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Full text of "Los religiosos en Cataluña durante la primera mitad del siglo 19"

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University  of  Toronto 


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LOS 


RELIGIOSOS    EN    CATALUNA 


DURANTE  LA 


PRIMERA  MITAD  DEL  SIGLO  XIX 


LOS 

RELIGIOSOS  EN  CATALUNA 


DURANTE  LA 


PRIMERA   MITAD   DEL   SIGLO   XIX 


D.    CAYBTflNO   BflRRflQUER   Y   RoVlRflüTfl 


Canónigo  Chantre  de  la  Catedral  de  Barcelona 


TOMO    II 


CON    APROBACIÓN    ECLESIÀSTICA 


BARCELONA 
IMPRENTA  DE  FRANCISCO  J.  ALTÉS  Y  ALABART 

Callo  de  los  Angelcs,   jj  y   j^ 
1915 


ES   PROPIEDAD   DEL   AUTOR 


LIBRO  TERCERO 

LOS  RELIGIOSOS  DE  CATALUNA 

EN  1835 


CAPITULO    PRIMERO 
ANTECEDENTES   HISTÓRICOS 


ARTICULO   UNICO 
DE  1823  A  1834 


ANTECEDENTE?     IIISÏORICOS 


1.°  de  octu- 
bre de  1823,  li- 
bre  de  la  opre- 
sión  constitu- 
cional, Fer- 
nando VII 
inicio  el  se- 
gundo  perío- 
de de  su  gobierno  personal,  o  absoluto. 
Este  gobierno  en  los  primeros  tiemposde 
la  restauración  se  distinguió  por  la  seve- 
ridad  e  intransigència,  empefiados  ély  la 
casi  totalidad  del  pueblo  espaiïol  en  bo- 
rrar  de  su  tierra  el  liberalismo  y  hasta 
sus  huellas  y  consecuencias.  Tal  proceder 
disgusto  a  Luis  XV'III  de  Francia,  quien 
después  de  empleades  para  con  Fernando 
inútilmente  los  consejos,  acudió  a  las 
otras  potencias  de  la  Santa  Alianza,  lo- 
grando  que,  de  acuerdo  todas,  se  en- 
viarà a  Madrid  al  Conde  Pozzo  di  Borgo. 
Alcanzó  el  emisario  su  empeno,  y  se 
efectuo  aquí  un  cambio  de  ministerio  y 
de  política  en  sentido  de  la  lenidad.  Esto 
dividió  a  los  realistas  en  dos  campos, 
en  amigos  del  rigor  y  la  intransigència 
y  en  partidàries  de  la  suavidad.  «Echada 
»estaba,  pues,  la  base  de  importantes  su- 
xcesos,  y  Fernando,  que  con  su  penetra- 
»ción  natural  descubrió  al  momento  la 
»valla  que  se  había  abierto  en  el  campo 
»del  partido  realista,  conoció  también  las 
sventajas  que  podia  reportar  de  esta  di- 
»visión.  Sin  ladearse  a  ninguno  de  los  dos 
'bandos...,  procuro  contrapesar  el  uno 
»con  el  otro  para  conservar  incòlume  su 
»autoridad  absoluta,  y  esta  fué  su  cons- 
>tante  conducta...  hasta  el  fin  de  su  rei- 
>nado.  Intermitencias  de  represiím  y  de 
>templanza,  halagos  a  los  dos,  y  para 
»ambos  rigores,  fueron  su  cardcter  distin- 
»tivo,  y  con  ello...  consiguió  por  lo  menos 


Nota.  —  La  inicial  luc  copiada  de  la  ctlchie 
Bihiia  do  Scala  Del  guardada  lioy  en  1.I  Scmina- 
rio  de  Tarrairona. 


»tener  paz  y  aplazar  hasta  su  falleci- 
»niiento  la  explosión  de  la  mina»  (1). 

La  condición  y  restringido  tema  de 
este  mi  libro,  limitado  a  lo  que  se  refiere 
a  los  religiosos,  me  prohiben  entrar  en 
la  resena  de  todas  las  leyes  y  decretes 
emanades  de  los  gobiernos  de  la  restau- 
ración; pere  por  otro  lado  no  puedo  ni 
debò  omitir  los  que  al  mismo  tema  se 
refieren,  tales  cemo  aquel  por  el  que, 
«utilizando  la  bula  de  Su  Santidad,  impe- 
»trada  por  la  Regència  anterior,  el  Go- 
>bierno  exigió  de  ambos  cleros  con  el 
»nombre  de  subsidio  anual  diez  millones 
»de  reales...»  (2). 

En  20  de  mayo  de  1824  Fernando  VII 
publico  un  decreto  de  amnistia  para  los 
liberales,  no  sin  numeresas  excepciones, 
decreto  que  disgusto  por  opuestas  razo- 
nes  a  les  dos  bandos  (3).  Asi  en  el  mismo 
mes  se  descubrió  una  trama  en  Aragón 
en  sentido  intransigente,  a  cuyofrentese 
hallaba  el  Brigadier  D.  Joaquín  Capapé; 
mientras  per  opuesto  lado  los  liberales 
ne  cejaban,  y  en  3  de  agosto  el  Coronel 
Don  Francisco  Valdés  desde  Gibraltar 
entraba  en  Tarifa  al  grito  de  «jV'iva  la 
Constitución  de  1812...!;»  pere  a  les  pocos 
días  los  realistas  sefocaron  la  rebelión. 

Esta  algarada  motivo  nuevos  rigores, 
que  concordaren  con  la  muy  justa  dispo- 
sición  de  1."  del  mismo  agosto  de  1824 
«prohibiendo  las  sociedades  secretas,  y 
»aplicando  la  amnistia  únicamente  à  los 
»individuos  fracmasenes  ó  comuneros 
»que  se  prestasen  espontAneamente  a 
»solicitarla  de  las  autoridades,  con  tal  de 
»seiialar  la  lògia  ó  sociedad  a  que 
xhubiesen  pertenecide,  3'  de  entregar  sus 
»diplonias,  insignias  y  papeles»  (4). 

Però  inclinado  el  Rey  nuevamente  a  la 


(0  D.Víctor  Gcbhardt.  Ilislorij  Cciicul  Jv 
Espaiia.  Barcelona.  Tomo  \'l,  pàf;'.  7^9. 

(j)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit.,  tomo  \'l.  pàgi- 
na -;ói. 

(  !)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \'l.  pàgi- 
na 7(j?. 

(4)  Sr.  GeHIiardt.  Ohin  cit..  tumo  \'\.  pàgi- 
na 705. 


LIERO    TrRCERO.  —  CAPITL'LO    PRIMF.RO 


moderación  y  rodeado  de  un  ministerio 
de  realistas  templados,  presidenta  Zea 
Bermúdez,  adopto  nuevamente  medidas 
detemplanza;  lo  que  excitando  el  encono 
de  los  realistas  intransigentes,  produjo 
el  alzamiento  del  general  Jorge  Bessières 
en  16  de  agosto  de  1825  en  Castilla  la 
Nueva;  la  que  termino  antes  que  el 
mes  con  el  fusilamiento  de  Bessières  (1). 
«Muchos  prelados  invitades  por  el  minis- 
>  terio,  y  deseosos  de  contradecir  lo  que  se 
»propalaba  acerca  de  su  participación  en 
»la  frustrada  conjura,  escribieron  pasto- 
»rales  predicando  el  olvido  de  lo  pasado 
»y  la  unión  de  los  espanoles*  (2).  V  copio 
estàs  palabras  para  que  se  vea  de  cuàn 
antiguo  data  la  calumnia  propalada  por 
los  historiadores  liberales,  quienes  en  los 
levantamientos  ultrarrealistas  de  estos 
anos  no  se  hartan  de  topar  por  todos 
lados  con  la  mano  oculta  del  clero. 

En  febrero  de  1826  los  liberales,  repre- 
sentades por  los  emigrados  Don  Antonio 
y  Don  Juan  Fernandez  Bazàn,  intentan 
un  levantamiento  en  Alicante,  però  son 
sus  huestes  dispersadas  en  breve  por  los 
voluntarios  realistas,  y  los  dos  hermanos 
ajusticiados  (3). 

El  ejemplo  de  Portugal,  donde  en  1826 
se  estableció  el  gobierno  constitucional, 
y  las  vivas  instancias  que  para  el  mismo 
cambio  hacía  al  de  Espana  el  Rey  de 
Francia,  infundió  en  el  animo  de  los 
realistas  intransigentes  de  aquí  el  temor 
de  ver  restablecida  la  Constitución,  y  así 
por  esto,  y  por  otros  motives  de  des- 
contento,  tramaron  una  sublevación.  Sus 
jefes  «decían  à  sus  huestes...  que  los  au- 
»xiliaban  el  clero  y  la  corte,  que  el  mo- 
»narca  ne  gozaba  deia  libertad  necesaria 
»para  gobernar   el  reino,   y   que    había 


(i)  Sr.  Gebhardt.  Ohra  cit..  tomo  \'\.  pàgi- 
nas  769  y  770. 

(2)  Sr.  Gebhardt.  Ohra  cit..  tom..  \'\.  pàgi- 
na 771. 

(3)  Sr.  Gobhardt.  Obra  cit..  tomo  \'\.  pàgi- 
na 775. — D.  .Modcsto  Lafuente.  Historia  General 
de  Esf>aiia.  narccimia.  rS(jo.  Tomo  XIX.  pàgi- 
na 185. 


«expedido  ordenes  secretas  é  instruccio- 
»nes  reservadas  autorizando  el  alzamien- 
»to,  contra  lo  cual  protesto  el  obispo  de 
»Barcelona  en  una  pastoral  publicada  por 
»aquellos  dias,  diciendo  al  pueblo  que  no 
xcreyese  semejantes  ordenes  secretas... 
»Otres  obispos  publicaren  pastorales  en 
>.los  primeres  alberes  de  la  revuelta  pro- 
>'peniéndose  conjurar  la  termenta»  (4). 
Uno  de  los  jefes  de  los  sublevades,  Don 
Narciso  Abres,  en  su  manifiesto  de  22  de 
septiembre  de  1827  escribe:  «para  vindi- 
»carme...  de  la  calumnia  con  que  nos 
«acusan  todes  los  obispos  del  Principado 
»en  sus  respecti  vas  pastorales,  atribuyen- 
»de  nuestros  heroicos  hechos  à  ser  obra 
»de  sectàries  jacobines»  (5).  rCómo,  pues, 
tante  los  autores  liberales  achacan  la 
culpa  del  alzamiento  al  clero,  clero  que 
estaba  en  todo  sumise  a  sus  prelades? 
Efectivamente,  todos  les  Obispos  conde- 
nan  públicamente  en  cartas  pastorales  el 
alzamiento,  y  lo  censideran  digna  obra 
de  jacobines;  no  se  puede,  pues,  admitir 
que  el  clero,  entonces  muy  y  muy  sumise 
a  la  vez  de  sus  jefes,  centrariase  el  em- 
peno  de  estes,  y  que  o  se  sublevase  o 
atizase  el  alzamiento,  salvo  contadas 
individualidades  que  en  los  numeroses 
cuerpos  nunca  faltan.  Ya  en  el  articulo 
3.°  del  capitulo  III  del  libro  TI,  al  tratar 
del  monasterio  de  Ripoll,  mencioné  la 
noticia  que  les  historiadores  liberales  dan 
de  juntas  de  prelados  5'  abades  celebra- 
das  en  dicho  monasterio  para  promover 
el  alzamiento;  3"  también  allí,  después  de 
alegadas  varias  razones  para  negar  el 
heche,  copié  palabras  solemnes  y  públi- 
cas  del  Abad  de  Ripoll,  palabras  autori- 
zadas  per  el  Capitàn  General,  per  las 
cuales  niega  aquél  retundamente  tan 
calumniosa  aserción. 

Saperes,  uno  de  los  jefes  de  la  insu- 
rrección,  en  25  de  Agosto  de  1827  entro 


(4)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \'I.  pàgi- 
na 777. 

(í)  D.  \'icente  de  la  Fuente.  Historia  de  las 
sociedades  secretas.  Madrid,  i8j4.  Tomo  I.  pàgi- 
na Í4Í. 


AXTECEDK.NriíS     IIISTORICOS 


en  Manresa  al  grito  de  «jViva  la  Religión! 
iViva  Fernando  Vil!  iMueran  losnegros!» 
Saltaron  igualmente  chispazos  en  otras 
provincias.  El  Re3'  mismo  vino  a  Cataluna 
a  desautorizar  las  falsas  voces  y  reprimir 
el  levantamiento,  Uegando  a  Tarragona 
el  28  de  septiembre.  Dió  una  proclama 
llamando  a  la  paz  a  los  alzados,  y  estos, 
exceptuados  mu3'  pocos,  depusieron  las 
armas.  El  Gobierno,  sin  embargo,  íusiló 
al  Teniente  Coronel  D.  Juan  Rafi  Vidal 
y  a  algunos  otros,  a  pesar  de  haber  aquel 
depuesto  las  armas  (1). 

Una  de  las  personas  que  figuraron  en 
la  dirección  de  este  levantamiento  fué  la 
sefiora  Dona  Josefina  Comerford,  y  lo 
recuerdo  para  notar  que  Don  Modesto 
Lafuente  escribe  que  el  confesor  de  esta 
^senora  era  el  Trapense,  como  si  los  legos, 
que  al  fin  el  Trapense  no  pasaba  de  lego, 
gozasen  de  autoridad  para  administrar 
sacramentos.  Así  escribe  Lafuente  al 
tratar  de  ciertas  cosas  (2). 

El  Conde  de  Espafia  quedo  de  Capitàn 
General  de  Cataluna,  tomando  posesión 
de  este  elevado  cargo  el  28  de  noviembre 
de  1827  (3);  quien  volvió  sus  rigores  con- 
tra los  revolucionaries.  Estos  le  acusan 
acremente  de  cruel  y  tiranico.  No  pode- 
mos  juzgarle  por  las  muy  apasionadas 
palabras  de  ellos,  bien  que  todo  el  mmndo 
le  atribuye  extravagancias  de  caràcter. 
Una  de  las  acriminaciones  mas  fuertes 
que  le  dirigen  son  los  ajusticiamientos 
de  varios  acusados  de  conspiradores.  He 
aquí  lo  que  de  esto  escribe  el  sesudo 
Padre  Jaime  Roig,  lector  carmelita,  en 
un  opúsculo  inédito:  *E1  Conde  de  Es- 
»pana  reorganizó  y  armo  de  nuevo  los 
»cuerpos  de  voluntarios  realistas,  desar- 
«mados  el  afto  anterior,  y  durante  el  mes 
»de  octubre  descubrió  en  Barcelona  una 
«tremenda  conspiracion  revolucionaria  de 


(i)  Sr.  Geliliai-dt.  Obra  cit.,  tnmn  \'l.  pàiíi- 
na  780. 

(j)  D.  .M.idoto  Lafuente.  Obra  cil.,  t..mo  XIX, 
pàfí.  JO,). 

(?)  D.  Alndcsl..  Lafuente.  Ohra  cil..  tom.i  XIX. 
pàfi'.  :o^. 


»cuyas  resultas  fueron  fusilados  13  indi- 
widuos  de  todas  categorías  comprome- 
>;tidos  en  ella  el  19  de  noviembre  (1828), 
>41  en  febrero  del  afio  siguiente  (1829) 
»y  9  en  junio  del  mismo  afio.  Todos  ó 
>  fueron  ó  confesos  ó  convictes  del  delito 
»por  el  cual  murieron,  y  yo  puedo  afla- 
»dir  sobre  el  particular  lo  que  uno  de  ellos 
«estando  en  capilla  dijo  a  los  Padres  que 
>'fueron  a  auxiliaries:  '<iAh,  Padres,  a 
»estas  horas  no  estarían  VV.  vivos  si 
>ínosotros  hubiéramos  salido  con  la  nues- 
*tra!»  (4) 

El  mismo  dia  de  la  toma  de  posesión 
del  mando  del  Conde  de  Espafia  las  tro- 
pas  francesas  evacuaron  a  Barcelona. 

Imperando  en  los  tiempos  posteriores 
la  paz,  las  costumbres  se  suavizaban,  mi- 
tigabanse  paulatinamente  los  odiós,  y  los 
emigrades  liberales  iban  peco  a  peco  re- 
gresando,  teleràndolo  el  Gobierno  (5). 

La  piadosa  Reina  Amàlia  falleció  en 
17  de  mayo  de  1829,  y  su  viudo  real  en 
diciembre  del  mismo  afio  caso  con  su 
sobrina  pròpia  D.'"'  Maria  Cristina  de  Bor- 
bón  (6).  Y  aquí,  aunque  sea  descendiendo 
al  terreno  familiar,  no  quiero  omitir  una 
escena  que  explica  toda  la  significación 
de  las  personas  y  de  los  hechos  del  tiempo. 
Un  entonces  nino  al  que  traté  viejo,  de 
nombre  Jaime  Torallas,  me  conté  que  el 
viajede  Cristina  para  Madrid  se  hizo  por 
Barcelona.  Que  él,  contra  los  deseos  de  su 
padre,  acudió  a  la  Plaza  de  Palacio  para 
ver  la  entrada  de  Cristina,  donde  las  po- 
tentes  oleadas  de  la  multitud  le  arrastra- 
ban  de  uno  a  otro  lado.  Una  de  éstas  le 
llevo  al  centro  de  la  plaza,  donde  se 
ballaren  en  direcciones  opuestas  una  pa- 
reja  de  mercedarios  y  una  de  capuchinos. 
Uno  de  los  primeres  pregunto  a  otro  de 
los  segundos:  «^Qué  diremos  de  este?»  El 
capuchino  contesto:  «jAy,  pobre  Espa- 
»na!»  Otra  oleada  tiro  a  Torallas  junto 

(-1)     Fui.   ;i  vueltü  del  dichii  iipúsculii. 

(;)  Sr.  C'ieHhardt.  Obra  cil..  tomo  \'l.  pà,u:i- 
na  7S1. 

(11)  D.  iModesto  Lafuente.  Cibra  eit..  tomo  XLT. 
pà^ï.  2-'!. 


LIBRO    TF.RCERO. —  CAPITULO    PRIMERO 


a  la  Lonja,  y  allí  un  Caballero  pregunto  I 
lo  mismo  a  otro  Caballero,  quien  contesto: 
«Bien,  bien.  Esta  senora  es  de  los  nues- 
»tros.»  Llegado  Torallas  a  su  casa,  y 
recibida  la  reprimenda  paterna  natural, 
explico  a  su  padre,  pobre  proletario,  lo 
oído.  Este  le  contesto:  «Mira,  hijo,  tú  ve- 
ras  cosas  gordas»  (1). 

Los  liberales  expatriados,  apoyados 
por  el  nuevo  Rey  de  Francia  Luis  Felipe 
de  Orleans,  rey  constitucional,  en  octubre 
de  1830  intentaron  sublevar  a  Espaiïa, 
introduciéndose  armados,  unos  por  Nava- 
rra, tales  como  X'^aldés,  Mina,  López  Ba- 
ncs; otros  por  Cataluna,  como  Milans  hijo 
3'  Brunet.  Por  Gibraltar  Torrijos  y  Pala- 
rea,  comuneros,  y  Manzanares  penetra- 
ren en  Andalucía;  però  estos  y  aquéllos 
fueron  rechazados  por  las  tropas  leales,  y 
tuvieron  que  cruzar  apresuradamente  las 
fronteras  (2).  En  esta  ocasión  fué  preci- 
samente  el  General  D.  Manuel  Llauder 
quien,  recientemente  nombrado  Virrey  de 
Navarra,  persiguió  y  derroto  al  grupo 
principal  de  rebeldes  liberales.  Por  su 
victorià  el  Rey  le  concedió  una  cruz  pen- 
sionada  y  le  mandó  presentes  (3). 

Que  esta  sèrie  de  invasiones  revolucio- 
narias,  y  conatos  de  subversión  del  orden 
en  sentido  liberal,  procediesen  en  gran 
parte,  o  quiza  en  todo,  de  las  sociedades 
secretas,  nadie  de  sana  mente  lo  duda- 
rà  (4);  las  cuales  sociedades  ademàs  pro- 
curaban  ahincadamente  ganar  de  nuevo 
al  ejército,  y  en  parte  no  despreciable  lo 
habian  alcanzado  (5).  Los  voluntarios  rea- 
listas  principalmente  eran  los  que  casi 
en  todas  partes  decididamente  cerraban 
con  los  levantados  y  los  aniquilaban. 


(i)  .Me  lo  conto  el  niismd  Torallas  en  Barcelo- 
na a  8  de  Diciembre  de  i8Só. 

(2)  D.  .Modesto  Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XIX, 
pdgs.  256  y  sigs.  —  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit.,  to- 
mo VI,  pàg.  784. 

(3)  Relación  de  la  hija  de  Llauder  D.°  Con- 
cepción.  Barcelona  5  de  junio  de  1891. 

(4)  D.  \'icente  de  la  Fuente.  Obra  cit..  tomo  1. 
pàg.  371. 

(5)  D.  \'icente  de  la  Fuente.  Obra  cit..  tomo  I, 
pags.  373  y  otras. 


La  nueva  Reina  en  10  de  octubre  de 
1830  dió  a  luz  una  nina,  a  la  que  se  pusie- 
ron  los  nombres  de  Maria  Isabel  Luisa  (6): 
y  desde  este  momento  se  vió  que  a  la 
cuestión  de  principies  entre  realistas  y 
liberales  vendria  a  juntarse  la  dinàstica, 
representades  aquéllos  por  el  hermano 
del  Rey  y  estos  por  la  hija. 

Torrijos,  al  principiar  de  1831,  intento 
un  nuevo  alzamiento  liberal  cerca  de 
Algeciras,  però  prontamente  quedo  de- 
rrotado  (7).  Mas,  no  por  este  ni  demas 
fracasos  aleccionado;,  repitió  el  conato  de 
levantamiento  en  l.°  de  diciembre  de  1831, 
el  cual  le  costo  morir  f  usilado  él  y  cin- 
cuenta  y  dos  companeros  cerca  de  Mà- 
laga a  los  pocos  días  de  haber  alzado  su 
pendón  (8). 

En  el  segundo  parto  la  Reina,  en  30  de_ 
enero  de  1832,  dió  a  luz  otra  nina,  a  la 
que  se  impuso  los  nombres  de  Maria  Lui- 
sa Fernanda  (9);  y  así  la  circunstancia  del 
sexo  hizo  que  no  cambiara  de  aspecto  la 
cuestión  dinàstica. 

Por  gravísimos  sucesos,  cuya  narra- 
ción  no  cabé  en  este  libro,  en  1.°  de  octu- 
bre fué  destituído  el  ministerio  del  rea- 
lista acentuado  Sr.  Calomarde,  y  entro  en 
su  lugar  Don  Francisco  Zea  Bermúdez. 
«Desde  este  momento  toma  el  gobierno 
»una  dirección  esencialmente  distinta...; 
»la  cuestión  dinàstica  vino  a  precipitar 
»el  desenlace  de  la  cuestión  política,  y 
»por  una  transición  tan  ràpida  como  ines- 
»perada,  el  espiritu  liberal,  poco  antes 
»mirado  como  una  fuerza  terrible  que 
«amenazaba  el  trono...  era  ahora  por  el 
»imperio  de  las  cosas  considerado  como 
»el  principal  sostén  de  ese  mismo  trono.» 


(6)  D.  .Modesto  Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XIX. 
pàg.  240. 

(7)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit.,  tomo  VI.  pàgi- 
na 786.  —  D.  Mo-^esto  Lafuente.  Obra  cit.,  to- 
mo XIX.  pàg.  243. 

(8)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  VI.  pàgi- 
na 787.  —  D.  Modesto  Lafuente.  Obra  cit..  to- 
mo XIX,  pàg.  248. 

(o)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  ^'I.  pàgi- 
na 788. 


ANTECEDEN'TÜS     II  tSTURir.OS 


Por  razón  de  enfermedad  autorizó  Fer- 
nando VII  a  su  mujer  para  el  despacho 
de  los  negocios;  y  el  primer  decreto  de 
Cristina  fué  un  indulto  general,  dado  en 
7  de  octubre  de  1832,  a  todos  los  presos 
capaces  de  tal  gràcia  (1),  y  uno  de  los 
próximos  sig'uientes  el  famoso  de  amnis- 
tia de  15  del  mismo  mes,  el  cual  abrió  las 
puertas  de  Espafia  a  los  liberales  expa- 
triados  (2). 

Los  espanoles  enemigos  de  la  revolu- 
ción  comprendieron  al  momento  la  signi- 
fícación  y  consecuencias  de  esta  medida; 
y  recuerdo  que  uno  de  los  religiosos,  a 
los  cuales  estos  emigrades  y  sus  compa- 
neros  después  en  1835  arrojaron  de  sus 
claustres,  me  dijo:  «Luego  que  leímos  la 
>)amnistía  nos  vimos  perdidos.» 

En  la  Capitania  General  de  Catalufia 
al  Conde  de  Espafia  sustituye  en  11  de 
diciembre  de  1832  D.  Manuel  Llauder  y 
Cami'n,  3^  en  otros  mandos,  poco  antes, 
otros  militares  (3).  El  entusiasmo  con 
que  Llauder  fué  recibido  en  Barcelo- 
na rayó  en  lo  indescriptible,  según  lo 
tengo  de  mil  bocas  de  la  generación  de 
mis  padres;  a  lo  que  contribuyeron  sin 
duda  dos  causas,  el  odio  contra  su  ante- 
cesor  y  el  cambio  de  política  que  los  libe- 
rales sin  duda  presagiaban  con  el  nuevo 
nombrado. 

Sin  embargo,  Zea  Bermúdez,  el  minis- 
tro,  si  por  un  lado  se  apartaba  del  siste- 
ma intransigente  de  Calomarde,  por  otro 
no  participaba  de  ideas  liberales,  y  así 
veia  con  sobresalto  tanto  los  chispazos  de 
insurrección  que  procedentes  del  campo 
realista  saltaban  en  distintos  puntos  del 
reino,  como  la  exaltación  y  radicalismo 
liberal  de  los  emigrades  que  regresaban. 
Para  calmar  ambos  extremes  aseguró  en 
un  manifieste  de  3  de  diciembre  que  no 
cambiaría  la  ferma  de  gobierno,  y  por  otro 


(1)  Sr.  ("lelihardt.  (H-ira  cit..  tomd  \'\.  pà.iri- 
na  701. 

(j)  Sr.  Cichliardl.  Ubra  cit.,  lomo  \'l.  p;í,!íi- 
na  79J. 

(3)  D.  Modestn  Lafuciítc.  ühracil..  tomoXIX. 
piigs.  262  y  270. 


lado,  que  emprendería  refermas  adminis- 
trativas.  Pretendió  Zea  separar  la  cues- 
tión  política  de  la  dinàstica  de  Cristina 
y  de  su  hija  haciendo  de  ellas  reinas  cató- 
licas  y  absolutas,  però  con  refermas  que 
a  su  ver  pedían  satisfacer  a  les  liberales. 
Vane  empeno,  que  ni  complació  a  los  rea- 
listas  ni  a  los  constitucionales. 

El  4  de  enero  de  1833  Fernando  VII, 
para  quitar  pretextes  a  los  realistas, 
reasumía  el  manejo  del  gobierno,  però 
permitiende  a  su  esposa  la  asistencia  al 
despacho  (4).  Las  aficiones  de  la  Reina 
hacia  el  sistema  liberal,  y  las  circunstan- 
cias  de  las  cosas,  llevaren  a  los  liberales 
a  agruparse  al  rededor  de  ella,  mientras 
les  realistas  preparaban  sus  pendones 
para  alzarlos  en  honor  del  infante  don 
Carles.  Zea  relego  a  éste  a  Portugal;  y 
en  20  de  junie  Isabel  fué  jurada  Princesa 
de  Asturias  per  los  representantes  de  la 
nación  (5).  Tales  medidas  irritaren  a  los 
realistas,  los  que  ahincadamente  traba- 
jaron  y  prepararen  el  alzamiento.  Les 
des  campes  ardían  en  pasión  cuando  so- 
brevine  en  29  de  septiembre  del  mismo 
afio  de  1833  la  ràpida  muerte  de  Fernando 
VII  (6).  Quedaban  como  sucesorcs  a  la 
corona,  e  la  hija  del  Rey,  D.''  Maria  Isa- 
bel, e  el  hermane  de  él  D.  Carles.  Aquella 
apeyaba  su  dereche  en  su  caràcter  de 
hija,  alegando  contra  la  exclusión  de  las 
hembras  dimanada  de  la  ley  salica  de 
Felipe  V,  que  su  padre  en  días  recientes 
la  habia  derogado.  D.  Carles  fundaba  el 
suyo  en  que,  nacido  durante  el  imperio 
de  dicha  ley  y  antes  de  esta  deregación, 
al  nacer  había  adquirido  dereches  que 
actes  pesterieres,  a  no  dar  fuerza  retro- 
activa a  las  leyes,  ne  pedian  quitarle.  En 
el  íondo  el  pleito  dinilstico  carecía  de  la 


(1)  Sr.  Gehhardt.  Ohra  cit.,  l•imci  \'l,  pà.ui- 
705. — D.  Modesto  Lalucnle.  Obra  cit..  lonm  \l.\. 
pàg.  -•75. 

{5)  Sr.  Gebhardl.  Obra  cit..  lomn  \'l.  pàgi- 
na 707-  —  D.  .Modesto  Lafuente.  Obra  cit.,  to- 
mo Xi.X,  p:ig.  279. 

(ii)  D.  Modesto  Laluenlc.  Ohra  cit..  tomo  XI.X. 
\  P-ig-  -'So. 


LlIiUO     1  EUCEUO. CAPITL  I.( 


primera  importància,  y  la  contienda  fun- 
damental  vertía  entre  el  liberalisme  y  sus 
contrarios.  De  aquí  que  la  guerra  hija  de 
tales  desacuerdos  revistiera  a  la  vez  el 
caràcter  de  guerra  de  sucesión  y  de  prin- 
cipios  sociales  y  político-religiosos. 

Empenóse  el  ministro  Zea  Bermúdez 
en  afianzar  para  Isabel  el  trono  de  Espa- 
fia,  y  a  este  fin  efectuo  dos  actos  que 
pusieron  a  Isabel  y  Cristina  en  la  posesión 
de  la  corona,  y  a  Don  Carlos  en  la  nece- 
sidad  de  conquistaria.  «El  mismo  dia  de 
»la  muerte  del  monarca  cito  Zea  A  su 
>despacho  a  las  autoridades  de  Madrid  y 
Ȉ  otros  personajes,  y  reunidos  los  llevo 
»à  la  càniara  en  donde  lloraba  desolada 
»la  reina  viuda.  Supremo  era  el  momento, 
»y  aprovechando  el  ministro  la  dolorosa 

>  impresión  que  había  de  producir  en  el 
»corazón  de  aquellos  hombres  la  presen- 
»cia  de  la  jóven  viuda  del  rey,  hija  de 
»reyes,  .hermosa  en  medio  de  su  dolor  y 
»de  sus  làgrimas,  rodeada  de  sus  inocen- 
»tes  hijas,  huérfanas  en  la  cuna,  les  pre- 

>  guntó  en  nombre  de  Dona  Maria  Cristina 
y-si  podia  contar  con  su  lealtad  y  la  de  la 
»g"uarnición  para  mantener  el  orden  y 
»cumplir  lo  mandado  por  el  rey  como 
»leales  militares  y  buenos  espanoles.  Sin 
»vacilar  protestaron  todos  de  su  adhe- 
»sión  en  favor  de  la  reina,  tirmando  una 
»manifestación  que  garantia  su  compro- 
»miso...»  (1). 

El  segundo  acto  consistió  en  el  mani- 
fiesto,  que  firmo  Cristina  en  4  de  octubre, 
entre  cu\'as  palabras  se  leía:  «La  Reli- 
»gión  3'  la  Monarquia,  primer  os  elementos 
»de  vida  para  Espaiïa,  seran  respetadas, 
»protegidas  3'  mantenidas  por  mi  en  todo 
»su  vigor  y  pureza...»  (2). 

Estos  habiles  procederes  no  fueron, 
sin  embargo,  parte  para  impedir  que  la 
mu3•  cargada  mina  dejase  de  explotar;  y 


(i)  Si-.  Gebhardl.  Obra  clt..  tomn  \'ll.  pàjíi- 
na  2.  —  Conlinuadores  del  libro  de  D.  Modesto 
Lafuente.  Obra  cit.,  lomo  XX.  pújí.  J. 

(.;)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \'I1.  pàgi- 
na 2.  —  Continuadores  del  libro  de  D.  Modesto 
Lafuente.  (Jbra  cit..  tomo  XX.  pàg.  í. 


en  los  mismos  primeros  días  de  octubre 
aparecieron  partidas  de  carlistasen  todos 
los  lados  de  Espaiïa,  menos  solo  en  Ex- 
tremadura y^  Andalucia.  A  pesar  del 
muy  ràpido  vencimiento  de  los  alzados  3' 
del  fusilamiento  de  los  mas  de  sus  jefes, 
el  levantamiento  debia  seguir  y  aumentar 
prodigiosamente. 

El  Gobierno,  entre  otras  disposiciones, 
amplio  la  amnistia  para  los  diputados 
mas  comprometidos  en  la  última  època 
constitucional  (3),  y  en  25  del  mismo  octu- 
bre efectuóse  en  Madrid  la  proclamación 
como  reina  de  Dona  Isabel  (4).  Ya  en 
estos  tiempos  el  ministerio  Zea  nombró 
una  junta  encai^gada  de  preparar  un  pro- 
yecto  de  reforma  del  clero  (5). 

En  las  Provincias  Vascongadas  el 
alzamiento  carlista  continuaba  en  pie,  y 
cada  dia  cobraba  mayores  creces,  dirigido 
por  el  superior  talento  organizador  3' 
militar  del  Coronel  Don  Tomàs  Zumala- 
càrregui,  navarro,  nombrado  General  en 
Jefe  de  los  carlistas  del  Norte.  En  20  de 
diciembre  del  mismo  aflo  de  1833  Zutnala- 
càrregui,  al  frente  de  6.000  hombres,  or- 
ganizados  ya  y  reglados,  presento  por 
vez  primera  formal  batalla  al  ejército 
liberal,  al  cual  al  Un  de  la  ruda  jornada 
tuvo  que  ceder  el  campo  por  falta  de 
municiones  (ò). 

«En  las  regiones  de  la  política  sostenia 
»el  gobierno  de  Madrid  la  misma  lucha 
»encendida  en  los  campos  de  Navarra. 
»No  satisfecho  el  partido  liberal,  tan  pu- 
»jante  ya  en  la  corte,  con  el  desarme  de 
»los  voluntàries  realistas  decretado  à  úl- 
xtimos  de  octubre,  ni  con  la  nueva  división 
xcivil  del  territorio  espanol  en  cuarenta 
»v  nueve  provincias...,  quería  soltar  como 
xantes  el  carro  de  la  revolución,  y  cono- 


(;)  Continuadores  del  libro  de  D.  Modesto 
Lafuente.  Obra  rit..  tomo  XX,  pàg.  12. 

(.))  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \'II.  pàgi- 
na í. 

(5)  Continuadores  del  libro  de  D.  .Modesto 
Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XX.  pàg.  13. 

(6)  Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \  II.  pàgi- 
nas  7  V  S. 


ANTECEDEN  TES    IIISTORICOS 


»cíase  palpablemente  la  imposibilidad  de 
»llevar  a  cabo  la  obra  que  propusiera  el 
»autor  del  manifiesto  de  4  de  octubre» 
(Zea  Bennúdcs).  «Renacieron  las  so- 
«ciedades  secretas»  (inejor,  aumcnídroii- 
se  las  socicdades  secretas),  «formóse 
»una  nueva  denominada  la  Isabelina,  y 
»todas  declararon  la  guerra  al  gabinete, 
«especialmente  a  los  ministros  Zea  y 
>/Cruz»  (1).  Ensena  la  experiència  que 
quien  abre,  aunque  solo  un  poco,  la  puer- 
ta  a  la  revolución  es  arrollado  por  ella. 

Entonces  el  Marqués  de  Miraflores  en 
noviembre  pidió  resueltamente  a  la  Reina 
gobernadora  la  reunión  de  Cortes  (2). 
«El  General  Don  Luis  Fernandez  de 
»Córdoba,  cuyo  acceso  a  la  camara  real 
»era  diario,  lo  empleaba  en  minar  la  pri- 
»vanza  de  Zea»  (3).  El  Capitan  General 
de  Catalufía  Don  Manuel  Llauder,  «hom- 
»bre  de  sefialados  antecedentes  realis- 
»tas...  había  cambiado  de  actitud  desde 
»que  tuvo  principio  el  nuevo  reinado.  El 
«incremento  que  bajo  las  ordenes  de 
»aquel  general  tomaron  los  voluntarios 
«alistados  en  Catalufía  al  servicio  de  la 
»reina,  el  favor  con  que  acogió  y  trataba 
»a  los  amnistiados  que  en  gran  número 
■)fijaban  su  residència  en  Barcelona,  le 
»habían  valido  gran  popularidad»  (entre 
los  rcvolucioiiarios)  «en  las  provincias 
»del  antiguo  Principado,  y  fuese  que  su 
»adhesión  a  la  causa  de  la  sucesión  direc- 
»ta,  ó  su  propio  convencimiento,  hubiesen 
»modiíicado  sus  opiniones,  resolvióse 
»Llauder  à  dar  un  paso  tan  atrevido,  que 
»sólo  podia  tener  cabida  en  circunstan- 
»cias  de  Índole  revolucionaria.  El  Capitan 
«General  de  Catalana  dirigió  à  la  reina 
»una  exposición  en  la  que  abordando  re- 
»sueltamente  el  terreno  de  la  política, 
>  atacaba  en  brecha  el  sistema  del  minis- 
»terio,  y  proponia  medidas  directamente 


(i)  Si-.  (  iL-hliaiclt.  (,>bi-a  cit.,  loiim  \'ll.  pii-i- 
na  S. 

(j)  Sr.  C.cMiarck.  Ohra  ell..  Umio  Vil,  pà-i- 
na  8. 

(?)  Conlinuadorcs  del  libro  de  D.  M^dc^tn 
Lafuente.  Obra  cil.,  tomo  XX.  púg.  ji. 


«encaminadas  à  un  cambio  de  insiitucio- 
»nes,  toda  vez  que  aconsejaba  la  inme- 
»diata  convocación  de  las  antiguas  cortès 
»del  reino»  (4).  Esta  exposición  fué  sus- 
crita  por  Llauder  en  25  de  diciembre  de 
1833(5).  El  ministerio  de  aquel  gobierno 
isabelino  absoluto  quedaba  en  una  situa- 
ción  muy  gra  ve,  la  que  llego  adesespera- 
«da  al  recibirse  à  los  muy  pocos  dias  otra 
«exposición,  no  menos  apremiante,  en  la 
»que  Don  Jenaro  Quesada,  Capitan  gene- 
»ral  de  Castilla  la  Vieja,  reproducía  en 
«forma  casi  idèntica  los  mismos  razona- 
»mientos  empleades  por  Llauder  para 
«provocar  la  caída  del  ministerio  y  la 
»adopción  de  un  nuevo  sistema  de  go- 
»bierno»  (6),  es  decir,  del  constitucional. 
Los  osados  exponentes  lograron  su 
empeno,  y  al  golpe  de  sus  exposiciones 
cayó  Zea  y  su  sistema,  y  entro  en  15 
de  enero  de  1834  el  Sr.  Martínez  de  la 
Rosa,  con  su  liberalismo  templado  o  mo- 
derado.  El  nuevo  gabinete  «amplio  la 
»amnistía  comprendiendo  a  todos  los 
»exceptuados  por  decretes  anteriores, 
»mandó  devolver  à  los  ex-diputados  los 
»bienes  que  se  les  secuestraron...  (7),  y 
xcon  gran  contento  del  bando  exaltado 
»expidió  diferentes  decretos  revelando  su 
^escaso  afecto  por  el  clero  y  la  descon- 
»fianza  que  hacia  el  mismo  experimenta- 
»ba.  A  varias  disposiciones  dictadas  con- 
»tra  los  conventos  de  donde  marchaban 
»frailes  a  las  filas  carlistas,  agregóse 
»la  prohibición  de  proveer  prebendas  y 
«beneficiós  eclesiasticos,  excepto  los  que 
«Uevaban  cura  de  almas,  aplicando  los 
»frutos  de  las  vacantes  a  la  extinción  de 
»la  deuda  del  Estado»  (8). 

(-))  Conlinuadores  del  libro  de  D.  .Modcsio 
Lafuenlc.  Obra  cit.,  tomo  XX,  púj?.  21. 

(s)  D.  .Manuel  Llauder.  Memorias  doctimenLi- 
.y.ïs  del  toiientc  general  Don  Manuel  Llauder. 
Madrid,  1844,  pàg.  70. 

(6)  Continuadores  del  libro  de  D.  .Modeslo 
Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XX.  pdg.  22. 

(7)  La  Real  orden  mandando  la  devoluci'ui  se 
halla  en  el  Diario  de  Barcelona  de  ió  de  Marzo 
de  185^.  pàg.  Oio. 

(8)  D.  \'ictor  Giibhardt.  Obra  cit..  tomo  \'ll. 


10 


LIBUO    TERCKRO.  — CAPITULO    PRI.MERO 


He  aquí  una  Real  orden  referente  al 
clero,  dictada  a  los  doce  días  de  hallarse 
Martínez  en  el  poder,  o  sea  en  27  de 
enero  de  1834: 

«En  días  de  concòrdia,  de  quietud  y  de 
»sumisión  pacífica  a  las  autoridades  cons- 

>  tituidas,  juzgó  necesario  la  Magestad  del 
»Sr.  D.  Carlos  IV,  para  evitar  el  escàn- 
»dalo  de  varios  predicadores  circular,  la 
»Real  orden  de  16  de  marzo  de  1801,  que 
»es  otra  de  las  leyes  recopiladas,  por  la 
»que  se  sirvió  encargar  à  todos  los  prela- 
»dos  seculares  y  regulares  mandaran  A 
»sus  súbditos  que  no  abusasen  de  tan 
xsagrado  ministerio,  y  se  esmeraran  úni- 
xcamente  en  persuadir  y  ensenar  à  los 
»fieles  el  camino  de  la  virtud  y  el  de  des- 
xviarse  del  vicio;  previniendo  à  los  tribu- 
»nales  y  justicias  del  reino  que  zelaran 
»sobre  este  punto  con  la  mayor  exactitud 
»y  vigilància,  corrigiendo  y  conteniendo 
»unos  y  otros,  segun  sus  facultades, 
»cualquier  exceso  que  notasen  en  esta 
»materia,  dando  cuenta  de  todo  a  S.  M. 
»por  la  secretaria  de  Gracia  y  Justícia. 

»Hallt1ndonos  por  desgracia  en  tiempos 
»menos  tranquilos  y  próximos  al  santó 
ítiempo  de  cuaresma,  con  una  experien- 

>  eia  tan  lamentable  como  reciente  de  la 
«influencia  perniciosa  que  han  ejercido 
'■y  ejercen  algunos  eclesiàsticos  sobre  los 
xanimos  sencillos  y  dóciles;  solícita  siem- 
/•pre  la  bondad  de  S.  M.  la  Reina  Gober- 
»nadora  de  restituir  à  todos  los  espafioles 
»la  tranquilidad  de  que  tanto  necesitan, 
»y  con  el  fin  de  evitar  los  excesos  de  la 
«imprudència  ó  mala  fé  en  perjuicio  del 

>  orden  publico;  en  nombre  de  su  augusta 
>^Hija  la  Reina  nuestra  Senora  Dona 
>Jsabel  II  se  ha  servido  encargar  y  man- 
»dar,  que  los  prelados  del  clero  secular  y 
»regular,  sin  perder  de  vista  los  crímenes 
»de  alta  traicion  que  han  cometido  varios 
>eclesi^sticos  con  mengua  de  su  respeta- 
»ble  estado  y  desprecio  de  sus  primeros 


pàg.  9-  El  Real  decreto  prohihiendo  proveer 
beneficies  y  aplicando  al  Estado  las  rentas  de  las 
vacantes  es  de  9  de  .Marzo  de  1^54,  y  se  lee  en  el 
DIlIi-ío  ií  Barcclon.x  del  iS  de  id.,  pàg.  O25. 


>^deberes,  dicten  bajo  su  responsabilidad 
»las  providencias  miis  eficaces  para  que 
»ni  en  el  púlpito  ni  en  el  confesonario  se 
»extravíe  la  opinion  de  los  lieles  ni  se 
»enerve  el  sagrado  piecepto  de  la  obe- 
«diencia  y  cordial  sumision  al  gobierno 
»legitimo  de  S.  M.,  que  tan  encarecida- 
»mente  recomiendan  las  leyes  divinas  y 
»humanas;  y  que  acuerden  las  demíis 
»medidas  preventivas  que  les  sugiera  su 
»zelo  ilustrado  y  su  adhesion  sincera  a  la 
»noble  y  justa  causa  de  la  legitimidad, 
»con  el  laudable  é  importante  objeto  de 
»que  los  próximos  días  de  salud  propor- 
»cionen  a  la  Espana  lo  que  tanto  merece 
»y  ha  menester,  y  que  puede  y  debe  ser  en 
»gran  parte  obra  de  los  prelados  y  cola- 
»boradores  en  el  santó  ministerio  de  paz, 
«de  fraternidad  y  cordial  sumision  a  las 
»potestades  legitimas.  De  Real  orden  lo 
>digo  a  V.  E.  para  inteligencia  del  con- 
»sejo,  y  su  pronta  circulacion  A  los  pre- 
»lados  seculares  y  regulares,  y  à  los 
»tribunales  y  justicias  del  reino,  para 
»que  por  todas  las  autoridades  se  dispon- 
>:ga  lo  necesario  à  su  puntual  cumpli- 
»miento.  Dios  guarde  à  V.  E.  muchos 
»anos.  Madrid  27  de  enero  de  18?>4.  = 
»Nicolàs  Maria  Garelly»  (1). 

El  animo  y  lin  del  Gobierno  al  expedir 
la  Real  Orden  transcrita  dista  mucho  de 
hallarse  en  el  deseo  de  la  paz  de  la  na- 
ción,  ni  menos  en  el  del  decoro  del  clero, 
pues  muy  luego  insertaré  documentes 
oficiales  por  los  cuales  el  mismo  Gobierno 
premia  servicios  de  guerra  prestados  con 
las  armas  en  la  mano  a  favor  de  Isabel  II 
por  varios  eclesiàsticos;  de  donde  resulta 
que  esta  Real  Orden  procede  del  espiritu 
de  partido,  y  no  de  otro. 

Como  en  un  pueblo  de  Extremadura, 
llamado  Hornachos,  tres  f  railes  de  su  con- 
vento  francisco  se  uniesen  a  los  carlistas, 
el  Gobierno  Uevó  sus  quejas  al  Vicario 
General  de  la  orden,  y  aun  le  molesto 
con  otras  indicaciones,  cuyo  fundamento 
de  verdad  ignoro.  En  su  consecuencia  el 


(i)     Diario  de   Barcelona   del  ó   de  fcbrero  de 
185.^.  pàgs.  290  y  300. 


ANTECEDENTES     IIISTORICOS 


11 


General  escriba  la  siguiente  circular  a 
los  conventos: 

«M.  R.  P.  provincial  de  la  nuestra  de 
»S.  Miguel  infra  Tagum:  El  Espíritu  San- 
»to  asista  a  V.  P.  M.  R.  y  le  colme  de  sus 
»divinos  dones.  No  podemos  ponderar 
«bastantemente  la  amargura  que  a  cada 
»momento  ocupa  nuestro  corazon.  Es  en 
I  tal  grado  que  casi  podíamos  decir  con 
»el  Apòstol  que  tacdet  etíam  mihi  vivc- 
hrc  por  no  ver  ni  considerar  tantos  males. 
»En  efecto,  iqué  prelado  habrA  que  lleve 
»con  serenidad  y  en  paciència  las  noticias 
yque  le  da  y  con  que  le  reconviene  el  go- 
»bierno  de  que  sus  súbditos  se  extravian 
ípromoviendo  la  insubordinación  a  sus 
>órdenes  y  providencias  va  de  palabra 
»ya  con  el  ejemplo?  ;Es  posible  que  llegue 
>a  tanto  el  olvido  de  sus  deberes  y  la 
>fuerza  de  sus  pasiones  que  les  hagan 
'^atropellar,  no  solo  por  lo  que  S.  Pablo 
»nos  ensefla  y  manda  en  su  carta  a  los 
»de  Corinto,  sinó  tambien  a  desatender  y 
>^despreciar  el  bien  coniun  de  la  orden 
«y  el  propio  é  individual?  ';A  donde  esta 
>;la  prudència?  ;Si  pensaran  que  no  pasa 
>/de  consejo  lo  que  nos  dice  el  Apòstol  en 
»la  citada  carta?  iError  criminal!  Es  pre- 
»cepto  formal  significado  por  el  modo 
»imperativo  obedite  prcrposítis  vestris. 
»Nos  dice,  que  el  que  resiste  a  la  potestad 
»resiste  a  lo  que  Dios  manda;  que  debe- 
»mos  obedecerla  no  por  los  castigos  que 
»nos  dé,  sinó  porque  así  es  de  hacer  en 
»conciencia.  Ofendemos  pues  a  Dios  y 
»cometemos  un  delito  enorme  obrando 
>contra  lo  que  manda  nuestra  Reina  Go- 
»bernadora  y  su  gobierno.  Peca  igual- 
»mente  el  súbdito  en  desobedecer  A  su 
«prelado  contra  el  voto  de  obediència,  y 
fccontra  la  piedad  en  darle  disgustos  por- 
»tandose  del  modo  dicho,  y  falta  tambien 
»a  la  caridad  comun  y  particular.  Esta 
»es  la  doctrina  verdadera:  doctrina  que 
»debemos  seguir  especulativa  y  practica- 
»mente:  que  debemos  practicar  y  ensenar 
»en  publico  y  en  secreto;  y  si  faltamos  a 
»ella,  obrando  en  sentido  opuesto,  somos 
»reos  delante  de  Dios  y  de  los  hombres, 
»y  nos  hacemos  acreedores  à  que  la  po- 


»testad  sublime,  a  quien  Dios  en  vano  no 
»entregó  la  espada,  la  desenvaine  contra 
'-nosotros.  No  quiere  ni  desea  que  llegue 
>'este  caso  tan  opuesto  y  repugnante  a  su 
>jnatural  tierno,  piadoso  3'  amante  de  los 
'.religiosos.  Però  sí  nos  encarga  que  pro- 
>curemos  con  todo  el  lleno  de  nuestra 
»autoridad  contener  y  castigar  los  exce- 
»sos  de  nuestros  súbditos.  Ya  hemos  pre- 
«venido  en  la  que  se  circulo  con  fecha  de 
>'29  de  diciembre  estos  sus  justos  deseos, 
»y  mandando  al  efecto  lo  que  es  necesa- 
>'rio  que  se  observe  y  practique  con  los 
>.^delincuentes  y  reos  de  los  delitós  arriba 
»insinuados. 

»Ahora  anadimos,  y  por  esta  nuestra 
»carta  mandamos  à  VV.  PP.  RR.  que  man- 
»den  estrechamente  a  los  prelados  locales 
»que  si  advierten  disposiciones  en  algu- 
»nos  de  los  súbditos,  ó  por  su  genio, 
>'índole  y  caràcter  natural,  ó  por  el  trato 
>'que  tengan  con  personas,  ó  por  el  modo 
»de  expresarse  acerca  de  los  asuntos  po- 
»líticos,  aunque  sea  ligeramente,  si  en 
»fin  presumen  que  exortara  ó  aconsejarà 
»a  la  insubordinación  y  division,  que  les 
»den  aviso,  y  al  momento  le  removeràn 
»de  aquel  punto  à  otro  mas  remoto  de  las 
>fronteras  de  Portugal:  y  si  puede  ser, 
»en  desiertos  en  donde  no  tengan  comu- 
«nicacion  ni  roce  con  gente  seglar  A  quien 
xpuedan  seducir.  Esta  medida  es  tan  ne- 
>  cesària,  como  que  su  omision  nos  traera 
«incomodidades  extraordinarias,  igual  à 
»la  que  tuvimos  por  el  oficio  que  nos 
>>pasó  el  gobierno  en  30  de  enero  ultimo, 
»dandonos  parte  de  lo  acaecido  en  el 
)  con  vento  de  Hornachos,  en  donde  dos 
^religiosos  sacerdotes  y  un  lego  se  han 
>'manifestado  de  una  manera  pública, 
»animando  la  sedicion  y  levantamiento 
«contra  el  gobierno  de  S.  iM.  Este  y  otros 
»acontecimientos,  de  que  el  gobierno  tie 
>'ne  noticia,  dan  lugar  A  que  se  nos  rein 
»time  el  zelo  y  vigilància  para  contener 
>.los,  y  que  no  tengan  mas  ejemplares 
»La  misma  intimacion  hacemos  nos  a 
»VV.  PP.  RR.  bajo  la  responsabilidad 
>^de  las  penas  que  imponen  las  leyes  à  los 
Aomisos  en  una  matèria  tan  delicada. 


12 


TKKCICRO. 


»Damos  à  V.  P.  M.  R.  la  seràfica  ben- 
»dicion,  y  le  rogamos  nos  encomiende  à 
»Dios.  Este  Senor  guarde  la  vida  de 
»V,  P.  M.  R.  muchos  anos.  S.  Francisco 
»de  Madrid  4  de  febrero  de  1834. 

»Dé  V.  P.  M.  R.  siervo  en  el  Senor. = 
»El  ministro  general»  (1). 

Todo  lector  medianamente  avisado  ha- 
brà  notado  en  el  anterior  documento  que 
el  Padre  General,  siempre  que  menciona 
los  hechos  punibles  de  los  frailes,  anade 
que  la  noticia  de  ellos  procede  del  Go- 
biern.o.  No  los  sabé  de  ciència  pròpia,  ni 
por  los  superiores  intermedios  de  su  or- 
den,  sinó  que  escnbe  la  circular  por  em- 
peiïo  del  Gobierno.  De  aquí  deduzco  lo 
muy  dudosa  que  a  todo  imparcial  se  pre- 
senta la  noticia  de  tales  excesos,  salvo  el 
caso  de  Hornachos. 

Notarà  igualmente  el  menos  listo  la 
completa  sinceridad  y  la  extraordinària 
energia  de  las  palabras  del  General  fran- 
cisco, quien  no  manda  por  pura  forma, 
y  solo  para  en  lo  exterior  contentar  al 
Gobierno;  sinó  con  pleno  convencimiento 
y  decidido  empefio  de  que  se  satisfagan 
los  deseos  del  mismo  Gobierno.  ïQué  mas 
pueden  los  cristinos  pedir  de  dicho  Ge- 
neral? rPor  qué  razón  luego  asesinarles 
vilmente  y  sin  motivo  ni  aun  pretexto? 
Y  efectivamente,  esta  orden  del  superior 
fué  fielmente  observada  por  la  totalidad 
casi  absoluta  de  los  franciscos. 

Intimamente  ligada  con  esta  circular 
viene  la  siguiente  Real  Orden: 

«Colocado  el  Gobierno  de  S.  M.  la  Rei- 
»na  Gobernadora  en  una  actitud  rigorosa, 
>>y  dispuesto  a  reprimir  eficazmente  todos 
»los  excesos  que  en  cualquier  sentido 
>:'puedan  alterar  la  tranquilidad  pública 
»en  las  medidas  que  dicto,  a  consecuen- 
»cia  de  partes  recibidos  sobre  las  suges- 
»tiones  que  emplearon  tres  religiosos 
»franciscos  del  convento  de  la  villa  de 
»Hornachos  para  agitar  los  Animós  de 
«algunos  labradores  sencillos,  fué  la  de 
»manifestar  este  desagradable  suceso  al 


(i)     Diario  de  Barcelona  àeX  1-5   de  lebrero   de 
1834,  pàgs.  3S&'  y  3Í9. 


»M.  R.  P.  vicario  general  de  la  orden, 
xinculcandole  de  nuevo  la  imperiosa  y 
»urgente  necesidad  de  desplegar  la  pleni- 
>^tud  de  su  autoridad  monàstica,  no  solo 
»para  el  castigo  de  los  escesos  en  que 
«incurriese  la  imprudència  ó  mala  fé  de 
>ilos  religiosos  que  degradan  hasta  el 
«vilipendio  el  honor  de  su  instituto,  sinó 
»para  prevenir  la  repeticion  de  tan  abo- 
»minables  escandalós;  empleando  para 
»su  remedio  los  muchos  y  muy  eficaces 
>M•ecursos  que  tienen  los  prelados  en  su 
»mano  cuando  se  hallan  animados  del 
«ardiente  y  sincero  deseo  de  recoger  el 
»dulce  fruto  de  la  paz.  Este  prelado  de 
>.quien  S.  M.  tiene  recibidas  pruebas  de 
»fidelidad,  al  expresar  su  profundo  senti- 
»miento  por  los  extravies  de  algunos  de 
»sus  súbditos,  remitiendo  copia  de  la  ad- 
»junta  circular  à  los  prelados  de  la  orden, 
»ha  hecho  presente  à  S.  M.  la  conster- 
»nacion  que  le  causan  las  noticias  de 
»vejaciones,  que  contra  la  intencion  y 
»sentimientos  de  S.  M.  la  Reina  Gober- 
»nadora  y  de  su  gobierno,  han  sufrido 
»algunos  religiosos  inocentes  que  obede- 
»cen  humildes,  y  cumplen  sus  demàs 
»votos  solemnes.  Esta  indicacion,  unida 
Ȉ  otras  igualmente  sumisas  y  respetuo- 
»sas  de  prelados  que  merecen  la  confianza 
»de  S.  M.  han  contristado  su  Real  animo, 
»contemplando  que  pueden  existir  perso- 
»nas,  que  con  zelo  indiscreto,  sin  respetar 
»clases  ni  condiciones  por  venerables  y 
xsagradas  que  sean,  atropellen  las  ga- 
»rantías  protectoras  de  las  personas, 
»sobre  las  que  descansa  el  orden  social: 
»y  esta  consideracion  ha  decidido  su 
»soberana  voluntad  à  manifestar  à  V.  E. 
»con  este  motivo  para  que  lo  circula  à 
»quien  corresponda,  que  la  accion  del 
»gobierno  serà  tan  vigorosa  é  inexorable 
»en  reprimir  y  castigar  ejemplarmente 
»sin  distincion  alguna  à  cuantos  desco- 
»nozcan  ó  intenten  socabar  los  funda- 
»mentos  de  justicia  que  sostienen  el  trono 
»de  la  Reina  nuestra  Sefiora  Dona  Isa- 
»bel  II,  como  fuerte  para  enfrenar  las  pa- 
»siones  de  los  que  prevaliéndose  de  lo  ex- 
»traordinario  de  las  circunstancias  actua- 


ANTECEDENTES     IIISTÜRICOS 


13 


>4es  se  crean  autorizados  para  caminar 
»màs  alia  de  lo  que  exija  la  debida  sumi- 
»sion  a  las  legítimas  autoridades.  Que  así 
»como  no  conocerà  personas  ni  clases 
»para  el  castigo  de  los  crímenes  y  para 
«sufocar  el  espíritu  de  sedicion  que  ha 
»hecho  derramar  ya  tantas  lagrimas, 
»tampoco  negarà  a  nadie  su  benélica  pro- 
»teccion  contra  ultrajes  ó  atentados  que 
»hagan  ilusoria  la  seguridad  personal; 
»que  la  severidad  de  los  castigos  3'  la 
«vigilància  de  una  proteccion  especial 
«estaran  en  armonía  con  la  consideracion 
«que  merezca  cada  uno  segun  su  respec- 
»tiva  clase  y  carsícter.  En  esta  direccion 
«agotarà  S.  M.  todos  los  medios  de  su 
«autoridad  soberana;  porque  cada  dia 
«està  màs  convencida  de  que  solo  con 
«esta  firme  imparcialidad  pueden  obtener- 
»se  la  pacificacion  del  reino,  el  sosiego  de 
»los  animós  y  la  confianza  general,  cifra- 
»da  en  la  fiel  observancia  de  las  leyes;  al 
«paso  que  por  otra  senda  pulularian  los 
«desordenes,  las  animosidades  3-  vengan- 
«zas  que  sea  cualquiera  el  velo  con  que 
«se  encubran,  darian  como  en  todas  épo- 
«cas,  por  resultado  una  interminable  sèrie 
»de  reacciones  tan  injustas  como  destruc- 
«toras.  De  Real  orden  lo  digo  a  V.  E 
«para  su  inteligencia  y  a  fin  de  que  dis- 
«ponga  lo  necesario  a  su  cumplimiento. 
»Dios  guarde  ií  V.  E.  muchos  afios.  Ma- 
»drid  5  de  febrero  de  lS34.=Nicolas  Maria 
»Garell3^=Seiïor  Presidente  del  Consejo 
«Real*  (1). 

De  esta  Real  Orden  resulta  probado 
que  si  en  Ilornachos,  3' solo  en  Hornachos, 
ya  que  solo  Hornaclios  se  mienta,  tres 
frailes  se  sublevaron,  en  cambio,  no  uno, 
sinó  «algunos  religiosos  inocentes»  habian 
sufrido  vejaciones  de  parte  de  los  libera- 
les.  Amenaza  con  decididos  castigos  el 
Gobierno  a  los  agresores,  castigos  que 
las  autoridades  que  deberAn  ejecutarlos 
cuidaran  de  convertirlos  en  ilusorios  si  es 
que  ellas  mismas  no  los  merecieron.  Los 
sucesos  que  muy  luego  relataré  demos- 


(i)     Diario  de  llaiwloii.j   del    i  ;   de  lehrern  de 
8u.  Píg.  3S6. 


traran  que  las  palabras  del  General  de 
los  franciscos  fueron  realidades,  però  las 
del  Gobierno,  por  obra  de  los  gobiernos 
que  sucedieron  al  presente,  falsedades. 

Expresa  la  Real  Orden  que  los  religio- 
sos que  toman  las  armas  por  Don  Carlos 
«degradan  hasta  el  vilipendio  el  honor 
«de  su  Instituto»;  mas  cuando  en  8  de 
abril  siguiente  el  Cura  parroco  de  Casti- 
llo, al  frenie  de  50  hombres,  ataca  a  los 
carlistas  en  Linares,  y  entra  en  Puerto- 
milgalvo  al  grito  de  Vira  Isabel  II ,  no 
tiene  palabra  alguna  de  reprobación. 
Y  en  8  de  mayo  del  mismo  ano  de  1834 
expide  una  Real  Orden,  que  insertaré  en 
su  lugar,  otorgando  pensiones  a  eclesiàs- 
ticos  que  tomaron  las  armas  y  batieron  a 
partidas  carlistas,  \'  se  las  concede  preci- 
samente  por  tales  hechos. 

Y  sigue  el  Gobierno  emitiendo  su  voz 
contra  el  clero: 

V  Circular  d  los  prelados  del  clero 
^secular  y  regular  del  reino 

«Entre  los  graves  males  de  la  guerra 
«fratricida  que  aflige  à  varios  pueblos  de 
»la  Península,  ninguno  ha  causado  tan 
«prof  undo  dolor  en  el  piadoso  corazon  de 
»S.  M.  la  Reina  Gobernadora;  como  el  de 
»haber  tomado  parte  en  ella  algunos 
«individuos  del  clero  secular  y  regular, 
«unas  veces  entrometiéndose  a  resolver 
«altas  cuestiones  del  derecho  publico  na- 
»cional,  que  no  estan  al  alcance  de  sus 
»estudios,  ni  en  la  índole  de  sus  sagradas 

>  atribuciones;  otras  extraviando  so  color 
«de  tranquilizar  las  conciencias,  la  opi- 
»nion  de  los  incautos,  con  doctrinas  que 
xproscriben  los  sagrados  cànones  y  las 
«bulas  apostólicas,  por  haberlas  abortado 
«la  carne  y  la  sangre,  con  el  temerario 
«designio  de  hermanar  a  Jesucristo  y  a 

>  Belial;  habiendo  Uegado  en  unos  cuantos 
«la  perversidad  hasta  el  punto  de  acaudi- 
«llar  con  mano  armada  las  facciones  de 
«los  rebeldes. 

»S.  .\L  conoce  toda  la  extension  de  los 
«imprescriptibles  derechos  inseparables 
«de  la  soberanía,  cuyo  depósito  la  esta 
«encargado;  no  ignora  el  uso  de  ellos  que 


14 


LIBRO    TERCERO.  — CAPITULO    PRIMERO 


*han  hecho  sus  augustos  predecesores  en 
»circunstancias  menos  imperiosas  que  las 
«presentes,  y  por  hechos  que  no  presen- 
>^taban  la  gravedad,  el  escandalo  ni  las 
»consecuencias  para  la  Religion  y  el  Es- 
«tado,  de  los  que  desgraciadamente  se 
»han  patentizado  desde  mediados  de  octu- 

>  bre  ultimo:  y  se  siente  animada  y  espera 
»que  el  Todopoderoso  cuyo  ministerio 
»ejerce,  para  enfrenar  al  que  obra  mal, 
»le  darà  toda  la  fortaleza  necesaria  para 
»salvar  el  trono,  removiendo  cuantos 
»obstàculos  oponga  la  resistència  abierta, 
>la  insiduosa  sugestion  ó  la  connivencia 
»estudiada.  Però  contando  con  la  lealtad 
«característica  del  clero  espafiol,  y  con  la 
>'fidelidad  de  sus  prelados  respectives, 
»que  jamas  desmintieron  sus  juramen- 
»tos  solemnes,  me  manda  excitar  su  zelo 
»para  que,  devorados  de  él,  contribuyan 
Ȉ  borrar  la  nota  con  que  ha  querido 
»mancillar  el  noble  lustre  del  estado 
«eclesiílstico  la  conducta  criminal  de  los 
»individuos  suyos,  fautores,  còmplices  ó 

>  caudillos  de  alta  rebelion,  y  a  extirpar  de 
»raiz  su  funesto  germen,  que  en  los  unos 
«arranca  de  errores  anatematizados  repe- 
»tidas  veces  por  el  Vaticano,  si  bien  el 
>^orgullo  ha  pretendido  sostenerlos  à  fuer- 
»za  de  restricciones  mentales,  ó  de  inter- 
»pretaciones  violentas:  }•  en  otras,  de  la 
»inmoralidad  y  corrupcion  de  costumbres 
>-que  han  dejado  en  pos  de  sí  las  guerras, 
»las  convulsiones}'  reacciones,  sin  perdo- 
»nar  al  sagrado  de  los  templos  ni  al  retiro 
»de  los  claustros. 

»V.  E.  conoce'  muy  bien  que  no  basta 
»una  exterior  y  formularia  sumision  al 
»gobierno  legitimo  de  S.  M.  nuestra  au- 
»gusta  soberana  Dofia  Isabel  II;  sinó  que 
»se  necesita  una  cordial  decision,  una 
»cooperacion  positiva  y  eficaz  acreditada 
»con  actos  inequívocos:  que  es  preciso 
»desaparezca  el  fariseismo  de  rogar  por 
»S.  M.  en  la  coíecta  del  incruento  sacri- 
»ficio,  mientras  que  el  corazon  està  muy 
«enagenado  de  su  legitimo  trono;  y  que 
»no  se  renueve  el  grave  escandalo  de  au- 
»torizar  con  el  silencio,  cuando  es  tiempo 
»de  hablar,  las  palabras  injuriosas  ó  deni- 


»grativa5  de  S.  M.,  de  las  Personas  Rea- 
»les  ó  de  su  gobierno;  ni  el  muy  criminal 
»de  proferir  las  que  la  antigua  ley  del 
»reino  califica  de  alevosía.  V.  E.  sabé  que 
»la  tolerància  de  semejantes  demasías  ha 
»dado  lugar  à  que  mas  de  una  vez  pene- 
»trase  en  el  santuario  la  abominacion  de 
yda  desolacioii;  ó  sea  la  apologia,  la 
«sugestion,  la  instigacion  directa,  el  acau- 
>dillamiento  de  la  rebelion. 

»La  penetracion  de  V.  E.  no  ignora  el 
»verdadero  antídoto  de  males  tan  horro- 
»rosos;  ni  las  ventajas  de  atajarlos  en  su 
»orígen;  ni  las  facultades  que  le  concede 
»para  ello  su  elevado  ministerio.  Y  cuan- 
»do  la  incesante  vigilància,  los  ejercicios 
«aufteros,  lasreclusiones,  las  penitencias 
»canónicas,  la  suspension  ó  privacion  con 
«arreglo  al  derecho  canónico  no  fuesen 
»bastantes  à  enfrenar  à  los  díscolos  ni  à 
«satisfacer  la  pública  vindicta  que  recla- 
»maren  la  Iglesia  y  el  Estado  S.  M.  se 
»complacerà  en  aparecer  con  el  caràcter 
»ausiliar  de  su  autoridad,  màs  bien  que 
»con  el  de  supletorio  de  una  negligència 
»que  no  espera. 

»De  Real  orden  la  dirijo  à  V.  E.  para 
»su  inteligencia,  y  à  fin  de  que  por  la 
«Càmara  5e  disponga  su  pronta  comuni- 
»cacion  a  todos  los  prelados  seculares 
»y  regulares  del  reino;  exigiendo  de  ellos 
»la  contestacion  y  noticia  que  elevarà 
»V.  E.  à  conocimiento  de  S.  M.,  de  las 
«providencias  que  tomen  para  el  puntual 
«cumplimiento  de  las  benéficas  intenció-' 
»nes  de  la  Reina  Gobernadora.  Dios  guar- 
«de  à  V.  E.  muchos  aftos.  Madrid  7  de 
»febrero  de  lS34.=Nicolàs  Maria  Gare- 
»lly.— Sr.  PresidentedelConsejo  Real»(l). 

De  guisa  que,  al  seiítir  del  ministro  que 
cscribe  esta  Real  Orden,  el  clero  carece 
de  los  estudiós  necesarios  para  apreciar  y 
resolver  en  su  animo  las  cuestiones  del 
Derecho  publico  nacional;  de  guisa  que 
estàs  resoluciones  que  al  fin  pertenecen 
en  cierto  concepto  a  la  Teologia  Moral, 
estan  refiidas  con  la  índole  de  las  sagra- 


(i)     Diario  de  Barcelona   del   ió   de  febrero  de 
183^.  p;igs.  379  y  380. 


AXTKCKDEN'TliS     llISTOUICOS 


15 


das  atribuciones  de  los  ministros  de  Dios; 
de  guisa  que  «no  basta  una  exterior  y 
»formularia  sumlsion  al  gobierno...,  sinó 
»que  se  necesita  una  cordial  decision,  una 
»cooperacion  positiva  y  eficaz  acreditada 
»con  actos  inequívocos,»  aun  cuando  se 
ruegue  públicamente  por  Isabel  II;  de 
guisa  que  merece  el  nombre  de  «grave  es- 
càndalo»  íautorizar  con  el  silencio,  cuan- 
»do  es  tiempo  de  hablar,  las  palabras 
»injuriosas  ó  denigrativas  de  S.  iM.,  de 
»las  Personas  Reales  ó  de  su  gobierno;» 
de  guisa  que  se  mandan  actos  positives 
de  isabelismo;  de  guisa,  finalmente,  que  el 
Gobierno  pondrà  su  espada  al  servicio  de 
los  prelados  para  castigar  a  los  contra- 
ventores.  Los  que  se  apellidaban  liberales 
se  atreven  a  mandar  en  el  terreno  del 
fondo  de  la  conciencia  y  a  reprobar  hasta 
el  silencio  de  los  que,  por  otro  lado,  públi- 
ca y  solemnemente  ruegan  por  la  Reina, 
su  familia  y  su  ejército. 

Aun  con  peligro  de  molestar  al  que  este 
libro  leyere,  me  atrevo  a  copiar  ademàs 
aquí  otra  Real  Orden,  dirigida  a  los  supe- 
riores de  las  ordenes  religiosas  de  Nava- 
rra y  Provincias  Vascas;  y  la  copio  para 
probar  mas  y  mas  la  fuerza  que  el  Gobier- 
no ejerció  sobre  los  frailes,  y  el  modo 
obsequiosísimo  como  los  superiores  de 
dichas  ordenes  religiosas  le  sirvieron. 
Dice  así  la  Real  Orden: 

<iEn  4  del  presente  remití  al  M.  R.  P. 
»vicario  general  de  S.  Francisco  la  Real 
»orden  siguiente: 

«Los  desastres  en  que  se  hallan  envuel- 
»tas  las  provincias  Vascongadasy  Nava- 
.»rra;  la  funesta  y  prolongada  duracion  de 
xlas  sediciones  y  alzamientos  que  tienen 
»conmovido  aquel  desgraciado  país;  la 
«grave  y  estrecha  obligacion  en  que  se 
»halla  el  Gobierno  de  apurar  cuantos 
«medios  estén  dentro  de  sus  facultades 
»para  apagar  el  fuego  devorador  de  las 
»discordias,  y  el  deber  en  que  estan  todas 
»las  autoridades  eclesiísticas  y  civiles  de 
«cooperar  lïrme  y  sinceramente  A  tan 
»beneficioso  y  cristiano  fin,  han  impulsado 
»el  Animo  de  S.  M.  la  Reina  Gobernadora 
>\x  manifestar  à  V.  E.  como  lo  ha  hecho  à  I 


»los  demàs  prelados  de  las  ordenes  reli- 
»giosas  que  tienen  conventos  en  aquellas 
«provincias,  que  serà  muj'  de  su  Real 
«agrado  que  nombre  V.  E.  de  entre  los 
«religiosos  de  caràcter,  y  que  por  su  zelo  y 
»virtud  inspiren  todaconfianza,  dos  comi- 
«sarios  especiales  que  en  calidad  de  tales, 
»y  con  las  facultades  necesarias  visiten 
«personalmente  los  conventos  de  la  orden, 
«restituyan  la  observanciade  la  disciplina 
«monàstica  donde  se  haya  relajado  por 
«las  actuales  circunstancias,  amonesten, 
«conminen,  trasladen  y  castiguen  à  todo 
«rehgioso  que  se  separe,  ó  haya  separado, 
«de  aquella  senda  de  virtud  y  ejemplo 
«que  tanto  conviene  al  honor  de  la  reli- 
«gion  como  al  órden  y  tranquilidad  del 
«Estado.  De  Real  órden  lo  digo  à  V.  E. 
«para  su  inteligencia  y  gobierno;  advir- 
«tiéndole  que  por  iguales  causasha  indi- 
»cado  ya  S.  M.  à  los  R.  R.  Obispos  de 
«Calahorra,  Santander  y  Pamplona  lo 
«conveniente  de  que  visitasen  personal- 
«mente  sus  respectivas  diòcesis  en  la  par- 
«te  agitada  por  tan  destructoras  discor- 
«dias. 

«En  su  contestacion  me  ha  dirigido  el 
«oficio  y  copia  de  las  patentes  que  ha 
«comunicado,  cuyo  literal  tenor  es  el  que 
«sigue: 

«Al  oficio  que  recibo  de  V.  E.  en  que 
«me  dice  que  por  los  desastres  en  que  se 
«hallan  envueltas  las  provincias  de  Nava- 
«rray  Vascongadas,  la  funesta  y  prolon- 
«gada  duracion  de  las  sediciones  y  alza- 
«mientos  que  tienen  conmovido  aquel 
«desgraciado  país,  la  grave  y  estrecha 
«obligacion  en  que  se  halla  el  Gobierno 
«de  apurar  cuantos  medios  estén  dentro 
»de  sus  facultades  para  apagar  el  fuego 
«devorador  de  las  discordias,  y  el  deber 
«en  que  estan  todas  las  autoridades  ecle- 
»siàsticas  y  civiles  de  cooperar  firme  y 
«sinceramente  a  tan  beneficioso  y  cris- 
«tiano  fin,  han  impulsado  el  animo  de 
»S.  M.  la  Reina  Gobernadora  à  manifes- 
«tarme,  así  como  à  los  demàs  prelados 
»de  las  ordenes  religiosas  que  tienen  con- 
«ventos  en  aquellas  provincias;  que  serà 
«muy  del  Real  agrado  nombre  de  entre 


16 


LIHItU    TERCERO.  —  CAPITri-O     PRIMKRO 


»los  religiosos  de  caràcter,  y  que  por  su 
»zelo  inspiren  toda  confianza,  dos  comi- 
»sarios  especiales  que  en  calidad  de  tales 
»y  con  las  facultades  necesarias  visiten 
ypersonalmente  los  conventos:  digo  que 
»obedeciendo  gustoso  hasta  las  insinua- 
>ciones  de  nuestra  augusta  Reina  Go- 
»bernadora  y  las  de  su  sabio  y  justificado 
>gobierno,  y  cooperando  à  los  rectes 
vfines  de  que  estan  animados  abrazando 
»el  medio  que  se  me  propone  de  mandar 
vdos  comisarios  a  aquellas  provincias,  he 
»determinado  nombrar  por  medio  de 
«patentes  à  los  M  RR.  PP.  Fr.  Pascual 
>>Asensio,  Lr.  jubilado,  exprovincial  de 
)-la  provincià  de  Aragón  y  difinidor  gene- 
vral  de  la  Orden,  y  Fr.  Faustino  Dueíïas, 
»Lr.  tambien  jub.,  exprovincial  de  la  de 
»Burgos  y  difinidor  general,  el  primero 
>^para  que  pase  a  Navarra,  y  el  segundo 
>và  las  provincias  Vascongadas.  Me  parece 
»que,  atendido  el  caràcter  natural  de  los 
»dos,  y  la  representacion  quetienen  en  la 
»orden,  su  zelo  y  amor  à  la  paz  y  que 
»todos  los  religiosos  vivan  como  tales, 
»cumpliendo  los  deberes  de  su  santó  ins- 
»tituto,  son  los  màs  à  propósito  para 
«Uenar  los  deseos  de  nuestra  Reina  Go- 
»bernadora,  de  su  gobierno  y  los  míos. 
»Para  satisfaccion  de  V.  E.  incluyo  una 
>:'Copia  de  las  patentes  que  debò  remitir 
»por  correo  ordinario;  igualmente  incluyo 
>4as  contestaciones  de  los  provinciales 
»de  la  de  Santiago  3'  de  la  de  San  Miguel 
»supra  Tagum,  y  espero  la  del  de  San  Mi- 
xgue!  infra  Tagum  que  son  las  provincias 
>/limitrofes  de  Portugal. 


»16  de  febrero  de  1834»  (1). 

V  anade  el  Diario:  «A  consecuencia  de 
»las  Reales  ordenes  anteriores  dirigidas 
Ȉ  los  RR.  Obispos  y  prelados,  el  de 
»Calahorra  y  la  Calzada  se  halla  en  Vi- 
»toria  despues  de  haber  comenzado  su 
vvisita  en  la  parte  sublevada  de  su  dióce- 
»sis.  El  de  Santander  ha  manifestado  que 
xestà  pronto  à  ejercer  en  iguales  términos 

(i)  Diario  de  Barcelona  del  16  de  tebrero  de 
i8;4.  pàgs.  ?8i  y  382. 


»su  santó  ministerio.  Asimismo  se  han 
vrecibido  en  las  secretarías  de  Gracia  y 
»Justicia  diferentes  contestaciones  de  los 
xprelados  de  las  ordenes  religiosas  indi- 
»cando  las  providencias  adoptadas  para 
»que  lo  màs  pronto  posible  se  presenten 
»en  las  referidas  provincias  los  PP.  Co- 
>>misarios  que  tienen  designados...»  (2) 

Por  Real  orden  de  7  de  marzo  del  mismo 
1834  dice  el  Gobierno  a  los  Comisarios 
regios  de  las  provincias  del  Norte  que 
«S.  M.  se  ha  servido  mandar  que  \^.  S. 
»tenga  sobre  los  individuos  de  ambos 
«cleros  una  vigilància  cuidadosa,  especial 
»y  sin  interrupcion...»  (3).  Y  no  continuo 
la  transcripción  de  esta  Real  orden,  en 
la  que  se  baja  a  minuciosísimos  porme- 
nores,  ni  la  de  otras  anteriores,  por- 
que  no  se  refieren  a  nuestra  Catalana,  a 
la  cual  se  limita  mi  trabajo.  El  hecho  de 
que  todas  estàs  disposiciones  del  Gobier- 
no sobre  el  clero  se  refieran  solo  al  Norte, 
prueba  la  templanza  del  de  Cataluna,  la 
que  hacía  innecesarias  aquí  tales  medidas. 

Las  autoridades  eclesiàsticas,  siempre 
prudentes,  al  notar  la  ojeriza  acerba  de 
los  liberales  contra  los  religiosos,  com- 
prendieron  que  poner  a  estos  en  caminos 
y  reuniones  era  exponerlos  a  mu\'  segu- 
ros  peligros,  y  dar  pie  a  la  exageradísima 
suspicàcia  de  quien  veia  un  terrible  ene- 
migo  dentro  de  cada  habito;  y  asi  el 
Nuncio  de  Su  Santidad  autorizó  al  Padre 
General  de  los  Mercedarios  (y  como  al 
mercedario  autorizaría  quizà  a  los  de 
otras  ordenes)  para  suspender  los  capí- 
tulos  provinciales.  El  Padre  General  en 
1.°  de  marzo  de  1834  pasa  la  orden  al  Vi- 
cario  provincial  de  Aragón  y  Cataluiïa, 
Padre  Joaquín  Aramburo,  y  éste  en  7  del 
mismo  la  circula  a  los  conventos.  Por 
ella  se  suspende  el  capitulo  provincial,  y 
se  habilita  para  que  continuen  en  el 
mando  el  mismo  provincial  de  entonces 


(j)  Diario  de  Barcelona  del  2  de  marzo  de 
1^34,  Piigs.  496  y  497. 

(3)  Diario  de  Barcelona  del  ií  de  marzo  de 
1854.  pàgs.  602  y  603. 


AN  I  ECííDENTKS     riISTORICOS 


17 


y  los  mismos  superiores  locales  hasta  la  | 
reunión  del  capitulo  (1).  I 

Para  el  curso  y  sesgo  de  la  política  la  | 
medida  mas  importante  que  se  tomo  en  | 
los  días  en  que  estamos,  fué  sin  duda  la 
creación  de  la  milicia  urbana,  efectuada 
por  decreto  de  16  de  febrero  de  1834  (2), 
en  tal  forma  que  se  excluia  de  ella  asi  a 
las  masas  carlistas  como  a  las  revolucio- 
narias.  Estàs  emperò  pusieron  el  grito  en 
las  nubes,  y  los  gfobernantes  liberales 
tuvieron  que  daries  oidos,  y  así  ampliaron 
las  admisiones  hasta  líneas  casi  ilimita- 
das  {?.),  con  lo  que  la  revolución  adquiria 
en  Espana  un  poder  decisivo,  y  el  go- 
bierno  quedaba  a  ella  supeditado. 

En  Cataluna  el  General  Llauder  ya 
antes  habia  puesto  en  manos  de  volunta- 
rios  no  pocas  armas.  En  el  Diario  de 
Barcelona  del  5  de  enero  del  mismo  afio 
de  1834  se  anuncia  la  formación  en  el 
llano  del  Llobregat  de  un  batallón  que 
se  apellidarà  Séptimo  ligero,  de  voUih- 
tarios  de  la  reina  Isabel  II  (4).  Llauder 
en  Cataluna  «formó  batallones  de  volun- 
xtarios  urbanos,')  escribe  el  continuador 
de  Don  Modesto  Lafuente  (5). 

Por  lo  que  toca  a  conventos,  la  disposi- 
ción  mas  importante  que  con  motivo  de 
la  guerra  civil  dicto  el  Gobierno  de 
Madrid  es  el  siguiente 

«Real  Decreto. 

»Los  asilos  que  la  religion  ha  consagra- 
-  do  al  retiro  y  a  la  virtud  no  pudieran 
;convertirse  en  centros  de  rebelion  sin 
>  mengua  y  daiïo  de  los  mismos  institutos 
«que  son  objeto  de  la  veneracion  de  una 
>-nacion  catòlica.  Mas  como  una  lamenta- 


(i)  P.  Josó  Antnniíi  dari.  .\nales  n  criinica  clc 
{■■s  Mercedarios.  inèdita,  iln  esla  l'echa. 

(j)  Las  bases  para  la  oi-j;anii<av;lc'in  de  la  mili- 
cia son  de  i'>  de  l'i-hi-ero.  y  il  Real  dcvreto  orj^ani- 
/àndola  es  de  i. '  de  marzi)  de  i^^m.  Diario  .ic  llai- 
cclona  de  1 1  de  marzo  de  i^^^,  pàfí.  5"!^. 

(;)  Sr.  Gebhardt.  C^Hi-a  cit..  tomo  \II,  pàfii- 
nas  o  V  lui 

(^)     Pàgs.  ,^y  !5. 

(,)  Histori.i  o-cHcra/  .ie  A's/•aini  conliíiiia.iii 
por  Don  Jii.lii   Wilei.i.  tomo  XX,  pàfr.   íJ. 


'>ble  experiència  ha  hecho  conocer  que  al- 
gunes monasterios  y  conventos  han  sido, 
'V  son,  protanados  con  hechos  y  planes 
^subversives;  deseando  atender  junta- 
«mente  à  la  seguridad  del  Estado  y  al 
'.decoro  y  santidad  de  los  claustros,  he 
^'Venido  en  decretar  lo  siguiente: 

'>Artículo  1.°  Queda  desde  luego  su- 
i'primido  el  monasterio  ó  convento,  sea 
»cual  fuere  el  instituto,  del  que  se  hubie- 
»re  fugado  para  pasarse  a  los  rebeldes 
«algun  individuo  de  la  comunidad,  si 
»dentro  del  termino  de  24  horas  no  diere 
»parte  el  prelado  a  la  autoridad  mas  in- 
>  mediata,  y  acreditase  haber  comenzado 
>'Contra  el  prófugo  el  procedimiento 
'.^competente. 

»Art.  2."  Tambien  se  suprimirà  el 
«monasterio  ó  convento  de  que  se  hubiese 
»fugado  ii  los  rebeldes  la  sexta  parte  de 
Ala  comunidad. 

«Art.  3."  Se  suprimirà  igualmente  el 
>'monasterio  ó  convento  en  que  se  recep- 
>4en,  con  connivencia  del  superior,  per- 
'  trechos  de  guerra,  vestuarios,  armas  ó 
«municiones. 

«Art.  4.°  Asimismo  se  suprimirà  el 
«monasterio  ó  convento  en  que  se  justi- 
»íique  haberse  celebrado,  con  permiso  ó 
i  noticia  del  superior,  juntas  clandestinas 
«para  subvertir  el  órden  ó  conspirar 
«contra  el  Estado. 

«Art.  5."  Los  objetos  consagrados  al 
«cuito,  pertenecientes  à  los  monasterios 
«ó  conventos  que  se  suprimieren  a  virtud 
«del  presente  decreto,  se  distribuiran  por 
)los  respectivos  diocesanes  entre  las  pa- 
rroquias  màs  necesita.las,  dandome 
'.cuenta  de  haberlo  ejecutado. 

«Art.  6."  Los  bienes  muebles  é  inmue- 
»bles  pertenecientes  a  los  monasterios  ó 
vconventos  así  suprimides,  se  venderan 
«inmediatamente  en  pública  subasta,  con 
«arreglo  a  las  leyes. 

'.Art.  7°  El  fondo  de  temperalidades 
«que  resulte  de  lo  prevenido  en  este  mi 
/'Real  decreto,  se  aplicarà  al  pago  de  las 
«pensiones  que  Vo  senalaré  A  los  padres, 
«viudas  ó  huérfanos  de  los  espanoles 
«leales  que  murieron  en  defensa  del  trono 


18 


•n:Rci;RO.  — cai•itli.o 


PRI.MEUO 


»y  de  la  pàtria;  y  el  residuo,  si  lo  hubiere, 
»se  destinarà  à  la  extincion  de  la  deuda 
»piíblica. 

»Art.  S.°  Las  disposiciones  anteiiores 
»se  entenderan  sin  perjuicio  de  la  forma- 
»cion  de  causa  contra  los  que  aparecieren 
»reos  de  conspiracion  contra  el  Estado. 
»Tendréislo... 

»En  Aranjuez  a2òdemarzo  de  1834 >^  (1). 

Este  decreto  quedo  completado  por  el 
otro,  siguiente,  de  unos  días  posterior: 

«Real  decreto. 

»Deseando  que  se  respeten  debidamen- 
»te  la  inmunidad  personal  de  los  reli.çio• 
»sos  y  la  de  los  templos,  en  el  doloroso 
»caso  de  que  se  suprima  algun  monaste- 
»rio  ó  convento  con  arreglo  a  mi  Real 
»decreto  de  26  de  marzo  ultimo,  he  venido 
»en  mandar  lo  siguiente: 

«Articulo  1  °  Los  religiosos  moradores 
»de  los  monasterios  ó  conventos  que  se 
»suprimieren  segun  el  citado  decreto,  se 
»trasladaràn  a  otras  casas  de  su  orden 
»que  designaran  los  prelados  superiores, 
»pudiendo  conservar  con  conocimiento  de 
véstos  el  peculio  que  permitan  la  regla  y 
»constituciones  de  su  instituto. 

»Art.  2."  Las  iglesias  de  los  conventos 
»ó  monasterios  suprimidos,  permaneceràn 
»cerradas  bajo  el  cuidado  de  los  respecti- 
»vos  diocesanos  que  las  destinaran  para 
»parroquias,  ó  dispondran  que  sirvan 
»para  otros  objetos  de  piedad  ó  de  bene- 
»ricencia  segun  lo  estimen  mas  necesario 
»al  bien  espiritual  de  los  pueblos...  En 
«Aranjuez  ;i  10  de  Abril  de  1834»  (2). 

Respecto  del  clero  secular  el  Gobierno 
de  Madrid  publico  estotro 

«Real  Decreto.— La  criminal  obstina- 
»cion  con  que  algunos  individuos  del  clero 
«secular  han  desoido  las  reiteradas  amo- 
«nestaciones  de  mi  gobierno,  y...  se  han 
«convertido  en  fautores  y  còmplices  de 
»la  faccion  que  perturba  y  aflije  à  la  pa- 


(i)  Diario  de  liarceloita  cli.1  jcleahrll  de  1*^54. 
pàgs.  74Ó  y  747. 

(;)  Diario  de  Barceloit.i  del  18  de  abril  de  i8í4, 
Piifí.  877. 


«tria;  reclama  medidas  severas  para  man- 
xtener  el  lustre  y  dignidad  del  clero  mis- 
«mo  y  para  velar  por  la  seguridad  del 
''Estado:  y  a  fin  de  llenar  objetos  tan 
«importantes  he  venido  en  mandar  lo 
«guiente:» 

El  articulado  que  sigue  a  este  preAm- 
bulo  impone  pena  de  ser  ocupadas  las 
temporalidades  a  los  eclesiàsticos  que 
huyan  a  los  carlistas,  que  les  auxilien, 
les  encubran,  que  seduzcan  personas  para 
que  se  pasen  a  sus  filas,  y  a  los  que  emi- 
gren de  Espana  sin  el  competente  per- 
miso.  «En  Aranjuez  a  26  de  marzo  de 
«1834»  (.3). 

En  Cataluna  no  quedaba  sin  ser  secun- 
dado  el  rigor  de  Madrid,  3'  aun  superado. 
El  Capitàn  General ,  Don  Manuel  Llauder , 
en  Santa  Coloma  de  Queralt  a  13  de  abril 
de  1834,  expide  un  terrible  bando  cuyo 
articulado  dice  asi:  «Articulo  1.*^  De  los 
«rebeldes  que  fueren  aprehendidos  con 
«las  armas  en  la  mano  sufriràn  la  pena 
«de  muerte  inmediatamente  no  solo  los 
«cabecillas  y  sus  oficiales,  si  que  tambien 
«todos  los  que  fuesen  reincidentes  por  ha- 
«ber  sido  indultados  ó  pertenecido  à  las 
«sublevaciones  anteriores,  ó  por  reunir 
«otra  circunstancia  agravante,  como  la 
«de  haber  inducido  a  otros  à  salir  de  su 
«pueblo,  ó  ser  conocidos  por  perjudiciales 
«à  la  tranquilidad.«  Con  esto  queda  enta- 
blada  la  guerra  sin  cuartel,  y  aplicación 
de  la  última  pena  sin  formación  de  causa. 
El  barbaro  bando  sefíala  penas  hasta  para 
las  mujeres  y  padresde  los  alzados,  como 
vamos  a  verlo: 

«Articulo  2.°  Los  individuos  pertene- 
«cientes  a  las  facciones  que  fueren  apre- 
xhendidos  sin  llevar  armas,  ya  sea  en 
«despoblado,  ó  bien  en  sus  casas  ó  en  otro 
»punto,  siempre  que  no  se  pueda  creer 
«que  las  han  arrojado  viéndose  acosados, 
«seran  conducidos  presos  à  disposicion  de 
«los  Gobernadores  de  las  plazas  màs  in- 
«mediatas,  quienes  cuidaran  que  se  for- 
»malicen  diligencias  en  que  conste  dicha 


(1)     Diario  de  Barcelona  del  j  de  abril  de  lí^?-). 


ANTECEDKXTES    IIISTÜRICOS 


ic» 


»calidad  y  me  daran  parte  para  desti- 
»narles  a  Ultramar  conforme  à  lo  dis- 
»puesto  para  las  facciones  de  las  provin- 
»cias  Vascongadas  en  el  Real  decreto  de 
»2i  de  enero  ultimo,  sin  perjiücio  de  que 
»si  constase  de  que  hubiesen  cometido 
»otros  delitós,  se  les  aplique  por  el  tribu- 
»nal  competente  la  mayor  pena  à  que  se 
»hubiesen  hecho  acreedores. 

»Artículo  3."  Las  personas  que  pres- 
^•ten  ausilio  de  armas,  municiones,  víve- 
»res  ó  dinero  à  los  mismos  rebeldes,  ó  que 
«favorezcan  y  den  ayuda  à  sus  crimina- 

>  les  empresas  por  medio  de  avisos,  con- 
»sejos  ó  en  otra  forma  cualquiera,  seran 
»considerados  como  traidores  y  conde- 
»nados  a  la  pena  de  muerte  prèvia  la  for- 
>;macion  de  causa,  con  arreglo  al  Real 
«decreto  vigente  de  1 ."  de  octubre  de  1830; 
»que  así  mismo  se  guardarà  y  cumplirà 
»con  respecto  à  los  que  à  sabiendas  aco- 
»giesen  los  facciosos,  ó  tuviesen  relacio- 
>;nes  y  correspondència  con  los  mismos  y 
vcon  las  justicias  y  ayuntamientos  que 
»no  diesen  parte  de  la  invasion  de  su 
xterritorio  con  las  penas  prescritas  en  el 
«mismo  y  demas  casos  que  en  él  se  ex- 
»presan. 

«Articulo  4."    Las  justicias  y  ayunta- 

>  mientos  de  los  pueblos  formaran  inme- 
>^diatamente  listas  de  los  vecinos  que 
»hayan  ido  à  la  faccion  ó  hayan  emigrado 
.>del  reino,  y  las  pasaran  A  sus  corregi- 
>.dores,  quienes  dispondràn  que  por  la 
>'autoridad   local   respectiva  ó  juez  del 

>  partido  se  forme  la  correspondiente  cau- 
»sa,  y  se  proceda  al  embargo  de  bienes 
»con  arreglo  a  las  le\"es  y  Reales  decre- 
»tos;  y  así  mismo  la  daran  siempre  que 
>se  ausenten  algunos  y  los  corregidores 

>  estarAn  à  la  mira  para  que  se  cumpla 
>con  puntualidad  esta  disposicion  con 
»todos  los  que  ya  se  hallen  en  este  caso. 

^Articulo  5.°  En  los  pueblos  de  donde 
>se  hayan  marchado  ó  marchen  en  ade- 
>lante  para  las  facciones  individuos  de 
»su  vecindario  espulsaràn  las  justicias 
»inmediatamente  a  las  mugeres  de  aque- 
»llos  para  que  vaj'an  a  reunirse  con  sus 
»maridos.  De  no  hacerlo,  seríin  escolta- 


»das  à  sus  espensas  à  otro  pueblo  distante 
>'20  horas  A  lo  menos,  donde  residiran 
>bajo  la  mas  estrecha  vigilància.  Los  pa- 
>^dres  sufriràn  la  misma  pena,  però  à  jui- 
»cio  de  las  autoridades  locales  sobre  la 
>>influencia  que  egerzan  con  sus  hijos. 

»Artículo  6.°  A  cualquiera  pueblo  que 
»se  deje  subyugar  por  una  facción  cuya 
»fuerza   no   sea   la    suficiente   para   esta 

>  violència  con  respecto  al  vecindario,  se 
»le  impondra  una  multa  pecuniària  pro 
«porcionada  à  su  culpa,  3'  aplicable  a  los 
vgastos  extraordinarios  de  guerra.  Esta 
»multa  deberà  satisfacerse  por  los  indivi- 
>:duos  del  Ayuntamiento  y  las  personas 
»mas  pudientes. 

«Articulo  7."  Si  la  sublevacion  se  veri- 
»ficase  sin  oposicion  dentro  de  un  pueblo 
»que  por  su  vecindario  ha  podido  impe- 
>'dirla,  ó  cuando  menos  repelerla  y  des- 
ítruirla,  seran  espulsadas  inmediatamente 
»aquellas  personas  mas  sospechosas  por 
>jsu  mala  nota  é  influencia  perjudicial,  su- 
»friendo  ademàs  con    los  individuos  del 

>  Ayuntamiento  las  multas  de  que  habla 
«el  articulo  anterior. 

«Articulo  8.°  Los  Reverendos  curas 
«parrocos,  vicarios  y  capellanes  de  los 
«pueblos,  y  las  corporaciones  eclesiàsti 
«cas  de  dentro  y  fuera  de  poblado,  estaran 
«sujetas  a  las  mismas  responsabilidades 
»en  iguales  circunstancias  (ijiii'  las  secii- 
»lares);  y  debiendo  ser  ajentes  activos  de 
»los  intereses  del  gobierno  de  la  REINA 
«nuestra  Senora  bajo  cuya  proteccion  se 
«hallan,  seran  tambien  residenciados  por 
«su  apatia   y   ostensible  indeferencia  en 

>  no  hacer  uso  de  los  medios  públicos  y 
>secretos   que  les    presta  su  ministerio 

para  que  se  conserve  la  paz  y  se  eviten 
»t()dos  los  actos  de  desorden. 

»Artículo  9."  Las  autoridades  locales 
»y  empleados  públicos  de  los  pueblos  que 
«fueren  inmediatamente  amenazados  de 
»ser  invadidos  por  los  rebeldes  con  una 
»fuerza  mayor,  deberiin  retirarse  A  la 
«cabeza  de  partido  ó  capital,  ó  al  punto 
«libre  que  juzguen  mas  A  propósito;  que- 
»dando  comprendidos  en  esta  disposicion 
«los  reverendos  curas  parrocos  y  todo  el 


20 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    PRIMKUO 


>^clero  secular  y  regular,  y  se  les  darà 
»alojamiento  y  todo  el  ausilio  posible; 
>  debiendo  los  gefes  de  la  fuerza  armada 
«dispensaries  toda  proteccion  y  hacerles 
>4ener  y  guardar  las  consideraciones  de- 
>:'bidas;  en  el  concepte  que  el  que  contra- 
»viniere  serà  castigado  tanto  por  su 
»inobediencia  como  por  la  sospeclia  que 
»inducirà  su  comportamiento  y  no  se  ad- 
»mitira  pretesto  ni  escusa  alguna. 

«Articulo  10.°  Los  gobernadores  y  i"e- 
»gidores  en  sus  respectives  distritos  ha- 
»ràn  vigilar  constantemente  y  prender  à 
»cualquiera  persona  que  difunda  noticias 
»ó  voces  falsas,  ó  alarmantes,  y  sin  per- 
»juicio  de  que  en  los  casos  que  resulte 
»mayor  gravedad  se  proceda  a  la  fornia- 
»cion  de  causa,  podran  en  los  demàs  de- 
»terminarlos  gubernativamente  con  impo- 
»sicion  de  multas  para  gastos  de  guerra 
»de  que  se  llevarà  cuenta  y  razón,  y  con 
»las  demas  providencias  de  precaucion 
»que  juzguen  oportunas  que  se  ejecuta- 
»ràn  sin  perjuicio  de  que  puedan  acudir 
»los  interesados  à  mi  autoridad  si  se 
»creen  con  agravio  de  diclias  providen- 
ícias. 
«Articulo  11."..  .. 
«Articulo  12.° 

»Dado  en  Santa  Coloma  de  Queralt  à 
»13  de  Abril  de  1834»  (1). 

rPuede  darse  un  decreto  màs  tirànico 
que  el  presente?  Por  él  las  personas  y 
bienes  de  los  ciudadanos  quedan  por  com- 
pleto a  merced  del  capricho  de  los  esbi- 
rros  de  Llauder.  Por  él,  y  especialmente 
por  su  articulo  7.",  se  establece  la  terrible 
ley  de  los  sospechosos.  Però  miremos  solo 
a  los  eclesiasticos. 

«Debiendo,  dice,  los  eclesiasticos  ser 
«ajentes  activos  de  los  intereses  del  go- 
«bierno  de  la  REINA  bajo  cuya  protec- 
»cion  se  hallan.»  De  modo  que  no  les  ha 
de  bastar  a  los  eclesiasticos  abstenerse 
de  todo  acto  punible,  sinó  que  deben  con- 
vertirse  en  agentes  activos  del  partido 
liberal,  y  ahincadamente  trabajar  por  el 


(i)     Dijiio  Jc   liarceloiia    del 
183-j,  pàgs.  de  S58  a  f-*On. 


triunfo  de  la  causa  de  Isabel  II.  Favore- 
cer  a  la  causa  carlista,  y  hastano  comba- 
tirla  cuando  se  hable  en  favor  de  ella, 
merece  castigo,  según  arriba  nos  enseiió 
el  Gobierno;  però  callar  cuando  se  trata 
de  la  isabelina,  y  aun  no  defenderla,  me- 
rece gra  ve  castigo. 

Y  continua  el  ucase  de  Llauder:  «Seran 
>  también  residenciados  por  su  apatia  y 
«ostensible  indiferència  en  no  hacer  uso 
«de  los  medios  públicos  y  secretes  que 
«les  presta  su  ministerio  para  que  se 
«conserve  la  paz.»  Es  decir  que  a  la  cau- 
sa isabelina  deben  servir  los  ministe- 
rios,  los  públicos  como  el  de  la  predica- 
ción,  y  los  secretes  como  el  de  la  confe- 
sión.  iCuànto  espíritu  de  partido!  iCuílnta 
tirania! 

Después  de  tanto  dar  y  tomar  sobre  el 
clero,  ocurre  preguntar:  rliabía  en  Cata- 
luna  motivo  y  razón  para  atarle  con 
medidas  tan  rigurosas?  ;Alzàbanse  en 
armas  los  capellanes  y  los  frailes?  Deteni- 
damente  llevo  registrades  les  números 
del  Diario  de  Barcelona  desdelos  princi- 
pies de  la  guerra  hasta  la  fecha  de  la 
anterior  disposición  del  Capitàn  General. 
Abundan  allí  les  partes  oficiales  dando 
cuenta  de  las  circunstancias  de  las  parti- 
das  carlistas  y  de  su  persecución;  j  sin 
embargo  no  topé  con  mas  noticias  de 
eclesiasticos  alzades  que  con  las  dos  si- 
guientes.  Un  parte  oficial  inserto  en 
dicho  periódice,  número  del  13  de  febre- 
ro  de  1834,  anuncia  haber  side  cepada 
por  el  jefe  de  Rondas  Volantes  Don 
Francisco  Jornet  la  de  Don  Francisco 
Pare  cenocido  por  Bagarro,  y  que  entre 
sus  individues  se  contaba  el  religieso 
Camile,  o  Agonizante,  de  la  casa  de 
Barcelona,  Don  Pablo  Tusquellas  (2).  El 
parte  escribe  la  lista  de  los  nombres 
de  todos  los  individues,  que  suman  muy 
pocos,  y  entre  elles  solo  Tusquellas  per- 
tenece  al  clero,  circunstancia  que  indica 
que  desempefiaría  el  cargo  de  capellan. 
El  Diario  del  18  del  mismo  mes  anuncia 


(j)     Pd-s.  555  y  356. 


ANTECEDEXTES    IIISTORICOS 


21 


que  Pare  y  Tusquellas  fueron  fusilados 
en  San  Feliu  de  Codinas  (1) 

Otro  parte  oficial,  suscrito  éste  por  el 
Capitàn  General  Llauder,  en  Barcelona 
a  3  de  marzo  de  1834,  da  cuenta  de  la 
completa  destrucción  de  una  partida 
carlista  de  la  provincià  de  Gerona,  man- 
dada  por  Llauger,  y  dice:  «Una  sola  ga- 
»villa  de  treinta  hombres  pudo  reunirse 
»de  los  muchos  que  la  faccion  creia  con- 
>-tar  para  el  trastorno,  no  obstante  de 
>4iaberse  puesto  a  su  cabeza  el  pàrroco 
>/de  Oix,  y  el  ecónomo  de  San  Salvador 
»de  Viafla,  \'  de  estar  con  ellos  el  padre 

>  LloN^eras   Carmelita    calzado,    que     se 

>  fugó  de  Gerona,  de  donde  se  ausenta- 

>  ron  tambien  los  Capuchinos  Fr.  Buena- 
vventura  de  Mataró  y  Fr.  Vicente  de 
>'Sarrià...»  (2).  El  parte  no  expresa  que 
los  capuchinos  se  agregaran  a  las  filas 
carlistas,  y  sí  solo  que  «se  ausentaron.» 

Xo  debe  olvidarse  que  mientras  Llau- 
der gobernó  en  Cataluna,  y  mientras  no 
fueron  atacados  los  conventos  é  institu- 
tos  religiosos,  las  partidas  carlistas  no 
pudieron  levantar  cabeza,  y  a  seguida  de 
su  alzamiento  caían  en  poder  del  Gobier- 
no.  De  aquí  se  sigue  que  de  figurar  frai- 
les  entre  los  alzados  indefectiblemente  ha- 
Uàramos  sus  nombres  entre  los  aprehen- 
didos  como  hallamos  el  del  infortunado 
Tusquellas.  Llevo  escudrifladas  todas  las 
pAginas  de  los  diarios  de  aquelles  días;  y 
ni  en  ellas,  ni  en  los  numerosisimos  datos 
de  los  archivos  así  civiles  como  militares 
y  eclesiàsticos,  ni  en  las  relaciones  orales, 
he  encontrado  en  aquelles  tiempos  del 
1S34  y  principios  del  3vT  otros  frailes  car- 
listas que  los  mencionades.  No  creo,  pues, 
que  en  Catalufia,  a  lo  menes,  existiera 
motivo  para  tanto  rigor,  y  opino  que  en 
el  sesudo  animo  de  nuestro  estado  ecle- 
siastico  abundabaen  aquelles  diasmuche 
míís  el  temor,  y  aun  el  amilanamiento, 
que  el  ardor  bélico.  Quien  intente  comba- 
tir  este  aserto  cite  hechos,  y  solo  ante 


(i)    Pàjí.  306. 

(-•)     Diario  de   lljiiceloiia   del   .)   de   marzn  du 
iS?4.  pa;;.  íii. 


ellos  confesaré  mi  error.  Que  con  poste- 
rioridad  al  tiempo  en  que  estamos  ahora 
algun  religioso  pasó  al  campo  carlista 
no  le  niego;  però  aún  entonces  fué  solo 
alguno  muy  contade. 

Nótese  también  que  estos  mis  juicies  se 
refieren  a  Catalufia,  pues  respecto  del 
clero  secular  del  Norte  de  Espaüa  leo  en 
los  periódices  de  entonces  la  prescripción 
de  varies  sacerdotes  y  la  incautación  de 
sus  beneficies  per  el  Estado  (3);  mas  ni  aun 
en  aquella  època,  por  le  que  toca  al 
regular  del  Norte,  se  habian  visto  les 
actes  de  carlisme  que  después,  al  decir 
del  Gobierno,  se  vieron  en  algunes  con- 
ventos de  allí. 

Ya  que  tratamos  de  clérigos  con  las 
armas  en  la  mano,  de  clérigos  que  fe- 
mentan  el  alzamiento,  ya  que  tal  acte  se 
condena  per  el  Gobierno  come  indigno 
del  sacerdocie,  y  ya,  finalmente,  que 
ahora  en  el  presente  relato  nos  hallamos 
en  abril  de  1834,  debe  copiar  el  siguiente 
parte  oficial  del  Capitàn  General  de 
Aragón: 

«El  gobernador  miUtar  y  político  de 
»Alcaniz  y  su  partido  con  fecha  14  del 
»actual  me  dice  lo  que  copio. =Excmo. 
»Sr:  Son  las  nueve  de  la  manana  y  acabo 
>  de  recibir  oficio  de  la  justícia  de  Puerto- 
»milgalvo  de  fecha  10  a  las  7  de  la  manana 
»en  el  que  me  dice  que  a  las  doce  del  dia 
»anterier  llego  a  dicha  villa  el  Sr.  Cura 
»del  lugar  del  Castillo  con  50  paisanos 
>:del  mismo  lugar  y  del  de  Ludientes,  tedos 
«armades  y  ademàs  un  tambor,  gritando 
»viva  ISABEL  II  y  la  REINA  goberna- 
»ra,  los  cuales  dijeron  que  venían  de  ata- 
»car  a  los  facciosos  que  había  el  dia  8  en 
»Linares...,  pidieron  raciones,  se  les  die- 
>ron,  y  después  se  marcharon  hàcia 
»Villahermosa. 

»Zaragoza  15  de  abril  de  1834.— Ezpe- 
leta»  (4). 

(i)  Diario  de  Itarcelona  del  21  de  abril  de  iS;.). 
pàg;.  898,  y  de  17  de  junio  de  \S^^,  pàg.  1  íq.•;. 

(4)  Diario  de  liarcelona  del  J-|  de  abril  de 
1854.  pag.  O-M. 


22 


Llimo    TERCERO. — CAPITULO    PRI.MERO 


A  lo  que  se  ve,  tomar  los  sacerdotes 
armas  por  Isabel  no  degradaba  al  sacer- 
docio,  y  sí  por  Carlos. 

La  g-obernación  del  Estado  espanol 
había  puesto  sus  pies  en  la  pendiente 
de  la  revolución,  se  había  entregado  en 
manos  de  los  partidarios  de  la  reforma, 
y  aun  las  había  armado  con  miles  de 
fusiles;  no  entraba  en  lo  posible  detener 
el  ràpido  curso  del  descenso,  y  así  Mar- 
tínez de  la  Rosa,  en  15  de  abril  del  mismo 
afio  de  1834,  dió  una  como  constitución 
liberal,  a  la  que  se  apellidó  Estatuto 
Real,  y  por  la  que  se  creaban  dos  cama- 
ras,  la  de  los  provectos  llamada  Esta- 
mento  de  los  Próceres,  y  la  popular,  de 
nombre  Estameuto  de  los  procuradores. 
«Llamóse  Estatuto  real,  y  es  evidente 
>^que  con  ella,  por  mAs  que  pareciese 
»insuficiente  y  sobrado  restringida  a  las 
»exigencias  del  partido  Hberal  exaltado, 
»que  de  mil  modos  trató  de  desprestigiar- 
»la  desde  su  origen,  se  produjo  un  cam- 
»bio  político  gravísimo  y  radical  en  la 
»situacion  de  la  monarquia,  volviendo  a 
>:•abrir  el  campo  à  los  debatés  sobre  la  cosa 
»pública»  (1).  Con  estàs  formas  de  que  se 
revestia  la  monarquia  de  Isabel  y  Cristina, 
cada  dia  se  iba  ahondando  mas  la  sima 
que  sepíiraba  los  dos  campos  radicales 
que  luchaban  en  Espana,  pues  a  la  cues- 
tión  político-religiosa  y  a  la  dinàstica 
agregàbase  ahora  la  puramente  política 
o  de  forma  de  gobierno. 

Por  los  cúnones  y  leyes  cristianas  de- 
ben  los  bienes  eclesiàsticos  gozar  de  la 
llamada  inmimidad  real,  o  sea  inmunidad 
del  pago  de  contribuciones.  Mas  los  go- 
biernos  espanoles,  acudiendo  a  Roma, 
obtenían  durante  el  siglo  XVIII  permisos 
para  exigir  grandes  contribuciones  o 
prestaciones,  de  modo  que  en  tiempo  de 
Godoy  dichos  bienes  se  vieron  muy  recar- 
gados  con  pagos.  F"inalmente  esta  tribu- 
tación  se  regulo,  y  quedo  establecida 
bajo  el  nombre  de  Suhsidio  eclesidstico, 
de  cuyo  reparto  el  poder  civil  tenia  la 


(i)     Sr.  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  \'II,  pàg 
na  lo. 


resena.  En  los  tiempos  que  trato  ahora, 
Llauder,  facultado  por  el  Gobierno,  ha- 
bía establecido  en  CataUma  sobre  el  clero 
otra  contribución,  contribución  de  guerra 
llamada  subsídio  extraordinària.  Ade- 
mas  de  ella  pidió  el  donativo  de  que  se 
da  cuenta  en  la  circular  siguiente  que 
vino  en  los  periódicos.  De  todas  las  con- 
tribuciones màsampliamente,  y  con todcs 
sus  pormenores,  trataré  adelante  en  el 
articulo  5.°  del  capitulo  VIII  de  este  mis- 
mo libro  III. 

«Circular  pasada  d  los  Prelados  de 
>yvarios  Monasterios»  por  el  Capitdn 
General  Llauder. 

«Ordas  de  facciosos  que  han  perturba- 
»do  la  tranquilidad  à  que  era  acreedor 
»este  reino  despues  de  largos  afios  de 
»amargas  vicisitudes,  han  hecho  indis- 
»pensables  gastos  estraordinarios  que 
»deben  gravitar  sobre  todas  las  clases 
»del  Estado.  La  seguridad  misma  de 
»los  asilos  de  la  virtud  solitària  reclama 
»imperiosamente  el  esterminio  de  los  van- 
»didos  que  por  mas  que  invoquen  la  Reli- 
»gion,  son  los  primeros  en  ultrajarla. 
»Desgraciadamente  algunos  Eclesiàsticos 
»mal  avenidos  con  su  estado  han  aparcci- 
»do  en  las  gavillas  facciosas;  y  aunque  el 
»clero  que  se  deja  guiar  del  espíritu  evan- 
»gélico  los  odie  y  abomine,  dejan  una 
»impresion  fatal  en  la  opinion  de  la  mul- 
»titud,  que  podria  tener  desagradables 
»resultados,  si  la  autoriJad  no  desplegarà 
»su  energia  y  V.  R.  no  desmintiera  con 
»hechos  positives,  las  voces  que  han 
»cundido  en  la  masa  del  pueblo.  En  estos 
«momentos  se  presenta  a  V.  R.  la  ocasion 
«oportuna  de  acreditar  su  lealtad  à  la 
«REINA  Ntra.  Sra.  y  de  hacer  ver  que 
«injustamente  se  tendría  por  enemigo  del 
»actual  gobierno,  el  que  desplega  su  ge- 
»nerosidad  para  mantener  y  equipar  à 
»sus  defensores.  Hallandome  pues  en 
»apuros  para  el  vestuario,  armamento  y 
»sostenimiento  de  los  voluntarios  de  Isa- 
»bel  II  que  dejan  sus  hogares  para  que  se 
»conserve  la  tranquilidad  pública,  como 
»igualmente  para  la  formacion  de  las 
»companias    corregimentales  mandadas 


23 


»establecer  por  Real  orden  de  22  de  mar- 
))zo  ultimo,  como  igualmente  para  dar 
>/OCupacion  ú  los  jornaleros  que  queden 
>-sin  trabajo,  espero  que  V.  R.  concurrirà 

>.con rs.  que  se  servirà  hacer  efectives 

>antes  del  1."  del  próximo  mayo  en  la 
»Depositaría  establecida  en  esta  ciudad  à 
)-carg:o  de  D.  Francisco  de  Milans  y  de 
«Duran  que  vive  en  la  calle  de  Moncada. 
»No  tengo  la  menor  duda  de  que  V.  R. 
>/se  prestarà  con  satisfaccion  a  la  entregfa 
»de  la  espresada  cantidad  que  reclaman 
-  imperiosamente  las  actuales  circunstan- 
>cias.  La  REIXA  Xtra.  Sra.  recibira  de 
)V.  R.  este  testimonio  de  lealtad,  y  yo  me 
>complaceré  en  elevarlo  a  su  soberano 
conocimiento;  Catalana  vera  con  placer 
>el  esmero  de  V.  R.  en  hacer  causa 
»comun  con  la  razon  y  la  justícia,  y  los 
>  pueblos  vecinos  à  ase  Monasterio,  partí- 
'  cipes  de  la  generosidad  de  V.  R.  y  con- 
>A'encidos  del  buen  espíritu  que  le  anima, 
>seràn  los  primeros  defensores  de  esos 
>cenobitas  contra  cualquiera  que  osa- 
»re  turbar  la  tranquilidad  y  santidad  del 
xclaustro.— Dios  g/''^  à  V.  R.  m.  a.— Bar- 
-celona  21  de  abril  de  1834-Al  R.  P. 
>•Prior  y  Monasterio  de...»  (1) 

Varias  reflexiones  engendran  las  pala- 
bras  de  este  documento.  En  primer  lugar 
aparece  que  el  lenguaje  oficial  en  1834 
continiia,  como  en  1S22  y  1823,  empleando 
la  mayor  acrimonia  e  insulto  contra  las 
personas  del  bando  opuesto.  Llam.a  a  los 
carlistas  «orcitis  de  facciosos,  gavillas 
«facciosa>,  y  va>it/í(íosy>  (sic),  y  este  pro- 
vocativo  lenguaje  no  solo  lo  usaba  Llau- 
der,  sinó  otras  autoridades  en  cuyos 
documentos  públicos  se  leen  denomina- 
ciones  tales  como  de  «gavillas  de  bandí- 
hdidosD  (2)  y  otras  no  menos  acres. 

En  segundo  lugar,  llega  el  atrevimien- 
to  de  la  autoridad  superior  cristina  a 
efectuar  lo  mismo  que  tanto  condena  en 
las  partidas  carlistas,  a  saber,  las  exaccio- 


(l)  Diariú  de  llarceloii.i  del  jó  de  ahril  de 
i«3-l.  pàfçs.  gw  y  g^.i. 

(j)  Alocución  inseria  en  cl  Diario  de  Barce- 
lona de  17  de  mayo  de  1834.  p;!}?.  iioo. 


nes  de  dinero  para  el  sostenimiento  de  la 
guerra.  En  tercer  lugar  apena  profunda- 
mente  el  animo  del  imparcial  leer  que  se 
exigen  sumas  precisamente  para  armar  a 
las  fuerzas  que  muy  luego  debían  emplear 
sus  bayonetas  en  asesinar  religiosos.  Y 
finalmente  irrita  el  engafio  de  la  esperan- 
za  en  el  amor  de  los  pueblos  cristinos, 
amor  que,  según  el  Capitàn  General  pre- 
gona, serà  el  resultado  del  pago  por  el 
monasterio  de  la  cantidad  exigida. 

Y  con  no  pecar  de  cortas  las  canti- 
dades  demandadas,  los  monasterios  con- 
testaron  d:indolas. 

He  aquí  la  primera  contestación,  que 
fué  la  de  la  Cartuja  de  Montalegre: 

«Excmo.  Sr.— Para  poder  dar  cumpli- 

>  miento  al  oficio  que  V.  E.  se  sirvió  diri- 
>/girme  de  lecha  21  del  presente  mes, 
»recibido  el  dia  de  hoy,  he  enterado  a 
>^esta  Rda.  Comunidad  de  todo  su  conte- 

>  nido,  en  especial  del  pedido  de  mil  duros 
>^que  para  las  necesidades  del  Principado 
»sefíala  V.  E.  à  este  Monasterio;  y  pene- 
*/trados  estos  VV.  PP.  de  cuantos  justos 
»como  urgentes  motivos  tiene  {\  bien 
>/V.  E.  patentizar,  hemos  convenido  unà- 
»nimes  (sin  embargo  las  muchas  atencio- 
»nes  à  que  diariamente  acude  esta  casa 
»en  alivio  de  la  indigència)  hacer  efec- 
«tiva,  antes  del  1."  del  próximo  mayo, 
'la  referida  cantidad  de  mil  duros  en  la 
xdepositaria  que  esta  a  cargo  de  D.  Fran- 
»cisco  Milans  y  Duran  indicada  por 
»V.  E.— Esta  es  otra  de  las  ocasiones, 
>;Excmo.  Sor.,  en  que  esta  Religiosa 
vComunidad  ha  acreditado  su  caritativo 
»celo  en  favor  de  las  necesidades  del 
»Estado,  con  la  misma  liberal  mano  con 
>;•que  ya  lo  tenia  verificado,  y  conforme 
»me  persuado  tendra  \'.  E  de  ello  cono- 
»cimiento.  No  pretendemos  mérito  en 
>/ello,  ni  otra  satisfaccion,  que  la  que  nos 
/.cabé  de  hallarnos  bajo  los  auspicios  de 
»V.  E.,  en  cuyo  vigilante  gobierno  depo- 
»sitamos  todo  cuidado,  y  nos  prometemos 
»de  su  Superior  proteccion  vivir  tranqui- 
//los  en  la  mansion  de  este  silencioso  y 
fcsolitarioasilo.— Diosg.*!*  Montealegre 
»24  abril  de  183-1.  — Excmo.  Sr.— Fr.  Nico- 


24 


I.IKKO    TICRCIiKO. — CAPITLLO    PRIMICRO 


»làs  Pineda  Prior.— Excmo.  Sr.  Capitan 
»Genei•al  de  esta  Ejército  y  Principado.» 

«Estamos  autorizados,  anade  el  Diario 
y>cie  Barcelona,  para  manifestar  lo  grato 
»que  ha  sido  a  S-  E.  la  contestacion  del 
»Rdo.  Padre  Prior  de  JMontealegre,  y  de 
»lo  que  aprecia  la  buena  voluntad  con  que 
»toda  su  Comunidad  se  ha  apresurado  à 
»responder  a  su  llainamiento,  contribu- 
>;yendo  à  los  importantes  lïnes  de  la  con- 
»servacion  de  la  paz  y  tranquilidad  de 
»este  Principado  que  S.  E.  cuidara  disfru- 
»ten  estos  Religiosos  con  la  proteccion 
»debida  en  su  pacifico  retiro»  (1). 

El  tono  del  precedente  suelto  del  Diario 
(«estatiios  antorisacios  para  mani/es- 
y>tary>)  indica  que  éste  ha  sido  a  lo  menos 
inspirado  por  el  Capitàn  General,  y  no 
poco  contribuiria  a  engendrar  en  el  animo 
de  los  religiosos  la  idea  de  que  estos  sus 
cuantiosos  donativos  formaban  el  precio 
de  su  seguridad.  Los  hechos  demostraron 
dentro  de  un  atïo  cómo  se  estimaron  tan 
costosos  sacrificios. 

En  estàs  exacciones  quiso  Llauder 
tener  asesores  y  coadjutores  de  valia, 
y  en  una  alocución  de  25  de  abril  escribe: 
«Aunque  los  facciosos  de  Catalufla  dis- 
»persos  y  amedrentados  no  tienen  aliento 
»para  pelear,  abundan  en  deseos  de 
»arruinar  los  pueblos  indefensos,  saquear 
»los  domicilios  de  la  lealtad  y  asesinar 
«cobardemente  al  inocente  que  cogen 
»desprevenido.  .»  jEse  era  el  lenguaje  de 
los  que  predicaban  la  paz  y  la  unión  de 
todos!  En  su  consecuencia,  para  acabar 
de  exterminar  a  los  enemigos  y  evitar 
nuevos  alzamientos,  nombra  una  junta  de 
personas  notables  que  le  asesoren  en 
el  asunto  de  arbitrar  medios  para  atender 
a  la  formación  de  cuerpos  de  voluntarios 
corregimentales  y  para  el  arreglo  y  mo- 
vilización  de  los  de  urbanos.  Las  per- 
sonas nombradas  son  el  Obispo  de  Barce- 
lona, el  Intendenta  del  Principado,  el 
Subdelegado  de  Fomento,  el  Auditor  de 


(i)     Diario  de  Barcelona   del 

1854,   pàg.  0-|0. 


guerra,  Don  Joaquín  Rey,  el  Canónigo 
de  Santa  Ana  Don  Alberto  Pujol  (Pujolet 
el  ex  agustino),  Don  Juan  Homs,  el  Mar- 
qués de  Monistrol,  el  Barón  de  Foxà, 
Don  José  Plandolit,  Don  Ramon  de  Cis- 
car  y  Don  Manuel  Lasala.  Y  el  medio 
que  se  adopta  es  la  imposición  de  un"a 
contribución  (2). 

El  primer  lesultado  de  la  circular 
de  arriba  dirigida  por  Llauder  a  los  mo- 
nasterios,  nos  lo  manifiesta  el  mismo 
Capitan  General  en  el  siguiente  docu- 
mento. De  paso  notarà  el  advertido  que 
el  propio  escrito  nos  certifica  de  la  ver- 
dad  de  mi  aserción  de  que  el  clero  en 
Cataluna  se  hallaba  mas  poseido  de  pru- 
dència, temor  y  amilanamiento  que  de 
espíritu  bélico. 

«Al  publico 

»Invitados  por  mi  en  circular  de  21  de 
»abril  ultimo  los  Reverendos  Abades  y 
»Monasterios  de  este  Principado,  para 
»que  contribuyesen  con  el  ausilio  pecu- 
«niario  que,  segun  sus  posibles  respecti- 
»vos,  senalé  à  cada  uno  de  acuerdo  con 
»la  Junta  consultiva  de  arbitrios,  por  un 
»cAlculo  aproximado,  he  tenido  la  com- 
»placencia  de  ver  que  abundando  en  los 
»mismos  sentimientos  patrióticos  que  se 
sapresuró  a  manifestarme  el  Monasterio 
»de  la  Cartuja  de  Monte-Alegre,  y  tuve 
»la  satisfaccion  de  hacer  públicos  en  com- 
»pensacion  de  mi  aprecio,  se  han  suce- 
^sivamente  prestado  con  igual  largueza 
»los  demàs  espresàndose  en  los  términos 
«siguientes: 

»E1  Prior  y  Monasterio  de  Scala  Dei. 
»=Excmo.  Sr.=Convencido  de  lo  mucho 
»que  interesa  A  este  Real  Monasterio  el 
»aprovechar  cualquiera  ocasion  que  se 
»presente  de  acreditar  su  inalterable  leal- 
/>tad  y  constante  amor  à  la  Reina  nuestra 
»senora  Dona  Isabel  II  y  a  su  gobierno,  y 
»deseoso  de  contribuir  en  cuanto  me  sea 
»posible  à  que  se  conserve  la  tranquili- 


(2)     Diario   de  Barcelona   del   ib   de   abr 
1854.  pàgs.  937.  938  y  i>v). 


ANTICCEDENTES     IIISTORICOS 


25 


»dad  pública  con  el  exterminio  de  los  que 
»la  perturban,  3'  de  dar  un  irrefragable 
«testimonio  à  la  Nacion  entera  del  espí- 
»ritu  de  paz  y  de  conformidad  con  las 
»Autoridades  constituidas  de  que  estamos 
»animado5  yo  y  todos  mis  súbditos,  no 
)^obstante  haber  pocos  días  hace  soco- 
):'rrido  a  los  voluntàries  de  nuestra  amada 
'^Reina  de  estos  pueblos  vecinos  con  la 
»cantidad  de  3-10  duros,  sin  otros  gastos 
■queocurren  con  el  continuo  transito  de 
)^tropas  y  demas  gente  armada;  y  no  obs- 
)'tante  tambien  de  lo  que  aun  padece  este 
>'.\Ionasterio  por  la  notòria  destruccion 
»que  sufrió  en  tiempo  de  nuestra  esclaus- 
í/tracion,  procuraré  gustosamente  secun- 
»dar  los  celosos  intentos  de  V.  E.  hacien- 
>'do  efectivos  en  esa  Capital,  y  en  el  lugar 
»que  me  indica,  los  3,000  duros  (;;!!)  que 
»con  su  oficio  de  21  corriente  y  que  recibí 
»por  el  correo  de  ayer  con  algun  atraso, 
»me  demanda;  por  cuyo  dicho  atraso, 
»no  sé  si  podré  hallar  las  letras  de  carn- 
»bio  para  poner  en  poder  de  V.  E.  la 
«citada  cantidad  con  la  prontitud  que 
«espera  su  memorado  oficio. =Esta  de- 
«mostracion,  Excmo.  Sr.,  que  con  sumo 
«placer  puedo  dar  a  V.  E.  3'  a  la  faz  de 
«todo  el  pueblo  espanol,  espero  la  acep- 
«tarA  V.  E.  como  prueba  del  acato  3' 
«veneracion  que  siempre  este  Monasterio 
«ha  tenido  al  Soberano  y  a  su  Gobierno, 
»y  que  elevandolo  al  conocimiento  de 
»S.  M.  la  Reina  Gobernadora,  serA  para 
»mí  y  mis  súbditos  una  garantia  de  su 
«benèfica  proteccion  y  amparo.v 

Siempre  se  repite  la  idea  de  que  el  do- 
nativo  es  el  precio  de  la  seguridad. 

«El  Abad  y  Monasterio  de  Breda  como 
>sigue:=Excmo.  Sr.=Bien  penetrado  de 
«las  tristes  >'  lamentables  ocurrencias  que 
>  afiigen  al  Reino,  3-  de  los  grandes  gastos 
«que  ocurren  para  hacer  frente  à  las  aten- 
«ciones  del  Gobierno,  A  fin  de  lograr  el 
«esterminio  de  los  rebeldes,  y  la  apete- 
»cida  tranquilidad  de  la  Pàtria,  no  he 
«podido  menos  de  prestarme  gustoso  a  la 
«invitacion  de  V.  E.  remitiendo  los  500 
«duros  A  D.  Francisco  de  Milans  y  de 
«Duran  como  me  previene  V.  E.  con  ofi- 


«cio  de  21  del  actual,  aun  que,  con  motivo 
»de  no  tener  este  Monasterio  fondos  ni 
«rentas  comunes,  se  ha  tenido  que  hacer 
«un  reparto  proporcional  entre  los  poqui- 
«simos  individuos  de  esta  corporacion, 
»de  los  que  la  ma3'or  parte  apenas  les  su- 
«fraga  su  renta  para  su  subsistència;  con 
>.todo  me  complazco  en  dar  este  testimo- 
)  nio  de  lealtad  a  la  Reina  nuestra  Senora, 
>:de  amor  à  la  Pàtria,  v'  de  respeto  a  las 
vinsinuaciones  de  V.  E.  mientras  eleva- 
»mos  nuestras  fervientes  y  humildes  sú- 
«plicas  al  Ser  supremo  para  la  felicidad 
><de  tan  sagrados  objetos,  y  para  el  acierto 
»y  prosperidad  del  Gobierno  de  la  Reina 
«nuestra  Senora.» 

«El  Abad  y  Monasterio  de  Ripoll  dice 
«entre  otras  cosas:=Excmo.  Sr.=No  obs- 
«tante  los  extraordinàries  3'  casi  increi- 
«bles  apuros  de  este  Monasterio,  y  de 
«todos  y  cada  uno  de  sus  individuos, 
»cu3'as  rentas  3'.  aun  capitales  se  han 
»invertido  íntegramente  desde  el  ano  mil 
«ochocientos  veinte  3'  tres  en  la  repara- 
«cion  de  su  ruinas  y  utilidad  de  este 
«vecindario,  contribuiré  gustosisimo  con 
«la  cantidad  de  750  duros  que  V.  E.  se 
«sirve  senalarme  en  su  oficio  de  21  del 
«corriente  para  los  mu3'  dignos  é  impor- 
«tantes    objetos  que  se  espresan  en  el 

«mismo Detestando   la  conducta   de 

«algunos  eclesiasticos,  bien  que  muy  po- 
«cos,  respecto  de  la  inmensa  mayoria  del 
«respetable  clero  espanol,  me  cabé  la  ma- 
«yor  satisfaccion  en  poder  asegurar  a 
«V.  E.  que  a  nadie  cedo  en  amor,  respeto 
»y  obediència  a  las  autoridades  legítimas, 
«sin  temor  de  que  nadie  pueda  justamente 
«hacer  sospcchosa  mi  inalterable  fidelidad 
»al  Gobierno  de  la  Reina  nuestra  seftora, 
>ni  dudar  de  mi  franca  y  sincera  coope- 
«racion  a  una  causa  tan  justa.  La  con- 
«ducta  de  este  Monasterio  es,  y  ha  sido 
»en  todos  tiempos  y  circunstancias,  cual 
«debió  ser,  heróicamente  leal,  moderada 
«y  pacífica,  sin  la  menor  falta  ni  extravio 
«en  matèria  tan  importante." 

«El  Abad  y  Monasterio  de  San  Benito 
«de  Bagesconel  oficiosiguienle:=Excmo. 
»Sr.  =  Luego  de  haber  recibido  el  oficio 


26 


i.iuRo  TERCERO.  —  r.Aprn  i.o  primkuo 


>/que  V.  E.  se  ha  servido  clirigirme  con 
>;fecha  21  del  que  cae,  lo  manifesté  a  los 
»PP.  de  este  Monasterio,  los  que  asi  ellos, 
»como  yo  nos  hemos  enterado  de  los  apu- 
'>ros  en  que  V.  E.  se  halla  y  singular- 
»mente  del  pedido  de  600  duros  para 
»acudii•  A  ellos. =Así  los  PP.  de  este  Mo- 
»nasterio  como  yo,  abundamos  de  los 
»sentimientos  que  V.  E.  manifiasta  en 
»dicho  oficio;  però  al  mismo  tiempo  nos 
»hemos  visto  en  el  sentimiento  de  no  po- 
»dernos  manifestar  a  medida  de  nuestros 
»deseos,  respecto  que  agotados  los  fondos 
»de  este  Monasterio  por  las  vicisitudes 
»pasadas,  y  disminuidas  sus  rentas  (que 
»nunca  han  sido  mayores)  à  una  conside- 
»rable  baja,  por  la  que  han  sufrido  los 
vfrutos,  que  forman  principalmente  aque- 
»lla,  se  ha  visto  precisado  a  reducirse  à 
>:'la  màs  estrecha  economia  y  parsimònia, 
»mientras  que  no  puede  desentenderse  de 
»calmar  los  gritos  de  caridad  que  la  clase 
«miserable  5-  pordiosera  hace  resonar 
»continuamente  en  las  bóvedas  de  este 
»claustro.  =  Sin  embargo  superando  todos 
»los  obstàculos,  y  í'i  fuerza  de  sacrificios 
»que  no  podrían  repetirse,  se  ha  juntado 
»la  cantidad  de  600  duros,  la  cual  segun 
»disposicion  que  he  dado,  debe  obrar  en 
»la  depositaría  de  D.  Francisco  de  Milans 
»y  de  Duran  de  esa  ciudad  a  primeros  de 
»mayo.» 

«El  Abad  y  Monasterio  de  Monserrate 
»lo  que  sigue:=Excmo.  S.  =  En  el  oficio 
»que  V.  E.  se  ha  dignado  dirigirme  con 
»fecha  de  21  del  que  rige,  he  visto  con 
«particular  satisfaccion,  cuanto  V  E.  se 
vinteresa  en  el  bienestar  del  Estado,  y  en 
>^que  los  asilos  de  la  virtud  solitària  ten- 
»gan  aquella  seguridad  que  necesitan 
»para  entregarse  tranquilamente  à  los 
»rehgiosos  ejercicios  de  su  estado  mo- 
»nastico:»  (s/e/iipre  la  idea  de  que  este 
douativo  era  precio  de  la  seguridad)  «en 
>.'Cuya  atencion,  k  pesar  de  las  grandes  y 
»copiosas  limosnas  que  suministra  à  los 
>  pobres  de  los  pueblos  comarcanos,  y  con 
xespecialidad  à  aquellos  que  por  los  pe- 
«driscos  del  ano  anterior  quedaron  pri- 
»vados  de  sus  cosechas,  y  la  manutencion 


»de  veinte  y  tres  ninos  que  forman  el 
»colegio  filarmónico,  que  es  el  linico  en 
»Espana,  a  excepcion  del  que  S.  M.  la 
«REINA  Gobernadora  ha  establecido  en 
»la  corte,  entrego  a  D.  Francisco  Milans 
»y  de  Duran  que  es  el  encargado  por 
»V.  E.  la  cantidad  de  los  2,000  duros,  que 
»es  la  cuota  sefialada  por  V.  E.» 

«El  Abad  y  Monasterio  de  Santas  Creus 
»espresandose  asi:  =  Escelentísimo  Se- 
»nor.=Recibido  el  oficio  que  con  fecha 
»de  21  del  corriente  abril,  V.  E.  se  sirvió 
«dirigirme;  enteré  a  esta  Rda.  Comuni- 
«dad  de  su  contenido,  y  particularmente 
»del  pedido  de  1 ,500  duros  que  V.  E.  ha 
«tenido  a  bien  asignar  à  este  Monasterio, 
»para  el  equipo  y  vestuario  de  los  leales 
«defensores  de  nuestra  amada  RIÍINA 
«D.'"^  Isabel  II  y  demàs  urgencias  de  este 
«Principado.  =  Penetrada  esta  corpora- 
»cion  de  los  mas  puros  sentimientos  de 
«amor,  respeto  y  fidelidad  hàcia  nuestra 
«jóven  soberana  y  REINA  Gobernadora, 
«sin  embargo  de  hallarse  el  Monasterio 
«sufriendo  un  considerable  atraso  por  los 
«trastornos  y  vicisitudes  de  tiempos  pasa- 
«dos,  y  socórrer  con  pan  à  mas  de  setè- 
«cientos  pobres  que  diariamente  tiene  a 
«sus  puertas:  resolvió  unanimemente  ha- 
»cer  à  V.  E.  efectiva  la  espresada  can- 
«tidad,  cuya  entrega  espero  realizar  antes 
«del  primero  de  mayo  en  la  depositaría 
«general  a  cargo  de  D.  Francisco  de  Mi- 
«lans  y  de  Duran,  conforme  lo  prevenido 
»en  el  citado  oficio  de  V.  E  » 

»No  menos  generosos  se  han  manifesta- 
»do,  espresàndose  con  iguales  atentas  y 
«patrióticas  contestaciones  los  demas 
«monasterios  de  este  principado,  que  por 
«no  ser  tan  difuso  omito  transcribir. 

»Y  para  daries  una  mayor  prueba  de 
»mi  agradecimiento,  proporcionàndoles 
«tambien  la  del  publico,  hago  ostensibles 
«estos  rasgos  de  civismo  por  considerar- 
«los  dignos  de  la  pública  notoriedad,  y  de 
«suma  influencia  para  la  compacta  union 
«y  concòrdia  que  tanto  conviene  a  la 
«defensa  de  los  legítimos  derechos  de 
«nuestra  augusta  REINA  Dona  ISA- 
«BEL  II,  y  A  la  seguridad  y  bienestar  del 


ANÏECKDE.NTICS     IIISTORICOS 


»país.  Barcelona  4  de  junio  de  1834.= 
> Manuel  Llaudeí//  (1). 

Resucitando  empenos  del  trienio  cons- 
titucional, ahora  con  fecha  de  22  de  abril 
de  1834  la  Reina  Gobernadora  expide  un 
Real  Decreto  creando  la  junta  eclesiàs- 
tica para  el  arreglo  del  clero,  y  le  da  las 
instrucciones  por  las  que  esta  junta  se  ha 
de  regir. 

Los  nombrados  son: 

El  M.  R.  Arzobispo  de  Méjico  Don 
Pedró  José  Fonte. 

El  R.  Obispo  de  Sigüenza  Patriarca  de 
las  Indias  Don  Manuel  Fraile. 

El  R.  Obispo  de  Lugo  Fr.  Hipólito 
Antonio  Sanchez  Rangel. 

El  R.  Obispo  de  Santander  Fr.  Felipe 
Gonzalez  Abarca. 

El  R.  Obispo  de  Astorga  Don  Fèlix 
Amat. 

El  R,  Obispo  de  Huesca  Don  Lorenzo 
Ramo  de  San  Blas. 

El  R.  Obispo  que  fué  de  Cartagena 
Don  Antonio  Posadas. 

El  R.  Obispo  que  fué  de  Mallorca  Don 
Pedró  Gonzalez  Vallejo. 

El  R.  Obispo  electo  de  Almeria  Don 
Vicente  Ramos  y  García. 

El  R.  Obispo  electo  de  Teruel  Don  Ma- 
riano  LifiAn. 

Don  Ignacio  Pezuela  del  Consejo  Real. 

Don  Tomàs  Gonzalez  Carvajal  de 
dicho  Consejo. 

Don  Juan  Nepomuceno  S.  Miguel  Fis- 
cal del  Tribunal  supremo  de  Espana  é 
Indias. 

Secretario  Don  José  Alcàntara  Nava- 
rro que  lo  era  de  la  patriarcal. 

De  la  revista  de  los  carmelitas  descal- 
zos  titulada  Sait  Jiiait  de  la  Cruz  son  las 
siguientes  palabras:  «El  Gobierno  formó 
>'Una  junta  de  reformas  eclesií'tsticas, 
>compuesta  de  Obispos  y  clérigos  adictos 
»;'i  DoiTa  Isabel,  y  conocidos  por  sus  opi- 
>'niones  liberales;»  y  otro  autor  escribe 
que  tres  de  los  Obispos  de  la  junta  habían 
emigrado   al  efectuarse  la  restauración 


(i)     Diario  de   liarcelona    del    5    de   junio   de 
ib»;-),  pàgs.  de  i-•7f^  a  i  jSi. 


de  1823  y  algunes  de  los  prelados  electos 
debían  su  presentación  al  ministerio  que 
creo  la  junta. 

Las  mas  de  las  instrucciones  dadas 
para  el  régimen  de  esta  junta  se  refieren 
al  clero  secular.  En  la  12  se  ordena  que 
se  procure  la  creación  de  seminarios  en 
las  diòcesis  donde  no  los  haya,  y  que  los 
pongan  «à  cargo  de  personas  eminentes 
»en  santidad  y  letras,  de  entre  los  pàrro- 
»cos  que  hayan  dado  sólidas  pruebas  de 
»ello  y  de  adhesion  inequívoca  à  los  im- 
»prescriptibles  derechos  de  Doíia  ISA- 
>;BEL  n.» 

La  ISdiceasí:  «Que  los  conventos  de 
»mendicantes  por  constitucion,  ó  regla, 
>guarden  la  debida  proporcion  con  las 
»verdaderas  necesidades  de  las  diòcesis 
»respectivas  para  desempefiar  su  cargo 
»esencial  de  ausiliares  nates.» 

La  14:  «Que  losde  monacalesofrezcan, 
»segun  su  verdadera  naturaleza  en  los 
»puntos  que  estime  convenientes,  un  asilo 
»à  la  acendrada  piedad  y  espíritu  de 
>/abstraccion.  Madrid  22  abril  de  1834.— 
»Nicolas  INLaría  Garelli»  (2). 

Ante  los  rectos  principies  canónicos 
carece  el  Estado  de  autoridad  alguna 
para  reformar  ni  variar  la  forma  de  las 
cosas  e  instituciones  eclesiasticas;  auto- 
ridad que  reside  solo  en  la  Iglesia  misma. 
Y  por  mas  que  a  esta  abusiva  labor  y 
junta  se  llame  a  prelados,  esta  junta  ca- 
rece de  facultades,  porque  su  jurisdicciòn 
y  nombramiento  no  procede  del  poder 
eclesiàstico.  Las  Iglesias  y  sus  ministros 
e  instituciones  ni  son  un  regimiento,  ni 
una  audiència,  ni  una  oficina  administra- 
tiva, ni  otra  organizaciòn  secular,  sobre 
las  cuales  ünicamente  se  extienden  las 
atribuciones  del  poder  humano.  Repito 
que  así  iba  resucitando  el  trienio. 

Y  aquí  sigue  otra  prueba: 

«Real  Decreto. 

»Deseando  allanar  el  camino  a  la  plan- 
»tificacion  de  las  saludables  y  prudentes 
»reformas  del  clero  regular,  que  espero 


hiaiio   de   llarceloiij    del 

piifís.  101  s  y  sigs. 


de   mavo  de 


LIBUO  tkrcf;í<o. — cAPirci.o  I'i<i.mi:ro 


»proporcionaríl  el  ilustrado  celo  de  la 
»junta  eclesiàstica,  creada  por  mi  decreto 
>;de  este  dia,  he  venido  en  mandar,  en 
>nombre  de  mi  muy  amada  Hija  Dona 
«ISABEl^  II,  que  se  suspenda  por  ahora 
>:la  admision  de  novicios  en  todos  los 
»conventos  y  monasterios  del  reino;  re- 
»servàndome  autorizar,  à  solicitud  de  los 
«prelados  generales  de  las  ordenes,  algu- 
»na  concesion,  si  la  reclamaré  imperiosa- 
»mente  el  bien  de  la  Iglesia  3^  del  Estado... 
»— Està  rubricado  deia  real  mano.  En 
»Aranjuez  à  22  de  abril  de  1834...»  (1). 

Por  Real  orden  del  postrer  dia  del  mes 
siguiente,  o  sea  de  mayo,  el  Gobierno 
crea  una  junta  auxiliar  de  la  eclesiàstica 
(que  se  hallaba  instalada  en  el  convento 
de  la  Trinidad  de  Madrid)  nombrando 
individuos  de  aquella  a  Don  Manuel 
Bedoya,  canónigo  de  Orense,  a  Don 
Gregorio  Gisbert,  Abad  de  Arbàs,  a  Don 
Alfonso  Sànchez  Ahumada,  canónigo  de 
Oviedo,  a  Don  Lucas  Melo,  al  Padre 
Maestro  Fr.  José  de  la  Canal,  agustino, 
y  Don  Roque  Olcinellas,  monje  de  Ri- 
poll (2). 

El  mes  de  mayo  de  este  ano  de  1834 
nos  trae  otra  prueba  evidente  de  la  par- 
cialidad  con  que  el  Gobierno  ponia  en  su 
boca  el  decoro  del  clero  al  prohibirle 
tomar  parte  en  favor  de  la  causa  carlis- 
ta. Se  halla  en  la  siguiente 

«Real  orden. 

»Excmo.  Sr.:  Para  premiar  el  mérito 
»de  D.  Manuel  Renau,  pàrroco  de  la  villa 
»de  Castillo  de  Villamalefa,  que  despues 
»de  haber  derrotado,  acaudillando  à  sus 
»feligreses  y  à  los  vecinos  del  inmediato 
»pueblo  de  Lucena,  la  faccion  mandada 
»por  el  Baron  de  Herves  y  el  exgoberna- 
»dor  de  Morella,  haciendo  à  éste  prisio- 
»nero  con  otros  varios,  ha  batido  à  la 
»cabeza  de  algunos  Urbanos,  à  la  gavilla 
»del  Mayorazgo  de  Sarrión:  se  haservido 
»S.  M.   la  REINA   Gobernadora  conce 


I  »derle  4.000  reales  de  vellon  anuales,  y  à 
»D.  Anastasio  Gómez  Balbé,  presbítero 
»de  Villarubia  de  los  Ojos,  que  habién- 
»dose  presentado  contra  la  faccion  de 
»Locho,  fué  hecho  prisionero,  y  corrió  los 
«mayores  riesgos  hasta  recobrar  suliber- 
»tad,  3.000  rs.  de  vn.  anuales,  entendién- 
»dose  estos  dos  situados  por  via  de  pen- 
»sion  sobre  los  fondos  de  Cruzada... 
«Aranjuez  S  de  mayo  de  1834.— Nicolàs 
>'María  Garelli...»  (3). 

Y  ya  que  a  religiosos  liberales  menta- 
mos  no  quiero  prescindir  de  copiar  tam- 
bién  otra  Real  Orden,  aunque  de  fecha 
posterior,  que  prueba  la  misma  parciali- 
dad  del  Gobierno.  «Ministerio  de  Gracia  y 
«Justícia.— Real  Orden.— He  dado  cuenta 
Ȉ  S.  M.  la  Reina  Gobernadora  de  la  expo- 
»sicion  que  le  ha  dirigido  esa  comuni- 
»dad,  pidiendo  permiso  para  enajenar 
»dos  casas  que  le  pertenecen  en  la  villa 
»de  Carta3'a,  con  el  objeto  de  atender  con 
»su  importe  à  vestir  y  equipar  la  Milícia 
»Urbana  de  caballería  de  la  misma;  y 
»enterada  S.  M.  ha  tenido  à  bien  conce- 
»derle,  mandando  que  se  den  las  gracias 
Ȉ  esa  comunidad  por  los  leales  senti- 
»mientos  que  ha  manifestado  de  Real 
>/Orden...  El  Pardo  16  de  noviembre 
»de  1834.— Garelly.-Al  R.""  P.  Comen- 
»dador  de  mercenaríos  descalzos  de  Car- 
»taya»  (4).  iTan  alejados  de  la  guerra 
deben  estar  para  los  liberales  los  fraíles! 
Ademàs,  hallàndose  vacantes  cinco  be- 
neficiós de  la  iglesia  de  Begoiia,  3'  de- 
biendo  procederse  a  la  provision  de  ellos 
por  medio  de  oposiciones,  el  Gobierno, 
por  Real  orden  de  12  de  mayo  de  1834, 
prohibe  que  se  admita  a  la  firma  para  ellas 
a  ningún  aspirante  que  no  sea  «conoci- 
»damente  adicto  à  la  causa  de  la  legiti- 
»midad»,  o  sea  de  Isabel  II  (5).  Esta  es 
para  los  hberales  la  Ubertad  de  pensar. 


(i)  Diario  de  Barcelonci  del  s  de  mayo  de 
1834,  pàg.  1017. 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  lo  de  i  unió  de 
183-1.  pàg.  13^-1. 


(3)  Diario  de   Barcelona    de    ití  de   mayo  de 
ii?54•  pàg.  II2Í. 

(4)  Diario  de  Barcelona  de  j^   de  noviembre 
de  1834.  pàg.  2724. 

(5)  Diario   de  Barcelona   del   2,   de  mayo  de 
iS;;4.  pàg.  1 189. 


AXTECKDENTES     IIISTORICOS 


El  Estado  espanol  caminaba  hacia  la 
revolución.  EI  gobierno,  cuyos  individuos 
formaban  entre  los  moderades,  quiso 
detener  su  desastrosa  carrera,  y  por  Real 
Decreto  de  26  de  abril  concede  indulto  a 
los  individuos  que  hubiesen  pertenecido 
a  sociedades  secretas,  però  para  de  aquel 
dia  en  adelante  prohibe  la  existència  de 
éstas  (1). 

Una  Real  orden  fechada  en  17  de  Junio 
de  este  aiïo  de  1834  manda  que  las  corpo- 
raciones  eclesiàsticas  de  ambos  cleros 
para  ena jenar  inmuebles,  alhajas  y  de- 
mas  objetos  preciosos,  pidan  antes  li- 
cencia  a  la  Reina,  y  afiade  el  Gobierno 
que  toma  esta  medida  para  facilitar  a  la 
Junta  eclesiàstica  el  medio  de  preparar 
las  reformas  (2).  El  clero,  y  aun  mejor, 
la  Iglesia,  no  podia  mirar  con  buenos 
ojos  estàs  medidas,  que,  aunque  con 
moderación  en  los  días  del  constituciona- 
lismo  desconocida,  dirigian  las  cosas  por 
los  camines  de  aquelles  tres  anos  de 
persecución.  Ademas  por  Real  Orden  de 
6  de  Julio  del  mismo  1834  se  suprime  el 
colegio  de  jesuitas  de  Pasajes,  provincià 
de  Guipúzcoa  (3).  De  su  fundación  leo 
que:  «íí  fines  del  aiïo  de  1828  se  estableció 
»un  colegio  de  PP.  jesuitas  franceses, 
»donde  se  ensenan  las  primeras  letras,  la 
»religion,  las  lenguas  francesas,  latina  y 
«griega,  la  retòrica,  historia,  geografia  y 
«matematicas»  (4).  Y  se  decreta  esta 
supresión  sin  que  ni  un  jesuita  huyera  al 
campo  carlista. 

De  la  mentada  Real  Orden  son  las 
palabras  que  a  seguida  copio: 

«He  dado  cuenta  a  S.  .\I.  la  REINA 
«Gobernadora  de  cuanto  resulta  del  ex- 
»pediente  instruido  acerca  del  estado, 
»relaciones  y  comportamiento  de  los  PP. 


(i)  üiario  de   l{jiccloii.i   del    7    de    mayn  de 

i8?^.  pàií.  w>;o. 

(j)  Dtjrio  de   Baiceloii.i   del   27  de  junio  de 

iKh-  Pàfí.  MT'I- 

(í)  Diario  de  /í.i»vi7üh.i  del  n  de  iullude  1^!-). 
piig.  KMQ. 

(^)  Diccioitario  gcogrAfico  uitivei sal.   H.tice- 

loii.i,  iSjJ.  Tomo  \'II.  pàfç.  ji>). 


»jesuitas  del  colegio  de  Pasages ha 

»tenido  &  bien  mandar: 

»1 ."  Que  por  ahora  se  cierre  dicho 
«colegio  de  jesuitas  de  Pasages,  y  todos 
»Ios  bienes,  efectes  y  alhajas  pertene- 
>'Cientes  A  la  comunidadse  inventarien,  y 
»custodien  cuidadosamente,  y  se  pongan 
>.•en  administracion,  bajo  las  competentes 
'^seguridades,  à  carge  de  personas  de  la 
»mayor  confianza  que  nombrarà  V.  S.  de 
xacuerdo  con  el  superior  de  la  comu- 
»nidad. 

»2.°  Que  à  los  PP.  que  en  la  actuali- 
»dad  la  componen,  respecto  A  ne  ser  espa- 
»neles,  se  libren  sus  pasaportes  para  el 
«país  de  su  naturaleza  ó  cualquier  etro 
»extranjere  que  eligieren,  intimandoles 
»salgan  cuante  antes  para  sus  destinos.» 

Sigue  hasta  el  articulo  6."  inclusive  (5). 

A  todo  esto  la  terrible  plaga  del  còlera 
morbo  se  iba  extendiendo  por  Espana  y 
había  entrado  va  en  Madrid.  De  aqui  la 
siguiente 

«Real  erden. 

»Deseando  S.  M.  la  REINA  Geberna- 
»dera  facilitar  a  los  pueblos  aflijidos  por 
»el  còlera-morbo  todos  los  auxilies  que 

»reclama  su  triste  situacien se  ha  dig- 

»nado  resolver  lo  siguiente: 

»Art.  1."  Les  gobernadores  ei  viles  de 
»las  previncias  en  que  se  esté  padeciendo 
»ó  declare  el  còlera-morbo,  exitaràn  el 
»celo  de  los  RR.  Prelados  diocesanes,  de 
»les  venerables  cabildos  eclesiàstices,  de 
»las  comunidades  religiosas,  cerperacio- 
»nes,  empleades,  gremios  de  artes  y  ofi- 
»cies,  hacendados  y  capitalistas  de  todas 
«clases,  a  tin  de  que  se  suscriban  con  las 
vcantidades  y  efectes  que  les  dicte  su 
>^amer  a  la  humanidad  para  el  socorre  de 
«les  enfermos  en  les  pueblos  centagia- 
»dos.  ... 

«Madrid  11  de  julio  de  1834.. .«  (6). 

La  revolución,   ne  satisfecha  con  las 

(;)     hiaiio  de   II.Ji cetona    del    1;   de   julin  de 
lS;_).  pà-.  lO^o. 
(11)     Diaiio    de    liarcelona    del    iS  de   iulio  de 

lS-|.    p;i-.    11.7(1. 


30 


LIBRO    TERCERO. CAPITILO    PRI.MERO 


concesiones  hasta  aquí  enumeradas,  pe- 
día  mas  libertad,  o  sea  màs  desorden  y 
mas  hostilidad  contra  la  Iglesia;  y  así 
la  situación  del  Gobierno  de  Madrid  se 
apiavaba  cada  dia  «por  las  sordas  ma- 
»quinaciones  del  partido  liberal  exaltado, 
xque  no  veia  el  momento  de  soltar  todo 
»freno  a  la  revolucion.  Sus  esfuerzos 
»se  habian  dirig-ido  principalmente  a  soli- 
»viantar  las  pasiones  populares  contra 
>'los  institutos  religiosos  exagerando  la 
»parte  que  tomaban  en  los  levantamientos 
>/carlistas,  y  las  tristes  circunstancias  en 
>que  se  halló  envuelta  por  entonces  la 
>^capital  de  la  monarquia,  donde  la  epide- 
»mia  empezó  a  dejar  sentir  sus  rigores, 
»le  sirvieron  para  dar  comienzo  a  la  con- 
»sumación  de  sus  planes»  (1). 

Desde  Esparraguera,  en  2  de  septiem- 
bre  de  1834,  Llauder  da  un  nuevo  rugido 
de  su  furor.  Escribe  que  habiendo  sabido 
que  algunos  jefes  carlistas  han  escapado 
de  los  depósitos  franceses,  y  que  otros  se 
hallan  ocultos  en  el  Principado,  manda 
lo  siguiente: 

«1.°  El  que  abrigase  à  estos  bandidos 
»ó  sus  secuaces  en  su  casa  ó  dentro  de  su 
»posesion,  en  cueva,  barraca,  etc,  ó  sa- 
»biendo  su  asilo  los  ocultase  sin  dar  parte 
»inmediatamente  à  la  autoridad  compe- 
»tente,  ó  à  la  militar  mas  inmediata, 
»sufrira  la  pena  de  ser  pasado  por  las 
»armas.» 

2°  En  este  articulo  establece  un  pro- 
cedimiento  sumario  para  juzgar  a  los 
delincuentes,  el  que  se  ha  de  efectuar  en 
la  cabeza  del  partido. 

«3.°  Se  consideraran  como  abrigado- 
»res  de  los  bandidos,  y  sujetos  à  la  misma 
»pena  del  articulo  1.°,  à  todos  aquelles 
»que  les  diesen  dinero,  sin  que  les  sirva 
»de  escusa  habérselos  arrancado  a  la 
»fuerza  y  con  amenazas  de  muerte. 

»4.°  La  misma  pena  tendran  los  que 
»desde  sus  casas  ó  labores,  ó  en  cualquier 
»otro  punto  viesen  ladrones  ó  facciosos 
»en  camino,  bosque,  etc,  }-  no  procurasen 


(i)     Sr.  GL-bhardt.  (Jhra  cil..  lomo  \'ll.   pà^ 
na  n. 


»dar  inmediatamente  aviso  à  su  baile, 
»regidor  ó  gefe  de  fuerza  armada  màs 

»inmediata 

»5.°     

»6.°  Los  Cura-Parrocos  y  Eclesiàsti- 
>cos  seculares  ó  regulares  que  ejercen 
>-dignidad  en  los  pueblos  à  cuyos  Bailes 
»ó  Justicias  se  les  forme  causa  por  haber 
»faltado  à  las  anteriores  obligaciones, 
»podr£ln  ser  comprendidos  igualmente, 
»en  la  misma  causa  porque  el  justo  res- 

»peto  con  que  son  mirados les  facilita 

»ejercer  la  influencia  de  su  ministerio»  (2). 

No  pecarà  de  injusto  quien  moteje  de 
tirànico  y  grandemente  tirànico  este  ban- 
do,  cuyo  espíritu  trasuda  hasta  en  las 
palabras  o  dictados  que  da  a  contrarios. 
Llíimales  bandidos,  ladrones  3'  facciosos, 
cosa,  como  ya  arriba  noté,  nada  anormal 
en  aquel  tiempo,  en  cu^'os  documentos 
oficiales  no  se  nombra  a  los  carlistas  màs 
que  por  los  epitetos  de  Dialhechores,  rebel- 
des,  foragidos,  infames,  vAiidalos,  per- 
versos, protervos,  nialvados,  ladrones, 
asesinos,  liordas  de  brut  al  es  vdndalos, 
etcètera. 

En  18  del  mismo  septiembre  de  1834  se 
dicta  una  circular  a  los  ayuntamientos 
de  esta  provincià  referente  a  dos  perso- 
nas,  a  las  que  al  tratar  de  los  incendies 
de  Barcelona  veremos  figurar.  Don  Joa- 
quin  Ayerve,  a  la  sazón  solo  coronel, 
cesa  en  el  cargo  de  Delegado  de  policia, 
y  le  sustituye  interinamente  el  coronel 
retirado  Don  Juan  de  Serralde  (3). 

Por  Real  Decreto  de  22  de  octubre  del 
mismo  aíïo  34  se  mandan  secuestrar  los 
bienes  de  los  que  se  unan  a  los  carlis- 
tas (4). 

Sobre  todo  hoi  ripilan  en  la  lectura  de 
los  diarios  de  este  tiempo  las  frecuentes 
y  largas  listas  de  prisioneros  carlistas 
fusilados  por  las  autoridades  liberales. 


(j)  Diario  de  Barcelona  del  _)  de  septiembre 
de  1834.  pàgs.  io68  y  sigs. 

(í)  Diario  de  Barcelona  del  25  de  sepiiembre 
de  1834,  pàií.  2220. 

(4)  Diario  de  llarcclona  del  5  de  noviembre 
de  1814.  pàg.  j:;';.;. 


I 


A.\l  LCliUENTES    IIISTORICOS 


31 


Véanse,  si  no,  los  partes  oficiales  inserta- 
dos  en  el  Diario  de  Barcelona  de  los  días 
0,  9,  18,  26  de  diciembre  de  1834,  17  de 
enero  de  1835  j'  otros;  y  para  sola  mues- 
tia  de  los muchos  casos  iguales  recordaré 
que  el  Diario  del  2  de  octubre  del  ultimo 
citado  ano  notifica  al  publico,  que,  ha- 
biéndose  rendido  los  carlistas  del  Raset 
de  Guimerà,  se  fusila  a  él,  a  siete  de  sus 
jefes  y  a  62  individuos  (1).  Horripilan, 
repito,  estàs  frecuentes  hecatombes  per- 
petradas  a  sangre  fria  por  los  pretendi- 
dos  defensores  de  la  libertad,  igualdad  y 
il'raternidad! 

Desde  Berga,  en  13  de  noviembre  de 
1834,  el  CapitAn  General  Llauder  toma 
providencia  contra  los  somatenes,  de  los 
que  se  aprovechaban  los  carlistas,  }'  en 
el  articulo  séptimo  de  su  bando  escribe: 
«En  los  pueblos  donde  no  sea  posible  de- 
«fenderse  de  estos  bandidos»  (los  carlis- 
tas), «acreditaran  sus  habitantes  su  deci- 
>sión  al  Gobierno  huyendo  de  sus  casas 

»para  libertarse  de  compromisos *  (2). 

V  en  marzo  de  1835  publica  un  edicto 
draconiano  cieando  las  companias  de 
guias  (migueletes)  de  los  partidos  de  Sol- 
sona, Berga  y  Cardona,  y  restableciendo 
el  vigor  de  los  bandos  terribles  expedi- 
des por  él  en  13  de  abril,  2  de  septiembre 
y  13  de  noviembre  de  1834  (3). 

En  el  Diario  de  Barcelona  del  30  de 
enero  de  1835  viene  el  ascenso  a  Briga- 


(l)       Piig.    2.>1I. 

(j)  Diario  de  Barcelona  del  \u  de  noviembre 
df  1854.  p;ig.  2613. 

(3)  IHario  de  Harccloiia  du\  iS  de  mar/o  de 
18, S-  pàg.  ''"9- 


dier  de  los  coroneles  Don  Jaime  Carbó, 
Don  Pedró  Munt,  al  que  rauy  pronto  en 
días  amargós  hallaremos  portàndose  muy 
bien  como  Gobernador  de  Vich,  y  al  que 
tan  mal  obro  en  Barcelona  Don  Joaquín 
Ayerve  (4). 

En  un  parte  oficial,  que  sobre  la  firma 
del  Brigadier,  Jefe  de  la  plana  mayor, 
Don  Antonio  Lasauca,  publica  la  Capi- 
tania General  en  10  de  abril  de  1835,  se 
lee  que  el  Gobernador  de  Villafranca  del 
Panadés  participa  que  sorprendió  al  car- 
lista Llaugé  en  Piera,  y  anade  explicando 
el  modo:  «El  reten  de  urbanos  advertido 
»por  el  toque  de  somaten  con  que  avisa- 
»ron  los  PP.  Trinitarios  la  aproxima- 
»cion  de  los  facciosos,  se  puso  en  de- 
»fensa...»  (5). 

A  mediados  del  mismo  mes  de  abril  es 
nombrado  «Segundb  cabo  Comandante 
»General  de  este  principado  el  mariscal 
»de  campo»  (General  de  división)  «go- 
»bernador  de  la  plaza  de  Barcelona  Don 
»Pedro  Nolasco  Bassa,»  al  que  al  fin  de 
esta  tragèdia  veremos  morir  terrible- 
mente  en  su  palacio  (6). 

La  resena  de  los  pormenores  de  la  polí- 
tica del  Principado  hame  arrastrado  a 
fechas  harto  adelantadas.  Dejo  atràs  he- 
chos  intimamente  ligados  con  el  gran 
crimen  de  las  matanzas  de  Cataluna; 
demos,  pues,  un  paso  hacia  atras  y  expli- 
quémoslos,  volviendo  al  ano  de  1834. 

(4)     Pàs-  -Mv 

tí)     Diario  de   Barcelona   del    ii    de   al-ril   de 
183^.  pàg.  801. 
(I.)     Diario  de   Barcelona   del    iS  de  abril    de 

iS!5. 


«W. 


CAPITULO   SECUNDO 

MATANZAS 
DE    FUERA    DE    CATALUNA 


ARTICULO   PRIMERO 


DEGÜELLO  DE  LOS  JESUITAS  DE  MADRID 


MATANVAS    DP.    I  lEUA    fiE    CAI  AI.I 


35 


p 

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IRCUNSCRITO 

este  mi  libro 
a los  sucesos 
de  la  región 
catalana,  pa- 
rece  debiera 
prescinditde 
la  narración 
de  las  perse- 
cuciones  y 
m  a  t  a  n  z  a  s 
perpetradas 
allende  los  linderos  del  Principado;  3^  sin 
embargo,  no  puedo  dejar  de  resenarlas, 
siquiera  comoantecedenteshistóricos,  ya 
que  íntimamente  ligados  con  los  de  aquí, 
constituyen  sus  piemisas  y  aun  comien- 
zos.  Mucha  y  clara  Ijz  ha  proN-ectado  so- 
bre el  primero  que  se  ejecutó,  o  sea  el  de 
Madrid,  el  senor,  no  Don  Modesto  La- 
fuente, sine  Don  Vicente  de  La  Fuente, 
de  cuya  relación  en  la  parte  que  a  dicha 
coronada  villa  se  refiere  me  decia  una 
de  las  víctimas  de  aquella  persecución, 
mi  inolvidable  jefe  el  Padre  Don  Joaquín 
Maria  Medina,  estàs  palabras:  '<E1  Sr.  La 
JiFuente  en  su  obra  sobre  la  fracmasone- 
>ria  tiene  algunas  pàginas  relativas  A  los 
asesinatos  de  religiosos  en  17  dejuliode 
"1834;  3'  las  que  dedica  a  los  de  la  Compa- 
' nia,  son,  en  cuanto  recuerdo,  bastante 
»cxactas»  (1).  Por  otra  parte,  durantemis 
estudiós  eclesiàsticos  gobernaban  nuestro 
Seminario  barcelonès  los  jesuitas,  y  allí, 
siendo  alumno  externo,  però  principal- 
mente  cuando  iiiterno,  traté  familiarmen- 
te  a  varios  de  los  que  se  hallaron  en  la 
mentada  persecución  de  Madrid,  hoy  ya 
todos  difuntos;  y  asi  pues,  con  las  noti- 
cias  de  La  Fuente,  y  las  que  adquirí  de 
los  jesuitas,  entonces  mis  jefes,  tejeré  el 


Nota. — La  inicial  fuc  copiada  de  un  cúdicc  del 
-ifiio  XII  del  monasterio  de  San  Cugat  del  X'allés, 

(1)  Carta  que  me  escribin  de.=de  \'alcncla  en 
iS  dccpctuhre  de  i8>^<<. 


siguiente  relato  en  lo  que  se  refiere  a  los 
religiosos  de  la  Compafiía. 

'<E1  degüello  de  los  frailes  de  Madrid. 

->Este  horrible  acontecimiento  es  una  de 
>'las  principales  hazanas  de  las  sociedades 
Asecretas,  y  como  tal  necesita  un  capitulo 
^especial  en  esta  historia,  tanto  mas 
»cuanto  que  los  escritores  liberales  pasan 
»por  él  como  por  ascuas,  y  callan  inten- 
"Cionadamente  que  fuese  preparado  y 
;ejecutado  por  ellas.  Però  ;qué  persona 
»medianamente  versada  en  nuestra  his- 
»toria  cüiitemporanea  y  en  sus  ocultos 
»resortes,  ignora  ya  la  causa  y  los  auto- 
>'res?  ;No  se  dijo  entonces  y  no  lo  ha  dicho 
"Siemprela  opinion  ptiblica?£Aqué,  pues, 
Kcallar  maflosamente  en  la  historia  lo 
^>que  todos  dicen   de  palabra  y  lo  que 

-  todos  sabemos? 

No  he  visto  en  ninguna  parte  una 
'felacion  detallada  y  minuciosa  de  tan 
>^espantoso  atentado,  y  ya  es  tiempo  de 
»hacerla,  antes  de  que  concluyan  de  bajar 
Àal  sepulcre  los  que  aquel  dia  salvaron 
»su  vida  casi  milagrosamente.  Como 
«obra  de  los  francmasones  y  comuneros 
>'Combinados,  aquella  matanza  debe  que- 
>;dar  descrita  en  esta  historia:  le  conservo 
Ael  nombre,  siquiera  sea  algo  grosero, 
»el  degüello  de  los  frailes,  que  le  dió  el 
»vulgo. 

»Es  una  solemne  falsedad  el  pintar  ese 
»hecho  como  hijo  de  la  casualidad,  del 
>.terror  que  inspiraba  la  epidèmia,  de  la 
'malevolencia,  ó  de  una  alucinacion  del 

-  populacho.  Es,  repito,  una  mentirà,  3' 
-mentirà  arteramente  propalada  por  los 
'-que  prepararon  el  crimen,  por  los  que  lo 
'ejecutaron,  3'  por  los  que  torpementeno 
'lo  impidieron,  si  es  que  no  lo  consintie- 
ron>/  (2).  Desde  el  mes  de  mayo  se  decia 
que  en  Madrid  había  de  haber  dos  días  de 
degüello.  «El  hecho  se  anunciaba  ya  tres 
»dias  antes;  í'i  los  Padres  de  la  Companía 


(j)  D.  \  icenle  de  La  Fuente.  Historia  :ie  hs 
sociedades  secrelas  aiitigiias  v  modernes  en  Iis- 
paiia.  Madrid,  iSj  f.  Tuni.i  II.  Lugo,  1881.  Pd- 
KÍnas.J'1  y  -'7. 


36 


I.IIIUO    TiniCl^RO.  —  CAIMIIIO    SKCUKUO 


»de  Jesús  se  les  aviso  por  liberales  que  te- 
»nían  hijos  en  sus  escuelas  y  colegios,  y 
»aun  à  los  otros  coiiventos  habían  llega 
>•do  tambien  noticias  de  que  se  atentaba 
>algo  contra  sus  vidas  é  intereses;  però 
>como  ya  en  alguna  oira  ocasion  reci- 
>bieran  avisos  analogos,  que  los  hechos 
»no  habían  venido  à  confirmai•,  crej'eron 

>  que  esta  vez  sucedería  lo  mismo,  }■  que, 
>^en  todo  caso,   el  atropello  seria  contra 

>  los  bienes  mas  que  contra  las  personas. 

>  En  algun  convento  habían  ya  ocultado 
xlas  alhajas  de  la  iglesia  y  algunos  inte- 

>  reses»  (1). 

Hasta  muy  adelantada  mi  pesquisa  de 
datos  del  1835  no  vino  a  mis  manos  el 
piecioso  libro  y  texto  citado  de  Don  Vi- 
cente de  La  Fuente.  De  las  fidedignas 
noticias  que  habia  yo  adquirido  brotaba 
indudable  la  meditada  preparación  del 
atentado  de  Barcelona.  Los  escritores 
liberales  de  aquí  todos  presentaban  como 
casual  el  hecho.  Así  la  lectura  de  aquel 
texto  completamente  concorde  con  mis 
descubrimientos  llenóme  de  satisfacción 
y  fortaleció  mi  sentir. 

Que  los  autores  masones,  aun  después 
de  La  Fuente,  insisten  en  presentar  como 
casual  el  hecho,  huelga  decirlo.  Véase, 
si  no,  al  defensor  de  la  masonería,  escri- 
tor  masón,  Don  Nicolàs  Díaz  y  Pérez,  en 
su  libro  La  Fraiiciiinsoiiería  Espauola, 
impreso  en  Madrid  en  1894,  pags.  390  y 
siguientes,  y  quedarà  patente  el  hecho; 
mas  a  él  contrapongo  ahora  aquí  de  paso 
el  dicho  nada  menos  que  del  Presidente 
del  Consejo  de  Ministres  de  entonces 
Don  Francisco  Martínez  de  la  Rosa, 
quien,  copiado  por  el  mismo  escritor 
masón,  escribe:  «Fué  ptíblico  y  notorio 

>  que  aquella  catàstrofe  fué  obra  de  las 
»sociedades  secretas  para  precipitar  la 
»revolución  y  arrojar  del  mando  el  parti- 
»do  moderado;  aprovechàndose  del  terror 
»que  difundió  la  aparición  repentina  del 
»cólera,  inventando  lo  del  envenenamien- 
»to  de  las  aguas,  como  otras  cosas  absur- 

(i)   .  D.  \'iccntc•  de  I,a  Fucnle.  (Jhra  tit..  pà.ui- 


>/das  se  inventaron  en  otras  capitales»  (2). 

Y  mucho  mas  nos  dirà  en  capitules 
posteriores  el  Presidente  del  Gobierno 
cuando  trataremos  de  las  responsabilida- 
des  hijas  del  atentado. 

El  dia  ISdejulio  los  novicios  jesuitas 
paseaban  ti^anquilamente  por  la  huerta 
del  Seminario  de  Nobles,  casa  de  la  mis- 
ma  Compafiia,  que  se  hallaba  contigua  al 
cuartel  de  Reales  Guardias  de  Corps,  y  en 
esto  inesperadamente  apareció  en  una  de 
las  ventanas  del  cuartel  un  desconocido 
en  traje  como  de  asistente,  y  mostrando 
una  pistola  gritó:  «jEh,  holgazanes!  Una 
»tarde  nos  hemos  de  empefíar  en  arrancar 
»toda  la  grama,  porque  dana  à  las  plan- 
»tas,  sobre  todo  en  estos  tiempos»;  y  dicho 
esto,  disparaba  el  arma  de  su  mano. 
Véase,  pues,  si  estaba  preparada  laagre- 
sión,  y  hasta  fijada  la  parte  del  dia  en 
que  debía  perpetrarse.  Però  dejemos 
ahora  la  discusión  de  este  puiito,  al  que 
cuando  trate  de  Barcelona  dedicaré  un 
nutrido  articulo. 

Volvamos  a  la  narración  de  La  Fuente: 
«El  còlera  hacía  estragos  en  Madrid  y  en 
»los  pueblos  inmediatos;  la  noche  del  16 
>'de  julio  estaba  tempestuosa,  y  el  calor 
»que  había  hecho  durante  el  dia  desar ro- 
>^lló  una  gran  cantidad  de  Muido  eléctrico 
»en  la  atmosfera,  y  con  ella  el  de  la  epi- 
)>demia.  En  medio  del  silencio  de  la  noche 
»y  de  los  relàmpagos...  un  malvado  pa- 
»saba  y  repasaba  por  la  calle  de  Toledo 
>  y  de  los  Estudiós,  cantando  al  son  de  una 
xmala  guitarra  esta  horrible  3'  satànica 
ïcopla: 

»Muera  Cristo, 
»Viva  Luzbel, 
»Muera  D.  Carlos, 
»\'iva  Isabel. 


xAbsurdas  voces  se  venían  propalando 
»desde  algunos  días  atràs  acerca  de  la 
>invasion  y  propagacion  del  còlera.  Un 
»mes  antes  se  había  presentado  repenti- 

f  J)  V.n  el  eilado  llhro  de  D.  Nicihis  Dia/.  p:i- 
iiina  ïO_|. 


.MATANZAS     Dlï    FLEKA    DE    CAIALLNA 


37 


>namente  en  V'allecas,  y  en  vano  se  habia 
-tratado  de  aislar  la  epidèmia  acordo- 
'  nando  el  pueblo  por  medio  de  un  regi- 
•  miento  de  ingenieros,  que  se  situo  en  sus 
>;ali"ededores,  para  impedir  la  entrada  y 
"salida...  Se  principio  a  decir  desde  el 
>'día  anterior,  que  el  desarrollo  de  aquel 
'.no  era  natural  ni  casual,  sinó  muy  in- 
'  tencionado,  y  que  procuraban  propagar- 
'  le  los  frailes,  como  medio  de  matar  a  los 
í-liberales.  Bestial  y  soberanamente  estú- 

>  pida  era  la  invencion;  però  al  populacho 
«no  se  le  engana  con  una  cosa  racional: 

>  si  fuera  racional  el  engano  no  lo  com- 
>iprendería;  es  pieciso  que  sea  una  cosa 
«monstruosa  y  enorme  para  que  él  la 
crea.>' 

Hacía  mucho  mas  absurda  la  calumnia 
el  comportamiento  de  los  religiosos  en 
aquellos  mismos  días,  pues  viendo  é;tos 
la  espantosa  mortandad  que  afligia  a  la 
villa-corte,  salieron  presurosos  de  sus 
conventos  a  socórrer  de  dia  y  de  noche  a 
l•is  apestados  así  de  los  hospitales  como 
de  las  casas  particulares  desestimando  su 
pròpia  vida  para  auxiliar  y  salvar  las  de 
los  demas.  Contradicción  absurdísima  la 
de  que  los  que  quitan  la  vida  a  los  coléri- 
cos  sean  los  mismos  que  para  salvarsela 
exponen  la  suya.  Y  no  solo  contradicción 
loca,  sinó  ingratitud  monstruosa. 

Però  iy  por  qué  motivo  habían  los  frai- 
les de  envenenar  las  fuentes?  Dijeron  los 
embaucadores  que  para  matar  a  los  libe- 
rales;  nuevo  absurdo  que  no  puede  fun- 
dai  se  en  otro  principio  que  en  el  de  que 
los  no  liberales  ni  beben  agua  ni  la  usan 
para  los  condimentos  de  sus  manjares. 

«Los  malvades  que  de  antemano  esta- 

>  ban  ya  organizados  y  tenían  la  consigna 
>para  el  crimen,  pasaron  la  manana  es 
ítendiendo  estàs  voces  contra  los  fiailes, 
»y  asesinando  a  algunos  infelices,  vícti- 
»mas  de  venganzas  particulares,  so  pre- 
otesto  de  que  llevaban  polvos  con  el  ob- 
»jelo  de  envenenar  las  aguas.  Los  mismos 
«sicarios  se  encargaban  siempre  de 
>hallar  los  supuestos  polvos  entre  las 
)  ropas  de  sus  víctimas;  suerte  de  esca- 
»moteo  que  no  era  dificil  ejecutar  sobre 


'  un  cadàver,  llevàndolos  à  prevencion  el 
'•asesino. 

»Serían  apenas  las  doce  del  dia»  (dia  17 
de  julio)  «cuando  asesinaron  à  un  pobre 
^muchacho  que,  por  travesura,  había 
-vertido  lodo  ú  otra  inmundicia  en  la 
»cuba  de  un  aguador,  como  solían  hacer 
»por  pueril  travesura.  Al  perseguirle,  los 
»aguadores  gritaron,  por  torpeza  ó  por 
«venganza,  que  echaba  cosas  malas  en  cl 
y>agtta,  y  no  fué  necesario  mas  para  que 
»la  multitud  furiosa,  ó  quizà  los  mismos 
»que  le  habian  incitado  à  esa  travesura, 
>.lo  asesinaran  ferozmente.  Al  mismo 
>tiempo  se  principio  a  gritar  que  otro 
«muchacho,  que  estaba  tambien  envene- 
»nan(lo  el  agua  de  otras  cubas,  se  habia 
>.iefugiado  en  el  Colegio  de  los  Jesuitas, 
»sustrayéndose  de  este  modo  a  la  ven- 
»ganza  popular.  Entonces  los  sicarios 
)-preparados  de  antemano  se  dirigieron  al 
«Colegio  Imperial»  (1). 

En  1834  la  Compania  de  Jesús  tenia  en 
Madrid  cuatro  casas,  a  saber:  el  No  vicia - 
do,  el  Seminario  o  colegio  de  Nobles,  el 
Seminario  colegio  de  no  nobles,  y  el 
Colegio  Imperial.  Los  dos  seminarios 
educaban  alumnos  internos,  al  paso  que 
el  Colegio  Imperial  enseíïaba  a  externos. 
Este  se  hallaba  contiguo  al  Seminario  de 
no  nobles,  con  el  cual  comunicaba  por 
una  puerta;  y  su  iglesia  era  la  misma, 
aún  lioy  existente,  llamada  de  San  Isidro, 
la  que  ha  servido,  o  quiza  aún  hoy  sirve, 
de  catedral.  Las  clases  de  las  dos  casas 
contiguas  eran  comunes. 

A  eso  de  las  tres  de  la  tarde  se  formó 
un  grupo  en  la  Puerta  del  Sol,  el  cual  a 
gritos  repetia  la  calumnia  de  las  aguas. 
Allí  persiguió  a  un  joven  que  se  acercó  a 
l;i  fuente  en  demanda  de  agua,  acusando- 
lo  de  comisionado  de  los  frailes.  Refugió- 
se  el  joven  en  el  principal  de  la  Casa  de 
Correos,  hoy  Ministerio  de  Gobernación, 
mas  alli  mismo,  dentro  de  la  guardià  del 
principal,  recibió  la  muerte,  sin  que  ni  el 
crimen,   ni  la  actitud  revolucionaria  de 

(i  i  Ü.  XicciUo  cic  La  Fiicnu-.  I•Im-.i  oit..  Ui- 
111' I  1 1.  píijí.  ;ii. 


oS 


los  grupos,  fuesen  parte  para  lograr  que 
la  tropa  tomase  la  actitud  digna  que  de- 
bia,  y  disipase  el  motín.  Entonces  los 
grupos  se  dirigieron  al  Colegio  Imperial, 
«prorrumpiendo  en  denuestos  y  gritos  de 
»esterminio,  y  formando  numerosos  gru- 
»pos  frente  a  las  puertas  del  edificio  }' 
>"los  otros  adyacentes,  que  forman  aquel 
»vasto  establecimiento.  Las  autoridades 
xentretanto  dormían  la  siesta  tranqui- 
>^lamente»  (1). 

A  eso  de  las  tres  y  media,  o  poco  menes, 
de  la  tarde,  el  grupo  llego  frente  a  la  puer- 
ta  de  los  carros  de  dicho  colegio,  y  persi- 
guió  a  sablazos  a  un  mozo,  al  que  cre3'ó 
criado  de  los  jesuítas,  y  que  realmente  es- 
taba  empleado  en  la  casa.  Condujéronle 
a  la  ciírcel.  Los  urbanos,  agrupades  en 
la  Plazuela  de  la  Cebada  prendieron  a  un 
jo  ven  pretendiendoasesinarle;3'entretan- 
to  algunos  de  ellos  se  destacaron  del  gru- 
po principal,  y  llegàndose  a  casa  de  Don 
Joaquin  Arrieta,  le  robaron,  le  cogieron, 
y  con  soez  gritería  lo  Uevaron  junto  con 
aquel  joven  a  la  casa  del  Comisario  de 
policia  de  la  misma  calle  de  Toledo.  Dos 
guardias  de  Corps  3'  algunos  urbanos 
animaban  a  aquella  turba,  la  que  repetia 
los  gritos  de  «Viva  la  república:  mueran 
»los  frailes  y  los  realistas.»  Viendo  los 
amotinados  que  el  comisario  no  haílaba 
culpa  en  los  acusados,  levantaron  el  grito 
en  contra  de  él,  amenazandoledemuerte; 
3"  atemorizado  el  comisario,  dijo  a  los 
presos  que  se  salvaran  como  mejor  pu- 
dieran.  Sucedió  lo  natural;  a  los  gritos 
de  «mueran».  Arrieta  fué  asesinado  a 
sablazos,  a  poca  distancia  del  lugar,  y  el 
joven,  aunque  pudo  huir  y  córrer,  alcan- 
zado  por  los  urbanos  en  la  calle  de  la 
Rueda,  sufrió  igual  suerte. 

Con  esto  el  torrente  quedaba  desborda- 
do.  Los  gritos  de  «mueran  los  frailes, 
»mueran  los  jesuitas,»  ya  muy  repetida- 
mente  sonaban  entre  aquellas  turbas  que 
amotinadas  corrían  de  uno  y  otro  lado. 
En  esto  salió  de  una  cereria  de  junto  la 


(i)     d.  N'icente  clc 
mo  II,  p;lg.  J9. 


I.;\    Fuenlc.    Ohr 


iglesia  de  San  Millan  el  donado  francis- 
cano  Hermano  \'icente  Diéguez.  Luego 
los  urbanos  le  cercaron,  y  si  bien  le  deja- 
ron  marchar,  j-éndose  él  camino  de  su 
convento,  dos  de  aquéllos  acudieron  a  su 
alcance.  El  donado,  aterrorizado,  les 
habló  sombrero  en  mano,  a  lo  que  uno 
de  los  urbanos  contesto  tirandole  un  tajo 
en  el  rostro  3^  partiéndole  la  cabeza; 
acudiendo  los  demàs  urbanos,  le  dieron 
otros  sablazos.  El  cadàver,  colocado  en 
una  escalera,  fué  llevado  a  la  càrcel, 
quedando  en  la  plaza  de  la  Cebada  diver- 
sos grupos  de  urbanos  y  paisanes  ar- 
mades. 

A  poco  Uegó  allà  un  Caballero  monta- 
do:  habló  a  los  grupos,  3"  se  dió  el  grito 
de  «a  San  Isidro,  a  San  Isidre».  Tres 
seneres  de  levita,  montados,  fueron  les 
directores  de  aquelles  crimenes.  He  leido 
una  carta  de  respetabilisima  persona, 
que  vivia  frente  de  San  Isidro,  y  en  ella 
se  dice:  '<...corrieron  a  la  calle  de  Toledo, 
>/3'  se  colocaron  enfrente  de  la  iglesia  de 
»S.  Isidro.  Allí  maquinaban  el  asesinato 
»de  los  religiosos.  En  aquel  punte  vi  j'o, 
vhàcia  las  4  Va  de  la  tarde,  unas  veinte 
»personas  algunas  notables  per  los  gra- 
»dos  3'  distinciones  3''  opiniones,  mezcla- 
>  das  à  los  grupos».  Aquelles  tres  directo- 
res daban  o  cemunicaban  las  ordenes. 

De  tal  mode  aumentó  la  masa  de  genle 
que  allí,  frente  a  .San  Isidro,  sehabía  fer- 
mado,  que  ocupaba  la  mu3•  ancha  calle  de 
Toledo  hasta  cerca  de  la  plaza  de  la  Ce- 
bada. A  eso  de  la  hora  indicada  de  las  cua- 
tro  3'  media  unióse,  pues,  a  estàs  gentes  el 
arriba  mentado  grupo  procedente  de  la 
plazuela  de  la  Cebada,  y  entonces  estalló 
la  gran  gritería  de:  «mueran  los  jesuitas>'. 
Uno  de  les  montados,  puesto  frente  de 
la  turba,  con  el  sable  desenvainado, 
dirigióse  a  las  ventanas  del  Colegio,  gri- 
tando:  «jEli!,  rhay  pol  vos?  Ahora  lo  vere- 
»mos».  Y  dada  la  seflal  de  acometer,  la 
multitud  se  dividió  en  dos  secciones,  las 
que,  armadas  de  hachas  y  mazes,  se 
lanzaren  hacia  distintas  puertas  del  edi- 
ficio. Per  fortuna  no  las  hallaron  abier- 
tas;  hacia  peces  mementos  que  habían 


MATANVAS    DE    /  UF.UA    DE    CATAUNA 


30 


sido  cerradas.  La  del  Colegio  Imperial 
estaba  en  la  misma  calle  de  Toledo,  _v  la 
del  Seminario  en  la  del  Duque  de  Alba. 
Como  aquel  Colegio  Imperial  no  solo 
tenia  las  clases  de  alumnos  seculares 
externos,  sinó  las  de  Filosofia  y  Teologia 
de  los  jóvenes  jesuítas,  albergaba  una 
comunidad  extraordinariamente  numero- 
sa,  compuesta  a  la  sazón  de  ciento  cua- 
renta  y  tantos  religiosos.  Los  jesuitas  ya 
ma3''ores,  o  no  estudiantes,  al  ver  enton- 
ces  la  actitud  agresivu  de  los  conjurados, 
comprendieron  que  se  trataba  de  acabar 
cop  ellos;  y  fueron  presa  del  espanto  y 
la  consiguiente  confusión,  tanto  màs  na- 
turales  e  inevitables,  cuanto  mas  descui- 
dados  del  peligro  aquéllos  vivian.  Unos 
en  busca  de  un  escondrijo  corrían  sin 
dirección;  otros  acudian  al  superior  en 
demanda  de  consejo  u  ordenes;  estos 
subían  a  los  altos  }•  buhardillas  para 
ocultarse  en  algun  rincón;  aquéllos  baja- 
ban  a  las  bóvedas  subterràneas  del  tem- 
plo;  quiénes  se  encaramaban  a  los  cama- 
rines  y  huecos  del  retablo,  quiénes  se 
introducían  en  otras  partes.  Losnumero- 
sos  jóvenes  estudiantes  jesuitas,  como  dia 
de  jueves  que  era,  paseaban  tranquila- 
mente  por  el  jardín;  mas  al  enterarse  del 
peligro  corrieron  hacia  el  contiguo  edifi 
cio  del  Seminario  de  no  nobles.  En  un 
pasillo  toparon  con  el  Padre  Provincial 
y  el  Padre  Rector,  los  cuales  harto  apu- 
rados,  estaban  indecisos  sobre  la  resolu- 
ción  conveniente.  Finalmente,  en  vista 
de  que  el  peligro  les  cercaba  por  todos 
lados,  tomaron  una  digna  de  hombres 
de  fe  y  de  virtud,  disponiendo  que  todos 
acudiesen  a  la  capilla  intei-ior  o  domès- 
tica, y  allí,  ante  el  Sagrario,  que  conte- 
nia el  Sacramento,  se  preparasen  para 
recibir  resignadamente  la  muerte.  Ta- 
fióse  al  mismo  tiempo  la  campana  de 
la  comunidad  a  fin  de  que  acudiesen  a 
la  capilla  cuantos  dispersos  pudieran, 
como  realmente  acudieron;  con  lo  que 
allí  se  reunieron  cincuenta  y  tres  jesui- 
tas. Dos  habían  sido  enviados  a  tocar 
las  campanas  de  la  torre  en  demanda  de 
auxilio.  Quedaban,  pues,  otros  en  diver-  i 


sos  escondrijos,  mientras  algunos,  mez- 
clados  con  los  alumnos  internos  del  Cole- 
gio de  no  nobles,  procuraban  salvarsecon 
ellos.  Estos  ninos  a  los  tiros  y  al  tumulto 
amedrentados  se  agarraban  a  los  Padres 
en  demanda  de  un  auxilio  que  estos  no 
podían  prestaries. 

Media  hora  mortal  estuvieron  rogando 
los  de  la  capilla,  al  cabo  de  la  cual  uno 
de  los  jesuitas  clamo  desde  la  puerta 
diciendo:  «ya  han  entrado  los  asesinosen 
»la  iglesia».  Levantóse  entonces  el  Padre 
Provincial,  e  indico  a  los  religiosos  que 
renovasen  el  dolor  de  sus  pecados,  que 
iba  a  daries  la  absolución,  3'  se  la  dió, 
aplicandoles  ademiís  las  indulgencias  del 
ar-tículo  de  la  muerte.  Acabada  la  abso- 
lución, otravoz  anuncio  no  ser  exactoque 
los  revoltosos  hubiesen  penetrado  en  el 
interior  de  la  casa,  y  así  hubo  tiempo 
para  las  confesiones,  no  en  general,  sinó 
hechas  por  cada  uno  en  particular.  Ter- 
minadas  éstas,  prepararonse,  como  mo- 
ribundos,  para  la  muerte;  unos  oraban 
ahincadamente,  otros  se  abrazaban  des- 
pidiéndose  para  el  cielo,  otros  se  pedían 
mutuo  perdón,  otros  renovaban  losvotos 
0  los  actos  de  fe,  otros  of recian  su  sangre 
a  Dios  por  la  salvación  de  los  pecadores, 
otros  practicaban  otros  actos  de  piedad 
religiosa;  en  fin,  era  desgarradora  la  esce- 
na de  cincuenta  y  tres  víctimas  inocentes 
condenadas  a  muerte,  que  cristiana  y 
resignadamente,  però  no  sin  el  dolor 
natural,  esperaban  el  terrible  golpe  de  la 
inhumana  cuchilla.  iQué  cuadro  tan 
distinto  del  que  se  dibujara  si  en  lugar 
de  los  jesuítas  los  amenazados  fueran 
los  de  fuera,  es  decir,  los  asesinos  y  sus  di- 
rectores! Muchos  de  ellos  murieran  como 
demonios,  cuyas  veces  ejercían.  A  las 
oraciones  fervorcsas  sustituyeran  las  im- 
precaciones  y  las  blasfemias;  a  las  súpli- 
cas  de  perdón  las  amenazas  de  terrible 
venganza,  a  la  resignación  el  encono  mas 
acre,  el  odio  \'  la  ràbia;  en  fin,  la  capilla 
era  entonces  antesala  del  cielo;  la  de  los 
amotinados  lo  fuera  del  infierno. 

A  todo  esto,  los  revoltosos  habían  pe- 
netrado en  el  edificio.  Divididos  en  pelo- 


40 


LIBRO    TERCKRr 


•CAPiTLi.o   si;i;lndo 


tones,  como  dije  arriba,  y  previstos  de 
armas  y  herramientas,  habían  embestido 
con  éstas  y  a  tiros  contra  distintas  puer- 
tas.  Unos  habían  logrado  romper  la  del 
Seminario  o  internado,  mientras  otros 
probaban  de  entrar  por  las  que  comuni- 
caban  con  el  templo,  las  queencontraron 
cerradas.  Hallaron  la  iglesia  abierta  en 
razón  de  que  los  dependientes  del  munici- 
pio,  muchos  de  elles  urbanos,  estaban 
desmontando  el  túmulo  que  había  servido 
para  las  solemnes  exequias  de  Fernan- 
do Vn(l).  Losamotinados,  después  de  dis- 
parades, al  entrar  en  el  templo,  algunos 
tiros,  trataron  de  forzar  las  puertas  que 
conducían  al  convento;  mas  no  logrando- 
lo,  echaron  mano  de  una  larga  escalera, 
y  por  ella,  armados  de  sus  fusiles,  alcan- 
zaron  la  tribuna  pròxima  a  la  comunica- 
ción  con  la  casa.  Por  medio  de  descargas 
lograron  abrir  en  la  puerta  de  esta  un 
gran  boquete,  y  dando  los  acostumbrados 
gritos  penetraren  en  el  convento.  Tras 
este  grupo  de  osados  entraron  per  allí 
etros,  al  tiempe  que,  como  indiqué  arriba, 
penetraban  unos  terceres  per  la  puerta 
del  Seminario,  mediante  también  una 
descarga.  De  paso  debe  notarse  el  mode 
abierto  y  ruideso  con  que  proceden  les 
agreseres,  con  clamorosa  gritería  y 
nutridas  descargas,  indicio  claro  del 
ningún  temor  que  les  inspira  la  autoridad 
y  de  su  pròpia  e  inaudita  osadía. 

Llega  la  turba  a  la  puerta  de  la  capilla 
domèstica,  y  de  pronto,  ante  el  espectà- 
culo  que  se  presenta  a  su  vista,  sorpren- 
dida  se  para.  La  capilla  era  magnífica  y 
devota;  en  su  fondo  se  destacaba  el  santó 
Taberníículo  con  seis  velas  encendidas;  a 
los  lados  cincuenta  y  tres  inocentes,  los 
màs  de  elles  jevencites,  vestides  de  res- 
petables  hàbitos;  detodos  los  labios  se  le 
vantan  fervientes  oraciones  y  tiernas  ex- 
clamaciones  y  aun,  en  algunes,  sollozos; 
y  en  la  puerta  en  los  ojos  de  los  invasores 
la  pròpia  cenciencia  pinta  la  negrura  del 
crimen.  rCómo  no  parar  el  paso  y  titu- 

(i)  D.Vicente  de  La  Fuente.  Ohra  cit..  lu- 
mn  II.  p;ig.  311.  en  una  nnta. 


bear?  Así  es  que  une  de  les  invasores  da 
la  voz  de:  «Silencio,  seneres»,  y  lo  impo- 
ne  a  los  religiosos.  «Ne  hay  que  témer, 
»anade,  que  no  se  trata  de  danar  a 
»nadie»;  però  olros,  llenes  de  ràbia,  apos- 
trofan  a  los  jesuitas  llamàndolos  «infa- 
»mes,  hipócritas,  impíos,  etc.;»  «hoy  la 
»habéis  de  pagar,  hoy  ha  de  córrer  aquí 
»la  sangre  a  borbotones».  Un  guardià  de 
Corps,  que  parece  capitaneaba  la  turba, 
y  algunes  etros  que  habían  entrado  con 
él,  preguntaren  per  el  superior.  Presen- 
tóseles  en  seguida  el  Padre  Provicial  en 
les  mementos  en  que  etros  paisanes  .y 
urbanes  con  armas  penetraban  en  la  ca- 
pilla. «íA  qué  aguardamos?,  icuàndo  los 
»degollames,?»  preguntaba  uno,  mientras 
etro  urbano  pegaba  una  estocada  al  Her- 
mano  Gogorza  en  el  brazo,  y  otra  al  Pa- 
dre ministre,  que  por  fortuna  sóle  le  ras- 
gó  la  sotana;  però  algunes  de  los  mismos 
revoltosos  se  interpusieren  apartando  al 
agresor,  y  di.ciéndole  que  no  se  trataba 
de  matar  a  nadie.  Los  que  hablaban  al 
Provincial  dijéronle  que  todos  los  jesuitas 
de  allí  quedaban  arrestades.  Pidióse  una 
cuerda  para  ataties.  Sali(3  de  la  capilla 
por  ella  el  nombrade  Hermano  Gogorza, 
acempanado  de  un  urbano.  A  los  tres  o 
cuatro  pasos  de  salido,  un  urbano,  que 
parece  ser  el  mismo  que  le  acompaflaba, 
le  dió  en  el  vientre  una  terrible  puiïalada 
como  de  medio  palmó.  Puestas  las  manes 
en  la  herida,.  retrocedió  a  la  capilla  el 
Hermano,  siguiéndele  el  feroz  urbano, 
quien  decía:  «este  pícaro  se  quería  esca- 
»par;»  mentirà  que  desde  la  puerta  repe- 
tían  etros  urbanos.  Hasta  uno  de  los 
amotinados  exhortaba  a  los  demas  a  que 
acabaran  de  matarle.  Los  jesuitas  no 
podían  auxiliar  a  Gogorza  perquè  no 
faltaba  alli  un  revolucionarie  que  les 
amenazaba  con  partiries  la  cabeza  de  un 
sablazo  si  se  meneaban.  El  pobre  heride 
sentóse,  recostàndose  semimuerto  sobre 
el  compaíïero  de  su  lado,  mientras  por 
la  herida  y  por  la  boca  iba  arrojande 
sangre. 

A  poco  se  presenta  otro  urbano,    y 
amartillando  el  fusil  grita:  «embusteros»; 


MATANZAS    DE    ITERA    DE    CATALI  NA 


41 


pero  otros  se  interponen,  alegando  para 
calmarle  «que  los  jesuitas  ya  se  han 
>-entreg•ado,  y  que  el  Goblerno  dispondrà 
).de  ellos».  Mas  el  agresor  insistia  en 
querer  disparar,  diciendo:  «Quítese  V.  de 
)  ahí,  que  a  estos  pícaros  los  conozco  muy 
>bien,  pues  estuve  algunos  afios  entre 
>'ellos,  y  me  quisieron  matar  de  hambre». 
Asi  alterco  un  rato  hasta  que  se  logró 
echarle  de  la  capilla- 

Con  tales  sustos  y  mortales  angustias 
luchaban  los  jesuitas  de  la  capilla,  cuando 
la  Divina  Providencia  deparó  el  remedio 
que  no  traían  los  poderes  de  la  tierra.  En 
ei  pasillo  del  Seminario  al  Colegio  dos 
sujetos  topan  con  el  P.  Eduardo  Carasa, 
y  le  prometen  salvarle  la  vida  si  les 
C(jnduce  adonde  se  halle  el  hermano  Mu- 
fioz.  Este  joven  jesuita,  llamado  Juan 
Gregorio  Munoz,  era  hermano  de  un  gen 
til  hombi"e  de  palacio  que  gozaba  de  pri 
vanza  con  la  Reina  Cristina,  con  la  que 
luego  caso,  \'  es  conocido  por  el  titulo  de 
Duque  de  Rianzares.  Llegados  a  la  Capi- 
lla domèstica  el  Padre  Carasa  y  los  dos 
seglares  Don  José  Gaye  Mallor  y  Don 
Juan  de  Dios  Zafra,  guardià  de  Corps, 
Gaye,  que  vestia  de  militar,  llamóal  Her- 
mano Mufioz.  Este,  ignorando  el  fin  del 
tal  llamamiento,  tembloroso  y  desma- 
yado,  se  asió  del  brazo  del  Padre  Rector, 
sin  osar  responder.  Hízolo  al  fin  a  media 
voz;  mas  Gaye  le  dijo:  «Venga  V.,  no 
). tema;  vengo  a  salvar  a  V.  la  vida  por- 
«que  debò  la  mia  a  su  hermano  de  V.,  y 
> iclebro  tener  esta  ocasión  de  correspon- 
>derle  con  algun  servicio».  Animado  Mu- 
fl'iz,  sale  de  su  rincón  y  contesta:  «Estoy 
>aquí  en  compaiïía  de  todos  mis  herma- 
>nos,  y  su  suerte  serA  la  mia.  O  usted  los 
>salva  a  todos  conmigo,  o  yo  muero  aquí 
»con  ellos».  Gaye  repuso  con  prontitud 
que  ninguno  de  los  presentes  morir;'i,  y 
él  salvarà  a  todos. 

En  efecto,  intimo  en  seguida  a  la  turba 
que  le  rodeaba  la  orden  de  que  nadie  se 
atreviese  a  molestar  a  los  jesuitas  de 
allí,  y  que  saliesen,  como  en  realidad 
salieron  todos,  y  que  comunicasen  la 
tal  orden  a  los  de  fuera.  El   mismo,  sa- 


ble en  mano,  se  quedo  allí  con  algunos 
pocos  para  custodiar  el  aposento,  mien- 
tras  para  animar  a  los  religiosos  les  de 
cía:  «No  teman  ustedes,  crean  que  se 
»harà  lo  que  mando,  porque  tengo  bas- 
'tante  prestigio  para  que  esta  gente  me 
»obedezca  »  Otro  tanto  procuraba  ani- 
maries el  Guardia  de  Corps,  compaiïero 
de  Gaye.  V  bien  menester  era  allí  la  pre 
sencia  de  ambos,  porque  de  vez  en  cuando 
nuevas  turbas,  sedientas  de  sangre,  Ue- 
gaban  a  la  puerta  de  la  capilla,  y  pretén- 
dian  entrar.  Impedíalo  Gaye,  mas  ellas 
le  observaban  que  aquella  era  buena  oca- 
sión para  acabar  con  los  jesuitas,  y  que 
no  debia  desperdiciarse.  A  ello  Gaye 
reponía  argumentes  de  moderación  y 
tolerància,  precedides  siempre  de  la  pro- 
fesión  de  fe  Cristina,  de  «que  ya  saben 
»ustedes  que  yo  so}-  el  primer  cristino,  y 
»que  me  intereso  como  el  que  mas  por  la 
^glòria  de  nuestro  partido».  Asi  los  des- 
viaba  de  aquel  lugar,  }•  asi  salvo  a  los 
pobres  religiosos  de  la  capilla 

Esta  presentaba  un  ílanco  peligroso: 
sus  tribunas,  las  que  estaban  a  nivel  del 
tercer  piso  de  la  casa,  y  por  el  que  se 
entraba  en  ellas.  Apareció  en  estàs  tri- 
bunas quien  dijo:  «Miralos,  míralos,  aun 
»viven  estos  pícaros.  Alguna  vez  habian 
»de  estar  en  capilla».  Por  lo  que  Gaye 
puso  centinelas  en  las  tribunas  para  evi- 
tar hostilidades  e  insultes  desde  sus  bal- 
concitos.  Dispuso  ademàs,  y  con  mucho 
acierto,  que  los  religiosos  se  replegasen 
en  la  sacrístía  y  bajo  del  coro,  con  lo  que 
quedaban  mas  a  cubierte  de  las  miradas 
de  los  amotinadosy,  por  consecuencia,  de 
sus  insultes  3'  dispares.  V  dejemos  ahora 
aquí  per  un  momento  a  los  jesuitas  de  la 
Capilla  para  ver  qué  pasa  con  el  nume- 
reso  resto  de  la  comunidad  (1). 

En  el  centiguo  Seminario  los  alumnes 
internes,  al  conocer  el  peligro,  acuden  a 


(i)  Eíla  resena  la  sacu  de  la  obra  cilada  de 
Ü.  \'icente  de  La  F-'uente,  tomo  II.  p;ig#.  30  y  ?i, 
hicn  que  corrigiéndola  en  cuanto  a  la  hora  de  los 
hcchos.  y  adicionàndola  con  noticias  procedentc? 
de  fuentcs  oralcs. 


42 


LliJKO    TEKCI••.RÜ.  — CAIMIUI.I)    hi.GLMH 


una  de  sus  salas,  y  puestos  de  rodillas 
ante  la  Virgen,  le  rezan  entre  hlgrimas  3' 
sollozos  el  rosario,  a  indicación  del  Padre 
Eduardo  Carasa.  Concluídaesta  oiación, 
entro  en  la  sala  un  grupo  de  amotinados, 
uno  sable  en  mano  y  los  demàs  con  fusi- 
les  bayoneta  calada,  dando  el  grito  de 
«Mva  la  libertad»;  el  cual  fué  conteslado 
repetidamente  por  los  ninos  con  el  mismo 
«viva.».  Los  urbanos  dejaron  marchar 
con  libertad  a  los  ninos,  y  en  realidad  se 
marcharon,  menos  tres  o  cuatro  que  ro- 
dearon  al  Padre  Carasa  y  al  Hermano 
lego  Juan  de  Dios  Ruedas.  Sobre  éste 
lanzóse  con  furor  un  urbano,  y  cinco 
veces  le  hundió  en  el  cuerpo  la  bayoneta. 
Levantóse  el  Hermano,  y  salió  de  la  sala, 
mas  en  el  próximo  pasillo  cayó  cerca  del 
Hermano  Barrau,  que  iba  a  expirar,  y 
Ruedas  murió  después  de  recibidas  otras 
heridas. 

