » .
Estimo muy dignas de meditarse las
seis postreras líneas. He visto en poder
de un curioso coleccionista estos dos
Ventalls, de los cuales el primero fué
reproducido en 1843 corregido el error
del acento y suprimido el nombre del
autor. Por razón de esta reproducción,
me entraron dudas de si la primera apa-
rición databa de las semanas de 1835
indicadas arriba, o si de època posterior,
y acudí a mi amigo y comprofesor del
Seminario, Don José Castells, que era
quien primeramente me había cerciorado
de los tales Ventalls. Me contesto: «Res-
»pecto del dia ó tiempo en que aparecie-
»ron, no puedo decirlo de modo absoluta-
»mente cierto; però casi casi aseguro ser
»tal como va escrito arriba, 3' anado que
«pondria cinco probabilidades contra me-
»dia por el modo como se deja dicho» (1).
Nuevamente hablé al senor Castells sobre
la època de la aparición de dichos Ven-
talls, si el 1835 o el 1843, y me contesto:
«No dude V. que son del 1835. Recuerdo
»que al ver arder los conventos, una per-
»sona en mi casa dijo: «ya lo traía el
^Ventall esto de los conventos». Yo en-
»tonces corri à la tienda de mi padre,
»donde había el dicho Ventall, y lo ras-
»gué; de modo que mi padre me dijo que
(i) Mc lo dijo en Barcelona en los principios
de junio de 188.4.
»me calmarà, y no me alborotara...» (2).
Ademàs Robreno salió de Barcelona en
1836 )', como escribí en el libro anterior,
murió desastrosamente de hambre en un
islote inhabitado en 1838 (3); no podia,
pues, escribir en 1843.
En la mentada colección de Ventalls
observo que en aquella època del 1833 y
anos siguientes, durante la guerra, se
publicaron muchos Ventalls politicos en
sentido liberal No pocos de ellos proce-
dían de la pluma de Robreno.
ARTICULO TERCERO
ACUSACIONES ANTE LAS AUTORIDADES,
Y PROCEDER DE ÉSTAS
Crecía la enemiga contra los conven-
tos, y se buscaba medios para perderlos.
Un tiempo antes del incendio un lego de
Santa Catalina fuè avisado de que se
había proyectado introducir un fusil en
el altar de San Vicente, indudablemente
para que luego en un registro sirviera de
cuerpo de delito. Corrió el lego, y cerró
el templo, evitando asi el peligro (4).
También poco antes del degüello, y quizà
relacionado el presente caso, o identiíi-
cado con el anterior, una noche presentà-
ronse en el dicho convento los agentes
de policia acompanados del alcalde del
barrio, diciendo que se les habia denun-
ciado la ocultación de armas en la tumba
de San Raimundo. Abrióse inmediata-
mente la puerta a los agentes de la auto-
ridad, y se les condujo a dicha tumba;
bajó a ella uno de los agentes, y, como
era natural, nada de armas eiicontró allí.
(2) En Barcelona a los lo de julio de 1884.
(3) Sr. Elias de .Molins. Diccionario. Los dos
cachos de versos copiades se leen también repro-
ducidos en las Obras poclicas de José liohreiio.
Barcelona, i8^$, pàgs. i >o y lóo.
(.4) Relacinn de D. Felipe Carrancà, hermano
de un iVaile de cste convento. Barcelona 24 de
junio de 1884.
444
quedando así salvos los frailes, aunque
no sin el consiguiente susto (1).
Escribió el citado monje de San Cugat,
mi querido amigo Don Felipe de Ale-
many: «A últimes del aiïo 34, ypor cierto
»que era al concluirse el còlera, atacaron
»al monasterio una noche como à una pla-
»za fuerte, con pretexto de que dentro te-
»níamos la faccion escondida. Los monjes
»tranquilos estàbamos en el monasterio,
»solo se oian los tiros y gritería bien dis-
>/tantes de pensar en el peligro que
«corríamos. Debimos nuestra salvacion
»en aquella noche a haber entrado la
>;desunion entre ellos, pues el escribano
»del pueblo Don Mariano Font capitan de
»los crislinos, y algun otro salieron en
»nuestra defensa, y à dicho senor por
»poco le Cuesta la vida, pues de un tiron
»le i-asgaron un faldon de la casaca. Die-
»ron parte al Gobernador de Mataró y
»comandante de armas de Sabadell el
«coronel Don Pablo Par, de modo que
»este seüor al amanecer comparece con
»una partida de tropa, circumbala de
«centinelas el monasterio, y acompanado
»del Baile y algun regidor practican un
»riguroso registro. Nada encuentran, ni
»faccion, ni armas, ni menos municiones.
»Vista nuestra inocencia el comandante
»de armas se dirige à estos senores=ya
»Io ven no hay nada.=Entonces acuerdo
»muy bien que uno llamado por apodo
»Coíx Vüiagrc individuo del Ayunta-
»miento y de los màs alborotados del
»pueblo=los vi pasar por el torrente que
»està detràs de la pared de los huertos, se
»habràn escapado, allí estaba la llopada.
»=No pudo menos el senor Par de mani-
»f estar lo habían engaiïado.
»En vista pues de tan palpables calum-
»nias se determino nombrar una comi-
»sion para presentarse al Capitan Gene-
»ral, senor Llauder, para manifestarle
«verbalmente los atropelles de que conti-
»nuamente eramos víctima, y al mismo
»tiempo la acompaiiase los dos diputades
(i) Relación del Padre de este convenlo Fray
Jaime Ros. Barcelona 3 de marzo de 18S0.
»del Estatuto Don José de Viflals y Don
»Henerato de Puig, el primere hermano
»del monje Don Francisce, y el segundo
»por honrar con su amistad à varies indi-
»viduos del monasterio. Gustosos estos
»seíiores se prestaren à acempanar la
»cemision cumpliendo muy bien su ceme-
»tido, patentizando hasta la evidencia
»nuestra inocencia, y les atropelles de
>que eramos víctima. Los escucha S. E.,
»y contesta estàs mismas palabras.=
»conozco la inocencia de les individuos
»del monasterio de San Cugat y las per-
»senas de que se compone perquè en él
»tengo un próxime pariente, però nada
»puede remediar, son excesos de patrio-
»tisme que debe tolerar para sostener la
»opinien. = iQué campo de reflexiones me
»preperciona la tal respuesta...!» (2).
Un reUgioso carmelita descalze fué en
aquelles tiempos que precedieren al in-
cendio cenfinado cince veces, según arri-
ba escribí temàndolo de su beca. Si cons-
piraba, rcóme ne le fusilaban?íCómo no le
embarcaban para Amèrica? Su culpa en
aquel tiempe en que se castigaban hasta
las palabras no llegaria a tal, però los
cenfinamientes llegaban a gran molèstia.
El Padre Pagès, carmelita calzado, fué
desterrado a Mallorca per razón de la
eración fúnebre que en elogio de Fer-
nando VII pronuncio en las henras de
este Rey (3).
Una carta, que el superior del Monas-
terio de Santas Creus, hombre de ideas
marcadamente isabelinas, escribe a un su
pariente de Tarragona en 9 de diciembre
de 1834, pinta vivamente con un par de
pinceladas el estade y situación de los
conventos en aquel tiempe. He aquí dos
de sus pàrrafos: «He preguntado por la
»causa del lego que (F.) me supone està
»en esta, (y creo ne es así). El lego que
»hace muches meses que salió inocente y
(2) Manuscrito de D. Felipe de Alemany que
va sin titulo. Capitulo XIX titulado Las l'icisi-
tudes desde el aiio ^y al y;.
(3) Relación de los carraelitas calzados, Pa-
dre Traveria y P. Montal.
PREPARACIDN- PRDXIMA DEI. INXliNDIO DE LOS CONVENTOS
415
)>libre, como tambien suscompaneros que
»eran la Baronesa de Querol y su hijo y
»otros, no obstante los condenaron a
»gastosv... Así se molestaba y prendía a
inocentes.
«Creo que ya sabrà, continua mas aba-
»jo, que no me han faltado disgustos. El
»día2l del pasado vino en esta el Coman-
»dante de armas de Valls me hiso algunos
»encargos (però como amigo) (era de los
»suyosj de mi poca vigilància (que le ase-
»guro ha sido mucha) se llevo a un lego
»preso por haberle hallado papeles ó car-
»tas que no sé lo que contienen. De Valls
»lo trasladaron íi Villafranca, y el 3 del
»cor.'^ fueron allà por declaraciones dos
»Monges, un lego, y el Medico y su cria-
»da. No se aora nada mas, ni puedo en-
»tender en lo que pararà. Luego de mar-
xcharse el Comandante de Valls con el
»lego presó, escribí à Satorras partici-
»pàndole lo ocurrido, y que los demàs de
»esta parecían no tenían seflal alguna de
xquererir contra elgobiernode la Reyna
»aunque había algunos que se manifesta
»ban un poco alegres y poco observantes
»en sus obligaciones. Me contesto, y estoy
»sumamente agradecido de su contexta
»cion. Yo he tomado mis precauciones
»he dado mis ordenes, he procurado sa
»ber lo que se hace }• como se piensa
»y nada he hallado que sea contra el
«gobierno de la Reyna. De esto estoy
»sumamente contento, 3- los que parecían
»alegres lo he sabido obligar à ponerse à
»orden...» (1).
Si tales vejaciones sufríaun monasterio
regido por un decidido cristino, 'ique suce-
dería en los demàs?
También los Trinitarios calzados de
Barcelona padecieron su criminacirtn. Se
les acuso de que en el refectoiio se leía
la vida de Don Carlos; que en la celda del
superior se reunían frailes de distintos
conventos, y que, habidas allí sus juntas,
se mandaba dinero y cartuchos a los car-
ií) Lo copic del orifíinal que est;» en poder de
mi querido amifio D. Guiilermo de GuillénGar-
listas. En vista de tales criminaciones, la
autoridad mandó comparecer ante su
presencia a algunos religiosos, mas con-
vencida de la falsedad de la acusación,
dejólos libres (2).
Recuérdese la prisión de los Padres
Prior, Vicario y Procurador de Scala
Dei y su condena de confinamiento que
dejo referida en el capitulo \' de este
libro.
Son de la Crònica inèdita de los mer-
cedarios las siguientes palabras: ';<Dios
»guarde al predicador que en el púlpito
»dijese una palabra, no contraria al sis-
»tema liberal, sinó que ellos /os libera-
>des) pudiesen maliciosamente interpre-
>tarla contraria... que al instante era
'-acusado, presó y desterrado como suce-
»dió al P. Manuel Martínez de nuestra
«provincià de Valencià... El Padre Pedró
»Nolasco Tenas, predicador de Vich, des-
»terrado por sus sermones contra la im-
»piedad. El P. Salvador Puig Comenda-
>;dor de Tàrrega, y su companero Fray
»Antonio Garriga desterrados à Mallorca
»por haber hablado con un sujeto que los
«liberales creyeron que era contrario à
»su sistema, y tantos y tantos otros que
xsufrieron càrceles, destierros y mil per-
»secuciones>^.
En su lugar escribo la conducción en-
tre filas a Barcelona de la Comunidad
franciscana de Santo Tomàs de Vich,
llegada a la ciudad condal el 3 de Julio
del 35. Però ademàs debò insertar la
siguiente lista de confinados tal cual la
traza el Padre Vicario de coro del con-
vento de Barcelona.
«P. Lector Meliton Monty de la provin-
»cia de Alava. confinado à esta, y Uegó
»el dia {sic) de julio de 1S34.
»P. Francisco Vidella Predicador con-
«ventual de Agramunt, confinado à esta,
»y llego el defs/rj.
»P. Tomàs Puig Predicador General
»Comisario de la tercera orden de Berga,
(^) Carta que desde Roma me escribió en i8
de enero de iSSi el P. José Güell y .Milú. fraile de
dicho consento.
446
LIBUO TliRCERO. CAPITULO OCTAVO
»confinado à esta, y llego el 13 de diciem-
»bre de 1834.
»P. Rafael Cabirol conventual de Cas-
»tellon, confinado a esta, y llego el 4 de
»julio de 1835.
»P. Guardian de Torà Fr. Ignacio F"cl-
»bregas con dos legos Fr. Juan Güell y
»Fr. José Cutal confinados à esta, y lle-
garon» (sic) (1).
Y en fin, prescindo de otras citas de
vejaciones semejantes, que a tener noti-
cia de todas no dudo podria su narración
Uenar un volumen.
ARTICULO CUARTO
INSULTOS CALLEJEROS
Otro tanto pasarà en la relación por
menudo de los insultos callejeros que a
todas horas sufrían los religiosos. He
aquí palabras del mismo Padre Trinitario
calzado del convento de Barcelona que
me escribió lo anteriormente citado de
su convento: «Sabrà V. sin duda que mu-
»cho tiempo antes de la noche fatal nos in-
«sultaban por las calles de Barcelona de
»un modo el mas desvergonzado, dicién-
»donos toda espècie de injurias y trope-
»lías. La palabra màs comun era llamar-
»nos paparras; y no olvidaré que yendo
»un servidor de V. de paseo con mi lector,
»uno desde una ventana en la plaza de
»San Jaime, gritaba con fuerte voz: nia-
f>tenlos, inateulos Otra vez, tambien
»desde una ventana, nos tiraron un bas-
»ton con tanta fúria, que el palo caía
»rodando, y por fortuna no nos toco. No
»se hallaba en publico quien tomarà nues
»tra defensa. Uno ó dos dias antes acom
»panó la comunidad, como de costumbre
»cantando el In exitu Israel de Egipto
»un difunto nuestro, Fr. Salvador Palau
«barcelonès, lego; y desde nuestra iglesia
»hasta la plaza de Palacio, varios nos
»decían: Tocios así. A los religiosos de
(i) Llibre de notas... del P. Vicario de Coro
de Barcelona, citado, pàgs. 107 )■ 108.
xcolor blanco y negro como los dominicos
»y nosotros nos llamaban cnltblaiichs»
(goloitdrinas); «à los mínimos, sacos de
»carbón; à los mercedarios, convidados
»de piedra» [alusión al Comeitdador del
Convidada de piedra); «à otros almendras
»tostadas» {a los capucJiinos) (2). Y a los
franciscos se les llamaba barras de plomo
porque entonces en Cataluna era de co-
lor plomizo su habito.
De tal modo abundaban los insultos, y
tan amigos de la prudència se mostraban
los superiores, que en los trinitarios des-
calzos de Barcelona los jóvenes estudian-
tes, quienes por reglamento podían salir
de paseo al campo los martes o jueves,
estuvieron medio ano sin salir (3).
Por las calles los frailes recibían tron-
chazos, pedradas y hasta algun ladrillazo
y algun bofetón. Estos insultos los atesti-
guan mil frailes en las relaciones que de
sus labios llevo escuchadas, y cuyas citas
resultarà enojoso apuntar, y por lo mismo
las omito.
Desde unos meses antes del incendio
todos los sàbados, de once de la noche a
tres de la madrugada, se situaba frente
del convento de mínimos de esta ciudad
una turba, y le cantaba mil insultos (4).
Se cantaba, y estaba como de moda,
la canción siguiente:
« Viva la Cristina
»Are mes que may
>■> Capellans y frares
»Vaigitt al car.... (5).
« Viva lo General Llaudé
•hMentres hi Jiaigi frares
^May anirem be•>'> (6).
(2) Citada carta del P. José Güell y .Milà.
(?) Carta que desde laradell en 7 de diciem-
bre de 1880 me escribió el Padre de dicha casa
D. Juan Puig.
(4) Me lo contú dos veces el fraiie de esta casa
P. Francisco Güell en Barcelona a 28 de marzo
de 188a y 26 de abril de 1886.
(5) La decència impone la reticència.
(6) .Me lo dijeron dos distintos frailes, uno de
ellos el P. Fèlix \'ives en Arenys en 31 de di-
ciembre de 1885.
PREPARACION PRÒXIMA DEI. INCENDIO DE LOS CONVENTOS
447
Estimo digno de notarse el caso pro-
videncial que acaeció durante el còlera de
1834 a un capurhino que pasaba por la
Rambla al ir a auxiliar a un enfermo. Un
joven le insulto: el frailele contesto: «mira
»que no haya de venir para tí». Realmente,
a los pocos pasos la gente llamó el capu-
chino diciéndole que acudiese presuroso
para asistir al dicho joven, quien en pocos
momentos espiro (1).
Los padres servitas, cuya iglesia de
Barcelona, por razón del cuito de la Vir-
gen de los Dolores, solia estar muy con-
currida, notaban visible disminución en
la concurrència (2).
Però en punto de los insultos que en los
tiempos anteriores al degüello sufrían
aquí los religiosos, el testigo mas digno
de ser oído es el lego capuchino Fr. Jeró-
nimodeOlot, de apellido Martell, quien
después de la exclaustración se ordeno,
y fué teniente de cura de Sarria, y allí le
traté. Me conto los casos siguientes: Un
dia, durante el còlera del 34, acompa-
fiaba él al Padre Manuel de la Nou, a
visitar a un apestado. Al pasar por la
calle de Escudillers tiraron al Padre una
bacinilla de esputos, que le dieron en el
brazo. El mansísimo y santó fraile se
limito a limpiarse rozando su brazo con
la pared, y a esclamar: «miserables, Dios
»se apiade de ellos».
El dicho Fr. Martell, hombre demucha
bondad, però de cortos alcances, y muj'
decidido, no toleraba en silencio los
insultos, y creia pugnar por la honra de
su habito repeliéndolos aun con el puno,
de modo que sostuvo numerosas penden-
cias. Si salían los capuchinos a la plega,
o sea cuestación pública, que por su regla
practican, era principalmente para mos-
trar que no temían, tales andaban los
tiempos y tanta la abundància de los
insultos. Fr. Martell tenia a su cargo
(i) Relación del P. Segismundo Castanyer,
capuchino en el convento de Arenys en o de scp-
ticmbre de i88o.
(2) Relación del P. Fclipc Rodes, servila. San
Boy. 28 de diciembre de i88v
la cuestación del trigo de las eras de la
región del cementerio antiguo, o del E-
Un dia, al acercarse a una de ellas, un
hombre que trabajaba junto al camino 5'
que habia sido arrojado de la era por sus
ideas antil•lberales, disimuladamente y a
escondidas le aviso de que no escuchara
las insinuaciones que le dirigiria una mu-
jer, y que se guardarà de pasar por el
camino que ellale indicaria; sinó que por
el contrario huyera, porque la mujer
estaba en connivencia con unos hom-
bres mas allà preparados para matarle.
Martell siguió su camino: presentóse la
mujer a la vista ya de los trabajadores
de la era; y entonces el fraile echò a
córrer por la via opuesta u la que estos
le indicaban. En vista de esto la mujer
corrió tras él, y los trabajadores, vién-
dose burlados, calumniaron al religioso
gritando que andaba tras de la mujer;
volviòse el impertérrito Fr. Martell, y
amenazando de muerte a la mujer, la
ahuyentò.
Otro dia en la calle de la Merced, como
algunes revolucionarios le tiraron pie-
dras, el fraile contesto con los mismos
proyectiles, y asi se armo una de pedra-
das entre él y sus agresores. En la carre-
tera de Masnou los viajeros que iban en
la tartana de este pueblo le insultaron,
corriò el fraile, y arrimando un fuerte
punetazo al pecho de uno de ellos, les im-
puso silencio. Yendo con otro capuchino
diòle una vez la humorada de ver las
obras que se hacían en la plaza de toros.
Entro en hora en que numerosos opera-
ries trabajaban en ella, y al verle estos
levantaron inmensa gritería en contra
los religiosos, la que el jefe de la obra
fué acallando. En otra ocasiòn, pasando
por la calle de Fernando, sufriò, y con-
testo con valor, segiin su costumbre, los
insultos que le dirigieron los milicianes
establecides en el claustre de la Trinidad.
Yasi, afiadióme, cada dia tenia peleas y
rifias.
Durante el còlera de 1834 un Caballero
pidió un fraile para exhortar a un apes-
tado moribundo. El superior designo al
448
LIÜRO TKBCERO. — CAPITULO OCTAVO
mismo Fr. Jerónimo de Olot. El Caba-
llero acompanó al fraile conduciéndolo
a una casa de prcstitución de la calle del
Arco del Teatro. Fr. Jerónimo, al notar
el engafio, huyó (1).
El Vicario de Coro de San Francisco
de Asis, a 6 de julio de 1835, escribe:
«Dia 6 se ha concluido el novenario de
»San Antonio sin que haya habido la me-
»nor irreverència en todas las funcio-
»nes de dicho novenario, por gràcia del
»Senor. Para evitar semejante cosa la
»Junta de senores Mayorales de la Cofra-
»día con el Padre Guardian determinaron
«.suprimir las plàticas de la novena, y
»todos los dias acababa la funcion à las
»ocho horas» (2). De modo que, a lo que
se ve, las plàticas y sermones eran con-
testades con irreverencias.
Con estàs multiplicadas noticias de los
anos que precedieron al crimen de Bar-
celona quedan, a mi ver, pintadas las
circunstancias de aquellos tiempos, y el
espíritu de prudència que dominaba por
un lado en los claustres, y el impío y
altanero que por otro regia en las calles
y plazas. Asimismo de tales hechos bro-
ta la obra maligna de los que urdían el
atentado.
ARTÍCULO QUINTO
SEGURIDADES DADAS A LOS FRAILES
POR LAS AUTORIDADES
En los claustros,pues,reinaba el temor;
y por esto los prelados superiores acuden
al Capitan General Don Manuel Llauder,
ofreciéndole desocupar los conventos
para así evitar la catàstrofe que ya había
afligido a otras poblaciones. La comisión
de hablar al General la desempenaron
cuatro superiores regulares. El General
les tranquilizó, ofreciéndoles el auxilio
(i) Relación que me hizo en Sarrià en lO de
julio de i88o.
(2) Llibre de notas... del Vicario de coro de
San Franci.çco de Asis, cit., Das. 107.
de la fuerza pública en el caso de una
agresión. De la verdad de esta noticia
responden, no una voz, sinó las de doce-
nas y docenas de religiosos que me la
atestiguaron; responde la voz pública de
todos los contemporàneos, y tinalmente
la de los autores del tiempo, de los cuales
arriba cité y copié uno mayor de toda
excepción, y cuyo testimonio, por proce-
der de un liberal, y aun creo masón,
excluye toda duda. Es Don Víctor Bala-
guer, quien escribe: «Justamente alarma-
»dos los religiosos de Barcelona al ver la
xtempestad que les amenazaba, y que
»iba à caer sobre ellos con terrible fúria,
»se acogieron à Llauder, y pidiéronle su
»proteccion, manifestííndole sus deseos
>/de abandonar secretamente sus mora-
»das, però el general se empenó en no
»consentirlo, fiado en su previsión y en
»la fuerza de las bayonetas que mandaba.
y>Ducyman tranquilos, buenospadres, les
»dijo; aquí estoy yo» (3). Y anaden los
frailes que les aconsejó que en el caso
de un atropello tocaran la campana, y la
fuerza acudiria a su auxilio.
El mismo general Llauder en sus Me-
morias, si no escribe que diese segurida-
des a los frailes, dice que contenia y
procuraba impedir que se les atacase.
He aquí sus palabras: «La impotència de
»los constantes y multiplicades esfuerzos
»del bando carlino en todo el tiempo que
>mandé el Principado, suministran la
»prueba concluyente, y sin el motin de
»Barcelona, suceso que yo previ desde
»que la corte dió el funesto ejemplo del
»17 de julio de 1834 contra los conventos,
»y que yo contuve mas de un ano milà-
»grosamente, pues no disponia de las
»fuerzas que han tenido mis sucesores,
>:'Cataluna se hubiera librado de los pade-
»cimientos y trastornes que desde agosto
»de 1835 no han cesado de afligir à sús
«laboriosos habitantes» (4). Mas dejemos
(5) Historia de Cataluiía., tomo \, pàg. 50^.
(4) Memorias documentadas del Teniente Ge-
neral Don Manuel Llauder. Madrid, 1844, pàgi-
nas 00 V «i.
PREPARACION" PRÒXIMA DEL IN'CENDIO DE LOS CONVENTOS
449
para mas adelante este punto, del cual
trataré al discutir la responsabilidad de
Llauder.
Así como los prelados acudieron al Ca-
pitàn General, algunos frailes que tenían
o amistad o relación con otros generales
les interrogaren también sobre su seguri-
dad. El arriba citado Fr. Jerónimo Mar-
tell, o sea de Olot, me dijo que el general
Santocildes tranquilizó a los Padres José
de Cervera y Segismundo de Frontanà.
El mismo Fr. Jerónimo, sin, emperò, fal-
tar al respeto debido, se encaro con el
Padre Segismundo, y le dijo: «Padre,
»vivimos en un estado queya no se puede
»aguantar,» pues en realidad, continua
Fr. Jerónimo, '<ademàs de los insultos, j^a
»no se permitía à los frailes salir de Bar-
»celona, y el centinela daba el atras. El
»Padre Segismundo me contesto: «ya le
»he hablado A Santocildes muchas veces,
»y me dice que no temamos, pues que si
»hay algo, se nos enviarà un coche, y nos
»embarcaremos...» (1). La buena fe de
Santocildes y su posición le enganaban,
creyendo sin duda que todo movimiento
del pueblo daria vagar para la escapatò-
ria del coche y del embarque. No contaba
con la conni vencia de la fuerza pública.
Y si es verdad lo que me conto un ancia-
no, en el momento del incendio de cierto
convento Santocildes dió orden a un
pelotón de tropa de hacer fuego, y fué
desobedecido.
ARTICULO SEXTO
CONTRIBUCIONES QUE PAGABAN
LOS CONVENTOS
Para que con toda verdad puedan pe-
sarse los sacrificios que hacían los re-
gulares a favor de la Reina y del Go-
bierno, estimo conveniente dar aquí noti-
cia de las contribuciones que a la sazón
aquéllos les pagaban; de donde todo
amante de la justícia sacarà cuanto de-
recho a ser protegides les asistía.
(i) líclación citada.
Los bienes eclesiàstícos, por lo que mira
a los ímpuestos, dividíanse en dos clases,
los cataftrados o sujetos al catastro, hoy
Uamado territorial, y los bienes y rendi-
mientos no catastrados. Sobre los prime-
ros pesaba la contribución directa terri-
torial como sobre los de los demàs pro-
pietàries; y sobre los segundos les llama-
dos subsidi os eclesidsticos. La siguiente
neta que hallé entre los papeles de los
Demínicos de Tremp explica esta distin-
cíón: '<Segun la Bula del Papa y declara-
»ciones de la Junta Apostòlica del subsi-
»dio, las rentas afectas al subsidio son
»tedas aquellas que no pagan Real catas-
>'tre ni etra contribución Real, como diez-
> mos, censos, censales, derecho de estela,
»pié de altar, etc.» (de tnodo que hasta el
pie de altar pagaba subsidio) «.y la que
»proviene de tierras no encatastradas,
»que son todas las que posehian antes del
»concerdate de 1737.
»Cada Junta diocesana de subsidio so-
»lamente puede cargar por las rentas
»radicadas dentre del Obispade, y no per
»las que el dueno ú obtentor posea en
»etros obispados; y habite este donde
»quiera debe contribuir en cada obispade
»por las rentas que posea en estos». Tene-
mes, pues, que todas las obvenciones no
catastradas venían sujetas a una contribu-
ción que podríamos llamar contribución
ordinària, apellidada subsidio eclesiàs-
tica, de cuyo reparte el poder secular
poseía copia. Llauder, autorizado per el
Gobierno, les impuso ademàs otra deno-
minada subsidio extraordinària, o recar-
go de 5,000 duros mensuales en Cataluna
sobre el subsidio ordinario (2). Y final-
mente el mismo Llauder pidió a los me-
nasteries el crecidisimo donativo del que
ya arriba des veces llevo hecho mérito.
El reparto del subsidio ordinario lo hacía
en cada diòcesis una junta diocesana, fer-
mada de des canónigos, un representante
de los pílrreces, otro de los ceuventes y
ne sé si algun etro. Del cobro de los dos
(_•) MeinoiLis, cil. L•lscritas por Oi, pàginas
II 5 y 11^ de los documentos.
450
l.IiiUO TERCERO. — CAPITL'1.0 OCTAVO
subsidios estaba encargado el Cabildo
Catedral; del donativo una comisión se-
cular. Por la lista del rapar to del subsidio
ordinario pudo el gobernante formar la
del extraordinario.
Abramos el libro del cobro del subsï-
dio ordinario correspondiente al primer
semestre de 1835, y allí leeremos los
siguientes datos; però antes advirtamos
que para pesar con justícia el valor de
las cuotas es necesario recordar los cor-
tos rendimientos de las fincas en aquel
tiempo, el alto valor de la moneda de
entonces, y que las contribuciones ordi-
narías de la Nación no llegaban ni con
mucho a los tipos de las de tiempos pos-
teriores.
«ObíspadodeBarcelona. — Repartimien-
»to individual de los 72,781 r.* 17 mara-
»vedíses vellon efectives equivalentes à
»6,823 libras 5 sueldos 3» {entonces los
eclesiàsticos todavia contaban por li-
»bras) por el adelanto de media anuali-
»dad del Subsidio Ordin." Eccetico de este
»Obispado à tenor del art. 10 del edicto
»de la Junta Superior Gubernativa de
»este principado de 5 de los corrientes,
»con el aumento de 6,689 r.^ 25 m.* ,.. ne-
>/cesarios para los gastos de oficina exac-
»ción y cobranza formado por la Junta
«Diocesana de este mismo Obispado, con
»arreglo à lo veríficado en el ultimo re-
»parto circulado por la Escma. Com.»"
»Ap.<^» con fecha 9 de Diz.'"'^ de 1834.»
Sigue la lista del reparto y cobro, em-
pezando por el senor Obispo y el Cabildo
Catedral. Al llegar a los regulares escri-
be asi:
«RELIGIOSOS
«Número 69.— Agustinos Calzados.— 59
»libras 10 sueldos 7 din. {Equivalen a
31 duros 3'72 pesetas).
«Número 70. — Agustinos Descalzos. — 16
»lib. 0 suel. 11 din. {Eqtiivalen a 8
duros 2' 7 8 pesetas).
»Número 71.— Carmelitas Calzados.— 70
»lib. 17 suel. 10 din. {Iguales a 37 duros
4' 05 pesetas).
»Número 72. — Carmelitas Descalzos. — 38
>lib. 18 suel. 9 din. {Iguales a 20 duros
4' 93 pesetas).
«Número 74.— Dominicos.— 99 lib. 4 suel.
»10 din. (/^«a/í's a 52 duros 4' 54 pe-
setas).
«Número 75.— Escolapios.— 3 suel. 4 din.
{Iguales a 0' 43 pesetas).
»Número 76 — Franciscanos.— 37 lib. 19
»s\xe\. (Iguales d 20 duros r20 pese-
tas).
«Número 77.— Mercenarios.— 67 lib. 17
«sueldos 10 din. {Iguales a 36 duros
105 pesetas).
«Número 78. -Mínimes. —34 lib. 3 suel.
«11 din. {Iguales a 18 duros l'17 pe-
»setas).
«Número 79. — Servitas. — 38 lib. 3 suel.
»11 din. (Iguales a 20 duros l'84 pe-
y'Setas).
«Número 80.— Trinitarios Calzados.— 24
»lib. 7 suel. 10 din. (Iguales a 13 duros
0' 08 pesetas).
«Número 81. — Trinitarios Descalzos.— 34
»lib. 12 suel. 5 din. (Iguales a 18 duros
2' 32 pesetas).
«Número 82. — Priorato de Nazaret de
«Poblet.— 1 lib. 18 suel. \0 úin. {Iguales
a 1 duro 0' 17 pesetas).
«COLEGIOS
«Número 83.— Agustinos calzados. —2 lib.
»13 suel. 3 din. (Iguales a 1 duro 2' 11
pesetas) .
«Número 84.— Carmelitas Calzados. — 48
«lib. 1 suel. 8 din. {Iguales a 25 duros
3' 25 pesetas).
«Numero 85.— Dominicos.— 23 lib. 11 suel.
{Iguales a 12 duros 2' 81 pesetas).
«Número 86.— Franciscanos.— 32 lib. 6
«suel. 10 din. (Iguales a 17 duros l'14
pesetas).
«Número 87.— Mercenarios.— 34 lib. 18
«suel. 9 din. (Iguales a 18 duros 3' 14
pesetas).
«Número 88.— Trinitarios Calzados.— 3
«lib. 9 suel. 3 din. {Iguales a 1 duro
4' 24 pesetas).
«Número 89. — ...
PREPARACION PRÒXIMA DEL INCENDIO DE LOS CONVEXTOS
451
»Número 90.— San Pablo.— 20 lib. 15suel.
»3 din. (Iguales a 11 duros 0'65 pese-
tas).
»Número 91.— Sacristan de San Pablo.—
»2 lib. 8 suel. 1 din. (Iguales a 1 duro
V 41 pe set as).
»Número 92.— Senor Abad de la Portella
■i,(y de San Pablo).— 4 lib. 11 suel. 9 din.
(Iguales a 2 duros 2' 23 pesetas).
»CLERIGOS REGULARES
»Número 94. — Agonizantes. — 2 lib. 9 suel.
»8 din. (Iguales a 1 duro 166 pesetàs).
»Número 95.— San Cayetano.— 4 lib. 7
»suel. (Iguales a 2 duros l'60 pese-
tas).
»Número 96.— Casa de la Mision.— 80 lib.
»7 suel. 8 din. (Iguales a 42 duros
4' 40 pesetas).
»Número 97.— Pbros. del Oratorio.— 38
»lib. 13 suel. (Iguales a 20 duros 3' 08
pesetas) .
sNúmero 98.- San Sebastian.— 14 lib. 13
»suel. 2 din. [Iguales a 7 duros 4' 08
y>pesetas).
»CAPILLAS Y VARIOS
CONTRIBUYEXTES
»Núniero 124 — Iglesia de Ntra. Sra. de
«Belen.— 11 lib. 8 suel. 1 din. (Iguales
a 6 duros 0' 40 pesetas).
Hasta aquí las casas de Barcelona; si-
gnen las de fuera de la ciudad.
»Número 146.— PP. Carmelitas Descalzos
»de Mataró.— 11 lib. Osuel. 5 din. (Igua-
les n 5 duros 4' 39 pesetas).
»Número 149.— PP. Escolapios de Mata-
»ró.— 10 lib. 13 suel. 10 din. (Iguales a
5 duros 3' 5 3 pesetas j.
«Número 155.— II. Sor. Abad de San Cu-
»cufate del Vallés. — 74 lib. 14 suel. 9
»din. (Iguales a 39 duros 4' 33 pese-
tas).
«Número 156.— Real Monasterio de id.—
»151 lib. 10 suel. 10 din. (Iguales a 80
duros 4'11 pesetas).
«Número 181.— Convento de PP. Servitas
»de San Baudilio de Llobregat. — 1 lib.
«19 suel. 2 din. {Iguales a 1 duro 0'23
pesetas) .
»Número 208.- Monasterio de Gerónimos
«de Valdebron.— 23 lib. 8 suel. 1 din.
(Iguales a 12 duros 2' 40 pesetas).
«Número 210.— Monasterio de Gerónimos
«de la Murtra.— 64 lib. 7 suel. 10 din.
{Iguales a 34 duros l'J 3 pesetas).
«Número 211.— Carmelitas Descalzos de
«Gracia. -14 lib. 19 suel. 11 din. (Igua-
les a 8 duros 0' 31 pesetas).
«Número 216.— Franciscanos de Jesús.—
«4 lib. 14 suel. 8 din. (Iguales a 2 duros
2' 04 pesetas).
«Número 220.— Monasterio de Monserra-
«te.— 195 lib. 2 suel. 3 din. (Iguales a
104 duros 0'29 pesetas).
«Número 228.— PP. Cartujos de Montea-
«legre.- 2331ib. 17 suel. 5 din. (Iguales
a 124 duros 3' 6 5 pesetas).
«Número 242.— Priorato de Ntra. Sra. del
«Coll.- 2 lib. 10 suel. 8 din. (Iguales a
1 duro r77 pesetas).
«Número 294.— I. S. Prior de S. Miguel
«del Fay.— 27 lib. 0 suel. 5 din. (Igua-
les a 14 duros 2'6 pesetas).
«Número 350.— PP. Franciscanos de Vi-
»llafranca.— 4 lib. 14 suel. 8 din. (Igua-
les a 2 duros 2' 64 pesetas).
«Número 351.— PP. Trinitarios Calzados
»de Villafranca.— 11 lib. 7 suel. 1 din.
(Iguales a 5 duros 4' 95 pesetas).
«Número 376.— PP. Dominicos de S. Ray-
«mundo {del Panadésj.—Q lib. 16 suel.
«2 din. (Iguales a 4 duros 3' 48 pese-
tas).
«Número 437.— PP. Servitas de Vilaró-
«dona.— 10 lib. 12 suel. 3 àin. {Iguales
a 5 duros 3- 24 pesetas),
«Número 448.— PP. Carmelitas Descalzos
«de Villanueva.— 18 lib. 18 suel. 7 din.
(Iguales a 10 duros 0' 45 pesetas).
«Número 455.— PP. Trinitarios Calzados
«de Piera. —7 lib. 11 suel. 5 din. (Igua-
les a 4 duros O'l 9 pesetas).
«Número 478.— PP. Agustinos de Mira-
«lles.- 13 lib. 12 suel. 6 din. (Iguales a
7 duros r 31 pesetas).
Suprimo los números que no se refie-
ren a conventos.
452
L•IERO TERCERO. CAPITULO OCTAVO
«Barcelona 16 de octubre de 1835. —
»Tomàs Puiguriguer (caiióuigoJ.—Ma-
»nuel Font Cura pàrr.°— Gaspar Malet
»phro.»(Van rttbricadas estàs finnas) (1).
Vengamos ahora al Substdío extraor-
dinarío, cuyo reparto senalando lo co-
rrespondiente a cada diòcesis pudo el
poder secular formular fàcilmente por
medio del stibsidio ordinària. Para su
cobro el cabildo tuvo libros talonarios,
en uno de los cuales hallo un certificado
que dice así:
«Barcelona.
»Segun la última rectificacion del repar-
»timiento de 5,000 duros mensuales entre
»las diòcesis de Cataluna, firmada por
»sus Comisionados en 20 de Junio de 1834,
»à la Diòcesis de Barcelona le corres-
»ponde pagar cada mes mientras duré
»dicha contribucion... 20,364 r.^ 22 m.^
»José Mig.i de Prat Can.° Com.<ï° »
En la primera pàgina del penúltimo
libro talonario, que es el correspondiente
al trimestre de Agosto, Septiembre y
Octubre de 1834, se lee la siguiente cabe-
cera; la que, cambiada la fecha del tri-
mestre, se ve en lo demàs igual en el libro
del trimestre siguiente, o sea de Noviem-
bre y Diciembre de 1834 y Enero de 1835,
que es el ultimo de todos:
«Los infrascritos comisionados por el
»M. I. Cabildo de esta Santa Iglesia para
»la recaudacion de los veinte mil tres-
»cientos sesenta y cuatro reales veinte
»y seis maravedises vellon, que han co-
»rrespondido al Clero de esta Diòcesis
»por los cinco mil duros que el Excmo.
»Sr. Capitan General ha senalado men-
»sualmente al Clero de esta Provincià
»para ocurrir à las urgencias de esta, se
»hacen cargo de las cantidades conteni-
»das en las casillas numeradas à conti-
»nuación que estaran senaladas con sus
«firmas; cuyas cantidades son por los
(i) Archivo de la Catedral de Barcelona.. —
Cuadcrno litulado /." media antialidad del aito
»meses de agosto, setiembre y octubre
»del presente aflo (1834), y correspon-
»den íi las que se notan en el estado que
»remitió la Junta Diocesana del reparto
»del Subsidio en 30 de abril ultimo; de las
>:'Cuales se ha librado à los interesados el
»correspondiente recibo en el dia que se
»espresa en cada uno de los números,»
o matrices, como se Uaman hoy.
Todas las fechas de los cobros de este
libro son de Agosto de 1834.
En el senalamiento de las cuotas va
primero el número de la matriz, luego el
nombre del convento, sigue la fecha del
pago de aquel trimestre, }- termina con
la cantidad. Copio esta lista del trimestre
de Agosto, Septiembre y Octubre de 1834.
«Numero 69. — La Comunidad de PP.
»Agustinos calzados.— 20 de agosto de
»1834.— 24 duros 15 reales.
»Numero 70. —La Comunidad de agusti-
»nos descalzos. — 13 de Agosto de 1831.
»— 7 dur. 9 re. 19 m.
»Numero 71.— La Comunidad de Carme-
»litas calzados.— 19 de agosto de 1834.
»— 33 dur. 0 re. 30 m.
«Numero 72.— La Comunidad de PP. Car-
»melitas descalzos.— 16 de agosto de
«1834.— 18 dur. 3 re. 0 m.
>A^umero 74.— Los PP. Dominicos. — 18
>.de agosto de 1834.-44 dur. 2 re. 12 m.
»Numero 75. — Los PP. Escolapios.— 12 de
> agosto de 1834.— 1 re. 2 m.
»Numero 76.— Los PP. Franciscanos.— 12
íde agosto de 1834. —17 dur. 13 re. 28 m.
^Número 77.— Los PP. Mercedarios.— 16
»de agosto de 1834.— 32 dur. 6 re. 32 m.
«Número 78.— Los PP. Mínimos.-23 de
«agosto de 1834.— 15 dur. 18 re. 27 m.
«Número 79.— Los PP. Servitas.— 18 de
«agosto de 1834.-17 dur. 10 re. 13 m.
Número 80.— Los PP. Trinitarios calza-
»dos.— 12 de agosto de 1834.— U dur.
«7 re. 13 m.
Número 81.— Los PP. Trinitarios des-
«calzos. — 11 de agosto de 1834.— 16 dur.
> 2 re. 26 m.
Número 82.- El Priorato de Nazaret de
«Poblet, ó sea su casa de procuracion. —
PREPARACIOX PRÒXIMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTO
453
»18 de agosto de 1834.— 0 dur. 18 re.
»12 m.
»Número 83.— El colegio de PP. Agusti-
»nos calzados.— 22 de agosto de 1834.—
»l dur. 4 re. 27 m.
»Número 84.— El Colegio de PP. Carme-
»litas calzados.— 16 de agosto de 1834.—
»22 dur. 8 re. 8 m.
«Número 85.— El Colegio de PP. Domini-
»cos.— 23 de agosto de 1834.— 10 dur.
»I9 re. 18 m.
vNúmero 86.— El Colegio de PP. Francis-
»canos. — Agosto de 1834.— 9 dur. 0 re.
»12 m.
»Número 87. — El colegio de PP. Merce-
»narios. — 18 de agosto de 1834.— 16 dur.
»5 re. 21 m.
«Número 88.— El colegio de PP. Trinita-
»rios calzados.— 18 de agosto de 1834. —
»1 dur. 2 re. 7 m.
»Número 90.— El colegio de San Pablo. —
»20 de agosto de 1834.— 9 dur. 13 re.
»20 m.
«Número 91.— El Sacristan de San Pablo.
»— 26 de agosto de 1834.— 1 dur. 0 re.
»1 m.
»Número 92.— El Abad de la Portella.—
»26 de agosto de 1834. — 2 dur. 3 re.
»5 m.
»Número 94.— Los PP. Agonizantes. — 13
»de Agosto de 1834.-1 dur. 3 re. 28 m.
«Número 95.— Los PP. de San Cayetano.
»— 11 de agosto de 1834.— 1 dur. 19 re.
»2l m.
«Número 96.— Los PP. de la Casa de Mi-
«sion.- 19 de agosto de 1834.-35 dur.
»5 re. 30 m.
«Número 97.— Los PP. del Oratorio de
»San Felipe.— 20 de agosto de 1834.—
»18dur. Ore. 12 m.
«Número 98.- Los PP. de San Sebastian.
«—18 de agosto de 1834.— 6 dur. 16 re.
«20 m.
«Número 123.— La iglesia de Nuestra Se-
«i^ora de Belen.— 14 de agosto de 1834.
» — 5 dur. 6 re. 11 m.
«Número 146.— Los PP. Carraelitas des-
«calzos de Mataró.— 16 de agosto de
»1834.— 5 dur. 2 re. 24 m.
»Número 149. — Los PP. Escolapios de
«Mataró.- 19 de agosto de 1834.-4 dur.
«19 re. 21 m.
«Número 155.— El Abad de San Cugat.—
«18 de agosto de 1834.-34 dur. 15 re.
«28 m.
»Xúmero 156.— El Monasterio de San Cu-
«gat. —Agosto de 1834.-70 dur. 12 re.
»28 m.
«Número 181. — Los PP. Servitas de San
»Boy. — 18 de agosto de 1834. — 1 dur.
»0 re. 4 m.
«Número 208.— El Monasterio de San Je-
»rónimo de Valldebron.— 29 de agosto
«de 1834.-10 dur. 18 re. 4 m.
«Número 210.— El Monasterio de San Je-
«rónimo de la Murta.— 29 de agosto de
«1834.-30 dur. 0 re. 9 m.
«Número 211.— Los PP. Carmelitas des-
«calzos de Gracia. — Agosto de 1834.—
«6 dur. 19 re. 26 m.
«Número 216.— Los PP. Franciscanos de
«Jesús de Gracia.— 20 de agosto de 1834.
«—2 dur. 4 re. 4 m.
«Número 220.— El Monasterio de Montse-
«rrat.- 23 de agosto de 1834.— 90 dur.
«18 re. 33 m.
«Número 228.— El Monasterio de cartu-
«jos de Montalegre. — Agosto 1834.—
«109 dur. Ore. 13 m.
«Número 242. — El Priorato del Coll.—
«20 de agosto de 1834. — 1 dur. 3 re.
»22 m.
«Número 262.— Los PP. Mínimos de Gra-
«noUers.- 14 de agosto de 1834.— 1 dur.
«15 re. 10 m.
«Número 295.— El Prior de San Miguel
«del Fay.— 19 de agosto de 1834.—
»12dur. 11 re. 31 m.
«Número 351. — Los PP. Franciscanos de
«Villafranca.- 13 deseptiembre de 1834.
«2 dur. 4 re. 4 m.
«Número 352.— Los PP. Trinitarios cal-
»zados de Villafranca.— 30 de agosto
«de 1834.-5 dur. 5 re. 30 m.
«Número 377.— Los PP. Dominicos de
»San Raimundo del Panadés. — 16 de
«agosto de 1834.-4 dur. 2 re. 17 m.
«Número 43S.— Los PP. Servitas de Vi-
«larodona. — 10 de octubre de 1834. —
«4 dur. 18 re. 31 m.
454
LIBRO TERCERO. CAPITULO OCTAVO
»Número 449.— Los PP. Carmelitas Des-
»calzos de Villanueva.— 20 de agosto
»de 1834.— 8 dur. 16 re. 16 m.
«Número 456.— Los PP. Trinitarios calza-
»dos de Piera.— Agosto de 1834.— 3 dur.
»10 re. 20 m.
»Número 480.— Los PP. Agustinosde Mi-
»ralles.— 22 de agosto de 1834.-6 dur.
»2 re. 10 m.
»Número 79 del siguiente libro talonario,
»que abraza el trimestre de noviembre
»y diciembre de 1834 y enero de 1835.—
»Los Servitas de Barcelona. — 10 de
»junio de 1835.-17 dur. 10 re. 13 m.
«Número 449.— Los PP. Carmelitas des-
»calzos de Villanueva. — 16 de junio de
»1835.— 8 dur. 16 re. 16 m.
Los capuchinos veo que como pobres
no tributan (1).
Por casualidad vino a mis manos el
siguiente documento que confirma las
noticias de los mentados subsidios, y
muestra cómo se pagaban.
«Junta diocesana del Obispado de Vich.
»— Manresa.— M. R.<^° P. Prior y Comu-
»nidad de Orden de Predicadores.
»En el repartimiento individual del
»contingente senalado à este Obispado
»por disposicion del Exmo. Sr. Capitan
»General en union con la Junta de Auto-
»ridades durante las actuales circunstan-
»cias ha cabido à V. la cantidad de ciento
«treinta y seis rJ con veinte y seis m.^
»por los meses de Setiembre, Octubre,
»Noviembre y Diciembre próximos, que
»deberà poner en manos del Pbro. D. Jay-
»me Heras Secretario de la Junta Dioce-
»sana inmediatamente a recibir V. este
«aviso por la perenterioridad con que se
«necesita este caudal por las estrechas
«ordenes de adelanto que se exigen en
«este puntc...
«Dios guar.... Vich 12 de Agosto de
«1834.
«D. D. Luciano Casadevall Canonigo
«Comisionado.— Por acuerdo de la Ilma.
«Junta.- Jayme Heras Pbro. Secretario.
(i) Archivo catedral de
del subsidio. — Sin foliar.
arcelona. — Libros
«Vich 14 de Octubre de 1834.— Reci-
«bido. — Heras». (Rccihida la canti-
dad) (2).
En un manifiesto, que sobre sus traba-
jos elevo al Gobierno la junta consultiva
que con Llauder ideo este tributo extra-
ordinario, impuesto así sobre eclesiàs-
ticos como sobre seglares, se lee: «Cuyos
«tributos... no dan los resultados que eran
«de esperar por la morosidad de los con-
«tribuyentes y lo delicado de valerse de
«los medios coactivos con los pueblos y
»el clero» (3). Ignoro lo que pasaba res-
pecto de los primeros, però puedo asegu-
rar a la junta que en 1834 los conventos
pagaban humildemente, según es de ver
en las matrices que han quedado en los li-
bros talonarios, donde se apunta la fecha
del cobro, y de donde se ve fueron corta-
dos los recibos para entregarlos al con-
tribuyente al cobrarle (4).
Y conocidos todos estos datos, digase:
ipor qué lado merecían los conventos su
destrucción? Aun dando al pueblo un de-
recho de que carece, esto es, el de hacer-
se la justícia por su mano, ípor qué con-
cepte procedia el alevoso degüello? Solo
porque eran religiosos, y la impiedad
detesta la Religión. Però dejemos pon-
deraciones, y volvamos al relato de los
hechos.
ARTICULO SEPTIMO
ÚLTIMAS PREPARACIONES
DEL ATENTADO
Llauder, después de dadas las dichas
seguridades a los prelados regulares, però
antes del 25 de julio, se fué con su esposa
e hija a Esparraguera a tomar allí las
aguas sulfurosas de La Puda, donde le
(j) Se halla original en el archivo del con-
vento actual de los PP. Dominicos de Barcelona.
(5) J\/emorúïs documentadas del... General
Llauder, pàg. 115 del apéndice.
(4) Archivo catedral de Barcelona. — Libros
del subsidio.
PREPARACION PRÒXIMA DEL INXENDIO DE LOS CONVENTOS
455
cogió la noticia del incendio de los con-
ventos. Respecto del punto en que se
hallaba Llauder cuando el atentado dis-
paratan algunos historiadores. Asi los
continuadores de Don Modesto Lafuente
escriben: '<Recibió Llauder en Igualada
»la noticia de las ocurrencias de Barce-
»lona, cuando màs ocupado se hallaba en
»tomar disposiciones contra los carlis-
»tas...» (1). Llauder se hallaba en Espa-
rraguera, y el dia del recibo de la fatal
noticia estaba tendido en la cama con un
fuerte cólico. Así me lo dijo con toda
certeza su hija mayor, prima mia, Dona
Maria de la Concepción, la que se encon-
traba al lado de su padre (2). Pirala acier-
ta poniéndole en Esparraguera (3). El
mando de Barcelona recaia, pues, como
apunté en el capitulo anterior, en el
segundo cabo, Bassa; mas como Bassa
andaba por el Principado al frente de una
columna, toco al General màs antiguo,
que fué el 3'a anciano de Artilleria Don
Cayetano Saquetti, según arriba dije.
Entre tanto, y aun desde bastante tiem-
po antes, las juntas de urdidores iban
organizando la tragèdia. En el cafè de la
Noria buscaban, y encontraban, gente
dispuesta a tomar parte en la ejecucion
del plan. Alquilaban a otros que, median-
te el alquiler o precio, pusieran el fuego
en los conventos. Proveían de liquido in-
cendiario, y se procuraban herramientas
con que arrancar los bancos de la plaza
de toros. Concertaban que estos se pusie-
ran mansos para así disgustar al publico
y alborotarle, etc, etc La obra quedaba
perfectamente urdida; por esto decia des-
pues de ejecutada uno de los urdidores:
«No podia dejar de salir bien; si no hubie-
»se sido en la plaza de toros, hubiera sido
»en el teatro.»
Quiza, y aun sin quizd, muchos revolu-
(i) Historia general de Espaila, tomo XX.
pàg. Jo6.
(2) En Barcelona a 5 de junio de 1891. y otras
veces.
(3) Historia de la guerra civil, tomo II, pà-
gina IJ2.
cionarios motejaran de falsas e hijas de
ilusión estàs afirmaciones referentes a los
preparativos del hecho. Las relaciones
de los ancianos, però sobre todo los
hechos, las comprueban plenamente.
Sabemos dos o tres de los puntos donde
se tenían las juntas preparatorias: uno de
ellos parece era una casa de la Ram-
bla de Santa Mònica, respecto de la cual
junta y casa, abajo, en el capitulo de
responsabilidades, iran todos los datos, y
la discusión de si merece o no fe la noti-
cia de su existència. Me dijo un respeta-
ble anciano, que cuando jovenfué liberal,
que los urdidores de esta casa buscaron
ejecutores en los concurrentes al cafè de
la Noria; y otro anciano, desconocido
del primero, e ignorante de su dicho, me
conto que él mismo asistió a la función
de toros, y que allí, al pie de la pre-
sideHcia, había algunos alborotados, tales
como Cipriano el cafetero de la Noria,
un cerrajero y un impresor, cuyos apelli-
dos me callo, y otros, todos hombres exal-
tades; y anadió estàs palabras: «Quizà
»los dichos alborotados estaban en el
»secreto, pues luego que vieron algun
xdesorden armaron la gorda». Que los
incendiarios eran gente pagada me lo
dijo quien lo oyó de boca del senor que
los pagaba. De si se proveyó de liquido
inflamable responde el ordenado empleo
que en el incendio se hizo de él, atesti-
guado por cien bocas, però sobre todo por
los efectos. De que se atendiese a proveer
de herramientas con que levantar los
bancos del toril, todo hombre cuerdo lo
deducirà del hecho, presenciado por quien
me lo dijo, de que antes del primer toro
se repartieron por la plaza espuertas con
herramientas de capintero, es decir, esas
espuertas que suelen llevar los carpinte-
ros cuando acuden a remiendos particula-
res. Que los toros malos y mansos se pusie-
ran de propósito, me lo conto un revolu-
cionario, miliciano de entonces, que murió
impenitente, y que me dijo que, con ser
cosa secreta, él lo sabia. V por si éste se
engafiase, aquí va el dicho de Don Vi-
cente de La Fuente, quien escribe: «Es
456
LIBRO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
»público en Barcelona que la empresa
»echó de intento mal ganado: se sabia de
xantemano que à la salida de los toros
«principiaria el motín...» (1).
De si el jefe militar que figuro en
aquellos hechos, convino en dejar obrar
a los agresores, responden los hechos,
y aqui van palabras impresas por un
hombre grave, no carlista, que escri-
bió por mucho tiempo en los periódi-
cos de esta capital, y fué mi profesor
de Historia. Dice Don Juan Cortada:
«En Barcelona disgustados con los to-
»ros los espectadores que asistieron à
»la funcion del 25 de julio, se amotinan
»en la plaza, destruyen una parte de ella,
»atan à un toro por las astas, y lo arras-
»tran por las calles con grandisima alga-
»zara y seguidos de los muchachos, cuyo
»número y griteria iba de continuo en
»aumento... La multitud acalorada ya
»corre sin freno, y durante la noche pega
»fuego à. varios conventos, da muerte à
»algunos frailes, y la autoridad militar
»canoniza con su presencia ese escandalo
»como habia canonizado el motin y los
«desordenes de la plaza de toros. Viven
»todavía las personas que con el baston
»de mando en la mano contemplaban
»ambas escenas, y no creais, senores,
»que hay en esto exageracion alguna,
»porque yo me hallaba en la plaza y
»recuerdo muy bien hasta que punto me
»pasmó oir que la autoridad encargara à
»los que despedazaban los bancos que
»procurasen no hacerse dano. No sabia
»yo entonces hasta que extremo el espi-
»ritu de partido ciega à los hombres, y
»les hace olvidar sus deberes y hasta su
»decoro...» (2). En conversación familiar
dijo el senor Cortada a un mi amigo que
quien amonestaba a los revoltosos para
que no se lastimaran era Ayerve.
Un vecino de Esparraguera se halló en
Barcelona el dia 25 de julio de 1835, y a
(i) Historia de /as sociedades secietas, to-
mo 11, impreso en Lugo en i88i, pàg. 53.
(2) Historia de Espaiia... Barcelona, i8jj,
tomo II, pàgs. 151, 152 y 153.
hora regular se entro a comer en una
fonda de cerca de Santa Maria del Mar.
Allí vió unos hombres que llevaban unas
cuerdas, y preguntados sobre el objeto
de ellas, respondieron que «eran para
»atar el toro.» (3). Però en fin, no sigamos
en la prueba de la premeditada prepara-
ción: como punto tan unànime y mali-
ciosamente negado por los escritores libe-
rales de aquel tiempo, merece, y tendra,
su pàrrafo propio después de narrados los
hechos, y sigamos ahora en la cadena de
estos.
Al motín de Barcelona acudieron cabe-
cillas liberales del campo. Una distingui-
da senora barcelonesa, que en aquellos
dias se hallaba en Llissà de Vall del Va-
llés, noto la marcha de los màs nombra-
dos Cabezas de revolución de aquellos
pueblos a la Capital el dia anterior al
motín, de tal modo que una tia de ella al
verlo, y por lo mismo antes del incendio,
dijo: «Algo se prepara en Barcelona
»cuando han ido allà los gordos de
»aquí» (4).
Demos la palabra a los documentos,
que ellos mismos con su autoridad irre-
sistible nos iran contando los hechos. En
el Diario de Barcelona del 24 de julio
de 1835 se lee la siguiente «Orden de la
»plaza del 23 de julio de 1835.— Manana
»con el plausible motivo de ser los dias
»de S. M. la Reina Gobernadora habrà
»gala con uniforme, y la plaza harà los
»saludos de ordenanza.
»E1 Excmo. Sr. D. Cayetano Saquetti
«mariscal de campo de los reales ejérci-
»tos y encargado del mando militar, du-
»rante la ausencia del Excmo. Sr. Capi-
»tan Geneí al, recibirà en corte en el Real
»Palacio à lasdoce en punto à losExcmos.
»Sres. Generales, Gefes y oficiales de los
(3) Me lo dijo un amigo mio, persona muy
respetable. quien lo tenia de boca del mismo
vecino de Esparraguera. Barcelona 20 de marzo
de 1 886.
(4) .Me lo conto el muy respetable hijo de la
niisma senora, canónigo D. José de Ros y de
Llanza, en Barcelona a 29 de abril de 1894.
PREFARACION PKOXI.MA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
457
»cuerpos de la guarnicion y batallones
»de Urbanos.
»A la misma hora se ballaran en frente
»de la puerta principal del Real Palacio
>'todas las músicas y bandas de los refe-
»ridos cuerpos y batallones.
»Por la tarde irà al f eatro la companía
»de granaderos del 2° batallon de Urba-
»nos con su música correspondiente.
»E1 regimiento de caballería del Infan-
»te nombrarà un piquete de un sargento
>'y ocho soldados montados, el cual se
«situarà frente del Teatro, y permanece-
»rà allí durante la funcion. El Goberna-
>'dor interino, Ayerve» (1).
En el Diario del 25 de julio leemos:
<íFimcioties de iglesia. La parroquial de
»S. Cucufate celebra hoy la fiesta de su
»ínclito patron y titular Apòstol y Màrtir
»de esta Ciudad: à las diez de esta mana-
»na empezarà el oficio con música, en
»que preconizarà las glorias del Santo
»el R. P. Lr. Fr. Juan Ferrer, religioso
«Carmelita calzado: por la tarde à las
»seis serà cantado el santó rosario con
»explicacion de misteriós y sermon que
»dirà el R. P. presentado Fr. Buenaven-
»tura Manegat de PP. Predicadores; con-
»cluyéndose con los gozos».
Sigue un anuncio de la Asociación de
Jesús, Maria y José, y Sagrado Corazón
de Jesús, de la iglesia del Hospital, di-
ciendo que el 26 celebrarà la función
de 4.° domingo, con comunión a lassiete
y plàtica del P. Lr. José Bogudà, Ser-
vita.
«Manana en la iglesia de S- Josef à las
»diez y cuarto los hermanos de la Real
«esclavitud del Santo tendràn sus men-
»suales ejercicios con exposicion de su
«Divina Magestad» (2).
El mismo dia 25 de julio un Padre
Pagès, carmelita calzado, predico en la
Catedral.
En el mismo Diario del 25 de julio
de 1S35 se insertó el siguiente anuncio
de la
(i) Diario citado, pdg
(2) Pag. 1644.
1631.
«Plaza de Toros. — 7.* Ftatcion en cele-
«bridad de los dias de S. M. la Reina
»madre Gobernadora la Senora D.* Ma-
»ría Cristina de Borbon.— P^ra el sdba-
hdo 25 de julio de 1835. — Cou superior
yypermiso.—L•a. Empresa de la plaza de to-
»ros, ha dispuesto dar la séptima funcion
»en el dia de hoy (si el tiempo lo permite)
»con el plausible motivo de lacelebracion
»de los dias de S. M. la Reina Gober.'' en
«conformidad al aviso dado en los perió-
»dicos de esta capital de 23 del corriente.
»Se lidiaràn seis toros bajo la presiden-
»cia de la Autoridad competente, de la
> acreditada ganadería de D. Fausto Joa-
»quin Zalduendo de Caporroso, de Na-
»varra, hermanos de los que se lidiaron
»en la funcion anterior.
»
•hPicadores: Josef Salcedo, de Verger.
»Antonio Rodríguez, de Madrid. Juliàn
»Diaz, de Madrid (de reserva).— £'5/'a-
t'/das: Manuel Romero Carretó, de Sevi-
»lla. Rafael Guzmàn, de Córdoba; à cuyo
»cargo estarà una brillante cuadrilla de
»banderilleros.— J/t'íZ/fl espada: Antonio
»Calzadilla (para el ultimo toro).— Pre-
»cios diarios....» {3).
El espada Manuel Romero Carretó y
un picador eran de opinión carlista, }' el
otro espada Rafael Guzmàn, hijo de famí-
lia noble, liberal (4), circunstancias que
dieron algun juego durante la corrida.
De si la Autoridad de Barcelona cono-
eia o no conocía el peligro que amenaza-
ba a la pública paz, responden los tres
documentes siguientes, o sea el oficio del
Capitàn General al General de Barcelona,
su contestación, y la Orden de la plaza
que aquí copio:
(;) P;ig. 1640.
{4} Relaciòn de D. Narciso Parés, quien asis-
tió a la función de los toros. Me lo dijo en Barce-
lona a 24 de junio de iSf^o. Relaciòn de D. Aíelitón
de Llosellas que también asistió a la función.
Barcelona 6 de diciembre de 1880. Relaciòn de
D. Domingo Talarn, que también asistió. Barce-
lona I- de abril de i88o.
458
LIBRO TERCKRO. — CAPITULO OCTAVO
«Capitania General del Ejército y Prin-
scipado de Cataluna.— Estado Mayor. —
»Excmo. Sr.— Con fecha 22 del presente
»me da parte el Gobernador civil de la
«provincià de Tarragona de los graves
»escesos ocurridos en la villa de Reus,
»donde los Urbanos en completa insurrec-
»cion han cometido los mas ecsecrables
»crímenes en los conventos de S. Fran-
»cisco y S. Juan. — Estos desordenes pro-
»bablemente no seran aislados, y es de
»temer que dirigidos por un manejo ocul-
»to (iiótese bien: un manejo oculto) ten-
»gan su correspondència en otros puntos.
»La circunstancia de ser manana un dia
>notable me hace avisar à V. E. y darle
»conocimiento de este desagradable suce-
»so para que tome cuantas precauciones
»juzgue oportunas a fin de precaver se
»repita en esa Capital tan abominables
»escesos. A este efecto llamarà V. E. y
«reunirà los Gafes de la guarnicion y Mi-
»licia Urbana, k quienes, así como à las
»demàs Autoridades civiles y militares,
»harà V. E. responsables del órden y
«tranquilidad de esa Poblacion bajo el
»concepto de que en la dura alternativa
»de impedir los escesos que pudieran
»cometerse en una poblacion tan nume-
»rosa, ó abandonar el campo à las faccio-
»nes, que reunidas amenazan à Manresa,
»3^ en la incertidumbre en que me encuen-
»tro del resultado del fuego de muchas
»horas que se oyó ayer en la parte de la
»montana, me veo privado de distraer un
»solo hombre de las fuerzas que tengo
»situadas en el teatro de la guerra para
»acudir à preveer las consecuencias que
»pudieran sobrevenir en esa Capital por
»un movimiento popular. — Espero del
»acreditado celo y actividad de V. E. que
»tomadas las precauciones y disposicio-
»nes que dejo indicadas, no omitirà medio
»alguno para precaver y evitar todo
»desórden, dando al efecto cuantas pro-
»videncias juzgue convenientes, obrando
»en todo con el sigilo y reserva que ecsi-
»gen las circunstancias, à fin de no alar-
»mar à los pacíficos, ni prevenir à los
»malvados.— Dios.... Esparraguera 23 de
»julio de 1835.— De O. D. E. S. C. G.—
»E1 Brigadier Gefe de la P. M.— Antonio
^Lasauca — Ex. S. Mariscal de Campo
>D. Cayetano Saqueti» (1).
A esto contesto Saquetti: «Exmo. Sor.
»— Cuando esta manana el teniente coro-
»nel Basols puso en mis manos el respe-
>^table oficio de V. E., fecha de ayer, en
»que me participaba los excesos lamenta-
»bles acaecidos en la villa de Reus, ya
»había yo tornado todas las precauciones
»que podían adoptarse para mantener el
»órden publico, habiendo llamado, no
«solo k los gefes de la guarnicion y mili-
»cia urbana, sinó a las autoridades milita-
»res y civiles, para que cada uno en la
«esfera de su resorte llenasen los impor-
»tantísimos objetos que V. E. se propone.
»Sin demostraciones alarmantes, todo
»e£tà prevenido, y hasta ahora tengo la
»satisfaccion de decir à V. E. que no se
«nota ningun síntoma de inquietud. Sin
«embargo para prevenir todo incidente,
«he anadido à las disposiciones tomadas,
«las de excitar por escrito el celo y coo-
«peracion del senor Regente de esta real
«Audiència, gobernador militar 3' gober-
«nador civil, en los términos poco màs o
«menos que vera V. E. por la copia....
«que acompano à V. E., quien debe estar
«persuadido de mi celo por cumplir sus
«ordenes, y energia y decision por manté
«ner a todo trance el órden publico y la
«quietud de esta capital.— Dios Barce-
«lona 24 de julio de 1835.— Excmo. Sr.—
«Cayetano Saquetti.— Excelentisimo Sor.
«Capitan General de este Ejército y Prin-
»cipado« (2). Nos dice este documento, y
con razón, que la poblacion estaba quie-
ta. iTanta verdad es que el atentado lo
íraguaban solo unos cuantos!
(i) Archivo de la Capitania General. Carpeta
titulada «Quema de los conventos...» Paquete
1.", documento i."
(2) El mismo Llauder. Me»iorias documenta-
das cit. pàg. 81 de los documentos.
PKEPARACION PRÒXIMA DEI. INCENDIO DE LOS CONVENTOS
459
«ORDEN DE LA PLAZA
«Capitania General de este Ejército y
«Principado.— Orden de la plaza. — Todos
»los Cuerpos del ejército que forman la
»guarnicion de esta plaza mantendràn
»dia y noche la mitad de su fuerza en los
»cuarteles, pronta para las ordenes que
»se les comuniquen por la plaza, con los
»gefes y oficiales que correspondan. —
»Desde oraciones, ningun individuo de
»tropa saldrà de sus respectivos cuarte-
les inclusos los asistentes que deberàn
íormar parte de la fuerza, concurriendo
> à ello los gefes y oficiales que se consi-
»deren necesarios, y la salida de dichos
»cuarteles no tendra efecto hasta A las
»siete de la manana del dia inmediato.—
»En ningun sitio publico se pararà indi
»viduo alguno de tropa, siendo responsa-
»bles los gefes de los cuerpos de su
«observancia.— Desde oraci'-.ies no iran-
»sitarà por la ciudad soldado alguno
»armado, comprendiéndose en esta medi-
»da los voluntarios que componen los
«batallones de la misma. Unicamente se
«exceptuan los ordenanzas que llevan los
»partes à sus respectivos gefes, ó por
»razón de cubrir algun servicio en comi-
»sion.— La guardià del Teatro cuando la
»cubren los batallones Urbanos, debe re-
«tirarse en el mismo órden que entra,
»con su oficial à la cabeza, sin toque de
»caja hasta à la casa de la Ciudad, donde
»la despedira el comandante de ella. Las
»cajas no se tocaran en ningun caso sinó
»que sea prevenido por la Autoridad
«militar y Gobernador de esta plaza. —
»En cualquiera conmocion popular todos
»los oficiales deben reunirse en sus cuar-
»teles, y los Sres. Generales y Brigadie-
»res se reuniran en Palacio. Los demàs
xgefes y oficiales retirados ilimitados, y
»de cualquiera otra denominacion, lo
«verificaran en Atarazanas , debiendo
»todos estar prontos para cualqnier ser-
»vicio ó comision que se les confíe. Los
»retirados por la clase de tropa, igual-
»mente acudiran à las Atarazanas, por
«ser empleades si conviniese. La comi-
>-sion militar se reunirà desde luego de
>:'notarse conmocion à la Ciudadela, y su
«presidente esperarà las ordenes que se
«tenga por conveniente comunicarle. —
«Las patruUas se proporcionaran à las
«horas que parezca al Gobernador de la
«Plaza, las cuales deben auxiliar à los
«dependientes de policia, asi como toda
«guardià de plaza y de prevencion de los
«cuerpos. — Se tendràn lo menos 20 caba-
«llos prontos y ensillados en el cuartel de
«Caballería, ú otro sitio à propósito. —
«Los batallones de Milicia Urbana, en
«caso de alarma formaran en los sitios
«que tienen designades. Barcelona 24 de
«julio de 1835.— Saquetti» (1).
Después de leída esta orden del dia, se
comprende fàcilmente que no necesitó
Fr. Jerónimo de Olot, o Martell, gran
perspicàcia para prever que en aquel
dia tendría revolución. Ilallàbase de por-
tero en los capuchinos, y a la mananita,
al abrir la puerta }' leer en el Diario la
tal orden, exclamo: <.<ibo!; avuy estem de
festa.» Y efectivamente, en la tal orden
vienen tan por menudo explicados los
papeles que cada entidad militar debe
desempenar en el drama, que solo en él
se echa a menos la explicación de los
que deban desempefíar las turbas revolu-
cionarias. Véase, pues, si la Autoridad
militar estaba cerciorada del peligro y
quizà del proyecto; y ;la autoridad, cuan-
do conoce un grave peligro o una cons-
piración, no puede hacerla abortar? Y
sobre todo, ino lo puede una autoridad
militar, especialmente en tiempo de
guerra?
Sigue el acta de una sesión del Ayunta-
tamiento: «En la Ciudad de Barcelona y
«dia veinte y cinco de Julio de mil ocho-
cientos treinta y cinco. El Escmo. Ayun-
»tam.'° de ella convocado y congre-
«gado en la sala capitular de sus casas
«consistoriales y forma que tiene esta-
«blecida y de costumbre, concurriendo à
»él los S.S. Regidores, Diputados y Síndi-
«cos nolados almargen teniendo Ayunta-
I (i) Di.xrio del 25 de iulio de 1835, pàg. 1639.
460
LIBRO TERCEKO. — CAPITULO OCTAV<
»miento estraordinario por disposicion y
«presidides del M. I. Sor. Gobernador
»Civil de esta Provincià, presente si in-
»frascrito Secretario interino de Escmo.
»Ayuntamiento.
»EI diclio Sor. Gobernador Civil dis-
»puso que se leyese, como se verifico,
»un oficio que le pasó con fecha de ayer
»por disposicion del Escmo. Senor Capi-
»tan Gen.' de este Principado el Escmo.
»Seflor Mariscal de Campo Don Caye-
»tano Saqueti, encargado del mando mi-
»litar de la plaza, en ausencia de aquel,
»escitàndole à que con el objeto de con-
«servar el orden y tranquilidad y preca-
»ver lances iguales al que acaba de
»suceder en los Conventos de San Fran-
»cisco y San Juan de la Villa de Reus,
»dicte las medidas que estime justas,
»indicando entre otras que reuniendo
»el Ayuntam.'° para enterarle de las
«ocurrencias contribuya este Cuerpo al
»importante objeto que se propone, man-
»teniendo en sus casas consistoriales una
»seccion permanente para dar providen-
»cias en los casos que ocurriesen ademàs
»de las preventivas que en el acto pudie-
»ren adoptarse; y que si fuere posible
»anden por la Ciudad en las di versas horas
»de la noche patrullas de hombres honra-
»dos, conocidos por su acreditada con-
»ducta y amor al orden, que teniendo por
»estas cualidades ascendiente en el pueblo
»impidan con sus palabras y ejemplo
»cualquiera movimiento, desconcertàndo-
»lo en su principio, y haciendo conocer à
»los inquietos ó escarriados el resultado
»las consecuencias y peligros personales,
»que produce cualquiera revolucion y
«trastorno, sea cual fuere su objeto, à lo
»que la cooperacion de los gremios diri-
»gidos por la honradez de sus prohom-
»bres produciría satisfactorio resultado.
(iCudn ettterada de lo que se temia es taba
la autoridad! / Y ctidnta buena fe en el
pobre General Saquettí!) Despues de ha-
»ber recomendado muy especialmente el
»Sor. Gobernador Civil la adopcion de las
«medidas propuestas por el Escmo. Sor.
«Capitan Gen.' se promoviólarga y muy
«detenida discusion acerca de si, sin cono-
«cimi."" ecsacto de que haya síntomas de
«alteracion del órden publico, serà ó no
«necesariala constitucion del Ayuntam.'"
«en sesion permanente, y sobre si podrà
«esta medida inducir recelós en el vecin-
«dario, fundàndose tanto mas esta duda
»en cuanto no siendo el Ayuntam.'» màs
«que un representante del pueblo y un
«Cuerpo sin fuerza física con que poder
«hacer frente à cualquiera movimiento
«popular, no està en la esfera de sus
«facultades el dictar providencia alguna;
»no quedàndole en tal caso otro recurso
«de que echar mano que la persuasiva, si
«es que à ella quisiera hacer atencion el
«pueblo; en cuya virtud soloenelmomen-
«to de una alarma es cuando, segun
»corresponde, puede y debe reunirse y
«apelar à aquel medio, porque en lo de-
«màs ha de obrar la autoridad militar, à
»cuya disposicion se halla la fuerza arma-
»da, tanto de Ejército como de la Milicia
»Urbana y el Ayuntamiento unicamente
«prevenido para secundar à todo evento
»en cuanto permita el limitado circulo de
«sus facultades las ordenes de las autori-
«dades superiores, indicandose ademàs
«que siendo en el dia los frailes segun las
«muestras de descontento que han manir
«festado los pueblos de Zaragoza, Reus y
«otros el blanco ó pretesto de las con-
«mociones ocurridas en ellos, nada podria
«contribuir màs à evitar su reproduccion,
»en beneficio, utilidad y seguridad de los
«mismos religiosos, que indicar al Gobier-
«no les permitiese la separacion de sus
«conventos, ó tomarse en su razon pre-
»ventivamente alguna providencia para
«ponerles à salvo de toda tentativa. Esta
«indicacion fué igualmente controvertida;
«y declarado el punto suficientemente
«discutido se propuso en consecuencia de
«lo que en pro y en contra se ha hablado
«acerca de él, que ante todas cosas, en
«vista de la primera medida propuesta
«en el oficio del Excmo. Sor. Capitan
«Gen', que acuerde que en el momento
«en que se sepa ó tenga noticia del menor
«sintoma de alteracion del órden publico
PREPARACION PRÒXIMA DIÍT. INCENDIO DE LOS CONVENTOS
461
»se constituir;^ el Ajuntam.'" en sesion
»permanente. Admitida y puesta à vota-
»cion la indicacion, fué aprobada por diez
»y siete votos contra tres, que opinaron se
»cumpla la insinuacion del Excmo. Sor.
»Capitan Gen.' con respecto à mantener
sdesde luego el Ayuntani.'° una seccion
»permanente. Sin embargo de esta resolu-
»cion por uno de los Senores votantes en
»favor de ella se pidió al Sor. Gobernador
»Civil se sirviese manifestar, aun cuando
»fuese confidencialmente si le fuese per-
»mitido para gobierno del Ayuntam.'°, si
»hay síntomas de alteracion de la tranqui-
»lidad pública, y Su Senoría contestando
»y encomiando de nuevo las medidas
«indicadas por el Escmo. Sor. Capitan
»Gen.' con el solo animo del mayor acier-
»to, no hizo mas que referirse al conte-
»nido del oficio de Su Escel.".
«Pasóse en seguida à tratar del se-
»gundo punto relativo A las patrullas por
«vecinos honrados. Esta insinuacion tuvo
»la acogida general y aun para secun-
»darla en razon a la utilidad y provecho
»que puede reportarse de ella, se hicieron
»varias adiciones, sobre las cuales en
»último resultado, y despues de haber
«entrado el .Sor. Corregidor interino que
»manifestó los buenos 5' malos efectos
»que podria producir esta medida para
»que con conocim.'° pudiese deliberar-
»se se acordo que se oíicie A los AI-
»caldes de Barrio para que cada uno en
»el suyo respectivo nombre patrullas de
»capa, que lo recorran durante la noche
»para sof ocar en su nacimiento cualquiera
«tentativa dirigida A perturbar el orden y
»tranquilidad, y se oficie tambien al mis-
»mo tiempo al Sor. Gobernador Militar
»de la Plaza, que en el concepto de
»que debiendo los patrullantes estar en el
»acto de su servicio ;'i disposicion de la
»autoridad militar encargada de la segu-
»ridad de la Plaza a quien incumbe dar 6
«comunicar A estos vigilantes las ordenes
«competentes, y la conducta que deban
>^observar tanto con respecto à los per-
«turbadores del orden si apareciesen,
»como con la fuerza armada que proba-
»blemente se destinarà al propio efecto,
»no pondrà el Cuerpo Municipal estàs pa-
»trullas en movimiento sin que dicho Sor.
«Gobernador militar manifieste como,'
»cuando y de que modo deben hacer el
»servicio, que podrà ser de muy poca
«utilidad en las actuales circunstancias
«en que son muy pocas é insignificantes
«las personas que reunan un ascendiente
«en el pueblo capaz de contenerle con
«sola la fuerza moral de que se carece,
«si desgraciadam.'« llegase el caso que
«temé el Escmo. Sor. Capitan Gen.^ y
«desea el Ayuntam.'" precaver en cuanto
>>le sea posible, en nada obstante de que
«circunscrito à una autoridad meramente
> municipal 3' de policia urbana, no puede
> inmiscuirse en operaciones militares sin
«esponerse à quedar desairado en cual-
«quiera providencia que dictaré en los
«motnentos en que obra la fuerza arma-
»da sujeta al Gefe militar.
«Conforme à la indicacion de que podria
«contribuir al objeto de que se trata la
«cooperacion de los representantesde las
«corporaciones gremiales, Acuerda el
«Escmo. Ayuntamiento que la comision
«de su seno encargada del ramo de cole-
«gios y Gremios llame ante sí simultànea-
«mente por secciones ó segun mejor le
«dicte su prudència, con el fin de no cau-
«sar alarma, à los referidos representan-
«tes, y les escite en nombre de las auto-
«ridades superiores y del Ayuntam.'° à
«que por sí y por medio de sus repre-
«sentados cooperen al mantenimiento
«del orden, prestàndose à todo servicio al
«primer llamamiento de las autoridades à
«cuyo fin cada cual de dichos represen-
'Hantes inculque à sus subordinados el
«bien que en comunion particular debe
«resultar de su cooperacion
»Y habiéndose indicado por fin que no
vhabiendo permitido el tiempo y las aten-
«ciones del Ayuntamiento organizar aun,
«a màs de los cuerpos de voluntarios, sinó
«un solo batallon de la milícia urbana en
«la forma que previene la ley orgànica de
«veinte y tres de marzo ultimo, podria in-
«terinamente y mientras los temores de un
462
LlEiRO TERCliUO. — CAPITULO Of; 1 AVO
»desórden ecsigen redoblar la vigilància,
»proponer -A las autoridades superiores la
»adopcion del plan meditado y empezado
"»<l poner en practica en el ano prócsimo
»pasado de una fuerza cívica, la cual
»compuesta de personas de honradez, é
»interesadas en la conservacion de la
»tranquilidad pública podria contribuir
»muchísimo y seguramente con buen
ïécsito à los deseos delEcsmo. Sor. Capi-
»taa Gen.' , A lo que se contesto que en
»virtud de dicha ley no puede hacerse
»inovacion alguna con respecto A forma-
»cion de cuerpos de distinta organizacion
xde la que aquella marca; però que,
»atendida la necesidad de aumentar la
»fuerza, y no teniendo el décimo batallon
xsuficiente para el ser vicio activo en
»circunstancias apuradas, podria el Es-
«celentísimo Ayantam.'" llamar los ma-
»yores contribuyentes sus asociados y
«manifestaries dicha necesidad, y las que-
»jas producidas por el Cuerpo por medio
»de las autoridades superiores à fin de
»que sobre estos puntos se acordase lo
»màs conforme. Así se resolvió unani-
»mente (sic) y se levantó la sesion A las
»tres de la tarde disponiendo el Sor Go-
>>bernador Civil se le dé copia certificada
»de ella» (1).
En el sentido acordado en lo tocante al
movimiento de patrullas y a excitar la
cooperación de los gremios se redacto el
oficio que debía pasarse al General Sa-
quetti, mas al margen del borrador se
lee: «No tuvo efecto con motivo de las
»ocurrencias de la tarde» (2). La termina-
ción de dicho oficio dice: «Sírvase V. S.
»pues satisfacer à la indicacion del Ayun-
»tamiento en la inteligencia de que este
«cuerpo político esta pronto à cooperar
»hasta el ultimo sacrificio en el circulo de
(i) Archivo municipal de Barcelona. Libro
titulado Acuerdos. Seguiido semestre i8^;. Fo-
lios de 549 a 555.
(2) Archivo municipal de Barcelona. Expe-
dientes. Sección 2.' Expediente n.° 12Q. Tercer
pliego.
»sus atribuciones al sosten del orden y
»tranquilidad pública.»
En la sesión de la transcrita acta habló
muy recia y decididamente el sindico
Don Tomàs Illa y Balaguer, diciendo que
antes se dejaría matar que consentir en
que Barcelona presenciase los crímenes
de Madrid y Reus; por cu3^o dato opino
que seria uno de los tres que votaron por
la sesión permanente. Muy luegoel relato
de los hechos nos certificarà del modo
heroico como Illa cumplió su palabra (3).
A todo esto los deudos y amigos de
algunos frailes acudían con recados a los
conventos avisàndoles del peligro que
corrían. Un carmelita calzado de Barce-
lona me decía: «ya hacia una semana que
»venían continuos recados de que el con-
«vento corria peligro» (4). Però los supe-
riores, apoyados en las seguridades dadas
por el General, y por otro lado, por de-
cretos de Madrid amedrentados, no se
atrevían a moverse. De abandonar la
casa en seguida se dijera que sus indivi-
duos se habían unido a los carlistas, y
cuando menos el Gobierno se habría
apoderado del edifïcio y sus cosas, y
hubiera abierto unainformación judicial,
o militar, de pésimas consecuencias. Así
es que los superiores recomendaban a los
jóvenes la cordura y sensatez, según del
convento del Carmen Calzado de Barce-
lona me lo conto el mismo fraile de
arriba (5). Por otra parte, las consecuen-
cias morales que del abandono de su casa
y reglada vida se siguen a una comuni-
dad y al espíritu de cada uno de sus indi-
viduos, deben ser parte para que los
superiores antes de decretaria la mediten
prolijamente.
Así se explica el siguiente hecho refe-
rente al repetido convento del Carmen de
Barcelona, narrado por uno de sus frai-
les: «Avisados, dijo, por la família Lluch
(;) Relaciones de un amigo de Illa. La Publi-
cidcid del ii, de maj'o de 1878, pàg. 102.
(4) P. José Codinach en Olot a los 22 de
agosto de 1883.
{5) P. José Codinach. Relacion citada.
PREPARACION PROXtMA DEI, INCENDIO DE LOS CONVENTOS
463
»(la del despues Obispo de Barcelona) de
»la inminencia de un gravisimo peligro
»que amenazaba a. todas las ordenes reli-
»giosas de Barcelona, al caer la tarde del
»25de julio entraron en secreta conferen-
»cia el Prior y el Padre Maestro Cels
»que hacía las veces de Provincial para
»resolver si era preferible permanecer en
»el convento, ó aceptar el ofrecimiento
»de dicha familia que en su misma casa
»presentàbanos un momentàneo auxilio,
»determinaron que nadie se moviese»(l).
En la manana del mismo dia del incen-
dio, 25 de julio, el corista Fr. Isidro
Dabàn acompanó al Padre Lector Ferrer
a San Cucufate, donde éste predico. Al
salir del convento, en la misma calle del
Carmen, noto el Lector cierta conmoción
en el pueblo, que le puso en ansias. Acer-
cóse a unos polizontes que acertaron a
pasar, y les pregunto si había algun peli-
gro, a lo que los empleades contestaron
negativamente, 5' así que no temiesen, y
fuesen su camino tranquilos, pues ellos
tenían orden de socorreries en caso de
necesitar apoyo. Siguieron los frailes, y
el Lector predico su sermón (2).
ARTI'CULO OCTAVO
LA CORRIDA DE TOROS
Cuando se perpetro el incendio de los
conventos había ya algunos días que se
susurraba su inminencia. Los urdidores
del atentado andaban buscando un lugar
donde, reunida la multitud, pudiesen ellos
arrastrarla a la ejecución de su plan. Así
repartían entre muclios la responsabili-
dad; y aun màs, puesenaquellos tiempos
de revolución, los crimenes perpetrades
por una turba se consideraban como obra
del pueblo sobcrano, y por lo mismo de-
bían quedar impunes y a las veces canó-
nizados como virtudes. Era la tirania
(i) Relaciún del P. Scbastiàn Grimau.
(2) Me lo dijo cl mismo P. Isidro Dahàn en
Aíanresa a \j\àe septiembre de 1880.
de los Césares ejercida por miserables
conspiradores al grito de viva la libcr-
íad. Escogieron la función de los toros,
mas pròpia para alzamientos y revolu-
ciones que las del teatro en razón de la
clase de gente que allí abunda, de las
libertades descompuestas que allí se per-
miten, y de las pasiones sangrientas que
allí se excitan.
Corto tiempo llevaban entonces de
existència aquí las corridasy como espec-
tàculo nuevo robaban la pública atención.
«En el afto 1827, deseando la Casa de
»Caridad allegar nuevos medios con que
»subvenir ú sus necesidades, siemprecre-
»cientes, acudió al Rey solicitando permi-
»so para dar en esta ciudad corridas de
»toros, y con Real Orden de 4 de marzo
»se le concedió el privilegio de dar ocho
«corridas de toros al aiïo.
»Con el objeto de levantar la Plaza
»donde debian darse, la Casa de Caridad
»adquirió unos terrenos situades entre la
«Puerta del Mar y la de Don Carles de
»esta ciudad; y en 22 de mayo de 1834»
{ante D. Manuel Planas y Compte) «fir-
»mó una escritura pública de contrata,
»que se registro en hipotecas, con don
»Juan Vilaregut, Don Mariano Coll, don
» José Ignacio Sagristà y Don Manuel Deo-
»con, por la que cedió A estes el privile-
»gie para dar corridas de toros y los
»derechos que per el mismo le compitie-
»ran, per el termino de ocho anos» (3).
Por escritura de 20 de mayo de 1835,
pasada ante el notario Don Pedre Gonzà-
lez, Don Juan Vilaregut vendió sus dere-
chos al revolucionario Don Mariano Bo-
rrell, vendeder de pesca salada en el
Borne, cenocido vulgarmente en Barce-
lona por lo Bacallaner (4).
( ;) Demostracion del derecho que asiste d la
(Jasa provincial de Caridad de Barcelona para
reivindicar el edtficio y solar de ta Plaza de'
loros de esta ciudad. Barcelona, iSj8, pàg. 4.
Es un informe juridico obra de D. Arístides Mo-
ragas, de 2 de junio de 1878.
(4) Demostracion del derecho..., eh., pàg. 8, o
sea D. Aristides Moragas. Obra cil., pàg. 8. Ade-
niiis he leído la escritura en el archivo notarial.
464
LIBIÍO TERCERO. — CAPITULO OCTAVO
«En 19 de Julio anunciaren la ó." corri-
»da para aquel dia, y como novedad que
»los toros que se lidiarian en ella serían
»de la ganadería de Don Fausto Joaquin
»Zalduendo, nueva en esta Plaza. Verifi-
»cóse la corrida, los toros fueron muy
»bravos, la función se calificó de magnifi-
»ca. La ganaderia de Don Fausto Joaquin
»ZaIduendo quedo completamente acre-
»ditada, y desde luego se echó de ver que
»si en la corrida siguiente se lidiaban
»toros de la misma ganaderia, la Plaza
»tendria un lleno completo» (1).
En los periódicos de Barcelona del 23
de julio apareció el anuncio de la 1 .^ fun-
ción de toros, en el que se decía que se
efectuaria en celebridad de los dias de la
Reina Gobernadora, però que como estos
caian en viernes, dia laborable, setrasla-
daria el espectàculo al sàbado 25, dia de
Santiago. En los diarios del 25 se repitió
el anuncio tal cual lo copié arriba, y es
de notar que tanto en el del 23, cuanto en
éste, se expresa que «se lidiaràn seis
»toros,... deia acreditada ganaderia de
»Don Fausto Joaquin Zalduendo de Capa-
»rroso de Navarra hermanos» (iiótesc el
hermaiios) «de los que se lidiaron en la
«función anterior.»
«Ante tales anuncios y la fama que
»habian adquirido los toros de la gana-
»dería de Zalduendo la plaza se llenó de
»bote en bote». Efectivamente, pues son
muchisimos los hombres de aquellos tiem-
que, al preguntaries sobre tales hechos,
me dijeron que en dicho dia asistieron a la
corrida, entre ellos mi padre, y su suegro,
ó abuelo mio materno. Las personas aco-
modadas en estos espectàculos se colocan
del lado de la sombra, y los pobres del
del sol, cuyos rayos en la fecha de 25 de
julio en esta tierra valen por un continuo
sinapismo. En tal dia de 1S35 el calor He-
,gó a grados muy altos.
El edificio estaba compuesto de sola
madera, a lo menos en todo el piso alto,
segun así aparecia en lo visible, y lo
recuerdo yo mismo; por cuya razón pres-
ti) D. Aristidc-s iMorasas. Obra cit.. pàe. í-i.
tóse fàcilmente al arranque de los ban-
cos, conforme luego diré. Ademàs esta
circunstancia proporcionaba a los revol-
tosos apto medio para levantar gran
ruido golpeando el suelo y paredes. Y
debió este llegar a inmensa altura, pues
en las corridas de toros se permite y es
costumbre armar descompuesta y atur-
didora grita y ruido. Como barandilla
del inferior pasillo del tendido circuía la
plaza una cuerda gruesa o maroma.
Asistió al acto el Gobernador deia pla-
za de Barcelona Brigadier Don Joaquin
Ayerve. El piquete estaba formado, entre
otras fuerzas, por la tercera compaflía
del sexto batallón de urbanos, mandada
aquel dia por un teniente (2). Y la milicia
urbana era la «que componia casi toda la
»fuerza que debia mantener el órden» (3).
El comisario de policia de turno alegó
que no podia asistir, y encargó aquel Ser-
vicio a un su companero: circunstancia
que da pie para sospechar que quizà tenia
noticia de la proyectada revuelta (4).
Los conjurados se colocaron repartidos
entre la multitud del piiblico para, por
todos lados, producir el alboroto. Así se
desprende de los hechos particulares que
han llegado a mi conocimiento. Al pie
del palco presidencial, en la grada, hallà-
base Cipriano, el cafetero de la Noria, un
cerrajero de apellido D...., un impresor
llamado O...., y otros alborotados o exal-
tados. «Los cuales estarian quizà en el
»secreto, pues luego que vieron echar
»objetos à la plaza armaron la gorda» (5).
No sé si alli, o si en otro lado, habia el
grupo del impresor, después editor de los
Autores espaiioles, don Manuel Rivade-
(j) .Me lo dijo un individuo de la misma com-
pania en Barcelona a 5 de mayo de 1884.
(í) Biografia de D. Manuel Rivadeneyra es-
crita por su hijo en el tomo de índices de la
fíiblioteca de autores espaiioles. Madrid, r88o,
pàg- XI.
(4) -Me lo dijo el hijo del que asistió.
(í) .Me lo conto D. Estanislao Ferrando, que
asistió a la función. v se ve que explica lo que
vió. Barcelona 18 de febrero de i88-|.
PREPARACION PRÒXIMA DEL I.NXENDIO DE LOS CONVENTOS
465
neyra, con algunos jóvenes (1). En los
tendidos, así de sembra como de sol,
un amigo mío vió varios militares vesti-
des de paisano; a los que conoció por
haberlos visto otras veces vestidos de uni-
forme (2).
Antes de comenzar la función se repar-
tieron entre gentes del publico espuer-
tas con instrumentes de carpintería; y
notóse que dende se dejó la primera,
allí, cuando el tumulte, salto el primer
banco (3). Antes también de empezar la
lidia «circulaban dentro de dicha plaza
»unos papelitos del tamano de media
»cuartilla con dos renglones que decían:
y>Hoy han de pcreccr t oci os los f rai les,
»sin ninguna letra mas, y es de adver-
»tir que tantes como lo leyeron ne le
»hicieron caso; así es que à las cuatro
»se principio la funcien, y no se habla-
»ba de nada absolutamente sine de te-
rròs». Ningún otro testigo me habló del
censabide papelite de les dos renglo-
nes, pere el miliciane que me lo noticio
aseguróme que él mismo tuvo uno de
estos papelitos en sus manes, y que se
repartían allí per centenares (4).
En la muy inconveniente libertad que
impera en las plazas de toros, no falta-
ren invectivas contra el primer espada
Carretó, carlista; diciéndosele, per ejem-
plo: «Carretó, cpor qué estan tan calladas
»las Previncias Vascengadas?», y per el
estilo otras picantes pullas (5). Y en los
terribles momentes del tumulte veíase al
Brigadier Ayerve cenversando y frater-
nizando con el segundo espada, Guzman,
y les suyos, liberales; al paso que Carre-
(i) Biografia de D. .Manuel Rivadeneyra, cit.
(2) Relaciún de D. Ramon Nivera, que asistió
a los toros, y dice lo que vió. Barcelona ?! de
marzo de 1882.
(5) Relación de D. Antonio López, que explica
lo que vió. Barcelona jg de diciembre de 1882.
(4) Relación que me cscribió y explico mi
amigo D. Francisco .Macià en Barcelona en mayo
de 1884.
(s) Relación de D. Narciso Parés, que asistió
a la función. Barcelona 24 de iunio de 1880.
to y sus amigos palidecían, y quedaban
blances ceme el papel, a pesar del proba-
do temple de sus almas, que ne se inrau-
tan entre las astas de la fiera (6).
Un sefler, llamade don Antonio Fer-
nàndez, mayordemo de una cenocida
casa de comercio de esta ciudad, asistió,
como tantes otros, a esta corrida, y entro
en cenversación con el otro espectador
de su lado. Hablóle, como era natural,
de las circunstancias de aquelles toros o
biches, a lo que el espectador desconoci-
de contesto con esta exclamación: «iY la
cola que traen estos toros!» (7). Y des-
pués de este insístase en que no existió
anterior trama.
«El caso fué que los toros de dicho dia
«resultaren flaces, sin querer tomar nin-
»guna vara, habiéndose de valer de las
«banderillas de fuego; y como el piíblico
»en estos casos no queda centento con lo
»que manda el Presidente, principio à
»alberetarse en el cuarte toro tirando
»algunas botellas y abanices en el redon-
>^del en senal de descentente, y sin em-
»bargo se mató el toro del modo que se
»pudo, y el publico ya estaba nuevamen-
»te pacifico; mas al salir el quinto toro, y
»viendo el piiblice que era igual à les
»demàs, volvió A alberetarse, y gritando
»que se le había enganade, echaren al
»redondel todas las botellas, abanices y
«sillas que tenían en las manes; y no
«contentes con esto, principiaren à arran-
»car bances y à tiraries abajo)- (8).
Comenzó el alboreto con descompues-
tas quejas contra la Empresa. «Primero
«insultando con veces descempasadas à
»los individuos de la Empresa,» dice un
parte oficial; y una respetable seftora,
((i) Relación de D. .Melitón de Llosellas, que
también asistió al espectàculo. Barcelona 6 de
diciembre de 1880.
(7) D. .\ntonio Fernandez fué el abuelo ma-
terno del muy conocido escritor D. Francisco
Pelayo Briz, éste muy mi amigo, que es quien lo
contaba.
(8) Relación que me escribió D. Francisco
.Macià, citada.
466
1.1 BRO TliliCLRO. CAPllUI-0 OC 1 AVO
entonces joven recién casada con un muy
conocido comeiciante, la que asistió a la
corrida, me anadió que uno de los gritos
que se profen'an era de «bacallà, baca-
llà, bacallà», aludiendo al empresario
don Mariano Borrell, revolucionario, ven-
dedor de bacalao (1).
«Insultando luego à la autoridad, dice
»el mentado parte oficial, exigiendo una
»porcion de condiciones, las que negadas,
»conclu3'endo por producir una irritacion
«general» (2).
Los revoltosos arrancaban, digo, los
bancos, e instaban a los demàs a practi-
car lo propio. Arrancado uno, o sea una
tabla, esta, apoyada en el banco inferior,
servia de poderosa palanca para hacer
saltar el superior, y así con gran facili-
dad se desprendian todos. Una vez des-
prendidos de su lugar, eran arrojados al
redondel, o plaza. El senor que esto me
conto me anadia que a poco del empleo
de este procedimiento por los revoltosos,
a él le alcanzó una tabla de arriba tocan-
dole en la pierna, y así que, temiendo no
le acertara aun mejor algun otro de
aquellos tan pesados proyectiles, se largó
de la plaza (3). A otro amigo mío, al
arrancar un banco, le causaron con un
clavo de él un tan profundo rasguno que
le Uevó media manga de la camisa y le
produjo una herida de la que mano mu-
cha sangre (4). Salieron de la plaza casi
todas las personas sensatas. Y no se
crea que los que tan violentos procedi-
mientos empleaban fuesen solo gente de
la menuda plebe, sinó que allí se vió a
varios senoritos, que después figuraron
en el partido moderado, forcejando para
(i) Relación de D.' Alaría Àngela Gelabert,
viuda de D. Joaquín Martí y Codolar. Barcelona
0 de junio de 1885.
(2) Parte dado por cl General que mandaba
en Barcelona al Capitàn General.
(3) Relación cit. de D. Estanislao Ferrando y
Roca.
(4) Relación de D. José Maria Balasch. Barce-
lona -59 de octubre de 1894.
arrancar tablas (5). Hasta al mismo re-
dondel bajaron los atrevidos del publico.
Allí el Gobernador de la plaza Ayerve,
puesto en el redondel con fuerza de la
milícia urbana y la espada en la mano,
dirigia la palabra, entonces por la grita y
ruido hecha imperceptible, al publico para
aquietarlo; però a poco él y su fuerza se
retiraron (6). Tan mentido empeflo tomo
Ayerve en calmar a los revoltosos y do-
minar el tumulto, que durante él conver-
so con los toreros, fraternizando, como
dije arriba, con los liberales, mientras
Carretó y los suyos grandemente palide-
cían. Entonces decía a los revoltosos que
arrancaban y tiraban los bancos: «Cuida-
>/do, chicos, que vais a lastimaros». Au-
sentado Ayerve de la plaza con los arma-
des, salió un torero con la medialuna, y
cortó los tendones de las piernas del
toro. Muy luego se vió el toro atado con
trozos de la maroma que circuía la plaza,
y arrastrado a la calle.
Aquí no puedo dejar de copiar las tris-
temente preciosas líneas que dejó escri-
tas uno de los autores del atentado, por
màs que importen varias repeticiones de
noticias. Con harto desacierto las dió al
publico su hijo, diciendo: «Hallé no ha
»mucho, en un legajo, manchadas por la
»accion del tiempo, dos cuartillas escritas
»a vuela pluma, en que mi padre, à raiz
»de aquellos acontecimientos, referia en
»forma de carta los sucesos de Barcelo-
»na del 25 de julio de 1835, precisamente
»cuando imprimia el Vapor, periódico
«ministerial, contrario al movimiento que
»en todos los àmbitos del Principado se
«iniciaba.... A fuer de imparcial, copiaré
valgunos trozos de aquel escrito». Hasta
aquí el hijo; sigue ahora el padre, que es
nada menos que don Manuel Rívadeney-
(s) Relación de D. Jacinto Burdoy. que asis-
tió a la función, y vió lo que dice. Barcelona i.° de
diciembre de 1881 .
(6) Relación cit. de D. Estanislao Ferrando y
Roca. Todo el mundo testifica el hecho de bajar
.\verve al redondel v su ademàn de calmar.
PRKPARACIOX PRÒXIMA DICL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
467
ra, el editor de la gran Biblioteca de Au-
tores Espanoles. Dicen así las mentadas
cuartillas;
«El dia de San Jaime fui íl los toros
«acompanado de dos amigos con quienes
»solía pasar las tardes. Principio la corri-
»da bajo malos auspicios, salían los toros,
»todos à cual peor, vociferaron contra
»los empresarios, contra la presidència,
»y creciendo el clamoreo, hubo quien
»arrancó un banco, y lo echó à la plaza,
«circunstancia que colmó el desórden,
»porque de todas partes llovian sillas y
>'bancos que los espectadores irritados
»arrojaban al redondel. Difícil era conte-
»ner aquel exceso: lo iniciaba el pueblo,
»y quien podia atajarlo era el pueblo
»armado, que componia casi toda la fuer-
»za que debía mantener el órden. En
»medio de la confusa gritería no se oia
»voz alguna alarmante, y juzgué propi-
»cio aquel momento para ser núcleo de
»un sacudimiento político que tendiera à
»emanciparnos de autoridades que me-
»noscababan nuestra ya limitada liber-
»tad.» (íQuc casualidad que le ocnrriese
al tuismo tiempo a dl que a los urdido-
res!) «Salté A las gradas, y en union de
»algunos jóvenes grité: jViva el pueblo
»rey! iViva la libertad!» Lejos de ballar
«quien me secundarà, quedé aislado, y
»cuantas veces traté de llamar la aten-
»cion para dar colorido político à aquel
«alboroto, otras tantas me persuadí de
que eran infructuosos mis esfuerzos. (Es
que MG cstaban en cl complot).
>^En el interin habían cortado la maro-
'>ma de la contrabarrera para amarrar el
»último toro de la lidia, que llevaron A
»manera de trofeo basta el hospital. Salí
»de la plaza en busca de mis compafle-
»ros, y al pasar junto à la casilla-despa-
»cho hallé un grupo que la estaban
»derribando, sin cuidarse de las iràs del
»Mayor de Plaza ni del Gobernador, que
»ordenaron despejar el sitio con ayuda
»de un piquete de caballería del Infante
»4." de linea. No bien se dispuso A obede-
»cer la fuerza armada cuando principio
»a córrer la turba: púseme entonces en- |
*frente del oficial que guiaba la tropa, y
»cogiéndole las riendas del caballo, di
«vivas a la libertad y à la caballería,
»proclamando que esta no debía hacer
»armas contra el pueblo soberano. Paro
»el oficial, y volvió el pueblo A recobrar
>su primer ílnimo, en medio de la mayor
«confusion, que aproveché para decirle*
«Basta de cebarse contra casas de made-
>>ra; en Barcelona tenemos alcàzares de
»piedra que nos han esclavizado luengos
»siglos y debemos derribar. íQué hace-
»mos aquí? Marchemos. jYo el primero!»
»Electrizados con estàs palabras, dijeron:
«iV^amos A ellos, póngase V. al frente!»
>'No había que titubear, debía marchar,
»y así lo hice. A la carrera y en tropel
»t"uimos hacia la puerta del Mar, por
»donde debíamos entrar en Barcelona.
»ïemí que el Gobernador mandase cerrar
»la puerta, però al llegar .1 ella con tal
»designio el Jefe de dia, obligué al centi-
»nela à presentarle la bayoneta, diciendo:
«Viene A atajarnos el paso con intento de
»que nos asesinen: jfuego si se atreve à
«pasar!» El centinela, que pertenecía à
«Guardia Nacional, dió crédito a mis
«palabras, é impidió el paso al Jefe del
«dia. Seguidamente arengué mi bulliciosa
«comitiva, indicando que nuestro objeto
«debía ser uno mismo; que la propiedad
«particular debía respetarse, etc, y dan-
»do vivas a la libertad y al orden segui-
«mos la marcha.
»E1 primer convento donde nos detuvi-
«mos fué el de la Merced, situado en la
«calle del mismo nombre. Hallamos ce-
«rrada la puerta, y pareciéndonos aquel
>^edificio de difícil acceso, proseguimos
»hasta San Francisco, donde se nos unió
»gentes de todas clases. Tampoco allí era
«posible asaltar los muros sin ayuda de
>^escaleras, y se recurrió al incendio.
«Dejé entonces de ser actor, y seguido
»de algunos dependientes regresé a mi
«casa cuando varios grupos corrian <^
»incendiar otros conventos. Sobre las
»doce de la noche volví A salir, chocàn-
»dome sobremanera el sosiego con que
«paseaban muchísimos curiosos, y sobre
IBRO TERCERO. — CAPITULO OCIAVO
»todo la indiferència de la autoridad para
»ataiar el desórden, puesto que en varios
»puntos bastaren à burlar sus ordenes
»algunos muchachos; y aun tengo enten-
»dido que al pasar el Gobernador junto à
í>un convento que ardía dijo à la muche-
«dumbre: «Marchad à otra parte, que este
»ya arde» (1).
De los hechos narrades aparece, pues,
muy claro que los designios de los urdi-
dores consistieron en disgustar y alboro-
tar al publico de una numerosa reunión,
y luego dirigir el desenfreno contra los
conventos. Para esto organizaron la fun-
ción en modo conveniente, produciendo el
disgusto por el mal ganado de la corrida;
y luego enderezaron los revoltosos a los
conventos. Mas el publico en general no
participaba de la idea de dirigir sus en-
conos contra los religiosos; y, como dijo
arriba Rivadeneyra, los promovedores, al
iniciar el alboroto político, quedaban ais-
lados. Solo algun grupo, probablemente
en su mayor parte prevenido y comprado,
seguiria a los conductores.
Però a todo esto falta explicar uno de
los medios de que se valieron estos para
lograr encaminar las iràs contra de los
cenobios.
ARTICULO NOVENO
LA JUNTA DEL APOSENTO
DE CABALLOS MUERTOS
Tratàndose en el presente articulo de
un punto importante, creo conveniente
que en su explicación me limite a trasla-
dar aquí la narración familiar y sencilla
del testigo que presencio los hechos.
Merece éste completo crédito por su
edad, su virtud rehgiosa, su sensatez e
inteligencia. Estuvo al frente de varios
(i) Biblioteca de autores espafioles desde la
formacion del lenguaje liasta nuestros dias. In-
dices generales. Biografia de D. Manuel Riva-
deneyra escrita por su hijo. Madrid, 1880, pàgi-
nas XI V XII. Es el tomo ultimo.
importantes y delicadisimos estableci-
mientos del Estado, y al morir él en 1887
un periódico católico de esta capital le
dedicaba, entre otras alabanzas, las si-
guientes: «D. Francisco Peredaltas y
»Pintó era una verdadera especialidad
»en este ramo de la administracion; y su
^competència reconocida por varias aca-
> demias y corporaciones científicas A las
»que perteneció, la había demostrado no
»solo en el buen régimen que diera à. los
«establecimientos que había montado y
»dirigido, sinó tambien en las obras que
»sobre... había publicado. Però sobre
»estos relevantes méritos, tenia otro supe-
> rior y era su religiosidad y sus sanos
«principios, que despues de una vida
>:ejemplar, le han proporcionado una
»muerte santa, edificante, que ha tenido
»lugar en edad muy avanzada». Efecti-
vamente, al preguntarle yo sobre el hecho
tuve que esforzarme para arrancarle
alguna de las noticias con cuya revela-
ción temia faltar al respeto debido a la
fama ajena:
«En 1835, me dijo, yo era oficial del
»batallón 6.° de voluntàries por nombra-
»miento del General Llauder. Para satis-
»facer la vanidad de joven, acepté el
»cargo en contra los consejos de mi ma-
»dre; però el incendio de los conventos, y
»lo que vi en dos meses de operaciones
^militares en el llano de Vich, me obligo
»a presentar la dimision de la charretera;
»pero como entonces noseadmitíandimi-
»siones para dejar las operaciones pasé
»al escuadron de lanceros, à cuyo fin
> tuve que comprar, 5' compré, caballo.
> El dia 25 de julio de 1835 fui por curio-
»sidad à la funcion. El publico se alboro-
»tó, y tiro hasta los bancos al redondel.
>Entonces mucha gente viendo que se
»armaba una jarana se retiraren à sus
»casas; de modo que mirando aquello en
»que paraba, quedé solo en un buen tre-
»cho de tendido. En este se me acercó un
»sujeto, 3' me pregunto si yo era oficial
»del 6° Le contesté que sí, y me replico
I »entonces: «pues haga V. el favor de
»bajar à la casilla de los caballos muerr
PREPARACION PROMMA DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
469
»tos, donde se tiene una junta». Yo repug-
»naba, y me excusé, però el otro insistió,
»y bajé allà.
»Hallé en aquel repugnante lugar va-
»rios companeros de milícia urbana y
»otras personas, quienes por faltar sillas
»se sentaban sobre los caballos muertos.
»Allí se razonó terriblemente contra de
»los frailes, acusàndoles por ejemplo de
»que vivían a costa del pueblo, y de
»cuanto se puede, ó mejor, no se puede,
adecir; y se acababa deduciendo por con-
»secuencia que debía aprovecharse aque-
»lla ocasion para acabar con los con-
»ventos; asi que se debían quemar los
»conventos y matar à los frailes. Se con-
»vino en que se arrastrara el toro, que
»tras él iria una comision de los presentes,
»ó unos cuantos de ellos, ya que al llegar
Ȉ Barcelona se hallarian chiquillos que
»como siempre seguirían, y que asi se ar-
«maría el tumulto. Se anadió que el plan
»de acabar con los frailes había venido de
»Madrid, de suerte que era general para
»toda Espafla, y asi que no debia des-
»aprovecharse aquella ocasion.
»Uno de los que alli manejaba la cosa
»era, segun me parece, el notario de la
«Audiència senor Raull, ó RaguU. Anade,
»no lo aseguro enteramente, però asi me
»parece». (jYo sc olvidc latimorata cou-
ciència del que narra cl lieclio y los aiíos
tra}iscurridos). «Otro de los que estaban
»allí era el conocido abogado...
»En lin conoci que yo no estaba bien
»alli, y pretestando que deseaba fumar,
»me largué por la otra puerta, ó sea la
»que daba al campo, no sin que alguno
»me quisiese retener» (1). Omito aqui todo
comentario, cuyo único efecto seria des-
lustrar la claridad, la luz meridiana que
el relato proyecta sobre la conspiración
de la tal revuelta.
Venga ahora aqui el imparcial, venga
el màs ignorante, venga el alcornoque
(i) JVÍe lo diio en Barcelona a lo de abril de
1880, me lo ratifico y amplio en 4 de marzo de
iS8t, y en otras fechas me habló nuevamcnte del
hecho, siempre concordemente.
màs rudo, y diga si el incendio de los
conventos fué un hecho espontàneo del
pueblo, o si, por el contrario, tuvo esme-
rada preparación. Pues bien, óigase ahora
lo que de él escribió en el mismo ano de
1835 aquel mismo Raull que parece vtaiic-
jabn la cosa en el cuarto de caballos
muertos de la plaza de toros. Publico un
folleto, del cual hizo a lo menos dos edi-
ciones, titulado Historia de la conmocion
de Barcelona en la noche del 23 al 26 de
julio de 1835; causas que la produjeron
y SHS efectos /tasta el dia de esta publica-
cion por D. Francisco Raull, Escribano
que era de Qímara de la Audiència.
Escribe en la segunda pàgina: «Meros
«espectadores de los acontecimientos pro-
»curaremos ceíïirnos à la simple calidad
»de relatores de los hechos y de las causas
»que los han producido; y evitaremos, en
»cuanto sea posible, dar nuestro parecer
»como jueces...» (2).
Se extiende en explicar a su modo los
hechos de los anos anteriores al 1835 y el
incendio de los conventos de Reus, y ana-
de màs abajo:
«Se daban desde algun tiempo en Bar-
»celona funciones de toros... Los toros
»que se habían lidiado en la funcion ante-
»rior habian sido bravisimosy excelentes
Ȉ juicio de los entendedores, asi es que
»el anfiteatro estaba lleno en el dia 25.
»Quiso la casualidad que los toros fueron
»muy mansos ó malísimos en aquel dia,
»y exasperados...» (3). ;Quiso la casuali-
dad! jCuàntas casualidades se concerta-
ron en aquel dia! jQué marcado empefio
en ocultar todo lo referente à trama y
traspasar la culpa a la casualidad!
Describe la función y su alboroto, y
luego continua: «Apenas la gente que
»venía de la funcion empezaba à dar su
»ordinario paseo por la Rambla, à saber
>à cosa de las siete y media, cuando
»empezó ya la alarma y se vieron arrojar
(3) Pag. 4 de la primera cdición, 6 de la se-
gunda.
(-;) Pag. 12 de la primera cdición, y 33 de la
segunda.
470
1.1 BRO lERCERO. CAPITULO OCTAVO
»algunas piedras à las ventanas de Agus-
»tinos descalzos
»Preludios fueron aquellos de un tumul-
»to; però nadie, ó muy pocos creían en
»él, porque la gente se iba de sí misma
»retirando à sus casas; porque en la turba
»no había ni un solo hombre; y porque à
»nuestro entender, nada había de preme-
»ditado (íNada de premeditado!) Sin
«embargo no tardamos mucho tiempo en
»salir del error. Tanta verdad es que
«innumerables veces se originan cosas
»muy grandes de muy pequefíos princi-
»pios...» (1).
De modo que aquel mismo sefíor que
«parece» mangoneaba en la junta de la
casilla de caballos muertos sobre la gue-
rra y última trama contra los conventos,
escribe al publico que, a su entender, «na-
»da había de premeditado». Así tejen la
Historia los revolucionarios, y cual esta
noticia tales las de màs arriba referentes
a los frailes de Reus, insertadas en el ca-
pitulo de Reus. Y lo grave y lo desespe-
rante del caso està en que tomàndolo de
RauU todos los historiadores posteriores
con mayores o menores salvedades se han
hecho eco de estos repugnantes embustes
de Raull. Y lo han hecho unos por libera-
les, otros por càndides, y otros por pere-
zosos y ligeros no acudiendo a beber a
las sanas fuentes y comprobaciones de
los hechos.
ARTICULO DECIMO
EL TORO ES ARRASTRADO
POR BARCELONA
Mil testigos afirman que al terminar
revolucionariamente la función de la
plaza, el toro fué atado con la maroma
que al pie de las gradas la circuía, ase-
gurando alguno de ellos que vió por sus
ojos Cortada dicha maroma. No puedo
resistirme a la fuerza de tantos testimo-
(i) Pàgs. 31, 32 y 33 de la primera edición, y
32 y 33 de la segunda.
nios; però no por esto queda invalidado
el hecho, arriba escrito, de que a la hora
de la comida, y por lo mismo a medio dia,
aparecieran en una fonda de los barrios
de Santa Maria personas que llevaban
prevenidas cuerdas para arrastrar el
toro. Y digo que no queda destruido por-
que, por màs que las cosas estén preveni-
das, muchas veces los alborotados y las
turbas se precipitan, saliéndose de las
líneas trazadas por los organizadores; y
asi pudieron estar preparadas las liga-
duras, y al mismo tiempo cortarse la
maroma.
Sea de esto lo que sea, salió el toro
atado por las astas, y fué arrastrado
hacia la ciudad. Entro en esta por la
puerta del Mar, que yo he alcanzado,
bien que reedificada. Siguió por la plaza
de Palacio, calle del Consulado, de la
Fusteria, y calle Ancha (2). Al pasar la
postrera ya le faltaba parte de una pierna
y muslo traseros, que se lo habrían cor-
tado para aprovecharlo (3). Siguió luego
por la calle llamada del Dormitorio de San
Francisco, y las Ramblas de Santa Mòni-
ca y Capuchinos, pasando, no por alguno
de los arroyos, sinó por el centro (4). En
la Rambla un chico cortóle la lengua, y
me consta por boca de un hermano del
chico, hermano que comió de ella (5).
Torció el toro por la calle de Fernan-
do (6), y como la calle de Fernando no
Uegaba entonces màs que hasta el cruce
con la de Avinó, regresó a la Rambla por
(;;) Son innumerables los testigos que e\pli-
can esta primera parte del curso de la turba con
el toro.
(3) Me lo dijo D. Ramon Nivera. que por cu-
riosidad fué siguiendo desde la plaza de toros a
la de Medinaceli a la turba. Barcelona 31 de
marzo de 1S82.
(q) D.' Maria Campins, que en 1835 vivia
írente de Santa Mònica en la Rambla. Barcelona
18 de enero de 1888. Vió pasar el toro. Otros
varios le vieron en la Rambla.
(í) El que la comió era D. Antonio López; me
lo dijo en Gracia a 29 de diciembre de 1882.
(6) .Me lo dijeron dos trinitarios que estaban
en el convento de dicha calle. El portero lo vió.
PREPARACION PRÒXIMA DEL INXENDIO DE LOS CONVENTOS
471
la de la Boquería (1). Entro en la del Hos-
pital, recorriéndolatoda hastael Padró (2);
de donde regresó por la del Carmen (3).
Cruzó la Rambla, y siguió por la de la
Puertaferrisa (4), y la de Boters, donde
le entraren en un pasaje de la casa pròpia
de un senor Claramunt, de números 8 y
10 actuales, que salía a la número 29
actual de la de la Paja, y en la que había
una fonda, o mejor, restaurant. Alcerrar
la puerta quedo allí, y como nadie por
temor a los revolucionarios, se atrevia a
retirarlo en muchos días, lleg^ó a entrar
en corrupción (5). Hoy reedificadas las
casas de Boters y Paja indicadas, no que-
da abierto al publico el dicho pasaje del
restaurant, o beco, como en la tierra lo
llamaban entonces.
Las horas en que fué arrastrado el toro
me constan por los dos datos siguientes.
Una seüora que vivia en la Rambla de
Santa Mònica, como muy luego diré, le
vió pasar por esta cuando todavía el sol
no se había hundido tras los montes, y
así aun alumbraba algunas casas; y el
chico monaguillo del Carmen le vió pasar
por frente de esta iglesia a eso de las
ocho.
La turba, que arrastraba y acompana-
ba la res, no se componia de hombres,
sinó en su inmensa mayoría de chicos.
Me lo certificaron varios testigos, y sobre
todo el mismo Raull, antes interesado en
agrandar los hechos de aquella revuelta
(i) Lc vió pasar D. .Wanuel Serra, tendero de
dicna calle. Barcelona 15 de octubre de i^')j\.
(2) Son varios que lo atestijiuan.
( ï) Me lo diieron los carmelitas de dicha calle,
y ademàs D. Francisco de Sagarra, que allí dió
un puntapié al toro. Barcelona 5 de octubre de
1881.
(4) Vie lo dijo un aprendiz en 185^ chico. que
in la Puertaferrisa agarró de la cuerda y concu-
rrió a arrastrar el toro. Barcelona 19 de noviem-
bre de itíSa.
(5) jMe lo conto D. José Pujol, que a la sazón
era muy nino. y vivia en la misma calle de la
Paia; y como tal nino iba a ver el toro; però como
la puerta del pasaie estuviera cerrada. lo miraba
por el ojo de la cerraia.
que en apocaries, escribe: «Rempieron la
-'maroma que forma la centrabarrera, y
»con un pedazo de ella una turba increi-
ible de muchachos con una espantosa
'>algazara arrastró el ultimo toro por las
»calles de la ciudad (6) perquè en la
»turba no había un solo hombre...» (7).
Uno de los mismos chices que casual-
mente coopero a la obra me decía: 'dos
>yqHe arrastraban lo toro cran principal-
f>meiit canalla» Vulgarmente en catalàn
esta pestrera palabra significa nines.
Sin embargo, la citada senora que a la
sazón vivia en la Rambla frente de Santa
Mònica refirióme que desde su casa vió
pasar la turba con el toro, que la hora
era temprana, pues todavía alumbraba
las casas el sol, que delante de esta turba
marchaba un hombre cubierta la cabeza
con una gran barretina roja, caída hacia
la espalda, y cenida en la cabeza per una
cintilla de terciopelo negre, y que el tal
hombre iba clamande: «cerrad las puer-
»tas, cerrad las puertas». Anadióme que
entre la turba veíanse etras barretinas
largas como la dicha, de mode que tanto
per la facha de esta gente cuante per el
traje se echaba de ver que precedia de
fuera y era comprada.
La turba iba dande veces de: '<iViva la
»libertad! jViva Cristina! iMueran los
>^frailes!» (8).
Per la obra, e sea les hechos, clara-
mente aparece que los autores de este
tumulto del toro no se propusieron comen-
zar por él el incendio o ataque de los
cenventos, sine alborotar la ciudad, soli-
viantar la gente levantisca, y como darle
el grito de: a los conventos. Y digo que
así lo depenen los hechos, 3•a que la tur-
ba del toro no ataco seriamente ninguna
casa religiosa, limitàndese a descom-
puesta jarana, a insultes de palabra con-
(6) Obra cit., pàg. 32 de la primera edición, y
33 de la segunda.
(7) D. Valero Sàbat. Barcelona 19 de noviem-
bre de i88j.
(8) D. Francisco Capella que lo vió. Diario
CataLiíi del jí de julio de 1891.
472
LIBRO lERCERO. — CAPITLLO OCTAVO
tra de ellos y a algunas pediadas. Y los
hechos concordaron por completo con lo
convenido en la repugnante junta de la
casilla de caballos muertos, en la que se
acordo, como escribí arriba: «Se convino
»en que se arrastrara el toro, que tras él
»iría un comision de los presentes, ó unos
»cuantos de ellos, ya que al llegar A Bar-
»celona se hallarían chiquillos, que como
»siempre seguirían, y que asi se armaria
»el tumulto.» La preparada tragèdia se-
guia, pues, perfectamente el curso que se
le habia trazado.
Después, en días posteriores, en Barce-
lona se cantaba la siguiente desmafiada
copia:
«Dia de Sant Jaume del any trenta cinch
y>Hi va habé gran festa dintre del torin.
«Sis toros qualli habia tots van ser dolents;
>iY això fou la causa de cremar als convents (i).
(i) Varios me los recilaron. però especial
Otra menos desgarbada dice asi:
' Dia de Sant Jaume del a>iy trenta cinch
II Varen fer gran festa dintre del torin.
nAquell dia'ls toros varen ser dolents
11 y això Jou la causa de crema Is convents.
" Los de la l•lusa diu que son dolents
l'Portan las ampollas per cremar convents (2).
El semanario revolucionario, y funesto
para Catalufia, titulado La Esquella de
la Torrat xa, las escribe del modo si-
guiente:
«El dia de Sant Jaum»— del any trentacinch
»hi va haver gran broma — dintre del torin.
»van sortir set toros, — tots van ser dolents:
ii'xo va ser la causa — de crema'ls convents (3).
mente D. Juliàn Chia en Barcelona a 17 de no-
viembre de 189^.
(2) El anciano D. Cayetano Estalella. Barce-
lona ^o de diciembre de 1895.
(3) Número del ^ de enero de 1901, .pàg. 24.
Capitel del clauslro del monasterio
de San Benito de Bages
CAPITULO NOVENO
LA REVOLUCIÓN EN LAS CALLES
ARTICULO PRIMERO
EL CORTO NÚMERO DE LOS INCENDIARIOS
I.A REVOLUOlüN EN- LAS CALLES
475
A D o y a
con el
arrastra-
mien t o
del toro
el grito
publico
de revo-
lución,
lanzàronse a la obra sus ejecuto-
res. Mas antes de describirla
juzgo necesario distinguir entre
revueltas y revueltas. En unas
la inmensa masa del pueblo, en-
cendida de un deseo particular,
sea de amor, sea de odio, sea de
venganza, al verse favorecida
por un accidente, casual o pre-
parado, se lanza por mil puertas a la
calle; se Junta en grandes gavillas, o en
un montón compacto; y, dominando el
lugar, impone por todos lados su volun-
tad, y muchas veces la satisfacción de sus
aviesas pasiones. En otras, unos cuantos
conspiradores reúnense en turba, y vo-
ceando y revolviendo, logran atraer a su
derredor a curiosos y simpatizadores, y
asi, en nombre de un pueblo del cual no
representan mas que la inèrcia, se impo-
nen también y Uevan a obra sus empenos.
En el primer caso realmente el pueblo re-
vuelve el orden de las cosas, y cambia su
faz: en el segundo solo tolera el cambio,
sea que simpatice con él, sea que el miedo
a los conjuradosle cohiba, sea que, falto
de organización y jefes, no halle camino
a impedirlo. De esta distinción entre los
dos linajes de revueltas los mismos he-
chos que voy a describir nos daran pal-
Nota. — La inicial procedc de un n-.isal de San
Cugat del \'allc•s, guardado hoy en el Aichivo de
la Corona de Aragón.
mario ejemplo. La contra los conventos
pertenece a la segunda clase, la contra
el General Bassa a la primera.
Para conocer la revuelta enderezada al
incendio de los conventos se debe comen-
zar por el estudio de la turba que lo per-
petro. Los amotinados, que procedentes
de la plaza de toros, se dirigieron liacia
la Ciudad, pasaron por la Plaza de San
Sebastiàn, hoy llamada de A iitoi/io López,
y como si no reparasen en la casa reli-
giosa de aquel nombre, o quiza movidos
del mal deseo de llegar pronto a conven-
tos de màs importància, omitieron moles-
taria, y siguieron adelante (1).
Sin duda la misma turba fué la que,
claro todavía el dia, pasó por frente de la
Merced, armados sus revoltosos con
sables, palos y otros instrumentos, limi-
tàndose a apedrear el convento, a rom-
per así los cristales de sus ventanas, y a
amenazar con volver mas tarde. Efecti-
vamente, durante la misma noche volvie-
ron, però los milicianos del vecindario,
especialmente el tahonero próximo, les
rechazaron como mas por menor lo expli-
caré en su lugar i2). Y no serían muchos
los incendiarios cuando unos pocos mili-
cianos les ahuyentan.
El primer convento que se intento in-
cendiar fué el de San Francisco de Asís.
A su puerta puso fuego, muy luego de
salidos los revoltosos de la Plaza de toros,
un menguadísimo grupo de tres o cuatro,
grupo que unos pocos caballos de ejército
ahui'•entaron, y cuyo fuego un hombre
apago (3),
A molestar el convento de Santa Mòni-
ca fueron pocos, pues, según diré en su
lugar, bastó para salvarlo la oposición de
un hombre.
(i) Relacií'in del leligioso de esta casa don
Ramon Riera, phro.
(2) Rclación del P. Benito Tiana, religioso de
este convento. que lo vió desde una ventana del
mismo convento. Barcelona i." de iunio de 1880.
(3) D. Francisco .Macià, quien me lo dijo en
Barcelona a s de mayo de i88.). — D. Jacinto Bur-
doy en Barcelona a i.' de diciembre de 1881.
476
LIBKO TlíRCERO. — CAPITULO NOVENO
Siempre la turba de incendiaries conto
con número corto de agavillados, pues
de los testigos quien màs le da, sefiala
quinientos. Però aun en este número hay
que distinguir entre verdaderos incendia-
rios, fautores de ocasión y curiosos. Los
primeros fueron tan pocos que, a no ase-
guràrmelo mil testigos de vista, negarà
crédito a la noticia. Mas aquéllos corrían
de un punto a otro, llevaban antorchas
encendidas, voceaban; y así llamaban la
atención, así atraían tras de sí a la chus-
ma popular, y arrastraban a los curiosos.
Aquellos pocos constituían el esqueleto o
nervio del movimiento; los demàs, las
carnes. De aquí resulta el hecho natural
de que al principio las turbas no mere-
cían nombre de tal, y después lo mere-
cieran algo, aunque muy poco.
Ademàs aparece de los hechos que los
incendiarios se distribuyeron por los di-
versos conventos, yéndosecuatro o cinco
a uno, seis u ocho a otro, y quizA los
mismos a todos, o casi todos, unos tras
otros. Uno de los ejecutores pagados
ponderaba el dia siguiente del atentado,
ante sus companeros, la fatiga que le
costo la obra, diciendo: «Ya podían dar
»órdenes en casa C...: nadie nos secun-
»daba: todo teníamos que hacerlo nos-
»otros». Y esto me consta por quien lo
oyó por sus propios oidos.
Don Benito Tomàs, hijo del hortelano
del Carmen de f railes Calzados de Bar-
celona, quien como joven curioseó y vió
por sus ojos lo que pasaba por las calles
y plazas, me dijo estàs palabras: «los que
»perpetraron aquel hecho fueron unos
»cuantos, y entonces todavía estàbamos
»en tiempo de temor A la autoridad, y no
»habia el descoco de hoy» (1). Y el mismo
en otra ocasión aíïadía: «La quema no la
»hizoel pueblo de Barcelona, ni mucho
»menos, sinó unos pocos comisionados
»para esto. Si, repito, el ataque de los
»conventos lo hicieron pocos, y se veia
»que era una trama; de modo que los
(i) Me lo dijo en Barcelona a 17 de cnero de
«ejecutores iban haciendo la quema en
«silencio, es decir sin los gritos y el albo-
»roto de un motín, y al mismo tiempo con
»temor de ser vistos de los balcones. La
»turba venia compuesta de poca gente, y
> mandada por un corifeo. (2)... Aquella
»revolucion no la hizo el pueblo de Bar-
»celona, que al despertar el 26 se encon-
»tró con los conventos quemados, 3^ salió
»a verlos» (3). Y en tanto es cierto que
todavía dominaba el temor, que los incen-
diarios de un grupo que pasó por la calle
Baja de San Pedró llevaban un panuelo
que les tapaba buena parte del rostro, y
no quisieron incendiar la casa de Camilos
porque ya amanecía (4).
El presbítero don José Roure, que era
sacristàn de la parròquia de San Jaime,
usando una expresiva frase, aquí vulgar,
me dijo que los incendiarios aeran quatre
gats,y> es decir, cuatro atolondrados (5).
Don Pascual Maimí, almacenista de
aceite, muy conocido, de la calle Baja de
San Pedró, y en cuya casa acaecieron
escenas interesantisimas que en su lugar
referiré, me conto que un fraile venia
perseguido por la turba, que se arrojó en
la tienda del aceite, que de ella le saco
aquella, y que en la calle, en el umbral
de la misma tienda, la turba le mató. El
senor Maimí, pues, que tan de cerca vió
la turba, me aseguró que al principio del
hecho de su casa solo se componia de
unos pocos pilletes, bien que luego duran-
te la tragèdia aumentó con algunos hom-
bres (6).
Don Bartolomé Parera, droguero, que
tenia su tienda en la calle de Fernando,
esquina a la de Avinó, bajo el convento
de la Trinidad, me refirió que la turba
puso fuego a una verja de madera que
en la últimamente dicha calle de Avinó
cerraba la entrada al callejón del Naza-
(2) En Barcelona a í de octubre de 1892.
(?) En 15 de abril de iSgy.
(-)) D. Melitón de Llosellas, que los vió y oyó.
Barcelona 6 de diciembre de 1880.
(í) En Barcelona a 4 de marzo de 1895.
(6) En Barcelona a 16 de febrero de 1882.
LA REVOLLCION EN LAS CALLES
477
reno; que los incendiaries fueron por
aguarras, o sea el liquido inflamable, a
su casa de Parera, quien les nego que
tuviese; y que, ausentados los incendia-
ries, él y otros dos vecinos apagaron el
fuego. Pues bien, Parera anade que,
descontados los curiosos, los que obraban
eran pocos (1).
El conocido y honradísimo abogado
Don José Buhigas y Raspall, en julio
del 1835, vivia en un piso de la casa, prò-
pia de una senora Quiqueri, marcada hoy
de número 17, en la Rambla de Capuchi-
nos o del Centro. Desde su balcón vió a
los amotinados que fueron a incendiar
el convento de Trinitarios descalzos,
ahora Liceo, y luego, pasando por la
misma acera de él, el de Carmelitas des-
calzos, o sea de San José; y testifica el
seflor Buhigas que los incendiaries no
formaban grandes turbas, sinó grupos de
ocho o diez hombres. Anadióme que por
curiosidad pasó toda la noche en el bal-
cón, y que nunca vió grandes masas,
sinó siempre menguados grupos de ocho
0 diez hombres; y que la generalidad de
la población permaneció retirada en sus
viviendas con màs temor que osadía (2).
Un anciano que se muestra muy ente-
rado de los hechos de aquella època es-
cribe de esta revuelta: «Se cree que la
»consigna estaba dada con mucho sigilo,
»y se sabé que el grupo de desalmados
»que impunemente fué incendiando los
»conventos en Barcelona, era poco iiume-
»roso, y que una parte del vecindario y
»las autoridades contemplaban atónitos
»el desastre, mientras que otros se en-
«cerraron en sus casas aterrorizados» (3).
De Don Àngel del Romero, testigo ocu-
lar de los hechos, son las siguientes pala-
bras, dichas a mi: «El tumulto fué cre-
»ciendo, però en él había muchas mujeres,
(i) .Me lo diio en Barcelona a los .'5 de sep-
tiembre de 1887.
(2) .Me lo atesti^çuó repetidas veces en Barce-
lona a .21 de diciembre de 1888.
(3) En el Diario de Barcelona del 9 de lehrero
de 1908, píg. 1729.
»y ademàs los grupos no fueron muy
'>numerosos* (4). En iguales términos se
me expresó el abogado Don Antonio Ca-
rrera de Ortega, que en 1835 vestia el
uniforme de miliciano de Artilleria.
La turba se dirigió muy pronto al con-
vento Trinitario de frailes descalzos, hoy
Liceo, però parece que una fuerza de
caballería, que en aquel momento acertó
a pasar, los arrojó. Mas muy luego vol-
vió, 0 quizà mejor, no se movió, pues,
concorde con Raull en lo referente a la
hora, un corista agustino del convento
de Barcelona, entre ocho y nueve de
aquella noche, desde su próximo cenobio,
vió arder el de Trinitarios descalzos; y
un respetabilísimo vecino de enfrente, el
venerable abogado Don Pedró Vives y
Cebrià, contaba que en poner el fuego a
dicho convento tuvieron los incendiaries
que emplear muche rato, perquè el veraz
elemento ne prendía. Aftadía Don Pedró
que una companía de tropa, impasible y
sin meverse, presencio el hecho de incen-
diar el convento, la que, a quererlo, con
sóle usar de amenazas, hubiera podido
ahuyentar de allí a les criminales (5).
Y son varios los testigos que adveran la
presencia e impasibilidad de la trepa ante
este incendio.
Come nos refirió ha poco el seflor Buhi-
gas, de la Trinidad pasaron los incendia-
ries a San José, que fué uno de los
primeres cenebies que ardió.
El Padre Felipe Castells, carmelita
descalze de esta casa de San José, de
Barcelona, situada donde està hoy el mer-
cade del mismo nombre, me escribió
desde Tortosa estàs palabras, referentes
a la noche del 25 de julio de 1835: «Per
»fin ibamos retirande cada cual à su cel-
ada. Serían las 9 de la noche, y yo que
»tenía la mia cerca de la reja que daba à
»la Rambla, curiesamente me acerco à
»dicha reja, y vee que de la parte de
»Atarazanas venia una multitud gritan-
(4) En Barcelona en abril de 1890.
(s) .Me lo dijeron dos vcridicas personas que
lo overon de sus labios.
478
LIBKO TliRCEKO. CAPITULO NOVICNO
»do (no entendí lo que decían), y siguien-
»do à unos cuatro ó seis, que con los
»brazos levantados Uevaban una antor-
»cha encendida en cada mano. Me causo
»mucha novedad aquello; no malicié lo
»que era. Seguían bramando hasta que al
»llegar frente à la iglesia se acercan A
»ella, y empiezan à dar fuertisimos gol-
»pes al rastrillp de hierro, que en pocos
»momentos cedió, y vino al suelo.Cuando
»ví aquello doy un íuerte grito: jYa estan
»aquí! Han tirado el rastrillo à tierra y
»prenden fuego à la Porteria, sàlvese
»cada uno como pueda, ya estan den-
»tro!!»(l). Esta turba entro en el conven-
to; luego otra, o mejor, parte de esta,
penetro en el templo, como nos lo dirà
en su lugar un testigo presencial. Aun-
que en esta relación Castells califica a
los incendiarios de turba guiada por
cuatro o seis, débese considerar que,
desacostumbrados los frailes a las con-
mociones populares, tomaban por tales
lo que hoy llamàramos solo grupo. Ade-
màs, el miedo y terror que luego dominó
al Padre Castells le aumento probable-
mente el número de los perseguidores.
También quiza se objete aquí una con-
tradicción entre el dicho de arriba de don
Benito Tomàs y el del Padre Castells, en
cuanto afirma el primero que los incen-
diarios obraban en silencio, y dice el
segundo que la turba proferia grandes
voces. Los dos testifican la verdad, pues
los directores de la ejecución de la tra-
ma, los que formaban el esqueleto del
motín, iban pocos y en silencio, al paso
que la turba allegadiza de pilletes, des-
camisados y mujeres, siempre emperò
menguada en el número, gritaba según
su condición ruin.
Disienten, es verdad, en el número de
incendiarios de San José dos testigos de
vista que llevo interrogados; però nin-
guno le da grandes turbas populares. Don
Ramon Nivera, que presencio por curiosi-
dad el ataque, los pone en unos sesenta
(i) Carta escrita desde Tortosa en 18 de fe-
brero de 1882.
hombres, al paso que un joven aprendiz
que, enganado por el mal ejemplo de los
oficiales de su taller, tomo parte en la
revolución, solo les senala unos veinte.
Resulta de todos modos un número men-
guado. Es verdad que el senor Nivera
anade que en la Rambla, frente al con-
vento, en los momentos del incendio y
mientras se entraba en el cenobio y ponia
el fuego, la turba era mucha, però indu-
dablemente de curiosos, cosa natural en
aquel lugar, en aquel espectàculo, en
aquella hora del anochecer y en aquel dia
festivo y de gala (2).
Los varios testigos presenciales que
llevo interrogados sobre el incendio de
San Agustín convienen también en el
corto número de los incendiarios. El
Padre Mariano Sorder, que con los
demàs jóvenes frailes se defendió de ellos
desde las ventanas, certifica que eran
tres o cuatro los que acudieron con la
lena y las antorchas, y que solo cuando
se vieron repelidos por las pedradas de
los dichos jóvenes llamaron, y acudió a
su auxilio, una turba mas numerosa que
ocupo la calle del Arco de San Agus-
tin (3). Concuerda con el testimonio del
Padre Sorder el del Padre Don José Tin-
torer, otro de los jóvenes defensores,
quien dice que aparecieron los incendia-
rios en la esquina, y que al frente de ellos
marchaba un Caballero llevando una
botella en cada mano, quele seguían tres
o cuatro cargados de los haces de lefla, y
que el número de los incendiarios seria
de unos siete u ocho (4). Un tercer testigo
Don Juan Camaló, anciano y conocido
hojalatero, que vivió muchos aflos en el
cruce de la calle del Regomir con la de
Gignàs, en 1835 era alcalde del barrio;
y como tal tenia unos quince fusiles, con
(2) Me lo dijo Nivera en Barcelona a •?! de
marzo de 1882.
(1) Relación escrita que redacto un amigo mío
dictàndole el P. Sorder.
(4) Relaciones del M. I. Sr. D. José Tintorer,
de Barcelona el 17 de mayo de 1880, y de Calella
cl 2í de septiembre de 1893.
LA REVOLUCION EN LAS CALLES
479
los cuales y otros tantos vecinos se le
hacía a las veces patrullar. En la nefasta
noche Camaló recibió orden de patrullar.
Al darme Camaló esta noticia, que cierta-
mente por nueva me sorprendió, le pre-
gunté: «riy no le anadieron à V. orden de
«evitar los atropelles contra los conven-
»tos?» A lo que contesto: «Ca, hombre; si
»el Gobierno» (quiere decir los que go-
bernaban aquíj «era el que hacía la cosa.
»Ellos mismos atizaban. Vo patrullando
»pude ver algo. En San Agustín estaba
»Ayerve de uniforme a caballo con una
«partida de caballeria, en la plaza, miran-
»do tranquilamente como los revolucio-
*narios atacaban aquel con vento. Y los
»que atacaban era cuatro canallas. Re-
»cuerdo que uno de ellos era un jorobado.
»Si me dejan obrar, con solos cachetes los
»echo de allí. Créame V., cuando la auto-
»ridad no quiere, excesos como estos no
»secometen»(l). Conformes, pues, los tres
testigos, convienen en el corto número de
los incendiarios de San Agustín.
Dos solos hombres pusieron el primer
fuego al templo del Carmen calzado,
segiin relación de un varón honrado que
lo vió. Vinieron del lado de San Agustín
por el callejón de Cervelló, clavaron
la tea en la puerta de dicho templo, y con
la antorcha que llevabanla incendiarion.
Retiróse luego tan odiosa pareja hacia la
Rambla (2j; però a poco compareció una
turba como de 30 a 40 hombres, y estos, a
pesar de la oposición de una sección de
artilleros y de la decidida de su jefe,
penetraron en la iglesia, y la entrega-
ron a las llamas. Es verdad que durante
la contienda de palabras mediada entre
los revoltosos y el oficial aumentó el
número de aquéllos, però siempre debe
ser calificado de exiguo para actos de
revolución. Quien me dió esta postrera
noticia, testigo presencial, y actor en
(i) iWe lo dijo en Barcelona a 5 do febrero du
(2) Relación de D. Francisco de Sagarra. que
habitaba la casa contigua al convento. Barcelona
=; de octubre de :H8i.
aquella revuelta, insistió en su relato en
que en todas partes el número de los
amotinados era pequeiio (3).
El carmelita calzado Padre Lector
Jaime Roig, persona de talento y seso,
que en la noche fatal se hallaba en su
convento de Barcelona, escribió después
un opúsculo que permanece inédito, en el
cual en forma de dialogo entre un Don
Patricio y un Don Maximino se razona
sobre aquéllos hechos. De él tomo las
siguientes líneas: «— ;Es verdad, Sr. Don
'.Maximino, pregunto Don Patricio, que la
»noche anterior (la del 25 de jtilio) duran-
»te los incendios un gentío inmenso pobla-
»ba las calles, y asistía como à un espec-
»tàculo à tan horrorosas escenas?
» — V. me cita textualmente, contesto
»Don Maximino, palabras que escribió un
«historiador revolucionario con la malig-
»na intencion de hacer ver cuanto habían
»cambiado, como lo dice él mismo màs
«abajo, las ideas del pueblo respecto à la
»Religion y à los conventos. Por la honra
»de la casi totalidad del pueblo de Barce-
»lona debò declarar que aquello de gentío
»inmenso es una villana falsedad: hubo,
»sí, muchos revolucionarios querecorrie-
»ron los puntos del incendio» (el dia
siguiente) «gozàndose diabólicamente en
«contemplar las llamas, y hasta una
«mujer de la calle del Càrmen salió de
«casa para ver mejor las de la iglesia de
«aquel nombre, y exclamo alborozada:
^~>Mncho han trabajado tan poca geitte,
«però la inmensa mayoría de los barce-
«loneses estaba encerrada en sus casas,
«escandalizada y consternada. (Xo tanto).
«Poco antes de decir las palabras que
«V., Don Patricio, ha citado de aquel his-
«toriador, cae éste en una palmaria con-
«tradiccion, pues dice que vanos fueron
«cuantos esfuerzos emplearon las autori-
«dades, faltas de medios de represion
«para cortar los horrores de aquella
«espantosa noche. Y después, casi à ren-
»glon seguido, afiade: No eran muchos en
(3) Relación del aprendi/! que lomó parle en
la revolución. Barcelona en distintas ocasiones.
480
LIBRO TKRCIÏRO. — CAPITUI-O NOVENO
«número los que componían las turbas
»incendiarias. Pues, sefior, si tan pocos
»eran (como realmente lo fueron), ià que
»viene decir que las autoridades carecie-
»ron de medios para reprimirlos?»
En la plaza de los Angeles, formando
esquina con la calle del mismo nombre,
alzàbase la fàbrica apodada Can Casaca,
pròpia de los senores Pons. Don Miguel,
hijo del dueno, interrogado por mi sobre
la magnitud de la turba, me contesto que
la vista por él se compondría de unos
sesenta, u ochenta, o quizàcien hombres;
però que no era la turba multa de otras
revoluciones que los anosos hemos vis-
to (1).
El Sr. Don José de Amat y de Desvalls
en 1835 era capitàn de Artilleria de guar-
nición en esta ciudad. Por la tarde del
aciago dia de Santiago asistió con su
esposa a los toros, de donde, al ver la
revuelta de allí, se retiraron a casa, que
la tenían en la plaza de Santa Ana, esqui-
na a la calle del Gobernador. Al pasar
ellos por frente San Cayetano, el Herma-
no portero abría la puerta del templo para
la función de la noche, por cuya razón el
senor de Amat le aviso que la cerrase
diciéndole que estaba armada una jarana.
Llegado el capitàn a su vivienda, aso-
móse al balcón; y como viese pasar por
la plaza al senor de Delàs, Barón de Vila-
gayà, y éste le preguntase: «iqué haces,
»cómo no vas à las filas?», le contesto:
«hago lo que tú»; esto es, lo que un paisa-
no, indicando la carència de ordenes. Sin
embargo, en virtud de la del dia, publi-
cada en los diarios, se fué al cuartel, el
cual estaba situado en el extremo supe-
rior de la Rambla de Canaletas, en el
límite entre esta y la plaza de Cataluna,
en el edificio que fué antiguamente uni-
versidad.
Aquí paseàbase frente del cuartel con
Don Joaquín de Cabanyes, oficial también
de Artilleria, cuando vieron que unos
quince o dieciséis mozalbetes, no de la
(i) .Me lo dijo en Calella a 5 de septiembre de
.89^.
baja plebe, sinó currutacos de màs alta
clase, ponían fuego en el convento del
Buensuceso de frailes servitas. Los dos
dichos oficiales y otros dos, movidos de
su buen corazón cristiano y noble, corrie-
ron allà, y se esforzaron en disuadir del
atentado a los jóvenes. Estos, insistiendo
en su empeflo, decían que los frailes eran
pillos y picaros; mas los militares les con-
testaron que, de poner fuego al convento,
sufrirían igual perjuicio las casas veci-
nas. Asi diciendo, y a palos, los dichos
artilleros echaron de allí a los currutacos
incendiarios, y poniendo en la puerta
cuatro soldades de su cuerpo y un cabo,
quedo toda la noche salva la casa servita .
Afladióme el sefior de Amat, de cuya boca
oi esta relación, que ni en toda la noche,
ni el dia siguiente, los artilleros de aquel
cuartel recibieron orden alguna superior,
ni para hacer fuego, ni dejar de hacerlo;
de modo que aquellas circunstancias bri-
Uaron por la carència de ordenes supe-
riores (2).
En el convento de frailes calzados de
la Santísima Trinidad unos pocos pusie-
ron fuego en la puerta de la hoy calle
de Fernando VII, tan pocos quebastaron
un oficial y algunos, también muy pocos,
soldados para ahuyentarlos. Me lo conta-
ron mil veces mi madre y mi abuela, que
vivían frente del templo, diciéndome que,
al acercarse los militares, los incendia-
rios se retiraren, però se pararon en la
esquina de uno de los callejones que dan
frente del templo; que el oficial con la
punta de la espada fué separando los
troncos encendidos y apagàndolos, mien-
tras los incendiarios desde la dicha esqui-
na le insultaban a él y a sus soldados, a
lo que el oficial no respondía palabra,
sinó antes por el contrario decía a los
suyos: «chicos, silencio, no contestar;
chicos, juicio». Tal proceder del militar
prueba la honradez de su corazón, y la
falta de apoyo de quien debiera haberle
apoyado.
(2) .Me lo diio en Barcelona en 28 de junio de
38o y 16 de lebrero de 1885.
LA REVOUXION EN LAS CALLES
48 1
Que después compareció allà mayor
turba, me lo dijo uno de los religiosos de
la casa que la miraba desde la de Ortega,
contigua al convento, y que fué refugio
de los frailes ancianos aquella noche;
però que bastó una partida de tropa ex-
tendida ante la fachada del convento
parasalvarle. Emperò haceseme inverosí-
milesteacto deia tropa, \' hallo mucho
mas verosímil el dicho de un vecino de
enfrente, zapatero, que por muchos anos
me calzó, el cual contaba que a cosa dè
las diez o diez y media compareció la
turba ante la Trinidad calzada, y puso
fuego a la puerta de la capilla del Reme-
dio, la que llego a chamuscarse. Que en-
tonces acudieron los vecinos, entre ellos
quien me lo referia, y entremetiéndose en
la muchedumbre, y alegando que el fuego
se propagaria a las tiendas del convento,
que estaban habitadas por particulares,
lograron disuadirla. He aquí las gràficas
palabras del honrado zapatero: «c'Q'"^'
•i>feu?, dijo, e'í«t' dimoni jeu? ^^o ve-
t>yeu que hi ha lofi vehiiis de las boti-
>•>gasP c'Q"^ os penseu que tots son fra-
hresP>'' y como en las turbas todo el mun-
do manda, cada uno se fuéapartando por
su lado, y quedo libre el convento (1).
Cosa parecida aconteció con el conven-
to capuchino de la misma calle, de donde,
según un religioso acogido a una casa
vecina, la turba fué apartada por los
vecinos, validos del mismo argumento de
los de la Trinidad; y según un iranseunte
que acertó a pasar por allà, la turba, que
estaba compuesta de unas cuantas muje-
res y algim hombre, fué separada por un
pelotón de ejército. Opino que en distin-
tas horas sucedieron cada una de ambas
cosas.
El lego capuchino Lorenzo de Barcelo-
na, al ver el peligro de su vida, pasó a
casa de un vecino del cenobio; de donde,
disfrazado y gritando: < i Viva la liber-
tad!» salió a la calle y huyó. Però he
I i) El dicho zapatero se llamaba D. Antonio
Calsina. .Me lo dijo en Barcelona a jj de noviem-
bre de 1881.
aquí que, al pasar por la Riera de San
Juan, los revoltosos le cogieron para que
les ayudase en el incendio de San Fran-
cisco de Paula de frailes mínimos; mas se
escabuUó 3' escapo. De todos modos prue-
ba el hecho la falta de brazos que sentían
los incendiarios cuando tenían que acudir
a auxiliares forzados (2).
El convento dominico de Santa Cata-
lina sufrió varias arremetidas: en la pri-
mera los incendiarios no pasaban de
diez y en la segunda de veinte, bien que
se vieron allí algunos curiosos (3j. Un
senor, que cruzó por allí cuando se ponia
el fuego en una de estàs arremetidas, me
aseguró que él por sus ojos vió ponerlo,
que los agresores eran tan pocos que
hasta le parecía si quien pegaba el fuego
era una mujer. Me afirmo la completa
ausencia allí de tumulto, ni multitud de
gente; y me anadió: '<Seis hombres con
»palos indudablemente bastaban para im-
»pedir el crimen» (4).
El fraile de este convento, Padre Ro-
mualdo Espinàs, al huir del peligro se
guareció bajo la hospitalidad de una
tienda de panadero, de gente amiga,
situada en la calle de Moncada, frente de
la calle de Boquer. Allí desde los crista-
les del entresuelo por sus propios ojos vió
una turba de incendiarios que procedían
del lado del Borne y calle de Moncada,
y se enderezaban a Santa Catalina. Suma-
ban ocho o nueve. Iban unos en mangas de
camisa, otros con levitas blancas y pantà-
lones de Icnquincs. Llevaban la cabeza
cubierta con pafiuelos atados, y en sus
manos relucían armasde distintas clases.
Pasaron por la calle de San Jacinto, y
aiacaron la puerta del mismo Santo. Arri-
maren a ella haces de lefia y les pusieron
fuego. Por dos veces los vecinos acudie-
ron, apartaren a los incendiarios, y con
(2) Relación de í'r. Jerónimo .^\artell. Sarrià
19 de juiio de 1880.
(;) Relación del citado aprendi/ de 7 de le-
brero de i88'i.
(^) Relación de Don .Manuel Oller y Pallarol
en Barcelona a 27 de lebrero de iSS.^.
LIBRO TERCERO. — CAPITULO NOVKNO
agua apagaron el fuego. Reforzados, em-
però, después aquéllos con mayor turba,
amenazaron a los vecinos con echarles al
fuego. Don Tomàs Illa y Balaguer, enton-
ces concejal, acudió a buscar fuerza ar-
mada, y ballada, la encamino por sí mis-
mo al templo citado; però viendo por un
lado que la tropa no quería obrar, y por
otro que la turba se dirigia ya en contra
de él, tuvo que cejar (1).
Un senor ya entrado en anos y digno
de respeto, de nombre Don Francisco de
Paula Codina, considerando que las ma-
sas populares no tomaron parte en la
revuelta del dia 25 de julio y sí solo unos
pocos, me dijo: <.<A mi parecer, a existir
»entonces en Barcelona los centros cató-
»licos de hoy, estos por la decisión de
»sus individuos evitan el crimen»(2).
Otro anciano, Don Francisco Pla, que
presencio los hechos, preguntado por mi
si eran muchos los incendiarios, me con-
testo, que los grupos eran bastantes, però
de curiosos; que los incendiarios pocos (3).
Un viejo de mas de noventa anos, deci-
dido liberal, hermano del liberal herido
por los religiosos paúles en la defensa
del Seminario, al oir de mis labios la
pregunta de si lasturbaserannumerosas,
dijo que «al salir de la plaza de toros
»eran solo cuatre gats, però después
»aumentaron». Y como no pondero ni
encareció este aumento, hallo cuerdo
ponerlo en unos cuantos gats màs, siem-
pre resultando un número corto.
El capilàn general don Manuel Llau-
der, en la alocución que dirigió al pueblo
barcelonès a las pocas horas del incen-
dio, es decir el 27, al partir para Mataró,
alocución que màs adelante copiaré, cali-
fica a los incendiarios de «un punado de
»asesinos, que seria mengua prolongase
»sus crímenes.,..» (4).
(i) Relaciones del P. Romualdo Espinàs en
Barcelona en enero de i886 y 21 diciembre 1880.
- (2) En Barcelona a 17 de enero de 1889.
(3) En Barcelona a 2í de febrero de 1890.
(4) Diario de Barcelona del 28 de julio de
1835, pàg. 1665.
Terminemos esta enojosa resefla de
declaraciones con el dicho de un testigo
mayor de toda excepción, de quien escri-
bió y publico relaciones del hecho inspi-
ràndose en Raull en varios puntos, y
basta copiàndole. Declama así contra los
frailes como contra los asesinos; y poe-
tiza el relato, resultando éste al fin y al
fallo ridículo. Es Don Víctor Balaguer,
quien, no obstante haber antes presen-
tado a las turbas como numerosas, o me-
jor, como populares, escribe, hablando de
las amenazas de castigos que publicaren
las autoridades en los días posteriores al
crimen: «Parecía que se trataba de casti-
»gar À Barcelona, y Barcelona no era
»culpada.— No lo era, no.— Los hombres
»frenéticos que en la noche del 25 habian
»recorrido las calles blandiendo el puflal
»asesino y la tea incendiaria, no eran
»habitantes de Barcelona. Muy pocos
»fueron los que se hicieron notar en las
»filas del populacho» (5). Y como los
forasteros en número de poderse llama r
masas, o turbas, nadie los vió, ni los
nombra, resulta probada mi afirmación.
Sin embargo, amigo escrupuloso de la
verdad, diré, que es natural conjeturar
que en el ataque de la casa de los Paúles,
o Seminario, el número de los revoltosos
subiese a mayor grado, porque allí hubo
verdadera refriega entre los incendiarios
y los religiosos, porque esta duro muchas
horas, porque se hallaba en barrio donde
abundaba y abunda la gente allegadiza
de mil lugares y de opinión avanzada, y
porque se efectuo en horas tardías de
aquella noche.
No dudo que la prolija prueba testifical
que acabo de aducir ha de haber fatiga-
do al lector; però considere éste que el
corto número de los ejecutores del cri-
men constituye uno de los sólidos y nece-
sarios fundamentos para probar el com-
plot tan premeditadamente tramado, y la
culpa grave que en tolerarlo cometió la
autoridad, al paso que pinta en buena
- (5) Los frailes y sus conventos. Madrid y
Barcelona, i8)i, tomo II, pàg. 412.
LA REVOr.LXlON EN LAS CALLES
483
parte la fisonomia de aquella revolución.
He aquí porque los autores revoluciona-
rios muestran tanto empeno en presentar
el hecho como obrado por grandes ma-
sas, y porque debió mi pobre pluma
esforzarse en desmentiries. No, no, los
ejecutores, el esqueleto de aquella revuel-
ta, fueron muj' pocos; las carnes, es
decir, la chusma allegadiza, los chiqui-
Uos y curiosos, algunos màs, que nunca
pasaron de docenas }• a lo mas de unos
pocos centenares.
ARTICULO SECUNDO
GENTES QUE FORMABAN LA TURBA
De lo hasta aquí escrito puedeya dedu-
cirse el abigarrado aspecto de la turba,
y cuàles fuesen sus componentes, pues
en ella se mezclaron, en diabólico lazo
de odio, gentes de todo linaje, edad, sexo
y clase. En el articulo anterior nos dijo
el noble capitàn de artilleria Don José de
Amat, que los incendiarios que fueron a
poner fuego al convento servita eran
quince o dieciséis mozalbetes currutacos
de clase no baja. Un joven que vivia
frente a los Agonizantes, desde su casa,
poco antes de amanecer vió pasar por
la calle Baja de San Pedró un grupo de
revoltosos, algunos de ellos gente de
levita; quienes, para quedar ocultos,
llevaban un panuelo en la cabeza que,
bajando por los lados del rostro, tapaba
las patillas y parte de las barbas. Al cru-
zar por frente de la casa de Agonizantes,
o Camilos, pregunto uno de ellos: «(.y d
aquets que tio'ls fot... foch?t> A lo que
otro contesto: v-No, que ja's fa de díai>,
o sea: «íA estos no les ponemos fuego?»
—«No, que ya amanece» (1).
De Don Francisco de Paula Capella, que
presencio el incendio del convento de
Trinitarios de la Rambla, proceden las
(i) El iovcn que lo vió, y me lo dijo a mi, era
D. Melitón de Llosellas, en Barcelona a 6 de di-
ciembre de i88o.
siguientes líneas: «Una cosa tengo pre-
);sente que no podré olvidar nunca. Todos
>los incendiarios vestian iguales trajes
yf seria del grupo que e'l tió): pantalon
«blanco y en mangas de camisa, con
»íirantes cruzados à la espalda.
»Aun me parece verlos con sus teas
»incendiarias y con sus botellas explosi-
»vas arrimarse y prender fuego à la casa
»de Dios.
»Entonces, consumada la obra, el pique-
»te de caballería se acercaba à la turba
»de asesinos y les decía como en burla: —
'Esteya està quemado; ir por otro» (2).
Que también en la turba figuraban
forasteres, al parecer, del campo de
Tarragona, nos lo certificaren ya arriba
dos testigos; uno, fraile, que los vió por
sus aterrados ojos en el ataque de San
Agustín (3), y otro, que también los vió,
y por cierto a uno de ellos como guiando
el motín del arrastramiento del toro, en
la Rambla de Santa Mònica (4).
No dejarían de tomar parte algunos de
los exaltados en contra de la Religión;
bien que respecto à estos la experiència
ensena que, por regla general, si por un
lado el odio satànico les impulsa a luchar
contra la Iglesia, la cobardia les obliga ú.
quedarse acurrucados en sus guaridas,
azuzando desde ellas a los incautos a la
perpetración de sus endiablados planes.
No faltaba, por cierto, ni cabia en lo
posible que faltase, y aun que dejase de
formar la mayor parte de las turbas, la
chusma allegadiza de la pilleria barcelo-
nesa, pronta siempre a mezclarse en toda
revuelta, tanto por pasión de rebeldía,
cuanto para lograr ganancia, según aquel
refràn de «<1 rio revuelto ganancia de
pescadores». «La taberna de la Bomba
»(calle de la Bomba) era punto de reu-
»nión de los exaltados de aquellos barrios
»}• deotros.... se ha dicho que el dia de
(2) £.7 Dijrt'o Ca/a/j;i del sàbado 2s de julio
de 1891. p;i^'. I. col. 4.'
(t) D. iWariano Sorder en el articulo anterior.
(4) D.' Maria Campins. Barcelona 18 de enero
de 1888.
484
LIBRO TERCERO. — CAPITULO NOVENO
»San Jaime del afío de 1835.... hubo allí
»una reunión. Cuando la gente venia
»alborotada de la plaza de toros ya con
»el designio de poner fuego en los con-
»ventos, los reunidos en la taberna tuvie-
«ron noticia de ello, y salieron decidido^
»a comenzar el trabajo, uniéndose al
»grupo en la Plaza de Palacio» (1). Mu-
chos de los ejecutores de baja ralea eran
gente pagada.
El aprendiz, en el articulo anterior
varias veces citado, refirióme que ardien-
do ya la cortina de la puerta principal
del templo de San José, entro él por una
de las dos de los lados en el templo; que
en éste halló casualmente una bayoneta,
con cuya adquisición se creyó màs rico
que si hubiera encontrado mil duros; que
corrió con ella a un cepillo de limosnas
de un altar para forzarlo, però que al
llegar se encontraron allí cuatro llevados
del mismo no santó intento; que abrieron
la cajita, mas que donde creyeron ballar
un capital, solo encontraron miserables
ochavos (2). Y mientras tales maftas se
ejercitaban en el templo ya invadido del
incendio y del humo, humo que obligo al
aprendiz à huir de la iglesia, otros, no
menos listos, recorrían el convento, y
arrebataban lo que podían (3). La sacris-
tía no quedo libre de las osadas manos
amigas de lo ajeno. Una persona que
entro en el templo con la chusma al ir
esta a poner el fuego, me dijo que los
mas de los invasores de la iglesia de allí
se veia iban a robar, y que en la sacristía
pillaron cuanto pudieron.
Un seflor que vió la revolución, y del
cual, fundado yo en el temor que mani-
festo al interrogarle, opino que tomo
parte activa en ella, me conto que estuvo
en San Francisco de Paula; que allí vió
algunos hombres que arrimaren fajinas
a la puerta del convento; que las pusieron
(i) La Veu de Catalunya del miércoles 2; de
abril de 1908, pàg. i, col. 6. Edición de la noche.
(2) En Barcelona a ig de noviembre de 1882.
(3) Relación del curioso D. Ramon Nivera.
Barcelona 31 de marzo de 1882.
fuego, y luego se marcharon; y que el
vecindario corrió A apagarlas. Anadió
que comparecieron después algunos arti-
lleros bajo el mando de un teniente, los
cuales se pararon frente a la puerta; que
al cabo de un rato se presento una turba
«de hombres, que parecían demonios,
>;gritando mueran los frailes que son car-
>listas; que el teniente les contesto si
«quieren matar carlistas vayan à la mon-
»tana, y no à matar indefensos como VV.
>:'hacenv (4). De modo que la turba aludi-
da parecía una legión de espíritus infer-
nales.
Los chiquillos, o mejor, pilletes calleje-
ros, abundaron en las gavillas de los
amotinados (5); y que las malas mujeres
desempenaron un papel muy notable en
la presente tragèdia, me resulta probado
por tantos testigos que considero casi
imposible resenarlos. Raro es el anciano
que presencio aquellos hechos, que desde
la primera palabra referente a la turba
no testifique con asco la no corta parte
que en ella tomaron las mujeres. Indecen-
temente vestidas, solo con ropas interio-
res, y armadas de todas armas viles,
dando gritos de exterminio, formaron
parte de las turbas (6).
El Padre Juan Ferrer, en el huerto del
Carmen calzado, fué hallado por la turba
de mujeres, y de mano de ellas recibió
treinta y tres heridas, por una de las
cuales respiraba (7).
En el ya citado opúsculo inédito del
Padre Lector Jaime Roig se lee con
referència al convento del Carmen, del
cual el autor, siendo habitante, se íïnge
vecino: «Como vivia yo cerca del Cai^-
»men calzado, tengo muy presente que
«aquella comunidad tuvo dos heridos.
{4) Por caridad me callo el nombre,
(s) Relación de D. José Pachs en Barcelona a
20 de mayo de 1885.
(6) Son tantos los testigos que se hace impo-
sible la cita de ellos.
(7) A\e lo conto una respetable sefiora que lo
tenia de boca del mismo fraile. Barcelona 30 de
mayo de 1886.
LA REVOLLCIOX EN LAS CALLES
485
>/uno de ellos de muchísima gravedad
>-que no obstante sano, y tres muertos,
»uno de los cuales fué un joven corista
»que habiendo salido del convento por la
»inmediata callejuela de los Angeles, fué
xbrutalmente echado al suelo en la misma
»calle por unas ocho ó diez mujeres, y
»luego con sus peines, tijeras }• cuchillos
»le dejaron por muerto. Murió el pobre à
»los tres dias en el Hospital>í.
En el mismo callejón de los Angeles,
entonces angostísimo, bien que, a cosa de
su mitad, formaba una plazuela; en este
callejón, digo, o mejor en la plazuela, el
fraile servita Mariano Armengol, al huir
del convento, topo con la turba. Azoróse,
y para librarse dióse un punetazo en las
narices: así manchóse de abundante san-
gre, y tendióse en el suelo fingiéndose
muerto. Acercóse la turba, y luego le
reconoció por la rasura. Entonces una
mujerona, grandemente obesa, le descar-
gó sobre su cabeza un terrible garrotazo,
diciendo: «gracias a Dios que le he muer-
»to, pues le he abierto la cabeza». Mas
algunps de los presentes, movidos de
compasión, procuraron apartaria, dicién-
dole: «Deja a este que ya està muerto;
»ve por los vi vos». En esto se acercó
un piquete de artilleros, y salvo al fraile,
el cual no tenia herida alguna, porque
el palo de la mujer dió con la punta en
una piedra, y así no llego a la cabeza del
servita (1).
El Padre Pedró Bigas, trinitario calza-
do, huido del convento, y recogido en la
contigua casa de Ortega, contemplo la
turba desde los cristales de esta casa, y
me la describic pintàndola numerosa,
compuesta de hombres y mujeres con
punales, pistolas y hachas (2).
Una pintura semejante me delineo mi
respetable amigo Don Andrés de Ferran,
(i) ,Mc lo conto cl hermano del mismo fraile.
hcrmano que se llamaba D. Joaquin .Armengol.
Barcelona jo de febrero de 189?.
(j) Relación que me hizo en San Andrés de
Palomar a 5(5 de i unió de 1880.
quien vivia en la calle de la Canuda fren-
te la de Bot. Desde su casa vió pasar
algunes de los grupos de amotinados, y
dice que constaria cada uno de unos como
doscientos revoltosos, hombres, mujeres
desarrapadas y en panos menores, con
el punal en una mano, y la tea en la
otra (3).
Quizà aqui algiin adversario pretenda
ponerme en contradicción conmigo mis-
mo alegando contra mi proposición del
corto número de los amotinados los dos
últimos testimonios en que se habla de
turbas de unos doscientos revoltosos. Le
contesto que de los dos centenares hay
que restar los muchos chiquillos }• los
curiosos; y aun considerar que el tal
número peca de sumamente exiguo para
una revolución en la liberal Barcelona.
Ademàs quien lo puso en doscientos no
conto pausadamente los componentes,
sinó que lo echó a ojo de buen cubero,
siempre éste mas inclinado a ser aumen-
tado por la imaginación exaltada por el
extraordinario del hecho, que a ser dis-
minuido.
La esposa del hijo del hortelano del
Carmen calzado, presente a mis largas y
provechosas conversaciones con su muy
erudito marido, al llegar en una de éstas
a la intervención de las mujeres, me dijo
que ella habia conocido a un lego carmeli-
ta herido en el ojo por las mujeres, y le ha-
bia oido quejarse amargamente de ellas.
»«Siempre, anadía, siempre al lego se le
»escapaba esta exclamacion: ;las doiias!
>y;las(ioiias.'» El lego citaba como forman-
do parte de la turba femenina que le hirió a
dos apodadas <las monjas». Eran herma-
nas, mal habladas, descaradas, morenas,
feas, sin vergüenza, por las ferias ven-
dedoras de avellanas y cacahuetes, y en
una de las guerras de Espana un jefe
Posas las tuvo en capilla para fusilar-
las (4). El hijo del hortelano de San Pablo,
que viü las turbas que se enderezaban a
(ï) En Barcelona a ;o de mayo de 1892.
(4) En Barcelona a ?o de cnero de 1893.
486
LIBItO TRIICERO. CAPITULÍ
los Paúles, calificàbarae a las mujeres de
ellas de leones (1).
Vienen aquí muy al caso las siguientes
líneas del ya arriba citado Don Francis-
co de Paula Capella:
«LA PEINETA
»A1 dia siguiente, en uno de los pues-
»tos de las fruteras de la Rambla de San
»José, una mujer de figura ignoble, de
»lengua de víbora, decia entre blasfemias
»y palabras obscenas, mostrando una
»peineta que sujetaba mal su enmarafla-
»da cabellera: Con esta peineta he arran-
»cado los ojos de aquel mal fraile, y he
»acabado de rematarle. Muchas de las
»buenas vendedoras se apartaban de ella
»con horror, però la turba soez, hambrien-
»ta de sangre, la aplaudia.
»Esta mujer tenia un apodo que callaré
>y(se la llainaba la cap d'escombra) por
»respeto a su família, que sin duda vive
»aún y se avergonzaria de ella; solo sí
xdíré que era la màs desvergonzada, y su
>4engua la peor del mercado de San José.
»Sí una sirvienta se acercaba (i su puesto,
»y no la prometia un precio razonable por
»la fruta, ya podia taparse los oidos, pues
»la Uamaba todos los nombres que no
«constan en el diccíonario; y màs de una
»vez una pobre joven modesta huía lloro-
»sa, perseguida por la lengua de aquella
»furía. Sin embargo, à menudo se encon-
»traba con la horma de su zapato, y
»entonces se armaba una jarana tal, que
»concluía con vias de hecho, y unas
»veces zurrando, y otras zurrada, no se
»pasaba dia que no hubiera en la plaza
»por su causa un escàndalo mayúsculo,
»de cuyas resultas à veces llevaba en la
»cara y cuerpo las senales por mucho
»tiempo. Sus companeras la evitaban todo
»lo posible, y tenia en el mercado muy
»pocas amigas, Su casa era un verdadero
»infierno, y no se pasaba dia que nosuce-
»díesen en la família escenas las mas de-
(0 D. Jacinto Llansana. Barcelona o de iunio
de i886.
»plorables. Pasaron de esta manera algu-
»nos aflos.
»E1 caràcter de esta mujer era cada dia
»peor. Aborrecida de todo el mundo, un
»dia tuvo una reyerta con su família, la
»cual la dejó gritando y presa de un
»exceso de furor. Era la hora del merca-
»do, y fué como de costumbre à ocupar
»su puesto; però estaba fosca, y apenas
^^hablaba, cuando se acercaban à com-
»prarle la fruta que aquel dia vendía,
»contestaba apenas y con malos modos;
»por fin, antes del medio dia, díjo à la
»que vendía à su lado, con quien no se
»trataba tiempo hacía, si quería guardar-
»le el puesto por unos ínstantes. La otra,
»que era una buena mujer (de apodo la
»NAs), se presto à ello; però pasó el tiempo
»y la de la peineta no volvíó. Una persona
»de la família fué al puesto y pregunto
»por ella, dícíendo que la casa estaba
»cerrada, però le dijeron que hacía rato
»faltaba. Algunas vendedoras acompana-
»ron à aquella persona temiendo alguna
«desgracia: fueron à la casa de la desdí-
»chada, Uamaron en vano à la puerta. Se
»díó parte à la autoridad, se descerrajó
»la puerta, buscóse por todas partes à la
»mujer, però esta no parecía. En la cocí-
»na había un pozo, uno se asomó para ver
»sí se había arrojado à él, y así era en
»efecto. Entre el agua flotaban unas
»sayas, y fué extraida cadàver. La ínfe-
»liz se había suícídado.
»Muchas vendedoras hay aún en el
»mercado que se acuerdan de la mujer
»de la peineta y algunas veces la cítan
»por ejemplo.
»Y no fueron estos dos sucesos los que
vhícíeron palpable la justícia de Díos en
»castigo de uno de los mayores crímenes
»que se han cometído durante este síglo.
»Volúmenes enteros no bastarian para
>^contenerlos. Todos cuantos vivímos hoy,
»hemos vísto las resultas de este crimen,
»el cual pesarà eternamente sobre Espa-
»na; y sí se mira despacio la historia de
»todas las personas que tomaron parte
»directa ó índírectamente en tan terrible
»draraa, se vera que desde la clase màs
LA REVOLUCION EN LAS CALLüS
487
ïelevada a la mas humilde, sobre todas
»ha caido el castigo de Dios, como cayó
»sobre el hombre de la barra de hierro, y
»la mujer de la peineta» (1).
Que las turbas daban repugnantes vo-
ces, no puede dejar de suponerse; silban-
do y gritando '<viva la libertad, mueran
los frailes, mataries, etc»; y ademàs lo
atestiguan varios ancianos.
En un libro publicado en Barcelona
en 1842 y 45, y por cierto nada favorable
a los frailes, y marcadamente liberal, leo:
«Al entrar la noche empezaron algunos
»conventos íí ser asaltados por turbas que
> lo traían todo dispuesto para el incen-
í'dio.... Las turbas no obedecian,nihacian
»el menor caso de sus amonestaciones
•>•>{(! c la tropa]\ si se alejaban de un punto,
»se iban k otro, y siempre con la mani-
»fiesta intencion de pegar fuego a los
»con ventós....
xPocos, mu}' pocos eran los que estos
»atentados vandàlicos cometían; mas los
«espectadores eran infinitos. Toda la
«noche fueron pobladas las calles de
«curiosos, y à la madrugada siguiente se
«trasladaban en procesion de uno à otro
«convento para presenciar los estragos
«del incendio, que se apacentaba todavía
»de cuanto combustible iba encontrando.
»Muchos religiosos perecieron en sus
«conventos; otros por las calles mientras
«se fugaban disfrazados, sin que les valie-
»ra el disfraz para escapar de la diabòlica
«penetracion de las turbas. Hasta las
«mujeres tomaron parte en esta horrible
«matanza, aplastando las cabezas de los
«fugitives, que caian en sus manos, con
«piedras que prolongaban su agonia y
«hacian màs horrorosa su muerte» (2). De
modo que, según este texto, escrito por
contemporàneos de los hechos ante los
mismos que los presenciaron, y por plu-
(i) En Kl Correo Calaldn del 29 de febrero de
1880, pàg. 3.
(2) Panorama, espanol. Crònica contempord-
nca. Por una reunión de amigos colaboradores.
Barcelona de 1842 i '84;, tomo III. pàgs. ^8
y -10.
mas liberales, se asegura que las turbas
lo traían todo preparado para el incen-
dio, que se componian de muy pocos eje-
cutores, que al otro dia el pueblo visitaba
como en procesion los incendies, que las
mujeres tomaron en la matanza parte
crudelísima, repugnante y principal, y
que los razonamientos de las fuerzas pú-
blicas nada valían: iasí serian ellosl jSí,
así serian ellos, ya que se trata de disci-
plinados soldados contra cuatro amotina-
dos y cuatro mujeres!
Y a f e que la autoridad y sus agentes
no debían témer las armas de esas turbas,
pues a diferencia del degüello de Madrid,
aquí los agresores no usaron ni llevaron
un solo fusil, ni arma de fuego larga,
hecha solo excepción de los que atacaron
a los Paúles. En algun punto se vió entre
ellos algun nacional de uniforme, però no
por regla general, pues si los había entre
los amotinados, que realmente los hubo,
vestían de paisano. Y digo que los hubo
porque en las primeras turbas figuraban
con su uniforme algunos de los naciona-
les del piquete de la plaza de toros, y por
cierto que pertenecían al batallen 2.°
Però, como digo, los demàs nacionales
que tomaron parte en la revuelta vestían
de paisano. Las armas de los amotinados
de Barcelona eran pistolas, de las que fué
rarísimo el disparo, sables, estoques,
punales, cuchillos, palos, leznas de zapa-
tero, tijeras, piedras, y hasta peinetas de
mujeres; es decir, armas despreciables e
innobles. En la relación de los asesinatos
quedaran muy luego comprobadas estàs
noticias. Losgrupos de revoltosos alum-
brabanse de antorchas, o sea hachas de
viento, según el modismo de esta tierra,
las que no solo les servian para luz, sinó
para botafuegos.
Los jóvenes que leeràn estàs líneas no
han visto por suerte revoluciones, como
desgraciadamente las hemos presenciado
en Barcelona los ancianos, y asi no pue-
den formarse idea de esas turbas revolu-
cionarias. Se componen de unas gentes
nuevas, repugnantes y espantables. El
aspecto de sus hombres delata sus per-
488
LIBUO TliRCEKO. — CAPITULO NOVKNO
versas ideas 3' peores deseos: sus caras
sonantipàticas.ennegrecidas, ferocesisus
gestos amenazadores; sus voces roncas y
destempladas; sus gritos exigentes, ven-
gativos; su fisonomia en total la de la
fiera humana. Siempre que las he vlsto,
he oido a la gente pacífica preguntarse:
tde dónde salen estàs figuras que en
tiempos normales no las encontramos en
ninguna parte? Y en sus dias la autoridad
suele ser nula, y no hay quien cohiba y
reprima aquellos gritos de venganza y de
exterminio; y así el ciudadano pacifico
tiembla y se aterroriza. Libreme Dios de
presenciar una màs de las varias revolu-
ciones que llevo vistas y sufridas. Però,
a lo que se ve, las turbas del dia de San-
tiago de 1835, si presentaban el aspecto
repugnante de las de otras revoluciones,
no el terrible, soberbio y dominante, y así
no podían ser parte para amedrentar a
la fuerza pública reglada y organizada.
ARTICULO TERCERO
ORDEN CRONOLÓGICO DE LOS
INCENDIOS, Y SU MOOO
Si no ofreció dificultad hallar y des-
cribir precisa y fijamente el curso que
siguió la turba que arrastró el toro, pre-
senta mucha fijar el orden cronológico,
o sea de las horas, en que se perpetro el
incendio de cada cenobio. La turba del
toro, por ser única, hubo de pasar sucesi-
vamente por unas calles tras de las otras,
y por meter inusitada buUa llamó fuerte-
mente la atención en todas ellas, y así
quedo conocida. La incendiaria se distri-
buyó en diversos grupos, y por otra parte,
si respecto de algunos conventos hubo
sucesión en el incendio, respecto de otros
existió simultaneidad. AdemAs los testi-
gos que presenciaron los hechos, muy
ajenos de que un dia debiese mi imperti-
nència iries a interrogar respecto de la
hora, al presenciar aquellas desgracias y
atentados, no ponían los relojes en sus
manos, para luego apuntar los momen-
tos, y en su dia certificúrmelos; y así ^
todos, al tratar de las horas, afladen a sus
dichos un «poco màs o menos»' o un
«seria» tal hora.
A estàs dificultades se junta la de que
algunos conventos no sufrieron un solo
ataque, sinó varios, y por lo mismo fàcil-
mente se confunden los momentos de
unos de estos con los de otros. A pesar de
tales dificultades, però marchando sobre
el movedizo terreno del «poco màs o me-
nos», intento tejer aquí el orden cronoló-
gico de los distintos asaltos.
Escribí ya en un articulo anterior que
la turba procedente de los toros, al pasar
por la plaza de San Sebastiàn, ho}' de
Antonio López, dejó en completa paz la
casa religiosa que daba nombre a dicba
plaza, sea que no reparase en ella, sea
que otros intentos la hicieran córrer
hacia distintos conventos.
Dije también que sin duda la misma
turba fué la que, claro aún el dia, cruzó
por frente de la Merced, armados sus
individuos con sables, palos y otros ins-
trumentos; y que se limito a romper por
medio de pedradas cristales de las venta-
nas, y a amenazar con una segunda
visita.
Esto escribí arriba, y debò anadir aquí
que esta primera visita la recibió la
Merced a eso de las seis, o seis y pico de
la tarde. Así me lo conto uno de los
frailes coristas de la casa, de nombre
Benito Tiana (1). Otro de igual clase, el
Padre Martin Aymerich, vino con sus
palabras a confirmarme las de Tiana,
discrepando solo, y a mi ver éste con
razón, respecto de la hora. «Desde las
»ventanas del conventc vimos corridas,
»me dijo, por la parte de la plaza de Pala-
»cio a eso de las siete, y cuando todavía
»el sol no se había puesto. Las puertas
»del convento, al anuncio de revolución,
»que vino antes, se cerraron. Llego en-
»tonces con gran grita una turba, com-
»puesta en su mayoría de ninos armados
(t) Relación que me hizo en Barcelona a
de junio de 1880.
LA REVOLCCION EN LAS CALLES
489
»de trozos de sillas y oiros maderos pro-
»cedentes del destrozo de la plaza de
xtoros, y con ellos golpearon la puerta
»del convento y la apedrearon, largàn-
»dose luego. No llevaba esta turba el
»toro» (1).
Los dos testigos presenciales, o mejor
víctimas, del hecho, de consuno explicà-
ronme que mas tarde los revoltosos cum-
plieron su amenaza, volviendo al con-
vento, según Tiana, de ocho a nueve de
aquella velada. Entonces la turba conta-
ba con mayor número de individuos, ocu-
pando la calle y plazuela de frente del
convento. Golpeó íuertemente las dos
puertas de éste, produciendo profundo
espanto en el animo de los religiosos;
però luego se marchó hacia San Francis-
co de Asís. Aymerich cree que la retirada
procedió de espontàneo movimiento de
la misma turba; mas Tiana dice que de
los buenos oficiós de un capitàn de milicia,
vecino, que reunió a sus subordinades, y
con ellos protegió el cenobio.
£1 corredor de Bolsa Don Joaquín
Auger y Tusquets, hombre sesudo y gra-
ve, que vivia en la calle Ancha, al caer
de aquella tarde, había salido de casa, y
paseando por su dicha calle vió venir la
turba procedente de la plaza de toros.
Para evitar ser de ella atropellado metió-
se en la entrada del palacio del Conde de
Santa Coloma, hoy de lossefiores Girona.
Allí habia tres sujetos, a saber: El baca-
llané, un alto militar, cuyo nombre por
caridad me callo, y otro del cual quien
me dió la noticia, oïda de boca del mismo
senor Auger, no recordaba el nombre,
bien que le parecia ser también militar.
Al pasar la turba Auger vió como estos
seftores que allí estaban le hablaron fra-
ses que él no entendió, y supuso eran ins-
trucciones (2).
(i) iíclaciòn que me hizo en Gerona, de cuya
catedral era canónigo. a 5 de agosto de 1883. —
Ratifica el paso de esta turba y la pcdrea y anie-
nazas el otro corista P. Juan .\lvarcda en Barce-
lona en febrero de 1882.
(2) .Me lo diio un seiior a quien el Sr. .\uger
El primer convento al que se intento
poner fuego fué el de San Francisco de
Asís; y tan pronto, que un entonces joven,
que vió el toro allende aún de la puerta
del mar, y adelantàndose a la turba que
lo arrastraba, entro en la ciudad, y corrió
por la muralla del mar, al llegar frente la
plaza hoy de Medinaceli, vió ya que se
arrimaba lefia a la puerta de la iglesia de
San Francisco de Asís (3). Opino que
dicho joven se equivoca al creer que este
acto de arrimar el combustible prece-
diese al paso por allí del toro arrastrado,
però de todos modos certifica que el inten-
to de incendiar a fra vicnors siguió inme-
diatamente al indicado arrastramiento.
Exactamente concorde con esta afirma-
ción, el hijo de un empleado de la plaza
de toros contóme que, luego de ver las
proporciones que tomaba aUí el tumulto,
su padre, Uevàndole a él de la mano, se
vino para casa; y que al pasar por la
calle Ancha vieron el arrastramiento del
toro, y que se empezaba a poner fuego a
San Francisco (4).
Mi buen amigo el anciano Don Fran-
cisco Macià, al cual pedí noticias sobre la
revolución que historio, me dió verbal-
mente muchos datos, y después, no con-
tento con ellos, me los entregó escritos.
Copio a seguida una de las pàginas de
este su escrito: «En seguida, que eran las
»siete de la tarde, que había quedado la
»plaza de toros despejada del tumulto, se
»marcharon las fuerzas que guarnecían
>idicha plaza cada una à su respectivo
»destino, y la companía del 6.° Batallon»
''en ella foruiaba en aqiiel acto quien
eí.cribió)uc estàs lineas), «mandada por
»un teniente, tuvo noticia en aquel mo-
»mento que se pegaba fuego en el con-
lo habia contado. .Me lo dijo en Barcelona a ji de
octubre de 1892.
(5) D. Jacinto Llansana. Barcelona 9 de iunio
de 1886.
(^) Este hijo del empleado, que fué quien me
lo dijo en Barcelona a 7 de abril de 1880. era mi
muy querido amigo el Dr. D. Jaime Arbós, cèle-
bre quimico.
490
:ai•i i i lo .n«:
»vento de frailes franciscanes, situado en
^>la plaza del Duque de Medinaceli. Acto
«continuo dicho Sr. Tenientecon su com-
»panía se dirigió à paso doble hàcia dicho
»convento, que estaban tocando à rebato,
»y los alborotadores, compuestos de unos
»doce, estaban pegando fuego à unas
»faginas, que estaban en la puerta de
*dicho convento. Tambien había un pique-
*te de Caballeria que había venido de
»Atarazanas y estaba presenciando aque-
»llos malhechores, però sin decirles nada;
»y con esto solo se comprendía que la
»jugada era cosa del gobierno» (de Bar-
celona). «Acto seguido la companía cita-
»da que había acudido à favor de los
«frailes, ó bien contra los incendiarios,
»viendo que no se prendía à los revolto-
»sos, entro en confusion y disputas, por-
»que unos individuos se pusieron à favor
»de los revoltosos, y otros en contra.
»Entonces el teniente, como no tenia
»ninguna orden superior, dispuso que
»dicha companía rompiese filas à íin de
»que cada uno se marchase à su casa,
»quedando en dicho sitio el piquete de
»Caballería presenciando como los incen-
»diarios incendiaban las faginas descara-
»damente» (1).
De otro anciano, también testigo pre-
sencial de los hechos, proceden las
siguientes noticias referentes al mismo
convento, las que vienen a confirmar lo
dicho por el senor Macià. San Francisco
abría a la via pública dos puertas: la de
frente la calle Nueva de San Francisco,
y la de la plaza del Duque de Medinaceli,
llamada esta puerta de San Antonio.
Mientras los incendiarios ponían fuego a
la primera, un pelotón de caballos del
Regimiento número 4, o sea del Infante,
lo presenciaba inmóvil formado frente la
puerta del Marqués de Alfarràs, es decir,
separado de los incendiarios por el ancho
de la calle del Dormitorio. Después se in-
tento poner el fuego en la otra puerta (2).
(i) Ale entregó este escrito en octubre de i88-).
(2) D. Àngel del Romero en Barcelona en
abril de i8ço.
En la misma tarde paseaba por la
muralla del mar el Senor Don Tomàs
Illa y Balaguer, a la sazón concejal de
Barcelona; quien notando que un nino
que pasaba venia llorando, se le acercó
y le pregunto por la causa de su llanto.
Contesto el chico que tenia un tio fraile
francisco, y que iba a ser quemado su
convento. Illa, devoto de la justícia, de la
Religión y de los frailes, corrió a la plaza
de Medinaceli, y halla puesto el fuego, y
en la misma plaza una tropa con su jefe
al frente. Illa se dirige a éste, y le dice:
«Soy un regidor de Barcelona. rV. mira
»esto impasible?» El jefe le responde: «Sí,
>v:y qué?» Replica Illa: «<Pues cómo per-
»mite V. semejante atropello?, ;y quién
»responde de lo que haràn las llamas?» La
segunda contestación del jefe fué corta,
però elocuente: «Yo nada haré».— «Pues
»yo sí,» replico Illa; y viendo en el balcón
de enfrente, o sea del palacío del Conde
de Santa Coloma, hoy del senor Girona,
tres criados que acurrucados observaban
el repugnante espectàculo, se dirige a
ellos, y les manda que le bajen dos cubos
(dos galledas). Las toma, atraviesa veloz
la plaza, se sube sobre la baranda del
abrevadero que había junto a la puerta
de San Antonio, y desde allí va Uenando
los cubos y echando el agua al fuego para
apagarlo.
En esto llego allà el teniente de Rey y
Gobernador de la plaza el Brigadier
Ayerve (3), y dirigiéndose a Don Tomàs
le dice: «;Qué hace V. aquí*. Responde el
preguntado: «Recuerde V. lo que prometí
»en la reunion de autoridades que tuvi-
»mos ha pocos dias: dije que moriria
»antes que consentir los atropellos de
»Madrid y Reus, y así estoy aquí para
»cumplirlo». Replica Ayerve: «Por Dios
»vaya V. al Ayuntamiento, y vea que se
reuna».— «Bien, dice Illa, però ^si en el
«transito hallo fuerza pública me autoriza
(3) Le Uamo Gobernador de la plaza porque
asi se le nombra en documentes de pocos dias
anteriores al hecho y en otro del dia 31 del mismo
mes.
I.A REVOL
,1UN EN LAS CALLES
491
»V. para utilizarla?» El Brigadier con-
testo afirmativamente (1). Harto sabia el
revolucionario Brigadier, consocio de los
incendiarios, que las fuerzas del ejército
ninguna obligación tienen de obedecer a
regidores de ciudades y mucho menos por
ordenes verbales transmitidas por quien
carece de facultades militares.
Luego vino de Atarazanas un edecàn
con ocho caballos, quien dirigiéndose a la
turba incendiaria, le mandó quitar el
fuego diciéndole que el incendio podia
producir un contlicto grave en Barcelona
en razón de la proximidad del fuerte,
donde se guardaban muchos proyectiles
cargados y municiones. Los de la turba
reconocieron el valor de esta razón, y
quitaron el fuego (2). Opino que quedaron
allí algunos soldados guardando el con-
vent©, y así éste salió ileso.
Salieron de Atarazanas unas piezas de
Artilleria, y se colocaron en la Rambla
de Santa Mònica frente el actual pasaje
del Comercio, apuntando hacia tierra.
Esto produjo el natural temor en las gen-
tes, las que huyeron corriendo; mas muy
luego, como vieron que no se disparaban
las piezas, se fueron acercando basta
venir sobre ellas (3). Y sin duda conocie-
ron los revoltosos o que la amenaza era
fingida 0 que solo se trataba de salvar el
fuerte de Atarazanas, ya que allí mismo,
a pocos pasos, mataron al traile Fr. Ma-
nuel Pallàs.
Siguiendo hacia la Rambla, y por esta
(i) Relación de D. Jacinto Burdoy, quien no
dudo lo tenia de boca de Illa. Barcelona i." de
diciembre de 1881. Ademús D. Antonio Escolano.
cèlebre administrador del Banco de Barcelona,
también me habia contado la parte principal de
lo narrado por Illa, por haberlo oido de boca de
éste. También D. Joaquin Rubió y Ors tenia de
boca de Illa la inacción del militar y el acto de
apafíar Illa el luego. Me lo dijo el mismo senor
Rubió.
(2) Relación de D. Ramon Nivera. curioso
presente al acto. Barcelona 31 de marzo de 1882.
(3) Relación del entonces cadete, después abo-
gado D. José Ortega. Barcelona 8 de junio de
arriba, se daba muy pronto con el con-
vento de agustinos descalzos, o de Santa
Mònica; el cual por fortuna también que-
do sin quebranto material, como que aún
hoy, bien que ruinoso, se mantiene en
ple. rCómo se salvo? Quizà en el primer
hervor del tumulto pasó olvidado. Però
respecto a la causa de su salvación he
visto dos explicaciones. El opiisculo iné-
dito del Padre Jaime Roig escribe: «Al
«extremo de la Rambla, cerca del fuerte
»de Atarazanas, habia el convento de
»PP. Agustinos descalzos, y al ver un
>A'ecino contiguo à la iglesia que un joven
»estaba A punto de incendiaria, pregun-
»tòle: <cuànto te han dado para hacerlo?
»Contestò él: una onza.— Pues te doy dos
»y déjalo. A esta circunstancia se debió
»la conservacion de dicha iglesia hoy
»parroquia de San José, y la del convento
»donde hay afios hace las oíicinas de
xadministracion militar y la habitacion
«de su gefe« (4). Hoy estàs oficinas y habi-
tacion no estan-
Un anciano colaborador del Diarto de
Barcelona me afirmo que realmente los
incendiarios trataron de abrasar esta
casa religiosa, però que bastó la oposi-
ción del centinela del próximo fuerte de
Atarazanas y que les apuntarà el fusil
para ahuyentarlos (5). Bien pudo ser que
Santa Mònica debiera su salvación a la
proximidad al nombrado fuerte, y que los
incendiarios, al ver que esta proximidad
salvaba al cenobio franciscano, deduje-
ran que no dejaría de aprovechar al
agustino, y así que no se empeflasen en
incendiarlo.
Palabras de Raull vienen a fijar la hora
en que las turbas se dirigieron hacia el
siguiente convento, o sea el de Trinitarios
descalzos, ahora teatro del Liceo. «De
»las ocho y media A las nueve de la noche»
(opino que el Iicclio sucedería un poca
antes) «se iban formando algunos grupos
»en la plaza del Teatro (Principal) y en
(-1) Pàg. 41 del mms.
(5) Relación de D. Cayetano Cornet y .Mas.
Barcelona 30 de diciembre de 1893.
492
LlbRO TKRCERO. — CAPITULO NOVENO
>4a de la Boquería, que engrosaban por
»momentos. En vano intento separaries
»la gfuardia del teatro y algunos soldades
»de Caballería destacades de Atarazanas.
>^Se iban de una parte para reunirse en
»otra; se conocia que liabía intencion
»decidida>^ (1). jComo que habia un plan
completo! Dirigiéronse en seguida a los
Trinitarios, que tan próximos los habian.
Pusieron el combustible, però fuera por
la naturaleza y clase de las puertas, fuera
por la inexperiència de los autores de este
primer incendio, el fuego no prendía; y
así la operación alargóse por mucho rato.
Entretanto un lego corrió al campanario,
y comenzó a tocar la campana pidiendo
auxilio. Y tanto se alargó la operación
del incendio, que antes se levantó sobre
las techumbres la llama del siguiente, de
San ]osé, que la del presente.
El deseo de dar completas en cada
articulo las noticias a él pertenecientes,
pide que reproduzca aquí un aparte del
primero de este capitulo, aparte referen-
te a este convento. En él escribi que,
concorde con RauU en lo tocante a la
hora del ataque de esta casa, un corista
del convento agustino de Barcelona, entre
ocho y nueve de aquella noche, desde su
próximo cenobio, vió arder el de Trinita-
rios descalzos; y un respetabilísimo veci-
no de enfrente, el venerable abogado don
Pedró Vives y Cebrià, contaba que para
poner fuego a dicho convento tuvieron los
inceudiarios que emplear mucho rato
porque la llama no prendía.
Un curioso episodio de este incendio
conto el erudito don Francisco de Paula
Capella en el siguiente articulo que pu-
blico afios atràs con el nombre fingido de
Galceran Despuig. Dice así:
«EL CASTIGO DE DIOS
»LA BARRA DE HIERRO
»Los sucesos que voy A relatar no son
»pura invencion, sinó ciertos. La muerte
(i) Obra cit.. pàg. 35 de la primera edición y
34 de la segunda.
»del hombre la presencio yo mismo;
»y si bien todo sucedió cuando yo era
»niílo, lo tengo tan presente como si su-
»cediera ho}', pues hizo en mi una impre-
»sion tal que no se borrarà en mi vida.
»Muchas personas viven hoy en Barce-
»lona que se acordaran de que a falta de
»la plaza del mercado de San José, y aún
«cuando este existia ya, servia de merca-
»do la acera izquierda de la rambla
>41amada de S. José, ó de las flores, en
»cuya acera habia los puestos de la fru-
»ta. (La acera y arroyo occidentales).
»L)os pilares de piedra de la elevacion
»de un metro, unidos por medio de una
> barra de hierro, cerraban desde la ma-
»nana hasta bien entrada la tarde la
«embocadura de dicha acera, pues esta-
»ban colocados à la distancia convenien-
»te, y la longitud de la barra era igual a
»lo ancho de la acera, la cual servia para
»impedir el paso por ella de los carruajes.
»A1 anochecer se hacia girar la expresa-
»da barra, y se la apoyaba en un tercer
»pilar situado A igual distancia à lo largo
»de la Rambla.
»Aun me parece ver à los chicos calle-
«jeros, que tanto abundan por el Llano
»de la Boquería, cual indòmites diablillos,
»dando volteretas en la expresada barra
»a guisa de molino de viento ó campana
»echada al vuelo, à les cuales alejaba de
»allí à pescozones un guarda-paseos, y
»volviendo à las andadas apenas habia
»vuelto la espalda, con gran bulla y alga-
»zara y con no poca envidia mia, pues
»mis padres no me permitieron tomar
»parte en semejantes jueges.
»Sin embargo llego un dia, dia trista
»para Barcelona, en que se imprimió una
»mancha indeleble en el puro escudo de
»la noble ciudad condal y que està escrito
»con sangre en una pàgina negra de
»nuestra historia: el 25 de Julio de 1835.
»Aun me parece ver à una turba soez
»arrastrando por las calles un toro muer-
>^to, dando veces de jmueran los frailes!
»Yo miraba à mis padres asustados; y
»como era la primera vez que veia el
»pueblo alberotade, no hacía màs que
LA REVOlXCtüN EN' LAS CALLES
493
«preguntar lo que era aquello. Cerràron-
ïse las puertas y corrió la gente asustada;
»pero vino luego la noche, y aun me pa-
»rece ver la Rambla iluminada como en
»medio del dia.
j>Los conventos de San José, de los Tri-
«nitarios y de San Agustin ardian, y la
»claridad de las llamas hacia que à las
»doce de la noche fuese mas claro que à
»las doce del dia.
"Se oia primero el triste tanido de las
»campanas, con las cuales los infelices
«religiosos pedian un socorro que no ve-
»nia.
«Despues la campana callaba y el con-
»vento ardia. Oh! qué noche! qué noche!
»Cuando acababa de ser incendiado el
«convento de los Trinitarios Descalzos,
«compareció (por sarcasmo sin duda) un
«piquete de caballería, y mandó despejar
»el Llano de la Boquería. Los incendia-
»rios huyeron.
»Aun me parece verlos; todos ibanves-
»tidos igualmente; pantalon blanco y en
»mangas de camisa; es decir, todos blan-
»cos, con teas encendidas en las manos,
»con faginas de lena seca ó botellas
«incendiarias. Sin embargo, uno de ellos
»fué mas atrevido, y en lugar de obede-
»cer al gefe de la caballería que le inti-
»maba que se retirase, se empefió en
«acercarse al convento. Por tres veces el
«gefe le amonesto, 3' por tres veces quiso
«arrimar la tea incendiaria al convento;
«perdida la paciència del gefe, la empren-
»dió ;l galope tras él, quien fuera de sí
«por el miedo, huyó hacia la acera
«izquierda de la Rambla de San José.
«Aquel dia, por un descuido sin duda
«del guarda paseos, la barra de hierro
> cerraba aún horizontalmente la entrada
>de la acera. El incendiario perseguido
«por el ginete, sin echar de ver la barra
«de hierro, con la cual no contaba en su
«vertiginosa corrida, dió un golpe de
«pecho contra ella, y dando una voltere-
»ta d imitación de los nitios callejeros,
«cayó A la parte opuesta, en donde quedo
xtendido y sin movimiento.
«Cuando el ginete volvió a su lugar los
«compafieros del incendiario se acercaron
>àél.Uno le toco con el pié, però no se
«levantó. Otro le tiro de los brazos, todo
»fué en balde. Habia muerto. Entonces,
»(aun me parece verlos) lo arrastraron
>'Por los pies, y le arrimaron à la pared
«de la casa que hace esquina à la calle de
>la Boquería frente à la fuente.
«Las llamas de los Trinitarios, hoy Li-
«ceo, alumbraban el cadàver del que tal
»vez fué el primero que puso fuego en el
«convento. Cuando el dia siguiente las
> literas trasladaron al Hospital de Santa
«Cruz los cadàveres de los infelices reli-
»giosos víctimas de una turba soez, entre
«las expresadas víctimas estaba tambien
«el cadàver de uno de sus asesinos» (1).
Estàs líneas escribió Capella para el
publico, mas en intima conversación me
dijo a mi mismo, que un piquete de caba-
llería estuvo siendo mero testigo del
incendio del convento de Trinitarios des-
calzos, y que después fué cuando quiso
evitar que continuase el hecho; y enton-
ces uno de los jefes decía a los revolto-
sos: «id por otro, que este ya arde»; y que
como uno de los revoltosos se empenase
en arrimar mas lena, el militar le envis-
tió con el caballo y sucedió la muerte del
de la barra de hierro (2). Ya arriba, en el
articulo primero de este Capitulo, escribí
que son varios los testigos que nos certi-
fican de que la tropa presencio inmóvil
el incendio de esta casa religiosa, y en fin,
no hay mejor testigo que los hechos, pues
todos sabemos que ardió a pesar de
hallarse situada en el lugar màs publico
de la Ciudad, por donde cruzaban las
patrullas.
El templo de este convento no fué que-
mado, o lo fué poco; però sí las habita-
ciones 0 convento estrictamente dicho, de
cuyas ventanas brotaban grandes llamas.
(í ) En El (^orreo Cal•ildn del jo de febrero
de i8<So. — También el Sr. Capella publico estàs
noticias firmandolas con sus nombres en El Dia-
rio Catalàn del jí de iulio de 1801.
(j) ,Me lo diio en Barcelona a i.) de iunio de
uSSi.
494
LiiiUn tl:uci£RO. — capuilo novkno
Seguidamente de los Trinitarios los re-
voltosos pasaron a San José; y arriba,
también en el articulo primero de este
Capitulo, un fraile de esta casa nos certi-
fico de la hora y modo del comienzo del
ataque. Escribe: «Por fin íbamos retiran-
»do cada cual à su celda. Serian las nueve
»de la noche, y yo que tenia la mía cerca
»de la reja que daba à la Rambla, curio-
»samente me acerco A dicha reja, y veo
»que de la parte de Atarazanas venia una
»multitud gritando (no entendi lo que
»decian), y siguiendo à unos cuatro ó
»seis, que con los brazos levantados
»llevaban una antorcha encendida en
»cada mano. Me causo mucha novedad
»aquello, no malicié lo que era. Seguian
»bramando hasta llegar írente íí la igle-
>ísia, se acercan à ella, y empiezan A dar
»fuertísimos golpes al rastrillo de hierro,
»que en pocos momentos cedió, y vino al
»suelo. Cuando vi aquello doy un fuerte
»grito: jYa estan aqui! Han tirado el
»rastrillo ú. tierra y prenden fuego à la
»Portería, sàlvese cada uno como pueda,
»3'a estan dentro».
Respecto el modo del incendio, disien-
ten los relatos de dos testigos.ambos pre-
senciales. En prueba de mi inquebranta-
ble amor a la verdad insertaré los dos.
El primer testigo, aunque, mas que de
tal, debe calificarse de actor en esta tra-
gèdia, es el descarriado aprendiz arriba
citado. Su declaración encaja perfecta-
mente con el anterior relato de Capella.