No  sin  harto  motivo  temiendo  el  Padre 
Carasa  que  en  él  se  repitiera  lo  de  Rue- 
das, salió  de  la  sala  acompailado  de  los 
dichos  tres  o  cuatro  ninos,  por  respeto  a 
los  cuales  un  urbano  no  descargó  sobre 
Carasa  el  sable  que  en  la  puerta  tenia  ya 
en  alto  levantado.  Entre  insultos  y  ame- 
nazas  y  muy  próximos  peligros  de  muer- 
te,  llego  a  la  escalera  principal,  donde  la 
Providencia  le  deparó  el  arriba  citado 
encuentro  de  Gaye. 

En  el  resto  de  la  casa  el  saqueo,  la 
destrucción  y  el  asesinato  imperaban  por 
doquiera,  acompanados  de  las  mas  ho- 
rrendas  blasfemias  contra  Dios  y  lo  mas 
sagrado,  mezcladas  con  mil  amenazas  y 
voces  de  exterminio,  proferidas  al  com- 
pàs de  tremendes  golpesy  fusilazos.  Con 
terrible  ferocidad  fué  muerto  el  diàcono 
José  Elola  en  un  aposento.  En  un  patio 
recibieron  la  muerte  el  sabio  en  lenguas 
orientales  Padre  Juan  Artigas,  el  Sub- 
diàcono  Pedró  Desmont  y  el  lego  Manuel 
Ostalaza.  El  Diàcono  JuanUrreta,  sacado 
por  los  revoltosos  a  la  calle,  logró  huir, 
però  le  hirieron,  y  un  soldado  de  a  caba- 
llo  le  mató  de  un  pistoletazo. 

En  un  desvàn  se  habían  escondido,  dis- 
frazados,  dos  presbíteros  de  apellido  Fer- 


nàndez,  de  nombre  uno  José  y  el  otro 
Casto,  los  dos  Subdiàconos,  José  Sancho 
y  José  Garnier  y  el  minorista  Fermin 
Barba.  Hallados  por  los  amotinados,  y 
por  las  coronas  reconocidos,  fueron  saca- 
dos  a  la  calle.  Sancho,  a  despecho  de  los 
que  le  Uevan  presó,  y  quieren  salvaria  la 
vida,  es  con  frenesí  asesinado,  y  su  cadà- 
ver profanadocon  crueldad  e  indecència. 
Algunos  de  los  revoltosos  se  dirigen 
contra  el  Padre  José  Fernàndez,  quien, 
inclinada  la  cabeza  3'  cruzados  sobre  el 
pecho  los  brazos.  frecuentemente  invoca 
los  nombres  de  Jesús  y  Maria.  Aunque 
los  que  le  custodian  procuran  defenderle, 
el  populacho  acude  ebrio  por  todos  lados, 
y  al  llegar  al  extremo  de  la  calle  de  Barrio 
nuevo,  es  atravesado  de  una  estocada,  y 
derribado  en  el  suelo,  recibe  en  la  cabeza 
varios  disparos,  y  sus  sesos  son  esparci- 
dos  por  las  paredes. 

Sobre  los  tres  restantes,  llegades  frente 
a  la  parròquia  de  San  Millàn,  los  amoti- 
nados disputan  si  aUí  mismo  los  degüe- 
llan,  o  los  llevan  a  un  cuerpo  de  guardià. 
En  esto  un  osado  atropella  por  medio  de 
la  turba,  y  lanzàndose  sobre  Barba,  le 
pasa  con  la  espada;  y  luego  Garnier,  atra- 
vesado por  el  mismo  acero,  cae  muerto. 
A  vista  de  esto  el  Padre  Casto  quiere 
huir,  però  cae  sin  vida  por  varios  dispa- 
ros. Cebóse  la  ferina  crueldad  de  las  tur- 
bas  en  los  cadàveres.  Había  como  media 
hora  que  v^acian  en  la  calle  cuando  se  les 
acercaron  tres  urbanos,  y  les  dieron  tan- 
tas  estocadas  y  tajos  que  rodaron  por  el 
suelo  los  pedazos  del  cràneo.  A  poco  que 
estos  furiosos  se  habían  retirado  repitió 
la  hazana  otro  urbano,  y  tiraba  los  gol- 
pes  con  tanta  sana  que,  ca3•éndole  el  mo- 
rrión,  se  le  manchó  de  sangre.  Tomo  él 
entonces  del  suelo  un  puíïado  de  ella,  3' 
tinendo  nuevamente  el  morrión,  dijo: 
«Todavía  es  poca». 

Fué  buscado  con  especial  empeflo  el 
Padre  Francisco  Sauri,  procurador  de  la 
casa,  y  hallado  en  un  aposentillo,  donde 
fervorosamente  rezaba  el  rosario ,  fué 
sacado  y  muerto  de  un  tiro,  no  sin  que 
antes  de  expirar  exclamase;  «jOh  Sacra- 


MATAXZAS  ui;  FLERA  DE  CATALl  NA 


43 


»tisimo  Corazón  de  Jesús!,  recibidmi  espí- 
»ritu;  perdonadles  porque  no  saben  lo 
»que  se  hacen».  El  cadàver  sufrió  las 
profanaciones  de  otros,  y  el  dinero  que 
el  Padre  tenia  como  procurador  fué  ro- 
bado.  A  la  puerta  del  Seminario  recibió 
la  muerte  el  Hermano  minorista  Martin 
Buxons. 

En  la  calle  sufrieron  f^randes  amargu- 
ras  y  una  herida  los  Subdiàconos  Sabas 
Trapiella  y  Francisco  Sauri,  mientras  el 
primero  era  conducido  a  la  carcel  y  el 
segundo  al  Principal,  lugares  adonde  a 
duras  penas  llegaron.  El  Padre  Lorenzo 
Grasset  pasó  al  cuartel  de  Ligeros,  però 
mediante  la  decidida  intervención  de  un 
teniente  y  tres  soldados  de  a  caballo.  Lo- 
gró  curar  de  un  bayonetazo,  que  le  atra- 
vesó  casi  toda  la  caja  del  pecho,  el  Padre 
Celedonio  Unanue.  El  Hermano  Gogor- 
za,  arriba  mentado,  murió  al  dia  siguiente 
de  su  herida  Los  niuertos,  pues,  suma- 
ron  en  los  jesuitas  el  niímero  de  15,  y  los 
heridos  curados  el  de  4. 

Dejados  a  un  lado  los  cincuenta  y  pico 
de  la  capilla  y  los  asesinados,  los  res- 
tantes  escaparon  de  la  muerte  como  por 
milagro,  pasando,  emperò,  peligros  inmi- 
nentes,  sustos  sin  cuento  y  angustias 
mortales.  Algunos  en  traje  de  colegial 
salieron  mezclados  con  los  colegiales; 
otros  huyeron  protegides  por  distintos 
disfraces;  però  siempre  con  gran  peligro, 
porque  en  aquella  tarde  todo  revolucio- 
nario  se  creia  con  derecho  de  arrancar 
la  gorra  a  los  transeuntes  y  reconocer 
si  Uevaban  corona.  Y  no  se  hacía  difícil 
reconocer  a  los  religiosos  aun  cubierta 
la  cabeza.  pues  harta  traición  les  hacían 
sus  prendas  interiores,  las  exteriores  o 
inconvenientes  o  mal  combinadas,  y  el 
modesto  porte,  hijo  de  prolongada  cos- 
tumbre.  Otros  de  los  salvados,  después 
de  haber  recorrido  sin  dirección  la  casa, 
se  escondieron  en  una  camarilla  o  en  un 
rincón  ignorado.  Muchos  corrieron  por 
los  tejados,  donde  se  les  cazaba  como 
conejos  cruzando  por  sus  lados  las  balas. 
Otros  lograron  ocultarse  en  los  desvanes 
entre  polvo  y  telaraflas,   y  hubo   quien 


allí  vió  que  se  le  arrancaba  de  su  lado 
para  la  muerte  por  los  urbanos  algun 
hermano  suyo.  Otros  se  escondieron  en- 
tre escombros  en  los  bajos,  y  hasta 
hubo  uno  que  se  salvo  metido  en  una 
letrina.  Siempre  las  posiciones  pecaban 
de  forzadas  e  incómodas,  però  sobre 
todo  para  los  escondidos  los  sustos  se 
sucedían  sin  interrupción,  porque  siendo 
continuas  las  oleadas  de  revolucionarios 
que  invadian  y  recorrian  la  casa,  su  no 
interrumpido  paso  por  corredores,  pasi- 
Uos  y  demas  piezas  ponia  a  los  ocultades 
en  continuo  peligro  de  ser  descubiertos. 
Para  estos  pobres  las  dos  horas  de  oculta- 
ción  se  tornaron  siglos. 

Si  las  personas  de  los  jesuitas  experi- 
mentaron  tales  tratos,  no  debían  expe- 
rimentarlos  mejores  sus  cosas.  Las  de 
algun  valor  sufrieron  el  saqueo,  las  de- 
mas el  destrozo.  Mesas,  sillas,  velones, 
jarros,  camas,  cristales,  papeles,  todo  era 
convertido  en  trizas  y  afiicos.  Si  se  pudie- 
ra  dudar  del  espíritu  impio  que  animaba 
a  tales  turbas,  lo  mostiara  claro  el  em- 
peiio,  y  aun  la  ràbia,  con  que  destrozaban 
los  cuadros  religiosos,  las  imagenes  de 
Santos  y  los  Crucitijos,  pues  se  hallaron 
después  en  el  suelo  hechos  anicos.  El 
piadoso  tesoro  de  cuatro  cajas  de  reli- 
quias  de  Santos  y  varones  notables  no 
escapo  al  destrozo,  salvo  algun  relica- 
rio  que  pareció  de  valor,  y  pasó  a  bolsi- 
llos  ajenos.  Después  se  hallaron  los  restos 
humanos  esparcidos  por  el  suelo,  rotos 
y  molidos.  Hallaron  los  revoltosos  un 
envoltorio  de  tierra,  que  probablemente 
procederia  de  algiín  lugar  santó  de  Jeru- 
salén,  o  de  la  cueva  de  San  Ignacio  de 
Manresa,  y  al  momento  cantaron  victorià 
suponiéndola  los  polvos  del  veneno;  por 
lo  que  corrieron  al  boticario  mas  cercano, 
mandandole  que  examinarà  el  polvo  y 
diera  su  dictamen.  El  farmacéutico  dijo 
que  era  tierra;  porfiaron  los  urbanos  que 
era  veneno,  y  entonces  el  boticario  tomo 
de  la  tierra  un  buen  polvo  y  lo  tragó, 
dejàndoles  a  todos  chasqueados. 

El  Sr.  D.  V'icente  de  La  Fuente  explica 
este  hecho  con  alguna  variante,  pues  dice 


!Ii:iii;i;ko. 


que  visitando  a  poco  el  Capitan  General 
(el  CapitAii  General,  ademàs  de  tal,  era 
Superintendente  de  Policia)  el  Colegio, 
después  de  haber  hablado  a  los  jesuitas 
de  la  Capilla  «salió  a  buscar  a  los  envene- 
»nadores  y  los  venenos.  Los  primeros  no 
»fueron  hallados,  però  los  segundos  sí. 
»En  el  aposento  del  P.  Ildefonso  Valiente 
»se  halló  un  gran  depósito  de  objetos  sos- 
»pechosos,  y  al  parecer  ponzofiDsos,  si  es 
»que  la  tierra  de  la  cueva  de  S.  Ignacio 
»en  Manresa  sirve  para  envenenar,  pues 
»en  efecto  aquel  Padre,  que  había  sido 
«Rector  en  Manresa,  tenia  en  su  aposento 
»una  porción  de  aquella  tierra.  Llamado 
»un  boticario  à  examinar  el  veneno,  de- 
»claró  que  era  tierra,  y  nada  mils  que 
»tierra;  però  no  mostriíndose  la  autoridad 
»muy  dispuesta  a  creerlo,  el  farmacéutico 
»se  envenenó  à  vista  de  todos,  tomando 
»en  la  boca  algunas  particulas  que  tenia 
»en  la  mano.  Parecera  esto  increïble,  però 
»me  consta  /  ilíce  La  Fuente)  por  per- 
»sona  que  lo  presencio,  que  vive  todavía 
»y  que  ha  leido  este  pArrafo  antes  de 
»darlo  a  la  prensa.  El  General  San  Mar- 
»tin  en  su  vindicación  trató  de  desvirtuar 
»este  hecho,  però  la  verdad  es  que  sus 
»razones  no  convencen»  (1). 

Y  efectivamente,  el  Capitan  General  de 
Madrid,  Superintendente  de  Policia,  don 
José  Martínez  de  San  Martín,  hermano 
del  Obispo  de  Barcelona  Don  Pedró,  que 
f  ué  el  que  me  confirmo  a  mi,  y  cuyos  res- 
tos  descansan  en  mi  capilla  de  San  Mi- 
guel de  nuestra  Catedral  barcelonesa, 
efectivamente,  repito,  el  Capitan  General 
visito,  aunque  tardíamente,  el  Colegio. 
Entro  por  donde  los  primeros  amotina 
dos,  o  sea  por  la  escalera  de  la  tribuna; 
llego  a  la  capilla  domèstica,  y  al  presen- 
tarse  en  la  puerta  de  esta  desabrochó  su 
levita,  mostrando  así  en  su  fajín  las  in- 
signias  de  su  elevada  dignidad.  Al  entrar 
en  ella  pronuncio  algunas  palabras  de 
aliento  para  los  religiosos,  bien  que  insig- 
niticantes;  y  luego,  dirigiéndose  al  Pro- 
vincial, le  dijo  que  la  causa  del  alboroto 


(i)     (.Ihra  c'n.,  tcimo  II.  pàg 


popular  era  la  voz  que  había  corrido  de 
que  varios  regulares,  entre  ellos  los  jesui- 
tas, habían  envenenado  las  aguas:  y  que 
el  pueblo  se  había  confirmado  en  ello  por 
haber  visto  que  habían  ellos  acogido  a 
dos  paisanos  a  los  que  perseguia:  que 
ademàs  eran  poco  adictos...,  que  en  su 
poJer  obraban  lasdelaciones.  Dicho  esto, 
se  salió  de  la  capilla;  uno  de  los  lugares 
en  que  estuvo  fué  el  aposento  de  frente 
de  la  capilla,  y  después  bajó  a  la  biblio 
teca  del  Provincial.  Esto  pasaba,  sin  du- 
da,  cuando  la  turba,  satisfecha  ya  de 
sangre  y  saqueo,  se  había  dirigido  a  otros 
conventos. 

No  debò  callar  aquí  un  episodio  que  va- 
ls por  un  proceso.  Hallandose  el  General 
en  dicho  aposento  de  frente  de  la  capilla, 
un  salvaguardia  se  llego  a  esta,  3'  acer- 
c  indose  al  Hermano  Gonzalez  le  pidió 
un  vaso  de  agua  para  el  General.  Obser- 
vJle  el  Hermano  que  sin  peligro  de  la 
vida  no  podia  ir  por  el  agua  solo.  iEl  Ge- 
neral esta  en  la  casa  y  aun  subsiste  el 
peligro!  Acompaflóle  el  salvaguardia.  En 
la  enfermería  tomo  el  Hermano  una  jarra 
y  un  plató  con  dos  vasos  Salidos  de  la 
enfermería,  se  les  acerca  un  pelotón  de 
urbanos  y  paisanos,  y  uno  pide  agua  al 
jesuita,  preguntandole  antes  si  estaba 
envenenada;  bastó  la  respuesta  negativa 
del  religioso  para  que  el  sediento  tran- 
quilamente  bebiese,  que  tal  crédito  me- 
recía  para  los  mismos  alborotados  la 
calumnia  por  un  lado,  y  la  palabra  del 
jesuita  por  otro.  Llegaron  éste  y  el  sol- 
dado  al  mentado  aposento  de  frente  de  la 
capilUí;  y  no  hallando  ya  en  él  al  General 
por  haber  éste  bajado  a  la  indicada  bibho- 
teca,  el  salvaguardia  dijo  al  jesuita  que 
se  retirase  a  la  capilla,  pues  por  abajo 
corria  peligro;  de  modo  que  ya  no  es  solo 
el  religioso  quien  atestiguó  el  peligro, 
aun  estando  allí  el  General,  sinó  el  salva- 
guardia. El  jesuita  regresó  a  su  capilla, 
pasando  sin  ser  molestado  por  entre  los 
urbanos  que  agolpados  se  hallaban  a  la 
puerta  de  ella. 
Los  Hermanos  teólogos  José  Clos  y 
i  Juan   Corís  fueron  hallados  escondidos 


WATANVAS     nt     l'UF.RA     DIC 


43 


en  un  aposento,  y  luego  llevados  al  Ge- 
neral a  eso  de  las  siete  de  la  taide.  La 
razón  natural  indica  que  el  militar  pro- 
curaria animaries  y  consolaries  pregun- 
tandoles  que  cómo  se  salvaron;  y  sin 
embargo  no  pasó  así,  sinó  que  el  dicho 
General  les  pregunto  dos  cosas:  por  qué 
se  habían  escondido,  3*  si  tenían  armas. 
Holgara  aquí  todo  comentario,  y  baste 
solo  anadir  que  esto  se  sabé  porque  luego 
lo  contaron  los  mismos  Hermanos. 

Sepamos  ahora  cómo  termino  aquel  dia 
la  espantable  tragèdia  de  las  dos  casas 
jesuitas  contiguas.  Poco  antes  de  las  siete 
entraron  en  ellas,  mezclados  con  la  gran 
turba,  dos  militares  honrados:  el  Briga- 
dier  Don  Felipe  Zamora  y  el  Teniente 
Don  Francisco  Prado.  Por  casualidad  uno 
lialló  al  otro,  y  encontrandose  acordes 
en  los  sentimientos  y  buenos  deseos,  se 
presentaroii  allí  mismo  al  Capitan  Gene- 
ral y  se  le  ofrecieron  para  lo  que  creyese 
conveniente  utilizarles.  Le  manifestaron 
lo  repugnante  de  los  atentados,  la  sor- 
presa y  dolor  con  que  los  miraba  la  gente 
honrada,  y  la  facilidad  de  ponerles  ter- 
mino habiendo  tVente  del  colegio  dos 
companias  del  batallón  provincial  de  Gra- 
nada. Entonces  el  Capitan  General  dijo 
al  Brigadier  que  tomarà  el  mando  de 
aquellas  tropas  y  que  el  Teniente  Prado 
le  sirviera  de  ayudante.  A  las  ordenes  de 
aquellos  dos  buenos  militares  entro  la 
tropa,  y  se  fué  apostando  en  las  puertas 
y  principales  corredores;  se  intimo  a  las 
turbas  la  orden  de  retirarse  del  lugar;  se 
resistieron  algunos  urbanos  alegando  que 
aquello  era  fortaleza  por  ellos  conquis- 
tada (que  para  tales  conquistas  sirven  los 
urbanos);  mas  al  fin,  ante  ordenes  deci- 
didas,  los  revoltosos  salieron  y  los  Cola- 
gios  quedaron  tranquilos. 

Entonces  los  urbanos  moderades  que 
estaban  en  la  capilla  con  Gaye  y  Zafra 
procuraren  a  los  jesuitas  de  dicha  capilla 
cuantos  alivios  pudieron.  Subiéronles 
agua,  vino  y  almendras,  y  así  los  pobres 
religiosos  refrescaron  sus  pechos  secados 
por  las  ansias.  Al  mismo  liempo  el  Te- 
niente Prado,   guiado  por  jesuitas,   iba 


sacando  de  los  escondrijos  a  los  pobres 
que  allí  penaban  de  cuerpo  y  alma,  y  los 
conducían  a  la  capilla,  donde  al  hallarse 
con  sus  hermanos  se  abrazaban  con  ellos 
con  gran  efusión.  Los  soldades,  al  efec- 
tuar estàs  pesquisas,  no  perdieron  el  rato, 
pues,  eludiendo  las  ordenes  y  miradas  de 
los  jefes,  robaren  la  repa  de  la  ropería 
de  les  religioses.  Finalmente  retiràronse 
Gaye,  Zafra  y  sus  urbanos,  quedando 
sóle  con  les  jesuitas  la  trepa.  Continua- 
ban  emperò  estos  en  la  capilla  como 
arrestades,  y  no  se  les  permitía  salir  ni 
aun  para  le  màs  preciso  sin  la  compafiía 
de  un  soldado.  Del  mismo  mode  en  gru- 
pos  de  a  des  e  de  a  tres  pasaron  a  un 
aposento  en  el  cual  se  les  alistó  por  sus 
nombres  y  apellidos.  Cerca  de  las  doce 
de  la  noche  se  les  permitió  tomar  algo 
ceme  cena,  y  últimamenle,  dadas  las  dos, 
tenderse  por  loï  suelos  de  des  piezas  para 
descansar  como  presidiaries. 

De  tal  mode  quedaron  les  seis  cadave- 
res  de  jesuitas  asesinades  en  la  calle  de 
Toledo,  y  recegides  aquella  noche  por  la 
policia  en  la  parròquia  de  San  Millan,  que 
a  la  maíïana  siguiente,  trasladados  para 
reconocerlos  al  Colegio,  fué  preciso  acu- 
dir al  número  de  las  medias.  En  el  acto 
de  este  reconecimiente  en  el  transito  de 
la  porteria  acertó  a  entrar  el  Capitan 
General,  quien  al  ver  los  cadàveres  dejó 
asomar  las  lagrimas  a  los  ojos. 


ARTICULO  SECUNDO 

SANTO  TOMÀS  DE  MADRID 

Después  de  los  religiosos  de  la  Compa- 
ri ía  no  podían  escapar  del  odio  sectario 
los  de  las  demas  ordenes;  y  así  fué  que 
cuando  con  la  tropa  entro,  a  eso  de  las 
siete,  la  paz  en  la  casa  de  aquelles,  pre- 
sentarense  de  improviso  ante  las  turbas 
aquellos  dos  jinetes  que  des  horas  antes 
habían  cemunicado  la  orden  de  asalto 
centra  la  Compafiía,  y  habiendo  hablado 
algo  a  algunos  urbanos  que  ballaren  mas 


46 


-CAPI  I  L'r. O    SliííU.NDO 


a  mano,  se  retirai-on.  Apenas  retirados, 
la  turba  alzóel  grito  de  «A  Santa  Cruz,  a 
Santa  Cruz,»  titulo  de  la  parròquia  de  la 
calle  de  Atocha  frente  de  la  que  estaba  el 
convento  dominico  de  Santo  Tomàs,  y  a 
él  en  tropel  urbanos  y  plebe  se  dirigieron 
dandogritos  de:  «i Viva  la  repiiblica,  mue- 
ran  los  frailes!» 

«Estaban  a  la  sazon  los  religiosos  en  el 
»coro,  rezando  sus  maitines,  y  aun  cuan- 
»do  oían  gritos  tumultuosos  en  la  calle,  y 
»recibían  avisos  de  lo  que  pasaba  por 
»fuera,  fuertes  en  la  tranquilidad  de  su 
»conciencia,  no  alteraren  sus  piadosos 
»rezos.  i^Iabíanse  roto  ya  las  puertas  del 
»convento  y  sonaban  dentro  de  él  tiros  y 
»alaridos,  ciiando  pensaron  en  la  oculta- 
»ción  o  en  la  fuga,  ya  tardías,  y  que  media 
»hora  antes  hubieran  sido  fàciles.  En  el 
»coro  mismo  principio  A  córrer  la  sangre, 
»quedando  muerto  junto  al  órgano  el 
»P.  Joaquin  García  Carantona,  cuj'o 
«cadàver  fue  mutilado  horrible  y  obsce- 
»namente  por  las  harpías  revolucionarias 
»que  iban  mezcladas  con  los  asesinos  j 
»se  mostraban  mas  feroces  que  estos: 
»dignas  émulas  de  aquellas  infames  que 
»el  publico  de  París  llamaba  en  1793  las 
\furias  de  la  Guillotina.» 

Y  aquí  hay  quien  aiïade  que  los  asesi- 
nos, al  violar  el  templo,  cantaban  el  Mísc- 
rere.  «Habíanse  dirigido  algunos  religio- 
»sos  hàcia  las  tribunas  de  la  derecha  en 
»direccion  opuesta  à  la  que  traían  aque- 
»llos,  y  alcanzàndolos  allí  mataron  a 
cinco».  He  aquí  sus  nombres:  Padre 
Fr.  Luis  de  La  Puente,  Ex  provincial,  de 
69  afios  de  edad;  Padre  Fr.  Sebastiàn 
Díaz  Sonseca,  de  44  anos;  Padre  Fr.  José 
Rodríguez,  de  30  afios;  Padre  Fr.  Grego- 
rio  del  Moral,  de  26  afios,  y  el  Padre  joa- 
quin García  Carantoiïa,  de  27  anos,  ya 
arriba  mentado  (1). 

Junta  al  coro  quedaron  tendidos  el 
Padre  Prior  Maestro  Fr.  Antonio  Martí- 
nez Escudero,  el  Padre  Lector  Fr.  I\Lanuel 


(i)     Da  los  nombres  c-l   citado  libro  del  scnni- 
D.  \'icenle  de  L.i  Fuente.  Inmn  II.  pàg.  322. 


Blanco,  Sacristàn  mayor,  y  Fr.  Felipe 
Díaz,  Diàcono.  De  tal  modo  los  pusieron 
los  amotinados,  que  creyéndolos  muertos, 
y  ocupados  en  el  saqueo,  no  atinaron  en 
rematarlos,  y  los  tres  por  suerte  conva- 
lecieron.  El  Padre  Prior,  cubierto  de  gra- 
ves heridas,  f  ué  conducido  por  los  mismos 
amotinados  a  la  càrcel. 

«Al  Padre  Maestro  Fr..  José  Fernandez 
»de  Narayo,  que  estaba  postrado  en  cama, 
»le  hirieron  à  bayonetazos,  matando  à  los 
»pies  de  esta  al  religioso  que  le  asistía,  à 
»quien  partieron  la  cabeza  de  un  sablazo. 
»Con  el  vientre  atravesado  de  un  bayone- 
>>tazo,  y  convertida  la  cama  en  un  charco 
>Kle  sangre,  luchó  el  infeliz  P.  Narayo 
»con  las  ansias  de  la  muerte  durante  toda 
»la  noche,  sin  tener  apenas  quien  le  asis- 
»tiera,  pues  los  novicios  y  coristas  habían 
»logrado  huir  por  los  desvanes,  y,  salien- 
»do  por  los  tejados,  buscaban  salvacion  y 
»auxilios  en  las  casas  contiguas,  donde 
>vfueron  socorridos  varios  de  ellos». 

.Si  en  Santo  Tomàs  no  perecieron  tantos 
religiosos  como  en  San  Isidro,  en  cambio 
la  destruccion  quizà  alcanzó  mayor  altu- 
ra. Se  robo, saqueó  y  destruyó.  Sagrados 
ornamentos  y  vasos  eran  arrebatados  por 
manos  soeces.  La  biblioteca  y  archivo 
fueron  destrozados  y  en  gran  parte  que- 
mados.  Descamisados  y  prostitutas  se 
apoderaron  de  las  ropas,  llevando  las 
últimas  su  descaro  hasta  vestirse  las  tú- 
nicas  religiosas,  y  así  salir  a  la  calle  en 
sacrílega  danza,  que  continuaron  por  las 
calles  de  Atocha  y  Carretas. 

«Una  companía  de  tropa  que  Uegó  des- 
»pues  de  concluidos  los  asesinatos,  se 
»situó  en  el  claustro  para  ver  impasible- 

>  mente  aquel  destrozo,  é  impedir  la  en- 
»trada  de  otras  harpías  y  sicarios  que 
»pugnaban  por  entrar  à  robar.  Los  què 

>  estaban  dentro  se  encargaron  de  facili- 
»tar  esta  operacion,  arrojando  por  las 
j•'ventanas  ropas,  colchones,  libros  y  otros 
»efectos,  que  sus  parieiites  y  vecinos 
»recogían  tranquilamente  para  llevar  à 
»sus  casas.  Los  oficiales  que  presenciaban 
»este  escàndalo  estaban  abochornados  y 
»los  soldados  furiosos:  à  unos  3'  a  otros 


.■MATANZAS    DE    KL'ERA    DK    CAIALLNA 


47 


xórdenes  superiores  les  obligaban  à  per- 
jrnanecer  tranquilos»  (1). 

A  tal  punto  llego  el  furor  revoluciona- 
rio  en  Madrid,  que  a  la  mafíana  siguiente, 
o  sea  la  del  IS  de  julio,  un  urbano,  por 
senas  peluquero,  se  paseaba  con  el  fusil 
al  hombro  por  la  acera  de  la  porteria  de 
este  convento,  llevando  pendiente  de  la 
bayoneta  un  brazo  humano  desnudo. 
A  cuantos  se  acercaban  les  decia:  «Siete, 
»siete  carneros  tenemos  aquí»,  signiílcan- 
do  sarcasticamente  los  dif  untos  de  la  casa. 


ARTICULO  TERCERO 
SAN  FRANCISCO  EL  GRANDE  DE  MADRID 

En  la  noche  del  17  unas  dos  horas  em- 
plearon  los  amolinados  en  la  matanza  y 
saqueo  del  conv-ento  dominico  de  Santo 
Tomàs;  perpetrado  lo  cual.  las  turbas, 
que  con  el  tiempo  y  la  impunidad  habían 
engrosado,  se  dirigieron  divididas  en  dos 
bandas,  unas  al  de  San  Francisco  el  Gran- 
de,  y  otras,  las  menores,  al  del  Carmen. 
Farà  resenar  el  atentado  contra  el  pri- 
mero  de  estos  dos  conventos  estimo  lo 
mas  conveniente  copiar  el  relato  de  Don 
Vicente  de  La  Fuente,  quien  se  ve  que 
funda  sus  dichos  en  el  testimonio  de 
testigos  presenciales  y  víctimas,  y  así  a 
continuación  lo  transcribo: 

«Però  lo  màs  horrible  de  todo,  lo  que 
»mas  caracteriza  el  origen  infame  }' 
»sectario  de  aquellos  crímenes,  la  conni- 
»vencia  maligna  de  las  autoridades,  y  la 
»seguridad  é  impunidad  con  que  contaban 
»los  asesinos,  fué  lo  que  pasó  en  el  con- 
>  vento  de  San  Francisco  el  Grande...  A 
»eso  de  las  tres  de  la  tarde  fué  ya  asesi- 
»nado,  cerca  de  la  parròquia  de  San 
xMillàn,  un  pobre  lego  aragonès,  que, 
»desde  el  convento  contiguo  de  la  Latina, 
»se  dirigia  a  una  cereria  inmediata,  en 


(i)  Tddo  l'I  entrconmadii  de  cslc  articulo  prn 
cede  de-  D.  \  iccntc  de  La  i-'ucntc.  Obra  c'n..  Ui 
m<i  11,  pàgs.  íi  y  i^. 


«busca  de  cera,  y  llevando  en  un  panuelo 
»Ia  de  desperdicio  para  cambiarla.  Al 
«gritode  «iese  lleva  veneno!»  se  arrojaron 
»sobre  él  los  asesinos  y  le  traspasaron  a 
»punaladas.  La  noticia  llego  bien  pronto 
>:;'i  la  Comunidad,  y  tambien  la  del  ataque 
»y  asesinatos  que  ocurrían  en  San  Isidro. 
»Cinco  horas  tuvieron  para  salvarse  si 
»hubieran  querido  huir.  A  las  cuatro  se 
»llamó  A  la  Comunidad,  y  los  superiores 
«manifestaron  en  breves  \'  doloridas  pa- 
»labras  lo  que  ocurría  en  la  poblacion. 
«Acordóse  permanecer  en  el  convento,  y 
»que  se  visitase  A  los  militares  acuartela- 
»dos  en  el  mismo  edilicio. 

»En  la  planta  baja  y  sus  claustros 
vestaba  alojado  un  batallon  de  la  Prince- 
»sa.  Parecía  imposible  que  allí  pudiera 
»cometerse  ningun  desman.  Bajó  el 
»General  con  otros  religiosos  a  ver  al 
»coronel  y  los  demas  jefes:  recibiéronlos 
Ȏstos  con  la  mayor  amabilidad  y  corte- 
»sía,  y  les  dieron  las  mayores  segurida- 
»des:  —  «tCómo  habíamos  de  consentir 
xnosotros  que  se  violarà  el  edificio  donde 
xestamos  acuartelados?  iCon  cien  hom- 
'bres  que  hubiese  no  dejaríamos  que 
«entrase  aquí  hi  pillcria  de  Madrid,  por 
»mucha  que  fuera!  En  todo  caso,  tendràn 
>mstedes  en  el  edificio  un  asilo  seguro  con 
»solo  bajar  A  los  claustros  donde  està  la 
»tropa.»  Estàs  fueron  casi  textualmente 
»las  palabras  que  pronuncio  el  coronel,  y 
»que,  momentos  despues,  repetia  el  Gené- 
»ral  à  la  numerosa  Comunidad,  que  en 
»silencio,  y  con  los  brazos  cruzados,  espe- 
>  raba  formada  en  el  claustro.  En  vista  de 
»esto,  y  completamente  seguros,  volvie- 
»ron  a  susocupacionesmonàsticasj'actos 
»de  Comunidad.  Despues  del  coro  y  de  la 
»oracion  se  dirigió  la  Comunidad  à  cenar 
»à  las  ocho,  y  à  las  ocho  y  media,  con- 
>>cluido  esto  y  dadas  gracias,  entraron  à 
«verificarlo  las  tres  Comisarias  con  todos 
»sus  dependientes,  pues  lo  hacían  à  se- 
»gunda  mesa.  Acabando  estaban,  }•  mar- 
»caba  el  reloj  las  nueve,  cuando  la  carn- 
»pana  interior  de  la  Comunidad  toco 
»ràpidamente  como  à  rebato,  y  en  elacto 
»casi  cayeron  con  estrépito  las  puertas, 


48 


l.lfilíO    THUCIlRC 


::av\\  l  lü   siígi  ndo 


isonaron  tiros  y  se  oj'eron  confusos 
xalaiidos  y  grilos  de  dolor  y  pavura. 

vEncaminàronse  todos  hScia  la  puerta 
;qiie  comunicaba  con  el  cuartel,  penetra- 
)*ron  en  él  los  superiores  y  otros  varios 
í^-eligiosos;  però  fué  grande  su  estupor 

>  cuando  los  soldades  les  dijeron  que  allí 
>no  podian  estar,  y  que  nadie  daba  razon 
>de  los  jefes,  ni  sabían  nada  de  las  segu- 
>;ridades  por  ellos  ofrecidas:  algunos 
íamenazados  por  la  tropa,  volvieron  al 
>'Convento,  otros  salieron  à  la  calle  y  allí 
í>encontraron  la  muerte,  casi  junto  à  las 
»puertas  del  cuartel.  El  general  mismo 
»P.  Fr.  Luis  Iglesias  hubo  de  salir  A  la 
»calle,  y  estuvo  para  ser  asesinado:  à 
»duras  penas  fué  recogido  y  salvado  en 
>una  pobre  casa  contigua.  El  guardiàn 
»Fr.  Lorenzo  La  Hoz,  con  trece  mas, 
»volvió  al  convento,  casi  perseguido  por 
»los  soldados,  los  cuales,  poco  menos  que 
>-a  empellones,  los  echaron  del  cuartel: 
>metiéronse  A  toda  prisa  en  un  oscuro 
vsótano,  donde  à  poco  rato  fueron  des- 

>  cubiertos  por  los  sicarios  y  asesinados 
'inhumanamente.  Uno  de  ellos  quedo  por 
'/muerto,  banado  en  sangre  ajena  y  con 
»ligeras  heridas:  otro,  aragonès  de  tierra 
»de  Cinco  Villas,  se  abrió  paso  con  gran 
»brio,  y  perseguido  y  acosado  en  varias 
>direcciones,  se  vió  precisado  à  tirarse 
Ȉ  la  huerta  del  Duque  de  Osuna  por  la 
»ventana  del  cuarto  llamado  de  San  Bue- 
«naventura,  que  estaba  abierto,  logrando 
»evadirse  casi  milagrosamente,  à  pesar 
»de  los  muchos  tiros  que  le  dispararon  y 

>  de  los  aceibos  dolores  de  una  pierna  que 
»se  le  relajó.  No  tuvieron  tanta  suerte  el 

>  Provincial  Fr.  Elías  Orense  que  de  re- 
>.•sultas  del  golpe  murió  poco  despues  en 
»Alcala,  y  el  Visitador  Fr.  Pascual 
«Sardina,  que  espiro  en  el  acto. 

»En  otro  pasülo  que  conducía  al  cuar- 
»tel  se  encontró  tambicn  el  dia  siguiente 
»un  monton  de  nueve  cadaveres,  sin  duda 
»de  religiosos  expulsades  de  él  por  la 
»tropa,  ó  que  en  vano  fueron  A  buscar 
»allí  un  asilo. 

»Los  de  la  Comisaría  de  los  Santos 
^Lligares,  con  el  P.  Ferrandis  y  algunos 


«otros,  en  número  de  nueve,  consiguieron 
«penetrar  en  un  sumidero  y  salvarse  en 
»las  cloacas,  mientras  eran  asesinados  en 
»Ia  parte  superior  de  ellas  los  legos  Villa- 
»jos  y  Rebollo,  tambien  de  la  Comisaría. 
«Varios  coristas  lograron  ocultarse  por 
«entre  los  plomos  de  la  cúpula  y  en  un 
«rincón  del  Abside  del  presbiterio.  Otros, 
«saltando  las  tapias  de  la  huerta,  huyeron 
«despavoridos  por  el  campo,  yelmaestro 
«de  no  viciós  P.  Andicoechea  fué  A  parar 
»a  Toledo  con  varios  de  ellos.  El 
«P.  Fr.  Diego  Sousa  Barranco,  religioso 
«ejemplar  y  de  mucha  oracion,  prefirió 
«morir  en  su  puesto,  siendo  asesinado  en 
«el  coro,  en  el  paraje  mismo  donde  solia 
«orar:  la  silla  en  que  tenia  su  asiento 
«conserva  aún  las  hendiduras  hechas  por 
«los  sables  al  tiempo  de  asesinarle. 

«En  la  Comisaría  de  los  Santos  Luga- 
«res,  es  fama,  y  yo  así  lo  creo,  que  había 
»màs  de  medio  millon  en  metAlico,  y  que 
«con  él  se  pago  aquella  noche  en  las  Ió- 
«gias  y  torres  d  los  trabnjndorc?,  que- 
«dando  el  resto  de  los  uictalcs  en  la 
«tesorería  de  la  junta  mixta  encargada 
»de  la  extincion  de  los  frailes  en  Espana, 
»a  fin  de  continuar  la  sèrie  de  sus  proezas 
»y  por  el  mismo  estilo. 

«En  San  Francisco  el  Grande  los  novi- 
»cios  y  algunos  otros  que  pudieron  sal- 
«varse  en  los  tejados  y  bajo  los  plomos 
«de  la  cúpula,  pasaron  dos  días  de  horri- 
«ble  agonia,  hasta  que  la  sed,  màs  horri- 
«ble  que  el  hambre,  les  obligo  A  salir, 
«prefiriendo  la  muerte  A  semejante  supli- 
«cio. 

«Atroz  fué  aquella  matanza:  cuarenta 
»y  ocho  víctimas  da  la  nota  que  se  publi- 
«có  algun  tiempo  despues.  El  testigo  pre- 
«sencial  que  ha  tenido  la  bondad  de  darme 
«esta  noticia,  y  que  pudo  escaparse  por 
»el  sumidero,  me  asegura  que  los  asesi- 
«natos  llegaren  a  cincuenta  y  ocho,  y 
«que  la  lista  que  circula  està  incom- 
«pleta»  (1). 


(i)     D.  Vicente  de  La   Fuente.   Obrn  eit..   to- 
lo  II.  p:ifís.  í-',  ;?,  H  y  y-,. 


MATAN/AS    DE    I  i:F.RA    DK    CATAI.l 


49 


Los  nombres  de  las  víctimas  se  leen  en 
]•d  mentada  obra  de  Don  Vicente  de  La 
Fuente,  tomo  II,  píigs.  322  y  323. 


ARTICULO  CUARTO 

NUESTRA  SENORA  DEL  CARMEN 

Y  NUESTRA  SENORA  DE  LA  MERCED 

DE  MADRID 

Dije  arriba  que,  perpetrado  el  crimen 
en  el  convento  de  Santo  Tomàs,  unas 
turbas  se  enderezaron  a  San  Francisco, 
y  otras  al  Carmen.  Estàs  con  la  acos- 
tumbrada  griteria  llegraron  al  convento 
carmelita,  y  empezaron  a  obrar  contra 
sus  puertas;  y  creyéndolas  del  convento, 
forcejaban  también  contra  algunas  de  las 
casas  contiguas.  El  Rrigadier  de  Artille- 
ria Don  José  Paulín  habitaba  una  de 
Ostas;  por  lo  que,  vestido  de  uniforme, 
saliü  al  balcón,  y  aprovechando  momen- 
tcs  de  menor  ruido,  dirigióse  a  los  amo- 
tinados,  y  les  reconvino.  Reconocieron 
estos  su  error,  y  limitaren  su  ataque  a 
las  verdaderas  puertas  del  cenobio.  Em- 
però el  Brigadier,  justamente  indignado 
contra  tanta  injustícia,  se  llego  al  bata- 
llón  de  la  Guardia  Real  que  se  hallaba 
formado  en  la  pròxima  calle  de  la  Monte- 
ra,  y  alcanzados,  no  sin  diíïcultad,  once 
soldados  y  un  cabo,  volvió  al  Carmen,  y 
con  solo  amenazar  a  los  amotinados  y 
con  un  culatazo  que  el  cabo  dió  al  prime- 
ro  de  los  urbanos,  todos  estos  echaron  a 
córrer,  y  el  convento  y  sus  frailes  que 
daron  salvos.  iCuàn  poco  bastaba  para 
evitar  el  crimen  y  salvar  sus  víctimas! 

Poco  antes  de  las  once  de  la  noche 
Uegó  a  los  amotinados  la  orden,  o  con- 
signa, de  atacar  el  convento  de  la  Merced, 
y  así,  levantada  la  voz  de  «rf  la  Mcrcctl», 
la  turba  se  dirigió  allít.  Demos  aquí  la 
palabra  al  cronista  de  la  orden  Padre 
José  Antonio  Gari,  quien  en  su  crònica 
manuscrita,  o  inèdita,  diceasí:  «Entraron 
»en  nuestro  convento  y  con  barbaro  furor 
»asesinaron  al  R.  P.   M.  Fr.   Manuel  Es- 


>-parza  Provincial,  de  58  anos  de  edad;  al 
vPadre  Presentado  Fr.  Francisco  Somo- 
«rrostro,  de  ()2  aftos;  al  Padre  Presentado 
»Fr.  Eugenio  Castaneira,  de  72  aflos;  al 
>íPadre  Presentado  Fr.  José  Melgar,  de  63 
»afios;  al  Padre  Fr.  Lorenzo  Temporal,  de 
»58  aiïos;  al  Padre  Fr .  Vicente  Castafio,  de 
»4S  aflos;  al  Padre  Fr.  Victoriano  Maga- 
»rinos,  de  30  anos;  al  Padre  Predicador 
»Fr.  Baltasar  Blanco,  de  27  anos,  y  à  un 
»donado  franciscano  que  al  encontrar  la 
«canalla  en  la  calle  se  refugio  en  el 
»convento.  Todos  fueron  asesinados  ó  en 
»el  coro  (como  el  Padre  Provincial),  ò  en 
»las  celdas,  ò  en  los  corredores. 

»E1  Reverendísimo  Padre  Fr.  Tomàs 
»Miguel  con  sus  dos  legos  escondióse  en 
»una  buhardilla,  y  encontrados  por  los 
«asesinos,  estuvieron  largo  tiempo  en  sus 
«manos  disputandose  para  matarlos;  però 
»acudió  un  militar  catalan  conocido  del 
«Reverendísimo,  y  les  salvo  la  vida  sa- 
»candolos  de  las  manos  de  los  asesinos. 
vEl  Rdmo.  Masalias  se  escondió  en  la 
»buhardilla  envuelto  ó  debajo  de  unas 
»esteras,  y  los  asesinos  al  dar  con  ellas 
»Ias  registraron  à  bayonetazos  para  ver 
»si  había  algun  religioso  escondido,  y  el 
>^Rdmo.  Masalias  se  mantuvo  quieto  a  pe- 
nsar de  haberle  pasado  de  un  bayonetazo 
via  mejilla,  herida  que  conservo  mucho 
>;tiempo. 

«Segun  me  conto  el  P.  Fr.  Jacinto  de 
»Echevarría,  que  era  corista  en  Madrid  en 
«aquella  terrible  noche...  el  Provincial 
«Esparza  cuidó  mucho  de  los  jóvenes 
«aquella  tarde  para  que  no  se  arrimasen 
»a  ventana  alguna,  temeroso  no  les  co- 
«giera  alguna  bala  de  los  asesinos  libe- 
«rales,  y  a  las  nueve  de  la  noche  prentóse 
«con  valor  al  coro  a  cantar  la  Salve  con 
»la  comunidad.  Despues  esperó  en  el 
«mismo  coro  al  lado  del  facistol,  puerta 
«abierta  y  arrodillado,  el  martirio.  Eiitra- 
«ron  los  asesinos  y  a  punaladas  le  dieron 
»la  muerte,  y  lo  arrastraron  por  allí.» 

Hasta  aquí  la  crònica  del  Padre  Garí; 
Don  Vicente  de  La  Fuente  anade  a  la 
lista  de  los  muertos,  en  todo  conforme  a 
la  de  Garí,  anade,  digo,  la  siguiente  de  los 


JO 


I  i  L  1 ,0    S  EC;  U  N  ]-M 


heridos:  Padre  Maestro  Fr.  Ramon  Masa- 
ker,  socio  del  Reverendísimo  Padre  Ge- 
neral; Padre  Fr.  Jerónimo  Constela; 
Evaristo  l•Ierrero,  criado  del  convento; 
Sebastian  Vecino,  criado;  Juan  Corral, 
criado  portero  (1). 

El  Padre  Somorrostro,  que  fué  uno  de 
los  asesinados,  brillaba  por  su  gran  vir- 
tud,  tal  que  se  le  veneraba  como  Santo. 
Cuando  los  amotinados  le  acometieron 
se  hallaba  junto  al  órgano,  y  le  dieron  tal 
tajo  que  un  pedazo  de  su  cràneo  salto 
hasta  el  altar  mayor. 

En  la  calle  liabía  alguna  tropa,  mas 
otra  orden  no  tendría  que  la  de  impedir 
que  las  gentes  se  acercaran  al  convento, 
pues  dejó  que  dentro  los  revoltosos  conti- 
nuaran sus  fechorías.  En  esto  llego  allci 
el  Capitan  General,  Superintendente  de 
i^olicía,  3'  su  disposición  consistió  en  man- 
dar  a  un  soldado  de  a  caballo  que  entrase 
en  el  convento  y  desalojase  de  él  a  los 
amotinados.  El  soldado  observóle  que  no 
era  un  caballo  para  subir  a  los  corredores 
altos  y  celdas;  y  entonces  el  General,  no 
sabiendo  qué  cosa  contestar,  se  largó. 

Sobre  el  peligro  y  atropello  del  Reve- 
lendísimo  Padre  Vicario  General  de  la 
Orden  Tomàs  Miquel,  de  los  que  nos 
habló  poco  ha  el  Padre  Cronista  Garí, 
poseo  algun  otro  pormenor,  que  creo 
debò  aquí  relatar.  Como  dije  en  el  articu- 
lo 1 .°  del  capitulo  XI  del  libro  II,  habiendo 
muerto  en  24  de  abril  de  1834  el  Padre 
General,  entro,  por  ley  mercedaria, 
interinamente  en  el  gobierno  supremo  de 
la  Orden  el  Prior  de  Barcelona  Padre 
Tomàs  Miquel,  quien  con  un  companero 
y  dos  legosse  trasladó  a  Madrid.  Llegado 
a  la  coronada  villa,  visito,  entre  otras  per- 
sonas  de  autoridad,  al  Capitan  General 
D.  José  Sanmartín;  y  con  este  motivo  le 
conoció  personalmente.  En  el  momento 
del  peligro  de  la  noche  del  17  de  julio 
corrió  el  Padre  Miquel  a  esconderse  en 
un  desvàn  del  convento  sobre  la  iglesia. 
Desde  allí  oían  él  y  un  companero  el  tu- 
multo  dentro  del  cenobio,  y  allí  vió  final- 


(i)     (Ihra  cil..  t.imo  11. 


mente  a  los  asesinos  penetrar  en  el 
desvàn.  El  Padre  Miquel  estaba  de  rodi- 
Uas,  y  como  uno  de  los  revoltosos  fuera 
a  descargarle  un  sablazo,  se  levantó  y 
abrazàndose  con  él  le  pidió  encarecida- 
mente  la  vida.  El  agresor  quedo  suspenso. 
y  uno  de  sus  companeros  dijo  al  Padre: 
«Perdonaremos  à  V.  la  vida  como  nos 
«muestre  V.  dónde  està  el  dinero  del 
xconvento  y  la  comunidad.»  Miquel  con- 
testo que  esta  se  habria  escondido,  y  que 
él  como  torastei'o,  pues  era  catalan,  igno- 
raba  dónde  se  custodiaba  el  dinero.  Uno 
de  los  amotinados  repuso:  «También  yo 
»soy  catalàn;»  y  así  diciendo  sacaron  del 
desvàn  a  Miquel  y  a  dos  o  tres  frailes 
màs,  y  los  llevaban  entre  ellos  en  ademàn 
de  mataries.  En  esto  uno  de  los  agresores 
murmuro  al  oido  del  Padre  Miquel:  «Diga 
>'V.,  hombre,  dónde  està  el  dinero.  íQué 
»va  V.  a  sacar  de  él  si  va  a  morir?»  Mien- 
tras  iban  por  los  corredores  el  Padre 
Miquel  vió  al  General  San  Martín  entre 
los  revoltosos,  al  cual,  como  nos  dijo  ani- 
ba,  conocia  por  haberle  visitado  antes. 
Finalmente  JMiquel  se  salvo,  y  luego  no 
una,  sinó  màs  veces,  el  mismo  Miquel 
relato  este  hecho  ante  su  comunidad  bar- 
celonesa. Y  como  una  vez  uno  de  los  frai- 
les presentes  le  amonestarà  que  no  lo 
contase,  el  Padre  Miquel  contesto:  «iy 
»porque  no  he  de  contarlo  si  es  la  ver- 
dad?»  (2). 

Amigo  inseparable  de  esta,  debò  notar 
que  algunas  circunstancias  del  caso  vie- 
nen  a  contrariar  el  dicho  del  Padre  Mi- 
quel, a  saber:  1 ."  Que  al  principio  del  asal- 
to  de  la  Merced,  San  Martín  estaba  en  el 
minislerio,  como  unas  lineas  abajo  nos  lo 
dirà  Martínez  de  la  Rosa.  Y  2."  Que  como 
escribí  aquí  arriba,  el  Capitan  General 
se  limito  a  dar  una  orden  a  un  solda- 
do, y  luego  se  largó.  íEs  que  antes  de 
daria  entro  en  el  convento?  Lo  ignoro. 
Como  ningún  otro  testigo  habla  del  caso, 


(j)  .Me  lo  dijo  cl  Padre  D.  Marlin  Aymerich, 
canónigo  de  Gerona.  quien  lo  habia  oido  de  boca 
del  P.  Tomàs  Aiiquel.  mismo.  Gerona  5  de  agosto 
de  !&'{>;. 


MATANZAS    DE    FLERA    DE    CAIALLNA 


51 


me  inclino  a  creer  que  el  Padre  Miquel, 
habiendo  antes  tenido  poco  trato  con 
San  Martín,  quiza  tomo  por  él  a  un  su 
parecido. 

No  falto  en  la  Merced  el  natural  sa- 
queo,  destrucción  y  demàs  excesos,  los 
que  duraron  hasta  bien  cruzada  la  media 
noche. 


ARTICULO  QUINTO 

LOS  DEMÀS  CONVENTOS  DE  MADRID 

Media  hora  después  de  salidos  de  la 
Merced  los  revoltosos  acometieron  en  la 
forma  de  costumbre  el  convento  de  Jesús 
Nazareno  de  Trinitarios  descalzos.  Sobre- 
saltada  la  Comunidad  por  los  gritos  y 
desaforados  golpes  de  sus  puertas,  y 
no  sabiendo  qué  partido  tomar,  adopto  el 
de  abrir  la  pueita  a  los  amotinados  para 
ver  si  con  este  acto  de  galantería  ablan- 
daba  su  furor.  Salió  bien  el  expediente, 
pues  la  seguridad  y  afectada  confianza 
que  mostraren  los  frailes  desarmo  a  las 
turbas,  de  modo  que,  si  bien  éstas,  en 
confuso  desorden  y  amenazas,  penetra- 
ren en  la  casa,  después  de  visitadas  dos  o 
tres  celdas,  se  retiraron.  La  Comunidad 
con  no  poco  gozo  acudió  inmediatamente 
al  templo  a  dar  gr;icias  al  Dispensador  de 
todas. 

Mas  apenas  se  había  retirado  de  la 
iglesia,  otra  turba  embiste  las  puertas,  y 
la  Comunidad  adopta  el  mismo  medio  de 
la  primera  vez,  bien  que  con  mas  temor  y 
espanto.  Dijeron  los  frailes  a  los  amoti- 
nados que  ya  otros  de  sus  companeros 
habían  entrado  y  registrado  cuanto  ha- 
bían  querido;  mas  conteslando  los  revol- 
tosos que  «ellos  también  tenían  ojos,  y 
»querían  ver»,  con  gran  algazara  se 
entraron  por  el  convento. 

JactAbanse  de  que  habían  muerto  tan- 
tos  o  cuantos  frailes,  repetían  lo  del 
veneno,  y  así,  que  en  aquella  noche  habían 
■  de  acabar  con  los  frailes.  En  efecto,  Ue- 
vaban  teflidos  de  sangre  sus  armas, 
vestidos  y  manos,  y  sus  gritos  respiraban 


furor.  Al  oir  lo  del  veneno  un  maduro 
religioso  repuso  con  no  poco  comedi 
miento,  que  era  muy  justo  se  castigase  aV 
que  hubiese  cometido  tan  grave  delito; 
però  los  que  no  han  tenido  parte...  A  esto 
uno  de  los  amotinados  contesto  unas 
palabritas  dignas  de  ser  esculpidas  en.  . 
grillos.  Dijo:  «No,  todos,  todos  han  de 
»morir;  porque  a  todos  nos  han  mandado 
»matar».  En  fin,  como  se  habían  retirado 
los  primeros,  se  fueron  los  segundos  agre- 
sores.  Registraren  sí  seis  u  ocho  celdas, 
y  uno  de  ellos,  sin  duda  para  no  perder  la 
jornada,  se  abalanzó  sobre  un  fraile,  que 
ningün  motivo  para  ello  le  había  dado,  y 
le  descargó  un  sablazo,  que  el  fraile 
evadió  huyendo  el  cuerpo  al  golpe,  però 
no  el  corazón  al  susto,  que  a  los  pocos 
días  le  mató.  En  las  dichas  celdas  nada 
hallaron  que  robar  mas  que  dos  relojes 
que  muy  contentes  llevaren  aquelles  vin- 
dicaderes  de  la  piiblica  justícia  ultrajada 
por  el  envenenamiento  de  las  aguas. 

Si  los  religiosos  atacades  dieren  prue- 
ba  de  heroica  mansedumbre,  los  hubo  de 
los  no  molestades  que  la  dieren  de  admi- 
rable constància.  Así  los  capuchinos  del 
Prado,  abiertas  las  puertas,  se  formaren 
en  coro  en  la  iglesia;  y  allí  en  la  presen 
eia  del  Sefior  esperaren  de  rodillas  la 
venida  de  sus  matadores  que  por  fortuna 
no  llegaren.  Los  benedictines  de  San 
Martín  a  la  fuga  prefirieron  acompanar 
a  su  Abad,  quedàndose  en  el  claustre 
a  pesar  de  haberles  aquél  facultado  para 
fugarse.  Otros  conventes,  tales  como  el 
de  San  Gil,  el  de  San  Cayetano,  el  de 
Santa  Bàrbara  y  el  Seminario  de  Nobles, 
fueron  amenazados,  però  por  fortuna  se 
libraron  del  asalto  (1). 

El  dia  siguiente,  18,  tampeco  faltaron 
sustos,  y  aun  alguna  sangre,  pues  a  eso 
de  las  nueve  de  la  manana  el  motín  se 
había  vuelto  a  fermar  en  la  calle  de 
Atocha,  y  el  diàcono  dominicoFr.  Felipe 
Díaz,  aunque  disfrazado,  fué  conecido  en 


(i)  (yontinuadoics  del  lihru  de  D.  .Modcsto 
Lafuente,  Historia  general  .ic  Esfijüa,  tomo  X\. 
pàj?s.  70  y  71. 


\piirLO   fií' 


la  calle  por  los  urbanos,  y  acometido  a 
sablazos,  bien  que  pudo  llegar  al  Colegio 
de  los  Jesuitas,  donde  fué  curado.  Se 
intento  atacar  el  convento  Dominico  de 
Atocha;  però  ya  la  indignación  pública 
y  el  rubor  de  la  tropa  había  Uegado  a  tal 
punto,  que  el  orden  se  imponía  por  sí 
solo;  de  modo  que  bastó  que  dos  compa- 
nías  de  tropa  acudieran  y  amenazaran 
con  hacer  fueg:o  para  que  los  amotinados 
se  retiraran.  Otro  tanto  sucedió  en  los 
Recoletos,  los  que  estaban  en  el  otro  lado 
del  Prado. 

A  eso  de  las  diez,  el  Gobierno  Supremo 
fijó  en  las  esquiaas  una  alocución  en  la 
que  a  nombre  de  la  Reina  reprobaba  los 
crímenes  de  aquella  noche,  y  pedía  la 
cooperación  de  todos  para  poner  termino 
a  los  horrores.  Però  ^;qué  cooperación  se 
necesitaba?  Bastarà  la  cooperación  de 
media  docena  de  voces  de  «fuego»  dadas 
a  la  tropa  para  evitar  los  males  lamenta- 
dos  y  su  repetición- 

Sin  duda  los  amotinados  compren- 
dieron  que  estàs  voces  no  vendrían,  pues 
a  las  once  y  media  dieron  un  tercer 
asalto  al  convento  de  Jesús  Nazareno. 
Hallaron  a  los  frailes  en  el  refectorio 
comiendo,  y  les  saludaron  diciendo: 
«Bueno,  bueno  està  aquí  para  hacer  la 
>.descarga,»  mientras  llenos,  de  furor, 
unos  cargaban  los  fusiles  y  hasta  los 
amartillaban,  otros  golpeaban  con  ellos 
el  suelo  fuertemente,  y  otros  altercaban 
altanera  y  groseramente  con  el  Reveren- 
disimo  Padre  General,  el  cual  procuraba 
desarmaries  con  mansedumbre.  Mientras 
esto  pasaba  en  el  refectorio,  otros  por  las 
celdas  bnscabaii  el  vcnciio,  lo  que  les  pro- 
dujo  unos  cuatrocientos  duros,  seis  u 
ocho  relojes  y  alguna  ropa  y  la  rotura  de 
la  cabeza  a  un  fraile.  Però  en  fin,  entre 
los  esfuerzos  del  Teniente  Coronel  de  los 
mismos  urbanos  y  alguna  tropa,  se  logró 
desalojar  a  los  criminales. 

La  resistència  era  tan  lànguida  que  los 
revoltosos  continuaban  recorriendo  las 
calles  3'  formando  corrillos. 

Pretendieron  allanar  en  las  primeras 
horas  de  la  tarde  los  conventos  de  domi- 


nicos  del  Rosario,  el  monasterio  de  San 
Bernardo,  el  noviciado  de  la  Companía  y 
los  franciscos  de  San  Bernardino.  Mas  la 
tropa  se  opuso  y  con  pequefia  resistència 
salvo  estàs  casas. 

Finalmente,  poco  después  del  amanecer 
del  19  se  extendió  por  Madrid  la  noticia 
del  relevo  del  Capitàn  General  Superin- 
tendente  de  Policia,  Corregidor,  Gober- 
nador  civil,  Teniente  de  Rey  y  Subdele- 
gado  de  policia.  Apareció  luego  en  las 
esquinas  el  bando  real  por  el  que  se  pro- 
hibían  las  reuniones  de  personas  armadas 
y  se  mandaba  su  disolución  a  viva  fuer- 
za.  Se  piendió  a  los  mas  exaltados,  3" 
con  estàs  disposiciones  la  población  sen- 
sata respiro,  quedando  en  paz. 


ARTICULO  SEXTO 

ORIGEN  Y  CAUSAS  DEL  ATENTADO 
DE  MADRID 

Lo  que  de  los  hechos  hasta  aqui  narra- 
dos  referentes  al  atentado  de  Madrid 
«se  desprende,  lo  adivina  cualquiera  que 
»sepa  lo  que  son  las  sociedades  secretns, 
»su  poderío  maléfico  y  su  influencia.  Así 
»se  explica  todo:  sin  eso  no  se  explica 
»nada.  La  opinion  pública  acriminó  en- 
»tonces,  3"^  sigue  acriminando,  y  acrimi- 
»narà  eternamente  ese  oprobio  al  Gobier- 
»no  y  à  las  autoridades  de  Madrid;  y  à 
»his  sociedades  secretas  de  francmasones 
»y  comuneros,  como  directoras  del  de- 
>^güello,  3'  à  los  carbonarios  como  ins- 
»trumentos  pagados  y  ejecutores.  Los 
»confederados  isabelinos  pertenecian  a 
>'las  tres»  (1). 

Respecto  de  la  culpa  de  las  autoridades 
de  Madrid  no  hay  que  discurrir,  pues  los 
hechos  claman  con  elocuencia  irresistible. 
En  la  capital  del  reino,  entre  las  mismas 
autoridades  que  andan  mezcladas  con  los 
criminales,  nopor  uno  o  dos  osados,  sinó 
por  turbas,  al  lado  de  companías  y  bata- 


( I )     D.^'icentc  de  Lal-uentc.  Obra  cit..  tomo  11. 

p:Llf.     Vi. 


-MAIA.WAS    riE    rCERA    DE   CArAr.r: 


53 


llones  de  tropa,  durante  medio  dia  se 
roba,  profana  y  asesina  impunemente. 
Huelga  todo  comentario. 

«Grave  responsabilidad  contraian  las 
«autoridades  que  no  previeion  aquellos 
»excesos,  o  que  en  los  primeros  instantes 
>/de  haberse  observado  no  los  reprimieron 
-con  mano  fuerte.  Todos  los  hombres 
>^sensatos,  todos  los  ciudadanos  pacíficos, 
»que  contaban  con  algunos  medios  de 
í^subsistencia,  los  reprobaron  severamen- 
>.te »(1). 

En  10  de  Febrero  de  1842  Don  Laurea- 
no  de  Jado,  fiscal  que  en  1834  era  de  la 
Audiència  de  Madrid,  escribió  desde  Bur- 
deos  a  un  su  amigo  una  carta  de  la  que 
copio  el  siguiente  parrafo:  «Ellos»  (es 
dicir,  los  SHcesos  de  aqucllas  mataiizas) 
«fueron  obra,  no  lo  dude  V.  de  los  exal- 
»tados  en  la  política,  de  las  sociedades 
»secretas,  y  de  la  mdiferencia  criminal 
»y  notòria  ineptitud  de  las  autoridades 
»que  había  en  Madrid  en  aquel  dia  orni- 
»noso,  17  de  julio  de  1834,  y  del  alto  Go- 
>^bierno;  cuando  no  fuera  otra  pasion  mas 
»reprobada  de  todos  ellos  la  que  produjo 
»y  fomento  aquellos  tremendos  sucesos.» 

Habla  luego  de  los  procesos  formados 
para  castigar  aquel  crimen,  y  aiïade: 
-<Se  habia  perdido  la  ocasion  de  hacer  la 
ïcompetente  justícia.  Estos  procesos  se 
Mhacen  en  las  calles  y  en  las  plazas  à 
»balazos.  Intentarlos  despues  para  con- 
«signar  la  verdad  y  descubrir  los  autores 
»de  aquellas  maldades,  era  cosa  perdida, 
»como  suele  decirse,  y  se  vieron  confir- 
»madori  todos  mis  pronósticos;  porque 
»apenas  había  en  los  muclios  procesos 
>'que  se  formaron,  un  rayo  de  luz,  a  pesar 
»de  la  diligente  actividad  de  los  jueces 
»de  primera  instància  en  su  formacion. 
>Casi  todo  fu(5  iniitil...>' 

En  el  Carmen  el  Brigadier  Don  José 
Paulin  con  doce  hombres  salvo  el  con- 
vento:  una  compafiia  que  el  Capitan  Ge- 
neral Superintendente  de  Policia  hubiese 
mandado   a  cada  cenobio,    provista  de 

(i)  Sr.  Uoscll.  lüi  lli  cilada  nbiM  de  I  .;i  l•'ui.•i•ili.•, 
tcimo  11.  \yÀií.  J7. 


ordenes  decididas,  evitaba  todos  los  crí- 
menes  }'  desgracias.  La  guarnición  de 
Madrid  se  componia  de  9,000  hombres 
de  buenas  tropas,  según  afirma  el  Presi- 
dente  del  Ministerio,  Martínez  de  la  Rosa. 
Indudablemente  San  Martin  permitió  el 
atentado. 

Al  resefiar  los  anteriores  crimenes  ocu- 
rre  naturalmente  culpar  al  dicho  General 
y  al  Gobierno;  mas  para  juzgar  con 
justícia  interesa  oir  a  las  partes.  Con 
gusto  copiarà  la  defensa  que  de  su  pro- 
ceder  se  dice  escribió  el  General,  però  no 
la  tengo  a  mano.  En  cambio  puedo  co- 
piar, y  copio  a  seguida,  la  que  del  suyo 
escribió  Martínez  de  la  Rosa,  la  que  pro- 
yecta  mucha  luz  sobre  aquellos  hechos. 
Adviértase  que  al  hablar  de  sí  usa  siem- 
pre  de  sus  apellidos  como  si  hablara  de 
tercera  persona.  Dice  así: 

«Cuando  salió  el  minístro  de  Estado  de 
«Madrid»  (era  e'l:  salió  para  la  Granja 
don  de  a  la  sa.zóii  estaba  la  Cor  te),  «no 
«existia  el  còlera,  que  se  desarroUó  de 
»repente  el  dia  de  la  Virgen  del  Carmen. 
»}efe  político  era  el  Duque  de  Gor,  tan 
»religioso  y  honrado;  Corregidor  el  Mar- 
»qués  de  Falces,  digno  bajo  todos  con- 
»ceptos.  El  mando  lo  tenia  San  Martín. 
»y  para  darle  mayor  fuerza  dispuso  Mar- 
>^tínez  de  la  Rosa  que  reuniese  la  Super- 
»intendencia  general  de  policia,  para 
«descubrir  las  tramas  de  los  revoluciona- 
»rios,  y  el  mando  militar,  como  Capitan 
«General  del  distrito.  Era  la  persona  que 
»podía  inspirar  mas  confianza  para  con- 
«tener  a  los  revolucionaríos,  por  la  fir- 
>  meza  que  desplego  cuando  la  procesion 
»del  retrato  de  Riego  en  1822»  (la  batalla 
de  las  Plater/'as),  «y  por  la  persecucion 
yque  sufrió  de  resultas  del  7  de  Julio.  Le 
»dejó  el  Ministro  una  guarnición  de  9,000 
«hombres  de  buena  tropa,  algunos  cuer- 
«pos  de  Guardia  Real,  y  todos  los  medios 
«necesarios  para  mantener  el  orden. 

«Preguntandole  el  Ministro  si  necesi- 
»taba  otras  facultades  ó  autorizacion,  etc, 
«contesto  que  no,  que  él  sabia  su  obli- 
«gacion,  y  que  estaba  resuelto  (así  que 
«hiciera  las  ultimaciones  prescritas  en  la 


54 


LICRO    ÏERCERO. — CAPITULO    SEGl^NI'O 


>^ley  de  21  de  Abril)  à  mandar  hacer  fue- 
>go,  y  dejar  tendidos  en  la  calle  íI  los 
>  revoltosos.  Así  lo  ofreció  al  Ministro  el 
»día  antes  de  salir  este  para  la  Granja. 

»La  primera  noticia  que  tuvo  este  de 
»aquellos  sucesos,  fué  en  la  madrugada 
>del  dia  siguiente.  Sus  companeros  To- 
»reno  y  Zarco  del  Valle  le  escribieron 
»que  había  un  terror  general;  que  viniese 
xal  instante,  quees- 
ítaba  todo  amena- 
>:zado  de  una  diso- 
»lucion  espantosa. 


«Conociendo  Mar- 
»tínez  de  la  Rosa 
»que  lo  màs  impor- 
»tante  era  poner  al 
»frente  de  Madrid 
»a  un  General  va- 
»liente  y  decidido, 
»rogó  al  General 
«Quesada  (que  aca- 
»baba  de  llegar  al 
ïiSitio)  que  viniese 
»con  él  à  tomar  el 
>.mando,  y  aquel 
»General  se  nego  al 
»principio  por  venir 
»gravemente  enfer- 
»mo,  etc.  Sin  em- 
xbargo,  cedió  à las 
»instancias,  y  ofre- 
»ció  que  con  el 
>-fresco  de  la  noche 
>:se  pondria  en  ca- 


M.•\RTINEZ    DE   LA    ROSA 


»mino  y  amanecería  en  Madrid.  Eh  esta 

>  confianza  partió  Martínez  de  la  Rosa;  lle- 
>gado  à  la  capital,  supo  que  aquel  dia 
»habian  muerto  sobre  300  personas,  que 
>4as  autoridades  habían  dado  todas  su 
»dimision,  y  que  reinaba  una  completa 
»anarquía. 

»A  la  mariana  siguiente  se  anuncio  el 
»nombramiento  del  General  Quesada;  y 

>  su  mero  anuncio  tranquilizó  no  poco  los 
Ȉnimos.  El  Presidente  del  Consejo  (sin 
»corresponderle)  mandó  formar  causa  y 
»poner  en  prision  al  General  San  Martín, 


»queaparecía  culpable  porsunegligencia. 
»Por  todos  los  Ministerios,  y  especialmen- 
»te  por  el  de  Gracia  y  Justicia,  se  dieron 
»las  ordenes  mAs  severas  para  castigar 
»el  atentado;  debiendo  los  jueces  dar  parte 
»al  Gobierno,  cada  dos  horas,  de  lo  que 
»fuese  resultando,  consultííndole,  etc. 

»E1  Ministro  de  Estado  hizo  màs,  exce- 
xdiéndose  de  sus  facultades;  llamó  fre- 
»cuentemente  à  los 
>^jueces;  les  estre- 
»chó;  disputo  con 
»ellos  acer  ca  de 
>iabreviar  las  cau- 
»sas,  etc,  etc. 

»De  todos  los  es- 
»fuerzos  el  único 
»resultado  fué  qui 
»tarla  vida  A  un  in- 
»feliz,a  quien  halla- 
»ron  unos  calzonci- 
»llos  manchados 
»con  sangre.  Re- 
»conviniendo  Mar- 
»tinez  de  la  Rosa  a 
»los  jueces,  contes- 
»taban  estos,  y  con 
»razon:  que  no  po- 
»dian  condenar  sin 
»pruebas;  que  no 
»habia  testigos;  que 
»estos  no  querian 
«declarar  por  mie- 
»do;  y  que  los  mis- 
»mos  frailes,  al  ca- 
«rearloscon  los  ase- 
»sinos,  decían  que  no  los  conocían  por 
»el  temor  de  que  luego  los  matasen. 

>:>Fué  publico  y  notorio  que  aquella  ca- 
»tastrofe  fué  obra  de  las  sociedadcs 
»secretas  (sic)  para  precipitar  la  revolu- 
»cion  y  arrojar  del  mando  al  partido  mo- 
»derado;  aprovechàndose  del  terror  que 
»difundió  la  aparicion  repentina  del  cóle- 
»ra,  inventando  lo  del  envenenamiento 
»de  las  aguas,  como  otras  cosas  absurdas 
»se  inventaron  en  otras  capitales. 

»E1  General  San  Martín  continuo  presó 
»y  procesado  mientras  siguió  Martínez 
»de  la  Rosa  en  el  Ministerio,  y  aquel  lo 


MAÏA.VZAS    Di;    FLERA    DE    CATALl  NA 


»atribuía  íl  enemistad  de  este,  siendo  así 
.que  le  había  obtenido  de  S.  M.  tres  gra- 
>cias  en  pocos  días:  Capiran  General  de 
"Madrid,  Superintendente  de  Policia  y 
«Prócer  del  Reino. 

»Nunca  pudo  explicar  porqué  no  había 
'hecho  uso  de  la  fuerza,  habiendo  estado 
'en  los  con  ventós  invadidos,  como  en  el 
>de  los  Jesuitas,  donde  alçunos  afirman 
>que  dicho  General  manifesto  creia  el 
envenenamiento  de  las  aguas. 

>  Lo  que  es  cierto  (aün  vive  el  General 
'>Zarco  del  Valle)  es  que  se  presento  en 
'el  Consejo  de  Ministros,  diciendo  que 
;.todo  se  había  terminado,  y  sin  tomar  la 
>;menor  providencia;  y  allí  mismo  vinie- 
>/ron  cl  avisarle  que  la  turba  de  asesinos 
»se  había  dirigido  al  convento  de  la  Mer- 
"Ced,  donde  estaba  haciendo  iguales  es- 
>'tragos.  Así  se  lo  afirmaren  a  .Martínez, 
'Toreno,  Moscoso  y  demàs  Ministros  que 
>'lo  presenciaron.  Sigui<3  el  proceso  largo 
»tiempo;  presó  San  Martín,  y  me  parece 
>.que  tambien  el  General  Llanes,  que  era 
>'SU  segundo  Cabo.  Despues  de  algunos 
»anos  (creo  que  en  tiempo  de  los  progre- 
>.sistas)  obtuvo  San  Martin  la  Capitania 
«General  de  Extremadura. 


»Van  transcurridos  muchos  anos,  y  no 
"CS  íAc'ú  comprender  la  conducta  de  San 
>'Martin  en  aquellos  succsos,  tan  distinta 
>  de  la  que  había  mostrado  otras  veces. 

«Algunas  personas  aseguran  que  antes 
"de  su  mueríe  se  mostraba  atormentado 
>'Como  de  resultas  de  aquel  suceso,  però 
»tal  vez  no  sea  verdad,  ó  seria  efecto 
>'del  delirioque  padeciese  aquel  desgra- 
»ciado»  (1). 

Conste,  pues,  que  por  testimonio  del 
Presidente  del  Consejo,  liberal,  entonces 
era  notorio  y  publico  que  el  degüello  pro- 
cedió  de  orden  de  las  sociedades  secretas. 
Conste  que,  según  el  mismo  sefior,  San 
Martín  procedió  con  modo  inconcebible. 
Conste  que  los  Ministros  presentes  en 
Madrid  tenian  aquel  dia  noticia  de  lo  que 


(i)     D.  \  iccnlc  de  La   l'ucntc 
nio  li.  pà^'s.  524,  ?J5  y  321.. 


( Ihra   cil. 


pasaba;  y  si  bien  en  algo  les  disculpa  la 
confianza  que  creían  poder  tener  en  San 
Martín ,  esta  no  les  libra  de  culpa  de 
cierta  negligència  o  indiferència,  ya  que 
bien  podia  a  lo  menos  el  de  la  Guerra 
montar  a  caballo,  y  al  frente  de  un  escua- 
drón  disipar  el  tumulto,  como  sin  duda 
lo  efectuarà  si  los  amotinados  en  vez 
de  urbanos  fueran  carlistas.  V  cuando 
no,  podian  dar  ordenes  rigurosas  a  San 
ALartin. 

Viene  a  empeorar  la  fama  del  ministro 
la  siguiente  relación  de  un  anciano  publi- 
cada por  un  periódico  de  Madrid  en  julio 
de  1881.  Dice  así  el  viejo:  «En  la  noche 
»del  21  de  julio  de  1834.  con  riesgo  de  mi 
«persona,  salve  la  vida  ;'i  34  religiosos 
«que  poblaban  los  cuatro  con  ventós  de  la 
»ciudad  de...  (sic)  en  la  Mancha,  donde  yo 
»ejercía  el  cargo  de  corregidor. 

»Formé  causa  a  21  individuos  que  in- 
«tentaron  asesinar  a  los  frailes,  y  puse 
«como  cabeza  de  proceso  una  carta  de 
«cierto  Sr.  Duran,  de  Madrid,  en  que  se 
«les  decía  que  en  la  corte  se  había  dado 
»ya  el  golpe,  3'  que  era  preciso  que  se  les 
«imitarà  en  las  provincias. 

>>A  los  pocos  días  de  esto,  en  virtud 
«de  real  orden,  cumplimentada  por  la 
«Audiència  de  Albacete,  el  Alcalde  ma- 
»yor  de  la  Rota  me  recogió  la  causa.  Y  a 
«otros  pocos  días,  por  Real  orden  de  su 
«magestad  la  reina  gobernadora,  se  me 
«separo  del  corregimiento. 

«Por  aquel  hecho,  que  es  la  mayor  glo- 
«ria  de  mi  vidu  de  8()  afios,  perdí  mi 
«carrera,  siendo  el  catedratico  de  lej'es  y 
«lanones,  el  licenciado  y  doctor  en  estos. 
'>e\  abogado  de  los  Reales  Consejos  y 
«el  magistrado  mas  antiguo  de  Espaiïa 
«quiza,  pues  hace  sesenta  y  dos  anos  que 
«comencé  mi  carrera  con  el  corregimien- 
"to  de  Roa«  (2). 

Con  estos  datos  creo  que  queda  pasado 
el  balance  de  responsabilidades  de  aquel 
terrible  hecho;  y  solo  me  resta  copiar 
aMUÍ  tres  documentes,  a  saber:  la  Real 


(jj      /..I  Fe.  M.l.iri.i.jiic 


;/  JcJiilioJc  /.VS'í, 


56 


CAIMIUI.U     6LI,L.\I. 


orden  de  31  del  mismo  julio  de  1834,  la  de 
IS  del  propio  mes,  y  una  elocuente  nota 
de  la  segunda  edición  del  libro  de  don 
Vicente  de  La  Fuente. 

Dice  así  la  Real  orden:  «Deseosa  S.  M. 
>"^la  Reina  Gobernadora  de  dar  un  nuevo 
«testimonio  publico  de  los  sentimientos 
»religiosos  que  la  animan,  y  proporció- 
»nar  un  solemne  desag-ravio  ;i  la  piedad 
«nacional,  ultrajada  en  la  santidad  de  sus 
» templos  y  en  las  personas  de  sus  mínis- 
»tros  por  las  abominaciones  cometidas 
«en  la  tarde  y  noche  del  17  del  presente, 
»v  que  han  excitado  en  todos  los  espa- 
«iioles  la  mas  profunda  execraci'-n,  ha 
íHenido  a  bien  mandar  que  en  la  iglesia 
»de  San  Francisco  el  Grande  se  cèlebre 
»por  el  Ayuntamiento  de  Madrid  un  so- 
>lemne  funeral  en  sufragio  de  las  vícti- 
»mastan  horriblementeinmoladas....»  (1). 

Dice  así  la  Real  orden  dirigida  el  18  al 
General  Llauder,  y  supongo  que  a  los 
demàs  Capitanes  Generales:  «Excmo.  Sr. 
»Habiéndose  desarrollado  notablemente 
»ayer  en  esta  corte  el  còlera,  se  esparció 
>'en  la  poblacion  la  alarmante  voz  de  que 
>habían  envenenado  las  aguas,  atribu- 
»yendo  este  crimen  supuesto  i\  algunas 
»comunidades  religiosas,  originàndose  de 
>'>aquí  que  se  perturbó  la  tranquilidad 
«pública  y  que  fueron  allanados  algunos 
»conventos,  donde  se  cometieron  muy 
»graves  excesos.  Las  autoridades  contu- 
»vieron  el  desórden  (falso)  y  se  halla  res- 
»tablecido  el  orden  publico.  Y  despues  de 
»haber  dictado  S.  M.  las  providencias 
»mas  enérgicas  para  conservar  la  quietud 
»de  la  capital,  me  manda  informar  à 
»V.  E.  de  tan  funesto  suceso,  para  que 
»bajo  su  mas  estrecha  responsabilidad 
»cuide  de  que  no  se  turbe  la  tranquilidad 
»en  el  distrito  de  su  mando,  empleando 
»cuantos  medios  estime  convenientes,  y 
»el  uso  de  la  fuerza,  si  es  necesario,  para 
»conseguirlo;  en  el  concepto  de  que  sien- 
»do  esta  la  primera  necesidad  del  Estado, 
»cs    tambien  la   primera    obligaclon   de 


(i)      D,\Tr 
i8;-i.  pàg.  1 


de  lJ.Trceloiia    cIl•I    S  de 


»V.  E.  y  la  que  le  recuerda  S.  M.  bajo 
»la  responsabilidad  mas  efectiva  é  inme- 

»diata »  (2). 

La  nota  de  La  Fuente  reza  así: 
«Todavia  no  se  puede  decir  todo.  La 
»Reina  Cristina  dijo  a  uno  de  sus  rainis- 
»tros,  que  todavia  vive,  que  la  Infanta  su 
«hermana  pocos  días  antes  de  morir  le 
»envió  a  su  confesor...  a  pedirle  perdón 
»por  la  parte  que  había  tomado  en  las 
«gestiones  de  los  Isabcliíiofi  para  derri- 
»barla  de  la  Regència.  El  partido  modera- 
»do  no  procedió  bien;  però  no  se  le  puede 
«culpar  de  los  asesinatos:  el  tiro  iba  con- 
»tra  él.  (Efectivamcnte  iiadic  dispara  en 
i>coutra  de  sí  mismo).  El  General  San  Mar- 
»tín  imprimió  su  defensa;  però  esta  aun  sa- 
«tisface  mucho  menos  que  la  vindicacion 
»de  Martínez  de  la  Rosa,  que  se  descarga 
»con  él.  Con  la  infàmia  de  la  ejecucion 
«del  asesinato  tiene  que  cargar  el  partido 
«progresista.  El  Infante  Don  Francisco, 
»a  quien  los  Isabelinos  y  progresistas 
«querian  poner  de  Regente  en  vez  de  la 
«Reina  Cristina,  estaba  inocente  de  estos 
«manejos,  segun  la  opinion  general.  No 
«así  su  ambiciosa  mujer,  a  la  cual  acusa 
«hoy  dia  la  misma  opinion  general  ...»  (3). 
La  justícia  de  Dios  no  dejú  de  hacerse 
sentir  en  algunos  de  los  criminales  de 
aquella  terrible  noche.  No  pocos  urbanos, 
al  llegar  a  su  casa,  hallaban  que  mientras 
ellos  habían  dado  la  muerte  a  un  ungido 
del  Senor ,  éste  les  arrebataba  uno  o  varios 
de  sus  mas  queridos  individuos.  Otros  a 
las  pocas  horas  de  haber  llevado  la  Parca 
a  los  conventos  fueron  por  esta  visitados. 
De  estos  no  pocos  pararon  en  el  hospital 
general,  donde  el  capellan  que  les  asistía 
tuvo  ocasión  frecuente  de  extremecerse  , 
de  pavor  al  contemplar  las  agitaciones 
y  el  horrible  espanto  de  algunos.  «Ahí 
«vienen,  ahí  estan  los  jesuitas,«  gritaban 
unos.  «Estos  frailes,  estos  frailes  me  per- 

(-?)  Memorias  lioctiincntadas  del  Teniente  ge- 
neral Don  Manuel  Llauder.  Madrid,  1S44.  Pàgi- 
nas  ijii  y  (>-  del  Apéndicc. 

(í)  D.  \'icente  de  La  Fuente.  (>hi-a  cil..  ln- 
mo  II.  pàg.  ^8. 


MAIAXZAS    UL    FLERA    Dli    C AIALU.NA 


57 


siguen,»decían  otros.  Era  evidente  la  pre- 
sencia del  horrible  remordimiento  y  de 
la  justa  ven^anza  del  Senor.  jCuàntos 
que  iban  jactandose  de  sus  asesinatos,  a 
los  dos  o  tres  dias  habían  expirado  casi 
de  repente  con  terror  del  vecindario!  Los 
PP.  franciscos  de  San  Gil,  que  habitaban 
el  barrio  de  estàs  gentes,  eran  llamados  a 
menudo  para  asistirles,  e  iban  entre  dos 
soldados  a  cumplir  este  ministerio,  na- 
rran  multitud  de  casos  en  que  aparecía 
el  visible  castic^o  de  Dios. 

Se  contaron  entonces  con  bastante  Cré- 
dito los  tres  casos  siguientes.  Un  urbano 
en  una  sacristia  de  un  convento  robo  un 
copón  de  plata.  Llegado  a  su  casa,  abriólo 
en  presencia  de  su  mujer  }•  de  varias 
vecinas,  hallando  dentro  algunas  formas 
que  sin  duda  estaban  destinadas  a  ser 
consagradas.  Púsose  él  a  blasfemar  y  a 
mofarse  del  Sacramento.  Sacaba  una  for- 
ma del  copón,  y  dijo  con  burla  a  los  cir- 
cunstantes:  '<iY  este  es  el  Dios  de  los 
>/cristianos!  rDónde  esta  aquí  Dios?'>  Y 
aiiadiendo:  «Ahora  lo  veremos,»  la  tiraba 
al  suelo  para  pisarla,  cuando  de  repente 
cae  herido  como  de  un  rayo,  y  por  mas 
que  el  sacerdote  que  fué  Jlamado  corrió, 
le  halló  cadàver,  y  cadàver  de  aspecto 
espantoso  y  horrible. 

Un  sacerdote  conto  a  un  mi  amigo  un 
caso  terrible  que  a  él  mismo  le  pasó;  y 
fué  que  acudió  a  administrar  el  Santo 
Viàtico  a  una  enferma;  però  he  aquí  que 
al  ir  a  darle  la  Sagrada  Forma,  ni  él  pudo 
alargar  el  brazo  hacia  ella,  ni  esta  pudo 
acercarse  al  Sacramento.  Sin  dificultad 
pudo  retroceder  la  mano  para  restituir 
la  Forma  al  copón.  Entonces  el  sacerdote 
exhorto  a  la  enferma  a  que  confesara 
todas  sus  culpas,  si  es  que  alguna  le  que- 
daba.  Atemorizada  ella,  saco  de  debajo 
la  almohada  una  llave,  seiialó  una  còmo- 
da, y  empezaba  a  hablar,  mas  no  pudo 
ser  entendida  porque  en  el  acto  expiro. 
Acudieron  los  circunstantes  a  la  indicada 
còmoda,  y  con  asombro  y  terror  de  todos 
hallaron  alli  medio  cràneo  fresco  que  por 
la  corona  que  guardaba  entera  demos- 
traba  el  sagrado  caràcter  de  quien  fuera. 


Uno  de  los  de  Carabanchel  que  saquea- 
ron  la  casa  que  los  Jesuitas  tenían  en 
Luche  se  llevo  el  Crucitijo  del  retectorio. 
Cuando  lo  tuvo  en  casa  le  insulto,  y  en 
presencia  de  varias  personas,  mofando 
de  él,  le  destruïa  a  martillazos,  rompién- 
dole  las  piernas  y  brazos;  y  no  satis- 
fecho  con  esto,  tomo  un  clavo  para  cla- 
vàrselo  en  la  cabeza.  Però  al  tiempo  de 
descargar  el  golpe  cayó  herido  de  un 
furioso  accidente,  el  cual  le  puso  como 
rabioso  3-  fuera  de  si,  de  tal  guisa  que  en 
las  dos  o  tres  horas  que  sobrevivió  a  él 
no  hizo  mas  que  despedazarse,  auUar, 
maldecirse  a  sí  mismo  y  decir  que  estaba 
condenado. 

Por  modos  semejantes  a  estos  y  por 
ctros,  bien  que  no  tan  espantosos,  pere- 
cieron  muchos  de  los  Itcroes  de  aquella 
terrible  jornada. 


ARTICULO  SEPTIMO 

LOS    FRAILES    DE    BARCELONA 
EN  TIEMPO  DEL  CÒLERA 

Aunque  este  capitulo  està  destinado  a 
hechos  de  fuera  de  Cataluna,  elinllexible 
orden  de  las  fechas  me  obliga  a  introdu- 
cirle  en  este  lugar  un  articulo  parèntesis 
referente  a  la  conducta  benemèrita  de 
los  frailes  de  Barcelona  ante  el  còlera 
que  en  modo  terrible  invadió  esta  ciudad 
en  otoiio  del  mismo  aflo  de  1834.  Entonces, 
como  en  las  demàs  pestes,  los  religiosos 
portàronse  admirablemente.  Abrióse  una 
subscripciònpara  socórrer  a  los  necesita- 
dos,  y  todos  los  conventos  figuraron  en 
elki  por  cantidades  mensuales  entonces 
elevadas,  por  ejemplo,  losPaúles  por  do> 
meses  con  16  duros,  los  Mercedarios  por 
dos  meses  con  24  duros;  muchas  otras  con 
8  duros  mensuales,  como  se  lee  en  las 
listas  del  Diario  de  Barcelona  de  aquellos 
apurados  dias  (1). 

(1)  Diario  de  L•l,irceloiia  del  -'o.  -'i.  jj,  2},  .17 
y  !i  de  agosto  de  i8í-|:  del  11.  i.).  17,  jj  y  28  de 


58 


l-IIiRO    TERCIÜRO. — CAPITULO    SEr.lXDO 


De  los  auxilios  espirituales  prestades  a 
los  coléticos  responden  los  sig;uientes 
documentos,  alguno  de  ellos  ya  en  el 
libro  n  copiado. 

Oficio  del  Ayuntamiento.  «Constante- 
mente  ocupado  el  Excmo.  Ayuntamiento 
>:^en  procurar  todos  los  alivios  posibles  A 
»los  infelices  que  estan  postrados  en  el 
»lecho  del  dolor,  al  paso  que  les  procura 
»toda  la  asistencia  corporal,  desea  eficaz- 
»mente  no  les  falten  tampoco  todos  los 
»consuelos  que  suministra  nuestra  divina 
»Relio-inn  en  "las  mas  criticas  y  apuradas 
»circunstancias  de  nuestra  vida. 

»Partiendo  de  tan  nobles  como  cristia- 
»nos  principios,  hace  algunos  días  que 
'invito  à  la  Rda.  Comunidad  de  religiosos 
>Capuchinos  con  el  objeto  de  que  se 
>sirviesen  enviar  a  uno  de  sus  religiosos 
»para  la  asistencia  espiritual  de  los  enfer- 
>'mos  del  establecimiento  hospitalario  de 
*San  Pablo;  y  si  bien  aquella  comunidad 
«està  desempenando  este  importante  Ser- 
vicio con  aquel  celo  que  la  caracteriza, 
se  halla  dicha  comunidad  sobrecargada 
»de  trabajo  por  ser  llamados  sus  indivi- 
sduos  de  todos  los  àngulos  de  la  ciudad 
»para  auxiliar  à  los  moribundes,  por  cuyo 
»motivo  parece  justo  no  deba  gravitar 
»sobre  ella  sola  la  asistencia  espiritual 
»del  hospital  de  San  Pablo  cuando  afortu- 
»nadamente  hay  otras  muchas  comunida- 
»des  veligiosas  las  cuales  rivalizaran 
«todas  en  celo  para  prestar  a  los  enfer- 
>mos  los  auxilios  que  son  peculiares  de 
>su  sagrado  ministerio.» 

Voló  este  oficio  pidiendo  a  los  Vica- 
ries Generales  de  la  diòcesis,  a  los  cuales 
va  dirigido,  que  dispongan  que  todas  las 
comunidades  religiosas  turnen  en  el  Ser- 
vicio espiritual  del  mentado  hospital. 
Su  fecha  Barcelona  a  11  de  octubre 
de  1834(1). 

El  mismo  Ayuntamiento  en  12  del  pro- 


septiembrc:  del  i .  g  y  24  de  nclubi-e.  y  del  >  y  ij 
de  noviembre.  . 

(i)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Libro 
lilulado:  Oficiós,  consullas  v  repiesentacioiics. 
Alio  iS^-i-  Pliepi  de  borradorcs  del  fin. 


pic  mes  escribe  otro  oficio  al  Guardian 
de  San  Francisco  de  Asís,  repitiendo  en 
elogio  de  los  religiosos  casi  las  mismas 
palabras  que  van  puestas  en  el  anterior, 
y  pidiéndole  que  envie  uno  de  sus  frailes 
a  San  Pablo  para  relevar  al  capuchino. 
Uno  de  sus  apartes  dice  asi:  «...  al  tiempo 
»que  (cl  Ayuiitanüeiito)  abrió  un  hos- 
»>pital  de  coléricos  en  el  colegio  de  San 
»Pablo  colocó  en  él  un  eclesiàstico...  De- 
»sempenó  aquel  digno  sacerdote  su  minis- 
»terio,  _v  no  pudiendo  continuar  por  falta 
»desakid,  el  Excmo.  Ayuntamiento  invito 
»al  R.  P.  Guardian  de  religiosos  capuchi- 
vnos  íl  que  se  sirviese  enviar  uno  de  los 
«religiosos  para  la  asistencia  espiritual 
»de  los  enfermos  de  dicho  hospital.  Bastó 
Ȉ  este  celoso  prelado  la  indicada  invita- 
»cion,  y  en  el  momento  envio  un  religioso 
»de  su  comunidad  que  està  desempenando 
»un  tan  importante  Servicio;  però  no 
»siendo  justo  que  la  espresada  comuni- 
»dad  sobrecargada  de  trabajo  por  ser 
»llamados  sus  individuos  para  auxiliar  à 
»los  moribundes  de  todos  los  puntos  de 
»la  Ciudad  cargase  tambien  exclusiva- 
»mente...»  (2).  Digamos  aquí  entre  parèn- 
tesis que,  efectivamente,  lante  trabajaron 
loscapuchines,  que  en  el  servicio  de  los 
apestados  todos  entraren  de  turno  desde 
el  Provincial  al  ultimo  lego  (3). 

Voló  efectivamente  un  Padre  francis- 
canó  a  substituir  al  capuchino;  3'  no  solo 
ésto,  sine  que  se  instaló  un  hospital  de 
coléricos  en  una  gran  parte  del  convento 
franciscano,  cuya  asistencia  espiritual 
corrió  a  cargo  de  los  frailes  de  la  casa. 
He  aquí  otro  documento  que  lo  dice  todo: 
«Este  Ayuntamiento  en  Junta  de  Sanidad 
»ha  visto  con  particular  satisfaccien  el 
»generoso  ofrecimiento  de  V.  R.  relativo 
Ȉla  asistencia  espiritual  de  los  enfermos 
»de  ese  hospital  de  San  Francisco,  por  lo 
»que  da  à  Vuestra  Reverencia  las  màs 
»expresivas  gracias,    y    aceptando    tan 


(2)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Lugar 
cilado. 

(í)  Relación  del  lego  Fr.  Jcrónimo  de  Olot. 
en  Sarrià  a  19  de  julio  de  1880. 


.MATANZAS     Dli    ITIÏRA    DE    CA  [ALCNA 


59 


^particular  favor,  oficia  con  esta  fecha  A 
-  los  llustres  Gobernadores  de  la  Mitra 
>para  que  se  sirvan  exonerar  à  esa 
>•Reverenda  Comuaidad  de  turnar  en  la 
>asistencia  espiritual  de  los  enfermos  del 
-Hospital  de  San  Pablo  como  Vuestra 
«Reverencia  propone  en  el  oficio  de  hoy  .— 
»Dios...— Barcelona  17  de  octubre  de  1834. 
»— Rdo.  P.  Guardian  de  San  Francisco 
>'de  Asís»  (1). 

En  el  oficio  que  el  Ayuntamiento  dirige 
en  su  consecuencia  al  Gobernador  de  la 
Mitra  se  lee:  «que  se  les  exima  del  turno 

>  por  el  que  pasan  todas  las  comunidades 

>  religiosas»  (2). 

Ademàs  los  religiosos  franciscanes 
acudian  a  cuantos  apestados  de  la  ciudad 
les  llamaban;  y  con  tanta  frecuencia  se 
les  llamaba,  que  hubo  dia  en  que,  a  no  ser 
por  los  coristas,  casi  se  habriatenido  que 
suspender  el  rezo  del  coro  por  falta  de 
personal.  Hasta  los  mismos  coristas 
acudian  a  exhortar  a  los  moribundos. 
Dics  premio  el  sacrificio  preservando  del 
contagio  a  los  franciscos,  de  los  cuales 
solo  dos,  Fr.  Pedró  Gual  y  Fr.  Francisco 
Roger,  se  lo  pegaron,  y  aun  escaparon 
con  vida.  De  aquí  el  odio  sectario  saco  la 
consecuencia  de  que  el  còlera  era  efecto 
de  que  los  frailes  habían  envenerado  las 
aguas,  siendo  así  que  ellos  bebian  la 
misma  de  los  demas  (3). 

Terminada  la  peste,  el  A3"untamiento 
dirigió  al  Guardian  el  siguiente  oficio: 
;<E1  Excmo.  Ayuntamiento,  que  aprecia 
>  en  el  justo  valor  el  mérito  contraido  por 
»los  que  han  contribuido  a  salvar  esta 
>poblacion  de  la  enfermedad  que  la  alli- 
>gia,  faltaria  al  mas  sagrado  de  los  debe- 


(ij  lie'i'isla  Franciscana.  Ano  de  i88<).  Nú- 
mero de  septiembrc.  pàg.  24J. — Archivo  munici- 
pal de  Barcelona.  Reffislio  de  oficiós  y  ref>rcsen- 
I  adones. 

(2)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  lie^islro 
lie  oficiós  y  represenlaciones. 

(0  Relaciones  del  P.  Ramon  Buldú.  Irailc  de 
este  convenlo.  hccha  en  Barcelona  a  jii  de  dicicm- 
hrc  de  i88j.  y  del  Donado  D.  .\ntonio  \'ivó.  en 
Barcelona  en  junio  de  1880. 


»res  si  no  manifestarà  í\  Vuestra  Reve- 
»rendisima  lo  muy  gratos  que  le  han  sido 
«lossacrificios  que  ha  hecho  esa  Reveren - 
>da  Comunidad  durante  la  epidèmia  de 
xque  acaba  de  salvarnos  la  Divina  Pro- 
»videncia.  Tan  recomendables  servicios 
»en  favor  de  la  humanidad  mérecen 
«ocupar  un  lugar  distinguido  por  su 
»eterna  memòria;  y  este  cuerpo  político 
»se  complace  en  asegurar  a  Vuestra  Re- 
»verendísima  que  el  generoso  desprendi- 
»miento  con  que  cedió  el  local  para  la 
xplantificacion  de  un  hospital  y  el  heróico 
»fervor  con  que  esa  comunidad  prodigo 
»los  auxilios  espirituales  à  los  que  yacian 
»postrados  en  el  lecho  del  dolor,  seríín 
«correspondidos  con  una  eterna  gratitud 
»por  parte  de  esta  Municipalidad;  cuyos 
>.sentimientos  espera  comunicarà  a  los 
lindividuos  de  esa  Corporacion  para  su 
»satisfaccion.— Dios  ..  —  Barcelona  3  de 
»enero  de  1835.— Por  acuerdo  del  Excmo. 
«Ayuntamiento,  Cayetano  Ribot,  secre- 
»tario  interino.— Reverendo  Padre  Guar- 
»dian  de  San  Francisco  de  Asís»  (4).  La 
eterna  memòria  que  se  prometé  en  este 
oficio  de  3  de  enero,  medio  ano,  después, 
en  25  de  julio  del  mismo  aiïo  la  manifes- 
taron  los  revolucionarios  de  la  ciudad 
asesinando  a  los  frailes  e  incendiando 
sus  conventos,  y  los  liberales  simpati- 
zando  con  aquéilos. 

Oigamos  ahora  el  eco  de  este  oficio  en 
el  interior  del  Convento.  <En  el  dia  6  de 
»enero  de  1835  se  ha  leido  en  la  cekla 
«guardianal  despues  de  comer  un  oficio 
»del  Excmo.  Ayuntamiento  de  esta  Capi- 
»tal  dirigido  al  M.  R.  P.  Guardian  y 
«Comunidad  de  este  Convento  manifes- 
«tando  lo  muy  agradecido  que  quedaba 
»y  que  daba  las  gracias  a  esta  Rda.  Co- 
«munidad,  no  solamente  por  el  local  que 
«habia  cedido  para  hospital  en  la  última 
«enfermedad  que  tanto  alligió  a  esta 
«ciudad,  sinó  tambien  por  lo  mucho  que 
«los  religiosos  se  habian  aplicado  a  la 
«asistencia  espiritual  de  los  enfermos. 
«Dicho  oficio  ha  dicho  el  P.  Guardian. 


(4)     Revista  l-r.,,. 


I  .iiirar  clladi 


60 


I.IURO    TliRCEKO.  —  CAPITIJI.O    SKCINLIO 


»que  se  archivan'a  en  el  archivo  de  la 
»Comunidad;  y  es  muy  debido  y  necesa- 
»rio  que  quede  archivado,  pues  es  oficio 
»de  toda  atencion  }'  muy  honorifico  para 
»esta  Comunidad,  y  que  en  el  porvenir 
>jpuede  ser  de  mucha  utilidad- 

>:•Es  la  verdad  que  esta  Comunidad 
»durante  dicha  enfermedad  trabajó  mu- 
>^cho  tantoen  confesar  como  en  auxiliar 
»à  losenfermos,  como  en  llevar  el  Viàtico 
»y  Extremauncion  ;l  cuantos  lo  pidieron, 
»pues  por  no  bastar  las  parroquias  se  dió 
»facultad  ;l  las  Comunidades  religiosas 
»para  administrar  los  Sacramentos. 

»Del  hospital  que  tuvimos  en  el  con- 
»  vento  para  la  asistencia  espiritual  de  los 
»enfermos  fueron  cuatro  los  religiosos 
»que  se  ofrecieron  y  se  encargaron  de  él 
»voluntariamente...  y  para  la  fatiga  tur- 
>naban  de  dos  en  dos,  esto  es,  cada 
»24  horas  dos...  Estos  cuatro  religiosos 
»eran:  1.°  El  P.  Fr.  Serrat,  Predicador 
»apostólico.  2.°  El  P.  Fr.  Francisco  Vi- 
»diella.  Predicador  conventual  de  Agra- 
»munt,  quien  estaba  confinado  en  esta 
xpor  el  gobierno  politico.  3.°  El  P.  Fr. 
>:>Salvador  Pujol,  Predicador.  4.° El  P.  Fr. 
»José  Puigdengolas,  Predicador,  los  dos 
»pasantes. 

»En  todo  el  tiempo  que  el  còlera  ataco 
»màs  fuertemente  se  hizo  salir  íi  los 
»coristas  a  auxiliar  à  los  enfermos,  por- 
»que  para  esto  no  bastaban  los  frailes  no 
»confesores,  y  los  confesores  estaban 
>^continuamente  ocupados  en  confesar 
>:-enfermos>'  (1). 

Però  volvamos  un  poco  atràs,  y  copie- 
mos  otros  documentos,  que  nos  iran 
amplificando  la  explicación  de  loshechos. 

En  el  Llibre  de  Resoltisions  de  la 
M.  R.'  Comunitat  de  Religiosos  de 
N.'^  S."  del  Carme  calsat  de  Barcelona 
se  leen  en  catalàn  las  siguientes  lineas 
del  cronista  de  la  misma  casa: 


(i)  Llibre  de  iiotas  que  comeiisa  al  dia  8  de 
Agost  del  Any  de  18} i  à  solicilut  y  cuidado  del 
I'.  Mcari  de  cor  de  est  convent  de  N.  S.  P.  S. 
l'raiiccsch  de  Bariia.Fr .  -Matheu  Orriols  Pred. '' , 
pàgs.  ii-|  y  lli.  Procedc  del  mismo  convenlo. 


«En  el  mes  de  septiembre  de  1834  se 
>  presento  en  esta  ciudad  una  enfermedad 
«Uamada  còlera  morbo  asiàtico,  la  que 
»ya  varias  ciudades  del  Reino  habian 
»sufrido,  entre  ellas  Zaragoza,  Sevilla,  y 
»Madrid,  y  en  Cataluna  Tarragona  y 
»Reus.  Desde  los  primeres  dias  de  sep- 
»tiembre  ò  postreros  de  agosto  habian 
»ocurrido  algunos  casos,  y  se  dice  murie- 
»ron  de  aquel  mal  algunos,  y  se  multipli- 
»caron  en  gran  manera  los  enfermos. 
»Morían  algunos,  y  el  número  de  enfer- 
vmos  y  de  difuntos  fué  creciendo  en  modo 
>^extraordinario  hasta  el  20  de  octubre 
»aproximadamente.  Por  espacio  de  unos 
»quince  días,  del  10  al  26  ò  27  de  dicho 
»mes,  fué  cuando  el  mal  hizo  los  mayores 
«estragos.  El  número  mayor  cotidiano 
>^de  muertos  fué  de  unos  trescientos,  bien 
»que  este  por  pocos  días.  Se  decía  que  los 
«enfermos  Uegaron  a  ocho  mil,  no  obs- 
»tante  de  que  muchisima  gente  había 
>'salido  de  la  Ciudad. 

>^Desde  el  20  de  octubre  se  administra - 
»ron  por  los  Religiosos  los  Sacramentos 
»de  la  Santa  Eucaristia  y  Extremauncion 
»al  pueblo,  pues  el  Vicario  General  Sr. 
»Dn.  Salvador  Andreu  pasó  a  los  Prela- 
»dos  oficio  autorizando  para  ello,  asi 
»como  se  dió  jurisdiccion  para  absolver 
»a  todo  sacerdote  al  cual  el  Prelado 
«regular  considerarà  apto.  Se  acudió  à 
»confesar  en  todas  ocasiones  y  en  todos 
»lugares.  Para  exhortar  à  los  moribundes 
»no  podian  los  religiosos  quedarse  mucho 
»tiempo  à  su  lado,  sinó  que  sin  detencion 
»notable  se  visitaba  dos  veces  por  la  ma- 
»nana  y  una  por  la  tarde  à  los  enfermos 
»viaticados.  Por  lo  que  toca  à  la  adminis- 
'■'tracion  de  la  Sagrada  Comunion  nos 
«limitamos  a  las  calles  del  Carmen  desde 
»Belen  a  las  Jerònimas,  la  del  Hospital,  la 
»de  la  Cera,  la  de  San  Làzaro  hasta  la  de 
«Botella;  y  por  el  lado  derecho  de  la  calle 
»del  Carmen,  la  de  la  Riera  Alta,  la  de  las 
»Consertas,  la  de  los  Angeles  hasta  la 
»plazuela  de  Huérfanos.  Se  asistieron  las 
«travesías  entre  las  calles  del  Carmen  y 
»del  Hospital.  Se  acudiò  en  la  calle  del 
«Hospital  A  cuantos  lo  pidieran,  en  atén- 


MAIANZAS    nr 


;A    HE  catai.cn A 


61 


vcion  a  que  los  Padres  Agustinos  y 
»Paúles  tendrían  harto  trabajo  en  los 
barrios  nuevos  de  aquel  lado  de  San 
-.Pablo. 

»Por  no  ser  fàcil  tener  seculares  para 
>llevar  hachas  acompanando  al  Viatico, 
»cuyaadministracion  por  lo  regular  corria 
»prisa,  acompanaba  al  sacerdote  un  solo 
»religioso  de  obediència  con  un  parasol, 
»y  un  monaguillo  con  una  linterna»  (1). 

El  lego  de  este  convento  Fr.  Francisco 
Cabal,  que  en  1S3-1  contaba  ya  à\ez  anos 
de  habito,  me  dijo  que  recordaba  los  he- 
chos  del  tiempo  de  esta  peste  cual  si  los 
viera;  que  los  sacerdotes  de  la  casa  du- 
rante  aquel  contagio  acudían  a  confesar 
y  viaticar,  y  que  llegaba  a  tal  punto  la 
abundància  de  enfermos,  que  se  destinaba 
a  los  coristas  a  exhortar  a  los  moribun- 
dos  mientras  los  Padres  administraban 
los  Sacramentos.  Todos  en  el  convento 
estaban  ocupados  en  estos  peligrosos  mi- 
nisterios,  de  tal  modo  que,  faltando  sacer- 
dotes y  coristas,  las  familias  de  los  apes- 
tados  pedian  que  a  lo  menos  acudieran 
los  legos  para  exhortar  (2).  Y  hasta  hay 
quien  me  dijo  que  un  dia  no  quedo  en  el 
convento  mas  que  el  portero.  El  corista 
Fr.  Isidro  Daban  me  ratifico  que  hubo 
dia  en  que  todos  los  religiosos  estuvieron 
ocupados  en  asistir  enfermos,  bien  que 
procuraban  que  a  sus  horas  la  iglesia  de 
la  casa  no  estuviera  desatendida.  Y  con 
todo,  me  anadió,  solo  un  Padre,  el  secre- 
tario  del  Provincial,  sufrió  la  enferme- 
dad  (3). 

Volvamos  a  los  documentes. 

«Secretaria  de  càmara  del  obispado  de 
>.Rarcelona.— Los  Seiïores  Gobernadores 
*de  la  diòcesi,  por  el  Exmo.  é  Ilmo.  Se- 
inflor  Obispo,  atendiendo  al  notorio  zelo 
>que  han  manifestado  las  comunidades 
»religiosas  de  esta  ciudad  en  la  presente 
>'Calamidad  pública,  administiando  el 
»sacramento  de  la  Penitencia,  y  asistien- 


(I)      Fol.  J-o. 

(j)     Reliición  cIl-  dicliM  fr.  franclscn  Cahal.  de 
jS  de  abril  de  i•'^S". 

(?)     En  .Manresa  a  i.|  de  scptiemhre  de  |S.-V).        | 


»do  con  sus  exhortaciones  A  los  enfermos 
»en  sus  casas  y  en  los  hospitales  estable- 
»cidos  porelExcmo.  Ayuntamiento;  han 
»resuelto  habilitar  sus  Iglesias  para  los 
>de  la  Eucaristia  en  forma  de  Viatico,  y 
»la  Extremauncion,  con  el  objeto  de  que 
>'los  fieles  puedan  ser  socorridos  mas 
»prontamente,  y  que  alivien  en  parte  a 
»los  RR.  Curas  Parrocos  y  \'icarios,  que 
«continuaran  como  lo  han  hecho  hasta  el 
»dia,  en  cuanto  se  lo  permitan  sus  fuer- 
»zas»  (4). 

«Delegacion  de  policia. — Nada  mas  sa- 
>tisfactorio  para  las  autoridades  en  las 
«circunstancias  presentes  que  manifestar 
«el  espíritu  generoso  de  los  que  han  coo- 
»perado  a  sus  benéficas  miras.  Llevadas 
»de  este  objeto  publican  los  nombres  de 
»cuantas  han  contribuido,  y  siguen  con- 
»tribuyendo  a  sostener  los  mendigos  y 
»mujeres  sin  ocupacion  honesta,  que  ex- 
>  pelidos  de  esta  capital  se  han  recogido 
»en  los  conventos  de  San  Josef  de  Gracia 
»y  San  Gerónimo  del  Valle  de  Ebron. 

»Don  N.  Fontanells,  a  invitacion  del 
»Senor  Gobernador   civil  ha  suministra- 

»do ,  la  Real  casa  de  Misericòrdia..., 

»y  el  Monasterio  de  San  Pablo,  los  PP. 
»del  Oratorio  de  San  Felipe  Neri  y  la  Co- 
»munidad  de  la  Merced,  han  cedido  a 
«invitacion  del  mismo  Sefior  Gobernador 
»sus  casas  de  campo,  inmediatas  a  los 
«referides  conventos,  para  que  en  caso 
«necesario  sirvan  de  hospitales....»  (5). 

En  los  Dl a ríos  de  Barcelona  de  no- 
viembre  de  1S34  hallarfl  todo  curioso  una 
nueva  subscripción  para  sostener  a  los 
recogidos  en  San  José  de  Gracia  y  en 
.San  jerónimo,  y  en  ella  también  ver;l 
figurar  por  buenas  cantidades  mensuales 
los  conventos  de  Barcelona  (6). 

«Gobierno  eclesiastico  del  Obispado  de 
«Barcelona.— Habiendo  cesado  felizmente 


(.^1  hiarindc  liarcc/oiij  del  J"  de  ncluHre  de 
iS;_,.  pàg.  j.,;,,. 

( ;)  Diario  de  Harceloiia  dí.\  _'.)  de  ncluHre  de 
iS;_(.  pàgs.  .'^()0  y  ^^^o. 

{!•)  Diario  de  fíaicelona  del  j.  ó,  lï  y  i(i  de 
niivlemhre,  y  otros  de  diciemhre  de  il^j^. 


62 


l.riiKO     Il•líCIïRO. — CAPllüLO    SliGLXDO 


»los  motivos  que  movieron  à  este  Go- 
»bierno  Eclesiàstico  A  habilitar  à  las 
»Rdas.  Comunidades  Religiosas  de  esta 
»ciudad  para  que  acudiesen  desde  sus 
»Iglesias  a  administrar  í'i  los  fieles  mora- 
xdores  de  la  misma  los  Santos  Sacramen- 
»tos  del  Viatico  y  Extremauncion  por 
»haber  su  Divina  Magestad  apartado  del 
»todo  la  enfermedad  con  que  habia  per- 
«mitido  fuesen  aíligidos;  ha  tenido  à  bien 
«relevarlas  de  este  servicio  reasumién- 
ídolo  a  las  Parroquias  à  que  pertenece, 
»no  pudiendo  menes  de  manifestar  en 
»esta  ocasion  que  la  prontitud  y  eficàcia 
»con  que  se  prestaren  aquellas  a  aliviar 
»À  estàs  de  la  carga  que  por  sí  solas  no 
»podían  soportar,  3'  el  celo  de  unas  y 
»otras  en  suministrar  los  auxilios  espi- 
»rituales  de  toda  clase  al  crecido  ntimero 
»de  fieles  que  se  hallaban  en  el  estado 
»de  recibirlos,  no  perdonando  fatigas  y 
»arrostrando  los  mayores  peligros,  le  ha 
»sido  muy  satisfactòria,  3'^  no  podrà  me 
»nos  de  quedar  impresa  en  grata  memo- 
»ria  de  este  religioso  y  católico  pueblo. 
«Barcelona  11  de  noviembre  de  1834.— De 
yorden  de  los  Senores  Gobernadores.— 
»Don  Juan  Maria  Gonzalez  de  Valdes, 
»vicesecretario»  (1). 

Este  era  el  espiritu  de  los  frailes  de 
Barcelona. 


ARTICULO  OCTAVO 

LA   PRIMERA    MATANZA   DE  ZARAGOZA 
Y  LA  DE  MÚRCIA 

La  situación  política  de  Espana  des- 
pués  de  las  matanzas  de  Madrid  nos  la 
definió  clara  y  exactamente  el  Presidente 
del  Consejo  de  Ministros  en  las  lineas 
arriba  copiadas:  «Fué  publico  y  notorio 
»que  aquella  catàstrofe  fué  obra  de  las 
»soczeda(ies  secretas  para  precipitar  la 
»revolucion,  y  arrojar  del  mando  al  par- 
»tido  moderado». 


(1)     Diario  de  Barcelona  òe\   12  de  noviembre 
de  ib!54.  púg.  2U2I. 


La  lucha  entre  exaltades  y  moderades 
venia  ya  de  muy  atràs,  però  cada  dia  iba 
màs  y  màs  creciendo  el  empene  de  aque- 
lles en  derribar  a  estos.  Las  sociedades 
secretas,  en  su  odio  contra  las  institucio- 
nes  católicas  3'  toda  auteridad,  fomenta- 
ban  la  revolución,  y  como  explosive  que 
la  determinase,  o  primera  bomba  que  por 
un  lado  desconcertase  a  las  auteridades 
y  per  etro  levantase  el  fuego  de  las  tur- 
bas,  promevían  los  ataques  contra  los 
cenventos;  para  lo  que  excitaban  toda 
clase  de  pasienes  y  utilizaban  tode  linaje 
de  malas  armas.  He  aquí  la  clava  que 
expHca  toda  la  historia  que  nos  resta 
narrar  hasta  el  fin  de  este  mi  pobre  librO; 
el  cual  terminarà  con  el  triunfe  definitivo 
de  las  sectas  y  su  entronizamiento  en  el 
poder. 

Antes  de  finir  el  ano  1834  el  General 
Zarce  del  V^alle  renuncio  la  cartera  de 
Guerra,  3-  para  sucederle  en  elministerio 
se  llamó  al  Capitàn  General  de  Catalufia 
D.  Manuel  Llauder,  quien,  aunque  nom- 
brado  en  los  primeros  días  de  noviembre, 
ne  se  presento  en  Madrid  hasta  media<los 
de  diciembre.  «Muy  prento  hize  ver  el 
»nueve  ministre  que  abrigaba  altivas 
»aspiraciones,»  de  donde  nacieren  celes 
y  rivalidades  con  sus  companeros,  las 
que  unidas  a  les  trabajos  de  los  avanza- 
dos  habían  de  dar  mu3'  prento  al  traste 
con  la  cartera  de  Llauder  (2). 

Por  efecte  del  empene  del  partido  avan- 
zade  tramóse  contra  el  Ministerio  la  cons- 
piración  que  estalló  en  18  de  enere  de 
1835.  El  Subalterne,  a3'udante  del  regi- 
miento  de  Aragón,  de  guarnición  en  Ma- 
drid, Don  Ca3'etano  Cardero,  en  dicho 
dia  salió  prenunciado  de  su  cuartel,  y  al 
frente  de  màs  de  700  hombres  de  su 
cuerpo,  se  apodero  de  la  entonces  Uama- 
da  Casa  de  Correos,  hoy  ministerio  de  la 
Gebernación.  Acudió  allà  el  Capitàn  Ge- 
neral de  Madrid  Don  José  Canterac,  y 
fué  muerto  de  un  tiro.  Los  pronunciades 
no  se  vieron  secundades  por  la  población, 

(2)  Continuadores  del  libro  de  D.  .Modeslo 
Lafuente.  Obra  cit..  lomi>  XX.  pií^'.  121. 


MATA.VZAS     DE    FUTRA     IJE    CATALLNA 


63 


y  así  determinaron  vender  caras  sus  vi- 
das  en  el  edificio  de  Correos,  convertido 
en  fuerte.  Trató  el  ministre  de  la  Guerra 
de  rendir  por  la  fuerza  a  Cardero,  però 
entre  tanto  los  urbanos  se  mostraron 
amigos  de  los  aizados,  y  el  Ministerio 
transició,  aceptando  las  condiciones  de 
capitulación,  humillantes  para  el  Minis- 
terio, que  presento  Cardero.  «Mas  com- 
«prometido  Llauder  que  lo  estaban  sus 
»demas  compaiïeros....  presento  su  dimi- 
»sión,  la  que  con  apresuramiento  aceptó 
»el  gabinete,  al  par  que  la  reina  goberna- 
>^dora,  recelosa  de  perder  uno  màs  entre 
>los  generales  que  habían  servido  a  su 
>difunto  esposo,  exigió  que  Llauder  vol- 
>'VÍese  a  la  Capitania  General  de  Catalu- 
»na,  al  mismo  tiempo  que  lo  agraciaba 
»con  la  llave  de  gentilhombre  de  la  reina 
»Isabel,  «para  darle,  decía  el  decreto  en 
»que  se  le  conferia,  una  prueba  de  lo  que 
»S.  M.  apreciaba  los  servicios  y  la  leal- 
>;tad  con  que  defendía  el  trono  de  su  que- 
>^rida  hija>^.  Modificóse  con  la  salida  de 
»algunos  ministros  el  gabinete,  però 
>'Continuó  al  frente  de  él  Martínez  de  la 
»Rosa  (1). 

Don  Vicente  de  La  Fuente  explica 
quiénes  tramaron  la  conspiracion  del 
18  de  enero  en  los  siguientes  pArrafos. 
Canterac  «era  asesinado,  dice,  en  laPuer- 
>;ta  del  Sol  por  cuenta  y  riesgo  de  la  nia- 
>sonería.  De  la  masonen'a,  sí,  pues  el 
»Sr.  Pirala,  aunque  ha  poetizado  aquel 
»asesinato,  deja  hechas  ya  las  suíicientes 
»revelaciones  para  poder  probaiio.  La 
»conspiracion  estaba  dirigida  por  Quiroga 
>^3'  Palarea,  cuyas  fazanas  masónicas  en 
>A822  quedan  referidas,  como  tainbien  las 
»malas  artes  de  Palarea  en  pro  de  la 
>^masonería  y  para  dividir  a  los  comune- 
^íios.  Que  estos  pertenecían  a  la  sociedad 
>^secreta  la  Ifiobcliíia  es  tambien  induda- 
»ble;  de  modo  que  Palarea  habia  logrado 
»en  parte  su  proyecto  de  fundir  i'i  los 
»comuneros  en  la  masoneria,  però  siem- 

(i)  Omtinuadiircs  del  lll-ini  de  U.  A\i)dcslo 
Lal'ucnli.•.  Obra  clt..  lomn  \\.  de  la  pà•,'.  i  .■_• 
a  1  !!• 


»pre  bai'o  la  direccion  de  esta  última»  (2). 

«Convenida  la  insurreccion,  dice  el 
»Sr.  Pirala,  fué  cuestionable  si  había  de 
»comenzar  en  Madrid  ó  en  las  provincias: 
»éstas  ofrecían  seguir  el  ejemplo  de  la 
»Corte;  mas  Quiroga  y  Palarea  opinaban 
»porque  comenzase  el  movimiento  fuera 
»de  la  capital  Optrtse  por  lo  primero,  y, 
«estando  unos  por  dilatar  el  golpeyotros 
»por  apresurarle,  se  decidió  no  perder 
»tiempo...»  (3).  Salido  de  Madrid  con 
honor  el  criminal  Cardero,  se  fué  al 
Norte,  donde  el  màs  criminal  Mina  le 
nombró  su  ayudante  (4). 

A  todo  esto  los  carlistas,  guiados  por 
el  gran  talento  militar  de  Zumalacàrre- 
gui,  aumentaban  en  el  Norte,  se  organi- 
zaban  y  vencían.  Tenían  ya  a  su  frente  a 
su  Rey  Carlos,  y  rebosaban  entusiasmo. 
En  el  ejército  liberal  las  campafias  in- 
fructuosas  y  las  derrotas  desacreditaban 
a  los  Generales  en  jefe,  y  así  con  rapidez 
vertiginosa  unos  se  sucedían  a  otros;  y 
tan  mal  andaban  para  él  los  hechos  de 
guerra,  que  los  mismos  Generales  clama- 
ron  diciendo  que  sin  la  intervención 
extranjera  era  imposible  vèncer  a  los 
carlistas.  Cada  percance  sufrido  por  las 
tropas  liberales  se  convertia  para  los 
exaltados  en  acerado  dardo  contra  el 
Gobierno. 

«Abortada  en  Madrid  aquella  conspi- 
»racion  (la  de  Cardero),  «que  pudo  cam- 
»biar  completamente  la  faz  de  la  polí- 
»tica  si  los  confederados  hubiesen  tenido 
»mas  valor  y  cumplido  sus  compromisos 
»como  Cardero,  se  acudió  al  recurso  pre- 
»ferido  por  los  maestros  en  el  arte.  Qui- 
»roga  y  Palarea,  de  que  principiaran  los 
«motines  en  provincias. 


(j)  Sej;ún  se  lee  en  los  periódicos,  en  marzo  d 
ahril  de  iSj:;  un  D.  Juan  Palarea,  Brigadier,  es 
nombrado  Comandanle  General  de  Toledo,  ignoro 
si  serà  el  Palarea  del  lexlo  u  otro  del  mismo  ape- 
llido. 

(\)  D.  \icenle  de  La  l-'nente.  Obra  cil..  to- 
mn  II.  pàfí.  -ji . 

(^)  D.  X'icente  de  La  l•'uenle.  Obra  cit..  lo- 
mii  11,  p;i^'.  ^J. 


64 


LIKRO    TERCEUO. 


*í•:i;rNDo 


»La  consigna  que  se  dió  fué  la  de  ex- 

>  plotar  el  odio  de  los  liberales  todos 
»contra  los  frailes  y  de  paso  contra  los 
»Obispos.  Las  lógias  màs  decididas  eran 
»las  de  Zaragoza,  Barcelona,  Tarragona 
>•>y  Màlaga.  Los  de  Zaragoza  querian 
»obrar  à  una  con  los  de  Barcelona;  peio 
)estos,  aunque  daban  muclias  palabras  y 
>.prometían  mucho,  no  se  resolvían  à 
»obrar  por  temor  a  los  mismos  carbona- 

>  rios  con  los  cuales  necesitaban  contar. 
»Por  fin  se  decidieron  à  obrar  los  de 
>Zaragoza...»  (1). 

Efectivamente,  en  dicha  ciudad,  «à  pre- 
»texto  de  que  el  Arzobispo  había  recogido 
»las  licencias  a  los  clérigos  que  pasaban 
»por  liberales,  salieron  à  la  calle  varios 
»grupos  dando  mueras  al  prelado  y  al 
í'Cabildo  (3  de  abril).  El  capitan  general 
>se  situo  con  la  tropa  y  la  milicia  urbana 
»en  la  plaza  de  la  Seo,  delante  del  pala- 
»cio  arzobispal,  però  no  impidió  que  la 
»turba,  acaudillada  por  un  fraile,  corriese 
»a  asaltar  el  con  vento  de  la  Victoria, 
»asilo  que  cobijara  al  mismo  que  iba  à 
«profanarle,  3'  diera  muerte  à  algunos 
«religiosos»  (2). 

«A  los  asesinatos  de  los  religiosos  en 
»Zaragoza  y  í  la  quema  de  los  conventos 
»precedió  un  suceso  infame,  preparado  y 
«dirigido  por  las  sociedades  secretas,  no 
«reprimido  por  la  Autoridad  y  sanciona- 
»do  por  la  Audiència,  que  todavía  està 
»manchada  históricamente  por  aquel 
«oprobio»,  a  saber,  el  injusto  e  inicuo 
ahorcamiento  de  Don  Vicente  Ena,  Don 
Pascual  Gorrachetegui,  beneficiado  de 
San  Pedró  de  Calatayud,  E/on  Tomàs 
Bayle,  de  Zaragoza,  y  Fr.  José  Andrés 
Gil,  lego  de  Agustinos  Calzadosde  Zara- 
goza. «Lunes  de  Semana  Santa  se  les 
í^puso  en  capilla  y  fueron  ahorcados  en 
»Miércoles   Santo,   cuando  3'a   se  había 


(i)  d.  ^'iccntc■  de  La  Fuente.  Obra  clt..  In- 
mo  11,  pag.  42. 

(2)  D.  \'ictor  Gebhardt.  Obra  cit..  tomo  VII, 
pàg.  41.— Continuadores  del  libro  de  D.  .Modesto 
Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XX.  pàg.  iSj. 


»obtenido  indulto  y  estaban  cerrados  los 
»tribunales»  (3). 

«Cubiertas  ya  de  oprobio  las  autorida- 
»des  con  ese  acto  de  debilidad  y  bajeza, 
»los  confederades  conocieron  que  eran 
>;duenos  del  campo,  3'  pocos  días  despues 
sprocedieron  à  cumplir  su  consigna  con- 
*tra  los  conventos  3*  el  catolicismo,  como 
«preliminar  para  la  segunda  parte  social 
»y  política.  Sirvióles  admirablemente 
>/para  este  objeto  un  mal  fraile  del  de 
»la  Victoria  (de  rtiíniíiios),  llamado  Fr. 
»Crisóstomo  de  Caspe  (utt  documento 
y>que  iiisertarc  abajo,  le  limita  Crisós- 
y>toiiio  Gasqtie)  ...  organista  del  con  vento. 
»Acaudillando  (cste  fraile)  una  turba  de 
»foragidos  en  la  tarde  del  3  de  abril»  (4) 
se  encamino  al  su  convento.  Un  seflor  res- 
petable,  entonces  estudiante  en  Zaragoza, 
muy  mi  amigo,  me  conto  que  le  vió  pasar 
al  frente  de  los  asesinos  en  la  calle  del 
Coso.  Subieron  los  amotinados  al  coro,  y 
en  los  momentos  en  que  estaba  expuesto 
el  Santísimo  Sacramento,  pegaron  a  los 
asistentes  una  descarga,  úq  la  que  ca\'e- 
ron  muertos  cuatro  religiosos  (5).  «El 
»Padre  Faustino  Garroborea,  catedràtico 
»de  la  Llniversidad,  muy  respetado  en 
«Zaragoza  por  su  saber  v  virtud,  y  à 
»quien  debía  el  ingrato  Fr.  Crisóstomo 
»singulares  favores»  (6),  predicador  nota- 
ble, que  había  en  Barcelona  predicado 
lossermones  del  .-Ir/ífrí/o,  se  echó  entre 
los  muertos.  «El  malvado  organista  le 
»cre3'ó  muerto,  pues  viéndole  tendido  en 
»el  coro  arrojando  sangre,  le  alzó  por  un 
»brazo,    el   cual   cavo   inerte.    Entonces 


(í)  D.  N'icente  de  La  Fuente.  Obra  cit.,  to- 
mo II.  pàg.  44. 

(_|)  D.  \  icente  de  La  FuentP.  Obra  cit..  to- 
mo II.  pàg.  44. 

(5)  Relaci.)n  del  minimo  P.  Francisco  Güell. 
Barcelona  0  de  mayo  de  iSSu.  El  amigo  que  vió  a 
la  turba  en  el  Cofo  era  D.  José  Buhigas.  quien 
también  me  diio  la  circunstancia  grave  de  Ja 
exposición  del  Santisimo. 

(6)  D.  \'icenle  de  La   Fuente.   Obra  cit.,   lo- 
I    mo  II.  pàg.  45. 


MA  TAN /.AS     i)!-:    TITCRA    DE    CATAH;> 


65 


"Pegando  un  puntapié  al  aparente  cada- 
"Ver  díjo:  iBien  mueito  està»  (1). 

«Al  mismo  tiempo  fueron  asesinados 
-  varios  religiosos  y  otios  sujetos  por  las 
«calles,  entre  ellos  el  canónigo  Marco, 
>/hermano  del  Cardenal,  y  reputado  de 
«ideas  liberales.  Fr.  Crisóstomo  fué  tam- 
>^bien  el  que  mató  de  un  trabucazo  al  li- 
»brero  Pardo,  sujeto  inofensivo,  però 
vamigo  del  P.  Garroborea. 

»E1  fraile  asesino  y  fratricida...  pudo 
>>alistarse  pesetero,  y  dos  meses  despues 

fué  fusilado  por  los  carlistas  cerca  de 
»P.arbastro»  (2). 

■  Al  crimen  de  Zaragoza  se  reliere  el 
siguiente  documento:  '<non  Santiago  Pe- 
»rez  Capitan...  fiscal  de  la  Comision  mi- 
>'litar  ejecutiva  y  permanente  de  este 
»reino  ..  Habiéndose  ausentado  de  esta 
»plaza  Fr.  Crisóstomo  Gasque,  organista 
»que  ha  sido  del  convento  de  la  Victoria, 
»a  quien  estoy  procesando  por  las  muer- 
>4es  violentas  dadas  en  la  tarde  del  3 
»del  próximo  pasado  mes  al  librero  don 
> Domingo  Pardo,  al  P.  Bernardo  Gime- 
*nez,  Fr.  Fermin  Amador,  Fr.  Alejan- 
»tlro  Trol,  P.  Miguel  Suner;  y  heridas  al 
»P.  Antonio  Rodrigo  de  las  que  murió, 
«religioso  del  convento  de  N.^  S.''  de  la 
«Victoria...  por  el  presente  llamo,  cito  y 
»emplazo...  à  dicho  Fr.  Crisóstomo  Gas- 
»que...»  (3). 

«La  farsa  de  Zaragoza,  continua  La 
«Fuente,  se  reprodujo  en  Múrcia  e.xacta- 
«mente  tres  días  despues (6  de  abril).  Tam- 
«bien  allí  se  gritó  imiicra  cl  Obispo!, 
»hubo  tres  asesinatos  y  dieziocho  heridos, 
>y  el  Prelado  se  vió  en  la  precision  de 
»huir.  Al  de  Zaragoza  que  no  huyó  se  le 
>'sacó  escoltado .  No  es  fàcil  reducir  à 
>  poco  espacio  las  calumnias  }'  pretextos 
>'Con  que  fueron  expulsados  de  sus  sedes 
«casi  todos  los  Obispos  de  Espaüa.   El 


(i)  D.  Niccnu-  cU-  I.a  l'uciíK'.  t.)lira  cil..  In- 
nio  II.  p;iíí.  -|í. 

(j)  D.  Viccnlc  do  I,.-i  l•iiciUc.  Ohra  cil..  tn- 
mo  II.  pàf;-.    1^. 

{;)  Dijiin  .ic  líaicelona  ticl  N  ck-  inay.i  (k- 
iS  ;í  .  p.in's;.   Ull  7  v  nii^. 


«Gobierno  sabia  muy  bien  el  origen  de 
-estàs  farsas  y  conocía  los  motores  de 
'^ellas;  mas,  en  su  sistema  de  hacer  paso 
»à  paso  lo  que  otros  querían  hacer  vio- 
"lentamente  y  con  premura,  dictaba  me- 
»didas  contra  los  regulares  à  fin  de  calmar 
»la  irritacion  de  sus  enemigos.  Però  estos 
»no  se  contentaban  con  medidas  parcia- 
»les:  querían  la  extincion  completa  del 
«clero  regular,  el  rebajamiento  del  secu- 
«lar,  una  forma  de  gobierno  mas  demo- 
»cràtica  y  revolucionaria,  y  finalmente 
»el  capitulo  ultimo,  però  capital,  de  apo- 
-derarse  del  mando  y  los  destinos...  Como 
«únicamente  estaban  de  acuerdo  con  el 
>'Gobierno  en  órden  à  la  abolicion  de  las 
«Ordenes  monàsticas,  discrepando  solo 
«en  la  cuestion  de  medios  y  forma,  le 
«atacaron,  como  era  natural,  por  el  punto 
»por  donde  menos  habia  de  resistir,  y  se 
«celebro  el  aniversario  del  degüello  de 
«los  frailes  en  Madrid  con  nuevas  matan- 
«zas  en  provincias,  aüadiendo  al  asesi- 
»nato  el  incendio»  (4). 


ARTICULO  NOVENO 
SEGUNDA  MATANZA  DE  ZARAGOZA 

<E1  Gobierno  por  su  parte  suprimió  el 
«dia  4  de  julio  la  Companía  de  Jesús,  y 
«el  dia  25...  daba  otro  decreto  mandando 
«cerrar  todos  aquellos  (co)tvcittos)  que 
»no  tuviesen  doce  individuos  profesos. 
«Esta  era  la  tisís  artificial  moderada:  el 
Apartido  exaltado  estaba  por  el /)«»«/.  Que 
üiel  origen  de  tales  movimientos  se  hallaba 
»en  las  sociedades  secretas,  lo  reconocen 
»ya  todos  y  lo  confiesa  el  mismo  Pirala, 
»à  pesar  de  sus  encomios  à  los  revolucio- 
«narios,  lo  cual  hace  su  confesion  mas 
«importante. 

«Las  sociedades  secretas,  dice  (tomo 
«2,  pàg.  IIS)  pululaban  en  Espafia,  y  en 
»todas  se  conspiraba  sin  tregua.  El  blanco 
»era  por  lo  general  el  Gobierno,  però  en 

(.))  D.  X'ioente  clc  I.a  i'uentc.  Ohv3.  eit.,  to- 
mo II.  pàjr.  -)o. 


66 


l.ll;R(J    TliUCLOUO. — CArllLi.O    SKliUMjlJ 


»las  de  mas  crédito  se  trabajaba  para 
^proclamar  la  Constitucion.  El  centro  de 
ricasí  todas  las  sociedades  residia  eii  Ma- 
y>drid,  y  desde  aquí  se  comunicaban  las 
»decisiones  a  los  circulos  de  las  provin- 
»cias. 

«Estàs  debieron  haber  contestado  al 
»grito  dado  el  18  de  enero  en  la  Puerta 
»del  Sol;  però  ofrecieron  hacerlo,  y  cspc- 
trabaii  una  ocasioit.  A  falta  de  ella  A 
«propósito,  se  convino  en  un  pronuncia- 
»miento  en  Zaragoza  para  la  noche  del 
»5  de  julio». 

Hasta  aquí  Pirala,  a  lo  que  anade  Don 
Vicente  de  La  Fuente:  «La  explicacion 
«no  puede  ser  mas  terminante.  El  que  no 
»vea  cluro  en  esta  clàusula,  ha  de  ser 
»muy  corto  de  vista,  y,  sabiendo  que  Pa- 
»lafox  era  uno  de  los  principales  de  la 
»Junta  Isabelina,  puede  conjeturarsealgo 
»de  lo  que  aquí  se  calla,  y  yo  tampoco 
«digo...»  (1). 

Y  aquí  la  imparcialidad  me  obliga  a 
advertir  que  este  Gobierno,  al  cual  se 
refïeren  los  parrafos  de  La  Fuente  que 
acabo  de  copiar,  no  siempre  estuvo  pre- 
sidido  por  Don  Francisco  Martínez  de  la 
Rosa,  pues  en  7  de  junio  del  mismo  aíïo 
de  1835  cayó  aquél.  La  oposición  avan- 
zada  valióse  del  tratado  llamado  de 
Lord  EUiod  |3or  el  que,  mediando  este 
inglés,  entre  Zumalacíu  regui  y  el  Gené 
ral  liberal  se  convino  en  suavizar  la 
guerra;  valióse  de  las  grandes  derrotas 
sufridas  en  el  Norte  por  el  ejército  libe- 
ral; valióse  del  fràcaso  experimentado 
por  el  Gobierno  en  la  petición  de  inter- 
vención  extranjera;  y  valióse  de  otros 
pretextos  para  derribar  a  Martínez  (2). 
Sucedió  a  éste  en  el  Gobierno  su  compa- 
flero  de  INlinisterio  Don  José  Maria  Queipo 
de  Llano,  Conde  de  Toreno,  quien  ocupo 
la  presidència  con  la  cartera  de  Estado; 
la  de  Guerra  la  obtuvo  Don  Pedró  Agus- 
tínGirón,  Marqués  de  las  Amarillas,  va 
hecho  Duque  de  Ahumada,  la  de  Gracia 


(i)     Obi-ji  cil..  lomo  11.  pàgs.  4i.>  y  -(7. 
(j)     Conllnuadores    del    libro   de    D.    .Modeslc 
Lafuente.  dHra  cil.,  Inmn  X.\.  p;ig.  181. 


y  Justícia  Don  Manuel  García  Ilerreros, 
la  del  Interior  Don  Juan  Alvarez  Guen-a, 
la  de  Marina  el  General  Don  Manuel 
Ricardo  de  Alava,  y  la  de  Hacienda  el 
tristemente  cèlebre  Don  Juan  Alvarez 
iMendizabal,  liberal  acreditado  y  revclu- 
cionario  (3). 

«Propúsose  este  ministeno  salir  al  en- 
»cuentro  de  la  revolución,  desarmaria 
«arrojílndole  codiciadas  víctimas,  y  en- 
»cauzarla  en  el  lecho  de  sus  propios  inte- 
»reses.  Por  esto  la  gente  alborotada  y 
»bullidora  abrigo  por  un  momento  la 
«esperanza  de  que  Toreno  se  pusiese  à 
»su  frente....  mas  si  Toreno  podia  decre- 
»tar  las  mas  radicales  y  revolucionarias 
»medidas,  era  al  propio  tiempo  enemigo 
»de  cuanto  pudiera  calificarse  de  rapi- 
»dez...  y  de  todo  lo  que  Uegase  íi  alterar 
»el  orden  púbüco,  que  era,  y  ha  sido  siem- 
»pre,  para  el  bando  k  que  pertenecía  (cl 
y>inodcrado),  el  constante  objeto  <\  que,  al 
xocupar  el  poder,  lo  ha  sacrificado  todo, 
»sin  cuidarse  de  derramar  al  mismo  tiem- 
Apo  grandes  causas  de  agitacíón.  De  este 
»ministerio,  pues,  data  el  desencadena- 
«miento  en  las  esferas  gubernamentales 
»primero  y  en  las  calles  y  plazas  después, 
»trocada  en  despego  la  popularidad  anli- 
xgua.  La  revolución  que  ya  existia  antes 
»se  llamó  entonces  con  su  verdadero 
«nombre  y  prosiguió  estrepitosamente  su 
«camino»  (4). 

Però  volvamos  al  curso  de  los  hechos, 
y  tomemos  otra  vez  en  la  mano  a  Pirala. 

«Las  sociedades  secretas  pululaban  en 
«Espaiia,  nos  dijo  arriba,  y  en  todas  se 
«conspiraba  sin  tregua.  El  blanco  era  por 
«lo  general  el  gobierno;  però  en  las  de 
»màs  crédito  se  trabajaba  para  proclamar 
«la  Constitucion.  El  centro  de  casi  todas 
«las  sociedades  residia  en  Madrid,  y  des- 
«de  aquí  se  comunicaban  las  decisiones  a 
«los  circulos  de  las  provincias. 

«Estàs   debieron    haber   contestado   al 


(í)     IX  N'iclor  (Jel-'hardl.   Ohra  cil,,  Inmo  \'II. 

pas-  -I5- 

(_|)     D,  \'!cl.ir  (jebhardl.   Obra  cit,.  lomo  Vil. 
pàgs.  -jí  y  4_|. 


MATAN/Af  DE  FLERA  DE  CATALANA 


67 


);grito  dado  el  18  de  enero  en  la  Pueita  del 
»Sol;  però  ofrecieron  hacerlo,  y  espera- 
vban  una  ocasion.  A  falta  de  ella  A  propó- 
>^sito,  se  convino  en  un  pronunciamiento 
^en  Zaragoza  para  la  noche  del  5  de  julio. 
>Alandaba  la  guardià  de  prevencion  un 
»oficial  subalterno,  y  a  media  noche  re- 
*unió  una  companía  del  regimiento  del 
»Infante  \^  se  dirigió  al  centro  de  la  ciu- 
»dad  en  completa  insubordinacion.  Però 
>:abandonadas,  desorientadas  y  torpes 
>'aquellas  fuerzas  insurrectas,  bastó  la 
»autoridad  del  comandante  del  cuerpo 
»que  con  resuelta  energia,  contuvo  por  el 
'  pronto  la  insurreccion,  arresto  al  oficial, 
»se  hizo  respetar  de  la  tropa,  }■  la  llevo  A 
»su  cuartel. 

»Pero  aquel  oficial  no  estaba  solo,  %• 
>.aquel  suceso  ya  era  un  pretesto.  A  la  ma- 
»nana  siguiente  (del  6  de  julio  de  1835) 
«pululan  los  urbanos  por  todas  partes, 
>forman  corrillos,  se  critica  la  prision 
»del  oficial,  se  dan  vivas  A  la  Constitu- 
>/CÍon  del  ano  12  3-  se  proclama  la  insu- 
>^rreccion. 

»Desde  entonces    todo    fué  desorden, 

^anarquia.  Sin  un  gefe  de  prestigio,  se 

»entregan  desalentados  y  ciegos  a  los  mAs 

«punibles  escesos,  se  allanan  y  saquean 

algunas  casas  y  los  conventos  de  San 

>Agustin  y  Santo   Domingo,  a  los  que 

aquella  bàrbara  multitud  entrega  à  las 

llamas,  despues  de  matar  once  religio- 

»sos  (el  Padrc  Provincial  mttrió  asfi- 

y.viado  en  el  escondrijo  donde  se  Jiabia 

wcultado);  y  los  que  aclaman  la  libertad 

>;se  convierten  en  tiranos  y  verdugos  de 

>sus  semejantes. 

»Los  buenos  liberales,  al  ver  aquellas 

xescenas  de  latrocinio  y  de  impiedad  A 

que  se  entregara  un   populacho  soez, 

retroceden  y  se  pronuncian  en  contra. 

Esto  alentó  a  las  autoridades,  débiles  é 

»irresoUitas    (iqnc   coufesión!)    desde   el 

«principio,  y  apoyadas  por  la  mayor  y 

»mAs  sana  parte  de  la  milícia  urbana, 

»pues  la  guarnicion  era  escasísima,  se 

«restableció  el  orden  el  dia  7,  y  dos  de  los 

»delincuentes  sufrieron  la  última   pena 

»en  garrote  vil  .. 


»E1  capitan  general  y  el  gobernador 
''Civil  fueron  separados  por  el  gobierno, 
»reemplazando  al  primero  Don  Felipe 
>Montes»  (1). 

Don  Vicente  de  La  Fuente  continua: 
«No  carecían  de  gefes  los  incendiarios 
^4de  Zaragoza)  y  bien  conocidos  son  en 
»Zaragoza,  y  tambien  la  casa  donde 
»se  pagaba  A  los  obreres.  V'o  no  puedo 
»nombrarlos,  no  habiendo  habido  otros 
>'escritores  que  lo  haj'an  hecho  antes; 
»pero  los  que  dirigían  y  pagaban  erait 
tdiberales  jy  de  los  btieuos! 

>^ Tambien  en  Zaragoza  se  hizo  la  farsa 
»de  agarrotar  a  dos  de  los  obreros  mas 
»torpes,  y  algo  sospechosos  de  trato 
-idoble,  però  como  siempre  los  gefes  del 
»motín  ayudaron  para  ahorcarlos.  Uno 
»de  los  ahorcados  fué  el  pregonero,  que 
»entró  en  una  taberna  con  un  càliz  para 
»beber  vino  en  él»  (2). 

Un  oficio  del  Prior  agustino  de  Barce- 
lona va  a  decirnos  los  nombres  de  las 
víctimas  del  convento  zaragozano  de  su 
orden:  «R  P.  Prior.— En  la  catàstrofe  de 
«Zaragoza  murieron  en  nuestro  Conv.'' 
»N.  M.  R.  P.  Mtro.  Prov.i  Fr.  Carlos 
»Abas,  su  lego  Fr.  ïhomas  Salvador,  el 
>>P.•Fr.  Fran.<^o  Gómez,  el  P.  Fr.  Agustín 
»Orozco  y  el  herm."  de  obediència  Fr. 
»Agustín  Gonzalez,  por  cuias  almas 
»mandara  hacer  celebrar  los  sufragios 
»correspondientes  q.«^  prescriben  nuestras 
«santas  Constituciones.  — Los  dos  prime- 


(i)  d.  .\nlonio  Pirala.  Historia  de  Lj  guerra 
civil.  Madrid,  t868.  Tomo  II.  pàg.  u 8."^  Temo 
que  Pirala  aqui.  respecto  de  los  nombres  de  lo.* 
Generales  que  en  los  dias  de  los  mentados  sucesos 
gobernaban  en  Zaragoza.  se  equivoca.  He  pedido 
noiicias  a  un  General  que  hace  muchos  anos  està 
deslinado  en  Zaragoza.  y  me  contesta  asi:  «El  ? 
de  abril  de  i8;;  ejercia  cl  mando  de  Capitan 
General  de  .\ragon  D.  Prancisco  Serrano  y  Cuen- 
ca, que  cesó  en  mayf)  del  mismo  ano.  sucedién- 
dole  D.  Felipe  .Montes  desde  junio  de  1835  al  mes 
de  abril  de  i8;ó.i)  Afiade  que  en  ninguna  de  las 
dos  l'echas  de  las  matanzas  de  Zaragoza,  D.  José 
de  Palafox.  primer  Duque  de  Zaragoza,  era  Capi- 
tan General  de  Aragón. 

(j)     Obra  cit..  tom<i  II.  pàgs.  ^7  y  48. 


68 


MBUO    TERCERO.  —  CAPITULO    SEGUNDO 


»ros  murieron  ahogados  del  humo  i  los  j 
»otros  tres  violentamente.  Esta  horrorosa 
«tragèdia  ha  Uenado  mi  corazon  de  dolor 
>/[  sentimiento.— Dics  gue.  A  V.  P.  R. 
»m.^  a. 5  Barcelona  14  de  Julio  de  1835.— 
»Fr.  Fran.™  Molas,  Vic."  Prov.'  »  (1). 

La  crònica  inèdita  de  la  Orden  de  la 
Merced  afiade  algun  pormenor  a  las 
noticias  aquí  arriba  dadas  de  la  hecha 
del  5  de  julio  en  Zaragoza,  escribiendo 
las  siguientes  líneas  referentes  al  ceno- 
bio  mercedario:  «Zaragoza  dió  el  mal 
»ejemplo.  En  la  noche  del  5  de  julio  de 
»1835  los  liberales  pegaron  fuego  A  la 
»puerta  de  la  botica  y  convento  de  San 
»Lízaro,  y  entraron  como  fieras  para 
»asesinar  A  los  religiosos.  Estos  al  ver  su 
»convento  asaltado  subieron  A  lo  alto,  y 
»se  escondieron  en  la  bóveda.  Frai  Ma- 
»nuel  Artal,  corista  de  17  afios  de  edad, 
»al  subir  para  esconderse,  pasando  por  la 
»cornisa,  resbaló,  cayó  y  murió.  El  Padre 
»Presentado  Antonio  Benedicto  de  edad 
»de  69  afios,  era  sordo,  sin  duda  no  oyó  el 
»llamamiento  de  los  frailes,  fué  encon- 
»trado  y  muerto  A  hachazos.  Frai  Juan 
«Aguirre  diacono  de  64  afios  de  edad, 
»salió  al  corredor  fiado  en  su  inocencia, 
»y  A  hachazos  le  asesinaron.  Los  demàs 
»se  salvaron», 

Aunque  este  mi  pobre  libro  va  enca- 
minado  a  solos  los  cenobios  catalanes,  y 
únicamente  como  antecedentes  aclarati- 
vos  he  debido  resefiar  en  resumen  las 
matanzas  de  fuera  de  Barcelona;  sin 
embargo,  lo  interesante  del  siguiente  re- 
lato, escrito  por  una  víctima  del  furor 
de  Zaragoza,  el  Padre  mercedario  Ramon 
Lisbona,  me  ha  decidido  a  molestar  al  lec- 
tor insertandolo  aquí  casi  integro.  «Des- 
»de  esta  època,  dice,  quedo  decretada  la 
»ruina  de  los  conventos  y  el  asesinato  de 
»los  frailes.  A  estos  se  les  insultaba  en 
»público,  y  en  publico  se  dabanlos  valien- 
»tes  gritos  de  mueran  los  frailes...  Las 
»autoridades  calla  ban...  A  pesar  de  estos 


(i)     Este  oficio  SC  halla  ori.uinal  en   cl   archivo 
del  actual  convento  atrustino  de  Calella. 


«sucesos  alarmantes,  los  frailes  no  había- 
»mos  alterado  el  método  de  nuestra  vida. 
»E1  silencio,  la  oracion,  el  estudio,  seguian 
»sin  interrupción,  y  únicamente  dedica- 
»bamos  A  la  política  los  momentos  que 
»teníamos  de  recreo.  Continuamente  se 
»nos  avisaba  de  proyectos  incendiarios;  • 
»y  siempre  se  nos  designaba  como  vícti- 
»mas  destinadas  al  sacrificio.  Estàs  noti- 
»cias,  que  en  un  principio  nos  habían  pro- 
»ducido  una  viva  inquietud,  concluyeron, 
»à  causa  de  su  repetición,  por  sernos  in- 
»diferentes.  Los  jóvenes,  sin  embargo, 
»como  dotados  de  una  imaginación  mas 
»viva  y  entusiasta,  discutíamos  todos  los 
»días  lo  que  haríamos  en  el  dia  del  asalto. 
»Hoy  decidíamos  que  la  defensa,  usando 
»de  la  fuerza,  era  el  único  medio  de  sal- 
»vación;  otro  dia  recordando  el  Evange- 
»lio,  proponíamos  la  fuga,  y  en  una 
«tercera  sesión,  el  martirio  se  presen- 
«taba  a  nuestra  imaginación,  ardiente  y 
«entusiasta  por  lo  grande,  rodeado  de 
«todos  sus  encantos.  Moriremos,  decía- 
»mos,  moriremos  por  la  fe:  imitaremos  a 
«tantos  héroesquederramaron  con  jubilo 
«su  sangre  al  filo  del  hacha  ó  de  la 
«espada. 

»Este  dia  no  se  hizo  esperar.  En  la 
»tarde  del  4  de  Julio  vimos  arder  el  con- 
»vento  de  Santo  Domingo,  y  en  aquella 
«misma  noche  vimos  arder  también  el 
«nuestro.  ;Quién  podrà  recordar,  ni  menos 
«referir  todo  lo  que  en  esta  tràgica  noche 
Àpasó  por  delante  de  mis  ojos? 

«Apenas  los  relojes  de  laciudad  habían 
«dado  las  doce,  cuando  la  voz  de  alarma 
«cundió  por  el  convento.  El  rojizo  resplan- 
»dor  de  las  llamas  que  penetraba  por 
«nuestros  balcones  y  ventanas,  venia  à 
«demostrarnos  lo  bien  f  undado  de  la  alar- 
»ma.  Dejamos  los  lechos,  ;l  medio  vestir, 
«abandonamos  nuestras  celdas  y  nos  lan- 
«zamos  íl  los  claustros.  jQué  cuadro  tan 
«desconsolador  se  presento  A  mis  ojos! 
«El  terror  y  espanto  se  veían  por  doquie- 
«ra  en  lugar  de  la  paz  y  de  la  ventura. 
»E1  estrépito  de  las  puertas,  los  pasos 
«precipitados,  las  voces  confusas  y  mez- 
«cladas  unas  con  otras,  aumentaban  de 


MATAN/íAS    DE    FL  ERA    DE    CATALi: 


69 


>tal  modo  la  turbación  y  el  espanto,  que 
>-de  buen  grado  hubiera  yo  preferido  la 
*muerte  ;í  una  situación  tan  angustiosa. 
/-Por  aquí  se  veia  un  anciano  encorvado 
xbajo  el  peso  de  los  afios  arrastrar  con 
>/pena  sus  fatigades  miembros;  por  allà 
»un  joven  anima  à  los  tímidos  }'  los  esti- 
»mula  à  que  lo  sigan;  unos  piden  armas, 
>otroshuyen,  3-  todos  quieren  salvarse, 
í'Pero  sin  ballar  los  medios  de  conseguir- 
>/lo.  El  incendio  entre  tanto  se  aumentaba 
»de  un  modo  horroroso,  y  los  disparos 
>.de  fusil  se  sucedían  sin  interrupción:  las 
)/puertas  amenazaban  caer  en  tierra, 
»dejando  la  entrada  franca  y  libre  al 
vpillaje  y  à  la  muerte.  L.os  momentos, 
>'Pues,  eran  preciosos. 

»En  un  Angulo  del  convento,  sobre  las 
»ruinas  antiguas,  elevàbase  un  pequeiïo 
>/edificio  que  formaba  cierta  dependència 
»de  la  casa.  Su  aislamiento,  las  ruínas 
»que  lo  rodeaban,  y  lo  oculto  de  sus  bu- 
'hardillas  nos  lo  hizoaparecer  A  los  jóve- 
>/nes  como  un  refugio  seguro  é  impenetra- 
>/ble:  éste  fué  nuestrò  juicio,  y  decidimos 
»todos  de  consuno  retirarnos  à  él  en  el 
*día  del  peligro. 

»Mientras  que  jóvenes  y  ancianos  se 
/  dirigían  à  diferentes  puntos,  3-0,  fiel  y 
>  exacto  en  seguir  la  resolución  anterior- 
^mente  adoptada,  me  dirigí  con  pasos 
>apresurados  à  mi  fantàstico  castillo; 
*pongo  la  escalera,  subo,  vuelvo  a  qui- 
>'tarla,  3'  heme  ya  en  mi  fortaleza;  però 
»solo.  Mis  compafleros  no  fueron  imita- 
>4ores  de  mi  exactitud.  iCuàn  terribles 
»fueron  los  primeros  momentos  de  mi 
'llegada!  Mi  asilo  se  hallaba  contiguo  à 
»la  puerta  incendiada,  y  las  llamas  lamían 
*sus  paredes.  Las  voces  de  exterminio  y 
>'de  muerte  resonaban  en  sus  techos,  3'  las 
»balas  pasaban  silbando  por  encima  de 
»mi  cabeza.  El  terror  heló  mi  sangre  en 
>las  venas,  3-  próximo  à  desfallecer  me 
>'acurruqué  en  un  rincón,  libre  por  fortu- 
»na  de  la  punteria  enemiga.  El  chasquido 
»de  las  llamas  me  parecía  el  paso  del 
^homicida;  las  rafagas  del  viento,  voces 
'  amenazadoras,  y  hasta  el  mismo  silencio 
>/que  por  intervalosdaba  treguas  al  furor, 


»se  me  representaba  como  el  mensajeio 
xde  la  muerte,  ó  como  el  sueiïo  tranquilo 
»del  sepulcro. 

»Las  puertas  exteriores  habían  sido  ya 
»devoradas  por  las  llamas,  dejando  franca 
»la  entrada  al  furor  y  à  la  codicia,  y  las 
»interiores  despedían  ronco  estruendo 
»repetido  por  el  continuo  golpe  de  las 
»hachas,  cuando...  icosa  admirable!  el 
»sueno  vino  à  cerrar  mis  ojos,  cerrando 
»al  mismo  tiempo  la  puerta  al  sentimiento. 
»';Qué  es  lo  que  sucedió  durante  las  tres 
»horas  de  mi  tranquilo  sueno?  iQué  horas 
»tan  felices  si  hubieran  terminado  3•a  mis 
»afanes! 

»Cuando  desperté  la  aurora  hacía  des- 
«aparecer  los  horrores  de  la  noche.  Todo 
«reposaba  en  el  mas  profundo  silencio. 
»Ya  no  se  oían  voces  aterradoras,  ni  los 
»golpes  de  las  hachas  resonaban  en  las 
sbóvedas  del  claustro.  ;Era  éste  el  silen- 
»cio  de  la  paz,  ó  mas  bien  el  silencio  de 
»la  muerte?  El  que  se  ahoga  de  un  junco 
»se  agarra.  Al  observar  una  paz  tan 
«profunda  después  de  un  tan  sacrilego  y 
«desenfrenado  tumulto,  3*0  creí  que  la 
»Autoridad,  que  à  la  sazón  podia  dispo- 
»ner  de  sobrantes  fuerzas  represivas, 
«había  intervenido  poniendo  fin  à  tantes 
»3'  tan  enormes  desordenes.  Aceché  por 
»las  rendijas  de  mi  buhardilla,  y  no  des- 
>  cubrí  el  mas  mínimo  indicio  que  mani- 
)/festara  la  presencia  del  asesino.  Satis- 
»fecho  de  mis  descubrimientos,  \'  rebo- 
»sando  jubilo  al  verme  libre  de  los 
»horrores  que  poco  antes  me  amenazaron , 
»levanté  mis  ojos  3'  mis  manos  al  cielo, 
»y  con  toda  la  efusión  de  mi  alma  di  las 
>/gracias  al  Todopoderoso.  Acto  continuo 
»alzo  la  trampa,  coloco  la  escala,  y  ya 
»me  descolgaba  por  ella  cuando  siento 
»que  el  pavimento  de  mi  viejo  caserón 
>/retumba  bajo  los  pies  de  algun  atleta; 
»oigo  luego  voces  confusas,  3'  comprendo 
>que  el  asesino  3-  la  víctima  se  hallan 
»debajo  de  un  mismo  techo  3'a  poquísima 
«distancia.  Tornar  a  mi  escondite,  subir  la 
«escala  3-  dejar  caer  la  trampa,  fué  obra 
»de  un  solo  momento.  Ahora,  emperò, 
»ya  no  era  el  jóven  tímido,  a  quien  poco 


I.IBnO    TERCIÏRO.  —  CAPITULO    SEGLNDO 


»antes  hicieron  temblar  las  ràfagas  de 
iviento.  La  presencia  del  asesino  había 
venardecido  mi  valor,  y  à  la  manera  que 
»la  vacilante  luz  de  la  làmpara  despide 
»al  apagarse  mas  refulgente  brillo,  así 
»mi  corazón  se  revistió  de  fortaleza  al 
«hallarse  en  presencia  de  la  muerte.  Ele- 
»vo  mis  ojos  y  mi  corazón  al  cielo,  y  me 
»dispongo  al  combaté. 

»Los  hombres  ilití^trados,  los  civil  i  sa- 
ulores  del  siglo  XIX,  no  quedan  satisfe- 
»chos  con  arrancar  rancias  superstició- 
y>iies,  degollando  a  cuantos  hombres  se 
»oponen  a  la  marcha  de  sus  ideas;  es 
^preciso  también  demoler  sus  guaridas, 
iimonnmeiitos  de  la  barbàrie,  erigidos 
»por  una  imaginación  fanatizada;  esto  es 
»poco  todavía;  el  punal  solo  mata,  el  ha- 
»chahiende  tan  solo...  echad,  pues,  mano 
»delfuego,  que  todo  lo  devora. 

»Yo  me  veia  en  aquel  momento  rodeado 
»de  un  torbellino  de  humo,  y  mi  respira- 
»ción  se  ahogaba.  Mi  asilo  ya  no  podia 
»ocultarme,  porque  la  tos  que  agitaba 
»mis  pulmones  me  descubría  bien  A  pesar 
»mío.  iMoriré,  pues,  y  moriré  ahogado? 
>-iOh  madre  mía,  y  qué  triste  noticia  vais 
Ȉ  recibir  de  vuestro  pequeno  hijo!  Di- 
»ciendo  así,  abro  la  trampa...  però  oigo 
»pasos...  mis  enemigos  estan  debajo  de 
»mis  pies.  i  Ah!,  no  saben  ellos  que  un  frai- 
>le  los  esta  mirando  à  distancia  de  tres 
»pasos;  que  oye  todas  sus  palabras.  Tam- 
»Qoco  saben  que  la  vida  de  uno  ó  dos  de 
»ellos  estA  en  las  manos  de  este  fraile 
»que  seguramente  no  piensa  vivir  mu- 
»chas  horas!...  Los  asesinos  entre  tanto, 
»hallàndose  muy  ocupados  en  registrar 
«todos  los  rincones  de  la  estancia,  vieron 
»unas  arcas  cerradas,  guarnecidas  de 
«chapas  de  hierro,  3^  brillaron  sus  ojos  de 
»codicia,  creyendo  que  allí  se  encerraban 
»los  tesoros  de  Creso.  Las  tomaron  al 
>  momento  con  sus  robustos  brazos,  y  por 
»librarse  del  humo  que  aumentaba  por 
ímomentos,  las  bajaron  a  los  patios.  Su 
»codicia  me  salvo  a  mi  de  las  llamas. 
»Apenas  los  perdí  de  vista,  salí  de  mi 
»escondite  y  bajé  felizmente  por  la  esca- 
»lera.  Mi  resolución  era  inmutable.  Antes 


»de  morir  entre  las  llamas,  quería  lanzar- 
»me  d  los  ya  ensangrentados  puíïales. 
>  Principio  cl  caminar  con  firmeza;  nadie 
»se  opone  à  mis  pasos:  atravieso  el  pasa- 
»dizo  que  me  separa  del  convento,  cruzo 
i>los  claustros  solitarios,  y  me  dirijo  à  mi 
»celda.  Mi  corazón  desplegaba  un  valor 
»y  una  energia  increïbles;  y  no  sé  qué 
»voz  interior  me  aseguraba  que  ya  me 
»habia  salvado. 

»Cuando  entre  en  mi  celda,  una  cosa 
•■nnesperada  se  presento  à  mi  vista.  Dos 
«mujeres  se  hallaban  registrando  mi  arca, 
»y  repartiéndose  mi  ropa  cual  si  fuera 
»el  botin  de  una  ciudad  conquistada;  mas 
»apenas  me  vieron,  quedaron  como  petri- 
»ficadas.  Fijaron  en  mi  sus  ojos,  y  fué  tal 
»su  estupor  que  no  pudieron  dirigirme  ni 
»una  sola  palabra,  no  obstante  que  yo  las 
»había  saludado.  Sin  duda,  creyeron  que 
»quien  las  hablaba  era  un  fantasma.  La 
»inocencia  da  valor;  el  crimen  es  siempre 
»cobarde.  Con  la  fuerza  que  me  daba  mi 
«derecho,  tomé  de  las  manos  de  aquellas 
»mujeres  los  vestidos  que  me  faltaban 
»(iba  yo  todavía  à  medio  vestir);  vestíme 
»en  su  presencia,  abandoné  a  su  rapaci- 
»dad  lo  que  quedaba,  y  marché  diciendo 
»adiós,  à  que  tampoco  contestaron.  Ape- 
»nas  me  vi  en  los  claustros  otra  vez,  me 
»detuve  un  momento  para  reflexionar 
»sobre  la  dirección  que  debía  tomar.  Va- 
»rias  f ueron  las  ideas  que  se  ocurrieron 
»en  mi  mente;  mas  por  liltimo  me  decidí 
»por  la  mils  temerària.  El  asesino  se  ha- 
»llaba  en  I05  claustros  bajos,  y  aprove- 
»chando  tan  buena  coyuntura,  quise  ver 
»las  celdas  de  los  Padres.  iQué  espec- 
»tàculo  tan  triste  presentaban  estàs  habi- 
»taciones,  en  otro  tiempo  tan  bellas!  Rotas 
»las  puertas,  hechos  mil  trizas  los  crista- 
»les,  los  papeles  y  los  libros  arrojados 
)^por  el  suelo,  los  muebles  todos  destro- 
»zados  y  arrojados  en  desorden.  Tal  fué 
»el  cuadro  que  à  mi  vista  se  presento  en 
»los  claustros  primero  y  segundo;  però 
^>en  este  ultimo,  en  las  celdas  número 
»cuatro  y  cinco  el  espectàculo  fué  mas 
»horroroso  todavía.  Dos  cadAveres,  re- 
«volcado  el  uno  en  su  pròpia  sangre,  y  el 


MATAN/\S    DR    lUKRA     DR    f;  A  ï  Al-L  NA 


71 


Aotro,  horriblemente  truncada  la  cabe- 
»za...  «lOh  Padre  Antonio!  jOh  Fv.  Agui- 
vrre!»  exclamé  yo  entonces  horrorizado, 
>->y  como  si  un  golpe  amenazara  mi  exis- 
>'tencía,  huí  apresurado.  Però  ;a  dónde 
'  iré?  El  fuego  ha  invadido  ya  todas  mis 
■salidas  al  campo  libre.  Corro  de  una 
j-parte  ú.  otra,  llamo  à  la  puerta  del  novi- 
>ciado,  asilo,  según  creia,  de  algunos 
Padres,  però  nadie  me  responde;  oigo 
pasos  lejanos,  y  entonces  me  dlrijo  ;'i  la 

>  Biblioteca  allí  inmediata.  Los  librosesla- 
ban  hacinados,  y  mi  primera  intención 
fué  sepultarme  entre  ellos;  però  iay!  me 

'  ocurrió  entonces,  que  la  nueva  civüizn- 

ción  tampoco  los  perdona,  y  si  llegaban 

>-À  pegaries  fuego,  ardería  yo  con  ellos. 

'Mudo,  pues,  de  dictamen,  tomo  dos  li- 

bros  (que  todavía  conservo)  para  recuer- 

-do  de  este  dia,  y  sin  saber  a  dónde  diri- 

girme,  abandono  la  Piiblioteca. 

>'Los  pasos  de  los  bíirbaros  resonaban 

ya  mas  cerca,  y  las  voces  que  poco  antes 

apenas  las  distinguía  como  un  confuso 

'  murmullo,  ahora  las  comprendía  perfec- 

ítamente.   Para  librarme  de  la  muerte  no 

>'me  quedaba  mas  que  un  medio,  y  éste 

^era  un  acto  desesperado.  Tenia  enfrente 

>de  mi  una  ventana  que  daba  a  los  jardi- 

nes,  me  arrimé  a  su  antepecho,  y  medi 

'  con  la  vista  su  profundiüad,  y  aunqueme 

'  pareció  un  abismo,  me  decidí  a  lanzar- 

■  me  por  ella.  Mi  cuerpo  temblaba,  y  mis 

»ojos  querian  salir  de  sus  órbitas.  Esto 

>.no  era  el  miedo;  era  el  empuje  de  todas 

>mis  fuerzas  dirigidas  hacia  una  resolu- 

>  ción  suprema.  Armado  con  la  senal  de 
»la  cruz  ibaya  a  precipitarme,  cuando  vi 
>-en  un  rincón  una  cuerda;  la  ato  ò.  la 
-ventana  y  me  descuelgo  por  ella.  Mis 
>tiernas  nianos  se  despedazaban  con  la 
ífricción,  però  no  importa...  ya  había 
«bajado  un  piso...  jtriste  de  mi!  ya  no 
^hay  mas  cuerda.  Mis  manos  se  hallan 
>iastimadas,  y  apenas  me  pueden  sosté- 
>ner;  la  vuelta  a  la  ventana  es  impo- 
ssible; la  caída  es  peligrosa;  sin  embargo, 
>cierro  los  ojos,  suelto  la  cuerda,  y  mi 
»cuerpo  cruza  el  espacio  y  se  precipita 
»en  lo  profundo...   Yo  no  só  lo  que  enton- 


»ces  medió,  però  me  levanté  iigil  y  sin 
»lesión  alguna. 

>^Cuando  llegué  a  la  puerta  del  conven- 
>'to  llamada  de  los  carros,  una  turba  de 
»muchachos  repetia  con  toda  la  fuerza  de 
»sus  pulmones:  «iViva  la  libertad!»  Aque- 
»llos  inocentes  ignoraban  que  semejantes 
»palabras  eran  un  infame  sarcasme  arro- 
»jado  a  la  cara  de  un  hombre  que  tenia 
»tanto  derecho  como  el  que  mas  para  ser 
»libre.  Yo  compadecí  su  ignorància,  peio 
»no  pude  menos  de  decir,  aunque  con 
»acento  sarcàstico:  «Sí,  iviva  la  libertad 
»y  mueran  los  frailes!»  Ellos  iiiterpreta- 
>'ron  a  su  modo  estàs  palabras,  y  unani- 
»mes  exclamaron:  «Este  es  liberal,  de- 
»jadlo.» 

»Con  la  libertad  que  me  concedieron 
»una  docena  demuchachos  haraposos,  salí 
»de  mi  convento,  y  principiaba  a  caminar 
»por  una  espaciosa  carretera.  A  raedida 
»que  me  alejaba  de  mi  casa  tranquilizií- 
>jbase  mi  espiritu,  però  el  peligro  era 
»inminente.  Una  voz  desconocida  me  ad- 
»virtió  desde  una  ventana  que  acelerase 
»el  paso,  y  aprovechando  el  consejo  lo 
»hice  asi,  llegando  en  pocos  momentos  ;i 
>Hma  casa  de  campo  cuyos  dueflos  eran 
»muy  amigos  de  mis  padres.  Aquí  daba 
»por  terminades  mis  trabajos.  Llamé  à  la 
»puerta;  la  senora  no  quiso  salir  y  se  aso- 
»mó  a  una  ventana;  me  conoció  y  lloro  al 
»verme;  la  pedí  un  asilo,  però  me  con- 
»testó  con  una  excusa:  volvi  a  supücarle, 
»haciéndole  presente  el  peligro  que  me 
xamenazaba,  y  me  fué  negado  con  estàs 
»palabras:  Si  te  rccibo  cii  mi  casa,  vic 
>•>}iialardii.  «iOh,  no,  dije  yo  entonces,  no 
>^es  justo  que  V.  muera  por  mi;»  y  dichas 
»estas  palabras  me  senté  con  tranquilidad 
»en  el  dintel  (imibralj  de  la  puerta.  Dios, 
»empero,  no  había  decretado  que  aquella 
'>fuese  mi  última  hora.  Una  mujer  labra- 
»dnra,  de  edad  al  parecer  de  treinta  ó  cua- 
»renta  anos,  había  sido  testigo  de  esta 
)/escena,  y  movida  a  compasión  de  mi  des- 
»gracia,  dió  una  voz,  y  por  senas  me  decia 
>-que  fuese  a  donde  ella  estaba.  Apenas 
!  »puse  los  pies  en  su  huerta,  me  tomo  del 
I  »brazo,  y  con  acento  decidido  me  dijo: 


72 


l.inUO    TliltCERO. —  CAI•ITL'LO    SKfJUNDO 


»«Deje  V.  lodo  temor,  que  yo  le  salvaré,)^ 
»y  así  diciendo  se  desnudó  de  una  parte  de 
»sus  vestidos,  me  disfiazó  de  mujer  y  me 
»mandó  que  me  recostase  à  la  sombra  de 
>un  àrbol. 
»Apenas  me  hube  recostado,  y  la  mujer 

>  se  había  separado  un  poco,  los  asesinos 
«lanzando  mil  blasfemias  llegaron  a  la 
»puerta  de  la  cerca.  «rDónde  està  el  frai- 
»le?,  dijeron  —  cQué  fraile?,  contesto  mi 
«protectora.  —  iQué  fraile!,  replicaron 
>•ellos,  iqué  fraile!  Luego  entréganos  el 
»fraile,  si  no,  por  vida  de...  te  quemo  las' 
»entranas.»  Yo  oíatodo  este  dialogo,  y  al 
>oir  la  amenaza  acompanada  de  una  ho- 
»rrible  blasfèmia,  me  estremecí.  No  así 
»mi  bienhechora;  pues  mas  serena  cuanto 
»màs  la  amenazaban,  volvió  ú  decirles: 
«Màtenme  Vds.  y  hagan  lo  que  quieran, 
>que  en  mi  huerta  no  hay  ningún  fraile,  ni 
»otra  persona  mas  que  mi  hija  que  ven 
»Vds.  recostada  debajo  de  aquel  àrbol... 
»pero  si  Vds.  no  me  quieren  creer,  pue- 
»den  entrar  y  quedaran  desenganados.» 
»Los  asesinos  no  insistieron,  y  temiendo 
>se  les  escaparà  una  victima  que  habían 
»creido  tener  segura,  se  lanzaron  à  los 
«campos  inmediatos.  Mi  bienhechora  entre 

> tanto  cantaba,  y  yo,  penetrado  de  res- 
»peto,  admirabael  rasgo  heróico  de  aque- 

>  lla  mujer  que  supo  sacarme  de  las  garras 
>delamuerte.— Fr.  Ramó.nLisbona,  Mer- 
ccdario»  (1). 


ARTICULO  DÉCIMO 

RUÍN  ESPÍRITU  DEL  GOBIERNO 
DE  TORENO 

«No  apreciaba  con  exactitud  el  gobierno 
»lo  dèbil  y  precario  de  su  situación,  y  no 
»obstante  la  repetición  de  signos  tan 
»característicos,  síntomas  de  una  enfer- 
»medad  que  no  podia  curarse  con  decre- 
»tos,   creyó   ponerle  remedio  mandando 


(i)  De  la  Revista  Popular.  Número  cIlI  j  du 
agosto  de  1894,  pàgs.  71  y  sigs.  Lo  copia  a  su  \  lv 
de  la  Revista  Mercedaria. 


«incorporar  al  ejército  los  militares  que 
»no  pertenecían  à  cuerpos;  dispuso  el 
«expurgo  de  la  milicia  urbana;  prescribió 
»la  formación  de  comisiones  militares  en 
>  las  provincias,  y  dicto  penas  contra  los 
>andividuos  que  pertenecían  à  sociedades 
>secretas  (son  palabras  de  iiii  liberal 
»iiiuy  marcada);  actos  de  severidad,  cuy  os 
«irritantes  efectos  estimo  que  completaria 
»promulgando  un  decreto  suprimiendo 
«en  todo  el  territorio  de  la  monarquia  la 
«Companía  de  Jesús,  aplicando  igual 
«medida  à  los  conventos  que  no  contu- 
»viesen  doce  individuos  profesos;  à  cuyas 
«reformas  en  sentido  liberal  siguió  otro 
«decreto  que  daba  mayor  latitud  à  las 
«atribuciones  de  los  municipios»  (2). 

Para  pesar  con  exactitud  el  valor  de 
estos  decretos  aquí  arriba  mentados  por 
los  continuadores  del  libro  de  Don  Mo- 
desto  Lafuente,  y  percibir  todo  el  olor,  o 
mejor,  elhedor  que  emiten,  juzgo  oportu- 
no  copiarlos  casi  íntegros,  afiadiéndoles 
algun  otro  que  manifiesta  el  maligno  espí- 
ritu  del  Gobierno. 

«Real  Orden.— S.  M.  la  Reina  Goberna- 
«dora  al  dictar  las  disposiciones  siguien- 
«tes  ha  querido  anticiparse  à  lo  que  se  ha 
«de  prescribir  en  el  arreglo  general  de  los 
«estudiós  del  Reino,  que  se  ha  trabajado 
«por  esa  direccion  con  tanto  celo  y  se  ha- 
»lla  en  curso  de  examen;  y  lo  ha  querido, 
«así  para  allanar  el  camino  à  las  reformas 
«que  se  van  à  sancionar  pronto  en  los 
«métodos  de  instruccion,  como  para  no 
«dilatar  un  punto  à  los  siibditos  de  su 
«amada  y  augusta  Hija  el  bien  que  en  sí 
«envuelve  la  uniformidad  de  la  ensenanza 
«ptiblica  en  lo  material  de  ella  y  en  su 
«espíritu. 

«Una  larga  y  triste  experiència  ha 
«hecho  notorio  que  si  una  vez  se  albergan 
«errores  en  los  estudiós,  y  estos  errores  se 
«escudan  bajo  la  autoridad  de  cuerpos  por 
«otros  títulos  muy  respetables,  se  niega 
«con  pertinacia  su  desarraigo,  quedando 
«así   viciada  la  esencia  del  saber,   que 


(j)     Continuadoreí.    del    libro   de   D.    .Modesto 
Lafuente.  Obra  cit..  tomo  XX,  pàgs.  182  y  18;. 


MATAN/AS  DE  lUERA  DK  CAIALUNA 


73 


/'Siendo  progresivo  no  consiente  trabas 
~que  embaracen  los  adelantos  à  que  le 
>.impelen  la  mudanza  de  los  tiempos,  las 
>A'arias  exigencias  del  orden  social. 

>/Las  corporaciones  que  conservaron 
>:>viva  la  lumbre  de  las  ciencias  entre  las 
'  cenizas  de  los  siglos  de  barbàrie  y  des- 
>4ruccion,  no  han  podido  prestarse  à  sa- 
>tisfacer  las  necesidades  intelectuales 
>síempre  crecientes  de  las  épocas  poste- 

>  riores,  por  ser  propio  de  sus  instituciones 
'  el  apego  a  las  tradiciones  antiguas  que 

>  f undaron  su  glòria,  y  la  tibieza,  si  no 
aversion,  à  innovaciones  cuya  urgència 

'  se  les  ocultaba  en  su  retiro  del  mundo,  y 
'  cuya  utilidad  general  podia  ir  desacorde 
'.en  algunos  casos  con  la  suya  privada.  Es- 
>te  espíritu  conservador  quecomunmente 

>  es  un  bien  para  la  sociedad,  no  lo  es  en 
>:lo  que  toca  à  la  cultura  del  entendimien- 
'to  humano  y  à  la  educacion  de  la  ju- 
»ventud. 

»Para  corregir,  pues,  lo  que  por  estàs 
»razones  liubiere  de  vicioso  é  inconve- 
»niente,  S.  M.  se  ha  servido  mandar  que 
>.cesen  con  el  curso  actual  las  ensenanzas 
>•públicas  de  filosofia  y  facultades  mayo- 
>res  en  las  casas  de  religiosos,  quedando 
>-limitadas  ;l  las  de  primeras  letras  y 
>humanidades  en  los  Escolapios,  y  que 
»en  los  colegios  dirigidos  por  regulares 
«cesaràn  estos  en  su  direccion  y  admi- 
vnistracion  luego  que  esa  direccion  gene- 

>  ral  consulte  con  la  posible  brevedad  el 
>orden  que  convenga  adoptar  en  ellos, 
)  proponiendo  al  mismo  tiempo  en  terna 
'los  maestros  y  catedràticos  que  hayan 
xmostrado  su  idoneidad  por  oposicion 
'.pública.  Se  exceptua  de  esta  disposicion 
>i\  los  seminarios  conciliares  que  estén  ;l 
-cargo  de  los  reverendes  obispos. 

>'De  Real  orden...  Madrid  23  de  junio 
^.de  1835.  Juan  Alvarez  Guerra...»  (1). 

'<Real  Decreto.— Conviniendo  para  la 
«prosperidad  y  bien  del  Estado  que  se  res- 
)^tablezca  en  su  fuerza  y  vigor  la  Pragmà- 
»tica  Sancion  de  2  de  abril  de  1767,  que 


(i)     Diario  de  liaicclona  del  ;  de  iuliode  18  ;í. 


"forma  la  ley  3:\  tit.  2o,  lib.  1.°  de  la  No- 
»vísima  Recopilacion,  en  cuanto  por  ella 
»tuvo  à  bien  mi  Augusto  Bisabuelo  el 
»Sr.  D.  Carlos  III  suprimir  en  toda  la  mo- 
»narquía  la  Orden  conocida  con  el  nom- 
»bre  de  Companin  de  Jesús,  ocupando  sus 
»temporalidades;  oido  el  Consejo  de  Go- 
«bierno  3'  el  de  Ministros,  he  venido  en 
»mandar,  en  nombre  de  mi  excelsa  Hija 
»la  Reina  D."  Isabel  II  lo  que  sigue: 

»1 .°  Se  supri  me  perpetuamente  en  todo 
»el  territorio  de  la  monarquia  la  Conipa- 
fíUÍa  de  Jesús,  que  se  mandó  restablecer 
»por  Real  decreto  de  29  de  mayo  de  1815, 
''quedando  éste  por  consiguiente  revocado 
»y  anulado,  como  lo  había  sido  ya  por 
»las  Cortes  en  1820. 

»2.°  Los  individuos  de  la  Compaflía 
»no  podran  volver  à  reunirse  en  cuerpo 
»ni  comunidad,  bajo  ningun  pretexto: 
«debiendo  fijar  su  residència  en  los  pue- 
»blos  que  elijan  de  la  Península,  con 
»aprobacion  del  Gobierno,  donde  viviran 
>'los  que  estén  ordenados  in  sacris  en 
»clase  de  clérigos  seculares,  sujetos  à  los 
»respectivos  Ordinarios,  sin  usar  el  traje 
»de  su  referida  Orden,  ni  tener  relacion 
»ni  dependència  alguna  de  los  superiores 
»de  la  Compaflía  que  existan  fuera  de 
»Espana;  y  los  que  no  estuvieren  ordena- 
»dos  in  sacris,  en  clase  de  seglares, 
«sujetos  à  las  justicias  ordinarias. 

»3.°  Se  ocuparan  sin  pérdida  de  mo- 
»mento  sus  temporalidades,  que  compren- 
»den  los  bienes  y  efectos,  así  muebles  y 
''Semovientes,  como  raices  y  rentas  civi- 
»les  y  eclesiàsticas  que  los  Regulares  de 
»la  Compaflía  posean  en  el  Reino,  sin 
»perjuicio  de  sus  cargas  y  de  los  alimen- 
>  tos  de  los  propios  Regulares,  que  consis- 
»tiràn  en  cinco  reales  diarios  à  los  sacer- 
»dotes  durante  su  vida,  ó  hasta  que  sean 
'H-olocados,  y  tres  reales  à  los  legos  en 
vigual  forma,  los  que  se  pagaran  A  unos 
»y  à  otros  cada  seis  meses  de  los  fondos 
»de  la  Caja  de  Amortizacion,  y  perderftn 
»si  saliesen  del  Reino 

»4."  No  disfrutaràn  de  estos  alimentos 
»vitalicios  los  jesuítas  extrangeros  que 
»existan  en  los  dominiosespanoles  dentro 


74 


l.IlillO    TKliCEItO.  —  CAI'ITL'l.O    SKC.UNDO 


»de  sus  colegios,  ó  fueru  de  ellos,  ni  tam- 
»poco  los  novicios,  por  no  estar  aun 
»empenados  con  la  profesion. 

«5."  Los  bienes,  rentas  y  efectos  de 
»cualquier  clase  que  actualmente  poseen 
»los  Regulares  de  la  Compaíïía,  se  aplican 
«desde  luego  à  la  extinción  de  la  deuda, 
>->6  pago  de  sus  réditos.  Se  exceptúan,  sin 
>embargo,  de  esta  aplicacion  las pinturas, 
«bibliotecas  y  enseres  que  puedan  ser 
»iUiles  c'l  los  institutos  de  cienciasy  artes, 
»así  como  tambien  los  colegioF,  residen- 
»ciasy  casasdela  Compaíïía,  sus  Iglesias, 
»ornamentos  y  vasos  sagrades;  de  los  que 
»me  reservo  disponer,  oidos  los  Ordina- 
»rios  eclesiasticos  en  lo  que  seanecesario 
'->y  conveniente.  Tendreislo  entendido... — 
»Estíl  rubricado  de  la  Real  mano.— En 
«Aranjuez  a  4  de  julio  de  1835.— A.  D.  Ma- 
>nuel  García  Herreros»  (1). 

A  este  tiraiïico  decreto  el  Pontifice  ro- 
mano  contesto  con  la  siguiente  nota: 

«Palacio  del  Quirinal,  6  de  Agosto  de 
»1835.  Ha  llegado  a  conocimiento  de  Su 
»Santidad  por  comunicacion  de  su  Nuncio 
»en  Madrid  y  por  los  papeles  públicos, 
»un  decreto  con  fecha  4  de  julio  próximo 
«pasado,  en  el  que  se  suprime  la  Compa- 
«iïía  de  Jesús  en  todo  el  territorio  de  la 
>Monarquia  espafíola,  se  aplican  sus  bie- 
>'>nes  y  rentas  A  la  extinción  de  la  Deuda 
»pública,  se  someten  los  religiosos  pro- 
»fesos  de  dicha  Companía  ordenados  /// 
>->sacris  A  la  autoridad  de  los  Obispos,  en 
«cuyas  diòcesis  establezcan  su  residència, 
>-con  permiso  del  Gobierno,  y  se  reducen 
»A  la  condicion  de  simples  seglares  los 
^  legos  profesos  de  la  misma  Compaíïía. 

»Cual  haya  sido  la  dolorosa  impresion 
»que  ha  producido  en  el  animo  del  Santo 
»Padre  la  lectura  de  este  Decreto  V.  S. 
»ilustrísima  podrà  mas  facilmente  ima- 
»ginarlo  que  el  infrascrito  Cardenal  se- 
>cretario  de  Estado  decirlo. 

»Un  decreto  que  sin  autoridad  compe- 
>tente  suprime  una  Orden  Religiosa, 
>)Somete  los    Regulares  à    los    Obispos, 


(i)     Diaiio  de  Barcelona  de\  i_|  de  julio  de  i8í=;. 
pàgs.  i=;=;2  y  15=13. 


»reduce  legos  profesos  al  estado  seglar,  y 
»sin  el  necesario  concurso  de  la  Santa 
»Sede  dispone  de  los  bienes  de  la  Iglesia 
))para  usos  diversos,  no  podia,  ni  debía 
>/esperarse  de  un  Gobierno  que  se  dice 
«católico  y  reverente  hàcia  la  Santa  Sede. 

>^Despues  que  por  conducto  del  infras- 
»crito  Cardenal,  en  nota  de  10  de  abril 
«próximo  pasado,  se  protesto  formalmen- 
»te  contra  la  aplicacion  al  Crédito  publico 
»de  los  bienes  de  las  Corporaciones  ecle- 
»siasticas  sin  la  intervencion  de  la  Santa 
»Sede,  no  ha  podido  dejar  de  ser  muy 
«amargo  à  Su  Santidad  que,  en  vez  de 
«respuesta  que  por  todas  razones  mere- 
»cían  sus  justas  reclamaciones,  haya 
»venido  a  publicarse  el  mencionado  De- 
»creto. 

«Dejando  Su  Santidad  la  cuestion  polí- 
»tica  sobre  la  sucesion  al  trono  de  Espa- 
»na,  quiso  tener  con  aquel  Gobierno  todos 
»los  posibles  miramientos,  y  aunque  no 
»se  había  pronunciado  en  tal  cuestion,  no 
»hizo  por  su  parte  alteracion  alguna  en 
«sus  relaciones  diplomàticas  con  la  Es- 
«pana,  antes  bien  propuso  que  A  su  Nun- 
»cio,  à  quien  no  se  quiso  reconocer  como 
«Embajador  cuando  la  Santa  Sede  conti- 
«nuaba  tratando  con  los  agentes  diplo- 
«màticos  de  Espafïa,  se  le  reconociese 
«únicamente  como  Delegado  apostólico 
«investido  de  las  facultades  necesarias 
«para  que  el  curso  de  los  negocios  ecle- 
«siasticos  de  Espafïa  no  sufriere  detri- 
«mento  por  causas  políticas,  y  íl  fin  de 
«que  por  este  motivo  no  se  alterase  la 
Atranquilidad  pública.  Tuvo  Su  Santidad 
»que  deplorar  las  inauditas  atrocidades 
«cometidas  bàrbaramente  contra  tantos 
«buenos  y  tranquilos  religiosos,  el  saqueo 
«de  sus  conventos  y  tantos  otros  males 
«hechos  A  la  Iglesia  por  la  faccion  anti- 
«rreligiosa,  que  se  dejó  llevar  contra  los 
«templos  y  contra  los  eclesiàsticos  a 
«excesos  que  causan  horror,  y  no  por 
«esto  retiro  de  Espafïa  su  representante, 
«ni  desistió  de  las  negociaciones  entabla- 
>  das  para  poder  proveer  de  Obispos  las 
>.Iglesias  vacantes,  sin  perjuicio  de  los 
»privilegios  de  la  corona  de  Espafïa,  y 


MATANZAS    Di;    I-l.ER  A    DK    CATAt.lN\ 


sin  danar  los  privilegies  de  persona 
)  alguna.  Però  viendo  ya  el  Santo  Padre 
-que  las  ofensas  hechas  a  los  sagrades 

>  derechos  de  la  Iglesia  no  pueden  dejar 
*de  atribuirse  desgraciadamente  al  Go- 
>.bierno;  viendo  desatendidas  y  con  tan 
»mala  correspondència  sus  paternales 
>reclamaciones,   no   puede   permitir   por 

>  mas  tiempo  que  su  representante  perma- 
nezca  mudo  espectador  de  los  agravios 

>que  se  hacen a  la  Iglesia,  ni  que  su 

presencia  en  la  capital  de  Espaiïa  pueda 

>interpretarse  como  una  sefíal,  sinó  de 

aprobacion,  al  menos  de  indiferència  en 

la  Santa  Sede,   por  todo  aquello  que  se 

hace  en  perjuicio  de  ella  y  de  la  Iglesia. 

'  Puesto  de  consiguiente  .Su  Santidad,  solo 

-por  causa  del  actual  Gobierno  de  Espa- 

»na,    en  la  desagradable    necesidad  de 

«retirar  su  Xuncio  de  Madrid,  ha  expe- 

»dido  al  mismo  las  ordenes  convenientes 

>al  efecto. 

»E1  infrascrito   Cardenal ,    en    cumpli- 

>  miento  de  los  preceptos  de  Su  Santidad, 

>  participa  esta  soberana  determinación  a 
»V".  S.  Ilustrísima  para  que  le  sirva  de 
»gobierno;  y  al  mismo  tiempo  protesta 
)formal  y  solemnemente  en  nombre  de 
»Su  Santidad  misma  contra  el  mencio- 

>  nadó  Decreto  de  4  de  julio,  para  dejar 
>'Salvos  en  todo  tiempo  los  sagrades  dere- 
»chos  de  la  Iglesia  y  de  la  Santa  Sede, 

>  declarando  que  Su  Santidad  mira  diche 
'^Decreto  como  ilegal  y  nulo  en  todas  sus 
»partes,  en  cuanto  su  contenido  efenda, 
>:de  cualquier  manera  que  sea,  los  sagra- 
»dos  derechos  de  la  Iglesia  y  de  la  Santa 
«Sede»  (1). 

A  tan  clara  cuanto  enèrgica  nota  le  so- 
brarà todo  comentarie. 

El  tercer  decreto  de  Madrid  indica  la 
creencia  del  Gobierno  de  que  la  revo- 
lución  era  obra  de  las  seciedades  secre- 
tas.  He  aquí  sus  principales  pàrrafos: 
«Senora.  —  Las  liltimas  ecurrencias  de 


(i)  d.  Anj.rcl  Salcedo  Ruiz,  conocido  por  el 
scudónimo  de  Màximo.  Et  Anliclericalismo y  /ijs 
Ordenes  religiosus  en  l'sftan.i.  Ma.ln'íi.  iijnS. 
Piigs.  ()(3  y  sigs. 


>  Zaragoza;  la  disposicien  que  manifiestan 
'^algunes  individuos  que  indebidamente 
»han  sido  admitides  en  los  benemèrites 
»cuerpos  de  la  Milícia  urbana;  la  marcha 
»en  fin  de  todas  las  cosas,  revelan  al 
»Gobierno  de  V.  M.  la  existència  de  un 
»plan  mas  ó  menos  cembinado,  3-  con  màs 
»ó  menos  ramificaciones,  cuya  tendència 
«es  díselver  el  Estado,  y  envelver  A  la 
«nacion  en  tedos  los  horrores  y  desastres 
»de  la  mas  desoladora  anarquia. «  Anade 
que  estos  planes  estan  mu}-  adelantados, 
y  que  exigen  un  cambio  de  la  política 
contemporizadora  por  otra  enèrgica;  y 
así  que  el  Gobierno  propone  a  la  aproba- 
ción  de  S.  M.  las  siguientes  medidas: 

«Que  por  el  Ministerio  de  la  Guerra  se 
»manden  salir  para  el  ejèrcito  de  opera- 
»ciones  y  el  de  reserva  ó  a  los  depósitos 
»que  se  designen  à  todos  los  gefes  y  ofi- 
»ciales  que  existen  en  Madrid  y  demas 
«capitales  del  reino  sin  pertenecer  a  sus 
»guarniciones  ó  hallarse  con  alguna  co- 
«mision  del  Servicio 

«Que  por  el  mismo  Ministerio  de  la 
«Guerra  se  proceda  a  poner  en  ejecucion 
»la  ley  de  Milícia  urbana,  promoviendo 
«el  alistamíento  de  estos  cuerpos,  y  pur- 
»gàndolos  de  los  individuos  que  no  ofrez- 
»can  las  garantías  necesarias  para  des- 
«empefiar  el  objeto  de  tan  ímportante 
«institucion. 

«Que  se  haga  saber  a  los  capitanes 
«generales  de  las  províncías  y  a  los  go- 
«bernadores  ó  comandantes  militares  de 
«cualquier  dístrito,  que  en  el  momento 
«que  con  fundado  motivo  pueda  temerse 
«que  se  intenta  alterar  la  tranquilídad 
«pública,  una  de  las  primeras  medidas 
«que  adopten  debe  ser  el  establecer  la 
«comision  militar  para  que  por  ella  sean 
«juzgados  los  autores  ó  còmplices  de 
«cualquíera  tentativa  para  trastornar  el 
«orden,  hacièndolo  saber  así  con  antici- 
«pación. 

«Que  toda  autoridad  que  no  cumpliese 
«la  anterior  disposicion,  ó  que  manifes- 
»tase  tibieza  para  conservar  la  tranqui- 
«lidad  pública,  serA  responsable  de  las 
«desgracias  que  ocurran  y  de  todas  las 


I.IliRO     lEUCCUO. CAFin  LO    SEC.L'Mi 


»consecuencias  ú  que  pueda  dar  lugar  su 
>indecisión  ó  debilidad. 

»En  todo  caso  de  alarma  deberan  pre- 
>  sentarse  &  la  autoridad  militar  todos  los 
»gefes  y  oficiales  que  no  estuviesen  en 
»activo  Servicio,  y  los  que  fuesen  cogidos 
»en  los  grupos  de  alborotadores,  cual- 
»quiera  que  sea  el  pretexto  que  aleguen, 
»seràn  juzgados  tambien  por  la  comision 
»militar. 

»Todo  empleado  que  se  aliste  en  una 
»sociedad  secreta  queda  por  este  hecho 
»privado  de  su  empleo,  honores  y  conde- 
»coraciones,  y  sujeto  ademas  à  las  penas 
»que  imponen  las  leyes.» 

Es  del  15  de  julio  de  1835. 

«S.  M.  se  ha  servido  aprobar  la  ante- 
»rior  exposicion  de  su  consejo  de  minis- 
»tros,  3'  manda  que  se  publiquey  circule, 
»y  que  se  expidan  las  ordenes  necesarias 
»para  la  mas  puntual  ejecucion  de  las 
»prevenciones  que  se  hacen  en  dicho  do- 
»cumento»  (1). 

El  cuarto  documento,  o  decreto,  mucho 
mas  extenso  que  los  dos  anteriores,  viene 
informado  del  mismo  espíritu  que  los 
expedidos  en  el  período  constitucional 
de  1820  a  1823,  de  tal  modo  que  al  leerlo 
cree  el  lector  continuar  el  estudio  de 
aquel  tiempo  de  profunda  y  brava  revo- 
lución.  Sin  embargo,  procede  de  un  go- 
bierno  moderado;  però  los  moderados  de 
entonces  en  su  pecho  alimentaban  tanto 
o  màs  odio  a  la  Religión  que  los  mismos 
exaltados,  solo  que  procuraban  ocultarlo 
bajo  una  piel  deoveja.  En  fin,  oigamos 
sus  palabras: 

íExposicion  A  S.  M.— Sefiora:  La  nece- 
»sidad  de  saludables  3'  prudentes  refor- 
»mas  en  el  clero  secular  y  regular  ha 
»sido  reconocida  hace  largo  tiempo  por 
»el  Reino  junto  en  Cortes,  que  no  dejó  de 
«clamar  constantemente  para  que  se  pu- 
»siese  un  cotó  A  los  extravíos  de  un  celo 
»indiscreto  y  piedad  mal  entendida,  que 


(i)     Diario  ie   Barcelona   del   J4  de    julio    de 
183Í,  pàgs.  1Ó55,  i6?-(  y  il.sí. 


>4antos  perjuicios  y  males  ocasionaron  al 
«Estado;  y  tambien  por  el  suprimido  Con- 
»sejo  y  Càmarade  Castilla,  que  frecuen- 
»temente  elevaron  su  voz  respetuosa  has- 
»ta  el  Trono,  proponiendo  los  remedios 
»que  estimaron  convenientes  para  atajar 
»las  demasias  del  estado  eclesiàstico  se- 
»cular  3'  regular,  ocasionadas  por  el  de- 
»masiado  número  de  clérigos  y  conventos 
»con  relajacion  de  la  disciplina  regular.» 
(jCuaiito  otUo  y  enduta  Iiipocresía!)  «Los 
»augustos  predecesores  de  V.  M.  se  ocu- 
»paron  de  objetos  tan  importantes,  ya 
»solicitando  comisiones  apostólicas  para 
«preparar  y  realizar  las  reformas;  3'a 
»celebrando  concordatos  con  la  Santa 
»Sede  3'  obteniendo  de  ella  bulas  y  braves 
»sobre  determinadas  materias;  ya  dictan- 
»do  por  sí  mismos,  en  uso  de  su  incontes- 
»table  derecho  de  soberanía  3-  como  pro- 
»tectores  de  los  canones  y  de  la  Iglesia, 
«muchas  medidas  generales  3'  particulares 
»que  se  hallan  consignadas  en  las  le3•es 
»de  la  Novísima  Recopilación».  (Deituevo 
cl  absurdo  del  prcteitdido  derecho  de 
liranizar  a  la  Iglesia  por  rasón  de  la 
obligación  de  protegcrla.)  «Però  no  ha- 
»biendo  sido  ejecutadas  estàs  en  gran 
»parte,  y  siendo  ademas  insuficientes 
»para  lograr  y  realizar  los  deseos  tan 
«altamente  manifestades  por  todos  los 
»buenos  ciudadanos  de  todas  clases  y 
»estados,  tan  piadosos  y  religiosos  como 
»amantes  del  bienestar  y  prosperidad  de 
»su  pàtria,»  (Los  religiosos  que  a/iora 
quicren  arreglar  al  clero  son  los  maso- 
nes),  «V.  M.  siempre  solícita  en  procurar 
Ȉ  los  espanoles  todos  los  bienes  que 
»esperan  del  reinado  de  vuestra  excelsa 
»Hija,  mi  Senora  D."  Isabel  II,  se  digno 
»crear  por  decreto  de  22  de  abril  del  ano 
»próximo  pasado  una  Junta  compuesta 
»de  eclesiasticos  del  clero  secular  y  regu- 
»lar,  recomendables  por  su  virtud»  (entre 
ellos  el  jansenista  Don  Fèlix  Amat), 
«ciència,  dignidad  3^  adhesion  sincera  ;i 
»la  legitimidad,  3'  de  seglares  no  menos 
«recomendables,  para  que  tomando  las 
»noticias  convenientes  propusiese  à  la 
«Real  aprobacion  de  V.  M.  el  plan  de  me- 


MATAXZAS    DE    l'CEHA    liE    CATALINA 


77 


>joras  que  creyese  mas  útil,  sirviendo  de 
vbase  a  sus  operaciones  la  instruccion  que 
»V.  M.  tuvo  a  bien  daiie  al  propio  tiempo 
»con  el  laudable  objeto  de  que  tenga  efec- 
»to  la  reforma,  recibiendo  sin  embargo 
»los  fieles  abundance  pasto  espiritual. 
>/Despues  de  un  ano  de  un  trabajo  asiduo, 
>yy  del  mís  detenido  examen,  la  Junta  ha 
»elevado  t'i  las  Reales  manos  de  V.  M.  el 
»fruto  de  sus  meditaciones,  proponiendo 
»las  bases  que  han  de  servir  de  cimiento 
»a  las  reformas  del  clero  tanto  secular 
»como  regular  en  todas  sus  partes.  Estàs 
>bases,  que  seran  examinadas  por  el  Go- 
»bierno  de  V.  M  con  la  detencion  y  ma- 
xdurez  que  exige  matèria  tan  importante 
»y  trascendental,  mientras  que  la  Junta 
«continua  en  la  formacion  de  los  regla- 
»mentos  que  son  necesarios  para  ponerlos 
»en  accion,  daran  matèria  a  diferentes 
«proyectos  de  ley  que  se  someteràn  opor- 
»tunamente  A  la  aprobacion  de  los  Esta- 
»mentos,  contando  en  los  puntes  que  sea 
»necesario  ó  conveniente  fcou)  la  interven- 
»cion  y  prèvia  cooperacion  de  la  potestad 
»eclesiastica,  con  la  cabeza  de  la  Iglesia, 
»ó  bien  con  los  prelados  diocesanos,  se- 
»gun  su  naturaleza.  Però  es  mi  deber 
»llamar  desde  ahora  mismo  la  soberana 
»atencion  de  V.  M.,  sin  perjuicio  de  ha- 
»cerlo  tambien  sobre  otros  puntos  de  la 
»sola  competència  del  Gobierno,  respec- 
>4ivo  de  las  bases  que  tratan  de  la  supre- 
»sion  de  los  monasterios  y  conventos  de 
«hombres  que  carecen  del  niimero  de  12 
«religiosos,  que  segun  varias  constitucio- 
»nes  pontilïcias  son  necesarios  para  for- 
»mar' comunidad,  y  para  cumplir  sus 
»individuos  con  la  observancia  de  la  dis- 
»ciplina  religiosa,  porque  para  llevarlas 
Ȉ  debido  efecto  no  se  necesita  el  con- 
»curso  del  poder  legislativo  ni  el  de  la 
«autoridad  eclesiàstica.  V.  M.  como  pro- 
>:tectora  de  la  Iglesia  y  de  los  canones,  y 
«con  especialidad  del  Santo  Concilio  de 
»Trento,  no  solo  tiene  un  derecho,  sinó 
>que  tambien  este  mismo  caràcter  la  im- 
»pone  la  obligacion  de  velar  para  que  se 
^cumplan  puntualmente  las  disposiciones 
»canónicas,  hacicndo  cèsar  los  abusos  que 


»se  hayan  podido  introducir  en  la  disci- 
»plina  monàstica  y  (eit  el)  trascurso  de  los 
«tiempos  y  resultando  de  la  estadística 
»que  ha  formado  la  Junta,  segun  los  datos 
jique  le  han  suministrado  los  prelados 
«regulares,  que  existen  muchos  monas- 
>-terios  y  conventos  de  hombres  en  los 
»que,  por  la  falta  del  número  canónico  de 
«religiosos,  no  se  puede  observar  como  se 
«debiera  la  disciplina  religiosa,  no  puedo 
í^menos  de  proponer  à  V.  M.  que  se  digne 
«mandar  que  queden  suprimides  desde 
«ahora  todos  los  que  estan  en  este  caso, 
«haciendo  lo  propio  en  lo  sucesivo  a  me- 
«dida  que  queden  reducidos  a  menor  nú- 
«mero  de  individuos  ya  designado.  Ruego 
Ȉ  V.  M.  que  si  esta  medida  merece  V. 
«Real  aprobacion,  como  la  ha  merecido 
»del  Consejo  de  JMinistros,  se  digne  rubri- 
«car  el  decreto  que  tengo  el  honor  de 
«presentarle,  en  el  cual  se  halla  consig- 
«nada  con  otras  disposiciones  que  se  deri- 
»van  necesariamente  de  ella,  y  las  excep 
«ciones  que  reclaman  el  bien  del  Estado 
»y  de  la  Iglesia.  {^Y  la  aprobacion  del 
»Sunio  Poiitífice  dónde  està?)  La  con- 
«secuencia  inmediata  de  este  decreto  serà, 
«Senora,  la  supiesion  de  màs  de  900  casas 
«de  las  ordenes  religiosas,  que  es  casi 
«una  mitad  de  las  que  existen  en  el  dia, 
«segun  la  nota  nominal  que  ha  presen- 
«tado  la  misma  Junta;  y  la  aplicacion  de 
«sus  propiedades  para  la  amortizacion  de 
»la  deuda  del  Estado.  Segun  aquella  nota 
«se  suprimen  43  monasterios  de  las  dife- 
«rentes  ordenes;  138  conventos  de  domi- 
«nicos;  181  de  f  ranciscos;  77  de  descalzos; 
»7  de  terceros;  29  de  capuchinos;  88 
«de  agustinos  calzados;  17  de  recoletos; 
«37  de  carmelitas  calzados;  48  de  idem 
«descalzos;  36  de  mercenarios  calzados; 
«27  de  idem  descalzos;  50  de  San  Juan 
«de  Dios;  11  de  premonstratenses;  ó  de 
«clérigos  menores;  4  de  agonizantes;  3  de 
«servitas;  t>2de  mínimos;  37  de  trinitarios 
«calzados,  y  de  idem  descalzos  7.  Ade- 
«mas  se  deben  suprimir  tambien  los  mo- 
«nasterios  y  conventos  que  hayan  perdido 
^dicho  número  de  individuos  con  poste- 
«rioridad  a  la  remision  de  las  noticias  a 


LIBRO     TKUCliUO. CAPIIX'1.0    SüíjU.N'DO 


>  la  Junta  por  los  prelados  superiores,  y 
»los  que  teniendo  el  número  de  12  profe- 
»sos,  no  son  sus  dos  terceras  partes  a  lo 
»menos  de  coro,  los  cuales  no  estan  com- 
>:'Prendidos  en  la  estadística  que  ha  for- 
»mado  la  Real  junta  eclesiàstica.  S.  Ilde- 
»fonso  à  25  de  julio  de  1835.— Manuel  Gar- 
»cía  Herreros.» 

«El  aumento  inconsiderado  y  progresi- 
»vo  de  monasterios  y  conventos,  el  esce- 
»sivo  número  de  individuos  de  los  unosy 
>4a  cortedad  del  de  los  otros,  la  relaja- 
»cion  que  era  consiguiente  de  la  discipli- 
»na  regular,  y  los  males  que  de  aquí  se 
»seguian  à  la  religion  y  al  Estado,  exci- 
»taron  mas  de  una  vezpara  su  correccion 
»el  celo  de  los  Reyes  de  Espana,  el  del 
»reino  junto  en  Cortes,  y  aun  el  de  la 
>:'Santa  Sede.  Así  es  que  por  una  de  las 
»condiciones  de  millones  se  previno  que 
»no  se  concediesen  licencias  para  las 
»nuevas  f  undaciones  de  monasterios,  aun- 
»que  fuese  con  titulo  de  hospederías,  mi- 
»siones,  residencias,  ú  otro  cualquiera;  y 
>;que  la  Silla  Apostòlica  ha  expedido  va- 
>rios  breves  cometidos  à  prelados  de 
>^estos  reinos  para  la  reforma  en  ellos  de 
»los  regulares,  la  que  sin  embargo  no 
»llegó  à  tener  el  efecte  deseado  por  cir- 
»cunstancias  imprevistas.  De  aquí  proce- 

>  de  que  existan  hoy  en  Espana  mas  de 
>/900  conventos,  que  por  el   corto  número 

>  Je  sus  individuos  no  pueden  mantener 
»la  disciplina  religiosa  ni  ser  útiles  à  la 
»Iglesia.  Teniendo  pues  presente  que  con- 
>forme  à  varias  constituciones  apostóli- 
»cas  de  diferentes  Sumos  Pontífices,  se 
»requiere  en  todo  convento  à  lo  menos 
»el  número  de  12  rehgiosos  profesos, 
»cuyas  dos  terceras  partes  sean  de  coro; 
»y  deseando  poner  pronto  remedio  à  los 
>^males  que  resultan  de  la  inobservancia 
>^de  estàs  santas  màximas,  oido  el  Consejo 
>:'de  Ministros,  y  conformandome  con  lo 
»propuesto  por  la  Real  Junta  eclesiàstica, 
»he  venido  en  mandar  en  nombre  de  mi 
»excelsa  Hija  la  Reina  D.^  Isabel  II  lo 
>:siguiente: 

»l°  Los  monasterios  y  conventos  de 
«religiosos   que   no  tengan  12  individuos 


«profesos,  de  los  cuales  las  dos  terceras 
«partes  à  lo  menos  sean  de  coro,  quedan 
»desde  luego  suprimidos;  y  lo  mismo  se 
«verificarà  en  lo  sucesivo  respecto  de 
»aquellos  cuyo  número  venga  à  reducirse 
»con  el  tiempo  à  menos  del  establecido. 

»2.''  Los  monasterios  y  conventos  que 
»se  hallan  actualmente  cerrados  por  efec- 
»to  de  las  presentes  circunstancias,  se 
»entenderàn  suprimidos  tambien  por  este 
«decreto  si  no  tuviesen  el  número  de  reli- 
«giosos  designado. 

>3.°  Si  circunstancias  particulares  de 
«utilidad  pública  reclamasen  la  conserva- 
»cion  de  alguno  ó  algunos  monasterios  ó 
«conventos  que  no  tengan  dicho  número, 
«se  completarà  este  con  individuos  de 
«otros  del  misnio  instituto. 

«4.°  Quedan  esceptuadas  de  estàs  re- 
«glas  las  clases  de  clérigos  regulares  de 
«las  escuelas  pías,  y  los  colegios  de  misio- 
«neros  para  las  provincias  de  Àsia. 

»5.°  Los  religiosos  de  los  monasterios 
»y  conventos  suprimidos  en  virtud  de 
«este  Real  Decreto,  se  trasladaràn  à  otras 
«casas  de  su  orden  que  designaran  los 
«respectives  prelados  superiores,  à  las 
*que  podran  llevar  consigo  los  muebles 
xde  su  uso  particular. 

»6.°  Las  parroquias  que  dependan  de 
«monasterios  ó  conventos  suprimidos  pa- 
«saràn  à  ser  seculares  con  todos  los  dere- 
»chos  y  consideraciones  que  como  à  tales 
«les  han  correspondido  hasta  aquí. 

«7.°  Los  bienes,  rentas  y  efectes  de 
«cualquier  clase  que  posean  los  monaste- 
»rios  y  conventos  que  deban  quedqr  su- 
«primidos,  se  aplican  desde  luego  à  la 
«extincion  de  la  deuda  pública,  ó  pago  de 
«sus  réditos;  però  con  sujecion  à  las  car- 
»gas  de  justícia  que  tengan,  así  civiles 
«como  eclesiàsticas.  Se  exceptuan  con 
«todo  de  esta  aplicacion  los  archivos, 
«bibliotecas,  pinturas  y  demàs  enseres 
»que  puedan  ser  útiles  à  los  institutos  de 
«ciencias  y  artes,  así  como  tambien  los 
«monasterios  3^  conventos,  sus  Iglesias, 
»ornamentos  y  vasos  sagrades,  de  los  que 
»me  reservo  disponer,  oidos  los  ordina- 
»rios  eclesiàsticos  y  prelados  generales 


MATAN/AS  t)F.  r  LERA  DE  CATALL  N  \ 


79 


»de  las  ordenes  en  lo  que  sea  necesario  ó 
»conveniente. 

»8.^  Si  resultaré  que  las  rentas  de 
>:algun  monasterio  ó  convento  a  donde 
>^se  trasladasen  individuos  de  otro  supri- 
^-mido  no  alcanzaren  para  la  necesaria 
«manuiencion  de  la  comunidad,  se  le 
»adjudicar;\  la  parte  de  bienes  de  las 
«casas  suprimidas  que  sea  suficiente  al 
«efecto.Tendreislo  entendido...— Està  ru- 
>^bricado  de  la  Real  mano.— En  S.  Ilde- 
>  tonso  A  25  de  julio  de  1835.— A  D  Ma- 
>-nuel  García  Herreros»  (1). 

Mucho  en  el  anterior  documento  se 
habla  de  los  cànones,  mucho  del  bien  de 
la  disciplina  }•  de  la  Iglesia;  però  se  que- 
brantan  \'  liuellan  descaradamente  los 
mas  fundamentales  que  prohiben  a  todo 
secular,  simple  individuo  o  gobierno,  en- 
tremeterse  a  disponerde  las  instituciones 
eclesiàsticas,  y  luego  arrebatarles  sus  bie- 
nes. Si  tanto  el  gobierno  del  impio  Tore 
no  deseaba  el  bien  de  la  Iglesia,  ;por  qué 
no  acude  al  Pontifica  y  con  él  trata  de  las 
ref ormas  hacederas? ; Por  q  ué,  en  lugar  de 
aplicar  los  bienes  al  Estado,  no  los  deja 
en  poder  de  la  misma  Iglesia,  cuyos  son? 
Todo  queda  explicado  con  recordar  que 
Toreno,  presidente  delMinisterio,  era  ma- 


ti)    Diario  de   Barcelona   del   ^   de  aJ;l_l^l^ 
183Í,  pàgs.  de  17111  a  lyjj. 


de 


són,  y  hasta  había  pertenecido  al  gobier- 
no supremo  de  la  secta  (2);  todo  queda 
explicado  al  recordar  que  en  aquellos 
momentos  el  Gobierno  trataba  de  desar- 
mar 3'  contentar  a  las  sociedades  secre- 
tas.  Este  es  su  celo  por  la  disciplina  y  la 
Iglesia. 

Con  esto  hemos  llegado  ya  a  los  fines 
de  julio  de  1835,  època  en  que  empezaron 
en  Cataluna  las  matanzas  de  frailes  é 
incendios  de  conventos,  y  así  debiera 
ahora  entrar  en  la  descripción  de  aque- 
llos crímenes,  objeto  primordial  del  pre- 
senta libro  III;  però  queda  atràsun  hecho 
importante,  realizado  en  abril  y  mayodel 
niismo  ano  1835,  del  que,  al  pasar  por 
aquellas  fechas,  he  prescindido  para  no 
quebrar  con  su  estudio  la  resefia  de  inte- 
lesantes  sucesos.  Mas  no  puedo  prescin- 
dir de  c\  ahora  en  este  como  lugar  de 
descanso  y  prologo  de  la  dicha  reseiïa.  Es 
la  discusión  de  Cortes  sobre  si  procedia  o 
no  la  devolución  de  los  llamados  bienes 
nacionales  a  los  compradores  del  tiempo 
constitucional,  a  quienes  fueron  quitados 
en  1823  para  restituiries  a  las  corpora- 
ciones  religiosas:punto  importante  ligado 
con  el  crimen  de  1835. 


(-•)     D.  .\nlunio  Alcalà  Galiano.   Reciierdos  de 
Ull  .iiicijiiü.  Madrid,  i8t)o.  Pàg.  ^-n. 


Capitel  del  clauslro  de 
S.  Cueat  del  \'allOs 


CAPITULO    TERCERO 

DISCUSIÓN   DEL  CONGRESO  SOBRE 

LA    DEVOLUCION 

DE  LOS  BIENES   DE  REGULARES 

A   LOS  COMPRADORES 

DEL  TRIENIO   CONSTITUCIONAL 


xVRTICULO   PRIMERO 


LA  DISCUSIÓN 


DISCISION    IiF.L    CO.VORESO.     ETC. 


83 


OR  la  ma- 
tèria   en 
si,  por  la 
luz    que 
a  r  r  o  j  a 
sobre   la 
el   sentir 
le  los    hombres   de 
823,  por  el  que  ma- 
iifieslaenlosdelS35, 
■  por  las  consecuen- 
ias  que  pudo  traer, 
eviste  inusitada  im- 
lortancia    la    discu- 
ión    trabada  en  la 
de  los   Procurado- 
ngreso  de  Diputa- 
bril  y  mayo  de  1835, 
devolución   de   los 
i    regulares    a    los 
jresdel  trienio  cons- 
.  Dió  lugar  a  esta 
arreglo    de    la 
Deuda  interior. 

Antes  de  entrar  en  la  ex- 
plicación,  o  mejor,  reseiia  de 
este  debaté,  se  hacen  necesarias  dos 
noticias:  1.''  Que  se  trata  de  los  bienes  de 
los  monacales  y  frailes  que  en  el  periodo 
constitucional  de  1820  al  1823  fueron  ven- 
didos  por  el  Estado,  después  de  haber  sido 
extinguidos  los  Monasterios  por  la  Uama- 
da  ley  de  25  de  octubre  de  1820.   Caida  la 


iscusion 


Nota. — La  inicial  de  estc  capitulo  luO  cupiada 
de  un  libro  de  com  de  los  Benitos  de  San  Feliu 
de  (niixols. 


Constitución  en  1823  y  anulados  por  la 
Autoridad  los  actos  de  los  constituciona- 
les,  estos  bienes  pasaron  nuevamente  a 
manos  de  las  respectivas  Comunidades. 
sin  que  se  devolviese  el  precio  a  los  com- 
pradores. Ahora,  en  1835,  en  el  Congre- 
so  se  disputa  si  se  devolveràn  inmedia- 
tamente  a  los  compradores  estos  bienes 
o  se  les  dara  otra  indemnización-  El  Go- 
bierno  no  queria  la  inmediata  devolución 
de  estos  bienes  a  los  compradores;  que- 
ria solo  daries  una  indemnización.  Los 
compradores  y  los  exaltades  pretendían 
la  inmediata  devolución. 

2°  También  en  este  debaté  se  men- 
cionan  los  bienes  procedentes  de  la  sep- 
timación.  El  Gobierno  espanol  insto  al 
Papa  para  que  le  concediese  algunos  va- 
lores de  la  Iglesia,  y  Pío  MI  por  breves 
de  1805  y  1806  concedió  a  Carlos  IV  el 
séptimo  de  los  bienes  eclesiàsticos.  Con 
estos  datos  se  facilita  desde  luego  la  inte- 
ligencia  de  los  documentes  }•  discursos 
que  voy  a  aducir;  que,  fiel  a  mi  sistema 
de  dejar  hablar  a  los  documentes,  daré 
la  palabra  para  resenar  aquel  debaté  al 
texto  oficial  del  Stipleniento  d  la  Gaceía 
de  Madrid ,  y  reproduciré  en  todo  punto 
importante  las  mismas  palabras  de  los 
oradores  que  en  él  contendieron. 

Así,  pues,  en  la  sesión  del  9  de  Abril 
de  1835  «el  seiior  Vicepresidente  anuncio 
»que  se  iba  à  proceder  íI  la  d  iscusion  del 
xproyecto  de  ley  sobre  arreglo  de  la  deu- 
»da  interior.  En  consecuencia  se  lej'eron 
>el  proyecto  presentado  por  el  Gobierno, 
>;el  dictamen  de  la  Comision  encargada 
>de  su  examen,  y  el  voto  particular  del 
»sefior  Barata,  que  son  como  sigue!» 

Proyecto  del  Gobierno.— El  preambulo 
trata  muchos  puntos  referentes  a  la  deu- 
da, puntos  ajenos  a  los  religiosos;  mas, 
al  topar  con  estos,  dice: 

«Llegamos,  sefiores,  A  uno  de  los  pun- 
xtos  mas  espinosos  é  importantes,  el  de 
»los  compradores  de  bienes  de  monacales 
>  y  de  conventos,  à  quienes  se  debe  ó  el 
«reintegro  de  los  valores  que  entregaron 
>;en  pago  de  las  propiedades  que  adqui- 
«rieron,  ó  la  restitucion  de  las  mismas 


84 


I.IURO    TF.RCIÏRO. CAPITULO     TKUCICRO 


»propiedades.  Las  Cortes,  por  decreto 
»de  1."  de  Octubre  (se  equivoca:  es  de  25 
»cie  octubre)  de  1820  dieron  reglas  para  la 
»forma  (debe  decir:  refonim)  de  regula- 
>  res,  y  aplicaron  sus  bienes  à  la  deuda 
»del  Estado,  mandando  que  se  vendiesen 
»à  metalico,  ó  a  papel  segun  las  disposi- 
»ciones  que  contienen  los  decretos  de  9  de 
«noviembre  de  1820,  22  de  junio  de  1822. 
»Por  decreto  de  la  regència  establecida 
»en  Madrid,  fecho  en  11  de  junio  de  1823, 
).se  declararon  nulos  todos  los  actos  del 
«Goblerno  constitucional,  especialmente 
»el  de  la  reforma  de  regulares,  empezan- 
»do  à  devolvérseles  los  bienes,  conforme 
»a  una  orden  de  la  misma  de  15  de  agosto 
»y  otra  de  2-J  de  octubre,  fuera  ya  el  Rey 
>^de  Càdiz,  con  todas  las  mejoras  que  ha- 
.»bían  recibido,  y  confiscàndose  el  valor 
»de  ellas  &  los  compradores,  igualmente 
»que  lo  que  dieron  en  pago  del  precio  de 
»las  fincas.  Llego  à  tal  punto  la  pasion 
»atropellada  de  los  que  dictaron  aquellos 
»decretos,  que  tambien  fueron  confisca- 
»dos  los  excedentes  ó  sobrantes  de  los 
»capitales  recibidos;  y  por  haberlos  em- 
«pezado  à  liquidar  se  reconvino  agria- 
»mente  à  la  Comision  de  liquidaciones  en 
»Real  Orden  de  12  de  marzo  de  1826. 

»Si  el  puesto  que  ocupo  y  otros  justos 
»miramientos  me  impiden  calificar  como 
»se  debe  tamaiïa  injustícia,  no  por  eso 
>;dejarà  la  posteridad  de  verificarlo  con 
«inflexible  severidad.  Porque  si  la  políti- 
»ca  bien  ó  mal  entendida  del  Gobierno 
»estimó  conveniente  que  se  resc'ndiesen 
»aquellos  contratos,  ;en  qué  maximas  de 
^equidad  ó  justícia  fundaba  la  confisca- 
>.cion  del  precio,  la  de  sus  sobrantes  y  la 
>-del  valor  de  las  mejoras?  cEra  delito  en 
»los  compradores  de  los  bienes  de  mona- 
»cales  haberlos  adquirido  en  virlud  de 
»actos  y  leyes  de  un  Gobierno  reconocido 
»por  toda  la  Nacion  y  por  la  Europa  en- 
»tera?  iNo  se  pagaron  por  el  que  sucedió 
»al  constitucional  otras  reclamaciones 
xextrangeras  reconocidas  por  el  ultimo? 
»;Pues  por  qué  ensordeció  a  las  de  los 
«compradores  nacionales  cuando  pedían 
»se  les  restituyesen  sus  valores? 


»Por  ahí  se  ve  desgraciadamente  que 
»faltó  el  apoyo  necesario  en  la  opinión, 
»para  obligar  il  ser  justo  al  Gobierno, 
»que  tan  inicuamente  despojaba  a  legíti- 
»mos  reclamantes. 

»Toca,  pues,  al  régimen  benéfico  y  re- 
«parador  de  S.  M.  la  Reina  Gobernadora 
»deshacer  tan  insigne  injustícia.  Esta  ne- 
»cesidad  aumentaría  mucho  nuestra  deu- 
»da  si  los  compradores  hubiesen  pagado 
»el  precio  de  los  remates;  però  afortuna- 
«damente  la  mayor  parte  de  los  que  se 
»hicieron  no  fueron  satisfechos.  No  ha 
»sido  dado  averiguar  la  aplicacion  de  los 
«valores  que  se  realizaron:  solo  se  ha 
itenido  noticia  de  37  millones  de  vales 
»reales  que  se  renovaron  y  negociaron 
»en  Paris;  volviendo  a  la  Caja  de  Amor- 
«tizacion  en  inscripciones  de  la  renta 
«perpetua. 

«La  falta  de  órden  y  de  buena  contabi- 
«lidad  en  las  oficinas,  y  sobre  todo  el 
«trastorno  que  pudo  causar  la  traslacion 
«de  los  papeles  de  esta  a  Andalucía  en 
«1823,  ha  obligado  -k  entrar  en  un  prolijo 
«trabajo  con  el  objeto  de  apurar  el  im- 
«porte  de  los  capitales  en  que  fueron 
«vendidos  los  bienes  de  que  tratamos.  Se 
«esperó  hallarlo  en  la  Contaduría  gene- 
«ral  de  valores,  à  donde  se  habían  pasado 
«los  papeles  y  libros  de  la  Comision  del 
«Crédito  publico;  però  inútilmente;  pues 
«de  los  que  allí  se  encontraron  resulto 
«solo  la  suma  de  3-10.392,456  rs.  Siendo 
«esta  evidentemente  incompleta,  se  ocur- 
«rió  à  la  Comision  de  liquídacíon  de  la 
«deuda  pública,  la  cual  calculo  la  totali- 
«dad  de  las  ventas  en  2,245.470,560  rs. 
«Tan  excesiva  parecía  esta  cantídad,  co- 
«mo  diminuta  la  primera,  y  por  consi- 
«guiente  era  menester  desconfiar  de  am- 
«bas.  Para  formar  juicio  cierto  se  pidió 
«íí  la  Comision  central  de  Amortizacion 
«que  remítiese  à  la  Secretaria  del  Despa- 
»cho  todos  los  expedientes  de  ventas  de 
«fincas  que  hubiese  recibido  de  los  anti- 
«guos  comisionados  del  Crédito  publico. 
«Vinieron,  pues,  al  Ministerio,  y  allí  se 
«ha  extendido  un  estado,  que  aunque  no 
«del  todo  completo,  no  deja  duda  de  los 


DISCUSIO.N'     DliL    CONGRKS 


85 


-  valores  aproximades  de  aprecios  y  re- 
■  mates,  y  de  los  pagos  ejecutados.   Los 

compradores  fueron  7,679:  las  fincas  re- 
/matadas  25,177:  sus  aprecios  449.899,423 
>/rs.,3'los  remates  subieron  à  1,045.609,788 
'rs.:  lo  pagado  por  cuenta  de  estos  im- 
*porta  en  metàlico  244,579,  y  en  papel 
-352.539,802  rs.;  y  el  capital  de  los  cen- 
/  sos  redimides  no  excedió  de  10.640,702 
/  rs.  16  mrs.  La  diferencia  de  estàs  sumas 
-a  la  total   de  los  remates,  consiste  en 

-  que  los  compradores  no  pagaron  a  los 
plazos  conv'enidos,  ó  en  que  reconocie- 
ron   censos  sobre  las  fincas  que  habian 

-adquirido  hasta  cubrir  el  alcance  que 
^resultaba  contra  ellos 

>'De  lo  expuesto  resulta  cuan  poco  ven- 
'  tajosa  fué  para  la  extincion  de  la  deuda 
pública  la  venta  de  los  bienes,  y  se  ve 
que  a  pesar  del  bajo  precio  del  papel  en 
gran  parte  de  aquella  època,  no  obtu- 
'  vierou  las  fincas  mas  que  dos  y  tantos  y 
'  medio  de  sus  preciós,  pagàndose  de  ellos 
»poco  mas  de  una  tercera  parte:  prueba 
>:evidente  de  que  las  convulsiones  políti- 
cas  de  entonces  no'  dejaron  que  se  des- 
plegase  cual  convenia  la  coníianza  pú- 
blica, con  cuya  falta,  ó  no  se  presentaren 
ricos  capitalistas  para  comprar,    ó  difi- 
rieron  muchos  de  estos  sus  pagos,  hasta 
que  se  aclarase  el  oscuro  horizonte   que 
>:se  les  presentaba. 

»Es  evidente  que  à  los  que  no  pagaron 
/SUS  lincas  nada  se  les  debe,  y  que  solo 
>/es  menester  proponer  medios  de  reinte- 
>/grar  à  los  que  lo  verificaren.  La  resti- 
>.tucion  de  los  bienes,   sin  adoptar  una 
referma  prudente  y  justa  de  los  regula- 
res, seria  una  medida  parcial  que  pro- 
'duciria  confusion  y  desorden.   V  como 
»no  nos  parece  oportuno  adoptar  ningu- 
»na  de  esta  espècie  antes  que  la  Cemision 
de  leformas  del  clero  concluya  sus  tra- 
'  bajos,  no  parece  haya  otro  medio  mas 
pronto  y  expedito  de  reintegro,  que  la 
devolucion  de  iguales  valores  a  los  reci- 
bidos,  verificandolo  del  mode  siguiente. 
»A  los  que  pagaron  en  vales   reales, 
(onsolidados  antes  de  1820,  se  les  po- 
dran entregar  inscripciones  ó   títulos  al  | 


«portador  sobre  el  gran  libre  a  4  por  100; 
»y  a  los  que  pagaron  en  vales  comunes 
»se  les  podran  igualmente  dar  dos  tercios 
vconsolidados  al  4  por  100,  y  el  otro  ter- 
>/CÍo  en  documentes  de  la  deuda  corriente 
'al  5  por  100  en  papel;  conviniende  que 
»les  efectes  que  entraren  en  la  caja  del 
»Crédito  publico,  y  cuyas  diversas  cuali- 
»dades  se  han  clasificado  despues  en  la 
//deuda  corriente  con  interès,  sean  reem- 
»belsados  con  iguales  valores,  y  con  los 
>/de  la  deuda  sin  interès,  los  recibos  de 
»esta  espècie,  y  los  réditos  vencidos  deia 
»deuda  que  los  devenga  por  los  que  se 
»debieren  hasta  las  liquidaciones  respec- 
»tivas. 

»Este  medio  concilia  en  lo  posible  la 
»justicia  con  los  intereses  del  Estado,  y 
»de  sus  diversos  acreedores,  à  quienes 
»queda  íntegra  la  hipoteca  que  la  gra- 
»dual  extincion  de  regulares  les  ofrece 
>/para  realizarla  en  dias  pacificos,  y  cuan- 
»do  renaciendo  la  confianza  en  toda  su 
)/plenitud,  cesen  los  metivos  que  en  otro 
»tiempo  envilecieren  esos  bieneS//  (1). 

Siguen  parrafos  referentes  a  otros 
acreedores  y  deudas;  después  de  los  cua- 
les,  terminado  el  preambulo,  viene  el 
articulade,  entre  cuyos  capitules  se  leen 
los  siguientes: 

«Capitulo  primero.— Articulo  1.°  Que- 
»dan  extinguides  tedos  los  crédites  con- 
»tra  el  Estado  recenocidos  y  liquidades  ó 
>/por  liquidar,  pertenecientes  à  los  Pro- 
»pios  y  Pósites  de  la  Monarquia,  à  corpo- 
»raciones  eclesiasticas,  ermitas,  santua- 
»ries,  cefradías,hermandades,  memorias, 
»ó  fundaciones  de  obras  pias  y  capella- 
»nías  colativas  vacantes  ó  que  fueran 
«vacando. 

«Capitulo  segundo. — Art.  5."  Se  apli- 
»can  exclusivamente  a  la  amortizacion 
>;de  la  deuda  pública  interior  sin  interès  y 
>;de  la  deuda  pasiva  extrangera  los  bie- 
»nes  de  obras  pias  arriba  mencionades,  y 
»la  séptima  parte  de  los  demas  bienes 


(i)     Suplenieiilo  i  Li  G.kc'/.i  l/c-  M.j.iii.i Je 

iS^s-  PíiS-  6;;. 


S6 


LIERO    TERCERO.  —  CAPITL'I-0    TERCERO 


«propios  de  las  igiesias,  conventos  de 
xambos  sexos,  comunidades,  fundaciones 
»y  cualesquiera  otros  poseedores  eclesiàs- 
>ticos,  que  fueron  concedides  al  Sr.  Don 
»Carlos  IV  por  los  dos  braves  de  Pío  VII 
»de  14  de  junio  de  1805  y  de  12  de  diciem- 
xbre  de  1806  (1). 

»Capítulo  séptimo.=De  los  comprado- 
»res  de  bienes  incorporados  al  Estado 
»desde  el  afio  1820  hasta  el  ano  de  1823. 

«Art.  37.  Los  acreedores  de  esta  clase 
»que  pagaron  las  fincas  en  vales  consoli- 
»dados  antes  de  1820,  recibiran  por  estos 
»renta  al  4  por  100  transferible  ó  al  por- 
»tador. 

»Art.  38.  Los  que  pagaron  las  mismas 
»fincas  en  vales  comunes,  recibiran  tam- 
»bien  en  cambio  dos  tercios  en  rentas  al 
»4  por  100  transferibles  ó  al  portador,  y  el 
»tercio  restante  en  títulos  de  la  deuda 
»corrieiite  al5por  100,  en  papel,  y  opcion 
Ȉ  ser  consolidados. 

»Art.  39.  Con  efectos  de  esta  última 
»clase  de  deuda  seran  satisfeclios  los  com- 
»pradores  que  pagaron  con  otros  docu- 
>mentos  diversos  que  los  de  vales  Reales, 
xcuyos  equivalentes  han  sido  convertidos 
«despues  de  1824  en  efectos  de  aquella;  y 
>^recibiran  certificaciones  de  la  deuda  sin 
«interès  los  que  tengan  títulos  que  desde 
«aquella  època  se  hayan  convertido  en 
«igual  espècie  de  deuda. 

»Art.  adicional.  No  se  pagaran  los  in- 
«tereses  de  los  residuos  ó  documentos  de 
»la  deuda  consolidada  que  no  lleguen  a 
»2,000  reales  hasta  que  sean  convertidos 
«en  rentas  transferibles  ó  al  portador, 
-  segun  sus  respectivas  procedencias. 

«Madrid  y  Diciembre  30  de  1834.— El 
«Conde  de  Toreno»  (2). 

La  comisión  de  la  Camara  de  Procura- 
dores empiezd  su  dictamen  diciendo  que 
ha  meditado  y  discutido  mucho  el  asunto, 
y  que  ha  sentado  siete  bases,  de  las  que 
laséptima  tiene  las  siguientes  palabras: 
«Devolver    los  bienes  nacionales  à  los 


(i)     Siiplemento  citado.  púgs.  636  y  ó•37. 
(2)     Suplemenlo  citado.  púg.  Ó37. 


«compradores  en  los  anos  del  20  al  23... 
«Procurando  atender  la  comisión,  à  la 
«gran  suma  de  créditos  sin  interès  que 
«circulan,  y  à  los  que  se  aumentan  por 
«efecto  de  la  clasificacion  espresada,  pre- 
«sentan  en  su  beneficio,  de  acuerdo  con 
«la  propuesta  del  Gobierno,  los  bienes  de 
>4as  obras  pías,  la  séptima  parte  de  los 
«del  clero  secular  y  regular,  y  la  mitad 
«de  los  bienes  baldios  y  realengos,  au- 
«mentada  con  todos  los  bienes  de  la  extin- 
«guida  inquisicion,  temporalidades  de  los 
«jesuitas,  y  12  millones,  etc... 

«Mas  todos  los  medios  propüestos,  las 
«mismas  fincas  que  han  de  absorver  la 
«mayor  parte  de  nuestra  deuda  sin  inte- 
«rés,  la  franqueza  3^  justícia  que  guían  a 
»la  Comisión  para  resucitar  un  crèdito 
«paralizado  (es  dccír,  el  del  Estado)  y 
«todos  los  esfuerzos  de  la  confianza,  se 
«estrellarían  indudablemente  y  vendrían 
»à  ser  aéreos  si  la  comisión  conviniese 
«con  la  propuesta  del  Gobierno,  empe- 
«zando  por  anular  los  contratos  mas 
«solemnes  y  mas  legales,  verificados  bajo 
«la  salvaguardia  de  una  lev  hecha  en 
«Cortes  y  sancionada  por  el  Rey.  ;Cómo 
«podria  la  Comisión  proponer  venta  de 
«fincas,  ni  hipoteca  de  ninguna  clase  para 
«pagar  la  deuda  si  desconociese  la  legiti- 
«midad  de  los  contratos  de  compra  de 
«otras  fincas  iguales?  ^Quién  seria  el  que 
»se  presentase  À  comprar?... 

«Abonan  la  propuesta  de  la  comisión 
«los  principies  reconocidos  por  todas  las 
>legislaciones  que  arreglan  la  justícia 
«civil,  en  cuanto  a  la  indisolubilidad  de 
^los  contratos  y  acciones  que  de  ellos 
«emanan:  los  confirman  las  consideració- 
«nes  económicas  de  poner  estos  bienes 
«en  circulacion,  dividir  la  propiedad  y 
«aumentar  la  masa  imponible;  y  los  corro- 
«boran  todavia  mas  los  de  conveniència 
«pública,  5'  los  miramientos  políticos  tan 
«atendibles  bajo  todos  conceptes. 

«Aun  cuando  se  dijese  y  probase  que 
«las  fincas  se  habian  vendido  por  menos 
«valor  efectivo  del  que  tenian,  no  era 
»esto  motivo  justo  ni  político  contra  la 
«base  de  la  comisión:  lo  primero  porque 


iMSCUfïiiiN   Dr:r.  coxr.unso,   ktc. 


87 


»seg-un  los  estados  publicades  hasta  1822, 
»las  fincas  que  fueron  tasadas  en  reales 
»438.22l,600  se  habían  vendido  en  reales 
»888.5ò3,866,  y  por  consiguiente  aumen- 
»taron  en  su  venta  mas  de  un  duplo:  lo 
»segundo,  porque  el  demérito  de  los  cré- 
»ditos  pende  en  el  Gobierno,  por  ser  mo- 
»neda  suya  y  no  del  particular:  tercero, 
»porque  aun  dado  caso  que  hubiese  ejem- 
»plares  de  que  en  algunas  ventas  hubo 
«viciós,  esto  ni  destruye  el  vigor  de  la 
»ley,  ni  puede  ser  extcnsivo  a  formar 
»regla  general;  y  cuarto,  porque  aun 
»cuando  no  fuesen  vendidas  por  créditos, 
»sino  repartidas  gratuilamente,  tendria 
»mayor  interès  el  Estado  en  que  circula- 
»sen,  mejor.lndose  por  los  particulares, 
»que  en  el  estancamiento  en  que  yacen». 

Sigue  el  proyecto  de  ley  o  articulata 
propuesto  por  la  Comisión,  cuyo  capi- 
tulo VII  dice  así: 

«Art.  40  de  la  Comisión  y  37  del  Go- 
»bierno;  Se  devolveràn  las  íincas  rústicas 
»y  urbanas  y  derechos  eníitéuticos  cen- 
>:sales  ó  forales  redimiJos  y  demas  bienes 
»inmuebles  y  semovientes  incorporados 
»al  Estado  í'i  virtud  de  los  decretos  de  las 
»Córtes  dados  desde  1820  a  1823  a  los 
«compradores  que  se  hallen  en  el  caso  de 
»haber  veriíicado  el  primero  y  segundo 
»remate,  liecho  la  entrega  de  su  importe 
»en  el  Crédito  publico,  y  obtenido  la  car- 
»ta  de  pago  correspondiente. 

«Art.  41.  Las  fincas  vendidas  ií  plazos 
>'Sert\n  tambien  devueltas  ií  los  compra- 
>•dores  con  tal  que  acrediten,  con  la  carta 
»de  pago  correspondiente,  haber  satisfe- 
«cho  los  plazos  vencidos  antes  del  1.°  de 
«octubre  de  1823,  y  presten  la  garantia  y 
«lianza  suliciente  a  la  satisfaccion  inme- 
«diata  de  los  que  les  resten  con  arreglo 
«al  contrato. 

>'Art.  42.  El  (iobierno  proveera  a  la 
xdecente  subsistència  de  los  regulares  de 
«aquellos  monasterios  y  conventos  cu- 
«yos  bienes  hubiesen  sido  vendidos. 

«Art.  43.  La  ejccucion  de  los  artículos 
«comprendidos  en  este  capitulo  queda  a 
«cargo  de  la  Direccion  general  de  Ren- 


«tas,  encargada  de  la  recaudacion  de  los 
'arbitrios  de  amortización. 

«Sala  de  la  Comisión  de  la  Deuda  inte- 
«rior  en  el  palacio  de  Procuradores  del 
«reino  a  19  de  febrero  de  1835.  —  Antonio 
«Barata.— Sebastian  Garcia  de  Ochoa.— 
«José  Miquel  Polo.— I.  V.  de  Aguirre  So- 
«larte.  —  joaquin  Maria  de  Ferrer.  — 
«Francisco  Crespo  de  Tejada.— José  de 
«Fontagud  Gargollo.  — El  Marqués  de  So- 
«meruelos. — Manuel  Alvarez  García,  se- 
«cretario»  (1). 

El  voto  particular  de  don  Antonio  Ba- 
rata, fecho  en  Madrid  a  18  de  febrero 
de  1835,  aboga,  entre  otras  cosas,  porque 
no  se  devuelvan  a  los  compradores  los 
bienes  de  regulares  adquiridos  por  aque- 
llos en  el  tiempo  constitucional,  sinó  que 
se  les  indemnice  con  títulos  del  Estado,  o 
con  dinero,  según  con  lo  que  pagaron: 
que  los  monacales  que  el  23  recobraron 
los  bienes,  paguen  a  los  compradores  las 
mejoras  «con  mas  el  interès  del  tres  por 
«ciento  desde  que  se  incorporaron  de 
«dichos  bienes».  Opina  también  contra  la 
septimación  del  clero  (2). 

Con  esto  quedaba  planteada  la  cues- 
tión.  El  Gobierno  de  Toreno  propone  que 
no  se  arranquen  de  pronto  de  mano  de 
las  Corporaciones  religiosas  los  bienes 
vendidos  en  la  època  constitucional,  però 
que  se  entregue  a  los  compradores  titu- 
los  equivalentes  a  los  que  estos  en  la 
compra  pagaron  o  entregaron.  La  Comi- 
sión del  Congreso  quiere  que  en  seguida 
dichos  bienes  sean  devueltos  a  los  indica- 
dos  compradores;  però  un  individuo  de 
ella.  Barata,  se  separa  de  sus  compaiie- 
ros,  proponiendo  que  no  se  devuelvan 
los  bienes,  sinó  que  se  indemnice  a  los 
compradores  con  titulos  o  con  dinero,  se- 
gún pagaron,  y  cobren  las  mejoras. 

Abrese  a  discusión  la  totalidad  del  pro- 
yecto. Toma  la  palabra  en  defensa  del 
de  la  Comisión  el  individuo  de  ella  don 
Manuel  Alvarez  García,  quien,  por  su- 
puesto,   defiende  la  base  7.^,   o   sea,   la 


(  1 )     Siif'lcmeiilo  ciuido,  pàgs.  de  657  a  ii-|o. 
(_•)     Siif^lcmcílto  ciladn,  p;ig.  <qo. 


88 


I  KCI.UO.  —  CAPIU.  ].0    TKKCKKO 


devolución  de  los  hienes  a  los  compra- 
dores (1). 

Usa  de  la  palabra  el  Sr.  Puche,  y  en  la 
cuestión  de  los  bienes  de  los  monacales, 
vendidos  en  1820  a  23,  se  inclina  mas  por 
el  proyecto  del  Gobierno  que  por  el  de  la 
Comisión  (2). 

El  Sr.  Isturiz,  enérgicamente,  se  decide 
por  la  devolución  de  las  fincas  vendidas 
del  20  al  23  a  los  compradores,  a  los  que 
llama  «legítimosy  verdaderosduenos»  (3). 

Sigue  el  discurso  del  Sr.  Ferrer,  de  la 
Comisión;  però  antes  hay  que  recordar 
el  art.  5'.°  del  proyecto  del  Gobierno,  el 
cual  dice  así:  «Se  aplican  exclusivamente 
»à  la  amortizacion  de  la  deuda  pública 
»interior  sin  interès  y  de  la  deuda  pasiva 
«extrangera  los  bienes  de  obras  pías 
»arriba  mencionados,  y  la  séptima  parte 
»de  los  demas  bienes  propios  de  las  igle- 
»sias,  conventos  de  ambos  sexos,  comu- 
»nidades,  fundaciones  y  cualesquiera 
>''Otros  poseedores  eclesiàsticos,  que  fue- 
»ron  concedidos  al  Sr.  D.  Carlos  IV  por 
»los  dos  breves  de  Pio  VII  de  14  de  junio 
»de  1805  y  de  12  de  diciembre  de  1806». 

Hasta  aquí  el  art.  5." 

El  Sr.  D.  Joaquín  Maria  de  Ferrer: 
«Sobre  el  art.  5°  tengo  que  hacer  una 
»observacion.  Senores,  ;es  posible  que 
»un  Gobierno  ilustrado  venga  à  proponer 
Ȉ  la  deuda  nacional  una  hipoteca  nula 
»de  toda  nulidad?  íQué  dice  este  breve 
»que  se  invoca?  ^Acaso  dice  que  se  haga 
»uso  del  valor  de  estàs  fincas?  Dice  que 
»con  anuencia  de  dos  eclesiàsticos  cons- 
xtituidos  en  dignidad  representando  à 
»S.  S.  se  inscriban  en  la  Real  Caja  de 
»Consolidacion  al  3  por  100.  De  consi- 
xguiente,  yo  creo  que  hubiera  sido  mejor 
»atenerse  à  la  bula  nacional,  esto  es,  al 
«decreto  de  las  Cortes,  que  no  à  esa  tra- 
»dicion,  ajena  enteramente  de  la  ilustra- 
»cion  del  siglo  y  del  actual  Gobierno. 
»Esto  prueba  para  mi,  a  lo  menos  no 
»puedo  atribuirlo  a  otra   causa,  sinó  a 

(i)  Suplemenlo  citado.  pag.  6^2. 
(j)  Siiplcincitto  cilado,  pàg.  6_|2. 
(5)     Suplemenlo  cilado.  pàg.  6_)^. 


>cierta  cautela,  a  cierto  miedo  que  se 
»tiene  à  la  cúria  romana.  Siempre  que 
»tratamos  de  algo  bueno  tropezamos 
xcon  este  estorbo;  parece  que  no  pode- 
»mos  existir  ya  sinó  en  v'irtud  de  un  bre- 
»ve  pontificio,  y  ni  aun  se  nos  quiere 
»conceder  aquello  mismo  de  que  estàba- 
>mos  en  posesion. 

>/La  Comisión,  pues,  se  desentiende  en 
»esta  parte  de  la  bula  en  su  dictamen;  de 
»consiguiente,  estos  bienes  vendidos  na- 
»cionalmente  serían  reales  y  verdaderos, 
»podrían  venderse  ó  trocarse,  hablando 
»con  propiedad,  contra  la  deuda  nacio- 
>  nal,  siendo  así  que  segun  està  expresado 
»este  articulo,  no  se  puede  hacer  ningun 
»uso  de  ellos. 

.  .  .  »Esta  (la  Nación)  se  puede  consi- 
»derar  como  perdida  el  dia  en  que  no 
»pueda  pagar  à  los  acreedores  interiores 
»y  exteriores  los  intereses  de  su  deuda, 
»si  no  cuenta,  no  ya  con  esa  mezquindad 
»de  bienes  que  se  senalan  en  el  proyecto 
»del  Gobierno,  sinó  con  todos  los  que  se 
>.conocen  como  nacionales.  Yo  bien  sé  el 
>>desagrado  que  causaran  à  algunos  mis 
»palabras,  però  no  me  importa.  Si  el  Es- 
»tado  se  salva,  y  si  me  hundo  con  él, 
»habrà  sido  despues  de  haber  dicho  la 
>werdad». 

Dice  que  no  puede  entrar  en  esta  dis- 
cusión  sin  vindicarse  de  la  tacha  de  inte- 
resado  personalmente,  porque  «soy  com- 

»prador  de  bienes  nacionales» «sox- 

»comprador  de  una  finca  harto  conocida 
»en  Madrid,  cual  es  la  casa  que  llaman 
»de  los  basilios,  la  cual  estaba  tasada  en 

»87S,000  rs La  rematé  en  la  cantidad 

»de  3.603,000  rs.  de  vn.,  es  decir,  en  cua- 
»tro  capitales  sobre  la  tasacion»...  Anade 
que  a  él  le  conviene  ser  pagado  en  papel. 
Para  la  defensa  de  la  devolución  de 
los  bienes  nacionales  a  los  compradores 
aduce  argumentes  económicos.  «De  un 
»siglo  à  esta  parte  no  ha  habido  escritor 
»alguno  de  nota,  ni  economista  de  nues- 
»tra  nacion,  que  no  haya  clamado  por  la 
»desamortizacion  y  desvinculacion  de 
»bienes,  con  objeto  de  aumentar  el  núme- 


DISCU'SION'    DEÍ.    CONGKESO,     KTC. 


89 


»ro  de  propietarios»....  Dice  que  muchos 
de  los  que  compraron  estos  bienes  eran 
espanoles-americanos  que  huían  de  la 
guerra  civil  americana;  que  con  las  que 
llama  injusticias  del  Gobierno  absoluto 
el  dinero  se  iba  al  extranjero,  y  que  de 
esce  asunto  pende  la  salvación  del  Estado. 
«{Cuales  son  los  inconvenientes  que 
>jarredran  al  Gobierno  para  entrar  en 
»esta  marcha  franca  y  abrazarse  con  la 
'justícia?  rTeme  acaso  a  miserables  2,000 
>.monjes?>'  Entra  lue^o  a  demostrar  que 
la  memòria  del  ministro  de  «Hacienda 
>.adolece  de  errores  gravisimos  muy  sus- 
'  tanciales  3'seiialadamente  cuando  habla 
>de  bienes  nacionales.  De  tres  de  sus 
'aserciones,  ninguna  es  cierta:  I.'"*  que  se 
»vendieron  aquellos  à  vil  precio...  2.'^ 
>/Dice  S.  S.  que  no  pagaron...  3.*  Por  úl- 
»timo  se  dice  que  no  redimieron  censos. 

»Razon  que  tengo  yo  para  animar  al 
«Gobierno  a  que  deseche  estos  escrúpu- 
>4os,  y  à  que  se  decida  de  una  vez  por 
>'Una  marcha  franca,  por  abrazarse  con 
>/los  que  siguen  las  banderas  de  la  Reina 
«nuestra  seiïora,  por  quitar'  toda  espe- 
»ranza  à  los  enemigos  que  hasta  ahora 
>;han  estado  contemplando  para  su  perdi- 
»cion  y  la  nuestra,  y  vera  que  si  vende 
»estos  bienes  (los  de  los  conventos  y 
fotros),  desaparecera  esa  deuda  que  nos 
j.agobia  en  menos  de  seis  anos.  Pende  de 
»esto  solo  la  muerte  ó  vida  de  esta  na- 
>-•cion...>'  (1). 

En  este  su  discurso  el  Sr.  D.  Joaquín 
Maria  de  Ferrer  retrata  de  cuerpo  ente- 
ro  a  sí  y  a  la  generalídad  de  los  com- 
pradores de  bienes  nacionales.  En  primer 
lugar  muéstrase  paladinamente  partida- 
rio  de  la  desamortízacíón,  la  que,  tal 
como  se  hízo  entonces  y  muy  luego  des- 
pués,  importa  el  triunfo  del  utílítarísmo 
sobre  la  justícia,  o  sea,  de  la  vulneiación 
y  sacrilicío  de  la  justícia  en  aras  de  una 
pretendída  mejora  de  la  riqueza  ptiblíca. 
En  segundo  lugar  desprecía  audazmen- 
te  e  insulta  a  los  que  llama  «miserables 

(i)     SiipleiiiL•iito  cltado.  pàg.  O.ií  y  sigí. 


»2,000  mpnjes».  En  tercer  lugar,  con  im- 
prudència insigne,  aparta  de  la  bandera 
isabelina  a  todos  los  amantes  de  la  Igle- 
sia,  pues  que  para  incitar  al  Gobierno  a 
la  usurpación  de  los  bienes  monacales, 
le  dice  que  «se  abrace  con  los  que  siguen 
»las  banderas  de  la  Reina  nuestra  sefio- 
»ra».  En  cuarto,  desprecía  cínica  y  bur- 
lescamente  la  autorídad  de  Roma  cuando 
pretende  que,  en  lugar  de  atenerse  a  las 
bulas  pontiíicias,  el  Gobierno  atienda  «a 
»la  bula  nacional,  esto  es,  al  decreto  de 
»las  Cortes,  que  no  a  esa  tradicion  ajena 
«enteramenle  a  la  ilustracion  del  síglo  y 
»del  actual  Gobierno...  la  Cúria  romana. 
»Siempre  que  tratamos  de  algo  bueno 
»tropezamos  con  este  estorbo...»  En  quin- 
to, el  Sr.  Ferrer  aparece  renido  con  la  ver- 
dad  al  negar  que  los  bienes  de  los  monaca- 
les se  vendieran  a  vil  precio.  Estàs  fincas 
se  vendíeron  a  buePiOS  preciós  sí  se  ha  de 
dar  Crédito  a  los  números  o  cantidades  es- 
critas  en  las  escrituras  o  contratos;  però 
como  el  pago  se  hacía  con  papel  publico 
por  su  valor  nominal,  papel  que  en  el 
mercado  valia  solo  cantidades  insígníti- 
cantes,  de  aquí  que  el  desembolso  del  com- 
prador deba  caliticarse  de  vil.  Baste  decír, 
como  algun  orador  nos  lo  descubrirà  aba- 
jo,  que  podia  pagarse  el  precio,  o  parte  de 
él,  y  se  pagaba  a  veces,  con  papel  de  la 
deuda  sín  interès,  el  cual  se  compraba 
en  la  plaza  por  el  quinto  de  su  valor  no- 
minal. Y  íinalmente,  el  discurso  del  senor 
Ferrer  por  todos  sus  porós  suda  el  apa- 
síonamíento  del  que  va  movido  de  su 
propio  interès  pecuníarío,  no  el  de  la 
Nación.  Era  comprador  de  bienes  mona- 
cales, y  parece  que  buscaba  su  reintegro. 

El  diputado,  o  sea  i^rocurador,  Mar- 
qués de  Torremejía,  en  la  sesíón  del  10  de 
abril,  calitica  de  difícil  la  cuestión  de  los 
dichos  bienes,  y  opina  por  diferir  la  re- 
solucion  (2). 

Toma  parte  en  el  debaté  el  conocido 
senor  don  Agustín  de  Argüelles,  quien 
comparando  el  articulo  1."  del  proyecto 
del  Gobierno  con  el  1."  de  la  Comisión, 


(-•)     Siif'/ciiioilo  cÍLado,  pàj; 


'JO 


EUO. CAPITII.O     TElu;L•;liO 


se  inclina  a  favor  de  aquél;  y  en  su  de- 
fensa pronuncia  muy  erróneas  palabras 
sobre  a  qué  autoridad  corresponda  el 
arreglo  del  clero.  Helas  aquí:  «Dice  la 
»comision  «estando  pendiente  el  arreglo 
>;del  clero> ;  Senor,  todos  los  que  conocen 
»la  matèria  saben  que,  para  no  ir  mAs 
»atras,  desde  los  Concilios  de  Constanza 
>;y  Basilea  lo  menos  està  pendiente  este 
«arreglo.  Para  ello  han  sido  convocades 
»estos  concilios  ecuménicos,  lo  mismo  que 
).el  deTrento,  para  tratar  de  reformat  to- 
yii/e  in  capite  et  menihris.  r'Y  qué  se  ha 
>-conseguido?  Nada,  ni  se  conseguirà  ja- 
»mas  por  este  medio.  Cuidado,  senores, 
»que  yo  aun  hablando  asi  soy  ortodo- 
»xo,  expresion  que  me  recuerda  lo  que 
»escribió  de  mi  en  ocasion  anàloga  un 
»santo  varon,  el  padre  Alvarado,  que  en 
»paz  descansa,  cuando  exclamaba  en  sus 
>^cartas:  «buen  católico  apostólico  roma- 
>^no  nos  dé  Dios».  Creo  firmemente  que 
»nada  se  adelantarà  por  este  medio  en  el 
jjarreglo  del  clero  en  Espana.  Bien  sé  que 

>  hay  una  junta  eclesiàstica  compuesta  de 

>  personas  muy  dignas  y  respetables  en- 
»eargadas  por  el  Gobierno  de  preparar 
«este  arreglo. 

»Conozco  algunos  llustres  sujetos  que 
»la  forman,  y  sé  que  no  les  falta  ilustra- 
»cion,  celo  ni  conocimientos  para  el  des- 
»empeno  de  su  encargo;  però  creo  que 
»sus  esfuerzos  seran  tan  inútiles  como  si 
)  me  lo  hubiesen   confiado  à   mi,  y   aun 

>  acaso  mas;  pues  como  fuera  del  cuerpo 
»eclesiàstico,  no  me  opondrían  tal  vezlos 
»obstàculos  que  a  ellos,  ni  me  considera- 
»rían  apóstata  de  los  intereses  de  su  pro- 
»pia  clase.  Verdad  que  para  el  arreglo 
»del  clero,  £l  que  yo  aludo,  no  es  necesa- 
»rio  ser  doctor  de  la  Iglesia;  creo  firme- 
»mente  que  no  corresponde  sinó  al  Go- 
«bierno,  al  poder  temporal.  Sí,  seflores, 
»solo  nuestra  ignorància  y  necedad  ha 
«podido  introducir  otra  doctrina...  Y 
aquien  sabé  si  los  que  han  aceptado  esta 
-comision  sobre  el  arreglo  del  clero  à 
«estàs  horas  habràn  experimentado  ya 
smuchos  desvíos  y  desdenes  de  los  pre- 
»lados  y  demàs  eclesiàsticos  a  quienes  se 


»hayan  dirigido.  Conozco  que  es  indis- 
«pensable  un  arreglo  del  clero;  però  estoy 
»lirmemente  persuadido  que  el  arreglo 
>^que  conviene  ha  de  nacer  del  Gobierno 
«para  que  se  consiga  pronto  y  con  utili- 
»dad  del  Estado.  Así  apruebo  lo  que  en 
»su  proyecto  propone  de  suprimir  los 
»créditos  de  quehablaelart.  1.°,  y  adhiero 
>vmí'is  à  su  dictamen  en  esta  parte  que  al 
»de  la  comisioii.'- 

Entra  luego  en  la  cuestion  de  los  hie- 
nes vendidos  en  1820  a  23,  y  se  declara 
calurosamente  en  favor  de  la  restitución 
de  los  bienes  a  los  compradores.  Dice 
entre  otras  cosas:  «Es  necesario,  en  fin, 
»infundir  profundamente  la  idea  de  que 
«cuando  la  Nacion  recobra  su  libertad 
»con  todos  sus  efectos;  que  en  vano  se 
«esfuerzan  sus  enemigos  en  contrarres- 
»tar  la  marcha  natural  de  las  cosas; 
»y  que  por  esto  lo  destruido  en  1814 
«revivió  en  1820,  y  lo  que  lo  fué  en 
» 1823  ha  vuelto  a  revivir  en  1833.  Todo  lo 
»demàs  son  ilusiones  que  deben  desapa- 
»recer,  y  sinó,  ni  extrangero  ni  nacional 
»alguno  dara  un  ardite  cuando  sea  nece- 
»sario  poner  en  venta  otras  fincas  y  pro- 
»piedades.» 

Repite  Argüelles  el  erróneo  argumento 
de  los  amigos  de  la  desamortización,  ar- 
gumento que  refuté  ya  en  el  capitulo  1 
del  libro  II,  según  el  cual  el  derecho  de 
propiedad  de  las  corporaciones  reconoce 
otro  origen  y  otro  objeto  que  el  de  los 
particulares.  «El  Gobierno,  dice,  en  nom- 
»bre  de  la  Nacion,  concede  à  estàs  corpo- 
«raciones  el  derecho  de  propiedad  con 
»una  condicion...  à  saber,  que  sean  útiles 
Ȉ  la  misma  Sociedad...;  mas  en  el  mo- 
>:'mento  que  dejan  de  serio,  entonces  (a)  la 
»autoridad  pública  que  la  representa  no 
»se  le  puede  de  manera  ninguna  dis- 
»putar  el  derecho  que  tiene  de  hacer  de 
»su  propiedad  el  uso  que  le  parezca... 
»quedando  entonces  obligada  por  princi- 
»pios  de  equidad  y  de  justícia  à  proveer  à 
»la  subsistència  de  las  personas  que  las 
»componen»  (1). 


(i)     Suplenienlo  citado,  púfís.  de  óío  a  ó^-j. 


;i'SI()\•     DEI-    CON'GRESH.     F.TC. 


91 


Debiera  haber  recordado,  el  por  con- 
tradicción  llamado  divino  ArgiteUes,  que 
las  corporaciones  religiosas  se  crean  por 
la  Iglesia  y  que  principalmente  pertene- 
cen  a  ella;  y  por  lo  mismo,  que  el  Estado 
carece  de  derecho  para  abolirias  sin  el 
consentimiento  de  aquella.  Ademíis  nin- 
gún  hombre  de  sana  mente  creer^i  que 
los  bienes  eclesiasticos,  en  gran  parte 
provenientes  de  mandas  piadosas,  hayan 
sido  entregados  a  las  corporaciones  para 
favorecer  al  Estado,  sinó  para  lacelebra- 
ción  de  Misas  u  otros  fines  de  piedad,  los 
que  se  defraudan  si  el  Estado  se  apodera 
de  ellos.  Però  aiin  hay  mas;  ni  aun  tra- 
tandose  de  una  corporación  meramente 
civil,  tal  como  una  sociedad  de  comercio 
o  indústria,  el  Estado,  al  consideraria 
mala  y  disolverla,  se  incauta  de  sus 
bienes,  sinó  que  los  distribuye  según  los 
estatutos  de  ella,  o  según  la  voluntad  y  los 
fines  de  los  fundadores.  iCuàntos  absur- 
dos  se  tuvieron  que  inventar  para  coho- 
nestar  el  robo  de  los  bienes  de  la  Iglesia! 
Oigamos  ahora  al  tipo  del  moderado 
de  entonces;  oigamos  al  ministro  de 
Hacienda,  el  revolucionario  y  masón  Con- 
de de  Toreno,  y  veàmosle  haciendo  equi- 
librios  en  medio  de  sus  principios  plena- 
mente  revolucionarios. 

«La  cuestion  es  grave  de  suyo,  pues 
»que  se  trata  de  intereses  muy  sustancia- 
»les,  de  aquellos  que  son  importantes  al 
«mismo  tiempo  para  el  Estado  que  para 
»los  particulares.  Por  lo  mismo  las  opi- 
«niones  de  unos  y  otros  es  menester  pro- 
»curar  conciliarlas  en  cuanto  sea  compa- 
rtible con  nuestra  situacion  política  3' 
»económica,  buscando  el  modo  de  atender 
»a  tantas  reclamaciones... 

»Los  bienes  nacionales  se  sabé  que 
»puestos  en  venta,  seenagenaron  en  gran 
))niimero  aun  en  tiempo  del  rei  intruso 
»José  Bonaparte,  A  pesar  de  la  odiosidad 
»tan  terrible  que  habia  entonces  contra 
»los  compradores,  odiosidad  que  no  tan 
>'Solo  provenia  de  la  opinion  religiosa, 
»sino  del  encono  justísimo  que  mere- 
»cian  los  partidàries  del  usurpador.  Suce- 
»dieron  à  aquella  època  otros  aconteci- 


»mientos;  tras  de  ellos  vinieron  los  suce- 

»sos  de  los  anos  20  y  21 ,  y  no  obstante  la 
«crítica  situacion  en  que  se  encontraba  la 
»Espana,  amagada  por  otras  tantas  po- 
>tencias,  estos  bienes  se  vendieron,  aun- 
»que  no  con  toda  la  utilidad  que  pudiera 
»haberse  conseguido. 

«No  nos  debemos  dejar  alucinar  por 
»todo  lo  que  sehizodurante  la  revolucion 
«francesa,  que  si  bien  es  fecunda  en  gran- 
«des  acontecimientos,  y  en  esfuerzos  dig- 
»nos  &  veces  de  imitarse,  tambien  es 
«ejemplo  vivo  de  grandes  extravíos». 

Rectifica  el  dicho  del  senor  Ferrer  res- 
pecto del  valor  producido  por  las  ventas 
de  bienes  nacionales  del  20  al  23,  diciendo 
que  aunque  es  verdad  que  las  fincas  se 
vendieron  en  dos  tantos  y  medio,  se  ha 
de  advertir  que  «reduciendo  este  importe 
»al  valor  efectivo  del  papel  sin  interès, 
»que  era  al  respecto  del  20  por  100,  con- 
»tra  cuyo  signo  se  verificaba  la  mayor 
vporcion  de  las  ventas,  y  anadiendo  a 
xesta  la  parte  que  se  hacia  en  papel  con 
«interès,  se  ver;!  que  el  calculo  del  Go- 
«bieino  sale  bastante  exacto,  en  cuanto  a 
«no  haber  producido  sinó  trescientos  y 
«tantos  millones  en  valor  efectivo.  \o 
«prueba  tampoco  la  confianza  que  habia 
»la  venta  de  los  muchos  bienes;  porque 
«dicha  venta  consistia,  míis  que  en  esa 
«confianza,  en  el  bajo  precio  del  papel. 

«Dice  el  senor  Argüelles  que  es  impo- 
«sible,  volviendo  .-I  la  cuestion  de  bienes 
«nacionales,  que  esimposible  que  se  veri- 
«fique  nunca  la  reforma  del  clero  mien- 
»tras  sea  de  eclesiísticos  la  junta  nom- 
«brada  para  entender  en  ella,  ni  que  haya 
«ademAs  la  imparcialidad  necesaria  para 
«proponerla.  El  Gobierno  no  ha  nombra- 
«do  esa  junta  para  hacer  la  reforma  del 
«clero;  para  lo  que  la  ha  nombrado  es 
«para  rodearse  de  todas  las  luces,  ver 
«cuales  son  las  necesidades  de  la  Iglesia 
»de  Espafla,  y  examinar  los  medios  de 
«llevar  &  cabo  una  reforma  racional  }• 
«justa,  proporcionAndose  los  dates  y  no- 
«ticias  necesarias  para  el  acierto.  Ves 
«una  equivocacion  aseverar  que  el  clero 


92 


>-no  apetece  una  reforma:  el  Gobierno 
>-tiene  reclamaciones  de  eclesiàsticos  muy 
»dignos  que  la  desean.  Està  mucho  màs 
>adelantada  de  lo  que  se  cree,  y  es  màs 
>'que  probable  que  antes  de  la  pròxima 
>/legislatura  la  haga  efectiva  el  Gobierno 
>en  una  gran  parte.  En  cuanto  à  frailes  j' 
ímonacales,  hay  en  Espana,  segun  las 
»noticias  adquiridas  por  esta  junta,  dos 
»mil  y  tantos  conventos  con  30.000  reli- 
»giosos;  però  hay  ochocientos  y  tantos 
vque  no  tienen  el  número  que  previenen 
>4as  reglas  de  ciertas  ordenes  religiosas 
»y  varias  disposiciones  de  nuestra  legis- 
>4acion  conforme  al  espíritu  de  órden  y 
»de  reforma  del  concilio  de  Trento,  y 
»cuyos  conventos  pueden  cerrarse  sin 
>tener  que  separarsedel  camino  trillado. 
>^Es  verdad  que  la  mayor  parte  de  esos 
>.conventos  son  mendicantes,  es  decir, 
que  no  tienen  muchos  de  ellos  rentas: 
>  doscientos  y  tantos  de  los  SOtt  son  fran- 
>ciscanos;  veinte  y  tantos  capuchinos; 
>•pero  los  ha}'  cistercienses,  los  ha}'  car- 

»tujos,   y  aun  tambien (sic)  basihos. 

»{Risa.)  El  Gobierno,  y  mas  si  se  verifica 
>4a  pacificacion  del  país,  podrà  muy  pron- 
»to  cerrar  dichos  conventos,  agregar  los 
»individuosde  unos  à  los  de  otros,  asegu- 
»rando  su  subsistència  còmoda,  y  dar  los 
»bienes  à  los  antiguos  compradores,  ó 
»venderlos.  Esto  lo  anuncio  con  la  idea 
»de  que  se  couozca  el  espíritu  del  Gobier- 
»no  en  este  particular». 

Tejiendo  la  historia  de  los  tratos  del 
Gobierno  con  la  comisión  para  llegar  à  un 
acuerdo,  dice  entre  otras  cosas:  «Por  lo 
»que  los  secretaries  del  despacho,  obser- 
»vando  que  la  comisión  no  mostraba  espí- 
»ritu  de  conciliacion,  expusieron  que  si 
»bien  convenian  en  que  estàs  ventas  ha- 
>^bian  sido  legítimas,  segun  su  opinion,  la 
«conveniència  pública  exigia  que  se  fuese 
»con  tiento  en  el  modo  de  hacer  las  devo- 
»luciones  ò  indemnizaciones,  no  por  mie- 
»do,  sinó  por  lo  que  recomendaba  una 
>^política  prudente  y  beneficiosa,  y  se  se- 
»pararon  unos  y  otros  firmes  cadauno  en 
»su  propòsito... 


»En  cuanto  à  los  bienes  nacionales,  ya 
»he  demosrrado  lo  inclinado  quesehalla 
»el  Gobierno  à  adoptar  aquellas  medidas 
»de  conciliacion  que  sin  estar  reiiidas 
»con  la  justícia  que  tienen  y  reclaman  los 
«compradores,  no  puedan  perturbar  màs 
^de  lo  que  està  la  paz  interior.  El  Gobier- 
»no  cree  que  se  resolverà  à  adoptar  me- 
«didas  para  esto:  medidas  con  las  que 
»podrían  estar  contentes  los  interesados, 
»y  quizà  volver  à  adquirir  los  bienes  que 
»compraron,  però  de  manera  que  no  se 
»perturben  sobradamente  los  ànimos. 
»Esto  lo  manifestarà  el  Gobierno  en  el 
»curso  de  la  discusion,  concluyendo  con 
>irepetir  que  insisie  en  la  consolidacionde 
»las  dos  terceras  partes,  y  que  en  cuanto 
»à  los  bienes  nacionales  adoptarà  las  rae- 
»didas  de  concifiacion  compatibles  con 
»los  intereses  del  Estado»  (1). 

En  este  punto  del  debaté  comienza  la 
sesión  del  12  de  abril  y  aparece  en  la 
escena  un  actor  de  primera  nota,  don 
Antonio  Alcalà  Galiano.  Perteneció  al 
Supremo  Consejo  de  la  masoneria;  de 
Galiano  partió  la  iniciativa  de  deponer  al 
Rey  en  Sevilla  en  11  de  junio  de  1823  (2); 
però  de  muchos  de  sus  actos  revolu- 
cionarios  aparece  paladina  y  laudable- 
mente  arrepentido  en  sus  Recuerdos  de 
lui  aiiciaiio.  jOjalà  alargara  su  arrepen- 
timiento  hasta  abominar  de  todo  libera- 
lismo!  En  el  período  constitucional  fué 
uno  de  los  jefes  del  partido  exaltado;  però 
en  1834  y  1835  figuraba  entre  los  modera- 
des (3),  según  escribe  un  autor,  mas  el 
discurso  que  aquí  sigue  carece  de  toda 
modera ción.  Maneja  la  lengua  castellana 
con  destreza  admirable,  y  con  justícia  es 
enumerado  entre  los  primeros  oradores 
de  Espafla.  Su  mentado  líbro  arroja 
inmensa  luz  sobre  nuestra  historia  del 
siglo  XIX,  y  quien  lo  toma  en  las  manos  no 


(i)     Siipleincnto  ciladu.  paiís.  de  üí  í  a  0^-. 

(j)  Rcciiei\ios  de  un  jnciaiio.  Madrid,  iSçn, 
pà-.  4^;. 

(?)  D.  Juan  Rlcii  y  Amat.  El  libro  de  los  di- 
putadoi  y  scimdoics.  Madrid,  i86}.  Tomo  I, 
pà>;s.  de  J7  ^  a  JÍ>i. 


^USKIN     niïl.    CONGRESO.     ETC. 


93 


lo  suelta  hasta  acabarlo,  y  aun  siente  no 
verlo  pi'olongado.  En  los  siguientes  pa- 
rrafos  que  copio  de  su  discurso  de  11  de 
abril  de  1835  queda  patente  toda  la  idea 
de  los  liberales  respecto  a  supresión  de 
conventos  y  a  desamortización,  y  el  per- 
verso  pensar  de  moderados  y  progresis- 
tas.  Dice  así: 

«Lo  que  tuvo  de  agradable  la  discusion 
>;de  ayer  es  que  al  fin  de  ella  nos  fuimos 
>  aproximando,  cuando  al  principio  pare- 
»cía  que  estabamos  tan  separados...  y  en 
»punto  ;'i  las  fincas  compradas  de  bienes 
>nacionales  el  senor  iMinistro  deHacienda 
»nos  dejó  ver  así  como  entre  nieblas  una 
«esperanza  de  avenirnos  sin  que  pudiése- 
>mos  divisar  en  qué  termines. 

»Hay  una  propiedad  que  no  es  propie- 
»dad  individual,  sinó  de  corporaciones,  y 
»que  el  Estado  no  esta  en  el  caso  de 
»poder  desconocer,  puestiene  un  derecho 
»para  disponer  de  ella,  y  mientras  esa 
»propiedad  no  sea  tomada  por  la  nacion, 
»cuya  es  (la  de  las  nsociaciones  ecle- 
»sídsticas  es  de  la  Iglesia,  y  auii  la  de 
»las  asociacioiics  se gl ares  iio  es  del  Es 
»tado,  snio  de  ellas,  pues  el  derecho  de 
fiAsociación  es  natural  al  hombre,  y  solo 
i>en  el  caso  de  ser  ellas  iiocivas  al  Esta  ■ 
í>do puede  cste  disolverlas,  y  eutouces  se 
v>lian  de  repartir  los  bienes  segúii  Justí- 
»cïa)...,  y  aplicada  à  ciertos  fines,  no 
»habra  cumplido  el  Gobierno  con  las  re- 
»glas  de  la  justícia...»  (revoluciouaria). 

Dice  que  el  Gobierno  parece  dispuesto 
a  una  transacción  con  la  comisión,  «però 
»en  el  aspecto  a  que  yo  miro  esta  cues- 
»tion  la  tcngo  por  imposible.  Yo  abogo 
»aquí  por  un  principio  de  reforma,  a  fin 
»de  poner  las  fincas  en  las  manos  que  las 
»hagan  mís  productivas;  yo  no  abogo  en 
»una  palabra  por  la  parte,  sinó  por  el 
»todo,  y  por  esto  no  veo  de  qué  modo 
«puedan  avenirse  los  que  desean  la  devo- 
»lucíón  y  los  que  la  resisten.  El  senor 
«Procurador  Argüelles  ayer  considero  la 
»cuestion  como  yo»...  Afíade  que  opina 
que  hay  divergencías  entre  los  ministros. 
«Temo   que  el  primero  (cl  utíiiistro  de 


y>EsíadoJ  tenga  màs  recelo  en  cuanto  à 
'^disponer  de  bienes  monacales  que  su 
«colega...  El  caràcter  político  del  senor 
>.Secretario  de  Hacienda  es  un  poco  mtts 
"decidido,  mas  cortante;  al  paso  que  el 
»del  sefior  Presidente  del  Consejo  de  mi- 
«nistros  es  màs  suave,  mas  indecíso,  y  al 
»mísmo  tiempo  mas  tenazuna  vez  resuel- 
»to,  màs  dado,  pues,  a  ir  desatando  que 
>'A  cortar... 

>vHay  uno  entre  nosotros  que  ignore 
»que  sí  bien  la  propiedad  individual  es 
»mirada  por  algunos  filósofos  como  un 
»derecho  natural.no  es  la  propiedad  de 
»corporaciones  existentes  solo  en  vírtud 
»de  una  ley  (de  una  lev  de  Dios  y  de  la 
y>Iglesia  si  las  Corporaciofies  sou  eclc- 
y-sidsticas,y  de  la  ley  natural  las  deiudsj; 
»que  en  el  sentir  de  otros  hoy  mAs  nume- 
»rosos  publicistas,  toda  propiedad  es  híja 
»de  la  Sociedad  y  de  las  leyes  (_v  de  la 
•ijunturaleza  ó  ley  eterna);  que  el  gran 
>principio  de  la  utilidad  le  dió  origen  (la 
»sola  utilidad,  no,  senor)  y  manda  que 
»sea  respetada;  però  que  ese  mismo  prin- 
»cipio  dicta  que  en  miles  casos  no  sea 
»mirada  ni  tratada  con  igual  respeto  la 
«propiedad  de  las  Corporaciones?  Estàs 
»son  doctrinas  sabidas  y  admitidas,  y 
»habr;í  pocos,  si  es  que  hay  algunos,  en 
»el  Estamento  que  no  deseen  hoy  ó  ma- 
»iïana  ver  las  propiedades  de  corpora- 
>~ciones  aplicadas  A  las  necesídades  del 
»Estado.  La  cuestion  versa  sobre  la 
»época  en  que  convendría  esta  providen- 
»cia,  pues  en  cuanto  a  su  justícia  casi 
»todos,  íncluso  el  Gobierno,  estamos  con- 
>.formes». 

Hasta  aquí  las  razones  de  justícia,  que 
mejor  deben  llamarse  de  injustícia:  pasa 
ahora  a  examinar  las  de  política: 

'<Yo,  sefiores,  poco  puedo  anadir  a  lo 
»que  ya  ha  dicho  el  Sr.  Argüelles.  Si  el 
«interès  de  las  numerosas  familias  de  los 
«compradores,  si  el  honor  de  la  Xacion, 
»si  la  voz  de  los  amigos  de  este  sistema 
»no  ha  de  valer  m;ís  que  el  interès  de 
»cuatro  monjes  impotentes;  impotentes, 
>digo,   porque  si   no   lo  fueran,    jay  de 


94 


I.IBKO    TERCKIiO.  —  CAIMTULO    ÏICRCKRO 


>^nosotros!,  nada  tengo  que  decir,  la  cues- 
>.tion  esta  resuelta.  QYla  nccesiclacl  de 
>.  acudir  d  intervcución  extraiijera  para 
y  acabar  cou  los  partidarios  del  rc'gituen 
»qiic  dccis  era  el  sosteitido  por  los  frai- 
yles?)  Paro,  senores,  ccnsideremos  las 
»cii'cunstancias  en  que  nos  hallamos;  ne- 
>/cesitamos  partidarios,  téngase  esto  pre- 
»sente:  no  nos  basta  disminuir  el  número 
>"\q.  nuestros  enemigos:  necesitamos  ami- 
»gos  celosos;  y  no  se  me  dirà  aquí  que 
»los  busco  por  medio  de  teorias:  rhablo 
»yo  acaso  de  teorias?  No:  hablo  de  inte- 
»reses  sólidos  y  palpables:  hablo,  no  de 
»buscar  el  apoyo  de  proletarios,  de  gente 
»objeio  de  tanto  baldon,  sinó  de  compra- 
»dores,  gente  rica,  sesuda,  pacífica.   <;Y  à 

>  esos  no  los  habremos  de  interesar  en 
»nuestra  causa?  íY  por  qué?  Por  el  apoyo 
>^de  los  frailes;  r;se  cuenta  con  el  apoyo 
»que  nos  den  los  frailes?  Medrados  està- 
»bamos,  si  contasemos  con  ellos».  (La 
desamor tisación  se  ideo  pata  íiacer  libe- 
ral es.) 

«Yo,  seiïores,  sé  que  en  el  ano  23,  en 
»aquella  època  de  tanta  amargura,  de 
»ignominia,  que  los  anales  de  la  nacion 
»espanola  no  presentan  otra  tan  doloro- 
>-sa;  pues  cuando  los  mismos  que  nos  es- 
»taban  estimulando  à  las  reformas,  deser- 
>:'taban  al  ver  el  enemigo;  cuando  algunos 
>^que  blandian  las  armas  en  defensa  de  la 
>4ibertad,  las  volvian  contra  ella;  en 
>.aquella  època  desgraciada  no  hubo  quien 
»no  creyera  que  los  franceses  ó  sus  se- 
>/Cuaces  declararían  vAlidos  estos  contra- 

>  tos.  Quizil  esa  creencia  fué  la  causa  de 
»que  muchos  no  se  interesasen  en  la  de- 
>-fensa  de  la  pàtria.  Però  ahora,  senores, 
^està  el  velo  rasgado;  lo  han  rasgado  las 
»circunstancias;  de  parte  del  Pretendien- 
»te  no  hay  nada  que  esperar  para  los 
«compradores  de  bienes  nacionales;  y  ise 
»cree  que  con  el  interès  de  estos  no  po- 
»dremos  formar  nosotros  una  base  sòlida 
»para  el  Gobierno  de  la  Reina?  íQué  me- 
»jor  medio  hay,  seiïores?  Aunque  se  culpe 
»a  algunos  de  nosotros  de  que  somos  de- 
»masiado  veneradores  de  lo  pasado,  iqué 
»mejor  medio  hay,  repito,  para  favorecer 


»el  sistema  presente  que  renovar  lo  bue- 
»no  de  aquel,  interesando  a  muchos  espa- 
»noles  igualmente  en  este;  conducta  cuer- 
»da,  pues  el  interès  bien  entendido  es  en 
»(5/c)  guia  mas  segura  de  las  acciones 
»humanas?  ;Qué  cosa  mejor,  repito,  que 
»ir  ií  buscar  los  intereses  de  lo  pasado,  é 
íirlos  trayendo  para  amalgamar  el  ei- 
«miento  del  trono  de  la  Reina  nuestra 
»Sefíora?» 

Se  esfuerza  en  demostrar  que  el  faltar 
a  los  contratos  que  han  cometido  otros 
Gobiernos  es  causa  de  que  los  capitalis- 
tas  no  tengan  confianza  en  el  Gobierno, 
y  así  que  no  debe  esto  repetirse. 

«Però  resta  todavía  una  dificultad  im- 
«portante,  dificultad  que  es  la  que  màs 
«aterra...,  y  es  que  ahora,  si  en  las  cir- 
»cunstancias  presentes,  si  mientras  està 
«ardiendo  la  guerra  civil,  y  abrasandose 
»una  parte  de  nuestras  provincias,  si 
«mientras  estan  tan  pujantes  los  contra- 
»rios  vamos  à  tomar  una  medida  de  esta 
«naturaleza,  el  descontento  de  los  mona- 
»cales  aumentara  las  fïlas  de  nuestros 
>  enemigos,  no  yendo  ellos  con  cartuche- 
»ra  y  fusil  a  reforzar  à  Zumalacarregui, 
j-sino  incitando  à  que  vayan  otros.  Si 
«esto  fuera  cierto,  si  fuera  verdad,  la 
«cuestión  estaba  resuelta,  y  yo  diria:  se- 
«nores,  no  tratemos  de  eso:  ;pero  de  bue- 
»na  fé  hay  quien  crea  que  los  enemigos 
»de  este  sistema  no  nos  estan  haciendo 
»todo  el  mal  posible?  cHay  quien  crea  que 
«no  conocen  la  suerte  que  los  espera?» 
(Todos  los  auciauos  por  ml  sobre  esto 
iiiterrogados  a  sever  au  que  la  quema  de 
los  couventos  en  Cataluna  centuplicó  las 
filas  carlistas).  '<;Hay  quien  crea  que  no 
xemplean  todo  el  poder  que  tienen?  rPues 
«què,  son  los  monjes  lo  mismo  que  aque- 
»llas  victimas  que  se  estan  engordando 
«para  los  sacrificios,  ó  aquellos  animales 
«cebados  para  nuestro  regalo?  Los  mon- 
>:jes  no  son  irracionales  como  las  vícti- 
»mas;  y  si  èstas  supieran  A  qué  las  desti- 
«naban,  ó  se  resistirian,  ó  no  pudiendo 
«otra  cosa,  se  dejarian  enttaquecer,  para 
«no  dejar  a  quien  pensaba  regalarse  con 
«ellos  màs  que  un  esqueleto  asqueroso. 


L•iscí  síoN'  [)EL  con<;reso.  í;tc. 


95 


»Pero  los  monjes  conocen  que  les  deci- 
»mos:  aguardad  un  poco;  despacharemos 
>il  Zumalacarregui  para  acabar  despues 

>  con  vosotros.  Lo  saben,  y,  ó  se  defien- 
>^den  danàndonos,  ó  destruyen  las  propie- 
'dades  que  saben  no  seran  suyas  por 
xlargo  tiempo.  Sí,  senores,  si  dejamos  la 
»restltucion  de  los  bienes  nacionales  para 
*manana,  no  encontraremos  mas  que 
»tierra  calma  ó  poco  menos».  (Es  falso: 
los  regulares  vivían  eiiteraiiiente  des- 
cniílados  del  peli gro.) 

«Toda   propiedad   de  un    cuerpo  esta 

>  descuidada,  porque  sabé  el  tenedor  que 
>no  la  hereda  su  família:  'Iqué  serà  pues 
>en  este  caso  cuando  saben  los  monjes 
»que  no  han  de  heredarlas  otros  monjes, 
»sino  personas  miradas  por  ellos  como 
»sus  mas  acérrímosenemigos'';Es  menes- 

>  ter,  pues,  que  sí  nos  decidimos  à  volver 
>-ho3'  estàs  propiedades,  contemos  con 
>'que  esas  propiedades  en  una  època  fu- 

>  tura  valdriln  muy  poco.  Se  dirà  que  hay 
>.un  motivo  de  humanidad  en  no  querer 
>/Condenar  a  la  misèria  à  los  frailes  ó 
vmonjes,  ni  despertar  esas  sensaciones 
»de  compasion  por  su  desgracia.  Yo,  se- 

>  nores,  míi  é  siempre  por  estos  hombres, 
>'porque  no  son  culpados;  però  3-0  no  veo 
»que  se  trate  de  castigarlos,  no;  lo  que  se 
»propone  es  mantener  en  su  vigor  la  ley, 
»echando  manos  de  recursos  que  son  ne- 
»cesarios.  Si  vamos  à  la  cuestion  de  hu- 
).manidad,  es  necesario  que  el  Gobierno 
»tenga  presente  que  se  debe    salvar  à 

>  estos  infelices,  no  de  los  rigores  de  la 
^legislatura,  no  de  los  del  Gobierno,  sinó 
»de  las  violencias  populares;  seiiores,  si 

>  creemos  que  tenemos  una  mano  de  hie- 
^rro,  dolorosamente  nos  enganamos.  Se 
'nie  dirà  que  abogo  por  el  desórden:  no: 
>'SÍ  creemos  que  tenemos  una  mano  bas- 

>  tante  l'uerte  para  sostener  todos  los  ma- 
»les  que  amenazan  a  la  Pàtria,  nos  enga- 
)^'namos  miscrablemente».  {Los  hcclios  en 
todas  parles  nioslraroii  que  con  cuatro 
soldndos  decididos  se  evitaban  las  ma- 
tan.^as.) 

'<Hablo  no  de  intenciones,  no  de  deseos, 


»sino  de  hechos.  La  experiència  habla 
>  por  mi.  Estamos  como  aquel  que,  segun 
»cuentan  de  un  héroe  de  la  fàbula,  tuvie- 
>;se  contenidos  en  una  odre  los  vientos, 
>'Cuya  fuerza  rompería  por  mil  partes  su 
»prision  donde  estaban  encerrados.mien- 
»tras  él  al  ver  desatado  el  huracan  sin 
>'entender  siquiera  de  dónde  nacia,  apre- 
»taba  mas  y  mas  la  mano  à  la  boca  cre- 
»yendo  que  así  impedia  la  explosion 
»cuyos  efectos  estaba  sintiendo.  Sí,  seno- 
»res,  aunque  sea  doloroso,  es  la  verdad; 
»no  tiene  el  Gobierno  fuerza  para  lo  que 
«intenta.  Estamos  viendo  cometerse  crí- 
>'menes  de  la  naturaleza  mas  horrorosa: 
»estamos  viendo  caer  numerosas  vícti- 
»mas.  Yo  que  lloro  por  las  que  caen  en 
>^el  cadalso  por  un  delito  probado,  ino  ha- 
>^bré  de  llorar  a  las  que,  aun  cuando  mo- 
»ralmente  haj'a  certeza  de  su  culpa,  no 
»son  culpadas,  no  habiéndolas  declarado 
»tales  la  ley?  íNo  he  de  llorar  cuando 
»caen,  no  por  la  justícia,  sinó  por  la  vio- 
»lencia  y  el  delito?  No,  senores,  en  las 
«circunstancias  acluales,  ni  este  ministe- 
»río  ni  otro  futuro,  ó  de  mis  amigos  ó  de 
»mis  contraries,  puede  tener  fuerza  bas- 
»tante,  3'  esto  conviene  tenerlo  presente 
»para  guiarnos  3'  no  empefiarnos  en  co- 
»sas  imposibles.  No  es  fàcil  llevar  el 
»timon  de  la  nave  contrastando  à  la 
»borrasca  actual:  preciso  es  ceder  y  no 
»perderse  por  temeridad.  Si  con  valor,  }• 
Ȉ  la  par  con  cordura,  quisiera  el  Gobier- 
»no  tomar  providencias  para  hacer  me- 
»nos  visibles  à  hombres  que  por  mil 
»causas  imposibles  de  averíguar  son  el 
»blanco  del  odio  popular;  si  los  pusiera 
>bajo  la  égida  de  la  ley,  el  Gobierno  ha- 
»ría  un  servício  no  solo  à  la  causa  de  la 
»libertad,  no  solo  à  nuestros  partidarios, 
»sino  à  nuestros  contrarios  mismos;  ha- 
»ria  un  servício  al  trono  de  la  Reina,  3'  à 
»las  instituciones  actuales».  (Sí,  sí,  la 
cuestióit  es  echar  a  los  frailes.) 

«No  lo  disimulo,  senores;  este  trono  pe- 
»ligra  cuando  suceden  acontecimientos 
»tan  dolorosos  como  los  que  hov  dia 
«ocurren;  no  hay  quien  pueda  decir  otra 
«cosa:  desde  el  màs  exaltado  hasta  el  que 


96 


I.IliRO    TRRCRRO. CAPITULO    TERCr.Rl 


»lo  es  menos,  todos  reprobamos  con 
»horror  semejantes  desordenes;  yo  vuel- 
»vo  la  vista  sobre  estos  bancos,  y  en  ellos 
»veo  iguales  afectos,  como  es  justo.  Y 
»veo  asimismo  que  el  medio  mejor  de 
>  cortar  los  males  à  que  aludo,  es  quitar 
»de  en  medio  los  objetos  de  odio»  (La 
moral  cristiana  cnsena  que  lo  mejor  es 
reprimir  el  odio  de  los  malos):  «que- 
»da,  pues,  seíïcres,  acreditado  qué  en  la 
»presente  cuestion,  en  el  estado  de  debi- 
>-lidad,  de  g^uerra  civil  y  violència  en  que 
>'>nos  encontramos,  es  uno  de  los  medios 
»mejores  la  devolucion  de  fincas  ;'i  los 
>^compradores  de  bienes  nacionales:  para 
»salvar  a  los  monacales  del  odio  y  de  la 
«violència  que  él  engendra».  (Segibi  tan 
extrnfia  lògica,  para  salvar  de  ser  roba- 
do  a  un  rico,  lo  mejor  es  liacerle  pobre.) 
«Esto  espera  de  nosotros,  no  solo  toda 
»la  Espafia,  sinó  toda  Europa.  De  mi  sé 
»decir  que  el  poco  roce  que  tengo  con 
»extrangeros,  así  apasionados  del  actual 
»ministerio,  como  desaprobadores  de  su 
>"'Conducta,  veo  que  todos  estan  acordes 
»en  esto,  y  no  comprenden  como  se  pue- 
»da  decir  ahora  que  no  se  reconocen 
>^estos  contratos;  ^;por  qué  hablan  así? 
»Porque  la  opinion  de  los  extrangeros  no 
»esta  acostumbrada  à  ver  semejante  olvi- 
»do  de  los  principies,  cómo  probaría  la 
»no  devolucion  de  las  fincas  à  los  com- 
»pradores»  (1).  (;Qiic  empeno  ei>  acabar 
con  los  monjes!) 

Para  evitar  que  se  me  tache  de  oculta- 
dor  de  la  verdad  copio  a  seguida  el  dis- 
curso  del  Ministro  de  Estado,  a  la  vez 
Presidente  del  Consejo,  D.  Francisco 
Martínez  de  la  Rosa,  el  cual,  a  pesar  de 
su  conocida  elocuencia,  muéstrase  aquí 
machacón,  difuso  y  copista  de  lo  que  an- 
tes  que  él  dijeron  ya  otros;  por  cuya 
razón  intercalaré  a  sus  errores  menos 
correctivos  de  los  que  interpuse  en  otros, 
evitando  así  resbalar  en  los  defectos  del 
orador.   Dice  así: 

«El  ministerio  ha  dicho  terminantemen- 
»te,  y  de  modo   que  no  puede  dejar  la 


(i)     Siiplemenlo  ciladn.  púgs.  de  6s9  a  iii'i. 


»menor  duda  a  nadie,  que  el  objeto  que 
»se  propone  y  seguirà  constantemente  es 
»sostener,  consolidar  el  trono  legitimo 
»de  Isabel  lí,  juntamente  con  la  libertad 
»de  la  nacion,  apoyada  en  las  leyes  fun- 
»damentales,  y  hacer  cuantas  reformas 
»progresivas  reclama  el  estado  actual  de 
»la  Nacion  à  que  la  han  reducido  pasa- 
»das  vicisitudes.  Ni  arredran  al  Ministe- 
»rio  las  dificultades,  ni  estàs  le  separan 
»de  un  propósito:  no.  Ha  dicho  cual  es  el 
»fin  que  se  propone,  y  no  se  detendra  en 
«sumarcha  hasta  conseguirle:  serà  lenta, 
»si  se  quiere,  però  firme  y  decidida;  sin 
»correr,  sin  retroceder,  sin  pararse. 

»Respecto  al  punto  importantísimo  del 
»clero,  ;qué  hizo  el  Ministerio?  A  poco 
»tiempo  de  instalado,  en  el  mes  de  abril, 
»hoy  hace  un  afío,  en  el  mismo  momento 
»casi  de  promulgarse  el  Estatuto  Real, 
»anunciaba  .-i  la  faz  de  la  Nacion  entera 
»la  necesidad  y  la  conveniència  de  hacer 
»una  reforma  en  el  estado  eclesiàstico; 
«reforma  capital,  grande,  inmensa,  como 
»estA  anunciado  en  el  mismo  decreto  que 
»la  indico.  Así  es  que  el  Ministerio  no  ha 
«rehuído,  como  se  dice,  la  dificultad;  no 
»ha  ocultado  su  intencion;  no  se  ha  des- 
»cuidado;  sinó  que  antes  de  haber  Cortes 
»que  reclamasen  las  leyes  que  creyesen 
»necesarias  al  bien  de  la  Nacion,  en  este 
»punto  tan  importante  manifesto  amplia, 
»franca,  completamente  sus  ideas:  «Ne- 
«cesita,  dijo,  someterse  el  estado  ecle- 
»siàstico  à  una  reforma  general;  y  se 
»harA  bajo  estàs  bases,  con  arreglo  à  las 
»leyes  fundamentales  del  Estado  y  a  las 
»regalías  de  la  Corona,  y  solicitando  la 
«cooperacion  de  la  autoridad  espiritual 
«para  lo  que  fuere  menester,  conforme  a 
»los  sanos  principios  que  han  regulado 
«siempre  la  disciplina  externa  de  la  Igle- 
»sia  de  Espaíïa».  Ahí  està  ese  monumento 
»de  la  sabiduría  del  que  extendió  el  de- 
»creto,  cual  es  el  mismo  3'  sus  bases;  pues 
»que  no  ocupando  ya  estos  bancos,  es  He- 
>gado  para  él  el  dia  de  la  justícia. 

»E1  decreto  con  que  se  formó  esa  Junta 
»eclesit\stica,  abraza  todas  las  bases  de 
>una  reforma  inmensa,  sí,  però  con  pul- 


níSCUSIciX    DEI.    CO.NOlíliSO.    ETC. 


97 


»so,  con  detenimiento,  cual  debe  haceiio 
-un  Gobierno.  Destruir  es  fàcil;  edificar 
«es  mAs  difícil.  El  Ministerio  estuvo  tan 
>/decidido  desde  luego,  que  no  solo  anun- 
>  ció  sin  disimulo  ni  reticencias  su  inten- 
>/CÍon,  sinó  que  la  empezó  ú  llevar  a  cabo 
«planteando  la  reforma.  Y  sinó  dígase  si 
>;es  ó  no  empezar  a  plantearla  lo  que  hizo 
>'el  Ministerio.  Dió  un  primer  decreto 
/.•respecto  al  clero  secular,  prohibiendo 
que  se  provex^esen  las  vacantes  de  pre- 
>/bendas  3'  beneficiós  eclesiasticos;  por- 
»que  anuncio  desde  luego  su  intencion  de 
'  reducir  los  cabildos  a  un  verdadero  con- 
'sejo  de  los  prelados,  segun  la  mente  del 
>-t•oncilio  de  Trento.  Creyó  tambien  que 
'era  excesivo  el  número  de  religiosos;  y 
»dió  otra  disposicion  prohibiendo  la  ad- 
>/mision  de  novicios  en  ninguna  reli- 
ïçion...  Hizo  aun  mas:  ha  suprimido  una 
>'multitud  de  conventos  en  despoblado;  y 
»publicó  otro  decreto,  que  ha  Uevado  a 
cabo,  para  cerrar  los  conventos  cuyos 
mdividuos  prestasen  auxilies  à  la  fac- 
■  cion;  queriendo  mostrar  de  esta  suerte 
que  el  brazo  de  la  justícia,  no  el  de  la 
venganza,  alcanza  a  todas  las  clases  del 
»Estado. 

»EI  decreto  estableció  que  se  suprimie 
isen  todos  los  conventos  donde  se  aco- 
'giesen  los  facciosos,  ó  se  les  auxiliase, 
ü  aquelles  de  que  se  fugase  cierto  núme- 
ro de  individuos;  el  Gobierno  lo  ha  pues- 
»to  en  ejecucion,  aplicando  las  rentas  de 
>/los  mismos  conventos  al  auxilio  de  los 
'  huérfanos  y  viudas  de  los  defensores  del 
>/trono  y  de  la  libertad,  íntimamente  her- 
'  manada  con  él.  Y  aun  se  pregunta  ^quc 
ha  hecho  el  Gobierno?...  Però  ha  hecho 
-  mas  el  Gobierno:  al  mismo  tiempo  que 
»tomaba  estàs  disposiciones  para  impedir 
>;que  los  hienes  de  csas  comunidades  se 
»enagenen,  ya  por  el  temor  de  esas  medi- 
»das  de  reforma,  ya  para  eludir  sus  efec- 
»tos,  prohibió  por  otro  decreto  toda  espe- 
»cie  de  enagenacion  hecha  sin  real  licen- 
j)cia  por  comunidades  religio.sas;  y  dicto 
»al  efecto  otras  varias  medidas.  jY  a  este 
gran  principio  de  reforma,  que  anuncio 
-desde  luego,  que  sostiene  ahora,  y  que 


»llevarii  à  cabo,  se  le  llama  apatia,  mie- 
*do,  ó  falta  de  audàcia!  Podrà  calificarse 
'Como  se  quiera;  però  es  preciso  tener 
»presente  que  el  Gobierno  debe  preveer, 
»calcular,  atender  ú.  las  consecuencias  de 
sus  disposiciones...  Es,  por  decirlo  así 
»{la  Junta  eclesiàstica),  una  junta  de  peri- 
>  tos  para  reunir  datos  y  preparar  los  tra- 
vbajos  al  Gobierno,  el  cual  de  alguien 
«había  de  servirse  al  efecto.  Tampoco  se 
>/Compone  meramente  de  eclesiasticos, 
>/SÍno  de  RR.  Obispos,  reconocidos  por  su 
»ilustracion,  piedad  y  celo,  de  otros  ecle- 
>siàsticos  de  iguales  circunstancias,  y 
/-entre  ellos  algunos  que  han  pertenecido 
Ȉ  las  ordenes  religiosas,  y  de  varios  se- 
»glares  adornades  de  virtud  y  profundo 
»saber.  Ni  podia  ser  de  otra  manera;  pues 
»el  Gobierno  no  ignora  sus  derechos  y 
«facultades,  y  sabé  que  hasta  los  conci- 
>/lios  ecuménicos  reconocen  que  el  Go- 
»bierno,  como  protector  de  sus  disposi- 
>/CÍones,  tiene  el  derecho  de  intervenir  en 
lel  arreglo  de  muchos  puntos  concer- 
»nientes  a  la  disciplina  eclesiàstica. 

»En  las  referidas  instrucciones  ha^-  dos 
»artículos  muy  notables,  que  son  el  13, 
»que  habla  de  los  religiosos  mendican- 
»tes  (lo  le3-ó);  el  14,  que  habla  de  los  mo- 
»nacales  (lo  leyó),  y  el  final  del  propio 
«decreto  (lo  leyó).  Véase  pues  como  res- 
»pecto  al  clero  regular  anuncio  el  Minis- 
xterio  dos  bases:  1."  que  el  número  de 
«ordenes  3'  conventos  mendicantes  guar- 
»dase  proporcion  con  la  poblacion  y  con 
«las  verdaderas  necesidades  espirituales 
«de  los  fieles;  2.''  que  los  individuos  de 
«dichas  ordenes  religiosas  fuesen  verda- 
>/deros  auxiliares  de  los  parrocos:  no 
«pueden  estar  mas  expresas  ni  ser  mas 
/  terminantes.  Respecto  de  los  monjes 
«previene  la  citada  instruccion  que  solo 
«subsistan  las  casas  necesarias  para  pro- 
«porcionar  una  espècie  de  asilo  a  los 
«que  por  contratiempos,  por  desvio  de 
»la  Sociedad,  por  otras  causas  semejan- 
«tes,  ó  tal  vez  por  inclinacion,  quieran 
«dedicarse  al  retiro  y  la  vida  contempla- 
»tiva. 
«Estàs  bases,  en  que  so  fundan  las  ins- 


98 


.  —  CAl'll  I  1.1 


»trucciones  dadas  à  esa  junta,  estan  ente- 
»ramente  de  acuerdo  con  el  decreto  de 
»las  Cortes  de  l.°de  octubre  de  1820;  y 
»no  solo  con  él,  sinó  hasta  ccn  las  pro- 
»puestas  por  la  junta  y  comision  eclesiíis- 
»tica  de  las  Cortes  de  1813.  En  efecto, 
»ese  mismo  decreto  dejó  ocho  Monaste- 
«riosde  monacales  para  el  mismo  objeto 
»de  servir  de  asilo  a  la  verdadera  piedad 
»y  à  la  virtud,  y  dió  las  reglas  para  supri- 
»mir  los  conventos  y  ordenes  no  necesa- 
»rias.  El  ministerio,  pues,  por  sí,  sin  exi- 
»tacion  alguna,  empezó  su  obra  sentan- 
»do  las  mismas  bases  que  en  otra  època 
»se  adoptaren. 

»E1  punto  en  que  mas  insistió  aj-er  el 
»senor  Argüelles,  y  hoy  el  senor  Galiano, 
»e&  la  enagenacion  de  fincas  ó  bienes  na- 

>  cionales;  y  sobre  si  se  han  de  restituir  ó 
»no.  Punto  es  este,  senores,  de  suma  gia- 
»vedad;  però  el  Gobierno  ni  temé  entrar 
»ensu  examen...,  ni  manifestar  su  opinion 
»con  la  lealtad  que  siempre.  La  cuestion 
«puede  mirarse  bajo  varios  aspectes;  y 
X'bajo  algunes  de  sus  haces  es  sencillísi- 
»ma,  y  solo  el  preponerla  equivale  a 
>resolverla.  Pregiíntese  a  un  jurisconsul- 

>  to:  una  venta  hecha  en  virtud  de  una  ley 

>  vigente,  un  comprador  de  buena  fé,  que 
»se  cree  autorizado  para  hacer  la  com- 
»pra,  presenta  su  justo   titulo,   justifica 

>  que  entregó  al  vendedor  el  importe  y 
»luego  ha  sido  despojado  de  ella:  iqué 
»debe  hacerse?  El  jurisconsulto  respon- 
»dera  sin  vacilar  un  solo  instante:  la  res- 
•Dtítzicioit:  véase  como  por  este  lado  la 
»cuestion  es  sencillisima...  {Si  se  la  ven 
de  cl  cliieito,  pcro  no  si  se  la  vcndc  qttiett 
no  es  dueiio.) 

»Si  à  un  economista  se  le  pregunta: 
»qué  conviene  màs  à  la  Nacion,  que  los 
«bienes  vendidos  estén  en  poder  de  las 
«manes  muertas,  parada  la  propiedad  sin 
»poder  cii'cular  ni  enagenarse,  privan- 
»dese  asi  el  Estado  de  los  recursos  que  le 
»proporcionan  sus  sucesivas  trastorma- 
»ciones;  ó  si  estarien  mejor  en  poder  de 
»los  particulares  que  los  compraren,  y 
»que  con  sus  continuas  transaccienes  vi- 


»vifican  la  circulacion,  dirà  sin  vacilar 
»que  lo  segundo. 

»Si  se  pregunta  al  director  del  crédito 
-^publico  como  se  restablecera  mejor  este, 
>'SÍ  dejando  en  pié  la  garantia  que  se  dió 
»por  aquella  operacion,  ó  anulando  su 
»efecto,  es  claro  que  lambien  estai  à  por 
»la  restitucion.  Aun  en  la  misma  parte 
«política  sucedera  otro  tanto;  pues  el 
«Gobierno  no  ignora  que  es  mucho  mas 
«útil  y  conveníente  afianzar  las  institu- 
«ciones,  interesando  con  cosas  matèria- 
«les  y  que  enlazan  al  hombre  por  su 
«propio  interès  a  los  principies,  que  no 
«con  un  entusiasmo,  loable  sí,  però  pasa- 
»gero».  Va  diciendo  que  se  vea  como  el 
Gobierno  conoce  la  cuestion,  però  que  el 
negocio  no  se  ha  de  mirar  en  sus  faces 
particulares,  sinejuntas;  y  también  desde 
el  punto  de  vista  de  la  ejecución,  lugar 
en  el  que  se  presentan  las  dificultades. 

«La  cuestion  es  espinosa,  y  vey  k  mos- 
«trar  hasta  qué  punto  el  Gobierno  no 
«rehuye  entrar  en  su  examen.  A  fines  va 
«de  la  gloriosa  cuanto  sangrienta  guerra 
«de  la  independència,  las  Cortes  de  Càdiz 
«ne  pudieron  mirar  con  indiferència  la 
«reforma  del  clero;  se  reunió  una  comi- 
«sien  de  dignísimos  eclesiàsticos  bien 
«conocides  por  su  ilustracion  y  piedad, 
«que  presentaren  el  proyecto  de  reforma 
«de  regulares  hacia  el  ano  de  1813:  ya  se 
»vió  entonces  el  deseo  de  esa  gran  refer- 
«ma;  però  tambien  la  necesidad  de  que  se 
«hiciese  siempre  con  mesura  y  deteni- 
«miento;  y  no  hay  mas  que  leer  el  dictà- 
»men  de  la  comision  para  convencerse  de 
«ello.  Vinieron  despues  los  sucesos  del 
«aiio  de  1814;  y  con  una  ceguedad  é  im- 
«prevision  extraordinarias  se  restablecie- 
«ron  tedos  los  conventos  que  la  guerra 
«había  arruinado  .  Acaeció  despues  el 
;>trastorno  político  de  1820;  }'  aquellas 
«Cortes,  reunidas  à  mediados  del  estio, 
«ya  en  octubre  siguiente  dieron  una  le}- 
«en  que  brilla  el  pulse,  la  circunspeccion 
«y  prudència  (ó  mejor ,  todo  lo  contrario). 

«No  intenta  per  le  tanto  el  ministerio 
>mi  atacar  el  principio  de  esta  ley,  ni  des- 
«conocer  su  validez;  al  contrario,  A  nadie 


DISCISION'    DEI,    CONORESO.     ET< 


le  sentan'a  peor  hacerlo,  pues  de  sus  in- 
dividuosdos  ó  tres  la  aprobaron  como 
-diputades,  y  uno  hasta  la  firmo  como 
»Presidente  de  las  Cortes.  {Respecto  de 
xla  Iglesia  todos  los  matices  liberales 
f        »soH  iguales).  Fué  vàlida,  como  hecha 
\       »en  Cortes  y  sancionada  por  el  Rey.  íY 
\       »qué  se  decidió  en  ella?  La  supresion  de 
í'       »los  conventos  de  monacales;  dejando  sin 
embargo  ocho  casas  para  asilo  de  los 
que  qutsiesen  seguir  la  vida  contempla- 
»tiva.  Màs:  asignaron  el  número  de  reli- 
l       «giosos  que  había  de  existir  en  cada  con- 
»vento,   para    que  no    hubiese    abusos; 
«invitaron  al  Gobierno  para  que  fomen- 
»tase  la  secularizacion,  senalando  benefi- 
t        »cios  ó  rentas  a  los  que  la  obtuviesen;  y 
»aun  a  los  de  los  conventos  que  se  suprí- 
mían,  dàndoles  pensiones,  graduaron  la 
cuota  segun  la  edad.  Tal  era  el  espíritu 
de  lenidad,  de  mansedumbre,   de   tem- 
planza  de  aquella  ley .  ;Se  dió  una  medida 
atropellada  que  tuviera  los  visos  de  una' 
proscripcion?  Xo  por  cierto.   Fué  una 
reforma  hecha  con  la  detencion  y  requi- 
sitos  que  por  su  gravedad  exigia,  y  con 
toda  la  moderacion  y  respeto  a  los  par- 
ticulares  j'  ;l  sus  intereses.  (V  con  todo 
cl  odio  posiblc  contra  las  ordenes  reli- 
gió sa  s.) 

»Esto  es  tan  exacto,  que  hay  dos  artícu- 
los  mu\'  notables  en  la  ley:  uno  en  que 
con  cierta  circunspeccion  y  miramiento 
se  autoriza  al  Gobierno  para  que,  donde 
sea  necesaria  la  intervencion   de  la  po- 
testad  eclesiàstica,  acuda  à  ella  à  fin  de 
facilitar  la  reforma:  hasta  este  punto 
llevaron  aquellas  Cortes   su  prevision, 
para  no  proceder  à  ciegas,  sinó  dejando 
al  Gobierno   que  obrase  con  el  pulso  y 
Jetenimiento  conveniente.  [Pcro  de  las 
protest  as    del    Papa  y  los  Obispos  no 
hiso  caso.) 
»E1  otro  articulo  es  el  que  recomienda 
al  Gobierno  que  en  la  ejecucion  de  le\' 
proceda  con   toda  mesura;   siendo   sus 
palabras  muy  notables:  «para  que  pro- 
ceda (dice)  del  modo  mas  favorable  al 
bien  de  la  Nacion  y  à  la  utilidad  y  con- 
'  veniencia  de  los  religiosos.   {Esto  por 


I  i^sarcasmo.)  Por  manera  que  en  medio 
»del  interès  de  la  Nacion,  no  se  olviden 
»las  Cortes  de  los  individuos,  pues  los 
«recomendaban  al  Gobierno,  poniendo 
«casi  en  parangon  sus  intereses  partícula- 
»res  con  el  inmenso  del  Estado.  jGran 
«leccion,  senores,  grande  ejemplo!  Tan 
»distante  esto}',  pues,  de  censurar  lo  dis- 
»puesto  en  aquella  ley,  que  estoy  hacien- 
»do  su  panegírico,  y  de  buen  grado, 
«porque  de  ella  tengo  que  sacar  conse- 
«cuencias  y  argumentosen  apoj'o  y  con- 
»firmacion  del  pulso  y  detenimiento  con 
.^que  el  ministerio  ha  procedido,  siguien- 
»do  en  un  todo  en  este  negocio  lasmis- 
»mas  huellas  que  las  Cortes  trazaron  en 
»la  citada  ley. 

»El  Gobierno  sabé  que  tanto  entonces 
»como  ahora  tiene  el  derecho  de  suprimir 
»los  conventos  de  monacales  ffalso);  de- 
xrecho  inherente  à  la  potestad  Real,  y  que 
/lo  ha  ejercido  varias  veces;  3'  sin  citar  lo 
xocurrido  en  los  tiempos  de  los  Reyes 
»Católicos,  baste  decir  que  en  la  corona 
»de  Aragón  se  suprimió  la  orden  famosa 
»de  los  canónigos  reglares  de  San  Agus- 
»tín;  y  en  nuestros  propios  tiempos  el 
«piadoso  Rey  D-  Carlos  III  dió  un  ejem- 
»plo  notable.  (Queda  Juzgado  el  minis- 
tro.) 

»E1  Gobierno  reconoce  de  la  manera 
»màs  clara,  explícita  y  paladína  el  dere- 
»cho  que  tiene  la  Nacion  de  subvenir  à 
»las  necesidades,  tanto  morales  como  re- 
»ligiosas,  que  tengan  los  pueblos,  del 
»modo  que  crea  màs  conveniente  y  opor- 
*tuno.  No  hay,  pues,  duda  en  este  punto; 

>  y  supuesta  la  autoridad  de  la  Nacion  y 
>:su  facultad  para  decir:  «Tal  instituto  no 
»sirve  va  para  los  fines  que  me  propuse 
>al  admitirlo  en  el  reino,»  (Noparece  sinó 
»gnc  la  A'ación  sea  autoridad  absoluta 
»en  asuntos  espirititahs:  despotisnio 
*>neto),  la  inmediata  consecuencia  es  que 
»la  Nacion  puede  y  debe  adquirir  las  pro- 
»piedades  que  poseían  las  corporaciones 
«suprimidas,  aunque  con  la  obligacion 
>;de  satisfacer  lascargas  de  equidad  y  de 

>  justícia. 

«Estoy,  pues,  de  acuerdo  con  las  opi- 


100 


LIURO    TERCERO. 


:AP]Tt  i.o  teri;[;ro 


»niones  de  los  senores  preopinantes  de 
/^que  ha  de  mirarse  la  propiedad,  hasta 
»cierto  punto,  como  diversa  en  las  cor- 
»poi"aciones  que  en  los  particulares:  siem- 
»pre  es  respetable,  y  debe  acercarse  à  ella 
»el  legislador  con  mucha  circunspeccion 
»y  miramiento;  però  liay  una  considera- 
»cion,  derivada  de  la  misma  naturaleza 
»de  las  cosas,  que  arroja  mucha  luz  sobre 
»esta  matèria. 

;)Todos  los  institutos  religiosos  y  todas 
«las  corporaciones  no  tienen  mas  que  una 
«existència  legal:  viven  por  la  ley  (El 
»derecho  de  remiión  para  fines  buenos  es 
utataral  al  Jiombre ,  y  adenids  lo  saticïo- 
>ma  la  ley  de  Crísto.  No  puede,  pues,  la 
•òhumana  contrariaria);  de  ella  reciben 
»su  fuerza;  y  no  puede  nunca  la  sociedad 
»prescindir  del  derecho  de  suprimirlos 
»cuando  lo  crea  conveniente  al  bien 
«publico,  ni  menos  dar  à  sus  propiedades 
»una  condicion  que  las  hiciese  inmorta- 
> les,  pues  este  seria  su  efecto;  y  las sobie- 
»pondría  à  la  sociedad  misma.  Todo  ins- 
»tituto,  toda  corporacion,  toda  comuni- 
»dad  religiosa  ó  civil  que  no  ha  podido 
«existir  sinó  por  la  ley,  y  que  se  sostiene 
»solo  por  la  ley,  puede  suprimirse  por  la 
»misma  ley.  (jSiempre  repetir  el  mismo 
Mibsnrdo!)  La  propiedad  no  puede  dar 
»por  sí  sola  el  derecho  de  permanència  ó 
«perpetuidad  que  de  suyo  no  tienen  tales 
»cuerpos;  y  una  vez  suprimidos,  la  Na- 
»cion  hereda  necesariamente  las  propie- 
»dades  y  bienes  que  poseian,  pudiendo  dis- 
>poner  de  ellos  como  mejor  le  convenga; 
»despues  de  satisfechas  las  cargas  de 
»justicia,  sean  de  la  espècie  que  fueren. 
»No  desconocieron  las  Cortes  de  1820 
«estos  principios;  y  hay  articulo  expreso 
»en  su  ley  para  satisfacer  dichas  cargas, 
»así  civiles  como  eclesiasticas;  y  tanto  en 
»ese  articulo  como  en  los  demas,  se  ve 
»que  entendieron  perfectamente  el  gran 
«principio  de  la  reforma,  enlazandole  con 
»el  de  la  justícia.  Pudieron  disponer  de 
«las  fincas  y  enagenarlas,  como  lo  hicie- 
»ron;  y  las  ventas  fueron  legítimas,  fir- 
«mes,  valederas;  tan  lejos  esta  el  Go- 
«bierno  de  negar  este  principio,  que  ni 


«aun  consiente  que  se  ponga  en  duda. 

«Por  lo  tanto,  si  el  Gobierno  està  per- 
«suadido  de  la  fuerza  y  vigor  de  aquella 
»ley,  de  la  legalidad  de  sus  disposiciones, 
«de  la  validez  de  las  ventas  y  de  la  injus- 
«ticia  del  despojo,  parece  que  la  conse- 
«cuencia  debía  ser:  «Devuélvanse  inme- 
«diatamente  las  fïncas».  Y  aquí  es  donde 
«empieza  la  dificultad  del  Gobierno,  en  la 
«parte  practica  de  la  ejecucion. 

«Las  Cortes  de  1820  procedieron  con 
«todo  el  tino  que  he  manifestado:  1.°  Su- 
«primieron  los  monacales;  2."  Aplicaron 
»sus  bienes  à  la  Nacion;  y  3."^  Los  enage- 
«naron  para  ventaja  del  Estado.  íY  ahora 
»qué  propone  la  comision?  ^;Que  se  vaya 
«con  ese  mismo  orden?  No,  senores,  sinó 
«al  revés:  dice  únicamente:  «restitúyanse 
«los  bienes».  La  consecuencia  es  clara: 
«Luego  son  de  la  Nacion;  luego  quedan 
«suprimidos  de  hecho  los  monacales»;  es 
«decir,  lo  inverso  de  lo  que  hicieron  las 
«Cortes  de  1820.  En  esto  no  hay  duda;  así 
«como  en  que  al  paso  que  se  suprimie- 
«sen  los  monacales  de  hecho,  no  se  haria 
»de  derecho;  puesto  que  aun  existen  y 
>estanen  posesion  de  esas  fincas.  Para 
«evitar  esta  contradiccion  manifiesta  es 
«para  lo  que  el  Gobierno  propone  otro 
«medio  y  se  opone  al  de  la  comision. 

«La  necesidad  de  hacer  la  reforma  està 
«ya  reconocida  por  el  Gobierno  y  aun 
«(como  ha  expuesto)  estan  asentadas  sus 
«bases;  respecto  à  mendicantes,  que  que- 
>;den  meramente  los  necesarios  para 
'•atender  à  las  necesidades  de  los  fieles; 
»respecto  à  los  monacales,  las  casas  que 
«se  conceptuen  precisas  para  servir  de 
sasilo  à  los  que  se  dediquen  con  verda- 
«dera  vocacion  al  retiro  y  à  la  vida  con- 
«templativa.  No  es  este  un  deseo  estèril; 
«la  reforma  se  harà;  y  el  Gobierno  ha 
«empezado  ya  a  recoger  todos  los  datos 
«para  ella,  por  medio  de  esa  junta  ecle- 
«siàstica,  y  no  tiene  reparo  en  decir  lo 
«que  de  síarrojan.  Resulta  que  en  Espa- 
«na  hay  1,920  conventos:  de  estos  890  no 
«llegan  à  tener  el  número  de  12  religio- 
«sos,  es  decir,  que  no  tienen  aquel  núme- 
»ro  de  religiosos  que  se  necesitan  para 


DISCUSION    DEL    CONT.RESO.     ETC. 


101 


>^cumplir  con  las  reglas  de  su  instituto  y 

fundacion,  y  con  lo  dispuesto  por  varias 

'  resoUiciones  respetables  tanto  eclesias- 

>  ticas  como  de  la  potestad  temporal.  Car- 
>los  III  suprimió  algunes  conventos  de 
>^una  órden  de  Espana  por  esta  misma 
»regla;  y  sin  mas  que  apelar  À  ella,  re- 
»sulta  desde  luego  que  queda  reducido  en 
>'la  reforma  el  número  de  conventos  exis- 
>^tentes  à  casi  la  mitad.  Una  observacion 
»muy  importante  ocurre  en  este  lugar; 
>}'  es  que,  A  pesar  de  haberse  creido 
»comunmente  en  Espana  que  en  los  anos 
»que  acaban  de  pasar  se  ha  aumentado  el 

>  número  de  religiosos,  hay  ahora  menos 
»que  en  1820;  hay  con  efecto  3,000  menos 

que  en  aquella  època.  Otra  observacion 
anàloga  es  que  en  medio  de  tantos  dis- 
»turbios  y  trastornos  políticos,  el  número 
>;de  religiosos  en  Espana  desde  el  ano  de 
»180S,  en  que  empezó  la  primera  escena 
»de  este  gran  drama  político,  ha  dismí- 
»nuido  aquel  número  en  una  tercera  par- 
ne:  46,000  había  entonces,  3-  hoy  apenas 
»llegan  à  30,000.  Véase,  pues,  el  espíritu 
>de  reforma  que  anima  al  Gobierno,  pues 
»no  solo  anuncia  sus  bases,  sinó  los  datos 
»que  tienepara  su  ejecucion;probando  de 
»consiguiente  que  no  le  arredran  las  diíi- 
»cultades  para  llevar  à  cabo  la  empresa, 
>sino  que  quiere  vencerlas;  però  al  mis- 
xmo  tiempo  desea  hacer  las  reformas  bajo 
»los  dos  principiosya  citados:  primero,  la 
«reduccion  de  los  conventos  à  los  pura- 
»mente  necesarios  para  las  necesidades 
>:de  los  fieles  y  para  los  objetos  de  su  pri- 
>mitivo  instituto;  y  segundo,  que  se  haga 
»la  reforma  del  modo  menos  gravoso  A 
»los  individuos;  que  se  les  trate  con  todos 
»los  miramienlos  debidos  a  su  estado, 
*lastimando  lo  menos  posible  los  intere- 
»ses  particulares.  iCómo,  pues,  se  quería 
»que  el  Gobierno  sentase  el  principio 
«absoluto  de  la  devolucion  de  los  bienes? 
>'>(Mitni!iillos.)  'iQué  se  hace  con  los  indi- 
»viduos  de  las  corporaciones  que  ahora 
»los  tienen?  cSe  les  condena  t'i  la  mendi- 
»cidad?  (Mnr)iiiillos.)  (Hay  frenesí  por 
l'ios  hienes.)  No  importa  esos  murmullos 
«cuando  se  habla  A  favor  de  la  justicia  y 


»de  la  humanidad.  No  hay  murmullos 
»que  arredren  al  Gobierno  para  impedir- 
»le  que  levante  su  voz  a  favor  de  todas 
>'las  clases  del  Estado.  Todas  ante  él  son 
>4guales:  en  la  de  que  se  trata  ahora  res- 
>'Peta  el  ministeno  à  que  està  destinada; 
»y  los  errores  y  extravíos  y  crímenes,  si 
>/se  quiere,  de  algunos  de  sus  individuos, 
»no  son  à  los  ojos  del  Gobierno  motivos 
»de  prescripcion  para  toda  ella  en  masa- 

»Tràtase  de  reforma,  y  el  Gobierno  la 
»hace,  y  la  harà,  y  pronto;  si,  la  harà; 
»pero  con  miramiento,  con  pulso,  con  la 
»m!sma  circunspeccion  de  que  dieron 
*ejemplo  las  Cortes  de  1820  en  esa  lev 
»cu3'as  disposiciones  se  invocan. 

*La  reforma  serà  como  entonces  fué, 
»una  medida  justa,  severa;  però  no  cruel, 
»dura  ni  acerba.  Esa  misma  templanza  en 
>4a  ejecucion  serà  el  mejor  garante  de  su 
«solidez.  El  Gobierno  quiere,  así  en  esto 
»como  en  todo,  imitar  lo  que  en  las  obras 
>.hacen  los  arquitectos  hàbiles  y  experi- 
*mentados:  dejan  que  se  sequen  y  conso- 
»liden  los  cimientos  para  edificar  sobre 
»ellos,  y  no  exponerse,  de  lo  contrario, 
Ȉ  que  toda  la  obra  se  resienta  y  en  bre- 
»ve  se  desplome. 

«Siguiendo  el  iMinisterio  con  un  paso 
»firme  y  mesurado,  cree  que  cimentarà 
>  mejor  el  crédito  que  con  hacer  la  refor-- 
»ma  inconsideradamente,  exponiéndose  à 
«disminuir  aquel  y  aumentar  la  descon- 
»fianza.  Con  esta  templanza  \'  miramien- 
to quiere  que  se  dé  cierta  prenda  de 
»estabilidad:  por  eso  reconoce  la  validez 
»de  las  ventas,  y  desearía  poder  restituir 
»los  bienes.  Nadie  aventaja  al  Ministerio 
»en  este  deseo,  así  como  en  el  de  crear 
»intereses  materiales  que  sostengan  las 
>instituciones  por  su  propio  peso,  como 
»ha  sucedido  en  una  Nacion  vecina,  don- 
»de  esos  intereses  materiales  han  servido 
»(como  es  natural)  de  mejor  apoyo  à  la 
«libertad  y  al  órden  que  ninguna  de  las 
»leyes  ó  principios  políticos. 

»En  Espana  hubo  que  atender  al  sus- 
»tento  de  los  religiosos  cuyos  conventos 
»se  suprimian;  y  ahora  habría  que  hacer 
»lo  mismo,  resultando  de  ello  una  nuava 


102 


1,1  HKO     TliKCEUO 


CAPITULO     TERCEHO 


>;y  muy  pesada  carga,  de  que  la  Nacion 
»habría  de  resentirse.  La  pensión  de  asos 
xindividuos  se  pago  puntualmente  hasta 
xcierto  punto;  y  no  es  del  caso  referir 
>ahora  cual  fué  el  i^esultado  de  interrum- 
»pirse  este  pago  por  circunstancias  inevi- 
>:'tables.  (jY  tal  interriipcióu  Imbo!)  En 
»otra  Nacion  vecina,  que  ha  entrado  en 
»la  carrera  de  las  reformas  con  esa  au- 
ydacia  que  tanto  se  reclama,  se  ha  te- 
«nido    que   cejar,    en   vista   de   las    diíi- 

>  cultades  que  ofrecian  las  opiniones,  los 
>^hàbitos  y  costumbres  del  país;  porque 
»todo  hay  que  tenerlo  en  cuenta  cuando 
»se  trata  de  ciertas  materias.  Cuando  se 
»trata  de  leyes,  y  leyes  que  tienen  mil 

>  puntos  de  contacto  con  las  costumbres, 
»con  los  hàbitos  y  hasta  con  la  creencia 
«religiosa  de  los  pueblos,  seria  un  olvido 
vindisculpable,  y  aun  criminal,  el  no  exa- 

>  minarlo  todo  con  el  detenimiento  que 
»corresponde. 

»E1  Gobierno,  pues,  si  se  tratase  de 
»contratos  de  particular  à  particular, 
>-mandaría  inmediatamente  la  restitucion; 
»pero  respecto  del  caso  presente,  tiene 
í-otras  consideraciones  a  que  atender,  y 
Ano  puede  hacer  mas  de  lo  que  propone. 
»Reconoce  la  validez  de  los  contratos; 
»y  para  que  se  vea  hasta  dónde  lleva  su 
»buen  deseo,  dice:  todos  los  bienes,  pocos 
»ó  muchos,  de  los  que  se  vendieron,  que 
xestén  en  poder  del  Estado ,  como  los 
«procedentes  de  encomiendas,  inquisi- 
>cion,  temporalidades,  etc,  devuélvanse 
^inmediatamente  à  los  compradores.  Res- 
>/pecto  de  los  que  estan  en  poder  de  las 
xcomunidades,  presenta  el  Gobierno  un 
>^medio  fàcil  y  expedito  de  indemnizar  à 
»los  compradores,  porque  no  estando  en 
»su  poder  los  bienes,  le  es  imposible  de- 
»volverlos.  Nosotros  no  somos  los  que 
»hemos  puesto  las  cosas  en  el  estado  en 
»que  estan;  sufrimos,  sí,  sus  consecuen- 
>:cias;  y  tales  como  las  encontramos,  he- 
»mos  tenido  que  conformarnos  con  ellas, 
«procurando,  no  obstante,  remediar  los 
>males  producidos  por  las  pasadas  cir- 
»cunstancias.  Però  aun  harà  mas  el  Go- 
»bierno:    a    aquellos    compradores    que 


»quieran  absolutamente  las  fincas  que 
«compraron,  se  les  reservarà  su  derecho 
»para  restituírselas,  así  que  esté  hecha 
»la  reforma;  ó  para  daries  bienes  equiva- 
»lentes,  si  por  casualidad  no  comprendie- 
»se  en  algunos  casos  particulares  la  re- 
»forma  al  convento  a  que  dichos  bienes 
»perteneciesen. 

»E1  Gobierno  no  puede  hacer  mAs:  ha 
»manifestado  sus  principios,  sus  deseos, 
»sus  proyectos,  con  la  mayor  buena  fé  y 
»lealtad  posible.  Ha  mostrado  su  firme 
»intencion  de  hacer  la  reforma,  y  hacerla 
»pronto,  però  no  à  ciegas;  y  ha  probado 
»que  reconociendo  la  legitimidad  de  las 
«ventas,  si  no  procede  inmediatamente  a 
»la  devolucion  de  las  fincas,  es  porque 
»hay  imposibilidad  material  de  hacerlo; 
»mostrandose  al  propio  tiempo  dispueslo 
Ȉ  entregar  las  que  de  cualquier  modo 
»hayan  entrado  ó  entrasen  sucesivamen- 
»te  en  poder  del  Estado. 

»Creo  que  todos  los  Sres.  Procurado- 
»res,  cualquiera  que  sea  su  modo  de  pen- 
»sar  en  el  asunto,  convendríín  en  la 
«absoluta  imposibilidad  en  que  se  halla 
»el  Gobierno  de  hacer  miís  de  lo  que  pro- 
»pone,  si  es  que  ha  de  atender  al  objeto  y 
»fin  de  toda  reforma,  que  es  conseguir 
»las  mayores  ventajas  posibles  con  los 
«menores  riesgos  é  inconvenientes»  (1). 

iCuàntas  repeliciones,  cuantos  errores, 
cuantos  absurdos!  Todos  basades  en  el 
falso  principio  de  que  el  Estado  es  dueno 
de  los  bienes  de  la  Iglesia:  cesarismo 
liberal. 

Habló  después  de  la  prolongada  aren- 
ga del  Presidente  del  Ministerio  el  senor 
don  Sebastiàn  García  de  Ochoa,  indivi- 
duo  de  la  Comisión.  Perdono  al  lector  la 
copia  de  su  vulgar  y  casi  chocarrero  dis- 
curso;  però  no  quiero  privarle  del  gusto 
de  saborear  algun  parrafo  y  de  las  carca- 
jadas  que  probablemente  le  producirà. 
Dice  en  uno  de  ellos:  «Las  comunidades 
«eclesiàsticas  en  el  fondo  no  son  mAs  que 
»unos  empleados  del  Estado  6  Nacion,  si 
xbien  estan  dedicades  al  ministerio  de  la 


(i)     Siif>leiiiciito  citado,  púgs.  deoiu  a  064. 


iJl^CUSIOX    DEL   COXr.RKSO.    ETO. 


103 


>  ensenanza  de  la  religion  y  de  la  moral, 
«destino  verdaderamente   sublime;  però 

por  sublime  que  sea  el  ministerio,  los 
^  individuos  no  pasan  de  ser  unos  servi- 
ȟores  del  Estado;  de  consiguiente,  cuan- 
ido  la  Nacion  no  los  juzgue  necesarios 
>.puede  suprimirlos  como  a  cualquier  otro 

>  empleado  suyo,  y  entonces  los  bienes  de 
la  comunidad,  como  ha  dicho  S.  S.,  los 
hereda  el  Estado...»  (1). 

"La  comision  jam;ts  ha  olvidado  los 
principios  de  humanidad;  sabé  que  los 
'religiosos  son  espafloles;  sabé  que  son 
dignos  de  consideracion;  sabé  que  por- 
>que  algunos  individualmente  hayan  co- 
-metido  delitós,  no  por  eso  todos  ellos 
>son  dignos  de  la  execracion  pública;  al 

>  contrario,  .«^e  duele  de  la  suerte  del  esta- 
>;do  de  misèria  en  que  se  encuentran  mu- 
»chos  de  los  que  se  secularizaron*...  (2). 

rNo  fueron  los  gobiernos  liberales  los 
que  procuraron  las  secularizaciones?  <No 
ofrecieron  mil  ventajas  a  los  que  las  pro- 
curasen?  rDónde  estan  éstas?  Tal  suerte 
espera  siempre  ni  religioso  que  se  arrima 
a  los  enemigos  de  la  Iglesia. 

«Yo  no  tengo  bienes  nacionales...  però 
»ya  que  no  los  he  tenido,  sé  por  las  mu- 

>  chas  cartas  que  he  recibido  de  toda  la 
»I*enínsula,  y  veo  que  todos  los  compra- 
>Hlores  lo  que  quieren  es  sus  bienes  que 
>vhan  comprado,  no  el  papel»...  (3).  Uno 
de  los  ancianos  por  mi  interrogado  sobre 
quiénes  fuesen  los  urdidores  del  incen- 
dio de  los  conventos,  me  dijo  que  entre 
ellos  se  contaban  compradores  del  tiem- 
po  constitucional  desposeidos  en  1823,  y 
ahora  avidos  de  recobraries.  Confrón- 
tense  la.s  palabras  tle  Ochoa  con  las  del 
anciano;  y  siga  otro  parralito  de  este 
seiïor  diputado. 

<Por  otra  parte  (à  los  religiosos)  se  les 
»debe  hacer  un  cargo  de  conciencia  dis- 
»frutar  de  estos  bienes  que  no  son  su3•os. 

>  Yo  seguramente  si    fuera  regular,  no 

(i)  Siiplciiiciilo  citació.  p;ig.  (iti_(. 
(_>)  Sufilcmculn  citado.  pà}f.  ii'i^. 
(?)     Siiplemcíilo  citado,  piig.  1)05. 


»quisiera  que  me  cogiera  la  muerte  en 
>/este  estado,  porque  no  me  parecería  re- 
>'gular  disfrutar  unos  bienes  que  no  eran 
»mios.  i;quc  escrupuloso,  pobre  heato!  1 
>^Ademàs  unos  hombres  que  se  dedican  a 
>/enseiïar  la  Moral,  y  la  aprenden  en  sus 
»autores,  me  parece  que  en  ninguno  de 
»ellcs  habran  encontrado  establecido  el 
«principio  de  que  pueden  disfrutar,  ó  de 
^apropiarse  unos  bienes  que  no  les  per- 
»tenecen  <;pcro,  senar  Ochoa,  si  son 
y>sítyos.'/  y  hasta  las  mejoras  que  se  hicje- 
»ron  en  ellos.  {De  las  mejoras  Jiablarc- 
'.nios.)  Estàs  mejoras,  cuando  menos, 
»debieron  abonarlas  por  un  principio  que 
»no  tiene  excepcion>^  (4). 

Se  pasa  a  la  votación  «sobre  si  había 
^lugar  a  proceder  al  examen  de  las  dis- 
»posiciones;  particulares  del  proyecto  en 
»cuestion  y  verificada  la  votación  nomi- 
>mal  con  arreglo  al  reglamento,  resulto  la 
«afirmativa  por  125  votos  contra  2  del 
»total  de  127  sefiores  presentes».  Los  dos 
fueron  el  seiior  Barata  y  el  senor  San- 
tafé. 

En  la  sesión  del  14  de  abril  continua  la 
discusión  sobre  nuestro  asunto,  3'  aunque 
en  ellatoman  parte  variosdiputados.hago 
gràcia  de  sus  discursos  al  lector,  y  me 
limito  a  los  notables  siguientes- 

El  Ministre  de  Hacienda,  Conde  de 
Toreno,  recuerda  que,  según  los  Breves 
que  de  Su  Santidad  tiene  el  Gobierno  (son 
de  Pío  VII  de  1805  y  1806),  puede  éste 
enajenar  la  séptima  parte  de  los  bienes 
del  clero.  «Anadiré,  dice,  que  segun  esos 
»mismos  breves  habría  de  imponerse  el 
»producto  en  la  Caja  de  Amortizacion, 
»antes  de  Consolidacion;  mas  este  caso  se 
>halla  comprendido  en  el  articulo  l."por 
>-el  que  se  suspende  el  pago  de  créditos 
»semejantes.  De  lo  que  resulta  que  esta,- 
»mos  autorizados  para  vender,  y  lo  esta- 
»remos  para  suspender  el  pago  de  los 
»intereses  de  los  capitales  producidos 
»por  la  venta  hasta  el  arreglo  definitivo 

del  clero»  (5). 

(.))     Suplcnieitlo  citado,  púiçs.  oó^  y  i>i>(i. 
(5)     Siiptciíietilo  citado.  pagr.  O^'o. 


104 


CAF'I  I  L'I.O 


El  Conde  de  las  Navas  manifesto  que 
«para  votar  este  articulo  deseaba  tambien 
»que  el  Gobierno  tuviese  la  bondad  de 
»contestarle  à  una  pregunta  que  iba  à 
>^hacerle.  Se  presuponen  aquí  [dijo)  204 
>•millones  como  importe  de  los  bienes  de 
y-nionacales  y  con  ventós.  Yo  desearía, 
>pues,  saber  si  el  Gobierno  tiene  tomadas 
>^medidas  para  no  encontrarse  chasquea- 
»do  a  su  tiempo;  y  no  hallarse  con  el  em- 
>barazode  que  esta  cantidad  que  se  su- 
»pone  importa  la  septimacion  de  todos 
»los  dichos  bienes,  sea  mucho  menor, 
»porque  tengo  entendido  que  se  estan  ha- 
»ciendo  ventas  de  ellos  por  diferentes 
»comunidades». 

El  Ministro  de  Estado,  que  no  es  otro 
que  el  Presidente,  contesta  que  el  Gobier- 
no, teniendo  noticias  mas  o  menos  exac- 
tas  de  que  algunas  comunidades  tratasen 
de  vender,  '(dió  la  orden  mas  terminante 
»para  prohibir  la  enagenacion  y  venta  de 
>  toda  clase  de  fincas,  y  basta  de  los  bie- 
»nes  muebles,  como  alhajas  y  otros  efec- 
»tos  preciosos,  por  manera  que  el  minis- 
»teno  se  adelantó  íí  prevenir  todo  el 
>'•dano»  (1). 

En  la  sesión  del  22  de  abril  D.  Antonio 
Gonzàlez,  entre  otras  palabras  dispara- 
tadas,  emite  las  siguientes: 

«Por  otra  parte,  senores,  mirada  esta 
»cuestion  bajo  el  punto  de  vista  político, 
»es  menester  conocer  que  las  personas 
»que  poseen  dichos  bienes  son  poco  afec- 
»tas  à  la  causa  de  Isabel  II  y  de  la  liber- 
»tad,  y  que  hacen  cuanta  guerra  les  es 
»posible  a  tan  sagrades  objetos:  todo  el 
>mundo  sabé  que  una  gran  parte  de  los 
>individuos  del  clero,  tanto  regular  como 
»secular,  han  marcado  su  desafecto  il  la 
»causa  de  Isabel  lí  y  de  la  libertad;  y  si 
>\dejamos  grandes  sumas  en  su  poder,  no 
»solo  los  expondremos  à  ser  criminales 
>^con  ellas,  sinó  que  comprometeremos  tan 
»sagrada  causa;  y  bajo  este  punto  de 
»vista  me  parece  que  seria  muy  prudente 
»el  que  no  pudieran  disponer  de  estos 
»bíenes. 

(i)     Siiplcinciiln  cilndri.  pi'ii;.  (loo. 


»Por  otra  parte,  al  mismo  tiempo  que 
^yo  reconozco  que  hay  religiosos  timora- 
»tos  y  dispuestos  A  obedecer  al  gobierno, 
»todo  el  mundo  sabé  que  los  clérigoshan 
»sido  los  que  mís  han  contribuido  à.  fo- 
»mentar  la  guerra  del  Norte,  y  todo  el 
»mundo  sabé  tambien  que  el  pretendiente 
»D.  Carlos  lleva  consigo  una  falange  de 
»400  íl  500  frailes,  i ;iniposïble.',  pcro 
yproiitolos  llevar  d  5/  VV.  arrojande  siis 
i>conveiilos  a  los  religiosos,  0  Ics  quitan 
»sus  bienes),  por  los  cuales  ha  recibido 
*todas  las  seguridades  acerca  del  sentido 
^>y  la  opínion  del  país,  y  ciertamente  no 
»le  han  enganado.  l'iQué cotif'esióit! > 

»Yo  estoy  bien  seguro  de  que  si  se  hu- 
»bieran  tornado  todas  las  precauciones,  y 
»se  hubiesen  coartado  a  dichos  individuos 
»las  facultades  para  conspirar,  no  hubie- 
»ra  llegado  el  caso  de  estar  aquellas  pro- 
»vincias  en  el  estado  en  que  se  hallan,  y 
»creo  que  tal  estado  servirà  de  norma  al 
«Gobierno  para  evitar  que  se  repitan 
«iguales  sucesos  en  otras  provincias. 

»Por  estos  principios  de  economia,  de 
«justícia  y  política,  opino  que  debe  apro- 
«barse  el  art.  6."  como  lo  propone  la  co- 
»mision»  (2). 

El  ministro  de  Estado...  «En  cuanto  a 
«las  temporalidades  de  los  jesuitas...  Inú- 
«til  é  inoportuno  seria  citar  ahora  los 
«cargos  que  se  han  hecho  A  esta  corpora- 
«cion  {la  Coiiipafiia),  así  como  sus  ala- 
«banzas,  siendo  cierto  que  el  tiempo  cal- 
«ma  todas  las  pasiones,  y  que  ni  los  unos 
«ni  las  otras  deben  inlluir  en  esta  cues- 
«tion,  sinó  que  deberín  tenerse  en  cuenta 
«las  circunstancías  de  la  època  actual,  y 
«no  los  extravíos  de  uno  ú  otro  individuo; 
«debiendo  ser  todas  las  clases  respetadas, 
«sin  atender  el  legislador  à  los  extravíos 
«de  este  ó  aquel  particular,  sinó  fijar  su 
«atencion  en  los  principios  de  utilidad 
«pública  y  en  lo  que  conviene  à  la  Na- 
»cion. 

«Por  lo  tanto  me  abstendré  de  impug- 
«nar  algunas  observaciones  hechas  por 
»el  seüor  Gonzàlez;  diciendo  sin  embargo 

(j)     Siiplcmcíil•i  cll.-ulo.  pàfí.  (jijj. 


DISCL'SION-    DKL    CONGRESO.     ETC. 


105 


>  que  nada  sé,  ni  creo  que  lo  sepa  nadie, 
>-de  la  falange  de  los  400  clérigos  del  Pre- 

>  tendiente,  sin  que  recuerde  mas  que  otra 
«falange  de  ellos,   aunque  por  distinto 

>  estilo,  que  fué  la  que  en  otro  siglo  peleó 
>'bajo  el  pendon  del  obispo  Acufía,  soste- 
>•niendo  à  los  comuneros>^. 

Luego  entra  en  querer  demostrar  que, 
expulsados  legalmente  los  jesuitas  en 
1767,  o  sea  después  de  consultado  el  con- 
sejo  en  pleno,  fueron  admitidos  ilegal- 
mente  en  1815:  error  que  aquí  no  refutaré 
por  no  ser  deestelugar  (1). 

Por  votación  queda  aprobado  el  arti- 
culo 6.°  de  la  comisión. 

V^iendo  el  Gobierno  que  ia  Càmara  no 
asiente  a  su  proyecto,  y  no  queriendo  él 
conformarse  por  completo  al  de  la  comi- 
sión en  el  punlo  tan  disputado  de  la  devo- 
lución  de  los  bienes,  formula  un  tercer 
proyecto  concebido  en  los  términos  si- 
guientes  y  lo  lee  a  la  Camara  en  la  sesión 
del  1."  de  mayo.  Helo  aquí: 

«Respecto  de  los  compradores  de  bie- 
>nes  nacionales,  que  lo  fueron  en  virtud 

>  de  las  leyes  aprobadas  por  las  Cortes,  y 
»sancionadas  por  S.  M.,  se  observaran  las 
»reglas  siguientes: 

>4.^  Si  los  bienes  se  ballaren  en  el 
>dominio  del  Estado,  por  cualquier  titulo 
>:que  sea,  seran  restituidos  à  los  compra- 
»dores  que  fueron  desposeidos  de  ellos 
>-por  el  decreto  de  4  de  octubre  de  1824 
»tsic)  ú  otros  posteriores. 

»2.*  Si  los  compradores  prefiriesen 
»que  se  les  devuelvan  efectos  de  la  deuda 
»pública,  de  la  misma  clase  y  de  igual 

>  valor  nominal  al  que  dieron  en  pago,  se 
'les  entregar.l  dicho  papel,  y  quedarà 
>'cancelado  el  crédito,  sin  que  dichos  com- 
>.  pradores  puedan  alegar  en  lo  sucesivo 
»ningun  derecho  a  las  fincas. 

»3."  Si  dichos  compradores  manifesta- 
»ren  al  Gobierno,  en  el  termino  de  seis 
ymeses  contados  desde  la  sancion  de  esta 
»ley,  que  no  aceptan  hacerse  pago  con 
»la  devolucion  de  los  efectos  de  la  deuda 
^pública  (en  los  términos  antes  expresa- 


(i)     Siif-lcmcnlú  citado.  pàg.  695 


»dos),  y  que  prefieren  conservar  el  dere- 
»cho  à  sus  fincas,  se  les  reservarà  este 
«derecho  para  restituiries  las  fincas  que 
''Compraron  en  cuanto  se  verifique  la  re- 
»forma  del  clero  secular  (regular,  ha  de 
■Diiecir)  en  el  próximo  ano  de  1836,  con 
«arreglo  à  las  bases  establecidas  en  la 
«instruccion  dada  por  el  Gobierno  al 
»tiempo  de  crearse  la  junta  eclesiàstica. 

»4  ^  Si  en  virtud  de  dicha  reforma  no 
»quedase  suprimido  el  monasterio,  con- 
»vento  ó  corporacion  a  que  perteneciere 
«la  finca  cuyo  recobro  solicita  el  com- 
«prador,  podrà  solicitar  se  le  reintegre 
«con  otra  finca  equivalente  de  las  que  se 
«vendieron  por  el  Estado,  ó  tendra  dere- 
«cho  à  que  se  le  haga  el  reintegro  en 
«papel,  conforme  à  lo  anteriormente  esta- 
»b]ecido. 

y>b^  Se  recomienda  al  Gobierno  que 
«por  todos  los  medios  procure  la  restitu- 
«cion  de  los  mismos  bienes  ó  la  entrega 
«de  otros  equi  valentes,  y  en  su  defecto  el 
vreembolso  del  capital  en  la  forma  expre- 
«sada  en  el  pàrrafo  2.°  à  los  compradores 
«de  bienes  nacionales;  procurando  al 
«mismo  tiempo  conciliar  el  mayor  bien 
«del  Estado,  la  suerte  de  los  individuos 
«cuyos  establecimientos  se  supriman,  y 
«los  legítimes  intereses  de  los  particula- 
«res.  Madrid  y  Mayo  1."  de  1835. =E1  Con- 
»de  de  Toreno»  (2). 

En  la  sesión  del  4  de  mayo  el  sefior 
Ferrer  se  esfuerza  en  rebatir  los  discur- 
sos pronunciados  por  el  Conde  de  Toreno 
y  el  Presidente  de  los  Ministres  al  tratar 
de  la  totalidad  del  proyecto.  Contesta  al 
dicho  del  primero,  según  el  cual  «el  largo 
«discurso  del  Sr.  Ferrer  se  parecía  à  la 
«arenga  que  Cicerón  hizo  pro  domo  sua,y> 
ya  que  Ferrer  era  comprador  de  bienes 
de  monacales. 

Se  lee  en  uno  de  sus  pàrrafos:  *Dice  el 
»Sr.  Conde  de  Toreno  que  es  verdad  que 
y.{en  la  època  constitucional)  se  vendie- 
»ron  muchos  bienes;  verdad  tambien  que 
«se  vendieron  à  dos  capitales  y  medio  de 
«su  tasacion,   però   fueron  hechas  {dicc 


(j)     Stif'lcmcnlo  citado.  pàg.  751. 


10b 


;ai•iil'LO    iF.RCiiur 


>•>Toreno)  en  su  mayor  parte  contra  {lia 
>.de  decir:  con)  papel  sin  interès,  que  en 
»aquella  època  no  valia  mAs  que  20  por 
»100;  con  cu}'a  baja  y  otras  (que  no  ex- 
»preso)  no  entraron  en  el  crédito  publico 
>'màs  que  300  y  pico  de  millones  de  rea- 
>iles  en  valor  efectivo.  {Hasta  aquí  cl 
>',dicho  de  Toreiio.)  ;Y  qué  es  lo  que  3'0 
xdije  entonces?  Veamoslo:  1.°  que  las  íin- 
»cas  se  habían  vendido  al  termino  medio 
»de  dos  capitales  y  medio;  2."  que  seçun 
»el  curso  que  en  aquel  tiempo  tenia  el 
»papel  sin  interès,  cabalmente  resultaba 
«haber  sido  al  50  por  100  en  metàlico...» 
Confiesa,  pues,  el  orador,  comprador  de 
bienes  monacales,  que  se  compraban  es- 
tos pagando  parte  del  precio  con  papel 
sin  interès,  el  cual,  por  lo  mismo,  se 
cotizaría  muy  bajo.  El  mismo  mds  abajo 
dice  que  en  los  días  de  las  ventas  dicho 
papel  se  cotizaba  al  20  por  100,  y  que  a 
la  sazón  en  que  habla  esta  al  12  por  100; 
}■  que  si  se  adoptan  los  planes  del  Go- 
bierno  pronto  quedarà  al  8.  Recuerdo 
que  pocos  tiempos  después  lo  vi  }•o  coti- 
zado  en  el  Diario  de  Barcelona  al  6. 

«Lo  que  el  Gobierno  nos  presenta  es 
»todo  lo  peor  que  se  pudiera  inventar 
f/icuúiita  pasiói/!),  pu.es,  pudiendo  conten- 
»tar  con  una  pequeiïa  suma  fi  los  mona- 
ícales,  prefiere  gravar  a  la  nacion  con 
>  una  deuda  inmensa,  haciendo  al  mismo 
»tiempo  el  ataque  m.ís  f unesto  a  la  pro- 
»piedad...  í;Pasióii.')  ..  Ocho  mil  familias 
»nos  vienen  ahora  con  los  titulos  mas 
»sagrados  en  la  mano  reclamando  una 
»propiedad  legalmente  adquirida  del  Es- 
»tado,  propiedad  que  no  bien  adquirida  y 
xgrandemente  mejorada,  les  fué  arreba- 
»tada  por  el  Gobierno  mas  injusto  y  apa- 
«sionado  que  jamAs...  i ;Pasióii.') 

»...E1  mismo  Gcbierno  dice  ademas 
»que  en  reparar  este  dano...  se  interesan 
»la  justícia,  la  moral,  la  economia  y  la 
«conveniència  ptiblica;  y  por  una  contra- 
»dicción  que  no  puedo  calificar...  A  pesar 
*de  la  conducta  que  estos  mismos  deten- 
«tadores  han  tenido  con  los  propietarios 
»en  los  últimos  once  anos,  sin  reconocer 
«siquiera  las  mejoras,  de  las  cuales  se 


»han  estado  aprovechando,  excitando  en 
»vez  de  esto  desde  el  púlpito  el  furor  po- 
»pular  contra  ellos,  no  serè  yo,  ni  puede 
»ser  ningun  hombre  de  bien,  el  que  quie- 
»ra  aplicaries  la  ley  del  ïalión,  y  hacer- 
■les  sentir  toda  la  tirania  de  su  conducta». 

Termina  su  discurso  en  modo  muy  ora- 
torio,  dirigiendo  al  Congreso  una  verda- 
dera  exhortación  con  parte  patètica. 
iCuanto  le  interesaba  el  asunto!  (1) 

Denotablesdebencalificarselassiguien- 
tes  palabras  del  diputado  seíior  Aceve- 
do,  el  cual  apoya  el  proyecto  del  Gobiei - 

no «Estoy  intimamente    convencido 

>.del  imprescriptible  derecho  que  tiene  la 
»Nacion  de  disponer  de  las  propiedades 
»que  con  tanta  impropiedad  se  llaman 
»espiritualizadas,  y  por  lo  mismo  de  la 
»legitimidad  con  que  las  Cortes  del  ano 
>'de  20  decretaron  la  enagenacion  de  los 

»monacales Anatematizo  el  decreto, 

»que  creería  profanar  el  sagrado  nombre 
»de  ley  si  le  calificase  de  tal,  que  las  res- 
xtituyó  a  los  monjes,  que  honraria  íl 
«Mahamud,  Ali  Mehemèt,  ó  al  monarca 
»màs  dèspota  del  Oriente.  Siento  por  el 
xhonor  de  nuestra  santa  Religion  que  en 
»tantos  varones  respetables  por  su  vir- 
»tud  é  instruccion,  como  posee  nuestro 
»clero  secular  y  regular,  no  se  haya 
«levantado  una  sola  voz  contra  una  me- 
»dida  tan  inicua  que  la  historia  caliíica- 
»ría  de  un  criminal  silencio,  si  no  se 
»supiese  era  efecte  de  una  forzada  obe- 
»diencia,  no  al  Gobierno  de  Espana,  sinó 
»a  la  Cúria  de  Roma;  mas  ;\  pesar  de 
»estos  sòlides  principies  que  acabo  de 
»emitir,  razenes  de  justícia,  de  convenien- 
»cia  y  de  política  son  las  que  en  este  me- 
>  mento  decíden  mi  juicio. 

»Es  innegable  que  muchas  tasacio- 
»nes  (en  las  cUcJia?  enajenaciones  de 
■>'>btcnes  nacionales),  especíalmente  en 
»prédios  rústicos,  se  han  hecho  a  un  pre- 
»cio  muy  bajo  (pues  en  Asturías  los  urba- 
»nos  se  han  verificado  en  su  justo  valor 
»y  vendido  aun  à  mayor)  por  la  ignoran- 


(i)     Suplementú  cltado.  pàgs.  de 


DlSCl  SION'    DF.I.    CO.NORESO.    KTC. 


107 


»cia  de  los  peritos  nombrados  por  los 
>-comisionados  del  Cródito  Publico,  ó  por 
>/SU  connivencia  ó  soborno;  pues  sorprèn- 
>dida  la  buena  fé  del  senor  Ministro  de 
»aquella  època,  no  ha  sido  mu}-  feliz  la 
»eleccion,  ni  tampoco  todos  los  jueces  de 
>-primera  instància  fueron  incorruptes,  y 
xtambien  otros  se  han  vendido  muy  baja- 
»mente  por  falta  de  licitadores,  de  que 
«pudiera  citar  mas  de  un  ejemplo,  de 
»fundos  que  en  anos  regulares  se  vende- 
írían  por  mas  de  1,000  ó  2,000  reales  y  se 
yenagenaron  por  ?>2<ò,  y  tambien  en  los 

>  que  no  se  observaron  las  formalidades 
»de  los  regiamentos....  y  en  este  caso  ni 
>^creo  que  los  antigues  poseedores  tienen 

>  derecho  a  reclamar  la  devolucion,  ni  la 
«Nacion  debe  privarse  de  las  ventajas 
>;pecuniarias  de  una  nueva  venta. 

»Los  monjes  saben  mu}^  bien  que  su 
> existència  es  efímera:  que  la  segur  esta 
xal  pié  del  tronco:  que  si  el  actual  Go- 
xbierno  por  motivos  políticos,  la  situa- 
>;cion  de  la  Nacion,  la  persuasion  de  que 
xuna  supresion  total  chocaría  demasiado 
>;a  la  opinion  pública,  ó  por  la  circuns 
y-peccion  que  domina  todas  sus  disposi- 
»ciones,  decreta  su  permanència,  muda- 
»das  las  circunstancias,  ó  si  sucede  otro 
»Ministerio  mas  animoso,  màs  audaz, 
»mcis  anaiogo  al  espíritu  reformador  de 
»esta  època,  los  har;\  desaparecer».... 

Examina  luego  la  razón  política  y  dice 
que  los  monjes  no  son  temibles  tanto  por 
ser  pocos,  cuanto  porque  han  perdido 
prestigio,  y  ademas  que  « los  que  se  re- 
»sientan  ya  son  desde  ahora  enemigos 
«irreconciliables  nuestros,  nos  liacen 
> cuanto  daiïo  es  imaginable....):-  Però  que 
«es  innegable  que   los  monasterios  son 

>  los  que  dun  en  colònia  A  preciós  m^is 
xbaratos,  porque  la  corta  duracion  de  l;is 
»prelacías  no  les  permite  hacer  nuevos 
»arriendos;  y  si  algunos  prelados  mas 
»celosos  los  verilican  por  temor  a  los 
»foros  presuntos,  se  contentan  con  reno- 
»var  las  antiguas  escrituras  mudando 
>solo  las  fechas  y  los  nombres  de  los 
xotorgantes;   y  ademAs,  poseyendo  ren- 


»tas  suíicientes  para  todas  las  comodida- 
xdes  de  su  estado,  no  tienen  ningun  motí- 
»vo  que  les  obligue  í\  aumentarlas.  Al 
»contrario  en  el  comprador,  padre  de 
»familias,  deseando  ó  necesitando  sacar 
xde  su  capital  el  rédito  posible,  y  estimu- 
»lado  por  el  mismo  bajo  precio  en  que 
«estaban  arrendadas,  duplica  ó  triplica 
»su  valor,  de  lo  que  he  visto  mas  de  un 
»caso,  como  el  de  que  compradores  que 
»no  han  subido  sus  rentas  sean  mirados 
»por  sus  nuevos  colonos  como  angeles 
»bienhechoj•es.  El  disgusto  de  esta  clase 
»puede  traer  consecuencias  mas  fatales 
»que  el  de  los  antiguos  compradores  que 
»estan  unidos  a  su  pàtria  por  otros  víncu- 
»los  morales,  políticos  y  económicos,  que 
»no  estos  infelices*  que  pararan  en  men- 
digos  y  servidores  de  cualquier  partido. 

....  «No  deíiendo  las  instituciones  mo- 
»nasticas;  sé  que  las  rechaza  el  espíritu 
»del  siglo:  que  su  educacion,  sus  estu- 
»dios,  atmosfera  que  los  rodea,  les  debe 
«inspirar  una  grande  antipatia,  a  excep- 
»cion  de  algunos  individuos  que  por  su 
»ilustracion,  virtudes  y  lealtad  a  la  Rei- 
»na  nuestra  Senora,  a  nadie  ceden  en 
xdesear  las  útiles  reformas:  los  conozco 
Ay  me  honro  con  su  amistad.  Estoy  con- 
»vencido  que  su  era  ya  pasó...  y  que 
»luego  que  desaparezcan  del  suelo  espa- 
»iïol,  la  Nacion  debe  disponer  de  sus  pro- 
»piedades »  (1). 

En  la  misma  sesión  del  4  de  mayo 
entra  en  el  palenque  un  orador  de  valor, 
de  elocuencia  nervuda  y  de  relativo  sano 
criterio,  ya  que  no  de  completo,  catalan 
por  mas  seiias,  y  de  cuyo  nombre  y  per- 
sona mucho  oi  hablar  en  mi  infància. 
Llamabase  D.  Francisco  Perpiiià  y  era 
de  Granollers.  Mi  padre  me  parece  que 
le  contaba  entre  sus  amigos,  }'•  repetidas 
veces  me  había  heclio  mención  de  su 
desgraciada  muerte.  Fué  presó  por  una 
gavilla  de  bandidos,  capitaneada  por  el 
alcalde  de  MoUerusa  apodado  Lo  Par  rol , 
y  asesinado.  Desapareció  en  un  viaje, 
creo  al  regresar  de  Madrid,  en  Mollerusa, 

(i)     Siif'lciiiciilo  cilado,  pàgs.  7OJ  y  763. 


108 


TliKCliKO. 


y  nadie  sabia  de  su  paradero.  Inútiles 
lesultaban  las  activas  pesquisas  de  la 
autoridad  para  descubrir  sus  asesinos,  y 
aun  el  lugar  de  su  persona.  Un  dia  se 
encontró  casualmente  el  cadàver  en  un 
pozo.  Otro  dia  una  nina  de  muy  corta 
edad  conto  que,  estando  en  una  casa  de 
campo,  algunas  noches  la  encerraban  en 
una  camarilla,  y  que  desde  ella  oia  que 
se  reunían  en  la  casa  varios  hombres. 
Preguntaronle  por  la  matèria  de  la  con- 
versación  de  estos,  y  contesto,  con  la 
inocencia  de  su  infància,  que  no  lo  sabia, 
però  que  pronunciaban  bastante  la  pala- 
bra  Perpínd,  y  de  aquí  se  tomo  pie  para 
el  descubrimiento  de  los  culpables,  y  su 
castigo,  que  fué  la  muerte.  Díjose,  ade- 
màs,  que  el  fin  de  los  bandidos  al  pren- 
derle  no  se  dirigia  al  asesinato,  sine  solo 
al  secuestro  para  obtener  dinero;  però 
que  la  autoridad  desplego  tal  número  de 
fuerzas  y  tal  persecución  para  encon- 
trarle,  que  los  bandidos,  para  desembara- 
zarse  de  él  y  no  comprometerse,  lo  mata- 
ren. Estàs  cosas  oi  contar  en  mi  niiïez,  y 
en  buena  parte  se  me  ratificaron  en  1886 
en  Granollers  del  Vallés,  pàtria  del  inter- 
fecto  y  asiento  de  su  família  y  bienes. 

En  la  dicha  sesión  del  4  toma  la  palabra 
Perpinà  en  favor  del  proyecto  del  Gobier- 
no,  y  anade  que  aun  prefiriera  de  los 
dos  el  primitivo,  y  hasta  el  del  senor 
Barata.  Dice  que  se  apoya  en  razones  de 
conveniència  de  los  mismos  compradores, 
de  la  justícia  que  les  asista,  de  las  venta- 
jas  que  dicho  proyecto  trae  a  la  Nación, 
al  Crédito  de  ella  y  a  la  política.  En  un 
pàrrafo  valerosamente  dice:  «Y  por  esto 
xprincipalmente  no  convendré  jamàs  en 
»que  para  favorecer  à  unos  comprado- 
»res,  de  los  cuales,  como  demostro  un 
»seflor  Procurador,  en  una  de  las  sesio- 
»nes  sobre  este  proyecto,  fueron  la  ma- 
»3'or  parte  màs  bien  agiotístas  y  especu- 
»ladores  que  verdaderos  acreedores  de  la 
«Nacíon,  se  perjudíque  à  estos  y  a  ella.» 

Continua  en  otro  punto: 
«No  parece,  senores,  sinó  que  eso  de 
»temores  es  el  comodín  de  la  comísion  y 


»de  los  que  apoyan  su  dictamen,  pues 
»segun  les  conviene  que  se  apruebe  ó 
»deje  de  aprobar  algun  articulo  se  mani- 
»fiestan  intrépidos,  ó  se  muestran  recelo- 
»sos».  Observa  que  en  unos  casos  se  temé 
mucho  el  aumentar  la  deuda,  y  en  otros 
ya  no  hay  temores. 

A  pesar  de  que  defiende  a  pie  y  a  caba- 
Uo  y  con  gran  ardor  que  no  deben  devol- 
verse  las  fincas,  dice:  '<No  se  trata  (por  cl 
••tgobicriioi  de  modo  alguno  de  anular  las 
»ventas;  no  se  duda  de  que  fueron  con- 
»tratos  legitimos...  El  escandalo  de  la 
»anulacion  està  dado  ya  tiempo  hà,  y  por 
«cierto  que  no  hemos  sido  nosotros  quien 
»lo  dimos,  antes  si  tratamos  de  repararle 
»en  lo  posible...  Y  sea  dicho  de  paso,  sisè 
»tratase  de  este  particular,  no  faltarían 
»hasta  razones  legales  para  defender  el 
»derecho  que  pudiese  competer  para  ello 
Ȉ  la  Nacion,  no  precisamente  porque 
»correspondiéndole  los  derechos  de  un 
«menor,  podria  reclamar  el  de  la  restitu- 
»cion  iii  iiitcgnmi,  sinó  por  cuanto  de 
»otra  parte  es  sabido  y  reconocido  por  la 
»comision  la  lesion  enorme  y  enormísima 
»que  en  tales  ventas  sufrió  el  Estadc 
»Pero  repito  que  no  se  trata  ahora  de  tal 
»cosa». 

Demuestra  que  con  la  medida  de  no 
devolver  las  fincas  no  bajaría  el  crédito, 
pues  a  pesar  de  verse  en  el  Gobierno  esta 
marcha,  los  fondos  espanoles  suben  en 
Paris  y  Londres,  3'^  en  Espaíïa  no  se 
espantan. 

Va  alegando  con  elocuencia  y  valentia 
muchas  razones,  que  prueban  la  ninguna 
de  los  que  quieren  la  devolución.  «Pudie- 
»ra  (yo)  asi  mismo  decir  con  otro  indivi- 
»duo  de  la  misma  comision:  en  este  asunto 
»màs  bien  se  han  empleado  declamacio- 
»nes  propias  para  coimiover  el  corazon 
»que  para  persuadir  el  entendimiento». 
{Prucba  de  la  existència  de  la  pasion.) 

Emprende  la  demostración  de  que  la 
justícia  no  pide  la  devolución,  y  de  que 
los  compradores  son  unos  meros  acree- 
dores del  Estado. 

»tCuàl  fué  el  f undamento  de  las  ventas 
»de  bienes  nacíonales  hechas  en  el  ano 


niSCL'SIOX    DEL    CONGRESO.     ETC. 


lOQ 


»22?  Fué  la  no  existència  de  las  corpora- 
>^ciones  à  quienes  fueron  devueltos  des- 
>'pues  los  bienes,  por  la  supresion  ó  refor- 
»ma  de  los  cuales  habían  quedado  estos 
«vacantes...  El  mero  hecho  de  cambiarse 
»el  sistema  constitucional  en  uno  abso- 
»luto  llevaba  en  sí  la  necesidad  de  que 
>;aquellas  ventas  quedasen  sin  fuerza,  en 
»tanto  que  no  se  me  dirà,  ó  al  menos  no 
»creeré,  que  hubo  entonceS  compradores 
»que  no  comprasen  bajo  esta  certeza, 
«bien  persuadidos  de  que  las  compras 
»que  hacian  solo  podian  seiies  garantidas 
»por  aquel  gobierno  mientras  existiese, 
»y  que  cuando  él  cas'era  caerian  tambien 
»las  ventas.  Lo  que  nadie  pudiera  haber 
»creído  era  que  el  Gobierno  que  siguiese 
»al  constitucional  había  de  sei  tan  inmoral 
»que  no  solo  había  de  rescindir  aquellas 
»ventas,  sinó  que  no  había  de  devolver  el 
«capital  }•  el  importe  de  las  mejoras... 

»Si  el  clero  hubiese  conocido  mejor  sus 
»intereses;  si  no  se  hubiera  dejado  des- 
«lumbrar  con  el  triunfo  que  obtuvo;  si 
»hubiera  conocido  como  conocían  otros 
»que  aquel  triunfo  no  podia  ser  eterno,  y 
»que  lo  que  les  interesaba  era  indemnizar, 
«y  hacer  este  acto  de  justícia,  no  hubiera 
»llegado  el  caso  de  hablarse  de  este  asun- 
»to...»  Que  el  derecho  de  los  comprado- 
res es  de  que  se  les  paguen  todos  los 
perjuicios  seguidos  por  no  haberles  resti- 
tuido  el  precio;  y  aiïade  de  su  cuenta  que 
han  de  ser   reintegrados  de  las  rnejoras. 

Echa  en  cara  a  la  comisión  que  a  otros 
acreedores  del  Estado  en  el  niismo  pro- 
yecto  de  ley  les  quiere  indemnizar  con 
mucho  menos.de  lo  que  perdieron  (nom- 
bra  cui'iles  sean  estos  acreedores),  mien 
tras  que  «A  los  otros  (los  compradores  de 
»bienes  nacionales)  se  les  dé  mas;  pues 
»que  todos  hemos  visto  que  por  5'2  que 
«perdieron  se  les  da  100. 

»La  comisión,  que  no  ha  podido  desco- 
»nocer  la  fuerza  del  principio  de  que  el 
»fundamento  de  aquellas  ventas  consistia 
»en  la  existència  ó  no  existència  de  las 
»corporaciones  a  quienes  pertenecían  los 
«bienes,  trató  de  cortar  el  nudo»  diciendo 
que  legalmenfe  no  existían.  He  visto,  dice, 


que  sobre  esto  se  recalcaba  el  acento  <'y 
»que  para  apoyarlo  se  ha  hablado  de  la 
>ley  1,  tit.  26,  lib.  1.°  de  la  Novis.  Recop. 
»Pero  no  hay  mas  que  leer  esta  ley,  y  se 
vve  la  poca  aplicacion  que  puedetenera 
»este  caso,  porque  lo  que  es  en  la  ley 
»verdaderamente  no  se  decide  nada.  Todo 
»es  hacer  reflexiones  sobre  el  modo  con 
»que  se  podi  ían  i^eformar  los  religiosos, 
»pero  sin  resolver  casi  nada;  \'  3-0  extra- 
>'no  que  se  haya  citado  en  este  punto 
^:aquella  ley,  que  cabalmente  es  opuesta 
)a  los  principios  que  han  manifestado  los 
»senores  de  la  comisión;  pues  allí  todo 
*era  pedir  a  Su  Santidad  una  autoriza- 
>cion,  todo  era  solicitar  una  aprobacion 
»del  Papa,  y  contar  en  todo  con  él. 

>^Y  si  bien  es  verdad  que  en  esta  ley  se 
»trata  de  que  para  establecer  nuevos  con- 
»ventos  se  necesita  dar  conocimiento  al 
»consejo,  3'  que  han  de  ser  las  dos  terce- 
»ras  partes  de  votos  del  mismo  que  lo 
»aprueben:  però  ;puede  esta  ley  compa- 
»rarse  ó  aplicarse  al  caso  extraordinario 
»en  que  estuvimos  el  afio  de  23  cuando, 
»segun  en  otra  ocasion  semejante  à  esta 
«se  ha  dicho  por  un  seíior  Procurador,  el 
»Re3'  por  un  acto  sublime  de  la  repre- 
»sentacion  que  había  entonces  fué  resti- 
»tuido  a  la  plenitud  de  los  derechos  que 
> habían  tenido  sus  antepasados?...  Digo 
>que  no  puede  compararse  con  lo  que  se 
»hizo  entonces,  en  que  S.  M.  con  un  solo 
>  decreto  anuló  cuanto  se  había  hecho  en 
»tiempo  de  la  Constitucion,  y  por  consi- 
»guiente  no  se  restablecieron  los  conven- 
»tos  por  disposicion  particular,  sinó  sini- 
»plemente  en  fuerza  del  bien  sabido 
> decreto  que  anuló  en  general  todos  los 
'■actos  del  gobierno  representativo.» 


Examina  después  la  cuestión  desde  el 
punto  de  vista  político,  y  dice  que  la  Na- 
ción,  si  no  esta  enferma,  esta  convalecien- 
te:  «Esta mos,  senores,  en  una  guerra  ci- 
»vil,  y  no  sé  como  ha  podido  ocurrirse  a 
tnadie  el  exponerse  A  aumentar  su  fuego, 
»ni  como  puede  ocultarse  à  algunoel  que 
»la  devolucion  de  las  lïncas  en  esta  oca- 
»sion,   puede    ser    motivo   para   que  se 


110 


LIliRO    TKUCERO. CAPI  11   LO    TERClilic 


»encienda  mís  y  mas  aquel  fuego,  que 
>^sería  del  caso  tratar  de  apagar  por  todos 
»los  mèdics. 

»El  Sr.  Torremejía  indico  mu}'  bien  las 
>>grandes  ventajas  que  podrian  reportarse 
»de  esperar  a  tomar  providencia  sobre  el 

>  particular  cuando  se  hubiera  verificado 
»el  arreglo  del  clero.  En  esto  no  perdé- 
»ríamos  nada,  antes  bien  reportariamos 
»muchas  ventajas;  pues  se  evitarían  fà- 
»cilmente  las  dificultades,  que  en  el  dia 
»debian  ser  casi  insuperables,  y  la  expo- 
»sicion  que  habría  de  que  dando  sinies- 
»tras  interpretaciones  A  las  decisiones  de 
>4as  Cortes,  se  pudiese  tomar  de  aquí  pié 
»por  algunos  para  abusar  de  la  creduli- 
»dad  y  del  fanatisme  de  los  pueblos. 
»Todas  estàs  ventajas  se  logran  con  el 
«articulo  que  ha  propuesto  el  Gobierno, 
»porque  verificandose  primeramente  el 
»arreglo  del  clero,  y  expresando  la  incor- 

>  poracion  de  las  fincas  al  paso  que  vayan 

>  volviendo  al  poder  del  Estado,  no  se 
»puede  témer  produzca  ninguno  de  aque- 
>A\os  malos  resuliados  esta  providencia 
xde  resarcimiento». 

Sigue  refutando  los  argumentos  con- 
trarios.  Habiéndose  dicho  por  parte  de 
los  contradictores  que  no  hay  que  témer 
a  2,000  monjes  miserables,  discute  si  son 
o  no  ricos,  y  no  lo  resuelve.  Dice  que  de 
las  8,000  fincas  que  se  vendieron  no  todas 
eran  de  regulares,  pues  las  había  de  me- 
morias  pías,  de  inquisición,  encomien- 
das,  etc.  Anade:  «Però  bajo  el  supuesto 
»de  que  los  monjes  tienen  tantas  fincas 

>  de  valor,  no  se  les  puede  dar  el  titulo  de 
>.miserables  ó  impotentes,  mayormente 
>.en  una  nacion  en  que,  como  dicen  los 
xmismos  que  defienden  el  dictamen  de  la 
>:comision,   no   hay    propiedad;   en    una 

>  nacion  que  esta  llena  de  proletarios  dis- 
»puestos  siempre  à  servir  al  que  les  dé 
>/una  peseta.  Y  ien  este  caso  se  dice  que 
»son  impotentes,  ó  que  son  miserables, 
>:que  no  deben  arredrar  al  Gobierno? 

>^Haj^  mas:  no  se  trata  solo  de  monjes; 

>  el  Gobierno  nos  ha  dicho  que  hay  30,000 
^religiosos;  si  nosotros  antes  de  exami- 
»nar  el  estado   del  clero  damos  esta  pro- 


»videncia  para  que  se  devuelvan  las  fin- 
»cas  sin  mirar  si  queda  para  su  manuten- 
»cion,  ino  vamos  à  alarmar  a  toda  esta 
»clase?  Hay  mi'ls  todavía;  el  clero  secular 
»se  puede  tambien  resentir  de  ellas,  y 
»algunos  de  sus  individuos  cuando  menos 
»se  pueden  unir  à  favor  del  otro,  y  me 
»parece  que  A  los  2,000  monjes  con  30,000 
»individuos  que  son  los  regulares,  segun 
»nos  dijo  el  Gobierno,  y  ademtis  algunos 
»del  clero  secular,  no  puede  dàrseles  el 
>;nombre  de  miserables.  Vo  creo  que 
Uodos  los  SS.  Procuradores  podran  con- 
»venir  en  que  cada  uno  de  estos  hombres 
»tendrà  bastante  poder  para  seducir  cua- 
»tro  ó  cinco  miserables,  y  sumando  estàs 
»partidas  se  vera  a  cuantos  pueden  as- 
»cender.  No  hay  que  olvidar,  senores, 
»que  el  clero  puso  en  movimiento  à  toda 
>  la  Nacion  el  afio  de  8,  y  se  derroco  el 
>coloso  del  siglo...  (Varios  SS.  Procura- 
»dores  reclamaren  el  orden)». 

Cree  que  el  clero  desea  la  reforma 
para  así  salir  de  ansiedad. 

«Se  dijo  que  no  había  de  producir  nin- 
*gun  resultado  de  esta  clase  'de  atiweu- 
lytar  la  siibhvacion  carlista  /  cuando  otra 
»vez  se  vió  este  decreto.  Yo  puedo  decir 
»de  las  provincias  de  Cataluiïa  que  no  fué 
»así,  y  que  se  vió  mu}'  marcadamente  el 
«resultado  que  producía».  La  quema  de 
los  conveiitos  de  tal  niodo  aumentó  los 
carlistas,  que  estos  teiiían  que  armar  a 
los  nuevos  cou  palos  por  falta  de  fust- 
les.) 

Se  dice,  anade,  que  la  iníluencia  de  los 
religiosos  quedarà  contrabalanceada  por 
la  de  los  compradores;  y  esto,  anade, 
no  es  verdad,  pues  va  se  vió  lo  que  hicie- 
ron  estos  en  la  otra  època.  «Se  ha  dicho 
»que  era  preciso  sostener  el  principio  de 
»la  validez  de  las  ventas,  y  se  ha  ponde- 
»rado  esta  necesidad  en  tales  termines 
»que  ha  llegado  a  útcivse  ftat  justitia  et 
>->rtiat  coelum»  (1).  (;Cuaiita  pasión,  sea 
masóuica,  sea  de  amor  al  oro  en  los  par- 
tidaríos  de  la  dcvolucióu!) 


( I )     Siiplemento  cilado.  pags.  de  764  a  7Ó8. 


DlSCUSni.V    DEL    CONGRESO,     ETC. 


111 


Así  termina  la  sesión  del  4  de  mayo,  y 
en  las  posteriores  sigue  la  discusión  de 
los  tales  blenes,  y  parece  que  ni  un  ora- 
dor quiere  dejar  de  echar  su  cuarto  a  es- 
padas  en  el  asunto,  aunquesearepitiendo 
los  argumentos  una  y  mil  veces  aducidos 
por  otros.  jA  tal  punto  llegaba  el  empeno 
de  masones  por  un  lado  para  anular  a  los 
monasterios,  y  el  de  los  compradores  de 
hienes  por  otro  para  despojarles!  Los 
discursos  llenan  infinidad  de  paginas  de 
íolio,  de  letra  diminuta.  Y  yo  en  este 
punto,  para  evitar  la  fastidiosa  pesadez 
de  que  adolecen  estàs  discusiones,  no  he 
tratado  de  reproducir,  ni  extractar,  ni 
siquiera  dar  sucinta  cuenta  de  los  discur- 
sos, sinó  solo  he  escogido  aquellos  parra- 
fos  mas  o  menos  difusos  que  ponen  al 
lector  en  ocasión  de  conocer  la  matèria 
que  se  disputaba,  los  argumentos  princi- 
pales  que  se  aducían,  o  las  insipiencias 
insignes  que  se  eructaban. 

En  la  sesión  del  5  de  mayo  el  senor 
Caballero,  decidido  partidario  de  la  de- 
volución  de  las  lincas  a  los  compradores, 
dice  entre  otras  cosas: 

«Si  realmente  desea  el  Gobierno  que 
>^por  ahora  no  se  toque  a  los  monjes,  ni 

>  se  les  quiten  las  fmcas  para  volverlas  a 

>  sus  duenos;  si  se  quiere  hacer  ei  arreglo 
»del  clero  con  mas  tino  y  mas  calma  para 
vdesignar  los  monasterios  que  han  de 
»quedar,  los  que  se  han  de  suprimir; 
»esto  me  indica  desde  luego  que  la  refor- 
»ma  del  clero  no  ha  de  ser  tan  radical 
»como  deseamos  {A^o  qiiicrcn  frailes); 
»porque  si  los  8  monasterios  que  reserva- 
»ron  las  Cortes,  si  los  que  salieron  al 
»mercado  y  no  se  vendieron,  si  los  que 
»apareciendo  vendidos  pi^esume  el  minis- 
»tro  de  1  lacienda  que  no  esta  consumada 
»la  venta,  y  que  habra  lugar  a  declarar 
»que  no  es  valida;  si  todos  estos  blenes, 
»repito,  no  son  bastantes  para  el  arreglo 
»quese  propone  hacer,  entonces  yo  no  sé 
»qué  reforma  serà  la  suya;  presumo  que 
»va  A  reducirse  a  quitar  una  tercera  ó 
»cuarta  parte  de  conventos,  y  que  van  a 
»quedar  los  demiís;  en  cuyo  caso  no  creo 
»que  el  Gobierno  pueda  contar  con  el 


»asenso  del  Estamento,  para  el  plan  que 
»se  propone,  pues  presumo  que  los  pro- 
»curadores  estan  en  otras  ideas  respecto 
)>de  este  punto»  (1). 

El  marqués  de  Torremejía.— También 
cree  que  el  legitimo  duefto  de  las  fincas 
es  el  comprador,  y  lo  afirma  enérgicamen- 
te.  Es  digno  de  ser  copiado  el  siguiente 
aparte  suyo: 

:<Con  respecto  il  lo  primero  diré  que  el 
«Gobierno  debe  pesar  en  su  balanza  los 
»intereses  de  8,000  familias  con  los  inle- 
»reses  no  de  2  ó  3,000  monjes,  sinó  de  10  ó 
»12,000  colonos  de  los  monjes  que  seran 
^>despojados  de  su  propiedad,  ó  poco  me- 
»nos,  pues  que  pagando  un  cànon  muy 
»bajo,  se  consideran  como  propietarios, 
»se  suceden  de  padres  a  hijos  en  los 
»arrendamientos;  y  nótese  que  estàs  fami- 
»lias,  no  menos  numerosas  que  las  de 
«compradores,  son  generalmente  de  cla- 
»ses  mas  inferiores,  verdaderos  y  honra- 
»dos  labradores  que  comen  el  pan  con  el 
»sudor  de  su  rostro,  y  que  ni  saben  lo  que 
»es  agio,  ni  lo  que  es  especulacion.» 

El  orador  se  adhiere  a  la  base  actual 
del  Gobierno;  desea,  emperò,  alguna  mo- 
dificación;  de  modo  que  este  seíïor  resul- 
ta no  pertenecer  a  ningún  lado  de  los 
dos. 

Rebaté  a  los  que  dicen  que  la  reforma 
del  clero  no  se  hara:  «digo  que  cuanto 
»màs  se  ha  diferido  y  eludido  (este  arrc- 
»^/o^,tanto  mas  próximo  està  ahora  el 
«inevitable  momento  de  coger  este  fruto 
»tan  apetecido.  Asi  el  plató  de  una  balan- 
»za  que  con  seis  arrobas  no  se  vence, 
»pero  està  en  el  liel,  anadiéndole  solo  una 
»onza  cae,  porque  falto  ya  el  equilibrio. 
»Estos  proyectos  han  madurado  ya,  y 
»poco  à  poco  hemos  Uegado  al  termino 
»en  que  no  puede  menos  de  suceder.  No 
»son  ya  los  hombres  de  quienes  espero 
>;yo  la  reforma;  en  datos  mas  seguros 
«fundo  mi  contianza;  ;pues  que  està  ya 
»en  manos  del  Gobierno  dar  ó  suspender, 


(i)      Sií/'/t'»u»/o  cit:idi 


112 


I.lliliO    TERCIÍRO. CAPITULO    TF.KCEUO 


>'ó  solo  diferir,  las  reformas  que  imperio- 
^samente  reclama  la  civilizacion?»  (1). 

Toma  la  palabra  Argüelles,  y  pronun- 
eia  un  discurso  que  con  justícia  puede 
calificarse  de  descocado  y  sin  vergüenza. 
lle  aquí  algunos  de  sus  pànafos. 

El  Sr.  Argüelles «Fui  ejecutor  de 

>esta  medida,  sí,  senores  (Se  referirà  a 
'»la  venta  del  20),  y  aunque  me  acarreó 
»15  aflos  híl  muchas  amargaràs,  no  por 
xeso  me  desvio  un  àpice  del  modo  de 
>  pensar  de  aquella  època;  porque  si  como 
»individuo  del  Gobierno  juzgué  entonces 
»que  era  provechosa  A  mi  pàtria,  aun 
»estoy  en  el  dia  en  la  misma  creencia....» 
Que  se  acuda  a  las  sesiones  de  Cortes  de 
aquella  època,  y  «Severa  haciéndolo  que 
xeste  mismo  asunto  mereció  un  examen 
»prolijo,  despues  de  dar  su  dictamen  una 
>iComision  no  menos  digna  de  aprecio 
>/que  la  del  dia:  de  ella  formaban  parte 
'Obispos  y  doctos  eclesiasticos  (ji  !!1  y 
entre  ellos  un  venerable  prelado,  que  ya 
»no  existe,  modelo  de  virtud  y  de  verda- 
»dera  caridad  evangèlica».  (^:Si  scrd  cl 
desgraciada  López  Castrtllo?) 

Dice  que  la  medida  {se  refiere  a  la 
dicha  arriba,  o  sca  del  ano  20)  no  encon- 
tró  oposición  en  ninguna  parte,  es  decir, 
afiade  en  la  parte  itnstrada,  y  ni  aun  de 
parte  de  los  monasterios  extinguidos  o 
congregaciones. 

Que  no  hubo  desordenes.  «Los  nionjes 
»y  demíls  religiosos  se  sometieron  à  la 
»ley  sin  oponerse;  preciso  es  hacerles 
»esta  justícia*,  i Los  nionjes  se  sometie- 
ron, però  cl  país  se  Icvantó  en  armas.i 

Dice  que  el  seiïor  Ferrer  bien  pudiera 
hacer  con  justícia  una  oración  pro  domo 
sua,  como  la  de  Cicerón  ad  pontifices. 
«Ojal;\  los  pontifices  del  dia  tuvieran 
»como  los  de  entonces,  no  obstante  serio 
»de  un  pueblo  gentil,  equidad  para  con- 
»formarse  con  la  justícia  con  que  el  ora- 
»dor  de  Roma,  reproducido  hoy  en  el  de 
»Espana,  abogaba  por  su  casa  consagra- 
xda  à  la  libertad  segun  su  religion,  y  la 
»devolvieron    i.debe  decir   dcvolvieran). 


(i)     S»/•/c/);t');/o  ciladc: 


»como  se  hizo  én  aquel  caso.  Bueno  fuera 
»que  en  este  ejemplo  se  siguiera.  Yo 
»desearía  mucho  que  S.  S.,  desechando 
»esa  timidez,  pronunciase  todavía  otra 
»oracion  in  senatn,  aunque  fuese  pro 
y>domo  sua,  dandole  gracias  por  la  resti- 
»tucion.  Yo  no  trato  de  exitar  las  pasio- 
»nes  ni  de  concitar  los  animós  contra 
»ninguna  clase,  però  ibueno  fuera,  por 
»cierto,  que  tuviéramos  consideracion  con 
»quienes  nunca  la  han  tenido  con  nadie! 
(iSinvergücnsa!  / 

»Ayer  se  ha  dicho  que  las  ventas  se 
xhicieron  con  gran  desprecio,  que  se  aba- 
»tieron  los  valores,  que  en  las  provincias 
»se  cometieron  extraordinarios  abusos. 
»PodrA  ser  así  en  algunos  casos  particu- 
»lares,  però  yo,  que  me  hallaba  entonces 
»en  disposicion  de  tener  datos,  pues  esta- 
»ba  en  Espafla,  si  bien  ya  no  de  oficio  en 
»el  Gobierno,  me  acuerdo  muy  bien  que 
»hubo  ventas  que  se  admiraron  por  lo 
»extraordinario  del  valor  a  que  llegaron 
»sus  remates....  No  niego  que  pueda  ha- 
«ber  algun  caso  particular,  però  siempre 
«serà  la  excepcion  de  la  regla  general;  y 
«aun  cuando  pudiere  haber  habido  frau- 
»des  ó  descuides  de  parte  de  las  autorida- 
»des  locales  ó  de  los  comisionados  subal- 
xternos,  la  presuncion  legal  estíí  a  favor 
»de  los  compradores».  (^Y  el  pagar  con 
papcl  por  todo  el  valor  nominal  era  ex- 
cepcion?) 

Contesta  al  argumento  de  que  los  mo^ 
nasterios  son  indulgentes  con  sus  colo- 
nos,  y  lo  niega,  diciendo  que  hacen  lo 
que  los  particulares:  «yo  no  lo  he  visto 
>;ni  lo  he  oído  como  costumbre  general». 

Refiriéndose  al  clero  regular,  dice:  «y 
»no  seré  yo  el  que  diga  una  sola  palabra 
»en  ofensa  de  la  seguridad  y  defensa  a 
»que  son  acreedores  los  que  la  compo- 
»nen....  Aun  en  la  època  del  afïo  20,  en 
»que  su  prestigio  para  con  el  pueblo  era 
«indudablemente  mayor,  se  separaron  los 
«religiosos  de  sus  propiedades  con  toda 
«obediència  y  sumision  A  la  autoridad 
«temporal,  y  sin  que  esta  tuviese  que 
ïtomar  la  menor  precaucion  extraordi- 


ÍIEI-    CO.NGRESO.     KTC. 


113 


»naria.  Però  aun  cuando  fuese  cierto  el 
»estado  en  que  S.  S.  supone  A  la  Nacion, 
»y  que  la  guerra  civil  discurriese  por 
»todas  las  provincias....  haría  una  ofensa 
Ȉ  que  no  son  acreedores  los  supuestos 
»protegidos  por  los  facciosos. 


»E1  Gobierno  es  el  primero  que  ha  re- 
vconocido  en  el  preàmbulo  del  proyecto 
»de  ley  la  iniquidad  de  lo  heclio  en  1823... 
»Hay  cierto  respeto,  cierto  temor  à  que 
»pudieran  ocurrir  inconvenientes  en  dar 
»por  exting^uidüs  los  ordenes  monacales 
»que  lo  fueron  el  ano  1820.  Estàs  conside- 
»raciones  no  pueden  ser  mas  que  el  dis- 
>'gfusto  de  los  religiosos  y  de  las  familias 
»y  personas  que  en  la  sociedad  espanola 
»puedan  tener  con  ellos  relaciones  de 
»amistad  y  simpatia,  esto  es,  el  temor  à 
»lo  que  pudiera  influir  en  la  tranquilidad 
»pública  ese  disgusto  por  el  respeto  con 
»que  se  les  ha  mirado  siempre,  respeto 
»que  yo  estoy  lejos  de  desconocer».... 
En  el  ano  20  «la  iniciativa  para  la  extin- 
»cion  fué  de  las  Cortes,  y  yo  no  sé  que 
»el  Gobierno  de  aquella  època,  de  que 
»formé  parte,  dejase  de  preveer  las  diíi- 
«cultades,  y  los  esfuerzos  necesarios  para 
«superarlas  en  cuanto  le  fuese  posible. 
»Sabe  Dios,  ó  por  mejor  decir,  pues  Dios 
»lo  sabé  todo,  no  son  pocos  los  que  saben, 
»y  les  consta  las  amarguras  que  costo  A 
»los  ministres  de  aquel  tiempo,  bien  di- 
»verso  de  la  època  del  dia,  el  obtener  la 
>'sancion  de  la  ley  por  los  medios  legales 
>~que  hay  en  las  monarquías  constitucio- 
»nales  de  todos  los  países...»  'He  aquí 
coufcsadala  resistoicia  de  Fernando  VII 
n  sancioiiai  aquella  ley  i.  «Si  entonces  fué 
«posible  extinguirlos,  m:ís  hoy,  pues  en- 
>  tonces  gozaban  ellos  de  todo  su  prestigio; 
»aun  no  se  habían  echado  de  ver  actos 
»suyos  que  irritasen  a  nadie,  como  desde 
>-el  ano  de  1823;  al  contrario,  todo  el  res- 
»peto,  veneracion  y,  si  se  quiere,  hasta 
«idolatria,  se  conservaban  íntegros;  y  sin 
»embargo,  no  fué  bastante  consideracion 
»esta  para  dejar  de  sancionar  la  ley,  y 
/ejecutarse,  y  para  que  no  obtuviese  el 
»asentimiento  general  del  país.  {El  país 


»protestó  cou  las  armas  en  la  mano).  En 
»el  dia  las  circunstancias  son  muy  distin- 
»tas:  aun  en  los  mismos  religiosos,  a  quie- 
»nes  yo  respeto  tanto  como  otro  cual- 
»quiera  l'fariseismo.,  pues  entre  ellos 
»hay  diguos  individuos  que  me  son  bien 
'  conocidos,  y  à  los  que  profeso  y  profe- 
ssaré sincera  amistad,  hay  muchos  que 
^>desean  volver  al  siglo,  como  pueden  sa- 
»ber  tan  bien  como  yo  los  demas  procu- 
«radores,  pues  es  probable  que  así  como 
»se  han  dirigido  a  mi  se  hayan  dirigido 
Ȉ  SS.  SS.;  hay  muchos,  repito,  que  tie- 
»nen  grandes  deseos  de  que  se  les  pro- 
»porcione  un  medio  decoroso  y  religioso 
»de  salir  de  una  vida  en  que  ya  no  en- 
»cuentran  bajo  de  ningun  aspecto  los 
»atractivos  que  antes  tenia».  (Siempre 
son  los  eiiemigos  de  los  religiosos  los 
que  tales  cosas  sahen,  y  no  los  ami  gos 
que  les  tratau  cou  intimidad.  Los  que 
descarau  salir  serían  los  liberales,  es 
decir,  los  amigos  del  orador.) 

«Respecto  de  la  3.'^  regla  (la  leyó)  es 
«precisamente  a  donde  se  dirige  mi  opo- 
»sicion.  Es  una  ilusion  creer  que  por  me- 
»dio  de  comisiones  eclesiasticas  se  haga 
»la  reforma  del  clero  regular.  No  puede 
»ser,  senores,  y  digo  mas,  este  modo  de 
»hacer  reformas  en  la  disciplina,  ni  le 
«compete  al  Gobierno,  ni  puede  ejecu- 
«tarlo.  La  reforma  que  le  corresponde 
«està  ya  hecha,  y  no  vale  decir  que  no 
>  debe  restablecerse  sin  examen  lo  hecho 
>con  tanta  solemnidad,  y  despues  de  la 
»m;is  detenida  deliberacion  en  las  Cortes 
>de  Madrid  en  el  alio  20.  Esta  reforma 
»estci  hecha  como  únicamente  puede  ha- 
cerse  por  todo  gobierno  en  cualquier 
>país  ilustrado>\  Que  no  hay  mas  que  un 
principio  que  seguir,  que  es  el  adoptado 
el  20.  Que  las  congregaciones  religiosas 
se  introdujeron  prèvia  la  voluntad  de  los 
príncipes  que  las  pueden  suprimir  cuan- 
do les  parezca  necesario  o  conveniente, 
«y  así  debe  procederse  ahora  simplemen- 
»te  y  sin  aparato....  Però  engolfarse  en 
»el  dia  el  Gobierno  en  reformas  eclesiíís- 
»ticas  con  arreglo  a  los  cànones,  conci- 


114 


I.n;l<()     T1.RCF.K.O. CAI•ITLl.O     li-. 


»lios,  bulas,  decretales  y  demas,  en  vez 
»de  la  simple  supresion  de  monasterios  y 
»conventos  hecha  ya  en  aiïo  20,  seria  re- 
»conoceise  dependiente  en  esta  matèria 
»de  la  cúria  romana».  Sigue,  para  de- 
mostrar que  no  obtendria  el  Gobierno  la 
aprobación  de  Roma,  aduciendo  lo  que 
pasó  en  la  època  constitucional,  que  no 
obtuvieron  las  bulas  de  Obispos  ni  Mu- 
noz  Terrero,  ni  Espiga,  ni  otros,  ni  la 
obtienen  a  la  sazón  los  presentados  por 
Isabel  II.  «En  vista  de  estos  desengaiïos 
»-lnos  privaremos  del  apoyo  de  los  verda- 
»deros  amigos  del  Gobierno  para  echar- 
>:nos  en  brazos  de  sus  enemigos,  diciendo 
>'';l  aquellos  *que  esperen  hasta  el  ano  36 
»en  que  se  haga  la  reforma»?  Yo,  seno- 
.»res,  prefiero  el  aborrecimiento  de  mis 
«enemigos  a  su  desprecio  y  escarniu». 
(Todos  y  siempre  los  mismos  argumen- 
íos.  Argiielles  es  frnnco,  y  va  a  la  su- 
presion de  todo  coiiveiito,  coiiio  las 
Córics). 

«Yo  diré  a  S.  S.  que  una  junta  eclesias- 
»tica  no  menos  autori/.ada  que  la  del  dia 
»trabajó  infinito,  ya  en  tiempo  de  la 
»junta  central,  para  conseguir  una  refor- 
»ma,  però  infructuosamente,  à  pesar  de 
»favorecerla  varias  circunstancias.  La 
«primera  regència  constitucional  en  Cà- 
»diz  de  su  iiiotH  proprio,\\bre.  y  esponta- 
»neamente,  sin  exitacion  de  las  Cortes, 
»así  que  vió  desocupadas  las  provincias 
»de  Castilla,  circulo  órden  à  los  intenden- 
»tes  para  que  no  diesen  à  los  religiosos 
»las  llaves  de  los  conventos,  ni  cesasen 
»en  la  administracion  de  los  bienes  de 
«estos  por  cuenta  del  Estado,  y  despues 
>  envio  como  mensaje  una  memòria  sóli- 
»da,  erudita  y  digna  del  ilustrado  minis- 
»tro  de  Gracia  y  Justícia  que  la  formó 
«entónces,  en  que  decía  que  siendo  de  la 
«exclusiva  de  las  Cortes  el  restableci- 
»miento  de  los  conventos,  la  sometía  à 
>su  consideracion  para  que  procediesen 
>:a  lo  que  fuese  oportuno».  Y  esto  que  los 
regentes  hicieron  guerra  al  régimen 
constitucional.  «Las  Cortes  pasaron  con 
>:la  memòria  todos  los  documentos  a  las 


«comisiones  eclesiàstica  y  de  Gracia  \' 
«Justícia  reunidas  para  que  los  tuviesen 
«presentes  en  el  plan  general  del  arreglo 
«que  se  meditaba.  Descansaren  las  Cór- 

«tes  en   la   buena  fé  de  la  regència 

»Los  religiosos  esiaban  ya  exclaustrados 
«por  el  decreto  dado  por  Napoleon  en 
«Chamartin....  rPero  qu6  sucedió?  Que 
«por  operaciones  clandestinas,  conjura- 
«ciones  tenebrosas,  tramas  oscuras  y 
«otros  ardides  semejantes  (por  niedíos 
y>legalcs,  segi'iii  deiitostrc  al  íratar  de 
>>a(]ucUas  Cortes),  que  al  Gobierno.  ac- 
«tual  deben  servirle  de  leccion,  esta  mis- 
«ma  regència.... se  dejó  arrastrar,  seducir 
«ó  sorprender  por  las  mismas  personas 
«que  existen  en  el  dia,  pues  si  no  existen 
«matèria Imente,  existe  su  espiritu,  y  res- 
«tableció  fraudulentamente  varios  con- 
«ventós  en  Sevilla  y  otros  puntes. . .  i  Falso, 
>ifals/sit!io.  Se  restableci eron  legaliiieii- 
•■•>tc.)  Los  acontecimientos  de  1814  hicie- 
>  ron  el  resto;  despues,  en  el  ano  20,  se 
»hizo  al  fin  parte  de  la  reforma;  però  los 
«sucesos  del  23  la  inutiliz.íron  completa- 
«mente....  Y,  qué  ruo  seria  injusto,  no 
«seria  impolítico  atender  solo  al  interès 
«de  800  ó  1,000  personas  que  estan  disfru- 
«tando  lo  que  pertenece  a  7  ú  8,000 
«familias  ütiles  y  acreedoras  à  toda  con- 
«sideracion?....  i Siempre  los  mismos  ar- 
»gH}iie/itos.  t  riQué  hemos  de  poner  a  su 
«lado  para  la  comparacion?  Virtudes  si 
íse  quiere,  pues  ciertamente  yo  no  niego 
«que  las  haya  i  bueiia  coiifcsióii ,;  però 
«para  mi,  que  soy  hombre  del  mundo  y 
«profano,  virtudes  bien  estériles.  Yo  no 
«he  venido  aquí  à  hacer  de  Procurador 
»de  los  que  aman  la  vida  ascètica  y  con- 
«templativa,  y  no  contentes  con  las  mise- 
«rias  inherentes  à  la  condicion  humana, 
«recomiendan  à  otros  que  aumenten  sus 
«mortificaciones....  La  cuestion  pràctica, 
«pues,  ....  consiste  en  saber  si  7,000  famí- 
»lias  ....  han  de  merecer  menos  conside- 
«racion  que  corporaciones  religíosasmu\' 
«recomendables»....  (1).  i Rcconieudablcs, 
(y  las  quiere  suprimir?  i. 


Suplcmoilo  cilaclii.  pàgs.  de  77  = 


DISOUSIUN'    riF.L    CONGRESO.     ETC. 


115 


El  Sr.  Perpina  dice  que  los  discursos 
de  Argüelles  le  entusiasmaron  tanto  en 
la  època  constitucional,  que  tomo  las  ar- 
mas,  y  fué  a  las  batallas,  y  que  fué  él 
quien  le  hizo  amigo  del  sistema  actual.... 

«....Yo  no  he  tratado  de  defender  A  nin- 
'  guna  clase,  ni  menos  A  la  que  ha  aludi- 

>  do  S.  S.»,  que  no  trata  de  congraciarse 
con  ninguna  clase,   «porque  por  expe- 
riència sé  como  se  pagan  las  opiniones 

>que   acostumbro   emitir,   y   sé  tambien 
'que  el  despotismo  no  trata  con  conside- 

>  racion  a  las  ideas  moderadas,  porque 
sabé  que  la  Moderacion  no  transige  con 
él,  y  que  al  cabo  ha  de  ser  la  losa  de  su 

>sepulcro»  (1). 

En  la  sesión  del  6  de  mayo  el  diputado 
Sr.  Marqués  de  Falces,  con  graduar  de 
justas  y  vàlidas  las  ventas  de  los  bienes 
de  monacales,  se  adhiere,  aunque  con 
alguna  modificación,  al  plan  del  Gobier- 
no,  y  profiere  algunas  afirmaciones  que 
deben  aquí  ser  recogidas  y  habidas  en 
consideración. 

Deplora  que  en  la  discusión  se  haya 
Ixijado  a  hablar  de   personas.  -(He   oido 

detenerse  demasiado   en    cuanto  a   los 

defectos  de  ciertas  corporaciones  y  de 

susindividuos... 
xNi  sé  yo  si  es  bastante  generoso  hacer 

inculpaciones,  y  excitar  la  animadver- 

>  sion  sobre  cierta  clase  en  una  ocasion  en 
que  por  desgracia  la  vemos  perseguida 
de  una  manera,  cuj'o  recuerdo  es  el  màs 
amargo  para  un  hombre  de  bien,   sean 

>  cuales  fueren  sus  opiniones. 

>'Así  que,  en  mi  discurso  no  trataré  de 
defender  estàs  corporaciones  ó  sus  indi- 
viduos. 

»Ni  tampoco   por    haberse  anticipado 

los  compradores)    prueban    la  mayor 

confianza  en  su   duracion   (del  sistema 

constitucional);  pues    no    nació  acaso 

»esto  de  su  mayor  afecto  hacia  él,  sinó  de 

»la  desconlianza  que  tenían  de  su  propio 

»papel,  que  no  valiendo  nada,  lo  emplea- 

»ban  en  compras  que  les  podían  produ- 


(i)     Siif'lemcíilo  ciiadci.  pàg.  y-S. 


»cir.  Podríamos  citar  ejemplos  de  perso- 
»nas  que  talando  un  monte  ganaron  en 
vun  ano,  ó  dos,  mucho  mas  de  lo  que 
«habían  empleado  dQnc  noticia! i;  y  si  yo 
»tratase  de  manifestar  la  lista  de  los  com- 
»pradores,  no  faltarían  en  ella  muchos 
»que  no  figuran  por  cierto  en  las  filas  de 
»los  defensores  de  la  libertad...»  Habla 
de  la  «patètica  exhortacion  con  que  ter- 
»minó  su  discurso  el  senor  Ferrer.»  (Has- 
ta  ellos  la  llaiiiau  ast.  Le  iiiteresaba  a 
Ferrer). 

Afiade  el  Marqués  que  se  puede  dispu- 
tar a  quién  correspondan  las  fïncas,  però 
no  calificar  de  detentadores  de  mala  fe  a 
los  actuales  poseedores  los  frailes,  pues 
volvieron  a  adquirir  sus  fincas  en  virtud 
de  una  ley.  «Algunas  de  estàs  comunida- 
»des  encontraron  mejoradas  sus  propie- 
»dades,  otras  deterioradas,  \  fué  preciso 
»que  el  Gobierno  las  autorizase  para  ven- 
»der  varias  fincas. 

»Sabido  es  que  la  mayor  parte  de  las 
«fincas  fueron  vendidas  por  una  parte 
»muy  ínfima  de  su  valor:  repito,  sefiores, 
»que  esto  no  rescinde  el  contrato,  pues  lo 
»he  mirado  como  sagrado  é  inviolable; 
»pero  si  entonces  sucedieron  estos  defec- 
»tos  de  dar  las  fincas  por  mucho  menos 
»valor  que  el  de  su  tasacion,  es  menes- 
»ter...»  (2).  Hay  que  notar  en  los  discur- 
sos de  los  mismos  liberales  las  interesan- 
tes  noticias  que  nos  dan  de  la  desastrosa 
desamortización  de  1820  a  23. 

En  la  misma  sesión  del  6  toma  la  pala- 
bra  el  diputado  Conde  de  las  Navas,  y 
pronuncia  un  discurso  de  franca  y  radical 
oposición  contra  el  Gobierno  y  contra  los 
monacales  y  frailes.  Calitica  a  estos  de 
verdugos  de  los  liberales  durante  losonce 
aiios  que  siguieron  al  1823.  Però  también 
hace  referència  a  las  matanzas  recientes 
de  religiosos  y  dice  deellas:  «Conozcolas 
»ideas  de  todos,  y  no  hay  ninguno  que  no 
»haya  lamentado  los  horrores  cometidos, 
«permítaseme  decirlo,  por  la  impericia 
»con  que  el  Gobierno  no  supo  evitar  que 

(j)     Suplcmento  citació,  p;'igs.  78;  y  78^. 


116 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    ÏERCERO 


»el  furor  sacrificase  algunas  víctimas. 
»;Pero  quien  no  condenó  los  asesinatos? 
»Cometidos  fueron  estos  parte  por  la  fal- 
»ta  de  ilustracion,  y  m;'is  aun  por  la  leni- 
»dad  y  falta  de  aplicacion  de  las  leyes  a 
»los  criminales.  Esa  parcialidad,  que  por 
«desgracia  aun  ejerce  su  funesta  intluen- 
»cia,  esa  es  la  causa  de  muchas  de  las 
>'desgraciadas  ocurrencias  que  hemos  la- 
>mentado.  Plegue  al  cielo  que  mas  ilus- 
»trados,  y  acordàndonos  de  que  somos 
»espanoles,  no  se  renueven,  para  man- 
>.char  la  carrera  de  la  revolución  tan 
»magestuosamente  empezada.  Però  no, 
»seguira  su  marcha  a  pesar  de  los  pesa- 
«res...»  (1). 

El  Conde  califica,  con  justícia,  de  elo- 
cuentísimo,  erudito  y  conciso  el  discurso 
de  Perpina,  calificaciones  que  a  mi  ver 
son  muy  merecidas,  aunque  por  otra  par- 
te  las  ideas  de  Perpina  pidan  correctivo. 
«Llevamos,  dice  ademàs,  tres  días  de 
»discusion,  y  aun  no  se  ha  tocado...  Toda 
»la  discusion  està  girando  sobre  los  bienes 
»delosmonacales...»Esteera  el  punto  que 
principalmenteinteresaba  a  lamasonería 
y  a  los  compradores.  Esto  demuestra  el 
empeno  de  los  últimos  en  recobrar  sus 
predios.  Esto  es  lo  que  debe  confrontarse 
con  el  dicho,  arriba  citado,  del  anciano 
que  atribuia  a  algunos  de  los  comprado- 
res el  incendio  de  los  conventos. 

«El  otro  punto,  continua  el  Conde,  que 
»no  se  ha  tocado  es  el  que  se  llama  capi- 
^talisacioties  que  tambien  se  hicieron  en 
»virtud  de  esa  ley,  y  recayeron  sobre  los 
»secularizados,  los  cuales  despues  se  vie- 
»ron  perseguides  atrozmente  (ili!I!)  por 
»ello,  y  en  el  dia  no  han  recobrado  sus 
«bienes,  y  perecen  de  hambre»  (2). 

El  senor  Perpina,  combatido  por  el 
Conde  de  las  Navas  sobre  el  punto  de  la 
influencia  del  clero  en  el  levantamiento 
de  1808,  responde:  «No  dije  que  el  clero 
»hubiese  sostenido  y  alimentado  la  glo- 
»riosa  insurreccion  de  1808,  sí  únicamen- 
»te  que  en  aquella  època  supo   poner  en 


«movímiento  à  la  Nacion  con  tan  felíz  re- 
«sultado.  Y  aunque  sí  fuese  menester 
«buscar  pruebas  de  ello  se  encontrarían 
»en  los  papeles  y  documentos  de  aquella 
Ȏpoca,  y  en  las  memorias  reiativas  A  ella, 
>me  basta  referirme  al  mismo  discurso 
»que  acaba  de  proferir  el  sefior  Conde 
«para  justificar  mi  proposicion...»(3). 

De  tal  modo  en  este  asunto  de  los  hie- 
nes jugaban  las  pasiones  que  el  Subse- 
cretario  de  Estado  en  esta  misma  sesión 
se  cree  en  el  caso  de  recomendar  a  los 
diputadosque  omitan  todo  lo  que  pueda 
excitarlas.  También  aconseja  que  descar- 
ten toda  cuestión  de  personas,  y  dice:  «y 
«por  esto  todo  cuanto  se  ha  dicho  ya  de 
»las  cualidades  de  los  compradores,  ya 
»de  los  índividuos  de  las  corporaciones 
«que  hayan  de  suprimirse,  es  ajeno  de  la 
«cuestión...  (4). 


(i)     .^'ií/>/t';)ií;;/o  cilado.  púg.  780. 

(_')     Siipleinciila  citado.  pàgs.  786  y  787 


»La  comision  procede  de  un  principio 
»único.  La  comision  no  admite  mas  que 
>4a  restitucion  de  los  bienes.  Y  diré  de 
»paso  que  con  tanto  calor  toma  la  comi- 
»sion  la  causa  de  los  compradores  de 
«bienes  nacionales,  que  hasta  quiere  que 
«los  tomen  los  que  no  los  quieren,»  pues 
hay,  anade,  un  gran  número  de  compra- 
dores que  prefieren  a  las  fincas  los  crédi- 
tos  que  dieron  por  ellas  (5). 

Por  lo  radicales,  francas  y  perversas 
deben  copiarse  aquí  unas  nuevas  pala- 
bras  del  elocuente  Alcalà  Galiano,  pro- 
nunciadas  en  la  misma  sesión  del  6  de 
mayo,  en  defensa  de  la  devolución  de  los 
bienes  a  los  compradores. 

El  sefior  Alcalà  Galiano...  En  tono 
serio  y  alabàndolo  dice  que  el  seflor  Fe- 
rrer defendió  «la  causa  pública  y  la  pro- 
«pia». 

Que  de  1822  al  23  la  guerra  civil  estaba 
empefiada  en  las  provincias  mismas  don- 
de  hoy  cuando  la  Europa  estaba  por  los 
enemigos  y  Francia  los  protegia.  «;Qué 


(3)  Supíemeiiío  citado.  pàg.  787. 
(^)  Stiplemeiito  citado,  pàg.  787. 
(5)     Suflemenlo  citado.  pàg.  789. 


DISCl'SIUX    DEI.    CONGUESC 


117 


»falta  ahora,  cuando  nos  favorecen  nues- 
»tros  aliados,  cuando,  seg:un  nuestros  mi- 
»nistros  concilian  las  institucionesactua- 
»les  niàs  interçses  que  conciliaban  las 
»pasadas?...  iPor  qué  no  vencemos?  Por- 
>  que  no  hay  el  entusiasmo  que  entonces 
»había;  porque  faltan  las  reformas  hechas 
»en  aquella  època,  y  los  intereses  mate- 
»riales  creados  por  ellas.  Se  ha  dicho  que 
>'el  entusiasmo  es  un  vapor.  Però  <ison 
«vapor  las  casas  y  lastierras?  Puesdénse 
>estas,  y  se  vera  como  los  intereses  crea- 
ídos  vienen  a  robustecer  el  trono  }•  las 
»instituciones  sobre  que  descansa. 

Dice  que  el  Gobierno  confiesa  que  no 
quiere  una  reforma  total  radical  (es  decir, 
la  suprcsión).  «Si  la  reforma  fuese  total, 
»diría  el  Gobierno  paladinamente:  dentro 
»de  cierto  plazo  seran  devueltas  las  fincas 
)•>a  los  compradores,  porque  esta  seria  una 
>^consecuencia  inmediata.  Sí,  senores,  lo 
>diré  con  franqueza,  como  suelo  emitir 
»mis  opiniones...:  en  el  estado  en  que  nos 
»vemos  hoy ,  es  necesario  seg'uir  ese  modo 
>;que  al  sefior  Secretario  del  despacho  y  a 
»algunos  senores  Procuradores  ha  pare- 
»cido  poco  lógico;  es  menester  empezar 
»por  donde  ellos  creen  que  debe  acabar- 
»se:  ellos  dicen:  aguardamosa  la  reforma 
»del  clero  para  ver  si  se  han  de  devolver 
»las  fincas,  y  yo  diré  volvamos  las  fincas 
Ȓ\  los  compradores,  para  que  sea  forzosa 
»y  completa  la  reforma  àel  cXero  ibieii, 
y>bieii I,  para  que  sea  precisa,  indispensa- 
»ble;  porque  A  esa  planta  robusta  que 
»extiende  sus  ramas  por  toda  Espana,  y 
»cuyo  vicio  no  se  corrige  con  poda,  es 
»menester  quitarla  el  agua  que  la  riega 
»y  alimenta. 