Me dijo que después del arrastramiento
del toro y de otra excursión se dirigió a
San José. Llegado allà, todavía el con-
vento no ardia, y los incendiarios estaban
a su frente para entrar, però mientras
discutían o hablaban, sufrieron una alar-
ma, porque del lado de la calle de la
Petxina se vió un tumulto, efecto de que
se queria matar a un hombre. Así me dijo
el aprendiz; mas yo creo que el hombre
seria la muerte del infeliz de la barra de
hierro y el tumulto el acto de recogerle
de la relación de Capella. En esto venia,
continuo, de la parte del llano de la Bo-
quería una patrulla de caballería de unos
veinte caballos. Queria esta fuerza disol-
ver la turba de frente San José, mas un
hombre de esta, que vestia levita amari-
llenta de verano y gorra roja de marine-
ro, se adelantó y habló al jefe de la
patrulla. Este le contesta: «Hombre, me
»comprometes». El de la gorra roja le
replica: «iQué compromisos? Da una vuel
»ta, y vuelve». El de la turba al mismo
tiempo desabrochó su levita, y mostro al
militar algo que llevaba bajo de ella. El
militar dió la pedida vuelta. Las palabras
del oficial y del hombre de la gorra roja,
el aprendiz, de cuya boca lo tengo, las
oyó. Y en este episodio creo descubrir
otra conveniència entre el aprendiz y el
sefior Capella, pensando que el oficial de
caballería que aquí no quiere comprome-
terse, serà el mismo que en el Llano de la
Boquería persiguió al infeliz de la barra,
el cual jefe con sus caballos subia Ram-
bla arriba.
Sigue el aprendiz, y dice que cuando
esto sucedía la turba ya había forzado la
puerta del templo, y la cortina de ella
empezaba a arder; pues afiade que «la
»iglesia de San José tenia a su frente un
»pórtico de tres arços cerrado por una
»verja de hierro, cuyos barrotes termina-
»ban en punta de lanza. Como estos
»barrotes sin gran dificultad se arranca-
»ban de sus travesanos, todo el mundo en
»aquel momento del incendio se apode-
»raba de un barrote, con lo que quedaba
»armado de una lanza. Una vez la turba
»en el porticó forzó el cancel; hizo caer
»el portier ó cortina de la puerta, la que
»por lo mismo quedo extendida, y le puso
»fuego. Con esto quedaba impedido el
»acceso por la puerta central, però resta-
»ban las de los lados. Los revoltosos
»entraron por estàs, y arrimaron à la
»puerta principal los bancos, los confe-
»sonarios, íos cuadros, y cuanto hallaron
»A mano, con lo que se produjo allí una
»hoguera espantosa desde la cual el
»voraz elemento se propagaria al resto
»de la iglesia».
Allí el mentado aprendiz halló una
bayoneta, como ya arriba nos había
LA REVOLCCION EN LAS CALLES
495
dicho. Con ella corrió a forzar el cepillo
de las limosnas de una capilla, quedando
chasqueado al encontrar en él solo mise-
rables ochavos en lugar de las fuertes
cantidades por él allí sonadas. Y a los
autores, descarada o vergonzantemente
encomiadores de aquella revolución, que
escriben que en aquella noche no se
robo, y sí solo se persiguió, les echo en
rostro el hecho de que cuando el aprendiz
llego con la bayoneta al cepillo, cuatro
habían Uegado ya antes de él, guiados del
mismo injusto espíritu; y si esto no bas-
tarà, otro testigo, hablando de este con-
vento, nos dirà el robo sin medida que
sufrió el convento y la sacristía. Mas
acabemos el relato del aprendiz, el cual,
no pudiendo ya soportar el humo inmenso
que invadió el templo de San José, salió
deél.En este ataque el aprendiz vió a
varios nacionales, bien qúe no de unifor-
me, formando parte de la turba.
El segundo testigo es un curioso muy
amigo de presenciar los acontecimientos
públicos, quien me dijo: «Después de
»cenado salí de casa, y me encaminé à
»San José. Allí junto A la puerta de la
»iglesia había cuatro ó cinco hombres.
»Abierta la puerta, nada se veia del inte-
»rior dominado de completa oscuridad.
»En esto los del umbral clamaron à otros
»de dentro: '<cuando esteis à punto avi-
»sad». Estos respondieron: «pues ahora»,
»é inmediatamente se oyó ruido de que-
»bramiento de vidriós, que opiné prove-
»nir de haber arrojado contra los reta-
»blos y muros botellas de liquido infla-
»mable. Entonces se dió el grito de: «todo
>:el mundo à fuera»; y salió de la iglesia
»un grupo de unos 60. Nuevo grito pre-
>gunta: «^estàis todos fuera? cqueda al-
«guien dentro?» Y repetido este grito,
>'se pone fuego à lo rociado, y todo el
>^templo ardió como un cartucho. Ya
»entonces otros amotinados recorrían el
«convento, ó habitaciones, robando unos,
»mientras los otros incendiaban» (1).
jCómo concordar las dos relaciones?
(i) En Barcelona a 31 de marzo de 1883.
íEs que mutuamente se destruyen, y
nada debe de ellas permanecer en pie?
Ambas proceden de testigos oculares,
hombres ya entrados en muchos anos y
por lo mismo libres de imaginación exal-
tada; hombres imparciales y en asunto
sobre el cual no lesmuevepasión alguna;
hombres preguntados por persona a la
que ni desean halagar ni la temen; hom-
bres en fin en circunstancias las mas pro-
pias para testificar la pura verdad. Opino
que tales relatos contienen esta verdad,
y que el dicho del primer testigo puede
mu3^ bien concordarse con el del segundo
considerando que lo relatado por aquel
constituyó el principio o comienzo del
ataque de San José, y que la escena que
describe este ultimo pasó cuando, quema-
da j'a la cortina de la puerta central, se
puso fuego a la hacina de confesonarios,
bancos y demàs muebles, referida por el
aprendiz. Las botellas se estrellarían
contra esta hacina, y se comprende que
el fuego prendiera como en pólvora por-
que se trataba de maderas colocadas en
el modo mas conveniente para pronta-
mente arder. Los que al grito de: «Todo
el mundo fuera» salieron eran sin duda
los que estaban dentro con el aprendiz.
Un tercer testigo anade a lo relatado
algun pormenor, declarando que fué a
San José, «que entre dentro eutremedio
»de la chusma, que fué mucha; cuando
»salí se puso delante de mi el Brigadier
»Ayerve, y me pregunto si había visto
»algún fraile, y le contesté que no, y se
»marchó. Le advierto que cuando yo
»estaba dentro aun no había fuego en
«parte alguna del convento. Los màs de
»los hombres que habia dentro se cono-
»cia que no mAs iban por robar. Se me-
»tieron en la sacristía, y robaron todo
»cuanto les vino a mano» (2). Y de tal
testimonio corresponde dar nuevo tras-
lado a los escritores encomiadores de las
cualidades de los incendiarios de aquella
(2) Kelación escrita que me dió un amigo, for-
mada sobre las noticias de un testigo que quiso
ocultar su nombre.
496
LIBKO TIÍRCERO. — CAPITULO NnVENr
noche. Otro testigo presencial me dijo
que, aunque de lejos y solo por un mo-
mento, vió (también luego por allí la
g-ente lo contaba) que en la sacristía,
antes de poner fuego, algunos de la turba
se vestían para burla los ornamentos sa-
grades (1).
A todo esto falta una pincelada, a saber,
que al incendiar este convento, o quizà
el de trinitarios descalzos, había frente
de él un piquete de artilleros, bajo el
oficial Don Miguel White, quien, indig-
nado al ver el crimen y la carència de
ordenes superiores para impedirlo, te-
miendo con su presencia autorizarlo, se
retiro con su fuerza al próximo cuar-
tel de Estudiós (2). Don Manuel Oller y
Pallarol vió que se ponia el fuego, y mar-
chó luego Rambla abajo. En el Llano de
la Boqueria frente de la calle del Hospi-
tal topo con un piquete de infanteria que
caminaba a paso lento. Oller se dirige al
jefe de él, y le dice: «Apriete V. el paso,
»que estc-ln pegando fuego à San José. Si
»V. quiere puede evitarlo>'. En realidad
llegaba a tiempo. El jefe respondió:
«Bien, bien», y siguió Rambla arriba sin
acelerar notablemente el paso. Llegada
la fuerza frente del convento, se situo en
la acera de la parte opuesta, se paro y
formó; y allí quedo descansando arma al
brazo. Entonces Oller, que había ido si-
guiendo al piquete, se retiro (3).
Todos los historiadores del hecho de
que trato afirman, sin que lo contradi-
gan los testigos presenciales, que el pri-
mer convento que ardió fué el de San
José, siendo asi que antes que a él se
puso fuego al de Trinitarios descalzos.
(i) Relación de D. José Pachs en Barcelona a
20 de mayo de 1S85.
(2) Relación del entonces Capitàn de Artille-
ria D. José de Amat y de Desvalls, en Barcelona
a 28 de junio de 1880. Debò confesar que otro dia
el Capitàn, al referirme el hecho de White, me lo
colocó no frente San José, sinó frente los trinita-
rios descalzos.
(^) Relación del mismo D. Manuel Oller. Bar-
celona 27 de febrero de 1884.
La explicación de este enigma ya arriba
se vió, y parece que se halla en que en
los Trinitarios el fuego no tuvo la mag-
nitud del de San José; y en que en Trini-
tarios tardo mucho en prender, mientras
que en Carraelitas descalzos prendió como
en un cartucho. Esto, ademíls, da pie
para creer que la turba incendiaria, mas
que pasar sucesivamente de Trinitarios a
Carmelitas, estando en los primeros, al
ver la tardanza en prosperar allí el fue-
go, destaco una sección que acudiera a
San José, y asi hubo momentos en que
simultàneamente se ataco a ambas casas.
Tanta violència alcanzó el incendio del
templo de San José, que sus llamas, bro-
tando con fúria por todas sus aberturas.
iluminaban aquella Rambla y llano de la
Boqueria. Muy pronto cayó el techo, pro-
duciendo una mitigación momentànea de
la hoguera, y luego una reacción espan-
tosa; de modo que el seftor Capella com-
para su luz a la del mediodía, según nos
dijo arriba. En estos momentos comenza-
ba el ataque contra los agustinos calza-
dos, donde todavía nada ardia; y al
explicarlo el Padre Mariano Sorder, co-
rista agustino, dice: «Mientras esto suce-
»día, todo el distrito del Pino quedo
>^repentinamente iluminado con extraiïos
»resplandores y de un modo pavoroso: se
»habia hundido el tejado y pavimentes de
»San José, calcinado por la acción del
»fuego: de momento se ofreció à. la vista
»una espantosa erupción de llamas».
De estàs mitigación y recrudecimiento
da también testimonio un fraile merceda-
rio que, con el alma pendiente de un hilo,
observaba la ciudad desde el campanario
de su convento, quien anade que eran
muy grandes la humareda y las llamas,
y que a poco vió arder el convento de
Trinitarios descalzos (4).
De los hechos y las horas se desprende
que de aquel núcleo de incendiarios de
la Rambla del Centro y de San José,
incendiado ya éste, se destacaren seccio-
(4) Rel.ición del P. Juan Alvareda. Barcelona,
febrero de 1882.
LA REVOI.UCION EN LAS CALLES
497
nes, de las que unas fueron al Carmen
calzado, y otras a San Agustín. Para
tratar de ellos, comencemos por éste,
pues parece que ardió antes que aquél.
Varios testigos llevo escuchados, que
vieron, y aun algunos de ellos fueron
víctimas, del incendio de este convento
de Agustinos calzados. El Padre Mariano
Sorder, en sus últimos anos ciego, habi-
tante en Villafranca del Panadés, dicto
a un mi amigo, que me la transmitió, una
preciosa relación del hecho, de la que
tomo las siguientes noticias.
Dicho Padre Sorder, entonces ya pro-
feso, tenia su celda en la calle del Arco
de San Agustín, sobre mismo de la puerta
lateral del Templo, llamada de Santa
Rita. Entre las nueve y las diez de aque-
lla nefasta noche presentaronse ante ella
tres o cuatro hombres, quienes cargados
con fajinas las arrimaron a la puerta; y,
sin proferir palabra, se fueron tranquila-
mente por el fuego. El Padre Sorder,
silenciosamente, observaba por sus ojos
desde la ventana lo que pasaba en la
calle. Muy pronto Uegaron algunos hom-
bres con antorchas encendidas para po-
ner fuego a la fajina; mas Sorder, luego
que vió que iban a efectuar tal intento,
tirolès un barreno no pequeflo, que le
servia para lavar los habitos. El proyec-
til dió casualmente contra el farol del
alumbrado publico, rompiéndolo y pro-
duciendo estrepitoso ruido, bastante todo
para impedir, ignoro por qué, que los
incendiarios consumasen al pronto su
incendio. Los tres incendiarios entonces,
que creían estar solos }' no ser vistos,
pusieron en el Cielo sus gritos de indig-
nación, apellidando a los frailes estúpi-
des, terços, pillos, verdugos, etc, y afia-
diendo: «aun teneis atrevimiento para
«resistires. Esperad, vamos por los pufla-
»les con que rasgaremos vuestras carnes
»y os e.xterminaremos para siempre».
íPueden darse raciocinio ni indignación
mas locos? lEnfurecerse porque un hom-
bre de bien se defiende!
•Marcharonse los incendiarios, y Sorder
corrió a noticiar el hecho a sus nueve o
diez jóvenes compafleros profesos y dos
legos, que creo habitaban el mismo
corredor de aquella calle, quienes, ani-
mados por el Padre Torra, se aperci-
bieron para la defensa, acopiando junto
a las ventanas agua, maderas, piedras,
etc. En estos momentos fué cuando se
hundió la techumbre de San José, y aquei
distrito quedo iluminado de espantosos
fulgores. A poco se presento la turba, en
la que no faltaban las mujeres; llenó la
calle; y dando infernales gritos se dirigió
a la mentada puerta de Santa Rita. De-
cíase que los principales de aquella turba
eran de Reus, y su traje de calzón corto,
polaina catalana (calsó) y gorra larga de
aquella tierra, venia a confirmarlo. Y sea
dicho de paso, a nosotros viene esto a
confirmarnos en que los incendiarios eran
gente pagada. Concuerda aquí perfecta-
mente el dicho de la seflora que vió tales
hombres en la Rambla de Santa Mònica
dirigiendo el arrastramiento del toro, con
el del Padre Sorder que los halla en el
incendio de San Agustín. La turba venia,
continua Sorder, pro vista de punales,
otras armas y herramientas. Los jóvenes
frailes, con el agua, los ladrillos 3' demàs
objetos, valerosamente se defendieron.de
modo que la turba retrocedió. Volvió
luego al ataque, y nuevamentefué recha-
zada; mas entonces, reuniéndose bajo del
arco del cabo septentrional de la calle,
determino dirigir su ataque a la puerta
principal del templo, y a ella se enderezó.
Concorde con el Padre Sorder, mi res-
petable amigo el M. L S. Don José Tinto-
rer, otro de los mentados jóvenes de las
celdas del callejón del Arco de San Agus-
tín, dióme las siguientes noticias, que
solo discrepan de las de aquel en porme-
nores sin importància, o mejor, que vie-
nen a afiadir perfiles al dibujo. Llegóse
al convento un sereno, padre del fraile
Isidro Pujadas, fraile que, despucs de la
exclaustración, fué comandante de la
Guardia municipal, y a quien todos
hemos conocido. El citado sereno desde
la calle del Arco llama en voz baja a su
hijo. El senor Tintorer, que vigilaba
I.IBRO ÏERCERO. — CAPITULO NOVENO
desde una ventana de la mentada calle
del Arco, le responde fingiendo ser
Fr. Pujadas , y entonces el sereno le
dice: «vengo de San José que està ar-
»diendo, y los incendiarios hablan de
»venir à San Agustín». Aun el sereno
pronunciaba las poscreras palabras, cuan-
do aparecía la turba en la esquina de la
calle. Iba un Caballero con sombrero
blanco, y levita blanca también, llevando
una botella en cada mano. Seguíanle tres
o cuatro cargados con sendos y grandes
haces de fajina, y toda la turba se com-
ponia de unos siete ú ocho hombres.
Colocaron los haces junto a la puerta, y
arrojaron las botellas sobre eUos Enton-
ces los frailes emprendieron la defensa
con rociadas de ladrillos, a las que los de
abajo contestaban con infernales rocia-
das de blasfemias y denuestos; y sin duda
alguno fué lastimado, pues se oyó un
«jAy, la espalda!» Resolvieron los incen-
diarios abandonar por aquella parte el
ataque, y se dirigieron a la verja de la
calle del Hospital, la que cerraba la
entrada al patio que antecedía al templo,
la cual verja con desaforados golpes de
mazo rompieron, y así entraron (1). Em-
però, al retirarse de la calle del Arco,
amenazaron diciendo que iban por los
fusiles.
Estàs noticias procedentes del senor
Tintorer vienen reforzadas por su con-
cordancia con las dadas por otros religio-
sos jóvenes del mismo grupo de los que
habitaban el corredor de la calle del
Arco, y que con él se defendieron biza-
rramente, tales como los Padres Don
Juan Guitart y Don José Benet. Solo
disienten en las palabras que mediaron
entre el sereno Pujadas y su hijo, pues
estos ponen en boca del padre las de:
«Isidro, Isidro, baja que vienen A mata-
»ros», y del hijo: «No puedo porque la
»puerta esta cerrada, y el Padre Prior
»tiene la llave».— «Tírate por la ventana»,
repone el padre; a lo que con razón no
(i) .Me In dijn en Barcelona en 17 de mavo de
i88o.
accedió el fraile. En esto los conventos
de San José, Trinitarios descalzos y el de
que trato tocaban las campanas en de-
manda de auxilio (2).
Rota la verja que defendía la entrada
en el gran patio de ante el porticó del
templo, y cruzada la puerta de ella, los
incendiarios se dirigieron a la principal
del templo. De ella el fuego prendió al
cancel y de aquí al coro. Luego entraron
en el grandioso templo, e incendiaron el
no menos grandioso retablo mayor, ba-
rroco magnifico.
Ardió todo él terriblemente, y su fuego
se comunico a otras partes del templo, y
después a algunas habitaciones del con-
vento.
Creo oportuno terminar esta resena del
incendio de San Agustín: 1.", copiando de
nuevo las palabras de Don Juan Camaló,
insertadas ya arriba en el articulo 1.° de
este capitulo; 2.°, copiando también otras
oidas por un vecino, de cuya boca las
tengo; y 3. ", relatando un hecho comu-
nicado por un testigo ocular.
Me dijo el primero que aquella noche
patruUaba, y como yo le preguntase:
«íY no recibió V. orden de evitar los
»atropellos contra los conventos?» con-
testo: «Ca, hombre; si el gobierno» fes
decir, el de Barcelona) «era el que hacia
»la cosa. Ellos mismos atizaban. Yo mis-
»mo patrullando pude ver alguna cosa.
»En San Agustín estaba Ayerve de uni-
»forme à caballo con una partida de
»caballería, en la plaza, mirando tran-
»quilamente como los revolucionarios
>atacaban aquel convento. Y los que
»atacaban eran cuatro canallas. Recuerdo
»que uno de ellos era un jorobado. Si me
»dejan obrar, con solos cachetes los echo
»de allí. Créame V., cuando la autoridad
»no quiere excesos, estos no se cometen.»
De modo que aquelles a quienes unas
pedradas de los frailes ahuyentaron, no
(2) Relación del P. Juan Guitart. Barcelona
20 de diciembre de 1881.— Y del P. José Benet, de
Barcelona a 24 de marzo de 1880.
LA REVOLUCION EN LAS CALLES
499
fueron atacados ni dispersades por el
Gobernador militar de la plaza al frente
de sus caballos.
Las palabras del vecino son: que a
media noche pasó por allí una patrulla, y
hallíindose frente la zapatería del Senor
Serra, uno de los jefes, ayudante de
plaza, diriçióse a la turba y le intimo que
se retirase; que a esto la turba contesto
con una negativa. Entonces el militar se
lo pidió por Dios, recibiendo también un
no. Insistió el ayudante diciendo ahora:
«que lo hagfan por él,» }• con esto la turba
se retiro. iBien pudiera el tal militar tro-
car su espada por el cayado del men-
digo! (1).
Don Benito Tomàs, de cuya boca lo
tengo, vió al Brigadier Ayerve como
pasando de grupo en grupo iba por lo
bajo incitàndolos al ataque del conven-
to (2).
Después de San Agustin, però muy
luego, fué pabulo de las llamas el templo
y sacristia del Carmen de frailes calza-
dos. Al decir de un lego del mismo con-
vento, el toro arrastrado pasó por frente
de esta casa a eso de las ocho, y a las
nueve o nueve y cuarto, hallàndose la
Comunidad en el refectorio para la cena,
Uegó a ella la noticia de que la porteria
ardía, o se ponia fuego en ella (3).
La noble casa de Sagarra lindaba en la
calle del Carmen con la porteria del con-
vento, dando aquella su cara occidental a
la oriental de dicha porteria. Don Fran-
cisco de Sagarra, uno de los hijos de esta
casa, persona en Barcelona muy respe-
tada, primer jefe de Artilleria carlista en
la ciudadela de Seo de Urgel después,
cuando la sitió el General .NLartinez Cam-
pos, Don Francisco, pues, hallàndose
aquella noche en su casa, vió venir de la
(i) líelación del zapatero D. Juan Serra en
Barcelona a o de junio de i88o.
(j) Me lo diio en Barcelona a s de octubre de
iSoj.
(;) Kclaciòn del mismo Icfío. que se llamaha
D. Francisco Cabal. Barcelona jS de abril de
i8So.
parte de la calle del Hospital por el calle-
jón de Cervelló, vulgarmente entonces
llamado del Corralet, dos hombres. Ves-
tia uno de ellos pantalon de una tela de
color amarillento claro, llamada aquí
lleiiquíii:^, y chaqueta; y el otro pantalon
blanco y levita negra. Este llevaba una
antorcha encendida. Al llegar frente de
casa Sagarra uno de ellos pregunta al
otro: «íPor dónde empezamos? {Por la
«porteria?» Y contesta el otro: «No, hom-
»bre, que todo esto es un castell de lln-
y^quets», es decir, que el fuego se comuni-
caria a los vecinos. Se dirigieron a la
puerta del templo; dieron en ella cinco
martillazos para clavar la tea; pusieron
el fuego, y retrocedieron hacia la Ram-
bla. Al llegar al extremo de la fachada
del templo, o sea a la esquina que esta
formaba con la plazuela de la porteria, y
al hallarse bajo de la parrilla de ilumina-
ción que salía de dicha esquina, se les
acercaron cuatro soldados 3- un cabo des-
tacades del piquete que daba la guar-
dià al general Saquetti en el número 31
actual de la misma calle, 3'apuntando los
fusiles a los dos mentados jóvenes, les
detienen. Entonces el que llevaba la an-
torcha la tiro en alto, pasando esta por
sobre los soldados, y los dos dieron vivas
a la Artilleria, a la Reina y a la libertad,
anadiendo: «Todossomos hermanos> . Los
soldados retiraren sus armas, y como
carecian de ordenes, regresaron a su
cuerpo de guardià. Entonces, no sin
harta razón Don Francisco, de cuya boca
oi este relato, exclamo: «jEstamos per-
didos!»
Dióme las siguientes curiosas noticias
el arriba citado aprendiz, en 1835 chico
de 16 anos, que no solo vió aquella revo-
lución, sinó que, como dije, a ella contri-
buyó. La escena que describe en lo refe-
rente al Carmen calzado se refiere a lo
que pasó con posterioridad a lo relatado
por el seiïor de Sagarra. Me dijo que
estuvo primero en San José, y entro en
el templo con los incendiaries, donde
estes serian unes 20; que luego torció
hacia el con vento del Carmen, en cuya
500
LIBkO TERCERO. — CAPITULO N'OVENO
calle halló a un su condiscípulo de la es-
cuda de baile, de nombre Cintet, el cual
iba con una prostituta armada de un
puflal. Cintet paro al aprendiz diciéndole:
■hHoy, aviiy es lo d(a>^; y la mujerzuela,
levantando el punal, anadió: «aviiy,avuy
^traurem las ratas del cau. Avity uoti'Jia
l'de quedar cap». Una senora que estaba
en unbalcón, al oir tales exclamaciones,
horrorizada se metió dentro. Se fueron
juntoslos tres hacia el Carmen, en cuyo
punto, por la confusión de la gente, el
aprendiz perdió la compania. En este con-
vento la turba que había entonces suma-
ria unas 30 ó 40 personas. A la puerta del
Carmen había acudido una fuerza com-
puesta quizà de 15 hombres, o cosa pare-
cida. El oficial se oponía a la entrada de los
incendiarios en el edificio; los revoltosos
porfiaban por introducirse; y así, mientras
de palabra se daba y tomaba, aumentado
el número de los postreros, se colaron
estos en el templo, y el oficial no seatre-
vió a usar de las armas. El aprendiz vió
por sus ojos como los incendiarios rocia-
ban el retablo mayor con el liquido infla-
mable, operación que no efectuaron allí
estrellando las botellas contra el retablo,
sinó que las cogían por la parte inferior,
e inclinàndolas y paseàndolas regaban
el retablo. «Figiírese V., me decia, cómo
«prendería el fuego en aquellos retablos
»tan llenos de doradas esculturas, que no
»se veia el muro» (1).
Del Padre Jaime Roig, escritas en su
arriba mentado folleto, son las siguientes
líneas, fielmente copiadas: «Yo mismo vi,
»hacia las 11 de la noche (seria aiites),
»una f uerte patrulla de cien hombres a lo
»menos llegar frente al convento del
»Carmen calzado, donde estaba ardiendo
»la puerta de la iglesia y unos ochenta
«incendiarios en la calle prontos a entrar
»en ella y prendería fuego. El gefe de
(i) El dicho aprendiz, cuyo nombre me callo,
me habló de los hechos de esta revolución varias
veces, siempre concorde consigo mismo. Asi er 2
de enero y 3 de mayo de 1889, en 27 de octubre
de 1894, y en otras fechas.
«aquella dió la voz de alto à su tropa
> conferencio unos cinco minutos con los
«directores del incendio, uno de los cuales
»dió el grito de viva la tropa, que fué
«contestado por todos los presentes, y A
»la voz de adelantc, continuo su marcha
>la patrulla, dejando à aquellos libre-
«mente ocupados en su tarea. Todo esto
«lo presencié yo, y à la media hora vi
«repetirse allí mismo idèntica funcion
«con otra patrulla tan considerable como
«la primera. Penetraron por fin en la
«iglesia, y toda ella fué presa de las Ua-
>mas menos la capilla del Santo Cristo, à
«la cual pegaron fuego los urbanos que
«daban allí guardià por la maiïana del
»dia siguiente, diciendo uno de ellos:
«preciso es hacerlo para que no se diga
«que su preservacion ha sido un milà-
»gro». No dudo que la escena aquí des-
crita por el Padre Roig es la misma
explicada por el aprendiz con solas las
variantes hijas de que aquél la presen-
cio desde el terrado del templo, y éste
desde la calle.
Efectivamente, ardió todo el templo,
derrumbandose también la techumbre,
hecho que supone un incendio mu}' voraz
y persistente, j'a que, siendo el edificio
gótico, había de presentar no menguada
resistència. Del retablo mayor quedo
el armazón, que estaba formado de alba-
nilería, o sea las ocho grandes colum-
nas y su no menor cornisamiento o cor-
nisa. Ardió la Virgen titular con las
muy ricas joyas y vestidos que Uevaba
aquel dia de su octava, ardió parte del
camarín con sus riquezas, j ardió la rica
y espaciosa sacristia con sus cómodas,
lienzos al óleo, utensilios del cuito e in-
dumentos. El fuego del templo no res-
petó el retablo de tablas góticas de San
Eloy, procedente de 14S2, ni los demas,
que eran de épocas posteriores; però sí
dejó intacto el de San Miguel, que venia
casi frente de la puerta principal del tem-
plo, y en cuyo nicho mayor había un
crucifijo de tamano natural. Mas la ma-
fiana siguiente, o sea del 26, un revolu-
cionario lo incendio, como nos dijo el
LA REVOLfCION EN LAS CALLES
501
Padre Roig y como explicaré màs larga-
mente abajo. Después el convento del
Carmen albergo el Instituto y la Univer-
sidad, y por esto concurrí allí'l, siendo
estudiante de Filosofia y Jurisprudència
por espacio de nueve anos continues, y
recuerdo aquellos muros denegridos por
el fuego, aquel esqueleto del retablo ma
yor, aquel camarin convertido en habita
ción del conserje, aquellas capillas late
rales sin retablos, aquella nave sin techo
y los usos humillantes a que algunas de
las partes estaban destinadas, tal como un
rincón de la capilla de San Alberto con-
vertido en urinario, o con mas verdad,
aunque dicho con palabra baja, meadero.
Terminemos este parrafo no sin apun-
tar antes que el convento, o habitaciones,
no ardió, y que el incendio de la parte del
edificio destinada al cuito empezó a que-
mar con posterioridad a San José, a los
Trinitarios descalzos, y probablemente a
San Agustín.
Al mismo tiempo aproximadamente que
los conventos de Agustinos y Carmelitas
calzados sufrían el incendio, se intentaba
contra el de Servitas, o del Buensuceso,
cuya salvación y su modo llevo arriba
explicada al tratar del corto número de
los incendiarios. Dije allí, por haberlo
oido de labios del capitan de Artilleria
Don José de Amat y de Desvalls, que fué
uno de los que lo salvo, que se presenta-
ron alia una quincena de mozalbetes, no
de la baja plebe, sinó de clase acomodada,
y que pusieron fuego a las fajinas arri-
madas al convento; però que el mentado
capitAn con los oficiales Don Joaquín de
Cabanyes y Don N. Vial, y otro mi'is,
desde el próximo cuartel de Estudiós,
ante cuya puerta se paseaban los dos pri-
meres nombrados, acudieron movidos
solo de su cristiano y noble corazón. Que
se esforzaron en disuadir del atentado a
los mozalbetes, aduciendo el peligro de
que el incendio se comunicarà a las casas
vecinas, argumento que, acompanado de
algunos palos, aventó de allí a los agre-
sores. Entonces pusieron los dichos jefes
cuatro artilleros y un cabo en la puerta
del Convento, y esto bastó para sal-
var le (1).
Simultàneamente con los dichos ceno-
bios de Trinitarios descalzos y de San
José, era atacado el de Capuchinos,
situado en la calle de Fernando }' Pasaje
de Madoz. Estos frailes, a la noticia del
peligro, quisieron impedir que les alcan-
zara, y así los legos con las mazas de
astillar la lefla corrieron a derribar parte
de la escalera, haciendo así imposible la
subida; y, al propio tiempo, con los mis-
mos instrumentos, parece destrozaban
alguna de las rejas de las aberturas de
comunicación con vecinos para abrir ca-
mino a la fuga. Cuando la turba, que
muy pronto se presento frente de Capu-
chinos, oyó este recio golpear, decía:
«Dejarlos, dejarlos que salgan, que los
mataremos» (2). El derribo de parte de la
escalera lo atestiguó todo aquel barrio
que con harta pena oía los furibundos
golpes, ignorando quién los daba }'■ con-
tra quién. Però antes de esta turba parece
que había pasado por allí otra, ya que el
fraile de esta casa Padre Fèlix Maria
Perella, o de Olot, narra que a eso de las
ocho menos cuarto, como notase el albo-
roto, corrió él mismo a cerrar el templo,
en cuyo acto oyó que uno de la turba
decía: cno, no, à estos no; vayamos à los
ricos, A los que tienen dinero»; y real-
mente la turba se largó (3).
El Padre Ramon Colomines, o de Valls,
a la sazón en Barcelona, contóme que en
aquella aciaga tarde, después de haber
comido en lugar de cena una frugal cola-
ción, estaba tranquilamente en un terra-
dito jugando a las damas; que en esto
pasó un lego, y les dijo: «sí, sí, pueden
»VV. estarse aquí jugando, y abajo se
»hallan ya los que quieren matarnos».
(i) líclaciones del dicho senor Capilàn en
Baixelona a aS de junio de it'i'^'o. y lO de tebrero
de 1885.
(2) Relación del fraile de esle convento F. Je-
rónimo Martell, de Olot. Sarrià 24 de mayo de
1886.
f ;1 Me lo dijo en Olot a 9 de agosto de 1883.
502
TEKCH:H0. — CAI'I I l 1.0 -N'C
El Padre suelta el juego, y corre a las
persianas de la enfermeria, que daban a
la calle de Fernando. Desde allí vió que
la turba derribó la verja que cerraba el
patio de aate el templo; que tras de la
turba venia una partida de tropa; que
mientras los incendiarios atacaban la
verja, esta fuerza hizo alto a espaldas de
aquéllos, y tranquilamente presencio el
derribo de la verja. Pasaba tal escena a
cosa de las ocho de la noche. El fraile se
tuvo por perdido, y huyó a esconderse (1).
Para opinar que la agresión contra
capuchinos fué simultànea con la de los
Trinitarios descalzos y San José, no solo
me fundo en los testigos aducidos, sine
en el precioso siguiente testimonio:
«Paseaba aquella tarde, me dijo Don
»Pedro Subiranas, por el Puerto, y me
»hallaba en la linterna vieja cuando
»sonaron las salvas de la puesta del sol
>^{7 y 16 tniítutos). Entonces retiré hàcia
>;casa, però al llegar è. la Puerta del Mar
»no la encontre abierta, porque habiendo
»pasado por ella el toro arrastrado y el
»motín, la cerraron. Esperé un ratito, y
»como se presento para entrar una pa-
»trulla, que vendria de la plaza de toros,
»la abrieron, y así entre con ella. Subí
»por la Platería, y al llegar à la Plaza
»del Àngel noté que estaba muy desierta,
»pues solo habia un expendedor de bille-
»tes y unos compradores de ellos. Pasé la
«calle de la Libretería, la Plaza de San
»Jaime, y calle del Call, donde yo habita-
»ba; però como la hora todavía era tem-
»prana para cenar, segui por la de la
»Boquería, que tambien estaba desierta,
»hasta la Rambla. Desde alli vi un nume-
»roso grupo en la misma Rambla frente
»de la calle de Fernando, el cual presen-
»ciaba el ataque del Convento capuchino.
»Los frailes se dijo que se defendian
»rompiendo la escalera, para impedir el
»acceso de los contrarios. En esto subía
»de Rambla abajo una patrulla de caba-
»llería, con cuya vista unos del grupo
(i) Me lo dijo en Barcelona a 5 de octubre de
1883.
»huyeron, otros la esperaren firmes. En-
»tonces quise ver lo que aconteciera, y
»retirando por la misma calle de la Bo-
> quería salí à la de Fernando por la de
«Quintana. Alli los amotinados voceaban
»unos desde la calle, otros desde el patio
»del convento, à donde habian ya pene-
»trado. La patrulla de caballería habia
»ya pasado de frente del convento dejan-
»do en paz à los asaltantes, y se hallaba
»en la misma calle de Fernando, però ya
»màs arriba» (2).
Que el templo y convento capuchinos
sin grave daflo escaparen de este ataque
y de otro que se perpetro màs tarde, lo
sabé todo barcelonès anciano; y por lo
que se refiere al templo, yo mismo re-
cuerdo que cuando muy nino entre en él,
a la sazón adaptado a la forma de teatro.
rCómo salieron con bien de este ataque
de las ocho? Un respetable sacerdote,
entonces nino, me conto que allí vió que
la turba, compuesta de unas cuantas
mujeres y algun hombre, siempre pocos,
intentaren poner fuego al convento capu-
chino, y que un oficial de un pelotón de
tropa se lo impidió (3). Ademàs, en el
parte que del hecho dió el primer jefe
militar de aquí al Capitàn General se
lee: «Enseguida pasé íl la Rambla, donde
»se hallaba el teniente de Rey y juntos
»nos dirigimos al convento de Capuchi-
»nos, cuyas puertas estaban rompiendo,
^y no sin gran trabajo pudimos libertar.
«Mientras tanto incendiaron otros grupos
«las puertas del convento de S. José» (4).
Mas el entonces lego de este Convento,
después sacerdote de Sarrià, y allí muy
popular, Fr. Jerónimo Martell, me refirió
que la turba de incendiarios ataco el
Convento por la calle de Fernando, que
intento prenderle fuego, però que acudie-
(2) Relación del Maestro de obras D. Pedró
Subiranas. Barcelona 26 de enero de 1885.
(3) D. Jaime Arbós. Barcelona 7 de abril de
1880.
(4) Archivo de la Capitania General. — Legajo
titulado: Quema de los conventos, paquete 1.",
documento i.'
LA REVOI-LXION EN LAS CALLKÍ
503
ron los vecinos e hicieron ver a los revol-
tosos que incendiando el cenobio quema-
ban las casas e intereses de ellos, y que
así lograron aventarlos de aquel sitio.
Anadióme el mismo Martell que la auto-
ridad nada hizo para salvar el Conv^ento,
sinó que antes al contrario, él mismo
desde el escondrijo donde sorteó los pri-
meres peligros, o sea desde un entresuelo
vecino del cenobio, vió la inacción de la
autoridad, y que la caballeria decía a los
revoltosos: «adelante» (1).
-;Cómo concordar estos testimonios?
Quizà del modo siguiente. Se refieren a
distintes ataques. El primero, intentado
solo por unas mujeres y algun hombre,
seria muy prematuro, y poco empenado;
y por lo mismo bastaria que al pasar un
oficial de buen corazón, o el jefe militar
dicho, de propio impulso, amenazaran a
aquellos cuatro perdidos para que estos
se retirasen. Los demas ataques serian
impedidos por los vecinos, como explica
Martell. Y no podia dejar de suceder así
en estos. Los capuchinos, como en su
lugar escribí, habían en 1823 experimen-
tado los efectos de la revolución. Su
casa fué igualada al suelo y sus habi-
tantes perseguides. Al reconstruiria en
1828 no olvidaron los tiempos que co-
rrían, y así edificàronla sobre viviendas
particulares, como larga y documental-
mente queda explicado en mi obra ante-
rior. La mitad inferior del edificio en la
cara de la calle de Fernando pertenecía
a particulares, y la superior era con-
vento. Quemar el convento equivalia a
incendiar las tiendas y viviendas de los
que las poseian y habitaban. Y así solí-
citos andarían estos en ahuyentar a los
incendiaries.
Que se realizó un a lo menes segundo
ataque, me lo testifico el Padre Fèlix
Maria Perella, ya citade, quien me dijo
que «despues A eso de las diez de la
»noche volvieron los revolucionaries, y
»aunque ne incendiaren el convento, sin
(i) Relación del mismo P. .Martcil. Sarrià 19
de iulio de 1880.
»embargo penetraren en él de mode que
>4os religiosos al ruido de su entrada, les
«arrejaron desde arriba los desl•iechos
>:•del derribo preventivo de la escalera y
»parte del piso» (2).
Amigo inseparable de la verdad, no
debò callar que un joven íntimamente
relacionado con una família vecina del
convento, y que pasó la noche en la
habitación de esta en la calle de Fernan-
do, me dijo varias veces que fué la caba-
lleria la que impidíó el incendio de
Capuchinos, y aún que custodio el con-
vento durante la noche. Ne debò callar
tampoco que el corista de este Convento
Padre Ramon de Valls, e sea Colemines,
me anadió que «les revoltosos vinieron y
«pusieron fuego quizà des e tres veces;
»pero había por allí un capitàn de caba-
»llería muy bueno, que se confesaba con
»el exprovincial Padre Manuel de la
»Nou, y éste, segün se conto despues, al
»oir la campana del convento demandan-
»de auxilio, acudia y ahuyentaba la tur-
»ba; y una vez esta fuera, los vecinos
«apagaban el fuego». De todos modos
queda en pie el enigma, resultande sin
embargo probade que el convento esca-
po al fuego, y que en su defensa intervi-
nieron algun militar de buen sentido y
los vecinos, permaneciende en contro-
vèrsia el papel o conducta observada
por las demàs fuerzas militares que
pasaren por Capuchinos.
La misma contradicción de testimonies
que en les Capuchinos hallamos en les
Trinitarios calzados de la pròpia calle de
Fernando; y sespecho que hasta los acte-
res de los heches son también los mismos.
Mi abuela y mi madre, sefloras sesudas y
cuerdas y exentas de intereses que las
llevasen a mentir ni a ilusienarse, mil
veces me contaren lo que ya referí en el
articulo 1.° de este capitulo, es decir, que
un oficial y unes pocos soldades, puestas
ya las fajinas, y encendidas, acudieron
y las apagaren. Que el oficial las iba es-
parciendo con la punta de la espada. Que,
(2) Relación cilada.
504
LIBRO TERCERO. — CAPITL'I.O NOVENO
entre tanto, los amotinados que habían
puesto el fuego se situaron en la esquina
de uno de los callejones de enfrente, y
desde allí iban denostando al oficial y a
sus soldades. Que éste en lugar de revòl-
ver contra los insultàntes, callaba, e iba
aconsejando a sus soldados que callasen.
«Silencio, silencio», decía à sus subordi-
nades, «dejarles». Mis dichas abuela y
madre vivían en el número 31 actual de
la calle de Fernando, en el primer piso,
frente mismo del templo trinitario, y
contaron lo que vieron por sus ojos y
oyeron por sus oídos.
El Padre José Güell, fraile de este con-
vento, desde una ventana o balcón de la
contigua casa de Ortega, unida a la cara
occidental del templo, en la que se refu-
gio, vió uno de los ataques, y me escribe:
«En casa Ortega me confesé por el peli-
»gro de muerte; mirando de una ventana
»vi los asesinos que aterraban la puerta
»de Capuchinos con un ruido espantoso.
»Vino luego la turba feroz à nuestro con-
»vento. Con agua arraz rociaron la puer-
»ta del Remedio; prendió la llama al
»momento; però acudieron luego los sol-
»dados de un piquete de tropa, especial-
»mente el oficial y el tambor, solo vi estos
»dos que acudieron à apagarlo. El here-
»dero de casa Ortega gritaba: apagar el
•>'>fuego, mientras otras voces de la parte
«opuesta de la calle clamaban: que que-
me» (1).
Las criadas de casa Ortega contaron a
un amigo mio que, viendo ellas que los
amotinados iban a poner los haces y el
fuego, llamaron a un jefe militar que
acertaba a pasar, y le pidieron auxilio; y
que éste desbarato el fuego }' lo impi-
dió (2).
Por opuesta parte el sefior Don Pedró
Subiranas, que nos habló en Capuchinos,
decíame que después de haber presencia-
(i) Carta que desde Roma me escribió el
P. José Güell en i8 de enero de i8Si.
(2) El amigo fué D. Ramon Reixach. Barce-
lona II de diciembre de 1891.
do lo arriba escrito respecto del ultimo
convento, subió por la calle de Fernando
arriba y vió que los revoltosos por dos
distintas veces pusieron fuego en la puer-
ta de la Trinidad, es decir, cuando él
llego ya lo habían puesto, y vió que las
dos los vecinos lo apagaron, asegurando
que entonces allí no había tropa.
El zapatero que por muchos aiïos me
calzó, que vivia en la misma calle de
Fernando, número 33 actual, de nombre
Don Antonio Calsina, hombre muy for-
mal y grave, decíame: «A las diez ó diez
»y media vinieron las türbas íl la Trini-
»dad, y pusieron fuego à la puerta del
»Remedio, la que sin embargo solo se
»chamuscó. Venían en numerosa turba.
«Acudieron entonces los vecinos entre
»ellos yo, y entremetiéndonos en aquel
»populacho les dijimos: '•'tQué feu? (Qué
»dinioin feu? cQué uo veyeu que hi ha
»los vehins de las bot i gas? cQuc os peu-
»seu que tots son frares? Y como en la
»turba todo el mundo manda, se fueron
»apartando los que la componían, y el
»convento quedo libre» (3).
En esta aparente contradicción se pre-
senta muy obvio el desenlace con distin-
guir los tiempos y las horas de los varios
ataques, diciendo que unos testigos se
refieren a uno y los otros a otros.
A los tardios o postreros ataques de la
Trinidad se refieren sin duda las siguien-
tes palabras que me dijo después un libe-
ral, entonces dependiente de un comercio
mu\' conocido: «A eso de las once de la
»noche pasé por la calle de Fernando, y
»en la Trinidad las mujeres malas echa-
»ban el liquido inflamable; los hombres le
»ponían el fuego; però los vecinos lo
xapagaban. En esto subía de la Rambla
»una partida de caballería al paso. El gefe
»de su frente fumaba tranquilamente, y
»3'o oi que el jefe decía à los incendiarios:
«Ahora va bien.» Pasó con paz la partida
»de caballos; y como entonces la calle de
»Fernando no llegaba mas que basta el
( í) Barcelona 21 de iunio de 18B1.
LA HEVOLLCION EN' LAS CALLES
505
»cruce de la de Avinó, la partida subió
»por el Call» (1).
He aquí una viva pincelada de mano
del Padre José Güell, que, como dije,
miraba la revolución desde casa Ortega,
quien me escribió: «Las turbas de los
»asesinos é incendiarios iban y venían:
»la tropa pasaba de cuando en cuando,
»sable en mano la caballería, però sin
»sablear a nadie, diciendo retirarse, però
»se retiraban para volver apenas había
»pasado la tropa. Oíamos campanas y un
»gran ruido confuso, las campanas nues-
»tras no se tocaron..., correrías de asesi-
>inos, ds tropa, gritos, campanas hasta
»muy tarde. Despues de media noche se
»apaciguó...» (2).
Los Trinitarios habian tenido la misma
precaución de los Capuchinos, pues en los
bajos del convento existían tiendas alqui-
ladas a particulares, con la sola diferen-
cia, sin importància para el caso, que en
los Capuchinos las tiendas eran de pro-
piedad particular, 3- en los Trinitarios, si
bien que habitadas por seculares, perte-
necían al convento. En la de la esquina
de la cuUe de Fernando con la de Avinó
habitaba en 1835, y habito mucho tiempo
después, el droguero Don Bartolomé
Parera, al cual conocí mucho, y me dió
datos sobre estos sucesos. En otra debajo
el convento, en la calle de Fernando un
fabricante de sillas, y en otra el zapatero
Don Francisco Costa. Frente del con-
vento, en la tienda del número 31 actual,
esquina a la calle del Remedio, vivia el
alcalde del barrio, seflor Campmanj', cho-
colatero, al cual también yo alcancé y
traté.
Però no solo las puertas o puerta que
el edificio abría en la calle de Fernando
sufrió el ataque de los amotinados, sinó
que también, y supongo que en los prin-
cipies, la entrada por el callejón del
Nazareno. Este estaba cerrado todo cl, y
en su boca de la calle de Avinó defendía
(1) Mo In dlií) en Barcelona a 7 de iuliodc
1ÍS81.
(2) Citada caria escrita desde Roma.
la entrada una reja de madera. Quisieron
incendiaria, y para ello acudieron al men-
tado droguero de la esquina seflor Parera
en demanda de aguarràs. A los golpes
dados a su puerta éste callaba haciéndose
el dormido, mas como le amenazaron
con incendiarle la puerta si no respondía,
abrió. «Danos aguarràs», clamaban ellos;
però Parera, a pesar de tener de él buen
repuesto, les contesto que no lo tenia.
Insistieron y porfiaron uno y otro, hasta
que al fin el droguero les dijo que, si duda-
ban, que uno de ellos entrarà y lo viera.
Con esto desistieron diciendo: «nada,
»nada, con las fajinas tendremos bastan-
»te». Fueron por ellas, las aplicaron a la
reja, y les pusieron fuego. Mas corrió el
mismo Parera y un fabricante de cajas de
cartón, llamado Don José Ribatallada,
que vivia en la tienda de la casa niimero
27 de la calle de Avinó, pròpia del con-
vento, y vecina a la tienda de Parera, al
cual Ribatallada yo muy bien recuerdo,
y al cual habia mucíias veces oido cantar
en el teatro Principal, del que era corista
bajo; acudieron, digo, los dos, y haciéndo-
les ver a los amotinados que no solo que-
maban el convento, sinó sus tiendas de
ellos 3' viviendas, les amansaren mientras
ellos mismos apartaban los haces y apa-
gaban el fuego (3).
Así de todas las embestidas escapo ileso
el ediíicio de la Trinidad.
También sufrieron varios ataques el
grande y hermosísimo templo y el con-
vento dominicos, o de Santa Catalina, y
por la vaguedad de las declaraciones de
los testigos y contradicciones no se puede
fijar exactamente ni el niimero ni la hora
de los ataques. Anochecido ya, se trató de
poner fuego al edificio por la puerta prin-
cipal. Aniecedía al templo un patio cir-
cuido de cerca con puerta. Para abrir
(•;) Relación del mismo Don Bartolumé Parera
en Barcelona a 28 de junio de 1880. — El nombre
de pila de líibatallada y el número de su tienda
me consta por las cuenlas que la .Xmortizaciòn
Uevaha de las propiedades del convento después
del incendio.
506
LiLRO TKRCERO. CAPITLLU .NOVKNL
esta puerta los incendiaries le pegaron
un tiro sin duda en la cerraja(l), massea
que por este medio la abrieran, sea que,
según dicen otros, empleasen hachas, o
que la quemasen, es lo cierto que entra-
ren en el patio, y que trataron desde allí
de incendiar la verdadera puerta mayor
del templo, y que no ardió porque los
vecinos acudieron y ahuyentaron a los
agresores (2). Un sefior, como dije arriba,
que en aquel acto pasó por allà me ana-
dió que le parecía mucho recordar que
quien ponia el fuego era una mujer, y
que él mismo lo vió (3).
Respecto a la hora del ataque decisivo
unos testigos lo ponen en las once, otros
en las once y pico, y otros en las doce, lo
que indica que se realizó en aquellas
altas horas de once a doce de la noche.
Ya arriba nos pinto el Padre Romualdo
Espinàs, joven fraile de esta casa, el gru-
po de incendiaries que la ataco, pues él,
a la noticia del peligro habiendo huido
del cenobio, y habiéndose refugiado en
un panadero de la plaza de Marcús, pri-
mera casa de la calle de Moncada frente
la calle de Bequer, desdeunbalconcito de
su escendrijo la vió pasar. La turba
venia del lado del Borne per la calle de
Moncada, y se dirigia a Santa Catalina.
Unos de los incendiaries iban en mangas
de camisa, otros con levitas blancas, y
cubrían su cabeza con panuelos blancos,
y empunaban armas de diferentes clases.
Tras de los hombres seguían una turba
de chiquillosy curiosos alberotadores(4).
Dirigiérense a la puerta de San Jacinto.
«Y tan pronto cemo llegué, escribe un
»testige presencial, prendieren fuego, a
»las 11 de la noche; y si lo hicieron fué
»que se presentaren una porción de hom-
»bres, y dijeron: «ne es vergüenza que
(í) Relación del P. .Miguel Calvila. de este
convento. Olot, 23 de agosto de 1883.
(j) Relación del mismo P. Calvila y de otros.
(3) D. .Manuel Oller. Barcelona 27 de febrero
de 1884.
(4) Relación de dicho Padre. Barcelona Ji de
diciembre de 1S80.
»todos los cenventes arden, y este no. A
»buscar aguarràs y fajinas, y que queme
»como les demàs», y en seguida prendie-
»ron fuego, y ye me retiré a mi casav (5).
Y sigue el Padre Romualdo Espinàs, de
arriba, y dice que les revoltosos arrima-
ren haces de lefia a dicha puerta de San
Jacinto, y les pegaron fuego; però que
les vecinos por des veces los arrojaron
de allí, y con agua apagaren el fuego (6).
Mas velvieren aquelles, y velvieron re-
forzades con mas turba y amenazaron a
los vecinos con echarles a las llamas. De
donde resulta que, cemo me dijo un me-
nacille y vecino de este convento, las
arremetidas contra la puerta de San
Jacinto fueron a lo menes tres.
En una de estàs arremetidas de los
incendiaries, opino que en la postrera y
decisiva, el concejal Don Tomàs Illa y
Balaguer, al cual encontramos en San
Francisce de Asís apagande el incendio;
y recabando del Brigadier Ayerve facul-
tad para llamar en su auxilio a las fuer-
zas militares; el concejal, digo. Illa, que
tenia un hermano fraile, corrió en busca
de trepa que impidiese el atentade contra
Santa Catalina. Efectivamente, en la pla-
za del Àngel topo con un peletón de
caballería. «Sey regidor de Barcelona,
»dijo al jefe de él, y traigo erden del Bri-
/>gadier Ayerve para utilizar la fuerza
»pública. Si me cree V. sírvase seguir-
»me». Creyóle y siguióle el militar. Al
llegar al incendio limitóse éste a reco-
mendar «erden, erden». Illa, indignado,
le apostrofa diciéndole: «rQué orden,ni
qué orden es este? Este es un desorden».
El jefe no le hize caso, y la turba enva-
lentonada clamo contra Illa apeUidàndole
«carlista, paparra, etc.» y pidiendo que
se le arrojase a las llamas; en vista
de lo que el sefior Illa se retiro. Así me lo
explico el nombrado Padre Espinàs, que,
(5) Quien lo dijo oculto su nombre, temo que
por ser uno de los incendiarios.
(6) Varios testigos me lo dijeron. entre ellos el
fraile de esta D. José Cid, pues los frailes lo vie-
ron desde el campanario.
LA REVOLUCION EX T-AS CALLES
507
amigo del senor Illa, lo habría oido de su
boca.
Otro amigo del concejal, Don Jacinto
Burdoy, me relato 3- confirmo este hecho
de Illa, anadiendo algun perfil y discre-
pando en algun otro. Me dijo que Don
Tomàs salía de la casa comunal; que al
pasar por la calle de Libretería o Bajada
de la Càrcel, oyó el triste tanido de la
campana de su querido convento de San-
ta Catalina, y en la plaza del Àngel halló
el grupo de caballeria dicho; que efecti
vamente, pedido el auxilio al jefe de él,
éste obedeció, però que ya en el camino
disgusto a Illa la lentitud del paso con
que seguia la fuerza militar. QueUegados
a Santa Catalina, la tropa formó en la
calle de San Jacinto. Que viendo que los
agresores eran unos cuantos chiquillos, el
mismo Illa los disperso y ahuyentó, mas
que al cabo de un rato se presento una
turba de hombres llevando una viga para
con ella forzar la puerta de San Jacinto.
Que entonces Illa manda al jefe militar
que separe la turba, però que éste le con-
testo: «nunca haré armas contra el pue-
blo». Indignado Don Tomàs, le replica:
«cA esto llama V. pueblo?», y encaràn-
dose con la turba, la apostrofa enérgica-
mente para que retroceda: però que en
aquel momento cae Illa presó de un des-
maj'O. Se dijo que en el mismo acto uno
de los incendiarios iba a darle una puna-
lada, mas que se detuvo al verle caidosin
sentido. Un alguacil fiel, que a Don
Tomàs debía su credencial, le había se-
guido desde la casa de la ciudad, y al
verle caer corrió, y levantàndolo, lo llevo
a su casa del desmayado (1). Concuerda,
pues, el relato de Burdoy con el de Espi-
nàs, discrepando solo en el acto final.
Un tercer testigo, hermano de otro
fraile de este convento, Don Felipe Ca-
rrancà, me dijo que en una reunión de
varias personas él mismo oyó de boca de
Don Tomàs Illa dicho relato. Que Illa, al
salir de la casa Municipal, se puso la
banda de regidor, que pidió luego el auxi-
(i) Barcelona i. de diciembre de i88i.
lio a la caballeria, que esta le siguió,
però que al ver Don Tomàs que la dicha
fuerza de ejército, en lugar de aventar a
los incendiarios, les decía: «por la otra
»puerta, sin comprometernos,» y que al
saber que por la espalda se le amenazaba
con un pufial, que se retiro (2).
El monacillo de este templo, Don Jaime
Torallas, muy enterado de aquel vecin-
dario, ratificóme el dicho de los militares
de allí, de '<por la otra puerta» (3).
Quizà algun honrado lector, movido de
su pròpia buena fe, se resista a creer en
tal hecho de los encargados de velar por
la paz; però los testigos abundan tanto
que excluyen toda duda: por esto le mo-
lesto insertando sus numerosos testimo-
nios. Don Pablo Mota, tejedor, que vivia
en la contigua calle de Tragí, al alboroto
quedóse por lemor encerrado en su tien-
da, mas desde allí oyó perfectamente lo
acaecido fuera. A eso de las once y cuar-
to pasó por dicha calle una turba con
gritería }■ ruido infernal, dirigiéndose
a Santa Catalina. Al cabo de un rato
compareció una patrulla de caballeria en
la misma dirección. A su vista la turba,
compuesta de hombres y mujeres, huye,
mas el jefe de la fuerza militar les dice:
«no se vayan, no huyan, que venimos
»para apaciguar, y no para alborotar».
La turba cesó en su fuga, 3- dando gritos
de «fuego> , continuo su tarea. El senor
Mota desde su tienda 03•ó las transcritas
palabras del jefe militar 3- los hechos de
los amotinados, 3' su relato lo tengo de
sus labios (4).
Don Francisco Canyellas a la sazón
vivia en la calle de Tarrós, esquina a la
sin salida del Forn de la Fonda, y me
conto que en aquella noche pasaban por
aquellas callejuelas del contorno de Santa
Catalina las turbas, invadiéndolas y cau-
sando no corto sobresalto a las personas
honradas. Hallàbase este senor en su bal-
(j) .Me lo diio en Barcelona a 15 de enero de
(5) Barcelona 30 de diciembre de i!^88.
(4) Barcelona s de mayo de i88j.
508
■CAl•'IIL'i.O NOVL•NO
cón cerca de las once, cuando abrió su
corazón a la esperanza al ver llegar una
patrulla de caballería a su pròpia calle.
El jefe intimo a la turba que se retirase,
màs esta, con términos que la pluma
honrada no copia, contesto que no se que-
da retirar y profirió gritos hostiles a los
frailes. Entonces el jefe, en lugar de eno-
jarse, replico: «Adelante, muchachos, que
»todos somos unos». Lasbuenas personas
perdieron toda esperanza y quedaron
como muertas. A poco ardió la puerta de
San Jacinto, y al cabo de un rato oyó
este senor el ruido de revolvimiento de
maderas dentro del templo, revolvimien-
to que sin duda se efectuo para amonto-
narlas y pegaries fuego. Luego ardió el
retablo mayor, el órgano y dos o tres re-
tablitos mas (1). El mismo senor Canye-
llas me conto estàs tristes escenas.
En la calle Baja de San Pedró, dando la
cara trasera de la casa al huerto del
convento, vivia el comisario de Policia
Don F'rancisco de Llosellas. Después de
anochecido, este senor Comisario acudió
al General Saquetti pidiéndole fuerza
para custodiar el convento de Santa
Catalina. El General le dió alguna de tro-
pa. El Comisario la condujo al convento
y la distribuyó en centinelas alrededor
del edificio para asi tanto impedir el in-
cendio, cuanto proteger a los frailes fugi
tivos. Dió orden a los centinelas que
detuvieran a cuantos saliesen del con-
vento, pues quería salvaries llevàndolos
al punto destinado por la autoridad. Mas
noto el senor Llosellas que los soldados,
mientras en alta voz recomendaban a las
turbas la paz, por lo bajo las incitaban al
crimen, por cuya razón se retiro. Y esta
tan elocuente prueba la tengo de boca del
hijo del Comisario, el muy honrado no-
tario Don Melitón de Llosellas (2).
Después de tantos y tan califïcadostes-
tigos holgarà toda duda y comentario.
La efervescència no llego a San Pablo
del Campo, monasterio y colegio de la
(i) Barcelona i. de diciembre de 1882.
(2) Barcelona a ó de diciembre de 1880.
orden benedictina claustral tarraconense
y cesaraugustana, hasta cerca de las diez
de aquella nefasta noche. La turba que se
presento se componia de hombres, ninos
y mujeres mal vestidas, de horrendo as-
pecte. Es de advertir que entonces aquel
barrio solo estaba habitado por gitanos
y el verdugo , però aquellos gitanos
3' gitanas reverenciaban y amaban al
renombrado profesor del aquel colegio
Don Juan de Zafont, con el cual se con-
fesaban; y por lo mismo estimaban su
iglesia de San Pablo. Al ver el peligro
que con la llegada de la turba corria esta,
acudieron los dichos gitanos y con el hijo
del hortelano Don Jacinto Llansana, de
cuyos labios lo tengo, trataron de evitar
el ataque. A este fin colocaronse arrima-
des a la reja de la cerca exterior, y pacífi-
camente iban disuadiendo y apartando a
los revoltosos que se aproximaban. Uno
de los gitanos puso junto a dicha reja un
par de borricos, y con pretexto de que no
le tocaran las bestias separaba a cuantos
se acercaban. Por otra parte, la mentada
cerca exterior y sus rejas, separadas
como se hallan y hallaban de los edificios,
dificultaban obrar de pronto contra de
ellos y atacarlos. Però, sobre todo, lo que
muy luego en aquella triste noche arran-
caba de San Pablo y sus contornes a los
mal intencionades era el campaneo, lucha
y dispares de la pròxima casa Seminario
de Padres Paúles. La dicha campana no
paraba un momento, y los tires exaltaban
en mode extraordinarie a les revoltosos,
quienes, aloirlos, corriandejando olvida-
do a San Pablo.
A los gitanes se unieron también en la
buena obra etres vecinos, bien que a la
verdad por frente de San Pablo ne pasa-
ron grandes turbas, pues las mas nume-
rosas que acudieron al Seminario proce-
dieron del lado del Padró. «Si los incen-
»diaries, anadióme Llansana, se presentan
«frente de San Pablo en grandes turbas,
»no creo que ni yo, ni los gitanos, ni los
»vecines, ni las rejas, ni nadie las detiene
»y salva la casa;» y repite «que las muje-
»res eran como leones. «
I.A REVOl-UClON EN LAS CALLES
5C9
El sacristàn seglar de San Pablo duran-
te la noche cometió la imprudència de
atravesar el patio j-éndose al edificio hoy
casa rectoral; }' como vestia de negro y
fué visto de la calle, la turba se exalto
bastante; mas pronto la campana del
Seminario la divirtió a otra parte (1). Asi
se salv^ó San Pablo, ho}- (1912) parròquia
y joya preciosa del arte romànico.
Un rumor muy extendido, y creido, he
oido referir por varios en esta ciudad
sobre la salvación de San Pablo. Se dice
que al acudir la turba allà, uno de los
mismos que la capitaneaba le hizo rostre
y la detuvo, gritando: «no, no, aquí no se
»pone fuego, que hay una màquina que
»vale màs que Dios," refiriéndose al ins-
trumento ideado por Don Juan Zafont
que representaba el sistema planetario.
Quien no sea de esta tierra extranarà en
el dicho la exageración }• la blasfèmia.
Nosotros aunque por un lado profunda-
mente deploramos este horrendo vicio de
blasfemar de algunos catalanes, confesa-
mos que en aquella època de ignorància se
dió a la màquina de Zafont una exagera-
da importància de que realmente carecía.
Este rumor viene confirmado por las
respetables lineas siguientes referentes
al hecho: «Llego la turba delante de la
»verja de dicha iglesia [de San Pablo), y
»mientras se disponía À derribarla para
»llegar à la puerta del templo, apareció
»un hombre en mangas de camisa, que
»abriéndose paso à empujones por entre
»aquellos energúmenos, púsose delante
ide la puerta, y con voz estentórea y
»empleando los vocablos màs enérgicos
»y convincentes que el caso requeria,
»díjoles poco màs ó menos estàs pala-
»bras: «.NIuchachos, no incendiar esta
»casa, porque encierra un tesoro de sabi-
x.duría y un trabajo primoroso, fruto de
»muchos afíos y de mucho estudio.»
»Segun contaba el mismo venerable Abad
»à mis padres, à cuya casa venia à menu-
(I) Kclación dol indicació hijo del liortelano
L>. Jacinto Llaníana. Barcelona o de junio de
iSSo.
í-do à pasar la tarde, y donde se le obse-
»quiaba con chocolate..., estàs palabras
»bastaron para que aquella turba, no muy
»numerosa, se desbandara; salvàndose de
»la ruina la iglesia y claustros» (2).
Efectivamente Zafont mismo conto el
caso al Excmo. Sefior Don Manuel Duran
y Bas, de cuya boca lo tengo (3).
A la casa de la Misión de Padres de
San Vicente de Paúl, hoy càrcel de mu-
jeres, sita en la calle de Amàlia, le toco
tarde el luctuoso turno del ataque, pues
las turbas no llegaron allà hasta cosa
de las diez. Venían, según arriba nos
dijo el hijo del hortelano del vecino ce-
nobio de San Pablo, del lado del Padró;
y por lo mismo procederian del núcleo
de incendiaries de los dos conventos de
Carmelitas. Llegaron al Seminario dan-
do vivas a la libertad, e inmediatamen-
te pusieron fuego a la puerta princi-
pal, o sea la actual de la càrcel en la
calle de Amàlia. El Padre Don Juan
Figuerola había militado durante la gue-
rra de la Independència, y así, acostum-
brado a las armas y a sus peligros, juzgó
no ser del caso dejarse asesinar sin de-
fensa. Tomo la dirección de ella. En los
pisos distribuyó los defensores; en el
bajo no faltaba acopio de ladrillos para
las obras de la casa entonces en construc-
ción, y en los altos con palos o mangos
de escoba eran prontamente arrancades
los de los suelos. Así al fuego de la puerta
los religiosos contestaren con reciadas
de ladrillos, rociadas que aquelles ahorra-
ban, però que repetían cada vez que los
incendiaries se apreximaban para su
intento. Defendíanse también a tiros les
religiosos mediante des e tres armas
largas, fusiles e escepetas, de cuya pro-
cedència hablaré en su caso. Al principio
tiraren sin bala; mas luege, como los
incendiaries, viéndese imposibilitados del
incendio, intentasen escalar la casa, los
(2) Sr. iM. en el Diurio .ic liaiccloiia del 9 de
febrero de lOcS, pdg. 1730.
(3) .^\e lo dijo en Barcelona a j; de febrero de
510
KIBRO ÏEIíCERO. — CAPITULO NOVE.N'O
i-eligiosos tiraron con bala. Los atresores
al religioso joven Don Fernando Parta-
gas, muy mi amigo, de cu3•a boca lo oi, le
asestaron hasta diez f usilazos, sin acertar-
le. El, a pesar del peligro asomóse algu-
nas veces a las ventanas, 3' desde allí, al
resplandor de la siniestra luz de la hogue-
ra, vió a los incendiarios. En mangas de
camisa, arremangados los brazos y con
grandes punales y navajas en las manos,
furiosos por la defensa de los religiosos,
les amenazaban con dejar sus cuerpos de
tal modo que el mayor pedazo fuese la
oreja. Tales amenazas encerraban a los
frailes en la màs forzada piecisión de
defenderse hasta la última trinchera.
Cuando los asesinos comprendieron
que el ataque era imposible desde la
calle, y alguno de ellos caía herido, su-
bieron a la casa de enfrente del Semina-
río, y desde las ventanas de ella hostiga-
ban a tiros a los seminaristas, los cuales,
ocultos tras de los antepechos de las
suyas, no cesaron de echar ladrillos y de
hacer disparos. El seminarista senor Don
José Perramón y Cantareu, también muy
amigo mio, tiro a uno de los agresores de
enfrente, de oficio cerrajero, un ladrillo
con tanto acierto, que le dió en el rostro.
En cambio una bala de los incendiarios
hirió mortalmente al lego Hermano
Campmol.
Los incendiarios no solo usaron del
fuego, las armas y la fuerza, sinó tam-
bién de la astúcia y el engano. En lo
mejor de la refriega se presento en mitad
de la calle un liombre, gritando a los
i^eligiosos: «alto, senores, vengo a poner
»orden.» El director de la defensa con-
testo a esta invitación ordenando que al
tal pacificador se dirigiesen los proyecti-
les; de los cuales le alcanzó un ladrillo
que le hirió. Y cuando empezó a alborear
aparecieron también unos centinelas al
rededor del edificio, quienes invitaban a
los seminaristas a que bajasen, que ellos
les protegerían; mas los directores de la
defensa contestaron que hasta ver tropa
no bajarían.
Entre los agresores figuraban los pobres
a los cuales el Seminario daba la diària
sopa, y entre los directores del ataque
albaniles de las mismas obras del edificio,
a la sazón incompleto. De la turba fué
herido en un pie un herrero de nombre
Don Pedró Sampere y Llausàs, individuo
de familia muy liberal, y algun otro, pues
un conocido mío halló un chico en la
muralla contigua herido en una ròtula, y
le acompanó al hospital.
Durante toda la noche el Seminario
pidió auxilio con su campaneo; los dis-
paros de agresores y defensores atrona-
ron el barrio, y buena parte de la ciudad;
y la autoridad nada de esto oyó, prolon-
gandose el batallar, o el sitio, desde las
diez de la noche del 25 hasta cosa de las
cinco de la mariana del 26, es decir, siete
horas, en una ciudad entonces pequena y
murallada; hora la postrera en que una
fuerza de carabineros saco de apuros a
los sitiados, y los llevo al fuerte de Ata-
razanas (1).
En las primeras horas de la revuelta
contra los conventos, el de San Francisco
de Paula, de frailes mínimos, parece fué
olvidado de los incendiarios, pues estos no
se presentaron en sus puertas. Avisados
del peligro sus frailes, los mas de ellos
huyeron. Tres se abrigaron de la hospi-
talidad de una buena mujer que vivia en
un tercer piso de una casa de enfrente
del Convento, y desde tras sus cristales
presenciaron los ataques. A las diez, por
la calle entonces llamada de Cuc/i, hoy
de la Virgen del Pilar, Uegó una turba
de incendiarios, provista de fajina; colo-
có los haces arrimados a la puerta del
templo; tiro sobre ellos unas botellas de
liquido inflamable, y les puso fuego; el
cual prendió y creció con tanta fuerza,
(i) He tejido la anterior relación del ataque de
la Casa de PP. Paúies valiéndome de las que del
hecho me hicieron los religiosos de dicha Casa,
actores del mismo hecho, senores D. Fernando
Partagàs, D. Ramon Madàm y D. José Puig, pres-
bíteros. a los que toda Barcelona conoció. El nom-
bre del herrero herido. y el hecho, me lo dijo el
hermano de l•I D. Antonio. muv liberal.
LA REVOLLCIÜN EN LAS CALLES
511
que sus llamas superaban el limite supe-
rior de la fachada. Sin embargo, este
fuego fué sofocado. ;Quién obro el bueii
Servicio? El fraile Padre Juan Parera,
o Perera, uno de los de la casa de en-
frente, y que después me lo conto a mi
mismo, me dijo que, al ver el incendio,
los vecinos salieron de sus puertas y
quisieron impedir el atentado, però que
los incendiarios revolvieron contra ellos
a pedradas, de tal modo, que los pacíficos
vecinos tuvieron a fortuna meterse de
nuevo en sus casas y cerrar sus puertas.
Que entonces los nueve o diez frailes
que todavía permanecían en el Convento
echaron las cafnpanas a vuelo como en
dia de un entierro, \- que a este tanido
un senor Foxíí que con milicianos daba
la guardià al Hospital militar, entonces
situado en la plaza de Junqueras, acudiu
con su fuerza, disperso a los incendiarios
y apago el fuego. Anadióme Parera que
el mismo Foxa le había testificado su
intervención en el hecho, y que estaba
allí (1).
El Padre Francisco Güell, fraile de
esta casa, però a la sazón ausente de ella,
me afladióque, en elataque de las diez, los
religiosos tocaron a muertos, y que acu-
dió fuerza de caballería, la que disperso
a los revoltosos, y que los vecinos apa-
garon el fuego. Que el jefe de la fuerza
mandó abrir el Convento, y que dijo al
Padre Procurador, a la sazón el mas
calificado, que si querían los frailes salir,
serian acompanados por su fuerza. Entro
la tropa, y recibió de beber; y mientras
esta bebía, consulto el Procurador el voto
de sus frailes, los cuales unànimes opta-
ron por continuar en el claustro, pidiendo
solo que Foxà se Uevase a un religioso
de ochenta y siete aflos que podia emba-
razarles en cualquiera eventualidad.Bus-
càronle por todos lados hasta que, linal-
mente, le hallaron en el extremo de la
huerta al pie de la muralla de la ciudad,
metido en el zafareche, con agua hasta
la rodilla. La fuerza lo Hevó, y los reli-
(:) En BaiLC
de mayo de i.SSo.
giosos volvieron a cerrar herméticamente
las puertas y ventanas (2).
Un tercer testigo, éste presencial como
el Padre Parera, escribe lo transcrito
arriba en el articulo 1.°, a saber: que
huyó del fuego del Seminario, o casa de
Paüles, porque.como estos se defendian,
temió un balazo. Que se vino a San Fran-
cisco de Paula «y vi algunos hombres
»que estaban poniendo fajinas à. la puer-
»ta del convento, y prendieron fuego, y
»enseguida se marcharon, y el vecinda-
»rio trató de apagarlo. Delante de la
»puerta habia unos cuantos artilleros con
»su gefe que era un teniente; al cabo de
»un rato se presentaren una turba de
j^hombres que parecian demonios, gritan-
»do: mueran los frailes, que son carlistas,
»y el teniente les contesto: si quieren
»matar carlistas vayan VV. A la monta-
»na, y no matar indefensos como VV.
»hacen» (3).
;Cómo concordar tales contradiccio-
nes? Vienen a convenir todos los testi-
gos en que a las diez se realizó el primer
ataque, en que el vecindario tomo parte
en buen sentido, en que los frailes pidieron
auxilio con las campanas, y en que acudió
y salvo al Convento la fuerza pública. Res-
pecto de las discrepancias, el buen senti-
do opina que realmente fué la fuerza y
no los vecinos solos los que aventaron a
los incendiarios; que esta fuerza, a la que
Parera llama de milicia, Güell de Caba-
lleria, y el anónimo de Artilleria, real-
mente pertenecería a este noble cuerpo.
Para esta última opinión me fundo en
que el cuerpo de Artilleria fué el que
en aquella noche se porto muy bien; en
que el ofrecimiento de acompanar a
seguro lugar a los frailes concuerda con
el comportamiento observado entonces
por los artilleros, y en que el apellido de
Foxà es de familia noble, y en aquella
època los hijos de familias aristocràticas
solian entrar en Artilleria.
(-■) ^\e lo diii) en Barcelona a 28 de marzo do
18S0.
( i) Kclacií^n animima.
512
LIBRO TERCERO. — CAPITULO NOVENO
Escritas las anteriores postreras líneas,
creí imposible que en esta ciudad no que-
daran deudos y amigos del senor de
Foxa, de quienes poder inquirir el cuer-
po militar a que dicho benemérito senor
perteneciera; y así entablé mi pesquisa.
A poco dí con un hijo de una familia
muy amiga de Foxa, quien me dijo que
en 1835 Don Narciso de Foxa, padre de
un Don Enrique, condiscípulo mío, era
teniente de Artilleria de Ejército, y que
fué quien acudió a los mínimos, y allí,
sable en mano, ahuyentó a los incendia-
ries y salvo el Convento. Con esto mi
opinión se convirtió en certeza; pues, aun
cuando una respetable y muy cuerda se-
nora me había dicho que su marido, capi-
tàn en un batallón de milícia, había con su
companía apagado el fuego de San Fran-
cisco de Paula; como uno de los individuos
de esta companía de milícia dejase escri-
tes muy por menudo todos sus servicios,
3^ al relatar los de aquella aciaga noche
se calla este de San Francisco de Paula,
opino que la expresada sefiora se equi-
voco o confundió un convento con otro.
A la una de la noche los incendiarios
repitieron su ataque poniendo otra vez
fuego al templo, però los frailes de nuevo
pidieron auxilio con las campanas, y una
fuerza de Artilleros de Ejército, al man-
do del oficial Planas, acudió y salvo la
iglesia 5' la casa. También entonces los
militares propusieron a los frailes que
había en ella la salida y acompanarles a
lugar seguro (nuevo dato para creer que
eran artilleros los de la primera visita);
mas los religiosos insistieron en quedarse,
}• se quedaron (1).
A las cuatro de la madrugada, regre-
sados allí los amotinados, intentaron
derribar la puerta a hachazos, según me
dijo Parera que lo vió, y con fuego, según
el Padre Güell; y en esto, acertó a pasar
por allí una patrulla de caballería que
venia del lado de San Pedró. Esta dejó
(i) Relaciones del P. Francisco Güell y del
P. Juan Parera, citadas, y del Capitàn de Artille-
ria D. Josc de Amat v de Desvalls.
en paz a los revoltosos que continuaran
su obra de destrucción. Entonces Parera
y sus companeros, temblando pasmados,
comprendieron que los conventos habían
acabado, y los frailes de dentro del claus-
tro se apresuraron a ponerse en salvo,
huyendo (2). Sin embargo, este edificio
no ardió, sinó que después, expulsades
los frailes, sirvió de parròquia.
cQuién lo salvo del postrer mentado
ataque? No dudo que a éste se refiere el
siguiente relato del medico Don Vicente
Xucla y Roca, cuyos abuelos vivían
frente del convento. «Mientras ardian
»varios conventos, se presentaren delan-
»te de la porteria de San Francisco de
»Paula las turbas provistas de haces de
»lena, con el propósito de pegar fuego,
»cuando Don Manuel Roca, maestre teje-
»der de velos, hijo maj'or del propietario
»de la casa de enfrente, que hoy dia
»reedificada lleva el niimero 10, impidió
»que tal se hiciera, apostrefande en
«duros termines à les desalmados 5' ame-
xnazandoles con su fusil de miliciane.
»Hízeles ademas observar que el fuego
«podria propagarse à les edificios veci-
«nes, y por otra parte que los religiosos
»habian ya huido. Legrado su propósito,
«procuro sin pérdida de momentos salvar
Ȉ los frailes que sabia quedaban en el
«convento; en cuya tarea secundàronle
avaries amigos 3' vecinos.... y le ayuda-
»ron los colones del huerto llamado de
»Favà contiguo al convento» (3).
En vista del inminente peligro, en aque-
lla noche les màs de les religiosos Cami-
los saheron de su casa de Agenizantes,
quedando sin embargo dos, a saber, el
Padre Don Pablo Recelons 3- el Padre
Don Esteban Cexerrera. El primero de
estos, llevado del temor, 3' por justa pre-
vención, observo cuanto qudo, desde la
(2) Relaciones del P. Güell y del P. Parera,
citadas.
(3) El medico Xuclà, que dicto esta relación,
era nieto del protagonista D. .Manuel Roca. Me
la entregaron en Barcelona a tó de diciembre de
1895.
LA REVOLLCION EN LAS CALLES
513
ventana de su pròpia casa convento, los
acontecimientos de aquellas aciagas ho-
ras, y de su boca tengo las siguientes
noticias referentes a su dicha vivienda.
Tres peligros graves corrió entonces:
el primero a las doce o la una. Oyóse que
por el lado occidental de la misma calle
Baja de San Pedró algunos hombres
corrían; però desde la indicada ventana
no podia descubrirse toda la escena, por-
que la tortuosidad de la calle no dejaba
ver mAs que hasta el recodo que esta
forma frente la cien Cttcli, hoy de la Vir-
gen del Pilar. Vióse, sin embargo, que
dos o tres hombres se apostaban escon-
didosen los huecos de las cerradas puer-
tas, colocàndose sobre los umbrales,
como esperando a alguien que por allí
debía pasar. Realmente, a poco llego allà
un hombre, perseguido por varios, entre
los que descollaba uno, no de la baia
plebe, en mangas de camisa, camisa muy
blanca, y con un sable en la mano, sable
muy arqueado y envainado, el cual senor
seria probablemente el jefe de los demàs.
Los apostados en los umbrales, y también
los demàs, se echaron furiosamente sobre
el perseguido, el cual cayó al pie mismo de
la iglesia de Agonizantes, y allí le mata-
ron a golpes, y al fin tiràndole una piedra
a la cabeza. La víctima no exhalo ni un
ay, guardando completo silencio. Así me
dijo el Padre Recolons; però un vecino
que vió la triste escena desde su balcón
de la esquina de la calle de La Perdiu,
me anadia que él oyó las grandes voces
del perseguido de «Perdonadme, perdo-
»nadme, ya os pido perdón» (1 ). Daria estàs
voces al pasar frente de su casa, y luego
ante la de Agonizantes callaria. Volva-
mos a las noticias de Recolons. Mientras
se cometia tal atentado acertó a pasar
por allí, viniendodel lado occidental, una
patrulla, que Recolons llama de milícia,
però que debió de ser de ejército, porque
por mil conductos consta que en aquella
(i) Kelación de D. Cario? Guilcra en Barce-
lona en abril de ií-Sj.
noche la milícia urbana no fué llamada.
Venia formada por mitades, mas ante el
recodo de frente la calle de';/ Cucit formó
por cuartas, 3' siguió tranquilamente su
curso, pasando por el lado del grupo mal-
hechor sin decirle una palabra. Consuma-
do elcrimen, el mdicado senor, presunto
jefe, teniendo a su redonda a los compa-
neros de iniquidad, al lado del cadàver,
éste fuera del corro, exclamo: «/F/ra...
ya n'hi tenim un altre de punycterot,!
Durante la ejecución del asesinato uno
de los ejecutores propuso incendiar la
casa de Agonizantes, però de entre ellos
salió una voz diciendo: «dejadlos. Estos
»ya trabajan». Y al retirarse todos, que
lo hicieron luego, el jefe, sin duda repa-
rando en la cabeza del Padre Recolons
de la ventana, en un momento en que sus
companeros no le reparaban, hizo ade-
màn de coger una piedra y tiràrsela, sin
duda para darle a entender que se reti-
rase y no comprometiese la casa. El cadà-
ver fué quitado muy pronto, y lavadas
las manchas de sangre.
En altas horas de la noche la casa-con-
vento corrió el segundo peligro. Un gru-
po de siete u ocho hombres desde la calle
de la Clavaguera entro en la Baja de San
Pedró. Hablaban y se gloríaban de las
fechorías que habían cometido en el ata-
que del Seminario paúl. «Yo, decíauno,
»he llevado allà un haz de fajina»; otro
otra triste hazafia, mientras un tercero
afiadía: «però, amigo, allí no falta su
«peligro, porque los de dentro se deíien-
den». Antes de llegar el grupo a la casa
de Agonizantes uno observa y dice que
allí todavía no se ha puesto fuego, y al
momento otro que llevaba el fuego da
una gran patada contra el suelo, y echan-
do una exclamación, dice: «Se me ha
«acabado el fuego. Estos se escaparan»,
y pasaron de largo.
Màs tarde otro grupo, y es el tercer
peligro, salió también de la calle de la
Clavaguera a la Baja, Uevando antorchas
encendidas, y clamando: «iA San Fran-
cisco! jA San Francisco!» Pasó por frente
la casa, sin molestaria; y a poco rato se
33
514
LIBRO TEUCERO. CAPITULO NOVENO
oyeron las campanas de los mínimos en
demanda de auxilio (1).
Ignoro lo que acaeciera enlasEscuelas
Pías; solo sé que no experimentaron mo-
lèstia grave; 3' he oido contar, no sé con
qué fundamento, que al acercarse a ellas
un grupo de incendiarios, uno, sin duda
jefe, le detuvo diciendo: «No, a estos no,
»que ensenan al pueblo».
El Colegio de San Buenaventura de
frailes franciscos, convertido hoy en
Fonda de Oriente, entonces, desde cosa
de un afio antes, alojaba en parte de su
edificio las oficinas de la Policia, y así no
fué ni podia ser atacado. Y quizà por su
contigüidad con esta casa tampoco lo fué
el del lado meridional, llamado del Santo
Àngel màrtir, de frailes Carmelitas calza-
dos. Del de Trinitarioscalzados diré en el
capitulo siguiente. También fué atacado.
Los incendiarios no se olvidaron del de
Dominicos, titulado de San Vicente y San
Ramon, sito en la calle de San Pablo,
esquina occidental con la de Robador. Su
Padre Rector, Fr. Segismundo Riera, al
ver el incendio de otros conventos, salió
con los ahorros del colegio destinades a
su reedificación, y se acogió a una casa
que creia amiga, donde, traicionado, fué
parece robado, y arrojado a la calle
pereció asesinado, como largamente refe-
riré en su lugar. Al regresar al colegio el
criado que le había acompanado, vió a
eso de las nueve de la noche, vió, digo,
que un punado, y solo un punado, de
incendiarios ponian la hacina de combus-
tibles a la puerta del colegio; però lo
cierto es que no ardió, y por la misma
razón que el vecino, o sea de San Pablo,
porque la campana, los disparos y grita
del próximo Seminario paül distrajo a los
malhechores; y así el colegio dominico
escapo ileso (2).
(i) El P. Pablo Recolons me hizo este relato
en Barcelona a 9 de noviembre de 1880, y en otras
fechas hablamos nuevamente.
(2) Reiación del fraile de esta casa Padre don
Pedró Palau, en La Geltrú, de donde fué pàrroco
después.
Desbordada la chusma, puso en peligro
en aquella revolución también a perso-
nas seglares. Don José Maria de Magaro-
la, hijo segundo de la noble casa de este
nombre, había sido Comandante de un
batallón de voluntarios realistas de Bar-
celona y del de Villafranca del Panadés.
Los incendiarios por esto quisieron que-
marle la habitación, que la tenia en un
segundo piso de la calle del Conde del
Asalto; emperò el inquilino del piso pri-
mero, el pedagogo Don Agustín Miracle,
al que yo mucho traté, salió y habló a los
agresores, manifestàndoles que no perju-
dicarían a solo Magarola, sinó quele des-
truian a él; y con esto se retiraron (3).
Cerca de Santa Catalina vivia una san-
ta mujer con su f amiha compuesta de su
madre y una hermana. Algunos frailes
frecuentaban la casa, de donde vino el
odio de los revolucionarios, el cual hizo
que la motejaran de ramera de los frai-
les, y que en la nefasta noche intentaran
incendiarle la habitación. Mas también
aquí los vecinos, interesados como ella en
salvar la casa, emplearon todo su empeno
en evitar el incendio, y lo evitaron (4).
Al pasar la turba por frente la noble
casa de Sagarra, de la calle del Carmen,
rompió los cristales de sus balcones, sin
duda por tenerla por carlista (5). Ven-
gan luego los autores revolucionarios
pregonando, como lo hacen, que en
aquella noche no hubo desmàn alguno.
ARTICULO CUARTO
LA REVOLUCIÓN Y EL AYUNTAMIENTO
El papel que en estos acontecimientos
desempenaron los representantes del
pueblo, o sea los individuos del Ayunta-
(5) Lo tengo de boca del hijo de Magarola,
el sacerdote Dr. D. Ramon de Magarola y de
Sarriera. Barcelona 4 de junio de 1887.
(4) Me lo dijo la misma senora en Barcelona
a 17 de abril de 1888.
(^) Me lo dijo un hiio de la casa.
LA REVOLUCION EN LAS CALLES
515
miento, y cuàles fuesen sus sentimientos,
nadie podrà explicàrnoslos con màs exac-
titud ni autoridad que el acta de la sesión
permanente que durante aquella terrible
noche celebro el municipio. Hela aquí:
«En la Ciudad de Barcelona y dicho dia
»de veinte y cinco de Julio de mil ocho-
«cientos treinta y cinco: Consecuente à
»aviso que los SS. D. Rafael M.* de Duran
»y D. Joaquin de Mena reunidos en estàs
«casas consistoriales à las siete menos
»cuarto de esta tarde han comunicado
»por medio de un portero al Sor. Decano
«Marqués de Llió del desórden ocurrido
»en la funcion de la plaza de toros, que
»hà cundido dentro de la Ciudad, para
»que en su virtud se reuniera el Escmo.
»Ayuntam.'°, se verifico así por disposi-
»cion de dicho Sor. Decano con asisten-
»cia de los Senores continuados al mar-
egen bajo la presidència del mismo Sor.
»de Mena, quien enseguida ha manifes-
»tado que de esta disposicion había dado
»aviso al Sor. Gobernador militar por
»medio de un Alguacil espresàndole que
»estaría pronto el Ayuntamiento a cum-
»plir las ordenes que se sirviese comu-
»nicar.»
El Ayuntamiento se declara en sesión
permanente. El diputado del Común Don
Tomàs Illa dice que «el Gobernador mili-
»tar le acaba de dar órden que dijese
»al Ayuntam.'" haga publicar un bando
»à fin de que la gente se retire à sus
»casas. Se acordo así estendiéndose y
»aprobàndose el bando en estos términos:
»De orden del Sor. Gobernador interino
»se manda à todas y cualquiera personas
»que inmediatamente de publicado este
»pregon se retiren A sus casas A fin de
»que los mal intencionados no tengan
»pretesto alguno de alterar la tranquili-
»dad pública, previniéndose al mismo
»tiempo que todo grupo que se viere en
»las calles que pase de cinco personas, en
»el caso de resistir A separarse, lo serà
»por la f uerza armada y las personas que
»se aprendan puestas A disposicion de la
»Autoridad competente.
«Entraron los SS. Gobernador civil y
«Decano del Ayuntamiento, y este ultimo
>'espresó que acababa de venir de Atara-
»zanas donde se hallaba el Sor. Gen.' en-
»cargado actualmente de la Capitania
»Gen.' , el Sor. Gobernador militar inte-
»rino y el Sargento mayor de la Plaza,
»que à mas de haber observado que dicho
»Sor. Gobernador militar había mandado
»salir la artilleria y caballeria entendía
»que aquellos Gefes habían dicho que no
»era necesaria la publicacion del bando.
»E1 Sor. Gobernador Civil opina por la
»publicacion, y acorde el Escmo. Àyun-
»tam.'° con sus ideas, resuelve que se
«remita al Sor. Gobernador militar con
«oficio acompanatorio, conforme se ha
«verificado acto continuo, manifestàndole
«que el Cuerpo Municipal cree que en las
«actuales críticas circunstancias debiera
«publicarse como bando militar, però que
«sinó obstante no lo juzga así Su Seno-
«ria, tiene pronto el Ayuntam." el prego-
«nero, quien saldrà à publicarlo luego
«que se remita una fuerza suficiente para
«su custodia, mandando en consecuencia
«el Ayuntamiento que dicho pregonero y
«el prohombre del Gremio de corredores
»de pelfe Salvador Lletjos, llamados pre-
«ventivamente de antemano, subsistan en
«estàs casas consistoriales hasta nueva
«disposicion.
«Siendo como las diez de la noche se
«han presentado diferentes Alguaciles de
«los destacades à varios puntos de la
«Ciudad para observar los movimientos y
«dar aviso de ello y de si las casas ó con-
«ventos de los Religiosos, contra quienes
«parece se dirige el ataque particular-
«mente, estaban defendidos con alguna
«fuerza y si hay ó no patrullas por las
«calles; y de los tres partes verbales que
«recibe el Escmo. Ayuntam.'" de dichos
«dependientes resulta que hay fuerza co-
«locada cerca de los conventos y que cru-
»zan patrullas por las calles, en las cuales
ív^i pesar de estar incendiados varios con-
«ventos se observa tranquilidad.»
«A las doce menos cuarto se hà retirado
«el .Sor. Gobernador Civil. «
»En este estado se hà ocupado eficaz-
516
l.lnRO TERCERO. — CAPITULO NOVENO
»mente el Escmo. Ayuntam.'° en ver si
«podria en algun modo cooperar a res-
»tablecer el órden publico; però su celo
»se ha frustrado teniendo entendido que
»todas las providencias en que atinaba
»estaban ya tomadas por la autoridad
^militar.»
El gobernador militar dice que se pübli-
que el bando y que mandarà fuerza para
la publicación.
«A la una y cuarto de la noche aun no
»había parecido esta fuerza, ni menos las
»bombas que se habían mandado llamar
»deantemano, nohabiendo podido lograr-
»se mas reunion que la de unos siete indi-
»viduos, de los cuales se presento uno,
»espresando que habiendo acudido en
»virtud del llamamiento al punto mas
»prócsimo del incendio habia sido apalea-
»do por la multitud a pretesto de que iba
«íl apagar el fuego de los conventos.
»Sin embargo constante el Ayunta-
»mi.'° en sus adoptadas providencias ha
»dispuesto que se llamaran de nuevo los
»bomberos y que así estos como todoslos
»útiles que tiene à su disposicion se pon-
»gan en movimiento.
»A la una y media han sido llamados
»al R.' Palacio de orden del Mariscal de
»Campo D. Cayetano Saqueti el Sor. De-
»cano y el Sor. Regidor D. José M.'' de
^Llinàs, quienes salieron para dirigirse
»al punto del llamamiento.
»Con noticia que se ha recibido de que
»de resultas del fuego pegado en los con-
»ventos peligraban y aun empezaban à
»arder algunas casas de particulares con-
»tiguas à aquellos, acuerda el Escmo.
»Ayuntam.t° se llamen à todos los Alcal-
»des de Barrio para prevenirles que au-
»siliandose de algunos vecinos honrados
«procuren cortar el fuego, y que se reite-
»ren los avisos à los bomberos y demas
»dependientes de costumbre para que
«acudan à donde sepan sea mas urgente
»la necesidad.
»De resultas de la procsima antecedente
«disposicion hà tenido noticia el Ayun-
»tam.'° que varios Alcaldes de Barrio
»estàn trabajando à favor del órden en
»diferentes puntos y así continua Su Es-
»cel.^ en sesion permanente.
»A las tres menos cuarto se ha dispues-
»to llamar por los Porteros à los Prohom-
»bres de carpinteros y cerrajeros y à
»cuantos individuos de estos oficiós pue-
»dan reunirse para que vayan & observar
»y operar à fin de impedir à lo menos
»que el fuego comunique à las casas veci-
»nas, sinó es posible hacer otra cosa,
»mandando el Escmo. Ayuntam.'" que
»desde luego sean conducidas las bombas
»y ütiles disponibles à los puntos necesa-
»rios conforme se ha verificado.
»A las cuatro y cuarto de la madrugada
»volvieron los SS. Decano y de Llinàs los
»cuales manifestaron al Escmo. Ayun-
»tam.'° haberse celebrado junta de Au-
»toridades en el R.' Palacio, la cual ha
»dado lasdisposiciones convenientes para
»que cada uno por su parte disponga el
»cumplimiento de las que le competen
»encargando al Escmo. Ayuntam.^que
»procure el exterminio del fuego, lo que
»se està ya practicando segun las dis-
»posiciones dadas dirigiendo personal-
»mente las operaciones particulares en
»varios puntos diferentes SS. Concejales
»y en especial los del ramo de obreria
»que habían salido al intento con las bom-
»bas y útiles» (1).
Los hechos van descubriendo el plan, y
a cada momento quedarà màs patente el
de aquellas autoridades que estaban en
connivencia con los tramadores del incen-
dio. Consistia este satànico plan, a lo que
se ve, en dejar unas horas libres a los
ejecutantes para que incendiaran y mata-
ran; pasadas las cuales, se reprimiera el
motín. Así seejecutó, y la fuerza pública,
inactiva durante toda la noche, obro con
decisión en la madrugada. No creo que el
Ayuntamiento entrarà en esta terrible
connivencia. De las transcritas palabras
del acta aparece su buen deseo de evitar
el fuego. En su lugar pasaremos el debido
balance de responsabilidades.
(i) Archivo municipal deJBarcelona. — Acuer-
dos. Segundo semestre. '8^;. Folios de 555 a 5Ü0.
LA REVOLUCION EN LAS CALLES
517
ARTICULO QUINTO
ASPECTO DE LA CIUDAD
El tristemente memorable 25 de julio
de 1835 fué dia caluroso, claro y sereno,
y en el orden material brillo su pura
atmosfera (1) tanto cuanto en el moral
fueron negras las tinieblas de su sacrílego
ciimen. Todo el mundo se dispuso para
asistir, y asistió, al espectàculo, aquí
entonces nuevo, de los toros; del cual sur-
gió el tremendo del incendio de los con-
ventos. Muy pronto el arrastramiento del
toro dió lugar a corridas (corredisasj en
la Rambla (2), y después al cierre de las
tiendas y retirada precipitada de las gen-
tes pacíficas a sus viviendas; quedando
así casi desiertas las calles.
He aquí notables paiabras con que des-
cribe este primer aspecto de la revuelta
un entonces nino que, de la mano de su
ama, o ninera, regresaba de un paseo
por la montana de Montjuich: '<E1 tra-
»yecto desde la puerta de Santa Madrona
»hasta la Rambla, teniendo à. la derecha
»el cuartel de Atarazanas y dejando à la
»izquierda la que se llamaba el Pes de la
»palla, lo atravesamos con dificultad;
»pues la gente venia corriendo desde la
»Rambla de Santa Mònica en direccion
»a la Muralla.
»A1 llegar à la Rambla que estaba ya
»completamente despejada, presencié un
«espectaculo que no se ha de borrar de
»mi mente. Cuatro ó cinco soldados de
»caballería a todo escape, salíendo del
»fuerte de Atarazanas, eran la causa de
«aquella confusión. Pertenecian al escua-
»dron llamado de dragones, que vestían
«casaquilla amarilla. Su casco reluciente
»y su cola de crin les daba cierto aspecto
»de ferocidad que me encantaba.
»<A donde iban aquellos dragones?
(i) D. Jcist; iWariaiiü Kicra y Comas. Misle-
rios de liZS sectas secrelas, tomo IV, pàg. 3^.
(2) Vió las corridas el lego camilo D. Fran-
cisco Calvet, que aquella tarde habia salido a
paseo. Barcelona 27 de junio de 1881.
»rCual era su mision?.... Yo nunca he
> intentado averiguarlo; antes bien tengo
»Ia conviccion de que nadie, ni ellos mis-
»mos, sabían cual era su cometido en
»aquellos críticos momentos» (3).
Que las calles quedaron desiertas nos
lo testifico arriba Don Pedró Subiranas,
quien, también regresando de paseo, atra-
vesó lo entonces mejor deia Ciudad; y
me lo testificaron otros.
Cerróse igualmente el Teatro (4), que
otra cosa no permitía el estado de los
animós de la población. Es iniitil decir
que se cerraron las Iglesias de regulares,
3' es natural pensar harían otro tanto las
parroquiales. Discurrían por las calles y
plazas ya cortas comisiones de incendia-
ríos que en silencio, y con temor de ser
conocidos, ponian fuego en los cenobios,
ya después de ellos grupos de energúme-
nos de siniestro rostro, con niiïos pilletes
y mujeres públicas, todos en mangas de
camisa o abundando los vestidos blancos.
Unos levantaban en alto sus incendiarias
antorchas; otros llevaban las botellas de
líquidos inflamables; los màs armados de
traidoras armas, punales, navajas, tije-
ras, garrotes, leznas de zapatero, etc.
Silbaban, gritaban, prorrumpían en ron
cas voces de exterminio; «iViva la liber-
tad! jMueran los frailes! iFuego, fuego,
que arda!»
Muy pronto de una casa religiosa se
levanta humo, y en seguida llamas, y lue-
go de otra; y muy luego son cuatro las
que arden. Las llamas, mal contenidas
bajo las techumbres de los templos o
conventos, brotan furiosas por los venta-
nales, y a poco, por su gran fuerza ven
cedoras de las techumbres que las opri-
mian, logran derrumbarlas, y potentes
elevan hasta las nubes sus ràpidos remo-
linos. La atmosfera continuaba en aque-
lla noche de julio tranquila como su dia,
(i) Un seiiiir M. Uiario de íiarceloiiA del 8 do
febrero de 1908, pàgs. 1Ó66 y 16Ó7.
(4) Me lo dijo el abogado D. José Bohigas, que
al iniciarse la revoluoión se vestia para asistir a
la (unción. Barcelona 21 de diciembre de 1888.
518
LIBRO TERCIÍIiO. — CAPITULO NOVENO
y así el fuego subía recto e ilutninaba el
cielo, que por el fulgor de tantos y tan
grandes incendios quedo completamente
rojo, y la ciudad clara como durante el
dia. Aparecieron los terrados poblados
de expectadores, unos satisfechos, otros
indiferentes, otros profundamente cons-
ternados, però afligido todo hombre de
recto juicio. Varios de los testigos me
calificarondeaterrador elespectàculo (1).
Inmensa ansiedad y zozobra se apode-
ro del animo de los que tenian deudos en
los claustros; unos temiendo por sus ami-
gos, otros por sus parientes, quién por
sus hermanos, quién hasta por sus hijos,
cuyos paraderos y suerte ignoraba. En
la Riera del Pino, hoy calle del Cardenal
Casanas, cerradas las tiendas, veíase una
abierta con el velón encendido sobre la
mesa. Era del barbero cirujano, a quien
yo he tratado, Don Liborio Bofarull.
Estaba casado con una viuda, madre del
Padre Joaquín Martí, franciscano, que
también conoci; y la tienda continuaba
abierta, porque esperaba la llegada de la
angustiada madre que corria por la ciu-
dad buscando a su hijo fraile. Y por
senas que la casa recibió en aquel acto
una visita nada halagüena. Pasaba por
allí un grupo incendiario, y el que lo
capitaneaba, el francès Mr. Alibaud, en-
tróse en la tienda para en el velón de
ella (entonces no había gas) encender el
cigarro. A la sazón dijo Alibaud: «Al
Pino». Bofarull, deseando salvar del
incendio a su parròquia, le dijo: «ïY à
»que van VV. al Pino? Allí no hay ni
»frailes, ni nadie: solo lograràn quemar
»paredes». Replico Alibaud: «Tiene ra-
»zón. Va mos à San Agustín». Y pronto
ardió San Agustín (2).
Como la família Bofarull, muchas otras
sufrían angustias a par de agonia.
(i) Entre los varios D. Joaquín Rubió y Ors.
Barcelona i8 de junio y s de julio de 1880.
(2) iMe lo conto mi querido amigo el canónigo
D. Esteban Pibernat, quien lo había oido. no
una, sinó muchas veces, de boca del mismo don
Liborio Bofarull. Barcelona 15 de enero de 1900.
Si la vista quedaba deslumbrada con
el rojo resplandor de las llamas, que en
algunos puntos subían sobre el nivel de
los terrados otro tanto de lo que era la
altura de sus edificios, el oido percibía
el continuo y lastimero campaneo de los
conventos que pedían auxilio; sonido que
malamente se mezclaba con los aullidos
o gritos de las turbas que pedían sangre
inocente.
El hombre de noble corazón, en esa
lucha entre el asesino y la víctima, gira-
ba en torno suyo los ojos justos y carita-
tives, buscando un socorro; veia acer-
carse patrullas, ya de infanteria, ya de
caballería, y aun al mismo Gobernador
militar de uniforme; però las màs de las
patrullas y el Gobernador militar pasa-
ban tranquilamente, dejando en paz a
los agresores, y por lo mismo autorizàn-
doles con esta su presencia, cuando no
con su palabra.
jCruel espectàculo! jVer perseguir de
muerte a inocentes con anuencia de los
encargados de la justícia, y por lo mismo
sin remedio!
Aspecto aterrador el de nuestra ciu-
dad. Repitamos la pincelada de arriba
del Padre José Güell, trinitario: «Las
»turbas de los asesinos é incendiaries
»iban y venian: la tropa pasaba de cuan-
»do en cuando, sable en mano la caballe-
»ría, però sin sablear à nadie. Decian
f>retirarse, però se retiraban para volver
»apenas habia pasado la tropa. Oiamos
«campanas, y un grande ruido confuso;
»correrías de asesinos, de tropa, gritos,
»campanas hasta muy tarde».
Todo el mundo en aquella noche se
creia con derecho para matar al que él
creyera reo del grave crimen de ser
fraile; y los pobres fugitivos eran perse-
guides y acosados como conejos: desen-
freno del que no solo resulta la gravísima
injustícia de la muerte de los sin causa
perseguides, sine también que, tomàndose
por fraile a quien ne lo era, nadie gozaba
de seguridad. Muy pronto aparecieron
tristes efectes de tal desenfreno. Den
Ramon Reixach, en el lugar citado del
LA REVOLUCION EN LAS CALLES
519
Llano de la Boquería, a eso de media
noche, vió pasar en literas dos o tres
cadàveres que eran llevados al Hospital.
En la Rambla de Santa Mònica, a cosa
de la mitad del trecho desde el Teatre a
la iglesia de esta Santa, formóse de pren-
to un grupo, oj'óse el terrible grito de
«imatarle, matarle!», sono un tiro y el
agredido cayó muerto. Allí quedo el ca-
dàver llasta la siguiente madrugada (1).
Un fraile halla al capitàn de Milicia senor
Moradillo, y le pide que le salve. El
miliciano, llevado del mejor deseo, obser-
va al fraile que corre peligro si se mue-
ve; però el fraile insiste, y asi juntos
salen de donde estaban, y caminan jun-
tos también hacia Atarazanas; però al
llegar frente del Teatro, sin respeto al
uniforme de Moradillo, el religioso, abra-
zado al miliciano, es asesinado a punala-
das (2).
Contóme el tantas veces citado apren-
diz que cerca de la media noche estuvo
con una turba frente el convento de San-
ta Catalina. Que los incendiarios, deseo-
sos de poner fuego a esta casa, acudieron
a la panadería del mismo convento, que
estaba en la calle de Freixuras bajo la
obra nueva de él, junto a la fuente, acudie-
ron, digo, en demanda de fajina. Los pa-
naderos, de apellido Monné, se negaron
a daria. Es de advertir que bajo del con-
vento corria allí una fila de tiendas que
abrian a la calle cada una una puerta y
al lado una ventana. La turba, que se
componia de unos nueve o diez alboro-
tados, irritada por la negativa, trató de
vengarse rompiendo los cristales de la
ventana; però como estos venían defendi-
dos por una reja y una red de alambre,
valióse de palillos que introducía por las
mallas de la red. Allí cerca estaba miràn-
dolo un sujeto, de unos cincuenta aiïos,
que vestia pantalon blanco, chaqueta de
(i) Relación do D.' .Maria Campiní, que lo
vió. Barcelona i8 de enero de i888.
(2) Kclación del otr» capitàn de milicia el
notario D. Constantino ("lihert. Barcel•ina J7 de
abril de 1880.
pano azul turquí, y sombrero. De pie,
apoyado en un bastón que tenia arrimado
al costado, observaba, y en su espíritu
condenaba el hecho, de modo que dirigió
a los malhechores algunas palabras para
contenerles en el atropello contra la pa-
nadería. Esto bastó para que los revolto-
sos dijeran: «.;Si serà un paparra?» Quiso
él defenderse de los dictados que se le
daban. Entre los amotinados hallabase
uno de los tres hermanos, exaltados,
conocidos por el apodo de Madeail; quien
saca su estoque y golpea al hombre de la
chaqueta azul, y luego le golpean otros,
hasta que el dicho Maciecul, encontràn-
dose en la misma calle de Freixuras, a
unos diez pasos de la actual de Lacy, le
pasa con el estoque por el vientre, yendo
el pobre hombre a morir en la calle Baja
de San Pedró frente una panadería que
había, llamada Forn del.•^ Coloms. Dada la
estocada, el aprendiz, afectado, se retiro
sin ver el fin de la tragèdia. El hombre de
la chaqueta azul, el acusado úq paparra,
la víctima, era el mozo de Don Mariano
Borrell, del Bacallanc , del empresario de
la plaza de toros jjusticia revoluciona-
ria! (3).
El Madeail, después de esta fechoría,
fué por muchos anos guarda de consu-
mes, y al fin enloqueció. Loco, infirióse con
una navaja una grave herida, y murió.
Los hermanos Madecul en el període
constitucional de IS20 al 1823 se habían
ya senalado por su exaltación, de modo
que otro de elles, en un bautizo en Santa
Maria del Mar, pego un bofetón al Tenien-
te del cura, y por ello en tiempe del Con-
de de Espafia paro en presidio (4).
Confrontande esta relación del apren-
diz con la del Padre Pablo Recolons de
los Camilos 0 Agonizantes insertada al
final del articulo anterior, ne queda duda
de que ambas se refieren a la misma víc-
tima. El aprendiz vió el comenzar de la
tragèdia, el Agonizante la terminación.
(5) .Me lo conto detenidamenie el mismo
aprendiz.
(^) El mismo aprendiz.
520
LIBRO ÏEUCEUO. — CAPITULO NOVENO
. En la misma calle de Freixiiras fué
perseguido un fraile carmelita descalzo,
quien también desemboco en la Baja de
San Pedró. Manando yasangre, quiso es-
conderse y entróse en la tienda almacén
de aceites de un senor Maimí, número 17
actual; sacàronle de allí los pilletes que le
seguían, y allí mismo lo mataron (1),
según muy por lo largo veremos al tra-
tar abajo de la otra tragèdia que se des-
arrolló en aquel acto.
En la entrada de la calle del Hospital,
a siete u ocho pasos de la Rambla, al pia
de la acera septentrional, abríase en el
suelo una gran boca de la cloaca, o sumi-
dero, destinado a engullir las aguas plu-
viales, sumidero que yo recuerdo perfec-
tamente. Allí en aquel sumidero, que
estaba defendido por una reja, aquella
noche fué asesinado un fraile, y lo fué
con peinetas, y no faltarían navajas. Me
consta por un individuo de la drogueria
de enfrente llamada de Ventats, cuya
hija mayor se conmovió tanto al ver
aquel crímen, que enfermó, o se puso de-
licada, y por las cercanías de Navidad
siguiente murió (2).
Don Ramon Nivera, hombre muy de-
seoso de ver y conocer los acontecimien-
tos piiblicos, empleó por este deseo la
noche en córrer de un lado a otro de la
Ciudad. Con tres amigos pasaba entre las
tres y las cuatro de la madrugada por la
calle del Arco de San Agustín, y uno de
ellos coge del suelo unenvoltorio, dicien-
do: «amigos, he hallado un tesoro». Entre
los cuatro amigos, y en presencia de una
veintena de circunstantes, desenvuelve el
lio, y halla dentro un pie humano, que
fué dejado allí mismo. Lo tengo de labios
del senor Nivera (3). Y recuerdo haber
oido contar que un canalón de un tejado
(i) Relación del hijo del Sr. Maim!, Don Pas-
cual. Barcelona i6 de febrero de 1882. D. Pascual
presencio el acto e intervino.
(2) Me lo conto una hermana de la difunta,
junio de i88í.
(•5) Barcelona 31 de marzo de 1882.
de aquella calle mano sangre (4). Proce-
dería sin duda del asesinato de Fray Ma-
nuel Carrera, miierto en un vecino terra-
do. Hasta, pues, por los terrados se per-
seguia a los frailes.
Nivera y sus amigos, despuntando ya el
dia, se dirigieron a la Rambla, y de aUi a
la calle del Call, donde vieron a un gru-
po de unos diez o doce hombres que per-
seguían a otro que huía y sorteaba la
persecución. «Ha pegado por aquí», decía
uno. «No, no, sinó por ahí», observaba el
de mas allà. Era un fraile vestido de
seglar. Salía de la calle del Arco de San
Ramon al Call. Al fin alcanzado, gritaba:
«Por amor de Dios la vida, la vida por
«amor de Dios». Pren te la calle de Santo
Domingo del Call cayó muerto principal-
mente por obra de pedradas, como perro
rabioso.
Ya en la mafiana siguiente, hallàndose
el mismo senor Nivera en la plaza del
Teatro Principal, junto a la antigua fuen-
te llamada del Vell, hoy monumento de
Soler, vió acercàrsele una turba de chi-
cuelos de corta edad, quienes, dando gri-
tos, hacían rodar a puntapies un objeto.
Llego este objeto cerca de Nivera, y en-
tonces éste lo meneó con la punta de su
bastón para ver qué era. Vió el cerquillo
del fraile, y con esto y la forma conoció
que era una cabeza humana. Tenia un
ojo abierto y otro cerrado, el cabello ne-
gro denunciaba un joven, y la suciedad
que le cubría el buen rato que servia de
brutal juego a los muchachos, a los cuales
nadie reprendía ni alejaba (5).
No una, sinó mil lenguas cuentan en
Barcelona la tràgica muerte del Padre
Maestro Segismundo Riera, que menté
arriba, jefe del Colegio de San Raimundo
y San Vicente, de frailes dominicos, si-
(4) Relación de un senor Ràfols que vivia en
la pròxima calle del Hospital.
(5) Me conto Nivera estos hechos en Barce-
lona a 31 de marzo de 1882. Parece que Dios le
dió aquella curiosidad para que otro dia me sir-
viera de testigo.
LA REVOLUCION EN' LAS CALLES
521
tuado en la calle de San Pablo, esquina a
la de Robador: venerable sacerdote que,
traicionado por quien le habia dado hos-
pitalidad, fué muerto. Otro cadàver se
vió en la misma calle, al decir de un an-
ciano.
Para evitar repetición de noticias callo
aquí y paso por alto los asesinatos y heri-
das de otros religiosos, perpetrados en
las calles, porque, al describir en el capi-
tulo próximo siguiente los sufrimientos
de cada una de las comunidades, su na-
rración tendra lugar màs apropiado. Y
a tanto interfecto hay que juntar el
asesino muerto por terrible golpe dado
contra la barra de hierro de la Boquería.
He aquí, pues, el aspecto de Barcelona
en aquella miserable noche: humo por
todos lados, siniestra iluminación por los
incendios, calles desiertas de gente hon-
rada, grupos de asesinos e incendiaries
con los brazos arremangades y los pufia-
les en las manos, gritos criminales, per-
secución deindefensos, asesinatos a capri-
cho de los ruines y viles duenos del
campo, patrullas de tropa de las que las
mas miran indiferentes el crimen, ediíi-
cios que crujen y se derrumban, la casa
de Dios horriblemente profanada, el sa-
cerdocio vilipendiado, llanto acerbo de
los amigos de la Iglesia Santa, y gozo
cruel de los emisarios de Satanàs. Haec
est hora vestra et potcstas tenebrarum.
No debò terminar este articulo sin
copiar las siguientes palabras del revolu-
cionario RauU encomiando el crimen y
casi casi graduàndolo de acontecimiento
protegido por la Providencia: 'Mientras
»que en una parte de la ciudad ardían
»algunos conventos y se incendiaban en
»la otra, el furor no declinaba en ninguna:
»antes a manera de tempestad, volviendo
»y revolviendo a diversas partes sus recí-
i procos combatés todo lo llenaba de in-
»quietudes, por la facilidad con que podia
«prender el tuego en las casas. Y cosa
»verdaderamente rara, a pesar de que
»fueron incendiados seis conventos; el de
»Carmelitas descalzos, el de Carmelitas
«calzados, el de Dominicos, el de Trinita-
»rios descalzos, el de Agustinos calzados
»y las puertas del de los Minimos, nin-
»guna casa particular sufrió el menor
»dano; ni nadie fué oprimido de la ruina
»de los fragmentos que caían y volaban
»de una à otra parte, ni recibió la menor
»herida con los encuentros y choques de
»unos con otros, llevando todos emplea-
»das las manos con varios instrumentes,
»en tan confuso tropel» (1). íY las heridas
sufridas por los que atacaban el Semina-
rio, y la muerte del hombre de la barra
de la Rambla, y el asesinato del mozo de
Borrell en la calle Baja de San Pedró, y
la punalada dada a Don Mariano de Sa-
garra, y... nada fueron? Asi escriben la
Historia los enemigos de la verdad, y a
estos absurdes y crímenes de la pluma
hay que llevar cuande se pretende pane-
girizar un delito. Solo a RauU le faltaba.
anadir la blasfèmia que parece deducirse
de sus palabras, de que la Providencia es-
taba con los incendiaries.
(i) Historia de la conmoción de Barcelona.
àgs. 3í y VI en ambas ediciones.
«U.
CAPÍTULO DÉCIMO
LA NOCHE DEL 2^ DE JULIO
DENTRO DE LOS CLAUSTROS
ARTICULO PRIMERO
SAN SEBASTIÀN, DE CLÉRIGOS REGULARES MENORES
DE SAN FRANCISCO CARACCIOLO
celona, o sea fuera de los con ventós, de-
bemos en éste estudiaria dentio. Y para
que el relato de lo interior perfectamente
encaje con el del exterior, estimo conve-
niente seguir respecto de los distintos
cenobios el mismo orden aquí que allí, o
sea el cronológico, en cuanto las noticias
lo permitan.
Ante todo debemos conocer el animo
que abrigaban los religiosos de la ciudad.
Ya en el capitulo VIII, resenando los pre-
parativos, o mejor la preparación del
crimen, probé que los religiosos vivían
en temor y temblor. «En todos los con-
»ventos, me decía un fraile, se vivia con
«sobresalto.» Ni los acontecimientos pú-
blicos toleraban otra cosa, pues con harta
elocuencia hablaban los asesinatos de Ma-
drid del 17 de julio de 1834, los de Zaragoza
del 3 de abril y 5 de julio de 1835 y luego
los de Reus del 22 del mismo mes y aflo.
Ni los insultos diarios que sufn'an los
religiosos, ni las amenazas osadas de los
revolucionaries, ni los avisos amistosos
de los deudos y conocidos, permitían otro
estado. Por esto los superiores de las
casas religiosas de Barcelona, como dije
arriba en el capitulo cilado, se presentaron
Nota. — La inicial procede de un misai RotiL-o
de San Cugat del Vallés, guardado hoy en el
Archivo de la Corona de Aragón.
al Capit an
General Don
Manuel Llau-
der, y le ofre-
cieronsalir de
los claustros
para así evitar el atropello; però Llauder
les aconsejó que continuasen en sus con-
ventos, dàndoles seguridad de que en el
caso de un ataque, con tocar la campana
serían socorridos por la fuerza pública.
Estàs seguridades, junto con el horror
que a dejar su vida y claustre siente el
buen religioso, les cego de tal modo que
llego a lo incomprensible; y si bien los
frailes no dejaron el dicho temor las pre-
cauciones de velas, o centinelas noctur-
nas, creyeron los superiores que, de in-
tentarse alguna perturbación contra sus
casas seria esta prontamente sofocada.
Los intereses tanto espirituales cuanto
temporales les forzaban a prestar con-
fianza al dicho del General, porque sufren
grandes peligros la piedad y espíritu
religioso de los frailes cuando estos tienen
que vivir entre seculares, atentos a las
necesidades de la vida, y entre las pasio-
nes y ataduras mundanales. Los sufren
los conventos, sus templos y bienes, pues-
tos en manos extranas. Y a los pobres
religiosos ancianos, desprovistos ya de
padres, hermanos y quizà de parientes,
no les queda màs refugio que un hospicio
o un hospital. Y aunque el apartamiento
del claustro sea temporal, deja funesta
huella en las comunidades. Por esto los
superiores de 1835debían creeren la muy
alta palabra, nada menos que del Capitíin
General de Cataluna, entonces un como
Virrey. En la resefia de los hechos del
interior de los cenobios iremos viendo la
prueba de la dicha ceguera, para cuya
comprensión, o explicación, juzgué con-
veniente adelantar aquí estàs noticias.
La Comunidad de San Sebastian en
julio de 1835 se componia de 3 presbíte-
ros, 4 coristas y 2 legos. Llamàbanse los
primeros Don José Manuel Prim (aunque
otro testigo me le llamó Juan), Prepósito;
Don Juan Fàbregas, Vicario; y Don Pablo
526
-IBRO ÏERCliRO. — CAPITL•LO DECI.MO
Jacas, hijo de la Barceloneta, Procura-
dor. Los coristas eran Don Ramon Riera
y Arau, a la sazón diàcono; Don José
Ribera; Don Lorenzo Serrat, y Don Anto-
nio Sisternas. Les legos José Garriga y
José Font.
Para el caso del peligro resolvieron los
religiosos abrigarse de la hospitalidad de
sus parientes y amigos. He aquí cómo me
escribió el hecho el único religioso de
esta casa que alcancé: «Serían las seis de
»la tarde del dia de Santiago cuando se
«presento en mi celda un amigo salido de
»la plaza de toros, quien al ver los alar-
»mantes síntomas que presentaba la revo-
»lucion, vino apresuradamente à darme
»aviso para que la comunidad se pusiera
»à salvo. Hallàbame solo en la casa por-
»que todos los demàs habían salido A
»paseo. Presencié el paso de los revolu-
»cionarios por frente el convento, los
»cuales ansiosos de ir al grande de San
»Francisco de Asís, dejaron despejada la
»plaza del nuestro. Vuelto en mi del tras-
«torno y turbacion que me causaron tanto
»el aviso del amigo cuanto la vista de la
»turba, determiné huir; y así vestido de
»seglar, y acompanado de un hombre, me
»fui à casa de un amigo. Algunas horas
»despues me dieron la triste noticia del
»incendio de varios conventos de Barce-
»celona.
«Gracias à Dios, ninguno de nuestros
»Padres tuvo la menor desgracia Solo el
»Hermano Garriga, que quedo el ultimo
»en la casa, se fracturo una pierna al
»huir perseguido por un soldado ó volun-
»tario tomado del vino, y que quería
«incendiar el convento. Por otra parte el
»Cabo de guardià de los urbanos artille-
»ros llamado senor Costa se porto muy
»bien con dicho Hermano, proporcionàn-
»dole cirujano y toda la asistencia nece-
»saria y conveniente.
»Tres dias despues, gracias à la gene-
»rosa conducta del procurador seglar,
»pude recoger los muebles y efectos de
»mi pertenencia» (1).
(i) Dicto esta relación a un amigo mio el
En aquella aciaga noche, pues, la casa
convento de Clérigos regulares de San
Francisco Caracciolo no sufrió detrimen-
to especial, màs que el abandono forzado
de su Comunidad; però en la tarde del
dia del gran desbordamiento de la revolu-
ción de Barcelona, del dia del asesinato
del General Bassa, 5 de agosto siguiente,
fué completa y lamentablemente saquea-
da, y sus objetos, así del uso religioso
como del profano, fueron desperdiciados
y quemados en la contigua calle, como
largamente explicaré al tratar de aquel
infausto dia.
No puedo omitir aqui un dato curioso.
El organista de San Sebastiàn era un
senor Rodríguez, quien en enfermedades
u ocupaciones se hacia suplir por un su
cunado, de nombre Don José iVlaría
Balasch. Este, al cual traté y aun asistí
en su postrera enfermedad, contàbame
que en aquellos afios entonaba el órgano
un chico, sobrino y ahijado del Prepó-
sito. Balasch trataba y aun allí jugaba a
las balas con el dicho chico. Este Uevaba
el apellido de su tio y padrino Prim, y el
nombre de pila del mismo padrino im-
puesto por éste en el bautismo. Llamóse,
pues, Juan Prim, y fué anos adelante,
iquién entonces podia conjeturarlo?, el
General Prim. De aquí que arriba noté
yo que el de pila del Prepósito esté en
duda entre José y Juan, aunque me incli-
no màs a Juan que a José (2'.
ARTÍCULO SEGUNDO
NUESTRA SENORA OE LA MERCED
He aquí la lista de los religiosos que en
julio de 1835 integraban la comunidad de
esta casa.
P. Ramon Riera y Arau, y le dió todas las ante-
riores noticias, en San Feliu de Torelló en 1880.
El P. Riera brillo por su elocuencia sagrada y la
finura exquisita de su trato.
(2) Me lo dijo el Sr. Balasch en Barcelona a
-JO de octubre de 189.).
I.A NOCHE DEL 2; DE JUHO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
527
SACERDOTES
Reverendísimo P. Tomàs Miquel, pres-
bítero Prior, y como tal, Vicario General
de toda la Orden scdc vacantc de General.
P. José Armada.
P. Ramon Roca.
P. Antonio PujuM.
P. Ramon Serra.
P. Juan Torrents.
P.
^"^
P. Presentado Francisco de Asís Palles,
Subprior.
P. José Sans.
P. Miguel Xancó.
Pablo Salomó.
P. Manuel Lladó, Pre-
dicador Jubilado, Vica-
rio de Santa Agueda.
P. Martín Aymerich,
Maestro de los estudian-
tes y suplente del lector.
^-
P. Ramon Massalies, Ex provincial y
Ex vicario General, ahora Regente de
estudiós.
P. Ramon Puntí, Sacristàn Mayor.
P. Antcnio Cortada, Predicador Jubila-
do, Procurador de la Comunidad.
P. Pedró Pascual Ferreras, Maestro de
la capilla, y jefe de la muy acreditada
escolania.
P. Juan Guix, Lector de Filosofia.
P. Antonio Xaudiera, Organista.
P. Pedró Nolasco Dozal, Maestro de la
escuela de ninos seglares.
P. Francisco Balius, de92anosde edad.
P. Ignacio Combelles, Cantor.
P. Antonio Torres, Organista segundo.
P. Maestro... Andreu.
P. Presentado Mariano Grases.
P. Maestro... Cantarrosella.
P. Francisco Domènech, Predicador
Jubilado.
P. Serapio Solà.
P. Cayetano Negre, Cantor.
P. Mariano Roset.
P. Benito Saurí.
P. Vicente Fàbregas.
P. Mariano Mora, de la Capilla de mú-
sica.
P. Francisco de Paula Crehuet, Predi-
cador Jubilado.
P. Juan Morenes.
CORIST.'\S, 0 SEA PROFESORES DE CORO
NO SACERDOTES
Fr. Liborio Sanmartí.
Fr. Narciso de Bojons.
Fr. Juan Albareda.
Fr. Juan Estaper.
Fr. Antonio Espinach.
Fr. José Maria Rodríguez.
Fr. Buenaventura Custó.
Fr. Manuel Blanch.
Fr. Benito Tiana.
Fr. Joaquín Vidal.
Fr. Francisco Tort.
Fr. Ramon Genis.
Fr. Segismundo Llopart.
Fr. José Asturi.
Fr. Tomàs Sistachs.
Fr. Ramon Caba.
Fr. Francisco Teixidor.
Fr. Buenaventura Güell.
Fr. Pablo N.
Fr. Serapio Rates, Enfermero.
Fr. Juan Pujols, Sacristàn menor.
Fr. Bernardo Campàs, Cocinero.
Fr. Jaime Serra.
Fr. Juan Castells, lego de la Escolania
528
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
Fr. Antonio Casas.
Fr. Ramon Roca (I).
En el convento de la Merced no deja de
presentarse la mezcla de temor y ceguera
respecto del peligro, mezcla que apunté
arriba. A prev^ención se dispuso el cam-
panario de forma que en caso de apuro
piidiese prestar seguro asilo a los per-
seguidos. Abriéronse en él algunos agu-
jeros, sin duda
para por ellos
inspeccionar y
tirar piedras,
però sobre íodo
derribóseun tro-
zo delaescalera,
y selasubstituyó
por otra de ma-
dera que, en ca-
so de peligro,
pudiese desde
arriba ser reti-
rada, y así inte-
rrumpida la co-
municación con
el convento (2).
Ademàs la
muy solemne
Salve que la Co-
munidad, exten-
dida a lo largo
del templo, to-
dos los sàbados
al anochecer
cantaba, tam-
bién por precaución hacía un tiempo que
se cantaba en el coro (3). Los superiores
R. P. Fr. Pedró Nolasco Tenas
PBRO.
(i) He formado esta lista con la que escribió
de memòria el P. Joaquin Vidal, de este convento,
y con las que existen en el Archivo municipal de
Barcelona en las actas de la Junta de Autorida-
des de aquelles dias, redactadas estàs listas con
motivo de dar pasaportes a los religiosos echados
de sus conventos. Acuerdos. Segundo semestre,
i8j;, al fin.
(2) Relaciones del corista de esta casa D. Joa-
quin Vidal en Barcelona a 26 de enero de 1887, y
de D. José Castells, pbro., en Barcelona a i." de
junio de i88^.
(3) Crònica inèdita del P. José Antonio Gari.
no dejaron de practicar las diligencias
que la prudència pedía, pues acudieron
al General Llauder y a otro general, y
arriba escribí la contestación del primero;
y un fraile de esta casa me dijo que tam-
bién el postrero dióles seguridades. Estàs
tranquilizaron a los superiores, però no
a los jóvenes, que, recién salidos del
mundo, y oyendo a sus familias, habían
tocado el odio y
los proyectos de
los revoluciona-
rios contra los
religiosos. En
las mutuas con-
versaciones en-
tre ancianes y
jóvenes, estos no
ocultaban suste-
mores, mas los
provectosprocu-
raban tranquili-
zarles aduciendo
las seguridades
dadaspor las au-
toridades. Pa-
tentiza esta noti-
cia el siguiente
hecho. Pocos
días antes del
nefasto, proba-
blemente la vís-
pera, el viernes,
pues el 25 de ju-
lio cayó en sà-
bado y dia festivo, presentóse en el con-
vento el barbero para renovar la rasura
de la cabeza de los jóvenes. Alegando
estos el peligro de los tiempos, se resis-
tieron a la renovación; mas su jefe, el
Padre Lector Guix, les disuadió diciendo
que no había temor, y así que seria él
el primero en rasurarse, y efectivamente
sentóse él primero y fué rasurado antes
que todos (4).
Y en tanto los jóvenes no participaban
de la ceguera de los superiores y viejos,
que, cuando la catàstrofe, hacía tiempo
(4) Relacion citada del P. D. Joaquin \'idal.
LA NOCllE DEL 2, DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
529
que los coristas habían orgjanizado, igno-
rAndolo los jefes, velas nocturnas por
turno (1). Llegado el dia 25de julio, hasta
los mismos superiores tomaron alguna
precaución, como lo demuestra el siguien-
te hecho. El zapatero Juan Serra, que, a
lo que se ve, calzaba a la Comunidad,
estuvo dicho dia en el convento, donde
ante todo visito al Padre Maestro de novi-
cios, quien al
despedirle le ad-
virtió que antes
que se fuera vol-
viera a entrar
en sucelda. Xotó
que en esta todo
andaba revuelto,
con los cajones
abiertos, lo mis-
mo que en la de
otro Padre. Al
cruzar por los
corredores otras
voces le advir-
tieron que no se
f-uera sin ver al
Padre Maestro
de novicios. Se-
rra, antes de
salir, volvió al
Padre Maestro,
mas éste le dijo:
«nada, nada, no
q u i e r o n a d a " ;
perocomprendió
Serra que se ha-
bía tratado de confiar a su custodia algun
capital o algunos objetos preciosos, mas
que luego en los últimos momentos se
habia desistido (2). Y como tiempo ade-
lante, expulsades los frailes, se halló
dinero escondido en una tumba del tem-
plo (3), resulta natural pensar que en los
(i) Kelación del corista de esta casa P. don
Benito Tiana, en Barcelona a i . " de iunio de 1880.
(2) Me lo conto el mismo D. Juan Serra en
Barcelona a 6 de iunio de 1880.
(3) Me lo diio el lego camilo D. Francisco
Calvet, en Barcelona a 27 de junio de 1880.
Padre José Maria Rodríguez, cuando
MAS TARDE FUÉ GeNERAL DE LA OrDEN
liltimos momentos se cambió de proyec-
to, depositando el capital en la tumba en
lugar de en las manos de Serra, donde, y
es justícia, no dejara de estar seguro.
Aunque aquí se padeció la indicada
ceguera, sin embargo no se impidió que
los religiosos se proveyesen de trajes de
seglar para en caso necesario huir, y así
muchos frailes lo tenían prevenido. Uno
de estos era el
Padre José Ar-
mada, pariente
del entonces
muy conocido
abogado de Bar-
celona Don Mi-
guel Armada, al
cual yo traté. El
fraile visitaba,
como era natu-
ral, a Don Mi-
guel, y como el
Padre José era
jovial, amable y
tlecidor.seatraia
las simpatías de
cuantos le trata-
ban , entre los
cuales se conto
un jefe de Mozos
de la Escuadra
que vivia en otro
piso de la casa
del abogado..
Convino el mozo
con el fraile que
en caso de verdadero peligro le avisaria,
para lo que éste se asomaría a la ventana
de su celda, que daba a la muralla del
mar. Efectivamente, en la tarde del 25
de julio, o por sí 0 por otro, pasó el de la
Escuadra por la muralla, e hizo la seiial
convenida; con lo que el Padre Armada
corrió a la celda del Padre Prior en de-
manda de permiso para salir. El Prior le
respondió que no tenia él la llave del
convento; que la tenia Manana, que era
el portero secular de la casa. Tanto el
Prior cuanto los Padres, que a la sazón
estaban allí con él, trataron de disuadir
530
LIGRO TERCERO. — CAPITULO DECI.MO
de su salida al Padre José. Mas éste les
contesto: «Va, va, si VV. queréls ser
»màrtires, yo me contento con ser confe-
»sor.» Entonces los religiosos presentes
aconsejaron al Prior que accediese a la
súplica de Armada, quien con el permiso
de aquél cruzó el umbral.
Vistióse de seglar antes; salió por la
puerta del Tragí; entróse en la panade-
ría de enfrente; y acompanado de un
mozo de ella, se dirigió a la casa de Don
Miguel Armada, calle Nuava de San
Francisco, donde quedo oculto algunos
días (1).
Por lo demàs, durante el dia de Santia-
go, la Comunidad siguió su acostumbra-
do horario. Al caer de la tarde cantó
Completas en el coro, però durante ellas
el Prior recibió un recado que le hizo
salir del coro. A poco regresó, en el mo-
mento en que el cantor, o chantre, termi-
nadas las Completas, iba a entonar la
Salve. Impidió que se entonase, y diri-
giéndose a la Comunidad, dijo: «No se
»alarmen, Padres y Hermanos; però estén
»con prevención, porque en la plaza de
»toros ha habido un alboroto, y se temé
»una desgracia». Inmediatamente la Co-
munidad salió del coro, sobresaltados los
animós, y los frailes divagaron por la
casa, asomàndose frecuentemente a las
ventanas para ver si se presentaba algun
síntoma alarmante. Juntamente se man-
•dó despejar el templo, y se cerraron
todas las puertas de él y de la casa. Al
recibo de este primer recado, el Superior
mandó que los escolanes en seguida se
desnudasen sus sotanas y se fuesen a sus
casas, lo que en el acto se cumplió (2).
Pasóse un buen rato, y como aquel
síntoma malo no aparecía, renacía la
calma en los espíritus; però a eso de las
siete, y cuando el sol todavia no se habia
(i) Relación de Dona Maria de la Asunción
Armada de Capdevila.
(2) Esto de la escolania me lo dijo el entonces
escolàn (ahora, 1908, vivo aún y sano con 85 anos
de edad) D. Francisco Forns en Barcelona 313
de diciembre de 1904.
puesto, se vió que por el lado de la Plaza
de Palacio se originaban corridas; y muy
pronto pasó por la calle Ancha, frente
del convento, el toro arrastrado, y luego
una turba compuesta principalmente de
chiquillos, como se dijo arriba en su
lugar, la cual turba apedreó el convento.
Llegada la obscuridad de la noche, el
tumulto fué mayor, y esta vez, como las
demàs, sin que apareciese fuerza pública
que lo cohibiese. Con tales escenas, los
pobres religiosos entraron en angustias
terribles. En uno de los intervalos sere-
nos se puso la cena, però no hubo forma
de probar bocado, y nadie allí comió.
Al refectorio algunos bajaron vestidos
ya de secular, lo que aumentó el espanto
de los demàs. Entre tanto, Uegaban conti-
nuos recados de amigos y deudos instan-
do a que los mercedarios huyeran, y
aíïadiendo que tal y tal convento ya
ardía.
Los religiosos andaban turbados, erran-
tes por la casa, y entonces el Superior
les dejó en libertad para salir. Como no
pocos tenían prevenido vestido de seglar,
dejaron el hílbito, y se largaron en núme-
ro de unos de quince a veinte. El Padre
Martín Aymerich carecía de disfraz, y
así hubo de procuraria en al momento
fatal. Seis meses antes, el Superior le
había mandado a casa del corredor Real
de Cambios senor Itumbert para espiri-
tualmente auxiliar a la seiiora, grave-
mente enferma. Con este motivo quedo
el fraile en amistosas relaciones con el
corredor, quian, en el temor de un peli-
gro, ofreció a aquél su casa y persona.
Aprovechó Aymerich el ofrecimianto, y
así ahora, al tratar de huir, puso dos líneas
al corredor pidiéndole un traje y hospe-
daie en su casa. El senor Humbert contes-
to enviàndole el traje, y al recado de que
le aguardaba en la puerta de su casa,
que sa hallaba en la calle Ancha, esquina
a la de Serra; paro le prevenia que, para
despistar a todo malévolo, no pasase
directamente del convento a la casa, sinó
que rodeara por las de Simón Oller, Es-
cudillers y Serra. Corrió el Padre Ayme-
LA NOCHE DEL 25 DE JLLIO DEN'TRO DE LOS CLAISTROS
531
rich a mudar sus ropas, y al bajar de su
celda halló al anciano Padre Dozal.quien
le dijo: «íA dónde vas? Espérame». El
joven dió al anciano su calzón de color
de plomo, que se había quitado, y le
ayudó a vestirse; bajaron ambos, salie-
ron por la puerta del Tragí, y ya no se
vieron màs en la
vida.
Aymerich si-
guió las calles
indicadas por
Humbert, y lle-
gado felizmente
a la casa de éste,
fué amigable-
mente admitido
y hospedado.
Eran las diez de
la noche. El due-
no, para no in-
tranquilizar al
fraile, ocultóle
durante la noche
la tragèdia por
que pasaban las
casas religiosas.
A la manana si-
guiente la famí-
lia del corredor
instaba al fraile
para que se des-
ayunase, mas él
se negaba y por-
fiaba, alegando
que le tocaba la
misa de las once
y media en su
iglesia; y asi en-
tonces se le hubo de noticiar el estado de
las cosas, y que los religiosos eran con-
ducidos a los tuertes: noticias que arran-
caron làgrimas de los ojos del fraile (1).
Ni aun en los momentos del peligro
todos los frailes cayeron de su ceguera.
El Padre Palles, en el acto en que el Su-
perior faculto para la fuga, observaba
aún: «y bien, y si se van, ;quién cantarà
Prima manana?»; es decir: {quién estarà
aquí en la primera hora? Y otros de los
provectos abundaban en los mismos sen-
timientos (2). Emperò el Padre Reveren-
I dísimo Miquel, Prior, tenia harto presen-
tes los peligros
y mortales zozo-
bras por él sufri-
dos el ano ante-
rior en Madrid, y
por lo mismo fué
uno de los que
se largó, así co-
mo algun otro
superior, que-
dando el mando
en manos del Pa-
dre Lector Juan
Guix.
El corista
Juan Albareda
acudió a este su
catedràticoGuix
pidiéndole per-
miso para salir.
Contestóle aquél
que estaba en li-
bertad para au-
sentarse, però
que viese el sa-
crificio que él
hacía. Realmen-
te, cuandoelher-
mano y la her-
mana del Lector
vieron arder los
conventos co-
rrieron a buscarle, y él no se quiso mover.
Por esto Albareda contesto a su maestro:
«pues bien, me quedaré», y se quedo (3).
Permanecieron en el cenobio unos cua-
renta frailes, mas no en el cenobio, sinó
(i) Relaciún del mismo d. Martin Aymerich.
Me la hizo en Gerona. de donde fué canónigo. en
5 de agosto de 1883.
(2) Relación del rcligioso de esta casa D. Joa-
quín \'idal. Barcelona JÓ de encro de 1887.
(í) Relación del mismo D. Juan .Mbareda.
siendo después pàrroco de CastelibisHal. Barce-
lona, febrero de 1882.
532
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
sin pasar su umbral. Porque, no creyén-
dose seguros allí, unos subieron al cam-
panario, desüe donde presenciaren los
incendies de las casas de sus hermanos,
y otros salieron a los terrados de las ca-
sas vecinas de la calle Ancha, saltando
de unos a otros, transito muy expuesto
para practicado de noche por hombres
en su mayoría ancianes, y vestides de
habites, por lo que los jóvenes tenían que
ayudarles. Per otra parte, la turbación
embargaba de tal modo el conecimiento
de muches, que, para dirigirse a un punte,
había quien daba un gran rodeo. Así
llegaren les frailes a une de los terrados
de la calle Ancha próximo a la de Escu-
dillers; y allí, para hurtarse a laspeligre-
sas miradas de revolucionaries vecines,
unos se agacharon tras de los antepe-
ches, y otros se tendieron en el suelo;
desde donde veían el resplandor siniestro
de los incendies, y eían los gritos de las
turbas y el infernal palmoteo de los que
desde otros terrados aplaudían el cri-
men (1).
En esta ocasión el Padre Antonio Cor-
tada, procurador, y un lege, se refugia-
ren en casa del barbero del cenvento,
que habitaba una de aquellas casas de la
isla del temple, bajando a ella desde el
terrado (2).
En el barrio de la Merced, al ruido y al-
borote de las primeras horas de la noche,
sucedieron la calma y el silencio. Entén-
ces el corista Fr. Benito Tiana velvió al
cenvento al noviciado para salvar el di-
nero que les había repartido el Padre
Maestro; tomóle, y se vistió el habito
nuevo, y llenó sus mangas con los pafiue-
los y prendas nuevas que pudo. En este,
desde las ventanas del noviciado que
caía en la esquina de la calle de la Mer-
ced con la de Simón Oller, oyó veces que
llamaban a les frailes diciéndeles que
bajasen, que aquella era la hora de sal-
(i) Relación del fraile que se hallaba entre los
dichos, D. Benito Tiana, en Barcelona a i." de
junio de i88o.
(2) Relación cit. del P. Albareda.
varse. Las daba el panadero de la Mer-
ced, José Mogas, que tenia su tahona en
la misma calle, esquina a la de Simón
Oller, quien era sargente de milícia urba-
na (3). Había pasado Ayerve por la calle
Ancha, y hallando allí la companía de
milícia !."■ del 10.° batallón, mandada por
el muy conecido cemerciante de esta
Ciudad Don Joaquín Martí y Codelar, le
encargó salvarà a les mercedarios (4).
Martí y Mogas gustosísimos se prestaren
a tan buena obra, y de aquí el indicado
Uamamiento y veces. Muy desacertados
habian andado los incendiaries cuando
en uno de los ataques frustrades contra
la Merced pidieron fajinas al panadero
Mogas, quien retundamente se las nego.
En vista de las indicadas veces de Mo-
gas, el corista Tiana corrió al terrado
per les hermanos allí escondidos, regre-
saron estos al cenvento, y vestides los
habites todos, inclusas las capas, aban-
donaren cuante allí tenían, y salieron a
la calle por la puerta llamada del Tra-
gí (5). Eran como las tres de la madruga-
da. Colocados los frailes entre filas,
emprendieron la marcha a Atarazanas.
El corista Albareda, junto con otre, lleva-
ban del braze al anciano Padre Raset, y
el otre corista Tiana al Hermane Portero,
que estaba apeplético. La falta de movi-
miento de estos retrasaba su marcha, y así
un prime de Tiana, mílíciano, les instaba
que no se rezagasen. En la calle del Dermí-
terio de San Francisco salió una piadosa
mujer, y dió a Albareda un pemito con
un liquido para reanimar al pobre viejo
llevado del braze. Así llegaren a Atara-
zanas, donde ballaren ya a otros frailes,
y luego otros les hallaron a elles (6).' Las
(:;) Relación cit. del P. Benito Tiana.
(_l) Relación de la viuda de D. Joaquin Marti
y Codolar, D." Mariàngcla Gelabert. Barcelona 9
de iunio de \88^. — Relación del Servicio que
Narciso Ferreras y Llorens presta en calidad de
urbana. Es uno de los niilicianos actores del acto.
(=;) Relación cit. del P. Benito Tiana.
(6) Relaciones citadas de los coristas Benito
Tiana y Juan Albareda.
LA N'OCllE DEL
DK. JL-LIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
533
llaves del convento quedaren en buenas
manos, y de aquí que éste no sufriera el
saqueo que otras casas religiosas.
ARTICULO TERCERO
SAN FRANCISCO DE ASÍS
Su Comunidad en 1835 se componia de
los religiosos siguientes:
M. R. P. Fr. Buenaventura Clariana,
Lector Jubilado, Ex custodio y Vicario
Provincial.— Edad 56 afios.
M. R. P. Fr. Domingo Anguera, Lector
Jubilado y Guardian del convento —55
anos.
M. R. P. Fr. Narciso Girbau, Padre de
Provincià honorario.— 65 anos.
I\l. R. P. Fr. Antonio Boria, Padre de
Provincià honorario. — 56 anos.
R. P. Fr. José Pou, Predicador General
y Definidor actual.— 56 anos.
R P. Fr. Miguel Roselló, Lector Jubilado
y Custodio actual. - 53 anos.
R. P. Fr. Salvador Auger, Predicador
General y Ex definidor. — 70 anos.
yuccMii
'0.71
R. P. Fr. Francisco Aragonès, Lector
Jubilado y Ex definidor. — 70 anos.
R. P. Fr. Salvador Bruguera, Lector
Jubilado y Ex custodio.— 71 atíos.
R. P. Fr. Antonio Gaix, Lector Jubilado,
Ex definidor y confesor de las monjas
de Jerusalén.— 64 anos.
R. P. Fr. \' icente Ferrer, Definidor hono-
rario.— 68 aflos . Este religioso era
ciego.
R. P. Fr. Francisco Seriols, Definidor
honorario.— 49 aflos.
R. P. Fr. Manuel Font, Definidor honora-
rio.—49 aflos.
R. P. Fr. Gaspar Frexes, Predicador
General y Secretario deia provincià.—
48 anos.
R. P. Fr. Juan Gandi Mestres, Predica-
dor General.— 45 anos.
R. P. Fr. José Blay, Predicador General
y Maestro de jóvenes.— 54 anos.
R. P. Fr. José Maria Lligona, Predicador
General y Lector de casos de Moral. —
60 anos.
R. P. Fr. Mateo Orriols, Predicador Ge-
neral y Vicario de coro.— 49 anos.
R. P. Fr. Segismundo Codina, Predica-
dor y Vicario del convento.— 48 anos.
R. P. Fr. Francisco Roig, Predicador
exento.— 61 anos.
R. P. Fr. Manuel Rodelles, Predicador
exento.— 46 anos.
R P. Fr. Miguel Griera, Predicador con-
ventual.—44 anos.
R. P. Fr. Buenaventura Mestres, Predi-
cador exento.— 63 anos.
R. P. Fr. Francisco Moliner, Lector de
Teologia. - 33 anos.
R. P. Fr. p-rancisco Vidiella, Predicador
conventual. — 34 anos.
R. P. Fr. Martín Masramón, Predicador
y Maestro de novicios.— 56 anos.
R. P. Fr. Antonio Puig, Predicador exen-
to.—75 anos.
R. P. Fr. José Sarrat, Predicador aposto-
lico — 55 anos.
R. P. Fr. Juan Socias, Predicador.— 57
anos.
R. P. Fr. Mariano Brunet, Predicador
exento. — 55 aflos.
R. P. Fr. Francisco Oliva, Predicador y
Coadjutor del confesor de las monjas
de Jerusalén.— 54 afios.
R. P. Fr. José Cantero, Predicador exen-
to.—52 anos.
R, P. Fr. Salvador Pujol, Predicador.—
54 anos.
R. P. Fr. Jaime Rovira, Predicador.— 48
anos.
R. P. Fr. Francisco Burés, Predicador y
Comisario de la Tercera Regla.— 47
anos.
R. P. Fr. Salvador Casals, Predicador y
Coadjutor del Vicario decoro. —33 anos.
534
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
R. P. Fr. Francisco Barbi, Predicador.—
39 anos.
R. P. Fr. José Puigdengolas, Predicador.
— 33 anos.
R. P. Fr. Francisco Busquets, Predica-
dor.—31 anos.
R. P. Fr. Jaime Rodó, Predicador, Orga-
nista.—27 anos.
R. P. Fr. Narciso Matas.— 28 ailos.
R. P. Fr. Sebastiàn Vehil.— 33 anos.
R. P. Fr. Elías Aragonis. — 27 anos.
R. P. Fr. Antonio CoUdecolet.— 26 aflos.
R. P. Fr. Jaime Ros.— 25 anos.
R. P. Fr. Francisco Roger. — 30 aflos
R. P. Fr. José Comas.— 25 anos
R. P. Fr. Baltasar Sentis.
CORISTAS
Fr. José Gran, Diacono.— 23 anos.
Fr. José Maria Ballester, Diacono.— 22
anos.
Fr. Pedró Gual, Subdiàcono. — 21 anos.
Fr. José Borràs, Subdiàcono.— 21 anos.
Fr. Salvador Morera, acólito. — 19 anos.
Fr. Salvador Mestres, acólito.— 19 anos.
Fr. Isidro Ciurana, acólito. — 19 anos.
Fr. Joaquín Marti, acólito. — 19 anos.
Fr. Ramon Buldú, acólito.— 19 anos.
Fr. Buenaventura Martí, acólito. — 19
anos.
Fr. José Palleyjà, acólito. — 19 anos.
Fr. José Odena, acólito.— 18 anos.
Fr. Ignacio Vivas, Organista.— 18 anos.
Fr. Magín Rurich.— 81 anos.
Fr. José Barba.— 72 anos.
Fr. Antonio Civit.— 70 anos.
Fr. Mariano Coll.— 69 anos
Fr. Fèlix Vilar.— 67 anos.
Fr. Domingo Germà.— 66 anos.
Fr. Miguel Llobet. --52 anos.
Fr. Pedró Alsina.— 53 anos.
Fr. Miguel Batlle, 51 anos.
Fr. José Mateu. —53 anos.
Fr. Vicente Orpí.— 64 anos.
Fr, José Vidal y Martí.— 56 anos.
Fr. Juan Clara. — 18 anos.
Fr. Salvador Peres.— 40 anos.
Fr. Francisco Forment.— 37 aflos.
Fr. José Vaqués. — 35 anos.
Fr. Benito Fosalba.— 35 aflos.
Fr. Juliàn Montell,— 33 aflos.
Fr. Isidro Martorell.— 25 aflos.
Fr. José Pons.— 27 anos.
NOVICIOS DE CORO
Fr. Pablo Cabrer.— 22 aflos.
Fr. Domingo Llonart. — 19 anos.
Fr. Pablo Solanes. — 17 aflos.
Fr. Juliàn Valldeiiiu. — 17 anos.
Fr. José Ciré. — 16 anos.
Fr. Buenaventura Fericle. — 16 aflos.
DONADOS
D.° José Vilaseca. — 42 anos.
D." José Mallllachs.— 25 aflos.
D "'|osé Pallas.-22 aflos.
D.° Fèlix Puig.— 23 aflos.
D." Gabriel Casals.— 22 aflos.
D.° Antonio Vivó. - 23 aflos.
D. "Pedró Reverter. — 27 anos.
HOSPICIO DE TIERRA SANTA
Fr. Pablo Calvet, Lego, Vicecomisario.
—74 anos.
Fr. Francisco Masramón, Lego. —71 aflos.
Fr. Pedró Domènech, Lego.— 56 anos.
Fr. Gregorio Tous, Lego.— 45 anos.
Fr. Francisco Monserrat, Lego.— 51 anos.
Fr. José Buldú, Lego.— 44 aflos.
Fr. Pablo Piflol, Lego.— 32 aflos.
FABRICA DEL SEAL
R. P. Fr. Agustín Moduleu, Predicador.
—53 anos.
Fr. José Llopis, Lego.— 70 aflos.
Fr. José Roca, Lego.— 59 aflos.
D.° Francisco Tenas. — 29 anos.
Son los sacerdotes . .
. . 49
» » coristas. . .
. . 13
» » legos. . . .
. . 29
» » novicios . .
. . 6
» » donados . .
. . 8
Total. . .
. . 105
Estos eran los religiosos en 1835, aun-
que en el dia de la exclaustración había
LA NOCIIE DEL 2, DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
535
algun insígnificante cambio, pues quizii
en aquella nefasta hora alguno de los
frailes apuntades se hallaba en otro con-
vento. Fr. Manuel Pallàs, que había hecho
el noviciado en Reus, acababa de ser des-
tinado a Barcelona, en donde halló la
muerte, como mu3' pronto explicaré (1).
Ademas a la sazón estaban en el con-
vento de Barcelona, confinades por la
autoridad secular, el Padre Ignacio Fà-
bregas y los legos Fr. Juan Güell y Fr.
José Cutal, todos del convento de Torà,
del que el primero era Guardian (2).
En la noche fatal algunes de los rese-
nados frailes accidentalmente se hallaban
ausentes del convento. Tal era el Provin-
cial, Padre Clariana, hombre docto y
piadoso, quien, con su secretario Padre
Frexes y otro, hacia unos dias que por
razón de asuntos estaban en el conven-
tito de Pedralbes. Así también el Padre
Jaime Rovira estaba fuera. El sindico del
convento, Don Bartolomé D'Lemus, ala
sazón moraba en su quinta del termino
de San Martín de Provensals, vecina a la
via Uamada Travesera y a la villa de
Gracia; y el convento, en agradecimiento
a sus servicios, le enviaba allà un religio-
so para decirle la Misa, el cual religioso
se iba relevando cada tantos dias. En
aquella tarde habia subido allà el Padre
Rovira, y es lo notable que al pasar por
la Plaza de Santa Ana se le dió un bofe-
tón: itales andaban el odio y la audàcia
de los enemigos, y el espiritu de quien
debiera haberlos reprimido! (3).
Hechos semejantes por un lado, y las
seguridades dadas por la autoridad por
(i) Guardaba esla li?ta cl entonces Donado,
o sea novicio para lego, D. .\ntonio \'ivó, quien
me la presto en junio de i88o. Es la mas com-
pleta y circunstanciada de cuantas de este con-
vento vi.
(2) Fr. Mateo Orriols, vicario de coro. Llibre
de noias, pàg. 108.
(3) .Me lo conto la viuda del Sr. D. Bartolomé
d'Lemus, D.* Mercedes Espalter y Macià, en Bar-
celona a 15 de marzo de iSSó. contando 86 anos.
otro, producían en el animo de los fran-
ciscos el mismo efecto que en el ya des-
crito de los mercedarios. es decir, cegue-,
ra en los ancianos, temor en los jóvenes;
però sin que en los primeres faltarà el
miedo (4). Unes dias antes del atentado,
reunida la comunidad en el depyofiitidis,
la dijo el Guardian: «Sabemos que algu-
»nos religioses abrigan temeres per su
»segundad. Sepan que pueden descansar
»seguros». Palabras hijas, sin duda. deia
visita al General (5). Hay, sin embargo,
que confesar que hallo mucha menor
ceguera en los franciscos que en etros
frailes; y la hallo, e deduzco, de las pre-
cauciones temadas de antemano. Asi que
antes de la revolución se había sacado
del convento el terno buene y algunes
ebjetos (,6). Tres o cuatro meses antes del
atentado la casa había establecido velas,
o vigilantes nocturnes, para le que des o
tres frailes cenaban antes que la Comuni-
dad, y luego se repartian por el convento
para observar le que a su derredor ocu-
rriese (7). Ademas les superiores habian
estudiado el mode de salvarse, caso de
una agresión. Primero se preyectó buscar
la salvación subiéndose al terrade, o
tejado del temple, al cual la angosta es-
calera de caracol dificultaba el acceso de
malhecheres y facilitaba la defensa por
losquese hallasen en lasumidad. También
se acumularen piedras en el terradito
llamado del reloj porque éste estaba allí,
el cual terradito descansaba sobre la por-
teria, piedras destinadas a ser tiradas a
los que pretendiesen ascender, como su-
pongo se acumularían igualmente piedras
en el dicho tejado del temple. Pere los
(^) .Me lo diio el fraile de esta casa Fr. Joa-
quln Marti en Barcelona a 7 de julio de 1880.
(^) Rclación del fraile de esta casa P. Ramon
Buidú. En Barcelona a JÓ de dicicmhre de 1882.
(6) Relación del Donado D. Antonio V'ivó.
Barcelona, junio de 1880.
(7) Relación del P. D. Baltasar Sentis, que
aquel dia J5 estaba de vigilante. .Me la hizo en
.Maspujols a 13 de junio de 1886.
536
LIBRO TERCEUO. — CAPllULO DECIMO
superiores que habían ideado tal plan, al
saber que en Reus el ataque se perpetro
por medio del incendio del templo, com-
prendieron la inconveniència de su pro-
yecto; y estudiandootro dieron en el que,
como muy luego diré, les salvo, y el que
entretanto sruardaron secreto.
cas que de distintes puntos de la ciudad,
atravesando la muralla, salían al puerto.
Proyectaron, pues, los superiores, en el
caso de un ataque, escurrirse por este
conducto, salir a las rocas, caprichosa-
mente y sin orden alguno allí tiradas,
que formaban el cimiento, pie y apoyode
LÀPIDA DE SAN FRANCISCO DE ASÍS DE BARCELONA
n001l/I5'•:6MBfiRa
DeiGRUDlUIlS:
ExpLANACióN.— HIC ; lACET •: lACOB-' (jfacobus) ] DE
CRUDILIIS •: FILr=' ([filïus) { CODA (guondam)
NOBILIS :■ GILABERTI
DE : CRUDILIIS ;
TRADUccióN. — Aquí yuce Jaime de Cruillcs, hijo del en
otro tiempo noble Gilaberto de Cruïlles.
Escala de 1 por 5.
Actualmente esta làpida està en el jMuseo provincial de antigüe-
dades de Barcelona, donde tiene el número ooo. pàgina joo del Catà-
El convento, como es sabido, se halla-
ba junto al puerto, y de él separado solo
por la anchura de la muralla del mar. Al
pie del noviciado había el desagüe de las
grandes letrinas de la casa, el cual se
efectuaba por un conducto, o mejor, alto
paso, que cruzaba allí por bajo de la
dicha muralla. Se bajaba a este conducto
o depósito por una escalerilla; y no dudo
que la boca exterior del conducto vendria
defendida por una reja, como recuerdo
que venían defendidas las de otras cloa-
la muralla; trepar por ellas, ir siguiendo
dicho pie de la muralla hasta el de la de
Atarazanas; allí llamar a la tropa del
fuerte y pedir auxilio. El proyecto no
dejaba de ofrecer alguna dificultad, tanto
por la suciedad del primer paso, como
por lo expuesto de caminar sobre rocas
movedizas e irregulares, como porque
entre el convento y el fuerte mediaba el
desagüe de otra gran cloaca; però en
cambio ofrecía la ventaja de poner la
Comunidad en directa comunicación con
LA NOCHE DEL 2í DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
537
el fuerte, pudiendo pasar a éste sin ser
vista por nadie de la ciudad (1).
Así las cosas, llego el dia de Santiago.
A las cuatro de su tarde, la Comunidad
rezó los Maitines; y acabados, los Padres
se dirigieron a sus cosas y los coristas
salieron a tomar un rato de recreo en el
terrado del coristado, que daba al mar y
dominaba el puerto, la Barceloneta y
aquelles contornos. El puerto entonces,
y yo lo recuerdo perfectamente, no tenia
las escolleras que le parten hoy; Uegaba
hasta el pie de la muralla, formando una
ancha y despejada extensión de aguas,
que màs que puerto debia llamarse brazo
de mar, o ensenada abierta por el lado S.,
cuyas olas, a las veces muy bravas, se
estrellaban en las mentadas rocas del pie
de la muralla. Ninguna casa de la Barce-
loneta tenia mas que un piso alto, resul-
tando asi una población muy baja; y los
demàs contornos del lugar se hallaban
despejados. Asi se recreaban los coristas
con tan deleitosa vista, cuando notaron
cierta siniestra polvoreda del lado de la
puèrta del mar: era el toro. Pàranse a
observaria, y en esto les sube un recado
del Padre Guardiún para que bajen a la
Enfermeria, al liempo que la campana
de la Comunidad llevaba el mismo llama-
miento a los demàs religiosos. Motivaba
este llamamiento el aviso que alguna
buena persona, adelantandose a la revo-
lución, habia corrido a dar al Superior.
Reunida la Comunidad, el Padre Guar-
dian le noticio lo que pasaba, y le expuso
su plan de fuga por la cloaca y así llegar
a Atarazanas; però habia que esperar un
ratito para que anocheciera y evitar ser
descubierta en las rocas (2).
A las siete, unos siete u ocho legos
habían cenado para asi estar dispuestos
para luego servir la cena a los demàs; y
quedaban alli mismo de recreo en el re-
fectorio, esperando el descenso de la Co-
(i) Relaciòn de Vivó citada, \ relaciones de
otros frailes de la casa.
(j) Relaciíin citada del corista P. Joaquin
iMani.
munidad, cuando he aqui que a eso de las
siete y media u ocho menos cuarto se
presenta el enfermero mayor, Fr. Pe-
dró Alsina, y dice: «Sí, podéis estaros
»aquí tranquilos, y la puerta de la calle
>^ya arde». Salen corriendo los legos. El
donado Antonio Vivó toma dos cubos
fbujols), pasando por el claustro los llena
de agua en el surtidor, y se encamina a
la puerta del patio exterior llamada de
San Salvador, decidido a apagar el fue-
go. Al llegar a ella oyó los gritos de los
incendiarios que decian «ara.... ara»,
y vió el fuego. Esperaba Vivó el momen-
to en que pudiese sofocar el fuego con el
agua, cuando le asaltó el temor de que
los revolucionarios entraran en el dicho
patio por la puerta principal, o de frente
del templo y, asi que le cogieran entre
dos enemigos y, sorprendiéndole despre-
venido por la espalda, le mataran. Vació
los cubos, y se retiro; y con el Hermano
sacristàn Fr. Pedró Reverter subió al
terrado del reloj, de donde pasaron al
campanario, y tocaron las campanas en
súplica de auxilio.
Haria como un cuarto de hora que es-
taban allí cuando sube el Padre Francis-
co V^idiella, y pregunta en la obscuridad
por quien hay allí; 3' luego, oída la con-
testación de los dos religiosos, interroga
por el estado del alboroto. Vivó le con-
testo: «No teman VV., porque el Con-
»vento està rodeado de tropa que no per-
>>mite que nadie se acerque à él». Fuése
entonces el Padre Vidiella a comunicar
la noticia a la Comunidad.
Esta, entre tanto, iba fugàndose por la
cloaca. Bajaban en grupos por la esca-
lera del dicho depósito; pasaban sobre de
éste por dos tablones colocados de propó-
sito, y luego, no sin participar de la
inmundicia, salian a las rocas. Al princi-
pio, como túdavia subsistia alguna luz
del dia, y frente de la cloaca hubiese una
barquilla que pescaba con luz, los frailes,
temiendo ser vistos, se agacharon tras
de las rocas primeras, o, según otro tes-
tigo, suspendieron la salida, esperando
la completa obscuridad de la noche; la
538
LiBRO TERCERO. — CAPITULO DECI.MO
que llegada, caminaron con las dificulta-
des consiguientes del terreno hasta el pie
de la muralla de Atarazanas, cuyo pie ba-
iiaba el mar (1). El Padre Guardian An-
guera se situo en la cloaca y dirigia la
operación (2).
Mas no toda la Comunidad siguió este
camino, y así debe la presente relación
retroceder un poco. El paso por la esca-
lera, aunque no mala, por los tablones y
sobre todo por las rocas, no era para
decrépitos y achacosos, y así estos, en
número, según parece, de once, quedaron
en el convento; de donde al otro dia
fueron sacados por la fuerza pública y
conducidos a Atarazanas. Un miliciano,
que formaba parte de esta fuerza, me
anadió que al bajar con ellos la rampa
de la muralla del mar, el populacho les
quitó uno de los frailes: que «si los mili-
»cianos nos hubiésemos empenado en
«salvarle, quizahubiéramos perdido otros,
»y así no tomamos un decidido empefio
«porque no lo consideramos prudente».
Otro dia un mi amigo habló nueva-
mente del caso con el miliciano, el cual
solo soltó alguna palabra que pareció no
favorecerle, y callo. De donde deducirà
el avisado que quizà la tal prudència
deba, mejor que de tal, califlcarse de
crueldad y espíritu revolucionario. A lo
que se ve, creia el miliciano que el popu-
lacho había acabado con el religioso; però
como ninguno de los franciscos me dió
cuenta de su muerte ni herimiento, creo
que de un modo u otro seria entrado en
el fuerte y salvado. La comitiva de los
viejos llego a la puerta de Atarazanas, y
alli, a empujones y apoyàndoles.como lo
habian efectuado en el trayecto, los mili-
cianos los metieron dentro (3). Uno de
estos frailes, el Padre Antonio Puig, que
contaba 75 afios de edad, estaba tan
(i) Relación citada del P. Ramon Buldú y de
otros frailes.
(2) Relación citada del donado Vivó, que se
halló presente al acto.
(5) Por caridad me callo el nombre del mili-
ciano que me lo dijo.
decadente, que caminabaarrastrando los
pies. Tempranito del anochecer hizo su
chocolate en su misma celda, y se acosto,
y así pasó tranquilamente la noche sin
enterarse del trastorno de la casa (4).
A pesar del susto y turbación del mo-
mento, los franciscos atinaron a salvar el
Santísimo Sacramento, y asi, antes de
dirigirse a la cloaca, un Padre, para evi-
tar profanaciones, lo sumió; y parece que
algunos religiosos ocultaron sendos càli-
ces en sus mangas para salvarlos (5).
Hemos dejado en el campanario al do-
nado Antonio Vivó con el donado Rever-
ter, adonde, a los pocos minutos de haber
dicho al Padre Vidiella que el convento
quedaba defendido, volvió este Padre, y
a los dos del campanario les informo de
la huida de la Comunidad, el lugar y
modo. Bajan de aquella altura, Vivó se
dirige a su celda, y se viste de seglar
con un traje que le habian llevado a las
cuatro de aquella misma tarde, de allí
acude a la cloaca, y con el Hermano
refitolero pide permiso al Guardian para
salir por la puerta de la calle. Acce-
dió el superior, y aun les anadió que se
llevaran los cinco monaguillos de la casa
a la sazón allí presentes. Los siete se
encaminaron a la porteria, però el por-
tero, Hermano Mariano Coll, firme en la
puerta, negóse a abrir, hasta que Vivó le
aseguró que venia con orden del Guar-
dian. Salidos, toparon con un oficial situa-
do frente de la esquina de la calle Nueva
de San Francisco, quien les pregunto que
;adónde iban? Contestaron ellos que eran
frailes que huían, y con esto les dejó
pasar. Siguieron por esta últimamente
nombrada calle, mas como al llegar a su
miiad Vivó oyese que un vecino dijese:
«son frailes, mira, ves, aquellos chicosson
»los monacillos», mandó a estos que cami-
naran unos pasos adelantados a él, y así
continuo su camino hasta llegar a una
casa de huéspedes de la calle de las Mo-
las, donde se hospedó, Al pasar por las
(4) Relación cit. del P. Joaquín .Marti.
(5) Relación citada del donado Vivó.
LA NOCHE DEL 2? DE JULIO DEXTRO DE LOS CLAUSTROS
539
LÀPIDA DEL CLAUSTRO DE SAN FRANCISCO DE ASÍS DE BARCELONA
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in;píice rf:
ExpL•AtiACíóN— VI (Sexio) •; KL (Kalendas) • lUNIT •; ANO (anno) ' DNI
o o ■ o '
(Domini) : M (millesimo) \ CCC (trecentcsimo) \ VII (septiiiio) ]
OBIIT : DNA idomina) ■
or - II o
G [Gcraldaj ] UX ('«.vor; ;• BRG (BerengariiJ \ DE ; PALACIO :" Q.. i
(quondam) \ ET f EODÈ (eodcni) [ ÀNO ("««//oj :
o _ _ ■ _
VI fsexíoj \ KL (Kalendas) [ MADII ; OBIIT } DNA (domina) } M fA/a-
r/fl,) i FILIA •: EIUSDE (ejusdcni) • G (Geraldae)
I 0
UXOR ; Q.. (quondam) \ P (-Pí/rO ; DE í CIVARIO = Q.. ;■ (quondam) \
ET ; lACÈT (jacent) ■ HIC • IN :
^ - I ■ ■
TRA (terra) \ Q (qtiac) \ PME (primae) ■. RECEPUT (recepcrmit) ■. TCIA
(terciam) [ RivGULÀ (regulam) \ ORDI
NIS ; SCI (Sancti) [ FRÀCISCI (Francisci) [ QRÜ (quòrum) \ .-ÜE
(animae) \ REQ'ESCAT (requiescant) \
IN •: PACE :• AME (Amen) ]
TRADUccióN.— £■/ dia sexto de las Kalendas dejunio del atio del Sefior 1307
mur ió la seíiora Geralda consort e de Berenguer dcPalacio en otro ticmpo
(o sea aliora difunto): y el mismo ano el dia sexto de las Kalendas de
mayo mur ió la senora Maria hi ja de la misma Geralda, muj'er del en
otro tiempo Pedró de Civario. Y yacen aqui en tierra; las que antes
recibieron la tercera Regla del Orden de San Francisco; y cuyas almas
descansen en paz. Amen.
EícaJa de 1 por 5.
Esta làpida està ahora expuesta en el .Wuseo provincial de antifiüedades de Barcelona,
dondc ticnc el número 92^. pàg. 208 del Catalogo.
540
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
cercanías del convento de Capuchinos
oyó el tumulto del ataque de este con-
vento y los gritos que daba la turba en
aquel momento clamando: aara... ara»,
palabras que me indican el momento en
que caen'a la verja del atrio. Efectuóse
esta huida de Vivó y sus companeros a
las ocho y cuarto, o cosa así (1).
No carece de interès el relato del modo
como huyó el corista Fr. Joaquin Martí,
al cual mucho traté, y de cuyos labios
tango las noticias de esta su fuga. Los
jóvenes, me dijo, veian el inminente tras-
torno, però no los ancianos. La misma
tarde del 25 de julio, su madre, en segun-
das nupcias consorte del cirujano y bar-
bero Do-n Liborio Bofarull, como arriba
noté, estuvo en el convento a visitar a
Fr. Martí, instandole para que en razón
del peligro saliese del cenobio. El fraile,
apoyado en que todos los Padres, hasta
los mas graves, continuaban allí, negóse
a las súplicas y consejos de su madre. Al
fin esta transigió, conviniendo en que al
menos llevaria al hijo un traje de seglar
para poder huir en caso de necesidad.
Fué la madre por el traje, però al volver
con él ya no pudo llegar al convento por
razón del alboroto.
Cuando, movida ya la revolución, la
Comunidad fué a escurrirse por la cloaca,
Marti y un su companero pensaron en
huir, proyectando Martí irse a casa de su
madre y padrastro, calle de la Riera del
Pino, hoy del Cardenal Casanas; però
carecian de disfraz. Recorrieron el con-
vento, antes tan poblado y risueno, ahora
de soledad tan siniestra y de tanto aban-
dono, y, viendo abiertas las celdas y allí
abandonados algunos trajes de seglar,
Martí se vistió uno del Padre Cantero, y
el companero se disfrazó también. En
este paso por el convento vieron los jóve-
nes la puerta, y que se le ponia fuego, y
que acudieron en grupos algunos solda-
dos de caballeria de Atarazanas, quienes
con ayuda de vecinos apagaron el fuego.
El Portero negóse a abrir la puerta a
(i) Relaeión cit. del mismo D. .\ntonio \'ivó.
los dos jóvenes, però como se presentase
para salir, y muy bien disfrazado, el
Padre Boria, se abrió la puerta, y así
salieron los tres y un caballero que acom-
panaba al primero. Enlilaron los jóvenes
toda la calle Nueva de San Francisco,
cruzaron la de Escudillers, siguieron por
la del Vidrio para por ella llegar a la de
la Boquería, mas al entrar en la de Fer-
nando VII toparon con el tumulto que
pretendía incendiar la puerta del templo
de Capuchinos. En el baruUo de este
tumulto y corridas a Martí le cae de la
cabeza la gorra, quedando patente su
rasura. Recoge aquella y se la pone de
nuevo precipitadamente, però compren-
diendo el peligro que allí corrían, resuel-
ven dar un rodeo por las calles de Tres-
llits, Leona, Avifló, Ave Maria, Plaza
del Beato Oriol y Riera del Pino. Atra-
viesan las dos primeras nombradas calles,
mas en la de la Leona topan con una
patrulla que les da el guien vive; respon-
den ellos descubriendo su profesión, y
entonces la patrulla los lleva a Atara-
zanas.
Al llegar vió Martí que un Padre estaba
exhortando al moribundo Fr. Pallàs. Allí
en el fuerte habia ya muchos franciscos,
todos en hàbitos, por cuya razón el corista
estaba corrido. A las tres de la madruga-
da la intrèpida madre de Martí se pre-
sento en Atarazanas, en cuya puerta topo
con Ayerve, al cual habló con tal elo-
cuencia de madre, que el mismo Brigadier
la cogió por la mano y la introdujo en el
fuerte. Entro esta senora donde estaban
los frailes, y llamado su hijo, le dió una
medicina para sustos, de la que participa-
ron los companeros màs cercanos. Traía
la madre el prometido disfraz, mas el
fraile no lo admitió, sinó que por el con-
trario pidió a su madre que le trajera un
habito que ella le habia hecho en aquellos
días. Se lo llevo, y Martí vistió como los
demàs de su convento (2).
(j) Relaeión de dicho Fr. Marti en Barcelona
a 7 de iulio de 1880.
LA NOCIIE DEL 2^ DE Jl'LIO DENTRO DE LOS CLAISTROS
541
He aquí cuAn bien concuerda la presente
relación de Fr. Joaquín Martí con la de mi
companero que había oido del padrastre
senor Bofarull, segiin arriba en el articulo
5." del capitulo anterior expliqué.
Tampoco siguió a la Comunidad el Pa-
dre Baltasar Sentís, y la historia de su
fuga contribuye a explicar la de aquella.
En la noche fatal tocabale a Sentis la vela
nocturna de seguridad, por cuya razón
cenaba antes que los demàs. En esto,
mientras cenaba, entra precipitadamente
en el refectorio el Padre Alsina, y anun-
cia la revolución. El Padre Sentis deja
la cena y sube al convento, que encuen-
tra ya desierto; y de allí corre a es-
conderse en lo mas alto de la casa, en
el des van, entre la bóveda del corredor y
la techumbre superior. Permaneció aquí
un buen rato, como media hora, esperan-
do ver qué sesgo tomaba el ataque, hasta
que oyendo que la caballería corria y
dominaba la calle, se animo, y descendió
al convento, mientras oía el campaneo de
los cenobios que pedían auxilio Bajó al
huerto, y en el angulo que éste formaba
entre la rampa de la muralla del mar y el
Dormitorio, o sea frente del actual Banco
de Barcelona, halló que el lego Manuel
Palliis, vestido de seglar, armado de una
escalera, quería saltar la tapia y huir.
Esta en el dicho íingulo sostenia un farol
del alumbrado publico, tras del cual una
alta piedra, que hacía las veces de reflec-
tor, iluminaba la calle, dejando al huerto
en obscuridad. Fr. Sentís subió por la es-
calera antes que el lego, y viendo que
frente de Atarazanas había dos piezas de
Artilleria con sus artilleros, creyó seguro
el terreno, y salto a la calle, pasando de
una corrida hasta la puerta de Ataraza-
nas, la que venia frente de la Rambla.
Sin embargo, aun allí, y esto demuestra
la connivencia de la autoridad, en el acto
de córrer Sentis hasta el fuerte, sonaron
en la turba que se hallaba en la misma
Rambla ante los indicados canones, sona-
ron, digo, dos tiros, cuyas batas dieron
contra la nombrada tapia del huerto del
convento, no sin antes una de ellas tras
pasar el habito del fraile, itan cerca le
pasaron!
En Atarazanas Sentís halló ya siete u
ocho frailes franciscanos que habian sido
recogidos o llevados alia. Al cabo de un
rato, como de un cuarto de hora, un oficial
dijo a Sentís que allí habia un herido, y
por io mismo el fraile corrió a asistirle,
quedando no poco sorprendido al encon-
trarse con el lego que quiso saltar la tapia
con él. Estaba 3'a moribundo por las terri-
bles punaladas que recibió en la Rambla
de Santa Mònica, frente de la casa llama-
da entonces de March de Reus, y ho}' Su-
cursal del Banco de Espana, esdecir, casi
tocando con los canones y la autoridad.
Sentís dió la absolución al lego Manuel
Pallàs, que este era su nombre, quien
en seguida murió.
Al cabo de un rato de tan triste escena
otro oficial se dirige a Sentís y le dice:
«Vea V., Padre, por aquí bajo de la mu-
»ralla llaman. Vea \''. si conoce la voz».
Acercóse el fraile a la muralla que daba
al mar, y conoció la voz de su Padre
Guardian. «jPadre Guardian!,» contesto
Sentis Repuso aquél: «Vea si por ahí
»hay una escalera para subir». Púsose la
escalera de mano en el punto donde hubo
la bateria de salvas, y por ella subió al
fuerte como la mitad de Comunidad
franciscà, o quizà màs, conmovida en
los espíritus, sucia en el cuerpo por razón
del conducto de la fuga (1), pues procedia
de la cloaca. Al entrar en la muralla los
frailes tropezaban sin duda por la obscuri-
dad y la turbación, y entonces un cadete,
del cual luego he de hacer mención, acu-
dió a daries la mano para evitar que
cayesen (2).
El cadàver de Pallüs fué colocado bajo
de un cobertizo junto con el de otro fraile,
(i) Rciaciün del mismo P. Baltasai' Sentis en
.Maspujols a i ? de iunio de 188Ó. El donado
Vivó me dijo que quien dió la absolución a Palhis
fuc el P. Manuel F-'ont, però Sentis me dijo haber
sido él.
(2) Relación del mismo cadete D. José Ortega
de 1 í de enero de 1888.
542
LIBRO TERCKRO. — CAPITULO DECIMO
cuya religión ignoro, el cual tenia abier-
ta la cabeza, faltàndole toda la coronilla,
abertura que dejaba ver el cràneo vacio,
lo que indica que su cerebro quedaria en
el lugar del crimen. Ambos difuntos ves-
tían de seglar (1).
Al pronto los frailes vivos entrados en
el fuerte fueron colocados en el almacén
de la Maestranza de Artilleria (2).
Brillaron ciertamente los franciscos en
este tropiezo por su serenidad, pues no
sólosagaz y ordenadamente supieronhuir ,
sinó que también salvaron los objetos de
precioso metal. Ya arriba nos dijo el se-
sudo donado Vivó que al escaparse cada
corista ocultaba un càliz en la manga de
su habito; y el Subsíndico Don Fèlix
Puig me anadió que en la misma noche
uno de ellos, por donde huyó la Comuni-
dad, volvió al convento y extrajo y llevo
al fuerte otras joyas; de modo que unos
días después él mismo en la casa rectoral
de San Gervasio, donde se hallaban refu-
giados el Padre Provincial y algun otro
de los superiores, vió abundància de pla-
ta procedente del convento de Barcelona
y del de Jesús de Gracia. AUi fué tapiada
en un escondrijo, y se salvo (3).
Atrevido anduvo y afortunado tam-
bién el Subsindico Fr. José Pallàs, lego,
hermano del asesinado Fr. Manuel, el
cual José, el dia siguiente del atropello, o
sea el 26 de julio, entro en el convento
por la cloaca por donde había huido la
Comunidad; se dirigió a la celda del Sin-
dico Fr. Germà; recogió de alli 9,600
duros que pertenecian a la Provincià y
que accidentalmente estaban alli, y con
ellos salió y los salvo. Dejó abandonades
IS duros en calderilla por no poder lle-
varies. Tengo esta noticia de labios del
donado Don Antonio Vivó, quien la habia
oido de boca del mismo que ejecutó el
atrevido paso; però me quedo alguna
duda sobre si me dijo que la practico el
(i) Relación citada del P. Ramon Buldú.
(2) Relación de dicho D. José Ortega.
(5) Relación de D. Fèlix Puig en Barcelona
en 23 de junio de 1880 y de D. Antonio Vivó.
indicado José Pallàs o el subsindico Fèlix
Puig, aunque el caràcter atrevido del pri-
mero me inclina a creer que fué él. José
Pallàs, exclaustrado ya, entro en la cons-
piración carlista, y descubierto, fué fusi-
lado (4).
Durante la noche del 25 fueron entran-
do frailes en Atarazanas. Algunos lleva-
ron allà sus copones conteniendo las
Sagradas Formas; de modo que se reunie
ron allí cuatro o cinco globos, los cuales
fueron colocados sobre de una mesa en
un terradito. Los prelados invitarona los
sacerdotes a sumir las dichas Formas, y
así las sumieron, ocultando luego los glo-
bos en las mangas de los hàbitos (5).
En Atarazanas hubo oficiales que se
portaron bondadosamente con los frailes,
tales como el mentado cadete y otros: la
inmensa mayoria ni les halagaron ni les
insultaron. Sin embargo, uno, de muy
baja graduación, al ver en la manana
siguiente que se daba un panecillo (lloii-
giiet) a cada fraile, exclamo: <viqué pan?;
»veneno hay que daries»; exclamación
que atemorizó tanto a uno de los francis-
cos, que no quiso probar dicho pan te-
miendo ser envenenado(6). Lasoldadesca
de tropa y carabineros insulto a los pobres
perseguides profiriendo distintes dicte-
ries, tal como: «de cada cinco de estos
»habria que fusilar uno» (7).
En aquella noche no se dió alimento
algune a les frailes recogidos en Atara-
zanas, y esta noticia me trae a la mano
una calumnia que contra los franciscos
de dicho fuerte escribió Den Víctor Bala-
guer. Describe el paso de la Comunidad
por la cloaca y las rocas y su ascenso al
fuerte, y lo hace del mode artificiosa-
mente hinchado de su costumbre;y anade:
«Una vez allí (los frailes en Atarazanas),
»una vez en salvo, una vez disipados
»todos sus temeres, los pebres proscrites
(4) Relación cit. de D. Antonio Vivó.
(5) Relación cit. del P. Sentis, que iué uno de
los que sumió Formas.
(6) Relación cit. del P. Ramon Buldú.
(7) Relación cit. del P. Baltasar Sentís.
LA NOCHE DEL 2^ DE JULIO DENTRO DE LOS CLAISTROS
543
»se acordaren que habían abandonado su
»morada en el momento en que iban a
«sentarse a la mesa y olvidàronse de su
»apurada y crítica situacion para dardis-
«posiciones y pedir algo que comer.
»Poca provisión había en la cantina, y
»por lo mismo despachàronse dos solda-
»dos que no tardaron en volver a la for-
»taleza cargados de comestibles.
»Preparóse, arreglóse una larga mesa
»en la cantina, y los Franciscanes se sen-
»taron a ella.
»En el instante en que llevaban su pri-
»mer bocado a los labios, oyóse un grito
»agudo muy cercano seguidode una sèrie
»de gemidos que iban debiütAndose, al
»mismo tiempo que resonaba el golpe de
»un cuerpo cayendo en tierra.
«Palidecieron los frailes.
»E1 guardiàn mandó un lego para en-
»terarse.
»Este volvió y dijo que era un fraile
»dominico que herido había traido una
«patrulla, y que acababa de caer muerto
Ȉ la puerta de la cantina.
»A1 ver que no tenían nada que témer,
»los frailes sin contestar Uevaron a los
»labios el bocado que habían suspendido
»y continuaren comiendo con la mayor
«tranquilidad y calma, como si tal cosa
»hubiese sucedido.
»iPasmosa sangre fria! ilmperturbable
»egoismo! jSus hermanos agonizando y
»ellos comiendo!»— Nota del pie de la
pagina: «El autor sabé esto por un testi-
go de vista» (1).
En su libro posterior Las Calles de
Barcelona dice Balaguer que este testigo
era el senor Llobet y Vallllosera, al cual
veremos figurar harto mas abajo, y ter-
mina la nota con estàs palabras: «el autor,
»como se lo contaron, asi lo cuenta».
Si en la narración de una tragèdia, tan
lamentable como la presente, fuera licito
mezclar un sainete, tomarà a broma el
(i) Los frailes y sus conventos... Madrid y
Barcelona, i8;i, tomo II, pàgs. 400 y 410.^ — Las
calles de Barcelona. Barcelona, 186^, tomo I.
pàgs. ?62 y 3Ó3.
relato de Balaguer. Porque allí se dice
que los frailes tenían «disipados todos
>^sus temores» y al mismo tiempo se habla
de su «apurada y crítica situacion»; que
faltando víveres en la cantina se mandan
dos soldades, cual si fueran dos legos al
Servicio del Guardian; que los soldades
fueron por elles, y que vuelven cargados,
ni màs ni menes que si fueran criades de
fonda cargados con sus abultadas cestas,
y esto a las nueve de la noche, en dia de
revolución. Se dice que luego se arreglo
la larga mesa, sin duda con sus jarritos
de flores, entremeses y postres; que el
fraile al morir dió allí el grito, los gra-
duades gemidos, y finalmente se eye el
ruido de la caida del cuerpo tal como en
las muertes del teatro. Se escribe allí que
el cuerpo, al caer exanime, produjo un
ruido, como si fuese de metal de campa-
na; que el Guardian manda un lego, como
un General envia un ordenanza; que la
víctima «era un fraile dominico que heri-
»do había traido una patrulla»: mucha
fuerza debía de tener el tal fraile cuando
herido pudo transportar a cuestas una
patrulla; y que entonces los tigres, digo,
los frailes, continuaren tranquilamente
la cena.
Unànimemente todos los frailes de va
rias religiones puestos en Atarazanas, per
mi interrogades, me negaren que en aque
lla noche se les diera allí alimento algune.
Los francisces, pues, ne cenaren. Ningún
dominico murió en Atarazanas, ni tuvie-
ren los de su religión màs herido ni muer-
to que el Padre Riera, asesinado en la
calle de San Pablo. Cuando el mal heri-
do franciscano Manuel Pallàs fué entrado
en el fuerte, tedavia la Comunidad no
estaba en él, como arriba nos lo conto
Fr. Baltasar Sentís. El mismo Balaguer
ne debía de estar muy cenvencido de la
verdad de su dicho, ya que cuando lo re-
preduce en su libro posterior Las Calles
de Barcelona, se sacude de sus hombros
la respensabilidad de su certeza, escri-
biende: «y como se lo contaron al autor,
»asi lo cuenta»; que es como decir: «yo no
»respendo de lo dicho». En fin, que para
544
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
tragarse tales calumnias es necesario
fabricarseunos frailes fantàsticos, distin-
tos de los reales, que sean mitad hombres
y mitad hienas.
Però la calumnia es hija de algo,
reza el retran, por cuj'a razón inquirí si
hubo algun hecho que la motivarà. El
Padre Sentís me contesto que no veia
mas hecho que el presenciado por él,
cuando al principio de la persecución, y
cuando él entro en Atarazanas muy antes
de la llegada de la Comunidad, topo allí
con cuatro o cinco frailes, que comian
algo, y a los que no pudo menos de decir:
«no sé como tienen apetito'>. Estos toda-
vía no habían visto heridos, ni atentados,
ni casi persecución; su espíritu, pues, aún
estaba poco conmovido. De todos modos,
de este hecho a la calumnia de Balaguer
media un abismo. Por ella comprendera
quien leyere cuànta razón llevo en el
prologo al escribir que la opinión de los
aflos que siguieron al 35 fué creada por
la revolución, y estuvo informada de
satAnico odio contra las ordenes reli-
giosas.
Por las notas de los libros de entradas
y salidas del Hospital de la Santa Cruz
se ve que los frailes, que durante los días
del encierro en los fuertes, enfermaban,
eran llevados a dicho piadoso estableci-
miento. Así, en 31 de julio, entro alia el
Padre Vicente Ferrer, de este Convento,
natural de Barcelona y ciego; y salió
en 23 de septiembre. Y el lego Fr. Anto-
nio Civit, natural de Blancafort, entro en
10 de agosto, cuando los religiosos eran
despedidos de los fuertes, _y no consta
si curo o murió.
El edificio, exceptuada la mentada
puerta, no sufrió el incendio, como se
desprende de lo narrado.
Adiciones. Con posterioridad a la pu-
blicación de mi primera obra adquirí la
noticia, y aquí la inserto, de la muerte
del Padre Provincial Fr. José Feu en 7
de marzo de 1834, y el nombramiento de
Vicario Provincial hecho a favor del
Padre Fr. Buenaventura Clariana en el
Definitorio de Tortosa, nominación efec-
tuada a los 21 días del mismo mes y
ano (1).
El Padre Lector Fr. Francisco de Pau-
la Moliner, después de exclaustrado, fué
beneficiado de nuestra Catedral, y murió
en 6 de septiembre de 1858 (2).
ARTICULO CUARTO
SANTA MÒNICA DE AGUSTINOS
DESCALZOS
Lista de los religiosos de esta casa:
S.ACERDOTES
R. P. Cristóbal de la Virgen del Car-
men, de apellido Andués, Prior.
R. P. Jaime de la Virgen del Carmen,
de apellidos Edo y Morte, hijo de Teruel,
Subprior. Profesó en 5 de octubre de 1805.
R. P. Francisco de Santo Domingo, de
apellidos Vidaló y Fabra, hijo de Puig-
cerdà. Profesó en 4 de diciembre de 1784.
R. P. Mateo de los Dolores, de apellidos
Manonelles y Romaiïà, hijo de Barcelo-
na. Profesó en -18 de octubre de 1785.
R. P. Carlos de la Concepción, de ape
llidos Gil y Carrió, hijo de Barcelona.
Profesó en 20 de junio de 1796.
R. P. Jaime de la Virgen de los Dolo-
res, de apellidos Ayats y Masferrer, hijo
de San Pedró de Ossor. Profesó en 27 de
noviembre de 1798.
R. P. José de la Virgen del Carmen, al
cual las listas oficiales dan el apellido
de Macía, però en el libro de profesio-
nes se lee de un José de la Virgen del
Carmen que se llamaba Manonelles y
Romana, que profesó en 13 de agosto
de 1799 y que era natural de Barcelona.
R. P. Manuel de San Antonio de Pa-
dua, de apellidos Lanzuela y Bernal, hijo
de Fortanete de Aragón. Profesó como
(i) Llibre de notas del ^'icario de coro. pàsi-
nas 6g y 70. — Archivo de Hacienda de Barcelona.
(2) Archivo catedral. Libro de Olnts de r8;8,
l"ol. 2^
LA NOCIIE DEL 2^ DE Jl LIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
545
lego en 8 de mayo de 1826. però luego
como corista en 16 de febrero de 1829.
R. P. Mariano de la V'irgen del Car-
men, de apellidos Baynach y Roy, hijo de
Benavarre de Aragón. Profesó en 28 de
enero de !832.
R. P. José Roo^ent, cuyosotros nombres
Ignoro.
R. P. Esteban de la Magdalena, de ape-
llido Bonet.
R. P. Manuel del Santo Àngel, de ape-
llido Jabat.
CORIST.AS
Fr. Santiago de la Virgen del Pilar, de
apellido Gonzàlez.
Fr. Pablo Falcón; ignoro los otros nom-
bres.
Fr. Manuel de San Nicohís de Tolenti-
no, de apellidos Pérez y Romero, hijo de
lilueca de Aragón. Profesó en 27 de no-
viembre de 1831.
LEGOS
Fr. Francisco de San José de apellidos
Colomer y Ester, hijo de Ger de Urgel.
Profesó en 10 de abril de 1808.
Fr. Agustín de la Virgen del Carmen,
de apellidos Monforte y Serret, hijo de
Mirambel de Aragón. Profesó en 27 de
Julio de 1833.
Fr. Antonio Bonet.
Fr. Tomcis Luis.
Fr. Matias, organista (1).
A pesar de mi decidido empeno en per-
quirir y oir, desde el principio de mis
investigaciones, a religiosos de todos los
conventos, no logré ver ninguno del pre-
sente de Santa Mònica. Respecto a la
salvación de la casa, ya dije cuanto sé
en el articulo 3.° del capitulo próximo
anterior. De lo sucedido a su Comunidad
solo he leido, y en un papel anónimo que
acaso vinc a mis manos, y cuya autori-
(i) .-Vrchivo municipal de Raicelona. .Ui/fi-
dos. Seguiido semestre, i8jj. Al fin del tomo un
cuaderno litulado Pasaportes e.xpedidos à los
Religiosos... — Libro de protesioncs, que està en
cl Archivo de Hacicnda dè esta provincià.
dad ignoro, que «à los agustinos descal-
»zos nadie les dijo nada, y que se refugia-
»ron en Atarazanas*. De aquí los jóvenes
pasaron a Montjuich, y los viejos y acha-
cosos a la Ciudadela. Ni es de extranar
que escaparan ilesos hallàndose como se
hallaban en convento tan próximo al
fuerte de Atarazanas. Y no es que a
todas horas pudiesen efectuar el trasla-
do, pues el fraile franciscano Pallàs sufrió
la agresión frente de este cenobio, sinó
que sin duda esperarían un momento de
relativa calma, y de una corrida pasa-
rían, o quizà metidos entre los soldados
de alguna patrulla que regresara al
fuerte.
ARTICULO QUINTO
LA VIRGEN DE LA BUENANUEVA,
DE TRINITARIOS DESCALZOS
El dia fatal esta Comunidad se compo-
nia de los siguientes frailes:
SACERDOTES
R. P. Agustín de la Concepción, Presi-
dente por falta de Ministre. Ademàs era
Lector.
R. P. José de la Virgen, de apellido
Dar dallo.
R. P. Jerónimo de San Fèlix, de apelli-
do Faubelo.
R. P. Francisco de San José, cuyo
apellido ignoro.
R. P. Santiago de la Concepción, Lec-
tor; ignoro su apellido.
R. P. Vicente de San Antonio, Lector;
no sé su apellido.
R. P. José de los Dolores, Pasante. No
conozco su apellido.
R. P. Buenaventura del Santísimo Sa-
crameiito; ignoro su apellido.
R. P. Nicanor del Beato Miguel, de
apellido Ortega.
R. P. José de la Santísima Trinidad, de
apellido Ciera.
R. P. luan de la Asunción, de apellido
i Llusa.
546
LIBRO TERCKRO. — CAPITULO DECIMO
R. P. SebastiAn de Dios, de apellido |
Casanovas. i
R. P. Pedró de Jesús, de apellido Mi-
randa.
NO SACERDOTES
Fr. Juan de... de apellido Puig.
Fr. Hipólito de la Concepción, Diàco-
no, cuyo apellido ignoro.
Fr. Rafael de San Miguel, Diàcono.
Fr. Manuel del Beato Miguel, SubdiA-
cono, de apellido Fernàndez.
Fr. Jorge de la Virgen, Subdiàcono, de
apellido Gerunda.
Fr. Pedró del Beato Juan Bautista, Sub
diàcono, cuyo apellido ignoro.
Fr. Agustín de San Jorge, Subdiàcono;
ignoro su apellido.
Fr. Bruno de la Encarnación, Subdià-
cono, cuyo apellido ignoro.
Fr. Juan de San Lucas, Subdiàcono, de
apellido Ruiz.
Fr. Fernando de Jesús Nazareno, Sub-
diàcono, de apellido Solà.
Fr. José de la Purificación, Subdiàco-
no, de apellido Aranda.
Fr. Leandro de San Antonio, Acólito,
cuyo apellido ignoro.
Fr. Felipe de San Miguel, Acólito, de
apellido Martínez.
Fr. Antonio de San José, Acólito, de
apellido ignorado.
Fr. Blas de la Virgen del Carmen,
Acólito, de apellido Villafranca.
Fr. Severino de la Virgen del Rosario,
Acólito, de apellido Casas.
Fr. Celestino de la Virgen, Acólito, de
apellido Legaz.
Fr. Juan de Santa Teresa, Acólito, de
apellido Bruch.
Fr. Benito de la Santísima Trinidad.
Fr. Matías de San Blas.
Fr. Juan de San José.
Fr. José de Santa Bàrbara (1).
(i) Estàs listas las debò a la bondad del Padrc
Fr. Antonino de la Asunción, actual Ministro
La Comunidad trinitaria venia regida
por un Presidente porque el l'adre Minis-
tro, Padre Gregorio de la Ascensión,
había sido confinado por la autoridad
militar a Valencià, donde murió del còle-
ra a poco de Uegado allà. Cosa igual
aconteció al Padre Definidor General
Padre Buenaventura de San Alejo, resi-
dente en Vich, quien confinado a Barce-
lona por la misma autoridad, cayó aquí
bajo la guadana del còlera, siendo el único
atacado que tuvo este convento (2).
La Comunidad trinitaria de Barcelona
sentia falta de personal, especialmente
para cubrir todo el Servicio de Misas de
turno; y por esto, como en el curso de
coristas que habían hecho el noviciado y
los tres de Filosofia en Vich se contaran
cuatro presbiteros, los superiores les tras-
ladaron a Barcelona para aquí ver la
Teologia. Llegaron los coristas la vigília
deia Pascua de Pentecostes de 1835(3).
La mezcla de legitimo temor y de cegue-
ra del peligro, que hemos notado en otras
casas, aparece en la presente, si es posi-
ble, con mayor intensidad. Nos lo diran
sus frailes mismos. Las siguientes pala-
bras las escribió el Padre Juan Puig, de
ella: «No me acuerdo cuanto tiempo duro
»de estar con seriós temores, que todas
> las noches estàbamos de vigilància dos
í.'jóvenes hasta la una ó dos de la madru-
»gada. Lo que tengo presente que un dia
>'encontràndome de la vigilància à cosa
»de las once de la noche se pronuncio un
General de los Trinitarios descalzos y autor de
varias eruditisimas obras referentes a su religión.
quien me las transmitió desde Roma en 28 de
julio de 1908. Los apellidos, emperò, proceden de
las listas escritas por la Autoridad de Barcelona
en agosto de 183? al dar pasaportes a los religio-
sos, y se hallan en el Archivo municipal de Bar-
celona, lugar citado.
(2) Relación escrita que mandó desde Taradell
en 7 do diciembre de 1880 el fraile de este con-
vento D. Juan Puig.
(?) Relación que me hizo el fraile de este con-
vento D. Sebastiàn Casanovas en Sampedor en
27 de diciembre de iWi.
LA NOCIIE UEL 2% DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
547
«incendio en una casa de la calle de San
«Pablo frente de la cara del con vento que
»daba à dicha calle. Toqué à arrebato: se
»abrieron las puertas del convento: se
»puso un piquete en la boca de la calle
»y otro en Arrepentidas para no dejar
«penetrar ni salir à nadie. Los jóvenes
»desocupamos la casa incendiada y las
»contiguas colocando los efectos por se
»parado en el jardin ó Huerta (del con-
»ve}tto), y despues los interesados nos
«dijeron que no se les había extraviado
»cosa alguna. Por la tarde vino el Briga-
»dier Don Joaquin Ayerve que hacia las
'A'eces de segundo Cabo, ó Gobernador,
»acompanado de una comision del Ayun-
»taniiento, à darnos las gracias.» Después
Ayerve se las repitió permitiendo que los
quemaran a ellos.
'<Temiamos el atropello que vino des-
»pués, però no nos pasó por las mientes
»un abandono igual de los gobernantes.>'
Me dijo el Padre Sebastiàn Casanovas,
también religioso de esta casa: «Despues
»de la catàstrofe de Zaragoza vino a Bar-
»celona un lego, quien me conto horrores
»de lo que allí se hizo contra los conven-
»tos. Entróme con esto gran temor, por
»cuya razón escribí a un sacerdote com-
»patricio y amigo mío, de nombre José
«Casas, pidiéndole un buen consejo. Me
«contesto que me avistase con el Carme-
»lita Padre Esteban N., quien me diria lo
«conveniente. Me Uegué al Carmen, y el
»Padre Esteban me dijo que se creia mas
«seguro que si le guardasen diez mil
«caballos, porque Llauder les había dicho
«que si ocurria alguna novedad, que los
«frailes cerrasen las puertas, pues él
«arrancaria de ellas a los revoluciona-
«rios. Así, pues, yo quedé tranquilo en mi
«convento» (1).
El Padre de mi amigo y escritor Don
Francisco de P. Capella, vecino y devoto
del convento, esforzóse un dia en avisar
del peligro al superior, a lo que éste con-
testo: «Mire, sefior Capella, estamos màs
(i) Rclación cilada.
«seguros nosotros que V., porque nos-
>'Otros con tocar la campana seremos
«socorridos» (2). Sin embargo, parece que
los frailes por precaución habian sacado
de la casa algunos, objetos depositando
unos en manes del mismo senor Capella,
quien después, tiempos adelante, los de-
volvió a la orden (3), y otros en otras ma-
nos: objetos, los postreros, que se perdie-
ron (4). De todos modos parece que se
había sacado uno de los ostensorios, però
que como poco tiempo antes del atropello
la casa celebro la función del jubileo de
las Cuarenta horas, lo había entrado nue-
vamente en la iglesia, y así perecería en
el ataque (5).
Ya en su lugar expliqué la hora }' for-
ma del ataque de esta casa, y que, a pesar
de preceder éste al de San José, la iglesia
del Esposo de Maria ardió antes que el
convento de los Tiinitarios. La Comuni-
dad aquel dia 25 de julio siguió su hora-
rio, y a la hora acostumbrada concurrió
al refectorio para cenar, dejando emperò
de vigilància en la puerta un criado se-
glar. He aquí que de sorpresa el vigilante
desde el jardin mete la cabeza por una
ventana en el refectorio, y no dice mas
que: «ya estan aquí«. Levantanse todos
precipitadamente, y los jóvenes van a sus
celdas a dejar sus hí^bitos y vestí rse de
seglar. Entretanto desaparecieron el Pre-
sidente de la Comunidad y el Lector, «sin
«que nosotros, dijome Casanovas, supié-
«ramos màs de ellos».
La confusión entre los jóvenes dominó
por completo, por efecto del temor y de
la indecisión. El lego organista Fr. Ma-
tías, temiendo que si los jóvenes salían a
la calle, en ella hallarían de presto la
muerte, tomo las llaves, y se opuso a su
salida. La ausencia de superiores contri-
buía a la indecisión. Grandes eran la an-
(2) A\e lo dijo D. Francisco de P. Capella en
Barcelona a o de febrero de iSCiï.
(0 Rclación de Don Francisco Capella de
marzo de 1S80.
(^) Relacic)n cit. del P. Sebastiàn Casanovas^.
(i) Relación cit. del P. Sebastiàn Casanovas.
548
LIBUO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
gustia y la ignorància del partido que
debiera tomarse; hasta que, sorprendien-
do a todos las pavorosas llamas de San
José, determinaron huir. Desde el primer
grito de alarma hasta esta fuga transcu-
rrió una media hora de angustia mortal.
El proyecto de los jóvenes consistia en
saltar a la huerta del colegio de San Rue-
naventura, contigua a la de Trinitarios,
ocupado entonces aquél por la policia;
del huerto de San Buenaventura salir a
la calle, y ocultarse en casas particulares
de la Ciudad. Realmente, al ver las llamas
de San José, unos cnce o doce frailes sal-
taron desde su convento por una ventana
a su huerta o jardín; cruzaron la tapia
que partia limites con la huerta de San
Buenaventura, e intentaron desde esta
salir a la calle; però el hortelano se nego
a abrirles la puerta que daba a la via
pública, y diciéndoles que en la policia
habia ya otros religiosos, les acompanó
a esta.
Los frailes Trinitarios conducidos por
el hortelano, en la policia fueron coloca-
dos en una celda, desde cuya ventana
veían el espantoso incendio de San Agtre-
tín, y muy luego el de su casa (1). Desde
la parte trasera de las vecinas habitacio-
nes de la calle del Conde del Asalto un
fraile carmelita, el Padre Francisco Reca-
sens, miraba con temblor no solo el in-
cendio del edificio de Trinitarios y las
llamas que brotaban por sus ventanas,
sinó que un grupo de asesinos con antor-
chas registraba la huerta de Trinita-
rios (2): tristes escenas que igualmente
presenciaban desde otra celda del colegio-
policia otros carmelitas allí refugiados (3).
Ni aun en este edificio ocupado por la
policia faltaron temores y angustias con-
tínuas a los pobres frailes, pues ademíls
de las hijas de los atropellos que por sus
(i) Relación cit. del P. Sebastiàn Casanovas.
(2) Relación del mismo P. Recasens en Tarra-
fíona a 0 de agosto de 1880.
(1) Relación del carmelita P. Francisco Solà
en Barcelona a 2 de julio de 1880.
ojos veian, a eso de media noche subió
a su celda un polizonte diciéndoles que
no estaban bien allí los religiosos porque
les comprometían a ellos. Los frailes ro-
garon al imprudente empleado que les
salvarà, y éste se retiro. Al alborear del
dia se mandó a los religiosos que baja-
ran, y entre dos filas de soldados fueron
conducidos a Atarazanas, donde hallaron
ya a los franciscos.
Colocados en este fuerte, se encontra-
ron sin dinero; solo el Padre jerónimo y
un lego tenían alguno, y con este comie-
ron todos. Con los demas religiosos de
la Ciudad fueron después conducidos a
Montjuich, como en su lugar explicaré;
solo que los trinitarios experimentaron
allí la falta de Superior (4).
Fray Jorge conto después en Roma que,
cuando los revolucionaries llegaron al
convento, se subió al techo, creyendo
que allí quedaria oculto, mas el humo
le desengafló de su idea, y se bajó. El y
Fr. Juan Bruch se quedaron en el con-
vento, ocultandose en una cuadra 0 co-
chería.
Fué víctima del ataque de los amo-
tinados el lego Hermano José de Santa
Bàrbara, navarro, de 26 anos de edad,
hombre alto, bien plantado, con barba,
y con su cruz bicolor sobre el pecho;
quien estaba encargado de pedir limosna
para la casa (5). Los asesinos le sorpren-
(-1) Relación citada del P. Sebastiàn Casa-
novas.
íï) iMe diio el nombre el vecino seiior Capella.
y aigunas de las circunstancias el abogado don
José Buhigas, quien conoció al muerto. Del Pa-
dre General de Roma recibi una preciosa carta en
la que de este desgraciado lego se me dan mas
datos, los que a seguida copio: «El hermano lego
«Fr. José de Santa Bàrbara nació en Gastian
«(Navarra) el 28 de mayo de 1800, de José de
«Vlivarri y Aíaria Manuela Fernàndez. Fué bau-
«tizado el 31 de dicho mes y ano con los nombres
«de José Manuel... Opto por el e'stado religioso
«tomando el habito de Donado de Trinitarios
«Descalzos a o de lebrero de 1828 en la Ciudad
))de Pamplona... Tomo la capilla de lego y entro
-A NOClIt DEL 2; Di; IL XIO DENIRO DE LOS CLAL'STROS
549
dieron mientras, para pedir auxilio a la
autoridad, tocaba la campana. El arma
que se empleó para matarle fueron los
palos, abollàndole y aplastàndole la cabe-
za. Fr. Jorge de la Virgen, con un lego,
que como apunté, se habian refugiado
en lo alto del edificio, de donde a poco se
vieron precisados a bajar por el humo,
procedente del convento, al descender
hallaron tendido en el suelo al Herma-
no José, bafiado en sangre y herido de
muerte. Le exhortaron y consolaron
mientras moria allí en los brazos de
ellos. Estos creyeron, y no sin motivo,
que iban a morir, 3' ferv^orosamente emi-
tieron el acto de contrición; mas acogió-
los uno de los misnios corifeos de la
revolución, y se salvaron (1). El sefior
Capella vió después sacar del Convento
el cadàver del Hermano José «puesto
»sobre una escalera, con el rostro negro
»por el humo y desangrado por los gol-
»pes que le habian dado para acabar con
»su vida» (2), tales que el cadàver Uevaba
un ojo fuera de la òrbita (3).
En las notas del libro de entradas y
salidas del hospital de la Santa Cruz se
iee que «Celestino Legas, corista de la
»Trinidad descalza, de edad 21 aflos, natu-
»ral de Peralta (Navarra) entro en 26 de ju-
»lio de 1835 y salió en 8 de agosto de 1835».
>E1 libro no espresa su dolencia, però sus
hermanos de Roma me la escribieron en
estos términos: «Este Padre nos decía
»que él se habia metido en un escondite,
»y que al lentar los enemigos aquel sitio
»con la punta de la bayoneta ó pufial,
>'para ver si alguien se habia escondido
»en el noviciado de Alfaro (Logrono) el $ deno-
«vicmbre de 1830... Prolesó solemnemente en cl
»niismo convento de .\lfaro el ó de noviembie de
mfl•lji. .\ rai/ do su profesion fué enviado de Con-
"ventual a Barcelona.»
(i) Nolicias procedentes de los Trinitarios
descalzos de Roma.
(2) LeyeiiJas y tradlcioiies. Rarceloiia, iSSj,
tomo II, pàg. 172.
(3) Reiación de D. F'rancisco Capella. Barce-
lona in de octubre de 180;.
»en él, se la hincaron en el pie. Entonces
-exclamo el buen Padre: Virgen Sanlf-
':SÍ>iia del Pilar, salvaihiie; y uno de los
«presentes en seguida dijo: Déjale, que
•hese dcbe ser aragonès. El Padre nos
»mostraba la cicatriz de la herida.
»Este Padre Celestino me conto tam-
»bien que asomandose à la ventana del
vconvento el corista diàcono Fr. Rafael
ide San Miguel, hermano del lego Fr. José
»de Santa Bàrbara, para ver lo que fuese
»el ruido de la calle, le pegaron un tiro,
»pero creo que no le acertaron» (4).
Antes de terminar este articulo ocurre
preguntar: iqué se hizo del superior? Sos-
pecho que fué muerto al entrar en la calle
del Hospital. Razones y argumentes mili-
tan en pro y otras en contra de esta sos-
pecha. Està fuera de toda duda que en
dicha entrada, a lossiete u ocho pasos de
la Rambla, al pie de la acera septentrio-
nal, junto a un gran sumidero de aguas
pluviales que alli habia y yo recuerdo,
està fuera de toda duda, repito, que allí
murió asesinado un religioso. iMe consta
por boca de una de las hijas de la dro-
gueria de Ventats que se hallaba frente
del sumidero en la opuesta acera, y por
boca de un hermano de la duena de la
tienda de sobre el mismo sumidero, y
ademàs de que relatan esta muerte varios
otros ancianos. Ahora bien: la proximi-
dad del lugar del crimen con el convento
trinitario, la falta del nombre del supe-
rior trinitario en las listas oíiciales de los
religiosos que pararon en los fuertes, y
el dicho del Seflor Don José Tintorer, que
es el hermano de la duena de la tienda
citada, me inducen a formular dicha sos-
pecha de que el interfecto sea el indicado
superior o a lo menos un individuo de su
casa. Mas en contra hay que un Trinitario
de Roma, que vivió después allí en com-
partia del Padre José de la Puritïcación,
fraile del convento barcelonès, me escri-
bió que este convento no tuvo màs que
(4) Carta que desde Roma en is de iulio de
1908 me escribió el P. General de los Trinitarios
descalzos P. .\ntonino de la Asunción.
550
I-13R0 TERCERO. — CAPlTt'LO DECIMO
una víctima, que fué el lego de arriba.
Resulta, pues, en definitiva cierto el ase-
sinato, en duda quién fuera la víctima. Se
dijo si el agresor recibió la muerte de
mano del infeliz que muy luego la encon-
tró para sí en la barra de hierro de la
Boquería (1).
No había finido el nefasto 1835 que de
la comunidad de Barcelona habian ya
llegado a Roma y se habian acogido al
convento de allí de su Orden los Padres
Jerónimo de San Fèlix, Nicanor del Beato
Miguel, Jorge de la Virgen, Manuel del
Beato Miguel, Subdiacono, y José de la
Purificación, también subdiacono. Màs
tarde llegaron al mismo cenobio el Padre
Fr. Celestino de la Virgen y el Padre
José de la Santisima Trinidad.
«Este antes de llegar a Roma fué muy
«perseguido en Cataluna, arrostró gran-
»des peligros y estuvo presó en varias
«càrceles-. También se acogió a dicho
convento romano el Padre Juan de Santa
Teresa, de apellido Bruch (2).
Rectificación. — En mi primera obra
escribí que el Trinitario des-
calzo podia comer carne en
los domingos, exceptuados los
«que caían desde septiembre a
vPascua de Resurreccion>:. en
la que tampoco entraba la car-
ne. Debí escribir exceptuados
los que caían desde el primero
de Adviento hasta Navidad, y desde Sep-
tuagésima a Pascua (3).
ARTICULO SEXTO
SAN JOSÉ, DE CARMELITAS DESCALZOS
Ante todo, según costumbre, tejamos
la lista de los religiosos de esta casa.
R. Padre José de Santa Concòrdia, de
apellido Sedó. Provincial. Nació en la
Selva del Campo en 4 de noviembre de
1776, y emitió su primera profesión en 27
de junio de 1794.
'^ÍL• ^ tfe-ínu^,
T
víu>%y
R. Padre Juan de San Bernardo, de
apellido Canals. Prior de Barcelona. Na-
ció en 1.° de octubre de 1771 en Cervera,
y emitió su primera profesión en 28 de
marzo de 1792.
R. Padre Pablo de la Anunciación, de
apellido también Canals. Subprior de
Barcelona. Nació en Reus en 20 de sep-
<~í^• /aXío
79^ C^ ■syZ^rt,
(i) Relación del .M. I. Sr. D. José Tintorer en
Calella a 28 de agosto de i88í.
(2) Citada carta del Padre General Antonino.
(^) Citada carta del Padre General. Mi pri-
mera obra. tomo II, pàg. 564.
tiembre de 1773, y emitió su primera pro-
fesión en 28 de marzo de 1792.
R. Padre Joaquín de San Alberto, de
apellido Masats. Definidor. Nació en Bar-
celona y emitió su primera profesión a
los 16 anos de su edad en 10 de octubre
de 1779.
R. Padre Esteban de los Reyes, de
apellido Salvador. Secretario del Provin-
cial. Nació en Vilaseca a los 30 de abril
de 1779, y emitió su primera profesión en
4 de enero de 1798.
R. Padre Francisco de Jesús Nazareno,
de apellido Vinyals. Maestro de novicios,
Nació en Santa Perpetua de la Moguda
en 22 de noviembre de 1781 e hizo su pri-
mera profesión en 27 de enero de 1800.
LA NOCllE DEL Jí DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
551
R. Padre Gabriel de Santa Maria Mag-
dalena, de apellido Salat, hijo de Freixa-
net. Pronuncio su primera profesión a los
ISanos de edad en 9denoviembrede 1785.
R, Padre
Juan de la
Concepción,
de apellido
Garreta, hijo
de Borjas del
Campo. Pro-
nuncio su pri-
mera profe-
sión a los 21
aflos de edad
en 12 de di-
ciembre de
1786.
R. Padre
Pedró de San
José, de ape-
llido Puig-,
hijo de Ven-
drell. Nació
en 24 de ene-
ro de 1772, y
emitió la pri-
mera profe-
sión en 12 de
noviembre de
1789.
R. Padre
José de los
Reyes , de
apellido Cal-
met. Biblio-
tecario. Hijo
de Balsareny,
donde nació
en 7 de no-
viembre de 1779, habiendo emitido su pri
mera profesión en 18 de julio de 1796.
R. Padre Juan de San José, de apellido
Colomer, hijo de Barcelona. Profesó a los
Ib aflos de su edad en 1 1 de noviembre de
1779. En 1835 estaba ciego.
R. Padre Antonio de San Isidro, de
apellido Pou, hijo de Vich. Emitió su pri-
mera profesión a los 18 aflos de edad en
2 de febrero de 1783.
I.M.JiGEN DE S.\N JOSÉ, DEL REÏ.^BLO MAYOR,
Y P.\RTE DE ÉSTE
R. Padre José de la Visitación, de ape-
llido Coromina, hijo de Espanol. Profesó
por primera vez alos 18 aflos de edad en
8 de junio de 1786. En 1835 estaba tuUido.
R. Padre
Pascual de los
Dolores, de
apellido Ale-
gret, hijo de
Tarragona.
Nació en 2
de marzo de
1780, y emitió
su primera
profesión en
28 de abril de
1802. En 1835
demente.
R. Padre
José de San-
ta Eulàlia, de
apellido Fe-
rrer.
R. Padre
Narciso de
San Alberto,
de apellido
Llinàs, hijo
de San Mar-
tín de Caste-
llar. Emitió su
primera pro-
fesión en 31
de enero de
1818.
CORISTAS
Fr. Vicente
de laConsola-
ción, de ape-
llido Sabater. Nació en Tortosa en 20 de
mayo de 1814, y emitió su primera profe-
sión en 18 de septiembre de 1833.
Fr. Felipe del Santísimo, de apellido
Castells. Nació en Tortosa a 5 de julio de
1812, y pronuncio sus primeros votos en
18 de septiembre de 1833.
Fr. Francisco de los Angeles, de apelli-
do Frasquet.
Fr. Pascual de San José, de apellido
552
-CAPIIL•LO DECI.MO
Calvet. Nació en Benicarló a 18 de marzo
de 1815, y emitió sus primeros votos en
15 de noviembi•e de 1833.
Fr. Juan de San Ignacio, de apellido
Altava. Nació en Benicarló a 13 de marzo
de 1814, e hizo su primera profesión en
15 de noviembre de 1833.
Fr. Pedró del Corazón de Jesús, de
apellido Martí. Nació en Reus a los 29 de
junio de 18)7, e hizo su primera profesión
en 6 de junio de 1834.
Fr. Jaimede Jesús Nazareno, de apelli-
do Clivellé. Nació en Torroja en 7 de
marzo de 1817, y emitió su primera pro-
fesión en 18 de marzo de 1835.
Fr. Juan de los Reyes, de apellido Rau-
rell. Nació en San Juliàn de Vilatorta a
12 de junio de 1814, emitiendo su primera
profesión en 21 de octubre de 1833.
Fr. Juan de Santa Magdalena, de ape-
llido Hortet. Hijo de la Selva del Campo,
donde nació en 16 de diciembre de 1814.
Hizo los primeros votos en 21 de octubre
de 1833.
Fr. Francisco de Jesús, Maria, José, de
apellido Palau. Hijo de Aytona, donde
nació en 29 de diciembre de 1811, y des-
pues hizo en Barcelona sus primeros
votos en 15 de noviembre de 1833.
Fr. Francisco de la Madre de Dios, de
apellido Texidó. Nació en Santa Maria
de Besora a 17 de febrero de 1809. Pro-
nuncio sus primeros votos en 5 de sep
tiembre de 1834.
Fr. José de San Eiiseo, de apellido Ca-
banas. Nació en Vich a 2 de mayo de
1814, y emitió sus primeros votos en 5 de
septiembre de 1834.
Fr. Laureano de la Encarnación, de
apellido Pellicer. Nació en Reus en 4 de
julio de 1814. Pronuncio sus primeros
votos en 6 de junio de 1834.
Fr. Narciso de San Antonio, de apelli-
do Fargas. Nació en Reus a 11 de sep-
tiembre de 1818. Hizo su primeia profe-
sión en 18 de marzo de 1835.
Fr. Antonio de San José, de apellido
Cuadrada. Nació en Mataró, ignoro la
fecha. Profesó los primeros votos en 4 de
octubre de 1830.
Fr. Andrés de Santa Franciscà, de
apellido Farré. Nació en Reus a 8 de
enero de 1814 y emitió sus primeros votos
en 15 de noviembre de 1833.
Fr. Francisco de San Segismundo, de
apellido Vilardell. Hizo su primera pro-
fesión en 2 de marzo de 1786. Nació en
Gurb a 21 de enero de 1762. En 1835 esta-
ba achacoso.
Fr. Joaquín de la Soledad, de apellido
Esplugas. Nació en Barcelona a 1." de
noviembre de 1769, y emitió sus primeros
votos en 17 de febrero de 1792. Fué el jefe
de la fàbrica de caracteres de imprenta.
Fr. Juan de San Cirilo, de apellido
Ballester. Nació en Cabases en 6 de febre-
ro de 1770, y emitió sus primeros votos
en 5 de noviembre de 1792.
Fr. Manuel de San Bernardo, de apelli-
do Pàmies.
Fr. Jerónimo de San José, de apellido
Subirana.
Fr. Mariano del Corazón de Santa
Teresa, de apellido Esplugas, hermano
del Fr. Joaquín. Nació en Barcelona a 10
de septiembre de 1775, y emitió sus pri
meros votos en 17 de enero de 1795.
Fr. Juan de San Elías, de apellido Sala.
Nació en Barcelona, no sé el afio; però
sé que hizo su primera profesión en 21 de
marzo de 1818.
Fr. Benito de Jesús, Maria, José, de
apellido Sanmartín (1).
Los carmelitas descalzos no habían de
mostrarse distintos de los demàs frailes
(i) En su inmensa mayoría los nombres de
estàs listas proceden de las de los pasaportes
librados después del incendio de los conventos,
las que estan en el libro: Acuei\ios. Segundo se-
mestre. i8}}, del Archivo municipal de Barcelona,
y en el expediente 129 de la sección 2.° del mismo
Archivo. La pàtria, edad y fecha de la profesión
proceden de los Libro IIIl de h recepcion de los
NoTtcios del \oviciado de S. losepli de Barce-
lona desde el aiio i~$fi. Tomos IIII y \' que se
hallan en la sala de mms. de la Biblioteca p o-
vincial-universitaria.
LA NOCllE DEL 2Í DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSïROS
553
en la ciega confianza en las palabras del
Capitàn General y en su amor al claus-
tro. Lo demuestra de evidente modo lo
que pasó al Corista Antonio Cuadrada y
a un su companero. Habían estos cursado
Filosofia en Gerona, y fueron destinados
a Tarragona para allí estudiar la Teolo-
gia. Llegaron a Barcelona el 23 de julio
de 1835. Recibió Cuadrada aquí la grata
visita de un hermano, quien, al despedir-
se, mucho le insto para que no continuarà
el viaje. A las ocho de la noche del mis-
mo dia 23 el hermano de Cuadrada volvió
al convento, y dijo al fraile que la dili-
gència de Reus había Uegado con retraso
de tres horas, trayendo ademàs la noticia
del incendio del convento carmelitano de
aquella villa con muerte de siete religio-
sos. Corrió Fr. Cuadrada a ponerlo en
conocimiento del Prior y del Provincial;
el que, sumamente confiado, no liizo caso
de la noticia y dispuso la marcha de los
dos coristas. Estos la misma noche salie-
ron para Tarragona. Al pasar por Villa-
franca no faltaron algunos insultos, y al
llegar a Tarragona se hallaron con que
los frailes ya no pernoctaban en el con-
vento, al que solo concurrían durante el
dia. El Prior de allí les aconsejó que re-
gresaran a Barcelona, como en seguida
lo efectuaren después de haber tocado los
pasaportes. Llegaron a Barcelona poco
antes del incendio del cenobio de aqui.
Sorprendióse el Prior, lo que visto por
Cuadrada y su compaiïero, y que no se
tomaban providencias, hizo que procura-
rasen s;ilir del convento. Logiaron que se
les abriese una puerta excusada (1). Con
hàbitos se dirigieron a la casa de un
operario de la fabrica de la letra, de nom-
(i) Rolación sin fccha del mismo D. .\ntonio
Cuiídrada, hecha en .Wataró.
bre Don Antonio López, hijo de un bar-
bero de la calle de Roca, en la cual calle
también vivia el hijo. Los dos frailes
atravesaron la Rambla y una casa de
enfrente del convento. En la habitación
de López, o en la de su padre, trocaron
por ropas seglares los hàbitos. A poco
rato de estar allí Uegó un pariente del
duefio anunciando que el convento ardía.
Subieron todos al terrado, y realmente
presenciaren el incendio y el hundimien-
to de la bóveda del templo. Estu-
vieron en esta casa muchos días,
al cabo de los cuales el hermano
de López acompanó a Fr. Anto-
nio a Mataró, y éste a Fr. Juan al
Campo (2).
También pocas horas antes del
atentado había llegado al convento de
Barcelona el corista de Reus Fr. Balta-
sar Torroja, del cual hice mención en su
lugar al tratar del incendio de aquél, el
cual Torroja, con la viveza del que casi
milagrosamente había escapado de la
muerte, pudo explicar lo allí aconteci-
do (3). Todas estàs noticias y otras ante-
riores ponían espanto en el animo de
algunos, però no alumbraban la ceguera
de los superiores, engendrada por las
seguridades de Llauder (4). Se explica,
sin embargo, que algunos Padres en la
tarde del mismo dia 25 precipitadamente
salieron del Convento por precaución (5).
Por la noche, antes de la cena, en el
coro, un fraile no pudo contener la len-
gua, y dijo que San Francisco de Asís
(2) Relación de D. Antonio López en Gracia
a JO de diciembre de 18S2, concorde con noticias
dadas por D. .\ntonio Cuadrada.
( ;) Relación del P. Juan Ilnptet. que habló con
el P. Torroia el 2^ de julin. Gracia () de iulio de
1882.
(4) L"n fraile de esta casa me dijo que quien
habia dado scjiuridades a los carmelitas descal-
zos era Bassa. Opino que con(undi>) el nombre
de los generales.
(^) Relaciones del P. Juan Raurell. hecha en
Santa Eulàlia de Villapi.•scina a ? de julio de i88j.
y del P. D. Felipe Castells, escrita a mi desde
Tortosa en 18 de febrero de 1882.
554
LIBRO TüRCERO. — CAPITULO DECI.MO
ardía. A poco sono la campana que
llamaba la Comunidad al refectorio. Al-
gunes cuatro o cinco, dominades del
temor y de la angustia, no quisieron
bajar al refectorio. El Prior invitaba a
los frailes a acudir a la cena, diciendo:
«No teman, vengan, vengan a cenar;
»pues tenemos confianza en las segurida-
>des dadas por el General» (1). La Comu-
nidad, dòcil a la voz del Prior, bajó al
refectorio.
Cuando iban a cenar, llego un recado
de parte del indicado operario Antonio
López avisando que el convento fran-
ciscano ya ardía. Puestos los frailes en el
refectorio, no pudieron comer. «íY qué
»habíamos de comer estando tan inquie-
»tos, viendo que salían unos, volvían à
»salir y entrar, y hablaban por lo bajo?
»La autoridad del Prior fué inútil é impo-
»tente: todo se convirtió en un absoluto
«desórden, y nadie se entendia, però sin
»dar gritos, sinó silenciosamente» (2).
Al salir del refectorio, subieron los
frailes al piso que daba a la Rambla para
observar lo que ocurriese; desde donde
vieron lo que ya arriba en el capitulo
anterior nos conto Castells, es decir, que
observaren la venida de los incendiaries
con las antorchas encendidas. Entonces
el Superior, que se hallaba allí, habló de
abrir el Archivo, dando precipitadamen-
te las llaves, o mandando que se abriese,
sin duda para sacar dinero; però como
banda de pàjaros que al recibir un tiro
se dispersa, así cada uno echó por su
lado (3).
«El Convento que en medio de la oscu-
»ridad parecía un lugar deaspectres pues
»no se oia sine un rumor serde, se con-
»virtió en un mar agitadísime, todo gri-
»tos, todo lamentes, todo horror, però lo
»que màs atermentaba eran las voces
»lastimeras de los pobres ancianes. iQüé
»va à ser de nosetres, decia uno: somos
»víctimas inocentes, decia etro, y recuer-
(i) Relación cit. del P. Juan Hortet.
(j) Relación cit. del P. Felipe Castells.
(3) Relación cit. del P. Juan Raurell.
»do que decia un tercero, voy à morir a
»vuestros pies, Madre amada del Car-
»men, protegednes con vuestro castísimo
«Esposo, protector de nuestra Orden....
»Partido el corazon por no poder ser útil
»a nadie, me separé, dice Castells, de
»aquella escena tan triste, entre en el
»neviciado, y me dirigí a la puerta de su
»pequefie jardín» (4).
De les religiosos que aquella hora ha-
bían quedado se formaren principalmente
des grupos, el del Padre José de les
Reyes y el de los Superiores. Sigames a
uno tras etro, y devolvames la palabra
al Padre Castells, que nadie nos pintarà
mejor su suerte que uno de los que la
corrió. Le dejames en la puerta del jar-
dincite del noviciado. Este formaba un
cuerpo de edificio colocade tras de la
casa de los senores Carreras Uamada
La Virreina, el que corria de SE. a
NO., o sea del lado del mar al de mon-
tana, y tenia des pisos altos. Sus venta-
nilles estaban elevades en las celdas para
así evitar que les novicios pudiesen dis-
traerse mirando al exterior. «En la dicha
»puerta del jardincito habia 5 compa-
»neros, uno de los cuales era el R. P.José
»de les Reyes, predicador de la Provin-
»cia (fué gran predicador), y etro era
»el cecinero, no recuerde su nombre ni
»el de les etros hermanos, sé que eran
»jóvenes profeses, però no sé decir màs.
»Dicho Padre José estaba hecho un lelo
»en aquelles mementos que era làstima
»de verle. Como el tiempo urgia, y po-
»dian dar con la escalera les malvades,
»lo que Dios no permitió, buscàbamos
»medie para escapar, pere ;por dónde?
»Me viene una idea: me encaramé sobre
»la pared de la cerca que no era màs
»alta que unos 16 palmes (que corria de
>■>£. a O. por detràs de las casas de la
»calle del Carnien). Invito a los demàs,
»y ayudàndose unos à otros subieron
>-todos, y por allí caminamos à la ventu-
»ra. Los malvados habían entrado en el
«noviciado, y nosotros eiamos como
(4) Relación cit. del P. Felipe Castells.
I.A NOCHE DEL Jí DE JUI.IO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
«abrian las puertas una tras otra, y la
smaravilla està en que no pudieron aso-
«marse à las ventanas por ser algo altas
»y la pared (del noviciado) tenia mas de
»tres palmos de espesor, que à no ser
»así, no habiendo mas que 30 palmos de
«distancia entre ellos y nosotros, nos
«convierten en carbón.
>^Caminamos nosotros por encima de la
»pared hasta unos sesenta palmos (Itacia
»Ponieiite), y alli paramos sin saber qué
»hacer. No podiamos volver atràs, y del
ïlugar que teniamosdelante no sabíamos
jilo que eran sus duenos. Quedamos per-
«plejos unos momentos, nos encomenda-
»mos à Dios, y saltamos al cercado veci-
»no, que reconocimos que era otro jardín
»poco mas grande que el del noviciado.
»E1 Sefior nos protegió. Unas mujeres y
»un hombre de un piso de aquella casa
»oyeron el ruido de nuestra caida al jar-
»din, se asomaron à la ventana silencio-
»samente, y volvieron à retirarse, dejan-
»do emparo colgado de ella un candil
«encendido sin duda para protegernos,
»bien que nosotros hubiéramos preferido
»que lo apagaran.
»Llegados que fuimos al jardin, y ver
»que no habia mas que córrer, quedamos
»como estàtuas, però temblando sintener
»accion para buscar un rincon ó un lugar
»para escondernos entre unos arbustos.
»Nada, nada, ya no pensabamos ni en
»vivir, ni en morir, helados parecíamos
»la mujer de Lot. Y este pànico en mo-
»mentos tan azarosos se aumentó al oir
»que rechinaba la cerradura de la puerte-
»cita de entrada al jardin. Se abre la
»puerta, y entre la oscuridad de las 10
»de la noch'e, y solo con la triste luz del
»candil medio apagado, aparece un hom-
»bre, que quedo parado miràndonos por
>:.unos dos minutos sin decir palabra. No
»puede adivinarse lo que en aquellos mi-
»nutos pasó por nuestro corazon, porque
»estàbamos ya sin sentido. Nos habiamos
«puesto en manos de la Divina Providen-
»cia, y habiamos ofrecido nuestras vidas
spara expiar nuestros pecados. El hom-
»bre de la puerta era un venerable ancia-
»no, quien sin salir del umbral nos dijo
»muy bajito y despacio: xPadres mios,
>^nada en estos momentos puedo hacer
»por VV. Retirense en el rincon mas
«disimulado, y por Dios les pido ni una
»palabra, ni el menor ruido posible oigan
>Ao que oigan. Yo por mi parte haré lo
xque pueda para salvarlos. Asi Dios nos
»ayude y su Santa Madre. Yo quisiera
«recogerles en mi casa, les daria comida
»y cama, però esto es muy arriesgado.»
^Sin decir mas retiróse y cerró la puerta.
>^Nosotros quedamos espantados, pues
»aunque se nos habian dicho palabras tan
»consoladoras, al fin no conocíamos a
>^aquel hombre, y por lo mismo a cada
«momento nos consideràbamos descu-
>^iertos.
/^^^^/^^-^^^t^^^^e^iü^
»Tiemblo aun el recordar aquellos mo-
»mentos. Nos escondimos del mejor modo
»que nos fué posible, y guardamos el
»siIencio que se nos había recomendado.
»Siete horas permanecimos en aquel
«jardin, y en aquellas siete horas sufri-
«mos agonia mortal, y a cada instante
«nos creiamos rodeados de sicarios. Oia-
«mos la campana de los Filipones que se
«resistían y tocaban a arrebato (qniere
hdccir los Paúles, però seria la de otros
'ifrailes); oiamos las oleadas de aquel mar
«deshecho, las roncas voces de aquel
«populacho embriagado sediento de nues-
»tra sangre, pues sus gritos no eran sinó
»de: morian los frares y viva la llibertat
«y blasfemías. Oiamos el crujir de las
«maderas que se rompian por el fuego,
«el hundimiento de los tejados, todo uní-
br>6
LIBRÜ TliUCERO. — CAPirULO LitCI.MO
»do al humo que nos privaba la respira-
»cion. Però lo que màs aumentó nuestro
»terror fué... aun en los momentos que
»estoy escribiendo tiemblo. Estaba nues-
»tro lardín casi frente del con vento del
»Carmen, mediando casi solo la casa. Se
«dejaban oir unos ayes, però tan fuertes
»y tan amargós que no podían menos de
»aterrar à cuantos los oyeron. Aquellos
»ayes iban acompanados de unos fortísi-
»mos golpes de sable que pude distingfuir
»muy bien, hasta que uno ó dos tiros im-
»pusieron silencio à aquel desgraciado,
»que sin embargo iria feliz à recoger la
«palma del martirio. No pude ya mante-
«nerme en mi posicion, y caí en tierra
»medio muerto, y exclamé: jO Dios, así
>'vamos à ser tratados si llegan a dar con
»nosotros! jlmbéciles! iqué mal hemos
«cometido contra vosotros? Iba à prose-
»guir, però un golpecito que uno de mis
»companeros me dió, me restituyó à mi
»sentido, y aunque con muchapena volví
»A ocupar mi puesto. Desdeaquella època
»he sufrido mucho; he escapado de la
»muerte dos veces, però nada me ha
«causado tanto horror como aquel minu-
»to. Es la verdad.
»Por fin la Divina Providencia pone
»término por entonces à tantas penas. A
»cosa de las tres de la madrugada à tanto
«desorden sucedió repentinamente un si-
«lencio absoluto. Una hora despues apa-
»rece la aurora, y con la luz nosotros
»pudimos respirar con alguna libertad en
«nuestro escondite però en silencio como
»se nos había ordenado. De pronto sono
»el ruido de la cerraja de la puerta, y
»aparece el viejo de la noche, y nos dice:
«Padres, estan V^d. seguros, .v pueden
«entrar en mi casa, nadie les insultarà».
»A pesar de esta bondadosa invitacion no
»podíamos movernos de nuestra posicion,
«y solo haciendo un supremo esfuerzo
«nos levantamos, y nos acercamos à la
«puerta. Se nos invito de nuevo, y entra-
«mos. Nos hizo sentar para que tomara-
«mos alimento, mas no hubo tiempo para
«ello, pues se presento en la habitacion
»un jefe de tropa, me parece era un capi-
> tan de caballería. Al verle el animo se
>levantó, y despues de tranquilizarnos, el
>'anciano se dirigió al militar, le abrazó
»estrechamente, y arrasados en làgrimas
»los ojos, le dice: «Hijo mío, por la san-
»gre del Redentor, y por losdolores de su
»aflijida Madre salva à estos pobres reli-
»giosos, considera lo que han sufrido en
«noche como esta tan horrible. ^Lo haràs,
»hijo mío?» Yo fijé mi vista sobre aquel
«honrado militar, de cuyos ojos vi saltar
»dos abultadísimas lagrimas que rodaron
»por el pecho de su uniforme, 3* que
«respondió decididamente: «Mi coronel,
»antes caerà mi cabeza y la de mis com-
«paneros que las de estos buenos pa-
«dres... Como Dios me ayude los pondre
«en lugar seguro, però el tiempo urge,
»y debemos aprovecharlo. Hemos de ir
»à Atarazanas, y el sol empieza à alzarse;
«pronto, padres, pronto». Damos à aquel
»buen anciano las gracias màs expre-
«sivas que nos permitió el solo instante
«que teníamos, y salimos à la calle, donde
«nosesperaba unafuerteseccion de tropa
»y caballos. Nos pusieron en el centro, y
«marchamos hasta dicho fuerte. Aquella
«hora fué muy propicia para nosotros,
«pues que aquellos desgraciados revolto-
»sos cansados debeber, blasfemar, derra-
«mar sangre inocente y causar tantos
«estragos, se retiraren à sus casas, así es
»que pudimos llegar à nuestro destino sin
«la menor novedad; però màs tarde 3'a no
»fué lo mismo.
«En Atarazanas estuvimos tres ó cua-
«tro horas, las que pasamos no muy bien,
«pues muertos de sueiio, sin alimento
«alguno y con tantos sustos, quedàbamos
«molidos. Nos trasladaron en seguida à
>Montjuich>^ (1),
Empefiéme en averiguar el nombre del
anciano coronel que salvo à estos frailes,
y por lo que me dijo un vecino opino que
se llamaba Don Nicolàs iMaría Dameto.
aunque no lo afirmo, y que su casa era
(i) .^\e mandó escrita esta relación el P. Felipe
Castells desde Tortosa, donde vivió despues de
su exclaustración. en i8 de febrero de iHSj.
LA NOCIIE DEI.
DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
557
muy grande (1). Siendo coronel estaria
retirado.
El grupo segundo de frailes lo formaba
el Padre Provincial, el Prior y nueve
religiosos màs, entre los cuales se conta-
banel Padre Francisco Vinals, Fr. Juan
Raurell, de cuya boca tengo estàs noti-
cias, y el Padre Juan Colomer, ciego,
todos vestides de hàbitos. Al estar estos
religiosos en el jardín del noviciado ya el
templo ardía, de tal modo que veían des-
plomarse las vigas. Se dirigieron a la
cerca extrema occidental del jardín, la
que separaba del de casa Grases el del
noviciado. Esta cerca corria de SE. a
NO., o sea en sentido perpendicular a
la calle del Carmen, porque el jardin de
casa Grases, seftalada hoy de niimero 15
en dicha calle del Carmen, caía al Ponien-
te del noviciado, o sea entre él y la calle
de Jerusalén. Los frailes subieron a la
cerca, y bajaron al diclio jardín de Gra-
ses, para cuya operación fué necesario
ayudar y guiar con cuidado al ciego
Padre Juan, conocido en el con vento por
el Padre Joanet , persona muy venerable.
ifi Jiuiyi c/ü J- írajef
de talento, que había predicado mucho,
y contaba de 60 a 70aiïosde edad. A pesar
del cuidado en guiarle, al ladearse para
el jardín de Grases resbaló, y dió con su
cuerpo en un zafareche, y hay quien ana-
de que con él vino al agua una persona
de la casa que le daba la mano. Corrieron
a sacarie de aquel bafio, y lo pusieron en
cama. En la tienda de esta casa había
una farmàcia.
El Padre Francisco Vifíals, maestro de
novicios, hall;\ndose con este grupo yn
en el jardín del noviciado y viendo arder
la iglesia, tuvo la serenidad de regresar
al convento para recoger, conio recogió,
(i) .Me In dijo el clueiio de la vecina D. .\nto-
nid Grases y Oriol.
sus cartillas, o sea el certificado de las
ordenes sagradas recibidas (2).
Desde el jardín los frailes se repartie-
ron por aquellas habitaciones, todas ocu-
padas por gente sensata. Una seiïora
vecina al verlos Uoraba de compasión, y
a su presencia lloraba también el Padre
Provincial. Desde estàs habitaciones oían
los religiosos el paso y gritos de los in-
cendiarios hacia el Carmen de frailes
calzados. Bajo el amparo de aquelles
vecinos continuaren allí los dichos frailes
hasta el dia siguiente, óhastaelsegundo,
en cuya madrugada la fuerza pública los
condujo a la Ciudadela (3).
El dia 26 de julio, o sea el siguiente al
atropello, caía en domingo. Uno de los
frailes que estaba recogido en el piso
bajo de dicha casa de Grases empefïóse
en que debía salir porque tenia el com-
promiso de celebrar la Misa en casa del
Barón de Maldà; y costo no poco trabajo
disuadirle de su empeno: ja tal punto He-
gaba la inocencia y ceguera de algunos
religiosos! (4).
El fraile Juan Salas, hombre de mucha
corpulència, y de voluminosa voz, tal
que después fué sochantre de nuestra
Catedral, se escapo fingiéndose ladrón del
convento; pues mal vestido, con unos cal-
zoncillos a manera de zaragüelles, una
paiíuelo atado a la cabeza para ocultar
la rasura, y llevando sobre de ella ma-
lonja (penca de caiicelada) de tocino, salió
a la calle diciendo: *Id, id, todavía hay
»màs», y asi escapo ileso (5).
«Un carmelita descalzo, de nombre
»José, que era el sacristan de su conven-
>to de Barcelona, en los momentos del
«peligro se subió k las bóvedas del tem-
(j) Relación di.1 F. Juan Raurell. Santa Eulà-
lia de \'illapiscina 5 de junio de ií^8^.
(í) Relaciún cit. del P. Raurell y rtlación de
D. .\ntonio Grases y Oriol.
(4) Relación citada de D. Antonio Grases y
Oriol.
(í) .Me lo retirieron las monias carmelitas des-
calzas de Barcelona en J5 de octubre de 1895, las
que lo habian oido contar al mismo P. Juan.
558
LIBRO TERCERO. — CAPriL'LO UKCIMO
»plo. Desde allí por uno de los agujeros
»que sirven para pasar la cuerda de las
»coronas de iluminacion ó aranas, vió
»poner el fuego en el altar de San Maria-
»no, el cual era de caoba pulida, y su
»santo era muy venerado allí. Entonces
»Fr. José huyó de las bóvedas y se fué A
»los tejados, donde estuvo hasta que le
»vió un sereno y le llamó. Con un panta-
»lon y una manta se tuvo por disfrazado,
»y se fué à la puerta del Àngel. Allí espe-
»ró arrimado à un lado la apertura para
»irse à guarecer en una de las casitas de
»campo bajas del llano, solo así permiti-
>;das por la fortificacion de la ciudad.
»Tan bien disfrazado iba, que el oficial
»de guardià de dicha puerta se le acercó
»y le pregunto si era fraile. El lo confesó
»y le manifesto su propósito de salir. A
»su tiempo salió y se salvo. Però lo nota-
»ble esta en que al bajar de los tejados
»quiso recoger algun dinero que habia
»en un cajon de la sacristía. Fué por ella,
»y ya no existia» (1).
Escribe en 1891 Don Francisco Capella
referente al incendio de San José: «Des-
»pavoridos los religiosos huyeron, aco-
»giéndose tres de ellos en casa de una tia
»mia, que vivia en frente del Convento,
Ȉ la otra parte de la Rambla. Mi tia y su
«esposo los acogieron, y oyendo que los
»asesinos llamaban reclamando sus vícti-
»mas, abrieron una puerta que daba à
»una escalera secreta y los escondieron
»en un piso alto de una casa vecina. He-
»cho esto, franquearon la entrada y
«aquella plebe soez penetro en la casa,
»pero no pudo dar con sus víctimas ni
»cebarse en ellas. La hija de aquel matri-
»monio es hoy mi esposa. Los tres reli-
»giosos salvaron su vida, y los infames
»cobardes se retiraron blasfemando de
»Dios y de los Santos» (2).
Junto al Convento, en la Rambla, había
(i) Relación del P. Joaquín Vidal, mercedario,
quien sin duda lo oiría de hnca del P. José. Bar-
celona 29 de enero de 1887.
(2) Kn El Diario Catalàn del 2^ de julio de
1 89 1, pàg. I.
en fila las mesas de los cortantes de car-
ne. En los momentos del peligro, antes del
incendio, uno de aquellos cortantes se me-
te en el Convento, y dice al primer fraile
con que topa, el corista Fr. Juan Hor
tet: «cQué hacen VV.? Salgan, salgan».
—"No tengo ropa de seglar», contesto el
corista; y entonces el portero, que era
seglar, le dió un pantalon de pano, y el
cortante llevo a los frailes varias prendas
con las cuales este religioso se disfrazó.
Salieron a la calle el fraile Hortet y tres
religiosos màs, todos vestidos de seglar,
acompanados del referido cortante y de
un miliciano amigo de la família a la que
se dirigían. En la Rambla ya había gru-
pos y corridas. La atravesaron, y por la
calle de Puertaferrisa y plaza Nueva Ue-
garon a la casa designada de la calle del
Bou. En esta estuvieron sin molèstia, y
en ella contínuaron tres dias, hasta que
en el tercero, acusada la família de que
no cumplía la disposición de la autoridad
que mandaba presentar los frailes, pasa-
ron por la noche al cuartel de Artilleria
de la Rambla de Canaletas. Allí hallaron
otros nueve religiosos, y se les dió de
cenar. Muy temprano de la mariana
siguiente, los trece frailes, todos vestidos
de seglar, fueron conducidos por una
companía de artilleros por la muralla de
tierra a la Ciudadela. Al llegar a la puer-
ta de la Ciudad, llamada Puerta Nueva,
grandes grupos se les echaron encima,
gritando: «matarlos, matarlos», }• otros
conceptos hostiles; però los artilleros
cumplieron su deber, y a culatazos apar-
taron a los revoltosos, logrando introdu-
cir los frailes en el fuerte (3).
La família Fargas, de Reus, tenia un
hijo, muy joven todavía, fraile corista,
no ordenado, de este convento de Barce-
lona. Al ver el incendio del de su villa,
la abuela del i-eligioso corrió a esta ciu
dad, y trajo un vestido de secular al
fraile, entregandoselo hora y media antes
del incendio. Así, cuando Uegó este caso,
Fr. Narcíso de San Antonio, o sea Far-
(?) Relación cit. del mísmo P. Juan Ortel.
[,A NOCIIE DET,
DE JILIO DENTRO DE LOS CLAISTROS
550
gas, disfrazado de seglar, dando voces 3'
fingiéndose atolondrado, se mezcló con
las turbas, 3- hu3•ó. Mas tal era su afición
al claustro que después, puesto en casa,
dominàbale el malestar 3- hasta vertía
lagrimas (1).
El cèlebre lego Fr. Joaquín Esplugas,
jefe de la fàbrica de los caracteres de
imprenta, pasó la noche del incendio es-
condido en esta fàbrica. Por la manana
siguiente con sumo tiento se llego a su
celda, que estaba mu3' pròxima, 3' se
vistió de seglar con prendas que guarda-
ba desde la exclaustración del tiempo
constitucional de 1820 a 1823. Se ende-
rezó a la porteria, donde el centinela le
detuvo, però habló al oficial de guardià,
y salió, dirigiéndose y llegando a la casa
de un su sobrino de nombre José Esplu-
gas, calle Nueva de San Francisco. Pasa-
ba esto de siete a ocho de la manana.
lyOfi
P
Luego Fr. Joaquín llamó al operario
de la fàbrica Don Antonio López, quien,
aunque liberal, gozaba de la confianza
del religioso. Acudió éste presuroso, 3'
allí se encontró con los dos hermanos
frailes Esplugas, cu3•os primeros saludos
fueron lagrimas amargas de los visitados
3- el visitante. Fr. Joaquín encargó a Ló-
pez la salvación de algunos objetos, però
especialmente de los de la fàbrica de ca-
racteres de imprenta. López halló que en
la noche las cekias habían sido descerra-
jadas 3' saqueadas. Los objetos que que-
daban eran principalmente hàbitos (2).
Entretanto invito a los autores liberales,
que en defensa de los incendiarios de
aquella noche escriben que en ella no se
(1) Relaciones de las heimanas del fiailc doiia
Antònia y D.' Carmen de u de febrero y n de
abril respeclivamcnte de i8Sj.
(2) Relación del niismo D. Antonio López en
Gracia a 39 de diciembre de 1882.
robo, a que lean las anteriores noticias;
3' advierta que provienen de boca de un
entonces liberal, y después también, pues
cuando yo en 1882 fui a su fàbrica de letra
en Gracia a interrogarle, formaba parte
del Ayuntamiento de aquella a la sazón
villa. Quien estuvo mu3' bondadoso con-
migo. 3' comprendí que decía la verdad.
El fraile ropero pasó la nefasta noche
escondido en la ropería (3).
«Mi padre, me dijo un anciano, vió que
Ȉ eso de las doce de la noche, mientras
»la iglesia de San José ardía en vivas
> llamas, habia un fraile en el pialpito».
Esta noticia, por inverosímil, la omiliera
a no haberme llegado ademàs por otro
conducto, el que me anadió que la posi-
ción del religioso era la de predicar, y
que al fin fué recogido por la tropa (4'.
Merece pàrrafo aparte, y es el presen-
te, el corista de esta casa Fr. Andrés
Ferrer, quien, según parece, no consta
cierto, en la religión se Uamaba Andrés
de Santa Franciscà. Era hijo de un pobre
zapatero de la calle de Tres llits, de
Reus, de apodo Blayet. Contaba enton-
ces veintiún anos y abundaba en esta-
tura 3- corpulència. En los momentos del
apuro salió del Convento, dejado el habi-
to, però mal disfrazado, pues ocultaba la
rasura con un panuelo negro sobre del
cual se asentaba el sombrero, y Uevaba
los zapatos de fraile. Ignoro a qué casa
le llevaba en la huida su intento, però
dos ancianes, uno de los cuales lo tenia
de boca de los padres del pobre Fr. An-
drés, me dijeron que en la casa a la que
se dirigió en demanda de abrigo le echa-
ron a la calle, diciéndole que les compro-
metia, y ha3• quien anade que al ponerle
fuera exclamo quien lo hacía: «ahi va
uno)-. Ignoro también las calles por las
que pasó, 3' cómo 5* dónde la turba le
conoció y embistió. Es lo cierto que,
agredido por esta, pasó por la calle de
{■>,) Relación cit. del P. Juan Raurell.
(4) Relación de D. Eduardo Reixach, cuyas
son las palabras transcritas. Relación de Sor
Remedio Roquer.
560
l.IBRO TERCERO. — CAPI I L'I. O DECIMO
Freixuras. En esta entróse en una taber-
na, y salió de ella por la puerta que esta
tenia en la calle de Tragí; mas, perse-
guido, llego a la Baja de San Pedró (1).
Lo que luego sucedió nos lo contarA
un fraile mínimo, que, no mejor disfra-
zado que Andrés, topo con él en la dicha
calle Baja de San Pedró. «Hallàbame yo,
>dijome el mínimo, frente deia capilla
«de Nuestra Senora de la Ayuda, cuando
»vi desembocar de la de Freixuras una
»turba que llevaba en medio un senor,
»vestido con pantalon de lenquins, som-
»brero y panuelo negro atado à la cabe-
»za. La turba le iba maltratando, unos
»dàndole empujones, otros tiràndole pie-
»dras, de modo que el pobre venia ya tan
«descaecido que rodaba de un lado à otro
»de la calle. En esto me encuentro con la
«turba, y el perseguido se echa sobre mi,
«agarràndome por la espalda. Yo, que
»ignoraba su estado religioso, me despe-
»go de él arrancando de mi pescuezo su
»mano, y de un salto me pongo sobre el
»umbral del almacén de aceite, que allí
•<A^^\i\2i— (número 17 actual)— y aun hoy
»creo hay, propio de los senores Mai-
>mí (2). Mas el empujón de la turba me
»derribó del umbral, haciéndome entrar
»en la tienda almacén. Entonces espanta-
»do, me cuelo por un corredor del fondo
»de ella, y del corredor en un cuartito; y
»alli con no poca diíicultad, por ser muy
»baja la cama, me metí bajo de esta. El
«perseguido sigue mis pasos, quiere tam-
»bien ocultarse bajo del lecho, però su
«corpulència se lo impide, quedàndose
«tendido fuera, masagarrado à mipierna.
»La turba quiso entrar en la tienda
»para sacar al perseguido, però los due-
«nos, especialmente el hi jo, Don Pascual
»Maimí, se lo piohibieron; y como toda-
»vía corrían tiempos de respeto à la
(i) Relación de D. Pablo .Mota, que vivia al
lado de la taberna.
(_>) Hoy la casa ha sido reedificada, y el alma-
cén de aceite es pequeüo. Entonces era grande.
pue.^ formaba una ancha tienda que yo perlecta-
mente recuerdo.
»autoridad y propiedad, la turba no
«entro; emperò instaba fuertemente que
«saliese^/ (3).
Las palabras siguientes son de Maimi:
«La turba, que iba engrosando, pedía con
«insistència el fraile (carmelita) y pasó à
«amenazar si no se le entregaba. Entonces
»entré en la cocina» (Maiml crec que esta-
ba escoíidido en la cocina, es màs creible
que en el cuartito) «diciendo que la turba
»le pedía. El fraile contesto: «quieren ma-
«tarme, me mataran». Salí nuevamente à
«la turba sin el fraile haciéndole reflexió-
«nes para disuadirles del atentado; però
»la turba insistió; y entrando dos de aque-
«llos demagogos conmigo en la cocina
«agarraron al religioso y lo sacaron a la
«calle. Temia yo que el fraile fuera el
«pretexto y el fin el robo; así que luego
«que aquelles estuvieron en la calle
«cerré, y atranqué la puerta» (4).
Van ahora palabras de Don Carlos
Guilera, que habitaba la tienda de la
esquina del callejón de la Perdiu, o sea
frente casa iMaimí, y colocado en el
umbral de su casa presencio lo que des-
cribe: «Puesto el carmelita nuevamente
»en la calle era objeto de los golpes y
«estocadas de todos, de tal modo que uno
»de aquellos bàrbaros dijo à otro: «cuida-
»do, cuidado tú; mira que me has dado a
»mi«. Entonces el fraile se subió & la esca-
«lerilla de la casa de frente ladeMaimí,
«contigua à la mía. Dentro de la escalera
«seguia el maltrato, pues yo oía los gol-
»pes de las piedras que daban contra las
«paredes» (5). (La casa tenia dos escale-
ras, una para el pi so principal , y otra
para los altos. El fraile subió por esta).
(3) Relaciones del mínimo mismo, hechas a
mi en Barcelona a jó de abril de 1880 y is de
abril de \HHó.
(^) Relación de D. Pascual .Maimí en Barce-
lona a IÓ de febrero de 1882.
(5) Hay quien dice que la entrada en la esca-
lera precedió a la en casa Maiml; però creo màs
acertado a Guilera, que la pone después. El mi-
nimo ignoraba tal entrada, luego pasó después de
salir de casa .Maimi. donde quedo el minimo.
LA NOCHE DEL J^ DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
561
«Al cabo de un rato salió nuevamente,
»dejando pintadas con sangre las manos
«doquiera las puso. Salió tambaleando, y
»apoyàndose con la mano en las paredes
«camino hasta frente la calle de Mont-
»juich, y allí en la de San Pedró misma
»cayó. Vi entonces que le tiraron dos ó
»hombres de mucha religión, habitaba la
»tienda de la esquina de la calle de San
»Pedro con la de las Beatas» (1). Oiga-
mos ahora a Don José Borrell: '<Mi padre
»cuando el insulto trató de auxiliar al
»perseguido, però hubo que ceder a las
«observaciones de prudència que le hicie-
Acta de la profesión del pobre Fr. Axdrés, escrita de su puxo
a/ ^'v/^-JÍ^ ^y^^v;^^^^ ^^^^^^^^ A^^^.^/7/_^
Jeu. D^^ ^e/*^'^ i^y^x^-^^ A ^í^>^ T^'^;, :,,> Z ^'^^'
»tres grandes piedras, y A pocos momen-
»tos vi que levantaban sobre de él unas
»grandes piedras (llaiiibordasj para de-
»jarlas caer sobre su persona, però yo
«cerré los ojos para no ver el efecto que
»la caida produjera. El pobre perseguido
»daba ayes lastimosos y apagados. Allí
«quedo tendido, y sin duda dejado por
«muerto.
«Un sastre, padre del cèlebre abogado
»Don José Borrell y Monmany, ambos
«ronotras personas de la família. Serían
«las nueve y media de la noclie cuando
«apareció allí una columna formada de
«la manera siguiente: Abria la marcha
»una cuarta de infanteria: venia luego el
»jefe a caballo, que era nada menos que
«el ayudante de Llauder, el comandante
«de húsares Don José Sanjuan; y seguia
(i) Relación del dicho Sr. d. Carlos Guilera
en Barcelona en abril de 18S2.
562
LIERO l'IÍRCERO. — CAPITULO Dl•IClMO
»despues fuerza de mozos de las Escua-
»dras, infanteria y algunos caballos. Mi
»padre conocía A Sanjuan por razon de
»que este era pariente de una Dofla Tere-
»sa que habitaba el primer piso de la
»casa de enfrente.
»A1 oir mi padre la fuerza salió de su
> tienda y habló al comandante, el cual
»lamentó el atentado; y puestos de acuer-
»do ambos interlocutores acudieron A
«socórrer al fraile. Sanjuan dijo que del
»piso de Dona Teresa bajaran lo menes-
»ter para el caso, però mi padre se opuso
»queriendo facilitarlo él de nuestra casa.
»Se fué al hospital militar de Junqueras
»por una camilla, en la que tendido el
»herido, fué llevado por mi padre y otros
»vecinos al mentado hospital. Aquí se
»opusieron à recibirle alegando que el
»herido no era militar, però Sanjuan
»mandó que se le recibiera, y fué entra-
»do. Al otro dia mi padre fué a visitarle,
»y ya había muerto. Murió à poco de
»llegado.
«Mientras la columna estaba junto al
»herido en la calle pasó por allí una f uer-
»za de nacionales, y empezaron algunos
»àdecir «es un fraile», y à mostrarse hos-
»tiles; però Sanjuan se cuadró, tiro del
»sable, y les amenazó con pasar al que se
»separase de su fila.
»A los pocos días del suceso mi padre
»dijo al dicho comandante: «Vaya, que
»cuando yo era alcalde de barrio me
»hacia respetar màs con sola mi vara
»que Vds. con todas sus fuerzas». San-
»juan le contesto: «Ordenes son órde-
»nes», indicando que no las tenían para
»obrar» (1).
En el libro de entradas y salidas del
hospital de la Santa Cruz hallo los dos
asientos siguientes.
«Rdo. P. Antonio de San Isidro, carme-
»lita descalzo, presbítero, de edad 71
(i) Relación del abogado D. Josc Borrell y
.Monmany, en Barcelona a 20 de diciembre de
1SS2. En casa de este senor hice la pràctica de
abogado, y muchas de estàs noticias se las oi
varias veces.
»afíos. Hijo de Pablo Entro en 30 de
^julio, y salió en 22 de agosto de 1835.
»Fr. José Colominas, carmelita descal-
»zo, natural de Espanol, hijo de Francis-
>/Co y de Teresa, de edad 68 anos. Entro
»en 14 de agosto de 1835». No consta su
salida ni su muerte.
En los días de la tribulación había pre
so en el convento un fraile criminal, de
nombre, según parece, Fr. Ramon, de
Mataró. Sus pecados consistian en que
sin ser presbítero celebraba la santa
Misa, predicaba y confesaba, y ademàs
huyó del convento de Lérida. Por tierra
del Priorato, o de la montafia de aquel
lado, fué apreendido, y atado y montado
en un mulo, fué conducido a Reus, y de
aquí trasladado a Barcelona (2). Quedaba
encerrado en una pieza detr<\s del tem-
ple. Un guardià nacional, tío del fraile
enfermero, en el momento del incendio
se acordo del encarcelado; corrió al con-
vento; dijo a las turbas que había allí un
fraile emparedado, y le abrió. Las turbas
le recibieron con afecto hasta vitorearle.
El al salir del encierro cayó desmaya-
do (3), y asi fué conducido al boticario de
laesquina de la Rambla con la calle deia
Puertaferrisa y auxiliado. Iba en calzon-
cillos 3" envuelto en una manta. Decía
allí el vulgo que era una víctima de los
frailes (4). Después sento plaza de mique-
lete (5). (Tales andaban los tiempos que
los religiosos buenos eran pública e im-
punemente asesinados, y los criminales
vitoreados!
En esta casa religiosa el fuego se cebó
en el templo; però no se comunico al
convento o habitaciones, 3' ha3• quien
dice que la autoridad procuro aislar el
fuego para que no se propagarà a la
fàbrica de los caracteres de imprenta. El
(2) Reiación del fraile carmelita descalzo Pa-
dre Juan Casas en Barcelona a 12 de mayo de
1 886.
(5) Relación cit. de D. Antonio López.
(X) Relación del aprendiz que tomo parte en el
hecho del 25 de julio.
(í) Relación cit. de D. Antonio López.
LA NOCIIE DEL 2? DE JULIO DENTRO DE LOS CLAI.STROS
563
convento fué derribado después cuando
se quiso abrir allí la plaza mercado.
ARTICULO SEPTIMO
SAN AGUSTÍN DE AGUSTINOS
CALZADOS
Llegamos al convento de Barcelona
que mAs sufrió en el crimen del 25 de
julio, sufrimientos que no solo alcanza-
ron al ediíicio y sus casas, sinó, y muy
acerbamente, a las personas de sus frailes.
Como en los demíis artículos, empecemos
pof la lista de los individuos que forma-
ban la Comunidad. Por regla general,
para tejer esta lista me sirvieron gran-
demente en los otros conventos las
redactadas por la autoridad al librar
pasaportes a los religiosos cuando,
pasada la tempestad, estos salieron de
los fuertes y se largaron lejos de Barce-
lona; mas en el presente de San Agustín
dichas listas pecan de mancas y harto
menguadas, pues constando la Comuni-
dad de màs de setenta frailes, en ellas
solo se hallan los nombres de veintiséis,
efectü indudable de que muchos de los
agustinos se ocultarían en casas particu-
lares y no irían a los fuertes cuando la
autoridad los reclamo.
hijo de Barcelona. Profesó en 2 de mayo
de 1778 en Barcelona.
R. P. Antonio Tresserras}' Clota, hijo
de Manlleu. Profesó en 13 de septiembre
en 1782 en Barcelona.
R. P. Agustín Girona y Colominas, na-
tural de Barcelona. Profesó en Barcelona
en 10 de mayo de 1786.
R. P. José Gutiérrez y Farrés, Ex pro-
vincial, Predicador, natural de Barcelo-
na. Profesó en 6 de febrero de 1791 en
Barcelona.
R. P. Juan Bruguera y Calafell, natu-
ral de Barcelona, Maestro de novicios,
elegido tal en el capitulo de 1832. Profesó
en 18 de septiembre de 1791 en Barce-
lona.
^
C? Ar^VvX^A^
SACERDOTES
R. P. Francisco Molas y Codinach, na-
tural de Barcelona, Prior y Vicario pro-
vincial. Profesó en Barcelona a 19 de
junio de 1791.
R. P. Francisco Torra y Puig, hijo de
San Ilipólito de Voltregà, el cual profesó
a la edad de 38 aflos en 3 de junio de
1831 en Barcelona.
R. P. Manuel Campderrós y Arderiu,
t•*^/*^». i/hi^^í^U,T^ ^
Coquet, hijo de
6 de marzo de
R. P. José Maneja y
Barcelona. Profesó en
1792.
R. P. Tomàs Planas y Casas, Predica-
dor, hijo de Barcelona, Sacristàn Mayor
elegido en el capitulo de 1832. Profesó en
25 de septiembre de 1819 en Barcelona.
R. P. Prospero Mir y Roquer, Predica-
dor, hijo de Manlleu. Profesó en 25 de
noviembre de 1825 en Barcelona.
R. P. Francisco Pascual y Mir, hijo de
Villanueva y Geltrú. Profesó en 1.° de
diciembre de 1826 en Barcelona.
R. P. Pedró Corominas y Isamat, hijo
de Olot. Profesó en 12 de junio de 1828
en Barcelona.
R. P. Mariano Sorder y Serra, Chan-
tre, hijo de La Bisbal del obispado de
Barcelona. Profesó en 28 de diciembre de
1830 en Barcelona.
R. P. Mariano Codina y Castan}'. Pro-
fesó en Urgel a 6 de agosto de 1780.
R. P. Nicolàs \adal.
R. P. Antonio Betriu y Servós. Profesó
en Barcelona a los 24 de septiembre de
1826.
R. P. José Riera y Miró. Profesó en
Barcelona a los 25 de junio de 1829.
564
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
R. P. J. Nicolcls Collell y Colomer, hijo
de Olot. Profesó en Urgel a 24 de sep-
tiembre de 182b.
R. P. Pedró Codolar y Domènech, hijo
de Llagostera.
R. P. N. Bosch. En el libro de profesio-
nes hechas en Barcelona, figuran muchos
Bosch, y así, ignorando las circunstan-
cias del de julio de 1835, ignoro cuàl de
ellos éste sea.
Fr. Jaime Molas y Colomer, natural de
Santa IMaría de la Piiïa. Profesó en Bar-
celona a 12 de junio de 1828.
Fr. Manuel Carrera y Vergés, diàcono,
natural de San Juan de las Abadesas.
Profesó el 26 de junio de 1829 en Barce-
lona.
Fr. Alejo Morros y Badia, hijo de Igua-
lada. Profesó en 3 de julio de 1830 en
Barcelona.
Fr. José Tintorer y Tagell, hijo de Bar-
celona. Profesó en 16 de julio de 1830 en
Barcelona.
Fr. José Benet y Roca, hijo de San Hi-
pólito de Voltregà. Profesó en Barcelona
a25de abril de 1831.
Fr. Antonio Vionet y Monfort, hijo de
Barcelona. Profesó en Barcelona a 5 de
diciembre de 1831.
Fr. José Suari y Calsada, hijo de Gra-
nollers. Profesó en Barcelona a 1.° de
octubre de 1832.
Fr. Martin Manent y Mas, hijo de Bar-
celona. Profesó en Barcelona a 1.° de
octubre de 1832.
Fr. Luis Selles y Jordà, hijo de Manre-
sa. Profesó en Barcelona a 1.° de octubre
de 1832.
Fr. Isidro Pujadas y Pujol, hijo de
Barcelona. Profesó en Barcelona a 1.° de
octubre de 1832.
Fr. Antonio Creuet y Barcelona, ma-
llorquín. Profesó en Barcelona a 1.° de
octubre de 1832.
Fr. Francisco Mestres y Tomds, hijo
de Orihuela. Profesó en Barcelona a 28
de noviembre de 1832.
Fr. Raimundo Manalt y Maristafi, hijo
de Barcelona. Profesó el 19 de febrero de
1834 en ídem.
Fr. Juan Guitart y Julià, natural de
Barcelona. Profesó en ídem a 19 de
febrero de 1834.
Fr. José Bruguera y Subirana, hijo de
Barcelona. Profesó en ídem a 19 de
febrero de 1834.
Fr. Valerio Lluch y Planas, hijo de
Santa Coloma de Farnés. Profesó el 19
de febrero de 1834 en Barcelona.
Fr. Miguel Triay.
Fr. Pedró Tussell y Coll, hijo de
Tarrasa. Profesó en 6 de julio de 1795 en
Barcelona.
Fr. Salvador Mas y Boada, hijo de
Santa Coloma de Farnés. Profesó en
Barcelona a 24 demayo de 1816.
Fr. Miguel Noves y Trabé, hijo de
Adrall. Profesó en Barcelona a 30 de
septiembre de 1830.
Fr. Valentín CasuUeras y Durban, hijo
de Igualada. Profesó en Barcelona a 23
de diciembre de 1830.
Fr. Buenaventura Güell, Campanero.
Fr. Agustín Vila.
Fr. Domingo Tauler, Procurador del
convento.
Fr. José Coll.
Fr. Pedró Vilanova.
Fr. Joaquin Marros y Badia (1).
Pocos días antes del incendio cuatro
frailes de esta casa, lector uno de ellos,
corista mallorquín otro, enfermero el
tercero y lego el cuarto, se fugaron del
convento para los carlistas. La misma
noche se presento en el convento un or-
denanza militar participando el hecho
con los nombres de los huidos. Muy luego
fueron aprendidos el Lector, el enferme-
ro y el lego, y encerrados en la càrcel
(i) La mayor parte de los nombres de estàs
listas provienen de las de los pasaportes librados
en agosto de 183Í. però los hay de otras procc-
dencias.
LA XOCllE DEL
DE JLLIO DEXTRO DE LOS CLALSTROS
5b5
pública, adonde cada dia el Prior mandó
desde luego un lego con el alimento, y
frecuentemente coristas para que cari-
tativamente les visitasen.
El dia siguiente de la fuga comparecie-
ron en el convento dos jueces instructo-
res del sumario, mandados por la autori-
dad militar, que fuerondos secularizados
del tiempo constitucional (1). Estos toma-
ron declaración a todos los jóvenes \^ la
sentencia condenó a tres a presidio en
Ceuta, y el cuarto a servir de soldado en
la isla de Cuba. Cuando la atroz revuelta
de 5 de enero de 1836, las turbas se acor-
daron de estos cuatro agustinos presos,
}' acudieron a la Ciudadela pidiéndolos.
Se les contesto que ya no estaban allí.
Entonces se dirigierona lacàrcel, y aquí
se les respondió que ya habían sido em-
barcades, como era la verdad; y así los
agustinos escaparon de una muerte tan
segura como horrorosa (2).
En esta casa religiosa se dibujan en
modo mu3' marcado las dos tendencias,
que llevamosnotadas en otras, referentes
al juSto temor de los jóvenes y tupida
ceguera de los provectos respecto del
peligro que les amenazaba. Ya en 1834,
cuando vleron aquéllos los asesinatos de
Madrid, manifestaron su deseo de que la
Comunidad dejara el claustro, mas en
contra de tal idea se declararen los an-
cianes. Estos no creían posible el aten-
tado, al paso que los jóvenes le veían
hasta natural. Tiempo antes del incendio
de Barcelona apareció clavado en la
puerta de este convento un escrito contra
los religiosos. El corista que me dió esta
noticia me afladió: «Del tal escrito no
»conocí miís que estàs palabras: «salios
ïde nuestra tierra, pues el pueblo no
»puede oir vuestros nombres sin horror»,
.»y no conozco las demàs porque el supe-
(0 Relación del corista D. Antonio \'ionet,
hecha en San Andrés de Palomar a i^ de diciem-
bre de i88o.
(2) Rclación del entonces corista D. Josc Tin-
torer, despuc.s canónigo de Barcelona, hecha en
Calella a aç de septiembre de 189^.
»rior cuidadosamente rasgó el papel y
»ocultó su contenido» (3).
Si el hecho de Madrid no bastarà a
despertar a los dormidos, vinieron los de
Zaragoza, en une de les cuales el Provin-
cial agustino pereció asfixiade en el es-
cendrijo en que se había ocultado. Mevi-
dos por tan elecuentes avisos, algunes
frailes noveles sacaron del Convento
objetos, depositAndolos en manes amigas
para así hurtarlos a la temida acometida,
y al propio tiempo se proveyeron de
trajes de seculares para, en caso necesa-
rio, facilitar la fuga. Mas, sabidos tales
hechos per los Superiores, 3- dominades
de su ceguera, estes les prehibieron; y
así les trajes adquirides y los bultos sali-
dos repasaron los umbrales del cenobio:
[de tal mode imperaba allí la obedièn-
cia I (4).
Síh embargo, la atmosfera se iba car-
gando }•, a ojes vistas, el peligro se iba
avecinando, especialmente con el incen-
dio de Reus; y así reentraron en el Con-
vento trajes de secular (5). La misma
tarde del 25 de julie de 1835, la madre del
corista Fr. José Tintorer visito a su hije,
quien le pidió la develución del disfraz.
Llegada la madre a su casa, habló de la
petición del hije, a la que el padre con-
testo que, siendo dia festivo el siguiente,
y acostumbrande la família visitar al
fraile en les días de fiesta, en la visita
del otro dia se le llevarían. Sin embargo,
no sufriéndeles retardo el corazón, cam-
biaren de parecer, y aquella tarde llevo
el padre el disfraz al fraile, subiéndoselo
él mismo a la celda (6).
El mismo dia 25 de julio, a eso de la
(;) Kelaoión del entonces corista de este con-
vento P. José Benet hecha en Barcelona a 2^ de
marzo de i88o.
(4) Relaciones de los entonces coristas D. José
Tintorer en Barcelona a 17 de mayo de 1880, de
D. José Benet ya citada, y otras de otros.
(5) Relacion del corista D. Juan Guitart en
Barcelona a JO de diciembrc de iS8i.
(6) Relacion cit. de D. José Tintorer de 17 de
mayo de 1880.
566
LIUIUJ TERCKRO. — CAPITULO DECI.MO
una de la tarde, los jóvenes enviaron un
comisionado, el Padre Pedró Codolar, re-
ligioso ejemplarísimo, al Prior, pidiéndole
que durante la noche destinarà dos legos
de centinela, uno en el lado de la calle
del Hospital, y otro en el de la de San
Pablo. El Prior le contesto: «Padre, V. se
»hace revolucionario, pues apoya à los
»jóvenes. Pondre un lego de vigilan-
»cia» (1).
El honrado y cuerdo zapatero de la
primera casa de la calle de Jerusalén,
Don Juan Serra, a cosa de las tres o cua-
tro de la tarde de aquel infausto dia, vió
pasar por frente su casa, en dirección a
la calle del Carmen, al Prior agustino.
Iba éste, según después supo, a visitar al
general Saquetti, quien dijo al fraile: «En
«cuanto à mi pueden VV. estar tranqui-
»los, però Dios sabé» (2).
En verano la numerosa Comunidad
rezaba no en el coro alto, sinó en el cen-
tro del templo, donde, mediante tener
abierto el cancel, se gozaba de algun
fresco en aquellas tan calurosas tardes
de nuestra ciudad. Mas en la del 25 de
julio de 1835 se rezó allí, si, però con el
cancel cerrado. A la hora del crepüsculo
oyóse en el patio de ante el templo un
descomunal grito que dijo: «cierren VV.
»cuanto puedan; que vienen à matar-
»les» (3).
El nombrado Padre Subprior Francisco
Torra, hombre sereno, había sido sar-
gento de ejército, y después, recibida la
licencia absoluta, había estado empleado
en la quincallería, entonces muy conoci-
da, de Don Jaime Marxuach, sita en la
Bajada de la Càrcel, y a los treinta y ocho
anos de edad entro fraile. Aquel dia 25
de julio comió en casa de sus antiguos
principales Marxuach, amigos del general
Llauder, y allí confirmo sus confianzas y
el desconocimiento del peligro. Allí toda-
(i) Relación del senor D. José Tintorer en
Calella a 25 de septiembre de 1893.
(2) Relación de dicho Sr. Serra en Barcelona
a 27 de diciembre de 1883.
(3) Relación cit. del corista D. José Benet.
via, le avisaron de que estaban ya arras-
trando el toro; y entonces, tranquilo él e
impàvido, vestidos sus hàbitos, regresó
por mitad de Barcelona al convento (4).
También de noche, y cerrada ya la
porteria, llego al cenobio el Padre José
Gutiérrez, ex Provincial, gran predica-
dor, persona muy grave y relacionada
con las mí'is granadas de la ciudad; y al
llegar, contesta a la ansiedad curiosa de
los jóvenes, que en la ciudad nada de par-
ticular ocurre; y cuando a poco se le
anuncia que ya arde San José, sale a la
ventana para cerciorarse de la verdad,
y al reconocerla, se retira diciendo: «Bah,
»serà necesario que manana el Padre
«Prior vaya à ver al Capitàn General
»para decirle que si no nos quieren aquí
> que nos den pasaportes». A esto el des-
pabilado corista Fr. José Benet repuso:
«jAh, Padre Maestro, no es asunto de
»manana, sinó de hoy!» (5).
iQné màs? Cuando ya ardia San José,
el muy listo corista Fr. José Tintorer se
hallaba con otros en el balcón del Con-
vento que daba al callejón del Arco, y al
oir los derrumbamientos del incendio y
ver la insòlita iluminación que éste pro-
ducía, puso el hecho en conocimiento del
citado Padre Torra. Este contesto que
el tal resplandor provenia, sin duda, de
que, ocupando la Rambla la Artilleria del
cuartel de Estudiós, habría puesto parri-
llas de iluminación (festes) para ver el
terreno y evitar una sorpresa (6). No se
puede dudar de que una de las principa-
les causas de ceguera tan absoluta había
de residir en las seguridades dadas por
Llauder y en las contribuciones recibidas
por la Junta de guerra.
Caía aquel aflo el 25 en sàbado, y como
al dia siguiente correspondía comunión
de regla, acudían al anochecer los jóve-
(^) Relación del Sr. Tintorer de Calella a 25
de septiembre de 1893.
(5) Relación cit. del mismo Sr. Benet.
(6) Relaciones del mismo Sr. Tintorer de
Barcelona de 17 de mayo de 1880 y Calella 25 de
septiembre de 1893.
LA NOCIIE DEL J, DE H LIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
567
nes a las celdas de los confesores para
confesarse. Fr. Tintorer, esperando que
le lleg'ase la vez de entrar en la celda de
su confesor, paseabase por un terradito
del lado occidental del Convento, que
cala sobre el contiguo huerto de Morlans;
y desde allí oj'•ó que unas gentes, que
comían bajo las parras y arboleda del
huerto, hablaban de que aquella noche
habría revolución; noticia que contribuyó
a exacerbar sus temores. Entra en la
celda del confesor, y mientras hacía su
confesión suenan descompuestas veces
en el claustro. Sobresaltados, levàntanse
eonfesado y confesor, diciendo: «ya estan
»aquí, ya estan aquí»; y asomàndose al
claustro, ven dos hombres y unos chicos
a los que creyeron poco menos que demo-
nios. Eran el Hermano portero, el criado
de la porteria y tres chicos, los cuales,
habiendo visto pasar el toro arrastrado
por la calle del Hospital, habían cerrado
la porteria, y se retiraban al interior del
Convento con tal desacierto, que llevaban
un panuelo atado a la cabeza y daban
gritos de sobresalto. Tintorer pidió al
Padre confesor que le diera la absolu-
ción, como efectivamente se la dió allí
en el corredor. Subieron el portero y el
criado, y como explicaron lo que habían
visto, comprendieron los religiosos que
todavía los enemigos no habían cruzado
las puertas, y así se tranquilizaron un
tanto (1).
«Serían las ocho cuando los PP. agus-
»tinos bajaron al refectorio, habiéndo-
»les antes advertido el superior que no
«había lugar a temor alguno» (2). El pla-
tó de aquella inolvidable cena consistia
en pescado con salsa (3). A todo esto
fueron llegaron nuevas noticias del in-
cendio, y estando aún en el refectorio
se produjo en la Comunidad gran con-
(i) Relaciones cit. de D. José Tintorer de 17
de mayo de 1880 y de D. José Benet de j^ de
marzo del mismo ano.
(2) Relación del P. Maiiano Sorder.
(0 Relación del corista P. Juan Guitart. Bar-
celona ^i de diciembre de iSSi.
fusión. Los jóvenes tramaron un plan de
defensa, y corrieron a prepararlo, diri-
giendo la obra el corista Tintorer. Con-
siderando difícil el ataque por la calle
del Hospital, donde la muy alta cerca y
robustas rejas defendían el acceso al
atrio del Convento, concentraron los me-
dios de defensa en las celdas de la calle
del Arco de San Agustín. Colocaron a
los lados de las ventanas de las celdas de
aquel lado las canastas de la ropa sucia,
llenandolas de ladrillos. Para esto acu-
dieron a una casita baja, o cobertizo, que
dentro del recinto del convento, en el
lado de la calle de San Pablo, tenían los
albaniles de la casa, y de allí tomaren las
herramientas. Con éstas arrancaren los
enladrillados del piso de sus celdas, depo-
sitando los ladrillos en las canastas de
las ventanas. Tintorer colocó dos frailes
en cada celda o ventana, preparades
para propinar una rociada de ladrillos a
les revolucionaries. Ademàs, no atinan-
do a que estos pudiesen emplear la tea y
el fuego, temo del almacén del templo y
casa la tarima de las conclusienes y otras
maderas, y las colocó en la escalera ma-
yor, que estaba en el cabo Sud del gran
corredor de junto el lado occidental del
temple, para con estes impedimentes
siquiera retardar la entrada 0 subida de
los malhecheres.
Dispuesta asi y preparada la defensa,
fué cuando los jóvenes agustinos vieron
con sorpresa el campanario del Pino es-
plendentemente iluminado per el incendio
de San José, y 03'eron el retumbar de sus
hundimientos; y entonces fué también
cuando la muj' tupida ceguera del Padre
Torra respondió le arriba escrito, dicien-
do que aquella iluminación precedia sin
duda de las parrillas puestas por los arti-
lleros.
Presentàrense les revoltosos por la
calle del Arco, y entonces les frailes se
defendieron bizarramente, como llevo
narrado en el capitulo anterior, y tan
bizarramente, que les asaltantes, después
de varias tentativas, tuvieron que reti-
rarse y buscar camino a sus perverses in-
568
LIBRO TEKCERO. — CAPIIUI-O DECI.MO
tentos por otro lado, por el de la calle del
Hospital. Aquí con mazos de hierro forza-
ron las verjas de las puertas, y llegando
al atrio, por medio del fuego penetraren
en el templo }• en el convento. Entre-
tanto, la campana del contiguo convento
de Trinitarios descalzos }' la de éste no
cesaban de pedir auxilio. Omito la escena
del sereno y del fraile Fr. Isidro Pujadas
3' Pujol, porque ya queda referida en di-
cho anterior capitulo. Oian los jó venes los
recios golpes dados a la verja y compren-
dieron por donde se realizaba el ataque,
y así, abandonando la defensa, ya innece-
saria, del callejón del Arco, corrieron a
huir por el lado de la biblioteca.
Reinaban en la Comunidad confusión y
espanto, }• cada uno buscaba por su lado
la salvación. Tintorer y sus jó venes tra-
zaron un nuevo pian. Ya en mi obra an-
terior expliqué el lugar de la espaciosa
biblioteca, el piso principal del ala de
edificio que forma la cara de Poniente del
gran patio que precedia al templo. La
primera idea de los dichos frailes fué
bajar desde un balcón del lado trasero de
dicha biblioteca a un patio de una de las
tiendas, o bajos, entonces ocupada por la
policia. Porque, efectivamente, una dele-
gación de policia estaba aposentada en
una de ias tiendas de la plaza.tienda cuya
puerta daba fuera de la verja. y sus indi-
viduos no habían escaseado a los frailes
los ofrecimientos; y así los cuitados reli-
giosos creyeron llegado el momento de
aceptarlos. Los dichos jóvenes pidieron y
obtuvieron del superior las llaves de la
biblioteca, y siguiéndoles los provectos,
se dirigieron a ella. Cogieron aquéllos
una larga escalera y cuerdas de los alba-
niles y entraron en la biblioteca, cerran-
do cuidadosamennte sus balcones orien-
tales para evitar que por ellos viesen los
revoltosos de la plaza la dèbil luz con que
los frailes se alumbraban. Con tiento y
atada con las cuerdas f ueron bajando la
escalera desde un balcón del lado occi-
dental al pequefio patio trasero, però por
desgracia López, el jeíe de la policia,
aquel dia estaba ausente de Barcelona, y
por otra la escalera no alcanzaba hasta
el suelo. Quisieron entonces los frailes
descansaria sobre un palomar del mismo
patio, mas los empleados se opusieron a
ello diciendo que estaba tierna la obra del
palomar, y que el peso de !a escalera la
hundiria (1). Con el fracaso de este medio
de salvación aumentó el pànico de los
mu}' cuitados.
La casa de la esquina occidental de la
plaza de San Agustín con la calle del
Hospital lindaba con la biblioteca, }' des-
cribía con ella un àngulo recto; 3' así sus
aberturas traseras quedaban ala vista de
los dichos balcones también traseros de
la biblioteca. Perdido por los frailes el
camino de la policia, 3- viendo en la ven-
tana del pozo de dicha casa a un hombre
3' una mujer, aquéllos se dirigieron a
estos. Fr. Tintorer conoció a la mujer,
porque habia esta tenido una fonda, lla-
mada de la Paloma, en el piso principal
de la primera casa del lado oriental de
la Rambla de San José subiendo de la
Rambla del Centro, una de cu3•as tiendas
ocupaba la família de Fr. Tintorer (2). Le
dice el fraile: «cNo me conoce V.} S03' el
»nieto de la senora Florentina». La mu-
jer, cu3'o nombre era Franciscà, contesto
que tenia un primo superior del convento
de Santa Catalina, 3' que deseaba hacer
por los agustinos lo que quería que otros
hicieran por su primo. Convinieron en
poner la escalera horizontalmente desde
el balcón de la biblioteca a la ventana del
pozo de la casa, empresa no fàcil en
razón de la distancia grande que separa-
ba las dichas aberturas. Con no mengua-
da dificultad se puso la escalera, la que,
pecando para el caso de corta, Uegó a
apoyar en la ventana solo una de sus dos
barras, sosteniendo el hombre de casa
de Franciscà la otra. Y aunque así se me
(i) Relaciones de los coristas Tintorer y Be-
net. Tintorer fué uno de los que con sus manos
puso la escalera.
(2) La primera tienda la ocupaba un Pau
luego seguia la escalera. y después la tienda de
los Tintorer.
LA NOCIIE DEL 25 DE JLLIO DEN'TRO DE LOS CLAL'STROS
569
dijo, opino que, bien que peco, apoyarían-
se en la ventana las dos barras. Quiso Fray
Tintorer pasar el primero, y aunque un
lego deseaba que antes lo efectuase el
Padre Gutiérrez, alegó aquél haber sido
el autor de la obra, y pasó antes. Desde
la escalera tiro abajo el habito, que otros
también desde alli tiraron, mientras algu-
nos lo dejaron en la biblioteca (I).
Tras de Fr. Tintorer fueron pasando
los demas en número crecido. Los jóvenes
ayudaban a los ancianos y maestros; y la
travesia no dejaba de ofrecer harta difi-
cultad y peligro, porque la escalera esta-
ba a mucha altura sobre el suelo, tenia el
pozo en el fondo, apenas apoyaba sus
cabos, por el gran peso de los cuerpos
cimbreaba, y algunos de los que por ella
pasaban, ademàs del grave impedimento
de los anos, venían completamente des-
acostumbrados a tales ejercicios gimnas-
ticos (2) El pobre Padre Gutiérrez, al
verse sobre la escalera, lloraba. Se halla-
ron reunidos en aquella casa, que lo era
de huéspedes, un muy crecido número de
religiosos, que Fr. Benet, otro de ellos,
ponia de veinte a treinta, y Fr. Antonio
Vionet en cuarenta (3).
Sea que los mismos frailes compren-
diesen, como me dijo el seiïor Tintorer,
que no podían gozar de seguridad en una
casa tan pròxima al convento, y por lo
mismo tan expuesta a un registro de los
revolucionarios, sea que la mujer Fran-
ciscà les indicase, como me insinuo el
senor Guitart, que eran hartos para una
sola casa, es lo cierto que la mayor parte
determinaren salir de aquella habitación,
y comenzó la dispersión. Algunos, con
el senor Tintorer, subieron al terrado, y
cruzando paredes divisorias pasaron a
otros; cuando he aquí que, habiendo visto
gentes curiosas en las azoteas, las creye-
(i) Relaciones del Sr. D. José Tintorer mismo.
(2) Relaciones de casi todos los varios religio-
sos de esta casa por mi interrogados. quicncf
todos atesliguan el paso por la escalera.
( ;) Relación liecha en San Andrés de Palomar
1 i-i de diciembre de 1881.
ron enemigas, y sobresaltados, desanda-
ron los terrados y regresaron al piso de
Franciscà. Tintorer, azorado, repasó la
escalera horizontal, y se quedo un rato
en el balcón de la Biblioteca esperando
los acontecimientos, y así dispuesto a
volver al cenobio si los perseguidores
venian por la casa de Franciscà, o a esta
si por el Convento. Finalmente regresó
a esta casa. Algunos determinaron salir
a la calle en grupos. Cinco o seis, entre
ellos Tintorer, formaron uno de estos
grupos, y bajaron la escalera. En ella
toparon con un hombre de Reus que pa-
raba en la hospedería de Franciscà, y
habia venido de su atolondrada villa pre-
cisamente para coadyuvar al incendio de
los conventos de Barcelona. Al dar con
los frailes, trató de hacerles regresar al
cenobio. Objetaban estos que ya ardía; in-
sistia él que volviesen a él y que no ardía.
Regresaron todos al piso de Franciscà, y
tal es la fuerza de la conciencia y la ino-
cencia de aquellos perseguides, que el
mismo reusense dió a estos su chaqueta
para que se disfrazasen, y a ruegos de
Franciscà quedóse quieto en el piso a fin
de evitar que en ningún tiempo pudiesen
los religiosos sospechar que aquel hom-
bre les había traicionado. También un
musico de milícia urbana, allí presente,
entregó a otro fraile su casaquilla y
gorra de uniforme para disfrazarle. Tin-
torer vestia el traje de secular que aque-
lla tarde le había proporcionado su padre,
y que en el momento del primer susto en
la celda del confesor se lo había vestido
bajo del hdbito.
Finalmente, el mentado grupo baja la
escalera de la casa, que daba a la calle
del Hospital, y, entornadala puerta, para
en la entrada, observando por una ren-
dija de la puerta la calle. El subprior
Torra, que era uno de este grupo, confïa-
ba todavía en la protección de la autori-
dad, y esperaba el paso de una patrulla
para saltar al centro de ella. Cuando vió
la primera, creyó que ya aquella tomaba
cartas en el asunto y que todo quedaria
muy pronto acabado. Esperó, sin embar-
570
l.IBUO TIÏRCERO. — CAPITULO DIÍCIMO
ffo, el paso de una segunda. Llego real-
mente esta, però como junto a ella venia
un grupo de gentes, creyó imprudente
salir. Salió luego con un Fr. Sebastiàn, y
pudo llegar al próximo Hospital de la
Santa Cruz (1), don-
de el Prior, para
mejor ocultarle, le
puso como uno de
los locos en el de-
partamento de es-
tos, atado a una ar-
golla del muro (2);
o, según otros, en
una cama como en-
fermo (3). Sin duda
por la misma es-
calerilla saldria el
Padre José Gutié-
rrez, quien igual-
mente paro y se
salvo en el Hospi-
tal (4).
El senor Tinto-
rer, entonces, co-
mo llevo dicho, solo
corista, y después
ilustre canónigo de
nuestra Catedral;
Fr. Tintorer, digo,
junto con el Padre
Nicolàs Collell y
Fr. Valerio Lluch,
salieron juntos, en-
caminàndose a una
casa de la calle de
Robador, cuya Ua-
ve poseía ya el pri-
mero a preven-
ción. Tintorer usa-
ba buen disfraz, però los otros dos solo
las ropas interiores de fraile; y a todos
(i) Relación eh. de D. José Tintorer. Barce-
lona 17 de mayo de 1880.
(2) Relación cit. de D. José Benet.
(3) Relación del Sr. Tintorer de septiembre
de 1886.
(4) Relación del Sr. Tintorer de septiembre
de 1886 y relaciones de otros.
delataba la fresca rasura del cogote, re-
novada la víspera del ataque. Entran en
la dicha calle de Robador, y allí ven que
venia hacia ellos una turba con antor-
chas y sables. Espantados retroceden, y
al querer hurtar el
bulto torciendo por
la calle de Egipcia-
cas, ven plantades
en su entrada tres
hombres, a los que
la exaltada imagi-
nación transforma
en tres asesinos.
Determinan enton-
ces guarecerse en
el cuerpo de guar-
dià de la Puerta de
San Antonio, y si-
guen calle del Hos-
pital arriba. Penso
de pronto Tintorer
refugiarse en casa
del procurador Don
Francisco Canals
(a quien yo mucho
traté), que vivia en
la casa de las Mon-
jas Carmelitas Cal-
zadas, actual nú-
mero 103; però,
volviendo atràs la
cabeza, vió que los
perseguidores, a
los cuales la gente
los había delatado,
se hallaban a po-
cos pasos; y por lo
mismo, temiendo
que antes que se
abriese la puerta seria asesinado, siguió
adelante.
El convento de Carmelitas Calzadas,
trasladado modernamente a las Corts de
Sarrià, y en la semana tràgica de 1909
incendiado, ocupaba entonces el solar de
la casa niimero 105 de la misma calle del
Hospital; y casi al frente del Convento,
en una tienda, vivia una hermana del
seflor Tintorer; però icómo llamar'a la
LA .N'OCHE DEL JS DE JULIO DENTRO DE LOS CLAfSTROS
571
cerrada puerta y esperar a que se abrie-
ra? Mas la Providencia acudió al aprieto.
En aquel momento la hermana de Tinto-
rer pasaba de una casa del Convento a
la suya, y su marido abría la puerta para
que ella entrarà. De un salto Tintorer se
colo en la tienda de su cunado. Los
companeros de Tintorer no tuvieron
tiempo de meterse en la tienda, los asesi-
nos los retuvieron en la calle, y allí mis-
mo los agredieron al tiempo que la tienda
del cunado de Tintorer cerraba precipita-
damente la puerta para impedir la entra-
da de los amotinados. Asi, como por
milagro, Tintorer se salvo de terrible
muerte, que tuvo a dos dedos de su per-
sona (1).
El pobre Padre Nicolàs CoUell, que
era hijo de Olot, y por su ejemplar con-
ducta un santó , quedo tendido fren-
te la calle de la Cadena, sin sentido y
con penoso estertor, baflado en su san-
ffre (2). He aqui palabras del después
catedràtico del Seminario, y mas tarde
jesuita, Don Joaquin Carles, muy mi
amigo, quien, entonces nino, pasó por
aquel trozo de la calle del Hospital:
«Frente la calle de la Cadena vimos un
»fraile tendido en el suelo moribundo,
«rodeado no sé si de sangre ó de agua.
»Pasaron por allí algunos revoluciona-
»rios, y le tiraron una piedra. Tengo
»hondamente grabado en mi memòria el
»tristísimo estertor de aquel desgracia-
»do» (3). En los momentos de acuchillar
a Collell, entre la turba corrió la voz de
que en la calle de San Pablo acababan de
matar a un fraile, al que se encontraban
onzas de oro, y asi los amotinados, tan
desinteresados, según los autores revolu-
cionarios, dejaron a Collell y corrieron
hacia la calle de San Pablo. Allí, en la del
Hospital, quedo tendido ycon su fatigoso
(i) Relación del mismo Sr. Tintorer de 17 de
mayo de 1880.
(j) Relaciones de varios agustinos del con-
vento de Barcelona.
(i) Relación de dicho D. Joaquin Carles en
Barcelona a 19 de abril de 1880.
estertor, toda la noclie, Collell, hasta que
por la maflana una mujer le aplastó la
cabeza con una gran piedra (4). Opino
que a Collell se referia una mujer que
tuvo la desvergüenza de contar que, ha-
biendo hallado un fraile tendido en dicha
calle, le arranco las medias, diciendo:
«Este puiíetero lleva medias, y yo no las
>>puedo llevar>'. A principios del ano Co-
llell pertenecia a la Comunidad agustina
de Igualada, y con anuencia de los Supe-
riores propuso al Padre José Vilasaló, de
la de Barcelona, un trueque de domicilio.
Este, aburrido de los cotidianos insultos
callejeros, admitió el trato, que resulto
para él tan saludable cuanto para aquél
desastroso.
Allí también, en la calle del Hospital,
recibió una terrible herida el otro compa-
fiero de Fr. Tintorer, Fr. Valerio Lluch,
y sin duda no acabo la vida porque la
noticia de las onzas de oro del fraile de
la calle de San Pablo ahuyentó a los
perseguidores. Por la herida le salia
parte de los intestinos, sin que él al prin-
cipio lo notarà. Cuando, ya después de
haber andado bastante, lo advirtió, se los
sostenia con la mano. Como la herida al
pronto no le privo de las fuerzas ni del
movimiento, al ausentarse los agresores,
él continuo su marcha hasta el cuerpo de
guardià de la Puerta de San Antonio.
Parece que lo halló cerrado; retrocedió
por la calle del Carmen. Vió el incendio
del Convento de este nombre, y al fin,
reconociendo la gravedad de su herida,
fué Uevado al Hospital, donde, después de
meses de cuidados, curo. He aquí las notas
del Libro del Hospital: «Fr. Valeriano
»Lluch,religioso de San Agustín.calzado,
«natural de Santa Coloma de Farnés, de
»20 aflos de edad. Entro en 2b de julio
(-)) Relación
mayo de 1880.
:it. del Sr. l'intorer de '.7 de
572
LlBRn TERCERO. — CAPITULO DliCIMO
»de 1835 y salió en 1 de octubre de ISSS*.
A poco de curadü, sento plaza de mique-
lete, o de voluntaiio de la Libertad, de
modo que su antiguo companero Fr. José
Tintorer le vió de uniforme en Sans. Sin
embargo de extravio tan notable, al fin
de la vida acabo bien, recibiendo los San-
tos Sacramentos (1).
No queriendo cortar con un incidente
la historia anterior de la salida a la calle
del grupo de Collell, Tintorer y demàs,
dejé para este lugar el chasco experimen-
tado, luego de salido del convento, por
Gutiérrez. Deseando éste salvar el dinero
de la cof radia de la Virgen de la Conso-
lación, o sea de la Correa, al huir llevólo
consigo en una jarrita que contenia en
oro 800 duros. Al llegar al cuarto de
Franciscà se la entregó a esta para que
se la guardase. Al dia siguiente, puesto
Gutiérrez 3•a en salvo, mandó un Herma-
no lego a Franciscà a pedirle la jarrita, y
aquella se la entregó, però vacía. Me con-
to este episodio el M. I. Sr. Tintoré, quien
la había oido de boca de dicho lego; y me
anadió, que a los dos o tres meses del
incendio del convento, pasado el peligro,
él mismo visito a Franciscà para darle
las gracias de haber contribuido a salvar-
le, y que entonces Franciscà se le quejó
de que se le atribuïa este hecho, y asegu-
ró que ella había devuelto la jarra tal
cual la había recibido. íQuién vació la
jarrita? iFrancisca? íAlguno de los varios
habitantes de aquella casa de huéspedes?
Dics lo sabé, que un dia castigarà el
hecho, y también el diablo que lo inspiro.
Es lo cierto que Franciscà, mujer obesa,
a los dos afios estaba tan pobre que se
ponia en el pasaje o callejón del Ave
Maria a pedir limosna. El mismo senor
Tintorer celebraba entonces la Misa en
San Severo, y pasaba por dicho pasaje,
y cada vez que hallaba allí a la Fran-
ciscà le daba de limosna una peseta.
Repito que lo tengo de labios del propio
(i) Relaciones del Sr. Tintorer de 17 de niayo
de 1880 y de 20 de septiembre de 1890, confirma-
das por las de otros frailes.
seflor Tintorer, quien me refirió el inci-
dente, no una, sinó muchas veces.
Parece que el sereno, padre del fraile
corista no ordenado aún, Fr. Isidro Pu-
jadas, acudió a la casa en busca de este
su hijo, y se lo llevo consigo y salvo (2).
No supo tanto el fraile salvarse de los
peligros del mundo, pues después abrazó
ideas adelantadas, fué capitàn de la ron-
da de San Feliu de Llobregat, y acabada
la guerra, comandantede la guardià mu-
nicipal de Barcelona. Durante este su
empleo, no pudiendo un dia despejar la
plaza de San jaime, o sea de la Constitu-
ción, mandó a sus subordinados hacer
fuego sobre la gente hacia la calle de
Fernando, resultando muerto un pobre
aldeano; por cuyo hecho se le formó
causa (3). En sus líltimos anos volvió a
buen camino, y frecuentaba los sacra-
mentos (4). Fué Pujadas hombre tan fal-
tado de asiento que a veces se presentaba
por las calles vestido el capote de unifor-
me, y cubierta la cabeza con el sombrero
de copa de paisano (5).
Pasaron también la escalera horizontal
los legos Fr. Domingo Tauler y Fr. José
Coll, y de la casa de Franciscà salieron
para refugiarse en la de Carles, en la calle
de Robador. En esta casa, consecuente
con lo que abajo largamente de ella diré,
hallaron cerrada la puerta, y asi los dos
tuyieron que andar recorriendo calles.
Toparon con un grupo de amotinados,
que les acuso de frailes. Los dos vestían
(2) Relación cit. del Sr. Tintorer de 17 de
mayo de 1880.
(;;) Relación de D. Benito Tomàs en Barce-
lona a 2í de octubre de 1901.
(4) Relación cit. del Sr. Tintorer de 20 de
septiembre de 1800.
(í) Relación del amigo de Pujadas D. José
Castells, pbro., hecha a mi en Barcelona a 8 de
abril de 1806.
LA NOCllE UEL J5 DE JL'LIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
573
de seglar, però Fr. Domingo llevaba los
zapatos de religioso; sin embargo, éste
tomo valientemente la palabra, y respon-
dió: «Este es un amigo de fuera, al cual
>:muestro la fiesta de esta noche»; y así
les dejaron en paz. Fr. Domingo aquella
misma noche cruzó las murallas de la
Ciudad cuando abrieron la puerta para la
salida del carro de los muertos del Hospi-
tal, y como era el procurador del conven-
to, se refugio en la torre de la Comuni-
dad, camino de Sarrià. Perseguido en
ella, huyó a !a de Tiana. Fr. Coll en la
madrugada del 26 se refugio en casa Na-
dal, del Borne (1).
La mayor parte de los religiosos que
por medio de la escalera horizontal pasa-
ron a casa de Franciscà no bajaron a la
calle, sinó que, por el contrario, subieron
al terrado, quedando unos agachados en
el de la esquina con la calle del Hospital,
y saltando otros a distintes terrados.
Fr. Antonio Vionet con un Padre Maes-
tro, creo el Padre José Maneja, como o^ve-
ron un disparo, opinaron que se habría
dirigido contra uno de los que habían
salido a la calle, y así optaron por subirse
al terrado. Allí oyeron otro disparo; y
espantades, fueron cruzando terrados,
para lo que alguna vez la espalda del co-
rista tuvo que servir de escabel a la falta
de agilidad del Maestro. En uno de estos
terrados el Maestro dió la absolución al
corista. Es de advertir que no existia
entonces la calle de Mendizabal, y por lo
mismo que la isla de aquellas casas lle-
gaba hasta la de Robador. El Padre
Maestro vestia aún los hàbitos; el corista,
al pasar la escalera horizontal, los había
tirado al pozo, quedando en mangas de
camisa. Como reparasen en una luz tras
de la puerta de un terrado, sin saber el
animo de los habitantes, Uamaron a ella.
«iQuién hay?'>, pregunta un hombre desde
dentro. «Dos frailes», respondió Vionet.
(i) Reiación de D. Ramon Pinana que tuvo
despucs hospcdado por inucho tiempo en su casa
a Fr. Dominfío l'auler. Barcelona .) de mar/o de
«No levante V. la voz», contesto abriendo
el habitante, e introduciendo a los dos
frailes y a un tercero, de nombre Fran-
cisco Mestres, que al ver huir a los prime-
res les siguió, y el hombre los Uevó a su
habitación. Convinieron en que el Padre
Maestro quedase en aquel piso, y los otros
dos se largasen. Vionet atóse un pafluelo
en la cabeza, en la una mano tomo una
navaja y en la otra una vara de ganade-
ro, y así transformado, cuando el barullo
de la calle hubo calmado, salió cantando
el himno de Riego, y acompanó a Mestres
a la casa paterna, calle de Tallers, donde
Mestres quedo, yéndose Vionet a otra de
un amigo en la calle Nueva de la Ram-
bla (2).
El corista Fr. Luis Sallés con otro de
nombre Antonio Creuet, vestidos de se-
glares, subieron del piso de Franciscà al
terrado, para, cruzando terrados, llegar
al de un amigo de Creuet con el cual
estaban convenidos. Pasados unos cuan-
tos terrados, como hallasen uno abierto,
le creyeron el del amigo, y se entraron
en la puerta. No lo era, y los vecinos
admitieron a Creuet, però rechazaron a
Sallés, diciendo que ya tenian bastante
con un fraile; y cerraron la puerta de
terrado. Sallés siguió hacia Ponientecru
zando terrados, en uno de los cuales halló
a Fr. Manuel Carrera y al cocinero de
convento, que llevaba en la mano una cu
chilla, y en otro terrado al Padre Lector
Molas. Carrera propuso a Sallés regre
sar a los tejados del convento, por el de
templo pasar a la parte oriental del con
vento y refugiarse en las casas que esta
ban entre el callejón del Arco y el patio
del templo. Sallés no admitió la propues
ta: Carrera la efectuo, y, como veremos
muy luego, en su realización halló la
muerte. Los que quedaren en los terrados
se tendieron en un tejado cerca de los ca-
nalones, y allí pasaren la noche. Emperò,
llegada la aurora, había que tomar un
(j) Reiación del mismo Fr. .\ntoniü Vionet
hecha en San .Vndrés de Palomar a 14 de diciem-
bre de 18S1 .
574
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
partido, y así se levantaron, y se dirigie-
ron a una mujer de una ventana pidiéndo-
le que les auxiliarà. La mujer les contesto
en mal lenguaje: «S/ voleu anar al carrer,
y>que's fotiii dalt abaix.» En castellano:
«Si quieren ir a la calle, tírense a ella».
Los pobres siguiendo su travesía de te-
rrados, Uegaron hasta uno de frente del
hospital; bajaron con mucho silencio la
escalera; hallaron la puerta de la calle
cerrada; llamaron a varios pisos; nadie
abrió màs que un Caballero del tercero;
entraron en su cuarto, y el Caballero les
dijo: «S03' liberal, però no soy bàrbaro,
»y así no apruebo el atentado de esta
»noche»; y les obsequio. Abrióselesluego
la puerta de la calle, y de una corrida los
tres pasaron al Hospital, Se les pregunto
allí si querían quedar como enfermos o
pasar a Atarazanas; optaron por lo pos-
trero, 3- colocados entre filas de tropa
f ueron conducidos de cuatro a cinco de la
manana a dicho fuerte. Al llegar a Ata-
razanas vieron en el cuerpo de guardià
un fraile herido, que Sallés creyó ser el
Padre Cels, y otro poco menos que de-
capitado (1).
Creuet pasó después a guarecerse en
casa del mu}' revolucionario Don Ramon
Xaudaró, abogado, al que mucho vere-
mos figurar antes de terminar este libro.
Allí se salvo. Cuando a los dos anos (ma-
yo de 1837) Xaudaró se vió perseguido,
guarecióse en casa de Creuet, mas, dela-
tado por un extrano a la casa, f ué cogido
y fusilado (2).
El mayor número de los que pasaron la
escalera horizontal, desde el piso de
Franciscà pararon en el terrado de la
esquina occidental de la calle del Hospital
con el patio de frente el convento. Habi-
taba el piso principal, o el primero, un
abogado o escribano, de ideas revolucio-
narias, hombre obeso y muy conocido, el
cual en esta ocasión se porto bien. Los
(i) Relación del raismo P. Luis Sallés de Bar-
celona a 30 de abril de 1880.
(2) Relación del Sr. Tintorer de is de diciem-
bre de 1882.
revoltosos le pidieron los frailes que
suponían, o sabían, estaban en su dicha
casa; mas él, poniendo por delante sus
ideas y su nombre, les dió a entender que
no los había; y así aparto a los malhecho-
res. Entretanto, por medio de una mujer,
mandó vino a los pobres frailes para que
se reanimasen. Allí, agachados en el
terrado, pasaron los frailes la noche al
calor de las potentes llamas del incendio
del templo, 3' con pavor en el corazón, de
modo que algunos se confesaron para
morir.
Cuando hubo amanecido, cuidadosa-
mente inspeccionaron el lugar y las cosas
para hallar camino a escaparse. Vieron
que en el puesto de la policia había tropa,
artilleros y urbanos del 6." batallón, y asi
pidieron a una mujer que se Uegase a ella
para reclamar su auxilio; mas la mujer,
presa del miedo, se nego a poner el pie
fuera de la casa. Entonces mandaron a
dos de ellos, y con no poca sorpresa
vieron que, Uegados a la tropa, esta los
puso entre filas, y se los llevo hacia la
Rambla. Mandaron dos otros comisiona-
dos que hablaran en nombre de todos, y
con esto fueron destacadas dos filas de
soldados, que rodearon en la calle a los
quince frailes, y les preguntaron por adón-
de deseaban ir. Estos contestaron que
al Hospital. Lleg-ados al Hospital, el Prior
dijo que acababa de recibir una orden
superior prohibiendo admitir rehgiosos,
prohibición fundada en que si las turbas
conocían que allí había frailes, invadirían
3'- turbarían la santa casa. Entonces, sea
que se diese a escoger a los religiosos
respecto del fuerte al que debiesen ir, y
escogiesen la Ciudadela, como me dijo
uno de ellos; sea que el Prior del lugar
tuviese orden de que los agustinos pasa-
ran alia, como indico otro; es lo cierto
que fueron conducidos por la tropa 3'
milicianos a dicha fortaleza. De los frailes
unos iban disfrazados de seglar, otros
con solas ropas interiores, otros con un
panuelo atado a la cabeza, Fr. Guitart
con un pie calzado y otro sin calzar,
Fr. Benet en los pies con solo medias.
LA NOCHE DEL 2% DE Jl'LIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
575
Serían de cuatro a cinco de la maiiana,
y saliendo por la puerta de la calle del
Carmen, pasaion por frente del convento
de este nombre, cuyo fuego vieron; si-
guieron por las calles de la Puertaferrisa,
Corribia, Tapinería, Plateria, Borne y
por la Explanada. Acompanabanles tam-
bién las turbas, que en algun punto
clamaren: '<matarlos, matarlos». En carn-
bio en el Borne no faltaren mujeres pia-
dosas, vendedoras del mercado, entonces
establecido allí, que los compadecieron.
El consuelo que los soldados daban a los
frailes cuando los insultes, no era otro
que decirles: «aprisa, Padres, aprisa».
El corista Benet arrastraba del brazo a
un anciano. El mayor apuro estuvo en la
Explanada, donde una turba de un cen-
tenar de hombres se echó sobre les frailes
gritando: «mataries, mataries», y hasta
hay quien dice que sonaren tires que
afortunadamente no hicieron blance. Un
piquete de caballería salide a tiempo del
fuerte ahuyentó a los revoltosos, y los
frailes pudieron salves, del cuerpo, entrar
en la fertaleza (1).
Ne dude que quien haya leído la ante-
rior relación de la suerte del numeroso
grupo de frailes salvado en el terrade
del escribano e abogado, y defendide por
su palabra y prestigio, desearA saber su
nombre. Pues bien, fué el escribano de
camara Raull, el autor del perverso
foUeto que describe en medo revolució-
nario aquella jarana, y sobre todo el que
parece mangoneó en la terrible y repug-
nanle junta del apesento de caballos
muertos de la plaza de toros jTales eran
la inecencia y la simpàtica figura de les
frailes perseguidos!
Un incidente del anterior relato falta
narrar, que fué emitide en él por no inte-
rrumpir el hilo de la historia.
Uno de los primeres frailes que pasó la
escalarà herizental fué Fr. José Benet,
(i) Relaciones del P. José Benet en Barcelona
a () de junio de 1880 y del P. Juan Guitart en
Barcelona a 20 de diciembre de 1881: ambos fuo-
ron de los de este grujjo de frailes.
quien al llegar al piso de Franciscà pidió
a esta que por Dies le salvase. La mujer
le pregunto si quería salir a la calle, mas
él contesto que antes preferia morir junto
a sus hermanes, y así subióse al terrade.
Pere he aquí que al llegar al terrade oye
gritos hostiles, y se espanta y retrocede,
y pasa etra vez el cuarto de Franciscà y
la escalera horizontal, y recorre todo el
convento, y llega a su celda, y halla allí
ladrillos, }• todavía tira uno à los de la
calle (que parece hizo blance), y atravie-
sa el core, y vuelve a la biblioteca, y
abre une de los balcenes que daban al
patio de ante el temple, y desde este
patio le pegan un tiro sin acertarle, y allí
se quita el habito y les zapates, quedando
con chaqueta de hilo, calzón certo, un
pafluelo en la cabeza, solas medias, y
pasa nuevamente la escalera horizontal,
y sube al terrade de Raull, y allí se agre-
ga etra vez a sus hermanes, con les cua-
les se salva. Tal era el atelondramiento
y pànico que se apodero de este religioso
y de otros muchos (2).
«Soy enemigo de los frailes», decía
cierto sefler a un amigo míe, «pere en
»San Agustin un fraile me dió làstima:
«estaba en muy apurada situacion, pues
»pueste en un rincón de solos unes veinte
«palmes de lugar, carecía de salida, y el
»fuege le tenia sitiade, y este fuego iba
«avanzando» (3).
Unos pocos se escendieron sobre las
bóvedas del convento, o sea entre éstas
y la armadura de la superior techumbre,
0 segiin otros testigos, sobre les mismos
tejados, de donde el calor del incendio
que se propago bajo sus pies les echó.
Entonces se cerrieron sobre una muy
alta pared en censtrucción del lado occi-
dental del convento, bastante ancha, però
aislada; donde, incendiado eledificio, que-
daren incomunicades por completo y casi
(.') Relación de cl mismo. Barcelona 24 de
marzo de 1880.
(?) Relación de D. Ramon Nivera, que oyó
aquellas palahras. Barcelona a -50 de marzo de
576
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
asfixiados por el humo. Al dia siguiente,
cuando la tropa recogió a los frailes,
para sacaries no hubo otro medio que
alargarles por una pedrada un bramante,
y por éste subirles el cabo de una cuerda,
que ellos atasen en una piedra saliente,
y que por ella luego se deslizasen (1). Los
vecinos buenos de las casas de la calle de
José Bruguera, hombre alto y flaco, al
cual yo mismo traté siendo él después
coadjutor de la parròquia de San Jaime.
Murió no viejo, y en sus últimos aiios
estaba aquejado de un temblor extra-
ordinario, efecto, quizíls, del susto del
1835.
El Padre Manuel Campderrós contaba
Acta original de la profesión de Fr. Tussell
X^o VxjO^ Perjut^ Tlussèll f/lí ieol,tL)yi y naJtLL•X^ct/L
cUj GíXxjLcl&/}^i Tuusyell DïfL•UiT, -ycL^ Th&jLe^a- Tuj
jeJJ y Coli >SCL lexiZ,htr}OL• M ix/Zgx- ij^ Lou Pcx^)L•Aj)aLU^
cd lale^Uí- iJe/S Pexí^f^a.xL/'cyUZnOL• cÍa Taux'iux.s<xj
j^tJocxt de. E)aSx^o^,fíxS oolcnnCy Pxjj/&Sío,yf-*^
t^^eZo Oloe^üLLerxUxXy íx-Dejx.P CnM^tpoic^nt^y ci' ^^^
Jbt^7ia-•>'(Sntcc:)uCL•cíCL• ^/Teymuxf.'Ve'Xjpe/ M-cx^Ju^^t^, ^jyTi P-
S A.oubSL•^ycL•VPJl.PS^PtTcz^/y^IZaLU^.'L•í^PT^'^
chty est íia/jvetiZ de HP S.AoL•LStL de BcLxJTyCL• e^i
noiiiylïocJk dc^N-KT' P íA.l•^E.ste.vcL•AaLcstL. Bel
liclnL Gcne^*-^ de^tM L• oxAjlc deyP•JLniL•ícxriS dcj
JSíPS -A^ou^tl, y de- yfos ^L•Lcce^a>uí cxt^nontcccrncnt
cnl-ixxnC^y ^LiAx^x^ ^cns oo^cL- jpxuyoxJXXy y&yy CaJ-
t&doLÍ yex>oriJ- eJfci. R&oía. cU.NP-S AcriA^fh^yir^
Oia G de. JxAtoí de. 1 793.
Robador con profunda pena los veían
caminar por la pared con un bulto bajo
delbrazo, que sin duda era el habito, y
cómo por la mananita tiraron el hato
abajo, y ellos también se hundieron, sin
que los vecinos dichos observaran el
cómo (2). Uno de estos frailes llamàbase
(i) Relaciones de muchos frailes de este con-
vento, 5' de algun vecino.
(2) Me lo diio D. Juan Cortés, que lo vió desde
su casa.
80 anos de edad, y aunque había estado
recogido en un manicomio, y que en el
tiempo en que vamos no gozaba de com-
pleta cordura, tenia, sin embargo, ratos
lúcidos; mas de todos modosno se le per-
mitía celebrar. Cuando los jó venes le
hablaban del peligro, les contestaba:
«jBah! vosotros siempre teméis, siempre
»tenéis miedo». Habitaba una de las cel-
das de los pisos bajos del lado de la calle
de San Pablo. Como consecuente loco, en
la noche del gran peligro, en lugar de
huir, se acosto. Entraron los revoltosos
1-A NOCIIE DEL 2S DE JULIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
577
y, hallàndole en la cama, le cortaron la
cabeza (1).
Junto al cenobio, se^çún arriba indiqué,
había el huerto llamado de Morlan o
Morlàns, el cual por Oriente lindaba con
el convento y por Occidente con los
patios o huertecitos traseros de las casas
de la calle de Robador. Algunos aj^usti-
nos, en los momentos del pànico, desde la
enfermería se echaron al callejón inte-
rior llamado Trají, y desde él cruzaron
la cerca divisòria que del convento divi-
dia la Huerta Morlans. Entre estos frailes
se conto el lego Fr. Pedró Tussell. Parece
que tenia en la dicha calle de Robador
un sobrino, sastre, y que intentaba saltar
al huertecito de la casa del sobrino. Pare-
ce también que en su fuga del convento
acordóse de que dejaba una onza de oro,
y que volvió atràs y la recogió, y luego
emprendió de nuevo el paso por la huerta
de Morlàns (2). Es lo cierto que alli a sa-
blazos lo mataron, un testigo dice que so-
bre la pared divisòria, otros que sobre el
cobertizo de la noria (3). El P. Mariano
Snrder, que había logrado llegar a otro
patio contiguo, y de cuya agonia luego
trataré, oía desde alli los lastimeros ayes
del lego, los golpes del arma blanca y
finalmente dos disparos con los cuales
creyó que le remataron (4). Tussell era el
refitolero de la Comunidad, y entre los
jóvenes se le apodaba por Fr. Comedias,
porque solia decir «no estoy para come-
dias>', 'iiio cstich pera comedias» (5).
Mientras los amotinados registraban la
huerta de Morlàns, Sorder oyó de entre
ellos una voz que decía: «cuidado con las
coles»: de modo que aquella noche mere-
cían màs respeto las coles que la vida de
los ministros del altar (6).
(i) Relaciones citada? del Sr. Tintorer, de
P. José Benet, del P. Luis Selles y de otros.
(2) Relaciones del Sr. Tintorer.
(í) El Sr. l'intorer dice sobre la cerca, el se
fior Carles y otros sobre el cobertizo.
(^) Relación del P. .^\ariano Sorder.
(s) Relaciones del Sr. Tintorer.
(0) Relación citada del P. Sorder.
De los que saltaron a la dicha huerta
de Morlàns dos, a saber, el Padre Mariano
Sorder y Fr. Agustin (creo V^ila), recor-
dando que el hombre que a la sazón go-
bernaba aquella huerta profesaba ideas
politicas de muy subido color, no se cre-
^•eron seguros allí, y desde ella se enca-
minaron a otra huerta contigua, trasera
de una casa de la calle de Robador, la casa
Carles. Todos hemos conocido en Barce-
lona a los tres hermanos Carles, agustino
el mayor, de nombre Gabriel, y jesuitas
los otros dos, Joaquín }• Luis, todos hom-
bres de mucho talento \' virtud. La família
Carles tenia en 1835 casa de huéspedes en
dicha calle de Robador frente la del Bea-
to Oriol, y era tildada de carlista, de
modo que poco antes del hecho que reíie-
ro sufrió un registro. El Padre Sorder y
Fr. Agustin cruzaron la cerca divisòria
de las dos huertas, ganososde refugiarse
en casa Carles; però el jefe de la família,
o padre de los chicos, estaba entonces
ausente de Barcelona, la madre quería a
toda costa amparar a los dos cuitados,
no solo por caridad y devoción, sinó por-
que su hijo mayor vestia ya el habito
agustino, bien que en un convento del
campo, y quería hacer por los de aquí lo
que otros hicieran por su Gabriel; mas
hubo un tirano que lo impidió. Uno de
los huéspedes, arrogàndose derechos que
deningún modo poseía, se interpuso y a
toda costa impidió que se abriese la puer-
ta de la huertecita. Iniitil seria reprodu-
cir aquí el dialogo de lastimeras súpllcas
de los frailes por un lado y de desapiada-
das negativas del otro, porque el tirano
persistió en su tirania. Decia a los frailes
la madre: '<Vo bien quisiera abrir: me lo
»pide la sangre, que tengo un hijo fraile,
»mas aquí hay un tirano que no meló
«permite». V no solo esto, sinó que dije-
ron que en aquella noche no estaban bien
en casa ni la madre ni los dos hijos me-
nores Joaquín y Luis, y los Uevaron a
otra del Padró, en cuyo transito de una a
otra casa oyeron el estertor del Padre
Collell, que me refirió después Joaquín.
Quedaron, pues, en el huertecito rechaza-
:í7
578
LlrmO TERCEUO. — CAPITULO DECIMO
dos los dos frailes fugitives de San Agus-
tín.
Cavilaron 3- registraron dónde y cómo
se podrían esconder, y al fin de mil angus-
tias Sorder se sumergió en el agua del
zafareche, tapàndose la cabeza con unos
pantaloncitos del nino Luis; Fr. Aguslín
se arrimo al pilar blanqueado que soste-
nia la galeria y cubrió toda su persona
con una sabana y otras piezas de ropa
sucia, de tal modo que parecía una parte
del montón de ropa para lavar.
Desde alli los dos pobres cuitados oían
a los malhechores que registraban la
huerta de JMorlàns, sus blasfemias, sus
gritos de exterminio, «aquí, aquí... allí,
»all£l... hay uno» etc; oian los lastimeros
ayes del asesinado Fr. Tussell; en fin,
veían al ojo su pròpia muerte. A lo que pa-
rece, los perseguidores, por las huellas de-
jadas en el blando suelo de la huerta Mor-
làns, conocieron la existència de Sorder y
su companero: es lo cierto que saltaron a
la huerta de Carles. No es para descrita
la agonia que entonces pasaronlos perse
guidos. Agustin esforzóse en permanecer
inmóvil, y Sorder en sumergirse màs y
màs. Por milagro del Senor ni uno ni
otro fueron descubiertos. Cuando Sorder
dicto estàs noticias, que muchas de ellas
las tengo del mismo Sorder, afiadía que
no recordaba el tiempo que estuvo en esta
situación debajo del agua, però sí que
J ^ílfilfUli /rricr
cuando elevo la cabeza sobre el liquido
para mirar como se iba apartando la fatí-
dica luz con que se alumbraban los per-
seguidores, y que tanto le hizo padecer
al acercarse, pasaban por la calle las dili-
gencias hacia la puerta de San Antonio,
lo que solia ser cerca de las tres de la
madrugada. Durante el registro de la
huertecita de Carles un malvado vecino
del piso segundo movia la cuerda del
pozo para llamar sobre el lavadero la
atención de los amotinados.
Al cabo de media hora oyeron que
pasaba caballería por la calle de Roba-
dor, y así, cre3'éndose, no sin error, que
había cesado el peligro, Sorder salió de
su bano, que había durado unas tres ho-
ras, y el cual, unido al susto, le produjo
después un muy pronunciado temblor.
Al despuntar del dia, los vecinos de la
calle de Robador se asomaron a las
galerías traseras de sus viviendas, y al
ver con honda pena a las víctimas mila-
grosamente salvadas, se apiadaren de
ellas. La puerta del huerto de Carles
continuaba, sin embargo, cerrada. Un
sefior Sala, empleado de la Audiència, se
interesó por los dos frailes, con tropa
entro en el huerto, y a las cinco de la
manana salieron de allí todos. «Fueron
»acompafiados à Atarazanas pasando por
>:la Rambla en medio de filas de soldados
>que no podían contener à las turbas.
»Estaba la Rambla atestada de hombres
»perdidos que rabiaban a la vista de los
»frailes» (1).
El Padre Mariano Sorder a la sazón
contaba 25 afios de edad: era alto de talla,
rubio de cabello, y poseía tan voluminosa
voz, que en el convento desempefiaba el
cargo de chantre.
La interesante relación de los sufri-
mientos del Padre Mariano Sorder y Fr.
Agustin la escribo valiéndome de las
circunstanciadas noticias procedentes de
boca de los mismos actores. En los últi-
mos aflos de su vida, Sorder, ciego 3'a,
dicto sus datos a mi discípulo Don Fran-
cisco Marco, vicario de Villafranca del
Panadés, quien me los transmitió. Oi de-
tenidamente a mi maestro de Teologia,
después, como escribí, jesuita, el Doctor
y Padre Don Joaquin Carles; y oi repeti-
damente a varios agustinos de este Con-
vento, enteradísimos de los hechos, de los
muertos, de los heridos, de los escapados
con vida; en fin, de todo. Mi relación es,
(i) Relación del mismo P. .Mariano Sorder
hecha en \'illafranca. — Relación de D. Joaquin
Carles en Barcelona a 19 de abril de 1880. — Rela-
ciones varias de D. José Tintorer. — Las postreras
palabras, entrecomadas, son de Sorder.
LA NOCIIE DEI. 2Í DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
579
pues, la verdad. Don Víctor Balaguer
pretende describir estàs escenas que dice
él mismo vió desde su casa. Inserto aquí
íntegra su relación para que el imparcial
juzgue de la veracidad de tal escritor.
«Nosotros presenciamos de ella la parte
»mas tràjica desde la galeria de nuestra
»casa y con todo el horror que nos inspi-
»ró vamos à referiria.
»Es preciso decir primero que el con-
»vento de San Agustin ocupaba una vasta
»estension de terreno entre la calle de
»San Pablo y la del Hospital, en la que
»estaba — y aun esta, — la fachada.
»A los clamores del pueblo que rugia
»ante sus puertas incendiadas, los infeli-
»ces frailes, despavoridos y asustados,
»decidieron apelar a la fuga, fuga difícil
»y peligrosa atendida la situacion del
»edificio, cercado de casas cuyos vecinos
«podian ser adictos al movimiento.
»Reuniéronse todos los religiosos en el
»refectorio para deliberar, y espusiéronse
»de prisa y atropelladamente algunos pa-
»receres. La cosa urjía. Oian los gritos y
»sentian el calor de las llamas.
»De pronto sonaron terribles golpes
»que fueron A despertar todos los ecos
»del convento. Era que algunos hombres
«echaban abajo una puerta lateral con
»objeto sin duda de penetrar en el edificio
»y asesinar A sus moradores.
»Los frailes, de palidos se volvieron
«lívidos y, sin entretenerse A deliberar por
»mas tiempo, presa del terror mas inven-
»cible, desbandàronse por el convento
»buscando do huir ó do esconderse.
»La mayor parte se precipito en la Bi-
»blioteca. Las ventanas de esta caian à
»un patio, al otro lado del cual se elevaba
»una casa particular. Una de las venta-
»nas de la Biblioteca estaba frente à otra
»que daba luz a la escalera de la casa.
»Con la ríípida lucidez de pensamiento
»que dan a ciertos hombres las situacio-
»nes apuradas, un religioso vió en aque-
»llo'un medio de salvacion, y se lo propu-
»so A sus compafíeros.
«Trat.lbase de poner una viga ó tabla
»entre las dos ventanas apoyàndola en
»sus antepechos y pasar del convento à.
>'\a casa.
»Aventurado era el medio, però la oca-
»sion no permitia la duda.
»Uno tras otro, diez y ocho frailes, à
»caballo sobre la viga, atravesaron el
»patio A una altura inmensa del suelo,
»pasando con ausilio de una frajil tabla
»por encima de un verdadero abismo.
«Llegaren de este modo A la escalera,
»pero, y allí? qué hacer? dónde huir?
»dónde refugiarse?
>'[]n vecino de la casa, A quien le habia
»parecido oir rumor en la escalera, abrió
»la puerta de su habitacion para cercio-
»rarse. Júzguese de su asombro al ver A
»diez y ocho frailes que cayeron A sus
»piés, pàlidos, medio muertos, plegadas
»las manos. Nada le dijeron, però todo lo
»comprendió.
»Era un hombre honrado. Hízoles subir
»íl la azotea en silencio y abrióles la
»puerta de una espècie de palomar donde
»todos se precipitaron bendiciendo à su
«salvador.
»Allí pasaron la noche aquellos infeli-
»ces en mortal angustia, en terrible con-
»goja, esperando a cada momento ver
«abrirse la puerta y precipitarse sobre
»ellos una bandada de asesinos.
»Afortunadamente no sucedió así y
»pudieron salvarse al dia siguiente.
»En el interin, aquellos de sus compa-
»fleros que habian buscado la salud por
»otro lado, se veian aun en mas inminen-
»te peligro.
»A espaldas del convento corria una
»especie de callejuela reservada solo para
»uso de los frailes, y una simple pared
»separaba esta callejuela de los jardines
»y huertos de las casas inmediatas.
»A1 abandonar los religiosos el refec-
»torio en completa fuga, algunos inten-
«taron huir por este lado, però como el
«incendio les impedia atravesar el claus-
uro para alcanzar la callejuela, decidie-
»ron bajar a ella desde una de las venta-
»nas del primer piso con ausilio de una
«cuerda.
«Hiciéronlo así en efecto.
580
LIBRO TERCKRO. — CAPlTUr.O DKCIMO
»Siete ú ocho se dejaron deslizar por la |
»cuerda .
»La puerta que à hachazos estaban
»derribando los incendiarios, habia ya
».caido à sus repetidos golpes, y un grupo
»de hombres armados acababa de invadir
»el convento.
»Los desgraciados monjes, que oian
»cerca los pasos y voces de sus asesinos,
»se daban prisa a huir. La cuerda cortaba
■^las manos de los religiosos y estaba por
»lo mismo llena de sangre.
»Mientras que el ultimo fraile bajaba,
»la cuerda se rompió. El infeliz, caj^endo
»desde bastante altura se dislocó un bra-
»zo y un pié. No obstante ni un ay salió
»de sus labios.
»Unos fuertes aklabonazos y clamores
»sonaron entonces.
»Eran los incendiarios que, temiendo
»que los religiosos se escaparan, llama-
»ban à las casas para asegurarse de la
»verdad de sus sospechas.
»Los frailes que se hallaban en la calle-
»juela reunidos en un grupo junto à su
sherido companero, à la proximidad de
»aquel nuevo peligro se desbandaron en
»todas direcciones.
»Solo un lego se quedo junto al caido y
«ayudóle a ponerse en pié \' à saltar una
»tapia para llegar à un huerto publico
>jque se estendia junto al edificio.
»En el momento en que los dos fugiti-
»vos acababan de saltar la tapia, la puer-
»ta del huerto se abria para dar paso a
»una porcion de hombres armados que
»iban à apostarse allí con objeto de que
»no pudiera escaparse ningun religioso.
»Los infelices viéronse perdidos.
»— Huye, huye y abandóname!— dijo el
»herido al lego.
» — Silencio! — contesto este.
»Hallàbanse junto a una espècie de
»cobertizo bajo el cual habia un vasto
»lavadero publico. El lego hizoacurrucar
»al herido cerca de uno de los poyos que
»sostenían el cobertizo, inmediato a un
»montón de piedras que podia robarle à
»las miradas, encargóle que reprimiese
»sus dolores, que suspendiese hasta el
»aliento, y en seguida de haber alli dejado
»al fraile, se precipito él con todo el
»tiento posible en el lavadero sumerjién-
»dose en el agua.
»Por mucho cuidado que pusiese, algun
»ruido se oyó sin embargo, pues que uno
»de los asesinos volviendo el rostro.
«—01a!— dijo,— parece que hay ranas
»en aquel lavadero.
»— Por qué lo dices?— le pregunto otro.
»— No sé, però se me ha figurado oir
»ruido y juraria que hay ranas... y ranas
»con habito, que es mas.
» — Estaremos a la mira, --contesto el
»segundo que habia hablado.
»— Con el fusil preparado.
»Y en efecto, dispuso el arma homicida.
»A1 cabo de algunos minutos salió el
»tiro.
»— Qué es eso?— le dijeron sus compa-
»neros.
»— No decía yo? He visto asomar una
»cabeza por entre el agua del lavadero.
» — Yamos a registrarle,— esclamaron
»algunos.
»— No, mejor serà esperar. Si hay en
«efecto alguna rana con habito, como
»dice el amigo, y este primer tiro ha sido
»inútil, no tardarà en volver à sacar la
»cabeza para respirar, y entonces fuego
»en ella todos juntos. Serà mas entrete-
>^nido y mas curioso.
»La idea fué aprobada.
»Todos prepararon sus fusiles y fïjaron
»su àvida vista en el lavadero.
»A los pocos instantes, el lego volvió à
«sacar la cabeza fuera del agua para
»llenar de aire sus pulmones.
»Tres ó cuatro silvadoras balas fueron
>à morir en el agua.
»Siguióse un momento de silencio.
»E1 lego volvió à sacar la cabeza al
»poco rato.
»Las balas silvaron de nuevo, però esta
»vez ya con distinto resultado, pues que
»sonó un gemido profundo, el agua se
»agitó y una esclamacion de triunfo salió
>vde boca de los asesinos.
>: — Hemos dado en el blanco!— gritó
»uno.
I.A NOCÍIIC DEL 2t DE JL'LIO DEXTRO DK LOS CLAUSÏROS
581
»— No volverà à sucar ki cabeza,—
»anadió otro.
»En efecto, los bdrbaros habian asesi-
»nado al pobre lego.
»— Qué vais à hacer ahi?— esclamó uno
»viendo a otro que paso a paso como un
»reptil se iba acercando al lavadero
»introduciéndose bajo el cobertizo.
»— Me ha parecido que alíjo se removia
>:'Por aquí cerca a nuestros tiros,— con-
»testó el interpelado. — Soy hombre que
»tengo buen olfato y apostaria mi cabeza
Ȉ que anda por ahi algun otro fraile.
»Reuniéronsele sus camaradas, regis-
»traron juntos y no tardaron en ballar
»al pobre Agustino herido que, viéndose
»perdido, habia hecho un esfuerzo para
»ponerse de rodillas. Ya que no podia
»evitar à los asesinos, habia al menos
»querido que le hallasen de rodillas y
»rezando.
»— Ya le tengo!— gritó el primero que
»se habia adelantado cojiendo al fraile
»por el cuello.
»Diferentes voces sonaron entonces.
»— Hiérele!
»— Matale!
X — Arrojémosle al agua.
»— Quemémosle vivo.
» — No, mejor seríl fusilarle.
»— Y aun mejor, matarle a palos.
»— Que nos diga primero donde esVAn
»los fanàticos sus compaiieros?
»— Sí, que lo diga.
»— Dí, fraile, donde se han refugiado
»los otros?
»E1 infeliz no contesto. De rodillas en-
»tre aquel grupo de hombres frenéticos,
»el religioso, pAlido però sereno, conti-
»nuaba rezando en voz baja.
» — No quieres hablar, fraile?— dijo una
»voz.
»Tampoco contesto el Agustino.
»Entonces uno de aquellos infames—
«infames ante el cielo y ante la tierra —
»se adelantó y le dió con la culata del
»fusil un terrible golpe en la cabeza.
»— lesus Dios mio!— murmuro cayendo
»en el suelo el religioso.
»— Con que no quieres hablar, tunante?
>'— gritó otro de aquellos hombres con
»voz enronquecida.— Oh! pues yo he de
'^hacerte hablar mal que te pese. Donde
«estan los otros, di?
>'Y le dió un bayonetazo en el vientre
j^acompaflando su accion con una blas-
«femia.
»— Jesús Dios mio!— repitió el mariir
»diri)iendo los ojos al cielo con sublime
»espresión.— Jesús Dios mio! — esclamó de
»nuevo con v^oz dèbil al sentir la punta de
»un sable que rasgaba sus carnes.
«Entonces aquella turba de caribes se
»cebó en la víctima que ya espirante veían
Ȉ sus pies.
«Todos quisieron darle un golpe, todos
»una punalada.
«Acabaronle à culatazos, a sablazos, ú.
«bayonetazos, en medio de las mas viles
»carcajadas, de las mas horrendas im-
«precaciones.
«Aquellos no eran hombres, eran
«hienas.
«Oh! f ué una escena espantosa, horrible!
>;Como no tragó la tierra à los asesinos?
«Cómo el cielo no fulmmó un rayo contra
«los miserables?...» (1).
jCuàntos errores en tan cortas, digo
mal, en tan ampulosas y mal poetizadas
lineas! No los repetiré ni los seflalaré,
que ya después de mi relato, calcado
sobre la palabra de los mismos actores
de la tragèdia, quien leyere fàcilmente
los reconocera. Permítaseme solo fijarme
en el religioso del lavadero. Todos los
agustinos del convenlo de Barcelona por
mi interrogados, que no fueron pocos,
todos me hablaron del Padre Sorder
como sumergido en el agua. De ningún
otro mentaron tal circunstancia. Después
del atentado reunidos en los fuertes, v
(i) d. \'iclor publico esta relación en Los
fraites y sus convenlos. liarceloiia iSji, tomo 11,
pàfís. -)03 y siguientes; en Las calles de tícirce-
lona. ïiarcelon•x 186;, tomo I. pàgs. de 555 a
?ç(); y en Las ruinas de Poblet. Madrid 188;,
pàgs. ?oi y sifíuientes. Siempre la reproduce con
las mismas palabras. Inútil es decirquc también
viene en la edición de sus obras completas.
582
LIBRO TERCERO. CAPITULO DFCI.MO
mas tarde viviendo en Barcelona en con-
tinuo trato, inquirieron y mutuamente se
narraron todas las peripecias de aquella
nefasta noche, y las conocieron hasta el
ultimo pormenor; y, repito, ni uno solo
tuvo noticia de dos sumergidos en agua
de un zafareche: todos me hablaron de
uno solo; de donde no queda duda que el
fraile al cual Balaguer mata en el lavade-
ro, es, sin mediar milagro, el mismísimo
Padre Mariano Sorder que muy después
explico el hecho a mi enviado en Villa-
franca del Panadés. jY si tal pasó con
Balaguer en lo que dice vió, qué sucederA
en lo que no presencio!
Però dejemos los innumerables dislates
de Balaguer y volvamos al convento y
sus religiosos. Uno de ellos, lego, salto
«también al huerto de Morlàns, e, ignoro
si en éste o en el de Carles, o en otro
vecino, escondióse, tendiéndose en un
surco de la tierra entre las altas filas de
berenjenas. Así pasó la tempestad sin
ser visto, y se salvo (1), quizà porque los
amotinados respetarían la incolumidad
de las berenjenas.
El cuerpo de edificio que en la calle del
Hospital media entre la del Arco de San
Agustín y la plaza del convento estaba
formado por dos casas. La de la esquina
del Arco en la tienda tenia una drogue-
ria, cuyos duenos habitaban el primer
piso. Otro de los altos lo ocupaba una
mujer, manceba que fué de un hombre
que la dejó heredera, y un hijo de ella,
y cuyos nombres por caridad me callo.
La casa de la esquina del patio o plaza del
templo, pròpia del convento, en el pri-
mer piso tenia al senor Mirambell, abo-
gado, y en el segundo a un liberal exal-
tado. El corista Fr. Manuel Carrera, dià-
cono, parece estaba convenido con el
liberal exaltado del piso segundo de esta
casa en que aquél le acogería en su ha-
bitación. En los primeros momentos de
espanto y confusión, Carrera propuso a
Fr. José Benet subir al campanario y
(i) Relaciones del Sr. D. José Tintorer, ya
citadas.
desde allí, por medio de las cuerdas de
las campanas, bajar al terrado de Miram-
bell (2); però, sin duda, por el pronto
desistió de su idea, y pasó la escalera
horizontal, y subió a los terrados, pues
en uno de estos le encontró, como escribi
arriba, Fr. Luis Selles. También a Selles
propuso Carrera pasar a los terrados de
las casas del lado oriental de la plaza del
templo, y tampoco Selles admitió la idea;
mas él la realizó unido con el lego Bue-
naventura Güell, que era el campanero:
llego a los dichos terrados, y allí fué reci-
bido a sablazos, según unos, o a hacha-
zos, según otros, 3' horriblemente muerto.
Se dijo que se le cortó la cabeza, y que
fué echada a la calle (3), y opino que
de Carrera seria también el pie que un
testigo, como dije arriba, halló en la
misma calle (4). La sangre mano por el
canalón (5). Vió el asesinato el mozo
del campanero, quien sin duda después
lo refirió. El vecindario contaba que
el agresor fué el hijo de la mentada mu-
jer amancebada (6), joven de 16 a 18 anos
.de edad. El castigo de Dios no se hizo
esperar: el mismo afio de 1835 este joven
atravesaba por diversión en una lancha
de vela el puerto, sopló repentinamente
una racha de viento, volcó la lancha, y el
chico murió ahogado (7).
El companero de Carrera, Buenaven-
(j) Relación del mismo Fr. José Benet, cit.
(?) Son muchos los testigos que explican el
asesinato de Carrera en dicho terrado. Que le
cortaron la cabeza me lo dijo el P. Juan Guitart
en Barcelona a 20 de diciembre de 1S81.
(^) Capitulo IX, articulo 5.° de este libro.
(s) Relación cit. del P. Antonio Vionet. — Re-
lación cit. del P. Luis Selles y relación de un
senor que vió manar la sangre.
(6) Relaciones de dos vecinos, cuyos nombres
me callo por no comprometerlos.
(7) Relación de uno de estos vecinos.
LA NOCHE DEL 2Í DE JULIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
583
turu Güell, al ver el mal trato dado a
aquél, retrocedió. Los que dicen que, para
pasar al terrado, Carrera bajó desde el
campanario deslizàndose por las cuerdas
de las campanas sacadas fuera, afiaden
que Güell, al presenciar la agresión con-
tra su companero, subió, a pesar de su
obesidad, otra vez por las mismas cuer-
das al campanario. Es lo cierto que se
salvo, y que paro, como los demas frai-
les, en Montjuich; mas, una vez libre, se
dirigió a su tierra, y en el camino de Cer-
vera el mismo tartanero le mató (1).
Fr. Serdi, enfermero del convento,
hombre de unos sesenta afios, a la sazón
se hallaba enfermo en cama. Entrades
los amotinados en la enfermería, le que-
maron con la cama. Doy esta noticia no
sin alguna duda, fundada en que de los
muchos agustinos por mi interrogades
solo uno me hizo mención de este hombre
y de este hecho; però como, por una parte,
quien lo mento era persona sensata, y
dió tantas circunstancias de la víctima
y martirio; y, por otra, es casi imposible
que en una Comunidad de setenta reli-
giosos no se contarà algun enfermo en
cama, me decido a insertarla (2). Sin em-
bargo por razón de la duda no escribí a
Serdi en la lista de la Comunidad.
El lego Fr. Pedró Vilanova, en los pri-
mèros momentos del ataque, busco su
salvación entre los muertos, pues con
gran esfuerzo levantó una losa de una
sepultura del templo, y ocultóse en esta.
i\Iuy grande fué su mortal angustia al
notar el incendio 3- sus derrumbamientos.
Ignoro cómo escapo del apurado lance,
però sí que salió con vida (3).
Entrados los incendiaries en el patio
de ante el templo, pusieron fuego en la
puerta principal de éste, desde la cual
prendió en el cancel y del cancel al coro.
Incendiaren el gran retablo mayor, del
(i) Relaciones cit. del 1'. Josc Bonet y seiinr
Tintorer.
(2) Relación del P. D. Juan Guitart. En B.ir-
celona a 20 de diciembre de iSSi.
(?) Relación citada del P. D. Josc Benet.
estilo del de Belen, cuyo titular, San
Agustin, medía treinta y des palmes de
longitud o estatura. Cuando a las dos
de la madrugada del 26, consumides per
el fuego los apoyes de la gigantesca ima-
gen, esta se desplomo, produje un estre-
pitoso ruído, oído hasta del otro lado de
la plaza. Prendió el fuego en el crucero,
y opino que también ardió el retablo late-
ral, próximo al crucero del lado de la
Epístola del templo. Las tribunas o trifo-
rium estaban defendidas por grandes
celosias y adornes demadera, y tampoco
dejarían de quemar. De todos modes, con
tante combustible, el fuego de San Agus-
tin alcanzó proporciones colosales. Por
la cúpula y bóvedas brotaban con fúria
infernal al exterior las llamas. La techum-
bre, si bien ne cayó, se calcino, de mode
que, al querer restaurar el temple, se
tuvieron que mudar algunes arços, y la
reapertura para parròquia se tuvo que
retardar hasta el abril de 1839, cuando las
demas parroquias nuevas de conventos
se abrieron en el otofio del mismo 1S35.
El fuego de San Agustin fué horroroso.
En el centro de la bóveda, en el crucero,
lucía un rico florón derado: cuando el
fuego hubo aflojado los hierros que lo
sostenían, cayó, quedando convertido en
una descomunal ascua (4).
Los sicarios, desde el templo, entraren
en la sacristía, y de esta en el conven-
to (5). La magnífica sacristía ardió, que-
mandese la hermosa còmoda y otros
adornos. Atesoraba esta dependència una
riqueza de utensilios e indumentos inmen-
sa, entre aquéllos dos calices colosales.
Los había de oro, pues allí abundaba este
precioso metal. En los primeros momen-
tos del ataque no se robo, según unos; se
robo, según otros, en aquella pieza (6),
noticia que deberían apuntar los apolo-
(4) Relación de D. Juan Serra, zapatern que
vivia enfrente del convento en la entrada de la
calle de Jerusalén. Barcelona ó de junio de iSSo.
(s) Relación de D. José Tintorer. Calella 25
de septiembre de 1895.
(6) Relación cit. de D. Juan Serra.
584
MHUO TEltGERi). — CAPITULO DliCI.MO
gistas de aquella revolución, tales como
Don Francisco Raull, quien, con vivir con-
tiguo al convento agustino, escribe, sin
duda por no dejar de mentir ni en esto,
escribe, digo: «No animaba en manera
«alguna A sus contraries (de los frailcs)
»la esperanza del pillaje, porque lo que no
«devoraron las llamas se encontró intacto
»en las iglesias y en las celdas» (1). Que
hoy se robaria màs, es indudable; que los
directores de la asonada no querían el
robo, lo creo verdadero; però que en-
tonces no se robase, es falso; y, sobre
todo, si no se robo en San Agustín, harto
se saqueó en otros conventos, como en
San José. Ademàs, en los dias siguientes
el robo Uegó a grado escandaloso.
También el convento o habitaciones
participo de las llamas en la parte de la
calle de San Pablo (2). Así, cuando el
Estado vendió el convento, la escritura
de venta, fecha a 12 de agosto de 1S40
ante el notario de Hacienda Manuel Cla-
villart, empezó con estàs palabras: «Sépa-
»se que.... de resultas del incendio y
»devastaciones que sufrió en 1835 el su-
»primido Convento de Agustinos Calza-
»dos de esta Ciudad, quedo el edificio en
»un estado muy ruinoso....»
El dia siguiente a la noche nefasta, a
eso de las nueve de la manana, un enton-
ces nino, hoy (1908) todavía vivo, acudió
a la calle del Hospital, y halló intercep-
tado el paso frente del templo de San
Agustín por fuerzas de caballería, lo
mismo que lo estaba en la de San Pa-
blo (3). Por lo mismo no pudo ver directa-
mente el fuego, però vió la inmensa
humareda, y oyó el retumbar de los hun-
dimientos producidos por el fuego. En el
acta de la sesión del Ayuntamiento del
1.° de agosto, es decir, de seis dias des-
pués del incendio, se lee: «Ha entrado el
»seiïor Delegado de Policia y ha espuesto
(i) Obra cit. pàg. 54 de la primera ediciún. y
35 de la segunda.
(2) Relaciones de varios frailes de esta casa.
(3) Relación de D. Manuel Serra en Barce-
lona a 1 3 de octubre de i8o4-
»que el fuego había aparecido otra vez en
»el convento de San Agustin, y que este
»incidente podia trastornar el orden, en
»cuya virtud se ha dispuesto que pase el
»arquitecto Don José Mas para apagar el
»fuego con losbomberos, dando comision
»al efecto al Sor. Don Rafael Vallde-
»juli...» (4). Hay quien me dijoqueen San
Agustin el fuego duro quince dias, termi-
nando por la parte del callejón del Arco
del mismo Santo (5), Custodiàronlo duran
te estos quince dias guardias nacionales,
y su custodia consistió en un gran roba-
torio. Fuera resultado del de la primera
noche, sea de éste, se dijo que se vieron
mujeres vestidas con ornamentes sagra-
des (6).
El convento había reunido una muy
respetable cantidad, que se hace subir a
30,000 duros, para con ella terminar la
fachada, la que debía ostentar dos torres
campanarios. «La autoridad se apodero
»de ella. Reclamada después se nos con-
»testó que se había empleado en la manu-
»tencion de los frailes en los dias del
»encierro que siguieron al incendio» (7).
La verdadera cuantía del dinero de que la
autoridad se apodero en San Agustín, la
sabremos adelante al leer en este libro
las actas de las sesiones del Municipio y
de sus comisiones.
Segtin una carta de un lego, carta qüe
se conserva hoy en el archivo del con-
vento de Calella, al huir del convento
Fr. Tauler, el procurador, en aquella
horrenda noche se dejó en su celda 12,000
libras, o sea 6,400 dures, en dinero, «los
»cuales legró recuperar cuatro dias màs
»tarde por la mediación del masovero de
»la Torre del Pla, si no estoy equivocado
»y otro sefíer». Así me escribe el R. Padre
Prior de Calella, y yo afiado que juzgo
que no se equivoca en cuanto a la perso-
(4) Archivo municipal de Barcelona. — Acuer-
dos. Segiindo semestre. i8j$. Fol. 584.
(5) Relación del maestro de obras D. Pedró
Subiranas en Barcelona a 2Ó de enero de 1883.
(ó) Relación citada del P. D. José Benet.
(7) Relación citada del P. D. José Benet.
LA N-OCHE DEL 2S DE JL'LIO DENTRO DE LOS CLALSTROí
5S5
na, )'a que, según vimos arriba, Tauler
en los primeros momentos de la fuga se
refugio precisamente en la Torre del Pla.
En lo que cabé duda es en que la comuni-
dad, o sea Fr. Tauler, pudiese recobrar
tanto dinero después de cuatro días de
saqueo de la casa; y dinero sonante, no
billetes, que entonces no se conocían.
ARTICULO OCTAVO
NUESTRA SENORA DEL CARMEN
DE CALZADOS
Comencemos, como en los demàs artí-
culos, con la resena de la Comunidad, en
cux-os frailes hallarà por ventura el lec-
tor deudos o amigos de sus mayores.
SACERDOTES
M. R. P. Maestro Fr. Francisco Cels y
Foraster, natural de Barcelona, de 65
anos de edad, que a la de Ió profesó en
Barcelona a los 6 de julio de 1786. En su
orden ahora Viceprovincial.
R. P. Maestro Antonio Gener y Roca,
natural de Tàrrega, que nació en 17 de
euero de 1781, y profesó en Barcelona a
los 18 de enero de 1797. En su profesión
firma Antón Gené, però des-
pués, en 14 de mayo de 1832, en
e\ Llibre de Resolticions firma
Antón Gener, Prior. También
con los aflos cambió su letra,
pues en la profesión se ve la
mano inexperta del niiio (tenia 16 aüos)
y en la del acta de 1S32 la del literato que
hasia ha aprendido u escribir mejor.
Ahora en 1835 era el Prior.
Cuando en 1861 el Padre Gener entregó
su alma a Dios el Bolet t'n oficial eclesids-
tico de Barcelona escribió de él las si-
guientes lineas:
«El dia 15 de este mes ( encro de 1861)
»ha fallecido en esta ciudad el R. P. An-
»tünio Gener, religioso exclaustrado del
»Carmen Calzado. Nació en Tàrrega,
«obispado de Solsona, en 17 de enero de
»1781. Se ordeno en el ano 1805. Desem-
»penó en su Religion el cargo de Lector
»por muchos anos. Cuando la exclaustra-
»cion, en 1835, desempeiïaba el cargo de
«Prior en su convento de esta ciudad.
í/i c/?^^
»Durante la exclaustracion ha ejercido
«por muchos aiios el oficio de Capellan y
«Director de monjas en el convento de
«Carmelitas calzadas de esta ciudad.
«Religioso y sacerdote ejemplarisimo se
«había hecho estimar de todos cuantos le
«trataron. Su muerte ha sido corres-
«pondiente à su vida, la de un justo.
»(R. L P.)»(l).
R. P. Luis Nadal y Pi, natural de Bar-
celona, que a los 16 anos de edad, a 20 de
mayo de 1819, profesó en Barcelona.
Ahora Subprior.
R. P. Miguel Masoliver, natural de
Camprodon. Maestro de novicios.
^ jíficAa.e/ yfítxjoí'-^c^X- ^AoJj'ífO-'í^'^ 2(C
'íífin
R. P. Hipólito Dulcety V'iguer, natural
deSan Hipólito de \^oltregà, quien a los
17 anos profesó en Barcelona a 27 de
agosto de 1775. Ahora confesor de las
monjas Carmelitas calzadas.
R. P. José Avella }• Canals, de Barce-
lona: nacido en 24 de enero de 1777, y
profesado en Barcelona a 21 de marzo de
1793.
(6) Üoletin oficial eclesidstico del Obispado de
Barcelona. — Número del sàbado lo de enero de
1 86 1, pàg. ^t<.
586
LIIJRO TEUCICIÍO. CAPlTcJl-O DKCl.MO
R. P. Elías Raset y Morató, de Barce-
lona, profesó en Barcelona a la edad de
16 anos en 23 de julio de 17.SÓ.
R. P. Salvador Casabó y Font, de Bar-
celona: profesó aquí a los 18 anos de su
edad en 11 de julio de 1794.
R. P. Luis Fàbrega y Sala, de Olot;
profesó en Barcelona a 22 de mayo de
1796 a los 16 afios de su edad. Ahora
ciego.
R. P. José Pujol y Vila, de la Pobla de
Ordis; profesó a 6 de mayo de 1798.
Aunque conventual de Olot, ahora se
hallaba en el convento de Barcelona.
R. P. Francisco Perramon y Ballaró,
de Manresa, quien a los 16 aíïos profesó
en Barcelona en 30 de enero de 1804.
R. P. Juan Farré y Sobranes, de Léri-
da, el cual a los 16 anos profesó en Bar-
celona en 21 de septiembre de 1819.
R. P. Pedró Sunyer; profesó en Gerona
a 15 de malyo de 1825.
R. P. Jaime Roig; profesó en el Colegio
a 12 de julio de 1826.
R. P. Sebastian Grimau; profesó en
Valls a 12 de julio de 1825.
R. P. José Vallosera y Ros, de Olot; a
los 18 anos profesó en Barcelona en 9 de
octubre de 1826.
R. P. Magín Sarró y Sanmartí, de Man-
resa; profesó a los 16 afios en Barcelona a
9 de octubre de 1826.
R. P. Jaime Cabestany y Bellart, de Ro-
cafort, quien a los 17 anos de edad pro-
fesó en Barcelona en 12 de enero de 1829.
R. P. Narciso Feliu.
R. P. José Blat.
R. P. José Serra.
R. P. Pedró Nonó.
R. P. Eudaldo Surroca, de Barcelona,
Contralto de la capilla de música.
R. P. Esteban Iglesias.
R. P. Joaquín Sola y Plana, de. Olot,
quien a los 17 aflos profesó en Barcelona
a los 10 de diciembre de 1827.
R. P. Jaime Cabestany.
R. P. Miguel Ferrer.
R. P. José Barcons, de Olot.
R. P. José Codinach.
R. P. José .Solà.
Fr. Francisco Poleti y Llorens, de Bar-
celona, quien a los 16 anos de edad pro-
fesó en Barcelona en 12 de julio de 1830.
Fr. Francisco Danès y Roda, de Olot,
quien a los 21 aflos de edad profesó en
Barcelona a 12 de diciembre de 1833.
Fr. Bernardo Sostres y Pijoan, de Man-
resa, quien a los 19 anos de edad profesó
en Barcelona a los 4 de abril de 1834.
Fr. Francisco Coch y Camps, de Cam-
prodon, quien a los 16 afios de edad pro-
fesó en Barcelona a los 4 de abril de
1834.
Fr. Severino Vergés y Ribas, de San
Pedró de Torelló, quien a los 20 anos de
edad profesó en Barcelona en 4 de abril
de 1834.
Fr. Ramon Bruguera y Pujol, de San
Hilario, quien a los 19 afios de edad pro-
fesó en Barcelona a 4 de abril de 1834.
^
'P(M4
ueíO-'
Fr. Fx-ancisco Baulenas y Torrent, de
Manlleu, quien a los 17 anos de edad
profesó en Barcelona a 4 de abril de
1834.
Fr. José Blanquet y Serrat, de Cam-
prodon, quien a 16 aflos de edad profesó
en Barcelona en 4 de abril de 1834.
Fr. Isidro Devant y Ullastre, de Cas-
tellgalí, quien en Barcelona a 4 de enero
de 1835 profesó teniendò 16 anos.
Fr. Mariano Vidal.
LEGOS
Fr. Juan Rupit y Pàmies, de la Selva
del Campo, quien a la edad de 28 aflos
profesó en Barcelona en 3 de octubre de
1803. En 1835 estaba decrépito.
Fr. Francisco Caval y Rius, de San
Martin de Maldà, quien a los 23 anos de
LA NOCIIE DEL 25 DE JL LIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
587
edad profesó en Barcelona a los 12 de
junio de 1826. Era el cocinero del con-
vento.
Fr. Simeón Sarret y PalIAs, de San
Martí de Malda, quien a los 22 anos de
edad profesó en Barcelona a los 12 de
junio de 1826. Era el despensero.
Fr. Pedró Martí y Figarola, quien a
los 30 anos profesó en Barcelona a los 21
de septiembre de 1829.
Fr. Pedró Ferrer.
Fr. Joaquín Rosell.
Fr. Antonio Pallarols, dementeen 1835.
Fr. Ramon Jou.
Fr. Juan Grimal y Prats, del Pont de la
Armentera.
Fr. Manuel Teixiner, portero del con-
vento en 1835 (1).
El estado del animo de los habitantes
del convento del Carmen quedo ya mani-
festado en el articulo 1." del capitulo VIII
de este libro; mas como el texto del cual
tomé las noticias viene tan clavado a este
luçar en que trato de los sucesos del
interior del claustro, no quiero resistir a
la tentación de volver a copiarlo, y aun
su continuación. Así me escribió el Padre
José Barcóns y Saderra, modernamente
Provincial de Carmelitas, en 1835 simple
religioso: «Venia una persona conocida
»al convento, é inmediatamente los reli-
»giosos le preguntaban: cQué hay de
»nuevo? Unas personas decian que nos
»iban à quemar; otras a degollar; otras
»que nos iban a arrastrar por las calles;
»otras que nos Uevarian à Amèrica en
(i) He formado estàs listas con las de los pa-
saportes librados por la autoridad a los frailes al
salir estos de los luertes. con las relaciones ora-
Ics, y con el libro de hàbitos y profesiones del
convento. Las primeras se hallan en el .Vrchivo
municipal de Barcelona en el libro Acuerdos.
j." semestre. iSjy. — El libro de hàbitos y profe-
siones en la sala de manuscritos de la Biblioteca
provincial-universitaria. — Para aclarar si el Prior
F. Antonio Gener es el mismo .Kntón Gené que
profesó en 1707, he consultado muchos documen-
tos: y soltadas las dificultades, resulta evidente
que es uno mismo.
»buques malos, etc, etc... Esto era fàcil
»de creer por los muchos insultos que
«recibíamos en las calles, ya de palabras,
»ya de piedras, ya de tronchos de coles...
>'Estas noticias ya de las personas de
»bien que las comunicaban, ya de los
^mismos religiosos que las presenciaban,
>:'ya del Gobierno que las dejaba impunes,
»eran creidas de toda la comunidad, que
»como una chispa elèctrica se comunica-
»ba de unos en otros en el grandioso con-
»vento del Carmen, quedando todos desa-
»zonados perdiendo unos el color de la
»cara, otros las ganas de comer, en fin
»todos enfermaban. Así pasamos un mes
»como Dios quiso, oyendo cada dia las
»exhortaciones de los Superiores que
«aconsejaban que no solo perdonàsemos
»à nuestros enemigos, sinó que los enco-
«mendasemos à Dios.
»Finalmente vino el dia tan deseado
»por la Revolucion, sàbado 25 de julio del
xantedicho aüo de 1835. Por la mariana
»salió el cocinero à. la compra, }■ despues
»de muchos y vaiiados insultos, encontró
Ȉ uno que llevaba una olla Uena de un
»liquido humeante, quien con insolente
»sarcasmo le dijo: ;Fraile, Fraile! esto
Siservird para quemaros esta noche.To•
»dos estos y otros muchísimos insultos
»sutridos por los religiosos eran golpes
»mortales para la pobre comimidad: en
»una palabra era un continuo morir. Però
»aun alarmaban mas todavia las perso-
»nas de bien que nos apreciaban, porque
»naturalmente como mas verídicas, ha-
»cian mas fuerte impresion en nuestro
»corazon» (2).
Concorde con estàs noticias del Padre
Barcóns, me dijo el Padre Codinach, de
este convento, que el 25 de julio hacía ya
una semana que Uegaban continuos reca-
dos y avisos de que la casa corria peli-
gro; y que el Prior, al ver la alarma que
los tales avisos producian en los frailes,
(2) kelaciüB que me envio escrita desde el
convento de Onda dicho P. Provincial D. José
Barcóns y Saderra en octubre de 1S83.
I.IIiRO TliUCliKO. — CAPITULO DliCI.MO
mucho les aconsejaba^que se guardasen
de cometer una caprichada (1); la que, a
mi ver, no podia ser otra que huir del
convento a tierra amiga.
En la manana del misnio 25 de julio,
dia en el que la Iglesia no solo celebra la
fiesta del Patión
de Espana, sinó
la de San Cucu-
fate màrtir, el
Padie Lector
Juan Ferrer sa-
lió del convento
acompanado del
corista Fr. Isi-
dro Devant, pa-
ra predicar el
panegírico de
este Màrtir en la
parroquial de su
nombre de esta
Ciudad. Algo no-
to el Lector en
el pueblo al salir
del convento,
pues estando
aún en la calle
del Carmen, y
acertando a pa-
sar por alli unos
empleados de
policia, se diri-
gió a ellos y les
pregunto si ame-
nazaba algun
peligro para la
pública tranqui-
lidad; a lo que
contestaron los
polizontes que no temiesen, y hiciesen
tranquilos su camino, pues ellos tenían
orden de socorreries en el momento en
que necesitasen socorro. El Lector y el
corista siguieron su via no sin que el pri-
mero fuese murmurando: «Si yo lo hubie-
»se previsto, no tomarà este sermón».
Este predicado, ambos amedio dia regre-
saron al cenobio sin mas novedad que
ÍUib2Ctxiobíts;dcl9
íccuUiGf td p:cíct €6
'Dc^axclona,ïRcno
uar eftp:clct aíív de
mGcílcntJ^iioílo
^^ujalí?'. vScaaaií
V'ílNixivc lo ^.fl
Hermosa portada de un manuscrito
del convento
encontrar que los religiosos departían por
lo bajo del presente peligro, de modo que
no se observaban ya las horas del hora-
rio de la casa (2).
«Avisados por la íamilia Lluch (à la
»que pertenecía Fr. Joaquín, entonces co-
»rista, y después
>^Obispo de Bar-
»celona y al fin
>:'Cardenal de
>.^Sevilla) de la
»inminencia de
>'Un gravísimo
»peligro que
«amenazaba à
»todas las órde-
»nes religiosas
»de Barcelona ,
»al caer de la
»tarde del 25 de
»julio entraren
»en secreta con-
»f e r e n c i a el
«Prior y el Pa-
»dre Maestro
»Cels, que hacia
»las veces de
>;Provincial, pa-
»ra resolver si
»era preferible
»permanecer en
»el convento, ó
«aceptar el ofre-
»cimiento de di-
»cha família que
»en sumismaca-
»sa nos presen-
»taba un auxilio
>;del momento.
>.Determinaron que nadie se moviese»; }'
nadie se movió. «Dos religiosos subieron
»por mandato del Prior al campanario
»para observar los movimientos de los
»revolucionarios» (3).
Al finalizar de aquella tarde, sobre las
(i) jMe lo dijo en Olot a 22 de agosto de 1883. |
(2) Relación del mismo corista Fr. Isidro De-
vant, hecha a mi en Manresa a 14 de septiembre
de iStio.
(3) Relación citada del P. Isidro Devant.
I.A NOCIIE DEI. 2> DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSTRO?
589
siete, llego al convento la noticia de la
jarana de la Plaza de toros y del arras-
tramiento del toro, noticia que en el
Animo ya sobresaltado de los religiosos
produjo harto susto y conmoción; de
modo que la campana del refectorio no
llamó a la hora acostumbrada. El Prior
tomo sus medidas de precaución, envian-
do a las calles dos mozos de la casa para
que le informasen del estado de la ciu-
dad, y colocando centinelas en las venta-
nas (1). De éstas desempenó una en un
balcón del piso segundo del lado de la
huerta el corista Fr. José Barcóns (2).
A su hora, serían las ocho, la Comuni-
dad acudió al templo a cantar la Salve,
canto que se efectuaba, no desde el coro,
sinó extendidos en dos filas los frailes a
lo largo del eje o centi'o de la iglesia. A
mitad del acto oyeron los religiosos en
la calle un tumulto, que no dudo provino
del paso por frente del templo y convento
de la turba con el toro; lo que motivo
que los frailes corriesen a cerrar la igle-
sia, aun dejando dentro los seglares que
asistían al acto. Retirados aquéllos al
convento y calmado el ruído, se facilito
la salida a la calle a estos (3). Algunos
religiosos en esta ocasión depositaron
sus cofres en la casita del hortelano,
poniendo en cada uno el nombre de su
dueno (4).
Renació algo la paz en la casa, y así, a
eso de las nueve, sono la campana de la
cena, a cuyo tanido la Comunidad bajó
al refectorio (5) ; mas la agitación del
espíritu hizo que nadie pudiese apenas
probar bocado (6): noticia de la que con-
(i) Relación citada del P. Isidro Devant.
(;) Relación citada del mismo P. José Bai-
■ ns.
(?) Relación cit. del P. José Codinach. — Rcla-
^■ii'in del P. .Miquel I-'errer hecha a mi en I.a Riha
a 2Ç de septiembre de i88o.
(4) Relaciones varias del hiiii del hortelano
D. Benito Tomàs.
(s) Todos los religiosos por mi interrogados
dan testimonio de la ida a la cena.
(()) Relación cit. del P. José Barcóns.
vendria dar traslado al senor Don Víctor
Balaguer, el escritor de la tranquila cena
de los Franciscos en Atarazanas. Servia-
se aquel dia ensalada de escarola y luego
pescado con salsa. Estaba el refectorio
en silencio, sin oirse mas que el lector y
el ruído de los platós, cuando en el mo-
mento en que se iba a pasar de uno al
otro de los dos platós indicados, entra el
lego Grimal 3- precipitadamente se dirige
al presidente del refectorio. El vivo deseo
de saber el recado y el sobresalto apa-
recen stibitamente en todos los rostros.
«Padres y Hermanos, dijo el Presidente;
«iaprisa!» La zozobra levanta repentina-
mente a todos los frailes; quién, como
Fr. Miguel Ferrer, salta por sobre de la
mesa; quién sale por el lado, todos veloz-
mente; todos tiran la servilleta; todos
abandonan las mesas dejando encendi-
das las luces e intactos los platós del
pescado; y salen al claustre gótico, al
cual daba la puerta del refectorio (7). La
noticia traida por el lego era que las
puertas ya ardían (8). En el claustre,
dejada toda formación y orden, todos
rodean al Padre Prior, el cual exclama
en alta voz: «El convento arde». Ardían
realmente las puertas. «rQué hacemos?»,
preguntan los màs. El Prior dejó en
libertad a cada uno para seguir el parti-
doquejuzgara màs conveniente; emperò
indico su parecer de refugiarse en el
terrado del templo. La inmensa mayoría
de la Comunidad le siguió C^); y si el Pa-
dre Prior prohibiera la salida, ni uno
habría salido, segtin me aseguró uno de
ellos: ital era el poder de la voz del Supe-
rior entre los Carmelitas calzados!
El Padre Viceprovincial Francisco Cels
aconsejaba que cada uno se retirarà a su
celda, y allí, con el crucifijo en la mano
y arrodillado ante la imagen de la Vir-
gen, rogase por los enemigos y resignado
(7) Relaciones ya ciladas del P. Isidro Devant
y del P. .N\i^uel Ferrer.
(8) Varias relaciones de Irailes de esta casa.
(0) Todos los frailes interrogados lo declaran
asi.
590
I.IBRO TERCEIiO. — CAPITL'LO DKCIMO
les esperase (1). No es para todos los
espíritus, y menos en momentos de so-
bresalto, el heroísmo. El mismo Padre
Cels huyó, con el resultado fatal que en
parte ya llevo explicado en el capitulo
anterior, y que muy luego por lo largo
referiré.
Subieron, pues, los religiosos, por la
regia escalera de màrmol negro, al primer
piso alto del claustro greco-romano, o
contiguo al templo; y de allí, por una de
caracol, al terrado de la misma iglesia (2).
Llevaron consigo a los decrépitos, y para
mayor seguridad, ya desde un principio,
del terrado los subieron a lo alto del
campanario, entre ellos el lego cojo Fr.
Juan Rupit, el Padre Luis Fàbrega, viejo
y ciego, però sabio, y el Padre Hipólito
Dulcet, que contaba 77 anos de edad (3).
Llegados los frailes al terrado, trataron
de obstruir la escalera de caracol para
impedir el ascenso de los perseguidores,
y para esto arrojaron en ella cuantos
objetos hubieron a mano (4j.
La superior techum.bre del templo se
componia de dos partes: una, no grande,
era terrado enladrillado; la otra, cubierta
de tejas 3', por lo mismo, de difícil tran-
sito por ella (5); una firme por sus firmes
componentes, otra dèbil por la debilidad
de estos. Colocado el indicado numerosí-
simo grupo de religiosos en el terrado,
tuvo que apurar las màs acerbas amar-
guras. Veia a los amotinados libremente
circular por las calles; contemplaba horro-
rizado el f uego de los demàs y no lejanos
conventos, y oía el lúgubre tanido de sus
campanas pidiendo auxilio. Muy pronto
sintió el incendio del suyo, cuyo fuego
iba ya dominando en la casa por varios
lados, por la porteria, por la puerta de la
(i) Relación cit. del P. José Barcóns.
(2) Relación cit. del P. Isidro Devant, y de
otros varios religiosos de la casa.
(3) Relaciones de varios religiosos.
(4) Relación citada del P. Isidro Devant. que
estuvo en el terrado. — Relación cit. del P. José
Codinach.
(í) Relación cit. del lego Fr. Francisco Cabal.
huerta, y sobre todo por el templo, que
los frailes tenian bajo los pies. De cada
uno de los agujeros destinados a las
cuerdas o alambres de las aranas brota-
ban columnas de ardiente humo, cual el
de una locomotora, al paso que el proce-
dente de las ventanas asfixiaba. El suelo
que pisaban se iba calentando; y el pro-
metido auxilio de la fuerza pública, a
pesar de pedirlo con planidero sonido la
pròpia campana, no parecía. Así aquella
Comunidad pasó como una hora de mor-
tal angustia. El ejemplar Padre Prior,
viendo el ràpido paso con que se acre-
centaba el peligro, dijo a sus frailes:
«Padres y Ilermanos, vamos à morir:
«ofrezcamos nuestra vida a Dios». Arro-
dillàronse todos y el Prior les dió en
común la absolución (6). En particular se
confesaban unos a otros entre los suspi-
ros y las làgrimas de los mas espantados.
Al llegar al terrado y al contemplar des-
de su barandilla el corto número de los
incendiarios (los cuales, según testimo-
nio de uno de estos frailes que los vió, no
alcanzaban a doce), algunos de los frailes
jóvenes propusieron al Prior defenderse,
matando a los agresores; mas el Prior no
lo consintió (7). iTanta virtud dominaba
en el Carmen!
La estancia en el terrado se hacía por
momentos imposible, pues era }■ a inminen-
te su hundimiento. Algunos subieron al
campanario; però de todos modos era
necesario huir. ;Cómo? ;Por qué lado?
tCon qué medios? El joven presbitero
Padre José Codinach propuso recoger la
cuerda de la campana, dejarla colgar por
la parte de fuera, y por ella irse descol-
gando (8). Así se acordo. Se intenta reple-
gar arriba una de las cuerdas, mas tenia
un nudo, y joh desgracia! no pasaba por
el agujero del suelo. Se tiro de otra, o sea
de la campana llamada mitxana, y afor-
(6) Relación citada del P. Isidro Devant.
(7) Relación citada del P. Isidro Devant. — Re-
lación del P. José Codinach.
(8) Relación citada del mismo P. José Codi-
nach.
LA NOCIIE DEL 2^ DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTKOS
5P1
tunadamente toda pasó (1). Se la puso
pendiente por defuera, para que por ella
se delizasen como hàbiles acróbatas res-
petabilísimos sacerdotes, solo acostum-
brados al recogimiento y a la pràctica
de la piedad (2). No serà lince quien
adivine las enormes dificultades y peli-
gros de tal descenso por una cuerda,
practicado por varones, unos gruesos y
de peso, otros flacos, débiles y delicados,
vestides unos con solas ropas interiores,
los mas con embarazosos hàbitos talares,
ninguno inteligente en ejercicios gimnàs-
ticos, todos sin fuerzas corporales ni agi-
lidad, y todos, todos conmovidos, espan-
tades y hasta aterrados. Noquedaba màs
remedio; y uno tras otro se deslizaron
por la cuerda, emperò dejando en ella la
piel de las palmas de las manos, que para
evitar el recio roce de éstascon la cuerda
faltaba fuerza y habilidad para ir cam-
biando las manos. Luego los carmelitas
puestos en la Ciudadela eran prontamen-
te de todos conocidos por el vendaje de
sus manos (3). Al sacar el muy venerable
Padre Avella sus pies de la baranda del
tyz
C^J^ cm>e((c
jCiüor-'" ^/^cc^
terrado, y al empezar su descenso, sintió-
se presó por el escapulario, y con no
poca dificultad tuvo que parar la bajada,
quedando suspendido de las manos. Otro
fraile inadvertidamente pisaba sobre la
baranda la punta de dicho escapulario.
Avella, temiendo que sus palabras pudie-
sen descubrirle ante los enemigos, callóse
hasta que su hermano, también inadver-
tidamente, levantó el pie (4). Sin embargo.
(i) Kelación cit. del P. José Barcóns.
(2) Numerosisiïnos, meior. todos los frailes
de esta casa atestiguan cl descenso por la cuerda
de la campana.
(•?) Son muchos los lestigos que advcran las
llajías de las manos.
(Ji) Rclación de D.' Ana Cullell de Cortes, que
tal punto alcanzaba la pueril inocencia
de Avella, que al llegar al pie de la cuerda,
en lugar no menos peligroso que esta,
dijo al corista Isidro Devant. que le había
inmediatamente precedido en el descen-
so: «Vea, hermano, me ha caido la caja
»del tabaco». «iPara tabaco estamos!»,
contesto el joven, y siguieron sufuga(5).
El Padre Prior Antonio Gené en estos
peligrosos trotes del terrado y campana-
rio lastimóse una pierna, de tal modo que
paro en una cama del hospital (6).
Salvadó el peligro del terrado 3- el de
la cuerda, quedaban los religiosos en otro
no menor, del cual les libró un milagro
de la Divina Providencia, porque esta-
ban no sobre llana y firme tierra, sinó en
un lugar alto a nivel del tejado del cama-
rín, sobre un pasillo de unos tres palmos
de anchura, inclinado, sin barandilla, >■
del cual por lo mismo era facilisimo un
resbalón que diera con los frailes en el
patio de la porteria. Era el an-
gostísimo terradito que en el àb-
side del templo se formaba entre
^^ los contrafuertes. La turbación y
la obscuridad de la noche acre-
ceníaban el peligro. Del pasillo
pasaron a casa Sagarra por sobre el teja-
do del camarín, linica construcción que
unia el templo a la vecina dicha casa de la
noble familia de Sagarra; }• pasaron, digo,
f ormando el tejado dos vertientes, tenien-
do en el fondo a la izquierda el dicho patio
de la porteria, a la derecha la calle con
los incendiarios, y bajo del camarin la
puerta del convento ardiendo. Asi aque-
lles frailes en numerosos grupos llegaron
al terrado de la indicada casa Sagarra (7).
lo habia oido de boca del P. Avella. Barcelona 21
de marzo de 1880.
(í) Rclación cit. del mismo P. Isidro Devant.
(0) Relaciones de varios frailes. — Notas de los
libros del Hospital.
(7) Numerosas relaciones de frailes de este
convento.
592
LIERO TERCERO. — CAPITULO DKCIMO
Hallaron ía puerta de este terrado ce-
rrada por robusta cerraja, mas a uno de
ellos, con ser tísico, dióle tales fuerzas la
necesidad y el terror, que con las unas la
arranco (1). Bajaron a la habitación de
la família, y allí, disfrazandose los que
todavía vestían los hàbitos, hu}'eron por
diversos camínos, como iremos viendo (2).
Los màs de ellos bajaron al jardín de la
casa, desde el cual, cruzando cercas de
separación de unos
con otros jardínes,
pararon lejos. En-
tonces no existia
la actual calle de
Montjuich del Car-
men, y así la isla
de casa Sagarra
llegaba hasta la ca-
lle de Xuclà. La
prudència no per-
mitía que tantos
frailes quedasen en
esta casa tan prò-
xima al convento,
y por lo mísmo tan
expuesta a un re-
gistro e invasión
de los enemigos.
Determinaron salir
en grupos de siete
u ocho cada uno.
Bajaron, como dí-
go, al jardín trasero de Sagarra, y atra-
vesando cercas de los jardínes traseros
de las casas de la calle del Carmen, fue-
ron caminando hacia Belen. Uno de los
grupos, en el que iba el corista Isídro
Devant, era guiado por el Padre Jaime
Cabestany, el cual se esforzaba en acon-
sejar a los jóvenes el silencio para evi-
tar ser descubiertos. Llegados al pos-
trer jardín, mutuamente se preguntaron
por el partido que se debiese entonces
seguir. Ignoraban el animo y sentir de los
habitantes de aquellas casas, y por lo
U.V ESCUDO
DEL Carmen
(i) Relación del I. Sr. D. .Mariano de Safíarra
n Barcelona a 21 de marzo de i&So.
(2) Relaciones de varios frailes.
mismo mezclíibanse los temores con las es-
peranzas de los pobres perseguidos, y en
su consecuencia variaban sus propues-
tas de resolución. Al fin determinaron
pedir auxilio a los habitantes de la casa
postrera. Llaman, y desde el interior les
contestan, però sin abrir la puerta, que
no pueden admitirles porque, de hacerlo,
se comprometieran. Insistieron en la
súplica los religiosos hasta que los de la
casa, entrados en
sí, propusieron a
los frailes que irian
ellos por la tropa
que estaba en la
calle. Aceptaron
los cenobitas, y así
subió al mismo jar-
dín una compafiía
de artilleria, y co-
locando a aquéllos
entre íilas, los con-
dujeron a la Con-
valecencia, frente
de su mismo con-
vento (3).
Otro de los di-
chos grupos em-
prendió igualmente
la marcha cruzan-
do cercas o tapias
divisorias de jardí-
nes, y en el mismo
sentido que el anterior. En uno de los
primeros jardínes halló una gruta o sub-
terràneo, y en ella acurrucados los frailes
se escondieron. Oían pasos en el jardín,
ignorando si los daban amigos o enemi-
gos, circunstancia que les atemorizaba.
Al cabo de un rato se decidieron a saUr
de su madriguera y continuar la trave-
sía de jardínes hasta llegar a la casa de
un capitàn de milícia, al cual los frailes
conocían porque en los tiempos anterio-
res utilizaba el claustro del convento
para adiestrar a su compaiïía en el ejerci-
del templo
de Barcelona
(5) Relación del corista P. Isidro Devant. cit.
— Relación del corista P. Francisco Coch en Olot
a 10 de aorosto de 1881.
LA NOCllE DEL 2, DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
593
cio. En estos tiempos había hecho ofreci-
mientos a los Padres para el caso de peli-
gro, diciéndoles que se refugiaran en su
casa. Allí los religiosos fueron alentados
con cordial y otros alivios, però sufrian
mucho de las manos. Se fué por la tropa,
la que compareció después de una hora
de detención de los religiosos en la casa, y
por pelotones trasladólos a la Con valecen-
cia, donde solícitas las Hernianas les cu-
raron las heridas de las manos. De este
grupo formó parte el corista Fr. Bernardo
Sostres, de cuya boca tengo el relato (1).
No todos los fugitives que llegaren a
casa Sagarra huyeron por los dichos jar-
dines traseros de las casas de la calle del
Carmen, pues los hubo, como el Padre
Sebastiàn Grimau y el Padre José Codi-
nach, que desde allí se escaparon por la
calle. El primero de estos dos, al salir
del refectorio cuando la alarma, se diri-
gió con otro fraile, hijo de Manresa, al
coro para desde una raja que dominaba
el exterior de aquel lado observar la
revolución. «Una turba agrupada al
»derredor de nuestra casa, dijo, daba
»espantables gritos pidiendo nuestro ex-
«terminio». Quiso entonces refugiarse en
casa Lluch, però era imposible salir a la
calle. Procuro con el otro religioso buscar
fuga por el huerto; mas en aquel momen-
to los gritos de la turba en la puerta que
dicho huerto abría en la calle de los
Angeles les anunciaren la llegada alia de
los amotinados; y así no hubo mas reme-
dio que subir a la azotea del templo con
los demàs, y luego por medio de la cuerda
bajar a casa Sagarra. Salió a la calle y
corrió a una casa amiga pròxima al ceno-
bio, però nadie respondió en ella. Vibra-
ban con efecto terrible en los oídos del
pobre fugitivo los gritos vandalicos de la
turba, que saludaba con vivas estrepito-
sos los adelantos del fuego del convento.
De continuar allí, veia segura su muerte;
y como acertase a pasar por alia un
capitàn, tocóle en el hombro, y le dijo:
(i) Me lo hizo en Barcelona en i^ de mar/
de 1880.
«jCapitàn, sàlvame V. por Dios!» Paróse
el militar, miro al fraile, y le dijo: «Síga-
-me V.>^ y le llevo al hospital, o mejor
dicho, a la Convalecencia. La puerta de
este benéfico establecimiento estaba ce-
rrada.Llamaron, però una voz del interior
contesto que aquella puerta no se abría a
tales horas. El capitàn mandó recado por
la puerta de la calle del Hospital, y así la
de la del Carmen se abrió. Mientras espe-
raban se les reunieron tres hermanos de
religión mas (2). Las circunstancias de
esta fuga del Fr. Grimau y la de hallar
aún cerrada la puerta de la Convalecen-
cia dan a entender que su llegada a este
establecimiento fué anterior a la de los
frailes que cruzaron los jardines de las
casas de la calle del Carmen.
El segundo fraile, o sea el Padre José
Codinach, salió de casa Sagarra a la calle,
y juntandose cou un monacillo del con-
vento se dirigieron a casa de éste, la que
estaba en la misma calle, frente de Belen.
Llaman en la puerta de abajo, y mientras
el niiïo grita: «Padre, Padre», de un gru-
po de gente de baja ralea que estaba en
la Rambla se oye una voz que dice:
Mira, mira, aquell es un fntiit fraref>.
Entonces Codinach, corriendo, regresa
hacia el convento, y como a la sazón va
la fuerza pública había despejado el tre-
cho de frente el incendio, se metió en este
como cuadro, y de allí pasó al Hospital,
donde halló muchos religiosos, todos ami-
lanados (3).
Arrojara mas luz sobre esta fuga de los
carmelitas que pasaron por casa de Saga-
rra copiar aquí las noticias que sobre del
tal hecho me dieron los hijos de ella,
Rdo. Sr. D. Mariano de Sagarra, enton-
ces simple subdiàcono, después muy cono-
cido y estimado canónigo de nuestra
Catedral, y Don Francisco. Desde su
casa vieron pasar la turba con el toro
arrastrando y dando gritos de «mueran
»los frailes.» Esta no solo incomodo al
(j) Hclación del mismo P. Sebastiàn Grimau.
(?) Relación del mismo P. José Codinach
hecha a mi en Olot a 22 de agosto de 1883.
594
LIHUO TERCERO. — CAPIIULO UECI.MI
convento, sinó que por medio de pedra-
das rompió los cristales de la casa de
Sagarra conocida por sus ideas retrógra-
das. Indignado por tal desafuero, el padre
de la família salió al balcón para reprèn-
der a tan injusta agresión, mas oyóse una
voz en la calle diciendo: «pégale un pisto-
»letazo a ése», y por otra parte Don Ma-
riano le disuadió por razón del temor de
la venganza. En vista del peligro la fami-
lia Sagarra se marchó a casa de unos
parientes de la calle de la Canuda, que-
dàndose solo en la habitación el padre y
Don Mariano.
Estos, en vista de la proximidad del
incendio, teniendo el archivo en la pieza
contigua al cenobio, corrieron a trasla-
darlo al extremo opuesto de la casa.
Ocupados precipitadamente en esto, oye-
ron que dos coristas llamaban desde el
terrado para que les auxiliaran. Uno de
ellos (como dije arriba), tísico, cobro con
el peligro tales fuerzas que con las unas
arranco la robusta cerraja del terrado.
Bajaron a la habitación. A poco apareció
por la misma via el venerable Padre
Maestro Avella, el cual allí disfrazado
con una gorrita y otras prendas de secu-
lar, y dando el brazo a una criada, fué
conducido a Casa Camps, hoy Marqués
de Camps, de la calle de la Canuda. En
seguida se cuelan por la misma escalera
siete u ocho frailes mas, quitados los hà-
bitos, y piden disfraces, y se les da los
que se puede, habiendo hasta quien se
puso las sayas de una nina. Don Mariano
les proporciona escaleras para saltar las
tapias de su jardín; y atinando a que
habrían dejado en el terrado los hàbitos,
corrió, cogiólos, de ellos hizo un lío, y lo
tiro al jardín del convento, donde no com-
prometían a nadie.
El fuego de la sacristía crecía rabiosa-
mente,y las furiosas llamas, que brotaban
por sus ventanas, lamían ya las paredes
de casa Sagarra, por cuya razón, y el pe-
ligro de losdesmanes de los incendiarios,
los padre e hijos determinaron huir, y
salieron a la calle: el subdiàcono, vestido
de secular con una levita, única prenda
que le quedaba, y con un sombrero ajeno,
a cuyo fondo metió Don Mariano un trapo
por razón de caerle muy ancho, però del
cual pendíapor defuera una cinta blanca.
Ademàs metióse una papeleta de plata en
el bolsillo del pecho de la le^'íta. «Salimos,
>'me dijo Don Mariano, salimos a la calle,
»y topamos con el oficial de milícia Don
«Antonio Carrera de Ortega» (muy mi
amigo), «con cuya companía pudimos
»quedar colocados en el cuadro despejado
»que frente al convento formaba la fuer-
»za pública; pues había una fila de arma-
»dos frente de nuestra casa, y otra frente
»del convento de las monjas mínimas,
»que impidiendo el paso alpueblo dejaban
»el espacio de la calle intermedio despe-
»jado. Al salir de casa en un rincón de la
»puerta vimos un bulto; era un fraile
»acurrucado, el procurador del convento.
»c:Qiic liace V. aquí?, le dijimos. Estoy
t>escondido, nos respondió. Salimos, como
»díje, y colocados en el cuadro despejado
»me metí», continuo Don Mariano, «en la
»iglesia del Carmen donde el fuego era
»horroroso. En aquel momento ardía el
»órgano, desprendiéndose de él una lluvia
sde fuego formada del plomo ó estaiïo
»derretido de las flautas. Ardían los da-
»mascos de los muros, y la gran celosía
»que corria à lo largo de la barandilla
»delantera del coro en el momento vino
»al suelo del templo con gran estrépito y
»calor. Hui espantado.
»Estando en el cuadro vi allí à un jefe
»de milícia conocido y tres ó cuatro fraí-
»les. El miliciano opino por que pasàse-
»mos A la Convalecencia, diciendo que no
»podía responder de un golpe de mano.
»No me gusto el consejo y menos el en-
»cierro, y le dije que queríamos salir, y
»él se ofreció à acompanarnos. Iba delan-
»te un hombre, luego mi padre y yo, y
«seguia el jefe; mas al salir llamaron à
Ȏste, y le perdimos. Al cruzar la muralla
»de gente algunos me llamaron fraile, à
»lo que contesté que fraile no era, però
»sí capellàn, y quitàndome el sombrero
»mostré la corona; con lo que me dejaron,
»y pasamos. Però de la muela de gente
LA NOCIIE DEL 25 DE JULIO DE.NTRO DE LOS CLAL'STROS
5%
»se destacaron siete ú ocho hombres y
»unamujer, castanera, vestida poco me-
»nos que en panos menores. Al llegar A
»Belen recibo un tremendo gairotazo en
»sentido horizontal en el sombrero, de
»modo que agarrando j-o fueitemente el
»ala salto la copa. Entonces uno de aque-
»llos hombres me abraza y como defen-
;!diéndome, dice «no
»es fraile»; però la
»mujerota agarràn-
»dome por la vuelta
»de la levita me
«arranca de los bra-
»zos del hombre; y
»yo arranciíndome
»de ellos me coloco
«arrimado de espal-
»das à la puerta de
»Belén que en los
»pies del templo da a
»la Rambla, mien-
»tras mi padre, aira-
»do, arremeté à la
»mujer 3' cogiéndola
»por el cuello se le
»aprieta hasta obli-
»garla à sacar la
»lengua. En esto
»sentí que recibia un
»fuerte golpe en el
»costado Izquierdo,
»al que aplico la
»mano sin por esto
«experimentar do-
»lor.
»La Divina Provi-
»dencia nos deparó un remedio. Aparece
»un pelotón de artilleria de ejército, y
»nos salvan. Nos colocan entre lilas, di-
«ciéndome el oficial que me aparte algo
y-úe su persona para que pueda blandir
»el sable. Asi nos dirigimos al cuartel de
«Estudiós que estaba en el cabo superior
»de las Ramblas de entonces. Al llegar
»unos pasos antes de él peguO una co-
»rrida para ponerme à su amparo. Al
íverlo los soldados se asustaron y toma-
»ron las armas.
«Allí encontramos A nuestro amigo el
»Capitàn Don José de Amat, el cual jus-
«tamente indignado, exclamo: «Estamos
»en Cafrería; en (no recuerdo el lugar)
»hay un hombre muerto; no tenemos
»orden para nada»; lamentandose, con
»estas postreras palabras, de la carència
»de ordenes superiores para obrar. De
»modo que viotn proprio y à titulo de la
>'Proximidad del
scuartel salvaron los
»artilleros los Con-
»ventos de servitas
»y de minimos.
«Desde el cuartel
> mi padre 3' yo fui-
»mos à reunirnos
»con la família en la
«casa de la calle de
«la Canuda, donde la
)'hallamos poseída
>de la natural ansie-
»dad. Diéronme una
>^taza de caldo; 3* al
»ir a tomarlo y hacer
í'una inspiración,
«sentí dolor en el
«costado donde reci-
»bí el golpe en la
«puerta de Belen; le-
«vanto la ropa y
«hallo que se me ha-
«bía dado una pufla-
»lada, que à entrar
«un poco mas me
»pasa el corazón.
«Acudióse al medico,
»y me curó> .
Opinaba el hermano de Don Mariano
que lo que salvo a éste fué la moneda de
plata del bolsillo de la levita, la que paro
el punal.
'<La mala mujer, la castaflera, mi per-
«seguidora, à los pocos días del atentado
«murió en el Hospital, sin que las Her-
«manas sepan por donde salió el cadàver,
«ni quien lo llevo» (1).
(1) jMc hizo esta relaciún principalmcntc cl
niismo Don .\\ai•iano en Barceloní a 21 de mar.;o
de 1 880.
596
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECI.MO
La integridad de esta mi pobre histo-
ria pide que demos un paso atras, y
veamos a los pobres frailes, que, no pu-
diendo deslizarse por la cuerda, queda-
ron en el terrado y campanario. Ni el
Padre Luis Fàbrega, anciano y ciego, ni
el casi octogenario Padre Hipólito Dul-
cet, ni otros muchos afiosos o invàlides,
podían fiar su vida a la extremada debi-
lidad de sus brazos, o a la impericia de
sus manos; y así se refugiaren en lo alto
del campanario, donde el humo, el calor
y la angustia les mataba. Mientras los
jóvenes estaban en los jardines traseros
de las casas de la calle del Carmen, 03'e-
ron el estruendo del hundimiento de gran
parte de la bóveda y techumbre de) tern-
plo, lo que agravaba la situación de los
pobres ancianos. Desde allí también oye-
ron unos gritos de preguntas y respues-
tas en castellano. Mediaban, sin duda,
entre los dichos acorralados y los artille-
ros; los cuales, por medio de escaleras,
puestas donde la cuerda, y con las difi-
cultades consiguientes, bajaron del terra-
do a los pobres ancianos (1). El Padre
Prior habia llevado consigo, a lo alto del
campanario, unos talegos de oro. Al huir
los frailes, el tesoro quedo en aquel lugar
elevado (2). Los ancianos e invàlides sal-
vados fueron llevados al edificio de la
Convalecencia (3), de donde algunos pa-
saron al Hospital como enfermos. He
aquí notas sacadas de los libros del mis-
mo Hospital: «R. P. Luis Fàbrega, Car-
»melita calzado, natural de Olot, hijo de
»Juan y de Catalina Sala, de 55 afios.
»Entró en 26 de julio de 1835. No consta
»si salió ó murió». «P. Hipólito Dulcet,
»religioso Carmelita calzado, natural de
«Manresa, de edad 80 afios. Entro en 27
(i) Relaciones ya citadas del P. isidro Devant
y P. Bernardo Sostres. Lo de los gritos en caste-
llano me lo dijo otro de los jóvenes frailes del
jardin P. Francisco Coch.
(2) Relación del hijo del hortelano D. Benito
Tomàs hecha en Barcelona a 8 de noviembre de
1894.
(í) Relación citada del P. Isidro Devant.
»de julio de 1835. Salió à 2 de septiembre
»de 1835».
En el libro de óbitos de la parròquia
del Pino se lee la partida de defunción
del lego cojo y anciano Fr. Juan Rupit,
fallecido en 13 de septiembre de 1835 en
la Casa de Caridad, adonde fué condu-
cido sin duda desde la Ciudadela, pues
las listas oficiales del 13 de agosto subsi-
guiente lo escriben allí (4).
En el Carmen, como en todas partes
en aquella noche, los artilleros de ejér-
cito dieron elocuente testimonio de su
honradez e hidalguia. En los momentos
que estoy tratando, el Padre Prior (del
que alguno de los frailes me dijo haber
sido uno de los que quedo en el campana-
rio cuando la huida por la cuerda), al des-
pedirse de ellos, pidió al jefe se sirviese
ver si podia salvar algo de las riquezas
de la muy rica sacristía. Galante el arti-
Uero, cumplió el encargo del Prior, però
al cabo de un rato volvió diciendo: «he-
»mos probado, hasta alargando las bayo-
»netas desde distancia; però no hemos
»podido salvar nada. Todo està incendia-
»do, los càlices fundiéndose, aquello pare-
»ce un infierno» (5).
El mentado Padre Hipólito Dulcet en
el Convento, en testimonio de su antigüe-
dad, todavía usaba habito de color carme-
lita, o sea castano obscuro, a diferencia
de los demàs frailes, que, según cambio
de tiempos posteriores, lo usabannegro.
Cuando estuvo repuesto del susto del
incendio se le llevo al Hospital militar,
donde murió (6). Un anciano me dijo que
los gastos de la asistencia en este Hospi-
tal corrieron de cuenta de un pariente
de Dulcet; màs abajo, en el Capitulo
siguiente, hallaremos al asentista del mis-
mo Hospital reclamàndolos del Ayunta-
(4) Archivo municipal de Barcelona. — Acuer-
dos. 2." semestre 18^^.
(5) Relación cit. del P. Isidro Devant.
(6) Relación de D. Ramon Pinana, quien por
caridad iba al hospital a visitarle y lavarle,
hecha en Barcelona a 4 de marzo de 1886.
LA N'OCIIE DEL 2í DE JL'LIO DENÏRO DE LOS CLAUSTROS
597
miento, y éste remitiéndole a las oficinas
de la Amortización (1),
Las fugas del peligro se efectuaren por
tres vias, a saber: 1.° por el terrado;
2.° por la huerta, y 3° por los escondri-
jos del convento. Explicadas las del pri-
mer grupo, vengamos a las del segundo.
La huerta del Carmen cogía todo el
centro de la grande isla donde radicata
su convento; y así por Oriente lindaba
con los patios o jardincitos traseros de
las casas de la calle de Xuclà; per Norte
con los de la calle de Elisabets; por Oeste
parte con la calle de los Angeles, entonces
extremadamente angosta, y parte con el
convento; y por Mediodia parte con el
convento, y parte con los jardincitos de
las casas de la calle del Carmen. En
su àngulo NO. tenia la casita de hor-
telano senor José Tomàs, la que venia
cerca de la puerta que la misma huerta
abria en una plazoleta que formaba allí
la calle de los Angeles. En el àngulo des-
crito por el muro oriental de la casita del
hortelano y la cerca de los jardincitos de
la calle de Elisabets había el gran ester-
colero, cuyo estiércol, reunido allí en
gran cantidad, producía una como mon-
tanuela. De consiguiente por O. el ester-
colero terminaba en la pared de la casita
del hortelano; por S. con otra pared que
le separaba de la huerta, por E. con otra
baja, la que en el lado de la huerta venia
apoyada por unos contrafuertes, entre los
cuales crecían muy lozanos y altos mu-
chos rosales; y por N. con la cerca que
separaba la tierra del convento de las
casas de la calle de Elisabets, que allí era
principalmente la fàbrica de Don José
Pons, conocida por Cai/ Casaca, fàbrica
que formaba por su parte delantera la
esquina de la calle de los Angeles con la
plazuela del mismo nombre.
El celoso Fadre Prior cre3'ó muy e.\-
puesta la salida de los religiosos al huer-
to, sin duda porque hallàndose a nivel
de la calle, sin màs reparo que una puerta
(i) Archivo municipal. — Acuenios. ScgtinJo
semestre. i8}$. Fol. 1104.
de la cerca, temeria que, forzada esta
(como en realidad lo fué mu}' pronto),
quedaban perdidos. Llevado sin duda de
este no infundado temor, apoderóse de
las llaves de las puertas que desde el con-
vento comunicaban con la huerta y resis-
tió a soltarlas. Algunos frailes, en los
primeros momentos del ataque, especial-
mente el Padre Pedró Sunyer, ahincada-
mente le rogaban se las diese. El Prior,
les disuadia aconsejàndoles le siguiesen
al terrado del templo; mas Sun3'er le
replicaba: «Padre, la iglesia arde j'a, y
»se hundirà su techo.» Rendido el Prior
entregó la llave, y cruzaron la puerta de
la huerta unos quince o diez y seis frai-
les (2). Uno de ellos seria el Padre Cels.
De la muerte de este Padre Cels, Vice-
provincial, escribí 3-0 arriba en el articu-
lo 5.° del capitulo próximo anterior o sea
el IX. A la sazón contaba unos setenta
anos de edad. Su família, o casa paterna,
estaba no lejosdel convento en la calle o
de Roig o de Egipciacas, es decir, en
aquella corta región, sin que pueda yo
fijar el punto concreto (3). Respetable y
muy respelado en la orden, ejercia las
veces de Provincial. Poseía gran talento,
prudència y virtud. Era callado y pacifico,
de modo que un familiar del cenobio no
dudaba en decirme que «quizà era el
»fraile mejor de Barcelona, 3- creo que
»nunca nadie le tuvo ojeriza» (4). Un
militar que luego le vió morir me descri-
bió su exterior diciendo que era «un
»anciano respetable, canó, bajo de esta-
»tura, regordete, de tez blanca, bien que
»pàlido. Vestia calzón corto atado con
»pequeftas hebillas de plata, medias 3"
»chupa, todo negro» (5). Como escribí
arriba, sus consejos, u opinión, respecto
(2) Relaciún cil. del P. José Barcóns. — Rela-
ción cit. del lego Fr. Francisco Cabal.
(5) Relaciones de varios ancianes.
(-l) D. Benito Tomàs, el hijo del hortelano
del convento.
(s) Rclación de un entonces cadete que lo vió
y me lo conto a mi en Barcelona a 8 de junio de
1S87.
598
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DKCIMO
al partido que conviniera seguir aboga-
ban por irse cada uno a su celda a esperar
la muerte orando por sí y por los agreso-
res. Mas como el heroismo no reza para
las muchedumbres, su parecer no fué
seguido, y él mismo huyó del convento.
Ignórase cual fuese su plan de salvación,
però la proximidad de su casa familiar y
el lugar a ella cercano en que fué agre-
dido, prueban con evidencia que su inten-
to consistia en abrigarse de la hospitali-
dad de la familia. Tampoco consta por
qué puerta salió; mas como todas las que
daban a la calla del Carmen desde el
primer momento quedaron dominadas
del fuego y sus autores, no cabé duda de
que saldria por la deia huerta, como casi
todos los demàs que huyeron por puertas.
Vestia, pues, con las ropas interiores de
fraile, dejado el habito; y apenas salido a
la calle del Carmen fué en seguida conoci-
do. No solo le delataba su traje, sinó su
rasura, su porte compuesto, todo su aire.
Asustóse, e, iinocente!, pidió a los que le
rodeaban que no le mataran. Preguntà-
ronle estos que cdónde vivia? Contesto él
que «allà bajo». Le siguieron, y al pie de
su casa, casi en la esquina de la calle de
Roig con la del Carmen, le robaron, y
allí mismo le acuchillaron (1).
Ignoro por quién y cómo fué trasladado
a Atarazanas. Llego allà con tres heridas
en la cabeza y dos en el costado, que fue-
ron declaradas mortales (2). En el trayec-
to él mismo con las manos se sostenia los
intestinos, pues le salían por la herida, e
iba diciendo: «Sefior, perdónales, que no
»saben lo que hacen» (3).
De la suerte que en Atarazanas cupó
(i) Relación del hijo del hortelano D. Benito
Tomàs en Barcelona a 5 de octubre de 1892. El
testigo estaba muy enterado de aquellos Barrios.
(2) Relación del entonces cadete, después abo-
gado, D. José Ortega. Barcelona 8 de junio de
1887.
(3) Relación de una monia carmelita calzada
de Barcelona, muy conocida de los PP. — Relación
de un fraile trinitario que vió el cadàver en Ata-
razanas, y me dijo que le salían las tripas.
al Padre Cels nos dirà el entonces cadete,
después nombrado abogado de Barcelo-
na, Don José Ortega, que intervino en los
hechos. He aquí sus palabras: «Frente de
»la entrada del fuerte en su interior había
»entonces en Atarazanas un cuerpo de
«guardià; y allí en la noche del 25 de
»julio, en el cuarto de banderas, en un
»catre estaba yo tendido, porque me en-
»contraba algo indispuesto. De pronto me
«despertaron unos lastimeros ayes y que-
»jidos. Dàbalos un anciano respetable,
»cano, bajo de estatura, regordete, y de
»blanca tez, bien que a la sazón muy pàli-
»do. Traia tres heridas en la cabeza, de
»las que la sangre corria por las sienes;
)y ademàs otras dos en el costado, que
»fueron declaradas mortales. Era el Padre
»Cels. Levantéme, y el herido fuécoloca-
»do en el catre. No puedo fijar la hora en
»que esto pasaba, però sí puedo decir que
»fué antes de amanecer. A la manana
»siguiente dos militares de uniforme, es
»decir, mi padre y yo, fuimos por los
»Sacramentos al Pino. Vinc elsacerdote,
»vestido de seglar, però el Santisímo lo
»llevó mi padre en el bolsillo del pecho,
»y 5'0 los óleos santos. El herido recibió
»los Sacramentos y à las once ó doce del
»dia expiro» (4).
Su óbito obra en la parròquia de los
Santos Justo y Pastor, y dice así: <iAl dia
•>>26 de juliol del any 1835 sepultura
y>atuore Dei al cadàver del R. P. M. Fr.
hFrancisco Cels, religiós carmelita cal-
y>sat, natural de Barcelona, de edat uns
i••setanta anys, mori en la fortalesa de
»Atarasanas.—Raynnindo Casanas» (5).
Cuando todavía el Prior guardaba las
llaves de la huerta y, por lo mismo, no
estaba franqueable la puerta, el Padre
(4) .Me lo dijo en Barcelona a 8 de iunio de
1887.
(í) Libro de óbitos de dicha parròquia.
LA NOCHE DEL
DK JUI-IO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
599
Luis Nadal, subprior, y el Padre Lector
Juan Ferrer, orador sagrado elocuente,
deseando huir por este lado, se tiraron
al huerto desde un balcón del primer
alto: Ferrer, sin novedad especial; Nadal
estropeandose un pie (1); por cuya razón
no pudo huir, y así ambos se escondieron
entre los rosales de los contrafuertes
mentados de la cara oriental del estèreo-
lero. Ferrer, como digo, quedo dispuesto
para huir, però por respeto y caridad
hacia el amigo subprior Padre Nadal no
le quiso abandonar, y así se escondió con
él en los rosales (2). En el mismo momen-
to los revolucionaries forzaban la puerta
que del huerto daba a la calle de los An-
geles, y penetraban en aquél. La turba
no constaba màs que de diez, o quince, o
veinte personas, me dijo el hijo del hor-
telano; y venia acaudillada por un alba-
nil, granadero del batallón 2° de milicia
urbana, quien, aunque vestido de paisano,
llevaba su sable, bien que envainado. Era
precisamente el albanil del cual se servia
el hortelano para los reparos que corrían
de su cuenta. Y tanto era así que, como
en esta ocasióii la turba intentarà poner
fuego al cobertizo, o parral, bajo el que
se cobijaban los carros del mismo horte-
lano, el albanil decididamente se opuso,
amenazando con cortar la cabeza a quien
lo probase, y anadiendo: «no, no, que el
«hortelano es hombre de bien» (3). En-
contraron a los dos escondidos de los
rosales, y allí mismo acuchillaron al Sub-
prior, y sobre su persona acribillaron a
Ferrer, dàndole numerosas punzadas; y
escribo «punzadas», porque para herirle
se empleó todo linaje de instrumentos
punzantes, inclusas las peinetas grandes,
que entonces usaban las mujeres. No
(i) Rclación cit. de Fr. Francisoo Cahal. —
Rclación del P. .Miguel FeiTcr ya citada. — Rcla-
ción cil. del P. Bernardo Sostres.
(2) Relación de una scndra vecina.- Que se
escondieron entre los mentados rosales lo atesti-
guan muchos testigos.
(í) Relación del hiio del hortelano D. Benito
Tomàs en Barcelona a 8 de noviembrc de iSw_|.
faltaron tampoco los garrotazos. Manan-
do sangre por mil lados, fingióse muerto;
però esto no le libraba de que en el ulte-
rior registro de la huerta que efectuo la
turba, cada vez que alguno pasaba por
ante su persona le infligiese nuevos gol-
pes o punzadas; de tal modo que recibió
treinta y tres heridas, por una de las
cuales respiraba (4). En esta horrorosa
carnicería tomaron su buena parte las
mujeres, cebàndose en la víctima.
A poco entro en el huerto un pelotón
de artilleros de ejército, mandados por
un sargento graduado de oficial, hijo de
una família de la calle de Tallers de esta
Ciudad, de apellido Barrios. Era hombre
bastante conocido en aquellas calles. Os-
tentaba una cicatriz en la mejilladerecha;
y como hombre oficial nacido en Catalu-
fia, en su conversación familiar mezclaba
dos hablas. Al ver en el huerto la turba,
dió la voz de ftieva y amenazas. Tan
valiente y ardorosa la turba se mostro,
que a las primeras voces de Barrios
huyó, tirando sus armas. Éstas, halladas
mas tarde en el suelo, consistían en nava-
jas, tijeras, punzones, leznas de zapa-
tero, y otros instrumentos así pueriles.
Acercóse Barrios y sus artilleros a las
víctimas. Los dos parecían muertos. El
Padre Nadal, sin hàbitos; el Padre Ferrer
los tenia puestos. Aparentemente ningu-
no de los dos respiraba; mas, cuando el
segundo oyó a Barrios y los suyos, dió
un respiro, y entonces aquél conoció que
el fraile vivia. En alta hora de la noche
las dos víctimas fueron trasladadas al
Hospital de la Santa Cruz allí cercano.
A las pocas horas, el Padre Nadal mu-
(^) Todos los frailes y ancianos lo cuentan;
però espccialmente me consta por varias perso-
nas que lo oyeron de boca de la víctima como por
la criada que tuvo dcspués, por el Sr. Obispo
auxiliar actual, D. Ricardo Cotes, etc, ctc.
600
<CERO. — CAPUULO DECIMO
lió (1). He aquí las notas sacadas del
libro del Hospital: «Fr. Luis Nadal y Pi,
«Subprior del Convento de Carmelitas
«calzados, hijo de José y de Eulàlia Pi,
»natural de Barcelona, edad 33 anos.
»Enti'ó (cii cl Hospital) en 26 de julio de
»1835. Murió el mismo dia>^.