».Senores,  yo  estoy  muy  lejos  de  infa- 
»mar  una  clase  entera,  ni  de  poner  en 
>parangon  la  de  los  acreedores  de  bienes 
»nacionales  con  la  que  los  posee  hoy. 
»Dicen,  y  dicen  bien,  que  faltas  de  indivi- 
»duos  no  deben  recaer  sobre  una  clase 
«entera;  unos  senores  han  dicho  que  el 
»clero  alimenta  la  lebelion,  otros  que  no 
»la  alimenta.  Vo,  senores,  soy  franco;  en 


«otras  clases  del  Estado  ha\'  personas  que 
«alimentan  la  rebelion,  però  el  clero  la  ali- 
«menta  como  clase  y  sea  prudente  ó  no  lo 
»que  acabo  de  anunciar,  díganme  los  se- 
«nores  Procuradores  si  no  es  cierto.  Hay 
«excepciones;  ha}-  sugetos  muy  dignos  en 
>:•ambos  cleros;  però  la  clase,  senores, rqué 
»quiere?  No  hay  uno  que  lo  dude.  ;Pues 
»de  qué  sirve  entonces  ese  disimulo,  que 
»ni  nos  engaiïa  à  nosotros,  ni  al  pueblo 
»espanol,  ni  à  la  Europa  entera?  (Sefiales 
»de  aprobacion.)  ;De  qué  sirve  ese  estèril 
»disimulo  sinó  para  formarnos  una  ilu- 
xsion  de  que  despues  nos  dejamos  nos- 
»otros  mismos  arrastrar?  El  clero,  seno- 
»res,  como  clase  està  en  todas  las  nacio- 
»nes  combatiendo  contra  los  principios 
»de  libertad;  y  los  combaté  en  Espana 
»como  en  todas  partes. 

»Hay  excepciones  sin  duda:  honor,  glo- 
«ria  a  estos  dignos  individuos  por  lo  mis- 
»mo  que  pertenecen  à  esta  clase,  pues  es 

»màs  relevantesumérito; 

>. Y  ;por  qué  se 

>>teme  à  esta  clase  icl  clero  <  que  en  su 
»favor  se  quiere  olvidar  la  justícia?  Por- 
»que  son  los  nionjes  tan  poderosos  que 
»bastarian  à  conmover  la  Nacion  entera. 
>  En  primer  lugar  si  tan  poderosos  fue- 
»ran,  ya  estaria  conmovida  la  Nacion 
«entera:  todo  el  poder  que  tienen  le  estan 
»empleando,  no  hablo  de  los  buenos,  sinó 
»de  los  malos;  fuerza,  brío,  nervio  les 
»falta:  voluntad  demasiado  les  sobra 
»(aplausos). 

»Pero  en  vano  nos  desentenderemos  de 
»la  fuerza  de  las  circunstancias;  no  nos 
»hagamos  ilusiones;  estamos  legislando 
«para  la  Espafla  del  dia  y  es  necesario 
«crear  intereses  en  favor  de  la  causa  que 
')defendemos:  intereses  de  aquellos  sóli- 
«dos,  verdaderos,  de  aquellos  que.sostie- 
«nen  las  instituciones. 


>  Vo  oi  una  expresion  de  que  creo  serà 
«licito  valerme,  à  saber:  que  de  nuestros 
«comitentes  una  porcion  considerabilísi- 
«ma,  lejos  de  querer  que  se  reduzcan  los 
»conventos,  querrian  que  se  aumentaran. 


118 


MBRO     I  ERCliUO.  CAlMlLlLO     IKRCKRO 


»Es  una  verdad  dolorosa,  senores,  que 
»yo  coníieso:  no  diré  el  mayor  número, 
»eso  nó;  però  si  que  hay  un  número  cre- 
»cido  que  así  piensa;  però  esos,  senores, 
>'no  son  en  estos  momentos  nuestros  co- 
»mitentes,  ni  pueden  serio.   No  debemos 

>  mirar  a  sus  opiniones  extraviadas,  ni  A 
>sus  deseos,  liijos  de  su  alucinamiento  y 
»de  su  ignorància.  (Tirania  de  los  libe- 
y>rales.  jViva  la  libertad!,  però  todo  el 
y>que  no  sea  liberal  estd  fiicra  de  la  ley). 
»No  es  su  opinion  la  que  hemos  venido  a 
)'representar,  sinó  a  procurar  su  bien  y 
>felicidad,  sustentando  la  opinion  de  la 
»parte  ilustrada,  y  mirando  por  el  bien 
»de  la  que  no  lo  es»  (1 ). 

En  la  sesión  del  7  de  de  ma3'0  se  oyen 
palabras  preciosas,  procedentes  de  la  boca 
de  un  comprador  de  bienes  nacionales, 
nótese  bien,  de  un  comprador  de  bienes 
nacionales,  el  Marqués  de  Montevirgen; 
quien  dice  que  està  interesado  en  sostener 
sus  intereses,  3"  que  toma  la  palabra  para 
rectificar  hechos  y  presentar  la  cuestión 
desde  un  nuevo  punto  de  vista.  He  aquí 
algunes  de  sus  pàrrafos: 

«La  comision  ha  desconocido  dos  he- 
»chos  importantes:  1."  que  el  papel  sin 
«interès,  que  fué  el  que  principalmente 
»se  empleó,  no  tuvo  siempre  el  valor  de 
))22  por  100  que  se  le  supone,  y  que  mucho 
»tiempo  estuvo  de  18  al  16:  2°  queesto  fué 
>ien  la  primera  època,  y  que  en  esta  pri- 
»mera  època   las  ventas    se  hicieron   a 

>  pagar  solo  en  esta  clase  de  papel,  es 
»decir,  con  créditos  sin  interès;  por  con- 
«siguiente,  aunque  fuese  cierto  el  hecho 
»que  sienta  la  comision  de  que  se  habían 
»vendido  por  dos  capitales  y  medio,  nun- 
»ca  seria  mas  que  à  un  30  por  100,  supo- 
»niendo  el  valor  medio  à  12  por  100. 

»En  la  venta  de  dichos  bienes  ha  suce- 
»dido  lo  que  en  todas  las  operaciones  de 
»esta  naturaleza;  en  el  principio  hubo 
nimidez;  los  compradores  fueron  pocos, 
»y  compraron  barato,  ya  por  falta  de 
»licitadores,  ya  por  el  precio  del  papel; 


(i)     Suplemcnio  cilado,  pàgs.  de  790  a  71; 


»animados  los  especuladores,  los  propie- 
»tarios,  y  los  capitalistas  de  todas  clases, 
»viendo  interesarse  en  estàs  compras 
»desde  los  príncipes  de  la  Real  Familia 
«hasta  los  últimos  labradores  acomoda- 
»dos,  se  aumentó  la  concurrència  de  lici- 
»tadores  en  todas  partes,  y  esta  fué  la 
Ȏpoca  en  que  tuvieron  el  valor  que  dice 
»la  comision;  però  luego  que  empezó  a 
»sentirse  la  tormenta  que  estaba  amena- 
»zando,  las  subastas  ya  se  hicieron  con 
vmenos  licitadores  y  con  menor  sujecion 
Ȉ  las  formalidades  prescritas;  y  todos, 
»senores,  hemos  sido  testigos  de  estos 
«hechos  Por  consiguiente  no  se  puede 
»decir  que  tuviesen  en  papel  el  valor  de 
»dos  capitales  y  medio  de  su  tasa  como 
»asegura  la  comision,  pues  hubo  fincas 
>que  no  llegaren  à  la  tasacion,  y  que 
»hubo  que  retasar  una  y  dos  veces:  así  en 
»esta  parte  no  estoy  conforme  con  el 
«principio  de  la  comision  en  cuanto  à  que 
«las  fincas  subieron  al  valor  de  un  52  por 
«100  metàlico,  y  que  tuvieron  un  precio 
«igual  al  de  los  empréstitos  de  aquella 
»època«...  (2). 

Confesiones  parecidas  a  las  anteriores 
se  escapan  de  la  boca  del  Ministro  de 
Hacienda,  Conde  de  Toreno,  pues,  entre 
otras  cosas,  dice:  «Los  bienes  nacionales 
«es  preciso  considerar  que  se  vendieron 
«las  tres  quintas  partes  de  ellos  à  papel 
«sin  interès.  Este  papel  en  marzo  de  1820 
«valia  solo  5  por  100  de  su  valor  capital; 
«despues  con  motivo  de  la  pròxima  reu- 
«nion  de  las  Cortes  fué  subiendo;  però 
«hasta  junio  del  aiïo  inmediato  se  sostuvo 
«siempre  al  12  y  15  por  100,  y  lo  mas  a 
«que  llego  posteriormente  à  esta  època 
«fué  al  22,  de  suerte  que  el  termino  medio 
«de  los  tres  aríos  no  serà  el  20  por  100, 
«como. ha  dicho  la  comision,  sinó  el  13 
«por  100»  (3)  

Combaté  con  razón,  calificàndolo  de 
medio  bajo,  el  sistema  de  arraigar  las 
instituciones  por  el  interès,  o  sea  hacien- 


(ï) 


Siiplemeiilo  citado.  pàg.  -ui. 
Siif^lemento  citado.  pàg.  790. 


i>isci  siON   ni:L  coni;reso.    i:t( 


119 


do  propietàries.  Luego  se  encara  con  el 

Sr.  Galiano,  y  le  dice: 
'<El  Sr.  Galiano  ;quisiera  por  ventura 

'.que  todo  el  clero  espanol,  que  todos  los 
monacales  se  sacasen?  Yo  soy  tan  ami- 

'ffo  como  S.  S.,  y  como  el  que  mas,  de 
las  reformas;  però  menester  es  se  ha- 

>gan  de  modo  que  no  traigan  tan  funes- 

>'tos  resultados.  Es  vcrdad  que  no  estuvo 
ciertamente  en  el  corazon  del  Sr.  Galia- 
no esa  idea,  sinó  que  su  imaginacion, 

>  acalorandose,  le  trajo  a  la  memòria  un 
-dicho  parecido  de  Montesquieu,  en  que 
>habla  de  destruir  un  arbol  por  la  raiz 
>>para  coger  el  fruto.  Però  íquién  dice 
- -Montesquieu  que  obra  así?  EI  despotis- 
«mo.  V  ia  quién,  segun  el  mismo  autor, 

>  imita  aquel  en  este  acto?  A  los  salvages. 

»E1  Sr.  Conde  de  las  Navas  y  el  Sr.  Ga- 
>.lianodijeron,que  el  clero  todo  de  Espafia 
«con  pocas  excepciones  abusaba  de  estos 
'hienes  contra  el  mismo  Estado,  y  que 
>era  urgente  quitarselos  para  que  dejase 
>-de  conspirar.  Si  esto  ultimo  fuese  tan 
«cierto,  estaria  enteramente  en    contra- 

>  diccion  con  lo  que  al  propio  tiempo  ha 
»dicho  el  mismo  Sr.  Conde  de  las  Navas, 
vquien  nos  ha  asegurado  que  un  gran 
Kniimero  de  regulares,  quiza  el  mayor, 

en  lugar  de  ser  opuesto  a  esos  senti- 
mientos,  escriben  a  S.  S  todos  los  dias 
»para  que  se  reforme,  de  donde  debe  de- 
>'ducirse,  contra  el  propio  .Sr.  Conde  de 
»las  Navas,  y  contra  la  opinion  del  seflor 
«Galiano,  que  el  clero  de  Espaiïa  desea 
«las  reformas  que  emanan  naturalmente 
*del  sistema  actualv. 

Que  todas  las  clases  defeiidieron  a  la 
pàtria  en  el  180S:  «no  se  puede  negar  que 
el  clero  tuvo  una  parte  muy  principal, 
'Coadyuvó  grandemente  à  aquel  movi- 
>'miento,  y  seria  preciso  para  dcscono- 
»cerlo  haber  olvidado  enteramente  los 
«sucesos  de  nuestros  dias».  (lY  lo  dice 
Torcuo!) 

«...  Estoespriieba  de  que  cl  Gobiernose 
»apoya  eíectivamente  en  el  gran  partido 
«reformador,  ya  que  no  en  aquella  frac- 
>cion  de  él  ív  que  pertenece  el  Sr.  (ialia- 


>'no...  l'Se  ve  que  Galiano  todavia  era 
progresista.) 

«Dice  el  Sr.  Galiano  que  el  Gobierno 
"\o  que  debería  ver  era  los  fines  a  que  se 
«aspiro  llegar  en  otra  època;  però  yo 
«preguntaria  à  .S.  S.  si  estos  fines  en  mu- 
«chas  ocasiones  fueron  los  mas  acerta- 
«dos;  y  si  lo  fueron,  sobre  todo,  los 
«medios.  El  éxito  dió  en  su  tiempo  fatal 
«respuesta:  y  para  que  en  la  actualidad 
«no  se  renueve  desenlace  tan  aciago, 
«pienso  que  no  se  deben  precipitar  cier- 
'/tas  reformas  que  las  traera  el  tiempo,  y 
«quizà  mas  rapidamente  que  el  mismo 
«Sr.  Galiano  pudiera  desear».  (Es  iiiincu- 
so  el  alcaitcc  de  estàs  palabms.) 

Manifiesta  que  el  Gobierno  no  tiene 
inconveniente  en  senalar  el  plazo  de  un 
aiïo  para  la  devolución  de  las  fincas  a  los 
compradores  que  quieran  esperar  la  re- 
forma del  clero....  «Es,  pues,  indiferente 
«al  Gobierno  que  se  vote  lo  de  la  comi- 
«sion  {se  sieittc  veucido),  con  tal  que  se  le 
»dé  un  respiro  para  la  ejecucion,  la  cual 
Ano  habra  nadie  en  el  Estamento  que  no 
xconvenga  en  ella.  i  Rumores  en  el  salon 
«entre  los  SS.  Procuradores,  y  diciendo 
»sí,  sí)»  (i). 

El  Sr.  Ferrer  insiste  en  que  el  papel 
valia  cuando  las  compras  nunca  menos 
de  15  por  100,  y  dice  que  él  lo  pago  al  16. 

El  Ministro  de  Estado:  «El  Gobierno 
«retira  las  reglas  4. '  y  ò:\  quedando  re- 
«ducida  su  propuesta  a  tres  puntos:  — 
«1.°  Devolución  inmediata  de  todos  los 
»bienes  que  hayan  entrado  en  poder  del 
-Estado.  — 2."  Opcion  dada  a  los  compra- 
«dores  para  tomar  el  papel  mismo  del 
«precio  de  la  compra.— li."  A  los  que  no 
aquieran  tomar  papel,  prefiriendo  las  fin- 
»cas,  se  les  devolveran  éstas  en  el  térmi- 
-no  de  un  aiïo,  contado  desde  la  sancion 
«de  esta  lev». 

Se  pasa  a  la  votación,  3-  el  articulo  del 
Gobierno,  tal  cual  ha  sido  modificado,  es 
desaprobado  por  89  votos  contra  25,  ha- 
biendo  5  abstenciones.  El  niimero  total 
de  votantes  era  119. 


( 1 )     Siiplcmotto  oitadu.  pixií^.  800  y  Sdi. 


120 


i.ini<u    riiHCii.uo. 


«Habiéndose  puesto  en  seguida  a  vota- 
»cion  el  art.  40  del  dictamen  de  la  Conii- 
>sion  fué  aprobado»  (1).  Con  lo  que  quedo 
decretada  por  el  Congreso  de  los  Dipu- 
tados,  ó  Estamento  de  Procuradores,  la 
inmediata  devolución  de  los  bienes  quita- 
dos  a  los  regulares  en  el  período  consti- 
tucional, la  devolución,  digo,  a  los  que 
los  compraren  al  Estado;  }•  esto  por  la 
inmensa  mayoría  de  89  votos  contra  25. 
Para  que  este  tinínico  decreto  fuera  ley 
debia  obtener  la  aprobación  del  .Senado  o 
Camara  de  Próceres,  y  la  sanción  de  la 
Reina.  El  mismo  dia  en  que  se  dió  la 
última  lectura  al  proyecto  aprobado  por 
los  Procuradores,  fué  presentado  a  los 
Próceres;  mas  la  Reina  en  el  discurso  de 
cierre  de  las  Cortes,  leído  en  29  de  mayo 
del  mismo  1835,  dice  que  se  ha  hecho  el 
arreglo  de  la  deuda    exterior.    «Y  si  la 

>  importància,  anada,  de  la  mataria,  la 
>diversidad  de  pareceres  y  las    dilacio- 

>  nes  indispensables  han  impedido  que  se 
»concluya  igualmente  en  esta  legislatu- 
>ra....  el  arreglo  de  la  deuda  interior»  (2). 
Y  por  esta  circunstancia  los  monjes  y 
Irailes  no  se  vieron  de  improviso  priva- 
des de  sus  fincas. 

Es  decir,  se  llego  a  la  axclaiistración 
del  1835,  estando  acordada  por  el  Con- 
greso la  devolución  inmediata,  però  no 
por  el  Senado  ni  por  la  Reina. 


ARTICULO  SECUNDO 

JUICIO  CRÍTICO  DE  ESTA  DISCUSIÓN 

Aunque  ya  en  otro  capitulo  llevo  estu- 
diado  3'  pesado  el  valor  jurídico  de  las 
ventas  de  los  bienes  llamados  nacionales, 
quedaria  indudablemente  manco  el  pre- 
sente  si  le  privarà  de  su  natural  remata, 
siquiera  de  pocas  línaas,  el  cual  remate 
debe  estar  formado  por  el  juicio  que  ante 
el  hombre  honrado  merezcan  los  hechos 

(i)     Supleiueitto  cilado.  pà^.  8oj. 

(j)     /■-/  Va/jor  del  viernes  5   de  junlo  de  iN-::. 


y  parsonas  que  figuran  en  esta  discusión; 
màs  claro,  por  explicar  qué  dice  la  justí- 
cia, qué  la  prudència  respecto  de  la 
devolución  de  los  bienes  cuestionados; 
qué  respecto  de  la  propiadad  de  ellos, 
qué  respecto  de  las  mejoras  hechas  an 
allos  por  los  compradores;  y  ademàs,  qué 
de  los  diputades,  qué  del  Congreso. 

La  propiedad.— Nadie  da  sana  menta 
negarà  que  la  propiedad  de  los  bienes  de 
los  monasteries  y  conventos  pertenecía 
plenamente  a  estos,  e  major,  a  la  Iglasia 
de  Dies.  Espana  era  estado  católico,  y  lo 
tenia  a  gran  honra,  3^  hasta  en  las  mis- 
mas  discusiones  da  los  Cuerpos  liberales 
y  leyas  se  proclamaba  defensora  de  los 
cànones;  luago  la  obligaban  los  cAnones, 
0  layas  de  la  misma  Iglesia.  Es  así  que 
los  canonas  establecen  la  propiedad  de 
las  corporacionas  eclesiàsticas,  y  aun  la 
consideran  sagrada,  y  la  defienden  con 
terribles  excomunienes  fulminadas  no 
solo  contra  los  invasores  particulares, 
sine  contra  los  gobernantes;  luego  las 
tales  tincas  no  pertanecan  al  Estado,  sine 
a  la  Iglesia. 

Ademàs,  en  la  fundación  de  los  monas- 
teries y  conventos  cencurrieron  las  dos 
potestades,  la  eclesiàstica  haciando  la 
fundación,  y  la  secular,  cuando  menes, 
aquietàndosa  a  ella;  no  puede,  de  consi- 
guiente,  disolverlespor  sí  solo  al  Estado, 
sine  que  debe  procedar  de  acuardo  con 
la  Iglesia,  3-  solo  per  concesión  de  esta 
dísponer  de  los  bienes  que  de  alia  son. 
Aun  en  un  estado  heterodexo,  fundado 
un  convento  con  el  común  acuerde  del 
seberane  3'  de  la  Iglesia,  no  puede  aquél 
suprímirlo,  3*  mucho  menes  disponer  de 
los  bienes  de  él,  sin  la  autorización  del 
poder  eclesiàstico.  Asi  a  lo  menes  lo  dic- 
tan  la  razón  y  la  justícia. 

Es  absurdo  digno  de  un  albargado  de 
manícomio  la  proposición  sustentada  per 
les  regalistas  3'  liberales,  según  la  cual, 
por  ser  el  Estado  protector  da  les  càno- 
nes, los  puede  hollar.  jDonosa  protección! 

Ahora  bien:  ;cencurríó  el  asanse  de  la 
Iglesia  an  las  supresiones  da  monaste- 
ries y  conventos  del  període  constitució- 


DISCUSIDN     DEL    CONCHESO.     JiTC. 


121 


nal,  y  en  las  ventas  de  sus  bienes?  No 
solo  no  concurrió,  sinó  que  desde  el  Papa 
hasta  el  postrer  monaguillo  y  el  ultimo 
liel,  todos  protestaren  en  contra  con  ener- 
gia y  constància,  según  llevo  probado 
con  documentos  irreprochables  en  el  ca- 
pitulo 1.°  del  libro  II  de  esta  obra. 

De  aquí,  naturalmente,  resulta  eviden- 
te  que  el  Estado  no  fué  nunca  dueno  de 
las  dichas  fincas,  y  por  lo  mismo,  que  su 
venta  y  compra  adoleció  de  manifestisi- 
ma  nulidad.  Y  como  los  molivos  de  esta 
nulidad  estaban  patentes  ante  el  Sol,  de 
aqui  que  los  compradores  resultaran  po- 
seedores  de  mala  fé.  De  aqui  también  que 
al  ocupar  el  poder  un  gobierno  justiciero 
debía  mandar  la  inmediata  devolución  de 
las  fincas  a  sus  dueiïos,  los  monasterios  y 
conventos. 

Aun  los  mismos  diputades,  en  mil  luga- 
res  de  la  discusión  aqui  descrita,  nos 
certifican  de  los  radicales  viciós  de  que 
adolecian  las  compraventas  del  tiempo 
constitucional;  y  por  su  boca  sabemos 
que  se  pagaban  sus  preciós,  o  la  mayor 
parte  de  ellos,  con  papel  de  la  deuda  sin 
interès,  el  cual  se  admitiria  o  por  todo  o 
por  gran  parte  de  su  valor  nominal  (a 
pesar  de  prolija  pesquisa  no  logré  dar 
con  el  reglamento  de  ventas  de  aquella^ 
època,  3'  por  lo  mismo  no  puedo  fijar  si 
se  admitian  por  todo  el  valor  nominal  o 
por  parte),  resultando  que  si  la  escritura 
cantaba  que  se  habian  pagado  100  duros, 
en  realidad  se  habian  desembolsado  muy 
pocos;  de  modo  que  la  lesión  enorme  }'  qui- 
za  enormisima  venia  a  anular  el  contrato. 
Asi  nos  lo  han  dicho  arriba  los  diputades 
seflor  Perpiflà  y  seflor  Marqués  de  Mon- 
tevirgen,  y  el  Ministre  de  Hacienda,  To- 
reno.  Y  hasta  tales  ventas  se  efectuaren 
que  para  que  pudieran  hacerse  los  rema- 
tes hubo  que  rebajar  mucho  las  tasacio- 
nes;  y  en  otras  se  cometieron  sobornos  y 
fraudes.  Nos  lo  dijeren  arriba  el  seflor 
Acevedo,  el  sener  Marqués  de  Falces  3' 
el  de  Montevirgen.  La  compraventa  era 
un  engaflo. 

La  mala  fe  de  los  compradores  resulta 
también  probada  per  el  hecho  de  abste- 


nerse  muchos  de  comprar  cuando  veían 
poce  seguro  el  dominio  liberal,  y  menú- 
dear  en  las  compras  cuando  lo  creian 
seguro,  y  del  hecho  de  no  pagar  los  rema- 
tes. De  todo  lo  dicho  resulta,  pues,  proba- 
da la  nulidad  de  los  contratos,  y  la  mala 
fe  de  los  compradores. 

Todo  varón  de  sano  juicio  responderà: 
«conformem;  però  quizà  alguno  anada: 
«cy  el  precio  cobrado  por  el  Gobierno 
»constitucional  ne  se  debia  restituir  al 
«comprador  al  quitarle  la  finca?»  Respen- 
do  que,  en  rigor  de  justícia,  ne.  El  Go- 
bierno constitucional  nunca  pasó  de  una 
facción  audaz,  peco  numerosa  y  turbu- 
lenta, que  por  la  fuerza  se  apodero  del 
poder,  y  puesta  en  él  obro  despóticamen- 
te  y  malverso  los  fondes  de  la  Nación. 
El  Gobierno  legitimo  que  la  sucedió  pudo 
muy  bien  contestar  a  los  compradores 
que  pidiesen  la  devolución  del  precfe: 
«Id,  id  al  vendeder  a  quien  lo  pagasteis, 
»id  a  pedirselo  a  él.  Yo  no  solo  no  parti- 
»cipé  de  él,  sine  que  sirvió  para  perse- 
>^guirme.  ^:He  de  pagar  yo  ahora  los  capi- 
»tales  que  los  perseguidores  emplearon 
>:'en  mi  mal?  Ademàs,  si  estes  que  se  titu- 
»laban  Gobierno  te  hubiesen  exigido  por 
»via  de  contribución  el  dinero,  3*0  callarà 
»y  respetara  el  hecho;  però  no  fué  así, 
»sino  que  tú  para  tus  traficos,  agios  y 
«negocies,  se  lo  fuiste  a  llevar  volunta- 
«riamente.  Entiéndete   con  él.^> 

Para  perfectamente  comprender  la 
fuerza  de  este  argumento,  velvamos  el 
caso  del  revés,  y  preguntemos:  ra  qué 
liberal  se  le  ocurrió  jamas  defender  la 
indemnización  por  parte  del  Gobierno 
liberal  de  los  que  trataron  con  el  realista 
de  Urgel  el  ano  1822,  o  después  con  los 
carlistas  de  Berga  y  Estella?  ;E1  Gobier- 
no liberal  respetara  jamas  las  ventas  y 
contratos  celebrades  per  la  Regència  de 
Urgel  en  dicho  ano,  ni  les  de  Zumala- 
carregui  e  de  Cabrera,  y  en  caso  de 
rescindiries  hubiera  indemnizado  ni  de- 
vuelte  el  precio  a  los  compradores  que  a 
aquelles  generales  los  pagaren? 
!  Por  otra  parte,  aunque  no  nos  es  hoy 
I  dado  penetrar  en  el  animo  de  los  gober- 


122 


I  liUCtkü. CAPI  rUI.O     1  tUCEKO 


nantes  tle  la  lestauración  de  1823,  no 
dudo  que  al  despojar  de  sus  fincas  a  los 
poseedores  de  mala  fe,  les  dejaron  sin  la 
devolución  del  precio  para  así  castigaries 
5'  escarmentaries,  a  fin  de  que  si  otro  dia 
volvía  a  dominar  por  un  tiempo  la  revo- 
lución,  no  se  atreviesen  a  comprar. 

Sin  embargo,  idòlatra  como  soy  de  la 
imparcialidad,  debò  observar  que  si  la 
negación  de  la  restitución  del  precio  po- 
dia traer  este  buen  efecto,  en  cambio 
pecaba  de  poco  prudente,  porque  dejaba 
irritades  a  los  tales  compradores,  y  clvi- 
dos  de  recobrar  las  fincas  o  su  valor;  y 
asi,  hechos  enemigos  mortales  de  las 
congregaciones  religiosas,  irreductibles 
revolucionarios.  Sí,  revolucionarios  que 
otro  dia,  para  recobrar  su  buena  linca 
que  en  sí  valia  millones,  no  dudarían  en 
exponer  en  la  empresa  revolucionaria 
uiíos  buenos  miles.  Convenia,  pues,  no 
por  ser  justícia,  sinó  prudència,  restituir 
a  los  compradores,  a  lo  menos,  los  pape- 
lotes  de  la  deuda  pública  que  por  via  de 
precio  entregaran. 

Però  se  insistirà:  ';y  las  mejoras  que 
en  los  predios  comprades  hicieron  los 
compradores?  Con  parecer  complicado  y 
difícil  el  problema,  pocas  palabras  lo  de- 
jarín  muv  claro.  El  acreditado  y  anti- 
guo  jurisconsulto  protestante  Arnoldo 
Vínnio,  apoj'àndose  en  leyes  del  Código 
romano,  clara  y  categóricamente  ensena 
que  al  poseedor  de  mala  fe  se  le  niega 
con  justícia  el  reintegro  de  las  mejoras. 
Y  con  harta  razón,  pues  al  hacerlas  sabia 
que  las  ponia  en  posesiones  ajenas.  Y 
aflade  mas  Vinnio,  pues  dice  que  no  deben 
restituirse  dichas  mejoras  ni  a  titulo  de 
equidad  (1).  Y  la  regla  de  Vinnio  es  la 
general  de  los  autores  jurisconsultos  al 
tratar  de  esta  matèria.  Hasta  la  concien- 
eia  popular  profesatal  idea,  bíen  que  for- 
mulada a  su  modo  en  un  refràn  que  reza: 
Quieii  dapan  aperro  ajeiio,pierdc  elpan 
y  pierde  el  perro. 


(i)  In  quatuor  libros  institucionum  ímpeii.i- 
lium  commentarius.  Venetiis,  1740.  Tomo  1.  pà- 
fiina  I9^.  o  sea  liV>.  II.  tít.  i." 


Pero  hay  mas.  Todo  hombre  sensato  se 
resíste  a  creer  que  los  compradores  hicie- 
ran  mejora  alguna  importante  en  las  fin- 
cas que  compraren.  Veían  el  vicio  radi- 
cal de  sus  compras  de  tal  modo  que, 
como  nos  dijo  arriba  el  diputado  Mar- 
qués de  Montevirgen,  al  principio  pocos 
se  atrevian  a  comprar,  solo  en  el  període 
àlgido  del  sistema  compraren  los  mís, 
pero  luego  volvieren  a  escasear  las  com- 
pras. Si,  pues,  no  se  atrevian  a  comprar, 
écómo  emplearían  capitales  en  las  fincas 
cempradas?  Si,  como  nos  dijo  arriba  el 
Marqués  de  Falces,  y  también  Toreno  en 
su  primer  discurso,  de  lo  que  trataban 
muchos  compradores  era  de  sacar  parti- 
do  de  su  mal  papel  del  Estado,  ;pondrían 
capitales  sobre  unas  posesiones  contra 
cuya  compra,  por  otra  parte,  estaba  la 
inmensa  mayoría  de  la  Nación?  Los  ora- 
dores liberales  en  esta  discusión  sacan 
mucho  a  relucir  las  pretendidas  mejoras; 
pero,  por  le  general,  nada  dicen  deies 
inmenses  desperfectes  y  talas  que  en  los 
mismos  predios  practicaren  los  compra- 
dores, talas  de  que  nos  habló  arriba  el 
Marqués  de  Falces.  Sean  justes,  y  empie- 
cen  per  decír  que  mas  serían  los  desper- 
fectes que  las  mejoras;  y  luego  pidan  que 
si  se  han  de  reintegrar  las  mejoras  se 
fian  de  pagar  igualmente  las  talas.  Pero 
no  es  la  justícia  le  que  se  busca;  se  busca 
el  negocio;  se  pretende  realizar  el  fin 
masónico  de  extinguir  los  con  ventes. 

Diré  mas  aún  respecto  de  las  decanta- 
das  mejoras.  íCómo  creer  en  esa  que  los 
diputades  llaman  injustícia  y  robo  de  las 
mejoras,  perpetrado  por  les  regulares  al 
apoderarse  de  ellas,  y  ne  índemnizar  a 
les  compradores  que  las  hicieron?  {Cómo 
creer  en  el  tal  robo,  cuando  los  documen- 
tes que  de  ellas  tratan  y  han  llegado  a 
mís  manos  muestran  todo  lo  contrario? 
Es  verdad  que  son  peces  los  documentes 
Uegados  a  mi  conocimiento  que  hablen 
de  dichas  mejoras,  pero  es  necesarío  con- 
fesar  que  son  elocuentísímos.  En  el  acta 
de  la  visita  que  en  30  de  abril  de  1825  el 
Presidente  de  la  Congregacíón  benedicti- 
na claustral  pasó  al  Priorato  de  Fontru- 


DISCISION     DEL     CO.Vr.RliSO.     ICTC. 


123 


bia,  vulgarmente  conocido  por  El  Coll, 
dependiente  de  San  Pablo  de  Barcelona, 
se  lee  que  la  gira  '<para  dar  el  debido 
^arreglo  a  aquella  Iglesia,  pròpia  de 
-niuestra  jurisdiccion,  que  puesta  en  ma- 
gnes de  la  faccion  revolucionaria  que  se 
»alzó  en  el  ano  1820,  había  sido  vendido 
»con  todas  sus  dependencias,  3'  felizmen- 
> te  recobrado  en  1S23....  Por  aquellos,  y 
>  por  otros  sugetos  lidedignos  Nos  consto 
-tambienque  el  indicado  comprador  de 
la  Iglesia,  casa  y  tierras  del  Priorato  del 
-Coll  en  tiempo  de  la  revolucion,  al  reti- 
'>rarse  de  la  casa  dicha  del  Coll  en  octu- 
>bre  de  1823  cuando  el  ejército  libertador 
>'preparaba  el  sitio  de  esta  ciudad,  se 
•  llevo  consigo  de  la  Iglesia  una  làmpara 
»de  plata  y  diferentes  jocalias  del  mismo 
■  metal  y  vestides  de  la  Virgen  Santisi- 
>ma.  Finalmente,»  que  el  llamado  duefio 
lijzo  mejoras  en  la  casa  y  hospedería  «en 
conveniencias  caseras>....  Manda  el  Visi- 
tador que  se  exija  al  heredero  del  com- 
prador la  devolución  de  la  làmpara  y 
úemÀs  jocalia.'i,  y  que  se  le  entreguen  los 
muebles  que  tieneallí  (1).  Demodo  que  las 
grandes  mejoras  consistieron  en  «conve- 
niencias caseras,»  siempre,  y  sobre  todo 
en  aquellos  atrasados  tiempos,  siempre, 
digo,  de  escasisimo  coste;  y  en  llevarse 
una  làmpara  de  plata  y  otros  utensilios 
del  mismo  metal.  Pues  bien,  rqué  resolu- 
ción  toma  el  Gobierno  de  la  Congrega- 
ción  ante  tal  proceder?  .;Dice  y  reclama 
como  suyas  las  mejoras?  Nada  de  esto. 
Por  decreto  de  8  de  agosto  del  mismo 
ano  de  1825  autoriza  el  Presidente  al  Prior 
del  Coll  para  hacer  una  transacción  con 
el  sucesor  del  comprador  sobre  la  làmpa- 
ra y  jocalias  y  las  mejoras  (2).  Este  es  el 
proceder  de  los  regulares  con  los  que  les 
ocuparon  las  tincas  y  sus  objetos:  arre- 
glarse  con  ellos,  y  obrar  con  equidad  y 


(i)  Archivi)  de  la  Corona  de  Arayún.  Sala  de 
Wonacalcs. — I.ihro  ó  lic-gislro  -ie  las  rcsoluciones 
licl  Sagr-ido  üejliiilorio  de  ta  Congregacióii  lic- 
iic.iiclina...  de  1823  a  i8ji,  pàfí.  .'30. 

(.)     I.ihro  ó  Registro  citado.  pàf;.  J58. 


buena  fe.  Hay  que  creer  a  los  hechos 
y  documentos,  3'  no  a  los  agentes  de  la 
mentirosa  masonería.  El  hecho  de  no 
haber  hallado  yo  en  los  documentos  de 
la  Congregación  màs  asunto  de  mejoras 
que  el  presente,  prueba  que  los  compra- 
dores en  Cataluna  no  las  hicieron. 

Respecto  del  Congreso,  o  Càmara  de 
los  Procuradores,  pocas  palabras  basta- 
ran para  definirlo,  o  mejor,  ya  està  defini- 
do.  El  y  el  Gobierno,  el  Gobierno  y  el 
Congreso,  no  hacen  màs  que  transmitir 
la  voz  de  la  masonería.  Ignoro  cuàles  de 
sus  individuos  pertenecian  entonces  a 
ella.  Que  Toreno  y  Galiano  habían  for- 
mado  parte  de  su  gobierno  supremo,  nos 
lo  certifica  el  mismo  Galiano  en  sus  Jíe- 
cuerdos  de  nu  aiiciatio.  De  los  demàs  lo 
ignoro,  però  sus  deseos  indudablemente 
proceden  de  aquella  maligna  Sociedad,  3' 
ademàs  de  la  baja  pasión  del  amor  al  oro, 
el  auri  sacra  fames.  Allí  se  alteran  los 
hechos,  se  tergiversan,  se  sientan  princi- 
pios  anticanónicos  y  antijuridicos,  3'  pro- 
fieren  proposiciones  absurdas  y  hasta  ri- 
sibles; y  todo  pasa,  y  todo  se  halla  màs 
o  menos  acertado.  Trasuda  por  todos 
lados  en  los  diputados  la  pasión,  y  hosta 
se  proclama  el  despotismo.  iPobre  Espa- 
fia  y  pobre  Iglesia  espanola  en  tales  ma- 
nos!  Llega  a  tal  punto  la  pasión,  que 
hasta  se  huella  el  amor  al  ministerio  3*  se 
desprecia  el  caràcter  de  ministerial  vo- 
tando  casi  toda  la  Càmara  con  la  oposi- 
ción.  jTanto  era  el  empefio  de  lograr 
las  fincas  y  de  cumplir  las  ordenes  de  la 
secta  obscura! 

Però  ni  aun  es  esto  lo  que  màs  honda 
pena  causo  a  mi  corazón  católico  al  leer 
por  muchos  días,  y  aun  semanas,  las 
actas  de  aquellas  interminables  sesiones. 
Lo  que  màs  hondamente  lo  hirió  fué  no, 
oir  allí  ni  una  voz  verdaderamente  catò- 
lica. Los  diputados  que  detienden  el  pro- 
yecto  del  Gobierno  aducen  razones  de 
conveniència,  de  prudència,  de  temor  a 
peores  resultados,  y  ni  uno  levanta  vale- 
rosamente  la  voz  para  decir:  «Sefiores, 
»todo  lo  que  aquí  se  proclama  y  defiende 
»es  anticanónico,  y  por  lo  mismo  antica- 


124 


LIBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    TERCERO 


>;tólico  e  injusto*.  Muchos  de  ellos,  inclu- 
so  el  Gobierno,  empiezan  por  confesar 
que  profesan  los  mismos  errores  que  sus 
contrarios.  Hasta  el  simpàtico  senor  Per- 
pinà,  sí,  el  lógico,  el  conciso,  el  nervudo, 
el  (lentostiiio  catalàn  Perpinà,  hasta  él 
omite  estàs  manifestaciones,  }•  se  revuel- 
ve  y  navega  por  el  agua  de  la  convenièn- 
cia y  de  los  derechos,  però  nunca  del 
canónico  y  cristiano.  No  en  balde  perte- 
necía  al  entonces  maligno  grupo  liberal 
moderado,  mas  temible  que  el  mismo 
exaltado.  De  toda  esta  discusión  resulta 
evidente  que  la  masonería  estaba  pròxi- 
ma a  su  triunfo. 

Quizà.  algun  joven  de  nuestros  días, 
inexperto,  tache  de  exagerado  mi  ante- 
rior caliíicativo  aplicado  al  partido  mo- 
derado de  entonces.  No  me  refiero  a  Per- 
pifià  al  cual  creo  cristiano:  hablo  del 
partido.  Lea  las  siguientes  líneas  escri- 
tas,  no  por  un  retrógrado,  sinó  por  el 
mismísimo  don  Benito  Pérez  Galdós,  el 
furioso  anticlerical,  el  autor  de  Elcc- 
tra.  Los  moderados,  dice,  «en  religión 
xeran  volterianos,  3'  en  sus  costumbres 
>^privadas  enemigos  de  la  templanza; 
»pero  tenían  un  corafii  vobis  de  santurro- 
»nería  que  hacia  el  efecto  de  ver  la  silue- 
>;ta  de  Satanàs  en  la  sombra  de  un  confe- 
»sonario.   Uno  de  los  primeros  elementos 

•  >de  fuerza  que  allegaron  fué  el  clero,  a 
»quien  adulaban,  disponiéndose,  no  obs- 
»tante,  à  comprar  por  poco  dinero  sus 
xbienes.cuando  los  progresistaslos  arran- 
»caron  de  las  manos  que  llamaban  muer- 
>tas.  A  excepción  de  dos  ó  tres  indivi- 
»dualidades  de  intachable  pureza,  eran 
>:gente  de  economías,  y  andando  el  tiem- 
>po,  con  las  compras  de  bienes  desamor- 
>-tizados,  formaron  una  aristocràcia  que 

,»poco  à  poco  se  hizo  respetable...   En  lo 

»militar  fueron  poco  escrupuloses,  y  se 

»les  ha  visto  pronunciarse  con  naturali- 

»dad  y  hasta  con  gràcia»  (1). 

Harto  habrà  visto  el  lector  que  uno  de 


lii     I  11  faccioso  inàs  y  algiinosjrcl•ile•í  meiios. 
Ma.irid,  iSç8,  pàg.  jS>. 


los  principales  jefes  del  partido  modera- 
do de  entonces  era  el  Conde  de  Toreno, 
y  por  lo  mismo  interesa  conocer  sus  ideas 
religiosas,  para  por  ellas  vislumbrar  las 
de  su  gente;  y  para  conocerlas  bastaran 
un  par  de  textos. 

Al  explicar  los  trabajos  de  las  Cortes 
de  CAdiz  y  la  redacción  de  su  Consiitu- 
ción,  cuenta  cómo  y  por  qué  pasos  se  es- 
cribió  el  articulo  en  que  se  establece,  o 
mejor,  reconoce,  la  completa  unidad  catò- 
lica en  Espana  con  exclusiòn  de  todo 
otro  cuito;  y  anade:  «Pensaron  sin  em- 
>bargo  varios  diputados,  afectos  à  la 
>-tolerancia,  en  oponerse  al  articulo,  ò 
»por  lo  menos  en  procurar  modiíicarle. 
»Mas,  pesadas  todas  las  razones,  les  pa- 
»reció  por  entonces  prudente  no  urgar  el 
»asunto,  pues  necesario  es  conllevar  a 
«veces  ciertas  preocupaciones  para  des- 
>-truir  otras  que  allanen  el  camino  y  con- 
»duzcan  al  aniquilamiento  de  las  mas 
>^arraigadas»  (2).  Exactamente  descrita 
queda  aquí  la  tàctica  del  moderado,  esto 
es,  hacer  el  mal  con  satànica  prudència 
para  asegurar  el  golpe. 

De  la  masonería  pensaba,  o  mejor,  de- 
cía  Toreno  lo  siguiente:  «Derramados  los 
» franceses  (cuando  la  guerra  de  la  Inde- 
>•>peiidencía)  por  la  península,  fundaron 
»lògias  masònicas  en  las  ciudades  princi- 
«pales  del  reino,  y  convirtieron  ese  insti- 
»tuto  de  pura  beneficència,  en  instrumen- 
»to  que  ayudase  à  su  parcialidad»  (3). 

De  los  frailes  sentia  lo  que  dicen  las 
siguientes  palabras  del  mismo,  escritas 
con  referència  a  las  elecciones  para  dipu- 
tados a  Cortes:  «Siendo  estos  (muchos 
»curíalcs)  y  los  religiosos  mendicantes 
»los  mas  bulliciosos  é  inquietos  de  todos, 
»como  herrumbre  la  mas  pegadiza  y  roe- 
»dora  de  las  que  consumían  à  Espana 
»hasta  en  sus  entrafias;  habiendo  los  ülti- 
»mos  llegado  à  formar  en  parte  del  pue- 
»blo,  de  cuya  plebe  comunmente  nacian. 


(2)  Historia  del  levantamienlo...,  tomoIV,  pà- 
ginas  351  y  3^2. 

(3)  Obra  citada,  lomo  \'.  pàg.  -|8. 


DISCUSION    DEÍ.    CONCURSO.     KH 


125 


»una  espècie  de  singular  demagògia  por- 
«diosera  y  afrailada,  supersticiosa  y  muy 
«repugnante»  (1). 

Termino  este  pàirafo,  y  con  él  este 
capitulo,  con  una  reHexión,  que  en  el 
curso  de  este  libro  brotarà  mil  veces  de 
mi  pluma,  y  que  de  no  ser  así,   brotarà 


(i)     Obra  cilada,  tomo  V.  pàíís.  -103  y  40^. 


otras  tantas  de  los  labios  de  mis  lectores. 
jCuànta  ceguera  en  los  religiosos,  quie- 
nes  no  supieron  ver  el  temporal  que  les 
amenazaba!  rNo  oían  lo  que  de  las  orde- 
nes se  decia  en  el  Congreso?  ;No  repara- 
ban  en  la  potente  ola  que  con  rapidez 
espantosa  venia  sobre  ellos  para  arrollar- 
los?  No,  la  inmensa  mayoría  de  ellos  no 
la  vieron.  iTan  amigos  eran  de  sus  claus- 
tres! 


Ménsula  del  claustro  de  San 
Jerónimo  de  la  .Murtra 


CAPÍTULO    CUARTO 
MATANZA   DE  FRAILES  EN   REUS 


ARTICULO   PRIMERO 


CONVENTO  FRANCISCO  DE  SANTA  MARIA  DE  JESÚS 


MATANZA    DE    FRATt-F.S    KN    REIS 


129 


resultn  violento,  pues  los  acontecimien- 
tos  de  allende  los  confines  de  niiestra  re- 
gión  vienen  enlazados  con  los  de  aquen- 
de  por  la  misma  causa  y  por  la  pròxima 
sucesión  de  los  anos  como  por  uniforme 
cadena.  Efectivamente,  los  mismos  moto- 
res, las  mismas  causas,  los  mismos  fines, 
los  mismos  medios  producen  aquí  iguales 
matanzas  de  frailes  que  fuera  de  Cata- 
lufia,  y  esto  en  el  mismo  mes  de  la  pos- 
trera  de  Aragón  Aquella  cadena  de  mo- 
tines  y  crímenes  se  extiende  por  esta 
tierra;  y  su  primer  eslabón  se  llama  Reus. 
Los  exaltados  de  esta  entonces  villa, 
hoy  Ciudad,  esperarian  sin  duda  el  mo- 
mento  oportuno  para  imitar  a  los  de 
Zaragoza,  o  quiza  ordenes  de  sus  secretos 
jefes.  Se  me  ha  dicho  y  aset^urado  que 
durante  el  motín  y  ejecución  del  crimen 
un  forastero  los  dirigia.  Para  cohonestar 


Nota.  — La  inicial  dü  cste  capitulo  proccdc  de 
una  hoia  de  un  libro  de  coro  de  Pohiet,  hoja  que 
sirvc  de  envoltoriü  de  algunos  papeles.  Fstii  hov 
en  el  Archivo  de  la  Delegación  de  Hacicnda  de 
Tarragona. 


el  hecho  o  para  asegurar  su  éxito  se 
aprovechó  la  noticia  de  una  derrota  de 
nacionales  de  Reus  y  la  consiguiente 
indignación  del  publico  liberal,  però  no 
cabé  duda  que  el  heclio  estaba  preparado 
como  en  su  lugar  lo  probaré  Estimo  em- 
però conveniente  empezar  el  capitulo  no 
por  discusiones  de  causas  y  efectes,  sinó 
por  la  narración  del  hecho,  y  por  lo 
mismo  aquí  va  esta. 

Numerosa  era  en  1835  la  Comunidad 
que  poblaba  el  convento  francisco  de 
Reus.  El  Sr.  D.  Eduardo  Toda,  en  la 
relación  que  del  incendio  de  los  de  dicha 
villa  publico  en  1884(1),  apunta  la  lista  de 
los  religiosos  de  San  Francisco,  que  esca- 
paron  a  la  muerte;  mas  la  escribe  incom- 
pleta. La  Providencia  me  deparó  feliz 
ocasión  de  copiar  otra  entera,  o  poco  me- 
nos,  no  solo  de  los  salvados,  sinó  de  los 
muertos,  redactada  por  el  Padre  Presi- 
dente  del  convento  D.  Sebastian  Lastor- 
tres  en  24  de  mayo  de  1837:  la  que  viene 
autorizada  por  su  firma  legalizada  en 
debida  forma.  Dice  asi: 

SACERDOÏES 

P.  Francisco  Garriga,  Guardian,  natural 
de  Sitges  segiin  nnos,  de  Villanueva  y 
Geltrú  scguti  otros. 

P.  Sebastian  Lastortres,  Presidente,  na- 
tural de  Reus. 

P.  José  Odena,  Lector  de  Moral,  natural 
de  Reus. 

P.  Gabriel  Goser,  Predicador. 

P.  José  Balmes,  Predicador. 

P.  Albino  Odena,  Predicador,  natural  de 
Reus. 

P.  Mariano  Rocamora,  Predicador,  natu- 
ral de  Reus. 

V.  Francisco  Clariana,  Predicador  y 
Maestro  de  novicios,   natural  de  Reus. 

P.  José  Roig,  Predicador,  Scgundo  maes- 
tro de  novicios. 

P.  Mariano  Alavall,  Lector  de  Filosofia, 
natural  de  Vic/t. 


(i)     La  ílustraciò  catalana.  .\t\o  \.  paií?.  lüj 

n.  i8i  V  i8u. 


130 


l.limo     IKHCICKU.- 


1,1)    CLAU  I  ( 


F.  Agustín  Bergalló,  Predicador,   Comi 

sarïo  de  la  .5.''  regla,  natural  de  Mont- 

roig. 
P.  Magín  Martí,  Predicador. 
P.  José  Cervelló,  Predicador. 
P.  Antonio  Munt,  Predicador  conventual, 

natural  de  Manlleu. 
P.  Esteban  Roig;,  Predicador,  natural  de 

Borjas  del  Campo 
P.  José  Gorgas,  \'icario  de  coro,  natural 

de  Sítjes. 
P.  Juan  Roca,  Confesor,  Maestro  de  jove- 

ues,  natural  de  Botarell. 
P.  Francisco  .Sans,   Exvicario   de  coro, 

Sacrïstan ,  natural  de  Vilella  alta. 
P.  Francisco  Cuscó,  Confesor. 
P.  Bartolomé  Cabré,  Confesor. 
P.  Vicente  Bofarull,  Confesor. 
P.  Sebastian  Gay,  natural  de  Reus. 
P.  Pedró  Salvador. 
P.  Antonio  Blancli,   Organista   nnty  lirí- 

bil,  natural  de  Castellon  de  Anipuriat^. 
P.  José  Balenyà. 
P.  Jaime  Gironella. 
P.  Jaime  Padró. 
P.  Francisco  Avellana. 
P.  Lorenzo  Xarlau. 


Fr.  José  Maria  Pascual,  Diacono. 

Fr.  Baltasar  Martí,  Subdiàcono. 

Fr.  Miguel  Ballester,  Subdiàcono. 

Fr.  Narciso  Castany. 

Fr.  José  Boniva. 

Fr.  José  Pujol. 

Fr.  Baltasar  Olives. 

Fr.  Francisco  Casas. 

Fr.  José  Clariana,  natural  de  Rcu>. 

Fr.  José  Cabré,  natural  de  la  Pobla  de 

Mafumet. 
Fr.  Tomàs  Anglada. 

Fr.  Lorenzo  Badia,  natural  de  Vallmoll. 
Fr.    Domingo    Sugranyes,     natural    de 

Reus. 
Fr.  Francisco  Català. 
Fr.  luan  Bautista  Aulesti. 


LEGOS 

Fr.  Pedró  Aymemí. 
Fr.  Pablo  Xifre. 


Fr.  José  Roca. 
Fr.  Esteban  Blanch. 
Fr.  Julian  N. 

Fr.  Gregorio  Borràs,  natural  de  las  Bor- 
jas del  Campo. 
Fr.  Juan  cree  Vidiella. 
Fr.  Jaime  Albornà. 
Fr.  José  cree  Carrera  (1). 

A  35  ascienden  los  sacerdotes,  los  coris- 
tas  a  16,  j-  los  legos  son  S,  formando  un 
total  aproximado  de  60  frailes. 

De  la  antecedente  lista  claramente  se 
desprende  que  no  se  limitaba  a  uno,  ni  a 
dos,  ni  a  cuatro,  el  número  de  losFran- 
ciscos  de  Reus  dedicados  a  la  predica 
ción,  sinó  que  eran  muchos  los  predica- 
dores, los  cuales  no  solo  ejercían  tan 
saludable  ministerio  en  la  villa,  sinó  tam- 
bién  en  toda  la  comarca  y  diòcesis,  ya 
predicando  sermones,  ya  dando  ensenan- 
za  catequística.  Però  no  debò  aquí  insistir 
en  resenar  los  utilísimos  servicios  que 
estos  frailes  prestaban  a  la  Sociedad  cris- 
tiana, porque,  Iiablando  en  general  de  los 
franciscos,  queda  efectuado  en  mi  obra 
anterior,  aílos  ha  publicada. 

No  puedo  emperò  prescindir  del  espe- 
cial que  poco  antes  de  ser  bàrbai  amente 
agredidos  prestaron  a  su  villa.  En  el  ve- 
rano  de  1834  el  temor  del  còlera  asiàtico 
asaltó  no  sin  razón  a  Reus;  su  Ayunta- 
miento  en  7  de  agosto  se  dirigió  a  este 
convento  pidiéndole  cooperarà  al  socorro 
de  los  apestados.  No  necesitaba  cierta- 
mente  éste  de  tales  estímulos,  que  hartos 
eran  el  de  su  celo  v  caridad.  A  la  vista 


(1)  \i\  Sr.  ioda  inseria  en  la  lisla  un  P.  Fran- 
cit-L-o  Rueda,  hijo  de  Reus,  un  P.  .Mariano  Do- 
mingo, hijo  de  Vilaseca,  y  un  P.  Francisco  Vives, 
que  ni  Lastortres  ni  el  P.  Sufïranyes  escribieron 
en  las  suyas.  En  cambio  el  úllimo  anoto  un  Pa- 
dre  Iglesias  Jubilado,  un  P.  Francisco  Salvadó 
Ewicario  de  coro.  un  P.  José  Biay  Sacristàn  ma- 
yor.  un  I-'r.  Cuatrecasas  corista  filosofo,  y  aun 
aiïadiú  que  habia  olvidado  el   nombre  de  alguno. 

En  la  lista  del  texto  lo  que  va  en  letra  redonda 
es  del  P.  Lastortres,  y  de  otras  fuenlcs  lo  escrito 
en  bastardilla. 


MATAXZA    DE    IRAILES     EN    REUS 


131 


tengo  copia  literal  del  oficio  de  11  del 
mismo  mes,  con  el  cual  el  Guardian,  con- 
testando  al  Ayuntamiento,  le  dice  que  su 
comunidad  «està  pronta,  si  Dios  (lo  que 
vno  permita)  fuese  servido  visitar  este 
»pueblo  con  el  azote  de  la  peste,  a  prestar 
»los  oficiós  de  caridad  que  en  semejantes 
»casos  acostumbra  para  el  consuelo  espí- 
»ritual  de  los  enfermos»,  y  que,  a  pesar 
de  la  penúria  del  convento  en  aquellos 
tiempos,  contribuirA  también  al  socorro 
de  los  apestados  con  una  limosna  sema- 
nal.  En  oficio  del  20  del  citado  agosto  el 
mismo  Ayuntamiento  y  la  Junta  de  sani- 
dad  pedían  a  los  franciscos  destinaran 
dos  PP.  a  la  asistencia  de  los  enfermos  de 
la  casa  de  observación,  situada  en  el 
convento  de  Paúles;  }'  aunque  no  pude 
encontrar  la  contestación  que  en  defini- 
tiva diera  el  convento  francisco,  no  sin 
razón  supongo  que,  según  costumbre,  se 
prestaria  a  la  petición,  ya  que  honrados 
y  antiguos  vecinos  de  Reus  me  dieron  tes- 
timonio del  excelente  comportamiento 
que  tanto  franciscos  como  carmelitas, 
observaron  en  el  cuidadode  los  enfermos 
durante  el  citado  contagio  (1).  Tanta 
caridad  y  celo  costo  a  los  primeros  cinco 
o  seis  victimas,  sacrificadas  en  aras  del 
amor  a  los  mismos  insensates  que  dentro 
pocos  meses  debían  asesinarles,  y  cuyos 
compaíïeros  días  antes  habían  iniciado  la 
fechoría  en  Madrid  matando  a  muchísi- 
mos  frailes  (2).  Ni  quedaron  en  zaga  los 
paúles,  quienes  llevaron  su  generosidad 
tan  al  cabo,  que,  retirAndose  a  vivír  en 
una  casa  que  en  el  arrabal  de  San  Pedró 
poseian  los  monjes  de  Scala  Dei,  cono- 
cida  por  casa  dels  frares  de  Cartiii'xa, 
cedieron  gustosos  su  convento  para  hos- 
pital de  coléricos.  En  aquella  habitaren 
hasta  el  dia  de  la  exclaustración. 

A  pesar  de  tanta  caridad  por  parte  de 
los  frailes  y  de  servicios  tan   visibles  y 

(i)  Kclación  de  D.  Scha-^tiàn  Alarimi'm.  do  ^7 
de  seplicmbrc  de  il^So. 

(2)  Relación  manuscrila  pur  el  P.  D.  Domin- 
go Sugranves  y  ülzinellas.  natural  de  Reus  y 
iVaile  de  su  convcntci.  Diúmela  en  julio  de   1880. 


costosos,  los  urdidores  de  la  revolución 
habían  logrado  con  susmanejos  solivian- 
tar  los  animós  de  los  revolucionaries  de 
Reus.  El  odio  en  1835  crecía  por  momen- 
tos,  y  si  aquellos  Mefistófeles  cuidaban 
cautelosamente  de  ocultarlo,  la  gente 
villana  y  menuda  no  reprimia  su  ira,  y 
soltaba  mil  amenazas.  Me  consta  un  hecho 
que  con  vivos  colores  pinta  este  odio  y 
sana.  Vecina  a  una  seflora,  que  vivia  en 
la  calle  de  San  Benito,  habitaba  con  su 
marido  agricultor  é  hijos  una  mujer. 
Muchos  dias  antes  de  la  quema  tenia  ya 
preparades  en  el  huerto  loshacesdelena; 
y  como  sabia  que  la  indicada  senora,  su 
vecina,  era  devota  de  les  religioses,  da- 
bale  veces  de  ràbia  en  contra  de  estos. 
<sSon  nus  lladrers,  decía,  los  caps  pelats: 
tisoH  uns  pillos:  mira,  mira,  ja  tinch  la 
^llenya  preparada:  avny,  avny  los  mata- 
»;'í;//.»En  castellano:  <Son  ladroneslosde 
»la  cabeza  pelada:  son  pilles:  mira,  mira, 
»ya  tengo  preparada  la  lena:  hoy,  hoy 
»los  mataremos».  Y  no  estuvo  el  dano 
solo  en  las  palabras,  sinó,  y  principal- 
mente,  en  sus  malignas  obras  con  furer 
realizadas,  perquè  en  la  noche  fatal  acu- 
dió  con  sus  haces  la  repugnante  mujer, 
obligande  hasta  por  golpes  a  sus  hijes  a 
llevaries;  y  porque  ni  aun  la  lengua  en 
aquel  cuerpo,  que  tanto  trabajaba  parael 
crimen,  quedase  sin  delito,  repetia  entre- 
tanto  insultes  en  centra  de  los  frailes  (3). 
Los  exaltades  de  la  plebe  cantaban 
ceplas  que  destilaban  sangre.  «Sancli  y 
fexa  mcnjareniy^  decía  una  de  ellas,  y 
terminaban  tedas  por  el  estribillo  amo- 
rian  los  caps  pelats».  Quince  días  ha- 
brían  cumplido  ya  en  el  del  atentado 
desde  que,  aumentando  las  amenazas,  se 
repetia  el  grite  de  «hoy,  hoy  les  matare- 
mos» (4).  Pere  ia  qué  fijarse  en  el  corto 
plazo  de  quince  días  si  ya  en  el  afio  ante- 


( ;)  Contómelo  la  misma  senora  vecina  dona 
Antònia  Fargas,  en  Barcelona  a  11  de  lebrero  de 
iSSj. 

(-[)  D.  Salvador  Rrlans.'.  marido  de  la  nom- 
brada  D  "  .\ntonia  Fargas,  me  \o  A\]o  en  4  de 
abril  de  iSS.'. 


132 


I.IÜRO     TERíJlïlU 


-  CAFn  TLO 


rior,  «y  mientras  los  frailes  exponían  sus 
»vidas  para  llevar  a  esos  monstruós  todos 
»Ios  consuelos  al  lecho  de  la  muerte,  tu- 
»vimos  (sou  palabras  de  uno  de  los /rat- 
lles) una  manifestacion  de  màs  de  ocho- 
»cientas  personas,  diciéndonos  palabras 
»no  muy  tranquilizadoras»?  (1). 

Con  tal  odio  en  el  animo  de  los  exalta- 
dos  de  la  villa,  y  el  terrible  preludio  de 
Madrid  del  ano  anterior,  asi  como  los  dos 
de  Zaragoza  de  abril  y  julio  del  1835,  lle- 
góse  a  mediados  de  este  inf austo  mes.  A  la 
noticia  de  tamaiios  atenlados  nunca  acom- 
panó,  como  tengo  dicho,  la  de  condigno 
castigo;  y  por  lo  tanto  antes  debía  ser 
incentivo  que  escarmiento  de  malvados, 
haciéndose  así  facilísimo  al  menos  avisa- 
do  conjeturar  los  acontecimientos  que  a 
grandes  marchas  se  acercaban. 

Como  arriba  indiqué,dió  pretexto  para 
el  crimen  un  hecho  imprevisto,  aunque 
natural  en  tiempos  de  guerra. 

Un  destacamento  de  urbanos  de  Reus 
acababa  de  ser  sorprendido  por  los  carlis 
tas  en  la  ribera  del  Ebro,  pereciendo  a  lo 
menos  seis  de  aquéllos  en  la  refriega;  y 
si  era  lógico  que,  apellidando  al  arma, 
los  compaiieros  de  los  vencidos  acudie- 
ran  a  la  montaíïa  para  vengar  a  sus  her- 
manos,  creyeron  mas  hacedero,  ya  que 
no  mds  justo  ni  míís  expuesto,  ensanarse 
en  los  inermes  y  amilanados  habitantes 
de  los  claustros.  Así  el  Alcalde  mayor  de 
Reus,  o  sea  el  Juez,  lo  indica  al  senor 
Gobernador  civil  de  la  provincià  en  el 
oficio  siguiente: 

«Alcaldia  maj^or  de  Reus.— La  des- 
«agradable  ocurrència  de  la  muerte  de 
»un  subteniente  y  cinco  individuos  del 
vbatallon  4.°  lijero,  acaecida  en  el  alto 
»corregimiento  de  Tortosa  al  hacerse  el 
»relevo  del  destacamento  de  Arnés,  me 
»hacen  acudir  a  ese  Sor.  Gobernador  rai- 
»litar  por  medio  de  expreso,  solicitàndole 


(i)  Mentada  rc-lación  que  del  alcntado  de  Reus 
me  esci-ibiü  en  julio  de  iSS,,  el  R,  P.  Domint;.) 
Sugranyes.  que  fué  una  de  sus  vietimas,  bien  que 
escapo  sin  herida. 


»me  auxilie  con  ochenta  o  cien  hombres 
»de  tropa  del  ejército  para  que  no  se  alte- 
»re  la  tranquilidad  pública  de  esta  villa, 
»la  que  veo  amenazada,  convencido  como 
»estoy  de  que  los  enemigos  del  órden  no 
»esperaban  mas  que  un  suceso  como  este 
>^para  efectuar  sus  planes  í/qué  coujíi- 
»íiiación  de  mís  jiiicios!):  todo  lo  que  creo 
»de  mi  deber  elevar  al  conocimiento  de 
>^V.  S.  para  que  por  su  cooperacion  se 
»me  auxilie,  pues  de  lo  contrario  desde 
»ahora  le  aseguro  que  no  respondo  de  la 
«tranquilidad  y  sosiego  de  este  vecinda- 
»rio.— Dios  guarde  a  V.  S.  muchos  anos. 
>í— Reus  21  de  julio  de  1835.  — José  Maria 
»Montemayor. — Sor.  Gobernador  civil  de 
»esta  provincià»  (2). 

Los  frailes  no  vivían  libres  de  temor. 
Temían  la  supresión  de  sus  conventos, 
llegando  a  recelar  una  manifestacion 
popular  hostil;  muchos  emperò  no  podían 
imaginar  un  degüello  general.  Los  jóve- 
nes  en  particular,  como  recién  llegados 
de  las  masas  populares,  conocian  mejor 
que  los  ancianos  el  animo  de  los  atolon- 
drados  del  siglo,  y  apreciaban  el  terrible 
peligro  que  les  amenazaba.  El  respeto 
emperò  y  la  obediència  a  los  superiores 
sellaban  sus  labios  (3).  Días  antes  del  atén- 
tado  un  Caballero  visito  al  cèlebre  Padre 
Balmes,  que  tan  brillante  papel  desem- 
penó  en  esta  jornada,  y  hablàndole  de  los 
temores  que  se  abrigaban,  oyó  de  boca 
del  Padre  estàs  palabras:  «Mira,  no  tengo 
»màs  recui'so  que  este».  Y  le  mostro  el 
hermoso  Crucifijo  ante  el  cual  solia  orar. 
Otro  dia  el  seflor  D.  José  Maria  de  Gaval- 
dà, una  de  las  personas  mas  notables  de 
Reus,  reparando  en  la  indicada  y  magní- 
fica imàgen  que  el  Padre  tenia  sobre  la 
mesa,  y  que  él  mismo  habíase  traido  de 
Jerusalén,  le  pidió  se  la  regalarà.  A  la 
súplica  contesto  el  fraile  negativamente. 


(j)  Memorias  documentadas  del  Teniente  Ge- 
neral D.  Manuel  Llauder.  Madrid,  1844.  Docu- 
mentes, pàfí.  <iii. 

(í)  Relaciíin  del  P.  Domingo  Sugranyes,  ya 
eltada. 


matanza  ue  i  railes  ex  rels 


133 


anadiendo:  «Servirà  para  salir  al  encuen- 
>  tro  de  los  contrarios  cuando  vengan  à 
>-niatarnos». 

Para  prevenir  un  fatal  evento,  elPadre 
Guardian  de  San  Francisco  quiso  dispo- 
ner  de  un  seguro,  efugio,  y  con  anticipa- 
ción  lo  busco.  El  indicado  sefíor  de  Gaval- 
dà poseía  una  huerta,  contigua  al  con- 
vento,  con  el  cual  lindaba  por  su  lado 
septentrional.  Por  ella  atravesaba,  y  en 
la  misma,  mediante  una  losa,  tenia  sali- 
da  un  brazo  de  mina,  que  partia  de  la 
despensa  del  convento.  Para  el  caso  de 
un  ataque  convino  Gavaldà  con  el  Guar- 
dian en  que  los  frailes  se  entraran  por 
aquella  subterrànea  via,  que  entonces  se 
levantaría  la  piedra,  y  así  escapar ian  del 
claustro  sin  ningún  peligro.  Cumplió  su 
palabra  Gavaldà  ordenando  al  hortelano 
que  en  caso  de  un  atentado  acudiese  a 
levantar  la  losa  (1). 

No  con  esto  se  satísfizo  el  celo  del  Guar- 
dian, quien,  ya  fuera  que  notarà  en 
aquel  dia  22  de  julio  insòlita  efervescència 
en  el  pueblo,  ya  por  caritatives  avisos  de 
amigos  de  la  casa,  sabedores  de  la  proxi- 
midad  delcrimen,que  yanadie  ignoraba, 
en  la  tarde  del  mismo  dia  22  fué  a  visitar 
al  Alcalde  mayor.  Es  imposible  creer 
que  el  Guardian  no  hubiese  recibido  avi- 
so, o  avisos,  del  peligro  que  él  y  sus 
subordinados  iban  a  córrer.  Don  Miguel 
Ballester,  entonces  allí  corista  francisco, 
me  dijo  que  el  Guardian  se  decidió  a  visi- 
tar en  dicha  tarde  al  Alcalde  por  haber 
iüo  al  convento  el  nombrado  senor  Ga- 
valdà y  haberle  avisado.  Don  Sebastiàn 
Freixa,  capitàn  de  milicia,  en  la  víspera 
del  atentado,  según  luego  veremos,  rogó 
a  su  madre  que  corriera  al  convento  y 
dijera  al  hermano  de  esta,  Padre  Fran- 
cisco Clariana,  que  en  aquel  mismo  dia 
saliera  del  cenobio  y  se  guareciese  bajo 
el  techo  de  su  família.  En  la  tarde,  pues, 

(i)  l'antn  la  pctición  del  Crucilijo  y  contcsla- 
ciún  del  P.  Baimcí.  como  el  concicrto  do  Gavaldà 
con  cl  Guardian,  me  lu  conto  el  mismo  Sr.  D.  Jo- 
sé jM.°  de  Gavaldà,  en  Barcelona  a  12  de  noviem- 
brc  de  ií*8u,  y  me  lo  latilicó  en  ^  de  Diciembre. 


del  22,  sí,  en  aquella  misma  tarde,  el 
Guardian,  tomando  por  compaflero  al 
dicho  jovencito  corista,  Fray  Miguel  Ba- 
llester, se  presento  al  seflor  Alcalde  ma- 
3'or  de  la  villa,  o  juez  de  primera  instàn- 
cia, y  jefe  de  uno  de  los  batallones  de 
urbanos,  D.  José  Maria  Montemayor  (2) 
para  tratar  con  él  de  la  seguridad  de  los 
religiosos.  Tranquilizóle  el  Alcalde  di- 
ciendo  que  depusieran  su  temor  los  frai- 
les, por  cu3'a  seguridad  él  velaba  (3).  Y 
si  bien  es  cierto  que  Ballester,  de  cuya 
boca  tomo  la  noticia,  no  asistió  a  la  entre- 
vista, ya  que  al  penetrar  el  Guardian  en 
el  despacho  del  Alcalde,  detúvose  él  en 
la  antesala,  nada  tan  natuí al  como  pen- 
sar que  el  superior,  al  salir,  le  relatarà  la 
contestación,  cuyo  contenido  a  los  dos 
interesaba. 

Oyendo  por  una  parte  el  Padre  Guar- 
dian de  labios  de  la  Autoridad  tan  bené- 
volas  y    decididas    disposiciones,  y  por 


(2)  Relaciún  verbal  que  me  hi/o  \J.  .Miguel 
Ballester,  en  Barcelona  a  los  ii  de  iunio  de  iSi^u. 
Relación  del  entonces  corista  D.  José  Cabré, 
quien  lo  oyó  de  boca  dd  P.  Guardian  aquella 
misma  noche.  Relaciones  de  otras  personas  en 
dislintas  fechas.  de  las  cuales  supe  que  la  entre- 
vista se  tuvo  en  la  tarde. 

Otro  testigo  no  despreciable  dijo  que  esta  entre- 
vista la  tuvo  el  P.  Guardian  con  el  Gobernador 
civil  de  la  provincià  D.  Antonio  Satorras,  quien 
en  aquel  iníausto  dia  hallàbase  en  Reus.  Empem. 
rundàndomc  en  la  relación  de  Ballester  y  en  las 
de  otras  personas.  considero  mucho  mas  proba- 
ble que  el  visitado  fué  el  .-\lcalde  mayor.  Ballester 
me  dijo  estàs  palabras:  «No  recucrdo  como  se  lla- 
))maba  el  jefe.  o  autoridad.  al  cual  visitamos: 
Bquizà  su  nombre  era  Sotomayor.»  De  la  senic- 
ianza  de  este  con  Montemayor.  y  del  dicho  de 
otras  personas.  deduzco  que  la  visita  se  hizo  al 
.\lcalde.  .\demàs  en  Reus.  donde  todo  se  sabé,  .--e 
ve  y  se  dice.  de  publico  se  contaba  que  esta  vi 
sita  la  recibió  Montemayor. 

(?)  Las  palabras  con  que  me  lo  conto  el  enton- 
ces corista  Ballester,  y  después  canónigo  de  e.-ta 
catedral  de  Barcelona,  son  las  siguientes:  «Que 
odisponia  (dijo  cl  visitado)  de  fuerza  sulicientc 
«para  contcner  a  la  revolución;  que  los  frailes  es- 
Dtuvieran  tranquilos.  pues  él  respondia  de  la 
»pazi). 


134 


Il•IRCEKO.  —  i.APl  n.  i. I 


otra  viendo  por  sus  propios  ojos  las  me- 
didas  que  en  aquel  dia  se  habían  tornado, 
regresó  tranquilo  a  su  convento. 

Porque  realmente  en  la  manana  del  22, 
y  por  razón  de  los  temeres  de  conmoción 
en  Reus,  manifestades  por  el  Alcalde  a 
su  superior  en  el  transcrito  oficio  del  dia 
precedente,  habían  pasado  desde  Tarra- 
gona a  esta  villa  dos  companías  del  5." 
ligero,  o  sea  de  Bailén  (1),  las  que  reunían 
hasta  200  soldados  (2).  En  casa  Arrà,  si- 
tuada en  frente  de  la  porteria  de  San 
Francisco,  colocó  la  tropa  un  retén,  que 
daba  sin  duda  la  guardià  de  preven- 
ción  (3),  alojando  los  soldados  en  el  con- 
tiguo  arrabal  de  Rebuster,  comiinmente 
llamado  de  Santa  Lucia  (4),  en  la  calle 
de  San  Francisco  y  en  la  misma  plazuela 
del  convento  (5).  Solo  unos  pasos  dista  de 
la  porteria  la  casa  de  Arrà,  ya  que  úni- 
camente  el  anclio  de  la  calle  separa  estos 
edificios,  y  en  la  esquina  del  convento  ter- 
mina el  arrabal  de  Rebuster. 

Ademàs  de  la  tropa  llego  a  Reus  en 
aquel  dia  el  sefior  Gobernador  civil  de  la 
provincià  Don  Antonio  Satorras,  hospe- 
dandose  en  el  centro  de  la  villa:  nuevo 
motivo  de  paz  y  confianza  para  los  frai- 


(i)  Relación  clc  unn  de  lo:>  oficiales  de  esla-- 
companias.  hccha  tn  2;  de  septiembre  de  iSSo. 

(2)  Memorias  documentadas  de  Llauder.  es- 
critas  por  él  mismo.  Madrid,  1844,  pàg.  118. 

(3)  Relación  de  D.  Pancrasio  Mestres,  arl;- 
sano  que  en  1S5S  trabajaba  a  pocos  pasos  de  casa 
Arrà,  el  cual  al  entrar  \  salir  de  su  trabajo  vió  la 
indicada  guardià.  Barcelona  25  de  abril  de  1882. 
Me  consta  ademàs  por  uno  de  los  soldados  del 
mismo  retén  y  por  cl  corista  Frav  José  Cabré, 
como  luego  se  vera. 

(4)  D.  Eduardo  Toda.  Ilustració  catalana. 
.\no  V.  púg.  Hi;,  líclaciones  de  D.  Salvador 
Briansó  y  del  W  D.  Jerónimo  Morgades,  pbro., 
Iranciscano.  quien  después  de  la  exclaustración 
vivió  por  muchos  anos  en  Reus,  y  quien  me  dió 
muchas  noticias  de  aquellos  atentados  en  las  nu- 
merosas  entrevistas  que  tuvlmos  y  cartas  que 
nos  escribimos. 

(5)  Relación  de  .Maria  Sans,  habitante  en  la 
plazuela.  Esta  senora  tenia  un  oficial  alojado  en 
su  casa. 


les;  quienes,  como  toda  persona  cuerda, 
por  una  parte  veían  con  esto  en  el  Gober- 
nador sinceres  deseos  de  la  tranquilidad 
de  Reus,  y  por  otra  consideraban  el  salu- 
dable influjo  que  la  presencia  de  la  pri- 
mera autoridad  de  la  provincià  debia 
ejercer  sobre  el  animo  de  los  criminales. 
Tales  seguridades,  y  la  consideración  de 
los  males,  que  a  una  comunidad  acarrea 
el  abandono  de  su  claustre  para  vivir 
diseminada  entre  seglares,  no  pedian  de- 
jar  de  ser  parte  para  que  el  celoso  Guar- 
dlAn  resolviera  decididamente  quedarse 
en  el  convento,  y  hasta  para  que  en 
aquella  neche  depusiera  temeres  y  zeze- 
bras,  al  parecer  menos  fundadas  que  en 
las  anteriores. 

Realmente  aquellas  causas  predujeron 
este  efecte:  en  la  misma  tarde  visito  al 
Padre  Guardian  el  prefesor  de  música 
Den  Victerine  Agustí,  quien,  habiendo 
preguntado  al  fraile  que  «cómo  no  se 
»marchaban,  o  cómo,  en  vista  del  peligro, 
»no  tomaban  providencia,»  oyó  de  boca 
del  Guardian  haberlediche  el  jefe  militar 
(equivócase  diciendo  jefc  militar  en  lu- 
gav  de  Jefe  civil)  que  «precisamente  por 
»los  temeres  de  que  se  trataba  había  la 
»trepa  venido  à  Reus»  (6).  Es  indudable 
que  en  estàs  palabras  se  encierra  una 
equivocación;  no  referente  a  las  seguri- 
dades, sinó  a  la  persona  que  las  dió;  però 
de  todos  modes  la  tranquilidad  del  Guar- 
dian descansaba  en  autorizados  funda- 
mentos. 

En  este  anocheció  el  triste  dia  22  de 
julio  de  1835.  Los  frailes  en  tante  seguían 
dentro  les  mures  del  convento  su  acos- 
tumbrade  régimen  y  horario.  De  elles 
algunes  pocos,  con  motivo  de  ser  el  dia 
del  Santo  de  alguna  su  parienta  llamada 
Magdalena,  pasàrenle  en  casas  particu- 
lares  de  la  villa.  Asi  el  Padre  Francisco 
Clariana,  maestre  de  novicies,  su  sobri- 
ne  Fray  José  Clariana,  corista  filosofo,  y 
algunes  etres.  Los  dos  nombrados  comie- 


(6)     Palabras  de  la  carta  que  sobre  esto  me  es- 
cribió  D.  \'iclorino  .\gustl.  en  iulio  de  18S1. 


^\ArA^•/A  iie  i  rau. ics  nx  heus 


135 


ron  en  casa  de  la  hermana  del  Padre  Maes- 
tro,  madre  del  corista.  Cuando,  caidas  las 
sombras  de  la  noche,  el  Padre,  llevado  de 
extremado  sentimiento  del  deber,  aban- 
dono el  seguro  techo  de  su  hermana  para 
ir  a  córrer  los  peligros  de  sus  compane- 
ros  y  subordinados,  esta  agarró  a  su 
hijo  corista,  que  también  intentaba  reobre- 
sar  al  claustro,  y  en  ningún  modo  permi- 
tió  que  pasara  los  umbrales  de  la  casa 
paterna.  Los  demas  que  salieron,  o  por- 
que  fuesen  avisados  de  sus  amigos  libe- 
rales,  o  porque  notaran  el  aspecto  ame- 
nazador  de  la  villa,  no  regresaron. 

A  la  hoia  regular  la  Comunidad  entro 
en  el  refectorio  para  la  cena,  y  tomo 
cada  uno  su  asiento.  Notaron  los  jóvenes 
la  ausencia  de  algunos,  aunque  pocos, 
frailes,  y  movidos  del  temor,  cuchichea- 
mn.  El  Padre  Guardian,  que  solo  oia 
los  murmullos  sin  comprender  las  pala- 
bras,  impuso  silencio.  A  poco  se  repro- 
duce  el  murmullo  y  la  imposición  de 
silencio;  y  en  esto  el  mentado  Padre  Cla- 
riana, maestro  de  novicios,  entra  en  el 
refectorio  y  ocupa  su  Uigar  Mas  cuando 
el  temor  es  mucho  no  calma  facilmente, 
y  por  tercera  vez  se  repite  en  breve  rato 
el  cuchicheo.  Entonces  el  Padre  Guar- 
dian toma  la  palabra,  y,  dirigiéndose  al 
corista  Fray  Miguel  Ballester,  pregúntale 
por  la  causa  de  ruido  tan  desusado.  Res- 
ponde  el  corista  que  observan  la  ausen- 
cia de  algunos  religiosos,  indicioclaro  de 
peligro,  y  que  si  éste  existe  convendría 
huirlo  marchandose.  A  esto  responde  el 
P.  Guardian;  '<\adiecomo  V.,  companeio 
>4nío  en  la  visita  a  la  autoridad,  puede 
»tranquilizar  a  los  hermanos-..  Ante  esta 
rellexión  todos  se  calmaron,  y  ningún 
nuevo  muimullo  turbó  el  silencio  de  aque- 
lla sala.  iV  se  dini  todavía  que  la  disci- 
plina habia  sufrido  relajación!  Callen  las 
acusaciones,  hijas  muchas  veces  del  em- 
pefio  en  excusar  crimenes  propios  o  de 
correligionarios  políticos,  y  hablen  los 
hechos:  ante  el  peligro  de  muerte  la  voz 
de  un  superior  cííndido  cicrra  los  labios 
de  jóvenes  que  con  harta  razón  y  ver- 
dad    ven    pròxima  a   sus   gargantas   la 


muerte  desenvainando  sus  pérfidos  puna- 

les(I). 

Salida  del  refectorio,  la  Comunidad  se 
dirigió  al  corredor  del  primer  piso,  donde 
bajo  un  farol  paróse,  según  costumbre, 
para  solazarse  un  rato  en  amigable  con- 
versacitm.  Los  acontecimientos  del  dia  y 
los  temores  de  próximas  desgracias  eran 
el  tema  natural,  y  fueron  el  único  de  sus 
palabras.  A  la  hora  fijada  los  religiosos 
se  retiraren  a  sus  celdas;  y  conforme  ni 
reglamento  interior  de  la  casa,  a  las  diez 
las  luces  quedaron  apagadas  y  el  edificio 
en  silencio  profundo  (2).  De  mayor  iran- 
quilidad  que  en  las  anteriores,  dije,  po- 
dían  gozar  en  aquella  noche,  viendo  las  al 
parecer  eficaces  prevenciones  de  la  auto- 
ridad, y  oyendo  desde  sus  lechos  los  gri- 
tos  3'  hasta  los  pasos  de  los  centinelas  y 
los  soldados.  Sin  embargo,  no  por  esto 
abandonaron  las  velas  nocturnas  que 
desde  muchas  noches  atras  desempefia- 
ban  dos  frailes,  tocando  la  de  aquella 
al  Padre  Avellana  y  al  corista  Fray  José 
Cabré  {?,). 

Realmente  la  tropa  habia  escalonado  a 
lo  menos  dos  centinelas  en  la  acera  del 
arrabal  de  Rebuster,  uno  enfrentedela 
casa  llamada  de  Santa  Lucia,  y  otro  en  el 
extremo  poniente  de  dicho  arrabal  (4). 
Este  en  la  indicada  acera  forma  una 
misma  línea  de  edificios  con  el  convento. 
del  cual  Santa  Lucia  esta  separado  por 
once  casas  y  el  ancho  de  dos  bocacalles; 
de  modo  que  el  centinela  màs  lejano  del 


(i)  Udacinn  del  mi>m.iD.  .Mi-U!-'!  HallL-siL•i-. 
Lli  Barccliina  a  ii  de  junio  de  iS,Si. 

(j)     U'claciún  citada  de  Fr.  .Miguel  Ballcí^ler. 

(i)  I.o  >é  por  la  relaoiún  que  de  aquello?  he- 
ehi)s  me  cscrihió  y  mandó  el  niisnin  I- rav  ("ahif. 
desde  Botarell. 

(.|)  Uelación  escrita  de  D.  N'ictnrino  .\gusii. 
de  iuliíi  de  i8H[.  Estc  senor  en  aqucl  entonces  era 
musico  mayor  de  la  milícia  urbana,  y  en  la  noclic 
del  dia  jj  tenia  acadèmia.  l:Islando  en  ésla  y  so- 
bre las  o  .«ïe  le  anuncio  la  revolución.  Despidió  a 
]"-  músicos  y  se  dirigió  al  dicho  arrabal  de  Re- 
buster. donde  estaban  las  cosas  del  modo  apun- 
tado.  Otros  testigos  me  contaron  lambién  esia 
disposición  de  los  centinel.ns. 


lüb 


iri.O    IJL'AUK 


convento  estaba  en  la  misma  acera  de 
éste  a  la  distancia  de  unos  180  pasos,  y  el 
màs  próximo  a  muy  pocos  (1). 

«Los  exaltades  del  pueblo  en  tanto  ha- 
»cían  córrer  la  voz  de  que  definitivamen- 
>.te  a  las    10  de  la  noche  serían  incendia- 

>  dos  los  con  ventós,  seiialando  como  punto 
'de  reunion  para  sus  satélites  la  plaza 
»del  Mercadal  (es  de  la  Coiistítución). 
»Algunos  de  ellos  improvisaronuna  cena 

>  en  el  cafè  de  la  Libertad  de  la  plaza  del 

>  teatro.Mandóse  servir  para  postrela  tra- 
«dicional  crema  de  huevos  y  leche,  que 
>/entonces  comieron  como  alusion  a  la 
>hazaíia  que  iban  a  ejecutar»  (2i.  Encata- 
làn  la  palabra  crema  significa  el  dicho 
postre  de  huevos  3^  leche  y  también  la 
quema  de  aljíún  objeto.  A  este  doble  sig;- 
nificado  alude  el  autor  de  las  palabras 
copiadas.  Emperò  no  debò  callar  que  se 
presenta  improbable  que  en  el  acto  de  la 
improvisada  cena  se  atinase  en  tal  chiste. 

Herodes  el  matador  del  Bautista  tuvo 
aquí  en  tal  cena  sus  discípulos,  y  aven- 
tajados;  que  si  aquél  en  su  convite  mata 
inicuamente,  siquiera  de  mal  talante  y 
con  pena  descarga  el  sablazo,  y  tiiïe  su 
acción  cierto  color  de  deber  en  el  cum- 
plimiento  de  un  juramento.  Mas  estos 
profanan  lugares  santos,  roban,  incen- 
dian  y  matan  entre  manjares  y  copas. 
iLastimagrande  que  no  resucite  el  vale- 
roso  Ambrosio  para  dirigir  a  los  aprove- 
chados  discípulos  la  elocuente  filípica  que 
dedico  al  maestro,  y  que  leemos  en  el 
Breviario  romano  el  dia  29  de  agosto. 

Mientras  algunos  de  los  ejecutores  ale- 
gremente,  pues,  cenaban,  los  grupos  se 
iban  agavillando;  y  a  las  diez  llamaban 
la  atención  de  cuantos  atravesaban  la 
plaza  del  Mercadal.  Allí  se  halla  la  casa 
del  Ayuntamiento,  cuya  puerta  guarne- 
cia  alguna  fuerza  de  milícia  urbana  de  la 


(i)  Yo  misniíi  hi.-  in^peccionado  los  lugaix-s  v 
circunstancias  cuando  en  i  unió  de  iSgo  la  averi- 
fïuación  de  dalos  me  llexú  pur  sejíunda  vez  a 
Reus.    ■ 

(j)  D.  Eduai-do  Toda  en  la  Iluslració  cjlaLi- 
íia.  Ano  \',  pàg.  18;. 


misma  villa,  mandada  aquel  dia  por  el 
sobrino  del  Padre  Clariana,  Don  Sebas- 
tian  Freixa,  fabricante  de  sederías,  hom- 
bre  de  talento  y  honradez.  Sabedor  éste 
de  los  intentos  de  los  exaltades,  deseaba, 
tanto  por  convicción,  cuanto  por  afecto 
de  família,  impedir  todo  desman,  fàcil 
comienzo  de  un  gran  crímen.  Nada  logró 
emperò  tan  laudable  voluntad.  Frísaban 
las  diez  y  media  cuando  un  sargento  sale 
del  cuerpo  de  guardià:  el  capitàn,  temien- 
do  que  este  movimiento  guarde  relacíón 
con  el  sacrílego  proyecto,  en  alta  voz  le 
manda  que  se  retire  al  cuerpo  de  guardià, 
mas  recibe  por  única  contestación  un  gri- 
to  de  no  proferido  por  varios  milicianos 
del  interior  del  edificio,  y  unànímemente 
secundado  con  igual  palabra  por  las  tur- 
bas  de  la  plaza.  Simultàneamente  sono 
uno  o  varios  disparos  en  medio  de  esta,  y 
al  instante  desaparecieron  las  gavillas  (3), 
las  que,  dividídas  en  tres  grupos,  y  dados 
algunos  gritos,  se  dirigieron  al  convento 
de  San  Francisco. 

íY  se  graduarà  al  crímen  de  casual  e 
hijo  de  un  momento  de  índignación!  Todo 
allí  obedecía  a  un  plan,  en  el  que  estaba 
convenida  la  preparación  y  hora,  dístri- 
buidos  los  papeles,  estudiado  y  marcado 
el  modo.  Però  dejemos  tales  consídera- 
ciones  para  el  fin  del  capitulo,  donde, 
conocidos  ya  los  hechos,  podremos  sobre 
ellos  caminar  con  píe  firme  en  busca  de 
las  causas. 

Componíanse  las  turbas  de  un  cente- 
nar de  exaltados,  a  los  que,  al  sonar  de 
los  disparos,  se  juntaron  algunos  de  los 
milicianos  del  mentado  retén  de  la  Casa 
de  la  Villa.  En  tres  grupos,  como  digo,  se 
dirigieron  a  San  Francisco,  cada  uno  por 
distintas  calles:  por  la  Mayor,  la  de  la 
Concepción  y  el  Arrabal  de  Jesús.  Uno 
de  estos  pelotones,  ya  en  el  camino,  quiso 
mostrar  su  furor  disparando  contra  tres 
distintas  casas  del  dicho  AiTabal:  la  del 
herrero,  conocido  por  el  apodo  de  fer  re 
del  portal,  \a.Ae  Don  Salvador  Bríansó, 

(3)  Lo  conló  el  mismu  Sr.  Freixa  a  un  hiio 
suyo,  amigo  mio.  que  me  lo  refirió. 


MATANZA    DE    FKAILES    E.\ 


137 


cuyo  hermano  había  sido  realista,  y  por 
fin  la  del  tonelero  Rafael  Cuchí  y  Sans, 
realista  también,  el  cual  ademàs  tenia  un 
hermano  entre  los  carlistas.  Cuchí  habi- 
laba  la  esquina  de  la  calle  de  San  Jaime 
con  el  Arrabal  de  Jesús,  y  tan  mala  suer- 
te  le  cupó,  que  al  ruido,  temiendo  que  su 
balcón,  por  de  mas  bajo,  fuese  escalado, 
presuroso  acudió  para  atrancarlo,  y  en 
aquel  acto  recibió  en  la  f  rente  la  alevosa 
bala  que  allí  le  dejó  tendido  (1). 

Otro  de  los  grupos,  que,  a  juzgar  por 
las  chaquetas  de  sus  individuos,  se  com- 
ponia de  urbanos  del  vecino  pueblo  de 
Vilaseca,  desvio  de  la  calle  Mayor,  y, 
entrandose  por  la  de  la  Abadia,  saco  a 
relucir  una  hacha  frente  de  la  casa  pa- 
rroquial; mas  como  uno  clamase:  '<  Vamos 
>.a  los  conventos,  que  a  estos  y  a  los 
»coraandantes  de  realistas  los  hallaremos 
>-después,>'  partió  de  aquel  lugar  dejando 
al  Cura  en  paz  (2). 

Llegada  una  de  las  gavillas  al  arrabal 
de  Rebuster,  anchurosa  calle  que,  al 
unirse  con  el  de  Jesús,  forma  un  àngulo 
cuyo  vértice  queda  situado  a  poquisimos 
pasos  del  convento,  topo  con  los  arriba 
indicades  centinelas  de  Bailén  y  la  f  uerza 
del  mismo  cuerpo  alojada  allí.  Por  la 
calle  paseaban  los  soldados,  o  tranquilos 
descansaban  sentados  en  las  aceras  (3). 
Dieron  los  centinelas  el  /qiticii  vivc?  de 


(i)  Conlómelo  un  hijo  de  UrianiM'i.  llumacln 
tiunbicn  Salvador  como  su  padre.  quicn.  cl  pa- 
dic,  en  aquel  momento  se  hallaba  en  la  casa. 

La  muerle  de  Cuchi  y  Sans  la  reliere  tamhicn 
D.  Eduardu  Toda,  bien  que.  confundiendo  a  (>u- 
chi  con  un  pariente,  le  llama  tahonero. 

Me  la  contaron  igualmente  niios.  Ademàs,  en 
el  libro  de  óbitus  de  la  parròquia  de  Reus,  enton- 
ces  única,  se  lec  una  partida  que  dicc  asi:  "Dia 
Hvinl  y  dos  morí  de  desgracia  en  sa  casa  Rafel 
iiC.uclii  V  SaHS,  mestre  boler,  de  edal  vinl y  cinch 
nanys,  marit  de...» 

(2)  Lo  sé  de  boca  del  arriba  mentado  D.  José 
Alaria  de  Gavaldà,  quicn  lo  oyó  desde  su  casa. 
-situada  en  la  esquina  de  la  calle  Mayor  con  la  de 
la  Abadia.  Como  él  habia  sido  realista,  el  dia  si- 
fçuiente  huyó  a  l'arragona. 

(;)     D.  Eduardo  Toda.  Lugar  ell. 


ordenanza;  mas  ioh  baldón!,  a  pesar  de  él 
y  de  las  respuestas,  los  incendiaries  mar- 
charon  con  libre  pase  hacia  las  inocentes 
victimas  de  sus  rencores.  Xe  cencuerdau 
bien  aquí  los  testigos  sobre  la  contesta- 
ción  que  dieron  a  los  quién  vive  les  revo- 
lucionaries, pues  mientras  Den  Eduardo 
Toda  afirma  que  pasaren  merced  a  con- 
testar: 'Voluntaries>^,  ctro  seiior,  que  ase- 
gura  conocerlo  de  boca  de  los  mismes 
incendiaries,  asevera  per  el  contrario  que 
al  grito  de  <veluntarios»el  centinela  con- 
testaba  «atràs»,  y  dejaba  pase  franco  a 
los  paisanes.  En  mode  harte  mas  grave 
tres  testigos  (4),  uno  de  los  cuales  dice 
haberle  oido  por  sí  misme,  me  contaron 
que  a  la  pregunta  del  centinela  -<-iquién 
vive?»  los  ametinados  contestaren  '«mata 
frailes' .  Mas  si  en  las  palabras  no  con 
cuerdan.enel  hecho  estan  unànimes,  pues 
todos  convienen  en  que  los  centinelas 
dejaron  pase,  si  no  por  la  via  principal,  al 
menes  per  las  laterales,  a  los  que,  según 
era  publico,  iban  a  incendiar  el  convento; 
y  mas  elecuentes  son  hechos,  aunque  des- 
carnades, que  palabras. 

De  los  dichos  de  Toda  y  etros  parece 
deducirse  que  les  amotinades  llegaren  al 
convento  caminando  en  tede  su  largo  los 
arrabales  de  Jesiis  y  Rebuster;  en  cuyo 
caso  los  que  por  éste  pasaban  habrian, 
desfilado  por  entre  los  pacifices  soldades. 
Don  Salvador  Briansó,  cuya  habitación 
dande  a  las  dos  calles  de  Jesús  y  San  Jai- 
me, permitiüle  oir  por  sí  misme  los  pasos 
de  la  canalla  que  atravesaba  el  mentado 
arrabal  de  Jesús,  aseguróme  que  aquella, 
desviando  de  tan  abierta  calle,  en  cuyo 
extremo  toparà  con  la  tropa,  terció,  sin 
duda  temerosa,  por  las  calles  de  San 
Jaime  y  San  Francisce;  y,  mediante  ro- 
deo  tan  sencille,  Uegó  al  lugar  de  su  cri- 
men.  A  su  vez,  la  gavilla  que  se  acercaba 
per  el  arrabal  de  Rebuster,  al  oir  el  atnif 
de  les  centinelas,  rodeó,  según  el  publico 


(4)  Uno  de  ellos  l'ray  José  Cabré,  como  se  dirà 
muy  luego.  .•\unque  Fray  Cabré  parece  indicar 
que  también  lo  oyó  por  si  mismo,  me  refiero  a 
otro  al  dccir  que  olro  lo  oyó. 


13B 


.muo   ricKCi-Ro.  —  gai>í 


referia  después,  por  la  calle  del  Forn  del 
vidre.  Mas,  sea  de  esto  como  quiera, 
resulta  desgraciadamente  cierto  que  si 
algo  impidió  la  tropa  fué  solo  el  paso  por 
el  arrabal:  ridícula  estratègia  que  para 
guarecer  de  un  ataque  cierto  a  un  edifi- 
cio  se  limita  la  tropa  a  impedir  a  los 
agresores  el  paso  por  una  o  algunas  vías, 
dejàndolo  libre  por  mil  otras;  miserable 
remedo  de  protección,  en  realidad  aquies- 
cència. Y  esta  resulta  mas  patente  al 
considerar  que  solos  veinte  pasos  sepa- 
raban  del  centinela  del  arrabal  3'  del  retén 
de  Arra  la  puerta  de  la  iglesia  %•  la  por- 
teria del  convento;  de  suerte  que  el  his- 
toriador imparcial  y  amigo  de  la  verdad 
debesentaren  modo  categórico  que  las 
tropas  presenciaren  inmóviles  el  mas  sa- 
crílego  y  negro  de  los  modernos  aten- 
tados. 

Llego,  pues,  prontamente  3'  sin  tropie- 
zo  alguno  la  turba  a  San  Francisco  3'  a 
los  desalmados  que  la  formaban,  se  agre- 
garon  repugnantes  mujeres  3-  pilluelos, 
que  las  malas  mujeres  de  Reus  no  podían 
quedar  en  zaga  a  las  de  Madrid.  Los 
revoltosos  traían  ya  hachas,  y  en  busca 
de  otras  acudieron  a  un  Carretero  de  la 
vecina  esquina;  mas  como  éste  se  nego  a 
prestarselas,  corrieron  al  horno  del  vi- 
drio,  situado  del  lado  meridional  del  con- 
vento, y  previstos  allí  de  haces  de  leiïa, 
aplicàronlos  a  las  puertas  de  la  iglesia  y 
convento.  Y  cual  si  un  genio  del  Averno 
dirigiera  allí  la  escena,  y  buscarà  los 
cuadros  mas  repugnantes,  distinguiéron- 
se  las  mujeres  por  ser  las  primeras  en  la 
conducción  de  los  haces  al  lugar  de  la 
santidad  (1).  Las  puertas  de  tales  edifi- 
cios  brillan  por  su  robustez,  ni  ceden  al 
primer  golpe,  y  a  juzgar  por  la  solidez  3' 
buen  estado  de  las  demas  partes  de  la 
casa,  harto  trabajo  había  de  ser  nece-sa- 
rio  para  abatirlas  o  destrozarlas. 

En  tanto  el  aspecto  del  rededor  del 
convento  era  infernal.  Gritos,  amenazas, 


(i)  .\si  lo  dice  Toda:  y  en  esto  concuerda 
exactamente  con  cuanto  llevo  indicado  respecto 
de  la  repugnanle  muier  de  la  calle  de  San  Benito. 


blasfemias,  golpes  3'  dispares,  desorden 
completo  sostenido  por  seres  repugnan- 
tes de  siniestra  faz  y  iinimo  rabioso,  for- 
man  la  escena  exterior  de  la  tragèdia,  a 
la  que  iluminan  con  llamas  espantosas 
las  hogueras,  a  cuya  luz  brillan  bayone- 
tas  3-  puilales.  Los  habitantes  honrades 
de  las  vecinas  calles,  aterrorizados,  se 
asoman  a  los  terrades  e  a  las  entreabier- 
tas  ventanas,  para  observar  la  suerte  que 
cabra  a  la  estimada  iglesia  y  a  sus  reli- 
giosos. El  martilleo  de  la  campana  del 
convento  entretanto  pide  auxilio,  au.xilio 
que  nadie  le  presta. 

En  el  interior  del  recinto,  si  la  escena 
no  respira  menes  calma,  presenta  fisono- 
mia muy  distinta.  La  ebscuridad  reina 
por  tedas  partes.  Vigilan,  sin  embargo, 
los  dos  religioses  de  ve'a,  a  uno  de  los 
cuales,  aun  incurriendo  en  repeticiones, 
debò  aquí  ceder  la  palabra  en  gràcia  de 
la  verdad. 

Recogida  la  Cemunidad  en  sus  caldas, 
me  escribe  F"ray  José  Cabré,  «empezamos 
»les  dos  vigilantes  à  dar  alguna  vuelta 

>  per  el  convento,  3'  hete  ahí  que  seria 
»la  media  para  las  once,  cuando  eimos 
»un  tiro;  volvimos  luego  hacia  la  parte 
»de  la  puerta  del  convento,  y  ;'i  peco  rato 
»oimos  otre  tiro,  3'  luego  un  grite  solo  de 
>yviva  la  libtrtad,  viva  Isabel  II,  v  mó- 
wiari  los  caps  pelats  (iniieran  las  cabé- 
>:s:aspcladas),  y  tode  quedo  en  un  silencio 
«sepulcral.  En  una  casa  vecina  al  con- 

>  vento  llamada  casa  Larra  (casa  Arrtíj 
»había  reten  de  trepa,  à  las  esquinas  del 
•  convento  había  centinela  de  tropa,  3"  al 
>sonido  del  tiro  el  Capitan  tiro  la  servi- 
>'lleta,  se  levanta  de  la  mesa,  3^  baja  al 

>  atrio  de  la  casa  donde  estaba  el  reten 
«con  su  cuerpo  de  guardià.  Esto  lo  vimos 
»el  P.  Avellana  y  su  servidor  de  V.,  a  lo 
»que  dijimos,  «vamos,  esto  serà  nada». 

»Salimos  à  dar  una  vuelta  (se  entiende 
ypor  el  interior  del  convento),  y  al  llegar 
»a  la  parte  del  horno  de  vidrie  que  había 
»in  ille  tempore,  eimos  un  murmullo  que 
»se  acercaba  y  algun  tire  de  fusil,  luego 
»nos  volvimos  delante  de  la  plazuela  del 
»convente,  3'  luego  sentimos  el  centinela 


ni-:   iKAii.KS   r;N   kei'S 


139 


»que  da  el  «Quien  vive»,  los  revoltosos 
»y  asesinos  respon  (sic)  Mata  Frailes, 
»y  el  centinela  les  contesta:  Adelante. 
>Entran  los  asesinos  A  la  plaza  del  con- 
);vento,  y  con  gran  algazara  y  gritos 
-'rabiosos,  delante  del  reten  y  de  los  cen- 
»tinelas  pegan  fuego  a  las  puertas  del 
»convento  con  lena  que  sacaron  del  sobre 
>dicho  horno  de  vidrio.  Con  el  resplan- 
>>dor  que  daban  las  puertas  vimos  en  la 
'plazuela  el  reten  mirando  con  el  mayor 
»silencio  la  maldad»  (1). 

A  tales  estruendos  despertando  los  re- 
ligiosos saltan  de  sus  duras  camas,  y  tré- 
mulos,  con  incierto  paso,  corren  para 
todas  partes.  Unos  precipitadamente  se 
visten  ropas  seglares:  otros  piden  a  sus 
hermanos  un  auxilio  que  estos  no  pueden 
prestaries.  La  niayoría  preparase  para 
la  muerte,  que  mira  ya  en  la  garganta  (2). 
Quién  a  tientas  busca  el  agujero  por  don- 
de  penso  huir,  o  el  rincón  donde  proyectó 
csconderse.  Otros,  cual  antiguos  y  fervo- 
rosos  martii^es,  encaminan  al  coro  segu- 
res pasos  para  enbreves  instantes  encon- 
trar  allí  la  corona  del  sufrimiento  y  de  la 
Glòria.  El  Padre  Balmes  ora  ahincada- 
mente  ante  su  Crucifijo,  y,  tomAndolo  en 
la  encallecida  mano,  decidido,  abandona 
su  celda  para  salir  al  encuentro  de  los 
amotinados  (3). 

Y  iquién  era  este  heroico  Padre  José 
Balmes?  «Nació,  según  se  cree,  en  Barce- 
lona. Por  los  anos  de  1817,  18  y  19  des- 
>empefió  la  clase  pública  de  Retòrica, 
'costeada  por  el  Ayuntamiento  de  Reus. 
«Durante  la  ocupación  francesa  en  el 
»campo  de  Tarragona,  època  en  queies 

(i)  Haiil.-i  aqui  oldicliu  T'i-ay  (-abrú.  L'uyas 
lineas  he  iranscrilo  liasla  con  las  faltas  que  dicto 
la  avanzada  veic/  de  quien  la^í  ira/n.  Asi  lo  podia 
la  jíravedad  de  sus  noticias. 

(_>)  Rclación  verbal  de  D.  Ali-ucl  Balk-tc-r. 
Barcelona  ii  de  junio  de  iSSo. 

(í)  D.  \'ictorino  Agustí  me  dijo  que  eiiloiii:^'^ 
el  P.  Balmes,  asomàndosc  a  una  vcnlana  que 
està  entre  la  tachada  de  la  iglesia  y  la  porteria, 
dirigió  a  las  turbas  inflamadas  palabras,  que.  se- 
gún otros,  lueron  pronunciadas  en  la  Iglesia. 
comii  luego  contaré. 


>;religiosos  tuvieron  que  abandonar  los 
»con ventes,  fué  elegido...  para  dirigir  un 
»hospicio  que  constaba  de  500  pobi'es  en 
»la  villa  de  Reus,  cuyo  encargo  cumplló 
»Balmes,  desempenande  los  oficiós  mas 
»humildes,  sin  embargo  de  su  caràcter 
>;de  director...  Como  predicador  apostó- 
»lico  verifico  en  diferentes  épocas  varias 
«misiones  per  el  Priorate.  En  1820  6  21. 
»movido  de  celo  apostólico  3'  deseoso  del 
»martirio,  cuya  idea...  siempre  le  habia 
«ocupado,  se  embarco  para  Jerusalén,  en 
»donde  permaneció  visitande  todos  los 
«Santos  Lugares,  y  arrestrande  innume- 
»rables  peligros,  hasta  que  en  1830  regre- 
»só  l'I  Reus.  En  su  vida  ejemplar  se  ohser- 
»vaba  una  austeridad  suma  de  cestumbres 
»estrictas,  segiín  la  primitiva  orden  que 
»profesaha,  empleaiido  el  tiempo  en  el 
'íestudio,  en  la  eración,  3'  en  el  púlpito, 
»siende  siempre  sus  sermones  puramente 
»evangélicos.  Cuande  el  incendio  de  los 
>'Conventos,  en  la  noche  del  22  de  julie 
»de  1835,  Balmes  se  colocó  en  el  terrado 
»del  porticó,  procurando  poi"  medio  de 
»sus  palabras  hacer  desistir  a  los  agreso- 
»res....»  (4).  Segijn  otros,  estàs  fervientes 
palabras,  que  al  decir  del  cronista  de  Reus 
se  pronunciaren  en  el  terrado,  lo  fueron 
en  el  interior  del  templo,  como  veremes. 
;V  qué  enérgicas  medidas  toma,  entre- 
tante,  la  Autoridad?  íQué  apremiantes 
ordenes  dicta?  cQué  salvadores  mevimien- 
tos  practica  la  trepa?  Veinticinco  soldades 
guarnecían  la  puerta  de  casa  Milà,  junto  a 
la  del  ComiJn;  etro  retén  la  de  Arr<1;  qui- 
za  había  etro  en  lugar  per  mi  ignorado;  3- 
recorrían  la  calle  echenta  soldades  en 
dos  patrullas,  formadas  sin  duda  por  los 
que  peco  antes  descansaban  en  las  ace- 
ras  del  próximo  arrabal.  Acudieron  éstas 
al  tumulto  del  pie  del  convente.  A  su 
llegada  intentaren  las  turbas  ganar  el 
animo  de  les  soldades,  y  levantandolos 
en  alto  clamaban  «viva  Bailén»,  «viva  la 
libertad>\  Dudosos  los  oficiales  que  las 
mandaban,  respecto  de  la  conducta  que 

(^)     D.  Andrés  de  Bol'arull.   Aiialcs   lüslúricos 
ii-  liciis.  -'.'  edición.  pàg.  ^76. 


uo 


-CAFlTUI-ll    CLARH 


debieran  observar,  claro  indicio  de  ca- 
rència de  ordenes  terminantes,  se  presen- 
taren al  Comandante  del  batallón  don 
Vicente  Llorens,  que  reunido  con  el  Go- 
bernador  Satorras  se  hallaba  en  casa 
.Milà.  «;Qué  se  hace?»,  preguntaren  los 
oficiales,  expuesto  lo  que  pasaba.  El  Co- 
mandante y  el  Gobernador  contestaren 
que  la  tropa  despejara  el  tumulto.  <\Bien, 
>repusieron  los  oficiales,  despejaremos, 
í  si  se  quiere,  en  un  momento:  desde  dis- 
^tancia  primero  amenazaremos,  y  si  no 
xcesa  el  tumulto  haremos  una  descarga». 
«No,  no,  contestaren  aquelles  jefes,  va- 
»yan  ustedes  dando  alguna  vuelta,  y  así 
>  vayan  despejando».  Perfectamente  coni- 
prendieron  les  oficiales  el  significado  de 
tan  mansas,  o  mejor,  de  tan  crueles  pala- 
bras;  y  mevidos  del  honor  y  de  vergüen- 
za,  deseando  eludir  toda  cemplicidad  en 
el  repugnante  atentado,  se  retiraren  con 
su  gente  al  extremo  opueste  de  la  villa, 
a  la  plaza  de  los  Cuarteles  (1). 

Amigo,  o  mejor,  idòlatra  y  adorador, 
cemo  soy,  de  la  verdad,  debò  confesar 
respecto  de  las  anteriores  noticias  del 
comportamiento  de  la  tropa,  de  su  jefe  y 
del  Gobernador,  debò  confesar,  repito, 
que  proceden  de  un  conducte  que  se  me 
ha  hecho  sospecheso  de  inexactitud.  Me 
las  dió,  en  verdad,  con  etras  un  oficial  del 
dicho  batallón  5.°  ligero;  però,  al  cotejar 
algunas  de  sus  noticias  con  etras  ciertas 
de  otras  procedencias,  halle  que  en  varios 
puntes  se  equivoca.  Uno  de  los  varies 
puntes  en  que  incurre  en  error  es  en  el 
número  de  los  amotinados,  pues  el  oficial 
los  hace  subir  a  miles,  mientras  varios 
muy  informades  testigos  aseveran  que  la 
turba  era  exigua.  Dice,  refiriéndose  al 
monasterio  de  Scala  Dei,  que  Carnicer 
batió  a  la  trepa,  siendo  así  que  la  trepa 
batió  al  carlista  Carnicer.  Así,  pues,  dejo 
en  duda  el  dicho  del  mentado  oficial  res- 
pecto   de  lo  arriba   apuntado;   però   no 


(i)  Relaciún  verbal  que  en  2  5  de  sepliemhre  de 
lír^bV)  me  hizo  uno  de  los  oficiales  de  la  íuerza  de 
Bailén,  que  aquel  dia  estaba  en  Reus.  Ratificada 
por  escriln  en  u  de  octubre  del  mismo  ano. 


cabé  ninguna  de  que  la  autoridad  y  la 
tropa  quedaren  inactives,  mirando  esta 
inmóvil  el  atropello  y  el  crimen. 

Nada  menes  que  del  Capitan  General 
de  Cataluna  Don  Manuel  Llauder  son  las 
siguientes  palabras:  <iM\x{cn Rens)  había 
*dos  batallenes  de  milícia  nacional  y  des- 
»cientos  hombres  de  trepas  al  mando 
»del  comandante  Llorens.  El  Goberna- 
>:dor  civil  de  Tarragona  desplego  el  ma- 
»yor  celo,  precurande  evitar  que  se  con- 
»sumase  aquel  escàndalo  (cpero  cóvio?i, 
»y  cuando  vió  que  todos  sus  esfuerzes 
»eran  inútiles,  creyó  que  debía  evitar  una 
»colisión  entre  la  trepa  que  por  su  corto 
»niimero  no  podia  contener  a  la  milícia 
HtQ'i^  "0  podia  contener  a  la  milicia.' 
»Ya  discHtiremos  ests  ptnttOi,  y  dispuso 
»que  el  comandante  Llorens  con  su  gente 
»se  retirase  al  cuartel...»  (2). 

Podran,  pues,  ser  equivocades  los  por- 
menores  del  relato  del  oficial,  però  lo 
grave  del  hecho  de  la  completa  inacción 
de  la  tropa  es  verdad  afirmada  por  todas 
las  bocas  de  Reus,  por  Llauder,  CapitAn 
General,  y  per  todos  les  hechos.  Las  patru 
Has  se  retiraren  al  extremo  opueste  de  la 
villa,  o  no  se  retiraren,  mas  el  retén  de 
casa  Arrà,  o  sea  de  frente  del  convento, 
continuo  allí,  y  continuo  inmóvil  cedeàn- 
dose  con  les  incendiaries  durante  el  cri- 
men (3).  Uno  de  los  soldados  de  esta 
guardià,  después  sacristàn  de  una  iglesia 
ne  lejana  de  Reus,  preguntade  posterior- 
mente  por  el  franciscano  Padre  Ildefonso 
Martí  por  la  razón  de  tal  criminal  con- 
ducta, contesto  que  tenían  ordenes  de 
estar  quietes  y  dejar  obrar.  iTriste  haza- 
na  la  del  jefe  militar  que,  inactivo,  presen- 
cia el  atentado  como  asustadiza  mujer! 
Mujeres  atacaban  al  convento;  mujeres 
acudieron  a  su  favor:  a  los  militares  esta- 
ba reservado  el  ver  y  callar.  jMenguado 
gebierno  el  del  Jefe  civil,  que  solo  sirve 
para  con  su  presencia  autorizar  el  mal! 


(2)  Memorias  dociinieníadcis...  c'itcídíí,  pàg.  iifci. 

(3)  Relación  de  D.  Pancrasio  .Mestres,  vecino 
de  Reus.  hecha  allí  en  23  de  abril  de  1882.  rati- 
ficada por  escrito  en  3  de  octubre  del  mismo  ano. 


.MAIANVA    niï    FKAILKS    EN    REUS 


141 


;Qué  motivo,  pregunte  acaso  el  menos 
avisado,  qué  causa  pudo  llevar  a  Reus  al 
Gobernador  civil  y  al  Jefe  militar?  ;A 
qué  fin  los  centinelas  de  Rebuster  y  el 
retén  de  Arra?  rPor  qué  las  patruUas?  r A 
qué?...  Me  propuse  ante  todo  narrar 
hechos:  omitamos  por  ahora  considera- 
ciones,  estudio  de  causas,  móviles  y  con- 
secuencias.  Como  médicos  fríos  e  impar- 
ciales  describamos  ante  todo  la  anatomia 
de  la  enfermedad;  lugar  habra  después, 
Dios  mediante  y  su  justicia,  para  calcu- 
lar, meditar  y  execrar. 

Però  cy  Montemayor  y  sus  promesas? 
Cuenta  la  pública  voz  que  a  los  tiros  de 
la  plaza,  o  a  la  noticia  del  tumulto,  pre- 
suroso  acudió  para  cumplir  su  palabra; 
mas  que,  ya  fuera  por  medio  de  sicarios 
apostades  con  pufiales  en  los  umbrales 
de  su  casa,  ya,  según  otros,  por  dispares, 
se  le  oblifjó  a  retirar  (1).  Por  otra  parte, 
-;qué  podia  lograr  el  Alcalde  viendo  que 
ni  el  Gobernador  ni  el  Comandante  obra- 
ban?  --Todía  con  sus  fuerzas  de  paisanos 
contrariar  elúnimo  que  aquéllos  mostra- 
ban  con  la  inacción  de  las  fuerzas  re- 
gulares? Adornaban  al  Alcalde  buenas 
ideas  y  buenos  sentimientos,  acompafia- 
dos  emperò  de  harta  candidez  para  tales 
tiempos  y  circunstancias. 

Entre  tanto,  el  fuego  de  las  puertas 
carbonizaba,  bien  que  muy  despacio,  las 
robustas  tablas.  La  ràbia  no  les  sufria  a 
los  amotinados  tan  larga  tardanza,  por 
lo  que,  después  de  buen  rato,  excogitaron 
saltar  la  tapia  del  huerto  por  escalerasde 
mano.  Durante  esta  prolongada  agonia 
un  lego  continuaba  pidiendo  auxilio  con 
el  lúgubre  tanido  de  la  campana  «Pasan- 
»do  por  el  tejado  de  la  iglesia  y  su  aleró 
^^había  llegado  hasta  el  pié  del  pequeno 
«campanario,  del  cual  pendian  las  cuer- 
>'das,  que  terminaban  en  el  coro,  desde 
»donde  se  tocaban  las  campanas...  iiacía- 
»lo  el  lego  en  lento  golpear  solo  inte- 
»rrumpido  por  el  grito  de  ;inificriconlia! 
»que  a  toda  voz  lanzaba...  Su  voz  llena  y 
«robusta  perdíase  entre  las  maldiciones 

(0     Relaciones  de  varios. 


»de  los  hombres,  el  crujir  de  las  llamas", 
y  los  disparos  que  como  a  seguro  blanco 
desde  la  calle  de  continuo  se  le  hacian{2i. 
El  conmovido  vecindario,  en  zozobra  _v 
pena,  cuando  por  momentos  callaba  la 
campana,  creíale  ya  acertado  por  alguna 
bala;  però  luego  que  se  repetia  el  toque, 
abría  su  corazón,  clamando:  <vive  toda- 
vía»  (3):  tragèdia  que  duro  largo  rato. 

El  corista  Fray  Domingo  Sugranyes  y 
un  su  companero  ensayaron  la  defensa 
del  convento  arrojando  desde  una  venta- 
na  a  los  amotinados  media  docena  de 
ladrillos,  que  no  produjo  poca  alarma  en 
el  corro  de  los  revolucionaries.  Emperò 
pronto  los  dos  jóvenes,  vencidos  del  azo- 
ramiento,  abandonaron  la  defensa,  bus- 
cando  un  escondrijo  donde  ocultarse  (4). 

Los  amotinados,  que  salvaren  las  ta- 
pias  del  huerto,  penetraren  en  el  refecto- 
rio,  y  estropearon  las  mesas,  y  quebra- 
ren  la  vajilla  (5).  Xi  aun  duenos  de  esta 
pieza  lo  ei^an  de  la  casa,  porque.cerradas 
como  se  hallaban  las  puertas  interiores, 
hacíase  necesario  forzarlas;  de  mode  que 
desde  el  comienzo  del  ataque  hasta  que 
la  turba  tuvo  allanado  el  convento,  y 
pudo  libremente  pasear  por  él,  transcu- 
rrió  mucho  rato  (6). 

Pruébanlo  ademas  las  medidas  temadas 
y  los  mevimientes  de  la  Cemunidad  prac- 
ticades durante  este  tiempo.  En  los  pri- 
meres momentos  solo  la  confusión,  el 
espanto  y  sobresalto  reinaron  en  los  time- 
ratos  fi-ailes,  que  pasaban  repentinamente 
de  la  paz  del  primer  descanso  al  borde  de 
una  sepultura  terriblemente  ensangren 
tada.  Azorados  andaban  y  desandaban 
los  corredores  sin  saber  qué  hacer,  ni 
dónde  parar,  hasta  que  al  cabo  cada  uno 


(-')  D.  Eduardo  Toda.  lugar  cit,  Otro.*  tam- 
bicn  deponen  el  loque  de  la  campana. 

(?)     Relación  citada  de  D.  Salvador  Briansú. 

(^)  Relación  del  mismo  Fr.  Domingo  Sugra- 
nyes, ya  citada. 

(5)  D.  Eduardo  Toda  y  D.  Salvador  Briansi». 
lugar  cit. 

(6)  Relación  va  citada  de  Fray  Domingo  Su 
granycs. 


142 


LIBIiO    TliRCERO.  —  CAPITULO    CLARTO 


tomó  su  parlido,  sin  que  por  esto  renacie- 
se  la  calma.  Ocupo  el  primer  lugar  hi 
preparació!!  para  la  muerte,  confesan- 
dose  en  los  mlsmos  corredores,  y  recibida 
la  absolución  sacramental,  exhortandose 
a  un  santó  lin  (1). 

Pocos  momentos  antes  el  corista  Fray 
Miguel  Ballester,  al  estampido  de  una  des- 
carga,  despertaba  sobresaltado;  y  oyendo 
el  grito  de  mataries,  mataries,  vengaii 
haces,  salta  de  la  cama,  acude  a  un  bal- 
cón  muy  próximo  a  la  plazuela  de  San 
Francisco,  y  abrelo  sin  recatarse  del  re- 
chinamiento  del  cerrojo,  lo  que  le  vale 
una  rociada  de  balas  que,  sin  acertarle, 
le  tiran  de  la  calle.  No  por  esto  desde  las 
celosías  dejó  de  inspeccionar  lo  que  pasa- 
ba  en  ella,  percibiendo  así  mejor  que 
antes  los  gritos  hostiles  que  se  lanzaban. 
X^iendo  el  tumulto  del  pueblo,  así  como  la 
llegada  de  las  patrullas  con  la  inacción 
que  éstas  observaban,  dióse  con  razón 
por  perdido,  y  corriendo  a  su  celda  vis- 
tióse  de  seglar.  En  tanto  el  corista  Fray 
José  iMaría  Pascual,  dejado  ya  el  habito, 
júntase  con  Ballester,  3-  ambos  se  tiran 
por  una  ventana  al  terrado  del  noviciado 
y  de  éste  al  huerto.  Saltan  la  tapia  que  lo 
separa  del  de  Gavaldà;  3- como  malhecho- 
res,  salvando  cercas  y  pasando  huertas, 
llegan  a  la  carretera  de  Salou.  Para  en- 
trar en  ella  esperan  el  momento  en  que  se 
halle  libre  de  testigos,  y  éste  Uegado, 
huyen,  alcanzando  finalmente  el  manso 
Freixa.  Recelosos  de  algun  engafio  los 
colones,  o  habitantes,  no  les  franquean 
las  puertas  hasta  las  tres  de  la  madru- 
aada,  hora  en  que,-  reconocidos  los  dos 
frailes  por  dichos  habitantes,  son  recogi- 
dos  \'  auxiliados.  Hasta  entonces  los  dos 
coristas  permanecieron  escondidos  en  las 
vinas  contiguas,  apagando  con  pampanos 
la  sed  que  les  devoraba  (2). 

Otros  en  número  de  cuatro  o  cinco, 
entre  los  que  se  contaban  el  Padre  Presi- 

(1)  Relaciones  ciladas  de  Sugranyes  y  Balles- 
Icr. 

(->)  Kclación  citada  del  mismo  Fr.  .Miguel  Ba- 
llester. 


dente  Sebastian  Lastortres  y  el  corista 
Fray  Juan  Bautista  Aulesti,  imitaren  a 
Ballester,  y  así,  aprovechando  momen- 
tos de  imprevisión  de  las  turbas.  mas  con 
terrible  zozobra  en  el  animo,  que  en  cada 
sombra  veia  un  asesino,  tiràronse  tam- 
bién  por  las  paredes  de  la  huerta,  aún  no 
vigilada.  El  primero  guarecióse  en  el 
manso  Pedret,  vecinoa  la  villa,  en  donde 
después  de  varias  pesquisas  fué  hallado 
por  la  família  de  BofaruU,  que  por  largo 
tiempo  lo  tuvo  después  en  casa  (3). 

Sabia  la  Comunidad  que  el  Padre  Guar- 
dii'in  tenia  prevenido  el  caso,  y  preparada 
evasión  segura,  aunque  todos  ignoraban 
el  lugar  y  el  modo  como  debía  practicar- 
se;  y  por  esta  causa  los  frailes  recorrían 
desalados  el  convento  en  busca  del  indi- 
cado  Padre.  Este,  que  sin  duda  se  ocupa- 
ba  en  preparar  la  salvadora  fuga,  de 
pronto  aparece,  y  reune  a  su  alrededor  a 
cuantos  con  él  desean  salvarse.  Acom- 
pafiado  de  un  grupo  de  díez  y  seis  frailes 
baja  a  la  pequena  despensa  del  refectorio, 
levanta  la  tapa  del  brazo  de  mina,  y 
éntranse  todos  por  ella.  A  poco,  topando 
por  todos  lados,  3^  tanteando  las  paredes 
con  ambas  manos,  llega  también  alia  el 
nombrado  ya  corista  Cabré  (4). 

El  lugar  era  tal  que  ponia  repugnàn- 
cia y  aun  espanto  en  el  corazón  mas  es- 
forzado.  Angosto  como  catacumba,  en 
profundas  tinieblas  y  sin  aire,  de  altura 
tan  menguada  que  solo  en  posíción  en- 
corvada  era  allí  posíble  la  estancia;  inun- 
dada con  agua  hasta  la  elevación  de  un 
palmó,  mejor  parecía  sepultura  o  morada 
de  la  muerte  que  auxilio  3'  camino  de 
vida.  Però  como  el  hombre  vive  màs  de 
su  elevado  espíritu  que  del  cuerpo  mise- 
rable, al  entrar  en  aquella  madriguera,  sí 
el  pecho  se  oprimia,  el  animo  se  ensan- 
chaba,  3'  el  pulmón  creia  respirar  con 
libertad  donde  mas  faltaba  el  aire.  jPo- 
bres  frailes!  Pronto  debía  decaer  su  espí- 
ritu, y  así  doblarse  los  daiïos;  y  quien  en 


(3)     -Me  lo  conto  cl  hijo  de  la  casa.  D.  .\ntonio 
de  Bofarull  y  Brocú. 

(-))     Relación  de  cl  mismo.  va  citada. 


.MATA.\/A     DK     IKAIMCS     EN     REIS 


143 


la  mina  çreyó  hallar  vida,  pronto  trocar- 
se,  y  por  motivo  de  los  sufrimientos  de 
tan  estrecha  prisión  ver  en  la  muerte 
ganancia,  y  así  arrostrarla.  Porque  los 
religiosos,  un  paso  iras  otro  paso,  y  con 
dificultad,  iban  caminando  hasta  llegar 
al  agujero  de  la  huerta  de  Gavaldà,  el 
cual,  contra  su  esperanza,  hallaron  ce- 
rrado.  El  Guardian  emperò,  que  a  fon- 
do conocía  la  sòlida  honradez  del  dueno, 
no  titubea,  y  conliado  espera  el  momento 
de  la  apertura.  Mas  tras  unos  ratos  otros 
vienen,  y  a  unas  horas  otras  mas  largas 
suceden,  y  la  obscuridad,  la  falta  de  aire, 
la  molesta  posición,  el  continuado  bano  y 
la  zozobra  producen  inmenso  cansancio 
en  la  Comunidad,  y  así  se  llega  al  dia 
siguiente;  bien  que  para  los  pobres  allí 
enterrados  el  sol  no  sale  (1). 

Però,  por  muy  grandes  que  sean  los 
sufrimientos  de  estos  frailes,  convertidos 
en  habitantes  de  subterràneos,  otros  en 
el  convento  entretanto  los  experimentan 
niucho  mayores.  El  Padre  Anlonio  Munt 
con  algun  otro  se  refugio  en  la  bóveda 
de  la  iglesia  (2).  Seis  o  siete  escondiéron- 
se  en  las  sinuosidades  de  la  parte  poste- 
rior del  retablo  mayor.  Siete,  a  saber: 
P.  José  Gorgas,  vicario  de  coro;  P.  José 
P)alenyà;  Fray  Lorenzo  Badia,  corista; 
Fray  Baltasar  Olives,  corista;  Fray  Fran- 
cisco  Català,  corista;  Fray  Domingo  Su- 
granes,  corista,  y  Fray  Damiàn,  lego, 
introdujéronse  en  la  bóveda  de  la  tri- 
buna pròxima  al  coro,  estancia  dedica- 
da a  la  custodia  de  los  libros  de  canto. 
Acompanò  al  escondite  a  los  cuatro  coris- 
tas  recién  profesos  el  segundo  maestro 
de  novicios,  misionero  apostólico  P.  José 
Roig.  Subieron  a  él  los  jòvenes,  y  «cuan- 
»do  aguardilbamos  que    el    P.   Maestro 


(i)  UelaL•liini.•s  de  frav  Diiiniiif;(p  Su^i'nincs  \ 
del  P.  JcTiininio  .N\orirades.  que  uyó  a  uno  de  los 
dè  la  iiiiiui,  \  de  fray  José  Cabré,  reco^rido  en  la 
mina. 

(j)  l•lsle  P.  era  Mihrinn  del  liri-adier  de  ejér- 
cito  D.  Pedró  -Wunl.  que  a  la  sa/ón  se  liallaHa  de 
("lobernador  en  \'ieli,  dnnde  a  su  llenipo  le  encun- 
traremos. 


»subiese»,  son  palabras  de  Sugranyes,  «se 
«despidió  de  nosotros.— iQué  hace  V.  R., 
»P.  Maestro?  ino  entra  aquí  con  noso- 
»tros?— No,  hijos  míos;  yo  voy  à  morir 
»por  Jesucrislo.— Pues  nosotros  tambien 
»queremos  bajar,  é  ir  à  morir  por  Jesu- 
^cristo.— Vosotros,  hijos  míos,  haced  la 
«obediència  (3)  quedandoos  aquí  Si  Dios 
>'dispone  de  vosotros,  nos  veremos  hoj- 
»mismo  en  el  cielo. —  Dijo,  y  cerrò  la 
«puerta  con  resolucion,  dejandonos  enco- 
«mendados  al  Padre  Vicario  de  coro,  que 
«estaba  con  nosotros»  (4). 

Fuése  realmente  al  coro  en  busca  del 
martirio  y  del  cielo.  Allí  con  el  mismo 
íin  reuniéronse  siete  frailes,  que  arrodi- 
Uados  al  pie  del  gran  facistol,  fervorosa- 
mente  encomendaban  su  alma  al  Sefior. 
Eran  el  Padre  Gabriel  Goser,  predicador 
general;  el  Padre  José  Balmes,  misionero 
apostólico,  deseoso  del  maitirio;  el  Padre 
Mariano  Alavall,  Lector  de  Filosofia,  do- 
tado  de  alma  muy  càndida;  el  Padre  José 
Roig,  misionero  apostólico,  segundo  maes- 
tro de  novicios  y  religioso  muy  fervoro- 
so;  el  Padre  Francisco  Cuscó,  Fray  Pedró 
Aymamí,  lego,  y  Fray  Pablo  Xifre,  lego, 
los  dos  entrados  ya  en  ancianidad.  Otros 
testigos  aíiaden  a  estos  un  Padre  Igle- 
sias (5). 

Pocos  momentos  antes  cruzàronse  en 
el  claustro  Fray  Cabré  con  el  Padre  Ala- 
vall, aquél  en  busca  de  la  mina  del  Guar- 
dian, éste  del  coro,  «y  con  voz  moribunda 
»me  pregunto:  iqué  hay,  Fray  Cabré?», 
escribe  éste,  «à  lo  que  respondi:  los  asesi- 
»nos  queman  ya  las  puertas  del  convento 
»y  van   à  matar  nos  à  todos.   Vamos  à 

(5)  Los  Irailes  en  Catalufia  llamaHun  la  ohe- 
ciiciicia  a  los   mandatos,   y  luiccrta  a  eumplirlos. 

(.|)  Kelación  escrita  de  !■>.  Doniin^)  Sugra- 
nyes. 

(S)  Todos  eslos  dalns.  exoepto  los  nombres  del 
1'.  C^uscó  y  del  P.  Goser,  constan  de  la  indicada 
relación  manuscrita  del  P.  Sugranyes.  Continua, 
ademas,  entre  los  muertos,  eomo  dijío,  en  el  coro 
a  un  P.  Iglesias,  lector  iubilado,  religioso  muy 
edificante:  lo  que  viene  a  concordar  con  el  dicho 
de  D.  Antonio  de  Bofarull.  quien  visito  los  cadà- 
veres.  y  si  no  lo  asegura.  cree  que  eran  siete. 


144 


CAPITULO    Cl'ARIO 


y-escondernos,  le  dije,  y  me  contesta:  no, 
>:'Voy  al  coro  ;í  morir»  (1). 

En  el  órgano  se  oculto  su  tanedor  el 
Padre  Antonio  Blanch,  joven  de  gran 
virtud,  y  musico  reputado.Algunos  pocos 
quedaron  en  el  convento. 

Al  fin  los  amotinados,  ya  por  las  puer- 
tas,  ya  por  las  cercas  de  la  huerta,  pene- 
traren en  el  claustro,  en  la  ig;lesia  y  en 
toda  la  casa;  y,  alumbrados  de  antorchas, 
desparramaronse  como  torrente  infernal 
por  los  variados  aposentos  del  santó  re- 
cinto.  Trocóse  la  acostumbrada  paz  de 
aquellas  estancias  en  gritos,  desorden  y 
tumulto.  A  la  tranquila  lampara  del  co- 
rredor sucediò  el  siniestro  fulgor  de  hu- 
meantes  antorchas;  al  arreglo  y  orden 
omnímodo,  la  libre  destrucción;  a  la  dul- 
ce  paz  que  en  los  animós  difunde  la  vida 
reglada,  el  terror  de  pròxima  muerte;  a 
los  rezos,  salmos  y  alabanzas  del  Seflor, 
los  gritos  de  exterminio,  las  obscenidades 
y  las  blasfemias.  La  casa  de  Dios  era 
ganada  por  el  demonio:  haec  est  hora 
vestra  et  potestas  teitebrarmn  (2). 

Primera  víctima,  cayó  luego  el  Padre 
Sebastian  Gay.  Quién  fuese,  y  cómo  aca- 
base,  pocas  palabras  de  don  Eduardo 
Toda  lo  expresan  con  mas  elocuencia 
que  todas  las  mías.  «iNegra  estrella, 
»escribe,  la  que  entonces  brillaba  en  el 
»enrojecido  cielo  de  aquella  noche  infa- 
>-me.    Para  que  mejor    resaltara  la    ini- 

>  quidad  del  crimen,  envio  primei"o  al 
»sacrificio  en  la  santa  casa  a  un  fraile, 
»que  todo  el  mundo  estimaba,  que  nadie 
»desconocía,  cuya  bondad  de   ànima    y 

>  sencillez  de  trato  igualaban  à  su  com- 
ypleto  talento  y  A  su  marcada  afición  à 
»las  ideas  liberales.  El  P.  Gay  era  hijo 
»de  Reus:  pertenecia  à  una  de  las  fami- 
»lias  màs  nombradas  y  queridas  del  pue- 
»blo;  y  nunca  pudo  sospechar  que  él, 
»tantas  veces  portador  de  consuelo  a  los 
»aliigidos,  de  socorro  à  los  necesitados,  à 


(i)     Relación   escrita   piir  Fi'ay  JosO  Cahré.  ya 
itada. 
(2)     San  Lucas.  XXII.  Vi. 


»cuya  amistad  nunca  nadie  cerró  el  cora- 
&zón,  y  à  cuya  persona  nunca  cerró  na- 
>die  la  puerta,  hubiese  de  hallarse  delan- 
»te  de  los  revoltosos,  y  ser  de  ellos 
»desconocido,  y  cobardemente  asesina- 
»do.  Mas  así  fué.  Al  oir  el  primer  albo- 
»roto  salió  el  buen  viejo  de  su  celda, 
»gritando  iherrnanos,  salvadme!,  mas  en 
»el  segundo  rellano  de  la  escalera  se  le 
»acercaron  dos  sublevados,  uno  de  ellos 
«voluntario  de  Vilaseca,  y  le  dispararon 
»el  arma,  clavàndole  al  mismo  tiempo  la 
»bayoneta  del  fusil.  Reus  ha  reprobado 
»los  crímenes  de  aquella  noche;  però  de 
»seguro  que  la  muerte  màs  sentida  y 
»llorada  fué  la  del  P.  Gay»  (3). 

En  Reus,  al  dia  siguiente  del  asesinato, 
muchas  personas,  al  narrar  la  muerte 
del  P.  Sebastian,  anadían  que  sus  ex- 
presiones  al  presentarse  a  los  amotina- 
dos fueron  estàs:  «Soy  de  los  vuestros, 
salvadme».  Concorde  con  Toda,  escribe 
en  su  relación  el  Fray  José  Cabré:  «Lue- 
»go  despues  encuentro  al  Padre  Gay,  a 
»auién  teníamos  por  liberal,  y  me  pre- 
»gunta:  iqué  ha}',  xiquet?  Nos  queman  las 
»puertas  y  van  à  matarnos.  No  temas, 
»ven  conmigo,  y  nada  nos  diran  a  los 
»dos:  3'o  no  hice  caso,  sinó  adelante  à 
»buscar  el  pozo  (la  mina).  Despues  supe 
»que  el  Padre  Gay  había  salido  à  recibir 
»a  los  asesinos,  que  los  de  Reus  ya  le 
»habían  salvado,  però  como  con  los  vein- 
>  te  primeros  asesinos  ya  se  habían  jun- 
»tado  otros  milicianes  ya  del  mismo 
»Reus,  ya  de  Vilaseca,  y  hasta  de  Des- 
»aguas,  y  estos  al  ver  el  santó  híibite  sin 
»informarse  de  si  era  el  Padre  Gay,  le 
»asesinaron  en  el  corredor,  jjustos  jui- 
»cios  de  Dios!  Asesinar  al  Padre  Gay 
«despues  de  haberles  dicho:   yo  soy  de 

»los  vuestros  ^>  No  envidio  al  religio- 

so  jaculatorias  tales  en  los  últimes  mo- 
mentos;  y  creo  que  mas  le  valiera  morir, 
como  el  Padre  Balmes,  invocando  a  Jesu- 
cristo,  y  reprendiendo  a  los  criminales. 

El  lugar  donde  cayese  exànime  bien 


(q)     llustracin  cal.iL-itta.  .\no  V.  pàg.  iS?. 


MAIANVA    DE    FRAU-i:; 


1J5 


pudiera  ser,  como  dice  Toda,  la  escalera, 
que  manchada  de  sangre  estaba  en  la 
siauiente  mafiana;  mas  en  la  puerta  de 
una  celda  del  ala  occidental  del  piso  pri- 
mero,  en  la  misma  mafiana,  vió  el  cadà- 
ver atravesado  un  amigo  mío.  A  la 
muerte  afiadieron  los  correligionarios 
políticos  de  la  víctima  la  profanación, 
pues  descubrieron  el  cuerpo  dejàndolo 
en  modo  indecente.  Un  Caballero  en  las 
primeras  horas  del  dia  siguiente  cubriólo 
con  decència  (1). 

En  su  celda  y  cama  fué  asesinado  el 
joven  moralista  Fray  Narciso  Castany  (2). 

Un  religioso,  cuya  mente  había  sufrido 
algun  trastorno,  intento  defenderse  en 
su  celda.  Parapetado  tras  de  su  mesa,  y 
armado  de  un  dèbil  espadín,  situóse  en 
el  hueco  que  en  las  paredes  antecede  a 
las  ventanas,  extrana  me;ícla  de  impre- 
visión  y  de  calculo,  común  en  los  demen- 
tes;  y  cuando  los  amotinados,  entrados 
va  en  el  aposento,  se  le  aproximaren, 
hirió,  bien  que  levemente,  al  mAs  cerca- 
no.  Però  pronto  un  disparo  a  quema  ropa 
le  dejó  cadàver  y  atravesado  sobre  la 
mesa,  colgando  por  un  lado  las  piernas, 
y  por  el  otro  la  cabeza  y  brazos  (3). 

Un  tonelero  de  Reus,  llamado  Ramo- 
nazo,  gloriàbase  después  de  haber  metido 
en  aquella  noche  un  caitucho  de  pólvora 
en  la  boca  del  fiaile  lego  portero,  que 
ei'a  conocido  por  el  apodo  de  Fr.  Barre- 
tas,  y  de  haberle  pegado  fuego.  Mas,  al 
decir  de  D.^  Antònia  Fargas,  que  le  oyó 
contar  a  él  mismo  la  dicha  crueldad, 
eran  tantas  las  fechorías  de  que  Ramo- 
nazo  se  gloriaba,  que  las  creo  falsas. 

La  iglesia,  pieza  primera  de  todo  con- 
vento,  fué  también  principal  teatro  de  la 


( I )  Al  r^.  Jerónimo  .Morgades.  que  me  In  cdiu•'. 
se  lli  dijo  el  mismo  caballcrci  que  praclici'i  esta 
iihra  do  misericòrdia. 

(j)  Kclación  de  F-'i-ay  iJnminijn  Suiïrame^.  y 
de  nlrns. 

(5)  En  esta  posición  lo  \  ii'i  en  la  manaiia  si- 
guiente quien  me  lo  conto.  U.  .Vntonin  de  Bola- 
rull  y  Brocii.  Dicen  algunos.  y  of/ns  lo  nlei^an. 
que  csle  IVailc  se  Uamaba  Bofarull. 


espantosa  tragèdia.  Inauguróse  la  entra- 
da en  ella  con  una  descarga,  que  en  la 
bóveda  resonó  con  terrible  estruendo,  y 
cuyo  blanco  no  conozco  en  modo  cierto. 
'<Describir  la  entrada  de  aquella  turba 
»de  demonios  en  la  iglesia,  dice  Sugra- 
»nyes,  es  imposible.  Muchas  escenas  de 
«horror  he  presenciado  en  mi  acciden- 
>;tada  vida,  però  como  aquella  ninguna 
»ni  espero  ver  otra  hasta  el  juicio  final 
»Gritos,  palabras  soeces,  blasfemias,  au 
»llidos  cual  de  fieras  es  lo  que  allí  sona 

»ba Ignoro  las  burlas  é  indecencias 

»que  cometieron  contra  las  imàgenes  de 
»los  santos,  y  contra  el  Santo  de  los  san- 
»tos,  però  todo  lo  peor  se  puede  presu- 
»mir»  (4). 

No  ignoro  una  de  éstas,  pues  de  publi- 
co se  contaba  que  en  la  sacristía  se 
dirigieron  sacrílegos  insultos  y  balas 
contra  el  Crucifijo  que  la  presidia,  de  lo 
que  daban  buen  testimonio  las  senales 
que  en  la  pared  dejaron  los  proyec- 
tiles  (5). 

El  Padre  Balmes,  hombre  robusto,  de 
alma  bien  templada  y  de  voz  potente, 
esperaba  ansioso  en  el  coro,  con  su  ama- 
do  Crucifijo  en  la  mano,  la  palma  del 
martirio.  Con  esta  imagen,  primero,  ex- 
hortaria a  sus  hermanos  a  una  muei  te 
santa;  y  luego,  asomàndose  decidido  a  la 
barandilla  del  coro,  increpo  a  las  turbas 
con  estàs  palabras:  «^Adónde  vais,  mise- 
»rables?  ;A  profanar  el  templo  santó  de 

»Dios?  (6)   Busqué  la  muerte  entre 

»infieles  y  herejes,  y  no  la  hallé;  al  me- 
»nos     quizà    la    obtenga    entre    cristia- 

»nos »   (7);   idea,    la    tiltima,    antes 

frecuentemente  repetida  por  él  en  sus 
conversaciones  (8) .  Y  por  esie  tenor 
habló  buen  rato  con  gran  fuerza  y  valen- 
tia. Quieren  algunos  reusenses  que  esta 


(4)  Relaciún  manuscrita  de  Sugianyes. 

(5)  Relacion  ya  citada  de  D.  Salvador  Briansó. 
(ó)     Relacion  manuscrita  de  l-'r.  Domingo  Su- 

.jranyes.  quien  oyó  estàs  palahras. 

(7)     Relacion    de    D.     \ictorino    .\gusti    y    de 
itros. 

(!~i)     Relacion  escrita  de  Fr.  José  Cahré. 

10 


.riiUO    lEKCliUO.  —  CAl•lILI.O    CIAHTO 


exhoitación  l;i  empezó  el  Padre  ya  antes 
de  entrar  los  atnotinados  en  la  iglesia, 
dirigiéndose  a  los  de  la  calle  desde  una 
ventana  que  se  abre  en  el  primer  piso, 
entre  la  iglesia  y  el  convento.  Esta  opi- 
nión  no  carece  de  probabilidad,  yà  que 
varias  personas  del  vecindario  aseguran 
uniínimes  que  desde  sus  casas  oían  la 
palabra  de  Balmes. 

Andaba  la  mar  muy  ievantada  y.  cre- 
ciendo  la  marea,  se  extendía  por  todos 
lados.  Un  grupo  de  incendiaries  llego  en 
esto  a  la  puerla  del  coro;  mas  de  tal  modo 
imponía  la  presencia  del  Padre  Balmes  y 
su  encendida  palabra,  que,  impresiona- 
dos  aquéllos,  pasaron  de  largo  (1).  Enton- 
ces  el  Padre  Cuscó,  otro  de  los  del  coro, 
observo  al  l-^adre  Goser:  «Aquí  no  hay 
»revolucionarios;  esta  es  la  hora  de  huir. 
»Esta  es  la  hora  de  ganar  el  cielo,  con- 
»testa  Goser,  me  quedo  aquí»,  Salió 
Cuscó,  y  escondióse  tras  del  retablo  ma- 
yor,  donde  otros  Padres  habíanse  tam- 
bién  ocultado  (2j.  No  por  esto  quedaron 
salvados  los  Padres  del  coro:  poco  tardo 
en  llegar  allà  otra  turba,  «y  solo  oi,  dice 
>Sugranyes,  entre  horribles  blasfemias, 
»los  ayes  de  las  víctimas  que  fueron  cu- 
»biertas  de  heridas;  todos  asesinados  con 
»arma  blanca.  Esto  lo  oi  yo,  que  estaba 
«escondido  a  una  distancia  de  cincuenta 
^'■palmos  del  lugar  de  esta  escena  de 
»horror. 

»A  pocos  minutos  oi  un  fuerte  alarido: 
»supe  que  era  el  Padre  organista,  que, 
»retirado  en  el  órgano,  caía  muerto  cl 
»punaladas.  Digo  que  lo  oi:  podia  tam- 
»bien  haberlo  visto ;  però  tal  vez  me 
»habrian  reparado  asomar  la  cabeza,  y 
»perdía  a  mis  hermanos  (3). 


(i)  A\e  lo  cunln  quicn  lo  o\ó  de  hnca  de  uim 
de  los  que  ihan  en  esle  fírupo  de  amolinados. 

(j)  Kelación  de  D.  Salvador  Briansó,  quien  lo 
sabé  por  haberlo  después  conlado  los  colonos  del 
liuerlo  de  Olivas.  en  el  cual  se  refugio  el  P.  Cus- 
có al  salir  del  convenlo. 

(?)  Dice  Toda  que  cl  organista  murió  asfixia- 
do.  Creo  que  Ic  malarnn  los  amolinados.  y  para 
cllo  me  fundi ■   en  el  dicho  de  Sugranves.  v  en  cl 


»Luego  registraron  las  tribunas;  y  por 
»màs  que  era  muy  disimulada  la  puerta 
V'de  nuestro  escondrijo,  y  se  necesitaba 
»escalera  para  llegar  à  esta,  no  falto 
»entre  ellos  quien  la  noto,  y  todos  à  una 
»dijeron:  «aquí  hay  frailes  escondidos; 
»venga  una  escalera  de  manov.  Arriman 
»la  escalera,  empiezan  à  forcejar  la  puer- 
»ta  (milagro  fué  que  no  se  les  abriera  por 
»lo  fràgil  que  era),  3'  mientras  estaban 
»en  esta  operación,  se  oye  una  voz  estén- 
»tórea  que  desde  el  coro  les  dice:  «iPun..-! 
>/-iqué  haceis  aquí?  buscais  los  frailes  aquí 
»y  se  nos  escapan  por  la  huerta».  A  este 
»grito  precipitàronse  escalera  abajo,  y 
»no  volvimos  à  verlos.  Entonces  dimos 
>/gracias  à  Dios  por  nuestra  salvacion,  y 
*por  saber  que  otros  hermanos  se  habian 
»puesto  en  salvo,  pues  no  ignoraba  el 
«proyecto  de  algunos  de  escaparse  por 
»la  huerta»  (4).  Segundo  peligro  fué  este, 
y  no  el  úítimo,  del  que  casi  por  milagro 
escapaba  el  narrador  del  caso;  pues  ya 
antes  habíalo  corrido  muy  grave  en  ra 
zón  del  fuerte  sueflo  con  que  dormia  en 
los  comienzos  del  ataque.  Ni  gritería,  ni 
dispares  le  despertaban,  y  sin  duda  allí 
mismo  le  mataran,  si  un  su  companero, 
movido  de  compasión,  no  corriera  a 
Uamarle;  de  modo  que,  sorprendido  Su- 
granyes,  huyó  de  la  celda  vestidas  solo 
la  mitad  de  las  prendas  acostumbradas. 

Según  el  muy  autorizado  testimonio  de 
la  Revista  franciscana ,  publicación  mo- 
derna de  la  Orden,  el  número  de  los  ase- 
sinados en  esta  ocasión  en  Reus  sube  a 
catorce  (5). 

Satisfecha  en  algo,  aunque  no  saciada, 
la  sanguinària  sed  de  los  amotinados,  di- 
rigieron  estos  su  furor  contra  los  objetos 
y  la  casa.  En  el  centro  de  la  Iglesia 
amontonaron  los  confesonarios  y  los 
bancos;  y  a  esta  pira,  lo  mismo  que  al 
coro,  al  retablo  mayor  y  a  los   demàs 


del  P.  A\unl.  quien  desde  las  bó\edas  presencio  el 
asesinalo. 

(4)     Relación.  ya  citada,  de  Sugranyes. 

(í)     Obr.    dicha.    Número   de    junio   de    1892. 

p;ig5.  _"07  y  20ÍS. 


MATAN-ZA    DE    FRAILES    F.N    REIS 


147 


altares  pegaron  fuego,  levantàndose  te- 
rrible hoffuera.  Lo  que  practicaclo,  aban- 
donaron,  a  las  dos  o  tres  de  la  madruga- 
da.lugar  tanrespetablecuantoprofanado. 
Personas  que  en  la  siguiente  manana 
visitaren  la  Iglesia  pintan  el  aspecto  de 
ella,  mirada  desde  la  calle,  comparandola 
con  un  horno  ardiendo. 

Peco  antes  del  incendio  el  Padre  Cuscó 
y  los  demàs  que  con  él  se  hallaban,  pre- 
viendo  que  muy  pronto  voraz  incendio 
podia  acosarles,  abandonaran  sus  madri- 
gueras  del  retablo  mayor,  saliendo  por 
las  comunicaciones  que  éste  abría  con  los 
tres  pisos  del  convento,  y  se  dirigieron  a 
la  bóveda  del  presbiterio.  Ya  en  ella,  por 
los  agujeros  de  las  cuerdas  de  las  arafias 
observai^on  los  atropelles  y  sacrilegios 
cometidos  en  lugar  tan  santó.  Desde  allí 
presencio  el  Padre  Cuscó  un  crimen, 
cuya  vista  causóle  tal  pena,  que  a  true- 
que  de  evitaria  prefiriera  mil  veces  la 
muerte  en  el  coro,  según  él  mismo  r'efirió 
en  el  huerto  de  Olivas.  Un  revoluciona- 
rio,  abierto  el  sagrario,  tomo  el  copón, 
tiro  las  Sagradas  Formas  al  suelo,  y  robo 
aquel  vaso.  Acerbísimo  dolor  causa,  con 
razón,  al  creyente  ver  menospreciado  el 
inmenso  amor  que  Cristo  nos  muestra  en 
el  Sacramento  Eucarístico,  y  mirar  arro- 
jado  por  los  suelos  al  tres  veces  Santo  {[). 


(i)  En  prueba  de  la  pena  que  causa  al  crej-ente 
la  profanación  del  Santísimo  no  perdono  al  lector 
la  narración  de  un  heeho  edificante,  elocuentc 
testimonio  de  esta  verdad.  cuyos  actores  fueron 
los  soldados  franceses,  el  teatro  la  ciudad  do  Ta- 
rrafíona  en  el  dia  del  asalto  de  1811.  vel  narrador 
cl  R.  F.  |•"rancisc<i  .\ragoncs,  cuyas  son  las  si- 
guientes  palabras:  «Una  de  las  tres  reliítiosas 
»(franciscas)  que  asesinaron,  se  habia  podido  reti- 
«rar  a  una  ií;lesia.  con  cl  intento  o  bien  de  escon- 
Bdersc  de  los  asesinos.  o  bien  de  esperar  en  lugar 
Dsanto  la  sucrte  que  el  cielo  le  deparase.  Se  cntriV 
«para  orar  en  la  capilla  del  Santísimo  Sacramento: 
»y  desde  luego  advirtió  que  se  habia  violcntadoci 
Msacrario.  .Vlónita  y  suspirando,  viendo  al  mis- 
»mo  tiempo  las  Sagradas  Formas  dcsparrama- 
)>das  por  el  suclo.  no  sabia  que  hacer.  Era  suma- 
»menlc  dilicil.  y  aun  à  ella  Ic  pareció  imposible 
»en  aquel  (rn^lornn  y  confusión   universal  avisar 


Muy  pronto  los  Padres  que  acompana- 
ron  a  Cuscó,  y  algunos  otros  refugiades 
en  el  mismo  lugar,  se  vieron  arrojados 
de  allí  por  el  calor  insoportable  que  el 
incendio  del  templo  les  comunicaba;  y  en 
la  madrugada  siguiente  bajaron  al  huer- 
to llamado  de  Olivas,  propiedad  de  la 
noble  família  de  March,  donde  recibieron 
amable  acogida. 

Emperò  el  Padre  Antonio  Munt,  otro 
de  ellos,  y  algun  su  companero,  recelan- 
do  aún  del  descenso,  pasaron  a  los  teja- 
dos  del  convento,  en  donde  dejaron  trans 
currir  el  resto  de  tan  agitada  noche  y  el 
dia  siguiente,  corriendo  de  una  a  otra 
parte  para  huir  los  puntos  que  el  incen- 
dio o  las  peligrosas  miradas  amenazaban; 
correrías  que  les  obligaren  a  dar  fuertes 
y  expuestes  saltos,  acuyogolpe  sus  cuer- 
pos  quedaron  magullades.  Acosados  del 
hambre,  sed  3'  cansancie  en  la  segunda 
noche  penetraren  de  nuevo  en  el  conven- 
to, y  venciendo  dificultades,  descendieron 
al  huerto,  donde  si  bien  toparen  con  un 
centinela,  ni  les  dijo  éste  palabra,  ni  les 
impidió  el  paso.  Sin  detenerse  un  mo- 
mento,  }•  vestidos  los  habites  ya  muy 
rasgados.huyerondeReus.guareciéndose 


lUi  algun  sacerdote:  por  lo  que  Ic  ocurrió  el  pen- 
Dsamicnto  de  consumir  ella  misma  el  Sacramento 
«adorable,  por  no  deiarlo  alli  expuesto  à  mayores 
«ultrajes. 

«En  efecto  se  arrodilló  hiriéndose  los  pechos  y 
«derramando  arroyos  de  lagrimas,  é  inclinúndose 
»y  baiando  la  cabeza  basta  el  suelo  iba  tomando 
«con  la  lengua  las  sacratisimas  Parliculas  de  una 
«en  una.  iPobrel.  no  pensaba  ella  que  se  tomaba 
«por  si  misma  cl  X'iàtico...  .\un  eslaba  ocupada 
»en  sus  piadosos  actes  cuando  entraron  los  cari- 
«bes.  y  asi  como  la  hallaron  arrodillada  y  postra- 
«da  ic  dieron  varias  heridas  mortales.  con  que 
«acabo  la  vida  moiando  con  su  sangre  el  lugar 
«santó  y  el  Sacramento  Santísimo.» — Cuader- 
no  lli  y  l\'  del  Filosofo  arriuconado.  pag.  ^4.  En 
la  edicii'>n  de  1801.  tomo  I.  cap.  o.  art.  7.  o  sea 
pàg.  222.  Idénticos  sentimientos  a  los  de  esta 
monja,  su  hcrmana  en  rcligión.  animaban  al 
P.  Cuscó  cuando  desde  la  bóveda  del  presbiterio 
de  su  iglesia.  como  dijimos,  presencio  la  profana- 
ción del  Santisimo. 


148 


l.IBRO    TERCRRO.  —  r.API'ILI.O    CLARTO 


en  la  casa  rectoral  de  un  pueblo  vecino. 
Mientras  les  ao^uijoneó  el  miedo  y  el  ham- 
bre  apenas  se  acordaren  de  sus  cardena- 
les  y  llagas;  mas  colocados  en  lugar  se- 
guro,  y  apagada  el  hambre  con  la  caridad 
del  parroco,  ocuparon  su  pròpia  plaza  los 
otros  males;  de  modo  que,  al  pretender 
los  frailes  levantarse  de  la  mesa,  jarnàs 
pudieron,  y  fué  necesario  llevarlos  en 
brazos  a  la  cama.  Fueron  tantos  los  peli- 
gros  que  corrió  el  Padre  Munt  en  aque- 
lles días,  que,  agradecido  al  Cielo  por 
haberle  librado,  al  ayuno  del  viernes  de 
cada  semana,  que  prescribe  la  regla,  ana- 
dió  toda  su  vida,  y  con  voto,  el  del  sà- 
bado(l). 

También  las  llamas  asediaron  a  los  que 
se  hallaban  en  la  bóveda  de  la  tribuna  de 
los  libros  de  coro,  situada  en  el  lado 
oriental  de  ia  iglesia,  o  sea  entre  la  gran 
nave  y  la  calle  llamada  cscorrcdors  de 
San  Franciscà.  A  poco  del  incendio  el 
fuego  fuélos  rodeando,  el  calor  les  apre- 
taba,  y  les  sofocaba  el  humo,  de  arte  que 
en  la  madrugada  por  momentos  el  estre- 
cho  aposento  se  hacía  inhabitable.  El 
corista  Fray  Baltasar  Olives,  creyendo 
que  ya  los  amotinados  habían  abandona- 
do  la  casa,  echóse  por  la  misma  porte- 
zuela  por  donde  liabía  entrado,  y  como 
no  quedase  mas  salida  que  el  coro,  çon- 
vertido  ya  en  volcan,  envuelto  en  una 
manta  atravesólo  con  notable  decisión 
entre  horrorosas  llamas.  Los  seis  restan- 
tes  por  una  ventanilla  salieron  al  pequeflo 
tejado  de  un  camarín,  desde  donde  a 
grandes  voces  el  Padre  Vicario  de  coro, 
]osé  Gorgas,  pidió  ausilio  al  vecindario, 
mientras  sus  companeros,  nuevamente 
confesados,  elevaban  al  Sefior  fervientes 
plegarias.  Fronterizo  a  la  iglesia,  en  la 


(i)  Rclacií'in  escrita  que  de  lo  que  oia  contar  a 
su  seiior  tío,  el  P.  .Munt.  me  hizo  su  bonda- 
doso  sobrino  el  Rdo.  Di-.  D.  Francisco  Pujol  y 
Aíunt,  pàrroco  de  Barcelona.  El  P.  Munt  falleció 
en  Manlleu  a  los  60  afins  de  edad.  siendo  henefi- 
ciado  de  aquella  iglesia.  después  de  haber  desem- 
poiiadn  varios  curatos  del  Obispado  de  Yich  v  de 
haber  predicado  toda  su  vida. 


plazuela,  vivia  con  su  mujer  Jaime  Sans, 
albanil,  el  cual  a  las  espantables  voces 
de  Gorgas  acudió  con  varios  vecinos  5" 
un  oficial  de  ejército  en  su  casa  alojado, 
deseosos  todos  de  socórrer  a  los  pobres 
que  luchaban  con  la  muerte  en  apurado 
trance.  Como  el  tejado  era  muy  elevado. 
dificultàbase  el  alcanzarle,  y  así,  empal- 
mando  atadas  unas  al  cabo  de  otras  va- 
rias  escaleras  de  mano,  logróse  que  llega- 
ran hasta  los  frailes  y  que  estos  por  ellas 
bajaran  (2). 

Aquí  Sugranyes  por  tercera  vez  se 
salva  casi  por  milagro,  porque  apenas  el 
ultimo  de  los  religiosos  puso  los  pies  en  el 
segundo  peldano,  hundióse  el  tejado  que 
abandonaban;  de  tal  modo  que  las  llamas, 
hasta  entonces  debajo  represadas,  al 
extenderse  libremente  por  los  aires, 
chamuscaron  las  cejas  y  cabellos  del  in- 
dicado  postrer  fraile.  En  la  calle  espera- 
banlo  dos  companías  de  tropa.  Allí,  «al 
»cornpadecer  uno  de  los  capitanes  nues- 
»tra  desgracia,»  son  palabras  de  Sugra- 
nyes, «yo  le  dije:  cPues  para  qué  han 
»venido  V^V.  aqui?— Padre,  me  contesto, 
»para  presenciar  desgracias,  y  para  nada 
»màs:  esta  es  la  orden  que  tenemos». 

Conducidos  los  frailes  a  una  casa  ami- 
ga, recibieron  benévolos  auxilios;  empe- 
rò pronto  comprendieron  que,  permane- 
ciendo  allí  mucho  tiempo,  corrían  el  peli- 
gro  de  que  los  amotinados  acudieran  en 
su  persecución;  y  así  emprendieron  la 
fuga  por  las  vecinas  huertas,  cu3•os  colo- 
nos  eran  gente  honrada.  Sugran\'es  y 
Català  se  refugiaren  en  la  de  una  parien- 
ta  del  primero.  Y  tan  acertados  habian 
andado  en  abandonar  la  primera  posada, 
que,  al  cuarto  de  hora  de  ausentados,  ya 
los  revolucionarios  se  presentaren  en  ella 
para  prenderles  (3).  La  huerta  en  la  que 
se  refugiaren  Sugranyes  y  su  compafie- 
ro  era  llamada  Hort  de  Sabaté,  y  el  colo- 
ne  Pedró    Sugranyes,   quien    tuve    allí 


(2)  Relación  de  la  Sra.  .Maria  Tristany,  viuda 
de  Jaime  Sans.  hecha  en  julio  de  1888. 

(:;)  Relación  manuscrita  de  Fr.  Domingo  Su- 
líranves. 


MATA.N'ZA    DE    FRAILES    EN    RELS 


149 


unos  días  a  los  dos  frailes,  ocultàndolos 
por  las  noches  en  los  canaverales  y  es 
condrijos  (1). 

Los  cuatro  restantes,  a  saber,  P.  José 
Gorgas,  P.  José  Balenyà,  éste  chamus- 
cado,  Fray  Lorenzo  Badia  y  Fray  Da- 
mian,  partieron  a  pie  para  Tarragona.  En 
el  camino  no  les  faltaron  insultos,  conti- 
nuación  de  los  pasados  y  preludio  del 
nuevo  peligro  que  les  amenazaba;  pues 
al  llegar  a  las  puertas  de  la  ciudad,  y  al 
aproximarse  al  puente  del  Francolí,  de 
presto  cuatro  miserables  acometiéronles 
con  varas.  Badia  y  Damiàn,  jóvenes  y 
por  lo  tanto  agiles,  huyeron  y,  atravesan- 
do  huertas,  se  salvaron;  però  los  dos  sa- 
cerdotes  fueron  molidos  a  palos,  hasta  el 
punto  de  que  el  Padre  Gorgas  de  un 
garrotazo  en  la  cabeza  cayó  sin  sentido 
3'  bafiado  en  su  sangre,  perdiendo  parte 
de  una  oreja,  que  le  fué  rasgada  (2).  Por 
íin  acudieron  personas  de  sentimientos 
humanos,  quienes,  recogiendo  las  dos 
victimas,  las  entraron  en  la  ciudad,  y  les 
dieron  posada  mientras  la  hez  del  pueblo 
clamaba  porque  se  las  matase. 

En  el  convento,  a  medio  dia,  en  las  cel- 
das  del  ultimo  piso  apareció  un  lego  que, 
recogido  por  los  nacionales,  fué  condu- 
cido  a  lugar  seguro.  En  tanto  los  angus- 
tiados  frailes  de  la  mina  continuaban  en 
su  martirio,  que  otro  dictado  no  merece 
un  dia  pasado  bajo  tierra,  encorvado  el 
cuerpo  en  posición  violenta,  sin  comer, 
cubiertos  de  agua  los  pies,  y  lo  que  es 
peor,  con  el  corazón  sumido  en  temores 
mortales.  A  tal  punlo  llego  el  sufrimiento 
que  produjo  algun  desmayo,  y,  como  dije 
antes,  juzgósellegadoelmomento  de  tro- 
car  aquel  sepulcro  por  los  peligros  de 
muerte;  y  asi  al  anochecer  del  dia  siguien- 
te  al  del  incendio  determinaron  abandó- 
narlo.  Dispusiéronse  a  ello,  confesilndose 
como  para  el  ultimo  trance,  y  hecho  esto, 
el  Padre  Avellana  cautelosamente  subió 


(i)  Kclación  de  la  hija  de  Pedró  Teresa, 
-dona  17  de  mayo  de  1892. 

(j)  Relación  de  l-'v.  Domingn  Sugranves 
b.  Salvador  Briansó. 


Bar 


de  la  madriguera,  cuya  boca  se  abría 
bajo  un  tonel.  De  la  despensa  pasa  silen- 
ciosamente  al  refectorio,  en  el  que,  si 
bien  abundan  los  destrozos,  reina  quietud 
completa;  entra  en  otra  pieza  situada  en 
el  àngulo  meridional  del  claustro;  por  la 
puerta,  aún  hoy  subsistente,  que  da  acce- 
so  a  una  escalerilla,  sale  con  pie  receloso 
al  claustro.  Partíalo  la  luna  en  dos  mita- 
des:  la  occidental  dominada  por  las  tinie 
blas,  la  de  la  iglesia  iluminada.  Detiénese 
el  Padre  y  observa,  notando  en  el  opuesto 
àngulo  a  un  hombre  también  parado.  Si 
la  sombra  del  edificio  guarda  en  obscuri- 
dad  ai  Padre  Avellana,  la  galeria  del 
claustro  mantieue  velado  al  desconocido. 
Miranse  mutuamente  sin  acertar  a  si  son 
hombres  o  fantasmas,  y,  lo  que  es  mas 
grave,  si  amigos  o  contrarios;  hasta  que 
el  pobre  fraile,  apretado  de  la  necesidad, 
resueltamente  se  dirige  al  oficial  de  milí- 
cia, que  tal  era  el  hombre  del  claustro,  y 
en  tono  suplicante  le  dice:  :<Por  Dios,  sal- 
>jveme  V.  la  vida.— rEstà  V.  solo?»,  re- 
pone  el  oficial.  — No.— Pues  bien,  tranqui- 
»lícese  V.;  le  salvaré:  muéstreme  V.  dón- 
»de  estan  los  demàs»  (3).  Al  decir  de 
Fray  Cabré  este  oficial  no  era  otro  que  el 
mismo  capitàn  Freixa,  que  andaba  por  el 
convento  buscando  a  su  tío,  el  Padre 
Maestro  de  novícios.  Abrese  a  la  esperan- 
za  el  oprimido  corazón  del  Padre  Avella- 
na, y  con  presteza  acompana  al  oficial  al 
aposento  del  àngulo,  en  el  cual  se  halla- 
ban  ya  algunos  de  los  religiosos.  Tras 
del  Padre  Avellana  habían  subido  y  le- 
vantàndose  de  la  tierra  como  cadàveres 
en  dia  de  resurrección;  mas  al  ruido  de 
los  pasos  y  del  golpear  del  sable  corrieron 
otra  vez  a  su  agujero.  Indicóles  que  su- 


í  5)  La  relación  escrita  pur  el  corista  Fray  José 
Cabré,  otro  de  los  de  la  mina,  dice  que  los  comi- 
sionados  para  salir  de  ella  y  practicar  juntos  esta 
exploración  fueron  dos,  el  P.  Avellana  y  el  lejro 
Pray  Gregorio  Borràs:  que  el  P.  no  llego  a  salir. 
y  por  lo  mismo  que  la  entrevista  con  el  oticial  no 
la  tuvo  el  P.  Avellana,  sinó  el  lego  Borràs.  Mi 
versión  diré  luego  de  quién  la  saco;  mas  sea  lo 
que  quiera,  la  diferencia  carece  de  importància. 


150 


J.IHKU     1  üRCÍiKO.  CAPITULO 


bieran  el  Padre  Avellana,  como  en  leali 
dad  lo  practicaron;  e  iban  apareciendo 
uno  tras  otro,  mojados,  sucios,  escuàlidos 
y  tambaleando.  Enternecido  el  miliciano, 
les  dijo:  «Quédense  aquí  quietos:  les  ase- 
>  guro  que  o  los  salvo,  o  moriré».  A  poco 
comparació  el  Alcalde  Sr.  Montemayor 
y  otros,  que  animaron  a  los  pobres  resu- 
citados  y  acallaron  su  hambre.  Determi- 
nóse  llevaries  a  Salou,  puerto  de  mar  el 
màs  cercauo,  para  embarcaries,  arran- 
candoles  así  de  la  exaltación  y  garras  de 
los  amotinados  (1).  Emperò,  mientras  se 
preparaba  la  expedición,  recomendóse  a 
los  frailes  que,  como  dije,  se  mantuviesen 
recogidos  en  la  misma  despensa  y  en 
gran  silencio;  por  efecto  del  cual,  así  como 
del  cansancio  y  de  la  falta  de  sueno  de  la 
noche  precedente,  sentados  allí  todos  en 
el  duro  suelo,  algunos  se  durmieron  en 
sopor  profundo.  De  ocho  a  nueve  de  la 
noche  aparece  en  la  puerta  de  la  pieza  un 
silencioso  Caballero,  que,  alumbrado  por 
moribundo  farol,  invita  en  voz  baja  a  los 
frailes  a  que  le  sigan.  De  la  bodega  pasan 
al  refectorio,  que  hallan  sembrado  de 
fragmentos  de  vajilla;  de  allí  al  patio 
occidental  ohuertecita,  dedonde,  cruzada 
una  puerta  excusada,  pues  convenia  evi- 
tar públicas  y  expuestas  miradas,  toman 
asiento  en  las  tartanas,  en  las  que,  y  cus- 
todiades por  paisanos  fieles  con  armas, 
emprenden  la  marcha  a  Salou  (2),  bajo  la 
dirección  del  mismo  capitàn  Freixa  en 
persona,  acompanado  de  su  primo  Don 
Juan  Macaya.  Para  la  segura  custodia 
de  los  frailes  en  el  camino  procuróse 
aquél  dos  serenos  de  confianza  y  depen- 
dientes  de  su  família;  y  como  tuviese 
indicio  de  que  los  exaltados  de  Vilaseca 
proyectaban  atajarles  para  matar  a  los 
frailes,  proveyó  a  sí  y  a  los  acompanantes 
con  oro  abundante  3'  armas,  previniendo 


(i)  Estàs  noticias  de  la  estancia  y  salida  de  la 
mina  me  las  dió  el  P.  D.  Jerónimo  Morgades, 
quien  las  oyó  contar  al  mismo  P.  Avellana,  y  la 
relaciún  que  me  escrihió  el  corista  Fray  José 
Cabré. 

(j)     Relaciún  ya  citada  de  Fray  José  Cabré. 


a  los  últimos  que  ante  todo  empleasen  el 
dinero,  però  que,  de  no  bastar,  echaran 
mano  del  plomo.  Por  dicha  dispuso  la 
Providencia  que  llegasen  a  Salou  sin  tro- 
piezo,  donde  se  juntaron  con  unos  treinta 
carmelitas  descalzos  que  desde  Reus  les 
habían  precedido.  Los  alborotados  de 
Vilaseca  no  habían  dejado  de  intentar  lo 
que  se  temia,  pues  al  cuarto  de  hora  de 
haber  pasado  los  frailes  por  la  carretera, 
ya  estaban  en  ella  para  impediries  el 
paso  (3). 

Sabían  los  frailes  que  en  junto  el  núme- 
ro de  los  salvados  en  la  mina  era  de  diez  y 
ocho,  y  al  encontrarse  en  el  vehículo  co- 
rriendo  para  Salou,  echando  cuentas  y 
resenas,  no  hallaban  allí  mas  de  quince: 
faltando  el  Padre  Maestro  de  novicíos,  el 
Padre  Juan  Roca  y  Fray  José  Boniva.  El 
primero,  entre  los  brazos  de  su  sohrino,  el 
capitan  Freixa,  que  gozoso  le  recobraba 
después  de  haberle  inútilmente  durante 
el  dia  perquirido  por  todo  el  convento, 
había  sido  sacado  de  la  despensa,  y  dis- 
frazado  de  guardià  nacional,  fué  trasla- 
dado  a  lugar  seguro.  Mas  brillaba  en  su 
exterior  tal  modèstia  y  porte  religioso, 
que  màs  delatado  resultaba  con  el  dis- 
fraz  militar  que  con  el  habito.  Los  dos 
restantes,  profundamente  dormidos  en  la 
despensa,  no  oyeron  la  sigilosa  salida  de 
sus  companeros,  y  allí  quedaron  inmóvi- 
les.  Mas  tarde,  al  ruido  de  una  turba,  des- 
pertaren sobresaltados,  corriendo  el  jo- 
ven  Boniva  a  hundirse  en  la  mina,  y  el 
viejo  y  tardío  Roca  a  esconderse  tras  un 
tonel  de  la  misma  bodega.  No  hallando 


(3)  Relación  escrita  de  mi  intiniu  amigo  cl 
.M.  I.  Sr.  Dr.  D.  Lino  Freixa,  hijo  del  capitàn. 
quien  lo  oyó  muchas  veces  de  boca  de  su  padre 
cl  mismo  D.  Sebastiàn  Freixa. 

Ale  conto  un  reusense  que  la  casa  Clariana 
tenia  un  empleado  llamado  Cristóbal.  de  apodo 
Dejuni.  El  valor  y  la  íuerza  de  este  hombre  le 
hacia  temible  hasta  a  los  revolucionarios.  Cuando 
el  ataque  de  S.  Francisco,  Cristóbal,  entre  los 
amotinados  en  busea  del  P.  Maestro  Clariana, 
entro  en  el  convento,  però  como  se  ve.  no  pudo 
hallar  al  P.  Después  fué  uno  de  los  que  acompanó 
los  religiosos  a  Salou. 


AIAIAN/A    DE    1  KAILKS    t;N    RKIS 


religiosos,  considero  procedente  la  turba 
cerrarcon  el  vinc,  que  el  deseo  pronta- 
mente  graduo  de  rancio,  poniendo  así  en 
apurado  trance.  al  fraile  Roca,  por  cuyo 
motivo,  azorado,  se  levanta  y  con  voz  trè- 
mula pide  la  vida  por  Dios.  Adelàntase 
de  entre  la  turba  un  olicial  de  milicia  y, 
reconociendo  al  fraile,  le  dice:  '<?.  Juan, 

>  me  acuerdo  que  V.  asistió  a  mi  madre 
-en  su   agonia,  y  así  le  salvaré  la  vida. 

Chicos,  jviva  este  fraile  por  Isabel  II!— 

>  ;Viva!— Salga,  P.  Juan,  no  tema,  le  per- 
«donamos  la   vida,   però  debe  decirnos 

dónde  estan  sus  compaiieros  para  ma- 
tarlos».  El  P.  contesto  que  en  razón  de 
haber  quedado  dormido  lo  ignnraba.  El 
miliciano  mando  al  fr:iile  con  dos  de  los 
suyos  al  retén,  cuyo  jefe  lo  hizo  conducir 
al  albergue  de  un  pariente  del  mismo  re- 
liíïioso  (1). 

Del  Padre  Francisco  Sans  oi  contar 
que  también  escondiéndose  tras  de  los 
toneles  de  la  bodega  había  logrado  sal 
varse  (2). 

Se  circularon  ordenes  severas  a  las 
vecinas  huertas  para  que  los  colonos  de- 
nunciaran los  frailes  que  tuvieran  escon- 
didos.  «Como  dicha  orden  me  compren- 
»día,  escribe  Sugranj'es,  traté  de  averi- 
«guar  si  esto  era  un  ardid  de  los  asesinos, 
>.y,  convencido  de  lo  contrario,  me  pre- 
«sunté:  lo  que  verificaron  tambien  seis  ó 
»siete  mas.  Sobre  las  once  de  la  noche 
«partimos  en  una  tartana  para  Salou,  es- 
>coltados  por  seis  voluntarios  a  las  orde- 
•nes  de  un  sargento, los  cuales  durante 
*el  camino  se  portaron  como  hombres 
xhonrados»  (3). 

Al  recórrer  la  narración  anterior  asalta 
la  mente  del  menos  avisado  un  obvio 
enigma:  cu;il  sea  la  causa  de  las  veintc 


( I )  Rclaoión  que  me-  cscrihió  l'iay  Jci-c  t^aHió. 
tHiien  clespuLS  clc  la  (.xclaustración  vivií'i  con  el 
I-".  Kuca:  empei•ii  las  noticias  rercrenlos  al  Padre 
\\aestro  de  novicios  Clariana  las  saqué  de  su 
taniilia. 

(j)  Relacinn  del  I'.  Baltasar  Sentis.  .Waspu- 
jois  1 5  de  junin  de  i88(i. 

(?)     Rclación  tanlas  veces  citada  de  él  mismcí. 


largas  horas  de  subterrúnea  reclusión  y 
agonia  de  los  religiosos  de  la  mina.  ;Por 
qué  razón  el  hortelano  de  Gavaldtl  no 
acudió  a  levantar  su  losa,  proporcionan- 
doles  asi  salida,  aire,  sol  y  paz?  Ninguno 
de  cuantos  sobre  tal  punto  llevo  interro- 
gadosatribuyeacomplicidadcon  los  amo- 
tinados  esta  omisión.  Tanto  Don  José  de 
Gavaldà,  cuanto  su  colono,  cristianos  de 
corazón,  eran  adictos  a  los  frailes.  Per- 
teneció  el  primero  a  los  cuerpos  de  volun- 
tarios realistas,  entre  los  cuales  lució 
charreteras  de  capitàn  de  granaderos,  cir- 
cunstancia  que,  como  dije,  a  las  ocho  de 
la  mariana  siguiente  al  incendio  le  obli 
gó  a  buscar  .su  seguridad  personal  huyen- 
do  de  Reus.  Dispuso  ames  que  el  horte- 
lano au.KÜiase  convenientemente  a  cinco 
frailes  que  en  el  huerto  tenia  ocultos,  y 
que  luego  que  fuese  dable  se  levantase  la 
losa  de  la  mina  (4).  El  segundo,  tenido 
también  por  carlista,  en  losprimeros  mo- 
mentos  del  ataque,  preocupado  de  lo 
espantoso  del  hecho  y  lo  cercano  del  in- 
cendio, que  ardía  contiguo  a  su  casa,  no 
recordo  la  prevención  desuamo.  Cuando 
en  la  madrugad;i  presentóse  aquella  ante 
su  memòria,  corrió  al  lugar  de  la  losa; 
però  Uegó  tarde;  junto  a  ella  encontró  a 
un  sereno  y  a  un  desconocido.  Ademas  la 
gran  proximidad  del  convento  inutilizó 
este  recurso,  porque  durante  el  ataque  el 
huerto  estuvo  invadido  de  gente,  y  luego 
que  amaneció  los  curiosos  llenarian  los 
contornos  del  edificio.  -iCómo  presentar 
entonces  a  la  luz  del  sol  cerca  de  treinta 
frailes?  Evidénciase  la  buena  diposición 
del  hortelano  por  la  bondadosa  acogida 
que  presto  a  cuantos  religiosos,  gracias 
a  la  contigüidad  del  huerto,  se  guarecie- 
ron  bajo  su  amparo;  a  los  que  en  ciertos 
momentos.  para  sustraerlos  a  peligrosas 
miradas,  oculto  en  el  canaveral.  Confieso. 
sin  embargo,  que  el  enigma  no  obtuvo  por 
esto  completa  explicación,  ya  que  retira- 
des los  amotinados,  y  restablecido  cl 
orden,  ^cómo  no  comunico  el  hortelano  su 

(-l)     Conlómclo   el   mismo    D.    José  Maria  de 
fiavaldii  en  Barcelona  a  12  de  noviembrede  i.'^o. 


l.lliKO     ri.KGl-UL 


CAl•l  1  Ll.O 


secreto  a  la  autoridad?  Y  si  lo  delato,  que 
no  se  hace  probable,  ;por  que  aquella 
prontamente  no  acudió? 

Se  ha  dicho  que  en  la  invasión  de  San 
Francisco  los  amotinados,  movidos  solo 
del  odio  en  contia  de  las  personas  de  los 
religiosos,  nada  robaron.  Alguna  verdad 
encierra  este  rumor;  que,  de  liaber  saquea- 
do,  viéranlos  andar  cargados  con  el  botin 
en  la  retirada  las  personas  de  Reus  que 
llevo  interrogadas,  las  cuales  nada  me 
dijeron  de  este  segundo  atentado.  Por  el 
contrario,  sé  que  libres  y  expeditos  parte 
de  ellos  pasaron  de  San  Francisco  al  nue- 
vo  teatro  de  sus  hazaüas,  el  convento  de 
San  Juan.  Por  otro  lado,  consumado  el 
incendio,  algunos  amigos  del  convento 
hallaron  todavia  en  la  sacristia  càlices,  }• 
en  la  celda  del  Guardian  el  dinero  del 
gasto  diario,  que  llevado  a  Salou  fué  res- 
tituido  a  los  frailes;  \'  al  dia  siguiente  no 
pocas  personas  de  conciencia  harto  laxa 
extrajeron  del  convento  comestibles,  que 
los  de  la  noche  anterior  no  llevaron  (1). 
Mas  ni  aun  asi  hemos  olvidado  el  sacri- 
lego  robo  del  copón;  no  ignoro  que  la 
voz  piiblica  pregonaba  que  la  manceba 
de  uno  de  los  cabos  de  los  amotinados 
lució  después  los  pendientes  de  la  ima- 
gen  de  la  Virgen;  ni  caeré  en  el  absurdo 
de  pensar  que  el  alevoso,  que  bàrbara  y 
sacrílegamente  asesina,  haya  de  sentir 
repugnància  en  robar  lo  que  mas  en 
gusto  le  viniera  y  pudiese  fàcilmente 
llevar. 

Salidos  de  San  Francisco  los  amotina- 
dos, el  convento  quedo  a  merced  del 
pueblo;  y  tras  ellos  lo  invadieron  otros, 
que,  buscando  dinero,  acabaron  de  re- 
vòlver lo  que  los  primeros  empezaron  a 
trastornar.  Ademàs  de  la  guardià  de  tro- 
pa, que  ya  desde  la  noche  estaba  delante 
del  convento,  en  casa  Arrà,  y  que,  levan- 
tado  ya  el  dia,  allí  continuo,  muy  tem- 
prano  de  aquella  mafiana  (2)  se  puso  de 


(i)  Relaciones  de  D.  Panoracio  Mestres  v 
oi  ros. 

(j)  Los  Anales  históricos  de  Reus.  i.'  ediciím. 
iniiio  II.  pdg.  235,  dicen  que  a  las  cuatro  y  media 


retén  en  la  puerta  de  aquél  una  compa- 
nía  de  cazadores  de  milicia  urbana,  al 
mando  de  un  capitan,  persona  honrada 
que  se  esforzó  en  evitar  desmanes  y  a 
nadie  permitía  la  entrada  en  el  convento. 
Emperò,  si  los  puntos  de  su  presencia 
hallabanse  bien  custodiados,  los  centine- 
las  de  otros  lados  dejaron  paso  libre  a 
sus  amigos,  y  a  las  personas  que  se  les 
antojaron;  y  así  no  pocos  salieron  de  allí 
con  botin  de  comestibles  (3).  Esto  explica 
cómo  antes  de  las  ocho  de  la  manana,  y 
sin  que  gozara  de  amistad  alguna  con  el 
continela,  ni  poseyera  titulo  para  ello, 
un  muchacho  vecino  había  ya  visitado  el 
interior  del  convento,  y  que  otros  como 
él  también  entrarían  (4).  Montaron  la 
guardià  del  convento,  un  tiempo  milicia- 
nos  ui"t)anos,  otro  soldados,  cuando  no 
hubo  fuerza  de  ambos  institutos;  y  no 
creo  pecar  de  temerario  si  juzgo  que  los 
primeros  no  habían  de  andarse  en  repul- 
gos  sobre  la  propiedad  de  los  objetos  de 
los  frailes,  cuando  los  mismos  soldados 
de  ejército  llevaban  a  su  alojamiento 
pellejos  de  buen  vino  del  convento  (5). 

Entre  los  curiosos  que  en  aquella  ma- 
flana  penetraron  en  tan  desolada  man- 
sión,  se  contaba  un  nino,  después  conoci- 
do  literato ,  quien  me  pinto  con  los 
colores  mas  negros  el  interior  del  con- 
vento. Donde  reinara  silencio  y  orden 
dominaba  el  desorden  y  el  màs  confuso 
rumor;  el  humo  todo  lo  invadía;  en  las 
celdas,  por  el  suelo,  andaban  revueltos 
libros,  papeles  y  muebles.Topaba  aquí  la 
vista  con  el  cadàver  ensangrentado  del 
Padre  Gay;  màs  allà,  con  otro  atravesa- 
do  en  lastimosa  posición  sobre  su  mesa, 
que,  como  dije,  antes  de  morir  le  había 


de  la  manana  siguiente  se  dispuso   fuesen  ambos 
conventos  custodiados  por  los  urbanos. 

(5)  Relaciones  de  D.  Pancracio  Mestres,  y 
otros. 

(4)  Este  muchacho  fué  D.  Pancracio  .Mestres, 
que  es  quien  me  lo  conto. 

(5)  D.  Salvador  Briansó  vió  el  que  llevaban  a 
su  casa  los  en  ella  alojados.  De  aqui  saca  la  no- 
ticia. 


MATANZA     DE     FRAII.KS     liN     RliUS 


153 


servido  de  reparo.  En  el  coro,  sobre  todo, 
la  escena  era  terrible:  siete  religiosos,  de 
ellos  tres  ancianos,  bafiados  en  los  char- 
cos  de  su  pròpia  sangre,  revueltos  y  que- 
mados  entre  ceniza  y  tizones,  montón  de 
carne  humana  asada  en  fuego  infernal. 
Tal  espectàculo,  iluminado  por  el  incen- 
dio, que  en  siniestras  llamas  dominaba 
toda  la  iglesia,  jamàs  se  borrarà,  anadía, 
de  mi  azorada  memòria;  y  por  mucho 
liempo  fué  la  tortura  de  mi  imaginación 
infantil  (1).  Este  nino  se  llamó  don  Anto- 
nio  de  Bofarull  y  Broca. 

En  la  mariana,  Montemayor  y  otros 
representantes  de  la  autoridad  acudie- 
ron  al  teatro  de  tantos  crímenes,  procu- 
rando  salvar  a  las  víctimas  que  escapa- 
ran con  vida;  y  situàronse  en  una  de  las 
huertas  contiguas.  A  ella  los  devotos 
del  convento  y  amigos  de  la  cristiana 
caridad  mandaban  con  disimulo  por  me- 
dio  de  nifios,  y  no  sin  recelo  y  vejaciones 
de  los  exaltados  que  divagaban  por  las 
calles,  prendas  y  trajes  de  seglar  con 
que  en  la  huida  los  pobres  frailes  disfra- 
zaran  su  santa  y  honrosa  profesión.  Los 
que  en  esta  casa  se  hallaban  igualmente 
fueron  conducidos  a  Salou. 

Durante  aquel  mismo  dia,  en  una  casa 
cercana  al  convento  se  colocó  un  retén 
de  milicianos,  quienes  movidos  de  odio  a 
los  frailes,  o  quiza  màs  exactamente,  de 
criminal  amor  a  sus  cosas,  empenaronse 
en  penetrar  en  el  claustro.  Disuadiéron- 
les  el  capitàn  y  el  teniente,  e  impidie- 
ron  la  entrada  hasta  saber  que  los  reli- 
giosos habían  salido  por   la   puerta   del 


(i)  d.  Anlnnio  clc  Biifuriill  v  l!r(jc;i.  Asi  me 
lo  conto  en  2^  dt  juniu  de  ib'So.  l'^n  el  mismn  nno 
publico  eslas  noticias  en  el  cap.  XXV'l  de  sus 
'Cosluiiis  íjue's  perden  y  recoits  que  /uuenu,  p;i- 
ííina  i^M.  ilabiéndole  después  preguntado  si  real- 
mcntc  eran  siele  los  cad;lvercs  del  coro.  me  cnn- 
tesli'i  que  nsí  le  parecia. 

Descrihiijme  ifíualmenle  el  interior  del  con\en- 
to  D.  Juan  Simó  y  Cilucntes,  quicn,  acompanado 
del  comandanlc  de  niilicia  de  Reus  D.  Francisco 
de  Nicolau  y  de  Bofarull.  In  recorrió  en  la  indi- 
cada maiiana  del  23  de  julio. 


huerto;  siendo  notable  que  estos  urba- 
nes tenían  noticia  de  la  estancia  de  los 
frailes  en  la  mina  (2). 

Un  mi  amigo,  que  a  las  dos  o  tres 
semanas  visito  el  convento,  no  vió  en  las 
celdas  mas  que  papeles  por  los  suelos,  y 
en  estos  ladrillos  levantados  (3).  El  Ayun- 
tamiento  había  ya  reunido  en  un  solo 
lugar  los  muebles  que  se  habían  salvado, 
colocandolos  bajo  llave.  Pésimo  enemigo 
del  edificio  de  San  Francisco,  como  de 
tantos  otros,  según  tendre  harta  ocasión 
de  narrar,  fué  el  afàn  de  hallar  dinero 
escondido;  a  cuyo  impulso  se  golpeaba 
el  suelo,  y  donde  el  sonido  indicarà  algun 
hueco,  luego  se  levantaba  el  ladrillo, 
bajo  del  cual  se  sonaba  descubrir  un 
oculto  tesoro.  Ni  aun  los  difuntes,  que 
descansaban  en  tan  sagrado  recinto,  pu- 
dieron  gozar  de  paz,  que  la  misma  sacra 
auri /atiics  levdntó  atrevida  las  respeta- 
bles  losas  que  los  cubrían  (4).  La  cripta  o 
sepultura  de  los  frailes  fué  también  vio- 
lada, destruidos  los  nichos,  escarnecidos 
y  esparramados  por  el  suelo  los  cadàve- 
res,  cuyos  restos  fueron  después  condu- 
cidos al  cementerio  de  la  villa.  Mas  tarde, 
y  bajo  la  dirección  de  un  secuestrador 
oficial,  se  hicieron  excavaciones  en  el 
convento. 

Ignoro  la  suerte  que  cupó  a  la  biblio- 
teca, porque  si  el  cronista  de  Reus  es- 
cribe  que  «iglesia,  biblioteca  y  archivo 
»fué  presa  de  las  llamas»  (5),  un  religió- 
so  franciscano,  que  después  por  muchos 
aiïos  habito  en  Reus,  me  comunico  (0) 
que  «la  biblioteca,  que  ocupaba  la  sala 
«donde  hay  ahora  1 1886 j  el  Tribunal  de 
»la  Audiència,  se  salvo;  però  los  libros 
«andando  por  almacenes  de  la  amortiza- 
»ción  suponemos  seperderían».  Sabemos, 


(j)  Me  lo  cnnló  D.  l•'rancisco  Gusi.  sobrino  del 
lenienle. 

(?)     \.\  misnio  D.  Salvador  Briansó  lo  vió. 

(4)  Todo  lo  vió  y  me  lo  explico  el  indicado 
Briansó. 

(í)     Aiiales  llistar icos...  2.'  edición,   pàg.    .^7^'. 

(o)     Iji  ;  de  iulio  de  1880. 


154 


1  IlKCERO. CAPIU  LO     1.1'AKIO 


si,  que  a  las  pocas  horas  del  incendio,  en 
pleno  dia  siguiente,  y  habiendo  guardià 
en  el  edificio,  vióse  arder  una  pieza  con- 
tigua al  coro,  posición  que  indicaria  la 
biblioteca.  Levantàronse  las  llamas  hasta 
el  techo,  de  modo  que,  prendiendo  en  el 
maderamen  de  éste,  hundióse  parte  de  la 
techumbre.  Acudióse  a  cortar  el  incen- 
dio, cu3'os  autores  no  podían  ser  ya  los 
amotinados  de  la  noche,  sinó  mas  bien 
intrusos  y  curiosos.  Por  otra  parte,  un 
joven  en  ïa  celda  guardiana!,  con  estúpi- 
do  atrevimiento,  rasgaba  algunas  hojas 
de  cada  libro  que  a  mano  había,  tiràndolo 
luego  por  la  ventana,  que  daba  al  calle- 
jón  Escorrcílors  de  Sant  Francesch.  Al 
otro  dia  del  incendio,  muchachos  vaga- 
bundos  en  las  calles  vendian  volúmenes 
por  solos  unos  cuartos.  Si,  a  pesar  de 
todo,  pararon  algunos  libros  a  manos  de 
los  secuestradores  o  comisionados  del 
Gobierno,  lo  ignoro. 

Tan  injustos  cuanto  salvajes  hechos, 
cuya  noticia  ha  llegado  hasta  nosotros, 
me  presta  sobrado  fundamento  para  con- 
leturar  la  suerte  que  cabria  a  muchos  de 
los  objetos,  ya  del  servicio  domestico,  asi 
como  del  científico  y  del  rejigioso,  cuyo 
paradero  ignoro. 

El  Ayuntamiento,  como  se  dijo,  custo- 
dio bajo  llave  muebles;  hasta  los  cuales 
llegaron  también  atrevidas  manos  que 
sustrajeron  algunos,  y  supongo,  final- 
mente,  que  los  a  todo  esto  sobrevivientes 
serían  transferidos  a  las  repugnantes 
manos  de  la  llamada  mnortisactóit.  Fi- 
nalmente,  las  puertas  del  edificio  fueron 
tapiadas.  He  aquí  copia  de  un  oficio  que 
prueba  la  verdad  de  las  sustracciones 
arriba  dichas: 

«Ayuntamiento  de  Reus.  =  M.  I  S.= 
>•Habiendo  forzado  esta  noche  la  puerta 
»de  los  efectos  encontrados  en  S.  Fran- 
>cisco,  y  quitado  de  aquellas  estancias 
»siete  colchones,  toda  la  cera,  y  tal  vez 
>  otras  cosas  y  muebles  que  ahora  no  se 
xpueden  saber;  ha  dado  el  Ayuntamiento 
>^sus  disposiciones  para  evitar  en  lo  posi- 
>ble  el  que  se  repita,  sin  perjuicio  de 
xponer,  como  pone  desde  luego  en  noti- 


»cia  de  V.  S.  esta  nueva  ocurrència  a  fin 
»de  que  se  sirva  indicarle  con  la  breve- 
»dad  que  requiere  el  caso  A  quien  y  como 
»se  han  de  entregar  los  consabidos  efec- 
»tos,  ú  otramente  en  que  paraje  deben 
Atransportarse  ó  colocarse  para  salir  de 
»respoiisabilidades.—  Dios....  Reus  12  de 
»agosto  de  18,35  — M.  I.  S.  Gobernador 
»civil  de  esta  província»  (I). 

La  mentada  seiïora  Maria  Tristany, 
consorte  del  albanil  Sans,  que  salvo, 
como  se  dijo,  a  Fray  Sugranj-es,  atrevió- 
se,  en  companía  de  sus  hermanas  y  otras 
piadosas  mujeres.a  visitar  las  humeantes 
ruinas  del  amado  convento;  y  al  recono- 
cer  entre  abundantes  lagrimas  los  restos 
del  coro,  hallaron  un  dedo  de  la  mano 
fresco  y  aun  rojizo,  que  cuidadosamente 
guardaron  como  preciosa  relíquia.  Caería 
de  su  lugar,  sin  duda,  por  efecto  de  un 
sablazo;  que  según  persona  fidedigna, 
testigo  ocular,  hubo  un  barbero  que,  des- 
pues  del  degüello,  lavó  públicamente  y 
con  satànica  jactancia  en  la  fuente  de 
Jesús,  no  mu3'  distante  de  su  casa,  su 
sable  tefiido  en  sangre. 

Pasados  muchos  anos,  tratóse  de  abrir 
nuevamente  al  cuito  el  templo  de  San 
Francisco.  Al  derríbar  los  tabiques  de  las 
puertas  se  halló  que  todo  el  enladrillado 
había  sído  levantado  en  aquella  estancia 
de  ruína  y  desolación;  cuyo  aspecto  pre- 
sentaba  solo  paredes  ennegrecidas  y  cal- 
cinadas  por  el  incendio,  cenizas,  maderas 
carbonizadas,  montones  de  escombros  y 
podredumbre,  inmensas  telaraiias,  y  el 
revolotear  de  murciélagos  y  buhos,  que 
despavorídos  huian  por  los  boquerones 
de  las  desvencijadas  ventanas.  La  seiïora 
Antònia  Fargas,  antigua  devota  de  la 
casa,  vencida  la  pena  de  la  desolación 
por  el  amor  a  tan  frecuentada  iglesia, 
entro  en  ella;  y  a  poco  que  revolvíó  un 
montón  de  escombros,  díó  con  un  brazo 
humano,  después  de  tantos  afios,  perfec- 


(i)     Lo  copio  de  la  copia  existcntc  en  el  Archi- 
vo  .Municipal  de  Reus.  .\rmario  de  comunicacio- 

nes.  Lesajo  30. 


MAIAX/A     llfï    FKAII.i;; 


EN'    KKLS 


155 


tamente  conservado.  Ocultólo  piadosa- 
mente  en  su  delantal,  y  llevólo  al  pàrroco 
para  el  decente  depósito  (1). 

Cuando  a  los  veinte  anos  de  la  destruc- 
ción  se  arrancaren  de  la  pared  los  últi- 
mos  restos  del  órgano,  hallóse  en  un 
agujero,  ocultado  por  los  escombres  del 
incendio,  un  esqueleto  humano,  cubierto 
de  un  habito  carcomido  del  polvo  y  los 
gusanos.  Fué  del  organista  Blanch  (2). 

Los  cadaveres  de  los  religiosos  asesi- 
nades  en  el  convento,  entrades  ya  en 
descomposición,  fueron  enterrades  en  la 
sepultura  del  llano  de  la  iglesia,  situada 
al  pie  de  las  gradas,  que  dan  acceso  al 
presbiterio.  Los  peces  y  venerandes  hue- 
sos  que  resistieron  en  el  coro  al  voraz 
elemento,  recogidos,  después  de  cinco 
anos  del  degüello,  fueron  juntados  a  los 
de  sus  hermanos  de  religión  y  de  desgra- 
cia en  la  misma  tumba;  en  la  que  se  colo- 
có  igualmente  el  esqueleto  de  Blanch  (3). 
jRcqitiescaitt  in  pacc! 

Mas  si  la  tradición  pudo  indicarnos  el 
lugar  donde  esperan  el  final  ajuste  de 
cuentas,  las  llustres  victimas  del  dia  de 
Santa  Magdalena,  y  pude  per  fidedignes 
testigos  conocer  su  asesinate;  inútilmente 
tanteé  prebarlo  por  documentes  auténfi- 
cos;  pues  ni  en  los  libros  parroquiales  de 
óbitos,  que  en  lo  referente  a  julio  de  1835 
registre  per  mis  pròpies  ojos,  ni  en  los 
del  hospital,  hallé  partida  alguna  de  óbito 
de  ningún  fraile;  al  paso  que  el  primero 
no  omitió  la  de  Rafael  Cuchí  y  Sans, 
muerto  en  su  casa  de  un  balazo  en  aque- 
lla noche,  según  en  su  lugar  noté.  iPe- 
bres  frailes,  ni  aun  su  defunción  consta 
entre  la  de  los  demas  hombres! 

Para  la  restauración  del  templo  nom- 
bróse  una  junta  presidida  por  el  senor 
Arzebispo,  la  que  en  el  dia  de  San  Fran- 
cisco,  4  de  octubre,  de  1840  inauguro  las 
obras;  y  en  el  26  de  junio  de  1854  abrió  la 


(i)     .Me  In  conló  ella  misma. 
{::)     Se  ve  que  cl  incendio  oculti'i  el  eacUiver. 
(;)     Carta  del  !-".  I).  Jercmimn  .Mnrfradcs  de  15 
de  iunio  de  iSSd. 


iglesia  al  cuito  divino  (4).  El  antigue 
retablo  de  los  Dolores  del  convento  de 
San  Juan  pasó  a  San  Francisco.  V^enéra- 
se  también  allí  la  imagen  de  la  Virgen 
de  la  Esperanza,  que  ya  antes  del  incen- 
dio poseía  esta  iglesia.  Salvóla  de  las 
llamas,  lo  misme  que  a  etras  cosas,  la 
ya  mentada  Maria  Tristany  de  Sans, 
quien  con  valor  superior  a  su  sexe,  en  les 
momentos  del  ataque,  entro  denodada- 
mente  en  el  temple,  y  cargó  con  ella;  de 
mode  que  uno  de  los  amotinades  contaba 
después  con  extraiieza  que,  habiendo  vis- 
to  la  imagen  en  su  escaparate  cuando 
por  vez  primera  pasó  junto  a  ella,  noto 
en  la  segunda  que  ya.  ne  estaba.  Escapo 
también  a  las  llamas  el  Ecce  Homo  y 
algunes  otros  santes,  bien  que  ignoro  si 
hoy  ocupan  sus  primitives  lugares. 

En  la  obra  empleàronse  170,000  reales. 
Varias  personas  devotas,  i:>articularmen- 
te  las  familias  que  poseían  sepulturas  en 
la  iglesia,  però  en  mode  muy  especial  el 
Sr.  Arzebispo,  proporcionaren  estàs  can- 
tiüades  (5). 

En  la  restauración  la  iglesia  ha  su- 
frido  algunes  cambios,  ya  que,  dejado 
aparte  el  magnifico  decorado  de  antes, 
hoy  allí  completamente  desconocido,  el 
coro  no  existe,  el  órgano  se  halla  fronte- 
rizo  al  punto  que  antes  ocuparà,  el 
triforimn  o  tribunas  ha  sido  tapiade,  y 
la  sacristía,  a  lo  menes  cuando  la  visité, 
mostraba  solo  exiguas  senales  de  restau- 
ración. Debemes,  sin  embargo,  gracias 
al  Senor,  que  aquellas  paredes  continuen 
en  pie,  y  dedicadas  a  su  cuito. 

Juzgo  opertuno  esle  lugar  para  am- 
pliar les  dates  dades  en  mi  primera  obra 
sobre  las  dimensiones  de  este  templo, 
diciendo  que  en  su  interior,  desde  la 
cara  interior  de  la  fachada,  descontado 
el  atrie,  hasta  el  fondo  del  presbiterio, 
mide  72  pasos  regulares,  que  vienen  a 


(4)     Carta  del  P.  D.  Jer 
de  iulio  de  1880. 

(í)     Aiiates  liistóricos  de  liciií. 
nina  -17.1. 


nimn   .Wcirgadeí   de   í 
dición.  pà- 


l•.]<Ci.KO.  l.Al'l 


ser  unos  48  metros.  La  anchura  de  la 
nave  es  14  pasos,  o  sea  unos  9'50  metros. 
La  profundidad  de  las  capillas  de  cada 
lado  diez  pasos,  o  sea  6'70  metros. 

En  1856  este  templo  fué  declarado  igle- 
sia  castrense,  y  desde  1865  elevada  a 
parròquia  anexa  a  la  de  San  Pedró,  ha- 
biéndose  efectuado  su  inauguración  en 
1."  de  agosto  (1).  En  los  trastornes  políti- 
cos  de  los  anos  próximamente  posteriores 
a  la  revolución  de  lSb8,  esta  iglesia  fué 
cerrada  al  cuito  dos  veces,  y  finalmente 
restituïda  a  él  en  la  primavera  de  1876  (2). 
Hoy  continiia  parròquia. 

Al  convento,  algunos  anos  después  del 
incendio,  a  ruego  del  diputado  a  Cortes, 
hijo  de  Reus,  don  Juan  Gener  y  Solanes, 
cedido  por  el  Gobierno  para  instrucción 
pública,  se  trasladaron  en  1844  las  es- 
cuelas  públicas.  En  el  siguiente  ano  algu- 
nos jóvenes  abrieron  en  aquel  lugar  un 
curso  de  Filosofia.  Los  PP.  Escolapios, 
por  cesión  del  Municipio,  establecieron 
allí  un  colegio  de  1."  y  2.''  ensenanza,  en 
septiembre  de  1858,  de  donde  la  revolución 
de  igual  mes,  diez  afios  después,  les  ex- 
pulso (3).  Tuvo  mas  tarde  este  edificio  un 
Instituto  de  2.'^  ensenanza;  y  después  el 
convento  ha  sido  destinado,  parte  al  ulti- 
mo objeto  citado,  y  parte  a  Audiència  de 
Justícia.  El  Instituto  no  ha  hecho  varia- 
ciones  notables  en  el  edificio-convento, 
mientras  la  Audiència,  por  el  contrario, 
ha  variado  la  distribución  interior,  derri- 
bando  tabiques  (4). 

El  gran  patio  de  la  cocina,  mina  y  de 
otras  dependencias,  hàllase  hoy  conver- 
tido  en  una  desahogada  plaza  adornada 
de  arboles,  al  Poniente  del  Convento.  La 


(i)  Aiialcs  liistóricos  de  Reus.  2."  edición,  pa- 
gina 481. 

(j)  Revista, franciscana,  números  de  septiem- 
bre de  1873,  pàg.  305;  de  marzo  de  187^.  pàg.  81: 
de  marzo  de  1875,  pàg.  83:  y  de  mayo  de  1870. 
pàg.  143. 

(3)  Aiiales  liistóricos  de  Rens.  2.'  edición.  pà- 
ginas  479  y  481. 

(4)  Así  se  me  diio  en  Reus  a  14  de  junio  de 
1894. 


huerta,  que  se  extendía  al  Sud  del  edifi- 
cio, fué  vendida  por  el  Estado,  por  escri- 
tura  ante  don  Joaquín  Fàbregas  y  Capu- 
to,  notario  de  Hacienda  de  Tarragona,  a 
los  3  de  mayo  de  1844.  Reza  esta  escritu- 
ra  que  la  compro  Pedró  Olivella,  de  Reus; 
que  la  huerta  mida  1  Vm  jornales;  que 
goza  de  doce  horas  diariasde  agua,  «que 
»emanan  de  la  mma  y  balsa  de  dicho 
>'huerto»;  que  linda  por  N.  con  el  Con- 
vento, por  S.  y  E.  con  tierras  de  los  here- 
deros  de  don  José  de  Gavaldà,  y  por  O. 
con  el  corredor  de  San  Francisco;  que  el 
precio  fué  191,003  reales,  iguales  a  9,550 
duros  3  reales;  de  los  que  el  comprador 
en  Tarragona  a  los  30  de  diciembrede  1843 
pago  el  quinto  con  inscripciones  del  gran 
libro  del  5  por  100  y  otras  del  4  (5). 

Posteriormente  esta  huerta  ha  desapa- 
recido  bajo  una  calle  y  varias  casas'(6). 
Excusado  es  decir  si  en  esto  el  compra 
dor  o  sus  sucesores  lucrarian  algo. 