El Padre Ferrer fué puesto en una
cama y en cura-
ción. Las notas del
libro de la casa es-
criben así: «R. P.
»Juan Ferrer, Car-
»nielita calzado, de
»33 aiios, natural
»de Lérida. Entro
»en el Hospital el
»dia 26 de julio de
»1835. Salió en 13
»de diciembre de
»1S35». Con esto
queda certificado
que curo, però que
la curación duro
cuatro meses y me-
dio. Las personas
piadosas durante
este tiempo acu-
dían a visitarle, en
tanta abundància,
que fué preciso co-
locar bancos al de-
rredor de su cama
para que, a guisa
de barrera, impi-
diesen el acceso a
ella. Visitóle como
facultativo el mu}- afamado medico, a
quien yo mucho conocí, Don Venceslao
Picas; y por caridad cristiana pago la
cura y cuidados la senora Freixinals del
entonces muy conocido comercio de se-
dàs, que después vimos todos en la calle
del Call, esquina a la de Santo Domingo.
Cuando después de dado de alta salió
Ferrer a la calle, notaba cierta incomo-
didad en el pescuezo, la que le dificultaba
(i) Relaeión del hijo del hortelanj D. Benito
Tomàs. Barcelona en varias ocasiones.
los movimientos de la cabeza. Al fin
abriósele allí un agujero, y por él salió
una ptía de un peine. Tampoco en el
tiempo de su curación, entre tantas heri-
das, noto que tenia un pie dislocado, y
como a su tiempo no acudió al remedio,
quedo algo cojo todo el resto de su
vida (2). Yo mismo le conocí de vista du-
rante los muchos
anos en que des-
pués fué beneficia-
do del Pino. Distin-
guíase por su abul-
tadísimo cuello,
circunstancia que
a primera vista
atribuïa cualquiera
a obesidad; mas
muy pronto apare-
cía no provenir de
aquí, al ver que la
corpulència de la
persona no pasaba
de lo regular. Pro-
cedia de las heri-
das; y al fin, la
muerte parece pro-
vino de la causa del
mismo abultamien-
to y de éste. Él
atribuía su salva-
ción del 1835 a la
protección de la
Virgen, porque ni
en la huída había
dejado su habito.
Las notas saca-
das de los libros del Hospital nos certifi-
can de otro asesinato. Dicen: «Fr. Ramon
«Bruguera, corista del Carmen (sin mas
»datos). Entro à 26 de julio de 1835. Mu-
»rió à 29 de julio de 1835». Las relaciones
orales de los testigos concuerdan por
completo con estos auténticos datos. Por
la puerta de la huerta salió el corista,
(2) Relaciones de varias personas deia famiiia
del Sr. Obispo Cortés, que oyeron las noiicias
de boca del mismo Padre Ferrer, con el cual te-
nían mucha amistad.
LA NOCHE DEL 2> DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
601
dejando antes el habito, però muy pronto
fué conocido y agredido frente de la
iglesia de los Angeles. Lo dejaron como
muerto. Un hijo de los senores Pons (can
Casaca) me dijo: «Durante la noche vi
»tendido en el suelo, junto à las verjas
»de los Angeles, en la plaza donde nos-
»otros viviamos, un fraile moribundo.
»Daba vueltas por sí solo ('rociulabaj. En
»esto pasaron unas mugeres en grupo, y
x.con una lezna de zapatero le hicieron
»algunas cruces en la corona» (1).
Don Rafael Gual me afiadió: «Fi . Ra-
imon Bruguera fué muy mal tratado. Se
oapoderaron de él las mujeres y cometie-
»ron muchas crueldades. Acudió la tropa,
»y se incorporo de él en el momento en
»que le habían tirado una piedra en la
»cabeza. Se le llevo al Hospital. El dia
»siguiente fui à visitarle en este asilo.
»E1 mismo Fr. Bruguera me conto enton-
»ces que las mujeres habian sido las que
»le martirizaron: que le abrian cortès,
»y luego tiraban de la piel para desollar-
»le en las manos y la espalda. Que em-
»pleaban tambien los peines. Yo procuré
»animarle, 3- le anadí que el dia siguiente
»volvería A visitarle; & lo que él replico:
»no, no vengas, que manana estaré ya
»en el cuarto del terrado». Era el depó-
»sito de los cadàveres. Efectivamente, al
»otro dia habia muerto. Bruguera era
»muy bueno» (2). Hijo de San Hilario,
bien que, por razón de haber morado por
mucho tiempo en San Pedró de Torelló,
se le tenia por natural de esta villa.
Otro testigo presencial me explico que:
«En 1835 en la iglesia de los Angeles no
»habia las tres puertas de hoy en la
»cerca, sinó que donde se abre ahora
»la puerta ó reja central se elevaba un
»poste de sección cuadrada, pintado de
»verde, con un farol. AUi, al pié del
»farol, vi un fraile, como muerto. Estaba
»tendido boca abajo con la cabeza híícia
»el mar y los pies hàcia tierra. Tenia los
»puflos cerrados y apretados contra las
(1) ]Ln Calella a ; de septiembre de i8i)-|.
(2) En Barcelona a 7 de enero de 1889.
»mejillas, y sobre su cabeza una piedra
»como las de los empedrados de las
«calles, de la que un cabo apoyaba en el
»suelo y el otro sobre la cabeza junto à
»la oreja. Vino del lado del Buensuceso
»el sargento Barrios con artilleros. Este
»se paro al ver el muerto, }• quitada la
«piedra, como el fraile oj-ese el lenguaje
^castellano del artillero, se movió un poco,
>:'y entonces Barrios le hizo levantar por
»deba]o de los sobacos, y así trasladarlo
»al Hospital». Quien tal vió y testifico
fué el hijo del hortelano del Carmen, Don
Benito Tomàs (3). {Puede darse mas con-
formidad de circunstancias de las distin-
tas declaraciones? -;Puede darse mas clara
verdad?
Otro fraile, poco antes de la partida de
Fr. Bruguera, salió también a la calle por
la misma puerta de la huerta: el lego
Fr. Juan Grimal, hombre corpulento y de
mucha fuerza, por cuya razón el conven-
to lo utilizaba para el servicio de su bode-
ga 3' manejo de los toneles. Echó tam-
bién por la calle de los Angeles arriba, y
aunque habia dejado el habito, al estar
cerca de la esquina de la calle de Ferlan-
dina topo con un grupo de prostitutas y
otras mujerotas, entre las cuales se con-
taban las dos apodadas mofijas, y de las
que ya traté arriba (4). Alverle las muje-
res exclaman: «Este es un fraile» y arre-
metieron contra de él, y con la punta de
una peineta, que entonces se usaban muy
grandes, le rasgaron el pàrpado superior
y el inferior y le sacaron un ojo. El,
con toda su corpulència y hercúlea fuer-
za, quedo acobardado, y suerte tuvo que
el grupo de arpias se distrajo y marchó.
Lióse un panuelo sobre el ojo, y gimiendo
torció por la calle de Ferlandina. Esta no
tenia entonces casas, y si solo huertas, y
(3) En las circunstancias de la muerte de
Bruguera coinciden, ademàs de los dichos tesli-
gos, muchos otros: però basta copiar las declara-
ciones do los arriba mcntados, pues lo son de vista
y calificados. D. Benito Tomàs me habló del caso
en varias ocasiones.
(4) Cap. 2.°, articulo 0. ' de este libro lli.
b02
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
así se metió en una de ellas, llamada Cau
MaJíaii, y seescondió entre las hileras de
altos bróculis de ella; mas como sus ge-
midos le denunciaren al hortelano, éste lo
recogió en su casa, y mas tarde fué tras-
ladado al hospital (1). Una senora, la
esposa del hijo del hortelano de este con-
vento, había oido de boca del lego Gri-
mal la relación de su martirio, y al
hacerla, a cada paso el lego exclamaba:
«jLas donas! jlas donas! Las mujeres,
«anadia, fueron aquella noche peores que
»los hombres» (2). Las notas sacadas de
los registrosdel Hospital dicen: «Fr. Juan
»Grimal, Religioso del Carmen calzado,
»de edad de 24 anos, natural de Pont de
»la Armentera, hijo de Francisco y Rosa
«Prats, soltero. Entro en 26 de julio de
»1835. Salió à 25 de agosto de 1835». La
circunstancia de que en estàs notas se
apunta de Grimal que era soltero, unido
a sus cortos 24 afíos de edad, y al dicho
de un testigo que me aseguró que aun no
había profesado, engendran la duda de si
era solo Donado, o sea novicio para lego.
Después de la exclaustración puso una
taberna en la calle Nueva de la Rambla,
frente de la de San Ramon, y finalmente
se retiro a su pueblo natal, donde mu-
rió (3).
Fué otro de los que salieron al huerto
el Padre José Barcóns y Saderra, el cual
murió en 17 de noviembre de 1884 siendo
Comisario General del Carmen de calza-
dos en Espana y Portugal, pues le cupó
la glòria de haber eficaz y ahincadamente
contribuido a la restauración moderna de
su orden en estos reinos, habiendo fun-
dado los conventos de Jerez y de Onda.
Las noticias de los peligros que corrió en
1835 las poseo directamente emanadas de
su pluma y de su boca, y por lo mismo
enteramente auténticas.
En aquel ano era ya presbítero, y en la
tarde aciaga el Prior le dejó de centinela
en un balcón del segundo piso alto del
(i) \'arias relaciones de D. Benito Tomàs.
(2) Véase el art. 2.° del cap. 9 de este libro III.
(3) Varias relaciones de D. Benito Tomàs.
angulo septentrional del edificio, y por lo
tanto mirando a la huerta. Desde dicho
balcón oyó voces de «ya queman tal con-
»vento, ya tal otro», y ademàs supo que
ardía ya la puerta del propio. Corre 3'
baja al claustro, donde halla la Comuni-
dad en confusión y espanto. Quiso huir
por casa Lluch, por lo que atravesó la
huerta y se dirigió al àngulo N. de ella a
la alta cerca que separaba de esta huerta
el jardín de aquella familia. Efectuo la
subida a lo alto de la pared sin màs ins-
trumento que sus unas y las preeminen-
cias de los materiales de la cara del muro,
però he aquí que al llegar a la sumidad
la piedra en que se apoyaba cede, y él
cae de espaldas sobre un laurel próximo,
con tan mala suerte que quedo a cuatro
palmos del suelo encajado entre dos
ramas o troncos, y tan fuertamenteapre-
tado que se hacía imposible todo movi-
miento. Los laureles producen varios
troncos que, unidos en la cara de la tie-
rra, suben luego separàndose en modo
casi insensible. Irrimisiblemente presó
así quedo hasta que pasó por allà el Pa-
dre Miguel Masoliver, que también se
encamínaba a casa Lluch, y arranco a
Barcóns de las tenazas en que se hallaba
presó.
En esto ya los revolucionarios ponían
fuego en la puerta que la huerta abría a
la plazuela de la calle de los Angeles,
por lo que el fraile corrió a una elevada
higuera para subirse a ella; mas el empe-
no resulto inútil porque, a pesar de haber-
lo intentado tres veces, nunca pudo lo-
grarlo. Entonces se dirigió a la noria.
Estaba esta bajo un tejadito, cerca de la
pared divisòria con los patios o jardines
traseros de las casas de la calle de Elisa-
bets. Entra en el cobertizo, y halla una
corta escalera de mano, con cuyo auxilio
sube sobre dicho tejadito. Desde aUí vió
que los revolucionarios, puestos como a
caballo sobre la cerca del lado de la calle
de los Angeles, destruían a martillazos el
pequeno tejado que cobijaba la misma
puerta. Quiso saltar al jardin de la prò-
xima casa de la calle de Elisabets, però el
LA NOCHE DEL 2^ DE JILIO DEXTRO DE LOS CLALSTROS
603
tejadito de la noria por aquel lado distaba
harto de la pared divisòria, y si bien en
otro extremo estaba pròxima, por esta
proximidad precisamente allí la pared
se elevaba en forma curva. Se dirigió a
este punto alto, y con ambas manos se
suspendió del lí-
mite superior de
la dicha pared
divisòria. Así
suspendido fué
caminando con
los brazos hacia
el lugar mas ba-
jo de la pared;
hasta que, llega-
do a él, a pesar
del cansancio y
fatiga muscular,
quiso encara-
marse sobre la
pared; para lo
que, haciendo
un supremo es-
fuerzo, llego a
poner un pie so-
bre su limite su-
perior, dando la
casualidad de
que lo puso so-
bre de una ma-
ceta, la que sin
embargo ni se
cayó ni volcó.
Montado co-
mo a caballo, o
sea a horcaja-
das, en la pared,
se puso de obser-
vación, cuando
de pronto ve córrer hacia él dos frailes,
de los cuales uno tenia 50 afios de habito
y el otro 55. Eran el Padre Eudaldo Sa-
rroca, contralto de la capilla de mú-
sica, y el Hermano portero Manuel Tei-
xiner. Pretendian saltar al jardin hacia
el que Barcóns tenia medio cuerpo, però
no sabían como subir. Entonces éste
les indico que acercasen la escalerilla
que para subir al tejado de la noria le sir-
vió a él; le obedecen y suben por ella,
mas como por corta no alcanzaba, Bar-
cóns dejó colgar la mitad inferior de su
cuerpo del lado del convento, y los viejos
desde la sumidad de la escalerilla se aga-
rraron de los pies y piernas de aquél y
por sobre de su
persona logra-
ron pasar la pa-
red. jCuànta ha-
bilidad y fuerza
en hombres vie-
jos y completa-
mente ajenos a
todo ejercicio
gimnàstico! Tal
puede el amor a
la vida y el te-
rror a la muerte
y muerte violen-
ta. El momento
era precioso,
pues en aquel
instante los re-
volucionario s
entraron en la
huerta del con-
vento.
Desde lo alto
de la pared, el
Padre Barcóns
estuvo mirando
como la turba
iba registrando
dicha huerta, si-
guiendo hasta
los surcos o hi
leras de las hor
t a 1 i z a s ; y vió
que escudrifla
ban la higuera en la que había inútil
mente tratado de subir, y en la que
a lograrlo, muriera. Habitaba a la sazón
en el convento de Barcelona un padre
maestro de Gramàtica del convento de
Olot, de nombre José Pujol, desterra
do a Barcelona por los liberales, hom-
bre de mucho valor y fuerza. Estaba en
la huerta, y tuvo la traviesa osadia de
colocarse tras mismo del revolucionario
604
LIBKO TElíCERO. — CAPITULO DECIMO
que Uevaba la antorcha, oculto solo por
la sombra del cuerpo de éste; }• así le fué
siguiendo hasta que llegó al montón de
rollos de estaràs que servían para abri-
gar las matas de tomates tiernas, los que
estaban en el Angulo O. de la huerta. Al
llegar alhl se oculto entre ellas; y cuando
después volvieron a pasar los de la turba,
salto la pared de la casa inmediata, que
era la fàbrica de Can Casaca.
Mas dejemos al Padre Pujol para des-
pués decir de él, 3^ volvamos a Barcóns,
quien en aquella noche habia ofrecido su
vida a Dios y de todo corazón perdonaba
a sus perseguidores. Salto Barcóns a la
casa donde daba su costado, y con sus
dos companeros entra en ella. Era de
un barbero, quien les recibió muy bien, y
aun dió al Padre Barcóns un pantalon y
tirantes, el cual pantalon no dejaba de
presentar su lado ridículo, porque el
donante era obeso al paso que el carme-
lita enjuto de carnes. Considerando que
la proximidad de la casa al convento
ofrecía peligro, el barbero condujo los
tres frailes a un piso segundo de la de
enfrente o del otro lado de la calle, donde
la duena de la habitación era muy buena,
però el marido estaba ausente ocupado
en matar frailes, bien que, como no peca-
ba de furioso, si hallara a los refugiados
no les molestarà. Llego realmente, mas
la mujer tenia escondidos a los tres en
una cama, y el hombre muj' pronto se
volvió. Los tres religiosos estuvieron
poco tiempo aquí, porque los artilleros, a
eso de la una o dos de la noche, fueron
recogiendo a los frailes de aquellos con-
tornes cu3'os huertos daban al del Car-
men, y a estos los llevaron al Hospital (1).
íY qué fué del Padre José Pujol que
salto a la fàbrica de Don José Pons, apo-
dada Can Casaca? Ocupaba esta el solar
de la esquina de la plaza de los Angeles
con la calle de este mismo nombre, y
ademàs buena parte de lo que hoy es esta
calle, pues al ensancharla modernamente
(i) Detenida relaciún que me hizo Barcóns en
Barcelona a 2% de noviembre de 1885.
todo el ensanche cargó sobre el solar de
la fàbrica. En la parte delantera, o de la
plaza, en los bajos Can Casaca tenia los
talleres o cuadras, 3- en el piso alto las
habitaciones de la familia. En la trasera,
en el lado oriental, un jardincito a nivel
del piso alto, en el centro un patio a nivel
del bajo, y en el occidental el establo. El
Padre Pujo), cruzada la cerca que dividia
las dos propiedades, quedo en el terrado
del establo, del cual pasó al jardincito:
allí abrazado a la reja del balcón de los
seiïores Pons, de rodillas les pidió que le
amparasen y salvaran la vida. Accedie-
ron los Sefiores Pons, però temiendo a
los amolinados 3' sus terribles desafueros,
le ocultaron fuera del recinto de su habi-
tación en una pieza del establo. Cuando
a mitad de la noche fué por allà la artille
ría, se entro al fraile en el taller o cuadra
de labor, y se le disfrazó; però como tenia
alta talla, los pantalones que se le dieron
le quedaban muy cortos. En las primeras
horas de la madrugada, la una, las dos,
o las tres, fué conducido al cuartel de
Estudiós.
Mas la circunstancia especial de la sal-
vación de Pujol no solo està en lo acaeci-
do en la huerta del convento de parte de
los amotinados, sinó en el patio de Pons
de parte de los perros. Porque había allí
sueltos de noche, para guardas noctur-
nos, unos grandes perros de los en la
tierra llamados de presa, terribles 3- fero-
ces, los cuales apenas respetaban ni a sus
duenos. Eran conocidos de los mismos
amotinados, pues habiendo dicho alguno
de la turba al pasar por frente Can Casa-
ca: «icuàntos frailes debe de haber aquí
»dentro!», contesto otro: «guàrdate de
«entrar, que los perros te partirían». Pues
bien, estos perros dejaron en paz al Padre
Pujol (2).
Escribí arriba que la huerta del Carmen
lindaba por E. con los jardines traseros
de las casas de la calle de Xuclà, y como
(j) Relación del hiio de D. José Pons. don
.Miguel, hecha en Calella a í de septiembre de
LA NOCllE DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
605
algunos religiosos huyeron por éstas,
conviene conocer su posición. Siguiendo
esta calle para arriba después de la Casa
Retiro, hoy subsistente, hallàbase en la
misma mano un gran almacén del ramo
de Guerra, que abarcaba el número actual
15 y creo que el 13. Después la casa
Lluch, de la que un hijo, Joaquín, ala
sazón era corista carmelita; y finalmente
otra casa pròpia de las monjas Elisabets,
cuyo principal piso habitaba entonces
Don Pablo Henrich. Esta casa estaba
marcada de número 40, hoy de 19, así
como la de Lluch tiene ahora el 17. El
jardin de la de las monjas, o de Henrich,
era mayor que el de las demàs, y se
extendía por detràs del de casa Lluch,
lindando directamente con el del Carmen.
En estos anos últimos posee la casa de
número 19, bien que el jardin ha sido cor-
tado, la muy conocida familia de Pascual,
que la compro a las monjas de Santa
I?ubel(l).
Otro de los religiosos que huyó por la
huerta fué el Padre Miguel Ferrer, quien
me conto su huída con las noticias que
apunto a seguida. En el refectorio, al
llegar con el lego vigilante la noticia de
que el convento ya tenia puesto el fuego,
y al oir la innecesaria recomendación del
presidente diciendo que se apresuraran,
salto por encima de la mesa para salir de-
tràs ella. «jAdónde va V.?», le pregunta-
ren algunas voces. «No lo sé», contesto
él; y corre a su celda. Al subir las esca-
leras topa con un corista que bajaba con
la misma alarmante nueva de que el tem-
plo tenia fuego. En la celda deja el hAbito,
toma algunos dineros, y baja otra vez,
hallando a la Comunidad en conmoción
en el claustro. Con el Padre Perramón y
un corista pide al Padre Prior las llaves
de la huerta. Al principio no se hallaban,
però después halladas, abren la puerta, y
los tres salen a la huerta. El corista se
(i) Relaciones de la Aladre Carolina Henrich.
hija de la casa de su nombre en Las Corts, en
febrero de 1895. y de D. Narciso Pascual en el
mismo mes y afio.
separo de Ferrer y de Perramón, pegando
por su lado. Vieron en un limonero a otro
corista tan espantado que lloraba como
un nino, y hasta por efecto del susto esta-
ba privado del movimiento. Ferrer subió
al mismo arbol, y pasando por sobre del
amilanado corista, ganó la sumidad de la
pared que de la del convento separaba la
huerta o jardin de casa Henrich. Creyen-
do que este jardin se hallaba a igual pro-
fundidad que el huerto del Carmen, se
desprende desde lo alto de la pared a él;
però halló que estaba mucho mas hondo,
y cayendo dió de nalgas sobre una mace-
ta, bien que no se lastimó.
Por la escalerilla que del piso principal
bajaba al jardin subió a aquél; y, sin
mover ruido, llamó en el balcón; desde
dentro una voz femenina le contesto que
ya tenían allí recogidos frailes servi-
tas (2), que volviesen al jardin y entrasen
en la casa por la puerta excusada de los
bajos (3). Mas Ferrer no entendió la se-
gunda mitad de la respuesta, y creyó que
se le decía que se escondiese por abajo;
por lo que regresó al jardin, y ocultóse;
però, comprendiendo que allí no estaba
bien, subióse sobre un cobertizo del jardin
y encaramandose por los hierros de una
reja, y sin saber cómo, llego a una aber-
tura de la casa del lado, o sea casa Lluch,
abertura que estaba guarnecida de mace-
tas.'Al ruido que inevitablemente produ-
jeron los esfuerzos y subida de Ferrer, los
de dentro del piso preguntaron: «{quién
hay?» Contesto que «un carmelita».
Abrieron la ventana, quitaron las mace-
tas, y el fraile entro en el piso. En él no
había mas que un criado y una criada,
pues los senores Lluch estaban en el
campo, habiéndose llevado alia a su hijo
Fr. Joaquin Lluch, entonces corista car-
melita, que pertenecía al colegio de la
orden.
(j) Relación del mismo P. .Miguel, Ferrer
hecha en L« Riba de Tarragona a 25 de septiem-
bre de 18S0.
f^) Relación de D." Carolina Henrich, hiia de
la casa. Las Corts de Sarria a 17 de julio de 1880.
606
LIBRO TERCERO. — CAPITULO tlECIMO
Por donde Ferrer subieron luego el
Padre Pedró Sunyer y un lego. Los tres
pasaron la noche ocultos en un desvàn
(golfa) de casa Lluch, desde donde oían
los espantables gritos de la turba que ya
decían «fuego aquí», ya otras terribles
expresiones, y oj'eron pasar caballería
por la calle. También desde aquellas altu-
ras veían como los amotinados registra-
ban la huerta del convento, àrbol tras
àrbol. Por orden de sus amos, el criado 3"
la criada debían ir al campo a reunirse
con ellos, por lo que el Padre Ferrer, la
manana del 26, domingo, puso unas líneas
al General Santocildesdiciéndole: «en tal
»casa hay tres carmelitas que se dejan A
»disposición de V. E.» Santocildes envio
un criado a cerciorarse de si el billete
contenia la verdad; y visto, envio màs
tarde una compafiía de tropa y un coche
cerrado, los que trasladaron los tres reli-
giosos al cuartel de Artilleria de Estu-
diós, de donde después pasaron a la Ciu-
dadela(l).
La causa por que la piadosa familia de
Henrich, en lugar de abrir prontamente
sus balcones a la demanda del Carmelita,
le indico que volviese al plano del jardín,
y entrase por la puerta excusada, se
halla en que una habitación vecina esta-
ba ocupada por gente alborotada, por
armados, y así convenia que estos no
viesen la entrada del fraile. Ademàs, en
casa Henrich había ya refugiades dos
servitas y el canónigo Costa, el cual era
precisamente quien aconsejó la prudente
respuesta. El dia siguiente encontràronse
en el jardín de los sefíores Henrich va-
rias prendas de hAbitos carmelitas, espe-
cialmente capillas. Antes de amanecer,
la seüora corrió a retirar una escalera de
mano que en la noche habia arrimado a
la pared de división para así facilitar el
paso de frailes desde la huerta de estos
(i) Relación citada del P. Miguel Ferrer. En
los hechos tocados por el P. Ferrer y D.' Caro-
lina Henrich deleita ver como ambos estan con-
cordes, a pesar de no haberse rautuamente ellos
conocido.
al jardín, escalera que no supo ver Ferrer,
y que por lo mismo no utilizó (2).
El asustado corista del limonero tam-
bién logró salvarse. Ignoro el cómo (3).
Al decir de dos frailes de esta casa
carmelitana, llegaren al número de quin-
ce o dieciséis los religiosos que salieron
del convento por la huerta. De estos,
como hemos visto, unos fueron a la calle,
otros quedaren en la huerta, otro pasó a
la fàbrica Casaca, tres a casa Lluch, y
con otros sucedería lo que me conto el
muy enterado y listo hijo del hortelano
Don Benito Tomàs. Su padre, de nombre
José, màs vulgarmente conocido por Lo
gran del Hort del Carme, creyó pruden-
te en tan turbulenta noche alejar de allí
su familia, y la saco; però él continuo en
la huerta para salvar frailes. Así lo hizo,
y mediante una muy alta escalera de
mano que poseia la casa para coger los
higos de las anosísimas, numerosas y re-
nombradas higueras de aquella huerta,
los fué pasando al Retiro y otros jardines
de las casas de la calle de Xuclà. Para
ello subian por la escalera a lo alto de la
cerca divisòria, y luego desde allí, con
una cuerda, el mismo hortelano los baja-
ba al jardín. Al fin comprendió éste que
hasta él corria peligro, y así del modo
que descolgó a los demàs se descolgó él,
refugiàndose en un almacén de un fran-
cès, almacén muy cercano al Retiro o
Casa Retiro (4).
Habia en el Carmen tres frailes de
cabeza no muy sana, el Padre Elías
Raset, hijo de un curtidor que vivia
en una casa pròpia, de él, de la calle
del Portal i\oH esquina a la dels Jueus;
el Padre José Vallosera, y el lego Fr.
Antonio Pallarols. Los dos primeres no
pasaban de simples; el tercero estaba
loco. El Padre Raset, por razOn de su
avanzada edad, quizà cenó antes que los
demàs, y se retiro a su celda, acostóse y
(2) Relación citada de D.'' Carolina Henrich.
(5) Relación citada del P. Miguel Ferrer.
(^) Repetidas relaciones de D. Benito Tomàs,
que vivia en la casita de la huerta.
I.A NOCllli DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
607
tranquilamente durmió todita la noche.
A la madrugada siguiente levantóse muy
temprano, y según costumbre, lavada la
cara, tiro el agua de la jofaina desde el
terradito de su celda que estaba sobre la
tahona y daba al callejón de los Angeles.
Súpolo el sargento Barrios, y pasando al
convento por la puerta de la huerta, pues
estaba en esta, subió por la escalera
secundaria, a cuya mitad topo con Raset,
f^^-^íuLt PlPiSBt.
que se dirigia al templo para celebrar,
pues solia hacerlo de los primeros, si no
el primero. Rehuia el frailecreer
el militar hasta que éste le liizo c:7
ver el incendio. Los. artilleros ^^"^
llevaron el Padre Raset al cuar-
tel de Estudiós (1). En los tiem-
pos posteriores a la exclaustra-
ción vivió en la casa paterna con su her-
mana y sobrina.
El lego loco Fr. Antonio Pallarols era
hombre de fuerza hercúlea, de modo que
con el hacha partia de un tajo los tron-
cos niàs gruesGS. En la noche aciaga
tranquilamente cenó, y se retiro a su
celda, donde durmió descansadamente.
Por la mananita siguiente le hallaron los
artilleros, y lo llevaron a su cuartel de
Estudiós. Puesto después con los demàs
en la Ciudadela, preguntóle uno de los
granados: «Diga, Fr. Antonio, iqué pen-
»saba V. anoche?» Respondió el loco:
«Pensaba que esta noche pasada estuvi-
»mos en peligro de morir, y V. R. no nos
»lo aviso» (2).
(i) Son muchísimos los lestigos que me con-
t.Tiim estos hcchos del P. Raset, y aunque algu-
nes dilicren sobre si la celda de Raset daba al
huerto o al callejón de los Angeles, una senora.
que vió desde su terrado cl acto de Raset de tirar
el agua, me aseguró que daba al callejón, y hicn
pudiera ser que diera a los dos.
(j) Relaciones citadas del P. José Barcons v
de l'V. Francisco Cabal.
El arriba también mentado como sim-
ple era el sacerdote Padre José Vallose-
ra, quien dió pruebas de alguna mayor
cordura que los dos anteriores, pues ante
el peligro quitóse los hàbitos y ropas que
pudieran comprometerle, quedando con
solo camisa, calzoncillos ^ un panuelo
atado a la cabeza; y con tan simple ves-
timenta encaramóse en un naranjo del
huertecito del noviciado, el cual huerte-
cito lindaba con la calle de los Angeles,
y en el naranjo pasó toda la noche. No
se puede dudar que gozaría de fresco
en el cuerpo, que la frescura del alma
harto la mostro rezando en la madrugada
en su limonero Prima y Tercia, como
realmente lo hizo.
J^^e^/ "l^
re^
Encontrado como los dos anteriores por
los artilleros, fué conducido a su cuartel
de Estudiós; y desde él, junto con otros,
Uevados a la Ciudadela (3). Después Va-
llosera pasó a Amèrica, en Puerto Rico
desempenó el cargo de capellàn de mon-
jas, y al fin de la vida volvió acà, però tan
sencillo como cuando rezó Prima vestido
in albis en el naranjo (4).
También pasaron la noche en el con-
vento los legos Fr. Francisco Cabal, co-
cinero, y Fr. Simón Serret, despensero.
De antemano habían estudiado la casa en
busca de escondrijo seguro para un tal
dia, y se habian íijado en un como des-
van que estaba sobre la bóveda de una
de las capillas de los pies del templo,
creo de San Mauro, al que se subía por
un agujero del techo de la despensa. Para
efectuar la subida colocaron a prevén -
ción en el agujero una cuerda. Llego el
dia, o mejor la noche fatal, y los dos
legos corrieron a su madriguera, retiran-
( í) \'arias relaciones de frailes es de ta casa.
(4) Relación de unas monjas de aquí. a las que
visito a su regreso.
608
LiBRO TERCERO. — CAPHIEO DECIMO
do luego la cuerda. Es verdad que allí
nadie les halló, paro sus ano:ustias duran-
te aquella para ellos larga noche no son
para descritas, pues por un lado oían los
gritos y alborotos de la turba, y por otro
sentían grandemente el calor del conti-
guo incendio que iba calentando las para-
des del escondrijo, y les aterrorizaba el
retumbar de los tan próximos derrumba-
mientos, viéndose en peligro de morir, o
asados, o aplastados.
Al fín llego la mariana, y se decidieron
a bajar del escondrijo a la despensa, la
que directamente comunicaba con el re-
fectorio. Por el ojo deia cerraja inspec-
cionaron el refectorio, y viéronle ocupado
por soldados, que alegremente almorza-
ban la cena que los frailes habían dejado
casi intacta por la noche. Inspirando los
soldados confïanza a los dos legos, que ya
iban sin los hàbitos y todos blancos con
las solas ropas interiores, entraron en el
refectorio, y preguntaron a la tropa por
.los Padres. Les contestaren, sin duda
para animaries, que habían sido muer-
tos. Entonces los dos legos determinaren
subir al campanario para ver si todavía
estaban allí los Padres; però cuando
Uegaron a la esquina oriental del claus-
tro moderno, donde había una escalerilla
por la que se subía al campanario, la
hallaron interceptada por el incendio. Se
encaminaren a la puerta de la huerta,
donde hallaron un retén de tropa, desde
donde la fuerza los trasladó al cuartel de
Artilleria de Estudiós. Aquí se les dió
medicina; y a las once del dia, a ellos, el
Padre Raset y a otros siete u ocho frailes
màs, en tres coches se les condujo a la
Ciudadela, no sin que en el trayecto se
echase sobre de ellos una nube de amoti-
nados, de guisa que los soldados perdia-
ran la color de sus tostadas mejillas (1).
Como apunté arriba, las vias por las
cuales los carmelitas quisieron huir de la
(i) Relación del mismo Fr. Francisco Cabal,
que me hizo en 28 de abril de i88o. Su simple
disfraz me lo conto no él, sinó D. Benito Tomàs,
el hiio del hortelano.
muarte fueron tres; a saber: el terrado
del templo y campanario, la huerta, y los
escondrijos del mismo convento. Sin em-
bargo, algun religioso no pasó por ningu-
no de estos. Asi los coristas Fr. Mariano
Vidal y Fr. Francisco Poleti rehusaron,
por temor al fuego de la iglesia, subir
al terrado de ella; y se fueron al coris-
tado, de donde, saltando por una ven-
tana y cruzando tejados de la misma
casa, Uegaron al da casa Sagarra cuan-
do la mayor parte da la Comunidad toda-
vía estaba sobre la iglesia y en el campa-
nario. Llegaren, pues, allà antes que
estos. Una criada las abrió la puerta dal
terrado y ellos bajaron a la habitación de
los duenos, sin que viasen a estos. Allí sa
quitaron los habites, quedande enmangas
de camisa, calzón corto, zapatos con un
botoncite, y un pafiuelo atado en la caba-
za. Bajaron les des a la entrada antes de
abrir la puerta, allí en un rincón dajaron
los hàbitos 5^ rezaron el acte de contri-
ción; y aquella abiarta, se lanzaron a la
calle en medio de la multitud, separàn-
dese los dos companeres. Vidal se fué a
la buenà de Dios, sin norma ni diracción.
Llagó a la calla de las Molas, subió a una
casa desconocida hasta el ultimo piso,
llamó, a la mujer que respondió le d i jo
que era un fraile fugitivo, y le pidió hos-
pedaje y ampare; accedió la mujar, y le
amparó. Por la necha no faltaren sustos,
pues un enemigo perquiría por la escalarà
un fraile, qua decía habia subido por allí.
La mujer nagó que hubiasa fraile alguno.
El dia siguiente Vidal mandó recade aun
hermano carnal suyo, quien por la noche,
vestido de uniforme, pues era musico de
artilleria, con un paisano fueron a bus-
carle. Disfrazàronle cenvenientemente y
lo condujeren a casa da esta hermano,
donde quedo hasta poder huir màs tarde
a Vich (2).
En este relato se presenta un enigma
que el mismo Fr. Vidal me propuso, y
explico, a saber: como al salir da casa
(2) Relación del mismo Fr. .Mariano Vidal en
Barcelona a 20 de febrero de 188-I.
y s
o <a
u
fíVlt'.]r-l
u
LA_ NOCllli DEL 2í DE JL'Í.IO DE.NTRO DE LOS CLAUSTROS
609
Síigarra y mezclarse con la turba vistien-
do él aún tantas prendas de religioso, no
fué conocido y agredido. A la sazón co-
menzaba todavía el ataque, la campana
del convento ciamaba pidiendo auxilio:
por ello, y quiza por verla, la turba creia
que la Comunidad estaba todavía en la
azotea, y así no atinó a que ya allí hubiese
un fraile. Mas aún, Fr. Vidal era un jo-
vencito, un nino, y en mangas de camisa,
,como los demas de la turba, pasó por un
nino de tantos.
Ademas de estos dos frailes que huye-
ron sin pasar ninguna de las tres vías
arriba indicadas, se me ha dicho si en los
momentos en que la fueiza pública tenia
despejada la calle frente del convento
durante el incendio, algunos religiosos
en mangas de camisa y calzoncillossalie-
ron por la puerta de junto la esquina de
la calle de los Angeles en la del Car-
men, y pasaron al Hospital o Conva-
lecencia (I).
En la historia de estos desgraciades
días merece un parrafo el Padre Prior del
Convento Fr. Antonio Gener, hombre
altoybien plantado, hijo de Tàrrega, a
la sazón de 54 aiïos de edad. Había sido
Lector durante muchos anos. Si bien las
seguridades dadas por la autoridad y
otras razones ya arriba expuestas le cega-
ron sin duda, como a los demas superio-
res, para no ver la inminenciadel peligro,
sin embargo su comportamiento en la
desgracia le acredito de buen padre
de sus subordinados, Ya antes gozaba
concepto de sabio y santó, justa fama
que siguió gozando después (2), y ahora
probó la de buen padre. Al subir a la
azotea, o al campanario, recibió un fuer-
te golpe en la pierna derecha, cuya cura-
ción exigió despucs largas semanas de
serio tratamiento medico. Però no por
esto abandono a los suyos. En la azotea.
I sereno y cuerdo, calmo los entusiasmos
bélicos de los jóvenes que deseaban de-
fenderse; les exhorto a perdonar y a
morir bien, y les dió la absolución. Puesto
después en la calle entre los soldados,
procuro salvar las riquezas de la sacris-
tia, aunque infructuosamente; y al ver
llevar sus hermanos a la Cíudadela, en
lugar de buscar una cama en el hospital
0 en otra parte, donde curar su pierna,
les siguió al fuerte. Allí atendió a la ma-
nutención y alivio de ellos (3), y solo
cuando esto quedo provisto, y su mal no
consintió espera, en 5 de agosto, entro en
el Hospital, donde estuvo hasta el 10 de
septiembre del mismo 1835 (4). Al sepa-
rarse de sus queridos subordinados dele-
go sus facultades en el venerable Padre
Avella, sin perjuicio de continuar él
desde la cama del hospital sus desvelos
en favor de aquéllos (5). Pasó después al
extranjero, de donde al volver, transcu-
rridos aíïos, desempeiïóel cargo decape-
Han de las muy edificantes monjas car-
melitas calzadas, y allí a 15 de enero de
1861 murió (6).
El seflor Elías de Molins en su Dicció-
nario de escritores y arlistas catalanes
del siglo XIX le dedica las siguientes
palabras: «Natural de Tílrrega... doctor
»y maestro en Filosofia y Sagrada Teo-
»logía y prior que fué dos veces del con-
»vento de Manresa y otras dos del de
«Barcelona, desempeiïando tan impor-
»tante cargo en el funesto dia 25 de julio
»de 1835. Era persona muy aficionada a
»la enseüanza, y poseía grandes dotes
»para el mando, habiéndose captado la
«simpatia de todas las principales fami-
»lias de la última ciudad, donde falleció
»en 17 de enero de !8ó0» (fuc en 15 de ene-
ro de 186 1. Este diccionario cstd plaga-
do (le erraré,^) «a la avanzada edad de 80
»afíos. Había publicado un Tratado de
(i) Relación de D.' Catalina Salvadc que
vivia en una casa cercana. Barcelona di de
fcbrero de 18S2.
(2) Relación citada del P. isidrci Devanl. quicn
me hi/o elogios del Prior.
(?) Relación cil. del P. líidro Devanl.
(-)) Notas sacadas de los libros del Hospital.
(s) Relación cit. del P. Isidre Debant.
(6) fíotetin oficial eclesidstico del obispido
de Barcelona. \\\o 1861, pàg. ^8.
39
610
l^initO TF.RCERO. — CAPlm.O UIXIMO
•oGramdttca Castellana... que se impri-
»mió a primeros de esta siglo (XIX). •»
Como se ha visto por las anteriores
narniciones de los peligros y quebrantos
quesufiió cada relio:ioso, los rriíls de esta
casa pararon en la Convalecencia y
Hospital. Aquí se les dió medicina anti-
espasmódica, se curo las manos a los de
la cuerda, y se les animo (1). Se cuenta
que el Padre Codinach y otro Padre,
estando en el Hospital, entraron en el
departamento de los dementes, de entre
los cuales unos les dijeron: í<iQué os han
hecho, pobres? iQueréis agua?» De modo
que hubo mas caridad y humanidad en
los locos que en los amotinados, al decir
de las gentes, cuerdos.
Como apunté arriba, la fuerza pública,
los artilleros, despejaron durante el in-
cendio y mantuvieron aquella noche des-
pejado el trozo de calle de frente del Con-
vento, formando una linea transversal en
la esquina de casa Sagarra y otra frente
el callejón de los Angeles. A todo esto no
falto en la tragèdia un pequeno sainete.
El teniente de Artilleria Don José de
Prat, después de huídos los frailes, subió
a casa Sagarra para ver y recoger alguno
si por allí quedaba. Al acercarse a la
puerta del terrado oyó que un lego es-
condido en un rincón, sin duda creyendo
que el peligro se había va alejado, en
voz baja decía: «Padre maestro, Padre
maestro», llamando a un Padre grave
escondido en otro ííngulo, y que el Maes-
tro, temiendo todavía y enfadado porque
Uamàndole le descubría, murmuraba en-
tre si: «Padre mierda, Padre mierda» (2).
Durante las primeras y las altas horas
de aquella noche, como de una a dos, los
artilleros recogieron los frailes de aque-
llas casas vecinas al Convento, llevando
unos a su cuartel de Estudiós y otros a
la Convalecencia; de donde resulto no
(i) Relación citada del P. Barcóns.
(2) Me lo conto varias veces el M. I. Sr. don
José Morgades, quien había vivido en la família
de D." Franciscà de Prat. parienta del teniente
dicho. V creo In habia oido de boca de esta.
sólo gran número de frailes en el Hospi- 1
tal 3' Convalecencia, como arriba dije,
sinó a media noche cierta quietud rela-
tiva \' paz en aquel punto de la calle del
Carmen. Aprovechando estos momentos
de quietud, el listo Padre José Barcóns
ejecutó dos hechos curiosos. Entre una
y dos de la madrugada, mal disfrazado
con el pantalon que le proporciono el
barbero y con un solo tirante (pues había
dado el otro a un su companero), acom-
paíiado del hortelano del Convento, se
dirigió a éste, y entro en él por la puerta
de la huerta. El aspecto de la casa era
desconsolador por la soledad, el desam-
paro y el fuego y humo del templo y
sacristía. Aquellas piezas, aquellas cel-
das, aquellos corredores, poco antes tan
piadosamente animados, eran un pàra-
mo, receptaculo del humo. En el refecto-
río todo estaba intacto como en el momen-
to de la cena; encendidos los quinqués;
puestos los platós con las pitanzas, éstas
integras, compuestas de verdura y de
pescado, nadie había comido nada, sólo
se habían bebido algunos sorbos de vino.
Nadie había tocado nada, ni aun alguno
de los veintidós gatos que criaba el Con-
vento. jLàstima que no lo viera Don
Víctor Balaguer, el narrador de la cena
de los Franciscos de Atarazanas! Aquel
refectorio y aquel convento parecía el
aposento de un difunto después del mo-
mento del entierro de éste. Mas tarde,
como lo dije arriba, los soldados almor-
zaron la cena de los frailes.
La segunda travesura la efectuo Bar-
cóns, acompanado del Padre Roig. Los
soldados habían dejado sus fusiles arri-
mades a una pared en el interior del patio
de la Convalecencia, y, como jóvenes,
estaban fuera en la calle bromeando.
Entonces convinieron los dos dichos frai-
les en examinar si los fusiles estaban o
no cargados. Estàs armas no se carga-
ban por la recamara, sinó por la boca,
introduciendo primero la pólvora y des-
pués la bala con el taco por medio de
una larga varilla de metal, llamada
baqueta, resultando la operación tardía
LA NOCIIE DEL 25 DE JLLIO DF.NIRO DE LOS CLALSTROS
611
y no fàcil como ahora; de donde prove-
nia que, en caso de querer obrar, conve-
nia tener a prevención las armas carga-
das. Barcóns, pues, se puso de acecho en
la puerta del edificio para vigilar si los
soldados venian; y Roig cogió dos fusiles,
uno tras otro, e introdujo en ellos la ba-
queta, la que dió contra el final de la
recàmara dejando oir el trinch trincli
del golpe. Las armas, pues, no tenian
carga. Estàs eran las ordenes de hacer
fuego que se ve se habian circulado a las
fuerzasdel ejército (1).
QuizA se extraüe tal proceder de parte
de los artilleros, però no podia ser otro
dada la carència de ordenes superio-
res. Hay màs, me dijo el capitan De
Amat que si el teniente Prat y algu-
nes soldados acudieron al Carmen, y
luego a recoger frailes, fué porque se
reclamo el auxilio; y que no fueron de un
modo oficial y de ordenanza, no con
aparato de fuerza, sinó como asunto de
ellos, acompanados emperò de algunos
subordinades; y que lo mismo acaeció
con el auxilio prestado a los minimos.
Como se comprende por lo escrito en
artículos anteriores, en el Hospital y
adjunta Convalecencia no estaban solos
los carmelitas. Los no enfermos no de-
bian continuar allí. Oigamos la relación
que de la salida de aquellas piadosas
casas me escribió el Padre José Barcóns;
«....al Hospital en donde permanecimos
»con otros muchos Religiosos de otras
«Ordenes hasta las tres y media de la
«raadrugada, que salimos acompaflados
»de la tropa y caballería para la Ciuda-
»dela.... El modo como salimos es el cua-
»dro màs triste que un pintor puede
«imaginar. Figúrese V. ver de setenta a
»ochenta religiosos entre jóvenes, de
«mediana edad y viejos, que ninguno iba
»vestido con las piezas necesarias y con-
«venientes. Unos, con solo calzones y
«camisa, con una cuerdecita por tiran-
>;tes; otros, con vestidos prestados, des-
(i) Me conto ambos casos el mismo P. José
Barcóns en las ocasiones citadas.
«proporcionades a su cuerpo; otros, des-
>calzos; otros, con un solo zapato;
«descubierta la cabeza, unos venian con
«cerquillo; otros, con corona. No había
»ni uno siquiera completamente vestido.
«Era cuadro que arrancaba làgrimas».
Pasaron por la callejuela de los Angeles,
subieron a la muralla de tierra, y atrave-
sando por frente la Puerta Nueva y Ex-
planada, llegaren a la fortaleza. El Padre
Isidre Devant, uno de estes religiosos, me
hizo muchos elegios de les artilleros, que
fueron los que les acompanaron, y espe-
cialmente de sus Jefes; anadiéndome que,
viendo el que mandaba la fuerza que un
lege seguia con dificultad por tener un
pie estropeado, se apeó, e hizo que el
lego montara en su caballo. Tan buena
voluntad no era, sin embargo, parte para
impedir los insultes de palabra, los grites
de «mataries», y hasta algunas pedradas
de la chusma (2).
Después de tedo ocurre preguntar:
rqué ardio en este convento? Aunque va
sumariamente lo apunté en el capitulo
anterior, se debe aqui ampliar la noticia.
Los incendiaries principiaren su infernal
obra per la puerta de la porteria (3), y
parece que destruïda esta, llegaren hasta
el claustre moderno e contiguo al temple,
però que retrocedieron, de modo que el
convento o habitaciones quedaren intac-
tas del fuego (4). Pusiérenlo también,
mientras lo dicho, en la gran puerta del
temple y muy luego en la de la huerta;
y si no entraren en el convento, harte se
pasearen por la huerta, según arriba
vimos, y muy harto entraren en la igle-
sia. Ya arriba en el capitulo anterior nos
dijo el descarriade aprendiz cómo con un
liquido inflamable incendiaren el retablo
(2) ^ a en el texlo se dice que las nolicias se
sacan de los relatos cit. de Barcóns y Devant.
Otros varios testigos explican el mismo traslado
a la Ciudadela y los insultos, tales como Fr. Se-
bastiàn Grimau y el P. José Codinach.
(3) Lo alirman varios lestijïos.
(-l) Relación de D. Benito Tomds de s de octu-
bre de 18112.
612
lii;ho tercero. — capitulo hkcimc
mayor, del cual ardieron los adornos,
però no la interior armazón de grandes
columnas y cornisas, porque estaba com-
puesta, no de maderas, sinó de albaflile-
ría. También arriba, mas en este mismo
articulo, nos explico el testigo presencial
Don Mariano de Sagarra el horroroso
horno en que el fuego convirtió el tem-
plo, la Uuvia de fuego, o sea plomo derre-
tido, que caia del órgano, y los despren-
dimientos de otros elementos. Conocemos
también el hundimiento de gran parte de
la techumbre en la noclie.
Sin embargo, en la gran hoguera de
aquel templo hubo un retabjo lateral que
se libró del fuego durante toda la noche
y manana, y entre diez y once de esta
todavía se hallaba intacto. Era el de San
Miguel, que estaba casi frentede la puer-
ta de la calle del Carmen y tenia en su
parte alta un San Miguel, y en el centro
un crucifijo de tamano natural. A dicha
hora lo vieron dos amigos mios, y les
admiro que el Cristo conservarà hermoso
aun hasta el color de las carnes (1); y
ademàs son numerosisimos los testigos
que deponen la incolumidad de este reta-
blo, pues llamó la atención de cuantos
curiosos, que ciertamente no pecaron de
pocos, acudieron a ver los incendios. A
aquella hora un hombre, dícese si un
miliciano de los de la guardià, exclamo:
«no sea que luego digan que esto es un
milagro», y tomando un tizón, salto por
sobre las encendidas ruinas que cubrían
el pavimento del templo, y le puso fuego;
el cual prendió fàcilmente, pues halló
maderamen viejo y ya tostado del calor
del incendio (2). Y escribo: «sin duda un
«miliciano,» porque el hijo del hortelano,
el muy cuerdo y enterado Don Benito
Tomàs, me dijo que vió en dicha maflana
que algunos retablos de los pies del tem-
plo que no habian ardido en la noche
(i) D. Antonio Moratones, maestro degimna-
sia. Barcelona 23 de noviembre de 1881. — Don
Pedró Subiranas. Barcelona 26 de enero de 1883.
(2) Relaciones de varios que lo vieron.
fueron incendiados por unos milicia-
nos (3). El incendio, 0 mejor, el fuego
del Carmen duro por todo el 26 y parte
del 27 de julio, es decir, dos días El dia 27
el alcalde del barrio dió parte al Ayunta-
miento de que el fuego se había apodera-
do de la Capilla del Sacramento (4).
Ya he dicho cuílnto ardió también la
preciosa sacristía con sus hermosas cómo-
das armarios de nogal, sus grantles lien-
zos, sus utensilios del cuito, sus indumen-
tos o vestidos sagrados, sus vasos también
sagrados. «Aquello— dijo el artillero jefe,
« — aquello es un infierno». Se conto que
un càliz rodó por el suelo hasta cerca de
la puerta, y que un soldado le alargó la
bayoneta para hacerlo córrer mas hacia
sí, y que el càliz estaba tan maduro por
el calor que, al apretarlo la bayoneta, se
partió. También se dijo que después se
ofreció una respetable suma por las ceni-
zas de esta pieza para extraer de ellas el
precioso metal (5). Igualmente fué pasto
de las llamas la pieza del camarin donde
estaba la imagen principal de la titular,
la que, luciendo aquel dia, octava de su
fiesta, las mejoras galas y joyas, pereció
con ellas. El resto del convento quedo
intacto del incendio, y en la noche no
entraron los amotinados.
Al cabo de unos pocos días del fuego
tres o cuatro mozos del hortelano quisie-
ron por curiosidad ver el templo, y para
ello subieron al piso alto del claustro, y de
allí pasaron al coro; mas estaba tan es-
tropeada por el fuego y tan debilitada la
bóveda sobre la que descansaba, que con
el solo peso de ellos se hundió. Por for-
tuna no sacaren de la osadía màs que el
susto y algunos rasgunos; y tuvieron que
{3) Relación de 3 de mayo de 1898. — Relación
de una vecina que pasó por frente del templo y
vió que los retablos no habian ardido, y oyó luego
la algazara del acto de quemarlos.
(4) Archivo municipal. — Expedientes. — Sec-
clón 2.' Expediente número ug.
(5) Relaciones del P. José Barcóns y P. José
Codinach.
LA NOCIIE LIEL 25 DE lULlO UEMItri DE LOS CLALSIRC
6;3
salir por la puerta que de la sacristía
daba al claustro (1).
ARTICULO XOVENO
LA VIRGEN DEL BUEN SUCESO,
DE FRAILES SERVITAS
Escribí ya en mi obra anterior que la
Comunidad que en 1835 poblaba esta casa
se componia de unos 30 a 40 frailes. He
aquí los nombres de los que pude haber
noticia:
SACERDOTES
R. P. Anselmo Perera, Prior.
/X .J^/^JÒ}^^ /£»;
R. P. José Ribera, Socio provincial y
Corrector de la Congregación de los Do-
lores.
R P. Andrés Estrany, Vicario.
R. P. Domingo Daniel, ex provincial.
R. P. Rafael Darnis, ex provincial.
R. P. Antonio Porta, Regente de estu-
dies.
R. P. Domingo Gusifler, Lector.
R. P. Gregorio Permanyer, Lector de
Filosofia y Teologia.
R. P. Buenaventura Aulestia.
R. P. Salvador Pla.
R. P. Baudilio Fuxar, hijo de San Bau-
dilio de Llobregat.
R. P. José Bogudà.
R. P. Lorenzo Sancliment.
R. P. Daniel Angelats, Lector de Mo-
ral, hijo de Banolas.
R. P. Martín Estaper, Predicador.
R. P. Antonio Feu, Maestro denovicios
que fué.
R. P. Jaime Frigola.
R. P. laime Hugas.
R. P. Felipe Rodés.
R. P. N. Salis.
(i) Relación del hijo del liorlclano de
mayo de 18118.
de
R. P. N. Tapias.
R. P. X. Bofill.
R. P. Antonio Ros.
R. P. Tomàs Lluís.
R P. Mariano Tacies.
R. P. N. Terradas, organista.
CORISTA
Fr
Antonio Foquet.
Fr
Joaquín Puig,
Fr
Agustín Bruch.
Fr
Francisco Sala.
Fr. Bernardo Rabascall.
Fr. Miguel Pons.
Fi". Àngel Arquer.
Fr. Joaquin Arquer.
Fr. Emiliano N.
Fr. Mariano Armengol.
LEGOS
Fr. Antonio Anguera.
Fr Joaquin Genis.
Fr. Tomàs Casadesús.
Fr. José Torrents.
Fr. Olegario Masip.
Fr. Pelegrín Vidal.
Fr. Ambrosio. N.
Fr. Pelegrín Lleó.
Por lo explicado en el articulo l.<= del
capitulo próximo anterior facilmente se
adivina que los sucesos del interior de
esta casa en la noche aciaga pocos lances
han de ofrecer a la historia.
Estaban los religiosos en la tarde del
25 de julio, a cosa de las siete, cantando
la Salve a la V^irgen de los Dolores, cuan-
do de repente sale al presbiterio el lego
Pelegrín Vidal, dando un grito para que
cesara el canto, y anadiendo: «iQué hacen ,
»si Barcelona està en revolución?> Paro
el canto, y los fieles, al encaminarse a la
calle, hallaron ya cerrada la puerta del
templo; sin embargo después se les dejó
salir paulatinamente (2).
Apunté lambién en su lugar que, al
tiempo que se ponia fuego en el Carmen
(->) Relación de D. líamón Piiiana, que estuvo
presente al acto. Hecha en Barcelona a ^ de
marzo de 18SÓ.
614
LlIiliO ÏICUCICRO. CAPITULO DECIMO
de frailes calzados, se puso en el presente;
però que cuatro nobles oficiales del cer-
cano cuartel de Artilleria, llevados de
solo propio impulso, acudieron; y con
razonamientos y palos aventaron de allí
a los muy contados incendiarios, y dejan-
do cuatro soldados y un cabo conserva-
ron la casa incòlume toda la noche. Y
tanto es así que uno de los soldados, que
contribuyó a apartar las fajinas encen-
didas ya, se quemó el pantalon blanco
que entonces, y yo lo alcancé, llevaba en
verano la tropa. Era aragonès, asistente
del Comandante López de Pastor, y se
llamaba Lorenzo Jarque; y parece que
fué quien, al ver la intentona del fuego,
corrió a avisar a sus jefes, y así dió pie
a que estos acudiesen. El Comandante
premio la buena obra del asistente alcan-
zàndole la licencia absoluta, para lo que
alegó una causa física (1).
Un fraile carmelita me dijo que desde
la azotea de su templo, cuandolafuga, se
oia la campana del Buensuceso pidiendo
auxilio, lo que contribuiria quizà al pres-
tado por los artilleros (2).
Evitado el incendio pudieron, los frailes
atender a su fuga con alguna relativa
paz, salvo sin embargo el azoramiento de
alguno, tal como el de un Lector, del que
se dice que huyó en calzoncillos por las
casas de la calle de Tallers. En el arti-
culo anterior al presente una seflora de
casa Henrich, de la calle Xuclà, nos dijo
que en su habitación se refugiaron dos
servitas. Otros saltaron a las casas de la
calle de las Sitjas, y otros a las de la de
Tallers. Por la número 7 de esta calle,
por la tienda habitada del zapatero Pablo
Nevas, huyeron diez, de los cuales cinco
salieron de ella al amanecer, y los otro
cinco fueron entregados a los artille-
ros (3).
(i) Rclación de D. Carios López de Pastor
hijo del Comandante. Barcelona 22 maj'o de 1804.
(2) Relación del P. Bernardo Sostres. Barce-
lona 15 de marzo de 1880.
(5) Lo dice el mismo zapatero en un memo-
rial que copiaré en el capitulo siguiente.
Las primeras casas del lado oriental de
la calle de Ramalleras números 2, 4, 6 y
8 actuales no tenian entonces, ni tienen
ahora, mas que dos pisos altos, però lue-
go caminando para la de Tallers se halla-
ba, y se halla, la 10, que era alta de
cuatro. En el terrado de esta compare-
cieron aquella noche seis servitas, bien
que uno, por la misma ventana por donde
habia salido, regresó al convento. Del
terrado bajaron al cuarto piso, donde
vivia una mujer devota, y allí dejaron
los hàbitos y no sé si algo màs. Pasaron
a otro piso habitación de la família de
uno de ellosUamado Mariano Armengol,
y en ella fueron disfrazados, y el marido
de una de las hijas de la casa, con ser
miliciano urbano, les obsequio y ofreció
su apoyo. Los revolucionarios intentaren
entrar en esta casa, però otro nacional,
amigo del dicho urbano, se puso en la
puerta, y amenazando matar al que en-
trarà, impidió el atentado. Desde esta
casa, acompanados de un hijo de ella, de
nombre Joaquín, los dichos servitas se
fueron a distintas viviendas amigas, don-
de hallaron acogimiento. Entretanto qui-
so salir, y salió solo el hijo deia misma
casa, fraile servita Fr. Mariano, y frente
del convento de monjas de los Angeles le
pasó el triste caso que llevo referido en
el articulo 2° del capitulo IX, el cual a
poco le Cuesta la vida, y aunque allí di
alguna noticia, aquí procede una amplia-
ción.
El hermano secular Joaquín regresaba
de acompanar una pareja de frailes, y
frente de la iglesia de la Casa de Infan-
tes Huérfanos topa con la turba. Esta le
detiene diciéndole: «Tú eres fraile». Joa-
quín, que era un jovencito, contesta:
«Hombre, si/r«;'íquiere decir frau». En-
tonces le hicieron dar un viva a Cristina y
otro a Isabel, y como acertaran a pasar
por allí unos soldados de Artilleria al man-
do de un capitàn, Joaquín, en lengua cas-
tellana, pidió a éste auxiUo. El capitàn no
necesitó de gran perspicàcia para en el
habla de Joaquín descubrir a un catalàn,
y así, para facilitarle la expresión, le dijo
I.A NOCIIE DEL JS DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSÏROS
615
que hablaia en catalan, que también él
era de aquí. La turba, a pesar de ver la
benevolència del artillero, no quería reti-
rarse, por lo que éste dió elgrito de aten-
ción a sus soldados, e intimo a la turba
que si no se retiraba le haría fuego. A tal
argumento los amotinadosse fueron. Los
artilleros siguieron su via Uevàndose a
Joaquín, y torcieron por la calle de los
Angeles. Al llegar a la plazoleta que esta
calle formaba a obra de su mitad, 3' a la
que daba la casa del hortelano del Car-
men, vieron tendido en el suelo en el
limita NO. de ella un fraile ensangrenta-
do. Era el hermano carnal de Joaquin, el
servita Mariano Armengol. -;Cómo había
pasado allí y de aquel modo? Como apun-
té arriba, salió disfrazado y solo de su
casa, y al hallarse en la indicada plazuela
vió venir la turba. Temió, azoróse, y para
librarse se quiso fingir muerto. Para esto
se dió un fuerte punetazo en las narices,
que con su sangre le tineron abundante-
mente, y así se tendió en el rincon dicho.
Mas llego la turba, vió la corona de la
cabeza del tendido, y una mujerota muy
gorda descargó sobre su cabeza un tre-
mendogarrotazo, diciendo: «yale mate, le
he abierto la cabeza». Otros de la turba
trataron de contener a la mujerota di-
ciéndole: «Déjale, va està muerto; ve
»por los vivos». En esta punto llegaron
los artilleros, y con la decisión de antes
despejaron la turba. El jefe indico al
fr;ule que se levantase; obedecido por el
fraile, la pregunto por sus heridas. El
servita contesto que las ignoraba porque
la Divina Providencia le había librado.
El garrote de la mujer dió con su punta
en una piedra, y así libró la cabeza del
fraile. Entonces el capitan interrogo al
servita que adónde deseaba ir; y como
contestase que a su casa, fué acompafía-
do a ella (1)
Saheron juntos los Padres Gusinyer
y Permanyer. A éste le invito y ofreció
hospedaje un amigo vecino de enfrenle
(1) Relación del mismo Joaquin Armengol en
Barcelona a jo de febrero de 1893.
del convento, però muy pronto le indico
el deseo de que se largase, y así al dia
siguiente la família del fraile fué por éi,
y disfrazado, y en un coche, y dando mil
rodeos, lo recogió en su casa de la calle
Condal (2).
Ignoro lo que fué del muy anciano y
respetable ex provincial Padre Domingo
Daniel Hipòlit; solo sé que en 30 del
mismo julio entro en el Hospital general,
y allí expiro en 7 de septiembre siguien-
te (3). El hombre cuerdo presumirà que
los trastornos de aquellos días le causa-
rían la muerte.
Un joven, creo corista, de nombre en el
siglo Isidro, y en la religión Àngel Ar
quer, salto a una casa vecina, y disfra-
zado salió de ella. Conocido por fraile en
la calle, fué agredido y dejado poco me-
nos que sin sentido. Cuando al cabo de
un rato se rehizo, se refugio entre los
locos del Hospital, y así se salvo (4),
El portero del convento distinguíase
por su quietud y mansedumbre. Veíasele
siempre sentado junto a la puerta, ocupa-
do en engarzar rosarios. El 26 de julio
por la manana, al ser conducido entre
filas hacia Atarazanas, fué terriblemente
atacado y maltratado, según veremos en
el capitulo siguiente.
El Padre Felipe Rodés, unas horas antes
del atentado, con permiso del Superior,
salió del convento para ir a pasar unos
días en la torre que los seíïores de Llanza
tenían en Cornellà* Llego algo tarde al
Padró, de donde partia la tartana de este
pueblo, esta había ya marchado, y así
emprendió el camino a pie. Xo le faltaron
sustos de muerte, porque a los milicianos
que daban la guardià en la Puerta de San
Antonio se les antojó que se iba al campo
carlista, y uno de ellos, vomitando una
blasfèmia, afiadió: «jno llegaràs a Sans!»
(j) Relación del Sr. D. Felipe Vergés y Per-
manyer. Barcelona i ? de enero de 1886.
(í) Nolas de los libros del Hospital.
(4) Relación del P. Pablo Carb.i, que lo oyó de
boca del mismo .\rquer. Barcelona 2-; de sep-
tiembre de i88j.
616
LIHRO lERCERO. — CAPIIL'M
Repitiéndole tal endecha, algunos le si-
guieron. El, a pesar de sus gruesos habi-
tes y del calor de las primèras horas de
la tarde, apretó el paso, oyendo el mismo
estribillo hasta que, torciendo él por la
carretera que baja al llano del Llobregat,
o del Hospitalet, sin duda los perseguido-
res se convencieron de que no iba a la
montana, y le dejaron. A mediodía del
siguiente 26 una cuadrilla estuvo en la
torre de Llanza preguntando por el fraile;
però se le nego que estuviera allí, y así
el religioso se salvo. Rodés en el Buen-
suceso celebro la postrera misa que allí
se cantó, es decir, la del 25 de julio.
Entonces los malhechores se dirigieron
a la torre del yerno del Seiïor Llanza,
donde se hallaba el Padre Antonio Feu.
Amenazando al fraile con Uevarle a Bar-
celona, le exigieron dinero; el Padre les
dió cuatro duros que llevaba, y le deja-
ron. El pueblo de Cornellà persiguió a los
tales ladrones, quienes huyeron (1).
Parece que algunos frailes de esta casa,
al verla protegida por la fuerza pública,
se quedaron en ella, siendo después reco-
gidos por los mismos artilleros (2).
El fraile de este convento Padre Felipe
Rodés me hizo subido elogio de su Prior,
calificandolo de santó, y diciendo, en
prueba de su aserto, que, cuando el incen-
dio, hacía ya unos días, comoquince, que
asuntos importantes le tenían en el con-
vento de Vilarrodona;^ però que al saber
el trastorno de Barcelona regresó a esta
peligrosa ciudad, de niodo que a los tres
o cuatro días del incendio estaba aquí
para atender, como atendió, a las necesi-
dades de sus subordinades (3).
En los libros de entradas y salidas del
Hospital General o de la Santa Cruz de
esta ciudad se lee que el dia 27 de julio de
1835 entro en él, procedente de Ataraza-
nas, el lego servita Fr. Pelegrín Lleó,
natural de Besalú, y de 54 afios de edad;
(i) Relación del mismo P. Felipe Rodés en
San Boy de Llobregat a 28 de diciembre de 1885.
(2) Relación cit. del P. Felipe Rodés.
i'i) Relación cit. de dicho P. Rodés.
y que salió el siguiente mes a dia 22. Ade-
màs, que entro en 10 del mismo agosto el
servita Padre Tomàs Lluis, quien salió el
18 del propio mes.
ARTICULO DÉCIMO
SANTA MADRONA, DE CAPUCHINOS
Todo católico sabé que los capuchinos
son nombrados por su nombre de pila y
el del pueblo de su nacimiento, quedando
por lo mismo oculto y a la postre olvida-
do el apellido. Para conocer las comuni-
dades capuchinas de Catalufia tuve la
suerte de alcanzar una copia de las listas
del Libro de Província, o sea el oficial de
la orden, donde van escritos, distribuidos
por sus respectivas comunidades, los
indíviduos de aquella; però no constan
allí màs que los nombres de religión. Sin
embargo, como el gobierno de Barce-
lona, al expedir los pasaportes a los reli-
giosos cuando salieron de los fuertes,
anoto los apellidos, de aquí que, mediante
las reseíias oficiales de los pasaportes
expedidos, pueda yo ahora juntarlos a
los de religión. Helos aquí:
SACERDOTES
M. R. P. Segismundo de Frontanà, igno-
ro su apellido. Provincial. Tomo el habito
en 1795.
R. P. José de Mataró, de apellido Llo-
beras, secretario del Provincial. Tomo el
habito en 1805.
R. P. Fèlix de Sabadell, de apellido
Carol, Guardian de Barcelona. Tomo el
habito en 1792.
R. P. Silvestre de Mataró, ignoro el
apellido, Definidor. T. 1795.
R. P. Fidel de San Clemente, de apelli-
do Pagès, Definidor. T. 1796.
R. P. Juliàn de Olot, de apellido Colo-
mer, Definidor. T. 1784.
R. P. Joaquín de Teyà, de apellido Feu,
Definidor. T. 1781.
LA NOCllE DEL 25 DE JLLIO ÜENTRO DE LOS CLAU STROS
617
R. P. Alejandro de Sabadell, de apel•li-
do Solé, ex provincial, cèlebre predica-
dor, Definidor. T. 1781.
R. P. Manuel de La Xou, de apellido
Casals, ex provincial, y tenido por santó,
Definidor. T. 1785.
R. P. Buenaveiitura de Alforja, de
apellido Puig, ex provincial, Definidor.
T. 1786.
R. P. José de Cervera, de apellido
Masons, Definidor. T. 1780.
R. P. Francisco Pio de Barcelona, de
apellido Balaguer, Vicario del convento.
T. 1«16.
R. P. Manuel de Verdú, de apellido
Prim. T. 1779.
R. P. Arcàngel de Barcelona, ignoro
el apellido. T. 1782.
R- P. Buenaventura de X'inols, de ape-
llido Dalmau. T. I78s.
R. P. Mateo de Cardedeu, de apellido
Arderiu. T. 1790.
R. P. Juan Francisco de Barcelona, de
apellido Coroleu. T. 1791.
R. P. Anlonio de Olot, de apellido For-
gas. T. 1794.
R. P. Celestino de Barcelona, de apelli
do Fuentes. T. 1794.
R. P. Bonifacio de Barcelona, de ape-
llido Rubio. T. 1795.
R. P. Roman de Barcelona, de apellido
Roca. T. 1799.
R. P. Tomàs de Agullana, de apellido
Girbal. T. 1803.
R. P. Tomàs de Llagostera, ignoro su
apellido. T. 1817.
R. P. Pedró Pablo de Bagur, de apelli
do Forgas. T. 1818.
R. P. Francisco de Bosost, de apellido
Fogasa. T. 1824.
ESTUDI.\.\TES
R. Fr. Francisco de Valls, de apellido
Torras, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. José de Igualada, de apellido
Fons, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. José Francisco de Barcelona, de
apellido Bajona, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Ramon de Gerona, de apellido
Boadella, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Agustín de Peralada, ignorc el
apellido, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Jaime de Figueras, de apellido
Cantarà, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Tomàs de Vich, de apellido Vila,
sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Xarciso de Llagostera, de apelli-
do Balleu, no sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Antonio de Arbucias, de apelli-
do Bassas, sacerdote. T. 1827,
R. Fr. Miguel de Almuster, de apellido
Portas, sacerdote. T. 1827.
R. Fr. Ramon Maria de Olot, de apelli-
do Saderra, sacerdote. T. 1828.
R. Fr. Fausto de Ripollet, de apellido
Gorchs, no sacerdote. T. 1828.
HER.MANOS CORISTAS
R. Fr. Ramon de Valls, de apellido
Coloraines, no sacerdote. T. 1833.
R. Fr. Segismundo de Lérida, de ape-
llido Breu, no sacerdote. T. 1833.
R. Fr. Rafael de V^alls, de apellido Vol-
tas, no sacerdote. T 1833.
R. Fr. Fèlix Maria de Olot, de apellido
Perella, no sacerdote. T. 1834.
HERM.AXOS LEGOS
Fr. Andrés de Sarrià, de apellido Amat.
T. 1790.
Fr. Magín de La Espluga, de apellido
Benet. T. 1794.
Fr. Valentín de Vilada, de apellido
Cornellà. T. 1803.
Fr. Ramon de Vich, ignoro el apellido.
T. 1804.
Fr. Gabriel de Canet, de apellido Puig.
T. 1804.
Fr. Antonio del Bruch, de apellido
Parera. T. 1806.
Fr. Crispin de Castell de Areny, de
apellido Comellas. T. 1807.
Fr. Cayetano de Oleseta, ignoro el
apellido. T. 1816.
Fr. Salvador de Cambrils, ignoro el
apellido. T. 1817.
Fr. Alejandro de Barcelona, de apelli-
do Roig. T. 1S17.
Fr. Serafin de Gandesa, de apellido
Navarro. T. 1818.
618
LIBKO THUCERO. — CAPIILI.O DliCIMO
Fr. Lorenzo M.^ de Barcelona, ignoro
el apellido. T. 1824.
Fr. Fructuoso de Manresa, de apellido
Teixidor, decrépito. T. 1825.
Fr. José de Prals de Llusanés, de ape-
llido Rosell. T. 1827.
Fr. Jerónimo de Olot, de apellido Mar-
tell. T. 1827.
Fr. Francisco de Gombrèn, de apellido
Anfruns. T. 1828.
Fr. Pedró de Premià, de apellido Rose-
lló. T. 1829.
Fr. Esteban de Ripollet, de apellido
Clos. T. 1830.
Fr. Francisco de Vich, ignoro su ape-
llido. T. 1830.
Fr. Pedró de Tosa, de apellido Ferran,
Companero del Provincial. T. 1803.
Ademàs de los religiosos que acabo de
resenar, habitaba el 25 de julio de 1835
el Convento de Barcelona la mayor par-
te de la Comunidad del de Manresa, al
cual Convento de Barcelona llego el dia
de la Virgen del Carmen del mismo afio;
y, por lo tanto, nueve días antes del
aciago mentado. Se dijo que habían bui-
do del de Manresa algunos frailes y, en
realidad, según me atestiguó uno de los
restantes, se hallaron en la huerta sus
hàbitos. Ignoro adonde se fueron, mas
es presumible que, aburridos por los insul-
tos y temiéndolos mayores, se retiraron
a tierra amiga; es lo cierto que la autori-
dad trasladó los restantes al Convento de
Barcelona (1). También vivia en Capu-
chinos un canónigo que vino a Barcelona
confinado de Madrid (2).
El animo de la Comunidad respecto al
peligro se asemeja en Capuchinos al de
los demàs religiosos de la Ciudad, pues
los jóvenes, no sin harto fundamento,
temían y consideraban inminente el peli-
gro, que los provectos desconocían. Al-
gunos de aquéllos, cursantes del ultimo
(i) Relación del P. Andrés Carbonell, fraile
del convento de Manresa, hecha en Sarrià a 23
de julio de 1881.
(2) Relación de D. José Pachs. Barcelona jfi
de mayo de 1885.
ano de sus estudiós, estaban ya decididos
a embarcarse para el extranjero, y hasta
tenían contratado el pasaje en un buque.
Emperò, las autoridades trataron de im-
pediries su proyecto, y los superiores
regulares les aquietaron. Cuando el atro-
pello, no falto quién de entre los jóvenes
echó en rostro a los superiores este su
hecho (3). Y los superiores no carecian
por su lado de fundamento, pues tenían
las seguridades dadas por la autoridad,
de las que ya tantas veces hice mención.
Y por otro lado les tan fatal para una
comunidad su dispersión! iY para sus
individuos tan perjudicial!
Sin embargo de la ceguera de los màs,
algunos de los frailes de esta casa se
proveyeron de ropas de seglar; y hasta,
sin duda, por disposición de los superio-
res, antes del atentado se sacaron del
Convento, depositàndolos en manos ami-
gas, algunos objetos de valor, tales como
càlices, ostensorio, etc... (4). También
se establecieron velas o centinelas noc-
turnas de dos frailes (5), y parece que
hubo quien oculto bajo tierra en la huer-
ta el único tesoro del fraile, su tabaco en
polvo. iPobres frailes, cuàn aninados en
comparación de sus perseguidores! Cuan-
do anos adelante se hurgó por los Con-
ventos en busca de escondidos tesoros,
se acudió a buscar la jarra, que se creia
llena de dinero, y se halló repleta de
tabaco (6).
El mismo dia 25 de julio por la manana
el lego Fr. Jerónimo de Olot, aquel dia
encargado de la porteria, al abrir la
puerta, toma el Diario de Barcelona, y
al leer en él la orden de la plaza inserta-
da arriba, en la que todo se previene
(3) Relación del P. Ramon Colomines en Bar-
celona a 3 de octubre de 18S3.
(4) Relación del entonces lego, después sacer-
dote P. Jerónimo de Olot. En Sarrià a 19 de julio
de 1880.
(í) Relación del corista P. Fèlix .Maria de
Olot en Olo-t a-ç de agosto de 1883.
(6) Relación de quien después contribuyó ai
hallazgo.
LA NOCllE DEI. J5 D1-; JLLIO DKNTRO DE LOS CLAUSTROS
619
p;ira el caso de alteración de la paz, ex-
clamo, no sin motivo: «iRali, hoy tendre-
mos fiesta!» Y a la verdad, no por tal
previsión acreditóse de excesivo talen-
to (1).
En la sala De profundi^ para llamar a
la Comunidad al refectorio, una teja, se-
gún pobreza capuchina, substituïa a la
campana. Sono aquella en dicho dia a las
seis, o seis y cuarto, hora acostumbrada
de la cena en los Capuchinos, mas tem-
prana que en las otras ordenes; y la Co-
munidad bajó al refectorio a comer ensa-
lada y una toriilla, platós que en aquella
tarde constituían la cena de los frailes (2),
tan opípera según los calumniadores re-
volucionarios. Ya en el refectorio, el
Padre Provincial dirigió su palabra a la
Comunidad, tranquilizcíndola respecto del
peligro presente; y si en los espantades
poco efecto hubo de producir, comparada
con los hechos que hablaban con harta
claridad; por opuesta parte, pocolanece-
sitaban aquellos que no acertaban a ver
el peligro. El anciano Padre Buenaven-
tura de Alforja, ex provincial, a los pocos
días después del incendio de los conven-
tos, estando aún los religiosos encerra-
dos en el castillo de Montjuich, se hizo
nuevamente la rasura, y pretendió que
otros la renovasen, diciendo que dentro
algunos días volverían a sus claustros (3).
Acabada la cena, unos jóvenes salieron
al patio a jugar a boclias, juego de bolos
muy en uso en la tierra catalana. Hacía
poco que un senor Iglesias de Olot, ha-
biéndole caído una cuantiosa loteria,
había regalado dos juegos de bochas al
Convento (4). Otros, como Fr. Ramon
Colomines, o de Valls, jugaban en el
terrado a las damas (5). Serian de siete y
(i) Relación cit. del mismo Fr. Jcrónimn.
(_•) iíclación del corista P. Ramon Colomi-
nes, cit.
(3; Relación del P. Gabriel .Wasdeu o sea do
Ripoll, en Barcelona a 19 de noviembre de 1881.
(4) Relación cit. de Fr. Jerónimo de Olot.
(s) Relación cit. del mismo Fr. Ramon Colo-
mines.
media a ocho, cuando en medio de aque-
lla calma sono el grito de alarma. Un
fraile dice a los del patio: «;qué hacen
>^aquí jugando mientras arden ya algunos
>'Conventos?» (6). Un lego pasa por el
terrado, y a los que juegan a las damas
les clama: «Sí, sí, pueden VV. estarse
'>aquí jugando, y abajo estan los que
«vienen a matarnos» (7). Aquellos gritos
de alarma fueron el disparo en medio de
la banda de pàjaros, y entro la confu-
sión. Al primer asomo de espanto, el
corista Fèlix Maria de Olot, encargado
del templo, había corrido a cerrarlo (8).
El corista Fr. Ramon de Valls, al oir
aquel aviso, suelta el tablero, y corre a la
enfermería, cuyas ventanas daban a la
calle de Fernando VII; y desde detras de
sus persianas ve que la turba derriba la
verja que defendía la entrada de la calle
al patio de ante el Templo. Ve que tras
de la turba viene un pelotón de tropa tal
como una companía, y que mientras
aquella enviste la verja, esta hace alto, y
tranquilamente presencia el atentado.
Sea, emperò, que alguna fuerza pública
dispersarà a la turba, sea que la cohibie-
sen los vecinos, es lo cierto que esta cesó
en el ataque, y por entonces dejó en paz
a este Convento, como ya arriba lo ex-
pliqué.
Los frailes, viendo la audàcia de los
amotinados, desde el primer momento
trataron de cortarles el paso, y así los
legos con las mazas de astillar la leüa,
en medio de una nube de polvo, derriba-
ron la escalera. Los vecinos estaban
aterrorizados al oir el recio golpear del
interior del Convento, ignorantes de los
autores de él y de su causa (9). Y parece
que también hubo alguno que, para huir
por las contiguas tiendas, procuro destro-
zar las rejas que defendían sus ventanas.
(0) Relación cit. de Fr. Jerónimo de Olot.
(7) Relación cit. de Fr. Ramon Colomines.
(8) Relación cit. del mismo Fr. Fèlix .Maria.
(q) Relación del abogado D. José Buhigas que
vivia alli cerca. Barcelona Ji de diciembre de
620
LIBKO TERCIiKO. — CAPITULO DKCIMC
En la primitiva construcción no existian
estàs aberturas, que de la parte trasera
de algunas tiendas de la calle de Fernan-
do daban al claustre; mas en el còlera
del 1834 la Higiene exigió su apertura, y
se realizó.
Otra de las medidas tomadas en el mo-
mento del peligro consistió en reclamar
el auxilio de la autoridad por medio del
toque de la campana (1).
Por ventura en la lec-
tura de este capitulo se
enoje el lector al encon-
trar repetidas varias no-
ticias del próximo an-
terior. En la presente
revuelta contra los ccn-
ventos andan tan intima-
mente ligados los hechos
de la calle con los del
interior del claustro, que
resulta imposible su com-
pleta separación, }• así,
al narrar los unos, es
preciso hacer mención
de los otros. Quiza se
insista y diga que, puesto
caso de tan estrecho en-
lace, debieran los dos ca-
pítulos, el de la calle y el
del claustro, amalgamar-
se en solo uno; mas en-
tonces la extremada ex-
tensión del capitulo y la
multitud y heterogeneidad de sus rela-
ciones y hechos generaria confusión y
pesadez; y sobre todo nos privaria del
cuadro que de la revolución nos pinta el
capitulo de las calles. En él queda retra-
tada por completo la revolución de aquel
dia, sus circunstancias y causas.
Escribi arriba que la noticia del ataque
produjo, como era natural, confusión y
espanto en la Comunidad- Unos frailes
corrían, otros quedabanpensativos, otros
se confesaban para morir, y luego cada
l EijL'KXU khlABLO
DEL ATRIO DEL TEMPLO
CAPUCHINO
(i) Relaci
Colomines.
m cit. del P. Ramon de Valls, o
uno apresuradamente requirió camino
para su salvación. Un jo ven se metió en
el depósito del ccmiin, donde no solo
gozó él de buenos olores, sinó que des-
pues, cuando la Comunidad fué recogida
en los fuertes, se los proporciono con
las abundantes reliquias provenientes de
su escondrijo. Llamàbase Francisco ile
Valls, quien a la sazón era ya sacerdote,
y después, quizà por
efecto de aquel susto,
padeció manías (2).
El lego Fr. Jerónimo
de Olot, o Martell, con
anterioridad habia estu-
diado una ingeniosa fuga
por una de las habita-
ciones de particulares
que en la calle de Fer-
nando estaban debajo
del convento. Ya abun-
dantemente en mi obra
anterior, y aun en ar-
tículos pasados de la
presente, expliqué este
hecho de que las casas
de dicha calle desde el
actual Pasaje de Madoz,
entonces patio del tem-
plo, hasta la de la esqui-
na de la Rambla, esta
exclusive, pertenecían a
dos duefios, a saber: el
piso bajo y un alto a par-
ticulares, los demàs altos al convento. De
aquí que las chimeneas y zaguanes de
los primeros atravesaraii de arriba aba-
jo las piezas del cenobio para salir al
tejado. Por uno de estos zaguanes se des-
prendió Martell, como diré muy en breve.
Poseo muy circunstanciadas noticias de
las tiendas que caian bajo del convento.
Al caminar de E. a O., después del patio
o verja del templo, hallàbanse las de dos
zapateros, llamados el uno Manté y el
segundo Pla (cuya hija yo conocí), la de
-I
(j) Relaciones de varies, però especialmente
i citada del P. Ramon de Valls, o Colomines.
LA NOCIIE riIÏL Jí DE ILLIO DENTRO DE LOS CLACSTROS
621
un sastre, la de una modista (cuya hija
caso con un intimo mio), y la de un cho-
colatero de nombre Gaspar Vinyals. La
casa de la esquina, o sea la que va no
sustentaba al con vento, tenia primero un
relojero, segfundo un guantero, tercero la
escalera de los pisos altos, y finalmente,
en la esquina, un colmado o droguero.
Con anterioridad al 25 de julio Fray
Jerónimo, pues, temiendo el desborda-
miento que veia acercarse a mas andar,
sobre todo después de los degüellos de
Madrid y Zaragoza, se puso de acuerdo
con el chocolatero X'inj'als para que éste
le admitiese en su casa, adonde entraria
por el desvàn o patio interior. Al efecto,
el lego con un hilo habia, desde el tejado,
medido la altura o longitud de dicho des-
vàn, el cual no llegaba hasta el piso bajo
de la tienda, sinó hasta el nivel del entre-
suelo. En el momento del peligro realizó su
proyecto. Acompaiïado de los otroslegos
Fr. Lorenzo de Barcelona, enfermerodel
convento, y Fr. Salvador de Cambrils,
sube al tejado, coloca un recio palo atrave-
sado sobre la boca del zaguan, ata en él
la cuerda del pozo del convento, y por ella
se deslizan los tres, Fr. Jerónimo el pos-
trero (1). Entraron en una camara conti-
gua al zaguan, però he aqui que, como en
aquel acto subiera de la tienda la mujer
del chocolatero, yoyese allí ruido, espan-
tósey levantó elgrito, pésima circunstan-
cia que dió a comprender'a la turba de la
calle la presencia de frailes. Entro <5sta en
la tienda, causando alli espanto y confu-
sión (2). Creia Fr. Jerónimo, y me lo dijo,
que la turba subió al mismo cuarto del
entresuelo donde él se hallaba, y que no
le vió porque al oirla se echó sobre una
camaarrollandoasuderredor un colchón,
bien que de él le salian las piernas; però
que, como alli faltase luz, no fué visto.
Otro testigo emperò, el novio de la hija
(i) Relaclún cit. del mismo Fr. Jcriinimo de
01..t.
(2) Kclación del novld de la hija del chocola-
tero presente al acto D. José Pachs. Barcelona jo
de mayo de i88í y en otras lechas.
del chocolatero, presente al suceso, me
indico que la turba no llego a subir al
entresuelo porque un sastre llamado Ig-
nacio, lleno de valor, se colocó en la
puerta de la cocina, a cuyo lado habia la
escalera del entresuelo, y encaràndose
con la turba la dijo: «atràs, y al que pase
>lo mato.»; y que asi logró despejar la
tienda, cerràndola luego. La familia del
chocolatero huyó, quedando solo allí el
padre, el hijo y el novio. Cerrada la tien-
da y restablecida alli la paz, la familia
regresó (3).
Fr. lerónimo venia ya disfrazado, bien
que por olvido calzadas aún las alparga-
tas de fraile; però no los otros sus com-
paneros. íín la dicha tienda se les cortó
la barba y disfrazó, mas tan desacostum-
brados andaban ya en la vestimenta secu-
lar, queFr. Lorenzo se olvidó de ponerse
la camisa, mostrando el pecho. Para ves-
tir de segiar a estos frailes en aquellos
momentos de apuro el novio de la hija
fué despojííndose de sus ropas exteriores
hasta quedar solo con los pantalones y la
levita. Después de dias sus prendas le
fueron devueltas. Fr. Lorenzo, en mo-
mentos propicios, parece que entre con-
fusión, salió a la calle gritando: «viva la
>.libertad». Al llegar a la Riera de San
Juan los amotinados, creyéndolo sin duda
un perdido, lo cogieron para obligarle a
que les ayudase al incendio de San Fran-
cisco de Paula; mas él se escapo, y se
guareció en una casa de la calle de Mag-
dalenas, donde se salvo (4). Tan abun-
dantes de brazos andaban los incendia-
rios que necesitaban forzados, como noté
arriba.
El Fr. Salvador de Cambrils salió tam-
bién, ignoro cuAndo, refugiàndose sin
novedad en una tienda de la Plazuela de
San Francisco, pròpia de una senora 11a-
mada Maria (5).
(0 Relación de D. José Pachs de 20 de mayo
de iSSí.
(^) Relación cit. de Fr. Jerónimo de Olot.
{>) Relación cit. del P. Jerónimo Alartell de
II) de julio de 1880.
622
I.IHKO TERCERO. — CAPIIL'LO DliCI.MO
Fr. Jerónimo, alasdiezdelanoche,salió
también apellidando: «viva la libertad», y
metiéndose en la fronteriza calle de Aro-
las, se encamino a la casa del sindico del
convento, vivienda muy contraindicada,
porque su sola calidad de ser la del sindico
la hacia sospechosa para los amotinados,
y pelig-rosisima para los frailes. El sin-
dico negóse a admitir al lego, y le hizo
acompanar al carbonero de enfrente, el
cual tenia dos yernos milicianes. Los
ninos del carbonero, extranando la pre-
sencia del mal habillado fraile, pregun-
taban por quién fuese «aquel hombre
«forastero». En la vivienda del carbo-
nero acabo de pasar la noche, y rendido
durmió. Desde ella el dia siguiente pasó
Jerónimo a la de Don Rafael Nogués,
fabricante de la calle de Flasadcrs, en
donde apuró la pena de oir como algunos
operarios se jactaban de las crueldades
que habían perpetrado en la noche del
incendio. A los tres días de permanència
en casa de Nogués, un amigo que vivia
en Sarria fué por el fraile, y sin que fal-
taran peligros 3" peripecias por el camino,
lo llevo a su pueblo de Sarrià, donde por
el pronto quedo tranquilo. Retrata el
caràcter decidido y atolondrado de Fray
Jerónimo el hecho de que, al partir de
casa Nogués bebióse un vaso de vino y
se puso un cigarro en la boca para cobrar
valor, y el otro de que al llegar a la
puerta de la ciudad Uamada del Àngel,
punto donde paraban los carruajes de los
pueblos vecinos, disputóse con el calesero
porque éste no quiso marchar pronto, y
así gritando y alborotando se escapo de
cierto tumulto allí cercano (1).
Escribí arriba que el jovencito corista
Fr. Fèlix Maria de Olot, al primer distur-
bio, corrió a cerrar, 3' cerró el templo;
però, como pronto aquel alboroto cesó,
continuo en su convento. Cuando emperò
se repitió el desafuero a eso de las diez
de la noche, trató de huir. Junto con un
Padre subieron a los tejados y se dirigie-
(i) Relación cit. del mismo Fr. Jerónimo de
Olot. o sea Martell.
ron al lado de la calle del Vidrio. Allí de
un salto atravesaron la calle, pasando en
aquellas alturas a la casa de un sombre-
rero de enfrente, quien, como muy devo-
to del cenobio, para facilitar el paso habia
alargado unos maderos. Però la turba
noto el salto, y disparo unos .tires hacia
los frailes, por cu^-a razón estos resol-
vieron desandar lo andado. Difícil era el
primer salto efectuado a tales alturas,
però crecía la dificultad en el segundo en
razón de que la casa del sombrerero no
alcanzaba la altura del convento. Sin
embargo, dióse el salto, y los dos frailes
regresaron a su cenobio, donde quedaren
hasta que en altas heras de la noche les
recog'ó la fuerza piiblica, para lo que los
religiosos, faltes de escalera, sedescolga-
ron del piso alto por una cuerda (2).
También arriba indiqué el primer susto
del corista Ramon de Valls, e Colomines,
cuando, tranquilamente jugando a las
damas en el terrado, fué avisade por un
lego. Dije alli que corrió a la enfermería
y desde una ventana vió que los amo-
tinados derribaban la verja y que la
tropa lo presenciaba impasible. Entences
se dió ya por muerte, y fué a esconderse
en el extremo de un desvàn, o sea sobre
la bóveda, del ala del edificio que, corrien-
do paralela a la Rambla, llegaba a la
puerta del Trají, o sea de esta via. Desde
allí oyó los grandes golpes del derribo de
la escalera, los que creyó dades per los
amotinados, y luego penso que estes
deminaban ya la casa. En vista de esto,
revistiéndose de valor, resolvió morir
donde murieran sus hermanos, y salió del
desvàn; mas con tan funesta suerte, que
por razón de la obscuridad 3' le apecado
del techo dió fuertemente con la cabeza
centra uno de las vigas de la armadura,
lastimàndose harto. Llego emperò donde
estaban los màs de les frailes, y se juntó
con elles, siguiendo desde este punto su
suerte (3).
(2) Relación del mismo P. Fclix .Maria de
Olot. 0 sea Perella. ya citada.
( 3) Relación cit. del mismo P. Ramon de ^'alls.
LA NOCHL; DI;L 2í de ILI.IO DENTRO de los CLAl'STROS
623
En el dia aciago hallàbase en el con-
vento de Barcelona el Padre Mauricio de
Barcelona, de apellido Costa, conventual
de Olot, hombre notable, que habia sido
Guardian de Tarragona. En Olot se dis-
puto con el Alcalde, y fué confinado a
Barcelona. Aquí, en los momentos del
espanto, quiso huir para refugiarse en un
vidriero de la calle de la Requeria. A este j
fin intento saltar la cerca
que dividia de la calle
del Vidrio la huerta del
convento, però cayó de
lo alto, afortunadamente
hacia la huerta, 3' se es-
tropeó un pie. Por la ma-
drugada en unas pari-
huelas fué Ilevado a la
Ciudadela (1).
En la sastreria de bajo
el convento, en la calle
de Fernando, se acogie-
ron dos o tres capuchi-
nos. Alli les cortaron la
barba, los disfrazaron, y
salvaron (2).
Del lego Fr. Diego de
Canet he oido narrar que
subió al tejado, y se es-
currió por una chimenea
de una de las tiendas de
junto al convento; mas
que estrechAndose aque-
lla, o bifurcàndose, no
permitió al fraile llegar al fin de ella; por
lo que subió nuevamente al tejado y se
escondió entre las filas de hortaliza de la
huerta (3).
El resto de la Comunidad podemos
dividirlo en tres grupos. Uno de ellos,.
l^hiABU.) uhL Santa
Madrona, de la iglesia
capuchina
(i) iíelación de D. Francisco .Auge en Barce-
lona a 10 de junio de il^8^ y relación citada del
P. Fèlix .Maria de Olot.
(2) Relación de D. José Camalci en B.ircelona
a > de febrero de 1882.
(í) Relación cit. del Fr. Jcrónimo de Olot,
quien me diio haher oido contar el cafo a otros
frailcs. Creo que equivoco cl nomhre de pila del
fraile fu^itivo llamàndole Diego por Gahriel.
después del segundo ataque de las turbas,
a eso de las once de la noche, subió al
tejado del convento, }• siguiendo parale-
lamente a la calle de Fernando llego al
terrado de la casa de la esquina con la
Rambla, que era pròpia de un senor
Rodó, quien habitaba en ella. Subió el
dueno del colmado o drogueria de la
tienda, y abrió la puerta del terrado. Así
los frailes de este grupo
unos se quedaron en el
terrado, otros bajaron a
distintas habitaciones de
la misma casa , siendo en
todas acogidos.
Otro grupo paro en el
terrado de la casa de la
Rambla contigua a la
mentada de la esquina,
y de aqui bajó a la habi-
tación de una buena se-
nora sarrianesa que les
acogió. En estos saltos
de cercas de terrados no
faltaron tropiezos, tal
como que uno de los
frailes, llamado José de
Barcelona, que quedo
colgado de una verja de
separación o de un gan-
cho de hierro por el ha-
bito costandole trabajo
desprenderse; tal como
que él mismo y otros se
vieron insultados desde las ventanas
próximas por habitantes aviesos de los
pisos; tal como que uno de los frailes, de
nombre Andrés, rechazado de uno de
estos pisos por indecentes dicterios de
una mujer, quiso esconderse en un palo-
mar, hallólo cerrado, tiro de la reja del
ventanillo, y lo arranco, però cuando
probó a entrar se halló con que la estre-
chez del vano negaba el paso al cuerpo,
etcètera. (4).
(4) Relaciones de varios. La cstancia o huida
por el terrado de la casa de la esquina la atesti-
guan muchos. La de la otra casa Fr. .\ndrés
mismo en Sarrià a 25 de iulio de i88i.
624
-CAPIIUI-O DFCIMO
El tercer grupo de frailes quedo en el
convento, fiado en que, cortada la esca-
lera, era difícil el acceso de los amotina-
dos. Los tres grupos, en las primeras
horas de la madrugada. fueron recogidos
por la tropa, y conducidos a Atarazanas,
pasando directamente por la Rambla. Los
capuchinos, como en el primer ataque las
turbas ni entraron en el convento, ni
lograron incendiarlo, tuvieron vagar
para atinar a medidas que no ocurrieroii
en otras casas. Asi fué que recogieron el
copón con las Sagradas Formas, y lo
llevaron consigo a Atarazanas; y aquí o
en el convento mismo algunos comulga-
ron; y hay de los frailes quien asegura
que el dia 26 muy de maiïana se celebro
la Santa Misa en la iglesia del conven-
to (1).
Parece que salidos ya del convento y
casas de la esquina, quedaba todavía en
el cenobio el Padre Jaime de Figueras, de
apellido Cantarà, pues después de la
exclaustración se gloriaba de haber sido
el postrero en abandonar su muy amado
claustre Para bajar del piso alto, falto
de escalera, tuvo que deslizarse por una
cuerda. Colocado entre fïlas, fué también
conducido a Atarazanas, però en el tra-
yecto ya no disfrutó de la relativa paz de
los demàs hermanos (seria mís tarde),
pues de la calla del Arco del Teatro y
ad3'acentes salieron cuadrillas de muje-
res con tijeras clamando por matarle a
tijerazos, de cuyo furor le salvo la deci-
sión de la fuerza pública que le custodia-
ba. Aquellas calles entonces estaban habi-
tadas por prostitutas, y así el sensato
puede afirmar que los odiós de tan degra-
dados seres honraron a los frailes. Lle-
gado Cantarà a Atarazanas, halló los
cadàveres de unos frailes, y un jefe mili-
tar le dijo: «pase V. por sobre los cada-
»veres de sus hermanos. » Cantarà, abrien-
do el habito y mostrando el pecho, le
contesto: «Tíreme V. cuatro balas antes
>:'que yo profane los cadàveres de mis
«hermanos.» El jefe dió un sablazo de
plano sobre la espalda del fraile, orde-
nando que lo condujeran donde estaban
los demàs (2).
ARTICULO UNDECIMO
LA SANTlSIMA TRINIDAD DE FRAILES
CALZADOS
Formaban la Comunidad de esta casa
en julio de 1835 los religiosos siguientes:
SACERDOTES
R. P. Presentado Pascual Palau, Supe-
rior de Barcelona. En los trinitarios el
Prior es apellidado Ministro.
R. P. Lucas Ansaldo, Vicario del Con-
vento.
R. P. José Sala, ex Provincial.
(i) Son rauchos los frailes capuchinos que
atestiguan el hecho de llevarse el copón y de co-
mulgar varios.
R. P. Sebastiàn Sadurní, Procurador
del Convento.
R. P. Pablo Gelada, Maestro de novi-
cios.
R. P. Tomàs Jimeno, Lector.
R. P. Simón Estalella, Lector.
R. P. Presentado Segismundo Casas.
R. P. Presentado Pedró Ferrando.
R. P. Maestro Bruno Casals.
/^r ^ ^^ M^ 4^ ^/^^ /f -
R. P. Ramon Ordines, Predicador Ge-
neral.
(2) .Me lo contü D. Ignacio .Manegat en lí de
abril de 1884, por haberlo oido contar al mismo
P. Jaime Cantarà.
DE ILÏLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
625
R.
P.
Francisco Ribera
Predicador Ge-
neral.
R.
P.
José Alcover.
R.
P.
Jocundo Torredeflot.
R.
P,
Antonio Rigualt.
R.
P.
Francisco Pons.
R.
P.
Antonio Pons.
R.
P.
Jaime Colomer.
R.
P.
Pedró Pla.
R.
P.
Pedró Bigas.
R.
P
José Oriol Rifé.
R
P
Juan Sangenis.
R
P
Pascual Arregui.
R
P
Miguel Jiménez.
CORTSTAS
Fr.
José Güell.
Fr. José Toldrà.
Fr. Miguel Sarobet.
Fr. Cristóbal Garriga.
Fr. José Sayol.
Fr. Pablo Serrat.
Fr. Alejo Ferrer.
Fr. José Pàmies.
Fr. Luis Castellar.
LEGOS
Fr. Cristóbal Vives.
Fr. José Boxadors, portero.
Fr. Juan Suriach.
Fr. Felipe Arbolí.
Fr. Juan Bonet.
Fr. Pedró Rafecas.
Fr. Agustín Vives (I).
Como apunté en su lugar, el Convento
Trinitario de Barcelona, poco antes del
atropello, sufrió una de las malignas
cuanto absurdas acusaciones propias de
(i) He formado estàs listas con las de
saportes y las relaciones de varies frailes.
los pa-
aquellos tiempos de pasiones desapode-
radas y burdos manejos. Se le acuso de
que la lectura de su refectorio consistia
en la vida de Don Carlos de Borbón, y de
que en la celda prioral se reunian frailes
de distintas ordenes, y se tenian juntas
cuyo resultado era enviar dinero y car-
tuchos a los carlistas. Las autoridades
mandaron comparecer ante ellas a algu-
nos de los religiosos para interrogaries
sobre el caso, y a pesar del espíritu de
ellas y del imperante, tan limpios de cul-
pa los hallaron, que los dejaron libres (2).
Algunos días antes del incendio de los
Conventos, una buena persona aviso al
Padre Pedró Bigas, de cuya boca lo tan-
go, que se fraguaba una revolución diri-
gida contra los
cenobios, a lo que
Bigas contesto
que no por esto
quería abandonar
el claustro , sinó
que preferia mo-
rir consus herma-
nos. Creia, ade-
màs, este Padre, que se repitió el aviso
la víspera del atropello, y recordaba que
se reitero en la manana y tarde del mis-
mo dia de Santiago (3). Efectivamente, el
padre del monaguillo del Convento aviso
a eso de las dos de la tarde a los frai-
les (4).
Tales avisos, a pesar de la ceguera que
en general aquejaba a los provectos de
los Conventos, produjeron aquí efectos,
pues los mas de los religiosos tuvieron
prevenido vestido de seglar (5); los supe-
riores sacaron del Convento, depositàn-
dolos en manos amigas, dos cofres o
baules, uno conteniendo càlices y otras
(j) Relación preciosa que dcsde Roma en i8
de enero de i88i me escribió el reiigioso de esta
casa P. José Güell y Milà.
{-!,) Rélación que me hizo en San Andrés de
Palomar, en ^o de junio de i88i. el mismo Bigas.
(4) Relación del monacillo D. Eduardo Rei-
xach. Barcelona > de mar/o de i88-|.
(í) Relación cit. del P. José Güell.
/^o.^^ n £^^^ j"^^^'
626
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DICCIMO
alhajas,como reliquias, palmatorias, etc,
y otro lleno de indumentària, o sea vesti-
menta sagrada preciosa, riquezas que se
salvaron del peligro de 1835, però parece
que no se salvaron de otros ulteriores (1).
«Los prelados (segun tengo entendido y
»creo cierto) acudieron a la autoridad,
»manifestando sus fundados temeres; y
»si mal no acuerdo, los Generales Santo-
»cildes y Pastor, les dijeron que no temia-
»sen, que saldrían en defensa, però que
»sería conveniente que viesen de fortifi-
»car algun lugar del Convento para resis-
»tir el primer golpe; asi fué que en
»nuestro Convento se penso en fortificar
»el noviciado que era la parte superior, y
»al efecto se muró el ingreso, y aun no
«estaba concluido que llego la hora fa-
»tal» (2). La contestación de Santocildes
consuena perfectamente con suprobidad,
pues debía, naturalmente, confiar en que
los gobcrnantes no habían de consentir
un atropello, y al propio tiempo indica a
los frailes la conveniència de prevenir la
sorpresa del primer momento.
El mismo dia de San Jaime, el respeta-
ble Padre Bruno Casals mandó llamar a
Don Rafael Lafont, cuyo maestro había
sido. Lafont acudió la misma maílana al
Uamamiento; y en la celda de Casals se
hallaron casualmente los dos hermanos
Lafont, Don Rafael y Don Benito, los dos
en Barcelona muy conocidos, especial-
mente el segundo, por haber desempena-
do por muchisimos anos la escribanía del
Tribunal eclesiastico. «Celebro, les dijo
»el fraile, que os hayàis hallado juntos
»aquí»; y a Don Benito entregó el dinero
que guardaba de varias pertenencias,
como de la Cof radia del Trisagio, etc,
y a Don Rafael el de la suya, con encar-
go al primero de que, cuando las cosas se
restaurasen, devolviese las cantidades a
las respectivas entidades sus duenas; y
al segundo, de que se lo fuese restituyen-
do a él a medida que se lo pidiese. Perpe-
trada la exclaustración, hallàndose Casals
en la torre de Casa Brusi, según después
narraré, mandó por el dinero de Don
Rafael, quien se lo entregó (3).
A la hora acostumbrada del anochecer
del aciago dia, en la iglesia de la Trini-
dad se celebraba la sólita función de los
días festivos, en todos los cuales se can-
taba el Trisagio. Aquel dia predicaba el
Padre Segismundo Casas, y el sochantre
Padre Pedró Bigas cantaba en el órgano.
Llego de improviso la noticia de la revo-
lución, y se produjo en el templo el con-
siguiente espanto y revuelta.Las seiïoras,
desde abajo, llamaron por su nombre al
Padre Bigas que cantaba el Trisagio,
diciéndole que parase de cantar, y huye-
se. Bigas bajó al templo, y lo halló hecho
un campo de Agramante, en el que cada
uno corria por su lado. Despejada la
iglesia, Bigas la cerró, y al hacerlo, vió
pasar por allí al toro arrastrado. Los
jóvenes frailes, no contentes con el cie-
rre atrancaron la puerta, arrimàndele los
bancos del templo, no atinando a que si
el ataque se efectuaba per medio de
fuego, anadían combustible al elemente
voraz (4).
De allí alejado el tumulto, y pasado el
primer susto, renació una cemo paz en
la casa, que dió lugar a que la campana
llamara los frailes a la refacción noctur-
na. Acudieron a la voz de este manso
instrumento, y hallaron puesta la cena,
aquel dia consistente en ensalada de
lechuga y tortilla; mas nadie pudo pre-
bar bocado, tal era el espanto, el temor y
el efecto de estos agentes. Y esta noticia
debiera haber tenido presente Don Víc-
tor Balaguer cuando, al tratar de la fuga
de los Franciscos, les pinta tragones e
insensibles a par de alcornoques. Ami-
go de la verdad, debò confesar, sin em-
bargo, que en la Trinidad hubo un fraile
tan sereno, que antes de huir quise cenar.
(i) Relación citada del P. Pedró Bigas.
(2) Relación citada del P. José Güell.
(5) Relación del mismo D. Rafael Laiont en
Barcelona a 20 de noviembre de 18S1.
(4) Relación citada del mismo P. Pedró Bigas.
Relación del P. José Sayol, de este convento. en
Barcelona a 26 de julio de 1880.
LA NOCHE DEL 2Ï DE JULIO D ENTRO DE LOS CLALSTROS
627
y cenó; però un fraile no es una Comuni-
dad. En esto, que serian las nueve, llega
allí de improviso la noticia de que estan
frente del edificio los amotinados, y apli-
can fajinas a la puerta del templo, y
con tal chispazo se produce nueva confu-
sión, se determina huir, y así empiezan
las fugas (1).
El nombrado Padre Pedró Bigas con
anterioridad preparo el camino para
este caso. Proveyóse de una escalera,
y en el momento del susto los Padres
Juan Sangenís, José Oriol Rifé, Àngel
(quizA Miguel y no Àngel) Jiménez, Anto-
nio Rigualt y puede que algun otro, se fue-
ron a la celda de Bigas, en la que sabían
estaba preparada una escapatòria. Aïra-
vesaron horizontalmente la escalera so-
bre la calle de la Leona, desde la dicha
celda, hoy subsistente y convertida en
habitación del pàrroco de San Jaime,
hasta el terrado de la casa de enfrente, y
por ella pasaron a esta. Mas creció espan-
tosamente el susto cuando, llegados a la
casa, observaron que la escalera apenas
llegaba al terrado, en cuyo antepecho solo
apoyaba como tres o cuatro dedos de los
cabos. Del terrado bajaron a la habita-
ción de una buena senora, cuyo hijo fre-
cuentaba el convento y no pocos días
tomaba chocolate en la celda del Padre
Bigas. Así se salvaron (2). Del lego Fray
Agustín Vives se me dijo que se salvo
atravesando terrados, 3' después huyendo
a su pueblo La Granada (3j. Mas al saltar
de unos terrados a olros dió sobre un
pozo, salvàndole de hundirse en él el hie-
rro que sostenia la polea (4).
El Padre Presentado Segismundo Ca-
sas, el predicador de aquella noche, subió
al tejado del templo y de allí pasó al terra-
(i) Kclación cilada del P. José Güell.— Kela-
ción citada del F. Pedró Bigas.
(2) Relaciòn citada del P. Pedró Bigas, y ri.-
lación del P. José Sayol, después canònigo de
larragona. en Barcelona a jo de julio de i8!>'i).
(í) Relaciòn de D. Juan Gordi. Barcelona 2
de noviembre de iSS^.
(^) Relaciòn cit. del P. Pedró Bigas.
do de la casa del pariente Don Francisco
Maimó, notario y jefe de milícia urbana.
Esta casa pertenecía a la misma isla del
convento, daba su frente a la calle de
Avinó, y era contigua a la que forma
esquína con la calle de la Leona; hoy la
de Maimó està marcada de número 12.
Habitaba, como ahora, la tienda un este-
rero. Desde el terrado por el zaguàn
dió voces Uamando a Maimó 3' pidiendo
que subiesen a abrirle la puerta del terra-
do; y aunque Maimó estaba ausente de
casa, subió la família, abrió la puerta, y
Casas bajó. En la habitación dejó el habi-
to que Uevaba bajo del brazo, y de allí se
le acompanó a la casa de un fabricante
Ribas, de la calle de San Pedró. A esta
acudieron para matarle los amotinados,
però les fué ocultado. De casa Ribas pasó
a la de una su hermana, situada en los
barrios de la Lonja; y de allí, vestido de
marinero, descalzo, con una cesta en la
cabeza, y corriendo a saltos como los
pescadores que proveen de pesca los mer-
cados, llego a la casa de una parienta en
la Barceloneta, desde donde se embarco
para Roma. Los revolucionarios le si-
guieron la pista hasta la orilla del mar,
3' si se salvo fué porque en el momento
del embarque el buque zarpó (5).
Se comprende fàcilmente tan acerba
ojeriza de las turbas si se recuerda lo que
3'a en otra obra escribí del Padre Casas.
Brillaba por su santidad. Afligia su cuer-
po por medio del continuo uso de los
cilicios, de modo que no permitía que se
le levantase la cama para que el lego no
viese la sangre que derramaba. Los días
de disciplina de la Comunidad en el tem-
plo, antes de abrir nuevamente éste, un
hermano corria a limpiar la sangre que
había vertido en el suelo. Desde los piil-
pitos acérrimamente combatia a la impie-
dad moderna, hasta el punto que los
impíos, no conteniéndose ni por el respe-
to al templo, desde el pueblo algunas
veces se atrevieron a contestarle. En
cambio, trasladado después de la exclaus-
(í) Relaciòn citada del P. Pedró Bigas.
628
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECI.MO
tración a Roma, el Papa le nombró Gene-
ral de la Orden, y le ofreció un obispado
extranjero (1).
Ocurre aquí preguntar: íY el Padre
Pedró Bigas, que fué quien había pre-
parado el camino para la fuga por la
escalera horizontal a través de la calle
de la Leona desde su celda, qué se hizo?
iCómo no pasó por él? Al bajar del órga-
no y cruzar el convento halló en medio
del espanto de aquellos momentos al muy
anciano Padre ex provincial José Sala,
quien clama a Bigas: «no me dejéis»; y
Bigas, en la hora de la huida, no le dejó.
La gran masa de la Comunidad se dividió
en dos grupos, que si bien por distintos
caminos, los dos se dirigieron al mismo
lugar, a la contigua casa de Ortega.
Estaba, y estú aun hoy, en la calle de
Fernando adherida por su lado oriental
al occidental del templo. Entonces, y yo
lo recuerdo, no abría puerta de escalera
en la dicha calle, sinó que la entrada en
los pisos altos se efectuaba por una esca-
lerilla de la parte trasera en el callejón
del Beato Simón de Rojas, tan conjunta
con la iglesia, que de la puerta lateral de
esta a la de aquella no media mas de un
palmó. El grupo de los expedites, que era
la mayoría, pasó a casa Ortega por los
tejados; el de los ancianos, tales como el
Padre Sala, el Padre Bruno Casals y
algiín otro, por las poco ha mentadas
puertas, protegidos por los mozos de la
Escuadra. Los primeres subieron a la
biblioteca; de esta salieron a un terrado
donde había una galeria, en la tierra
llamada una porxada, destinada a guar-
dar los efectos de los frailes recién falle-
cidos; del terrado pasaron al tejado del
templo, y de él al de casa Ortega: por
màs senas que al cruzar la pared divisò-
ria el Padre procurador, hombre obeso,
no podia inclinarse ni de uno ni de otro
lado, y el Padre Bigas le decidió de un
tirón, no sin que aquél se lastimase algo.
Asimismo el corista José Güell, al tirarse
de esta pared divisòria, que era bastante
elevada, se rasgó el pantalon y también
se lastimó en una rodilla, de la que le
mano sangre.
Desde este terrado el dicho corista
Güell y otros, que formaban su grupo,
bajaron a la habitación mas elevada de
la casa, ocupada por una senora de nom-
bre Eulàlia, la que les recibió caritativa-
mente, y les ofreció comer algo; però la
emoción del espíritu no les permitió acep-
tar nada. De aquí bajaron al piso de los
dueflos de la casa sefiores de Ortega,
donde luego comparecieron los demàs,
especialmente los ancianos (2).
Se encargó de guiar y auxiliar en la
fuga a los venerables ancianos el Lector
Padre Simón Estalella, quien en vez de
escapar, valiéndose de su muy apuesto
disfraz y su barba postiza, dirigió a los
desvalidos ancianos y los salvo (3).
El susto y la angustia continuaban im-
perando en el animo de los trinitarios aun
acogidos en casa Ortega, sobre todo pre-
senciando, como lo presenciaban, desde
las ventanas de la casa, el aspecto sinies-
tro de la ciudad y los excesos de los amo-
tinados, y oyendo las campanas de los
conventos que reclamaban auxilio. Y
tanto es así que en casa Ortega el corista
Güell se confesó para morir (4).
La seflora de Ortega era hermana del
General Santocildes y tia del Maj^or de
plaza de la Ciudadela Don Clemente San-
tocildes; y así, temiendo por su casa, man-
dó recado a su hermano, quien ya desde
un principio envio tropa. Llego esta en el
momento de aplicar a la puerta la fajina,
y apago el fuego. El jefe de los mozos
de las escuadras Don Pablo Vesiana
tenia un hijo que cursaba en los Trinita-
rios, y por lo mismo mandó una partida
de sus subordinades que se situaron en
la puerta lateral del Beato Simón de
(i) Relación citada del P. Pedró Blíías.
(j) Relación citada del P. José Güell.
(3) Relación citada del P. José Güell.
(4) Relación citada del P. José Güell. — Rela-
ción cit. del P. Joié Sayol.
LA XOCIIE ÍIEÍ.
DE IlLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
629
Rojas, y protegieron la salida de los an-
cianes (1).
Desde el balcón, y tras de sus persianas,
el Padre Pedró Bigas veia a Ayerve, que
a eso de las once de la noche vino a la
Trinidad, y le oía decir a losamotinados,
no una, sinó varias veces: «con orden,
»con orden, ahora va bien». El General
Santocildes aquella noche visito a su
hermana de Ortega, y la dijo que había
estado en el convento de San José, donde
el espectàculo daba lastima. Afiadió que
con 300 caballos y alguna infanteria se
empeiïaba él en calmarlo, però que se
veia que los gobernantes tenían parte con
la revolución, es decir, que la consentian.
A los f railes les animo diciéndoles que no
temiesen ni se moviesen de alli; y a su
hermana, que no abriese la puerta a
nadie, ni aunque la amenazasen con el
incendio; que tenia tropa, y así que no
temiese (2).
Los amotinados no lograron entrar en
el templo, ni en el convento Trinitario, a
pesar de que la puerta de la porteria
parece que estaba abierta. A las once de
la noche los vecinos, gente mas amiga
que hostil al Convento, entraron en él, y
llegaron hasta el refectorio. De boca de
uno de ellos tengo que alli hallaron la
cena puesta tal como la dejaron los frai-
les al huir, y que había ensalada de
lechuga, pan, vino, etc (3), noticia de un
testigo de vista que perfectamente con-
cuerda con el dicho del Padre José Güell,
sobre cuya palabra describí arriba la
pobre minuta de aquella refacción. V noti-
cia también que nuevamente prueba que
los religiosos no comieron, pues no goza-
ban de la tranquilidad y paz que abren el
apetito-
A la maftana siguiente, muy temprano,
a cosa de las cinco, la fuerza pública re-
cogió a los frailes Trinitarios. A la sazón
(i) Relación cit. del P. Pedró Biftas.
(j) Relación citada del mismo P. Pedró Bigas.
(?) Relación del zapatero de enfrente del con-
vento D. Antonio Cabina. Barcelona 21 de junio
de 1881.
habia en Barcelona abierto banderín de
enganche para Amèrica, el cual contaba
con unos 25 hombres bajo el teniente Oli-
ver y el sargento Roquer. Esta tropa
acudió a los dichos frailes ofreciéndoles
conducirles al fuerte (4). Estos, conside-
rando que no gozaban de completa segu-
ridad, en razón de la proximidad de la
casa de Ortega al convento, aceptaron el
ofrecimiento. Volvieron al convento, y
algunos se vistieron nuevamente ei habi-
to, otros no, y asi salieron por la porteria
a la calle. Colocados entre dos filas de
soldados, con algunos caballos de van-
guardia, y otros de retaguardia, camina-
ron toda la parte de la calle de Fernando
entonces existente 3' la Rambla hasta lle-
gar a Atarazanas (5). Un amigo mío, el
muy conocido abogado Don José Buhi-
gas, los vió pasar por la Rambla y me
dijo que daba lastima verlos, uno de habi-
tos, otro de seglar, otro con un paiïuelo
atado a la cabeza, etc. (6). Como uno de
los frailes se desviase un tantico de la
fila, el jefe le amonesto que no dejase su
lugar, no fuera que recibiese alguna cu-
chillada (7). En Atarazanas hallaron que
habia ya muchos religiosos de diversas
ordenes, entre ellos numerosos capuchi-
nos (8).
Como se desprende de lo narrado, el
templo y convento Trinitarios de frailes
calzados quedo ileso de tal modo que en
el otono próximo el primero pasó a ser
parroquial.
De los libros del Hospital saco las no-
tas de que en 30 de julio de 1835 entraron
en él enfermos el Padre Ramon Ordines,
de 77 anos de edad, y el Padre José Sala,
de 6Q; y que el primero salió en 3 del si-
guiente octubre y el segundo el 23 de
agosto.
(^) Relación citada de D. Antonio Cabina.
(5) Relaciones de muchos trinitarios.
(ó) Relación de dicho senor de 21 de diciem-
bre de 1888.
(7) Relación citada del P. Pedró Bigas.
(S) Relación citada del P. José Sayol.
630
LlliKO TERCERO. CAPITULO DF.CIMO
ARTÍCULO DUODÉCIMO
SANTA CATALINA, DE FRAILES
DOMINICOS
Ignoro si en el dia aciago el Padre Pro-
vincial se hallaba en el convento, però
no por esto dejo de escribirlo a la cabeza
de su Comunidad. Así, pues, de los indi-
viduos de ella, cuyos nombres alcancé,
sigue aquí la resena:
SACERDOTES
R. P. Presentado Pedró Barri, Provin-
cial.
R. P. Presentado Domingo Roma, Prior
de Barcelona.
R. P. Esteban Perriera, Subprior
R. P. Antonio Sagarra, Maestro de
novicios.
R. P. Presentado Domingo Comerma.
R. P. Presentado Juan Tapias.
R. P. Domingo Coromina, Archivero.
R. P. Maestro Domingo Dalmau, Bi-
bliotecario.
R. P. Raimundo Casas.
R. P. Presentado José Basols y Tresse-
rras. Lector.
R. P. Francisco Vila, Lector.
R. P. Maestro Pedró Puig, Lector.
R. P. Clotet, Lector.
R. P. Marti, Lector.
R. P. Maestro Raimundo Fontanals.
R. P. Francisco Caparà.
R. P. Pedró Màrtir Vives.
R. P. Presentado Buenaventura Ma-
negat.
R. P. Narciso Comas y Casanovas.
R. P. Juan Planas.
R. P. Francisco Mallada.
R. P. Jacinto Puig.
R. P. Jaime Turell.
R. P. Miguel Calvila, Organista.
R. P. Ramon Burgués.
R. P, Antonio Ferrer.
R. P. José Monté.
R. P. Jaime Ros, Pedagogo.
R. P. Domingo Cots.
R. P. Antonio Villar.
R. P. Francisco Ferrer.
R. P. José Ferrer,
R. P. Borrell.
R. P. Francisco de Asis Xarrié.
R. P. José Cornet.
R. P. Juan Pi.
R. P. Raimundo Pujol, Rector de Be-
llulla.
CORISTAS
Fr. Manuel Ribé.
Fr. José Calvet.
Fr. Manuel Turell.
Fr. Sadoc Vilarrasa.
Fr. José Cid.
Fr. Jerónimo Coch.
Fr. Francisco Barberà.
Fr. Buenaventura Cardona.
Fr. Fortiàn Novellas.
Fr. Juan Rovira.
Fr. Romualdo Espinàs.
Fr. Pedró Carrencà.
Fr. Jaime Colomé.
Fr. Pedró Mateu.
Fr. Juan Huguet.
Fr. Sebastiàn Fudot.
Fr. Cristóbal, Portero.
La lista anterior, con no pecar de cor-
ta, debe calificarse de manca, ya que en
ella se resefian solo 51 religiosos, que vi-
viesen en Barcelona, cuando, al decir del
Padre Pedró Carrancà o Carrencà, la
Comunidad en total contaba 69, de los que
24 eran coristas. Y es digno de notarse
que para tejer esta resena las listas de
los pasaportes expedidos por la autoridad
LA NOCIIE DEI,
DE JLLIO DE.NTRO DE LOS CLALSTROS
631
al despedir de los fuertes a los religiosos,
listas que en los demas conventos suelen
prestarme noticia de la inmensa mayoría
de los religiosos, aquí me la dieron de muy
pocos; lo que demuestra que los mas de
los dominicos no fueron a los fuertes,
I de San Raimundo contenia escondidas
' armas, y así que deseaba registraria.
Inmediatamente se les condujo a la tum-
ba, a la que bajó uno de los agentes, y
en la que, como era natural, nada halló;
mas no por ello se evito el consiguiente
LÀPIDA DE UN OSARIO QUE ESTABA EN LA CAPILLA DE SANTO DOMINGQ
EN LA IQLESIA DE DOMINICOS DE BARCELONA
W(íijïC6ïr•poDCi(?•Dí(
(ïjft•asonejyaia•apoD
cioDfioiiosiro^eBíi suo
ExPLANACióN. — HIC lACET ■ PONCI? (Ponciusj ■ DE
ALESTO - CUM DNA (Domina) PARE
TA • UXORE SUA • ET PON
CIO DE OLOSTO H^EDE (haercde) SUO
TR.\DuccióN.— J(?/í/ vrttc Poncio (Ic Alcsto COU Pareta su consorte y Poitcio
de 01 os to Sil Itcrcdero.
Escala de 1 por 5.
l£stú c-ii cl .Wuseo provincial de Barcelona, dondc tiene el número S77. p.igina 180 del
catàlofio.
sino que se refugiaron en casas partíeu-
lares o se dieron a la fuga.
Ya en su lugar, en el articulo 3." del
capitulo VIII de este libro, hice mención
del susto que la autoridad, poco antes del
atropello del 25 de julio, dió a esta Comú-
nidad. Presentóse la policia con el alcalde
del barrio, a hora de la cena, diciendo
que se le había delatado que la tumba
susto de la Comunidad (1). Y aun el muy
cuerdo religioso de esta casa Padre Ro-
mualdo Espinas creia que las tan enojo-
sas visitas de la policia fueron dos (2).
Como muy natural, palpitaban en este
(i) Relación del P. Jaime Ro? en Barcelona a
-; de marzo de lír^So.
(2) Relación de Espinàs J4 de marzo de i88j.
632
1,IBR0 TERCüIíO. — CAPITULO DECIMO
Convento respecto a la seguiidad perso-
nal las dos mismas tendencias que en los
demàs, es decir, la confianza en la auto-
ridad y la ceguera del peligro en los
ancianos, y el temor en los noveles. Los
primeros, como en todas partes, tenían
ante sus ojos las seguridades dadas por
el General, y los segundos el espíritu de
la revolución pujante. Cuando, antes del
atentade, algun novicio hablaba del peli-
gro, el Padre Maestro de novicios res-
pondía que opinaba «que realmente el
»Gobierno no queria frailes, però que
»tanipoco quería un desmàn» (1). El mis-
mo dia 25 de julio de 1835 un Padre
anciano carmelita estuvo en Santa Ca-
talina, y dijo al Padre dominico Miguel
Calvila, quien me lo relato, estàs pala-
bras: «aquí en Barcelona estamos segu-
-Vos» (2). Però la mayor elocuencia sobre
esta ceguera la tiene el siguiente relato
que me escribió un sobrino del Padre
dominico Francisco Caparà: «El dia 24»
(equivoca la fecha cscribicndo 24 por
25) «de julio de 1835 su hermano Isidro
Ȉ las 11 de la mafiana se presento al
»convento, suplicando al P. Prior que
»pues» (él, Isidro), «estaba enterado de
»lo que aquel mismo dia debía suceder,
»diera permiso a su hermano el P. Fran-
»cisco, para salir del convento, al objeto
»de poder Uevarselo en un carruaje a su
»casa, atendido el delicado estado en que
»se hallabav (paralisado por la gota).
«El P. Prior respondió à Isidro que no
»estaba bien enterado del asunto, pues
»que, dijo tenian completa seguridad por
»parte de las autoridades, y por tanto
»podía estar muy tranquilo respecto a la
«seguridad de su hermano. Sin embargo,
»anadió, que le daba permiso para reti-
»rarse si quería, però no obligarle por
«obediència, puesto que no podia.
«Entonces D. Isidro Caparà se dirigió
(i) Relación del P. Pedró Carrancà o Carren-
cà, quien entonces vivia aún en el noviciado.
Barcelona ii de febrero de i88-|.
(2) Relación de dicho Calvila hecha en Olot a
23 de agosto de 1885.
»à la celda del P. Francisco, à quien repi-
»tió lo dicho al P. Prior, però fueron
»inútiles todas sus palabras. En vano le
»explicó los medios de que aquella tarde
»se valdrían los revolucionarios para
»asesinar à los frailes: en vano procuro
»convencerle de que las autoridades les
>41evaban enganados, pues no logró de
Ȏl otras respuestas que tratarle de co-
»barde, y decirle í/s im gat dels frares.
>^Isidro se despidió de su hermano con la
»pena natural» (3).
Otra, hasta jocosa, prueba de la oe-
guera de los padres graves la hallamos
en unas palabras del Padre Presentado
Buena ventura Manegat. De noble origen,
3' muy bien relacionado, dedicàbase con
gran ahinco a la predicación especial-
mente de la menuda plebe, de modo que
por muchos aiïos dijo los sermones de
cuaresma de Santa Maria del Mar, apo-
dados del cabasset. La nefasta tarde del
25 de juho había predicado, y al regresar
de su sermón, en el mismo convento topo
con los frailes jóvenes que enterados ya
de la revolución huían para salvarse.
Manegat se encara con ellos, y les dice:
«iqué es esto? icómo se van VV? Lo dela-
taré al P. Prior. Esto no se puede hacer».
Un corista le contesto: «Sí, sí, ya puede
»V. ir a delatarnos. Vera V. lo que le
»pasarà» (-I).
Es, sin embargo, necesario confesar
que la sencillez o simplicidad del Padre
Manegat llegaba a grado excesivo. Un
ano la parròquia de Sans le encargó el
panegírico de San Bartolomé, Bar tomat
en catalàn. Subió al piilpito, y predico de
San Andrés, San Andreu. Corrió un
sacristàn, y a escondites, le aviso de que
equivocaba el santó, y que debía tratar de
San Bartomeu. Cambió, pues, su héroe;
però equivocàndose de nuevo predico de
San Mateo, San Mateu. Al bajar del
(3) Relación escrita en .Mataró a i.* de enero
de 1880.
(4) Relación de uno de estos coristas. el Padre
Romualdo Espinàs, en Barcelona a ?i de diciera-
bre de 1888.
I.A .VOCME DEL 2, LIE JULIO DENTRO DE I.OS CLALSTROS
633
púlpito quedo tan corrido que, en lugar
de comer en la casa rectoral, tomo su
capa, e inmediatamente regresó al con-
vento. Murió de cerca cien anos de
edad(l).
Para los jóvenes no habían pasado sin
ser vistos los degüellos de Madrid y Za-
ragoza, 3' en sus ratos de recreo los temo-
res de una imitación en Barcelona y los
medios para evitar las funestas conse-
cuencias eran tema de la conversación.
Quién veia muy próximos aquellos cri-
menes, quién màs remotos, quién propo-
nía que los frailes se armasen, quién otra
medida (2). Algunos de ellos habíanse
ya procurado traje de secular, y aquí,
como en el Carmen de frailes calzados,
pensaron en hacer del terrado del templo
refugio. Tomaron, para tenerla a mano,
la llave del terrado, y para impedir el
acceso de los perseguidores y defenderse
de ellos si intentaban subir, acopiaron
piedras que sirvieran de proj-ectiles. Pen-
saron que así la defensa resultaria fàcil
en razón de que la única escalera de
dicho terrado era de piedra y en forma
de caracol o hèlice (3).
Ademas, también en los dominicos,
como en los mas de los otros Conventos,
se tenia vela o vigilància nocturna. Dos
frailes aquí velaban desde la hora de
silencio hasta las doce, rezando en el
entretanto las tres partes del Rosario
para que la Virgen les librase del aten-
tado. De las doce a las tres velaba otra
pareja, repitiendo, en el entretanto, las
mismas oraciones (4).
El gran oportunista Padre V'icente So-
pena, del cual harto he tratado arriba en
los libros I y II, tampoco en esta ocasión
falto a su sistema de procurar salvar las
riquezas del convento, valiéndose de es-
tratagemas. La preciosa imagen de ala-
(i) Uelaciím citada do-l P. Roniualdo Espinàs.
(2) Keiaciòn del corista de este convento, des-
pucs canónigo de Vich, D. José Cid. Barcelona
16 de julio de 1882.
(^) Relaciones de varios frailes de esta casa.
(4) Relación citada del P. Pedró Carrencà.
bastro de la Virgen del Rosario, regalo
del Papa dominico San Pío V, poseia
entonces riquísimos vestidos con que se
la adornaba, o mejor se creia adornaria,
por sobre de los de talla. Sopena, con
anterioridad al ataque, quiso ocultarlos,
però temia la novedad que en la plebe
debiera de producir ver la imagen con
los postreros vestidos sin aquellos. Para
evitar este como escàndalo, subió al púl-
pito, y predico un sermón, diciendo que
la piedad y respeto a San Pío debidos
pedían que se honrase a la imagen tal
cual este santó Papa la regalo; y hecho,
desnudó a la imagen, y oculto sus riquí-
simas ropas (5).
Però mucho mas chusca estuvo la pre-
visión del archivero Padre Domingo Co-
rominas. Por razón de su dicho cargo y
del de procurador de la casa tenia en su
poder multitud de piezas falsas de cobra
de la moneda, entonces aquí en curso,
llamadas pcssas de sís. Eran grandes y
valían seis cuartos, o sea unos dieciocho
céntimos, y yo las recuerdo perfectamen-
te, pues las buenas las alcancé en valor.
El Convento las había ido recibiendo en
los cobros, 3" luego no las daba. Con ellas
hizo tres o cuatro cartuchos de cien pie-
zas cada uno, 3' sobre cada uno de ellos
escribió: «100 onzas para 100 misas», y las
colocó en su celda para así burlar a los
codiciosos ladrones el dia del asalto (6).
Asi las cosas, llego el aciago de San-
tiago de 1835. Uno de los concurrentes a
la corrida de toros, D. Francisco SolA y
Bru, muy amigo de los dominicos, al
regresar de dicha función a su casa, en-
tróse en el convento y aviso a los frailes
de lo que pasaba (7). Alarmàronse con la
(5) Relación del vecino de Santa Catalina, y
muy familiar del convento. el después catedràtico
D. Simeón Tuyet. Barcelona 10 de agosto de
1880.
(ü) Relación de un amigo de dicho fraile.
(7) Me lo dijo D. Antonio. hiio del senor que
dió el aviso, y ademàs un fraile de esta casa me
hizo menciòn de un aviso dado por un concu-
rrente a la plaxa de toros.
634
-lERO TERCKRO. CAPITULO DKCIMO
noticia estos, especialmente los jóvenes,
y corrieron a vestirse las ropas secula-
res, las que, sin embargo, cubrieron con
el habito. Mas, pasado un rato, entro nue-
vamente alguna
calma porque
llego la noticia
de que la autori-
dad había cerra-
do la puerta de
Mar ; de donde
se dedujo, o se
dijo, que la re-
volución queda-
ba allende las
murallas, y no
podia penetrar
en la ciudad; no-
ticia verdadera
en su primera
mitad, però falsa
en la deducción.
Ademàs llego de
paseo al con-
vento el Padre
Maestro de no-
vicios, acompa-
flado de otro
fraile, y conto
que habían ha-
Uado en la calle
dos hombres, de
los que uno les
había insultado
diciendo: «^em-
»pecemos por
»estos?»; y que
uno de los frai-
les les contesto
recio, sin que los
insultantesinsis-
tieran en sus in-
sultes (1).
Una hora antes del incendio de los con-
ventos un senor, muy amigo de los domi-
nicos, Uamado Don José Ubach, envióles
su hijo Pablo, nino todavía, encargàndole
les dijera que dentro de una hora les
incendiarían la casa. Corrió el nino al
convento y halló allí un Hermano lego;
le dió el recado de su padre, y el lego le
contesto: «ca, hombre, si esto seria un
»pecado mor-
»tal» (2).
A la hora del
crepúsculo, y
pocos momentos
antes de la ce-
na, se presenta
jadeante en el
convento un se-
fior Grau, cuna-
do del corista
Manuel Ribé; se
introduce en él,
y llega a la puer-
ta siempre ce-
rrada del novi-
ciado; llama; el
portero corista
Romualdo Espi-
nas le recibe, y
oye de su boca
que ya estA po-
niéndose fuego
en los francis-
cos, y así, que
viene por su cu-
nado. Espinas
corre y pone la
triste nueva en
conocimientò de
sus compafleros,
quitase el habi-
to, toma una go-
rra, y huye, imi-
tandole otros (3).
Esta f ué la senal
(i) Relación cit. del P. Pedró Carrenc;i.
(j) Me lo dijo
D. Luís Ubach y Aymerich, preshitero. hijo de
D. Pablo: me lo dijo una hija de dicho D. Pablo,
V otras personas que lo habían oída de boca de
b. Pablo.
(?) Relaciones de varios frailes, especialmente
la de los PP. Espinàs y Ribé, la primera en Bar-
celona a Ji de diciembre de i88o, y la segunda en
Barcelona a 6 de junio del mismo ano.
LA NOCIIE DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
635
de la primera dispersión, pues unos salie-
ron a la calle en busca de techos amigos,
otros a otras partes, y otros quedaren en
el convento, donde parece que nuevamen-
te renació alguna calma. Sin embargo
opino, que los mas de los dominicoshuye-
ron y se abrigaren de casas de deudos o
amigos, y que en ellas hallaron asilo no
solo aquella noche, sinó los días siguien-
tes, no yendo a los fuertes, pues las listas
de los pasaportes, librados después por
la autoridad, cuentan solo 34 dominicos.
Aunque a aquella hora la cena estaba
puesta, casi ninguno de los frailes estuvo
para comer, que otra cosa no permitían el
susto y la ansiedad. Sin embargo, como
los ancianos veian lejano el peligro, hubo
alguno, tal como el Padre Raimundo
Casas, que tranquilamente quiso cenar,y
cenó (1). Consistia aquella noche el plató
de la cena en una tortilla de un par de
huevos, que, abandonada por los frailes,
fué pasto de los amotinados {2).
Anochecido, Uegaron las turbas y pusie-
ron fuego al templo, bien que al principio
sin lograr su intento, segiin narré en el
capitulo anterior; mas azorados los frai-
les que habían quedado en la casa, corrie-
ron en busca de salvación, dirigiéndose
los mas al terrado del templo (3). Durante
el incendio parece que los frailes en de-
manda de auxilio tocaron la campana (4).
La puerta de la escalerilla del terrado se
abría en el primer piso alto delclaustro, 3"
esta pasaba junto al órgano. Unos veinte
frailes corrieron a dicha puertecita, y con
tanto azoramiento que se agolparon en
ella hasta no poder pasar, de modo que
uno de ellos, el entonces Fr. José Cid, al
hallar obstruida por el agolpamiento de
sus compafleros la màs estrecha puerta
que se hallaba después del órgano, salto
por encima de ellos con tanta ceguera
que dando con la cabeza contra el arco o
(i) Relaciòn citada del P. Jaime Ros.
(2) Relaciòn citada del P. .Miguel Calvila.
(3) Relaciones varias.
(^) Relaciòn de D. Pedró Subiranas en Bar-
celona a 2Ó de enero de 1883.
dintel de ella se lastimó, hasta derramar
sangre. Subieron precipitadamente la
escalerilla de caracol, toda de pulida
piedra, y Uegaron al terrado del templo,
donde tenían la arriba dicha provisión de
piedras para defenderse. Mas sea que el
azoramiento les exigiese todavía mayor
separación de los amotinados, sea que
muy pronto el intenso fuego que bullia
bajo sus pies les indicarà el peligro de un
hundimiento, aquí, como en el Carmen,
quisieron los frailes subir al campanario.
La operación no era de sí fàcil, y mucho
menos en las horas de la obscuridad noc-
turna. La torre no tenia escalera de alba-
nilería. Su cafión interior, de trecho en
trecho, venia dividido por vigas; y éstas
no cubiertas por tablas que formasen un
piso mas que en una mitad, de guisa que
el tubo interior tenia solo de vez en cuan-
do entablados ensemicírculo. Se subía de
unos a otros por escaleras de mano que
no daban directamente en el entablado
superior, sinó en una viga, en la que por
lo mismo habia que apoyarse para saltar
al tablado semicircular superior. El coris-
ta Fr. Cid, para mejor asegurar el pie,
subió descalzo.
Llegados a la estancia superior, algu-
nos propusieron derrumbar la última
escalera sobre las demas para entera-
mente imposibilitar el acceso de extra-
nos, mas el citado Fr. Cid se opuso a ello
considerando que en una u otra ocasión
ellos tendrian que bajar. Sin embargo,
para evitar el ascenso de perseguidores,
quedóse en el extremo de dicha escalera
dispuesto en caso necesario a hacerla
bambolear y derrumbarla. Però, aun no
viéndose seguros aquí en el aposento de
las campanas, los dichos frailes ascendie-
ron al terradito superior de la misma
torre, al pie de la esbelta tiecha o piràmi-
de gòtica que la terminaba. Formaba un
corredorcito de unos tres palmos de an-
chura, sin mas barandilla que las alme-
nitas de adorno que le rodeaban. Allí se
agacharon, sentados en elsuelo de espal-
das al chapitel y con el rostro sobre las
almenas.
636
MURO TERCERO. CAPITL'LO DKCI.Mn
Ni aun en aquellas elevadas alturas
faltaron peligros y sufrimientos morales.
Ardían el inmenso retablo mayor, el órga-
no y algunos otros de los próximos reta-
blos. Por los ventanales del templo, situa-
dos precisamente al pie del campanario,
brotaban con tal fúria las rabiosas llamas
que hasta ponían peligro de incendio en
las casas vecinas, y subían sus chispas,
sus pavesas y su tupido humo hasta la
cúspide de la torre, la que, como palo de
una pira, se hallaba rodeada de fuego y
humo. Ambos sofocaban a los pobres en
la sumidad refugiados, y tenían estos
continuamente que sacudir sus habites
para evitar quemarse, de tal modo que a
no ser estos de lana lo pasaran mal, y
aun así el corista Jerónimo Coch, hijo de
Camprodon, salió con el habito chamus-
cado. Tales andaban los peligros, que las
cuerdas de las campanas se quemaron; y
tales andaban los ànimos, que, teniendo
los frailes entre ellos un Padre grave, se
confesaban para morir. Y digo un Padre
grave, porque los mas de los frailes del
campanario eran jóvenes, y estos, proce-
dentes en su mayor parte de fuera de
Barcelona, no tuvieron, como los Padres,
casas o de deudo o de amistad donde gua-
recerse.
Desde allí los pobres frailes oían el
campaneo de los otros Conventos que
pedían auxilio; desde alli veían los vio-
lentes remolinos de llamas que se levan-
taban de las casas de sus hermanos de
distintas ordenes; desde allí oían los gri-
tos hostiles de los incendiaries y el pasar
de la caballería, sin que se viese represión
alguna: desde allí oían los derrumbamien-
tos que en el interior del templo producía
. i i i l•
LADO SEPTENTRIONAL DEL TEMPLO DOMINICO DE BARCELONA, SU CAMPANARIO
Y UNA ALA DEL CLAUSTRO
LA NOCIIE DEL Jí DL JULIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
637
el incendio; desde allí veian y oian la
algazara delasgentes hostilesdeterrados
vecinos; desde allí oyeron que se rompia
por los revolucionaries la vajilla del re-
fectorio; y por la mananita desde allí
vieron el incendio del convento o habi-
taciones, y el desapoderado saqueo (1).
De estos frailes que se refugiaron en
el campanario conozco los nombres del
Padre Lector Pedró Puig, con el cual se
confesaron los jóvenes; del Padre Narci-
so Comas, del Padre Antonio Ferrer, del
Padre Francisco Caparà, del Padre Mi-
guel Calvila organista; de los coristas
F"r. José Cid, Fr. Jerónimo Cocli, Fr.
Fortirtn Novellas, Fr. Sadoc Vilarrasa
hermano de Don Eduardo Maria, al cual
todos hemos conocido parroco y después
canónigo de Barcelona (2). Quiza sor-
prenda al lettor encontrar entre los frai-
les del campanario al Padre Francisco
Caparà, paralítico, por efecto del dolor
de gota, y, por lo tanto, imposibilitado de
subir. Efectivamente, en aquella noche,
como en las demas, hallàbase, o en la
cama o en su sillón, 3^ sin movimiento
propio; però las circunstancias que le
fueron rodeando, como la falta de cenay
asistencia, el movimiento inusitado de
los fugitivos, los gritos de la calle, etc,
le dieron a comprender la mucha razón
del aviso de su hermano Isidro, arriba
explicado. Por lo que el Padre hace un
supremo esfuerzo, asómase a la ventana,
y ve que la casa arde, y recibiendo del
miedo fuerzas que la enfermedad le qui-
tara, sale de la celda, y se encamina al
terrado en momentos tan criticos que
las llamas le chamuscaron el escapulario.
Los frailes del terrado, al oir el ruído de
su ascenso por la escaleriUa, creyéndole
un perseguidor, le recibieron a pedradas,
hasta que, dando él fuertes gritos, le reco
(1) Las anteriores noticias de la huida y es-
tancia en el campanario proceden de relaciones
de varios de los frailes que las efectuaron. espe-
cialmente del después canónigo de Vich D. José
Cid. Barcelona l'i de junio de iS8j.
(.') Relaciones de varios frailes de esta casa.
nocieron la voz, y le ayudaron a subir (3).
En las primeras horas de la siguiente
madrugada, los pobres frailes del campa-
nario oyeron voces que les llamaban,
indicàndoles que bajaran. Dos o tres de
ellos se levantaron, y vieron que las tales
voces procedían de la autoridad que acu-
dia a salvaries, y así todos determinaron
bajar. Masia impresión que, al levantarse
del suelo y con la luz del dia examinar
la redonda; la impresión que el dejar la
tierra firme del terradito y poner los
pies en las escaleras, teniendo abiertos
delante los grandes ventanales del cam-
panario; la impresión que la inmensa
altura, y la vista de los terrados de las
casas y la profundidad de las calles, vis-
tos por dichos ventanales; la impresión,
digo, que tales vistas producian en las por
otro lado conmovidas cabezas de los frai-
les, no es para explicada; era capaz de
desvanecer al mas esforzado. Las cuer-
das de las campanas estaban quemadas,
el maderamen de ellas había comenzado
a arder: a tal punto había llegado el pe-
ligro. Bajaron al terrado del templo, no
sin que para este descenso fuese necesa-
rio que los albafiiles ayudasen a algunos
de los frailes. Para dejar el terrado, no
podia utilizarse la escalerilla de caracol,
obstruida, como estaba, tanto por laspie-
dras arrojadas desde arriba por los frai-
les, cuanto, y mas aún, por el fuego del
órgano. Los albafiiles, a toda prisa, abrie-
ron un boquete en la obra nueva de la
calle de Freixuras, que por los pies del
templo comunicaba con el terrado de
este; y así los religiosos tuvieron que
caminar en su total longitud el techo de
dicho templo, sorteando las grietas, fuego
y humo producidos por el incendio.
Bajaron todos a la huerta. Acordàronse
allí de que en el convento había un fraile
muy anciano y paralítico, decano de la
Comunidad, el Padre Casas, que estaba
en la enfermería; y así fueron por él.
ILibia aquella noche sufrido mucho por
causa del humo y del espanto; y sin duda
(3) Relacion citada del sobrino del P. Caparà.
638
LIBRO TKRClïUO. — CAPITL'1,0 DKCtMO
la circunstancia de hallarse la enferme-
ría algo separada de los corredores de
las celdas, lo mismo que la biblioteca,
salvo a esta y al fraile. Ademas, había
en la Comunidad otro religioso anormal
por razón de tener algo perturbada la
cabeza, el Padre Antonio Ferrer. De éste
me dijo un su compatricio, que se salvo
en el campanario; mas el Padre Calvila
me dijo que no fué
así, sinó que como
loco pasó la noche
paseando por su
celda, que estaba
algo separada de
las demís, y que
cuando los dichos
fra i les estuvieron
en la huerta, se fué
también por él. Pa-
rece que la conmo-
ción de aquella
noche acabo de
trastornar su cabe-
za, 3' quedo domi-
nado de la mania
de que un jefe de
la tropa le había
dicho que él no era
ni fraile ni sacer-
dote, y de aquí él
deducía que no
podia celebrar, 3-
ef ectivamente no
celebro mas (1).
Un vecino, mo-
vido de caridad, llevo vino a los amilana-
dos frailes para animaries. Colocados ya
en la huerta, el jefe les pregunto si alguno
queria recoger algo de su celda, mas tan
abatidos venían los frailes que ninguno
aceptó el ofrecimiento. Solo si el corista
Fr. José Cid, quien, acompanado de un
guardià nacional, subió a su aposento, allí
se calzó unos zapatos en lugar de los que
en la noche dejó en el terrado del tem-
(i) Relación citada del P. Calvila. — Y relación
de un sacerdote de Mataró, donde vivió después el
P. Ferrer.
plo, y poniendo algunas cosas en un cofre
o baúl, lo bajó a la huerta, dejàndolo en
manos de un empleado de la casa (2). El
jefe daba prisa a los frailes, y así fué
que, colocados entre dos filas de naciona-
les, o urbanos, y a paso acelerado fueron
conducidos a la Ciudadela.
Iban delante del convoy tres o cuatro
caballos para despejar; seguían los reli-
giosos a pie entre
dos filas de guar-
dias urbanos, o na-
cionales: venia lue-
go una tartana con
los ancianos; y fi-
nalmente, en una
camilla, era lleva-
do el Padre Casas,
paralítico (3). En el
llano de la Ciuda-
dela toparon con
muchos grupos,
però entraron en
el fuerte sin nove-
dad, y al dejarles
les dijo el jefe de
la fuerza: «ahora
»ya estan salva-
»dos» (4). Creo que
el jefe de la fuerza
era Borrell.
Dije arriba que
el cunado del co-
rista Fr. Manuel
Ribé fué quien, al
tener noticia del
incendio del Convento de Menores Fran-
ciscos, corrió a avisar al de Dominicos;
mas el fraile no salió con él, sinó que,
siguiendo al mayor grupo de sus com-
paiieros, paro en el terrado del templo,
o campanario. Emperò, aqui, tratAn-
dose de fuego, comprendió no hallarse
bien sobre un lugar que podia incen-
(2) Relación del mismo entonces corista don
José Cid, en Barcelona a ió de julio de 1882.
(3) Los vió pasar el corista Fr. Komualdo Es-
pines. Barcelona 21 de diciembre de 1880.
(-)) Relación cit. del P. Miguel Calvila.
LA NOCIIE DEL 2^ DE JULIO DENTRO DE LOS CLAl/STROS
639
diarse, y, por lo mismo, descendió de
aquellas alturas. Al atravesar el claus-
tro, topo con el Padre Narciso Comas y
Casanovas y el Padre Juan Planas, a los
que manifesto de dónde venia y el peli-
gro que allí se corria, por lo que resol-
vieron salir a la huerta, y desde ella
saltar a la de una buena senora que ha-
bitaba en la calle Baja de San Pedró. Era
la casa número 32 actual, conocida en-
tonces por Casa Letxós. El jardin trasero
de esta casa estaba separado de la huerta
del Convento por una cerca almenada,
muy alta del lado del cenobio, però mu-
cho menos por el de la casa, porque estaba
situado a nivel del primer piso alto de la
casa. A ella venia adherido el zafareche
de la huerta del Convento. Para encara-
marse hasta la sumidad de la cerca, los
dichos frailes colocaron una silla sobre
la baranda del zafareche, y desde ella
tiraron una cuerda en lazo a una de las
almenas, logrando asi atarla a ella; y
por la cuerda, con la dificultad pròpia de
los desacostumbrados a los ejercicios
gimnàsticos, subieron. Sin embargo, an-
tes de practicarlo, esperaren un rato a
que las sombras de la noche les libraran
de peligrosas miradas.
Llegados al jardin, no se atrevieron a
llamar en el balcón, porque, aunque uno
de los tres frailes tenia ya convenido con
la sefïora que llamaría, sin embargo te-
mieron que esta tuviera visitas y la com-
prometieran, o que se hallara fuera de
casa y entonces se comprometieran ellos.
Però he aqui que, pasado un rato, se oye
abrir el balcón del segundo piso, y luego
cerrarlo. Era, según supieron después,
que hallandose la seiïora ausente de casa,
y habiendo la criada oido ruido en el jar-
din, quiso desde dicho piso segimdo ins-
peccionar quó pasaba en aquél. Como vió
en (51 tres hombres, pues en el convento
los frailes se habían vestido de seglar, los
creyó ladrones, y levantó el grito de
iladroiic?!; de modo que al cabo de un
tiempo de repente se abrieron los posti-
gos del balcón del primer piso, y apare-
ció tras de sus cristales una turba de
vecinos armados con palos y otros obje-
tos. Preguntan estos a los frailes, los
cuales les contestan manifestando toda la
verdad, en cuya comprobación muestran
la rasura. Tranquilizados los vecinos, se
retiraron, però dejaron en el jardin a los
religiosos hasta la llegada de la senora,
les dieron alguna bebida y una manta
para abrigarse, pues, a pesar de hallarse
el tiempo en 25 de julio, la conmoción mo-
ral tenia tan concentradas las fuerzas de
los perseguidos, que sufrían frio.
Los mismos vecinos avisaron al Comi-
sario de policia, que supongo seria el que
vivia allí en una de aquellas casas próxi-
mas, llamado Don Francisco deLlosellas,
persona muy buena y querida, del cual
harto hablaré muy luego, y cuyo exce-
lente hijo, el notario Don Melitón, todos
hemos conocido. Acudió presuroso el
Comisario, y pregunto a los frailes por
sus intentos, y como ellos contestaren
que de irse a sus casas, les aconsejó que
por de pronto no se moviesen, porque el
mal disfraz y la rasura podian comprome-
terles.
Al otro dia, el 26, la seiïora dijo a los
frailes que precisaba buscar medio de
escaparse porque la habían amenazado
con quemarle la casa; y asi por la indi-
cada criada se Uevó recado a las familias
respectivas. La misma noche del 2ó éstas
fueron a recoger a los frailes, los cuales
se dieron cita para la Ciudadela, y para
mejor disimular su estado se dirigieron
adonde desearon, acompanados de sus
hermanas. El cunado del Padre Ribé
tenia amistad con el oficial de la guardià
del palacio, y recabó de él que le facili-
tarà algunos soldados. Salieron de casa
Letxós y efectuaren la travesia hasta la
Ciudadela, yendo delante el dicho cunado
para inspeccionar el estado del terreno,
siguiendo luego el fraile llevando del
brazo a su hermana, y cerrando un tre-
cho màs atras la comitiva los soldados (1).
(i) Toda esta relación de la fuga de los tres
iVailes por casa Letxós me la conto el mismo Padre
Alanuel Ribc en Barcelona en 0 de junio de i88o.
640
LIBRO TERCERO. — CAPirULO DEC.I.MO
Y cuenta que los dichos tres dominicos,
o quiza otros que parece había en la
huerta ocultos, no dejaron de córrer gra-
ve peligro en ella, pues después los incen-
diarios salieron del convento, y alum-
bràndose con antorchas, registraron la
huerta; mas algunos vecinos (que en
aquellas casas abundaban los buenos),
temiendo por los religiosos que tal vez
hubiese allí escondidos, dieron voces a
los amotinados, diciéndoles que iban a
perjudicaries en sus intereses, que les
quemarian sus generós, especialmente
los extendidos por un fabricante allí en
un terrado, y así los aventaron de la
huerta, y salvaron a los frailes, los cua-
les después serían recogidos por la tro-
pa (1). Los frailes del campanario vieron
<este registro de la huerta, y uno de elles
me lo refirió.
En el àngulo occidental del edificio del
convento, con puerta y aberturas en la
calle de Freixuras, estaba instalada una
tahona llamada de Santa Catalina, por-
que, en efecto, era la del Convento, y la
que le proveia de pan. Sin embargo, y
como es natural, no comunicaba con el
interior del convento mís que por medio
de un torno para el paso del pan. En los
momentos del apuro, por aqyí salieron
el Prior Padre Domingo Roma, el Lector
Padre Francisco Vila, hijo de Sabadell,
el otro Lector Padre José Bassols, y
algun otro, quedàndose de pronto en la
tahona. El tahonero Vicente Munné (2)
les recibió galante, y corrió no solo a
cerrar la puerta, sinó a atrancarla, colo-
cando tras de ella una fuerte barricada
de sacos de harina. Y no son para olvi-
dados los apuros que para tal huída
experimento el Prior, hombre, si notable
por su saber, no menos por su corporal
(0 Relación de D. .Melitón de Llosellas en
Barcelona a 6 de diciembre de iS8o.
(2) En las cuentas de la Amortización del
cobro de alquileres de fines de iS^í figura eomo
inquilino de la consabida tienda Vicente .Moner,
que es el dicho iMunnc, y paga por alquiler 192
duros al aiio.
magnitud, la que ofreció grandes dificul-
tades para encajarle dentro de un torno
destinado al paso del pan.
En esta ocasión hallàbase frente del
convento un mi amigo, de nombre Don
Manuel Oller y Pallarol, quien, como
lazos de amistad le unían al dicho pana-
dero, se dirigió a él. Llamó a su puerta,
salió éste al balconcito, y mandó abrir la
puerta, operación no corta por importar
el derribo de la barricada de sacos. El
panadero introdujo a Oller en el come-
dor , donde éste se encontró con los dichos
frailes, todos aún con sus habites. Oller
les participo que acababa de ver que se
ponia fuego al convento. Allí fué el es-
panto y el discurrir el modo de salvarse,
comprendiendo que aquella casa, tan con-
junta con el cenobio, no ofrecia seguri-
dad. Encargaronle, como primera medi-
da, que les procurase ropas seculares.
Salió Oller y se dirigió a casa de su
padre, frente de Santa Marta, en la Riera
de San Juan, de donde saco un buen lío
de aquellas prendas de vestir. Disfraza-
dos ya los religiosos, Oller acompanó el
Prior y otro fraile a la mentada casa de
su padre. Regresó a la panadería, y saco
otros dos, conduciéndolos a su pròpia
vivienda, situada en la calle de Escudi-
llers y esquina a la de Obradors. Oller
contaba entonces 25 aflos, y en aquel
acto, regresando, como regresaba, del
convite de una boda, vestia elegante-
mente con pantalon blanco, frac y som-
brero de copa, así que su aspecto alejaba
todo olor de convento. ïranquilamente,
conversando de materias indiferentes, se
dirigieron a la dicha habitación. Al acer-
carse, adelantóse un poco Oller para ex-
plorar el terreno y abrir; y hecho, intro-
dujo a obscuras los frailes en su casa.
Emperò, en la esquina de enfrente ha-
bitaba un sastre, cuya criada aquella
noche frecuentaba el balcón, y observo
la entrada sigilosa de los tres. Por otro
lado, uno de los días siguientes, Oller,
con el deseo de mejor ocultar a los frai-
les, puso cortina en su balcón, acción que
aumentaba las sospechas de los vecinos.
LA NOCIIE DEL
DE JL'LIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
641
La madre de Oller les llevaba el alimen-
to. Uno de aquelles días un joven rico,
però muy revolucionario, visito a Oller,
y se empenó en ver su piso, diciéndole:
«nada, nada, me has de mostrar tu piso,
»a ver si tienes por aquí alguna chica».
No hubo mas remedio que acompanarle
a toda la habitación, però afortunada-
mente no se empenó en abrir una cama-
rita de la cocina donde muy quietos
estaban encerrados por dentro los dos
religiosos. Mas creció el apuro un dia en
que, Oller estando ausente, se presento el
celador de policia con sus esbirros, di-
ciendo que se temia que alli se ocultaba
gente sospechosa. Salió a responder la
duena de la casa que con su familia habi-
taba uno de los pisos altos, y en el cual
còrnia el senor Oller, entonces soltero
aún. Dijo la seiïora al celador que no
permitiria que aquella casa fuese regis-
trada, porque en el primer piso vivia
Oller, del cual ella respondía; en el segun-
do, una senora muy amiga del mismo
celador, y en el tercero, ella, y asi que
holgaba toda pesquisa. Retiróse el cela-
dor, però los frailes no podían continuar
allí, por cuya razón se trasladaron a
otras casas, remudando varias, porque en
todas partes temian (1).
Va que el sefior Oller tiene la palabra,
pues son su3'as las noticias anteriores,
dejémosle que acabe su relación, aun
entrando en un episodio, que si bien no
toca a los frailes dominicos, cae de lleno
en el circulo de la revolución de 1835.
Apunté arriba que dicho seíior aquel dia
habia asistido a un convite de boda. Efec-
tivamente, la víspera se habia celebrado
el casamiento, y el dia de Santiago el
banquete, éste en la fonda de la Orada,
en Gracia. El novio, de nombre F...., era
hijo de un tabernero de aquellos barrios
del Convento dominico, y cuando niòo
habia cursado algun tiempo para sacer-
(i) Debò toda esta relación de los hechos en
que intervino D. .Manuel Oller y Pallarol a é\
mismo, en Barcelona a J7 de lehrero do i8.''4 y 50
de enero de 1885.
dote. El dia siguiente al de Santiago, el
senor Oller fué a casa del novio para
presentarle la cuenta de sus trabajos, y
allí con no poca sorpresa vió un sable
ensangrentado; de modo que el tal F....,
al regresar del convite de su boda, acabo
de celebrar la fiesta matando frailes
Oller, al verle, le dirigió algunas reflexió
nes o reprensiones, a las que F.... con
testo, no negando el crimen, sinó supli
cando a Oller que lo tuviera oculto (2).
El mismo padre del senor Oller acom
panó a San Mcente dels Horts los Pa
dres Roma, Prior; Vila, Lector, y Bassols
también Lector, y alli los acogió la fami
lla Munner, distinta de la del panadero
de la que era hijo un Don Pablo Munner
muy buen senor, al cual en Barcelona
todos conocimos. El Padre Vila, natural
de Sabadell, muy pronto pasó a su enton-
ces villa; el Padre Bassols estuvo un
tiempo màs, però a no mucho tardar
también se largó; però el Padre Roma
quedo alli, donde sufrió varias persecu-
ciones, debidas, según voz popular, a un
liberal inrtuyente de la población. No le
falto a éste su castigo. Vivia en San Vi-
cente un loco de nombre Vicente Roma-
gosa, el cual habia sido criado del cèlebre
Padre Segismundo Riera, asesinado en
la calle de San Pablo. La tragèdia del
asesinato de su amo le trastorno la cabe-
za, una de cuvas manías consistió en
hacer discursos contra los liberales. A
cada rato se presentaba frente de la casa
del indicado liberal y le echaba su larga
perorata. Siempre su vista estaba fija
sobre el liberal; de modo que si en la
iglesia, desde el presbiterio, donde solia
colocarse, veia que aquél se dormia,
corria y. tocííndole, le despertaba; en
una palabra, fué la pesadilla del liberal.
Romagosa gozaba de temporadas lúci-
das, 3' en ellas referia la muerte de su
amo (3).
Los demàs religiosos se fugaron cada
(j) Relación citada de D. .Manuel Oller.
(?) Relación de D. Pablo iMunner y N'ilaplana
en Barcelona a 21 de febrero de 1884.
41
642
LIÜRO TERCERO. CAPITULO UECIMO
cual por su lado, y, a lo que mi pobre
investigación alcanzó, sin tropiezo espe-
cial. Así del Padre Maestro Ribas se me
dijo que salió por la manana del 25 (I).
Otros, disf razados de seglar, y cubierta su
cabeza con una gorrita entonces muy en
uso, cuya parte superior era de hule, se
escurrieron al anocheccr por las calles de
San Jacinto y Flor delLliri, escondiéndose
por aquellas casas. Uno de estos fué visto
de los amotinados, y perseguido hasta la
casa donde entro, mas la mujer de ella
nego que estuviera allí, y le salvo (2).
Aquella misma tarde el Padre Lector
Clotet y el Padre Martí se refugiaron en
casa del medico Don Juan Illa, en la calle
de Giralt Pellicer; però, disfrazados, por
la noche fueron acompanados por Illa a
<,casa de un senor Prats, fabricante de
fideos, que vivia frente la iglesia de San
Cucufate. Aquí se les oculto en el depó-
sito de la harina con la tapa levantada
para que aquéllos pudieran respirar, mas
dejàndola caer en momentos de peli-
gro (3). El Padre Jaime Ros, a eso de las
siete y cuarto, huyó a casa de un primo
suyo, sin tropiezo, a pesar de haberse
cruzado con los amotinados en la Riera
de San Juan (4). En una salida igual, efec
tuada a las ocho dadas, por el Padre
Pedró Carrencà, topo éste también con
los amotinados en la esquina de la calle
del Arco de San Silvestre con la de Mer-
caders, però sin ser conocido (5). El Padre
Romualdo Espinàs llamó a una casa
amiga de la calle de Candelas, mas nadie
le respondió; y entonces se dirigió y refu-
gio, como dije arriba, en una panaderia
de la calle de Moncada, número 1 actual,
frente de la callejuela de Boquer. Era tal
(i) Relación de su sobrino D. Joaquín Ar-
mengol. Barcelona 20 de febrero de 1803.
(2) Repetida relación de un joven vecino.
(3) Relación del mismo D. Juan Illa. Barce-
lona 5 de maj'o de 1882.
(4) Relación del mismo. Barcelona 3 de marzo
de 1880.
(5) Relación de 01 mismo. Barcelona 11 de
febrero de 1884.
la emoción que llevaba Espinas, que al
subir la escalerilla de la tienda hasta el
entresuelo interior, apenas podia adelan-
tar por efecto del temblor (6). Se me ha
dicho que algunos de los frailes de Santa
Catalina se abrigaron de la hospitalidad
y buena amistad del vecino chocolatero
de nombre Galtes (7). También oi referir
que en los momentos del tumulto 0 robo
el joven Padre Villar, disfrazado de pille-
llete, y con un fardito bajo del brazo,
salió por la puerta del Trajt; que la gente
allí agolpada le creyeron un granuja y su
lío su botin, de modo que al verle excla-
maban: «mira, mira, aquel ya hizo su
fardo». Que le abrieron paso y huyó.
Después noto que aún llevaba los zapatos
de fraile, y se asustó (8). jLamentables
tiempos en los que los religiosos son
perseguidos y los granujas protegidos!
Tarde también, y cuando ardía ya el
templo, asomóse a la ventana de su
celda el Padre José Monté, y al ver el
terrible incendio exclamo: «Jesús, Jesús,
Jesús,» y se escapo no sé por dónde (9).
Un vecino de la calle de Giralt Pellicer
me conto que al amanecer dió por curio-
sidad una vuelta por aquellas calles, y
que en la de la Palma de Santa Catalina
vió no con poca sorpresa al Padre Pedró
Màrtir Vives (hermano del cèlebre juris-
consulto Don Pedró Vives y Cebrià), ves-
tido de habito, que tranquilamente se
dirigia sin duda a su casa. Vió que un
guardià nacional por detràs del fraile, y
con una corta hacha en la mano, corrió a
matarle; que levantabaya el brazo, cuan-
do acudió presuroso un cabo de los mis-
mos guardias nacionales, y le detuvo
diciendo: «De noche si, però de dia no,
»que nos comprometés»; y el fraile se
salvo. Me lo conto, digo, Don Francisco
Canyellas, quien vió por sus ojos y oyó
(6) Relación del mismo. Barcelona 21 de di-
ciembre de 1880.
(7) Relación de un amigo de Galtes.
(8) Relación de D. José Maria Rocabella. Bar-
celona 9 de junio de 1880.
(o) Una vecina lo vió.
LA NOCHE DEL 2^; DE JLLIO DEXTRO DE LOS CLAL'STROS
643
por sus oidos toda la escena (1). Una
mujer de la calle de Tarrós, de apodo la
Coixa, cogió al Padre Vives, lo metió en
su piso, y lo disfrazó con un traje de pana
de su marido (2), quedando hecho una
facha que excitaba la risa de aquellos
barrios, donde, por lo popular, era muy
conocido.
minaron al corredor que desde la cocina
conducía a la carpintería, en el cual co-
rredor había la entrada al gran depósito
de la letrina. Por medio de dicha escalera
subieron a un como desvàn, cuyo techo
medía unos tres o cuatro palmos de altura,
y se formaba entre el primero y segundo
techos de dicho depósito, pues tenia dos.
LAUDE DE UN SARCÓFAGO DEL CLAUSTRO DE SANTA CATALINA DE BARCELONA
í;pi|OG;(iiooa(iieM(i)iesi).•D:•
oe;!i}e3;(ii);m3í)flisci;ii
pneiiec-saoBai;
ExpLANACióN. — ^ HOC ; MONUMETUM (monumentum) -. EST ; P
(Petri) \
DE •: ÀREA ; CT (et) \ FFRANCISCI :" M
ATHEI ; ET •: SUORUM ■;
TRADUccióN. — Este iiionumcíito es de Pedró de Àrea y de Fraiict'sco Mateo
y de los sttyos.
Escala de I por 5.
Hoj' està en el Museo provincial de antigüedades, donde ticne el número 8?5, pàg- I^'9
del catalogo.
El cocinero en Santa Catalina era un
seglar de nombre Pablo, y su ayudante
un chico, entonces de catorce anos, de
nombre Cayetano Estalella, al cual yo
mucho traté ya viejo él. Al ir a poner la
cena en la mesa el 25 de julio, el cocinero
dijo al Cayetano que había llegado el
momentü de esconderse. Tomaron enton-
ces ellos una escalera de mano y se enca-
(0 l^n Barcelona a i." de diciembre de
(3) Relación del niismo Sr. Canyellas.
Tras sí subieron la escalera, 5' el coci-
nero llevo consigo para su defensa algu-
nas cuchillas de la cocina, de las que al
subir se le cayó una. Durante la noche
muchas veces los amotinados pasaron
por el pie del indicado desvAn, y los dos
escondidos veían el resplandor de las
antorchas y oían los horribles disparates
que proferían. Uno de ellos cogió la dicha
cuchilla y exclamo: «Al fraile que halle-
»mos le cortarenios la cabeza con esta
>.cuchilla».
644
LIBRO TERCERO. — CAPITULO PECIMO
La mariana siguiente, de nueve a diez,
oyeron que eran llamados por sus nom-
bres, y comprendieron que eran voces
amigas. Bajaron del desvàn. La primera
idea de Cayetano fué la de ir a su calda
para recoger un traje y calzado nuevo
que se le había hecho, però al ver la coci-
na ardiendo, y en su patio una hoguera
en la que las ollas de metal de ella esta-
ban candentes, desistió de su intento.
Pasó al huerto, donde cerca del zafare-
che vió seis u ocho frailes viejos impedí-
dos, sin duda recogidos por la autoridad,
y luego salió por la puerta del Trají. Al
lado de esta puerta, desde una ventana de
la panadería, unos individuos desconoci-
dos iban repartiendo al pueblo ropas del
Convento, tales como sabanas, hàbitos,
•.etcètera, a par de botin ganado al enemi-
go. Y tanto es asi que a Cayetano le die-
ron dos habitos que después nadie quería
en su casa (1).
Escribí en su lugar que el ataque pos-
trero y triunfante contra Santa Catalina
se efectuo por su puerta lateral. Quema-
da la puerta de San Jacinto, losincendia-
rios osadamente entraron en el templo.
Luego oyóse revolvimiento de objetos de
madera dentro de él, ruido que opino
provendría de que arrastrarían los ban-
cos, confesonarios 3' demàs, y los amon-
tonarían al pie del altar mayor (2). Sin
tardanza ardió este, que era de pino.
Ardieron igualmente el contiguo del lado
del Evangelio, dedicado a San Martin; el
siguiente del mismo lado, o sea de la
Virgen de Montserrat, allí comúnmente
apellidada de la Bona Sort; y el otro, con-
tiguo a éste, de Santa Rosa. Ardió, como
era natural, el grandioso órgano, suspen-
dido como se hallaba sobre el dicho reta-
blo de Montserrat; però sin embargo,
(i) Debò todas estàs nolicias del cocinero y
de su ayudanle a éste, Cayetano. quien me las dió
en Barcelona a 21 de abril de 188::, y con el cual
tuve muchas y largas conferencias.
(2) .Me lo diio el vecino de este convento senor
Canyellas, quien oia el ruido delasmaderas en el
templo. Barcelona i." de diciembre de 18821
contra lo natural, con haber quemado el
retablo de Santa Rosa, quedaronilesasla
tribuna y la puerta de San Jaime de la
mísma capilla (3). Las potentes llamas
acribillaron las vídrieras, y por todos los
vanos brotaban con rabiosa fúria; de tal
modo que, como escribí, pusieron enmuy
grave aprieto a los pobres frailes que se
habian refugiado y escondido en lo alto
del campanario (4), y hasta amenazaban
a las casas vecinas. Algunos de sus habi-
tantes corrieron a sacar muebles para
ponerlos en salvo (5). Al dia siguiente, 26
de julio, el interior del templo, mirado
desde la plaza por el vano de la puerta
principal, parecía un horno encendido en
ascuas (6). Los altos arrimaderos de los
caja-bancos de los lados del presbiterio
presentaban una fila de llamas a cada
lado, producida por las figurasi de frailes
o Santos dominicos que formaban el re-
mate o crestería de dichos arrimaderos,
los cuales ardiendo cada uno por si, ase-
mejaban una fila de hachas (7).
Bajo del retablo mayor habia un ataúd
con el cadàver de una senora que un
monacillo de esta casa me calificó de
reina. Ardería, como el retablo bajo el
cual se cobijaba (8).
La imagen de la titular medía grandes
dimensiones, representando la Santa màr-
tir apoyada sobre la rueda erizada de
punales que fué el instrumento de su mar-
tirio. Al cabo de un buen rato del incen-
dio desde las vecinas calles se oyó el pro-
fundo retumbar de su caída. El fuego
socavaría su base, y se desplomo (9).
(?) Muchas veces me dijo estàs noticias cl mo-
nacillo de este Convento D. Jaime Torallas.
(4) Relación citada de D. José Cid.
(s) Relación del vecino del convento D. Fran-
cisco Canyellas. Barcelona 1." diciembre de 1882.
(6) Relación del vecino D. Pablo Mota. Bar-
celona 5 de mayo de 1882.
(7) Relación de la hija de un senor que lo vió.
(8) Relación de D. Jaime Torallas el mona-
cillo. Barcelona 27 de julio de 1895.
(9) Relación de D. Simeón Tuyet. que vivia
en la calle de la Palma de Santa Catalina. Bar-
celona 30 de marzo de 1886.
LA NOCilE DEL
DL JULIO ULNTRO DE LOS CLAL'STROS
645
El incendio, sin embargo, con haber al-
canzado tanta intensidad, no abrió la muy
sòlida techumbre del templo. «Solo se
»había danado, por afecto de éste,un arco
»de su bóveda. La piedra que le formaba
»se hallaba calcinada; però admitia un
«reparo, y podia bien restaurarse» (1).
Aquella noche lambién se puso fuego
en la puerta de la Virgen de la Parra,
situada, como expliqué en mi obra ante-
rior, en el extremo N. de la calle de Jaime
Giralt, frente la de Gombau (2).
Un benemérito carpintero de nombre
Liborio Riquer, que vivia en la Riera de
San Juan frente casa Senmenat, o sea
junto al callejón del Iiifcni, trabajó
cuanto pudo para salvar del incendio de
los templos regulares las Sagradas For-
mas, y con este empeno, en las primeras
horas del 26, fué a pedir al Senor Cura
parroco de San Cucufate que acudiese a
sacar las de Santa Catalina. El CuraDon
Manuel Font, después canónigo de la
Catedral, acompanado del mismo carpin-
tero y de dos chicos, acudió presuroso;
penetro en el templo por la puerta de San
Jacinto, pasando por sobre los encendidos
carbones de ella; halló dentro un verda-
dero horno en combustión. Torció hacia
la pròxima capilla del Santísimo, halló la
puertecita del sagrario cerrada, y aunque
el osado carpintero propuso ir a la sacris-
tía por las llaves, cosa imposible, el
parroco ordeno abrirlo con unos marti-
ilazos; y hecho, saco el copón y el pixis,
y lo Uevó a su parròquia. A todo esto el
pàrroco vestia sus hàbitos y la gente le
miraba con respeto porque adivinaban su
tesoro escondido. El mismo me conto el
hecho, y me afiadia que en el interior del
templo el calor llegaba a punto insopor-
table, y aumentaba el terror el ruido de
(i) D. Andrés Pi y Arimóii. Memòria dacr i p-
ttva de esta casa. Inèdita. .Acadcmia de Bellas
letras de Barcelona. Sesión del i í de mar/i> de
1842.
{2) ^\e lo dijo el muy enterado munacillo To-
rà Has.
los continuos derrumbamientos de f rag-
mentos de los objetos incendiados (3).
Muy pronto las turbas penetraron en
el convento o habitaciones el 26, y des-
truyeron, saquearon e incendiaron todo
cuanto pudieron. Desde el campanario los
pobres religiosos refugiades en su cúspi-
de oyeron que los amotinados, pasando
un palo por las mesas del refectorio, echa-
ban por el suelo los vasos y los quebra-
ban. Veían que siete u ocho hombres
descerrajaban las puertas de las celdas, y
entrando en ellas, colocaban en el centro
el jergón, sobre de él los demàs objetos,
que les venían a mano, y luego les pren-
dian fuego. En los primeros momentos
parece que no se robaba. Sin embargo,
ya entonces, introducidas las mujeres en
la cocina y despensa, salían cargadas de
vino, enseres y provisiones de boca (4).
En los momentos en que el pàrroco de
San Cucufate acudió a salvar las Sagra-
das Formas «entraban las gentes en el
»convento por la parte del huerto, y ro-
»baban cuanto podían, especialmente las
»mujeres, sacando ropas, colchones, etc.»
Así me lo dijo el mismo Pàrroco (5). Un
entonces dependiente de comercio me
conto, después anciano, que él salió a la
calle para observar aquella revolución.
«Me fui, dijo, à Santa Catalina, entre en
»el convento, y vi el robatorio màs escan-
»daloso. Las pipas de vino abiertas por
»grandes agujeros, y las gentes con la
«boca aplicada al agujero bebiendo. En
«el suelo habia un palmó de vino, y vino
«que olía mu}^ bien. Vi robar mucho, He-
«vàndose unos el chocolate por cuitas,
«otros colchones, etc. El destrozo en la
«capilla de la Buena Muerte (cl aula capi-
í>tular) era grande, de modo que las ves-
»tas (lidbitos de penitencia) andaban por
«el suelo. Eran las 12 de la noche» (6). Un
()) Relación del mismo Sr. Font. Barcelona
10 de diciembre de ibVSi.
(4) Relación citada del P. iWiguel Calvila.
(í) En Barcelona a lo de diciembre de i88i.
(6) D. Juan Batlle. Barcelona 7 de iulio de
1881.
646
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECI.MO
vecino habitante en la calle de Trají me
anadía: «Los revoltosos en las horas del
»tumulto robaron cuanto pudieron. Oi
»algunos de la turba hablar de la cuchilla
»que habían hallado en el convento, lo
»que les daba pié para motejar de pillos
"■A los frailes» (1), cuchilla que seria la
que se cayó al cocinero al esconderse.
Al robo de la noche se unió el de la
madrugada y dia, y alli acudían hombres
y mujeres y sacaban cuanto podían, col-
chones, sàbanas, jergones, utensilios,
comestibles, todo, todo. Por la manana
por las ventanas se arrojaban alclaustro,
al huerto y a otras partes los tales obje-
tos del roljo, como colchones, libros, etc,
ya de las oficinas comunes, ya de las
celdas. Se ve que algunos de los amoti
nados quisieron acreditarse de integros
no robando, y aun repartiendo al pueblo
objetos del convento; però que la turba se
abalanzó como irrupción de bàrbaros, y
ejecutó el mas completo y escandaloso
saqueo. Desde el vecindario oiase el es-
truendo de los golpes con que violenta-
mente se abrían las puertas, losarmarios,
los cofres, y con que todo se revolvia,
arrebataba y destrozaba. Sirva de mues-
tra la celda del Padre Pedró Carrencà, en
la que entro una mujer con una antorcha
y una hacha, y de un golpe de esta abrió
la caja y luego rompió con otro una cruz,
y, como es natural, llevaria lo que halló.
Hasta se levantaron enladrillados en bus-
ca de dinero (2). Consumado el saqueo, se
hacinaron maderas en las piezas, y se
puso fuego al convento, el que, al decir
de un monacillo de él, muy conocedor del
barrio, ardió todo (3). Salian los papeles
encendidos y se remontaban por el aire.
También en la iglesia y la sacristía se
cebaron el robo y el pillaje, desapare-
ciendo sus riquezas en vasos sagrados,
utensilios e indumentos sagrados, logran-
(i) Relación del vecino D. Pablo Mota. Bar-
celona 5 de mayo de 1882.
(2) Relación de D. Felipe Carrencà, hermano
del fraile.
(3) Relaciones varias de D. Jaime Torallas.
do salvarse solo seis o siete càlices. El
magnifico lienzo de la sacristía, que se
decía proceder de Murillo, corto en di-
mensiones, però muy rico en mérito, que
representaba la Virgen con el Nino, se
penso el dia siguiente en salvarlo; . se
acudió, però ya habia desaparecido. Des-
aparecieron los grandes lienzos del piso
bajo del claustro, y así muchísimas ri-
quezas artísticas y religiosas.
Poseia Santa Catalina una joya de
inestimable valor, un códice autógrafo
de Santo Tomàs de Aquino. Era «un
»libro en folio, pergamino, que contiene
»el libro IV de las Sentencias, escrito de
»mano de Santo Tomàs de Aquino hasta
fcladistincion XLIV en que continua otra
»mano de aquel tiempo, que debió ser de
»algun amanuense, de quien es tambien
»la nota final: Explícit IIII senteiitia-
■Drum sectiiidum fralreni Tliomam de
»Agmno» (4). Cuando el sabio Pontifi-
ce León XIII manifesto su voluntad de
difundir el estudio del Santo Teólogo
de Aquino, se hizo en Roma una edición
modelo de todas las obras del Santo. En-
tonces, a principios de 1879, llego hasta
esta nuestra tierra el empefio del Papa
en ballar este autógrafo. Deseando el
Nuncio de Espana complacer el Pontífi-
ce, encargó al Seflor Don Salvador Casa-
nas, entonces recién nombrado obispo
in partibtis de Céramo, Administrador
Apostólico de Urgel, que buscarà el Có-
dice; y el Senor Casanas transmitió el
encargo al que estàs líneas escribe, però
imponiéndome riguroso secreto respecto
del alto sefior del cual procedia el encar-
go. Es inútil decir si tomé el asunto con
empeno. No existe ni en el Archivo de la
Corona de Aragón, adonde pararon mu-
chos códices, ni en el municipal de Bar-
celona, ni en los manuscritos de la Biblio-
teca provincial universitària, ni en el
Museo provincial (el municipal entonces
no existia), ni en los varios museos parti-
culares que registre, ni èn los vendedo-
(4) Villanueva. Viaje literària. Tomo XMll,
pàg. 199.
LA NOCllE DEL ^5 DE JULIO DEXTRO DE LOS CLALSTROS
647
res de libros de lance, y esto que no
perdoné pesquisa, ni aun en el museo de
una Sociedad de diversión de mala fama,
que a la sazón existia en Barcelona. En-
tonces el mismo Seàor Obispo Adminis-
trador de Urgel escribió al a la sazón
Provincial dominico Padre Romualdo
Espinàs, quien, guardado en un convento
de monjas, poseía un baúl con restos de
los papeles del Archivo de Santa Catali-
na; mas nada de lo pedido se halló allí.
El Archivo de Santa Catalina no ardió,
y, sin embargo, el manuscrito no pare-
ció, lo que nos dió pie para creer que los
frailes no lo guardaban en dicha depen-
dència, sinó que, habiéndolo como relí-
quia del Santo, lo guardarían en la
Sacristia, y que allí se quemó con lo
demàs que ardió de ella.
Un ilustrado y sesudo medico de esta
Ciudad me aseguró que conocía quien
con el botin que recogió de Santa Cata-
lina se hizo rico; y una sefiora me conto
que su padre tenia un mozo que había
confesado ante su dicho amo que en el
incendio de los conventos había hecho su
fortuna. Luego de perpetrado aquél, se
le vió comprar un caballo, después un
carro, con el que se dedico al acarreo del
puerto, y después compro una buena casa.
Para que a tan lamentable tragèdia no
le falte su sainete, no quiero omitir que
mientras los inicuamente lístos en Santa
Catalina saqueaban, un infeliz, apodado
Lo fart de pa, hombre incapaz de hacer
mal ni lastimar a nadie, tranquilamente
se fué al refectorio, y cenó. Murió alU'i
por los afios de ISSO en Puigcerdà (1).
Uno de aquellos días un vecino de aque-
Has casas, inquilino de una del Convento,
vistióse un habito de fraile, y en son de
burla salió a la calle; burla que, por el
furor que entonces bullia contra todos
los religiosos, podia por una equivoca-
ción costarle cara (2).
(i) jMc lo conló D. JoSL- Junoy en Barcelona a
21 de marzo de i88^.
(j) Relacli'in del vecino D. I•iancisco Canye-
llas. citada.
No es para omitida la siguiente notícia
procedente del habitante de la calle de
Tarrós, Don Francisco Canyellas, que
fué quien también me dió la anterior. Me
dijo: '<Tal era el fuego del templo, que
»temiendo la proxímidad de un comercio
»de materias inflamables, procuré por la
«seguridad de niis cosas sacando algunas
»de casa. Como jóven cargué con colcho-
»nes, y los llevé al patio del Hos-tal del
»Alba. Al dirigirme a él con un colchón
»en la cabeza, por la muy angosta calle
»de Tarrós, venia de vuelta encontrada
»una bomba contra incendios que se diri-
»gía a Santa Catalina. Para facilitar el
»trànsito de ella aceleré el paso, però los
«bomberos con manifiesta ironia me dije-
»ron: «no te apresures, que ya nosotros
»nos pararemos», es decir para que pue-
»das pasar. La verdad es que venían
»despacio....
«Después algo mas tarde, serian las
»cinco (de la nianaiini, los milicianos de
«Borrell iban deteniendo A los hombres
»que encontraban en las cercanías del
«convento, y les obligaban à acudir para
«apagar el fuego. Yo, a pesar de haber
«huido el cuerpo y de haberme puesto en
»la cabeza un panuelo como una mujer,
»fuí obligado por los dichos urbanos à
«pasar al convento. Allí desde la puerta
»de San Jacinto veia arder el órgano.
«Querían los nacionales que trabajase en
«la extinción del fuego, però yo les con-
«testé: «Vosotros lo habeis puesto, iy
«quereis que yo lo apague? Apagadlo
»vosotros». Airàronse los nacionales y
«arremetieron contra de mi a culatazos
»y empujones. Violo Don Mariano Bo-
«rrell, acudió, y enteróse del hecho. Vo
«le dije que tenia que ir ;\ guardar mis
«muebles que quedaban en el hostal, y
«me dejó en libertad» (3).
En los libros del Hospital de la Santa
Cruz hallo los dos asientos siguientes, a
saber: que el Padre Juan Pi, presbítero,
de 70 afíos de edad, entro en el dia 30 de
(5) Relación citada, en Barcelona a
ciembre de 1882.
de di-
648
TliUCIÍIiO. capí LL•LO DECl.MO
julio de 1835 y murió el 29 de agosto del
mismo ano; y que el Padre Francisco
Caparà, de 49 anos, entro el mismo
dia 30 de julio y salió el 7 de septiembre
subsiguiente.
ARTÍCULO DECIMOTERCERO
SAN FRANCISCO DE PAULA DE MÍNIMOS
El que fué mi muy querido amigo y her-
mano de Comunidad en la de presbíteros
seculares de la parròquia de San
Jaime de esta ciudad, el exclaus-
trado Don Francisco Güell y Tra-
vería, me habia contado, no una,
sinó varias veces, que a princi-
pies de agosto de 1830, paseando
él con el Provincial Padre Miguel
Amblàs, hallaron al juez senor Castells.
Este noticio al Padre Provincial la revo-
lución que en aquellos dias se habia des-
arrollado en Paris, en la que la lucha duro
tres días y el Rey Carles X perdió la co-
rona. Despidiéronse del sefior Castells los
dos frailes, y siguieron su paseo; mas, an-
tes de llegar al convento, el Provincial se
para, toca el hombro de Güell y le dice:
«Mire V., Fray F'rancisco, yo todavía
»moriréen el claustro: V. no». Así lo dijo
en redondo y sin vacilación. Efectiva-
mente; antes de terminar el 1834 Amblàs
bajó al sepulcro y Güell sobrevivió a la
exclaustración (1).
Así fué que en 1835 las casas mínimas
de Cataluna carecían de Provincial, pues
desde la muerte de Amblàs las circuns-
tancias no toleraron la reunión de Capi-
tulo; y por lo mismo estaban regidas por
un Vicario Provincial que era el Padre
Pablo Roig, Lector Jubilado.
Resenemos aquí ante todo la Comuni-
dad del Convento de Barcelona:
(i) Varias relaciones de dicho P. Güell, espe-
cialmente en 2ü de abril de i88ó.
SACERDOTES
R. P. Francisco Pont, Lector jubilado
Corrector, así llaman los mínimos al
Prior.
R. P. Francisco Febrer, Jubilado.
R. P. Jaime Curmina, ex Provincial.
R. P. José Constans, ex Provincial.
R. P. José Morera, Jubilado.
R. P. Valentín Montaner, Lector Jubi-
lado.
R. P. Jaime Vilademunt, Jubilado.
R. P. Jerónimo Barbens, ex Provincial,
Regente de estudiós.
/j Çc/t<rn^' C/pff^ifeyiL^ tyJh -
R. P. José Prats, Jubilado Definidor.
R. P. Juan Vilademunt, Lector Jubi-
lado.
R. P. Raimundo Turet, Colega Defi-
nidor.
R. P. Miguel Martorell, Jubilado Orga-
nista.
R. P. Francisco Garrós, Lector Jubila-
do, Colega y Definidor.
R. P. Juan Castells, Lector Jubilado,
Definidor.
R. P. Jerónimo Forgas, Procurador.
R. P. José Henrich.
R. P. Antonio Orié, Maestro de novi-
cios.
R. P. Francisco Gispert, Lector actual
de Filosofia.
R. P. jaime Pérez, Lector actual de
Teologia.
R. P. Pablo Mallafré.
R. P. Ignacio Vallés.
R. P. Francisco Güell (distinto del
arriba citado).
R. P. Nicolàs Casals, Vicario de Coro.
R. P. Mariano Baltà.
R. P. Ramon Güell.
R. P. Joaquín Pons (pertenecía a la
Comunidad de Manresa, però se hallaba
aquí).
LA NOCHE DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
649
R. P. Manuel Vegues (pertenecía a la
provincià de Aragón, però fué destinado
a Barcelona por el Padre General).
Fr. Ignacio Cots, Diàcono.
Fr. Cayetano Sunol, Subdiàcono.
Fr. José Vives, Subdiàcono.
Fr. Valentin Serramon, Subdiàcono.
Fr. Tomàs Matarrodona, Subdiàcono.
Fr. Juan Casulleras, Subdiàcono.
Fr. Ramon Esplugas, Subdiàcono.
Fr. Esteban Tanat, Acólito.
Fr. Miguel Galí, Acólito.
Fr. Francisco Subirana,
Acólito.
Fr. Francisco Roca, Acó- (yj
lito. y;\J
Fr. Ignacio Perramón,
de Teologia que había sido en Alcalà de
Henares.
Como escribi en mi obra anterior, en
1834, el Padre Provincial Amblàs, solícito
por la conservación de los documentos
de la Orden, mandó traer a Barcelona
los de los distintos conventos de Catalu-
na, para así librarlos de los azares de la
guerra y trastornes que revolvían el
Principado (2j. Todavía no se habian
perpetrado los degüellos de Madrid y
Zaragoza, y así no podia el previsor
Amblàs suponer un trastorno de la ciudad
tan próximo.
Acólito.
Fr. Juan Casals, Acólito.
Fr. Magín Moria, Subdiàcono.
Fr. Juan Parera, Acólito.
Fr. Joaquín de Torner, Acólito.
Fr. Miguel Baltà.
Fr. Juan Pallarès, Jubilado.
Fr. Martín Martorell, Portero.
Fr. Francisco de Asis Isalguer, Enfer-
mero.
Fr. Francisco Font.
Fr. Juan Escarré, Despensero.
Fr. Pedró Casals, Sacristàn.
Fr. Francisco Roig, Cocinero.
Fr. Tomàs Saumell, Servidor de enfer-
mos.
H.° Francisco Ausó.
Las sumas arrojan 28 sacerdotes, 17
coristas, y 9 legos, y por lo mismo un
total de 54 frailes (1).
A la sazón el General de la Orden era
el Padre Casiano Humaràn, catedràtico
. Ai<f^ /^nJ/^yZn/^
Pero, viniendo a tiempos siguientes, ya
las turbas mismas de Barcelona mostra-
ron su enemiga contra los frailes, insul-
tando, como dije en el capitulo VIII,
articulo 4.°, a los mínimos; pues en los
meses que precedieron al julio del 1835,
todos los sàbados por la noche se situaba
frente del convento una turba que se
entretenia en proferir insultos contra los
frailes (3). Por las calles no faltarían los
acostumbrados; y los ejemplos de Zara-
goza, en que tanto sufrieron los mínimos
o frailes de la Victoria, no podían dejar
de ser parte para producir ansiedad en
los avisados. Así se Uegó al 25 de julio.
En la tarde de él la Comunidad acudió,
según costumbre, al coro a las cinco,
donde cada dia tenia en aquella hora
meditación, rezo canónico y rosario. Ter-
minados estos ejercicios, el Provincial (4),
acompanado de su corista, que a la sazón
era Fr. Cayetano Sufiol, después muy mi
amigo, dió un paseito no sé si por fuera
(i) Tomo esta lista de una que me diii cl
fraile de este convento P. Juan Parera, y cuyo
titulo decia asi; «Nota de los religiosos que coni-
))poncn la provincià de mínimos en el Principado
»de Catalufta, segun se encuentran en sus con-
»ventos ú últimos de junio de iS??.»
(2) Relaciones varias del P. Francisco Güell.
(3) Dos distintas relaciones del P. Francisco
Güell.
(4) Seria el Vicario Provincial por la razón
que apunto arriba; pero como quien me dió estàs
noticias dijo "el Provincial 11, lo escribo asi.
650
LIBRO ÏERCERO. — CAPIT L'I.O DKCI.MO
del clausti'o o por su huerta; y pròxima
la hora de la cena, subió a su celda, y se
puso en el balcón para tomar el fresco. A
las ocho sonaba todos los días el primer
toque de la campana llamando a la cena,
y entonces bajaban los frailes al Depro-
fundis. Al segundo toque acudían los
superiores, y reunidos todos, rezaban el
salmó de aquel nombre, y su oración, y
entraban en el refectorio. Pues bien, el
25 de julio el Provincial, como apunté,
estaba con su compafiero en el balcón de
la huerta esperando el toque. Decíale
aquél a éste: «No creo que haya nada,
»porque el General me ha asegurado
que...» En esto de repente se abre la
puerta de la celda, y entra precipita-
^damente el Padre Lector Francisco Ga-
rrós, quien, interrumpiendo la frase del
Provincial, exclama sobresaltado: «vienen
»avisos de que ya el convento de San José
»arde, y de que se van incendiando con-
»ventos.» En esto se oyó la campana que
llamaba por primera vez los frailes al
refectorio. A su tanido el Provincial dijo
al corista Sunol: «Vaya V. al Hermano
»Juan Pallarès, y dígale que no haga el
«segundo toque hasta nueva orden.»
Cumplió el corista, però gran parte de la
Comunidad quedaba reunida en el £>í-
profund ií^. Uno de los avisos llevólo al
convento el Juez Senor Castells. Suiíol
regresó a la celda provincial, y halló que
ya el Superior y los Padres graves liabían
tornado su acuerdo. Habian decidido que
cada cual se fuese por su lado (1).
Los religiosos del Dcprofundis extra-
naban la tardanza en oir el segundo
toque, y se agrupaban haciendocomenta-
rios, cuando se presenta entre ellos el
Provincial, les notifica lo que pasa, que
él se marcha del convento, y que de ja a
todos en libertad de hacer lo mismo. Al
propio tiempo les participa que aquel
mismo dia se habian recibido letras de
Roma, autorizando en caso de exclaustra-
ción a los frailes paracomercarnes hasta
(i) Relación del mismo P. Cayetano Sunol.
hecha en Barcelona a 14 de abril de 1882.
la reapertura del claustro, conmutando
la abstinència con el rezo de una estación
mayor diària; circunstancia que nos cer-
tifica de que los mínimos anduvieron con
mayor previsión del peligro que otras
ordenes (2).
Las palabras del Provincial valieron lo
que una chispa elèctrica caída en medio
de un rebano, y así todos echaron a
córrer, excepto solo el Procurador Padre
Jerónimo Forgas, quien con el octogena-
rio Padre Francisco de Asís Febrer, el
Padre Manuel Vegues, el Padre Ramon
Güell, los coristas Fr. Valentín Serra-
món, y Fr Tomis Matarrodona, y algu-
nes otros, en total con los nombrados unos
diez, prefirieron quedarse en el convento,
cerrando las puertas (3). Es inútil decir,
y solo lo apunto para que de ello puedan
tomar nota los lectores del libro de Don
Víctor Balaguer, que nadie en San Fran-
cisco de Paula aquella noche cenó. Solo
los que quedaron en el convento tomaron,
a lo que parece algun bocado, para evitar
la debilidad (4).
Atrancadas bien las puertas y resigna-
dos, los diez esperaron la suerte que Dios
les deparara. En el articulo 3.° del capi-
tulo próximo anterior, al tratar de la
revolución en las calles, quedan explica-
dos los tres ataques que aquella noche
sufrió esta casa, el modo como fué salva-
da, e indicada la hora y el por qué de la
fuga de los frailes que en ella habian
quedado; holgara, pues, aquí la repetición
de tales noticias. El Padre Febrer, que a
la sazón contaba 87 anos de edad después
del primer ataque fué llevado a salvo por
la fuerza pública, paro en la Ciudadela,
y finalmente en la Casa de Caridad, don-
de acabo sus días a los 89 anos de irlos
numerando. Los nueve frailes restantes,
(j) Relación del P. Francisco Güell en Barce-
lona a 28 de marzo de 1880,
(3) Relaciones de varies, especialmente del
P. Francisco Güell en Barcelona a 26 de enero de
18S8.
(4) Relación del P. Güell de 28 de marzo de
18S0.
I.A NOCIIE DEI. 25 DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSÏROS
651
al ver que la caballería que en el acto de
la tercera tentativa de incendio pasó por
frente del convento toleraba impasible el
crimen, comprendieron que debían huií",
y asi llamaron al hortelano del lado, o
sea de Fabà, y le enviaron a casa del
medico del convento, Don Jacinto Rates,
para preguntarle si
tendría la bondad de
admitirles en su ca-
sa, adonde podrían
ocultamente pasar
por la parte trasera
de ella. El callejon-
cito (aún hoy subsis-
te) que pasaba por el
lado oriental del con-
vento, entonces no
tenia salida por su
cabo superior, sinó
que terminaba con
una puerta que daba
a la muralla Las
casas de lacalle Alta
de San Pedró, exten-
didas desde el dicho
callejón a casa Cas-
tanyer (casa Casta-
nyer tiene hoy el
número 27), abrían
puerta trasera, o ex-
cusada, en dicho ca-
llejón- Rates habita-
ba la postrera de es-
tàs casas, o sea la
contigua a la de Cas-
tanyer. El enviado
de los frailes, para
cumplir el encargo
de estos, pasó por la calle de San Pedró, e
inmediatamente Rates bajó al convento.
Un exaltado inquilino del piso cuarto de la
casa de Rates conjeturó el motivo y lïn de
estàs visitas, y corrió a su balconcito tra-
seropara inspeccionar si los frailes pasa-
ban. Realmente trataron estos de hacerlo,
paro como de presto no se halló la ll:ive de
una de las puertas, tardaren un buen rato
en presentarse en dicho huerto, rato bas-
tante para que el exaltado se creyera
Lavamanos de la sagristia
de este convexto
equivocado, y se retirarà del balcón, con
lo que los frailes, al pasar, no fueron vis-
tos. Éstos cruzaron la pared o cerca de la
huerta mediante unaescalera de mano, y
por la indicada puerta falsa llegaron a
casa de Don Jacinto Rates. Aquí estuvie-
ron dos o tres días, después de los cuales
los artilleros los lle-
varen de noche a su
cuartel de Estudiós,
desde donde pararon
en la Ciudadela (1).
Al cabo de anos el
senor Rates recibió
una afectuosisima
carta del General de
la Orden, que era
uno de los salvados
en su casa, en la que
desde Roma le repe-
tialasmayoresmues-
tras de gratitud. Ra-
tes al leerla lloraba
como un nino, según
me lo atestiguó una
senora presente al
acto (2). Es, sin em-
bargo, natural con-
jeturar que ya antes
habia recibido otras
del mismo sentido.
En el momento de
la dispersión del re-
bano cadaovejaechó
por su lado, sin que
afortunadamente
ninguno pereciese ni
fuese herido. Como
todaviala revolución
no había llegado a aquel barrio, de aquí
que la fuga no experimentase tropiezos;
a lo que sin duda contribuiria también la
casi igualdad del habito del minimo con el
del sacerdote secular. Los hermanos
Padre Mariano y Fr. Miguel Balta, hijos
(i) Relaciones del P. Francisco Güell de 28
de marzo de 1880 y de 26 de enero de 1888.
(2) D.' .Maria Campins. Barcelona t8 de enero
de 1S88.
652
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECl.MO
de Villafranca del Panadés, disfrazados
de seculares, se dirigieron a casa de su
paisano Don José iMaría Balasch, calle
de Lledó, esquina a la de Casadors, donde
quedaron ocultos ocho días (1).
Ei Lector Padre Juan Vilademunt refu-
gióse en casa de unos amigos de la calle
delTorrentedeJunqueras; mas.requerido
allí por la turba, huyó por los terrados a
otra no lejana, desdela cual por la mana-
nita se entregó a una patrulla que le
llevo a la Ciudadela; però antes de llegar
a la fortaleza, en el Paseo de San Juan,
un amotinado le entro por entre los sol-
dados una cuchillada, que le rasgó el
traje 3' que le hiriera a no haber empu-
jado al asesino el soldado del lado (2).
El Padre Nicolàs Casals se abrigo de la
hospitalidad de una sefiora, llamada Dona
Paula, que habitaba en la calle de Mont-
juich de San Pedró, donde quedo oculto
un par de meses, en cuyo tiempo los
parientes le buscaron inútilmente (3).
Los coristasFr. Juan Parera, Fr, Joa-
quín de Torner 3- Fr. Tomàs Matarrodo-
na, vestides de hàbitos, se refugiaron en
la casa de enfrente el templo, en el tercer
piso alto, donde una buena seflora desco-
nocida les admitió. De allí, mal disfraza-
dos y tenida la corona con betún o tinta
del zapatero de la porteria, pasaron en
la noche del 26 al 27 al hostal llamado de
Manresa, donde hallaron a sus Lectores
los Padres Pérez 3- Gispert. En razón de
la mucha concurrència y trafico de esta
casa no se creyeron en ella seguros, y se
fueron a la Ciudadela (4).
El corista arriba mentado, companero
del Provincial Fr. Cayetano Sunol, al
oir el despido de este jefe, se fué a su
celda, quitóse el habito usado, vistióse el
nuevo, tomo el breviario, y se dirigió a
(i) Relación del niismo Sr. Balasch. Barce-
lona 30 de octubre de 181:14.
(2) Relaciones del P.Güell.
(3) Relación de D.' Àngela Jubany. viuda de
Arbós. Barcelona 27 de julio de i83i.
(4) Relación del mismo P. Juan Parera en
Barcelona a 12 de mavo de 1880.
la porteria, pidiendo al portero que abrie-
ra la puerta. «rCómo?» le observo el por-
tero, «;ya lo quiere el Padre Provincial
>^que abra la puerta?»— «Sí, replico Sunol,
> él me envia». El Portero abrió, y enton-
ces Sunol noticio al portero lo que pasaba
y le aconsejó que hu3'era. Dirigióse el
corista a una família amiga, que vivia en
uuo de los pisos de casaCastan3'er, en la
misma calle del convento; mas halló el
aspecto de la calle tan normal que llego
a pensar si las noticias llegadas al con-
vento serian una falsa alarma, y titubeó
si seguiria o regresaría al cenobio. jTan
poca parte tomo la generalidad de la Ciu-
dad en el crimen! Las buenas sefloras de
la casa acogieron con caridad al corista,
y despacharon dos mozos a que examina-
sen el estado de la población. Al regre-
sar estos, ocultaron al fraile las malas
nuevas, deseosos de que pasara tranquilo
la noche. Esforzàronse en que cenara,
però él no pudo probar bocado. Retirado
a la càmara, oyó que las campanas de su
convento doblaban como cuando moria
un fraile. Extranóle el hecho, però penso
si en la tribulación alguno de los ancià-
nos del cenobio habría muerto. Acostóse
y durmió. A las cuatro, según costumbre,
levantóse, y vestido el habito, intento re-
gresar al convento, y entonces se le
hubo de manifestar la verdad. Apenóle
tanto la noticia que, falto de fuerzas, tum-
bóse sobre la cama, y asi quedo. Llamóse
al medico y mediante sus prescripciones
se le reanimo. Però he aquí que a eso de
las dos de la tarde entran las sefloras en
el cuarto del enfermo, 3' le dicen que en
el vecindario se ha sabido la presencia de
un fraile, 3' asi que conviene un cambio de
habitación. La maldita lengua de las cria-
das motivo sin duda el fracaso. Dos ami-
gos de la casa acudieron, disf razaron de
miliciano al fraile y lo acompanaron a la
calle de Montjuich de San Pedró, a la casa
paterna del religioso. A laspocashorasde
hallarse en su pròpia habitación, vieneun
recado de la duena, seflora de piedad 3- de
iglesia, avisando que no se le tuviera allí
para evitar que llegase a saberse y se
I,A NOCIIE DEL J5 DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
653
pusiera fuego al edificio. En visto de esto,
en altas horas de la noche, el religioso se
trasladó a casa de un zapaterode la calle
del Torrente de Junqueras, al que el
padre del fraile dió algun dinero. Pocas
horas pasaron cuando se presentan alia
las criadas de la primera casa llevandole
una libra de chocolate, de la que por
cierto no tenia necesidad. Con esto Sunol
se vió perdido; y efectívamente, el mismo
dia 27 o 28, mientras estaba él comiendo
en la trastienda, entra en la tienda el
alcalde del barrio y pregunta a la mujer
del zapatero si tienen allí un fraile. La
niujer nego, però Sunol, no queriendo
comprometer a nadie, salió y dijo que el
fraile era él, bien que la mujer lo ignora-
rà. Al anochecer volvió el alcalde con
tres números de milícia armados y lleva-
ron a Sunol al cuartel de Estudiós. Aquí
había once frailes mas. Los oficiales de
Artilleria les obsequiaron con una buena
cena, que, por lo afectades que estaban
los religiosos, ninguno aceptó, tomando
solo alguno un bocado para combatir la
debilidad. Pasaron la noche sobre los
tablados de una pieza del piso alto, desti-
nada a fabricar uniformes; 3' al otro dia,
entre dos filas de artilleros, cargados los
fusiles, y por la muralla de tierra, los
frailes fueron conducidos a la Ciuda-
deia (1). No he querido prescindir de los
pormenores de esta relación porque, si
bien no ofrece ningún acto de interès trà-
gico, muestra elocuentemente el miedo
de los buenos de aquelles días, la osadía
de los malos, las dificultades de los frailes
para salvarse, y el espiritu de todos.