ARTICULO  SECUNDO 

CONVENTO  DE  CARMELITAS  DESCALZOS 
DE  SAN  JUAN  BAUTISTA 

En  ninguna  parte  hallé  la  lista  de  los 
religiosos  que  formaban  en  sus  postreros 
días  la  Comunidad  Carmelita  de  Sanjuan 
de  Reus;  y  así,  para  en  lo  posible  suplir 
esta  falta,  reuno  a  seguida  en  un  haz  los 
nombres  de  aquellos  que  en  los  diferen- 
tes  documentos  y  relaciones  orales  me 
fueron  mentados. 


R.  Padre  José  de  Santo  Tomàs,  de  apelli- 
do  Gual,  Prior,  hijo  de  Reus,  quien  na- 
ció en  21  de  noviembre  de  1778,  e  hizo 
sus  primeros  votos  en  20  de  diciembre 
de  1795. 

R.  Padre  Diego. 


(5)     Fol.  368  del  prolocoio. 
(ó)     Aiiales  liistóricos  de  Reus. 
P'ifc'-  479- 


—  2.'  edición. 


MATAXVA    DE    IRAlí.ES    EN    TIRI 


157 


R.  Padre  Andrés  de  Jesús  Man'a,  de  ape- 
llidos  Pujol  3'  Homs,  hijo  de  Centellas, 
quien  emitió  sus  primeros  votos  a  los 
16  anos  de  su  edad  en  2S  de  octubre  de 
1767.  Había  sido  General  de  la  Orden. 

R.  Padre  Pablo  de  Santo  Tomàs,  de  ape- 
llido  Torner,  Lector  de  Filosofia. 

R.  Padre  Francisco  de  San  Roman,  de  72 
aiïos  de  edad  y  58  de  religión,  natural 
de  Cervera,  Presidente  de  las  confe- 
rencias  de  Moral. 

R.  Padre  Pablo  del  Monte  Carmelo,  de 
apellido  Montsen}',  hijo  de  Solivella. 
Nació,  en  29  de  marzo  de  1763,  y  dijo  sus 
primeros  votos  en  6  de  septiembre  de 
1791. 

R.  Padre  José  de  Santa  Catalina,  de  ape- 
llido Énguera,  hijo  de  Las  Borjas  del 
Campo,  el  cual  a  los  22  anos  de  su  edad 
emitió  sus  primeros  votos  en  15  de 
diciembre  de  1788,  Sacristàn  Mayor. 

R.  Padre  Manuel  de  Santa  Ana,  Epacti- 
ilero  de  Espafia. 


Fr.  Lorenzo  de  los  Dolores,  de  apellido 
Guiamet,  hijo  de  Poboleda,  quien  pro- 
fesó,  o  sea  hizo  sus  piimeros  votos,  a  20 
de  septiembre  de  1830. 

Fr.  Hipólito  de  San  Agustín,  de  apellido 
Pellicer,  hijo  de  Arefis  de  Ai^agón,  que 
hizo  sus  primeros  votos  en  4  de  octubre 
de  1830. 

Fr.  Francisco  de  San  P^ernando,  de  ape- 
llido FernAndez,  hijo  de  Masroyo,  que 
emitió  sus  primeros  votos  en  7  de  no- 
viembre  de  1830. 

Fr.  José  de  San  Miguel,  de  apellido  Mun- 
té,  natural  de  Alforja,  que  pronuncio 
sus  primeros  votos  en  19  de  diciembre 
de  1830. 

Fr.  Miguel  de  San  Joaquín,  de  apellido 
Xolla,  hijo  de  Alforja,  quien  hizo  sus 
primeros  votos  en  19  de  diciembre  de 
1830. 

Fr.  Baltasar  de  la  Concepción,  de  apelli- 
do Torroja,  hijo  de  Barcelona,  que  emi- 
tió sus  primeros  votos  en  19  de  febrero 
de  1832. 


Fr.  José  de  la  Madre  de  Dios,  de  apellido 
Pros,  hijo  de  Ascó,  que  pronuncio  sus 
primeros  votos  en  18  de  septiembre  de 
1832  V  había  nacido  en  24  de  abril  de 
isil.' 

Fr.  Andrés  de  San  Juan  Bautista,  de  ape- 
llido Giner,  hijo  de  Cabra,  que  profesó 
con  sus  primeros  votos  en  11  de  abril  de 
1831. 

Fr.  Francisco  de  Santa  Gertrudis,  de  ape- 
llido Sotorra,  natural  de  Reus,  y  profe- 
sado  de  primeros  votos  en  19  de  octu- 
bre de  1831 . 

Fr.  Joaquín  del  Carmelo,  de  apellido 
Llevaria,  natural  de  Poboleda,  que  emi- 
tió sus  primeros  votos  en  21  de  septiem- 
bre de  1831. 

Fr.  José  de  San  Jaime,  de  apellido  Palou, 
hijo  de  Manlleu,  nacido  en  14  de  enero 
de  1809,  y  profeso  de  primeros  votos  en 
22  de  noviembre  de  1832. 

Fr.  Juan  de  San  Luis  Gonzaga,  de  ape- 
llido Serra,  hijo  de  Lérida,  nacido  en 
12  de  diciembre  de  1815,  y  profeso  de 
primeros  votos  en  4  de  octubre  de 
1832. 

Fr.  Juan  de  San  Agustín,  de  apellido  Do- 
mingo, natural  de  Cornudella,  nacido 
en  18  de  diciembre  de  1816,  y  profeso 
de  primeros  votos  en  4  de  enero  de 
1833. 

Fr.  José  de  San  Elías,  de  apellido  Cid, 
hijo  de  Tortosa,  que  emitió  sus  prime- 
ros votos  en  4  de  octubre  de  1S30. 

Fr.  Cosme  de  Jesús  Maria,  de  apellido 
Esponellà,  hijo  de  San  Miguel  de  Flu- 
vià, quien  hizo  su  primera  profesión  en 
14  de  enero  de  1831,  siendo  ya  presbí- 
tero  en  1835. 

Fr.  Salvador  de  Santa  Paula,  de  apellido 
Bertran,  hijo  de  Reus,  quien  pronuncio 
sus  primeros  votos  en  24  de  noviembre 
de  1831. 

Fr.  Juan  de  Jesús,  Maria,  José,  de  apelli- 
do Casas,  natural  de  Reus,  quien  hizo 
su  primera  profesión  en  19  de  febrero 
de  1832. 

Fr.  José  de  San  Luis  Gonzaga,  de  apelli- 
do Garrocet,  hijo  de  Barcelona,  quien 
emitió  sus  primeros    votos  en  22  de 


IÓ8 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    CUAUTO 


noviembre  de  1832.   En    1835  era  d\A- 
cono  (1). 


Fr.  Juan  de  Jesús   Maria,  hijo  de  Pobo- 
leda, Cocinero. 
Fr.  Ramon. 
Fr.  José. 
Fr.  Antonio. 

Los  carmelitas  descalzos  de  Reus  no 
participaban  menos  del  temor  que  los 
franciscos  en  1835,  y  esto  a  pesar  de  que 
parecía  que  el  odio  de  los  revoluciona- 
rios  no  llef^aba  en  contra  de  ellos  al  punto 
quecontralos  franciscanes.  Nodebian em- 
però masones  y  carbonarios  parar  mien- 
tes  en  pequenas  gradaciones  de  mala 
voluntad;  y  así  bajo  un  mismo  punal 
habían  de  caer  todos  los  que  vistiesen  el 
habito  o  librea  de  Cristo,  fuese  cual  fuese 
su  forma  o  color.  Lo  comprendieron  los 
carmelitas,  quienes  hacía  dos  meses  antes 
de  su  desgracia  que  noche  y  dia  velaban. 
«Ordeno  el  Padre  Prior  que  los  hermanos 
>  legos  de  dos  en  dos,  por  turno,  velasen 
»de  noche  en  las  ventanas  que  daban  A  la 
»calle»  (2). 

En  el  fatal  dia,  al  modo  que  el  Guar- 
diAn  francisco,  el  Prior  carmelita  visito. 
acompanado  de  otro  fraile,  al  mentado 
Alcalde  Mayor  Don  José  Maria  Monte- 
mayor;  quien,  como  a  los  franciscos,  pro- 
curo tranquilizar  a  los  carmelitas,  afia- 


(i)  Los  nombres  de  los  coristas  los  saco  de 
un  cèlebre  memorial  que  inserté  en  mi  primera 
C'bra,  tomo  II.  pags.  159  y  160,  el  cual,  aunque 
carece  de  fecha,  se  ve  es  de  los  postreros  días,  y 
ademàs  de  algunes  de  ellos  me  consta  que  el  11^55 
estaban  en  Reus,  de  dnnde.  formando  todos  curso, 
deduzco  estarian  los  demàs.  Las  fechas  de  las 
profesiones  }'  demàs  circunstancias  personales  las 
tomo  de  los  libros  de  profesiones  de  la  casa,  guar- 
dados  hoy  en  la  sala  de  manuscritos  de  la  Biblio- 
teca provincial  universitària  de  Barcelona.  Se 
titulan:  «Libro  UI  (el  otro  V)  de  la  recepcion  de 
los  S^ovicios  del  Noviciado  de  S.  Joseph  de  Bar- 
celona desde  el  aiio  ijjó..." 

12)  San  Juan  de  la  Cikz.  Revista  caimetitano- 
leresiana.  Ano  I,  pàg.  40. 


diéndoles  también  la  noticia  de  la  llegada 
de  la  tropa.  No  por  esto  falto  quien,  inte- 
resiíndose  en  favor  del  Prior,  deseaba 
que  pernoctase  en  casa  de  un  hermano 
suyo.  Dos  o  tres  frailes  se  habían  ya 
ausentado  del  cenobio.  Los  jóvenes  em- 
però fundaron  su  tranquilidad  en  la  pre- 
sencia del  Prior  en  la  casa;  y  éste  pernoc- 
to en  ella  para  encontrar  la  muerte  en  su 
puesto  como  buen  soldado  (3). 

A  la  hora  en  que  la  Comunidad  solia 
retirarse  a  las  celdas  para  entregarse  al 
descanso,  algunos,  no  sin  pena,  acostà- 
ronse;  mientras  otros  continu,íiban  en 
vela  paseando  por  la  casa  (4).  Oido  a  poco 
algun  disparo,  alarmaronse  los  frailes,  y 
corrieron  algunos  a  la  azotea,  la  que,  do- 
minando  todos  los  tejados  del  edificio, 
podia  facilmente  descubrir  la  causa  de  tal 
novedad.  Notaron  en  efecto  insólito  res- 
plandor  en  la  fachada  de  San  Francisco. 
Otros  desde  las  ventanas  del  piso  alto 
veían  el  humo  que  se  levantaba  de  aquel 
convento,  oían  los  disparos  y  hasta  el 
lastimero  y  acompasado  tanido  de  la 
campana.  Emperò,  pasado  largo  rato,  sin 
que  ningún  tumulto  se  agitase  en  las 
cercas  del  convento  carmelita  ni  en  su 
vecindario,  donde  por  todos  lados  domi- 
naba  profundo  silencio,  dejaron  la  azotea, 
sin  que  por  esto  la  calma  renaciera  en 
todos  los  animós.  Había  el  superior  levan- 
tado  a  los  jóvenes  la  observancia  del 
silencio,  y  dejado  en  libertad  de  retirarse 
segtin  reglamento  a  sus  celdas,  o  conti- 
nuar paseando  por  el  convento.  Optando 
la  mayor  parte  por  el  ultimo  y  prudente 
partido,  entretuviéronse  algunos  en  tomar 
anises  y  beber  agua,  mientras  otros  mon- 
taban  la  guardià  de  las  ventanas.  Rega- 
lada tranquilidad  respiraba  la  atmosfera 
en  tan  infausta  noche;  brillaba  en  su 
Ueno  con  luz  plàcida  la  luna;  y  era  talla 
quietud  y  paz  del  vecindario  en  aquellos 
barrios,   que   los  jóvenes  coristas  desde 


( ;)  Relaciíin  de  l•'ray  Juan  Casas  y  Bley,  co- 
rista, que  estaba  cntonces  en  el  convento,  hecha 
a  9  de  mayo  de  1S80. 

(-()     El  mismo  en  S  de  abril  de  1888. 


MArANV\     li 


159 


L'IS  ventanas  del  coro  oían  perfectamente 
el  murmurar  del  agua,  que  manaba  de 
las  fuentes  públicas  de  la  plaza  de  las 
Monjas,  hoy  plaza  de  Prim,  que  bien  dis- 
laba  de  ellos  dos  cíentos  pasos  (1). 

Sonado  habian  las  doce  cuando  un  mo 
naguillo  de  San  Juan,  cuya  casa  abría 
ventanas  traseras  al  callejón  de  San 
Elías,  el  màs  próximo  al  convento,  y 
dominaban  su  huerta,  vió  desde  ellas 
pasar  tres  urbanos,  quienes  corrieron  a 
una  puerta  falsa  del  mismo  huerto,  situa- 
da en  la  calle  de  Aleixar  ('_')•  Como  estos, 
otros  quizà  custodiarían  las  demàs  sali- 
das  del  convento— colegio,  que  el  ataque 
de  los  amotinados  no  era  simulado,  cual 
hi  defensa  de  la  tropa;  y  si  esta  para  pro- 
teger  el  convento  de  San  Francisco,  al 
que  se  liegaba  por  mil  partes,  se  contentó 
con  guardar  algunas,  los  revoltosos,  para 
el  logro  desús  planes  en  Sanjuan,  habian, 
según  parece,  de  custodiarlas  todas.  Los 
lïnes  de  los  revoltosos  al  mandar  tales 
guardias  los  ignoro:  los  hechos  muestran 
que  los  amotinados,  o  preparaban  ya  el 
crimen,  o  pretendían  impedir  la  salida  de 
los  frailes,  o  que  de  algun  extrano  f uesen 
avisados. 

Casi  fronteriza  a  esta  puerta  excusada 
hallabase  la  morada  paterna  del  corista 
de  este  colegio  Fray  Juan  Casas.  Antes 
del  ataque  a  él,  un  mozo  de  la  familia,  el 
cual  habitaba  en  las  cercanias  de  San 
Francisco,  corrió  a  San  Juan  para  avisar 
al  corista  hijo  de  sus  amos;  mas  encon 
tro  ya  ocupada  la  avenida,  y  se  le  impi 
dió  el  paso.  Por  otra  parte,  cuando  al 
principio  del  ataque  al  convento  el  her- 
mano  lego  Fray  Antonio,  quien  por  justa 
prevención  no  durmió  ya  en  la  casa,  que- 
dàndose  en  la  huerta,  salto  las  tapias  de 
ósta  y  huyó,  se  le  hicieron  algunos  dis- 
paros;  y  como  en  el  acto  dejara  caer  el 


(i)  Kelacií'in  du  [''ray  Salvador Bei•lr;in,ci>ii>la. 
qUL'  L-n  las  circunstancias  descritas  se  hallaha  en 
cl  convento.  Me  la  hi/o  en  las  Borias  del  C'ampi 
a  los  I  5  de  junio  de  iSHó. 

(-')  .Me  lo  conti'l  el  mismo  nionaguilli>.  \n 
ochenlón.  en  i^  de  iunio  de  i8Sii. 


habito,  que  en  la  fuga  solo  debia  compro- 
meterle,  creyéronle  muerto  los  amoti- 
nados. 

Nuevo  y  grave  enigma  asalta  el  paso 
en  este  relato,  que  Toda  plantea  y  trata 
de  explicar  con  estàs  palabras:  '<Y  es 
»todavía  un  misterio  saber  a  quien  se 
«encomendó  aquella  gente  (los  carnie/ï- 
»tas)  para  permanecer  toda  la  noche  en 
»el  edificio  mirando  con  la  mayor  tran- 
»quilidad  como  ardia  San  Francisco.  El 
»P.  Domingo  fen  religión  era  Padrc 
>•>José)  Gual  esperó  demasiadamente  en 
«las  autoridades,  y  creyó  que  el  odio  de 
»los  sublevados  se  dirigia  exclusivamente 
»contra  los  frailes  franciscos*  (3). 

El  corista  Fray  Salvador  Bertran,  otro 
de  los  que  en  momentos  tan  criticos  habi- 
taba este  convento,  al  proponerle  yo  tal 
dificultad,  busco  la  solución  en  los  térmi- 
nos  siguientes:  'iV .  no  debe  admirarse  de 
»la  candidez  de  los  religiosos:  los  viejos  o 
»ancianos  no  tenfan  experiència,  y  los 
«jóvenes  no  estaban  acostumbrados  à 
»quebrantar  la  clausura.  Lo  que  es  de 
»admirar  es  que  no  fuimos  avisados  'Jg- 
í>iioraba  lo  que  vió  el  mouacillo)  de  nin- 
»guno:  todo  el  mundo  estaba  quieto  en 
»sus  casas,  y  como  la  revolución  se  agi- 
»taba  lejos  de  nuestro  convento,  muchos 
»de  nuestros  vecinos  ni  tampoco  tuvieron 
j noticia  de  ella>^  (4). 

jPobres  frailes!  jCual  inocentes  ovejas 
ducrmen  unos,  y  otros  beben  agua,  den- 
tro  de  su  redil,  cuyas  cercas  hace  infran- 
queables  la  timorata  conciencia;  mientras 
algunos  lobos  guardan  alevosamente  la 
presa,  esperando  la  llegada  del  resto  de  la 
manada,  a  la  que  mentidos  pastores  dejan 
en  libertad  para  devorar  a  su  talante! 

;Cual  pudo  ser,  pues,  la  causa  de  tan 
perjudicial  inacción  de  los  frailes?  ;Qué 
pensamientos  revolverían  estos  en  sus 
animós?  cQué  consideraciones  en  favor  de 
la  quietud  tanto  pesaron?  Por  el  decidido 
amor  que  a  la  verdad  en  todo  profeso, 


( í)  Li  Uiislració  CiïtaL•ii.i,  tomo  V.  p;i^.  i8o. 
(-l)  Caria  que  me  cscribió  poco  anies  do  mo- 
ir.  en  iunio  de  i88o. 


160 


LICRO    TEI^CEBO.  —  CAPITULO    CIAKIO 


debo  confesar  paladinamente  que,  a  pesar 
de  las  exquisitas  diligencias  que  para  sol- 
ventar  tales  dificultades  he  practicado; 
que,  a  pesar  de  haber  una  y  otra  vez  inte- 
rrogado  a  Fray  Casas,  uno  de  los  f  railes  a 
la  sazón  allí  encerrados,  a  pesar  de  haber 
corrido  a  las  Borjas  del  Campo  con  el  fin 
de  preguntar  al  mentado  Fra}-  Bertran, 
no  logré  dar  con  una  explicación  que 
cumplidamente  satisfaga.  Sin  embargo, 
atendiendo  a  lasnoticias  de  Fray  Casas, 
parece  que  la  causa  de  tan  rara  inacción 
f  ué  el  temor  a  mayores  males  en  la  huida 
que  en  quedarse.  En  julio  de  1835  ya  en 
Cataluna  la  guerra  civil  ardía  por  todos 
lados;  y  Reus,  población  no  muy  valiente, 
però  sí  muy  acalorada,  tomaba  tanto 
partido  en  la  lucha,  que  se  había  fortifi- 
cado.  El  convento  de  Carmelitas,  según 
en  otra  obra  indiqué,  ocupaba  un  angulo 
de  la  población,  y  por  lo  mismo  su  huerta 
confinaba  con  la  muralla,  de  tal  modo  que 
en  su  cerca  habíase  levantado  un  torreón 
artillado;  y  si  bien  en  julio  la  pieza  de 
artilleria  fué  retirada,  en  una  puerta  del 
recinto  exterior,  muy  cercana  a  dicha 
huerta,  montaba  la  guardià  una  partida 
de  urbanos,  o  de  otra  fuerza  semejanle. 
Esta,  por  la  razón  de  la  defensa,  guarda- 
ba  en  su  poder  las  llaves  de  la  huerta, 
desuerte  que  los  carmelitas  vivían  opri- 
midos  entre  las  garras  de  sus  enemigos. 
Temerían  salir  a  la  huerta  en  aquella 
aciaga  noche  por  no  topar  allí  con  los 
nacionales,  y  mucho  mas  huir  por  las 
puertas  falsas  de  su  tapias,  espantades 
no  sin  razón  por  la  presencia  del  vecino 
cuerpo  de  guardià.  Así  me  lo  indicaba 
Fray  Casas.  Dominades  del  pavor,  ve- 
rían  mayor  exposición  en  la  huída  por  la 
puerta  principal  que  miraba  a  la  villa, 
que  el  miedo  agranda  las  dificultades  y 
sin  duda  les  presentaba  un  peligro  en 
cada  encrucijada  bajo  las  tinieblas  de 
aquella  noche  en  que  el  infierno  corria  a 
mansalva  por  calles  y  plazas. 

Por  otra  parte,  ;cómo  el  superior  pre- 
senta en  las  públicas  vías  treinta  frailes 
con  sus  hàbitos,  o  a  lo  menos  con  sus 
Cabezas  rasuradas? 


En  186S  me  hallaba  en  el  Seminario 
conciliar  de  Barcelona  en  posición  algo 
semejante.  Duranle  la  noche  del  29  de 
septiembre  pasamos  horas  muy  amargas 
sesenta  jóvenes,  corriendo  con  los  supe- 
riores jesuitas  de  una  a  otra  ventana, 
oyendo  los  gritos  de  los  revoluiMonarios 
triunfantes,  y  viendo  arder  en  distintes 
puntos  del  circuito  de  la  ciudad  varios 
edificios  cuya  naturaleza  ignoràbamos. 
Eran  los  fielatos  de  consumes.  Tedos  an- 
siAbamos  vernos  lejos  de  aquella  santa 
casa,  contra  la  cual  la  revolución  no 
poco  odio  guardaba  acumulado.  Però 
nuestros  prudentes  superiores  contenían 
el  inconsiderado  temor  de  los  alumnes, 
pensando  ser  imprudència  lanzar  a  la 
calle  en  tales  circunstancias  sesenta  hem- 
bres,  les  mas  con  corona  abierta  y  sin 
disfraz  acemodado.  Per  la  manana  la 
evasión  fué  fàcil. 

Que  una  notable  ignorància  del  peligro 
guiarà  en  su  quietismo  al  Prior  de  los 
Carmelitas  de  Reus,  bien  lo  desmienten 
las  circunstancias  antes  enumeradas:  me- 
ses había  que  el  convento  dia  y  noche 
velaba:  en  aquella  tardeel  superior  visito 
al  Alcalde:  algunes  Padres  pernoctaren 
fuera  de  casa;  habíase  levantado  el  silen- 
cio, y  en  fin,  la  vista  y  los  oides  daban  tes- 
timonio, en  el  ajeno  mal,  del  propio  peli- 
gro. Que  a  la  reselución  de  no  moverse 
contribuyeran  los  móviles  aducïdes  por 
ïeda  ne  lo  negaré,  pudiendo  el  Prior  fiar 
algo  en  el  dicho  de  Montemayor,  cuya 
habitación  se  hallaba  en  la  calle  de  San 
Juan,  y  ne  distante  del  convento  mas  de 
veinte  pases;  por  otra  parte,  pudo  recor- 
dar que  el  odio  de  les  revolucionaries  de 
Reus  dirigíase,  màs  que  en  contra  de  sus 
subordinades,  centra  de  les  francisces. 

Ni  tampoco  son  para  despreciadas  las 
razones  alegadas  por  Fray  Bertran,  ya 
que  la  tranquilidad  y  paz  de  les  barrios 
de  San  Juan  eran  tales  que  las  familias 
de  dos  coristas  del  convento,  que  habita- 
ban  casas  a  él  centiguas,  nada  supieron 
ni  notaren  hasta  elataque  de  este  edificio: 
circunstancia  que  permitió  al  Prior  pen- 
sar que,   agitàndose  aquella  asonada  en 


MATAN/ A    DR    rRAILES    EN    REUS 


161 


lufjar  lejano,  era  dable  esperar  que  en  tal 
noche  no  llegarà  hasta  su  casa.  Tales 
conjeturas  emparo  no  satisfacen  por  com- 
pleto, que  cuando  el  temor  es  mucho  y  el 
peligro  amenaza  mu}'  cercano,  huéllanse 
otros  temores;  se  cortan,  no  se  resuelven, 
las  dificultades;  se  pisan  las  brasas,  se 
cru/.an  los  ríos  sobre  dèbil  cana,  se  esca- 
lan  elevados  muros,  y  entre  teas,  puiíales 
y  peligros  de  todas  clases  no  pocos  se 
salvan.  Harta  ocasión  para  comprobar 
estàs  verdades  hemos  de  hallar  en  el  dis- 
curso  de  la  presente  historia  en  otras 
partes.  Concluyamos,  pues,  de  una  ve/, 
esta  digresión  sentando  que  al  enigma  no 
le  hallo  solucion  completa,  bien  que  mu- 
cho lo  explica  el  temor  de  peores  males. 
A  eso  de  las  dos  de  la  madrugada,  los 
amotinados  abandonaron  a  San  Francis- 
co.  Adelantabase  la  hora,  y  las  tinieblas, 
encubridoras  de  los  grandes  crímenes, 
rorrian  a  su  ocaso.  Los  decididos  héroes 
de  aquella  noche,  que  a  su  obscuridad 
supieron  clavar  alevosos  puíiales  en  pe- 
chos  indefensos  de  pobres  frailes,  no 
podían,  sin  duda,  resistir  a  la  claridad 
del  dia;  y  así  hallandose,  como  se  halla- 
ban,  en  el  esplendoroso  mes  de  julio, 
cuyas  noches  corren  como  rayos,  debie- 
ron  apresurarse  para  completar  su  ho- 
rrorosa hazana.  A  su  salida  de  San  Fran- 
cisco  paróse  uno  en  la  puerta,  y  viendo 
que  el  tiempo  apremiaba,  y  que  algunos 
de  sus  camaradas,  atraidos  sin  duda  por 
el  amor  a  lo  ajeno,  entreteníanse  en  el 
interior  de  la  casa,  prorrumpió  en  des- 
tempiadas  voces  y  soeces  palabras  para 
arrancarlos  cuanto  antes.  Partióse  en- 
tonces  la  manada,  si  toda  manchada  en 
sangre,  no  toda  harta;  pues  mientras  los 
m.•'is  se  retiraron  a  sus  madrigueras,  para 
ocultar  allí  el  botin,  y  lavar,  ya  que  no 
el  negro  corazón,  al  menos  las  ensan- 
grcntadas  manos,  otros  continuaren  la 
ejecución  del  plan  para  acabar  en  aque- 
lla noche  con  los  frailes,  y  tranquilamen- 
te  enderezaron  sus  pasos  al  convento  de 
San  Juan. 

Si  ante  los  ojos  del  Gobernador  y  del 
Comandante,  y  pasando  entre  qiiïcit  vi- 


ves y  centinelas  y  a  presencia  de  los  sol- 
dades, pudieron  llegar  a  San  Francisco, 
y  quemar  las  puertas,  y  entrar  en  la  casa 
sin  que  nadie  se  opusiera,  no  habian  de 
hallar  ahora  inesperades  obstaculos  que 
les  arredraran,  ni  aun  habiendo  mengua- 
do  en  mucho  el  número  de  los  agresores. 
Llegaren,  pues,  sin  el  menor  sobresalto 
a  San  Juan,  y  entraronse  en  la  plazuela 
de  ante  su  fachada. 

Los  pebres  ceristas,  que,  si  bien  temé- 
resos,  algo  confiades,  al  tiempo  que  vigi- 
laban  temaban  el  fresce  en  las  ventanas 
del  coro,  que  dominaban  en  toda  su  lon- 
gitud la  calle  de  San  Juan,  repentina- 
mente  hehironse  de  espanto  al  ver  el 
grupo  que  hacia  ellos  caminaba.  Ciegos 
por  el  miede,  corrieron  al  coro  de  los 
Dolores,  desde  el  coro  grande,  por  un 
paso  directe  que  unia  a  ambos;  3'  de 
aquí  subieron  a  la  bóveda  de  la  misma 
capilla  de  les  Dolores,  escondrije  que  ya 
de  antemano  habíanse  preparado,  atan- 
do  para  la  subida  en  un  fuerte  clavo  del 
interior  de  la  estancia  una  cuerda  que 
por  la  boca  colgase  hasta  el  suelo.  Reti- 
ràronse  entre  pelvo  y  telarafías  al  extre- 
mo opuesto  de  aquel  desvan,  al  punto 
que  cubría  el  camarín,  salvando  en  la 
travesia  algunas  dificultades;  perquè,  le- 
vantàndose  en  el  crucero  la  bóveda  para 
formar  una  como  cúpula,  estrechabase 
entre  ella  y  la  superior  techumbre  el 
paso,  hasta  exigir  que  les  fugitives  se 
arrastrasen  cual  lagartos.  Para  impedir 
el  acceso  de  los  amotinados  aeste  puerto 
de  salvación,  les  fi^ailes,  al  penetrar  en  la 
beca  de  él,  recogieron  la  cuerda  por  la 
que  habíanse  encaramade.  Emperò,  en 
la  precipitación  y  agobio  de  la  fuga,  ha- 
biéndose  uno  de  ellos  quitado  el  habito, 
dejólo  olvidado  al  pie  del  agujero,  dis- 
tracción  que  a  él  y  a  sus  hermanos  podia 
costar  harto  cara.  En  la  huida  a  las  bó- 
vedas  el  Padre  Lector  «cayó  desmayado, 
»mas  el  hermano  Fr.  José  de  San  Elías 
»le  condujo  con  gran  trabajo,  pues  habia 
»muy  mal  camino»  (1).    El  joven  Fray 


(i)     San  Juan  ./e  la  Cru:,  lu.ir.ir  cit. 


162 


LIBKO     JKKCEUO.  —  CAPITULO    CL  ARI 


Juan  Casas  corrió,  no  sin  peligio,  a  tocar 


'/^/>^F 


la  campana  en  demanda  de  auxilio;  iinú- 
til  prevención!,  que  quien,  debiendo  vigi- 
lar, dormia  ya  a  las  diez  de  la  noche,  y 
no  desperto  ni  por  la  campana,  ni  por  las 
descargas  de  San  Francisco,  ni  por  los 
gritos  de  la  plaza  Mayor,  no  debía  desve- 
larse  a  las  dos  de  la  madrugada  porque 
en  el  apartado  convento  de  San  Juan  se 
agitase  un  poco  la  campana.  Así  Fray 
Casas  llegó  el  postrero  a  la  bóveda  de 
los  Dolores,  donde  con  él  quedaban  reu- 
nidos  de  veintitrés  a  veinticinco  frai- 
les  (1),  uno  de  ellos  lego  y  dos  presbíte- 
ros,  llamados  estos  Padre  Pablo  de  Santo 
Tomàs,  de  apellido  Torner,  lector  de 
Filosofia,  y  Padre  Diego,  Subprior  (2): 
merced  a  los  cuales  pudieron  todos  con- 
fesarse,  lo  que  en  el  temor, 
que  les  oprimia,  de  una  muerte 
pronta,  efectuaren  acelerada- 
mente ,  practicando  solo  lo 
substancial  del  sacramento,  pues  para 
mas  dilaciones  no  daban  lugar  las  cir- 
cunstancias  (3). 

Los  demàs  frailes  corrieron  despavori- 
dos  por  distintos  lados,  que  el 
espanto,  si  a  veces  aviva  la 
inteligencia,  otras  la  obscurece 
casi  por  completo.  El  Prior 
Padre  Domingo  Gual,  o  sea 
José  de  Santo  Tomàs,  y  el 
Padre  Pablo  del  Carmelo  sa- 


lieron  a  un  tejado  que  se  extendía  a 
nivel  del  segundo  piso,  \'  allí  se  acurru- 
caron.  Un  hermano  lego,  llamado  Fray 
José,  se  salvo  metiéndose  en  unos  como 
nichos  que  entre  sus  vigas  y  el  techo  de 
las  celdas  formaba  el  tejado.  El  Padre 
Andrés  de  Jesús  Maria,  ex  general,  que 


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enfermo  yacía  en  cama,  no  pudo  mover- 
se  de  su  lugar.  Tampoco  el  Sacristàn 
Padre  José  de  Santa  Catalina,  entrado 


C-*^  éÇ:  <iV^  o^  tS 


«L 


CaÚ^a^f^^ 


ya  en  anos,  abandono  su  querida  celda. 
El  lego  Fray  Juan   de  Jesús  Maria,  coci- 


i^*~a^'^•  c/í>ayr/T0()  a•  cZïS'^  íy^^^^^/T  i^a^^y^rA. 


nero,  subióse  al  tejado  de  la  iglesia  prin- 
cipal. Otros,  como  el  presidente  de  las 
conferencias  de  Moral,  Padre  Francisco, 
y  los  coristas  Fray  Cosme,  presbítero, 


L-tV'. 


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C/Í^jj^  t/& 


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Ccutyy\.ao 


y  Fray  José  de  San  Luis,  diàcono, 
ofuscados  por  el  espanto,  en  aque- 
llos  apuros  no  supieron  qué  partido 
tomar,  y  quedaron  en  diversos  lu- 
gares  del  convento.  Finalmente,  los 


(i)  El  arliculi>la  de  S^th  /tia/i  de 
Ij  Cru:  dicc  Ireinla. 

(.;)  Relación  que  me  hizo  en  o  de 
mayo  de  1880  cl  mismo  corista  Fray 
Juan  Casas. 

(■\)     Relaciones   de  loï   corislas    de    la    bó\eda 
Frav  Casas  v  l'rav  Bertran,  va  citadas. 


^^^/   ^  í/-^ 


í^ 


yfUujIo       //^'7<íyí 


dos  mozos  del  Servicio  de  la  casa,  ya  en 
la  hora  de  acostarse,  repugnando  pernoc- 


MATANZA    DE    FKAILES    EN    RELS 


163 


tar  entre  las  paredes  del  convento,  refu- 
giaronse  en  la  noria  del  huerto,  y  en  el 
momento  del  peligro,  entràndose  por  la 
mina  del  agua,  escaparen,  yendo  a  salir 
al  molino  (1). 

Discordes  andan  los  testigos  sobre  el 
modo  y  lugar  por  donde  los  amotinados 
penetraron  en  el  edifïcio  de  San  Juan.  EI 
vecino  monaguillo  cree  que,  provistos  de 
las  escaleras  de  mano  con  las  que  los 
dependientes  del  municipio  encendían  los 
faroles  del  publico  alumbrado,  salvaron 
la  pared  que  separaba  de  cierto  patio 
situado  a  la  izquierda  de  la  plazuela,  al 
pie  del  edificio  convento,  esta  pequena 
plaza.  A  él  daban  las  ventanas  de  la 
escalera  mayor;  y  si  bien  a  la  del  piso 
bajo  la  protegia  robusta  reja  de  hierro, 
sirvieron  precisamente  sus  travesanos 
para  escalar  la  siguiente  y  entrar  por 
ella  en  la  gran  artèria  de  la  casa,  la 
escalera;  que  cuando  la  Autoridad  y  la 
fuerza  pública  no  velan,  inútiles  son  pa- 
redes, llaves  y  rejas.  Fray  Casas,  por  el 
contrario,  asegura  que,  al  llegar  frente 
al  convento,  los  amotinados  hicieron  una 
descarga,  con  la  que  diéronse  mutuo 
aviso  de  su  llegada  los  que  se  hallaban 
ante  la  puerta  principal,  y  los  que  ocupa- 
ban  la  parte  posterior  de  la  huerta.  Los 
primeros,  por  las  llamas,  abriéronse  paso 
en  la  puerta  llamada  de  los  carros,  en  la 
izquierda  mano  de  la  plaza,  mientras 
otros  saltaban  las  paredes  de  la  huerta; 
desde  donde  por  varios  puntos,  según 
cree,  però  especialmente  por  la  puerta 
llamada  del  horno,  lograron  penetrar 
en  el  interior  del  convento. 

Dominada  ya  la  dificultad  principal,  y 
duefios  de  la  casa,  alumbrandose  con  an- 
torchas,  recorriéronla  por  todos  lados.  Las 
puertas  cerradas  oponianse,  no  obstante, 
a  la  entrada  en  muchas  estancias;  mas, 
para  esto,  uno  de  ellos  llevaba  un  mazo 
de  hierro,  con  cuyo  auxilio,  y  mediante 
un  recio  golpe  en  cada  cerraja,  abríanse 
fiícilmente  todos  los  pasos.  Los  espanta- 
des vecinos,  que  acosados  de  la  curiosi- 


í  1  )     iíclación  cllacla  de  !■' 


luan  Casas. 


dad  y  del  afecto  a  los  frailes,  observaban 
tan  triste  escena  desde  las  rendijas  de 
sus  ventanas,  no  atinaban  en  la  causa 
de  los  desaforados  golpes,  que  como  sor- 
dos  disparos  sonaban  a  cada  instante  (2). 

La  primera  víctima  de  tan  ciega  como 
injusta  sana  fué  la  persona  mas  califica- 
da  del  colegio-convento,  el  ex  general  ya 
nombrado,  Padre  Andrés,  hombre  octo- 
genario,  y  en  todos  conceptos  respetable. 
En  su  pròpia  cama  recibió  dos  balas  en 
el  costado,  una  en  la  cadera  y  otra  en  el 
pecho,  y  para  que  màs  apareciera  la 
ràbia  de  los  verdugos,  aplicàronle  a  la 
b^ca  una  antorcha  encendida  (3) 

El  Padre  José  de  Santa  Catalina,  sa- 
cristàn,  al  oir  en  el  corredor  de  su  celda 
el  siniestro  tumulto,  acudió  a  la  puerta 
de  esta,  estribando  contra  eila  con  todas 
sus  menguadas  fuerzas  para  evitar  así 
que  fàcilmente  cediera;  mas  los  amotina- 
dos, de  un  disparo,  atravesaron  no  solo 
las  tablas  de  aquella,  sinó  el  cuerpo  del 
pobre  religioso,  cuya  sangre  fué  a  parar 
a  la  ventana  opuesta  (4). 

El  presidente  de  las  conferencias  de 
Moral,  Padre  Francisco,  y  los  coristas 
Fray  CosmeyFray  José,  que,  como  arri- 
ba indiqué,  no  siguieron  a  sus  compane- 
ros  a  la  bóveda  de  los  Dolores,  perecieron 
en  distintos  lugares.  El  cadàver  de  uno 
de  los  últimos  fué  hallado  en  el  fondo  del 
cubo  destinado  al  descenso  de  las  pesas 
del  reloj  (5). 

Cuando  ya  los  amotinados  pensaban 
retirarse,  en  el  corredor  del  segundo  piso, 
y  frente  a  la  Biblioteca,  repararon  en 
ciertas  puertas,  que  estimaron  ser  de  un 
armario.  Abrenlas  presurosos,  y  con  sor- 
presa vieron  ser  los  postigos  de  una  ven- 
tana que  por  encima  de  un  tejado  daba 
al  huerto.  «tCómo?,  exclama  uno,  óyense 
»quejidos».  Alarga  la  antorcha  sobre  el 


(2)  El  monaguillo  vccinn  arriba  Indicadü  nio 
lo  conto  oido  por  cl  misnio. 

(i)  Relaciones  de!  monaguillo.  de  fray  Casas 
y  de  l'ray  Bertran. 

(_()     Relaciones  del  ni•inaj;uill•i  y  de  fray  Casas. 

(í)     Rclacii'>n  del  miMiaf^ullio. 


164 


I.IIJRO    TERCERO. CAPITULO    CUARH 


tejado,  y  a  su  resplandor  descubre  a  dos 
religiosos  allí  tiernamente  abrazados,  el 
Padre  Prior  y  el  Padre  Pablo  del  Carme- 
lo.  En  el  mismo  lugar.conel  fusil,uno  los 
dejó  cadàveres,  que  al  dia  siguiente  el 
pueblo  desde  una  era  vecina,  Uamada  de 
Miró,  avidamente  observaba. 

Se  dijo  que  los  amotinados,  en  su  afàn 
de  matar  frailes,  al  recon-er  el  convento, 
no  olvidaron  la  bóveda  de  la  iglesia,  la 
que  por  cierto  agujero  comunicaba  con 
la  de  los  Dolores,  que  tan  buen  número 
de  jóvenes  religiosos  ocultaba:  rCómo  no 
penetraren  por  ella  los  que  tan  àvidos 
andaban  de  la  sangre  de  los  frailes?  «Mas 
»de  cuatro  veces,  dice  Toda  (1),  los  frai- 
>^les  (de  diclia  bóveda)  oyeron  con  espan- 
>  to  que  los  sublevados  llegaban  hasta  la 
«entrada  de  su  refugio,  y  otras  tantas 
»pudieron  respirar  al  ver  que  retiraban, 
»porque  una  corriente  de  aire  de  la  bóve- 
»da  apago  las  teas  que  les  servian  de 
»guía  en  aquellas  alturas,  à  las  que  à 
»buen  seguro  ninguno  de  ellos  había  en 
»tiempo  alguno  subido.  Esta  circunstan- 
>:'CÍa  ahorró  una  carniceria  que  hubiera 
»sido  horrible».  La  corriente  de  aire  fué, 
en  realidad,  según  parece,  el  medio  de 
que  se  valió  la  Divina  Providencia  para 
salvar  la  vida  a  los  veinte  y  tantos  frai- 
les que  fervorosamente  pedíanle  allí  au- 
xilio. Porque  ya  fuese  que  la  tea  se  apa- 
gase,  como  cuentan  Toda  y  otros,  ya  que 
la  corriente  de  aire  arrojase  la  llama  so- 
bre la  mano  del  amotinado  y  se  la  quema- 
se,  como  dice  alguno,  fué  el  viento  quien 
inutilizó  la  acción.  Porque  se  me  dijo  que 
uno  de  los  amotinados,  llamado  Pedró 
Garrit,  queriendo  por  un  ovalo  introdu- 
cir  la  antorcha  en  la  estancia  para  desde 
fuera  poderla  reconocer,  soplando  con- 
trario el  aire,  arrojó  la  descompuesta 
llama  sobre  la  mano  de  aquél  y  se  la 
quemó.  Tiro  Garrit  entonces  la  antorcha 
dentro  de  aquel  desvàn,  però  ni  vió  a 
nadie,  ni  prendió  el  tuego  que,  instru- 
mento de  la  Justícia  de  Dios,  dejó  fuerte 
quemadura  en  la  mano  cruel  del  amo- 

(i)     I!usli\Tció  calaliTihi,  lu.uar  cit. 


tinado,    quien    por    tres    meses   llevóla 
liada  (2). 

En  1850,  un  escritor  reusense  inauguro 
su  carrera  literària  publicando,  bajo  el 
seudónímo  de  Fray  Anastasio  Timora, 
doiiiiiiico  exclatístriido,  una  novelita  his- 
tòrica titulada  La  mancha  del  siglo  (3), 
cuya  trama  se  basa  en  el  crimen  que 
relato.  Place  al  animo  cristiano  el  lauda- 
ble  espíritu  del  autor,  en  todo  allí  favora- 
ble a  los  frailes;  al  paso  que  desagrada 
la  mezcla  de  la  novela,  que  impide  al 
lector  discernir  con  certeza  lo  hisiórico 
de  lo  inventado.  No  creo  que  siempre 
después  este  autor  perseverase  en  este 
espíritu  de  piedad,  pues,  como  diré  ade- 
lanle,  tradujo  màs  tarde  Los  sicte  peca- 
dos  capitales  del  pérfido  francès  Euge- 
nio  Sué.  En  la  pintura  de  lo  de  Reus,  a 
Jacobo,  uno  de  los  jefes  amotinados, 
hombre  de  genio  anómalo,  que  guia  a 
sus  companeros  a  San  Juan,  acompafla 
por  todos  lados  un  joven,  fingido  incen- 
diario,  según  el  novelista,  hermano  de 
un  carmelita,  quien,  al  mezclarse  con  los 
criminales,  no  intenta  destruir  y  matar, 
sirio  salvar  por  encargo  de  su  madre  a  su 
querido  hermano.  Según  el  autor,  llega- 
des ambos  con  la  turba  a  la  portezuela 
de  la  bóveda  de  los  Dolores,  el  primero 
la  abre  e  introduce  en  ella  la  antorcha  y 
la  cabeza.  «Y  en  efecto:  apenas  tiende  la 
»vista  por  la  opaca  bóveda,  ofrécese  a 
»sus  ojos  un  cuadro  tierno  y  admirable, 
»la  idea  de  cuya  destrucción  bastó  para 
«detener  la  mano  del  iluso.  Todos  los 
»coristas  y  novicios  del  Càrmen,  replega- 
»dos  en  uno  de  los  huecos  de  la  bóveda, 
»asomaban  à  una  las  cabezas  por  encima 
»de  aquellas,  dirigiendo  la  vista  al  cielo, 


(j)  Me  conto  este  hecho  de  Garrit  D.  P.  \\.. 
reusense,  y  anadiú  que  csto  se  supn  porque  des- 
pués el  mismo  Garrit  lo  contaba. 

(3)  La  mancha  del  siglo  o  las  victimas  reli- 
giosas.  Obra  escrita  por  Fr.  Anastasio  Timora 
f  dominica  e.xclaustrado)  y  dedicada  a  la  memò- 
ria del  venerable  predicador  franciscana  b'rai 
José  Balmes,  víctima  iltislre  del  siglo  XIX.  Gra- 
cia. Imprenta  de  Robcrlo  Torres,  írS'jo. 


DE    i  RAILES    EN    REI 


165 


xllorando  y  cruzadas  las  manos  en  ade- 
ï-man  suplicativo,  Apenas  Jacobo  divisó 
-aquel  encantador  é  inocente  grupo  de 
ïjóvenes,  cuando  por  un  impulso  acaso 
>de  compasión  espontànea,  hizo  el  ade 
> man  de  anojar  la  antorcha  que  Uevaba 
>en  uno  de  los  rincones  de  la  bóveda 
«Apagóse  de  este  modo  la  luz  y,  aprove 
»chando  la  favorable  casualidad  de  habei 
»ocupado  solo  el  espacio  de  la  portezue 

>  la,  por  la  que  sus  secuaces  no  habian 
'  podido   ver  a  las    victimas,  retrocedió 

>  Jacobo  enseguida,  entornando  tras  sí  la 
»puerta  y  diciendo  en  alta  voz:  Nadie... 

>  nadie!  Ni  un  fraile  hay  siquiera  en  todas 
>esas  bóvedas»  (1);  y  así  estos  se  salvan. 

Me  interesé  en  conocer  los  grados  de 
verdad  del  tal  relato,  que  siempre  cauti- 
van  la  compasión  y  la  caridad,  especial- 
mente  sobrenadando  por  encima  de  las 
negras  olas  de  injusticias  y  crueldades. 
A  este  fin,  3'  mediando  amigos,  llegué  a 
interrogar  al  mismo  don  Jaime  Llord, 
al  cua!  sospeché  se  aludía,  bien  que  entre 
libertades  novelescas,  en  Jacobo.  A  quien 
le  preguntaba  respondió  don  Jaime  que, 
siendo  él  enemigo  de  escenas  sangrien- 
tas,  tarde  ya  acudió  a  San  Francisco,  de 
modo  que  a  su  llegada  los  amotinados 
habian  abandonado  aquel  lugar:  que  en- 
caminóse  entonces  a  San  Juan,  donde, 
sin  que  pueda  precisar  por  qué  parajes 
pasó,  llego  a  la  bóveda  de  la  capilla  de 
los  Dolores;  que  allí,  viendo  a  los  frailes 
que  mutuamente  se  exhortaban  a  bien 
morir,  para  salvaries  exclamo:  «huyan 
Vdes.,  huyan> :  y  aquí  termino  su  rela- 
ción.  Un  conocido  letrado,  hijo  de  Reus, 
me  repitió  que  Llord  estuvo  en  la  bóveda 
de  los  Dolores,  y  que  al  topar  allí  con  las 
victimas  se  horrorizó,  de  modo  que,  al 
salir  de  ella,  como  diese  con  los  amotina- 
dos, los  desvio  del  lugar,  afirmandoles 
que  ningim  fraile  se  ocultaba  en  aquellos 
escondrijos.  Me  anadió:  «Llord  fué  libe- 
»ral  por  la  idea  revolucionaria,  mas  nun- 
»ca  se  despojó  de  su  buen  corazón». 

En  todo  juicio  ordenado,  cuando  con 

(1)     Pii-s.  I  M  y  i;í. 


veras  se  trata  de  inquirir  la  verdad,  de 
bese  oir  a  las  dos  partes  litigantes,  y 
sobre  ambos  dichos  el  justo  juez  ha  de 
fallar;  por  cuya  razón  trasladé  pronta- 
mente  estàs  noticias  al  corista  Fray 
Casas,  deseoso  de  que  me  atestiguara  si 
en  ellas  se  encerraba  la  verdad.  Nadie 
como  él,  que  conoció  y  trató  personal- 
mente  a  Llord,  y  fué  víctima  en  la  terri- 
ble escena,  podia  sobre  ella  arrojar  tanta 
luz.  Lastimosamente  opino  no  ser  verdad 
la  buena  acción  atribuida  a  Llord,  fun- 
dàndose  en  que  ninguna  memòria  guarda 
él  del  hecho;  y  en  que,  hallandose  los  co- 
ristas  en  el  punto  de  la  bóveda  opuesto  a 
la  entrada,  era  casi  imposible  fueran 
vistos  en  horasde  obscuridad.  El  parecer 
del  corista  Bertran  coincidió  por  comple 
to  con  el  anterior,  fundado  en  las  mismas 
razones  de  la  distancia  que  separaba  del 
lugar  donde  ellos  estaban  la  boca  de  la 
bóveda,  y  la  completa  obscuridad.  Sobre 
tan  opuestas  sentencias  dejamos  al  lector 
que  juzgue  y  forme  su  opinion,  mientras 
yo  me  atengo  al  verosímil  relato  de  Pedró 
Garrit. 

Las  tinieblas  y  la  no  exigua  extensión 
de  la  huerta,  con  los  almendros  que  la 
poblaban,  dificultaban  a  los  amotinados 
registraria  por  completo  para  inquirir  si 
en  ella  se  ocultaba  alguno  de  los  iner- 
mes a  quienes  tanto  odiaban.  No  les  sufrió 
la  ràbia  que  por  falta  de  actividad  un 
fraile  se  escaparà,  y  así,  para  escudriiïar- 
la  en  un  momento,  situaron  un  amotinado 
al  pie  de  cada  àrbol,  y  en  el  centro  levan 
taron  gran  hoguera  con  la  cual  toda  la 
huerta  quedo  iluminada.  I, os  vecinos, 
que,  asomados  a  las  ventanas,  seguian 
con  afan  el  curso  de  la  tragèdia,  temiendo 
por  la  pròpia  seguridad  al  ver  sus  casas 
y  personas  completamente  iluminadas, 
presurosamente  se  ocultaron  tras  los  pos- 
tigos  (2). 

El  odio  de  la  revolución  contra  el  con- 
vento  de  San  Juan,  aunque  en  apariencia 
inferior  al  dirigido  a  San  Francisco,  igua- 


(j)     .Me  lo  conli)  cl   vccino  monacilio.  que  luc 
uno  de  lo?  que  lo  vió  y  se  oculto. 


166 


LIURO    TERCERO.  —  CAPn'DI.O    C.UARTO 


làbale  en  la  realidad;  que  no  se  basaba 
en  fútiles  pretextos,  según  creen  càndi- 
des, como  largamente  luego  hemos  de 
examinar,  sinó  en  cruda  enemiga  a  los 
principios  y  virtudes  cristianas.  Por  esto 
en  los  Carmelitas  observaron  los  amoti- 
nados  el  mismo  orden  de  actos  y  método 
que  en  los  franciscos;  y  así,  asesinados 
cuantos  religiosos  se  pudieron  haber,  en- 
tregaron  el  templo  a  las  llamas,  empe- 
zando  por  el  retablo  mayor,  y  siguiendo 
luego  por  el  de  la  Comunión,  o  del  Car- 
melo  (1). 

La  Divina  Providencia  velaba  por  los 
pobres  coristasde  la  capilla  de  los  Dolo- 
res, pues  cerrada  la  verja  de  hierro  de  la 
entrada,  los  amotinados  la  abandonaron 
sin  pegarle  fuego.  La  luz  del  dia,  enemiga 
de  los  grandes  criminales,  y  que  a  mas 
andar  iba  entrando,  empujóles  hacia  la 
puerta  del  patio  o  de  los  carros,  por 
donde  salieron  del  sagrado  lugar  de  sus 
crueldades  para  ir  a  ocultar  su  botin  y  su 
vergüenza,  si  alguna  abrigaban,  en  los 
garitos  donde  sin  duda  moraban. 

Sí,  sí,  el  botin,  porque,  aun  cuando 
carezco  dedatosciertos  de  que  se  robarà, 
creo  no  equivocarme  suponiendo  que  de 
lugar  enriquecido  con  objetos  de  plata 
no  habían  ellos  de  salir  con  las  manos 
enteramente  vacías.  Ignoro  qué  fué  de 
los  vasos  sagrados,  ternos  y  demàs  alha- 
jas;  mas  estimo  racional  conjeturar  que 
quizà  algunos  perecerían  entre  las  llamas, 
y  otros  que  no  fueran  robados,  serian 
destinades,  restablecido  el  orden,  al  Ser- 
vicio de  alguna  iglesia,  ya  que  en  la 
parroquial  hasevisto  alguno  de  los  que 
fueron  de  San  Juan  (2).  Mas  radical  ïoda 
en  este  punto,  narrada  la  matanza  y  que- 
ma,  escribe  estàs  palabras:  «Al  dia  si- 
»guiente,  o  sea  23  de  julio,  cuando  ya  era 
»suíicientemente  tarde  para  corregir  el 
»mal,  apareció  la  Autoridad,  ordenando 


(i)     Relacií'm  cIl-I  mentado  monacillo. 

(2)  Relación  de  Fr.  Salvador  Bertran.  Fray 
Casas  me  dijo  que  cl  vino  fué  derramado  y  que 
l'tros  objetos  sulrieron  el  saqueo,  però  no  fijó  si 
en  el  momento  del  incendio  o  después. 


«que  los  conventos  fuesen  custodiades  por 
»la  fuerza  piiblica.  Mas  ni  aun  asi  llegóse 
>^a.  impedir  que  de  ellos  se  robase  cuantos 
»efectos  habia  respetado  el  fuego.  Màs 
«tarde,  al  hacerse  tapiar  las  puertas,  los 
>^ladrones  entraban  en  ellos  saltando  las 
»paredes,  y  para  herir  la  asustadiza  ima- 
»ginación  del  pueblo,  algunos  llevaban 
»farolitos  de  color  y  cadenas  de  hierro,  lo 
»que  hizo  popular  la  creencia  de  que  en 
»los  conventos  durante  la  noche  apare- 
»cían  almas»  (3). 

Mas  no  porque  los  coristas  de  la 
bóveda  de  los  Dolores  sacaran  incòlu- 
mes sus  vidas,  escaparen  sus  ànimes 
con  paz,  pues  aunque  el  fuego  no  les 
abrasarà,  el  espanto  y  zozobra  les  con- 
sumia el  corazón.  Bien  lo  adivinó  Toda 
en  las  líneas  mucho  mas  arriba  inserta- 
das.  Cada  vez  que  desde  los  tragaluces 
del  desvàn  observaban  las  antorchas  re- 
corriendo  el  huerto  y  la  iglesia,  u  eían 
los  desaforados  golpes  de  las  puertas,  o 
los  dispares,  que  come  truenos  resonaban 
en  el  interior  de  la  espaciesa  casa,  o  los 
satànices  grites  de  sangre  y  de  blasfèmia, 
su  corazón  debía  de  helarse  pensando  en 
los  Padres,  amigos,  cuya  muerte  aquelles 
estrepitós  anunciaban;  triste  presagio  de 
la  que  a  sus  ojos  dentre  de  peco  a  ellos 
esperaba.  Mas  el  espanto  llego  sin  duda 
a  su  colmo  cuando  los  vecines  ventanales 
de  la  iglesia  vomitaren  primero  negre  hu- 
mo,  y  muy  pronte  potentes  llamas,  que  no 
hallando  bajo  la  bóveda  suficienteespacio 
para  su  vuelo,  salian,  revelviéndose  como 
culebras  infernales,  por  todas  las  abertu- 
ras  de  la  nave.  No  se  sació  el  fuego  del 
averno  con  roer  en  los  altares  el  trono  de 
Jesús  y  de  sus  Santos;  sine  que,  rompien- 
do  la  techumbre,  quiso  dirigir  contra  las 
nubes  y  los  cielos  sus  amenazas.  Y  crecían 
el  susto  y  el  espanto  al  notar  que  también 


(;)  Iltistraciú  L.Ttíilana.  Ano  \'.  p:i,^.  li^i'. 
Esto  dió  pie  a  una  novelita  históriea  titulada; 
La  somhra  del  religioso  ó  Corsino  V  SLil'i'iii.r  en 
el  convento  incendiada.  Kovela  original  espafio- 
la  por  D. ,/.  S.  y  C.  Barcelona.  Imprenla  de  los 
herederos  de  .\guslin  lioca.  Anc  i8;6. 


MATANZA     Dlí     1  RAII.IÍS     F.X     UKI'S 


167 


los  ventanales  de  los  Dolores  arrojaban, 
si  no  llamas,  humo,  y  al  sentir  el  calor 
que,  procedente  de  la  iglesia,  creian  pro- 
venia de  la  capilla  sobre  la  que  se  halla- 
ban.  Crítica  era  por  demas  y  alarmante  la 
situación  de  estos  frailes,  que  por  todos 
lados  tenían  cerrado  el  paso  para  la 
vida:  sobre  su  cabeza  solo  las  nubes  y 
la  humareda,  bajo  sus  pies  las  brasas, 
la  puerta  por  donde  entraran  hecha  un 
volccSn,  el  huerto  que  les  rodeaba  domi- 
nadó  por  los  amotinados;  única  perspec- 
tiva posible,  rodar  dentro  de  poco  sobre 
las  ascuas,  para  en  seguida  morir  allí  o 
aplastados  o  asados.  Si  fué  adorable  desig- 
nio  de  la  Providencia  que  escaparan  del 
hierro  y  del  fuego,  no  lo  fué  menor  que 
todos  salieran  de  allí  con  mente  sana 
después  de  largo  rato  de  aprieto,  de  an- 
gustia,  de  agonia  tanta  (1). 

Ausentados  de  la  casa  los  amotinados, 
dominó  al  edificio  y  a  su  huerta  prof  undo 
silencio,  interrumpido  solo  por  el  crujir 
de  los  hundimientos  del  incendio;  3'  como 
ni  el  humo  ni  el  calor  aumentaran  en  los 
Dolores,  los  frailes  empezaron  a  abrir  su 
pecho a  la  esperanza,  creyéndose  libres 
de  los  dos  peligros,  de  los  verdugos  y  las 
ascuas.  De  aquí  que  entre  aquellos  frailes 
pronto  se  tratara  de  excogitar  medios 
para  evadirse  de  aquel  cadalso;  y  mien- 
tras  unos  opinaban  ser  preciso  salir  de 
allí  pronto,  otros  observasen  que  si  bien 
el  tumulto  cesara  en  San  Juan,  podia 
arder  todavía  en  las  calles;  y  así,  esca- 
pades ellos  con  vida  del  lugar  de  la  ma- 
tanza  y  de  las  ascuas,  ballar  la  muerte  en 
una  plaza.  Convinieron  en  esperar  a  que 
hablaran  las  circunstancias,  y  quedaren 
observando  el  huerto  desde  las  ventani- 
llas  o  tragaluces  de  la  bóveda  (2).  Los 
vecinos,  al  amanecer,  viéronles  asomar 
por  ellas  los  palidos  rostros,  los  que,  al 
notar  extranas  miradas.  luego  se  oculta- 
ban  (3).  Amanecido  ya,  bien  que  muy  de 
mariana,  oyeron  voces  en  la  huerta,  que 


(i)     kelacinii  de  l'rav  C^asiïs. 

(j)     Rclaciún  do  l•iay  Salvador  líeiUàn. 

(i)     kclacií'in  del  iiinnacillii  vccino. 


conocieron  no  ser  las  roncas  y  blasfemas 
de  los  amotinados.  De  pronto  el  entonces 
corista  Fray  Juan  Casas  exclama:  «Esta 
»es  la  voz  de  mi  padre.  Deseo  salir. — 
»Bien,  sal  si  quieres,  le  dicen  sus  herma- 
»nos,  però  si  eres  preguntado  si  aquí  hay 
«otros  frailes,  no  nos  delates».  Con  certe- 
za  pudo  el  padre  de  Fray  Casas  encami- 
nar sus  pasos  al  pie  deia  capilla  de  los 
Dolores,  j'a  que  su  hijo  antes  del  atenta- 
do,  y  en  la  previsión  de  que  éste  se  reali- 
zara,  habíale  indicado  el  punto  donde  en 
tal  caso  pensaba  ocultarse  (4).  Asomóse 
el  corista  a  la  ventanilla,  y  viendo  real- 
mente  a  su  padre,  tejió  con  las  correas 
del  cinto  y  los  escapularios  una  cuerda, 
por  la  que  se  descolgó.  En  la  huerta, 
ademas  de  su  padre,  halló  al  alcalde  de 
barrio  don  Jaime  Cabret  y  fuerza  de  ejér- 
cito;  con  lo  que  comprendió  que  el  orden 
había  recobrado  su  justo  imperio,  y  así 
anuncio  que  en  la  bóveda  quedaban  sus 
hermanos,  y  la  necesidad  de  salvarlos. 

Acordóse  ir  por  escaleras  de  mano; 
mas  como  los  frailes  entendieran  que  la 
hora  de  la  salvación  había  Uegado,  no 
sufriéndoles  el  corazón  tardanza  alguna, 
quisieron  prontamente  bajar.  AI  modo  del 
n;iufrago,  que,  librado  sobre  fràgil  bote 
de  recia  tempestad,  al  aproximarse  a  la 
costa,  no  espera  el  desembarque,  sinó 
que  afanoso  se  tira  a  las  olas  para  con 
presteza  abrazar  la  tierra  deseada,  así 
algunos  descolgàbanse  por  la  indicada 
cuerda  de  correas  y  escapularios  hasta  el 
tejado  de  las  capillas  laterales  de  la  igle- 
sia;  mientras  algiin  otro,  aun  mas  impa- 
ciente,  se  tiraba,  no  sin  lastimarse,  sobre 
la  copa  de  un  vecino  laurel.  Mas  como,  al 
bajarse  por  la  cuerda  y  capillas,  uno  se 
estropeara  un  tobillo,  los  restantes  tuvie- 
ron  que  esperar  la  llegada  de  dos  escale- 
ras de  mano,  que  empalmadas  una  al 
cabo  de  otra,  pues  solas  no  bastaban, 
alcanzaron  a  la  bóveda,  que  bien  se  levan- 
taba  del  suelo  como  dos  pisos,  y  por  ellas 
bajaron  los  restantes  frailes. 

l'asando  entie  lïlas  desoldados,  los  reli- 


.lacií 


L-^  do  f  rav  (-asas. 


168 


LIBRO     rifUCERO.  CAPIIUT^O     CIJAKII 


giosos  fueron  depositados  en  la  casa  de  la 
noria,  situada  en  la  misma  huerta  del 
convento,  adonde  la  família  de  Fray 
Casas  acudió  a  auxiliaries  con  bebidas, 
alimento  y  consuelos.  De  aquí  algunos 
pocos,  hijos  de  Reus,  como  Fray  Casas  y 
Fray  Bertran,  fuéronsè  a  las  habitacío- 
nes  de  sus  padres,  juntàndose  al  primero 
el  corista  Fray  Baltasar  Torroja.  Por  la 
tarda  los  demas  fueron  trasladados  a  Sa- 
lou, uniéndose  desde  entonces  a  los  fran- 
ciscos,  que  si  hermanos  eran  en  religión, 
fuéronlo  también  en  la  desgracia  y  hasta 
en  los  últimos  pelig-ros  y  sobresaltes  con 
que  màs  alia  de  este  puerto  toparon  (1). 
En  punto  mas  peligroso  que  el  desvAn 
de  los  Dolores,  pues  que  al  fin  el  voraz 
elemento  respetó  esta  capilla,  dejamos 
ohidado,  en  el  tejado  de  la  iglesia  princi- 
pal, a  otro  fraiie,  Fray  Juan  de  Jesiis 
iMaría,  hijo  de  Poboleda.  Acosado  por  el 
incendio  del  retablo  mayor,  y  envuelto 
en  la  nube  de  humo  que  brotaba  de  las 
ventanas  de  ambos  lados,  retiróse  hacia 
los  pies  de  la  iglesia;  mas,  adelantando  el 
fuego,  a  cada  instante  tenia  que  ceder 
terreno,  previendo,  sin  necesidad  de  gran 
perspicàcia,  però  sí  con  grande  espanto, 
que  pronto  en  el  frontis  ballaria  cortada 
la  retirada.  Dueflo  de  toda  la  nave  el 
incendio,  quedo  solo  al  fraiie  la  alta  cor- 
nisa del  frontón  de  la  fachada,  donde  si 
a  duras  penas  escapaba  de  las  llamas,  no 
se  libraba  de  la  asfixia  y  de  las  importu- 
nas  miradas  de  toda  clase  de  gentes  de  la 
calle.  Previendo  el  pelígro  que  las  lilti- 
mas  encerraban,  pues  tras  los  ojos  po- 
dian  seguir  las  balas,  tendióse  a  lo  largo 
de  la  cornisa,  tapóse  la  cabeza  con  la 
capilla,  y  íingióse  muerto.  Tal  le  creye- 
ron,  al  levantarse  el  dia,  los  vecínos  y 
cuantos  pasaban  por  aquella  plaza,  agru- 
pàndose  allí  mil  curiosos  que  le  contem- 
plaban  envuelto  en  humo  y  volantes 
pavesas  (2).  En  tan  crítica  situación  pasó 


(i)  Relación  de  Fray  Juan  Casas  y  Fray  Ber- 
tran. 

(2)  Relaciones  del  monacillo,  de  Fray  Casas, 
Fray  Bertran  y  otros  muchos. 


el  fraiie  cinco  horas  interminables,  que 
bien  podia  suceder  finalizaran  cuarteàn- 
dose  la  fachada,  y  dando  con  él  en  los 
escombros,  las  piedras  y  el  fuego.  Nola- 
ron,  emperò,  algunos  de  la  calle  que  se 
movia,  y  la  gente,  que  por  un  sentimien- 
to  espontàneo  de  compasión  se  intere- 
saba  por  el  fraiie,  a  la  una  exclamo; 
«iesta  vivo!»;  y  un  albanil  corrió  a  sal- 
varle.  Operación  era  esta  que  no  ofrecia 
pocas  dificultades,  tratàndose  de  trepar 
hasta  lo  alto  de  una  pared  casi  aislada, 
salvo  por  los  extremos  donde  con  las 
laterales  del  templo  formaba  angulo.  Pa- 
sando  por  éstas,  Uegó  el  albanil  a  la 
fachada,  mandó  al  fraiie  que  se  quitara 
el  habito,  cargóse  al  pobre  resucitado  en 
sus  espaldas  montado  sobre  sus  lomos; 
5'  asi,  de  pie,  entre  humo,  y  teniendo  a  su 
lado  el  incendio  de  la  iglesia,  camino  por 
el  grueso  de  la  pared  lateral,  trayendo  el 
lego  a  salvamento.  Conocía  a  éste  todo 
el  pueblo,  por  ser  quien  diariamente  acu- 
dia a  la  compra,  y  llamabanle,  como 
cocinero,  Fray  Juan  de  los  gatos  (3). 

De  una  revista  moderna  de  la  Orden 
copio  la  siguiente  nota:  «Los  nombres  de 
»los  religiosos  que  fueron  asesinados  son 
>4os  síguientes:  Rdo.  P.  Andrés  de  Jesús 
»María,  ex-general  de  la  Orden,  natural 
»de  Centellas,  de  85  anos  de  edad  y  68  de 

>/relígión,    casi  totalmente    ímpedido 

»Rdo.  P.  José  de  Santo  Tomàs  (P.  Gual), 
xexprovincial,  de  59  anos  de  edad  y  43 
»de  religión,  natural  del  mísmo  Reus; 
»era  en  dicho  afio  Prior  del  Convento. 
>Rdo.  P.  Pablo  del  Carmelo,  confesor,de 
w6  afios  de  edad,  y  49  de  religión,  natu- 
*ral  de  Solivella.  Rdo.  P.  José  de  Santa 
»Catalina,  natural  de  Borjas  del  Campo, 
>^de  70  afios  de  edad  y  52  de  religión, 
»desempenaba  el  cargo  de  Sacristàn  ma- 
»yor.  Rdo.  P.  Manuel  de  Santa  Ana, 
»epactillero  de  la  Orden  en  Espafla.  Rdo- 
»P.  Francisco  de  San  Roman,  natural  de 
»Cervera,  de  72  anos  de  edad  y  58  de  reli- 
»gión,  presídente  de  las  conferencias  de 
»Teología  Moral  del  propio    Convento. 


(5)     Rclaciún  del  monacillo  vecino. 


.MATANZA    DE    IRAILKS    EX    REUS 


169 


)Los  coiistas  colegiales  fueron  Fray 
xCosme  de  Jesús  Maria,  natural  de  San 
"Miguel  de  Fluvià,  de  27  aiïos  de  edad  y 
>.5  de  religión;  y  Fray  José  de  S.  Luis 
>'Gonzaga,  natural  de  Barcelona,  de  23 
>anos  de  edad  y  3  de  religión.  Fray  Ra- 
>^món  fué  el  hermano  lego  asesinado 
>;cruelmente  como  todos  los  anterio- 
-res»  (1). 

Los  venerables  restos  de  los  martires 
de  aquel  claustro  carmelitano,  a  los  ojos 
de  la  autoridad,  o  de  las  personas  a  cuyo 
cargo  corrió  la  ya  desierta  casa,  no  me- 
recleron,  según  parece,  la  honra  del  en- 
tierro  cristiano,  puesto  que  fueron  inhu- 
mados,  cual  los  brutos  animales,  junto  a 
la  huerta,  en  un  patio  del  mismo  Con- 
vento.  Ignoro  qué  causa  pudo  impedir 
que,  a  beneficio  de  las  sombras  de  la 
noche,  y  en  carro  cerrado,  se  les  trans- 
portase  al  cementerio  eclesiàstico.  Se 
contentara  el  corazón  cristiano  con  que 
en  la  conducción  se  tratase  a  los  frailes 
como  a  ajusticiados,  a  trueque  de  que 
descansaran  en  lugar  consagrado  por  la 
Religión  y  perfumado  con  las  oraciones 
de  los  fieles;  bien  que  las  víctimas  caídas 
al  ímpetu  del  odio  a  Cristo,  de  sí  despi- 
den  olor  santó  que  embalsama  y  consa- 
gra los  lugares  profanos  donde  des- 
causan. 

Al  cabo  de  algunos  meses,  o  quiza  dos 
aflos  (2),  los  restos  de  esta  iglesia,  y  la 
gran  capilla  de  los  Dolores,  fueron  derri- 
bados.  «En  22  de  diciembre  de  1843,  dicen 
»los  Aiialc.•i,  el  Regente  del  Reino  hizo 
Kconcesión  al  Ayuntamiento  de  los  con- 
>'Ventos  de  S.  Francisco,  monjas  carme- 
»litas  y  conventü  de  S.  Juan,  éste  con  su 
«huerta.  Mas  tarde  la  parte  que  consti- 
»tuía  el  convento  fué  convertida  en  hos- 


(i)  San  /nan  deia  Cru:.  I<e'<'isla...  cit.  Aiin  I. 
o  sca  i8i]i)-iSiii .  pàgs.  ^9  y  ío. 

(j)  Los  Anales  históricos  de  Heus  se-  conlia- 
diccn  en  csla  partc,  pues  en  la  pàg.  25ÍS  fijan  el 
dcrribo  en  ei  ano  18  55,  y  en  la  ^.^  lo  ponen  en  cl 
\^-^-.  El  autor,  aunque  en  la  gencralidad  de  las 
noticias  de  este  su  libro  mcrece  te.  en  alguna  csui 
dcsnicmoriadii. 


»pital  civil,  y  sus  bajos  ocupados  por  las 
»escuelas  públicas  primarias».  La  anti- 
gua  sacristía  forma  hoy  la  capilla  del 
Hospital,  en  el  cual  se  conserva  el  altar 
de  San  José,  que  pudo  escapar  al  incendio 
de  este  templo. 

Por  azar,  según  Toda,  se  salvo  la  pre- 
ciosa biblioteca;  mas  los  citados  Anales 
liistóricos  de  Rens  categóricamente  ase- 
guran  que  «sin  embargo  de  haberse  colo- 
»cado  despues  (del  incendio  1  una  guardià 
»de  la  milícia,  al  otro  dia  fué  incendiada 
»la  biblioteca»  (3).  Y  no  està  el  dano  en 
que  a  un  testigo  pueda  oponerse  otro, 
sinó  en  que  a  la  voz  de  BofaruU  se  jun- 
tan  las  de  Fray  Casas  y  del  vecino  mona- 
cillo,  conviniendo  unànimes  los  tres  en 
que  pereció  entre  las  llamas. 

1.°  Esta  casa,  a  lo  que  se  ve,  en  cali- 
dad  de  colegio,  poseía  bienes.  Por  escri- 
tura  ante  don  Joaquín  Cortadellas,  nota- 
rio  de  Hacienda  de  Tarragona,  en  esta 
Ciudad,  a  los  21  de  diciembre  de  1850, 
dona  Raimunda  Vidal,  de  Reus,  compro 
al  Estado,  procedente  de  esta  Comunidad, 
'<una  pieza  de  tierra  de  5  jornales  de 
»estension  de  1,000  cepas  cada  uno,  la 
»mitad  de  dicha  finca  yerma,  y  la  otra 
»mitad  contiene  algunos  avellanos  y  ce- 
»pas  de  clase  ínfima,  que  se  balla  en  el 
»término  de  Riudoms  y  partida  del  Mas 
ide'ii  Pubill,  y  linda....  à  Poniente  con 
»la  carretera  de  Borjas  à  Cambrils,  y  à 
»N.  con  el  camino  llamado  del  Manso  de 
sÇiols,  por  el  precio  de  20,000  reales,  ó 
sea  1,000  duros.  No  puedo  especificar  el 
modo  del  pago  por  no  haber  podido  ver 
la  carta  de  pago  (4). 

2.'  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas, en  Tarragona  a  9  de  enero  de 
1837,  la  Hacienda  pública  dió  a  arriendo 
la  huerta  que  este  convento  tenia  en 
Reus,  la  cual  estaba  cercada  de  paredes, 
medía  19  V,  jornales,  y  parte  de  ella  goza- 
ba  de  regadío. 

3.°  Por  escritura  ante  el  mismo  don 
Joaquín  Cortadellas,  en  Tarragona,  a  10 


(0    Pag. 

[A)     F..I. 


I?.  .\no  185Í  de  la 
14  del  protocolo. 


cdición. 


170 


LlIiRO    TF.RCF.RI 


■CAPITULO    Cl'ARTO 


de  mayo  de  1851,  don  Francisco  Corbe- 
lla, de  Tarragona,  compra  al  Estado, 
procedente  de  los  propios  Carmelitas  de 
Reus,  «una  pieza  de  tierra  de  sembrada- 
»ra  y  riego,  de  estension  2  jornales  y  V-j. 
«plantada  de  117  avellanos  37  olivos.... 
»disfruta  de  1  ^/j  hora  de  agua  semanales, 
>sita  en  el  termino  de  las  Borjas  }'  parti- 
>da  las  farrateras....»  por  el  precio  de 
52,000  reales,  o  sea  2  600  duros.  De  los 
cuales,  en  Tarragona,  a  6  de  abril  de  1851 
pago  el  quinto  con  un  titulo  del  5  conso- 
lidado  y  metàlico  en  equivalència  de  otro 
al  tipo  de  16  por  100  y  metàlico  en  equi- 
valència de  otro  del  4  al  tipo  del  12  'Vs  (!)• 
Poca  pericia  en  el  arte  de  echar  cuentas 
es  menestei-  para  calcular  el  menguado 
desembolso  que  al  comprador  costo  el 
pago  del  quinto  de  los  52,000  reales,  pues 
la  misma  escritura  nos  da  los  datos  o 
tipos  para  el  calculo.  El  quinto  es  10,400, 
o  sea  520  duros.  Comprados  parte  al  16, 
parte  al  12 'Vs  por  100,  costarían  unos 
80  duros. 

La  Casa  de  Misión  o  de  Paúles,  la  que 
también  estaba  sentada  fuera  deia  villa, 
fuédichosamente  olvidadadel  furor  revo- 
lucionario.  Los  cinco  Padres  de  su  Comu- 
nidad  no  residían  en  esta  su  casaconven- 
to,  pues  desde  que  fué  convertida  en 
hospital  de  coléricos  vivían  en  la  pròpia 
de  la  Cartuja  de  ScnlaDei.  Sin  duda 
debido  a  esta  circunstancia  los  amotina- 
dos  no  se  acordaron  de  ellos,  y  así  los 
religiosos  huyeron  sin  tropiezo  a  Cas- 
tellvell. 

Por  escritura  ante  don  Joaquin  Fàbre- 
gas en  Tarragona  a  los  10  de  enero  de 
1837  la  Hacienda  pública  da  en  arriendo 
el  huerto  «cercado  de  paredes,  de  cabida 
»tres  jornales  y  un  cuarto  con  olivos, 
«almendros,  vina,  avellanos  y  parte  rega- 
»dío  con  algunos  ílrboles  frutales  que 
»antes  era  propio  de  los  PP.  Seminaristas 
»de  la  villa  de  Reus,  situado  en  la  misma 
»villa». 


(i)     Fol.  ;03  del  protocolo. 


ARTICULO  TERCERO 

EMBARQUE  DE  LOS  RELIGIOSOS 
DE  REUS 

A  la  manera  que  el  saiiudo  milano 
observa  y  amenaza  por  largo  rato  a  la 
banda  de  palomas,  y  al  fin,  cerrando  coh 
ella,  hace  presa  en  una  con  üespiadada  ga- 
rra, mientras  azoradas  las  restantes,  unas 
desparràmanse  por  los  aires,  y  otras  en 
apifiado  ntícleo  se  tiran  ciegamente  al 
punto  màs  cercano;  así  de  los  despavori- 
dos  frailes  de  Reus  unos  echaron  por 
direcciones  contrarias,  parando  en  Salou 
el  mayor  grupo  tanto  de  franciscos  cuan- 
to  de  carmelitas.  Aquí  en  la  noche  del  23 
fueron  colocados  en  el  almacén  de  casa 
Borràs,  donde  los  franciscos,  según  arri- 
ba apunté,  hallaron  a  los  carmelitas  custo- 
diados  por  una  compartia  de  milicianes 
de  Reus  mandada  por  D.  José  Maria 
Borràs.  Desacomodada  la  pieza,  no  pudo 
ofrecer  a  los  albergados  ni  aun  camas, 
cuyo  oficio  debieron  suplir  o  el  duro  suelo 
o  las  duelas,  allí  almacenadas.  Tampoco 
la  mesa  anduvo  mejor  abastecida,  ya  que 
por  completo  falto  hasta  el  medio  dia  si- 
guiente.  En  esta  hora,  sin  embargo,  pago, 
como  usura  del  retardo,  a  los  hambrien- 
tos  frailes  una  nutritiva  sopa  con  gallina. 
El  grupo  de  frailes  en  que  iba  Sugran}' es, 
que  por  varias  razones  opino  fué  colocado 
en  distinto  edificio  que  el  mentado,  tuvo 
que  sufrir  otra  pena,  descrita  por  aquél 
en  las  siguientes  frases;  «Llegados  a 
»Salou  nos  introdujeron  como  prisioneros 
»en  un  almacen,  que  servia  de  cuartel  à 
»los  peseteros:  nos  acurrucamos  en  un 
»rincon,  y  tuvimos  la  pena  de  oir  requie- 
»bros,  lindezas  y  canciones  alusivas  à  su 
»fiesta,  y  cuyo  estrivillo,  tanto  si  venia 
»como  si  no  venia  a  pelo,  era  casi  siempre 
unoriant  los  caps  pelats.  Nosotros  oía- 
»mos  todas  estàs  endechas  como  reos 
»condenados  à  la  última  pena> . 

A  mitad  de  la  tarde  de  aquel  dia  24,  y 
con  el  fm  de  que  los  frailes  del  alma- 
cén de  Borràs  dejaran  sus  entonces  peli- 
grosos  hàbitos,   a  todos  se  repartieron 


MAIA.VZA     IJH    FItAILES    EN    UEUS 


171 


«A  la  manana  siguiente  (dia  25),  conti- 
nua Cabré,  el  laud  dió  la  vela  con  rumbo 


sendos  líos  de  ropas  seculares.  Retirado 

cada  uno  a  su  rincón  practico  el  cambio;  el 

cual,  al  reunirse  de  nuevo  los  frai- 

les,    produjo    una   transformación       /f> j7_     ^         /?  -*  yT/L  y  d 

completa  de  escena,   trocando  en     ^M  i/^^.  /^A^i^g  /^jr  ^c/Wí^^a^ 

tablas  de  sainete  y  de  risa  el  lugar 

poco  antes  de  lagrimas  y  tragèdia: 

tal  era  lo  viejo,  sucio  y  despropor- 

cionado  de  las  prendas  (1). 

«Nuestros  PP.  graves,  dice  Cabré,  de- 
'  terminaron  con  el  gefe  Sor,  Borràs  que 
>asi  como  debiamos  embarcarnos  í'i  la 
-manana  siguiente  lo  hiciéramos  aquella 
tarde  por  temor  de  que  bajaran  por  la 
'-noche  los  caníbales  de  Reus  à  matarnos. 
»Eu  fin  à  las  siete  de  la  tarde  nos  ponen 
-en  dos  filas  acompanados  de  dos  filas  de 
-  milicianos,  y  nos  dirigimos  al  mar.  iQue 
>griteria  la  de  la  gente  que  por  allí  habia: 
>  matadlos,  matadlos!,  y  así  Uegamos  al 
>barco,  que  era  un  laud  costanero,  El 
-pairon,  buen  sujeto,  nos  recibió  con 
>-agrado:  Padres,  nos  dijo,  con  mucho 
'gusto  les  ofrezco  la  embarcacion,  però 
«siento  en  el  alma  no  poder  colocarles 
>mejor.  Para  acallar  à  la  gente  soez  de  la 
>'Playa  tuvimos  quemeternosbajo  cubier- 
>:ta.  Toda  la  noche  tuvimos  de  guardià 
'siete  carabineros  (2),  que  nos  molestaren 

•  mucho  con  sus  soeces  canciones  y  pala- 
íbrotas»  (3).  '<Estàbamos  allí,  anade  Su- 
»granyes,  mas  de  cincuenta  frailes,  todos 
»acinados  en  la  bodega  ó  vaso  del  buque, 
>-sin  abrigo,  sin  paja,  sin  otra  cosa  que  las 
«costillas  del  buque.  que  con  frecuencia 
>'refíían  con  las  nuestras...  así  estuvimos 
>;sin  otra  compafiía  que  la  de  cuatro  ma- 
»rineros  y  cuatro  carabineros  capitanea- 
>dos  por  un  sargento;  sin  otro  alimento 
i  que  el  que  se  guisaba   para  la  tripula- 

cion,  bacalao  y  arroz,  arroz  y  bacalao  y 
>jagua,  sin  saber  à  donde  nos  Uevaban  ni 

•  si  volveríamos  à  pisar  la  tierra  tirme»  (4). 


(>) 

(!) 

(-4) 

citada 


Relación  ejciila  por  l•'ray  José  Cabre. 
La  relación  de  Sugran^es  dicc  cinco. 
Relación  de  ['"ray  José  Cabré  ya  citada. 
Relación  de  l'ray  Domingo  Sugranyes  ya 


a  Tarragona  pocos  minutos  antes  de 
llegar  a  Salou  mi  padre  y  tres  vecinos 
de  mi  pueblo,  que  hacia  mas  de  dos  días 
iban  en  mi  busca  y  la  de  otros  dos  frai- 
les. Dijéronks  allí  que  se  encaminasen  à 
Tarragona,  en  cuyo  muelledesembaica- 
ríamos.  Corrieron  à  este  muelle,  desde 
el  cual  vieron  un  laud  en  la  mar  anclado, 
que  conjeturaron  ser  el  nuestro.  Mi 
padre,  deseoso  de  indagarlo,  interroga  à 
un  paisano,  produciendo  la  pregunta 
tanta  ràbia  en  los  circunstantes  que  a 
poco  mas  la  tiran  al  agua.  Calmada  la 
tormenta  un  anciano,  que  tenia  mi  padre 
al  lado,  le  dijo  aparte:— «amigo,  no 
hableis  de  frailes,  si  no  os  matarün.— Es 
que  allí  tengo  un  hi  jo.— No  importa: 
aquel  barco  trae  los  de  Reus:  lo  mejor 
es  que  os  presenteis  al  Gobernador.*- — 
Presentóse  mi  padre  y  sus  companeros 
al  Gobernador,  quien  les  contesto  que 
volviesen  à  las  nueve  de  la  noche.  Ver- 
daderamente  aquel  barco  era  el  que 
traia  los  frailes;  ancló  fuera  del  puerto, 
y  el  patron  y  el  cabo  de  carabineros 
saltaron  a  tierra  para  tomar  ordenes  del 
Gobernador.  Al  regresar  estos  al  buque 
nos  dimos  a  la  vela. 

»A  las  nueve  mi  padre  volvió  al  Go- 
bernador D.  Antonio  Satorras,  quien  le 
entrcgó  un  farol  con  los  chismes  para 
encender  luz,  y  les  dijo  se  fuera n  k  la 
costa  frente  al  arco  de  Barà,  que  à  eso 
de  las  dos  ó  tres  de  la  madrugada  ya 
podían  estar  allí,  y  que  en  aquella  playa 
encendieran  el  farol  con  el  que  harían 
seíïa  c\  los  del  buque.  Llegaron  los 
pobres  paisanes  à  Barà,  però  por  des- 
gracia habiendo  en  el  camino  perdido 
los  chismes  para  encender  la  luz  no 
pudieron  dar  seiïa  con  el  farol.  En  fin 


172 


LIP.ro    TEIiCF.UO.  —  CAPITULO    CL'AltK 


»a  las  cinco  ó  seis  de  la  mariana  (dia  26) 
»ancló  el  laud  frente  de  Barú:  desembar- 
»caron  el  patron  y  el  cabo  de  carabineros; 
>'mt  padre  les  entrega  el  grande  pliej^o 
>/que  le  había  dado  D.  Antonio  Satorras,  y 
>con  él  vuelven  aqiiellos  al  barco.  Luego 
»nos  llaman  uno  tras  otro,  nos  preguntan 
»los  nombres, 
>^de  dónde  so- 
»mos,  y  à  don- 
»de  queremos 
'»lr,  etc;  nos 
»dan  los  pasa- 
»portes,  y  em- 
»pieza  con  la 
«lancha  el  des- 
>embarco  de 
»frailes;  en  el 
>:•segundo  viaje 
»de  aquella  sal- 
>go  yo,  y  que 
»feliz  desem- 
»barco  al  ha- 
»llar  &  mi  pa- 
'>dre  y  à  sus 
«companeros . » 
(No  í ociós  go- 
saran de  tanta 
diclia).  «Luego 
>-de  poner  los 
»pies  en  la  pla- 
«ya  desapare- 
»cianlosfrailes 
»m  a  r  c  h  a  n  d  o 
»cada  uno  por 
»su  lado.  Por 
»fin  reunidos 
»los  dos  ó  tres 
>; religiosos  de 
>  m  i     p  u  e  b  1 0 

«marchamos  a  la  Riera,  donde  comimos, 
)-y  desde  donde  llegamos  à  esta  su  ca- 
»sa»  (1).  Y  aquí  observa  Sugranyes:  «Por 
>'la  manana  del  dia  tercero  nos  hicieron 
>/tomar  tierra  en  la  playa  de  Barà,  lugar 
«solitario,  sin  saber  el  rumbo  que  había- 
>/mos  de  tomar.  »Allí  se  presento  un  en- 
»viado  del  gobierno  político  de  Tarrago- 

(i)     Relación  de  Cabre  va  citada. 


»na,  con  un  paquete  de  pasaportes  en 
»blanco,  y  él  mismo  los  iba  llenando  pre- 
»guntando  a  cada  uno  el  punto  à  donde 
»queria  dirigirse,  y  dejàndonos  solos, 
«desamparados  à  la  vista  de  la  liberal 
»Torredenbarra,  y  próximos  por  lo  tanto 
»a  caer  otra  vez  en  manos  de  asesinos; 
>'P  o  r  q  u  e  en 
>aquellos  días, 
>al  parecer  el 
»asesinar  k  los 
»frailes  era 
«prestar  el  màs 
>^heróico  servi- 
»cioíl  la  pàtria. 
»La  Provi- 
»denciadeDios 
»veló  por  nos- 
»otros,  es  ver- 
»dad;  però  en- 
»tonces  conoci- 
»mos  que  la 
^hipocresia  de 
»los  gobernan- 
»tes  había  pues- 
>to  el  sello  a 
>  todos  sus  mis- 
»terios  de  ini- 
>.^quidad.  Desde 
»alli  nos  despa- 
«rramamos  co- 
»mo  y  hacia 
»donde  Dios 
»nos  dió  a  en- 
>;tender».  No 
todos,  pues, 
continuaron  su 
camino  à  Villa- 
nueva. 
«FigúreseV., 
»amigo  mio  (me  dice  Sugranyes  al  final 
»de  Sil  relacioni,  si  con  esta  primera  cam- 
»pana  de  mi  vida  me  han  de  sobrar  moti- 
»vos  para  alentar  simpatias  por  los  libe- 
»rales»  (2). 

Así  termina  Sugranyes  su  muy  sentido 
escrito.  El  hijo  del  patrón  del  buque, 
después  de  habe'r  oído  a  Juan  Garriga, 


(j)     Relacií'm  mil  veces  citada. 


MATAXZA    UE    IRAILES    E.\    REUS 


173 


uno  de  sus  tripulantes,  me  suministró 
preciosos  dates  para  llenar  las  lagunas 
del  anterior  relato,  y  terminarlo.  Era  la 
barca  un  laúd  de  Villanueva  y  Geltrú, 
llamado  Rosita,  de  cabida  de  treintitrés 
toneladas,  propio  de  dicho  patrón,  de 
nombre  don  Juan  Escofet  y  Escofet,  que 
iba  a  cargar  una  partida  del  renombrado 
vino  del  Campo  de  Tarragona  para  el 
comerciante  de  Reus  don  Antonio  Avelló. 
A  este  íïn  aporto  en  Salou,  pequeno  pue- 
blo  distante  solo  unos  ocho  kilómetros  de 
la  entonces  revuelta  Reus  (1).  En  la  no- 
clie,  a  poco  de  llegado  a  la  rada,  dos 
personas,  cuyos  nombres  y  cargo  ignoro, 
en  un  pequeno  esquife  se  presentaron  a 
Escofet  en  el  laúd,  y  manifestandole  la 
tragèdia  que  acababan  de  presenciar  en 
Reus,  rogàronle  contribuyera  a  la  salva- 
ción  de  las  víctimas  embarcandolas  en 
su  buque.  Movido  de  compasión  y  cari- 
dad,  accedió  a  lo  pedido  el  buen  marino, 
y  dejando  abandonado  su  cargamento, 
admitió  a  bordo,  según  asegura  su  hijo, 
sin  la  menor  retribución,  a  los  pobres 
frailes.  Y  si  estuvo  largo  el  marino,  que 
sin  mSs  móvil  que  el  de  la  beneficència 
abandona  sus  ganancias,  regala  a  los 
religiosos  el  transporte,  su  propio  traba- 
jo,  y  lo  que  es  mas,  arrostra  los  compro- 
misos que  en  aquellos  pérfidos  días  iban 
unides  a  cuanto  con  frailes  se  rozaba; 
muy  corta  anduvo  la  autoridad,  encar- 
gada  por  Dios  de  velar  por  los  débiles, 
que  ni  supo  atender  a  las  necesidades  de 
los  indefensos  abandonades  antes  por  ella 
entre  las  unas  de  los  lobos,  ni  supo  dig- 
namente  premiar  a  quien  tan  generosa- 
mente  los  salvaba. 

En  Bari'l,  playa  que  solo  dista  de  Villa- 


(i)  l,a  iL•laciíin  de  Pray  Jo.-^é  Cahrij  dice  que 
(.1  iaiid  viue  embarco  a  los  Iraiies  era  de  Torni  de 
Walgrat.  poniéndose  en  esto  en  ahierla  contra- 
dicción  con  l'iscolet  y  Garrif^a:  mas  atcndiendo 
a  que  estos  dan  tanlos  pormenores  y  circunslan- 
cias  del  caso  concordantes  con  puntes  de  otras 
relaciones,  mientras  que  Cabré  solo  da  el  nombre 
de  Torró  de  .Walgrat.  y  aun  esto  de  pasada.  he 
adoptado  en  el  lextn  la  versión  de  aquellos. 


nueva  unas  de  tres  a  cuatro  horas,  gran 
parte  de  los  frailes,  como  dije,  tomo 
tierra,  al  paso  que  otros  continuaron  la 
navegación.  Con  no  poca  sorpresa  de 
estos  y  de  los  tripulantes  del  Rosita,  al 
desembarcar  en  Villanueva,  toparon  en 
el  puerto  con  varios  de  los  que  dejaran 
en  Barà,  los  cuales  a  pie  habían  llegado 
adonde  los  otros  por  mar  (2).  Hospedà- 
ronse  los  franciscos  en  el  convento  de 
sus  hermanos  los  capuchinos.  Como  indi- 
co atràs  Fray  Cabré,  venían  mal  disfra- 
zados  con  ropas  seglares  mas  propias 
para  traicionar  que  para  ocultar  la  pro- 
fesión  de  quien  las  llevaba. 

El  cèlebre  Padre  Avellana,  con  ser  de 
corta  estatura,  habíase  acomodado  un 
inmenso  chaquetón  cuyas  mangas  sobra- 
ban  buen  trozo  por  cada  brazo,  siendo 
su  aspecto  motivo  de  la  risa  de  cuantos 
le  miraban  (3).  Un  Padre  Francisco  de 
Asís,  liijo  de  Villanueva,  traía  quemadas 
las  piernas,  y  otro  las  manos,  pues  para 
huir  del  peligro  habíase  éste  agarrado  a 
una  reja  calentada  del  fuego,  que  en  los 
trances  de  muerte  el  hombre  se  ase  de 
un  liierro  candente. 

Después  de  haber  descansado  como  por 
espacio  de  unas  horas  en  Villanueva,  y 
habidos  los  naturales  razonamientos  y 
discusiones  sobre  el  mejor  partido  que  en 
tal  trancese  debiera  adoptar,  convinieron 
los  frailes  con  el  Padre  Guardian  Garriga, 
quien  como  conocido  y  mu}'  querido  en 
Villanueva  quedóse  allí,  en  embarcarse 
para  Barcelona,  en  donde  pensaban  hallar 
pró  vidob  superiores,  hermanos  de  religión 
llenos  de  caridad,  y  bien  abastecidos  con- 
ventos  de  sus  respectivas  ordenes.  De 
nuevo  dirigiéronse  al  amable  patrón 
Escofet,  suplicAndole  que  completase  su 
benèfica  obra  transport;\ndoles  hasta  la 
Ciudad  condal.  Llevado  de  los  mismos 
generosos    sentimientos   que  le  guiaran 


(.')  llasta  aqui  las  noticias  procedentes  del 
hijo  del  patrón  Escofet  y  del  dicho  tripulante 
("larriga.  por  aquíl  transmitidas. 

( i)  Rclación  del  P.  Camilo  Torras,  capuchino 
de  N'illanueva.  hecha  en  27  de  agosto  de  i88o. 


174 


LinRo  rr.RCiïuo.  —  capitlm.o  cl'Arto 


al  comenzar,  el  maiino  accedió,  y  gra- 
tuitamente  embarco  a  los  frailes,  dejando 
al  Padre  Guardian  Garriga  en  un  místico 
catalan  de  la  costa  de  Levante,  surto  en 
aquella  rada,  pues  el  justo  temor  de  quien 
todas  las  noches  sin  duda  soiiaba  en  la 
pasada  en  la  mina  de  Reus,  impedíale 
fiar  su  vida  en  la  tierra  donde  moran  los 
hombres,  prefiriendo  estar  de  ellos  sepa- 
rado  por  el  mar.  El  Rosíta  de  nuevo  dió 
al  viento  su  vela,  dirigiendo  la  proa  hacia 
el  promontorio  de  Montjuich,  que  desde 
apartadas  aguas  guia  a  los  navegantes. 

Con  no  poca  afición  miraban  los  fugiti- 
vos  embarcados  el  castillo  que  lo  corona, 
ignorando  que  en  aquellos  momentossus 
muros  guardaban  del  furor  popular  los 
religiosos  de  la  ciudad,  que  entre  la 
gritería,  las  teas  y  los  punales  habían 
como  ellos  logrado  escapar  de  las  iràs 
revolucionarias.  Para  avisar  a  lossalidos 
de  Villanueva,  el  Guardian  de  los  Capu- 
chinos  de  esta  villa,  luego  de  sabida  allí 
la  triste  nueva  de  la  quema  de  Barcelona, 
despachó  al  lego  colector  de  limosnas 
Fray  Isidro  de  Bràfim,  gran  corredor  y 
hombre  de  potente  voz,  para  que  desde 
los  montes  de  Garraf  por  gritos  y  sefia- 
les  avisarà  al  Rosita  (1).  Mas  la  Divina 
Providencia,  que  por  los  desvalidos  vigi- 
iaba,  trajo  de  vuelta  encontrada  a  las 
aguas  de  los  derrumbaderos  de  Garraf  el 
laúd  de  Bartolomé  Escofet,  quien  cono- 
ciendo  la  embarcación  de  Juan  su  herma- 
no,  se  puso  con  él  al  habla,  y  participo 
a  los  frailes  las  desgracias  de  la  capital. 

Viro  el  Rosita,  y  con  suexpuesta  carga 
regresó  de  nuevo  a  Villanueva.  Corrió 
luego  el  Padre  Garriga  a  este  buque  con 
la  satisfacción  del  que  abraza  salvades 
de  nuevo  peligro  a  sus  hermanos  queri- 
dos,  y  habido  nuevo  cabildo,  determina- 
ron  desembarcar  en  un  punto  solitario 
entre  Villanueva  y  Sitges,  llamado  la 
Punta  grossa,  cerca  de  /as  Covas. 
Acompafïóles  el  Padre  Garriga  en  esta 
expedición;  y  Uegados  al  punto  indicado, 


■  [)     Relación  del  P.  Camilo  Torras,  capuchim 
de  \'illanueva,  hecha  en  21  de  afíosto  de  i•S'^o. 


saltaron  al  esquife  el  patrón  y  los  tripu- 
lantes  con  el  fin  de  reconocer  la  playa;  y 
como  la  hallasen  expedita,  se  determino 
el  desembarco  mientras  el  primero  que- 
daba  en  tierra  vigilando.  Antes  emperò 
de  efectuar  lo  el  Padre  Guardian  arengo, 
y  animo  a  sus  queridos  frailes  obser- 
vítndoles  que,  gozando  todavia  ellos  de 
las  fuerzas  y  los  bríos  de  la  juventud: 
debían  deponer  el  temor;  que  en  aquel 
trance  interesàbales  ganar  las  alturas  de 
Begas,  las  que  alcanzadas,  ellos  queda- 
ban  a  salvo.  Abrazaronse  y  se  despidie- 
ron  no  sin  gran  pena,  y  se  efectuo  el 
desembarco.  Ya  en  tierra,  abrazaron 
también  al  patrón,  y  en  memòria  de  eter- 
na gratitud,  ya  que  en  modo  mAs  elo- 
cuente  no  fuese  dable,  dejaron  escritos 
sus  nombres  en  la  cartera  del  generoso 
marino,  del  cual  con  séntimiento  se  ale- 
jaron. 

Però  ni  en  aquel  trance,  ni  entre  ami- 
gos,  falto  un  villano.  Venia  embarcado 
en  el  mismo  buque  un  marinero  de  Mata- 
ró, cuyo  nombre  me  callo,  el  cual  en  el 
desembarco  salto  a  la  lancha,  y  en  el 
trecho  del  Rosita  a  la  playa  acometió  a 
los  frailes,  exigiendo  el  dinero.  Diéronle 
dos  pequeftas  monedas  de  plata;  mas  como 
los  demàs  marineros  no  apoyaron  al  be- 
llaco,  paro  aquí  su  ataque.  La  criminal 
agresión  a  nuestros  semejantes,  ya  siem- 
pre  antipàtica,  hàcese  mas  repugnante  y 
pròpia  de  gente  degradada  cuando  se 
dirige  al  desgraciado,  al  pobre,  al  que 
gime  entre  agonías  y  peligros  de  muer- 
te  (2). 

El  Padre  Baltasar  Torroja,  a  lo  que  se 
ve,  después  de  salido  del  Convento  se 
separo,  ignoro  cuàndo;  se  separo,  digo, 
de  sus  companeros,  y  participando  de  la 
idea  de  estos,  se  vino  corriendo  a  su  Con- 
vento de  Barcelona,  adonde  llego  pocas 


{2)  Relación  ya  citada  escrita  por  el  hijo  del 
patrón  del  Rosita  en  Villanueva  y  Geltrú  a  los 
21  de  (ictuhre  de  1881,  y  ampliada  de  palabra  en 
Barcelona  a  los  13  de  julio  del  mismo  ano  con 
nciticias  dadas  por  el  tripulante  del  mismo  barco 
Juan  (iarriga. 


MAIAN/A    ui;    IKAILKS    EX    REUS 


175 


horas  antes  del  atentado  de  esta  Capital. 
Y  si  ni  las  balas  de  Reus  ni  los  punales  de 
Barcelona  acabaron  su  vida,  el  terrible 
susto  que  allí  recibió  mino,  sin  duda,  sus 
entranas  y  al  cabo  de  un  tiempo  murió 
tísico.  No  todas  las  heridas  manan  san- 
gve  visible,  pues  las  hay  internas  que  no 
por  esto  dejan  de  acabar  con  la  vida  del 
vulnerado. 

Uno  de  los  por  la  fama  pública  acusa- 
dos  de  ejecutor  del  crimen  de  Reus,  du- 
rante  la  guerra,  quizà  sobre  el  1837,  halló 
un  lego  (ignoro  de  que  convento)  y  lo 
llevo  presó,  junto  con  el  molinero  con 
quien  el  lego  estaba.  Al  pasar  de  Castell- 
vell a  Reus  ambos  presos  fueron  rriuer- 
tos  a  punaladas. 


ARTICULO  CUARTO 

PERSONAS    RESPONSABLES    DEL 
ATENTADO 

Hasta  aquí  la  sucinta  al  par  que  des- 
nuda  relación  de  los  hechos:  hora  es  ya 
de  que  entremos  en  el  balance  de  respon- 
sabilidades,  y  así  sepamos  quiénes  sean 
los  responsables  o  culpables,  qué  causas 
impulsaron  en  unos  los  punales,  cuàles 
en  otros  la  punible  inacción.  Sepamos  si 
el  hecho  provino  de  espontanea  exalta- 
ción  popular,  o  de  calculada  trama;  y  de 
este  modo,  los  que  ante  el  Tiibunal  de 
Dios  habràn,  sin  duda,  encontrado  ya  su 
castigo,  recibiran  de  la  opinión  pública 
por  mano  de  la  Historia  el  estigma  de  la 
justícia  humana,  que  los  poderes  libe- 
rales  no  quisieron  aplicaries. 

Respecto  de  los  ejecutores  materiales 
del  crimen,  rcómo  encontrarlos  ni  saber- 
los  después  de  medio  siglo  de  agitadisi- 
mos  tiempos?  El  hecho  se  perpetro  al 
abrigo  de  las  tinieblas  de  la  noche;  entre 
alborotos,  turbas  y  confusión;  lejos  de 
los  ciudadanos  honrados,  que,  temerosos, 
se  encerraron  en  sus  viviendas;  no  le 
siguió  pesquisa  ni  causa  judicial  que  ave- 
riguase  los  autores,  còmplices  y  encubri- 


dores:  -icómo  y  por  qué  conductos  conocer 
a  los  ejecutores?  Y  cuenta  que  el  crimen 
reviste  inmensa  gravedad:  icómo,  por  lo 
mismo,  por  la  sola  voz  pública  o  rumor 
popular,  imputarlo  sobre  tal  o  cual  nom- 
bre? No  el  temor  a  compromisos  exter- 
nes, sinó  el  que  contrajera  ante  mi  con- 
ciencia  careciendo  de  datos  ciertos  5' 
públicos,  me  obliga  a  guardar  silencio 
sobre  los  nombres,  por  otro  lado  obscu- 
res, que  los  dichos  populares  han  traido 
hasta  mis  oidos.  Es  verdad  que,  al  decir 
de  las  gentes  de  Reus,  algunos  de  los 
ejecutores  tan  desnudos  de  pudor  andu- 
vieron,  que  ellos  mismos  después  narra- 
ban  sus  fechorías;  però  ni  aun  estos  me- 
recían  crédito,  ya  que  hubo  quíen  a  tales 
extremos  alargó  su  descaro,  y  tales  haza- 
nas  contaba,  que  repugno  prestarlas  cré- 
dito. Tal  fué  un  tal  Ramonazo. 

Emperò  crímenes  públicos,  colectivos 
y  descarades,  no  se  cometen,  salvo  el 
caso  en  que  la  fuerza  se  imponga,  sin 
el  concurso,  o  al  menos  la  aquiescència, 
de  quien  rige  las  sociedades;  en  cuyo 
caso  éste  participa  de  la  fea  culpa,  y 
por  lo  tanto,  debe  también  ser  particio- 
nero  de  la  pública  execración  cual  los 
ejecutores  de  la  plebe.  Duramente  califi- 
ca  el  sentido  común  moral  al  centinela 
que  voluntariamente  duerme  en  los  mo- 
mentos  del  peligro,  como  el  Evangèlic  al 
pastor  que,  viendo  aproximarse  el  lobo, 
en  lugar  de  defender  a  las  ovejas,  huye. 
Igual  dureza,  o  quiza  mayor,  piden  la 
conciencia  y  la  Historia  para  la  primera 
autoridad  civil  de  Tarragona,  que,  inmó- 
vil  en  Reus,  ve  cometer  el  delito  nefan- 
do,  no  durmiendo,  sinó  en  vigilia,  no 
huyendo,  sinó  en  manifiesta  quietud.  El 
Código  penal,  con  justícia,  llama  respon- 
sables de  los  delitós  a  los  autores,  còm- 
plices y  encubridores;  a  todos  los  cuales 
reune  en  la  misma  carcel,  en  la  misma 
barra  3'  en  idénticos  presidies,  en  deshon- 
roso  consorcie.  Y  es  indudable  que  el 
Gobernador  de  Tarragona  con  su  presen- 
cia e  inacción  se  hizo,  cuande  menos, 
còmplice  de  la  quema  y  matanza,  ya  que 
el  Còdigo  penal  califica  de  tales  « a  les 


176 


IhKO    ircRCiiiíi 


*que,  no  hallandose  comprendidos  en»  la 
clase  de  autores,  «cooperan  à  la  ejecu- 
»ción  del  hecho  por  actos  anteriores  ó 
>simultàneos»  (1).  Y  dijimos  que  cuando 
inetios  era  còmplice,  porque  no  faltan 
letrados  que,  recordando  el  pàrrafo  'ò." 
del  articulo  14  del  mismo  CóJigo,  en  el 
cual  se  califica  de  autores  a  «los  que  coo- 
»peran  à  la  ejecución  del  hecho  por  un 
»acto  sin  el  cual  no  se  hubiera  efectua- 
*do»,  inclÚ5^enle  entre  estos.  Al  mismo 
paso,  la  Moral  cristiana  junto  a  los  peca- 
dos  de  comisión  coloca  los  de  omisión. 
En  su  consecuencia,  la  Historia  impar- 
cial al  lado  de  los  nombres  de  los  ejecuto- 
res  escribirà  siempre  el  de  don  Antonio 
Satorras,  Gobernador  que  era  entonces 
de  la  provincià  de  Tarragona.  Si  no  con 
la  misma  culpa,  lo  fijarà  con  maj'or  cer- 
teza;  porque  si  para  conocer  a  los  pri- 
meros  no  tuve  mas  medio  que  incierta 
opinión  pública,  para  jurar  que  el  Go- 
bernador presencio  inactivo  aquel  crimen 
basta  tener  ojos  y  claro  juicio. 

No  es  solo  el  oficial  de  Bailén  quien, 
como  indiqué,  lo  testifica;  sinó  todos, 
todos  los  reusenses  de  todos  los  partidos; 
todos  los  autores  que  de  tal  hecho  escri- 
bieron;  y  lo  que  mas  es,  el  mismo  Gober- 
nador lo  admite,  cuando,  increpado  por 
el  Capitan  General  del  Principado,  don 
Manuel  Llauder,  no  loniega,  sinó  que,  tra- 
tando  de  excusarse,  le  escribe  el  siguien- 
te  oficio:  «Gobierno  civil  de  la  provincià 
»de  Tarragona.  =  Excelentísimo  Sor.  = 
xMe  es  muy  sensible  la  duda  que  V.  E. 
»me  manifiesta  en  su  oficio  de  ayer,  so- 
»bre  la  oportunidad  y  acierto  de  mi  con- 
»ducta  erf  la  terrible  noche  del  22  en 
>  Reus.  En  cuanto  à  la  del  Comandante 
«Llorens,  puedo  asegurar  à  V.  E.  que 
»fué  activa,  enèrgica  y  personalmente 
«arriesgada;  y  si  no  hizo  uso  de  la  fuerza 
»fué  porque  entendí  y  conoció  el  mismo 
»que  era  sacrificaria  inútilmente,  y  dar 
»infalible  ocasion  a  una  conmocion  san- 
»grienta  y  general  en  el  pueblo,  como  lo 


(i)     Articulo    15.    Código   penal  Je   Espjüúi.,. 
Madri^i...  i8;o. 


»dieron  A  conocer  anles  y  agradecieron 
»despues  unànimemente  el  ayuiitamiento 
»y  todos  los  vecinos  mas  notables  de  la 
»villa.  Estoy  persuadido  ahora,  como  lo 
»estaba  en  aquel  mismo  dia,  que  el  anun- 
>/CÍo  de  formar  diligencias  indagatorias 
»hubiera  renovado  los  horrores  que  aca- 
»baban  de  cèsar,  y  creí  que  el  amenazar 
»con  el  castigo  no  habiendo  fuerza  para 
»imponerle,  era  dar  inútilmente  màs  cau- 
»sa  à  la  vindicta  pública  sin  satisfacerla. 
»Cuando  he  recibido  el  citado  oficio  de 
»V.  E.,  tenia  prevenido  al  Alcalde  ma- 
»yor,  confidencialmente,  que  así  que  reco- 
»nociese  totalmente  asegurada  la  tran- 
»quilidad,  le  pasaria  órden  para  abrir 
»esta  lamentable  causa,  y  no  creo  que 
»pueda  darme  este  aviso  con  la  brevedad 
»apetecida,  porque  està  amenazado  el 
»órden  alli  todavía,  así  como  en  esta,  en 
»Valls  y  otros  puntos,  y  con  insuficientes 
>medios  de  pronto  para  conservarlo,  se- 
»gun  manifestarà  a  V.  E.  con  maj'or 
«evidencia  el  primer  Comandante  Gene- 
>ral  de  estos  distritos.  El  valor  por  sí 
»solo  no  basta  en  el  magistrado  para 
>^usar  bien  de  la  fuerza  en  una  conmocion 
»popular  desproporcionada,  la  prudència 
»evita  males  mayores,  y  cuando  se  me 
»exija  la  justificacion  de  mi  conducta  en 
«aquellas  aciagas  horas,  como  lo  apetez- 
»co,  espero  dejar  probado  que  no  me 
»faltó  lo  primero,  exponiendo  mi  vida 
>^entre  los  conjurados,  ni  lo  segundo  evi- 
X'tando  infinidad  màs  de  víctimas.  Me 
»disimularà  V.  E.  que  no  le  acompafle 
»hoy  el  detalle  de  todas  aquellas  tristes 
xocurrencias:  le  estoy  acabando  de  re- 
>dactar  para  dirigirlo  al  Gobierno  por  el 
»correo  de  esta  noche,  y  por  la  diligència 
»de  manana  no  descuidaré  de  remitirlo  à 
»V.  E.  Entre  tanto  va  complicàndose 
»cada  dia  màs  la  apurada  situacion  de 
>estas  autoridades  por  la  audàcia  de  la 
>^anarquía  y  por  la  emocion  general  que 
»produce  el  abandono  de  los  convenies 
»por  sus  respectivas  comunidades:  las  de 
>  aquí  siguen  ocupàndose  en  el  cuito  divi- 
»no.=Dios  guarde  à  V.  E.  muchos  aflos. 
I  »=Tarragona25dejuliodel835.=Excmo. 


MATAXZA    Dlí    l'IlAII-KS    F.N    RICl' 


177 


»Sor.  =  Antonio  Satorras.  =  Excmo.  Sr. 


»Capitan  General  de  este  ejército  y  prin- 
»cipado»  (1).  De  estàs  palabras  resul- 
ta confesado:  1/'  Que  el  Gobernador 
civil,  quelassubscribe,  hallabase«en  Reus 
>-en  la  terrible  noche  del  22».  2."  Que 
el  Capitàn  General  Llauder  le  increpo 
por  inoportuno,  desacertado  y  ilojo.  Y  3.° 
Que  el  tal  Gobernador  no  hizo  uso  de  la 
fuerza.  {Qué  otra  confirmación  necesitan 
mis  terminantes  al  par  que  acres  asertos? 
Satorras  es  grandemente  responsable  del 
crimen  de  Reus. 

No  tal,  objetara  aquí  alguno;  el  Gober- 
nador se  defiende  empezando  por  testifi- 
car la  actividad  valiente  y  enérg^ica  del 
Comandante  de  la  tropa,  y  siguiendo 
luego  por  la  completa  explicación  de  su 
propio  proceder.  Però,  para  quien  valgan 
mas  hechos  que  vanas  palabras,  nada 
significan  tales  excusas,  porque  «iqué  ac- 
tividad, qué  energia  desplego  el  Coman- 
dante de  la  fuerza  si  la  tuvo  inactiva, 
convertida  solo  en  testigo  del  sacrílego 
atentado?  ;Acaso  el  hombre  de  guerra 
puede  en  un  hecho  de  armas  manifes- 
tar actividad,  valor  y  energia  tenien- 
do  a  aquéllas  bien  guardadas?  ;En  qué 
consistió  la  actividad  de  Llorens?  Los 
muchos  testigos  por  mi  interrogades 
nunca  me  indicaron  que  se  le  viera  u 
oyera  entre  los  amotinados;  antes  por  el 
contrario,  si  hemos  de  dar  crédito  al 
escrito  del  citado  oficial  de  Bailén,  resul- 
taria que  durante  «el  incendio  del  con- 
«vento  de  San  Francisco  el  Gobernador 
»y  el  Comandante  estuvieron  constante- 
»mente  reunidos  en  la  casa  del  propicta- 
»rio  D.  N.  Alba»  (2).  iEn  qué  paro,  pues, 


(i)  Mentin  i.jx  iiociiiiiciil..icl.is  íic!  'l'citiciilv  Cic- 
neral  D.  Maiuicí  L/atuici...  M.uirl.i.  /.S'//.  /;„- 
ciimenios  n."  jí,  púg.  70. 

{2)  Cnrta  de  12  de  ocluhix'  de  iSS.i.  .\lirlj;<i 
dudas  sobre  si  el  puntn  dinidc  estuvo   reunidd  en 


esta  actividad,  que  ni  supo  rodear  el  con- 
vento  con  pelotones  de  tropa,  quienes, 
si  no  a  tiros,  al  menos  a  eulatazos,  impi- 
dieran  el  acceso  de  los  amotinados?  Solo 
uno  de  mis  amigos  me  presenta  a  Llo- 
rens dirigiendo  a  estos  palabras  de  paz 
y  orden;  exhortaciones,  no  sablazos. 
Cuando  Boabdil,  el  rey  chico  de  Grana- 
da, perdido  el  ultimo  recinto  de  la  pujan- 
za  arabe  en  Espafia,  doblaba,  retirandose, 
la  Sierra  de  las  Alpujarras,  soltó,  al  mi- 
rar por  vez  postrera  su  malograda  joya, 
una  tristísima  lagrima.  «Bien  haces  en 
>  Horària  como  mujer,  ya  que  no  supiste 
»defenderla  como  hombre»,  le  dijo  su 
madre.  Hoy  la  severa  Historia,  apostro- 
fando  al  Comandante,  debe  recordarle 
que  bien  hizo  en  predicar  a  las  turbas 
como  inerme  fraile,  ya  que  como  militar 
no  supo  defender  a  la  inocencia  y  a  la 
justícia  inicuamente  atropelladas. 

Y  estàs  razones,  que  reducen  a  la  nuli- 
dad  el  pretendido  valor  y  energia  del  Co- 
mandante en  aquel  dia,  hieren  con  igual 
fuerza  al  valor  y  actividad  del  Goberna- 
dor, de  quien  los  que  màs  conceden  cuen- 
tan  que,  al  pasar  los  amotinados  por  la 
calle  Mayor,  recomendóles  el  orden  y  la 
paz;  y  cuyas  disposiciones  nadie  conoce; 
cuya  inacción  es  notòria. 

;Qué  «infinidad  de  victimas  evito?» 
Quiza  las  de  jefes  de  realistas,  mas  no 
las  de  religiosos,  que  derramaron  su  san- 
gre  a  rios.  Empezado  el  ataque  a  las 
primeras  horas  del  silencio  nocturno, 
continuo  sin  el  menor  contraste  ni  oposi- 
ción  hasta  que  el  cansancio  en  algunos 
de  los  criminales,  terminado  el  incendio 
de  San  Francisco,  los  llevo  a  sus  guari- 
das;  y  la  luz  del  sol,  cuya  claridad  no 
pudieron  resistir,  obligo  a  los  restantes  a 
cèsar  en  su  fechoría.  D.  Eduardo  Toda, 
en  los  citados  articules  de  la  ílus/rac/ó 


aquella  noche  ei  ("lobcrnador  lué  esta  casa  o  la 
fonda  de  la  l'oníjita.  de  oro,  situada  en  casa  Brocà, 
lindanle  con  cl  fronlis  de  la  iglesia  paiToquial. 
La  de  .\lba  .Milà  linda  por  Oriente  con  la  casa 
municipal;  esta  con  la  iglesia.  Fsta  duda  emperò 
carecc  c^mpletanienle  de  importància. 


178 


LinkO    rl•;i<<ji•:uo.  —  cAi•i  rui.o   ciAUi 


Catalana  (1),  escribe  las  siguientes  cate- 
góricas  palabras:  «Reduciendo  la  esfera 
»del  estudio  al  ejemplo  ofrecido  por  Reus 
»en  aquelles  conllictos,  hallaremos  sobra- 
»dos  elementos  para  comprender  como 
»en  ellos  igualmente  pesaron  los  odiós  de 
ïunos,  la  apatia  de  otros,  el  miedo  de 
»muchos,  y  la  suprema  ineptitud  de  cier- 
»tas  autoridades,  sobre  las  cuales  eterna- 
»mente  caerala  responsabilidad  dehechos 
y>Y  la  sangre  de  víctimas,  que  ni  inocen- 
»tes  ni  criminales  debían  ser  sometidas 
>;a  la  vindicta  de  este  factor  de  desorden 
»que  se  llama  la  justícia  del  pueblo».  Y 
en  el  segundo  articulo  (2),  al  relatar  los 
hechos,  aflade:  «Un  poco  de  energia  en 
»tal  mom.ento,  la  sola  voz  de  alto  y  atrds 
)del  postrer  centinela,  habría  evitado 
>  una  gran  desgracia.  Hasta  esto  falto  en 
>aquellos  momentosde  negra  memòria.... 
»Aquello,  aquella  bacanal  sangrienta 
>:'del  22  de  julio  imponía  tremendas  res- 
»ponsabilidades,  y  la  mano  criminal  que 
»cometió  el  delito,  y  la  dèbil  y  trèmula 
»que  con  su  aturdimiento  lo  permitió, 
»han  de  ballar  en  el  Cielo  la  justícia  que 
»merecen,  si  no  han  tenido  el  castigo  en 
»la  tierra». 

AnadirAn  los  defensores  de  Satorras, 
si  alguno  tiene,  que  3'0  ninguno  ballo, 
aiiadiran  que  muy  claro  él  mismo  lo 
dijo,  que  no  obro  porque  no  pudo,  porque 
debió  y  quiso  evitar  mayores  males,  que 
indudablemente  provinieran  del  uso  de  la 
fuerza,  la  que,  empleàndola,  se  sacrifi- 
caba  inútilmente,  al  par  que  se  daba 
lugar  a  una  conmoción  sangrienta  y 
general  en  el  pueblo.  tDe  dónde,  pregun- 
tarà el  imparcial,  debia  proceder  esta 
conmoción?  ;Quiénes,  qué  gentes,  que 
fuerzas  debian  sacrificar  a  las  compa- 
nías  de  tropa?  Solo  una  disyuntiva  resta 
como  contestación  a  tal  pregunta:  o  los 
amotinados  ejecutores  del  crimen,  o  el 
pueblo  de  Reus.  Los  primeros  eran  impo- 
tentes  para  resistir  a  la  fuerza  regular: 
y  por  lo  que  al  segundo  respecta,  sabé- 


(i)     Ano  V,  n.'"'  ii2.  pàg 
(j)     Ano  \'.  n."  II ;.  pa" 


185  y  180. 


mos  todos  que  un  pueblo  honrado  no  se 
levanta  contra  la  autoridad  para  apoyar 
la  ejecución  de  repugnantísimo  crimen. 
Sí,  impotentes  e  incapaces  de  hacer  ros- 
tro  a  la  tropa  regular  he  llamado  a  los 
amotinados,  que  ni  la  superaban  en  el 
número,  ni  la  igualaban  en  la  disciplina 
y  en  el  espiritu.  Las  dos  compafiías  de 
Bailén,  las  que,  según  palabra  del  Capi- 
tàn  General,  reunían  200  hombres  (3); 
mientras  que  los  amotinados  sumarian 
un  centenar.  A  menos  los  fijan  cuatro 
de  las  personas  que  me  proporcionaron 
datos  sobre  las  ocurrencias  de  Reus,  las 
solas  con  las  cuales  traté  del  número  de 
los  ejecutores.  Toda  hacelas  subir  a  cien 
con  un  pequeíïo  aditamento.  Los  Aiia- 
les  Jiistón'cos  de  Reus  escriben  que 
«llegaron  a  formar  un  grupo  como  de 
»unos  ochenta  hombres,  contàndose  ade- 
»mas  algunas  mujeres  públicas»  (4).  Don 
Salvador  Briansó,  que  vivia  algo  aparta- 
do  de  San  Francisco,  en  el  Arrabal  Bajo 
de  Jesús,  en  los  momentos  en  que  entra- 
dos  los  amotinados  en  el  Convento  come- 
tieron  el  atropello,  oía  perfectamente 
desde  su  terrado  la  voz  del  Padre  Ral- 
mes,  que  peroraba  a  los  agresores;  lo 
que  fuera  completamente  imposible  si 
el  pueblo  en  turba  numerosa  hubiese 
ocupado  las  avenidas  de  la  plaza.  En  este 
desgracíado  siglo  de  motines  y  asonadas, 
los  que  habitamos  turbulentas  ciudades 
harto  conocemos,  por  triste  experiència, 
la  griteria  y  el  infernal  clamoreo  que 
siempre  traen  consigo  las  revolucionadas 
masas  populares. 


(;)  El  arriba  cilado  oficial  de 
en  su  carta:  «No  recuerdó  en  c; 
»punto  donde  se  situaria  la  fuerza 
))se  hallaba  aquella  noche  en  Reus: 
Basegurar  es  que  no  cscederia  de 
Docupados  So  en  dos  patrullas,  25 
»la  casa  del  Sr.  Alba,  y  el  resto  de 
»en  dos  retenes  que  ignoro  donde 
El  Alcalde  el  dia  anterior  pedia  un 
a  loú  hombres. 

(4)     Pàg.  J5-)  de  la  J."  ediclón.  y 
na  j;^.  de  la  i." 


Bailén  me  dice 
te  momento  el 
de  Bailén,  que 
lo  que  puedo 
250  hombres, 
de  guardià  en 
reten,  ó  acaso 
se  hallaban.» 
reluer/ío  de  80 

tomo  II.  pàgi- 


MATAN/A     riE    FRAILES    EN    REUS 


179 


Mas  ria  qué  y  por  qué  andarse  en  caleu- 
los  y  màs  o  menos  rebuscades  argumen- 
tes, si  en  punto  tan  capital  deponen  testi- 
gos  presenciales?  Contabael  Padre  Anto- 
nio  Munt  «que  los  incendiaries  de  Reus 
»no  eran  mas  que  cuatro  perdulàries,  que 
»nada  podian  lograr  por  poca  resistència 
»que  se  les  hiciera.  Que  asomó  él  la  cabe- 
»za  mientras  estaban  quemando  con  toda 
»tranquilidad  las  puertas  del  convento,  y 
>  se  asombró  de  ver  cuan  exigua  y  mal 
xarmada  era  la  turba  de  sus  asesines»  (1). 
Casi  igual  afirmación  sienta  Sugranyes, 
quien,  como  Munt,  también  se  asomó  a 
una  ventana.  Y  finalmente,  deben  ser  aquí 
literalmente  copiadas  cuatro  lineas  de  !a 
relación  que  me  escribió  Fray  Cabré,  en 
las  que  se  transcriben  decisivas  palabras 
de  une  de  los  de  la  turba  que  ataco  a  los 
franciscos.  La  familia  de  éste  nunca 
oculto  la  ida  de  su  jefe  al  convento,  moti- 
vandola  por  el  empeno  en  salvar  al  Padre 
Guíudian,  con  el  cual  les  unia  íntima 
amistad.  A  pesar  de  ello,  para  evitar  ses- 
pechas,  omitiré  el  nombre  de  este  sener, 
quien  por  etra  parte  vivió  ordenadamen- 
te  en  su  casa  en  trato  y  amistad  con  nu- 
mereses  sacerdotes,  y  murió  cristiana- 
mente.  Dicen  así:  «Pasados  algunes  anos 
»liablé  de  este  asunto  con  I.  M.  a.  R.  de 
»Reus...,  y  me  dijo,  que  si  al  llegar  al 
»centinela  así  como  les  dijo,  adelante,  les 
»hubiese  dicho,  alràs,  al  momento  retro- 
»cedian,  pues  que  habían  de  hacer  unos 
>;20  hembres  que  eramos  al  principio  con 
>nm  reten  de  tropa  que  tenian  delante? 
»devolvernos  a  casa  y  callar».  Solo  uno 
de  les  testigos  presenciales  me  pinto  en 
gran  número  a  los  amotinados;  ;mí\s  qué 
vale  un  dicho  comparado  con  tantas  y 
tales  declaraciones? 

A  la  primera  mirada  aparece  ocioso 
ocuparse  en  comparaciones  entre  la  exac- 
ta y  maquinal  disciplina  de  tropas  regu- 
lares y  la  confusión  de  turbas  de  crimi- 
nales  amotinados.  En  las  primeras  todo 
obedece  a  una  voz  experimentada  en  el 


(i)     Ueiación   escrita   que   me  ciii>   t-l   indicad. 
reverendo  sobrino  del  P.  A\unt. 


manejo  de  masas,  y  perita  en  luclias  ar- 
madas:  todas  las  fuerzas  cenvergen  a  un 
fin,  y,  lejos  de  contrarrestarse  unas  a 
etras,  mutuamente  se  apoyan.  Allí  el  cri- 
terie,  el  valor  y  el  miedo  individuales 
desaparecen  para  que  el  individuo  ecupe 
el  lugar  que  el  jefe  le  marco  en  el  table- 
re.  En  las  turbas,  vivo  reflejo  de  mansio- 
nes  infernales,  todo  es  desorden,  falta  de 
entendimiento  y  sobra  de  pasiones  irra- 
cionales:  anda  cada  uno  persu  lado,  a  las 
veces  en  mútua  eposición,  en  continues 
cambios,  en  completa  disgregación,  y  a 
la  postre  en  inevitable  fuga;  realizàndose 
respecto  de  ellas  en  las  tropas  regulares 
lo  que  el  Senor  prometé  a  los  hijos  de 
Israel  cuando  les  dice  que,  si  guardan  las 
ceremonias  y  mandamientos,  «cinco  de 
»los  vuestros  perseguiran  a  cien  extra- 
»nes,  y  ciento  de  vosotros  a  diez  mil»  (2). 
Esta  superioridad  debia  influir  ademas 
no  poco  en  el  buen  espiritu  de  los  solda- 
des y  en  el  miedo  de  los  amotinados.  Sí, 
en  el  miedo  claramente  manifestade  por 
las  veces  de  vdnitno,  diiinio»  que  uno  de 
elles,  temiende  sin  duda  las  armas  que  se 
decía  poseian  les  frailes,  iba  dando  al 
pasar  por  la  calle  de  San  Antonio  bajan- 
do  hacia  San  Francisco  (3).  En  el  miedo 
manifestado  por  las  turbas,  que  descen- 
diendo  por  el  arrabal  de  Jesús,  al  acer- 
carse  a  las  tropas,  torcieron  por  calles 
laterales.  En  el  miedo  en  fin  y  en  el  pavor 
que  la  voz  de  la  conciencia  y  el  remerdi- 
miento  difunden  en  el  corazón  del  mas 
valiente  cuando  sus  valentías  son  crimi- 
nales.  Miedo  y  temeres  elocuentemente 
pintades  por  Sugranyes  con  estàs  pala- 
bras: «A  parte  los  curiosos,  los  pilluelos 
»y  mujeres  de  vida  uirada,  los  asesines 
>eran  peces;  y  a  haber  tenido  nosotros 
»seis  fusiles  con  diez  tiros  para  cada  uno, 
»no  hubieran  entrado;  pues  era  tal  su 
«valentia,  que  con  media  docena  de  ladri- 
»llos,  que  les  tiramos  dos  jóvenes  desde 
»una  ventana,  prodújose  tal  alarma,  que 


(j)     I.e\itico.  cap.  XXVI,  v.  8. 
(?)     Las  oyó  ei  mentado  D.   Salvador  Briansó 
desde  su  casa,  v  01  mismo  me  lo  conló. 


180 


LIBRO    TERCERO.  —  CAriTUI.O    CUARTO 


i  empezaron  a  gritar:  «Hu3'amos,  huya- 
»mos,  que  nos  tiran  piedras».  De  aquí  que 
no  pocos  en  Reus  en  la  manana  siguiente 
exclamaran:  «jQuó  làstima!  qué  làstima 
>.de  frailes  y  de  conventos.  Una  descarga 
»de  la  tropa  tirada  al  aire  bastaba  y  aun 
'Hobraba  para  dispersar  a  los  asesinos». 
Da  harta  ràbia  y  vergüenza  ver  dos  com- 
pletas  companías  de  ejército,  de  soldados 
no  de  tiempos  pacíficos,  sinó  de  època  de 
guerra,  parades  ante  tan  exigua  y  des- 
preciable  canalla. 

Mas  no  eran  los  amotinados  quienes 
ponían  al  Gobernador  en  apurado  trance, 
diran  sus  defensores,  sinó  la  manifiesta  y 
decidida  simpatia  de  toda  la  villa  de  Reus 
hacia  ellos.  Así  claramente  lo  indica  el 
ya  citado  oficio  de  25  de  julio  cuyas  pala- 
bras  es  forzoso  repetir:  «Y  si  (Llorens) 
))no  hizo  uso  de  la  fuerza,  dice,  fué  por- 
»que  entendí,  y  conoció  el  mismo  que  era 
>-sacrificarla  mútilmente,  y  dar  infalible 
ïocasión  a  una  conmocion  sangrienta  y 
«general  en  el  pueblo,  como  lo  dieron  à 
«conocer  antes  y  agradecieron  después 
'Hinànimemente  el  Ayuntamiento  y  todos 
»los  vecinos  mas  notables  de  la  villa». 

Poco  enterado  debe  de  hallarse  en 
asuntos  de  Reus  quien  a  estàs  lineas  no 
conteste  indignado  que  Satorras  falta 
abiertamente  a  la  verdad.  Son  rotundas 
y  absolutas  las  afirmaciones  del  Goberna- 
dor, destituidas  de  toda  sal  de  duda,  y  sin 
ni  siquiera  el  mitigamiento  de  un  qiiiïú. 
No  cree  que  al  usar  de  la  fuerza  la  ex- 
ponga  a  un  peligro,  sinó  que  euticnde  él, 
y  conoce  el  militar,  que  llevan  su  fuerza 
al  sacrificio,  a  la  muerte:  y  esto  sin  resul- 
tado  alguno.  Sabé  que  dieraocasión  cier- 
ta,  inevitable,  iufalible,  no  a  un  pequeno 
choque,  no  a  un  combaté  parcial,  sinó  a 
una  revolución  sangrienta  y  general,  es 
decir,  de  toda  la  villa,  que  con  las  armas 
en  la  mano  se  arrojara  sobre  la  tropa 
para  aplastarla  y  destrozarla  por  comple- 
to. Api^uébanle  su  inacción  antes  y  des- 
enes, bien  que  no  creo  que  se  la  aprueben 
en  la  eternidad,  no  una  mayoría  del 
Ayuntamiento,  sinó  la  unanini/dad ,acom- 
panada,  no  de  algunos,  sinó  de  todos  los 


vecinos  mas  notables  de  la  villa.  iCuànto 
empeno  en  excusarse!  iCu;'m  negra  fuera 
la  culpa,  que  tanto  empeiio  excite  el  deseo 
de  su  liberación!  \Y  al  mismo  tiempo 
cuànta  falsedad! 

Son   varios  los  reusenses  que  interro- 
gué  sobre  este  punto,  quienes  opinaron 
que  el  uso  de  la  fuerza  cohibiera  la  revo- 
lución.  Muy    terminante    en  las    lineas 
arriba   citadas  asegura  Toda,   reusense 
también  y  liberal,  que  '<un  poco  de  ener- 
»gía  en  tal  momento,  la  sola  voz  de  alto 
»y   atrds   del    postrer  centinela,   habría 
«evitado  una  gran  desgracia».  Aun  capi- 
tiln  de  milicia  de  Reus,  mi  amigo,  hom- 
bre  de  talento  perspicaz,  justiciero  hasta 
la  exageración,    perfecto  conocedor  de 
aquel  motín,  liberal  moderado,  bien  que 
cristiano   de   corazón,    oíle    repetir  mil 
veces  estàs  categóricas  palabras:  «Con 
»cincuenta  hombres,    arma  al  hombro, 
»delante  de  cada  convento,  sin  necesidad 
»de  disparar  un  tiro,  se  evita  el  crimen». 
Con  menos  en  època  mAs  reciente  y  en  la 
misma  población  un  hombre  decidido  con- 
tuvo  una  turba  de  miles  de  atolondrados 
deseosos  de  allanar  la  iglesia  parroquial. 
Correria  el  afio  de  1873  cuando  la  repúbli- 
ca federal  desató  todos  los  mas  sagrades 
vínculos  de  la  sociedad.  A  su  amparo,  una 
noche,  a  las  once,  agrupado   el  pueblo 
en  la  puerta  mayor  de  la  iglesia,  pedía 
con  gran  insistència  las  llaves  del  templo 
para  entregar  a  las  llamas  los  confeso- 
narios.  Acudió  con  presteza,  acompaiïado 
de  algunos  dependientes  de  la  municipa- 
lidad,  el  Alcalde,  Don  Felipe  Font  y  Tru- 
llàs,  y  colocàndose  en  los  umbrales  del 
templo,  negóse  con  gran  resolución  a  las 
exigencias    populares,    afíadiendo    que 
para  penetrar  en  la  iglesia  hacíase  nece- 
sarlo  pasar  antes  sobre  su  propio  cadà- 
ver. Asi  contuvü  à  las  masas  por  mucho 
tiempo,  hasta  que  una  partida  de  caba- 
llería  acudiendo  despejó  el  tumulto.  No, 
Satorras  no  se  acercó  a  las  puertas  de 
ningún  convento,  porque  no  quiso,  como 
quiso  Font,  evitar  el  mal. 

Ni  vale  aquí  alegar  la  falta  de  estos 
pelotones  de  caballos,  que  vienen  en  apo- 


MATAN/A    DE    l'RAJLES    EN    REUS 


181 


yo  del  Alcalde  de  1873;  no  vale,  no,  ale- 
gar  la  carència  de  suficiente  fuerza  mili- 
tar, que  Montemayor,  Comandante  de 
milicia,  en  el  oficio  arriba  transcrito,  solo 
considera  necesario  que  le  «ausilie  con 
»80  ó  100  hombres  de  tropa  del  ejército 
»para  que  no  se  altere  la  tranquilidad 
«pública  de  esta  villa)  de  Reus.  Y  digo 
que  solo  a  estos  considera  necesarios,  ya 
que,  deseoso  como  estaba  de  evitar  todo 
motín,  limítase  en  la  víspera  a  pedir  al 
Gobernador  militar  de  Tarragona  este 
refuerzo,  que  inmediatamente  le  fué  en- 
viado.  Y  si  este  oficio  no  bastarà  para 
probar  cuàl  fuese  el  parecer  del  Alcalde, 
aquí  estan  clamando  con  irresistible  elo- 
cuencia  las  seguridades  que  en  aquella 
misma  tarde  dió  al  Guardian  franciscano 
y  al  Prior  carmelita. 

Però  aun  despreciando  el  autorizado 
sentir  del  Alcalde  mayor,  mas  conocedor 
del  espíritu  de  Reus  que  Satorras,  y  por 
lo  tanto,  aun  suponiendo,  que  no  es  poco 
suponer,  que  las  dos  companías  de  Bai- 
lén  no  alcanzasen  a  condenar  a  los  exal- 
tados  de  la  villa,  en  ningún  modo  debía 
aquella  autoridad  superior  sepultarse  en 
tan  criminal  apatia.  Elocuente  lección 
hallara  en  el  comportamiento  de  las  au- 
toridades  del  ano  1823.  Entonces,  según 
en  el  libro  anterior  expliqué,  trescientos 
milicianos  con  sus  jefes  conjuraronse 
para  asesinar  en  la  noche  del  13  de  junio 
a  los  frailes  franciscos  de  Reus.  Pocos 
momentos  antes  de  la  hora  fijada  para  el 
crimen,  conoce  el  proyecto  el  sindico  del 
Convento  don  José  de  Miró:  corre  al 
Ayuntamiento;  expone  el  peligro:  y,  en 
su  vista,  la  Autoridad  inmediatamente 
acuartela  a  los  milicianos;  y,  por  consi- 
guiente,  detiene  los  pasos  de  los  crimina- 
les;  y  manda  vigilar  la  villa  por  una 
buena  partida  de  paisanos  armados.  Con 
esto  logra  salvar  a  los  frailes,  que  tanto 
puede  la  buena  voluntad.  Si  las  dos  com- 
paftíasde  soldados  eran  insuficientes  para 
el  caso,  debía  el  Gobernador  reforzarlas 
o  con  nuevas  tropas,  aceleradamente  re- 
queridas  de  Tarragona  (solo  dos  horas 
separadas    de   Reus),  o  con  compaflías 


escogidas  como  las  mi\s  juiciosas  de  la 
milicia  nacional.  La  milicia  urbana  de 
1835,  aunque  con  motivo  del  descalabro 
de  Arnes,  empezaba  en  Reus  a  indiscipli- 
narse,  distaba,  sin  embargo,  de  la  ente- 
ramente  indisciplinada  que  conocimos 
en  tiempos  màs  recientes;  porque  todas 
lasinstituciones  brillan  en  sus  comienzos 
por  el  cumplimiento  de  las  reglas  que 
deben  informarlas;  y  porque  se  hallaba 
entonces  frente  de  temible  enemigo,  pron- 
to  para  aprovechar  todo  descuido  o  inte- 
rior reyerta. 

Y  si  iiiiigmia  confianza  cifraba  el  Go- 
bernador en  uiuguuo  de  los  milicianos, 
que  no  pocos  habria  sensatos,  ipor  qué 
no  arrancaba  un  centenar  de  fusiles  de 
las  manos  màs  atolondradas  para  poner- 
los  en  otras  amigas  del  orden,  que  le 
sirvieran  en  aquella  ocasión?  De  abierta 
falsedad  debe  graduarse  cuanto  dice  res- 
pecto de  que  le  indicaran  antes,  y  agra- 
decieran  después,  su  inacción  todos  los 
vecinos  màs  notables  de  la  villa.  Estos 
abrigaban  en  su  pecho  el  sacro  fuego  de 
la  Religión:  el  populacho  ardía  en  odio 
revolucionario  difundido  por  la  prensa  y 
las  sociedades  secretas,  que  se  multipli- 
caban  en  muchas  partes,  y  tenia n  su 
venta  en  Reus  (1).  -;Cree  acaso  el  seflor 
Satorras  que  millares  de  leguas  nos  se- 
paran  de  esa  tan  conocida  población? 
rlgnora  que  los  individuos  de  su  nobleza, 
de  su  agricultura  y  comercio  hormiguea- 
ron  entre  nosotros,  los  tratamos,  y  por 
ende  conocimos  hasta  el  fondo  de  sus 
ànimos  expansivos  y  màs  locuaces  que 
callados?  No,  no  hablo  de  la  índia,  de  la 
China  o  del  Japón:  hablo  de  nuestros 
parientes,  conocidos  y  amigos;  y  por  esto 
rotundamente  niego  que  las  personas 
màs  notables  de  Reus  sean  còmplices  de 
la  punible  inacción.  No,  es  imposible  que 
los  nobles  y  realistas  don  Policarpo  de 
Bofarull,  cuyo  soberbio  palacio  admiro 


(i)  llisloii^i'.ie  las  sociedades  secretas...  por 
L).  Vicente  de  la  Fuente.  Tomo  II,  cap.  5,  §  72. 
pàg,  1 18  en  la  !>.'  nota.  Primera  edición.  Er»  la 
sefjunda  edición  tomo  II,  §  81,  pag.  92,  nota  4.' 


182 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    CL'ARTO 


Fernando  VII  cuando  se  hospedó  en  él; 
los  dos  Miró  o  March,  don  Pablo  y  don 
José  cuyo  palacio  ocupaba  cuando  fui  a 
Reus  una  gran  fonda  en  la  plaza  de  Prim; 
don  José  Maria  de  Gavaldà  y  sus  dos 
homónimos,  Cardenas}-  demàs,  apoyaran 
tal  absurdo.  No,  es  imposible  que  las 
nobles  casas  de  Axemús,  Queri,  Arra, 
Iglesias,  Brocà  y  demàs  le  aconsejaran  el 
crimen.  No,  no  es  posible  que  los  fabri- 
cantes  y  comerciantes  tan  cristianos  como 
los  dos  Clarianas,  los  Freixas,  Macaya, 
Gusi  y  otros  le  aplaudieran  tal  crueldad. 
No,  no  es  posible  que  don  Ramon  Alba 
Milà,  el  abogado  don  Pedró  Martí,  don 
Juan  Gaspà,  el  decidido  don  Pedró  Fages 
y  mil  otros  hombres  de  orden  y  de  paz, 
pertenecientes  a  la  clase  media,  apoya- 
ran tan  cruel  apatia.  Calle,  calle  el  des- 
venturado  Gobernador,  y  no  se  empene 
en  hacer  còmplices  de  su  delito  a  los 
demàs,  cuya  fama  y  creencias  estan 
patentes  ante  aquellos  vivos  y  decidores 
vecinos  de  la  màs  franca  de  las  villas 
tarraconenses. 

Por  otra  parte,  no  se  comprende  que 
toda,  toda  una  honrada  población  apoye 
crimen  tan  repugnante  a  la  conciencia 
medianamente  recta.  Cuando  la  piedad, 
si  no  de  todos,  de  buena  parte  de  reusen- 
ses,  no  viniera  a  desmentir  las  aseve- 
raciones  del  Gobernador,  hiciéranlo  la 
indiferència  por  las  cosas  políticas  y  la 
cobardía  que  siempre  domina  a  la  gene- 
ralidad  de  las  gentes.  El  ano  de  1835  no 
era  el  actual:  entonces  ese  mónstruo 
infernal  de  la  revolución  espanola  vagía 
aún  en  su  cuna;  o  si  se  quiere,  mozo, 
muy  avieso,  sí,  però  de  pocos  anos,  inau- 
guraba  solo  las  travesuras  de  su  juven- 
tud;  y  por  lo  tanto  aunque  maligno  en 
sus  designios,  no  alcanzara  todavía  sufi- 
ciente  tiempo  para  pervertir  por  comple- 
to a  los  pueblos  y  a  las  masas.  Todavía 
el  clero  gozaba  de  saludable  influencia; 
todavía  cada  famiha  contaba  un  fraile 
entre  los  tíos  o  los  hijos  de  la  casa,  toda- 
vía en  cada  calle  se  levantaba  un  con- 
vento  y  en  él,  por  dicha,  un  púlpito  y 
muchos  confesonarios;  todavía  el  pueblo 


trataba  familiarmente  a  los  frailes,  y 
conocía  sus  buenas  cualidades;  el  fétido 
fermento  de  la  revolución  no  habíaagria- 
do  toda  la  masa.  Muchos  de  los  que  se 
llamaban  liberales,  y  hasta  esgrimían 
sus  espadas  por  el  sistema  liberal,  ha- 
cíanlo  de  buena  fe,  creyendo  que  en 
aquella  guerra  solo  se  ventilaba  una 
cuestión  política,  que  en  nada  afectaba 
a  la  Religión,  la  que  profesaban  con  ente- 
ra sinceridad.  ;Cómo  se  quiere  pues  que 
toda  la  Villa  se  interesara  por  los  asesi- 
nos  hasta  en  su  defensa  echarse  a  la 
calle  y  arrostrar  las  balas  de  la  tropa? 
Y  si  toda  la  villa  deseaba  el  exterminio 
de  los  frailes,  £cómose  hallaron  tan  pocos 
que  fueran  a  ejecutarlo?  iO  acaso  los  que 
tanto  odiaban  el  habito  monàstico  temían 
màs  las  balas  de  los  supuestos  fusiies  de 
los  frailes,  que  las  reales  y  certeras  de 
los  soldados?  Olvidó,  sin  duda,  Satorras 
que  no  habían  transcurrido  màs  que  dos 
afios  desde  que  Llauder  desarmarà  un 
batallón  de  màs  de  700  voluntarios  realis- 
tas  reusenses,  y  que  se  hubiera  podido 
formar  otro  a  no  contrariarlo  la  intransi- 
gència del  Comandante  don  José  de  Miró, 
quien  no  aceptaba  en  las  filas  de  su  bata- 
llón màs  que  realistas  de  toda  seguridad. 
cTambién  estos  se  disponían  a  hacer  ros- 
tro  a  los  soldados,  o  quizà  a  derramar  la 
inocente  sangre  de  sus  amigos  los  frai- 
les? ;También  estos  le  aconsejaron  la 
cruel  inacción?  jLàstimagrande  que  para 
redondear  su  cuadro  no  anada  en  el  oficio 
a  Llauder,  que  el  pàrrcco  y  todo  el  clero 
aprobó  atites  y  dcspués  del  crimen  la 
falta  de  acción!  No,  no  son  verdad  las 
dos  aseveraciones  de  Satorras,  no  es  ver- 
dad que  todos  los  vecinos  màs  notables 
de  Reus  aconsejaran  ni  aprobaran  la 
cruel  conducta  del  Gobernador,  ni  tam- 
poco  que  la  generalidad  de  la  población 
se  hallara  dispuesta  a  empunar  lasarmas 
para  sacrificar  a  la  tropa,  si  esta  con 
ellas  trataba  de  impedir  el  crimen.  Toda, 
estudiando  los  elementos  que  produjeron 
«aquellos  conflictes,  dice,  que  los  halla- 
»remos  sobrados  para  comprender  como 
»en  ellos  igualmente  pesaron  los  odiós  de 


MATANZA    HK    I-RAII•líS    KN    RELS 


183 


»unos,  la  apatia  de  otros,  el  miedo  de 
»miichos,  y  la  suprema  ineptitud  de  cier- 
>:tas  autoridades». 

Mas  si  el  cuito  que  rindo  a  la  verdad, 
si  la  imparcialidad  me  obliga  a  desmenu- 
zar  y  aniquilar  las  falsedades  proferidas 
por  el  Gobernador,  exige  igualmente  de 
mi  la  confesiún  de  que  la  milicia  de  Reus 
se  componia  ds  dos  batallones,  y  de  que 
en  buena  parte  del  populacho,  de  la  baja 
plebe,  y  en  algunos  de  los  medianes  ar- 
día,  del  modo  que  los  malos  instintos 
suelen  arder  en  pechos  bajos,  el  odio 
contra  los  frailes.  No  he  de  esforzarme 
mucho  para  probarlo,  que  en  manera 
harto  elocuente  lo  pregonan  los  insultes, 
canciones,  gritos  hostiles  y  amenazas, 
que  tiempo  había  formaban  el  tormento 
de  los  frailes,  y  de  los  cuales  hice  detalla- 
da memòria  al  comenzarla  narración  del 
crimen  de  Reus.  Y  no  solo  abrigaban 
este  encono,  sinó  que  algunos  de  los 
tales  enemigos  empufiaban  las  armas  de 
nacionales,  entre  los  cuales  nacionales, 
como  escribe  Lafuente,  abundaban  los 
carbonarios  (I);  y  corrian  tiempos  de 
brutal  intolerància.  Tal  situación  diticul- 
taba  la  del  Gobernador;  es  necesario 
confesarlo,  y  gustoso  lo  confieso;  però  ni 
ella  autorizaba  su  inacción,  ni  aun  puede 
e.xcusarle.  No  liubieran  los  paisanos  he- 
cho  rostro  a  tropas  regulares,  sobre  todo 
si  al  frente  de  ellas  hubiesen  visto  al  Co- 
mandante  y  al  mismo  Gobernador,  como 
al  Alcalde  de  1S73  en  los  umbrales  de  la 
iglesia;  y  la  resistència  hacíase  de  todo 
punto  imposible  si  aquéllos  se  hubiesen 
rodeado  con  refuerzos  de  tropas  de  otras 
partes,  o  milicianos  escogidos,  o  paisanos 
armados.  Y  si  tan  temibles  se  hacian  los 
milicianos,  ;por  qué,  pretextando  la  apro- 
ximación  de  carlistas,  no  los  sacaban  al 
campo  para,  durante  su  ausencia,  desar- 
mar a  los  amotinados? 

Los  exaltados  no  resistieran  si  desde  el 
primer  momento  de  la  llegada  del  Gober- 

(i)  llisloiLi  if  Ars  sociedades  sccrctas  aiili- 
f'iiaí;  V  modenias  cii  l'sf'.TÜa.  Scgunda  ediciíin. 
l•iiinci  11.  pi'iii.  ^>^. 


nador  y  del  Comandante  hubiesen  notado 
en  ellos  decisión  inquebrantable  de  evitar 
la  catàstrofe;  si  hubiesen  leídouna  alocu- 
ción  breve  y  enèrgica;  si  hubiesen  visto 
al  ultimo  distribuyendo  en  modo  adecua- 
do  las  fuerzas  alrededor  de  los  conven- 
tos;  si  hubiesen  presenciado  con  sorpresa 
cómo  una  manga  de  soldados  prendía 
resueltamente  en  el  cafè  a  los  comen- 
sales  de  la  crema,  y  otra  arrestaba  a  los 
nacionales  de  la  casa  municipal;  si  al 
menos,  al  llegar  los  incendiarios  a  San 
Francisco,  hubiesen  sido  recibidos  a  ba- 
yonetazos,  o  siquiera  a  decididos  culata- 
zos;  en  final,  si  hubiesen  notado  que 
de  verdad.  quería  el  Gobernador  salvar 
a  los  frailes:  que  ya  todo  el  mundo  sabé 
hoy  que  las  masas  populares  no  se  suble- 
van  mas  que  cuando  las  autoridades  las 
dejan  levantar.  Y  finalmente,  llevemos 
hasta  el  cabo  las  consideracioneshacia  el 
Gobernador;  demos  que  temiera,  deseoso 
de  evitar  todo  peligro  de  revolución,  el 
disparo  del  primer  fusil;  però  ni  aun  así 
comprendo,  ni  comprenderé  jamAs,  que 
omitiera  echar  mano  de  los  mil  medios 
de  que  dispone  una  autoridad  cuando 
quiere  ahogar  en  el  seno  materno  cuai- 
quiera  conspiración. 

Tan  criminal  conducta  achíicala  Toda, 
como  vimos,  a  :<suprema  ineptitud»  o  es- 
tupidez;  y  en  verdad  que  fué  grande,  no 
solo  por  los  tristes  resultados  que  de  ella 
se  seguia  a  los  claustros,  sinó  por  las 
coiisecuencias  que  entranaba  para  ei 
orden  publico,  para  el  partido  político 
reinante.  Porque,  rota  aquella  primera 
valia,  inauguraronse  los  motines,  indis- 
ciplinóse  mas  y  mas  la  milicia  urbana, 
persiguióse  a  las  autoridades,  el  Gober- 
nador militar  de  la  provincià  y  el  Capi- 
tAn  General  del  Principado  tuvieron  que 
huir  a  ufía  de  caballo,  las  calles  de  la 
provincià  se  mancharon  con  la  sangre  del 
teniente  del  Rey  y  el  Mayor  de  plaza,  y 
las  de  la  capital  de  Cataluiïa  se  mancha- 
ron con  la  sangre  del  segundo  Cabo,  y  la 
Rambla  vió  arder  horriblemente  su  cadà- 
ver. iAh,  seíïor  Satorras!  Hay  circuns- 
tancias  en  las  cuales  los  destinos  eleva- 


184 


■:RCl•.UO. CA1'IT1.I.0    CIAK  I  O 


dos  imponen  la  obligación  de  salvar  el 
orden  a  toda  costa. 

cPor  qué  a  lo  menes  el  Gobernador  no 
noticiaba  por  bajo  mano  a  los  frailes  su 
peligro?  iPor  qué  no  les  mandaba  el  pà- 
rroco,  un  vicario,  un  hombre  honrado  que 
en  secreto,  però  de  su  parte,  les  sacarà 
del  convento?  Tal  exigían  la  humanidad 
y  las  eternas  leyes  de-  la  justícia,  por 
mas  que  quiza  las  instrucciones  superio- 
res no  le  autorizaran  para  en  modo  pu- 
blico y  oficial  evacuar  los  claustros.  A 
toda  costa,  con  toda  mana  y  con  todo 
empefio  debía  aquel  Gobernador  evitar  la 
revolución. 

Finalmente  dice  Satorras  en  el  famoso 
olicio,  y  acabemos  ya  tan  enojosa  acusa- 
ción,  que  antes  también  y  después  del  su- 
ceso  el  Ayuntamiento  unanimemente  le 
aprobó  su  proceder. 

Realmente,  un  ilustrado  hijo  de  Reus 
me  dijo  que  creia  que  el  Gobernador 
aquel  dia  reunió  el  Ayuntamiento,  que  le 
pregunto  por  lo  que  podia  hacerse  para 
impedir  el  atentado  contra  los  conventos; 
y  que  el  presidente,  que  en  ningún  caso 
seria  Montemayor,  al  cual  nadie  culpa  en 
Reus,  contesto  que  el  único  medio  estaba 
en  sacar  de  ellos  a  los  frailes;  a  lo  que  el 
Gobernador  contesto  que  esto  no  podia 
hacerlo.  Échase  de  ver  aquí  fàcílmente 
que  el  dicho  presidente,  y  quizà  el  Ayun- 
tamiento, padeceria  la  miopia  liberal,  que 
a  no  aquejarle  tal  enfermedad,  divisara 
las  trazas  arriba  apuntadas,  capaces  de 
salvar  a  los  frailes,  y  se  le  ocurrieran  las 
serias  consideraciones  que  llevo  indi- 
cadas. 

La  noticia  de  esta  sesión  del  Ayunta- 
miento y  la  reunión  de  urdídores  del  cri- 
men  preparatòria  del  atentado,  de  la  que 
en  breve  trataré,  dame  pie  para  sospe- 
char  que  a  la  falta  de  decisión  y  a  la 
ineptitud  del  Gobernador  pudieron  jun- 
tarse  quiza  las  persuasiones  de  estos  ur- 
dídores, que,  simulando  por  ventura  ser 
los  notables  vecinos  de  la  villa,  dieran 
camino,  bien  que  falso,  para  las  afirma- 
ciones  del  cèlebre  oíïcio.  Esto,  si  en  algo 
aminorara  la   culpa  de   Satorras,  no  le 


libra  de  grandes  responsabilidades  ante 
las  personas  honradas. 

Quiza  los  amigos  de  Satorras  aduzcan 
en  defensa  de  él  su  filiación  política,  es 
decir,  que  formaba  en  el  partido  modera- 
do.  No  lo  niego.  El  lugar  que  ocupaba 
claramente  lo  prueba,  y  todos  sus  con- 
temporaneos  por  mi  interrogades  me  lo 
confirmaron.  Mas  se  presentan  en  esle 
punto  anomalias  y  circunstancias  cuyo 
valor  yo  no  pesaré;  lo  pesarà  el  lector 
después  de  leídos  los  datos  que  a  seguida 
le  suministro. 

A  don  Antonio  Satorras  e  Iglesias,  en 
el  periodo  constitucional,  le  hallamos 
comprando  al  Estado  bienes  eclesiàsti- 
cos.  Por  remate  de  31  de  mayo  de  1822, 
según  consta  en  escritura  autorizada  por 
el  notario  don  Joaquín  Fàbregas  en 
Tarragona  a  19  de  agosto  de  1841,  com- 
pro al  Estado  la  heredad  del  monasterio 
de  Benifazà  llamada  la  Vall,  por  el  pre- 
cio  de  366,000  reales.  Por  remate  de  igual 
dia  del  anterior  compra  a  la  Nación  la 
heredad  llamada  la  Cenia,  del  mismo 
monasterio  de  Benifazà,  de  39  jornales 
de  extensión,  por  el  precio  de  399,000  rea- 
les, como  es  de  ver  en  escritura  autoriza- 
da por  el  propio  Fàbregas  en  Tarragona 
a  4  de  septiembre  de  1841.  Y  como  éstas 
es  posible  que  realizara  otras  compras  de 
estos  bienes.  No  se  equivocaba  cierta- 
mente  un  ochentón,  en  sus  mocedades 
indivíduo  del  batallón  deUi  Costa,  y  por 
lo  mismo  liberal  acentuado,  quien  me 
decia:  «La  desamortización  la  hicieron 
»los  progresistas,  però  la  aprovecharon 
>4os  moderados». 

Incendiades  los  conventos,  triunfó  en 
Cataluiía  la  revolución;  y  luego,  como 
largamente  veremos  en  el  capitulo  XII 
de  este  libro,  mientras  en  Madrid  conti- 
nuaba  en  el  mando  el  partido  moderado, 
en  cada  província  de  Cataluíïa  se  creaba 
una  junta  de  gobierno  llamada  consulti- 
va, juntas  rebeldes,  compuestas  por  lo 
general  de  exaltades,  que  quedaban  fren- 
te  a  frente  al  gobierno  de  Madrid.  La  de 
Barcelona  quiso  ponerse  al  frente  de  la 
gobernación    de    toda    Catalufía,    y   así 


MAIA.N/A     OE     l-KAILES    EX     RELS 


18Ó 


Uamóse  suprema,  y  pidió  a  las  de  las 
demas  provincias  catalanas  que  le  man- 
daran  dos  representantes  cada  una  para 
formar  parte  de  la  central  o  suprema  ca- 
talana. En  Tarragona  no  falto  revuelta 
después  de  arrojados  los  frailes,  en  uno 
de  cuyos  actos  fué  asesinado  el  teniente 
de  Rey  y  el  Ma^-or  de  Plaza,  y  el  Coman- 
dante  General  senor  Colubí  se  salvo 
huyendo  a  ufia  de  caballo.  Creóse  la  jun- 
ta tarraconense,  3'  por  acuerdo  de  13  de 
septiembre  de  1835  esta  nombra  para  for- 
mar parte  de  la  central  catalana  a  don 
Antonio  Satorras.  De  donde  resulta  que 
mientras  el  Comandante  General  mode- 
rado  hu3'e  como  el  viento,  y  caen  asesi- 
nados  dos  de  sus  companeros,  Satorras,  el 
Gobernador  civil,  esencumbrado  a  parti- 
cipar del  Gobierno  revolucionario  detoda 
Cataluna,  y  esto  con  posterioridad  a  la 
nientada  fuga  de  Colubí  y  al  asesinato 
del  teniente  de  Rey  y  del  May  or  de  Plaza. 

Coníieso  que  no  es  fàcil,  tratàndose  de 
remotas  épocas,  pesar  con  exactitud  com- 
pleta el  valor  de  ciertos  hechos;  mas 
oigamos  palabras  de  los  contemporaneos. 
En  el  diario  exaltado  de  Barcelona;  titu- 
lado  El  Cataldii ,  número  del  24  de  agosto 
de  1835,  se  lee  una  correspondència  de 
Tarragona  en  la  que  consta  que  en  Ta- 
rragona «no  hay  mas  junta  consultiva,  ni 
'.mas  disposicion  que  lo  que  quiere  el 
^Gobernador  civil,  sobre  cuya  opinion 
'-política  he  oido  diferentes  pareceres: 
»todos  convienen  en  que  como  particular 
>'es  buen  hombi^e,  però  como  funcionario 
^publico  se  resiente  de  su  gran  amistad 
»con  Llauder.  No  le  conozco.  De  quien 
»hablan  disparates  es  de  su  secreta- 
»rio....»  (1). 

A  esto  contesta  Satorras  con  un  comu- 
nicado  en  el  ni'imero  del  28  del  mismo 
mes  y  aiïo,  que  literalmente  copiado  dice 
usí: 

«Sres.  Redactores  de  El  Catalaii. 

»En  esta  capital,  a  donde  el  que  suscri- 
>be  ha  venido  para  restablecer  su  que- 
ibrantada  salud  y  para  objetos  del  servi- 

(!)    Púg.  x^-r-. 


»cio  piíblico,  ha  leido  con  sorpresa  los 
xdos  comunicados  que  Vds.  insertan  en 
»los  números  234  y  235,  de  su  periódico. 
>Xo  es  muy  noble  ni  generoso  à  la  ver- 
»dad,  comprometer  tras  barrera,  3'  como 
>por  pasatiempo  la  reputacion  de  unciu- 
>  dadano.  Ni  la  reunion  de  la  Junta  Con- 
>sultiva  de  Tarragona  ha  sufrido  un 
»minuto  de  atraso  por  parte  de  la  auto- 
»ridad  civil,  ni  BeJza  desempenaba  la 
«secretaria  cuando  se  escribía  el  comu- 
»nicado,  ni  habra  quien  asevere  de  buena 
»fe  que  el  gobierno  civil  de  Tarragona 
»haya  prohibido  en  ningun  tiempo  las 
»canciones  patrióticas.  Las  relaciones 
»que  haya  tenido  el  gobernador  civil  con 
»un  personaje  cèlebre  en  esta  època  no 
»las  puede  graduar  el  autor  del  comuui- 
>íCado  ni  jamas  han  influido  en  la  opinion 
»política  del  que  tiene  un  caràcter  iiidc- 
>yp£ndieiitc,  justifiícado  en  tiempos  en 
»que,  el  que  ahora  habla,  aun  con  màs- 
»cara  guardaba  un  profundo  silencio. 

»E1  individuo  que  ocupa  aquella  gober- 
>macion  con  diez  hijos  y  harlo  que  com- 
»binar  para  alimentarlos,  se  reconoce 
»tan  poco  apto  para  el  mando,  que  no 
»menos  de  cinco  son  las  renuncias  que 
»tiene  hechas  desde  que  se  le  confirió: 
»solo  ambiciona  el  momento  de  poderse 
»dedicar  al  intimo  deber  de  cuidar  é  ins- 
»truir  à  su  numerosa  familia  3'  ser  útil 
»como  particular  à  la  causa  de  la  libertad 
»3•  del  trono  legitimo  de  Isabel  II. 

»Espero  merecer  de  Vds.,  Sres.  Re- 
»dactores Antonio  Satorras»  (2). 

Como  dije  ha  poco,  fué  nombrado  por 
la  Junta  Consultiva  de  Tarragona  en  13 
de  septiembre  del  mismo  afio  para  for- 
mar parte  de  la  Suprema  de  Cataluna;  es 
decir,  que  fué  un  moderado  que  mereció 
el  Gobierno  civil  de  una  provincià,  3' 
luego  ser  nombrado  para  formar  parte 
de  otra  progresista. 

Alegaran  quiza  también  los  defenso- 
res de  Satorras  la  honradez  de  su  vida 
privada,  la  que  nadie  niega,  y  yo  menos 


(2)     Ei  Català»  dl 
na  1 380. 


j8  de  aiídslo  de  i6 


186 


I.IBRO    TIÍRCIÍIÍO. — CAPITCLO    CI'ARi 


que  nadie;  però  de  esta  aquí  no  trato: 
trato  de  un  hecho  publico  de  su  man- 
do.  Haya  Dios  perdonado  al  tal  Gober- 
nador  por  las  oraciones  que  el  Padre 
Balmes  y  sus  compaiïeros  martires,  infla- 
niados  de  la  misma  caridad  que  los  llevo 
al  sacrificio,  dirigen  al  Senor  por  él;  y 
hiíyale  el  Cielo  tornado  en  cuenta  la  pie- 
dad  y  el  profundo  arrepentimiento  que 
de  sus  pecados  y  faltas  mostro  en  sus 
líltimos  aiïos  y  especialmente  en  el  tran- 
ce  de  la  muerte. 

Tras  del  Gobernador  civil  y  del  Jefe 
militar  comparece  ante  el  Tribunal  de  la 
severa  Historia  el  A3'untamiento,  al  que, 
sin  embargo,  gracias  a  la  completa  igno- 
rància en  que  estoy  de  los  nombres  y 
antecedentes  de  sus  concejales,  noquiero 
juzgar;  limitandome  a  sacar  ante  los  ojos 
del  lector,  para  que  a  ellos  aplique  el 
recto  criterio  y  buen  sentido  con  que 
Dios  le  haya  dotado,  los  tres  linicos  datos 
que  a  mano  hube. 

Hallé  el  primero  en  el  ya  tan  repetido 
oficio  de  Satorras  al  general  Llauder, 
donde  aquél  dice  que  el  Cuerpo  municipal 
dió  a  conocer  antes,  y  agradeció  después, 
unànimemente,  la  conveniència  de  la 
inacción  de  la  fuerza  militar. 

El  segundo  encontràmoslo  en  la  noti- 
cia, arriba  apuntada,  sobre  la  sesión,  con 
asistencia  del  Gobernador,  en  el  dia  de 
la  catàstrofe.  En  ella  se  indica  que  el 
Presidente  del  Ayuntamiento  no  vió  me- 
dio  alguno  para  que  los  frailes  continua- 
ran en  sus  claustros. 

Està  el  tercer  dato  en  el  resultado  de 
la  visita  que  en  busca  de  noticias  hice 
al  Archivo  municipal  de  Reus  en  27  de 
septiembre  de  1880.  Registro  el  libro  de 
actas,  y  lo  hallo  bien  dispuesto  y  encua- 
dernado.  Después  de  las  del  18'34  sigue 
el  índice  de  ellas  muy  bien  formado.  Des- 
pués de  este  índice  vienen  muchas  pàgi- 
nas  en  blanco,  y  luego  las  actas  de  1836; 
de  modo  que  las  actas  de  1835  no  han 
sido  copiadas  y  sí  solo  se  han  dejado 
pliegos  en  blanco  para  hacerlo.  Pregunto 
al  Sr.  G....,  teniente  de  Alcalde,  si  estàs 
actas  existen  entre  las  reservadas.   Lo 


busca;  y  me  dice  que  las  del  1835  igual- 
mente  estan  en  blanco.  Ofréceme  este 
seiior  buscar  los  borradores;  mas  como 
después  de  tantes  anos  considera  difícil 
hallarlos,  desisto  de  este  trabajo. 

Registro  igualmente  los  legajos  de 
comunicaciones  correspondientes  a  los 
meses  de  julio,  agosto  y  septiembre 
de  1835  (Armario  de  comunicaciones: 
legajo30),  y  tampoco  hallo  nada  referente 
a  mi  asunto...  solo  la  copia  de  un  oficio 
pasado  por  el  Ayuntamiento  al  Gober- 
nador civil  de  Tarragona  en  12  de  agosto. 

iPobres  conventos  y  pobres  frailes  en- 
tre autoridades  libei^ales! 


ARTICULO  QUINTO 

CAUSAS  DEL  ATENTADO 

No  diré  meditando,  sinó  aun  ràpida- 
mente  solo  leyendo,  el  anterior  relato, 
al  mas  lerdo  le  ocurre  preguntar:  ide 
dónde  tanto  odio  en  contra  de  los  con- 
ventos? íQué  causas  racionales  lo  produ- 
jeron?  ïTan  criminales,  tan  enemigos  del 
sosiego  privado  o  publico,  tan  perjudi- 
ciales  a  los  intereses  de  los  habitantes  de 
Reus  fueron  los  frailes  de  aquella  villa, 
que  así  merecieran  ser  detestados  y 
exterminados?  Y  si  los  crímenes  de  estos 
religiosos  no  fueron  tantos  ni  tangrandes 
como  parecen  juzgados  al  compàs  de  tal 
odio,  íqué  causas  pudieron  engendrarlo 
en  manera  tan  encarnizada?  Lo  explica 
el  liberal  avanzado  don  Francisco  RauU 
en  su  pérfido  foUeto  Historia  de  la  cou- 
mocioji  de  Barcelona  en  la  noclie  del  25 
al  26  de  julio  de  1835,  mediante  una 
baja  y  miserable  calumnia  (1).  «En  esta 
»exaltacion,  escribe,  y  efervescència  de 
»los  espiritus»  iliabla  de  la  general  que 
había  en  los  rcvohicionarios  catalanes 
en  contra  del  Capitdn  General  Llauder) 
«recibió  Reus  la  noticia  de  que  un  desta- 
»camento  de  sus  urbanos,  que  regresaba 


(i)     Pàg.  3",  tanto  en  la  i.°  como  en  la  2.'  edi 
ción. 


ilATANZA     DE     FRAILES     E.V    REUS 


187 


»de  larga  distancia,  había  sido  sorprèn- 
»dido  por  lo  facciosos,  que  habían  asesi- 
»nado  bàrbaramente  al  oficial  Montserrat 
»y  à  seis  soldados,  à  uno  de  los  cuales,  3- 
»era  padre  de  ocho  hijos,  había  mandado 
«crucificar  y  sacar  los  ojos  uno  de  los 
»frailes  que  iban  con  los  rebeldes.  Esta 
»fué  la  mecha  que  pego  fuego  à  la  pol- 
»vora:  el  pueblo  de  Reus,  indignado  de  la 
»atrocidad  de  los  carlistas;  receloso  de 
»sus  intentos  si  nos  venciesen;  é  inspirado 
»del  ejemplo  de  Zaragoza  iba  à  tumul- 
»tuarse  3'  dar  principio  A  la  escena  màs 
»sangrienta,  que  suspendió  por  algunas 
»horas  la  llegada  impensada  del  Gober- 
»nador  Civil  de  la  provincià  de  Tarragona 
»con  alguna  fuerza  del  ejército  perma- 
»nente:  però  rompió  el  pueblo  su  còlera 
»a  media  noche  en  que  se  vieron  arder 
»dos  de  los  tres  conventos  de  la  villa, 
»dando  muerte  a  los  frailes  que  pudieron 
»haber».  Hasta  aquí  las  calumnias,  las 
injusticias  3"  las  sandeces  de  Raull,  a 
todas  las  cuales  negaré  los  honores  de  la 
refutación,  salvo  una.  Releguemos  al 
desprecio  la  injustícia  de  castigar,  díre- 
mos  mejor,  de  vengar,  en  los  pacíficos 
religiosos  de  Reus  las  atrocidades  de 
algun  fraíle  que,  abandonando  su  claustro 
y  vida,  se  hubiese  convertido  en  hombre 
de  armas.  Dejemos  a  un  lado  la  inmoral 
sandez  de  «inspirarse  en  el  ejempo  de 
Zaragoza»;  y  veamos  cuànta  verdad  en- 
cierre  la  estupenda  noticia  de  un  fraíle 
crucificador  3'  mutílador  de  los  enemigos: 
exòtica  nueva  prohijada  por  Raull  en  su 
por  varíos  conceptos  detestable  opúsculo. 
Don  Antonio  Pírala  en  su  conocida  His- 
toria de  la  guerra  civil  la  reprodujo  (1), 
aunque  templò  la  crudeza  de  la  rotunda 
afirmación  de  Raull  con  un  se  dijo,  que 
la  dejó  en  la  categoria  de  solo  rumor. 
Anadiò  el  lugar  del  suceso,  esto  es,  que  el 
destacamento  reusense  regresaba  de  Ar- 
nes. Sín  embargo,  si  por  una  parte  con  la 
duda  baja  las  tintas  de  tan  absurda  ca- 


(i)     I.ibro  III,  pdi-rafo   /o,  o  sca  tomo  II.  pagi- 
na  I.M. 


lumnia,  por  otra,  que  en  algo  debía  trans- 
parentarse  su  pecho  liberal,  las  recarga 
en  contra  de  los  religiosos  de  Reus  cuan- 
do  en  el  aparte  siguiente,  al  descríbir  el 
atentado,  no  títubea  en  estampar  que  los 
incendíaríos,  «en  vez  de  armarse  todos  é 
»ir  k  exterminar  a  los  autores  del  dafio 
»que  lamentaban,  emplearon  su  sana  en 
«contra  de  ínofensivos  edificios,  va  que 
»no  lo  fueran  sus  pobladores».  Muy  pron- 
to  un  texto  de  Toda,  testígo  mavor  de 
toda  excepcíón,  probarà  a  Pírala  si  los 
frailes  de  Reus  entraron  0  no  en  conní- 
vencias  con  los  carlistas.  Don  Víctor  Ba- 
laguer en  dos  de  sus  libros  (2)  copia  de 
Raull  la  mutilacíón  y  la  crucifixíòn  por 
orden  del  fraíle;  y  aunque  la  atenua  con 
el  se  dijo,  como  Pírala,  y  anade  que  igno- 
ra «todo  el  grado  de  certeza»  que  pueda 
tener,  cree  que  «queda  casí  fuera  de  toda 
»duda  que  un  fraíle  fué  quien  incito  à 
»los  rebeldes  A  cometer  el  bàrbaro  homi- 
«cidio  con  los  ya  rendídos  é  indefensos 
>mrbanos».  Los  continuadores  de  la  His- 
toria de  don  Modesto  Lafuente  (3)  y 
otros  autores,  3-  hasta  alguno  catòlico, 
admíten  mas  o  menos  temperada  la  noti- 
cia. Ante  la  gravedad  de  la  acusación 
menester  se  hace  que,  abandonando  di- 
chos  de  autores  e  ímpertinente  erudición, 
vengamos  a  discutir  los  fundamentos  de 
la  calumnia. 

Apasionado  solo  por  la  verdad,  al  oir 
aquella  por  vez  primera,  acudí  sín  pérdí- 
da  de  momentos,  ni  ahorro  de  sacrificios, 
al  país  o  comarca  que  presencio  el  hecho 
de  guerra  en  cuestión.  El  celoso  amigo 
a  quien  encargué  la  pesquísa  de  datos 
contestòme  desde  el  Priorato  de  Scala 
Dci,  en  septiembre  de  1881,  con  estàs  pa- 
labras:  «He  preguntado  ò.  varias  personas 
»de  este  Priorato  3'  de  la  ribera  del  Ebro; 
»y  segun  las  informaciones,  que  me  han 


(2)  l.os  frailes  y  su%  conventos.  Barcelona, 
i8í  I.  Tomo  II.  pàg.  ;oi>.  /..is  calles  de  Barcelona. 
Barcelona,  iSóí.  Tomo  I,  pàgs.  5.^8  y  540. 

(?)  Historia  general  de  Espaiia.  Barcelona, 
1890:  Tomo  XX,  pàg.  204. 


188 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    CUARTO 


»dado  sobre  el  hecho  de  que  se  trata,  su- 
»cedió:  que  en  19  de  julio  del  ano  1835 
»una  partida  carlista  batió  al  destaca- 
»mento  de  milicianos  de  Arnes,  muriendo 
»enla  accion  varios  de  estos  últimos  y  el 
«oficial,  que  los  mandaba...  Nadie  sabé, 
»ni  ha  oido  decir  que  tal  partida  carlista 
»estuviese  mandada  por  ningun  fraile. 
»Lo  he  preguntado  à  liberales  y  republi- 
»canos,  y  todos  se  han  reido  de  la  noti- 
»cia;  y  uno  de  ellos  me  ha  contestado: 
«alguna  excusa  habían  de  inventar  para 
«justificar  los  de  Reus  la  matanza  de  los 
»frailes».  Parece  que  si  un  fraile  hubiese 
»capitaneado  aquella  partida  se  habría 
»raentado  mucho,  sobre  todo  si  se  consi- 
»dera  que  por  aquella  parte  de  ribera  no 
»había  frailes  en  las  filas  carlistas,  y 
»esta  circunstancia,  como  cosa  rara,  ha- 
»bría  sido  muy  conocida  y  comentada 
»en  la  comarca». 

Después  de  aseveraciones  tan  claras 
y  tan  autorizadas  podria  terminar  esta 
cuestión  con  solo  notar  el  caràcter  bur- 
damente  novelesco  de  crucifixiones  y 
mutilaciones,  tan  contrario  al  espíritu 
cristiano  y  sentido  común,  que  a  la  pri- 
mera vista  se  presentan  como  imposibles, 
como  consejas  de  vieja  para  los  nieteci- 
tos,  o  para  cartelón  de  teatro  patriótico 
de  la  legua,  especialmente  si  tales  atro- 
cidades  se  cuentan  cometidas  por  minis- 
tros  de  los  altares;  que  a  serio  por  los 
que  a  estos  mataron,  el  cuadro  cambia 
de  aspecto. 

No  satisfecho  yo  con  tanta  claridad, 
quise  alcanzar  la  evidencia:  y  así,  me- 
diante  nuevas  investigaciones,  logré  per- 
sonalmente  avistarme  con  un  individuo 
de  los  carlistas  que  se  hallaron  en  el 
suceso,  mientras  mi  amigo  en  Arnes  inte- 
rrogaba  a  otro  que  militaba  en  las  filas 
del  gobierno.  Las  relaciones  de  ambos, 
salvo  pequenos  pormenores,  concuerdan 
admirablemente.  Mandaba  a  los  primeros 
don  José  Torner,  no  fraile  sinó  seglar,  y 
capitaneaba  de  500  a  600  hombres,  muchos 
de  ellos  todavía  desarmados.  Supo  este 
jefe  que  el  destacamento  de  Arnes  iba  a 
ser  relevado,  para  lo  que  subian  fuer- 


zas  desde  Reus,  las  cuales  se  jactaban  de 
que  habían  de  matar  a  los  facciosos,  no  a 
tiros,  sinó  a  punetazos.  Torner  llamó  a  su 
hueste,  y  expuesto  cuanto  pasaba,  exhor- 
tóla  a  presentar  al  enemigo  una  embos- 
cada, invitando  para  este  fin  a  que  salie- 
ran  al  frente  de  la  fila  voluntàries  los  que 
desearan  tomar  parte  en  ella.  Secundà- 
ronle  sus  hombres  saliendo  como  ciento; 
los  cuales  encaminàronse  a  un  punto 
intermedio  entre  Arnes  y  Horta,  y  de 
ambos  pueblos  equidistante.  Los  grana- 
deros  se  ocultaron  en  el  bosque  de  un 
lado  del  camino,  y  los  cazadores  en  la 
vifia  del  opuesto,  esperando,  no  a  los  que 
venían  de  Reus,  sinó  a  los  compatricios 
de  estos,  que  en  número  de  40  ó  50  con 
una  companía  de  peseteros  sah'an  de 
Arnes  hacia  Horta.  Los  liberales  tuvieron 
la  acertada  precaución  de  flanquear  la 
via,  merced  a  lo  cual  dos  nacionales  que 
pasaban  por  la  cresta  del  lado,  nolando 
a  los  carlistas  escondidos  entre  las  cepas, 
les  hicieron  fuego.  Estos  al  verse  descu- 
biertos,  temiendo  con  razón  que  el  grueso 
de  la  fuerza  escaparà,  saltan  precipita- 
damente  de  sus  escondrijos,  y  cierran 
corriendo  contra  los  liberales  de  la  carre- 
tera, los  que  sorprendidos  y  espantados 
emprenden  precipitada  fuga  hacia  Arnes, 
con  tanto  aturdimiento,  que  basta  media 
hora  màs  abajo  no  se  acordaron  de 
disparar  el  primer  tiro.  Nueve  de  ellos, 
alcanzados  en  la  fuga  por  los  carlistas, 
murieron  heridos  de  arma  blanca,  entre 
los  que  se  hallaba  el  oficial.  Fueron  per- 
seguides hasta  el  rio  de  Horta;  y  a  no 
hallarse  en  esta  villa  la  columna  del 
General  Montero,  los  carlistas  vengan 
las  bravatas  de  los  reusenses  apoderàn- 
dose  de  Horta  (1).  El  viejecito  Pelegrin 


(i)  El  oficio  que  en  el  dia  31  de  julio  el  Alcal- 
de mayor  de  Reus  pasó  al  Gobernador  de  Tarra- 
gona, lo  mismo  que  RauU  y  otros,  fijan  en  cinco 
o  seis  las  bajas  de  los  reusenses  en  esta  sorpresa. 
.\tendiendo  a  las  maiias  de  aquellos  tiempos.  bien 
podia  ser  que  en  el  mismo  camino  el  parte  hubie- 
se resucitado  alguno  de  los  muertos. 


MATANZA    DR    I-KAII-ES    EX    REUS 


189 


Piqué,  uno  de  los  dos  testigos,  el  cual 
estuvo  en  el  hecho  entre  los  carlistas,  de 
cu5'a  boca  tengo  estos  datos,  termino  su 
relación  anadiendo:  '<nada  de  frailes,  ni 
»sacerdotes  bàrbaros,  nada  de  privación 
>de  ojos,  nada  de  crucilïxiones».  rQué 
cosa  pudo,  pues,  dar  pie  a  tan  absurda 
calumnia?,  hube  de  observarle.  «No  lo  sé, 
«contesto,  como  no  sea  un  hecho,  en  el 
)que  ni  sacerdote,  ni  fraile  tomo  parte, 
)/ni  aun  nosotros:  dos  ninos  de  Benisa- 
»net,  no  alistados  à  nuestras  lilas,  hijos 
tempero  de  un  carlista,  estaban  incomo- 
»dados  con  el  comandante  de  armas  de 
xsu  pueblo;  3-  para  burlar  de  él,  cortaron 
>:las  orejas  a  uno  de  los  cadiiveres,  y  en  la 
>;siguiente  noche  con  no  poca  exposición 
»de  sus  vidas  se  llegaron  hasta  este 
xpueblo,  logrando  por  la  g^atonera  tirar 
»las  orejas  dentro  la  casa  de  dicho  co- 
«mandante».  Bien  claro  aparece  que  la 
fea  travesui'a  de  estos  muchachos  dista 
infinitamente  del  horroroso  crimen  impu- 
tado  al  fraile. 

Tan  clara  y  evidente  luce  la  falsedad 
de  tal  fàbula,  que  los  autores  de  todos  los 
partidos  que  han  escrito  en  tiempos  pos- 
teriores  al  relatar  la  quema  de  Reus  y  al 
buscar  sus  causas,  la  sepultaren  en  pro- 
fundo  silencio.  Don  Andrés  deBofarull, 
analista  de  Reus,  la  calla.  Su  hermano, 
don  Antonio,  nada  habla  de  ella  en  los 
varios  articules  publicades  en  1880  (1) 
sobre  asuntos  de  aquella  ciudad,  y  en  los 
que  no  deja  de  transparentarse  el  espiritu 
liberal  que  los  anima,  ni  deja  de  hablarse 
algo  de  la  quema  y  sus  causas.  Si  se 
dudase  de  las  opiniones  de  don  Antonio 
de  Bofarull,  al  que  en  lantos  lugares  de 
estos  mis  libros  cito,  recuérdeseque  en 
1848  en  Barcelona  se  publico  el  libro  del 
pérfido  Eugenio  Sué,  titulado  Los  siete 
pccadfls  cap/talcs;  que  venian  «traduci- 
>.dos  del  francès  por  D.  Antonio  de  Bofa- 
^rull,»  como  reza  la  portada  del  libro.  Don 
Eduardü  Toda,  con  ser  hijo  de  Reus  y 
aficionado  a  investigaciones  históricas,  al 

(i)     Cos/iíhis  ./líf'.s-  f^cidcii...    lieiii.   it'   iSju  a 


describir  los  antecedentes  del  crimen, 
dedica  un  aparte  a  la  derrota  de  Arnés, 
3'  en  él  ninguna  mención  hace  del  preten- 
dido  fraile,  emulo  de  los  judíos  del  Cal- 
vario. 

Y  nótese  que  callan  la  calumnia  espe- 
cialmente  los  autores  reusenses,  y  que 
ninguna  de  las  muchas  personas  de  la 
villa  por  mi  interrogadas  mentóla  para 
nada;  cuando,  a  ser  verdad,  todas  me  la 
comunicaran,  vendiéndola  como  probada 
los  enemigos  de  los  frailes,  y  como  rumor 
los  amigos.  Tanto  silencio  donde  mas 
vivo  debiera  estar  el  recuerdo  de  la  atro- 
cidad,  demuestra  en  modo  evidente  que 
la  calumnia  nació  y  vivió  lejos  de  Reus, 
y  de  los  que  según  ella  fueron  sus  testigos 
y  víctimas.  Ni  aun  losocho  hijos,  dejados 
huérfanos  allí  por  el  pretendido  crucifi- 
cado,  supieron  Horària  tràgica  muertede 
su  padre,  ya  que  nadie  oyó  sus  llantos. 
jTal  es  la  falsedad  de  tan  burda  trama! 
Que  la  admita  Raull,  el  revolucionario 
insensato;  que  la  copie  D.  Víctor  Bala- 
guer, entonces  poeta,  después  masóncali- 
ficado  (2),  se  comprende  fàcilmente;  però 
no  se  explica  que  la  vendan  como  mercan- 
cía  corriente  Pirala  y  otros  de  los  cuales 
se  dice  que  escribieron  con  seriedad.  Para 
legitimar  los  grandes  crímenes  se  han  de 
inventar  calumnias.  De  la  existència  de 
éstas  se  deduce  la  injustícia  de  aquéllos; 
però  tal  proceder  es  de  los  autores  crimi- 
nales  no  de  los  buenos. 

El  citado  don  Víctor  Balaguer,  en  su 
libro  de  Las  calles  de  Barcelona,  llega  a 
escribir  la  inocentada  de  que  después  del 
incendio  en  uno  de  los  conventosde  Reus 
se  hallaron  armas  y  gorros  de  cuartel,  3' 
en  otro  una  pieza  de  percal  con  escara- 
pelas  de  Carlos  V  (3).  Baste  decir  que 
nadie  de  Reus  tiene  noticias  ni  de  las 
armas  ni  de  los  gorros,  y  que  las  escara- 
pelas  serían  de  tal  matèria  que  resistieron 
al  fuego. 

l'eio,  en  íin,  despreciemos  falsedades  3* 

(-■)     Se  le  ha  dicho  en  mil  ocasiones  en  los  perió- 
clicos.  V  no  sé  que  nadie  lo  hava  negado. 
( í)    "P^ifí.  5-t'i- 


190 


I.IBRO     Tl'.RCIORO.  — CAI'lIl'I.O     CUARTO 


sandeces  de  progresistas  trasnochados  y 
aturdidos,  y  veamos  qué  causas  senalan 
del  tiecho  autores  de  formas  y  partidos 
mas  templados,  especialmente  mi  querido 
amigo  don  Eduardo  Toda,  quien,  a  pesar 
de  decir  que  «entra  màs  en  su  objeto  rese- 
»fiar  la  brutalidad  de  los  hechos  que  ocu- 
»parse  en  las  causas  que  los  motivaren», 
dedica  a  éstas  la  mitad  de  su  trabajo. 
«Que  bien  podriamos,  dice,  escudrinando 
»la  Historia,  liallar  motivos  de  luchas  y 
»querellas  entre  los  conventos  y  los  pue- 
»bios,  hacer  ver  como  una  a  una  se  fue- 
»ron  juntando  las  quejas  contra  los  pri- 
»xneros,  como  gotas  de  ponzofia  que 
»hicieron  rebosar  el  caliz  de  amargura 
»quela  religión  y  la  política  de  consuno 
»llenaron»  (1).  Perdonemosal  autor  su  di- 
cho  (que  hoy  no  lo  repetiria)  según  el  cual 
también  la  Religión  contribuyó  a  Uenar  el 
caliz  de  amargura  de  los  pueblos;  però 
aceptemos  luego  la  confesión,  y  sepamos 
de  una  vez  que  si  la  política,  en  cuyo  te- 
rreno  no  todo  es  malo,  contribuyó  al  odio 
de  los  pueblos  hacia  los  conventos,  con- 
currió  igualmente  la  Religión;  de  donde 
resultarà  que  mueren  los  frailes,  y  caen 
los  ediíicios,  por  la  causa  del  Senor.  Use- 
mos,  como  siempre,  de  justícia  con  quien 
asi  comienza  su  estudio,  y  sentemos  que 
le  adornan  buenas  cualidades.  Investiga- 
dor paciente,  cobro  gran  fama  entre  los 
aficionados  a  antigüedades:  escritor  cata- 
liin,  redacta  en  frase  correcta,  limada  y 
elegante.  No  se  halla  privado  del  senti- 
miento  de  la  justícia,  ya  que  con  noble 
energia  execra  y  abomina  del  crímen  de 
sus  paisanes,  y  aun  al  terminar  el  estudio 
condena,  en  manera  no  común  a  sus 
correligionarios  polítícos,  el  falso  princi- 
pio de  los  hechos  consumados.  Es  deber 
de  los  católicos,  y  de  cuantos  ante  todo 
buscamos  la  justícia  y  su  reinado,  confe- 
sar  y  alabar  las  buenas  cualidades  del 
autor  a  quien  vamos  a  refutar.  Inicia  su 
resena  de  las  causas  del  odio  reusense 
contra  los  frailes  diciendo  que   «la  villa 


(i)     Ilustraciú    Catalana.    Ano   V,    pàg.    1Ó2, 


»progresaba,  y  le  eranciertamente  remo- 
uràs y  estorbos  los  establecimientos  mo- 
>^nasticos,  que  tenia  en  el  circulo  de  sus 
»murallas»  (2).  Ignoro  a  qué  progreso  se 
refiera  el  autor,  si  al  material,  al  moral  o 
al  intelectual;  mas,  sea  cual  sea,  relego 
intacta  la  frase  al  debido  olvido.  El  pro- 
greso moral  e  intelectual  fomentàbanlo 
poderosamente  los  frailes.  No  impidieron 
aquellos  edificios  el  material  de  la  villa, 
realizado  hoy  cuando  aún  subsisten  Y 
por  lo  que  al  industrial  o  de  la  riqueza 
pública  de  Reus  atane,  en  nada  obstaba 
un  centenar  de  religiosos,  los  mas  foras- 
teres, que  en  sus  respectives  claustres 
dedicabanse  al  estudio,  a  la  oración  y  al 
ministerie  sacerdotal. 

Condensando  las  ideas,  el  articulo  de 
causas  del  crímen  senala  como  principal 
y  madre  de  los  demàs,  que  habiéndose  la 
villa  resueltamente  ínclinade  a  la  parte 
liberal,  los  conventos,  y  en  mode  especial 
el  francisco,  no  hicieron  en  esto  coro  con 
la  peblación,  sine  que,  per  el  contrario,  en 
la  balanza  echarense  al  platillo  antilibe- 
ral,  pesando  mas  de  una  vezcemo  influen- 
cia dirigida  contra  el  partido  contrario. 
Que  ne  caj'eran  al  empuje  de  la  envidia  de 
sus  riquezas,  ni  al  injusto  desee  de  sacu- 
dirse  aiïejos  derechos  senoriales  u  otras 
prerrogativas,  cuyo  goce  hize  traición  a 
varias  cemunidades,  confiésalo  en  mode 
paladine  el  autor  en  las  siguientes  líneas: 

«Dos  palabras  sobre  aquella  corpora- 
»ción  (la  de  Sau  Francisco).  Compuesta 
»como  estaba  de  frailes  mendicantes, 
»debía  supenerse  que  era  pobre,  y  lo  era 
»en  realidad.  El  cenvento  no  tenia  mas 
»propiedades  que  el  solido  edificic  que  ha- 
»bitaba  y  la  huerta  vecina  de  la  cabida  de 
»un  jornal.  Pedian  los  legos  en  la  pròpia 
»guardianía,  que  tampece  era  extensa  ya 
»que  por  tedes  lades  la  rodeaban  las  de 
»los  conventos  de  la  mísma  orden  situa- 
»des  en  Riudoms,  Alcover  y  Tarragona. 
»Generosas  donacienes  etorgadaspor  per- 
«senas  afectas  a  la  casa  fueron  aprove- 
»chadas  para  aumentar  las  comodidades 


(2)    Pàj 


col.  I. 


MAÏA.WA     DK     IRAILES     lïN     REUS 


191 


>interioi'es  y  adornar  }•  restauraria  espa- 
»ciosa  iglesia,  en  cuyo  altar  mayor  se 
»destacaban  preciosas  estatuas  del  famo- 
»so  escultor  Campen}-.  En  fin,  de  limos- 
^nas}^  de  derechos  en  la  iglesia  vivian 
»aquellos  frailes  desahogada  y  cómo- 
>^damente,  aunque  sin  grandes  lujos  ni 
>'riquezas .  Nunca  fueron,  como  otros 
»poderosos  monasterios  de  la  provincià, 
'senores  feudales  y  amos  de  inmensas 
>'propiedades  en  todos  los  pueblos. 

«En  cambio  bullia  mas  en  San  Francis- 
»co  la  idea  política,  germinadora  en  nues- 
»tra  tierra  de  muchos  desconciertos  oca- 
>sionados  por  verla  frecuentemente  en 
>/luo:ares  de  donde  debiera  siempre  haber- 
»se  alejado...»  Y  nótese  que  esta  política 
de  los  franciscos  reusenses,  condenada 
por  Toda,  no  consistia  en  maquinaciones 
carlistas,  ni  subsidios  prestadosalpartido 
de  la  montana  en  la  època  que  historio; 
sinó  en  oponerse  a  la  alianza  de  la  Reli- 
gión  con  la  política  liberal.  «En  aquella 
Ȏpoca  1 1834),  continua  este  autor,  la 
«montana  del  Priorato  de  Tarragona  se 
»vió  llena  de  partidas  carlistas,  cuyo 
»principal  apoyo,  fuerza  es  reconocerlo, 
»se  encontró  en  los  conventos  de  frailes 
>>' eqiiivocacióii  mcDiífiesta,  como  eii  dfs- 
xíiiiío.•^  pitiitos  de  cstc  mi  líbro  dcmucs- 
»tro).  Quizà  Reus  fué  una  de  las  villas 
»donde  las  inteligencias  fueron  mas  pe- 
>'quenas;  el  pueblo  rehusaba  aquellas 
»patuleas  de  realistas,  contra  las  cuales 
>;se  levantó  enérgico  y  armo  su  brazo 
«disponiéndose  para  la  batalla.  En  los 
>/Conventos  se  dividieron  las  opiniones 
>'Sobre  la  mayor  ó  menor  simpatia  que 
«tenían  por  la  naciente  revuelta;  mas  fué 
> en  los  fiailes  unànime  la  tendència  à  no 
«socórrer  à  la  facción  con  dinero,  ni  à 
«apoyarla  con  partidarios.  Tanto  fué  asi 
»que  à  principios  del  aflo  1835  un  cono- 
»cido  cabecilla  de  las  Borjas  del  Campo... 
>.se  dirigió  a  uno  de  los  conventos  pidien- 
»do  un  ausilio  en  metàlico,  que  le  fué 
»redondamente  negado  por  el  Guardian. 
»La  levadura  de  las  ideas  liberales  se 
«habia  metido  en  San  Francisco  como 
»igualmente  incubaba  en  la  comunidad 


*de  carmelitas  de  San  Juan.  Las  dos  te- 
»nian  una  minoria  avanzada,  que  era 
»quizA  representada  por  los  frailes  de 
>'mas  talento  }•  menos  impopularidad;  }' 
>:'es  casi  seguro  que  un  empujón  en  el 
'Sentido  de  acercar  los  conventos  al  pue- 
»blo,  un  acte  publico  de  reconciliación 
»con  las  ideas  nuevas  que  bullian  en  los 
»acalorados  cerebros  de  los  partidarios 
»de  Cristina,  en  una  palabra,  una  alianza 
»manifiesta  de  la  Religión  con  la  política 
«liberal,  habría  salvado  de  su  ruina  los 
«edificios  consagrados  à  la  paz  del  Seiïor, 
«librando  al  mismo  tiempo  de  la  muerte 
»à  muchas  victimas  impia  é  inhumana- 
»mente  sacrificadas  en  el  alboroto  de 
«aquella  noche  de  orgia»  (1). 

De  modo  que,  según  un  autor  enteradí- 
simo  y  liberal  como  Toda,  mueren  los 
frailes  porque,  sin  venir  comprometidos 
en  el  levantamiento  carlista,  al  que  ni  con 
hombres  ni  con  dinero  quieren  favorecer, 
rehusan  aliar  la  Religión  con  las  ideas 
liberales.  Mueren  por  haber  defendido  lo 
que  la  Iglesia  defendió,  y  haber  condena- 
do  lo  que  después  el  Vicario  de  Cristo 
condena.  Mueren  por  la  verdad,  por  Cris- 
to. iOh,  Santos  martires!  iQuién  me  diera 
unir  mi  sangre  con  la  vuestra  en  la  misma 
lucha  para  participar  de  igual  corona! 

«En  1S23,  continua  Toda,  el  convento 
«se  hizo  todo  lo  desagradable  que  le  fué 
«posible  porque  las  autoridades  manda- 
«ban  alojar  en  su  casa  algunas  companias 
«demigueletes.  Bien  lo  pago  aquel  que  a 
«todas  horas  oyó  cantar  el  írdgala,  con 
«el  cual  le  regalaren  los  constituciona- 
«les».  Lo  que  en  puridad  de  verdad  tanto 
vale  como  exigir  que  las  infinitas  vejacio- 
nes  y  sustos  de  muerte,  impuestos  por  los 
constitucionales  \  migueletes  a  los  fran- 
ciscos de  Reus,  según  vimos  en  el  libro 
anterior,  las  aceptasen  los  frailes  como 
especiales  favores,  o  del  contrario  recibir 
condigno  castigo  en  el  molesto  trdgala. 

En  sentir  de  este  mismo  autor  y  de  don 


(i)     .Xrlicuios  citados  correspondienies  al  aiio 
de  iS8^.  osca  ano  \'.  pà^.  lO;.  col.  j.' 


192 


MBRO     rniíCKRO.  —  CAPITI•I.O    ClAIilO 


Antonio  de  BofaruU  (1),  no  bastó  el  trans- 
curso  de  tres  anos  para  que  los  frailes 
olvidaran  el  afrentoso  trdgala;  sinó  que 
alimentando  el  despecho  en  el  corazón, 
diéronle  imprudente  suelta  en  el  dracli; 
de  cuya  existència  no  solo  rinden  testi- 
monio dichos  senores,  sinó  mil  relaciones 
orales.  Ya  arriba  en  el  articulo  3.°  del 
capitulo  XVI  del  libro  II  insinué  algo  de 
tal  jugfarreta;  debò  aquí  ampliar  las  noti- 
cias.  Es  notorio  que  a  nuestras  procesio- 
nes  suelen  proceder  figuras  monstruosas 
ya  de  gigantes,  ya  de  animales  espanto- 
sos, con  los  que  la  sencilla  antigüedad 
quiso  indicar  que  toda  la  naturaleza,  in- 
clusos  los  monstruós  y  el  infierno  mismo, 
deben  prestar  homenaje  al  Criador.  En 
1S26  el  convento  francisco  de  Reus  quiso 
celebrar  con  desusada  pompa  la  termina- 
ción  del  porticó  de  su  iglesia,  y  à  este  fin 
celebro  grandes  fiestas,  distribuyó  limos- 
nas  y  organizó  una  procesión  el  domingo 
dia  18  de  junio.  Para  mayor  pompa  y 
novedad,  un  francisco,  hijo  de  Villafran- 
ca, el  Padre  Auló,  importo  de  su  pàtria  la 
idea  de  construir  de  cartón  un  gran  basi- 
lisco,  o  dragón,  apellidado  en  catalan  lo 
(Iracli;  el  cual  no  solo  Uamaba  la  aten- 
ción  por  su  caprichosa  forma,  sinó  por 
las  chispas  y  cohetes  que  echaba  por  su 
boca.  «Todo  esto,»  dice  en  tono  festivo 
don  Antonio  de  BofaruU  (2),  «no  deja  de 
»ser  ingenioso;  però  es  el  caso  que  las 
»chispas  de  fuego  no  sucedian  sinó  en 
«determinades  puntos:  cuando  siguiendo 
»recto  el  curso,  y  caminando  de  frente  el 
fdrach,  como  es  natural,  llegaba  frente 
»de  la  casa  de  un  negro»  (asi  se  Uamaba 
ciitonccs  (í  los  liberales),  «conocido  públi- 
>:camente  por  tal,  ya  fuese  que  hubiese 
»ejercido  algun  cargo  en  tiempo  de  los 
»constitucionales,  j-a  que  hubiese  sido 
»oficial  de  estos,  o  se  hubiese  distinguido 
»por  cantador  del  trdgala,  entonces  el 
»politico  drach  empezaba  à  hacer  muecas 
»como  si  quisiese  volverse  à  un  lado  ú 
»otro,  y  dando  media  vuelta  por  fin,  es 


(i)     Costums  qiíe's  perden...  Pàg.  io8  y 
(j)     Obra  cit..  pàg  109. 


»decir  dando  frente  à  la  puerta  de  la  casa, 
»de  cuyos  habitantes  queria  vengarse, 
»iba  acercandose  casi  hasta  meter  el  pico 
«en  la  entrada,  y  entonces  era  el  gran 
»furor  de  las  muecas,  pues  alargaba  la 
»lengua  cuanto  podia,  sacudiéndola  para 
»arriba  y  para  abajo,  y  empezaba  el  con- 
»tinuo  disparo  de  chispas,  repitiéiidose  y 
»màs  repitiéndose  tan  imprudente  provo- 
»cación  hasta  que  el  alma  preventivamen- 
»te  instruida,  ó  Dios  sabé  si  obedeciendo 
Ȉ  una  senal  convencional,  se  daba  por 
»cansada  ó  satisfecha>^.  Aun  màs  pondera 
Toda  la  gravedad  de  la  ofensa  al  partido 
liberal  con  decir  que  a  la  sazón  habitaba 
en  el  convento  de  Reus  el  Padre  Provin- 
cial. He  aquí  uno  de  los  mayores  capitules 
de  cargo  que  los  liberales  de  Reus  asestan 
al  convento  de  San  Francisco,  }•  lo  sefia- 
lan  como  una  de  las  principales  causas 
de  la  matanza  y  del  incendio,  causa  tam- 
bién  y  pretexto  del  crímen,  según  don 
Antonio  de  BofaruU  (3). 

No  negaré,  sinó  que  al  contrario  afir- 
mo, el  concurso  del  drach  en  la  mentada 
procesión.  Tampoco  discutiré,  que  algú- 
nos  lo  niegan,  si  las  muecas  ylas  chispas 
fueron  intencionada  burla  dirigida  a  de- 
terminadas  personas,  o  inocente  broma 
hecha  al  acaso.  Demos  al  drncJi  por  inten- 
cionado  ultraje,  y  meditemos  con  calma 
y  frialdad.  Pué  imprudència,  es  cierto; 
però  no  crimen  ni  crueldad.  Figuras  de 
cartón,  muecas  y  chispas,  no  pasan,  ni 
nunca  pasaran,  de  juegos  de  nifios,  mon- 
jas  y  frailes,  quienes  en  malícia  3'en  ven- 
ganzas  allà  se  van.  Con  pufialadas,  bayo- 
netazos,  robos,  incendies  vénganse  los 
exaltados,  migueletes,  liberales  y  maso- 
nes.  A  tenor  del  sabido  axioma:  à  fructi- 
btts  eoi  tnii  cogiioscetis  eos,  dió  sentencia 
à  los  litigantes  el  Divino  Salvador  (4). 
Trdgalas,  canciones  hostiles,  gritos  de 
exterminio,  insultes  callejeros,  terribles 
vejaciones,  sufriéronlos  sin  descanso  los 
frailes  siempre  que  los  liberales  ocuparen 
el  poder;   mientras  que  inconveniencias 


Costums  ..jue's  perden. 
San  Mateo.  cap.  MI. 


Pàg. 


MATAXZA     DE    J-RAILES    EN    REUS 


193 


de  los  religiosos,  muy  contadas  veces 
vinieron  en  Reus  a  molestat"  las  delicadas 
fibras  del  orgullo  liberal:  repugnante  in- 
consecuencia,  que  sin  embargo  a  nadie 
asombrara,  porque  cuando  la  pasión  do- 
mina el  hombre  maneja  dos  medidas,  la 
holgada  para  sí,  la  menguada  para  los 
demàs.  Por  esto  los  actos  de  galantería 
con  que  los  conventos  de  Reus  obsequia- 
ron  al  partido  liberal,  pronto  cayeron  en 
profundo  olvido  sin  producir  ni  amor  ni 
consideración,  y  el  dracJi  permaneció 
vivo  en  la  memòria  de  todos  como  con- 
tinuo incentivo  de  odio  y  de  rencor. 
Cuando  la  derrota  de  los  constitucionales 
reusenses  en  Bonastre  en  enero  de  1823, 
Reus  manifesto  su  amor  a  los  vencidos 
celebrando  solemnes  y  significativos  fu- 
nerales  por  las  victimas.  Los  franciscos 
y  los  carmelitas  no  faltaron  al  acto,  al 
que  dieron  no  poco  esplendor  (1).  Cuando 
en  los  días  6,  7  y  8  de  agosto  de  1833  el 
partido  liberal,  lleno  de  gozo  y  esperanza, 
celebro  con  no  visto  entusiasmo  la  jura 
de  la  Princesa  de  Asturias,  símbolo  de 
sus  aspiraciones,  los  conventos  de  Reus 
no  solo  tomaron  parte  en  la  fiesta,  sinó 
que  «se  esmeraron  en  todo  cuanto  podia 
»tender  a  lo  bello».  Son  palabras  de  los 
Aiialcs  Jiistórico?  de  Rens  (2);  los  cuales, 
especificando  los  festejos  del  de  San  Juan, 
anaden:  «los  carmelitas  descalzosdecora- 
»ron  vistosamente,  é  iluminaron  con  pro- 
»fusión  la  fachada  de  su  iglesia»  (3).  Si  el 
azote  asii'itico  siembra  la  muerte  por  la 
villa,  el  fraile  no  perdona  sacrificio  para 
llevar  toda  clase  de  consuelos  al  apestado, 
sea  amigo  o  contrario.  Emperò  tanta  ga- 
lantería, tanta  caridad,  tanta  heroicidad 
nada  significan;  y  mAs  que  todo  ello  pesa 
un  retazo  de  cartón  llamado  el  drach. 