Del presente Convento la fuga màs
interesante es, sin duda, la del corista,
entonces subdiacono, Fr. Juan Casulle-
ras, híjo de Valls. Tratéle con bastante
intimidad en sus últimos afios, en que,
falto completamente de la vista, gustaba
de la conversación de los amigos. No
una, sinó muchas veces, me refirió el caso,
(1) Relación del mismo P. Cayctano Sunol,
hecha a mi en Barcelona a 14 de abril de 1SS2, y
luego corregida de su pròpia mano.
que yo cuidadosamente apuntaba a medi-
da de su relación. He aquí sus palabras:
«El dia de San Jaime, al ir a entrar en el
»refectorio para cenar, estuvimos en el De
»profundís, esperando, sin que llegase,
>la sefial de entrar; de modo que hubo
»Padres que, dejando la formación, se
Asalieron a pasear por el claustre. Final-
»mente viene el Jubilado Padre Vilade-
»munt, y nos dice que cada uno se salve
>;como pueda. Corri hacia la celda, y al
«subir la escalera, mi compatricio y tam-
»bien subdiacono Fr. Magín Moria me
»dice si le quiero en mi compafiia, y así
»nos juntamos. Bajamos de las celdas y
*determinamos huir por la puerta del
j^huerto, el que comunicaba con el conti-
»guo de Fahd. Al llegar à la puerta
»hallamos los Padres Lectores, quienes
»nos dicen: «;Y dónde vais de hàbitos?»
«Volvemos corriendo A la celda, tiramos
»allí los hàbitos, quedandonos con la
*chaqijeta sin cuello, el pantalon recor-
»tado de abajo, los zapatos con un boton-
»cito, y un panuelo atado en la cabeza
«para ocultar la corona de clérigo secu-
»lar. Bajamos nuevamente al huerto, y
»el encargado del de Fabà, que era quien
«también cultivaba el nuestro, nos hizo
»quitar el panuelo y nos dió un par de
«sombreros en tal estado, que sin duda
«procedían, o del estercolero 0 a lo mas,
»de un zaquizamí.
«Salimos a la calle, cpero adónde nos
»dirigimos? Carecíamos de relaciones en
«Barcelona, y hasta de perfecto conoci-
«miento de las calles; mas al fin nos
»encaminamos a la casa de la mujer que
»cuidaba de lavarnos la ropa, situada en
»el extremo de la calle del Carmen, fren-
> te del Convento de Capuchinas. Este
»formaba la esquina N. de la calle del
»Carmen con la de la Riera Alta. Cami-
»namos toda aquella calle. El Convento
»que le daba nombre todavía no ardía.
»Serían las ocho y media. Buscando,
»dimos con la casa, mas su puerta deia
>^calle estaba cerrada. Llamamos una y
»dos veces, y nadie respondió, cuando
»notamos con harta sorpresa que los
654
LIBRO TEKCERO. — CAPITLLO DECIMO
»transeuntes o vecinos se fijaban en nos-
xotros y formaban corro a nuestro derre-
»dor; por lo que, rompiendo por en medio
»de elios, nos dirigimos por la calle del
»Hospital hacia la Rambla. San Agustín
»m los Trinitarios tampoco ardían.
»Entonces los dos companeros nos es-
«trechamos la mano, y pactamos que no
»nos soltaríamos mas, que siempre pro-
»cederíamos adelante sin retroceder, y
»que no dejariamos el paso regular. En
»la Rambla revolvimos nuestra imagi-
»nación sobre el lugar adonde podríamos
»ir en busca de abrigo. Los dos procedia-
»mos de Valls, 3' carecíamos de relacio-
»nes en la ciudad. Resolvimos acudir a
»una família algo conocida en la calle
»del Conde del Asalto, però ignoramos
"1 »el número de la casa, por lo que, indeci-
»sos 3' temerosos, al fin retrocedimos,
»errada resolución, pues aquella familia
»nos esperaba, 3' hasta desde su balcón
»observaba por si Uegàbamos.
»En la Rambla nos encontramos con la
»turba que pretendía entrar en los Capu-
»chinos por la puerta de la calle de Fer-
»nando, y recuerdo que daba gritos de
»« ja ellos, a ellos!» El grupo de amotina-
»dos era numeroso, però solo algunos
»eran hombres, los demàs nifios 3' muje-
»res vestidas de sola camisa 3' enaguas.
»}Iubo momentos en que este grupo que,
»como nosotros, siguió Rambla arriba,
»nos envolvió. Iba reuniendo gente y ar-
».mando la jarana, y ya se desparramaba,
»ya se agavillaba, torciendo al fin por
»una de las calles del lado oriental de la
>iRambla. Nosotros seguimos Rambla arri-
»ba y entramos por la calle, no sé si de
>.>Santa Ana ó de la Canuda, que el men-
»guado conocimiento, que entonces tenia
»yo deia ciudad, me impidió distinguirlo.
»Ignorando dónde dar fondo, nos diji-
»mos: no tenemos màs remedio, o que
»acogernos al Hospital de Junqueras, o
»volver al Convento; y oplamos por lo
>-postrero.
»Comprendíamos la conveniència de
»examinar antes el terreno, y así entra-
»mos por la calle Baja de San Pedró para
«seguir después por la de Cuch, o del
«Pilar, y desde su bocacalle superior
>:'examinar el estado del Convento. Nos ha-
«llàbamos frente de la capilla de Nuestra
»Seiïora de la Ayuda, cuando vi desem-
>'bocar de la de Freixuras una turba que
»llevaba en medio un seflor, vestido con
»pantalón de lanqnins, sombrero y pa-
»nuelonegroatadoa la cabeza». (Ya estos
li'i/eas las copie al tratar del Cotivento
de San José). «La turba le iba maltra-
»tando, unos dandole empujones, otros
ïtiràndole piedras, de modo que el pobre
«venia ya tan descaecido que rodaba de
»un lado a otro de la calle. En esto me
»encuentro con la turba, y el perseguido
«se echa sobre mi agarràndome por la
«espalda. Yo, que ignoraba su estado
«religioso, me despego de él, arrancando
«de mi pescuezo su mano; y de un salto
«me pongo sobre el umbral del almacén
»de aceite que allí habia» (casa antigua,
fJioy reedificada, y tiene el número 17),
«y aun hoy creo hay,» (me decía esto en
abril de 1880), «propio de los seüores
»Maimí. Mas el empujón de la turba me
«derribó del umbral, haciéndome entrar
xen la tienda-almacén. Entonces, espan-
»tado, me cuelo por un corredor del fondo
»de ella, 3- del corredor en un cuartito, y
«allí tiro el sombrero sobre la cama, y con
«no poca dificultad, por ser muy baja la
«cama, me meto bajo de ella. El perse-
«guido sigue mis pasos, quiere también
«ocultarse bajo del lecho, però su corpu-
«lencia se lo impide, quedàndose tendido
«fuera, mas agarrado A mi pierna». Ya
conté arriba que el perseguido fué arran-
cado de este escondrijo y en la calle
asesinado. Era Fr. Andrés Farré, car-
melita descalzo, joven de unos 25 anos.
Holgara repetir el relato, però no es para
comprendido el susto del pobre Casulle-
ras al oir y sentir arrancar de su lado al
carmelita para matarle, fraile como él, y
escondido en el mismo punto, y al alcan-
ce de las mismas manos criminales.
«Los duenos del almacén, senores Mai-
«mi, cuya familia se componia del padre
»ya anoso, un hi jo de edad viril y una
LA NOCIIE DEL 25 DE JULIO PE.N'TRO DE LOS CLALSTROS
65Ó
»hija, luego de salidos los amotinados,
«cenaron y atrancaron la puerta de la
»calle, quedando la casa en silencio; y
»con mutuo afecto se preguntaren si se
»habían espantado y si tomarían medici-
»na para el susto, cuando al cabo de un
»rato a uno de ellos le asalta el temor de
)^que haya quedado algun malhechor
»oculto por la casa, y así de los dos
»varones uno toma un candil, y el otro
»un palo, 3' empiezan el
«registro de la casa. Vién-
»dome ya descubierto,
»esforcéme en salir de
»bajo la cama para pre-
»sentarme a los perqui-
»ridores, però el angosto
»lugar me ofrecía difi-
»cultades. La luz del can-
»dil a mas andar se acer-
>;caba, y así hice un su-
»premo esfuerzo, però
»con tan mala suerte que
»di con el pie en una va-
»cinilla, y se produjo el
»consiguiente ruido.
»Ellos retroceden espan-
»tados, y entonces salgo
»yo, y me les presento di-
»ciéndoles que soy hom-
»bre pacifico y no teman;
>-mas ellos, como era na-
»tural no conociéndome,
«seempefian en que salga
«a la calle. Finalmente
»les digo mi profesión, mostràndoles mi
"chaqueta, mis zapatos y mi corona. En
»vista de esto, me sujetaron a un interro-
»gatorio sobre el nombre del Provincial,
»el del Corrector, etc, para averiguar si
»realmente era yo mínimo. Viendo que
»decia verdad, aun así temían a los amo-
»tinados y a sus maiïas, y me dijeron que
»esperase a que pasase el sereno, y que
«cuando éste pasase me fuera con él,
jjpues allí les comprometia. Les contesté
»que no queria salir, que para morir en
»la calle preferia morir allí, que me ma-
»tasen ellos. Ante resolución tan cerrada
»buscaron otro expediente. Llamaron a
IJSA SILLA DEL CORO
DE ESTE Con VENTO
)>un senor, no sé si vecino del primer piso
»o qué, y le consultaren el caso. Pregun-
»tóme el vecino si los amotinados me
»habian visto entrar; reflexiono unos mo-
»mentos, y al fin dice: «cAdónde se va
»ahora este hombre? Que se esconda en
»el aposento del fondo de la casa, yo le
aprestaré un mazo de Herrero, y si vienen
»los amotinados, con el mazo rompé la
»reja y huye por ella». Efectivamente,
»después de darme algun
»refrigerio, condujéron-
»me a un como zaquiza-
»mí, donde se amontona-
»ban las sillas rotas, los
»toneles viejos, etc, y
»me dieron el gran mar-
»tillo. Allí pasé la noche
xsentado en una silla des-
»vencijada, desde donde
»oía el triste tafier de las
»campanas de mi con-
»vento pidiendo auxilio,
«tafiido que me hería el
»corazón. Oía también a
»deshora descompuestos
»gritos, que creí de los
«amotinados.
»Por la manana los
»Maimí acudieron a la
«autoridad para entre-
»garme a ella, però esta
í contesto que no me mo-
»viera, que ya un aigua-
»cil vendria por mi. A su
»hora fui trasladado a casa del Comisario
»de policia próximo. Era el senor» íDoii
Francisco) «de Llosellas, quien vivia en
»la misma calle Baja en su cara meridio-
«nal, entre la de Frexuras y la actual
■>>úe Alvarez,» (otros diccn si era la ac-
tiialmente marcada de inUnero 38).
«Como el comisario y su oficina estaban
«ocupados, se me hizo pasar a la galeria
»trasera, donde me paseé viendo el triste
»espectàculo del conventode Santa Cata-
»lina ardiendo. Veíanse las celdas como
xhornos, cuyas vigas iban ardiendo, y
»cuando estaban carbonizadas caian con
»gran estri pitó y humareda.
656
LIBRO TERCERO. — CAPITUr.O DECIMO
»A la misma galeria daba la habitación
»del Comisario, y allí estaban su senorae
»hija, y aunque yo procuraba no alargar
»mis cursillos o paseos hasta el balcón de
»ellas, sin embargo, habiéndolo hecho
»a1guna vez sin advertirlo, hube de 11a-
»mar la atención de aquellas senoras, las
»que me convidaren a sentarme en el
»umbral, y cansado me senté. Entramos
»en conversacion, y les narré mi caso.
»Moviéronse a compasion, y a instància
»mía mandaron un recado a un chocola-
»tero vecino del convento, quien me pres-
»tó una chaqueta usada con cuello para
«reemplazar la mía.
«Llegada la hora de comer, sentàronme
»a su mesa, mas cuando fui A probar
»bocado recordé mi regla, cu_va obser-
»vancia tanto y tanto se nos había predi-
»cado, la que me prohibia comer carnes,
»y así rehusé comer.» (Casulleras no
hahría oi do la noticia de la dispensa).
«Mucho se me rogó, muchas razones se
«adujeron, se Uamó al medico» (sefior
Isern, cnriadadeLlosellas), «quien ordeno
»que comiese carne, però como para ello,
»y aun en caso de enfermedad, se necesi-
»taba el parecer de ambos médicos, nue-
»vamente rehusé, y acabé por comer solo
«algunas frioleras.
»E1 Comisario mandó por su dicho
»cuiïado, medico y Comandante de mili-
»cia urbana, y por la tarde, el Comisario,
»el Comandante de uniforme y algunos
»de sus subordinades me acompanaron al
»cuartel de Artilleria de Estudiós. En
»el cuartel hallé muchos frailes, algunos
»de mi convento, a los que de presto no
»conocí. Al cabo de un rato un jefe me
»llamó por mi nombre, respondíle, y se
»retiró, mas luego se me presento un
»subalterno y me dice que se cree pariente
»mío; examinamos el caso, y resultamos
»primos. Me abrazó y llevo A su pabellón,
»y hasta me invito à que llevarà alguno
«demis amigos. Subimos, cenamos y dor-
»mimos, que bien lo habíamos menester.
»A1 otro dia, a cosa de las cinco y me-
»dia, nos colocaron entre filasde soldados,
»trémulos de espanto, però con el capi-
»tíín, si pàlido, vigilante y decidido.
»Pasamos por la muralla de tierra, y al
«llegar A la Puerta Nueva nos rodearon
»las turbas dando gritos y haciendo
«ademanes, ambos hostiles, de modo que
»el capitàn mandó estrechar las filas. Asi,
«rodeados de aquella multitud de lobos
»sedientos de nuestra sangre, llegamos a
»la Ciudadela. Bajóse el puente levadizo,
»entramos, e inmediatamente levantóse
»de nuevo, y asi quedamos libres de las
»fieras» (1).
En los libros de entradas del Hospital
general de Barcelona se lee que el lego
de este convento Fr. Francisco Font
entro en el dicho hospital el dia 31 de
julio del 1835, y no consta si salió curado,
o si murió.
Ya escribi arriba en el articulo 3." del
capitulo IX que el convento no fué pasto
de las llamas. Su templo se convirtió
en parroquial; una pequena parte del
convento en habitación del pArroco; el
resto, o sea casi todo, y la huerta, en
fàbrica; la que al cruzar de nuestro
siglo XIX al XX ha sido derribada, cayendo
al suelo el rico y muy hermoso claustro.
(i) En Barcelona a 20 de abril de i88o, 22 de
febrero de 1881, 15 de abril de 1886 y 8 de junio
de 1880. Discrepa de la relación de D. Francisco
Güell eii que éste diio que quien anuncio a la
Comunidad la orden de luga fué el Provincial, y
Casulleras dice que el Lector \'ilademunt. Serían
los dos, y por esto Casulleras, que oyó al ultimo,
ignoraba la dispensa de comer de vigília. Hay
que notar ademàs que un dia Casulleras me dijo
que quien fué por la chaqueta al choeolatero del
convento fueron los .Maimí, mientras él estaba en
casa de ellos; y otro, que se fué por la chaqueta
estando él en casa del comisario. O él, o yo, nos
equivocamos.
Concuerda con las relaciones del P. Casulleras
la de D. Pascual .Maimi, que era el hijode la casa
de .Maimi, al cua! interrogué en Barcelona a 16 de
febrero de 1882. Y también concuerda con los
datos dados por el hi)o del Comisario, el notario
D. -Melitón de Llosellas y Bruguera, quien en
1835 tenia 15 anos, en Barcelona a 6 de diciembre
de 1880. Oi, pues, a todos los actores del drama.
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LA NOCIIE DEL 2, DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
657
ARTÍCULO DÉCIMOCUARTO
CASA DE SAN SEVERO Y SAN CARLOS
BORROMEO DE PADRES DE SAN VI-
CENTE DE PAÚL
Integraban la Comunidad de esta Casa
cuarenta y cinco religiosos. Siguen los
nombres de todos:
SACERDOTES
R. D. Juan \"ilera, Superior de la casa.
R. D. Alejo
Davin.
R. D. Jacinto
Morera.
R. D. Juan
Costa.
R. D. Jaime
Perucho.
R. D. Juan
Bautista Figue-
rola, Procura-
dor.
R. D. Mauricio
Sanpere.
R. D. José Pe-
rramón y Canta-
reu.
R. D. Cristó-
bal Herrera.
R. D. Juan Se-
rreta.
R. D. Jaime
Rogent.
R. D. Miguel
Casajuana.
R. D. Buena-
ventura Mar-
sal.
R. D. Raimun-
do Vives.
R. D. Miguel
Pelegrí.
R. D. Joaquín Serrató.
R. D. José Pedró Puig de Canet
R. D. Benito Cardona.
R. D. losé Campàs.
R. D. José Puig.
R. D. Juan Aguilar.
R. D. Antonio Obiols.
R. D. Eudaldo Lapedra.
R. D. José Coll.
NO SACERDOTES
R. D. Manuel Fàbregas, Diàcono.
R. D. Francisco Bosch, Diàcono.
R. D, Ramon Vila, Diàcono.
R. D. Ramon Madam, Subdiàcono.
R. D. Fernando Partegàs, Subdiàcono.
R. D. Isidro Marsal, Subdiàcono.
R. D. Tadeo Amat, Subdiàcono.
R. D. Antonio
Morera, Subdià-
cono.
R. D. Antonio
Masjuan, Acó-
lito.
D. Vicente
Vendrell, Novi-
cio.
D. Mateo Ser-
dà, Novicio.
D. Mariano
Alabedra. Igno-
ro su clase.
D. Jaime Llo-
rens. Id. id.
D. Felipe Vi-
dal. Id. id.
D. José Vila-
plana. Id. id.
D. Jaime Ca-
iïellas. Id. id.
D. José Este-
va. Id. id.
D. Gabriel Ra-
mis. Id. id.
LEGOS
H e r m a n o
Campmol.
Hermano Juan
Cauer.
Hermano Juan V^allés.
Hermano Teobaldo Frau (1).
(i) Todos estos nombres, exceptuados dos,
proceden de las listas de los pasaportes librados
a los frailes al salir de los fuertes, las que se ha-
42
658
I.IBRO TERCIiRO. — CAPML'LO DIXIMO
Ya en el dia fatal hacía tiempo que esta
casa había sentido los efectos de las
suspicacias de las autoridades liberales
para con los frailes, pues obra de nueve
meses a un ano, con motivo de unas
cartas sobre carlistas que se dijo haber
mediado entre el superior de aquí y el de
Madrid, la policia registro la casa y dejó
al superior presó en su pròpia habitación
con un centinela continuo. Entonces
todos los religiosos de esta casa, así pro-
fesores como novicios, organizaron un
turno para que siempre uno de ellos
acompafiara al dicho superior. Esta con-
ducta de la autoridad alarmo a los jefes
de la casa, y pasando un tabique en una
sala ocultaron tras él varios objetos
jireciosos, entre ellos las Hautas del
órgano a la sazón aún no montado (1).
Mas si por un lado tal hecho pudo alar-
mar a los superiores, contribuyeron a
calmarlos las seguridades dadas por
Llauder a los religiosos, y las especiales
que los paúles tuvieron del segundo cabo
Don Pedró Nolasco Bassa. Este gene-
ral y el ahora Padre Procurador de la
casa, Don Juan Figuerola, estaban uni-
dos por estrecha amistad, sin duda pro-
cedente de haber militado juntos en la
guerra de la Independència, Un tiempo
antes de la catàstrofe Bassa dijo a Fi-
guerola que los seminaristas estuvieran
tranquilos, que él, o les avisaria en caso
de peligro, o acudiria a defenderlos, y
para el entretanto le dió dos fusiles para
su defensa (2). De los religiosos de esta
casa por mi interrogades, dos o tres
senalaron este origen a la posesión de las
dos armas; però otro creyó que procedían
del tiempo en que la Comunidad habito en
Han en el Archivo municipal en el libro Acïíerrfos.
2." semestre 18^;.
(i) Relación del seminarista D. José Puifr en
Barcelona a 28 de octubre de 1881.
(2) Relaciones de D. Ramon Madam, semina-
rista, en Barcelona a 2 de marzo de 1885 y de don
Isidro Marsal, seminarista, en Barcelona, a 21 de
juHo de 1881 .
el edificio de la Virreina, de Gracia, enton-
ces en despoblado. Todos emperò fijaron
el número de las armas en dos, y solo uno,
dudando, lo puso en dos o tres. Quién
de los seminaristas las calificó de fusiles,
quién de escopetas, que aquellos hombres
de paz ignoraban bastante sobre instru-
mentos de guerra.
Estàs seguridades procedentes de los
Generales y la buena fe de los superiores
tuvo a estos vendados los ojos para ver
el próximo peligro. Los jóvenes, encerra-
dos en sus noviciados o estudiós y priva-
dos de todo periódico, ignoraban el estado
de las cosas públicas (3).
Así llego el nefasto 25 de julio, y en él
la Comunidad siguió exactamente el
horario de costumbre, cenó, y se acosto.
Mas a poco, a eso de las diez o diez y
minutos, despiertan sobresaltados los
jóvenes (única clase de la que logré
hablar a algunos) a la noticia de que la
puerta ya ardía. Saltan de sus camas,
asómanse a las ventanas, y presencian
con harta sorpresa la verdad de la alarma,
y ven el fuego, y oyen los vivas a la
libertad (4). Como indiqué, el Padre Pro-
curador Don Juan Figuerola había mili-
tado contra los invasores en la guerra de
la Independència, y por lo mismo poseía
la serenidad e inteligencia necesarias
para dirigir la lucha; y así, ayudado,
según parece, de otro religioso de apelli-
do Aguilar, desde el primer momento
tomo la dirección. Distribuyó parte de
los individuos por las ventanas, destino
otra a arrancar ladrillos y acopiarlos al
pie de ellas, y dió orden de que se guar-
dase quietud hasta los momentos del
ataque, però en el punto de éste se res-
pondiese con rociadas de ladrillos. Así se
hizo. Con palos, canas de escoba y vari-
llas de hierro se fueron levantando ladri-
llos de los suelos, se cogieron los acopia-
(3) Relaciones cit. de D. Ramon ASadam y
D. Isidro Marsal.
(4) Relaciones de varios religiosos de esta
casa.
LA NOCHE DEL
DE JULIO DENTRO DE LOS CUAL'STROS
659
dos para las obras, y todos diligentemente
f ueron transportades junto a las ventanas,
desde donde eran arrojados a los incen-
diarios al atacar estos.
Acudióse a tocar la campana pidiendo
un auxilio, que, a pesar del continuo y
largo campaneo, no venia, ni vino.
Utilizaronse ademàs los dos fusiles,
tirando primero sin bala para así, sin
herir a nadie ,
lograr ahuyen-
tar a los agreso-
res; però luego,
al ver redoblar
el coraje de es-
tos, secargó con
balas, las que no
todas resultaron
inofensivas. Y
especialmente se
usó del plomo
cuando se vió
que los agreso-
res, desesperan-
zados de entrar
por la puerta,
intentaron esca-
lar el edificio;
porque realmen-
te lo intentaron
con escaleras de
mano.
El director de
la defensa dispu-
so que los dispa-
res no se hicie-
ran siempre desde una misma ventana,
sinó continuamente cambiando, para dar
a entender que las armas }• los defenso-
res abundaban, y acobardar a los asal-
tantes. Todo resulto en vano para espan-
taries, porque éslos entonces se subieron
a las casas de enfrente, y desde allí màs
a mansalva hostigaban a los religiosos.
Estos por tal causa no se amilanaron, que
en la lucha les iba la vida, y guarecién-
dose tras los antepechos de las ventanas,
continuaron su defensa. Sin embargo,
junto al joven Don Fernando Partagàs,
de cuya boca lo tengo, recibió un balazo
en la región del corazón el Hermano
Campmol. En un principio éste no sintió
la lierida, mas al cabo de un rato dijo a
Partagàs <iiquin basqueix!» «jqué an-
»sias!6, se le halló la herida y se le admi-
nistraren los Sacramentos. Partagàs le
pregunto si perdonaba al que le había
herido, y Campmol contesto: «Si ; l'o rai,
t>ia so vell; vosaltres, pobres Jóvettsf»
«Si. iYo ya soy
»viejo; vosotros,
»pobres jove-
»nes!» A la hora
y media había
expirado.
Ya escribí arri-
ba, al tratar de
la revolución en
las calles, que
los agresores no
solo echaron ma-
no del fuego, el
plomo y las esca-
leras, sinó del
engano, presen-
tàndose uno co-
mo pacificador
en medio de la
calle y claman-
do: «alto, que
»vengo a poner
»orden». Mas el
director de la de-
fensa contesto
enviàndole una
rociada de ladri-
llos, de los que alguno le hirió. Asimismo
tampoco dió oidos a unos falsos centinelas
que al amanecer aparecieron al rededor
del edificio invitando a los seminaristas
a que bajasen, que ellos les protegerian.
Nada los agresores dejaron sin inten-
tar, como tampoco los directores de la
defensa nada dejaron imprevisto. V'ién-
dose aquéllos rechazados por la calle,
rodearon por el lado de la contigua mura-
lla, donde la cerca del solar, en razón de
hallarse la casa en construcción, tenia
poca altura; ademàs de que los incendia-
ron quemaron la puerta de entrada a la
660
LIERO TERCERO. — CAPITULO DIXIMO
huerta(l); mas también fueron recibidos
con ladrillazos. Alguno de los religiosos
quiso por medio de cuerdas descolgarse
por aquel lado y esconderse en las veci-
nas huertas; mas Don Buenaventura
Marsal, de centinela en aquel lado, se lo
impidió a pesar del empefío de los com-
paneros; y anduvo harto acertado, pues
el fuego de un cigarro delato muy luego
a un grupo de amotinados apostado por
aquella parte. Al decir de Don Ramon
Madam , los amotinados iban guiados nada
menos que por albaniles de la misma obra
del Seminario.
A todo esto, y aun en medio de su
triunfo, los pobres seminaristas sufrían
angustias a par de muerte. Veíanse solos,
auandonados de la autoridad por tiempo
cuya duración ignoraban; alos agresores
los veian audaces persistentes, a la luz
dèbil de los faroles y la mas intensa del
incendio de la puerta, feroces con los
grandes punales. Oíanles bramando y
amenazando con ràbia. El seminarista
Don José Puig acudió a la capilla interior,
y allí él y Don Juan Costa mutuamente
se confesaron y prepararen para la muer-
te. También acudió a los pies del mismo
Padre Costa el subdiàcono Don Ramon
Madam para confesarse por la nrananita,
però dos tiros próximos le pusieron tal
espanto, que, dejando la comenzada con-
fesión, corrió a esconderse en un desvàn.
«Continuàbamos el tiroteo de ladrillos y
»balas», me decía, hablando de aquella
noche, Don Fernando Partegas, «però
>.con el corazón banado en dolor, zozobra
»y angustia. Los actos de contrición màs
»ÍEervorosa acompaiiaban la emisión de
»los proyectiles, y el espectro de una
«muerte tràgica y horrorosa embargaba
»nuestra imaginación y nuestro animo
»al ver que la autoridad no acudia à nues-
»tro socorro.» Así pasaron los pobres
seminaristas aquella noche que, con ser
de las màs cortas del ano, fué para ellos
inacabable. Así pasaron, digo, desde las
diez o diez y media de la noche hasta las
cuatro o cinco de la madrugada, hora en
que acudió la fuerza pública.
A la puerta, como nueva que era y
sòlida, le costo mucho consumirse a pesar
de haber sido rociada con un liquido infla-
mable; però al fin ardió. rPor qué, pues,
una vez carbonizada, no penetraren por
ella los amotinados? Hay màs: a un
balcón de enfrente se asomó un hombre
gritando a estos que la puerta estaba ya
consumida, que entrasen. Al verlo, el
seminarista Don Isidro Marsal, él me lo
dijo, le disparo un ladrillo que le rompió
todos los cristales. rPor qué no entraron?
Don Ramon Madam creia que tras de la
de madera quedaba otra de hierro. Don
Fernando Partegas me dijo que también
la pieza de tras la puerta estaba defendi-
da con aspilleras en el techo. Don José
Puig pensaba que el miedo cohibió a los
agresores; però anadía que en el momen-
to del incendio los agredidos cortaron la
escalera. Opino que el seíïor Puig se
equivoco en lo segundo y acertó en lo
primero; es decir que, confesando por
delante que ignoro la verdadera causa de
este misterio, juzgo màs probable que
fué el miedo a unos hombres que denoda-
damente defendían su vida el agente,
que contuvo a los amotinados y les impi-
dió entrar en un aposento y edificio
obscuros y no practicades (2).
Durante la noche, para evitar profana-
ciones, los seminaristas subieron el San-
tísimo de la capilla baja a la superior
donde la Comunidad solia rezar; y cuando
acudió la fuerza piiblica para Uevarse la
Comunidad, los dos únicos reUgiosos que
(i) Archivo municipal de Barcelona. Expe-
dientes. Sección 2.' Expediente 129. Oficio del
Marqués de Llió.
(2) He escrito esta relación de la tragèdia del
Seminario basàndome en las relaciones que me
hicieron las victimas de ella. todos religiosos de
esta casa, presentes al acto. D. Isidro .Marsal en
Barcelona a 21 de julio de 1881, D. José Puig en
Barcelona a j.' de octubre de 1881. D. Fernando
Partegas en Barcelona a 14 de diciembre de 1885
y D. Ramon .Madam en Barcelona a 2 de marzo
de 188=;.
LA NOCilE DEL 2Í DE JLLIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
C61
estaban en ayunas lo sumieron. El senor
Puig lo administro al senor Costa, y él
sumió las restantes partículas. Por olvido
dejaron el copón vacío sobre el altar (1).
Si peligrosa fué la noche, no anduvo
mas segura la madrugada. Llego al
Seminario una f uerza de carabineros bajo
el entonces subalterno Don Antonio Pera-
les (después llego a Coronel), y formó
en dos filas frente la puerta quemada.
Cargàronse los fusiles, colocàronse entre
las tilas los seminaristas, vestidos sus
hàbitos. El Padre Fàbregas llevaba un
cAIiz bajo del brazo, y otroreligioso otro.
En esta formación marcharon entre los
rugidos de la fiera revolucionaria, que
pedía la sangre de los religiosos; y pasa-
ron por la calle de Amàlia, San Pablo,
una transversal, calle Nueva o sea del
Conde del Asalto y Rambla, llegando a
Atarazanas (2). Iban últimos de la comi-
tiva dos legos con sendos breviarios bajo
el brazo. Dos pillos vecinos de San Pablo
la emprendieron contra estos a puneta-
zos; però los carabineros los defendieron
y salvaron (3). Màs adelante, en la misma
calle de San Pablo, como la comitiva
llevaba muy buen paso, uno de los semi-
naristas, anciano, se rezagó un tanto, y
en seguida un hombre le arrimo un tre-
mendo garrotazo en la cabeza, tal que el
religioso quedo mal parado, y el brevia-
rio y el crucifijo que llevaba bajo del
brazo rodaron por los suelos. Acudió
presuroso un Caballero, tomo por el brazo
al Padre, y como arrastrando lo incorporo
nuevamente al grupodesushermanos(4).
En la transversal, o mejor, calle de
San Ramon, se estaba renovando el ado-
quinado, y esta circunstancia facilito
(i) Relación citada del Sr. Puig.
(2) Relaciones de los PP. citados y de otros.
(í) Relación de D. Jacinto Llansana, hijo del
hortclano de S. Pablo.
(4) Relaciones de varios individuos de la fa-
mília del Sr. Obispo Cortes, que vivian en la
dicha calle de San Pablo, y vieron el hecho. El
crucifijo fué a parar a los pies de una nodriza de
la casa, que estaba en la calle.
abundantes proyectiles a las turbas; por
lo que, al llegar la comitiva a la del Con-
de del Asalto, la posición de los perseguí-
dos y de sus conductores rayaba en aven-
turada. Llovían sobre ellos abundan-
tes piedras, que daban en los frailes }• en
los carabineros. Una de ellas toco al sefior
Don Buenaventura Marsal. La multitud
iba en gran modo creciendo, y crecian
sus aullidos, y llegaban ya a oprimir a
los soldados. Al odio sectario juntàbase,
para crear ràbia, el vencimiento que las
turbas habían experimentado en el ata-
que del Seminario. Un hermano de uno
de los revolucionarios heridos me dijo a
mi mismo: «Vi pasar los seminaristas por
»la calle Nueva: jah, si entonces tengo una
»carabina! Habían herido a mi hermano».
Llego a Atarazanas la noticia de los apu-
ros de Perales y su f uerza y protegides, y
en vista de ello el Brigadier Don Joaquín
Ayerve, Gobernador de la Plaza, ordeno
la salida de fuerza con algunos caballos
para proteger a los acosados. El jefe de
ella, que se me dijo, dudando, si era Don
Joaquín Socías (que después cayó prisio-
nero de Cabrera y fué fusilado), el Jefe,
digo, antes de salir pregunto a Ayerve
por la conducta que debiese seguir. Este
le contesto: «Ya es hora de obrar: de filo
»y de punta». iAh, Brigadier Ayerve!
i Ah, Gobernador! Ya es hora de obrar: iy
antes no lo era? Y esto me consta por
boca de un militar de Atarazanas. Salió
la fuerza: los caballos abrieron fAcil paso
para sí y para los carabineros y semina-
ristas, y asi todos llegaron con vida a
Atarazanas (5).
En la calle Nueva, Don Ramon Madam
al ver la lluvia de piedras, azoróse, 3' de
una corrida se colo en la tienda de un
chocolatero amigo; mas luego, viendo
la protección de la caballeria, regresó de
(>) Los pormenores de la conducción al fuerte
proceden de los mismos citados Padres. Lo de
Atarazanas, del militar aludido. El nombre y cir-
cunstancias de Perales, de los Padres y de un su
pariente.
662
LIBItO TERCERO. CAPITULO DKCl.MO
otra corrida a la primitiva companía,
azoramiento y corndas que podían cos-
taria la vida (1).
Al salirde su casa los religiosos queda-
ron, sin embargo, en ella el Senor de
Pedra, que estaba imposibilitado, y el
senor Coll, que le cuidaba, y quizà algun
otro regazado. De los dos primeres me
certifico el senor Don Isidro Marsal; de
los otros lo deduzco del relato que me
hizo un reputado medico de esta ciudad,
Don Salvador Matas, quien me dijo que
en 1835 pertenecía él al 6.° batallón de
milícia, del cual opino seria oficial; que
en la manana del 26 con unos cincuenta
hombres del mismo cuerpo fué al Semi-
nario; que de allí sacaron algunos reli-
giosos como en número de seis; que, colo-
cados estos entre filas, los llevaron por la
muralla de tierra hacía Atarazanas; que
en la muralla la turba con puflales y
otras armas se presento amenazadora;
que entonces el que mandaba la fuerza
mandó cerrar contra la turba; que así se
hizo, y la turba se alejo, y la comitiva
llego salva a Atarazanas (2).
El edificio sem.inario, gracias a la vigo-
rosa y bien dirigida defensa de sus mora-
dores, quedo intacto con la sola excep-
ción de la puerta principal y la de la cer-
ca del huerto; de modo que aún hoy es
carcel pública de mujeres. Sin embargo,
por mas o menos tiempo estaria o aban-
donado, o en poder de manos infieles, ya
que «en el momento en que entro la turba,
me dijo el Padre Don José Puig, «fué roba-
»do lo del escondrijo de que hablé arriba.
»Robóse 3,000 y pico de duros que la casa
»había recibido del gobierno en pago de
»uno de los plazos de la compra del anti-
»guo edificio. Robàronse cuarenta cubier-
»tos de plata destinados al Servicio de los
»ejercitantes.
«A los tres días de regresado a casa,
«afíadió Puig, tuve un vomito de sangre,
(i) Relación del mismo Sr. Madam, citada.
(2) Me lo dijo en Barcelona a i8 de noviembre
de 1885.
»sin duda producido por el pasado susto».
Un vecino de aquel barrio me anadió:
«despues entraron en el Seminario gen-
»tes. Hallaron allí jarras de aceite y otras
»cosas, de modo que hay quien aún hoy
»(1886) anda repleto» (3).
En el libro de entradas y salidas del
Hospital general de esta ciudad se lee
que en 30 de julio de 1835 entro allà el
seminarista, presbitero de 28 anos de
edad, Don Antonio Obiols, y que murió
en 21 del siguiente agosto.
A los quince días, o cosa parecida,
cuando los religiosos fueron despedidos
de Montjuich. Don Fernando Partegas,
religioso del Seminario, salió disfrazado
junto con dos o tres màs, acompanados de
un jefe de milicianos vestido de uniforme.
Bajaron de la montana por entre los
grupos de gentes que comían, bebían y
bromeaban. Uno que se paro a saludar al
miliciano le dijo que en la noche del 25 de
julio había disparado contra un semina-
rista de una ventana nueve fusilazos sin
acertarle. Era Don Fernando el semina-
rista contra quien se dispararon (4).
A esta tragèdia, como a otras anterio-
res, les debe seguir su sainete, que lo
formarà el relato del hecho por la fanta-
seadora pluma de Don Víctor Balaguer.
Escríbe así al hablar del incendio de los
conventos,
«—Al Seminario!— había gritado una
»voz ronca y sombría.
»— Al Seminario— repitió en tropel la
«turba.
»Y todos se lanzaron en dirección al
»nuevo punto senalado a los furores del
»populacho...
«Dando gritos repetidos desemboca-
»ba la desordenada multitud en la calle
»donde se elevaba la majestuosa fachada»
(3) Relación del hijo del hortelano de San
Pablo D. Jacinto Llansana. Su expresión fué
esta: «de modo que nhi ha que encara avuy ne
»van grassos.»
(-)) Relación citada del mismo D. Fernando
Partegas.
LA NOCIIE DEL 2$ DL JULIO DENTRO DE LOS CLALSTBOS
663
(imajestuosa!) «cuando los primeros que
>;habían avanzaclo con la tea en la mano
»para consumar su obra de destruccion,
«cayeron muertos o heridos à la descar-
»ga de varios tiros de fusil.
»Ante aquel inopinado accidenta, la
«turba, cuya marcha hasta entonces nada
»habia detenido, levantó con asombro la
»cabeza y vió... (sic).
»Vió las ventanas del Seminario coro-
«nadas de religiosos que, fusil en mano,
«aguardaban el ataque. De entre ellos
>'habían salido los tiros que acababan de
>hacer caer víctimas Alòs mas atrevides
»del pueblo.
«Detúvose la multitud sorprendida ante
«aquellos hombres dispuestos k defender
Ȉ todo trance su morada, ante aquellos
»hombres que olvidaban su sagrado ca-
«ràcter y màs sagrado ministerio para
»acudir à las armas en defensa pròpia.
»No fué en verdad la mas acertada la
«conducta de los moradores del Semiíia-
»rio. Prescindamos aun de como estaban
»allí aquellas armas, de porqué las tenían ,
»de para qué las guardaban» (.'^í, si, aque-
llas dos artnas estaban allí, dadas por
Bassa, para organizar un batallón de
gtierrilleros o una ctiadrilla de bandí-
dos). «Concretémonos al hecho. Eran
»sacerdotes, eran ministros del altar,
»eran confesores de Cristo» (según esto,
los enentígos persegttían a Cristo). «Si
»tenian miedo podian fugarse, però si à
«arrostrar estaban decididos la ira del
»pueblo, arrostrarla debían no en una
«ventana, con los ojos centellantes, el
»alma resuelta, el fusil en la mano, sinó
»al pié de los altares, inermes, indefen-
»sos, el rezo en los labios, como buenos,
»como sacerdotes, como martires.
»Algunos nuevos tiros sonaron, algu-
»nos otros hombres del pueblo cayeron.
»La multitud volvió apresuradamente
»las espaldas.
»E1 Seminario quedo libre» (1).
(i) Los frailes y sns convcntos. llarcelona,
i8$i, tomo II, pàg. 402. — Las calles de íiarce-
lona, tomo 1, pàg. 355. — En la obra Las ruina>>
Así se escribía la Historia por los auto-
res liberales en aquel tiempo, y en mu-
chos otros posteriores, y aun hoy, y serà
siempre, al tratar de la Iglesia y de sus
institutos y cosas.
ARTICULO DÉCIMOQUIiNTO
LA EXPECTACIÓN DE NUESTRA SENORA
Y SAN MATÍAS DE PADRES TEATINOS
En mayo de 1835, y por lo mismo es
natural pensar que en julio, la Comuni-
dad de San Cayetano se componia de
cuatro Padres y tres Hermanos. He aquí
los nombres de estos que pude indagar:
Padre Don Francisco Arola.
Padre Don N. Jaumeandreu.
Padre Don N. Rosinol.
Padre Don Joaquín Feu.
Hermano Domingo.
Hermano Rafael.
Hermano Antonio (2).
Como escribí arriba, en la tarde del 25
de julio el Senor Don José de Amat y de
Desvalls, a la sazón Capitàn de Artille-
ria, ya arriba varias veces citado, asis-
tió con su esposa a los toros, de donde, al
ver el alboroto, regresó a su casa. Hallà-
base esta en la esquina de la plaza de
Santa Ana con la calle del Gobernador,
esquina opuesta a la del Convento. Al
pasar Amat por frente el templo teatino,
el Hermano portero abria la puerta del
templo para la función vespertina, sin
duda el Rosario. Entonces Amat se diri-
gió al portero y le aconsejó que no abrie-
se, noticiandole la revolución del toril (3).
Sin duda que a este aviso los religiosos
.ie Poblet. ^L^.h■Li, iSS;, ya no copia del ante-
rior relato mas que la primera parte, y deja las
acusaciones contra los seminaristas. Pàg. íoo.
(2) Archivo episcopal de Barcelona. Libro del
cargo V dcscargo de cst.i casa de Santa Maria de
la E.xpeLtacióit... Cuenta. de 183Ï.
(5) Relación de dicho Sr. de Amat en Barce-
lona a 28 de iunio de 1880.
664
LIBRO TERCIiRO. CAPITULO DECl.MO
se prevendn'an. A tiempo huyeron, escon-
diéndose en las viviendas de deudos y
amigos, de donde se ve que no salieron
para presentarse a la autoridad, pues
ninguno figura en las listas de los pasa-
portes de los presentados. Que huyeron
precipitadamente, consta por un docu-
mento de que hice
mencióri en las si-
guientes líneas de
mi obra anterior a
la presente: «Como
»después del Con-
»cordato de 1851 , en
»25 de agosto de
»1S52 el Senor Obis-
»po de Barcelona,
»procurando cum-
»plir las cargas pia-
»dosas de los con-
»ventos, pidiese à
»los superiores nota
»de éstas y de sus
«documentes, con-
»testa el Padre Don
»Joaquín Feu, pres-
»bítero, teatino, di-
»ciendo que en la
»aciaga noche del
»25 de julio de 1835
»la Comunidad
»huyó, dejando en
»la casa todo el ar-
»chivo, biblioteca
»y demàs efec-
»tos....» (1).
Como estos reli-
giosos usaban el
habito de los sacer-
dotes seculares, podrían fàcilmente, aun
en hàbitos, escaparse de su casa sin ser
notados por las calles. Sin embargo, en
el libro de entradas y salidas del Hospital
general hallo un asiento que dice: «Un
»religioso incognito con corona pequefla.
»Entró en 26 de julio de 1835. Murió el
))mismo dia». Su corona pequeiia, es decir,
no rasura con cerquillo, indica una orden
de clérigos regulares o de mínimos; mas
como de estos consta que no murió nin-
guno, ni tampoco de los de San Francisco
Caracciolo, ni de los de San Camilo,
resulta muy probable que el interfecto
perteneciera a San
Cayetano. Y en es-
te caso seria agre-
dido en las calles.
El edificio aún
hoy (1908) està in-
tacte, salvas pe-
queiias variaciones
efectuadas para
adaptar algunas
piezas a los actua-
les servicios. De
todo lo que se de-
duce que no sufrió
incendio ni mal
trato, y ademàs sa-
ca el avisado que
probablemente San
Cayetano en la no-
che aciaga pasó
olvidado de los
amotinados.
ARTÍCULO
DÉCIMOSEXTO
Ti\i.'\GEN DE S. Cayetano de su
RETABLO DEL CONVENTO
(i) Las Casas de religiosos, tomo 11, pàginas
3'?4 y 535' apoyado en documento del Archivo
episcopal de Barcelona.
SAN FELIPE NERI
DE CLÉRIGOS CA-
MILOS, 0 AGONI-
ZANTES
En 1835 la Comunidad Camila se com-
ponia de los religiosos siguientes:
SACERDOTES
R. P. Don Ramon Vila y Carrera, Pre-
fecte.
R. P. Den José Solà.
R. P. Don IManuel Xipell.
R. P. Don Fèlix Sayol.
R. P. Don Esteban Coxerrera.
R. P. Den Francisco de Asís Bosch.
I,A NOCHE DEL 2Í DE JÜLIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
665
R. P. Don Pablo Recolóns.
R. P. Don Nicolàs Jacas.
CORISTAS
Don N. Simón.
Don Luciano Vila.
LEGOS
Hermano Damiàn AM.
Hermano Francisco Calvet.
Hermano Juan Julià.
Ademàs, en el Hospital militar, esta-
blecido entonces en Junqueras, desempe-
naba el cargo de capellàn el Padre de
esta casa Don José Riera.
El heroico proceder de estos religiosos
durante el còlera de 1834 lo he explicado
por menudo en el capitulo 19 de mi obra
anterior. La Comunidad, compuesta de
doce individuos, solo tuvo ilesos dos
presbíteros.
El dia de Santiago del 35, el Prefecto
de Agonizantes Vila y Carrera estaba
ausente de Barcelona, 5^ le substituia en
la presidència el Padre Don José Sola (1).
No todos los religiosos de esta casa
vivian desprevenidos, pues del Hermano
Calvet sé que con anterioridad al ataque
depositó en manos amigas de fuera de
ella su peculio, y se había provisto de
disfraz.
El modo, número y hora de los peli-
gros de la Casa de Agonizantes en la
noche aciaga quedan circunstanciada-
mente explicados en el capitulo anterior
a éste; no hay que detenernos, pues,
ahora en ellos. La Comunidad no se
reunió para tomar resolución al llegar
las primeras alarmas. Tampoco el Padre
que hacia las veces de superior, de pron-
to autorizó la dispersión de la Comuni-
dad y fuga de los religiosos. Sin embar-
go el peligro iba arreciando, y asi algunos
Padres salieron por una puerta falsa,
prometiendo al superior que, si la tran-
(1) rodas las antcriores noticias de la Comu-
nidad pioccdcn de la relación del lego D. Fran-
cisco Calvet. Barcelona 27 de junio de 1881, y de
las listas de los pasaportes.
quilidad se restablecía, por la manana
regresarían. Sahó el cocinero, que era
un seglar, para enterarse del estado de
la Ciudad, y entre once y doce de la
noche regresó con mala impresión. En-
tonces el que suplia al Superior y algun
otro huyeron. Al fin y fallo, todos pusie-
ron pies en polvorosa, menos el Padre
Coxerrera y el Padre Recolóns, quedàn-
dose también el lego Hermano Calvet (2).
Calvet, vestido de seglar, pasó la noche
en el terrado, desde donde veia el incen-
dio del muy próximo templo de Santa
Catalina, y me pondero después la vio-
lència de sus llamas que, furiosas y muy
grandes, brotaban de los ventanales. En
las primeras horas de la mananita 0 ma-
drugada él y Recolóns consideraron Ue-
gado el caso de huir (3).
Mas al ver el siniestro sesgo de los
acontecimientos en aquella noche, ya
antes de salir Recolóns habia escondido
algunas preciosidades de la casa. En la
cara occidental de la iglesia habia en el
muro un agujero situado a tal altura, que
ni se podia subir a él desde la tribuna
sin el auxilio de una escalera, ni bajar
desde el desvàn sin otra o una cuerda.
Subió a él Recolóns, y sus companeros le
fueron dando los objetos de plata, entre
ellos el copón con las Sagradas Formas.
Allí, por entonces, quedo todo salva-
do (4). Màs tarde, pasada ya aquella
revolución primera, la autoridad tuvo
noticia del depósito, y fué y lo recogió, y
hay quien dice que las Sagradas Formas
fueron colocadas en un pafluelo 3' lleva-
das a San Pedró (5).
Recolóns y Calvet determinaren , pues,
huir, y para ello bajar a casa de Dou. A tal
punto habían Uegado las angustias y tur-
bación de Calvet, que, para escaparse, en
lugar de conservar su disfraz de seglar,
bajó del terrado, y se vistió la sotana y
{2) Relación del P. Pablo Recolóns. Barcelona
9 de noviembre de 1880.
(;) Relación citada deD. Francisco Calvet.
(4) Relación citada del P. Pablo Recolóns.
(5) Relación citada de Calvet.
666
LIERO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
el manteo. Los dos, en el momento en que
los mínimos eran atacados por tercera
vez y tocaban la campana, cruzaron su
templo por sobre la techumbre, la que
por su mucha inclinación no dejaba de
of recer dificultad. En la contigua casa
de los Marqueses de Dou, donde ya les
esperaba un dependiente, bajaron a la
cochera, se quitaron la sotana y manteo,
los tiraron al pozo, y se disfrazaron.
A cosa de las cinco de la manana pasó
por la calle un tambor tocando Uamada
para los milicianos. Acompanàbale la
acostumbrada muela de chiquillos y, en-
tremetiéndose en ella, huyeron los dos
dichos agonizantes. Pasaron a la vivien-
_da del Padre José Riera, agonizante,
capellàn del Hospital militar, y desde
ella, que estaba en la calle Condal, man-
daron recado al dicho Hospital (a la
sazón el Hospital militar ocupaba el con-
vento de monjas de Junqueras), pregun-
tando al Padre capellàn si habría incon-
veniente en realizar su proyecto de
guarecerse en aquel Hospital. Contesto
Riera que de ninguna manera fueran,
porque algunos practicantes o depèn -
dientes del establecimiento se habían
revolucionado en contra de él. jA tal
punto llego el odio centra los frailes,
tanto aquí m.^s notable cuanto que Riera
gozaba de mucho afecto en todo el Hos-
pital! Los dos pobres agonizantes queda-
ron en la habitación de Riera; però al
otro dia, o a los dos días, las mujeres,
patronas de ella, dejaron sentir expre-
siones de que la presencia de los religio-
sos las comprometia, y así estos se larga-
ron. Fué Recolóns al Comisario sefior de
Llosellas, y éste le llevo al cuartel de Ar-
tilleria de Estudiós, donde hubo la buena
cena y la conducción a la Ciudadela,
ya arriba descritas (1). Calvet, en lugar
de ir al cuartel, se fué a su casa, o famí-
lia, que vivia en la sumidad de la Bajada
de Santa Eulàlia, tienda de zapatero.
El Padre Nicolàs Jacas entro enfermo
(i) Relación citada del P. Pablo Recolóns.
en el Hospital el 5 de agosto y salió
el 13 (2).
El 26, una partida de milicianos ocupo
el Convento, y acompanó el único Padre
que allí quedaba, Coxerrera, a la Ciuda-
dela (3). Los que continuaren custodian-
do la casa no desaprovecharon ni la
ocasión ni el tiempo para, ejerciendo de
cacos, hacer su agosto (4).
El edificio no sufrió daflo alguno.
ADVERTÈNCIA
SOBRE LA CASA DE SAN ANTÓN, COLEGIO DE
PADRES DE LAS ESCUELAS PÍAS
En julio de 1835 esta casa no sufrió per-
secución alguna, por cuya razón no he
inquirido noticias referentes a ella. Un
fraile agustino me dijo que en la noche
aciaga, como una turba se dirigiese al
dicho colegio, uno de los directores de
ella la detuvo al grito de: «estos no, que
»ensenan al pueblo». El fraile agustino ni
intervino en el hecho, ni lo presencio; asi
que su dicho tiene poco valor. El enigma
del respeto de los revolucionaries a los
escolapios queda en pie.
Si pudiera caber alguna duda respecto
de si los escolapios fueron respetados de
las turbas, harto la disipara el siguiente
documento dirigido en 30 de julio de 1835
por el Gobernador interino Don Joa-
quín Ayerve al Ayuntamiento, en el
queseleeasí: «Exmo. Sor. = El P. Ge-
»neral de las Escuelas Pias me ha diri-
»gido con fecha de ayer el escrito que
»sigue = Exmo. Sor. = El P. Fran.°
»Solà de Maria SS.'»^' Gené.' de las Es-
»cuelas Pías y residente en el Colegio
»de San Ant.° Abad de la presente ciu-
»dad con el màs debido respeto espone.
»= Que existiendo como existe la mayor
»parte de la Comunidad de dichos PP. en
(2) Libro de entradas y salidas del Hospital
General.
(3) Relaciones citadas de Recolóns y de Cal-
vet.
(_() Relación citada de Calvet.
LA N'OCIIE DEL _>S DL JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
667
»su citado Colegio, y no habiendo sido
»molestados en estos aciagos días por nin-
»gun grupo de los amotinados, antes bien
»sabe el esponente que ha sido respetado
»por ellos: à S E. pide y suplica que ha-
»ciendose cargo de lo espuesto, se digne
«revocar la orden ó encargo por S. E.
»hecho à tres individuos de dicho barrio
»para formar estado de lo existente en el
»Colegio, antes se le permita a sus reli-
«giosos permanecer en él para atender à
»las obligaciones de su intituto.=Este fa-
»vor y gràcia espera del sincero afecto y
«amor que profesa S. E. a la orden de
»las Escuelas Pías, el esponente de que
«le quedarà eternam."<> obligado y agra-
»decido.
»Y pareciendome atendible la reclama-
»cion que hace dicho P. Gen.' por la uti-
»lidad pública que resulta à esta Capital
»de la esmerada ensenanza q<= proporcio-
»na dicho Colegio a la juventud, lo trans-
»cribo à V. E. p.=» los efectos q.<= corres-
«ponda.
»Dios... Barcelona 30 de Julio de 1935. —
»El Gob.'^ Interino — Joaquín Ayerve» (1).
ARTICULO DECIMOSEPTIMO
SAN FELIPE NERI DE PADRES
DEL ORATORIO
De los sacerdotes que poblaban esta
casa en julio de 1835 conozco los nombres
siguientes, que seran los de casi todos,
sinó de todos.
R. P. Carlos Calafell, Prepósito.
(i) Archivo municipal de Barcelona,
dientes. — Sección 2.' N." 129.
-Ex pe-
Oratorio de San Felipe Neri
DE
oarcelona
Plano de la Casa del Oratorio
668
LIBRO TERCliRO. — CAPITULO DECIMO
R. P. Quintin Tort.
R. P. Francisco Amigo.
R. P. Esteban Casademunt.
R. P. Pedi-o MiAs.
R. P. Agustín Molas.
R. P. José Oliva.
Aunque esta casa ni es convento, ni sus
pobladores frailes ni religiosos y ni aun
clérigos regulares, sin embargo en la
noche fatal fué atacada. Se puso la fajina
en la puerta _v se le pego fuego; però uno
de los incendiarios dijo: «esta no està en
»la lista» (aquesta no es pas d la llista),
y se fueron. Omito aquí las reflexiones a
que da lugar el hecho de llevar los amoti-
nados lista, y de atenerse a ella. Y cuen-
ta que la noticia me la dió un sacerdote
del mismo Oratorio por tenerla oida de
boca de los Padres antiguos.
La senora del entonces muy conocido
medico, 3' catedratico de P^ísica, Don
Pedró Vieta, que vivia en la primera casa
del cabo occidental de la calle de San
Severo, corrió y aviso a José Calvet,
zapatero, hermano del Francisco Calvet,
agonizante, de quién poco ha hablé. José
Calvet acudió presuroso a un alguacil
que vivia en la calle de San Felipe Neri,
3' como el empleado estuviera ausente,
su mujer, medio vestida, corrió, 5' ambos,
Cavet y la mujer, apartaron de la puerta
los haces, y así no comunicaron el fuego
a aquella o a lo menosardió poco(l). Una
nota del Padre Francisco Amigo, al refe-
rir el hecho y al hablar de la mujer, anade
que en ello expuso esta su vida. Al
cabo de un tiempo el alguacil quedo
cesante (2).
En una de las casas de la cara occi-
dental de la callejuela de San Felipe
vivia el sastre Don Rafael Pardàs,
padre del cèlebre organista de Santa
Maria Don Primitivo, la cual casa tenia
en el muro trasero, y no dudo tiene aún
hov', una ventana con reja que daba al
jardín de San Felipe. En aquella noche los
filipenses abrieron o rompieron la reja, y
por la ventana pasaron cuantos objetos
pudieron, dinero, ornamentos, los mejo-
res libros de su biblioteca, etc. Los col-
chones los subieron por el pozo a otras
habitaciones; y al otro dia los filipenses
hu3^eron y se dispersaron por poco tiem-
po. Era tanta la abundància de objetos
depositados en casa de Pardàs, que no se
podia abrir la puerta, 3' a pretexto de la
jarana estuvo cerrada dos o tres dias,
hasta que se hubo despejado la tienda,
subiendo los objetos por el pozo. No fal-
taron a todo esto congojas en razón de
que un revolucionario habitaba en la
misma calle. Los filipenses siempre mos-
traron su gratitud a los Pardàs (3).
ARTICULO DECIMOCTAVO
SAN PABLO DE BARCELONA,
MONASTERIO Y COLEGIO BENITOS
Dos entidades monàsticas cobijaba el
techo de esta casa, el monasterio de San
Pablo 3' el Colegio-noviciado de la Con-
gregación, como en mi primera obra
largamente expliqué. La Comunidad del
primero constaba del Abad 3' el Sacristàn,
3' como en 1835 la abadia vacaba por
muerte del Prelado Parrella, de aquí que
(i) Relación de un Padre del Oratorio. — Re-
lación arriba citada de D. Francisco Calvet. —
Relación del vecino D. Primitivo Pardàs. Barce-
lona 7 de agosto de 1881.
(2) Relación citada de D. Francisco Calvet.
estuviera reducida al Sacristàn, a la
sazón Don Fr. Ramon Davesa. Don
Fr. Juan de Zafont había sido elegido
para la abadia, però por razón de la
{■!,) Relación citada de D. Primitivo Pardàs.
Que los filipenses se dispersaron por poco tiempo,
consta en los libros de la casa.
Un rf.tablo del tkmplo de los PP. del Oratorio de Barcelona. — 1911
(Potografia del autor).
LA NOCHE DEL Jí DE JL'LIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
669
exclaustración no pasó nunca de electo.
El Colegio estaria sin duda regido por
el mismo Prior de que nos hace mención
la visita de 1S33, Don Fr. Francisco de
Vinals, monje de San Cugat. Los cate-
dràticos se llamaban: el de Teologia, Don
Fr. Làzaro Molar, monje de Amer; y el
'hi ÀzuTiO Mvfci
de Filosofia para los benitos, Don Carlos
Sala, monje también de Amer. Ignoro los
nombres de los jóvenes estudiantes y
novicios, que parece subian al número
de 16. Don Juan de Zafont daba clase de
Filosofia para alumnos seculares duran-
te el curso. Ademas de los individuos
indicados, todos regulares, vivian en
San Pablo el organista, el hortelano y su
familia en vivienda separada, el coci-
nero, el fregón y dos criados a lo menos,
todos, como se comprende, seculares. El
Padre Sacristàn ocupaba la casa aún hoy
en pie: es la rectoral (1).
También a los benitos tenían ilusiona-
dos las seguridades dadas por Llauder, y
asi no veían todo el peligro. En el capi-
tulo anterior expliqué el cómo y el por
qué en la noche fatal esta casa se salvo
ilesa. Ni las llamas ni los punales pene-
traren en ella, y asi sus moradores no
sufrieron mal alguno corporal. Cuatro o
cinco de ellos pasaron aquella noche en
la vivienda del hortelano, refugio por
cierto algo peligroso para el caso de un
ataque al monasterio. Estos y los demas
huyeron, ignoro por dónde, cuAndo y de
qué modo, constàndome solo que todos
se salvaron. llijos de familias nobles, o
cuando menos ricas, facilmente hallarian
poderosos albergues, los que no solo los
(i) Relación del hiio del hortelano, cl l•:ual
hijo nació y vivió en San Pablo, D. Jacinto Llan
sana, hecha en Barcelona a 9 de junio de 1880.
cobijaron durante los primeros peligros,
sinó aún después, ya que en las listas
oficiales de los religiosos detenidos en los
dias siguientes en ios fuertes no se lee el
nombre ni de un benito.
El catedràtico de Filosofia para los
seglares y Abad electo D. Juan de Zafont
y de Ferrer, hijo de Besalú y monje de
San Cugat, contaba a la sazón 46 afios de
edad. Gozó entre los hombres de Barce-
lona, que no le trataron de cerca, fama
de sabio, a mi entender inmerecida.
Debióse esta a dos causas: 1.", al atraso
que en ciencias naturales afligia a la
tierra, y de las que Zafont poseia conoci-
jiMXnlc 'lu^^^mi
mientos, entonces habidos por sobrados,
hoy por menguadísimos; y 2.^, a sus
opiniones liberales o isabelinas. Entonces
la Fisica era contada entre las asignatu-
ras de la Filosofia, y para su ensefianza
Zafont habia formado un gabinete de
aquella. Este, junto con el aparato que
representaba el sistema planetario, cons-
truido bajo la dirección de Zafont, le
dieron aquel renombre. Mi querido maes-
tro Excmo. Senor Don Manuel Duran y
Bas, discípulo estimado de Zafont y por lo
mismo muy su amigo, me graduo de muy
mediano el talento de éste. En el mismo
sentido que el Senor Duran hablaban otros
contemporaneos. He leido el folleto de Za-
font titulado Bicvc historia de la vida de
los Jilósof'os griegos, roiiianos, espaiioles
y de oíras itaciones... y en su fondo no lo
hallo digno de un maestro, sinó de un
estudiante; y en su idioma castellano de-
fectuosisimo, notandose en él galicismos
y numerosisimos catalanismes, alguno
tan garrafal como este: «se renovase la
vantigua astronomia para formar una de
>nueva» (pàg. 28). Se distinguia, sin
embargo, por su aplicación en el estudio
y su paciència en la enseflanza.
Un empleado de San Pablo me reíirió
b70
MBRO TERCERO. — CAPITL'LO DECIMt
LÀPIDA DEL CLAUSTRO DE SAN PABLO DE BARCELONA
mui
wm
iU
Mi;M«liíiilffl:iWllilUÍ;iiilïBI)
ilPíllIiilJlil)
ExPLANACióN.— i VI (sexto) \ NNS (nonas) \ MADII i ANO (anno) \ DNI
0 o o
(Domini) \ M (Millesimo) \ CCC (trecentesimo) \ VII (sepiimo) \
■ OBIIT : G (Gcraldus) \ DE ; PULCRO ; LOCO i QUI ; ANIVER-
SARI U (anuiver sarium) \
HIC •: constituït ; ET i EST ; CUM i SUÍS i PARENTIBUS ! HIC i
SEPULTUS ; i ET \ FUE
RUNT ; HIC ; TRNSLATATA (trauslatata) \ CORPORA i SPECTABI-
LIUM i GIBBERTI i GUITARDI ;
ET ; UXORIS ; EIUS ; ROTLENDIS ; qui \ hoc ; CENOBÍÜ (coeno-
bium) •: FUNDA VERUNT : ET ; ROMA
NE i ECCLIE (Ecclesiae) ; OBTULERUNT I III (tercio) : KLS (kalendas)
o o
i MAY (majii) i ANO (anno) \ M (millesimo) i C (centesimo)
; XVII (décimo septimo) i
TRADUCcióN.— £■/ dia sexto de las nonas de Afayo del ano del Sefior 1307
murió Geraldo de Belllloch, qtiien constitnyó aquí un aniversario; y
està aqui sepultada con sus padres. Y fneron aquí trasladados los
cnerpos de los respetabilísinios Guiberto, Gnitardo y Rotleudis esposa
de cste, quienes fundaron este cenobio y lo ofrecieron a la Iglesia
Romana cl dia tercero de las Kalendas de Mayo del aiio de 1117 .
Escala de 1 por 5.
Actualmente esta làpida està en la capilla del Castillo de Belllloch cerca de Cardedeu.
LA NOCIIE DEL 2Í DE JULIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
671
que después de la exclaustración el minis-
tro liberal, Don Joaquín Maria López, le
mandóunnombramiento, mejor presenta-
ción, de obispo a su favor, dejado en blan-
co el lugar o diòcesis para que el mismo
Zafónt lo Ilenara a su gusto; y que Zafónt
se negfó a aceptar el obispado, diciendo
que tenia bastante con su abadia (1). «En
»1837 desempefló Zafónt la càtedra de
«Filosofia moral \- fundamental de Reli-
»gión en los Estudiós generales de Barce-
>/iona, y en el ano siguiente f ué nombrado
»catedràtico de Lògica de su universidad
»literaria, establecida defïnitivamente en
»1S36» (2). Escribió varies opúsculos,
publicades algunos, inéditos otros. «En
»los sucesos políticos desarrollados en
«Barcelona en 1842 y 1843 tomo parte
»activa, y fué vocal de la Junta Suprema,
»y después su Presidenta» (3). Sedice que
con su autoridad y mediación evito a
Barcelona un bombardeo. Murió en 22 de
febrero de 1847.
Amante sincero de toda la verdad, me
veo obligado a reproducir aquí una terri-
ble acusación que se ha lanzado contra
Zafónt. El francmasón Don Nicolàs Díaz
y Pérez, en su libro escrito en defensa de
su funesta secta, escribe: «Los nuevos
vEstatutos, como hace notar Clavel, se
»separan en mucho de los generales por-
«que se regían los demàs Orientes extran-
»jeros, todos ellos en armonía con las
s>construcciones llamadas de Federico el
»Grande, dadas en 1786. No hemos de
»omitir aquí las noticias personalesde los
»que redactaron los Estatutos para el
»Gr.'. Or.-. Espaflol. Fué uno de ellos el
»sabio teólogo Fr. Fèlix Torres de Amat,
«traductor directo del hebreo al castella-
>>no, de la Bíblia, y algun tiempo después,
»obispo de Astorga, en cuyo puesto falle-
»ció, afirmando en su última hora su fe
»masónica }' su odio a la tirania; y fué el
(i) Relaciòn del hijo del horlelano citada.
(2) D. Antonio Elías de A\olins. Diccionario
Hogrdfico bihliogrifico de cscritoies y artistas
catalanes... Barcelona, j88 , tomo 11, pap. 787.
(■?) D. Antonio Elias. Lugar citado.
»otro D. Fr. Juan de Safón y de Ferrer,
»catedràtico de Filosofia en la Universi-
»dad de Barcelona y abad del convento
»de los Benedictinos de San Pablo en
»dicha Ciudad. Esteher.'. que había toma-
»do el nombre Dolabella, en memòria del
»3'erno de Cicerón, Paulo Cornelio Dola-
>'bella, era el alma de la francmasonería
»en toda Catalufia» (4). Y en otra pàgina
escribe el mismo autor que Zafónt en la
masoneria tuvo el grado 33, y que «por
»los anos de 1812 hasta su muerte presto
«grandes ser viciós à la Or..» (5). Algunas
razones pugnan contra la verdad de estàs
aseveraciones de Díaz adversas a Zafónt.
1." Díaz escribe su libro en defensa de su
secta, y por lo mismo le interesa presen-
tar como suyos los hombres de prestigio;
y en casos semejantes hemos visto a otros
masones presentar como afiliados a la
masoneria a jurados enemigos de ella.
2.'' Afirma del abad electo que era el alma
de la masoneria de todo Cataluna, cuando
la medianía del talento de Zafónt, y quizà
su menos que medianía, le incapacitaba
para alma, para cuerpo y aun para naii-
ces de una sociedad tan traviesa 3' mafio-
sa. Sin embargo, no debò ocultar que el
sentir de Zafónt favorable a las nuevas
ideas, bien que moderado, no progresista,
y el prestigio que gozó ante los suyos,
dejan en pie una funesta sospecha contra
dicho Abad.
Durante la noche fatal del 25 de julio,
cuando los mozos del hortelano dormían
ya en sus aposentos, el hortelano enterro
en el suelo del gallinero cantidades de
algunos monjes; las que emperò al si-
guiente dia se apresuró a llevar a sus
respectivos duenos (6).
El muy conocido archivero Don Pros-
pero de Bofarull recogió el archivo de
San Pablo anos adelante, y lo colocó en
el de su dirección de la Corona de Ara-
(4) La francmasonería espaiiola . Madrid.
1894, pàgs. 413 y 414.
(s) Pàg. 275.
(6) Reiación citada del hijo de dicho hortelano.
672
LIBRO lERCERO. CAPITULO DíiCIMC
gón (1), donde con gran calma he podido
estudiar el de la Dirección y gobierno de
toda la Congregación benita cesaraugus-
tana y tarraconense, que se guardaba
antes del 1835 en San Pablo.
Durante la guerra de los siete anos las
habitaciones de San Pablo albergaron
familias liberales fugitivas de las tierras
dominadas por los carlistas (2).
Me consta que en 1842 estaban estableci-
das en este monasterio escuelas, de ninos
unas y de ninas otras (3).
Finalmente todos después hemos visto
el monasterio de San Pablo convertido
en cuartel, y sus preciosos claustros
blanqueados por la tropa.
De ellos pasaron después del incendio
a la Acadèmia de Bellas Artés los dos
Sarcófagos de los senores de Belloch,
unos de ellos fundadores o restauradores
del monasterio, y una làpida; preciosas
joyas que, reclamadas por el senor Conde
de dicho titulo, se guardan hoy en
la capilla del castillo del nombra-
do senor en el termino de Carde-
deu (4).
El templo ya en 1835 fué decla-
rado parròquia, y la contigua casa del
monje sacristàn, casa rectoral, a las que
al paso del siglo xix al xx se ha unido el
precioso claustro. En la sacristía se con-
servaron varios lienzos antiguos.
ARTICULO DÉCIMONOYENO
COLEGIOS REGULARES DE BARCELONA
A) CoLEGio DE San Angelo
DE C.^RiMELITAS CALZADOS
He aquí los nombres de los religiosos
de esta casa:
R. P. José Gatell, Rector del colegio.
^ . fo/e^ÀiAí fcí^í
R. P. Narciso Pagès, Regente de estu-
diós.
R. P. Eduardo Comas de Munt y Pra-
dell, de Gerona, el cual, a los 19 anos de
su edad, en Barcelona profesó en 10 de
noviembre de 1807. Aquí ahora Lector de
Teologia.
nc Ca^tctzocc/e)
Oc/yy^cxjT eCL•
cM<^t
(i) D. Manuel Milà y Fontanals. Xoticia de
la vida y escritos de D. Prospero de Bofarull y
Mascaró. Barcelona, i86o, pàg. 27.
(2) Relación de un habitante de la calle de
San Pablo.
(-5) Tengo el oficio del Ayuntanniento nom-
brando a mi padre vocal de la Junta auxiliar de
instrucción primària y en el que se nombran
dichas escuelas de San Pablo.
(-1) .Mlí las he visto y fotografiado. — Historia
de las Capillas de los Santos Pedró y Pablo...
por D. Joaquin de Mercader. Barcelona, iSjó,
pàgs. i_i y i^.
R. P. Presentado Isidro Fornés, Lector.
R. P. Presentado José Masoliver 3- Pas-
tora, de Camprodon, quien.a los 19 anos,
en Barcelona profesó en 3 de diciembre
de 1815; Lector de Filosofia.
R. P. José Franch y Noguera, de Vich,
el cual, a los 18 aiïos, en Barcelona pro-
fesó en 20 de octubre de 1829.
COLEGIALES
Fr. Francisco Solà y Vilàs, Subdiàco-
no, de San Quírico de Besora, el que a
los 18 anos de edad profesó en Barcelona
a 24 de septiembre de 1832.
Fr. Martín Barcóns, de Olot.
Fr. Juan Ostench.
Fr. Bartolomé Bassas.
Fr. Juan Salamolés.
Fr. Jaime Cabestany y Bellart, quien
a los 12 de enero de 1829 profesó en Bar-
celona.
Fr. José Ortega y Espinós, de Valls,
LA NOCIIE DEL 2^ VE JÜLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
673
quien a los 16 anos profesó en Barcelona
en 13 de octubre de 1831.
Fr. Joaquín Lluch y Garriga, de Bar-
celona, quien, a los 16 anos, en Barcelona
profesó en 27 de febrero de 1832.
^ JOOLcAí-.
Fr, Francisco Pedró Recasens y Martí,
de Valls, quien a los 16 anos profesó en
Barcelona a los 27 de febrero de 1832.
'ra/rci^íií^
^ru^ y^
Fr. Juan Gatius y Badosa, de Vich,
quien a los 18 anos profesó en Barcelona
en 24 de septiembre de 1832.
Fr. Juan Miguel y Janer, de Valls,
quien a los 17 anos profesó en Barcelona
en 24 de septiembre de 1S32.
Fr. José Guardia y Soler, de Prats de
Llusanés, quien a los 18 anos profesó en
Barcelona en 24 de septiembre de 1832.
Fr. Francisco Casabosch y Montoriol,
de Olot, quien a los 16 anos en Barcelona
profesó en 24 de septiembre de 1832-
Fr. Joaquín Clanxet y San Miguel, de
Cambrils, quien a los 17 anos profesó en
Barcelona a los 24 de Septiembre de 1832.
Fr. José Parareda y Ausió, de Olot,
quien, a los 16 afíos, en Barcelona a 28 de
enero de 1833 profesó. >
Fr. Francisco Muntal y Pujol, de Santa
Margarita de Vellors, quien a los 18 afíos
profesó en Barcelona en 19 de agosto
de 1830.
Fr. Joaquín Pagès.
Fr. Bernardo Clavería.
Fr. Francisco Travería.
LEGOS
Fr. José Vila y Farga, de Vilanova de
Sau, quien a los 24 aftos profesó en Bar-
celona en 24 de mayo de 1806.
Fr. Lorenzo Serret, quien en 20 de
enero de 1827 profesó en Lérida (1).
Todos los religiosos de esta casa que
conocí me colocaron entre sus lectores
de teologia al Padre Juan Ferrer; però
como el 25 de julio lo encontramos en el
convento grande y, al huir de él, recibien-
do innumerables heridas, le omitoenesta
lista. Quiza en aquelles nefastos días
había accidentalmente pasado al con-
vento.
El religioso, colegial de esta casa,
hombre de talento, y después muy cono-
cido y sesudo pàrroco de la parròquia del
Puerto de Tarragona, Padre Francisco
Recasens, al referirme los he-
chos de este colegio, me dió
noticias que no son para omiti-
das, las que por lo mismo las
copio a seguida: «Tres o cuatro
»días antes de la catàstrofe acompané,
»me dijo, el Padre Maestro Eduardo Co-
»mas a visitar a un hermano suyo militar.
»E1 Padre Comas pregunto al militar por
»el peligro que pudiesen córrer los reli-
»giosos, a lo que contesto el militar: esto
^estd iiiiíy próximo: tendra lligar ó el
y>día de Santa Cristina ó el de San Jaime.
»Los planes de los revolucionarios eran
»dos. Uno era sorprender a los religiosos
»en sus camas y asesinarlos, entrando
»los conjurados en los conventos por la
»iglesia en el momento de abrirla por la
»mananita; el otro fué el que se realizó».
Hasta aquí Recasens (2).
En esta casa, como en las otras, los
Jóvenes veían el peligro mucho mas que
los ancianos. Para lo primero, es decir,
para presentir la desgracia, no faltaban
datos, pues ademús de los generales y de
todos conocidos, los jóvenes de aquí
(i) Lista citada de los pasaportes ilbrada por
la autoridad a los religiosos al saiir de los
fuertes. — Relación del fraile de esta casa don
Francisco Solà en Barcelona a j de julio de 1880.
— Lihro de los hàbitos y profesiones. citado. deia
Biblioteca universitària provincial.
(.2) .Me lo dijo en Tarragona a 9 de agosto de
1880, y me lo ratifico en ji del mismo mes y ano.
43
674
LIURO TEUCERO. — CAPITULO liliCI.MO
oyeron noticias harto alarmantes. Un
grupo de estos, uno o dos días antes del
aciago, 3•endo de paseo, cruzaba la puerta
de San Antonio, cuando entro una dili-
gència. De ella se apeó un franciscano
de Reus, quien, cruzando conversación
con los carmelitas, les conto la catàstrofe
de aquella villa. Los parientes o familia
del colegial, después Obispo de varias
diòcesis y Arzobispo de Sevilla, Don
Joaquín Lluch, por temor a lo que se
preveia Uevaron consigo al colegial. El
dia 25 de Julio otro colegial, Francisco
Solà, acompanó al Padre Lector Comas,
hombre de talento y saber, a visitar nue-
vamente al hermano militar; al salir, de
cuya visita dijo Comas a Solà: «Ha Uegado
»ya la ocasión de preparar el vestido de
»seglar» (1).
El Padre Recasens sigue refiriendo los
hechos: «El pueblo en general nada sabia
>^del atentado que se proyectaba, de modo
»que pocos minutos antes de él la Ram-
»bla estaba llena.de gente. El Rector del
>;Colegio, Padre Maestro Gatell, la atra-
»vesó aquella hora sin que nadie le dijera
»una palabra. Llego al colegio a las ocho
»menos cuarto. Rezàronselas letanias de
»los Santos en siiplica de que Dios apar-
»tase la tempestad que amenazaba à
«Espafia, y acabadas, se cenó. Al reci-
»tar las gracias, a eso de las ocho y
»media, ó nueve menos cuarto, oyóse la
»campana del fronterizo convento capu-
»chino pidiendo auxilio. El Padre Lector
»Comas subió à la ventana que daba a la
»Rambla, y halló à esta en aquel momen
»to en paz; sin embargo el superior dis-
»puso una centinela continua, y faculto à
»los jóvenes para reunirse en grupos en
»algunas celdas.
»A1 cabo de un rato desde una de estàs
»celdas, que daban à la parte trasera,
»oyéronse exclamaciones de «iAy... ay!»
»proferidas sin duda por algun buen ve-
»cino. Asoméme à la ventana, 3' vi la
(i) Todas las anteriores noticias procedcn de
boca del mismo P. Francisco Solà, dadas en Bar-
celona a 2 de julio de 1880.
«terrible llama que se levantaba del
>^templo de San José, la que se elevaba à
»doble altura de los edificios. Entonces el
«superior reunió la Comunidad, repartió
»dinero à los frailes en cantidad de dieci-
»ocho duros à cada uno, y les dijo que
>;cada cual obrase como oreyese màs
«conveniente» (2).
A todo esto los frailes carecian de dis-
f races, de modo que no tenían màs recur-
so que quitarse los hàbitos para quedarse
con una chaqueta sin cuello, y sobre todo
con la rasura grande y de reciente reno-
vación. Dispersàronse. En mi libro Las
Casas de religiosos he ya descrito la
situación de este convento. Existe aún
integro en su edificio, però cambiado en
sus contornos. Tiene en la Rambla de
Capuchinos el número 24, y lo ocupa la
Guardia civil. Entonces no existia la
calle de la Unión. A espaldas del edificio
habia el huertecito, el cual por su lado
N. se unia con el del colegio de San Bue-
naventura de franciscos, y éste también
por su N. con el de Trinitarios. Por O.
de todos corria un callejoncito o pasa-
dizo. Las primeras casas de la calle del
Conde del Asalto de aquel lado eran del
colegio. Dispersàronse, pues, los frailes,
repartiéndose principalmente en dos gru-
pos. Salió el primero a eso de las once y
media, dirigióse con gran silencio al
fondo de su huerto, y allí, deliberando
sobre adonde se encaminaria, algunos
de los frailes cruzaron la tapia que les
separaba de los jardincitos de las casas
de la calle del Conde del Asalto; y los de-
màs, «espantados por la revolución que
ardia en el próximo convento de San
Agustín, no pudiendo huir por allà, regre-
saron a su colegio. De los primeros,
Fr. Recasens, el Superior y Fr. Guardia
fueron admitidos y muy bien tratados por
los habitantes de aquella casa. Al otro
dia, dia de Santa Ana, se presentaren los
tres a la policia en el edificio del contiguo
colegio de San Buenaventura, a la sazón
(2) Citada relaciún. — Relación citada del
P. Francisco Solà.
i
LA NOCHE DEL 2Í DE JLLIO DENTRO DE LOS CLALSTROS
675
convertido en oficinas del ramo. Halla-
ron a los polizontes espantades, porque
la revolución se dirigia también en con-
tra de ellos, de modo que estos dijeron a
los frailes: «Anteayer para V\'.; ahora
»para nosotros». A media noche del 27 al
28 los tres frailes fueron conducidos a
Atarazanas (1).
El segundo grupo salió a las 12, y quiso
refugiarse en la casa de un conocido de
uno de los frailes, Fr. José Ortega, sita
en la calle de San Pablo. Salió a la calle-
juela trasera, però al ir a desembocar en
la de San Pablo, toparon con el tumulto
de los que atacaban a San Agustín, y así
retrocedieron, no sabiendo donde abri-
garse. Finalmente llamaron al huerto de
San Buenaventura. Abrióleselhortelano,
habló al jefe de la policia, entraron los
religiosos y fueron colocados en una
celda. Cuanto desdeallíveían aumentaba
su espanto. Veían los resplandores del
incendio de San José; las potentes }• gran-
des llamas que brotaban de las ventanas
del de Trinitarios descalzos; la huerta de
estos registrada e invadida por las tur-
bas, el tumulto y larevolución. Oían, por
otra parte de boca de los polizontes
conceptos no muy consoladores. «Nos
»comprometéis, decian; en esta casa hay
«dinero y papeles, es frecuentada de mu-
»chos, y pueden veros: nos comprome-
»téis. Ved que los revoltosos pueden
»venir»(2).Los pobres frailes contestaban
pidiendo que no les despidiesen de allí.
Tal estaba su animo, que allí se contesa-
ron para morir. A las cuatro de la ma-
drugada los polizontes condujeron los
frailes a Atarazanas. De consiguiente
este segundo grupo de Carmelitas llego
a Atarazanas dos días antes que los rela-
tados Padre Superior, Fr. Recasens y
Fr. Guardia. Por esto los del segundo,
con los demàs frailes a la sazón hallados
en Atarazanas, subieron el 2(i a Monjuich;
mientras que los dichos Superior, Reca-
sens y Guardia, junto con algunos reza-
(i) Retación citada del P. Francisco Recasens.
(2) Relación citada del P. Francisco Solà.
gados, el dia 28 fueron conducidos a la
Ciudadela, pasando por la muralla del
mar (3).
Dije arriba que, del primer grupo, el
Superior, Fr. Recasens y Fr. Guardia
pasaron a una de las casas de los prime-
ros números de la calle del Conde del
Asalto, y que el resto del grupo regresó
al colegio. Efectivamente, allí pasó la
noche; por la mananita se celebro una
iMisa, se sumieron las Formas, y trasla-
dado después el grupo a Atarazanas, el
mismo dia 26 subió con los demàs a
Alontjuich (4).
El colegial Fr. Francisco Travería no
quiso ir a la Policia, 3^ por la calle se
dirigió y llego a una casa amiga, donde
se salvo (5). El otro colegial, Fr. Francis-
co Muntal, huyó cruzando terrados, y
parando en íin en la habitación de unos
buenos hombres, escribiente uno de la
Capitania General y el otro mozo de cafè,
quienes le hospedaron durante tres sema-
nas en su casa, consolàndole y alimen-
tàndole. Llàmase el mozo Feliciano
Espuys (6).
El edificio, como se desprende de lo
narrado, pasó olvidado de los amotina-
dos, y por lo mismo incòlume.
Bj Colegio de San Buenavextura
DE RELIGIOSOS FRANXISCAXOS
En 1835 no existían de este colegio en
Barcelona màs que las paredes, no la
Comunidad, así es que no pudo sufrir
entonces persecución. «En octubre de
»1834con pretexto del còlera el Gober-
>;nador Ayerve nos arrojó del colegic,
»me escribió uno de sus colegiales, y lo
íconvirtió en Policia» (7). Había, pues, a
(3) Relación citada del P. Francisco Recasens.
{^) Relación citada del P. Francisco Solà.
(5) Relación del mismo P. Francisco Travería
en Vich a 20 de lebrero de 1S82.
(6) Relación del mismo P. Francisco Afuntai
en Vich a 21 de febrero de 1S82.
(7) Carta del P. Rafael Sans desde La Paz
en .Vmérica a 27 de mayo de 1880.
676
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
la sazón allí las oficinas de este ramo,
como harto lo he significado en el articu-
lo anterior al presente.
Mas sigamos aquí por un momento la
suerte que con motivo de la expulsión
de 1834 cupó a la Comunidad de colegia-
les. «En dos dias precisos, que se nos dió
»de tiempo, escribe el mismo colegial de
«arriba, tuvimos que
»trasladar à carreta-
»das los libros de nues-
»tra selecta biblioteca ,
»los muebles de la igle-
»sia, de las clases,
»celdas, y demàs ofici-
»nas al convento de
»nuestras monjas de
»Jerusalén. De aquel
»colegio, que es ahora
»la fonda de Oriente,
»nos refugiamos al
«convento nuestro de
»San Francisco. Como
»en sus espaciosos
»dormitorios se colo-
»caron los enfermos
»del còlera, fuimos
«luego trasladados al
«Colegio de Santo To-
»màs de Vich los teó-
»logos; los canonistas
»fueron destinades à
«Villafranca...
»En Santo Tomàs
«de Vich antes del ano
«nos vimos sorprendi-
«dos por un batallón
»de infanteria, y un escuadrón de caba-
«Uería à mediados de julio de 1835, a las
«ordenes de un N. Balmaseda, quien nos
«intimo un arresto riguroso, y que el
«dia siguiente debíamos salir de dos en
«dos para Barcelona, a pie, escoltados
«por mozos armados con orden de dis-
«parar al que intentase desviarse. Así se
«cumplió con los màs tristes presenti-
«mientos, sin podernos llevar màs que
«nuestro breviario. Nuestros libros, ro-
»pas, etc, quedaren allí no sécómo. Solo
»al P. Guardian José Llosellas se le per-
Sello del provincialato
FRANCISCANO DE CaTALUS'A
»mitió quedarse à recoger los muebles de
«la iglesia y sacristia, los libros de la
«biblioteca, y algunas cosas màs, que
«procuro acomodar en las casas de algu-
«nos amigos, mientras nosotros conduci-
«dos como criminales íbamos marchando
> tristemente; pues ademàs del cansan-
«cio y los ardores del sol de julio, pre-
«sentíamos que se nos
'llevaba al matadero.
«Este recelo se nos
«aumentó al llegar à
> Granollers, por que
«habiéndonos permiti-
> do pernoctar algunos
«en el convento de
' Padres Mínimos, que
«nos trataron con
«gran caridad, nos in-
«dicaron los planes de
«exterminio fragua-
«dos por las logias,
«que ya no eran un
«misterio.
«Has ta Granollers
«la gente nos compa-
xdecía; però de allí
«adelante nos insulta-
«ban. Así es que temi-
»mos un desastre al
«acercarnos à la ciu-
«dad: para evitarlo su-
«plicamos à los con-
«ductores nos entra-
«sen al anochecer se-
«paradamente y por
«diferentes puertas.
«Al atravesar las largas calles de la
«puerta del Àngel y de la Puerta Nueva
«hasta San Francisco, íbamos con el alma
«en los labios, que se nos volvió al cora-
«zón cuando nos vimos dentro de la por-
«tería. Mas aquella veneranda comunidad
«quedo altamente sorprendida de nuestra
«inesperada llegada cual malhechores,
«siendo todo y único delito nuestro el ser
«frailes. El P. Provincial Fr. Buenaven-
> tura Clariana fué el dia siguiente à verse
«con Llauder, quien le aseguró que nues-
«tra repentina traida de Santo Tomàs
LA NOCHE DEL 2Í DE JULIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
677
»solo era una medida precaucional para
«evitar que nuestra indiscrecion aumen-
»tase las partidas carlistas que alborota-
»ban la plana de Vich; que podia desti-
»narnos à otro convento de la provincià,
»y que descansase tranquilo; pues le ase-
»guraba bajo su palabra, que, à pesar de
»ias iniquas maquinaciones de los tras-
»tornadores, él sostendria el orden a todo
»trance. Però estàs seguridades no las
«tenia él, ni el Provincial las creyó; pues
xeste se retiro à Pedralbes, y él a Horta,
J'•L•tí d^'
R. P. José Arrufat, Lector de Filosofia.
COLEGIALES
R. Fr. Pedró Palau, cursante de Teo-
logia.
R. Fr. Francisco Henrich, cursante de
Teologia.
R. Fr. Vicente Viflolas, cursante de
Teologia.
R. Fr. N. Feliu, cursante de Filosofia.
R. Fr. N. Coll, cursante de Filosofia.
R. Fr. Francisco Fontana, cursante de
Filosofia.
R. F. Ramon Bernadet, cursante de
Filosofia-
R. Fr. Pablo Carbó, cursante de Filo-
sofia.
Ademàs habia un lego de nombre
Fr. Juan, y un criado secular apelli-
«dejando orden que se nos condujera dado Matas (2).
«custodiados à Villafranca, en diligència Ya en mi primera obra sobre los Con-
«cerrada. Esta traslación nos libró de la ; ventós catalanes expliqué que la orden
«catàstrofe: si bien nosotros al divisar por I dominica, viendo el mezquino edificio de
»las celosías del coche el camino atestado { su colegio de la calle de San Pablo, tra-
«de miqueletes, temiamos reconocer en taba en 1835 de la construcción de otro
«ellos por sus fachas patibularias à los mejor en distinto lugar. A este fin la
«asesinos del Ven. é Ilmo. Sor. Strauch y casa procuraba ahorrar, y para lograrlo
«su companero en el bosque del Lladó- ; en verano despedía para sus casas A los
colegiales que desearen pasar en ellas
las vacaciones. Por esta circunstancia
el dia aciago solo halló alli al Padre
Rector, al Padre Regente de Estudiós, al
lector Arrufat, al colegial Palau, al lego
Fr. Juan, y al criado (3). Mas el Superior,
si no tenia súbditos, en cambio guardaba
una cantidad, que los religiosos sobrevi-
vientes creen era la destinada a la reedi-
ticación del colegio, proveniente de ena
jenaciones de lincas del mismo colegio,
de ahorros, y de otras fuentes (4).
«ner. Dios hizo, emperò, que llegàramos
«al Panadés sin novedad...*' (1).
C) Colegio de San \'icen te Ferrer
Y San Raimündo, de dominicos
Los nombres de los habitantes de esta
casa que han llegado hasta mi son los
siguientes:
R. P. Presentado Segismundo Riera,
Rector.
^• S/^//•rr7^^p7yí4/ /^e/J£jL *jríi^^^.
K. P. Presentado Esteban Serrat,
Regente de Estudiós.
R. P. Narciso Puig, Lector de Teologia.
(i) Carta que dcsde I.a Paz en 8 de julio de
ilSHc) me escribió el cèlebre e ilustradisimo Padre
katael Sans. muy mi amigo.
(j) líelaciones de varies religiosos de
esta casa.
( ï) Rclación del colegial de esta casa el cèlebre
P. Pablo Carbó, Barcelona a 25 de septiembre de
18S2.— Relación del P. Ramon Bernadet. Barce-
lona 4 de abril de 1889.
(4) Relación del P. Romualdo Espinàs, Barce-
lona 4 de enero de 1889. — Relación citada del
P. Pablo Carbó.
678
LIERO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
El Padre Lector, Segismundo Riera,
contaba sesenta anos de edad; era alto,
canó, guapo, de nobles sentimientos, sim-
patico, bueno, y gran predicador de ser-
mones en catalàn para el pueblo 1).
Hallàbase de Prior en el convento de
Tarragona, cuando en el Consejo de Pro-
vincià celebrado en Cervera a 31 de
abril de 1834 fué nombrado Rector de
este Colegio de Barcelona (2), y tomo
posesión del cargo en 12 de mayo siguien-
te. En los momentos de iniciarse la jara-
na de 1S35 hallàbase de visita en casa
de los sefiores Parés, corredores de cam-
bios, a quienes todos en Barcelona hemos
tratado. Habitaban estos la actual casa
número 7 de la calle de la Princesa, que
entonces, no existiendo como no existia
esta calle, formaba en la de San Ignacio
de la Boria. Los hijos de Parés Don José
y Don Narciso asistieron a los toros,
mas al ver el trastorno se apresuraron a
regresar a casa. Allí hallaron al dicho
Padre Riera acompanado del corista Fr.
Pedró Palau y al otro dominico Padre
Francisco de Asís Borrell, con otro coris-
ta. Noticiaron a los frailes el alboroto, y
les ofrecieron abrigo en su casa, instàn-
doles para que no se expusieran a salir a
la calle, manifestàndoles el peligro que
iba en ello. El Padre Presentado Riera
contesto que debía regresar a su colegio,
y esto por dos razones: porque era supe-
rior, y por lo mismo en los momentos de
peligro debía tomar las disposiciones
convenientes, y porque habiéndole los
vecinos de casa Parés visto entrar en
esta vivienda, y no viéndole salir, la
comprometia (3). Por lo que luego suce-
derà opino que no solo le guiaba el
deseo de cumplir su obligación de jefe,
(i) Relación citada del P. Roraualdo Espinàs
y de otros.
(2) Archivo de Santa Catalina, hoy en poder
de los Dominicos. Libro de Consejos de la Pro-
vincià, de Aragón. En la fecha de este consejo
està sin foliar.
(3) Relación del mismo D. Narciso Parés.
Barcelona 24 de junio de 1880.
sino el de salvar el capital del colegio.
Salió Riera con su corista, caminando
la calle de la Libretería, Plaza de la Cons-
titución o de San Jaime, Call, calle de la
Boquería; cruzó la Rambla, y pasando la
calle conocida de San Pablo, llego al cole-
gio. Emperò en la calle de la Boquería un
cordonero le paro y aviso nuevamente,
instàndole a que entrarà en su casa; mas
él, impertérrito, continuo su camino (4).
Llegado al colegio, halló en él el màs
absoluto imperio de la paz y del sosiego.
La corta Comunidad cenó. «Habiamos
»cenado, me escribió el entonces corista
>Palau, y nos retiràbamos à nuestras cel-
»das. Al pasar yo por frente una ventana
>exterior, una columna de humo, que
»según mis calculos se levantaba de cerca
»el convento de San Agustín, púsome
»sobre mi; y corri à dar aviso al Padre
«Segismundo Riera. Este procuro desva-
»necer mis temores diciéndome: «El fuego
»està, segun parece, en la Rambla. Allí se
»cobran los impuestos que el pueblo tanto
»odía, quizà queman las casillas del
»cobro», y se retiro. Yo sentia un triste
»presentimiento de que nos amenazaba
»un grave peligro, y me quedé frente de
»la ventana observando. El silencio era
»todavía sepulcral en nuestra calle, mas
»de pronto un rojizo resplandor con in-
»mensa humareda que se levantó del con-
»vento del Carmen me dió a comprender
»la realidad y gravedad del temido peli-
»gro. Corri à avisar de nuevo al Padre
»Riera, que vino à la ventana, y com-
«prendió entonces la realidad de lo que
»acontecía. Arreglóse los hàbitos, llamó
»al criado de casa, y los dos salieron jun-
»tos à la calle por una puerta secreta de
»la capilla que no parecía penfenecer à
»ella, y se dirigieron à la morada del bar-
»bero del colegio.
»E1 temor se propago con la notjcia
»entre todos nosotros, y sobresaltàdos
«tratamos de nuestra salvacion. La revo-
»lución habia ya llegado à nuestros ba-
(-|) Relación de D. José Parés. Barcelona junio
de 1881. — Relación del P. Ramon Bernadet.
I.A NOCilE DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
679
»rrios, y el criado, que por orden del
«Rector había regresado al Colegio, vió
»hacinar en la puerta de él los combusti-
»bles que iban muy luego a arder. Sen'an
»tníis de las nueve de la noche. La defen-
»sa heroica que de sus vidas y casa
»hacían los seminaristas, distraía la atén-
»cion de los revoltosos, atra\'endo la ra-
»bia y el enojo de las turbas, que pasa-
»ban armadas de punales, garrotes y
»teas incendiarias, y así fué muy corto é
»insignificante el número de amotinados
»que se acordo de nosotros y de nuestra
»casa.
»Saltamos por el jardín, y nos refugia-
»mos en casa de un vecino (min fàbrica)
»conocido por el apodo de Jaume de Pe-
rdrà, fabricante de Manresa, quien nos
Jacogió con benevolència. Nos colocó en
«unadelashabitaciones de sucasa, dejàn-
«donos allí solos, y prometiendo avisar-
»nos de cualquier peligro que de nuevo pu-
«diésemos córrer. Allí pasamos la noche
»oyendo el estruendo de los incendios de
»los conventos mas cercanos, viendo los
»avances del fuego que reducía a cenizas
»las moradasde nuestroshermanos, escu-
»chando el triste tafier de las campanas
»que demandaban auxilio, y orando y
»temiendo por todos, propios y extra-
»nos» (1).
Una senora que vivia vecina al colegio
me anadió: «Vi un grupo con antorchas
»que se dirigia al colegio de dominicos,
»pero los frailes ya estaban fuera de él, y
»se fué a la contigua fàbrica de Jaume de
«Pedra. Salió el amo, y dijo k la turba
»que aquello no era un convento, y le
»negó la entrada. Se dijo que realmente
»estaban alli los frailes. Los amotinados
»se encaminaron entonces hacia San
«Pablo» (2). •
El Regenta de Estudiós, Padre Esteban
(i) Relaciún hecha por el mismo P. Pedró
Palau, ante un amigo mío que la escribió, siendo
Palau Cura pàrroco de Santa Alaría de la Geltrú.
(2) ReJación de D." Ana Cullell de Corlé?.
Barcelona 21 de marzo de 1880.
Serrat, hombre de extraordinària candi-
dez, ni siquiera quiso pasar a la fabrica,
sinó que se retiro at oratorio del mismo
colegio, y en toda la noche no salió de
este edificio.
A la maflana del dia siguiente hallàba-
se formado en la Rambla de Santa Mòni-
ca el batallón 2.'' de milícia urbana, y de
él se envio al Capitàn Don Constantino
Gibert, notario muy conocido en Barce-
lona, con su compaiïia, a recoger los reli-
giosos de este colegio (3). El inocente
Padre Serrat, al presentArsele el milicia-
no, creyó que se le iba a asesinar, y arro-
jAndose a los pies del oficial le pidió la
vida por Dios. Tranquilizóle éste dicién-
dole que se trataba de salvarle; y le pre-
gunto por dónde estuviesen los demàs
frailes. Al principio Serrat dudó en deseu-
br iries, mas luego manifesto el lugar (4).
«El pueblo quería echarsenos encima,
»me dijo el capitan, tiràndonos piedras y
«profiriendo mil insultos. Comprendi que
»tenía poca f uerza para atravesar aquella
»turba, y asi mandé à Renart por otra
«compania. Llego esta, y, puestos entre
»filas los pocos religiosos allí hallados,
»no consideré prudente cumplir la con-
»signa de Uevarlos por la Rambla, sinó
»que pasamos por la muralla de tie-
»rra» (5). En la muralla creció el tumulto
y el furor, de modo que en un remolino
hasta algunos milicianes vinieron al sue-
lo, y alguna manotada llego hasta los
religiosos, amén de las piedras que Ho-
vían (6). Frente la puerta de Santa Ma-
drona la turba levantó mucho polvo del
suelo, mientras pedia a los milicianos que
la dejasen obrar, pues que con la nube
( ;) Kelacií'in del mismo D. Constantino Gihert,
muy amigo de mi família. Barcelona J7 de ahril
de 1880.
(^) Relación del P. Ramon Bernadet, quien
oyó los hechos de boca del mismo P. Serrat.
(s) Relación citada de D. Constantino Gibert.
(6) Relación de D. Baldomero Simó, miliciano
de la compania presente al acto. Barcelona 27 de
enero de i88í.
680
LIBKO TERCERO. — CAPITULO DECIMO
de polvo se excusaba su complicidad (1).
Al fin, sea que algunos caballos despeja-
sen la via, sea que la'milicia redoblase su
tesón, los frailes llegaron sanos a Atara-
zanas. «Las itiasas furiosas querían ma-
»tarme, me de-
»cía Gibert, y
>Aos g r i t o s de
v>matarle se re-
»petían à ca-
sda momento
»acompanados
»de insultos. Re-
»uníme con mi
>fuerza en la
»RambIa al res-
>/to de mi bata-
»llón. Dios me
»dió aquella de-
»cisión que solo
»puede tener un
»joven».
Como se des-
prende de lo na-
rrado, el edificio
y cosas del co-
legió al pronto
no sufrieron da-
iïo alguno; mas
no puedo aquí
terminar el re-
lato, ya que a él
le falta por des-
ollar el rabo,
como reza el di-
cho popular, o
sea la suerte que
cupó al Padre
Rector, al cual
en el principio
del susto hemos
visto huir de ia casa con el capital que
guardaba. Cuantos ancianos y no pocos
jóvenes a quienes interrogué sobre frai-
les, al hablarles de la hecha de la noche
de Santiago, me han referido el triste
(i) Relación de D. jMariano Llopart, presente
al acto, hermano de un oficial de la dicha milícia.
Barcelona 15 de mayo de 18SÓ.
caso del Padre Segismundo Riera. La
voz, no digo pública, sinó universal, lo
cuenta, en el fondo, del mismo modo.
Se hizo eco de ella Don Francisco de
Paula Capella en las siguientes lineas
que copio a la
letra:
«Lo que voy à
»contar lo sabé
«Barcelona en-
»tera... A mi me
»parece oirlo
»cuando lo con-
).'taban en mi ca-
»sa los vecinos
»de la calle en la
»cual sucedió»
(la de Sau Pa-
blo)... «Cerca el
»expresado cole-
>gio ó enfrente
»de él había una
»familia con
»tienda abierta»
(la del barbero
del Colegio, que
estaba enfren-
te)... «El supe-
»rior del colegio
>/tenía en el ve-
»cino una gran
>^confianza, y le
»comunicabasus
xtemores y sus
»esperanzas. El
»vecino, por su
»parte, le refe-
»ría las noti-
»cias...; però el
»amigo concluía
»siempre dicien-
»do al Superior: «Descuide V., Padre,
»pues en mi casa, aunque peligre mi vida,
»podra V. estar seguro»... El buen reli-
»gioso agradecía estàs ofertas y se tran-
»quilizaba, pues le era conocida la hom-
»bría de bien de su vecino...
»Lució el dia nefando del 25 de julio
»de 1835 En medio de tanto horror
»iqué hacían el Superior del Colegio y su
LA NOCllE DEL 2Í DL JL'LIO DENTRO DE LOS CLAL'STROS
681
svecino? Asustado el religioso salió de su
»casa y se dirigió A la de su amigo».
Se me ha dicho que el criado que le
acompanaba le aviso de que no fuera a
dicho barbero, peio el Padre insistió en
su proyecto. «No habia tenido la precau-
»cion de disfrazarse con traje de seglar,
»pero penso que su amigo le prestaria
' »uno». (Un vecino me dijo que iha mal
disfrasado). '<E1 buen Padre llevaba con-
»sigo un saco...— Sàlveme V. la vida y
»guarde V. esto, dijo el superior à su
»amigo, y manana cuando pueda à favor
»de un disfraz me marcharé.— El vecino
»tomó el tesoro y lo escondió, quedàndose
»con el fraile en la tienda, cuya puerta
»estaba cerrada.
»Entre tanto pasaba por la estrecha
»calle un populacho feroz auUando:
«jMueran los frailes! i Viva Cristina! i Viva
»la libertad!...» El vecino de pronto vol-
«viéndoseal fraile le dijo:— V. me com-
»promete aquí Padre, vayase V., yo
»no puedo consentir el asesinato de mi
»familia. — i Por Dios! exclamo el infeliz
»echàndose à sus pies; no me arroje V.
»de aquí, pues mi muerte es cierta.—
>^No, no, dijo aquel hombre desalmado,
»abriendo la puerta de su tienda, arrojan-
»do de un empellon al religioso à la calle
»y cerrando tras éste la puerta, sin pie-
»dad El populacho soez gritó:—
«iUn fraile!» y se arrojó sobre la víctima
«indefensa Se cebaron en él...» (1).
Un intimo amigo mío, que vivia cerca del
lugar, oyú los garrotazos que la turba
descargó sobre el Padre (2); y una sefiora
vecina las exclamaciones de éste en las
que decía: «Virgen Santísima, ayudad-
»me» (3). Otro amigo mio, aún hoy (1908)
vivo, però octogenario, hermano del cita-
do en estàs lineas, vió, nótese bien, vió
como los amotinados allí mismo, a la
puerta del barbero, o a pocos pasos, a
(i) En El Correo Cataldn del jí de julio de
1885, pà^s. 8 y 9.
(2) D. .\ntonio Cortés y Cullell.
(f) Relación citada del P. Ramon Bernadct.
palos le derribaron y mataron (4j. Su
cadàver se dice que fué deshonestamente
profanado (5). El asesinato se perpetro
aproximadamente a media noche, y el
muerto quedo en la calle hasta que en la
madrugada los serenos lo llevaron colo-
cado sobre una escalera de mano (6). El
Padre Antonio Vionet, agustino, al huir
de su convento y después de haber corri-
do varies lances, como dije en su lugar,
pasó en la madrugada por la citada calle
de San Pablo, y vió en el suelo la sangre
del Padre Riera, allí tan inicuamente
derramada (7).
Habrà notado el lector que para todas
las noticias me procuré tesligos de vista,
y hasta actores y víctimas, mas ;cómo
lograrlos de lo que pasó en el interior de
la tienda del barbero cuando ni el para-
dero de éste alcancé? Y escribo esto por-
que una noticia, que arriba en el articulo
7." de este mismo capitulo di, parece que
viene a contradecir la voz popular de que
el Padre Riera dejara en poder del bar-
bero su capital. Al explicar la muerte del
Padre Nicolàs CoUell, agustino, dije que
frente la casa de la hermana del seiior
Tintorer, en la calle del Hospital, fué
agredido dicho Collell; però que habien-
do llegado allà la noticia de que en la de
San Pablo habia un Padre que llevaba
onzas de oro, los ítitegros revoluciona-
rios dejaron al agustino sin rematar para
córrer a la calle de San Pablo. cLas dejó
en poder del barbero, o no las dejó? ^Estas
eran las del saquito, o eran otras rema-
nentes en los bolsillos después de dejado
el saquito en poder del barbero? No lo sé.
Continuando el seiior Capella, hacién-
dose eco de la voz popular, escribe a
seguida: «No aprovechó el dinero à la
(4) Relaciones del P. Leonardo Cortés que
fué quien lo vió. Barcelona í de noviembre de
1880.
(s) Relaciones citadas de los Sres. Parcs.
(ü) Relación citada del P. Leonardo Cortés,
lestigo ocular. Entonces Cortés era seglar.
(7) Relación del mismo Vionet en San Andrés
de Palomar a 14 de diciembre de 1881.
682
LIBUO TIÍRCERO. — CAPITULO DKCl.MO
«família còmplice del vil abandono en
»que se dejó al infeliz que le pedía ampa-
*ro. Mal gastado el dinero... la familia
«arrastró una existència precària. El mal
«vecino murió miserablemente, y hasta
»se dijo de publico que alguno de los indi-
»viduos de la expresada familia subió al
»patíbuIo» (]).Todo el mundo, al narrar
en Barcelona el asesinato y la felonia,
acaba pregonando el castigo de Dios ya
en esta vida sobre el criminal, però cada
uno le senala desgracias diferentes. Esti-
mo lo mas prudente limitarme a trans-
cribir lo que en 1SS4 me dijo Don Narciso
Maspons, sobrino del Padre Riera: «El
»barbero ha muerto hace muy pocos aiïos
»en Gracia, sumido en la mayor misèria.
»Yo le he seguido constantemente la
«pista por si un dia podia exigírsele jus-
»ticia» (2).
D) COLEGIO DE TrINITARIOS CALZADOS
En 1835 componían su Comunidad los
religiosos siguientes:
R. P. iMaestro Juan Serrat, Rector,
hombre de saber y especialmente en Teo-
logia.
R. P. Juan Boluda, Lector.
R. P. Fèlix Forgas, Maestro de estu-
diantes.
R. P. Salvador Vendrell.
Fr. Ramon Massana, lego (3).
El Padre Forgas en 1835 tenia en Bar-
celona una hermana, la que al anuncio
de la revolución contra los conventos
corrió a avisar a este su hermano. Al
pasar por la calle del Carmen vió ya el
incendio del convento que da nombre a
esta via. Con tal noticia, y la que la pro-
ximidad del lugar del fuego diera direc-
tamente a los ojos de los trinitarios del
(i) Lugar citado.
(2) Relación de dicho senor en Barcelona a \s
de febrero de i88-(.
(;) El Libro del gasto de este colegio escribe
en 12 de julio de 183!; que los religiosos eran 5 y
2 d.' (disclpuios). — Biblioteca provincial-univer-
sitaria. Sala de manuscritos. Armario Vi.
colegio, todos estos cruzaron el muro que
de su huerto separaba el contiguo, parece
llamado Hort de las flors, y por allí se
salvaron.
El nombrado Padre Fèlix Forgas, para
esconderse, se subió a un àrbol del mísmo
huerto de las flors. Los amotinados pene-
traron en esta huerta, y descubrieron al
fraile; mandàronle bajar, e iban a matar-
le, mas él entre abundantes lagrimas les
pidió la vida, diciendo que era joven y
que no se había mezclado en nada de la
política; y jcosa extrana! le dejaron en
paz. Después le acogió el hortelano, quien
al dia siguiente le disfrazó de hortelano,
le cargó una cesta de tomates, y ambos
salieron y llegaren al Padró, donde For-
gas se refugio en la casa de una seiiora
hi ja de Piera, a la que conocía, y así se
salvo (4).
Debiera aquí dedicar un pírrafo al
colegio de San Guillermo de Aquitania,
de Agustinos calzados, mas el absoluto
silencio que respecto de persecuciones de
sus individuos y cosas me haa guardado
todos los hombres de aquel tiempo, me
prueba que pasó olvidado a los persegui-
dores.
Sin embargo, en una relación del estado
de él escrita por la misma Orden se lee
que los ingresos pecuniarios consisten en
el alquiler de dos tiendas y varias funda-
ciones pías. Después de enumerar los
gastos afiade: «Para cubrir estos ydemàs
»gastos percibe el Colegio de otros Con-
»ventos de la Província algunas cantida-
»des asignadas por los Prelados superio-
»res de la Orden à ese objeto.»
Y ya que este ingreso mento, debò aquí
poner un reparo a una noticia dada en mi
primera obra. Dije allí que el convento de
Seo de Urgel en sus postreros tiempos se
(^) Relación que desde Roma en 18 de enero
de 1881 me escribió el P. Trinitario José Güell y
-Milà, quien habia tratado a los hermanos frailes
Forgas.
LA iVOClIE DEL 25 DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
683
nego a mandar su subsidio al colegio (1),
mas en la relación hecha por el propio
convento en 1835 se lee que se destinan
al colegio 3,840 supongo reales. Estacan-
tidad mucho dista de las 600 libras que
antes le pagaba. iEs que el convento la
ceicenó? ;0 es que al escribir aquel
número se refiere a tiempos anteriores?
iO es que quien me dió la noticia inserta
en mi primera obra se equivoco? Lo
ignoro.
EI postrer rector de San Guillermo se
llamó Padre Vicente Febres.
ADVERTÈNCIA
SOBRE BELEN, DE LA COMPANÍA DE JESÚS
No puedo dedicar un articulo a esta
notable casa, porque en 1835 no alber-
gaba Comunidad alguna. Ya en el articu-
lo 1."^ del capitulo XVIII del libro II llevo
escrito, reproduciéndolo de mi obra ante-
rior, que desde el extrafiamiento de los
jesuitas de 1767 el templo estuvo al car-
go del Rector del Seminario episcopal.
Regresados a Espana los dichos religio-
sos en 1816, enviaron a Belen de Barce-
lona solo dos legos. «Es claro que estos
»no ejercian en su iglesia ministerios sa-
»grados, escribí en mi dicha obra anterior,
»pero también resulta evidente que, res-
»tituidos por Fernando VII a los jesuitas
»sus derechos, el de propiedad del templo
«correspondía à la Compaüía. Ignoro
»cómo concordarian sus actos y derechos
«allí los rectores del Colegio episcopal y
»los dos coadjutores legos, però me cons-
»ta que estos estuvieron, y que depen-
»dían del colegio de San Ignacio de Man-
»resa».
Concorde con estàs noticias, me dijo
un anciano: «Belen no se cerró en el dia
»de la quema porque ostensiblemente no
«tenia frailes; però sí ocultamente. En
»los afios de 1827 en que yo concurría al
«Seminario, Belen pertenecía a este; y
«estaba servido por los catedriUicos, y en
( 1) Tomo II. pàg. 207.
xBelen se hacían las funciones de Santo
«Tomàs; però los jesuitas procuraron re-
«adquirir Belen, y realmente alií había el
«Hermano lego José, viejecito à quien
«todos hemos conocido de sacristàn des-
«pues allí 3- en San Miguel. Mas por los
«afios de 1832 y 33 ya la funcion de Santo
«Tomàs la celebro el Seminario en Santa
«Catalina« (2). Belen quedo muy pronto
convertido en parròquia, y, repito. nin-
gún dafio sufrió en 1835.
ARTICULO VIGESIMO
SANTA MARÍA DE JESÚS DE GRACIA,
DE FRANCISCOS
Al comenzar del siglo xix, y aun en
1835, Gracia, tanto en lo eclesiàstico
cuanto en lo civil, no formaba mas que
un barrio extramuros de Barcelona. Yo
mismo alcancé tiempos en que casi no
tenia màs que la calle Mayor, y los pri-
meres cachos de las que a ella desembo-
can. Sus casas bajas y humildes daban
al barrio aspecto de población rural. Mas
tarde se la elevo al rango de villa con
Ayuntamiento \' parròquia pròpia; y en
1897, cuando la agregación a Barcelona
de los pueblos del Uano, volvió a ser solo
un barrio de esta capital. En 1835, pues,
los dos conventos de Gracia pertenecían
a nuestra ciudad. Tratemos primero del
francisco, cuyo titulo era Convento de
Santa Maria de Jesús; y después del car-
melita descalzo, cuya titular, la Virgen
de Gracia, dió el nombre al barrio. Quizà
se extrafle que, con ser el primero mas
antiguo que éste, no diera apellido a la
población, y si el moderno. La explica-
ción està en la mano: cuando se fundo
el carmelita, el francisco estaba, no en
diciío barrio, sinó bastante separado de
él, entre él y la ciudad, y no se le consi-
deraba como parte de él, según todo lo
(j) Relación de D. José Sanmarli. Barcelona
^ de mayo de 18H6.
684
LIBRO TERCERO. — CAPIIL'LO DECIMO
expliqué en mi obra anterior a la pre-
senta.
En 1835 la Comunidad de Jesús se com-
ponia de 18 sacerdotes, 2 coristas y 3
legos: los primeros, todos de mucha
edad, porque este Convento gozaba el
concepto de casa de retiro (1). He aquí
de estos religiosos los nombres que pude
averigfuar:
M. R. Jaime Pey, Predicador General
y ex Definidor, Guardian del Convento.
R. P. Francisco Ferrer, Predicador,
Vicario del Convento.
R. P. Miguel Tost, Vicario de coro.
R. P. Salvador Ferran, Predicador,
Maestro de jóvenes.
R. P. Fèlix Vila, doctor de Moral ca-
suista (2).
R. P. Juan Sans.
• R. P. José Blanzuela.
R. P. Francisco Sabater.
R. Fr. N. Batlle.
Fr . Francisco Brugal, corista organista.
Fr. Mariano Brú, lego (3).
El Superior de esta casa, con poseer
mucho talento, perspicàcia y conocimien-
to de mundo, y al cual todos aquí conoci-
mos, no se libró de la ceguera que res-
pecto de la inminencia del peligro aquejó
a los superiores de otras muchas. Al
anochecer del 25 de julio el padre del
fraile Fr. N. Batlle, temiendo por la se-
guridad de su hijo, corrió a Gracia para
entregar al Guardian las llaves de una
casa que tenia en aquel barrio, y así
proporcionar à la Comunidad un refugio
seguro en el caso de una fuga. Mas el
Superior no las admitió, creyendo que
no tenia necesidad de ellas (4).
(i) Relación del fraile de esta casa, organista
de ella, y corista P. Francisco Brugal, hecha a mi
en Barcelona a 29 de marzo de 1880.
(2) Los nombres anterlores proceden del Libro
de Provincià.
(3) Menes los nombres de Batlle y de Brugal,
los demàs proceden de las listas oficiales de los
pasaportes dados al partir de los fuertes los frailes.
(4) Relación del hermano del fraile reverendo
D. Luis Batlle, Pbro.. muy rai amigo. Barcelona
2 de junio de 1880.
El 25 de julio celebra la Iglesia la fiesta
de Santiago, y como el jefe de esta casa
se llamaba Jaime, el convento celebro el
dia de su Guardian, y lo hizo con santa
alegria y paz. Cenados ya los frailes, y
aun acostados tres o cuatro de los màs
ancianos, a eso de las nueve y minutos
de la noche se oyó de repente Uamar en
la porteria. El hecho sorprendió a la
Comunidad, bien que pensaron algunos
que se trataba de algun enferrao. Era una
santa mujer, de nombre Agueda, que
había corrido a noticiarle que los conven-
tos de Barcelona ardían. Efectivamente,
desde el mismo convento, no existiendo
entonces edificio alguno entre él y la ciu-
dad, veíase perfectamente el fuego. Le-
vantàronse los acostados, y a eso de las
once de aquella noche los frailes huye-
ron. Vestidos los hàbitos, se dirigieron
a la quinta de Don Bartolomé D'Lemus.
Hallàbase esta en el termino de San Mar-
tín de Provensals, junto a la via llaraada
Travesera de Gracia, al NE. y cerca de
la casa que han tenido después los reli-
giosos del Inmaculado Corazón de Maria,
llamada Casa de Misión, y por lo mismo
pròxima a Gracia. A la sazón Don Bar-
tolomé, hombre de mucha piedad, y aun
creo que sindico de los Franciscos de Bar-
celona, estaba veraneando en su indicada
torre. Llegaron los frailes a ella a las
doce, y el colono subió a la habitación de
los duenos, diciéndoles que en la Travese-
ra había los religiosos. Los D'Lemus les
introdujeron en sus habitaciones, y ex-
tendiendo colchones por los suelos, les
brindaron a descansar; mas lo terrible de
la noche nos les permitió pegar el ojo.
«Al otro dia,» y son palabras de Dofla
Mercedes Espalter, esposa del seíior
D'Lemus, «al otro dia, digo, mandé poner
»una olla de buen caldo, pues los pobres
«religiosos ni querían ni estaban para
»comer». Inserto escrupulosamente copia-
das las palabras de la seiiora de la casa
para que de ellas tome nota Don Víctor
Balaguer, o sea el que prolijamente des-
cribió la pretendida cena de los franciscos
de Atarazanas. «Al otro dia también.
LA NOCHE DEL 2y DE JULIO DENTRO DE LOS CLAUSTROS
685
»como domingo que era, los frailes asis-
»tieron a la Misa que se dijo en la misma
«torre, y uno de ellos se Uegó hasta el
»convento para sumir la Reserva, como
»la sumió» (1).
Oigamos aquí a un documento oficial,
que nos darà luz sobre los hechos:
«Alcaldia del Barrio de Gracia. =Ur-
»gente.=Esta manana se ha presentado
»el capitan del 4." de Caballería con una
«orden de V. E. para que pasasemos a
»reconocer el convento de Franciscanos
»y el de S. José, lo que acto continuo he-
»mos practicado habiendo encontrado los
»dichos conventos sin religioso alguno,
»únicamente que las llaves las han dejado
Ȉ un paisano que les cultiva el huerto;
»inmediatamente hemos procurado a in-
»dagar el paradero de los religiosos y
«hemos encontrado en dislintas casas por
»ahora seis del Convento de S. José y
»dos del convento de S. Francisco de
»cuales inmediatamente se ha incorpo-
«rado el mencionado Capitan habiéndome
«encargado segun orden de V. E. de las
«llaves de los dos conventos que encie-
«rran los enseres, no pudiendo responder
«en razon de hallarme sin fuerza alguna
«armada lo que espero que se servirà dar
«la competente orden para que inmedia-
«tamente se me auxilie con alguna parti-
»da de tropas de armas.
«Al mismo tiempo pongo en conoci-
«miento de V. E. que en este momento
«se me ha mandado un recado por el P.
«Guardian del Convento de S. Francisco
«dc-índome aviso de que el con siete reli-
«giosos se hallaban en una casa de las
«inmediaciones de este Barrio y que im-
«petraban el amparo de las autoridades,
«bajo este supuesto espera que V. E. se
«dignarà mandarles à. buscar por una
«partida de caballería para de este modo
«evitar el atropellamiento que tal vez
«podrían recibir del paisanaje en la pre-
«sente estacion. Dios, etc. Gracia, 26 julio
(i) Relación que me liizo dicha senora. a la
edad de 86 afios, en Barcelona a los 15 de mar/o
de I 886.
»de 1835. = Antonio Rosalló, alcalde» (2).
Los frailes franciscos pasaron en la
indicada torre de D'Lemus un dia o dos,
y luego tropa de infanteria los acompafió
a Montjuich sin sufrir atropello. Però no
todos los franciscos de Jesús siguieron
esta via, pues el organista Fr. Francisco
Brugal, en lugar de ir al fuerte, se escon-
dió en una casa amiga, y no se presento
a pesar de que se le buscaba para agre-
garle a los demàs. En ella se disfrazó
hasta con peluca, y pasados algunos días,
huyó (3). Dos otros franciscos que en
lugar de ir a casa de D'Lemus se habían
escondido en la de un nacional llamado
José Quintana, se presentaron y con los
demàs subieron al castillo (4).
Cuando por la manana siguiente a la
fuga del convento un Padre volvió a él
para sumir la Reserva, halló que ya mu-
chos objetos habían desaparecido. Por
gratitud, en la misma mariana llamaron
al colono de dicha torre de D'Lemus y le
dijeron que le regalaban la mula y otros
objetos. El colono corrió al convento y
halló que la mula, cual leve pàjaro, había
volado, y lo mismo los otros objetos, que
supongo serian aperos de labranza (5).
Suerte que, al decir de Fr. Brugal, al
salir los frailes habían metido en sus
mangas càlices y dinero.
Así pudo salvarse mucha plata del
cuito de esta casa, la que junto con otra
del convento de Barcelona fué reunida
en la casa rectoral de San Gervasio, en
donde se refugiaren el Provincial y al-
gun otro de los superiores de la Orden.
Allí fué tapiada en un escondrijo, y se
salvo (6).
(_•) ,\i-chivo de la Capitania General. Lugar
oitado.
( ;) Relación del mismo P. Brugal en Barcelona
a Ju de marzo de 1880.
(^) Relación de un entonces nino que lo vió
todo, llamado D. Joaquín Narciso Rovira. Gracia
j de febrero de 1894.
(s) Relación citada de la seüora de D Lemus.
(11) Relación de D. FcMix Puig. que ayudó a
tapiaria. Barcelona 23 de junio de i88o.
I.IiiUO TERCERO. CAPIU'I.O deci.mo
El domingo siguiente a la exclaustra-
ción un sacerdote enviado por el Obispo
dijo Misa en este templo, y quedo de te-
niente de cura. Erauno de los frailes de
la casa (1).
«Con el arreglo parroquial de 25 de
»septiembre del citado ano (1835) se
»estableció en la iglesia del mismo» (coii-
vento de Jesús) «la parròquia de Santa
»María de Jesús, que comprendia todo el
»barrio de Gracia. En 1845, anunciada la
»venta de dicha iglesia y convento ane-
»xo, el Excmo. Ayuntamiento de Barce-
»lona en 18 de abril del propio ano elevo
»una exposicion al Gobierno para que se
»suspendiera, como en efecto parece se
»consiguió, enagenàndose después en 20
»de mayo de 1847 el edificio convento
»únicamente», y separando la habitación
del pàrroco y alniacenes del templo (2).
Antes de la venta, y poco después de
arrojados del convento los frailes, este
f ué cuartel de Roiuias volatites cxtraor-
diitarias para la persecución del contra-
bando, cuerpo militar que yo recuerdo, y
a cuyos individuos en la tierra se Uamaba
parrots.
ARTICULO VIGESIMOPRIMERO
NUESTRA SENORA DE GRACIA,
DE CARMELITAS DESCALZOS
En mi obra anterior escribí que igno-
raba el número de frailes que integraban
la Comunidad de esta casa, però que las
dimensiones del edificio y el vasto campo
de administración de Sacramentos y pas-
to espiritual que se extendía ante ella,
me inclinaba a creerla numerosa. Que, en
una relación redactada en 1764, los reli-
giosos de coro eran 16 ó 17, y los legos 5.
(i) Relación citada de D. J. N. Rovira.
(2) D. Antonio Aymar y Puig en El Correo
Català» del 12 de agosio de 1897, pàg. 6. — La
venta se halla en dicha fecha en el protocolo de!
notario D. .Manuel Clavillart.
Un anciano, que cuando nino había alcan-
zado dicha Comunidad, me dijo que en
1835 eran unos 14 ó 15 frailes (3). Si igno-
ro el número, mucho màs los nombres;
solo en la lista oficial de los pasaportes
librados por la autoridad, al salir aqué-
llos de los fuertes, hallo como de religio-
sos procedentes de este Convento los
siguientes:
R. Padre Juan de Santa Cecília, de
apellido Carbonell, Prior. Nació en Sa-
rreal en 28 de abril de 1772, y emitió su
primera profesión en 24 de noviembre
de 1789.
R. Padre Juan de los Dolores, de ape-
llido Vidiella, hijo de iMars;\, y pronuncio
sus primeros votos, a los 17anos deedad,
en 19 de septiembre de 1782.
R. Padre Francisco de la Santísima
Trinidad, de apellido Cavaller. Nació en
Vinebre a 3 de marzo de 1768, e hizo sus
primeros votos en 5 de noviembre de 1792.
Fr. Ignacio de la Santísima Trinidad,
de apellido Maresma, lego, hijo de Pine-
da. Pronuncio sus primeros votos a la
edad de 20 aflos, a 11 de mayo de 1787.
Y quizà alguno de los que en el articu-
lo 6.° del capitulo X de este libro III he
nombrado entre los frailes del cenobio de
Barcelona, quizA, digo, pertenecía a Gra-
cia, que por la lista de los pasaportes no
siempre se puede apurar respecto de tal
punto toda la verdad.
Como no alcancé a conocer ningún
religioso de esta casa, ignoro los efectos
morales que el resplandor de las llamas
de Barcelona produjeran en la Comuni-
dad; però el arriba indicado anciano me
dijo que al anuncio del incendio los reli-
giosos de Gracia se escondieron por las
casas particulares, según se conoció des-
pués.
En los expedientes del Archivo muni-
cipal de Barcelona leí el borrador de un
oficio fecho el 26 de julio de 1835, pasado
por el mismo Ayuntamiento al Goberna-
dor interino de la Plaza, Uamàndole la
(3) Relación de D. Joaquln Narciso Rovira.
En Gracia a 2 de febrero de 18114.
LA NOCIIE DKL
M LIO DE-NI RO L•i:
:;lal STROS
637
atención para que tomarà las disposicio-
nes oportunas al efecto de salvar a los
religiosos y sus cosas de los dos conven-
tos de Gracia (1).
He aquí las noticias que de los sucesos
de aquellos días de Gracia me dió el
antedicho anciano: «El 25, ya por nues
»tro barrio de Gracia se hablaba y
«comentaba el incendio de Barcelona.
»E1 26 por la manana, A eso de las ocho,
»llegó un paisano, delegado que seria de
»la autoridad, acompanado de tropa de
»ejército, de línea, en niimero de unos 50
»ó 60 hombres, procedentes todos de Bar-
«celona. Se dirigieron à la Alcaldia del
«barrio, y con el alcalde luego pasaron
>:'al convento de Jesús, mas como lo en-
»contraron cerrado, torcieron y se fueron
»al de Nuestra Senora de Gracia. Entra-
»ron en él, y allí hallaron tres ó cuatro
«religiosos viejos. Cerraron todas las en-
»tradas del edificio y se llevaron los
«frailes a la casa del Alcalde, que lo era
»un seiïor Antonio (Rosalló), sastre, que
»vivía en la calle Mayor (número 85
yactual). Allí iban compareciendo los re-
»ligiosos esparcidos por la poblacion.
«Trajeron dos franciscos recogidos en
»casa del ladrillero José Quintana, habi-
»tante en la Riera de San Miguel; y así
»vinieron otros muchos frailes.
(i) Expedientes. Sección
mero 129.
Expediente nú-
»Reunidos allí los colocaron en tres ó
»cuatro tartanas, y a eso de la una de la
»tarde los acompanaron à Montjuich.
»Ni en las calles ni otros puntos de
«Gracia recibieron los frailes ni malos
»tratos, ni aun insultos: todo el mundo
»les respetó. La inmensa mayoría de los
«gracienses formaban entre los liberales
»progresistas, de tal modo que despues,
Ȉ la caida de Espartero, algunos tuvie-
»ron que emigrar, y en el 1835 no había
»en esta poblacion mas que tres familias
»realistas; y sin embargo, los frailes fue-
»ron respetados. Debióse este fenómeno
»al modo como estaba organizada la mili-
. »cia; porque los jefes y oficiales eran las
>'personas de màs arraigo y educacion;
»}' así temiendo estos los disturbios, influ-
»yeron sobre sus subordinados, trabaja-
«dores y dependientes su3'os, y lograron
>:'que todos se contuvieran dentro los
«limites de la sensatez. El senor Tusset
«era el Comandante; un albaflil muy co-
«nocido llamado Alsina, capitàn; el senor
«Montfredi, cuya família aquí todos he-
»mos conocido y respetado, el ayudante;
«el ladrillero Guardiola, teniente; el senor
«Mariné, muy conocido propietario del
«termino de San Martin, oficial; etc.
»Yo como nino, que era entonces, an-
«daba por la calle curioseando todos
«estos acontecimientos, viendo la tropa
«que había acudido, y los frailes como
«iban compareciendo, y todo lo demàs.»
-^• UenAn C't^^^ /L•-ac.
Fraile servila del Convento de B.ircclona
CAPITULO UNDÉCIMO
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS
DE BARCELONA
LUEGO DESPUÉS DEL INCENDIO
ARTICULO PRIMERO
NÚMERO DE LOS MUERTOS Y SU ENTIERRO
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LL'ECO DESPLES DEL INCENDIO
691
ONSUMADO ya el
incendio, y aven-
ta dos de sus
claustros los f ral-
les, la autoridad,
mientrasconuna
mano reunia los
fugitives, con
otra debió reco-
ger los muertos
y daries cristiana sepultura. De aquí que
ante todo ocurra preguntar que rcuàntos
fueron estos? De lo escrito en los dos
capítulos anteriores resulta muy claro y
probado el número. He aquí la resena:
1. Fr. Manuel Pallàs, lego francísco.
2. Fr. José de Santa Bàrbara, lego,
trinitario descalzo.
3. Fr. Andrés de Santa Franciscà, de
apellido Farré, apodado Blayet, carme-
lita descalzo
4. P. Xicolas Collell, agustino calzado.
5. P. Manuel Campderrós, agustino
calzado .
6. Fr. Pedró Tussell, lego, agustino
calzado.
7. Fr. Manuel Carrera, corista, agus-
tino calzado.
8. P. Francisco Cels, carmelita cal-
zado.
9. P. Luis Nadal, carmelita calzado.
10. Fr. Ramon Bruguera, corista, car-
melita calzado.
11. Hermano N. Campmol, paúl.
12. P. Segismundo Riera, dominico.
13. El asesinado en la bocacalle de la
del Hospital.
, 14. El asesinado en la calle del Call.
15. El asesinado frente del teatro
Principal en los brazos del oficial Sr. iMo-
radillo.
16. Y otro que pereció el dia siguiente
al ser conducido a Atarazanas. A los que,
si se juntan los dos seculares muertos
aquella noche, a saber: el mozo de Borrell
Nota. — La inicial fué copiada de un antif;uo
misal que era de Montserrat.
frente la iglesia de Agonizantes, y el in-
cendiario de la Rambla que dió con la
barra de hierro del extremo de los pues-
tos del mercado, resulta un total de 18
interfectos, de ellos 16 religiosos y 2 secu-
lares.
Con los antecedentes datos concuerda
perfectamente el dicho de dos testigos
mayores de toda excepción. Don An-
drés Casanovas, primero pàrroco de
Sans, y luego canónigo de Urgel, con-
temporàneo de los hechos, escribe en un
opúsculo que vi, aunque inédito: «El 25
»del mismo julio, dia de Santiago... el
>ipopulacho de Barcelona à la salida del
«turín, embriagado con la sangre de los
»toros, y envenenado con la ponzofla que
»le infïltraron las sociedades secretas,
«provisto de punales y abundantes bote-
»llas de aguarras para incendio, }' al
»grito de mueran los frailes asesinaron
>4nhumanamentea 18 de ellos prendiendo
>'fuego » (1).
El Padre Jaime Roig, muy sensato y
muy cuerdo carmelita calzado de Barce-
lona, quien en opúsculo, hoy aún inédito,
que sobre aquella revolución dejó escrito,
y ya arriba repetidamente citado, dice: «y
»asesinando a unos 18 indefensos religio-
»sos.» El Padre Roig presencio los he-
chos, fué víctima de ellos, encerrado en
los fuertes con los religiosos de todos los
conventos trató con ellos, y se enteró de
las desgracias de cada comunidad: su
dicho, pues, merece crédito. Esimposible
que el hombre imparcial deje de dar asen-
so a que el número de los muertos està
muy aproximadamente en los 18.
Veamos ahora los disparates de los
autores revolucionarios, comenzando por
uno en los demas asuntos generalmente
sensato y de mucha autoridad. Don An-
drés Pi y Arimón en su Barcelona aiití-
gtia y Jiiodcrtia, tomo II, pag. 922, escribe
la siguiente nota: «En un manuscrito
»coetaneo que tenemos a la vista se dice
»que el dia 26 de julio fueron conducidos
Ȉ Monjuich 282 frailes y a la Ciudadela
(i) El manuscrito se lilula: IlislO) ia de Lrgel.
692
LIBRO TERCERO. — CAPITULO UXDKCIMO
»de 80 à 90 de varias religiones, habiendo
»quedado en Atarazanas los priores y
«procuradores respectives; que en la no-
»che del 26 al 27 la tropa recogió unos
»70 de las casas particulares en donde se
»habían refugiado; que los religiosos
«muertos por el populacho fueron unos
»73, y que se ignora los que perecieron
»en las llamas. No podemos salir por fia-
»dores de la exactitud de estos calculos».
Don Víctor Balaguer escribe: «Nueve
»ó diez írailes fueron los únicos que en
»diferentes puntos perecieron à manos
»de los incendiarios; todos los demàs pu-
»dieron salvarse hallando generosa aco-
»gida en las casas que se prestaron» (sic)
«y cuyos vecinos arrostraron noblemente
»la còlera del populacho para ponerlos
»en seguridad» (1).
Después de este texto de un contem-
porAneo huelga apuntar qué norma han
seguido los autores y periódicos revolu-
cionarios. Valga por todos el siguiente
de un semanario satírico de funesta in-
fluencia en esta ciudad: «Algui/s frares
»q!íe tto nrribaii d deu, sigiieren sacrifí-
yycats al furor de las turbas» (2).
Tal empeno en poner el número de los
interfectos por bajo del diez no parece
sinó que, en concepto de los dichos auto-
res, el asesinato de los religiosos, si no
llegarà al de diez, no formarà matèria
grave, y como que debiera calificarse de
bagatela la violenta muerte de nueve
inocentes, sacerdotes de Dios. Però no,
ni aun admitiendo tal absurdo moral lle-
van razón los escritores revolucionarios,
pues las víctimas fueron muchas mí\s.
Al tratar de difuntes y de indagar sus
nombres y circunstancias, la primera pes-
quisa que ocurre al curioso es buscar sus
fees de óbito y enterramiento; 3' sin embar-
go falla por completo tal diligència res-
pecto de los pobres asesinados en la noche
de Santiago. Ni merecieron en su mayor
parte la honra de que sus nombres cons-
(i) Las calles de Barcelo>ta, tomo I, pàg. 36;
(2) La Esquella de la Tonatxa. N.° //-/;
Extraordinari. 4 de enero de 1901, pàg. 9.
taran en los públicos registres, ni se
supiera dónde descansan sus venerandas
osamentas. Cuidadosamente recorri todas
las parroquias de Barcelona, entonces en
número de siete, ademas de la Catedral.
En unas los libros de óbites se halian en
poder de les respectives pàrrocos, en
otras en el de las comunidades de presbí-
teros. En todas vi, y per mis ejos exami-
né, dichos libros, y en ningune, abseluta-
mente en ningune, se halian las buscadas
partidas de defunción mas que la que vey
a copiar.
En el libro que custodia el Púrrece de
los Santes Justo y Pastor se halla la del
Padre Cels, concebida en los siguientes
termines, ya arriba copiades: <sAl dia 26
tde juliol del any IS 33 sepultura amore
»Dei al cadàver del R. P. M. Fr. Fran-
>'CÍsco Cels religiós carmelita calsat,
^natural de Barcelona, de edat uns se-
»tanta anys, mori en la fortalesa de
»Atarassanas. — Raymundus Casaüas»
(tio del Cardenal de este nombre).
En el registro del Hospital general, o
sea de la Santa Cruz, constan las en sus
lugares ya copiadas, a saber: 1." La del
corista carmelita calzado Fr. Ramon Bru-
guera. 2° La del Subprior del mismo con-
vento Padre Luis Nadal. Y 3.° La de un
religioso incógnito, de corona pequena.
A la sazón el Hospital militar no llevaba
registro de los difuntes de la plaza, cuyas
partidas enviaba a la jurisdicción ordi-
nària.
Para completar la pesquisa acudí al
registro del cementerie únice entonces
en Barcelona. Hallàbanse sus pàginas
divididas en ocho columnas, una para
cada parròquia y etra para la Catedral.
Sóle consta en ellas la inhumación del
Padre Cels en la columna de los Santos
Justo y Pastor.
Sabemos per testiges de vista arriba
citades que algunes de los muertos fue-
ron Uevados al hospital civil. éCómo no
constan en los registres? Quizà se diga que
perquè no murieren allí; mas a tal efugio
se ataja recerdando que en el misme
registro se lee la nota de una mujer halla-
LOS FRAILES V LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPL'ES DEL INCENDIO
693
da muerta en la calle el propio dia de la
matanza de los frailes. En fin, resulta de
todos modos que de estos la mayoria de
los interfectos carecen de fe de óbito.
Ignoramos por lo mismo igualmente,
como dije, dónde descansan sus mortales
despojos. El buen sentido opina que los
recügidos en el Santo Hospital, sea que
fenecieran allí, sea que fuera, pararían
en la hoya común del cementerio en la
que colocaba sus pobres aquel caritativo
establecimiento; y que los recogidos en
Atarazanas pararían (exceptuando el
Padre Cels) también en la hoya común
del cementerio, llevados allà por la auto-
ridad. Esto opina el buen sentido; peio
como en aquellos días dicho sentido no
imperaba, y dominaba el desprecio para
los religiosos, bien pudiera ser que para
ahorrar gastos los cada veres de Ataraza-
nas pararan, a par de los de perros, en
algun foso o lugar poco decente.
ARTICULO SECUNDO
CONDUCCIÓN DE LOS FRAILES
A LOS FUERTES
En la revuelta del dia de Santiago
sucedió lo que en todas las revoluciones,
en sus comienzos permitidas por la auto-
ridad, las que cobran muy luego grandes
creces, y cuando aquella intenta reprimir-
las no puede, y triunfan por todos lados
los rebeldes. En la noche del 25 de julio
perpetraren la revuelta solo cuatro mise-
rables grupos pagados, acompaiïados de
chiquillos y prostitutas; mas, a la manera
que la introducción de algun movimiento,
aunque de unas pocas ramas, en un char-
co, luego revuelve el fango del fondo y
enturbia y vicia toda el agua, asi aquellos
cuatro amotinados de encargo solivianta-
ron las heces de nuestra populosa ciudad;
y en la manana del siguiente dia las
masas revolucionarias empezaron a en-
trar en juego y en gran manera diticulta-
ron la conducción de los frailes a lugar
seguro. Y sobre todo crecía el peligro
para los pobres religiosos en razón de
que muchos de los que les acompaüaban,
a lo que revelan los hechos, no se creian
en el deber de repeler. la fuerza con la
fuerza, o creian que sus fusiles y bayone-
tas no debían servir màs que de adorno.
En las primeras horas de la madruga-
da, cuando el cansancio retiro a sus
lechos a los incendiaries y curiosos de la
noche, y cuando por otro lado el sueno
retenia aún en ellos a la chusma y turbas
revolucionarias, fué posible alguna rela-
tiva paz en la conducción de religiosos a
Atarazanas. Así hemos visto en su lugar
que un grupo de carmelitas calzadospasó
pacíficamente, no emperò sin temblor en
el corazón de los frailes, desde las ofici
nas de Policia, o colegio de San Buena-
ventura, hasta dicho fuerte, custodiades
solo por unos polizontes, y que también
pasaron por aquellas Ramblas los capu-
chinos. Que aun después hubo algun
momento y lugar en que los grupos de
frailes llevados a los fuertes fueron res-
petados de hecho, no lo niego; però, fuera
de estos casos, los religiosos corrieron
grandes pehgros, sufrieron quebrantos
amargós.
Durante la noche la autoridad no llamó
a la milicia urbana: hasta las primeras ho-
ras de la manana no sonaron por las calles
los tambores de dichos cuerpos tocando
Uamada. Reunida ya la milicia, la auto-
ridad mandó secciones de ella y de otras
fuerzas a recoger los frailes que perma-
necían en los conventos o en sus proxi-
midades. Hallados, los ponian entre íilas,
y los conducían principalmente a Atara-
zanas, bien que algunos, tales como los
dominicos, a la Ciudadela. El cuerpo de
Artilleria, alojado en el cuartel de Estu-
diós, no recibió orden alguna, ni en la
noche para evitar los incendies y las
muertes, ni luego para recoger frailes; de
mode que cuanto para preteger a los
edificios y personas agredidas hizo en
aquella noche, que no fué peco, procedió
de solo el buen corazón de sus individuos;
y si en los siguientes días recogió religió-
694
LIBRO TERCElíO. — CAPITULO UNDliClMO
SOS, lo practico a instància de los particu-
lares que a ellos acudían (1 ). Los artilleros
de Estudiós no conducian sus recogidos
a Atarazanas, sinó a la Ciudadela, pasan-
do por la muralla, lugar solitario y mas
seguro que las calles, y después de haber-
los obsequiado con una buena cena. En
aquella noche y madrugada se reunieron
muy numerosos frailes en dicho cuartel
de Estudiós, y su conducción a la Ciuda-
dela se efectuo bajo el mando del oficial
senor Basols, hermano del General de
esta apellido (2).
Tres actores figuraban en la tragèdia
de las conducciones a los f uertes: los frai-
les, los armados y las turbas. El aspecto
de los primeros, como ya llevo apuntado
en el capitulo anterior, era altamente
lastimero. Unos vestían sus hàbitos, otros
parte de ellos, otros solo prendas interio-
res, como chaquetas y calzas cortas, cal-
zoncillos; quién iba calzado, quién des-
calzo, unos cubierta la cabeza con som-
brero, quién con un panuelo como
Carretero, quién descubierto mostrando
su cerquillo o corona extraiïamente colo-
cada en un hombre en mangas de camisa;
todospàlidos, ruborizados, y hastaalguno
ensangrentado, o de heridas de la noche,
o de las recibidas, principalmente por
pedradas, en aquel mismo acto. Tal era
el aspecto de inocentes sacerdotes de
Dios, sacerdotes en la víspera justamente
puestos en los púlpitos, en los confesona-
rios y, sobre todo, al pie de los altares,
administrando las cosas màs sagradas.
De la población, los buenos, amedren-
tados, amilanados por haberse visto en
la noche desamparados de la autoridad,
lloraban en el fondo de sus hogares. Su
pena llegaba a profunda. El honrado
zapatero Juan Serra, ya varias veces en
el capitulo anterior citado, me dijo: «El
»lunes siguiente, cuando me puse à tra-
»bajar con un oficial, el cual tenia un
(i) Relación del capitàn de este cuerpo don
José de Amat y de Desvalls. Barcelona j8 de
junio de 1880.
{2) Relación citada del capitàn Amat.
»hermano fraile en tierra de Gerona, era
»tal nuestra emocion y sentimiento que
»no pudimos ni cortar ni coser, y tuvimos
> que dejar el trabajo» (3). Los exaltados,
0 sea la turba, agavillados y sin agavi
llar, paseaban por doquiera triunfantes
sus repugnantes rostros y ademanes, y
sus brazos arremengados, provistos de
garrotes y punales, dando gritos de muer-
te y de exterminio. La rnasa neutra o
indiferente miraba tranquila los inaudites
atropelles. En resultado final, el triunfo
estaba del lado exaltado.
Cómo se portaron los que custodiaban
o conducian a los frailes, lo dirà la narra-
ción de los siguientes casos particulares,
en la que ademàs aparecerà el furor de
las turbas. Ya en el capitulo anterior
llevo explicada alguna de estàs conduc-
ciones de religiosos desde los conventos
a los fuertes, però no holgarà apuntar
ahora perfiles nuevos que den màs realce
al dibujo.
Nos dijo allí el capitàn del batallón 2°
de milicia Don Constantino Gibert, que
al acompanar con su fuerza a Ataraza-
nas algunos dominicos del colegio, las
turbas en la muralla oprimían a su gente
bramando, aullando, tiràndole objetos
}• piedras; que necesitó gran decisión
para salvar a sus protegides, y que, lo-
grado esto, los amotinados revolvieron
en contra de él pidiendo a grandes voces
su muerte. A la misma fuerza y a la mis-
ma conducción de frailes creo se refieren
los siguientes datos.
Los da Don Mariano Llopart contando
que con su fuerza recogió algunos frailes
en los barrios de San Pablo y los condu-
jo por la muralla a Atarazanas; que la
turba quería echarse sobre los religiosos;
que un hermano suyo, hombre de genio
vivo, iba en defensa de los frailes a blan-
dir el sable, mas que no falto de los mis-
mos armados quien corrió a decirle: «no,
»hombre, que te comprometés, y nos
»comprometes a nosotros». Afiadióme
que frente la puerta de Santa Madrona
(3) Barcelona 6 de junio de 1880.
LOS KRAII-ES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPUES DEL INCENDIO
695
el pueblo levantó de propósito espasa
polvareda para a su sombra poderse
entremeter en las filas de los milicianos
y, sin compromiso para estos, herir a los
frailes; però que Llopart mandó estre-
char estàs filas, y lofïró salvar a los reli-
giosos (1).
Suerte igual a las dos conducciones
anteriores cupó a otra efectuada por
parte del batallón 6." de milicia, al man-
do de su segundo Comandante Don Ma-
gín Gironella; la que, después de haber
recogido de varias casas religiosas, unos
treinta o cuarenta frailes, subió a la
muralla del lado occidental de la ciudad
para evitar el peligroso paso por la Ram-
bla. Mas en esta muralla numerosas tur-
bas, en las que abundaban las mujeres,
prorrumpieron en aullidos y tiraron
tantas piedras a la columna, que éstas
lindamente sonaban al dar contra las
bayonetas y contra los cuerpos. Entonces
Gironella echó mano del piquete de caba-
Uos de su columna, y despejó el paseo,
no sin que entre las turbas faltasen cal-
das y atropellamientos (2).
Mi amigo, entonces niiïo, Don Jaíme
Arbós, vió en la Rambla los empeflos de
los amotinados en herir a los pobres frai-
les Uevados entre filas, y que los milicia-
nos los defendían (3).
Del paso de los seminaristas por la
calla del Conde del Asalto no hay que
escribir. El peligro llego a la inminencia;
però conste, para perpetuo baldón de las
autoridades de aquellos días, que en los
dichos momentos de la mayor exaltación
contra los religiosos, y contra de aque-
llos religiosos que por su defensa se
habían atraído el mavor odio de las ma-
(i) Relación de Barcelona a i s <Jc mayn de
im>.
(j) Relación de D. Francisco A\acid que era
uno de los milicianos de esta columna. Barcelona
i de mayo de 1884. — Relación de otro miliciano,
D. Baldomero Simó. Barcelona 27 de cnero de
188;.
(3) Relación del niismo en Barcelona a 7 de
abril de 1880.
sas, bastaron unos pocos caballos para
salvar a los perseguidos y eontener a las
enfurecidas turbas, mucho mas numero-
sas en la manana que en la noche.
El mínimo Padre Lector Juan Vilade-
munt en su conducción a la Ciudadela,
dije arriba, al llegar a la mitad del anti-
guo paseo de San Juan, o sea frente del
segundo surtidor, recibió una punalada
de parte de un osado brazo que se intro-
dujo entre las armas de los que le acom-
panaban. Afortunadamente pudo éste pe-
netrar poco, y poco danar al agredido,
rasgàndole, sin embargo, el traje.
Don Pedró Subiranas ma conto que en
la manana del 26, entre ocho y nueve,
an la Rambla, vió conducir frailes a Ata-
razanas, sin que fuesen maltratados; però
que la turba temia atacaries por temor a
los soldados, y estos temían al pueblo (4).
Mas muy luego cambió el negocio, y así
otro amigo mío me refirió haber visto en
el mismo dia 26, en la misma Rambla,
como los revoltosos procuraban llegar
sus cuchilladas hasta los frailes que eran
Uevados entre filas de milicianos, mien-
tras estos «haa'aii el adetncín>> de no per-
mitirlo (5). A veces, de la calle del Arco
del Teatro y otras contiguas salían, al
pasar los frailes, enjambres de prostitu-
tas con tijeras para con ellas matar a los
religiosos. Hay odiós que honran (6).
Refirióme el arriba citado alcalde de
barrio Don José Camaló, que el mismo
dia siguienta al del incendio, a eso de las
ocho o nuava de la manana, vió que un
cuadro de tropa acompafiaba algunos
frailes a Atarazanas: que al llegar a la
Rambla de Santa Mònica, frente las ca-
sas que habían sido colegio de merceda-
rios, un hombre se echó en medio del
cuadro o filas, y mató a un fraile. No
pudo Camaló especificarme la orden reli-
giosa a que perteneciese el interfecto.
(4) En Barcelona a jó de enero de 1885.
(í) D. José Sarte. Barcelona 2 de abril de 1884.
(6) Lo contaba cl P. Jaime Cantarà, capuchi-
no. que sucedió cuando cl pasó por Irente del
teatro.
MBRO TERCERO. — CAPITULO UXDECIMO
porque vestia de seglar. «íPero cómo, le
»dije yo, cómo permitió tal atropello la
»fuerza?» Camaló me contesto: «Es que el
»asesino de un salto se tiro en el cuadro,
»y por otra parte la tropa feya 'I tonto»
(la tropa hac la cl tonto) (1).
He aquí palabras de otro testigo pre-
sencial: «Serían màs de las nueve de la
»manana cuando frente del actual Liceo
»vi que una companía degranaderos con-
»ducia entre filas de 14 a 15 frailes, medio
»vestidos de paisano, y aunque no lleva-
»ban el habito se conocía que eran reli-
»giosos. El pueblo circuía a los frailes y
»soldadosgritando: «matarlos, matarlos»,
»y les iba tirando piedras, de modo que
»los frailes estaban ensangrentados de
»las pedradas. Los granaderos se limita-
»ban àdecir: «cuidado, cuidadocon nues-
»tras Cabezas;» y nada hacían para de-
»fender con las armas a los acompana-
»dos» (2).
Díjome no una, sinó dos veces, Don
Benito Tomàs el siguiente paso: «Conocía
»yo de vista al lego portero de los servi-
»tas del Buensuceso. Era un muy buen
»hombre, quieto, pacifico, que pasaba el
»día cumpliendo su obligacion de porte-
»ro, y allí, sentado en la puerta, engar-
»zando rosarios. El dia 26 vi que era con-
»ducido a Atarazanas. Serían como las
»diez y media de la mariana. Venia el
»pobre portero vestido de seglar, entre
> dos filas de milicianes voluntarios, gra-
^naderos, del 2/' batallon, mandados por
»un sargento segundo de los mismos gra-
»naderos, de apellido Abad, buena perso-
»na. Venian de arriba caminando hacia
»el fuerte dicho, pasando por medio del
»paseo de la Rambla, no por los arroyos,
»rodeados de amotinados que daban vo-
»ces de: «matarle, matarle». Abad, para
»mejor salvar al fraile, no se había colo-
»cado à la cabeza de la fuerza, sinó entre
»las filas al mismo lado del religioso. La
(i) Me lo conto en Barcelona a í de febrcro
de 1882.
(::) Palabras de D. Ramon Nivera en Barcelo-
na a 31 de marzo de 1882.
»turba entre gritos tiraba piedras y otros
»objetos al servita, algunos de los cuales
»proyectiles daban en el sargento. Al lle-
»gar al llamado llaiio de la Boqiiería, ó
»sea en el cruce de la Rambla con las
«calles del Hospital y Boquería, un hom-
>/bre alto, voluntario de caballería de
»milicia, bien que entonces vestido de
»paisano, apodado lo xiquet del hort
l'pintat, se acerca al fraile, y le tira un
»trozo de ladrillo con tal fúria, que, dàn-
»dole en la espalda cerca de la nuca, de
»rebote salto en alto.» (va rebotre en
l'aire, di]o Tomds) «No sé como el pobre
»portero no murió allí mismo. Entonces
»Abad sostuvo al fraile con la mano por
»bajo del sobaco.
»Màs adelante otro osado sale por de-
»lante del servita, y le da un bastonazo
»entre las narices y la boca produciendo
»la efusión de sangre. En esto llego à la
>>policia» (colcgio de San Bnenaventura,
lioy fonda de Oriente) «y a ella entraron
»el fraile, mas al soltar Abad al religioso,
»éste cayó entierra.
»Yo que conocía al Xiquet me atreví
»à dirigirle alguna observación, dicién-
»dole que porqué hacía tal; à lo que me
«respondió: «iQué, p esta gente son
»los ladrones de Espafia»! Este Xiquet
»era uno de los voluntarios que cuando
»el General salía à campana se ofrecía
»para salir. Y el liort pintat estaba en la
»calle de Talleres, frente al hospital mi-
»litar.
»A pesar de tan malos tratos el pobre
«portero curo» (3).
Como en los registres del Santo Hospi-
tal de la Santa Cruz hallo el siguiente
asiento, opino que no puede referirse mas
que a este servita: «Fr. Pelegrín Lleó,
»lego de los Servitas, hijo de Gabriel y
»Florentina Estrach. Religioso servita,
»de edad 54 anos, natural de Besalú. En-
»tró el dia 27 de julio de 1835 procedente
»de las Atarazanas. Salió el dia 22 de
(3) .Me lo dijo en i." de febrero de 1897 y 20 de
mayo de 1901 en Barcelona.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPLES UEL INXENDIO
697
»agosto de 1835*. iPueden darse màs
datos!
Atestiguóme mi untiguo zapatero Don
Antonio Calsina el siguiente paso que él
mismo vió por sus ojos: «El 2(3 à medio-
»día presencié, me dijo, como en la Ram-
»bla frente la calle de Fernando unos
»cuantos milicianes nacionales llevaban
»un fraile entre bayonetas. Un hombre
»se acercó al fraile y le dió una punalada
»en la espalda sin que los que le custodia-
»ban lo impidicran. Ignoro à qué orden
»pertenecía el religioso, però recuerdo
»que era hombre alto. A pesar de la he-
»rida continuo caminando. Los milicianes
»permitieron el atropello sin impedir-
»lo» (1).
Signen noticias procedentes del muy
conocido propietario y abogado de Ta-
rragona Don Juan Miret y 'ferrada, quien
cuando el incendio de los conventos de
Barcelona se hallaba en esta ciudad: «Ca-
»minaba yo, me dijo, Rambla abajo, y
»al hallarme frente à la de Capuchinos,
»ó del centro, A unos cuarenta pasos antes
»de llegar à la bocacalle de la de Fer-
»nando VII, paréme à hablar con un ami-
»go. En esto por el arroyo occidental
»pasaba una partida de infanteria de ejér-
»cito que conducía un fraile à Ataraza-
»nas. Este iba entre filas, y tras de él
»seguía un hombre, paisano, con blusa,
«dàndole garrotazos en el pescuezo. La
»tropa nada hacía para defender al reli-
»gioso, sinó que seguia su marcha regu-
»lar. Vi yo mismo esta escena por mis
»propios ojos. Se dijo que el tal fraile
»había muerto al llegar à Atarazanas.
»A1 contemplar tal ignomínia dije a mi
«interlocutor con el cual estaba parado:
«Mira, ino ves esta infàmia?». Este con-
»testó: «Qiie's fassi fotre». Después este
»seflor interlocutor lia ocupado altas po-
»siciones en Espaiïa» (2). Huelga todo
(i) Mc li) dijii en Barcolínia a 21 de junin
de 18S1.
(2) Me lo conti'l en Barcelona a i.) de i unió de
1ÍÍ89, y me lo ralilicó en j.^ de ocluhre del mismo
aiio.
comentario. La tal pincelada pone de ma-
nifiesto de cuerpo entero toda la situación.
Díjome el Excmo. Sr. Don Ramon Es-
truch: '<En 1835 era yo oficial de la milicia
«urbana; y hallandose enfermo el capitàn
»el dia infausto, yo mandaba la compa-
»nía. Fui destinado íi pasar al convento
»de San Francisco de Asís para recoger
»à los religiosos que allí hubiesen que-
»dado. A eso de las once de la manana
»cumplí el encargo, y en el refectorio
»hallé tres pobres frailes viejos acurru-
»cados. Los coloqué entre filas y con-
»duje A Atarazanas. No sé cómo, un nifio
»de unos 14 anos colóse entre las filas, y
»con una navaja dió un pinchazo à uno
»de los religiosos. Acudí y arrimé al nifio
»un fuerte golpe con el sable. Al verlo
»la turba se amotino en contra mio y de
»mi gente, levantando fuerte gritería y
»pedrea, de tal modo que si no llegamos
«pronto à Atarazanas nos matan a todos,
»y esto que el trecho de San Francisco à
^Atarazanas no peca de largo» (3). No
cabé duda alguna de que este respetable
sefior cuenta la verdad màs exacta; però
en lo de mataries hay exageración, pues
de haber cargado los fusiles, y haberlos
apuntado con decisión, toda la turba mos-
trarà la espalda y las plantas de los zapa-
tos, y si no, véase lo que pasó el dia 6 del
siguiente agosto cuando las turbas qui-
sieron atacar la Aduana.
De todos modos es preciso confesar
que en aquellos dias, y aun en aquella
època, como en su lugar llevo explicado,
la intolerància, y hasta el furor y tirania
liberales llegaban a tal grado, que las
familias católicas a veces se veían en la
necesidad de esconderse, mudar de calle,
etcètera, en una palabra, de sortear las
dificultades.
A la narración de esta tragèdia de la
conducción de frailes a los fuertes pon-
gi'imosle su sainete. En aquella triste
manana uno de los grupos de frailes que,
custodiado por fuerzas públicas, entraba
(;) .Me lo diio en Barcelona a 18 de octubre
de iSïSi.
MBRO TERCKRO. — CAPITULO UNDHCIMO
en Atarazanas, venia hostigado de pala-
bra y con el sable por un hombre gordo,
mal vestido de miliciano, cuya levita no
alcanzaba a rodear su abdomen y aboto-
narse. Entrades todos en el fuerte, el
miliciano se dirige a un oficial, le entrega
el sable, y le dice: «yo también soy frai-
»le», y se une a los que habia hostigado.
Una carcajada de todos los circunstantes
respondió a la ocurrència (1).
Terminaran este articulo palabras de
Don Victor Balaguer referentes al dia 26
de julio: «Desde el amanecer las calles se
»poblaron de gente que iba à visitar los
»estragos, y numerosos piquetes de tropa
»y milícia cruzaban por todas partes en-
»viados por la autoridad à recoger los
«frailes que habían logrado encontrar un
»asilo en las casas de los ciudadanos ó en
»sus propios conventos, trasladàndoles
»para su seguridad personal, Alosfuertes
»de la plaza, no sin recibir por el camino
«groseros insultos del pueblo, que con
«admirable tesón sabia contener a raya,
«impidiéndole los desmanes, la milícia
«ciudadana a la que la causa del orden
»debíó mucho en aquelles momentos» (2).
Así han escrito la Historia los liberales.
ARTICULO TERCERO
LOS FRAILES EN MONTJUICH
Como ya en otros lugares llevo expií-
cado, en aquel tiempo el actual cuartel
de Atarazanas tenia adherido, en el reco-
do que se abre lioy en su àngulo oriental,
un ancho baluarte, que ocupaba gran par-
te de la plaza de la Paz, desde la actual
entrada al Parque de Artilleria liasta la
rampa que frente del Banco de Barcelona
subía a la muralla del mar, hoy paseo de
(i) .Me !o conto D. José Ortega, entonces mi-
litar en Atarazanas. Me lo dijo en Barcelona a 8
de i unió de 1887.
(2) Los frailes y sus con'centos. Madrid y
Barcelona, 18; i. Tomo II, pàg. 411. — Las calles
de Barcelona, del mismo autor, tomo 1, pàg. 363.
Colón. De aquí que la Rambla de Santa
Mònica en su cabo inferior, o del mar,
víníese tapada por dicho baluarte. La
fachada de este baluarte en el lado de
la Rambla, en cuyo centro se abría la
puerta de entrada al fuerte, era sombria
y fiera. Consistia en el piso bajo en un
murallón de sillares de piedra, no vertical,
sinó algo ínclinado hacía atràs, negruz-
co, húmedo, precedido de un camino cu-
bíerto, el cual camino estaba separado de
la Rambla por una tapia baja. En el único
piso alto veíanse unas pocas grandes
ventanas para colocar canones que mi-
rasen a la Rambla. Al pie del rastríllo de
la tapia del camino cubierto, o aitdrona,
habia una garita con su centinela (3).
Por esta puerta, pues, entraban los
m<\s de los pelotones de frailes que logra-
ban salvar las tempestades de las calles
y ramblas. Al cruzarla veían en el cuerpo
de guardià, que estaba a la izquierda del
que entraba, al pobre Padre Cels mori-
bundo, o muerto, y a otro religioso falto
de la mitad de la cabeza (4). Los francis-
cos, los cuales, como escribi en su lugar,
no entraron por la puerta, y supongo que
los otros frailes, fueron colocados en los
almacenes de la maestranza de Artille-
ria (5). El ntímero de los reunidos en
Atarazanas aquella manana, al decir de
varios de ellos, frisaba con los tres cente-
nares, o quizA pasaba. Uno de estos frai-
les me dijo que allí se disfrazaron, aser-
ción que es admisíble respecto de alguno
particular, però no respecto de la mayo-
ría, pues que allí ni tenian prendas de
vestuario, ni miichísimos de ellos quién
se las prestase.
En la mananita, al poco rato de llegados
al fuerte, la autoridad mandó a los supe-
riores que reuniesen a sus respectívas
comunidades para tomaries las filíacío-
( 5) Yo lo recucrdo, y describo lo que mucho vi.
(4) Relación del P. Luis Sallés. Barcelona 30
de abril de i88i. Sallés dice lo que él mismo vió.
Otras relaciones de otros frailes.
(5) Relación del entonces cadete D. José Orte-
ga. Barcelona 8 de junio de 1887.
LOS FRAILES Y I-OS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPL'ES DEL I.NXENDIO
699
nes, y reunidas, un jefe tomo realmente
dichas filiaciones a los individuos. Du-
rante la noche no se dió alimento alguno
a los religiosos que la pasaron allí.
En Atarazanas los pobres religiosos
disfrutaron de unas lioras de paz, después
de las terribles angustias de la noche y
de las del traslado al fuerte, pues aquí se
vieron ya libres de viles agresiones y
aun de insultos. Los oficiales y jefes mili-
tares, por lo general, les respetaron allí,
bien que no falto alguna deplorable
excepción. Como escribí en el capitulo
anterior, en el momento en que por la
manana se repartia un panecillo a cada
francisco, uno de los oficiales de poca gra-
duación exclamo: «iqué... pan! iveneno
»hay que daries!»: imprecación que, oída
por uno de estos franciscos, hizo que éste,
temeroso de envenenamiento, se abstu-
viese de comer el llonguet o panecillo (1).
De la soldadesca ya no se extranarà que
partieran màs insultos. Así hubo soldado
que dijo: «habria que ponerles en grupos
»de cinco, y fusilar uno de cada grupo;»
y como éste otros insultos {'!).
En medio de tantas penas no falto a los
religiosos el consuelo de la Sagrada Co-
munión. Dije ya arriba que fueron a pa-
rar a Atarazanas algunos copones con
su Divino contenido, especialmente el
copón de los capuchinos, y estos repartían
el Santo Sacramento a cuantos religiosos
lo pedian (3).
Al decir de uno de los franciscos, algu-
no de ellos, después de liaber estado en
los bajos del fuerte, pasó a un piso alto,
y desde sus ventanas vió en la maflana
del 26 que las turbas se dirigían al fuerte
pidiendo la cabeza de los frailes, desco-
llando de entre los grupos, por sobre de
las Cabezas, los brazos arremangades
levantados en alto con las navajas en las
(i) Relación del P. Ramon Bulclú. Bnicclnna
26 de dicicmbrc de 1882.
(2) Relación del P. Baltasar Sentií. .Maspujols
13 de iunio de 1886.
(?) Relación del P. Pablo Gelada, trinltario.
San Justo Desvern a 22 de iunio de i88í.
manos. La tropa no permitía que tales
gavillas se acercasen al fuerte (4). Opino
que este fraile cuenta la verdad, però que
las turbas amenazadoras que vió no eran
otras que las que asediaban a los grupos
de frailes al ser Uevados a Atarazanas,
las que les seguían hasta allà.
Comprendió la autoridad que en fuerte
tan unido a la ciudad no estaban bastante
seguros los perseguidos, donde por otro
lado es fàcil estorbasen; y así muy luego
los distribuyó en las dos otras fortalezas
mas seguras, Montjuich y la Ciudadela.
La inmensa mayoría de los allí recogidos
la traslado en seguida al dicho castilllo de
Montjuich, mas los ancianes y decrépitos
quedaron al pronto allí, siendo después
trasladados a la Ciudadela, que no había
en ellos fuerzas para apechugar con la
abrupta cuesta del castillo. Contàronse
entre estos el Padre Ignacio Combelles,
el Padre Francisco Balíus, de 92 aííos de
edad, el Padre Cayetano Negre, el Padre
Mariano Roset, todos mercedarios, y
muchos otros. El paso de Atarazanas
a la Ciudadela se efectuo por la muralla
del mar, lugar poco frecuentado de las
turbas y a propósito para la defensa.
Però duro algunos días la presencia de
frailes, bien que pocos, en Atarazanas,
sea que alguno, superior o procurador,
quedase allí para agenciar los intereses
desús comunidades, sea que fueran pau-
latinamente llegando de las casas y es-
condrijos de la ciudad.
Muy discordes andan los testigos res-
pecto de la hora de la ascensión al Cas-
tillo de Montjuich, variando desde las
nueve hasta las trece; però de todos mo-
dos consta que se efectuo en la maflana
del 26. Por lo que toca al niimero y nom-
bres de los que ascendieron poseo datos
muy ciertos, a saber, la «Relación de los
«religiosos que quedan en este castillo
»con espresion de las ordenes a que
»corresponden,>; suscrita por el Gober-
nador del mismo castillo Don Francisco
(4) Relación citada del P. Baltasar Sentis.
700
I.inRO TERCliliO. — CAPITCLO VN•Dl•X.I.MO
García de Luna el dia 26 de julio. llela
aquí, hasta con sus errores de pluma:
«SAN FRANCISCO DE ASIS
»Domingo Anguera-
»Juan Landencia.
»Juan Razet.
»Francisco Bidriella.
»José Maria Ballester.
«Ignacio Vives.
»José Pomes.
«Martín Masramon.
»Sebastian Bahil.
»Mariano Brunet.
»Antonio Rovira.
»José Maria Lligona.
»Mateo Orriols. •
»Antonio Puig.
»Francisco Salvador.
»Francisco Burés.
»Francisco Maria Pedrerols.
»José Llosellas.
»Francisco Moliner.
»Tomàs Puig.
>-Baltasar Sentis.
»Meliton Montes.
»Matias Espinàs.
»Jaime Elias.
»Manuel Rodillas.
«Rafael Roger.
»José Serrat.
«Ventura Mestres.
»Jacinto Pujalés.
«Juan Socias.
«Salvador Casals.
«Francisco Busquets.
«Jaime Rodó.
«Salvador Pujol.
«Joaquin Martí.
«Salvador Morera.
»Jose Borràs.
»Pedro Gual.
«Pablo Cabré.
«José Oreu.
«Salvador Mestres.
«Francisco Mestres
«Ventura Martí.
«Isidro Ciurana.
«Isidro Ordet.
«José Oliver.
«Juliàn Valldeneu.
«Ramon Boldú.
«Bernardino Tura.
«Feliu S.
«José Pallejà.
«Domingo Lleonar.
«Pablo Solanes.
«José Ciré.
«Fèlix Vilar,
«Miguel Noguet.
«Juan Güell.
«José Mateo.
«José Oldu.
«Franco Fornen.
«Salvador Pérez.
«José Cotals.
«Juan Clara.
«Mariano Serra.
«Isidro Martorell.
«José Pons.
«José Mullanes.
«Benito Osalde.
«Pedró Reverter.
«Gabriel Casales.
«José Puigdengolas.
«SAN JOSÉ
«Manuel de S. Bernardo.
«José de los Rej'es.
«Vicente de la Consolacion.
«Felipe del Sacramento.
«Franco, de los Angeles.
«Pascual de S. José.
«Juan de S. Ignacio.
«Pedró del Corazon de Jesús.
«Jaime de Jesús nazareno.
«CARMELITAS CALZADOS
«José Ortega.
«Juan Miguel.
«Juan Guatings.
«José Paraxeda.
«Bartolomé Bassas.
«Bernardo Claveria.
«Joaquin Pagès.
«Juan Ortens.
«Pedró Solà.
«Franco. Solà.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPLES DEL INCENDIO
701
«TRINITARIOS DESCALZOS
»Jose de la Virgen.
»Jeronimo de S. Fèlix.
«Nicanor del Bto. Miguel.
«José de la SSma. Trinidad.
»Juan de la Sumision.
»Sebastian de Dios.
»Pedro de Jesús.
«Fernando de Jesús.
»Felipe de S. Miguel.
*Manuel del Bto. Miguel.
»Jorje de la Virgen.
»Juan de S. Lucas.
»Blas de la Virgen.
»Jose de la Puriticacion.
»Matias de S. Blas.
»Severino de la Virgen.
«Antonio de la Purificacion.
»Juan de Sta. Teresa.
«TRINIT.^RIOS C.ALZ.ADOS
»P. Ministre.
»P. Vicario.
«Lector Estalella.
«Maestro de novicios.
»Jose Alavern.
»Jose de Flor.
»P. Vigual.
»P. Rifé.
»P. Sangenis.
»P. Bigues.
»F. GuelI.
»F. Tordia.
»F. Sarove.
»F. Guirigua.
»F. Sayol.
»F. Serrat.
»F. Febrer.
»F. Paime.
»F. Vives.
»F. Boxadós.
»F. Julià.
»F. Arbolí.
»F. Bonet.
«SAN VICENTE DE PAUL
«Juan Vilera.
«Alejo de Viu.
«Jacinto Moria.
Juan Costa.
Jaime Perucho.
Juan Figuerola.
Mauricio Sanpere.
Manuel Fàbregas.
José Perramón.
Cristobal Lesera.
Franco. Bosch.
Juan Seieta.
Jaime Rogent.
Miguel Casabona.
Buenaventura Pesal.
Raimundo Pires.
Miguel Pelegrí.
Jaime Serrató.
Ramon Vila.
Pedró Puig de Canet.
Benito Cardona.
José CampAs.
Juan Aguilà.
Ramon Madani.
Fernando Partagas.
Antonio ALnsjuan.
Isidro Marrual.
Tadeo Amat.
Ant.° Morera.
José Puig.
Mateo Cerdà.
Jaime Llorens.
Mariano Alavedra.
José Vilaplana.
Felipe Vidal.
Jaime Canullas.
José Estevan.
Juan Cachué.
Juan Valls.
Juan Frau.
Gabriel Ramis.
«SAN AGUSTIN
«Agustin Girona.
«Franco. Pascual.
«Pedró Colomina.
«José Riera.
«Mariano Sordes.
«Jaime I\Latas.
«Miguel Triay.
«Luis Selles.
«José Bruguera.
«Ventura Brun.
/02
LIBRO TERCERO. CAPITULO LNDECIMO
»Agustin Vila.
«Miguel Novas.
«MERCENARIOS
»Ramón Serra.
»Jaime Serra.
»Antonio Espinach,
»Livorio Santmartí.
»Juan Torrents.
»Juan Alvareda.
«Vicente Fàbregas.
»José Rodríguez.
»Joaquin Vidal.
»Antonio Casas.
»Ramon Roca.
»Serapio Rates.
»Raimundo Genis.
«Buenav." Cuito.
^>Ramon Roca.
«Franco. Domènech-
«Franco. Fort.
«Antonio Jaudiera.
«Juan Estapos.
«Juan Moretras.
«Segismundo Llupas.
«Buenav.'"* Güell.
«Juan Pujol.
«Benito Tiana.
.■«Miquel Jauca.
«Benito Sapori.
«L."^ Sanhuet.
«R. P. M. Vicario General de toda la
«orden.
«S.'VNTA MÒNICA
«Manuel Pérez.
«Mariano Beinat.
«Franco. Colomer.
«Tomàs Luis.
«Jaime Edo.
»Jaime Haih.
«José Roguen.
«Antonio Bonet.
«Pablo Falcón.
«Agustin Montforte.
«CAPUCHINOS
»P. Guardian.
«Julian de Olot.
»Joaquin de Aleya.
» de la Nou.
aBuena.'* de Alforja.
>.José de Corbera.
«Franco Pio de Bar."*
«Manuel de Verdú.
«Ginés de Jardeix.
«Buena.* de Vinyols.
«Mateo de Cardedeu.
«Franco, de Bar."*
«Antonio de Olot.
«Celestino de Bar.°*
»Bonifacio de Barcelona.
»Ramon Roman de Barcelona.
«Matias de Tarrasa.
«Tomàs de Agullana.
»José de Mataró.
»Pedro Pablo de Bages.
»Pedro José M* de Bar."*
»F"ranco. de Bosolls.
«Froilan de Bar."*
«Franco de Valls.
»José de Igualada.
«José Franco, de Bar."*
«Ramon de Gerona.
> Jaime de Figueras.
»Tomàs de Vich.
«Antonio de Arbucias.
«Miquel de Mustela.
«Ramon M "^ de Olot.
»Narciso de Llagostera.
«Fausto de Ripollet.
«Ramon de Valls.
«Segismundo de Lèrida.
»Rafael de Valls.
«Felipe de Vich.
«Feliu M.•> de Olot.
wM.'' Andrés de Sarria.
«Bernardino de Torà.
»Magin de la Espluga.
AValentin de Vilana.
«Pedró de Fosa.
«Gabriel de Canet.
«Antonio del Bruch.
«Crispin del castell del Azuru.
> Alejandro de Bar."*
«Cecegin de Salesas.
«Sebastian de .Sarrià.
»Jose de Prat de Llusanés.
«Francisco de Chumblé.
«Pedró de Premià.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPLLS DEL INCENDÍO
703
«Esteban de Ripollet.
»Bernardo de Castelltersol.
«Castillo de Montjuich de Barcelona 26
»de julio de 1835=E1 gobernador Fran-
»cisco García de Luna=»Total general
277(1).
'U/HA>
Para evitar en la subida un indefectible
atropello la autoridad trató de impedir
el acceso de las turbas al camino de Mont-
juich, a cuyo fin cerró el rastrillo o verja,
que de la Rambla de Santa Madrona sepa-
raba la puerta del nombre de la misma
Santa. Entonces el mar lamia la muralla
del fuerte, y así por allí no existia paso.
Así la turba no pudo pasar de la calle.
Del fuerte o cuartel bajaron los frai-
les a la plazoleta de dicha puerta, y,
cruzando esta, salieron a la carretera
que conducía a Montjuich, la que todos
hemos conocido, y de la que aún hoy
queda gran parte. Iban escoltades por
algunes caballos y fuerzas de infanteria.
Las turbas, en número de miles de perso-
nas, privadas de penetrar en el patio de
la puerta, y así de seguir a los religiosos,
subiéronse a la muralla que miraba a la
montana del castillo; y al ver que sus
inocentes víctimas se les escapaban, gri-
taban desaforadamente; «matctdos, via-
íctilos». iTal era el furor de aquéllas y el
aumento que iba cobrando la revolucioni
Alguno de los frailes me dijo si hasta de
la muralla se les disparo algunos tiros;
però la noticia no la veo confirmada por
las docenas de testigos que me refirieron
la actitud de las turbas.
Las circunstancias de la ascensión al
Castillo no la hacían ciertamente deli-
ciosa. La hora la de la mayor fuerza del
sol, el mes el de julio, el vestido en no
pocos de habito de lana, la edad en
muchos avanzada, el cuerpo dèbil
por la falta de alimento, pues no
pocos estaban en ayunas, el espíritu
agitado por los acontecimientos pa-
sados, los presentes y los que se
temian, los espectadores pidiendo
a voz en grito la muerte, y de los
acompafiantes unos en buen sentido
y otros en adverso. Son del trinita-
rio Padre Pedró Bigas estàs pala-
bras referentes a la subida: «Ibamos los
«pobres frailes custodiades por los cara-
»bineros de a caballo, a uno de los cuales
»se escapo decir: «es cosa terrible tener
«que acompanar à estes pilles, à cada uno
«de los cuales quisiéramos ver hechos mil
«pedazes». Al oir esto el Padre Sangenís,
«que había sido coronel en el levanta-
«miento realista de 1822, dijo à los frailes
«jóvenes que se fuesen llenando las fal-
«triqueras con las piedras que hallasen,
«como realmente lo hicieron» (2).
Llegada la numerosa comitiva al pie
del Castillo, no se le abrió inmediatamente
la puerta como era de piesumir, sine que
tuvo que hacerse un large alto, que unos
frailes igualan a media hora, otros a una.
De todos medos, quedar por tanto rato
parades al sol del mediodía del mes de
julio venia a completar las acres ince-
modidades de la ascensión al castillo. Al
fin se les abrió la puerta y penetraren
en él (3). Y jprovidencia de Dies!, per
razón de tanta fatiga, ayuno e incomodi-
dad, ni uno de aquelles perseguides en-
fermó, ni en el dia de la subida, ni en los
siguientes de permanència en el castillo.
Así me lo aseguró uno de elles, semina-
(i) Archivo de la Capilania (jeneral de Cala-
lufia. Lcgajo titulado; Ouema de los conventos y
cxpulsion de los frailes en i8}^. Paquete 5."
{2) \Ln San .Vndics de Palomar a io do iunic
de i88í.
(5) Relaciones de varios frailes.
704
LIBRO TERCERO. — CAPITULO UNDKCIMO
rista (1), y los registros del Santo Hospital
no contienen ningún asiento en que se
indique la procedència de Montjuich del
enfermo.
Colocada la multitud de religiosos en
la plaza central del Castillo, no pocos
acudieron a la capilla para encomendarse
a Dios mientras esperaban se les condu-
jera a su habitación (2). Se les alojó en
una o unas grandes cuadras del lado del
mar, húmedas, con suelo de tablas. Esta-
ban faltas de todo mueble y utensilio
para la habitación de hombres, excepción
hecha de un grandísimo cubo o portadera
para suplir el excusado. La autoridad no
tuvo ni un jergón de munición, ni un
banco, ni un lugar común para aquella
multitud de hombres respetables perse-
guides, desgraciados e inocentes. No de
otro modo se trata a los rebanos de cor-
deros o de cerdos. Y cuenta que la noti-
cia de lo desacomodado de la pieza, de la
falta de todo utensilio, de la indecència
de tal trato, me consta, no por la boca de
uno o dos frailes, sinó por la de todos. La
cama de los pobres religiosos consistió en
el duro entablado, y sobre él se tendieron
jóvenes 3^ provectos, coristas y sacerdo-
tes, noveles y superiores; y así pronto
abundaren allí los paràsitos del cuerpo
humano, especialmente los blancos, que
suelen morar en el dorso del individuo;
mientras por otro lado, el improvisado
excusado llenaba el ambiente de la cua-
dra de hedores insoportables. El Gober-
nador del castillo el mismo dia 26 decía en
oficio al Capitan General de Barcelona:
«Espero que V. E. se servirà darme las
«instrucciones que tenga por conveniente,
»pues tengo el honor de hacerle presenta
»que en esta fortaleza no hay víveres, ca-
»mas, ni ningún otro utensilio que pueda
»suministríírsele a dichos religiosos» (3).
(i) Relación de D. Ramon .Madam. Barcelona
2 de Marzo de 1885.
(2) Carta que de Roma en 18 de enero de 1881
me escribió el trinitario P. José Güell y Milà.
(5) Archivo de la Capitania General. Legaio
citado, paquete 5.°
Pero ni aun en la dureza del lecho, ni
en la antipàtica companía de paràsitos,
ni en los repugnantes perfumes del excu-
sado hallaban los reclusos su mayor
pena. Esta consistia en el hambre. La
tarde corria en busca de la noche y nadie
acudia aün a acallarla. La Comunidad
mas favorecida fué la de la Merced, por
que, antes del atropello, el capellàn de
castillo todos los días celebraba en el con
vento de esta, dónde se le daba intención
y ahora este sacerdote procuro aliviarla
Se cree que por obra de él pudo, al caer
de la tarde del 26, comer algo dicha Co
munidad. Consistió el menú en arroz con
bacalao colocado sobre una rebanada de
pan, la que constituía toda la vajilla de
la cuadra (4). Por la misma razón de la
amistad del capellàn, el superior merce-
dario estuvo alojado en el pabellón del
capellàn (5).
Lo que del hambre de este encierro me
dijeron algunos frailes, por extraordina-
rio, llega a parecer increïble. El Padre
Joaquín Martí, franciscano, al cual vimos
en el capitulo anterior diligentemente
buscado por su madre en la noche del
crimen, y hallado al fin en Atarazanas,
me dijo que '<los dos primeros dias los
spasamos sin comer. Los prelados acu-
»dieron y se dió la órden para la intro-
»ducción de víveres y se dió à los religio-
»sos una cocina para la confección de los
»alimentos. El primer alimento que llego»
(ignoraria el de los mercedarios) «fué el
»traido por mi madre, la cual alcanzó
«permiso de la Capitania General para
»entrar en el castillo, y nos Uevó una olla
»de sopa de caldo con gallina, la que con
»el hambre consiguiente comí yo y mis
»amigos.» (6). El Padre Baltasar Sentís
me anadió que desde la salida del con-
(4) Relación del P. Benito Tiana, mercedario,
Barcelona, i.' de junio de 1880, y relación del
P. Joaquin \'idal. Barcelona, 2Ó de enero de 1S87.
(í) Relación citada del P. Joaquin Vidal.
(o) Relación del mismo .Marti. Barcelona.
7 de julio de 1880.
l.OS l-RAILES Y LOS COXVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPUÉS DEL INXENDIO
705
vento hasta que comió se pasaron tres I es creible, indica al menos largo tiempo.
días (1), y el Padre Pedró Bigas que Oigamos la voz de otros de los reclui-
pasaron dos (2); lo que si del todo no | dos:
^' é-. ^5í9í e/C^ipx}!/? ^£i^(j
r
^2r}L
^Xi^Ceu^triCTc^
/'
(i) .Maspujols, i^ de junio de 1880.
(j) Relacinn citada.
(?) .\rchivo municipal dc Barcelona. — E\pcdiente n." 1 jo. de la Sección 2.
706
I.IBRO TERCERO. CAPirLI.O UNDECIMO
Efectivamente, los trinitarios descalzos
en Montjuich andaban errantes por la
cuadra sin superior que los protegiera.
Por esto y su miserable aspecto barrunta-
ron los calzados que no habrían comido.
Inquiriéronlo, y como ballaren verdadero
el temor, los superiores calzados manda-
ron suministrarles arroz con bacalao,
bien que antes les prepararen el estóma-
go con unos bizcochos con vino. Ademàs
nombróse a uno de ellos que hiciese las
veces de superior.
Del trinitario calzado Padre José Güell
y Milà son las siguientes palabras: «Era
»ya casi el anochecer, y estabamos en
»ayunas. Mandaron, no sé quien, pagan-
»do nosotros de nuestro bolsillo, à un
»pueblo del pié de la montana; y trajo
»pan, arroz y bacalao, este tan podrido
»que lo que sobro el dia siguiente lo
»dimos à los presidiarios del Castillo, y
»por tan malo no lo quisieron. Nosotros
»con tanta hambre no lo advertimos. El
»pan nos servia de cuchara y comimos en
»pié Cenados y comidos, nos bajaron à
»unas cuadras muy bajas. Sin cama ni
»paja dormimos sobre las tablas; lo que
»màs me peso fué la falta de almohada.
»E1 dia siguiente, à lo màs a los dos dias
«nuestro superior el Padre Pascual Palau,
»que estaba con nosotros, creo que pro-
»videnció para que nos subieran colcho-
»nes, y asi tuvimos algunos bien que sin
»sàbanas. El dia siguiente mandó quien
»comprase carne fuera del castillo. Esta-
»ba alli nuestro cocinero Fr. Felipe Ar-
»bolí quien como pudo nos arreglo la
»comida>^ (1).
Los padres del mercedario Fr. Benito
Tiana dedicàbanse en la Puerta Nueva al
trafico de lefia, y el castillo, por medio
de los presidiarios que en el moraban,
proveia de dicho articulo en el almacén
de Tiana. Este se valió de los mismos
(i) Carta que me escribií'i desde Roma en i8
de enero de 1881. Concuerda con el dicho del
P. Güell cl del otro trinitario P. Pablo Gelada.
penados para hacer llegar pan y butifa-
rrci y un colchón a su hi jo Benito (2).
Ya arriba en su lugar escribí que la
Comunidad de carmelitas calzados fué
conducida a la Ciudadela; però los màs
de los jó venes del colegio del Santo An-
gelo pararon en Montjuich. Carecian de
alimentos, y así uno de ellos, Fr. Ortega,
al cual después todos conocimos de pro-
fesor y màs tarde Director del Instituto
Provincial, se presento al Gobernador y
le manifesto su necesidad. El Goberna-
dor, sabiendo que los mejor provistos
eran los capuchinos, quienes continua-
mente recibían socorros, indico a estos
capuchinos que sostuvieran a los dichos
carmelitas, en lo que fué obedecido (3).
Los superiores por un lado, las familias
y los amigos y devotos por otro, acudie-
ron a socórrer la indigència de los f railes,
subiéndoles colchones, abrigos, disfraces
y alimentos (4). No pecarà de pensar
temerariamente quien sospeche que al
principio, debiendo los comestibles pasar
por varias manos desde el rastrillo de la
fortaleza a la cuadra, se evaporarían en
parte. Los mismos religiosos el exiguo
dinero que salvaron en sus faltriqueras
lo emplearon en la compra de alimentos.
En vista de todo los superiores pidieron
y alcanzaron que cada orden tuviera en
el rastrillo dos legos para transmitir a
los individuos de su comunidad los reca-
dos (5). De esta circunstancia, y el caso
raya en jocoso, se aprovechó el Padre
Baltasar Sentís, quien, procedente del
Campo de Tarragona, carecía de amigos
en la ciudad; y así, fingiéndose lego de su
orden franciscana, se largó hasta el ras-
trillo; allí se encargó de llevar la primera
cesta que vino con alimentos, comió al-
gunos de ellos, y transmitió a su destino
(2) Relación del mismo D. Benito Tiana,
citada.
(3) Relación del trinitario. después canónigo.
D. José Sayol. Barcelona, 2ü de julio de 1880.
(4) Relaciones de muchos de los frailes de
.^íontiuich.
(í) Relación clt. del P. Baltasar Sentis.
LOS FRAILES V LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESl'L'iJS DEL INXENDÍC
707
los demàs (1). El hambre es ingeniosa
tanto cuanto intransigente.
Merece la autoridad aceiba calificación
por tal proceder respecto a la alimenta-
ción de los pobres frailes reclusos en los
fuertes, porque si al colocarlos en las
cuadras los asemejó a cerdos o a carne-
neros, al prescindir de alimentarlos los
igualo a bestias daflinas, a las que se deja
morir de hambre en la ratonera o tram-
pa. Mas ocurre preguntar: íQué penso,
pues, la autoridad respecto a la manuten-
ción de los frailes reclusos? -íQué hizo?
rPor qué dió tanto tiempo al hambre?
Ella misma os lo explicarà en sus docu-
mentes oficiales. En las actas de la junta
de autoridades que se reunió aquellos
días se lee:
«En la Ciudad de Barcelona en veinte y
»ocho de julio de mil ochocientos treinta
»y cinco, A las ocho y media de la noche.
»Por disposicion del E. S. Mariscal de
»Campo Don Cayetano Saquetti, Coman-
»dante General, en ausencia y por en-
»cargo del E. S. Capitan General, fueron
»convocadas, A invitacion del Senor Go-
«bernador Civil de la Provincià, en estàs
»casas consistoriales las Autoridades Su-
»periores y otras, y reunidas con elExce-
«lentísimo Ayuntamiento en la sala ca-
»pitular bajo la presidència de dicho
»E. S. Comandante General, con con-
»currencia de las personas anotadas al
»margen a las ocho y media de la noche,
»y abriendose la sesion, el Sefior Gober-
»nador Civil propuso que deberà adop-
»tarse la medida de librar pasaportes A
»todos los religiosos recogidos de resul-
»tas de los acontecimientos de los dias
»veinte y cinco y veinte y seisen los fuer-
»tes de Monjuich y Ciudadela para el
»punto que cada uno eligiere, por ser
»eslo muy conveniente à la seguridad de
»la poblacion manifestando hallarse con-
»formes con esta idea tanto cl Seflor Go-
«bernador militar como el Exmo. Ayunta-
»miento, cuyo Sefior Decano contesto ;'i
»esta indicacion, que si bien sobre ella
(i) Relacióii cil. del mlsnio Sentís.
»le había hablado el Sefior Gobernador
»Civil, en union con algunos Sefiores
»Concejales, que en su opinion particular
»reconocieron en algun modo adaptable
»la idea, no puede aquella conferencia
»calificarse de aprobacion, tanto por no
«hallarse autorizados los que la contro-
»vertieron por mera conversacion, como
»porque no cree tampoco que se halle en
»las atribuciones del cuerpo municipal
»semejante disposicion. El Sefior Coman-
»dante General pidió en consecuencia a
»los Sefiores Vicarios generales, como
«Autoridad Eclesiàstica, que se sirviesen
«manifestar su parecer sobre el particu-
«lar y contestaron, que por su parte no
«hallan inconveniente» (A la sasóti eraii
Vicarios Generales Don Toiiids Puig-
uriguer v Don Salvador Andreu): «con
»lo que insistió el Sefior Gobernador Ci-
»vil en que no debe permitirse la perma-
«nencia de los religiosos en Barcelona,
«fundado tanto mas en que habiendolo
«manifestado en el dia de ayer al Exmo.
«Sor. Capitan General Marqués del Valle
»de Ribas, le contesto este en términos de
«aprobacion, y porque por otra parte
«habrà mucha dificultad en mantener en
«los fuertes à los quinientos frailes, que
«sobre poco mas ó menos se hallan reco-
«gidos en ellos, si para su destino ha de
«esperarse la resolucion del Gobierno, à
«quién darà cuenta por el correo de ma-
«iïana, tomando no obstante sobre sí la
«responsabilidad acerca de la expidicion
«de los pasaportes. Invitados los Sefiores
«Vicarios Generales Gobernadores de la
«Mitra à tomar à su cargo la manuten-
»cion de los indicados religiosos por me-
«dio de los productos o ventas de las
«propiedades pertenecientes à los Con-
«ventós desocupados, en atencion íí la
»mas inmediata analogia que el Clero
«regular tiene con la Autoridad eclesiàs-
«tica que ejercen dichos Sefiores Vicarios
«Generales, se denegaron estos a tomar
«sobre si este encargo, fundados en que
«no tienen ni podran tener fondos de los
«religiosos, por cuanto perteneciendo al
«Estado las temporalidades^ {;quc cfngio
708
LIBRO TERCERO. — CAPITULO LNCICIMO
tanfalso!), «no puede la AutoridadEcle-
»siastica inmiscuirse en ellos y de consi-
»guiente, que debiera ver el Exmo. Ayun-
»tamiento quien tomarà à su cuidado la
«subsistència de aquellos, si es que no se
»acordase la propuesta expidicion de pa-
«saportes. Aquí tomo la palabra D. Joa-
»qu!n de Mena esponiendo las fundadas
»razones en contra de la opinion de los
«Senores Vicarios Generales acerca de
»que debiera córrer à cargo del Exmo.
«Ayuntamiento la manutencion de los
«religiosos en los fuertes, pues que si
»bien ha tornado parte esta cuerpo en el
»recogimiento, en cuanto fuese posible,
»de las alajas, ropas, efectos y demàs
«enseres de los Conventos no ha tenido
»en ello otra mira ni idea que la de pro-
»curar, como padre comun del pueblo de
«Barcelona, de ponerlos en salvo paraque
»puedan entregarse à quien disponga el
«Gobierno, creyendo que interinamente
"podria ya verificarse la entrega à la
»Real Hacienda, tomando esta sobre sí la
»manutencion de los frailes de que se
»trata. Estàs diferentes opiniones promo-
»vieron larga y muy detenida discusion,
»en la cual el Sefior Gobernador Civil
»insistió en que debía acordarse el des-
»pacho de pasaportes, bajo su responsa-
«bilidad, sobre lo cual el Senor Delegado
>;de Policia opuso el poderoso inconve-
«niente de que con ello se autorizaba à
»los frailes, aun cuando se les obligase à
«dar fianza, que seguramente no encon-
«trarían la mayor parte de ellos, à pre-
«sentarse à engrosar la faccion, esponien-
«doles ademàs à ser asesinados à su salida
»y viaje interín no se pusiesen à salvo
«en la faccion ú otro punto de seguridad:
«consecuente a lo cual propuso el Senor
«Gobernador Civil que las autoridades
«debieran juntas o separadamente repre-
«sentar al Gobierno con respeto al pi'o-
vnunciamiento general que va cundiendo
«contra el Clero regular paraque se tome
»la providencia correspondiente.
»En este estado entraron el Senor In-
«tendente de Provincià de este Princi-
«pado y el Senor Alcalde mayor tercero
«Don Juan Perciba, y habiendo este dado
«parte de haber sobrevenido una pequefla
«conmocion en la calle de Fernando Sep-
«timo con motivo de haberse difundido
«la voz de que transitaban por ella dos
«frailes, salió el Sor. Delegado de Policia
«para ocurrir à lo que fuere menester
«con su autoridad.
>'En vista de cuantas reflexiones se han
«hecho sobre los dos puntos controverti-
«dos, se ha acordado: Que se resuelv^an
«separadamente; y siendo implícita la
«aprobacion del Exmo. Ayuntamiento
«por la diferencia (sic) que todos sus indi-
«viduos han manifestado en favor de la
>.opinion de los dos que han hablado, y
«conformes las demàs autoridades, ha
«quedado resuelto con respecto al des-
«tino de los religiosos detenidos en los
«fuertes, que ha de aguardarse la resolu-
«cion del Gobierno superior.
«Pasàndose acto continuo à tratar del
«punto del mautenimiento de dichos de-
«tenidos, instado el Senor Intendente para
«encargarse de ello, lo ha resistido por
«cuanto la Real Hacienda se halla sin
«fondos de que poder disponer; mas que
«sin embargo oficiandosele por el Exmo.
«S. Capítan General vería si podia ade-
«lantar por de pronto dos o tres mil rea-
»les, que cree serían suficientes, con los
«viveresy demàs que pudiesen recogerse
«de las casas religiosas desocupadas,
«para ocurrir à la manutencion de los
«Frailes, interín se aguarda la resolucíón
«de la Corte.
«La Autoridad militar contesto, que no
«puede ni debe entrometerse en este
«asunto; y en este estado.
«Salió el Sor. Comandante General,
«tomando la presidència el Senor Gober-
«nador Civil, y sucesivamente entro el
«Senor Delegado de Policia manifestando
«hallarse tranquíla la poblacion, sin que
«la ocurrència de que ha dado parte el
«Sefior Alcalde mayor tercero ha3'a sido
«cosa digna de atencion.
»V prosiguiendo la cuestion sobre el
«socorro de los frailes detenidos en los
«fuertes, los sefiores Vicarios Generales
LOS I-RAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LL'EGO DESPUES DEL INCENDIO
709
»Gobernadores de la Mitra pidieron que I
»no obstante lo manifestado por la Auto- |
«ridad militar se la invite à que tome
»sobre ello providencia, y se indico que
»podrían llamarse à los procuradores de
»las Comunidades religiosas à fin de que
»continuando con el cobro de la renta
«respectiva con cuenta y razon, acudan
»con la misma al sustento hasta nueva
»disposicion de los individuos detenidos
»de la orden que cada uno ha representa-
»do hasta ahora pudiendo en el entretan-
»to el Exmo. Ayuntamiento encargarse
»de ello. En consecuencia y mediante
»haberse desentendido este Cuerpo por
»las razones que han manifestado los dos
»individuos de él que han hablado sobre
»este punto, el Senor Gobernador Civil
»en uso de su autoridad mandó se tengan
»a su disposicion cuarenta onzas de oro
»que el Senor Regidor D. Joaquin de
>^Mena como encargado de poner en sal-
»vo lo del Convento de Agustinos calza-
»dos ha manifestado haber encontrado
»en él, pertenecientes à un depósito, así
»como todo lo demàs que se hubiese
»recogido de dicho Convento y demàs
»desocupados, en concepto de que pro-
»videnciarà su Senoria lo conveniente, y
»con esto termino la sesion A las once y
»cuarto de la iioche.
»Felipe Igual.
»E1 Secret." int." del E. Ay'" Cayetano
»Ribot.»
Es de advertir que, a pesar de decir
esta acta que los nombres de los asisten-
tes se anotan al margen, no existe tal
anotación.
Sigue ahora un oficio del Gobernador
Civil dirigido al Ayuntamiento el dia
siguiente al de la reunión anterior, o sea
el 29: «Exmo Sor.— Siendo preciso córrer
»al ausilio de la humanidad y proveer de
»la precisa subsistència ;'i los Religiosos
«Conventuales que existen detenidos, por
*su seguridad, y en beneficio de la con-
»servacion del orden publico, en las for-
»talezas de Montjuich y Ciudadela de
»esta plaza, prevengo i\ V. E. que de los
»fondos ecsistentes en su poder, segun me
»consta, y que fueron hallados en algunos
»de los Conventos incendiades la noche
»del 25, disponga inmediatamente sean
«socorridos con justa consideracion de
»las verdaderas necesidades, pues que no
»todos se ballaran en una misma posicion,
»llevando al efecto la correspondiente
»cuenta detallada, que à su tiempo pre-
»sentaràn los comisionados que V. E.
»nombre para esta operacion.
»La medida es tan urgente cuanto que
«tiene por objeto no dejar perecer en la
«indigència à individuos que, sea cual-
»quiera su desgraciada posicion, al fin
«pertenecen A la Sociedad y reclaman por
»lo mismo la proteccion y amparo de las
»autoridades.
»De quedar cumplido espero me dé
»V. E. aviso.
»Dios.... Barcelona 29 de julio de 1835
»— Felipe Igual— Excmo. Ayuntamiento
»de esta Capital» (1).
Consta, pues, por boca del Gobernador
Civil: 1.° Que con urgència hay que
socórrer a los frailes detenidos si no se
quiere que mueran de necesidad. 2.° Que
no se les socorria a pesar de guardar la
autoridad fondos procedentes de sus ca-
sas. 3." Que en la sociedad de entoncesse
tenia en tanto desprecio al fraile que para
evitar que se le dejase morir de hambre
se alegaba su calidad de hombre. 4.° Que
no se acude a su auxilio hasta el dia 29.
Y 5.*^ Que al fin el Gobernador Civil es
quien muestra mayor interès en acudir a
la necesidad. Echemos, pues, cuentas:
muchos de los frailes el 25 no cenaron:
del 25 al mediodia al 29, tarde ya, van
cuatro días: procede corregir mi opinión
de arriba al considerar exagerado el
dicho de alguno de los reclusos que dijo
haber pasado días sin comer.
Veamos el efecto producido por el
anterior oficio. El acta de la sesión del
Ayuntamiento del 29 de julio dice asi:
(i) .Xi-L-hivo municipal de Barcelona. — Espe-
dioiles.—Seccióii 2.' — Espediente uç. — Segundo
pliego. — Espediente relativa al suhsidio de los
relisiosos...
710
LIBRO TERCFÍRO. — CAPITULO UNDECI.MO
«Habiéndose leído un oficio de fecha de
»hoy del Sor. Gobernador Civil paraque
»se socorra à los religiosos que estan
»refugiados en los fuertes, ha creado Su
»Escel.^ una Comision compuesta de un
«Regidor, de un eclesiàstico y de uno de
»los mayores contribuyentes paraque se
»ocupe de este negocio, nombrando ense-
»guida al Sor. D. joaquin Espalter como
«Regidor, y à D. Juan Amell como mayor
»contribuyente, y disponiendo que se
»oficie al Sor. Gobernador de la Mitra
»para que se sirva indicar dentro de un
»breve termino un eclesiàstico para la
»Comision.
»Se ha presentado una nota en que se
«indica que el Convento de la Merced de
»esta Ciudad habia de hacer un cobro de
»la cantidad de mil libras catalanas.
»Su Excel.* ha resuelto que sehable de
»ello verbalmente al Sor. Gobernador
»Civil en acto de Ayuntam."
»A fin de poder atender al socorro de
»los Religiosos segun lo dispuesto por el
»mismo Sor. Gobernador y lo exige la
»humanidad,
»Acuerda Su Escel.^ que se ponga à
»disposicion de la Comision que se acaba
»de establecer, las cortas cantidades que
»se han podido recoger de los Conventos
»estos últimos dias en el acto de salvar
>:sus efectos del saqueu y de las 11a-
»mas...» (1).
Don Juan Amell no admite el cargo
para el que se le designo; en su lugar el
Ayuntamiento nombra a Don José Ribas,
propietario (2). En el mismo dia 29 el
Gobernador eclesiàstico indica para indi-
viduo eclesiàstico de la dicha comision al
R. Don Juan Gibert, custodio de Santa
Marta (3).
Oficio del Gobernador Civil al Ayunta-
miento:
«Exmo. Senor. — Ayer autoricé à D.
(i) Archivn municipal de Barcelona. — Aciící-
cios. — Segundo semestre i8^j. Fol. 578.
(2) Acuerdos, citado. Fol. 580.
(3) .\rchivo municipal de Barcelona. — Expe-
diente 1J9 arriba citado.
»Juan Cantareu causídico y D. Jaime
»01iva suegro é yerno respecti vo procu-
«radores de los bienes de PP. Agustinos
»Calzados, à D. José Vifíals apoderado
»de los de Carmelitas descalzos y à D.
»Pablo Vilar de los de San Sebaslian
»paraque se encargasen respectivamente
»de la cobranza de los alquileres de las
»casas y demàs pertenencias de los suso-
»dichos Conventos à fin de que con sus
vproductos atiendan desde este dia à la
«subsistència de los respectivos religió
»sos, todo interinamente y hasta la reso
«lucion de S. M , con la obligacion de dar
«cuenta à quien corresponda. Tengo en
«tendido igualmente que à varios de estos
»se les socorre por parientes y amigos
«individualmente, y lo digo à V. E. para
»conocimiento de la Comision encargada
»de proporcionar la subsistència à los
«Regulares refugiados en las Fortalezas
«de esta capital.
«Dios.... Barcelona 30 de julio de 183.5
»— Felipe Igual — Exmo. Ayuntamiento
»de esta Capital» (4).
Qué providencia tomo la comision
nombrada por el Municipio para socórrer
a los religiosos, y de qué fondos echó
mano, nos lo diran auténticamente las
actas de sus sesiones, las que por lo mis-
mo copio a seguida.
En el margen dice: «Sres.: D. Joaquin
«Espalter Reg.' D. Juan Gibert Pbr.°
»D. José Ribas Hac^o».
En el texto: «En la ciudad de Barce-
»lona y dia 29 de Julio de 1835: Reunidos
»en Junta los Sres. al margen notados de
»la Comision encargada de procurar el
«socorro para la subsistència de los Reli-
«giosos que fueron conducidos à los fuer-
«tes de Monjuí y Real Ciudadela: de esta
«plaza, nombrada al efecto concecuente
Ȉ cuerdo del Escmo. Ayuntamiento
«de esta misma fecha; y leído el oficio
«del Sor. Governador Civil del dia de
«hoy con que se sirve prevenir, que de
»los fondos que existen en poder del
«cuerpo municipal, y fueron hallados en
(^) E.xpediente número i jg, citado.
LOS FRAILES y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPUES DEL INCENDIO
711
»algunos de los Conventos, sean socorri-
»dos los espresados Religiosos; se ha
iresuelto encargar como efectiv^amente
»encargó la Comision a los dos oficiales
»de la Secretaria D. José Cornet y D. Ma-
»riano Carpintier el que se trasladen à
»los expresados Fuertes al efecto de en-
»tregar a los enunciados Religiosos el
»subsidio de 4 r.' a cada uno por lo res-
«pectivo al dia de hoy; y que à beneficio
»de] mas pronto despacho, vaya cada uno
»de ellos acompanado de un escribiente.
»Luego de regresados los Comisiona-
»dos se han examinado los dos estados
»que han presentado y se insertan y han
»sido aprobados, de los que resulten ha-
»berse distribuido A los detenidos en la
»Real Ciudadela para el socorro del dia
»de hoy 1032,, r.'' y à los de Monjuí,
»1128,, r.** cuyo total asciende à 2160 r.'* y
"Cuyos recibos quedan por ahora en po-
"der de los expresados Comisionados.
»Desde luego se ha dado orden para
»q.<= por medio de los Porteros se pase
«aviso à los procuradores de los Conven-
»tos de que seha tenido conocimiento à
»fin de que se presenten al Gobierno Civil
»manana sin falta».
Otra sesión.
En el margen dice: «Sres. Espalter,
»Gibert Ribas».
En el texto: «En la referida ciudad y
»dia 30 de los citados mes 3' afio. Reuni-
»dos en Junta los espresados Sres. visto
»un oficio del Sor. Gob.°'' Civil del dia de
»hoy con que se sirve prevenir al Ayun-
»tam.^° para su conocim.^° que acaba de
»autorizar A algunos Procuradores de los
«Conventos para que se encarguen res-
»pectivamente de la cobranza de los
»alquileres de las casas y demas perte-
«nencias de aquellos, A fin de que con sus
«productes atiendan desde este dia a la
«subsistència de los respectivos Religio-
«sos; han entrado algunos de los apode-
«rados que personalmente se han presen-
«tado en estàs Casas Consistoriales, de
«entre los cuales, D. Diego Fraudo por
»el Convento de PP. Dominicos, y D.
«José M." Torrents por el del Cordón de
»San Fran.*:" han manifestado que insi-
«guiendo las ordenes del Sor. Gob.°"' Ci-
«vil tan luego como se hallen competen-
«tem.•'^ autorizados por este para seguir
«las cobranzas, entregaran A esta Comi-
^^sion lo que vayan recogiendo; y D.
«Benito Grau por el Convento de PP.
«Agustinos descalzos ha manifestado que
«nada tiene pendiente, por haber rendido
«cuentas hasta el dia; acerca de lo cual
«ha resuelto la Comision quedar enterada.
»Acto continuo ha dispuesto la pròpia
«Comision que pasen los comisionados à
«distribuir el socorro de los 4 r. diarios A
«los Religiosos que se hallan en los Fuer-
«tes entregandoles lo respectivo A los
«días de hoy manana y pasado manana.
»A su regreso han manifestado haberlo
«así verificado, segun consta de recibos
«que por ahora quedan en poder de los
«propios Comisionados.»
Otra sesión.
En el margen dice: «Sres. Espalter Gi-
»bert Ribas. '^
En el texto: «En la espresada Ciudad
»y dia 31, de los citados mes y afio; Reu-
«nidos en Junta los Sres. al margen no-
»tados; Ha entrado el Poderado por
»el Convento de Carmelitas descalzos
»D.° José Vinals y Arbós quien ha mani-
«festado que insiguiendo las ordenes del
«Sor. Gobernador Civil se halla 3'a a su
«cargo la subsistència y demas relativo &
«los espresados Religiosos, de lo que han
«manifestado quedar enterados.
> Inmediatamente ha entrado el Alcalde
«del B." 4.° C 4." A quien se ha encar-
«gado el que en union con los demas
«individuos destinados ;i salvar los efec-
«tos del Convento de Capuchinos y aso-
«ciàndose con los demas Síndicos del
«mismo Convento, procedan à la venta
»de todos los víveres é igualmente de los
«dos mulos que existen en la cuadra, y
»que procurando sacar la ma3'or ventaja
«posible, entreguen su producto à esta
«Comision.»
Otra acta.
En el margen dice: «Sres. Espalter,
»Gibert, Ribas.»
712
LIBkO TliRCEKO. — CAPITULO UXDECIMO
En el texto: «Hoy dia primero de
»Agosto por la manana se ha autorizado
»al Alcalde del B.° 9° C 3." llamado de
»Gi•acia para que en union con el Pror.
»del Convento de PP. Franciscanes de
»Jesus pasen íl efectuar la venta de los
>^Comestibles que en él se hallen y entre-
»guen el producte A esta Comision.
»Así mismo se ha resuelto se pase
»aviso al Pror. de Carmelitas descalzos
»D. José Vinals al de PP. Agustinos cal-
»zados D. Juan Cantarell, y al de PP.
»MercenariosD. José Cornet para que se
»presente a esta Comision à las 5. de esta
»tarde.
»\' que se oficie à tenor de la minuta al
»Alcalde del B.° 4." C.> 5.° :l fin de que
> entregue à esta Comision todas las can-
»tidades que existan en su poder corres-
»pondientes al Colegio de PP. Domi-
»nicos.»
Otra acta.
En el margen dice: «Sres. Espalter Gi-
»bert Ribas.»
En el texto: «El propio dia por la
»tarde, se ha presentado el Alcalde del
»B." 4.° C.i 5.° D. José Llansa quien ha
»entregado concecuente al oficio que se le
»ha pasado esta manana, la cantidad de
»69,, Duros 16 rs. de los que se ha hecho
»cargo el antiquior de esta Comision, li-
«brandosele un recibo provisional, y acto
«continuo se ha dado noticia al Contador
»de S. E. à fin de que formalise el opor-
»tuno libramiento de entrada y salida.
»Y los Sres. L). José Cornet Pror. del
»Convento de PP. Mercenarios, quien ha
»manifestado que iba à instar la autori-
»zacion del Sor. Gobernador Civil p.^^ con
»ella encargarse desde luego de todo
»lo relativo A los referidos Padres; y
»D.° Juan Cantareu Pror. del de Agusti-
»nos calzados se retiro despues de haber
»manifestado que tan solo tenia el carac-
»ter de Pror. de dicho Convento en lo
»relativo à los pleytos, però no en cuanto
»à cobranzas.»
Otra acta.
En el margen dice: «Sres. Espalter Gi-
»bert Ribas.»
En el texto: «Hoy dia 3,, de Agosto
»reunida la espresada comision, ha entra-
>'do uno de los individuos de la que tiene
»a su cargo el salvar los efectos del Con-
»vento de San Francisco de Asis que
»hace las veces de Alcalde por indisposi-
»cion del propietario, y respeto de haber
»manifestado que habia en dho. Convento
»un depósito de lefia con alguna exposi-
»cion se ha resuelto autorizarles para
»que por medio de corredor procedan à
»la venta de dha. lefia, à cuyo remate
»asistirà el individuo de esta Comision
»D. José Ribas.
»A1 pedido de los 4,, Religiosos, Car-
»meiïtas descalzos que se ha leido y se
»inserta se ha resuelto con asistencia de
>5su Pror. que se encargue el mismo de
>^dar evasion à este negocio, y que por el
»Comisionado que pasa à entregar el
»socorro à los que se hallen detenidos en
»la Real Ciudadela se entere à los intere-
»sados de esta ocurrència.
»Acto continuo ha entrado el Pror. de
»PP. Dominicos, esponiendo que tan
»luego como se halle autorizado por el
»Sr. Gobernador Civil procederà el cobro
>'y entrega à esta Comision de todo lo
^que tiene y pueda recoger.
»Leida una esposicion de algunos PP.
»Fra."5 desde el fuerte de Monjuí con
»que solicitan embarcarse para Nisa ó
»puertos de su escala; se ha resuelto que
»insertandose por copia, se remita origi-
»nal al Sr. Gobernador Civil con oficio
»que se le pase al efecto, segun la misma.
»En seguida se ha resuelto que pasen
»los Comisionados à los Fuertes p.^ en-
«tregar à los Religiosos el socorro de
»4 r. diarios por lo relativo al 2, 3, 4 y 5
»del cor.'s
»A su regreso han manifestado haberlo
»así verificado, conforme consta de reci-
»bos que obran en poder de los mismos.»
Otra sesión.
En el margen dice: «Sres. Espalter Gi-
»bert. Ribas.»
En el texto: «En la pròpia Ciudad y
»dia 4, de los citados mes 3' anos; Leida
»una carta que el Sindico de Capuchinos
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPUES DEL INCENDIO
713
»D. José Canut ha presentado y se le ha
«devuelto, por la que le autor iza el guar-
»dian de dho. Convenio para vender los
»víveres que en el existen; ha resuelto la
»Comision quedar enterados, refiriéndose
Ȉ lo que ya tiene acordado acerca el
«particular con fecha de 31,, ppA° y que
»se pase oficio al Alcalde -à tenor de la
«minuta. Al propio tiempo se ha tenido
»conocim.'° de que por parte del Pror. de
»PP. Mercenarios se ha indicado que
»desde el dia 5,, del cor.'<= en adelante
«correria de su cargo la manutencion de
»los espresados Religiosos.
«Asimismo se ha resuelto se pase à
»ausiliarles con el socorro de 4 r. por los
»dias 6 y 9 conforme se ha verificado» (1).
Al oficio que en 3 de agosto el Ayun-
tamiento, o sea esta comisión, dirigió
al Gobernador civil acompanando el me-
morial de 20 religiosos de Montjuich por
el que estos pedían pasaportes, con-
testo dicho Gobernador con fecha del 4
diciendo: « en su vista» (de los docu-
mciitos) «debe manifestar k V. E. que
»existiendo un acuerdo de todas las auto-
«ridades de que conviene aguardar la
»resolucion que el Gobierno tomarà en el
«particular, no me considero con faculta-
»des para acceder à la solicitud de los
«regulares que V. E. me incluye con su
«citado oficio» (2).
En la sesión del Ayuntamiento del 31
de julio, «atendida la importància de esta
«Comisión, de la nombrada para socórrer
Ȉ los Religiosos... Acuerda Su Escel.'"'
«que los 11 Concejales ocupados en estos
«objetos queden dispensades de asistir A
«los Ayuntamientos ordinarios» (3).
De todos los documentos aqui expues-
tos resulta probado que la autoridad no
decreto sobre la alimentación de los re-
clusos de Montjuich hasta el dia 29. En
(i) Archivo municipal. — Expedicnlc lio ci-
tado.
(j) Archivo municipal. — Expcdientc iji) ci-
tad...
{5) .'\rclii\o municipal. — Acucrdos, citado.
fol. 58J.
él el Gobernador civil oficia al Ayunta-
miento: éste nombra una Comisión de un
concejal, un mayor contribuyente y un
eclesiastico: el contribuyente nombrado
no acepta el cargo, y hay que proceder a
nuevo nombramiento; para el nombra-
miento del sacerdote se oficia al Prelado,
y éste hace la designación de persona: se
llama a los tres vocales de la comisión: y
después de todo esto suben dos emplea-
dos a Montjuich, y van a la Ciudadela, y
distribuyen una peseta a cada fraile.
(iPecarà de mal pensado quien crea que el
sol caería ya tras los montes cuando los
necesitados recibieron el auxilio? Y aun
entonces había que convertir la moneda
en pan o en arroz, y por lo mismo hallo
justo calcular que el socorro proporcio-
nado por la autoridad a sus recluidos no
llego a la boca de ellos hasta el 30, es
decir, hasta cinco días después de la pos-
trera comida del convento. Con la peseta
diària se hizo un rancho para los frailes.
Cada uno tenia su plató, cuya limpieza
corria de su cargo (4).
Los muchísimos frailes por mi interro-
gados, al referirme los apuros de los pri-
meros días, y la posterior llegada de la
pensión de los cuatro reales diarios,
creian que este socorro procedia de la
caridad de algun benefactor. Unos me
dijeron que éste era el senor Xifré, otros
el senor Nadal. No negaré que los tales
senores abrigasen en sus cristianos pe-
chos sentimientos capaces de tan buena
obra, ni en sus bien provistas arcas can-
tidades para sobrellevar el dispendio;
però es lo cierto que ni el Gobierno civil,
ni el Aj'untamiento, ni otra corporación
ni autoridad trató de hacer un sacrificio
para evitar que los frailes de Montjuich
muriesen de hambre. Si los frailes, des-
pués de cinco días de ayuno, probaron un
bocado, éste procedió de sus mismos
bienes de ellos. Por esto con harta razón
un fraile agustino, el Padre José Benet,
en cuyo convento al huir quedaron capi-
tales, de los que creia él que se había in-
(^) Relación cil. del P. Baltaíai- Sentís.
714
KRCICRO. — CAPI lULO UNDECI.MO
corporado la autoridad, me decía que la
manutención de ellos en los fuertes resul-
to muy cara.
Al principio de la estancia en el Cas-
tillo no se permitió a los frailes salir de
su cuadra, però después se les dejó subir
un rato mafiana y tarde a la plaza para
tomar el aire y espaciar el espíritu, así
como bajar al rastrillo para recibir visi-
tas (1). Parece que esta libertad de subir
a la plaza se debió a ruegos del superior
de la Merced (2). También se permitió
decir Misa, y celebro la primera dicho
General mercedario. Mas como la capilla
del Castillo solo cuenta con un altar, de
aquí que solo se podían celebrar unas
cuantas diarias, limitàndose los demàs
religiosos a asistir a ellas (3). El primer
acto de los frailes al gozar de la libertad
de subir a la plaza y celebrar fué confe-
sarse. Una vez confesados, el trinitario
Pedró Bigas les dió la Comunión, quien
al ver comulgar a tanto hombre respeta-
ble lloraba como un nino (4).
En el acta de la sesión del A^'unta-
miento de Barcelona del 27 de julio, cele-
brada a mediodía, se lee: «Visto un oficio
»pasado desde el castillo de Montjuich
»por el P. Guardian de Capuchinos al
»cabal1ero gobernador militar' interino de
«esta plaza, y por este al Ayuntamiento
»pidiendo ropa y habites con que poder
»mudarse, Acuerda S. Escelencia que
>pase a la comision encargada de la ocu-
»pacion é inventario de los efectos y
»alhajas que puedan ponerse en salvo de
»los conventos de los regulares para que
»disponga lo conveniente» (5). No recuer-
do haber hallado la contestación que me-
(i) Relaciones de varios dan testimonio del
subir a la plaza. Las visitas las testifico en su
citada relaclón el P. Joaquin Vidal.
(2) Relación citada del Trinitario P. Bigas.
(3) Relación del trinitario descalzo P. Sebas-
tiiin Casanovas. Sampedor, 27 de diciembre
de 1881.
(^) Relación citada del mismo P. Pedró Bigas.
(í) .\rchivo municipal de Barcelona. Acuer-
dos. Segundo semestre. 18^^, fol. 572.
reció este oficio, però dudo mucho de que
produjera efecto alguno si se hace excep-
ción de los objetos de las celdas, o de uso
particular de cada fraile.
He aquí otro documento elocuente:
«Pablo Nevas, maestro Sapatero, natural
»de la presente Ciudad, habitante en la
»Calle dels Tallés N." 7 ysla 3.'', Quartel
»3.° Barrio 4.°
»Con el debido respeto à V. E. espone,
»Que en la noche del Dia 25, noche en
»que ocurrió el Alboroto contra los Con-
»ventos de esta Ciudad, por las tapias de
»mi casa asaltaron 10 Religiosos y en el
»amanecer el Dia se marcharon algunos
»y quedaren 5 en mi casa, los qua'les
»los presente al Oficial de la guardià
»del R.' Cuerpo de Artilleria encargan-
»dome estos que tomase providencias a
»cuyo fin de llevaries ropa y camas en el
»lugar que el gobierno les tenga condu-
»cidos los q.« algunos de ellos llevan la
> ropa q.<= (/my una palabra no intcligi-
y>blc,pcro que siipoiigo es joi no) es suya.
»Por tanto en nombre de ellos suplico
»que tenga V. la bondad de mandar al
»Oficial de la guardià del Convento de
»PP. Servitas que deja (sic: es cataldn)
»sacar de sus celdas el asquipaje y ropa
«pròpia de ellos. Gracia que aguarda
«merecer de la Bondad de V. E.... Bar."'»
«27 de Julio de 1835.— Pablo Nevas» (6).
Efectivamente, la Autoridad dió per-
miso para que delegados de los religiosos
de roda orden pudiesen sacar de sus res-
pectivas celdas de estos los objetos de su
uso, permiso que, como es natural, algu-
nos aprovecharon. Però no pocos de los
religiosos procedían de lugares distantes
de Barcelona, y carecían aquí de amigos
y parientes que les sirviesen de interme-
diarios, especialmente los jóvenes que de
sus conventos del campo venían destina-
des a los colegios. Así el Padre Francis-
co Sola, carmelita calzado, no pudo acu-
dir a otra persona que al barbero, senor
octogenario, de apellido Marqués; mas a
(6) Archlvo municipal de Barcelona. — Expe-
dientes. — Sección 2." — Expediente n.' 129.
LOS FRAILES Y LOS CONVKNTOS DE BARCELONA LLEGO DESPLES DEL INXENDIO
715
éste, ocupado en sus trabajos y obliga-
ciones, no le f ué dado atender a todos los
frailes que requerían sus diligencias, y
tenia que confiar parte de ellas a mozos
de cuerda y faquines, por cuya razón se
perdían no pocos objetos (1). Mas no
adelantemos noticias sobre la suerte que
cupó a los conventos, o sea a los edifi-
cios, y a sus cosas, que muy luego habrà
un articulo para ellos.
Los pobres religiosos, aun colocados
tras de los robustos muros del castillo y
entre los gruesos paredones de su cuadra,
no pudieron gozar de completa paz del
espiritu. Visitantes subian alia noticiàn-
doles que habia un convenio con los
guardadores para dejar entrar a los
alborotadores que ascenderían para ma-
taries, noticia que, aunque completamen-
te falsa, aterrorizaba a los ya muy escar-
mentados. Hubo dia en que algunos de
los que se confesaron lo hicieron para
morir, porque corrían entre ellos noticias
muy alarmantes, tal como que les ata-
rían en parejas y los precipitarian por
la montaiïa (2). Los espiritus sobresalta-
dos todo lo miran posible. Las noticias
mas alarmantes corrieron allí el dia del
asesinato de Bassa, 5 de agosto, supo-
niendo que los revolucionarios subirian
a matar a los frailes y que los centinelas
estaban comprades.
Respecto de estos temores de los reli-
giosos del Castillo, estimo conveniente
insertar las siguientes líneas de la carta
citada ya del Padre José Güell y Milà:
«Los primeros dias nos dejaban subir a
»la plaza para pasear y tomar aire mana-
»na y tarde. Despues los jóvenes una vez
»al dia: los viejos dos como antes porque
»nos acusaron de que desde el castillo
»hacíumos seflas <'i los carlistas que se
»asomaban a la montaiïa de San Pedró
»Martir. Venia mucha gente buena de
«Barcelona liasta la puerta del castillo
»llevando viveres para unos y otros. Pa-
(i) Relación del mismo P. Solà. Barcelona
de julio de i88o.
(j) Relación citada del P. Pedrn Bigas.
»sados unos dias oimos una griteria muy
«confusa de la parte de la ciudad sin
>: saber que era. A mi en particular al"
»cabo de tres ó cuatro dias me vino un
^militar de graduacion de guarnicion del
»mismo Montjuich (sé y recuerdo el nom-
»bre y apellido y su graduacion: lo callo
»por si él vive, ó si tiene hijos, no lo
«tomaran à mal, y à mi si algun dia
»vuelvo à Espafia, 45 anos que falto de
»ella, no fuera causa de algun trastorno)
»preguntando por mi nombre y apellido,
»diciendose pariente mio, y ofreciendose
«en todo. En semejante estado me pare-
»ci6 cuasi un àngel que venia para con-
«solarme. Este militar vino en conoci-
«miento de mi por otro pariente mio de
«Barcelona. Este pariente me mandó un
«vestido de seglar. Asustado de la indi-
«cada griteria, fui a dicho militar, y me
«dijo palabras textnalcs: Que quiere V.,
«han asesinado al General Bassa: han
«nombrado una comision, para aqui al
«Castillo para asesinarles a VV.: fortuna
«que el Sr. Gobernador nuestro està en
«buen concepto, y han desistido, però si
«se renueva, verdad que podriamos car-
»gar los canones hasta la garganta y
«nadie entraria, però nos esponemos &
«perder nuestras charreteras y galones
«que tanto nos han costado, si se renue-
»va para salvar 272 ó 273 vidas no quere-
«mos perder todo: no hay mas que dar la
«carne al lobo. Figurese V. mi espanto,
«volvi à nuestra cuadra, lo conté à los
«religiosos, y nos confesamos por si de
«un momento à otro venían à asesinarnos
«alli nos hubieran hallado encerrados.
«Nos acusaron que queriamos apestar
«el Castillo, }• nos mandaron que estuvie-
«ramos atentos bajo nuestra responsa-
«bilidad. En vista de esto nuestros prela-
«dos determinaron, que relevandose de
«hora en hora, un religioso estuviera de
«centinela para que nadie hiciese sus
«necesidades fuera del lugar comun, que
«consistia en un alto no sé como llamarlo,
»lo diré en catalan com un cubell de
»madera, muy incomodo. Tambien nos
^prohibieron de acercarnos a las guardias
716
LliïUO TERCERO. — CAPITULO LNDECI.MO
»à tal distancia ó tantos pasos. Corria
»tambien la voz que nos querían embar-
»car y echarnos al mar. Asi pasabamos
»cuando vino una comision. Nos hicieron
«presentar uno por uno, preguntandonos
»donde queriamos ir que se nos daria
»pasaporte. El antes nombrado Padre
«Lector Simón Estalella nos dijo a todos
»los jóvenes, todos coristas, vengan todos
»conmigo, yo pensaré en mantenerlos(no
»era poco peso, eramos 6 ú 8) à Perpinan.
»Nos tomaron nuestros nombres, però al
»dia siguiente, ó à lo mas à los dos dias
«despues volvió la comision diciendo:
«sefíores, para satisfaccion de VV. se
»rasga cuanto se escribió: à nadie se
»permite entrar en la ciudad ó ir al
»estrangero, y se marchó la comision.»
Esta carta me escribió el dicho Padre
Güell desde Roma à 18 de enero de 1881.
No se extrafien sus faltas de lenguaje,
pues quien la redacta era catalàn del
tiempo en que aquí se cultivaba poco el
castellano, y escribía después de 45 anos
de permanència en el extranjero.
El Gobernador del Castillo Don Fran-
cisco Garcia de Luna abrigaba muy
buenos sentimientos y no participaba de
los del pariente de Güell. A veces amiga-
blemente paseaba y platicaba con el supe-
rior de los Mercedarios, y nunca hubiera
permitido un atentado. He aquí palabras
de un capuchino de Montjuich: «Llego
»Bassa à Barcelona y el Gobernador
»Luna, persona muy buena, bajó a darle
»la bienvenida, pues los dos eran muy
»amigos. Regresado Luna al castillo,
»llegó la noticia de la muerte de dicho
«General. Subió un ordenanza diciendo
»que el pueblo pedía los frailes. Luna
«contesto ironicamente: csí, que vengan
«que se los entregaré», cargó la artilleria
«con metralla, y dijo à los religiosos que
«descansaran tranquilos, que antes se
«dejaria matar que permitir que tocaran
Ȉ uno de ellos.
«Personalmente nos hablaba y animaba,
«de modo que à mi me habia dado varias
«veces golpecitos en la mano para que la
«sacase de la manga opuesta segun cos-
«tumbre de los que llevan habito, quienes
»meten cada una de las manos en la man-
»ga del otro brazo, y me decia que dejase
«tal costumbre, porque podia comprome-
«terme» (1).
Este testimonio de Fr. Andrés Carbó
nell en el fondo viene a concordar con el
siguiente del muy respetado Padre Ra-
mon Buldú, aunque discrepa en algunos
pormenores: «Despues de la muerte de
>'Bassa, me dijo Buldú, es sabido que las
«turbas quisieron asaltar la Aduana para
«robar los caudales, y que en aquel dia
«la fuerza pública pudo tomar serias
«medidas y evitar el atentado. A poco de
«sofocada la jarana subieron dos orde-
«nanzas de à caballo A todo córrer al
«Castillo y entregaron un pliego al Gober-
«nador. Este despues de enterado pareció
»que respiraba, y dijo refiriendose a los
«religiosos: «Desde ahora estan VV. sal-
«vados. Acabo de recibir orden de hacer
>/fuego si es necesario. Hasta ahora
«no podia practicarlo por carecer de
«orden» (2).
Los simples soldados del castillo eran
muy afectos a los frailes. Al entrar estos
en lastimero estado en Montjuich no falto
de entre ellos quien exclamo: «por una
»maldita puta los ministros del Seftor
«tienen que sufrir» (3). Esta buena afec-
ción de los soldados me la testificaron
varios de los frailes, alegando unos como
causa de ella su condición de quintos
valencianos, recién llegados de pueblos
carlistas, y otros que eran carlistas pri-
sioneros agregados al ejército. Esto pos-
trero no es creible, pues entonces a los
prisioneros se les fusilaba, y sí lo primero.
Y esta simpatia explica por qué se prohi-
bió que los frailes en sus paseitos por la
plaza u otros lugares se acercasen a las
guardias.
Ya arriba apunté el cuidado que de los
(i) Relación de Fr. Andrés Carbonell en Sa-
rrià a 23 de julio de 1881.
(2) Relación que me hizo Buldú en Barcelona
a 2Ó de diciembre de 1882.
(3) Relación citada de Fr. Andrés Carbonell.
rRAILE.S Y LOS CON'VENIOS DE BARCELONA LUEGO DESPUES DEL INXENDIO
717
pobres del castillo tuvo la Divina Provi-
dencia, de los cuales ni uno durante el
encierro enfermó, hecho muy notable,
pues se trata de 280 hombres acostumbra-
dos a vida muy metodizada, algunos ya
de afíos, y no todos robustos.
A los quince días justos de castillo
empezaron los frailes a salir de él. «Me
»vino el militar», escribe el Padre José
Güell, mi pariente, y me dijo «ahora va
»de veras; déme V. su nombre yapellido,
»y si liaj' algun otro que quiera salir
»junto con V. dígalo, y maiiana tendrAn
»el pasaporte. Le di mi nombre, el del
»Padre Antonio Rigualt (que ha muerto
»de pArroco de San Pedró de las Puellas)
»y el de un Fr. Garriga. Efectivamente
»nos dió los pasaportes a los tres, vigília
»de San Lorenzo, 9 de agosto.»
Concuerdan con estàs fechas los si-
guientes documentes procedentes de la
Junta de autoridades que entonces gober-
nó Barcelona:
«Sesion del 6 de agosto de 1835.— Se
«ocupo la Junta como cosa urgente para
»evitar cualesquiera funesto accidente de
»los medios de dar salida a los Religiosos
>:que estaban en los fuertes de esta Plaza,
»quedando en que se les preguntaria que
«puntos escogen para retirarse, y se
»nombró una Comision paraque asociada
»al Sor. Gobernador Civil interino, y
«compuesta de los Sores. Ruira, Espalter
»Vidal y Elias se ocupasen de arreglar la
«salida de dichos Religiosos segun las
«circunstancias de cada uno».
Esta Comision dictamino del modo si-
guiente: «La Comision especial nombrada
«por lo relativo a Regulares en egercicio
»de las atribuciones que se le han confe-
«rido cree deber manifestar: Que respecto
»de que hay varies individuos de los que
«existen en los Fuertes que piden pasa-
«portes paia diferentes puntos del ex-
«trangero y de la Provincià, segun se
«desprende de las adjuntas listas, y que
»por lo relativo i'i estos últimes son varias
»las Personas de arraigo que responden
»de su conducta política, conforme se
«deduce de los memoriales que se han
«presentado y se acompanan; Opina que
«por lo que mira à los que desean pasar
«al Estrangero y Pueblos de esta Provin-
«cia podria acordarse se les libre gratis
«el pasaporte ò. la mayor brevedad posi-
»ble, suspendiendose sin embargo el auto-
«rizar el pase à esta Ciudad à algunos
«q.i^ lo solícitan por no ser conveniente
«en las actuales circunstancias; í\ cuyo
«efecte podria enterarseles de esta dispo-
ïsicien esplorando de nuevo à estos su
«voluntad debiendo continuar en los mis-
«mos fuertes hasta tanto que se les libre
«pasaporte para los puntos que indiquen.
«Asi lo opina. . . . Barcelona 8 de agosto de
«1835» (1).
Leído este dictamen en la Junta de
autoridades en sesión del mismo dia, «que-
«dó aprobado el dictamen de la Comi-
«sion... con la escepcion de que a los que
»no lleguen a la edad de sesenta y cinco
»a setenta aiios no se les conceda pasa-
«perte para el puerte de Portvendres y la
«prevencion de que no usen el habito reli-
«gioso.
«El Senor Serralde como Delegado de
«Policia consulto a la Junta lo que debería
«hacerse respecto à los Religiosos exis-
«tentes en el dia dentro de la ciudad. Se
«acordo que se les librase pasaportes, si
«lo pedían, en los mismos termines.... Y
vhabiendose indicado la necesidad de que
>;se diese orden a los Gobernadores de
«Menjuich y de la Ciudadela para que les
«permitiesen la salida, dijo el Sr. Coman-
«dante General que ya la tenían» (2).
El trinitario Padre Güell y sus dos com-
pafleros salieron, pues, el 9, però ne todos
los religiosos lo efectuarian en el mismo
dia, sine que se irían repartiendo por los
siguientes; de modo que el franciscano
Padre Baltasar Sentis me dijo que hubo
frailes que estuvieron hasta el 13 ó 14. Y
el cèlebre, y aqui muy conocido y estima-
(i) .í\rchivo municipal. Acuerdon. — 2° se-
mestre.— 18};. Al lin del tomo.
(j) Archivo municipal. Acuerdos. — ->." se-
mestre.— i8sí. Al tin del tomo donde hay las
actas de las Juntas de autoridades.
718
LIBRO TKRCIiRO. CAPIll'l-O LNDtCCtMO
do Padre Ramon Buldú me anadió: «El dia
»14 de agosto, habiéndonos dado pasapor-
»te para Palestina à los que lo pedimos, nos
»embarcamos veinte y tantos religiosos
»para Itàlia. Las lanchas vinieron A espe-
»rarnos al pié de la montana, y el Gober-
»nador de Montjuich, que era buena per-
»sona, nos dió media compania de tropa
»para acompaiiarnos en el descenso de
»Ia montafla, dando orden al sargento
»que la mandaba para que hiciera fuego
»à todo el que se acercase À los cien pasos
»de los religiosos. Nosotros oimos la or-
»den al pasar la puerta del castillo» (1).
Efectivamente, en el archivo municipal
de esta ciudad lie leído copia del me-
morial que para lograr esta salida pre-
sentaron dichos frailes. Lo firman: «Fr.
»Francisco iNlaría Pedrerol, Fr. Matías
»Espinàs, Fr. Rafael Roquer, Fr. Fran-
»cisco Vidiella, Fr. Martin Masramon,
»F"r. José Serrat, Fr. Francisco Burés,
»Fr. José Maria Ballester, Fr. José Co-
»mas, Fr. Pedró Gual, Fr. José Borràs,
»Fr. Salvador Morera, Fr. Isidro Ciura-
»na, Fr. Joaquin Martí, Fr. Juan Socias,
»Fr. Ramon Buldú, Fr. Buenaventura
»Marti, Fr. Francisco Mestres, Fr. Juan
»Raset, Fr. Salvador Mestres, Fr. Jaime
»Rodó, Fr. José Palleia». Piden muy cor-
tésmente que se les dé licencia para
embarcarse en un buque surto entonces
en el puerto que muy pronto saldría para
Niza, Gènova y puertos de la escala; que
se les permita salir del castillo vestidos
los hàbitos, embarcàndose al pie de la
montana. Fecho en Montjuich a 3 de agos-
to de 1835 (2). Saldríau, pues, de hàbitos,
y de aquí las severas ordenes del Gober-
nador del castillo a la escolta.
No deja de ser curioso el otro docu-
mento siguiente: «Castillo de Montjuich
»de Barcelona. — Relación que presenta
»el Ayudante abajo firmado del suminis-
»tro de aceite hecho à los religiosos dete-
»nidos en drcho fuerte, para las seis làm-
«paras, que se pusieron en las cuadras
(i) Barcelona 2Ó de diciembre de 18S2.
(2) Archivo dicho. — Expediente 129, citado.
»que dichos individuos ocupaban; con
»espresion del aceite que diariamente han
«consumido dichas seis làmparas.
»Suministro diario. — Seis làmparas à
»5 onzas son 30.... Total suministrado en
»los 20 días que han permanecido en di-
»cho punto.— Onzas aceite 600. Monjuich
»19 de agosto de 1835. — El Ayudante. —
»Ramon Homdedeu».
En la sesión del 21 de agosto se dió
cuenta de este oficio al Ayuntamiento, el
cual contesto mandando pagar los 80 rea-
les de esta cuenta (3), por supuesto con
dinero del fondo de los religiosos.
lEspléndida iluminación: para 280 hom-
bres seis miserables làmparas de aceite!
i Para cada 46 hombres una lucecita cual
la de un fósforo!
ARTICULO CUARTO
LOS FRAILES EN LA CIUDADELA
De Montjuich bajemos ahora a la Ciu-
dadela, y aquí, como es natural, hallare-
mos una como repetición de lo que pasó
allí en el castillo. Entraron muchos el pri-
mer dia; però en los sucesivos fueron
entrando religiosos en gran número, a
medida que estos se iban presentando a
la autoridad. Un dia ingresaban diez, otro
doce, otro tres o cuatro, y así duro mu-
chos días. He aquí los del 26, o sea la
lista de los del primero.
«BUENSUCESO PP. SERVITAS
»Vicario P. Andrés Estrany.
»P. F. Baudilio Foxar.
»P. F. Jaime Hugues.
»P. F. Buenaventura Foguec.
»P. F. Agustín Brú.
»P. F. Francisco Sala.
»P. F. Juan Arquer.
»P. F. Antonio Anguera.
(3) Archivo municipal,
do. — Ac!ici\iús. 2." scinesli
Expediente 129, cita-
e. — i8s;, fol. 642.
LOS l-RAILES Y I-OS CONVENTO? Dl-; BARCELON'A IL'EGO DESPl KS DEE INCENDIO
719
»P. F. Tomàs Casadesús.
»P. F. Olegario Magit.
XMÍXIMOS
»P. F. Martín Martorell.
»P. F. Francisco Fort.
»CARMELITAS CALZADOS
»P. F. Antonio Giner.
»P. F. Narciso Feliu.
»P. F. José Blat.
»P. F. José Serara.
»P. F. Pedró Nunó.
»P. F. Eudaldo Surroca.
»P. F. Salvador Casabó.
»P F. Miguel Masoliver.
»P. F. Esteban Iglesias.
»P. F. Sebastian Grimau.
»P. F. Lector Jaime Roig.
»P. F. Magín Sarró.
»P. F. Joaquín Sola.
»P. F. Jaime Cabestrany.
»P. F. José Barcons.
»P. F. José Codinach.
»P. F. Francisco Uanés.
»P. F. Bernardo Sostres.
»F. Franco Coch.
»F. Severino Verges.
»F. Franco. Baulenas.
»F. José Blanquet.
»F. Isidro Dabant.
»F. Manuel Texiner,
»F. Juan Rupit.
»F. Pedró Martí.
»F. Pedró Ferrer,
»S. AGUSTIN
»P. Prior F. Francisco Molas.
»P. Maestro F. Antonio Trasserras.
»P. Maestro F. Juan Bruguera.
»P. F.Nicoliís Vidal.
»F. José Benet.
»F. José Saurí.
»F. Marti Manent.
>/F. Raimundo Manalt.
»F. Juan Guitart.
»S". CAT.ALINA
»P. Presentado Buenaventura Manegat.
»P. F. Ramon Fontanals.
»P. F. Juan Pi.
»P. F. Raimundo Casas.
»P. F. José Cornet.
»P. F. Jaime Turrell.
»P. F. Jacinto Pulses.
»P. F. Miguel Calvila.
»P. F. José Calvet.
»F. Sadoch Vilarrasa.
»F. Jerónimo Coch.
»F. José Cid.
»F. Francisco Barberà.
»F. Forsian Novellas.
»F. Buenaventura Novellas.
»F. Juan Rovira.
»F. Antonio Ferrer.
»F. Jaime Colomer.
»F. Sebastian Tudó.
»F. Pedró Mateo.
»P. F. Francisco Caparà.
»Real Ciudadela 26 de julio de 1835. =
Pastors = » (1).
Total, 69.
Però, como indico arriba, todos los
días que subsiguieron al 26 ingresaban
nuevos religiosos en la Ciudadela, pues
las autoridades no habían de exponerles
a la prolongada ascensión al Castillo de
INIontjuich, sinó que los conducían a este
fuerte. De la peseta distribuïda el dia 29
por la noche, o (in del dia, sacamos la
noticia cierta del número de los a la
sazón allí reunidos. El acta de la comi-
sión municipal de socorro nos dijo que
aquel dia se repartieron a ellos 1032 rea-
les, iguales a 258 pesetas; luego los frai-
les eran otros tantos. V esta noticia con-
(i) .\rchivo de la Capilania General de Cata-
luna. — Legaio titulado; (^iiciiki de /os coii^-ciilos...
Paqucte s.
720
LIBKO TERCERO. CAPITULO UXDKCIMO
cuerda perfectamente con las proceden-
tes de los testigos, quienes los ponen
entre el número de 250 a 300.
Como a la Ciudadela no llegan los reli-
giosos en un grupo total, sinó por parcia-
les, no es posible describir la entrada de
todos- De la de dos de estos grupos poseo
noticia, que son las siguientes. Me dijo el
agustino Padre José Benet y Roca: '<Lle-
»gamos à la Ciudadela, y quedamos lar-
»gas horas en su plaza» (lioy , 1909, aúii
existeiite entre el Museo, el tcmplo y las
oficinas de la Dirección del Parque,
Higiene urbana, etc). «Vinieron las pri-
»meras horas de la tarde sin que nadie
»se acordase de darnos alimento (\ pesar
»de que el hambre nos acosaba, pues no
»habíamos probado bocado desde el me-
»diodía anterior. Afortunadamente un
»Padre viejo dijo que había traído del
»convento algun dinero, y que gustoso lo
»emplearía para sí y para sushermanos.
»Así se fué íl la Cantina, y se hizo una
«sopa para todos, àe la que nos llevaron
»una peseta por cada unov (es doblemen-
te criminal robar al necesitado). «Des-
»pués nos dieron una cuadra, donde no
»había mas que los enladrillados, y sobre
»los cuales, sin embargo, dormí tranqui-
»lamente toda la noche>•> (1). Ni la excesi-
va cena, ni efectos de inacción, habían de
prodiícirle insomnio.
Del Padre Pablo Recolóns y Mimo,
camilo, son las siguientes noticias: «El
»martes (dia 28) yo junto con otros reli-
»giosos que tambien habían venido à
»parar al cuartel (de Estudiós), que en
»junto sumaríamos una docena ó docena
»y media, fuimos coiocados entre filas de
»artilleros... Nos pusimos en marcha pa-
»sando por la muralla llamada de tierra
»hasta llegar à la Ciudadela. En el cami-
»no di yo el brazo à un pobre lego, míni-
»mo y apoplético, al cual ayudé por cari-
»dad, y me costaba mucho arrastrarle,
»de modo que llegué sudado al fuerte.
»Frente de la puerta tuvimos que hacer
(i) Relación que me hizo en Barcelona a 24
de marzo de 1880.
»alto esperando su apertura. Entonces la
»posicion nuestra se iba por momentos
»haciendo crítica, porque la gente de la
»parte del Borne corrieron hacia nos-
»otros, y a nuestro rededor se formaron
»turbas, hasta que apareció un jefe mili-
»tao en lo alto de la muralla y mandó des-
»pejar. Entonces de cada pareja de sol-
»dados que nos acompanaban se destino
»uno à despejar. Luego que la multitud
>^estuvo algo alejada se abrió e! rastrillo
»y nosotros entramos en la fortaleza.
»Ya dentro, fuimos conducidos à la
»plaza, donde se nos tuvo bajo los rayos
»del sol de julio hasta las ocho y media,
»en que se nos destino a una cuadra. Allí
»hallé a mi hermano de religion, Padre
«Esteban Coxerrera, lo que fué para mi
»un consuelo. rTienes dinero? le dije. Me
«contesto. «Solo tengo dos napoleones»
(nucve y media pesetas), «y aun no sé
«porque.» Nos los repartimos. Las dos
«primeras noches dormí sobre el duro
«suelo, hasta que mandé recado à un
«amigo, y me trajo un colchon, un cabe-
«zal 5' un par de sAbanas. No sabiendo
«como pagar a la Cantina no pedimos ni
«aceptamos alimento, y nos limitamos a
«pan y agua. Para proveer de pan reco-
«gíamos de las mesas los mendrugos, y
«los guardabamos en los estantes de la
«cuadra, estantes tan limpios que los
«chinches hacían su habitacion en los
«ojos del pan. Nosotros sacudíamos el
«pan,yasi lanzando de sus ojos los im-
«portunos habitantes, comíamos con no
«poca necesidad el pan.
»Pero vino una persona y dió una
«peseta diària a cada fraile. Era un dele-
«gado jóven, que me parece si se llamaba
«Canalejas. Venia con sus listas enviado
«por una autoridad. Desde luego los dos
«acudimos a la Cantina, diciendo que
«como no teniamos mas que la peseta, no
«nos dieran principio, mas el cantinero
«nos quiso dar como à los demàs, de los
«que cobraba seis reales.
«Las cuadras habitadas por religiosos
Ȉ lo menos eran dos. La nuestra no daba
»à la plaza, su puerta miraba à Poniente,
FRAILES V LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPIKS DEL rXCENDIO
721
«frente de la cantina, y tenia los comunes
)a su lado» (1). Era un edificio de solo un
piso alto, que estaba a espaldas de los
de la plaza, opino en el lado septentrio-
nal de la fortaleza, en los pianos indica-
do como almacén. Concorde con estos
datos, me dijo el carmelita Padre Fran-
cisco Recasens: '<Introducidos en el fuerte
«fuimos colocados en una cuadra donde
»había muchos frailes; però estaba la
«cuadra tan llena de chinches y eran tan
»malas sus circunstancias que muchos
»caian enfermos; por cuya razon fuimos
»trasladados à la despensa de guerra» (2),
la que no seria otra que el almacén
indicado.
Los primeros días la cama de los frai-
les consistiu, en la Ciudadela como en
Montjuich, en el duro suelo, y aun en los
días siguientes para aquelles que no
tuvieron un deudo o amigo que les pro-
porcionase alivio. El Padre Juan Ilortet,
carmelita descalzo, pasaba las noches
tendido sobre la mesa. Veíanse allí reli-
giosos con solas ropas interiores por
carecer de otras. El notario de guerra,
Don Juan Capdevila, tomo allí el testa-
mento a algunos frailes, y luego referia
a su familia el ruín acondicionamiento
del lugar, de mode que daba làstima (3).
La gente caritativa fué después auxilian-
do la necesidad por medio de colchones,
ropas y otros utensilios (4).
Decíame el Padre dominico Miguel
Calvila: «Halléme en la Ciudadela vestido
»de habito y falto de todo. Dejéme en la
»celda el reloj }' cuanto usaba, y no tenia
»ni un céntimo, y tampoco relaciones en
»la ciudad. Al prutir del convento de
»Santa Catalina nada me dió el superior,
(i) RelaciOn en Barcelona a o de noviembre
de iS!!>o.
(2) Relaciún en Tarragona a 9 de agosto de
■ ••^fío.
(?) Relación de la Sra. Vda. de Capdevila
D.' Franciscà Pich y Carreras. Barcelona 13 de
marzo de i!^86.
(^) Relación del P. Juan líortct, Gracia aó de
julio de 1882.
«porque perteneciendo yo, como perte-
»necía, à otro de fuera, mi manutención
»no correspondia al de aquí. Asi fué que
*en los tres primeros días de encierro no
»pude probar bocado, ni un sorbo de
»vino.
«Continuamente se nos molestaba for-
>'mando y pasando listas de nuestros
>/nombres.
»Hacia cuando el incendio del convento
»quince dias que había yo sido destinado
»al de Barcelona para organista, por
»cuj'a razon no conocia ni la ciudad ni
»habitantes de ella. Sucedió que el dia de
«Santiago me toco la misa de las doce, y
> así para esperar esta hora à eso de las
»diez salí à dar una vuelta por la Rambla.
»Paréme cerca de Atarazanas frente de
»una tienda de un instrumentista de
«música, la que resulto pertenecer a un
«mi paisano, ó sea olotense, de nombre
«Luis Vivet. En aquel momento Vivet
>^salió à la puerta, y al reconocerme me
«saludo }• ofreció su servicios y amistad.
«Ahora cuando Vivet vió la agresión
»contra los conventos se acordo de mi, y
«anduvo por todos lados en mi busca,
«però como, segun costumbre de los pue-
«blos, no sabia mi apellido, y sí solo mi
«apodo de Sisc, no podia encontrarme.
«Valióse de un musico mayor de un
«regimiento, quien vino à mi cuadra }•
»preguntó por Frai Miguel Sisè, de Olot,
«dominico. Los frailes dieron voces 11a-
«mando al que llevase tales nombres, y
»asi me presenté. Espantéme al encon-
«trarme con aquel corpulento hombre
«tan cubierto de galones. Me pregunto si
«conocia à Luis Vivet, y si me faltaba
»algo. Le contesté que no tenia ni para
«comer. Me dió veinte pesetas. (Calvila
me cotttaba este paso en 1883 llorando).
«En la puerta de la cuadra teniamos
«un centinela con bayoneta. De los frailes
«unos tuvieron colchon, otros no. Al
«principio teniamos que andar bastante
»para las necesidades corporales» (no
estaria en la cuadra de Recolons);
«despues nos pusieron una portadera ó
«vasija. Todavia recuerdo que habia alli
722
I.IIiRO TERCERO. — CAPITULO UNDKCIMO
»un pobre agustino apopletico, al cual
»yo hacia los cigarros...» (1).
El Padre Isidro Devant, carmelita cal-
zado, al elogiar el comportamiento de su
Prior, Padre Gener, me aiiadía: «Era santó
»y sabio. Al llegar à la Ciudadela corrió
«inmediatamente à la cantina y ajusto la
»alimentacion de la Comunidad. Cuidó
»luego de proporcionarnos colchones y
«otros objetos, bien que las primeras
»noches como los colchones eran pocos
»solo podiamos descansar sobre ellos la
»cabeza y parte del cuerpo. La Comuni-
»dad en cambio portóse en modo ejem-
»plar. Continuo en aquel encierro sus
»prícticas como en el conv^ento. Rezaba
»tenia su meditacion y comía en comun
»y obedecia à sus superiores. En la mis
»ma cuadra habia frailes de otras orde
>mes, algunos pobres y aun medio desnu
»dos» (2).
Luego se permitió a los religiosos que
al caer de la tarde saliesen de sus cuadras,
y paseasen por la plazoleta de su frente,
y comunicasen con los de la otra cua-
dra (3). Asi mismo se permitieron las
visitas de los amigos (4).
He aquí un documento que da alguna
luz sobre la manutención de los frailes
en los primeros dias en la Ciudadela.
En el margen: «Real Ciudadela de Bar-
»celona.— Estado mayor.» En el texto:
«Los religiosos capuchinos que ecsisten
»en esta fortaleza me han hecho presen-
»te carecen de los medios necesarios para
«subsistir, por cuya razon he dispuesto
»se les ausilie por hoy con el rancho que
»por cuenta de la R.' Hacienda se ha
«senalado à los presos que hay en la mis-
»ma: tambien acompaiïo a V. S. la adjun-
(i) Relación que me hizo en Olot a los 2; de
agosto de 188^.
(2) Relación en Manresa a i.) de septiembre
de 1880.
(3) Relación del P. Pablo Recolons. Barcelona
g de noviembre de 1880.
(4) Relación del carmelita P. Francisco Reca-
sens en Tarragona a 9 de agosto de 1880.
»ta relación de otros que se hallan en el
»mismo caso.
»En su consecuencia suplico a V. S. se
»sirba probidenciar lo que juzgue opor-
»tuno manifestandome igualm."= la Auto-
»ridad que se ha encargado de la amorti-
»zacion (i fin de que ellos puedan hacer
»los recursos A que se consideren acree-
»dores.
»Dios.... R.' Ciud.'a 28 de Julio de 1835.
»— El Gen.' Gober.dor — Pedró M.^ de
«Pastors. — Sor. Gobernador Civil de este
»Princip.<í°» (5).
Arroja también luz sobre la manuten-
ción de los religiosos en la Ciudadela, y
sobre lo que de la procedència del soco-
rro de la peseta diària pensaban los
frailes, las siguientes palabras del Car-
melita Padre José Codinach: «El apuro
«estaba en que no tenian muchos frailes
>->qnid dare dent i. El cantinero, hombre
»gordo y sinipàtico, trabó relación con el
«superior carmelita de Olot, que estaba
»allí, y este le pidió que diera de comer a
»los religiosos. Contestaba el cantinero
»que no tenia mesas para 300 hombres.
»Respondiale el dicho Prior que comerian
»en dos ratos, unos à las doce, y otros à
»la una, Llegóse facilmente à un arreglo,
«conviniendo en que se les daria el ali-
«mento mediante seis reales diarios por
«individuo. Pareció por allà un buen
»hombre preguntando à los superiores de
»parte de su sefior que cuantos eramos,
»y como estabamos. Dijo que su sefior
«daria una peseta por individuo. Los
«superiores hicieron bolsa comun, 3- de
«los fondos que pudieron recoger dieron
«dos reales, con lo que se tuvieron los
«seis para el cantinero. Pensaron algú-
«nos si este sefior que daba la peseta
«seria el sefior Nadal del Borne, y lo
«creian en razon à su riqueza y religiosi-
«dad» (6). Quien ha3^a leido los docu-
«mentos de arriba, ya sabé que la peseta
(5) Archivo municipal de Barcelona. — Citado
expedlente n.° 12Q. — Segundo pliego.
(ó) Relación que me hizo en Olot a 22 de
agosto de i88t.
LOS FRAILE3 Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LCEOO DESPUES DEL INXENDIO
723
procedia de los bienes de los mismos i Merece ser leído el siguiente Memo-
frailes, y quien dispuso su reparto. ! rial dirigido al
Oí^/«^ ,uCàa^ y/ç^/er^ U Tuuico^: J}ír U ^'yh ^i/fie^y-^^ « í^- ^ -
tí dlUfCf^í
yl- J^^e *>« i^a^-eJMí--
C'uDe/a % Sarceim J^^^^ J )< ^í'•?^ (»)
Encerrados los religiosos en la Ciuda-
dela, no solo sufrian por razón de sus
incomodidades corporales, sinó también
por las angustias de su amilanado espíri-
tu. A este encierro, como al de Montjuich,
llegaban noticias alarmantes respecto,
va de sanguinarios empenos de las tur-
bas, ya de proyectos hostiles de los go-
bernantes. Así, muy dispuestos para todo
susto y sobresalto, una noche de súbito
despiertan a los gritos alarmantes de uno
de ellos que sonaba que le perseguían y
mataban. En medio del apuro y de la
confusión cada uno busca camino a su
salvación, quién saltando de su colchón,
quién envolviéndose con las Si'ibanas,
quién de otro modo. Suerte que pronto
(i) Archivo municipal de Barcelona. — E\pe-
diente citado.
se vino en conocimiento del engano (2).
EI 27 de julio, al llegar el dominico Padre
Manuel Ribé a la Ciudadela, y al presen-
tarse ante la puerta de la cuadra, dentro
de esta resonó un grito multíplice de:
«no abràis», hijo del continuo temor (3).
Mas el dia del gran susto fué el 5 de
agosto, el de la muerte del general Bassa.
Oian los frailes desde la Ciudadela el
tumulto, los canonazos de senal, los ala-
ridos de la íiera popular, y empalmàn-
dolo con las noticias de que las turbas
pedían la cabeza de los frailes, y que
luego irian por ellas, les ponían en ago-
nia. Aquel dia se les mundó comer antes
de la hora, v se les tuvo encerrados en
(j) Son varies los fr.niies de la Ciudadela que
me contaren este caso.
(;) Relación del mismo RibO. Barcelona 6 de
junio de i8So.
724
I.IDKO TERCICRO. — CAPITULO UNDECIMO
sus cuadras antes de lo acostumbrado.
Al oir los canonazos dejaron la mesa y
algunos corrieron a confesarse para mo-
rir. El Padre Juan CasuUeras y otro
pidieron permiso al centinela para salir
hasta el excusado, però en realidad se
fueron a la cantina. No sabían qué parti-
do tomar. Resolvieron que en caso apu-
rado arrebatarían de presto la gorra de
un soldado y se mezclarían con la turba;
però los requirieron y los encerraron en
la cuadra.
No quiero aquí privar al lector de la
interesante ralación que me hizo sobre
este punto el camilo Padre Pablo Reco-
lóns. Me dijo lo siguiente: «Solia yo pa-
»sear con mi amigo el Padre Coxerrera
»por el pié de la muralla por un llanito
»cubierto de hermosa yerva. Se nos
»acercó un jóven musico del regimiento
»de Albuera, llamado Manuel, y traba-
»mos amigable conversacion. Era un mi-
»norista aragonès, al que cupó la mala
»suerte de caer soldado. Vino otros dias,
»y asi trabamos amistad. Todas las no-
»ches comparecia & darnos un rato de
»grata conversacion. La víspera del ase-
»sinato de Bassa, Manuel compareció
«igualmente à la cita, però notamos que
»estaba callado y triste: una idea lúgubre
»indudablemente le preocupaba. «;Qué
»tienes Manuel?», le preguntamos con
»interés. «Nada», respondia el soldado.
«iAh!, no, no, tu estàs triste: te pasa
'^algo; dínoslo, dínoslo, amiguito.» De los
»ojos del miisico cayeron dos làgrimas
»que le comprometieron, y le obligaron à.
»hablar. Dijo: «Padres, no lloro por mi.
»Lloro por VV.: manana moriran todos».
xObjeté yo: «Hombre, icomo?, no, no; no
«puede ser: estamos bajo la salvaguardia
»de la Autoridad, y creo que los canones
»estàn cargados con metralla». Replico
»el soldado: «iAh! ya saben los revolto-
»sos por donde han de subir, y tienen las
«escaleras preparadas, y à tal hora habrà
»esto, y à. tal otra estotro»,
»Retiróse tristísimo el buen soldado, y
»entonces los dos sacerdotes entramos en
»cuentas con nosotros mismos para deli-
»berar el partido que debiera tomarse en
»trance tan apurado. Si esparcemos la
^noticia en la multitud de religiosos se
xarmarà un alboroto espantable; si em-
»pero callamos les impedimos de arbitrar
>los medios de defensa, y hasta el confe-
»sarse y prepararse para la muerte. Al
»fin determinamos dejar pasar la noche
»quieta.
»A la maflana siguiente recibí un reca-
»do, y con él un disfraz de ayudante del
»pastor para, vestido con él, salir con el
»rebano que cada dia por una poterna
«bajaba al foso, y de aquí escaparme.
«No, contesté, no, donde mueran mis
>^hermanos quiero morir yo»; y me con-
»fesé. Muy temprano aquel dia se sirvió
»la comida a los frailes, antes de la hora
»acostumbrada. «;Qué serà, que no serà?»
»se preguntaban los religiosos, y sobre
»todo los dos camilos, cuando he aquí
> que de pronto se oye el canonazo que el
»músico había indicado como principio del
»peligro. Al oirlo me dieron tal sacudida
«los nerviós que la cuchara me cayó de
»las manos. Aquel dia no se permitió à los
»frailes salir de su cuadra. A la hora que
»el soldado de Albuera había seflalado
»para el segundo canonazo, sono este
«exactamente. Estos disparos indicaban
«que la revolución continuaba. Entonces
»los dos camilos disimuladamente Uama-
«mos à un lado à los superiores ó prela-
»dos. Recuerdo que entre ellos concurrie-
»ron el Padre Molas agustino y el Padre
«Constans mínimo. Los dos jó venes
«explicamos nuestras noticias y el signi-
»ficado de los cafionazos, y nos retira-
»mos; mas los prelados nos retuvieron
»allí diciendo que en atencion à la exqui-
*sita prudència que habíamos usado po-
»diamos muy bien tomar parte en la
»deliberacion. Discutido elcaso se resol-
»vió callar, tomando emperò la precau-
»cion de ponerse de asecho.
»Los prelados pudieron observar el
»tumulto y que se quemaban los fielatos,
»pues desde la ventana de la cuadra se
«veia el humo, y se oía la gritería. El
«venerable Padre Constans recuerdo esta-
LOS FRAILES V LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPLÉS DEL INCENDIO
725
»ba en tierra sentado, callado y medi-
»tabundo. Se acercaban las once, hora
«marcada para el crimen, y la ansiedad
»de los encerrados crecía por momentos.
»Habían pasado las doce y no dado
»aun la una cuando por la rendija de la
»puerta pudo el pobre Manuel hacerme
»oir estàs consoladoras palabras: «Ya
»estàn VV. salvados: por la noche nos
»veremos». Estaba de formacion en el
»llano del palacio, 3' ó tuvo ó fingió un
«desmaj'o, y asi libre del servicio cordó
»a dar la buena nueva à los frailes. Los
>/revoltosos, despues de muerto Bassa,
»se dirigieron i\ la Aduana, y segun se
»dijo, empezaron A echar cajas por la
»ventana. Esto motivo que la autoridad
»tomase cartas en el asunto }• scfocase
»la revolución». (1).
No dudo en graduar de muy interesante
3' mu3" verdadero este relato; però le
hallo un, aunque pequeilo, lunar, que
es el dia. El ataque de la Aduana no
acaeció hasta el 6 3' la muerte de Bassa
el 5. La autoridad no tomo enérgicas
medidas represivas hasta el dicho dia 6.
De aquí que opine yo que los aconteci-
mientos que Recolóns pone en el de la
muerte de Bassa acaecieron en el si-
guiente, o del ataque de la Aduana. Por
otra parte, era mucho mas propio del des-
borde de las horas 3- dia que siguieron a
la muerte del General el atentado contra
los frailes, que no en aquellas en que
aún éste imperaba. Mas, en fin, esta equi-
vocación carece de toda importància.
Continua el Padre Recolóns: «Por la
»tarde pudimos ver desde la Ciudadela
»como se Uevaba a ser fusilados a cinco
»jóvenes revolucionarios.
«Entonces los religiosos comprendieron
»el peligro que habian corrido, 3- deter-
«minaron hacer rogativas diarias para
«evitar otro. Yo tenia mi crucitijo, que
»era el que siempre Uevamos los religio-
»sos de mi orden. Era del tamai^o un poco
»mayor de un palmó con cruz de ébano
»y adornos de latón» (Rccolous lo con-
(i) Kelaoiún ya muchas veces citada.
servaba y yo lo beséj. «Atamos esta ima-
vgen en el respaldo de una silla que cons-
> tituía todo el altar, y arrodillados todos
>:los religiosos de la cuadra ante ella
»diariamente rezabamos las letanías de
»los Santos y lo haciamos con lagrimas
fcde fervor» (2). Son varios los religiosos
que me dieron noticia de estàs plegarias
de las letanías, anadiéndome el mínimo
Padre Cayetano Suíiol que precisamente
él con su hermano de orden, Fr. Francisco
Subirana, eran los que con su voz de
sochantre recitaban los nombres de los
Santos, o sea dirigían la letanía (3).
La guarnición de la Ciudadela, según
me dijo uno los frailes allí reclusos, estu-
vo animada de buenos sentimientos, favo-
rables a la defensa de los frailes (4). Uno
de los jefes era D. Tomàs Fajardo, padre
del General D. Ramon, a quien hemos
conocido. D. Tomàs era comandante del
Regimiento de Zamora número S (5).
Aquel dia 5 se cerraron las puertas del
fuerte y se nego a todo el mundo la en-
trada.
Finalniente, lo mismo que en Montjuich
pasó aquí con la salida de los religiosos.
Fué al fuerte una comisión de la autori-
dad, y extendió pasaportes a cada reli-
gioso para el punto que pedia así de
Espana como del extranjero. En el pasa-
porte se oculto prudentemente la profe-
sión del interesado. Provistos, pues, de
este documento, fueron saliendo separa-
damente unos de otros casi todos por la
puerta trasera del fuerte, llamada del
Socorro, que yo muv perfectamente re-
cuerdo (6).
He leído un documento relativo a los
últimos momentos de esta salida. Es el
(2) La niisma relación.
(3) Relación del mismo de Barcelona a 14 de
abril de i88j.
(4) Relación. del P. Bernardo Sostres de Bar-
celona a lí de marzo de 1880.
(5) Diario de Barcelona del j de agosto de
i8?s. pàg. 1703.
(6) Relación citada del P. Pahl•i Recolóns y
de otros.
726
LIBRO TERCERO. — CAPITULO L'NDECIMO
oficio que el Gobernador interino del
fuerte en 15 de agosto dirige al Ayunta-
miento diciéndole: «que en este momento
»no quedan ya bajo la proteccion de esta
ifortaleza mils religiosos que los doce
»que incluye la adjunta lista, quienes por
»su edad, achaques y demàs razones, que
»en ella se espresan no han obtenido ni
>^podido obtener pasaportes para otio
>.destino».
Expone luego las razones para que no
continuen en el fuerte y termina pidiendo
que «V. E.... se sirva disponer que debe
»hacerse con este corto residuo de reli-
»giosos que me ocupan tropa, y me
»atraen gentes innecesarias en este recin-
»to Real Ciudadela 15 de agosto de
»1835. El Sargento Mayor.— José Almo-
»dovar. V.° B." El Gobernador interino.
»— Puig».
He aquí la lista de estos religiosos:
«Fr. Pablo Calvet.— Franciscano.— 75
»anos. — Achacoso.
»Fr. Magín Rosich.— id. — 82 anos. — id.
»Fr. Pedró Sorribas.— id. — 56 anos. — id.
»Fr. Vicente Orpi. — id.— 62 anos. — id.
»Fr. José Barba.— id.— 75 anos.— id.
»Fr. Miguel Tost.— id.— 77 aiïos.— id.
»Fr. Juan Rupit. — Carmelita.— 60 anos.
»— id.
»Fr. Antonio Pallarols.— id.— b7 anos.
»— id.
»Fr. Juan Ballester.— De San José.—
»66 anos.— id.
«Fr. Pascual Alegret.— id.— 55 anos. —
»id.
»Fr. Francisco Vilardell.— id.— 74 anos.
«— id.
»Fr. Fructuoso de Manresa. — Capuchi-
»no. — 31 anos.— Baldado» (1).
En la sesión del 17 de agosto el Ayun-
tamiento dispuso que este oficio pasase a
la Comisión encargada de suministrar
auxilios a los religiosos de los fuertes (2).
El siguiente oficio del Gobernador civil
(i) .\rchivo municipal de Barcelona, — Expe-
diente 129, citado.
(2) Archivo municipal. — Acuerdos. Segiutdo
semestre. — 18^;, fol. 62;.
al Ayuntamiento explica el destino que
se dió a los indicades religiosos. Dice así:
«A fin de socórrer las necesidades urgen-
«tísimas de los pobres recogidos en la
»Casa de Caridad, espero que V. E. dis-
»ponga se entreguen a su Junta los
«comestibles, carbon, lena, paja y algu-
»nos enseres como servicio de cocina etc. ,
»que han permanecido útiles despues de
»los desastrosos sucesos del 25 y 26 en los
vConventos que estan à cargo de las
»Comisiones de los barrios, y así mismo
»unos pocos gergones, colchones y sàba-
»nas, y que parece haber en el de Caput-
vchinos à fin de destinarlos al servicio de
>'algunos viejos achacosos y desampara-
»dos Regulares que han de recogerse en
sia misma Casa de Caridad, todo median-
»te las debidas formalidades de asiento y
>/valoracion que con asistencia del Comi-
»sionado de V. E. mandarà hacer la
»citada Junta à fin de que sirva despues
>-de Crédito à la R.' Hacienda.
»A1 propio objeto podria V. E. servirse
>;disponer igualmente que consecuente à
»mi oficio de 16 en que propuse se envia-
»sen à la Casa de Caridad las verduras
»que consumían los Regulares que no
«existen se pusiera à disposicion de la
>'Junta los huertos no arrendados para
»que la mencionada Casa de beneficència
»pueda aprovecharse de sus productes
»por via interina hasta nueva determina-
»cion.
)/Dios... Barcelona 19 de agosto de
»1S35. — El Gobernador civil interino, José
»Melchor Prat» (3).
ARTÍCULO QUINTO
PELIGROS DE LOS FRAILES
EN LOS CAMINOS
Pasados los quince dias de encierro y
salvación de los frailes en los fuertes, no
por esto había cesado, ni se había cal-
(5) .\rchivo municipal de Barcelona. — Expe-
diente 129. citado.
LOS I-RAILES Y I.OS CONVENIOS DE BARCELONA LUEGO DESPUES DEL INCENDIO
727
mado, el satAnico furor de los agentes de
la revolución y de sus seducidos, y por
doquiera respiraba el odio y la sed de su
sangre. Agravaban la situación las nu-
merosas armas de miliciano urbano y de
miquelete puestas en manos de muchísi-
mos; y que los armados se creían duenos
de vidas y haciendas; y que, como una
inmensa y espesa red, o telarana, se
hallaban extendidos por todo el Princi-
pado interceptando toda via. La pasión
era inmensa y no menor la suspicàcia.
Los pobres frailes, al huir de Barcelona y
dirigirse a sus familias, o amigos, tenían
que pasar por entre las mallas de tales
redes.
En aquel tiempo para viajar se nece-
sitaba pasaporte. Los religiosos de los
fuertes lo recibieron en las mismas estan-
cias; los de los contornos tuvieron que
venir a Barcelona para procurdrselo.
Tengo noticias de los peligros y angus-
tias de algunos de los fugitivos, o mejor,
trailes transeuntes que caminaban a sus
tierras; però, como es natural, no de
liidos, ni aun de los mas; emperò narraré
aquí las de algunos, y por ellas podrà el
avisado conjeturar las de los restantes.
Al joven servita, Joaquín Ai"quer, des-
pués del incendio de los conventos, su
padre lo busco, y hallado, lo acompanó a
su población, Granollers. Mas, al pasar
por Moncada, toparon con los armados,
los que al momento dieron la voz de «este
);es un fraile, este es un traile». Su padre,
aprovechando el aspecto enfermizo del
pobre religioso recién escapado del susto
del 25, contesto: «no, hombre, ;no ven
»VV. que es un joven con calenturas?» Y
así lo salvo.
Atesora mucho interès la siguiente re-
lación del donado, no profeso aún, del
convento de San Francisco de Asís de
esta Ciudad, Don Fèlix Fuig, que desem-
peflaba el cargo de subsíndico del Pro-
vincial: «La autoridad al dia siguiente, o
»a los dos dias, del incendio permitió que
»los emisarios de los frailes retiraran de
»sus celdas sus cosas, por lo que el Pro-
«vincial llamóme lo mismo que al Her-
»mano José Pallís subsíndico del Guar-
»dian, y nos pregunto si nos sentíamos
»con valor para ir a su celda y salvar sus
»cosas. Le respondimos afirmativamente;
»y así nos encaminamos al convento. Las
»horas sefialadas para recoger estos
»objetos eran las de las 2 a las 7 de la
»tarde. Entramos en el gran cenobio,
»donde profundamente nos apenó el
«aspecto terriblemente siniestro de la
»casa. Hallàbase invadida por hombres,
»mujeres, ninos, milicianos, etc. La ma-
»yor parte de las puertas de las celdas
»veíanse descerrajadas, y los objetos, o
«robados, o revueltos por. el suelo. Los
»colchones y útiles de la enfermería
»habían desaparecido. Entramos en la
«celda del provincial, la del secretario, y
»la mia, y con el mayor valor empezamos
»a recoger objetos y liarlos. Nadie nos
«conocía: solo el notario Don Jaime
»Rigalt, que lo era del convento, y estaba
»allí encargado por la autoridad para
>'las entregas, de vez en cuando pasaba
»junto a nosotros, y con disimulo nos
»decía: «Vayanse VV. que no estan bien
«aquí.»
»Cansados ya de liar cosas, hallamos
«una botella de jarabe ú orchata, cosa
«extrana, porque toda la vajilla de la
«celda provincial había ya desaparecido,
»y enseguida se armo cuestion entre los
«presentes sobre si el liquido de la tal
«botella era orchata ó el veneno que los
«frailes mezclaban en el agua de las
«fuentes públicas. Es lo cierto que des-
«pues de olido y gustado, sin duda para
«probar practicamente cuanto creia el
«publico en el envenenamiento, pusie-
«ronsetodos, cristinos, hombres, mujeres,
«pilletes, à la redonda, ó en circulo, en
«la sala provincial, y entre el los nosotros,
«y todos, bebimos sendos vasos de agua
«con el vcneiio.
«En esto una mujer, que lo era de un
«sastre vecino del convento, me recono-
«ció, y se le escapo un gesto de extraíïeza
«que fué notado por su marido y por
«otros. Entonces determino huir, y así
«envié el companero à bajo il tirmar el
728
I.IBRO TERCERO. — CAPITULO U.NDECIMO
»recibo mientras yo acababa de liar los
»objetos en la celda del secretario pro
»vincial, y los entregaba al mozo de cor-
»del. Cuando mi companero bajaba la
«escalera vió subir cuatro cristinos, y les
»oyó estàs palabras: «Nada, le cortatnos
»la cabeza, y la tiramos al pozo, y así
»nadie sabrí'i quien es.» Sobresaltóse en
>'gran manera el companero Pallíls, y
»màs deprisa siguió su camino.
»Llegaron los cuatro al corredor donde
»estaba yo, me cogen violentamente el
»brazo, y me dicen: «Tu eres fraile» —
«Yo, ni soy fraile, ni demonio», les con-
»testé — «Quitate la gorra, y veremos si
»tienes corona». — Quiteme la gorra, y
»vieron que no traía rasura. «No impor-
»ta, insistieron, eres lego.» El sastre, que
»estaba presente A todo esto en la celda,
»en la que los cuatro con los sables des-
»nudos en las manos me habian arrastra-
»do, trató de salvarme, y dijo à los agre-
»sores que 5'o era sastre, y que él me
>;habia tenido de oficial en su casa. Yo
«insistia negando que fuese fraile, y asi
»uno de los cuatro dijo que si no era
»fraile que no se me debia tocar, y me
»soltaron. Es inútil apuntar à que paso
»salí del con vento.
»Los mozos sacaron los líos, y los lle-
»varon à la casa que se les habia indica-
»do, y yo pernocté en una habitacion
»amiga, però supe que a los cinco minu-
»tos de mi fuga del cenobio fiieron regis-
»tradas las casas à él vecinas por creerse
»que me había ocultado en ellas.»
vEl jueves determiné seriamente huir
»de Barcelona, dirigiendome al pronto a
»Pedralbes. Entre en una tartana en la
»Puerta del Àngel, y marchamos; mas
»quiso la maldita casualidad que tres de
»los cuatro cristinos del convento se
»hallasen aquel dia de guardià en la de
»dicha puerta de la ciudad. Faran la
»tartana, me hacen apear, y pretenden
»que entre en el cuerpo de guardià. Nie-
»gome yo resuelta y energicamente, pues
»creia que me iban à matar; y tanto cre-
»ció el debaté que el oficial, que se halla-
»ba en el piso alto, se asoma à. la ventana.
»y me dice que entre, y suba à su estan-
»cia deponiendo todo temor. Llegado al
»despacho del oficial, y solo ya con él y
»un sargento que le servia de secretario,
»le dije: «Hablaré à V. con toda franque-
^>za.• no soy fraile, però estaba con los
»frailes, emperò de modo que podia yo
»largarme cuando quisiere, y ellos des-
vpedirme». A esto el oficial contesto que
»había orden para detener à todos los que
»vivian en los conventos, y por lo mismo
»que me quedase allí mientras se consul-
»taba el caso al Gobernador militar
»Ayerve.
»La consulta contesto que à las diez de
>:la noche se me trasladase à Atarazanas.
»Habia entrado en el cuerpo de guardià à
»las dos ó las tres de la tarde. Llegada
»la noche los cristinos armaron algunos
«tumultos porque no venia su relevo;
»pero yo los creia tramades para matar-
»me. A las diez descargó una gran tem-
»pestad, y pasada esta, à las doce se me
«condujo à Atarazanas.
»Llegado à este cuartel hallé alli varios
«religiosos en número de siete ú ocho,
»entre los cuales recuerdo estaba el Pro-
»vincial de los minimos. Por indicacion
»de Ayerve hice una solicitud pidiendo
»pasaporte, a lo que el dia del asesinato
»de Bassa se me contesto que mi asunto
»no pertenecía al fuero militar, sinó al
»civil, y así que me dirigiera al Goberna-
»dor Civil. Entre estàs dilaciones las
»angustias se hacían mortales. Los gefes
«militares me aconsejaban que espera-
»se en Atarazanas la contestacion para
»así evitar peligros que por fuera co-
»rreria.
«Temiendo nuevas dilaciones determi-
»né huir. Saqué el catre y colchon que
»me habia traido el Hermano José Pallàs
»que cada dia me visitaba, y determiné
»escaparme entre los operarios de la
»maestranza de Artilleria en el momento
»en que salian del trabajo. El encargado
»de la custodia de los presos, aunque yo
»no estaba presó, preguntóme que porqué
»sacaba la cama, y le contesté que la
»reclamaba su dueno. A la hora de cerrar
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LL'EGO DESPL'LS DEL INCENDIO
729
»los talleres pretexté necesidad de bajar
»al comun, y ya abajo mezcléme con los
»dichos operaries, y me escapé del cuar-
»tel» (1).
Oig-amos el relato del franciscano Pa-
dre Baltasar Sentís, hijo del Campo de
Tarragona: «Logrado el pasaporte, el
»Padre Puigdengolas me invito a mi y à
»otro corista à ir hacia Esplugas, donde
»tenia unos amigos. En Esplugas halla-
»mos dos ó tres galeras que iban camino
»de Tarragona, y asi subí a una de ellas.
»En un puntointermedio, creo que Ordal,
»comimos, yo en el comedor del piso alto,
»y unas mujeres que venian en la misma
«galera, en el de los bajos con los arrie-
»ros y gente baja. Cerca de Villafranca
»del Panadés quise caminar un rato (las
»galeras marchaban al paso) y por lo
»mismo apearme; mas las mujeres me
»dijeron: «No baje V"., porque hemos oido
»que los carreteros han dicho que le
«mataran à V. esta noche en los Monjos,
»donde pararan al anocliecer.» Con esto
«resolví parar y quedarme en V'^illafranca
»que es la poblacion que precede à los
»Monjos.
»A1 entrar en Villafranca vi un sefior
»que casualmente pasaba por la carrete-
»ra, y fingiendome amigo suyo, le saludo,
»y salto de la galera para alcanzarle.
»Dirigime à la casa parroquial. El Seiïor
»Cura me recibió muy caritativamente,
»me dió buenas reglas sobre el modo de
»portarme para no ser conocido, y me
»buscó un arriero de confianza.
»Sali de Villafranca en una tartana
»con las cortinas tapadas para no ser
»visto. El arriero iba haciendo preguntas
Ȉ los que hallaba para enterarse de si
»corría peligro. En una de estàs inquisi-
»ciones le contestaron que el dia anterior
»cerca del Vendrell habian muerto a dos
»frailes. Temiendo lo que allí pudiera
«sucederme, antes de entrar en dicha
»villa, recordando que el veterinario de
(i) Relación del niismo D. Fèlix Pui^ en Bar-
celona a 25 de junio de 1880.
»ella era amigo de mi padre, le mandé
>.recado por el calesero. Salió el llamado,
»que era oficial de milícia, confirmo el
> asesinato de los dos del dia anterior, y
»enterado de que yo era hijo desu amigo,
>me dijo: «Pues mire V.; porque es hijo
y.deljanntctle salvaré, que como à fraile
»le matarian & V » Abrieron la puerta
>.^de la villa, y la tartana atravesó la po-
>^blacion, yendo en ella el veterinario y
»nosotros. Aquel por el transito iba
>diciendo chanzas à los que encontraba,
>^tal como: «mirad, mirad que guapo es el
»chico, llevo contrabando, etc.» Al He-
>•gar {\ la puerta de salida el veterinario
»se apeó, diciendome: «Ya le salve a V..
>.de aquí adelante hay peligro para mi:
»ahora corra V.», y se despidió.
«Llegué à Tarragona en los momentos
»de la revolucion contra el General Co-
»lubí, entre en la ciudad fumando uno de
»los puros, que para estos casos me dió
»el parroco de Villafranca. Al entrar en
>;el coche que desde Tarragona debia
»trasladarme a Reus, el hombre de mi
»lado exclamo: «Si hubiese aquí algun
»fraile, el trozo mayor que habría que
«quedar seria la oreja». No es dificil con-
«jeturar si aplacaria yo los cabellos de
»mi peluca, y si procuraria disimular.
vPero en fin Uegué sano a mi país» (2).
Del carmelita descalzo, Padre Juan
Hortet, hijo de la Selva del Campo, son
las siguientes noticias: «Salí de la Ciuda-
»dela con dos jóvenes carmelitas tam-
«bien, hijos de Reus, y un lego natural
»de Cabra, acompanados del padre de
»este. Al llegar à Ordal topamos con el
«destacamento de cristinos barcelone-
»ses, allí situados. Caminaba yo el pri-
»mero, y me pidieron elpasc, lo mostré,
»y me dejaron pasar. Pidieronlo luego al
«padre del lego, y como solo Uevaba un
>pase atrasado de algunos aflos quisie-
»ron detenernos. Corrieron tras de mi, y
«cuando me hubieron alcanzado preten-
(j) Relación que me hizo en Alaspuiols a i?
de i unió de 1880.
730
LIBRO l'ERCERO. CAPITULO UNDIXIMO
»dieron fusilarme; emperò el sargento
»mandó que nos dejasen, y continuamos
»el camino.
»En Villafranca tuvimos la suerte de
»que el centinela era amigo del dicho
»padre del lego, y pasamos sin tropiezo.
»Por temor a los migueletes dejamos la
«carretera y nos internamos en la mon-
»tana por caminos extraviados. Llega-
»mos al Coll cic Santa Cristina sobre el
»dia diez de agosto. Hacía unos tres dias
»que allí habian sido muertos tres fran-
»ciscanos. Allí encontramos un hombre
»muy alto, tuerto, mal carado, que para-
»do estaba rascando su vara con una
»enorme navaja. Al pasar le saludamos,
»y seguimos andando; mas él, viendo
»que caminabamos hàcia Vilavella, nos
»llamó, y nos dijb que era un guia car-
»lista (isi se ecJiaría de ver cl aire frai-
»luno!), que no fueramos à Vilavella
»porque el dia antes, ó dos dias antes,
»habían entrado allà los carlistas, y ha-
»bían quemado el fuerte y las fortifïca-
»ciones, que luego acudió Pep de Po ó
-hde Segalà con sus migueletes, los que
»continuaban allí rabiando, y por lo mis-
»mo que corríamos peligro de ser fusila-
»dos. Nos aconsejó que fueramos à Ro-
»donà, y nos indico el camino. Le dí mil
»gracias, y seguimos su consejo.
»A1 llegar à las cercanias de Rodofià
>ipreguntamos a un aldeano que cultiva
»ba una vifia. Nos contesto que tambien
»él se guardaba, y que esperasemos à
»que anocheciera. Al anochecer juntos
«entramos en el pueblo, y nos alojamos
>:en casa de) aldeano, desde donde escri-
»bí à mi família, y vinieron por mi con
»una caballería. En Rodofià al saberse el
»incendio de los conventos todos los hom-
»bres útiles, incluso los padres de família,
»marcharon al campo carlista» (1).
Con la relacion de Hortet guarda seme-
janza la del mínimo hijo de Valls, Padre
Joaquín de Torner: «En la Ciudadela, me
(0 Relacion que me hizo en Gracia a 0 de
julio de i88j.
»dijo, los frailes que se ausentaban salian
»al anochecer por la puerta del socorro.
»Yo no pedí el pasaporte hasta el 13 ó 14
»de agosto porque carecía de dinero. En-
»tregué à un chico, que corria los recados
»de los carmelitas descalzos, que llevarà
Ȉ un amigo una carta por la que pedia
»prestadas à este catorce pesetas, afta-
»diendo al chico el encargo de que me
>las trajese. Llevo la carta, recibió las
»pesetas, y ya no pareció màs por el
»fuerte. El 13, pues, al anochecer salí
>;con otro de Valls, y nos fuimos à Sans,
»en cuya calle oimos que en una casa se
»rezaba el rosario, por cuya circunstan-
»cia, y estando abierta la puerta, nos
«entramos por ella, y pedimos à los habi-
»tantes que aquella noche nos hícieran
»la caridad de darnos cena y alojamienlo.
»Yo vestia de peon de albafiil, però con
»unas alpargatas tan grandes que me
»dificultaban mucho el andar. Los duefios
»de la habitacion accedieron à nuestra
«súplica, y nos introdujeron en una pieza
»donde habia varios hombres que comían.
«Conjeturamos que algunos serian frai-
»les, y lo acertamos.
»A las tres de la madrugada salimos.
»En Ordal los cristinos nos pidieron el
»pasaporte, y al notar nuestra facha nos
»creyeron frailes. Yo fingiendome peon
»les hablaba de lo mal que andaban las
»faenas y obras, però no nos creian;
»hasta que se asoma el jefe, mira nues-
»tros pasaportes, los halla en regla, y
«nos deja pasar. Al cabo de un rato nota-
»mos que venían tras de nosotros gente
«armada, por lo que no fiando resolvimos
ïtomar el partido de los gamos, y apre-
«tamos à córrer. El apuro grande lo
«pasamos en Villafranca, à donde Uega-
«mos mediante nueve horas de mala an-
«dadura; por cuya razon llevaba yo los
«pies estropeados, y determiné hacer el
«resto del camino por pies ajenos. Nos
«metimos en el hostal- Busqué un asno,
«però no se halló. En esto llega una
«galera, en la que iba el mínimo Padre
«Magín ^lorlans (que fue el companero
»de fuga de Casulleras) v su madre. Pe-
LOS l'-RAlLES Y LOS CONVK.NTOS DE BARCELONA LUECJO DESPLES DEL INXENDIO
731
»dimos pasaje, y se nos dió citandonos
»el Carretero para salir à las cinco de
»la manana siguiente, hora en que se
»abrían las puertas del recinto. Però mien-
»tras cenàbamos se presento, segun cos-
»tumbre de aquella època, un joven
»pidiendonos los pasaportes para tocar-
»los. Se los dimos. A poco viene un
»caballero, y me dice que el dia siguiente
»se nos quiere jugar una mala partida.
»Pensé si el dicho jóven nos había hecho
»traicion. Rogué al buen Caballero que
>él mismo se sirviese pedir al Goberna-
»dor de la vilki que se nos abriesen las
«puertas una hora antes de la regular.
«Accedió el Gobernador, y convino el
»carretero. Salimos a las cuatro. Despues
»en el Vendrell supimos que a las cinco
»se habia ido en nuestra busca. Temien-
»do la revolucion de Tarragona, Morlans
»y yo tomamos à pié un camino trans-
«versal, y llegamos k Valls» (1).
Ya que la narración anterior nos llevo
a la carretera de Barcelona a Tarragona,
no quiero omitir la de otras escenas que
ocurrieron en ella referentes a un fraile
de Villafranca, el después muy cèlebre
predicador y escritor Fr. Rafael Sans,
que ha muerto no ha mucho en la repú-
blica de HoUvia, donde desempenó ele-
vadas prelacias regulares. Luego que
obtuvo el pasaporte, él y algunos compa-
neros salieron de dicha villa en una tar-
tana en dirección a Barcelona, creo que
el 27 de julio. Mas conviene aquí que calle
mi tosca pluma, y ceda el lugar a la bien
Cortada del mismo Sans, quien en 27 de
mayo de 1880 me escribió desde La Paz las
siguientes lineas: «Algunos nos atrevimos
»A marchar en una tartana con dirección
»al Uano de Vich donde creímos poder
»ocultarnos con menos riesgo.... Mar-
»chando ibamos en nuestra tartana con
»el mils triste silencio, hasta que viendo
»lo ridículo de nuestros disfraces con
»ropa ajena y extrafia, con gorritos ne-
(i) Relación que me W\io en Barcelona a 24
de abril de 1880.
»gros ribeteados con cabellos de unas
»trenzas que de una hermana suya monja
»guardaba Fr. Caballero, empezamos à
>''reirnos de nosotros mismos; si bien poco
»duró nuestra importuna risa. Al llegar
Ȓl Ordal encontramos un piquete de mi-
«gueletes, llamados de la blnsa, cuyo
»oficial, conociéndonos por nuestro mal
»garbo, lo tomo à nuestro conductor &
»parte, mientras sus soldados nos asecha-
»ban siniestramente. Con nosotros venia
»el amable Padre Lector Farguell, que
»V. conocería despues en el Seminario
»de Barcelona, donde entiendo que mu-
»rió: viendo con este Padre la confabula-
>^cion misteriosa del oficial, llamamos al
«conductor exigiéndole nos dijese la ver-
»dad del coloquio. Pàlido y temblando
»nos contesto: «Estamos mal... estos les
»han conocido a VV., y tienen malas in-
»tenciones. Los van à esperar a VV. en
»el alto del Collado ó en la rinconada del
sLladoner, y les matan...». Entonces dijo
»el Padre Lector: «Dejémoslos marchar,
»y luego que no nos vean, regresamos à
«Villafranca». Tomamos un bocado de
«almuerzo aunque sin apetito, mientras
»los mesoneros enternecidos nos decían:
«lAy Padres, no sigan VV., ayer, dicen,
»que han muerto à dos ahi cerca de Mar-
»torell... Vuélvanse VV...... Regresamos
»à pié, dejando que la tartana viniese
»un poco atras, cuando vemos venir la
«diligència de Reus. Nos creimos que en
»ella iríamos seguros, 3^ gritamos al con-
»ductor que nos Uevase. «No hay mas
»que dos asientos», nos dijo; y sin esperar
»mSs ni despedirnos de nuestros compane-
»ros, que se quedaron llorando en la carre-
>.tera, el Padre Lector y yo nos subimos
»al imperial ligeros. En él iba un hombre
»de mala catadura, barba y ojos negros,
«gorro extrafio y mirada diabòlica. Al
«vernos, en vez de saludo, nos echó una
«blasfèmia que nos heló í'í pesar de venir
»sudando con el sol de julio. « V V. son frai-
»les, anadió con otra blasfèmia: però
»bien, no tengan miedo. Yo vengo de ha-
»cer quemar A los de Reus; y lo mismo
»debía hacerse en Tarragona y Villa-
732
I.IliRO TERCERO. — CAPITULO UNDECIMO
«franca; però ya se habian escapado» (los
frailes).... «debía matar al Arzobispo;
»pero viéndole tan viejo, le hemos em-
«barcado, esperando que el mareo lo ma-
»tarà sin necesidad de punal.» Lueg^o
«entre interjecciones salvajes y una risa
«satànica nos referia las escenas de los
«conejos asados cuyos lamentos él se
»complacia en oir desde la plazuela mien-
»tras atizaba el fuego en las puertas de
»nuestra iglesia para entusiasmar a los
»facinerosos. «Làstima, anadia, que algu-
»nos han escapado tiràndose de las ven-
»tanas, y escondiéndose otros en una
«mina, però les hemos quemado el scto y
>4a madriguera, y no volveràn. Lo malo
»es, continuaba, que el golpe debía ha-
»berse dado simultàneo el mismo dia en
»los principales conventos; y los otros
«comisionados no han cumplido con la
»orden dada. Però, vamos, las fogatas de
»Reus y Barcelona les serviran à VV. de
»faro para escapar al extrangero y no
«volver mas à Espana, que ya no deben
»fanatizar por mas tienipo. Ya que VV.
»no se dieron por entendidos con el ensa-
»yo del aíïo pasado en Madrid y Zara-
»goza, ha sido preciso hablarles à fuego
»y sangre»
»Figúrese V., amigo, como estaria
»nuestro corazón al oir à ese mónstruo
»que iba continuando su horripilante
«charla con obcenidades cuando acercan-
»donos al collado vimos que se aproxi-
»maba à la diligència el oficial de la blusa.
»Nos vimos perdidos. Mas, conociendo el
«compafiero nuestro pavor, nos dijo al
»oido: «no teman, es mi amigo». En efec-
»to, conocidos y amigos eran los dos bri-
»bones, que después de guinadas y salu-
»dos maliciosos, le pregunto nuestro socio
»al oficial: «íY bien que hacen VV. aquí?
»Estamos de avanzada contra los faccio-
»sos, y esperamos à unos frailes para....
»— íUnos que venían de Villafranca en
»una tartana?— Los mismos.— Pues, ami-
»gos, los hemos encontrado allA abajo,
»que se volvían k pié. Las maldiciones
»que echaron nos acabaron de convèncer
»de la diabòlica intencion con que nos
»esperaban; y màs lo confirmo el socio,
»que algo se compadecía ya de nosotros,
«cuando al arrancar la diligència nos
«dijo: «jDe buena se han librado VV.!
«si no soy yo los fastidian, pues una onza,
«dice, que le habian ofrecido al tartanero
«para que callase y los trajese à VV.
«hasta acà con sus companeros. Però si
«ahora encontramos facciosos VV. me
>salvan à mi. Se lo ofrecimos, temiendo
»que al acercarnos al Lladoner se repi-
«tiese con nosotros la tan sabida atroci-
«dad del ano 1823, cometida con el Sr.
«.Strauch y su companero con pretexto
«de andar facciosos por ahí.
«Por fortuna no hubo tales facciosos,
«sinó partidas de la blusa que se cruza-
«ban sin cèsar en busca de frailes como
«lobos en caza de ovejas. En Vallirana
«nos contaron una tragèdia que nos hizo
«estremecer, y unos arrieros que venían
«de Barcelona nos acabaron de aterrar
«refiriéndonos el frenesí de los incendia-
«rios. Però nuestro terror subió à su col-
»mo cuando al IJegar à Molins de Rey
«los tales blusas rodearon la diligència,
«gritando à los pasajeros, revisando sus
«pasaportes, sus maletas y sus bolsillos.
»Esa inquisicion nos salvo, pues mientras
) esos esbirros se entretenían, el socio ncs
«hizo bajar A prisa, y nos metió en el
«pesebre diciéndonos al cruzar la puerta:
«Sàlvense VV., sinó les matan«. Nos acu-
«rrucamos tras unas tablas; mas luego
«entro el dueno del hostal, diciéndonos:
«Escàpense, Padres, que los han conoci-
»do, y los estan buscando«, y sefialàn-
«donos una reja de madera que tenia un
«travesano roto nos dijo: «por aUí«.... En
«el acto por allí salimos al campo con
«trabajo; y atravesando vinas, màrgenes
»y barrancos llegamos à Esplugas mas
«muertos que vivos. El Padre Lector era
«conocido del cura de ese pueblo, que nos
«recibió temblando, refiriéndonos porme-
«nores de la quema de los conventos de
«Barcelona y desastres posteriores que
«nos acabaron de horripilar. Luego que
«tomamos un poco de alimento salimos hè.-
«cia San Just, para Pedralbes, rendidos,
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPUÉS DEL INCEXOIO
733
«consternades y exhalando palabras màs
«tristes que los dos discípulos de Em-
»maus, mucho mas cuando del altito de
«Finistrelles creimos ver humear todavia
»las iglesias de Santa Catalina, de San
»Francisco, y del Carmen... Al fin llega-
»mos à Pedralbes desfallecidos. El Padre
«Provincial ya se había huido: nos llega-
»mos al torno.
«Aquella misma noche contratamos
«una tartana de Sarriií, y el dia siguiente
«despues de decir Misa muy temprano,
«saiimos para Granollers. Cada rato nos
«veíamos detenidos por las partidas de
«migueletes, que nos exigían los pasa-
«portes, que por fortuna nos dió bien des-
»pachados el Gobernador de Villafranca.
«Mas el dia siguiente al entrar en Aigua-
«freda nos rodeó esa chusma de la blusa,
«gritando que éramos frailes, y que de-
«bíamos ser conducidos presos a Vich. A
«los gritos acudió el alcalde; y mientras
»él y el oficial discutían cualdebía llevar-
«nos, el buen hostelero nos hizo escabullir
«por la puerta del corral; però oyendo las
«voces y pasos de los perseguidores, nos
«metimos tras de un pajar cubriéndonos
«de paja lo mejor posible. Aquí, sí, nos
«salvo Dios, visiblemente, como à San
«Fèlix con las telaranas, pues pasando, y
«repasando por delante de nosotros mal
«encubiertos, no nos vieron, y regresa-
«ron renegando. Despues de esta susto
»ya nos f uimos a pié por sendas extravia-
«das entre Tona y Taradell a Calldete-
«nas, cerca de Santo Tomàs. Allí nos
íseparamos llorando, y nos fuimos A es-
«conder en casas separadas, de nuestra
«confiança. Però viendo que la pesquisa
«no cesaba, \' que al fin y al cabo podia
«caer en manos de matafrailes, me esca-
«pé una noche con unos carlistas, que me
«acompaflaron por Tavertet, Rupit, San
«Juan de las Abadesas, Campdevànol,
«Ribas y Oseja, que ya es de Francia. De
«allí nos llevaron ;'i Perpiflàn con el Padre
«Sors y Padre Pascual, de donde pasa-
«mos A Niza y Gènova, en cuyo puerto
»nos embarcamos à principios de febrero
»de 1837 para esta ciudad de La Paz,
«cuyo Colegio tuve el lionor de fundar,
»y desde cuya celda le escribo la pre-
«sente».
Los sufrimientos morales apurados por
el agustino Padre José Benet nos los re-
fiere él mismo con las siguientes pala-
bras: «Salido de la Ciudadela me detuve
»en el Uano de Barcelona hasta la vigília
«de la Virgen de agosto. Por medio de
«un sefior liberal logré pasaje, no en los
«coches ómnibus de Vich donde facil-
«mente me viera comprometido, sinó en
«un carro de un buen hombre. Al amane-
«cer quise ir à Misa, però aconsejado del
«Carretero, y por temor de ser conocido,
«me quedé en el carro. Al acercarnos à
«Aiguafreda vimos que estaban en el
«pueblo los migueletes que venían de
«incendiar el monasterio de Ripoll. En
«Vich les habían negado la entrada. En-
«tonces dije al Carretero: «rPero no en-
«contraremos una buena casa donde
«ocultarnos?» Me contesto: «No, no, lo
«mejor es al mismo hostal donde paran
«ellos». Apeeme y pasé por entre ellos. En
«la mesa me sentaron al lado de los ofi-
«ciales, quienes sazonaban la comida
«contando cada uno sus fechorías del
«incendio, relaciones que producian en
«mi animo efecto desastroso y en mi
«cuerpo una inapetencia absoluta. El
«Carretero viéndome en tan apretado
«apuro me di;o: «Vaya, vaya, chico, que
«el amo te trataba muy mal en Barcelo-
«na; ya veràs como en Vich cobraràs
«apetito, y engordaràs». Entonces para
«salir del apuro pretexté un fuerte dolor
«de vientre, y me levanté de aquella mesa
»de fieras.
«Fuime al hostelero, persona buena, le
«descubrí mi secreto, y le pedi que me
«escondiese: «jAh!, no, no, me respondió,
«si hubiese V. llegado antes que estos la
«cosa era fàcil: ahora es imposible sinó
«quiere V. comprometerse. Me fui al
«comun, y allí quedé toda la larga hora
«que permanecimos en el pueblo. Aviso-
»me el Carretero y partimos, llegando
«felizmente à Vich; desde donde sin en-
»trar en la ciudad, y acompanado de mi
734
LIBRO lERCERO. — CAPITULO UNDIiCIMO
«padre, partí para mi tierra de San Hipó-
»lito de Voltregà» (1).
Escribióme el Padre José Barcóns: «No
»hablo de los trabajos que padecimos
»desde Barcelona hasta la entrada de
»Francia, que fué un acto de contricion
»continuado: a varios mataron los malos
»paisanos en la entrada de Francia, que
»solo el dia del juicio final se descubrira.
»Muchos se fueron con los carlistas por-
»que estos tuvieron la amabilidad de
«acompaiïarles hasta la frontera, y de
»esta manera se salvaronmuchisimos»(2).
El Padre Juan Bruch, o sea de Santa
Teresa, entonces sóIo corista, contaba
que en su vida «por tres veces estuvo
»para ser asesinado, y cuando se le pre-
»guntaba solia decir: «Yo no sé lo que
»les pasaba, que cuando me veian de
»rodillas bajaban las escopetas» (3). Y
aunque en estàs palabras no se concre-
ta la època de tales conatos de fusila-
miento, no dudo que alguno o algunos
serian de 1835. Este ejemplar religioso,
restaurada mas tarde la orden en Espa-
na, ingresó de los primeros en el conven-
to de Alcàzar; y por sus evangélicas
correrias y celo mereció, a despecho de
su humildad, ser llamado el apòstol de
In Sierra (4).
Aunque el siguiente caso no acaeció en
un camino, ni en la inmediata fuga del
convento, merece ser aquí relatado por-
que muestra la miserable situación en
que después del incendio quedaron los
religiosos. Contaba el mercedario Padre
Pedró Nolasco Tenas, que después de la
exclaustración acogióse a la hospitalidad
de un su pariente militar de muy elevada
graduación como que estaba al frente de
(i) Rclaciíjn de Barcelona a 24 de marzo de
1S80.
(2) Carta que me escribió de Onda en octubre
de 188;.
(1) D. Eleuterio Nula y Grueso. — La orden
trinitaria en la diòcesis de Jaén. — Jaén, /900,
pàg. 52.
(4) D. Eleuterio Nula. Obra citada, pàgs. de
52 a 55.
una provincià espanola. Que fué bien
recibido, y al principio tratado hasta con
agasajo; però que al cabo de un tiempo
el pobre Tenas oyó de boca de su patrono
General estàs palabras: «Mira, caso pue-
»de venir en que si no hay otra espada
»para matarte, sirva la mía». Es inútil
apuntar el efecto que tal amenaza pro-
dujo en el animo del fraile: determino
largarse, y luego que lo permitió la pru-
dència puso tierra de por medio entre su
persona y la del pariente, parando en
Francia (5). Màs tarde regresó a Espaiia,
fué beneficiado de San Jaime de Barce-
lona, y al morir, el que estàs líneas escri-
be le sucedió en el beneficio llamado de
San Bartolomé y San Bernardo.
ARTICULO SEXTO
LAS CASAS RELIGIOSAS Y SUS COSAS
En el Diario de Barcelona del 26 de
julio de 1835, o sea del dia siguiente a la
noche aciaga, se lee el anuncio de: «Fun-
»ciones de iglesia», que copio: «Hoy en la
»iglesia de PP. Agonizantes à las cinco
»de la tarde, habrà los ejercicios acos-
»tumbrados, y predicarà el R. P. Fr. An-
»drés Estrany, de PP. Servitas.
»En la iglesia de PP. Trinitarios calza-
»dos habrà hoy la funcion del seràfico
»TrÍ5agio con exposicion del Santísimo
»Sacramento, y se empezarà à las seis y
»media.
»A las cuatro y media de esta tarde en
»la iglesia de Nuestra Senora de la Espe-
»ranza habrà los ejercicios acostumbra-
»dos, en los que predicarà el R. P. Fr.
«Manuel Lladó, Mercenario» (6).
(Pobres templos y pobres predicadores!
Ni unos ni otros podían en tal dia cum-
(i) Me lo conto varias veces el Rdo. Sr. Doc-
tor D. Ramon de Magarola, que lo tenia de boca
del mismo Tenas.
(ó) Pàg. 1653.
LOS FRAILES Y LOS CONVEXTOS DE BARCELONA LLEGO DESPUES DEL INCENDIO
735
plir lo anunciado. De estos ya hemos visto
su suerte: veamos ahora la de aquelles.
El màs preciado tesoro de los temples
residia en sus sagrarios. Algunas comú-
nidades, tal como la de Capuchinos, los
llevaren censigo a Atarazanas, según se
dijo arriba, y los religioses que quisieron
comulgaron allí. En otros conventos lo
consumió el fuego. Mas no falto una alma
santa, el carpintero del Ayuntamiente,
Liborio Riquer, que tenia su casa 3' taller
en la Riera de San Juan, frente el palacio
del Marqués de Sentmenat, o sea por los
números del 7 al 17 actuales, quien, lle-
vado de santó celo, procuro salvar de las
llamas las sagradas Formas de los con-
ventos que pudo, como lo escribí arriba
del de Santa Catalina (1).
Però mientras el sefior Liborio practi-
caba tan buena obra, otros seaprovecha-
ban de la coníusión del incendio 3' de las
fugas para apoderarse de lo sagrado y
profano de templos y conventos. En las
primeras horas muchos conventos que-
daren abandonades y las gentes los re-
corrieron a su talante.
Comenzó el robo en algunes conventos
en los mementes del incendio, tal como
en San José 3' en Santa Catalina, según
en su lugar escribí; siguió espantosamen-
te acrecentado el dia 26 en las heras que
mediaron desde la salida de les frailes al
establecimiento de guardià en elles y con-
tinuo escandalosamente ante estàs.
«Yo, me dijo un anciano, entre en el
»convento de Santa Catalina, y temé, y
»me llevé algunes libres, à saber, El
^filosofo rnucio, La vida de Mahoma,
»y otro, cuyo titulo ne recuerdo, però sí
»que trataba de la revolución de Cata-
»lunade]640. Después les presté a Den
«Víctor Balaguer, quien todavía ne me
»los ha devuelto-
»Estuve tambien frente del Carmen
(1) Rclaclón del pàrroco de entonces de San
Cugat de Barcelona. Barcelona 10 de diciembre
de 1S81. — Rclaclón de D. Mariano de Sagarra de
ji de mar/O de 1880.
> calzado. Estaba lleno de gente que en-
vtraban y salían. Serían las ence de la
> maiiana del 26. Les conventos incendia-
»dos no tenian aún piquetes de guardià
»que los custediasen cuando aquella ma-
»nana les visité» (2). Opino que en el
Carmen la gente entraria en el temple,
no en el convento.
Siguen palabras del entonces ya pres-
bitero fraile de Santa Catalina Padre
Jaime Ros: «El robo y el pillaje se ceba-
»ron en la iglesia. Las riquezas en vasos
»y ornamentes sagrades desaparecieren,
»salvAndose solo seis ó siete càlices. Del
»magnifico cuadro, que se decía ser de
«Murillo, que representaba la Virgen con
> el Nino, cuando el 26 se fué por él, no se
>halló mas que el marco. Peco tiempo
»antes un cemerciante de pinturas ofre-
»ció por él al convento una copia fidelí-
»sima y 500 duros, cantidad entonces
»muy elevada» (3). Son varies los ancia-
nes que refieren el rebo escandaleso per-
petuado en Santa Catalina al entrar las
turbas; robatorio que confirma el mismo
General Pastor en el parte que dirigió a
Llauder el dia 30, y que abajo copiaré.
Ya arriba escribí, en el capitulo ante-
rior, que el ayudante de su cecina Caye-
tane Estalella, el 26 per la mariana, al
salir de su escendrije en este mismo con-
vento, vió que desde una ventana del
àngule NO. del edificio un suiete iba
repartiendo al publico repàs de les frai-
les.
Los seminaristas antes del atropello, \
en previsión de él, pasaron un tabique en
una pieza de la casa, y tras él ocultaren
varies objetos precioses, entre elles las
flautas del órgano, entonces aún no mon-
tado en la iglesia. Entre la turba se con-
taria algun espia, 3' al entrar esta desa-
pareció tode lo del escendrije. Robaronse
en el saqueo de aquel dia 3,000 y pico de
(2) Me lo dijo en Barcelona a 2% de noviembre
de i88i.
(í) .Me lo diio en Barcelona a ? de marzo de
736
LIBUO TERCERO. — CAPITULO UNDECIMO
duros, que la casa había recibido del
Estado en pago de uno de los plazos de
la venta del antiguo edificio. Robàionse
cuarenta cubiertos de plata, que servían
para los ejercitantes de fuera delcenobio.
Alguna persona buena procuro salvar
algo: así un zapatero entro en la sacris-
tia, se llevo un estuche que contenia el
càliz mejor, y saco unos cubiertos. Al
regresar del extranjero los Padres les
entregó el càliz, y les manifesto que,
habiéndose hallado sin trabajo y sufrien-
do misèria, había echado mano de los
cubiertos, que los religiosos gustosos se
los condonaren (1).
Por la mariana del 26 la autoridad mili-
tar llamó a la milícia urbana, la que pro-
míscuamente con el ejército condujo,
como dije, religiosos a los fuertes. Cum-
plida esta misión, se colocaron guardias
de la misma fuerza urbana en los con-
ventos, según de varios de ellos me
consta. Poco había que fiar en ella en
cuanto a respeto a las casas y cosas reli-
giosas, compuesta como estaba de volun-
tàries liberales, exceptuado solo el bata
llón 10.° que lo estaba de forzados.
El Ayuntamiento en la noche del 25 al
26 se declaro en sesión permanente. De
lo que en el seno de este cuerpo pasó,
de sus buenas disposiciones y sentimien-
tos, y de las acertadas medidas que tomo,
nadie podrà mejor certificarnos que su
pròpia voz cristalizada en sus actas. Hela
aquí:
«A las seis y media de la maiiana del
»dia veinte y seis de Julio habiendo
»entrado el Sor. Alcalde Mayor D. Juan
»Perciba y tornado la presidència en esta
»sesíon permanente del Ayuntam.'° se
«recibió orden verbal del Sor. Gen.' en-
»cargado del mando militar en esta plaza
»para que se recojan las halajas de todos
»los conventos evacuados, y el Escmo.
»Ayuntam.'° nombró una Comision de su
»seno compuesta de los SS. D. Ramon
(i) Relación del P. D. José Puig. Barcelona
I. de octubre de i8Si.
'Roig y Rey, D. Joaquín Espalter y D.
«Pedró Oms para que procedan à las
»diligencias correspondientes con inter-
»vencion del Escribano de Almotacenia
>'D. Miguel Vilamala que se mandó 11a-
»mar al intento.
»E1 Sor. Alcalde D. Juan Perciba ma-
»nifestó que deseando coadjuvar al màs
*pronto cumplimiento de esta disposicion
»atendida las muchas à que debe acudir
»el Escmo. Ayunt." para la seguridad de
»los intereses de sus representades, se
»ofrecia à desempefiar en union con sus
xcompaneros una parte de los trabajos
»que han de pesar sobie la comision
«nombrada para el recogimiento de las
»alhajas indicadas, en beneficio tanto de
»la brevedad, como del alivio à los SS.
»individuos del Ayuntam.'° quien aceptó
»este ofrecimiento dando gracias por ello
»al Sor. Alcalde D. Juan Perciba, que
»puesto de acuerdo con los referides
»SS. Cemisionados se retiro con estos
»para llevar à efecte su respectivo encar-
»go.»
Habiendo cesade casi completamente
la agitación popular, se creo una comi-
sion de tres concejales para que quedase
en sesión permanente, se les dió toda
clase de facultades, y se acuerda «que
»con el objeto de que conozca el Sor.
>'Gobernador Civil lo que el Ayuntam.'°
»ha hecho por su parte en la noche ante-
»rior, lo que ha podido segun sus medies
»y la gravedad de las circunstancias, se
»pase à Su Sria. una relación con noticia
'de quedar la indicada Comision perma-
»nente, y espresando que al Ayuntam."
»queda solamente el amargo sentimiento
»de que en su època haya sucedido una
«catàstrofe que lamentaran à su tiempo
»la civilizacion, la política y la humani-
»dad y quedando en sesión permanente
»tres de los SS. Concejales se retiraren
í.los demàs.*
«En la ciudad de Barna. y dia veinte y
»seis de Julio de mil echocientos treinta
»y cinco à las ocho de la manana.
»La Comision permanente en vista de las
>'neticias que ha recibido de que en los
LOS KRAILES Y LOS CON VENTÓS"- DK BARCELONA LLEGO DESPLES DEL INCENDIO
737
>conventos en que se ha pegado fuego,
»va comunicandose este ;'i las casas de los
»vecinos y que es de toda urgència y pre-
»mura el estinguiíio con eficàcia, como
»así lo han manifestado varies propieta-
»rios, se ha resuelto que se publique
»inmediatamente à son de trompeta la
»orden de que se presenten desde luego a
«estàs casas consistoriales todos los ca-
»rreteros, carpinteros, albaniles y cerra-
»jeros, Alcaldes de Barrio y serenos para
»recibir las ordenes del Ayuntam.'°, para
»cuyo efecto la Comision ha mandado à
»D. Juan Cornet oficial de la Secretaria
»se avistase con el Sor. Gobernador mili-
»tar para pedirle la autorizacion de pu-
»blicar el bando en su nombre, y no
ahabiendose encontrado dicho Sor. Go-
»bernador se ha dispuesto en union con
»los SS. Alcaldes Mayoresse publique en
>:el del líscmo. Ayuntamiento.
»Se ha dispuesto tambien y se ha
»enviado un carro con útiles al Convento
»de S.'3 Catalina para derribar un tabi-
»que y sofocar el fuego con tierra del
»huerto del propio convento, y lo mismo
»se ha practicado con respecto al de San
«Agustin.
»Con parte que ha dado el Sor. Comi-
»sario de policia del cuartel quinto de
»que el fuego iba tomando incremento en
»el convento de Trinitarios Descalzos se
»ha dispuesto que interin comparecen los
»operarios que se han llamado, se mande
»trasladar la bomba de la casa Lonja del
»paraje donde estuviera ocupada al pre
«dicho convento de PP. Trinitarios Des-
ïcalzos ó al de S. Agustin ó en aquel que
»fuese necesaria.
»Igualmente se ha resuelto oficiar al
»Sor. Gobernador militar A fin de que se
«sirva tomar las disposiciones oportunas
»para que en los dos Con ventós de Jesús
»y Carmelitas descalzos situados en el
«barrio de Gracia extramuros, no se
»e.xperimente un suceso igual al de la
»noche anterior en esta capital, procu-
»rando no sean vulnerados los Religiosos
»de dhos. Conventos ni los edificios y
»ornamentos de las iglesias» (1).
Mas tan buenas disposiciones del Ayun-
tamiento quedaban en buena parte ataja-
das por las ruines de los auxiliares, y de
lasgentes turbulentas que la revuelta ha-
bía soltado y envalentonado. Y sinó
recuérdese la cruel ironia de los que
conducían al fuego de Santa Catalina
una bomba contra incendios, quienes al
topar en la muy angosta callejuela de
Tarrós con el jo ven Francisco Canyellas,
y al ver que éste, cargado con un col-
chón, apretaba el paso para dejarselo
libre a ellos, le dijeron: «no te apresures,
»no, que nosotros nos pararemos», para
que pases.
Un maestro albaiiil de nombre Don
Pedró Subiranas me dijo las siguientes
palabras: «Al cabo de un rato, serian
xquizií las diez de la noche (del 25: dijo
»del 25) bajaban por el Call una bomba
>;•contra incendios, la cual venia acompa-
»nada por el capitan de milicia Borrell
»con fuerza de milicianos. Estos iban
»detras de la bomba; y como la bomba
«corriese, y los milicianos quedaran algo
»rezagados, Borrell dió un grito à los de
»la bomba, diciendo: «no corrals tanto.
«Dejadlo arder». Yo lo vi, y conocia
«sobradamente la voz de Borrell, pues
»este estaba construyéndose una casa en
»la calle de la Riereta, en cuya obra j'o
»trabajaba de oficial albanil. Ademàs
»otros lo oyeron, y su voz era muj' mar-
«cada» (2). Indudablemente merece fe la
palabra del testigo de vista, però me
quedan dudas sobre si equivoca el dia,
diciendo 25 por el 2b. De todos modos, el
hecho indica el espiritu de ciertos auxi-
liares del Municipio.
De tales obstaculos puestos a la ejecu-
ción de las buenas determinaciones del
Ayuntamiento nos certifican las propias
actas. He aquí palabras de la sesión
(i) Archivo municipal de Barcelona. — Acuer-
dos. Scgundo semestre. 18};, fol. 560 a 563.
(j) .Me lo diio en Barcelona a j() de enero de
188;.
738
LISRO TERCERO. — CAPIIUIÍO UNDliCIMO
del 27 por la manana: «Entro el Sor. Go-
«bernador militar interino Don Joaquin
»Ayerve. — Atendido el estado de los
»Conventos, mayorinente de los de San-
»ta Catalina, San Agustin y San José
»y la necesidad de no omitir medio algu-
»no para salvar la parte de aquellos
»edificios y de sus efectos que sea po-
»sible :
»Acuerda Su Excel. ^ nombrar como
»nombra una Comision de su seno com-
»puesta de los SS. Roig y Rey, Elias y
»Mas con facultades las mas amplias,
«respecto A la urgència del caso, para
»que nombren si es conveniente una Co-
»mision especial para cada Convento y
«dispongan todo cuanto les parezca útil
»ya sea para entregar à. los Religiosos
»ó à sus encargados la ropa y efectos
»pertenecientes a cada uno, ya sea para
*poner en lugar seguro en los edificios ó
»extraer de ellos los objetos que contie
»nen segun las circunstancias especiales
»de cada caso, ya sea en fin para dispo-
»ner que se tapien ó aseguren puertas }■
»ventanas de los edificios ó se tomen las
»providencias que la Comision creyere
»màs oportunas, librandose al efecte las
»cantidades necesarias empleàndose las
»pocas que se han podido recoger de los
»conventos-
»Luego de estar nombrada la Comision
»se retiraron sus individuos à otra pieza
»para dar principio à su encargo, y el
»Sor. Gobernador militar interino quedo
»en dar las ordenes necesarias para el
»debido ausilio.
»
»Se recibió un oficio de Sor. Goberna-
>:dor Civil de fecha ael dia anterior para
»que providencie el Ayuntam.'" al efecto
»de recoger 3' poner à salvo los papeles,
»libros y demàs efectos de los conventos.
»Su Escel." acuerda que se conteste que
»se balla ya acordado y nombrada al
»efecto una Comision» (1).
Sesión del 27 de julio de 1835 à las 12
(1) Acuerdos, citados, fol. 569.
del dia: «El Sor. Don Pablo Mas ha ma-
»nifestado que los Carreteres y jornale-
»ros que han de extraer muebles de los
»Conventos no quieren verificarlo sinó
»se les paga. En esta virtud el Sor. D. Jo-
ísé Maria de Llinàs ha manifestado que
»en el caso de no haber dinero en caja
> se pidan prestados por favor uno ó dos
»mil duros al Sor. D. Jayme Tinto.
»
>Se ha resuelto que la Comision queda
»autorizada para pagar a D. (sic) For-
»nells las cantidades que fueren necesa-
»rias para extraer los libros y demas
«enseres del Convento de S.'-'' Catalina.
»Habiendose llamado al Contador, ha
>'manifestado este haber existentes en
»caja nueve mil reales, }• se ha dispuesto
»entregar seiscientos reales à la Comi-
»sion encargada de la extraccion de los
»muebles de los Conventos» (2).
Sesión del 27 de julio de 1835 a las seis
de la tarde:
«El Sor. Roig 3' Re3' como antiquior de
>'la Comision encargada de salvar en lo
»posible los efectos de los Conventos, ha
»dado cuenta del poco fruto con que se
»desvelan lasComisiones nombradas para
»cada uno, à causa de ser desobedeçidas
Ȏ insultadas, de introducirse mucha gen-
>'te, y de no sostener las guardias toda la
«seguridad debida, habiendose pedido una
»para el Colegio Tridentino.
»Acuerda Su Escel.'"^ que se oficie sobre
»estos estremos al Sor. Gobernador
»Civil.
«Acuerda asimismo que se dirija al
»Sor. Gobernador Militar una esquela de
»uno de los SS. Gobernadores de la Mi-
»tra acerca la seguridad del importante
»edificio de la Catedral, por haberse
»observado varios grupos en aquella
»parle de la ciudad» (3).
Nombraronse comisiones de ciudada-
nos para sendos conventos. He aquí su
lista:
Acuerdos, citados, fol. 571.
Acuerdos, citados, fol. 574.
LOS FRAILES Y I.OS CONVENTOS Dli BARCKLO.NA LfEOO DKSPUKS DEI. IN'CES'DIO
739
(sEfitaf/o de los Alcaldes y Comisioiiados de los Barrios p." salvar los efectos de
í>los Coiiveiitos d quíeues se pasaii las Circulares de 27 de Julio y 5 de obre.
i:de 1835.
»Merced
»S. Fr." de Paula
»Sta. Catalina
»PP. Asroniz.
»S.'^ Àgata.
»S. Cayetano
»S. Fr.'^o de Asis
Fiancisc*
«Capuchinos
»Ti•init.'' Calzados
Alcalde de B.» (Barrio)
D." Juan Ortega del
B.° 1." C 1.°
D." Pablo miro
B.° l.°C.' 2.°
D." ant.° Salay Olive-
lla C 2." B." 3.»
D." Fr." Fargas
D." José Rubió
C.i 3.° B.''2."
D." Joaq." Lletjos (cl
Alcalde era siti dnda
José Cauipriibí scgíiii
expresa una nota.)
delC S.'B.os
D." Joaq." Rovira,
y Clavér del C 4."
B." 3.°
D " José C.impman}'
Cl 4.°B.M.°
D." Onofre Peracaula
C 4." B. ^sic)
Comisionddos
D." Cayet." Bulbena.
D." Fran." Espalter y Tolra.
D.° Man.' Roca.
D." Jayme Rull.
D." José Borrell.
D." Alberto Reniu.
D." Fr.<^° Esteve
D." Domingo Sagarra.
D.np,- co Fornells.
D."Fr.':° Martí y Balta.
D." Isidro Viladoms.
D." Joaq." de Dou.
D." José Fajula.
D." Bernardo Bach \' Santaló.
D." José Bordas.
D." Magín Santiró.
D." Onofre Vicens.
D." Joaq." Lletjos.
D.""Fr.';o Bosch.
D." Juan Capdevila.
D." Pablo Pujol (segiiii otra no
ta José Attt." Flaquer).
D." Jayme Rigal hijo.
D." Magín Demesires.
D." N. Canut José.
D."N. Manté Juan.
D." N. N. Sapatero del lado Este-
ban Pla.
D " Magin Sandiumenge.
D" Bernardo Tresserras.
D."Geronimo Cahué.
740
LIEKO TKRCERO. — CAPITULO L'NDF.CIíMO
»S. SebastiAn
»S.'^ Mònica
»S. Pablo
»Trinit.^ Descalzos
»Coleoio del
»Carmen
»S. Agustín
«Escolapios.
sColegio de Sta.
»Catalina
»Seminario
)^PP de la mis."
»San José de PP.
»Carm.^ Descal.^
»Buen Suceso de
»PP. Servitas
«Carmen de PP.
«Carm.* Calzados.
Alcalde de B." (Barrio)
D." Mauricio SolA
C.i 4.° B-^ó."
D." José junyent y
Roviralta B ° !>
del C.i 5."
D." Joaq." PuigdoUers
C.i 5.° B."^ 2.° ó 4.'^
D." joaq." Puigdoliers
C.i 5." B.°2.° ó 4.''
Id.
D." Juan Merli
C 5.°B.''3.°
D." Josa Llanza
C.i 5.°B.°4.°
Nada hicieron
D." Josa Llanza
C 5.° B."4°
Comisionados
Id.
Nada
D." Ramon Lucena.
C 5." B.°5.°
D."Poncio Dan'Oliver
C.> 5.°B."7.°
ídem
D." Jayme Capella.
D." Man.i Ferrusola.
D." Magín Tusquets.
D." Juan Alsina.
D." Agustín Mas.
D." Ramon Solà.
D." Pedró Prats.
D." ant.° Ricart.
D." N. Keitinger.
D." Ant.° Castells.
D." Mariano Riera.
D." Santiago Farratar.
D." Fr.'^° Fontoba.
D." José Vila.
D." José Miró.
D." Mauricio Bordas.
D." Nicolàs Vergés.
D." Severo Argamir.
D." Salvd.f Vitchetto.
D." Pedró Dufi.
D." José Casas.
D " Ramon Nogués.
D." Josa Illa.
D." José Serra.
D." Gerónimo Colom.
D." Pedró Viguer.
D." Cayt.° Casamitjana.
D." Fèlix Torres.
D." José Monraba.
D."Ign.° Olivó.
D." Jayme Benitez.
D." antonio Lluch.
D." Isidro Enrich.
D." Manuel Riera.
D." Gaspar Pouplana.
D." Vonav." Nadal menor.
I.OS FRAILES Y LOS CONVENTOS DH BABCELON'A I.UEGO DESPCES DEI. INCENDIO
741
»Colegio de S.
»Agustín de PP.
«Agust.* Calzados
Alcalde de B " (Bairíoj
ídem
Comísionados
»Colegio de Trinitarios D." fosé Torres }•
»Calz.^ Pala. C^ 5." B.' s'"
»San Felipe Neri.
D." Pascual Bosch
Inserto por lo largo los nombres de los
individuos de estàs Juntas porque dan
irrebatible testimonio de las e.vcelentes
intenciones de quien los eligió. Dentro
unos anos el tiempo voraz habrà borrado
de la memòria de los hombres lo que sig-
nifican, 3" por esto antes que tal suceda
debò marcar la signiücación de los que
conocí. D. José Borrell es el honradísimo
sastre de la calle Baja de San Pedró que
recogió el cadàver de Fr. Blayet. Don
Domingo Sagarra, el farmacéutico de
frente los Agonizantes, cu\•a casa era
muy frecuentada de religiosos. Don Joa-
quín de Dou, el antecesor del Marqués de
su apellido, senor respetabilísimo. Don
Jaime Rigalt, notario muy recomendable.
Don Magín Sandiumenge, después se
ordeno de ma3•ores. Don Santiago de Fe-
rreter, hijo de la muy honorable familia
de este apellido. Don Nicolas Vergés,
padre del que fué catediatico y V'icario
General Don Felipe V'ergés, presbítero,
y así los demàs, cuyas bellas circunstan-
cias conozco de muchos.
El oficio que el Ayuntamiento pasó a
las comisiones autorizAndolas para el
desempeno de su cargo, deoia así: «No
«siendo posible que los individuos del
»Cuerpo municipal acudan íl la vez íl
»todos los Conventos que han quedado
»incendiados 6 evacuades para dar las
»providencias que exige su estado, como
»lo han hecho desde que tuvieron noticia
D." Sebastian Rovira, no asistió.
D." Man.' Comelles
D." Vicente Argemir.
D." Pedró Màrtir Font.
D," Juan Cuet.
D." Manuel Guitet.
D." José Tous.
D." Carlos Provens.
D." Sebast." Rosselló (1).
>'de la desastrosa escena, ha resuelto este
»Ayuntamiento insiguiendo las instruccio-
> nes del Seiïor Gobernador Civil, estable
»cer una Comision para cada Convento
»de esta Ciudad compuesta del Alcalde
>-del respectivo Barrio y de tres Vecinos
»honrados del mismo.
»E1 objeto de estàs Comisiones, mera-
»mente de proteccicn y socorro en tan
«extraordinarias circunstancias, se dirige
xa salvar de las llamas, deia destruccion
»y del saqueo toda la parte posible de los
xedificios y de efectos contenidos en los
»mismos.
»A fin de llenar un deber tan propio de
»Ia Autoridad municipal, quedan facul-
«tadas las Comisiones para cortar el
«incendio en todas direcciones, para ex-
»traer cuanto conozcan conveniente, para
«tapiar puertas >• ventanas a fin de obté-
»ner seguridad, para impedir la entrada
>;a las personas que no se necesiten, para
>entregar la ropa y muebles particulares
»de los religiosos a los sugetos de con-
»fianza que se presenten por parte de los
«mismos, y por liltimo para tomar todas
. »las disposiciones que crean oportunas y
«prudentes al efecto de llenar su intere-
»santísimo encargo; evitando en lo posi-
xble 3' en cuanto les ausilien las guardias,
(i) Archivo municipal. — Expedienlc uo. ei-
tadi
742
LIBRO TERCEKO. — CAPITULO UNDECIMO
»toda publicidad que pueda dar motivo à
»a]gun desorden.
»Se recomienda muy particularmente
Ȉ las Comisiones que procuren de todos
«modos y con preferència à otros objetos
»la conservacion de los archivos, de las
»bibliotecas y librerías, y de los orna-
»mentos y vasos sagrados, entregando
»estos ultimos à las personas que desig-
maràn los Sres. Gobernadores del obis-
»pado.
>'Facilitaràn la entrada à. los Comisio-
»nados que se presentaran de la Real
»Junta de Comercio para recoger pintu-
»ras, imagenes y otros objetos de bellas
»artes, que consideren dignas de retirar-
»se, permitiendoles su extraccion.
»En el caso de encontrar algunas can-
xtidades de dinero las entregaran las
»Comisiones a los encargados de recibir-
»las por parte de este Cuerpo municipal
»en estàs casas Consistoriales, à fin de
«destinarlas à los gastos que ocurren en
»el objeto mismo de que se trata.
»Y siendo V. S. uno de los individuos
»nombrados en calidad de
para la comision del Convento
»de , espera este Ayunta-
jtmiento que se servirà desempenar exac-
«tamente este encargo como una obliga-
»cion de buen vecino; cuyo cumplimien-
»to, à mas de la utilidad que producirà al
»público, à los interesados y al Estado,
»es de toda necesidad en la situación
«presente de esta capital, y no permite
»admitirle à V. absolutamente excusa
»alguna en caso tan perentorio.
>^Dios... Barcelona 27 de Julio de 1835.
>-— Ramon Roig y Rey— Cayetano Ribot
»secretario interino>. (1).
Séame lícito por via de parèntesis
decir que Don Ramon Roig y Rey fué
mi catedrAtico de Procedimientos judicia-
les, y se distinguía por sus sanas y cris-
tianas ideas y proceder.
Holgara ahora insertar las determina-
ciones que tomo la Comision del Ayunta-
(i) Arohivo municipal. — Expediente i:;i
tado.
miento, las que se limitan à desenvolver
la idea arriba repetidamente indicada
que impulso su nombramiento o creación.
De ellas, sin embargo, hay que conocer
alguna. Dice la 3.": «Se ha encargado à
»los Comisionados nombrados para los
»Conventos y a los respectives Alcaldes
»de Barrio que respecto à los Conventos
»de monjas ú otros Conventos ó Casas
> de Regulares ó Presbíteros del Oratorio
»se abstengan de entrar en ellos y de dar
«ninguna disposicion en el caso de que
»por parte de las Comunidades ó de sus
«superiores haya personas encargadas, y
»que unicamente se limiten ó presentasen
Ȉ ofrecer sus servicios si fuese necesa-
»rio, ó si quedasen abandonades los Con-
»ventos ó Casas, ó descuidados de mane-
»ra que incendiandolos ó asaltandolos
«pudiesen causar perjuicio a los vecinos:
»todo bajo el concepto de ser las medidas
»del Escmo. Ayuntamiento meramente
»de proteccion, y de ninguno modo diri-
»gidas à perjudicar derecho alguno.»
«5.° Se ha dispuesto que estos dias
»haya fijo en las Casas Consistoriales un
«dependiente del Arquitecto Maestro de
»Obras de la Ciudad para las providen-
»cias que sean necesarias.»
«8.° Se ha prevenido à los Comisiona-
»dos que procuren salvar con preferència
vlas bibliotecas, los archivos y objetos de
«bellas artes ó de valor, aunque sea, no
»habiendo otro medio, abandonando de
»propósito los muebles, ropa y otros
«objetos comunes, si el desorden no per-
»mite otra cosa» (2).
Escribí ha poco, que las buenas inten-
ciones y medidas del Ayuntamiento ha-
bían de quedar en buena parte defrau-
dadas por el proceder de los mismos que
debian apoyarlas; y viene a confirmar
mi aserto el siguiente acuerdo de la mis-
ma comision, y el borrador de oficio que
para su ejecución se dicto:
«Dia 27 de Julio de 1835 por la tarde. —
»La Comision enterada por las noticias
tado.
Archivo municipal. — Expediente 129, ei-
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPL'ES DEL INCENDIO
743
»que van llegando de los Conventos del
»poco ausilio que encuentran los Comi-
»sionados y alcaldes, de la gente que ha
»podido entrar en ellos y de los insultes
»que sufren los que quieren impedir el
»robo y el incendio, ha acordado mani-
»festarlo al Escmo. Ayuntamiento para
»que conste que no està en manos de las
»Comisiones el desplegar su celo como
«quisieran, quedando inutiles gran parte
»de sus desvelos, A pesar de las recla-
»maciones que hacen à la fuerza armada
»para que sostenga sus disposiciones» (1).
Sigue el borrador, de un oficio, y aun
que una nota de su margen escribe que,
redactado, no se pasó, esto no prueba
que no contuviese la verdad, sinó que da
testimonio de las graves circunstancias
del caso. Dice así:
«Sor. Goberna.' Civil de esta Provin.^
«Barcelona 27 julio 1835.
»Este Ayuntam.'° debe manifestar A
»V. S. con el Mayor sentim. ^o q.*: las
»comisiones q.<= tiene nombradas p.^" sal-
»var y recoger los libros y demàs efectos
»de los conventos han encontrado repeti-
»das dificultades por parte de varios
sencargados de la guardià de los mismos
»en el desempeiïo de sus funciones, à
«pesar de ir previstos con permisos de
«entrada firmados por el S-^ Gobernador
«interino de esta Plaza, al paso que han
«observado segun espresan, la mayor
«condescendència en dejar entrar y reco-
xrrer aquellos edificios a otras personas
«q."^ no tienen mision alguna de lo que
»han resultado muchos robos y estravios
»y escesos en la noche pasada y en el dia
»de hoy, y lo q.'^ es màs, segun se supone,
«la propagacion à proposito del fuego en
«algunos ohjetos en q.>= no había prendi-
»do todavia, dando todo lugar ;l muchos
^Unsultos A las comisiones y a q.'^ no
«pocas se retraigan ú obrar con lentitud
»y flojedad y A que se complete hasta la
«saciedad la obra de la dilapidacion y el
(i) .Vrcliivo nninÍLÍpal. — l•Ixpediente I2<i,
tad.
xdestrozo, habiendo llegado hasta à ser
«apedreados y robados en parte por la
)^calle algunos carros que trasladaban
>4ibros de la Biblioteca de Santa Catalina
»al colegio tridentino.
»A1 ver este Cuerpo municipal tan
«poca cooperacion en otros individuos y
«sobre todo la falta de seguridad en aque-
»llos puntos, que es la única base de
«semejantes operaciones, lo eleva à V. S.
»en descargo de su responsabilidad y en
«reclamacion del debido apoyo de una
«fuerza que sostenga las providencias en
«todos ellos.
»Dios... Barcelona 27 Julio 1835» (2).
Y si este borrador no bastarà, a seguida
copio el oficio que el encargado de salvar
la biblioteca de San Agustín dirigió al
cuerpo municipal. Este era nada menos
que el que en septiembre del mismo ano
mandaba como capitàn la companía de
granaderos del 2." batallón de urbanos (3).
'<Exmo. Sor. Encargado por una Co-
«mision de ese Esc.""» Ayunt." de hacer
«todo lo posible para cortar el fuego que
«arde en el Convento de S. Agustin, à
»fin de que no se apoderase de la Biblio-
«teca, y luego se comunicase à las Casas
«particulares, hize cuanto dependió de
«mi, y aunque solo y sin ausilio de nin-
«gun facultativo, logré cortar la comu-
«nicacion de los combustibles por la parte
«de la Biblioteca, y salvando los libros
«ecsistentes en aquella Vasta Coleccion,
«aseguré las casas de los Vecinos del
«inmediato incendio que les amenazaba
«por dicha parte.
«Las puertas que del Convento van à
«la Biblioteca quedan tapiadas, los Bal-
«cones cerrados por dentro, y tapiado
«tambien el voquerón ó agujero por don-
«de entrabamos en la Biblioteca desde el
«segundo piso de la Casa inmediata,
> como se lo podrà confirmar à V. E. el
(j) .Archivo municipal. — Expedientc uq,
tado.
(í) IHario de Barcelona del 2.\ de septiembre
de 1831;. pàg. 2148.
744
I.IBRO TERCEUO. — CAPllUI.O L'NDKCIMO
«Alcalde de este Barrio D. N. Merli à
»quien llamé para que presenciase los
»últimos trabajos.
»
»Debo hacer presente à V, E. que
«mientras unos Obreros hacían el Corte
»y otros arrancaban los combustibles
»inmediatos, 3-0 me ocupaba con 4 ó 6
»hombres à recoger por entre el humo y
«fuego los combustibles que encontraba
»en los Corredores y piezas inmediatas
»que mandaba ecliar al Claustro, à fin de
«evitar lo que podia dar pAbulo al incen-
»dio; y tambien liabría salvado las ropas,
»camas é infinitas cosas útiles de que se
»va apoderando el fuego; però se me
»prohivió por el Oficial de guardià, à
«instància de alguna persona, que te-
»mia tal vez que se sustrayese alguna
»cosa, y para salvar las frioleras que
»pudieran tal vez haberse extraviado, se
»ha sacrificado el todo que las llamas
»acaban ya de consumir.
»Doy parte íí V. E. que el Capitan
«Vidal del 10.° Batallon de Urb.^ se en-
«cargó de un Copon que encontramos,
«y que yo entregué a mi Comand.^'^ el
»Sr. Marqués de la Barcena el cubierto
»y vestido del mismo; y de que en la
>~Biblioteca quedan varios Cuadros que
«salve de un Oratorio interior.
xQuedan aun intactos los Corredores
«que miran al Callejon del arco de
»S. Agustin, però el fuego ya les ataca
«por la esquina que da à la calla de
»S. Pablo; y amenaza con esto las Casas
«de los vecinos; es pues urgeutísittio
«que se tomen por V. E. las providen-
«cias oportunas para evitarlo, con lo que
«podran salvarse varias cosas útiles que
»aun existen, y se pondràn à salvo las
«Casas vecinas.
»Dios Barcelona 27 Julio 1835.—
«E.™» 5.°'' — José Antonio Llobet. — Al
«Escmo. Ayun.° de la Ciudad de Barce
«lona» (1).
i) Archivo municipal. — Expediente \2Q, ci-
ado.
El dia 28, el Gobernador civil en oficio
dice al Ayuntamiento que: «A pesar de
«las disposiciones acordadas el dia 26....
«ha llegado à mi noticia que se sustraen
«de algunos (coiiventos) de ellos libros,
«papeles y otros objetos.... entiendo pre-
>>ciso que V. E. se sirva proceder al
«nombramiento de dos vecinos de arrai-
»go y honradez para cada uno de los
»conventos que 3•a quemados.... ò. fin de
«que en nombre de la autoridad se esta-
«blezcan en cada uno de ellos y cuiden
»constantemente de la conservacion de
> cuanto contengan, teniendo íí su inme-
«diata disposicion como ausilio la fuerza
«de los piquetes establecidos. Tan luego
«como V. E. haya hecho el nombramien-
«to de dichas personas se pondrà de
«acuerdo con el Gobernador Militar de la
«Plaza, quien darà las ordenes conve-
«nientes à los puestos para que sean
«reconocidos y protegidos los comisiona-
«dos, segun con esta misma fecha se lo
«reclamo. Dios » (2).
El Ayuntamiento en sesión del mismc
dia 28, «à las seis y media de la tarde.
«Habiendose recibido un oficio del senor
«Gobernador Civil para que se nombra-
»sen Comisionados para cuidar de los
«Conventos de fecha de este dia con
«otras prevenciones, Acuerda Su Escel."
»que se contesta q.« estiín ya nombradas
«las Comisiones, y ademas un sefior Con-
«cajal para los Conventos en que se ha
«considerado màs necesario, a mas de
«otras disposiciones que se tomaron des-
ada el veinte y seis por la mariana» (3).
De donde resulta que hubo una comi
sión para cada convanto, 3' ademàs un
concejal para cada uno de algunos de
ellos.
He aquí la lista de los concejales desti-
nados a los conventos en la sesión del 28.
Para
(2) Archivo municipal. — Expediente un. ci-
tado.
(5) .\rchivo municipal. — Acuerdos, cit.. folio
578.
I.OS FRAILE3 Y I, OS CONVKNIOS DE BARCELONA LCEGO DESPLES DEL INCENDIO
745
»San Agustín ] ^- ■Jo-'^q"*" ^/ ^'^"'^„
' D. Joaquin de Ametller.
»PP Carmelitas | ^ . ^ j^^^^.;^ ^^ Llinàs y de Repisso.
calzados ',
.Santa Catalina } D. Manuel Balaguer.
'. D. Matias de Casanovas.
»PP. de la Mision } S.-- Marq.^ de Llió.
»PP Trinitarios ( ^ p,^,,,;^^^ ,,e Gayola.
calzados !
»San Francisco de Asís . . . . D. Buenaventura de Sans.
»La Merced \ 9^ ^^^^^ ^"^"'^f^'^•
( D. José Martorell.
.PP. Carmelitas | ^ p^^^^ goler.
descalzos '
»PP. Minimos ] D. Alejo Baulenas (1).
En estos días, como dije en otro articu-
lo, los religiosos que tenian en Barcelona
algun deudo o amigo le encargaban la
salvación de los muebles de sus respecti-
vas celdas, y la comisión del barrio, o
convento, atendia a las súplicas, entre-
gando al deputado por el fraile las cosas
de éste. Recuérdese el arriba copiado
memorial de Pablo Nevas, zapatero de
la calle de Tallers, fecho en 27 de julio,
en cuya petición se leé: «Por tanto en
»nombre de ellos (citico scrvíta?) suplico
»que tenga V. la bondad de mandar al
»Olïcial de la guardià del Convento de
»PP. Servitas que deja (sic, por que dcje)
«àcar de sus celdas el asquipaje y ropa
»propia de ellos. Gracia.... Barna. 27 de
»Julio de 1835.— Pablo Nevas»-. Así po-
drían recordarse otros casos.
El Ayuntamiento, en el oficio de 27 de
julio al crear las comisiones las había
facultado, como vimos, para entregar a
los procuradores de los frailes los obje-
tos del uso particular de estos, ahora la
Comisión a su vez, por medio del siguien-
te oficio, que va dirigido al Concejal
del punto, autoriza la extracción de di-
chos objetos: «Sor. Don Juan Perciva
»— Se scrvirA V. S. permitir que del
«convento se estraigan los
»comestibles, ropa y demàs objetos de
»los Religiosos que sean particulares
»de los mismos, presentàndose personas
»que estén encargadas al efecto por
»dhos. Religiosos. — Dios.... Barcelona
»28 Julio 1835». En el margen del borra-
dor se lee: «Trinitarios descalzos, Ca-
»puchinos que estan en la Ciudadela» (2).
El siguiente documento da testimonio
de la intervencion de la Junta de Comer-
cio en la salvación de los objetos de
Arte: «A las Comisiones de Alcalde y
»demàs comisionados encargados de los
»conventos.— Barcelona 29 Julio de 1835.
»— Por disposicion de esta Comisión se
»servirSn VV.* dar entrada a los SS.
»D. FranA" Rodríguez, D. Vicente Ro-
ndes y D. José Arrau profesores de Pin-
»tura y D. Damiàn Campeny que lo es
»de Escultura, nombrados por la Real
»Junta de Comercio, y permitir que se
»encarguen y estraigan de ese local todos
> los objetos de pintura, escultura y de-
>;mAs de Bellas Artés para ponerlos en
(i) Archivo municipal. — Expedientes. — Sec-
ción 2.* — Expedienie n." i jo.
(j) Archivo municipal. — Borrador que està
en el citado cxpedicnte uo.
746
LIBRO TERCERO. — CAPIVULO IINDECIMO
»depósito en la Real Casa Lonja con
«inventario.— Dios.... Roig y Rey» (1).
Sucedió en esta revolución de julio
del 35 que la fiera soltada el 25 se desbo-
co, y luego siguió su camino de robo y
desorden; y entonces, como diré mas
adelante en su lugar, el revolucionario
Brigadieu Ayerve, que en la noche acia-
ga autorizó con su presencia el incendio,
quiso detenerla, y en 20 publico un bando
riguroso y amenazador, y del cual tomo
las siguientes palabras: «El sosiego ha
»reemplazado íi un lamentable furor
■>'>(el del 25), y cesaron los motivos con
»que de nuevo se pretendiese exitarlo.
»Los religiosos de todos los conventos se
«hallan bajo la justa salvaguardia de la
«Autoridad, y à disposicion del Gobier-
»no, que les darà el destino mas conve-
»niente: los conventos y demas edificios
»son propiedades de que no toca à los
»particulares disponer
»Ordeno y mando lo siguiente: 1.° Que-
»da prohibido à toda persona sea de la
«clase que fuese el penetrar en el recinto
»de convento alguno de esta capital, sin
«espreso permiso de la Autoridad com-
»petente: el que contraviniera, aun cuan-
»do no extrajera efecto alguno de dichos
»lugares, serà tratadocomo merece el que
«atenta contra la propiedad ajena...» (2).
Que urbanos voluntàries de los retenes
o guardias de los conventos o favorecían
o consentían los robos y excesos, resulta
muy claro del siguiente oficio que el bien
intencionado Ayuntamiento dirigió en 29
de julio al «Senor Gobernador militar in-
«terino de esta plaza*; el cual reza así:
«Para aliviar à los individuos de la Mili-
»cia de Voluntarios del servicio que
«todos estos dias estan prestando en va-
«rias guardias de los Conventos, espera
«este Ayunt.° que se servirà V. S. dispo-
»ner que se nombren estàs del Batallen
»10.°, relevàndole de otro servicio menos
(i) Archivo municipal. — Expediente I2(i. ci-
tado.
(2) Diario de Barcelona del 51 de juliíi de
1855. pàgs. 1687 y 1688.
«necesario, y practicàndose esta medida
«ya desde hoy. — Dios... Gayolà— Soler —
«Espalter— Ribot» (3). Este batallón 10."
se componia de cabezas de familia alista-
dos forzadamente por barrios. Vulgar-
mente se le llamaba de los maduros y
cabezas de familia (tiiadurs, caps de
casa) . *
Las depredaciones y destrucciones que
en estos dias sufrieron los cenobios y sus
cosas no son para descritas; y como no
entra en los limites de lo posible cono-
cerlas todas, me concretaré a recordar
algunas. Lo que pasaba en San Francis-
co de Asís nos lo noticio el Donado Don
Fèlix Puig arriba en el articulo ante-
rior; donde no solo presencio el desorden
con la entrada allà de muchas gentes,
el robo que allí se había perpetrado, el
temor y juicio del honrado guardiàn
Rigalt, sinó que pudo harto apreciar el
vil proceder de los cristinos, o sea urba-
nos, de su guardià, pues no serían de otra
los cuatro que sable desnudo en mano
querían matarle.
Un sobrino del muy respetable francis-
canO;, Padre Francisco Auger, en estos
dias en que la autoridad permitió a los
comisionados de los frailes recoger las
cosas de estos, entro también en la celda
de su tio y allí lo halló todo revuelto. Los
cajones y los libros andaban barajados
por los suelos, lo mismo que la paja del
jergón. No cabé duda que el fin de sacar-
la de su tela no seria otro que la busca de
dinero. Entre los libros del Padre Auger
se contaban tres Biblias de pergamino
con iluminaciones y dorados, las que, fe-
necido el fraile, el sobrino las vendió, y
de su precio mandó celebrar misas. Los
cacos se habian Uevado el chocolate y el
tabaco. Su ignorància despreció las Bi-
blias que sin duda valían mucho màs que
aquellos objetos, y aun que el dinero que
pudiera hallarse en la celda. Termino el
sobrino su conversación conmigo con
estàs palabras: «En los dias de la quema
(?) Borrador que està en el citado expediente
LOS FRAILES Y LOS CONVEN TOS DK BARCELONA LUEGO DESPIES DEL INCENDIO
747
»de los conventos se robaba cuanto se
«podia» (1).
El aprendiz descarriado por los revolu-
cionarios, tantas veces citado en el capi-
tulo anterior, me dijo: «El dia siguiente
»del incendio los nacionales custodiaban
»el convento, però su vigilància era ilu-
»soria, pues abrían un ojo y cerraban el
«otro. Vo recuerdo de unes que sacaron
»colchones, que anduvieron boyantes
»una temporada, tres afios o cosa asi,
»pero despues quedaron miserables vién-
»dose en esto la mano de Dios».
Escribió el mu\' cuerdo Carmelita Pa-
dre Jaime Roig: '<A1 asesinato y al incen-
»dio sucedió el saqueo. Los urbanos a la
»mananita montaron la guardià pororden
«superior en todos los conventos, y era
«cosa de ver como ellos, sus esposas y sus
«hijas, asi como otras y otras mujeres,
xtodas provistas de canastas, iban reco-
«rriendo las cerradas celdas que allana-
«ban, llenando aquellas de ropa blanca y
«otros objetos que pudieran convenirles.
«El saqueo y devastacion fueron comple-
itos, y cometidos con todo descaro é
»impunidad, pues las guardias permitian
»à cualesquiera la entrada y salida» (2).
«En San Agustín , me con taba el maestro
«albanil arriba citado, habia nacionales
«para guardarle durante estos quince dias;
»y lo que hacían era robarlo todo» (3).
Las siguientes palabras son de un tes-
tigo mayor de toda excepción, de un mili-
ciano de opinión progresista: «El tercer
»ó cuarto dia después del incendio fui con
«mi companía, que era la tercera del
«primer batallon al convento del Carmen
«calzado a dar guardià para evitar que
«se estropeara lo que ya estaba estro-
«peado. En algunos lugares habia que
«pasar con cuidado para evitar el hundi-
«miento. Recuerdo que allí uno de los
(i) Relación del mismo sobrino del nombre y
apellido del tío. Barcelona lo de junio de i8S^.
(2) Opúsculo inédito. titulado: Quince iúis
en Madrid en 18^2.
(3) Relación citada de Rarcelcma a jo de enero
de 188?.
«mismos milicianos estaba mangoneando
»y se apodero de un cortaplumas, però
»conozco que de los mismos milicianos
»mangonearon los que quisieron- (4).
Del senor Don José Borrell, individuo
que fué, como apunté arriba, de la comi-
sión de San Francisco de Paula, me con-
to su hijo que al encargarse de este con
la comisión a los dos dias del incendio,
ya muchas cosas de las celdas habían
desaparecido (5)
No se lee con paciència la siguiente
relación que en 5 de mayo de 1884 me
hizo el honrado Don Francisco Macià.
«Yo, me dijo, cuando la de los conventos
»era miliciano del 6.° batallon. Despues
«de haber ido con fuerza de mi dicho
«batallon à recoger frailes de los conven-
»tos, pasamos à montar guardias en los
«mismos edificios. Tocóme a mi con
«cierto niimero de companeros el con-
«vento de Trinitarios descalzos. Puestos
«alli los milicianos, ellos, y otras perso-
«nas que entraban uno porque era parien-
»te del centinela, otro por otra causa,
«pasaron la noche del 26 al 27 robando
«con el mayor descaro. El jefe de aquella
«guardià buscaba libros, y por medio de
»un ordenanza los mandaba à su casa.
«Estos llenaban de aceite grandes cànta-
«ros, aquellos de vino, unos se apodera-
»ban de las sàbanas, otros de los colcho-
»nes. Rendido del cansancio del dia
«durante la noche puse en el suelo dos
«colchones \' me tendi sobre ellos. Vinie-
«ron dos milicianos, y me dijeron: «Ma-
»cià, res que quieres llevarte estos col-
»chones?» Les contesté negativamente; y
«entonces, ellos agarraron los colchones
»por un lado, y los fueron levantando
»por él, de modo que yo, medio dormido,
»fuí rodando por el opuesto hasta el
»suelo, 3'^ ellos cargaron con los col-
»chones.
(4) D. Francisco Jubc, sombreiero muy ama-
ble y conocido, alcalde que fué despuOs de mi
barrio. Barcelona -| de iunio de 1884.
(s) Relación de Barcelona a jo de diciembre
de iSSj.
748
I.IÚRO TERCERO. — CAPIIL'I.O U.N'DÉiCIMO
»Entre los milicianos habia un tal
»hijo de un armero de la calle del Conde
»del Asalto ó sea Nueva de la Rambla,
»número 9, el cual hijo con un palo y un
»cuchillo grande estiopeó todo el órgano.
>'Todo lo que le venia a mano, como cua-
>dt•os, imàgenes etc, lo estropeaba ó lo
«tiraba ú la cisterna. El robo y el destrozo
»fué terrible en los dichos Trinitarios.
»Este miliciano hijo del armero se vis-
»tió un habito de fraile, y subido al tejado
»fingíase un fraile exhalando exclama-
»ciones. La gente de la calle de San Pablo
»corrió à dar aviso à la guardià del mis-
»mo convento; subieron de elias algunos
»al terrado, y se encontraron con el bro-
»mazo de...».
La negrura del hecho que voy a relatar
me obliga a ocultar los nombres de sus
actores. El dia 26 de julio el fraile procu-
rador del convento Z de Barcelona llamó
a un empleado de la misma casa, que,
aunque miliciano, merecia toda la con-
fianza del fraile. Este encargó al mili-
ciano que fuera al convento para salvar
algunas cantidades, a cuyo fin le dió ins-
trucciones 3'' las llaves, especialmente
las de un armario donde habia dinero.
Anadióle que, cuidando él del cuito a
San A., tenia en su celda la corona de
plata de esta imagen, y así que la reti-
rase.
Corrió el miliciano al convento. «Vi, me
»dijo, que la celda del fraile procurador
»que me enviaba estaba intacta porque
»la robustez de su cerraja habia resistido
Ȉ los golpes. Tampoco habia sufrido la
«dependència donde se hallaba el men-
»tado armario; y así consideré salvado el
»dinero y la corona de San A. Hallé en el
»convento A los dos alcaldes del barrio.
»V'o como tenia la llave de la celda del
«procurador podia abrirla, mas el alcalde
»l.°medijo: «no, dejémoslo para la tar-
»de,» y no entramos en ella. Reconocimos
»la dependència donde habia el consabido
«armario, y no habia sufrido nada. Me
«acorapanaban algunos trabajadores, 11a-
«mados para salvar objetos de la casa,
>pero en lugar de ocuparse en esto se
«Jirigieron hàcia las celdas y otras piezas
«jara hacer su agosto; y creo que espe-
»cialmente se aprovechó uno de ellos que
«habia sido carpintero del cenobio, y que
»por consiguiente conocia aproximada-
«mente donde estuviesen los objetos de
«valor.
«Por la tarde con los alcaldes del barrio
»y los faquines dichos volví al convento.
«Mientras los liltimos estaban en la de-
«pendencia dicha arriba, yo fui por su
«merienda, però he aquí que al pasar por
«el corredor oi ruido en la celda del pro-
«curadcr. Llamo à. la puerta, y nadie me
«contesta. Repito el llamamiento, y me
«abren. Habia dentro el dicho carpintero
«y los dos alcaldes. Busco la corona de
«San A., y no la encuentro, y sigo bus-
«cando hasta que el alcalde 2° me dijo
«que él la tenia en el sombrero. Efectiva-
»mente la tenia allí, y dijo que la habia
«puesto allí para daria al Padre Procura-
«dor. No se la dió.
»Por la noche el alcalde 1.° del barrio
»me pidió las llaves de la dependència
«donde se hallaba el mentado armario.
«Resistíme A darselas. Insistió el alcalde,
«y así ante dos testigos se las entregué.
«La maflana siguiente cuando entramos
«en aquella dependència vi que las ven-
«tanas estaban abiertas, y pregunté al
«alcalde 1.° por quien las habia abierto.
«Me contesto que yo las habría dejado
«abiertas la noche anterior.— «No, no, le
«dije, recuerdo muy bien que las cerré». —
«El dinero del armario habia desapare-
«cido, quedando solo olvidada en el suelo
«una pieza de oro de veinte pesetas> . A
tales palabras huelga todo comentario.
jHasta alcaldes de barrio!
iOh tiempos! iOh revoluciones! jTodo
el mundo en ellos se creia con el derecho
de matar frailes y apropiarse sus cosas,
y ninguna autoridad en el deber de cas-
tigar semejantes excesos! En tales cir-
cunstancias el aspecto del interior de los
claustros habia cambiado en modo espan-
table. Dos días antesrecreaban el espíritu
del visitante cristiano la pulcridad severa
y sòbria de sus corredores, celdas }• de-
LOS FRAILES Y LOS i;ONVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPLES DEL INCENDIO
749
pendencias, todo blanqueado y limpio; el
orden de todas las cosas y los reglados
actos de la comunidad; el silencio impe-
rante por doquiera; la piedad brotando
aquí y allí por numerosas imagenes y
ascéticas inscripciones; el buen gusto de
los numerosos cuadros y lienzos y el per-
fuma de santidad y paz que sahumaba
todos los fíngulos de la casa. Dos días
después, en lugar del pacato portero, des-
carados milicianos; en lugar de pulcritud,
suciedad callejera; en lugar de orden,
completa confusión de pilletes y mujero-
tas duefios de la clausura; en lugar de
silencio, blasfemias y maldiciones; en lu-
gar de piedad, guerra contra lo santó y
profanación de imagenes y lienzos; en
lugar de arte, destrucción de bibliotecas,
archivos, obras de mérito y antigüedades;
en lugar de perfume de santidad, olor de
inlierno; en una palabra, antes Dios, des-
pués Belial. Quien haya observado un
cenobio bien rnontado, y haya visto luego
una revolución, comprenderà la verdad
de mis palabras.
La Comisión del Ayuntamiento que
entendía en el asunto de los conventos
en 30 de julio pasó un oficio al Gober-
nador militar interino diciéndole que,
tapiandose como se tapiaban los conven-
tos de Santa Catalina, San Agustín, San
Francisco de Paula, el Buen Suceso, el
Carmen y San Francisco de Asis, podia
retirar las guardias de ellos, quedando
encargados de su vigilància los alcaldes
de barrio auxiliados de paisanos (1). Mas
no por esto se logró cortar por completo
los robos y depredaciones.
Temiendo por su valioso archivo, el Su-
perior de San Pablo acude al Gobernador
Civil y le dice lo siguiente, que éste tras-
lada al Ayuntamiento en oficio del 29 de
julio:
«Exmo. S."'"— El Prior y abad electo del
vR.' colegio de S." Pablo me oficia mani-
»festando que su archivo no presenta toda
(i) Archivo municipal. — Expediente 120. ci-
lado. donde hay el borrador del oficio dicho.
»la seguridad necesaria, y así que con-
>A'endria trasladar los documentos que
«contiene al de la Corona de Aragón como
»se hizo en otra època y por iguales cir-
»cunstancías a las presentes. En su vista
»he dispuesto que el Archivo de la corona
»de Aragón los reciba como en Deposito
':'Por ahora, y espero que V. E. dispondrà
»que el Alcalde de Barrio ú otro comisio-
'>nado no embarace, antes bien proteja el
»traspaso de documentos tan dignos de
»conservarse» (2).
Y no dudo que se efectuo el traslado,
ya que en dicho Archivo de la Corona de
Aragón he podido detenidamente estu-
diar los de la Presidència y gobierno de
toda la Congregación benedictina claus-
tral, de los cuales consta que antes del
incendio se guardaban en San Pablo,
donde residia dicho gobierno. Allí, en el
Archivo de Aragón, vi y registre los le-
gajos de oficiós que mediaban entre los
monasterios y su gobierno superior cen-
tral llamado la Presidència, las actas de
capítulos, y sobre todo los hermosísimos
voliimenes de Rcsoluctoites del Sagrado
Definí torio, en mis pobi es libros tantas
veces citados.
Arriba en el articulo décimo sexto del
capitulo próximo anterior va copiado el
oficio por el que el Padre General de los
Escolapios pide que no se inventarien ni
recojan las cosas de la casa; }' realmente
no se procediu ni al inventario, ni mucho
menos a recoger los objetos, pues en la
misma lista de las comisiones de barrio o
deconventoal pie de la de las Escuelas
Pías se lee: "Nada hicieron».
Del Archivo municipal copié arriba:
<E1 31 de julio se ha presentado el alcalde
»del Barrio 4.° Cuartel 4.°... y .se le ha
«facultado por la comisión» (del Ayunta-
miento) «para que en union con los síndi-
>>cos del mismo» (conveiito de Capnchi-
iio?j «procedan a vender todos los comes-
»tibles, igualmente que los dos mulos que
(j) Archivo municipal. — Expediente número
JO. cilado.
750
I.IBRO TliRCIiRO. — CAPITULO UNDECIMO
»existen en él, y entreguen lo que resulte
»en metàlico à esta comision» (1). Mas la
venta de los mules no se realizó, y sin
duda tampoco la de los comestibles, a lo
menos totalmente, pues quedaton los
sufïcientes para cuerpo de delito de un
saqueo que se perpetro en 18 de ag•osto
y para entregar algunos a la Casa de
Caridad, según diré muy luego.
Mas aunque el orden cronológico, o
sea las fechas, me han obligado a este
parèntesis de lo de San Pablo, las Escue-
las Pías y los comestibles de Capuchinos,
debò continuar la narración de robos }'
destrucciones cometidos en los conven-
tos. No sé fijamente en qué dia de 1835,
probablemente en agosto o septiembre, el
monaguillo mayor de la parròquia de
San Jaime, establecida entonces en el
convento de monjas de Santa Clara, fué
por encargo de su púrroco Don José Feu
a recoger objetos del cuito del de Capu-
chinos. El Vicario General había comi-
sionado a Feu para salvar de dicho con-
vento de Capuchinos lo que pudiera. El
monaguillo salvo algunas casullas de
las que encontró en la enfermería, y sal-
vo también la imagen de la Divina Pas-
tora, que después todos veneramos en
una capilla lateral del San Jaime de la
calle de Fernando VII. Esta imagen for-
maba un grupo de muchas figuras de las
que la principal representaba a la Virgen
y otras un lobo y varias ovejas. La del
lobo habia sido robada. Se comprende:
iafectos de família! La Virgen 3- las ove-
jas no eran estimadas. Però no està aquí
el caso: mientras el monaguillo, después
edificante sacerdote, de nombre Don José
Roure, acomodaba sobre unas andas la
grande imagen y la llevaba, vió gentes
que aligeraban de provisiones de boca el
almacén que de ellas tenia el convento.
Uno llevaba una lonja de tocino, otro un
càntaro de vino, y asi otros (2).
(i) Archivo municipal. — Expediente ijii. ci-
tado.
(->) Me lo dijo en Barcelona a ^ de marzo de
I A estos robos sin duda se referirà el
i sefior Gobernador cuando en oficio de 18
de agosto se dirigió a la comision del
municipio diciéndole: «Conviene sobre-
»manera que V. S. S. luego se personen
»ó llamen al alcalde de barrio de los
»Capuchinos para que seaverigue y con-
»tenga la dilapidacion de que tengo noti-
»cia se està haciendo actualm.t^ allí. Y |
»si V. S. S. necesitan de mi apoyo ó 1
»del del Exmo. Ayuntam." se serviran
>4mpetrarlo à los fines indicados.— José
«Melchor Prat» (3).
El Gobernador civil, deseoso sin duda
de aprovechar los comestibles de los con-
ventós, ganoso de hurtarios al saqueo y
aleccionado por el robo de arriba, en 19
de agosto dijo al Ayuntamiento: «A fin
»de socórrer las necesidadesurgentísimas
»de los pobres recogidos en la Casa de
»Carídad, espero q.'= V. E. disponga se
»entreguen à su Junta los comestibles,
»carbon, lena, paja y algunos enseres
»como Servicio de cocina, etc, que han
»permanecido útiles despues de los desas-
»trosos sucesos del 25 y 26 en los conven-
»tos que estan à cargo de las Comisiones
»de los barríos, y asimismo unos pocos
»gergones, colchones y sàbanas que
»parece haber en el de Caputchinos A fin
»de destinarlos al Servicio de algunos
»viejos, achacososy desamparadosRegu-
»lares que han de recogerse en la mis-
»ma Casa de Caridad, todo mediante las
»debidas formalidades de asiento y valo-
»racion que con asistencía del Comisio-
»nado de V. E. mandarà hacer la citada
»Junta A fin de que sirva despues de cré-
»dito à la R.' Hacienda.
»A1 propio obgeto podria V. E. servirse
»disporier igualmente que consecuente à
»mi oficio de Ib en que propuse se envia-
»sen à la Casa de Caridad las verduras
»que consumían los Regulares que no
»existen, se pusiere A disposicion de la
»Junta los huertos no arrendados para
»que la mencionada Casa de beneficència
(^) .•\rchi\o municipal. — Expcdiente 120, ci-
tado.
LOS FRAILES Y LOS CONVENIOS DE BARCELONA LLEGO DESPLES DEL INCENDIO
751
»pueda aprovecharse de sus produclos
»porvía interina hasta nueva determina-
»cion.— Dios... Barcelona 19 agosto de
»1835. — E. G. C I. — José Melchor
»Prat» (1).
El Ayuntamiento accedió a lo indicado
por el Gobernador, pues el alcalde del
barrio 4." cuarlel 4•" en 29 de agosto tras-
lada al Ayuntamiento la prolija y nume-
rosa lista de los objetos de Capuchinos
dados a la Casa de Caridad, tan minucio-
sa que en ella hasta se resenan las suelas
de calzado y aun un fragmento de piel de
de ellas. Por esto en la siguiente copia me
limitaré a los objetos de alguna impor-
tància, omitiendo los demi'is. Dice: «Col-
»chones 36. Almoadas con lana 29. SAba-
»nas 30. Panos de manos 101. Servilletas
»261. Manteles 16. Toallas 33. Mantas de
»lana 58. Hàbitos 36. Dozenas de tablas
»de madera 23. Carros con sus arreos 2.
»Mulos con sus atavios correspondientes
»2. Piezas de cuerdas de canamo 5. Cua-
»dros pintados al óleo, algunos con su
»marco correspondiente 18. Crucifijo
»grande 1. Docenas de platós blancos 14.
«Docenas de platós negros 25. Carreta-
»das de lefla de encina }■ roble 38. Quin-
»tales de paja 58. Fanegas de sal 12.
»Quintales de algarrobas 21. Cuartales
»de aceite 52 Va» Y anade el oficio «las
ícosas sagradas y demàs pertenecientes
»al cuito Sagrado hizo la entrega el
»iM. I. S. Alcalde Mayor de este Cuartel
>;en presencia del Escmo. Lafon a la
«parroquial Iglesia de San Jaime>. (2).
iOh!, iy cómo de los documentos brota
la verdad de los asertos de mi obra ante-
rior afirmando la buena observancia de
los capuchinos! En una comunidad de
màs de 60 frailes no se hallan màs col-
chones, sàbanas y toallas que las de la
enfermería, prueba evidente de que la
comunidad no las usaba. Abundan las
docenas de tablas porque los capuchinos
(0 Archivo municipal. — Expedientc 129, ci-
uido.
(j) Archivo municipal. — Expedicnle uo. ci-
ladii.
dormían sobre duras maderas. Y abun-
dan también las provisiones de boca por-
que viven de limosna, principalmente en
espècie, }■ no en dinero.
Tampoco sé fijamente el dia y mes del
siguiente hecho que se me dijo así: «Des-
»pues del incendio de los conventos un
»dia fui À Santa Catalina, donde un bata-
»llon de milícia tenia su principal. Allí
»vi las magníficas pàginas de pergamino
xde los libros del coro andar descosidas
»por el suelo. Eran paginas muy grandes,
»como que cogían todo el pellejo de una
>'bestia. Hubo allí miliciano que cuando
»estaba de guardià se ocupaba en llevar
ïà su casa espuertas de escombros de la
>4glesia para aprovechar el oro de las
«cenizas de los altares. Vi abierta la es-
«calera que bajaba del pavimento del
»templo a las tumbas. Se me brindo à que
»bajase, però no acepté, y antes al con
»trario disgustado me largué de aquel
»triste lugar» (3 .
He aquí otros documentos de incontras-
table elocuencia. El oficio del Ayunta-
miento pasado al Gobernador militar
interino de la plaza en 3 de agosto de 1835
dice así:
«Si no hay la debida vigilància en las
»guardias son poco menos que iniitiles
»todas cuantas medidas de conservacion
»esta tomando este Cuerpo Municipal en
»los conventos de esta capital, }■ se hara
«interminable el escandaloso robo.
»Se ha tenido noticia de que esta noche
»ha penetrado gente en el Convento de
»San Francisco de Asis, hallandose à
«faltar varios efectos y aun se supone
»que se ha visto alguna lancha acercarse
»a la muralla en actitud de recoger
«algunos.
»Espera, pues, este Ayuntamiento que
»V. S. se servirà dar desde luego las
«ordenes mas terminantes 3* fuertes para
«que no continuen estos excesos que
»podrían dar lugar a otros mayores y
«acaso à nuevos incendios ya sea para la
(?) Rclación de D. Raraón Nivcia. Barcelona
31 de mar/o de 1882.
752
LIBRO TF.RCERO. — CAPITULO UNDECIMO
»debida vigilància en todo el punto de
«Atarazanas pues algunos entran por
»una cloaca, deshaciendo la pared con
»que se ha tapado ya tres veces, 3'a sea
»por medio de una guardià en la muralla
»que observe esteriormente aquel vasto
»edificio y sus alrededores. Dios... Llió
—Lapeira—Espalter— Ribot» (1).
Otro documento, este de 10 del mismo
agosto: «El infrascrito otro de los comi-
»sionados por V. E. A fin de resguardar
»los efectos que se hallan en el convento
»de San Fran.*:» de Asis participa al
«Exmo. Ayuntamiento que a tenor del
»aviso se le ha pasado por D." José Mas,
»Arquitecto de V. E. de que se robaban
»dichos efectos, se ha conferido à Ins 11
»de la manana del dia de hoy en el indi-
»cado convento, y ha hallado que habian
»forzado la Puerta de la Sacristía, é intro-
»ducídose en la Iglesia, depojado las
»Imagenes del Altar del Nacimiento
«robadas las Alajas de este, y asi mismo
»de alguna otra capilla: Y habiendo
»hecho un registro por todo el convento
»para ver por donde se habian introduci-
«do los Ladrones, al dirigirse al refecto-
»rio y cocina ha visto dos al parecer
»Marineros que se retiraban hacia dicha
^cocina, apoyado el infro. del Sereno, un
«Mancebo Albaflil del S-O"" Mas y otro
»vecino se han puesto en persecucion de
>'los malhechores, creyendo poder asegu-
»rarlos en la cocina citada, però han
»visto con sorpresa que se habian evadi-
»do por una nueva cloaca en la que ape-
»nas puede introducirseunHombre situa-
»da en la pròpia cocina; Y tambien ha
>;observado en la misma que tres oUas
*grandisimas de cobre estaban arranca-
>das del lugar donde eran clavadas: Y
»considerando como considera ser impo-
ssible el que en dho. punto pueda estar
»segura cosa alguna, espera que V. E.
»se servirà acordar que el S.°'' Regidor
»que entiende de esta comision, pase al
«convento, y determine el modo y lugar
(1) Archivo municipal. — Expedicnte un, ci-
tado.
«donde se debe asegurar lo que resta, ó
«bien disponer lo que V. E. estime mAs
«oportuno.
>Barna. 10 Agosto de 1835— }aime Ri-
»galt» (2).
El mismo dia 10 la comision municipal
denuncia al Gobernador Ayerve la noti-
cia del parte anterior de Rigalt, y le dice
que «un hecho como este en plena luz no
«puede verificarse con la devida vigilan-
»cia en la muralla y atarazanas-- (3).
Ayerve contesta el dia siguiente que
«nada queda por hacer por mi parte», y
que la culpa està en no haber reconocido
bien las cloacas, y no haberlas conve-
nientemente tapiado (4).
Sigue otro documento: «La Comision
»del barrio l.°cuartel 5." compuesta del
«Alcalde y tres vecinos del mismo, en
«contestacion al oficio de V. E. de fecha
«27 Julio ultimo comunicado en el dia de
«ayer dice: que en Julio de este ano fué
>.'nombrada esta comision para operar
«cuanto contiene el referido oficio, cuyas
xinslrucciones recibió la misma de V. E.
«verbalmente, el alcalde en companía de
«un individuo de la comision que para el
»objeto pasaron à las Casas Consistoria-
«les; las que quedaron efectuadas entre-
«gando à debido tiempo la ropaymue-
«bles particulares de los religiosos de
»S.'^ Mònica a los sugetos q.'^ se presen-
«taron autorizados de los mismos, las
«alhajas vasos sagrados y ornamentes
«para el cuito religioso se entregó al
«S.<"' Cura Parroco de la Igl.» Parroquial
«del Pino, como à persona designada de
>.lo3 S.'''=5 Gobernadores del obispado.
«Despues de practicadas estàs diligen-
«cias en 30 del pp.'^°, el 31 del mismo
«algunos mal intencionados arrancaren
»las cerraduras de las puertas interiores
»y esteriores, y se llevaron de dho. con-
(2) Archivo municipal. — E.xpediente 129, ci-
tado.
(5) Archivo municipal. — Expediente 129, ci-
tado.
(4) Archivo municipal. — Expediente 129, ci-
tado.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE EARCELONA LUEOO DESPfES DEL INCENDIO
753
«vento muebles y frioleras sin embargo
>'de estar allí la guardià la que fué pre-
»guntada por la misma comision sobre lo
»referido, y contestaron los individuos
>;de que se componia que nada sabian y
»q.<= nada habian visto, de cuya ocurren-
»cia esta comision dió parte al S.""" Alcal-
»de mayor del cuartel, disponiendo esta
»que se tapiase inmediatamente, efecti-
»vamente se cumplió esta disposicion y
»sin embargo esta comision ha vuelto a
»ver que alguno habriendose paso derri-
»bando parte de las puertas tapiadas se
»ha introducido dentro del convento co-
»nociendose se volvió a saquear.
»Esta comision espera q.^^ atendiendo
>'V. E. que ninguna dilig/' han de practi-
»car para dho. convé. '", dispondra V. E.
»à donde pasaràn las llaves para hacer
»entrega de ellas, quedando no obstante
»dispuestos para el cump.'° de las demas
»disposiciones de V. E. Dios.... Barcelo-
»na 28 Ag.t° de 1835. —José Junyent
»y Robiralta Alcalde. — Ramon Sola. —
»Agustin Mas. — Juan Alsina. —E.Kmo.
»Ay.'° de Barna.» (1).
En 21 de septiembre siguiente la comi-
sion municipal,* o sea de individuos del
A3•untamiento, de salvamento de los ob-
jetos de los conventos, dijo al sefior Go-
bernador Civil lo que copio a seguida:
«Sr. Gobernador civil de esta Pro-
»vincia.— Barcelona 21 de Setiembre de
»1835.— Esta Comision a quien confio el
»Esmo. Ayuntam.'° el cargo de salvar los
»efectos de los Conventos sabé con el
»mayor dolor que estos dias ha continua-
»do la devastacion en la Iglesia, Claus-
»tros y Conventos de S. Francisco de
»Asis. Se han destrozado làpidas, imàge-
»nes, tabiques, puertas, rejas, armarios,
»faroles, urnas sepulcrales esparciendo
»los huesos y todo cuanto ha ofrecido
»objeto de destruccion, con evidentes
«indicios de que ira prosif^uiendo esta
«bàrbara operacion hasta que las sillas
»de coro, las tribunas, los adornos de
(i) .Xrchivn municipal. — i^xpcdientc uo. ci-
tado.
«arquitectura y todo lo que llame la
«atencion desaparezca enteramente aca-
»so esta noche ó manana.
«La Comision se dirigió desde el prin-
»cipio varias veces al Sr. Gobernador de
«la Plaza paraque las guardias de Ata-
«razanas y una que hubiese en la mura-
»lla vigilasen esteriormente el edificio.
«Tambien se lo repite hoy y así mismo
»que dé órden paraque vigile la guardià
«interior bajo toda responsabilidad; però
«quedando en la Iglesia el altar mayor,
«las tribunas y pocos objetos movibles,
«acaso podria convenir la colocacion
«en ella de la guardià destabicando la
>>puerta, para impedir las incursiones que
«se verifican en ella furtivamente.
«Existen igualmente unos hermosos
«armarios en la Sacristia, que podrían
«sacarse si la Comision del Barrio pudie-
»se hacer este gasto, y de los que se han
ïquitado ya algunos cajones.
»Esta Comision se dirije à V. S. con la
«esperanza de que se servirà disponer lo
«mas oportuno para salvar con la premu-
»ra que exige el caso estos restos de las
»artes en aquel antiguo edificio.
«Dios »(2).
La misma Comision del Ayuntamiento,
el propio dia 21, dirigió su oficio al Go-
bernador militar, en súplica de que en el
mismo dia dé terminante orden para que
las guardias del Convento, de Ataraza-
nas y de la Muralla ejerzan gran vigi-
lància (3).
Sin que se acabarà el dia 21, el Gober-
nador militar interino, Barón de Biure,
contesta que ha dado las ordenes oportu-
nas para la vigilància interior y exterior
del Convento, y que hasta ha puesto un
centinela que vigile la entrada de las
cloacas. «Però debò manifestar, anade,
»;\ esa Comision que si en el modo de
»tapiar dichas cloacas no se cuida se ve-
«rifique con toda aquella solidez que se
(j) .\rchivo municipal. — Expedicnte ijg, ci-
tado.
(í) .\i-chivi-) municipal. — Hxpcdiente uo. ci-
tado.
754
I.IHRO lERCERO. — CAPITULO CNDl-CIMO
>n•equiere, quedaremos, sin embargo de
>.todas las piecauciones en la misma
»esposicion» (1).
Leemos en el acta de la sesión del
Ayuntamiento del 29 de septiembre: «In-
»dicóse que à pesar de las repetidas recla-
»maciones hechas al Sor. Gobernador
»militar por parte de la Comision encar-
»gada de salvar los efectes de los Con-
»ventos, y que el Sor. Gober.^""^ Civil
»dijo haber verificado él mismo con res-
»pecto à los repetidos escesos cometidos
»en el convento de S. F"ran.<^° de Asis, se
»acaba de dar parte de que se extraen
»las tejas de él; y el Escmo. Ayuntam.>°
»Acuerda en suvirtud que el S."" Decano
»se vea con el Comi.''° P."' de Adminis."
»y recaudacion de Monasterios y Con-
»ventos D. Jayme Domínguez, para que
»haga desde luego tabicar todas las en-
xtradas escepto el claustro y huerto
»destinados para ejercicio y maniobras
»de los Urbanos» (2).
Mas dejemos ya al convento francisco,
y volvamos nuestra mirada a la genera-
lidad de los cenobios. El Gobernador
civil, con fecha del 18 de agosto de 1835,
dirige al Ayuntamiento de Barcelona, y
por ser circular se puede pensar que
también a los demàs, una circular en la
que se lee lo siguiente:
«A fin de poner à cubierto de todo
»fraude y dilapidacion los muebles y
;)efectos contenidos en los Conventos y
»Monasterios evacuados de esta pobla-
»cion y su termino con arreglo a las
»instrucciones del Gobierno de S. M. y
»de la junta auxiliar consultiva, he dis-
»puesto nombre desde luego esa Corpo-
»racion un sujeto idóneo, patriota de co-
snocida probidad y arraigo para cada
»uno de los citados edificios con el fin
»de q.'^ bajo la mas estrecha responsabi-
»lidad y en union de la misma se proceda
(i) Archivo municipal. — Expediente 120, ei
tado.
(2) Archivo municipal. — Aciieidos, citados
fúl. 791.
»sin perdida de tiempo à la formacion de
»un inventario escrupuloso de todas las
vexistencias de efectos de los espresados
vConventos, del que me remitirà V. E.
»copia certificada, asi como noticia del
»sugeto ó sugetos elegidos para mi apro-
»bacion, cuidando de poner aquellos à
»buen recaudo dentro del mismo edificio,
»ó fuera de él si no ofreciera bastante
»seguridad emparedando al intento cuan-
»tas puertas y ventanas puedan facilitar
»su acceso.
»Del mismo modo cuidara dicho Suge-
>.to de evitar en union con esa Corpora-
ïcion y por todos los medios que estén
»en el circulo de sus atribuciones el dete-
> rioro 3- monopolio de los demàs bienes
»asi rústicos como urbanos que fueron
»de pertenencia de los citados conventos,
»reclamando al efecto, si necesario fuere,
»el ausilio de la fuerza armada, dirigien-
»do a este gobierno una relacion de los
«citados bienes con nota de los actuales
»arrendatarios, colonos ó inquilinos y
»precio anual en que ultimamente los
»tenian cedidos. El producto de los refe-
»ridos bienes cuidara V. E. y dicho suge-
»to de recogerlo remitieiidolo todo inme-
»diatamente à las ordenes del Caballero
»Intendente dandome aviso al tiempo de
íhacerlo y lleva ndo de todas las entradas
»\' salidas de caudales la debida }• mas
»exacta cuenta }' razon en un libro folea-
»do y rubricado por ese Regidor Decano
»u otro Sor. Concejal para poder ser
«consultado en todo tiempo.
»E1 sugeto que nombre ese Cuerpo po-
»lítico en conformidad de lo que queda
»prevenido deberà obrar con la calidad
»de Fiscal ó interventor y en tal concepto
»ejercerà la mas escrupulosa vigilància
>^y detenida investigacion para descubrir
»el paradero de toda clase de efectos,
»caudales... que pertenecientes à regula-
»res puedan existir escondidos.
>Iguales noticias deberà V. E. remitir
»al Sor. Intendente del Principado como
»otra de las autoridades A quienes està
«cometido el conocimiento de este asunto.
»De quedar enterado 3^ del recibo de la
LOS l-RAIl-ES Y LOS CONVEN l'OS DE IIARCELOXA LCEGO DESPUES DEL INCENDIO
755
>:presente me darà V. E. el competente
«aviso.
»Dios....— Barcelona 18 agosto de 1S35.
»— E. G. C. I. -José Melchor Prat.— Al
»Exmo. Ayunt. de esta Ciudad» (1).
Inútilmente al A3•untamiento de Barce-
lona se pasaba esta circular, pues, llevado
de su buen sentir, habia ya nombrado las
mentadas comisiones, que bajo la direc-
ción de la celosa de su seno, que presidia
el honrado Don Ramon Roig y Rey,
procuraban salvar cuanto podían de los
conventos. Para los Ayuntamientos del
campo de poco sirvió, si es que Uegó a
pasarse.
Mas muy pronto había de absorberlo
todo el Estado liberal por medio de la
llamada Amortización, pues ya unos días
antes, o sea en la sesión del Ayunla-
miento del 14 de agosto: «El Seíïor De-
»cano propuso, y el Escmo. Ayuntam.'°
»acordó, que consecuente a lainstruccion
»espedida por el Ministerio de lo Interior
»en cuatro del corriente, y leida por el
»Sor. Gobernador Civil interino en Junta
»de Autoridades y Comisionados del pue-
»blo en este mismo mes, se oficie i\ dicho
»Sor. Gobernador Civil para que se sirva
»dirigirse al Sor. Intendente de Provin-
»cia A fin de que poniendose en contacto
»con la Comision del Cuerpo municipal
»encargada de poner en salvo todo lo
»posible de los Conventos evacuados del
»Clero regular, pueda hacerse cargo de
»los edilicios y demàs que resulte exis-
»tente y de su procedència» (2).
La Real Orden que dispuso la entrega,
el Intendente la trasladó al Ayuntamiento
en 22 de agosto de 1835, con oficio que este
Cuerpo municipal en sesión del 25 pasó
a la dicha comision del seiïor Roig y Rey
para informe. A seguida copio el informe
que esta emitió, y por él conoceremos las
disposiciones de la Real orden. «La Co-
»mision encargada de lo relativo a salvar
(i) Archivo municipal de Barcelona. — E.\pe-
diente 120, eitado.
(2) .\rchivo munielp;il. — Acucidos, citados,
fol. Oio.
»los efectos de los Conventos en vista del
»oficio del Sor. Intendente de 22 del co-
>rriente paraq.'^ comisionados de V. E.»
(del Ayul•itaiineiito) «se pongan de acuer-
»do con las Oficinas de Arbitrios de
«amortización a fin de que mediante la
«formacion de Inbentarios quederealizada
»la entrega de cuanto se previene en una
»Real orden de 1 1 del mismo mes en que
»se dispone que el Intendente en union
»con el comisionado de Arbitrios de Amor-
»tizacion se haga cargo de los bienes,
«rentas y demàs efectos de los conventos
»y Monasterios abandonados ó cerrados;
xOpina que los Comisionados para cada
«Convento sean las mismas comisiones
»q."= hasta ahora han cuidado de cada uno,
«compuestas del Alcalde y tres vecinos
»del Barrio, y que a este tenor se dé nota
»de los Conventos 3' de los Comisionados
»al Sor. Intend.'"^ en contestacion à su oíi-
»cio, advirtiéndole que los mismos daran
»las noticias que hayan podido adquirir. —
»V. E. resolverà lo mas conveniente. —
»Barcelona 29 de agosto de 1835» (3).
Decreto del Ayuntamiento: «Sesión del
»29 de agosto de 1835.— Visto con deten-
»cion el dictamen que se inserta de la
»comision encargada de lo relativo à sal-
»var los efectos de los conventos conse-
»cuente al oficio del Sor. Intendente que
»se le mandó pasar por acuerdo del dia
»25, el Exmo. Ayuntamiento aprueba la
«contestacion que se propone de las comi-
«siones que hasta ahora han cuidado de
«cada convento y demàs que expresa el
«dictamen, y que se prevenga a las mis-
«mas comisiones den noticia al Exmo.
«Ayuntamiento del escribano y dia en que
«se formen los inventarios por la Comi-
«sion de amortización, à fin de que se
«tenga este conocimiento para lo que
pudiese ofrecerse en lo sucesivo» (4).
Los inventarios para la entrega se for-
malizaron en los últimos días de agosto
( 5) .\ichivo municipal. — Acucidos. — Segun-
do semestre. 18} ^. Fol. Ó77.
(-)) Archivo municipal. — Aciierdos, citados,
l'ois. Ó78 y 07Q.
/56
LIBRO TERCERO. CAPITULO VNDECIMO
y primeros de septiembre, según se des-
prende del sig^uiente oficio pasado por el
Aj'untamiento a varios de los alcaldes de
barrio en 29 de agosto: «Los Sres. Alcal-
»des de los Barrios notados al margen
»reconoceran A los Sres. Encargados del
»ramo de Amortizacion para concurrir
»con ellos à la formacion de inventarios,
»V hacerles entrega de los efectos exis-
»tentes en los Conventos que tienen en-
»cargados cada uno; presentandose esta
»tarde à dicha oficina de 5 A7.
»Asi mismo reconoceràn à los Comisio-
»nados del Sor. Gobernador Civil para
srecoger los libros, cuadros y objetos de
»bellas Artés» (1).
A los dos días el Ayuntamiento había
pasado otro oficio igual a los alcaldes de
barrio de los restantes conventos (2).
La real entrega se efectuo en seguida,
pues en los primeros dias de septiembre
ya leemos en el periódico los anuncios
de las almonedas de los muebles de los
conventos de que se iba apoderando la
Amortizacion.
y si este dato no bastarà, aquí va el
acuerdo del Ayuntamiento de la sesión
del dia 15, en cuyas actas se lee: «Respecto
»à que se hallan reunidos en estàs Casas
»consistoriales varios efectos, enseres,
»libros y papeles procedentes de los su-
»primidos Conventos de esta capital tras-
»ladados A las mismas al efecto de evitar
»su extravio,
»Acuerda el Escmo. Ayunt.° que se
»indique à la Comision eiicargada de po-
»nerlos en salvo que procure se entre-
»guen à quien corresponda» (3). Como en
las casas consistoriales no había comision
de barrio, o de convento, que efectuarà
la entrega, cual la habían realizado aque-
llas, estos objetos aquí guardados que-
daban rezagados en su entrega, y por
(i) Archivo municipal. — Expediente uo. ci-
tado.
(2) Archivo municipal. — Expediente 120. ci-
tado.
(-5) Archivo municipal. — Acuer.ios. citadns,
fol. 742.
esto ahora se manda que esta se efectúe-
Considerando muy cuerdamente el
Ayuntamiento que los manuscritos de los
conventos no debian pasar a la Amorti-
zacion, sinó a las bibliotecas, se ve que
al entregar a esta los muebles se retuvo
los libros y papeles todos. Mas aquella
voraz oficina en oficio de 4 de octubre
dice al municipio que para administrar
las rentas y fincas de los cenobios nece-
sita de sus archivos, y así le pide por
modo urgente que se los entregue (4). El
teniente de Alcalde en la sesión del Ayun-
tamiento del 14 del mismo mes dió cuenta
de la pretensión de la Amortizacion al
municipio, y el Aj-untamiento acordo «que
»se nombre un Comisionado del Cuerpo
^municipal, para lo cual fué designado y
«elegido el Sor. D. Antonio Bergnes, para
»que hagala entrega a dicho Comisiona-
■•>do» (de In Atnortizacíóii) «de los papeles
>'que fueron recogidos en estàs casas con-
.-^sistoriales pertenecientes a algunos ar-
»chivos, entendiendose al efecto con el
«mismo, a quien se dé el oportuno
»aviso...» (5).
Se efectuo la entrega y el comisionado
de la Amortizacion en IS de octubre mis-
mo firmo el siguiente recibo:
«Como Comisionado especial de Admi-
»nistracion y recaudacion de Conventos
»y Monasterios suprimidos de Catalufia:
»Recibí del Senor D. Antonio Bergnes,
»que lo es del Escmo. Ayuntamiento de
xesta Ciudad como uno de sus Concejales,
»50 serones y 6 bultos llenos de papeles y
»libros» (y pergaminos, dice en otro reci-
bo) «procedentes de los Archivos de los
»Conventos que a continuacion se espre-
»san.
»14 Serones del Convento de Carmeli-
»tas descalzos.
»26 id. del de Mercenarios (se dijo que
»en el de numero 1 se hallaba el
»indice).
(4) Archivo municipal. — Expediente 129. ci-
tado.
(5) Archivo municipal. — Acuerdos, citados.
f.,1. Q02.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DEÍPU'ES DEL INCENDIO
»3 id. del de Agustinos descalzos.
»7 id. del de S. Francisco de Asis-
»Un fajo pergaminos del mismo.
»Un saco del Colegio de Dominicos.
»Cuatro bultos de la Casa de la Mision.
»50 serones 6 bultos.
«Barcelona 18 de octubre de 1835.—
»Jaime Domínguez v (1).
Y al ver pasar a las garras de la des-
apiadada desamortización tanto papel, y
al leer esta resena de ellos, ocurre pre-
guntar: -ise referían todos a la propiedad y
administración de fincas o derechos? íY
también los de los franciscanos que nada
poseían? rConvenían a la desamortiza-
ción aquellos 7 serones de papeles y
aquel fajo de pergaminos de un archivo
perteneciente a frailes enteramente po-
bres? iL;'istima dè papeles! iLàstima de
pergaminos! Estos y otros pararon en las
olicinas de Hacienda o intendencias, o
llàmesele como quiera; y allí tuvieron la
suerte que Dios quiso, digo mal, la que
Dios permitió y el demonio quiso. Porque
de allí o de las dependencias de Hacienda
de Barcelona sé que desapareció una
Biblia adornada de miniaturas, la que fué
sustraida por uno de los empleades de la
casa, no porque entendiera la letra de
ella, sinó porque le gustaron las miniatu-
ras. De allí desaparecieron numerosísi-
mos pianos y papeles. Allí de un libro
referente a fincas he visto rasgadas mu-
chas hojas sin duda por el a quien éstas es-
torbaban. Allí he visto también yo mismo
centenares de pergaminos sucíos y em-
(i) .Vi-chivo municipal. — Expedicnte 129. ci-
tado.
polvados amontonados en un rincón de
un desvàn. Allí en este mismo desvàn
estuvieron muchísimos volúmenes ma-
nuscritos, que el actual (1906) celoso
archivero, muy mi amigo, en tiempos
relativamente modernes ha colocado en
su despacho, sacandolos de aquel desvàn
por cuya claraboya goteaba el agua plu-
vial y la del riego de las macetas del
terrado lY eran pergaminos y pianos
y papeles que los frailes guardaban
como joyas, y después han servido
para pasto y vivienda de ratones! Allí
en el despacho del senor Archivero
actual vi unos 1.700 volúmenes pro-
cedentes de corporaciones religiosas
i 1906).
Dudo de que todos los documentes
que de varies conductes pararon en la
Desamortización pertenecieran a admi-
nistración de íincas y derechos, porque
por mis prepios ojos vi en el archi ve dicho
de Hacienda unos hermosísimos y abulta-
dos volúmenes que eran el Lumen domiis
de San Agustin; y no creo queia mentada
Biblia tratara de libras, sueldos, dineros,
pesetas y reales. \Y los que tales fecho-
rías perpetraren se llaman a si mismes
partidàries del pregreso, y a estàs sus
hazanas adelantos! Mas dejemos a la
nefanda Desamortización y dando un
paso atràs, velvamos a las comisiones
encargadas de receger y salvar los mue-
bles y demàs cosas de les conventes de
Barcelona.
Per el acuerdo mentado del Ayunta-
miento de 29 de agosto de 1835 las comi-
siones de barrio, o de convento, quedaren
auterizadas para formar los inventarios
de les objetos de los cenobies, y entre-
garles a la Amertización. Pere no debian
parar en ella los de todo linaje. El modo
de la distribución lo explica claramente,
y valga por todos el siguiente oficio de
la comisión del barrio 1.°, cuartel 4.",
al Ayuntamiente:
«B.° l."C.i 4.°
»En cumplimiento de lo mandado por
»V. E. à esta Comisión con sus dos oficiós
»de 27 Julio y 29 Agosto últimes, parti-
758
I.IBKO TERCERO. — CAPITULO UNDlXliMO
«cipamos à V. E. haber tornado las dis-
»posiciones necesarias al obgeto de salvar
»los efectes del Convento de PP. Trinita-
>t1os Calzados hablendo entregado à. las
»personas que acreditaron por medio de
»orden de los PP. del mismo y previo
»recivo, los efectos particulares que se
ohallaron de cada uno de por si en sus
»respectivas Seldas, y los Sres. Comisio-
»nados del Sor. Vicario General se encar-
»garon de los Ornamentes y Vasos Sa-
»grados todo conforme se sirvió V. E.
«ordenarnos; y los restantes muebles,
»ropa y efectos que se dijo ser de prupie-
»dad del mismo convento, en virtud del
»citado ultimo oficio de V. E. se hizo en-
»trega à los Sres. encargados del ramo
»de amortizacion que se presentaren al
>>efecte para la formacion de inventario.
»Así mismo manifestamos haber con-
»seguido conservar intacte el Archivo y
»lasdos Bibliotecas y les documentes y
»pergaminos ballades en el citado archi-
»vo; los que fueron pertenecientes al
»ramo de amortizacion se encargaron de
»ellos los Sres. encargados de dicho
»ramo y les restantes junto con las dos
»Bibliotecas ó librerías se entregaron en
»virtud del referide oficio de V. E. à los
»Sres. Cemisienados de Bellas Artés que
»se presentaren al efecte por el Sor. Go-
«bernader Civil. Todo lo que participa-
»mos à V. E. para su superior coneci-
»miento y en descargo del Cometido que
»sirvió confiarnes, esperando esta Cemi-
»sion que V. E. se servirà centestarle ser
»de su aprobacion cuante ha obrado la
»misma acerca el particular en cumpli-
»miente de sus dos citades oficies íl fin de
»que pueda serviria de resguardo.
«Dies... Barna. 18Set.« 1835.— El Alcal-
»de del B.° 1.° C.i 4.°— Onofre Peracaula
» — Magín Sandiumenge — Bernardino
»Tresserra— Gerónime Cauhe» (1).
Muy bien resena y especifica este oficio
el emplee que à les objetos de los conven-
tossedaba, distinguiéndeles cuidadosa-
(i) .\rchivo municipal. — Expediente 120. ci-
tado.
mente por sus diversas clases. La regla
por él indicada era la general, pere no
falto alguna aunque contada excepción
impuesta ya per las primeras instrucció-
nes que las comisienes recibieren del
Ayuntamiente, arriba apuntadas. Esta
excepción consistia principalmente en el
dinero, el cual pasó directamente al mu-
nicipio para con él atender a la manu-
tención de los frailes de les fuertes y al
salvamento de los conventes y sus cesas.
Muy luege explicaré el curso del nume-
rario.
Antes permitaseme atestiguar que «A
»indicacion de la Comision encargada de
»salvar les efectos de les Conventes pre-
»puso, y el Escmo. Ayunt.°
»Acerdó, que se pase en su nombre el
»eportuno oficio de gracias à tedus les
»SS. Alcaldes de Barrio y demàs perso-
»nas que han formado las comisienes
»ceadjutoras del desempeno de este co-
»metido, respecto à que lo han hecho
»a entera satisfaccion del Ayuntamien-
»to...» (2).
También antes de explicar el curso del
numerario estimo juste resenar el de los
objetos sagrades o del culte.
Ya nes dijo la comision del barrio del
convento de la Trinidad calzada quién,
conforme también con las primeras ins-
trucciones, se encargó de les vasos sa-
grades y demàs objetos del cuito: los
cemisienados del Obispe. Otro tanto res-
pecte de los de la Casa de Misión nos
manifiestan las siguientes palabras del
concejal Marqués de Llió dirigidas al
Ayuntamiente en 3 de agosto: «Encarga-
»de per V. E. de receger les vasos sagra-
»dos y halajas de la Casa de Mision, cemo
»tambien de tomar las demàs providen-
»cias que considerase oportunas para la
«conservacion de muebles, enseres, ar-
»chivo y demàs que encierra dicho edifi-
»cio; pasé à él acompanado del Vicario
»de la Parròquia del Pino, à quien entre-
»gué una cesta de plata; este es, globos,
(2) Archivo municipal,
fol. 8^7.
■ Acuerdos, citados,
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DEíPli-S DEL INCENDIO
759
«càlices, la Custodia, algun cubierto, etc,
»cuatro Crucifijos de marfil grandes y
»uno pequeno...» (1).
Y este testimonio concuerda perfecta-
mente con el dicho del seminarista, o
misionista, Padre José Puig, quien a su
regreso a Barcelona, después de restable-
cida la normalidad, saco de la parròquia
del Pino un sobrepelliz de su casa y la
casulla del fundador de ella (2). De donde
y de otro testigo deduzco que la casa
rectoral y la sacristía del Pino fueron
depósito de los objetos sagrados de los
misionistas; como también lo fueron de
los de San Agustin. A la parròquia de
San Jaime pararon los de capuchinos;
en la custodia de personas de confianza
quedaron otras; y así el Vicario General
guardó bajo su autoridad las cosas sagra-
das, las que luego iba repartiendo por
div^ersas iglesias. En el archivo episcopal
se leen los memoriales de diferentes
pàrrocos pidiéndole utensilios de esta
clase. Por esto hemos visto todos, y aun
se ven, en diferentes templos de esta
Ciudad, muebles, imàgenesj' otros objetos
de los conventos; tal como las coronas
de iluminación o arauas de los francis-
canos en el presbiterio de San Justo, las
pilas del agua bendita de Santa Catalina
en la Barceloneta, el gran lienzo de San
Magín de Santa Catalina también en San
Justo, varias imàgenes de los dominicos
en la Esperanza, las pilas del agua ben-
dita de San Francisco de Asís en Santa
Maria del Mar, y así otros muchos.
Los mismos pasos y las mismas manos
recorrieron las reliquias con los relica-
rios que escaparen al incendio. Las muy
notables de Santa Madrona, que se vene-
raban en capuchinos, se refugiaren sobre
el escritorio del P;\rroco de San Jaime,
alojado entonces con su parròquia en el
convento de monjas de Santa Clara. Así
otras en otros lugares religiosos.
(:) Archlvi: iminicipal. — Lüxpcdiente uo. i.'!-
l.id,>.
(j) Rclación de Barceluna a i." de octubre de
iS8i.
El dinero que no desapareció en el sa-
queo de los primeres momentos, y aun
de los primeros días, fué entregado al
Ayuntamiento. El Concejal Don Joaquín
de Mena recibió de mano del comisionado
del barrio, el capitàn de granaderos de
urbanos, Don José Antonio Llobet y Vall-
llovera, una bolsa con oro procedente de
San Agustin, y la puso en el Ayunta-
miento. En el acta de la sesión de la
Junta de Autoridades de la noche del 28
de julio se lee: «El Senor Gobernador
»Civil en uso de su autoridad mandó se
»tengan ;\ su disposicion cuarenta onzas
»de oro que el Senor Regidor D. Joaquin
«de Mena como encargado de poner en
«salvo lo del Convento de Agustinos
«calzados ha manifestado haber encon-
«trado en él, pertenecientes a un depó-
»sito» (3). Trataba el Gobernador civil de
atender con esta cantidad al socorro del
hambre de los frailes de los fuertes,
según estaba acordado.
He aquí otro documento que explica el
curso del metalico: «El Sr. D. José Mar-
«torell entregó procedente del Convento
»de Mercenàries las cantidades siguien-
»tes el dia 31 de Julio 1835.
»Encontrado en un Cajon rotulado R.
»P. Fr. Francisco Creuet 32 onzas en oro.
»En otro rotulado = Del Convent =
»25 3/| onzas de oro en un papel.
»En otro 15 durillos viejos.
»En otro 17 peset.* 13 cuartos.
»En otro 2 duros 11 r.^ 20 m.""
»En otro cajoncito rotulado = De la
«Escolania = En un papel 1500 lib. en oro
»y plata y en otro 72 durillos viejos.
y-En 30 de Julio depositó en la Conta-
»duría 26 tercios ó Serenes de decumen-
(?) Archivo municipal,
tado.
-lixpedicntc i :
760
LIBRO TERCERO. — CAPITULO L'NDr.CI.MO
»tos y papeles hallados en el Archivo del
»mismo Convento de la Merced, siendo
»marcados 7 M. I. que indica Archivo
»interior, 4 con M. S. que indica del En-
»tresuelo del mismo Archivo, y 15 con
»M E. que quiere decir del cuarto este-
»rior.
»Hay un Seron marcado M. E. num.*^ 1
»donde se halla el Libro de indice ó sea
»Abecedario» (1).
Estos 26 serenes de documentes son
los que, según escribo arriba, fueron en-
tregados después, o sea el 18 de octubre,
a Domínguez, el representante de la
Amortización. En las transcritas pala-
bras se halla otra prueba de la verdad
con que en mi primer libro afirmé el
completo orden que reinaba en el Con-
vento. De ellas sale la noticia cierta del
abundante y muj' ordenado Archivo de
la iNIerced, de que ocupaba varias piezas,
y que se hallaba perfectamente catalo-
gado.
El dinero, pues, de la Merced, que en
total suma unas 112 onzas, luego de reco-
gido por la Comisión, pasó en 31 de julio
al Ayuntamiento.
Però los frailes habían ademàs depo-
sitado en un escondrijo del templo 150
onzas de oro, que no sé por quién fueron
denunciadas a la Amortización, la cual
gratifico al denunciador, y se incautó del
resto, como veremos en su lugar. Este
dinero no pasó por el Ayuntamiento.
También al Ayuntamiento, o mejor, a
una de sus dependencias, va el del Co-
legio dominico. — «Ayuntamiento de la
»Ciudad de Barcelona. — La Comisión en-
»cargada de procurar el socorro à los
«Religiosos que se hallan detenidos en
»los fuertes de esta Ciudad, espera que
»al recibo de este oficio, se servirà V.
»disponer la entrega à la misma en estàs
»Casas Consistoriales, de todas las Can-
>;tidades que existen en su poder corres-
»pondientes al colegio de Santa Catalina;
»A fin de hacer frente con ellas à los gas-
(i) Archivo municipal. — Expcdiente 120.
tado.
»tos inherentes à dho. objeto. — Dios
^Barcelona l.° Agosto de 1835.— Joaquín
»Espalter Reg. — Sor. Don José Llansa
>.Alcalde del B.° 4." C 5.°».
En el margen de este oficio va escrito
el siguiente borrador del recibo: «Recibí
»del S.»- Alcalde del C.i 5." B.° 4.° Don
»José Llansa 69 S 16 r ' q.'= encontró en
»el Colegio de PP. Dominicos en la Cekla
»del P. Rector, de los q.<= se hace Cargo
»la Junta de Socorro de PP. Religiosos
»p.•'^ atender à la Subsistència de los mis-
»mos. — B.^» 1.° Ag.to 1835. = José Ri-
»bas» (2).
En la sesión del 15 de septiembre esta
Comisión o Junta da por terminada su
misión. «A la Contaduria se mandaron
»pasar el estado y justificativos que con
»la esposicion, que se inserta, acompana
»la Comisión nombrada en (si'c) (29) de
»Julio líltimo para el socorro de los Reli-
»giosos detenidos en los fuertes de esta
»Plaza de las cantidades que en su razon
»se han distribuido, à fin de que previo
»ecsamen é ingreso en la caja del esce-
»dente que ecsiste en poder del Sor. Co-
«misionado D. Joaquin Espalter y Amigo,
xse libre à este el oportuno finiquito
»conforme solicita» (3). Termina, pues,
su cometido la Comisión de socorro de
los religiosos detenidos, la que, como
dije arriba, se componia del concejal
Don Joaquín Espalter, de Don José Ri-
bas y del presbítero Don Juan Gibert.
Mas esta Comisión no debe confundirse
con la del Ayuntamiento encargada de
salvar los objetos de los conventos, cuya
presidència ejercía Roig y Rey. Por esto
en el acta de la sesión del Municipio
del 18 de septiembre de 1835 leemos:
«A indicacion del Sor. D. Ramon Roig y
»Rey antiquior de la Comisión que enten-
»dió de lo relativo à los suprimid.^ con-
»ventos,y enterado el Escmo.Ayuntam.«°
»de que de las procedencias de ellos en
(2) Archivo municipal. — Expediente 129. ci-
tado.
(5) Archivo municipal. — Aoierdos, citades,
Tol. 7^,.