No  es  posible  mentar  tales  procedi- 
mientos  sin  que  involuntariamente  la 
fàbula  del  lobo  y  del  cordero  se  presente 
viva  ante  la  mente  de  quien  no  la  tenga 


(i)     Analcí.  hislón'cos  de  Reus.   Pd 
edicií'in. 

(3)     Pàg.  s--,. 


2;S. — 2 


preocupada  por  antiguas  prevenciones. 
Claro,  bien  delineado  en  ella  se  trasluce 
al  fraile  que,  no  atreviéndose  a  negar  las 
inconveniencias  cometidas,  tímidamente 
alega  los  insultos,  continuas  vejaciones, 
proyectos  de  matanza  de  que  los  revolu- 
cionarios  les  hicieron  victimas:  y  a  su 
frente  el  lobo  liberal  contestanto  con 
ronca  voz:  no  importa,  debes  morir.— 
Mas  escuchad,  senor,  repone  la  oveja,  os 
presté  mil  obsequios  religiosos,  civiles  y 
aun  políticos,  que  no  dudo  apreciarà 
Vuestra  Senoría.— Los  olvidé;  debes  mo- 
rir.—iPiedad,  por  Dios!  Recordad  que  en 
bien  de  vos  y  de  vuestra  família  sacrifi- 
qué  al  filo  de  la  guadafia  de  la  peste 
varios  de  mis  híjos,  y  aun  todos  nos  ex- 
pusimos  a  perecer;  y  lo  hicimos  hasta 
conociendo  vuestra  ingratitud,  que  quisi- 
mos  vèncer  con  nuestro  amor.— Xo  te 
fatigues;  has  de  morir.  Cuando  tú  entre 
enfermedades  y  muertes  corrías  à  mi 
buhardilla,  yo  afilaba  el  pufial:  domino  la 
ocasión,  y  he  de  triunfar. 

Y  si  el  drach,  o  alguna  otra  inconve- 
niència de  los  franciscos,  tanto  peso  para 
la  matanza,  ipor  qué  esta  alcanzó  a  los 
carmelitas,  que  ninguna  mancomunídad 
tuvieron  en  tales  invenciones?  No,  cierta- 
mente  no  f  ué  el  dracJi,  obra  exclusiva  de 
los  franciscos,  quien  puso  en  alevosas 
manos  las  teas  y  los  pufiales;  sinó  algo 
que  a  ambas  comunidades  comprendia. 
Díjolo  bien  el  mismo  Toda  poco  antes:  el 
càliz  que  en  aquel  dia  rehosó  habíanlo 
Jlenado  «de  consuno  la  Religión  y  la  po- 
»litica> ;  esto  es,  la  Religión  del  Crucifica- 
do  y  la  política  de  oposición  A  la  liberal 
y  revolucionaria.  Esto  veia  sin  duda  el 
Padre  José  Roig  cuando  al  despedirse  de 
los  cuatro  coristas  del  escondrijo  y  diri- 
girse  al  coro,  les  abre  su  heroico  espíritu 
diciéndoles:  «voy  à  morir  por  Jesucristo>v 
Esto  comprendia  el  Padre  Goser  en  el 
momento  en  que,  invitado  a  huir  por  el 
Padre  Cuscó,  respóndele:  «esta  es  la  hora 
>.de  ganar  el  cielo».  Esto  claramente 
expresa  en  sus  últimos  acentos  el  Padre 
Balmes  cuando  se  alegra  de  hallar  entre 
cristianes  el    martirio,  que   inútilmente 


194 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    CLARTO 


buscarà  entre  paganos.  Por  tales  hechos 
la  claridad  brilla  meridiana,  y  por  màs 
que  se  aduzcan  antecedentes  históricos, 
resulta  evidente  que  la  culpa  del  crimen 
està  muy  lejos  de  los  f  railes. 

iEl  sangriento  motín  de  Reus  nació  fru- 
to  espontàneo  de  pasión  popular,  o  fué 
aborto  de  preparada  trama?  A  tan  natu- 
ral pregunta  contestan  los  Anà  les  liis- 
tóricos  de  Reus  (1)  que  «se  hablaba  de 
»reuniones  habidas  en  una  de  las  granjas 
»inmediatas,  para  hacer  estallar  la  revo- 
»lución  » . 

Mas  en  la  primera  edición  la  noticia  se 
da  en  los  siguientes  términos:  «Con  seme- 
»jantes  disposiciones  se  verificaron  algu- 
»nas  reuniones  de  aquellos  mismos  suje- 
»tos  en  varios  puntos,  y  particularmente 
»en  una  de  las  granjas  de  este  campo, 
»para  dar  el  primer  paso  de  la  revolu- 
»cion  haciendo  desaparecer  las  ordenes 
»de  los  religiosos»  (2). 

No  uno,  sinó  varios  de  los  reusenses 
que  me  facilitaron  noticias  y  datos,  hicié- 
ronse  eco  del  mismo  rumor;  y  aun  per- 
sona de  talento  y  vasta  instrucción  me 
anadió  el  nombre  de  la  quinta  en  que  tal 
junta  de  urdidores  se  efectuo;  nombre 
que  no  me  atrevo  a  escribir  porque  en 
asunto  de  tanto  momento  no  quiero  fiar 
en  un  solo  testigo,  y  aun  no  presencial, 
sinó  solo  de  rumor. 

En  Cambrils,  pueblo  que  dista  de  Reus 
unas  dos  horas,  el  mismo  dia  del  incen- 
dio de  los  conventos,  la  diligència  de 
Valencià,  al  detenerse  en  una  posada  que 
habia  en  la  margen  izquierda  de  la  riera, 
dejó  la  noticia  de  que  la  pròxima  noche  se 
perpetraria  el  ataque  de  los  conventos  (3). 

Ademàs,  los  hechos  arriba  apuntados 
claramente  y  unànimes  descubren  la 
existència  de  la  preparación,  pues  «apa- 
»reció  el  dia  22,  y  ya  desde  la  manana  se 
»vieron  insultades  los  frailes  por  las 
»calles,  y  apedreadas  las  puertas  de  sus 


(i)     Pàg.  254. 

(2)  Tomo  II,  pàg.  233. 

(3)  Me  lo  dijo   mi    cunado   cambrilense,    don 
Francisco  Vidal,  ea  13  de  agosto  de  1880. 


«conventos  por  los  chiquillos;  mas  aqué- 
»llos  se  retiraron  temprano,  fiados  en  las 
»promesas  de  seguridad  del  Alcalde  Mon- 
«temayor,  y  en  la  fuerza  de  los  soldados 
»que  debían  custodiaries.  Los  exaltados 
»del  pueblo  entretanto  esparcían  la  voz 
»de  que  definitivamente  los  conventos 
»serian  incendiades  à  las  10  de  la  noche, 
»dando  como  punto  de  reunión  para  sus 
»satélites  la  plaza  del  Mercadal»  (4).  He 
aquí  netamente  fijados  la  hora,  el  lugar, 
el  objeto  del  motín,  y  circulada  con  la 
debida  oportunidad  la  consigna. 

Llévase  esta  a  perfecta  ejecución:  re- 
únense  en  la  plaza;  suena  en  ella  la  conve- 
nida  senal  de  los  disparos;  unànimes 
responden  los  cuatro  àngulos  de  la  plaza 
y  hasta  el  interior  de  la  guardià;  e  inme- 
diatamente  la  turba  emprende  la  marcha 
hacia  el  convento  de  San  Francisco.  Solo 
faltaba  a  tal  organización  la  correcta 
formación  y  la  voz  de  mando,  el  marchett 
militar. 

Y  cual  aviene  en  los  ejércitos  que,  fal- 
tos  a  veces  los  jefes  de  suficiente  fuerza 
en  la  pròpia  guarnición,  acuden  a  las  ve- 
cinas  en  busca  de  refuerzos,  que  a  su 
lado  luchen  con  valor;  así  los  exaltados 
de  varios  puntos  concurren  a  la  terrible 
jornada  de  Reus.  El  matador  del  Padre 
Gay,  en  sentir  de  Toda,  es  de  Vilaseca, 
y  nacionales  de  este  pueblo  cree  ver  el 
senor  de  Gavaldà  en  el  grupo  de  amoti- 
nados  a  quienes  mira  doblar  la  esquina 
de  su  casa.  Llamados  para  la  función,  o 
sin  Uamar,  habían  de  tener  noticia  del 
dia  y  hora  para  comparecer;  y  el  dia  3'  la 
hora  prefijados  son  fruto  de  preparación. 

Y  si  en  el  ataque,  por  un  lado,  olvidó 
el  organizador  las  hachas  suficientes,  por 
otro  el  uso  de  las  antorchas  y  el  agua- 
rràs  cuyo  empleo  algunos  indican,  de- 
claran  que  no  omitió  toda  prevención. 
Y  aunque  estàs  personas  interrogadas, 
mejor  que  testificar,  suponen  el  uso  de 
este  liquido  inflamable,  no  carecen  de 
fundamento  en  su  creencia,  que  no  es 
fàcil  poner  f  uego  a  grandes  y  separadas 

(-1)     Toda.  Articulo  cit.,  pàg.  183,  col.  2. 


MATANZA    DE    FKAILES    EX    REUS 


195 


masas  de  madera  sin  la  aplicación  de 
este  medio.  Antorchas,  aguarrAs,  cena- 
convite  con  intencionado  postre,  suponen 
ciertamente  alguna  preparación. 

Si  el  orden  se  manifiesta  en  la  reunión 
y  marcha  de  la  ruin  falange,  no  brilla 
menos  en  la  ejecución  del  plan.  Primero 
se  mata  a  los  religiosos,  luego  se  profa- 
na la  casa  santa,  y  el  edificio  se  entrega 
a  las  llamas.  Solo  el  Convento  es  objeto 
de  la  agresión,  quedando  libre  todo  otro 
lugar,  y  la  villa  en  completa  paz.  Impu- 
nemente  todo  curioso  puede  acudir  al 
terrible  espectàculo,  seguro  de  su  inmu- 
nidad.  No  logran  tanto  respeto  las  orde- 
nes superiores  ni  aun  en  ejércitos  regula- 
res, donde  la  cordura  de  los  jefes  rara 
vez  encausa  contra  los  solos  adversarios 
el  furor  y  la  codicia  del  soldado,  embria- 
gado  con  el  fuego  y  la  sangre.  El  pueblo 
de  Reus  dió  testimonio  de  fenómeno  tan 
claro,  exclamando  espontàneamente  en 
el  siguiente  dia:  «iCuànto  desorden  con 
»cuànto  orden!»  (1). 

Aparece,  pues,  por  todos  lados  el  orden; 
trasuda  por  doquier  la  perfecta  organi- 
zación,  que  conocen,  no  solo  los  conjura- 
dos  y  sus  agentes,  sinó  hasta  hombres 
enemigos  del  criminal  proyecto,  tales 
como  el  capitàn  Freixa,  el  cual,  en  la 
víspera  del  atentado,  llama  a  su  madre, 
y  le  ruega  que  corra  al  Convento  para 
avisar  al  fraile,  hermano  de  ella,  Padre 
Francisco  Clariana,  ahincadamente  ins- 
tAndole  que  no  retarde  la  huida,  sinó  que 
salga  en  aquel  mismo  dia  para  guarecerse 
al  lado  de  su  familia,  segiin  ya  lo  expuse 
en  la  anterior  narración  de  los  hechos. 

rCómo?  iSi  hasta  los  frailes  amigos  del 
nuevo  orden  de  cosas  parecen  conocer 
el  plan  y  la  consigna!  Cada  uno  de  los 
dos  conventos  contaba  en  su  seno  una 
exigua  minoria,  que  desgraciadamente 
simpatizaba  con  la  mudanza  política. 
Tres  frailes,  que  formaban  la  de  San 
Juan,  en  la  noche  de  la  desgracia  no  per- 
noctaren en  el  claustre;  como  tampoco 


(i)     .Mc  contaren  esta  exprcsión  dos  personas 
graves  de  Reus. 


dos  de  los  cuatro  que  componían  la  de 
San  Francisco.  Aquí  y  en  la  relación  de 
los  hechos,  al  dar  cuenta  de  los  religio- 
sos que  con  un  motivo  de  familia  pasa- 
ron  la  noche  fuera  del  Convento,  omití 
cuidadosamente  el  nombre  de  aquéllos, 
que  nunca  serà  honra  del  buen  soldado 
simpatizar  con  el  contrario  de  su  bandera 
y  de  su  sangre.  Dígase  que  salieron  por 
motivos  ajenos  al  peligro,  o  quizà  por  la 
excitación  que  cundía  en  el  populacho; 
nadie,  emperò,  destruirà  la  sospecha  de 
un  amigable  aviso  de  algiin  exaltado,  ni 
la  probabilidad  de  que  la  consigna,  lle- 
garà a  ellos. 

No,  no,  la  matanza  y  quema  de  Reus 
no  fué  granada  que  en  momento  exploto; 
no  fué  tumulto  popular,  sinó  ataque  me- 
ditado  y  ejecutado  en  plena  paz.  Don 
Antonio  de  Bofarull,  al  describir  la  visita 
que  en  la  siguiente  manana  hizo  al  incen- 
dio de  San  Francisco,  dice  que  (2)  «la 
«curiosidad  innata  en  la  juventud,  ya 
»que  por  las  calles  no  se  notaba  seiïal 
»alguna  de  desorden,  me  llevo  à  mi  y  à 
»otros  companeros  estudiantes  de  Retó- 
»rica  »  al  convento;  y  ya  vimos  como  el 
barrio  vecino  al  convento  de  San  Juan, 
durante  el  ataque  de  San  Francisco, 
ignoraba  cuanto  ocurría,  dàndonos  esto 
pie  para  pensar  que  otro  tanto  pasaría  en 
otros  no  cercanos  a  los  conventos. 

No  fué  revolución  que,  como  todo  des- 
borde,  no  solo  traspasa  las  ordinarias 
vallas  para  lograr  un  vedado  fin,  y 
salta,  y  corre  arrastrando  objetos  que 
los  promovedores  quisieran  salvar,  lle- 
gando  a  términos  que  nadie  pudo  conje- 
turar;  no,  no  consiste  en  un  desborde  de 
mal  comprimida  y  potente  indignación 
del  pueblo,  que,  ciego  y  ebrio,  emprende 
desatentada  marcha  para  no  parar;  no. 
Consiste  en  un  golpe  de  mano  que  ruines 
criminales  premeditan,  organizan,'}'  has- 
ta con  temor  lo  llevan  a  ejecución.  Es 
verdad,  no  pude  entrar  en  el  antro  de 
esta  conspiración;  es  verdad,  no  tuve  la 
suerte  de  topar  con  testigos  oculares  de 


(-')      Costums  ^iie's  perdí-li...  Pag.  189. 


196 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    CL'ARTO 


la  reunión:  los  hechos,  sin  embargo,  en 
la  organización,  indican  un  organizador. 

Ni  constituye  argumento  alguno  con- 
tra mi  aserto  la  circunstancia  de  estallar 
el  motín  en  los  precisos  momentos  en 
que  el  revés  sufrido  por  los  urbanos  reu- 
senses  en  Arnés,  exaspera  a  los  liberales 
de  Reus:  no  cabé  decir  que  sufren  los 
conventos  por  un  efecto  natural  de  aque- 
lla efervescència,  no.  Montemayor  en  Ics 
siguientes  términos  contesta  a  esta  obje- 
ción:  «la  que  veo  amenazada  (la  íraii- 
y>qnilidad  pública  de  Retisj  convencido 
»como  estoy  de  que  los  enemigos  del 
»orden  no  esperaban  mas  que  un  suceso 
»como  este  (la  rota  de  Amés)  para  efec- 
»tuar  sus  planes»  (1).  El  proyecto  se  fra- 
gua;  el  dia  de  la  ejecución  se  fijarà  en 
vista  de  conveniente  oportunidad,  que 
por  fin  la  ofrece  el  descalabro  de  Arnés. 

Un  entonces  jo  ven,  amigo  mío,  y  nóte- 
se  que  lo  tengo  de  su  boca,  en  la  manana 
del  dia  aciago,  22  de  julio,  vió  a  Quicho, 
apodo  de  uno  de  los  seiïalados  por  la 
fama  pública  como  ejecutores  del  atenta- 
do,  y  a  Llor  d  salir  de  casa  ArrA,  dcnde 
la  tropa  tenia  un  retén,  y  oyó  de  boca 
del  primero  estàs  palabras  dirigidas  a 
Llord:  «ya  està  todo  arreglado».  Ignoro 
si  Llord  entonces  pertenecía  a  la  Socie- 
dad francmasónica,  però  en  època  poste- 
rior propuso  al  indicado  joven  el  ingreso 
en  ella,  y  para  esto  le  entregó  el  regla- 
mento: de  donde  me  consta  que  era  des- 
pués  francmasón.  Ciertamente,  no  bastan 
tales  datos  para  afirmar  categóricamente 
que  la  paternidad  de  este  crimen  resida 
en  aquella  Sociedad;  mas  si  se  recuerda, 
por  una  parte,  que  fueron  las  sociedades 
secretas  las  que  hicieron  la  revolución 
del  35;  por  otra,  que  el  móvil  a  cuyo 
embate  cayeron  los  conventos;  fué  el 
odio  a  la  Religión;  y,  íinalmente,  los 
argumentos  que  acabo  de  apuntar  en 
apoyo  de  la  meditada  preparación,  las 
juntas  previas  indicadas  por  el  analista 

Bofarull,  3'  los  predicadores  de  inacción 


(i)     Memorias  documenladas  de...  Llauder.  Do- 
cumentos,  n.°  -12.  pag.  óo. 


que  quizú  rodearan  al  Gobernador,  el 
problema  halla  muy  probable  solución. 
Los  frailes  ostentan  alta  la  divina  librea 
de  Nuestro  Senor:  nunca  el  maligno  espí- 
ritu,  ni  su  moderno  ejército  la  masonería 
3"  demàs  sociedades  secretas,  les  perdo- 
naran tal  honor. 


ARTÍCULO  SEXTO 

CASTIGO  DE   DIOS    POR    EL    ATENTADO 

Pocos  en  verdad  fueron  los  ejecutores 
del  crimen,  varios  los  urdidores,  muchos 
en  Reus  los  simpatizadores  que,  cobarde- 
mente  encerrados  en  sus  casas,  deseaban 
con  negro  anhelo  el  exterminio  de  los 
frailes.  Al  dia  o  noche  siguiente  al  del 
crimen,  sus  promovedores,  bien  vestides 
y  acicalados,  acudieron  muy  graves  a 
presenciar  la  desgarradora  obra  de  su 
perversión.  De  la  baja  plebe  no  pocos 
mancharon  sus  manos  con  el  robo  de 
objetos  de  religión,  o  su  pecho  con  el 
deseo  de  ellos.  Del  3"a  mentado  oficio  del 
gobernador  Satorras  al  general  Llauder 
claro  se  desprende  el  deseo  que  abrigaba 
éste  referente  al  conveniente  castigo  de 
los  delincuentes  3'  a  la  formación  de  le- 
gales  diligencias.  Mas  las  revoluciones, 
al  modo  de  las  enfermedades,  si  en  los 
principios  admiten  curación,  no  suelen 
en  los  desarrollos  reconocer  diques  hu- 
manos.  Xo  cohibido  el  motin  de  los  con- 
ventos, empunada  ya  la  tea  por  los  exal- 
tados,  tenidas  ya  en  inocente  sangre  sus 
impuras  manos,  rotos  en  lo  mas  sagrado 
los  frenos  de  la  conciencia,  hoUada  la 
valia  donde  mora  Dios,  nada  podia  la  de 
los  hombres;  debía,  pues,  la  revolución 
vèncer  en  toda  la  línea,  3'  por  todos  lados 
venció.  Las  diligencias  criminales  se  ha- 
cían  imposibles,  y  así  el  delito  quedo  im- 
pune, 3'  aun  ensalzado.  A  poco  varios  de 
los  ejecutores  fueron  agraciades  con  gra- 
dos  en  las  fuerzas  de  miqueletes  recién 
creadas.  De  los  Atialcs  históricos  de  Reus 
son  las  siguientes  palabras:  «El  resultado 
»final»  de  la  revolución  que  comenzó  con 


iMATANZA    DE    IRAILUS    EN    RELS 


197 


la  quema  de  los  conventos  «fué  la  forma- 
»cion  de  miqueletes...  quedando  revesti- 
»dos  de  ftefes  y  oficiales  la  mayor  paite 
»de  los  que  habían  promovido  los  desór- 
>idenesv  (1).  Don  Victorino  Agustí  me  di jo 
el  nombre  y  grado  de  dos  de  los  agracia- 
dos,  ejecutores  del  crimen.  Libros  y  folle- 
tos  cantaron  la  matanza  cual  un  triunfo, 
y  nunca  la  Historia  podrà  particularizar 
el  porqué  de  prosperidades,  elevadosdes- 
tinos  y  grados  militares,  que  sin  duda 
fueron  premiosotorgados  por  juntas  sub- 
terraneas. 

Por  haber  tornado  parte  en  la  ejecución 
del  crimen,  en  la  trama,  en  la  alegria  o 
ea  la  indiferència,  gran  parte  de  la  villa 
peco.  El  premio  otorgado  al  criminal  y  el 
canto  de  victorià  acrecentó  la  culpa;  y 
así  la  expiación  se  hizo  inevitable.  Donde 
no  alcanza  la  justícia  de  los  hombres  mi- 
serables, pesa  gravemente  la  del  Sefior: 
y  aun  olvidado  el  tremendo  balance  de 
ultratumba,  grandes  castigos  siguen  a 
grandes  maldades  en  esta  pasajera  tierra 
que  habitamos.  Los  liberales  de  Reus 
habían  cometido  sacrílego  pecado  con  las 
armas  ea  la  mano:  a  los  tres  aflos  con  las 
armas  en  la  mano  recibieron  su  galardón. 
Enl.°de  marzo  de  1838  llego  a  Reus  la 
noticia  de  que  un  pequeiïo  pelotón  de 
carlistas,  los  caballos  del  Grabat  de  Gui- 
merà, hostigaba  al  coche  que  desde  aque- 
lla villa  conducía  a  Tarragona.  Alarma- 
ronse  los  armados  de  Reus,  bullendo  en 
deseos  de  salir  a  perseguir  al  dicho  pelo- 
tón. El  Comandante  militar  reunió  la 
milícia,  y  en  breve  plàtica  le  notifico  que 
por  el  parte  recién  llegado  no  estaba 
solo  el  Grabat,  sinó  que  se  aproximaba  al 
lugar  con  numerosas  fuerzas  el  jefe  car- 
lista don  Manuel  Ibàíiez,  conocido  por  el 
Llar  eh  de  Copotts.  Imprudentes  gritos  de 
«pastelero,  carlista,  no  es  el  Llarch,  sinó 
»el  Grabat,»  contestaren  a  la  sensatez  del 
Comandante  de  armas.  El  seguudo  bata- 
Uón  de  la  milícia,  junto  con  otros  patrio- 
tas,  salió  en  persecución  del  enemigo,  que 
siempre  los   reusenses  aficionàronse  al 

(i)       Pàjí.   2S7. 


ataque  de  los  pocos.  Estos  pausada  y 
manosamente  retiraban  haciendo  fuego. 
Atacàbanlos  con  gran  ardor  los  atolon- 
drados  milicianos;  y  conducidos  por  tal 
medio  a  los  campos  del  Morell  y  Vilallon- 
ga, cayeron  en  la  celada  que  Ibànez  les 
prepararà  con  numerosas  fuerzas.  No 
entra  en  mi  intento  describir  hechos  de 
armas;  basta  decir  que  los  reusenses  deja- 
ron  tendidos  en  el  campo  màs  de  ciento  y 
treinta  de  los  suyos,  amén  de  los  prisione- 
ros.  jAmargo  llanto  esperaba  a  una  po- 
blación  secundaria  que  en  un  momento 
pierde,  arrebatados  por  la  Parca,  tan 
gran  número  de  sus  moradores!  (2). 

El  efecto  que  este  terrible  castigo  pro- 
dujo  en  la  villa  describelo  con  vívos  y 
verdaderos  colores  don  Antonio  deBofa- 
rull  en  los  términos  siguientes  (3):  «El 
«tercer  recuerdo  lo  es  de  un  hecho,  que  à 
»la  Historia  toca  describir,  y  à  mi  solo 
«explicar  el  terrible  efecto,  porque  de 
»este,  y  no  de  aquel  fui  testigo....,  iQuién 
«ignora  lo  sucedido  en  los  campos  de 
«Morell  y  Vilallonga!  Por  un  fugitivo 
«soldado  de  caballería,  segun  se  decía, 
»llegó  al  pueblo  la  primera  noticia  del 
«desastre;  y  desde  entonces,  mientras  se 
»ideó  el  mejor  medio  para  ay udar  y  salvar 
Ȉ  los  perseguidos  ausentes,  desde  enton- 
«ces  comenzó  el  tristísimocuadro,  que  yo 
«recuerdo,  mas  triste  por  ser  un  estado 
>de  duda  é  incertidumbre  general.  Así 
«que  comenzó  à  circular  la  noticia,  por 
«todos  lados  se  veia  à  los  vecinos  atrave- 
»sar  las  calles  de  una  à  otra  parte,  y  ò.  la 
»noticia  que  uno  acababa  de  comunicar 
«al  otro,  este,  levantàndose  de  su  velador 
«o  trabajo,  respondia  con  una  exclama- 
«cion,  unos  levantando  las  manos  y  la 
«vista  al  cielo,  y  otros,  los  que  tenian 
«algun  individuo  de  la  família  entre  los 
«ausentes,  quedando  mudos,  bajar  la  ca- 
«beza  y  temblar.  A  consecuencia  de  esta 
xràpida  comunicacion  deia  fatal nueva, 
«màs  ràpida    de  lo  que  serà  jamàs  la 

(j)  Pii-ala.  Historia  ie  /.i  guerra  civil.— 
Lib.  XI,  i?  1.',  o  SL-a.  tomo  \',  píig.  ~. 

(;)     Costums  ^ii's  perdeu...  Pàgs.  191  a  193. 


198 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    CUARTO 


«telegràfica,  pues  el  dolor  llega  a  ex-  | 
»tenderse  por  la  atmosfera,  por  todos  j 
»lados  veíanse  grupos  de  personas,  que 
»hablaban  en  voz  baja,  no  en  el  tono 
«natural  que  allí  se  acostumbra.  Y...  en 
»los  pisos,  donde  se  hallaban  lasmujeres, 
»allí  el  llanto  no  se  podia  contener,  y 
»madres,  hermanas  é  hijas  harto  tenian 
»con  la  duda  para  prorrumpir  en  gritos 
»de  desesperacion,  que  iban  calmando  en 
»unos  puntos  3'  comenzando  en  otros 
»segun  eran  las  noticias  que  se  iban  reci- 
»biendo  de  la  muerte  ó  salvacion  de  los 
»maridos,  hermanos  é  hijos.  Cuando  Uegó 
»este  caso  era  todavía  màs  triste  ver 
«personas,  que  bien  pronto  habían  de 
«llorar,  y  que  no  lo  hacían  porque  su 
»mismo  deseo  ó  la  confianzales  mantenia 
»serenos,  anticipàndose  à  llorar  por  ellas 
»algunas  personas  que  sabian  lo  que 
«aquellas  ignoraban...  Presente  tengo  à 
»un  buen  senor,  que  tranquilamente  con- 
«versaba  con  otros  echando  siempre  à 
>vbuena  parte  el  mal,  que  segun  él  se  exa- 
»geraba,  mientras  los  que  le  oían  no  se 
«atrevían  A  replicarle,  limitàndose  à  mi- 
»rarse  unos  à  otros...  y  su  prudència  y 
»sus  miradas  no  significaban  sinó  que 
«sabian  ellos  lo  que  el  senor  ignoraba,  el 
«pobre  padre,  de  cuyo  hijo  oficial  de  la 
«milicia  sabia  todo  el  pueblo  que  era  uno 
«de  los  que  yacian  ensangrentados  en  los 
«campos  de  Vilallonga. 

«Si  aquel  dia  de  dudas  fué  triste,  riqué 
«direraos  de  la  noche  que  ya  de  si  es  tris- 
»te?  Al  caminar  por  las  calles  el  ruido  de 
«los  pasos  sobrepujaba  al  de  las  palabras: 
«hasta  los  faroles  parecía  que  palidecian; 
»y  al  dar  la  vuelta  por  los  arrabales  de 
»vez  en  cuando  en  el  interior  de  las  casas, 
«cual  coro  que  cantase  lejos  ó  en  un  sub- 
«terràneo,  hería  el  oido  un  verdadero 
«coro,  las  voces  de  toda  una  familia,  com- 
«puesto  de  ayes,  gemidos  y  llantos,  que 
«se  desahogaban  en  la  parte  mAs  profun- 
«da  de  la  habitacion,  con  la  mira  sin  duda 
»de  que  los  transeuntes  no  les  oyesen». 

Allí,  en  aquel  nombrado  reencuentro 
cayeron  muertos  muchos  de  los  que,  según 
opinión  pública,  fueron  ejecutores  del  in- 


cendio sacrílego,  entre  los  que  recuerdo  al 
capitàn  demigueletes...,  a...,  a...  ya  otros. 

jaime  Llord,  de  cuya  dudosa  participa- 
ción  en  el  hecho  hablé  arriba,  Uegó  a 
comandante,  o  teniente  coronel  de  cara- 
bineros;  y  aunque  con  losafloscambiadas 
sus  ideas  y  convertido  hasta  en  retrógra- 
do,  hallóle  la  muerte  en  modo  desgra- 
ciado,  pues  en  1887  en  la  fonda  en  que 
vivia,  acostóse  sano  una  tarde  para  dor- 
mir la  siesta,  y  fué  hallado  al  cabo  de 
una  hora  yerto  cadàver  en  la  cama. 

El  por  su  desvergüenza  cèlebre  Ramo- 
nazo,  pasados  ya  muchos  anos,  fué  asesi- 
nado,  junto  con  su  mujer,  en  el  lecho  por 
efecto  de  venganzu  de  un  mozo  quehabia 
antestenido  en  su  trabajo  de  tonelero  (1). 

Otro  cubero,  de  apellido  R...,  de  apodo 
Botillonis,  hombre  de  corta  estatura,  però 
de  larga  demagògia,  en  la  triste  manana 
que  siguió  a  la  màs  triste  noche  del  22  de 
julio,  y  frente  al  convento  de  San  Juan, 
contaba  ante  un  grupo  de  curiosos  la 
cierta  o  falsa  hazafia  de  haber  él  matado 
a  uno  de  los  moradores  de  aquel  claus- 
tro  (2).  Quiso  también  otro  dia  incendiar 
con  aguarràs  el  convento  de  monjasdes- 
calzas  de  Reus.  Pasados  solo  pocos  meses 
de  tan  sacrílega  intentona,  en  la  puerta 
de  las  mismas  monjas  le  acometió  un  re- 
pentino  accidente.  Acudieron  a  su  auxi- 
lio transeuntes  y  vecinos;  sentàronle  en 
el  umbral,  que  pretendiera  incendiar, 
desde  donde  al  trasladarle  a  su  casa,  o  al 
llegar  a  ella,  expiro. 

Mas  ia.  qué  la  resefia  de  castigos  parti- 
culares?  El  pueblo  de  Reus  por  todos  lados 
y  en  alta  voz  proclama  que  son  raros  los 
incendiarios  de  sus  conventos  que  hayan 
muerto  en  paz.  La  justícia  de  la  tierra 
puede  faltar:  Dios  siempre  triunfarà. 


(i)  Todo  el  mundo,  en  Cataluna,  recuerda  la 
eiecución  del  asesino  de  Ramonazo,  porque  al  dàr- 
sele  garrote  en  Reus,  hace  pocos  anos,  tuvo  por 
con:ipafiero  de  desgracia  un  a  hombre  de  cuello  tan 
ancho  que  la  argolla  no  lo  abarcó;  y  por  esto  fué 
indultado. 

(2)  Me  lo  conto  quien  lo  oyó  de  boca  de  uno  de 
estos  curiosos  del  grupo  de  oyentes. 


NOTA  SOBRE  LA  VENTA  DE  LOS 

CONVENTOS   Y  DE   SUS  BIENES 


Al  describir  la  destrucción  de  los  con- 
ventosyel  paradero  de  sus  cosas,  serà 
preciso  en  cada  uno  resenar  las  ventas 
de  aquelles  y  la  de  éstas,  tanto  movibles 
cuanto  inmobles,  però  principalmente  las 
de  éstas.  Para  comprender  en  el  extracto, 
que  daré  de  las  escrituras  de  venta,  el 
valor  de  las  palabras,  y  sobre  todo  las 
circunstancias  y  condiciones  del  contra- 
to,  precisa  conocer  el  modo  como  se 
efectuaba  y  las  reglas  prescritas  por  las 
leyes  para  su  celebración-  Y  esto  escribo 
en  la  presente  nota. 

La  suerte  de  cada  casa,  aventados  de 
ella  los  religiosos  por  el  vendaval  de  1835, 
vario  según  las  circunstancias,  como  ve- 
remos  en  los  respectives  artículos.  En 
unas  el  voraz  elemento  tragó  cuanto 
halló  a  su  paso:  en  otras  impero  la  sole- 
dad  y  el  abandono:  en  casi  todas  la  rapi- 
na.  En  Barcelona  el  A\'untamiento  cuer- 
damente  corrió  a  su  socorro;  però  en 
otras  partes  nadie  cuidó  de  ellas.  Muy 
pronto,  sin  embargo,  las  oficinas,  o  ra- 
mo,  llamado  de  Amortización,  se  apode- 
raren de  los  conventos  y  de  sus  cosas 
muebles,  inmuebles  y  derechos.  No  logré 
ver  la  Real  orden  que  mandaba  tal  incor- 
poración,  però  poseemos  un  testimonio 
oficial  de  su  e.xistencia,  y  un  resumen  de 
sus  disposiciones,  en  las  providencias  to- 
madas  en  su  cumplimiento  por  el  Ayun- 
tamiento  de  Barcelona  en  la  sesión  del  29 


de  agosto  de  1835,  que  insertaré  abajo,  en 
el  capitulo  XI  de  este  libro,  articulo  6.° 

Las  oficinas  de  Amortización,  tenién- 
dose  por  dueiïas  de  las  indicadas  cosas  y 
derechos,  en  seguida  sacaren  a  pública 
subasta  los  bienes  muebles  que  el  furor 
revolucionario  y  el  amor  a  lo  ajeno  no 
habían  arrebatado.  Y  seria  tanta  la  re- 
pugnància del  pueblo  catalàn  en  comprar 
lo  que  vendía  quien  ne  era  dueno,  o  el 
temor  de  futuras  responsabilidades,  e 
el  empene  de  la  Amortización  en  vender, 
que  esta,  en  Barcelona,  se  apresuró  a 
publicar  que  no  revelaria  el  nombre  de 
los  compradores.  He  aquí  el  anuncio  con 
que  esto  se  prueba: 

«AVISO    -AL    PUBLICO 

»La  Comision  central  de  recaudacion, 
»consiguiente  al  anuncio  de  ventas  en 
«pública  subasta  de  los  muebles  y  efec- 
»tes  de  conventos  suprimides,  puesto  en 
»los  periódicos  de  este  dia,  ha  acerdado 
»en  sesien  de  hoy,  entre  otras  cosas,  que 
«respecto  à  que  la  venta  es  al  contado, 
»ne  conste  ni  se  note  en  parte  alguna  el 
«nombre  de  los  compradores.  Barcelo- 
»na  1.°  de  setiembre  de  1835.— Antonio 
«Salas»  (1). 


(i)     Diario  de  Barcelona  del 
de  1835,  pàg.  tç)68. 


de  septlembrc 


200 


NOTA    SOBRE    LA    VKXTA    HE    LOS    CONVENÏOS    Y    IJE    SLS    BIENES 


Así  en  pocos  días  desapareció  el  mue- 
blaje  de  los  conventos.  Sin  embargo,  qui- 
so  el  Gobierno  salvar  los  objetos  de  Arte 
y  Ciencias,  però  la  verdad  dice  que  en 
Cataluna  estos  sufrieron  lamentabilísi- 
mas  quiebras.  He  aquí  la  disposición  del 
Gobierno: 

«Ministerio  de  lo  Interior.— Real  orden. 
» — Por  el  decreto  de  25  del  corriente 
»relativo  à  la  supresion  de  algunos  mo- 
»nasterios  y  casas  religiosas,  se  informa- 
»rà  V.  S.  de  que  en  su  art.°  1 .°  se  excep- 
>:'tuan  de  la  aplicacion  al  pago  de  la  deuda 
»pública  los  archivos,  bibliotecas,  obras 
»de  escultura,  pintura  y  enseres  que  ha- 
»ya  en  dichas  casas,  y  puedan  ser  útiles 
»a  la  Ciència  y  à  las  Artés. 

»S.  M.  cree  se  podrà  reunir  con  este 
»motivo  objetos  dignos  de  conservarse 
»por  su  antigüedad,  ó  por  la  perfeccion 
»y  bondad  de  su  trabajo. 

»  S.  M.  se  ha  servido  disponer: 

»1.°  Que  V.  S.  al  recibo  de  esta  circu- 
»lar,  y  segun  la  extension  de  su  provin- 
»cia,  nombre  una  Comision  de  tres  ó 
»cinco  individuos  inteligentes  _v  activos, 
>  los  cuales  tengan  a  su  cargo  examinar, 
«inventariar  y  recoger  cuanto  contengan 
»los  archivos  y  bibliotecas  de  los  monas- 
»terios  y  conventos  suprimides  y  las  pin- 
»turas,  objetos  de  escultura  lí  otros  que 
»deban  conservarse. 

»2.°  Para  el  nombramiento  de  los  indi- 
»viduos  de  esta  Comision  deberà  V.  S. 
«consultar  ò.  las  Academias  de  bellas  ar- 
»tes  ó  letras,  à  los  encargados  de  los 
«Archivos  públicos,  ó  bien  à  las  Socieda- 
»des  económicas. 

»3.°  En  el  caso  de  no  haber  en  su  pro- 
»vincia  estos  cuerpos,  nombrarà  V.  S. 
«directamente  los  comisionados,  eligién- 
»dolos  entre  las  personas  que  por  su 
«ilustracion  y  gusto  acreditado  le  merez- 
»can  mejor  opinion  y  mas  confianza. 

»4.°  Nombrada  la  Comision,  \  puesto 
»  V.  S.  de  acuerdo  con  el  Intendente,  acom- 
»panarà  aquella  à  los  comisionados  de  la 
»Direccion  de  Amortizacion  que  pasen  à 
»hacerse  cargo  de  los  conventos,  y  de 
»comun  inteligencia  se  formaran  los  in- 


»ventarios  de  los  objetos  terminantemen- 
»te  excluidos  en  dicho  articulo  7.°  de  la 
«adjudicacion  al  pago  de  la  Deuda  pú- 
»blica. 

«5."  DeberA  V.  S.  mandar  se  formen 
»inventarios... 

»6.°  A  proporcion  que  se  vayan  reco- 
»giendo  dichos  objetos  cuidarà  V.  S.  y 
»los  comisionados  irlos  remitiendo  à  la 
«capital  de  cada  provincià,  en  la  que  se 
»depositar;ín  en  parage  cómodo  y  seguro 
«hasta  que  S.  M.  con  conocimiento  cierto 
»y  puntual  de  todo  lo  recogido  pueda 
«daries  el  destino  que  mejor  le  pareciere. 

>:7.°  No  siendo  fàcil  asignar  cantidad 
«alguna  fi  ja  y  determinada,  tanto  para 
«indemnizar  a  los  comisionados,  ya  que 
«por  patriotisme  }'  puro  amor  à  las  artes 
«no  admitan  su  comision,  como  para 
«satisfacer  los  gastos  del  transporte  y 
«otros,  cuidarà  V.  S.  de  remitir  à  este 
«Ministerio  el  presupuesto  de  las  cantida- 
«des  que  proximamente  juzgue  necesa- 
«rias  para  el  pago  de  todo,  manifestando 
«de  qué  fondos  podran  satisfacerse,  à  íin 
«de  que  se  den  oportunamente  las  órde- 
»nes  al  efecto,  ó  los  satisfaga  este  Minis- 
«terio  en  otro  caso  por  aquel  medio  que 
«le  pareciere  mas  conveniente. 

»S.  M.  espera  que  penetrado  V.  S.  del 
«objeto  à  que  se  dirigen  las  anteriores 
«disposiciones,  les  darà  el  mas  puntual  y 
«eficaz  cumplimiento;  y  de  su  Real  orden 
«lo  comunico  A  V.  S.,  persuadido  tam- 
«bien  que  en  ello  mostrarà  V.  S.  su  acti- 
«vidad  é  inteligencia. 

«Dios....  Madrid  29  de  julio  de  1835.— 
«Juan  Alvarez  Guerra.— Sr.  Gobernador 
«civil  de....»  (1). 

En  Cataluna,  como  en  su  lugar  vere- 
mes, pinturas  preciosas  sirvieron  para, 
lavadas,  formar  panos  de  cocina;  hojas 
de  antigues  libros,  para  envolver  tocine; 
capiteles,  para  pesas  de  relojes  de  pared; 
y,  casi  todo  rasgade,  quemado  y  estro- 
peade. 

Respecto  de  los  derechos,  tales  como 


(i)     Diario  de  Barcelona   del  17  de  agosto  de 
Sjí.  pàg.  1S29. 


NOTA    SOBKK    LA    VEXIA    DE    LOS    CONVE.NTOS     Y    DE     SUS     lilENEP 


201 


censos,  censales  y  demàs,  quiso  la  Amor- 
tización  que  se  pagasen  a  ella,  la  que 
como  inmenso  pulpo  extendía  sus  tenta- 
culos,  oemisarios,  por  todo  el  Principado. 
Las  casas  que  eran  parte  del  patrimonio 
de  los  cenobios  las  alquilaba;  las  tierras 
las  arrendaba,  y  en  los  periódicos  de 
aquellos  días  se  hallan  a  cada  paso  los 
anuncios  de  las  subastas  de  tales  arrien- 
dos  de  las  íincas  rústicas,  y  en  los  proto- 
colos  de  los  notarios  de  Hacienda  se 
hallan  abundantes  contratos  de  dichos 
airiendos. 

.Mas  muy  pronto  el  Estado  revoluciona- 
i"io  quiso  no  el  precio  del  arriendo,  sinó 
el  de  la  propiedad,  y  mandó  la  venta  de 
las  fincas,  y  la  admisión  de  las  redencio- 
nes  de  los  censos  y  cargas.  El  mode  \' 
condiciones  de  estàs  ventas  y  redencio- 
nes  nos  los  diran  las  disposiciones  legales 
que  para  su  ejecución  se  dictaron.  He 
aquí  las  principales;  comenzando  por  la 
que  fué  fundamental. 

«Atendiendo  à  la  necesidad  y  conve- 
»niencia  de  disminuir  la  Deuda  pública 
«consolidada,  y  de  entregar  al  interès 
«individual  la  masa  de  bienes  raíces  que 
»han  venido  a  ser  propiedad  deia  nacion, 
»a  fin  de  que  la  agricultura  y  el  comercio 
>isaquen  de  ellos  las  ventajas,  que  no 
»podrían  conseguirse  por  entero  en  su 
»actual  estado,  ó  que  se  demorarían  con 
»notable  delrimento  de  la  riqueza  nació- 
*nal  otro  tanto  tiempo  como  se  tardarà 
»en  proceder  a  su  venta;  teniendo  pre- 
»sente  la  ley  de  16  de  enero  ultimo,  y 
»conformandome  con  lo  propuesto  por  el 
»Consejo  de  Ministros,  en  nombre  de  mi 
»excelsa  hija  la  Reina  dona  Isabel  II  he 
»venido  en  decretar  lo  siguiente: 

«Articulo  1.°  Quedan  declarados  en 
»venta  desde  ahora  todos  los  bienes  raí- 
»ces  de  cualquiera  clase,  que  hubiesen 
»pertenecido  a  las  Comunidades  y  Corpo- 
»raciones  religiosas  extinguidas,  y  los 
«demàs  que  hayan  sido  adjudicades  à  la 
«nacion  por  cualquier  titulo  ó  motivo,  y 
«tambien  todos  los  que  en  adelante  lo 
«fueren  desde  el  acto  de  su  adjudicacion. 

«Art.  2."    Se  exceptuande  estamedida 


«general  los  edificios  que  el  Gobierno  des- 
«tine  para  el  servicio  ptiblico,  ó  para  con- 
>/servar  monumentos  de  las  artes,  ó  para 
'honrar  la  memòria  de  hazanas  naciona- 
»les.  El  mismo  Gobierno  publicarà  la  lista 
«de  los  edificios  que  con  estos  objetos  de- 
>'ban  quedar  excluidos  de  la  venta  pública. 

»Art.  3.*^  Se  formarà  un  reglamento 
«sobre  el  modo  de  proceder  à  la  venta  de 
«estos  bienes,  manteniendo  en  cuanto  fue- 
«re  conveniente  y  adaptable  à  lascircuns- 
«tancias  actuales,  el  que  decretaron  las 
>^Cortes  en  3  de  setiembre  de  1820,  y  ana- 
»diendo  las  reglas  oportunas  para  la  eje- 
«cucion  de  las  medidas  siguientes: 

»1 .''  Que  la  subasta  se  verifique  no  solo 
«en  la  capital  de  la  provincià  donde  estu- 
«vieren  radicadaslas  fincas  ó  bienes,  sinó 
«tambien  en  esta  Corte,  precisamente  en 
»un  dia  mismo;  no  pudiéndose  hacer  la 
«adjudicacion  hasta  que  remitido  el  resul- 
«tado  del  remate  de  la  provincià,  se  esta- 
«blezca  por  la  comparacion  con  el  cele- 
«brado  en  la  Córte,  cual  ha  sido  el  ma3•or 
«postor. 

«2.''  Que  en  los  Boletines  oficiales  de 
»las  provincias,  ó  bien  en  uno  especial,  se 
«publiquen  al  otro  dia  de  celebrados  los 
«remates,  las  posturas  màsaltas  hechas  à 
«los  diferentes  bienes  subastados,  à  fin  de 
«que  los  respectives  licitadores,  teniendo 
«conocimiento  del  valor  ofrecido  por  cada 
»finca  así  en  la  Córte  como  en  la  provin- 
«cia,  adquieran  la  certidumbre  de  que  la 
«adjudicacion  se  hace  al  precio  mas  alto. 
«Se  omitirà  en  estàs  publicaciones  el 
«nombre  de  los  licitadores,  expresando 
«circunstanciadamente  el  importe  de  la 
«postura  màs  alta. 

»3.°  Que  dentro  de  los  diez  dias  si- 
«guientes  al  recibo  en  la  Corte  de  los 
«remates  hechos  en  las  provincias,  se 
«publique  el  nombre  del  licitador,  que  por 
«haber  sido  el  que  ofreciera  el  precio  mas 
«alto,  que  se  expresarà,  por  la  finca,  deba 
«ser  declarado  su  adjudicatorio  ó  com- 
«prador. 

«4."  Que  en  todos  los  predios  rústicos 
«suceptibles  de  division,  sin  menoscabo 
«de  su  valor,   ó  sin  graves  dificultades 


202 


NOTA  SOBRE  LA  VENTA  DE  LOS  CONVENTOS  Y  DE  SI' 


»para  su  venta,  se  distribuyan  en  el  ma- 
»yor  número  de  partes  ó  suertes  que  se 
«pudiere.  (Evidente  cmpeno  en  facilitar 
las  vent  as  y  las  compras). 

»5.°  Que  estàs  suertes  se  pongan  en 
»venta  con  total  separacion,  como  si  cada 
>una  hubiese  compuesto  una  propiedad 
>^aislada. 

»6.°  Que  para  hacer  estàs  divisiones, 
»en  las  cuales  se  han  de  tener  muy  pre- 
»sentes  todas  las  circunstancias  que  pue- 
«dan  conducir  à  facilitar  su  venta,  se 
»nombre  por  el  respectivo  Ayuntamiento 
»una  comision  de  agricultores,  opersonas 
»de  buenos  conocimientos  en  la  labranza, 
»que  designe  los  terrenos  que  puedan  ser 
X'divididos  en  la  jurisdiccion  del  pueblo. 

»7.°  Que  hecha  la  division,  se  publique 
»en  el  pueblo  A  cuyo  termino  corresponda 
»la  finca  ó  fincas,  y  se  remita  un  tanto  de 
»ella  por  el  Presidente  del  Ayuntamiento 
»al  Intendente  deia  provincià,  que  man- 
»darà  publicarle  en  la  capital  de  la 
»misma. 

»8.°  Que  cualesquiera  reclamaciones 
»que  sobre  el  acto  de  la  division  llegaren 
»à  suscitarse,  se  resolveràn  de  plano  por 
»el  Intendente,  previos  los  muy  precisos 
»conocimientos  que  basten  a  asegurar  el 
»acierto;  y  lo  que  resolviere  se  llevarà 
*desde  luego  à  ejecucion. 

»Art.  4."  Cualquiera  espanol  ó  estran- 
»jero»  [Empeno  en  facilitar  la  venta  ad- 
mitiendo  d  extranjeros  menos  escrupulo- 
sos  que  los  espaüoles)  «tendra  facultad 
»para  pedir  por  escrito  al  Intendente  de  la 
«provincià  que  disponga  la  tasacion  de  la 
»finca  o  fincas  que  designaré  entre  las 
»que  todavía  no  hnbieren  sido  tasadas,  ni 
»comprendidas  por  lo  tanto  en  las  listas 
»publicadas  para  proceder  à  las  subastas. 

»Art.  5.°  El  Intendente  comunicarà  in- 
»mediatamente  las  ordenes  necesarias 
»para  que  tenga  efecto  la  tasacion ;  y  harà 
«insertar  en  el  Boletín  de  la  provincià,  ó 
»en  el  especial  de  ventas  públicas,  y  en 
«cualesquiera  otros  periódicos  que  se  den 
»à  luz  en  la  capital  de  su  residència,  un 
«aviso  que  exprese  la  finca  ó  fincas  cuya 
«tasa  se  haya  reclamado. 


»Art.  6.°  La  tasacion  se  ejecutarà  por 
»los  peritos  que  estuvieren  nombrados, 
«segun  el  reglamento,  para  formalizar 
«estos  actos;  però  el  reclamante  podrà 
«designar  otro  perito,  à  fin  de  que  con- 
«curra  y  tome  parte  en  la  operacion.  Si 
«resultaré  discòrdia,  serà  derimida  por  un 
«nuevo  perito,  que  designarà  el  Inten- 
«dente. 

«Art.  7.°  Verificada  la  tasacion,  se 
«anunciarà  por  medio  de  los  periódicos, 
»y  este  anuncio  tendra  la  fuerza  de  una 
«notificacion  en  forma  à  la  persona  que 
«reclamo  la  operacion. 

«Art.  S.°  Quince  días  despues  de  pu- 
«blicado  el  precio  de  la  tasacion,  à  màs 
«tardar,  se  anunciarà  la  venta  de  la  finca 
»o  fincas  designadas,  observàndose  en  la 
«subasta  las  mismas  reglas  dictadas  para 
«la  enajenacion  de  cualesquiera  otros 
«bienes  de  esta  clase. 

«Art.  9.°  La  persona  que  haya  preten- 
«dido  la  tasacion,  tendra  derecho  à  que 
«se  le  adjudique  la  finca  6  fincas,  siempre 
«que  en  la  subasta  no  se  haya  ofrecido 
«un  valor  superior  à  la  tasacion,  y  que 
«se  avenga  à  satisfacer  este  por  entero. 
«Tambien  podrà  aspirar  à  la  preferència, 
«si  ningun  licitador  hubiese  escedido  en 
«sus  posturas  del  indicado  valor  de  la 
«tasacion.  La  solicitud  à  la  preferència 
«se  dirigirà  al  Gefe  designado  en  la  capi- 
»tal  del  Reino  para  declarar  quien  debe 
«ser  el  adjudicatorio  de  cada  finca. 

«Art.  10.°  El  pago  del  precio  del  re- 
»mate  se  harà  en  uno  de  estos  dos  modos: 
»ó  en  títulos  de  la  Deuda  consolidada,  ó 
»en  dinero  efectivo. 

«Art.  11.°  Los  títulos  de  la  Deuda  con- 
«solidada  que  se  dieren  en  pago  del 
«importe  del  remate,  se  admitiràn  por 
«todo  su  valor  nominal;  però  con  la  con- 
«dicion  precisa  de  que  el  mismo  pago  se 
«realice  y  resulte  ejecutado  en  estos  tér- 
«minos:  una  tercera  parte  en  títulos  ó 
«documentes  de  la  Deuda  ya  consolidada 
«al  interès  de  5  por  100;  otra  tercera 
«parte  en  títulos  ó  documentos  tambien 
«de  la  Deuda  consolidada  al  4  por  100; 
»y  la  restante  en  títulos  ó  documentos  de 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SLS     nlENEJ 


203 


»la  Deuda  que  nuevamente  se  va  à  con- 
»solidar  al  5  por  100.  (Comprúndose  los 
tt'tulos  cu  la  Bolsa  a  preciós  vitiy  bajos, 
el  comprador ,  con  una  cautidad  muy 
corta,  compraba  una  gran  finca.) 

í'Art.  12."  En  el  acto  de  hacerse  la 
«adjudicacion  de  las  fincas  rematadas  en 
»el  mejor  postor,  optarà  este  en  cuanto 
»al  pago  por  uno  de  los  mediossenalados 
»en  el  art.  10.  Esta  opcion  no  admite  re- 
«forma,  porque  es  irrevocable. 

»Art.  13."  Todos  los  compradores,  ya 
»sea  a  pagar  en  títulos  de  la  deuda  con- 
>solidada,  ó  en  dineroefectivo,  satisfaràn 
»]a  quinta  parte  del  precio  del  remate 
»antes  de  que  se  otorgue  la  escritura  que 
»les  trasmita  la  propiedad.  ;¥ nitn pagar 
a  plazos!  I 

«Art.  14."  Las  otras  cuatro  quintas 
»partes  se  pagaran;  à  saber: — Los  com- 
»pradores  à  títulos  de  la  deuda  consoli- 
»dada,  otorgando  obligaciones  de  satis- 
«facer  en  cada  uno  de  los  anos  siguientes 
^>la  octava  parte  de  dichas  cuatro  quintas, 
»ó  sea  un  10  por  ciento  del  importe  total 
»del  remate. — Y  los  compradores  a  dinero 
»las  otorgaràn  de  satisfacer  en  cada  uno 
»de  los  diez  y  seis  anos  siguientes  una 
»décima  sexta  parte  de  las  mismas  cua- 
»tro  quintas,  ó  sea  un  5  por  ciento  del 
»importe  total  del  remate.— Estos  plazos 
»comenzaràn  à  córrer  desde  la  fecha  del 
«otorgamiento  de  la  escritura  de  venta,  y 
»las  obligaciones  deberan  estenderse  con 
»la  misma.  (De  consigutcnte  cl  compra- 
dor antes  de  pagar  el  segundo  y  si- 
guientes plasos  entra  en  poscsión  de  la 
finca.) 

>-Art.  15."  Los  compradores  a  dinero 
»ó  que  hayan  de  disfrutar  del  plazo  de  los 
»diez  y  seis  anos,  abonaran  un  2  por  100 
»desde  la  fecha  de  la  escritura  de  venta 
j^hasta  el  pago  total  del  precio  de  su 
«remate,  calculandose  ó  recayendo  este 
»abono  sobre  el  importe  de  lo  que  respec- 
»tivamente  quedaren  debiendo  al  venci- 
»miento  de  cada  plazo. 

»Art.  16."  Cualquiera  comprador  po- 
»drà  anticipar  el  pago  de  uno  ó  mís  pla- 
»zos  de  los  que  tuviere  pendientes.  — Por 


»las  obligaciones  en  títulos  de  la  deuda 
^consolidada  se  abonaran  al  comprador 
»un  5  por  ciento  sobre  el  importe  de  los 
«plazos  que  anticiparé.— Y  por  las  obliga- 
«ciones  en  dinero  efectivo  no  se  cobrarà 
»el  premio  del  2  por  ciento  en  ellas  esti- 
«pulado,  y  se  abonarà  un  3  por  ciento 
»tambien  sobre  el  importe  de  los  plazos 
»quesesatisfagan  con  anticipacion.  'iMds 
rebajas! j 

»Art.  17.°  Los  herederos  de  los  com- 
»pradores  de  fincas  se  subrogan  à  las 
»personas  heredadas  para  el  cumplimien- 
»to  de  todas  las  obligaciones  pendientes 
»por  pago  de  plazos,  hasta  consumar  el 
«del  importe  total  del  precio  en  que 
«fueron  rematadas  las  fincas. 

«Art.  18.°  Las  fincas  quedaran  hipote- 
«cadas  al  pago  de  las  obligaciones  que 
«debe  otorgar  el  comprador.  Esta  cir- 
«cunstancia  se  harà  constar  en  la  escri- 
»tura  de  venta  que  trasmita  la  propiedad. 

«Art.  19.°  Cuando  al  vencimiento  de 
«una  obligacion  no  fuese  satisfecha 
«puntualmente,  se  daran  al  deudor  los 
«avisos  que  prevenga  el  Reglamento;  y 
«cuando  hubiere  pasado  un  termino  y  el 
«mismo  deudor  no  tenga  otros  bienes  de 
«màs  pronta  y  expedita  disposicion,  se 
«procederà  à  nueva  subasta  de  la  finca  ó 
«fincas  à  que  pertenezca  el  débito,  su- 
«friéndose  todos  los  gastos  por  el  que  fué 
»su  adjudicatorio,  à  fin  de  reintegrar  a  la 
«Nacion  de  lo  que  la  deba,  y  asegurarla 
»el  cobro  por  entero  de  lo  que  reste  al 
«completo  del  importe  del  primer  remate, 
«aplicàndose  el  sobrante  a  favor  del 
«citado  primer  adjudicatorio. 

«Art.  20.°  Se  publicarà  mensualmente 
»una  relacion  de  las  ventas  verificadas  à 
«dinero  efectivo  durante  el  mes  anterior, 
«y  de  las  cantidades  recibidas  como  pro- 
«cedentes  de  la  quinta  parte  que  ha  de 
«satisfacerse  antes  de  la  formalizacion 
»de  la  escritura.  Su  producto  se  invertirà 
«por  terceras  partes  en  la  compra  por 
«medio  de  agentes  de  cambio  en  esta 
«capital  del  Reino,  de  títulos  de  la  Deuda 
«consolidada  al  4  3^  5  por  100,  y  de  la 
«Deuda   sin   interès  que  ya  liquidada  y 


204 


JEIUE     I,A     VENIA     Dli     lOS     CON  VKNTOS     Y     UK     SUS     BiriNIiS 


«reconocida  no  se  hubiese  presentado  à 
»la  consolidacion,  los  cuales  se  amorti- 
>.zaràn  destruyéndose  públicamente,  y 
»anunciàndose  en  la  Gaceta  los  números 
»y  el  valor  de  los  titulos  así  amortizados. 

»Art.  21.°  Del  producto  integro  de  las 
»otras  cuatro  quintas  partes  de  las  ventas 
»íí  metàlico,  se  invertirà  una  mitad  en 
»amortizar  la  deuda  consolidada  del  5  y 
»4  por  lOG,  y  la  otra  mitad  en  la  de  la 
»deuda  sin  interès,  que  se  espresa  en  el 
«articulo  anterior. — Estàs  operaciones  se 
»haràn  con  toda  publicidad,  anuiiciàn- 
»dose  las  cantidades  respecti  vamente 
»amortizadas,  y  destruyéndose  los  titu- 
»los  que  las  representaban. 

»Art.  22."  Igualmente  se  amortizaràn 
»desde  luego,  y  à  su  tiempo  se  destruiran 
»los  titulos  al  5  y  4  por  100,  procedentes 
»de  las  ventas  a  pagar  en  estàs  espècies; 
»publicandose  tambien  en  la  Gaceta  sus 
«números  y  valor. 

»Tendreislo  entendido,  y  dispondreis  lo 
»necesario  a  su  cumplimiento.— Està 
»rubricado  de  la  Real  mano.— En  el 
»Pardo  à  19  de  Febrero  de  1836.— A 
»D.  Juan  Alvarez  y  Mendizabal»  (1). 

De  1 ."  del  siguiente  marzo  es  la  instruc- 
ción  o  reglamento  para  la  ejecución  del 
anterior  decreto.  Omito  su  copia. 

«REAL    ORDEN 

»Excmo.  Sr.:  Segun  lo  propuesto  por 
»esa  direccion  general  en  junta  de  enage- 
»nacion  de  bienes  nacionales,  y  de  con- 
»formidad  con  el  parecer  de  la  seccion  de 
»hacienda  del  Consejo  Real,  y  acuerdo 
»del  Consejo  de  Ministros,  se  ha  servido 
»resolver  S.  M.  la  Reina  Gobernadora 
»que  no  se  verifique  la  doble  subasta  que 
»dispone  la  regla  1.^  del  art.  3.°  del  Real 
»decreto  de  19  de  Febrero  de  este  ano 
»para  la  venta  de  fincas  nacionales,  sinó 
»cuando  el  valor  en  tasacion  de  la  que  ha 
»de  subastarse  llegue  à  20,000  reales  ve- 
»llon,  ó  exceda  de  esta  suma,  y  que  la 


(i)     l'iaceta  de  Madrid  del  Ji  de  lebrero  de  i8:;6. 
pàgs.  2  y  3. 


»venta  de  las  de  menos  valor  se  ejecute 
»con  el  único  remate  en  la  capital  res- 
»pectiva...  De  Real...  Dios...  Madrid  26 
»de  Julio  de  1836.— D'Olhaberriage.— Se- 
»nor  director  general  de  rentas  y  arbi- 
»trios  de  amortizacion»  (2). 

«REAL    ORDEX 

»Ilmo.  Sr  :  Por  instància  presentada  en 
>;el  ministerio  de  mi  cargo  han  recurrido 
Ȉ  S.  M.  la  Reina  Gobernadora  varios 
>.compradores  de  fincas  nacionales  solici- 
>^tando  se  declare  que  en  los  pagos  que 
»por  dichas  compras  deban  hacerse  en 
»créditos  consolidades  del  5  por  100,  se 
»admitan  indistintamente  desde  1.°  de 
>-Octubre  próximo  los  de  cualquiera  crea- 
»cion  antiguos  ó  modernos;  y  S.  M.  tenien- 
»do  en  consideracion,  que  si  bien  ha  exis- 
»tido  una  fundada  razon  de  diferencia 
»entre  unosy  otros  titulos,  pues  los  mo- 
>^dernos  no  devengaban  interès,  y  los  anti- 
»guos  sí,  y  Uevaban  consigo  los  cupones 
»de  los  devengados  en  el  semestre,  razon 
»que  prevista  motivo  lo  dispuesto  sobre 
»el  particular  por  el  art.  11  del  Real  de- 
»creto  de  19  de  Febrero,  va  à  cèsar  este 
/>motivo  en  el  citado  dia  1°  del  inmediato 
»mes  de  Octubre,  desde  el  cual  ambas 
»clases  de  titulos  no  formaran  ya  sinó 
»una  sola,  como  que  devengaràn  un  mis- 
»mo  interès,  pagadero  en  los  mismos  pla- 
»zos  y  en  una  misma  espècie;  y  queriendo 
«ademàsS.  M.  que  cuanto  esté  de  parte 
»de  su  Gobierno  desaparezca  entre  unos 
»y  otros  titulos  toda  distincion,  que  care- 
»ciendo  de  justo  fundamento  perjudica- 
»n'a  al  crédito  de  sus  promesas,  al  del 
»Estado,  y  hace  màs  embarazosos  los 
»pagos;  se  ha  servido  resolver,  que  en 
»Ios  que  tengan  lugar  desde  1."  del  pró- 
»ximo  mes  de  Octubre  y  corresponda 
»ejecutar  en  créditos  de  la  deuda  con- 
»solidada  al  5  por  100,  ora  procedan  de 
»compras  de  fincas  nacionales,  ó  ya  de 
»cualquier  otra  causa,  se  admitan  indis- 


(2)     Gaceta  de  Madrid  del  28  de  julio  de  1836, 


NOTA    SOBRE    LA    VEN'TA    DE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SLS     BIENES 


205 


«tintamente  títulos  antiguos  ó  modernos. 
»— De  Real...  Dios...  Madrid  28  de  Se- 
»tiembre  de  1836.— Mendizabal.— Senor 
«Director  general  de  rentasj'  arbitrios  de 
»amortizacion»  (1). 

«REAL    ORDEX 

»Ilmo.  Sr.:  Conformandose  S.  M.  la 
»Reina  Gobernadora  con  el  parecer  y 
»propuesta  de  esta  Direccion  general  y 
«junta  de  enagenacion  de  bienesnaciona- 
»les,  se  ha  servido  resolver,  que  el  tér- 
»mino  para  los  plazos  de  pago  de  las 
»cuatro  quintas  partes  del  importe  en 
«subasta  de  las  fincas  nacionales  que  se 
»enagenan,  principie  A  contarse  desde  el 
»día  en  que  satisfecha  la  primera  quinta 
«parte,  se  dé  posesion  deellas,  extendién- 
»dose  con  la  misma  fecha  las  obligaciones 
»que  deben  firmar  los  compradores,  à  fin 
»de  evitar  que  estos  hagan  suyos  simul- 
»ti\neamente  en  el  intermedio  desde  la 
»toma  de  posesion  hasta  el  dia  de  la 
»fecha  de  las  obligaciones,  los  rendimien- 
»tos  de  las  fincas  y  los  intereses  del  papel, 
»en  perjuicio  de  la  masa  de  acreedores 
»del  Estado,  y  S.  M.  quiere  que  esta 
»aclaracion  sirva  de  rectificacion  íi  lo 
»dispuesto  por  el  art.  14  del  Real  decreto 
»de  19  de  Febrero,  y  el  48  y  49  de  la  ins- 
»truccion  de  1.°  de  Marzo  ultimo.— De 
»Real...  Dios...  Madrid  19  de  Octubre  de 
»1836.— Mendizabal.— Sr.  Director  gene 
»ral  de  Arbitrios...»  (2). 

«RE.\L  orden: 

»Ilmo.  Sr.:  He  dado  cuenta  a  la  Reina 
»Gobernadora  de  la  exposicion  de  V.  S. 
»fecha  10  del  actual,  en  la  que  de  acuerdo 
»con  la  junta  de  enagenacion  de  hienes 
»nacionales,  representa  esa  direccion  el 
»demérito  con  que  se  subastan  las  fincas 
»de  la  pertenencia  del  Estado,  excepto  en 


(i)     Gacela  .ic  Ma.iri.l  del  20  de  scplicmbrc  de 
185Ó,  p;i;>;.  I. 
{2)     (nicela   rff  Ma.iri.i   del   22  de  netuhre  de 


«Madrid,  Cadiz  y  Barcelona,  donde  se 
>-han  obtenido  resultados  superiores  à  las 
»esperanzas,  que  en  casi  todos  los  demas 
«puntos  los  remates  han  sido  por  el  valor 
)de  las  tasas  con  algun  insignificante 
«aumento;  y  que  como  la  direccion  obser- 
»va  poca  exactitud  en  las  tasaciones,  ó 
»que  estàs  no  corresponden  al  valor  ca- 
«pital  de  las  fincas  graduado  por  sus 
«ventas  (error  de  impreiita:  dcbe  decir 
y>re}ttas),  son  evidentes  los  perjuicios  que 
«se  estan  irrogando  à  la  masa  de  acree- 
»dores  del  Estado  con  el  menos  precio  en 
«la  enagenacion  de  la  garantia  de  sus 
«créditos  en  las  provincias...»  Dicta  nue- 
vas  reglas  para  la  forma cion  de  las 
tasas  (3).  «Madrid  25  de  Noviembre  de 
«1836.— Mendizabal». 

Por  Real  Orden  de  28  de  noviembre 
de  1836  se  declara  que  el  espíritu  del 
Real  decreto  de  19  de  febrero  del  mismo 
aflo  fué  el  de  admitirse  la  deuda  consoli- 
dada extranjera  en  pago  de  fincas  nacio- 
nales puestas  en  venta  (4). 

«REAL    ORDEN 

«Ilmo.  Sr.:  Accediendo  la  Reina  Gober- 
«nadora  à  la  solicitud  de  varios  comprado- 
«res  de  fincas  nacionales,  para  que  se  les 
«admitan  títulos  del  5  por  100  de  la  nueva 
«creacion,  en  vez  de  los  del  4  que  debían 
«entregar,  segun  el  art.  11  del  Real  de- 
»crelo  de  19  de  Febrero  ultimo;  y  teniendo 
»S.  M.  en  consideracion  lo  beneficioso 
»que  es  para  la  masa  de  acreedores  al 
«amortizar  un  capital  que  devenga  5 
»por  100  de  interès,  en  lugar  de  otro  igual 
«que  devenga  tan  solo  un  4  por  100,  y  la 
«necesidad  de  desvanecer  temores  y  di- 
ssipar equivocaciones  perjudiciales  al 
«Crédito,  se  ha  servido  S.  M.  mandar,  de 
«conformidad  con  lo  propuesto  por  V.S., 
«en  union  con  la  junta  de  ventas,  que  se 
»admitan  indistintamente,  ó  A  voluntad 


(0  Gacda  de  MaJíi.i  del  2i<  de  noviemhrc  de 
if'íO.  p;i{;.  I . 

(^)  Gacel•i  de  Madrid  del  2."^  de  noviembre  de 
1850.,  pà^.  1. 


206 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SUS    BIENES 


»de  los  compradores  de  fincas  los  títulos 
»del  5  por  100  nuévos  ó  del  4  por  100  en 
»los  pagos  ó  entregas  que  de  los  de  esta 
«última  clase  tuviesen  que  hacer. — De 
«Real...  Dios...  Madrid  10  de  Diciembre 
»de  1836.— Meridizabal. — Sr.  Director  ge- 
»neral  de  rentas  y  arbitrios  de  amorti- 
»zación»  (1). 

«Dona  Isabel  II  por  la  gràcia  de  Dios... 

»Las  Cortes,  usando  de  la  facultad  que 
»se  les  concede  por  la  Constitucion,  han 
xdecretado  lo  siguiente: 

»Art.  1."  Se  autoriza  a  los  comprado- 
»res  de  fincas  de  bienes  nacionales  cuyo 
»valor  no  exceda  de  la  cantidad  de 
»10,000  reales  para  hacer  el  pago  en 
»dinero,  del  plazo  que  les  corresponda, 
xgraduandole  por  el  precio  que  tengan 
»en  la  plaza  de  Madrid  el  dia  del  remate 
»los  efectos  públicos  que  debíanentregar, 
»y  abonando  ademàs  un  2  por  100  por  el 
ïquebranto  ordinario  que  pueda  experi- 
»mentarse  en  la  operacion...»  (De  modo 
que  el  diiiero  que  se  entre gue  no  se  apre- 
ciarà por  Sil  valor,  sinó  por  el  que  tenían 
los  títulos  que  con  él  podrian  haberse 
comprado  el  dia  del  remate). 

»Art.  2.°  La  junta  de  enagenacion 
»cuidarà  de  quemensualmenteseinvierta 
»el  producto  de  estàs  entregas  en  metàlico 
»en  la  compra  de  efectos  públicos  conso- 
»lidados,  para  que  estos  queden  amorti- 
»zados  y  libre  el  erario  publico  del  pago 
»de  sus  intereses. 

»Art.  5.°  Dentro  del  termino  de  las 
»48  horas  despues  de  haberse  verificado 
»el  remate  de  una  finca,  si  el  rematante 
»lo  hubiese  sido  con  calidad  de  ceder,  lo 
«manifestarà  así  ante  el  juez  de  la  subasta, 
»y  se  pondrà  desde  luego  en  conocimiento 
»del  intendente  la  persona  que  definitiva- 
»mente  resulte  compradora;  en  el  con- 
»cepto  de  que  cualquiera  cesion  que  se 
»haga  pasado  dicho  termino,  devengarà 
»la  alcabala  correspondiente... 

»Palacio  de  las   mismas  20  de   Abril 

(i)  Gaceta  de  Madrid  del  i_|  de  diciembre  de 
1836,  pàg.  I. 


»de  1837.— Pedró  Antonio  de  Acuna, 
«Presidente... 

»Por  tanto  mandamos...  Yo  la  Reina 
»Gobernadora.— En  Palacio  à  23  de  Abril 
«de  1837.— A  D.  Juan  Alvarez  Mendiza- 
«bal>.  (2). 

Por  esta  disposición  todo  comprador 
que  en  el  acto  de  la  subasta  manifestase 
que  compraba  la  finca  para  cederla  a 
otro,  quedaba  facultado  para  realizar  la 
cesión  dentro  de  cuarenta  y  ocho  horas 
del  remate  sin  que  por  esta  cesión  pagase 
alcabala,  o  sea  traspaso.  Con  esto  se 
favorecía  al  vergonzante,  que  vencido 
por  el  amor  al  negocio  quería  hacerlo 
comprando  fincas  de  regulares,  però 
ocultando  su  nombre.  Con  esto  también 
se  favorecía  a  los  especuladores  que 
buscaban  sus  ganancias  con  el  trafico 
con  estàs  fincas. 

«REAL    ORDEN 

«Enterada  la  augusta  Reina  Goberna- 
«dora  de  lo  expuesto  por  V.  S.  en  oficio 
«del  S  del  corriente,  con  motivo  de  las 
«dudas  consultadas  por  los  intendentes 
»de  Madrid  y  Màlaga  acerca  de  la  verda- 
«dera  inteligencia  del  art.  5."  del  decreto 
«de  las  Cortes  de  20  de  Abril  ultimo,  ó 
«aplicacion  de  lo  que  en  él  se  dispone  à 
«las  ventas  anteriores  à  su  publicacion, 
íse  ha  servido  S.  M.  declarar...  que  la 
«facultad  de  ceder  sin  devengar  alcabala 
^^(traspaso)  por  las  fincas  compradas  con 
«clàusula  de  cesion,  antes  de  la  publica- 
«cion  del  citado  decreto,  concluye  luego 
«que  verificado  el  pago  de  la  quinta 
«parte...  quedo  consumado  el  contrato,  y 
«no  antes.— De  Real  orden...  Dios... 
«Madrid  20  de  Agosto  de  1837.— Pío  Pita. 
»— Sr.  Director  general  de  rentas  y  ar- 
»bitrios  de  Amortizacion»  (3). 

«Enterada  la  Augusta  Reina  Goberna- 
«dora  del  espediente  instruido  en  este 
«ministerio  (de    Hacienda)    acerca    del 


(2)  Gaceta  de  Madrid  del  25  de  abril  de  1837, 
pàg.  4. 

(3)  Gaceta  de  Madrid  del  23  de  agosto  de  1837, 
pàg.  I. 


NOTA    SOBRü     LA     VENTA     DE     LOS     CONVENTOS     Y     DE    SUS     HIENES 


207 


«premio  que  deberà  abonarse  à  los  denun- 
»ciadores  de  pertenencias  de  conventos 
»suprimidos  ocultadas  à  los  comisionados 
»de  amortizacion,  para  que  les  sirva  de 
«recompensa  y  estimulo  en  tan  interesan- 
»te  Servicio...  sehaservido  S.  M.  resol  ver 
«que  interin  las  Cortes  fijan  definitiva- 
»mente  la  cantidad,  se  dé  à  los  espresados 
«denunciadores  el  10  por  100  del  valor 
«liquido  de  lo  que  denuncien  y  sea  apre- 
«hendido,  no  siendo  objetos  destinados  al 
«cuito,  y  que  de  este  abono  se  escluyan 
»los  dependientes  del  gobierno  con  sueldo 
«del  erario,  puesto...  Madrid  27  de  julio 
«de  1837.— Mendizabal»  (1). 

«Dona  Isabel  II  por  la  gràcia  deDios... 

«Las  Cortes  en  uso  de  sus  facultades, 
«han  decretado  lo  siguiente: 

«Articulo  único.  Hasta  que  las  Cortes 
«resuelvan  sobre  la  propuesta  del  Go- 
«bierno  para  la  consolidacion  de  la  deuda 
«liquidada  yreconocida  hasta  1.°  de  Mar- 
«zo  de  1836,  se  admitiràn  para  el  pago  de 
«la  primera  octava  parte  del  precio 
»de  las  fincas  nacionales  vendidas,  el 
«papel  de  Deuda  sin  interès,  los  vales  no 
xconsolidados  y  la  deuda  negociable  del 
«5  por  100  à  papel,  por  el  valor  de  los 
«tipos  fijados  en  la  citada  propuesta,  a 
«saber,  la  primera  à  50  por  100:  la  segun- 
»da  à  66  por  100,  y  la  tercera  à  68  por  100. 

»Lo  cual  presentan  las  Cortes  à  S.  M. 
«para  que  tenga  à  bien  dar  su  sancion. 
«Palacio  de  las  mismas  3  de  Noviembre 
»de  1837. 

«Por  tanto  mandamos....  Yo  la  Reina 
«Gobernadora. — En  Palacio  à  l.°  de  Di- 
«ciembre  de  1837.— A  D.  Antonio  Maria 
«de  Seixas»  (2). 

«  DECRETO 

«Con  presencia  de  lo  que  me  habeis 
«manifestado  sobre  la  necesidad  de  dic- 
«tar  una  medida  que  evite  los  abusos  que 
»pueden  cometerse  por  los  compradores 


(i)  lioletin  oficial  de  Ici  provinci•x  de  Lérida 
del  8  de  agosto  de  i8!7.  paf».  217. 

(->)  Gaceta  de  Madrid  del  ;  de  diciemlMc  de 
1837,  pàg.  I. 


«de  fincas  nacionales,  cuyo  valor  consis- 

>  te  en  su  total  ó  mayor  parte  en  arbola•' 
>'dos  ó  montes  que  pueden  ser  destruidos 
«por  la  codicia,  sacando  de  ellos  las  ven- 

>  tajas  de  que  son  susceptibles,  sin  que  el 
>'Estado  tenga  medios  de  reintegrarse  si 
vaquellos  se  declarasen  en  quiebra.y  con 
«el  justo  fin  de  que  en  tales  casos  no  que- 
»de  ilusoria  la  garantia  establecida  por 
«el  articulo  18  del  Real  decreto  de  19  de 
«Febrero  de  1830,  en  nombre  de  mi  Au- 
«gusta  Hija  la  Reina  Dofia  Isabel  II,  y 
«conforme  con  el  parecer  del  Consejo  de 
«Ministros,  vengo  en  resolver: 

»Art.  1.°  Los  sugetos  à.  cuyo  favor  se 
«adjudiquen  en  adelante  fincas  de  la  ex- 
«presada  clase,  ademàs  de  ser  responsa- 
»bles  con  ellas  al  completo  pago  de  la 
«cantidad  en  que  fueron  rematadas,  pre- 
«sentaràn  fianza  equivalente  à  la  mitad 
«del  precio  de  su  tasacion  en  otras  fincas, 
«ó  de  las  dos  terceras  partes  de  la  misma 
«tasacion  en  efectos  de  la  Deuda  conso- 
«lidada. 

«Art.  2.°  A  los  sugetos  que  se  hallea 
»en  el  dia  en  posesion  de  dicha  clase  de 
«fincas  se  les  exigirà  igualmente  fianza, 
«bajo  la  pròpia  proporcion,  del  importe 
»de  los  plazos  que  falte  aun  satisfacer. 

«Art.  3.°  La  fianza  de  que  hablan  los 
«artículos  anteriores  no  se  exigirà  si 
«los  compradores  de  las  fincas  de  que  en 
«ellos  se  trata  pagasen  en  su  totalidad 
«la  cantidad  en  que  hubiesen  sido  rema- 
«tadas. 

«Tendréislo  entendido ....  —  Rubricado 
«de  la  Real  mano. — En  Barcelona  à  3  de 
«agosto  de  1840. —A  D.  Ramon  Santi- 
«llan»  (3). 

Como,  pagado  el  primer  plazo  del  re- 
mate  y  firma  de  la  escritura,  el  compra- 
dor entraba  en  posesion  de  la  finca, podia 
cortar  los  seculares  bosques  y  venderlos, 
y  luego  no  pagar  los  restantes  plazos. 
En  este  caso,  aunque  declarado  en  quie- 
bra,  perdiese  la  finca,  como  la  venta  de 
los  bosques  habia  superado   en  mucho  el 


(;)     Gaceta  de  Madrid  del  jS  de  abi-il  de  i{>-|í. 
púir.  I . 


208 


NOTA    SOBRE    LA    Vr.NTA    DE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SI'S    BIENES 


valor  de  la  quinta  parte  del  precio  paga- 
'da,  había  hecho  su  pingüe  ganancia  a 
costa  del  Estado.  A  evitar  tal  abuso  se 
dirigió  el  Real  decreto  anterior. 

«La  Reina  Dona  Isabel  II,  y  en  su  Real 
»nombre  la  Regència  provisional  del  Rei- 
»no,  ha  venido  en  decretar  lo  siguiente: 

»Art.  1."  Los  compradores  de  bienes 
»nacionales  que  en  uso  de  la  facultad 
»que  les  estA  concedida  por  el  Real  de- 
»creto  de  16  (19  lia  de  decir)  de  Febrero 
»de  1836,  se  prestaren  a  anticipar  el  pago 
»de  las  obligaciones  otorgadas  con  arre- 
»glo  al  art.  14  del  mismo  Decreto,  con 
»anterioridad  à  sus  vencimientos  respec- 
»tiyos,  tendràn  derecho  k  las  rebajas 
»siguientes: 

»Por  la  anticipacion  del  primer  plazo  se 

«abonarà  5  por  100  o  sea  '/a  PO""  100  del 

»valor  total  del  remate. 
»Por  la del  segundo  corresponde  abo- 

»nar  7  por  100...  I  1/2 idem. 

»Por  la del  tercero 10  por  100... 

»3 idem. 

»Porla del  cuarto 12  Vg  por  100... 

»5 idem. 

»Por  la del   quinto 15  por    100... 

»7  Vs idem. 

»Por  la del  sexto 17   por    100... 

»10  1/2 idem. 

»Por  la del  séptimo 20  por  100... 

»H idem. 

»Por  la del  octavo 22  V2  por  100... 

»18 idem. 

>^Art.  2.°  Los  títulos  de  la  deuda  con- 
»solidada  que  los  compradores  entreguen 
»por  anticipacion  de  pago,  llevaran  con- 
>^sigo  en  favor  del  Estado,  los  cupones  ó 
»intereses  vencidos  del  semestre  en  que 
»se  realice  la  entrega. 

»Tendreislo  entendido,  \'  dispondreis 
»su  cumplimiento. — El  Duque  de  la  Vic- 
»toria  Presidente.— En  Palacio  à  9  de 
»diciembre  de  1840.— A  D.  Agustín  Fer- 
»nandez  de  Gamboa.»  (1) 

iPedir  màs  seria  pedir  golleria! 


(i)     Oaceta  de  Madrid  del   ii  de  dicicmbre  de 
1840,  pags.  2  y  5. 


«La  Reina  Dona  Isabel  II... 

«Articulo  1."  En  cumplimiento  de  los 
«artículos  10,  11  y  14  del  Real  decreto  de 
»19  de  Febrero  de  1836  confirmado  por  las 
»Cortes  en  26  de  Julio  de  1837,  los  com- 
»pradores  de  bienes  nacionales  pagaran 
»el  precio  de  los  remates  en  esta  forma: 
>^una  tercera  parte  en  títulos  de  la  deuda 
«consolidada  al  5  por  100:  otra  tercera 
»parte  también  en  títulos  de  la  deuda 
«consolidada  al  4  por  100:  y  la  restante 
«tercera  parte  en  títulos  ó  documentos  de 
»la  deuda  sïn  interès  propiamente  llama- 
»da  así,  en  vales  no  consolidados,  y  en 
»deuda  negociable  con  interès  de  5  por 
í>100  d  papel,  A  voluntad  de  cada  com- 
»prador,  por  el  valor  respectivo  segun  los 
»tipos  de  50  por  100  en  la  primera  espècie, 
»66  por  100  en  la  segunda  y  68  por  100  en 
»la  tercera. 

»Art.  2.°  En  consecuencia  los  com- 
«pradores  que  hayan  satisfecho  j'a  las 
»tres  primeras  octavas  en  deuda  sin  inte- 
»rés,  ejecutaràn  el  pago  de  la  cuarta 
«octava  parte  entregando  dos  tercios  del 
«importe  de  sus  respectivas  obligaciones 
«en  títulos  de  la  deuda  consolidada  al  5  y 
»4  por  100,  y  el  otro  tercio  en  deuda  sia 
«interès  segun  el  articulo  anterior. 

«Art.  3.°  Cuando  los  compradores  ha- 
«yan  realizado  por  entero  la  entrega  de 
«una  tercera  parte  del  precio  de  losrema- 
«tes  en  deuda  sin  interès  como  queda  pre- 
«venido,  el  resto  de  sus  obligaciones  pen- 
xdientes  se  satisfarà  en  títulos  de  la 
«deuda  consolidada,  los  dos  tercios  del 
«interès  del  5  por  100  y  el  otro  tercio  del 
«4  por  100. 

»Art.  4."  La  graduacion  del  precio  del 
«papel  para  pagar  en  efectivo  las  canti- 
«dades  y  residuos  correspondientes  à 
«compras  de  bienes  nacionales  à  que  se 
«refieren  las  leyes  de  1.°  de  Abril  de  1837 
»y  16  de  Julio  del  afio  corriente,  se  enten- 
«derà  para  con  las  fincas  que  se  hayan 
«comprado  ó  se  compren  desde  el  dia  de 
»su  publicacion,  no  respecto  de  las  com- 
«pradas  anteriormente. 

«Tendreislo  entendido...  El  Duque  de 
«la  Victoria  Presidente. — En  Palacio  a  9 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    I.OS    CONVENTOS     Y    DE    SLS    BIEN'ES 


209 


»de  Diciembre  de  1840.  — A  D.  Agustín 
»Fernàndez  de  Gamboa»  (1). 

El  comprador  de  bienes  nacionales, 
ademas  del  precio  de  la  finca  rematada, 
pagaba  los  derechos  del  expediente,  tasa- 
ción  y  de  la  misma  subasta,  como  era 
natural  y  justo  dentro  de  la  injustícia 
canònica  del  acto. 

Mediante  las  condiciones  tan  excesi- 
vamente  favorables  al  comprador  pudo 
el  Estado  vender  muchas  de  las  fincas 
de  los  regulares.  El  bajo  precio,  el  pago 
con  papel  estimado  por  todo  o  parte  de 
su  valor  nominal,  los  largos  plazos,  la 
división  de  las  fincas  grandes  en  peque- 
fios  Iotes  o  piezas  de  tierra,  la  entrada 
en  la  posesión  de  la  finca  aun  antes 
del  pago  de  casi  todos  los  plazos  tenta- 
ron  la  lionradez  de  muchos,  los  cuales 
extendieron  su  mano  al  àrbol  prohibido. 
Emperò  los  edificios,  monasterios  y  con- 
ventos,  por  una  parte,  no  se  prestaban 
facilmente  a  la  división  en  Iotes,  y  por 
otra  tampoco  à  habitaciones  de  particula- 
res,  y  de  aquí  la  maN'or  dificultad  en  ven- 
derlos.  A  vèncer  esta  dificultad  se  dirigíe- 
ron  sin  duda  las  disposiciones  siguientes: 

DECRETO    DE    L.\    REGÈNCIA 

«La  Reina  Doiïa  Isabel. 

»Art.  1.°    

«Art  2."  Todos  los  edificios  que  sir- 
«vieron  de  monasterios  6  conventos  de 
»las  suprimidas  comunidades  religiosas 
»de  ambos  sexos,  no  enagenados  hasta 
»ahora  en  venta  real  ni  a  censo,  y  que  no 
«estén  ó  fueren  aplicados  à  destines  de 
»utilidad  piíblica...  lo  mismo  que  sus 
«Iglesias  no  dedicadas  actualmente  al 
«cuito  divino,  se  ponen  en  venta  pública 
«por  termino  de  seis  meses,  a  pagar  en 
«cupones  de  intereses  vencidos  de  la 
«deuda  consolidada  de  lanacion,  sin  dife- 
«rencia  alguna  de  interior  ni  exterior,  y 
«por  todo  su  valor  nominal. 

«Art.  3.°  Se  observaran  en  estàs  ven- 
»tas  las  mismas  reglas  y  formalidades  es 

(i)  Caccla  .1e  M.j.iii.i  del  ii  de  dicicmbi-e  de 
i8^o,  pàg.  -. 


»tablecidas  para  la  enagenacion  de  bienes 
«nacionales  con  la  sola  diferencia  de  eje- 
>^cutarse  doble  subasta,  cualquiera  que 
«sea  el  precio  de  la  tasacion. 

«Art.  4."     

«Art.  5."  No  quedarà  perfeccionada  la 
«venta  hasta  ser  aprobado  el  remate  por 
«el  mismo  ministerio;  y  en  seguida  de 
«serio  se  otorgarà  la  correspondiente 
«escritura,  dentro  de  30  días,  pagando 
«los  compradores  en  el  acto  la  mitad  del 
«importe  total  porque  les  fueron  adjudi- 
«cadas  las  fincas;  y  la  otra  mitad  à  los  seis 
«meses  de  la  fecha  de  la  escritura. 

«Tendreislo  entendido...  El  Duque  de 
«la  Victoria  Presidente.  En  Palacio  à  9  de 
«Diciembre  de  1840.— A  D.  Agustín  Fer- 
«nandez  de  Gamboa«  (2). 

Por  orden  de  la  Regència  provisional 
de  4  de  marzo  de  1841  se  resuelve: 

«1.°  Que  estando  terminantemente 
«mandado  que  el  precio  de  los  remates 
»de  fincas  nacionales  se  verifique  pagan- 
»do  una  3.'^  parte  con  títulos  de  la  deuda 
«consolidada  del  5  por  100;  otra  3.'^  parte 
«con  los  del  4  por  100,  y  la  restante  3.^  en 
«las  tres  clases  de  papel  que  espresa  el 
«citado  decreto  (de  9  de  diciembre  de 
y>1840)  y  con  objeto  de  no  hacer  altera- 
»cion  en  el  sistema  establecido,  se  manda 
«observar  el  orden  de  pagos  siguiente: 
»— Tomando  por  ejemplo  una  finca  que 
«haya  sido  rematada  en  300,000  reales, 
«pagarà  el  comprador. 


Parte  en  el  acto  de 

la  adjudicación. 
Octava    .... 

Id 

Id 

Id 

Id 

Id 

Id 

Id 

Deuda  consolidada 

Dsuda  no 
couoUdada 

Del  5  por 
100 

Del  4  por 
100 

segna  los 
respoetlvci 

tlïOS 

5- 

■(■' 

ii." 

7-' 

8.' 

^o.ooo 

20,000 

io,ooo 

10,000 
lO.OOO 
lO.OOO 

JO.OOO 

JO,0O0 
20,O00 
2O,000 
20.000 

30,000 
30.000 
30.000 
10,000 

lOO.OOO 

lOO.ÜOO 

100.000 

(j)     Gaceta  de  Madri.i  del 
1840,  pàg.  j. 


de  diciemhre  de 


210 


NOIA    SOBRI-;     l.A     VENIA     ÜK    LOS     CONVENTOS     Y     DE    SL'S     BIENES 


»2.°  Que  A  los  compradores  que  hicie- 
»ran  el  pago  de  la  primera  octava  parte 
.»en  los  efectos  de  la  Deuda  consolidada, 
»se  les  tome  en  cuenta  en  las  sucesivas 
»la  cantidad  entregada,  siempre  que  en 
»el  total  completen  las  respectivas  de 
»cada  una  de  las  clases  de  papel 

»3.°  Que  el  pago  de  los  residuos  en 
»metalico  se  puede  verificar  con  arreglo 
Ȉ  las  leyes  de  1."  de  abril  de  1837  y  16  de 
sjulio  de  1840,  cualquiera  que  sea  la  épo- 
>•'ca  en  que  haya  sido  ó  fueren  rematadas 
»las  fincas-.-.»  (1). 

«DECRETO 

»No  habiendo  sido  suficientes  las  medi- 
»das  adoptadas  hasta  el  dia  sobre  cesion 
»y  enagenacion  de  los  edificios  de  con- 
»ventos  suprimides  para  dar  à  estàs  fin- 
»cas  la  mas  pronta  y  conveniente  apli- 
»cacion,  y  siendo  ya  muy  urgente  para 
xevitar  su  destruccion  y  proveer  A  su 
»mas  útil  destino  el  remover  los  obstàcu- 
»los  que  hasta  hoy  lo  han  impedido,  como 
»Regente  del  Reino  durante  la  menor 
»edad  de  S.  M.  la  Reina  Dona  Isabel  II, 
»y  en  su  Real  nombre,  conformàndome 
»con  el  dictamen  del  Consejo  de  Minis- 
»tros,  he  venido  en  decretar  lo  siguiente: 

»Artículo  1.°  Se  autoriza  à  la  Direc- 
»cion  general  de  arbitriosde  Amortizacion 
«paraqueenjuntadeventadebienesnacio- 
»nales  resuelva  definitivamente  sobre  la 
»concesion  de  conventos  solicitados  para 
«objetos  de  utilidad  pública,  arreglàndo- 
»se  à  las  disposiciones  siguientes. 

»Art.  2°  Transcurrido  el  termino  de 
»dos  meses,  que  por  ultimo  termino  se 
»prefija,  y  que  empezaràn  à  contarse 
»desde  la  publicacion  de  esta  órden  en 
»los  Boletines  oficiales  de  cada  provin 
»cia,  no  se  darà  curso  à  nuevas  solicitu- 


(i)  RecopiUicioH  estractada...  de  las  leyes  y 
reales  disposiciones  promulgadas  en  el  ano  de 
1841.  por  D.  Esteban  de  Fenater  y  D.  Pablo 
Ferigle.  Barcelona.  1842.  Tomo  V  de  la  colec- 
ción,  p;ig.  i^i. 


»des  de  ayuntamientos,  diputaciones  pro- 
«vinciales  ú  otras  corporaciones  públicas 
»sobre  peíicion  de  conventos  para  esta- 
»blecimientos  de  utilidad  comun. 

»Art.  3.°  Los  expedientes  sobre  estàs 
»solicitudes,  así  nuevas  como  anteriores 
»y  pendientes  se  instruiran  en  las  respec- 
»tivas  intendencias,  debiendo  consistir  su 
»instruccion  en  oir  la  opinion  del  gefe 
»político  y  el  informe  de  las  oficinas  del 
»ramo,  y  habiendo  de  remitirse  ya  ins- 
»truidos  à  la  direccion  en  un  termino  que 
»no  pasarà  de  10  dias,  contados  desde  la 
«publicacion  de  esta  órden,  para  los  ya 
»pendientes,  ni  de  20  desde  la  fecha  de  la 
»presentacion  ó  recibo  de  las  solicitudes 
»para  los  nuevamente  promovidos,  bajo 
»la  mas  estrecha  responsabilidad  de  los 
«intendentes  y  gefes  de  amortizacion  de 
»las  provincias. 

:>Art  4.°  La  base  de  que  ha  de  partirse 
>;en  el  otorgamiento  de  estàs  concesiones, 
»ser<l  la  de  hacer  gratuitas  las  que  se 
»soliciten  para  objetos  ó  establecimientos 
»de  utilidad  pública  propiamente  dicha 
»de  uno  ó  muchos  pueblos,  como  son: 
»hospitales,  hospicios,  escuelas  de  ins- 
»truccion  costeadas  por  los  íondos  comu- 
»nes  ó  del  Estado,  cuar teles  de  Milicia 
»nacional  donde  la  importància  de  estos 
»lo  requiera,  càrceles,  parroquias,  casas 
«consistoriales  y  demàs  anàlogos;  però 
«habràn  de  ser  onerosas  y  precisamente 
»con  censo  con  cànon  desde  uno  y  medio 
Ȉ  tres  por  ciento  sobre  el  valor  en  tasa- 
»cion  de  los  edificios  todas  las  que  se 
»pidan  por  particulares  ó  corporaciones 
»privadas  para  objetos  industriales  ó  de 
«conveniència  mista  de  particular  y  ge- 
»neral,  ó  las  que,  aunque  solicitadas  por 
«corporaciones  públicas,  lo  sean  para  ob- 
»jetos  que  han  de  reportar  lucro  ó  envol- 
»ver  alguna  idea  de  especulacion,  como 
«teatros,  plazas  de  abastos,  cementerios 
»y  otros  establecimientos  de  naturaleza 
»semejante. 

»Art.  5."  En  la  decision  de  estos  expe- 
»dientes  procederà  la  Junta  de  ventas 
»con  toda  la  posible  rapidez,  y  fijarà  su 
«atencion  en  la  circunstancia  de  si  los 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    V    DE    SLS     BIENES 


211 


»Ayuntamientos  peticionariostienen  me- 
»dios  de  realizar  los  establecimientos  que 
»se  proponen,  pues  si  no  lo  hicieren  en 
»los  seis  meses  siguientes  a  la  concesion, 
»quedarà  esta  sin  efecto.  Lo  mismo  suce- 
>  derà  en  las  concesiones  à  censo  de  que 
»habla  la  segunda  parte  del  articulo 
«anterior. 

»Art.  6.°  Transcurrido  el  termino  pre- 
»fijado  en  el  articulo  2."  se  procedera 
»activamente  a  la  vista  (venta)  en  pública 
*subasta,  y  con  arreglo  a  la  instruccion  de 
»1.°  de  Marzo  de  1836,  de  todos  los  con- 
»ventos  que  no  se  hubiesen  pedido  ni  con- 
»cedido,  así  como  tambien  de  los  que  ha- 
»biéndose  cedido  anteriormente  no  se 
»hayan  destinado  à  los  objetos  de  utili- 
»dad  pública  para  que  se  pidieron  dentro 
»de  seis  meses  que  senaló  al  efecto  el 
«decreto  de  9  de  diciembre  de  18-10. 

»Art.  7°  La  venta  de  estos  edificios  se 
»haríl  à  pagar  en  papel  de  la  Deuda  sin 
«interès  por  todo  su  valor  nominal  y  en 
»dos  plazos  iguales,  el  primero  al  tiempo 
«del  otorgamiento  de  la  escritura,  y  el 
«segundo  al  cumplirse  un  afio.  Las  huer- 
»tas  adyacentes  à  los  mismos  se  vende- 
>M•i'in  siempre  en  union  como  parte  inhe- 
«rente  de  ellos,  à  menos  que  sin  dificultar 
»la  enagenacion  ó  menoscabar  su  valor 
«pudieran  alguna  vez  venderse  separa- 
das. 

«Art.  8.°  Lo  prevenido  en  el  articulo 
«precedente  solo  tendra  aplicacion  à  las 
«subastas  que  se  promuevan  ó  soliciten 
»con  posterioridad  à  la  fecha  de  este  de- 
«creto;  però  las  ya  incoadas  ó  pendientes 
«seguiran  su  curso  y  habràn  de  termi- 
*narse  con  arreglo  à  las  disposiciones 
»que  regian  al  empezarse. 

«Art.  9.°  La  Direccion  en  Junta  de 
«ventas  aprobara  los  expedientes  de  su- 
«basta  y  acordarà  las  adjudicaciones  de 
«estàs  fincas  como  lo  hace  por  instruc- 
«cion  con  respecto  à  los  demAs  bienes 
«narionales,  sin  necesidad  de  consultar 
»al  Gobierno  su  aprobacion;  però  remi- 
stirà  al  Ministerio  para  su  conocimiento 
«relaciones  mensuales,  así  de  los  conven- 
»tos  que  se  hallan  vendidos,  como  de  los 


«que  hayan  sido  concedidos  para  objetos 
«de  utilidad  pública. 

^  Art.  10."  Se  exceptuan  de  todas  las 
«disposiciones  precedentes  los  edificios 
«de  conventos  que  el  Gobierno  haya  des- 
«tinado  ó  destine  para  cuarteles,  oficinas, 
«casas  de  instruccion  ú  otros  usos  seme- 
«jantes  del  servicio  publico;  pues  siendo 
«estos  objetos  de  notòria  preferència,  no 
«podran  enagenarse  ni  concederse  à  cor- 
«poraciones  ó  particulares  los  conventos 
«à  ellos  dedicados. 

«Tendréislo  entendido....— El  Duque  de 
«la  Victoria.  — En  Madrid  à  26  de  Julio 
«de  1842.— A  D.  Ramon  Maria  Calatra- 
«va»  (1). 

Ante  todo  y  para  formar  ideas  exactas, 
se  debe  notar  que  en  esta  disposición 
no  se  trata  de  bienes  de  las  comunidades, 
sinó  de  sus  conventos. 

De  este  Decreto  resulta  que  el  precio 
total  podia  pagarse  con  solos  títulos  de 
la  Deuda  sin  interès.  Esta  en  la  Bolsa 
se  cotizaba  al  5  por  100  y  un  quebrado,  y, 
por  lo  mismo,  el  comprador  de  fincas 
nacionales  con  solo  el  desembolso  de  cin- 
co  duros  y  unos  reales  pagaba  cien  du- 
ros. Y  el  tipo  dicho  no  lo  afirmo  a  humo 
de  pajas:  en  la  Gaceta  de  Madrid  del  25 
de  julio  de  1842,  es  decir,  de  un  dia  antes 
del  Decreto,  se  lee  en  la  cotización  oficial 
de  la  Bolsa  del  23:  «Deuda  sin  interès, 
«cinco  veinte  y  cinco  treintadosavos  à  60 
d.  f.  vol.»  (60  dt'as  fecha  a  voluutad). 
Y  en  las  Gaceta  de  Madrid  de  los  días 
siguientes  las  cotizaciones  escriben  00, 
o  sea,  que  no  hubo  de  este  papel  opera- 
ciones,  basta  la  del  dia  9  de  agosto  en 
que,  dando  cuenta  de  la  Bolsa  del  8,  escri- 
be:  «Deuda  sin  interès,  5  ^1^  a  59  d.  f.  id.» 
(o  sea  papel  I .  De  modo  que  a  este  precio 
y  con  los  plazos  de  60  y  59  días  se  ofre- 
cía  el  papel  a  cinco  y  un  quebrado. 

jTanto  era  el  empeflo  en  vender  los 
conventos!  No  extrane,  pues,  el  lector 
mi  importunidad  en  copiar  al  pie  de  la 


(i)     Gaceta  de  Madrid  del  27  de  julio  de   184J, 
pdg.  2. 


212 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SUS     BIENES 


letra  las  leyes  y  documentos,  ya  que  de 
otro  modo  no  se  creyera,  por  solo  mi 
dicho,  tanta  enormidad.  No  sin  harta  ra- 
zón  se  ha  dicho  que  con  la  venta  de  los 
hienes  de  la  Iglesia  se  quiso  hacer  libera- 
les,  y  liberales  irreductibles,  que  tales 
habian  de  quedar  los  que  del  modo  expli- 
cado  por  la  ley  compraban  hienes  que  no 
eran  del  vendedor. 

En  el  Bolet  in  oficial  de  la  provincià  de 
Lcrida  del  19  de  marzo  de  1844,  después 
de  haber  anunciado  la  Intendència  de 
Lérida  la  subasta  de  varios  edificios  con- 
ventos  y  un  huerto,  aflade:  «El  pago  lo 
«efectuarà  el  rematante  respecto  de  los 
»edificios  conventos  en  papel  de  la  deuda 
»sin  interès  por  todo  su  valor  nominal  y 
»en  dos  plazos  iguales  el  1.°  al  tiempo  del 
»otorgamiento  de  la  escritura  y  el  2."  al 
»cumplirse  un  ano,  y  respecto  de  las  tie- 
»rras,  el  solar  de  Capuchinos  de  Solsona, 
»cuadra  y  huerto  con  arreglo  al  decreto 
»de  9  de  diciembre  de  1840  y  orden  acla- 
«ratoria  de  4  de  marzo  siguiente». 

Y  continua  manifestàndose  el  empeno 
en  vender  por  el  siguiente 


«Persuadido  de  la  necesidad... 

»Artículo  1.*  Los  intendentes  de  las 
'^provincias  dispondràn  que  inmediata- 
»mente  se  tasen  y  capitalicen,  haya  o  no 
»peticionario,  todas  las  fincas  rústicas  y 
»urbanas  que  por  cualquier  concepto  per- 
»tenecen  à  la  nacion,  y  se  hallan  situadas 
ven  el  territori©  de  sus  respectivas  pro- 
»vincias,  anunciando  su  venta  en  los 
»Boletines  oficiales  à  medida  que  los 
»expedientes  tengan  la  instruccion  nece- 
»saria,  con  expresion  de  su  tasacion, 
»capitalizacion,  producto  en  venta,  situa- 
»cion,  cabida  y  procedència,  sin  omitir 
»las  cargas  que  le  sean  conocidas,  y  el 
«senalamiento  del  dia  y  hora  en  que  haya 
»de  celebrarse  el  remate. 

»Art.  2."    

»Art.  3."    

>Tendreislo  entendido...  El  Duque  de 
»la  Victoria.— En  Madrid  à   7  de  octubre 


»de  1842— A  D.  Ramon  Maria  Calatra- 

»va»  (1). 

«MINISTERIO    DE    HACIENDA 

»En  8  de  Enero  ultimo  comuniqué  à 
»V.  S.  la  circular  que  con  la  misma  fecha 
»se  dirigió  por  este  ministerio  A  los  inten- 
»dentes  de  las  provincias  del  Reino,  pre- 
»viniéndoles  que  desplegando  la  inflexi- 
»ble  energia  y  rectitud  con  que  deben 
«con^esponder  à  la  confianza  que  en  ellos 
>està  depositada  por  el  Gobierno,  pro- 
«moviesen  la  cobranza  de  los  débitos  que 
»resultaban  por  plazos  vencidos  contra 
»los  compradores  de  hienes  nacionales, 
»en  términos  que  para  1.°  de  Marzo  diesen 
»parte  aquellos  gefes  del  ingreso  de  los 
»descubiertos,  ó  de  haber  declarado  en 
»quiebra  ò.  los  deudores.  S.  M.  no  quiere 
»se  guarde  consideracion  con  los  moro- 
»sos,  cuando  estan  en  posesion  de  las 
»fincas  y  en  el  goce  de  sus  rentas,  cau- 
»sando  perjuicios  al  Estado  por  su  indo- 
»lencia  ó  mala  fe. 

»Y  como  à  V.  S.  corresponde  directa- 
»mente  hacer  cumplir  en  esta  parte  las 
»órdenes  del  Gobierno  por  la  accion  direc- 
»ta  que  tiene  contra  los  administradores 
»subalternos,  estando  facultado  para  re- 
»moverlos  y  separarlos,  S.  M.  se  ha  ser- 
»vido  mandar  advierta  à  V.  S.  que  se  le 
«exigirà  la  màs  estrecha  responsabilidad 
»si  para  el  10  de  Marzo  próximo  no  ha 
»dado  aviso  à  este  ministerio  de  quedar 
»realizados  dichos  descubiertos,  así  como 
»se  consideraran  cesantes  en  aquel  mismo 
»día  los  intendentes  en  cuyas  provincias 
»resulte  el  menor  débito,  sin  haberse  de- 
»clarado  la  quiebra  y  puesto  de  nuevo  en 
»venta  la  finca  no  pagada. 

»De  orden  de  S.  M.  lo  participo  à  V.  S... 
»Dios...  Madrid  10  de  Febrero  de  1844.— 
»G.  Carrasco.— Sr.  Administrador  gene- 

»ral  de  hienes  nacionales»  (2). 


(i)  Gaccta  de  M,i.in\i  del  8  de  oclubre  de  1842. 
pàg.  I. 

(2)  Gacf/.i  de  yLid)  id  del  1 1  de  lebrero  de  1844, 
pàg.  I. 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    V    DE    SLS    BIENES 


213 


A  lo  que  se  ve,  había  compradores  que, 
no  contentos  con  las  enormes  ganancias 
obtenidas  por  las  compras,  omitían  pagar 
los  plazos  posteriores  al  primero. 

'<La  Junta  superior  de  venta  de  hienes 
xnacionales  con  fecha  13  del  actual  (euero 
>•>de  1844)  me  comunica  la  circular  si- 
»guiente. 

»A  fin  de  evitar  las  continuas  recla- 
»maciones  que  indebidamente  se  estan 
«haciendo  por  compradores  de  fincas 
»nacionales  solicitando  abono  de  desper- 
»fectosórescisionde  contrato,no  solodes- 
xpues  de  consumada  la  venta  con  el  pago 
»de  la  quinta  parte  y  toma  de  posesion, 
»sino  despues  de  estar  disfrutando  las 
»fincas  algunosanos;  ha  acordado  la  Jun- 
»ta  por  punto  general,  que  se  observen 
^respecto  del  particular  las  reglas  si- 
»guientes:  =  l.^  Adjudicadas  que  sean  las 
»fincas  nacionales  y  hecho  saber  à  los 
«compradores  que  realizen  el  primer  pla- 
»zo  en  el  termino  de  quince  dias  con  arre- 
»glo  al  articulo  46  de  la  instruccion  de  1.° 
»de  marzo  de  1836,  cuyo  tràmite  cuidaràn 
»las  intendencias  y  jueces  de  las  subastas 
»que  no  se  demore,  las  desmejoras  que 
»ocurrieren  en  las  fincas  seran  ya  de 
«cuenta  de  los  compradores,  sin  derecho 
»a  reclamarlas.  =2.*  Recibida  por  los  com- 
»pradores  la  adjudicacion  de  las  fincas  y 
»verificado  el  primer  pago,  se  entendera 
»que  desde  entonces  entran  en  posesion 
»de  las  mismas,  y  no  se  admitira  recla- 
»macion  alguna  posterior  sobre  abono  de 
»desmejoras  ó  desperfectes,  ni  rescision 
»del  contrato,  segun  està  prevenido  por  el 
»art.  53  de  la  citada  instruccion. 

»Lo  que  se  inserta...  Lérida20  deenero 
»de  1844...»  (I). 

De  donde  chuamente  resulta  que  los 
senores  compradores  de  bienes  del  clero, 
no  contentos  con  la  baratura  del  precio, 
la  rebaja  del  desembolso  creada  por  el 
pago  con  papel  del  Estado,  los  largos  y 
múltiples  plazos,  etc,  etc,  luego  muchos 


(i)     liotetin  oficial  de  la  província  de  I. crida 
del  I  de  fcbrcro  de  18^4,  p;ig.  4. 


de  ellos  reclamaban  indemnizaciones  o 
rescisiones  del  contrato. 

«REAL    DECRETO 

>/Conformàndome  con  el  parecer  del 
í'Consejo  de  Ministros  vengo  en  mandar  se 
»suspenda  hasta  nueva  resolucion  la  ven- 
»ta  de  los  edificios-conventos  de  las  co- 
»munidades  religiosas  suprimidas,  acor- 
»dada  por  decreto  de  26  de  Julio  de  1842. 

»Dado  en  Palacio  à  11  de  Abril  de  1845. 
»  — Rubricado  de  laRealmano.— El  Minis- 
»tro  de  Hacienda,  Alejandro  Mon»  (2). 

Ignoro  la  causa  de  tan  insòlita  suspen- 
sión;  però  hallaremos  ventas  de  fechas 
posteriores,  y  sobre  su  modo  disposicio- 
nes,  de  las  que  algunas  van  a  seguida. 

'<Real  orden  de  14  de  diciembre  de  1846. 

»Ha  tenido  a  bien  S.  M.  disponer  que 
»los  compradores  de  conventos  à  pagar 
>;en  libranzas  no  realizadas,  satisfagan 
»su  importe  en  títulos  de  la  última  clase  • 
»(del  3  por  100)  en  la  proporcion  de  dos- 
»cientos  cincuenta  por  cada  ciento,  ha- 
»ciéndoseles  indicada  la  liquidacion  bajo 
»esta  base;  y  que  respecto  à  aquellos  que 
»los  hayan  adquirido  A  pagar  en  cupones 
»llamados  à  capitalizar,  lo  verifiquen  en 
»los  propios  efectos  por  todo  su  valor 
«nominal,  practicando  unos  y  otros  el 
»pago  al  contado  en  el  termino  de  treinta 
»dias,  siempre  que  hubiesen  ya  trans- 
»currido  los  plazos  senalados  por  las  dis- 
»posiciones  vigentes  en  la  època  del 
»remate  desde  el  dia  de  la  adjudicacion, 
»y  en  caso  contrario  dentro  de  aquellos 
»que  los  mismos  respectivamente  seiïa- 
«laren»  (3). 

<.<La  Junta  Superior  de  venta  de  bieiies 
ytuaciouales  con  fecha  13  del  actual  vie 
hdice  lo  siguiente: 
»Las  continuas  subastas  en  quiebra  de 

«fincas  nacionales  que  se  estan  verifican- 


(.')     Caceta  de  Madrid  del  14  de  ahril  de  iS^s- 

(5)  Recopilacion  estraclada,  ordenada  y  me- 
lòdica de  las  leyes  y  reales  disposiciones  promtil- 
gadas  en  el  ai'io  1846.  Tomo  IX,  pàg.  1Ó5. 


214 


NOTA    SOIIRE    LA    VENIA    IJE    LOS    CONVENTOS    Y    DE    SL'S    BIENES 


»do  en  todo  el  Reino  por  falta  de  pago 
»de  los  compradores,  han  hecho  inferir  a 
»esta  Junta  Superior  que  tal  vez  por 
»omision  ó  mala  inteligencia  de  la  legis- 
»lacion  vigente  sobre  la  venta  de  bienes 
«nacionales  por  parte  de  las  oficinas  del 
»ramo  no  se  cumple  lo  prevenido  por  la 
»ley  acerca  del  particular,  irrogandose 
»de  ello  notables  perjuicios  à  los  intere- 
»ses  del  Estado  y  &  los  acreedores  del 
»mismo.—  Celosa  esta  Junta  en  el  exacto 
»cumplimiento  de  su  mision  que  no  es 
»otra  que  la  de  velar  por  que  no  se  me- 
»noscaben  aquellos  y  hacer  que  se  cum- 
»plan  en  todas  sus  partes  religiosamente 
»los  contratos  de  venta  de  los  citados 
»bienes,  ha  acordado  al  efecto  manifes- 
»tar  à  V.  S.  para  su  inteligencia  y  la  de 
»esas  oficinas,  que  con  arreglo  al  artícu- 
»lo  19  del  Real  decreto  de  19  de  febrero 
»de  1836,  cuando  el  comprador  esta  en 
»posesion  de  la  finca  por  virtud  del  pago 
»de  la  quinta  parte,  salió  ya  de  la  Admi- 
»nistracion  del  Estado  y  pasó  à  ser  pro- 
«piedad  particular  de  aquel  que  en  tal 
»concepto  ha  podido  hacer  en  ella  las 
»alteraciones  que  estimaré  conveniente, 
»y  en  el  caso  de  no  satisfacer  alguno  de 
»los  plazos  subsiguientes,  debe  proceder- 
»se  ejecutivamente  contra  los  bienes  que 
»tenga  de  màs  pronta  y  expedita  disposi- 
»cion,  como  en  cualquier  otro  deudor  del 
»Estado,  sin  que  deba  tener  lugar  la 
»declaracion  de  quiebra  y  nueva  subasta 
»de  la  finca  ó  fincas  à  que  pertenezca  el 
»débito,  sinó  cuando  ya  no  queden  otros 
»bienes  de  mas  fàcil  salida  para  solven- 
»tarlo  en  los  términos  prevenidos  en  el 
»citado  articulo. — Lo  que  comunico 

r>Lo  que  se  potie  en  conocimiento 

y>Lérida  20  de  uoviemhre  de  1846 .—José 
t>Ranton  de  Ferradas»  (1). 

Hasta  aquí  la  venta  de  las  fincas:  quiso 
también  el  Gobierno  acabar  con  los  cen- 
sos de  los  conventos.  Demos  un  paso 
atràs,  y  leamos  el  siguiente 


(i)     Boletin  oficial  de  la  provincià  de  Li 
del  24  de  noviembre  de  1846,  pàg.  3. 


«REAL    DECRETO. 

«Deseando  aplicar  A  la  amortizacion 
»de  la  Deuda  pública  todos  los  valores 
»procedentes  de  la  supresion  de  monas- 
»terios  y  conventos  y  de  la  adjudicacion 
»al  Estado  de  los  bienes  y  derechos  que 
»les  pertenecieron,  y  aspirando  A  conci- 
»liar  con  los  medios  de  favorecer  la  con- 
»solidacion  de  la  Deuda  pública  que  no  lo 
»està,  los  miramientos  que  ella  misma 
»merece  por  esta  circunstancia;  confor- 
«màndome  con  el  dictamen  de  mi  Conse- 
»jo  de  ministros,  y  siguiendo  el  espíritu 
»de  la  ley  de  16  de  enero  de  este  ano,  en 
«nombre  de  mi  excelsa  Hija  la  Reina 
»DoNA  Isabel  II,  he  venido  en  decretar 
»lo  siguiente: 

«Articulo  1.°  Se  declaran  en  estado  de 
«redencion  desde  ahora  todos  los  censos, 
«imposiciones  y  cargas,  de  cualquier  es- 
»pecie  y  naturaleza,  que  pertenezcan  à 
»las  comunidades  de  monacales  y  regula- 
»res,  así  de  varones  como  de  religiosas 
»cuyos  monasterios  ó  conventos  hayan 
»ya  sido,  ó  sean  en  adelante  suprimidos, 
»y  sus  bienes  de  todo  genero  aplicados  à 
»la  nacion  y  mandados  vender  por  mi 
«Real  decreto  de  19  del  mes  pasado. 

«Art.  2°  Todo  censalista  que  intente 
»la  redencion  de  la  carga  afecta  à  sus 
«propiedades,  se  dirigirà  al  Intendente 
«de  la  provincià  respectiva,  pidiendo  que 
»se  liquide  el  censo  ó  imposicion  à  que  se 
«refiera,  y  cuyas  circunstancias  expresa- 
«ra  con  individualidad. 

«Art.  3.°  El  Intendente,  despues  de  oir 
«al  comisionadoadministrador  de  los 
«arbitrios  de  amortizacion,  pasarà  la 
«instància  del  censualista  à  la  contaduría 
«del  ramo,  para  que  proceda  à  la  liquida- 
«cion  correspondiente,  siempre  que  no 
«haya  reparo  fundado  que  merezca  to- 
«marse  en  consideracion. 

«Art.  4.°    Las  dudas 

«Art.  5.°  El  importe  del  censo,  impo- 
«sicion  ó  carga  que  se  trate  de  redimir, 
»se  satisfarà  en  esta  forma. 

»Una  quinta  parte  al  contado,  ó  antes 
«del  otorgamiento  de  la  escritura  de 
«redencion. 


NOTA    SOMRE    LA    VENTA    DE    LOS    CON  VENTÓS    Y    DE    SIS    UtENEO 


215 


»Y  las  otras  cuatro  quintas  partes  en 
»los  cuatro  anos  siguientes,  A  razon  de 
«una  en  cada  uno. 

»Art.  6."  El  pag:o  se  verificarà  en  las 
»siguientes  espècies  de  la  Deuda  pública: 

»Una  tercera  parte  en  vales  no  conso- 
«lidados  por  todo  su  valor  nominal. 

»Otra  tercera  parte  en  titules  de  la 
>:Deuda  corriente  con  interès  a  papel, 
»tambien  por  todo  su  valor  nominal. 

»Y  la  tercera  parte  restante  en  títulos 
»ó  documentes  de  la  Deuda  sin  interès, 
»pero  en  una  cantidad  dupla,  ó  sea  no 
»dando  a  su  importe  nominal  mas  que 
»una  mitad  de  este  mismo  valor. 

»Art.  7°  Las  cuatro  obligaciones  que  se 
»han  de  extinguir  anual  y  sucesivamente, 
»se  otorgaran  al  tiempo  de  verificarse  el 
»pago  de  la  quinta  parte  al  contado. 

»En  la  escritura  de  redencion  se  obli- 
»garà  el  censualista  a  mantener  la  carga, 
»cuya  redencion  hubiese  intentado,  sobre 
»las  propias  fincas  ó  bienes  que  hayan 
»estado  afectas  à  ella,  hasta  que  realiza- 
»do  por  entero  el  pago  de  sus  obligacio- 
»nes,  se  ponga  en  la  escritura  la  nota  de 
»cancelacion. 

»Art.  8.°  Cuando  hubiere  demoras  en 
»el  pago  de  las  obligaciones.... 

»Art.  9.°    El  heredero.... 

»Art.  10.  Luego  que  la  contaduría  de 
»arbitrios  de  amortizacion  haya  recogi- 
»do  la  carta  de  pago,  que  debera  librar 
»el  Comisionado-administrador,  para  ha- 
»cer  constar  la  entrega  de  la  quinta  par- 
»te  al  contado,  y  el  otorgamiento  de  las 
«cuatro  obligaciones,  expedirà  la  compe- 
«tente,  a  fin  de  que  en  su  vista  se  proce 
»da  al  otorgamiento  de  la  escritura. 

»Art.  11.  Esta  escritura  se  otorgara 
»en  nombre  de  la  Nacion  por  el  Comisio- 
»nado  de  arbitrios  de  Amortizacion. 

«Art.  12.  El  producto  integro  de  la 
í^redencion  de  dichos  censos,  imposicio- 
»nes  y  cargas  se  aplicarà  A  la  extincion 
»de  la  Deuda  del  Estado. 

«Art-  13.  Se  publicarà  mensualmente 
«una  lista  de  las  redenciones  verificadas, 
»y  de  su  importe. 

«Los  títulos  ó  documentos  con  que  ha- 


«yan  sido  pagados  los  preciós  de  las 
«redenciones  se  quemaràn  públicamente, 
«imprimiéndose  una  relacion  de  sus  nú- 
«meros. 

«Art.  14.  Se  observaran  en  la  reden- 
ícion  de  censos  é  imposiciones  todas  las 
>4egla5  aplicables  de  las  contenidas  en  la 
«Real  orden  de  1.°  del  presente  para  la 
«venta  de  los  bienes  adjudicades  à  la 
«Nacion.  Tendrèislo  entendide....  Està 
«rubricado  de  la  Real  mano. — En  el  Par- 
»do  à  5  de  Marzo  de  1836.— A  D.  Juan 
«Alvarez  Mendizabal»  (1). 

«Por  el  Ministerio  de  Hacienda  se  ha 
»comunicado  à  esta  direccion  general  en 
«26  de  setiembre  ultimo  la  Real  orden  si- 
«guiente.— He  dado  cuenta  à  la  Reina  de 
»la  consulta  de  V.  S.  de  20  del  actual  pro- 
«peniendo  el  senalamiento  de  nuevo  tèr- 
«mino  para  la  redencion  de  censos  de 
«menasterios  y  conventos,  y  conformàn- 
>'dose  S.  M.  con  el  parecer  de  esa  direc- 
«cion  general  se  ha  servido  resolver. — 1." 
«Los  censos  impuestos  à  favor  de  monas- 
«terios  y  conventos  y  demàs  corporació- 
«nes  cuyos  bienes  se  hallan  actualmente 
«aplicades  al  pago  y  estincion  de  la 
«Deuda  pública  y  que  no  estan  compren- 
«didos  en  la  \ey  de  31  de  mayo  de  1837 
«podran  redimirse  hasta  31  de  diciembre 
«próximo. 

»2."  La  redencion  de  dichos  censos  se 
«harà  en  títulos  de  la  renta  del  3  per  100 
«del  mismo  modo  que  se  verifica  con  los 
«que  preceden  de  encomiendas  y  de  la 
«orden  de  S.  Juan  de  Jerusalen. 

»Y  3."  No  servirà  de  obstàculo  para  la 
«redencion  la  falta  de  escritura  de  impo- 
»sicion  de  los  censos,  pudiendo  suplirse 
«aquella  con  la  capitalizacion  de  les  rèdi- 
«tos  que  los  interesados  satisfagan  segun 
»los  recibos  que  presenten  y  los  dates  que 
«existan  en  las  oficinas  de  Bienes  nació- 
»nales.— De  Real  orden  lo  comunico  à 
«V.  S.  para  su  cumplimiente.— V  la  direc- 
«cion  lo  dice  à  V.  S.  para  que  dando  à  la 
«preinserta  Real  orden  la  pesible  publici- 

(i)     (niceLi  de  Ma.i)Li  del  -  de  mar/o  de  i8?6. 


216 


i\OTA    SOBRE    LA    VENTA    DE    I,OS    CONVENTOS    Y    DE    SLS    BIIOXES 


»dad,  tenga  en  esa  provincià  la  mas  exac- 
»ta  observancia. 

«Lérida  16  de  octubre  de  1847»  (1). 

Por  Real  orden  de  19  de  diciembre  del 
mismo  ano  1847  se  suspende  el  cumpli- 
miento  de  la  anterior  disposición  (2). 

Del  estudio,  pues,  de  las  disposiciones 
legales  que  mandaron  y  organizaron  la 
venta  de  los  bienes  de  los  regulares  resul- 
ta ante  la  razón  y  la  justícia  que  esta 
venta  f  ué  una  gran  dilapidación  en  cierto 
sentido  legal,  o  sea  en  cuanto  la  manda- 
ron leyes  y  decretos.  Mas  a  ella  en  algu- 
nas  oficinas,  y  durante  algunos  periodos, 
se  juntó  la  dilapidación  extra  legal,  o  sea 
la  obrada  por  los  ejecutores  y  gente  que 
intervino  en  las  ventas.  Un  grave  senor, 
empleado  cuando  jovencito,  en  tiempo  de 
la  guerra  civil,  en  una  de  las  oficinas  de 
estàs  enajenaciones,  en  una  capital  de  pro- 
vincià, díjome.  «Hubo  un  tiempo  en  que 
»los  títulos  con  que  se  pagaban  los  pre- 
»cios  de  las  ventas  debían  ser  mandadosa 
».Madrid.  Entonces  lossenoresque  debían 
»remitirlo  esperaban  leer  en  los  perió- 
»dicos  la  noticia  de  que  los  carlistas 
>habian  sorprendido  el  correo  (entonces 
»no  había  ferrocarriles)  y  se  habían  apo- 
»derado  de  él;  y  al  otro  dia  escribían  à 
»Madrid  diciendo  que  suponían  que  allí 
»habrían  recibido  tales  o  cuales  títulos 
»mandados  en  la  mala  del  dia  anterior. 
»Ellos,  en  lugar  de  taladrarlos  segun 
»estaba  mandado  por  los  reglamentos, 
»los  vendían  poniéndolos  así  otra  vez  en 
»circulacion. 

»Un  precioso  terno  que  tenia  engasta- 
»das  piedras  preciosas,  al  llegar  A  la  capi- 
»tal  de  la  província  carecia  ya  de  ellas. 

»En  los  libros  llevadores  de  censos  pro- 
«cedentes  de  conventos  veíanse  hojas 
»rasgadas,  índicio  claro  de  que  alguno  de 
»los  empleades  de  la  casa  se  había  enten- 
»dido  con  el  censatario,  y  que  en  cambio 
»de  una  cantidad  le  había  entregado  la 


(i)     Bolctin  oficial  de  la  proviticia  de  Lérida 
del  i8  de  octubre  de  1847.  pàgs.  2  y  3. 
(2)     Bolelií!  eit.  del  12  de  enero  de  11^48. 


»hoja.  En  otro  llevador  se  leían  notas  de 
»pagos  de  pensiones  hechas  à  los  frailes 
»antes  del  dia  de  la  exclaustracion,  ó  del 
»mismo  dia,  però  con  la  particularidad 
»de  que  el  asiento  era  de  letra  del  escri- 
>biente  del  contador  de  la  oficina  de  la 
»desamortizacion. 

»Las  gallinas,  que  se  prestaban  en  pago 
»de  pensiones,  valorabanse  en  aquella 
»oficina  a  dos  reales  una. 

»Un  dia  el  Administrador  mismo  en 
»persona  acercóse  à  mi  mesa,  y  me  entre- 
»gó,  para  que  tomase  nota  de  él,  un  car- 
»gareme,  advirtiéndome  juntamente  que 
»luego  se  lo  pasase  yo  mismo  à  la  firma 
»sin  entregarlo  al  portero,  que  era  quien 
ïcomúnmente  pasaba  A  la  firma  los  tales 
»documentos.  Yo  en  los  momentosen  que 
»el  Administrador  se  retiraba  y  pasaba 
»por  el  centro  de  la  oficina,  le  llamé  y  en 
«alta  voz  le  dije  que  advirtiese  que  el 
»papel  tenia  enmendadala  cantidad  tanto 
»donde  estaba  con  letras  como  donde  con 
«números.  Volvió  sonrojado  el  Adminis- 
»trador,  tomóme  de  mis  manos  el  docu- 
»mento,  y  se  lo  llevo. 

»En  fin  el  contador  de  esta  oficina  de 
«nombre...  sufrió  por  trazas  de  esta  cala- 
»na  después  una  causa  criminal  y  fué 
«condenado  à  cinco  anos  de  presidio.  En 
«fin  tantas  y  tales  cosas  vi  allí  que,  lle- 
«vado  de  justa  indignacion  muchas  veces, 
«exclamé  que  aquella  oficina  era  una 
«cueva  de  ladrones,  y  que  yo  quería  salir 
»de  allí».  No  debò  revelar  el  nombre  de 
este  senor,  después  muy  renombrado  y 
reputado  escritor. 

Hasta  aquí  los  defraudadores  de  esca- 
lera  arriba:  no  faltaban  los  de  escalera 
abajo.  De  Tarragona  se  me  ha  contado 
que  también  en  aquel  tiempo  de  la  guerra 

civil  había  un  hombre  de  nombre  M 

que  tenia  a  sus  ordenes  un  grupo  de  ma- 
tones  (pinxos,  como  Uaman  aquí)  de  los, 
cuales  se  servia  para  amedrentar  a  los 
que  deseaban  acudir  a  las  subastas,  y  así 
favorecer  a  los  que  estaban  de  acuerdo 
con  él.  El  dia  en  que  se  celebraba  una 
subasta  las  avenidas  de  la  casa  municipal 
eran  ocupadas  por  los /(/«.aros  de  M.,  los 


NOTA  SOBRE  LA  VENTA  DE  LOS  CONVENTOS  Y  DE  SC 


217 


cuales  al  descuido  con  cuidado  dejaban 
ver  las  navajas  de  sus  cintos.  De  este 
modo  se  impedia  que  acudiesen  a  la  lici- 
tación  mAs  compradores  que  los  que  le 
habian  pagado  el  barato  a  M.  (1). 

La  disposición  que  aseguida  copio  vie- 
ne  a  confirmar  con  palabra  autèntica  la 
existència  de  abusos: 

«REAL    ORDEN 

xllmo.  Sr.:  Aunque  desdela  expedicion 
»del  Real  decreto  de  2  de  setiembre  últi- 
»mo  se  nota  que  la  interesante  enagena- 
»cion  de  los  bienes  nacionales  empieza  à 
»querer  sacudir  la  dolorosa  paràlisis  en 
»que  cayera  mas  por  la  desidia  ó  negli- 
»gencia  de  las  manos  ejecutoras  que  por 
»disposicion  alguna  que  pueda  citarse  de 
»este  ministerio;  S.  M.  la  Reina  Goberna- 
»dora  ha  fijado  muy  detenidamente  su 
»atencion,  no  solo  en  el  poco  impulso 
»dado  à  estàs  ventas,  sinó  en  el  descuido 
»con  que  han  sido  y  continuan  siendo  mi- 
»radas  muchas  disposiciones  principales 
»de  la  instruccion  circulada  en  Real  orden 
»de  1.°  de  marzo  de  este  ano. 

»Para  no  incurrir  en  él,  es  necesario 
»que  teniendo  V.  S.  à  la  vista  la  citada 
»instruccion  de  1.°  de  marzo  observe 
»el  cumplimiento  que  haj'a  recibido,  in- 
»quiera  las  causas  que  lo  tienen  entorpe- 
xcido  ó  demorado:  aparte  con  mano  fuer- 
»te  los  estorbos,  y  no  se  canse  nunca  de 
»dictar  medidas  hasta  alcanzarle  por 
»entero.  Es  tan  palpable  el  abandono,  ó 
»por  lo  menos  tan  escaso  el  fruto  obteni- 
»do  hasta  ahora  en  la  venta  de  los  bienes, 
»que  casi  cabria  sospecharse  si  intereses 
«astuta  y  sigilosamente  combinados  han 
»estado  trabajando  para  obstruir  este  ma- 
»nantial  de  recursos. 

«Madrid  12  de  octubre  de  1836.— Mendi- 


(i)  .Mo  lo  L'ontó  persona  f^i-ave  qui;  mucho  In- 
tervino  cuando  inveii  en  las  ventas  de  bienes  de 
convenlüs. 


»zabal. — Sr.  Director  general  de  rentas  y 
»arbitrios  de  Amortizacion»  (2). 

;Y  la  otra  disposición  que  va  a  seguida 
no  podria  proceder  de  dilapidaciones  sa- 
bidas  y  por  ella  tratadas  de  evitar? 

«El  Ilmo.  Sr.  Director  general  de  Ren- 
»tas  y  Arbitrios  de  Amortizacion  me 
»dice  con  fecha  4  del  actual  lo  siguiente: 
»E1  Excmo.  Sr.  Secretario  de  Estado  y 
»del  despacho  de  Hacienda,  con  fecha  de 
»28  de  setiembre  ultimo  ha  comunicado  ú 
»esta  Direccion  general  la  Real  orden 
»que  sigue.— Circular. — Ilmo.  Sor. — Con- 
«siguiente  A  lo  dispuesto  por  el  art.  5." 
»del  Real  decreto  de  2  del  actual,  y  por 
»resultado  de  expediente  instruido  con 
»objeto  de  evitar  perjuicios  de  extravio, 
Ȏ  impedir  todo  abuso  que  pudiera  hacer- 
»se  del  papel  de  la  deuda  del  Estado  que 
»ingresa  en  poder  de  los  comisionados  de 
»Arbitrios  de  Amortizacion  por  efectos 
»de  las  ventas  de  fincas  nacionales  y  de 
»la  redencion  de  censos;  se  ha  servido 
«resolver  S.  M.  la  Reina  Gobernadora 
»se  observen  las  reglas  siguientes: 

»[.^  Los  títulos  que  los  compradores 
»de  fincas  nacionales  entreguen  en  pago 
»se  taladraràn  A  su  presencia,  y  en  acto 
»de  recibirlos,  en  su  parte  superior,  A  la 
»manera  que  se  ejecuta  con  el  papel 
»sellado  sobrante;  se  rayara  la  làmina  y 
;>se  tacharàn  los  cupones.  —  2.'^  Se  tala- 
»draràn  tambien  los  documentos  de  la 
»Deuda  que  entreguen  los  interesados 
»por  redencion  de  censos  ó  de  cargas 
»que  hoy  pertenecen  a  la  Nacion,  y  se 
»endosaran  bajo  la  siguiente  fórmula:  — 
>:Pdgncsc  d  la  ca  ja  de  Aiitortisacioii  por 
y>medio  del  Comisioitado  de  arbitrios  de 
»Amorti,sacioii  de  la  província  de.  .  .  . 
y>D.  N.  N^....  ei!  pago  de  un  censo  d  carga 
)>reditnida. 

»Es  asi  mismo  la  Real  voluntad  de 
»S.  M  que  lo  dispuesto  por  la  prevencion 
«anterior  se  ejecute  con  todos  efectos 
»endosables  de  la  Deuda  que  ingresen  en 
»poder  de  los  comisionados  en  pago  de 


(j)     Diario  de  Barcelona  del  u  de  noviembre 
de  i8?6,  pàgs.  --529  y  sigs- 


218 


NOTA  SOEÜE  LA  VENTA  DE  LOS  CON VLNTOS  Y  DE  SUS  UIENES 


»atrasos  ó  plazos  vencidos  por  cualquier 
»ramo;  lo  que  se  indicarà  en  el  endoso 
«para  gobierno  y  ckiridad  de  las  opera- 
«ciones  de  las  oficinas  generales.  De  Real 
«orden  lo  comunico  à  V.  S.  para  su  inte- 
»ligencia  y  efectos  conducentes  A  su  pun- 
>tual  cumplimiento. 

»Cuya  orden  traslado  à  V.  S.  para  su 
»conocimiento  y  con  el  fin  de  que  sirva 
«insertarle  a  las  oficinas  de  arbitrios  de 
»esa  provincià  ú.  quienes  encargarà  V.  S. 
»el  mas  exacto  cumplimiento  de  ella, 
»previniéndoles  que  el  taladro  de  los  do- 
»cumentos  se  ha  de  verificar  precisamen- 
»te  en  presencia  de  los  que  los  entreguen, 
«quienes  han  de  firmar  en  un  pliego  à 
>propósito,  no  solo  la  asistencia  à  su 
>ànutilizacion  que  se  ejecutarà  en  el  acto, 
»sino  tambien  el  número  de  los  docu- 
»mentos  presentades  à  cuenta  del  pago 
»de  la  compra  de  tal  ó  cual  finca,  y  can- 
»tidad  A  que  asciendan,  cuyo  pliego  ori- 
»ginal  se  ha  de  remitir  A  esta  Direccion 
«general  en  fin  de  cada  mes  A  los  usos 
«convenientes,  quedandose  las  mismas 
«oficinas  con  una  copia  por  si  pudiese 
«padecer  extravio  aquel  en  el  correo. — 
«Del  recibo  de  esta  y  de  haberla  comuni- 
«cafio  a  las  referidas  oficinas  se  servirà 
»V.  S.  darme  aviso. 

»Lo  que  se  inserta  para  la  debida  pu- 
«blicidad.  Barcelona  22  de  octubre  de 
«1836.— Manuel  Nunez«  (1). 

En  el  Diario  de  Barcelona  del  10  de 
marzo  de  1836  leo:  «Junta  de  Armamen- 
»to  y  recursos.  —  Sesion  del  21  de  enero 
«de  1836.  —  ....  Se  dió  cuenta  de  un  oficio 
)»de  la  Comision  de  Intendència,  fecha  18 
«del  corriente,  en  que  manifestaba  haber 
»dado  conocimiento  al  Ilmo.  Sr.  Inten- 
«dente  de  la  propuesta  presentada  por 
«D.  Pablo  Sugrané,  vecino  de  Reus,  rela- 
»tiva  al  arriendo  de  los  frutos  que  perci- 
«bía  el  suprimido  monasterio  de  Scala 
«Dei,  en  el  Priorato,  acerca  el  cual,  ofre- 
«eia  aproximadamente,  dos  terceras  par- 
«tes  mas  del  valor  del  precio  A  que  fué 


(i)     Diario  de  Barcelona  del  j?  de  octubre  de 
i^<;ü,  pàg.  j;o8. 


«rematado  dicho  arriendo,  pagando  por 
«medias  anualidades  anticipadas:  Acordo 
«la  Junta  se  le  contestase,  que  habiendo 
«ya  entendido  en  este  negocio  el  Sr.  In- 
«tendente,  y  tomado  sus  disposiciones 
«para  conocer  con  exactitud  las  circuns- 
«tancias  que  habían  mediado  en  aquel 
«contrato,  la  Junta  no  tenia  otra  cosa 
«que  hacer,  sinó  vigilar  el  progreso  y 
«resultado  que  ofrezcan  aquellas,  al  efec- 
»to  de  ver  qué  providencias  habrA  que 
»tomar  ulteriormente  sobre  el  particu- 
»lar»  (2). 

Respecto  a  los  bienes  tan  disputados 
vendidos  por  los  constitucionales  en  su 
período  de  1820  a  1823,  el  gobierno  de 
Madrid,  luego  de  perpetrada  la  revolu- 
ción  de  1835,  se  apresuró  a  devolverlos  a 
los  compradores.  He  aquí  las  pruebas: 

«Real  Decreto.  —  Conformandome  con 
«el  dictamen  del  Consejo  de  Gobierno  y 
«del  de  Ministros,  he  venido  en  decretar, 
«à  nombre  de  mi  augusta  Hija  la  Reina 
»D."  Isabel  II: 

«1 ."  Se  restablecen  a  su  fuerza  y  valor, 
«y  al  estado  que  tenían  el  dia  30  de 
«setiembre  de  1823,  las  ventas  de  aquellos 
«bienes  que,  habiéndose  aplicado  al  cré- 
«dito  publico  por  efecto  de  la  supresion 
«de  las  casas  de  las  ordenes  monacales  y 
«otros  institutos  religiosos,  y  de  la  refor- 
«ma  de  los  demAs  regulares,  decretadas 
«por  las  Cortes  y  sancionadas  por  mi 
«Augusto  Esposo  en  octubre  de  1820,  fue- 
«ron  enagenados  A  nombre  del  Estado 
«desde  esta  època  hasta  fin  del  espresado 
«mes  de  setiembre  de  1823,  no  obstante  lo 
«dispuesto  por  el  Real  decreto  del.°de 
«octubre  del  propio  ano;  y  en  su  virtud 
«se  devolveriSn  desde  luego  estos  bienes 
Ȉ  sus  respectivos  compradores. 

»2.°  Si  por  consecuencia  de  esta  devo- 
«lucion  quedase  sin  rentas  suficientes 
«para  mantenerse  alguna  6  algunas  ca- 
«sas  religiosas  existentes  en  el  dia,  cui- 
«daràn  los  respectivos  prelados  superio- 
«res  de  trasladar  los  individuos  de  ellas 
»à  otras  de  la  misma  órden  que  puedan 


(-')     Diario  dicho,  pàg.  ^ú^. 


NOTA    SOBKE    LA    VENTA    DE    LOS    CONVENTOS    V    DE    SI  S    EIENES 


219 


»sostenerlos;  y  en  el  caso  poco  probable 
»de  que  por  este  medio  no  pueda  aten- 
»derse  A  su  subsistència,  suplirà  el  Go- 
»bierno  el  dèficit  que  resultaré.  Ten- 
»dréislo  entendido ,  y  dispondréis  lo 
»necesario  à  su  cumplimiento.  —  Està 
»rubricado  de  la  Real  mano.  — En  San 
»Ildefonso  à  3  de  setiembre  de  1835.— 
»A  D.  Manuel  García  Herreros»  (1). 

Como  consecuencia  del  anterior  Real 
decreto  leemos  en  el  Diario  de  Barce- 
lona del  3  de  octubre  siguiente: 

«Para  dar  cumplimiento  à  una  orden 
»de  la  Superioridad,  todos  los  que  ten- 
»gan  documentos  por  los  que  conste  la 
«adquisicion  de  fincas  que  pertenecieron 
Ȉ  monasterios  y  conventos,  vendidas 
«durante  la  època  constitucional  en  vir- 
»tud  del  decreto  de  las  Cortes  sancionado 
ïpor  el  Sr.  D.  Fernando  7.°  en  octubre 
»de  1820,  ya  sea  que  actuaimente  estén 
»en  posesion  de  ellas  ó  que  hayan  de 
«tomaria,  se  presentaran  con  dichos  do- 
«cumentos  à  la  Contaduría  especial  de 
»Administracion  y  recaudacion  de  mo- 
»nasterios  y  conventos  suprimides,  sita 
»en  la  Merced,  con  el  objeto  de  que  pue- 
»dan  registrarse  como  està  mandado; 
»advirtiendo  que  à  los  que  dejaren  de 
»hacerlo  les  podrà  seguir  perjuicio»  (2). 


Después,  en  1837,  se  repitió  la  dispo- 
sición. 

«Dona  Isabel  II 

»Las  Cortes,  usando  de  la  facultad  que 
>se  les  concede  por  la  Constitucion,  han 
»decretado: 

«Articulo  1.°  Todos  los  bíenes  nacio- 
»nales,  comprados  en  virtud  de  la  ley  y 
«reglamento  hechos  en  las  Cortes  del 
»afio  de  1820  à  1823,  se  devuelven  à  los 
«respectivos  compradores,  siempre  que 
»las  compras  fuesen  hechas  con  arreglo 


(i)  Diario  de  Barcelona  dc\  lo  de  scptiembre 
de  18  ï5,  pàg.  jorf. 

(j)  Diario  de  Barcelona  del  5  de  octubre  de 
i8í,-.  pàg.  22-^. 


«à  aquellas  disposiciones,  y  los  compra- 
»dores  hubiesen  obtenido  carta  de  pago, 
»ó  no  habiendo  podido  verificar  este,  lo 
»realicen  inmediatamente,si  quieren  usar 
»de  este  derecho. 


»Palacio  de  las  Cortes  21  de  Enero 
»de  1837.— Joaquín  Maria  de  Ferrer,  pre- 
»sidente.  — Julian  de  Huelves,  diputado 
»secretario.  —  Vicente  Selva,  diputado 
»secretario. 

»Por  tanto  mandamos... 

»Yo  la  Reina  Gobernadora.— En  Pala- 
»cio  à  25  de  Enero  de  1837.— A  D.Juan 
»Alvarez  Mendizabal»  (3). 

Al  fin  y  al  fallo  todas  las  riquezas,  o 
casi  todas,  procedentes  de  las  casas  reli- 
giosas,  debían  parar  en  el  hidrópico 
Estado.  Dicen  así  algunos  artículos  del 
Real  decreto  de  30  de  agosto  de  1836: 

«Articulo  1.°  Entraran  en  el  Tesoro 
»de  la  Nacion,  todos  los  productos  que 
»puedan  obtenerse  de  las  ventas  de  los 
«edificios  de  que  se  componían  los  monas- 
»terios  y  conventos... 

»Art.  2°  Igualmente  ingresaràn  en  el 
»Tesoro  de  la  Nacion  los  productos  que 
«rindan  en  venta  las  campanas  de  todas 
»las  iglesias  de  los  monasterios  y  con- 
»ventos  suprimides,  sin  màs  escepcion 
»que  las  de  algunas  pequenas,  que  los 
»prelados  diocesanes  reclamen  para  el 
«Servicio  de  parroquias  en  su  respectiva 
«diòcesis. 

«Art.  3.°  Entraran  asimismo  en  el  Te- 
«soro  de  la  Nacion  los  productos  de  las 
«ventas  de  todas  las  alhajas,  muebles  y 
«enseres  que  habiendo  sido  de  la  perte- 
«nencia  de  las  comunidades  religiosas 
«suprimidas,  vengan  à  quedar  sin  desti- 
»no,  ó  resulten  sobrantes  después  de 
«satisfechas  las  necesidades  previstas  en 
«los  artículos  23  y  25  de  mi  Real  decreto 
»ya  citado  de  8  de  marzo  de  este  ano...  (4). 


(3)  daceta  de  Madrid  del  jy  de  enero  de  1857, 
pàg.  I. 

i^)  (ïacela  de  Madrid  del  ;i  de  agosto  de 
iS;o,  pàg.  ... 


220 


NOTA    SOBRE    LA    VENTA 


CiiNVENTOS    V    UF,    SCÍ 


Terminada  esta  \arga.  Nota,  destinada 
a  dar  luz  en  el  estudio  de  las  ventas 
de  los  bienes  de  los  regulares  que  en  sus 
respectives  capitules  de  los  conventos  se 
resenaran,  precisa  que  volvamos  à  la  his- 


toria o  cadena  de  los  hechos  de  aquella 
nefasta  època  en  lo  que  a  religiosos  se 
refiere;  y  así  después  del  relato  del  cri- 
men  de  Reus  ha  de  seguir  el  capitulo  de 
los  conventos  de  sus  contornos. 


Capitel  del  clauslro 
de  Poblet 


CAPÍTULO    QUINTO 
CONTORNOS    DE    REUS 


ARTICULO   PRIMERO 
SAN  JUAN  DE  RIUDOMS,  DE  FRANCISCÜS 


CO.N'TORNOS     DE     REUS 


223 


L  modo  que  el 
súbito  disparo 
de  oculto  ca- 
zador,  no  solo 
derriba  la  des- 
cuidada  ave, 
que  desde  ele- 
vada rama  lla- 
na los  aires 
con  sus  can- 
tos,  sinó  que  amedrenta  y  aleja  a  cuan- 
tas  se  hallaban  en  la  redonda;  así  el  cri- 
men  estrepitoso  de  Reus  azoró  a  los 
moradores  de  los  conventos  de  la  comar- 
ca, quienes  desde  aquel  momento  a  todas 
horas  sonaron  camino  de  sus  conventos 
a  sus  terribles  cuanto  alborotados  veci- 
nos.  Y  no  sin  motivo,  que  si  en  tan  popu- 
losa  villa,  en  presencia  de  las  autorida- 
des  de  todo  grado  y  entre  bayonetas  y 
soldados,  hubo  lugar  para  libertad  tan  sin 
freno,  icuanta  mayor  cabria  en  pequenas 
y  abiertas  poblaciones  del  campo,  despro- 
vistasdetoda  fuerza  reglada?  Unas,  como 
Riudoms  y  la  Selva,  en  razón  de  la  proxi- 
midad  a  Reus,  pudieron  por  sus  propios 
oídos  percibir  los  dispares  de  la  noche 
nefasta;  otras,  como  Alcover  y  Escornal- 
bou, vieron  el  incendio;  Valls  y  la  Esplu- 
ga, o  sea  Poblet,  recibieron  muy  pronto 
por  mil  emisarios  la  triste  noticia;  y  la 
capital  de  la  província,  Tarragona,  pre- 
sencio el  destrozo  y  albergo  fugitivos. 

Asentado  en  la  orilla  izquierda  de  la 
anchurosa  riera  de  Riudoms,  y  a  seis 
kilómetrosal  Poniente  de  Reus(l),  levan- 
tàbase  el  convento  de  Riudoms. 

En  4  de  abril  de  1835  componían  la 
Comunidad  17  presbíteros,  5  legos  y  3 
donados,  o  sea  un  total  de  25  religiosos. 
De  entre  los  primeros  el  Padre  Vicente 
Huguet  era  el  Guardií\n,  el  cual  junto  con 


Nota. — La  inicial  fué  copiada  de  un  mi?al  que 
perteneció  a  Montserrat. 

(i)  Mapa  itinerario  militar  de  la  i/quierda  del 
libro. 


el  Padre  TomAs  Folch  desempenaba  la 
predicación  conventual.  El  Vicario  del 
Convento,  o  segundo  jefe,  Uamàbase 
Padre  Luis  Vidal.  Era  Maestro  de  jove 
nes  el  Padre  Domingo  Monrós,  Comisa- 
rio  de  la  ïercea  Orden  el  Padre  Vicente 
Torner,  y  Lector  casuista  el  Padre  Fran- 
cisco  Comí,  predicador  general  apostó- 
lico  (2).  Sin  embargo  opino  que  el  dia  de 
la  exclaustración  no  era  el  Guardian  el 
aquí  indicado,  porque  el  que  la  presencio 
y  sufrió  hacía  muy  corto  tiempo  que  des- 
empenaba aquel cargo. 

Incendiados  en  la  noche  de  Santa  Mag- 
dalena los  conventos  de  Reus,  no  faltaron 
buenas  personas  que,  sabedoras  de  los 
malvados  intentos  de  los  miqueletes,  o 
armados  reusenses,  referentes  a  esta 
casa  religiosa,  en  el  mismo  dia  de  la  ca- 
tàstrofe avisaron  a  losfrailes,  aconsejàn- 
doles  se  apresuraran  a  dejar  su  claustro. 
Salieron  y  se  guarecieron  en  casas  parti- 
culares  de  la  villa.  Sea  que  la  huida  se 
efectuase  de  noche,  sea  que  el  Guardian 
esperase  en  el  convento  hasta  la  hora  de 
la  obscuridad,  es  lo  cierto  que  de  noche 
estaba  temeroso  y  afligido  en  la  plaza  sin 
saber  donde  refugiarse.  El  corto  tiempo 
que  llevaba  de  Guardian  y  residència 
en  Riudoms  no  le  habia  aún  proporcio- 
nado  allí  amistades-  Acertó  a  pasar  por 
dícha  plaza  el  católíco  medico  de  la  villa, 
D.  Bernardo  Sentís,  hermano  del  Padre 
Baltasar  Sentís,  al  cual  hallaremos  en  el 
convento  francísco  de  Barcelona.  El  pia- 
doso  facultativo  acogió  al  Guardian  lle- 
vàndolo  a  su  casa,  donde  estuvo  hasta 
que,  después  de  un  aviso  enviado  a  la 
família  del  afligido,  esta  mandó  por  él,  y 
lo  Uevó  a  su  casa,  que  parece  estaba  por 
la  parte  delEbro. 

Guarecidos  en  las  viviendas  particula- 
res  los  frailes,  ayudados  de  parientes, 
devotos  y  amigos,  pusieron  a  salvo  los 
objetos  del  convento  ya  pertenecientes  al 
cuito,  ya  al  uso  profano  de  los  frailes. 


(2)     P.  Jerónimo  Aguillo.  La  provincià  scrj- 
fica  de  Cataluna.  Barcelona,  iço2,  pàg.  7Ó. 


224 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    QUINTO 


Por  esto  después  han  servido  al  divino 
cuito  en  la  iglesia  parroquial  de  la  villa 
el  terno  mejor,  alguna  casulla,  y  dos  o 
tres  cíílices;  en  la  de  San  Antonio  un 
crucifijo  de  grandes  dimensiones;  y  en 
otros  puntos  y  en  casas  particulares  vené- 
rase  una  imagen  preciosísima  de  Jesús 
Nazareno  e  imàgenes  de  otros  santos,  y 
hay  relicarios. 

Los  atolondrados  de  Reus  no  cejaron  el 
1835  en  sus  proyectos  contra  esta  casa;  y 
al  dia  siguiente  del  crimen  de  suentonces 
villa  Uevaron  su  tea  hasta  Riudoms,  e 
incendiaron  el  convento.  Nada  pudo  opo- 
ner  la  inerme  autoridad  local  al  ímpetu 
de  aquellas  furias,  y  las  llamas  se  apode- 
raren del  templo,  bien  que  respetaron  las 
habitaciones,  o  propiamente  dicho  con- 
vento. 

Ni  la  piedad  en  unos  ni  la  curiosidad 
en  otros  les  sufría  tardanza  a  los  de 
Riudoms  en  inspeccionar  los  efectos  de 
la  terrible  agresión,  y  al  siguiente  dia, 
entre  el  humo  y  la  desolación,  penetraron 
en  el  templo,  hallàndolo  todo  allí  conver- 
tido  en  cenizas.  Ni  restos  quedaban  de 
los  altares;  solo  el  favorito  de  la  devo- 
ción  de  aquel  pueblo,  el  de  San  Antonio, 
à  pesar  de  su  proximidad  al  mayor,  cuya 
derecha  ocupaba,  permanecía  ileso;  con 
lo  que,  a  la  voz  de  «milagro»,  acudió 
admirado  todo  el  pueblo. 

Pasado  algun  tiempo,  un  vecino  de 
Vilaseca,  comprador  de  otros  bienes 
eclesiàsticos,  compro  el  convento  y  su 
huerta,  y  las  piezas  de  aquél  habitaron 
entonces,  mediante  alquiler,  catorce  fa- 
milias. 

He  aquí  noticia  detallada  de  las  dos 
compras,  a  saber:  primero,  de  la  huerta, 
y  luego,  del  convento. 

Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fàbre- 
gas y  Caputo,  en  Tarragona,  à  28  de 
enero  de  1842,  don  Bernardo  Torrell,  de 
Vilaseca,  compra  al  Estado  «todo  aquel 
»huerto  circuido  de  paredes  de  un  jornal 
»y  medio  de  estension  poco  mas  ó  menos, 
»con  algunos  àrboles,  una  pequena  mina 
»para  su  riego  y  una  balsa,  que  linda  al 
»N.  con  el  camino  que  se  dirige  desde  la 


«villa  de  Riudoms  à  esta  ciudad...  y  al 
»0.  con  el  camino  de  dicha  villa  A  la  de 
»Reus,  sito  en  dicha  villa  de  Riudoms  é 
»inmediato  al  Convento  de  Padres  Fran- 
»ciscos....»,  por  el  preciode  11,000  reales, 
los  cuales  en  Tarragona,  A  23  de  diciem- 
bre  de  1841,  paga  con  metàlico,  no  por  el 
valor  de  éste,  sinó  por  el  de  los  titulos 
que  con  él  se  hubieran  comprado  en  el 
dia  del  remate.  He  aquí  integramente 
copiada  la  carta  de  pago,  la  que  nos  lo 
dirà  todo: 

vCarta  de  pago. — Número  91. — Comi- 
»sion  Principal  de  la  Provincià  de  Tarra- 
»gona.—Amortizacion.  — Venta  de  Bienes 
»Nacionaies.~D.  Gabriel  Lluch,  Comi- 
»sionado  Principal  de  Arbitrios  de  esta 
«Província. — He  recibido  de  D.  Bernar- 
»do  Torrell  quinientos  sesenta  }'  nueve 
»reales  treinta  y  dos  m.^  en  metàlico  en 
«equivalència  de  dos  mil  reales  vellon  en 
»papel  de  la  deuda  del  Estado,  segun  la 
«demostracion  del  dorso  por  la  quinta 
»parte  de  los  reales  vellon  once  mil  por- 
»que  le  ha  sido  adjudicado  por  la  junta 
»de  venta  de  Bienes  Nacionales  un  huerto 
«circuido  de  paredes  de  un  jornal  y  me 
»dio  de  estension,  tierra  de  sembradura 
«con  algunos  àrboles  frutales,  una  pe 
«quena  mina  y  una  balsa,  sito  en  el  tér 
«mino  de  Riudoms,  que  perteneció  a 
«suprimido  Convento  de  P.  P.  Fran.'^°^ 
»de  la  misma  Villa.— Y  de  esta  carta  de 
»pago  ha  de  tomar  razon  el  seflor  Con- 
«tador  de  Arbitrios  de  Amortizacion  de 
«la  misma,  sin  cuyo  requisito  no  ha  de 
«tener  valor  ni  efecto.— Tarragona  veinte 
»y  tres  de  Diciembre  de  mil  ochocientos 
«cuarenta  y  uno.— P.  O.  D.  S.  C.  P.— 
«Pedró  de  Aguilar. — Son  569  r.*  32  m.^ 
«vellon. — Tomo  razon.— Miguel  Roched. 
»— Sentado  en  Contaduría. — Sentado  en 
»la  Comision. 


CONTORNOS    DE    REUS 


225 


Reales  von.m?. 

»Importa  la   5.'  parte    de   la 

»finca 2,200        » 

»2/3  par  tes  ó  sean  1,466  r."^  22  m.^ 

»en  títulos  al  5  por  "/„  ix  26  r.'* 

»17  m.'*  por  %  cotizacion  del 

»22  Setiembre  ultimo  que  fué 

»el  del  remate 388  »  22  » 

»V3  parte  ó  sean  733  r.^  11  m.^ 

»en  títulos  del  4  por  %  à 

»22  r.^  por  %  cotizacicn  màs 

»alta  inmediata  al  espresado 

»dia 170»   4  » 


558  »  26  » 
»Aumento  del  2  p.  %  prevé- 
»nido 1 1  »   6  » 


Tenia  ademàs  que  pagar  el  comprador 
los  gastos  del  expediente  y  subasta  (1). 

Hemos  visto  la  venta  de  la  huerta  del 
convento  de  que  tratamos  en  este  articu- 
lo. Veamos  ahora  la  del  edificio. 

Por  escritura  ante  Don  Joaquín  Fàbre- 
gas y  Caputo  en  Tarragona  a  18  de 
diciembre  de  1845  Don  Bernardo  Torrell, 
vecino  de  Vilaseca,  el  mismo  que  compro 
la  huerta,  compra  al 

Estado    «todo    aquel 

»con vento  algo  de- 
»rruido  de  estension 
»50  varas  de  latitud  y 
>9  de  profundidad  si- 
«tuado  extramuros  de 
»Riudoms  que  linda  al 
»Este  y  Sur  con  el 
»huerto  que  fué  de  di- 
»cho  convento,  al  Nor- 
»te  con  la  carretera 
>^que  va  de  Vilaseca  a 
»Reus  y  à  Oeste  con 
»tierras  de  Don  Balta- 
»sar  de  Toda.»  El  pre- 
cio  fué  98,010  reales, 
o   sea  4,950  duros    10 


(i)     Se  h;ilhi    copiada  la 
caria  de  pa^o  en   la  escri- 
tura arriba    e\tractada. 
Protocolo,  lol.  -|ii. 


D.  JOAQUÍN"  FAqREGAS  Y  CAPUTO 

CON  EL  UNIFORME   DEL  IIEMPO 
DE   LA    ÜUERBA   DE  LA    INDEPENHENCIA 


reales,  de  los  que  en  Tarragona  a  26  de 
abril  de  1845  Torrell  pago  la  primera 
mitad  con  titulos  de  la  Deuda  sin  interès 
y566r.  Sm.^  en  metàlico  en  equivalèn- 
cia de  9,437  r.  19  m.  del  mismo  papel  com- 
putados  al  6  por  ciento  (2). 

La  misma  escritura  lo  dice  todo,  y  su- 
ministra  todos  los  datos  para  conocer  el 
hecho.  Torrell  compra  el  grande  edificio 
por  4,950  duros,  de  los  que  paga  la  pri- 
mera mitad,  o  sean  2,475  duros,  con  un 
papel  que  cuesta  el  6  por  ciento;  y  de 
consiguiente  paga  2,475  con  148  duros  10 
reales  que  desembolsa.  A  su  tiempo  su- 
pongo  que  pagaria  la  otra  mitad  de  igual 
manera,  y  así  mediante  el  desembolso  de 
unos  300  duros  y  los  derechos  del  expe- 
diente quedo  dueno  del  convento. 

Un  respetabilísimo  anciano  me  certifico 
de  la  existència  en  1854  del  edificio,  dicién- 
dome  que  él,  entonces  nino,  asistió  a  una 
representación  de  la  Pasión  que  se  ejecutó 
en  el  mismo  convento. 

Por  los  anos  de  1856  a  1860  según  unos, 

o  de  1862  a  1864  según  otros,  compro  el 

convento  y   su  huerta  un  Don  Vicente 

Salvadó,  de  lamentable  historia.  Nació  en 

Riudoms.   El  1835    le 

encontró   de   corista 

profeso,  no  ordenado 
de  mayores,  en  Po- 
blet. Entonces  del  mo- 
nasterio  pasó  a  mique- 
lete,  en  cuj^os  cuerpos 
llego  a  capitSn.  Com- 
pro, como  digo,  este 
convento.  y  junto  con 
otros  derribó  la  mayor 
parte  de  él,  con  cuyos 
materiales  edifico  las 
tres  primeras  casas  de 
una  nueva  plaza  del 
mismo  pueblo,  cuyos 
porticos  son  los  de 
aquel  claustre  Acción 
repugnantísima  la  de 
un  exclaustrado  de- 
rribando  un  convento. 


tl 


(j)     Protocolo    ip,    555. 
15 


226 


LIBUO    TERCERO.  —  CAPITIU-O    QUINTO 


Acudió  al  Obispo  y  a  Roma  y  logró 
que  los  votos  relig:iosos,  que  jovencito 
había  emitido,  fuesen  declarados  nulos, 
mediante  lo  cual  se  caso.  Aquejado  de 
muy  grave  enfermedad,  confesóse  y  se 
arreglo  con  un  exclaustrado  de  apellido 
Oliver.  Después,  habiendo  convalecido, 
vendió  una  hacienda  que  poseía,  se  tras- 
ladó  a  Barcelona,  donde  puso  una  tienda 
de  fruta  seca,  y  murió.  La  venta  de  su 
hacienda  y  la  apertura  de  la  tienda  incli- 
nan  a  creer  que  sentiria  el  castigo  de  la 
pérdida  de  los  bienes,  que  suele  caer  sobre 
todos  los  compradores  de  los  eclesiàsticos. 
Del  huerto  nadie  ha  podido  aprove- 
charse  después  porque  la  mano  de  la 
Divina  Providencia,  por  medio  de  las 
grandes  avenidas  del  dia  de  Santa  Tecla 
de  1875,  lo  arraso  y  cubrió  de  arena.  Resta 
solo  en  pie,  como  carcomida  cruz  que  en 
mitad  de  un  camino  testifica  un  crimen, 
la  descarnada  pared,  que  fué  testera  de 
la  iglesia,  y  que  en  junio  de  1886  por  mis 
propios  ojos  vi  (1). 


ARTICULO   SECUNDO 

SAN  RAFAEL 

DE   CARMELITAS   DESCALZOS 

DE  LA  SELVA  DEL  CAMPO 

A  siete  kilómetros  de  Reus  y  a  su  Nor- 
oeste  hallàbanse  asentados  en  el  pueblo  de 
La  Selva  el  convento  de  San  Rafael  de 
Carmelitas  descalzos  y  el  de  Agustinos 
calzados,  viviendo  los  frailes  allí  en  com- 
pleta paz.  Los  disparos  de  la  noche  de 
Reus  creyólos  alguno  de  estos,  que  los 
oyó,  carros  descargando  cubas;  mas  a  la 
maflana  siguiente  un  nino,  recién  llegado 
de  aquella  villa,   monacillo    de  su  con- 


(i)  Debò  las  anteriores  noticias  de  Riudoms 
en  lo  referente  al  1835  y  tiempos  posteriores  a 
tres  ilustrado?  hiios  de  aquella  villa,  que  en  lo 
referente  al  Guardian  y  a  su  protector  el  Medico 
fué  el  hiio  de  éste  el  M.  I.  S.  Arcediano  de  Tarra- 
gona Doctor  Don  Cayetano  Sentís. 


vento  de  San  Juan,  sacólos  de  toda  ambi- 
güedad,  narràndoles  que  en  el  ataque  de 
aquel  desdichado  claustro,  bajo  cuyo 
techo  él  vivia,  los  amotinados  al  recorrer- 
lo  le  obligaron  a  alumbrarles  con  una 
antorcha,  mientras  le  iban  preguntando 
por  el  lugar  donde  se  ballaran  los  frailes- 
Como  era  natural,  confïrmaron  muy  luego 
este  aviso  cartas  de  parientes  de  los  frai- 
les de  La  Selva  residentes  en  Reus;  y  sin 
embargo,  aquí,  como  en  todas  partes,  a 
tal  punto  subía  el  amor  de  los  religiosos 
a  sus  claustros,  y  el  horror  a  abandonar- 
los,  que  ni  aun  por  las  alarmantes  noti- 
cias recibidas  los  dejaron.  A  hora  de  la 
refección  nocturna,  habiéndose  sabido 
que  una  partida  de  miqueletes  estaba  en 
Montreal,  y  se  temia  pasase  por  La  Selva, 
los  religiosos  fueron  alojados  por  el  Supe- 
rior y  el  Alcalde  en  casas  particulares, 
en  donde  no  siempre  eran  recibidos  de 
buen  grado-  Así  salvaron  sus  personas, 
que  ya  no  repoblaron  el  convento;  y  creo 
que  igualmente  retiraron  sus  muy  exiguos 
haberes  (2). 

A  juzgar  por  lo  que  pasó  al  edificio  de 
agustinos  de  la  misma  villa,  y  que  muy 
luego  narraré,  después  de  la  huida  de  los 
religiosos  de  1835,  quedaria  este  abando- 
nado.  MAs  tarde,  ignoro  la  fecha,  entra- 
ron  a  oouparlo  las  Hermanas  de  San 
Vicente  de  Patil,  y  en  él  continúan  hoy, 
teniendo  allí  un  gran  Colegio  deninas  (3). 

1^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  3  de 
diciembre  de  1841,  don  Andrés  Blanch, 
vecino  de  la  Secuita,  compra  al  Estado 
«toda  aquella  heredad  Uamada  huerto  de 
»los  Descalzos,  de  estension  diez  Jornales 
»y  medio  de  tierra,  circuidos  de  pared, 
»con  dos  balsas  de  cal  y  canto,  una  mina 
»que  no  alcanza  màs  que  una  pluma  de 
»agua,  una  noria  inútil  cubierta,  ademàs 
»tiene  cada  ocho  dias  cuatro  horas  de 


(2)  Relación  del  P.  D.  José  Canals,  religioso 
carmelita,  que  se  halló  en  la  descrita  huída.  Me  lo 
dijo  en  Reus  en  i  3  de  junio  de  1880. 

(3)  Lo  he  visto  en  mis  dos  visitas  de  15  de 
junio  de  1894  y  27  de  mayo  de  1902. 


CONTORNOS    DE    REI'S 


227 


»agua  de  la  Villa  de  la  Selva,  con  olivos, 
«avellanes,  almendros  y  cepas,  que  linda 
Ȉ  Oriente  con  el  camino  llamado  de  Al- 
«moster...  y  à  Cierzo  con  tierras  de  Ma- 
»tias  Baiget  parte  con  el  convento...  Con 
»màs  medio  jornal  de  tierra,  que  linda... 
»à  mediodía  con  el  mismo  Convento,  à 
»poniente  con  el  camino  y  Convento... 
»cuyas  tierras  se  hallan  situadas  en  el 
»término  de  la  citada  Villa  de  la  Selva». 
El  precio  ascendió  a  106,000  reales, 
iguales  a  5,300  duros:  de  los  que  en 
Tarragona  a  1.°  de  septiembre  de  1840 
pago  la  primera  quinta  parte  con  un 
titulo  al  portador  del  5  por  100  y  un  pico 
con  dinero  metalico.  La  quinta  parte  son 
1 ,060  duros,  però  como  a  la  sazón  los 
títulos  del  5  se  cotizaban  a  27  por  100, 
resulta  que  los  mentados  1,060  duros  cos- 
taron  unos  2S7  duros  (1). 

1^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  18 
de  diciembre  de  1845,  don  Bernardo 
Torrell,  de  Vilaseca  (jotra  vez  con  To- 
rrell!),  compra  al  Estado  toda  aquella 
casa  con  bodega  y  cuadra,  situada  en  la 
villa  de  la  Selva  y  calle  del  Roselló,  que 
era  de  los  Carmelitas  de  la  Selva,  por  el 
precio  de  6,681  reales,  iguales  a  334 
duros  un  real;  de  los  que  en  Tarragona, 
a  20  de  mayo  de  1845,  pago  el  quinto  con 
267  reales  de  metúlico  equivalentes  a 
1 ,336  reales  6  mrs.  en  títulos  del  5.  Se  hizo 
el  aumento  del  2  por  100  del  metalico. 
El  computo  de  los  titulos  se  efectuo  al 
tipo  del  20  r.  4  m.  por  ciento.  Resulta, 
pues,  que  el  senor  Torrell,  tan  metido  en 
este  inmundo  comercio  de  los  Bienes 
Nacionales,  con  dar  267  en  metalico,  esto 
es,  13  duros  7  reales,  pago  1,336  rea- 
les 6  mrs.,  iguales  a  66  duros  16  reales 
6  mrs.  (2). 


ARTÍCULO  TERCERO 
SAN  AGUSrÍN  DE  LA  SELVA  DEL  CAMPO 

El  Prior  de  esta  casa,  Padre  Raimundo 
Febres,  en  relación  del  estado  de  ella, 
escrita  en  1835,  escribe:  '<En  cuanto  al 
»estado  material  del  Convento  es  de  esta- 
»bilidad,  y  por  su  localidad  de  celdas  y 
»oficinas  podrían  caber  15  individuos»  (3). 

En  los  aciagos  días  de  julio  de  1835  la 
casa  quedo  como  abandonada. 

Allí  hubo  las  escuelas  públicas;  en  el 
refectorio  se  dieron  representaciones  y 
bailes.  Durante  el  bienio  de  1854  a  1856 
los  milicianes  nacionales  hacían  el  ejer- 
cicio  en  el  claustro.  La  iglesia,  falta  de 
sacerdote,  estuvo  cerrada  hasta  que  el 
Gobierno  cedió  el  edificio  al  senor  Ar- 
zobispo.  Entonces  se  instalaron  en  él  los 
Padres  de  la  Compania  de  Jesús.  Retira- 
dos  de  allí  voluntariamente  los  jesuitas, 
entraron  en  él  en  1868  los  Padres  del 
Inmaculado  Corazón  de  Maria,  con  cuya 
sangre  la  revolución  del  mismo  ano  enno- 
bleció  el  ala  occidental  del  claustro,  ma- 
tando  allí  al  Padre  Francisco  Crusats  y 
Franch.  Cesado  aquel  temporal,  volvie- 
ron  a  dicho  edificio  estos  Padres,  quienes 
por  suerte  continúan  en  él. 

Ignoro  el  paradero  de  su  Archivo,  bien 
que  como  en  el  de  Hacienda  de  Tarrago- 
na en  1913  vi  algunes,  aunque  muy  pocos, 
documentes  de  esta  casa,  opino  que  mu- 
ches  de  tos  restantes,  o  se  perderían,  o 
irían  al  Histórico  Nacional  en  alguna  de 
las  remesas  que  el  de  Tarragona  hizo  al 
de  Madrid,  según  abajo  se  dirà. 

Veamos  a  seguida  las  ventas  de  los 
bienes  de  los  Agustinos  de  esta  casa, 
efectuadas  por  el  Estado;  però  antes  re- 
cordemes  lo  que  de  dichos  bienes  escri- 
bió  poco  tiempo  antes  de  la  exclaustra- 
ción  el  Padre  Molas,  de  Barcelona:  «En 
»otros  tiempes  tenia  (este  Convento)  ren- 
»tas  suficientes  para  mantener  à  sus 
»individuos;   però  después  que  se  vendie- 


(i)     Fol.  88i  del  protocolo. 
(2)     Fol.  506  del  protocolo. 


(?)     .Vrchivi 
Calella. 


del   L-onvcnlo  a:;ustino   actual  de 


228 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    QUINTO 


»ron  los  bienes  de  causas  pias,  nos  ha 
»quedado  poca  renta  y  pueden  mantener- 
»se  pocos  religiosos  con  ella».  Eh  efecto, 
en  la  relación  citada  poco  ha  del  Prior 
de  1835  se  resena  solo  la  siguiente: 
«1  Huerta  (que  produce)  1,071  reales — 
»3  tierras  sueltas  y  pequenas  404  reales. 
> — Réditos  de  censos  10,671  reales.  — To- 
»tal:  12,146  reales». 

Ui  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  11  de 
abril  de  1843,  don  Andrés  Carnicer,  de 
Barcelona,  compra  al  Estado,  proceden- 
tes  de  los  Agustinos  de  la  Selva,  «todo 
«aquel  huerto  unido  al  edificio  que  fué 
«convento  de  los  extinguidos  PP.  Agus- 
»tinos  de  la  Selva,  de  cabida  1  jornal  y 
»3  cuartos  y  medio,  con  dos  horas  de 
»agua  semanales,  lindante  à  Oriente  con 
»la  carretera  de  Reus...  y  à  Cierzo  con 
sdicho  Convento  y  camino  de  Almoster. 

»Toda  la  pieza  de  tierra  campa  consis- 
»tente  en  dos  trozos  de  estensión  dos 
«tercios  y  Vae  ^^  jornal...  Todo  aquel 
»otro  trozo  de  tierra  campa...  de  cabida 
>•'l  jornal  y  V4•••  sitas  dichas  fincas  en  el 
»término  de  la  Villa  de  la  Selva»,  por  el 
precio  de  71,001  reales,  iguales  a  3,550 
duros  1  real;  de  los  que  en  Tarragona,  a 
7  de  abril  de  1843,  pago  la  quinta  parte 
con  títulos  del  5  y  del  4  por  100.  El  quinto 
es  710  duros,  però  como  los  títulos  del  5 
en  aquellos  días  del  pago  se  cotizaban 
al  rededor  del  29  por  100  y  los  del  4  al 
del  19,  resulta  que  los  710  duros  pudieron 
pagarse  con  unos  185  duros  (1). 

#1  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  8  de 
mayo  de  1844,  don  Fèlix  Alejandro  Solà 
compra  al  Estado,  procedente  de  los 
Agustinos  de  la  Selva,  la  pieza  de  tierra 
Uamada  dels  Quhitals,  sita  en  la  Selva, 
de  12  jornales,  de  los  que  9  son  vifia  y 
los  restantes  yermo,  que  linda  a  O.  con 
el  camino  de  las  Barrattqneras,  y  à  N. 
con  la  carretera  de  Valls;  por  el  precio 
de  80,001  reales,  iguales  à  4,000  duros 
1  real;  de  los  que  en  Tarragona  a  17  de 


mayo  de  1843  pago  el  quinto  con  inscrip- 
ciones  del  5  y  títulos  del  4  (2). 


ARTICULO  CUARTO 

SANTA  ANA  DE  ALCOVER, 
DE   FRANCISCOS   RECOLETOS 

La  población  de  Alcover,  aunque  dista 
de  Reus  20  kilómetros,  hallàndose  empe- 
rò, como  se  lialla,  en  el  mismo  campo 
de  Tarragona  sobre  esta  villa,  y  a  su 
vista,  muy  pronto  debió  de  sentir  el 
estremecimiento  del  trastorno  de  ella,  y 
recibir  la  triste  nueva  de  su  crimen.  A  su 
noticia  pacííicamente  y  por  precaución 
desalojàron  los  frailes  su  casa  y  huN'eron. 

A  la  sazón  era  Guardian  el  Padre  Bue- 
naventuraPuig,  Predicador  general;  Pre- 
dicador conventual  el  Padre  José  Figue- 
ras; Vicario  del  convento  el  Padre  F'ran- 
cisco  Castell,  predicador;  Vicario  de  coro 
el  Padre  Pablo  Furgués;  Maestro  de  jó  ve- 
nes el  Padre  Juan  Roca;  Comisario  de  la 
Tercera  regla  el  Padre  Raimundo  Mon- 
ner,  predicador  exento;  y  Lector  casuista 
el  Padre  Raimundo  Franquet,  predicador 
general.  La  Comunidad,  que  pertenecía 
ala  Santa  Recolección,  constaba  de  17 
Padres,  7  Legos,  y  8  donados.  Total,  27 
religiosos  (3). 

Si  por  el  pronto  en  1835  los  frailes  del 
convento  de  Alcover  evadieron  el  peli- 
gro,  no  todos  en  los  tiempos  siguientes  lo- 
graron  salir  con  bien,  ya  que  otro  mayor, 
a  no  tardar,  cogió  a  dos  de  ellos  en  com- 
paflía  de  un  tercero  de  Escornalbou,  los 
tres  hombres  de  maduros  anos  y  de  pro- 
funda santidad(4).  Oigamos  enestepunto 
al  celoso  amigo,  que  en  busca  de  noticias 
referentes  al  suceso  recorrió  aquel  país, 
desde  donde  en  31  de  julio  de  1884  me 
escribe  así:  «Ya  le  hubiera  contestado 
»màs  pronto,  però  como  que  se  trata  de 


(i)     Fcil.  54S  del  protocolo. 


{2)     Fol.  389  del  protocolo. 
(3)     La  Provincià  serdfíca...  cit..  pàg.  7Í. 
(-))     Con  estàs  circunstancias   me  los   presento 
un  sacerdote  que  personalmente  les  trató. 


COMORNOS     DE    REUS 


229 


«Historia  es  preciso  que  lo  que  en  ella  se 
»consigna  sea  del  todo  exacto;  y  así  no 
»me  satisfacieron  del  todo  las  relaciones 
»de  los  viejos  de  este  pueblo  (Montreal), 
»y  para  estar  del  todo  cierto  me  trasladé 
»al  lugar  del  suceso,  y  asi  creo  que  estoy 
»bien  informado,  pues  he  hablado  de  esto 
»con  el  mismo  que  ayudaba  la  Misa  aquel 
»mismo  dia. 

»E1  caso  es  que  se  habían  refugiado 
»por  aquellos  mansos  algunos  frailes  del 
»convento  de  San  Francisco  de  Alcover, 
»quienes  con  su  amabilidad  y  buen  trato 
»hacían  la  felicidad  de  aquella  montana. 
»Vino  el  dia  28  de  agosto,  que  era  dia  de 
»obligación  de  oir  Misa  por  ser  San  Agus- 
»tín,  \'  había  en  la  ermita  de  Nuestra 
»Senora  de  Gracia  en  aquel  dia  tres 
»Padres;  los  dos  eran  del  convento  de 
«Alcover,  y  el  otro  de  Escornalbou.  La 
«ermita  estaba  llena  de  gente,  y  al  mo- 
«mento  que  se  concluyó  la  Santa  Misa 
«llego  la  turba  capitaneada  por  el  Po  de 
«SegalA  (esta  turba  eratt  vtiqueletes  y  el 
»Po  su  comaudante),  la  que  iba  à  dispa- 
»rar  una  descarga  dentro  de  la  ermita, 
«però  al  fin  se  detuvo  contentàndose  con 
«hacer  presos  à  los  tres  Padres  maltra- 
«tàndolos  bajo  todos  conceptes.  Entonces 
»el  Po  DE  SegalA  hizo  un  discurso,  que 
«ya  puede  V.  figurarselo;  después  mar- 
«charon  en  dirección  à  Montreal,  llevAn- 
«dose  presos  à  los  tres  religiosos,  quienes 
«durante  el  viaje  fueron  el  objeto  en 
«donde  aquella  vil  canalla  descargó  todo 
«su  furor,  ràbia  y  barbaridad,  pues  que 
«por  el  camino  se  enlretenian  en  atormen- 
«tarles,  y  entre  otros  tormentos  les  cor- 
«taron  las  orejas,  les  sacaron  los  ojos,  y 
«por  ultimo  media  hora  antes  de  llegar  & 
«Montreal  acabaron  con  sus  preciosas 
«vidas  (I),  dejandolos  en  el  campo  desnu- 
«dos  y  mutilades,  y  llevandoseles  la  ropa, 
«orejas,  vereuda,  que  mostraban  por  los 
«pueblos  por  donde  pasaban»  (Llevdbati- 


(i)  Dicc  alguno  si  dos  de  los  PP.  fueron  muer- 
tos  ya  al  pie  de  la  misma  ermita,  y  que  quien 
sufrió  estos  martirios  fuc  solo  cl  restante  o  sca  cl 
P.  Sebastiàn  Tosas. 


lo,  según  un  l/otnbre  del  país  vie  díjo,  en 
las  puntas  de  las  bayonetas.  El  instru- 
mento de  tales  atrocidades  era  el  innoble 
pufialj. 

«Los  vecinos  de  Montreal  después  los 
«recogieron,  y  los  enterraron  en  el  ce- 
«menterio. 

>'La  ermita  de  Gracia  està  situada  en  el 
«termino  de  Alcover,  cerca  los  limites  de 
«Montreal,  y  dista  de  este  pueblo  hora  y 
«media. 

«Esto  es  lo  que  me  han  referido,  y  no 
«crea  V.  que  exagere  nada,  pues  todos  se 
«aterrorizan  cuando  lo  explican  y  dicen 
«que  lo  que  les  hicieron  no  se  puede 
»explicar«. 

Sebastiàn  Tosas  y  José  Simó  llamàron- 
se  las  dos  víctimas  procedentes  del  con- 
vento de  Alcover,  organista  de  éste  y 
natural  de  Alforja  el  primero,  e  hijo  de 
Horta  el  segundo  (2).  José  Pujol,  nacido 
enMontblanch,  fué  el  de  Escornalbou  (3). 


(2)  Cuantas  personas  de  aquel  pais  se  han 
interrojíado  convienen  en  el  nombre  de  estos  PP.: 
de  las  cuales  viene  a  ser  eco  el  Sr.  D.  Francisco 
Muns  en  su  precioso  libro,  ya  citado.  Los  Màrti- 
res  del  siglo  XIX,  pàg.  14Í. 

(?)  .\  este  P.  el  indicado  Sr.  .Muns,  basàndosc 
en  el  dicho  de  un  sacerdote  de  aquel  pais.  le 
llama  «P.  iMagín  N.i)  Yo  le  creo  P.  José  Pujol, 
porque  por  un  lado  un  hombre  viejo  de  aquella 
tierra  me  le  nombró  «P.  José  N.».  y  por  otro  el 
P.  Juan  -Molner,  religioso  del  mismo  convento  de 
Escornalbou,  me  escribió  que  en  «aquelles  días 
»un  pobre  fraile  de  mi  convento,  hombre  ya  vieio 
»é  impcdido,  llamado  José  Pujol,  hijo  de  Alont- 
wblanch.  fué  asesinado  en  el  Remedio  del  pueblo 
))dc  Alcover».  Nadie  como  un  religioso  de  la 
misma  casa  pudo  conocer  el  nombre;  y  si  bien 
scnala  como  punto  del  asesinato  un  lugar  distinto 
de  la  ermita  de  Ntra.  Sra.  de  Gracia,  creo  que 
esto  es  una  equivocación  del  P.  Molner,  ya  que  las 
circunstancias  que  scnala  al  P.  convienen  con  las 
indicadas  por  otras  personas;  y  ya  que  las  dos 
crmitas  del  Remedio  y  de  Gracia  estan  próximas. 
en  el  mismo  termino  de  .\lcover,  y  entre  éste  y  el 
de  .Montreal. 

Con  mayor  o  menor  precisión  en  los  pormeno- 
res  son  muchas,  pues,  las  personas  que  deponen 
sobre  este  suceso,  como  se  ha  podido  ver  en  el 
curso  de  su  narración;  y  aun  con   posterioridad  a 


230 


I.IBRÜ    TERCEKO.  —  CAPITL'LO    QUINIO 


Después  del  1835  el  convento  continuo 
en  pie  sin  suceso  especial,  hasta  llegar  al 
tiempo  de  la  revolución  de  septiembre  de 
1868,  o  según  otro  testigo,  al  de  la  guerra 
carlista  de  1870  a  1875;  y  entonces  el 
alcalde  o  el  aj'untamiento  quitó  el  made- 
ramen  de  la  techumbre  del  templo  y  sus 
tejas,  con  lo  que,  quedando  las  bóvedas  a 
la  intempèrie,  las  lluvias  han  obrado  la 
destrucción.  El  Ayuntamiento  saco  en 
liquido  de  la  venta,  según  unes,  del 
maderamen,  segun  otro,  de  las  tejas,  13 
cuartos,  osea  39céntimos.  «Delamadera 
»del  techo  de  la  iglesia  lo  mismo  que  de 
»los  cipreses  no  sacaron  nada»  (no'n  tra- 
gueren cap  diner),  me  escribe  un  sacer- 
dote  hijo  de  Alcover.  Supongo  que  estos 
cipreses  son  los  que  a  dos  filas  ornaban 
la  hermosa  Via  Crucis  que  serpenteaba 
por  la  colina  trasera  del  convento. 

La  imagen  de  la  titular,  lo  mismo  que  el 
retablo  mayor,  fueron  trasladados  a  la 
iglesia  parroquial,  y  en  una  casa  parti- 
cular guàrdase  uno  lateral. 

Hoy,  pues,  el  templo  no  cuentamàs  que 
con  los  muros.  El  convento  ha  servido 
de  asilo  de  pobres,  y  aun  tiene  ahoraeste 
destino;  però  el  Ayuntamiento  (1896) 
cobra  algun  alquiler  de  sus  habitaciones. 
Puede  tal  casa  graduarse  de  la  mansión 
de  la  suciedad.  Los  techos  est<ln  negros 
de  puro  ahumados,  y  llenos  de  inmensas 
telaranas;  por  todos  lados  abunda  la  basu- 
ra,  de  modo  que  da  grima  penetrar  en  tal 
mansión. 

La  Vía-Crucis  con  sus  correspondien- 
tes  capillitas  existe  aún,  però  faltada, 
como  queda  dicho,  de  sus  característicos 
cipreses. 

Atendiendo  al  tristemente  cèlebre  papel 
que  en  este  articulo  desempenan  los  mi- 
queletes,  creo  conveniente  apuntar  que  en 
el  Campo  de  Tarragona,  durante  la  guerra 
de  aquel  tiempo,  o  sea  de  los  siete  anos, 
habia  tres  batallonesde  ellos,  del  nombre 
o  apodo  de  sus  jefesllamadosvulgarmen- 
te  de  Bellera  el  uno,  del  Rosset  de  Reus 


la  redacción  de  este  articulo  me  van  Uegando  con- 
firmaciones  de  pública  voz. 


el  otro  y  de  Pep  de  Po  (D.  José  Robirà, 
hijo  de  Altafulla)  el  tercero.  Cada  uno 
formando  un  verdadero  batallón,  contaria 
a  lo  menos  con  de  500  a  600  plazas,  reclu- 
tados  sus  individuos  de  entre  lo  peor  de  la 
Sociedad,  gente  sin  freno  y  sin  ley,  que 
atrozmente  vejaban  al  país.  Ademàs  exis- 
tia la  partida  o  cuerpo  de  Alau  de  Valls, 
que  contaba  con  unos  200  hombres.  Oi 
nombrar  también  el  jefe  apodado  Po  de 
Segald,  hijo  de  Santas  Creus,  quien  creo 
que  mandaria  otra  partida. 

La  huerta  del  convento  opino  que  seria 
vendida  por  la  Desamortización,  aunque 
en  parte  ninguna  hallé  la  escritura  de 
venta,  però  sí  la  de  arriendo  por  la 
Hacienda  pública,  escritura  que  pasó 
ante  el  notar io  D.  Joaquín  Fàbregas  y 
Caputo  en  Tarragona  a  los  13  de  febrero 
de  1838.  En  ella  se  lee:  «huerto  circuido 
»de  paredes  con  una  porción  de  tierra 
»plantada  de  algarrobos,  una  casita  y 
»otro  huertecitoque  todo  està  cuntiguo  al 
»suprimido  convento  de  franciscanos  de 
»Alcover...  cuya  extensión  y  limites  se 
»ignora,  con  derecho  a  un  cuarto  de  hora 
»de  agua  cada  dia  de  la  semana  a  excep- 
»ción  de  los  lunes  que  tiene  media  hoia.» 


ARTICULO  QUINTO 

SAN  MIGUEL  OE  ESCORNALBOU, 
CONVENTO  SEMINARIO  DE  FRANCISCOS 

A  la  narración  de  los  sucesos  del  con- 
vento de  Alcover,  dirà  todo  hombre  cono- 
cedor  de  aquel  país  tarraconense,  que 
debiera  seguir  la  de  los  cenobios  de  Mont- 
blanch,  ya  que  esta  villa  se  encuentra 
en  la  misma  via  de  Reus  a  Lérida,  y 
que  solo  dista  de  aquella  36  kilómetros. 
Así  la  noticia  del  incendio  de  Reus  debió 
muy  luego  llegar  a  Montblanch,  y  con 
ella  producirse  la  conmoción  en  los  ani- 
mós de  todos.  Però  como  procuro  en  lo 
posible  atenerme  al  orden  cronológico  de 
los  hechos,  y  los  frailes  de  Montblanch, 
por  efecto  de  la  bondad  de  los  habitantes 
de  esta  villa,  continuaron  en  sus  claus- 


CONTORNÜS    DE    REUS 


231 


tros  hasta  el  dia  2  de  at^osto,  dejo  aquella 
narración  para  el  fin  de  este  capitulo, 
pasando  ahora  a  Escornalbou. 

Entre  los  luaares  que  se  asientan  en  la 
comarca  de  Escornalbou,  dos,  guiados 
por  sendos  hombres  de  extraviado  sentir, 
distinguíanse  por  la  ruindad  y  desmorali- 
zación,  tristes  condiciones  que  fàcilmente 
pegaron  a  los  demàs.  Por  esta  causa 
con  los  días  crecia  el  peligro  para  aquel 
seminario,  g:ran  foco  de  moralidad  y  reli- 
S'ión,  y  crecian  también  en  el  íinimo  de  sus 
habitantes  el  susto  y  la  ansiedad.  Así  las 
cosas,  y  dominando  el  seminario  con  la 
vista  a  todo  el  campo  de  Tarragona,  el 
dia  23  de  julio  los  amedrentados  Padres 
de  Escornalbou  vieron  las  dos  columnas 
de  siniestro  humo  que  se  levantaban  del 
recinto  de  Reus,  cuya  sacrilega  proce- 
dència instintivamente  el  terror  les  indico. 
Muy  luego  disipó  toda  halagüefía  duda  la 
llegada  de  un  mensajero  con  el  aviso 
para  los  frailes  de  que  en  aquella  noche 
subirian  los  exaltados  al  seminario  a  de- 
gollaries (1).  Se  me  ha  dicho  que  los  que 
avisaron  del  peligro  a  los  religiosos  fue- 
ron  los  habitantes  del  próximo  lugar  de 
Vilanova.  El  Padre  Juan  Molner,  fraile 
de  esta  casa,  de  cuya  boca  lo  tengo,  fija 
este  aviso  en  el  dia  23;  al  paso  que  el 
corista  del  mismo  seminario  Fr.  Manuel 
Torrents  me  dijo,  a  mi  parecer  con  màs 
verdad,  que  el  25  de  julio,  por  la  gente 
timorata  de  los  contornes,  que,  deseosa 
de  prestar  servicios  al  seminario,  acudia 
a  él,  tuvieronlos  frailes  noticia  de  la  mar- 
cha  de  los  reusenses  hacia  Escornal- 
bou (2). 

Reuniéronse  en  seguida  aquéllos  para 
deliberar:  movidos  unos  màs  del  celo, 
que  vigoroso  ardía  en  su  corazón,  que  de 
la  madura  prudència,  proponen  empunar 
el  crucifijo,  y  salir  por  aquella  tierra  pre- 
dicando  el  santó  temor  de  Dios;  mientras 
otros,  míis  avisados,  juzgan  conveniente 

(i)  Relación  dol  P.  Juan  .Molner.  Wc  la  hi/n 
en  Tarragona  a  0  de  agosto  de  1880. 

(j)  Relación  de  Fr.  .Manuel  Torrents.  .Me  la 
lli/o  en  Pons  a  2(1  de  iulio  de  iSSj. 


huir.  Tomo  al  lin  la  Comunidad  esta  y 
linica  aceptable  resolución.  Empezaron 
los  superiores  llamando  y  despidiendo 
para  sus  casas  a  los  cuatro  jóvenes  o 
coristas;  los  cuales,  vestidos  sus  hàbitos, 
partieron  juntos  con  un  hombre  de  Bota- 
rell, padre  de  uno  de  ellos,  que  en  busca 
de  su  hijo  había  acudido.  En  este  pueblo 
quedóse  el  primero,  y  vistieron  todos 
ropa  secular.  Uno,  hijo  de  Reus,  marchó 
via  de  Tarragona;  otro  tomo  la  de  su 
tierra,  Maspujols;  mientras  el  cuarto  se 
dirigió  a  su  casa  a  Bellpuig,  en  cuyo 
camino,  ciertamente  largo,  no  faltaren 
sustos  de  entidad,  y  en  la  cual  villa  no 
escasearon  los  insultos  (3). 

La  masa  de  la  Comunidad,  como  rebano 
de  mansas  ovejas,  y  cual  ellas  desaperci- 
bida,  sin  disfraces  ni  hàbitos  seculares, 
aun  sin  dinero,  solo  con  el  breviario,  a 
las  ocho  de  aquella  triste  noche,  segiin 
creo  del  25,  partió  del  querido  seminario 
en  dos  o  tres  grupos,  descaecido  el  cuer- 
po,  preocupado  el  entendimiento  y  afligi- 
do  el  corazón.  Trece  religiosos  formaban 
la  sección  en  que  marchaba  mi  amigo  el 
venerable  Padre  Juan  Molner,  y  cuya 
fuga  con  sus  tropiezos  y  peligros  breve- 
mente  voy  a  resenar.  Dirigiéronse  hacia 
el  interior  de  la  cordillera,  acercàndose 
por  senda  muy  quebrada  a  un  pueblecito, 
suburbio  de  Falset,  de  nombre  Pradell; 
mas  de  pronto  detiene  sus  pasos  el  temor, 
pues  oyen  música  en  el  lugar,  la  que  bien 
pudiera  indicar  la  presencia  de  armados 
revolucionarios.  Agàchanse  en  el  bosque 
mientras  un  lego  se  ofrece  para  explora- 
dor, y  regresa  luego  anunciando  ser 
causa  de  la  algazara  la  celebración  de  la 
íiesta  mayor.  Introducidos  en  el  pueblo, 
pasaron  al  amparo  y  bajo  el  techo  de 
varias  familias  amigas  el  dia  siguiente, 
seria  el  26,  hasta  el  caer  de  la  tarde;  en 
cuya  hora,  conducidos  por  un  guia,  par- 
tieron nuevamente.  Fatigados  entraron 
en  un  manso  siquiera  para  apagar  la  sed; 


(í)     Relación    ya    citada    de    Fr.    .Manuel   To- 
rrents. 


232 


LIBRO    TERCKRO. — CAPITULO    QUINTO 


pero  mientras  llevaban  el  agua  a  los 
labios  un  desusado  ruido  en  frente  de  la 
casa  les  sorpiende,  y  en  su  pavor,  cre- 
yéndolo  indicio  de  la  llegada  de  mique- 
letes,  huyen,  y  saltando,  a  indicación  del 
dueiio,  las  tapias  traseras  del  manso, 
pasan  la  noche  sin  mas  cama  que  el  duro 
suelo,  mas  abrigo  que  el  bosque,  ni  mas 
techo  que  el  cielo.  Al  despuntar  del  alba 
acercàronse  dos  religiosos  al  manso  para 
explorar,  topando  en  el  acto  con  los  colo- 
nes, que,  no  habiendo  visto  enemigo  al- 
guno,  iban  en  busca  de  los  frailes;  y  así 
estos  regresaron  a  la  casa. 

No  lejos  de  allí,  agua  abajo,  asiéntase 
Alforja,  cuyos  pudientes,  sabedores  de 
los  apuros  de  sus  queridos  misioneros, 
pidieron  al  alcalde  (mejor  dicho,  al  Baile, 
nombre  que  se  daba  entonces  a  los  pre- 
sidentes de  los  ayuntamientos)  que  fuesen 
estos  buscados  y  acogidos  en  la  villa.  Con 
ser  liberal  satisfizo  el  alcalde  a  tan  cari- 
tativa petición,  alojando  a  los  religiosos 
en  las  viviendas  acomodadas;  y  aun  les 
permitió  acudiesen  al  templo  para  cele- 
brar, anadiéndoles  que  podían  vivir  quie- 
tos  y  sosegados  en  la  villa  a  no  compare- 
cer  gente  forastera,  en  cuyo  caso  tres 
campanadas  les  certificarían  del  peligro. 
Mas  joh  desgracia!,  aun  los  frailes  en  la 
iglesia,  y  suenan  ya  los  tres  golpes  por 
efecto  nada  menos  que  de  la  llegada  de 
miqueletes  en  número  crecido.  Corre  el 
alcalde  con  el  comandanie  de  los  fran- 
cos  al  templo  para  salvar  a  los  frailes,  y, 
después  de  un  rato  de  ocultación  en  la 
sacristía,  los  conducen  a  la  casa  rectoral, 
en  cuya  puerta  el  jefe  coloca  guardià  de 
seguridad,  muy  en  breve  convertida  en 
grave  peligro  al  proferir  sus  individuos 
grandes  voces  de:  «matarlos,  matarlos.» 
Por  suerte  logróse  aquietar  a  la  canalla. 
Trataron  entonces  los  religiosos  de  regre- 
sar  a  sus  alojamientos,  a  cuyo  fin,  con- 
certades con  el  ayudante  del  batallón, 
se  llamó  a  los  miqueletes  a  formar  en  la 
riera,  y  así,  despejadas  las  calles,  pudie- 
ron  los  frailes,  acompanados  de  regidores, 
ganar  las  casas  de  su  primer  alojamiento 
no  sin  insultos  y  algun  peligro  producidos 


por  los  asistentes  y  francos  de  servicio, 
que  continuaban  en  la  villa. 

Comenzaban  los  frailes  a  vislumbrar 
esperanza  al  saber  la  orden  para  los 
miqueletes  de  ausentarse,  cuando  caye- 
ron  en  nueva  zozobra  y  temor  por  ver 
entrar  otros  en  número  como  de  dos- 
cientos,  y  oir  de  boca  del  jefe  de  los  pri- 
meros  que  si  los  salientes  guardaban 
obediència  y  subordinación,  no  así  los 
entrantes.  En  tantas  angustias  y  aprietos 
mandaron  los  frailes  un  propio  al  Gober- 
nador  de  Tarragona  preguntando  por  el 
partido  que  debieran  tomar.  Así  lo  cuenta 
el  Padre  Molner.  Leí  un  oficio  del  tenor 
siguiente:  «Gobierno  civil  de  provin- 
»cia.—  Tarragona—  El  Baile  de  Alforja 
»me  manifiesta  el  peligro  que  corren  al- 
»gunos  religiosos  de  Escornalbou,  que  se 
»han  refugiado  allí  si  no  se  impone  la 
»mayor  responsabilidad  al  capitan  don 
«Mariano  Pàmies,  que  de  orden  de  V.  S. 
»esta  allí  con  su  compaflia;  y  le  he  con- 
»testado  que  si  no  puede  responder  de  su 
»seguridad  ni  él  ni  el  capitan  les  dé  pasa- 
»portes  para  otra  parte.— I.o  digo  à  V.  S. 
»para  los  efectos  que  estime  convenien- 
»tes.— Dios  guarde.etc— Tarragona  27  de 
>'julio  de  1835. — Antonio  Satorras.— Sor. 
«General  Gobernador  de  esta  plaza»  (1). 
Y  continúan  ahora  las  noticias  suminis- 
tradas  por  el  fraile.  Vuelto  el  emisario, 
supieron  los  religiosos  que  de  orden  del 
Gobernador  iba  a  expedir  pases  el  celoso 
alcalde,  quien  en  persona,  y  para  evitar 
la  salida  de  los  frailes  a  la  calle,  se  los 
repartió  en  los  propios  alojamientos  (2). 

Por  las  puertas  traseras  ganaron  los 
religiosos  el  campo,  subdividiéndose  en- 
tonces nuevamente  en  tres  grupos.  Uno 
de  estos  distribuyó  sus  individuos  por 
diversos  pueblos  de  la  ribera  del  Ebro. 
Otro  se  enderezó  a  Manso  de  Bruno, 
hacia  el  Priorato,  repartiéndose  también 
y  colocandose  sus  religiosos  en  diversos 
pueblecitos  de  aquellas  comarcas.  El  ter- 
cero  y  màs  numeroso  emprendió  cami- 

(i)     Lo  lei  original. 

(2)     Relacií'in  citada  del  P.  Juan  Molner. 


CONTORNOS    DE    RKUS 


233 


no  mAs  largo.  Componíanlo  siete  frailes, 
a  saber:  los  dos  hermanos  Padre  Fran- 
cisco  y  Padre  Martín  Serra,  Padre  José 
Cortés,  Padre  Sebastiín  Marimon,  Padre 
José  Llauradó,  Padie  Francisco  Pujol  y 
el  Padre  Juan  Molner;  los  cuales,  deseo- 
sos  de  cruzar  el  Pirineo,  siguieron  tierra 
adentro  camino  de  Lérida. 

Perpetràndose  en  esta  ciudad  en  aque- 
Uosmismosdías  laexclaustración,  no  qui- 
sieron  entrar,  sinó  que  por  cerca  de  sus 
muros  fueron  a  descansar,  distribuyén- 
dose  desde  la  Portella  por  las  casas  rec- 
torales  de  varios  lugarcillos  inmediatos 
a  esta  entre  Lérida  y  Balaguer.  Como  a 
la  sazón,  a  causa  de  la  entrada  en  Cata- 
luna  por  Gerri  de  la  división  del  carlista 
Guergué,  Marte  bramaba  con  furor  en  la 
montana,  detuviéronse  aquí  para  ver  y 
deliberar  los  angustiados  frailes,  contra 
los  cuales  la  tierra,  los  hombres  y  los 
tiempos  parecían  armar  conjuración. 
Cuando,  deseando  ya  otra  vez  salir, 
nuestro  Padre  Molner  pidió  al  Alcalde 
o  Baile  de  su  lugar,  el  pueblo  de  Tér- 
mens, el  refrendo  del  pase,  éste  se  lo 
nego;  y  aun  considerando  caso  grave 
una  nonada  tal,  el  muy  ignorante  se  fué 
a  Lérida  para  consultar  persona  de  con- 
fianza.  Esta,  dando  muestra  de  bellaque- 
ria  igual,  o  mayor,  que  la  insipiencia  del 
consultante,  le  aconsejó  que  fusilara  a 
Molner.  Con  tales  dilaciones  los  compa- 
fleros  de  éste  habían  partido  para  Fran- 
cia,  y  desalentado  él,  pensaba  ya  en 
retroceder  al  Ebro  en  busca  de  sosiego  y 
mejor  ocasión;  mas  al  fin  sus  buenas 
palabras  y  la  noticia  de  una  exposición 
que  elevarà  al  Gobernador  de  Lérida, 
lograron  del  Alcalde  el  refrendo,  con  lo 
cual  el  fraile  cruzó  la  província  y  pene- 
tro en  la  nación  vecina.  Solo  una  protec- 
ción  especial  de  Dios  y  el  amor  que  a 
los  frailes  profesaba  entonces  la  genera- 
lidad  del  país,  y  la  montaüa  en  modo 
especial,  pueden  explicar  en  aquellos 
días  la  salvación  de  siete  frailes  que,  con 
sus  habitos,  sin  dinero,  a  pie,  atraviesan 
el  Principado  desde  las  playas  del  Sud 
hasta  las  crestas  del  Pirineo  central. 


Con  iguales  condiciones,  aunque  con 
maj^or  seguridad,  cruzaron  asimismo  la 
Francia  y  la  Itàlia  hasta  llegar  a  Ro- 
ma, donde,  con  permiso  del  Padre  Gene- 
ral, ingresaron  en  un  convento  francisco 
de  retiro,  y  se  ocuparon  en  su  acostum- 
brado  ejercicio  de  dar  misiones,  brillan- 
do  en  modo  especial  el  Padre  Cortés, 
cuya  ejemplar  vida  valióle  la  formación 
de  proceso  de  beatificación  (1). 

De  la  tràgica  muerte  del  fraile  de  Es- 
cornalbou Padre  José  Pujol  se  dijo  ya 
en  el  pàrrafo  de  Alcover,  al  narrar  el 
asesinato  del  dia  de  San  Agustín  entre 
la  capi  lla  de  Nuestra  Seiïora  de  Gracia  }' 
Montreal'.  Digno  final  de  la  extinción  de 
la  mas  edificante  de  las  comunidades 
franciscas  de  Cataluna. 

Desprevenídos  sorprendíó  a  sus  frailes 
la  fuga  de  Escornalbou,  adonde,  enga- 
nados  de  su  continuo  silencio  y  acostum- 
brada  candidez,  creyeron  poder  regresar 
a  la  mayor  brevedad.  Así  no  retiraron 
con  tiempo  sus  mejores  cosas.  En  los 
momentos  de  la  fuga,  y  con  la  precipita- 
ción  que  se  debe  suponer,  los  habítantes 
de  Vilanova  acudieron  a  retirar  los  obje- 
tos  y  muebles  que  pudieron,  con  el  fin  de 
salvarlos  para  el  convento.  No  por  esto 
dejarían  de  perderse  muchas  de  las  cosas 
de  Escornalbou.  De  este  convento  en  la 
parròquia  de  Santa  Mònica,  de  Barcelona, 
se  conserva  un  Cristo  en  la  columna;  però 
retirado  del  cuito  por  haberlo  así  manda- 
do  el  Obispo,  deseoso  de  evitar  el  concur- 
so de  las  prostitutas  de  aquel  barrio  que 
lo  hacían  objeto  de  su  devoción  (2).  La 
actual  renaciente  família  franciscana  de 
nuestra  tierra  ha  recobrado  el  terno  de 
tisú  de  oro  y  el  de  lama  de  plata  de  aquel 
convento  seminario. 

También  poseen  hoy  los  franciscos  el 
Martirologio  de  Usuardo,  en  vitcla,  que 
fué  de  los  primitivos  pobladores  de  Es- 
cornalbou, los  canónigos  agustinianos,  el 


(i)     Debò  todas  eslas  nolicias  al  P.  .Molner. 

(j)  Me  lo  dijo  cl  litre.  Sr.  D.  Esteban  Piber- 
nat.  canónijtn,  quicn  habia  sido  bcneficiado  de 
Santa  .N\iinica.  Barcelona  i .'  de  abril  de  1897. 


234 


I.IBKO    TERCERO. CAPÍTL•I.O    QUINTO 


cual,  en  sentir  del  bibliotecario  del  con- 
vento  de  Balaguer,  donde  se  guarda,  es 
muy  anterior  al  1100.  Dice  así  el  titulo 
de  este  Códice:  Martyrologium  S.  R. 
Ecclesiae  et  Regula  Sanet  i  August  ini 
cnni  expositione.  Con  el  Martirologio 
Uegaron  y  se  conservan  en  Balaguer 
algunes  otros  volúmenes  de  Escornalbou 
pròpies  del  Archivo. 

En  la  Biblioteca  provincial  de  Tarra- 
gona existen  unos  400  tomes  también  de 
este  seminario,  entre  los  cuales  se  cuenta 
la  Historia  del  Monasterio  de  San  Juan 
de  la  Pefla,  por  Ruiz  Martínez;  la  del 
niisme  Seminario,  por  Juan  Papió,  y 
algunes  volúmenes,  truncada  la  obra,  de 
los  Belandistas.  Algunes  otros  tomes  de 
la  Biblioteca  de  Escornalbou,  han  vuelto 
en  estos  últimes  días  a  su  ediíicio,  cemo 
abajo  diré. 

En  un  periódico  del  29  de  marze  de  1915 
léese  que  «las  Religiosas  de  Santa  Clara 
»de  Tarragona  han  entregado  al  Senor 
»Arzebispo  para  el  museo  diocesane  un 
*interesante  estandarte  con  la  sagrada 
»imagen  de  Jesús  y  la  figura  del  diable, 
»que  les  franciscanes  de  Escornalbou 
»usaban  en  las  Misienes  para  el  Scrmóti 
■hde  la  bandera»  (1). 

El  Cenvento  sufrió  el  incendio;  la  igle- 
sia  fué  volada  por  orden  superior,  según 
me  dijo  un  reusense.  El  tiempo  y  mode 
son  dignes  de  narración.  Dia  de  Santa 
Bàrbara,  4  de  diciembre  de  183b,  a  las 
siete  3'  media  de  su  mariana,  la  compa- 
flía  de  artilleros  de  Milicia  urbana  de 
Reus,  prevista  de  su  material,  y  acompa- 
fiada  de  otros  milicianes  veluntariamente 
agregades,  entre  los  cuales  marchaba  el 
cèlebre  Jaime  Llerd,  salió  de  su  villa 
para  Escornalbou  al  mande  de  une  de 
sus  jefes,  procurador  de  oficio,  de  nombre 
Gallego.  La  expedición  llevaba  por  fin 
volar  el  cenvento,  y  al  prepio  tiempo, 
según  algune  dijo,  saludar  desde  aquellas 
alturas  a  la  Patrona  del  cuerpo.  Santa 
Bàrbara,  con  una  salva,  en  realidad,  a 
lo  que  se  ve,  mas  burla  que  devoción. 


(i)     Correo  Catalin  de  dicho  dia. 


Cerca  del  medio  dia  llego  al  Santuario  la 
valiente  compania,  y  a  las  tres  y  media 
de  la  tarde,  en  las  mismas  tapias  de  Reus 
se  percibió  el  estampido  de  las  piezas 
disparadas  en  el  alto  pico  de  sobre  el 
Seminario,  donde  se  asentaba  la  peque- 
üa,  pere  bonita,  capilla  de  la  Santa.  Lue- 
ge,  en  medie  de  soez  gritería,  volaren  el 
campanario,  el  cual,  cayendo  sobre  la 
bóveda  de  la  iglesia,  en  parte  la  hundió; 
y  con  esto  campearon  por  mil  lados  las 
ruinas.  Al  anochecer,  la  pàtria  recibía 
etra  vez  a  les  triunfantes  héroes,  que  no 
era  justo  permanecieran  en  el  campo 
expuestos  a  una  agresión. 

El  infernal  estampido  de  Escornalbou, 
recogido,  según  se  ve,  por  las  poderosas 
manes  de  la  Justícia  divina,  halló  su  eco 
vengador  en  igual  hora  y  dia  del  ane 
siguiente  de  1837  en  el  cafè  del  Teatre  de 
Reus.  AUi  Jaime  Llerd,  Gallego,  Giel  y 
etres  del  mismo  fuste  celebraban,  entre 
botellas  y  copas,  la  fiesta  anual;  y  cemo 
en  les  brindis  se  hiciera  mención  de  la 
hazaiia  del  ane  anterior,  Llerd,  al  profe- 
rir el  suyo,  injurio  de  cobarde  a  Giel, 
capitàn  de  les  artilleros,  quien  en  aquella 
jornada  quedo  en  Reus,  mientras  su 
compaiiía  marchaba  a  Escornalbou.  El 
lastimade  per  las  injurias  las  develvió  a 
su  agreser,  el  cual,  poseído  del  vino, 
requirió  su  carabina,  y  a  boca  de  jarro 
la  apunta  a  Giol;  al  repararle,  corre 
Gallego,  se  interpene  entre  los  dos,  para 
desviar  el  proyectil  cege  el  arma  por  el 
cafión,  mas  esta  se  dispara,  y  el  jefe  de 
la  voladura  del  Seminario  recibe  en  el 
vientre  la  bala,  que  al  cuarto  de  hora  le 
arranco  el  alma  en  el  mismo  cafè  (2). 
(Visibles  y  justes  juicies  de  Dies!  Llerd 
dió  censige  prentD  en  la  càrcel,  donde 
permaneció  seis  meses,  y  de  la  que  ale- 


(j)  Relación  escrita  por  el  R.  P.  D.  Jerónimo 
.Morgades  en  2  de  enero  de  1892  en  vista  de  las 
noticias  suministradas  a  él  en  Reus  por  un  mili- 
ciano  de  aquella  època,  a  la  sazón  octogenario. 
El  pueblo  de  Reus.  cuando  el  hecho  referido,  can- 
taha  una  copia  que  decia  así:  «Mireu  en  Jaume 
/  Llord^Qui>i.i  maldat  vaJer^Va  matar  al  Ga- 


CONTORNOS    DE    REUS 


233 


gando  su  embriaguez,  y  según  otios, 
donando  a  la  viuda  de  Gallego,  y  segün 
nuestro  sentir,  gracias  al  compadrazgo 
liberal,  y  quizà  al  masónico,  logró  salir 
con  libertad.  Cometiera  el  hecho  un  ene- 
migo  de  la  Revolución,  un  francisco,  por 
ejemplo,  de  Escornalbou,  y  no  bastaran 
todas  las  gtlrrulas  periodisticas  para  pre- 
gonar el  atentado,  ni  fueran  suficientes 
las  cuchillas  y  horcas  de  todas  las  justi- 
cias  de  Espana  para  rapidamente  cor- 
tarle  la  vida. 

Compro  después  el  convento,  a  bajo 
precio,  el  vicecónsul  inglés  de  Tarrago- 
na, protestante,  llamado  don  Juan  Bridg- 
man;  quien,  agradado  del  lugar,  lo  her- 
moseó  con  jardines,  jardines  que  el  agua 
llevo,  mientras  por  otro  lado  los  que- 
brantos  devoraban  el  capital  del  nuevo 
poseedor,  quien,  según  suele  acontecer  a 
los  compradores  de  bienes  nacionales, 
acabo  por  quebrar,  según  se  me  dijo.  He 
aquí  el  documento  oficial  de  la  compra: 

Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fàbre- 
gas y  Caputo  en  Tarragona  a  4  de  Abril 
de  1843,  D.  Juan  Bridgman  compra  al 
Estado  «aquellas  cuatro  suertes  en  que  se 
>'Subdividió  las  tierras,  bosque,  huerto  y 
>'Convento  derruido  del  suprimido  con- 
vvento  de  Franciscanes  del  Escornalbou 
»sitas  en  la  villa  de  Escornalbou,  y  son, 
Ȉ  saber: 

»Toda  aquella  suerte  Uamada  de  Vila- 
»mafla  de  estension  40  jornales  de  tierra 
»yermay  medio  jornal  tierra  sembradura, 
»que  linda...  i'i  cierzo  con  tierras  del  es- 
»presado  convento. 

»Toda  aquella  otra  suerte  llamada  Tri- 
»lla  de  estension  30  jornales  tierra  yer- 


i•llego^=Dintie  un  de  CiiJt•=Si  estaha  l•orracho= 
iiS'en  hagués  anat  al  Uit=y  s'es  acahal  de  dor- 
iimir^Tant  de  dia  com  de  nit.» 

También  In  mucrtc  del  dia  de  Santa  Bàrbara 
en  el  calc  de  Reus  por  la  carabina  de  Llord  me  la 
conto  D.  Francisco  Gusi  en  27  de  junio  de  1880.  y 
<itro  sefior  me  indico  la  muerte  en  un  calc. 

D.  Salvador  Briansó  en  1."  de  marzo  de  iSin 
me  contü  igualmente  estos  acontecimienlus.  bien 
que  no  tan  circunstanciados. 


»ma,  que  linda  à  mediodía  y  oriente  con 
»dicho  convento. 

»Otra  suerte  llamada  de  las  Moletas 
»de  30  jornales  con  un  jornal  de  tierra 
»sembradura  con  9  higueras,  20  arboles 
«frutales,  un  Convento  derruido  3'  una 
»hermita,  que  linda... 

»Toda  aquella  otra  suerte  de  un  jornal 
»y  medio  de  huerta,  una  casa  derruida 
»dentro  de  lamisma  ..» 

El  precio  f  ué  29,930  reales,  de  los  cuales 
pago  la  quinta  parte  en  Tarragona  a  25 
de  febrero  de  1843  con  metàlico  en  la 
forma  siguiente: 

»-/3  partes,  ó  sean  3,990  r. 

»23  m .  en  títulos  del  5  p.  "/o 

»à  30  r.  31  m.  p.  "/„  cotiza- 

»cion  del  26  de  julio  de 

»1842  fué  el  del  remate    .      1, 233' 18 
»'/3  ó  sean  1,993  r.  11  m.  en 

»titulos  del  4  p.  %  à  17  r. 

»24   m.    p.    f/o  cotizacion 

»mas    alta  inmediata  al 

»del  expresado  dia  .     .     .         353   8 


»Aumento  del  2  p.  "^/o  preve- 

»nido 

»Satisfecho  en  metàlico  .     . 


1,586' 26 

31 '24 

1,618'10(1). 


Este  pormenor  del  pago  merece  expli- 
cación  que  sirva  igualmente  para  los  que 
se  presentaran  después.  El  comprador 
paga  en  Tarragona  a  los  25  de  febrero  de 
1843  el  primer  plazo,  o  sea  el  quinto  de 
precio  total  del  remate,  quinto  que  sube  a 
5,986  reales.  Lo  paga  con  dinero  metàlico 
en  equivalència  de  papel.  Del  quinto 
tenían  que  pagarse  los  dos  tercios  con 
papel  del  5,  y  el  otro  tercio  con  papel  del 
4.  Así  mediante  la  entrega  de  1,233  reales 
18  maravedises  en  dinero  paga  3,990  rea- 
les 23  maravedises  que  son  los  que  vale  el 
papel  del  5  por  ciento  cotizado  al  30  rea- 
les 31  maravedises  por  ciento,  y  con  353 
reales  8  maravedises  en  dinero  paga  1 ,993 
reales  11  maravedises  de  papel  del  4,  coti- 
zados  a   17   reales  24   maravedises.   De 


(i)     Fol.  315  del  protecció. 


236 


LIIiRO     TEKCEKO.  CAPiTLLO    Qll.NTO 


modo,  sumando,  que  con  1,586  reales  26 
maravedises  en  dinero  paga  5,984  de 
papel,  0  títulos.  A  estos  se  anaden  31 
reales  24  maravedises  del  2  por  100  del 
dinero,  y  así  el  pago  de  ahora  sumo  en 
total  en  dinero,  o  sea  en  realidad  1,618 
reales  16  maravedises,  o  sea  80  duros  18 
reales  16  maravedises.  Pago  las  úllimas 
quintas  partes  en  4  de  mayo  de  1843.  Las 
cotizaciones  en  este  mes  poco  se  diferen- 
ciaban  de  las  del  de  febrero,  y  así  en 
total  las  fincas  costaron  a  Bridgman  unos 
de  400  a  420  duros.  Son  escrituras  públi- 
cas  y  números. 

En  1842  la  iglesia  servia  ya  de  corral, 
deshonroso  empleo,que,  según  testimonio 
de  un  mi  amigo  que  allà  por  1887  la  visi- 
to, continuaba  aiin;  el  mismo  también  que 
en  reciente  època  cabia  a  alguna  ala  del 
claustro  que,  mas  afortunada  que  sus 
hermanas  permanecía  en  pie.  Las  pocas 
habitaciones  del  seminario,  que  todavía 
subsistían,  habitaba  una  familia  de  pas- 
tores. 

Cuando  en  13  de  junio  de  1901  visité 
estàs  ruinas,  el  templo  quedaba  tan  mal 
que  no  estaba  destinado  a  uso  alguno, 
excepción  hecha  de  la  parte  de  bajo  el 
coro  que  guarecía  un  rebaflo;  del  claustro 
no  quedaba  brizna;  y  las  pocas  habitacio- 
nes que  continuaban  en  pie  albergaban 
unos  agricultores  y  pastores.  jTriste  des- 
tino de  una  obra  històrica,  religiosa  y 
secular!  Del  poeta  D.  José  Martí  y  Fol- 
guera  son  las  siguientes  estrofas  que  pin- 
tan  lo  mismo  que  acabo  de  escribir: 

«Adalt  al  cim  s'hi  aixecan 

^Del  convent  las  ruinas 
■nLaspetjadas  dels  segles  senyalant: 

tArchs.y  murs y  columnas 

i>Ja  son  del  temps joguínas 
vQue  cahuen  pedra  d  pedra  redolant. 

^Per  tas  amplas  esqiterdas 

xL'herbam  ardit  s'hi  enfila 
»  Y guayta  arrels  en  sostres y  Irispols: 

y>Repren  naturalesa 

y>La  possessió  tranquila 
»yen  lloch  d'homes  hi  cantan  rossinyols-»  (D. 


(i)  Jochs  Florals  de  Barcelona,  i8gr,  pàg.  120. 


La  Santa  Bàrbara  de  la  ermita  fué 
recogida  por  un  vecino  piadoso  de  Argen- 
tera, quien  no  supo  negaria  a  otro  de 
Riudecanyas  que  se  la  pidió. 

En  recientes  días  un  periódico  de  esta 
Ciudad  de  Barcelona  ha  publicado  dos 
nutridos  articulos  sobre  el  convento  de 
Escornalbou  tratando  de  su  parte  histò- 
rica y  descriptiva.  La  primera  no  entra 
en  mi  propòsito:  la  segunda  la  dí  en  mi 
obra  anterior.  Sin  embargo,  por  ampliar 
algunos  de  mis  datos  copio  a  seguida  unas 
líneas  de  ellos,  las  cuales  dicen  así: 

«La  iglesia  era  de  regulares  dimensio- 
»nes  y  una  sola  nave,  con  dos  capillas 
»laterales  y  otra  en  el  muro  del  àbside, 
»todas  adornadas  de  valiosas  pinturas 
»murales,  y  el  altar  mayor,  de  primorosa 
»talla  sobredorada,  estaba  dedicado  al 
«Arcàngel  San  Miguel. 

»Lo  màs  notable  y  característico  del 
«templo  era  el  Presbiterio,  con  las  pare- 
«des  revestidas  de  historiados  azulejos 
«catalanes  y  el  pavimento  ajedrezado. 
«Ostentaba  en  ambos  lados  magistrales 
«pinturas  representando  Papàs,  cardena- 
»les  y  màrtires  de  la  religiòn  de  San 
«Francisco  y  ofrecia  un  conjunto  tan 
«interesante  como  majestuoso. 

»En  la  Sacristía  se  guardaban  ricas 
«joyas  en  orfebreria  y  damascos,  lo 
«mismo  que  buen  número  de  santas  reli- 
«quias. 

«El  coro,  muy  espacioso,  comunicaba 
«con  los  claustres  superiores  y  contenia 
«cuarenta  y  tres  sillas  de  nogal  y  cuero, 
/>dispuestas  en  semicírculo  hacia  el  atril 
«mayor,  ricamente  labrado. 

«Presidia  la  fàbrica  del  templo,  toda  de 
«sillería,  una  alta  torre  de  forma  octogo- 
>>nal,  con  reloj  y  tres  campanas. 

«En  el  Archivo  del  Monasterio  de  Es- 
«cornalbou  íiguraba  una  nutrida  colec- 
«ciòn  de  documentos  sobre  geografia, 
«mineria,  fauna  y  flora,  así  como  otras 
«importantes  informaciones  de  las  màs 
«ignoradas  comarcas  de  Amèrica,  remi- 
«tidas  por  los  misioneros  que  habían  sali- 
»do  del  convento  para  aquel  apartado 
«continente. 


CONTORNOS    DE    REUS 


237 


»Desaparecieron  los  libros  de  su  Biblio- 
»teca,  que  era  la  mejor  y  mas  nutrida  de 
»Cataluna,  los  documentos  de  su  Archi- 
»vo,  las  riquezas  que  atesoraba  en  su 
»iglesia,  quedando  la  fabrica  a  merced  de 
»las  lluvias  y  vientos  que  no  tardaron  en 
«convertiria  en  un  monton  de  ruinas. 

»Puede  decirse  que  nada  resta  de  lo  que 
«fué,  debido  en  parte  al  sitio  desierto  y 
»escabroso  que  ocupaba  el  Monasterio. 

»Adolfo  Alegret»  (1). 

Con  mucha  posterioridad  a  la  redac- 
ción  de  la  anterior  resefia  de  los  sufri 
mientos  de  la  Comunidad  de  Escornalbou 
de  1835,  he  conocido  al  arriba  mil  veces 
citado  Don  Eduardo  Toda;  quien,  llevado 
de  su  generosidad,  ha  olvidado  mis  mul- 
tiplicadas  refutaciones  puestas  a  sus  pala- 
bras  escritas,  y  me  ha  distinguido  con  su 
benevolència  y  buena  amistad,  generosi- 
dad y  buenos  servicios  de  los  que  le  quedo 
sumamente  agradecido.  De  su  boca  supe 
en  190S  que  ha  comprado  el  dicho  con- 
vento  de  Escornalbou,  y  que  lo  estaba 
restaurando.  Trabaja  para  restituir  al 
cuito  su  templo,  y  reedificar  el  claustro, 
poniéndolo  tal  como  se  hallaba  al  dejarlo 
en  el  siglo  xvi  los  canónigos  regulares 
agustinianos;  para  lo  que  por  suerte  ha 
encontrado  en  las  ruinas  y  muros  relati- 
vamente  modernos  los  mas  de  los  capi- 
teles. 

En  enero  de  1913  queda  terminada  la 
restauración,  exceptuado  solo  el  templo 
mayor,  y  bendecida  una  buena  capilla. 
El  seflor  Toda,  llevado  de  sus  aficiones  li- 
terarias,  ha  reunido  allí  una  muy  notable 
biblioteca.  Como  diré  abajo,  guàrdanse 
en  ella  mas  de  350  volúmenes  de  Sraln 
Dei:  ademí'is  varios  volúmenes  de  Poblet, 
de  Santa  Maria  de  Ripoll  y  de  San  Fran- 
cisco  de  Reus,  así  como  una  docena  de 
tomos  del  antiguo  mismo  Escornalbou. 
Hay  allí  ademas  unos  200  volúmenes  de 
antiguas  ediciones  originales  de  los  Elze- 
virios  y  de  otros  renombrados  impresores 
holandeses,  franceses  e  ingleses  del   si- 

(i)     La  \'aii;^iijt\ii..i  cIl•I  jS  de  cncru  de  iiio^;. 


glo  XVII.  El  senor  Toda  en  1913  està  insta- 
lando  en  tresgrandes  salas  una  biblioteca 
especial  consistente  en  obras  de  biografia, 
autobiografia,  memorias  personales  y 
políticas,  y  libros  de  viajes.  Al  finir  de 
1912  había  estanteados  unos  7,000  volú- 
menes; però  posteriormente  han  llegado 
al  convento  unos  3,000  m;ls.  Al  cabo  esta 
biblioteca  contarà  de  19  a  20,000  tomos. 

Hay  también  numerosos  manuscritos 
antiguos,  entre  los  que  se  cuentan  cinco 
abultados  legajos  con  todos  los  papeles 
del  viajero  africano  Domingo  Badia  y 
Leblich,  conocido  por  Ali  Bey.  Abrazan 
desde  su  partida  de  bautismo  en  la  Seo 
de  Barcelona  en  1.°  de  abril  de  1767hasta 
las  dos  postreras  cartas  que  escribió  a  su 
mujer  e  hijos  en  1818,  poco  antes  de  ser 
asesinado.  Comprenden  sus  tràbajos  lite- 
rarios  y  científicos  de  su  primera  juven- 
tud,  sus  notas  de  viaje,  sus  nombramien- 
tos  oficiales  3^  títulos  conferidos  en  tiempo 
de  Carlos  IV  y  de  José  Bonaparte,  3'  su 
correspondència  de  màs  de  20  anos,  todo 
inédito  (2). 


ARTICULO   SEXTO 

CONVENTO  CAPUCHINO,  CONVENTO  MÍ- 
NIMO  0  DE  SAN  FRANCISCO  DE  PAULA 
Y  CONVENTO  CARMELITA  DE  CALZA- 
DOS,  LOS  TRES  DE  VALLS. 

Valls,  pequena  ciudad  levantada  en 
amena  campifia  sobre  uno  de  los  cerros 
que  forman  la  cuenca  del  Francolí  al 
Norte  de  Tarragona,  dista  de  Reus  solo 
21  kilómetros  de  buena  carretera.  Alber- 
gaba  en  1835  tres comunidades  regulares, 
una  de  capuchinos,  la  màs  importante, 
otra  lie  mínimos,  3'  de  carmelitas  calzados 
la  tercera.  A  cuyo  influjo,  unido  al  del  no 
menos  numeroso  clero  secular,  vivían  allí 
lozanas  la  fe  y  cristiana  piedad;  de  las 
que  no  pocos  restos  perseveian  aún  hoy 


.■)     Caria  del  Sr.   l'oda.  Londres,  in  de   enero 


de 


238 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    nL'IMO 


en  los  descreídos  tiempos  que  por  des- 
gracia corren.  Mas  si  la  gran  masa  del 
pueblo,  inclusos  en  él  muchos  liberales, 
mostràbase  ajena  a  un  ataque  contra  los 
conventos,  no  faltaba  entre  el  trigo  algu- 
na cizana,  }•  sobre  todo  debían  allí  con- 
fluir los  exaltades  de  poblaciones  vecinas, 
especialmente  de  la  pròxima  Reus. 

Los  conventos  de  Valls  albergaban 
buen  número  de  religiosos,  como  lo  prue- 
ba  la  lista  de  capuchinos,  en  la  que  se 
expresan  no  solo  los  nombres  de  sus  indi- 
viduos,  sinó  los  cargos  que  desempe- 
naban. 

CAPUCHINOS 

Guardian:  Padre  Fr.  Fèlix  de  Malgrat, 
quien  ha'bía  vestido  el  habito  en  1797. 

Vicario:  Padre  Fr.  Salvador  de  Barce- 
lona, en  1802. 

P.  Fr.  Bernardo  de  Valls,  en  1766. 

P.  Fr.  Manuel  de  Vich,  en  1787. 

P.  Fr.  Mariano  de  Montblanch,  en  1789. 

P.  Fr.  Lamberto  de  Barcelona,  en  1803. 

P.  Fr.  Juan  de  Gerona,  en  1807. 

P.  Fr.  Manuel  de  Reus,  en  1814. 

P.  Fr.  Fidel  de  Vidrà,  en  1826. 

ESTUDIANTES    CORISTAS 

Fr.  Domingo  de  Vallmoll,  en  1795. 

Fr.  Andrés  de  San  Andrés,  en  1830. 

Fr.  Fauslino  de  Olot,  en  1832. 

Fr.  Esteban  de  Sabadell,  en  1832. 

Fr.  Camilo  de  Barcelona,  en  1832. 

Fr.  Antonio  de  Sabadell,  en  1832. 

Fr.  Fèlix  de  Gerona,  en  1832. 

Fr.  Buenaventura  de  Manresa,  en  1832. 

Fr.  Rafael  de  Mataró,  en  1832. 

Fr.  Baudilio    de  S.    Boy    de    Llusanés, 

en  1832. 
Fr.  Ignacio  de  Salàs,  en  1832. 
Fr.  José  de  Reus,  en  1832. 
Fr.  Pio  de  Aren3's,  en  1832. 
Fr.  Pedró  de  Llissà,  en  1832. 
Fr.  Àngel  de  Arenys,  en  1832. 
Fr.  Juan  de  Blanes,  en  1832. 
Fr.  Juan  de  Olot,  en  1832. 
Fr.  Felipe  de  Llagostera,  en  1832. 


Fr.  Miguel  de  Tarragona,  en  1780. 

Fr.  Fausto  de  S.  Martín,  en  1820. 

Fr.  Magin  de  Barcelona,  en  1825. 

Fr.  José  Antonio  de  Ulldecona,  en  1827. 

Fr.  Fructuoso  de  Alforja,  en  1831. 

Total:  9  presbíteros,  18  coristas  estu- 
diantes y  5  legos.  Suma,  32  (1). 

Los  minimos  estaban  regidos  por  el 
Corrector  R.  P.  Fr.  Francisco  de  Asís 
Vinader,  y  contaban  los  7  sacerdotes 
siguientes: 

P.  Fr.  José  Farràn,  Jubilado. 

P.  Fr.  Antonio  Abella,  Jubilado. 

P.  Fr.  Andrés  Balcells,  Confesor. 

P.  Fr.  Jaime  Queralt,  Organista. 

P.  Fr.  Juan  Gassó,  Vicario  de  monjas. 

P.  Fr.  Francisco  Font. 

P.  Fr.  Juan  Sagarra,  Confesor. 

Subdiàcono  Fr.  Esteban  Dagàs. 

Legos.— Fr.  José  Ricart,  Fr.  Ignacio  De- 

dçu,  y  un  Hermano.  Total,  12  (2). 

Las  causas  generales  de  temor,  y  sobre 
todo,  en  Valls,  la  proximidad  de  Reus, 
debían  espantar  a  los  religiosos  de  aque- 
lla Ciudad;  por  lo  que  los  capuchinos  se 
pusieron  en  vigilància  y  tomaron  precau- 
ciones.  Acrecentóse  en  gran  manera  el 
pavor  al  ver  el  dia  23  de  julio  las  dos 
columnas  de  humo  que  se  levantaban  de 
los  conventos  de  Reus.  Por  opuesto  lado, 
ran  escandaloso  ejemplo  debía  de  animar 
a  los  exaltados  de  Valls  para  imitarlo, 
quienes,  según  parece,  proyectaron  ata- 
car aquella  misma  noche  del  23  a  los 
conventos  de  su  ciudad.  Así  lo  llevo  a  la 
Coraunidad  el  lego  enfermero  Fr.  Fausto 
de  Barcelona,  a  quien  se  lo  noticio  en  la 
misma  tarde  un  artesano  agradecido  a 


(i)  Copiado  del  Libro  de  la  província,  Sal- 
vadó del  incendio  de  1835.  y  e.vistente.  cuando  !.■ 
vi.  en  poder  del  P.  D.  Tomàs  Sala. 

(2)  Esta  lista  saco  de  un  papel  que  en  27  de 
febrero  de  1881  me  presto  el  P.  Juan  Parera,  mi- 
nirao.  y  cuyo  titulo  dice  así;  «Nota  de  los  religio- 
))sos  que  componen  la  provincià  de  minimos  en 
»el  Principado  de  Cataluna,  según  se  encuentran 
»en  .*us  conventos  à  últimes  de  junio  de  183Í.)) 


CONTORNOS    DE    REL'S 


239 


un  favor  del  fraile.  Le  dijo  que  los  revo- 
lucionarios  se  reunirían  a  las  doce  de  la 
noche  en  la  plaza  de  las  Botas,  y  que  de 
alli  marcharían  a  los  conventos.  La  au- 
toridad  tomo  luego  acertadas  precaucio- 
nes,  ya  sea  porque  temiese  a  los  foraste- 
ros,  ya  porque  tuviese  conocimiento  de 
esta  noticia.  Por  ella,  azorados  los  capu- 
chinos,  preparàronse  a  la  fuga:  cada  uno 
metió  en  su  bolsillo  las  cartillas  o  certifi- 
cado  de  ordenes,  las  licencias  y  los  mas 
precisos  objetos;  y  acordaron  pasar  la 
noche  en  la  vína,  pieza  de  tierra  aledana 
del  convenlo,  para  desde  allí  màs  facil- 
mente,  en  caso  de  una  agresión,  ganar  el 
despoblado.  Un  religioso  viejo  }■  paralí- 
tico  fué  trasladado  a  una  casa  amiga,  y 
se  colocaron  vigilantes  en  el  campanario 
y  ventanas  del  primer  piso. 

Gobernaba  la  ciudad  y  su  batallón  de 
milicia  el  Alcalde  y  Comandante  D.  José 
Teli,  hombre  de  orden,  enérgico  y  aman- 
te  de  su  pueblo  (1),  y  la  exigua  fuerza 
de  25  mozos  de  la  Escuadra  el  honrado 
e  inleligente  Cabo  (así  llaman  a  sus 
capitanes)  Cartró.  Quiso  a  toda  costa  el 
primero  evitar  aquí  la  repetición  del  cri- 
men  de  Reus;  para  lo  cual,  sagazmente, 
combino  fuerza  con  mafla;  pues  aquella 
noche  del  23,  por  un  lado.  Cartró  distri- 
buyó  sus  mozos,  provistos  de  abundante 
munición  y  decididas  ordenes,  en  los  tres 
conventos,  correspondiendo  ocho  a  cada 
uno  (2);  y  por  otra,  reunió  Teli  sus  mili- 
cianos  para  con  ellos  patrullar  en  las 
noches  azarosas;  con  lo  cual,  bajo  pre- 
texto de  un  acto  de  servicio,  con  una 
mano  distraía  de  la  ejecución  de  aviesos 
mtentos  a  los  armados  que  los  abrigaran, 
mientras  con  otra  imponía  respeto  a  los 
reussnses  que,  ganosos  de  repetir  en 
Valls  los  crímenes  de  su  pàtria,  habian 
acudido. 


(i)  Varios  vecinos  ancianos  de  \'alls  me  In 
contaren. 

(2)  Lo  refercntc  a  los  Mozos  du  la  líscuadra  lo 
debò  a  uno  de  ellos  que  tomú  parte  en  el  hcclio, 
llamado  D.  Tomàs  Gensà.  En  Barcelona  a  7  de 
mavo  de  1880. 


Sobre  la  presencia  de  exaltados  foras- 
teres en  Valls  no  hallo  acordes  a  los 
testigos.  Limitàronse  algunos  de  estos  a 
decir  que  no  les  vieron;  adelantóse  algun 
otro  a  sostener  que  no  acudieron  tales 
gentes;  mientras  otros,  entre  los  cuales 
se  cuenta  un  mozo  de  la  Escuadra,  actor 
en  aquella  escena,  me  aseguró  la  presen- 
cia de  los  reusenses,  anadiendo  el  citado 
mozo  que  él  mismo  les  vió,  y  que  no 
venían  solos,  sinó  acompafiados  de  exal- 
tados de  Tarragona.  Referia  después  uno 
de  los  jefes  de  la  milicia  de  Valls,  indivi- 
duo  ademàs  de  su  Ayuntamiento,  que 
acudieron  los  de  Reus  cop  animo  hostil 
a  los  Conventos;  però  que  si  bien  se  les 
permitió  albergarse  en  la  población,  se 
les  exigió  antes  que  depusieran  las  armas, 
amenazàndoles  con  hacerles  fuego  si  sa- 
lían  de  casa  dadas  las  ocho  de  la  noche. 
Finalmente,  otros  de  Valls  niegan  toda 
participación  de  sus  paisanos  en  aquellos 
perversos  intentos,  achacandolos  por 
completo  a  los  forasteres. 

Tres  días,  o  mejor  noches,  duro  la 
guarda  de  los  conventos  por  parte  de  los 
mozos,  en  los  cuales  no  dejaron  varias 
veces  de  presentarse  los  revolucionarios 
en  ademàn  hostil  al  pie  de  los  muros  del 
claustro;  emperò,  la  actitud  resuelta  de 
los  mozos  (3)  y  el  prestigio  de  Teli  y  otros 
liberales  les  contuvo  en  el  circulo  del 
orden  material  (-1). 

No  puedo  aquí  olvidar  un  texto  evan- 
gélico  que  involuntariamente  broto  de 
mis  labios  cuando,  en  busca  de  datos 
sobre  los  acontecimientos  que  refiero, 
interrogué  al  corista  capuchino  de  Valls 
Fr.  Pedró  de  LlissA,  de  apellido  Barbany, 
después  anciano  fraile  del  convento  de 
Arenys  de  Mar,  recientemente  restable- 
cido.  Decíame  en  su  relato  que  los  de  la 
Escuadra  custodiaren  el  Convento  duran- 
te  dos  noches,  y  como  yo  le  objetase  con 
el  dicho  del  mozo  GensS,  según  el  cual 


(?)     Relacií'm  ya  citada  de  D.  'J'omàs  Gensà. 
(^)     Alc  lli  diieriín  varios  de  Valls  y  D.   Tomàs 
Ccnfà. 


240 


LIBKO     lERCERO.  —  CAPITULO    QUINTO 


aquella  custodia  o  guardià  duro  tres,  des- 
pepitóse  por  no  dejar  mentiroso  a  éste,  di- 
ciendo  que  bien  podia  ser  esto  verdadero, 
en  razón  de  haberse  prolongado  la  custo- 
dia una  noche  míis  después  de  su  pròpia 
fuga.  Instintivamente  compare  la  con- 
ducta de  las  victimas  del  1835  con  la  de 
sus  verdugos:  inquiétanse  los  primeros 
por  el  buen  nombre  de  sus  prójimos;  los 
segundos  calumnian  cuanto  pueden  para 
soliviantar  contra  los  frailes  la  pública 
opinión;  y  aquí  del  texto:  A  fructibus 
eorutn  cogiioscetis  eos  (1). 

El  dia,  según  unos,  23,  però  según  otros 
el  24,  juntes  los  tres  Superiores  de  los 
tres  Conventos  fueron  a  visitar  al  Alcal- 
de y  Ayuntamiento  para  deliberar  sobre 
la  resolución  que,  en  vista  del  crimen  de 
Reus,  debiese  tomarse.  Acordaren  sacar 
de  Valls  las  comunidades,  a  cuyo  fin  el 
Alcalde  of  reció  pasaportes  para  todos  los 
frailes,  brindàndose  a  dàrselos,  5•a  expre- 
sando  en  ellos  el  sagrado  caràcter  de 
religiosos,  o  ya  bajo  el  nombre  de  una 
profesión  secular,  según  ellos  quisie- 
ran  (2).  Como  a  la  sazón  todos  los  claus- 
tres de  Cataluna,  inclusos  les  de  la 
revoltosa  capital,  albergaban  aún  a  sus 
habituales  moradores,  y  no  había  aún 
mandate  de  la  autoridad  disponiendo  la 
exclaustración,  el  Guardian  capuchino 
no  se  creyó  autorizado  para  enviar  sus 
subordinades,  jóvenes  los  màs,  a  sus 
casas  libres  y  sueltes;  sine  que  les  pre- 
vino  se  recogiesen  a  conventos  del  inte- 
rior o  de  la  montana,  considerando  que 
en  caso  de  peligro  era  màs  hacedero 
desde  allí  el  paso  de  la  frontera.  Y  esto 
explica  también  perquè  al  ausentarse  pre- 
cipitadamente  en  aquella  misma  tarde 
del  24,  salieron  muchos  de  aquellos  jóve- 
nes vestides  aún  de  sus  santos  3'  entences 


(i)     S.  jMateo.  cap.  \'[\.  v.   ió. 

(j)  Declaración  de  Fr.  Juan  de  Olot,  de  ape- 
Uido  Turnell,  uno  de  los  que  entonces  estaba  en 
Valls.  Me  lo  dijo  en  Olot  a  los  16  de  agosto  de 
1883.  Declaración  de  Fr.  Buenaventura  de  .Man- 
resa, de  apellido  Corominas,  en  Sabadell  a  jí  de 
septiemhre  de  i8Sj. 


peligrosisimos  hàbitos  (3);  con  los  que  no 
faltaren  en  los  viajes  sustos  y  azares, 
proporcionades  principalmente  por  los 
destacamentos  de  armades  liberales  es- 
parcides  per  las  peblaciones  del  transito. 

Les  miqueletes  de  guardià  en  Bràfim, 
al  pasar  la  tartana  en  que  iba  Fr.  Buena- 
ventura Corominas,  entraren  en  disputa 
con  el  calesere  sobre  si  éste  cenducía  o 
ne  frailes  en  el  vehicule,  el  cual  iba  cer- 
rade,  mientras  elles  por  los  bajos  o  belsas 
de  éste  iban  entrando  las  bayenetas.  En 
Martorell,  unes  jóvenes  alberetades  que- 
rían,  en  el  puente,  precipitar  los  religio- 
sos al  rie  (4). 

Fr.  Juan  Turnell  y  tres  de  sus  compa- 
neros  dirigiérense  al  convente  de  Saba- 
dell, sufriendo  mil  insultes  en  la  puerta 
de  Tarrasa.  «Cuatro  victimas  màs  para 
»morir  esta  noche»,  exclamo  el  Guardian 
de  Sabadell  al  recibirles ;  por  lo  que, 
pasada  esta  entre  gran  zozebra,  por 
quedar  el  Convente  circuíde  de  revolu- 
cionaries, salieron  los  cuatro  via  de  San 
Esteban  de  Castellar.  Fatigades  y  ham- 
brientes  llegaren  a  la  casa  parroquial, 
pidiendo  por  caridad  al  Cura  el  alimento 
de  que  tante  habían  menester.  Màs,  en  el 
momento  en  que  levantaban  a  la  boca 
el  primer  sorbe,  llego  precipitada  noticia 
de  que  venían,  y  aun  estaban  ya  allí,  los 
miqueletes,  ganoses  de  matar  a  los  frai- 
les. A  tal  recado  asustados  estos,  levan- 
taron  sus  hàbitos  por  medio  del  cordón 
ceflider,  dejaren  allí  los  breviarios  y 
tode  otro  impedimento,  y,  del  espanto 
sacande  fuerzas,  encaramàronse  por  la 
contigua  montana,  absteniéndese  ya  des- 
de entonces,  cemo  malhecheres,de  entrar 
en  peblado  en  la  no  certa  travesía  que 
hasta  Olot  practico  Turnell  (5). 

A  les  des  jóvenes  Fr.  Narcise  Nadal  y 
Fr.  Camilo  Tusquellas,  al  despedirlos,  el 


(?)  Relación  de  Fr.  Narciso  Nadal  en  Barce- 
lona a  o  de  marzo  de  i88^. 

(4)  Relación  del  mismo  Fr.  Buenaventura 
Corominas,  ya  citada. 

(ï)  Relación  de!  mismo  Fr.  Juan  Turnell.  ya 
arriba  citada. 


CONTORXOS    DK    REUS 


241 


Superior  los  destino  al  convento  de  San 
Celoni.  Partieron  de  Valls  el  24,  y  per- 
noctaron  en  Vallmoll.  El  dia  siguiente 
encontraron  un  reclutador  carlista,  cono- 
cido  por  Forner  del  Catllar,  quien  les 
d  i  jo  que  hacía  tres  o  cuatro  d  fas  que  un 
franciscano,  al  hacer  la  cuestación,  había 
sido  asesinado  a  unos  dos  kilómetros  del 
lugar  donde  ellos  entonces  se  hallaban. 
Este  mismo  Forner  proporciono  traje  de 
seglar  a  Fr.  Camilo,  quien,  y  lo  mismo 
sucedería  con  Fr.  Narciso,  vestia  aún  el 
habito  de  su  Orden.  Aquella  noche  la 
pasaron  en  el  Mas  deu  Plana,  situado 
entre  Vilavella  y  Bràfim.  En  vista  de  las 
terribles  noticias  que  de  todas  partes  se 
recibían,  se  unieron  a  los  carlistas,  único 
recurso  que  les  quedaba  para  huir  de  los 
perseguidores  liberales;  però  luego  que 
pudieron  cruzaron  la  frontera.  El  habi- 
tante,  colono  o  amo,  del  Mas  deu  Plana 
fué  fusilado  por  reclutador  o  encubridor 
de  cai-listas  (1). 

El  modo  de  la  huída  de  los  nombrados 
capuchinos  nos  da  fundado  pie  para  con- 
jeturar  el  de  los  demas  capuchinos  y 
frailes  de  Valls,  cuyas  fugas  no  oi  narrar. 
Se  dijo,  emperò,  que  el  Padre  Manuel  de 
Vich,  anciano  y  venerable  capuchino  de 
dicha  Ciudad,  hallàndose  màs  tarde  en 
Piteus,  fué  encontrado  en  una  casa  de 
campo  y  asesinado  (2). 

Durante  los  tres  días  en  que  los  mozos 
custodiaron  los  conventos  pudieron  los 
demí'is  religiosos  ir  ganando  el  despobla- 
do,  adonde,  y  aprovechando  ratos  de 
quietud  abrigados  de  la  obscuridad  de  la 
noche,  los  mismos  mozos  les  acompafla- 
ban  en  pequenos  grupos  de  tres  o  cuatro 
frailes.  En  ellos  también  algunos  capu- 
chinos pudieron  vender  el  vino  y  aceite 
que  tenian  recogido,  y  de  su  precio  re- 
partir cuatro  duros  a  cada  uno   de  los 

(i)  Las  noticias  clc;  la  hiiida  de  Vi\  ('amll•i  y 
l-'r.  Narciso  las  dcho  a  ambos.  VA  primero,  muy 
mi  amigo,  me  la  dió  en  Barcelona  a  íi  de  marzo 
de  i88í,  y  cl  segundo  en  Barcelona  a  2^  de  diciem- 
hre  de  18811. 

(j)     kclaciún  de  l•'r.  Juan  rurncll.  ya  citada. 


presentes,  auxilio  harto  exiguo  para 
remedio  de  tamanas  necesidades. 

Puestos  a  salvo  los  frailes,  habíase  qui- 
tado  el  primer  blanco  y  principal  pretexto 
a  la  revolución.  Quedaba  solo,  Uevado  en 
un  carrito  de  mano,  el  diacono  capuchino 
paralitico  Fr.  Domingo  de  Vallmoll,  am- 
parado  de  la  fiel  custodia  de  los  mozos. 
Sacabanlo  de  su  claustro  en  los  momen- 
tos  en  que  algunos  exaltados  pudieron 
penetrar  en  éste,  lo  que  dió  lugar  a  que 
un  sargento  de  nacionales  de  Valls,  cuyo 
nombre  conozco  y  callo,  desnudo  hasta 
de  la  piedad  para  los  viejos  y  desvalidos, 
diese  un  golpe  al  Fr.  Domingo;  ruin 
acción,  a  la  que  acudió  el  mozo  del  lado, 
de  nombre  Julià,  asestando  al  miliciano 
un  bayonetazo,  que  a  no  hurtar  éste  el 
cuerpo  le  pasa  (3). 

Ignoro  la  suerte  que  habra  cabido  a  los 
objetos  así  sagrados  como  profanos  de 
los  conventos  de  Valls.  Efectuada  en 
modo  pacifico  la  exclaustración,  muchos 
se  salvarian;  però  el  tiempo  habra  acaba- 
do  con  los  mas  de  ellos. 

Los  tres  hermosos  edificios  conventos 
de  Valls  consérvanse  hoy  en  pie,  \'  aun 
mejorados,  prestando  grandes  serviciosa 
la  piiblica  caridad;  3'  puesto  que  ya  que- 
dan  escritas  las  noticias  referentes  a  las 
personas  de  los  frailes  de  Valls,  venga- 
mos  ahora  a  las  de  sus  casas  y  bienes  co- 
menzando  por  las  del 

CONVENTO    DE    CAPUCHINOS 

«Fué  pues  respetada  aqui,  escribe  el 
«liberal  Puigjaner,  la  seguridad  personal 
»de  los  religiosos,  a  pesar  de  la  alarma  y 
»de  las  noticias  que  venían  de  Reus. 
»Dichos  conventos  {los  de  Valls)  fueron 
»por  los  vecinos,  puestos  bajo  la  salva- 
»guardia  del  Municipio  y  de  la  Milicia, 
»independientemente  de  la  cual  se  forma- 
»ron  para  ayudar  a  sostener  el  orden  tres 
«compafiías  llamadas  de  vecinos  hon- 
»rados. 

»Como  consecuencia  de  este  hecho,  el 


(i)     Uislintas  lelacione?  del  mozo  Gensà. 

16 


242 


l.IBRO     lERCERO. — CAPITULO    QI.-INTO 


»hospital  de  San  Roque  fué  trasladado  al 
»convento  de  Capuchinos  el  dia  4  de 
«agosto  de  aquel  mismo  ailo,  y  el  dia  2  de 
xsetiembre  fueron  derribados  para  foiti- 
»ficar  la  Villa  los  73  lúgubres  (i!)  cipreses 
»que  había  en  el  paseo,  que  conduce  a 
»diclio  convento,  y  que  estaban  plantades 
»allí  desde  el  aiio  15SS...»  (1). 

El  templo  capuchino,  pues,  nunca  se 
cerró.  Allà  por  los  anos  de  1858  a  1860 
cesó  en  el  convento  el  hospital,  y  el  ediíi- 
cio  quedo  convertido  en  Casa  de  Caridad 
u  hospicio,  destino  que  aún  hoy  conserva. 
Està  servido  por  Hermanas  Terciarias 
del  Carmen  desde  que  las  mandó  allà  el 
Obispo  de  Vich,  después  de  Barcelona, 
D.  Antonio  Palau,  hijo  de  Valls.  Con 
posterioridad  a  la  salida  de  los  frailes  la 
fachada  del  edificio  ha  sufrido  alguna 
modificación. 

CONVENTO    DE   MÍXIMOS 

El  convento  de  San  Francisco  dePaufa, 
o  mínimo  de  Valls,  por  su  importància 
era  en  Cataluiia  contado  como  el  segundo 
de  su  orden,  y  en  él  lucía  en  modo  parti- 
cular la  observancia.  En  1835  j'a  arriba 
escribí  quien  le  regia,  que  no  era  otro 
que  el  Padre  Francisco  Vinader,  her- 
mano  de  otro  mínimo  Vinader  al  cual 
hallaremos  rigiendo  el  convento  de  Hos- 
talrich  (2).  Salidos  en  1835  los  frailes,  las 
iglesias  de  minimos  y  carmelitas  fueron 
tapiadas,  y  la  Virgen  titular  de  la  de 
estos  y  el  San  Francisco  titular  de  la  de 
aquéllos  fueron  colocados  en  sendos  reta- 
blitos  laterales  de  lacapilla  delSantisimo 
de  la  parroquial  de  San  Juan.  En  los 
tiempos  postreros  de  la  guerra  de  los 
siete  anos,  o  de  entonces,  un  honrado  teje- 
dor  de  la  misma  población  llamado  Mar- 
cos Moria  se  presento  al  jefe  liberal  de 
Valls,  L'Alau,  y  le  pidió  le  permitiese 
abrir  las  dos  dichas  iglesias.  Alau  le  con- 


testo: «Ve,  te  lo  concedo  por  impertinen- 
»te,  toma  tres  o  cuatro  hombres,  abre  las 
«iglesias  de  noche,  y  sin  boato  lleva  a 
»ellas  las  imàgenes».  Así  Moria  lo  ejecu- 
tó:  de  noche  quitó  los  tabiques,  Uevó  las 
imàgenes  bien  que  con  dos  hachas,  y 
colocó  a  dichas  imàgenes  en  sus  retablos. 

Después  de  la  guerra  vivia  en  el  con- 
vento minimo  un  fraile  del  mismo,  de 
nombre  Padre  Juan  Gassó;  el  cual,  junto 
con  otros  del  mismo  cenobio,  que  vivían 
en  Valls,  celebraban  alli  sus  funciones 
religiosas. 

El  convento  allà  por  los  anos  de  1860 
fué  colegio  de  segunda  ensenanza;  però 
después  por  los  de  1862  a  1864  pasó  a  ser 
hospital  (3);  destino  que  aún  hoy  conserva 
bajo  el  cuidado  de  Hermanas  de  la  Sagra- 
da Família. 

También  la  fachada  de  esta  casa  ha 
sufrido  modificaciones  como  la  de  la  de 
los  Capuchinos.  En  un  periódico  de  julio 
de  1903  leo  que  el  Ayuntamiento  pide  el 
derribo  del  campanario  de  San  Francisco 
por  amenazar  ruina  (4). 

Del  paradero  de  bienes  de  este  conven- 
to nos  dan  noticia  los  siguientes  extrac- 
tes de  escrituras  de  venta  de  ellos  por  el 
Estado. 

#  Por  escritura  pasada  en  Tarragona 
ante  el  notario  D.  Joaquín  Fàbregas  en  13 
de  mayo  de  1840  D.  José  Simó  y  Sardà, 
hacendado  de  Reus,  compra  al  Estado 
«todo  aquel  huerto  con  su  casa  para  el 
»hortelano  situado  extramuros,  y  arre- 
»bal  de  San  Francisco  de  la  Villa  de 
»Valls  que  fué  del  extinguido  Convento 
>  de  PP.  Minimos  de  la  misma,  lindante 
»por  levante  con  el  barranco  ó  torrente 
»llamado  den  Puig,  à  mediodía  con  un 
»camino  que  dirige  al  mismo  barranco... 
Ȉ  poniente  con  las  casas  de  la  arrebal  de 
»San  Francisco,  yà  cierzo  parte  con  el 
»Convento  y  parte  con  el  camino  que 
»dirige  al   pueblo   de    Puigpelat...   cuyo 


(i)  d.  Francisco  Puigjaner  y  Gual.  Historia 
de  lavilla  de  Valls,  Valls,  i88i,  pàgs.  316  y  117. 

(2)  Relación  del  mínimo  P.  Francisco  Güell. 
Barcelona  20  de  junio  de  iSSu. 


(?)  Relación  de  D.  Ramún  Morhi,  Pbro..  hijo 
del  dicho  tejedor  D.  Marcos.  Barcelona  25  de 
abril  de  1902. 

(-))      El  Correo  Catalcin  del  7  de   iulio   de  1O05. 


CONTORNOS    DE    REUS 


243 


»huerto  consta  de  cabida  cuatro  jornales 
»y  medio  de  tierra  huerta  con  su  corres- 
«pondiente  agua  y  varios  àrboles  fruta- 
»les».  De  la  resena  de  estàs  circunstan- 
cias  se  deduce  que  esta  finca  forraaba 
como  la  huerta  del  cenobio,  y  era  de 
mucho  valor;  y  sin  embargo,  el  precio  del 
remate  no  subió  màs  que  a  144,000  reales, 
ó  sea  7,200  duros.  El  comprador  pago  el 
primer  plazo  de  ellos  en  Tarragona  31  de 
enero  de  1840  con  títulos  de  la  Deuda  sin 
interès,  y  por  lo  mismo  mediante  un  des- 
embolso  casi  insignificante  (1).  Así  lo  ba- 
llo en  mis  apuntes  tornados  de  la  referida 
escritura;  però  la  clase  de  papel  tratíín- 
dose  de  un  primer  plazo  de  una  finca  rús- 
tica, me  induce  a  pensar  si  al  escribir  mis 
dichos  apuntes,  padecí  equivocación. 

lÈI  Por  escritura  autorizada  por  el 
mismo  notario  D.  IJoaquín  Fàbregas  y 
Caputo  en  Tarragona  a  18  de  agosto  de 
1840,  D.  Francisco  Cabeza  de  Batlle  com- 
pra al  Estado  la  pieza  de  tierra  de  los 
minimos  de  Valls,  huerta  de  siete  y  medio 
jornales  y  un  jornal  de  vina  joven,  sita 
en  el  termino  de  Valls  y  partida  apelli- 
dada  la  Caballería  que  linda  a  E.  con  la 
carretera  Uamada  de  Compte,  y  a  S.  con 
la  llamada  de  Barcelona,  por  el  precio 
de  144,500  reales,  de  los  que  en  Tarra- 
gona a  31  de  enero  de  1840  pago  el  primer 
quinto  con  títulos  del  5  y  del  4  por  ciento. 
144,500  reales  equivalen  a  7,225  duros,  y 
su  quinto,  o  primer  plazo,  monta  1,445 
duros;  los  que  pagados  con  títulos  que  en 
la  fecha  del  pago  no  llegaban  a  cotizarse 
al  30  por  ciento,  redujeron  el  desembolso 
a  unos  420  duros  (2). 

m  Por  escritura  ante  el  propio  nota- 
rio D.  Joaquín  Fàbregas  en  Tarragona  a 
1.°  de  agosto  de  1842,  el  mismo  D.  Fran- 
cisco Cabeza,  vecino  de  Valls,  compra  al 
Estado:  1."  una  casa  número  51  del  arra- 
bal  de  San  Francisco;  2°  la  número  52 
del  mismo  arrabal;  3.°  la  casa  número  34 
letra  B  del  propio  arrabal;  4.°  la  casa  nú- 
mero 34  letra  C;  5."  la  casa  número  34 

(i)     Fol.  1Ú2  del  protocolo. 
(.')    Fol.  3^8  de!  protocolo. 


\  letra  D,  sitas  en  dicho  arrabal  de  Valls; 
por  el  precio  de  32,510  reales,  de  los  que 
en  Tarragona  a  15  de  julio  de  1842  paga 
la  quinta  parte  con  títulos  del  5  por  cien- 
to. Los  32,510  reales  del  precio  equivalen 
a  1,625  duros  11  reales,  y  el  quinto  a  325 
duros  que  pagados  con  títulos  quedarían 
reducidos  aproximadamente  a  una  terce- 
ra parte  (3). 

CONVENTO    DE    CARMELITAS 

Después  de  la  guerra  vivia  en  el  con- 
vento  del  Carmen,  y  cuidaba  del  cuito  de 
su  templo,  el  Padre  de  la  misma  casa 
Juan  Mezina;  y  así  la  iglesiasiguió  abier- 
ta  al  cuito.  En  1878  fué  elevada  a  parrò- 
quia, y  su  primer  pàrroco,  el  cual  tomo 
posesión  en  14  de  julio  del  mismo  ano,  fué 
un  hijo  del  tejedor  Morlà,  de  nombre  Mar- 
cos como  su  piadoso  padre.  Hoy  continua 
allí  la  parròquia. 

El  convento  primero  fué  hospital;  des- 
pués, pasado  éste  a  San  Francisco,  fué 
colegio  de  segunda  ensenanza  dirigido 
por  seglares.  En  1867  entraron  allà  los 
jesuitas.  Echados  de  Espafía  estos  en 
1868,  hubo  allí  un  colegio  de  revoluciona- 
ries, bajo  la  dirección  de  D.  Francisco 
Puigjaner  y  Gual,  autor  liberal  de  la  his- 
toria de  Valls.  Tras  corta  vida  de  este 
colegio,  estuvo  en  el  convento  el  otro 
colegio  dirigido  por  D.  Pedró  Vilar;  des- 
pués vino  el  Vallense  de  D.  Ignacio  Fa- 
rrés; siguióle  el  de  D.  José  Casas;  y 
finalmente,  por  los  anos  de  1883  a  1884  se 
establecieron  en  esta  casa  los  Padres  de 
las  Escuelas  Pías,  quienes  continúan  en 
ella  (4). 

Veamos  ahora  las  ventas  de  los  bienes. 

#  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas,  pasada  en  Tarragona  a  15  de 
mayo  de  1840,  don  José  Gassol  compra 
al  Estado  «un  huerto  circuido  de  paredes 
»en  el  arrabal  de  la  Villa  de  Valls,  de 
«estension  seis  jornales  y  un  cuarto  de 
»otro,  con  una  balsa,  depósito  de  aguas 


(ï)     l-'ol.  563  del  prolocolo. 

(4)     Relaciones  de  varios  amigos  míos  de  Val 


244 


i.iRKO  ti!Ri;f:ro. — capitulo  quinto 


»para  regar,  y  una  casa  ú  cuatro  vientos 
>^situada  en  el  centro  de  dicho  huerto: 
»Linda  al  E.  con  el  huerto  del  convento 
»de  Minimos  mediante  un  camino,  a  Sur 
»con  el  torrente  Uamado  de  San  Francis- 
»co...  y  a  Norte  con  la  iglesia  del  Con- 
»vento  de  Carmelitas  a  que  pertenece, 
»con  la  muralla  Uamada  del  Carmen, 
»donde  saca  puerta  y  con  casas  de  perte- 
»nencia  del  propio  Convento^>.  El  precio 
fué  de  220,000  reales.  Pago  la  primera 
quinta  parte  en  Tarragona  a  15  de  agos- 
to de  1839  con  titulos  al  portador  del  5 
por  100,  que  importaron  43,622  rs  32  mrs., 
y  otro  titulo  del  5  interino  que  importo 
con  intereses  509,  lo  que  hizo  una  suma 
de  44,132  rs.  18  mrs.  Y  como  la  quinta 
dicha  parte  montaba  44,000  rs.,  quedaron 
para  el  plazo  siguiente  adelantados  132 
reales  18  mrs.  (1).  Hasta  aquí  la  escritu- 
ra.  Ponderemos  en  un  momento  estos 
datos.  La  pieza,  siendo  huerta  contigua 
al  convento  y  población,  con  su  larga 
tenida  y  regadío,  debía  atesorar  mucho 
valer.  El  precio  total  sube  solo  a  11,000 
duros,  y  su  quinto,  o  primer  plazo,  a 
2,200  duros;  però  como  el  dia  del  pago  los 
titulos  del  5,  con  los  que  se  efectuo,  se 
compraban  al  de  20  '/ir,  íi  21  Vi  por  ciento, 
los  2,200  duros  se  tornaron  solo  unos 
462  duros. 

0  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  18 
de  mayo  de  1840,  Don  Pablo  Cartena  y 
Pons,  de  Valls,  compra  al  Estado  «una 
»pieza  de  tierra  huerta  y  parte  canave- 
»ral,  de  cabida  dos  jornales,  sita  en  el 
»término  de  la  Villa  de  Valls,  y  partida 
»llamada  la  Espinavesa,  que  perteneció 
»al  suprimido  Convento  de  PP.  Carmeli- 
»tas  calzados  de  la  misma  villa,  que  linda 
Ȉ  levante  con  el  torrente  llamado  dci/ 
»Puig....>•>  El  precio  fué  50,700  reales, 
o  sea  2,535  duros;  de  los  que  pago  la  pri- 
mera quinta  parte  en  Tarragona  a  8  de 
mayo  de  1840,  con  titulos  del  5  y  del  4  por 
ciento  (2).  El  quinto  montaba  507  duros. 


(i)     Fol.  1Q3  del  protocolo. 
(i)     Fol.  22S  del  protocolo. 


y  como  el  dia  del  pago  los  titulos  del  5  se 
cotizaban  al  rededor  del  29  por  100  y  los 
del  4  al  25,  de  aquí  que  el  pago  de  los 
507  duros  no  importase  mas  desembolso 
que  el  de  unos  140  duros. 

#  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  12 
de  febrero  de  1841,  don  José  Serra  com- 
pra al  Estado  <una  pieza  de  tierra  huerta 
»con  su  hera  y  pajar  de  estension  seis 
«jornales  dos  cuartos...,  sita  en  el  termino 
»de  la  plana  y  Samunta,  y  es  parte  dicha 
»pieza  de  tierra  de  la  heredad  nombrada 
hAfitje  dels  Frares,  que  linda  de  Oriente 
»con  Juan  Català  y  con  la  carretera; 
»à  Mediodía  con  la  Carretera;  à  Ponien- 
»te  con  la  Acequia,  y  à  Cierzo  con  José 
»Serra»,  pròpia  de  los  Carmelitas  calza- 
dos de  Valls.  El  precio  fué  210,000  reales, 
de  los  que  Serra  pago  la  quinta  parte,  0 
sea  42,000  reales,  en  Tarragona  à  15  de 
febrero  de  1841,  con  un  titulo  al  portador 
de  la  Deuda  del  5  por  100;  faltando  en  el 
pago  249  reales  11  maravedises.  De  este 
pico,  al  que  no  alcanzaba  el  titulo  y  sus 
cupones,  rezaluego  la  carta  de  pago:  «Los 
»mismos  que  satisface  en  metàlico  al  pre- 
»cio  de  25  rs.  4  m.  que  tuvo  la  cotizacion  en 
»la  Bolsa  de  Madrid,  los  titulos  al  5  p.  •'/o 
»en  25  de  octubre  del  ano  ultimo  en  que 
»se  efectuo  el  remate.  .  .  .  62.21» 
»Aum.i°del2p.%prevenido  1.75  r"'"^'^^'^^ 

En  la  fecha  del  pago,  los  titulos  del  5 
se  compraban  del  28  3/s  al  29  "%  por  100, 
y  por  lo  mismo  los  42,000  reales,  iguales 
a  2,100  duros,  del  primer  plazo,  le  costa- 
ren al  comprador  unos  610  duros. 

^  Por  escritura  pasada  ante  don 
Joaquín  Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarra- 
gona a  23  de  febrero  de  1841  ,  don 
p-rancisco  Cabeza  de  Batlle,  vecino  de 
Valls,  compra  al  Estado,  procedentes  de 
los  Carmelitas  de  Valls,  las  tres  fïncas 
siguientes:  «Una  casa  seíïalada  con  el 
«número  11  que  se  halla  sin  obrar,  con 
»so1o  las  paredes  que  la  circuyen,  sita  en 
»el  arrabal  del  Carmen  de  la  Villa  de 
» Valls,  que  linda  por  el  N.  con  otra  casa 


(?)     Fol.  5_)  del  protocolo. 


CONTORNOS    Dt:    RELS 


24: 


»pi'opia  del  Convento  de  Carmelitas  de 
»la  misma,  por  S.  y  C.  (s/c)  con  el  huerto 
»del  mismo  y  ahora  de  don  José  Gassol,  y 
»por  O.  con  el  espresado  arrabal  del  Car- 
»men  donde  saca  puetta. 

»Otra  casa  tambien  seíialada  de  núme- 
»ro  11  situada  en  dicho  arrabal  de  la  mis- 
»ma  Villa,  que  linda  por  N.  con  otra  casa 
»del  citado  Convento,  por  S.  con  el  refe- 
»do  huerto,  con  (s/cj  C.  con  otra  casa  de 
»la  misma  Comunidad,  que  se  halla  sin 
»concluir,  y  por  O.  con  el  Arrabal,  donde 
»tambien  saca  la  puerta. 

xOtra  casa  de  número  3  senalada  en  la 
»calle  llamada  Cort,  situada  de  la  antedi- 
»cha  villa,  que  linda...  por  C.  con  la  dicha 
»calle  de  la  Cort  donde  saca  la  puerta 
»principal,  y  à  O.  con  un  callejon  llama- 
»do  del  Mií ». 

El  precio  fué  225,000  reales,  o  sea  11,250 
duros;  de  los  que  pago  la  primera  quinta, 
o  sea  2,250  duros,  en  Tarrag^ona  a  1  °  de 
diciembre  de  1840,  con  un  titulo  al  porta- 
dor del  5  por  100  (1).  A  la  sazón  estos 
estaban  de  26 ^/ic  a  26  'Vi,  y  por  lo  mismo 
el  pago  de  los  2,250  duros  solo  costo  unos 
625  duros. 

I8l  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  S  de 
julio  de  1841,  don  Bruno  Boria  y  doíia 
Ana  Carbonell,  cónyuges,  compran  al 
Estado  «toda  aquella  primera  suerte  de 
»50  jornales  y  2/,  de  estension,  à  saber, 
>..tres  jornales  o  ^/^  de  vina  y  olivos,  14 
»jornaIes  olivos,  3  jornales  encinar,  y  30 
»jornales  pinar  y  roca... 

»Toda  aquella  segunda  suerte  de  2  'Vi 
«jornales  de  tierra  huerta,  que  linda  de 
»E.  con  el  río... 

»Toda  aquella  tercera  suerte  de  ^,\  de 
»jornal  de  tierra  huerta,  que  linda  A 
»Oriente  con  el  río... 

»Toda  aquella  quinta  suerte  de  '/j  de 
«jornal  de  tierra  huerta... 

»Toda  aquella  sexta  suerte  que  contie- 
»ne  un  huerto  circuido  de  paredes  de  '/i 
»de  jornal». 

El  precio  fué  17f),.ó00  reales,  iguales  a 


(!)     Ko! 


del  protocolo. 


8,975  duros;  de  los  que  en  Tarragona,  a  9 
de  febrero  de  1841,  pagaron  la  quinta 
parte  con  títulos  del  5  por  100  al  portador 
y  vales  no  consolidades. 

Pertenecia  esta  finca  a  los  Carmelitas 
calzados  de  Valls  (2).  El  nombre  de  ella 
era  Mitjó  dels  Frares,  y  estaba  situada 
en  la  Plana  y  Samuntà. 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  9  de 
mayo  de  1842,  don  José  Gassol  y  Porta, 
vecino  de  Tarragona,  compra  al  Estado 
tres  casas  de  los  Carmelitas  de  Valls,  a 
saber:  «la  número  11  letra  A  del  arrabal 
«del  Carmen,  la  número  11  y  letra  C  del 
»mismo  arrabal,  y  la  número  11  letra  D. 
»La  A  linda  al  N.  con  la  B,  la  C  al  N.  con 
»la  D,  y  la  D  linda  al  N.  con  la  de  un  par- 
«ticular,  Y  al  S.  con  la  G,  sitas  en  dicho 
»arrabal  de  Valls».  El  precio  fué  de  33,554 
reales,  iguales  a  2,677  duros  y  14  reales, 
todos  los  cuales  paga  en  Tarragona  a  19 
de  marzo  de  1842  con  títulos,  a  saber:  uno 
del  5  por  100,  tres  de  la  deuda  sin  interès 
y  dos  vales  consolidados.  Se  le  abona  el 
15  por  100  sobre  14,249  reales  16  mrs.  por 
razón  de  que  adelanta  los  plazos,  es 
decir,  porque  paga  en  el  acto  hasta  lo 
que  podia  pagar  a  plazos  (3).  Cotizàndo- 
se  entonces,  como  se  cotizaba,  el  papel 
del  5  al  rededordel  28  por  100,  el  sin  inte- 
rès al  rededor  del  6  por  100,  y  hacién- 
dose,  como  se  hizo,  la  rebaja,  el  precio 
desembolsado  seria  diminuto  por  màs  que 
el  sin  interès  se  estimarà  tan  solo  por  la 
mitad  de  su  valor  nominal,  y  los  títulos 
del  pago  de  los  plazos  adelantados  cedie- 
ran  el  cupón  a  favor  del  Estado  como 
estaba  mandado. 

^  Por  escritura  pasada  ante  don 
Joaquín  Fàbregas,  en  Tarragona  a  10  de 
junio  de  1842,  don  Domingo  Alberich, 
de  Tarragona,  compra  al  Estado  «la  casa 
»número  11  letra  B  del  arrabal  del  Car- 
»men  de  Valls  pròpia  de  los  Carmelitas 
»del  mismo  Valls,  que  linda  al  N.  con  la 
«letra  C,  al  S.  con  la  A,  y  al  O.  con  el' 


(2)     Fol.  4S7  del  protocolo. 
(5)     Fol.  2UJ  del  protoeolo. 


246 


I.IliKO    TKltCUUO. — CAPITULO 


»Arrabal»,  por  el  precio  de  17,003  reales, 
iguales  a  850  duros  3  reales;  de  los  que 
en  Tarragona  a  12  de  mayo  de  1842  pago 
con  metàlico  la  quinta  parte  (1). 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  14 
de  noviembre  de  1843,  don  José  Simó,  de 
Reus,  compra  al  Estado  «toda  aquella 
«pieza  de  tierra  de  estension  30  jornales 
»parte  vina,  parte  olivos  y  algarrobos, 
»sitii  en  el  termino  de  Valls,  partida  de 
»la  Martinanguera»,  procedente  de  los 
Carmelitas  de  Valls,  por  el  precio  de 
43,000  reales,  iguales  a  2,150  duros;  de  los 
que  en  Tarragona  a  9  de  noviembre  de 
1843  paga  la  quinta  parte  con  títulos 
del  5  consolidades  y  un  pico  en  metalico 
equivalente  a  títulos  (2).  La  quinta  parte 
montaba  430  duros,  los  que  se  redujeron 
próximamente  a  una  tercera  parte  en 
razón  del  valor  que  en  aquellos  días 
tenían  en  la  Bolsa  los  mentados  títulos. 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  7  de 
agosto  de  1844,  don  José  Safont,  de  Ma- 
drid, compra  al  Estado,  procedente  de 
los  Carmelitas  calzados  de  Valls,  «todo 
»aquel  molino  harinero  situado  extra- 
»muros  de  la  Villa  de  Valls  y  paraje 
»llamado  la  Font  de  Farigola,  con  sus 
»dos  casitas  à  él  contiguas.  Un  huerto 
»unido  à  dicho  molino  de  cabida  un  trein- 
»ta  y  dosavos  de  jornal:  Otro  llamado  de 
»Baix,  de  un  treinta  y  un  avos  de  jornal: 
»Una  porcion  de  tierra  debajo  el  molino 
»contiguo  al  puente  llamado  de  Farigola. 
»Otro  contiguo  à  la  acequia  del  espresa- 
>^do  molino  de  tres  cortanes  de  dimen- 
»sion».  El  precio  fué  de  200,000  reales,  o 
sea  10,000  duros,  de  los  cuales  en  Madrid 
a  19  de  enero  de  1840  pago  el  quinto  con 
un  titulo  del  5,  otro  del  4  ambos  de  al 
portador,  y  un  «Documento  interino  de 
»renta  perpètua  al  4  p.%»  (3).  El  quinto 
de  10,000  son  2,000  duros.  Los  títulos 
del  5,  entonces,  se  compraban  al  precio 


(i)     FoI.  2ÓJ  del  protocolo. 

(2)  Fol.  954  del  protocolo. 

(3)  Fol.  699  del  protocolo. 


de  27  '/s  a  29  '/a .  Y  por  lo  mismo,  los  2,000 
duros  del  primer  plazo  solo  importa- 
rían  el  desembolso  de  unos  550  duros. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  3  de 
noviembre  de  1845,  D.  Agustín  Reverter, 
de  Valls,  compra  al  Estado,  procedentes 
de  los  Carmelitas  calzados  de  Valls,  las 
fincas  siguientes: 

1.0  La  huerta  sita  en  el  termino  de 
Valls,  partida  de  Espinavesa,  junto  a  la 
carretera  de  Reus,  de  2  jornales,  que 
linda  a  S.  con  dicha  carretera. 

2°  La  pieza  de  tierra  en  el  mismo  ter- 
mino y  partida,  contigua  a  la  misma 
carretera,  de  3  1/4  jornales  entre  yermo  y 
secano  con  118  olivos. 

3.°  La  vina,  sita  en  el  mismo  termino 
de  Valls,  Plana  de'n  Berga,  o  Prop  de 
Canellas,  de  2  jornales  con  44  olivos. 

4.''  La  pieza  de  tierra,  sita  en  el  mismo 
termino  y  partida  Plana  de'n  Berga,  de  2 
jornales,  plantada  de  vina  con  31  olivos, 
llamada  del  Clot. 

5.°  La  vina  llamada  la  vina  llarga 
situada  en  la  mïsm-àplana  de'n  Berga,  de 
4  jornales. 

El  precio  fué  69,102  reales,  o  sea  3,455 
duros  2  reales;  de  los  cuales  en  Gerona  a 
30  de  octubre  de  1845  pago  el  quinto  con 
títulos  del  5,  742  r.  30  m.  con  metúlico  en 
equivalència  de  3,517  r.  31  m.  de  títulos 
del  5  según  tipo  de  21  r.  4  m.  por  ciento; 
y  con  títulos  del  4  (4). 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona,  a  20  de 
abril  de  1846,  D.  Francisco  Mosté  compra 
al  Estado,  procedente  de  los  Carmelitas 
de  Valls,  una  pieza  de  tierra  huerta  de  '/j 
de  jornal  y  ^/^  sita  en  el  termino  de  Valls, 
y  partida  Rech  de  las  Canals,  que  linda 
a  N.  con  este  Rech  a  S.  con  el  RecJi  de 
Monfar;  por  el  precio  de  21,500  r.  ó  sea 
1,075  duros;  de  los  que  en  Tarragona  a 
20  de  abril  de  1846  paga  el  quinto,  ó  sea 
4,300  reales,  con  946  reales  en  metalico 
en  equivalència  de  4,300  en  títulos  conso- 
lidados  del   5  computades  al  22  por  100 


(-l)     Fol.  4ÍÚ  del  protocolo. 


I 


IJO.NTORNOS    DE    REUS 


247 


según  cotización  del  21  marzo.  Elaumen- 
to  del  2  sube  ISreales  (1).  La  misma  es- 
critura,  pues,  lo  dice  todo,  y  por  ella  sabe- 
mos  que  el  plazo  de  4,300  reales  se  paga 
con  946:  o  sea  215  duros  se  pagan  con  47 
duros  6  reales. 

Ui  Por  escritura  ante  D.  Joaqüín 
Cortadellas,  en  Tarragona,  a  los  29  de 
abril  de  1847,  D.  Manuel  Berenguer,  veci- 
no  de  Montblanch,  compra  al  Estado, 
procedente  de  los  Carmelitas  de  Valls, 
la  casa  que  habitaba  el  parcero  de  la  | 
heredad  llamada  Plana,  sita  en  el  pueblo 
de  Plana,  por  el  precio  de  18,000  reales, 
iguales  a  900  duros;  de  los  que  en  Tarra- 
gona el  mismo  dia  pago  el  quinto  con  724 
r.  S  m.  en  metàlico,  en  equivalència  de 
3,600  en  títulos  del  5  computados  al  20  r. 
4  m.  hecho  el  aumento  de  14  r.  16  m.  por 
razón  del  2  por  ciento  (2).  También  aquí 
la  escritura  lo  declara  todo,  y  nos  certi- 
fica de  que  el  quinto  del  precio,  o  sea 
3  600  reales,  quedo  pagado  con  724  reales 
8  maravedises;  o  sea  180  duros  quedaron 
pagados  con  el  desembolso  de  36  duros  4 
reales  8  maravedises. 

COXCLUSIÓN 

No  puedo  terminar  este  articulo  sin 
tratar,  siquiera  en  breves  palabras,  dos 
puntes.  Primero.  Cuenta  el  seiïor  Puigja- 
ner  en  su  Historia  de  la  villa  de  Valls 
el  motín  que  de  1834  a  1835  se  perpetro 
en  esta  población  contra  los  procurado- 
res.  «La  indignación,   dice,    contra  los 

»f ralles  iba  en  aumento temiéndose 

»desacatos  iguales  à  los  que  mAs  tarde 
«tuvieron  lugar.  En  tal  situación  se  amo- 
»tina  un  dia  el  pueblo  de  Valls,  ó  mejor 
»dicho  la  mayor  parte  de  los  individuos 
»que  formaban  las  compaiiías  4.^  y  6."  de 
»la  milicia  al  grito  de  mueran  abogados 
»y  procuradores,  y  las  autoridades  y  el 
«resto  de  la  milicia  apenas  pudieron  con- 
«tener  al  populacho  que  llego  -k  pegar 
»fuego  à  algunos  archivos...  Ahora  bien: 
«iquién  promovió  esealboroto?;Seria  que 


(i)     Fol.  ijí. 

(j)     Fol.  J71  del  prolocolo. 


»el  pueblo  estuviese  verdaderamente  in 
>dignado  contra  aquellos  funcionaries  en 
>/una  población  en  la  que,  por  estar  tan 
«dividida  la  propiedad...  apenas  hay  fami- 
>4ia  que  no  haya  sostenido  algun  litigio, 
«habiendo  visto  bastantespasar  sus  fincas 
«à  manos  del  tribunal  por  pago  de  gastos 
»y  costas,  ó  seria  quiza  que  alguna  mano 
*oculta  hubiese  andado  en  ello  a  lin  de 
»distraer  el  odio  que  se  manifestaba  cada 
»día  mas  contra  los  frailes?  Todo  puede 
»presumirse»  (3). 

jCuanta  malignidad  en  esta  insinua- 
ción!  No,  senor  Puigjaner,  no,  los  frailes 
no  atizan  odiós  personales;  y  tampoco  los 
atizan  contra  los  archivos  y  sus  custo- 
dies, perquè  esto  seria  pecado,  y  perquè 
en  los  archivos  estaba  precisamente  la 
fuerza  y  fundamento  de  sus  propiedades 
y  censos.  Los  que  en  aquel  nefasto  ano  de 
1835  corrieron  a  incendiar  archivos  fue- 
ren  los  liberales,  los  amigos  de  V.,  gane- 
sos  de  librarse,  aun  hollande  sobre  la 
conciencia  y  la  justícia,  ganosos,  dige, 
de  librarse  de  las  obligaciones  de  censos 
y  censales  que debían ales  menasterios  y 
conventos. 

Però  sí  el  que  leyere  desea  convencerse 
de  lo  enterado  que  anda  Puigjaner,  exa- 
mine  el  siguiente  aparte  que  inmedíata- 
mente  sigue  al  copíado:  «Sin  embargo, 
»díce,  la  espulsion  de  les  frailes  tuvo 
«lugar  en  Valls  como  en  los  demas  puntos 
»de  Espafia  en  ese  mismo  ano  de  1835.  A 
»les  incendies  de  conventos  y  horrible 
»matanza  de  religiosos  que  tuvo  lugar  en 
«Barcelona  el  25  de  Julio,  despues  de 
«haber  muerto  al  general  D.  Pedró  Bassa, 
»natural  de  Villalonga,  sucedieron  igua- 

>  les  desmanes  en  Reus  y  otras  partes... 
»La   espulsion  de  los  frailes  tuve   pues 

>  lugar  pacificamente  en  Valls  el  27  de 
» Julio  de  1835...»  (4).  Apunto  a  continua- 
ción  las  fechas  verdaderas  de  les  aconte- 
cimientes  que  insinua  arriba,  s  apare- 
ceràn  los  crases  errores  del  autor.  Incen- 
»dio  de  los  conventos  de  Barcelona:  25  de 


(ï) 

(-4) 


Obra  dicha,  püg.  ?i 
Obra  cit.,  púg.  510. 


248 


I.IIÍRO     TERCliRO. CAPITULO    QLIN'Td 


julio.=Asesinato  de  Bassa:  5  de  agosto. = 
Incendio  de  los  conventos  de  Reus:  22  de 
julio.=Exclau.stración  de  Valls:  23  o  24 
julio.  De  modo  que  el  orden  de  los  suce- 
sos  es  el  contrario  del  que  escribe  Puigja- 
ner  y  algunas  fechas  equivocadas.  Ya  al 
relatar  la  exclaustración  de  1821  nos  dijo 
que  en  Valls  se  perpetro  el  16  de  abril  de 
1821,  siendo  así  que  el  decreto  que  la  or- 
deno es  de  16  de  maj'o  siguiente  (1).  Y 
basta  de  Puig'janer. 

Segundo  punto.  En  la  triste  narración 
de  esta  gran  tragèdia  del  1835  poca  im- 
portància atesora,  y  por  lo  mismo  exigua 
extensión  pedía  en  este  libro,  la  exclaus- 
tración de  Valls.  Ni  grandes  sustos,  ni 
atropellos  personales,  ni  pérdidade  joyas 
históricas  o  artísticas,  ni  menos  muertes, 
ennegrecieron  las  tintas  de  este  pequefio 
cuadro;  y  sin  embargo  le  considero  digno 
de  no  poca  atención.  Estuvo  la  causa  de 
tal  anomalia  en  que  si  como  relato  histó- 
rico  carece  de  importància,  la  tiene  in- 
mensa  como  acusación  fiscal  y  sentencia 
en  contra  de  las  autoridades  de  Reus. 
Junto  a  la  falta  de  medidas  preventivasy 
morosa  inacción  del  Gobernador  Satorras 
y  del  Comandante  Llorens  brillan,  como 
estrellas  en  noche  obscura,  las  acertadas 
trazas  del  Alcalde  Teli  y  la  decisión  del 
Cabo  Cartró.  Confieso  de  buen  grado  la 
mayor  población  de  la  villa  de  Reus  y  su 
exaltado  espíritu  revolucionario,  paro  a 
su  vez  recuerdo  la  presencia  de  aviesos 
forasteres  en  Valls,  y  que  en  Reus  mane- 
jaba  los  destinos  autoridad  muy  superior 
a  la  de  un  alcalde,  la  del  Gobernador, 
duefia  por  tanto  de  poderosos  recursos,  y 
que  el  militar  no  disponía  de  solos  25 
mozos,  sinó  de  buen  trozo  de  tropa  regu- 
lar. Teli  da  pasaportes  con  larga  mano, 
vigila,  distrae  a  los  malévolos,  y  usarà 
de  la  fuerza  si  se  hace  menester.  Satorras 
se  cine  a  la  completa  inacción;  y  así  la 
prueba  del  hecho,  de  todas  la  mayor, 
demuestra  que  el  jefe  de  Valls  quiso  con 
veras  evitar  el  crimen,  y  que  el  Gober- 
nador no. 


(i)     Obra  cit..  pàg. 


ff7 f<m msra wmsr 


ARTICULO  SEPTIMO 
CARTUJA    DE   SCALA    DEI 

§  1."  AXTECEDENTES  A  LA  EXCLAUSTRACIÓ.M 

En  mi  obra  anterior  escribí  que  la 
Comunidad  de  esta  Casa,  según  un  docu- 
mento de  1718,  se  componia  de  28  presbí- 
teros  y  30  legos,  y  que  opinaba  yo  que 
en  los  tiempos  posteriores  poco  habría 
variado  el  número  (2).  Efectivamente, 
los  ancianos  de  1835  le  ponen  en  unos  25 
sacerdotes  y  15  legos,  dando  un  total  de 
40  religiosos.  Solo  en  modo  incompleto 
pude  averiguar  sus  nombres,  y  son  como 
siguen: 

Prior:  D.  José  Vila,  natural  de  Vimbo- 
dí, seilor  de  mucha  santidad. 

Procurador  general  y  conreuer  (3): 
Don  Domingo  Assols,  hijo  de  Manresa, 
hombre  espiritual  y  muy  docto.  Un  sacer- 
dote  agustino,  que  le  trató  familiarmente 
después  de  la  exclaustración,  me  hizo  de 
él  grandes  elogios,  diciendo  que  ni  aun 
en  los  paseos  era  frívola  su  conversa- 
ción,  ni  de  intereses  mundanos,  sinó  solo 
de  dogma,  moral  y  política  (4). 


(2)  I. as  Casas  de  religiosos...,  tomo  I.  pàgina 
218, 

(3)  Palahra  catalana  nacida  del  verbo  con- 
reuar,  que  significa  labrar  el  campo,  porque  el 
Conreuer  cuidaba  de  esta  labranza. 

(4)  El  P.  D.  Luis  Salléf. 


c:ONTOR.\OS    DE    REUS 


249 


Maestro  de  novicios:  Don  N.  Simó, 
hijo  de  p-ondarella,  en  Urgel. 

Archivero:  Don  N.  Franch,  hijo  de 
Granadella. 

Don  N.  BurruU,  monje  encanecido  en 
la  religión  y  sabio. 

Don  N.  Tuntull,  de  ochenta  y  ocho  afios 
de  edad,  hijo  de  \^ellbis. 

Don  N.  Sala,  hijo  de  Juneda,  hombre 
sabio. 

Don  N.  Marín,  valenciano. 

Don  N.  Baquer,  natural  de  Batea. 

Don  N.  Sardà,  de  Reus. 

Don  N.  Prat,  de  Prats  de  Rey. 

Don  N.  Gassó,  de  Calaf. 

Don  Pedró  Prim,  de  Torres. 

Don  N.  Solà,  de  Ofès. 

Don  Fernando  Pagès,  de  Barcelona. 

Don  N.  Dalmau,  de  la  Nou. 

Don  Fernando  Agullana,  de  Vilaller. 

Don  Miguel  Ordinas. 

Don  N.  Arrégula. 

Don  N.  Pujol. 

Don  Miguel  Pujadas. 

Don  N.  Feliu. 

Don  Buenaventura  Morer,  de  Cerdana. 

Don  Jaime  Marrugat,  de  Tarragona. 

Don  Miguel  Roger,  de  Margalef. 

Legos :  Fray  Narciso,  Fraj'  Bruno, 
Fray  Melchor,  Fray  Mariano,  Fra}'  joa- 
quin,  Fray  Pedró,  Fray  F"rancisco,  Fray 
Esteban,  Fray  Gabriel,  Fray  Miguel  y 
Fray  Cipriano  Riqué. 

Según  expliqué  en  su  lugar,  a  los  tres 
días  de  muerto  Fernando  VII,  o  sea  en 
dos  de  octubre  de  1833,  levantóse  en 
armas  en  tierra  de  Castilla  la  primera 
partida  carlista  de  la  guerra  de  los  siete 
aflos;  siguiéndole  en  breve,  o  simultànea- 
mente,  en  otras  provincias,  otras.  Para 
fomentar  en  Catalufia  el  alzamiento,  que 
aquí  andaba  tardío  y  descaecido,  nume- 
rosas  fuerzas  carlistas  del  Maestrazgo 
cruzaron,  bajo  Carnicer,  el  Ebro  a  pri- 
meros  de  abril  de  1835  (1),  atravesando 


(i)  d.  Víctor  Gebhardt.  Historia  general  de 
Espaiia,  tomo  VII.  púg.  i^. — Pirala.  Historia  de 
la  guerra  civil,  lib.  II,  §  óo,  o  sea  cdición  de 
i8ó8,  tomo  I,  pàg.  206. 


el  Priorato,  y  pasando  el  6  o  el  7  del 
mismo  mes  por  Scala  Dei.  Por  ello  muy 
pronto  clamo  la  piiblica  sana  liberal, 
diciendo  sin  verdad  que  el  Monasterio 
entonces  habia  facilitado  a  Carnicer  dine- 
ro,  con  que  éste  repartiera  una  paga  a 
sus  oficiales.  Subió  un  regimiento  a  la 
Cartuja;  tomóse  declaración  a  los  depen- 
dientes  y  al  Prior;  éste,  el  Padre  Vicario 
y  el  Padre  Procurador  vinieron  a  la 
Ciudadela  de  Barcelona,  donde  quedaron 
presos.  Al  cabo  de  unos  tres  meses,  me- 
diante  fianza,  obtuvieron  la  libertad  ('2); 
y  muy  sin  culpa  debió  de  ballaries  el 
Tribunal  o  Consejo  de  guerra,  cuando,  en 
aquellos  tiempos  de  brutal  intolerància, 
y  en  los  que  por  pequeiïos  datos  se  pasa- 
ba  un  hombre  por  las  armas,  se  les  con- 
denó  solo  a  destierro  al  punto  de  Espafia 
que  ellos  escogieran  (3);  y  aun  esta  sen- 
tencia, en  cuyo  cumplimiento  los  conde- 
nados  optaron  por  Mallorca,  no  llego  a 
ejecución.  Según  otros,  el  fallo  fué  abso- 
lutorio;  y  cuenta  que  este  ultimo  y  màs 
favorable  sentir  lo  hallonada  menos  que 
en  el  dependiente  de  confianza  del  Padre 
Procurador,  que  fué  quien  de  Barcelona 
llevo  la  grata  nueva  al  Prior  en  Scala 
Dci ;  y  quien,  como  prueba  de  la  tirantez 
de  los  tiempos,  al  partir  de  la  capital  no 
se  atrevió,  aconsejado  por  el  prudente 
canónigo  de  Lérida  senor  Vallcendrera, 
a  llevar  consigo  escrita  la  noticia,  o  sen- 
tencia, sinó  que  la  tragó,  sin  que  por 
esto  lograra  escapar  de  ser  presó  (4). 

Dos  terribles  enemigos  nutría  junto  a 
sí  la  cartuja  de  Scala  Dci ,  a  saber:  sus 
riquezas  y  sus  virtudes.  Bien  es  verdad 
que,  satisfechas  las  frugalísimas  necesi- 
dades  del  monje,  repartia  las  primeras 
entre  los  pobres  principalmente  del  Prio- 

(2)  Relajiún  del  dependiente  de  confianza  del 
P.  Conreuer.  D.  Juan  Pàmies,  hecha  en  Borjas  de 
lifíel  a  -I  de  julio  de  i8<)o,  ratificada  después  por 
carta. 

(5)  Relación  de  un  oficial  de  este  regimiento  y 
relacion  de  un  monje  de  esta  cartuja. 

(4)  Relación  del  mismo  dependiente  D.  Juan 
Pàmies. 


250 


i.iBKO  Ti:uci:iiO.  —  capitulo  ouinto 


rato;  bien  es  verdad  que  el  Padre  Procu- 
rador, poco  exigente  y  generosísimo  con 
el  granjero  de  San  Blas,  no  había  de 
mostrarse  tirante  con  los  demas  colonos, 
parceros  y  censatarios;  bien  es  verdad 
que  el  Monasterio  permitía  a  todo  el 
mundo  aprovechar  la  leiia  caída  de  sus 
muy  extensos  bosques;  però  aquellos  co- 
diciosos  montaneses  prefirieron  a  la 
decència,  al  respeto  a  lo  ajeno  y  a  la 
mas  rudimentària  justícia,  la  libertad  de 
censos  y  diezmos,  y  la  posesión  de  los 
bienes  del  Monasterio.  Ignorantes,  pres- 
taren favorables  oídos  a  las  promesas  de 
futuras  Jaujas,  que  astutes  agentes  de  la 
revolución,  o  de  viles  judíos  de  negocian- 
tes,  sembraron  entre  ellos.  Inculcàronles 
estos  que,  abolida  la  Carluja,  sus  tierras 
serían  repartidas  entre  los  campesinos 
de  la  redonda;  que  con  ellas  cada  chica 
joven,  al  contraer  matrimonio,  recibiría 
dota  abundante;  que  en  los  bienes  mona- 
cales  toda  deuda  encontraría  pronta 
extinción;  de  tal  modo,  que  en  aquella 
comarca  no  faltaron  osados  que  ya  antes 
de  la  exclaustración  se  intitularen  due- 
iïos  de  cuanto  poseían  los  monjes.  ilnfeli- 
ces!  Reclamen  ahora  estos  sus  bieites, 
reclàmenlos  de  los  actuales  poseedores, 
y  al  liacerlo  usen  con  ellos  de  algun  des- 
comedimiento,  y  pronto  la  guardià  civil, 
atàndoles  codo  con  codo,  les  sacarà  de 
errores.  Y  por  cierto  que  en  estos  últimos 
tiempos,  allà  por  los  afios  de  1S90,  no 
poco  descontento  y  enemiga  germino  en 
contra  de  aquellos  sefiores  en  los  pechos 
populares  del  Priorato,  por  el  desconoci- 
miento  con  que  se  les  ha  mirado  en  la 
construcción  de  la  carretera. 

Por  otra  parte,  las  refulgentes  virtu- 
des  que  como  estrellas  brillaban  en  el 
Monasterio  y  en  cada  uno  de  sus  monjes, 
si  por  un  lado  eran  reconocidas  por 
aquellos  comarcanos,  e  imponían  respeto 
y  veneración  a  pueblos  que,  en  hecho  de 
verdad,  respetaban  a  los  cartujos;  por 
otro,  encendían  el  odio  y  la  ràbia  satàni- 
ca de  los  revolucionarios  de  intención, 
que  no  podían  faltar  en  pueblos  exalta- 
des como  les  del  Priorato,  armades  ade- 


màs  con  los  fusiles  de  nacienales.  Un 
entendide  sacerdete,  pàrroco  que  fué  de 
un  pueblo  vecino,  y  muy  mi  amigo,  me 
testifico  la  buena  epinión  que  gozaban 
allí  les  cartujos.  Así  que  el  color  moral 
que  a  los  ojes  de  todo  expectader  cen- 
cienzudo  presenta,  respecto  del  Monas- 
terio, la  epinión  de  estàs  gentes,  es  el  de 
una  extraiïa  mezcla  de  respeto  y  ojeriza 
hacia  sus  monjes,  y  codicia  de  sus  bie- 
nes. Les  hechos  que  muy  luege  voy  a 
reseiïar,  y  de  cuyo  examen  deduje  la 
anterior  apreciación,  me  dejaràn  plena- 
mente  veridice. 

Quizà  en  el  animo  hostil  de  alguno 
influj'eran  prevenciones  de  partido  polí- 
tice.  Muy  pecas  reflexiones  bastaran  al 
mas  lerde  para  certificarse  de  cuàn  fal- 
tas  de  fundamento  éstas  se  ballaran. 
Nunca  el  Monasterio  mostro  inclinación 
por  uno  u  otro  bando;  ninguno  de  sus 
edificantes  monjes,  ordenado  o  lego,tuvo 
la  osadía  de  trocar  por  el  fusil  sus  disci- 
plinas  y  breviario;  ni  casi  epinión  pudo 
formar  sobre  los  partides  contendientes, 
aislado  del  resto  del  mundo  como  se 
hallaba  por  el  silencio  abseluto.  Si  por 
allí  Carnicer  pasó  una  vez,  otras  muchas 
se  alejaren  fuerzas  isabelinas  en  los  edi- 
ficios  cartujos,  y  obtuvieron  de  seguro 
mucho  mayer  socorro  y  asistencia  éstas 
que  las  de  aquél,  que  al  fin  no  recibieron 
màs  que  un  becado  de  pan  y  un  serbo  de 
vine  (1).  Si  el  Monasterio,  después  del 
atentado  del  dia  de  Pascua,  que  relataré 
muy  luege,  trató  de  pedir  auxilio  arma- 
do,  acudió  a  los  nacienales  de  la  muy 
liberal  Porrera,  y  de  ellos  bajo  su  techo 
albergo  censtantemente  un  piquete,  con- 
tinuo testigo  del  sensato  proceder  del 
Monasterio  y  sus  monjes.  Ni  son  para 
olvidadas  las  palabras  tan  decisivas  de 
amor  al  trono  de  Dona  Isabel,  escritas 
por  el  Prior  del  Monasterio  al  Capitàn 
general  Llauder,  en  4  de  junio  de  1834, 
ni    menes  los  3,000   dures   que  para  el 


(i)  Relación  ya  citada  de  D.  Juan  Pàmies, 
que  se  hallaba  a  la  sazón  en  la  Cartuja.  y  aun 
dice  que  solo  se  dió  de  beber. 


CONTORXOS     IJE    REUS 


251 


sostenimiento  de  la  guerra  le  mandó, 
según  aniba  escribí,  y  publico  el  mismo 
Llauder. 

No,  mil  veces  no,  no  existe  inconve- 
niència política  alguna  de  parte  de  los 
monjes  que  pudiera  dar  pretexto  al  incen- 
dio, y  así  dejadas  a  un  lado  tales  quime- 
ras,  vengamos  va  a  la  narración  de  los 
hechos,  de  sí  harto  elocuentes. 

Armados  los  nacionales,  e  iniciada  la 
guerra  civil,  aquéllos  emprendían  corre- 
lías  por  la  comarca,  y  empleaban  en  ges- 
tos y  palabras  desusada  libertad,  nada 
halagüefla  por  cierto  para  monjes  y  frai- 
les.  Así,  por  ejemplo,  llegando  a  las 
veces  hasta  la  Cartuja,  pedían  a  grandes 
voces,  o  mejor  exigían,  la  clase  de  ali- 
mento que  mejor  les  venia  en  voluntad, 
aiïadiendo  que  allí  toclo  era  de  e/los. 
Conforme  a  tan  injusto  principio,  un  dia, 
cuya  fecha  ignoro,  se  antojó  a  uno  de 
ellos  proveer  de  lena  en  el  bosque  del 
Monasterio,  y  sin  escrúpulo  cargó  allí 
osadamente  dos  burros.  Sorprendióle  el 
guarda,  y  so  pena  de  autorizar  con  su 
presencia  el  crimen,  debía  reprender,  y 
reprendió,  al  ladrón,  dandole  la  voz  de 
«alto».  Entonces  el  atrevido  nacional, 
lejos  de  pararse,  o  siquiera,  de  confuso, 
huir  precipitadamente,  acometió  al  guar- 
da, el  cual  en  uso  de  legítima  autoridad 
y  pròpia  defensa  le  asestó  un  tiro,  que 
por  desgracia  dejó  al  ladrón  en  tal  esta- 
do  que  murió  al  poco  rato.  Corrió  el  Pa- 
dre  Procurador  al  lugar  de  la  desgracia 
para  prestar  al  herido  los  auxilios  espiri- 
tuales,  però  hallólo  ya  cadàver.  Este 
hecho,  tan  exento  de  culpa  por  parte  del 
Monasterio,  de  tal  modo  dió  pretexto 
para  la  ira  de  los  nacionales,  que  resol- 
vieron  estos  subir  a  la  Cartuja  y  asesinar 
a  los  religiosos.  Con  fin  tan  criminal 
enderezàronse  a  la  Conrería;  mas,  al 
penetrar  en  ella  y  subir  la  escalera,  sus 
corazones,  de  improviso,  quedaron  tro- 
cados;  pues,  fuera  por  milagro  del  Cielo, 
al  cual  lo  atribuyeron  los  monjes,  fuera 
por  el  respeto  a  las  limosnas  y  santidad 
de  estos,  lejos  de  ejecutar  sus  proyectos 
de  exterminio,  trataron  con  toda  cortesia 


al  Padre  Procurador  con  el  cual  toparon, 
quedando  ellos  mismos  pasmados  de  su 
pròpia  mudanza,  3'  confesando  después 
paladinamente  la  verdad  de  su  criminal 
proyecto  (1).  He  aquí  en  el  difunto  del 
bosque  la  codicia  de  los  bienes  del  Mo- 
nasterio, y  en  sus  companeros  el  respeto 
arriba  mentado. 

Otro  dia  salía  de  paseo  la  Comunidad 
en  los  momentos  en  que  los  nacionales 
de  varios  pueblos  del  Priorato  descansa- 
ban  frente  del  Monasterio,  cuando  al 
cruzar  aquéüa  entre  los  grupos  uno  de 
los  armados  soltó  una  blasfèmia.  Ni  el 
piadoso  corazón  ni  su  autoridad  le  sufrió 
al  Padre  Maestro  dejar  pasar  sin  correc- 
tivo  tan  feo  pecado,  y  así  reprendió  sin 
replica  al  culpable.  Aquella  misma  tarde, 
encaramandose  por  una  pared,  entraron 
los  nacionales  en  una  celda  y  sustraje- 
ron  algunos  objetos  de  poco  valor  (2). 
Y  otra  vez  aparece  aquí  en  los  naciona- 
les, que,  callados,  toleran  la  reprensión, 
el  respeto  que  les  infunden  los  monjes,  y 
en  los  que  saltan  los  lindes  de  la  celda 
la  avidez  por  los  objetos  del  Monasterio. 

En  la  noche  del  lunes  de  Pascua  de 
Resurrección,  19  de  abril  de  1835,  reinan- 
do  por  doquier  en  la  Cartuja  el  piadoso 
silencio  de  costumbre,  la  Comunidad,  se- 
giin  invariable  regla  de  cada  dia,  canta- 
ba  los  Maitines,  cuando  de  improviso, 
a  eso  de  la  una,  y  mientras  D.  Jaime 
Marrugat  decía  una  lección  del  primer 
nocturno,  resuena  en  la  iglesia  una  des- 
carga  de  fusilería,  que  si  a  todos  ami- 
lana  a  ninguno  derriba,  porque,  propo- 
niéndose  los  agresores  solo  amedrentar, 
habían  cargado  sus  armas  sin  proyectil. 
Vuélvese  sobresaltada  la  Comunidad,  }• 
se  halla  con  un  grupo  como  de  doce  arma- 
dos, ocultos  bajo  vil  disfraz,  impotente 
emperò  para  esconder  ante  los  pueblos 
del  Prioiato  el  nombre  de  otros  tantos 
nacionales  de  Poboleda,  que  lo  usaban,  y 

(i)  Relación  del  monje  D.  Bucnaventura  .Mo- 
rcr,  hecha  en  .Montaiegre  en  octubre  de  1881. 

{2)  Relación  ya  citada  del  monie  de  Scala 
Dei  D.  Bucnaventura  .Morer. 


252 


I.IBRO    TKUCliRO.  —  CAPI ILl.O    cilINTO 


a  quienes  allí  todos  conocen.  Entre  ente- 
les amenazas  de  muerte  mandan  a  los 
monjos  que  se  tiendan  en  el  suelo.  Pron- 
tamente  obedecidos,  uno  de  ellos,  sin 
duda  el  cnbecilla,  se  dirige,  a  lo  que  pa- 
rece  cieyéndole  el  prelado,  a  D.  Jaime 
Marrugat,  y  cogiéndole  por  el  brazo,  le 
levanta,  y  pregunta  si  es  el  Prior.  El 
monje  contesta  negativamente,  y  senala 
al  Prior.  Este  con  algunos  de  los  agreso- 
res  bube  a  la  celda  prioral,  mientras  azo- 
rados  los  monjes,  cada  uno,  consideran- 
dose  próximo  a  la  muerte,  pide  a  su 
vecino  la  absolución,  que  mutuamente 
dan  y  reciben  sin  moverse  de  su  humilde 
postura. 

Entre  tanto  los  nacionales  que  acom- 
panaron  al  Prior  le  piden  las  llaves  del 
archivo.  El  Prior,  por  el  espanto  no  ente- 
ramente  dueno  de  sí,  les  alarga  dos;  a  lo 
que  los  agresores,  con  harto  conocimien- 
to  de  lo  interior  de  la  casa,  replican  que 
al  arcliivo  le  cierran  tres,  y  así  que  falta 
la  tercera.  Biiscala  el  Prior,  y  al  fin  balla- 
da, la  entrega.  Llegades  al  archivo,  pieza 
contigua  a  la  sacristía,  los  nacionales 
echaron  mano  a  los  talegos  de  plata  (el 
oro  a  tiempo  habíasido  retirado),  cargan- 
do  con  1,600  duros;  mientras  la  Comuni- 
dad,  trasladada  por  orden  y  en  companía 
de  sus  opresores  desde  la  iglesia  a  la 
pieza  llamada  el  capitulo,  queda  allí  ten- 
dida  en  tierra  por  mandato  de  los  mismos 
conductores  (1).  Encerrada  en  este  apo- 
sento,  oía  el  sonido  de  lasmonedas  al  ser 
vaciadas  de  los  talegos  al  poder  de  los 
ladrones. 

En  esto  retumbó  un  tiro  de  fusil  en  la 
cerca  del  monasterio;  espàntanse  los  agre- 
sores; piden  la  Uave  de  la  celda  màs  prò- 
xima a  la  iglesia;  y  por  ella  escapan, 
notàndose  la  particularidad  de  que  efec- 
tuaron  la  entrada  por  la  misma  celda  por 
donde  días  antes  habían  penetrado  y, 
según  arriba  dije,  habían  robado  algunos 
otjetos  de  corto  valor. 

No  todos  los  monjes  escaparon  de  este 


(i)     Según  D.  Buenaventura  .Morer,   la  Comu- 
nidad  no  tué  al  capitulo,  sinó  a  la  sacristía. 


percance  con  solo  el  susto  consiguiente: 
al  mandar  a  los  cartujos  los  ladrones  que 
se  tendiesen,  como  Don  Miguel  Pujadas 
no  obedeciese  prontamente,  recibió  en  el 
muslo  una  herida  de  arma  blanca,  que  le 
arranco  un  agudo  grito;  y  en  la  puerta 
de  la  iglesia,  porque  huía,  fué  herido  de 
un  bayonetazo  un  lego  de  nombre  Fray 
Juan. 

Finidas  por  la  precipitada  fuga  de  los 
sacrílegos  agresores  las  escenas  de  es- 
panto y  sangre,  hacíase  natural  que  los 
monjes  se  entregasen  a  la  expansión,  y, 
acudiendo  presurosos  a  reponerse  de  los 
terribles  sustos,  tomasen  los  remedios 
oportunos,  y  los  aplicasen  a  los  pobres 
heridos,  perquiriendo  luego  por  las  hue- 
llas  todos  los  pasos  y  actos  practicades 
por  los  malhechores,  y  tejiendo  sobre 
ellos  los  consecuentes  comentarios.  La 
gràcia  del  Senor  emperò,  por  la  extricta 
observancia  tan  duena  de  aquelles  cora- 
zones,  les  dicto  un  proceder  contrario. 
Entregados  los  dos  heridos  a  los  enfer- 
meros,  la  Comunidad  ne  rompió  el  silen- 
cio, atinó  con  serenidad  en  la  ilicitud 
canònica  de  continuar  los  actos  del  cuito 
en  la  iglesia  manchada  por  el  derrama- 
miento  de  sangre,  y  trasladàndose  a  una 
capilla,  cantó  allí  las  Laudes,  las  cuales 
terminadas,  cada  uno  tomo  el  camino  de 
su  celda.  Tal  era,  y  es,  la  observancia 
cartuja,  acrisolada  en  la  màs  recia  prue- 
ba  posible;  por  lo  que  omito  aquí  todo 
comentario,  apte  solo  para  deslustrar  la 
irresistible  elocuencia  de  un  heche  de  por 
sí  superior  a  toda  ponderación. 

Però  he  aquí  que  al  abandonar  la  capi- 
lla nota  alguno  la  falta  del  monje  Don 
Buenaventura  Morer.  Entonces  la  cari- 
dad  impone  el  rompimiento  del  silencio; 
se  le  llama  por  todos  lados,  hasta  en  los 
liltimos  rincones,  y  enninguna  parte  con- 
testa. Crecen  con  este  el  susto  y  el  cuida- 
do;  acúdese  a  su  celda,  que  se  encuentra 
cerrada;  llaman  a  su  puerta  repetidas 
veces,  y  nadie  abre.  Per  la  ventanilla  del 
paso  de  los  alimentes  introducen  en  ella 
un  chice,  fregón  de  la  cocina,  y  a  nadie 
allí    encuentra.    Encaràmanse   sobre  el 


COMÜRNOS    DE    REUS 


•2o3 


techo  de  la  celda,  vocean,  y  nadie  res- 
ponde,  bien  que  en  veidad  el  pobre  monje 
rato  había  que  oía  las  voces,  mas  por  un 
lado  la  terrible  herida  que  llevaba,  y  por 
otro  la  equivocación,  hija  del  temor,  de 
creerlas  enemig•as,  impedíanle  contestar- 
las.  De  orden  del  Prior  salen  los  criades 
a  reconocer  el  campo  vecino,  y  al  cabo 
de  un  rato,  preguntados  a  voces  por 
aquél,  contestan  que  lo  hallaron,  però  que 
va  a  morir,  pasado  como  està  su  pecho  de 
parte  a  parte  por  un  balazo. 

tCómo  lo  recibió  y  por  qué?  Al  terminar 
los  salmos  del  primer  nocturno  el  Padre 
Morer  tuvo  que  salir  del  coro  para  el 
excusado,  donde  le  sorprendió  la  des- 
carg:a  de  la  iglesia,  que  él  equivocada- 
mente  creyó  en  la  porteria;  por  lo  que 
acude  despavorido  hacia  el  templo;  al 
llegar  al  rastrillo  junto  ala  puerta  de  él, 
topa  con  los  malhechores;  retrocede, 
vuela  todo  el  lado  de  los  claustres;  cuéla- 
se  en  su  celda;  ya  en  ella,  para  impedir  la 
entrada,  cierra  la  puerta  e  inmoviliza  el 
picaporte  sirviéndole  de  cuiía  un  cuchillo. 
Mas  entre  tanto  temor  una  idea,  hija  de 
la  nobleza  de  su  corazón,  se  presenta  ante 
su  mente  en  habito  de  remordimiento:  «Tu 
»deber  no  es  huir,  le  dice,  sinó  seguir  la 
«suerte  de  la  Comunidad».  Reflexiona  un 
momento;  considera  que  ofrecerse  al  peli- 
gro  equivale  a  tentar  a  Dios,  y  resuelve  en 
definitiva  quedarse  en  la  celda,  dispuesto 
a  morir  en  ella.  Mas,  aguijoneado  por 
la  natural  curiosidad,  sube  en  mal  hora 
al  terrado  paraescuchar;  topa  allí  con  dos 
hombres  fusil  en  mano;  entonces,  m;'is  que 
antes  azorado,  tírase  abajo;  cae  de  pies 
sobre  el  grueso  de  una  pared,  corriéndola 
se  dirige  a  la  de  cerca  o  muralla  exterior, 
encuentra  en  esta  nuevos  armados,  salta 
la  cerca,  mas  entonces  recibe  de  aquéllos 
una  bala,  que  entràndole  en  la  espalda 
por  la  región  inferior  del  costado  Izquier- 
do, salió  por  la  delantera  alta  del  mismo 
lado,  rozando  en  el  interior  con  el  cora- 
zón.  Tan  de  cerca  se  hizo  el  disparo,  que 
la  impulsión  del  proyectil  empujó  de  tal 
modo  al  monje,  que  le  hizo  córrer  unos 
pasos.  He  aquí  el  inopinado  disparo  que 


asustó  y  puso  en  fuga  a  los  ladrones  del 
archivo.  El  pobre  herido,  queriendo  conti- 
nuar su  fuga,  trató  de  superar  un  ribazo, 
mas  hallilndclo  falto  de  arbustos  en  que 
asirse,  tuvo  que  renunciar  a  ello;  y  así 
torció  a  un  lado  a  pocos  pasos  del  camino 
donde  le  habían  herido,  y  sentóse  al  pie 
de  una  encina  mientras  de  sus  heridas 
brotaban  dos  abundantes  manantiales  de 
sangre.  En  esto  los  ladrones  puestos  en 
fuga  saltan  también  la  muralla,  y  toman 
el  camino  de  junto  al  herido,  el  cual  cre- 
yendo  entonces  llegado  su  fin,  cierra  los 
ojos  para  no  espantarse  ante  la  muerte, 
que  ve  a  su  lado.  Però  aquéllos  pasan,  y 
él  queda  allí  abandonado  hasta  bien  en- 
trado  el  dia,  es  decir,  hasta  que,  segiin 
dije  arriba,  fué  hallado  por  los  criados 
del  monasterio. 

A  la  voz  de  estos  corren  los  PP.:  colo- 
cado  el  herido  en  un  sillón,  es  trasladado 
a  su  celda,  y  recibe  en  seguida  el  Santísi- 
mo  Viàtico,  mientras  se  llama  al  medico 
y  demàs  auxilios.  Formóse  en  las  heridas 
terrible  supuración,  la  que  en  tres  meses 
redujo  al  enfermo  a  debilidad  extrema, 
llegando  así  a  la  víspera  de  Santa  Cristi- 
na, 23  de  julio,  en  cuyo  dia  la  junta  de 
facultatives  no  daba  al  herido  ocho  de 
vida(l). 


(i)  Las  noticias  transcritas  rel'crentes  al  aten- 
tado  del  lunes  de  Pascua  las  saco  de  las  relacio- 
nes que  me  hicieron:  i."el  mismo  Don  Buenaven- 
tura  Morer  en  Montalcgre  en  octubre  de  1881, 
ratificada  y  ampliada  por  escrito  en  cl  mismo 
mes.  2.°  El  monje  Don  Jaime  Marrugat  en  Barce- 
lona a  10  de  octubre  de  1881.  ratificada  dos  días 
después.  '^'  ?.°  D.  Juan  Pàmies,  dcpendiente  de 
confianza  del  F.  Procurador  de  Scjla  Dei  en 
i>->!í;  quien  me  la  hizo  en  Borjas  de  Urgel  a  .4  de 
iulio  de  i8go.  Los  tres  concuerdan  perfectamente 
en  lo  l'undamental  del  hecho,  discrepando  solo  en 
los  pequenos  detalles  que  voj-  a  enumerar:  i.°  I£n 
todo  lo  referente  a  la  persona  de  Don  Morer  he 
scguido  los  datos  suministrados  por  cl  mismo. 
Ins  cuales  con  menos  nilnuciosidades  fueron  rati- 
licados  por  los  demàs.  2."  En  lo  referente  a  otras 
personas  también  tuve  en  mucho  su  dicho,  pues, 
sobre  ser  cste  seiior  hombre  de  talcnto,  seso  e 
iiislrucciíin.    pudo  largamente   tratar   del    hecho 


254 


L/BRO     lERCIÏUO. — CAPITCI.O    QUINTO 


Respecto  de  la  cuantía  del  dinero  robado 
escribo  1,600  duros  porque  así  me  la  puso 
uno  de  los  testig:os  interrogados;  però  no 
debò  callar  que  el  Padre  Prior  dijo  al  jefe 
de  la  principal  faniilia  de  la  vecina  pobla- 
ción  de  Torroja  estàs  palabras:  i<S/ /lo 
•,-)Saben  guardar  n'/ie  tiiidrdn  per  ells  y 
»pels  seus»,  o  sea,  «si  Ics  ladrones  saben 
»guardar  el  dinero,  tendràn  de  él  para 
»ellos  y  para  los  suyos»  (1). 

Respecto  de  este  crimen  el  periódico 
liberal  exaltació  de  Barcelona,  del  tiempo 
del  hecho,  titulado  El  Vapor,  insertó  el 
sio^uiente  comunicado: 

«]3esde  Falset  remiten  à  esta  Redac- 
»cion  el  comunicado  siguiente: 

«Denunciar  los  hechos  atroces  à  la 
>  pública  execracion,  nos  parece  un  acto 
»muy  digno  de  los  amantes  del  órden  y 
»de  la  seguridad  individual  y  domèstica. 


con  los  superiores  de  la  casa  y  con  otros  con  mo- 
tivo de  su  larga  enlermedad  en  la  que  recibió 
cuidados  de  todos.  Así  el  número  de  los  atreso- 
res, la  cantidad  robada,  la  escena  de  las  dos  o  tres 
llaves  del  archivo  y  la  mútua  absolución  que  se 
dieron  los  monjes  en  el  coro.  lo  saco  de  su  rela- 
ción,  callàndola  los  demds  testigos.  ^."DonMorer 
fué  también  quien  me  dijo  que  los  ladrones  eran 
de  Poboleda  y  de  todos  conocidos:  otros  selimita- 
ron  a  decir  que  «serían  de  aquellos  pueblos». 
4.°  Don  .Morer  senala  como  lugar  de  la  entrega  del 
dinero  a  los  ladrones  el  archivo,  y  lugar  de  la 
segunda  postración  de  la  comunidad  en  tierra  la 
sacristía:  otro  quiere  que  la  entrega  se  efectuasc 
en  la  celda  prioral.  y  la  postración  en  el  archivo: 
mientras  Don  .Marrugat,'  que  se  halló  en  el  acto, 
asegura  que  los  monjes  fueron  llevades  y  encerra- 
dos  en  el  capitulo.  La  voz  general  del  pais  dice 
que  la  entrega  del  dinero  se  hizo  en  una  pieza  que 
había  en  un  corredorcito  después  de  la  sacristía. 
que  seria  el  archivo.  5.°  Slgo  a  Don  Marrugat  en 
todo  lo  referente  a  su  persona.  6.°  El  Sr.  Pàmies 
es  quien  particulariza  el  lugar  del  cuerpo  donde 
fué  herido  Don  Pujadas.  7. "  Solo  D.  Morer  habla 
de  la  herida  del  lego  Fray  Juan.  8.°  De  la  conti- 
nuación  del  rezo  terminado  el  asalto  dan  testimo- 
nio los  dos  monjes. 

(i)  Me  lo  dijo  D.  José  Morlà,  pàrroco  que  luc 
de  Torroja,  y  lo  había  oído  muchas  veces  de  boca 
del  anciano.  Barcelona  2  de  junio  y  18  de  octubre 
de  1894. 


>.A  la  una  de  la  noche  del  dia  20  de  abril 
»fué  asaltado  el  monasterio  de  la  Cartuja 
»de  Escala  Dei  por  una  gavilla  de  ladro- 
»nes,  los  cuales  sorprendieron  de  repente 
>;los  monjes  que  estaban  rezando  maiti- 
»nes,  los  cuales  creyendo  iban  ;i  ser  ase- 
>sinados,  se  tendieron  todos  boca  íi  tierra: 
»los  facinerosos  se  presentaren  en  la 
«iglesia  enmascarados  gritando  y  blasfe- 
»mando  con  las  m;'is  sangrientas  amena- 
»zas;  llamaron  por  fin  al  padre  Prior  íl 
»quien  mandaron  les  condujese  al  archi- 
»vo:  tomo  el  padre  su  linterna  y  les  con- 
»dujo  ."I  la  celda  Prioral  donde  tenia  unas 
»cien  onzas  de  oro,  sobre  las  que  se  tira- 
«ron  con  un  atropellamiento  difícil  de 
»describir;  de  allí  pasaron  al  archivo 
«donde  reiteraron  la  rapaz  escena  echAn- 
»dose  sobre  aquel  tesoro  con  tan  desorde- 
»nada  ànsia  que  el  uno  no  daba  lugar  al 
>^otro  para  sacar  los  brazos  de  dentro  la 
«ferrada  arca.  Otras  cien  onzas  poco  mas 
«ó  menos  se  llevaron  de  aquel  depósito, 
»y  se  escaparon  dejando  cuatro  religiosos 
«heridos,  uno  de  mucha  gravedad  que 
«fué  pasado  de  un  tiro. 

«Una  ocurrència  tan  escandalosa  }' 
«atentatoria  de  la  ptiblica  seguridad  per- 
«petrada  contra  un  asilo  sagrado  é  inde- 
«fenso,  por  un  número  de  hombres  arma- 
«dos  que  no  bajaria  de  quince,  debe 
«excitar  la  mAs  viva  indignacion  contra 
>esa  clase  de  bandidos  que  se  ocultan  en 
«las  poblaciones  fraguando  los  mas  cri- 
«minales  atentados,  al  paso  que  las  auto- 
>ridades  locales  por  miedo  ó  por  malícia 
«disimulan  y  se  abstienen  de  denunciar  a 
«ciertos  hombres  à  todas  luces  criminales 
»que  gastan  mucho  y  nada  tienen  y  nada 
«ganan. 

«La  màs  justa  gratitud  nos  induce  à 
«hacer  ver  à  los  amantes  de  la  justícia  y 
«del  órden  cuan  poco  merecedores  eran 
«los  padres  Cartujos  de  un  tratamíento 
«tan  atroz,  pues  quizà  no  habrà  otra 
«comunidad  religiosa  que  con  màs  lar- 
«gueza  favorezca  à  los  indigentes,  socorra 
«las  necesidades  públicas  y  ha3'a  contri- 
«buído  para  el  sostén  de  la  causa  que  tan 
«heróicamente  defendemos  los  buenos:  el 


CONTORNOS     DE    REUS 


255 


»adjunto  estado  garantizarà  nuestra  aser- 
»cion. 

»E1  monasterio  de  la  Cartuja  de  Escala 
»Dei  ha  contribuído  de  un  ano  à  esta 
»parte  para  la  defensa  de  las  libertades 
»pàtrias  }•  del  legitimo  trono  de  nuestra 
«augusta  Reina  Dofía  Isabel  II,  con  las 
»cantidades,  à  saber: 

iPor  invitacion  del  Excmo. 

»Sr.  Capitan   General  de 

»este   Principado,   a    pro- 

»pue3ta  de  la  Junta  con- 

«sultiva  para  la  defensa  del 

»mismo  contra  las  hordas 

»facciosas 3,000  duros 

»Por  el  subsidio  extraordina- 

»rio  tambien  para  gastos 

»de  la  presente  lucha  con- 

»tra  facciosos 1,373    — 

»Para  socorro  de  los urbanes 

»de  Porrera  en  diferentes 

»salidas  contra  los  enemi- 

>  gos  de  la  Reina 180     — 

»Para  los  urbanos  de  Grata- 

»llops 64    — 

»Para  los  de  Torroja.  .  64     — 

ïPara  los  de  Vilella  Alta.  96     — 

»Para  equipo  de  los  urbanos 

»de  Falset 50    — 

»Paralafortificaciondelcas- 

«tillo  de  Falset  en  dinero.        124     — 
»Para  el  maderaje  y  tablas 

»para  el  mismo  valor  de.  .        150     — 
»Para  una  porcion  decamas 

»y  dos  garitas  que  se  estan 

«concluj'endo  de  su  cuenta 

»para  el  mismo 50     — 

xPara  la  fortificacion  de  las 

»casasfuertesde  la  Vilella 

»Alta  y  de  la  Morera.  .     .        500    — 
»Por  unpagoextraordinario.     1,000    — 

»ToT.\L.     .     .    6,651  duros 

»Ademàs  han  contribuido  con  las  limos- 
»nas  siguientes: 
»Para  subvenir  a  los  infeli- 

»ces  atacados  del  còlera.  .  SO  duros 
»Para  las  carceles   que    se 

«estín    construyendo    en 


»Falset,  cabeza  del  parti- 

»do  judicial  en  metalico.  .  40  duros 
»Para  las  mismas  se  han  en- 

)>tregado  3,000  ladrilloscua- 

*drados  cu3'o  valor  ascien- 

»de 50    — 

»Para  la  misma  se  estan  pro- 

»porcionando  cuantas  ma- 

»deras  se  necesitan,  }'  se 

vconstruyen  de  su  cuenta 

»las    puertas    cuyo    valor 

»ascendera  à 200   — 

»Ademas  entre  los  pueblos  del 

xPrioratose  reparten  sema- 

»nalmente  para  las  viudas 

»pobres  700  panes.  AdemAs 

»para  las  mismas  se  distri- 

»buyen  8  duros   semanal- 

>^mente  que  al  ano  son.  .     .      320    — 
»Las    limosnas    particulares 

»  que  se  hacen  en  el  Monas- 

»terio   ascienden  mensual- 

»mente  a  unos  170  duros, 

»que  al  aiïo  son 2,040   — 

»7\demàs  mantiene  el  Monas- 

>'terio  diariamente  de  150  à 

»200 jornalerosentre labra- 

»dores  y  artistas.  Todo  lo 

>^dicho  sin  contar  las  con- 

xtribucionesordinariasque 

vpaga    el     Monasterio    al 

»igual  del  demàs  clero  sube 

»ii  un  total  de 9,381  duros 

»Y  pudiendo  asegurar  que  dicho  Mo- 
>>nasterio  no  se  ha  negado  à  pedido  algu- 
»no  que  se  le  haya  hecho  para  el  sosten 
xde  la  justa  causa  queda  demostrado  que 
»se  ha  hecho  acreedor  a  la  mas  sincera 
«gratitud  de  parte  de  los  defensores  del 
»Trono  de  Isabel,  y  que  se  mire  con  el 
»màs  profundo  horror  el  atentado  come- 
»tido  por  una  horda  de  bandidos  contra  su 
»seguridad  personal;  atentado  que  recla- 
»ma  altamente  la  accion  de  la  lej-  contra 
»sus  infames  perpetradores.— £■/  Obser- 
hvailory>  (1). 

A  uno  de  los  ladrones,  sin  duda  al  huir, 

i        (i)     /;/  r.i/•or  del  13  de  mayo  de   1S55,   pàg.  5. 


256 


MliUO    TERCliRO.  —  CAPIÏII.O    OLINTO 


le  ca3'ó  y  perd  ió  la  gorra  barretina,  la 
que  hallada  fué  llevada  al  tribunal  de 
Falset.  En  el  fondo  de  ella  se  halló  lo 
que  ahora  llamase  cèdula  de  vecindad,  y 
entonces  pa^c  de  su  dueno;  però  el  mismo 
monasterio  se  interesó  en  que  el  proceso 
se  matase,  y  presumo  que  se  mató,  pues 
nadie  sabé  de  él  (1). 

Del  hecho  del  robo  brotan  muy  mani- 
fiestas  las  verdadesque  arriba  he  sentado 
referentes  al  espíritu  del  pais,  a  saber: 
1."  la  avidez  por  los  bienes  de  la  Cartuja; 
2.°  el  respeto  hàcia  los  monjes,  ya  que 
pudiendo  impunemente  mataries,  se  les 
deja  por  regla  general  ilesos;  y  3.°  la 
admirable  observancia  de  tan  santó  mo- 
nasterio. 

Trataron  los  monjes  de  evitar  la  repeti- 
ción  de  lances  tan  poco  gratos,  y  acudie- 
ron  al  Comandante  de  milicia  urbana  de 
Porrera,  pidiéndole  un  retén  de  sus  hom- 
bres.  Concedida  la  petición,  la  monjía 
tuvo  desde  entonces  como  unos  seis  volun- 
tàries en  su  recinto.  Condujéronse  estos 
honradamente  con  los  monjes,  y  vivieron 
en  paz  completa  con  la  casa  y  sus  depèn- 
dientes,  bien  que  esta  les  obsequio  en 
modo  extraordinario(2).  Emperò,  a  pesar 
de  tal  precaución,  la  zozobra  desde  el 
robo  no  se  ausentaba  del  animo  de  los 
cartujos. 

Por  bando  dictado  por  Llauder  desde 
Berga  en  13  de  noviembre  de  1834,  en  el 
capitulo  I  de  este  libro  copiado,  se  man- 
daba  que  a  la  aproximación  de  gentes 
armadas  las  autoridades  y  mayores  con- 
tribuyentes  se  ausentasen  de  sus  pobla- 
des. Por  cuya  razón,  como  el  17  de  julio 
circularà  la  voz  de  la  presencia  de  parti- 
das  en  el  Montsant,  los  dos  superiores  de 
la  Cartuja  abandonaren  su  residència, 
pernoctando  en  Poboleda,  de  donde  regre- 
saron  el  dia  siguiente  (3). 

A  todo  esto  crecía  en  el  Priorato  la 
enemiga  contra  los  monjes,  y  al  mismo 


paso  el  temor  y  zozobra  de  estos,  que  si, 
gracias  al  silencio,  ignoraban  la  contri- 
bución  de  Llauder  y  sus  otros  mandatos, 
veian  por  los  propios  ojos  los  atentados  de 
aquellos  aldeanos,  y  tocaban  con  mano 
el  odio  y  la  codicia  que  los  engendraren. 
Todos  los  días  piadesas  mujeres  de  la 
redonda  acudían  al  Prior  avisandole  del 
tinimo  de  sus  marides,  decidides  a  echar- 
se  sobre  el  monasterio  (4).  Peco  antes  de 
la  huída  pasó  por  él  el  regimiento  de 
Bailén,  y  su  Coronel  aconsejó  al  Prior 
que,  en  vista  de  la  efervescència  del  país 
en  contra  del  monasterio,  pusiese  en 
cobro  sus  capitales  y  alhajas,  y  dispusiese 
la  marcha  de  les  monjes  (5). 


§  2.°    La  excl.austración  de  Scala  Dei 

Crecía  cada  dia  la  fïebre  en  los  opues- 
tos  lados,  de  codicia  en  unos,  en  les  otros 
de  temor:  la  enfermedad  corria  a  su  des- 
enlace:  solo  faltaba  un  incidente,  quizà 
fortuito,  que,  aumentando  el  calor,  pro- 
dujese  crisis  fatal.  El  accidente  no  tardo. 
El  dia  de  Santa  Cristina,  24  de  julio,  el 
Prior,  según  caritativa  costumbre,  había 
entrado,  para  visitar  al  enferme,  en  la 
celda  del  Padre  Merer;  y  en  aquelles  pre- 
cisos momentos  es  llamado.  Sale,  y  de 
boca  del  mozo  portador  del  pescade  oye 
que  les  cenventes  de  Reus  arden  en  in- 
cendio voraz  (6).  Entra  otra  vez  en  la 
celda,  y  deseeso  de  acudir  a  la  Comuni- 
dad,  se  despide  de  Merer,  no  sin  antes 
anunciarle  la  triste  nueva;  la  que  obliga 
al  enfermo  a  olvidar  su  dolencia  y  salir 
de  su  celda  en  busca  de  salvación  (7). 
Ademàs  llegaren  al  Prior  varies  partes 
anunciàndole  que  los  revolucionaries  se 
reunían  en  Torroja  para  caer  sobre  el 


(i)     Relación  del  citado  pàrroco  de  Torroja. 
(2)     Relación  citada  de  Don  Buenaventura  Mo- 
rcr  y  D.  Juan  Pàmies. 
(5)     Relación  ya  citada  de  D.  Juan  Pàmies. 


(_))     Relación  ya  citada  del   monje    Don   Jaime 
.Marrugat. 

(5)  Relación    de    un    oficial    del    mismo    regi- 
miento. 

(6)  Relación  de  Don  Buenaventura  Morer. 

(7)  Relación    del     mismo  Don  Buenaventura 
.Morer. 


CONTORNOS    DE    BEUS 


257 


monasterio  (1);  y  seria  sin  duda  esta  la 
ocasión  en  que  recibió  aviso  de  uno  de 
los  Comandantes  de  milicia  vecinos  y 
amigo  de  la  Cartuja,  diciéndole  que  ya 
no  podia  por  mas  tiempo  contener  a  su 
gente  (2). 

A  la  salida  de  vísperas  el  Padre  Prior 
reunió  la  Comunidad  en  la  celda  prioral; 
y,  conmovido,  le  dijo  que  los  pueblos 
vecinos  hervían  en  odio  del  monasterio; 
que  todos  los  días  acudian  mujeres  certi- 
ficandole  del  empefio  de  sus  maridos  en 
atacar  la  Cartuja;  que,  según  partes  reci- 
bidos.  ya  los  revolucionaries  paraestefin 
se  reunían  en  Torroja,  y  asi  que  daba 
permiso  a  todos  para  retirarse  adonde 
mejor  creyeran  (3). 

A  tal  chispazo  desapareció  la  Comuni- 
dad, porque  aquella  misma  tarde  cada 
monje,  vestido  de  habitos  y  con  su  bre 
viario  y  baculo  en  la  mano,  echó  por  su 
lado  en  deplorable  dispersión  a  semejan- 
za  del  percutiani  pastor  em,  et  disper- 
gentur  oves  (4)  del  Texto  Sagrado  (5). 

Sale  el  herido  Morer  de  su  celda  al 
claustro,  según  dije;  allí  ve  a  un  monje, 
que,  calzadas  las  alpargatas,  huye;  aquí 
otro,  que  también  escapa,  le  dice  al  pasar: 
«huimos  porque  vienen  a  degollarnos»  (6); 
aparece  un  Hermano  lego,  y  repite  el 
mismo  fatal  anuncio,  afladiendo:  -iívengo 
»de  buscar  una  caballería  para  llevarle  a 
»V.,  y  no  la  hallo».  Mas  en  aquel  mismo 
instante  entra  un  mozo  Uevando  del  ca- 
bestro  una  acémila  cargada  de  aperos  de 


(i)  Relaciún  de  un  amliío  que  en  el  pais  me 
busco  datos. 

(2)  Relación  de  Don  Buenaventura  .Morer. 

(3)  Relación  de  Don  Jaimc  .Marrugat.  Esta 
reunión  de  la  Comunidad  y  discurso  del  Prior 
me  la  explico  dicho  Sr.  Don  Jaime  .Warrugat  pre- 
sento al  acto,  excepto  lo  referente  a  los  partes 
recibidos  sobre  lo  de  Torroja,  pues  esto  lo  deduje 
de  lo  arriba  explicado  sobre  los  misnios  partes,  y 
de  las  palabras  que  al  huir  exhalaban  los  monjes. 

U)     Mat.  XWI,  íi. 

(ç)     Relación  ya  citada  de  Don  Jaime  Marrugat. 

(6)  Estàs  palabras  indican  claramente  que  la 
causa  de  la  precipitada  huida  fué  la  noticia  de  lo 
de  Torroja. 


labranza:  descàrganla  de  estos,  y  en  su 
lugar  montan  al  enfermo,  yéndose  a  per- 
noctar bosque  adentro  a  media  hora  de 
distancia  (7). 

En  aquella  tarde  del  24,  pues,  desapa- 
reció de  Scala  Dei  su  comunidad  secular. 
Cuatro  o  cinco  de  sus  monjes,  el  Prior  y 
el  Maestro  entre  ellos,  se  escondieron  a 
su  rededor:  los  demas  dispersaronse  por 
diversos  lados;  mas,  adelantada  la  noche, 
el  mayor  número  se  halló  en  Margalef, 
desde  donde,  pasados  algunos  días,  cada 
uno  encamino  sus  tímides  y  peligrosos 
pasos  hacia  donde  la  Providencia  le  dió 
mejor  a  entender  (8).  Dato  elocuente:  los 
m;ís  de  los  monjes  al  huir  no  se  amparan 
de  su  ascendiente  sobre  los  pueblos  siib- 
ditos  suyos,  sinó  que  en  gran  mayoría  se 
abrigaren,  3'  esto  por  espacio  de  muchos 
días,  bajo  la  hospitalidad  de  Margalef, 
que  cae  del  otro  lado  del  Montsant,  allen- 
de  les  limites  del  Priorato;  indicio  claro 
de  cuàl  fuese  el  bajo  resorte  que  a  los 
pueblos  de  éste  cendujo  a  la  destrucción 
de  la  Cartuja.  He  aquí  uno  de  los  grandes 
móviles,  que  en  todas  partes  guió  a  los 
revolucionarios  al  crimen  por  ellos  ape- 
llidade  nueva  era  y  regeneración.  üe  tal 
padre,  tal  hija. 

Al  etre  dia,  o  sea  el  25,  que  lo  es  de 
Santiago,  el  Prior  mandó  al  monasterio 
un  criado  explorador;  y  come  volviera 
éste  con  la  noticia  de  la  completa  quietud 
de  la  casa,  regresó  aquél  con  les  tres  o 
cuatro  de  su  compaflía  y  el  herido.  Cele- 
braren el  Santo  Sacriticio  en  el  altar  del 
capitulo,  o  aula  capitular,  y  sumieron  la 
Reserva:  mas,  acabada  la  Misa,  viene 
cerriendo  el  Padre  Maestro,  y  asustado 
exclama:  «ahora  si  que  vienen  a  degollar- 
>;nos;»  por  lo  que  mentaren  nuevamente 
el  enfermo  sobre  la  acémila,  y  hu^-eron  a 
la  Morera,  donde  permanecieron  obra  de 
cuatro  e  cinco  días,  y  adonde,  con  motivo 
de  etre  enfermo  del  pueble,  podia  acudir 
sin  peligre  el  medico,  pues  se  dijo  que  los 
revolucionarios  cenminaren  con  pena  de 

(7)     Relación  del  mismo  Don  .Morer. 
(S'     Relación  ya  citada  de  Don  Jaime  .Marrugat. 

17 


258 


LIERO     TERCKRO.  CAPITULO 


la  vida  al  facultativo  que  visitarà  un 
fraile(l). 

Salvadó  el  primer  peligro  y  devorado 
el  primer  espanto,  el  Superior,  desde  los 
alrededores  del  monasterio  y  desde  la 
Morera,  atendió  a  la  salvación  de  las  pre- 
ciosidades  de  aquél  y  a  la  satisfacción  de 
las  necesidades  de  los  monjes;  operació- 
nes  a  las  que  dió  no  poco  lugar  y  favor  la 
circunstancia  de  haber  los  revoluciona- 
rios  tardado  tres  o  cuatro  días  en  atacar. 
Así  pudo  proporcionarse  algun  dinero, 
que  parece  fué  una  onza  de  oro  para 
cada  religioso  (2),  sacàndolo  del  monas- 
terio por  medio  de  una  persona  de  con- 
fianza,  que  logró  penetrar  en  él  sin  ser 
vista  de  los  nacionales,  que  ya  lo  custo- 
diaban  u  ocupaban  (3).  Así  también  tuvo 
ocasión  para  circular  aviso  a  los  monjes 
albergados  en  aquella  redonda,  diciéndo- 
les  que  podian  pasar  al  monasterio,  y 
recoger  de  allí  los  objetos  de  sus  respec- 
ti vas  celdas  y  los  ornamentos  que  gusta- 
sen.  Aprovecharon  algunos  este  aviso, 
entre  los  cuales  se  halló  Don  Jaime  Ma- 
rrugat,  quien  a  los  cuatro  o  cinco  días  de 
la  huída,  al  acudir  a  la  Cartuja,  halló  la 
hospedería  ocupada  por  gente  armada, 
y  retiro  varias  cosas,  entre  ellas  un  càliz 
con  seis  casuUas  para  sí  y  tres  por  encar- 
go  de  otro  Padre  (4). 

De  los  hechos  narrados  hasta  aquí 
claramente  aparece  que  la  huida  de  la 
tarde  del  24  fué  hija  de  noticias  alarman- 
tes  de  graves  peligros  muy  inminentes;  y 
por  esto  la  fuga  se  efectua  de  presto  y  de 
improviso  y  sin  muchas  de  las  prevencio- 
nes  convenientes.  Mas  salvado  de  aquel 
primer  lance  el  principal  tesoro,  la  vida 
de  los  monjes,  el  Superior  provee  a  la 
salvación  de  lo  demas  que  ya  anterior- 
mente  no  hubiese  sido  puesto  en  cobro. 
Los  Superiores  antes  de  partir  quisieron 


(i)  Relaciún  ya  citada  de  Don  Buenaventura 
Morer. 

(2)  La  cantidad  la  deduzco  de  lo  que  luego 
contaré  del  lego  Riqué. 

(?)     Relación  de  Don  Buenaventura  .^ïorer. 

(q)     Relación  del  mismo  Don  Jaime   .Marrugat. 


constituir  un  apoderado  que  en  su  ausen- 
cia  cuidase  del  monasterio  y  sus  tierras, 
y  con  prudente  acuerdo  nombraron  para 
este  cargo  al  Comandante  de  milícia  de 
Poboleda  Sr.  Just,  medico  (5). 

En  la  Conrería  pasaban  escenas  muy 
parecidas  a  las  de  la  monjía.  El  24  el 
Procurador  con  su  dependiente  de  con- 
fianza  pernocto  en  Poboleda.  Al  medio 
dia  del  25  regresaron  a  su  casa,  donde 
todo  continuaba  cerrado  y  con  centinelas 
por  todos  lados  El  26  nada  ofreció  nota- 
ble, como  no  fuera  la  continua  angustia 
efecto  de  los  anuncios  de  que  subían  los 
revolucionaries.  Los  voluntàries  de  Porre- 
ra, que  custodiaban  aquella  casa,  empe- 
flàronse  el  27  en  que  el  Padre  Procurador 
les  entregase  las  carabinas,  que,  según 
parece,  el  Comandante  de  la  misma  villa 
había  facilitado  para  la  defensa  de  la 
Conrería;  y  mientras  el  Padre  Procurador 
a  tal  demanda  se  hacía  del  sordo,  su 
dicho  mozo  de  confianza ,  conociendo  cuAn 
mal  las  cosas  se  encaminaban,  bajó  a  lii 
cuadra,  y  ayudandole  uno  de  los  mismos 
voluntàries,  ensilló  la  cabalgadura  para 
su  amo.  En  efecto,  a  todo  esto  ya  los  revo- 
lucionarios  habían  penetrado  en  los  bajos 
de  la  misma  casa,  ya  una  mujer  habiase 
apoderado  de  un  lío  de  bacalao,  que  pre- 
surosamente  se  llevaba,  recibiendo  por 
ello  un  recio  culatazo  de  uno  de  los  mili- 
cianos  porreranos.  Corre  el  dicho  mozo, 
disfraza  con  sus  propias  ropas  al  Padre 
Procurador,  y  los  dos,  amo  y  criado, 
seguides  de  la  caballería.huyen,  pasando 
per  entre  los  revolucionaries,  quienes  sin 
embargo  en  nada  atropellan  al  fraile. 

Encaminaban  sus  pases  a  Lérida  para 
de  allí  ganar  el  Pirineo;  mas,  al  partir, 
les  salen  al  encuentre  dos  armades  de 
Porrera,  diciéndoles  que  les  sigan  a  su 
villa.  Desde  una  ventana  de  la  casa  de 
ella  en  que  se  hospedaron,  gustaren  la 
hiel  de  ver  pasar  por  la  calle,  durante 
el  dia,  según  parece,  28,  las  gentes  carga- 


(í)     Relación  del  dependiente  de  confianza  don 
Juan  Pàmies. 


CONTORN'OS    DE    RELS 


259 


das  de  muebles  procedentes  del  saqueo 
de  Scala  Dei. 

Circulo  la  noticia  de  que  los  revolucio- 
naries intentaban  poner  fuego  en  la  casa 
donde  se  albergase  el  Prior,  }•  por  este 
motivo  monje  y  dependiente  decidieron 
huir. 

El  hijo  del  Comandante  de  Porrera 
acompanóles,  para  salirdel  pueblo,  hasta 
cosa  de  un  kilómetro  de  él,  y  el  Padre, 
Conreuer  y  su  dependiente  de  confianza 
junto  con  los  dos  diclios  milicianos  de 
Porrera,  siguieron  su  marcha  camino  de 
Poboleda.  A  obra  también  de  un  kilóme- 
tro antes  de  esta  población  salió  a  espe- 
raries el  hijo  del  Comandante  de  Pobole- 
da. Este  disfrazó  de  miliciano  al  monje, 
y  fingiendo  que  patrullaban,  el  hijo  del 
Comandante  y  el  fraile  por  un  lado,  5^ 
los  dos  milicianos  de  Porrera  por  otro, 
llegaron  a  una  casa  de  Poboleda  en  la 
que  había  un  enfermo,  y  en  la  que,  pues, 
podia,  sin  engendrar  sospechas,  llegar  el 
seflor  Just,  medico  y  comandante,  para 
dar  al  Padre  noticias  del  estado  del  Mo- 
nasterio.  Y  aquí  la  justícia  me  obliga  a 
dejar  escrito  que  tanto  los  dichos  hijos 
de  los  Comandantes  como  los  dos  volun- 
tàries se  portaron  honradamente  con  el 
monje. 

Desde  este  pueblo,  que  dista  de  la  Car- 
tuja  una  buena  hora,  por  mi  caminada  a 
pie,  el  monje  y  el  dependiente,  con 
imponderable  pena,  vieron  en  una  de  las 
postreras  noches  de  julio  o  primeras  de 
agosto,  vieron,  digo,  los  montes  con  el 
Monasterio  iluminados  por  tan  refulgente 
incendio  del  edificio  monacal,  que  los 
pinós  de  la  cresta  podían  contarse  como 
durante  el  dia.  Monje  y  dependiente, 
guiados  por  un  contrabandista,  pasaron 
por  Lérida  y  cruzaron  la  frontera  (1). 

Efeciivamente,  alejades  del  Monaste- 
rio los  monjes,  los  pueblos  del  Priorato 


(i)  l'odas  cstas  noticias  rcfcrentes  a  la  Conre- 
ria,  al  P.  Procurador  o  Conreuer  y  a  su  depen- 
diente. las  debò  a  la  relación  de  éste,  D.  Juan 
Pàmies,  al  cual  fui  a  interrogar  en  Borjas  de 
Urifel  en  la  fecha  citada. 


I  se  lanzaron  como  voraces  lobos  al  saqueo 
del  cenobio.  «Era  aquello  un  campo  de 
'  Agramante.  Cada  uno  tomaba  lo  que 
'  mejor  le  parecía.  Siendo  yo  muy  nino 
»fuí  allà  (me  escribió  un  hijo  de  Pobole- 
>.>da),  y  en  los  dos  edificios  (se  refiere  siii 
yiduda  a  la  vioujía  y  a  la  coiireríaj 
»pasaba  lo  mismo.  Había  allí  individuos 
»de  todos  los  pueblos,  con  un  ruído  infer- 
»nal.  Uno  tomaba  santos,  otro  ladrillos, 
»otro  maderas,  y  cada  uno  lo  que  le  con- 
»venia.  Vi  en  un  claustre  una  heguera, 
»cual  la  formaban  una  imagen  por  parte 
»(por  cada  nua  de  las  dos  parles),  de 
»grandes  dimensiones,  y  le  demas  made- 
»ras  de  altares.  Yo  vi  llegar  a  mi  pueblo 
>^una  cama  llevada  entera  por  cuatro 
>  hembres  como  si  fuera  una  litera,  por 
»ignorar  estes  que  podia  desmentarse. 
»En  todos  los  pueblos  del  Priorato  había 
xprendas  de  la  Cartuja»  (2j.  Robóse  el 
trigo,  los  muebles,  las  puertas,  las  ven- 
tanas,  les  hierros  3'  cuante  se  pudo  sacar. 
«En  uno  de  los  pueblos  (que  no  quiero 
»nombrar)  habitaba  un  colector  de  diez- 
»mos  de  los  frailes,  quien  se  llevo  un 
»par  de  muy  benites  mules;  y  con  elles 
»y  etros  hacían  tres  viajes  al  dia  con 
>'muches  buenes  objetos  de  la  Cartuja. 
»Alli  paro  el  tesoro  de  la  iglesia,  cargas 
»de  trigo,  harina  y  otros  buenos  objetos. 
»Y  por  liltime  vi  que  llevaban  unas 
x^cargas  de  cuerdas  con  jaulas  de  cana- 
»ries  encima.  Tal  família  paro  en  la 
«pobreza»  (3). 

Ne  fué  sóle  el  saqueo  el  destructor  de 
Scala  Dei ,  pues  como  arriba  indiqué,  le 
siguió  el  incendio.  Ardió  la  menjía  o 
monasterio,  propiamente  dicho,  creo  que 
la  Conrería,  y  me  consta  que  también  la 
Granja  de  San  Blas,  con  la  cesecha  allí 
almacenada.  Los  nacionales  pusieron 
fuego  al  cenobio,  siendo  el  primero  en 
efectuarle  un    su    criade,    al    cual,  per 


(2)  El  saqueo  de  ScxLi  Dei  es  publico  en  la 
comarca. 

(5)  Carta  que  me  escribió  un  sacerdote  hiio 
de  Poboleda,  quien  también  me  conto  el  saqueo  de 
referència  de  la  nota  anterior. 


260 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    OUINTO 


coniedor  y  descontentadizo,  el  Monaste- 
rio  suministraba  ración  doble.  Las  imà- 
genes  de  los  retablos  fueron  quemadas, 
la  de  Santa  Roselina  fusilada  por  los 
mismos  nacionales  en  el  claustre.  En  fin, 
repito,  todos  los  pueblos  del  Priorato 
tomaron  parte  en  saquear  y  destruir  el 
benéfico  Monasterio,  que,  como  clueca 
entre  sus  polluelos,  los  amparaba  y 
socorria.  jCuantas  y  cuàntas  riquezas  de 
todo  linaje  desaparecieron  para  siempre 
en  un  momento!  iCuàntas  de  orden  reli- 
gioso,  cut'lntas  históricas,  cuàntas  artís- 
ticas,  como  esculturas,  lienzos,  fres- 
cos, etc;  cuàntas,  en  fin,  de  todo  génerol 
Entre  los  saqueadores  de  Scala  Dei 
se  hallaron  cuatro  individuos  de  Valls, 
a  los  cuales  pronto  se  les  vió  lucir  rique- 
zas; contàndose  de  uno  de  ellos,  que  de 
tal  modo  llenó  de  dinero  el  cogujón  de  su 
manta,  que  las  monedas  rebosaban  y 
caían.  Asi  lo  rezaba  en  Valls  la  pública 
fama,  de  modo  que  cuando  se  intentaba 
insultar  a  alguno  de  ellos,  se  le  decia: 
<'tii  vete  a  la  Cartuja»,  y  las  màscaras  se 
lo  echaban  en  rostro  (1). 

Viene  a  confirmar  todas  las  anteriores 
noticias,  y  a  certiücarnos  autoritativa- 
mente  de  los  autores  del  atentado,  el 
siguiente  parte  oficial  dirigido  al  Capitàn 
general  de  Cataluna: 

«Gobierno  militar  y  politico  de  Tarra- 
»gona  y  su  distrito  y  Comandància  gene- 
»ral  de  este  y  del  de  Tortosa. =N.°  275.= 
»Excmo.  Sor.=El  Comandante  de  armas 
»de  Falset  en  oficio  de  ayer  me  dice  lo 
»que  copio:  =  «En  este  momento  que  son 
»las  8  de  la  noche  acaba  de  regresar  el 
»teniente  de  la  companía  corregimental, 
»quien  me  dice  lo  siguiente:  antes  de 
»ayer  abandonado  el  monasterio  de  Scala 
»Dei  por  los  monjes,  se  reunieron  a  ban- 
»dadas  los  urbanos  y  otros  que  no  lo 
»son,  de  aquellos  pueblos  inmediatos,  y 
»pasando  à  dicho  monasterio,  empezaron 
»à  saquearle,  y  à  la  mafiana  de  aj^er  se 


(i)     y\e   lo  conto   un    respetable    sacerdote   de 
\'alls  en  Barcelona  a  2  de  junio  de  1894. 


»vieron  arder  los  edificios,  continuando 
»ayer  y  hoy  el  saqueo;  y  como  son  tan- 
»tos  los  urbanos  y  gente  reunida  a  dicho 
»punto,  no  puede  contenerse  esto,  por 
»falta  de  una  fuerza  armada.  =  Igual- 
xmente  me  ha  manifestado  que  ardían 
>  las  granjas  del  Tancat  é  inmediatas. 

«Todo  lo  que  pongo  al  superior  cono- 
»cimiento  de  V.  S.  para  su  inteligencia  y 
«gobierno. 

»Lo  que  me  apresuro  à  transmitir  à 
»V.  S.  para  su  superior  conocimiento, 
»y  à  fin  de  que  se  entere  de  los  excesos 
»cometidos  en  Scala  Dei  sin  embargo  de 
»haber  por  mi  parte  dado  las  ordenes 
»correspondientes  para  que  se  contuviese 
«cualquier  exceso. 

»Dios.. ..  Tarragona  I  de  agosto  de  1835. 
=Excmo.  Sor.— José  Maria  Colubí. 

»Excmo.  Sor.  Capitan  General  de  este 
»Ejército  y  Principado»  (2). 

Los  sustos,  percances,  desgracias  y 
liltimo  paradero  de  los  monjes  de  des- 
pués  de  la  primera  fuga,  los  ignoro;  ni  su 
noticia  hace  falta,  que  los  cartujos  de 
Scala  Dei  ante  los  revolucionarios  no 
gozaban  de  especial  privilegio  que  los 
diferenciase  de  los  fugitivos  de  Escor- 
nalbou, cuyas  deplorables  huidas  descri- 
bí.  Sé,  sin  embargo,  de  boca  de  uno  de 
ellos,  que  los  milicianes  de  los  pueblos 
les  hicieron  víctimas  de  muchos  atrope- 
lles, y  que  las  tribulacienes  abundaren 
en  gran  manera,  de  modo  que  al  peco 
tiempo  de  la  exclaustración,  ence  mon- 
jes habian  sucumbide  a  tanta  angustia  y 
agonia  (3).  Desde  las  cuevas  del  Mont- 
sant, e  desde  Margalef,  donde  sortearon 
los  azares  de  las  primeras  noches,  hasta 
su  destino,  no  pedian  topar,  y  en  efecte 
no  toparen,  màs  que  con  sustos,  que- 
brantos  y  peligros  de  muerte  en  aquellos 
días  funestos  en  que  la  calidad  de  reli- 


(2)  Archivo  de  la  Capitania  General  de  Bar- 
celona. Legajo  Ilamado:  Quema  de  los  conventos 
y  expuhión  de  losfrailes  en  el  mes  de  julio  de 
/Stj.  Paquete  5.° 

(5)     Relactón  de  Don  Buenaventura  .Morer. 


CONIORNOS    DE    REUS 


261 


g'iosos  equivalia  a  una  sentencia  capital. 
Don  Jaime  Marru^at,  quien  por  dos 
meses  continuo  en  Margalef,  un  dia,  que 
cumpliria  unos  quince  de  la  huida  del 
Monasterio,  vió  con  no  poco  espanto 
entrar  en  el  pueblo  una  fuerza  de  mique- 
letes;  y  sea  que  algun  vecino  le  delatarà, 
sea  que  la  chica  de  su  propio  albergue  le 
hiciera  traición,  aquéllos,  ganosos  de 
hallarle,  penetran  en  la  casa,  regístranla, 
y  le  encuentran  escondido;  róbanle  cuan- 
to  tiene,  y  asestan  contra  su  pecho  tres 
o  cuatro  bayonetas,  de  cuyas  puntas  le 
libra  el  huésped,  abi^azandose  con  el 
monje,  e  interponiéndose  entre  él  y  las 
armas;  logrando  íinalmente  trasladarle 
a  otra  casa  (1). 

En  la  Morera  el  Padre  Morer,  con 
honda  làstima,  vió  a  un  pobre  cartujo 
anciano,  sentado  al  pie  de  un  pajar,  y 
puesto  a  punto  de  muerte  por  atroz  sofo- 
cación  (2).  Del  mismo  Morer  comprende- 
rà  el  màs  lerdo  los  sufrimientos  que 
debió  tolerar,  dèbil  después  de  tres  meses 
de  terrible  lierida,  enfermo  aún,  desahu- 
ciado  de  los  médicos,  caminando  el  largo 
trecho  que  de  Andorra,  adonde  fué  a 
paiar,  separa  Scala  Dci. 

Son  dignas  de  ser  aquí  insertadas  las 
siguientes  líneas  de  una  carta,  que  me 
escribió  esta  monje,  don  Buenaventura 
Morer:  «En  cuanto  a  la  caridad  que  dicen 
»los  impíos  que  no  tenemos,  quisiera  yo 
«supieran  la  que  ejerció  Scala  Dei  en  el 
»tiempo  de  mi  herida,  que  fué  tres  meses 
»antes  de  huir  del  monasterio.  No  puedo 
xpensarlo  sin  que  mis  ojos  se  conviertan 
»en  fuentes;  aun  ahora  mismo  (1881)  no 
»puedo  contener  mis  h'igrimas.  Inmedia- 
»tamente  de  haberme  hallado,  mandaron 
»criados  por  todas  partes,  no  se  conten- 
»taron  de  ir  a  buscar  al  cirujano  y  medi- 
»co  de  Poboleda,  sinó  que  tambien  fueron 
»à  buscar  al  cirujano  mas  hàbil  de  Reus. 
.'>Habiéndome  ordenado  la  leche  de  burra, 
>•'no  hallàndola  en  los  alrededores,  fueron 

(i)  Relaciones  de  Don  Jaime  Alarrufíal  y  don 
Buenavenlura  Morer. 

{2)     Helación  de  Don  Buenaventura  Alorer.  cil. 


»à  buscar  una  burra  cerca  de  Lérida 
»Pusieron  dos  criados  en  mi  celda  que  no 
>  se  apartaban  ni  dia  ni  noche;  y  à  pesar 
»de  que  había  muchos,  me  destinaron  el 
»hortelano  que  habian  hecho  venir  de 
'A'alls,  prefiriendo  abandonar  la  huerta 
«para  dàrmelo,  por  ser  un  sujeto  de 
»prendas.  cQué  diré  de  la  caridad  de  mi 
»Padre  Maestro?  Hombre  sabio,  doctor 
»en  Teologia,  con  treinta  afios  de  habito, 
»no  me  dejó  un  punto,  excepto  cuando 
»estaba  en  la  iglesia.  Nunca  quiso  que  los 
»criados  hicieran  nada  mientras  él  esta- 
»ba  allí:  todo  lo  queria  hacer,  hasta  las 
«cosas  màs  bajas.  Cuando  huimos  me 
»dijo:  no  se  cspante,  que  dondc  niori- 
y>rd  V.  moriré  yo.  Efectivamente;  no  me 
»dejó  nunca.  El  fué  mi  cirujano,  curàn- 
»dome  la  herida  con  los  ungüentos  que 
»llevó  consigo.  Dios  recompenso  grande- 
»mente  su  caridad  y  de  muchas  maneras. 
»Primeramente  fué  testigo  de  un  mila- 
»gro:  el  caso  fué  que  teniendo  yo  que  ir 
»siempre  ú  caballo  trepando  los  Pirineos 
»entre  Pons  y  Orgaflà,  bajando  una  cues- 
»ta  muy  escabrosa  y  ràpida,  viendo  mi 
»vida  en  gran  peligro,  tropezando  k  cada 
»paso  la  mula  no  acostumbrada  à  tan 
»mala  tierra  (pues  era  de  los  Uanos  de 
»Urgel),  no  pudiendo  yo  casi  tenerme  a 
ïcaballo,  me  encomendé  à  Maria  Santi- 
>'sima,  San  José,  San  Antonio  y  al  San- 
»to  Àngel  Custodio,  y  apenas  acabo  la 
»oración,  la  mula  tropieza,  cae,  y  me 
«precipita  sobre  un  gran  penasco.  Tenia 
Ȏste  una  esquina  casi  como  un  corte  de 
»navaja;  pues  caigo  sobre  dicha  esquina 
»de  la  altura  de  mas  de  tres  varas,  dando 
»el  golpe  sobre  el  pecho,  es  decir,  sobre 
»la  herida.  La  caída  fué  tan  terrible  que 
»mi  P.  Maestro  me  dió  la  absolucion 
«creyéndome  hecho  aflicos....  No  recibi 
»mas  dafto  que  si  hubiera  caido  sobre  un 
»montón  de  lana;  no  hubo  ni  siquiera 
»contusion  ni  el  mils  minimo  dolor....» 
Va  contando  otros  premios  que  recibió 
el  Padre  Maestro,  y  acaba  con  estàs 
palabras:  «El  ultimo  favor  que  recibió 
»fué  que  yéndome  a  la  Gran  Cartuja  me 
»lo  Uevé  conmigo,  y  tuvo  la  inestimable 


262 


LIBRO     TERCKRO.  —  CAPITULO     (JL'INIO 


»dicha  de  viviry  morir  en  la  SantaObser- 
»vancia,  A  la  edad  de  84  anos,  despues  de 
»haber  edificado  à  aquellos  PP.  con  su 
«vida  ejemplar». 

Al  Padre  Prior,  don  José  Vila,  hijo  de 
Vimbodí,  hombre  enjuto  de  carnes  y 
corto  de  estatura,  adornaban  muy  rígida 
penitencia  y  elevado  grado  de  santidad. 
Sin  duda  que  con  el  fin  de  estar  a  la  mira 
de  su  querido  cenobio  y  al  fàcil  auxilio 
de  sus  monjes,  no  quiso  cruzar  la  fronte- 
ra, ni  aun  largarse  a  países  lejanos;  sinó 
que,  haciendo  rostro  a  sustos  y  peligros, 
prefirió  quedar  en  tierra  de  su  monaste- 
rio.  Pasó  la  guerra  de  los  siete  anos 
oculto,  primero,  en  casa  Vilalta,  de  Vall- 
clara, pueblo  del  Valle  de  Poblet,  a  unos 
25  kilómetros  de  Scala  Dei;  y  después  en 
casa  Vilalta,  de  Farena,  aldea  muy  poco 
màs  distante.  En  la  primera  de  estàs 
casas  tomàronse  grandes  precauciones 
para  la  ocultación  del  monje.  Habito  éste 
en  una  pieza  emparedada  por  todos 
lados,  sin  mas  abertura  para  el  alumbra- 
do  y  ventilación  que  una  pequeíïa  venta- 
na  tapada  bajo  un  hule,  y  para  la  intro- 
ducción  del  alimento  un  agujero  en  el 
techo  que  comunicaba  con  un  desvàn. 
En  esta  cArcel  se  abrigo  un  mes;  y  cuan- 
do,  transcurrido  éste,  los  huéspedes  le 
acompafiaron  a  Farena,  y  las  mujeres 
entraron  en  el  aposento  para  recoger  las 
ropas  de  la  cama,  hall;\ronla  intacta  tal 
como  la  pusieron  antes  de  entrar  allí  el 
monje.  Ni  una  sombra,  ni  un  pliegue,  ni 
una  arruga  daba  indicio  de  haber  des- 
cansado  nadie  en  ella;  de  donde,  y  aten- 
diendo  la  escasez  de  muebles  de  la  pieza, 
se  deduce  por  necesidad  que  f  ué  el  duro 
suelo  quien  presto  colchón  a  la  piedad  y 
penitencia  del  cartujo.  Cuando  màs  tar- 
de,  al  terminar  de  la  guerra,  o  a  poco  de 
finida,  la  autoridad  le  llamó,  presentóse 
sin  dilación;  y  con  incomparable  pacièn- 
cia sufrió  en  casa  de  un  revolucionario 
repugnante  un  arresto  anómalo  de  dos 
meses,  que  muy  en  breve  voy  a  descri- 
bir.  Retirado  al  fin  de  la  vida  a  su  pàtria, 
aun  entre  los  revolucionarios  irreligio- 
sos,  bebedores  y  blasfemos  que  la  habita- 


ban,  su  santidad  fué  tal  que  logró  consi- 
deración  y  respeto  (1). 

Percance  de  condición  muy  distinta  de 
la  de  los  anteriores,  que  por  otro  lado  da 
pie  a  tristísimas  consideraciones,  tuvo 
que  tolerar  el  lego  Fray  Cipriano  Riqué. 
Al  partir  recibió  del  Superior,  como  los 
demàs  religiosos  de  Scala  Dei,  una  onza 
de  oro,  o  sea  80  pesetas  (2),  para  su  manu- 
tención;  con  las  que,  y  con  alguna  ropa, 
formó  su  hatillo  y  partió.  Al  cabo  de 
algunos  días,  en  aquellos  tiemposde  con- 
tinuas  exhibiciones  de  pasaportes,  de 
interrogatorios,  de  registros,  es  decir,  de 
excesiva  suspicàcia  y  tirania,  fué  presó 
por  fuerzas  liberales,  y  sujeto  a  forma- 
ción  de  causa  criminal  como  defraudador 
de  la  Hacienda  pública  en  razón  de  los 
objetos  de  Scala  Dei,  que  llevaba,  y  que 
los  liberales  fantaseaban  pertenecer  al 
Estado.  Puesto  en  la  cdrcel,  no  poco  tuvo 
que  sufrir  por  los  continuos  pronósticos 
de  presidios  y  penas  con  que  le  regala- 
ban  sus  compafieros  de  habitación  e 
infortunio,  hijo  emperò  en  ellos  de  origen 
muy  distinto  del  del  suyo. 

Sustancióse  la  causa,  y  leemos  lo  si- 
guiente  en  el  acta  de  la  sesión  del  11  de 
diciembre  de  1835  de  la  «Junta  de  Arma- 
mento  y  recursos»:  «Se  dió  cuenta  de  un 
»recurso  del  alcalde  del  barrio  6."  del 
»cuartel  3.°  D.  Ramon  Puig,  acerca  los 
»procedimientos  de  unasdiligencias  prac- 
»ticadas  sobre  la  detencion  de  Cipriano 
->Riquer  ex-monge  lego  del  suprimido 
«monasterio  de  Scala  Dei,  y  ocupación 
»de  alguna  cantidad  de  dinero  y  ropa  que 
»supone  pertenecerle:  y  otro  (rccurso)  de 
»este  religioso,  quejàndose  de  las  arbi- 
»trariedades  cometidas  en  el  asunto,  por 
»el  indicado  alcalde  de  barrio;  sobre  cuyo 


(i)  Todas  estàs  noticias  referentes  al  Prior  las 
debò  a  la  hija  del  granjero  de  S.  Blas  llamada  do- 
na Maria  Àngela  Franquet,  Ij  que  cuando  la  ocul- 
tación del  Prior  en  casa  Vilalta  de  Vallclara  vivia 
en  esta  casa. 

(2)  D.  Francisco  .Muns  me  dijo  que  le  parecia 
si  la  cantidad  que  llevaba  Riqué  al  ser  presó  era 
dos  onzas. 


CONTORNOS    DE    RELS 


263 


»particular,  teniendo  piesentido  la  Junta 
»que  estaba  entendiendo  en  el  expediente 
»el  Juez  de  primera  instància  de  esta 
«capital  D.  José  Bages,  acordo  en  su 
kvirtud  dirigir  ambas  instancias  al  citado 
»Juez,  para  que  uniéndolas  al  expediente 
»de  su  referència,  procediese  ú  lo  que 
>'fuere  arreglado  a  justicia;  dando  no 
>'obstante  cuenta  à  la  Junta  del  resultado 
»de  dichas  diligencias  para  conocimiento 
''V  gobierno  de  la  misma»  (1). 

El  asunto  pasó,  sin  duda,  al  Tribunal 
de  Hacienda,  cuyo  fiscal,  o  según  otros, 
cuyo  asesor  era  a  la  sazón  don  Ramon 
Muns  y  Serinyà,  persona  sinceramente 
cristiana  y  de  reconocida  sensatez.  No 
tuvo  Muns  que  aguijar  mucho  su  claro 
ingenio  para  conocer  el  perfecto  derecho 
que,  según  toda  Jurisprudència  natural, 
canònica  y  civil,  no  contagiada  de  revo- 
lución,  asistía  al  lego  para  retener  y 
usar  los  objetos  de  su  lío;  però  tan  leoni- 
no  dominio  gozaba  entonces  sobre  el 
mundo  oficial  el  espíritu  nuevo,  que  este 
ministro  de  la  Justicia  estimo  ser  mas 
conducente  a  la  íiberación  del  presó  apo- 
yarse  en  la  carència  de  lev  revoluciona- 
ria para  el  caso,  que  en  la  existència  de 
la  obvia  natural.  Así  opino  a  favor  de 
aquél,  y  baso  su  dictamen  en  que,  no 
promulgadas  aún  en  los  días  del  supuesto 
crimen  las  leyes  desamortizadoras,  el 
fardo  de  Riqué  no  pertenecía  al  Estado. 
El  juez  de  Hacienda,  entonces  don  Jacin- 
to  Fèlix  Domènech,  anos  adelante,  en 
1854,  ministro  de  Isabel  II,  }•,  junto  con 
otro,  comprador  de  un  convento,  adhirió- 
se  al  dictamen  del  fiscal,  y  el  presó  fué 
puesto  en  libertad.  Increïble  despotisme 
de  la  iniquidad:  los  nacionales,  autores 
de  robos,  saqueos,  destrucciones  e  incen- 
dies de  bienes  sagrados,  prenden  por 
ladrones  a  religiosos  que  procuran  sal- 
var los  suyos;  y  por  estupenda  aberra- 
ción  del  sentido  moral,  hija  de  la  pasión 
revolucionaria,  los  tribunales  y  autori- 
dades,  que  ignoro  se  dignasen  mover  un 


(i)     Diario  de  Barcelona  di:\    14   de   lehrcrn  de 
iiS?ó,  pdg.  3O0. 


dedo  para  castigar  los  sacrilegos  críme- 
nes  del  lunes  de  Pascua,  y  que  ni  por 
asomo  pensaron  en  la  punición  de  los 
públicos  saqueadores  e  incendiaries  de 
Scala  Dei,  guardan  presó  en  estrecha 
carcel  y  encausan  a  un  mansísimo  lego 
porque  del  todo  no  se  deja  despojar. 

Mas  no  olvidemos  tan  pronto  a  Cipria- 
no  Riqué  y  a  su  fiscal.  Éste,  rodando  los 
anos,  al  finir  del  de  1855,  vino  a  enfermar 
de  terrible  sofocación.  Prestàronle  sus 
familiares  y  amigos  todo  genero  de  cui- 
dados,  hasta  que,  fatigades  ya  y  abatidos 
por  las  continuas  velas  necíurnas,  tuvie- 
ron  que  acudir  para  éstas  a  les  veladores 
de  la  Sociedad  piadosa  llamada  la  Cari- 
dad  Cristiana.  En  una  de  ellas  verso  la 
conversación  entre  paciente  y  velante 
sobre  los  tropiezes  y  sufrimientes  que 
habian  amargado  la  vida  del  postrero, 
descubriendo  entonces  éste  su  calidad  de 
lego  de  Scala  Dci ,  su  buida  del  monaste- 
rie  en  1835  y,  finalmente,  su  captura  y  el 
preceso  que  se  le  siguió.  A  las  cortas 
palabras  con  que,  al  oir  esto  el  enfermo, 
certifico  a  Riqué  ser  él  el  mismísimo 
fiscal  que  con  su  dictamen  le  libertó,  con- 
testo el  lego  abrazando  a  Muns,  desha- 
ciéndose  en  muestras  de  alegria  y  grati- 
tud, \  no  permitiendo  ya  mas  que  otre 
le  velase  sinó  él  en  la  prolongada  enfer- 
medad  de  don  Ramon,  que  duro  todavía 
meses,  y  acabo  con  la  muerte.  Riqué, 
una  vez  exclaustrado,  se  pasó  agri- 
mensor; mas,  reinstalados  hace  peces 
anos  en  Mentalegre  los  Cartujes,  ingre- 
só  de  nuevo  en  el  Monasterio,  v  allí  mu- 
rió  (2). 

De  cuanto  en  este  articulo  llevo  narra- 
do  resultan  claramente,  de  un  lado,  la 
codicia  de  los  habitantes  del  Priorato  per 
les  bienes  de  Scala  Dei,  al  que  reban  y 
saquean;  y  de  otro,•cierto  respeto  para 
les  menjes,  a  ninguno  de  los  cuales  vemos 
perecer  bajo  el  punal  revolucionario  de 
los  exaltades  de  aquella  comarca;  con  lo 
que  los  hechos  vienen  a  depener  en  favor 

(j)  Dcbo  estàs  noticias  a  D.  Fiancisco  .Muns 
y  Castellet,  hijo  de  D.   Ramon  .Muns  y  Serinyà. 


264 


I.IBKO    7i;RCER0.  —  CAPITULO    OUINTO 


de  la  verdad  de  mi  aserción  del  principio 
referente  a  este  particular. 

§  3.°    Paradero  del  monasterio  de 

«Se ALA    DeI»   Y   de   SUS   COSAS 

El  primer  lugar  en  éstas  concede  todo 
católico  a  los  objetos  sagrados  y  del  cui- 
to; por  ellos,  pues,  juzgo  natural  comen- 
zar.  Que  Scala  Dei  debió  de  poseer  reli- 
quias,  y  notables,  nadie  de  sana  mente  lo 
negarà,  habidas  en  consideración  la  reli- 
giosidad  deia  casa,  su  importància  políti- 
ca en  antigues  tiempos,  y  los  muy  altos 
protectores  que  la  favorecieron.  Mas  en 
afirmación  y  certeza  convierten  tal  conje- 
tura  las  siguientes  preciosas  palabras  de 
Villanueva,  quien  poco  antes  del  incendio 
las  vió:  <Entre  las  reliquias  que  aquí  po- 
»seen  es  notable  la  punta  de  uno  de  los 
>-clavos  del  Senor;  tendra  poco  mas  de  un 
»dedo.  Ítem  hay  otro  clavo  grande  a  quien 
»estd  afianzado  un  pergamino  con  este 
»letrero:  Clavus  portac  mirae  de  templo 
»Domiiiico  de  Hierusalcm,  qnae  nou  ape- 
y>rietur  iisque  ad  diem  jiidicii%  (1).  íQué 
paradero  cupó  en  la  huída  a  las  reliquias? 
Lo  ignoro,  però  por  unas  palabras  que  oi 
de  la  hija  del  entonces  granjero  de  San 
Blas,  y  habitante  de  la  casa  Vilalta  de 
Vallclara,  donde,  según  dije,  se  refugio  el 
Prior,  éste  las  recogió;  y,  salvadas  del 
saqueo,  debò  suponer  que  hoy  estan  reli- 
giosamente  guai^dadas  en  alguna  olvi- 
dada  iglesia. 

El  cèlebre  Crucifijo  que,  segiin  la  tra- 
dición,  liabló  a  Don  Fort,  se  halla  en  la 
capilla  del  Santísimo  de  la  parròquia  de 
Torroja,  donde  es  visitado  con  gran  de- 
voción  por  los  pueblos  del  Priorato.  Es 
una  preciosa  escultura  de  nueve  y  medio 
a  diez  palmos  de  longitud. 

Su  salvación  del  destrozo  de  1S35  no  se 
debe  ciertamente  a  un  milagro.  Cuando 
el  saqueo  en  los  mismos  días  del  incendio 
convinieron  algunos  en  salvarlo.  Para 
esto  quitàronlo  de  su  capilla  y  lo  llevaron; 
però  al  llegar  a  una  encrucijada,  distante 


(i)      Yiaje  literària,  tomo  XX.  pàgs.  164  y  ió,. 


del  monasterio  1,200  pasos,  que  j'o  he 
medido,  punto  donde  se  parten  los  cuatro 
caminos  que  van  uno  a  la  Cartuja,  otro  a 
Poboleda,  el  tercero  a  Torroja  y  el  ulti- 
mo a  Vilella,  todos  quisieron  el  Crucifijo 
para  su  pueblo.  Trabóse  recia  disputa, 
relucieron  las  navajas,  y  al  fin  triunfaron 
los  de  Torroja,  y  por  este  tnilagro  dicho 
pueblo  venera  el  Crucifijo  en  la  capilla  del 
Santísimo  de  su  parròquia  (2). 

El  renombrado  lienzo  del  altar  de  la 
gran  capilla  vecina  al  presbiterio,  en  el 
que  un  hàbil  pincel  reprodujo  el  verda- 
dero  Crucifijo  que  habló  a  Don  Fort  y  a 
éste  arrodillado  allí  junto  con  el  abad  Do- 
mènech de  Vilabertran,  supongo  pereció 
en  la  devastación.  El  Cristo  del  refectorio 
se  venera  hoy  en  la  parròquia  de  la 
Morera  (3),  adonde  pasó  también  la  ima- 
gen  de  Jesús  sepultado  (4). 

Los  restos  siempre  respetables  de  los 
devotos  del  monasterio,  que  en  sussarcó- 
fagos  creyeron  hallar  perpetua  paz,  o 
andaràn  revueltos  entre  las  inmensas 
ruinas  del  gran  cenobio,  o,  esparcidos  por 
los  collados  vecinos,  serviran  de  abono  a 
su  lozana  vegetación. 

El  cadàver  de  Don  Fort  y  los  de  los  de- 
màs  cartujos  quedan  sin  duda  allí  bajo  el 
suelo  del  antiguo  cementerio,  en  el  que  en 
modernos  días  el  devoto  de  la  casa  don 
Augusto  Miiller  colocó  un  crucifijo,  como 
abajo  diré. 

Pudo  el  Prior  salvar  el  càliz  de  oro,  y 
con  él  remediar  a  los  monjes  cuando,  des- 
pués  de  aventados  de  su  claustro,  sintie- 
ron  la  pobreza  y  la  necesidad  (5). 

Antes  de  la  catàstrofe,  mas  en  su  previ- 
sión,  los  superiores  prepararon  en  el  edi- 
ficio  un  escondrijo,  donde  ocultaron  los 
preciosisimos  ornamentos  sagrados  men- 
tados  en  la  descripción  del  monasterio  en 
mi  obra  anterior;  però,  acaecida  aquella, 
los  descubrió  el  ruin  del  albanil  que  pre- 


(j)     Relacií'm  del  Pdrroco  de  Torroja    D.   José 
MorUi  y  Llopis.  Barcelona  j  de  junio  de  1894. 

(3)  L'Excursionista,  vol.  11.  pàg.  551. 

(4)  Relación  de  Don  Buenaventura  Alorer. 

(5)  Relación  de  Don  Buenaventura  .Morer. 


CONTOKNOS     DE    RELS 


265 


paro  el  lugar.  Entonces  uno  de  los  veci- 
nos  Comandantes  de  milícia  logró  coger- 
los,  y  dando  noticia  de  ello  al  Prior,  se 
los  entreg'ó;  por  razón  de  la  cual  restitu- 
ción  tuvo  éste  que  dar  una  regular  canti- 
dad.  Mas  la  loca  y  bastarda  jurisprudèn- 
cia revolucionaria  de  aquellos  tiempos,  de 
la  que  hice  mención  al  hablar  del  lego 
Riqué,  puso  en  manos  de  la  autoridad 
secular,  arrancàndolos  de  su  dueno,  estos 
ornamentos,  que  por  ende  pararon  en 
Tarragona.  De  la  autoridad  secular  pasa- 
ron  por  suerte,  junto  con  los  libros  de 
coro,  a  la  del  senor  Arzobispo,  quien 
entregó  algunos  a  la  catedral,  entre  los 
cuales  debia  de  contarse  un  precioso 
frontal,  que  se  sabé  fué  de  Scala  Dei 
y  posee  ho}'  la  dicha  iglesia,  y  del  que 
doy  una  fototipia.  Tantos  y  tan  ricos 
bordados  lo  tachonan,  que  la  gente  cata- 
lana, valiéndose  de  un  modismo  de  la 
tierra,  lo  califican  de  un  pu  d'or.  Hoy  no 
le  adorna  piedra  preciosa  alguna;  emperò 
los  numerosos  asientos  de  ellas,  que  claros 
allí  se  observan,  revelan  las  muchas  que 
le  enriquecían  (1).  La  preciosa  casuUa 
Uamada  de  San  Bruno  merecióno  quedar 
en  Tarragona,  sinó  llegar  nada  menos 
que  a  la  capilla  Real  de  Madrid  (2),  al 
paso  que  otros  ornamentos  quedarían  sín 
duda  en  la  arzobispal  de  dicha  ciudad 
tarraconense,  donde  existen  algunos  pro- 
cedentes  de  monasteríos  (3).  En  estos 
últimos  anos  se  guardaban  en  la  indicada 
Catedral  muchos  libros  de  coro,  según  se 
decía,  de  Scala  Dei,  que  fueron  después 
reclamados  por  una  orden  religiosa  (4). 

Que  en  los  días  intermedios  entre  la 
huida  de  la  Comunidad  y  el  incendio  del 
monasterio  pudieron  los  monjes,  a  indica- 
ción  del  Prior,  retirar  algunos  ornamen- 
tos, me  consta  por  el  testigo  Don  Jaime 


(i)  Uclaciún  de  Doii  BuL-navcnlura  .MiTcr. 
jMe  lo  escribió  un  Canonigo  de  Tarragona.  Indi- 
cador arqueológico  de  Tarragona,  pàg.  oo. 

(2)     Relación  de  Don  Bucnavcntura  .Morer. 

(?)  Relaciún  del  aludido  Canúnigo  de  Tarra- 
gona. 

(4)     Relación  del  indicado  Cancmigo. 


Marrugat,  según  atras  escribí.  Fuera  por 
efecto  de  confianza  de  los  religiosos,  fue- 
ra por  el  saqueo,  otros  utensilios  del  altar 
quedarían  ocultos  en  determinadas  vi- 
viendas  de  los  vecinos  pueblos.  A  estos 
acudió  como  lobo  rapaz  mas  tarde  el 
trístemente  cèlebre  secuestrador  Xafa- 
rriiclis,  hombre  sin  humanidad  ni  ver- 
güenza,  al  cual  el  Gobierno  osó  encomen- 
dar  el  secuestro  de  los  bienes  de  monas- 
teríos y  de  familias  carlístas,  3'  cuyo 
retrato  histórico  guardo  para  su  propio 
lugar,  el  capitulo  de  Poblet.  Perquiríendo 
éste  en  determinadas  casas  del  Priorato  y 
su  comarca,  conocidas  por  su  devoción  a 
la  Cartuja,  y  empleando  toda  clase  de 
amenazas,  ínclusas  las  de  muerte,  y  mil 
vejaciones,  logró  apoderarse  de  muchos 
de  los  objetos  preciosos,  ya  de  plata,  ya  de 
otras  materias;  los  cuales  irían  a  parar  a 
su  no  menos  cèlebre  almacèn  de  la  calle 
de  San  Lorenzo  de  la  villa  de  Reus,  del 
que  me  restarà  adelante  harta  ocasión  de 
hablar  (5).  Ignoro  emperò  sí  por  fortuna 
alguno  de  estos  procedentes  de  Xafa- 
rruchs  logró  en  ultimo  termino  en  las 
manos  del  senor  Arzobispo,  volver  al  uso 
del  santuaiio,  ya  que  en  cierta  ocasión  el 
Prelado  reclamo  y  obtuvo  de  la  autoridad 
secular  objetos  del  cuito  que  se  hallaban 
depositados  en  la  aduana  (t>).  Por  su  parte, 
cuantas  cosas,  ya  en  metales  preciosos, 
ya  en  indumentos,  podia  salvar,  repartia 
el  amante  Prior  entre  sus  hermanos  los 
monjes  (7),  pues  porconducto  inequívoco 
me  consta  que  en  los  días  que  precedieron 
a  la  destrucción  logró  sacar  del  monaste- 
terio,  prímero  los  documentos,  después 
ropas,  pafios  o  indumentos,  y  tinalmente 
dinero  (8). 
El  granjero  de  San  Blas,  José  Franquet, 

(í)  Relación  que  me  hi/:o  un  sacerdole  que 
por  muchos  anos  fué  pàrroco  del  Priorato.  Rela- 
ción de  D."  .Maria  .\ngela  Franquet. 

(o)  Relación  del  indicado  Canonigo  de  Tarra- 
gona. 

(7)  Relaciones  de  Don  Jaime  .A\arrugal  y  doiia 
Àngela  P'ranquet. 

(S)  Relación  ya  citada  de  D.'  .Maria  .\ngela 
Franquet. 


266 


I.liiItO    TIíRCERO.  —  CAPITULO    HUINTO 


padre  de  la  persona  que  me  lo  conto,  fué 
quien,  acompanado  de  un  monje,  practico 
la  extracción,  dejando  éste  depositados 
los  documentes  y  ropas  en  casa  del  mis- 
mo  Franquet,  de  donde,  terminada  la 
guerra,  el  Prior  los  recogió  (1).  El  lugar 
en  que,  muerto  éste,  se  oculten  los  diclios 
papeles,  lo  ignoro,  así  como  si  por  la 
extracción  del  monasterio  todo  elarchivo 
en  masa,  inclusos  los  antiquísimos  autó- 
grafos  y  cartas  reales,  se  salvo  del  fuego 
y  la  devastación,  o  solo  parte  de  aquél. 
El  abultado  volumen,  del  siglo  xv,  escri- 
to  de  puno  propio  de  Don  Juan  Fort  sobre 
su  vida  y  hechos  extraordinàries,  llevólo 
con  religioso  respeto  Don  Burrull,  conser- 
vàndolo  en  su  poder  en  Tolosa  de  Fran- 
cia,  ciudad  donde  se  refugio,  y  en  la  que, 
fallecido  el  Don  Burrull,  quedo  el  volu- 
men en  poder  de  una  familia  particular  (2). 
Como  aficionado  a  antigüedades,  mu- 
cho  en  estos  tiempos  me  interesó  dar  con 
el  paradero  de  la  Biblia  donada  por  Don 
Juan  de  Aragón;  y  por  ello  hurgué  por 
varios  lados,  recibiendo  en  unos  la  calla- 
da por  respuesta,  y  en  otros  desconsola- 
dora  negación  referente  a  noticias  del  tal 
tesoro.  Dolíame  en  el  alma  que  aquel  sin 
número  de  primorosas  paginas,  obra  de 
generaciones  de  monjes,  hubiera,  como 
tantas  otras,  parado  en  tacos  de  fusil,  o 
cubierta  de  la  lista  de  la  colada,  o  envol- 
torio  de  guisantes;  por  esto,  a  pesar  de 
chascos,  continué  la  indagación,  cuando 
un  jovencito,  mi  sobrino,  la  halló  en  la 
Biblioteca  del  Seminario  conciliar  de 
Tarragona.  Me  escribió  que  existe  allí 
una  Biblia  en  once  tomos,  unos  de  tama- 
fio  algo  mayor  que  los  restantes,  en  vite- 
la  y  preciosa  letra  gòtica,  con  vifletas  de 
vivos  colores,  plata  y  oro,  y  notas  mar- 
ginales  en  caracteres  para  el  joven,  como 
los  del  texto,  ininteligibles;  a  pesar  de  lo 
que  en  una  pàgina  algo  rasgada  logró 

leer  estàs  palabras:    «fiaec d  domo 

i>Scala  Dei  hordine  carttisiem^.  Con  pos- 


(i)     Relación  citada  de  D."  .Maria  Àngela  Fran- 
quet. 

(j)     Relaciún  de  Don  Buenaventura  Morer. 


terioridad  a  estos  hechos,  yo  mismo  he 
examinado  tan  valiosos  códices  y  he  sa- 
cado  de  elles  varias  de  las  iniciales  co- 
piadas  en  mis  obras.  El  Sr.  D.  Ignacio  de 
Janer,  en  su  hermoso  opúsculo  El  Pa- 
triarca Don  Juan  de  Aragón,  pAginas 
103  y  siguientes,  los  describe  minuciosa 
y  acertadamente. 

Debò,  emperò,  confesar  mi  completa 
ignorància  respecto  a  los  tramites  segui- 
des por  estos  códices  desde  Scaln  Det 
en  1835  hasta  el  Seminario  en  1891. 

En  el  Aichivo  de  Hacienda  de  la  pro- 
vincià de  Barcelona  se  guarda  el  Lleva- 
dor de  las  renta s  que  este  Monasterio 
sacaba  de  este  territerio  de  Barcelona,  el 
cual  llega  al  1835,  y  ademAs  hay  allí 
algiín  otro  volumen  manuscrito.  Y  en  la 
del  mismo  ramo  de  Tarragona  pararen 
55  llevadores  de  esta  casa,  y  no  dudo 
que  otros  documentes,  los  que,  como  ve- 
remes en  el  capitulo  siguiente,  estan  hoy 
en  el  Archivo  histórico  nacional  de  Ma- 
drid. Sin  embargo,  quedaban  aún  en  1913 
en  el  mentado  Archivo  de  Hacienda  de 
Tarragona  algunes,  bien  que  muy  peces 
documentes  de  Scala  Dei. 

De  la  Biblioteca  de  esta  Cartuja  la 
Provincial  de  Tarragona  posee  100  volú- 
menes  catalogades,  y  unos  200  sin  cata- 
logar. En  la  casa  rectoral  de  la  Morera 
guardabanse  anos  atràs  libros  del  mismo 
Monasterio;  los  que,  recogidos  en  1866 
per  un  delegado  del  senor  Arzobispo, 
fueron  entregados  a  la  Orden  Cartusia- 
na  (3).  En  Cornudella  vivió  después  de  la 
exclaustración  un  cartujo  de  Scala  Dei, 
quien  conservaba  preciosos  libros  del 
Monasterio,  tales  como  un  ejemplar  de 
la  primera  edición  impresa  de  las  obras 
de  San  Agustín,  la  controvèrsia  sobre  el 
verdadere  autor  de  la  Imitación  de 
Cristo,  etc  Muerto  el  cartujo,  pasaron  a 
un  sacerdote,  e  ignoro  adónde  después 
de  éste  (4). 


n)  .Me  lo  conto  el  mismo  delegado  del  senor 
.\rzobispo, 

(4)  Relación  citada  del  Canonigo  de  Tarra- 
i-'ona. 


CONTORNOS    DE    REUS 


267 


El  senor  Simó,  abogado,  en  1835  alcal- 
de de  Porrera,  persona  de  ilustración,  al 
enterarse  del  abandono  del  Monasterio  y 
del  principio  de  su  saqueo,  dispuso  el 
traslado  de  la  Biblioteca  a  su  casa;  però 
solo  consiguió  llevarse  unos  500  volúme- 
nes.  Consistían  en  obras  de  Religión,  de 
Teologia,  sermonarios  y  tratados  sobre 
la  regla  de  la  Orden.  Los  mAs  de  ellos 
medían  el  tamano  del  folio  o  4.°  mayor, 
impresos  en  los  siglos  xvi  y  xvii,  en  Fran- 
eia,  Holanda  y  Alemania,  encuaderna- 
dos  en  pergamino.  Llevaban  manuscrito 
parte  de  ellos:  'nex  li  bri's  Scala  Deiy>.  En 
casa  del  seiïor  Simó  fueron  guardados, 
però  no  pudo  evitarse  que,  en  el  curso  de 
los  anos,  los  niflos  de  la  familia  arranca- 
ran algunas  de  las  portadas  grabadas  en 
cobre,  que  las  estimaren  estampas.  Di- 
suelta  después  la  familia  Simó  de  Porrera 
hace  algunos  afios,  y  quedando  solo 
herederos  menores  de  edad,  los  libros  de 
Scala  Dei  fueron  vendidos  a  un  anticua- 
rio  de  Reus,  el  cual  cedió  algunos  de  los 
mejores  volúmenes  a  bibliófilos  de  Reus, 
Barcelona  y  París;  però  la  casi  totalidad 
de  la  Biblioteca,  o  sea  mas  de  350  volú- 
menes, fueron  vendidos  en  dos  partes. 
Una  la  compro  el  joven  don  José  Simó  y 
BofaruU,  arquitecto  de  Reus,  descendien- 
te  de  su  homónimo  de  Porrera,  y  la  ha 
donado  al  Sr.  D.  Eduardo  Toda;  y  la 
otra  la  ha  adquirido  directamente  el  mis- 
mo  Sr.  Toda.  Todos  estos  libros  actual- 
mente  (1913)  se  hallan  reunidos  en  un 
armario  propio  para  ellos,  Uamado  de 
Scala  Dcí ,  en  la  numerosa  y  escogida  bi- 
blioteca que  dicho  Sr.  Toda  ha  montado 
en  Escornalbou,  por  él  restaurado  (1). 

Del  resto  de  los  libros  de  Scala  Dei , 
que  indudablemente  existieron,  y  no  en 
corto  número,  carezco  de  noticias;  y  su- 
pongo  sin  temeridad,  de  muchos  de  ellos, 
que  habran  desaparecido  rasgados,  o  con- 
sumidos,  o  vendidos  para  papel. 

Respecto  de  los  caudales,  dos  historias 

(i)  Noticias  prcicedenU'.s  del  mismn  Sr.  dem 
Eduardo  'l'oda.  .Me  lo  cscribió  desde  Londres  en 
III  de  cncro  de  191  ?. 


debo  aquí  insertar,  de  las  cuales  la  pri- 
mera descansa  solo  en  el  dèbil  funda- 
mento  de  haberse  contado  en  el  país, 
mientras  tengo  la  segunda  de  boca  de 
quien  la  oyó  de  uno  de  sus  actores-  En 
algo  distintas,  y  en  algo  son  parecidas, 
por  donde  mas  de  una  vez  me  asaltó  la 
sospecha  de  si  ambas  formaran  el  relato 
de  un  hecho  solo,  desfigurado  en  el  pri- 
mer caso  por  la  fecunda  imaginación  e 
ignorància  populares.  Cuéntase,  pues, 
que  los  monjes  guardaban  escondido  en 
ima  celda  cierto  número  de  botes  de  los 
de  envasar  tabaco,  cada  uno  de  los  cuales 
contenia  cien  onzas  de  oro,  los  que  en  la 
huída  quedaron  en  su  mismo  lugar;  que 
al  cabo  de  un  tiempo  de  la  dispersión  un 
monje  los  recogió,  dejandolosen  un  man- 
so  de  Cornudella,  donde  para  mayor 
seguridad  fueron  enterrados;  que  el  hom- 
bre  de  la  casa  quebrantó  el  debido  secre- 
to  comunicandolo  a  su  mujer,  esta  a  la 
hija,  la  hija  al  novio,  el  novio  a  un  ami- 
go; lo  que  dió  lugar  a  que,  concertados 
entonces  los  dos  últimos,  echaran  mano 
al  tesoro,  y  cargados  con  él  llegaran  al 
Mas  de  las  Moreras,  donde  se  repartie- 
ron  el  caudal.  En  cuyo  acto  sobrevi- 
niendo  otros  tan  honrados  como  ellos, 
interponiendo  amenazas,  lo  arrebataron, 
dejando  a  los  primeros  ladrones,  si  màs 
aligerados  del  peso  material,  en  cambio 
recargados  con  el  chasco  y  el  remordi- 
miento  de  su  negro  proceder  (2). 

Refiere  el  segundo  relato  que  un  monje 
ya  de  provecta  edad,  indudablemente 
por  encargo  del  Prior,  trató  de  poner  en 
cobro  el  caudal,  que  estaba  en  el  Monas- 
terio. Para  tan  expuesta  comisión  valióse 
del  auxilio  e  intachable  honradez  de  |osé 
Franquet.granjero  de  San  Blas,  el  cual 
en  una  tarde,  ayudado  de  sus  mozos, 
cargó  con  las  cajas  de  moneda  sus  dos 
acémilas  >  las  otras  dos  de  su  hermana 
de  casa  Vilalta  de  Vallclara;  y,  guiados 
todos  por  el  monje,  depositaron  su  tesoro 
en  el  manso  de  Cornudella,  conocido  por 


(j)     I.a  oyó  contar   esta   relación    D.   Juan  Pà- 
mies, que  fué  quien  nic  la  repilin. 


268 


LIBRO     1  F.RCF.Iil 


-  CAPITULO    QLI.NTO 


el  Mas Callaré  el  nombre  por  cari- 

dad.  Practicada  sin  tropiezo,  y  por  ende 
con  harto  gozo  de  los  ejecutores,  la  ope- 
ración,  acudió  aquella  misma  noche  el 
monje  director  a  dar  cuenta  de  ella  al 
Padre  Prior.  Escuchóle  éste  con  su  acos- 
tumbrada  paz;  mas  al  oir  el  nombre  del 
manso,  levanta  súbitamente  la  cabeza,  y 
refiriéndose  a  los  caudales,  dice  al  mon- 
je: «ya  les  puedes  rezar  un  Padre  nues- 
tro».  Helado  quedo  con  esto  el  inferior, 
quien,  si  anduvo  desavisado,  no  quedo 
perezoso,  pues  al  dia  siçuiente,  acompa- 
fiado  del  mismo  José  Franquet,  sus  mis- 
mos  mozos  e  iguales  mulas,  corrió  al 
manso  depositario,  reclamando  la  devo- 
lución  del  depósito;  mas  el  marido  no 
estaba  en  la  casa,  y  la  mujer  respondió 
que  el  dinero  se  lo  habían  robado  aquella 
noche  anterior,  única  transcurrida  desde 
la  entrega.  El  inocente  monje,  ejecutor 
de  tan  desgraciada  operación,  al  cabo  de 
algun  tiempo  pago  con  la  vida  el  disgusto 
del  fracaso.  Me  abstendré  de  todo  comen- 
tario,  hasta  en  este  lugar  elocuente,  limi- 
tàndome  a  decir  que  tengo  este  segundo 
relato  de  boca  de  Maria  Àngela  Fran- 
quet y  Xifré,  hija  de  José  Franquet, 
granjero  de  San  Blas,  la  que,  no  una, 
sinó  mil  veces  lo  oyó  de  los  labios  de  su 
padre.  Quien,  por  otro  lado,  al  recordar 
la  desaparición  del  tesoro  lamentaba  ha- 
berse  negado  a  aceptar  su  custodia  cuan- 

do,  antes  de  ir  al  Mas de  Cornudella, 

el  monje  ejecutor  le  rogaba  se  encargara 
de  él.  Contóse  después  que  los  deposita- 
rios  luego  abandonaron  el  manso,  que 
trasladaron  a  Barcelona  su  morada,  y 
que  a  la  postre  murieron  pobres. 

Honda  pena  debió  de  causar  al  celoso 
y  caritativo  Prior  la  pérdida  del  capital, 
con  que  contaba  subvenir  a  las  necesida- 
des  cada  dia  crecientes  de  sus  queridos 
monjes,  viejos  unos,  enfermos  no  pocos, 
en  la  pàtria  perseguidos  como  danina 
alimana,  en  el  extranjero  pobres  y  des- 
validos,  en  todas  partes  y  en  todos  con- 
ceptos  dignos  de  auxilio  y  de  líístima. 

Mas  este  capital  aun  perdido  debia  traer- 
le  nueva  acerbidad  en  el  dolor,  pues  fué 


presó  por  exigírsele  que  descubriera  el  es- 
condrijo  donde  en  concepto  del  opresor  se 
guardaba  aquél.  Corria  el  afio  de  la  termi- 
nación  de  la  guerra  civil  cuando  sorpren- 
dió  al  Prior  la  noticia  de  que  le  llamaba  la 
autoridad,  a  cuya  voz,  hallando  inmacula- 
da  su  conciencia,  contesto  compareciendo 
al  momento.  Exigiósele  que  manifestarà 
el  lugar  donde  quedaba  escondido  el  capi- 
tal; y  como  nada  pudiese  contestar,  se  le 
tuvo  confinado  o  como  arrestado  por  dos 
meses  en  casa  Xafarrtichs  en  època  pre- 
cisamente  en  que  este  secuestrador  había 
montado  en  su  cèlebre  almacén  un  tea- 
trito,  para  cu3'as  representaciones  creo 
utilizaba  objetos  procedenies  de  monas- 
terios.  La  Maria  Àngela  Franquet,  que 
también  fué  ella  quien  me  lo  conto,  en- 
tonces  nina  de  diez  anos,  }•  que  con  su 
família  a  la  sazón  moraba  en  Reus,  todos 
los  días  al  dirigirse  a  la  escuela  pasaba 
por  la  casa  del  secuestrador  y  recibía  del 
Prior  una  caricia,  que  consistia  en  la 
seftal  de  la  cruz  sobre  la  frente,  y  en  los 
labios  una  partecita  del  postre,  Otras  per- 
sonas  me  contaron  también  el  arresto  del 
Prior  en  casa  Xafarruchs;  acerba  pena 
la  de  perder  el  dinero  y  padecer  tormento 
de  parte  de  quien  desea  apoderarse  de 
él  nuevamente. 

Igualmente  el  granjero  Franquet  3'  su 
mujer,  Uamados  a  Tarragona,  fueron 
puestos  en  prisión  e  incomunicades  para 
que  declararan  donde  se  hallasen  los  ca- 
pitales  de  la  Cartuja,  a  lo  que  sin  duda 
nada  pudieron  responder. 

Otra  relación  he  oído  referente  a  la 
ocultación  y  encuentro  de  un  tesoro  en 
Scala  Dei ,  la  que  probablemente  se  refiere 
al  mismo  narrado.  No  debò  emperò  privar 
de  ella  al  lector.  Al  pàrroco  de  Torroja 
don  José  Moria,  de  cuya  boca  lo  tengo, 
conto  un  medico  de  aquellos  pueblos, 
hombre  de  opinión  liberal,  que  un  albaflil 
le  había  explicado  que  cierto  dia  anterior 
a  la  exclaustración  e  incendio  llamàronle 
los  monjes.  Que  le  vendaron  los  ojos,  y 
después  de  dadas  varias  vueltas  }•  revuel- 
tas  por  el  monasterio,  le  deslíaron,  ha- 
llàndose  en  una  habitación.  Mandàronle 


CONTORNOS    DE    REl.S 


269 


allí  que  construyera  una  bovedilla;  que 
bajo  de  ella  colocaron  dos  cajas,  que  se 
decía  contener  70,000  onzas  de  oro  des- 
tinadas  a  la  reedifïcación  del  monasterio; 
que  luego  pasó  un  tabique  por  ante  la 
cavidad;  y  finalmente,  que,  vendados 
nuevamente  los  ojos,  se  le  saco  fuera. 
Perpetrada  la  exclaustración  el  albanil 
habló,  y  no  falto  quien  acudiera  a  buscar 
el  tesoro.  De  aquí  el  grande  hurgar  y 
destruir  que  ha  sufrido  aquel  edificio.  El 
mismo  medico  fué  allà  con  varios  amigos, 
acompaflados  de  una  sonambula.  Esta 
durmió  en  varios  puntos  de  la  casa,  però 
no  dió  con  el  tesoro.  Llevaron  también 
una  varilla  que  se  dice  servir  para  indi- 
car los  metales,  però  también  sin  resul- 
tado(I). 

La  misma  relación  de  la  ocultación  del 
dinero  me  conto  en  Reus  un  sesudo  car- 
pintero  de  Monroisf  (2),  concordando  con 
el  medico  en  muchas  de  las  circunstan- 
cias,  però  haciendo  subir  la  cantidad  a 
73,000  onzas,  y  colocando  el  escondrijo 
bajo  del  pavimento.  Afiadióme  que,  efec- 
tuada después  la  exclaustración,  sea  que 
el  albanil  contarà  el  hecho,  sea  que  de 
otro  modo  se  revelarà,  lo  cierto  fué  que 
el  Gobernador  civil  llamó  al  albaiiil.  Pre- 
guntado  éste  por  el  lugar  del  depósito, 
contesto  que  lo  io^noraba,  y  que  solo  podia 
decir  donde  se  le  vendaron  los  ojos.  Que 
lueg^o  el  Gobernador  llamó  al  Padre  Prior 
inquiriendo  lo  mismo,  y  que  este  contesto 
que  el  tesoro  estaba  en  el  sautuormii 
(«safictnar/init»  qui  so  dccïn  Que  con  es- 
to  el  Gobernador  creyó  que  el  lugar  era 
el  templo,  y  de  aquí  que  entonces  toda  la 
iglesia  fuese  excavada.  Opino  que  existe 
equivocación  en  el  relato  de  la  respuesta 
del  Prior,  però  no  en  lo  demas,  y  que  la 
persona  que  me  lo  conto  a  mi  lo  sabia  de 
boca  de  un  primo  suyo  que  lo  había 
oido  de  los  labios  del  mismo  albafiil  que 
escondió   el  capital.   Y  el  dicho   albanil 

(i)  Scgunda  relación  du  diL•lin  Sr.  .Morlà. 
Barcelona  8  de  iunio  de  iSi|_). 

(j)  En  14  de  junio  de  i^io-f.  HI  nonihrc  del 
carpinleri)  es  D.  Pedró  Savall. 


lo  refirió  después  de  las  pesquisas  del 
Gobernador. 

Otra  historia  de  hallazgo  de  dinero  en 
Scala  Dei  oi,  però  prescindo  ya  de  ella. 

Peor  suerte,  si  cabé,  que  a  los  objetos 
hasta  aquí  resenados  toco  a  los  de  valor 
artístico.  Los  lienzos  o  pinturas  ignoro  en 
concreto  qué  paradero  alcanzaron;  però 
atendiendo  al  modo  precipitado  de  la  pri- 
mera huida,  y  las  circunstancias  en  que 
se  efectuo  la  extracción  en  los  pocos  días 
que  la  subsiguieron  hasta  el  de  la  irrup- 
ción  general  y  quema;  atendiendo  sobre 
esto  a  la  autorizada  opinión  del  monje 
Don  Jaime  iMarrugat,  uno,  como  dije,  de 
los  que  con  posterioridad  a  la  fuga  acudió 
al  monastei  io  para  retirar  ornamentos; 
atendiendo  a  otros  fundados  pareceres; 
creo  con  razón  que  perecerían  o  entre  las 
llamas,  o  rasgados  por  los  cuchillos  y 
baj'onetas  de  estúpides  armados,  o  quizà 
por  las  ufias  y  tijeras  de  aiin  màs  es- 
túpidas  y  repugnantes  saqueadoras.  Res- 
pecto a  frescos  y  pinturas  murales  escri- 
ben  unos  excursionistas  que  visitaron  la 
Cartuja  en  1886:  «en  la  iglesia  existen 
»todavía  mutilados  y  ahumados  unos 
»frescos  muy  notables»  (3).  Los  demas  no 
gozarían  del  privilegio  de  quedar  en  pie 
caídos  las  bóvedas  y  los  muros;  y  así  las 
recomendables  obras  de  entrambos  Jun- 
cosas  han  perecido  entre  escombres  don- 
de anidan  la  arafla  y  el  ratón,  el  escara- 
bajo  y  el  lagarto. 

El  muy  suntuoso  sagrario,  no  debido,  es 
verdad,  al  arte  hoy  llamado  cristiano,  sinó 
al  Renacimiento  (4),  però  riquisimo  por 
los  exquisitos  marmoles,  bellísimopor  las 
bien  acabadas  imàgenes  en  número  fabu- 
loso;  el  sagrario  admiración  y  lenguas 
de  cuantos  ancianes  oi  describiéndolo;  el 
sagrario,  digo,  queda  hoy  hecho  trizas. 
Sus  estatuas,  obra  de  los  escultores  cata- 
lanes Espinel  e  Illa,  desaparecieron  para 
convertirse  en  guijarros,  que,  mediante 
la  honda,  aprovecha  el  pastor  para  reunir 


(?;     l.'l'.xcuisionUla,  vol.  il.  pà^.  ^s\. 
(4)     \'ilianueva.  Op.  cit..   tomo  XX.   pàg 
L'Hxcursionisla.  .\ny  XIII.  pàg.  381. 


10^. 


270 


LIBÜO     ]  KRCERO. — CAPiTLLO    OTINTO 


su  ganado,  o  en  fiagmentos  quizà  que  al 
fin  recogió  algun  anticuario  francès  o  in- 
glés  para  eniiquecer  museos  extranjeros. 

No  ha  mucho,  en  1886,  un  amigo  de 
antigüedades  y  mio  vió  en  manos  de 
cierto  traficante  de  objetos  arqueológicos 
en  esta  ciudad  de  Barcelona  un  precioso 
cuadríptico  y  un  fragmento  de  caja  de 
remota  edad,  los  que  no  sin  fundamento 
creyó  prccederde  Scala  Dei{\).  Adornan 
al  primero  pinturas  por  su  gran  primor 
mas  propias  de  un  códice  que  de  una 
tabla,  que  parecen  representar  escenas 
de  la  vida  de  la  Virgen  Santísima.  Des- 
conozco  del  todo  el  paradero  del  primo- 
roso  oratorio  con  figuras  de  marfil,  que 
fiié  del  papa  Luna,  poseído  por  esta  casa. 

De  los  edificios  monacales  escribe  don 
Joaquín  de  Gispert,  que  los  visito  en  agos- 
to de  18S9:  «Hoy  se  va  allà  A  ver  solo 
»ruinas,  paredes  derribadas,  edificios  cai- 
»dos,  muros  destruídos  y  arços  y  bóvedas 
>;rotos  en  pedazos;  he  aquí  laninica  y  sola 
«cosa  que  halla  quien  se  pasee  por  las 
»huertas  en  que  se  ha  convertido  el  solar 
»de  tan  poderosa  comunidad  monàstica. 
»De  lo  que  fué  iglesia  resiste  todavía  à  la 
»accion  del  tiempo  parte  de  la  bóveda 
»apuntada  y  de  estilo  romànico,  que  la 
»cubría,  permitiendo  su  espesor  y  sòlida 
»construccion  que  arraiguen  sobre  ella 
»diferentes  plantas,  y  especialmente  un 
»pino  que  en  soberbio  asiento  ha  crecido 

»lozano  adquiriendo  respetable  altura 

»De  lo  que  fué  claustro,  celdas  y  depen- 
»dencias,  solos  los  restos  esparcidos  por 
»todos  lados  marcan  su  sitio»  (2).  Y  con- 
corde con  el  anterior,  otro  excursionista, 
y  por  cierto  de  espíritu  nada  recomen- 
dable,  se  expresa  así:  «La  monjía  y  el 
»convento»  'poco  eiiterado  en  achaque  de 
cartujas,  llama  a  la  conrería  convento) , 
la  monjía,  pues,  y  la  conrería  «estaban 
»separadas.  Levantàbase  la  una  junto  à 
»un  rio,  abajo  en  un  llano  lleno  de  horta- 
»lizas,  de  frescas  aguas  y  pintadas  flores; 
»mientras  la  monjía  se  ocultaba  entre  los 

(i)     d.  Francisco  .Miquel  y  Badia. 

(2)     L'HACursionista.  Any  XIII.  pàg.  í8i. 