LOS FRAILES V LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEGO DESPL'ES DEL IN'CENDIO
761
«metàlico resultan ecsistentes veinte mil
»nueve cientos noventa y tres reales y
»treinta y tres maravedises, teniendo en
»justa consideracion las reclamaciones
»de los operarios que han debido traba-
»jar en aquellos edificios, en trasportes y
»otros objetos para poner en salvo los de
»dichos conventos, y que de los fondos
«procomunales se han adelantado seis
»mil reales para estos gastos,
»Acuerda Su Escel.'^ que hasta donde
»alcance la insinuada ecsistencia, dedu-
»cido dicho adelanto, se satisfarà el im-
»porte de cuentas de trabajo, jornales y
>jdemAs que se hubiesen hecho por la
»Comision y sus delegados para el enun-
»ciado fin de poner en valvo los indicados
»edificios y sus efectos; à cuyo fin se pase
»orden al Contador para que tenga y
»libre A disposicion de la Comision la
»cantidad de catorce mil, nueve cientos
»noventa y tres reales treinta y tres ma-
»ravedises que resulta liquido>' (1).
El movimiento de tales cantidades no
pasó olvidado al repugnante Argos de la
Amortización, y si no, óigase el acuerdo
de la sesión del Cuerpo municipal de 25
de septiembre: «El Sefior Comisionado
/.especial de Administracion y recauda-
»cion de Monasterios y Conventos supri-
»midos en Catalufía» (al fiu de cste arti-
culo una Circular del Intendente nos
dird quién fuc esta administracion)
«dice con oficio de ayer, que noticiosa la
»Comision directiva 3- ejecutiva de ha-
»cienda de que la nombrada por el Ayun-
»tamiento para la formacion de inventa-
»rio del convento de la Merced de esta
«Ciudad, se hizo cargo de unas cien onzas
»en oro halladas en el archivo de él, y
»perteneciendo en razon a su proceden-
»cia al ramo de la indicada Comision
»especial, le ha dado orden para pedir
»como lo hace le sea entregada bajo las
»formalidades debidas aquella cantidad
»ó la que fuere; y el Escmo. Ayuntam."
(1) Archivo municipal. — Acxierdos. citados,
fot. 7V).
»oido en voz el informe del Sor. D. José
«Martorell encargado que fué de recoger
»los efectos del indicado Convento, y del
»Sor. D. Ramon Roig y Rey antiquior de
la Comision de este Ramo,
«Acuerda se conteste al Sor. Comisio-
»nado especial de administracion \' recau-
»dacion de Monasterios y Conventos, que
»S. Escel.'^entregarà con cuenta y razon,
»no solo lo salvado en el Convento de la
»Merced, sinó en los demàs de la Ciudad,
«encargàndose la Comision de amortiza-
»cion à quien està cometida la recauda-
»cion en virtud de R. Orden, de los gas-
»tos ocurridos hasta el dia, con motivo
»de las operaciones que ha producido el
«salvamento en lo posible de los efectos
«que las Autoridades en tiempo oportuno
«y preciso pusieron à cargo del Ayun-
»tam.°, y en su consecuencia encarga el
«Escmo. Ayuntam." à la Comision que
«ha corrido en el particular disponga se
«formalice desde luego la correspondien-
»te especificada cuenta del cargo y data,
«para remitirla al Gefe de la Comision
«que hace el pedido» (2).
Cuando el fuego prendió en los con-
ventos, y de allí aventó a sus moradores,
las comunidades, como toda casa, tenian
pendientes cuentas con distintos indus-
triales, tal como con el cerero, el carpin-
tero, etc, los cuales no debían quedar
defraudados de sus adelantos. Pintan
vivamente la situación de estos los docu-
mentos que copio:
Don Jaime Rull, alcalde del barrio 2.°,
cuartel 4.°, en oficio de 9 de septiembre de
1835, dice al Ayuntamiento que tiene un
montón de cuentas a pagar del convento
de la Merced, las que juntas suman una
deuda de 500 y pico de libras (las 500 li-
ras equivalen a 1,333 pesetas \' 33 cénti-
mos) «y los interesados reclaman con jus-
«ticia su pago, reconviniéndome porque
»no se les satisface con el dinero que se
«halló en el archivo de dicho convento»;
(2) Archivo del Ayuntamiento. Acuerdos. Se-
gundo semestre. i8jy. Fol. 777.
762
LIBRO ÍERCF.KO. — CAPITULO IJNDECI.MO
y pide que el municipio disponga que
sean pagadas para no versa él en la triste
precisión de dirigir en contra del Ayun-
tamiento los reclamantes (1).
Acuerdo del Ayuntamiento tornado en
la sesión del 30 del mismo septiembre:
«El sefior Martorell repitió, sin embargo
»de lo acordado en veinte y cinco de
«Agosto ultimo, hallàndose instado por
»el Alcalde de Barrio D. Jayme Rull,
«encargado que fué del convento de
»la Merced, cuyos acreedores le recla-
»man incesantemente el pago de sus cré-
»ditos y particularmente los que tocan
»a adelantos hechos para la educacion
»y manutencion de los monacillos, pro-
»pone de nuevo se acuerde el pago ó
»bien se conteste à dicho Alcalde sobre
»las esposiciones que ha hecho à la Co-
«mision de Conventos paraque con ello
»pueda librarse de la molèstia de los indi-
»cados acreedores del de la Merced. Oido
»el Sr. D. Ramon Roig y Rey antiquior
»de la Comision de Conventos y al Con-
»tador, que fué llamado para dar cuenta,
»como la dió del estado de cargo y data
»de los caudales procedentes de los supri-
»midos conventos, y atendiendo a que
»aun resultan de existència oclio mil qui-
»nientos veinte 3' siete reales un marave-
»dís, de los cuales mil ciento noventa y
»tres reales diez y ocho maravedises per-
»tenecen al Convento de la Merced y los
»demàs al de San Fran.™ de Asís; y que
»tanto la manutencion de los Religiosos
»en los fuertes de la plaza durante su
«permanència en ellos y los gastos ocu-
«rridos para poner à salvo los efectos de
»los conventos se han satisfecho de los
»caudales de ellos mancomunadamente,
»y considerando la justícia con que re-
»claman los interesados en los adelantos
»hechos para la manutencion y educa-
»cion de los Monacillos de la Merced,
«Acuerda el Escmo. Ayuntam.'° se
»pague A estos lo que legitimamente acre-
(i) Archivo municipal. - Expediente número
129, citado.
»diten, como igualmente lo que se esté
«debiendo por gastos ocurridos con el
»indicado motivo de poner en salvamento
»los objetos de los Conventos, à cu3'o fin
»el Sor. antiquior de la Comision de ellos
»D. Ramon Roig y Rey con el Sor. Don
>José Martorell dispongan lo conven.^'',
»como igualmente que con la mayor bre-
> vedad se formalice con arreglo à los
»asientos de que ha dado cuenta el Con-
»tador y los demas que ocurran en virtud
»de este acuerdo la correspondientecuen-
»ta y razon para remitirla al Sor. Comi-
»sionado especial de administracion y
»recaudacion de Monasterios y Conven-
»tos conforme se mandó en veinte y cinco
»del que espira» (2).
Sabemos, pues, por autorizada boca, e
empleo que tuvieron los fondos de regu
lares, de aquellos fondos que, desconoci
dos de los saqueadores, Uegaron al Ayun
tamiento, ó sea à sus dos comisiones
Sirvieron para la manutencion de los
frailes durante el encierro en los fuertes
y para los gastos del salvamento de los
muebles y demàs objetos de los cenobios.
En la sesión del Municipio de 4 de octu-
bre: «Vista la relacion ó cuenta de cargo
»y data de las cantidades i-ecibidas é in-
«vertidas por la Comision encargada de
»poner en salvo los efectos de los Con-
»ventos suprimidos, y los documentos con
»que lo justifica, resultando de ello ser el
vcargo de veinte y cinco mil reales y la
»data de veinte y cuatro mil setecientos
»treinta y un reales, veinte y ocho mara-
»vedises,
»Acuerda el Escmo. Ayuntam.'° apro-
»bar como aprueba dicha cuenta, y que
»pase para los efectos conducentes A la
»Contaduría» (3).
Sesión del 18 de noviembre de 1835:
«Y el Sor. Ribas hizo indicacion de que
»de los fondos que se habían recogido de
(2) Archivo municipal. — Acuerdos, citades,
fols. 797 y 798.
(5) .\rchivo municipal. — Actierdos, citades,
fol. 8^9.
LOS FRAILES Y LOS COXVENTOS DE BARCELONA LLEGO DESPULS DEL INCENDIO
763
»los Conventos suprimidos, despues de
»su inversion quedaba un remanente de
»dos mil y pico de reales vellon, la (sic)
»cual podria entregarse a cuenta de la de
»los serones para la conducion y custodia
»de los libros y papeles de los referidos
»conventos. Se suscito ligera discusion
«consecuente :i la cual
»Acordó el Escmo. Ayuntatn.'" que se
»pague la referida cuenta del modo que
»propone el Sor. Gobernador Civil con
•>su oficio del dia 14, que fué pasado à la
«segunda Seccion en diez y seis» (1).
Y el modo que el 14 propuso el Gober-
nador Civil fué que «los serones para la
«custodia de los libros y papeles de los
>^conventos suprimidos debe pagarse de
»los fondos del Comun^. Queríael Gober-
nador, segiín habia dicho muchos días
antes, que el Ayuntamiento adelantase
estos gastos «llevando esta municipalidad
»cuenta separada y justificada de tales
»gastos para poder reclamar à su tiempo
»el importe de quien corresponda» (2),
como que de los tales libros se pensaba
formar una Biblioteca.
Ocurre preguntar: ;y después de tanto
dar y tomar sobre estos fondos, qué se
hizo del saldo o remanente? El mismo
Ayuntamiento nos lo dirà en la sesión
del 7 de diciembre de 1835: «Visto el dic-
>;tàmen que se inserta de la misma segun-
»da Seccion....» Empecemos, pues, por
este dictamen: «Escmo. Sor. — En cum-
«plimiento del acuerdo de V. E. de 15 de
»Oct.'= ultimo relativo à que esta Seccion
'>solvente las cuentas todavía pendientes
»de algunos operarios que trabajaron en
»la reparacion de varios Conventos de
«esta Ciudad, presenta la misma el ad-
»junto Estado con sus correspondientes
»juslificativos por el que observarà V. E.
»haber recibido 8,684 r.'* 28 mrs., y distri-
»buido 6,969 r.** 20 m. quedando un rema-
(i) Archivo municipal. — Acuerdos, citados,
foi. lojq.
(2) Archivo municipal. — Acuerdos, ciiados.
Sesión del 29 de agosto. Fol. 680.
>/nente de 1,715 r.' 8 mrs, de que podrà
»V. E. disponer del modo que sea de su
«agrado. Barna. 2° dic.« 1835. —José Ri-
»bas«.
Dice el acuerdo: «Visto el dictamen que
»se inserta de la misma segunda Seccion
«presentando la cuenta justificada de los
«operarios que trabajaron en la repara-
»cion de varios conventos, de que resulta
«un remanente de mil setecientos quince
«reales y ocho maravedises,
«Acuerda el Escmo. Ayuntam.'^° que se
«oficie al ramo de Amortizacion manifes-
«tàndole que el remanente despues de
j.satisfechos los gastos queda à buena
«cuenta de lo que debe por contribucio-
»nes« (3). Estàs contribuciones serian sin
duda algunas que de las casas religiosas
o de sus fincas cobraba probablemente el
Ayuntamiento.
Con esto, pues, el municipio se da por
saldado y en paz con la Amortizacion por
lo que respecta a fondos metàlicos de ceno-
bios, y con esto sabemos el empleo que los
tales fondos tuvieron. La Amortizacion,
como se vera muy luego, no se dió por
satisfecha con lo de que los 1,715 reales
«quedase à buena cuenta»; però lo cierto
es que el Ayuntamiento se dió por cum-
plido. Y tanto es así que en la misma
sesión del 7 de diciembre, como el asen-
tista del Hospital militar pidiese lo deven-
gado por la estancia en él de algunos
religiosos, el Ayuntamiento le remite a
la Amortizacion (4). He aquí el dictamen
sobre el cual se apoya la resolución del
municipio.
<Exmo. Sor. — El Sor. Gobernador Ci-
>vil con Oficio de primero de Octubre
«ultimo previno à V. E. que de los fondos
«pertenecientes à las Comunidades extin-
«guidas de Religiosos satisfaciese las
«estancias que habían causado la perma-
«nencia de D. Onofre Lluch y D. Mariano
(3) .Xichivo municipal. — Acuerdos, citados,
fol. 1 105.
(4) Archivo municipal. — Acuerdos. Segundo
semestre, t8j$, fol. 1104.
764
LIBRO TERCERO. — CAPITLT.O LNDKCIMO
»Roset exReligiosos de las Comunidades
»de Capuchinos y Mercenàries respecti-
»vamente.
»Otro oficio del Sor. Intendente de 7 de
»Setiembre próximo pasado expresa à
»V. E. que prevenga al Asentista del
»Hospital Militar que acuda à S. S. quien
«dispondrà hacer el pago de las estancias
»q.'^ hubiese causado la morada en el
«Hospital iMilitar del ex-Mercenario D.
»Mariano Ruset.
»Con estos antecedentes, y en atencion
»a reclamar el Asentista del Hospital
«Militar el pago de las estancias de D.
»Hipólito Dulcet excarmelita calzado, de
»D. Mariano Ruset exReligioso Merce-
»nario y de D. Onofre Lluch excapuchi-
»no; Opina esta Seccion que podria V. E.
»disponer que el Asentista acuda al Sor.
Ȓntendente para el pago de la cantidad
»q.« alcanzare por razon de las estancias
»de dhos. Religiosos à. tenor del oficio de
»este ultimo de 7 de setiembre— V. E. sin
«embargo.... Barcelona 2 de diciembre
»de 1835.— José Ribas»(l). Y este dictamen
queda aprobado por el Ayuntamiento (2).
He dicho ha poco que la Amortización
no se dió por satisfecha con la entrega
de las cuentas del Ayuntamiento y saldo
de ellas aprobado arriba en la sesión del
7 de diciembre de 1835; y este mi aserto
lo prueba plenamente el siguiente acuer-
do del mismo Ayuntamiento de 4 de
febrero de 1836. «Se mandó pasar à la
«segunda Seccion un oficio de la Comision
«especial de arbitrios de amortización del
«dia veinte y nueve de Enero ultimo
«con el que consecuente al que le pasó
«el Escmo. Ayuntamiento en veinte y
«nueve de Diciembre próximo pasado,
«acompanando las cuentas ó sean rela-
«ciones de gastos ocurridos con motivo
«de la supresion de conventos de esta
«capital, estado de ingresos y salida de
«caudales, y relacion de cargo por con-
«tribuciones afectas à los bienes de los
»ex-regulares, pide, en vista de dos copias
«de reflexiones y observaciones que re-
«mite, la rectificacion de los documentes
«justificatives, y la entrega en caja de los
«diez mil seiscientos cincuenta y ocho rea-
«les, veinte y ocho maravedises vellon»
(tio se limita a pedir el remanente de
1,715 reales 8 maravedises del saldo
liallado por el Aytmtariiieuto) «que resul-
«tan por saldo à íavor de la Amortiza-
«cion y los doscientos diez y siete mil
«quinientos diez y ocho reales, veinte y
«nueve y medio maravedises papel pro-
«cedente de los Conventos de la mision y
«Agustinos descalzos...» (3).
Y ciertamente no termino aquí el eno-
joso asunto, en que con tan buena fé y
tanto celo habia trabajado la comision
del Ayuntamiento de julio 3' agosto de
1835, sinó que la voraz Amortización
siguió instando según es de ver en las
siguientes palabras de la sesión del Muni-
cipio habida en 17 de mayo de 1836: «A la
«segunda Seccion, con urgència, se man-
»dó pasar un oficio de la... Comision de
«Arbitrios de Amortización, del dia de
«ayer, recordando los que pasó en veinte
»y nueve de Enero y veinte y nueve de
«Marzo últimos sobre los gastos ocurridos
«con motivo de la supresion de los con-
«ventos de esta ciudad...» (4). En estàs
fechas el Ayuntamiento habia ya cambia-
do, però no la voracidad y sed de hidrópi-
co de la Amortización.
Ignoro la final terminación de tan
ingrata disputa-
Al fin y al fallo, ;en qué manos queda-
ban los edificios, conventos y monaste-
rios? Nos lo dicen las siguientes palabras
de la sesión del 14 de agosto de 1835 del
Ayuntamiento: «El Sor. Decano propuso
«y el Escmo. Ayuntam.'° acordo que
«consecuente íl la instrucción expedida
(1) Archivo municipal. — Acuerdos, citados,
entre los folios 1104 y iioí.
(2) En el mismo lugar del dictamen.
(3) Archivo municipal de Barcelona. — Acuer-
dos del aiio 18^6. i.° Fol. 62.
(4) Archivo municipal de Barcelona. — Acuer-
dos del ano 18^6. — 2° Fol. 2.
LOS FRAILES Y LOS CONVENTOS DE BARCELONA LUEOO DESPL'ES DEL INCENDIO
765
»por el Ministerio de lo Interior en cuatro
»del corriente, y leida por el Sr. Gober-
»nador Civil interino en Junta de Auto-
»ridades y Comisionados del Pueblo en
»este mismo mes, se oficie al dicho Sr.
«Gobernador Civil paraque se sirva diri-
»girse al Sr. Intendente de Provincià a
»fin de que poniendose en contacto y de
«acuerdo con la Comision del Cuerpo
«municipal encargada de poner en salvo
»todo lo posible de los Conventos evacua-
»dos del Clero regular, pueda hacerse
»cargo de los edificios y demas que resul-
»te e.xistente y de su procedència (1).
Pasaron, pues, los edificios y cosas a ma-
nos del Intendente.
Por esto si al principio, después del 25
de julio, las rentas, o mejor, los productos
de los bienes de los conventos de Barce-
lona iban a la Comision que atendía a la
manutención de los religiosos, luego para
toda la provincià se nombró la comision
del Estado que indica el siguiente anuncio:
«La Junta ausiliar consultiva de las
»autoridades de esta capital persuadida
»de las gravisimas urgencias en que se
»halla la Tesoreria para el socorro de la
»fuerza militar, y del abandono en que
»por otra parte se encuentran los bienes
»y rentas de los monasteriosy conventos,
»me comunica con fecha del 21 la reso-
slucion que tomo de que se forme una
«comision central de recaudacion, presi-
«dida por mi como Intendente interino
»de Catalufía, y compuesta ademàsdelos
«SS- Gobernador civil, D. Lazaro de
«Mori oficial 1." de la contaduria de Pro-
«vincia y encargado accidentalmente de
«la misma, D. Mariano Borrell vocal de
«la ausiliar consultiva, D Francisco Le-
«sus y Pou, D. Jayme Domínguez, D.
»Jose Peray contador del ramo de Amor-
«tizacion y D. Jaime Safont comisionado
«Principal del mismo à fin de que con
«toda eficàcia se dicten y lleven a efecto
«las providencias para realizar las co-
(i) .\ctier:los. Segtitido semestre, i8j^, folio
6io.
«branzas, arriendos, ventas y demas que
»sea conveniente y correspondiente A la
> mejor administracion y recaudacion de
«las pertenencias de los propios Monas-
»terios y conventos. En consecuencia se
»lia instalado la comision à las doce y
«media de la mariana de este dia en una
»de las salas de esta Casa-Aduana en
«donde celebrarà sus sesiones, habiendo-
»se ocupado en el acto en acordar varias
«providencias relativas al objeto que
«motiva su instalacion. Lo que pongo en
«conocimiento del pueblo, conforme à lo
«acordado por la misma comision. Barce-
«lona 22 de Agosto de 183.5. — Antonio
«Salas» (2).
A seguida esta comision expide la
siguiente instrucción:
«.Intotdeiicia del priíicipado de Catalufía.
«La Junta auxiliar Consultiva de las
«Autoridades de esta Capital, persuadida
> de las gravisimas urgencias en que se
«halla la Tesoreria para el socorro de la
«fuerza militar, y de la esposicion en que
«por otra parte se encuentran los bienes
»y rentas de los monasterios y conven-
«tos, me comunico en 21 del corriente la
«resolucion que tomo, de que se formase
«una Comision central de recaudacion,
«compuesta del Gobernador Civil, del
«Intendente de Provincià, Contador de
«Rentas, Contador y Comisionado prin-
«cipal de los arbitrios de Amortizacion,
«de un vocal de la Junta auxiliar consul-
»tiva, y dos personas nombradas por la
«misma de conocidas luces y patriotis-
»mo; ;i fin de que la misma con toda
«eficàcia, dicte y lleve à efecto las provi-
«dencias para realizar las cobranzas,
«arriendos, ventas y demas que sea con-
«veniente y corresponda à la mejor
«administracion 5' recaudacion de las
«pertenencias de los propios monasterios
»y conventos.
{2) El Calalàn. Número del 2; de agosto de
i8iv pàg. 11Ó6.
766
LlIiRO TliliCKRO. — CAPUULO UNDECIMO
»En consecuencia quedo instalada la
»Comision en el dia de ayer, y acordo
»entre otras cosas, que todos los apode-
»rados, colectores y demas sugetos que
»bajo cualesquiera denominacion, recau-
»den ó administren bienes, rentas, ó
»efectos de monasteiios y conventos, se
«presenten dentro el termino de ocho
»dias que se han perficado (si'c), con sus
»libros, libretas, llevadores, ú otros cua-
»lesquiera documentos con que lo verilï-
»quen, los del Corregimiento de Barcelo-
»na à la oficina de la Comision principal
»de arbitrios de Amortizacion, y los de
»los demas Corregimienlos del Principa-
»do à los Comisionados subalternos de
ídichos arbitrios de Amortizacion que se
»hallan establecidos en sus respectivas
»cabezas de Subdelegacion con objeto de
»que tomando los propios Comisionados
»las noticias que convengan, puedan es
»tos pasarlas desde luego à la Comision
»central, para su conocimiento y disposi-
«ciones. Tambien resolvió que desde el
»momento quede prohibida toda entrega
»de caudales, frutos, líquidos, productes
»de arriendos, alquileres de casas ó edi-
»ficios y demas correspondiente a los
»propios monasterios y conventos A otras
»personas que no sean las que la Comi-
»sion tenga por convenieute nombrar, y
»que se daran à conocer oportunamente;
»en concepto de que toda contravencion
»ó falta, se castigue con el mayor rigor
»como de fraude ú ocultacion de perte-
»nencias del estado (sic); en ampliacion
»A estàs mismas disposiciones, ha acor-
»dado así mismo en sesion de hoy, que
»todos los inquilinos, arrendatarios, pres-
»tadores de censos, censales y demas
»rentas de todas clases que se pagaban à
»los religiosos de los conventos y monas-
«terios, como encargados de su recauda-
»cion, deban considerarse comprendidos
»en las disposiciones publicadas, y pre-
»sentarse en consecuencia con sus reci-
»bos y otros cualesquiera documentos
»que tengan acreditativos del estado de
»sus debitosy prestaciones en los propios
»puntos de la Comision principal y subal-
»ternas, en el modo y forma que se pres-
»cribió en el referido anuncio; que los
»sugetos que tengan caudales en su po-
»der, pertenecientes a conventos ó mo-
«nasterios, los hagan efectives desde
»luego en la espresada Comision princi-
»pal de arbitrios, por cuya oficina se les
»espida la correspondiente carta de pago.
»Y por ultimo acordo la misma Comision
»central, que yo como Intendente, y gete
«superior en este Principado de la recau-
»dacion, prevenga à V. S. }• demas caba-
»lleros subdelegades, como lo ejecuto, en
»los términos mas vigorosos, cumplan y
»hagan cumplir las anteriores resolucio-
»nes, las que son estensivas <\ todas las
«Subdelegaciones de mi dependència.
»Noticiosa al propio tiempo la Comi-
»sion de los robos y otros excesos, que
»impunemente se estan cometiendo en
»las pertenencias de los propios monas-
»terios y conventos, dispone que por
»todos los medios que estan al alcance y
»poder de la Autoridad, se contengan \'
>,castiguen con el mayor rigor, a fin de
»que la Nacion no se vea privada de los
«productes que la corresponda, màxime
»en el dia que son tan precisos los cauda-
»les, para atender A las perentorias y
»urgentísimas atenciones, de que està
»rodeada la Tesorería, como ya queda
»indicado, para contener, batir y anena-
»dar les esfuerzos impotentes de los ene-
»migos de la pàtria.
«Considero bien penetrado a V. S- de
«estàs justas y patrieticas ideas, 3* me
«prometo que sin perder momento las
«haràn conocer A todos los puebles de
»esa Subdelegacion con las prevenciones
»mas estrechas y severas à las Justicias,
«vigilando su celo, 5' el cumplimiento de
«esta circular para que con el mayor
«esmero, y bajo la mas estrecha respon-
«sabilidad personal de las mismas, nadie
»se atreva à vender, dilapidar, ni en ma-
«nera alguna retener, ni deteriorar en lo
»màs mínimo las haciendas, bosques,
«molinos, ni otra cualesquiera pertenen-
«cia de los ex-regulares, antes bien, que
«vigilen sin cèsar escrupulosamente A
I.OS 1-RAILES Y I.OS CONVENTOS DE [iARCELONA LUEGO DESPUES DEI, INCENDIO
767
»que sean guardadas y conservadas cual
ïcorresponde, como propiedades ya Na-
»cionales, arrestando y poniendo à dispo-
»sicion del tribunal los delincuentes, para
»que se les imponga todo el rigor de la
»ley, así como deberan sufrirlo sin con-
»templacion las Justicias, si aptUicas ó
»poco zelosas no cumplen con el deber
»sagrado que se les impone: procedién-
»dose por parte de V. S. A la formacion
»de espedientes, contra los devastadores
»y criminales que resulten; cuales me
»remitira concluidos que sean, para re-
»solver el tribunal competente lo que
»proceda en justícia, y sobre todo me
»prometo que V. S. prestarà todo su
»apoyo y lo harA prestar à quien competa
»en favor de la recaudacion de diezmos,
«censos y todas las rentas y pertenencias
»de los conventos.
»Del recibo de esta orden y de haber
»acordado en el momento las disposicio-
»nes oportunas para su exacto cumpli-
»miento, espero me dé V. S. aviso à vuel-
»ta de correo.
>;Dios. . . Barcelona 24 de agosto de 1835.
X— Antonio Salas.— Sr. Subdelegado de
»Rentas de...» (1).
Al íin y al fallo, pues, el Estado por
medio de sus comisiones muy presto
corrió a apoderarse de los bienes y rentas
religiosas.
Con las noticias de este capitulo XI
hemos visto la suerte de los conventos y
objetos de ellos desde el incendio a la
caida de ellos en las garras de la Amorti-
zación. Debiéramos aliora continuar
acompanàndoles en el cautiverio sufrido
entre tales garraSj y en su historia hasta
la terminación del siglo; però como el
orden cronológico usa de inflexibilidad,
debemos ahora narrar los notables acon-
tecimientos políticos de Barcelona que
fueron legitimas e inevitables consecuen-
cias del incendio de los conventos, dejan-
do para después la resena de la ulterior
suerte de los cenobios.
(i) tíoletin oficial de Barcelona del 28 de
agosto de iSjí, pag. 571 y 572.
Capilel del clauslro de San Benito de Ba{j
CAPÍTULO DUODÉCIMO
CONSECUENCIAS POLÍTICAS
DEL INCENDIO
DE LOS CONVENTOS
ARTICULO PRIMERO
PREPARATIVOS DE LA LUCHA
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL. INXENDIO DE LOS CONVENTOS
771
ARA historiar los
sucesos políticos
que subsiguieron
al incendio de los
conventos, nada
mAsacertadoque
copiar uno tras otro por el orden
de sus fechas los documentos ofi-
ciales que en aquellos días se escri-
bieron, ya de unas autoridades a
otras, ya al publico. Quizàs se ob-
jete con la gran distancia que de la
verdad separa muchas veces los do-
cumentos oficiales redactados por
quien tomo parte en los hechos na-
rrados, y anhela quedar en ellos en
buen lugar. Confieso que en algunos
de los de aquellos días sobresale la
falsedad, como en el capitulo si-
guiente tendre harta ocasión de ma-
nifestar; però la mentirà versa sobre
el comportamiento de las autorida-
des, no sobre otros puntos; y ade-
mas el avisado deducirà la verdad,
no de los elogios o acusaciones de perso-
nas, sinó de las medidas tomadas y de los
hechos públicos, al modo que el enfermo
sesudo, al oir el parecer del medico, para
conocer la gravedad del mal, no atiende
a sus palabras de aliento, sinó a la clase
y energia de los remedios ordenados.
£)/'«>• 26 y 27 de julio
Empecemos, pues, por la alocución
que la primera Autoridad militar y la
Nota. — La inicial de esta pàgina lué copiada
de un códicc del monasterio de Ripoll, hoy guar-
dado en ei .\rchivo de la Corona de Aragón.
civil dirigieron al pueblo barcelonès el
dia siguiente al del incendio:
«Barceloneses:— La tranquilidad públi-
*ca ha sido notablemente alterada en la
»noche que con agitacion acabamos de
«pasar. Graves desordenes hijos de co-
«bardes ejemplos producidos por el brazo
»asesino de un punado de enemigos del
»orden que en Zaragoza y Reus acaban
»de subvertir la sociedad, se han repetido
»con escandalo y desaprobacion general.
»Los sensatos barceloneses, la pacifica é
»ilustrada capital deia antigua Cataluna,
»ve hoy con profundo sentimiento las
«tristes y àridas huellas que en pocos
»momentos han trazado desapiadados in-
«cendiarios, y un paso mas dado por
«aquella plaga desoladora pudiera haber
«reducido à la mendicidad y à la deses-
»peracion miles de familias propietarias.
»Este es el beneficio de la anarquia, una
»vez roto el freno saludable de la le^-.
»Vosotros sabeis bien cual fué el misera-
»ble y aislado hecho que dió ocasion à
»tan infausto acontecimiento. Una diver-
»sion pública. Tomado de aquí un pie
»siniestro, se pronuncio desde luego el
»continente descarado de acalorados per-
»turbadores ausiliados de la gritería con-
»fusa de muchachos descarriados y de
»temores prematures. (Verdad.) En el
»momento se tomaron por la autoridad
«competente prudentes medidas que res-
«tableciesen el sosiego y aquietasen los
«Animós. La inmensa multitud desalojó
«pacíficamente el circo donde se hallaba
»reunido, y todos saben cuanto celo, con-
»sideracion y energia se desplego para
«alejar el posible peligro. (Falso.) Mas de
»la demostracion aparente del encono se
»pasó con rapidez í\ el verdadero y único
»objeto malignamente concebido de ante
«mano. (Concebido de aiitcniaiio.) La
«turba aprovecha los instantes en que la
«atencion de las autoridades se fija en el
>. único punto amenazado; se recorren
«vaga y precipitadamente las calles; llega
»la noche, se aumenta la confusion, crece
»el número de los alborotadores engro-
»sado por una muchedumbre de perjudi-
772
LIBRO TEBCERO. — CAPITULO DUODECIMO
«ciales curiosos (curiosos, pues); la tea
«incendiaria arde, el pufial alevoso se
«prepara, y las infelices víctimas y los
«edificios que por poco tiempo sirven de
«parapeto à sus vidas, caen à sus pies.
«Durante tan lamentables escenas, las
«autoridades todas vuelan à sus puntos;
»se multiplican las disposiciones à medida
«que lo exigen las circunstancias, y se
«precaven males si es posible superiores.
»(Falso.) La fuerza armada ostenta su
«lealtad, però en vano, pues ocupado el
«valiente ejército en el campo del honor
«donde con su sangre sella el juramento
«de morir por su Reina y por la libertad
«de la pàtria, apenas puede su pequeno
«número recórrer la inmensa estension
«del terreno, que para teatro de horrores
«escogiü la osada horda de asesinos. Sin
«embargo, aunque pocos en la totalidad,
«supieron reproducirse por medio de su
«activo movimiento, sin que puedan cal-
«cularse los innumerables beneficiós de
»que à su disciplina y decision son deudo-
«res los barceloneses. La benemèrita
«patriota Milicia Urbana tiene en la des-
«graciada noche anterior el mejor blason
«de su heroica conducta; de su inalterable
cordura. Ella ha sido la que à la voz del
«deber pronunciada por sus gefes y ofi-
«ciales ha sabido volar al socorro domi-
«ciliario, sofocar los volcanes, 3' lo que
«es mas laudable aun contribuir à la eva-
«sion y seguridad que la inmensa ma-
«j-oría proporciona generalmente à las
«perseguidas víctimas. Acerbo es que
«tantas virtudes heróicas se hayan malo-
«grado, y que el pundonor militar, el
«celo de la fuerza Urbana, y los esfuer-
«zos de las corporaciones políticas, se
«hayan estrellado contra la imprudència
»y osadía de una faccion sanguinària.
«Esta sucinta relacion de los sucesos
«que en horas amargas han tenido sumi-
«dos en conflicto a tantos honrados ciu-
«dadanos, rectificarà los hechos, fijara la
«opinion, y devolverà sin mancilla su
«honor al pueblo barcelonès que ni tomo
«parte, ni podia transigir con tamanas
«demasías. La aurora puso termino à una
«noche màs negra que la obscuridad mis-
«ma; la tranquilidad se halla restableci-
»da; el orden se apodera de todos los
> espíritus; la ley recobra su fuerza; y el
«pueblo, el siempre magnànimo pueblo
> de Barcelona, Hora los extravíos de algú-
>;nos de sus individuos. En tan feliz posi-
»cion las autoridades cumplen en primer
«lugar, un deber imperioso, alejando la
«causa del mal para que no se repitan sus
«efectes; y con este propósito empiezan
«las medidas del dia reuniendo cuantos
«Religiosos han sobrevivido à la borras-
»ca, y que trasladados à. donde conviene
«no vuelvan à escitar con su presencia
«las pasiones, y el choque de los princi-
«pios políticos». (^Cotique los religiosos
resultan los culpables?) «Otras disposi-
«ciones fuertes, enèrgicas, sin contem-
«placion ni miramiento à clases ni perso-
«nas se seguiran en breve, y la terrible
«espada de la justícia caerà ràpidamente
«sobre las cabezas de los conspiradores y
«sus satélites. Tal es la voz de la ley,
«tal el empeno de la autoridad superior
«del Principado, que lleno de saludable
«prevision, y decidido anhelo por la feli-
«cidad de esta tan importante cuanto
«recomendable capital anticipo ya sus
«ordenes y dicto medidas de visible pru-
«dencia para el caso de desgraciado
«acontecimiento. El publico vió ya algu-
«nas en la orden de la plaza que se inser-
»tó en el diario de ayer, y puede juzgar
«de la oportunidad de las restantes por la
«prontitud con que se pusieron en accion
«varios recursos y ausilios preparados.
«BARCELONESES todos, unios à vues-
«tras autoridades para ahogar en su seno
«la fúria liberticida. Pública os essuleal-
«tad y patriotismo; nada debe retraeros
«cuando la Pàtria, el honor, una Reina
«inocente, unasleyes venerandas os bus-
«can por templado broquel donde se es-
«trellen las maquinaciones de nuestros
«enemigos comunes. Si contra nuestras
«esperanzas, desois el sincero aviso de
«fieles consejeros; si por apatia, ó ver-
«gonzoso temor acallais generosos senti-
«mientos, entonces vuestras vidas, vues-
COXSECUENCIAS POLITICAS riEL INXENDIO DE LOS COiWENTOS
i~3
»tros intereses se comprometen, mas no
«harà vacilar vuestra desercion de las
»filas del virtuoso ciudadano, la conducta
»que las autoridades se han propuesto
»sostener A todo trance. Los malvados
«sucumbiran del mismo modo por el
»peso de la ley en un juicio ejecutado
y>(síc. Querrd dccir ejccutivo) que fa-
»llarà la comision militar con arreglo
»a ordenes vigentes. Al recordaros la
«existència de aquel tribunal de escep-
»cion, es justo advertires que incurrireis
»en delito sujeto ò. su conocimiento si à
»las insinuaciones de la autoridad com-
«petente no se despeja cualquier grupo
»que infunda recelo a la misma. El arres-
»to seguirà à la infraccion, el fallo a la
«culpa, y las làgrimas del arrepentimien-
«to seran una tardía espiacion del crimen.
«Libertad de tan duro conflicto à vues-
«tras autoridades, y escusad una positiva
«pena à las que con satisfaccion os diri-
«gen la palabra. Estàs son vuestro Co-
«mandante General de las armas, y el
«Gobernador Civil. Barcelona 26 de julio
«de 1835.— Cayetano Saqueti. — Felipe
«Igual» (1).
Saquetti e Igual formaban en el parlido
de orden, y así deseaban el imperio de
este.
Otro documento del mismo dia: «De
»orden del Sr. Gobernador interino de la
«plaza se manda à todas y cualesquiera
«personas que al toque de oraciones se
«retiren ò. sus casas a fin de que los mal
«intencionados no tengan pretexto algu-
»no de alterar la tranquilidad pública;
«previniéndose al mismo tiempo que todo
«grupo que se viese en las calles que
«pase de cinco personas, en el caso
«de resistir a separarse, lo serà por la
«fuerza armada, y las personas que se
«aprehendan puestas k disposicion de la
«autoridad competente. Barcelona 26 de
«julio de 1835.— Joaquín Ayerve» (2).
(i) Diario de Barcelona del 27 de julio de
1835, pàgs. de 1Ó5Ç a 1657.
(2) Diario de Barcelona del 27 de julio de
i8?5, pàg. i6s5.
El mismo dia dijo la autoridad: «Se
«previene à todos los duenos de fàbricas
«y talleres de esta capital que en el dia
»de manana no los cierren por ningun
«pretexto, séa el que fuere, en el concep
«to de que recaerà irremisiblemente sobre
«los que hicieren lo contrario la mas seve-
»ra responsabilidad à que diere lugar el
»menor accidente que de ello resultaré
«contra el órden publico. — Barcelona 26
«de julio de 1835.— El Gobernador Civil.
«—Felipe Igual» (3). Quería el Goberna-
dor apartar de las calles y de los grupos
a los obreros, entonces en esta ciudad
muy numerosos.
Del estado del animo de los sacerdotes
y gente piadosa durante tales hechos, nos
certifican los dos hechos que siguen: «Al
«dia siguiente (26 , domiíigo) se celebro
«muy de mafíana una sola misa en Santa
«Maria del Pino, y despues se cerró la
«iglesia« (4). En el libro de óbitos de la Do-
mería de nuestra Catedral entre los asien-
tos del 25 de julio de 1835 y los del 26 se
lee esta «Nota.— Los cuatro muertossi-
«guientes se fueron ò. buscar sin sacerdo-
«te alguno, pues no fueron por el motivo
«de haber habido en la noche anterior
»revolucion« (5).
Leamos ahora el parte que al terminar
del dia 26 el General de Barcelona escri-
bía al Capitàn General de Cataluna:
«Capitania General del Ejército y Prin-
«cipado de Cataluüa. — Escmo. Sor.—
«Son las doce menos cuarto de la noche
«en que la tranquilidad, segun todos los
«partes que recibo, se conserva. Varios
«grupos de sediciosos han recorrido las
«calles con voces subversivas, però ha-
«biéndose publicado primero la adjunta
«alocucion que, refiriendo la historia de
«los desgraciados sucesos de la noche
«pasada, Uamando al órden, demuestra
(3) Diario de Barcelona del 27 de julio de
1835, pàg. i6üo.
(4) D. Francisco Capella en El Diario Cata-
Lin, del 25 de julio de 1801, pàg. i.
{^) Llibre de óbits de la Santa iglesia Cate-
dral de Barcelona, tomo de 1834 a 1848.
774
I.irmO TERCHRO. — CAPITULO DUODECIMO
la energia y decision de las autoridades,
y despues un bando por el Ayuntamien-
to, en el que se prevenia que todos los
indivíduos que se hallasen despues de
oscurecer, serian disipados por la fuer-
za, todo el vecindario ha obedecido, y
quedando aislados los perturbadores,
las patrullas los han dispersado con
facilidad, recorriendo en todos sentidos
la poblacion, sin hallar resistència, ni ha-
berse visto en la necesidad de usar de
la fuerza, protegiéndose las f;\bricas,
las màquinas de vapor y las calles mas
ndustriosas y opulentas. V. E. vería en
mi comunicacion al Gobernador Civil
antes de las lamentables ocurrencias
que nos sorprendieron por el inesperado
suceso de la plaza de los toros, como
tenia ya el pensamiento de que se for-
masen patrullas de hombres honrados
y de arraigo para que defendiesen sus
hogares é intereses, y en efecto, llevada
à cabo esta crisis, ha producido y pro-
duce los mayores resultados. — Debiendo
hacer mencion honorifica del noble por-
te que en general manifiesta la milicia
urbana, debò senalar con predileccion
el décimo batallen formado por V. E.
con su acostumbrada prevision y zelo.
Estos honrados padres de família otros
propietarios generosos, que cuando las
teas incendiarias reducían à cenizas los
Conventos, tenian propiedades que per-
der, han mostrado evidentemente con
su cooperacion, porte y denuedo, cual
es el verdadero tipo de la milicia urba-
na, y lo que el trono la pàtria y el órden
tienen que esperar cuando las armas se
entregan à personas tan generosas como
honradas. El Brigadier D. Pedró Hurta-
do de Corcuera, Comandante de este
tercio naval, que se hallaba accidental-
mente en Badalona, al primer aviso de
la inquietud corrió por mar à esta Ciu-
dad y se me presento ofreciéndome sus
servicios. 30 Granaderos de marina au-
mentaron inmediatamente la Guardia
de este real palacio, en un estado, bri-
llo y disciplina digno del mayor elo-
gio. Me ofreció y admiti tambien el au-
»silio de 400 matriculados que pasaron à
»la Ciudadela para armarse y munició- J
marse, estando prontos A acudir donde \
»convenga, servicio importantísimo que
»he mirado con el mayor aprecio. El giro
«perverso que los sediciosos querían dar
»esta noche à la revolucion para la que
»presentaban ya algunos grupos, tenia
»por objeto el deponer las Autoridades,
»y para esto dieron gritos sediciosos de
«vivas y mueras: entre los primeros pro-
»clamaban al General Alvarez; però este
«digno General vino inmediatamente à
«tomar mis ordenes, ofreciéndome sus
«servicios con la màs sincera efusion y
«buena voluntad, manifestando sus de-
«seos de ser empleado contra los anar-
«quistas, lleno de indignacion por sus
«aplausos à quienes pretendia hacer co-
«nocer que jamas su nombre, unido A la
«mas acendrada lealtad pudiera servir
«de pendon ó ensena à los revoluciona-
»rios. Me complazco en elevar al supe-
«rior conocimiento de V. E. tan nobles
«sentimientos, que he oido en los térmi-
«nos literales que dejo esplicados. — Con-
«cluyo este parte à las 12 y V4 de la
«noche, hora en que todos los que recibo,
»que me Uegan à cada momento, confir-
«man el que las patrullas recorren toda
«la Ciudad, y barrios màs apartados, sin
«encontrar resistència ni novedad parti-
«cular.— Llegaba aquí, cuando recibo el
«oficio de V. E. , escríto í las 6 y ^/^ de esta
xtarde en que me participa venir à esta
«Ciudad, dejando à la faccion de Tris-
»tany con 1400 hombres & dos horas de
«Casa-Massana. Cuanto dejo manifesta-
»do en esta Comunicacion haran conocer
Ȉ V. E. lo que ha mejorado nuestra
«situacion y que las medidas tomadas, el
«rigor desplegado, y el estar ya reducida
«la revolucion, à sus verdaderos autores,
«nos ha permítido dominaria y disipar
«los grupos, quedando en una actitud
«imponente, que espero que se consolide
«en el dia de mariana. De todo lo que iré
«sucesivamente dando à. V. E. conoci-
«miento. Sin perjuicio de esto prevengo
1 «al Gobernador interino, tenga dispuesta
CONSECL'ENXIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
»laPuerta nueva para la entrada de V.E.,
»si llegase à venir, y se encarga al orde-
»nanza conductor de este pliego, vaya
»con cuidado por el camino para entre
sgarlo à V. E., y advertirle que la Puerta
»nueva està abierta y preparada para la
»entrada de V. E— Dios.... Barcelona 26
»de Julio de 1S35.— Escmo. Sor.— Caye-
»tano Saquetti.— Escmo. Sor. Marqués del
»Valle de Ribas, Capitàn General de este
»Ejército y Principado» (1).
Resulta muy claro de este documento
que corrían ya peligro las fàbricas y las
màquinas de vapor. Era todavía reciente
en la fabricación aquí el empleo de este
poderoso y fecundo motor, y el vulgo
ignorante lo odiaba por creer que, aho-
rrando brazos, le hurtaba trabajo y jor-
nales. Y no serà temerario conjeturar
que quizà los urdidores de aquella revo-
lución explotaban tal ilusión para tras-
tornar la Ciudad.
Queda igualmente clara la calificación
de sensato 3- de orden que arriba dí al
10." batallón de milicia, compuesto, como
estaba, no de voluntarios solteres y sin
propio hogar, sinó de caps de casa, como
en varios lugares apunté.
Queda igualmente patente que si la
Autoridad hubiese usado de mayor pre-
visión, esos granaderos de marina y esos
400 matriculades, podían haber sido ar-
mades el dia 25 y con resultado emplea-
dos en su aciaga noche.
Resta probado también que el fin de los
sediciosos consistia en un cambio de go-
bierno. «El giro perverso, dice, que los
«sediciosos querían dar esta noche à la
»revolucion.... tenia por objeto el depo-
»ner las Autoridades, y para esto dieron
»gritos sediciosos de vivas y mueras».
Entre los cuales mueras ocuparia indu-
dablemente el primer lugar el dirigido à
Llauder. Va lo he dicho hasta la sacie-
dad: el incendio de los conventos tenia
(i) Archivo de la Capitania General. — Legajo
titulado: Quema de los conventos y expulsión de
los frailes en el mes de julio de 18^$. Paquetc i.°
docum. 2.
por uno de sus principales fines derribar
el gobierno moderado para entronizar
uno progresista.
Resulta que las patruUas recorren la
Ciudad, y de seguro que no permitirían
el incendio de una casa particular como
permitieron el de los conventos.
Y no me equivoco cuando coloco en el
primer muera el nombre de Llauder,
pues el General que firma este parte le
prepara la entrada y se la prepara no en
la puerta pròxima à la carretera de Ma-
drid, por la que el Capitàn general debía
venir, sinó por la màs cercana a la Ciu-
dadela y al Palacio.
;Vino realmente Llauder? Luego res-
ponderé; mas el inflexible orden cronoló-
gico exige aquí recordar las juntas del
Ayuntamiento y de las Autoridades del
dia 26, en las que mientras Saquetti dis-
ponía la vigilància de las patrullas por la
Ciudad, aquellos cuerpos procuraban sal-
var de las llamas algunos edificios y los
enseres de los conventos De entre los
acuerdosde la sesión del Ayuntamiento del
dia 26, a las seis y media de la tarde, merece
mención aquel en que '<3e acordo pedir
»la Companía de Voluntarios del Capitan
»D. Mariano Borrell para resguardo de
»estas Casas consistoriales por razon de
»la influencia que tiene en el pueblo» (2).
Don Mariano Borrell, uno de los empre-
sàries de la plaza de Toros, el apedado
bacallancr, el que no se daba prisa en
acompafiar la bomba contra incendies de
los conventos, el de les milicianes de
Santa Catalina, el de la gran influencia
sobre el pueblo. ;Quién vence? ;Los mo-
derades 0 la revolución? Los moderades
quedan vencides.
En el acta de la misma sesión leo:
«A las S de la noche à invitacion de las
«autoridades superiores pasó el Escmo.
«Ayuntamiento al Real Palacio.... Estuvo
»allí reunido hasta las 12» (3).
(j) Archivo municipal. — Acucrdos. Segundo
semestre, i^}$, tol. 505.
{-,) .\rchivo municipal. — Libro citado, foiio
5Ó7.
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DL'ODECI.MO
Respondamos ahora a la pregunta so-
bre la venida de Llauder. Por efecto de
los muchos trabajos y peores disgustos
quebrantado éste en su salud, hallAbase
a la sazón en Esparraguera con su fami-
lia, alojado en casa Castells, tomando las
aguas sulfurosas de la Puda de Mont-
serrat; y el dia 26, tendido en cama a
causa de un fuerte cólico. Es claro que
al recibo del parte comprendió mu}' lue-
go el grave significado y fatales conse-
cuencias de aquella revolución; y así
llamó en seguida al criado, y le mandó
ensillar su caballo para luego marchar;
però le contesto el sirviente que uno de
los caballos había mordido al otro, y por
esta causa ambos estaban sangrados, y
por lo mismo sin poder salir. No por esto
desistió el Capitdn general, sinó que en-
vio una persona a Barcelona al dueíïo de
la cochería de Ros para que le mandara
un coche, como realmente en seguida se
le mandó. De esta cochería solia servirse
Llauder, y yo la recuerdo muy bien. Ha-
llàbase en la cara occidental de la Plaza
de Santa Ana, donde el número S o el 9
actual. Era conocida por «Casa el Ros de
la Plaza de Santa Ana». Vistióse Llauder
un levitón o capote, sin duda de campa-
na, cinóse el sable, y se metió en el
coche. Su esposa, Dofia Buenaventura
de Bransí, mujer de talento y decisión,
no le quiso abandonar: tampoco la hija
Concepción quiso dejar a la madre; y así
los tres, junto con un ayudante, entra-
ron en el coche, y se vinieron a esta revo-
lucionada ciudad.
Entramos, me dijo Concepción en 1891,
chica en 1835 de 17 aiios, entramos, me
dijo, por la Puerta del Àngel, «y aun hoy
vestoy viendo A papa, sentado en su
»asiento, apoyada la mano en el puno de
»la espada à guisa de baston, ergu'ida la
»cabeza, vivos los ojos por el enfado que
»le causaba ver la puerta de la ciudad
»guarnecida por mihcianos; porque tienes
»que saber que mi padre era enemigo de
»armar al pueblo, y si lo hizo fué preci-
»sado, y aun así puedes ver qué clase de
»personas escogió. En la plaza de Santa
»Ana el ayudante dijo A papà que tenia
»noticia de que su mujer estaba mala, y
»pidió permiso para ir à verla. Papà se
>^lo dió» (1).
Mas dejemos a la hija Dona Concepción,
y ya que el mismo padre babló sobre
este particular, oigamos su voz: «Apenas
»recibí el parte del funesto suceso» (del
ittceiiíU'o), «enfermo, y sin que obstase la
»circunstancia de estar esperando de un
»momento à otro que fuese admitida mi
»dimision» {la toii'a presentada conitisís-
tencia porque no se le mandaban tropas),
«sin mas demora que la precisa para
«dirigir à todas las autoridades la circu-
»lar (que copia en el apéndice), y sin
«esperar tampoco al general Bassa y sus
»tropas, marché à Barcelona con la
»misma prontitud y decisión que había
»usado el aflo 32 para salvaria de la tira-
»nía. Como entonces entre en esta oca-
»sion solo con mis ayudantes, y una
«columna de 260 hombres, que dispuse
»me siguiese, fué destinada cuando Uegó
xà reforzar la ciudadela; però esta vez mi
»alma debía experimentar sensaciones
«terribles. En el pueblo que por mi con-
»ducto recibió tantos beneficiós de la
»mano de S. M.; en donde mis recientes
«servicios à la causa nacional habian pro-
«ducido tantas ventajas; donde fui apelli-
»dado con el titulo de padre, donde tengo
»mi casa y mis bienes, donde yo aspiraba,
»por toda felicidad, à vivir tranquilo
»como un particular sin autoridad ni car-
»gos, en aquel pueblo en fin objeto de mi
»mayor entusiasmo y carino, allí encon-
»tré las columnas de humo de los edificios
«incendiados: allí vi à la revolución que
»despues de ensayar sus fuerzas aprove-
«chando de la prevencion popular contra
»los conventos, arrojaba ya la màscara,
»y se disponía à combatir al gobierno, à
»quien hasta entonces había afectado un
«razonable respeto». No, sefior General,
la prevencion popular era la prevencion
masónica difundida entre los alborota-
(i) Relaciones que me hizo varias veces.
CON'SECL•ENXIAS POUITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
777
dos; y el incendio el primer acto de la
revolución política.
«Ahora los agitadores hoUaban las
»leyes bajo el mantó de la libertad que
»profanaban...>^ Advierta el General que
solo lo sagrado es profanable; nunca lo
abominable, como la libertad liberal.
«Negaban, continua, losprogresoshechos
»en el sistema politico; despreciaban el
»modo legal de marchar à la perfeccion»
(el sistema moderado), «y calumniaban y
»declaraban la guerra -k los que mas
«habian trabajado por el bien general.
»Esto hacia crítica y desagradable mi
»posicion personal, y desacreditaba la
»causa que defendíamos... Reuní, pues,
»en palacio à los oficiales de la guarní-
»cion y de la Milícia Nacional; y en con-
»tra de las falaces promesas de los agita-
»dores, les pronostiqué los males infinitos
»que las agitaciones habían de producir;
»les manífesté sobre todo mi decísion de
»sostener à todo trance las leyes y las
»órdenes del gobierno; y que este deber
»mío era el suyo igualmente; pues esta-
»ban obligades, como toda fuerza ptiblica,
»a conservar el orden à la voz de la auto-
»ridad legítima. Hice cuanto estuvo de
»mi parte para rectificar la opinion ex-
»traviada en los que eran puramente alu-
»cinados, y deseando evitar todo lo posi-
»ble el conflicte que la falta de fuerzas
»hacia inminente, acordé con el goberna-
»dor civil D. Felipe Igual, cuya honrosa
«conducta me complazco en recordar, que
»se facilitase la evacuacion de todos los
»conventos de la província de Barcelona,
»que sulicítaban los mismos religiosos,
>^cuyas casas no habia medio de proteger,
»de suerte que aquella misma Milícia se
»empleó en acompaflar a muchos de atiue-
»llos ú los puntos de seguridad» (1). No
niego, refiriéndome a toda Cataluiïa, que
algunos mílicianos lo efectuaron, però lo
practicaron màs y mejor los carlistas: en
toda la verdad; así como que muchos de
(i) Memorias documenladas del l'eniente Ge-
neral Don Manuel Llauder... Madrid, iS-f./, pà-
ginas 121 a 124.
los mílicianos fueron precisamente los
agresores de los conventos y de sus ino-
centes moradores.
Reune, pues, el General Llauder a su
presencia a los oficiales de la guarnición,
y les echa una plàtíca para contenerles
en el circulo de la moderación. Equi-
voco el camino: si muy en hora buena,
cuando desempenó por nombramiento
de Fernando VII el cargo de Inspector
de Infanteria, no hubíese colocado en
el Servicio activo a los militares líbera-
les, ahora pudieron ahorrarse el ser-
món. Escribió Llauder respecto de su
organízacíón de la infanteria: «à costa de
«tantos afanes logré mi objeto: organi-
>.zar la infanteria de manera que jamàs
»pudiera ser apoyo del desórden, y que
»presentase en toda ocasion un aspecto
»capaz de imponer A otra infanteria que
»bajo el nombre de voluntaríos realístas
»era un obstitculo para toda mudanzaque
»pudíera hacerse en buen sentído» (2).
Pues bien. General, entre esta infanteria
creada por V. E. estaba el Brigadier
Ayerve, el testigo mudo de los incendios
de los conventos; en esta infanteria se
encontraban indudablemente oficiales
buenos, però también aquellos que tran-
quílos presenciaren los crímenes del 25
de julio; de esta infanteria procedian los
que luego el 5 de agosto permitieron el
asesinato del segundo Cabo Bassa. El
General Llauder, que con su audazexpo-
sición a la Reina Gobernadora de 25 de
diciembre de 1833 colocó el carro del
gobierno de Espana en la pendiente libe-
ral, carece por completo de razón para
ahora dolerse del ràpido descenso; raya
en locura lanzar un vehículo en una pen-
diente, y luego pretender pararlo en su
mitad.
iQue aquí se le había llamado padre,
que aquí tenia su casa y bienes, que aquí
pensaba esfablecer tranquila su morada
y su retiro! Pues si tal proyectaba, con-
venia antes no favorecer a los revolució-
narios, no halagar aquí a los amnistia-
(2) Memorias doctimenLidas, cit.. pàg. 29.
778
LIEKO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
dos, no alentar a los revolvedores en
toda Cataluna colocando en sus manos
las armas y el poder, no haceiies omni-
potentes, que para evitar las consecuen-
cias hay que omitir las premisas. Mas
dejemos por ahora en paz a mi pariente
el General Llauder, que muy luego, en el
capitulo siguiente, la discusión de su
obrar tendr<l su propio lugar; y continue-
mos oyendo su relacion.
«Las pocas armas que existian dispo-
»nibles, que no llegaban à mil, fueron
»puestas A disposicion del Ayuntamiento
«segun lo solicitó por conducto de los
«regidores Don José Maria Llinàs y Don
»Joaquin Mena, para armar A los vecinos
»interesados en la conservacion del órden ;
»y despues el 2 de agosto me aviso el
»gobernador interino Don joaquin Ayer-
»ve que se habian distribuido 800 fusiles à
»los hombres de mas arraigo de los ba-
»rrios, y ailadía que esperaba no seria
xturbada la tranquilidad, pues el interès
»se había hecho general, y nadie qu2ria
»ser robado.» Es verdad, nadie quería
ser robado, però todos los liberales anhe-
laban la caida del ministerio moderado,
la de Llauder y el triunfo de la revolu-
ción, como luego, muy luego el hecho lo
probó. «Di parte al gobierno, continua
«Llauder, del estado del Principado por
»extraordinario, y los pliegos fueron
«entregados para su expedicion al admi-
«nistrador de correos Don Juan Abascal.»
jEstupenda elección! Abascal, uno de los
abanderados de la revolución fiera; Abas-
cal, uno de los cuatro representantes de
las turbas para tomar parte en lasdelibe-
raciones de la autoridad, nombrado sobre
el cadàver caliente de Bassa, como muy
pronto veremos. Mas sigamos a Llauder:
«A las 12 del 27 de julio me dió parte el
»delegado de policia Don Juan Serralde de
»que, segun aviso de sus confidentes, à
»las seis de la tarde se reuniria el pueblo
»en la plaza de Palacio. Media hora des-
»pues repitió el mismo aviso. Mi resolu-
»cion estaba tomada desde el momento
»en que la revolución me colocaba en la
«alternativa del deshonor, ó el cumpli-
»miento de mi deber como militar y como
«autoridad. Así mi respuesta fué lacònica
»y dirigida à imponer à los conjurados:
»me dispuse à todo; però procurando
«evitar el pretexto, que aquellos apetecen
»y suelen alegar en tales casos, de que la
«agresion empezó por la autoridad, mis
«providencias fueron imperceptibles, y ni
«siquiera reforcé la guardià de Palacio,
«que constaba de 20 quintos.
«Mis ayudantes Don José Sanjuan, Don
«Juan Montano y Don José Freixas vigi-
«laban, y todo esiaba preparado para
«cargar à la primera reunion con solo
»dos compaflías y dos canones que pre-
«vine al general Pastors me mandase al
«primer aviso, y al general Saquetti que
«estaba presente. Pasó la hora designada
«sin que ocurriese novedad, y solo màs
»tarde se me dió parte de que se formaba
«en la plaza un grupo que mandé disolver
«por cuatro caballos de mis ordenanzas
«únicamente. Entre 8 y 9 de la noche se
«me presento Don Narciso Bonaplata,
«capitan del primer batallon de la Milícia
«Nacional, pidiéndome permiso, que l'e
«concedi al instante, para emplear su
«companía en defensa de su fàbrica de
«vapor, porque le constaba que la querian
«incendiar, tomando parte en este crimen
«varios extranjeros, y que por la tarde
«se habian hecho ensayos desde la mura-
«11a para verificarlo con frascos incendia-
«rios. A las nueve y media un ayudante
«de artilleria vino à pedir mis ordenes
«sobre el auxilio que solicitaba la fàbrica
»de Bonaplata; y le manifesté que no
«llegando à 200 hombres la tropa existen-
»te en la plaza debia conservarse en el
«cuartel, pronta para obrar con fruto
«cuando se le mandase Las patrullas
«disolvieron algunos grupos que se arro-
«jaban sobre los libros extraídos de los
«conventos, y todo quedo tranquilo: la
«fàbrica no fué incendiada, ni lo habría
«sido ocho dias despues lo mismo que mi
«casa de campo, si las fuerzas que se
«reunieron hubiesen obrado con la pre-
«caucion y energia que tenia ordenado y
«todos me prometieron
CONSECUENXIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVE.NTOS
779
»Mas al mismo tiempo que de esta
»modo se contenia la revolucion en la
»capital de Cataluna, todas las senales
«confirmaban los antecedentes que me
»persuadían que aquella era general, y
»que sus efectos se sentirían en todas
»partes, en prueba de lo cual no había
«empezado à estallar en la capital sinó
»fuera de ella.»
«En el mismo dia 27 tuve avisos de que
»salieron de Barcelona partidas de incen-
«diarios. El apoderado del marqués de
»Alfaraz me pidió auxilio para librar la
»casa de su amo llamada el Labcrtnto,
»sobre lo cual hice responsable al alcalde
»de Horta; y este me dió parte que se
»habían presentado unos 25 hombres à
»incendiar el monasterio de Ebron. Reci-
»bí otros partes de Sabadell, Tiana y
»Mataró clamando por mi presencia y
sprovidencias; però lo mas importante
»fué la comunicacion que recibí tambien
>^el mismo dia de el gobernador de Mata-
»ró, dàndome parte del conflicto en que
»se hallaba por la insubordinacion de las
»companías de migueletes; y en fin à las
»3 de la madrugada del 28 se me presento
»una comision del ayuntamiento de dicha
»ciudad reclamando mi mas pronto auxi-
»lio; del cual era evidente que no habrían
»necesitado aquellas autoridades si los
»insubordinados no hubieran logrado mu-
*chas simpatias en aquel pueblo, capital
»de un corregimiento, pues tenian dentro
»de ella un batallon de 800 plazas. Todo
»aseguraba màs y mas que cada dia, ó
«cada instanle la revolucion daria un
«estaliido en difeientes puntos. En tal
«situacion, apartado el pretexto de los
«conventos que presentaban los agitado-
»res como causa de todo; habiendo pro-
»videnciado en la capital cuanto pude,
»para dejar la impresion de mi autoridad,
»dado el ejemplo personal y las pruebas
»de mi decision y de la energia con que
»las repetiria si se me obligaba con los
»nuevos medios que podria reunir, refor-
»zada la ciudadela con la columna de
»Saboya que mandaba el comandante
»Carmenes, y publicada la alocucion que
»se lee en los diàries del 28, y que soste-
).nida por mis operaciones produjo buen
«efecto; juzgué no debía por entonces
»permanecer en Barcelona, expuesto à
»quedar cerrado é incomunicado con el
»resto del Principado y nula de hecho mi
«autoridad por la insurreccion general; y
»marché à Mataró para reprimir à las
>'Companías de Migueletes sediciosas y
»traGladarme adonde la anarquia levan-
»tase la cabeza.... Eran los conjurados
>''(de Mataró) la mayor parte forasteres,
»y varios extranjeros que sin duda se
ihabrian alibtado de propósito para con-
«currir à la ejecucion del plan general
j contra el gobierno y contra el or-
»den...» (1).
En las pàginas siguientes continua
Llauder demostrando que aun en su
ausencia siguió, ya por sí personalmente,
3'a por oficiós, instrucciones y ordenes,
procurando la conservación del orden y
de la autoridad por medio de la decision
del mando y la energia en el obrar de los
que mandaban. Pastors desde Barcelona
le pidió fuerzas y entonces Llauder con-
testo a Pastors ';<que ordenaba al General
»Bassa que entrase en la plaza con fuer-
»zas para que se procediese con decision
Ȉ todas las medidas que reclamaba la
»dignidad del gobierno, la seguridad de la
»plaza y la de los habitantes. Esto es todo
»lo que yo previne al general Bassa sobre
»el modo de proceder en aquella oca-
»sion» (2). Mas no adelantemos noticias,
que muy luego los liechos y las fechas
nos llevaran a la tragèdia de Bassa.
Hasta aquí hemos oido a Llauder; oiga-
mos siquiera un parrafito de sus contra-
rios. «Dióse esta indiscreta proclama el
»27» (la del dia de la entrada de Llau-
der), «y el mismo dia entro el general
«Llauder con animo sin duda de ejecutar
»cuanto en la proclama se advertia; mas
»conociendo y viendo con sus propios ojos
»que el pueblo de Barcelona habia toma-
(i) A/fUioiMS ,Voc•«H!e;ííiiias..., citadas, pàgi-
nas de 12^ a 1 50.
(j) Memorias..., citadas, pàg. 139.
780
LIBUO TERCERO. — CAI'IIL'LO DL'ODliCIMO
»do una actitud formidable, no se consi-
»deró seguro en su palacio, y se encerró
»en la Ciudadela». (Lo dndo mncho.) *E1
>'pueblo acudió debajo de los balcones de
»su casa para espresarle con gr'tos de
ymtuera Llauder» (y aíiadcii otros: rniicra
el tirauo) «el caso que hacía de sus im-
»prudentes amenazas. A la madrugada
»del 28 ni la Ciudadela fué bastante refu-
»gio para el general, puesto que se mar-
»chó à Mataró, habieudo hecho salir antes
»todo su equipage por presentir sin duda
»que ya no debia volver a Barcelona» (1).
Muchas de estàs noticias proceden del
maldito folleto de Raull, y así deduzco
que no han de ser del todo creídas.
De todos modes resulta que Llauder
salió de Barcelona, y no cabé dudar que
su salida se debió al convencimiento que
formó del probable }• próximo triunfo de
la revolución. Perfectamente compren-
dió que saltando por todos lados del Prin-
cipado las ardientes chispas, amenazaba
de presto la conflagración general; la que
a no salir él le encerraría en un circulo
de fuego en que moriria su persona }' su
autoridad; y así, dando la vuelta por Ma-
taró, tomo el camino de la frontera sin
por esto dejar en su retirada de ir sosté-
niendo con sus alocuciones y ordenes el
fuego de la energia y del vigor. Así paga
el demonio a los que le sirven. Volvamos
a Barcelona y al dia 28.
Dia 28 de jiilio
Nos dice Llauder que al marchar dejó
escrita, y publicada en los diarios de
aquel dia, una alocución, de la que por
contener sus primeros parrafos conceptos
ya arriba por él repetidos, holgara aquí
la copia, y por lo tanto me limitaré al
postrero, en el que trasuda por completo
su espiritu; y dice así: «La fidelidad y
«disciplina del ejército, la franca y leal
»cooperacion de la Milícia Urbana, el
(i) Pj«0)\jhi4 espanol. Crònica contempori-
nea. Por una reunión de amigos colaboradores.
Barcelona de 1842 d 184;, tomo 111, pàg. 50.
»celo de las Autoridades y el concurso de
»todas las personas honradas en conser-
»var las fortunas y las propiedades de
«estos industriosos vecinos, debe em-
«plearse en restablecer sólidamente el
»orden, conservar su tranquilidad, y for-
»talecer el imperio de las leyes contra los
»malvados. Los bandos y ordenes de la
»Autoridad seran ejecutados instantanea
Ȏ irremisiblemente contra los infracto-
>;res. De otro modo no tendrían termino
«los desastres. Marcho con esta confianza
»dejando reforzada esta guarnicion, lo
»que ya es un mal porque disminuye mis
«recursos, y serííi todavía mas sensible
»haber de distraer las tropas y separarlas
xdel campo donde con tanta glòria defien-
»den el trono y la libertad, para venir à
«reprimir y castigar a un punado de ase-
«sinos que seria mengua prolongase sus
«crímenes, y desacreditase la cultura,
«humanidad y sensatez que distingue al
«pueblo de la industriosa capital de Ca-
«taluna. Barcelona 27 de julio de 1835.—
«El Marqués del Valle de Ribas» (2).
De buena, y aun de necesaria, debe gra-
duarse la energia en el que manda para
enfrenar a los trastornadores del orden
social, y mucho mas cuando éste próxi-
mamente peligra; però, por regla general,
sola no basta; }• aun debe emplearse con
prudència, o sea con atenta mira a los
resultados. Buena, muy buena en sí, la
presente decísión del Capitàn General,
mas debia haber comenzado muj' antes
impidiendo la formación del partido revo-
lucionario, reprimiendolaimprenta y las
peroratas, y no envalentonàndole dàn-
dole miles de fusiles. Ahora la medida
resultabatardía, y auncontraproducente.
Cuando una caldera de vapor por la
excesiva presión del fluido amenaza re-
ventar, bueno serà cenirla con nuevos
aros de robusto hierro para que resistan
la presion; però mas acertado resultarà
apagar sus hornillos, enfriar sus aguas,
y sobre todo no haber caído antes en el
(2) Diario de Barcelona del 28 de julio de
1855, pàgs. 1664 y 16Ó5.
CON'SECL'EN'CIAS POl.ITICAS DEL IN'CENDIO DE LOS CONVE.VTOS
781
absurdo de activar sus fuegos para luego
no querer que explote ni aun teniendo
dèbil su coraza. Si no se hubiese dado
libertad a la prensa revolucionaria, si no
se hubiesen abierto las puertas a los emi-
grades, si no se hubiesen permitido los
cafès del tenor del de la Noria, si se hu-
biese perseguido de verdad a las socieda-
des secretas, si se hubiese francamente
protegido la acción de la Iglesia, si no se
hubiesen puesto en mano de los exalta-
dos las armas, no se hubiera acumulado
en la caldera política la inmensa presión
de tanto vapor, y la contención era po-
sible. Ahora resulto contraproducente.
Del lado de la revuelta apretaba la opi-
nión liberal franca, la inmensa mayo-
ría de la milicia urbana y, de seguro,
parte del ejército. Del lado del General
solo los pusilànimes hombres de bien y
de orden y la parte de ejército fiel y sesu-
da. Llauder se larga, eintroduce a Bassa
en Barcelona. El resultado no era dudoso:
la caldera debía explotar, y exploto. Si-
gamos dia tras dia los sucesos.
Dia 29 dC julio.
El cristiano y viejo general Saquetti
dimite el mando: «Comandància militar
»de esta plaza.— Exmo. Sefior.— Aulori-
»zado por el Exmo. Sor. Capitan General
»de este ejército y Principado para entre-
»gar à V. E. por falta de salud el mando
»de las armas y dem.às despacho de que
»estoy encargado; doy la orden en este
»dia para que reconozcan à V. E. con el
«mando y demas atribuciones del mismo.
»Dios.... Barcelona 29 de julio de 1S35. —
»E1 mariscal de campo CaN'etano Sa-
»quetti. — Exmo. Sor. Don Pedró Maria
»de Pastors» (1).
En la orden del dia, publicada el
siguiente 30, Saquetti comunica el cam-
bio de jefe a la guarnición (2).
En la misma fecha, 29, Pastors subscri-
(i) .\rchivo de la Capitania (ieneral. — Lc-gaio
citado. — Paquetc i, docu.to 6.
(2) Diario de Barcelona del 30, pàg. 1679.
be una alocución a los barceloneses dan-
do cuenta de su nombramiento, y exhor-
tandoles a unirse a él para combatir a la
revolución. Debò copiar de ella un parra-
fo, que dice así: «Si por desgracia genios
«díscolos y malvados y quizà algunos
»estraflos à una pàtria que tanto debe
«interesarnos, osaran neciamente inten-
»tar algun compromiso A siniestro fin,
»estraviando el noble patriotismo con el
»objeto de destruir la indústria, valido de
»la obcecacion de un corto número y
»gozar despues tranquilo de su triunfo;
»ser<l prontamente conocido de los bue-
»nos, se les arrancarà la màscara, y
>/quedaran solos entregados à la ley que
»ejercerà sobre sus hombros el rigor de
>'la justícia i> (3).
Por disposición de la Autoridad del
propio dia 29 se suspenden las corridas
de toros (4).
En el mismo dia levanta también la
voz Ayerve exhortando a los barcelone-
ses a que no se dejen seducir para aten-
tar contra las fàbricas de vapor. De sus
palabras he dado ya cuenta en el anterior
capitulo, mas conviene aquí recordar
algunas de ellas. Dice: «Penetrado de
«tales verdades me visteis en la noche
»del 25 al 26 de este mes emplear cuantos
»esfuerzos estuvieron à mi arbitrio para
»contener el motin que por pocas horas
«turbó la tranquilidad» (si por fiiii arbi-
trio» entiettde dccir <H)ti poder f>, mi ente
descaradamente, pues nada hiso, conto
HO sea autorizar el mal) «de que siem-
»pre ha sido modelo esta Capital, y si
»bien no pudieron evitarse funestos efec-
»tos de los primeros momentos de efer-
»vescencia popular» {iio se quisierou evi-
tar), «tuve la satisfaccion de ver pronto
»restablecida la calma, por la coopera-
»cion de los habitantes pacificos, 3' el
^auxilio del Ejército y benemèrita Mi-
»licia.
(?) Diario de liarcelona dul ^o de julio, pà-
gina 1079.
(_)) .\rchivo de la Capitania General. — Legajo
citado. paquete 8.
782
l.IBRO TERCERO. — CAPITULO IJUODECIMO
»E1 sosiego ha reemplazado à un lameti-
»table furor, y cesaron los motivos con
»que de nuevo se pretendiese exitarlo.
»Los religiosos de todos los conventos se
»hallan bajo la justa salvaguardia de la
»Autoridad, y & disposicion del Gobier-
»iio, que les darà el destino mas conve-
»niente: los conventos y demas edificios
»son propiedades que no toca à los parti-
»culares disponer
«Ordeno y mando lo siguiente: 1.° Que-
»da prohibido à toda persona sea de la
»clase que fuere el penetrar en el recinto
»de convento alguno de esta capital, sin
»espreso permiso de la autoridad compe-
»tente: el que contraviniere, aun cuando
»no extrajera efecto alguno de dichos
»lugares serà tratado como merece el
»que atenta contra la propiedad ajena.
»2.° En cualquiera hora en que por
»cualquier motivo se perturbase la públi-
»ca tranquilidad, la senal de alarma serà
»un canouazo disparado en el fuerte de
»Atarazanas y otro en la Ciudadela: si al
»cuarto de hora se repite otro canonazo
»en ambos puntos, despues de esta última
»senal serà tratado como revoltoso todo
»individuo que se encuentre por la calle....
»y así se llenaràn completamente los
»deseos de vuestro Gobernador y Corre-
»gidor interino. Barcelona 29 de julio
»de 1835.— Joaquin Ayerve» (1). De donde
resulta que Ayerve reunia en sí, bien
que interinamente, las facultades de Te-
niente de Rey, Gobernador de la plaza y
Corregidor.
Las palabras de amenaza, y las medi-
das de rigor, que iban apareciendo en
estàs alocuciones, ofendian y exaspera-
ban a los impacientes exaltados porque
les retardaban su triunfo y así, mas y
màs se esforzaban en excitar la indigna-
ción popular que, necesario es confe-
sarlo, crecía por instantes. Decían los
adelantados que el empeno de los docu-
mentos en presentar a los revoluciona-
ries como asesinos y ladrones, obedecía
(i) Diario de Barcelona del 31 de julio de
183Í, pàgs. de 1Ó87 a 1689.
al plan de dividiries en dos fracciones:
la de los tímidos y propietarios, y la de
los ardorosos y pobres; y, divididos, ven-
cerles.
Dia 30 de julio.
El 30, el delegado de policia firmo el
siguiente anuncio, que se publico el dia 31 :
«Gobierno civil de la provincià de Barce-
»lona.— Delegacion de Policia.— Habién-
»dose difundido maliciosa y equivocada-
»mente la voz de que existían todavía
»intactos en esta delegacion de policia
»los índices inversos que por decreto de
»S. M. se han mandado quemar en todo
»el reino; se anuncia que lo fueron los
»de esta Ciudad y provincià en el dia U
»de febrero liltimo en cumplimiento del
»mismo y ante el escribano de esta dele-
»gacion. Barcelona 30 de julio de 1835.—
»Juan de Serralde» (2). Ignoro el conte-
nido de los tales índices inversos; però
no hay duda que formarían las listas de
los conspiradores liberales. Si las auto-
ridades usaban palabras recias, en cam-
bio los agitadores las empleaban falsas y
alarmantes.
El mismo dia 30 el general Pastors
escribe a Llauder el parte que a seguida
copio: «Ayer di cuenta à V. E. de haber-
»me encargado de este mando por la
»quebrantada salud del general Saquetti
»y autorizacion de V. E. para que en tal
»caso así se verificase. No he perdido
»tiempo en adoptar cuantas medidas con-
»venian en nuestra situacion actual, y
»podían estar en armonía con las inten
»ciones de V. E., mantenimiento de
»orden publico y castigo de los perturba
>:'dores. Mi primer cuidado fué que se pu
»blicase un bando y se fijase en las esqui
»nas, anunciando que un caiïonazo daria
Ȉ conocer el estado de alarma y que otro
»sería la seíial de que la fuerza militar
»iba à desplegar todo su vigor para que
»se retirasen los curiosos y todos en ge-
(2) Diario de Barcelona del 31 de julio de
1835, pàg. 169^.
CONSl-XL'ENCIAS POLITICAS DEL I.NCENDIO DE LOS CONVE-NTOS
783
«neral, à fin de que el estrago no pudiere
»recaer mas que en los culpables.
»Ayer reuní el Ayuntamiento, al Go-
>/bernador Civil y al Regente; todos ma-
»nifestaron los mas sinceros deseos de
>:•contribuir al restablecimiento de la tran-
»quilidad, dàndose un sistema regular al
»servicio de las patrullas y hombres hon-
»rados y escitando el celo de estos para
»la defensa de sus hogares.
»Indiqué a las mismas autoridades la
»necesidad de proteger los conventos,
»para que sus preciosos efectos, de libre-
»rías, alhajas, pinturas y demàs impor-
»tante, fuesen inventariados y custodia-
»dos poniendo à salvo lo que habia esca-
»pado de la rapacidad de los incendiaries:
»no quedo idea ni indicacion que no pro-
»moviese para lograr tan interesantes
»fines... Dios... Barcelona 30 de julio de
»1835» — Como es borrador , carece allí de
firma.— «Exmo. Sor. Capitan General de
»este Ejército y Principado» (1).
No puedo aquí dejar de notar, en con-
testación a los autores revolucionaries
defensores de los criminales del 25 de
julio, que Pastors mienta muy clara y
terminantemente la rapacidad de los in-
cendiarios. Escriban aquéllos que en la
aciaga noche no se robo; yo les daré en
rostro con lo de «poniendo a salvo lo que
»habia escapado de la rapacidad de los
«incendiaries», de Pastors.
Aunque el parte anterior satisficiera
quizà a algun superior dèbil, no así al
talento y a la energia de Llauder; quien,
ademàs de las medidas preventivas adop-
tadas, pensaba, y no sin razón, ser nece-
sarias las punitivas de los crímenes pasa-
dos, las que sirvieran de saludable ejem-
plar. El mismo 30 escribe a Pastors una
extensa instrucción, de la que, sin embar-
go, no debò omitir ni una palabra por
razón de la excepcional importància que
atesora, tanto para juzgar los iiechos de
aquéllos días, cuanto la conducta y sentir
del que la dicto. Dice así: «Capitania del
(i) Archivo de la Capitania General. — Le^aio
citado, paquelc i, documenlo 7.
«Ejército y Principado de Cataluna.—
>>Estado Mayor.— Por el oficio de V. E. de
»29 me entero de haberse encargado del
«mando de las armas y despacho de los
»negocios de urgència ordinària de la
«capitania general por indisposicion del
»mariscal de campo Don Cayetano Sa-
»quetti. No dudo que V. E. desempenara
«aquéllos encargos con el tino y vigor
»que exigen las delicadas circunstancias
»en que han puesto à esa capital los úUi-
»mos acontecimientos.* (Dnda de su ta-
lento.) «En la corta permanència que
»pude hacer en ella por llamarme A otros
«puntos las atenciones de la guerra, no
«menos que las que han derivado de los
»sucesos» [no fué solo la guerra), «me
»impuse que no se habian aun adoptado
»todas las disposiciones que exigían las
»ocurrencias de aquéllos dias. El asesi-
»nato, el incendio y la anarquia han
»llenado de luto y de conflicto à esa pací-
Ȓica capital, dominada por un punado
»de facciosos revolucionaries que hollan-
»do los màs sagrades derechos, atrope-
»llande las leyes y despreciando las auto-
»ridades han paseado impunemente el
»punal y la bandera del desorden à la
»vista de todos sus habitantes, de su
«guarnicion, y hasta debaje de sus fer-
»midables y impenentes Fuertes: à su
«vista se han cometido las atrecidades
»sangrientas con que una horda de caní-
»vales han dado a Cataluiía la fatal rese-
»na de sus inicuos planes de exterminio
»y devastacion. Tan horrendes crímenes»
(el incendio de los conventos y el asesi-
nata de los frailes), «sin embargo, se
»hallan impunes, la vindicta pública no
»se halla aun satisfecha y no parece sinó
»que la ley ha retrocedido delante del
»vano fantasma del terror con que la
«anarquia se escudo en aquéllos aciagos
«días. Semejante escàndalo en una nacien
«culta, y en un siglo de luces, en que se
»ha controvertide si la le\' misma puede
«herir de muerte a un ciudadano, llama-
«ria la atencion de la Europa entera que
«acaso espera el resultado de este ver-
«gonzoso suceso para lijar su idea sobre
784
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»el caràcter político de nuestra revolu-
»cion. Este asunto pues es de la mayor
»gravedad y trascendencia y exige del
»ceIo y actividad de V. E. que lo mire
»con toda su atencion que reclama su
»importancia. Al efecto tomarà V. E.
»todas las medidas y expedirà todas las
»órdenes y providencias que crea nece-
»sarias y conducentes para poner en toda
»su luz aquellos sucesos y descubrir los
»autores y perpetradores de tan bàrbaros
»crímenes. El misterio y la reserva han
»cubierto hasta el dia con un denso velo
»los pro3'ectos de los malvados: mas nada
»debe detener à la autoridad zelosa, ni
»impedir que la le^' ultrajada recobre su
»imperio. Espero pues que redoblarà
«V. E. su zeloy energia, para conseguir-
»lo, se enterarà de lo que se haya obrado
»por cualquier tribunal ó fiscal para el
»descubrimiento de los reos, mandando
»se proceda A las màs esquisitas averi-
»guaciones, no solo sobre los crímenes
»cometidos, sinó tambien sobre la con-
»ducta y comportamiento de todos aque-
»llos à quienes su destino les impone el
»deber de tomar parte activa en estos
»acontecimientos. Las tropas de la guar-
»nicion en aquellos fatales momentos
»obraron de un modo que acaso se enco-
»mia por los mismos que estan inte-
»resados en ensalzarlas (jji!!!); però las
«inflexibles leyes desconocen toda inter-
»pretacion, toda modificacion sean cua-
»lesquiera las circunstancias que la acon-
»sejan y es preciso averiguar y asegurar
»hasta que punto fueron satisfechas. Al-
»gunos individuos fueron arrestades en
«aquellos momentos y puestos luego en
»libertad. Todo esto debe aclararse para
»las providencias que V. E. estime opor-
»tunas. Me prometo en fin que no omitirà
»V. E. medio algunode cuantosle sujiera
»su zelo y prudència à fin de evitar la
«repeticion de tan deplorables escenas y
»que escitando al gobierno y demàs auto-
«ridades al cumplimiento de las que son
»de su incumbencia se afianzarà la tran-
»quilidad que en ningun caso debia ha-
»berse alterado tan gravemente. Escuso
«recordar à V. E. que para semejantes
»casos si por desgracia Uegase à suceder,
»las ordenanzas las reales ordenes vigen-
»tes, y las mias particulares marcan y
«detallan à cada autoridad el deber que
»han de Uenar y que recordarà V. E. à
»los gobernadores de los puestos, gefes
»de los cuerpos y demàs empleades, en el
«concepto que exigiré la màs estrecha
»responsabilidad à cualquiera de ellas
»que olvidada de tan sagradas obligacio-
»nes, no cumpla con el lleno de ellas en i
«ocasiones de tanta importància en que I
«la màs leve omision es un crimen imper- «
«donable.^En estos casos deberà evitar-
»se la aproximacion de los soldados à los
»amotinados que he sabido han procura-
«do debilitar su fidelidad y disciplina,
«vitoreàndoles, y aun agasajàndoles,
xcuyo hecho es preciso averiguar para
«escarmiento del Oficial que haya dado
«lugar à ello. Dos fuertes columnas se
«concentran para apoyar elimperio de la
»ley y precaver los manejos de esa fac-
«cion, y me darà V. E. parte diario del
«estado de esa plaza.y distrito dependien-
»te de la misma para poder yo arreglar
«mis providencias con la oportunidad que
«ecsige mi posicion entre las dos impor-
«tantes atenciones à que debò acudir con
«igual interès y decision. Dios... Grano-
»llers 30 de julio de 1835. — El Marqués
«del Valle de Ribas.— Sr. General Don
«Pedró Maria Pastors« (1).
Vió claro Llauder y supo que la noche
del incendio muchas patrullas fraterniza-
ron con los incendiarios. Llauder vió
claro que si este proceder no se castiga-
ba, la disciplina rodaba por los suelos.
Llauder vió claro lo que iba a suceder.
Llauder vió claro de antemano lo que
sucedió. Però Llauder no trajo a cuenta
la magnitud del mal. Llauder no consi-
dero que del ejército el primer culpable
se Uamaba Ayerve, quienornabasu nom-
bre con los títulos de Teniente de Rey y
Gobernador interino de la Plaza; y que
(i) Archivo de la Capitania General. — Legajo
citado. paquete i, documento 8.
CON'SECIEN•CIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
785
tras de él venian otros de no baja gra-
duación.
El General Pastors, jefe superior de
Barcelona, pasó el oficio, u orden, del
Capitan General Llauder al Auditor de
Guerra Don José Bertran y Ros, hombre
moderado, al cual no traté, però mucho
conocí, porque durante buena parte del
tiempo de mis estudiós fué Rector de la
Universidad. Bertran y Ros dió en conse-
cuencia un largo dictamen, opinando no
ser posible la formación de causa crimi-
nal, o sea sumaria, sobre los hechos del
25 de julio. También cada una de sus
palabras emite radiante luz para conocer
la situación de aquellos días, y por lo mis-
mo, aun con riesgo de molestar al lector,
íntegra la insertaré; però para no alterar
el orden de las fechas en la narración, la
dejaré para un tantico adelante, para el
dia 4 de agosto en que se firmo.
Dia 31 de julio
Pastors en este dia contesta a Llauder:
«Capitania general del ejército y Princi-
»pado de Catalufia.— He recibido el oficio
»de V. E. fecha de ayer en Granollers, en
»que se sirve prevenirme la ejecucion de
»varias providencias relati vas al man-
»tenimiento del orden, disciplina de las
»tropas y tranquilidad de esta capital
»Las circunstancias emperò de esta capi-
»tal son harto difíciles y complicadas,
»pues que los sucesos que la han afli-
»gido, la osadía de los perturbadores, las
«relaciones que mantienen fuera de ella,
»y los siniestros proyectos con que aun
»pretenden continuar el desorden, son
»otros tantos motivos de gravisimo cui-
»dado.... V. E. conoce ya mi decision
»para emplear todo el rigor de la fuerza
«contra los amotinados.... Ahora debò
»anadir por continuacion de mis citados
»partes que habiendo reunido a la junta
»de comercio a las seis de la tarde del dia
»de ayer... manifestaren todos sus indi-
»viduos la mayor decision y lealtad para
«contribuir con sus medios é infiujo al
«restablecimiento del sosiego publico. Se
>'acordó que se nombrase una junta per-
^^manente, compuesta de tres individuos
»de la de comercio, tres de los pro-hom-
«bres de gremios 3' tres del Ayuntamien-
«to, que bajo la presidència de uno de los
«regidores deliberase constantemente en
«acordar cuanto conviniese para reprimir
Ȓ\ los alborotadores 3' ejercer una favo-
«rable influencia en todas las personas
«honradas. Instalada inmediatamente esta
«junta procedió a sus trabajos, 3- esta
«manana se me han presentado tres de
«sus individuos pidiéndome 2000 fusi-
»les para otros tantos individuos que
«tenian dispuestos para auxiliar ala auto-
«ridad. No habiendo armamento sufi-
«ciente se acordo que solo 300 hombres
«pudieran armarse: que el gobernador
xdispusiese de ellos.... Al comandante de
«marina se le han facilitado tambien 150
»fusiles para que arme a otros tantos ma-
«triculados, los cuales divididos en trozos,
»y mandados por sus prohombres, estén
«prontos para emplearse donde fuese
>necesario. Anoche recibí un oficio del
«mariscal de campo Don Pedró Xolasco
«Bassa desde Cervera, fecha del 29 en
«que participa que sabiendo los desórde-
»nes ocurridos en esta capital, marcha
«hiicia Igualada con las fuerzas de su
>•mando y las columnas de Churruca,
«Moldero y Calvet, à donde esperaria
«ulteriores disposiciones de V. E El
«comandante de una corbeta francesa se
»me ha presentado esta manana con el
«cónsul ofreciéndome sus servicios y co-
«operacion, los que he aceptado con la
«mejor voluntad Los avisos y confi-
«dencias que recibo de todas partes estan
«contestes en que los perturbadores no
«abandonan sus ideas de renovar los
«estragos que han causado. Amagaban
«atacar a los conventos de monjas, 5' como
«no es posible contar con una absoluta
«seguridad del é.xito en cualquier ocurren-
«cia, para que fuesen protegidas absolu-
«tamente, de acuerdo con los gobernado-
«res de la mitra... se ha procedido à que
«pasen <l las casas particulares, encar-
«gàndose los mismos gobernadores de los
LIBRO TERCERO. CAPITl.'LO Dl'OUECIMO
»monasterios, mientras por elgobierno...
»se resuelve lo conveniente. Réstame
«ahora hablar à V. E. de los procedí-
»mientos que desea se hagan para deseu-
»brir à los autores de los atentados come-
»tidos. Desde que me encargué ayer de
»este mando ninguna autoridad me ha
»avisado de estar instruyendo diligència
»alguna, ni menos me ha reclamado au-
»xilio; por consiguiente no me queda màs
«arbitrio que oficiaries al efecto: esto era
«peculiar à la policia y real sala del cri-
»men; tengo entendido que alguno que
»se cogió, fué puesto en libertad, por
»temor de una asonada, en que se propo-
»nian libertarlo à la fuerza, mas esto se
»me ha dicho extrajudicialmente , así
»como el que la policia tiene listas y
»noticias de muchos sujetos que contri-
»buyeron à los excesos.... Dios.... Barce-
»lona 31 de julio de 1S35.— Excmo. senor—
»Pedro Maria de Pastors. — Excmo. senor
«marqués del Valle de Ribas, capitan
«general de este ejército y Principado» (1).
Permítaseme aquí un parèntesis a la
resena por orden cronológíco de los do-
cumentos, motivado por la noticia que
da Pastors referente a la exclaustracíón
de las monjas. En aquellos aciagos días
dos de las carmelitas calzadas del con-
vento de Barcelona eran hermanas de
mi padre, una de ellas Priora del con-
vento. En la noche terrible, mi dicho
padre, elegantemente vestido y en un
coche, saco del cenobio a sus hermanas,
y las llevo A la casa del hermano primo-
génito, a la sazón ausente de Barcelona.
A la manana siguiente acudió a verlas, y
con no poca sorpresa supo que muy de
manana, por en medio de las turbas, el
humo y los incendios, se habían otra vez
escurrido a su convento, el cual estaba
en la calle del Hospital, frente a la de la
Riera Baja. jTal es el amor de las religió-
sas a su encierro!
Nos dice Pastors, el dia 31, que los
revolucionarios amenazaban a los con-
(i) Memorias de Llauder. citadas. documento
n.° 5'í: pàgs. de 92 a 95 del apéndice.
ventós de monjas. ;Cómo, pues, RauU y
los que le siguen se atreven a ponderar,
en defensa de la revolución, que el dia 25
«ningun convento de Monjas sufrió el
«menor ataque?» (2). Es verdad, el 25 no
fueron atacados, però el 31 hay que
desocuparlos para que no lo sean. iQué
defensas y qué escritores! Mas volvamos
a los documentos.
Ademús del anterior parte, en este dia
firmo el General Pastors una alocución
al pueblo barcelonès, en la que por com-
pleto se comprueban mis aserciones del
capitulo IX, en el que describiendo el
atentado del 25 en las calles, atestigué la
gran parte que en él tomaron los mucha-
chos y las mujeres. No afirma taxativa-
mente el General la intervención de estos
en el crimen del 25, però se deduce con
mucha claridad de sus palabras. He aquí
algunas de ellas: «Barceloneses, vuestro
«voto es el mío ; perseguireis el desorden si
«por desgracia aparece, y yo me separa-
»ré de vosotros: con este enlace à la
«autoridad, tropa, urbanos y pueblo sen-
«sato, cesa todo temor. Se han repartido
«armas, se han tomado enérgicas provi-
«dencias, el malo aislado en un pequeno
«circulo perecerà por sí mísmo, y si fuere
«osado encontrarà el imperio de la ley y
«de la fuerza.
«Un canonazo disparado en Atarazanas
«y repetido por la Real Ciudadela, serà
«el anuncio de que todo ciudadano debe
«retirarse en su casa.
«Al repetirse este aviso, se tendra por
«tumultuaria toda reunion y se obrarà
«conforme los bandos expedidos.
«Todo muchacho que no llegue à los
«diez y seis anos y se encuentre por las
«calles despues de disparado el segundo
«aviso por el cànon serà recogido segun
«su crimen, y sus padres, tutores ó per-
«sonas encargadas de ellos seran respon-
«sables.
«Las mujeres que sigan el tumulto.
(2) Historia de Li conmoción de Barcelona en
la noche del 2$ al 26 de julio de 18^;, pàg. 3O
en ambas ediciones.
COXSECCENCIAS POLITICAS DEL IN'CENDIO DE LOS CONVENrOS
787
«sobre contravenir à los bandos, demues-
»tran tener una alma poco delicada, y
»ser de procedència poco decorosa, por
»tanto se reputaràn como mujeres públi-
»cas, y se les aplicarí'i la pena que las
«lej'es tienen establecidas sin perjuicio de
»las demas a que se hagan acreedoras por
»sus excesos...» (1).
Tantas amenazas y tantas prevenció-
nes de la autoridad revelan sus temores
y el mal estado de una parte de la pobla-
ción. Efectivamente, por màs que los que
aquí gobernaban, en sus proclamas y
partes, afirmasen que reinaba la paz, es lo
cierto que reinaba solo en el orden mate-
rial, però en el de los espiritus no. Por-
que la inmensa mayoria de la población
detestaba el robo, el saqueo de las casas
particulares y el asesinato del seglar;
però aceleradamente se asociaba al en-
tusiasmo liberal y exaltado, crecía ràpi-
damente la exaltación, y por lo mismo se
avecinaba la tempestad.
Después de haber narrado los suce-
sos de los días que siguieron al incen-
dio hasta el 30 inclusive, escribe Raull:
«Faltariamos à la exactitud» dRaull
temé faltar d la exactitud!) «de la his-
»toria, sinó notàsemos el silencio mas
»que estrano del Ayuntamiento de Bar-
»celona, linica autoridad popular que
»había en ella, en unos momentos en que
»son tan necesarios los buenos oficiós de
»una paternal mediacion» (2). Y, exacta-
mente, el dia 31 el Aj'untamiento por
mano de su secretario firma una alocu-
ción, que se publico el dia siguiente, deia
que copio estàs frases: '<Habitantes de
»Barcelona.— En los momentos estraor-
»dinarios que han pasado por esta capi-
»tal el Ayuntamiento hubiera deseado
«verse revestido de un poder consolador,
»A cuyo impulso se hubiese satisfecho el
«descontento publico y calmado en un
(i) Dlario de Baicelona del i." de agosto de
iy?S• piig. i6o6.
(2) D. l•'iancisco Raull. Ilisloiia de la conino-
ción de liarcetoiia..., p;ig. ^2 de la primera edi-
ción.
»momento la ansiedad de todo este vecin-
»dario. Mas ;como se exigirà tanto de
»una autoridad municipal?» ;Dónde està,
pues, el silencio del Ayuntamiento? iPor
qué en lugar de hablar el 28 o 29 no
habló hasta el 31? ;Acaso en estos días
medió algun grave cambio? Después de
varias lineas que suprimo, continua el
Ayuntamiento: «Barceloneses: El Ayun-
»tamiento espera mucho de este honrado
»vecindario. A vuestros mas caros inte-
»reses apela: à vuestro juicio abandona
»las tristes consecuencias de una descui-
>.dada indiferència 3- de un insensible
Aegoismo. Este Cuerpo Municipal ha
»tocado al corazon de las personas mas
»distinguidas, ha invocado el brazo ausi-
»liar de las corporaciones mas fuertes y
»màs esencialmente conservadoras. De-
»lante les ha puesto la desventura y las
»necesidades del pueblo menesteroso....
»... (sic) ... del pobrepueblo, víctima siem-
»pre de las miras de los ambiciosos. iY la
»cooperacion de las clases cuyos esfuer-
»zos se invocan seria un abandono? ;La
»resolucion decidida que saca à las po-
»blaciones de las grandes crisis se con-
»vertiria ahora en la màs lamentable
«timidez?
»No, enemigos de nuestra indústria: no.
«Barcelona se acuerda de sus talleres, de
»su actividad fabril, de sus adelantos que
»han de sostener una lucha grandiosa en
»el gran circo comercial del mundo. Bar-
»celona sabé que sin seguridad no hay
»capitales, sin capitales no ha}' trabajo,
»sin trabajo no hay existència para las
»familias laboriosas; y estàs familias que
»tantos sacrificios estan haciendo por la
«causa de ISABEL II \' de la libertad
»civil de todos los espaàoles, bien mere-
»cen que se les tiendan las alas de la
»proteccion y del sosiego para procurarse
»sin sozobra su honrado sustento.
»Orden, pues, Barceloneses; y segui-
»reis la senda de la pròsper idad pública.
»Orden; y vuestros hogares seran el asilo
»de la paz, de la verdadera libertad y
»del bien, que siempre se ha buscado en
»vano fuera del camino de la ley. Barca-
788
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECI.MO
»lona 31 de julio de 1835.— Por disposicion
»del Escelentisimo Ayunt.° — Cayetano
»Ribot, Secretario interino» (1).
Todas las autoridades, pues, claman
por la paz; todas claman por el respeto a
la propiedad, a los talleres, al orden; iy
se dirà que esta paz no peligraba? ;y se
sostendrà que el temor de la alteración
del orden era una maniobra de Llauder
para dividir a los liberales? La desver-
güenza de Raull copia de un íolleto, u
hoja, revolucionario de aquellos días
las palabras siguientes: «que nunca se
»habia sonado en incendiar las fàbricas
»de vapor» (2). Los saqueos de los con-
venies; el real peligro de incendio de la
fàbrica de vapor de Bonaplata, que obli-
go a éste a custodiaria con una compafiía
de urbanos; el auxilio reclamado a Llau-
der por un oficial de Artilleria la noche
del 27; el robo frustrado de la Aduana y
el saqueo de los almacenes de San Sebas-
tiàn, perpetrados pocos días después; lo
mismo que el incendio, al fin realizado,
de la fàbrica de Bonaplata; rtodo, todo
esto no pasaba de planes de Llauder para
dividir a los liberales? Razón les sobraba
a la autoridad, a los propietarios y fabri-
cantes para témer y precaverse. Mas los
autores revolucionaries, antes que la ver-
dad y el pudor, estiman el triunfo de su
interès. Però no dejemos el orden crono-
lógico.
Sigue un documento eclesiàstico que
prueba el vacío que en los servicios espi-
rituales produjo la supresión de los con-
ventos y frailes, y el temor del clero
secular:
«Gobierno eclesiàstico de la diòcesis de
«Barcelona. — A fin de que los fieles mo-
»radores de esta ciudad puedan cumplir
»comodamente con los preceptos que im-
»pone la sagrada religion cristiana, y
»recibir los consuelos espirituales que la
»misma proporciona, los Sres. Goberna-
(i) Diario de Barcelona del i." de agosto de
1855, pàgs. 1Ó96 y 1697.
(2) Historia de la conmoción..., cit.. pàg. .)-)
de ambas ediciones.
»dores de la Diòcesis por el Exmo. é
»Ilmo. Sr. D. Pedró Martinez de San
»Martín Obispo de Barcelona y Pròcer
»del Reino, han hecho las invitaciones
xcorrespondientes, y dado las ordenes
»oportunas para que tanto en la iglesia
«Catedral como en cada una de las parro-
>'quias, no falte sobre todo en los dias
ifestivos y de obligacion de oir Misa, un
*arreglado y competente número de ellas,
»con la prevencion de que si sobreviniese
»alguna novedad en la salud que privase
»al sacerdoteencargado de celebrar algu-
»na de las últimas, se ponga en las puer-
»tas de la iglesia un aviso à fin de que
»puedan los concurrentes acudir con tiem-
»po à otra. Del mismo modo han dispues-
»to no falten confesores en las sobredi-
»chas à horas proporcionadas; con cuj'as
>'medidas, y demàs que la esperiencia
»demuestra ser conducentes, hallaràn los
xíieles los servicios à que su piedad los
>4iace acreedores. Por mandato de Su
»Sria.— D. Juan Maria Gonzalez de Val-
»dés, vice-Secretario» (3).
Si deseamos conocer la suerte de la
familia de Llauder, que en parte con él
el 27 regresó de Esparraguera a esta
ciudad, demos otra vez la palabra à su
hija, mi prima, Maria de la Concepción.
«Entonces el Capitan General habitaba
»el palacio Real, sito en la plaza à que
»da nombre. Luego de la salida de mi
»padre, mi madre y yo nos trasladamos
»al pabellon del General Pastors en la
»Ciudadela, porque como entonces había
»aquí muy poca tropa, para dar la guar-
»dia al palacio tenían que desembarcar
»marinos; y asi no quiso mamà este sacri-
»ficio, 3' se fué à la Ciudadela.» (No dudo
que adeiiids contribuiria al traslado el
fuiídado temor). «Però durante el dia mi
»mamà, acompaiïada de alguna ò algu-
»nas personas adictas, iba al palacio y
»recogía los objeíos interesantes de nues-
»tra propiedad. Entre ellos recogiò los
«papeles y documentes, que tanto sirvie-
(3) Diario de Barcelona del i.' de agosto de
i8j5, pàgs. 1697 y 1698.
CONSECUEN'CIAS POLllICAS DEL INCENDIO DE I.OS CONVENTOS
789
»ron despues a mi padre para redactar
»sus Memorias, y colocàndolos en un
»cofrecito se los llevo.
»Cumplido este negocio, una noche en
»el propio coche, y guiado por nuestro
»cochero, salimos por la puerta del So-
«corro, camino de Francia, custodiadas
»por mozos de la Escuadra y tropa al
»mando de un Capitan, llegando feliz-
»mente à cruzar la frontera» (1). Y, rara
casualidad, yo cuando huí también de la
anarquia de aquí en 1S73, vivi buen tiem-
po en Francia en el mismo pueblo de
Vinçà, donde se habían antes aposentado
3" vivido la senora y família de Llauder.
Arriba, en este mismo articulo, un
autor revolucionario nos dijoque al venir
Llauder a Barcelona «no se considero
»seguro en su palacio, y se encerró en la
»Ciudadela»; y apunté allí que muclio lo
dudaba, pues no me convenceré nunca
de que Llauder diese esta prueba de co-
bardía. Por otra parte, es fàcil tomar la
retirada de la mujer a la Ciudadela por
la que no realizó el General. Ademas la
hija no me dijo que se trasladara toda la
familia, sinó solas las senoras, indicando
que se hizo ausentado el General.
Dia 1 de agosto
La Policia en este dia pasó al General
Pastors el siguiente parte: «Excmo. Se-
»nor.— Algunos de los comisarios del
»ramo, en los partes que acabo de reunir,
»hacen mencion de haberse oido voces
»relativas k que se trata por los buUan-
»gueros de derribar esta noche la estàtua
»del rey difunto, colocada en la plaza de
»Palacio, y entregarse despues a desór-
»denes contra el establecimiento de poli-
»cía y sus empleados. Otros comisarios
»dan parte sin novedad... Dios... Barce-
»lona 1 de agosto de 1835. — Excmo. Sor.
»— Juan de Serralde>\
«Parte de las S de la noche» {creo dice
las <SJ.— «Nota.— Desde esta delegacion
»se ve que el fuego de San Agustin ha
(i) Relaciones de va4•ias fechas en Barcelona
«revivído, y va tomando cuerpo, en tér-
»minos que de no cortarlo puede acabar
»con aquel edificio. — Serralde» (2).
Pastors el mismo dia 1 ." de agosto comu-
nico estàs noticias a Llauder (3).
El Ayuntamiento había tornado otra
precaución, pues publica que: «Habiéndo-
»se mandado retirar por disposicion del
»Excmo. Sor. Comandante general de las
»armas, comunicada al Excmo. Ayunta-
»miento con esta fecha, todos los deposi -
»tos de agua ras (aceite de tremeutina)
»que existían en poder de los boticarios,
'■"drogueros y demàs personas que se
»dedican al uso y venta de dicho artícu-
»lo; se da este aviso para que los veci-
»nos que tal vez necesitaren proveerse
»de él no extranen su falta en caso de
«acudir A los expendedores. Barcelona 1
»de agosto de 1835.— Por disposicion del
»Excmo. Ayuntamiento, Cayetano Ribot,
»secretario interino» (4). No por esto me-
recerà titulo de lince quien en este anun-
cio, màs que evitar la extraneza de los
consumidores de aguarras, vea el deseo
de evitar se piense en su empleo para ruï-
nes fines.
Dia 2 de agosto
Un autor revolucionario escribe, y hay
que creerle, que «los agitadores no se
»descuidaron de dirigir su voz al ejército
«invitàndole à que se uniera al pue-
»blo (5). Y si este autor no gozara de Cré-
dito, aquí va la pèrfida proclama que lleva
aquella voz: «Ciudadanos, militares: De-
»cidios en hacer parte con la gran mayo-
»ría del pueblo: ya veis que su objeto no es
»otro que el dar impulso A la tan deseada
»y pura libertad: despreciad las insinua-
(j) Memorias de Llauder. Documento 5^. pà-
ginas 9Ó y 97 del apéndice de documentos.
(3) Memorias, de Llauder. Documento s^, pi-
gina os del apéndice.
(^) Diario de Harceloiia del j de agosto de
iS?í. pàg. 1708.
(s) Panorama cüf^anol, citado. tomo lli. pà-
gina 51.
790
LlBkO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»ciones de unos pocos mal intencionades.
«Superiores gefes, que para encubrir sus
«inicuos planes desearían teneros sumer-
»gidos en la ignorància, calculad que sois
«militares espanoles, y por lo mismo ciu-
»dadanos como los demàs, y que la union
»es la madre de la fuerza, y que con ella
»llegaremos à recobrar lo que tan inicua-
»mente nos robaron, y bajo estos saluda-
»bles principios no se oiga otra voz que
>;la de libertad y union, y guerra à muer-
»te à todo el que quiera contrariai la. Así
»os lo aconseja, y està dispuesto à sosté-
»ner vuestro compaflero de armas» (1).
Con esta fecha del 2 de agosto comu-
nica Pastors al Capitàn General que «la
»noche se pasó con quietud, patruUàn-
»dose la ciudad, y vigilàndose los puntos
»màs amenazados de ser acometidos,
»siendo cierto que los avisos yprevencio-
»nes hechas, sobre todo el del anuncio
»del cànon, han causado el mejor efecto,
»pues que en su caso se verian solo los
>-perturbadores. Esta mariana no hubo
»tampoco novedad, y así se ha seguido
»todo el dia; però como conviene poner
;>un termino à esta tranquilidad» (error
de imprenta; pues debe decir: intranqui-
lidad), ;<y proceder à alejar de aquí à los
»que la causan, aproveché el aviso que
»me dió el coronel Burgués de hallarse
»con su columna dividida en Sabadell y
«Mataró, para prevenirle llegase ràpida-
«mente à esta ciudad... Con su apoyo, y
»reuniendo manana à las autoridades,
»veré de que se proceda al arresto de los
»màs senalados, haciéndoles salir en un
«buque de guerra si así se acordaré à un
«punto distante. El General Bassa me ha
«escrito hoy su llegada al Bruch... mana-
»na continuaré en adoptar todos los me-
«dios de disipar las zozobras; però sean
«estos cuales fueren, como los planes
«anàrquicos se enlazan fuera de esta ca-
«pital y provincià, y aun del reino, V. E.
»no puede desconocer, y mucho menos el
(i) Memorias de Llauder. Documento 56. pà-
gina 100 del apéndice.
«gobierno, que sin una permanente guar-
>'nicion, aunque sea la mitad de la que ha
>/tenido en tiempos de paz, serà imposible
»con un punado de quintos, en el estado
>'de efervescència é irritacion de los par-
»tidos, mantener en esta importante plaza
»el respeto à las leyes, el decoro à la
»autoridad, y la quietud de sus habitan-
»tes, y se arriesgarà el que en un lance
«apurado, cuando no se puede dudar que
»la mayor parte de la Milícia urbana
»favorece à los revoltosos...» (2).
Llauder desde Vich el 2 dice: « pre-
wengo a V. S. y à todos los demàs gefes
»y oficiales que se hallen à sus ordenes,
»y tengan mando de fuerza armada, que
»bajo su mas estrecha responsabilidad,
»vigilen, y hagan que se mantengan con
«la mayor severidad la disciplina y subor-
vdinacion por todos los individuos que se
«hallen à sus ordenes, y la mas puntual
«observancia de los deberes que les im-
»ponen las ordenanzas militares; y que
«decidido como estoy à no permitir el
»menor desorden en el ejército, ni que
>4ndividuo alguno de él se mezcle en los
>^alborotos ó conmociones populares seré
«inflexible con cualquiera que llegaré à
»desconocer sus deberes, así como apre-
«ciaré sus esfuerzos para mantener la
«tranquilidad de este Principado y ate-
«rrar à los pérfidos que se han propuesto
«con gritos hipócritas coger el fruto de
«la sangre vertida por el ejército en el
«campo, suscitàndole nuevos enemigos
> desde el seguro de los recintes en que
«se muestran osados para herir al inde-
«fenso cuando tienen en el campo enemi-
»gos armados que combatir con menos
«alevosía....» (3). Y por este tenor va ha-
blando con inusitada energia, muestra
patente de sus temores respecto a la fide-
lidad de fuerzas del ejército. A los tres
días Barcelona se convencia de lo fun-
dado de estos temores.
(2) Memorias de Llauder, citadas. Documento
56, pàgs. 100 y loi.
(3) Archivo de la Capitania General. — Legajo
citado, paquete i, documento 16.
CONSECUENXIAS POLITICAS DEL I.VCENDIO DE LOS CON'VENTOS
791
Llauder a Pastors el mismo dia:
«Excmo. Sor. — Impuesto de cuanto me
»manifiesta V. E. en su comunicación de
>antes de ayer, apruebo todas las dispo-
»siciones dictadas por V. E., y el bando
»publicado.... a fin de mantener el orden
»en esa capital. Sin embargo hubiera de-
»seado que V. E. me impusiese mas deta-
»lladamente de los motivos de gravísimo
»cuidado que me indica.... no pudiendo
»comprender» (yo) «como despues de tan-
»tos días transcurridos no se haya ins-
»truido diligència alguna para descubrir
»a los autores ó promovedores de los
«horrorosos atentados cometidos; y sien-
»do esto peculiar de la policia y Real Sala
»del Crimen, como V. E. insinua, no me-
»nos que de la comision militar, deberà
»V. E. oir al auditor de guerra para que
»no se paralice mas tiempo la accion de
»la justícia, y esta sola omision puede ser
»bastante à prolongar la intranquilidad,
»pues que la vindicta pública y las leyes
»reclaman un ejemplar y pronto castigo
»que sirva de saludable escarmiento à los
»anarquistas y demas que coadyuvan à
»sus inicuos planes de incendio y exter-
»minio; procuràndose V. E. entretanto
»de la policia las listas y noticias de que
»habla de los sujetos que contribuyeron
y-A los excesos, las que me remitirà V. E.
»con la explicacion conveniente sobre las
«circunstancias de cada individuo: sin
»perjuicio de esto V. E. tomarà desde
»luego las providencias que estime. Veo
»tambien que segun las confidencias que
»recibo de V. E. de todas partes, los per-
»turbadores no abandonan las ideas de
«renovar sus estragos; però estando la
»guarnicion de esa plaza animada del
»espíritu que debe, aunque V. E. no me
«explica en qué se funda este recelo, no
»puedo menos que sospechar que alguna
»parte de la Milicia urbana no se halla
»animada del mismo buen espiritu que la
»guarnicion, pues si bien el general Sa-
«quetti nada me informo contrario à la
«coníianza que debía inspirar, sus gefes
»me indicaron que no podian contar con
»los urbanos, à excepcion del 10." bata-
«llon, que con tanto empeno y prevision
Kinsté al gobernador y ayuntamiento que
íse formase. En este caso conocida la
»causa es màs fàcil el remedio. Hace mu-
«cho tiempo que todos mis conatos se han
sdirigido à asegurar el buen servicio de
»esta fuerza: he prevenido repetidas ve-
»ces à sus comandantes que separasen à
«todos los que no inspirasen confïanza,
«y à los que no hubiesen sido calificados
»por el aj'untamiento, pues supe que
«algunos capitanes habian admitido de su
«pròpia autoridad à voluntàries sin nin-
«guna garantia, y solo la falta de cum-
»plimiento à mis repetidas ordenes ha
«podido ahora ocasionar los cuidados que
«con tanta anticipacion traté de evitar,
>vsiendo de advertir que iguales preven-
«ciones hice con repetición al gobernador
»de esa plaza. Con estos antecedentes, y
»con arreglo al real decreto de 15 de julio
»próximo pasado inserto en la Gaceta de
«18 del mismo mes, podrà V. E. dedicarse
Ȉ hacer desaparecer una causa de tanta
«influencia para prolongar las esperanzas
»de los conjurados, pues con las dispo-
«siciones adoptadas, dando à las tropas
»la actitud imponente que se debe al
»apoyo de esos formidables fuertes, y no
«entregàndola diseminada, y lejos de
«apoyo al desprecio de los revoluciona-
»rios, no dudo que si los perturbadores
«del orden publico intentasen de nuevo
«perturbar la tranquilidad de esa ciudad,
«recibiràn un terrible escarmiento, y su
«completo exterminio vindicarà las leyes
«y la autoridad ultrajada, asegurando de
«este modo para siempre el reposo pú-
«blico. A mayor abundamiento, y para
»que se proceda con decision à todas las
>medidas que reclama la dignidad del
«gobierno y la seguridad de una plaza y
«sus habitantes, prevengo al general go-
«bernador de la misma y segundo cabo
«D. P. N. Bassa que pase à ella con sus
«fuerzas. Veo con satisfaccion el noble
»y franco ofrecimiento de sus servicios y
«cooperacion que ha hecho à V. E. el
«comandante de una corbeta francesa....
»y en consecuencia le darà V. E. las gra-
792
LIBRO ÏEKCKUO. — CAPITULO DUODIíClMO
»cias en mi nombre. Dios.... Vich 2 de
»agosto de 1835....» (1).
De la misma fecha del 2 de agosto es el
siguiente parte del Capitàn General al
Jefe de Barcelona: «Capitania General
»del Ejército y Principado de Cataluiia.—
»Recibo el parte de V. E. de anoche, y
»enterado de su contenidodebo decirle que
»por conducto del Coronel Burgas (Bitr-
figués) he escrito a V. S- haciéndole varias
»prevenciones, y haciéndole saber que he
»comunicado orden directa por Tarrasa
»al General segundo cabo (Bassa) que
»pase inmediatamente con su division de
«Infanteria y Caballería íí esa Plaza, pues
»no puedo ver sin indignacion su estado
»de intranquilidad. Me hago cargo de lo
»que V. E. dice; però es ya tiempo de
»obrar contra los revoltosos en quienes
«ningun efecto hacen las proclamas.
»Dios.... Vich 2 de agosto de 1835. — El
»Marques del Valle deRibas.— Exmo.Sor.
»Don Pedró Maria de Pastors» (2). De
donde aparece la resolución del Capitàn
General de dominar por la fuerza com-
pletamente la revolución. Ademàs por las
fechas de tales partes se puede seguir su
itinerario hacia la frontera.
Entretanto el General Bassa iba reu-
niendo fuerzas hasta formar una columna
de unos 1000 hombres y 60 caballos, y se
iba acercando a Barcelona (3).
Los revolucionarios procuraron por su
parte destruir el efecto de las proclamas
y rnedidas de las autoridades, y lanzaron
al publico y distribuyeron a manos Uenas
el domingo 2 de agosto un folleto, del
cual no alcancé ver ejemplar alguno,
però del que el revolucionario Don Fran-
cisco Raull publica el siguiente extracto,
o mejor los siguientes pàrrafos: «que el
»pueblo tenia formados dos proyectos
»muy meditados: que el de la noche del
(0 Memoyi:is de Llauder. Documento 57, pà-
ginas 102 y 103 del apéndice.
(2) Archivo de la Capitania General. — Legajo
citado, paquete i.
if) Partes copiades en las Memorias de Llau-
der, pàgs. 104, 105 y loó de! apéndice.
»25 se limitaba a dar una seria leccion al
»gobierno de que no debe abusar de la
»sensatez y probidad de una nacion: que
»la moderacion se convierte en descon-
Ȓianza y ultimamente en desesperacion,
«siempre y cuando se vé, que un gobierno
»habla mucho y nada hace, prometé y
>:'jamàs cumple, y que toda su política
»consiste en mantener al Pueblo en cierto
»equilibrio entre el temor y.la confianza,
»sin darle ninguna garantia, sin propor-
«cionarle la decantada seguiidad perso-
»nal» (iqu/eren segttridad personal los
defensores de los asesinos de los frailes!)
<íY sin libertarle de los tiranos provincia-
»les que la oprimen» (tllos pretendían
ser los tiranos provinciales): «demostrar
»que el Pueblo sabé hacer, y hace en
»pocas horas, lo que el gobierno no ha
»querido hacer en muchos anos por me
»dio de leyes sabias y conformes à las
»luces y circunstancias del siglo: que en
»la ejecucion del proyecto no se traspa-
»saron sus demarcados limites» (de modo
que en el proyecto entraba el asesinato y
el incendio, y esto era legitimo), «3- que
Ȉ los gritos de libertad, el Pueblo lejos
»de codiciar lo ajeno, solo queria librar lo
»suyo propio de las clandestinas rapiflas
»de aquellas clases, que sin prestar favor
»alguno à la Sociedad, quieren usuraria-
»mente ser recompensadas» (/cnantas
cahunnias!), «que por todas partes res-
>ípira en ellas grandeza, lo que debiera
»ser pobreza, y que lo tieneu todo cuando
«confiesan no tener nada» {^Se contenta-
ria Ratlli con la riquesa de que disfruta
el individuo en los capuchinos, 0 en los
cartujos 0 en otra orden? iMentirosos!)
«....que el segundo proyecto era mera-
')mente personal, que el Pueblo queria
»dar la leccion de que Cataluna no debe
»ser patrimonio de tiranos» (moderados
no, però progresistas sí, para el autor)
«y arredrar con un condigno castigo al
«tercero que tal vez bajo diferentes bases
»tratase de seguir la tàctica de los prime-
»ros... que nunca se habia soiïado en
«incendiar las f àbricas» (a los pocos dias
ardió una) «....que se trataba de la des-
CON'SICCLENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
793
«truccion de un periódico llamado Vapor,
>cuyo nombre, medio articulado, oido
»por la autoridad la habia inducido a
»echar mano de la igualdad del nombre
»para desconceptuar a los reformistas (0)
» que el Pueblo queria, y obtendria,
»cualesquiera que fueren los grados de
«resistència, la libertad civil, cuya piedra
«angular sea una legislacion sabia, justa
■y benèfica, que asegurando los derechos
de los ciudadanos mande respetar su
»estado, y limite las prerrogativas del
»poder, y que sentando el principio de
»que el hombré libre no es patrimonio de
»nadie, haga reconocer el otro de que
»el Rey es para la Nacion, y no la Nacion
»para el Rey que el Pueblo no debía
»ni podia tolerar que se le diga que se ha
»instituido un gobierno civil, para diri-
»girle y que en el hecho solo vea los
»caprichos de un dèspota (Llaicdcr) y un
«Gobernador civil, cuyas facultades con-
»sisten unicamente en cobrar el sueldo y
«vestir el unifoi me del ramo que el
»Pueblo no quiere que cuando se le dice
»que estamos en el precioso siglo de la
>iregeneracion suceda lo que nunca de ser
»primero el castigo que la averiguacion
»del supuesto crimen y que la informacion
»de la ley que lo calitique.... y despues
»de una ràpida biografia del General
»Llauder y de sus consultores, concluye-
»ron en estos términos Ciudadanos y
«Urbanos. jViva la libertad! iMuera el
»traidor! Acordaos de vuestros juramen-
»tos y perseverad en los mismos. i Valien-
»tes del ejército! recibid el sincero entu-
»siasmo de un pueblo que os aprecia por
»vuestro valor, por vuestro patriotismo,
»por vuestra cordura y por la armonia
»quecon él conservais.» (Estàs palabras
inuestrau conto se portaran las patrullas
en cl primer acto de la rcvoliición , o sea
en cl incendio de los conventos.) «Acor-
»daos que sois espafioles, que esta Nacion
»no ha presentado jamAs la desagradable
»escena de pelear el ejército contra el
»pueblo, que sois dignos defensores de la
«libertad y no viles instrumentos de un
»tirano. Confiad en el pueblo, como el
>'Pueblo confia con vosotros, y ambos en
xlos patriotas que os dirigen la voz,
»aguardando preparades la senal del
«combaté: la esperiencia os ha acreditado
»que no es dudosa la lucha del hombre
»libre y del dèbil esclavo» (1).
Siempre la lectura de los documentes
liberales de los primeros anos de nuestra
revuelta me arranca esta exclamación:
iCuAnta vaciedad! iCuànta palabrería
hueca y mentirosa! iCuànta ignorància
en sus autores y en sus lectores! Y sin
embargo, por razón de la incipiencia de
todos, producían sus efectos.
Al deseo de mantener en el circulo de
la disciplina a los cuerpos arraados se
deberú sin duda la siguiente órden de la
plaza que, redactada el 2, se publico el 3
de agosto; la cual, sin embargo, venia a
contrariar alguna de las ideas vertidas
arriba por Llauder:
«Orden general del 2 de agosto de 1835.
»— Como en las manifestaciones que se
»han hecho al publico con motivo de las
*desgraciadas ocurrencias de estos dias,
>.en que ha sido alterada la tranquilidad,
»no se ha hecho mencion màs que par-
«cialmente de algunos institutos de la
»fuerza armada, me apresuro a manifes-
»tar à. la leal y decidida guarnicion de
«ella, no solo mi aprobacion por su rele-
«vante conducta, sinó lo digna que es de
«la gratitud general, por su celo y deci-
«sion en sostener los derechos del trono
«de la Reina nuestra Seflora, el Estatuto
«Real, y el publico sosiego, contribuyen-
»do i\ imponer ;'i los perturbadores, robus-
«tecer la Autoridad }• dejar libre el ejer-
«cicio de las leyes.
«Debò por tanto, con mucho placer
«mío, manifestar estos sentimientos, para
«que sean conocidos del honrado y leal
«vecindario de Barcelona, haciendo men-
«cion la mas honorífica de los cuerpos de
«infanteria y caballería, de los dignísi-
«mos Reales cuerpos de Artilleria y de
«Marina, cuyo comportamiento 3' fideli-
(i) d. Francisco Raull. Obra citada, pàgs. ^j.
^4 y 4í de ambas ediciones.
794
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»dad no se ha desmentido en ninguna
Ȏpoca, de los Carabineros de la Real
»Hacienda que con la mayor prontitud
»han acudido a todas partes, del subordi-
»nado, celoso y útil cuerpo de las Escua-
»dras de Valls, }• por ultimo de la Milicia
»Urbana de ambas armas cuya disciplina,
»y deseos del orden me complazco en
»reconocer, manifestando finalmente à
»todos el particular aprecio que me me-
»recen y la confianza que tengo para que
«continuen siendo el màs firme apoyo del
«Trono y de la verdadera libertad, a la
»par que, los protectores de todos los
»intereses de éste industrioso vecindario,
»que se cifran esencialmente en su tran-
»quilidad y sosiego.— Pastors.
»De orden del Sr. Gobernador interino.
»— El Mayor de Plaza.— Clemente de San-
»tocildes» (1).
Dia 3 de agosto
Pasó este dia sin suceso especial; sin
embargo, por la noche en el teatro se re-
partió un libelo revolucionario.
Dia 4 de agosto
El 4 Pastors da parte a Llauder de
que no cree prudente obrar con la ener-
gia que éste le prescribió. He aquí sus
palabras: «Excmo. Sor. La tranquilidad
>^no ha sido alterada en esta capital aun-
»que existen en ella los autores y fauto-
»res de los crímenes que se han perpe-
»trado, diseminados, incógnitos, que dis-
»puestos siempre à aprovechar cualquier
»ocasion para perturbar el orden ptiblico
»todo està preparado para escarmentar-
»los severamente. Si provocan alguna
»asonada al mismo tiempo que estoy à
»la vista de quitar todo pretesto que le
»diese ocasion à coonestar un alboroto,
»pues que he sabido el modo como se
»aprovecharon de la funcion de toros. =
(i) Diario de Barcelona del 5 de agosto de
1835. pàg. 1711.
»La policia reducida al ultimo estremo de
»nulidad estaba sin prestar servicios de
»ninguna espècie algunos de sus indivi-
»duos atemorizados se ocultaban y los
»demàs no hacían cosa alguna. Supe ayer
xcon sorpresa que la noche anterior se
»había distríbuido en el teatro un infame
»líbelo de que se remite à V. E. un ejem-
»plar que atacaba à las màs esclarecidas
>'reputaciones, disfamando é inspirando
»desconfianza à todas las clases para
«afirmar la discòrdia y ensalzàndose las
»teas incendiarias y los punales como los
»únicos medios de asegurar la libertad.
«Indignado con esta noticia, oficié à la
«policia para que recojiese el folleto y
»hasta esta mariana bien tarde no se me
»ha proporcionado, habiendo aparecido
»tambien al amanecer varios pasquines
»subversivos de los cuales se remiten à
»V. E. dos que han llegado à mis manos.
»Por consiguiente nunca ha podido llegar
«providencia mas à tiempo que la muy
«acertada de V. E. para dar impulso y
»nueva vida al moribundo ramo de poli-
»cía y si como espero el nuevo Delegado
»y el Secretario que tienen audàcia y
«disposicion siguen el rastro à la cràpula
»de inmorales desorganizadores los apo-
»yaré con toda mi autoridad para que
»reciban un golpe decisivo ya que el
»cúmulo de circunstancias que se han
»reunido y la falta de energia que ha pro-
»ducido la escasa fuerza, hallàndose
»comosorprendidaslas autoridades por la
»revolucion y sin vigor para obrar en los
»momentos màs críticos, nos ha puesto
»en un estado resbaladizo y espinoso que
«ninguna cordura ni saber alcanza para
«conbinar los estremos encontrados que
«estan en accion y pugnan por desenca-
«denarse. Todo mi conato ha sido como
»V. E. habrà podido ver enf renar las ten-
«tativas y apagar el volcan frenético que
«amenazaba à cada instante consumir-
«nos, robusteciendo la autoridad intere-
«sando los hombres honrados y armando
«el mayor número de fuerza de milicia
«leal para apo3'ar mis providencias; però
«al mismo tiempo he cuidado en estos
CONSECUEN'CIAS POLIÏICAS DEL INXENDIO DE LOS CON'VENTÜS
795
primeres pasos antes de ver consolidació
el imperio de las lej'es con el suficiente
apoyo evitar todo compromiso, todo
lance amargo, toda escena sangrienta
que habria podido producir por mas que
se diga consecuencias desastrosas en
una multitud que tan facilmente se
arrastra como se ha visto en las escenas
de destruccion y pillaje. Esta es la causa
porque todos han vacilado en la instruc-
cion de procedimientos judiciales y
V. E. vera por el adjunto dictamen del
auditor de guerra los obstAculos que
encuentra en que se planteen aquellos.
La coluna del Coronel Burgués que
llegó con mucha oportunidad me ha
servido y servirà si permanece del ma-
yor provecho para conservar el orden.
La aproximacion de la del General Bas-
sa empieza a conmover bastante, difun-
diéndose que se abandonaban las faccio-
nes y se comprometian los pueblos del
interior esponiendo A muchas personas
à ser víctimas de los rebeldes. Por lo
que à fin de evitar todo pretesto y no
interrumpir la actitud hasta que con
solido apoyo pueda obrarse me pareció
oportuno, como dije ayer a V. E. avisa-
se à dicho General suspendiese la mar
cha, y en efecto hoy me dice que se
dirigia al corregimiento de Vilafranca à
perseguir las facciones sin perder nunca
de vista esta capital. Yo deseo haber
acertado en todo, y llenado las intenció-
nes de V. E., quien me hara la justícia
de creer que mls ideas y sentimientos se
le identifican en todo; però V. E. cono-
cerA que las faces de una revolucion
cambian a cada momento, que las pasio-
nes lo confunden y trastornan todo y
que la situacion política de los pueblos
»en crisis semejantes es casi díferente
cada 24 horas, por lo que las províden-
cias es menester acomodarlas ;i la nece-
sidad del momento mientras haya una
fuerza pelígrosa que témer 3' no lenga-
mos la suficiente para desvanec . la re-
primir y castigar.— Dios.. Br rcelona 4
de agosto de 1835.— Lugar de la firma.
»Excmo. Sor. Capitan General de este
>^Ejércíto y Principado» (1). Aunque la
copia que yo vi no tiene firma, por el con-
texto se ve que el documento procede de
Pastors.
Aunque muy largo, y por lo mismo con
riesgo de molestar al lector, copio a
seguida el dictamen del auditor en que se
retrata por completo la situacion e ideas
de todos:
«Esmo. Sor. Restablecida afortunada-
»mente la tranquilidad publica y adopta-
»das las oportunas y convenientes medi-
»das para ponerla à cubierto de ulteríores
»atentados paso à emitir el dictamen que
»V. E. se digna ordenarme, no tan solo
xcon un animo libre de toda espècie de
«prestigio sinó que tambien con el lleno
»de franqueza y buena fe que me lison-
>;jeo haber acredítado con pruebas inequí-
»vocas y consígnadas en repetídos espe-
«dientes que obran en la secretaria de
»este mando superior. — El Exmo. S.''
»Capn. Gen.i en su respetable oficio» (el
de 30 de jiilio) «sobre que gira este dic-
»tàmen, fija la omísíon en la pràctica de
»díligencías para descubrir los autores
»ó promovedores de los horrorosos aten-
»tados cometidos como causa bastante à
«prolongar la tranquilidad, y por lo tanto
»manda que se ínstruyan. No es mi animo
»sustraerme à los superiores mandatos
»de S. E.: muy al contrario, prestaré à
»ellos el apoyo en cuanto permita la parte
»de atribuciones que me incumbe en el
«ministerio judicial; però dejaria de co-
»rresponder à la confianza que se digna
«dispensarme, si advirtiendo que dicha
»medida puede estar en contradiccion del
»objeto à que se dirije; no lo hiciese pre-
»sente con recuerdo de los motivos que
»me deciden a opinarlo. Bajo dos aspec-
»tos debe en efecto considerarse, à saber
»como política y como judicial; siendo
«indispensable que uno y otro aconsejen
»su adopcion para que produzcan los
»resultados que se apetecen.— En cuanto
»al primero conviene tomarse en memo-
(1) .\ichivo de la Capitania General. — Lefrajo
citadü. paquete i, documento 19.
796
LIBRO TERCERO. — CAniULO DLODECIMO
»ria que combatida la tranquilidad gene-
»ral del reino por las hordas rebeldes que
>;bajo los estandartes del pretendido Car-
5>los 5.° quisieran sumirnos otra vez en el
»espantoso caos del despotismo é igno-
»rancia, una oposicion general desgra-
»ciadamente no desmentida por algunos
»hechos, atribuyo A las corporaciones
»de religiosos regulares }• monacales,
»cierta coincidència en los designios de
»aquellos malvados y las designo como
»un obstc'iculo poderoso à la consolidacion
»del trono legitimo de nuestra inocente
»y adorada soberana y vigentes institu-
«ciones. — De aquí provino (contraj'én-
»dome al caso de la consulta) que perso-
»nas de recomendable conducta, amantes
»del buen orden y respetuosas de las leyes
«permanecieron tranquilas espectadoras
»del incendio de los con ventós y del aban-
»dono de ellos por los religiosos que los
»ocupaban, y aunque detestaren el medio
»anàrquico y espantoso con que esto se
«verifico, à par de los escesos à que un
»corto número se lanzaron con oprobio
»de la civilizacion y cultura de esta capi-
»tal, no vieron sin embargo en semejantes
»hechos aislados, otra cosa que un afecto
«necesariò de la exaltacion de las pasio-
»nes imprescindibles en tales actos, y de
»la precisa intervencion de algunasgentes
»que siempre las hay en las sociedades
»màs bien ordenadas, dispuestas a coma-
»ter en cualquier desordan los escesos
»que ofrece la variedad de circunstan-
»cias. — No menos ha dimanado de la
»misma causa el que los habitantes pací-
»ficos y honrades, apesar de habar con-
»cebido la mAs alta indignacion por la
»ofensa hecha à las layes y por los esce-
»sos comatidos contra el orden publico y
»la humanidad, hayan acojido favora-
«blemente sus resultados, 3^ desearan qua
»se corriesa un velo impenetrable que
»ocultare para siempre el modo con que
»llegaron a realizarse. Bajo astos datos
»sa comprende asta evidencia que la orde-
»nada formacion de causa produciria un
»descontento general en asta numaroso
»vecindario y los elementos de orden que
»afortunadamente se han desarrolladò
»con la franca y vigorosa cooperacion
>qua han ofrecido todas las clases para
»contenerla, se malograran precisamente
>;an los momentos en que conviene utili-
xzarlos para al solido mantanimiento de
»la tranquilidad sucesiva.— Si se necesi-
»tasen pruebas para convèncer la verdad
> del concepto que relativamente al estado
»de la opinion piiblica llevo emitido, nos
»las ofrecieran abundantes las mismas
»alocuciones de las autoridades 3' la con-
»ducta observada por los periódicos qua
»han dado muestras mas positivas de or-
»den 3' modaracion, pues sin mengua de
»las atinadas precauciones por aquellas
> adoptadas para impedir la reproduccion
»del desorden, se guarda emperò por todos
»prudente silencio acerca los detalles del
»que ya pasó, y no por otro motivo sinó
»por cierto respeto simpatico à dicha opi-
»nion piiblica que mirarà con desagrado
X'diversa conducta. (Se calla qiiedcícttbrí-
ria la participación de alt as pcrsoi/as.)
»De otra parta la instruccion de una su-
»maria llevaria indispensablemente con-
»sigo el examen de la calidad de testigos
»de muchos ciudadanos qua presenciaron
»el motin sin tomar parte en él y aun
»contribuyendo con eficàcia A proteger
»la seguridad da los religiosos y consar-
»var la posible moderacion entre los
»amotinados, 3' desde luego se ostenta
»necasario que dichos ciudadanos reci-
«bieran mu3• à mal qua se les llamase
»ante la autoridad judicial para que sus
»nombres apareciesen en una sumaria,
»que ademas de ser un documento que
»diera parennemente à conocar que se
>habian encontrado an la ocurrència
»puas que da otra suerte no podria reci-
»birseles como testigos presenciales da
«ella, comprometia su seguridad, asi en
»el caso afortunadamente lejano de que
»Ios revoltosos volviesen à prevalecer
»sobra las layes y autoridades; como en
»al aun mAs lamentable 3' espantoso da
«imprevista vicisitud ó cambio politico.
»Tampoco se obscurecerà sin duda a la
»penetracion del Exmo. Sor. Capitan
COXSECUENCIAS FOLI I ICAS HEI. INCENDIO DE I. OS CONVENTOS
797
»General que hay en la sociedad dos
> distintes medios para preservaria de los
>-atentados que tienden à concular y ofen-
»der las seguridades individual 3' domi-
«ciliaria y el imperio de las leyes; cuyos
»dos medios consisten en el empleo posi-
»tivo de la fuerza armada, ó en la accion
íde la justícia cometida al ministerio de
»los tribunales. Ambos medios deben au-
»siliarse recíprocamente, y si el primero
»de ellos, como mas eficaz, vigoroso y
«efectivo, ha sido ilusorio é insuficiente
»en los momentòs de mayor importància
»para el descubrimiento y efectiva captu-
»ra de los culpables, poco ó nada puede
»el segundo adelantar, pues la niisma
«lentitud de sus formas 3' necesario apo-
»yo de sus decisiones ostentan la inutili-
»dad de su tardío ejercicio. Es indudable
»que durante las ocurrencias del dia 25
»Ia fuerza pública existente en esta plaza
»dejó de obrar activamente usando del
»recurso de las armas sin interrupcion
»contra los revoltosos. El buen concepto
»de que gozan las autoridades de que
»dependen aquellas fuerzas, su amor al
íorden y acrisolada lealtad dan A cono-
»cer que prudentes é irresistibles motivos
»les aconsejaron semejante conducta,
»evitando excesos parciales para no pro-
»vocar tal vez una contienda general que
»cubriese a muchas familias inocentes de
«llanto y desolacion f/;; !!.'); però de todas
»maneras no es problemàtico que la cap-
»tura de aquellos si fuese posible debió
«haberse verificado infraganti y si los
»gefes de las armas no lograron enton-
>:ces conseguirla, y podria por ventura
«obtener semejante resultado una autori-
»dad inerme despues de diez dias en que
>:las sefias que fijaran la identidad de las
) personas se han ya borrado de la me-
»moria de los expectadores? {Y este olvi-
»do no hiciera acaso ilusorio todo proce-
»dimienio judicial?
»La Reina Ntra. Sra. en la Real Orden
»de 15 de julio ultimo se digno disponer
«entre otras cosas que se estableciese la
»comision militar como primera ncccsi-
»ciad en el inoiiicnto que con fundado
«motivo pudiera temerse que se intenta
>-alterar la tranquilidad pública. Al pres-
xcribir esta soberana determinacion fué
»el Real animo de S. M. que el castigo
«fuese inmediatamente consecutivo al
«crimen, esto es, que cogidos en el acto
»los delincuentes la vindicta pública fuese
«desde luego satisfecha. Però cuando
«aquellos han logrado sustraerse à la
«vigilància y cohercion efectiva de la
«fuerza pública, cuando son aun desco-
«nocidos 3' se han malogrado ya los
«medios que pudieron facilitar su descu-
«brimiento rseràn capaces los tramites
«judiciales de producir otro resultado que
«el de mantener en zozobra é inquietud à
«pacíficos habitantes por el temor de ver-
«se comprometidos, porque una inculpa-
«ble casualidad les condujera momentà-
»neamente entre los reboltosos en los
«vaivenes y oleadas de la muchedumbre
«que se experimentaron en aquella funes-
«ta noche?
>Finalmentesi la política reclama como
«es asi neutralizar los desordenes por
«medio del castigo, exige lambien que
«este no se contraiga à los meros instru-
«mentos, sí que se dilate tambien à las
«personas de quienes mas ó menos direc-
«tamente dimanen las causas que han
»dado lugar ó prestado ocasion al esceso;
»3' la notòria ilustracion de S. E. no
«dejara de comprender que la sumaria de
«Estado que se formase debiera dílatarse
»à investigaciones próxímas y lejanas
«que abriendo una senda espaciosa à
«indiscreta 3^ emponzoflada censura de
«pasados acontecimientos diera lugar à
«mayores imposturas de las que 3'a des-
«graciadamente fragua el genio del mal
«para sumirnos en la anarquia. En some-
«jantes vicisitudes que afectan la genera-
«lidad de un vecindario numeroso, una
«política activa bien conducida 3' vigoro-
»sa es la que puede neutralizar todos los
«elementos de ulteriores revueltas; y pro-
«tegidas sus operaciones por el concurso
»de los demils poderes del Estado y muy
«particularmente por la parte del pueblo
«interesada en el mantenimiento de la
l.IBRO TERCERO. — CAPITL'I.O DUODECIMO
«tranquilidad que es siempre la màs nu-
»merosa son los únicos medios con que
»debe contarse para que aquella no sea
«alterada y el imperio de las leyes se
»afianze y consolide.
»Si estàs consideraciones de política
«aconsejan que no se dé lugar A la forma-
»cion de causa, las leyes lo recomiendan
»tambien. La autoridad judicial no puede
»en efecto proceder sinó cuando ha3^ reos
»ó indicios reunan semejante calidad per-
»sonas determinadas. De otra manera el
»procedimiento judicial tiene el caràcter
»de una pesquisa y dirigiendose para ave-
»riguar el estado de una ciudad y descu-
»brir los culpables por hechos públicos
«acontecidos en ella tiene el caràcter de
«general, y se halla expresamente prohi-
»vida en la ley 3.'' tit. 34 lib. 12 de la
»novísima recopilacion. Mas claro sin
»delincuentes no puede haber causa cri-
»minal, y las averiguaciones de quien lo
»sea cuando falta toda espècie de indicios
»que los singularizen no es atribucion del
»ministerio judicial. Obre enhorabuena
»la autoridad política y gubernativa pres-
»te à los tribunales datos bastantes para
»proceder contra personas determinadas,
»pero evítese una inquisicion baja é in-
«concreta pues no produjera definitiva-
»mente otra cosa que el descredito de la
»misma administracion de justícia y el
»decaimiento del prestigio que debe pro-
»curarse conservaria para bien del Esta-
»do y logro efectivo en otras circunstan-
»cias del objeto para que el presente se
»manda emplear.
»De otra parte si la sumaria se enca-
»minase unicamente à justificar los he-
»chos es notoriamente ociosa porque
»estàn à la vista de todos y nadie los
»desconoce. Los partes ó comunicaciones
«oficiales de las autoridades son el único
»medio de comprobacion en casos de
»igual naturaleza.
»E1 Exmo. Sor. Capitan Gral. indica
»con mucho acierto las medidas que con-
»vienen adoptarse, y en grande parte se
»han adoptado ya por la recomendable
«prevision de V. S., que puede con justi-
»cia complacerse en el restablecimiento
»de la pública tranquilidad. Llevense
»pues à cumplimiento y se vera realizado
»con aprobacion de todos los hombres de
»bien un objeto de tanta importància.
»E1 auditor teniendo fija la atencion en
»el progreso del espíritu publico, conside-
»ra que solo procediendo à judiciales
»averiguaciones de lo pasado pueden
»amagarse infortunios para lo venidero,
»y no espera por cierto que este su dictà-
»men pueda jamàs atribuirse à tibieza ó
«condescendència con los desordenes.
»Las autoridades todas reunidas oyeron
»su lenguaje en los momentos de mayor
»apuro y afliccion, y se lisonjea en no
>^haber jamàs vacilado, ni creerse capaz
«de vacilar, en el cumplimiento de sus
»deberes, y pronunciarà siempre la ver-
»dad con la entereza que recomienda el
»mejor servicio de la reina y la prosperi-
»dad de su pàtria. En vista de lo espues-
>'to, y siendo muy conforme que en nego-
»cio de esta trascendencia se oiga el
«parecer que las autoridades de esta
»plaza tengan à bien emitir à continua-
»cion del presente, se dignarà V. E. en
»vista de todo l'esolver lo de su superior
«agrado. Barcelona 4 de agosto de 1835
»=Exmo. Sor. = José Bertran y Ros=
»Exmo. Sor. Capitan General de este
«Ejercito y Principado.» (1).
Según, pues, el maduro Auditor de
guerra, la mayoría de la población, si ha
detestado el modo, ha visto con gusto la
extinción de las Comunidades; y esto
porque, a su decir, éstas simpatizaban
con los carlistas. A tai idea no puede
dejar de notarse que esta es la libertad
liberal, es decir, libertad para los que
piensen como yo, expulsión y exclusión
para los que no.
En segundo lugar, alega las dificulta-
des que se ofrecerían para lograr testi-
gos; y en esto lleva razón; però de aquí
resulta màs patente la falta de la autori-
dad militar de aquella noche, que con
(i) Archivo de la Capitania General. — Legajo
cltado. paquete i. documento 12.
CONSECCEXCIAS POLn ICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
799
balas y bayonetas debía haber defendido
las vidas y los intereses de honrades ciu-
dadanos y sacerdotes; y, sobre todo, sisè
recuerda que las solas amenazas sinceras
salvaban tales vidas e intereses en aque-
lles momentos primeres de la revuelta.
Mas el Auditor, respecto a una de las
principales causas, corre un velo de omi-
sión: esto es, respecto de las personas
que resultarían culpables; porque sé yo,
y supieron otros, los nombres de ricos
senores, empleades y altos militares que
tramaron la conjura, y aun persona 1-
mente la dirigieron. ';Cómo llevaries a la
barra del Tribunal? No se sintió con fuer-
zas para ello, ni lo creyó prudente, pues
entonces que esté a las consecuencias.
Escribo arriba que en estos dias el Ge-
neral Bassa se iba acercando a Barce-
lona, y el curioso deseara saber con qué
fuerzas. Le contestarà el mismo General
por el parte que desde Igualada dirigió a
Llauder en 31 de julio, en el que entre
otras cosas le decía: '<Ya con fecha del 29
»oficié a V. E, desde Cervera, que noti-
>cioso en aquella ciudad de que se habia
»alterado en la capital la tranquilidad
«pública, disponía por prevencion que
»las columnas del teniente coronel Don
»Juan Calvet y la del capitan Moldero
>'Pasasen -A reunírseme en esta villa de
> Igualada en el dia de ayer, donde yo es-
»taría a aguardar las ordenes de V. E. En
«efecto así se ha verificado, y de consi-
»guiente tengo reunidas aquí dichas co-
»lumnas, y he providenciado lo verifiquen
»la compania de Saboya que esta à las ór-
»denes del coronel Ràfols y la de grana-
»deros del mismo a las ordenes del gober-
»nador de V^illafranca, ascendiendo à
»poca diferencia su total à unos mil hom-
»bres: tambien reuniré ochenta caballos
»à lo menos...» (1).
De Igualada, para mejor estar dispues- ■
to a todo evento, pasó Bassa con su co-
lumna al Bruch, desde donde escribe
a Llauder. «Mi venerado General: siento
»mucho el mal estado de su salud, y nada
»extraflo es atendiendo à tantos sinsa-
'>bores.
>íYa ve V. lo que dice el senor Pastors
'>acerca el entrar esta fuerza à la capital:
•>sé que la bullanga està incomodada por
"mi aproximacion, però A mi no me
'>arredra.
'>E1 mal va cundiendo entre todos los
'iurbanos aun de los pueblos subalternes.
'>La ocurrència de Martorell es buen tes-
»tigo: Urbina pide que se le releve de
«comandante de armas,
»Segun digo à V. pienso manana pasar
Ȉ San Quintin y dar la vuelta por el
«corregimiento de Villafranca y batir si
»se presenta alguna faccien, y pasado
>:'manana estaré en dicha villa, y si con-
»viene me subiré a Piera para no perder
»de vista la capital. Miro cenveniente
»este movimiento para evitar habladu-
»rías de estar fija en un punto esta
»columna cuando en otras estan diva-
»gando gavillas sin que nadie les diga
»nada.
»Deseo que V. se restablezca y que
»disponga de su respetueso súbdito y
»S. Q. S. M. B.— Pedró Nelasce Bassa» (2).
He omitido de prepósito la fecha por-
que en el libro de donde copio el texto
de la carta la creo equivocada, pues
escribe «4 de agosto».
«El dia 4 llego Bassa con su columna à
»las inmediaciones de Barcelona; dejó
»A sus soldades en el pueblo de Sans,
»situade A media legua, y entro en la
»ciudad acompafiado de algunes oficia-
ries. Para demostrar que no temia al
»pueblo de Barcelona se paseó por su
«Rambla y calles con el general Pastors,
»Ayerve 3' un ayudante; alarde indiscre-
»to de valer que debia pagar de una
»manera horrible este general digno de
»mejer suerte» (3). Así escribe un autor
revolucionario de aquel tiempo; y como
(1) Mcnioiias do Llauder. Documenlo >8. pà-
.'ina loí del apéndice.
(2) MemorÍKis de Llauder. Documento ^o. pà-
gina loó del apéndiee.
(3) Panorama espai'iol, citado. tomo 111. pà-
gina SI.
800
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
tal revolucionario y hombre de partido,
interpreta mal los hechos, echando a
mala parte lo que de sí cae del lado de la
buena. Llama alarde de valor indiscreto
a lo que, según se ve, venia dictado por
espiritu de prudència y moderación. Si
Bassa hubiese tratado de hacer un alar-
de, o amenaza, y provocación, hubiérase
paseado, no con los dos generales ami-
gosy queridos del pueblo revolucionario,
sinó solo con un escuadrón de caballos,
como diciendo: xaqui estoy para obrar
fuertemente»; però, no; según este autor,
se pasea sin fuerzas y del brazo de los
dos idolatrades de las masas; con lo que
dice al pueblo revolucionario: «quiero
»paz con vosotros, tengo confianza en
»vosotros, hablemos, cumplamos las le-
»yes sí, però entendiéndonos, y juntos
»vayamos al fin deseado». Però hay mas,
mucho màs que contestar al autor: según
varios documentes oficiales, es decir, se-
gún el parte que después de la muerte de
Bassa Pastors envio al Gobierno de iNIa-
drid, Bassa no entro en Barcelona hasta
las seis de la manana del 5; y por lo
mismo no podia efectuarse el 4 el indi-
cado paseo por la ciudad. En este parte
Pastors cuenta todos los pormenores del
hecho, y hasta los caballos que acompa-
naban a Bassa, y por lo mismo, de ser
verdad el paseo, no omitiera su relación
como la omite. Dice que entro a las seis
del 5 acompanado de cuatro o cinco ca-
ballos, exigua escolta que, lejos de provo-
car, atraía confianza. Por otro lado, son
muchos los ancianos que me han narrado
la revolución contra Bassa, y ninguno
me ha mentado ni por asomo este paseo
por Barcelona con Pastors y Ayerve ni
con nadie,
QuizA ocurra aquí preguntar: ;por qué
Bassa, contra las indicaciones de Pastors,
entro en Barcelona? Mas la respuesta en
la mano està: Llauder, en despacho fir-
mado en Vich a 2 del mismo mes, le man-
da entrar; arriba copié el despacho. No
podían pararle los reparos de Pastors,
tanto porque no eran mandatos, cuanto
porque no lo podían ser, careciendo,
como carecía, éste de poder sobre Bassa,
segundo cabo de Cataluna. Debía, pues,
Bassa entrar, y entro.
Mas, aun cuando careciéramos de los
preciosos datos que los anteriores despa-
chos u ordenes nos dan, las elocuentes
palabras del mismo General Bassa, que
por directos y seguros conductos llega-
ren hasta mi, plenamente nos certifica-
rían del porque de la entrada en la
Ciudad. Me dijo un anciano respetable
que la família del General le mandó un
recado a Sans o CoUblanch, avisàndole
del pehgro 'del ingreso en Barcelona, y
que él contesto: que pues el deber lo que-
ria, que vivo o muerto entraria en la
ciudad (1). Don Antonio López, entonces
miliciano, persona de la mayor confianza
del Fr. Esplugas de la fàbrica de caracte-
res de imprenta del Carmen descalzo o
de San José, López, el que después fué
concejal de Gracia, me dijo a mi que
aquel dia de la llegada de Bassa había
salido él con un fraile carmelita descalzo,
acompafiàndole en su fuga de Barcelona
hacia el campo. Que en Esplugas oyó él
mismo que un hombre del campo decía a
Bassa: «no vayas à Barcelona, que te
«mataran», y que Bassa contestaba: «Yo
»no he hecho mal a nadie, y por lo mismo
»no creo que nadie me lo haga à mi». Por
esto López no creia de Bassa aquella fra-
se atrevida, que se le atribuyó, de: «ó el
»pueblo ó yó» (2). Don Juan Mané y Fla-
quer, muy grave senor, que por muchos
anosdirigió el Diariode Barcelona,jq\xQ
tuvo intimo y continuo trato con la famí-
lia Bu.Keres, contóme a mi que salió al
encuentro de Bassa Don Antonio Buxe-
res; que le halló en la Cruz Cubierta; que
le advirtió que no intentarà cumplir la
comisión que traía, porque los animós
estaban muy soliviantados contra la idea
del castigo, y que le podia resultar muy
mal. Que Bassa le contesto que el deber
(i) Relación de D. Cayetano .Marti de Eixalà.
Barcelona 30 de septiembre de 1880.
(j) Relación de Gracia 29 de diciembre de
1882.
CONSECUENCrAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
801
militar era muy sagrado, y así que no
podia dejar de obedecer (1). En la Bajada
de Viladecols, junto a su casa, topa Bassa
con su amigo el Sefior Don Eusebio de
Olcina y de Torres, y éste le avisa del
peligro a que se expone. El General con-
testa con la sonrisa del valor militar, sin
ninguna bravata ni fanfarronada (2).
Entra, pues, Bassa solamente por cumplir
su deber: itan lejos estaba de pasearse
para insultar! Es innegable que si se
mostro por las calles fué para amansar.
Y continua aquel autor revolucionario:
«al anochecer del mismo dia se esparció
»con profusion una proclama enèrgica de
»los caudillos de la revoluciona. Hela
aquí:
'<A los catalanes, al ejército }■ à la mili-
»cia de Catalufia.
»La expulsion de los frailes la consin-
»tieron y aprobaron todos los amantes de
»la libertad: el voto de Barcelona està
»pronunciado; que no vuelvan los frailes,
»pero que no haya desordenes: que siga
»la tranquilidad y el sosiego.
»Que para atender al ser vicio de la
»plaza se hubiese reforzado la corta guar-
»nicion con cuatro ó quinientos hombres,
>'que se organizase un armamento en
»cada barrio; esto estaba en el orden.
»Pero que los pérfïdos Llauder y Basa,
«renovando sus acostumbradas traicio-
»nes, entreguen la provincià à los fac-
)ciosos agolpando todo el ejército en
«Barcelona para vengar resentimientos
»personales y desarmar la milícia con la
»capa de castigar los hechos del 25,
»hechos que toda la poblacion consintió:
»este es un crimen atroz que la muerte
»no es bastante a expiar.
»Todas las columnas del Principado
»estan en movimiento sobre Barcelona;
»las mejores líneas de operaciones milita-
»res estan abandonadas; varios pueblos
(i) Relación que me hizo en Barcelona don
Juan .Maiié a 2f de mayo de i8oj.
(j) Lo conto el mismo Sr. de Olcina a fu liijci.
de cuya boca lo tengo.
ï>que tras de débiles fortificaciones, con
»sus valientes Urbanos bajo el amparo de
»las tropas, se defendian contra las incur-
«siones de los facciosos, quedan ahora à
'-merced de los carlistas; en una palabra,
»el Principado se pierde. -;Cuíil es el pre-
»texto de este alevoso crimen? tLes inte-
>iresa mas A Llauder y Basa combatir por
»los frailes que por Isabel II y la justa
»libertad? ;Cuàl es el estado de Barcelo-
»na? iQné desordenes hay? ^A qué propie-
»dades se atenta? Los incansables Pastors
»y Ayerve responden con razon y con
»sobrada seguridad de la tranquilidad
«pública. Si cualquiera intentase robos ó
»incendios, el mismo pueblo haria ejem-
»plar justícia. Los robos é incendios estan
»en las fantàsticas cabezas de unos cuan-
»tos farolones viles asalariados de Llau-
»der que propalan temores y amagos,
»que mal pueden existir cuando ellos
«insultan aun ímpunemente con su pre-
«sencia la sensatez de los Barceloneses.
»E1 mal es manitiesto y debemos todos
sconocerlo. Quitados los conventos y
»monasterios que pagaban la faccion con
»las enormes sobras de sus rentas, los
»facciosos de Catalufia hubieran hecho
»por quince dias escesos de ràbia; però
«acosados luego de la misèria, faltàndo-
»les el socorro, se hubieran desbandado;
«ocupados por tropas los mejores puntos,
»y redoblando de esfuerzos los pueblos y
»milícia, la faccion sucumbia. Llauder
«cambia los sucesos y trueca en ruina la
»salvacion de nuestra Pàtria; abandó-
»nando poblaciones ricas al saqueo, darà
Ȉ los facciosos los recursos que solo
»sacaban de los frailes; viendo que las
»tropas se retiran, la faccion se engruesa;
»los milicianos, sin apoyo de tropas, se
»ver;in agobiados por fuerzas superiores;
»los liberales tendràn que huir; Catalufia
»seríi otra Navarra, y Llauder dirà que
>•>lo Itan cansado /o-s liberales con los
»lteiiios del 25 de julio. jAlevosia atroz!
»No para en esto la infàmia del nuevo
«tigre de Catalufia; ha llegado a la viteza
»de reclamar auxilies de ba3'onetas
«estranjeras para consumar sus inicuos
802
LIHKO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»planes, por la desconfianza que le ins-
»pira el patriotismo del ejército.
»En tan crítica situacion, sin la franca
»decision de todos los buenos, los danos
>;seríln irreparables. Los momentos son
»críticos: los ayuntamientos, las corpora-
»ciones, los jefes de toda Catalufía, si no
»quieren que se les teng'a por còmplices
>^de Llauder, deben al instante tomar
»prontas medidas para nuestrasalvacion,
»y exponer al gobierno el inicuo modo
»con que se vende nuestra Pàtria.
»Catalanes, Ejército, Milicia, conoced
»vuestra posicion: todavía es tiempo.
»Tras de Llauder y Basa vienen los cadal-
»sos, la esclavitud, Carlos V, y la Inqui-
»sicion. Basa la cacareada espada de
»Llauder que ningun faccioso ha visto
»sirve solo contra Espanoles mismos; à
»la campana de Lacy y de Vera piensa
»anadir la de Barcelona; su ràbia y su
»ambicion se han de saciar con sangre
»de compatricios: reuníos y evitad la
»ruina de la Pàtria.
»iBravos soldados del ejército! del pue-
»blo habeis salido; entre el pueblo teneis
»a vuestros padres y hermanos; vosotrds
»sois los primeros interesadosen la liber-
»tad de nuestra pàtria: las armas que con
»tanto honor empufiais no se mancharàn
»sin duda con la sangre de vuestros her-
»manos, pues se os han confiado, no para
»servir à traïdores, asesinos y tiranos,
»sino para defender la libertad bajo la
Ȏjida del trono de la inocente Isabel.
«jCiudadanos todos! corred A las armas;
»guerra A los tiranos que quieren opri-
»mirnos, y que se han quitado por fin la
»màscara con que nos habían enganado,
»que el movimiento sea unànime, y sea
»nuestra divisa: ABAJO LOS TIRANOS.
»VIVA ISABEL II, VIVA LA LIBER-
»TAD!»(1).
Contiene esta proclama palabras que
se han de notar. Dice que se quiere
desarmar la milicia: creo falso tal con-
cepte. Dice: «este es un crimen atroz que
(i) d. Francisco Raull. Historia de la conmo-
ción..., cit., pàgs. 46, 47 y ^fS.
»la muerte no es bastante è. expiar». jLa
muerte! Dice que Llauder y Bassa son
traïdores y quieren entregar la provincià
a los carlistas: mentirà burdísima. Dice
que se abandona la guerra para concen-
trar fuerzas en Barcelona: la culpa es de
los autores de la proclama Dice que no
hay desordenes en Barcelona: dentro un
par de días nos podran decir si había o no
aquí motivo para témer. Dice que Pas-
tors y Ayerve son incansables y bastan
para conservar la tranquilidad: Pastors
tenia cortisimo talento, y Ayerve con su
presencia autorizó el incendio: hay elo-
gios que hunden. Dice que los cenobios
«pagaban la faccion con las enormes
»sobras de sus rentas»: embuste mani-
fiesto: lo que pagaban eran miles y miles
de duros de sus pobres rentas al General
Llauder para combatir a los carlistas.
Dice que quitados los conventos los car-
listas fenecían: nada dió tanta vida al
carlismo como la degollina de los frailes.
Dice però no sigamos, que el resto no
contiene mas que embustes de cartelón
de teatro de la legua, salidos de plumas
estúpidas, y dirigidos a un auditorio màs
estúpido aún. La Revolución no puede
sostenerse màs que sobre la falsedad.
ARTICULO SECUNDO
EL ATENTADO CONTRA EL GENERAL
BASSA
El autor revolucionario del cual al ter-
minar del articulo anterior tomo la ruin
proclama, paladinamente nos certifica
de que la revuelta iba dirigida por «cau-
dillos» al escribir que «al anochecer
»del mismo dia (4) se esparció con pro-
»fusion una proclama enèrgica de los
»caudillos de la revolución.» Aun cuando
callarà testigo tan abonado, los hechos
descubrirían la existència de directores
del movimiento, con tanta constància
llevado a cabo y con tan meditado plan.
La existència de caudillos supone un
CON'SECUENCIAS POLITICAS PEI. INCENDIO DE LOS CONVENTOS
803
plan, o trama, por ellos dispuesto para
el movimiento de los acaudillados. Y
también respecto a la existència del plan,
aun cuando callaran los ancianos, que
ciertamente no callan, harto lo delataran
los hechos, pues las proclamas y las
hojas clandestinas no habían de nacer
espontàneamente como hongos, ni para
su impresión las papelerías y las impren-
tas trabajar de balde y a capricho. Tam-
poco estuviera de antemano sefialado el
punto de reunión de los amotinados como
lo estaba: la plaza del Teatro.
Al ver el terrible resultado de esta tra-
gèdia se creerà por ventura que el fin
de sus urdidores era el asesinato del Ge-
neral; sin embargo, no llegaba a tanta
maldad. Querían que dimitiera el mando,
o mejor, solo que se retirarà de Barce-
lona, y desistiera de su empeno, y así im-
posibilitarle de cumplir las ordenes de
Llauder; con lo que logrado, quedaban
incòlumes los matadores de los frailes,
libres de castigo tanto los ejecutores
cuanto los urdidores de aquel atentado
del 25 de julio; quedaba triunfante la
revolución, vencido el gobierno modera-
do, y cada uno de los grupos de revolve-
dores que había contribuído a aquel cri-
men podia llevar al deseado resultado su
proyecto maquiavélico.
Esta mi suposición respecto al fin de
los caudillos la deduzco de que lo que se
pidió primeramente a Bassa, en los mo-
mentos críticos, no consistiu en que se
entregara presó; sinó en que él y su co-
lumna salieran de Barcelona, y así no
castigarà el hecho del 25 de julio. Un ofi-
cio pasado por el Ayuntamiento a Bassa,
que insertaré abajo, nos lo dice muy
claro. La deduzco de que no existia con-
tra de él motivo alguno de odio personal.
Bassa en 27 de octubre de 1833 desarmo
en Madrid, no sin efusión de alguna
sangre, a los voluntarios realistas (1),
y aliora en Catalufía perseguia a los
carlistas. La deduzco de las palabras de
(i) Continuadores de la llisloria de Espana
de D. ^\odcsto Lafuente, tomo X.\, pàfí. n.
él mismo cuando en Esplugas contesta:
«yo no he hecho mal a nadie: no creo
»que nadie me lo haga à mi». La deduzco
de que los mismos autores revolucio-
naries lamentan el asesinato. Y final-
mente la fundo en que D. Benito To-
màs, persona, aunque no de elevado
rango social, però si de muy claro talento,
y en 1835, por razón de su trabajo, muy
metido entre la gente revolucionaria, me
aseguró varias veces que el fin llegaba
solo a lograr la dejación del mando. Y
cuenta que el testimonio de Tomàs per-
fectamente concuerda con el de otro
anciano en 1835 muy revolucionario y
metido en los de sus ideas.
Repito, emperò, que ignoro a punto
fijo si el empeòü de los amotinados con-
sistia, segiin me dijo el senor Tomàs, en
que Bassa resignarà el mando; o si sola-
mente en que saliera de Barcelona; con
solo esto ya se lograba que no se llevarà
a ejecución el castigo de los culpables del
hecho del 25 de julio. Los urdidores, pues,
no intentaban matarle; però, sin embar-
go, la hez del pueblo exaltada se pro-
pondría llegar a su objeto hollando toda
oposición y echando mano de todo medio,
3" en la plaza del Teatro Principal ya, en
los momentos del comienzo del alzamien-
to popular, parte de la turba propuso el
asesinato de Bassa.
rY dónde se tramo el plan? El campo
abonado se extendía por toda la ciudad.
Escribe con verdad uno de los autores
revolucionarios, arriba repetidamente ci-
tado: «La obra de unos pocos) (el incen-
dio de los conventos) «se convirtió por
»las bravatas de las autoridades en la
»obra de la mayoría inmensa del pueblo
«barcelonès» (2). No discutimos ahora por
obra de quién la gran masa liberal de
Barcelona se enfureció contra Llauder y
contra Bassa, però sí confieso queexpresa
la verdad dicho autor al calificar de «po-
cos» a los incendiaries de los conventos,
però si de «mayoría del pueblo barcelo-
(2) El Panorama espaiiol, tomo 111. p;i^. 50.
804
I.IBRO ÏERCKRO. — CAPIIUI.O DUODECIMO
»lonés» a los que se rebelaron contra
Bassa. Así me lo han confesado todos
los ancianos, que no montan corto nú-
mero, tanto del campo liberal cuanto del
opuesto; y hasta hubo quien me anadió
que persona de la cual nadie lo adivmara,
persona que después diariamente asistía
a Misa, aquel dia del asesinato de Bassa
fomento el alzamiento. Y en un docu-
mento oficial secreto del Archivo de la
Capitania General, que no se me permitió
copiar, recuerdo haber leido que en esta
revolución estaban comprometidas mu-
chas personas, después defensoras del
orden y de la autoridad.
Los hechos mismos iran mostrando el
plan según el cual fueron ideados.
Como escribi arriba, y cuentan los
autores. Bassa, al aproximarse a Barce-
lona, dejó descansar su tropa en Sans,
donde esta pasó la noche del 4 al 5 de
agosto. Allà presurosos acudieron los re-
volucionarios, unos por si mismos, otros
por agentes, a sobornar a la fuerza. Uno
de aquellos progresistas (así se llamaba
entonces a los avanzados) dijo a un su
amigo: «Hay un saquito de retama. Si éste
»basta, no habra sangre; si no basta, la
»habrA». En términos llanos, ó no meta-
fóricos: «Està preparado un saquito de
»oro. Si el oro basta, no correrà sangre;
>^si no basta, lucharemos». Quien me lo
dijo anadióme que a cada oficial que
admitió el trato se le dieron cuatro o
cinco duros. A la tropa se la contentaría
con menores cantidades, o con artículos
de golosina, de comer y beber. A lo me-
nos de tal modo respecto de los soldados
se practico al otro dia, como veremos.
Ademàs no faltarían entre los individuos
de la columna masones y progresistas,
los cuales no necesitaban de los estímulos
dichos para convenir a la solicitación de
los emisarios de la ciudad. Y cuenta que
la grave noticia de la compra en Sans
de la columna de Bassa no la afirmo a
humo de pajas, o sin razón, pues me cer-
tifico de ella un venerable anciano, de
nombre Ramon Reixach, al cual la había
contado Don.... que fué uno de los que la
efectuo, es decir, uno de los revoluciona-
rios que fué a Sans a efectuaria.
Vivia Bassa, como dije en su lugar, en
la casa pròpia de Dona Rosa Duran, la
que formaba la plazuela, entonces algo
mayor que hoy, que se abre en el cabo
meridional de la calle de Lledó, o princi-
pio de la bajada de Viladecols. A la sazón
tenia allí a su mujer, la Sefiora Dona
Franciscà de Saleta, tia de las hermanas
Dofia Felipa y Dofia Josefa Alvarez
de Mendieta, senoras muy virtuosas, a
las que mucho traté. Entro Bassa en la
ciudad a las seis de la mariana del dia 5,
con solos cuatro o cinco caballos.
Prontamente acudió a abrazar a su fa-
mília, y no es difícil conjeturar la satis-
facción de aquella casa al tenerle en su
seno, y los temores por lo que todo el
mundo veia al umbral de la puerta. De
aquí que un después cèlebre literato, en-
tonces jovencito, a lo que se ve amigo
de aquella revuelta, describiéndola, escri-
biera a un amigo: «Así que (Bassa) llego
»se fué à su casa, su mujer echàndole los
»brazos al cuello, le impelía hàcia la
»puerta para que huyera....» Ignoro si
este jovencito acertó o no en la noticia;
però sí me conto el Senor Don José Mor-
gades, Obispo de Vich y de Barcelona,
que trató no poco a Dona Franciscà de
Saleta, que Bassa aquel dia la dijo: «jPo-
»bre Francisqueta! iCuàntos malos ratos
»te llevo dados, y cuàntos todavía te
»daré!» Y si esto no bastarà, el j'erno de
Bassa, Senor Don Narciso de Sarriera y
de Pinós, me refirió a mi haber oído mu-
chas veces de boca de su suegra que
aquella maiïana, al despedirse de ella su
marido el General, la dijo: «iPobreFran-
»cisqueta! iCuàntos disgustos te ocasio-
»naré!» (1).
Vestido de uniforme de pantalon blan-
co (2), levita sencilla de caballería, som-
ií) Me lo dijo en Barcelona a los 8 de abril
de 1889.
(2) .Me lo dijo D. Emilio Pi y .Molist que vió
el cadàver a los comienzos de arrastrarle. Barce-
lona I." de iulio de :S8o.
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
805
brero tricúspide, según uso de entonces,
faja, aquel dia estrenada, y espadín tam-
bién de caballería (1); y fumando un
cigano se fué la misma manana, a eso
de las diez, o poco antes, al Real Palacio,
a la sazón habitación y, por lo mismo,
despacho del primer General.
Entro en Barcelona, creo que a medio-
día, aunque ignoro la hora, la columna
de Bassa, y se situo en la plaza de Pala-
cio. El autor revolucionario arriba cita-
do, redactor del Panorama Espafiol,
indica el hecho con las siguientes pala-
bras: «No se descuidaban por su parte
»las autoridades militares. La tropa (en
y>Barceloua) se puso toda sobre las ar-
»mas; los fuertes se dispusieron A hostili-
»zar à la poblacion; la columna de Bassa
»que estaba en Sans, al oir el canonazo
y>(las í/oce del dia) se puso en marcha,
»entró en la ciudad por la puerta de San-
»ta Madrona, inmediata al tuerte de Ata-
»razanas y bajo la falda de Alontjuich;
»tomó la muralla del mar, siempre apo-
»yada por los fuertes, y fué a colocarse
»en la plaza de Palacio, posesionàndose
»del atrio del salon de la Lonja. El gene-
»ral Bassa se estaba en el mirador, rién-
»dose de la gente que corria despejando
»la plaza» (2). La columna de Bassa se
componia de 1,100 infantes y 40 caba-
llos(3).
Aquel dia, que lo fué de calor sofocan-
te, el cansancio, la fatiga y los sufri-
mientos de la guerra venian vivamente
pintades en las personas de los soldados.
Tostados del sol, cubiertos de polvo, des-
caecidos, se tendían en el indicado atrio
para descansar y dormir. Ademàs, las
continuas marchas y contramarchas les
(i) .Mc lo descrlbiü un curioso que con la
turba se introduio en Palacio y vió al general
vivo aun. Barcelona ^i de marzo de 1882. Que
en aquel acto estrenarà la faja mc lo dijo quien lo
oyó de una mujer muy continua de la casa del
("leneral.
(2) Panorama espaiiol, tomo lli. pàj;. s2.
(3) Archivo de la Capitania (jeneral. — Leiíajn
cit., paquete 2, documento 1.
tenían aburridos. En aquel tiempo, y aun
en posteriores que yo recuerdo, ante la
fachada oriental de la Lonja adelantaba
hacia el centro de la plaza un alto esca-
lón o terraplén, al cual se subía por
varias gradas. Sobre este escalón ten-
dianse los soldados. Allí acudieron los
emisarios de la revolución con cestas de
buen pan (pans de crostons) y abundan-
te vino (bujols de vi), hutifarras, ciga-
rros, etc; J^ repartiendo a manos llenas,
y abrazando a los soldados, y halagàn-
dolos, lesganaban (4). Un testigo, aunque
entonces niiio, me anadió que hasta se-
noras con sus criadas obsequiaban a los
soldados y oficiales con manjares y refres-
cos (5).
De Bassa y su tropa volvamos ahora
la vista a los revolucionarios, los cuales
también desde la mariana se iban prepa
rando. El en su lugar descrito cafè de la
Noria, o de Cipriano, cobijaba el foco
visto de la conspiración. '<Todas lascons-
«piraciones, me dijo Don Benito Tomàs,
>;como indiqué arriba, se tramaban en el
»café de Cipriano; es decir, no la conspi-
»ración secreta, sinó que concurrian allà
>^jefes y oficiales de milicia y otros; y
»uno empezaba soltando la idea de que
»hay que hacer esto, y otro que se debe
»hacer estotro, y así se entusiasmaban y
»convenían unos y otros; y se daba or-
»den à la revuelta. En este dia de Bassa
»se hizo la revolución entre este cafè y
»el teatro Principal, donde habia una
»reunión, en la que desempenaba uno de
»los primeros papeles Borrell. Y eran
»de ver las idas y venidas del cafè al
»teatro y del teatro al cafè» (6). Y tanto
es verdad este dicho de Tomàs, que per-
fectamente concuerda con el deljoven-
(-)) Son muchos los testigos de este hecho tan
publico, los cuales me lo testificaren, y caíi todos
con las mismas palabras.
(ï) A\e lo conto un senor cuyo nombre ignoro,
en Balaguer a iS de i unió de i8c)8, y me anadió
,quc cl lo vió.
(o) Relaciones de dicho Sr. Tomàs de 1 1 de
noviembre de 1890 y 14 de enero de 1897.
806
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
cito literato, que no es otro que Don
Pablo Piferrer y Fàbregas (1), quien
escribe: «Mi carta antecedente fué inte-
»rrumpida por el ruido de las puertas
»que se cerraban y por las voces de los
»vecinos. Póngome al punto mi casaca....
»voy à buscar un conocido mio, y juntos
»nos dirigimos à la plaza del Teatro que
»era el punto de reunion», el dia de la
revolución contra Bassa. Allí, en aquella
reunión del Teatro, estaban muchos de
los que mandaban en la milicia urbana,
y allí les sorprendió a las doce menos
cuarto el canonazo de aviso. Su estam-
pido tanto valia como una intimación
militar de, o retirarse, o declararse en
lucha. Al oirlo, sono la bronca voz de
Borrell, diciendo que nada de retirarse,
sinó que todos tomasen sus fusiles y
se reuniesen en sus respectives princi-
pales (2).
Lo que pasa en la plaza del Teatro nos
lo dice Piferrer con estàs palabras: «Me-
»dio cuarto faltaba para las doce... dan
Ȏstas y un diluvio de gente se precipita
hen la plaza. Cunde al instante la voz de
»Basa esid en Palacio, las tropas va van
(i) Las palabras que iré copiando de Piferrer
demuestran que simpatizaba con la revolución.
Sabemos que escribía artículos de crítica literà-
ria en el periódico progresista El Guardia Na-
cional; però también los redactaba para el mo-
derado El Vapor. De aquí pasó en 1S41 a la
redacción del Diario de Barcelona, en el que
estaba encargado de la crítica de teatros. De
todos modos, en sus escritos se ve al hombre de
ideas católicas y de aficiones artísticas, de lo que
son testigo elocuente sus beneméritos artículos
en los Recuerdos y hellezas de Espana. Sus en-
tusiasmos de agosto de 1835 serían ràfagas de
imaginaciones juveniles. pues entonces contaba
solo IÓ anos.
Las líneas de Piferrer que en este articulo van
copiadas proceden de una carta que escribió en 8
de agosto del 1855 a un su amigo, la que està
inèdita. Yo no la vi original, però vi una copia
de mano pròpia de D. .\ntonio Elías de .^íolins,
quien me la presto. .
(2) Relaciones de D. Benito Tomàs de 17 de
enero de 1893 y 14 de enero de 1897.
y>d entrar. Unos proponen el cerrar las
»puertas y apoderarse de la guardià,
»otros ir desde luego à matarle en Pala-
»cio. Suena el cafion de las Atarazanas,
»y todo el mundo se va à armar.»
Efectivamente, alarmóse la población;
cerràronse las tiendas; la gente tímida se
guareció en sus domicilios; los entusias-
mados pasaban por las calles, y acercàn-
dose a los habitantes de las tiendas, que,
vencidos de la curiosidad, se asomaban
en las entreabiertas portezuelas, les
exhortaban a tomar el fusil y a acudir;
mientras otros atolondrados corrían a los
armeros en demanda de armas, y muchí-
simos a la casa consistorial exigiéndolas
del Ayuntamiento. He aquí nuevas pala-
bras de Piferrer: «Entretanto Uegó algu-
»na tropa, y durmióse en la plaza de
«palacio. El tiempo volaba {sic) los
«espias corrían , la alarma se difun-
»dia... las 12 estaban cerca. Llegaron por
»fin trono el caiion, y he aquí la serial
»del combaté». Continua escribiendo que
con gran rapidez se reunieron todos los
voluntàries; que en la plaza de San Jai-
me, o de la Constitución, se hallaban
pueblo y voluntàries, y que como llegase
allà la falsa noticia de que iban a des-
pejarla militarmente los 25 lanceros de
Bassa, algunes, y entre elles este litera-
to, corrieron a obstruir las bocacalles.
«Pedimos armas... [sic)\ el Ayuntamiento
»nos repartió 400 sables ; diónes un
»papel firmado para los alcaldes de barrio
Ȉ fin de que nos entregasen cuantos
»fusiles tuvieran»; y que todos se fueron
a la plaza de Palacio. La abigarrada
masa de pobres y no pobres, hombres y
mujeres, armades de todo instrumento
bélice y no bélico, formaba como un des-
compueste sematén.
Allí en la plaza de Palacio unos tres-
cientos hombres de Bassa, continua Pi-
ferrer, «formaban igualmente en batalla
»dejande traslucir en sus rostres el can-
«sancie, el hambre y el suefio. Iban entre
»tode Uegando las tropas aquí fué la
»escena màs patètica. El pueblo aclama-
»ba à estos valientes. Mediaron abrazes
CONSKCUENXIAS POLITICAS DEL INXENDIO DE LOS CONVENTOS
807
»y besos. iQaé podia pues esperar el
>Gobernador (Bassa) viendo que todo
> amenazaba su vida?»
Sobre estos mismos lieciíos oigamos la
muy autorizada voz del Ayuntamiento:
«En la Ciudad de Barcelona y dia cinco
»de Agosto de mil ochocientos treinta y
>:•cinco. El Escmo. Ayuntam.'° de ella
«convocado y congregado en la Sala
>jCapitular de sus casas consistoriales y
»forma que tiene establecida y de cos-
> tumbre, concurriendo à él los Sres. Re-
»gidores y Diputados notados al màrgen,
»teniendo Ayuntam.'° extraordin." , y
vpresididos por el Sor. Marqués de Llió
»Decano, presente el infrascrito Secreta-
»rio interino del Escmo. Ayuntam.i°.»
Al margen dice: «SS. Regidores: Mar-
»qués de Llió, de Gayolà, de Mena, de
xLlinas, Bellera, Elías, Mas, Espalter,
»Baulenas. — Diputado: Oms. — Sindico
»personero: Ruira.»
Sigue el texto: «Con noticia estrajudi-
>^cial que tuvo el Sor. Decano de que se
«notaba alguna agitacion en el pueblo,
»mandó convocar al Escmo. Ayuntam.'"
»y enterado este por medio del Capitan
»del primer Batallen de Voluntarios
«Urbanos D. Mariano Borrell y otros que
»la causa de este movimiento era la
»entrada a esta Ciudad de su Gobernador
»D. Pedró Nolasco Bassa segundo Cabo
»Comandante Gen.' de este Ejército y
>'Principado, dispuso el Ayuntam.'" que
»por medio de los Oficiales de su Secre-
»taría se llamasen para formar parte de
»esta sesion à los SS. Gobernador Civil
»Don Felipe Igual, y Teniente de Rey
«Corregidor interino D. Joaquín Ayerve
»en cuyo acto,
«Entro el Sor. D. Rafael M.^ de Duran,
xy manifesto que el Gen.' D. Pedró Maria
> de Pastors había entregado el mando al
«General Bassa.
«Entraren los SS. Ibern, Martorell, y
«Lapeyra, y salió el Sor. de Gayolà.
»Y se propuso que vaya una Comision
»al General Bassa para manifestarle el
> peligro que corre la tranquilidad públi-
»ca con su presencia. Y en este acto se
«oyeron dos canonazos tirados por la
«Plaza y
«Entraren les SS. Gober.<'°r Civil, y
«D. Ramon Roig y Rey
*y el Escmo. Ayuntam.'" acordo oficiar,
«como se verifico inmediatamente, al
«Gen.' Bassa, esponiéndele que el Cuer-
»po municipal atribuía la conmocion
«popular que se notaba al haber entrado
«dicho Gen.' en la plaza (1), por lo que
»le aconsejaba como una medida para
«calmaria, el que saliese de la Ciudad, no
»pudiendo en caso de no acceder, res-
«ponder el Ayuntam.'° de la pública tran-
«quilidad: cuyo oficio se mandó por medio
»de un oficial del Escuadron de velunta-
«rios Lanceros, que se hallaba reunido
«en la plaza de estàs Casas consistoria-
»les, como lo verificaban los Cuerpos
«Urbanes de Infanteria.» (Toda la niili-
cia, pues, estaba en la plasa).
«Estande el Ayuntam." tratande de
(i) Oficio que el Ayuntamienlo envio al Gene-
ral Bassa: «La tranquilidad pública se halla alte-
Drada otra vez en estos momentos, y este Cuerpo
«municipal no puede prescindir en cumplimiento
))de su deber, y como representante de esta bene-
«mcrita pohlacion de dirigirse à V. E. para que
«consultando con los motivos que constaran à
))\'. E. haber promovido semejante alteracion que
«este cuerpo cree consiste en la entrada de \ . E.
»se sirva elegir tambien aquella clase de medida.=!
«conciliativas que mas eficazmente puedan coope-
»rar al restablecimiento de la tranquilidad públi-
)>ca, advirtiendo à \^ E. que en su concepte las
Diuertes ó violentas no lograrían el objeto, y
»quizú nos envolverian en sangre. y que este
MCucrpo municipal opina podria remediarsc con
))la salida de \'. E. en la inteligencia que e.xpre-
))sada la opinión del Cuerpo municipal en estos
«tcrminos sobre este particular entiende descar-
Dgarse de toda la responsabilidad que podria pesar
«sobre él en estos criticos mnmentos. porque
«nunca podrà desentenderse del voto general de
))la poblacion. — Dios... Barcelona í de agosto de
«1835. — El .Marqués de Llici. — Francisco de
«Gayolà. — Joaquin de .Mena. — Cayetano Ribot,
secretarici interino. = Escmo. D. Pedró Nolasco
Bassa.» — Archivo de la Capitania General de
Calaluna. — Lcgaio citado, paquete i, documen-
to j I .
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»los medios de persuadir al Pueblo à la
»tranquilidad pública, se agolpó este
»dentro de las Casas consistoriales acom-
»paiiado de varios paisanos armados
»pidiendo armas, y no habiendo otras en
»las casas consistoriales que las inútiles
»procedentes de la administracion de los
»derechos de puertas, fué preciso ceder à
»la exigència, dando orden -A los Alcaldes
»de Barrio que entregasen las que pocos
»dias antes se les habían facilitado para
«patrullar, si los individuos quelastenían
»no querían hacer uso de las mismas en
«favor del orden y del voto general de la
»poblacion.
»En estc estado el Sor. Gobernador
»Civil D. Felipe Igual, à quien por los
»grupos armados se amenazó de la vida
)>sino hacía dimision de su destino inme-
»diatamente, so pretexto de que el pueblo
»no le consideraba adicto a su causa,
»teniendo esta desconfianza dijo; que
»hacía formal renuncia de él, }' de con-
»siguienie, que el Escmo. Ayuntam.'° se
»sirviese disponer su reemplazo; en cuj^a
»virtud se acordo llamar y llamó en efec-
»to al Secretario de la Gobernacion Civil
»D. José Melchor Prat, à quien en este
»caso corresponde tomar el mando del
»ramo.
Of^^ cJ^^^Í^/é^ O^^i
«Se mandó oficiar como se verifico al
«Gen.> D. Pedró Maria de Pastors, à
»quien aclamaba el Pueblo; suplicàndole
»que supuesto de que gozaba de tanta
«influencia y de que con ella tal vez se
»restablecería el orden se encargase del
»mando militar.
»Continuando la ecsigencia de armas
»fué indispensable entregar las inútiles
»de que se ha hecho mérito procedentes
»de la administracion de puertas.
»Con noticia de que el pueblo se agol-
>:'Paba en el R.' Palacio, donde se hallaba
»el Gen.' D. Pedró Nolasco Bassa, el
»Escmo. Ayutam.'° mandó oficiar al Sor.
»Ten.'^ de Rey para que como Corregi-
»dor interino viniese -k ponerse al frente
»del Ayuntam.'o; cuyos sefiores Conce-
»jales salieron con sus bandas hacia el
»R.' Palacio, y los Batallones de Volun-
»tarios que se hallaban formados en la
í>plaza para dirigirse tambien allí como
»lo verificaron formados con sus banderas
»y músicas; y en el mejor órden siguieron
«al Ayuntam.'°. EI objeto de este era el
«persuadir al Gen.' Bassa à que cediendo
Ȉ la indicacion que en escritos le aca-
»baba de hacer, calmase con su separa-
«cion la agitacion pública: quedando no
«obstante en las Casas consistoriales en
«comision para lo que pudiese otrecerse
«los SS. D. José Melchor Prat Goberna-
«dor Civil interino y los SS. regidores
»D. Fran.<^° de Gayola, D. Rafael Maria
»de Duran, D. Joaquín de Mena, D. José
«Maria de Llinàs y D. Bernardino Be-
«llera.
«Vuelto el Ayuntam.'° manifesto el
«Sor. Decano que el Cuerpo municipal
«había hecho al Gen.' Bassa la indicacion
«que le condujo al R.' Palacio, y que si
«bien se había en cierto modo pronuncia-
»do dispuesto à acceder à dejar el mando
«había sido tarde su determinacion, pues
«que en el momento de salir el Ayun-
»tam.'° de dicho R.' Palacio se había
«agolpado en él el pueblo y era de témer
«una catàstrofe. En efecto fué así, pues
Ȉ pocos momentos de hallarse nueva-
«mente reunido el Escmo. Ayuntamien-
»to en la Sala Capitular de sus casas
«consistoriales se recibió la noticia de
«haber sido víctima el indicado Gene-
»ral.
«Acordo el Escmo. Ayuntam.'" se oficie
«al Sor. Delegado de Policia para que él
«y su Secretario continuen en el desem-
«peno de su destino, y que cesando los
«demàs empleados entreguen las armas
«que tengan, y se suspendió la sesion para
«entrar en trabajos las Autoridades reu-
CO.NSECUENCIAS POLITICAS DEL INXENDIO DE LOS COiNVENTOS
809
»nidas con comisionados del pueblo segun
»este ha exigido» (1).
El acta del Ayuntamiento nos ha lleva-
do harto adelante; conviene dar un paso
atràs. Reunidos los cuerpos de milícia
en la plaza de la Constitución, desfilaron
ordenadamente tocando la marcha de
Riego, tras del Ayuntamiento hacia la
de Palacio, pasando aquél por la calle de
la Libretería (entonces no existia la de
Jaime I), plaza del Àngel, Plateria y San-
ta Maria. Un amigo mío vió frente Santa
Maria pasar a la cabeza de su compa-
nia (la 1.'' del 1.^'' batallón) D. Mariano
Borrell.
He aquí como refiere este hecho el
colaborador revolucionario del Panora-
ma Espanol: «Bien pronto se penetro
»Bassa de que la conmocion era mas
»seria de lo que habia creido. Un rumor
»espantoso, como de una terrible aveni-
»da, se dejaba oir por las calles inmedia-
»tas (al palacio), por todas las cuales
»iban acercàndose masas espesas de gen-
»te diversamente armada gritando labajo
»los tiranos! ;Viva la libertad! El primer
»batallon de la milícia urbana con una
»comísion del Ayuntamiento à la cabeza
»avanzó a bandera desplegada y tambor
»batiente hàcia la plaza de Palacio por la
»Plateria; tras este batallón seguia en
»tumulto el pueblo de todos modos arma-
»do y dirigido por improvisados gefes
»que son siempre los mas audaces. Por
»la calle Ancha avanzaban otros batallo-
»nes de urbanos con el séquito de pueblo
»también, en tanto que el escuadron de
»lanceros asomaba por la muralla del
»mar. En un momento desapareció la
»plaza y sus cercanías debajo de los espe-
»sos grupos y batallones; cuajada de un
»gentío ínmenso no se divísaba mas que
»cabezas terriblemente agitadas, brazos
»levantados y un bosque espeso de armas
»de toda dímension, calibre y uso que
»brillaban y hormigueaban por encima
»de estàs acaloradas cabezas. Formà-
(i) Archivo municipal. — Acuerdos. Segitndo
semestre. iSjs- Fols. de 585 a 588.
>/ronse en columnas cerradas los nacio-
»nales delante de palacio, apartandose
Adel punto por donde se divisaban las
»troneras de la Ciudadela, y el pueblo
«desbandado inundo el resto del recínto.
>'A1 verse aisladas y circuidas de la mili-
»cía y del pueblo las tropas de la Lonja
»abandonaron este punto, y fueron à co-
»locarse al frente de la Aduana... pasando
»por en medio de los sublevados, que los
»recibían con vitores y arengaban, 11a-
»màndolos à concurrir con ellos altriunfo
»de Barcelona. Los soldados respondian
»viva à los vivas que el pueblo daba, y
»los oficiales estrechaban la mano à los
«oficiales de la milíciav. Un testigo pre-
sencial me díjo que cuando la muerte del
General la tropa estaba aún en la Lonja
dentro de ella.
'<E1 general Bassa que estaba contem-
»plando estàs escenas podia conocer que
»ya no era tiempo de intentar resistència
»alguna. Al menor asomo de ataque el
»pueblo habría hecho pedazos en un ins-
»tante la valiente tropa que se había
"traido para reprimírle, y la fraternidad
»que empezaba à reinar entre ambas
»fuerzas era un indício seguro de que
«Barcelona se había hecho duena de la
»sítuacíon» (2)
Subió al palacio una comisión de la mi-
lícia urbana, pidíendo al General que
desístiera de su intento. Bassa contesto
que no podia. El Ayuntamiento por escri-
to le pidió que se alejarà. Entre la mu-
chedumbre popular circulo la voz, creo
que falsa, de que Bassa a una de las
peticiones contesto: «ó el pueblo ó yo»,
notícia que mucho irrito a los exaltades.
Presentaronsele, según parece, otras co-
misiones, y finalmente la escrita arriba del
Ayuntamiento, o mejor el Ayuntamiento
mísmo, compuesto de personas sensatas.
Entonces el General, al oir las palabras
de los machuchos del município, al escu-
char la grita de la plaza que pedía desa-
foradamente su cabeza, y sin duda al ver
la confabulación de la tropa con el pue-
(j) Panorama espanol, tomo 111, pàg. ^2.
810
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DrODECIMO
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CONSECL'EN'CIAS POl.lTICAS DEL I.N'CENDIO DE LOS CONVENTOS
811
blo revolucionado, penso en ceder, para
lo que llamó junta de Generales (1). Reu-
nides todos con el Ayuntamiento, se
acordo la renuncia del mando, y el secre-
tarío de la Capitania General, Don José
Caparrós, empezó a redactar el acta de
renuncia (2). Y escribo renuncia, y no
puramente salida de Barcelona, porque el
acta del Ayuntamiento de aquel dia, ha
poco copiada, dice: «que si bien se habia
»en cierto modo pronunciado dispuesto à
»acceder à dejar el mando»; luego, pues,
de lo que se trataba entonces ya no era
como al principio, es decir, de que se
alejarà, sinó de que resignarà el mando.
Ademàs, para una simple retirada de la
Ciudad no se hubiera redactado una acta
solemne en una junta de Generales.
Concurrieron a esta junta de Generales
los Tenientes Generales Don José Maria
de Santocildes, y Don José Santos de la
Hera, el Mariscal de Campo Don José de
Castellar, y los Brigadieres Don Juan de
la Vera, Don José Montemayor, Don
JoséTaberner, Don Francisco Saliquet y
no sé si otros (3).
«Cuando (Bassa) dictaba el acta de la
«sesion tenida» (con los Generales) «al
»secretario de la Capitania General, yo»
(dicc Pastors) «bajé de órden del Gene-
»ral Bassa a la Plaza de
»Palacio con cuatro
«Regidores del Ayunta-
«miento para contener el
«tumulto; però al mismo
»tiempo penetro una con-
»siderable parte de este
»por el puente de Santa
»María» (4).
(i) Varios ancianos. La
junta me Id diio un amiso de
la familia de los Bassa, y ade-
màs se desprendc del acta.
(2) \'a copiado el principio
del acta.
(3) .\rchivo de la Capita-
nia General. — Legajo citado.
paqucte i, documento 22.
(4) Archivo de la Capita-
Pastors también se asomó al balcón de
la fachada occidental del palacio dando
orden al oficial de la guardià de que no
permitiera la entrada a nadie; però en-
tonces ya los amotinados entrabap por
otro lado, y ademàs el oficial de la guar-
dià, que había contendido con la turba
y había recibido hartos empujones de las
oleadas, ya estaba vencido (5).
A las primeras negativas de Bassa los
amotinados procuraren penetrar en pala-
cio para obligar al General. Rodearon el
edificio, y hallarían cerradas, o bien
guardadas, las puertas traseras y latera-
les; y entonces recordaron elpaso cubier-
to que, atravesando casas y por puentes
cruzando calles, comunicaba desde Santa
Maria al palacio. Habíaloconstruido Fer-
nando VII cuando estuvo aquí en 1827;
yo lo alcancé, y aun hoy queda el primer
arco sobre la calle contigua al templo,
llamada de Santa Maria. Para subir a la
Tribuna Real del templo, a la que pasaba
este paso cubierto, hacíase necesario
entrar en la iglesia, y por lo mismo los
nia General. — Legaio citado, paquete 2. docu-
mento I .
(í) Relaciòn de D. Benito Tomàs. Barcelona
28 de octubre de 180Ó.
inserto este grabado para probar que la Ictra del acta de la
pàgina anterior es de mano del Secretario de la Capitania
General Sr. Caparri'is.
812
I.IBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
amotinados corrieron a la puerta princi-
pal de ella, però la encontraron cerrada.
Entonces pensaron, para abrirse paso,
astillarla o ponerle fuego. Mientras se
disci^rria el modo de abrir, una mujer
subió a la grada mAs elevada de ella, y
con gran estusiasmo, levantados en alto
los brazos, dijo a los circunstantes que la
escuchaban desde la plaza: «mendigo el
»pan que como, y sin embargo pagaré la
»lena para encender la puerta». « Vaig
»a captar, y pagaré la llenya pera cre-
»}>tar la portaí) (1). íA tal extremo subió
el furor! Mas en lugar de destruir la
puerta corrieron a una casita baja sobre
la cual apoyaba uno de los arços del
puente, y por medio de escaleras de mano
ganaron uno de los balcones del puente,
0 paso cubierto, y por él se entraron (2).
Dícese que otros se encaramaron por las
rejas del piso bajo del palacio y así alcan-
zaron los balcones. Otros entraron por la
puerta, vencida ya como estaba la guar-
dià. Opino, sin embargo, que al principio
solo entrarían los de Santa Maria, y que
los de la puerta del palacio lo efectuarian
cuando se vió que la turba estaba arriba.
Bassa, pues, el Ayuntamiento y los
Generales empezaban a redactar el acta
de renuncia del mando, cuando u oyeron
la turba ya en el piso, o tuvieron noticia
de su entrada; y así Pastors aconsejó a
Bassa que huyese. El leal asistente de
Bassa, Miguel Gil, estaba en la cuadra,
con el caballo ensillado, esperando orden
de su amo (3). Este, a lo que se ve, corrió
a esconderse; cosa entonces, por la pre-
mura del tiempo, difícil, y màs por quien
ni habitaba, ni había habitado la casa, y
así desconocía sus escondrijos. Subióse a
(0 Me lo conto en dos distintas ocasiones
quien lo vió, que fué D. Cayetano Estalella, en
Barcelona a 21 de abril de i88j y 17 de marzo
de 1893.
(2) Son mil los testigos que cuentan la entrada
por el puente. El aprendiz en 5 de diciemhre de
1882 me conto lo del escalamiento.
(3) Relación de un individuo de la família del
General, la que trató mucho a Gil.
la escalera del segundo piso alto, mien-
tras el Ayuntamiento se marchaba hacia
la Casa Consistorial, y también salían los
Generales del Consejo.
Entro entonces por la puerta principal
la turba. Mezclados en ella entraron dos
de los testigos por mi interrogados, uno
de los dos atrevido curioso, y el otro el
descarriado aprendiz del que tantas veces
he iiablado. Ale dijo el primero que en la
escalera principal la turba topo con algú
nos militares viejos y de elevada gradua
ción (los del cousejo), y que los amotina
dos, con arrogància, les agarraban por
el cuello del uniforme, y les decían
«jViva la libertad! iVivala constitución!»
y que ellos repetían con voz apagada
estos gritos (4). Ei aprendiz me afiadió
que habia allí cerca del punto donde es-
taba el retrato de Fernando VII un capi-
tàn de caballería, el cual, lejos de detener
a la turba, la decía: «arriba, arriba».
Muy pronto las turbas inundaron el
palacio, y aquellos bien ordenados y
apuestos salones quedaren Uenos de re-
pugnantes muchedumbres altaneras y
furiosas. Dejemos hablar al curioso que
presencio el hecho: «Al llegar la turba en
>.que yo iba al cabo de la escalera, entra
»en el salon que la separaba del del àngu-
»lo S. del edificio, ó sea del de la tribuna.
«En el primer salon había una escalera
»que subía al segundo piso. La turba se
«dirigió al salon de la tribuna. Allí halló
»al General Pastors, y así que entramos
»la turba se fué para él, mas el General
»dijo: «Soy Pastors, soy Pastors». Los de
»la turba murmuraron,dejàndole en paz:
«Ah... Ah, no es Bassa: es Pastors». Allí
»había el capitan de milícia Don Mariano
vBorrell, quien se dirigió a Pastors, y le
«pregunto: «iV. nos sabria decir donde
»està el General Bassa?» Pastors le con-
»testó: «No sé; yo le aconsejé que se es-
»capara: ahora no sé dónde està». De
»repente se oyen voces de: «ya le tene-
»mos, ya le tenemos». Efectivamente, un
(_)) Relación de D. Ramon Nivera. Barcelona
I de Marzo de 1882.
CONSECLENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTÜS
813
»grupo bajaba de la mentada escalera
»del salon anterior trayendo al General
»Bassa, quien iba diciendo: «Pueblo, la
»vida por Dios>^. La multitud le llevo
«hasta arrimaria al rincon S. de la sala
»de la tribuna, donde el General rodeado
»de la turba repetia lo de: «Pueblo, la
«vida por Dios». Entonces un jorobado»
(otro dice mi Jioinbre bajo), «abriéndose
»paso por entre la multitud, se llego al
«General, y le pego un pistoletazo, é
«inmediatamente un aserrador de ma-
»dera le asestó una punalada en el
»pecho, y Bassa cayó»(l). Hasta aquí el
testigo de vista. Otro que no presencio el
hecho, però oj'ólo referir por quien estuvo
allí, aunque cuenta alguna variante en el
modo y lugc,r de aparecer el General
desgraciado, confirma que se le dió un
navajazo y un pistoletazo, bien que pone
éste después de aquél, y aquél dado por
un marinero y no por un aserrador. De
todos modos, las diferencias montan poco.
Pastors en el parte que del hecho dió al
Gobierno a poco rato de perpetrado es-
cribe: «En vano fué... que yo le cubriese
»con mi cuerpo en uno de los angulos de
»la habitacion en que se hallaba, recibió
»dos pistoletazos y despues macerado a
«punaladas...» (2).
rY el matador quién fué? El testigo
presencial de arriba dijo que un jorobado
pego el pistoletazo. El descarriado apren-
diz, que también subió al palacio, me
refirió que: «una vez arriba di dos vuel-
»tas por el palacio, y cuando llegué a la
»sala de la tribuna, ó mirador, 3'a habían
«arrojado ;l la calle el cadàver de Bassa.
»Alli vi & un hombre de corta estatura,
«que no recuerdo si era ó no jorobado, el
»cual vestia una casaquilla de color ma-
»rrón, é iba cargando una pistola, 3'
sdecía: yn li he fiüiU•h, o sea con malos
términos: ya se lo lie tiracto. Inmediata-
mente después de caer muerto el General,
(i) Relaciíin citada de D. Ramon Xivera de
Barcelona a fi de marzo de 188^.
(2) Archivo de la Capitania (jeneial. — Lc:.mÍ'|
citado. paqucte 2. documento i.
el jorobado José Massanet salió al bal-
cón del centro de la fachada occidental
de palacio, levantando en alto el sable
ante la multitud como diciendo: «hemos
«triunfado». Ademàs se dijo si después
se jactaba de haber contribuido a la
muerte de Bassa; però esto nada prueba,
porque al dia siguiente eran muchísimos
los que se jactaban de lo mismo. Unos
anos adelante, el Gobierno encargó a un
su delegado que inquiriese los culpables
de aquel crimen; y éste, tomados datos,
crej-ó cierto que no fué Massanet, sinó
dos otros, cuyos nombres no recuerdo,
porque, siendo reservado el parte que,
después de evacuado su informe, el dele-
gado pasó al Capitan General, (y yo lo
lei) no se me ha permitido en el Archivo
de la Capitania copiarlo.
Generalmente, y al oir a los ancianes
hablar del agitador jorobado Massanet,
se le cree un patàn, u hombre de baja
estofa; y, sin embargo, nada tan equivo-
cado. Don José Massanet y Graner po-
seía talento vivo y mucha imaginación:
curso Retòrica en el Seminario Conciliar
de Barcelona en 1825; aunque huérfano,
crióse en casa de parientes, gente bien
educada; y, cuando mayor, peroraba por
las noches en el cafè de la Noria, o de
Cipriano. Resulto, pues, un sefiorito
exaltado.
He apuntado ha poco que el dia siguien-
te del atentado muchos se gloriaban, opi-
no falsamente, del crimen: y lo digo,
porque un anciano presente entonces en
Barcelona me dijo que «el dia siguiente
«todo el mundo quería persuadir à los
«demàs de que habia coadyuvado a la
«muerte de Bassa, y que en ella era
«còmplice» (3). Otro me afladió que la
repugnante verdulera del Borne, llama-
da la Generala, de la que muy luego
hablaré harto, el dia del asesinato de
Bassa Uevaba un paiiuelo en la mano, y
decía que dentro de ól iba el cerebro del
dicho General. V ademàs, un senorazo
(í) Kelación de D. Ramon Reixach. Barcelona
1 1 de diciembre de 1891.
814
LIBkO TF.RCERO. — CArlfULO DÜODECIMO
que después ha figurado, y lució en su
pecho una gran cruz, y la paseó por las
procesiones entre Generales y gente gra-
nada, aquel dia mostraba un guante
blanco ensangrentado, y una pistola en
la otra mano, diciendo: «he tenido la
xhonra de matar A Bassa» (1).
Cuando la turba estuvo posesionada
del Palacio, tiraron a la plaza, desde un
balcón de la fachada de Poniente, una
bandera, que había sido la del batallón
de realistas. Luego tiraron desde allí
mismo el sombrero de Bassa; y todo el
mundo arrebataba de estos objetos para
quedarse un jirón de ellos (2). Cometido
el crimen, al retirar de aquellos salones
la turba, uno de los que la componia la
emprendió a sablazos contra una arana
de iluminación, de cristal, acto tan re-
pugnante al buen sentido, que los mismos
de la turba le dieron voces para que
cesara, y cesó. Al bajar la escalera ba-
jaba también Pastors, y entre él y algu-
nes amotinados entablóse una contienda
en la que estos pretendían algo a lo que
aquél se negaba. Parece seria para que
se encargara del mandg (3).
Muy contradictorias resultan las noti-
cias que escritores de aquellos afios nos
transmiten respecto al efecto que la noti-
ticia de la muerte de Bassa produjo en la
multitud de la plaza, àvida de saber el
resultado de las gestiones que se practi-
caban. He aquí lo que escribe un testigo
ocular N. : * Al instante (de iiiuerto
»Bassa) asomaron en los balcones infini-
»dad de personas agitando los sables
»desnudos, y gritando: ya es viuerto.
»Fueron saludados por las cajas y músi-
»ca que rompieron el himno de Riego
»prohibido por Llauder. Poblóse el aire
»de sombreros, de vivas.... (s/c).... Todos
»nos entregamos à la mayor efusion de
(i) Relación de D. Jacinto Burdoy. Barcelona
30 de abril de 188-1.
(2) Relación de D. Cayetano- Estalella, que lo
viü. Barcelona 17 de marzo de 189;.
(?) Estàs dos cosas las vió el meniado apren-
diz.
«entusiasmo». En cambio el colaborador
del Panorama Espaüol se expresa del
modo siguiente: '<A1 oir el tiro, y al ver
»a los amotinados en los balcones que
»anunciaban la muerte del tirano, mudo
»la escena y el tono de aquel sublime
»espectAculo; el horror sucedió à la ale-
»gria, mucho mas cuando el cadàver del
»infeliz Bassa cayó desde el balcón....
>.Hasta los mismos que acababan de ase-
»sinar à este benemérito y bizarro gene-
»ral sintieron el dolor mas vehemente al
«saber lo que habia pasado.... De aquí
»que todos los de la plaza se quedaron
»absortos, pasmados é inactivos deplo-
»rando el triste tin de aquella autoridad.
>>La tropa estaba pàlida y silenciosa des-
«cansando las armas, y temiendo no
»pocos que tras el del general viniesen
»los asesinatos del soldado» (4). Queda
muy patente la contradicción. Que algu-
no de los menos insensatos sintieran la
muerte de Bassa es natural; que tal hicie-
ra la multitud no puede dejar de ser
falso. Donde había mujeres como la de
la puerta mayor de Santa Maria y mu-
chísimos que al otro dia falsamente se
jactaban de haber muerto a Bassa, el
anuncio de la muerte había de producir
explosión de verdadero o fingido entu-
siasmo. Y cuando algunos espontànea-
mente, perpetrado el acto, corren al
balcón a anunciarlo, nos certifican de
que la noticia era considerada grata a
los de abajo, que nadie se complace en
anuncios que han de ser recibidos con
silbidos. Però el colaborador del Pano-
rama veia que luego, afios adelante, el
asesinato merecería censuras, y quiso
quitar la mancha de aquellas frentes
revolucionarias. El alzamiento llevaba
caràcter de un entusiasmo aledano del
delirio, y asi, cuerdamente pensando, no
se puede juzgar que en un instante, y
por sola la muerte del ser odiado, hubie-
ra de cambiarse en pena la alegria del
triunfo. Digo que el entusiasmo raj-aba
en delirio, en cuya comprobación copio
(-)) Panorama espanol, tomo III, pàg. 55.
CONSECL'ENXIAS POLIIICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
815
las palabras siguientes de Don Benito
Tomàs, referentes al acto, anterior al
crimen, en que la milícia acudió a la
Plaza de Palacio: «Todavía recuerdo,
»como si lo viera, que un tal Bages, em-
»pleado del municipio, entonces capitàn
»ó subalterno de milicia, despues coman-
»dante, al salir del patio del Palau aquel
»d)a en formacion con su batallen, al
»cruzar la esquina de la calle de Ataulfo
»con la del Triunfo, daba grandes gritos
»golpeando al mismo tiempo con la espa-
»da la esquina; gritos que sus milicianos
»repetian con grande voz. Cridaha com
i>UH boix» (1).
Todos los autores liberales han escrito
que la expresión con que Bassa en un
principio se nego a acceder a los ruegos
de la revolución y de la amistad, fueron
las de «ó el pueblo ó yo». Que la noticia
de tan decididas cuanto recias palabras
circulo entre las masas no se puede
negar, pues la adveran muchos e impar-
ciales testigos; emperò, si las pronuncio
Bassa, o si las invento quien deseaba
irritar al pueblo, ya se ha de disputar.
Opino que procedieron de este postrer
origen; y para ello me fundo en la mode-
ración y buenos modales que se descu-
bren en todas las contestaciones que dió
Bassa a los amigos que intentaron deté-
nerle antes de entrar en Barcelona. Me
fundo en que después del oficio de Pas-
tors en que éste se propuso evitar la
entrada, y después de las dichas amones-
taciones de los amigos, debía de com-
prender Bassa que no convenia excitar la
fiera, sinó por el contrario amansaria.
Me fundo en la entrada en Barcelona solo
con cuatro caballos. Y, finalmente, me
fundo en que al fin resignando el mando,
como lo resignaba, demostro que no abri-
gaba el empefío apasionado que aquellas
palabras denuncian. Quería cumplir su
deber, y no m;'is.
Si algun curioso lector desea saber la
hora en que se cometió el crimen, le cita-
ré dos datos que expiden alguna luz. El
(i) Relación du i i de noviemhic do i8iiO.
canonazo de aviso dije arriba que resonó
poco antes del medio dia, o sea de las
doce. Un albanil, que vivia cerca deia
plaza de San Jaime, estaba comiendo
cuando oyó que en esta plaza vibraba el
sonido de las cornetas y tambores de los
cuerpos de milicia que se reunian para
marchar al palacio. El acta de la reunión
de las autoridades, en la que se mienta
ya la muerte, dice que la junta se celebra
a las dos; luego el asesinato se perpetra-
ria a eso de la una o una y minutos.
Las anteriores líneas sobre la hora del
asesinato tenia yo había tiempo escritas,
cuando llega a mi noticia que en el Ar-
chivo episcopal existia un expediente
instruido a instància de la viuda de Bassa
ante el Vicario General pidiendo que en
los libros de defunciones de la parròquia
de los Santos Justo y Pastor se mande
escribir la fe de óbito del General. La
viuda logra su empefío, y el Vicario ge-
neral Senor Andreu, por decreto de 29 de
agosto del mismo aiïo 1835, manda que se
inscriba la dicha partida en los siguientes
términos, los que resuelven categórica-
mente la cuestión de la hora del crimen:
«D. Pedró Nolasco Bassa (que se dice
»ser hijo de D. José y de D.'"' Rita Gero-
»na, natural de Vilallonga) Mariscal de
«Campo, Gobernador Militar y Politico
»de esta Plaza, y Segundo Cabo Coman-
»dante General de esta Provincià, hallàn-
»dose dentro de uno de los aposentos del
> Real Palacio, fué muerto entre una y
»dos de la tarde del dia cinco de este mes
»de Agosto de mil ochocientos treinta y
»cinco» (2).
Vengamos al fin ;i un punto tan intere-
(j) Archivo episcopal de Barcelona. — Expe-
dientes de cnmienda, y entahle de partidas. —
Ilarcelona. — Aíio de rS^^. — Número i6. — Debò
este leliz liallazgo a la bondad de mi muy querido
amifio el ilmo. Sr. Archivero D. José de Peray.
La viuda de Bassa necesito el óbito de su ma-
rido para pcdir al Gobierno la viudcdad, y como
cl pàrroco se resisticra a dàrselo por no tener la
dclunción inscrita en sus libros. aquella acude al
Vicario (ieneral del modo dicho, y logra lo pedido.
816
I.IBRO TKRCERO. — CAPITULO DUODF.CI.MO
sante cuanto delicado, al comportamiento
de la tropa que estaba bajo de Bassa. Son
muchos los que dicen que la mandaba en
aquel acto el que llaman Coronel Calvet,
però al que un documento oficial arriba
copiado califica de teniente coronel. Y
efectivamente, o mandaba la columna de
Bassa o gran parte de ella. Y no se extra-
fie que gozara del mando de mucha gente
un Teniente Coronel, porque en aquel
tiempo, y yo lo recuerdo muy bien, los
batallones eran regidos por un Coman-
dante primero, y no por Tenientes Coro-
neles. De estos solo se contaba uno en
cada regimiento: era el segundo jefe de
todo él, y en ausencia del Coronel lo
regia todo, ya constarà de dos, ya de tres
batallones. Para este vidrioso punto del
comportamiento de la columna, estimo
interesante oir a un testigo, que para mi
instrucción la Providencia entremetió
entre los militares de Atarazanas, Don
Fèlix Puig, el donado franciscano, que
en espera de pasaporte la Autoridad
tenia, no presó, però sí detenido, dentro
los muros de Atarazanas, como escribí
en el articulo 4.° del capitulo XI. Me dijo
asi: «Vino à Atarazanas un Comandante,
»llamado Cabré, hi jo de Montblanch,
»hombre ya canó, y vino muy incomo-
»dado porque en la Ciudadela se le había
»negado la entrada. l•Iabia ido allà para
«visitar à un religioso, y con el mismo fin
»venía ahora à Atarazanas. En la Ciuda-
»dela se ve se había dado la orden de no
>idejar entrar à nadie.
»Durante la revolucion venían a Atara-
»zanas oficiales avisando lo que pasaba
»en la plaza de Palacio; però à estos, una
»vez en Atarazanas, Ayerve no los deja-
»ba salir. Llego finalmente la noticia de
»la muerte de Bassa, y ò. poco la de que
»arrastran su cadàver. Luego vino fati-
»gado el Coronel Calvet, jefe de los fran-
»cos. Al principio no podia hablar por el
»cansancio; mas luego algo repuesto
»dijo: «Bassa ha muerto». A esto indig-
»nado el Comandante Cabré repuso: «Sí,
«Bassa està muerto: y tiene la culpa de
»la muerte el Coronel Calvet». Calvet 1
«contesto alguna palabra, que seria ó de
»enfado ó de defensa, y Cabré insiste, y
»repite: «El Coronel Calvet tiene la cul-
«pa, porque disponiendo de fuerzas no le
»ha defendido>v Calvet tuvo que aflojar
»diciendo: «Es verdíid, (es decir que era
verdad que iio lo había defendido) però
»cuando he visto que habían muerto al
«General, consideré inconveniente el de-
«rramamiento de sangre» (1).
El Coronel Don Juan Calvet, algunos
anos adelante, murió queriendo calmar
una revolucion en Madrid, asesinado por
los revoltosos.
De todo lo dicho resulta muy claro que
la tropa nada hizo para salvar a su Gene-
ral. ïReclamó éste su auxilio? Opino que
no. De hacerlo públicamente, como fuera
llamàndola desde el balcón o tribuna, el
hecho hubiera llegado a nuestra noticia
siendo tan numerosos los testigos de
aquella revolucion que todos hemos cono-
cido y tratado. Tampoco considero pro-
bable que lo ejecutara por ayudantes o
recados, tanto porque Calvet en su dia-
logo con Cabré no se defiende de haber-
los desobedecido y ni los mienta, cuanto
porque el mismo Bassa, ocupado en nego-
ciaciones con las comisiones, }■ finalmente
cediendo a las exigencias, no había de
pensar en inminentes ataques a su per-
sona.
Ahora bien; ;debía Calvet, o el jefe de
la tropa y columna, sin orden superior,
espontàneamente, al saber que la turba
asaltaba el palacio, debía, digo, volar a
la escalera y a los salones, y de allí
arrojar a los amotinados? rLos sucesos
dieron lugar? ;Debía, repito, córrer a
(i) .Me In dijo en Barcelona a 25 de junio de
1880. y me lo ratifico a 5 dé agosto del mismo ano.
U
Plaza de Pai.acio en 1835 mirada desde la boca de la calle de la EspaderIa
CONSECL'ENCIAS POI.ITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
817
despejar el palacio? Ignoro las leyes mili-
tares, y así en mi constante empeno de
servir siempre, y solo, a la verdad, me
abstengo de juzgar, y dejo el juicio para
los militares y personas que cono/xan
sus leyes; però les ruego lean un docu-
mento suscrito en 19 del mismo agosto
nada menes que por Pastors, documento
que copio mas adelante, y en el que se
lee respecto de las tropas de Bassa que
«era problemàtica quizíl su obediència,
»si se atiende A que existia un descon-
»tento muy marcado...» Ademàs debe
observarse que Bassa en el momento del
apuro no corre al balcón mandando a su
tiopa que le defienda, quesuba corriendo
las escaleras y despeje el edificio, sinó
que huye y se esconde. ;Es que no atinó
en ello? íEs que desconfiaba ser obedeci-
do? rEs que no le oyeran?
No sé, ni quiero, ni puedo terminar
este pírrafo del asesinato de Bassa sin
sacar a la pública vergüenza la mala fe
de Raull, cuyo folleto sobre aquellos
hechos ha desgraciadamente sido el cànon
3' fuente de noticias para casi todos los
autores posteriores, A paginas 50 y 51
de ambas ediciones explica el hecho, y
completamente se calla que Bassa hu-
biese cedido a las peticiones; por el
contrario, le pinta como insultando con
el «ó cl puehlo ó vo». He aquí sus mismas
palabras. «Però Bassa, enganado por su
»propio valor, despreció las súplicas. /O
y-iyo 0 el pueblo! fué su única respuesta.
«jTemerario! íntentaba pisar la cerviz
»del pueblo, y el pueblo pisó la suya
»La imprudente respuesta de Bassa comu-
»nicóse con rapidez, y con la misma aco-
»meten unes por la iglesia de Santa
«Maria», etc, y cuenta el pistoletazo y la
muerte.
Por respuesta diré a Raull: l.°Quesu
correligionario político, el colaborador
del Panorama espafíol , publicado en
Barcelona de 1842 a 1845, en el tomo III,
pag. 53, estampa: «Llego un terrible
>;momento; la impaciència y la exalta-
»cion habían llenado ya su medida; iban
»los grupos a echarse sobre los soldados,
»cuando salieron à los balcones de pala-
»cio los concejales y comisionados de la
«milicia y del pueblo. agitando panuelos
>'blancos y dando vivas y gritos de victo-
»ria. Bassa había cedido al fin deponien-
»do el mando, despues de garantirle que
«constaria que solo había cedido k la
«fuerza». No creo sea exacto que la vic-
torià se anunciase desde el balcón; però
de todos modos resulta exacto que se
obtuvo.
'2.^ Que en el acta de la sesión del
Ayuntamiento de aquel dia, arriba copia-
da, se lee: '<que si bien (Bassa) se había
»en cierto modo pronunciado dispuesto à
»acceder à dejar el mando, había sido
»tarde su determinacion».
Y 3.° Que arriba le doy fotografiada el
acta de cesión del mando que al matarle
se empezaba a redactar. Dice así: «En la
»ciudad de Barcelona a cinco de Agosto
> de mil ochocientos treinta y cinco reuni-
»dos en el Real Palacio, habitacion del
»Exmo. S.°'' Capitan General, el Exmo.
«Ayuntamiento de la misma, los Tenien-
»tes Generales D." José M." de Santocil-
«des, D. José Santos de la Hera, el Maris-
»cal de Campo D. José de Castellar, los
«Brigadieres D." Juan de la Vera, Don
«José Montemayor, D. José Taberner,
»D. Franciscà Saliquét.» Aquí queda el
acta interrumpida, y un trecho mas abajo
se leen de otra mano las siguientes dos
lineas autorizadas por una rúbrica a su
fin: «Acta que se estendía quando entro
«la multitud y fué muerto el General
«Basa. Es letra del Secret.° Caparrós.
»Se hallo desp.'' encima la mesa» (1).
Le convenia a Raull justificar la revo-
lución, y quiso hacerlo aun sacrificando
la verdad. Así han escrito la Historia los
autores revolucionaries, y a sus perfidias
dan cuerpo los que los copian. Y cuenta
que hoy es perquirido como una joya el
malvado folleto de Raull.
(i) .\ichivo de la Capitania General. — Legajo
citado, paqucte i, documento 22.
818
MBllO TERCERO. — CAPITULO DL'ODECIMO
ARTICULO TERCERO
PROFANACIÓN DEL CADÀVER DE BASSA
Para el furioso odio de aquel dia era
poco la muerte de la persona que ejercía
la segunda autoridad de Cataluna, per-
petrada en el honrado, valiente y bene-
mérito General Bassa; se hizo necesario
hasta cebarlo en el inocente cadàver; y
la turba que había invadido el palacio
quiso arrastrar el cadàver. Para tirarlo
a la calle no se pudo utilizar la abertura
màs pròxima, o sea la tribuna, por razón
de la estrechez de sus vanos; y asi se le
tiro desde el balcón inmediato a ella en
la fachada meridional, ó sea frontera a
la Aduana. La larga estatura y notable
corpulència del interfecto debieron de exi-
gir para la bàrbara operación no un solo,
sinó varios operarios. Se dijo si quien le
tiro era conocido por Manel peixater (1).
Al pasar Bassa el balcón todavía vivia,
y agitaba los hombros por efecto de las
convulsiones de los últimes momentos.
En aquel entonces las casas de Xifré de
la misma plaza de Palacio se hallaban en
edificación; se acudió a ellas en demanda
de una cuerda; y habida, se ató al cada:
ver por los pies, y se le arrastró. Ignoro
quién le arrastró, però opino que princi-
palmente serían pilluelos de pocos afios,
y uno de los entonces chicos me dijo que
había senores que daban una peseta a
cada muchacho para que arrastrase el ca-
dàver. Resistiéndome yo a creer tanta
maldad, le repuse: «;Cómo? iEs posible?»
Y me contesto: «A mi me la daban.» No
la aceptó, ni creo que contribuyese al
arrastramiento (2). Solo quien ha oído
personalmente a los hombres de aquel
tiempo puede comprender el bàrbaro
furor de los revolucionaries de entonces,
y sus desapoderadas pasiones.
El desgraciado cadàver fué arrastrado
(i) Me lo dijo el aprendiz en Bai-celona a 12
de marzo de 1883.
(2) Me lo dijo en Balaguer a 18 de junin
de 18.18.
por largo rato, pasando por las calles del
Consulado, Fusteria, Ancha, Regomir,
Ciudad, Plaza de San Jaime, calles del
Call, Fernando VII, Rambla, Conde del
Asalto, San Ramon, San Pablo y Ram-
bla; y parando frente la actual fonda de
Oriente, cerca de la actual esquina de la
calle de la Unión (3). Durante el arras-
tramiento todo el mundo se creia con
derecho a maltratarle, quién golpeàndolo
con palos, quién con las armas (4), quién
burlando de él o despreciàndolo. En la
calle de San Pablo pararen les que le
arrastraban, sin duda para beber y co-
brar aliento, pues uno de ellos puesto
sobre el difunto, y apoyando la punta de
la espada sobre su vientre, bebió un vaso
de vino (5). Mujer hube que se gozó en
subirse y hellar sobre el cadàver (6). El
roce con el adoquinado fué acumulande
a la cintura les vestides de la mitad infe-
rior del cuerpo, y a los hombros los de la
superior, y magullando las carnes; lo que,
unido a los gelpes, tajos y males tratos,
dejó el cadàver desconecido y repugnan-
te, hecho un montón de huesos, carnes,
sangre y suciedad, que ponia espanto. La
mujer del difunto pudo oir desde su casa
el paso por la calle y plaza del Regomir;
y la suegra Dofia Teresa de Saleta de
Mendieta, y las sobrinas Dona Felipa y
Dona Josefa Alvarez de Mendieta, que
vivían en el número 14 actual de la calle
de Fernando, oyeron el rumor y vocerío
del paso por dicha calle, y una de ellas
se asomó al balcón, y presencio la terri-
(0 D. Emilio Pi y Molist, que vivia en la
Fusteria, lo vió pasar y me lo dijo. \'ecinos del
Regomir le vieron allí. y también me lo dijeron.
ütros me fijaron el paso por el Call. Mi madre,
que vivia en la calle de Fernando, contaba que le
vió en ella. D. Benito Tomàs me dijo haber visto
el paso por la calle del Conde del Asalto y entrada
en la de San Ramon. Y el paradero en la Rambla
lo afirman mil testigos.
(4) Me lo dijo D. Cayetano Estalella, que vió
el cadàver dos veces. Barcelona 21 de abril de 1882.
(5) No recuerdo el nombre del que me lo dijo.
(6) Relación del abogado D. José Bohigas.
Barcelona 27 de diciembre de 1888.
CONSECLENCIAS POLÍ TICAS t)EI. INCENDIO DE LOS CONVENTOS
819
ble escena (!). Esta horrorizara a todo
hombre libre de la ebnedad revolucio-
naria.
Al llegar la turba con el cadàver a mi-
tad de la Rambla de Capuchinos, o del
Centro, encontróse con otro motin, el de
los que en odio a la policia se habian en-
trado en sus oficinas del Colegio de San
Buenaventura, hoy fonda de Oriente; y
desde sus ventanas hombres y mujeres
arrojaban a la Rambla los muebles y
papeles, y con ellos habian encendido
una hoguera. Era esta tan grande, que,
cogiendo de parte a parle del centro, que-
mó los Arboles de aquel treclio (2). Enton-
ces clamaron: «iAl fuego, al fuego!» Dos
atolondrados cogieron el cadàver, uno
por los brazos, y otro por los pies, y ba-
lanceàndolo de un lado a otro, lo soltaron
en el balance hacia las ascuas, y lo que
maron en aquella hoguera (3). Desde mi
casa, calle de Fernando, número 31 actual
se percibia el olor a carne quemada (4)
El calor, dilatando los gases del cuerpo
hizo que el vientre se le abriera, o reven
tara, y a poco, a los diez minutos, de
estar el cadàver en la hoguera, no pudo
verse porquele echaron encima unos jer-
gones(5). Y tantos y tan circunstancia-
dos pormenores los tengo de boca de un
honrado artesano que los presencio y vió
por sus propios ojos,
No uno, sinó varios me contaren, y se
ve que la noticia circulo mucho por Bar-
celona, que hubo un gitano que, puesto
el cadàver en la hoguera o próximo a
ella, le cortó un pedazo de carne del
muslo, y se la comió. Don Benito Tomàs
afladia a esta noticia el pormenor de que.
(i) ]\\e lo conti) el yc-rno de Bassa Sr. D. Nar-
ciso de Sarriera. Barcelona a 14 de mayo de 1881».
(j) Relación citada de D. Pedró Subiranas.
(3) Que quemaron alli a Bassa lo cucntaii
todos los testigos a cenicnares. El modode tirarlo
a la hoguera me lo conto D. Fedro Subiranas
que lo vió. Barcelona 26 de enero de 1885.
(4) Lo contíiba mi madre.
(5) Relación citada de D. Pedró Subiranas,
que lo vió todo.
Cortada la carne, el gitano la lavó en la
fuente de la esquina de la calle de la Bo-
quería, y la comía; però que al fin los
circunstantes se indignaren y le impi-
dieron que continuarà (6). Otro testigo
presencial me dijo: «Al fin del fuego vi
»que un hombre Uevaba en la punta de
»una espada una como antorcha ardien-
»do, y dijeron que era un hueso de la
»pierna del General, el cual hueso ardía
»por razón de su grasa» (7).
He oído narrar, aunque no alcancé a
comprobarlo, que una piadosa mujer, la
madre del que después fué presbitero y
cèlebre químico Don Jaime Arbós, lleva-
da de su piedad, fué a recoger la cabeza
de Bassa, ocultóla en la cestaque Uevaba
al brazo, y al otro dia procuro su decente
entierro.
Un anciano me dijo que el mutilado
cadàver fué después recogido por un
destacamento de Atarazanas. Yo he re-
gistrado cuidadosamente el libro de en-
tradas del Cementerio general, único
entonces en Barcelona, mirando desde
el 5 al 10 de agosto, ambos inclusive, y
en ninguno de ellos hallé el nombre de
Bassa. Tocóle en este punto la misma
triste suerte que a los frailes asesinados.
Ensoberbecida la soez turba por su
triunfo, no había de reparar en respetos
ni aun para los que miraba con simpatia.
Así fué que, muerto Bassa, en palacio
mismo uno de los revolucionarios agarró
a Pastors por el brazo, diciéndole con
notòria falta de respeto: «Levàntese V.,
no tenga miedo» (8). Luego, cuando salió
arrastrado el cadàver, en la plaza un
marinero, fornido y nervudo, tomo a
Pastors, hombre tlaco, tomóle, digo, con
una mano en la nuca y otra en las nal-
gas, y de un golpe lo puso sobre el caba-
Uo, y así montado le obligaron a seguir
(ó) En Barcelona. 5 de octubre de iSo--
(7) D. José Bohigas. abogado. a ji de dicieni-
bre de 1888. Vivia alli mismo.
(!~*) Relación de D. Ramon Reixach. Barcelona
1 1 de diciembre de i8c;)i.
820
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODIXI.MO
al cadàver (1). Sin duda se iria rezagan-
do, però de todos modos parece que
sigfuió el lúgubre curso, pues un seüor,
presente en la Rambla en el momento de
quemar al difunto, le vió venir solo, a
caballo, y de uniforme, procedente de la
calle del Conde del Asalto. Vió que el
pueblo le tomo por su cuenta, le hizo
apear, y le condujo a la boguera. Pas-
tors palideció visiblemente (2). Le dijeron:
«Mira, si no te portas bien, te haremos
»como A éste» (3). No se hace extrano
que mas tarde, però el mismo dia, discu-
rriendo Pastors en carretela descubierta
por la Ciudad, pacificando a las muche-
dumbres, estuviera palido o blanco como
el papel, en modo notable (4).
ARTICULO CUARTO
OTROS EXCESOS DE AQUELLOS DÍAS
La fiera estaba furiosa y desencade-
nada, y nadie podia prever sus últimas
atrocidades: se habian roto los diques del
torrente, y nadie era capaz de senalar a
qué altura lleg:arían las aguas desborda-
das. Esta es grave responsabilidad de los
que desatan las cadenas de aquella, o
rompen los diques de las aguas. Pueblos
enfurecidos y armados deben ser trata-
dos con exquisita prudència, y no se les
debe lanzar contra ninguna institución
honrada, y mucho menos contra la auto-
ridad. Los caudillos del alzamiento diran
que no pretendieron tanto, però se les
debe contestar que ellos lo trajeron.
Aquella nefasta tarde vió arder Barce-
lona los papeles y muebles de la Oficina
(i) Me lo conto dos veces D. Benito Tomàs.
que lo vió.
(2) Relación citada de D. Pedró Subiranas.
(3) Relación de D. Benito Tomds, que lo vió.
Barcelona 12 de enero de 1805.
(4) Me lo dijo el Sr. D. Joaquin Rubió y Ors,
que lo vió. Barcelona iiS de junio y 5 de julio
de 1880.
central de Policia del Colegio de San Bue-
naventura, como apunté, y los de las otras
delegaciones. Deciame Don Juan Miret y
Terrada, abogado muy conocido y pro-
pietario de Tarragona, a la sazón en Bar-
celona: «El dia del asesinato de Bassa
«desde un balcon de la calle de Boters vi
»que la turba ponia en la calle los papeles
»de uno que creo era agente de policia \'
ovivia en una de las primeras casas del
»lado septentrional de ella entrando por
>la plazuela de la Cucurulla. Vi igual-
»mente que un hombre de aire extran-
»jero iba poniendo algo en la mano de
»cada soldado de una patrulla ó partida
«que e'staba formada en dicha plazuela
»bajo el mando de un oficial, el cual
>:callaba» (5).
Don Melitón de Llosellas, liijo del Co-
misario ya arriba mentado, contóme que
en dicho dia entro en su casa una comi-
sión de los revoltosos y quemó los pape-
les; però como la afabilidad y buen trato
de su padre se había ganado el aprecio
del vecindario, acudieron los vecinos y
se interpusieron entre la família y la
oficina, y así aquella quedo ilesa al pere-
cer los papeles de esta (6). También
ardieron los papeles y muebles de las
demàs delegaciones.
En la plaza de Palacio, al frente de la
puerta occidental de éste, y de ella sepa-
rado como treinta pasos, elevàbase enton-
ces un monumento dedicado a Fernan-
do VIL Consistia en un basamento, sobre
el cual descansaba un dado prolongado,
terminando éste en lo alto por una corni-
sita y la estàtua, de tamafio natural, de
bronce, del monarca indicado. Se decía
que tenia esta mucho valor artístico. El
monumento estaba rodeado de un Cua-
drado de jardín con flores, y todo defèn-
dido por una verja de hierro de la altura
de un hombre, compuesta de barrotes en
forma de lanza. «Circuía al monumento
(5) A\e lo dijo en Barcelona a 14 de junio
de 1889.
(6) Relación de Barcelona a 6 de diciembre
de 1880.
CONSECUENXIAS POLUICAS DEL tN'CENDIO DE LOS CONVENTOS
821
- una verja, dentro de la cual se planta-
ron algunas matas de flores; mashabién-
Jose desatendido su cuidado, a las flores
reemplazaron muy humildes hierbas, y
aquella estàtua fué conocida por <-<el
>Jierbolnrioo (1). La estàtua presentaba
al rey de pie, y con el dedo índice incli-
nado hacia abajo, o sea hacia el jardin-
cito, de cuya circunstancia los liberales
tomaron ocasión para motejaria de que
decía: «Catalanes, comed yerva» (2).
Habíala levantado Carlos de Espana, y
esto y el desamor que los revolucionarios
tenían aquí al personaje representado
bastaba para que se la burlarà de mil
maneras.
Inmediatamente de muerto Bassa algu-
nes amotinados corrieron a este monu-
mento; en pocos minutos arrancaren, a
pesar de su firme solidez, la verja, que-
dando muchos de ellos armados con
sendos barrotes lanzas; subieron a la
estàtua; atàronle una cuerda al cuello; y
dando tirones acompasados la hicieron
primero tambalear, y luego caer (3), en
cuyo acto se vió que estaba formada de
varias piezas superpuestas. Clavando en
lo alto uno de los barrotes lanzas, se colo-
có en seguida allí un cuadro que repre
sentaba a la Reina (4).
En el Paseo de la Aduana, frente a la
puerta mas hacia Oriente de este edificio,
hallabase situada la casa de procuración
del monasterio de Montserrat, la que
constaba de casa y capilla pública. Esta
venia a medir lo que la de Nuestra Senora
de la Ayuda, y en su retablo principal
ocupaba el primer lugar la Virgen de la
cèlebre montaüa. En esta tarde del 5 de
agosto los muebles de la casa volaron
por las ventanas al Paseo, y supongo tam-
bién que pararon en la misma pira los de
(i) La Uuslración Catalana del ^i de cnein
de i8S^, pàg. 22.
(2) Relación de D. Juliún Chia. Barcelona i^
de abril de 1^93.
(?) Este liecho lo explican mil tesligos.
(4) Relación citada del aprendi/. Carta del
lilerato Piferrer.
la capilla. Se les puso fuego y todo ardió.
«Era la imagen que allí se veneraba la
»providencia del barrio, y nuestra madre
«(escribe Don Francisco de P. Capellaj
»nos ha contado que no había en su tiem-
»po joven alguna de las que habitaban el
vantiguo barrio de Ribera, que al con-
»traer matrimonio no regalarà à la Vir-
»gen morena un mantó ó un vestido, ó
»una alhaja ó simplemente un ramo de
»flores artificiales... como para pedir à
»María le alcanzara la felicidad en su
»nuevo estado. Vino un dia en que rugió
*el monstruo de la revolucion, y una tur-
»ba compuesta de la hez de la sociedad,
«seres que parecen salidos del averno, y
»que tan solo se ven en días de sangre y
«fuego, }• que à semejanza de los asque-
«rosos reptiles se esconden despues-.. se
>'dirigieron à la capilla de Montserrat,
«encendieron una hoguera en la plaza
»(hoy paseo) frente de la Aduana, arran-
»caron la imagen de su nicho y quisieron
»arrojarla al fuego, però un mudo terror
»parecía detenerles... De pronto sale de
»la vecina pescaderia una fúria» (la pes-
cadcría estaba frente la estacióii de
Francia), «una mujer de aspecto innoble,
»desgrenada, profiriendo las mas horri-
ibles blasfemias y las palabras mí)s
»asquerosas» (5). Tenia alta estatura: era
gruesa, feisima, picada de viruelas y
bizca (6). «Esta Meguera tomo en sus
»brazos à la santa imagen, y la arrojó al
»fuego. Entonces una mano invisible dió
»un golpe tremendo à a<' '''.la fúria, de-
«jandola atontada. Al voiver de su sor-
«presa pregunto quien la había maltrata-
»do, però nadie supo darle razon. Histó-
>a'ico, pues todavia hay personas que lo
»recuerdan 3' lo oyeron de boca de la
«desgraciada, cuyo nombre callamos,
«però que lo recuerdan muchas personas
»aiin, pues se la conocia por un apodo »
(í) D. Franciíco de Paula Capella en la U.e-
visla Popular del 2 de septienibre de 1880. pàgi-
na is(5.
(!•) Relación de D. Francisco de Paula Codina
y Santané. Barcelona 17 de enero de 1889.
822
I-IBRO TERCERO. — CAPIÏILO UUODIXIMO
(Aquí va esteapodo: la Generala. Yo no
tengo para qué callarlo.)
«Poco tiempo despues en el hospital de
»Santa Cruz espiraba en un lecho una
»mujer en medio de la màs horrorosa
»agonía que han presenciado aquellas
»paredes... Todavía recuerdan las ancia-
»nas Hermanas aquellos aiaridos, blasfe-
»mias y gritos de ifuego! imequemo! que
»daba la desdichada. En vano los sacer
»dotes se acercaron para consolaria en
»su ultimo trance: desechó todos los con-
»suelos de la Religion, y presa de un mal
»extrano y desconocido, murió impeni-
»tente, profiriendo su neg-ra boca las mAs
»asquerosas palabras y las mAs horribles
«blasfemias. Tuvo que atàrsela en la
»cama, porque huía de ella..., y hasta su
«postrer suspiro exhalo un grito continuo,
»quedando su cadàver negro como el de
»un etíope, con los ojos desmesuradamen-
»te abiertos, con la boca abierta, la len-
»gua negra y seca,y loscabelloserizados,
»despidiendo un hedor tan pestífero que
»tuvieron que sacaria al instante* (1)...
Y esta historia del incendio de la Pro-
curación de Montserrat, y especialmsnte
de haber arrojado la Generala al fuego
la santa imagen, y su horrible muerte, la
contaban en Barcelona mil y mil ancia-
nos, quien con màs, quien con menos
pormenores. Yo la oi de boca de muchos,
però me hizo mucha impresión la palabra
de una sefiora que en 1835 vivia en la
misma calle'dfl hecho. Se me dijo tam-
bién quién fuL el que acudió, supongo
como uno de los jefes, a perpetrar este
incendio. Le conocí después, y de las
pocas palabras que oi de su boca broto
ya la irreligión. Él o un su hermano pose-
yó después casas en el Ensanche, y no
quiero apuntar màs datos, pues de hacer-
lo, prontamente se le senalara con el dedo.
Continuando el desenfreno y anarquia
de aquella tarde, algunos atacaron la
capilla de Marcús, y un amigo mío vió a
dos o tres pilluelos que por la calle iban
(i) d. F'rancisco Capella. Lugar citado, pàgi-
nas 157 y i=;S.
tocando flautas de su órgano, mientras
otro con una estola arrastraba una ima-
gen o busto o adorno (2). La capilla sufrió
el saqueo, a la Virgen se la decapito, y se
cometieron los consiguientes excesos.
Después se quiso quitar las campanas,
però los vecinos tapiaron la puerta late-
ral y vigilaron, logrando así salvarlas (3).
Aquella misma tarde del 5 «quemaron
»igualmente los perturbadores todas las
»ecsistencias de la Casa de Rentas estan-
»cadas y los papeles del Juzgado de
»Hacienda que existian en el Convento
»de Ciérigos menores de San Sebastian.
»Este incendio alarmo mucho por estar
«contiguo à la Casa Lonja edificio her-
»moso y que contiene varias preciosida-
»des, por fortuna no padeció nada» (4).
Para describir viva y verídicamente el
atropello de esta casa de San Sebastian
doy la palabra a un testigo presencial:
«Aquí los revolucionariossacaron cuanto
»hallaron perteneciente à dicha oficina,
»no dejando mas que las paredes, 3' lo
«quemaron. Però no se limitaron à lo
»perteneciente à la oficina del Estado,
»sino que sacaron cuanto había en la
»Casa que era convento, y pertenecia a
»los Padres. Solo dejaron las paredes.
»Desde la fachada del convento hasta
»unos cuarenta pasos toda la calle estaba
»llena de objetos arrojados por las venta-
»nas y balcones. Solo estaba libre de
»muebles la calle que separa de la Lonja
»el dicho edificio de San Sebastian. En la
«iglesia no quedo ni un confesonario, ni
»un altar. Uno de los revolucionaries se
«subió al púlpito, y desde alli ibandiri-
(2) Este amigo era D. Cayetano Cornet y
Mas. quien me lo dijo en Barcelona a 30 de agosto
de 1802.
(3) Relación del después rector de esta capilla
Dr. D. José Roca y Colí. Barcelona 5 de febrero
de 1895. Este senor me confirmo que el órgano
fué destruido.
(4) Parte que de las ocurrencias dió Pastors
al Gobierno de .Madrid el dia (). — Archivo de la
Capitania General. — Legajo citado. paquetc j.
documento 2.
CONSECUENCIAS POI.lïICAS DEL INXENDIO DE LOS CONVENTOS
823
»giendo y mandando el desocupo, dicien-
»do: «ahora sacad esto, ahora estotro»;
»y tambien daba vivas. Las campanas
»fueron quebradas en el mismo campana-
»i"io, y los trozos echados à la calle. Desde
»las ventanas y balcones volaban à la
»calle imAgenes, indumenlos, etc. En una
»ventana del ultimo piso apareció uno
»con un crucifijo bastante grande; lo pone
«dereclio sobre el antepecho, da algunos
»gritos de vivas, y luego lo tira abajo.
»En una ventana de primer piso del
»lado del Paseo de Isabel II se asoman
>^algunos mostrando una caja ó arca; la
«colocan tambien sobre el antepecho, dan
«algunos vivas, y la echan a la calle. Al
»dar el arca contra el suelo muchas mo-
»nedas de oro salieron de ella por la ren-
»dija de la separacion de la tapa. Todo el
»mundo se arrojó a recoger. Yo recogí
»una cantidad que no recuerdo, quiza
»sobre 2,ó duros, y mi companero unos 40,
scostàndole emperò à este la pérdida de
»la gorra, pues aquelloera un tumulto de
«arrebatadores. Sin embargo la caja no
»se podia abrir, pues estaba cerrada por
xtres cerrajas ó Uaves. En esto Uegó allà
»una patrulla de guardias nacionales; los
»cuales» (Icjos de pottcr la caja eti iiia-
iios de la Aiitoridad) '<la Uevaron al cen-
»tro del Paseo al pié de la cuesta de
»subida à la muralla, encendieron una
»hoguera, y pusieron en ella la caja para
»así abrirla; y para que nadie se acercase
»a ella formaron un cordon à su derredor.
»A1 fin con las bayonetas probando y for-
»cejando la abrieron. Entonces la gente
»se arrojó sobre ella, mas nada se halló
»en su interior. El dia siguiente se criba-
»ron las cenizas, en las que se hallaron
»perdigones de oro y de plata.
>jEn el mismo edificio de San Sebastian
»las monjas de San Pedró tenia n un al-
>macen, en el que guardaban el trigo,
' liarina y demas mercancías que les pro-
ducia el derecho de cops, que cobraban
»en el puerto. En aquel almacén los
»sacos, llenos unos y vacíos otros, se con-
taban por carretadas. Todo paro en la
calle: lo que no podia arder era espar-
»cido por los suelos. En la mentada calle
»que de la Lonja separaba el convento la
»capa de trigo y harina del suelo quizà
»tenía un palmó de espesor. Las mujeres
»del pueblo afanosas llenaban de estos
«comestibles sus delantales; però acudían
»los revoltosos, y cogiendo el delantal
»por el limite inferior, de un golpe lo
»levantaban en alto, tirando así sobre la
»mujer el grano y harina recogido. Con
»las palas gozabanse tambien aquellos
«tirAndolos al aire, estropeàndolo así todo
»y molestando à los presentes.
»Mucho se quemó en aquella ocasion,
«pues basta las barcas del gremio de San
«Telmo, con las que se desembarcaba el
«grano, sufrieron el incendio» (1).
Una respetable senora que tambien
presencio aquella revolución recordaba
que las mujeres daban gritos de « Viva
>•>Cristina, y viiiga farina», esto es: Viva
Cristina y venga harina (2).
Las turbas pretendieron incendiar una
fàbrica de tejidos de la calle de Ripoll
frente a la de Miser Ferrer, però la tropa
lo impidió (3) «Amagaron los alborota-
»dos incendiar otras fàbricas movidas por
«màquinas de vapor, però con las disposi-
«ciones que se dieron pudo evitarse esta
«nueva calamidad» (4).
A eso de las seis de la tarde se quiso
poner fuego a una fàbrica de vapor situa-
da al extremo de la calle de Tallers. Per-
tenecía a los Sres. Bonaplata, Vilaregut,
Rull, y socios, uno de los cuales se me dijo
era Borrell. Bonaplata }' Borrell, que eran
milicianes, acudieron para calmar el tu-
multo, però en vano: la fàbrica ardió.
He aquí como lo cuenta el parte oficial
elevado por el General Pastors el 6 al
(i) .Me lo dijo en Barcelona a jO de enero
de iSb'i.
(;) D.' A\aii;íngela Gelabert de .Marlí Codolar.
Barcelona 17 de febrero de iSSu.
(?) Rciación citada de la Sra. de Marti Co-
dolar.
(-)) Parte dado a Wadrid por Pastors el dia 6.
.\rehivo de la Capitania (ïeneral. — Legaio citado,
j paquete 2. documento 2.
824
LIBRO TERCEKO. — CAPITI'LO DUODIXIMO
Gobierno de Madrid: «Fué quemada la
«fàbrica de tejidos y fundicion de hierro
>41amada del Vapor de los SS. Bonaplata
»y Compania. Las autoridades al mo-
»mento de saber que intentaban este ata-
»que los amotinados enviaren toda la
«fuerza de que se podia disponer con el
»fin de atajar el incendio; però en valde
»porque estaban determinades a hacerlo
»convencidos engailosamente de que los
«telares movidos por maquina disminuían
>el producto del trabajo manual. Los due-
»üos de la fàbrica que tenían hace días
»temores de este ataque se habian preve-
»nido con una guardià de sus mismos
»dependientes, quienes prematuramente
»hicieron fuego à los amotinados, lo que
«exaspero à estos y aumentó su insolen-
>•>cia. La tropa que había ido à contener-
»les se puso de por medio, y resultando
>-de la refriega varios muertos y heridos,
»y quedo el campo por los sitiadores.
«Las llamas de este edificio injuriaren un
«tanto la fàbrica de tabacos, la que afor-
«tunadamente, y con el auxilio de Bombas
»y albafiiles pudo salvarse, mas no cinco
*ó seis casas pequenas pegadas à la mis-
«ma fàbrica que fueron completamente
«incendiadas
«Los principales agentes de estàs ho-
«rribles escenas parece haber sido en su
»ma3'or parte gente de mar, que desde la
«Barceloneta entraron con hachas y ma-
«chetes resueltos à cometer tropelías de
«este jaez. Lo confirma màs el haber
»prendido fuego en el Puerto mismo à las
«Barcas de la Cofradia de S. Telmo, à
«las de Carabineros, à lasbarracas de los
«dependientes de la R.' Hacienda y à los
«puestos y papeles de la Capitania del
«Puerto y Junta de Sanidad sito todo en
»el muelle » (1).
Causaba horror el aspecte de los desca-
niisados de la marina que entraren aque-
lla noche. Feos, abiertes los pechos de
sus camisas, dejaban ver sus denegridas
carnes, arremangades sus tostados bra-
(0 Archivo y documento citados.
zos, medie ebrios, daban vivas a la liber-
tad con sus roncas veces (2).
En el Paseo de Gracia les arrendadores
de no sé qué gabela ocupaban un gran
edificio donde guardaban liceres y etres
caldes y gèneres. También sufrió el in-
cendio, y con tales llamas que iluminaban
tode el llano, de guisa que desde los
terrados de Barcelona se distinguía la
gente de los terrados de Gracia. Así me
le dijo un anciano; però como entonces
el Paseo no tenia ediíicios, hallo que en la
noticia debe de haber alguna equiveca-
ción. De todos modes los incendies, losdes-
trezos, los robos, los execrables excesos
abundaren aquellas tarde y noche. iCómo
después los autores revolucionaries se
han atrevido a escribir que los temeres,
las prevenciones, las preclamas de Llau-
der y de sus autoridades, salidas antes
del 5 de agosto, eran una trama para di-
vidir a los avanzados? ^Estes hechos no
prueban que les sobraba razón al témer
a la anarquia, y al tratar de conjuraria?
Que muchos de los que pretendieron la
separación de Bassa detestaren la anar-
quia, lo concedo. Hay màs: aun entre los
mismos incendiaries se oyeren las voces
de uo toqueu res, ósea no <'rebéis, no ro-
béis»; però, sin querer la anarquia aqué-
llos, la trajeron, y que Llauder y los suyos
andaban acertades es innegable. Y lo es
por Ió mismo que su empene ne se ende-
rezaba a dividir a los liberales, sine a evi-
tar el mal segure.
«Después de le de Bassa algunas desal-
«madas turbas se presentaren delante de
«la Ciudadela y Atarazanas, pidiende à
«gritos las Cabezas de les frailes; però el
«Gobernador de la Ciudadela y el co-
s>mandante de Atarazanas... se negaren
«rotundamente à satisfacer su sed de san-
«gre» (3).
Si deseamos conecer qué conducta
(2) Relación del testigo presencial D. Juliàn
Chía. Barcelona 14 de abril de 180^.
(3) Folleto inédito del P. Jaime Roig. a la
sazón en la Ciudadela.
CO.NSF.CUE.NCIAS POLIIICAS DfIL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
825
seguia, entre tanto trastorno, la Autori-
dad, leamos algunas líneas del acta de la
junta de todas. Hela aquí:
«En la Ciudad de Barcelona à cinco
»de agosto de mil ochocientos treinta y
»cinco, à las dos de la tarde».
En el margen: «SS. Gobernador civil
»interino. Marqués de Llió, De Mena, De
«Llinàs, Roig y Rey, Bellera, Martorell,
»Elias, Lape^-ra, Mas, Espalter, Baulenas,
»Ibern, Oms, Illa, Ruira, cuatro comisio-
»nados del Pueblo que eran D. Serafin
»Chavier, D. Ramon Xaudaró, D. Maria-
»no Vidal y Esteve, D. Juan de Abascal».
En el texto: «Con motivo del estado de
»la poblacion a que ha dado lugar la en-
»trada del Mariscal de Campo Don Pedró
»Nolasco Bassa segundo cabo Coman-
»dante General y de la muerte del mismo,
»se han reunido en junta en la Sala Capi-
»tular de las Casas Consistoriales las
»Autoridades y Comisionados del Pue-
»blo....
vSobre lo (jue contesto el Excmo. Seiïor
»Comandante General» (Pastors, que ha-
hía aciidido) «que había tomado el mando
«porque lo tenia j'a antes de la muerte
»del Gobernador de la Plaza.
»Uno de los Comisionados del Pueblo
»dijo que crei;i que este quiere al Senor
»de Pastors, y que obtendria el consenti-
»miento segun la marcha que adoptase, y
»se le aseguraba de que no vendria el
>^ General Llauder.
»E1 senor de Pastors insinuo que habia
»en esta Capital otro General indicado
»por el Pueblo, y habiéndole contestado
»uno de los Comisionados que no parecía
»que hubiese indicacion alguna sobre otro
»General, contesto S. E. que tomaria el
»mando hasta que el Gobierno disponga.
>'Entró el Senor de Duran y el Sr. Per-
>H•iba. Entro el Delegado de policia.
»En vista de las noticias que dió del
»estado de agitacion en que se hallaba la
»Ciudad, se dispuso que en conformidad
Ȉ los deseos del i'ueblo, alternasen en
»las patrullas los Urbanosconla tropa.
»Fué nombrada una Comision para
»estender la alocucion sobre el estado en
»que se hallaban constituidas las Autori-
»dades para tranquilizar al vecindario.
»A las cuatro de la tarde salió el Excmo.
>'Senor Comandante General por las
»calles de la Poblacion con algunos seno-
»res Concejales y Comisionados del Pue-
»blo para calmar la efervescència piibli-
»ca
»Se acordo por la junta que se pusieren
»al pié de la alocucion las firmas de todos
»sus individuos, auncuando no hubiesen
«concurrido à la sesion; cuya regla se ha
xseguido en las demàs alocuciones en
»virtud de resolucion de la Junta
»Con motivo de haber manifestado al-
«gunos de los seflores Comisionados del
»Pueblo deseos de retirarse atendido el
»modo con que se les habia nombrado,
> enteramente de circunstancias, espusie-
»ron los Seflores Pastors y de Mena la
»necesidad de calmar antes la agitacion
«general por medio de la confianza que
»podia infundir en el pueblo la asociacion
»de los Comisionados a las Autorida-
»des
«Respecto de haberse sabido que iba a
»ser asaltada por el pueblo la casa de uno
»de los Alcaldes Mayores, salieron los
«Senores Xaudaró y de Llinàs (D. Juan
»Antonio) por encargo de la Junta para
»ver si podian impedirlo con sus persua-
«siones » (1).
A todo esto no habían dado las ocho y
media.
Esta acta vino a conlirmarme el dicho
de un anciano segiin el cual las casas de
los alcaldes mayores aquella tarde su-
frieron un asalto (2).
Ademàs, de esta acta fluyen varias
consideraciones. Se ve que Pastors queda
encargado del mando militar. Brota cla-
ra y repugnantela insolència del llamado
pueblo, y en realidad turbas revoluciona-
rias, al poner a Pastors, para obtener la
(0 .^l'L-hivu Municipal. — Acucrdos. Scguttdo
semestre. /íf^j. .\1 fin sin lollar.
(2) Relación citada del alcalde de barrio don
José Camaló.
8-26
t.IBRO TERCERO. — CAPITULO DL'ODICCIMO
confianza del pueblo, la condición de que
adopte una marcha que le sea grata y de
que no venga Llauder. El vencedor im-
pone condiciones.
Se sujetó el ejército a la humillación de
que cada soldado alternase con un mili-
ciano ; de
mode que,
como me
testificaren
varios an-
cianes, en
las filas al-
ternaban
soldados y
urbanos.
Se trató
de apaci -
guar al po-
pulacho con
persuasio-
nes solas.
T o m a n
parte en las
deliberacio-
nes de las
autoridades
cuatro co-
misionados
del pueblo
nombrados
«de circuns-
tancias», lo
que significa
que serían
cuatro exal-
tados, flor y
nata de los
amotinados,
nombrados por las tabernarias voces del
primer tumulto. jNueva e inaudita humi-
llación de las autoridades! \Y los verdade-
ros representantes del pueblo, o sea el
Ayuntamiento, llaman con este honroso
nombre a los representantes de la anar-
quia!
El comisionado del pueblo que quiso
alejar a Llauder podia descansar tranqui-
lo, pues el Gobierno en 5 del mismo mes
le admitió la dimisión y nombró al infor-
tunado que en aquel momento era asesi-
nado (1).
Sigue un dato sin importància, al que
sin embargo menciono porque nos revela
el nombre de un revolucionario de aque-
llos dias. «El dia de la muerte de Bassa,
»m e d i j o
»Don Jacin-
>'to Burdoy,
»y en el mo-
»mento en
»que se aca-
»b a b a de
»quemar su
«cadàver,
»hora sobre
»las tres de
»la tarde, vi
»s a 1 i r un
»grupo del
»café de la
»Noria. Es-
»te cafè, co-
»nocidotam-
»bien por el
«nombre de
scafé de Ce-
híbrid, cons-
xtituía un
»centro de
>'los dema-
»g o g 0 s ó
»avanzados .
»De entre
»los del gru-
»po salido
»d e 1 cafè
»distinguia-
»se un se-
»nor por su sombrero blanco» (rccuenlo
yo los sombrcros altos de copa blnncos)
«y cinta verde, que era la divisa de los
»liberales del período de 1820 à 1823. Los
»que le acompanaban daban voces de
»viva nuestro amigo Mata». Era el céle-
»bre medico de este nombre, que despues
»fué ministro de Amadeo. Sacaron una
»mesa y la colocaron donde hoy hay la
(i) Memorias de Llauder, pdg. 8ii del apéndice
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
827
' fuente de frente el teatro principal» (Jioy
cl Dioiiumeiito de Soler). «Mata se enca-
•ramó sobre la mesa, y peroro, diciendo
»que al pueblo se le han hecho promesas
»que nunca se han cumplido, y otras lin-
»dezas, terminando con el consejo de
»que habia que acudir al Ayuntamiento
»para pedirle armas. El grupo, dòcil a
»la voz de Mata, marchó por la Ram-
»bla para la casa municipal para pedir
»estas armas; però de pronto un hom-
»bre de baja esfera se encara con el
»grupo y le dice: «^iQue pun..., no veis
»que el Ayuntamiento no estt\ahora para
«tales cosas?» Cundió la voz de: «tiene
»razon, tiene razon», y el grupo se disol-
»vió como la elocuencia de Mata» (1).
Dia 6 de agosto.
Los barceloneses, al despertar el 6, se
encontraron con la alocución acordada
en la Junta de Autoridades del dia ante-
rior, alocución que copio a seguida: bien
que antes de ella copio unas lineas harto
escandalosas de Ayerve, en las cuales
viene a elogiar el comportamiento de los
revolucionarios referente a la seguridad
personal y a la propiedad de los barcelo-
neses, como si las de los frailes no mere-
cieran el mismo respeto que las de los
restantes ciudadanos.
«Barceloneses.— Encargado por orde-
»nanza como Teniente de Rey de esta
»Plaza del Gobierno Militar de ella y de
»la presidència de su Excmo. Ayunta-
»miento, si soy acreedor íl vuestra con-
»fianza, acreditàdmelo con vuestra sensa-
»tez y cordura, contribuyendo conmigo
»A que se restablezca el orden en esta
»Capital de la primera consideracion de
»la Monarquia por su indústria y cultura.
»Amantes de la verdadera libertad,
»que sabeis como yo que consiste en
»sujetarse à la ley y A la voz paternal de
»las Autoridades que veis sacrificarse, y
»velar por vuestra prosperidad, secundad
intü en Barcclcina a lo clc abril
»mis deseos para tener la satisfaccion de
»ver restablecido el sosiego piiblico en
»esta misma tarde, puesto que en las
«convulsiones de estos dias y en la actual
»no ha precisado la necesidad i\ preveni-
»ros que respeteis la propiedad y la
«indústria de Barcelona con la seguridad
»personal de sus habitantes, como lo es-
»pera de vosotros vuestro Gobernador
»interino.— Barcelona 5 de agosto de 1835.
» — Joaquin Ayerve».
«.ALOCUCIÓN
»Barceloneses.— Las Autoridades que
xA vuestros vivos deseos han sido consti-
»tuidas, van a hablaros el lenguaje de la
»franqueza y del amor al pueblo. Elías
»os deben una manifestacion pronta de
»su estado y de los desvelos que las estan
«ocupando.
»Teneis à vuestro frente al Exmo.
»Sr. D. Pedró Maria de Pastors, cuyas
»luces y circunstancias no podran menos
»de Uenaros de contento y de aterrar à
»los contrarios de la libertad.
»E1 Sr. Gobernador civil de la provin-
»cia ha renunciado. Entra en su lugar el
»Secretario del Gobierno civil, cuyos an-
»tecedentes seran apreciados por sus con-
»ciudadanos.
»E1 Ayuntamiento, que se ha colocado
»como un protector y mediador del ve-
»cindario, asociado de cinco Comisiona-
»dos del pueblo mismo, està velando por
»los intereses de Barcelona. Nada con-
»sentirí\n que le sea contrario.
»Todas estàs Autoridades quedan pron-
»tas a oir los clamores dirigidos al bien
»y se ocupan ya con todo esfuerzo en
«estos momentos de la suerte de la pobla-
»cion.
»iDeseais mas. Barceloneses? El Exmo.
»Sr. General Pastors se comprometé é.
»no dejar el mando de las armas, ni à
«permitir que otra autoridad militar ven-
»ga a tomarlo, hasta que resuelva S. M.
«augusta la Reina Gobernadora.
«Luego que las tropa s hayan consegui-
»do el descanso que merecen sus nobles
828
LlIiUO TERCliRO. CAFITL'LO DUODIXIMO
»fatigas, volveran otra vez sin perder
»momento à presentarse frente las hor-
»das infames que estan asolando nues-
»tras provincias.
»La Milícia alternarà por mitad con el
xEjército en la custodia de los puestos
«militares.
»Habitanles de esta ciudad culta: con
»el rumbo que van a tomar los negocios
»públicos, la causa de Isabel II y de la
»libertad recibiràn un fuerte impulso.
»Tranquilizaos, pues, Urbanos y vecinos
»todos. Confiad en los que estan à vues-
»tro frente. Sin confianza no hay pàtria.
»Sosegad a cuantos intentasen dirigir
»el movimiento popular à fines indignes
»de la carrera de la prosperidad general;
»y entonces esta salvado el pueblo y la
»libertad à un tiempo, à despecho de
»vuestros enemigos.
»Barcelona 5 de agosto de 1835» (1).
Con tantas concesiones y halagos, pro-
curaban las Autoridades amansar a la
fiera, la cual, según condición de todas
las fieras, no escuchó aquellas blandu-
chas palabras, sinó que siguió bramando
y despedazando. A las once de aque-
lla misma mafiana del 6 agredió a la
Aduana, y aun se dijo si había el pro-
yecto de dirigirse después a las platerías
de la calle de este nombre. Simultànea-
mente fué incendiada una casa del Pa-
dró, quizà con el torcido fin de divertir
de la Aduana la atención de la Autori-
dad. Copio aquí palabras de Don Julíàn
Chía que presencio los hechos, y me las
dijo a mi: «Aquella hora habia una com-
»pafiia ó fuerza de carabineros que des-
»cansaban sobre las armas al pié mismo
»de la cara septentrional de la Aduana,
»entre la actual puerta del Gobierno
»civil, y la del Centro. Mirandolo estos
»y no impidiéndolo, una turba de desca-
»misados se introdujo en el edificio por
»la actual puerta del Gobierno civil. Lue-
»go de Uegados arriba empezaron A tirar
»por el ojo de la escalera objetos de los
«pisos. Lo primero que bajó fué un espe-
»jo, luego ropa de los empleades, después
»papeles, y así otras cosas.
»Se oyeron dos canonazos. Muy pronto
»acudió una companía de cazadores de
»milicia, mandada por un capitàn de
>imuy militar aspecte, moreno y de bigo-
»tes y perilla negros. Entro la companía,
»y con gran decisión arrojó de allí a los
»amotinados» (2). Uno de los individuos
de esta companía me afladía: «Aquel dia
»yo, con ser un jovencito, encaré mi cara-
»bina à uno de los amotinados mas alto
»que un pino, y le obligué a dejar en el
»suelo el trabuco» (3).
Contintia Chía: 'íMe dirigí entonces ha-
»cia la calle Ancha, y allí vi acudir
»volando el escuadrón de lanceros, que
»pronto lo despejó todo.
>*Uno de los tipos, comunes en aquelles
»dias, fué el que pude contemplar enton-
»ces. Era un hombre moreno y sucio,
»con alpargatas, con la camisa desabro-
»chada que dejaba ver el pecho tostado
»del sol, y con todo su vestido harapeso.
»A la sazón sobre estàs ropas vestia una
»levita de merino azul, robada sin duda
»en la Aduana. Daba voces de Viva la
»libertad, si es que pueden llamarse vo-
»ces los sonides gangesos y muy apaga-
»dos de una garganta estropeada del
»vino. Llevaba en la mano un estoque
»envainade en una cafla. Fué fusilado
«aquel dia.»
Otro testigo me confirma el decidido
obrar y buen resultado de la AutoridaH
en este dia, con sola la diferencia de que
dice que la caballería no pertenecía a la
milícia, sine a la tropa. Ademàs son
infinites los que adveran estos hechos.
Aquel dia montaba la guardià de la con-
tigua Puerta del Mar el capitàn de milícia
Don Joaquín Martí y Codolar con su
companía. Recibió orden superior de no
permitir en medo alguno la entrada en la
ciudad, y de cumplirlo hasta a costa de
(i) Diario de Barcelona del G de agoslo de
1835, pàgs. 1735 y 173Ó.
(2) Relación en Barcelona a 14 de abril de 1893.
(:j) D. José Fàbregas. Barcelona 28 de enero
de 1^84.
CON-SECL'ENCIAS POLirlCAS DEI. INCENDIO DK LOS CONVENTOS
829
la vida. Venian para entrar las turbas de
la Barceloneta, però Martí les manifesto
de palabra la orden que tenia, y que se
vería en la necesidad de hacerles fuego,
que le seria doloroso, y por lo mismo que
se retirasen. Se retiraren. La esposa del
Sefior Marti me anadía que por mucho
tiempo habia visto rodar por casa aquella
orden, transmitida comofué porescritü(l),
Otro dato precioso me lo presto el tes-
tigo que para ilustrarme mejor me puso
la Providencia divina en Atarazanas,
Don Fèlix Puig-. Me dijo: «Al dia siguien-
»te las turbas quisieron robar la x\duana.
«Formàronse grupos frente de ella, y
»cuatro ó cinco caballeros vinieron à
»hablar à Ayerve. Noticiaronle que las
»turbas tenían el proyecto de asaltar la
«Aduana, y despues la Plateria. Entonces
«Ayerve mandó salir una fuerza de caba-
«llería, y al pasar esta la puerta dijo al
»jefe que lamandaba: «Sor. Coronel: hoy
»aquieta V. al pueblo de Barcelona, y
»sino se aquieta despues del teicer aviso
»lo pasa V. todo à sangre y fuego». Hasta
»aqui lo presencié j'o mismo. Un corneta
»me dijo despues que al llegar al lugar
»de las turbas, el Coronel amonesto y
»avisó por las tres veces, que a estàs
»amonestaciones las turbas contestaban
»con vivas ú la caballería; però que se
»dtó una carga, y todo quedo despeja
»do» (2). A todo hombre sensato acuden
aquí a los labios dos palabras, que no por
ser cortas dejan de encerrar gran verdad
y terrible recriminación: «iAh, si este
mode de obrar se hubiese empleado la
noche del 25 de julio!»
De los aprendidos en aquellas revuel-
tas uno fué fusilado la tarde del 6 «por
»ser uno de los pri meros que destruyeron
»la fi\brica de vapor» (3). LlamAbaseNar-
ciso Pardinas, y tres, a saber, Alejo Brell,
(i) Relación de dicha senora. de i) de junio
de 188:;.
(2) Me lli dlio en Barcelona a í de agosto
de 1880.
(í) .\dición a la orden de la plaza del (> de
agosto. Diario de Barcelona del 9, pàg. i7>0.
José Prats y Juan Gualdo, sufrieron el
dia 10 la misma pena también por incen-
diaries, de cuya ejecución, bien que equi-
vocando el niimero de los fusilados, nos
dió arriba noticia el Padre Pablo Reco-
lons, a la sazón en la Ciudadela, y la cer-
tifican mil documentos. Otros fueron con-
denados a presidio (4). Tales mafias usa
el dios Evento, que a los miserables,
ignorantes y de bajo fuste los fusila: y a
los encumbrados, masones y agiotistas,
que tramaron el incendio de los conven-
tos y degollina de los frailes, los declara
triunfantes y salvadores de la pàtria.
En la orden de la plaza del 6 se lee:
«Los que ahora se propasan al desorden
»no tienen otra mira que el pillaje y el
xasesinato: los buenos ciudadanos se unen
»al Ejército para su esterminio, pues son
«muchos los que se me han presentado
»al efecto: por consiguiente encargo
»estrechamente A todos los Comandantes
»de la fuerza tanto de la benemèrita Mili-
»cia como del Ejército, que guardando la
»debida union y armonía, hagan uso de
»las armas en cualquier grupo de amoti-
»nados destruyéndolos, \' conduciendo a
»los que se capturen a la Real Ciudadela
»a disposicion de la Comision Militar. —
»Ayerve» (5).
He aquí dos otros documentos elocuen-
tes para conocer la marcha de los acon-
tecimientos:
«Bando. — La Junta de Autoridades
»deseando adoptar todas aquellas medi-
»das que pueden contribuir a la continua-
»cion de la tranquilidad piiblica que
»felizmente se balla ya restablecida en
xesta Capital,
»Oi"dena y Manda que al toque de las
»primeras oraciones todas y cualesquier
xpersonas se retiren à sus casas, y se
>/CÍerren las tabernas, bodegones y cafès
»de las 9 a las 10 de la noche. V previene
»asimismo que no consentirà que se reuna
(^) Estàs condenas constan en la orden de la
plaza del lo de agosto. Diario de Barcelona del
dia 1 1, púg. 177Í .
(í) Diario de Barcelona dc\ dia 7. pàg. 1745.
830
LTERO TERCERO. CAPIIULO DL'ODECIMO
»grupo alguno hasta el número de cuatro
»personas, y que k este fin ha dado las
»competentes ordenes à la tropa del Ejér-
»cito y A la Milícia Urbana.
y'A\ mismo tiempo invita à todos los
»vecinos de esta Ciudad para que llegada
»la noche pongan iluminadas sus casas.
«Barcelona 6 de agosto de 1835. — Por
»orden del Exmo. Sr. Capitan General
»interino. — Cayetano Ribot, Secretario
»interino».
SECUNDO DOCUMENTO
«Barceloneses.— El orden es elemento
»de vida para las sociedades y sin él todo
»fuera caos, todo confusion
»
»La junta compuesta del Exmo. Sr. Co-
»mandante General de las armas, Srs.
»Regente, Gobernador civil interino, In-
»tendente, Delegado de Policia, Exmo.
»Ayuntamiento y Comisionados del pue-
»blo, reasumen la responsabilidad de
»todos los acontecimientos que prepa-
»raron la crisis que sufrimos; y cons-
»tituyéndose gustosa eco de la pública
»opinion, en este momento esta redac-
»tando una respetuosa y enèrgica espo-
»sicion à la inclita Reina Gobernadora,
«pidiendo las garantías que deseais, ;l
»fin de mejorar, cuanto posible sea, nues-
»tra condicion social.
»La junta os dijo ayer que el Exmo.
»Sr. Don Pedró Maria Pastors conser-
»varía el mando de las armas, hasta que
»S. M. disponga: vivid seguros y tranqui-
»los, pues Llauder no ejercerà mando
»alguno en la poblacion, y si sus votes
»son escuchados ni en la Provincià: estos
*son vuestros deseos, estos son los de la
» Junta.
»
»A1 efecto, y a fin de mostrar al mundo
»entero que el Ejército, Milicia y Pue-
»blo solo desean libertad, solo apetecen
»orden, solo anhelan garantías, ha acor-
»dado la Junta de autoridades las síguien-
»tes medidas.
»1.° Toda la fuerza militar v de la
«milicia existente en la ciudad tendràn
»cinco puntos céntricos de reunion...
»2.° Conviniendo al interès publico,
»que se saque de los fuertes à los regula-
»res que estan detenidos en ellos, la
«junta de Autoridades se està ocupando
«del modo de verificarlo, y del punto a
«donde deberàn destinarse aquelles indi-
«viduos.
»3.° Quedaran suspensos en sus fun-
«ciones el actual Administrador de Adua-
«na, el Vista D N. Cibat, el Secretario de
«la Capitania D. N. Caparrós que lo està
»ya, el Mayor de Plaza D. N. Santocil-
«des, los Alcaldes May ores D. Mateo Cor-
«tès de Zalon, y D. Pedró de Pumarjo, y
«los demas Empleades que se crea con-
«veniente segun la opinion que disfru-
«ten; encargando à los Gefes respectives
«les destines à otras persenas segun el
«Ramo.
»4." Estando ya repueste en su desti-
»ne de Delegado de Policia el Sr. D. Juan
«Serralde y su Secretario pase à encar-
«gar su oficina y dependencias k persenas
«que merezcan la confianza general.
»5.° Se nombraràn nuevos censeres
«de Imprenta que merezcan la confianza
«pública, por estar al alcance de las cir-
«cunstancias presentes.
»6.° Que se aumente la Milicia con
»tedas las persenas que ofrezcan con-
«fianza, preponiendo ellos mismos los
«oficiales al Exmo. Sr. Capitan General
«de las Armas.
»7.° Que toda la gente armada en el
ïdia, así de vecines cemo de patrullas de
«les Alcaldes de Barrio, se presentaran
«inmediatamente à los puntos designades
«en cada Cuartel de la ciudad con sus
«armas í\ penerse los que quieran bajo la
«direccion del Comandante del punto.
«8.° Cualesquiera otras persenas que
«quedaran armadas seran invitadas à
«retirarse y à depesitar las armas sin
«dilacion alguna; y si ne lo hacen, al me-
«mento seran dispersadas à la fuerza.
«9.°
«Viva Isabel II, viva la Libertad, viva
CONSECLENCIAS POLETICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
831
»la Pàtria.— Barcelona 6 de agosto de
»1835»(1).
A esta cobarde alocución siguió el mani-
fiesto de la policia que aqui copio, conse-
cuente a aquella: «Delegación de Policia
»de la provincià de Barcelona.— A conse-
«cuencia de las facultades que me han
»sido conferidas por el Excmo. Sor. Ca-
»pitan General y el Sor. Gobernador
»Civil de la provincià en union con la
»Junta de Autoridades y representantes
»del Pueblo, quedan separados de sus
«respectives destinos todos los empleados
»del ramo de Policia.
»Me ocuparé incesantemente de la reor-
»ganizacion del mismo ramo con sujecion
Ȉ las superiores instrucciones de dichos
»Gefes, \' sin perder de vista lo que exi-
»gen las circunstancias, tanto por lo que
»respeta al personal de los empleados,
»como al objeto del establecimiento, que
»no puede ser otro que proteger al vecino
»honrado, y perseguir con mano fuerte
»y decidida al malvado que pueda atén-
»tar contra la seguridad del Estado, de
»los derechos de los ciudadanos, y alterar
»la tranquilidad individual que debe estar
»perfectamente asegurada bajo un siste-
»ma liberal cimentado en leyes justas y
«equitativas.
«Barcelona 6 de agosto de 1835-— Juan
»de Serralde» (2).
Conforme con la política de cesión y
cobardía que indican los documentos
aquí copiados, la Junta de Autoridades
el dia 8 subscribió una exposición a la
Reina en la que pedía que para regir la
província se nombrase una persona iden-
tificada con los principios consignados
en el Estatuto real; que S. M. se pusiese
al frente de las reformas civiles y ecle-
siàsticas reclamadas, según ellos dicen,
por las necesidades públícas y el voto
general de la nación; que se eligiesen en
el Principado Diputaciones provinciales.
(i) .\mbos documenlos se leen en el Diario de
Itarcelona del 7 de agosto, pàgs. 1743, 1744 y 1745.
(j) Diario de Barcelona del 7 de agosto, pàgi-
na i74().
y que se trasladase la Universidad de
Cervera a Barcelona (3). He aqui literal-
mente copiado un pàrrafo de esta expo-
sición: '<Mientras un brazo respetable por
»su influencia provocaba esta misma
«guerra civil, mientras que para soste-
«nerla y vèncer eran necesarios sacri-
«ficios personales y de interès a los parti-
»culares y à los pueblos, las reformas
«generales así civiles como eclesiàsticas
»han sufrido algun entorpecimiento; mas
»ya.... iQ\xé extrano pues que resuene
»por todas partes un clamor ptiblico }' se
>/indiquen las ansiedades de que lleguen
Ȉ plantearse las reformas indicadas?...
«Permita pues V. M. que los que la re-
«presentari en estos momentos por primer
«punto llamen particularmente la aten-
»cion de V. M. hàcia este importantísimo
«objeto, y la supliquen encarecidamente
»se digne ponerse al frente de las refor-
»mas generales así civiles como eclesiàs-
«ticas que tan imperiosa é mstantànea-
«mente reclaman las necesidades piiblicas
»y el voto general de la nacion....» (4).
Ni este documento plugo 3- agrado a
los avanzados barceloneses, de lo que
nos da claro testimonio en su detestable
folleto el seòor RauU en sus postreras
pàginas. El Gobierno moderado, y los
moderados en general, abrigaban contra
la Iglesia, però especialmente contra las
ordenes regulares, la misma enemiga
que los exaltados. Aquél intentaba el
aniquilamiento de éstas por medios paci-
ficos y graduales: los exaltados querían
la extinción completa y repentina. En
Madrid continuaba imperando el minis-
terio del impío, bien que moderado, Con-
de de Toreno, v aquí en Barcelona rugia
triunfante el partido exaltado: no era
posible la concòrdia.
El Gobierno, con fecha 12 de agosto.
(5) D. Victor Gebhardl.— //ís<0)i"a General de
Espaiia, tomo Vil. pàg. 48. La inserlan por lo
largo los periódicos de Barcelona de aquellas fe-
chas 8 y 9 de agosto.
(4) Diario de Barcelona del <) de agosto de
i8]S, pàgs. 1765 y 1764.
832
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DIODECIMO
exhorto al Capitan General interino Pas-
tors a que inquiriese los ocultos resortes
que causaren aquellas revoluciones, y
Pastors contesto al Gobierno subscri-
biendo el siguiente oficio. Y digo subs-
cribiendo, y no escribiendo, porque la nu-
lidad del talento de Pastors no era para
màs.
«Exmo. Sor.- = La Comunicacion que
»V. E. ha tenido à bien dirijirme en 12
»del mes actual con referència al desgra-
»ciado fin del Benemérito G.''='' Don Pedró
»Nolasco Bassa que ha llenado de pro-
»fundo dolor al maternal corazon de
»S. M. no ha podido menos de renovar
»en el mio el acerbo sentimiento que me
"cupo de no poder salvarle aun à costa
«de mi misma existència, como lo pro-
»curé por desgracia sin efecto: hechos
»semejantes llevan en si efectivamente
»un principio de disolucion, sus conse-
»cuencias en nuestra situacion actual,
«representan A la imajinacion bajo el
»aspecto mas sombrío como acertada-
»mente indica V. E.; però en medio de
»tan lamentable perspectiva, Barcelona
»cerró oporlunamente el paso à la repe-
»ticion del cn'men y el amago del pillaje
»fue la senal de alarma 3' reunion impo-
»nente de todos los buenos. = V. E. al
»final de su escrito se sirve espresar los
»deseos de S. M. de que 3-0 aproveche
»toda coyuntura para penetrar los ocul-
»tos resortes empleades para causar tales
«excesos, y fiel servidor de S. M. dirijiré
»y he dirijido todo mi conato à procu-
»rarme un conocimiento de tamana im-
»portancia, mas sin perder de vista este
»objeto, como de ningun modo se sirve
»mejor al Soberano que esponiendole
»sinceramente la verdad de los hechos,
»seame licito recordar que los contínues
»asesinatos, incendios y vegaciones que
»impunemente cemetían les rebeldes cen-
»tra los pueblos abiertos, persenas iner-
»mes, urbanes identificades con el trono
«legitimo de S. M. contra sus familias ó
»bienes habian exasperado sebremanera
»les animes màcsime cuando los indultes
Ȉ favor de las facciones, eran repetides
»sin consideracion los crímenes de que
»habian sido autores; la generalidad de
»personas cemprometidas por la justa
»causa, observaba con horror la protec-
»cien positiva que los frailes dispensaban
»a las facciones, la acejida que estàs
»obtenian en los cenventos situades en
»despeb]ade, y la publicidad con que en
»el púlpito se incitaba a la rebel•len que
»muches auterizaban con este ejemplo
«personal, siendo les hechos mas atroces
»las de aquellas gavillas capitaneadas
»por religiosos, el asesinato de 5 urbanes
»de Reus por una de las que estaban en
»este caso, determinaren la catàstrofe
»alli ocurrida; esta, la de Zaragoza y
))las antecedentes de que hecho mérito,
«motivaren sin duda la del 25 en esta
«Capital y de aquí el origen de otros
»desaciertos. = Lejos de reconocer la
»auteridad del Principade la positiva
»causa de tales acontecimientos, y repri-
»mir con decision la audàcia de las fac-
V'Ciones, adoptando una marcha pretec-
»tora de les defensores del Trono de
»Isabel 2 '"' adopto el sistema contrario
«abandono estos en el Piado à la merced
»de los Carlistas y replego las fuerzas
»que bien dirijidas bastaban para des-
«truirles. = El siempre deplorable hecho
»de incendiar los cenventos, fue mirade
«preciso es decirlo por todo Barcelona
>;ceme juste castigo de la conducta en
«general observada por el clero regular;
«permítame V. E. le exprese que así eb-
«serve el hecho, al pase que la milícia se
«epuso al pillaje, y salvo la vida de un
«considerable número de regulares, asi
«como les bienes muebles de los conven-
«tos; de este hecho y del disgusto de la
«milícia y aun del ejército, parte el
«desastre del 5; los índivíduos de aque-
«11a arrancades contínuamente del seno
«de sus familias para operar contra las
«facciones, jamas obtuvieron recompen-
«sa, ni aun publicidad sus hechos; se
«creian deprimides por la auteridad. y
«carecía por tante de díspesícíon para
«defenderla; difundióse la voz al abande-
«ne del Principade por todas las celunas
CONSECUENCIAS POL[TICAS DEI. INCENDIO DE LOS CONVEN'TOS
833
»que se dirijian a esta Capital; la ansie-
»dad era notable; los malévolos de todos
«sentides pudieron aprovechar los mo-
»mentos y prevenir los ànimos, recor-
»dando el caràcter personal del marqués
»del valle de Ribas, la firmeza militar
»del 2.° cabo, y la idea de que la metralla
»venffaria a los regulares; llego el Gene-
»ral Bassa, el aparalo de fuerza causo la
»mayor agitacion; el tumulto crecia cual
»un torrente; los Barceloneses creyeron
»ó temieron ver inundar las calles de
«sangre de sus hijos, y la rígida obedien-
»cia de Bassa A la imperiosa orden de la
»primera Autoridad, le redujo a la cruel
«alternativa de que fué víctima; las tro-
»pas del ejército, habria sido tal vez
«difícil obtener que se opusiesen à un
«movimiento de tal magnitud; era pro-
«blemíltica quiza su obediència, si se
»atiende que ecsistía un descontento muy
»marcado A causa de las contínuas fati-
»gas sin fruto a que tan largo tiempo se
»les sujetaba, el poco premio que obtu-
»vieron por sus hechos, y el disgusto que
»habia producido la concesion de em-
»pleos, grados y consideraciones a favor
»de militares de menos mérito. Repito a
»V. E. que la malevolencia pudo hacer
»uso de las armas, y que con el mas posi-
»tivo celo procuraré descubrir sus auto-
»res; però tambien creo me hara la justi-
»cia de conocer la influencia absoluta que
»hubieron de ejercer los hechos históri-
»cos, que elevo a su consideracion, re-
»suelto siempre A sacrificarme sin reposo
«para mantener la tranquilidad, que en
«este momento disfruta el Principado,
«hasta tanto que S. M. tenga à bien
«resolver acerca de mi ulterior suerte,
«sobre que versa la otra R.' orden de la
«misma fecha cuj'•o recibo tengo el honor
«de acusar. Dios etc. Barna. 19 agosto
«de 1835. — Exmo. Sor. — Pedró M.'' Pas-
«tors. — Exmo. S"" Secretario de Estado
»y del despacho de la guerra» (1).
Sin duda que el Gobierno al pedir al
(i) Archivii do la Capitania General. — Legaio
citado, paquetc j, documento ii.
General Pastors que le informase de las
causas de aquellas revoluciones, le estimo
capaz de practicarlo por sí; però, a lo
que se dice, su talento rayaba en la nuli-
dad, y por el resultado aparece que los
revoltosos, que ie rodeaban, alababan y
halagaban, le redactaron la contestacion.
En segundo, lugar al leer tal documento
se ve claro que sus redactores no quisie-
ron perder aquella ocasión para hacer
llegar a Madrid sus revolucionarias que-
jas e ideas, exponiendo a su inexacto
modo los motivos de la revuelta. En ter-
cer lugar pintan a Llauder como obrando
con blanda mano con los carlistas, cuando
la movia con harta fuerza, energia y
crueldad. Léanse los diarios de aquelles
días, y las deportaciones a Amèrica no
faltan, però sobre todo espeluznan los fu-
silamientos por masas. En cuarto lugar,
mienten descaradamente en lo de la gran
protección que afirman dispensaban los
frailes y conventos a los carlistas, a lo
menos en Catalufia, que es del territorio
que se trata; y este mentir no se para ni
ante la calumnia de que la partida carlis-
ta que sorprendió y mató cinco urbanos
de Reus iba mandada por un fraile. En
quinto lugar, muy menguada idea de la
justícia muestran al escribir que el incen-
dio de los conventos fué mirado por Bar-
celona como JHsto castigo de la conducta
eit general observada por el clero regu-
lar, porque ni el clero regular dió motivo
aquí para castigo, ni de haberlo dado, la
justícia aplica los castigos matando e
incendiando a bulto en una sedición, tra-
mada para interesados fines. En sexto
lugar escriben respecto de las tropas del
mismo Bassa que xera problemàtica quizà
»su obediència, si se atiende à que existia
«un descontento muy marcado a causa...»
y lo escriben refiriéndose al dia del ase
sinato. El Ejército no puede quedar muy
complacido del documento de Pastors.
A pesar de la sensatez hasta aquí mos-
trada por el Cuerpo Municipal, en la
sesión del 21 de agosto se toma un acuer-
do por el que intenta aprovecharse del
crimen contra los cenobios. Helo aquí
53
834
LIBRO TERCERO. — CAPllLEO DL'ODECIMO
literalmente copiado: «Leida la minuta
»de una representacion para S. M. que se
»ha estendido en viriud de indicacion
»liecha por el Sefior Gobernador interino
Ȉ la comision encargada de poner en
»salvo los efectos de los conventos pidien-
»do al Gobierno la cesion del de Capu-
»chinos para la reunion de todas las
»bibliotecas ó parte de ellas que han
»podido salvarse, y establecer una públi-
»ca bajo la direccion y auspicios del
>>Ayuntamiento, ha aprobado S. Exclcia.
»la indicada minuta, mandando que se
»copie, firme y remita por conducto del
»Senor Gobernador Civil.
»Cün este motivo considerando ser esta
»la ocasion oportuna para solicitar el
»senalamiento de locales en los conven-
»tos desocupados para los diferentes obje-
»tos, cuyo establecimiento por su conoci-
»da utilidad y ventajas se hallan proyec-
»tados y en parte pedidos al Gobierno, se
»propuso y acordo el nombramiento de
»una comision, que recayó en los Senores
»que componen la de instruccion pública
»y los dos sefiores Obreros para que pro-
»pongan los edificios de los regulares que
»convendría pedir A mas del de Capuchi-
»nos segun arriba se ha indicado, espre-
»sando los establecimientos à que podran
»dedicarse» (1).
Esta noticia indica la marcha que iban
tomando los acontecimientos políticos; a
cUya resena debò dedicar ahora las pos-
treras lineas de este capitulo, bien que
refiriéndolos en muy apretado compen-
dio, porque cuanto màs adelantan mas
nos alejan de losfrailes y conventos, que
son el objeto de este mi pobre trabajo.
Dije arriba que las autoridades de Bar-
celona, deseando calmar los ímpetus de
los revolucionaries, en 8 de agosto eleva-
ren a Madrid una exposición en súplica de
varios objetos apetecidos por los libera-
les barceloneses. Mas dije también que
aquel programa no satisfizo al bando
triunfante. Quería éste, a lo que escribe
(i) Archivo municipal
fol. 646.
Acuerdos citado,
Raull, «principies; principies de igualdad
»legal, la libertad civil; la libertad de
»escribir, la libertad de hacer conocer
»sus necesidades: el principio en fin que
»da vida à las naciones, el de constituirse
»por sí mismas Que lo que necesitaba
»e^ Pueblo era el establecimiento del
» Jurado» (2). Querían, pues, cortès cons-
tituyentes, libertades amplias y Jurado.
Ante tales peticiones retrocedió la jun-
ta de Autoridades, «y acordo la creacion
»de otra con el nombre de auxiliar con-
■iisultiva, que ayudase à las autoridades
»civiles y militares à sostener la libertad,
»la causa de Dona Isabel II y la tranqui-
»lidad pública, compuesta de doce indi-
»viduos, y nombrada por electores de
»todas las clases y de los cuerpos de la
»milicia. Fueron los elegidos en su mayo-
»ría personas de ideas avanzadas, é ins-
»talados que fueron en su nuevo cargo,
»obraron desde luego constituj'endose en
»cabeza de la revolucion» (3). He aquí sus
nombres:
Don José Casajemas.
Don Juan Antonio de Llinàs.
Don Juan de Abascal.
Don Mariano Borrell.
Don Antonio Gironella.
Don José Parladé.
Don Pedró Figuerola.
Don José Manuel Planas.
Don Guillermo Oliver.
Don Andrés Subirà.
Don Ignacio Vieta, tendero.
Don José Antonio Llobet (4).
Esta junta convoco las diputaciones de
las demàs provincias catalanas, activo la
organización de la milicia con el nombre
de nacional, cu3•os jefes y oficiales fue-
sen nombrados por los individuos de los
cuerpos, y lo fueron a últimos de agosto,
creo companías de miqueletes, pidió a la
(j) D. Francisco Raull. Obra citada, pàg. ói
de la primera edición y 60 de la segunda.
(0 D. Víctor Gebhardt. Obra citada, to-
mo \']1. pàg. 49.
(_)) D. Francisco Raull. Obra citada, al fin de
ella.
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL IN'CENDIO DE LOS CONVENTüS
835
Reina la reunión de Cortes constituyen-
tes, el nombramiento del feroz Mina para
Capitàn General de Cataluna y el de Pas-
tors para Gobernador de Barcelona.
Esta junta llamada consultiva, con fe-
cha del 13 de agosto, dirigió a los catala-
nes una alocuciòn resenando las reformas
que en su concepto revolucionario se
debían plantear, y al hacerlo escribe
entre otros pàrrafos: «Los deseos de la
»Junta se estienden a que inmediatamen-
»te sean los verdaderos propietarios res-
»tituidos en la posesion de los bienes
»nacionales, que en virtud deleyes y con-
»tratos solemnes compraron y pagaron,
»y que tras del despojo quedan ahora en
»el màs deplorable abandono. iCuantos
»males se han seguido y seguiran del
«retardo de tan justa é imperiosa rcstitu-
»cion y de no completarse las ventas de
«esta clase!
»
«Contribuir;! al mismo objeto de afian-
»zar y ensalzar el Trono y reinado de
«Isabel II, ó por mejor decir nada es tan
»urgente, ni serà tan eficaz para ello,
»como la estincion del clero regular, y la
«reforma pronta y completa del secular.
»Incesantes seran las manifestaciones y
«súplicas que esta Junta liarà sobre los
»puntos indicados, porque todos se diri-
»gen à la salvacion del Estado es decir
y>de lo mas sagrado...» (1). jCuanto em-
peiïo en devolver los bienes a los compra-
dores de 1822, y en vender las restantes
fincas!
En vista del levantamiento o constitu-
ción de esta junta, y de otros hechos
similares de otras provincias, el Gobierno
de Madrid, en 2 de septiembre, condenó y
reprobó los incendios, asesinatos y des-
manes anteriores, y declaro ilegales estàs
juntas que, arrogàndose un poder de que
carecian, venían a substituirle en sus te-
rritorios. Mas los rcvolucionarios de Bar-
celona, que en todo se creían triunfantes.
íi) Diario de Barcelona del 14 de agosto de
i^íí, púgs. 1804 y 1806.
y lo eran, lejos de disolver la junta, la
apoyaron, y esta, en 9 del mismo mes, se
declaro suprema de Cataluiïa, constituyó
una hacienda pública independiente de
Madrid, invito a una confederación libe-
ral a los reinos de Aragón y Valencià, y
dicto otras medidas revolucionarias y
radicales.
Es inútil, por supuesto, indicar que aquí
se efectuo el cambio del personal de los
distintos ramos de la gobernación, cesan-
do los moderados y entrando en los em-
pleos los avanzados, pues ya la junta de
autoridades lo anuncio en su alocuciòn
del 6 del mismo agosto. En una palabra,
Cataluna vistióse la chaqueta progresis-
ta, o exaltada, mientras en Madrid conti-
nuaba el frac moderado.
Mas en otras provincias halló eco el
mal ejemplo de Cataluna; en Madrid mis-
mo se levantó la bandera de la insurrec-
ción, y asi debilitàndose cada dia la fuer-
za del Gobierno, acabo éste por caer en
14 de septiembre, sustituyéndoleDonJuan
Alvarez Mendizàbal (2). jMendizàbal! El
liberal furioso, el autor del gran latroci-
nio de los bienes de la Iglesia, Uamado
desamortización. Inútil se hace, pues,
apuntar la espantable senda que respecto
a cosas eclesiàsticas siguió desde enton-
ces el Gobierno. Si esta mi resefia de los
actos políticos debiera seguirle, pecarà
de interminable, y porque se apartaria
excesivamente del incendio de los conven-
tos debò aquí ponerle termino; dejando
para màs adelante, es decir, para cuando
diga de la ulterior suerte que tuvieron los
cenobios catalanes, la indicación de los
ultrajes que de mano de este gobierno
sufrió la Iglesia.
Mas antes de terminar este capitulo
debò satisfacer a una pregunta que sin
duda se ocurrira a todo curioso avisado.
Se me dir^l: «cpues bien, por el puüal y la
tea aventados de sus casas los frailes, el
Estado dicto alguna disposición respecto
(j) D. N'iolor Gchhardt. Obra citada, to-
mo \'li, pàgs. ^ç, 50 y 51.
836
LIRRO TERCERO. — CAPITULO Di;ODECIMO
a las ordenes religiosas? ;Sólo el acero y
el fuego de los exaltados los expulso, sin
que la autoridad confirmarà con su impe-
rativa palabra el hecho? Ya escribi arri-
ba que Toreno, el implacable enemigo de
los frailes, el 4 de julio del mismo ano
había proscrito a los jesuitas, y el dia 25
del mismo mes de julio suprimido lodo
convento que no contarà doce religiosos
profesos: ahora no hizo màs. Penso que
con estàs tajadas satisfaria a la fiera
revolucionaria, y no quiso abandonar su
política de caminar paulatinamente, paso
tras paso; y como Toreno, a pesar de la
revoiución de Barcelona, continuo, según
dije, un tiempo en el Gobierno, a la de-
goUina de aquí no se siguió inmediata-
mente un decreto de supresión. Este lo
dió Mendizàbal en 1836, però màs radi-
calmente Calatrava en las Cortes de
1837, como en su lugar veremos.
ARTICULO QUINTO
LOS PERIÓDICOS DE BARCELONA
DESPUÉS DEL INCENDIO
En las sociedades modernas desgracia-
damente tienen mucha importància los
periódicos, 3'a porque forman la opinión
y sentir del pueblo, ya porque la retratan.
Por este motivo creo deber dedicar aquí
un articulo a los de 1835 sobre la faz que
tomaron después del motín del 25 de julio.
Continuaren los tres que ya indiqué y
pinté en el articulo sexto del capitulo VII
de este mismo libro, es decir, el Diario de
Barcelona, El Vapor y El Cataldii.
El Diario siguió su acostumbrado ca-
mino isabelino, semioficial, poco batalla-
dor, y casi siempre ajeno a las luchas de
ideas. El curioso de hoy, que, àvido de
noticias que broten de los hechos recien-
tes y que conserven aún su olor, acuda
al Diario de los dias inmediatamente
siguientes al motín, experimenta un clias-
co soberbio. La lectura de los números
del 26 y 27 de julio en particular hiela la
sangre en las venas, al ver que en ellos
el Diario no reza ni una palabra del in-
cendio.
Diario del 26.— Por un anuncio de la
Sociedad econòmica de ami gos del país,
incompatible con el motín; por los anun-
cies de funciones de iglesia, en los que
escribe que predicar.^n varios frailes; y
por la ausencia de alocuciones u ordenes
oficiales pedidas por las circunstancias,
aparece claro que aquel número fué com-
puesto antes del atentado.
Diario del 27.— Contiene una orden ofi-
cial de Ayerve, una alocución suscrita
por Saquetti e Igual sobre el incendio,
una correspondència de un pueblo expli-
cando un pedrisco; la copia de un suelto
de otro periódico sobre un caso sin inte-
rès de unos buques; los preciós de los
cereales en Gerona; y en la sección de
Avticias particulares de Barcelona da
un primer articulo de Literatura cata-
lana, dos anuncios oficiales, las embar-
caciones llegadas al puerto, los libros de
venta, la venta de una colección del mis-
mo Diario, pérdidas y teatro. Nada de
cosecha pròpia sobre el incendio.
Diario del 28. — Sigue por el mismo
estilo, sin una palabra sobre los hechos
del dia y solo a ellos hace referència una
alocución oficial de Llauder.
Diario del 29. — Entre las noticias pare-
cidas a las de los dias anteriores, se lee un
comunicado de un titulado El pacifico, el
cual declama contra los gritos dados por
los niíïos en las escuelas al decorar las
tablas aritméticas; los cuales, dice, mo-
lestan al vecindario.
En fin, si del Diario se suprimieran las
alocuciones y ordenes oficiales, las cua-
les tampoco particularizan pormenor al-
guno, el curioso que ho}- le5'era aquelles
números y los siguientes creería que en
aquellos dias gozó esta ciudad de paz y
orden octavianos.
Respecto a incendies de fuera de Cata-
lufia leemos en el Diario las noticias de
Caspe y de Múrcia siguientes: «De Zara-
»goza con fecha del 1 de agosto nos dicen
»lo siguiente: «Per aquí continua reinan-
COXSECUENCIAS POLIÏICAS DEL INCENDIO DE LOS CO.NVENrOS
837
«do bastante tranquilidad, aunque los
«acontecimientos que en unas y otras
»partes se repiten hacen témer algunas
»nuevas conmociones.
»E1 miércoles 29 del pasado en Caspe
»hubo una espècie de asonada, en la cual
»probaron íl seguir al mal ejemplo. Afor-
»tunadamente se logró que no sucediese
»ninguna desgracia, pues los frailes se
«retiraren de sus con ventós; esto sin em-
»bargo no evito que prendiesen fuego al
»de S.'° Domingo, que es el mejor editicio
»que hay en aquel pais».
»De Múrcia con feclia del 1.° del actual,
»nos dicen lo siguiente:
«En la noche de ayer 31 de julio se ad-
»virtieron síntomas de alterarse la tran-
»quilidad pública; se reunieron las au-
«toridades; y puesta sobre las armas
»toda la fuerza de infanteria, se consiguió
»la mayor tranquilidad, tanto, que à las
»12 de la noche las sefioras se paseaban
»por la glorieta al margen del Segura,
»donde vivaqueaba el batallón de Urba-
»nos cantando canciones patrióticas. Se-
»rían como las dos de la madrugada, y
»cuando ya todos creían poder retirarse,
»se advirtió de repente fuego en los
«conventos de S.'° Domingo y S. Fran-
»cisco, el cual tomo mucho incremento;
«acudió la Milicia y huyeron algunos
»malévolos que con el mayor sigilo ha-
»bian cometido este atentado. Se tuvo
»noticia de que en la Merced, Trinidad y
»S. Agustín habían intentado lo mismo,
»pero afortunadamente llego muy à tiem-
»po la autoridad para impedirlo. Los dos
»primeros conventos han sufrido mucho
»del fuego, però no ha ocurrido mas des-
xgracias que la de un lego, que sin duda
»ha sido sofocado por ei fuego. La mayor
»parte de los frailes habían desamparado
»el convento a pievencion.
»La tranquilidad pública no se ha alte-
»rado en lo mas mínimo, y al ver la indi-
»ferencia con que las gentes veían el
«destrozo esta mafiana, se decia que
»había sido efecto de una casualidad.
»Se han tornado por las autoridades las
«medidas mas enérgicas, }• se espera no
»se repetiran tales, y tan desagradables
«sucesos.— Abeja)^ (1).
Asesinado Bassa, triunfante completa-
mente la revolución, ya en el Diai io bri-
lla algun chispazo revolucionario. En el
número del 12 de agosto se copia del
«D. M.» (supongo Diario Mercantil) de
Valencià un relato de la revolución de
allí, que no quiero dejar en olvido. Dice
así, y nótese que el Diario lo copia sin
salvedad alguna.
«Valencià 7 de agosto.
»Siempre que hemos tomado la pluma
>'para elogiar a la valiente, noble, gene-
»rosa y benemèrita Milicia urbana de esta
«capital, lo hemos hecho con el intimo
«convencimiento de que por mucho que
»digésemos, siempre seria inferior à la
«realidad, )- à lo que merece este distin-
«guido cuerpo, sosten de nuestras liber-
»tades y glòria de la nacion. Però en los
»acontecimientos de anteayer han brilla-
»do en grado tan alto las nobles cualida-
»des que la distinguen y hacen única en
ïsu clase, que sentimos el corazón con-
»movido al trazar estos renglones.
»E1 miércoles por la tarde se esparció
»la noticia de la entrada de los facciosos
»en Villareal y pueblos inmediatos, y de
»las atrccidades inauditas cometidas por
»los caribes sedientos de sangre humana
»en los infelices Urbanes de aquella villa.
»Nada igualaba al descanso (descaro) y
«orgullo con que los carlistas comenzaron
»a presentarse, insultando con su presen-
»cia, gestos y palabras à los liberales, co-
»mo si los facciosos se hallasen à las puer-
»tas de la ciudad, y il punto de entrar en
»ella. El sufrimiento de los valencianes
»habia llegado it su colmo, y senales de
«fermentacion y rumor sordo contra los
«insultantes enemigos comenzaron à de-
»jarse conocer. Esta fermentacion f ué cre-
«ciendo gradualmente, hasta el punto de
»verse amenazada la tranquilidad públi-
»ca. Al toque de llamada acudieron ar-
»mados los Urbanes, situfindose el pri-
(i) Dijrio del u de agoslo de 1S35. pdg. 1776.
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»mer batallon en el Mercado, el segundo
»en la plaza de S. Francisco, la seccion de
»Artilleros bomberos en la de Almoina, y
»la caballeria en la de la Seo. No era
»difícil conocer lo que se pretendía era el
»justo justísimo castigo de los carlistas,
»que prevalidos de la escandalosa impu-
»nidad con que se toleraban sus desafue-
»ros, aspiraban à mayores, amenazando
»con publicidad y desfachatez à los Urba-
»nos y demàs liberales. Unos tramites de
ajusticia embarazosos é interminables
»habian hascinado en las càrceles multi-
»tud de reos, cuyos delitós probados ple-
xnamente reclamaban hacía meses muy
»pronto castigo y saludable escarmiento.
aEste era el que se pedia, y lo exigia im-
»periosamente la justícia y la seguridad
ïpública é individual. La bizarra Milícia
»Urbana, respetuosa però firme, sumisa
»à las autoridades, però enèrgica, repre-
»sentó con decorosa viveza al Sr. Conde
»de Almodóvar, quien por indlsposicion
»física del Sr. Capitan General D. Fran-
»cisco Ferraz se encargó interinamente
»del mando, los deseos de la poblacion, y
»cuan necesario era un desagravio à la
»vindicta pública, y un freno à la increi-
»ble insolència de los enemigos. El seiïor
»Conde les empenó su palabra de acceder
Ȉ la solicitud, como tambien de adoptar
»otras medidas no menos indispensables
»A la conservacion de la pública tranqui-
»lidad, tales como la deposicion de em-
»pleados desafectos o sospechosos y la
«supresion de los conventos. En efecto,
»para mayor satisfaccion, se encargó à
»la Milicia de custodiar bajo su responsa-
»bilidad los presos por delitós políticos,
»detenidos en las càrceles de Cuarte,
»Serranos, S. Narciso, y eclesiàsticas; en
»cuya consecuenciafueron conducidos en
«número de màs de cienpersonas al prin-
»cipal situado en la plaza del Mercado.
»Las autoridades activaron sus trabajos
>'judiciales para la pronta espedicion de
»la causa de los màs criminales y sefia-
»lados, en términos que en todoaquel dia
»se sustanció, y A las cuatro de la tarde
»fueron fusilados en la plaza de la Adua-
na vieja el cabecilla Portambú, Palme-
rola, el cèlebre canónigo Ostolaza, el
P. Fr. Felipe López, mínimo, dos de los
minones que asesinaron à Paniagua, y
otros mas, conocidos por sus atrocida-
des. Los demàs existentes en el princi-
pal f ueron conducidos al Graó poco des-
pues para ser embarcades y deportades
A Ceuta.
»JamAs suceso alguno se ha conducido
con órden mas admirable, y regularidad
mAs completa. Viéronse durante el dia
varios regulares con sus hàbitos por las
calles, sin que se les digese la màs míni-
ma palabra, y mucho menos se les in-
sultase. Largo seria enumerar las parti-
cularidades que forman el màs completo
elogio de la Milicia urbana de Valencià.
Viendo los individuos del segundo bata-
llon acampades en la plaza de S. Fran-
cisco que à la hora regular no se abrian
las puertas del convento é iglesia, hicie-
ron abrirlas, asegurando à los religiosos
que nada tenian que témer, éinstandoles
A que practicasen todas sus funciones
religiosas con la mayor tranquilidad.
Però todavía resaltó mas el generoso y
noble comportamiento de este valiente
cuerpo en la entereza con que aun con
peligro suyo varios de sus individuos
cubrian con sus personas à los presos
que conducian al principal, y rechaza-
ban à los que irritades justamente bus-
caban algunes desahegos menos mode-
rades. Tede en la Milicia urbana de
Valencià fué grande en este dia. Nada
hubo que empanase el lustre de su admi-
rable conducta. Temàronse las avenidas
del Mercado, arrejàrense de entre las
filas gentes desconocidas, cuyas fisone-
mías siniestras anunciadoras de desor-
den y esceses hubieran podido compro-
meter desagradablemente el honor de
un acontecimiento tan sabio y digna-
mente conducido. Y sobre todo iqué serè-
nidad, qué constància en ideas pacíficas
y de órden no hubiera titubeade à vista
del escandaleso fin de los reos que fue-
ren fusilados aquella tarde? Es incence
bible obstinacien y aferramiento tan
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
839
«desesperado y prodigioso. Estaban ya
»los reos arrodillados, y apuntades los
»fusiles: grita Portambú con una voz
»fuerte y sonora: Viva Càrlos V, respon-
»den sus companeros lo mismo, y una
«descarga venga el ultimo de sus delitós.
»Esta fué casi sofocada por los furiosos y
«entusiasmades clamores de viva la li-
»hertad, tUKcraii los facciosos; hubo un
»momento de conmocion; però luego vol-
»vió el silencio y continuo la tranquili-
»dad. Temióse con razon por la vida de
»los demas presos condenadosà la depor-
»tacion, en vista de la efervescència é
»irritacion excitada por los gritos sedi-
»ciosos de los reos, però D. Lucas Yanez,
»capitan retirado y regidor de esta ciudad
»en nombre de sus companeros oficiales
ise presento al Sr. Capitan general, salió
»garante con su cabeza de la seguridad
»de los presos, y encargado de ellos con
»la companía de su mando, la de grana-
»deros, 3' la mitad del resto de las de fusi-
»leros, los escolto hasta el Graó sin que
»recibiesen la menor lesion en medio de
»la multitud agitada. De este modo la
»misma Miücia urbana, que había sabido
»desempenar hasta entonces airosamente
»la responsabilidad con que la cargaba
»su custodia, supo coronar su obra; y
»para que nada faltase al complemento
»de las glorias de este dia dos de los infe-
»lices presos, de quienes se averiguó que
»aunque de opinion proscrita no habian
»ofendido à nadie, fueron restituidos con
»toda seguridad al seno de sus familias.
sQuedaba ya satisfecha la vindicta pú-
»blica, y con ella los deseos del pueblo va-
»lenciano y de la mejor parte de él que es
»suvaliente Milícia, éinmediatamen te cesó
»la agitacion; però no se restituyó el or-
»den pues no pudo llamarse interrumpido.
»Los Urbanos volvieron ;i sus casas con
»el mérito relevante de haberse ennoble-
»cido m;'is y mAs a los ojos de los buenos,
»y haber hecho temblar k los orgullosos
«traïdores. Todos los individuos se sena-
»laron, todos sin e.Kcepcion son acreedo-
»res à la gratitud de la pàtria, y si alguno
»se atreviese à calificar de revolucionaria
«esta gloriosa y necesaria medida, si se
^atreviese à tachar la conducta obser-
«vada por la Milicia urbana de Valencià,
»le diremos que miciitc , y veremos como
«sabrà desmentirnos. En nuestro número
«de maflana afiadiremos à esta sencilla
«relacion, circunstancias honrosas, y de-
«talles mas minuciosos que se omiten en
«gràcia de la brevedad; però no la con-
«cluiremos ahora sin decir que à pesar
«del estado de zozobra é intranquilidad
«consiguiente à los sucesos referidos, fué
«el dia 6 de agosto uno de los que con
«ma^-or orgullo recordarà Valencià libre,
»y de los que mas honraran la historia
»de su libertad.=P. ?.— D. M. de Valen-
«cia» (1).
Otro relato, tomado del Diario Balear,
y copiado por el Diario de Barcelona sin
salvedad alguna, levanta también un tan-
tico la punta del velo que oculta el sentir
del Diario. Helo aquí escrupulosamente
copiado:
«Palma 14 de agosto.
«La faccion enemiga de la libertad y
»de la pàtria ha querido tambien en Ma-
«llorca ensangrentar sus manos. Al fin
«han hecho su esplosíon los materiales
«desde tanto tiempo amontonados por
«incesantes maquinaciones. Loshombres
«frenéticos y sin prevision que han estado
«atizando meses ha las pasiones, han
«tenido la funesta complacencía de ver
«por un momento que no en valde habian
«con mil medios clandestinos ínculcado
»à gentes sencillas la aversion del gobíer-
»no, las ideas de su pronta caida, las
«esperanzas del triunfo de Carlos 5.° con
«todos los desastres que debieran acom-
«panarle. De hora en hora se aguardaba
«el dia fatal; el delirio llego hasta el punto
«de creer que la escuadra au.KÍlíar fon-
«deada en esta bahía llevando à bordo la
«legion estrangera, traia tropas de Car-
«los 5." y aun que él mismo en persona
«venia à apoderarse de las islas.
(i) Diario de Barcelona del 12 de agosto de
1835, pàgs. 1787, 1788 y 1789.
840
Llimo TKRCERO. CAPIIXLO ULODECIMO
»E1 g-obernador civil en la visita que
»empezó por Manacor cabeza de este par-
»Cido, conoció el mal espiritu de este pue-
»blo dirigido por un clero secular fanàtico
Ȏ ignorante, y por los religiosos del con-
»vento de dominicos. Parecióle la primera
»y màs interesante medida echar de la
»casa parroquial à un fraile que dirigia
»la feligresía en ausencia de su hermano
»el cura, procesado por carlista y arres-
»tado en el casco de la capital; y proponer
»al Ilmo. obispo el nombramiento de ecó-
»nomo para cuyo cargo le designaba
»como el mas a propósito, al P. capuchino
»F. Lorenzo de Mallorca, varon lleno
»de ciència, prudència y merecimientos
»contraidos, parte de ellos en los hos-
»pitales apestados en las dos épocas
»de contagio que ha sufrido Mallorca.
»Negóse el obispo; y nombró à un ecle-
»siàstico de oscura opinion: suscitàronse
»contestaciones entre sullma. y el gober-
»nador civil. Entretanto los sucesos de
»Zaragoza, Reus y de Tarragona vinieron
»à hacer mi\s difícil la situacion del obis-
»po, quien se creyó en el caso por una
»determinacion enteramente espontànea,
»de abandonar el gobierno espiritual de
»la mitra en manos del apreciadísimo
»canónigo D. Juan Muntaner y García,
»el cual tuvo la virtud y el patriotismo
»de tomar por cuarta vez sobre sus hom-
^>bros esta pesada carga en circunstan-
»cias tan espinosas, hallàndose à los 67
»aíios de su avanzada edad. El obispo
»salió de esta capital para el distante
»colegio de Lluch à las tres de la tarde
»del dia 7.
»Pero el dano estaba hecho, y no con
»un dia se remueven los elementos de
»peligro hacinados en muchos meses.
«Manacor, la capital de un partido, po-
»blacion de 11,000 almas, se insurrecció-
»na en la noche del 9 al 10 de los corrien-
»tes. Los insurreccionados se prevalecen
»de la ausencia del baile Real que se
»hallaba en la fiesta de la aldea sufragà-
»nea de S. Lorenzo. A la una de la noche
»distribuidos en pequenos grupos sor-
»prenden à treinta Urbanos, los desar-
»man, los conducen presos: los demí.s
»tienen la fortuna de escaparse. Ponen
»centinelas de vista al Alcalde mayor:
»proclaman à Carlos 5.°: echan bandos
>:'en su nombre: disponen una gran ho-
>'guera en la plaza y en ella resuelven
»quemar à los presos. Unas voces los
»quieren matar con una descarga dentro
> de la misma càrcel: el mas osado dispa-
»ra un tiro, y a vista de la víctima que.
»acaba de hacer se conmueve: ya con-
»sienten en entrar en pactos de perdo-
»narles la vida por dinero; ya se arrepien-
»ten y piden sus cabezas. Al íin los
> mandan confesar y prepararse para el
>'dia siguiente. En este dia llegan tropas
»de la Ciudad, donde en cuatro horas se
»había recibido el aviso que sobornando
»uno de sus guardias pudo hacer partir
»el Alcalde mayor D. Antonio Ballester:
»los amotinados con un lienzo blanco en
»la punta de una bayoneta salen al en-
«cuentro à la tropa compuesta de dos
»companias de provinciales, la caballeria
»urbana y una partida de carabineros.
»Se les intima la rendicion y se les man-
»da vayan à notiticarlo à los de dentro.
»Tardan unos momentos, y las tropas sin
«aguardar contestacion penetran pací-
«ficamente hasta el centro de la pobla-
»cion, donde solo hallan algunos fusiles
»que han dejado los que acaban de esca-
»parse y las victimas preparadas dentro
»de la carcel, a quienes traen la libertad.
»Este suceso importante, coincidiendo
>;con las noticias sucesivamente llegadas
Ȉ este puerto de los sucesos de Barce-
»lona y de los posteriores de Valencià no
»podía dejar de producir movimientos
»en ei mismo sentido que los de estàs
»otras capitales. No proveerlos hubiera
i>sido ceguedad: querer arrostrarlos y
»dejar de tomar las únicas medidas capa-
»ces de prevenirlos, hubieru sido esponer
»la provincià à un trastorno. jLoor à las
»autoridades que à tiempo lo han conoci-
»do! Elías han salvado à su país, y sin
«desorden, sin violència, sin la menor
>.consecuencia desagradable, han dado
»un agigantado paso en la carrera de las
CONSliCLENCIAS POLiriCAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
841
»reformas, y de la felicidad pública. En
>^el diario del dia 12 que se repartió el
"dia 11 por la tarde, se estampo en bre-
»ves y concisas líneas el decreto con que
»elExcmo. Sor. Capitan General Conde
»de Montenegro en virtud de las faculta-
»des estraordinarias de que se halla re-
«vestido, suprime todos los conventos de
«regulares de la provincià.
>^La supresion se ha verificado en esta
»capital y se va verificando en los pue-
»blos con el mayor orden, sin ofensa ni
»insulto de nadie, y sin que en ning^una
»parte haya sido necesaria la presencia
»de la fuerza armada. Todos los indivi-
»duos han sido respetados: à los enfer-
»mos se les ha dejado en sus conventos
»todo el tiempo necesario para restable-
»cerse: A todos se les ha peimitido estraer
»los muebles de su uso; y el pueblo en
»medio de la fermentacion que hubieron
»de excitar las circunstancias, ha sido
«espectador tranquilo de estos grandes
»sucesos.
«Entretanto han ido llegando partes
»de la aprehension de varios cabecillas é
»individuos fugitives de Manacor: se ha
»recibido noticia de la llegada al pueblo
»de la compaflia de cazadores Urbanos
»que se habia quedado de reten A dos
»horas de inmediacion en Villafranca.
»Todo sigue tranquilo. Los enemigos del
»Gobierno han llevado un gran desenga-
>no. La comision militar que se ha nom-
brado, va à castigar pronto A los culpa-
»dos y producir un terrible escarmiento
»en los demas que abriguen deseos de
»desorden. La Milicia Urbana se ha pre-
»sentado en estàs circunstancias con una
«actitud imponente. Los nuevamente
«agregados ;i sus tilas despues del regla-
»mento, han acudido con la misma pron-
»titud que los primeros. Los de Muro,
»Sta. Margarita y otros pueblos se ofre-
»cieron inmediatamente al Comandanle
»de la columna móvil.
»Dian'o Balear y: (1).
(t) Diario de Barcelona del Ji de aj;osto de
1855, pàgs. 1862, 1863 y 1804.
No debo pasar adelante sin fijarme
siquiera un momento en este, que ahora
nos parece inexplicable, silencio del Dia-
rio sobre los incendios de los conventos
de Barcelona. En parte el imparcial le
excusa y en parte le acusa, resultando
en definitiva mas o menos culpable, aun
prescindiendo de los dos escandalosos
relatos de las ocurrencias de Valencià y
de Mallorca.
Le excusa el hecho de que entonces el
Diario aún no tenia la sección ahora
llamada gacetilla, que él titula Barcelo-
na. He aquí unas líneas de la historia del
mismo Diario, trazada por Don Juan
Mané: «Tan poca importància tenia la
«sección de noticias en el Diario à los
«diez y seis anos de su fundacion (y a
»los cuareHta) que en realidad no existia.
»Llamàbanse noticias lo que hoy Uama-
«mos anuncios, que enviaban los intere-
«sados en hacer saber que habían perdido
»un perro ó necesitaban una ama de
«leche ó tenian para vender tal ó cual
«genero. La redaccion no creia deber
«enterar al publico de lo que supondria
«que el piiblico estaba tan bien enterado
«como ella; así es que en los niimeros del
>y Diario del mes de febrero de 1S08.... no
»se encuentra la menor noticia ni alusion
«à un suceso tan importante como la
«entrada de los franceses en Barce-
«lona....» (2) que se efectuo el dia 13.
Però a esto se contesta que es verdad: el
Diario entonces no tenia gacetilla; però
cuando le placia no dudaba en escribir
su buen pàrrafo, como lo efectuo preci-
samente el mismo dia 25 de julio expli-
cando los festejos del anterior celebrados
en honor de la Reina Cristina. En él
hasta copia los versos recitados en el
teatro (3).
Ademi'is no se alegue en defensa del
Diario su antigua costumbre de no publi-
car artículos de fondo y sueltos de redac-
(-•) Diario de Harcelona del !o de oelubre de
1 8112, pàg. 12707.
(?) P;igs. 1Ó41 y 104-'.
842
LIBRO TERCERO. CAPJTUI.O DUODECI.MO
ción, pues a partir del 1.° de enero del
mismo ano 1835 los articules políticos
aparecen frecuentemente en sus pàginas
en diferentes formas, como apunté ya en
el articulo 6.° del capitulo Vil de este
libro. A principios del dicho ano se leen
allí varios titulados Patriotismo que
entonces significaba Libcralismo, otro el
Justo tneciio, varias cartas de fingides
carlistas, etc. Si, pues, tanto detestaba el
Diario la matanza y el incendio, icómo no
la condena al otro dia de su perpetración?
Aquí reside el punto de acusación: podia,
según su costumbre, omitir relaciones y
pormenores de hechos; però no debia
omitir en una u otra forma la reproba-
ción del hecho, y si amaba las ordenes
religiosas, en uno u otro modo defender-
las, siquiera cobarde y prudentemente
para contribuir a su conservación. Y de
aquí resulta una de dos cosas: o que con
su gobierno moderado opinaba por la
supresión paulatina de las ordenes, o que
cobarde y pusilanime no se atrevió a
defender la justícia y la conveniència
religiosa. En definitiva opino que temió
el furor liberal de aquel tiempo.
En el articulo 6.° del capitulo VII de
este libro, al pintar el estado de Barcelo-
na cuando el incendio de los conventos,
escribi que el Diario en la sección de
anuncios parece carecer de conciencia y
del debido amor y respeto a las ordenes
religiosas, y para probarlo copié varios
anuncios. Perpetrado el incendio, conti-
nuo, como era natural, el abuso.
Para defender de este cargo al Diario
alguien me dijo que, como Diario oficial
que dijo era, tenia obligación de insertar
todos los anuncios. Si realmente revestia
el caràcter de oficial, concedo que debiera
insertar los oficiales, però no los particu-
lares. No creo que sobre los diarios oficia-
les pese tal obligación, y opino que la
Gaceta misma goza del derecho de recha-
zar los que no le plazcan o considere
inconvenientes. Y el Diario no solo
inserta los anuncios, sinó la recomenda-
ción que los acompana, evidentemente
escrita por el anunciante.
He aquí ahora algunos de estos anun-
cios posteriores al 25 de julio.
En el número del 31 de agosto de 1835
se lee un largo y laudatorio anuncio del
perverso librito revolucionario, obra de
Don Joaquin del Castillo y Mayone, titu-
lado La Ciudadela iuqttisitorial (1). Y
del mismo mal autor es el libro El tribu-
nal de la Inquisición anunciado en el
Diario del 2 de septiembre siguiente (2).
El Diario del 22 de septiembre de 1835
anuncia las dos obras siguientes: «Princi-
»pios de la ciència social ó de las ciencias
»morales y políticas por el jurisconsulto
»Jeremías Beutham, ordenados confor-
»me y aplicados a la constitucion de
»la monarquia espanola por D. Toribio
»Nuiïez.
— »Resena sobre el clero espafíol, y
»examen de la naturaleza de los bienes
»eclesiàsticos por D. Pascual Madoz é
«Ibaiiez» (rectiérdese que este Itombre
revolucionario en 1853 decreto como mi-
nistro la desamortisiación): «obra muy
»luminosa acerca la reforma que el impe-
»rio de la razon exige que se haga del cle-
»ro de la nacion espaflola: se halla...» (3).
En fechas posteriores anuncia varias
veces el pésimo periódico El Propagador
de la libertad.
En el Diario del 5 de noviembre del
mismo 1835 se lee: «Líbros = Losfrailes.
«iPodiase prever lo que les ha sucedido!
«pregunta que hizo días atrasun curioso,
»y contestacion que se le da presentàndo-
»se muchas ideas luminosas sobre esta
»materia. Insértase y coméntase una peti-
»cion ó propuesta hecha à las Cortes
»de 1617, relativamente à los abusos del
»clero regular etc, con lo que se ve cla-
»ramente como se pensaba ya en aquellos
»tiempos » (4).
Dice el Diario del 27 de enero de 1836:
«LiBROs. Monita ó instrticciones secret as
»rffc' los Jesuitas, seguidas del informe de
(i) Pàg.
1957.
(.2) Pàg.
1965.
(^) Pàg.
2133.
(4) Pàg.
2497.
COXSKCUENXIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
843
»Mr. Portalis, y del proyecto de decreto
»del Consejo de Estado sobre los ecle-
«siíísticos establecidos en Francia bajo el
«titulo de Padres de la Fe del Sagrado
»Corazon de Jesús y otros semejantes,
»traduccion del francès. El que quiera
»penetrarse de los manejos y secretes
»intrigas del jesuitismo, adoptadas mu-
»chas de ellas por diferentes ordenes
»religiosas, no tiene mas que proporcio-
»narse este corto escrito y reflexionarlo
»detenidamente: vera en él descorrido el
»velo de la hipocresia y publicado el
»refinamiento de una maquiavélica polí-
»tica, quedando ademAs instruido de cosas
»que con afortunada mana habiansele
»hasta ahora ocultado, y de las cuales
«preciso es se precava en lo sucesivc.
«Encontrara asimismo la utilidad mezcla-
»da con el curioso interès que siempre
«nos escita el inquieto deseo de descubrir
»lo que con misterioso ahinco se nos
«quiere disimular, y en fin tendra en su
«poder un espejo en donde vera retrata-
»do el interior de unos hombres de vasta
«ambicion y peligrosas miras. Cuaderno
«que se vende a 4 rs. en las librerías
«de A los tomadores por mayor se les
«harA una rebaja proporcionada» (1). En
el Diario de Barcelona, sí, en el Diario,
se leen las anteriores palabras laudato-
rias del mas calumniador y embustero de
los escritos que ha abortado el genio del
mal, salido de la pluma envenenada de
un ex jesuita.
En el número del mismo Diario ael 16
de maj'o de 1836 se lee:
«LiBROs. — Sor Lucia ó las amigas en
«el claustro. Traduccion del francès por
«D. P. C. Lamentables han sido en todos
«tiempos los efectos producidos por la
«perniciosa costumbre de permitir la en-
«trada en los claustros ò. jóvenes inex-
«pertas que apenas salidas de la infància
«imbuidas por un falso celo se han ligado
»con indisolubles lazos, ignorantes del
«valor de sus promesas; però mucho mas
«desgraciadas han sido aun las conse-
(!) Pàg. 2"5.
«cuencias de arrastrarlas con violència
«al pié de los altares sacrificadas à la am-
«bicion, vanidad ó resentimiento de des-
«naturalizados parientes que pretendien-
«do impiamente sofocar el ardor de las
«pasiones han dado pàbulo à la llama que
»ha consumido sus victimas, atizado la
»tea de la discòrdia entre las familias,
«menoscabado las fortunas y envuelto en
>!su ruína a otros inocentes, victimas se-
«cundarias de tan detestables perpetrado-
»res. Véndese en la librería de Solà, calle
»de la Boçaria, à 2 reales vellon» (2).
Diario del 22 de marzo de 1836:
«El•lsebio, historia sacada de las memo-
«rias que dejó èl mismo. Por D. Pedró
«Montengon... las costumbres se veran
>en el Eusebio entrelazadas con las vir-
«tudes morales y sociales; y el empeno
«con que el oscurantismo prohibió la cir-
»culación de esta obra, es una prueba
»evidente de las sanas màximas que ella
«encierra....» (3).
El Diario del 24 de Marzo de 1836 con-
tiene un nuevo anuncio del Eusebio, y
avisa que se publica sin supresiones ni
tergiversaciones, sinó tal como la dejó el
autor, «lo que no sucede con ninguna de
«las ediciones publicadas en tiempos de
»una censura demasiado rígida....» (4).
En el mismo número va un nuevo anun-
cio de La Ciudadcla iitqnisitorial con
muchas palabras de elogio del libro,
puestas por el que la publica: «Van ana-
«didos en esta obra los sucesos de Julio
«y Agosto ultimo hasta la caida de Llau-
»der» (5).
En el Diario del 28 de marzo de 1836 y
en otros números posteriores se anuncia
la novela titulada LA ABADESA, ó pro-
cedimicutos inquisitorialcs por IF. H.
Ireland, tradiicida del itiglés, de la que
el anuncio del dia 5 de abril siguiente
escribe: «Presentar al publico los funes-
»tos efectos de la ambicion de los padres
Pdg. ÓI5.
Pag. 664.
PAgs. 678 y 679.
Pàg. 679.
844
LIBRO TERCKRO.
~APirULO DUODiiCI.MO
>.en sacrificar à sus hijos A la austendad
»del claustro sin consultar con su voca-
»cion; hacer ver los males que pueden
»causar à la Sociedad las intrig^as de un
«convento, cuando los que deben dirigirle
»se hallan dominados de viles pasiones,
»y manifestar una pintura de los tene-
»brosos y terribles procedimientos del
»abolido tribunal de la Inquisicion, tal
»es el asunto de la obra que anuncia-
»mos.'..» (1).
Y el anuncio de la misma obra del .0/a-
rio del 2 de mayo del propio ano dice:
«La Abadesa.— Una abadesa cruel y ven-
«gativa, entregada à todas las pasiones
»y caprichos mundanos: un fraile hipó-
»crita, detestable por sus principies san-
»guinarios: dos amantes en fin persegui-
»dos por aquellos dos seres, cubiertos bajo
»la capilla de la religion, y delatados al
«abominable tribunal mal llamado Santo
«Oficio....» (2).
El número del 11 deseptiembre de 1836
anuncia la venta del libro: 'iFrailismonin,
•Sió graudc historia de los frailes dividida
»en tres tomos en 8.° mayor. Obra escrita
»con toda imparcialidad por D. Joaquin
»del Castillo y Mayone, aprobada por las
»autoridades eclesiàstica y civil....» Se
suscribe en casa Indar y en casa Saurí (3).
Autor pésimo, y obra, ademas de muy
estulta, muy mala; de la que poseo dos
ejemplares, y la he leído por completo,
dando en esto prueba de jobina pacièn-
cia, y de la imparcialidad de que fementi-
damente blasona el anuncio. Dudo mucho
de que la autoridad eclesiàstica la apro-
bara, y si lo hizo, se equivoco.
En el Diario del 11 de noviembre de
1836: •:<LiBROs. — Los frailes en el iitfier-
•>mo, respuesta dada por el diablo Misipi
»al presbítero Francisco Aragonès, im-
»pugnador del prospecto frailismónico.
»Véndese en la libreria de Ignacio Oli-
»veras y Gutiérrez, calle Ancha, número
»26. En la misma se halla la impugna-
(0 Pàg. 77^-
(2) Pàg. 995.
(3) Pàg. 2059.
»cion al prospecto frailismonia por el
«presbítero Aragonès» (4). iBenemérito
Padre Aragonès que, arrojado del claus-
tro, y ya decrépito, todavía lucha en días
de horrenda contradicción y crueldadl
Los anuncios oficiales de las subastas
de los muebles, y de los arrendamientos
y ventas de los inmuebles de los conven-
tos, se cuentan en el Diario por centena-
res; però, como son oficiales, no quiero
dilucidar la responsabilidad moral que im-
porten.
En fin, omito otros anuncios malos.
Tales procederes revelan las condiciones
de los tiempos y las evoluciones de las
ideas, y por esto debe recordarlos el his-
toriador imparcial. Con razón en 1892 el
eminente y sagaz director del mismo pe-
riódico D. Juan Manè y Flaquer, al rese-
nar la historia del Diario, pudo escribir
las siguientes líneas: «Creemos sincera-
»mente que los directores y redactores
»del Diario de Barcelona cumplieron
»fielmente con este deber desde la funda-
»cion del periodico. Pudieron equivocar-
»se, é indudablemente se equivocaron en
«repetidas ocasiones, ya que eran hom-
»bres, y como tales sujetos à error; però
«del estudio de la historia del periodico
«sacamos la conviccion de que procedie-
»ron de buena fé, desinteresadamente
»hasta en sus mayores y mas sensibles
»obcecaciones» (5). Tales anuncios y tales
libros, unidos a otros medios de publi-
cación, fueron efecto y causa del odio y
prevenciones que dominaron en aquellos
anos contra los institutos religiosos; y
por esto, con harto sentimiento mío, no
pude prescindir de su inserción en este
mi pobre libro. Su omisión importarà la
falta de uno de los principales rasgos de
la fisonomia que estoy pintando. Y escri-
bo que lo inserto con harto sentimiento,
porque hoy (1900) el Diario de Barcelo-
na, ademàs de serio y bien informado, es
perfectamente católico; y lo es, no solo
de octubre de 1892, pàg.
U)
Pàg
2551
{--,)
Diat
io de
1 1402
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
845
porque evite las herejías, los eirores y
las inconveniencias; sinó porque, positi-
vamente, dadas las ocasiones convenien-
tes, libra decididas batallas a favor de la
Iglesia, ya valerosamente combatiendo à
la masonería, ya defendiendolos ordenes
religiosos, ya ensalzando la virtud y la
Relig-ión; y así merece plàcemes de los
que ante todo nos preciamos de católi-
cos. Y cuenta que este mi testimonio de
la ortodòxia y celo del Diario atesora
gran valor, no porque mi dicho goce de
autoridad alguna, sinó porque procede
de la pluma de quien en materias políti-
cas no solo no comulga con el Diario,
ni està suscrito a él, sinó que en las
dichas materias le està diametralmente
opuesto, y es suscritor de otro muy de
él contradictor.
De todos los anteriores datos deducira
el avisado a qué elevadísimo grado de
calor llegaria en Barcelona, después
del 1835, la enemiga contra las ordenes
religiosas. Nombrar aquí un fraile equi-
valia a mentar el demonio, y a un jesuita,
a Lucifer en persona, Yo alcancé estos
tiempos, y testifico lo que vi y oi.
El Vapor.— Como este periódico publi-
caba continuamente artículos de fondo,
y tomaba activa parte en lasluchas, pude
con abundantes líneas y marcadas tintas
pintar en el articulo 6." del capitulo VII
su fisonomia acentuadamente liberal mo-
derada, al uso del 1835, y por lo mismo
antirreligiosa. Procede ahora examinarle
con vista al atentado del 25 de julio, y
especialmente en los días a éste poste-
riores.
El temor de que en Barcelona se repro-
dujeran las escenas lamentables de Ma-
drid, Zaragoza y Reus, tan adversas al
partido moderado; y quizà la noticia de
lo que aquí para dicho dia se tramaba,
inspirarían el siguiente articulo endere-
zido a evitarlas. Dice así en el número
del mismo 25 de julio de 1835:
«Se ha objetado à nuestra doctrina de
«conciliacion por colegas, à quienes pro
»fesamos afecto, que deseaba evitar la
«guerra civil (fiic) que ha de destruir à
»los partidarios de D. Càrlos. Quisiéra-
»mos, es verdad, atraerles à un régimen
»de justícia y pacificacion, però emplean-
»do al mismo tiempo una saludable ener-
»gía en el campo de batalla y en los tri-
»bunales de la ley para afiadir la voz del
»escarmiento à la de la razon y la salud
>*del Estado. Nunca hemos temido la gue-
»rra civil de la justícia contra la injusti-
»cía; sí emperò la que enardeciendo las
»pasiones promueve descomunal choque
»de ilegalidades contra ilegalidades y de
«venganzas contra resentimientos.
»E1 Gobierno que existe por la ley debe
sobrar segun la ley: el que pretende exis-
»tir por la usurpacion no procede contra
»sus principios cometiendo asesinatos y
»toda clase de insolencias. Mientras los
»liberales de Espafia peleen por Dona
«ISABEL y el Estatuto Real no deben
»mancillar su causa con tropelias y des-
«órdenes. Diran que los facciosos roban
»y atropellan y asesinan, però tambien
»hacían otro tanto los Giberts y los
»Mojicas sin que por esto se procediese
»sin formas legales contra sus satélites y
»algunos pueblos que les daban acogida
»por terror ó interès. Tratemos pues de
«conservar en su pureza la causa justa;
«puesto que es legítima no la defendamos
»como si fuera bastarda, y estemos bien
»persuadidos de que una guerra civil con-
»ducida con este pulso no puede menos
»de atraer tarde ó temprano al bando de
»la justícia à cuantos tienen el recurso
»de una propiedad y sienten la llama de
»una virtud.
»Supongamos lo contrario; figurémonos
»que las alevosías y crimenes de los
«rebeldes, dando al través con el juicio
»de los Jiberales, les inspiran igual frene-
»sí de sangre, desolacíon y esterminio:
»que desdeflan ya el lento tràmite de las
»leyes y se toman la justícia por su mano:
»que buscando medios de herir por los
«mismos filos à quien les hiere no repa-
»ran en el genero de muerte, solo si en el
»modo de multiplicar las víctímas: que
»perecen donde quiera ellos y sus enemi-
»gos ;\ los golpes de una daga, al tósigo
846
LIBUO TERCERO. — CAPITULO DUODECIMO
»de un veneno ó las vueltas de un cordel:
»que ni unos ni otros reconocen freno ni
»obedecen à màs ley que al instinto de
»una ferocidad brutal ien qué se dis-
»tinguen los defensores de una causa
»justa? Y si no se distinguen como se da
»à conocer esta justícia y se persuade
»con ella a las personas de buen corazon
»y sano juicio? La vehemència revolucio-
»naria, trastornando la màquina social,
»harà ascender à hombres de condicion
»ruin en cuyas manos se destruiran à la
»vez los elementos de buen gobierno y
»las riquezas de la Pàtria.
»He aquí la discòrdia que quisiéramos
»evitar. Se nos responderà que es muy
»lejana, que es quimérica tal vez; però
»tambien eran lejanos al principio de
»nuestra regeneracion política los des-
»órdenes que desde un ano à esta parte
»se han cometido en la Península. Nues-
»tro deseo es desinteresado y sincero:
»tenemos razones para suponer en nues-
»tros colegas igual sinceridad y desin-
»terés, y por lo mismo ofrecemos fran-
»camente à su buen criterio el cotejo de
»la guerra que la causa justa debe hacer
Ȉ los rebeldes con el de la que van insen-
»siblemente provocando las pasiones.»
Ni en el dia 26 ni el 27 reza una palabra
de relato de los incendies del 25, però sí
da noticia de ellos el 28, mas de manera
harto reprobable. He aquí sus palabras,
en las que la justícia no puede menos de
condenar el elogio mentido de los revo-
lucionarios respecto a si robaron o no; el
presentar como hija de sola la confusión
la muerte de los frailes asesinados, y un
implícito elogio de las autorídades.
«En la tarde del dia 25 alborotóse el
»pueblo en la plaza de toros, con ocasion
^)de ser estos en demasía pacííicos para
»dar interès à la lucha.
»De allí salió en tropel a incendiar los
»conventos de esta capital.
»E1 fuego prendió en seis de ellos: el de
»Carmelitas descalzos, el de Carmelitas
»calzados, el de Dominicos, el de Trini-
«tarios descalzos, el de Agustinos calza-
»dos y el de Mínimos
»No se robo cosa alguna. Perecieron
»unos cuantos regulares en medio de la
»confusion del trastorno.
»Las Autorídades mandaron formar la
»guarnicion y las mílicias, con el objeto
»de evitar danos. Una de sus acertadas
«medidas fué la de ir recogiendo las
»comunidades y trasladarlas al fuerte de
»Atarazanas y desde este al de Monjuí,
»donde permanecen seguras.
«Parece que en la noche del 26 se pre-
»paraba una conmocion contra las fàbri-
xcas que por medio de mayores màquinas
»trabajan con suma economia de brazos.
»E1 Gobierno supo preveerla y nada ha
»habido».
El dia 1 .° de agosto, después de un suel-
tecito en el que dice que hay guardià en
los conventos y que las puertas de los in-
cendiades han sido tapiadas, publica el
siguiente: «Seria de desear que se elevase
»una representacion al Gobierno para
»que el sitio que ocupan los conventos
»incendiados fuese inmediatamente desti-
»nado al uso que se considere oportuno.
»Por ejemplo el de San José podria con-
»vertirse en espaciosa plaza de mercado,
»y el de Trinitarios en correspondientes
»solares para casas». El corazón libe-
ral, aun moderado, no podia sufrir la
tardanza en destinar aquellas casas reli-
giosas a usos profanos; y sigue el suelto:
«El Gobierno determinaria si parte de las
»cantidades que redituasen, segun su
»distribucion, podria servir para el soco-
»rro que decretarà à los regulares extin-
»guidos. Esta medida al paso que hiciera
«desaparecer unos edificios arruinados,
»contribuiria al ornato y comodidad de
»la poblacion y aumentaria los arbitrios
»munícípales». Tan viva pincelada deja
pintado de cuerpo entero el partido mo-
derado de entonces: tan deseoso de la
extinción de los regulares como el pro-
gresista o exaltado.
El número del 4 de agosto inserta el
decreto de Madrid de supresión de aque-
lles conventos cuyos profesos no lleguen
a doce, y ademàs un estado según el cual,
con verdad o falsedad, había entonces
CONSECUEN'CIAS POLITICAS DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
847
en Espana 30,906 frailes. Por lo demas, y
salvos los sueltos aquí indicados y las
alocuciones de la autoridad, no dedica
El Vapor ni una línea a los conventos y
frailes durante aquellos días. Mas llega
el 6 de agosto, y entonces sobre el tras-
torno político de ellos suelta la lengua, y
cambia de color, }' de moderado se con-
vierte en progresista. He aquí sus pala-
bras:
«Advertència. — El Redactor que desde
»la inauguracion de este periódico ha
»corrido con la parte política del mismo
»cesa desde hoy en sus funciones.
»Cuando vueltos de la espècie de estu-
»por en que nos han sumido los admira-
»bles acontecimientos de estos últimos
»días, podamos compulsar hechos y
«coordinar relatos particulares, probare-
»mos de dar la crònica fiel de las escenas
»que hemos presenciado. Entre tanto nos
»cabe la dulce complacencia de asegurar
»que no se ha robado un alfiler, ni se ha
»vibrado una vez siquiera el puíïal para
»satisfacer enconos particulares.
»Vigorosa conmocion popular, inraola-
»cion del 2° cabo (sic) comandante gene-
»ral de este Principado y gobernador de
»la plaza, destruccion de todas las ofici-
»nas de policia, y anihilacion de las de-
»pendientes de la administracion del
»derecho de puertas, son acaecimientos
»ocurridos ayer en el espacio de breves
»horas. Afiàdase a esto la necesidad de
«mantener tranquilos los hogares domés-
»ticos, asegurando la pública tranquili-
»dad, y no estraiiaran nuestros suscrilo-
»res que haya sido imposible Uenar las
»colunas del periódico, halh'indose la ma-
»yor parte de los cajistas y demds oficia-
»les de la imprenta en las filas de la
»Milicia urbana empunando las armas en
»sosten de los derechos patrios.
»No terminaremos este articulo sin
»rendir homenaje de admiracion al cor-
»dial y franco comportamiento de los va-
»lientes Soldados y decididos Urbanos»
•>->(éstos cou viayúsciila; Ba^sa con ;;//-
niiscula), « no menos que al enérgico
»comedimiento de los Palriotas armados,
»y a la leal sensatez de los que con la
»fuerza del raciocinio evitaron felizmente
»lances amargós 3' funestos choques.
>:^i UNION Y LIBERTAD LEGAL! fitc
-hcl constante grito qtïe poblaba ayer los
y>aires. i LIBERTAD Y UNION ! "sí^a rfí'
»/20v màs el mote del petidón de todos
r>los Barceloneses. Evitese toda clase de
■hindiscreciones, y esté seguro el pueblo
hde que su vos unànime, tnagestuosa y
fjcolosal no puede menos de ser atendïda
y>por el Gohierno en qiiien libra sus des-
Uiiios la Pàtria de los Pelayos, de los
»Cides y de los Padillas.
«Barcelona. Imprenta de M. Rivade-
»neyra y comp.»
Va copiado con servil exactitud, respe-
tando basta la ortografia.
Hasta el 5 de agosto inclusive El Vapor
llevo el titulo con el «Publicado bajo los
auspicios de S. E. el Capitan General»;
mas desde el 6 deja este titulo, y se llama
simplemente <fEl Vapor». Sus oficinas
continúan en la casa de Rivadenevra
y C.'-'
Considero digno de ser conocido el
siguiente articulo de fondo, insertado en
el número del 7 de agosto: «Fatídico
«rumor precedió la venida del general
»Bassa. El publico estaba conforme en
»que no se volveria à turbar el sosiego
»mientras las Autoridades superiores mi-
»litares no tratasen de terrorizar a Bar-
»celona. Mas en cuanto se supo que se
«encaminaban tropas à la capital, que
»Bassa estaba en Sans.... (sic) A cada
»instante aguardàbamos el canonazo de
»alarma. Entro Bassa en Barcelona, pa-
»seó sus calles sin escolta, desatiando,
»como quien dice, la bravura del pueblo,
»3' a poco oyóse el siniestro estampido,
»clara prueba de que los Barceloneses
»admitian el reto /O yo ó cl pueblo!
»Indiscreto alarde! Ni horas tardo en
iresolverse el problema. Armase el pue-
»blo, forma la milícia urbana, 3- contando
»en que la tropa tambien discurre, el
»Segundo Cabo de la provincià se ve
»rodeado de ciudadanos armados: en
»vano pronuncian sus labios el grito de
848
LIBRO TERCERO. CAPITULO DUODICCI.MO
»/ Viva la libcrtad!, en vano ruega que
»le perdonen la vida: Bassa sucumbe al
»furor popular.
Aquí se pregunta por qué esto no se
hizo al Conde de E^pana, y dice que
ojala se hubiese hecho.
«El cadàver de Bassa fué arrojado por
»uno de los balcones de palacio, arras-
»trado por las calles, y víctima íinal-
»mente de las llamas.... (sic) Ah! no
>>prosigamos; la imaginacion se estreme-
»ce,... (sic) à duras penas el desacato
»justifica la veno^anza. Incinerades fueron
»tambien los papeles de la policia, del
»gobierno civil...., (sic) incendiadas las
»oficinas de la recaudacion del derecho
»de puertas.... (sic)\ destrozados en parte
»los muebles y adornos del Real Pala-
»cio.... (sic) y aquí apesar nuestro corta-
»remos el hilo de la historia para decir
»que dentro del Palacio de un Capitan
»general de Isabel II se encontró la ban-
»dera del ex-batallon de voluntarios rea-
»listas. «íA qué venia la conservacion de
»tan ominosa ensena? rEs posible que
»vuelva à ondear jamàs en la atmosfera
»de la liberal Barcelona? Nosotros vimos
»un fragmento, lo hollamos de gana, y
»no poco contribuyó tan imprevisto ha-
»llazgo a enardecer la sangre de los
»patriotas.
»Numerosos grupos de ciudadanos que
»iban recorriendo las calles A los gritos
»unànimes de iVivn Isabel JI! i Viva la
y>libertadl labajo los tiranos! y crecídas
«patrullas de soldados y urbanos mez-
»clados para mantener el órden, fué el
»único espectàculo que pudo ocuparnos
»hasta el anochecer.
», Hubiese querido el Cielo que no ano-
»checiera jamas!.... (sic). Con efecto; à
»no ser la madre de las tinieblas tal vez
»no se habria presenciado el horroroso
»espectàculo de ver entregada à las 11a-
»mas la fàbrica de vapor de los Sres. Bo-
»naplata, Vilaregut y compaíïia; no
»hubiera Barcelona dado el insensato
»ejemplar de suicidar su indústria...
»Apartemos la vista de tamana àtroci-
»dad, y no nos entreguemos à funestos
«vaticinios. Las músicas del Real Cuerpo
»de Artilleria y de las demàs tropas de la
»guarnicion y milícia Urbana recorrie-
»ron las calles y plazas tocando cancio-
«nes patriótícas é himnos de grata recor-
»dacion. La ciudad quedo repentinamente
»iluminada, y los ciudadanos pudieron
»tranquilos reposar en su lecho, seguros
»de que las armas de los Soldados y Ur-
»banos no transigirian con el menor aso-
»mo de desórden.
»Amaneció el 6 de agosto; el publico
>4eía afanoso en los periódicos y en las
xesquinas las alocuciones de las autori-
»dades respectívas, cuando se oyó tocar
«generala. Era el caso que un centenar
"de pillos querian dar visos de anarquia
»al espontàneo movimiento político de la
svíspera; querian robar y saquear, que-
»rian desacreditar la causa de los libres.
»Poco adelantaron sin embargo en su
»delirante propósito. La milícia ciudada-
»na se reunió como por encanto, y los
«verdaderos anarquístas fueron pronto
»sableados unos, y presos la mayor parte
«para sufrir el condígno castigo de sus
«miserables proezas. No; no se dirà que
»en la culta Barcelona se haya robado
»un maravedí, sín que la lanza de un
»voluntarío de à caballo ó la bayoneta de
»un ínfante hayan hecho espiar el cri-
»men.
»La capital de la antígua Cataluna
»sigue tranquíla. Respetuosa aguarda
»las resolucíones del Gobíerno supremo.
»Y por si estàs mal límadas clàusulas
«llegan à sus manos, sepa que el pueblo
«espanol està cansado de sufrir abusos y
»besar cadenas. Consíente en que las
»reformas sean sucesivas, mesurado el
«movimiento, mas su fibra no permite
«estar inerte. Quiere LIBERTAD legal;
«quíere ser gobernado por hombres pu-
«ros, identífïcados con el sistema repre-
«sentativo. No valen ya azucarados dis-
«cursos _v mentidas promesas. Quitóse la
«màscara, y ia}^ del que pretenda aman-
«sarle con nuevas imposturas!»
El dia 10 del mísmo agosto del 1835
copia un articulo de la Revista Mensa-
CONSECUENCIAS POLITICAS DEL INXENDIO DE LOS CONVENTOS
849
jero, titulado: «Libertad de imprenta,
Conventos y desordenes». — Respecto de
la primera sostiene el articulo que: '<Nun-
»ca ha sido mas necesario que esté libre
»la imprenta que en el dia....», y refe-
rente a los segundos dice:
'< Tales como estan las cosas, no rehusa-
»remos repetir con cuanta indignacion y
»dolor oimoslasatrocidades y desgracias
»de que la pàtria esta siendo teatre. ;Serà
»posible que no se acuda al remedio? íQue
»no se trate de emplear otro, viendo cuan
«poco alcanza el hasta ahora usado?
»En suma, àque no se quiten de en me-
»dio los conventos?
»tY k quien, à quien preguntamos dole-
»rà semejante providencia? No, cierto, a
»los pobres frailes y monjas, cuya vida
«presente es un martirio continuado. No
Ȉ sus amigos, en quienes debe producir
»y produce mas y peor efecto la matanza
»que causaria la supresion. No à los pa-
»triotas ardientes, pues suspiran por la
«estincion de las ordenes religiosas regu-
»lares. Ni deberia disgustar à los mode-
»rados, cuya repugnància à supresion
»nace de que de ella preveen consecuen-
»cias funestas, pues deben ver que mas
»funestas las està produciendo el empeno
»en sostener los frailes». Que conviene
quitar este motivo de alborotarse a los
que, Uevados de pasiones políticas, tras-
pasan los limites de la justícia.
«A las circunstancias en que vivimos
»es preciso atemperar nuestra conducta.
«jTiene el gobierno fuerza para que los
«habitantes de los conventos vivan segu-
»ros, y ciertos de estarlo? Y si no la
«tiene, íno convendria la estincion de las
«ordenes regulares?
»A. A. G.»
En el niimero del 13 de agosto de 1S35
hay un folletín titulado «Conventos espa-
fioles», del cual tomo estàs lineas:
«Llenos estan de ellos (de tcsoros
y>arttsticos) esos conventos que mas tem-
»prano ó mas tarde habran de desapare-
»cer por fin de nuestro suelo, porque las
ynecesidades de la sociedad han variado,
»porque los cenobitas no son de nuestro
>^siglo, porque nuestro siglo concibe ya
»una reiigion grandiosa y de consuelo,
»sin víctimasfanàticas ni fanatizadoras».
Pondera luego las muchas riquezas
literarias, históricas y artísticas que en-
cierran los conventos. Llama la atención
del Gobierno sobre ellas, y aüade que
hay que evitar las violencias populares.
«ïDe donde puede provenir sinó de la
«violència ó de ocultos manejos la multi-
tud de códices y manuscritos, de edicio-
»nes raras y antiquisimas, y hasta de
ííCjccutortas de familias nuestras, que
»existe en la biblioteca Real de París?»
Aboga porque se nombre una comisión
que recorra los conventos, y obre con
actividad en dar «un destino mas seguro
»à sus riquezas artísticas y literarias
»nos apresuramos à hacer presente al
«Gobierno, para escusarnos de visiona-
»rios, que esos mismos estrangeros que
«creen conocer nuestra posicion, se ocu-
»pan en el dia en salvar esos tesoros
«artísticos de nuestra Espana; però en
>.salvarlos para ellos. Sabemos positiva-
>;mente que un establecimiento literario
»en Paris trata de enviar ò. nuestro suelo,
»con anuencia y proteccion de su Go-
»bierno, comisionados encargados de
«disenar ó de comprar ;l cualquier costa
»cuanto puedan encontrar en punto k
»cuadros y manuscritos, etc, etc. íPo-
«dremos fiarnos en que estos objetos no
»les seran vendidos? iPodremos suponer a
»sus poseedores tan poco perspicaces que
»no vean al ojo su agonia? íDeberemos
«ponernos en manos de su delicadeza?
«Repetimos que lo sabemos positiva-
«mente» y que hemos arrancado casual-
mente el secreto, no nos ha sido confia-
do... Ff G.ARO.
Leemos en el niimero del 25 de agosto,
en un articulo de fondo: «...Hay algo en
»la tierra, ha dicho el ciudadano F. Raull
«en un opúsculo recien publicado, que ni
»los decretos ministeriales, ni la fuerza
«material pueden impedir, y es el progre-
sso de la espècie humana hàcia su felici-
54
LIBRO TERCERO. — CAPITULO DUOUECIMO
»dad, fundada en los eternos principios
»de libertad, igiialdad y frateriiidad uni-
f,versal: entonces los pueblos se recono-
»ceriin y borraràn con su dicha el triste
«lecuet'do de sus actuales miseiias». Opi-
»namos conformes; y si bien creemos
»remoto el principio de tan venturosa era,
«llegarà infaliblemente por rabiosos que
»sean los esfuerzos en contrario. El hom-
»bre ha conocido por ultimo sus derechos,
»ha analizado los verdaderos fundamen-
»tos del pacto social; la imprenta, esta
»potencia regeneradora, los proclama...»
El dia 26 de agosto inserta el siguiente
suelto de reüacción: «El Sor. D. Francis-
»co RauU acaba de publicar la Historia
y^dt' la coiimocion de Barcelona en la
•f>noche del 25 al 26 de julio de 1835.
»Recomiéndase este opúsculo no tanto
»por la verdad en la narracion de los
»hechos, como por el filosofo pulso con
í>que desenvuelve las verdaderas causas
»del movimiento... Invitamos al ciudada-
xno Raull à que redacte la segunda parte
»de la Historia comenzada. Largos mate-
»riales hay para ello, y en su narracion
»podra lucirse de nuevo su profundo cri-
>^terio en la apreciacion de los aconteci-
»mientos políticos». Por nota indica donde
se vende el pérfido foUeto de Raull, y
dice que por 4 reales.
En el número del 15 de septiembre del
mismo ano de 1835 inserta el prospecto de
la perversa revista El Propagador de la
libertad.
De El Cataldn di ya muchos datos al
describir el estado de Barcelona de julio
de 1835, y escribí que era el órgano del
partido progresista, bien que en su len-
guaje aparecía màs templanza que en el
de El Vapor y en los conceptes por lo
general menos ingerència en los asuntos
eclesiàsticos. Cometido el incendio de
los conventos, sigue la pràctica de sus
compafieros de Barcelona en callar toda
noticia no oficial referente al hecho; y
así ni en los números del 26, 27, 28 y 29
hallamos una palabra de descripción ni
de sola mención. En el número del 30 se
lee el siguiente articulo de fondo: «El
»despreocupado espectador de los últimos
*acontecimientos de esta ciudad natural-
»mente temeroso de los escesos que de
»ordinario acompanan à una revolucion
»no ha podido menos de admirar las vir-
»tudes del pueblo barcelonès. La opinion
«pública estaba predispuesta contra los
«regulares que el pueblo miraba como el
»foco de la rebelion, y en un momento de
«ecsaltacion inocente en una diversion
«pública, esta ecsaltacion se desvio de su
«primitivo objeto y se manifesto hostil à
»los conventos haciendo desaparecer à
«sus moradores en una noche. Son de
«lamentar por cierto algunas desgracias,
»pero la cordura y moderacion de las
«Autoiidades, Ejército y Milicia previno
«otras mayores. Si desgraciadamente se
»ha derramado sangre espanola debemos
«al mismo tiempo congratularnos de que
«el pueblo haya respetado las propieda-
»des y las personas de los particulares
»sin distincion de personas.
«Aquella conducta popular forma cier-
«tamente contraste con las voces que se
«han dibulgado estos últimos días de que
«el pueblo quería dirigirse à la destruc-
»cion de varios establecimientos indus-
«triales, en especial contra las fàbricas
«de vapor con màquinas y telares mecà-
«nicos. No pudiendo concebir que el pue-
«blo barcelonès se hallase dispuesto à en-
«tregarse à tamanos escesos, hemos pro-
«curado descubrir el origen de tales voces
«ó el movil de un plan destructor de la pri-
«mera fuente de prosperidad de nuestra
«provincia...«(l).Yasí continua ahincada-
mente combatiendc el proyecto y peligro
del incendio de las fàbricas. El recto sen-
tir de todo imparcial halla en las trans-
critas líneas buena dosis de iniquidad. No
hay en ellas màs que alabanzas para el
pueblo que, según el autor, cometió el
incendio; y si débilmente lamenta la san-
gre derramada, ensalza a lasautoridades
porque no resistieron a los malvados. No
hay una palabra de reprobación para el
incendio de los conventos, però largos
(i) Púg. 1267.
CONSECUEN'CIAS POLITICAS DEL IN'CENDÍO DE LOS CONVENTOS
851
apartes para combatir el de las fàbricas.
Explica la enemiga contra los conventos
por solas falsas razones políticas.
En la primera pàgina del número 3 de
agosto de 1X35 escribe así:
<.f Destino que pudicra darse d algunos
y>de los conventos de Barcelona en la su-
■oposicion de que cl Estado se apodere de
y>ellos.
i'Convento de SJ" Catalina.— Una. gran
»plaza para vender y desahogo de aque-
»lla parte de la poblacion.
»/dem de S. José'.— Otra. plaza con un
»pórtico por todo su alrededor en donde
»trasladar la pescaderia y venta de ver-
»duras, carnes, flores, fruta y demàs efec-
»tos con que ahora se halla atascado el
»paseo de la Rambla. Esta plaza debiera
»y pudiera ser muy espaciosa, habría de
»tener comunicacion con la calle de Jeru-
»salen, a mas de la que tiene con la calle
»del Hospital.
ftldent del Carmcn. —Líís facultades ó
»colegios de Medicina, Cirugía y Farma-
»cia con su correspondiente jardin bota-
»nico.
^San Sebastían.—A la casa Lonja para
«desahogo y comodidad de sus aulas y
«oficinas y para establecer un museo de
»bellas artes y una biblioteca de todas las
»obras de las ciencias y artes que se en-
»senan en aquella Real casa.
»La Merced. — Parròquia la iglesia,
»casas el con vento-
ses. Frajícisco.—loúa.s las oficinas de
«contabilidad y de Real Hacienda.
«S.'" Mònica.— C•àsa.s.
»Capiic/iinos. — Un magnifico teatrocon
»cuatro entradas: por la Rambla, calle
»de Fernando 7.°, Vidrio y Escudillers.
»Trinítarïos descalsos.— Casa. de co-
«rreos, postas, etc.
•"ídem cal :ados.— Casas.
»S. Pfl(!)/o.— Parròquia la iglesia y ca-
»sas el colegio abriendo una calle por el
»huerto.
»Seni/ nario. —Carcel pública.
fServitas. — Parròquia y casas.
»S. Agitstín. — Biblioteca general y
«casas.
»Belen. — Universidad literària uniendo
»el edificio de la Real Acadèmia de cien-
»cias y artes, 3' trasladando el colegio
>tridentino a los Mínimos y dando à la
>'Real Acadèmia el colegio del Carmen
»de la Rambla.
y,Colegio de S. Franciscà. — Gobierno
»civil 3' sus dependencias.
D/dem de S.'" Catalina.— Casas.
»Jdem de Trinitarios.— Casa de espó-
»sitos.
»Ideni de Agustinos.—A la Misericor-
»dia para mayor comodidad de esta.
»S. Cayetano.— Casas.
-òAgonisantes. — Casas.
»S. Felipe Neri. — Archivo de hipote-
■ cas ó depósito general de escrituras pú-
''blicas.
Estramuros
»S./ose'.— Parròquia y casa de Orates.
»S. Francisco.— Casas.
>•>Un catalàyi.y-) (1).
Un suelto del número del 4 de agosto se
hace eco del rumor de que el Gobierno
iba a suprimir muchísimos conventos, 3"
a esta noticia anade el periódico: «aun
«cuando esto no llene completamente los
«deseos de los espanoles» (no Itay inds
espanoles para los progreststns que
ellos), «es de desear que cuanto antes se
«publiquen estàs medidas para satisfacer
>:à la ansiedad general».
Perpetrado el segundo crimen, o sea el
asesinato de Bassa, El Cutalan suelta sus
anteriores miramientos, y habla en revo-
lucionario puro. He aquí sus palabras del
dia 6 de agosto:
«Contàbamos el onceno dia de una ma
»ravillosa calma despues deia turbulenta
»noche del 25 al 26 del pasado, en que la
«impaciència pública creyó desfogar su
«comprimido entusiasmo contra los frai-
»les y conventos que miraba como otros
»tantos baluartes de la facción liberticida.
»Ningun nuevomovimiento, ninguna nue-
»va tentativa, ni resentimiento el menor,
(I) Pàg. .2t!
852
LIBRO TERCERO. CAPITULO DUODKCIMO
»vinoàturbarelorden, el admirable orden
»que aun supo observarse en los momen-
»tos de ma3'or efervecencia.
»Calmóse esta dejàndose unicamente
«vislumbrar contra las primeras autori-
»dades, que veían dispuestas à tenir en
»sangre las calles de esta benemèrita
«capital, segun demostraba la consecu-
»tiva llegada de tropas, que se distraían
»de la persecucion de las ordas enemigas,
»dejando abandonados à la ferocidad y
»rapina de estos vAndalos à los pueblos
»indefensos y malhadados patriotas que
»contaban con tal apoyo. En vano las
»dignas autoi^idades de esta plaza espu-
»sieron al General Llauder lo innecesario
»de tan alarmantes providencias, respon-
»diendo de la tranquilidad de esta nume-
»rosísima poblacion. Nada parece ha
»podido distraerle de su resolucion, y
»mientras se reconcentraban màs fuerzas
»determinóse à entrar aquí ayer manana
»del 5 el 2.° Cabo general Basa, con solos
«cincuenta ordenanzas de caballería, però
»siguiéndole una fuerte columna que en-
»tró horas despues.
»Sorprendido el pueblo de tanta auda-
»cia, empezó à remolinarse}' dirigirse en
»grupos íicia (s/V) el Real Palacio, sin
»hacer caso de la tropa recíen llegada
»que se hallaba formada en la misma
»plaza.
»Para evitar el desastre que tan cerca
»amenazaba las autoridades militar y
«civil no menos que una comision del
»ayuntamiento, cuyo comportamiento se
»ha hecho superior a todo encomio, amo-
»nestaron à Basa para que desistiera y
»tratàra este lance con prudència; però
»lejos de adoptar tan juiciosos consejos
»dijo con temerario orgullo que no habia
«alternativa entre él y el pueblo, pues ó
»dejaria castigado A este, ó pèreceria. iln-
»feliz! Tu imprudència pronuncio este
«terrible fallo! Fallo que pocos momentos
«despues de pronunciado puso en egecu-
»cion {sic) con inaudita zana este pueblo
«enfurecido que nada pudo contener, y
«que asaltando por todos lados el palacio
»tardó poco en arrojar por un balcon ya
«muerto al mismo que tan fiero le amena-
«zaba, y cuyo cadàver arrastró por las
«principales calles!..-, {s/c). Però cubra-
«mos con un fúnebre mantó esta catàs-
«trofe,que origino enseguida la quema de
«todos los papeles de la policia, y algun
«otro esceso, de que nos ocuparemos en
»otro número; pues las iluminaciones de
»todas las casas, las músicas militares y
«general regocijo en que se ha trocado
«la escena, no nos permiten continuar
«por hoy ansiosos de repetir con la mu-
«chedumbre. «jViva Isabel II! i Viva la
«Libertad!»
«Con el corazon anegado en làgrimas
«de pesar nos vemos en la necesidad de
«hacer conocer un atentado que servirà
«de eterno lunar à las bella {sïc) de las
«revoluciones y de mengua à la sensatez
»y virtudes del verdadero pueblo barce-
«lonés. La fàbrica de Vapor de Bonapla-
«ta, Vilaregut y companía ha sido entre-
«gada à las llamas. Si el regocijo habia
«sido general y unànime este se ha con-
«vertido en luto y desesperacion al ver
«semejante atentado cometido contra
»unos conciudadanos que habían inver-
«tido sus capitales para el fomento de la
«riqueza pública y progreso de la indus-
«tria nacional. íY contra quien te has
«dirigido ciego Pueblo? Contra los mis-
«mos que te han dirigido, que te han
«conducido esta tarde al triunfo [stc).
«ilnsensatos! {Ignorabais acaso que los
«patriotas Vilaregut, Bonaplata y otros
«socios han sido de los primeros en po-
«nerse à la cabeza del justo movimiento
«que nos ha asegurado la libertad? ;No
«os habia de antemano advertido el Ca-
•Atalaii que solo la indústria estrangera
«podia hallarse interesada en la destruc-
«cion de nuestros medios de perfeccion y
«mejora? r;Quienes os han arrastrado à
«cometer tamano atentado? Reconocedlos
«y avergonzaos de haber sido bastante
«ciegos para servirà vuestros propios ene-
«migos. No ignoramos que para mejor
«engafíaros se os ha dicho que las fàbri-
«cas de Vapor servían para encubrir el
»contrabando; però aun suponiendo que
CONSECL'ENCIAS POLMICAS DEL INCENDIO DE I.OS CONVENTOS
853
^^-esto pudiese ser así ihabía jamàs motivo
»para destruir unos establecimientos sin
»los que permaneceríamos sumamente
»atrasados en indústria A las demàs na-
»ciones?» (f^y liabla motivo para incen-
diar los conventos?) «;No hubiera sido
»mejor elevar vuestras quejas k las dig•-
»nas autoridades que os dirigen en este
»momento?...» Hay un criterio para las
fàbricas y otro para los conventos. iLa
pasión! Però ni Dios ni las masas popu-
lares entienden tales distinciones libera-
les, y de las injustas premisas deducen y
aplican Dios los justos castigos y las ma-
sas los consecuentes desearios.
En el número del 18 de agosto el articu-
lo de fondo pide entre otras cosas el
establecimiento del registro civil: jtan
adelantados andaban va entonces nues-
tros revolucionarios!
Y si alguna duda quedaba en pie sobre
si El Catalan militaba en el partido
avanzado, la disiparan los articules de
fondo del 30 de agosto y 1." de septiem-
bre, diatribas contra el «justo medio».
El articulo de fondo del 16 de septiem-
bre excogita medios para encontrar re-
cursos con que atender a los gastos de la
guerra. Aplaude la medida de haber
echado mano de los diezmos. y aiïade:
«No recordaremos el aprovechamiento de
»bosques pertenecientes à bienes mona-
»cales, y el de los metales de las campa-
»nas, por ser otros tantos de los arbitrios
»que van à beneficiarse ya con utili-
»dad;...»
El prospecto del pésimo papel periódi-
co, o revistilla, titulada El Propagador
de la I iber t ad viene en el número del 18
del mismo septiembre de 1835.
En el número del 19 se leen las detes-
tables siguientes líneas: '<La prensa ha
>de remontarse, con ràpido vuelo, ;'i ese
«patriotismo puro y enérgico, desprendi-
»do de las llamas en que ardían los detes-
«tables conventos y del espanto en que
»pedían perdon de sus culpas, sus degra-
»dados y estúpidos habitantes »
Refiricndose al citado Propagador de
la libcrtad escribe: «Grande, santa y
\ »patriótica ha sido pues la empresa con-
>-cebida por los dignos amigos que publi-
»can los apreciables cuadernos de que
)'daremos, con conciencia y desinterès,
>.una cuenta fiel y exacta A nuestros lec-
>^tores. El primero que tenemos a la
«vista
»E1 Resumen histórico de las comn-
iinidades religiosas (que es un detesta
xble articulo de El Propagador) palpita
»de verdad y de lecciones sublimes
»
»En una palabra el Propagador de la
>•>Libertad, desde su cuna, escita la viva
>simpatía de su hermano El Catalan v
En 24 del mismo septiembre de 1835
anuncia con elogio los Priíicipios de la
ciència social de Jeremias Beutham.
El articulo de fondo del 22 de septiem-
bre de 1835 pretende que la Religión se
alíe con la libertad, y esto por medio de
la prensa que demostraríi convenir así-
Y en el del 28, a pesar de sus exaltaciones,
pide que la educación moral de la juven-
tud «sea la misma para todos, fundada
«única y exclusivamente en la religión»,
religión que él mismo, como se ha visto,
combaté: contradicción probablemente
hija de hallarse aun en sus principies el
desarrollo revolucionario. Hasta aquí El
Catalan.
El Propagador de la libertad. Apare-
ció a mediados de septiembre de 1833 esta
revistilla, cuyo redactor principal era el
mismo de El Catalan, es decir, el muy
revolucionario, el mentiroso Don Fran-
cisco Raull. Ella misma escribe que se
dirige a los aldeanos para instruiries,
palabra que para decir verdad debe subs-
tituirse por la de para desmoralizarles
inculciíndoles ideas revolucionarias. El
Propagador debe graduarse de papelu-
cho infame por sus ensenanzas antimo-
ntisticas a juzgar del articulo que lei en
su número 1 .°, único que alcancé a ver.
EstA en la pagina 18, es decir, empieza en
esta pagina, porque teniendo larguisima
extensión coge muchas. Saqué copia ente-
ra. Se titula: Resumen histórico de las
comunidades religiosas, y està lleno de
854
LIBRO TERCEKO. — CAPITLLO DUODKCIMO
estulticias. Para certificarse de su espíri-
tu bastarà copiar aquí su epílogo, que
dice así: «Tal es la historia resumida de
»las principales ordenes religiosas. Las
»hemos visto nacer en los desiertos de los
»que fueron à hacer penitencia temiendo
»la fin del mundo: las hemos visto mante-
»nerse del trabajo de sus manos: las
»hemos visto propagarse despues ràpida-
»mente por todo el mundo, entrar en las
«ciudades, adquirir grandes riquezas,
»tener esclavos y vasallos, hacer la gue-
»rra por su cuenla, dominar à los Reyes,
»deponer à los Papàs, desfigurar las
«verdades del Evangelio con las mSs
«ridículas pràcticas y las mas groseras
»supersticiones; hemos visto que el fun-
»dador de algunas estableció por regla la
«renuncia à todo privilegio y sus discípu-
»los cargarse de ellos; renunciar otros à
»toda propiedad y poseer un sin número
»bajo los màs ridículos títulos: hemos
Avisto finalmente hacer todas voto de
spobreza; però emposesionarse de la
»mayor parte del territorio de los paises
»que han habitado» (1). Tantas falsedades
se escribian y publicaban en la revistilla,
cuyo principal redactor, como dije, se
llama Francisco Raull (2).
Con tales periódicos como los tres
aquí retratados; con el Propagador de
la libertad; con los dramas y sainetes
que, concordes con los periódicos, sin
duda se representaban; con los übros
que se escribieron, tal como el estulto y
muy malo de Don Joaquín del Castillo
y Mayone; con las burlas de las hojas
puestas hasta en los mosqueadores; con
las orales predicaciones contra los insti-
tutos religiosos; y con la falta absoluta
en esta ciudad de todo periódico católico,
se explica perfectamente el odio que en
aquellos anos se creo para estos institu-
tos, y que pude palpar en mis mocedades.
Si en la calle se hubiese presentado un
(i) Cuaderno citado. pàgs. 26 y 27.
(2) D. Antonio Elias de Molins. Diccionario
de escritores y artistas catalanes del siglo XIX,
tomo II. pàg. 419.
fraile, muriera asesinado a pocos pasos;
y yo mismo alcancé a ver persecuciones
inauditas de pobres religiosos extranje-
ros que pasaban por Barcelona, y esto
aun muchos anos después del 1835.
Ya que he mentado el perverso perio
diquillo El Propagador de la libertad,
no quiero prescindir de unas de sus líneas,
en las que podran los amigos de Cata-
luna y del regionalismo certificarse del
amor que a la pàtria catalana profesaron
los liberales. En el número primero, pàgi-
na 13, recuerda que Espaiia estaba divi-
dida en quince porciones o distritos, es
decir, las antiguas provincias, y a segui-
da escriba: «Todos muy desiguales y que
>^en cada uno de ellos habia privilegies
«incompatibles con la ley general. Esta
»division y estos privilegios eran un resto
«de las conquistas y de los errores del
»feudalismo; y como una de las reformas
»mas necesarias al bien de la Espana es
»la de dar homogeneidad al cuerpo so-
»cial, se ha empezado dividiendo la mo-
»narquía en cuarenta y nueve provincias
»con la igualdad posible à la extension y
«limites del territorio espanol, y son....»
Ya arriba, en mi obra anterior, o sea
Las casas de religiosos, tomo II, pàgi-
na 204, copié también conceptes de igual
espíritu, proferidos contra la idea regio-
nalista por Don Alberto Pujol, en el dis-
curso de la apertura de los estudiós de
Barcelona en 1836. Era éste el sentir ge-
neral de todos los liberales; y no era de
extranar, porque al fin, si Felipe V quitó
a Cataluna su vida política peculiar, los
gobiernos liberales le han quitado todo
su ser civil. Ellos son los que la han suje-
tado a quintas, a contribuciones genera-
les, a la legislación del reino, al idioma
de Castilla, y en fin a dejar todo lo cata-
làn, sustituyéndolo por lo general. Y los
liberales catalanes han aprobado el he-
cho, lo han consentido y aun alabado,
contribuyendo ademàs por medio de sus
diputados, senadores, elecciones, comi-
siones, etc, a su ejecución. Los únicos
regionalistas verdaderos son los amigos
de la tradición.
ÍNDICE RAZONADO DE LOS GRABADOS
Pàgina ï. — La inicial fuc dibuiada por don
Jaime Pahissa.
Pag. ^i. — Ei dibuiito del lin de capitulo procede
de un eódice de Ripoll guardado en el Archivo
Keal de la Corona de Aragón. Dihujó esta copia
D. .Mberto Pahissa.
Pàg. 35. — D. Francisco Brunet y Recasens di-
buio la C inicial.
Pàg. í^. — El hermoso retrato de Martínez de la
Rosa lo tomé de una làmina suelta, publicada en
los dias del retratado y elaborada en la "Lilo-
grafia de Faure.it
Pàg. 79. — Dibujó este capitel D. Eudaldo Cani-
bell.
Pàg. 85. — La P inicial procede del làpiz de don
Jaime Pahissa.
Pàg. I2v — Reproduccinn directa del natural.
Clisc mío.
Pàg. I JO. — Sobre una fotografia niia dibujó
esta inicial D. Jaime Pahissa.
Pàg. 162. — El autógrafo del P. Casas procede
del libro de recibos de .Misas de la parròquia de
San Jaime de esta ciudad. donde, cxclnustrado.
residió por muchos afios cl P. Juan Casas.
Los autógrafos restantes de esta pàgina los
fotogràfic de los libros de toma de habito y profe-
siones de la Orden, guardades ahora en la sala de
manuscritos de la Biblioteca provincial- univer-
sitària, l'astos tomos se titulan uLihro» (el número
ordinal) «de la reccficiòn de los Sovicios del
uNovicLido de S. Joseph de Harcelojia desde cl
iiano...ii
Pàg. 171. — Tomé el autógrafo del P. Cabre de
la carta que éste me escribió desde Botarell a 211 de
mayo de 1890.
Pàg. 172. — Saqué el retrato del P. Sugrafies de
uno de tarjeta de visita que poseen las monias de
San Pedró, de cuyo convento el Padre fué cape-
Uàn, y la firma del pie, de la relación que él me
escribió.
Pàg. 177. — El autógrafo de Satorras procede de
un documento oficial existente en el Archivo de
la Capitania General de Barcelona, legajo titulado
«()iie>na de los conventos y expulsionde los frailes
nen el mes de julio de i8yju.
Pàg. 220. — Procede de la pàg. 13 del Àlbum de
detalles artísticos y pldstico-decorativos de la
edad inedia catalana.
Pàg. 223. — D. Francisco Brunet dibuió esta A.
Pàg. 221;. — El retrato de Fàbregas procede de
la Historia del sitio, defensa, asallo y evaciiación
de Tarragona... por Adolfo Alegret, pàg. 87.
Pàg. 2_(S. — El escudo de armas procede de un
sello en oblea. puesto al pie de un recibo de una
pensión de un censal, que el Sr. D. Miguel de
.Wagarola, Marqués de Cordellas. pago en id de
juliü de 180Ó al Prior de la Cartuja Fr. A\iguel
de Aloy. — Existe hoy en el archivo del Sr. .Mar-
qués de Dou. Dibujó el grabado D. Francisco
Brunet y Recasens.
Pàg. 299. — El grabado dircctn se ha tirado
sobre una fotografia que me regalo cl Sr. Don
Eduardo Toda.
Pàg. •íoi. — El escudo de Poblet procede del
libro de la Nobleza del Sr. D. Jaime Vila. to-
mo 111, folio 7-1, y fué dibujado para este mi libro
por D. Francisco Brunet y Recasens.
Pàg. 303. — Dibujó la inicial D. Francisco
Brunet y Recasens.
Pàg. 303. — El autógrafo del monje Sr. Bertran
856
INDICI-; RAZONADO Lii; LOS GltABAUOS
lü folograllc de la portada de un libi-o de él, hoy
en poder de D. Antonio Careta y \'idal. Y el del
Abad Pàmies de una carta fecha en Poblet a 6 de
julio de 1S19 inscrtada en un traslado judicial
existenteen el Archivo de Ilacienda de Tarragona.
Pag. 307. — Sacóme el calco el Sr. D. Àngel del
Arco, Conservador Jefe del .Museo de Tarrago-
na, y sobre él dibujó el grabado D. Francisco
Brunet.
Pàg. 315. — El calco procede del indicado seüor
del Arco, y el dibujo también del Sr. Brunet.
Pàg. 321. — Grabado directe de una fotografia
de D. Francisco Brunet y Recasens sacada del
original en n de agosto de 1914. El grupo original
està en el Museo de D. Santiago Rusinol llamado
Lo Cau ferrat, en Sitjes. Al Sr. Rusinol doy
gracias por haber permitido sacar la fotografia.
El grupo escultórico mide de altura unos 4S cen-
tímetros.
Pàg. 330. — Sobre una hcrmosa reproducción
con colores y oro que del escudito del càliz me
hizo una monja de Valldoncella, me dibujó el
grabado D. Francisco Brunet y Recasens.
Pàg. 3Ó7. — Sobre un calco, obra de D. Àngel
del Arco, dibujé la làpida de G. Tort.
Pàg. 381. — Reproducción directa de un grabado
de la obra Àlbum de detalles arlisticos y pldstico-
decorativos de la edad media catalana. Pàg. 20.
Pàg. 38,. — La inicial D. Jaime Pahissa la di-
bujó sobre una fotografia mia.
Pàg. 388. — Retrato al General Llauder el cèlebre
Madrazo. De su lienzo la antigua y muy acredi-
tada casa de fotógrafos barcelonesa de Moliné y
Alvareda saco una fotografia, y sobre ella don
Paciano Ross me dibujó el retrato de esta pàgina,
retrato muy parecido al original, a quien yo traté.
El autógrafo primero procede de una carta del
General escrita a mi Padre, y el segundo. de la
circular que desde Vich, a 2 de agosto de 1835,
dirigió a la autoridad de Barcelona, laqueeslà en
el legajo titulado Qtiema de los conventos... del
Archivo de la Capitania General.
Pàg. 389. — Grabado de las armas de Llauder
directamente sacadas por fotografia de mi mano
de un pasaportc librado por ui General en 1830.
Pàg. 394. — El retrato del General Bassa es
reproducción directa de una preciosa miniatura
del tiempo en que Bassa era Coronel del Regi-
miento de S. Fernando n.° 10. La posee el bisnieto
de éste, jefe de la familia, senor Marqués de
Montsolís D. Guillermo de Pallejà y Ferrer-Vidal,
a cuya bondad debò, por mediación del senor
Don José de Olzina, el haberla podido yo foto-
grafiar. Tanto el asistente del General, llamado
Miguel Gil. cuanlo el ama de llaves, Mercedes
Garcia, dijcron siempre que esta miniatura era
muy parecida al original.
El autógrafo procede de un documento olicial
del Archivo de la Capitania General, legajo titu-
lado: Quema de los conventos y expulsión de los
frailes en el mes de julio de /8_jj .
Pàg. 395.— La firma del General Saquetli tiene
la misma procedència de la anterior.
Pàgs. 396 y 397. — Ambos autógrafos se hallan
en abundància en documentos originales del Ar-
chivo municipal de aquelios dias del 1835. Expe-
dientes — 2.' sección — Expediente 129.
Pàgs. 398 y 399. — El autógrafo de la primera
pàgina procede de documentos oficiales incluídos
en el expediente 129 que acabo de citar, lo mismo
que el del Marqués de Llió, de la segunda pàgina.
Pàg. 399. — Debò una copia fotogràfica del re-
trato del Marqués de Llió al Sr. D. Baltasar de
Bruguera, quien la saco de un lienzo de la familia
del dicho Marqués. Sobre esta copia fotogràfica
se hizo el grabado directo. El autógrafo del senor
de Gayolà y el del Sr. de Mena proceden de un
documento fecho en Barcelona a 5 de agosto de
183Í. existente en el legajo citado del Archivo de
la Capitania General. Del de Serralde no recuer-
do la procedència.
Pàg. 401. — Reproducción directa de un lienzo
conservado en el palacio episcopal de Barcelona.
Pàg. 406. — No recuerdo de donde fotografié el
autógrafo del Sr. Gironella.
Pàg. 429. — Del grabadito del fin de capitulo se
ha dicho ya al tratar de la pàgina 31.
Pàg. 433. — La inicial fué dibujada por D. Fran-
cisco Brunet y Recasens sobre una fotografia mia.
Pàg. 441 y 442. — El Sr. D. Augusto Rull y Ar-
tós posee una magnifica colección de ventalls de
aquella època cuidadosamente encuadernados. De
ella y de la bondad de dicho senor proceden las
dos copias fotogràficas de estàs pàginas.
Pàg. 472. — El grabado del capitel de San Be-
nito de Bages de esta pàgina se fabrico sobre el
que figura en el Àlbum de detalles artisticos y
plàstico-decorativos de la edad media catalana. —
Pàg. titulada; «Escultura — N.°22.r>
Pàg. 475. — D. Alberto Pahissa dibujó sobre
una fotografia mia esta inicial.
Pàg. 521. — Véase lo dicho para la pàg. 31.
Pàg. 525. — Esta inicial fué dibujada sobre una
fotografia mia por D. Francisco Brunet y Reca-
sens.
Pàg. 527. — No recuerdo de qué documento
fotografié las dos firmas de esta pàgina.
Pàgs. 528 y 529. — Los dos retratos proceden de
sendas fotografias de las llamadas de tarjeta de
visita, las que estan en poder de amigos de los
INDICE RAZONADO DE LOS GRABADOS
857
retratados. A estos los conoci y Iratc mucho. y
aun luí el sucesor del P. lenas en el beneficio de
la parròquia de S. Jaime titulado de San Barto-
lomé y San Bernardo.
Hiig. 531. — También este retrato es reproduc-
ción de uno de tarjeta de visita. El autógrafo està
tornado de un libro de la Comunidad de beneíi-
ciados del Colegio de S. Severo. al cual Tiana
perteneció cuando exclaustrado.
Pàg. 533. — De un documento firmado por el
P. Auger en 3 de junio de 1835, incluido en el
expediente 129 citado. procede el autògralo del
P. Auger.
Pàg. 53Ó. — Calqué yo la làpida de Cruilles, y
D. Francisco Brunet la dibujó sobre el calco.
Pàg. 539. — Calqué yo y dibujé la laude de la
làpida de Palacio, però D. Francisco Brunet
dibujó los tres escuditos de ella.
Pàgs. 550 y 553. — Los autógrafos de estàs
pàginas los fotografié del Libro III de la recep-
cion de los Novicios del Noviciado de S. Joseph
de liarcelona existente en la sala de mms. de la
Biblioteca pro vincial-uni versi taria.
Pàg. 555.— La firma del P. Castells procede
de la carta que éste me escribió desde Tortosa en
18 de lebrero de 1882.
Pàgs. 557 y 559. — De estos autógrafos digo lo
que de los de pàgs. 550 y 553.
Pàg. 561. — El acta de profesión de Fr. .\ndrés
la fotografié del Libro de recepción de los novi-
cios del Noviciado... dicho arriba. Sala de mms.
de la Biblioteca provincial-universitaria.
Pàg. 5Ó3.— El autógrafo del P. .Molas, prior,
procede del Libro de recibo, cuentas de agosto de
1830, del mismo convento agustino, guardado
hoy en el Archivo de Hacienda de esta pro-
vincià.
Pàg. 503 y sigulentes. — Los demàs autógrafos
que vienen en este articulo, junto con la prolesión
de Tussell, los fotografié del postrer libro de
profesiones que se escribió, existente hoy también
en el Archivo de Hacienda.
Emperò el de D. José Tintorer procede de un
documento del de nuestra Catedral, de la que
Tintorer fué canónigo. Su retrato me lo regalo la
sobrina de dicho Senor, D." Calalina .Marlori.
Es una fotografia de visita.
Pàg. 585. — La firma Antón Gené se ve en
el «Llibre de los Abits y Profesions dels Religio-
nsos de la Provincià de Cathalunya» a dia 18 de
enero de 17117. Y '^ que escribe Ita Fr. Anton
Gener procede del Llibre de Resolucions — pàgina
205, — ambos libros custodiados hoy en la sala de
mms. de la Biblioteca provincial-universitaria.
El autógrafo del P. Miguel Masoliver fué foto-
grafiado del citado libro de hàbitos y profesiones
citado. dondc mucho abunda.
Pàg. 58Ó. — No recuerdo la procedència de los
dos autógrafos de esta pàgina.
Pàg. 588. — El Llibre de obits està actualmente
en la sala de mms. de la Biblioteca provincial-
universitaria.
Pàg. 591. — Las firmas de esta pàgina las tomé
del libro de hàbitos y profesiones, citado.
Pàg. 592. — El hermoso escudo heràldico de
esta pàg. se halla hoy en el .Museo provincial
arqueológico de Santa Agueda de esta ciudad.
Ssobre una fotografia mía dibujó el grabado don
Francisco Brunet y Recasens.
Pàg. 595. — Proporcionóme la tarjeta de visita
del retrato del 1. Sr. D. Mariano de Sagarra su
sobrino el sigilografista D. Fernando de Sagarra.
Pàg. 598 y 599. — No recuerdo la procedència
de estàs firmas.
Pàg. 600.— La tarjeta de visita del P. Juan
Ferrer me la presto la que fué su criada, y esto
por la mediación de la familia del Sr. Obispo
Cortés, muy amiga del dicho Padre. Su autógrafo
procede del libro de recibos de Misas de la Comu-
nidad de presbíteros de la parròquia del Pino. de
la que Ferrer fué beneficiado.
Pàg. 603. — El retrato del P. Barcóns me lo
facilito su familia de Olot, però la firma procede
de la carta que él me escribió desde Onda.
Pàg. Ó07. — Los autógrafos de esta pàg. proce-
den del citado libro de hàbitos y profesiones.
Pàg. Ó13. — No recuerdo la procedència de la
firma de esta pàgina.
Pàgs. 620 y 623. — Los dos retablos los fotogra-
fié de dos làminas sueltas, grabados antiguos del
tiempo de los frailcs, quienes sin duda las ven-
derían.
Pàg. 624.— No recuerdo de donde fotografié los
dos autógrafos de esta pàgina, però no podia ser
màs que del Libro de Gasto y Recibo de la Obra
del Campanario, existente en la sala de mms. de
la Biblioteca provincial-universitaria.
Pàg. 625. — De la carta que recibi del firmante.
Pàg. Ó30. — Tomé de documcntos del convento,
existentcs hoy en poder de los PP. Dominicos de
Barcelona, los autógrafos de esta pàg.
Pàg. 631. — Calqué yo la làpida, y un dibujanle
la copio del calco.
Pàg. Ó34. — El retrato del P. Espinàs fué saca-
do de uno de tarjeta de visita, y su autògralo,
según creo, del libro de profesiones, titulado
«Taula dels Religiosos han professat...):, exis-
tente hoy en poder de los Dominicos.
Pàg. Ó36. — D. Agustin Rigalt. conocido pintor
de esta ciudad, poseía hecho con solo làpiz la
838
indici: razon'Ado di; los grabados
vista del lado de Santa Catalina de esta pàgina.
Habíala trazado o su abuelo D. Pablo Rigalt o su
padre D. Lu!s. Este era el profcsor de perspectiva
de la Acadèmia de Bellas Artés de la Lonja. y
persona muy entendida y sensata. De la vista
D. Norberto Font y Sagué, Pbro., muy aprove-
chado, me saco una copia con làpiz también: però
después para la presente publicación me la hizo
con tinta D. Alberto Pahissa.
Pdg. 6^8. — El retrato del P. Ribé es reproduc-
■ ción del de una tarjeta de visita.
Pag. 643. — Calqué yo esta làpida, y luego se
trazó el dibujo sobre mi calco.
Pag. 648. — El autógrafo del P. Barbens proce-
de de una carta original de él que esta en mi
poder.
Pàg. Ó49. — No recuerdo el origen del de Amblàs.
Pàg. 651. — En ig de mayo de 1915 fotografié
el lavamanos de San Francisco. y sobre la foto-
grafia se hizo el grabado directo.
Pàg, 655. — En el Museo municipal del Parque,
en febrero de 191=;, fotografié esta silla y luego
se hizo el grabado directo.
Pàg. 657. — De una làmina antigua reproduzco
el retrato del Sr. Vilera. La leyenda de ella dice
asi: «Verdadera efígie del S."' D. Juan Vilera
"Sacerdote y Superior de la Casa de la Congrega-
ncion de la Mision de Barcelona. Sujeto de gran
«doctrina y elocuencia llamado por antonomasi el
"Príncipe de los Oradores. D. José Perramon
"Sacerdote de la misma Congregacion. su intimo
«amigo le ha dedicado la presente para eterna
«memorial).
El autógrafo lo saqué de un documento sus-
crito por el Sr. Vilera en Barcelona a ^o de julio
de 18 ï?, hoy incluido en el expediente 129 citado
del .\rchivo municipal.
Pàg. 659. — Reproducción de una tarjeta de
visita.
Pàg. 664. — El grabado de la imagen de San
Cayetanó se hizo sobre una fotografia que de ella
saqué en i.° de mayo de 1Q15. Però hay que ad-
vertir que el Nino no es el antiguo, sinó otro
anadido.
Pàg. 667. — El plano de San Felipe D. José
Alsina, ingeniero amigo mio, me lo dibujó sobre
el que existe en el .\rchivo municipal de Barcelo-
na en la gran colección de pianos de Barcelona
obra de D. Miguel Garriga y Roca, arquitecto
municipal.
Respecto a pianos debò advertir que la indica-
ción que en ellos llevo puesta de la escala diciendo
«Escala de i por 2Ço», u otra parecida, se refiere
al plano original, no al tamano del que va im-
preso en mis libros. La escala verdadera de los
pianos de mis libros es la gràfica o en linea.
Pasa lo contrario en las làpidas, donde la propor-
ción es la del impreso.
Pàg. 668. — El autógrafo del Abad D. Rafael de
Parrella lo fotografié del tomazo manuscrito titu-
lado Visitationum decreta ImpJ's Moiiasterii S"
Cucuphatis valien., existente en el .-\rchivo de
Ilacienda de esta provincià.
Pdg. 6Ó9. — El autógrafo de D. Làzaro Aíolar
creo recordar que procede del mismo mms. de la
pàg. anterior. El de D. Juan de Zafont lo fotogra-
fié de un documento que existe en el Archivo del
palacio episcopal de Barcelona en el volumen titu-
lado Registrum Comune a fol. 69. Ano 1824.
Pàg. 070. — Yo calqué la làpida de esta pàg.
Pàgs. 672 y 673. — De los autógrafos de los
PP. Gatell. Lluch, Recasens y Comas olvidé la
procedència.
Pàg. 676. — El escudo del sello del provincialato
francisco lo fotografié de uno de oblea puesto al
pie de un documento, emanado del Provincial,
documento hoy en poder de mi buen amigo el
abogado D. José Oriol Anguera, quien me lo
presto. La leyenda dice asi: SIGILUM • PRl-
CIE • fprovinciaej ■ CATHALONIE • Ff/ra-
trianj MlNORUiM • OBSERVANCAE-
Pàg. 677. — La firma del P. Sans la fotografié
del pie de la carta que desde La Paz me escribió
en 8 de julio de 1880.
La del infortunado Padre Riera no lo recuerdo,
bien que es indudableque de un manuscrito de la
Orden.
Pàg. ()8o. — El retrato de D. Constantino Gibert
me lo presto un su pariente, y el autógrafo lo
tomé de una escritura pública de mi casa, de la
que era notario.
Pàg. Ó87. — No recuerdo de donde fotografié la
firma del P. Martin Estaper.
Pàg. 691. - Dibujó esta inicial D. Francisco
Brunet.
Pàg. 703. — El autógrafo del Sr. Luna lo hallé
en un documento oficial del legajo llamado uQue-
y>ma de los conventos/i en el Archivo de la Capi-
tania General.
Pàg. 705. — El oficio de esta pàgina se halla
original en el Archivo municipal de Barcelona. —
Expedientes — Seccioni.' — Expediente n." 129. —
En la reproducción reduje un poquito su tamano.
Pàg. 723. — Reproducción directa del original,
algo disminuïda de proporciones, o mejor, de ta-
mano. Se halla el documento en el nombrado
expediente n.° 120 de la sección 2.' del Archivo
municipal.
Pàg. 7Í7. — El autógrafo de Domínguez lo foto-
grafié de un documento existente en el archivo
INDICF. RAZONADO DK LOS GRABAÜOS
859
de Hacienda de esta provincià, colocado aquel
dentro de un cuaderno, cuyo titulo es: Qu'-^derno
de las rentas del Monasterio de Ba^es en ei aiïo
1821; però, ademàs, esta firma se halla en gran
abundància en el expediente 129, tantas veces ci-
tado, del Archivo municipal.
Pàg. 7SO. — Esta firma es repetición de la que
se puso en la pàgina 199.
Pàg. 767. — Reproducción directa del capitel que
se halla fotografiado en el citado Àlbum de deta-
lles artisticos y pldstico-decorativos...
Pàg. 771. — Sobre una fotografia mia D. .-Mberto
Pahissa dibujó la P inicial.
Pàg. 808. — El autógrafo de D. José Melchor
Prat lo fotografio de un documento incluído en el
expediente 129 de la sección 2.' del .\rchivo muni-
cipal de Barcelona.
Pàg. 810. — Esta acta original, o mejor esta
cabecera del acta original, que se empezó a redac-
tar, se halla incluida en el mentado legajo del
.\rchivo de la Capitania General de Barcelona.
El titulo del legajo es. como dije, Quema. de los
con'oentos y expulsion de los frailes en el mes de
julio de 18^). Las dimensiones del papel dedicha
acta son o"?oXo'2i metro, dimensiones que en la
reproducción han sido algo mermadas para como-
didad de la impresión.
Pàg. 811. — Las líneas y firma de Caparrós pro-
ceden del mismo archivo de la Capitania Ge-
neral.
Pàg. 816. — De un oficio de 13 de marzo de
1855 saqué el autógrafo de D. Juan Calvet, època
en que éste era jefe de la Columna móvil de Sana-
huja. Està en la Capitania General — Archivo
Sección Ojyeraciones, iSj;.
Pàg. 82O.— El retrato de D. Pedró .Mata y Fon-
tanet fué reproducido de uno que vino en La
Ilustración Espaiíola y Americana.— hho de
1S71. Número 2^. pàg. -|0i. — Entonces Mata era
I Gobernador Civil de Madrid.
ÏNDICE DEL TOMO SEGUNDO
LIBRO TERCERO. — El atio de 1835
Capítilo i. — Antecedextes históricos
Articulo único. De i8j5 a 185-) .... i
Capitulo II. — Matanzas de fuera
DE Catalcna
Articulo I." Degüello de los Jesuitas de
Aiadrid í_(
Articulo 2." Santo Tomàs de Madrid . . .js
Articulo 3.° San Francisco el Grande de
Madrid 47
Articulo ^." Nuestra Senora del Carmen y
Nuestra Senora de la .^terced de .Madrid. -|0
Articulo ï.° Los demàs conventos de .Ma-
drid ^1
Articulo ó." Oritren y causas del atenlado
de .Madrid >.;
Articulo 7.° Los frailes de Barcelona en
tiempo de còlera . . 57
Articulo 8.° La primera matanza de Zara-
goza y la de .Múrcia ój
Articulo o." Segunda matanza de Zara-
goza 6í
Articulo 10." Ruin espiritu del Gohierno
de Toreno 72
CaPÍTUI.O lli. — DlSClSIÓN DEL CoNGBESO SOBRE
EL MODO DF INDEM.VIZAR A LOS COMPRADORES
DE DIEXES DE REGULARES DEL TRIEN-IO CONSTI-
TUCIONAL.
Articulo I. ° La discusión 81
Articulo 2.° Juicio critico de la discusión. uo
CaPÍTULO I\ . — .^\ATANZA DE ReUS
Articulo I." Santa .Maria de Jesús, de
Franciscos 127
.\rticulo 2.° San Juan Bautista, de Car-
melitas descalzos 156
Articulo :!." Embarque de los religiosos de
Reus 170
.\rticulo 4.' Personas responsables del
atentado 17S
.Articulo 5.° Causas del atentado . . . 186
Articulo 0.° Castigo de Dios por el aten-
tado IQÓ
NOTA SOBRE LA ^'E^TA DE LOS
BIEXES DE LOS CO.\\'ENTOS . . 109
CaPÍTUI.O V. — CoNTORNOS DE ReUS
Articulo I." San Juan de Riudoms, de
Franciscos 221
Articulo 2.° San Rafael de Carmelitas des-
calzos, de la Selva del Campo .... 22Ó
.\rliculo 3.° San Agustin de la Selva del
Campo 227
Articulo 4.° Santa .\na de Alcover, de
Franciscos recoletos 22S
Articulo í." San jMiguel de Escornalbou.
de Franciscos 230
.\rticulo 6." Convento capuchino. San
Francisco de Paula de iWinimos y la Vir-
gen del Carmen de Carmelitas calzados.
los tres de Valls 237
.\rticulo 7." La Cartuja de Scala Dei.
§ I. .\ntecedentes a la exclaustración 2^S
862
MlICE DEL TOMO SEGUNDc
§ 2." La exclaustraclón de Sca/a Dei'. 2^6
§ í.° Paradero del Monasterio de
Scala Dei y de sus cosas . . 21 q
Capitulo W. — Podlet
Artículii único.
55 1.' Hcchos que pròximamente pre-
cedieron a la exclaustración . ^m
í? 2." La exclaustración 507
§ ?." Paradero de las cosas de Poblet 524
i? 4.' Causas de la destrucción . . . ?ü'i
§ 5.° Adiciones Í79
Capítulo \'11. — Estado de Barcelona
í:.\ 18 ;s
Articulo 1." Rescna general ^S;
Articulo 2." Las autoridades de i8íí . . ïSy
Articulo ;." Las parroquias de Barcelona. 401
Articulo 4." La fuerza armada .... 403
Articulo 5.° El pueblo 409
Articulo 6." Los periódicos 412
Articulo 7." Los cafès }' sociedades se-
cretas 421.1
Capítlli) Vlll. — Preparación pròxima
DEL INCENDIO DE LOS CONVENTOS
Articulo I.' Prudència de los religiosos de
Catalufia en 1814 y '^3^ -4^'
Articulo 2. " Trabajos para crear odio con-
tra los conventos ^vt
Articulo 3." .Acusaciones ante las autori-
dades y proceder de éstas 44;
Articulo 4." Insultos callejeros .... 4411
Articulo 5." Seguridadesdadasalos frailes
por las autoridades 44S
Articulo 6.° Contribución quepagaban los
conventos
Articulo 7." Ultimas preparaciones del
atentado 454
Articulo 8." La corrida de toros . . . . 40;
Articulo 0.' La junta del aposento de ca-
ballos muertos 41 iS
Articulo 10." El toro es arrastrado por Bar-
celona j-o
44''
Capítl'lo IX. — La revolución en las calles
Articulo 1.° El corto número de los incen-
diarios 473
Articulo 2.° Gentes que formaban la turba 4S-
Articulo 3." Orden cronológico de los in-
cendios y su modo 488
Pàgs.
.articulo 4. La revoluciún y el .\yunta-
miento Í14
.\rticulo í.' Aspecto de la ciudad . . . ÍI7
Capitulo X. — La nocue del 2; de jilio
dentro DE los claustros
.\rticulo I." San Sebastiàn, de clérigos
regulares menores de San Francisco Ca-
racciolo 525
Articulo 2° Nuestra Senora de la .Merced. 52O
.\rticulo 3.' San Francisco de .\sís. . . Si>
.■\rticulo 4." Santa .Mònica, de Agustinos
descalzos 544
Articulo =;." La \'irgen deia Buenanueva,
de Trinitarios descalzos 545
.\rticulo 6." San José, de (]armelitas des-
calzos 550
.■\rticulo 7.° San Agustin. de frailes calza-
dos 503
Articulo 8.° Nuestra Senora del Carmen,
de frailes calzados 585
.\rticulo 0. La\'irgen del Buensuceso, de
frailes Servitas 013
Articulo 10. Santa .^5adrona. de Capu-
chinos 010
.Articulo II.' La Santisima Trinidad. de
Irailes calzados Ó24
.\rticulo 12." Santa Catalina. de Domini-
cos 6 30
.\niculo 13.' San Francisco de Paula, de
.Minimos 648
.\rticulo 14.' Casa de San Severo y San
Carlos Borromeo. de Padres de San ^'i-
cente de Paúl 657
.Vrticulo 15.° La Expectaciòn de Nuestra
Sefiora y San Matias. de Padres ïeatinos. 603
.Articulo IÓ." San Felipe Neri, de Camilos
o .\gonizantes Ó64
Advertència sobre la Casa de San .Antón.
de Padres de las Escuelas Pias .... óóó
.Vrtículo 17.° San Felipe Neri. de Padres
del Oratorio 6Ó7
.\rticulo 18." San Pablo, de Benitos . . 668
.Articulo 10." Colegios de regulares de Bar-
celona Ó72
A. Colegio de San .\ngelo, de Carme-
litas calzados D72
B. Colegio de San Buenaventura, de
Franciscos Ó75
C. Colegio de San \'icente Ferrer y
San Raimundo, de Dominicos . Ó77
D. Colesio de Trinitarios calzados . 682
INDICE DEL TOMO SEGLNDO
863
Pàgs.
Advertència sobre Belen, de la Compania de
Jesús 1183
Articulo 20." Santa Maria de Jesús de
Gracia, de Franciscos 683
Articulo ji." Nuestra Sefiora de Gracia.
de Carmelitas descalzos ()8ó
Capítulo XI. — Los fraii.es y los conventos
DE Barcelona luego después del i.n'Cendio
Articulo I.' Número de los muertos y su
enlierro 689
Articulo 2." Conducciún de los frailes a
los fuertes Ó93
Articulo 3." Los frailes en Montjuich . . 608
Articulo ^.'' Los frailes en la Ciudadela . 71S
Articulo 5." Peligros de los frailes en los
camines 726
Articulo 6." Las casas religiosas y sus
cosas 734
Pàgs.
CaPÍTLLO Xll. — Co.VSECUENXIAS POLÍTICAS DEL
INCENDIO DE LOS CONVENTOS
Preparación de la lucha . .
El atentado contra el general
769
Articulo
.\rticulo
Bassa 802
Articulo 3.' Profanación del cadàver de
Bassa 818
Articulo 4.° Otrosexcesos deaquellos dias 820
Articulo 5." Los periódicos de Barcelona
después del incendio 836
Indice razonado de los grabados de este
tomo II '^íí
Indice de los capitulos y articulos. . . . 801
Indice para la colocación de las fototipias . 805
iNDlCE RAZONADO DE LAS LÀMINAS 0 FOTOTIPIAS
DE ESTE TOMO II
PAgs.
Cartuja de Scala Dei. — Una pàgina de
la cèlebre Biblia de este monasterio
guardada hoy en la Biblioteca del
Seminario conciliar de Tarragona. . 25Ó-2S7
Cartuja de Scala Dei. — La Virgen de
su fachada, en la que quedo fotogra-
fiada en mi primera obra, fotogralía
que saqué en mi visita de 1894. Des-
pués ha sido trasladada a la fàbrica
de chartreuse de Tarragona, donde la
fotografié de nuevo en 1911 .... j;(j-2í7
Santa Maria de Poblet. — El retablo
mayor 304-305
Santa Maria de Poblet. — Pàrte baja del
retablo mayor 51)4-30=;
Santa Maria de Poblet. — Un sepulcro de
su templo 312-31 3
Santa Maria de Poblet. — Un p:inteón
Real 312-313
Santa Maria de Poblet.— Ventana del
Palacio Real. — Prestóme esta foto-
grafia y las dos que van siguiendo su
autor D. Juan Comabella y Maluquer,
al cual dcsde esta pàgina repito mu-
chas gracias 320-321
Santa Maria de Poblet. — Esculturas. . 320-321
Santa .Maria de Poblet. — Esculturas de
las vcntanas del Palacio 528-329
Santa Maria de Poblet. — Una pàgina de
la Crònica del Rey D. Jaime 1, guar-
dada esta hoy en la Biblioteca provin-
cial-universitaria de Barcelona . . . 33Ó-337
Santa Alaría de Poblet. — El paiio mor-
tuorio para las exequias Reales, guar-
Pàgs.
dado hoy en la Catedral Metropolitana
tarraconense 336-337
Santa Maria de Poblet. — Encuadcrna-
ción de los libros de la Biblioteca de
D. Pedró de Aragón 344-345
Santa Maria de Poblet. — Una escultura
de alabastro, guardada ahora en el
.^\useo de Tarragona 344-?4''
Santa Maria de Poblet.— Preciosa tabla
que representa una procesión, exis-
tente hoy en el Museo de Tarragona. 352-353
Santa Maria de Poblet.— Una arca se-
pulcral, e.\istente ahora en el Museo
municipal de Barcelona 360-361
Santa Maria de Poblet. — Una escultura
que representa tres figuras lúgubres.
Hoy està en el Museo de'antigüedades
de Tarragona 368-369
Santa .\\aria de Poblet. — Preci.'SO càliz,
hoy guardado por las monjas cister-
cienses de \'alldoncella 368-369
Santa Maria de Poblet. — Restos actua-
Ics de uno de los Panteones Reales . 376-377
La Trinidad de Santas Creus. — Una
mitra anligua, hoy en poder de las
monjas de Vallbona 376-377
La Virgen del Carmen de Barcelona
después del incendio 592-593
La Virgen del Carmen de Barcelona
después del incendio. — Retablo ma-
yoi" 592-593
La Virgen del Carmen do Barcelona. —
.\ngulo S. de la iglesia después del
incendio Ü08-609
55
INDtCE RAZONADO Dlí I.AS LAMINAS O T'OTOTIPIAS DE ESTE TOMO II
La Virgen del Carmen de Barcelona. —
Angulo O. del temple después del
incendio. Esta vista y la anterior son
reproducción de sendas acuarelas de
la mano expertísima de D. Luís
Uigalt, hoy guardadas en la Acadèmia
de la Lonja 608-609
San Francisco de Paula de Barcelona. —
Fachada del templo, hoy cambiada . 6,6-657
San Francisco de Paula de Barcelona. —
Gran lesa sepulcral. He aquí su laude:
D. O. M.
NoBií.is Hanc hkros sacratam condidit aedem
SAMPTIBUS IPSE suís HAEC MONUMENTA DEDIT.
N0MINE FrANCISCUS, NEC NON COGNOMINE Cl.OI A
ET DE Texidor, STEMMATE CLARUS EQUES.
lUC SIBI CONSTRUXIT FOVEAMTUMULUMQUE PARAVIT,
QtrO SEORSIM JACEAT STIRPIS GENEROSA SUA.
FRATRIBUS EREXIT MINIMIS IIIC INDE SEPULCHRA
QUAE COMMENDANDIS OMNIBUS ATQUE VIRIS,
TERTIA QUOS NECTIT FUNDATOR REGULA SIGNAT.
QUÉM PIETAS VIVUM COECULA LONGA CANET.
ANNO MDCCLXI.
Pàgs
Esta notable y hermosa losa es de
piedra cenicienta y mide metros 2'90
por 141 656-657
San Francisco de Paula de Barcelona. —
Fachada del templo y campanario. . 656-657
Oratorio de San Felipe Nlti de Barce-
lona.— Un retablo de su templo debido
al cinceldel reputadoescultor Amadeu. 668-669
Oratorio de San Felipe Neri de Barcelo-
na.— Imagen de San Félix de Canta-
licio, obra del escultor Vergara, va-
lenciano 668-669
Plaza de Palacio en 1835. — Esta fototipia
es reproducción de una hermosa acua-
rela, debida al diestro pincel del pro-
fesor Don Onofre Alzamora. hoy po-
seida por el Museo municipal llamado
del Parquc. Se ve que se hizo ante el
mismo original, tomando la vista des-
de la boca-calle de la Espaseria. El
primer edificio de la mano izquierda
del espectador es el Palacio Real . . 816-817
Santa Catalina de Barcelona. - Dibujo
de una de sus vidrieras 816-817
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2655 Cayetano
C3B38 Los religiosos en Catla
t.2 durante la primera mited del
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