«pinós  de  la  montana,  en  lugar  salvaje, 
«defendída  por  rocas  y  bosques,  donde  no 
«penetraba  la  clara  luz  del  sol.  Però  hoy 
»(187S)  todo  es  ruinas,  miserias  y  soledad. 
»Solo  se  levanta  todavía  en  pié,  però 
«pròxima  à  caer,  la  fachada  de  la  igle- 

»sia Allí  ni  el  historiador,  ni  el  artista, 

»ni  el  poeta  pueden  nada  hallar»  (3).  Un 
tercer  excursionista  en  1886  estampa 
también  que:  ;<la  Cartuja  (de  Scala  Deij... 
«està  en  completo  abandono,  tanto  que 
«las  piedras  del  hermoso  edificio  fueron 
«arrancadas  para  las  divisiones  o  ribazos 
»de  las  viflas  que  lo  circuyen»  (4). 

Cuando  yo  mismo  en  13  de  junio  de 
1894  visité  aquellas  venerandas  ruinas,  vi 
que  los  edificios  habían  desaparecido, 
quedando  solo  algunas  ruinas,  paredes 
cuarteadas,  arços  rotos,  montones  de  es- 
combros,  algun  patio  cultivado,  inmensa 
y  espontànea  vegetación  silvestre,  lagar- 
tijas  e  insectos.  Arranca  làgrimas  amar- 
gas  ver  aquel  mantó  real  hecho  jirones 
y  podredumbre  en  un  rincòn  de  olvidado 
monte. 

íQué  linaje  de  agentes  obraron  esta 
grande  cuanto  lamentable  devastación? 
Primero,  el  fuego  de  los  días  del  hervor 
de  1835;  mas  estos  incendios  por  regla 
general  suelen  dejar  huellas  relati va- 
mente  menguadas  y  de  fàcil  reparaciòn, 
porque  sus  autores  por  un  lado,  ocupados 
màs  en  el  saqueo  que  en  la  destrucciòn, 
3'  por  otro,  guiados  y  movidos  solo  por 
un  vértigo  pasajero,  no  se  detienen  en  la 
pausada  obra  de  un  derribo  formal.  En 
segundo  lugar,  cooperaria  a  éste  el  des- 
cuido de  los  anos  que  siguieron  a  la 
exclaustraciòn,  durante  los  que,  si  dor- 
mían  las  autoridades,  dejaban  sentir  su 
irresistible  acciòn  fuertemente  al  par  que 
despacio  la  lluvia  y  demàs  agentes  natu- 
rales.  Tercero:  la  mania  de  hallar  ocultos 
tesoros,   que  dominó  en  los   pechos  de 


{7,)  D.  Francisco  Gras.  Memorias  de  la  As- 
sociació catalanista  d'excursions  cientificas.  \  o- 
lúmen  II.  1878.  pàg.  t2i. 

(-))  L'Excursionista.  Vol.  II,  o  sea  de  1882  a 
a  188Ó.  pàg.  5>i. 


COM'OUNOS    DK    REUS 


271 


muchos  hombres  de  aquellos  afios,  no 
dejó  de  hurgar  las  paredes  y  suelos  del 
gran  cenobio,  y,  como  terrible  polilla,  de 
carcomer  y  arrasar.  De  los  comisionados 
del  Gobierno,  tan  convencidos  de  la  exis- 
tència de  ocultos  capitales  en  Scala  Dei 
que  llegaron  hasta  la  detención  del  Prior 
en  casa  Xnfariuclis,  y  que  no  poco  exca- 
varen en  otros  conventos,  se  puede  con 
buen  fundamento  conjeturar  que  no  anda- 
rian  perezosos  en  perquirirlos  en  la  Car- 
tuja:  conjetura  que  perfectamente  con- 
cuerda  con  cierto  rumor  de  excavaciones 
allí  practicadas.  Y  finalmente,  en  cuarto 
lugar,  no  mucho  que  digamos,  habran 
contribuído  a  la  conservación  de  los  edifi- 
cios  monacales  dos  de  los  posteriores 
poseedores  de  tierras  de  Scala  Dei,  el 
Excmo.  Sr.  don  Mariano  Rius,  por  Ama- 
deo  I  conde  de  Rius,  de  Tarragona,  quien 
con  los  despojos  del  monsterio  levantó  su 
casa-palacio  de  la  Conrería,  y  don  Agus- 
tín  Peira,  de  Barcelona,  que  hizo  otro 
tanco  respecto  a  su  quinta  que  allí  se 
construy ó.  En  tin,  de  aquellas ruinas hasta 
se  han  sacado  materiales  para  la  cons- 
trucción  de  la  carretera.  Las  casas  torres 
de  los  actuales  poseedores  y  una  fila  de 
casitas  para  los  colonos,  edificado  todo 
en  el  llanito  de  la  antigua  Conrería,  for- 
man  el  nuevo  y  actual  lugarcito  llamado 
Scala  Dei. 

Con  lo  aquí  arriba  narrado  fàcilmente 
se  explica  como  algunos  lustros,  atràs  si 
el  monasterio  por  todos  lados  mostraba 
ruinas,  no  eran  tales  que  no  permitiesen 
ver  perfectamente  el  plan  del  edificio  y 
hasta  sus  jardines,  mientras  que  hoy  se 
halla  destrozado.  Existe  sin  embargo  el 
cementerio,  al  que,  a  impulsos  de  don 
Augusto  Muller,  de  Tarragona,  en  30  de 
junio  de  1886,  y  Muller  acompaflado  de 
mas  de  500  personas  de  los  diferentes  pue- 
blos  del  Priorato,  fué  trasladado  un  pre- 
cioso  Crucifijo  desde  la  capilla  de  la  Con- 
rería; y  hoy  no  faltan  almas  piadosas  que, 
a  pesar  del  descreimiento  de  la  nombrada 
comarca  y  de  la  aversión  de  ciertas  per- 
sonas a  la  presencia  de  esta  imagen  en 
aquel  lugar,  acuden  apostrarseante  ella, 


y  a  llorar  y  suplicar  sobre  las  tumbas  de 
Don  Beltran,  Don  Fort  y  los  demas  san- 
tos  cartujos. 

En  1887,  època  en  que  un  buen  amigo 
me  facilito  datos  sobre  Scala  Dei,  poseían 
las  tierras  del  monasterio  los  siguientes 
seiïores: 

Dos  décimas  partes  el  ya  nombrado 
Excmo.  sefior  don  Mariano  Rius,  de  Ta- 
rragona;tres  décimas  don  AgustínPeyra, 
de  Barcelona;  dofia  Antònia  Xammà, 
esposa  de  don  Manuel  de  la  Poza,  de  esta 
misma  ciudad,  dos  décimas  mils  de  los 
terrenos  con  la  iglesia  y  el  sagrario;  don 
SebastiSn  García  las  tres  restantes  déci- 
mas del  terreno  y  el  cementerio.  Este  fué 
quien,  llevado  de  buenos  sentimientos, 
concedió  el  permiso  para  levantar  allí  la 
dicha  cruz  en  1886,  y  su  mayordomo  y 
operariosse  honraronacompanàndola(l). 
Don  Agustín  Peyra  y  Vildósola,  ya  an- 
ciano  y  ciego  allà  por  los  afios  de  1910  o 
1911,  cedió  a  los  cartujos  de  la  fàbrica  de 
Chartreuse,  de  Tarragona,  la  imagen  de 
la  Virgen  de  la  fachada  de  Scala  Dei, 
quienes  la  colocaron  en  la  dicha  fàbrica. 
Si  los  cartujos  lo  aceptaran,  les  dijo  que 
les  cedería  también  el  solar  que  tiene  de 
parte  del  monasterio;  mas  el  solar  sin 
tierras  a  los  cartujos  no  les  conviene. 

Después  de  la  expulsión  del  1835,  pri- 
mero  el  Estado  administro  aquella  inmen- 
sa  hacienda  por  sí,  o  sea  por  administra- 
cióii.  Entonces  el  administrador  de  las 
tierras  sitas  en  el  Priorato  vendió  cuan- 
tos  àrboles  del  bosque  pudo.  Un  hombre 
de  Torroja  decía  a  su  pàrroco,  de  cuyos 
labios  yo  lo  oi,  que  en  esta  època  él  com- 
pro pieza  de  alba  (àlamo)  para  cuya  car- 
ga  se  necesitaban  ocho  mulos  (entonces 
no  habia  carretera),  y  que  la  compro  por 
10  o  20  pesetas  siendo  así  que  su  valor  pa- 
saría  de  40  duros  (2). 


(i)  Tres  de  los  nombres  de  los  dichos  posee- 
dores los  leo  en  las  Memorias  de  />i  Associació 
caUlaiiisla.  Vol.  II,  pàg.  32J. 

(-•)  Pàrroco  D.  José  MorKi.  Barcelona  j  de 
i  unió  de  1804.  Las  ventas  baratas  de  los  àrboles 
Uimbién  me  las  dijo  otro  senor. 


272 


LlIÏRO    TERCERO.  —  CAPIl'ULO    QUINTO 


Después  el  Estado,  para  facilitar  la 
venta  de  tan  extensa  hacienda,  la  dividió 
en  diez  partes,  y  así  la  vendió.  El  monas- 
terio  y  los  huertecitos  de  las  celdas  fue- 
ron  distribuidos  entre  los  compradores,  y 
he  oido  decir  que  estos  se  repartieron  los 
objetos  de  arte,  partes  de  la  edificación, 
que  habían  sobrevivido  a  la  ruina.  Los 
inmensos  bosques  en  su  gran  parte  han 
pasado  a  ser  vinas;  y  ya  los  pueblos  no 
pueden  gozar  de  la  lefía  caida,  cuyo  apro- 
vechamiento  el  monasterio  permitía  a 
todo  pobre.  Ignoro  qué  limosnas  repar- 
tan  ahora  los  poseedores  de  tales  bienes, 
però  es  muy  claro  que  los  necesitados 
carecen  de  las  incalculables  del  rico  y 
limosnero  cenobio.  Mas  dejemos  ya  noti- 
cias  orales  referentes  al  paradero  de  los 
bienes  inmuebles  de  la  Cartuja  y  venga- 
mos  a  los  documentos. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona,  a  16  de 
Octubre  de  1844,  D.  Mariano  Rius  y  Socie- 
dad agrícola  e  industrial  de  La  Unión, 
compran  al  Estado  «todo  aquel  Edificio 
»derruido  ó  Solar  en  que  se  hallaba  edifi- 
»cado  el  Monasterio  de  la  Cartuja  de 
»Scala  Dei,  situado  en  el  termino  de  la 
»Morera»  por  el  precio  de  22,010  reales, 
iguales  a  1,100  duros  10  reales,  de  los 
cuales  en  Tarragona  a  15  de  octubre  de 
1844  pago  el  quinto  en  esta  forma: 

«TitulosdelSp.lOO  Valor  liqüi-     Eq-?'^'»;,™- 

metàlico 

»En  equivalència  de4,402 

»r.  en  documentos  de 

»esta  deuda  à  20  r.  28 

»m.   p.   100  cotización 

»mcls  alta  pròxima  in- 

»mediata  al  dia  30  de 

«agosto  en  que  se  efec- 

»tuó  el  remate  .  .  .  4,402  916'22  r. 
»Aumento  del  2  p.  100.     .  18' 11 

4,402    954'33 
«Importa  la  ò.^  parte  .     .  4,402 

»Igual»    (1). 


(i)     FoI.  855  del  protocolo. 


La  escritura,  pues,  lo  dice  todo.  El 
quinto  del  precio  total  importaba  4,402 
reales,  iguales  a  220  duros  2  reales;  però 
como  los  títulos  del  5  se  cotizaron  al  20  r. 
28  m.  por  ciento,  los  compradores  con 
entregar  954  reales  33  m.,  o  sea  47  duros 
14  reales,  han  pagado,  y  entran  en  pose- 
sión  de  la  finca.  Suponiendo,  como  es 
natural,  que  en  el  pago  de  los  restantes 
cuatro  quintos  hicieron  lo  que  con  el  pri- 
mero,  las  grandes  ruinas  del  monasterio 
les  costaron  238  duros  10  reales  y  los 
derechos  del  expediente  y  subasta. 

#  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona,  a  20  de 
mayo  de  1843,  D.  Antonio  Niubó  compra 
al  Estado  la  finca  siguiente,  procedente 
del  monasterio  de  Scala  Dei:  «todo  aquel 
»bosque  sito  en  el  termino  de  la  Morera 
»de  estension  2,852  jornales  en  esta  forma 
»1,074  bosque  regular  con  pinós  de  todas 
»clases  y  una  porción  de  alamos  en  la 
«parte  llamada  Aubereda  y  Pou  de  Gel, 
»909  jornales  quemado  y  869  matorral 
vulgo  Botja;  lindante  a  Oriente  con  tie- 
«rras  de  vecinos  de  Poboleda,  a  medio 
«con  tierras  y  termino  de  V^ilella  Alta,  a 
«poniente  con  el  termino  y  vecinos  de 
«Cabacés,  y  al  N.  con  José  Escoté,  Rai- 
«mundo  Miró  y  José  Grau  y  con  la  pena 
«mayor  de  Montsant». 

El  precio  fué  de  5.000,000  reales,  de  los 
que  pago  la  quinta  parte  en  Tarragona, 
a  19  de  mayo  de  1843,  con  títulos  que 
serian  del  5  por  ciento,  aunque  el  ama- 
nuense  al  resefiarlos  se  olvida  dedecirlo, 
y  títulos  del  4  (2). 

El  quinto  es  un  1.000,000  de  reales,  o 
sea  50,000  duros;  però  como  en  la  fecha 
del  pago  los  títulos  del  5  se  compraban 
por  27  y  un  quebrado  por  ciento,  y  los  del 
4  por  18  y  también  un  quebrado  por  cien- 
to, resulta  que  en  la  realidad  los  50,000 
duros  fueron  unos  12,000.  jPrimer  plazo 
de  una  finca  que  tenia  2,852  jornales,  que 
si  entonces  criaban  bosque,  ahora  criaran 
nuraerosísimas  viflas! 


(2)     Fol.  ío_)  del  protocolo. 


CONTORNOS    DE    REUS 


273 


I8l  Por  escritura  ante  D.  Joaquin  Fà- 
bregas \'  Caputo,  en  Tarragona  a  10  de 
julio  de  1843,  D.  Antonio  Niubó,  vecino  de 
Barcelona,  compra  al  Estado,  procedente 
de  Scala  De/,  <toda  aquella  heredad 
»llamada  Piedad,  de  estension  2  jornales 
»de  viiia  y  Vj  de  otro  huerta  con  hermita 
»y  casa  todo  derruido  con  el  agua  que 
»pasa  por  ella  situada  dentro  del  bosque 
»de  Scala  Dei .  termino  de  la  Morera. 

»Toda  aquella  otra  heredad  Uamada  la 
»Coma  ò.  la  cual  va  unido  el  huerto  de  la 
»monjía  de  estension  9  jornales  tierra  pan 
»llevar  en  el  dia  yerma...,  situado  dentro 
»del  bosque  de  Scala  Dei ,  termino  de  la 
»Morera. 

»Toda  aquella  otra  heredad  llamada 
»hort  de  la  Conrería,  paradas  del  Galliné 
»y  sus  paradas  contiguas,  de  estension  3 
»jornales  tierra,  2  huerta  y  1  pan  llevar... 
■ay  un  edificio  derruido  junto  con  la  agua 
»que  nace  allí  mismo  sita  dentro  del  bos- 
))que  del  extinguido  monasterio  de  Scala 
>->Dei,  termino  de  la  Morera. 

»Toda  aquella  otra  heredad  llamada 
»Bor]a  y  Corrals,  a  la  que  va  unida  otra 
»llamada  Pla  del  Molí,  de  estension  8  jor- 
»nales  pan  llevar...,  situadas  dentro  del 
»bosque  de  Scala  Dei,  termino  de  la  Mo- 
»rera. 

»Toda  aquella  otra  heredad  llamada 
»Forn  de  la  Cals,  de  estension  12  jornales 
>^pan  llevar,  situada  dentro  del  bosque 
»del  monasterio  de  Scala  Dei,  termino  de 
»la  Morera. 

»Toda  aquella  otra  heredad  llamada  la 
»Vineta,  de  estension  25  jornales  vina 
«derruida...  sita  dentro  del  bosque  del 
«extinguido  Monasterio  de  Scala  Dei. 

»Toda  aquella  otra  heredad  llamada 
»Escorial,  de  estension  50  jornales  vina 
«derruida...  dentro  del  bosque  de  Scala 
Dei,  termino  de  la  Morera». 

El  precio  íué  419,000  reales,  de  los  que 
en  Tarragona  a  9  de  julio  de  1S43  pago  la 
quinta  parte  con  titulos  del  5  y  del  4  por 
ciento  (1).  419,000  reales  equivalen  a 
20,950  duros.  Su  quinta  parte  menta  4,190 

(i)     FoI.  üoi  del  protocolo. 


duros.  A  la  sazón  los  titulos  del  5  se  coti- 
zaban  alrededor  del  27  por  ciento  y  los 
del  4  al  del  19.  Así  el  pago  de  los  4,190 
duros  se  haría  por  el  comprador  con  el 
desembolso  de  solos  unos  1,050  duros,  y 
los  derechos  del  expediente  en  el  que  va 
comprendida  la  subasta. 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  22  de 
julio  de  1843,  el  mismo  don  Antonio  Niu- 
bó, del  comercio  de  Barcelona,  compra  al 
Estado  «toda  aquella  pieza  de  tierra  11a- 
»mada  Montsant,  sita  en  el  termino  de  la 
■Morera  y  dentro  del  bosque  del  extin- 
»guido  monasterio  de  Scala  Dei,  y  liene 
sus  entradas  y  salidas  por  el  camino  que 
»va  A  la  Morera,  de  estension  27  jornales, 
>!dos  de  pan  llevar,  25  de  tierra  hj-erma 
»toda  de  brenas  y  penascos,  que  linda  à 
«oriente  con  tierras  del  comun  de  Albar- 
»ca,  à  medio  con  las  del  comun  de  Cornu- 

»della »  por  el  precio  de  3,500  reales, 

de  los  que  paga  la  quinta  parte  en 
Tarragona  a  19  de  julio  de  1843  con  titu- 
los del  5,  consolidados  del  5  sèrie  A  y 
titulos  del  4  (2).  Los  3,500  reales  equiva- 
len a  175  duros;  su  quinta  parte  a  35 
duros.  Los  titulos  del  5  estaban  a  27  y  los 
del  4  a  de  19  a  20  por  ciento,  y  por  lo 
mismo  los  35  se  pagarían  con  unos  de  8  a 
10  duros. 

Es  inútil  apuntar  que  esta  finca  proce- 
dia de  Scala  Dei. 

Ijl  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  5  de 
agosto  de  1845,  don  «Mariano  Rius,  indivi- 
»duo  de  la  Sociedad  agricola  é  industrial 
»de  la  Union»,  compra  al  Estado  <toda 
«aquella  heredad  llamada  Mas  Deu,  de 
«estension  50  jornales  de  tierra  pan  llevar 
»del  todo  yerma...  una  pequena  fuente  y 
»con  sus  bebederos  de  ganado  destruido, 
»una  casa,  corrales  y  pajar  derruido,  si- 
»tuada  en  el  termino  de  la  Morera  dentro 
»del  bosque  del  estinguido  monasterio  de 
»S(7ï/«  Dei  ,  por  el  precio  de  154,250  rea- 
les o  sea  7,712  duros,  10  reales,  de  los  cua- 
les  en  Tarragona  a  2  de  agosto  de  1845 


(2)     Fol.  7-)8  del  protocolo. 


274 


l.iriUO    TERCERO. CAPITULO    QLIMO 


paga  la  quinta  parte  con  titulos  de  la 
deuda  consolidada  del  5. 

Compra  Rius  y  la  dicha  Sociedad,  y  la 
finca  procede  de  Scala  Dei {\).  El  quinto 
del  precio  son  1,542  duros  10  reales,  que 
pagados  con  papel,  o  sea  titulos,  que 
entonces  se  cotizaban  de  22  a  22  '%  por 
ciento,  importaron  un  desembolso  de  solos 
unos  350  duros. 

%  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Cortadellas,  en  Tarragona  a  19  de  mayo 
de  1847,  Don  Juan  Pellicer,  de  Porrera, 
compra  al  Estado,  procedente  de  Scala 
Dei,  el  bosque  llamado  de  Montsant  de 
300  jornales  entre  tierra  y  penascos,  parte 
yerma,  parte  con  pinós,  por  el  precio  de 
26,197  reales,  o  sea  1,309  duros  17  reales; 
de  los  que  en  Tarragona  a  18  de  mayo  de 
1847  pago  el  quinto  con  1,060  r.  24  m.;  en 
metàlico  en  equivalència  de  5,238  r.  5  m. 
de  titulos  del  5  al  tipo  de  20  1/4  P-  \  Y 
21  r.  7  m.  de  aumento  del  2  p.  "/i,'  De  modo 
que  el  pago  de  5,238  reales,  iguales  a  261 
duros  18  reales,  se  hizo  con  solos  53  duros 
0  reales  24  maravedíses  (2).  Los  bosques 
de  Scala  Dei  hoy  por  regla  general  son 
muy  productivas  vifias  del  renombrado 
vino  del  Priorato. 

#^  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  los  4  de 
abril  de  1843,  don  Daniel  Planas,  vecino 
de  Tarragona,  para  cederlo,  y  lo  cedió,  a 
don  Ramon  Urarte,  vecino  de  Barcelona, 
compra  al  Estado  «toda  aquella  heredad 
»llamada  Granja  del  Tancat,  la  cual  se 
»compone  de  60  jornales  de  viíïa  derrui- 
»da...;  6  jornales  huerta  con  agua  del 
»barranco  llamado  de  la  Morera...;  8  jor- 
»nales  de  tierra  pan  llevar  derruida...  50 
»jornales  de  bosque.  Dentro  la  indicada 
»heredad  se  encuentra  una  Casa  del  todo 
»derruida  con  solo  las  paredes  en  muy 
»mal  estado...  La  espresada  heredad  lin- 
»da  à  Oriente  con  la  finca  Uamada  el 
«Escorial,  à  mediodía  y  poniente  con  la 
»finca  llamada  la  Galera  y  Coll  llamat  lo 
»Corral  nou  hasta  la  pena  vulgo  lo  single 


(i)     Fol.  311  del  protocolo. 
(2)     Fol.  307  del  protocolo. 


>;del  grau  del  ase,  y  con  los  vecinos  de  la 
» Vilella  Alta...  Sita  en  el  termino  deia 
«Morera  y  partida  llamada  lo  Tancat.»  El 
precio  fué  de  700,100  reales,  de  los  que 
pago  en  Tarragona  a  1 .°  de  abril  de  1843 
la  quinta  parte  con  titulos  del  5  y  del  4 
por  ciento  y  un  insignificante  pico  en 
metàlico  (3).  Los  700,100  reales  equivalen 
a  35,005  duros,  y  la  quinta  parte  monta 
7001  duros.  A  la  sazón  los  titulos  del  5  se 
compraban  por  cantidades  que  rodeaban 
el  28,  como  27  1/2.  28  y  29;  y  los  del  4  a 
18  '^A;  y  por  lo  mismo  los  7,001  duros  del 
quinto  resultaron  en  realidad  unos  1,800 
duros  y  los  derechos  del  expediente. 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  2  de 
diciembre  de  1843,  don  Esteban  Sayró,  de 
Madrid,  compra  al  Estado  «toda  aquella 
»hacienda  llamada  Buen  Rapós,  vulgo 
»S.  Blas,  sita  en  el  termino  de  la  Morera, 
»de  estension  162  jornales,  en  esta  forma, 
»6S  jornales  de  vifïa  derruida,  82  jornales 
»de  tierra  yerma,  4  jornales  de  huerta  y 
»los  8  de  tierra  de  pan  llevar,»  procedente 
de  Scala  Dei,  por  el  precio  de  192,676 
reales,  de  los  que  pago  la  quinta  parte  en 
Madrid  en  noviembre  de  1843  según  pare- 
ce  (de  septiembre  a  diciembre)  con  titu- 
los del  5  por  ciento  (4).  El  quinto  montaba 
38,535  reales,  o  sea  1,926  duros  15  reales, 
que  pagados  con  un  titulo  del  5  ven- 
drían  a  reducirse  aproximadamente  a  una 
cuarta  parte. 

#  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  2  de 
diciembre  de  1843,  don  Jerónimo  March 
compra  al  Estado  «toda  aquella  heredad 
»llamada  la  Galera,  sita  en  el  termino  de 
»la  Morera,  de  estension  15  jornales  de 
«tierra  vina  enteramente  derruida,  que 
»linda  à  poniente  y  Norte  con  el  bosque 
»del  extinguido  monasterio  de  Scala  Dei» 
por  el  precio  de  69,990  reales,  de  los  que 
en  Madrid,  en  la  segunda  mitad  de  1843, 
pago  la  quinta  parte  con  titulos  del  5  y 
del  4  por  ciento.  Los  69,990  reales  equiva- 


Fol.  310  del  protocolo. 
Fol.  1048  del  protocolo. 


CONTORNOS     DE    REUS 


275 


Ien  a  3,499  duros  y  10  reales,  y  la  quinta 
parte  a  699  duros  18  reales,  que  por  razón 
del  pago  en  títulos  quedarían  reducidos 
aproximadamente  a  un  cuarto  de  ellos  (i). 
I§l  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo  en  Tarragona  a  20  de 
diciembre  de  1844,  don  Bernardo  Torrell 
(jotra  vez  Torrell!),  vecino  de  Vilaseca, 
compra  al  Estado,  procedente  de  Scala 
Dei ,  «toda  aquella  heredad  llamada  Mas 
»dels  Frares  de  estensión  450  jornales,  à 
»saber  25  jornales  tierra  campa,  225  de 
»yermo  y  100  jornales  penas  en  el  termino 
»de  la  Fabió;  60  jornales  bosque,  39  yer- 
>^mo  y  1  regadío  en  el  termino  de  Arboli, 
»la  cual  finca  contiene  una  casa  de  campo 
»con  su  pajar,  un  pozo  de  nieve  destruido 
»en  su  mayor  parte  y  una  balsa  inser- 
»vible...» 

EI  precio  fué  de  82,010  reales,  o  sea 
4100  duros  10  reales;  de  los  cuales  en 
Tarragona  a  14  de  agosto  de  1844  pago  el 
quinto  con  un  titulo  del  5  consolidado  de 
deuda  extranjera,  y  en  metàlico  34  r.  6  m. 
equivalentes  a  170  r.  31  m.  en  papel  del 
5  al  tipo  del  20  por  ciento.  Hubo  el  aumen- 
to  del  2  por  ciento  del  numerario  en  el 
precio  (2). 

Ijl  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  2  de 
mayo  de  1844,  don  José  Tomàs  Sabadell  y 
Permanyer,  de  Barcelona,  compra  al  Esta- 
do, procedente  de  Scala  Dei ,  «toda  aque- 
»lla  heredad  nombrada  Mas  Marti  situada 
»en  los  términos  de  MasRoig  y  partida 
«llamada  del  Moià  de  estensión  195  jorna- 
»les,  esto  es  54  jornales  de  sembradura 
»de  buena  calidad  con  800  almendros  27 
»higueras...  con  un  horno  de  cocer  ladri- 
»llos...;  8  jornales  y  V2  de  tierra  con  200 
»olivos  de  primera  clase:  22  jornales  con 
»60  pinós  de  primera  calidad...;  100  jorna- 
»les  de  viflabien  plantada...;  1  jornal...  de 
»huerta  que  se  riega  de  aguas  vecinales... 
»una  casa  de  campo  bien  obrada  con  5 
»lagares,  2  bodegas  con  28  cubas,  un  horno 
»de  pan  cocer,  un  pajar...  una  era...  dos 


»corrales...  una  fàbrica  para  hacer  aguar- 
»diente  bien  obrada...  que  linda...  Ade- 
»màs  tiene  dicha  Hacienda  separado  de 
>  ella  un  pedazo  de  tierra  vina,  llamado  la 
»Fuiiïa  en  la  misma  partida,  de  cabida 
»6  1/2  jornales...  Todo  aquel  otro  pedazo 
»de  tierra  llamado  la  Muilé  en  la  misma 
«partida,  de  estensión  3  jornales  de  tierra 
»vina.»  Lindan  algunas  de  estàs  fincas 
con  don  Antonio  Satorras  (3). 

El  precio  fué  2.300,200  reales,  de  los  que 
en  Tarragona  a  28  de  abril  de  1843  pago 
el  quinto  con  títulos  del  5.  Los  2.300,200 
reales  equivalen  a  115,010  duros,  su  quin- 
to sube  23,002  duros,  los  que  en  razón  de 
cotizarse  entonces  los  títulos  del  5  al  rede- 
dor  del  28  y  del  29  por  ciento  se  reduci- 
rían  a  unos  6,650  duros.  Este  senor  don 
José  Sabadell  y  Permanyer  era  hijo  de 
otro  Sabadell  al  que  encontraremos  ade- 
lante  comprando  hartos  bienes  de  con- 
ventos. 

#^  Por  remate  de  30  de  julio  de  1821 
y  por  el  precio  de  65,936  don  José  Ale- 
gre y  Cortina,  de  Tarragona,  compro 
al  Estado  una  hacienda,  con  casita,  sita 
en  Valls.  Mide  5  '/i  jornales,  parte  de 
sembradura  y  parte  regadío,  que  a  O. 
linda  parte  con  el  río  Francolí.  Era  prò- 
pia de  Scala  Dei.  Al  caer  la  Constitución 
Alegre  quedo  desposeido;  y  habiéndosele 
devuelto  la  finca  después  de  la  exclaus- 
tración,  ahora,  por  escritura  ante  don 
Joaquín  Fàbregas  y  Caputo,  se  le  da  este 
titulo  de  propiedad  en  Tarragona  a  21  de 
marzo  de  1844.  José  Alegre  murió  en  29 
de  marzo  de  1838  y  le  sucedió  su  hijo  don 
Ramon  Felipe  Alegre  y  Aymerich,  al 
cual  se  da  el  titulo  presente  (4). 

%  Por  escritura  ante  don  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  12  de 
diciembre  de  1844,  don  Antonio  Batlle, 
vecino  de  Tarragona,  compra  al  Estado, 
procedente  de  Scala  Dei,  un  molino  ha- 
rinero  con  su  balsa  y  casa  de  dos  pisos, 
situado  en  Poboleda,  partida  la  huerta 
del  Melld,  que  linda  al  N.  con  el  río  Ciu- 


(i)     Fol.  I  uso  del  protocolo. 
(j)     Fol.  1 186  del  protocolo. 


(;)     Fol.  !i)i  del  protocolo. 
(\)     VïA.  2n  del  protocolo. 


276 


MURO    TEUCERO.  —  CAPITLl.O    QUINTO 


rana,  por  el  precio  de  92,000  reales,  igua- 
les a  4,600  duros;  de  los  que  en  Tarrago- 
na a  21  de  noviembre  de  1844,  pago  el 
quinto  con  un  titulo  de  la  Deuda  consoli- 
dada del  5  (1). 

#^  Por  escritura  autorizada  por  el  no- 
tario  don  Joaquin  Fàbregas  y  Caputo, 
en  Tarragona  a  25  de  enero  de  1841,  don 
José  Vidal  y  Garriga,  del  comercio  de 
Tarragona,  compra  al  Estado  el  molino 
harinero,  que  en  el  termino  de  Poboleda, 
partida  llamada  Font  deu  Bosch,  camino 
de  Torroja,  poseía  el  monasterio  de  Sca- 
la  Dei.  El  cual  molino  al  S.  linda  con  el 
río  Ciurana,  al  E.  con  el  camino  real  de 
Torroja. 

Ademas  compra  el  huerto  circuido  de 
pared,  de  400  palmos  de  largo  y  80  de 
ancho,  contiguo  al  molino  expresado, 
también  de  Scala  Dei. 

El  precio  subió  a  360,000  reales,  o  sea 
18,000  duros;  de  los  que  en  Tarragona  a 
21  de  enero  de  1841  paga  el  primer  quin- 
to con  títulos  al  portador  del  5  y  del  por- 
tador del  4  por  ciento,  y  aflade  la  carta 
de  pago:  «Falta  para  el  completo  pago 
»2,344  rea.^  15  m.  los  mismos  que  satisfa- 
»ce  en  metàlico  al  22  p.%  que  estaban 
»en  la  bolsa  de  Madrid  el  dia  28  de  se- 
vtiembre  del  afio  ultimo  que  fué  la  última 
»cotizacion  del  4  p-^/o-  515.26  — Aumento 
»del2p.o/n:  10.10.— Suma:  526.2»  (2). 

%  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  13 
de  junio  de  1841,  don  José  Vidal  y  Garri- 
ga compra  al  Estado  «toda  aquella  pieza 
»de  tierra  llamada  Albareda  dels  Frares 
»con  un  huertecito  à  ella  unido  cercado 
»de  paredes....  de  sola  piedra,  de  esten- 
»sion  todo  junto  un  cuarto.de  jornal.... 
»sito  en  el  termino  de  Poboleda,  y  parti- 
»da  llamada  Font  de  la  Roca»,  proceden- 
te  del  monasterio  de  Scala  Dei,  por  el 
precio  de  19,000  reales,  iguales  a  950  du- 
ros, de  los  que,  en  Tarragona  a  22  de 
mayo  de  1841,  pago  en  metàlico,  equiva- 


lente  a  títulos  del  5  por  ciento,  la  quinta 
par  te  (3). 

#S  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  25 
de  noviembre  de  1841,  don  Bernardo 
Torrell,  al  cual  ya  otras  veces  hemos 
hallado  en  estàs  escrituras,  compra  al 
Estado  procedente  de  Scala  Z^f/una  vifia, 
sita  en  la  Morera,  partida  llamada  lo  Mas 
vell,  de  2  jornales  y  medio,  junto  al  río 
Ciurana,  por  el  precio  de  5,703  reales,  o 
sea  285  duros  3  reales.  De  estos  pago  la 
quinta  parte  don  Pedró  Gil,  en  Madrid,  a 
9  de  septiembre  de  1841,  con  títulos  del  5, 
del  4  y  documentos  interinos  del  4  (4). 

#M  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas,  en  Tarragona  a  21  de  febrero 
de  1843,  don  Francisco  Vidiella  compra 
al  Estado  las  dos  siguientes  fincas  de 
Scala  Dei.  \.°  Un  molino  harinero  Uania- 
do  deu  Barditia,  que  linda  a  S.  y  O.  con 
el  río  Ciurana,  y  a  N.  con  el  huerto  del 
mismo  molino.  2."  La  pieza  de  tierra 
llamada  deu  Bardina,  parte  huerta,  de 
7  1/.2  jornales  poco  màs  o  menos,  que  lin- 
da a  O.  y  N.  con  el  río  Ciurana;  ambas 
fincas  sitas  en  el  termino  de  Torroja,  y 
partida  de  Plana  Sega.  El  precio  fué 
190,000  reales,  o  sea  9,500  duros;  de  los 
que  en  Tarragona,  a  13  de  febrero  de 
1843,  pago  la  quinta  parte  con  titules 
del  5  por  ciento  (5).  La  quinta  parte  es 
1,900  duros.  Ignoro  el  precio  fijo  de  los 
títulos  del  5  en  el  dia  del  pago  13  de 
febrero  de  1843;  però  en  26  de  enero  era 
de  31  a  34,  y  en  4  de  marzo  fluctuaba  al 
derredor  del  28.  Así,  suponiendo  con 
harto  fundamento  que  fuera  el  30  o  31 
por  ciento,  los  1,900  duros  tornarían  unos 
580  duros;  a  los  que,  como  siempre  va 
supuesto,  se  afiaden  los  derechos  del 
expediente. 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Fàbregas,  en  Tarragona  a  21  de  febre- 
ro de  1843,  don  MeJchor  Lloberas  y  Be- 
nas,  de  Tarragona,  compra  al  Estado  las 


(i)     Fol.  1025  del  protocolo. 
(2)     Fol.  2ü  del  protocolo. 


(q)  Fol.  -)40  del  protocolo. 
(4)  Fol.  81  í  del  protocolo. 
(^)     Fol.  07  del  protocolo. 


CON  I ORNOS    DE    REfS 


277 


fincas  de  Scala  Dei  siguientes:  X."  El 
molino  papelero  con  sus  dependencias  y 
utensilios,  que  linda  al  S.  con  la  carrete- 
ra que  va  de  Constantí  als  Pallaresos. 
2°  El  huerto  cercado  de  paredes  de  tres 
cuarteras  de  sembradura  contiguo  al 
molino.  3.°  Una  vina  de  dos  jornales; 
todas  estàs  fincas,  sitas  en  Constantí,  por 
el  precio  de  200,000  reales,  o  sea  10,000 
duros;  de  los  que  en  Tarragona,  a  10  de 
febrero  de  1S43,  pago  la  quinta  parte  con 
titulos  del  5  por  ciento  (1). 

Procede  aquí  el  niismo  calculo  del  nú- 
mero o  finca  anterior. 

Kl  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  los  4  de 
marzo  de  1S46,  D.  Antonio  Llorens,  de 
Gratallops,  compra  al  Estado  «toda  aque- 
»lla  pieza  de  tierra  llamada  Sort  dels 
»f rares,  de  estension  4  jornales  vifia  y  2  l'j 
»jornales  pan  llevar...  situada  en  el  tér- 
»mino  de  Gratallops»  procedente  de  Scalu 
Dci,  por  el  precio  de  53,011  reales,  o  sea 
2,650  duros  11  reales,  de  los  que  paga  la 
quinta  parte  en  Tarragona  a  3  de  marzo 
de  1846  con  1,698  r.  14  m.  de  metàlico, 
equivalente  a  7,068  r.  5  m.  de  papel  con- 
soiidado  del  5computado  al  tipo  del  24  r. 
1  m.  por  ciento;  un  titulo  de  la  deuda  del 
4,  y  443  r.  7  m.  en  metàlico  en  equivalèn- 
cia de  1,952  r.  1  m.  en  titulos  del  4  al  tipo 
de  22  r.  24  m.  por  ciento,  hecho  el  aumen- 
to  del  2  por  ciento  sobre  el  metàlico  (2). 
De  modo  que  con  2,141  reales  21  marave- 
dises  de  metàlico  paga  9,020  reales  6  ma- 
ravedises  que  debia  como  parte  del  pri- 
mer plazo  del  precio. 

I8l  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  15  de 
junio  de  1846,  D.  Pedró  Blanch,  de  Ullde- 
molins, compra  al  Estado,  procedente  de 
Scala  Dei,  la  pieza  de  tierra,  llamada  de 
la  ermita  de  San  Bartolomé,  de  2  jornales 
de  vifía,  1  de  pan  llevar,  con  olivos  y 
nogales,  1  jornal  yermo,  que  linda  a  O.  y 
N.  con  el  bosque  de  la  misma  heredad.  V 
otra  pieza  bosque  de  breíias  y  peiïascos, 


(i)     l'ol.  loí  del  protocolo. 
(-•)     lol.  57  dol  protocolo. 


de  unos  12  jornales,  que  linda  a  S.  con  la 
finca  anterior.  Estan  situadas  en  el  termi- 
no de  la  Morera. 

El  precio  fué  2,101  reales,  o  sea  105 
duros,  de  los  que  en  Tarragona,  a  4  de 
junio  de  1846,  pago  la  quinta  parte  con  31 
r.  27  m.  en  metàlico  equivalente  a  140  r. 

2  m.  en  titulos  del  4  computades  al  22  r. 
24  m.  (cotización  del  29  oct.  45)  y  con  67 
r.  18  m.  en  equivalència  de  280  r.  4  m.  en 
equivalència  de  consolidados  del  5  com- 
putados  al  24  1  m.  por  ciento  (cotización 
del  31  oct.  45)  (3).  La  quinta  parte  impor- 
taba  420  reales  6  m.  o  sea  21  duros.  Los 
cuales  paga  aprontando  99  reales  11  m.  o 
sea  4  duros  19  reales  Hm,,  y  los  derechos 
del  expediente,  y  así  entra  en  posesión 
de  las  fincas. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  29  de 
julio  de  1846,  D.  Juan  Pellicer,  cirujano  de 
Porrera,  compra  al  Estado,  procedente 
de  Scala  Dci,  un  corral  con  pajar  y 
pequena  estancia,  situado  en  la  Morera, 
calle  del  Castell,  que  està  al  E.  de  la 
calle,  y  linda  por  lo  mismo  con  ella  por 
O.,  y  también  con  ella  por  N. 

Igualmente  compra  toda  aquella  pieza 
de  tierra  llamada  Pla  dels  Coterris,  de 

3  '/.)  jornales;  de  los  que  3  son  de  viüa 
medio  yerma,  situada  en  el  termino  de  la 
Morera. 

El  precio  fué  9,000  reales,  o  sea  450 
duros;  de  los  que  en  Tarragona  el  mismo 
dia  paga  el  quinto  con  1,162  reales  metà- 
lico en  equivalència  de  5,600  en  titulos 
consolidados  del  5  computados  al  20  ^/^ 
por  ciento  (cotización  del  19  junio  46) 
hecho  el  aumento  del  2  por  ciento  que 
importo  23  r.  8  m.  (4). 

I§l  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  7  de 
agosto  de  1846,  D.  Gabriel  Carey,  de  Reus, 
compra  al  Estado,  procedente  de  Scala 
Dei ,  una  pieza  de  tierra  llamada  Soitcta 
llarga,  situada  en  las  Borjas  del  Campo, 
partida  del   Camí  del  Molí,  de  2'Vi,ioJoi'- 


(;)     Fol.  J20  del  protocolo. 
(^)     Fol.  jS?  del  protocolo. 


278 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    QllNTO 


nales,  con  cepas,  avellanes  y  olivos;  por 
el  precio  de  4,060  reales,  o  sea  203  duros; 
de  los  que  en  Tarragona  el  mismo  dia 
pago  el  quinto,  con  199  r.  5  m.  en  metà- 
lico,  en  equivalència  de  812  r.  7  m.  en 
titulos  consolidados  del  5  hecho  el  aumen- 
to  del  2  por  ciento  que  montó  3  r.  33  m. 
El  computo  de  los  titulos  se  hizo  al  20  r. 
4  m.  (cotización  1.°  mayo  46)  (1). 

I8l  Por  escritura  anteD.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  13  de  abril  de 
1S47,  D.  José  Torrents,  de  Reus,  compra 
al  Estado  las  fincas  siguientes,  proceden- 
tes  de  Scala  Dei: 

\.°  Un  yermo  de  4  jornales  y  pico, 
sito  en  las  Borjas  del  Campo. 

2°  Otra  pieza  de  tierra  cuyas  circuns- 
tancias  la  mala  tinta  no  me  dejó  leer. 

3.°  Otra  pieza  que  tampoco  pude  por 
igual  razón  apreciar. 

El  precio  fué  de  14,160  reales,  equiva- 
lentes  a  708  duros  (2). 

Ijl  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona,  a  13  de  abril  de 
1847,  D.  José  Torrents  compra  al  Estado 
las  fincas  siguientes  de  Scala  Det. 

\.°  Otra  pieza  de  tierra  yerma  de  4 
jornales  y  pico,  situada  en  las  Borjas  del 
Campo  partida  de  las  Fotitauillas. 

2.°    Otra  pieza  de  tierra  de  1  1/2  jornal. 

3."  Otra  pieza  llamada  Clot  de  lo  ga- 
vacho,  cuyas  circunstancias  la  mala  tinta 
de  la  escritura  me  impidió  leer.  Solo 
pude  entender  que  el  precio  fué  de  14,160 
reales,  o  sea  708  duros. 

#1  Por  escritura  anteD.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  4  de  diciembre 
de  1547,  D.  Pedró  Olivé  compra  al  Esta- 
do una  pieza  de  tierra  de  3/4  de  jornal,  pro- 
cedente  de  Scala  Dei,  sita  en  la  Torre 
del  Espaflol,  partida  de  la  Boneta,  por  el 
precio  de  8,500  reales,  o  sea  425  duros; 
de  los  que  en  Tarragona  el  mismo  dia 
pago  el  quinto  en  metàlico  equivalente  a 
titulos  del  5  y  del  4  (3). 

%    Por    escritura    ante    don    Joaquín 


(i)     Fol.  307  de)  protocolo. 

(2)  Fol.  225  del  protocolo. 

(3)  Fol.  809  del  protocolo. 


Cortadellas,  en  Tarragona  a  24  de  di- 
ciembre de  1847,  don  Juan  Fontanals  e 
Illa,  de  Tarragona,  compra  al  Estado  las 
fincas  siguientes,  procedentes  de  Scala 
Dei:  «Todo  aquel  molino  harinero  llama- 
»do  Poti  deu  Goy,  inutilizado  por  no  tener 
>^muelas. . .  con  dos  piezas  de  tierra  à  él  ane- 
»xas  parte  vina  y  parte  yerma,  à  saber  la 
»que  està  en  contacto  con  el  molino  cons- 
»ta  de  6  jornales  con  50  olivos-...  lindante 
Ȉ  Oriente  con  dicho  molino....  Y  la  otra 
»consta  de  un  jornal....  lindante  à  Orien- 
>  te  con  el  río  Francolí.  Sito  todo  en  el 
>;término  de  Valls  y  partida /'om  de  Goy>y, 
por  el  precio  de  122,000  reales,  o  sea 
6,100  duros;  los  que  en  total  paga  en 
Tarragona  a  23  de  noviembre  de  1847 
con  titulos  del  5,  del  4  y  de  la  Deuda  sin 
interès,  esta  por  la  mitad  del  valor  nomi- 
nal, y  un  pico  en  metàlico  en  equivalèn- 
cia de  este  postrero  (4).  Todas  las  circuns- 
tancias del  pago  lo  reducirían  a  una 
cantidad  exigua,  tanto  por  el  poco  valor 
del  papel,  cuanto  por  las  rebajas  de  ade- 
lanto  de  los  plazos. 

fSl  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Cortadellas,  en  Tarragona  a  los  5  de 
enero  de  1849,  don  Ramon  Urarte,  vecino 
de  Barcelona,  compra  al  Estado  la  finca 
siguiente,  procedente  de  Scala  Dei:  «Un 
«molino  harinero  que  se  halla  enteramen- 
»te  derruido....  sito  en  el  termino  de  la 
«Morera»....;  por  el  precio  de 3,001  reales, 
o  sea  150  duros;  los  que  en  Tarragona 
el  mismo  dia  pago  con  un  titulo  del  5 
consolidado,  90  r.  4  m.  en  metàlico  en 
equivalència  de  655  r.  15  m.  en  titulos 
del  mismo  5;  y  95  r.  en  metàlico  en  equi- 
valència de  1,000  r.  de  la  Deuda  sin 
interès. 

Ademàs  se  le  abono  el  18  por  ciento 
de  la  cantidad  que  importaban  los  plazos, 
segundo  y  sucesivos,  y  esto  en  razón  de 
que  los  adelanta,  o  paga  en  el  acto.  Este 
18  por  ciento  importo  315  reales.  Los 
titulos  del  5  se  cotizaban  el  dia  del  rema- 
te,  28  de  abril  de  1848,  al  I33/4  por  ciento, 
y  los  de  la  Deuda  sin  interès  al  4  ^/^  por 


(4)     Fol.  817  del  protocolo. 


CONTORN'OS    DE    REUS 


279 


ciento.  Con  tales  datos  deducirà  el  me- 
nos  leído  en  cuentas  a  qué  cantidad 
debieron  reducirse  los  3,001  reales  del 
precio  (1). 

#^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  23 
de  febrero  de  1841,  don  Antonio  Rodés, 
hacendado  vecino  de  Cornudella,  com- 
pra al  Estado  una  casa  y  huerto  a  ella 
unido,  sita  en  las  calles  Mayor  y  de  San 
Francisco  de  Cornudella.  Tiene  la  casa 
10,200  palmos  cuadrados  y  la  huerta  un 
octavo  de  jornal,  procedente  de  los  Car- 
tujos  de  Scala  Dei ,  por  el  precio  de 
123,000  reales.  Paga  en  Tarragona  a  7 
de  octubre  de  1840  la  quinta  parte  con  un 
titulo  de  la  renta  del  5  al  portador  y  un 
pico  con  metalico  (2). 

#^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  IS 
de  abril  de  1841,  don  Pablo  Pellicer,  de 
Tarragona,  compra  al  Estado  una  casa, 
situada  en  la  calle  del  Pont  de  la  vilIa  de 
Porrera,  por  el  precio  de  35,101  reales, 
los  cuales,  en  Tarragona  a  27  de  marzo 
de  1841,  paga  el  comprador  en  metalico 
en  cantidad  de  6,933  reales  32  m.,  que 
equivalen  al  precio  pagado  en  un  titulo 
del  ó,  otro  del  4,  y  otro  de  la  Deuda  sin 
interès.  Pertenecía  esta  finca  a  Scala  Dei. 
De  guisa  que  con  6,933  reales,  iguales  a 
346  duros  13  reales,  paga  35,101  reales,  o 
sea  1,755  duros  1  real  (3). 

%  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  à  1.° 
de  abril  de  1842,  don  José  Vidal  y  Garri- 
ga compra  al  Estado  una  bodega  nueva, 
llamada  dels  Frares,  que  linda  por 
ievante  con  la  Casa  grande  de  la  Cartuja 
de  Scala  Dei ,  sita  en  la  calle  Nueva  de 
Poboleda,  por  el  precio  de  16,011  reales, 
los  que  con  títulos  y  moneda  paga  en 
Tarragona  a  8  de  marzo  de  1842  (4). 

I8l  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  3  de 


(0 
(A) 


Foi.  32  del  protocolo. 
F'ol.  1 10  del  protocolo. 
Fol.  230  del  protocolo. 
Fol.  i^^  del  protocolo. 


mayo  de  1843,  don  Francisco  Peri,  de 
Gratallops,  compra  al  Estado  una  casa 
en  Gratallops  en  la  calle  Mayor,  proce- 
dente del  monasteno  de  Scala  Dei,  por 
el  precio  de  78,950  reales,  de  los  cuales 
paga  en  Tarragona  a  2  de  mayo  de  1843, 
con  un  titulo  del  cinco  por  ciento,  la 
quinta  parte  (5).  A  la  sazón  los  títulos 
del  5  se  cotizaban  de  27  a  29  por  ciento. 
Apreciados  al  28,  los  15,790  reales  del 
quinto  se  redujeron  a  4,421,  o  sea  los  789 
duros  10  reales  a  221  duros  1  real. 

1^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas,  en  Tarragona  a  22  de  julio 
de  1843,  don  Antonio  Niubó,  de  Barcelo- 
na, compra  al  Estado  una  casa  en  la 
calle  Nueva  de  Poboleda,  procedente  de 
Scala  Dei,  por  el  precio  de  3,350  reales, 
de  los  que  en  Tarragona  a  19  de  julio 
de  1843  pago  la  quinta  parte  con  títulos 
del  5,  del  5  consolidado  y  del  4  (6). 

lÜ  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  4  de 
febrero  de  1846,  don  Ramon  Payés  y 
don  Juan  Escoda  compran  al  Estado  la 
siguiente  finca,  procedente  de  Scala  Dei: 
«Toda  aquella  casa,  parte  de  ella  descu- 
»bierta  de  arriba  abajo  y  sin  escalera 
»para  subir  al  ultimo  piso,  con  dos  laga- 
»res  inútiles,  que  linda  al  Norte  con  la 
«Iglesia,  al  Sur  con  la  plaza,  al  Este  con 
»la  calle  Mayor  y  al  Oeste  con  José  Mun- 
»tané,  situada  en  la  plaza  del  pueblo  de 
«Torroja»;  por  el  precio  de  22,000  reales, 
o  sea  1,100  duros;  de  los  que  en  Tarrago- 
na, a  4  de  febrero  de  1846,  pago  el  quinto 
con  645  r.  11  m.  en  metalico,  en  equiva- 
lència de  2,933  r.  12  m.  en  títulos  del  5 
computados  al  22  por  ciento,  y  293  reales 
14  m.  en  equivalència  de  1,466  r.  22  m.en 
documentos  del  4,  hecho  el  aumento  del 
precio  de  un  2  por  ciento  (7). 

^  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  29 
de  abril  de  1846,  dona  Teresa  Montserrat, 
vecina  de  Gratallops,  compra  al  Estado 


(5)  Fol.  4;i  del  protocolo. 

(6)  Fol.  7-|i  del  protocolo. 

(7)  Fol.  J9  del  protocolo. 


280 


LIBRO    TERCI;R0. — CAPITULO    QUINTO 


la  casa  llamada  Hoviodi,  procedente  de 
Scala  Dei,  situada  en  Gratallops,  calle 
dels  Vidls,  por  el  precio  de  32,000  reales, 
o  sea  1,600  duros,  de  los  que  en  Tarrago- 
na a  29  de  abril  de  1846  paga  la  quinta 
parte  con  1,453  r.  6  m.  en  metàlico,  equi- 
valente  a  6,400  en  titulos  consolidados 
del  5  computado  al  22  r.  24  m.  por  ciento, 
según  cotización  del  2  de  marzo  (1).  Ade- 
màs  va  en  el  pago  el  2  por  ciento  del 
dinero. 

#^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  15  de 
junio  de  1546,  D.  Domingo  Clivillé,  de 
Poboleda,  compra  al  Estado  «toda  aque- 
»lla  casa  llamada  dels  Frares,  situada  en 
»la  villa  de  Poboleda,  y  en  la  calle  Nue- 
»va».  Estaba  al  lado  de  otra  casa  «de  la 
Nación».  El  precio  fué  14,500  reales,  o  sea 
725  duros;  de  los  que  en  Tarragona  a  9 
de  junio  de  1846  pago  el  quinto  con  580 
reales  de  metàlico  en  equivalència  de 
2,900  reales  en  titulos  consolidados  del  5 
computados  al  tipo  de  20  por  ciento  como 
estaba  en  junio  de  1844  (2). 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  los  30 
de  junio  de  1846,  D.  Pablo  Vives  y  Ver- 
net,  de  Vilella  alta,  compra  al  Estado  un 
solar  situado  en  Vilella  alta,  calle  Nueva, 
de  65  X  50  palmos,  que  linda  con  el  cemen- 
terio,  por  el  precio  de  3,550  reales,  o  sea 
177  duros;  de  los  que  en  Tarragona  a  30 
de  junio  de  1846  pago  el  quinto  con  142 
reales  28  m.  en  equivalència  de  710  en 
titulos  del  5  consolidado  computados  al 
tipo  de  20  r.  4  m.  por  ciento  (cotización 
del  7  mayo  de  1846).  Esta  finca  pertenecía 
a  Scala  Dei  (3). 

$  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  los  1 1  de 
agosto  de  1846,  D.  Juan  Pellicer  y  Borràs, 
cirujano,  vecino  de  Porrera,  compra  al 
Estado  la  casa  con  horno  de  pan  cocer, 
procedente  de  Scala  Dei ,  situada  en  Pobo- 
leda, calle  Nueva.  Ademàs  otra  casa  tam- 


(i)     Fol.  i=;odel  protocolo. 

(2)  Fol.  ji->  del  protocolo. 

(3)  Fol.  2^5  del  protocolo. 


bién  con  horno  situada  en  Poboleda,  calle 
del  Arrabal.  El  precio  fué  de  29,000  rea- 
les, o  sea  1,450  duros;  de  los  que  en  parte 
en  Tarragona  a  29  de  julio  de  1846  pago 
el  quinto  y  en  la  restante  parte  pago  el 
quinto  también  en  Tarragona  a  11  de 
agosto  del  mismo  ano  1846  con  metàlico 
equivalente  a  titulos  del  5  consolidado, 
unos  al  tipo  del  20  ^/^  y  otros  al  del  20  (4). 

1^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  21  de 
noviembre  de  1846,  D.  Juan  Boizet  com- 
pra al  Estado  un  horno  de  pan  cocer 
medio  derruido,  procedente  de  Scala  Dei, 
situado  en  la  calle  Mayor  de  Vilella  alta, 
por  el  precio  de  3,451  reales,  o  sea  172 
duros  11  reales;  de  los  que  en  Tarragona 
a  9  de  noviembre  de  1846  pago  el  quinto 
con  143  reales  7  m.  en  metàlico  en  equi- 
valència de  690  r.  7  m.  de  titulos,  creo  del 
5  consolidados,  al  tipo  de  20  ^/4  por  ciento 
(cotización  de  19  junio  46)  (5). 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  los  11  de  enero 
de  1847,  D.  Tomàs  Porqueras,  albafiil  de 
Poboleda,  compra  al  Estado,  procedente 
de  Scala  Dei,  una  casa  en  Poboleda,  calle 
Nueva,  por  el  precio  de  6,000  reales,  o  sea 
300  duros;  de  los  que  en  Tarragona  el 
mismo  dia  11  paga  el  quinto  con  169  r.  30 
con  metàlico  en  equivalència  de  800  de 
titulos  del  5  computados  al  21  r.  8  m.  (co- 
tización de  18  nov.  46)  y  con  82  reales  en 
metàlico  en  equivalència  de  400  en  papel 
del  4  al  tipo  de  20  Va  (6). 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  13  de  abril  de 
1847,  D.  José  Torrents,  de  Reus,  compra 
al  Estado  una  casa  sita  en  Gratallops, 
procedente  de  Scala  Dei ,  por  7,740  rea- 
les (7). 

%  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  13  de  abril  de 
1847,  D.  José  Torrents,  de  Reus,  compra 
al  Estado,  procedente  de  Scala  Dei ,  una 


(4)     Fol- 

521  del  protocolo 

(5)     Fol. 

462  del  protocolo 

(b)     Fol. 

01  del  protocolo. 

(7)    Fol 

2í3  del  protocolo 

CONTORN'OS    DE    REUS 


281 


casa  sita  en  Cambrils,  calledel  Morelló  de 
S.  Antonio,  por  4,010  reales,  o  sea  200 
duros  10  reales,  de  los  cuales  en  Tarra- 
gona a  28  de  noviembre  de  1846  pago  la 
quinta  parte  con  182  reales  26  ms.  en 
equivalència  de  805  r.  en  titules  del  5 
consolidado  computado  al  22  r.  24  m.  por 
ciento  (1).  (Cotización  del  10  de  marzo 
de  1847). 

Hi  Por  remate  de  23  de  diciembre  de 
1822,  y  precio  de  215,233  reales  y  21 
maravedises,  D.  Francisco  Coder,  del 
comercio  de  Reus,  compro  al  Estado  una 
casa  con  huertecito  y  agua  de  pie  en  la 
plazuela  de  las  monjas  de  la  Ensenanza 
de  Tarragona,  que  linda...  pordetràs  con 
la  «muralla  y  por  delante  con  dicha  pla- 
zuela,» pròpia  de  Scala  Dei.  Se  le  despojó 
al  caer  la  Constitución,  y  ahora,  vuelto  a 
estar  incorporado  de  la  finca,  se  le  da  este 
titulo  ante  D.  Joaquin  Fàbregas  en  Ta- 
rragona a  20  dias  de  abril  de  1841  (2). 

H'  Por  remate  celebrado  en  15  de 
marzo  de  1821  y  precio  de  197,982  reales 
don  Blas  Borràs  y  Cuchi,  del  comercio  de 
Reus,  compro  al  Estado  «toda  aquella 
»casa  con  su  patio  y  almacén,  situada  en 
»dicha  Villa  de  Reus  y  en  el  arrabal  de 
»San  Pedró,  detràs  del  Hospital,  que  lin- 
»da...  por  detràs  con  la  Riera  llamada  de 
»Ia  Sangre,  donde  tiene  una  puerta;  y  por 
»delante  con  dicho  arrabal  de  S.  Pedró, 
»donde  tiene  su  puerta  principal;  que  fué 
»de  la  Comunidad  de  la  Cartuja  de  Scala 
y>Deiy>  «Y  por  cuanto  el  nombrado  don 
»Blas  Borràs  y  Cuchi  había  comprado  por 
»cuenta  y  mitad  suya  y  de  don  Juan  Bau- 
»tista  Casamayor  la  espresada  casa  con 
»su  patio  y  almacen  hizo  à  favor  de 
»este  reconocimiento  y  agnicion  de  buena 
»fé,  y  asimismo  le  vendió  perpetuamente 
»la  otra  mitad  que  le  pertenecía  à  dicho 
»Borràs»  en  1822;  «el  cual  D.  Juan  Bau- 
»tista  Casamayor  no  dejó  otro  heredero 
»que  su  hija  D."'*  Teresa  Casamayor,  con- 
»sorte  de  D.  Pedró  Casamayor,  del  Co- 
»mercio  de  la  misma  villa,  de  cuya  finca 

(i)     VoX.  -Ml  del  protocol, 1. 
(.■)     ImiI.  JÍ7  del  prolocoio. 


»tomó  posesion.»  Caido  el  sistema  cons- 
titucional, se  le  despojó;  y  ahora  por  la 
presenteescritura  ante  D.  Joaquin  Fàbre- 
gas se  le  da  un  titulo  en  Tarragona  a 
2  de  abril  de  1841  (3). 

1^  En  9  de  noviembre  de  1836,  por  ante 
don  Joaquin  Fàbregas  y  Caputo,  la  Ha- 
cienda  dió  en  arriendo  por  un  ano  los 
diezmos  que  percibía  este  monasterio,  y 
lo  hace  por  el  precio  de  5,000  libras  cata- 
lanas,  iguales  a  2,666  duros  3'33  pesetas. 

I8l  En  1837  los  va  arrendando  separa- 
damente  por  pueblps,  entre  los  que  se 
cuentan  los  de  La  Morera,  Gratallops, 
Porrera,  Poboleda,  Vilella  y  Torroja.  Y 
por  escritura  pasada  ante  el  mismo  ncta- 
rio  Fàbregas  en  Tarragona  a  26  de  octu- 
bre de  1839,  hallamos  al  Jacinto  Pla,  o 
sea  al  cèlebre  Xafarruclis,  arrendando 
de  mano  de  la  Hacienda,  por  dos  afios  de 
1.°  de  mayo  de  1838  a  igual  dia  de  1840,  el 
noveno  que  «antes  percibía  en  el  Mas 
»Roig  y  Mola  partidas  de  las  Planas  el 
»suprimido  monasterio  de  la  Cartuja  de 
y>Scala  Dei.^^ 

#^  No  logré  ver  las  escrituras  de  venta 
por  el  Estado,  però  sí  documentos  de 
las  oficinas  de  Hacienda  que  prueban 
que  Scala  Dei  poseia  ademàs  una  casa  en 
Tortosa,  calle  del  Àngel,  entonces  (1835) 
de  niímero  36,  una  casita  en  el  Uano  de 
la  catedral  de  Tarragona,  y  una  pieza  de 
tierra  de  unos  cinco  jornales  en  el  termi- 
no de  Valls,  partida  llamada  Freixa. 

Hasta  aquí  en  la  reseiia  de  las  enajena- 
ciones  de  las  fincas  de  Scala  Dei  no  hemos 
salido  de  la  provincià  de  Tarragona, 
excepción  hecha  solo  del  noveno  del  Mas 
Roig.  Debemos  ahora  enderezarnos  a 
las  situadas  en  otras  provincias,  especial- 
mente  a  la  de  Lérida,  donde  aquéllas 
brillaban  por  su  número  y  grandes  exten- 
siones.  Escribí  ya  que  en  dicha  provincià 
de  Lérida  no  logré  las  facilidades  que  en 
las  otras  para  examinar  las  escrituras  de 
los  notarios  de  Hacienda;  y  por  esta 
razón,  para  adquirir  noticias  las  màs  com- 
pletas  posible,  y  sobre  todo  auténticas, 


(->,)     Fol.  iSj  del  prolocolo. 


282 


I.IBRO    TKRCERn.  —  CAPITULO    OUINTO 


tuve  que  acudir  a  otras  fuentes,  que  fue- 
ron  el  Registro  de  la  Propiedad,  però 
especialmente  a  la  colección  del  Boletín 
oficial  de  la  província  de  Lérida,  en 
cuyas  numerosísimas  pàginas  se  anun- 
ciaban  las  subastas.  En  estos  anuncies  se 
describe  la  finca  y  sus  linderos,  y  se  ex- 
presa  la  cantidad  de  la  tasación  y  la  fecha 
y  cantidad  del  remate,  però  esto  hasta 
1844.  De  allí  en  adelante  se  calla  el  postrer 
dato. 

Estàs  posesiones  de  la  provincià  de 
Lérida  propias  de  Scala  Dei  se  hallaban 
en  la  parte  baja,  o  meridional,  de  aquella 
provincià,  bajo  las  Borjas  de  Urgel,  y 
principalmente  en  el  termino  de  Castell- 
dasens,  villa  situada  a  unos  20  kilómetros 
de  Lérida  y  a  su  SE.;  y  se  contaban  tan- 
tas  que  bien  parece  que  el  monasterio  era 
el  dueno  y  senor  del  pueblo  y  de  su  cam- 
po. La  siguiente  resena,  y  el  consiguiente 
enojo  que  causarà  al  que  leyere,  harto  le 
convencerAn  de  la  verdad  de  mi  dicho. 
Para  evitar  este  enojo  dióme  la  tentación 
de  suprimiria;  mas,  deseando  que  el  libro 
quede  en  lo  posible  completo,  aquí  va 
con  toda  su  molesta  extensión. 

%  Por  escritura  pasada  en  Lérida  a 
los  9  de  diciembre  de  1840  ante  el  notario 
don  Manuel  Fuster,  don  Juan  Bautista 
Roca,  Coronel  graduado,  retirado,  com- 
pro al  Estado  la  heredad  llamada  Termi- 
no del  Mas  Roig,  que  constaba  de  404 
jornales  de  cultivo  y  233  de  pastos,  total 
637  jornales,  con  era,  corral  y  un  cerca- 
do.  Lindaba  esta  finca  por  E.  con  el  ter- 
mino de  Juneda  y  el  de  Castelldasens,  por 
Mediodía  con  el  camino  de  Castelldasens, 
y  por  N.  con  el  termino  de  Vinferri  y 
Manresana.  El  precio  fué  de  315,000  reales 
vellón,  iguales  a  15,750  duros;  de  los  que 
en  octubre,  parece  de  1840,  pago  el  quinto, 
o  sea  3,150  duros  (1).  Los  pagaria  con 
títulos  de  la  Deuda  por  todo  su  valor 
nominal  si  eran  del  5  y  del  4,  como  solia 
suceder,  y  harto  veremos  en  los  capítulos 
siguientes.  A  la  sazón,  o  sea  en  octubre 


(i)     Registro  de   la   propiedad   de  Lérida.  Las 
Borjas.  Tomo  3,  fol.  136,  núm.  274,  inscrip.  i." 


de  1840,  los  del  5  se  cotizaban  a  vueltas 
del  26,  y  los  del  4  a  las  del  22  por  ciento, 
y  por  lo  mismo  el  pago  de  los  3,150  duros 
le  costaria  un  desembolso  de  una  como 
cuarta  parte. 

Aquí  liay  que  notar  una  discrepància 
respecto  del  precio  entre  la  nota  del  Re- 
gistro de  la  Propiedad,  de  la  cual  proceden 
las  anteriores  noticias  de  la  venta  del  Mas 
Roig,  y  el  anuncio  del  remate  ejecutado 
ya,  inserto  en  el  Boletín.  La  primera  lo 
pone,  como  llevo  apuntado  arriba,  en 
315,000  reales,  y  el  segundo  en  272,000. 
tCuàl  de  los  dos  documentos  lleva  la 
razón?  Yo  me  atiendo  al  Registro  de  la 
Propiedad.  El  remate  se  efectuo  en  Lérida 
a  24  de  septiembre  de  1840  (2). 

^  Por  escritura  ante  don  Manuel 
Fuster,  en  Lérida  a  1.°  de  enero  de  1843, 
don  José  Salamó,  del  comercio  de  Léri- 
da, compra  al  Estado  para  cederlas  des- 
pués  las  dos  heredades  de  Scala  Dei 
siguientes: 

A.  El  Mas  Bertran,  de  102  jornales  de 
cultivo  y  123  de  pastos,  sito  en  el  termino 
de  Castelldasens,  que  lindaba  por  E.  y  S. 
con  el  de  Pinell  y  Castelldasens,  y  por  O. 
y  N.  con  el  camino  de  Castelldasens  y 
Concabella.  El  «Boletín»,  sin  embargo, 
dice  que  por  O.  y  N.  linda  con  el  camino 
de  Castelldasens  a  Juneda  y  Comabella. 

B.  El  Mas  Pinell,  de  62  jornales  de 
cultivo  y  83  de  pastos,  sito  también  en 
Castelldasens;  que  lindaba  por  E.  con  el 
camino  de  Concabella  y  Miravall,  por  S. 
con  el  termino  de  Castelldasens  y  Mas 
Bertran,  y  por  O.  y  N.  con  dicho  Mas 
Bertran  y  Comabella  (3). 

Por  escritura  ante  don  Jerónimo  Archs, 
en  Lérida  a  13  de  enero  de  1843,  el  com- 
prador anterior,  que  compro  como  apode- 
rado  de  don  Juan  Roca  las  dos  mentadas 
fincas  Mas  Bertran  y  Mas  Pinell,  las 
cede  a  dicho  don  Juan  Roca,  coronel 
graduado,  por  el  precio  de  200,000  reales, 


(2)  Boletín  oficial  de  la  provincià  de  Lérida 
del  j  de  octubre  de  i8-)o.  pàg.  3. 

(3)  Manual  de   Hipotecas.   de   18-I3.    Lib.    i.°, 
fol.  _|. 


COXTORNOS    DE    REL? 


283 


0  sea  10,000  duros,  la  primera;  y  151,000 
reales,  o  sea  7,550  duros,  la  segunda. 
Pasa,  pues,  la  propiedad  de  estàs  fincas 
al  Roca,  con  pacto  de  que  éste  pagarà 
las  cantidades  o  plazos  no  satisfechos; 
circunstancia  que  me  induce  a  creer  que 
el  pago  se  haría  con  titulos,  según  cos- 
tumbre  y  uso  de  los  plazos,  y  así  que  en 
la  realidad  resultaria  mu}'  menguado  (1). 

Con  esto,  en  1843,  el  allí  conocido  por 
el  Coronel  quedo  en  posesión  de  1,007 
jornales  de  tierra;  que  posteriormente, 
con  el  paso  por  allí  del  Canal  de  Urgel, 
han  crecido  inmensamente  de  valor.  Hoy 
esta  finca,  que  pertenece  en  lo  eclesiàsti- 
00  a  Castelldasens  y  en  lo  civil  a  Bor- 
jas,  la  poseen  cuatro  propietarios,  a 
saber:  un  senor  Gavín,  don  Joaquin  Co- 
lom, el  sefior  don  Guillermo  Boladeres, 
de  Barcelona,  y  el  senor  Corbella,  ex  re- 
gistrador de  la  propiedad  de  Lérida. 

Ijl  Por  escritura  ante  el  notario  de 
Madrid  don  Domingo  Bande,  de  9  de  oc- 
tubre de  1844,  don  Francisco  Murlande 
(serà  el  Francisco  Murlans  y  Llopart, 
de  Madrid,  padre  de  un  Francisco  Mur- 
lans y  Torre,  de  Barcelona,  a  los  cuales 
o  a  uno  de  ellos  encontraremos  mas 
adelante),  vecino  de  Madrid,  vendió  per- 
petuamente  al  Excmo.  Sr.  D.  Gaspar 
Remisa,  Marqués  de  Remisa,  la  hacienda 
llamada  de  la  Gisperta,  o  ya  sea  Mas  de 
Aiitort  o  de  Aiitost;  la  que  contenia 
corrales  para  ganado,  364  fanegadas  de 
tierra  de  cultivo,  y  908  para  pasto,  total 
1,272  (el  Bolet íu  dice  jornales  y  no  fane- 
gadas); situada  en  el  termino  de  Castell- 
dasens, y  lindante  por  todos  lados  con  el 
termino  del  mismo  Castelldasens  y  los  de 
Besas  y  Miravall.  Procedia  del  monaste- 
río  de  Scala  Dei.  El  precio  del  remata  fué 
de  500,000  reales,  o  sea  25,000  duros.  Este 
remate  se  celebro  en  Lérida  a  20  de  sep- 
tiembre  de  1842,  según  el  Boletin.  Al 
efectuarse  esta  venta  Murlande,  o  Mur- 
lans, debía  aün  pagar  al  Estado  tres  pla- 
zos,  o  sea  tres  octavas  partes,  la  obliga- 

(i)  Registro  de  la  propiedad  de  Lérida.  .Ma- 
nual de  1843,  lib.  3.%  fol.  i.° 


ción  de  cuyo  pago  acepta  el  Marqués.  Es 
de  advertir  que  sobre  esta  finca  pesaba  el 
gravamen  de  que  los  vecinos  de  Juneda, 
según  concòrdia  de  1416,  gozan  del  dere- 
cho  de  cortar  lefia  y  construir  hornos  de 
cal  en  esta  hacienda  mediante  el  pago  del 
cànon  anual  de  84  reales  vellón. 

Esta  finca  fué  heredada  por  la  hija  del 
comprador  D.''  Concepción  Remisa  y 
Rafo,  esposa  que  fué  de  D.  Segismundo 
Moret  y  Quintana  (2). 

^  Por  escritura  ante  el  notario  de 
Lérida  D.  Manuel  Fuster,  en  14  de  no- 
viembre  de  1840,  el  Estado  vende  a  don 
Luis  Bandenboosche  la  heredad  llamada 
<ítcrmino  de  Melons»,  procedente  de  Scala 
Dei,  sita  en  Castelldasens,  compuesta  de 
casa,  corrales,  era  y  510  jornales  de  tierra 
de  cultivo  con  2,350  olivos  y  912  jornales 
para  pastos,  total  1.422  jornales.  Linda 
esta  hacienda  por  E.  con  el  termino  de 
Castelldasens,  por  S.  con  el  de  Cogul,  por 
O.  con  los  de  Artesa  y  Aspa,  y  por  N.  con 
el  de  Madurà.  El  Boletin  oficial  dice  que 
por  N.  con  el  termino  de  Macherri.  El 
remate  quedo  a  favor  de  D.  Juan  Bautista 
Roca,  quien  lo  cedió  al  belga  Bandenboos- 
che, a  favor  del  cual  se  otorgó  la  memo- 
rada  escritura  de  14  de  noviembre.  El 
precio  fué  de  604,000  reales,  iguales  a 
30,200  duros,  de  los  que  pago  primero  el 
quinto,  o  sea  el  primer  plazo,  igual  a 
6,040  duros.  Esta  circunstancia  indica  que 
efectuo  el  pago  en  el  modo  en  aquellos 
afios  acostumbrado,  3'  da  pie  para  pensar 
que  de  hecho  quedaria  reducido  a  corta 
cantidad  (3).  Debò  notar,  a  fuer  de  verí- 
dico,  que  en  esta  venta  no  concuerda  la 
cifra  del  precio  que  escribe  la  anotación 
de  hipotecas  con  la  publicada  por  el  Bole- 
tin oficial.  Aquella  fija  el  precio  en 
604,000  reales  y  éste  dice  que  la  finca  fué 
rematada  en  501,000  (4).  Prefiero  seguir  y 
sigo  al  asiento  de  hipotecas. 


(j)     Manual  de   hipotecas  del  ano   lií'm.  Folio 
244,  tomo  j  de  Castelldasens.  fol.  i>2  v. 

(3)  iManual  de  hipotecas  de    1840,  fol.   231  v. 
Tomo  9. "  de  Castelldasens,  fol.  20. 

(4)  Número  del  15  de  mayo  de  1840,  pàg.  3. 


284 


LIBkO    TERCERO.  —  CAPITULO    QUINTO 


#^  «Otra  heredad  Uamada  termino  de 
«Macherri,  la  que  comprende  una  casa 
»caida,  corrales  para  fíanado,  910  jorna- 
»les  de  tierra  cultivo  con  2,100  oli  vos,  y 
»808  de  tierra  para  pasto  01 ,7 IS  jorna- 
y>les!);  linda  toda  la  heredad  à  orienta 
>  con  el  termino  de  Castell  de  Asens;  A 
»medio  dia  con  el  termino  de  melons;  à 
«poniente  con  el  de  Artesa;  y  &  norte  con 
»el  de  Puigvert,  396,800  rs.  vn.»  (1).  Es  la 
tasación.  Fué  rematada  en  Lérida  a  los 
10  de  julio  de  1840  por  la  misma  cantidad 
de  la  tasación  (2)  a  favor  de  «la  Sociedad 
»civil  Belga  Bandemboschs»  (3). 

#  «Otra  hacienda  llamada  termino 
»de  Conva vella,  de  178  jornales  à  saber: 
»152  tierra  de  cultivo,  y  los  26  restantes 
»para  pasto;  linda  a  oriente  con  el  tér- 
»mino  de  Juneda  y  Miravall;  à  medio  dia 
»con  el  termino  de  iMas  Bertran  y  Pinell; 
»y  à  norte  con  el  camino  de  Castelldasens 
»y  Juneda,  57,950  rs.  vn.»tasada  (4).  Re- 
matada en  Lérida  a  24  de  septiembre 
1840  por  116,000  reales  (5). 

#S  «Otra  hacienda  llamada  termino  de 
»Torre  Sala,  la  que  comprende  303  jor- 
»nales  de  tierra  de  cultivo,  y  20  id.  para 
«pasto:  linda  à  oriente  con  el  termino  de 
»las  Borjas;  A  medio  dia  y  poniente  con  el 
«termino  de  Miravall,  y  à  norte  con  el  de 
»Juneda,  113,500  rs.  vn.»  en  tasación  (6). 
Rematada  en  Lérida  a  los  20  de  febrero 
de  1841  por  221,500  reales  (7). 

#^  xOtra  pieza  de  tierra  llamada  el 
»Tancat,  de  84  jornales  con  2,000  olivos; 
»sita  en  el  referido  termino  (de  Castell- 


(i)  Boletin  ojïcictl...,  cit.  N.  '  del  u  de  no- 
viembre  de  1839,  pàg.  3. 

(2)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  1.7  de  julio 
de  1840,  pàg.  4. 

(3)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  10  de  marzo 
de  1842,  pàg.  3. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  12  de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  3. 

(5)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  2  de  octubre 
de  1840,  pàg.  3. 

(ó)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  12  de  no- 
viembre  de  1830.  pàg.  3. 

(7)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  19  de  marzo 
de  1S41.  pàg.  3. 


»dasei/s);  linda  A  oriente  y  mediodía  con 
»el  camino  de  la  Bages,  y  la  sierra;  à 
»poniente  con  el  camino  de  Aspa  y  Cogul; 
»y  norte  con  la  balsa,  y  molino  de  acey- 
»te,  136,920  rs.  vn.»  (8).  Rematada  el  Tan- 
cat en  Lérida  a  24  de  septiembre  de  1840 
por  301,000  reales  (9). 

En  el  mismo  Boletin  oficial,  en  la  sec- 
ción  no  oficial,  leí  los  dos  siguientes  anun- 
cios  que  dan  luz  respecto  de  las  adquisi- 
ciones  del  belga  Vandenbosch,  del  cual 
opino  que  seria  una  Sociedad: 

«ANUNCIOS 

»E1  dia  12  de  junio  a  las  once  horas  de 
»su  manana  se  procederà  al  arriendo  por 
«cuatro  anos  del  terrage,  yerbas  y  olivos 
»de  los  términos  Melons  y  xMacherri,  con 
»las  haciendas  nombradas  el  Tancat,  Con- 
»cabella,  Mandafia,  Valldemelons  y  Mas 
»de  Antost  propias  de  D.  Luis  Vanden- 
»boche;  los  que  quieran  licitar  podran 
»presentarse  en  dicho  dia  y  hora,  en  casa 
«Andrés  Oms  plaza  de  S.  Jaime  de  esta 
«capital  donde  estarà  de  manifiesto  el 
»pliego  de  condiciones.  Lérida  31  de  mayo 
»de  1844»  (10). 


»E1  dia  13  de  agosto  del  presente  ano 
Ȉ  las  once  horas  de  su  manana  se  pro- 
»cederà  al  arriendo  por  cuatro  aflos  del 
«terrage,  yerbas  y  olivos  de  los  términos 
»de  Melons  y  Macherri,  con  las  haciendas 
«nombradas  el  Tancat,  Concabella,  Ma- 
«dana,  Valldemelons,  y  Mas  de  Antost, 
«propias  de  D.  Luis  Vandenbosche;  los 
«que  quieran  licitar....  Lérida  2  de  agosto 
«de  1848.— Andrés  Oms»  (11). 

^  «Otra  pieza  de  tierra,  llamada 
«Vall  de  melons,  con  casa  y  corral  de 


(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  15  de  no- 
viembre  de  1830.  pàg.  3. 

(0)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  2  de  octubre 
de  1840,  pàg.  3. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N. '  del  4  de  junio 
de  1844,  pàg.  4. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  4  de  agosto 
de  1848. 


CONTORNOS    DE    REUS 


285 


»ganado  de  84  jornales,  con  2,000  plantas 
»de  olivos:  Hnda  A  Oriente  con  el  camino 
»viejo  de  la  Bag^és;  a  Mediodia  con 
»sierras;  y  à  Poniente  con  el  termino  de 
«Melons,  50,400  rs.  vn.»  (1).  Rematada  en 
Lérida  a  24  de  septiembre  de  1840  por 
91,000  reales  (2) 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  de 
»mandana,  con  casa,  corrales  y  era,  de  73 
»jornales,  sita  en  el  calendado  termino 
■»(de  Castell(/aseits ,;  Vmda  a  Oriente  con 
«Antonio  Ribelles,  Francisco  Puig,  y  tér- 
»mino  de  Vimferri;  à  Mediodiacon  carre- 
»rada  que  viene  de  la  devesa,  José  Fe- 
>'rran,  Cunillera  y  José  Bonet;  y  à 
»Poniente  y  Norte  con  el  camino  de  Cas- 
»telldasens  a  S.  Jorje,  43,800  reales»  (3). 
Rematada  en  Lérida  a  24  de  septiembre 
de  1840  por  130,000  reales  (4). 

lÜ  «Una  hacienda  llamada  termino  de 
»S.  Jaime,  de  143  jornales  à  saber:  112 
»de  tierra  de  cultivo;  y  los  31  restantes 
»para  pasto;  Hnda  à  Oriente  y  Mediodia 
»con  el  termino  de  Castell  de  Asens;  y  à 
«Poniente  y  Norte  con  el  de  Puigvert. 
»43,600  rs.  vn.«  fué  tasada  (5). 

Mas  en  el  Bolctin  Oficial  extraordina- 
rio  de  27  de  agosto  del  ano  1841  se  lee: 
«Una  heredad  llamada  termino  de  San 
»Jaime,  compuesta  de  45  jornales,  tierra 
»de  cultivo  y  29  id.  para  pasto;  sita  en  la 
«jurisdiccion  del  pueblo  de  Castelldasens; 
»linda  a  Oriente  3'  Mediodia  con  el  térmi- 
»no  de  dicho  pueblo  de  Castelldasens;  a 
>^Poniente  y  Norte  con  el  de  Puigvert  y 
«tierras  de  Ramon  Masot....  Tasada  en 
«18,663  reales»  (6).  El  anuncio  del  remate 
conforme  en  la  descripción  de  la  linca 


(0  Bolelin  oficial...,  cit.  N.'  del  iï  de  no- 
viembre  de  1850.  pàg.  ;. 

(2)  Doletin  oficial...,  cil.  N."  del  2  de  óclubic 
de  i8.|o,  pàg.  3. 

(?)  lioleliíi  oficial...,  cil.  N."  del  ií  de  no- 
viembre  de  i8;(i,  pàg.  ^. 

(j0  Bolelin  oficial...,  cit.  N.  de  _•  de  cclubie 
de  i8^o,  pàg.  5. 

(s)  Uoletin  oficial...,  cit.  N.°  del  12  de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  ;. 

(0)     Pàg.  3. 


con  del  Bolet  t'n  de  27  de  agosto  de  1841 , 
escribe  que  la  finca  fué  rematada  en 
Lérida  a  8  de  febrero  de  1843  por  76,800 
reales  (7). 

^  «Una  heredad  llamada  Pla  deOllers, 
«sita  en  id.  fCastslldasensi,  procedente 
«de  id.  (de  Scala  Deii,  consistente  en 
«85  jornales  de  tierra  cultivada  y  193 
»de  tierra  yerma  \'  rocal  para  pastos. 
»Linda  por  Oriente  con  el  termino  de  las 
*Besas,  por  Mediodia  con  un  olivar  y  el 
»mismo  termino;  ò.  Poniente  la  cruza 
»el  camino  piiblico  que  conduce  al  Prio- 
»rato,  y  termina  por  este  lado  en  un 
»penascal,  y  por  el  Norte  con  el  termino 
»de  Mas  de  Antost....  Ha  sido  tasada  en 
»39,158  rs.  y  capitalizada  en  48,300  que 
»es  la  cantidadpor  la  que  se  la  saca  A  su- 
basta)»(8). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  dels 
«corrals  nous  hasta  el  cúspide  de  la  mon- 
»tana  nombrada  de  la  sabina,  de  52  jor- 
«nales;  sita  en  el  citado  termino  (de  Cas- 
xtclldasens  1;  linda  a  Oriente  con  la  doga 
»\'  carrera  de  las  comas  angloras  y  come- 
»llà  de  las  agarsas  mediante  camino  del 
»mas  de  Antost  y  camino  de  Ulldemolins; 
Ȉ  medio  dia  con  el  ciispide  de  la  sabina  y 
«Sierra  que  divide  los  arranones,  y  a 
«poniente  y  norte  con  una  sierra  dels 
«corrals  nous  José  Ferran  y  Reg'uU  y 
>  carrerada  que  dirige  desde  los  corrals 
«nous  al  mas  de  nerri,  8,000  rs.  vn.»  (9). 
Rematada  en  Lérida  a  10  de  junio  de 
1841  por  21,000  reales  (10).  Lo  copiado  lo 
dejo  siempre  con  su  pròpia  ortografia, 
indigna  ciertamente  de  un  documento 
oficial. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada 
«Tros  del  Comafranca  de  41  jornales  y 
«un  doce  avo  con  200  olivos,  sita  en  el 


{7)  Holdin  ofcial...,  cit.  N.'  del  14  de  febrero 
de  i8_|3,  pàg.   i. 

(S)  Siiplemento  al  Boletin  oficial  del  ió  de 
iulio  de  1847.  P^'p-  '■ 

(q)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  is  de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  .(. 

(ii>)  Boletin  oficial...,  cit.  'S.  del  jo  de  julio 
de  1S41.  pàg.  !. 


286 


I.IBRO     lERCERO. — CAPITULO    (lUlNÏO 


»nominado  termino  (de  Castelldasens): 
«lindante  à  oriente  con  el  camino  de 
«Ulldemolins...  à  medio  dia  con  la  sierra 
»de  la  Comafranca...»  Tasada  en  21,000 
reales(l).  Rematada  en  Lérida  a  19  de 
mayo  de  1841  por  la  cantidad  de  la  tasa- 
ción(2). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  mas 
»de  nerri,  de  39  jornales  y  medio,  sita 
»en  el  nombrado  termino  (de  Castellda- 
»sens);  linda  A  oriente  con  Calumbro 
»Curcó  y  termino  de  Miravall;  à  medio 
»día  con  Micael  Mateu;  y  sierra  de  pa  del 
»ras...»  Tasada  en  8,000  reales  (3).  Re- 
mata en  Lérida  a  24  de  septiembre  de 
1840  por  el  precio  de  la  tasación  (4). 

#1'  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  dos 
»rincones  de  Triduells,  de  26  jornales, 
»sita  en  el  propio  termino  ide  Castellda- 
•i>sens);  linda  A  oriente  y  medio  dia  con 
»sierras;  à  poniente  y  norte  con  el  camino 
»que  dirige  desde  Castelldasens  à  Castell 
»de  Melon,  9,620  reales»  (5).  Rematada  en 
Lérida  a  20  de  febrero  de  1841  por  30,000 
reales  (6). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  de  25  jorna- 
»les  con  200  olivos;  linda  à  oriente  con  el 
»término  de  Vimferri:  à  medio  dia  con  el 
«camino  que  dirige  del  Albi  a  Puigvert,  y 
Ȉ  poniente  y  norte  con  el  termino  de 
»S.  Jaime,  10,000  rs.  vn.»  (7).  Esta  pieza 
estaba  en  el  termino  de  Castelldasens. 
Rematada  en  Lérida  a  los  12  de  octubre 
de  1840  por  20,000  reales  (8). 


(i)     Boletin   oficial...,    cit.   N.°  del    15   de   no- 
viembre  de  18:59,  pag.  -|. 

(2)  Boletin  oficial...,   cit.  N."  del  i.'  de  iunlo 
de  1841,  pàg.  3. 

(3)  Boletin   oficial...,    cit.   N."   del    15   de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  3. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  2  de  octubre 
de  1840,  pdg,   ;. 

(5)  Boletin   oficial...,    cit.   N.°   del    15   de  no- 
viembre  de  1850,  pdg.  3. 

(6)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  lO  de   marzo 
de  1841.  pàg.  3. 

(7)  Boletin   oficial...,    cit.    N."  del    15   de   no- 
viembre  de  18  ío,  pàg.  4. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  16  de  octubre 
de  1840,  pàg.  4. 


%  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  lo 
»tros  de  Vallbona,  de  23  jornales  y  medio, 
»sita  en  el  repetido  termino  (de  Castell- 
»dasens):  linda  à  oriente  con  Antonio 
»Ribelles  y  sierra  de  Vallbona;  à  medio 
»día  con  la  sierra  y  Pascual  Ferran...» 
Tasada  en  8,740  reales  (9).  Rematada  en 
Lérida  a  20  de  febrero  de  1841  por  30,000 
reales  (10). 

m  «Otra  pieza  de  tierra  de  21  jorna- 
»les  y  medio,  con  50  olivos:  linda  a  orien- 
»te  con  el  campo  (el  camino)  que  desde 
«Castelldasens  dirige  al  Cogul;  à  medio 
»día  con  Pablo  Boroans  (a)  lo  ermitíí,  y 
»con  el  camino  de  Aspa...*  Tasada  en 
12,900  reales  (11).  Rematada  en  Lérida  a 
los  13  de  julio  de  1840  por  el  precio  de 
14,000  reales  (12). 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  lo 
»tros  de  antarragó,  de  21  jornales,  sita 
»en  el  nominado  termino  (de  Castellda- 
■!>sens:  I  linda  à  oriente  con  José  Barro  y 
«carrerada  que  viene  de  la  debesa;  à 
«medio  dia  con  los  herederos  de  casa 
«Soltú;  k  poniente  con  el  camino  de 
«Juneda,  y  à  norte  con  Macià  Ribelles, 
«12,600  rs.  vn.«  (13).  Rematada  en  Lérida 
a  20  de  febrero  de  1841  por  58,500  rea- 
les (14). 

181  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  oli- 
«vars  jovens  del  timorell,  de  13  jornales 
»y  dos  tercios  con  700  olivos,  sita  en  el 
«mismo  termino  [de  Castelldasens):  linda 
«A  oriente  con  eras  de  casa  Flix  y  camino 
«de  Aranó;  à  medio  dia  con  las  sierras  del 
«timorell. ..«  Tasada  en  8,200  rs.  vn.  (15). 


(0)     Boletin   oficial...,    cit.    N.°   del    15   de  no- 
viembre  de  1839,  pàg.  3. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  19  de  marzo 
de  1 84 1,  pàg.  3. 

(11)  Boletin   oficial...,    cit.   N."  del    i5deno- 
viembre  de  1S39,  pàg.  3. 

(ij)     Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del   17  de  julio 
de  1840,  pàg.  4. 

(13)  Boletin  oficial...,  cit.   N.'   del    15   de  no- 
viembre  de  1839.  P^g-  A- 

(14)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  19  de  marzo 
de  1841,  pàg.  3. 

(1=;)     Boletin  oficial...,  eh.   N.°  del   15   de  no- 
viembre  de  1830.  pàg.  4. 


CONTORNOS    DE    RELS 


287 


Rematada  en  Lérida  a  20  de  febrero  de 
1841  por  31,000  reales(rj. 

♦  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  de 
»labalsa  nova  de  13  jornales  3'  un  cuarto, 
»sita  en  el  resenado  termino  (de  Castell- 
Miaseiis  i.lmà^  a  oriente  con  Francisco 
»Costafreda;  A  medio  dia  con  Raimundo 
»Aldomà  y  camino  de  Lérida...»  Tasada 
en  2,650  reales  (2).  Rematada  en  Lérida  a 
7  de  noviembre  de  1841  por  10,250  rea- 
les (3). 

Ijl  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  pe- 
»tillo  de  11  jornales  y  10  doce  avos,  sita 
»en  el  dicho  termino  (de  Castelldasens): 
»linda  à  oriente,  medio  dia,  poniente  y 
»norte  con  sierras  camino  de  Ulldemolins 
»y  corrals  nous,  2,400  rs.  vn.»  (4).  Rema- 
tada en  14  de  abril  de  1841  en  Lérida  por 
9,800  reales  (5). 

m  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Co- 
»rrals  nous,  de  11  jornales,  sita  en  el 
'^mismo  termino  (de  Castelldasens)...» 
Tasada  en  1,700  reales  (6).  Rematada  en 
Lérida  a  10  de  junio  de  1841  por  la  canti- 
dad  de  la  tasación  (7). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  de 
»coll  de  la  savina  de  9  jornales  sita  en  el 
»nombrado  termino  (de  Castelldasens) 
»tasada  en  1,700  rs.  y  rematada  eri  id.»,  o 
sea  en  la  misma  cantidad  de  la  tasación, 
en  Lérida  a  10  de  junio  de  1841  (8). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  el 
»regué  de  8  jornales  y  cinco  octavos  con 
»300  olivos  sita  en  el  sobredicho  termino 


(i)     lioletin  oficial...,  cit.  N."  del  19  de   marzo 
de  iiS^i,  pàg.  í. 

(2)  liolelin   oficial...,   cil.   N."   del    i;   de   no- 
viembre de  18:59.  pàg.  1. 

(3)  Boletil•l   oficial...,    cit.   N. '   del    j?   do   no- 
viembre de  1841,  pàg.  4. 

(4)  Boletin  oficial...,   cit.   N. '  del    15   de  no- 
viembre de  1839.  púg.  4. 

(í)     Boletin  oficial...,   cil.   N."  del   jo  de  abril 
de  1841,  pàg.  4. 

(6)  liolelin  oficial...,  cit.   N.     del    ií   de  no- 
viembre de  18  ;9.  pàg.  4. 

(7)  Boletin  oficial...,  cit.   N."  del    16  de  julio 
de  i8-|i,  pàg.  4. 

(8)  Boletin  oficial...,  cil.   N."  del   20  de  julio 
de  1841,  pàg.  ;. 


(de  Castelldasens):  linda   à »  Tasada 

en  3,260  reales  (9).  Rematada  en  Lérida 
a  20  de  febrero  de  1841  por  12,000  rea- 
les (10). 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  lo 
^tros  del  vifía  de  8  jornales  y  tres  cuar- 
»tos  con  300  olivos  jóvenes;  sita  en  el 
»nombrado  termino  (de  Castelldasens): 
»linda  a  oriente  con  la  sierra  de  la  coma- 
»f ranca  y  viuda  Juneda...»  Tasada  en 
3,260  reales  (11).  Rematada  en  Lérida  a  20 
de  febrero  de  1841  por  7,500  reales  (12). 

^  '(Otra  pieza  de  tierra  llamada  pla 
>^dels  OUers  de  8  jornales  y  tres  cuartos; 
»sita  en  el  citado  termino  (de  Castellda- 
»seits)  linda. . . »  Tasada  en  1 ,800  reales  (13). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra,  llamada 
»Tros  del  magre,  de  7  jornales  y  dos 
»tercios,  con  200  plantas  de  olivos,  sita 
»en  dicho  termino  {de  Castelldasens) ... .>•> 
Tasada  en  3,600  reales  (14).  Rematada  en 
Lérida  a  20  de  febrero  de  1841  por  10,100 
reales  (15). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  lo 
»acampadó  de  avall  de  la  Vila  con  sus 
»corrales,  de  6  jornales  y  dos  tercios, 
»sita  en  el  prenombrado  termino  {de  Cas- 
y>telldasens);  linda....»  Tasada  en  2,620 
reales  (16).  Rematada  en  Lérida  el  10  de 
mayo  de  1841  por  11,600  reales  (17). 

^  «Una  pieza  de  tierra  de  7  jornales 
»y  medio,  llamada  la  vifia  del  Clavelina, 


(9)  Boletin  oficial...,  cit.  N. '  del  lí  de  no- 
viembre de  1839.  pàg.  ^ 

(10)  Boletin  oficial...,  cil.  N.  del  igde  marzo 
de  1841,  pàg.  3. 

(11)  Boletin  oficial...,  cil.  N."  del  15  de  no- 
viembre de  1839,  pàg.  3. 

(12)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  19  de  marzo 
de  1 84 1,  pàg.  5. 

(13)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  15  de  no- 
viembre de  1839,  pàg.  o. 

(14)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  15  de  no- 
viembre de  1859.  pàg.   3. 

(15)  Boletin  oficial...,  cit.  N.  del  10  de  marzo 
de  184 1,  pàg.  3. 

(10)  Boletin  oficial....  cit.  N. '  del  i;  deno- 
viembre  de  1839,  pàg.  5. 

(17)  Boletin  oficial...,  cil.  \. "  del  21  de  mayo 
de  iS.ji.  pàg.  2. 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    nuíNTO 


»con  400  olivos;  sita  en  el  termino  de 
»Castelldasens;  linda....»  Tasada  en  2,775 
reales  (1).  Rematada  en  Lérida  a  20  de 
febrero  de  1841  por  la  cantidad  de  la  tasa- 
ción  (2). 

0  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Pla 
»de  las  molas  de  7  jornales  y  cinco  octa- 
»vos;  sita  en  el  mismo  termino  {de  Cas- 
>•>ti'lldasetts)... »Tasaúci  en  1,050  reales  (3). 
Rematada  en  Lérida  a  10  de  junio  de  1841 
por  1,450  reales  (4). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  el 
«camino  de  Ulldemolins  y  Vallbona  de  7 
»jornales  y  cuatro  novenos,  sita  en  el 
»precitado  termino  {de  Castclldase}is)..j> 
Tasada  en  1,025  reales  (5).  Rematada  en 
Lérida  a  10  de  junio  de  1841  por  la  canti- 
dad de  la  tasación  (6). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Fei- 
»xa  de  frente  la  casa,  con  era,  de  6  jor- 
»nales  y  medio,  sita  en  dicho  termino 
<.<.{de  Castelldaseits);  linda....»  Tasada  en 
3,200  reales  (7).  Rematada  en  Lérida  a  24 
de  septiembre  de  1840  por  4,100  reales  (8). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  de  6  jornales 
»6  porcas,  sita  en  el  termino  llamado  de 
»la  Vila,  partida  del  coll  de  la  sebina.... 
»linda  à  Oriente  con  el  camino  de  la  casa 
»de  campo  de  Antost,  y  agüera  que  diri- 
»ge  à  la  balsa  de  Castelldasens;  à  Medio- 
»dia  con  la  sierra  del  coll  de  la  sevina...» 
Tasada  en  2,500  reales  (9). 


(0     Boletin  oficial...,    cit.    N.°  del    15   de  no- 
viembre  de  ií^39,  pàg.  3. 

(2)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  10  de  marzo 
de  1841.  pàg.  ?. 

(3)  Boletin   oficial...,    cit.    N."   del   lí   de  no- 
viembre  de  1839,  pàg.  4. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°   del    16   de  julio 
de  1841,  pàg.  4. 

(5)  Boletin  oficial...,    cit.   N.°  del    1$   de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  4. 

(6)  Boletin  oficial...,  cit.  X.'  del  16  de  julio 
de  1841,  pàg.  4. 

(7)  Boletin   oficial...,    cit.   N."   del   ií   de  no- 
viembre  de  1839.  pàg.  9. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  2  de  octubre 
de  1840,  pàg.  3. 

(9)  Boletin  oficial...,   cit.   N."  del    15  de  di- 
ciembre  de  1839,  pàg.  4. 


^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  co- 
»mella  de  ambagot  de  6  jornales  y  medio 
»sita  en  susodicho  (sic)  termino  de  Cas- 
»telldasens.... »  Tasada  en  2,405  rea- 
les (10).  Rematada  en  Lérida  a  7  de 
noviembre  de  1841  por  15,205  reales  (11). 

181  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»término  de  Castelldasens  llamada  del 
»Gran  debajo  los  pianos  de  estension  6 
»jornales  procedente  del  Monasterio  de 
»ScalaDei».  El  Estado  la  saca  a  arrien- 
do  (12)  en  anuncio  de  27  de  octubre 
de  1849. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  de 
»abajo  los  llanos,  de  5  jornales  y  medio, 
»sita  en  el  memorado  termino  (de  Cas- 
>->telldasensJ:  linda  a...»  Tasada  en  600 
reales  (13). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  oli- 
»vars  dels  masos,  de  5  jornales  y  dos  quin- 
»tos;  con  200  olivos;  sita  en  el  enunciado 
»término  (de  Castelldasens)...»  Tasada 
en  2,150  reales  (14).  Rematada  en  Lérida  a 
20  de  febrero  de  1841  por  6,000  reales  (15). 

#!■  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  oli- 
»vos  viejos  de  Triguells,  de  5  jornales  y 
»un  tercio,  con  300  olivos,  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Castelldasens)...-» 
Tasada  en  1,973  reales  (16).  Rematada  en 
Lérida  a  20  de  febrero  de  1841,  por  5,500 
reales  (17). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  de 
»abajo  el  gallinero  y  Costé,  de  5  jornales 
»y  medio,  sita  en  el  espresado  termino 


(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  15  de  no- 
viembre de  1839.  pàg.  3. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  iN.°  de!  23  de  no- 
viembre de  1841,  pàg.  4. 

(12)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  s  de  no- 
viembre de  1849.  pàg.  3. 

(13)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  15  de  no- 
viembre de  1839.  pàg.  3. 

(14)  Boletin  oficial...,  cit.  X."  del  iï  de  no- 
viembre de  1839,  pàg.  -I- 

(15)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  19  de  marzo 
de  1841,  pàg.  3. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  15  de  no- 
viembre de  1859.  pàg.  3. 

(17)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  19  de  marzo 
de  1841,  pàg.  3. 


CONTORNO?     DE    RELS 


289 


>^(de  Castelldafiens i:  linda...>'  Tasada  en 
3,300  reales  (1).  Rematada  en  Lérida  a  10 
de  junio  de  1S41  por  11,000  reales  (2). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  racó 
»dels  racons...  de  4  jornales  }'  medio  con 
»200  olivos,  sita  en  el  mencionado  térmi- 
»no  (de  CastcUdaseits):  linda  a  oriente 
»medio  díay  norte  con  sierrasdel  mas  de 
»nerri..  »  Tasada  en  1,225  reales  (3).  Re- 
matada en  Lérida  a  20  de  febrero  de  1S41 
por  6,000  reales  (4). 

fil  «Otra  pieza  de  tierra  de  4  jornales 
»con  60  olivos,  sita  en  el  propio  termino 
'»(de  Castelldasetis)  partida  de  la  Comella 
>xle  la  fon  (sicr.  linda  a...»  Tasada  en 
2,000  reales  (ó).  Rematada  en  Lérida  a  20 
de  febrero  de  1841  por  9,000  reales  (6). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  las 
»Alsinas  del  Rey,  de  4  jornales,  sita  en  el 
»sobre-nombrado  termino  [de  Castcllda- 
»sci/s)...>->  Tasada  en  500  reales  1 7).  Rema- 
tada en  Lérida  a  10  de  junio  de  1841  por  la 
cantidad  de  la  tasación,  o  sea  25  duros  (8). 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  llamada 
»de  las  rocas  de  la  basa  nova,  de  3  jorna- 
»les  y  un  tercio:  sita  en  el  calendado 
«termino  {de  Castelldascusi,  linda....» 
Tasada  en  400  reales  (9).  Rematada  en 
Lérida  a  10  de  junio  de  1841  por  800  rea- 
les (10),  i40 duros!,  y  ademàs  losgastos  del 
expediente  y  subasta 

(i)  Doletin  oficial...,  cit.  N. '  del  15  de  nn- 
viembre  de  i!~!50.  pàg.  g. 

(.2)  Doletin  oficial...,  cit.  N.'  del  ió  de  iulio 
de  1841.  pàg.  -|. 

(5)  lioletin  0fici.1l...,  cit.  \.'  del  ií  de  no- 
viembrc  de  1859.  P''?-  4- 

(-))  Boletiii  oficia/...,  cit.  X.*  del  in  de  mar/o 
de  i8^i.  pàg.  ^ 

{%)  Itolelin  ofici.il...,  cit.  N.  del  lí  de  no- 
viembre  de  1830.  pàg.  -). 

(h)  lioletin  oficial...,  cit.  N. '  del  10  de  marxo 
de  i8m.  pàg.  3. 

(7)  lioletin  oficial...,  cit.  N.  del  ií  de  no- 
viembre  de  1850.  pàg.  4. 

(8)  Bolelin  oficial...,  ell.  N. '  del  ió  de  iulio 
de  1841.  pàg.  4. 

(<))  lioletin  oficial...,  cit.  N.'  del  ií  de  nn- 
viembre  de  1851).  pàg.  ?. 

(lo)  lioletin  oficial...,  cit.  N.'del  iii  de  iulio 
de  1841,  pàg.  4. 


#  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  del 
«vicari  y  camino  de  las  Borjas,  de  3  jor- 
*nales  y  un  cuarto,  con  40  olivos,  sita  en 
>el  referido  termino  {de  Castclldascits)...» 
Tasada  en  2,000  rs.  vn.  (11).  Rematada  en 
Lérida  a  24  de  septiembre  de  1840  por  la 
cantidad  de  la  tasación  (12). 

lÈI  <Otra  pieza  de  tierra  llamada  oli- 
»vares  de  Vallbona  y  Clota,  de  3  jornales 
»y  un  cuarto,  con  200  olivos,  sita  en  el 
»calendado  termino  {de  Castelldasens): 
«linda...»  Tasada  en  1,300  reales  (13).  Re- 
matada en  Lérida  a  20  de  febrero  de  1841, 
por  6,000  reales  (14). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
»basa  nova  tocando  à  los  regués  de  2  jor- 
«nales  y  un  cuarto,  sita  en  el  predicho 
»término  {de  Caí^telldaseiis):  linda  à....» 
tasada  en  250  reales  (15). 

^  El  Estado  saca  a  arriendo  «Otra 
»piezade  tierra  óValleta  cerca  del  Collet 
»de  Pons  sita  en  idem  1  Castelldaseiis), 
»de  estension  2  jornales  3  porcas,  de  la 
»misma  procedència  (Scala  Deí)f>  (16).  El 
anuncio  de  la  subasta  es  de  27  de  octu- 
bre de  1849. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  del 
»Regué,  de  I  jornal  y  6  porcas  con  50 
»olivos:  sita  en  el  susodicho  termino  {de 
y>Castelldase>is):  linda  a....»  Tasada  en 
900  reales  (17).  Rematada  en  Lérida  a  20 
de  febrero  de  1841   por  2,500  reales  (,18). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  de- 
»tràs  del  Castillo,  de  un  jornal  4  porcas. 


(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  ií  de  no- 
viembrc  de  i8;g.  pàg.  4. 

(ij)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  jde  octubre 
de  1840,  pàg.  5. 

(i?)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  lídeno- 
viembre  de  1859,  pàg.  ?. 

(14)  Boletin  oficial....  cit.  N.'  del  19  de  marzo 
de  1844.  pàg.  ;. 

(i>)  Boletin  oficial...,  eh.  N.  del  lídeno- 
viembre  de  18^0.  pàg.  o. 

(16)  Boletin  o/icial  del  ^  de  noviembre  de 
1849,  pàg.  q. 

(17)  Bolelin  oficial...,  cit.  N."  del  i;  de  no- 
viembre de  1859.  pàg.  5. 

(18)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'del  igde  marzo 
de  1841,  pàg.  ;. 

19 


290 


LIERO     TF.RCERO.  CAPITULO     HUINTO 


»con  20  olivos,  sita  en  el  mismo  termino 
»{dc  Castclldaseiis):  linda  à....»  Tasada 
en  800  reales  (1) 

l§l  El  Hstado  anuncia  en  27  de  octubre 
de  1849  el  arriendo  de  una  pieza  de  tierra 
llamada  Tosal  Rodó,  sita  en  Castellda- 
sens,  de  procedència  de  Scala  Dei  (2). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Huer- 
»to  de  la  Abadia,  de  1  porca  y  media; 
»sita  en  el  arriba  nombrado  termino  {de 
tCastelldasens):  linda  à  Oriente  y  Norte 
»con  Valerio  Bargerà  (sic):  à  Mediodía 
»con  el  Cementerio,  y  à  Poniente  con  el 
»camino  de  Lérida,  48  rs.»  (3).  jUn  com- 
prador que  se  hace  propietario  por  12 
pesetas!  Y  si  bien  en  el  anuncio  del  efec- 
tuado  remate  no  se  escribe  que  fué  tasada 
en  48  reales,  sinó  en  100,  siempre  resulta 
que  se  la  tasa  por  pocas  pesetas.  No  por 
12,  sinó  por  25.  Fué  rematada  en  Lérida 
a  10  de  junio  de  1841  por  540  reales  (4). 
lOh!  i27  duros,  pagaderos  como  se  sabé, 
bien  que  con  los  gastos  del  expediente! 

^  «Un  huerto  con  su  pozo  lavadero, 
»y  canales  de  piedra  labrada,  todo  derri- 
»bado,  sito  junto  al  referido  pueblo»  (de 
CastelldasensJ,  «de  estension  4  porcas: 
»linda  à  oriente  con  un  camino  que  va  de 
»la  balsa  à  la  casa;  à  medio  dia  con  un 
»callejon  que  entra  al  pueblo;  à  poniente 
»con  el  huerto  ó  patio  de  la  viuda;  y  à 
»norte  con  el  castillo,  20,000  rs.  vn»  (5). 
Es  la  tasación. 

^  «Un  huerto  cercado  de  pared  de  pie- 
»dra  y  tapias,  sito  en  id.  {CastelldascusJ, 
»procedente  de  id.  (de  Scala  Dei),  de 
»estension  3,881  varas  cúbicasí'/c/íò/cas/). 
»Hay  en  él  una  balsa  de  900  varas  cua- 
»dradas  de  cabida  y  un  pozo  de  aguas  cla- 


(i)     Boletin   oficial....   cit.   N.'    del    lí   de  no- 
viembre  de  1830,  pàg.  5. 

(2)  Boletin  oficial...,   cit.    N.'    del    s    de    no- 
viembre  de  1849,  pàg.  3. 

(3)  Boletin   oficial...,    cit.   N.     del    is   de  no- 
viembre  de  1839.  pàg.  3. 

(4)  Bolet!)!   oficial...,    cit.    X."  del  10  de  julio 
de  1841,  pàg.  4. 

(5)  Boletin   oficial...,    cit.   N.°    del  15   de  no- 
viembre  de  1839,  P^S-  4- 


»ras,  y  cinco  pilas  de  piedra.  Sus  lindes 
»por  oriente  y  mediodia  son  con  camino 
»piiblico,  A  poniente  con  91  pasadizo...: 
»capitalizado  en  6,600  rs.  y  tasado  en 
»22,396,  por  cuya  cantidad  se  saca  a  su- 
»basta.»  (6). 

^  «El  edificio  que  perteneció  à  los 
»mismos  monjes  (de  Scala  Dei),  sito  en 
»id.  (Castelldasens),  en  estado  muy  de- 
»teriorado ,  cuya  superfície  incluso  el 
»patio  es  de  3,640  varas  cuadradas,  que 
»linda  ò.  oriente  con  unos  corrales  de  la 
»misma  comunidad,  por  el  mediodia  con 
»la  calle  del  horno,  por  poniente  y  detràs 
»con  la  iglesia  y  à  norte  con  el  camino 
«publico...  Ha  sido  tasado  en  43,628  rs., 
»que  es  la  cantidad  porque  se  saca  íl  su- 
»basta»  (7). 

181  «Un  molino  de  aceite:  que  linda  a 
»oriente  con  la  balsa;  a  medio  dia  con  el 
f>Tancat;  à  poniente  con  el  camino  que  va 
»al  Tancat;  y  à  norte  con  una  calle  que 
»dirige  al  pueblo,  125,000  rs.  vn.»  (8).  Esta 
finca  estaba  en  el  pueblo  de  Castellda-' 
sens;  «tenia  tres  prensas  titlles,  tres  rode- 
»tes  y  demàs  enseres...  y  rematado  en 
»162,000  reales»  (9)  en  Lérida  a  12  de 
mayo  de  1841. 

#S  «Otro  corral  en  id.  (Castelldasens) 
»de  id.  (Scala  Dei)  de  4,149  varas  cuadra- 
»das,  haj'  en  el  interior  varios  restos  de 
»pilares  y  paredes:  està  dividido  en  tres 
»departamentos  cubiertos  de  tejados  rui- 
»nosos  é  inútiles  en  parte:  linda  por  orien- 
»te  con  camino  publico,  por  medio  dia 
»con  huerto  de  la  misma  comunidad....  y 
Ȉ  norte  con  la  casa  de  los  Frailes:  capi- 
»talizado  en  2,700  rs.  y  tasado  en  16,000, 
»por  cuya »  (10). 


(u)  Supletnento  al  Boletin  oficial  del  16  de 
julio  de  1847.  pàg.  3. 

(7)  Suplemento  al  Boletin  oficial  del  ió  de 
julio  de  1847.  pàg.  3. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  12  de  no- 
viembre  de  1839.  pàg.  4. 

(0)  Boletin  oficial...,  cit.  X.'  del  i ."  de  junio 
de  1841,  pàg.  3. 

(10)  Suplemento  al  Boletin  oficial  del  ió  de 
julio  de  1847.  pàg.  2. 


CONTORNOS    DE    REUS 


291 


I8l  «Un  corral  de  paredes  de  piedra  y 
»argamasa  sito  en  id.  (Castelldaseus), 
»procedente  de  id.  (de  Scala  Dei),  de  1,697 
»varas  cuadradas  con  20  pilares  de  piedra 
»que  sirvieron  para  sostener  un  tejado: 
»linda  por  oriente  con  camino  publico, 
«medio  dia  con  la  hera,  por  poniente  con 
»un  corral  de  ganado  propio  de  la  misma 
»corporacion,  y  por  norte  con  camino 
»público:  capitalizado  en  2,700  rs.  y  tasa- 
»do  en  10,300  por  cuya...»  (1). 

iSl  «Una  hera  de  trillar  de  5,180  varas 
»cuadradas  sita  en  el  pueblo  de  Castell- 
»dasens,  procedente  de  los  Bernardos  de 
>  Scala  Dei:  linda  por  oriente,  medio  dia 
»y  poniente  con  camino  publico  y  por 
«norte  con  corrales  de  la  misma  comuni- 
»dad:  tasada  en  2,100  rs.  y  capitalizada 
»en  2,400,  por  cuya...»  (2). 

ÜI  «Un  corral  para  ganado  sito  en 
»Castelldasens  de  procedència  del  ex- 
»monasterio  de  Scala  Dei,  con  10  arços 
de  piedra  para  sostener  el  tejado  que  lo 
»cubre  en  mas  de  su  mitad,  con  una  casi- 
»ta  para  el  pastor  todo  en  buen  estado. 
»Tiene  de  superfície  680  varas  cuadradas. 
»Linda  por  oriente  con  otro  corral  de  los 
»mismos  monjes,  por  medio  dia  con  la 
»hera,  y  por  poniente  y  norte  con  camino 
«publico.  Capitalizado  en  4,500  rs.  y  tasa- 
»do  en  27,300,  por  cuya...»  (3). 

I8l  «Un  corral  con  casa  y  horno  derruí- 
»dos  sito  en  la  sierra  de  los  corrales  nue- 
»vos,  termino  de  Castelldaseus,  proce- 
«dente  del  monasterio  de  Scala  Dei...  la 
»area  plana  es  de  1 ,527  y  5/1  {íic)  de  varas 
»catalanas.  Existen  en  su  interior  13 
apilares  que  sirvieron  para  sostener  el 
»techo...  ha  sido  tasado  en  10,222  rs.  por 
»cuya  cantidad  se  saca  a  subasta...»  (4). 
ISI    «Un   corral   con  un  pajar  sito  en 


(i)  Suplcmcnto  al  Holctiii  oficial  del  lO  de 
julio  de  lí"'-);.  pàg.  -. 

(2)  SupU-menlo  al  Doletin  oficial  del  m  de 
julio  de  11^47.  p;ig.  -. 

(?)  Suplemenlo  al  lioletin  oficial  del  id  de 
julio  de  i^J\~.  pag.  i. 

(4)  fíoletin  oficial...,  eh.  N.  del  m  de  ahril 
de  184?.  pàg.  .. 


*dicho  pueblo  (de  Castelldasens);  linda  à 
"Oriente  con  José  Ferran  y  camino  que  va 
>  à  la  Sierra;  à  medio  dia  con  el  farragi- 
^nal  y  huerto,  à  poniente  con  el  Castillo;  y 
»a  norte  con  el  camino  que  dirige  à  la 
'Sierra,  100,000  rs.  vn.»  (5). 

I8l  «Una  casa  grande  Uamada  Casti- 
»llo,  con  sus  corrales,  almacenes  y  demàs 
«oficinas,  todo  derribado,  sita  en  el  pue- 
»blo  de  Castelldasens:  linda  A  oriente  con 
»el  pajar  y  era;  a  medio  dia  con  el  huerto; 
Ȉ  poniente  con  la  viuda  Sans,  calle  del 
»horno  y  otros;  y  a  norte  con  un  camino 
»que  va  al  pueblo...»  Tasada  en  150,000 
reales  (6). 

1^  El  Estado  con  fecha  del  19  de  sep- 
tiembre  de  1850  anuncia  la  subasta  para 
el  arriendo  de  «Una  casa  sita  en  la  pla- 
»zuela  del  mal  Cunat  del  pueblo  de  Cas- 
»telldasens,  procedente  del  monasterio  de 
-^Scala  Dei  por  120  reales  anuales»  (7). 

#  «Dos  casas  unidas  con  el  horno  de 
»pan  cocer,  sitas  en  el  sobredicho  pue- 
»blo  (de  Castelldasens):  lindan  &  oriente 
»con  el  fuerte  ó  castillo;  A  medio  dia  con 
»dicha  calle  (serà  la  Maxor);  y  à  norte 
>con  la  Iglesia,  7,000 rs.  vn.»  (8).  El  Bole- 
tín  Oficial,  en  el  número  de  16  de  julio  de 
1841,  al  anunciar  el  efectuado  remate  de 
estàs  dos  casas  escribe  que  fueron  tasa- 
das  en  8,450  reales,  y  rematadas  en  Léri- 
da  a  10  de  junio  de  1841  por  la  dicha  can- 
tidad de  la  tasación. 

181  «Dos  casas  para  poner  leüa  fren- 
»te  del  horno  {de  Castelldasens):  lindan 
Ȉ  oriente  con  los  herederos  de  Queralt: 
»a  medio  dia  y  poniente  con  la  viuda  Sans; 
»y  À  norte  con  la  calle  del  horno,  5,000 
»rs.  vn.»  (9).  Como  escribo  al  tratar  de 


(>)  Holelin  oficial..., 
viembre  de  1850,  pàg.  4. 

(6)  Boletin  oficial..., 
viembre  de  1859.  pàg.  4. 

(7)  lioletin  oficial.... 
ticmbre  de  1S50. 

(S)  Holetin  oficial..., 
viembre  de  iSjq,  pàg.  4. 

(o)  Boletin  oficial..., 
viembre  de  1839,  pàg.  4. 


.    \.     del    12  de  nn- 
.   N."  del   12  de  no- 

\.     del    2!  de  sep- 

N.     del 

.  N.    del 


12  de 


292 


LIERO    TERCERO.  —  CAPITULO    QUINTO 


otra  casa  de  este  monasterio  sita  en  Cas- 
telldasens,  la  escasez  de  individualización 
de  cada  una  de  que  adolecen  aquí  los 
asientos  del  Bolctin  Oficial  genera  ambi- 
gfüedad  sobre  a  cuàl  de  ellas  se  refiere  el 
remate  que  se  apunta.  Así  no  se  saca  en 
limpio  la  cantidad  en  que  cada  una  fué  re- 
matada, salvo  alguna  que  se  especifica. 
Varias  de  ellas  fueron  rematadas  por 
5,000  reales,  y  una  por  9,000  (1). 

^  «Otra  casa  sita  en  el  espresado  pue- 
»blo  (de  Castclldasetis):  linda  íl  orien- 
»te  con  la  plazuela;  à  medio  dia  con  Rai- 
»mundo  Aldomà;  a  poniente  con  el  cami- 
»no  que  dirige  a  Puigvert;  y  à  norte  con 
>•>Francisco  Segura:  5,000  rs.  vn.»  (2). 

#  «Otra  casa  en  el  propio  pueblo  de 
xfCastclldasens):  linda  a  oriente  con 
»la  calle  mayor:  à  medio  dia  con  Pablo 
«Segura;  à  poniente  con  el  camino  que 
»dirige  à  Aspa;  y  à  norte  con  un  callejon 
»que  dirige  aLérida...»  Tasada  en  5,000 
reales  (3).  Rematada  en  Lérida  a  14  de 
abril  de  1841  no  sé  si  por  la  cantidad 
de  la  tasación,  o  si  por  7,400  reales.  El 
motivo  de  la  duda  esta  en  que  son  tres  las 
casas  tasadas  en  5,000  reales,  de  ellas  dos 
rematadas  por  los  mismos  5,000,  y  la  otra 
en  7,400.  Mas  como  el  anuncio  del  efec- 
tuado  remate  se  calla  cuàl  de  las  tres  es  la 
de  los  7,400  reales,  ignoro  à  cuàl  de  ellas 
aplicarlo  (4). 

^  «Otra  casa  en  la  misma  calle  (Ma- 
r>yor  de  Castelldaseus):  linda  k  orien- 
»te  con  José  Seró,  A  medio  dia  con  Fran- 
»cisco  Grínó;  y  à  poniente  con  dicha 
>;calle  llamada  de  casa  del  clavellina, 
»5,000  reales  vn.»  (5). 

^    «Otra    casa    sita    en    la    referida 


(i)     lioletin  oficial...,  cit.    N."  del  ió  de  iulio 
de  1841,  pàg.  4. 

(2)  Boletin   oficial...,    cit.    N.°  del    ij  de  no- 
viembre  de  1859,  pàg.  4. 

(3)  Boletin  oficial...,    cit.   N.'   del    ij  de  no- 
viembre  de  1839,  pàg.  4. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del   jo   de  abril 
de  1841,  pàg.  4. 

(í)     Boletin   oficial...,    cit.    N."   del    i;  de  no- 
vlembre  de  1839.  pàg.  4. 


»calle  mayor  (de  Castelldaseus):  linda  à 
»medio  dia  con  el  cerco;  à  poniente  con 
»el  corral  de  Francisco  Segura;  y  ò.  norte 
»con  Pedró  Segura,  5,000  rs.  vn.»  (6). 

ISI  «Cinco  casas  juntas,  sitas  en  la 
»calle  mayor  del  mismo  pueblo  [de  Cas- 
y>telldasei/s):  lindan  por  un  lado  con  el 
»camino  de  Lérida:  por  el  opuesto  con 
»Raimundo  Aldomà;  y  por  detràs  con 
»Macià  Bonet,  à  cinco  mil  rs.  vn.  cada 
»una,  25,000  rs.  vn.»(7). 

ÜI  «Otra  casa  en  la  insinuada  calle 
«mayor  (de  Castelldascns):  linda  à  orien- 
»te  con  el  huerto  del  monasterio  (seria  el 
»castillo),  A  medio  dia  con  un  patio  de 
»José  Ferran;  à  poniente  con  dicha  calle; 
»y  à  norte  con  Pedró  Borrull,  7,000  rs. 
»vn.»  (8).  Rematada  en  Lérida  à  24  de 
septiembre  de  1840  por  la  cantidad  de  la 
tasación  (9). 

#^  «El  primero  de  los  cuatro  trozos 
»en  que  los  peritos  han  dividido  para  la 
»venta  el  derecho  de  pastos  que  en  la 
«partida  del  termino  de  Castelldaseus 
«llamada  de  Baix  ó  davall  la  Vila  perte- 
»nece  à  la  Hacienda  procedente  del  dicho 
«Monasterio  de  Scala  Dei:  Cuyo  trozo  ó 
»division  se  conoce  con  el  nombre  de 
«Basa  Nova  por  hallarse  en  él  una  balsa 
»así  llamada;  tiene  de  estension  373  Jor- 
«nales;  linda  à  oriente  con  el  camino  que 
«conduce  de  Castelldaseus  ò.  Puigvert  y 
«S.  Jaime;  à  medio  dia  empieza  en  la 
»cruz  de  S.  Jaime;  cruza  el  barranco  y 
»camino  de  Lérida...  Existen  en  esta  par- 
«tida  ó  trozo  tres  piezas  de  tierra,  dos  de 
«ellas  llamadas  Basa  Nova  y  la  otra 
«Regué;  las  cuales  no  van  comprendidas 
«en  la  venta  del  derecho  de  pastar  y  for- 
«man  una  estension  de  25  jornales  7  por- 
»cas.  Ha  sido  capitalizado  este  trozo  en 


(o)     Boletin  oficial...  del   u  de  noviembre  de 
1S59.  pàg.  4. 

(7)  Boletin  oficial...  del  12  de  noviembre  de 
1839.  pàg.  4. 

(8)  Boletin  oficial...,    cit.   N.'  del    12  de  no- 
viembre de  1839,  pàg.  4. 

(9)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  2  de  octubre 
de  1840.  pàg.  3. 


CONTORNOS    DE    RECS 


293 


»23,866  reales  22  maravedises,  y  tasado 
»en  29,400;  por  cuya...»  (1). 

Ü  «El  segundo  trozo  de  los  cuatro  en 
»que  los  peritos  han  dividido  para  la 
»venta  el  derecho  de  pastos  que  en  la 
»partida  del  termino  de  Castelldasens, 
»llamada  de  Baix  ó  Davall  la  Vila  perte- 
»nece  à  la  Hacienda;  procedente  dedicho 
»Monasterio  de  Scala  Dei;  cuyo  trozo  ó 
»division  se  conoce  con  el  nombre  de 
«Corrals  de  la  Vila:  tiene  de  estension 
»382  jornales,  y  linda  por  Oriente  con  el 
»camino  de  Castelldasens  A  Juneda;  à 
»medio  dia  con  la  porcion  de  carretera 
»desde  los  cuatro  caminos  hasta  la  cruz 
»de  S.  Jaime...  Existen  en  esta  partida 
»ó  trozo  tres  piezas  detierra,  llamadas 
«Corrals  y  Acampadó,  Mandana  y  Jo- 
»vals;  las  cuales  no  van  comprendidas 
»en  el  derecho  de  pastar  y  forman  una 
»estension  de  104  jornales  6  porcas.  Ha 
»sido  capitalizado  este  trozo  en  26,700 
»reales  y  tasado  en  31,833;  por  cuya  can- 
»tidad  se  saca  à  subasta»  (2). 

I8l  «El  tercer  trozo  de  los  cuatro  en 
»que  los  peritos  han  dividido  para  la 
»venta  el  derecho  de  pastos  que  en  la 
»partida  del  termino  de  Castelldasens 
»llamada  de  Baix  ó  Davall  la  Vila  perte- 
»nece  à  la  Hacienda  procedente  del  dicho 
»Monasterio  de  Scala  Dei:  cuyo  trozo  ó 
»division  se  conoce  con  el  nombre  de 
«Tarragó:  tiene  de  estension  430  jorna- 
«les;  en  el  que  se  halla  una  balsa  llamada 
«de  Aguiló:  linda  A  Oriente  con  el  cami- 
»no  que  de  Castelldasens  dirige  à  las 
«Borjas....  Existe  en  este  trozo  ó  partida 
»una  pieza  de  tierra  llamada  de  Tarragó, 
«de  21  jornales  que  no  va  comprendida  en 
«la  venta  del  derecho  de  pastar.  Ha  sido 
«capitalizado  este  trozo  en  29,063  reales 
«22  maravedises  y  tasado  en  35,833;  por 
«cuya  cantidad  se  saca  A  subasta»  (3). 


(i)  Boletin  oficial...,  del  26  do  novicmhic  de 
1840,  pàg.  2. 

(2)  lioletin  ojicial...,  cit.  N.'  del  ji>  de  no- 
viembrc  de  1849.  púg.  2. 

(í)  lioletin  oficial...,  cit.  N.'  del  20  de  no- 
vicmbre  de  1840,  p;ig.  .>. 


%  '<E\  cuarto  y  liltimo  de  los  trozos 
»en  que  los  peritos  han  dividido  para  la 
>' venta  del  derecho  de  pastos  que  en 
>Aa.  partida  del  termino  de  Castelldasens, 
>  llamada  de  Baix  ó  Davall  la  Vila  perte- 
>>nece  A  la  Hacienda  procedente  del  Mo- 
«nasterio  de  Scala  Dei,  cuyo  trozo  ó 
«division  se  conoce  con  el  nombre  de  Mas 
«de  Nerri:  tiene  de  estension  608  jorna- 
»les;  y  linda  por  Oriente  en  toda  su  lon- 
»gitud  con  el  termino  de  Miravall.... 
«Existen  en  el  espresado  trozo  ó  partida 
«cuatro  piezas  de  tierra  nombradas  Mas 
«de  Nerri,  Racons,  Olivares  jóvenes  de 
«Timonell  y  Feixa  del  Vicario  que  for- 
«man  una  estension  de  57  jornales  3  por- 
»cas,  que  no  van  comprendidos  en  la 
«venta  del  derecho:  ha  sido  capitalizado 
»este  trozo  en  40,466  rs.  22  ms.  y  tasado 
«en  50,666  rs.,  por  cuya....»  (4). 

1^  El  Estado,  en  anuncio  de  27  de  oc- 
tubre de  1849,  saca  a  subasta  el  arriendo 
de  una  pieza  de  tierra  llamada  Canta 
Corps,  de  2  jornales,  sita  en  Castellda- 
sens y  procedente  de  Scala  Dei  (5). 

Hasta  aquí  las  posesiones  sitas  en  Cas- 
telldasens. Siguen  las  de  Torrebeses,  pue- 
blo  que  se  levanta  al  S.  de  Lérida  y  a  25 
kilómetros  de  andadura  de  esta,  su  capi- 
tal. Montan  muchas  menos  en  niimero 
que  las  de  Castelldasens,  y  sobre  todo  en 
importància,  reducidas  casi  todas  a  ca- 
chitos  de  terreno. 

^  «Una  pieza  de  tierra  situada  en  el 
«termino  del  pueblo  de  Torrebeses  cono- 
«cida  con  el  nombre  de  la  Vall  de  Gra- 
«fiena  de  estension  15  jornales  de  tierra 
«regadío,  plantada  con  40  olivos,  25  mo- 
«reras  y  6  higueras,  y  30  tiras  de  vina;  sus 
«lindes...  Ha  sido  capitalizada  en  24,960 
«reales:  y  tasada  en  28,298  reales  22  mrs. 
»por  cuya  cantidad  se  saca  à  subasta. 

«Esta  finca  fué  comprada  por  el  monas- 


(4)  lioletin  oficial...,  cit.  N.  del  26  de  no- 
viembre  de  1849,  pàg.  2. 

(ç)  lioletin  oficial  del  =;  de  noviembre  de 
1840,  púg.  3. 


294 


LIBRO    TERCERO.  — CAPITULO    QUINTO 


»terio  a  carta  de  gràcia  à  D.  Miguel  Gort 
»por  2,452  libras  10  sueldos...»  (1). 

I8l  «Una  pieza  de  tierra  en  la  partida 
»llamada  lo  vind  del  Senó  y  termino  refe- 
»rido  (de  Torrebeses);  plantada  con  214 
»olivos,  su  estension  17  jornales  8  porcas 
»y  9-12  Hvos:  linda...»  Tasada  en  45,150 
reales  (2).  Rematada  en  Lérida  a  7  de 
abril  de  1842  por  la  cantidad  de  la  tasa- 
ción  (3). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  partida  de  la 
»sonada  y  tortuga  termino  del  espresado 
«pueblo  (de  Torrebeses),  plantada  con  25 
»líneas  de  cepas,  172  oli  vos,  7  cerbares  y 
»6  higueras,  de  estension  12  jornales  11 
»porcas  y  media:  linda....»  Tasada  en 
26,000  reales  (4).  Rematada  en  Lérida  a  7 
de  abril  de  1842  por  la  cantidad  de  la 
tasación  (5). 

ISI  «Una  hera  y  frexinals,  sitos  en  el 
«termino  de  dicho  pueblo  de  Torrebeses, 
»de  estension  6  porcas  y  5  sextos,  incluso 
»un  corral  que  tiene  11-12  avos  de  porca: 
»liada....»,  tasado  en  1,360  reales  (6).  Re- 
matades en  Lérida  a  7  de  abril  de  1842 
por  la  cantidad  de  la  tasación  (7). 

^  «Otra  pieza  de  tierra,  partida  de 
»las  feixas  del  morè  en  el  espresado  tér- 
*mino,  de  estension  6  porcas  y  dos  ter- 
»cios:  linda...»  Tasada  en  834  reales  (8). 
Rematada  en  Lérida  a  7  de  abril  de  1842 
por  el  precio  de  la  tasación  (9). 


(i)     lioletin  ofic 
de  iH^o.  pàg.  í. 

(2)  Boletin  ojic 
de  1842,  pàg.  2. 

(3)  Boletin  ofic 
de  1842.  pàg.  2. 

(4)  Boletin  ofic 
de  1842,  pàg.  2. 

(5)  Boletin  ofic 
de  1842,  pàg.  2. 

(6)  Boletin  ofic 
de  1842,  pàg.  2. 

(7)  Boletin  ofic 
de  1842,  pàg.  2. 

(8)  Boletin  ofic 
de  1842,  pàg.  2. 

(9)  Boletin  ofic 
de  1842.  pàg.  2. 


al...,  cit.  N.°  del  19  de  marzo 
al...,  cit.  N.°  del  5  de  febrero 
al...,  cit.  N.°  del  14  de  abril 
al...,  cit.  N.°  del  5  de  febrero 
al...,  cit.  N.°  del  14  de  abril 
al...,  cit.  N.°  del  5  de  febrero 
al...,  cit.  N.°  del  14  de  abril 
al...,  cit.  N.°  del  5  de  febrero 
al...,  cit.  N.°  del    14   de  abril 


181  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  la 
«partida  de  la  jota  termino  de  dicho 
»pueblo  (de  Torrebeses),  plantada  con 
»147  olivos  de  estension  3  jornales  2 
»porcas  5  sextos,  tasada  en  5,200  rs.  y 
«rematada  en  id.»  en  Lérida  a  7  de  abril 
de  1842  (10). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  partida  de 
»las  boteras  en  el  espresado  termino 
y>(dc  Torrebeses),  plantada  con  19  olivos, 
»de  estension  3  jornales  una  porca  y  me- 
»dia  y  un  tercio:  linda....»  Tasada  en 
6,000  reales  (11).  Rematada  en  Lérida  a 
7  de  abril  de  1842  por  la  cantidad  de  la 
tasación  (12). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  partida  del 
»moré  en  el  referido  termino  (de  Torre- 
>ybeses),  de  estension  una  porca  5  sextos: 
«linda....»  Tasada  en  306  reales  (il5  du- 
ros 1*50  pesetas!)  (13).  Rematada  en  Léri- 
da a  7  de  abril  de  1842  por  jla  cantidad 
de  la  tasación!  (14). 

#  «Otra  pieza  de  tierra  al  lado  del 
»molino  harinero  del  nombrado  pueblo 
y>(de  Torrebeses),  de  estension  4  porcas  y 
«un  sexto:  linda  à  Oriente  con  la  balsa 
«del  molino....»  Tasada  en  700  reales 
(i35  duros!)  (15),  Rematada  en  Lérida  a 
7  de  abril  de  1842  por  jel  precio  de  la 
tasación!  (16),  y  ademàs  el  gasto  del 
expediente. 

^  «Un  molino  harinero  sito  en  el  pue- 
«blo  de  Torrebeses:  tiene  de  superfície 
«135  varas  y  40  pies  de  altura  con  una 
«muela  y  local  à  propósito  para  poner 
«otra,  y  un  corral  de  una  superfície  de  131 


(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N."   del  14  de  abril 
de  1842,  pàg.  2. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'del  5  de  febrero 
de  1842,  pàg.  2. 

(12)  Boletin  oficial ...,  cit.  N.°   del  14  de  abril 
de  1842.  pàg.  2. 

(n)     Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  5  de  febrero 
de  1842,  pàg.  2. 

(14)  Boletin  ojicial...,  cit.  N."  del   14  de  abril 
de  1842,  pàg.  2. 

(15)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'del  5  de  febrero 
de  1842.  pàg.  2. 

(16)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  14  de  abril 
de  1842,  pàg.  2. 


CONTORNOS    DE    REUS 


295 


»varas  y  16  pies  de  altura,  siendo  la  mitad 
»cubierto...»  Tasado  en  16,125  reales  (1). 
Rematado  en  Lérida  a  7  de  abril  de  1842 
por  el  precio  de  la  tasación  (2). 

En  el  Bolctin  del  19  de  octubre  de  1843 
se  llama,  para  que  paguen  un  plazo,  a 
«D.  Ignacio  Girona  y  companía  por  un 
»molino  harinero  y  siete  piezas  de  tierra 
»sitas  en  Torrebeses  del  monasterio  de 
»Scala  Dei.» 

%  La  Amortización  con  fecha  del  19 
de  septiembre  de  1850  anuncia  la  subas- 
ta  del  arriendo  de  «una  casa  sita  en 
»Torreveses  procedente  del  monasterio 
»de  Scala  Dei  por  340  reales  anuales»  (3). 
Y  lo  anuncia  en  otras  varias  fechas. 

Hasta  aquí  las  fincas  de  Toirebeses: 
siguen  las  situadas  en  el  termino  de  Puig- 
vert,  pueblo  entre  Lérida  y  Castellda- 
sens  y  a  12  kilómetros  de  esta  su  capital 
de  provincià. 

^  «Una  pieza  de  tierra  llamada  tancat 
»sita  en  el  termino  de  Puigvert,  de  estén- 
xsion  5  jornales  2  porcas;  los  4  jornales 
»1  porca  huerta  y  los  restantes  secano: 
»linda  à...  à  medio  dia  con  camino  de 

»Juneda...  y  à  norte  con  la  acequia 

»Tasada  en  4,500  rs.  vn.  y  capitalizada  en 
»5,266  rs.  22  ms.  vn.  por  cuya  cantidad  se 
»saca  à  subasta»  (4).  Rematada  en  Lérida 
a  12  del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843 
por  16,800  reales  (5). 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«camino  de  Lérida  en  dicho  termino  (de 
Puigvert),  «de  estension  4  jornales:  linda 
»A...  ;í  medio  dia  con  camino  de  Lérida,  à 
>^poniente  con  el  termino  de  Artesa... 
»Tasada  en  1,550  rs.  y  capitalizada  en 
»l,866  rs.  22  mr.  vn.  por  cuya  cantidad  se 


(i)     IloletÍK  oficial...,  cit.  N."  del  ^  de  l'ebrcro 
de  iS^j.  p;ifí.  j. 

(2)  Rolctin  ojicial...,  cit.  N. '  del    i-|   de  abril 
de  184J,  pàg.  2. 

(3)  Boletin  oficial...,    cit.    N. '  del    25  de  sep 
tiembre  de  lí^ío,  pàg.  4. 

(4)  Suplemcnto   al   Boletin    oficial  del   ii    de 
junio  de  1843,  pàg.  2. 

(5)  Boletin  oficial...,   cit.   N.'  del    7   de  no- 
viembre  de  1843,  pàg.  3. 


»saca  cl  subasta»  (6).  Rematada  en  Lérida 
a  12  del  mes  (parece  ser  de  octubre) 
de  1843  (7). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
»suerte  de  los  huertos  y  peixeras,  sita  en 
»id.  (Puigvert),  de  estension  4  jornales  6 
»porcas  con  19  olivos:  linda  à...  y  à  norte 
»con  regué  de  la  femosa.  Tasada  en  2,450 
»rs.  y  capitalizada  en  2,966  rs.  22  ms.  vn. 
»por  cuya  cantidad  se  saca  a  subasta»  (8). 
«Rematada  en  Lérida  a  12  del  mes  (parece 
de  octubre)  de  1843  por  8,100  reales  (9). 

Ijl  «Otra  pieza  de  tierra  partida  de 
»Campells,  camino  de  Castelldasens  en 
»dicho  termino  [de  Puigvert);  de  esten- 
»sion  1  jornal  V2  porca:  linda  à...  à 
»poniente  con  el  camino  de  Castelldasens. 
«Tasada  en  600  y  capitalizada  en  733  rs. 
»11  ms.  vn.  por  cuya  cantidad  se  saca  à 
«subasta»  (10).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por 
1,200  reales  (11). 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  campa  llama- 
»da  tros  del  pou  del  camino  de  las  Bor- 
»jas,  sita  en  id.  (Puigvert),  de  estension 
»2  jornales  7  porcas:  linda  à...  à  medio 
«dia  con  el  camino  del  Albi...  Tasada  en 
«1,300  rs.  y  capitalizada  en  1,566  rs.  22 
»ms.  vn.  por  cuya  cantidad  se  saca  a 
«subasta»  (12).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por 
2,600  reales.  El  anuncio  del  efectuado 
remate  no  la  llama  tros  del  pou,  sinó  tros 
del  pont  (13). 


(6)  Suplemenlo  al  Boletin  oficial...,    del  o  de 
junio  de  1843,  pàg.  2. 

(7)  Boletin   oficial....   cit.    N.'  del   7    do    no- 
viembre  de  i)~•'4;,  pàg.  3. 

(8)  Suplemenlo  al  Boletin  oficial  dc\  9  de  ju- 
nio de  1843,  pàg.  J. 

(9)  Boletin  oficial...,   cit.    N . '  del    u  de  no- 
viembre  de  1843.  pàg.  3. 

(10)  Suplcmento  al   Boletin  oficial...  del  o  de 
junio  de  1843.  pàg.  2. 

(11)  Boletin  oficial cit.    X.'  del   7  de   no- 

viembre  de  1843.  pàg.  3. 

(12)  Suplemenlo  al  Boletin   oficiat...  del  o  de 
junio  de  1845,  pàg.  2. 

(13)  Boletin  oficial...,   cit.    N.'   del  7  de  no- 
viembre  de  1843,  pàg.  3. 


296 


lliHCERO.  — CAPITULO    OllNTO 


I8l  «Otra  pieza  de  tierra,  sita  en  id.» 
(Pm'gvert),  «partida  de  las  balsas:  de 
»estetision  1  jornal  10  porcas:  linda  í'i...  y 
>'&  norte  con  la  aigüera  de  las  balsas. 
»Tasada  en  1,000  rs.  y  capitalizada  en 
»1,200,  por  cuya  cantidad  se  saca  à  su- 
»basta»  (1).  Rematada  en  Lérida  a  12  del 
mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por  1,300 
reales  (2). 

Hasta  aquí  las  fincas  del  termino  de 
Puigvert. 

1^  «Una  pieza  de  tierra  situada  en  el 
»término  de  la  Granja  de  Escarpe,  par- 
»tida  del  Riego  del  jueves  de  estension 
»siete  porcas:  linda  por  oriente...;  ha  sido 
«capitalizada  en  2,516  rs.  16  ms.  Tasada 
ven  3,080  rs.:  por  cuya  cantidad  se  saca 
»à  subasta»  (3). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  situada  en  el 
>  mismo  termino»  {de  la  Granja  de  Escar- 
pe) «y  en  la  partida  del  comun  de  seis 
»porcas  de  estension.  Linda  ..:  ha  sido 
«capitalizada  en  2,000  rs.  10  ms.  y  tasada 
»en  2,640  rs.:  por  cuya...»  (4). 

^  *Otra  pieza  de  tierra  sita  en  idem» 
(La  Grati  ja  de  Escarpe)  «partida  camino 
»de  la  Barca  de  estension  6  porcas,  lin- 
»da...:  Ha  sido  capitalizada  en  2,000  rs. 
«10  ms.  y  tasada  en  2,640  reales  por 
»cuya...»  (5). 

^  «Una  casa  sita  en  el  pueblo  de  la 
»Granja:  linda  à  oriente  con  un  barranco 
»nombrado  la  vall  de  la  vila;  à  medio  dia 
»con  José  Jové  y  Rubinat;  à  poniente  con 
»José  Texidó  y  Tarragó  y  calle  llamada 
»del  fondo;  y  a...»  Tasada  en  3,.517  rea- 
»les  (6).   Rematada   en    Lérida   a   2   de 


(i)  Suplemento  al  Boletiu  oficial...  del  o  de 
junio  de  i>S_)-;,  pàg.  2. 

(2)  Boletíii  oficial...,  cit.  N.°  del  7  de  no- 
viembre  de  1843,  pàg.  •;. 

(3)  Boletitt  oficial...,  cit.  N."  del  2=;  de  di- 
ciembre  de  1848,  pàg.  2. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  ai  de  di- 
ciembre  de  1848,  pàg.  3. 

(;)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  25  de  di- 
ciembre  de  1848,  pàg.  3. 

(6)  Boletin  oficial  extraordinària  del  27  de 
agosto  de  1841,  pàg.  3. 


diciembre  de  1841  por  20,300  reales.  (7). 

^  «Una  casa  N.°  5  sita  en  la  calle 
»del  Portalet  de  S.  Andrés  de  la  presente 
> Ciudad  {de  Lérida):  linda  por  delante 
»con  dicha  calle;  por  un  lado  con  casa  de 
»José  Font...  y  por  el  otro  lado  con  casa 
»del  espresado  Monasterio  (de  Scala 
»£)«■)».  Tasada  en  9,320  reales  (8).  Rema- 
tada en  Lérida  a  20  de  marzo  de  1841  por 
19,300  reales  (9). 

I8I  «Otra  casa  N.°  6,  sifa  en  id.  id. 
(calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de  la 
presoite  cíitdad  de  Lérida):  linda  por 
»delante  con  la  espresada  calle:  por  los 
»dos  lados  con  casas  del  citado  Monaste- 
»rio  (de  Scala  Dei )...>•>  Tasada  en  9,010 
reales  (10).  Rematada  en  Lérida  a  20  de 
marzo  de  1841  por  19,300  reales  (11). 

líl  «Otra  casa  N."  7  sita  en  id.  id. 
^(calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de 
>->Lérida):  linda  por  delante  con  la  indi- 
»cada  calle;  por  los  dos  lados  y  pordetràs 
»con  casas  del  enunciado  Monasterio»  (de 
Scala  Dei)...  Tasada  en  16,060 reales  (12). 
Rematada  en  Lérida  a  20  de  marzo  de 
1841  por  29,360  reales  (13). 

*  «Otra  casa  N.°  8  sita  en  id.  id.» 
{calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de 
Lérida)  «linda  por  delante  con  dicha 
»calle:  por  los  dos  lados  con  casas  que 
»fueron  del  mismo  Monasterio  (de  Scala 
>>Dei),  y  por  detràs  con  callejon  que  no 
»pasa...»  Tasada  en  9,604  reales  (14).  Re- 


(7)  Boletin   oficial...,    cit.   N.°   del    10  de   di- 
ciembre de  1841.  pàg.  2. 

(8)  Boletin  o/icial...,  cit.  N."  del   29  de  enero 
de  1841,  pàg.  2. 

(0)     Szíptemento  al  Boletin  o/icial...  del  16  de 
abril  de  1841. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  29  de  enero 
de  184 1,  pàg.  2. 

(11)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  ió  de 
abril  de  1841. 

(12)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  29  de  enero 
de  184 1,  pàg.  2. 

(13)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  16  de 
abril  de  1841. 

(14)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  29  de  enero 
de  1841.  pàg.  2. 


CONTORNOS    DE    BEL'Í 


297 


matada  en  Lérida  a  20  de  marzo  de  1841 
por  16,104  reales  (1). 

^  Una  casa  número  9,  sita  en  la 
calla  del  Portalet  de  S.  Andrés  de  Léri- 
da, tasada  en  17,978  reales,  y  rematada 
en  Lérida  a  20  de  marzo  de  1841  por 
26,678  reales  (2). 

Ijl  «Otra  casa  N.°  10  sita  en  id.  id.» 
(calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de 
Lérida):  «linda  por  delante  con  la  refe- 
»rida  calle;  por  detràs  con  callejon  que 
»no  pasa;  por  un  lado  con  la  calle  que  va 
»de  la  del  Portalet  al  callejon  mencionado, 
>:'y  por  el  otro  con  casa  del  dicho  Monas- 
»terio  (de  Scala  Deii...»  Tasada  en 
10,006  reales  (3).  Rematada  en  Lérida  a 
20  de  marzo  de  1841  por  17,006  reales  (4). 

^  «Otra  casa  N.°  11  sita  en  id.  id.» 
{calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de 
Lérida)  «linda  por  delante  con  callejon 
»que  no  pasa;  por  un  lado  con  casa  del 
»Monasterio  {de  Scala  Dei).  ..->•>  Tasada  en 
7,040  reales  (5).  Rematada  en  Lérida  a  20 
de  marzo  de  1841  por  12;040  reales  (6). 

iSl  «Otra  casa  N.°  12  sita  en  id.  id.» 
(calle  del  Portalet  de  S.  Andrés  de 
Lérida)  «linda  por  delante  con  callejon 
»que  no  pasa;  por  un  lado  con  la  calle  de 
»Scala  Dei:  por  otro  con  casa  del  indi- 
»cado  Monasterio;  y  por  detràs  con  la  de 
»José  Balué...»  Tasada  en  8,432  reales  (7). 
Rematada  en  Lérida  a  20  de  marzo  de 
1841  por  11,832  reales  (8). 

Ijl    «Una    casa    sita    en  esta   cíudad» 


(i)     Suplemento  al  Boíetin  oficial...  del    lo  de 
abril  de  1841. 

(2)  Suptemento  al  Boletin  oficial...   del  lú  de 
abril  de  iH^i. 

(3)  Boletin  oficial...,  cil.  N.    del  211   de  cnero 
de  1841,  pú^.  2. 

(4)  Suptemento  al  Boletin  oficiat...    del  1(1  de 
abril  de  1S41. 

(5)  Boletin  oficial...,  eh.  N."  del    29  de  enero 
de  1841,  pàg.  2. 

(6)  Suptemento  at  Boletin  oficial...   del    id  de 
abril  de  18^1. 

(7)  Boletin  oficial...,  cil.  N.    del   20  de  enero 
de  18.^1,  pàg.  2. 

(8)  Suptemento  al  Boletin  oficiat...  de\    10  de 
abril  de  18^1. 


(Lérida)  «y  travesía  de  S.  Juan  senalada 
»con  el  n.°  3,  tasada  en  104,337  reales»  (9). 
Rematada  en  Lérida  a  10  de  abril  de  1839 
por  120,500  reales  (10). 

^  «Una  pieza  de  tierra  huerta,  sita 
»en  el  termino  rural  de  Binferri,  jurisdic- 
»ción  de  Juneda,  procedente  del  mencio- 
»nado  monasterio  (de  Scala  Dei)  de  1 
»jornal  y  9  porcas.  Linda à...  à  medio  dia 
»con  camino  de  Juneda,  à  poniente  con  el 
»camino  de  Puigvert...  Tasada  en  2,100 
»rs.  y  capitalizada  en  2,533  rs.  11  mrs. 
»por  cu3'acantidadsesaca  à  subasta»  (11). 

%  «Una  casa  sita  en  el  pueblo  de  Al- 
»besa  calle  llamada  del  Sitja;  tiene  de 
«superfície  144  varas  y  de  altura  43  pal- 
»mos:  linda...»  Tasada  en  6.000  reales (12) 
Rematada  en  Lérida  a  22  de  enero  de 
1843  por  10,400  reales  (13). 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
»planta  del  camino  de  Alcoletge  partida 
»de  Rocafort,  de  estension  5  jornales,  8 
»porcas  con  141  olivos  niedianos:  linda 
»à...  poniente  con  camino  de  Alcoletge...» 
«Tasada  en  2,300  rs.  y  capitalizada  en 
»2,766  rs.  22  ms.  vn.  por  cuya  cantidad  se 
»saca  à  subasta»  (14).  Rematada  en  Lérida 
a  12  del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843 
por  5,300  reales  (15). 

1^  Ademàs  de  las  numerosas  propie- 
dades  resefiadas,  revolviendo  papeles  de 
la  Amortización  referentes  a  los  dias  que 
de  presto  sucedieron  a  la  exclaustración, 
hallé  noticia  de  las  siguientes: 

«Una  casita  en  Tarragona  en  el  llano 
»de  la  Catedral.» 


((i)     Boletin  oficial....   cit.    N.     del    18  de  di- 
ciembre  de  1838.  pàg.  307. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.   N.'    del  in  de  abril 
de  1839,  pàg.  3. 

(11)  Boletin  oficiat...,  cit.  N.'  del  15  de  iunio 
de  184^.  pàg.  -'• 

(12)  Boletin  oficiat...,  cM.^.'  Aq\   22  de  octu- 
bre de  1842.  pàg.  3. 

(13)  Boletin  oficial...,  eh.  N."  del  28  de  enero 
de  1843.  pàg.  4. 

(14)  Suptemento  al  Boletin  oficial...  del  9  de 
junio  de  184;,  pàg.  2. 

(15)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del   7  de  no- 
vicmbre  de  1843.  pàg.  3. 


298 


LIBUO    TERCERO. — CAPITULO    QUINTO 


«Una  heredad  ó  termino  rural  llamado 
y>Torre  Ribera,  en  Lérida»  (1). 

^  Y  finalmente  todos  conocemos  la 
casa  de  procuración,  y  ya  mentada,  de 
Barcelona,  calle  de  Bafios  nuevos,  de 
número  actual  9,  con  su  jardincito. 

En  las  cuentas  queda  la  administración 
de  los  bienes  monacales  llevo  la  Amorti- 
zación  luego  de  apoderada  de  ellos,  leo 
al  tratar  de  este  cenobio  que  el  Corredor 
de  Barcelona  don  Pablo  Lletjos  vendió 
muebles  y  que  el  precio  fué  de  998  reales. 
La  residència  del  Corredor  me  inclina  a 
creer  que  estos  muebles  serían  los  de  esta 
casa  de  procuración  únicamente. 

Antes  de  vender  las  fincas,  la  Amortiza- 
ción,  como  dije  arriba,  las  arrendo,  y 
sacaba  a  pública  subasta  los  frutos  exis- 
tentes.  Me  place  copiar  algunos  pocos 
asientos  de  estàs  subaslas  tal  como  las 
anotaba  la  dicha  oficina  en  sus  cuadernos. 

«1835  — Diz.e  Pablo  Figuerola  —  Por 
»importe  en  que  fué  rematado  à  su  favor 
»en  pública  subasta  durante  la  cosecha 
»del  aceyte  del  corriente  ano  el  molino 
»aceytero  perteneciente  à  este  monaste- 
»rio  existente  en  el  lugar  de  Castellda- 
»sens  con  sus  tres  prensas,  útiles  y  ense- 
»res  y  el  derecho  de  moldura,  según 
»escritura,  debe  satisfacer  1 ,640  reales.»  Y 
los  pago. 

«Diz.«  El  mismo  Figuerola  —  Por  el 
»importe  de  las  yervas  del  termino  del 
»lugar  de  Castelldasens  que  le  fueron 
»rematadas...  por  el  termino  de  un  ano 
»que  finirà  en  28  de  setiembre  de  1836— 
»4,360  reales».  Y  pago. 

«Diz.'=  El  propio  Figuerola  —  Por  el 
»importe  en  que  le  f  uérematado  en  pública 
»subasta  el  derecho  de  aceyte  que  en  el 
»presente  ano  debía  percibir  este  monas- 
»terio  del  pueblo  de  Castelldasens— 4,920 
»reales». 

«El  mismo  Figuerola — Por  el  importe 
»en  que  le  fué  rematado  en  pública  su- 
»basta  el  fruto  pendiente  en  el  presente 


(i)  Archivo  de  Hacienda  de  Barcelona.  Legajo 
l'iS^j.  Monasterios  y  Conventos.»  Cuaderno  de 
este  monasterio. 


»ano  de  olivos  radicades  en  los  campos 
»que  se  espresa  en  la  escritura  del  remate, 
»pertenecientes  A  este  monasterio,  debe 
»satisfacer  15,380  reales. 

Paga  el  segundo  plazo  de  las  mentadas 
yerbas  2,560  reales. 

«1835— Diz.<=  —  Mariano  Lorent  —  Por 
>4mporte  de  las  yerbas  que  le  fueron  re- 
»matadas  en  pública  subasta  existentes 
»en  el  termino  de  Masroig,  las  de  la  par- 
»tida  conocida  por  la  de  vall  la  vila  en  el 
»término  de  Castelldasens,  las  de  S."  Jay- 
»me  en  las  dos  partes  que  corresponden  à 
»dicho  monas  terio,  y  las  de  la  partida  ó 
»término  de  Gisperta,  y  el  estiércol  que 
«resultarà  del  ganado  que  pace  à  dichas 
»yervas,  todo  por  el  termino  de  un  ano 
»que  conduirà  en  28  de  setiembre  de  1836, 
»según  escritura  otorgada  en  6  de  Nov.^ 
xppd.ií"  ,  debe  satisfacer  9,200  reales».  Y 
»los  pagaria. 

«Bautista  Mora— Por  producto  en  venta 
»de  159  cabràs  de  pertenencia  de  este 
«monasterio  à  34  r.  17  m.  cada  una,  adeu- 
»dó  5,485  reales  17  marav.'  »  (2). 

Con  esto  queda  explicado  el  lamentable 
fin  de  la  primera  cartuja  que  tuvo  Espana, 
monasterio  riquísimo  en  bienes  de  for- 
tuna y  en  caridad,  fecundo  en  toda  clase 
de  virtudes,  plantel  de  hombres  notables 
y  de  Santos,  verdadero  escabel  del  cielo 
y  escalera  de  Dios.  Perdone  el  Senor  a 
los  pueblos  del  Priorato  que,  destruyén- 
dolo,  acabaron  con  tanto  bien  y  produje- 
ron  tan  grave  mal.  Perdóneles,  sí,  y 
dignese  levantar  la  mano  en  las  desgra- 
cias  que,  a  mi  parecer  azote  de  lo  alto, 
han  caído,  y  caen,  sobre  ellos.  Porque 
alli  mismo  se  cuenta  que  a  poco  del  incen- 
dio los  nacionales  del  Priorato,  autores 
del  atentado,  rineron  empenado  reencuen- 
tro  con  fuerzas  enemigas;  vencidos  por 
éstas,  se  refugiaron  en  una  iglesia,  y 
rechazaron  alli  toda  propuesta  de  rendi- 
ción,  por  lo  que  entregado  el  edificio  a  las 
llamas,  murieron  abrasados  en  el  fuego 


(2)     Archivo  de   Hacienda   de   la   provincià  de 
Barcelona.  Legajo  citado.  Cuaderno  n."  60. 


CONTOKN•OS    DE    REUS 


299 


de  los  objetos  sagrades,  el  mismo  en  que 
ellos  poco  antes  sumergieron  a  Scala  Dei. 
El  peor  de  los  castigos,  que  a  ciertos 
pecadores  envia  la  Divina  Justícia,  es  la 
ausencia  de  su  gràcia  y  auxilio  y  el  en- 
durecimiento  del  corazón.  Bajo  aquel 
rojizo  mar  de  ruinas  del  monasterio,  bajo 
aquella  negra  bruma  de  impiedad  duer- 
men  en  el  cementerio  al  pie  de  su  amada 
cruz  los  Santos  de  la  Cartuja:  esperemos 
que  sus  almas  en  el  cielo  rogaríln  por  los 
ilusos  destructores  del  cenobio,  lugar  e 


instrumento  de  su  santificación.  Espere- 
mos, sí,  que  ahincadamente  oraran  para 
que  disipada  tanta  ignorància,  y  vencida 
y  aventada  tan  grande  impiedad,  vuelva 
a  brillar  sobre  aquellos  pueblos  prevari- 
cadores  el  sol  de  la  verdadera  sabiduría, 
cuyo  principio  es  el  santó  temor  del  Sefior 
y  el  amor  a  la  Religión. 

El  tantas  veces  en  este  articulo  de  Scala 
£><??' nombi  ado  Padre  Don  Buenaventura 
Morer  murió  en  la  Cartuja  de  Mougeres 
en  Francia  el  primer  dia  del  ano  1892. 


Iglesia  de  Escornalbou,  quilado  cl  atrio  que  en  modernos  dias 
SC  le  habia  aditado. 


CAPITULO    SEXTO 

MONASTERIO  CISTERCIENSE 
DE  SANTA  MARÍA   DE   POBLET 


ARTICULO   UNICO 


s?  1."    Hechos  que  próxima.mente  precedieron  a  la  exclaustracióx 


MOXASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA     DE    POBLET 


303 


muni- 
dad  y 
danos 
de  su 
edificio 
proce- 
dieron, 
c  o  m  o 
en  los 
última- 

mente  mentados  conventos,  del  incendio 
de  los  de  Reus;  3'  así,  a  imperar  aquí  el 
rigor  lógico  la  destrucción  de  Poblet 
debiera  formar,  no  un  capitulo  aparte, 
sinó  el  articulo  9.°  del  próximo  anterior 
titulado ':<ContornosdeReus».  Però,  habi- 
da  en  cuenta  la  imponderable  importàn- 
cia de  Poblet,  y  la  negrura  de  su  dicha 
destrucción,  creo  del  caso  dedicarle  a  solo 
él  un  capitulo.  Empecemos  por  su  comu- 
nidad. 

De  mano  de  uno  de  los  monjes  expulsa- 
dos  de  Poblet  en  1835  tengo  los  nombres 
de  todos  los  que  a  la  sazón  la  formaban, 
nombres  que  se  me  transmitieron  con 
exquisita  distinción  }•  cuidado,  3'  son  los 
siguientes: 

R.   Padre 
Maestro    Don 


Nota.  —  La 
inicial  de  arriba 
procede  de  un  có- 
dice  de  Ripoll, 
guardado  hoy  en 
el  .\rchivo  de  la 
Corona  de  Ara- 
gón, en  el  que 
tiene  el  número 
S2  de  los  de  Ri- 
poll. 


^/K 


^!C^rT*i^^^^ 


íy^^^T>-z.^í* 


Jk'  VaÀMic  /^a^^^i/f(^ 


Sebastiàn  Gatell,  ultimo  ex  abad,  natural 
de  Vallmoll,  Presidenta. 

Padre  Don  Ramon  Bertran. 

Padre  Don  Antonio  Juncosa. 

Padre  Maestro  Don  Jaime  Pàmies. 

Padre  Don  Vicente  Martorell. 

Padre  Don  Antonio  Montagut. 

Padre  Don  Esteban  Granell. 

Padre  Don  Cosme  Valls. 

Padre  Don  Bernardo  Genarés. 

Padre  Don  Francisco  Prats. 

Padre  Don  Ignacio  Jordana. 

Padre  Don  Pablo  Vergonyós. 

Padre  Don  Antonio  Camí. 

Padre  Don  José  Sentís. 

Padre  Don  José  Aragonès. 

Padre  Don  Jaime  Codina. 

Padre  Maestro  Don  José  Roca. 

Padre  Don  José  Calvet. 

Padre  Don  Antonio  Borràs. 

Padre  Don  Ildefonso  Sabaté. 

Padre  Don  Buenaventura  Borràs. 

Padre  Don  Pedró  Elías. 

Padre  Don  Tomàs  Ribas. 

Padre  Maestro  Don  José  Queralt. 

Padre  Don  Pedró  Fonoll. 

Padre  Don  Francisco  Pigrau. 

Padre  Don  Pedró  Prats. 

Padre  Lector  Don  Francisco  Camín. 

Padre  Don  Odón  Bayona. 

Padre  Don  Juan  Porcalla. 

Padre  Lector  D.  José  Boronat. 

Padre  Don  Miguel  Grau. 

Padre  Don  Manuel  Vinas. 

Padre  Don  Francisco  Pallarola. 

Padre  Don  Ramon  Montorro. 

Padre  Don  Joaquín  Miret. 

Padre  Don 
Pablo  Carbo- 
nell. 

Padre   Don 

Juan   Mestre. 

Padre   Don 

Juan  Queralt. 

Padre   Don 

José  Bassa. 

Padre    Don 

Jaime  Cercós. 

Padre    Don 

Joaquín  Aleu 


304 


LIERO    TF.RCF.RO. — CAPITULO    SENTO 


Padre  Don  Juan  Grau. 

PadreDon  Pedró  F"erré. 

Padre  Don  José  Vallverdú. 

Padre  Don  Manuel  Astort. 

Padre  Don  Ignacio  Carbó. 

Padre  Don  José  Ragull. 

Padre  Don  Ramon  Aragonès. 

Padre  Don  José  Riba. 

Padre  Don  Juan  Olivas. 

Padre  Don  Juan  Aliernau. 

Padre  Don  José  Miquel. 

Padre  Don  Pedró  Sans. 

Padre  Don  Juan  Daroca. 

Padre  Don  Domingo  Farré. 

Padre  Don  Juan  Rojo. 

Padre  Don  José  Miravall, 

Ignoro  cuàles  de  los  apuntados  hasta 
aquí,  habían  recibido  ya  ordenes  sagra- 
das,  y  cuàles  no:  sé  solo  que  variosno  las 
tenían.  Siguen  los  legos  o  conversos: 

Fr.  Manuel  Fàbregas. 

Fr.  Antonio  Cirera. 

Fr.  Pedró  Llauradó. 

Fr.  Juan  Domingo. 

Fr.  Rafael  Bosch. 

Fr.  Esteban  Poblet. 

Fr.  Jaime  Aguiló. 

Fr.  José  Cirera. 

Fr.  Antonio  Serra. 

Fr.  José  Antonio  NoUa. 

Fr.  Francisco  Mariné. 

Total  69;  bien  que  algunos,  pocos  tales 
como  el  prior  Don  Ramon  Bertran,  los 
Padres  Don  Buenaventura  Borràs,  Don 
Pedró  Elías  y  Don  Francisco  Camín, 
estaban  ausentes  en  el  dia  del  atropello. 
Partidos  de  los  de  coro  los  legos,  resultan 
58aquéllos  y  11  estos. 

Desde  la  fundación  del  monasterio 
hasta  1623  los  monjes  eligieron  en  capi- 
tulo su  Abad,  cuyadignidad  era  vitalícia; 
emperò  en  la  susodicha  fecha  este  cargo 
pasó  a  cuadrienal,  y  el  nombramiento  a 
manos  del  Rey,  propuesta  terna  por  la 
Comunidad.  Esto  explica  la  carència  de 
Abad  en  el  dia  de  la  fuga  de  1835,  porque, 
fenecido  unos  afios  antes  el  cuadrienio 
del  Ilmo.  senor  Gatell,  las  circunstancías 
no  consintieron  nueva  elección. 

El  Prior  era  Don  Ramon  Bertran,  el 


Subprior  Don  Antonio  Juncosa,  hombre 
dispuesto;  el  bolsero  Don  Cosme  Valls, 
monje  de  recogimiento  y  santidad;  el 
maestro  de  novicios  Don  Juan  Mestre;  el 
archivero  Don  Odón  Bayona,  del  cual  se 
decía  ser  capaz  de  gobernar  un  reino;  el 
procurador  o  sindico  Don  Francisco  Palla- 
rola  (1);  los  organistas  Don  Pedró  Sans  y 
Don  Juan  Daroca;  y  entre  los  monjes  no 
eran  pocos  los  hombres  de  saber. 

Copio  de  un  escrito  que  dejó  al  morir 
el  Padre  José  Riba,  monje  de  esta  casa, 
las  siguientes  líneas:  «Segun  nuestras 
»Constituciones  concluyóel  cuadrienio  de 
»su  abadia  el  Rmo.  Padre  M.  Fr.  don 
»Sebastiàn  Gatell,  dejando  elegido  por 
»Prior  Presidenta  al  Rdo.  Fr.  D.  Ramon 
»Bertràn. 

»E1  Viernes  Santo  del  mismo  aíïo  183ó 
»se  presento  al  Monasterio  de  Poblet  don 
»N.  (sic)  Comandante  de  miqueletes  con 
»su  companía  por  la  manana,  habiendo 
»tomado  antes  de  entrar  al  Monasterio 
»una  libra  y  media  de  aguardiente.  La 
«Comunidad  mirando  no  obstante  à  este 
»pàjaro  de  mal  agüero,  continuo  sus 
»actos,  y  cuando  el  aguardiente  empezó 
»à  fervorizarle,  llamó  à  la  Comunidad 
»que  estaba  entonces  en  el  coro  cantando 
»segun  costumbre  los  ministres  el  Passió 
»en  el  presbiterio,  continuàndolo  solos 

«Teniendo  à  la  Comunidad  reunida  en 
»la  sala  de  la  Bolsería  empezó  à  hablar 
»todo  aquello  que  el  espíritu  de  víno  le 
»dictaba,  y  conociendo  los  monjes  el  espí- 
»ritu  de  su  elocuencia,  se  marcharonunos 
»tras  otros  al  coro,  quedando  el  Rdo.  P. 
»Prior  Presidente,  el  Rmo.  P.  M.  Fr.  don 
»José  Queralt,  Exvicario  General,  el 
»R.  P.  M.  Fr.  D.  José  Roca,  el  R.  P.  Fr. 
»D.  Francisco  Camín,  Lector,  el  R.  P.  Fr. 
»D.  Francisco  Pallerola,  Sindico,  y  los 


(i)  Debò  estàs  noticias  a  la  relación  del  de- 
pendiente  del  monasterio,  carpintero  de  él,  don 
.Miguel  Boltó,  hecha  en  La  Espluga  de  Francolí  a 
12  de  junio  de  1887:  a  la  del  monacillo  del  monas- 
terio D.  Onofre  Lafita,  Espluga  a  6  de  julio  de 
1888.  y  a  la  del  Padre  Don  Pedró  Ferré,  hecha  en 
Tarragona  a  u  de  agosto  de  1880. 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


305 


«conversos  Fr.  Anton  Serra  y  Fr.  Fran- 
«cisco  iMariné,  à  quienes  dió  orden  de 
«partir  dentro  cuatro  horas  al  Monaste- 
»rio  de  Rueda  en  Aragón  adonde  fueron 
«desterrados-  iQué  triste  y  desconsolada 
»quedó  la  Comunidad  con  tan  arbitraria 
»disposicion! 

»Providenció  el  Rmo.  Vicario  General 
»M.  Torregrosa  al  nombramiento  de  Prior 
»Presidente  eligiendo  al  ExAbad  Ca- 
nell» (1). 

Con  tal  hecho  del  confinamientc  de 
algunos  monjes  empezaba  a  mostrar  su 
siniestro  animo  para  Poblet  el  hado  de 
1835.  Este  monasterio  tenia  en  su  contra 
no  solo  el  odio  de  la  Revolución  a  lo 
sagrado,  sinó  también  la  sed  de  sus  cuan  • 
tiosas  posesiones  y  derechos,  y  los  renco- 
res  de  pleitos  y  luchas  seculares.  Encen- 
didapoco  antes  la  guerra  civil,  un  Coro- 
nel, que  en  los  principios  de  ella  pasó  por 
el  cenobio,  propuso  convertirlo  en  puesto 
fortificado.  Contestación  negativa  dieron 
a  la  propuesta  los  monjes,  pues  no  desco- 
nocían  la  condición  y  moralidad  de  los 
que  a  titulo  de  defensores  debían  en  tal 
caso  dominaries  en  el  circuito  de  las  pro- 
pias  cercas. 

Estàs,  si  poderosas  para  impedir  la 
introducción  de  enemigos  viíibles,  resul- 
taren impotentes  para  rechazar  la  de 
pasiones  políticas,  altamente  inconve- 
nientes  en  un  monasterio.  Como  expliqué 
en  mi  obra  anterior  a  la  presente,  una 
docena  de  monjes  mozos,  ocultamente 
apoyados  por  alguno  de  los  antiguos  3^ 
sin  por  esto  abandonar  su  claustro,  in- 
sensatamente  cubrieron  el  cerquillo  con 
una  gorra  de  miliciano;  cineron  el  blanco 
habito  con  la  negra  canana;  y  sus  manos, 
destinadas  a  cí'ilices  y  disciplinas,  empu- 
ftaron  un  fusil  en  defensa  de  la  Reina 
Cristina  (2). 


(1)  Este  manuscrito.  obra  del  Padre  José 
Riba,  hijo  de  .Montroig,  se  halla  hoy  en  poder  de 
las  monjas  cistercienses  de  Vallbona  de  las  .Mon- 
jas,  de  las  cualcs  Riba  fué  confesor.  Este  murió 
en  ig  de  febrero  de  1881. 

(2)  Relaciones  de  D.  Onofrc  Lafita  en  La  Es- 


Cara  a  ellos,  y  aun  al  monasterio,  podia 
resultar  la  imprudència.  Un  dia  presen- 
tóse  allí  el  jefe  carlista  Ibànez,  de  apodo 
lo  Llarcli  de  Copons,  citado  ya  atràs  en 
la  relación  de  Reus,  y  de  improviso  entro 
en  la  clausura.  Corrieron  los  armados  al 
cimborio,  adonde  Ibanez  desde  el  claus- 
tro les  daba  voces  rogàndoles  que  baja- 
ran;  mas  ellos  contestaban  negativamente 
por  uno  cuya  voz  de  sochantre  facil- 
mente  llegaba  a  todas  partes,  hasta  que, 
mediando,  deseoso  de  evitar  un  conflicto, 
el  presidente,  logróse  que  descendieran 
entregando  las  armas.  Estàs,  junto  con 
otras  que  el  monasterio  poseía  para  los 
legítimes  usos  de  la  casa,  llevo  entonces 
Ib.lfiez.  Así  me  explicaren  el  hecho  el 
carpintero  del  monasterio  y  un  vecino 
de  La  Espluga,  ambos  testigos  de  lo  acae- 
cido  en  aquellos  aiïos  de  1834  y  1835  (3). 

Mas  muchos  aflos  después  de  redactado 
este  mi  anterior  pàrrafo  un  autor  liberal, 
D.  Jaime  Ramon  Vidalés,  oyó  el  hecho 
de  boca  del  mas  significado  joven  de  esta 
fracción  liberal  populetana,  y  lo  publico. 
Concordando  en  muchos  puntos,  como 
concuerda,  con  el  anterior  su  relato;  y 
anadiendo,  como  anade,  algunos  porme- 
nores,  aun  exponiéndome  a  disgustar  con 
la  repetición  de  datos  al  lector,  aquí  lo 
copio,  fielmente  traducido  del  catalan. 

«Aquellos  monjes  de  la  minoria  de 
;>Poblet,  que  no  pasaban  de  una  docena,  y 
»que  tanto  se  habian  gloriado  de  sus 
»modernas  ideas  políticas,  hallabanse  en 
»una  situacion  comprometida  cruzando, 
scomo  cruzaban,  por  aquella  comarca 
«numerosas  partidas  carlistas,  5'  estando 
»obligados  k  respirar  una  atmosfera  que 
»les  era  enteramente  contraria.  Temian 
»que  la  exaltación  de  las  pasiones,  que 
»muchas  veces  adormecian  al  entendi- 
»miento,  se  sobrepusiesen  al  companeris- 
»mo;  y  vivían  en  continuo  sobresalto. 

»En  tan  difícil  situacion  tuvieron  una 


pluga  a  (j  de  iulio  de  i8S8.  y  D.  .Miguel  Boltó,   ya 
citada. 

(5)     Relaciones  de  D.  .Miguel  Boltó  y  de  don 
José  Bou.  en  La  Espluga  a  i  j  de  junio  de  1887. 

20 


306 


I.IiíUO    TEUCliltO.  —  CAPITULO    SKXTO 


»junta  clandestina,  y  en  ella  determina- 
»ron  armarse  con  un  fusil  inglés  y  una 
»canana  cada  uno,  que  furti vamente  en- 
»traron  y  ocultaren  en  el  Monasterio,  y 
»vender  caras  sus  vidas  si  fuesen  algun 
»día  provocades». 

iCónio  el  ex  fraile  miliciano  se  excusa, 
pintando  el  caso  como  defensa!  La  gorri- 
ta  de  cuartel  y  la  canana  no  se  necesitan, 
ciertamente,  para  la  defensa,  ni  menos 
fusiles  ingleses.  Bastaban  pistolas,  armas 
de  màs  fàcil  ocultación.  Ademas,  el  re- 
sultado,  y  el  modo  caritativo  como  con  la 
fracción  liberal  se  porto  en  el  dia  de  la 
prueba  el  resto  de  la  Comunidad,  prueba 
que  nada  la  de  los  jóvenes  tenia  que  témer 
de  sus  hermanos.  Però  siga  el  ex  fraile  su 
narración: 

«No  tardo  éste  (el  dia  de  la  prueba) 
»en  presentarse.  Un  dia  se  extendió  la  no- 
»ticia  de  que  se  dirigia  al  convento  la 
»partida  mandada  por  el  jefe  Manuel 
»Ibànez,  conocido  por  lo  Llarcli  de  Co- 
»poiis,  propalàndose  al  mismo  tiempo 
»pür  lo  bajo,  con  verdad  o  sin  ella,  que 
»iba  a  hacer  un  escarmiento  en  los  frai- 
»les  liberales.  (^Y  no  sabia  lo  de  los 
fusiles?  ^Y  no  era  publico  el  arma- 
mento?) 

»A1  oir  estos  frailes  semejante  nueva  y 
*ver  por  sus  propios  ojos  que  la  facción 
»estaba  ya  a  tiro  del  monasterio,  sacaron 
»las  armas  escondidas,  y  recogiendo 
»cuantas  provisiones  de  boca  les  vinie- 
»ron  a  mano,  subieron  al  cimborio,  y 
»alli  se  hicieron  fuertes  dispuestos  a  re- 
»peler  con  la  fuerza  à  la  fuerza. 

»Tirante  se  habia  puesto  la  situación, 
»grande  el  escàndalo  que  iba  a  darse,  y 
»fatales  las  consecuencias  si  se  llegaba  a 
«disparar  un  solo  tiro.  Comprendiéndolo 
»así  la  restante  Comunidad,  procuro  cal- 
»mar  los  ànimos  de  los  sublevados,  y 
»hacerles  desistir  de  tan  exaltades  propó- 
»sites,  ofreciéndoles  toda  clase  de  segu- 
»ridades  de  que  serian  respetadas,  como 
»hasta  entonces  lo  habían  sido,  las  opi- 
»niones  politicas  particulares  de  cada 
»uno.  Veinticuatro  horas  estuvieron  ne- 
«gociando  el   Llarch   de  Copons  y    los 


»bandos  de  la  Comunidad,  deponiendo  al 
»fin  las  armas  aquella  docena  de  jóvenes 
»bajo  el  ofrecimiento  de  que  se  acaba  de 
»hacer  mención  y  el  propósito  de  parte 
»de  todos  de  córrer  un  velo  de  olvido  a 
»todo  lo  que  hasta  entonces  había  pa- 
»sado. 

»No  obstante,  me  dijo  el  Sr.  Manuel 
»(é'5  el  ex  fraile  cnya  relación  copia  o 
y>escribe  Vidales),  que  había  sido  el  alma 
»de  aquella  conjura,  y  al  cual  los  compa- 
»neros  habían  votado  capitàn,  después 
»de  aquella  capitulación  tan  honrosa,  el 
»Llarc/i  nos  llamó  por  su  cuenta,  y  en 
»lenguaje  no  muy  edificante,  y  cargado 
»de  enérgicas  interjecciones,  nos  endilgó 
»un  sermón  afeàndonos  nuestra  conduc- 
»ta;  y  decía,  cuando  él  para  defender  la 
»Religión  se  había  impuesto  tantas  pri- 
«vaciones,  no  pudiendo  comer  cuando 
»tenía  hambre,  ni  dormir  cuando  sueno, 
»y  corriendo  por  estos  mundos  de  Dios 
»sufriendo  frío  y  calor»  (1). 

Como  luego  veremos,  a  los  quince 
días  de  la  salida  del  Monasterio  de  1835 
el  ex  fraile  Manuel,  inspirador  o  autor  de 
esta  relación,  era  miguelete,  y  esto  lo 
dice  todo. 

En  ninguno  de  los  empleados  del  Mo- 
nasterio, a  los  que  tengo  interrogades, 
ni  de  los  ancianos,  vi  asomarse  la  idea 
de  que  los  doce  jóvenes  tuvieran  las 
armas  escondidas,  y  solo  destinadas  a  su 
defensa,  a  le  menos  por  temor  de  sus 
hermanos.  Al  contrario,  un  respetable 
eclesiàstico  de  Tarragona  me  dijo  que 
la  actitud  de  estos  insensates  tenia  con- 
tristados  a  les  respetables  de  la  Comuni- 
dad, no  irritades. 

Ignoro  el  apellido  del  ex  fraile  narra- 
dor, però  con  llamarse,  al  parecer,  Ma- 
nuel, me  consta  que  no  era  Fr.  Astort. 

En  su  lugar  del  Capitulo  I  de  este 
libro  inserté  la  circular  que  en  21  de 
abril  de  1834  el  general  Llauder  dirigió 
a  los  monasteries  del  Principado,  pidien- 
do  un  denativo  cuya  cuantía  fijaba  para 


(i)     d.  Jaime  Ramún  \'idalL•s.  Poblet.   Barce- 
lona- igio.  Pàgs.  s-  y  sigs. 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


307 


cada  una  de  ellos.  En  alocución  de  4  de 
junio  próximo  siguiente  el  mismo  Gene- 
ral hace  pública  la  satisfacción  que  le 
cabé  de  que  los  monasterios  hayan  apron- 
tado  las  cantidades  pedidas,  y  en  su 
prueba  copia  la  contestación  con  que  los 
superiores  de  algunos  han  acompafiado 
la  dàdiva.  No  se  halla  entre  éstas  la  de 
Poblet ,  però  el 
General  dice  que 
los  monaste- 
rios, y  lo  asegura 
sin  hacer  excep- 
ciones,  han  co- 
rrespondido  ;  y 
en  el  país  se  de- 
cia  que  el  de  Po- 
blet había  con- 
tribuídocon3,000 
duros  (1),  canti- 
dad  igual  a  la 
dada  por  Scala 
Dci. 

Mas  nada 
aprovechó  a  Po- 
blet tal  genero- 
sidad. 


§  2.°  La  exclaus- 

TRACIÓN 


UNA   LÀPIDA    DE   POBLET 


ummmi 


ExPLANACióx.— HIC  :  lACET 
FRATER  :  G  [Geraldus)  : 
DE  i  OLIOLA 
AVE  :  MARIA 


Lu  ego  del 
at  r  opello  de 
Reus,  el  24  de 
julio,  su  noticia 
llego  al  monje, 
hijo  de  aquella 
villa,  don  Pablo 

Carbonell,  por  carta  que  le  entregó  la 
misma  persona  de  cuya  boca  lo  tengo, 
repartidor  entonces  de  la  correspondèn- 
cia del  Monasterio  (2).  Poblet  dista  de 
Reus  42  kilómetros  de  buena  via.  Mien- 
tras  la  Comunidad  tranquilamente  canta- 
ba  los  Maitines  de  Santiago,  notaron  los 


(i)     Rclacicin  del  dcpcndiente  de  Scala  Dci  don 
Juan  Pàmies. 

(2)     Relación  de  D.  .Miguel  Boltó. 


TRADUCcióx.  —  Aqtií yace  Fr.  Geraldo 
de  Oliola.  Ave  Maria. 

Escala  de  1  por  5. 


jóvenes  que  varios  de  los  Padres,  uno 
tras  otro,  iban  saliendo  del  coro;  nove- 
dad  que,  produciendo  alguna  inquietud, 
motivo  preguntas  de  silla  a  silla  sobre  la 
causa  de  tan  insòlita  ocurrència  y,  final- 
mente,  la  salida  de  uno  para  mejor  cono- 
cimiento  del  suceso.  Y  aunque  volvió 
con  la  noticia  de  que  subían,  via  del 
Monasterio,  los 
reusenses,  la  Co- 
munidad siguió 
en  el  coro  hasta 
que  termino  el 
canto  de  los  Mai- 
tines. Acabado, 
salieron  todos  de 
presto  ala  plaza, 
donde  se  les  con- 
firmo en  aquella 
alarmante  nue- 
va.  Perplejo  el 
superior  y  abru- 
mado  de  una 
parte  por  las 
prevenciones  de 
severas  ordenes 
del  gobierno,  re- 
ferentesahuídas 
de  religiosos,  y 
de  otra  por  el 
inminente  peli- 
gro,  no  sabia 
qué  partido  to- 
mar. El  mismo, 
sin  embargo,  se- 
guido  de  la  mi- 
tad  de  la  Comu- 
nidad, retiróse 
al  caer  del  sol  al  vecino  pueblo  de  La 
Espluga,  cuyos  habitantes  abrigaban 
especial  afecto  hacia  aquelles  monjes. 

He  aquí  cómo  explica  el  hecho  el  cita- 
do  Padre  José  Riba,  en  el  manuscrito  que 
al  morir  dejó:  «En  este  estado  de  tristeza 
Ȏ  incertidumbre  continuaba  la  Comuni- 
»dad  cuando  se  supo  la  catàstrofe  de 
»Reus....  Nuestra  Comunidad  cantabalos 
»maitines  de  San  Jaime,  cuando  los  pa- 
«rientes  y  amigos  de  algunos  monjes 
»turbados,  però  solícitos  de  nuestra  sal- 


308 


-cAPnui.o  SEXTO 


»vación,  nos  dieron  el  aviso  de  lo  acaeci- 
»do.  Algunos  con  caballeiía  y  con  vesti- 
»dos  de  seglar  se  presentaren  en  el 
»Monasterio  para  salvar  à  aquelles....  El 
»terror  y  el  espanto  se  apodero  de  la 
»Comunidad.  iQué  triste  espectàculo  el 
»ver  los  religiosos  al  rededor  del  R.  P.  M. 
»Fr.  D.  Sebastian  Gatell,  Prior  interino, 
»pedir  su  beneplàcito  para  salvar  sus 
»vidas!  Salvad,  hijos  mios,  vuestras  vi- 
»das.... 

«Obtenida  la  bendición,  la  mayor  par- 
»te  de  los  monjes  se  marcharon  à  dormir 
»en  La  Espluga  de  Francolí  en  casa  de 
»sus  aniigos,  quienes  los  recibieron  con 
»los  brazos  abiertos  y  con  làgrimas  en 
»los  ojos.  Algunos  resueltos  A  sufrir  el 
»martirio,  y  ser  enterrades  entre  sus 
»hermanos,  como  decían,  se  quedaren  en 
»el  Monasterio»  (1). 

Al  otre  dia  de  la  huida  de  muches  a  La 
Espluga,  el  Presidente  pasó  recado,  pun- 
tualmente  obedecide,  disponiendo  el  re- 
greso  de  todos  al  Cenobio.  Aquel  dia,  e 
quizà  en  la  manana  siguiente,  reunió  la 
Comunidad  en  aquella  esbelta  5'  afleja 
Sala  capitular,  cuyas  bóvedas  recorda- 
ban  tedavia  las  solemnes  resoluciones  de 
innumerables  generaciones  de  monjes, 
bajo  cuyo  pavimento  descansaban  cua- 
renta  Abades,  presentes  desde  sus  vene- 
randas  tumbas  al  acte,  y  el  Superior,  con 
voz  entrecortada  y  ademàn  solemne,  di- 
solvió  la  Comunidad  al  dar  libertad  a  los 
monjes  para  que  cada  uno  se  retirarà 
por  su  lado.  Despidiéronse  unos,  abrazà- 
ronse  otros,  abandonando  el  lugar  de  su 
vocación,  de  sus  afectos  y  de  su  subsis- 
tència (2).  Reinaba  allí  profunda  pena  y 


(i)  Manuscrilo  citado  en  poder  de  las  monjas 
de  Vallbona,  fol.  2. 

(2)  Debò  todos  estos  datos  (exceptuados  los 
del  mms.  de  Vallbona)  referentes  a  los  sucesos  de 
la  comunidad  desde  el  rezo  de  Maitines  de  San- 
tiago hasta  el  despido  de  la  sala  capitular,  al 
monjj;,  presente  entonces  en  el  monasterio,  don 
Pedró  Ferré,  en  la  relación  ya  citada  de  Tarra- 
gona en  12  de  agosto  de  1880.  En  buena  parte 
me  la  confirmo  el  otro  monie   D.  Manuel  Astort, 


acerbo  dolor;  però  no  en  todos,  que  a 
juzgar  por  extravíos  posteriores,  no  sin 
motivo,  sospecho  en  alguno  de  los  que 
figuraban  como  cristinos,  màs  deseos 
de  la  vida  del  guerrillero  que  de  la  metò- 
dica regida  por  la  campana  del  horario 
monacal. 

Como  los  religiosos  de  Poblet  no  ve- 
nían  acosados  de  cerca,  cual  otros,  por 
las  bayonetas  o  las  navajas  de  sus  con- 
trarios,  pudieron  practicar  la  huída,  sinó 
despacio,  a  lo  menos  por  grados,  yéndose 
al  primer  momento  el  mayor  golpe  de 
ellos  al  próximo  refugio  de  La  Espluga, 
desde  donde  tomaron  en  distintos  días  y 
por  diversos  caminos  el  de  sus  casas  (3). 
Sin  embargo,  en  los  caminos  no  faltarían 
peligros,  pues  el  monje  sefior  Astort  me 
escribe:  «puedo  asegurar  que  por  provi- 
»denciales  circunstancias,  por  tres  veces 
»me  libré  de  la  muerte,  en  Montblanch, 
»Reus  3'  Riudecols»,  al  huir  de  Poblet  (4). 

Don  Jaime  Ramon  Vidalés  en  su  dicha 
relación  discrepa  de  la  mía  anterior  en 
el  dia  de  la  definitiva  dispersión  de  la 
Comunidad,  aunque  conviene  en  otras 
circunstancias,  creyendo  él  que  aquella 
fuga  efectuóse  el  26  de  julio,  y  no  el  25 
como  escribí  arriba.  No  menciona  la  re- 
unión  de  despedida  en  la  Sala  capitular, 
però  tampoco  la  niega;  y  confirma  que, 
de  presto,  a  poco  de  recibidas  las  noti- 
cias  alarmantes,  algunos  religiosos  se 
retiraron  a  La  Espluga,  y  que  al  dia 
siguiente  regresaron  al  Monasterio,  di- 
solviéndose  después  la  Comunidad  (5). 

El  pueblo  de  la  vecina  Espluga  de  Fran- 
colí amaba  sus  monjes  de  Poblet,  y  sus 
habitantes  elocuentemente  lo  demostra- 
ren « procuràndoles  aquella  caritativa 
»gente  vestides  de  seglar,  y  cuidando  de 
>;su  censervacien  con  tanto  amor  y  buena 
»voluntad... que  pasando  por  allí  en  aque- 
»llos  dias  de  turba cion  una  columna  de 


en  carta  que  me  escribió  desde  Buenos  Aires  en 
12  de  mayo  de  1880. 

(3)  Relación  de  D.  Onofre  Lafita  y  otros. 

(4)  Carta  ya  citada. 

(í)     Poblet.  Pàg.  59  y  siguientes. 


-MON'ASTERIO    CISTERCIENSE    HE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


309 


»tropa  y  miqueletes,  y  deseando  tener  el 
»bàrbaro  placer  de  asesinar  monjes,  iban 
»por  las  calles  con  dinero  en  la  mano 
»ofreciéndole  a  quien  descubriese  alguno 
»de  ellos;  y  ni  siquiera  los  muchachos 
»à  ninguno  descubrieron.  Entonces  fué 
»cuando  mandó  el  superior  por  precepte 
»de  santa  obediència  que  abandonasen  el 
«Monasterio  los  Monjes  que  en  el  habían 
»quedado>'  (1). 

Fué  lícito  a  cada  monje  llevar  los  obje- 
tos  de  su  uso  particular,  así  profanos 
como  sagrados;  .v  el  monasterio  entregó 
a  todo  monje  cantidad  bastante  para  la 
manutención  de  un  ano,  quedando  así 
disuelta  por  última  vez  aquella  numerosa 
3'  respetable  Comunidad  (2). 

Al  principio  el  subprior  don  Antonio 
Juncosa,  y  después  el  bolsero  don  Cosme 
Valls  y  el  lego  Fra}-  Juan  Domingo,  con- 
tinuaron  en  el  monasterio  con  el  fin  sin 
duda  de  salvar  cuantos  objetos  les  fuese 
dable.  Concuerda  con  la  aserción  de  don 
Eduardo  Toda  (3J  el  testimonio  del  citado 
Padre  José  Riba,  según  la  cual  lasalhajas 
de  primer  orde'n  habían  sido  hurtadas  al 
peligro  por  los  monjes  mucho  tiempo 
antes  del  incendio.  Gran  cantidad  de 
alhajas  y  ornamentos  del  cuito,  como 
casuUas,  ternos,  alfombras  y  tapices,  y 
otros  objetos  de  plata,  cu3•o  peso,  según 
se  dice,  se  elevaba  a  once  arrobas  (114'40 
kilos),  fueron  escondidos,  obra  de  un  afío 
antes  de  la  desgracia,  en  un  techo  o  suelo 
falso,  situado  junto  a  una  puerta  entre  el 
dormitorio  y  el  noviciado.  Motivo  tal 
precaución  el  temor  de  un  formal  levan- 
tamiento  carlista  y  su  consecuencia,  la 
guerra,  por  haber  cruzado  el  Ebro  con 
sus  fuerzas  el  jefe  del  mismo  bando.  Car- 
nicer.  Que  objetos  preciosos  fueron  por 
alli  escondidos  con  la  anticipación  apun- 
tada me  consta  en  modo  indubitado  por 

(i)  .Manuscrito  en  poder  de  las  monjas  de 
Vallbona.  Fol.  2  vuelto. 

(2)  Relación  de  D.  Pedró  Ferré  v  D.  .\\ii;ucl 
Boltó. 

(3)  Poblet.  Recorts  de  la  Conca  de  Barberà. 
Barcelona,  iS8j,  pàg.  u. 


boca  del  carpintero  del  monasterio,  el 
antiguo  empleado,  ya  en  las  notas  fre- 
cuentemente  citado.  Constru_vó  él  mismo 
las  tablas  0  cajas  para  la  colocación  de 
las  casullas  y  demàs  tejidos,  las  que  se- 
gún orden  superior  dejaba  al  pie  de  la 
escalera  que  conduce  al  dormitorio;  lo 
mismo  que  respeto  al  j-eso  otro  depèn- 
diente  practicaba.  El  Padre  Joaquín  Aleu 
y  Frai  Francisco  Marines,  lego  encarga- 
do  de  la  carreter ía,  tomaban  de  allí,  a  la 
hora  en  que  la  Comunidad  entraba  en  el 
refectorio,  los  expresados  materiales;  y 
solos  ellos,  muy  silenciosamente,  coloca- 
ron  los  indicados  objetos  en  el  escon- 
drijo  (4';  en  el  cual  quedaron  al  disper- 
sarse  la  Comunidad  en  1S35. 

Puestos  en  cobro  las  mas  preciosas 
alhajas  y  ornamentos  del  cuito,  debieron 
aun  quedar  de  unas  3'  otros  no  pocos  en 
la  iglesia  para  el  servicio  diario,  que 
desempenaban  sesenta  monjes;  los  cuales 
objetos,  en  los  momentos  de  la  huida  3'  en 
los  azarosos  días  que  la  siguieron  antes 
del  incendio,  fueron  sacados  de  allí  3' 
colocados  en  seguro  por  los  religiosos  (5). 

En  el  àngulo  N.  de  la  gran  pieza,  anti- 
gua  caballeriza,  modernamente  lagares, 
situada  entre  la  escalera  del  palacio  de 
Don  Martín  y  el  claustre,  el  Padre  Sub- 
prior don  Antonio  Juncosa  enterro  antes 
de  partir  unas  500  onzas  de  oro,  o  sea 
8,000  duros.  El  metAlico  repartido  al 
marchar  para  subsistencias  a  cada  uno 
de  los  cincuenta  y  tantos  monjes  de  coro 
montaría,  si  no  yerra  mi  conjetura,  unos 
9,000  dures;  lo  que  unido  al  pico  con  que 
indudablemente  se  auxilio  a  los  legos, 
forma  un  total  de  10,000  a  11,000  pesos; 
que  junto  con  el  mentado  depósito  del 
Padre  Juncosa  se  eleva  a  unos  19,000 
dures.  Practicada  tan  sencilla  operación 
matemàtica,  ípuede  asegurarse  con  Toda 
que  .el  tesoro  3^  alhajas  habían  sido  reti- 
>rados  con  mucha  anticipacions?  (ó). 
Pocos  aflos  transcurrieran  desde  que  el 


(4)    Relación  ya  citada  de  D.  AHguel  Boltó. 
(=;)     Relación  del  monacilio  D.  Onofre  Lafita. 
(6)     Obra  cit..  pàg.  i  J. 


310 


LIBRO    TEUCEKO. —  CAPJTUI-O    SEXrO 


monasterio  empleara  100,000  duros  en  la 
restauración  del  edificio:  si  aun  efectuada 
esta  resta  existia  en  las  arcas  remanente 
mayor,  que  fuese  salvado  a  tiempo,  lo 
ignoro;  però  parece  difícil  en  razón  del 
crecido  valor  que  obtenia  en  aquella 
època  la  moneda,  y  los  reducidos  réditos 
que  producían  las  fincas  rústicas. 

También  al  pie  del  noviciado,  en  uno 
de  sus  desvanes  o  patios,  fué  escondido 
un  puchero  de  monedas  de  oro,  cuj^a  pro- 
piedad,  en  razón  de  la  persona  que  anos 
adelante  acudió  a  recofjerlo,  creo  forma- 
ba  el  peculio  particular  de  varios  de  los 
monjes  especialmente  jóvenes  (1). 

Despedida  la  Comunidad,  procuraba 
aceleradamente  el  monje  bolsero  ven- 
der  los  cereales  que  guardaba  la  cilla, 
si  es  que  admita  el  nombre  de  venta  el 
ruego,  que  a  las  personas  acomodadas, 
que  allà  acudían,  hacía  dicho  religioso 
para  que  cuanto  antes  extrajeran  el  grano 
con  la  condición  de  pagarlo  otro  dia;  el 
cual  para  alguno  de  estos  compradores 
todavía  no  ha  amanecido,  Este  hecho 
conviene  que  conste  muy  alto  para  des- 
VcUiecerluego  unaacusación.  Elgranero, 
pues,  no  se  vació  en  tan  azarosos  dias  por 
medio  del  contrato  llamado  en  Derecho 
compraventa,  sinó  por  cierto  trato  for- 
zado  y  precipitado  de  compra-regalo  (2). 
El  vino  quedo  en  la  bodega  (3). 

Con  igual  celeridad  en  aquellos  días, 
posteriores  a  la  dispersión  y  anteriores  al 
incendio,  los  pocos  monjes,  que  perma- 
necían  en  La  Espluga,  y  especialmente  el 
indicado  don  Cosme  Valls  y  el  nombrado 
lego  Fray  Juan  Domingo,  que  continua- 
ban  en  Poblet,  procuraban  salvar  los  otros 
efectos  del  monasterio,  trasladàndolos  a 
dicho  pueblo,  y  confiàndolos  a  la  custodia 
de  manos  amigas;  por  cuyo  motivo  halla- 
remos  muy  pronto  a  un  cèlebre  secues- 
trador  de  bienes  nacionales  hurgando  en 


(i)     Relaciones  citadas   de   D.    Onofre  Lafita  y 
D.  Miguel  Boltó. 

(2)  Relación  ya  nombrada   del   testigo  presen- 
cial D.  Miguel  Boltó. 

(3)  D.  Eduardo  Toda.  Obra  cit.,  pàg.  ii. 


aquella  población  para  descubrirlos,  y 
dar  con  el  renombrado  pano  mortuorio, 
los  candeleros  de  ébano  de  las  exequías 
reales  y  otros  objetos.  Hasta  el  órgano, 
recordando  su  tafiedor  la  triste  suerte  que 
le  cupó  en  la  huida  de  1822  y  la  costosa 
reconstrucción  de  1825,  colocó  éste  en 
cajas  y  trasladó  a  La  Espluga.  Secunda- 
ban  a  los  monjes  en  estàs  tristes  cuanto 
laudables  empresas,  ya  por  comisión  de 
estos,  ya  por  devoción  al  monasterio,  los 
religiosos  habitantes  de  aquel  pueblo, 
siempre  al  cenobio  muy  adictos. 

Entre  las  alhajas,  que  los  monjes  qui- 
sieron  sobrenadasen  en  las  aguas  de  tan 
deshecho  naufragio,  son  dignas  de  nom- 
brarse  las  bibliotecas,  que  acelerada- 
mente, y  en  el  modo  desordenado  que  el 
tiempo  consentia,  se  iban  encajonando 
para  el  trasladó.  Si  en  algun  punto  de 
esta  mi  pobre  narración  poseo  datos  cier- 
tos,  el  presente  debe  enumerarse  como 
primero,  ya  que  lo  oi  del  carpintero  del 
monasterio,  don  Miguel  Boltó,  quien  efec- 
tuaba  por  sí  mismo  la  operación.  Afia- 
dióme  que,  aun  ausentados  ya  los  dos 
últimos  monjes  nombrados,  él  y  sus  com- 
paneros  u  operarios  continuaron  por  en- 
cargo  de  aquellos  el  enfardelamiento  de 
los  libros,  especialmente  de  los  que  fueron 
de  don  Pedró  Antonio  de  Aragón,  para 
trasladarlos  a  Tarragona.  En  esta  faena 
ocupado,  le  sorprendió  la  invasión  de  los 
incendiarios,  como  muy  luego  veremos. 
Y  aun  consumada  la  primera  irrupción  e 
incendio,  Boltó  corrió  a  la  biblioteca,  y  si 
bien  chamuscados  y  rotos,  llevóse  toda- 
vía 500  volúmenes,  que  depositó  en  un 
granero  de  La  Espluga.  Y  esta  tan  rotun- 
da noticia  me  la  repitió  Boltó  mil  veces, 
presentando  todas  sus  circunstancias. 
ligàndolas  perfectamente  con  los  sucesos 
colindantes,  y  sin  saber  que  mi  querido 
amigo  el  Sr.  Toda,  juntamente  con  Bala- 
guer (4),  inculparia  al  Abad  porque,  asu 
decir,  «olvidó  completamente  los  ricos 
»tesoros  que  encerraba  el  archivo  y  la 


(4)     D.  Víctor  Balaguer.  Las  ruinas  de  Poblet. 
Madrid,  iSSj,  pàg.  274. 


MONASTERIO    CISTEUCIIÏNSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


311 


«biblioteca,  y  no  cuidó  de  salvar  un  solo 
»papel»  a  pesar  de  haber  tenido  «tiempo 
»para  hacer  retirar  hasta  el  aceite  de  los 
»lagares  y  el  grano  de  los  silos». 

Y  si  de  un  lado  de  tal  modo  se  equivoca 
dicho  Senor  en  lo  que  a  la  biblioteca  se 
refiere;  de  otro  creo  que  ya  hoy  no  se 
atreveria  a  inculpar  deolvidado  al  Abad, 
en  lo  que  mira  al  archivo.  El  mismo  autor 
en  erudito  articulo  publicado  en  '^L'Es- 
cursionista^>  (1)  en  30  de  noviembre  de 
1884,  da  cuenta  de  haber  hallado  en  el 
archivo  histórico  nacional  veintiuna  cajas 
de  preciosos  documentos,  que  allí  suma- 
riamente  describe,  pertenecientes  a  Po- 
blet. Un  mi  amigo,  el  benemérito  sigiló- 
grafo  don  Fernando  de  Sagarra,  en  abril 
y  mayo  de  1889  en  el  mismo  archivo  ha 
estudiado  otras  veinte  cajas  de  la  misma 
procedència. 

r;Cómo  se  salvaron  de  las  llamas?  iCó- 
mo  escaparon  de  aquel  archivo  que, 
según  el  mentado  senor  «ardió  completa- 
»mente,  y  que  muchas  personas  no  aban- 
»donaron  hasta  quedar  convencidas  de 
»que  allí  nada  se  salvaba?»  (2).  El  mismo 
en  el  citado  articulo  rectifica  su  yerro,  y 
halla  fàcil  explicación  a  esta  pregunta  es- 
cribiendo  «que  lo  evidente  para  él  es  que 
»en  1822  el  archivo  fué  à  Tarragona,  y 
»por  fortuna  no  regresó  mas  al  monaste- 
»rio»;  con  lo  que  deja  desvanecido  cual 
humo  el  cargo  asestado  al  superior.  Y  si 
en  esta  su,  para  él  evidente,  conjetura  su- 
friese  error,  y  los  documentos  en  realidad 
hubiesen  recuperado  en  1825  su  antiguo 
lugar,  todavía  quedarà  mas  alta  la  buena 
fama  del  que  regia  a  Poblet,  porque 
habiendo  perecido  por  completo  en  el  dia 
de  la  quema  los  papeles  guardados  en  el 
monasterio,  y  por  otro  lado  existiendo 
hoy  en  su  mayoría  los  del  antiguo  archivo 
en  el  histórico  nacional,  probaríase  por 
necesidad  la  diligència  exquisita  de  dicho 
superior  en  sacar  del  cenobio  los  docu- 
mentos preciosos  al  primer  asomo  de  pe- 


(i)     Volúmen  II,  o  seu    1882  a  1880,  pà^j.  359. 
;.')     Obra  cit.,  piíg.  97. 


ligro,  pues  de  haber  quedado  ardieran 
con  los  demàs. 

Però  quizà  insista  alguno  asegurando, 
3'  creo  con  verdad,  que  en  el  archivo  de 
Poblet  algo  ardió,  ya  que  «sostienen  esta 
«rreencia  los  calcinados  muros  de  las  dos 
»habitaciones,  à  mano  derecha  del  dor- 
»mitorio...  que  era  el  lugar  donde  se 
>'guardaban  aquellos  recuerdos,  y  la  for- 
»mal  declaracion  de  muchos  testigos  pre- 
»senciales  del  gran  crimen  de  1835,  quie- 
»nes  aseguraron  que  uno  de  los  primeros 
»sitios  donde  se  puso  fuego  fueron  aque- 
»llas  salas,  siendo  los  incendiarios  en  su 
«mayoría  payeses  de  los  contornos  deu- 
»dores  al  monasterio  de  diversascantida- 
»des  de  dinero  que  habían  recibido  à 
»interés»  (3).  A  tal  reparo  (4)  no  se  hace 
difícil  la  contestación.  Si  el  antiguo  archi- 
vo quedo  en  Tarragona,  formarían  el 
nuevo  solo  las  escrituras  y  borradores  de 
fecha  posterior  al  1822  y  quizà  algunos 
de  los  anteriores,  como  lo  conjetura  el 
mismo  autor,  en  todo  caso  destituídos  de 
valor  histórico,  y  solo  convenientes  a  la 
buena  administración  de  los  bienes  del 
monasterio.  Así  su  olvido  en  el  dia  de  la 
huida  no  creo  merezca  mote  alguno  de 
parte  de  los  amantes  de  antigüedades, 
sirviéndome  en  cambio  a  mi  grandemente 
para  librar  de  la  mancha  de  interesados 
a  monjes  que  así  abandonan  las  escritu- 
ras y  titules  de  su  propiedad.  Muy  luego 
veremos  por  qué  caminos  los  otros  docu- 
mentos, o  sea  los  antiguos,  pararon  en  el 
Archivo  Histórico  nacional. 

Aventadas  de  sus  claustros  las  comuni- 
dades,  el  alcalde  del  pueblo  màs  cercano 
debía  por  disposición  superior  inventariar 
los  objetos  profanos,  o  no  pertenecientes 
al  cuito,  y  las  posesiones  de  los  monaste- 
rios.  En  cumplimiento  de  tal  mandato,  en 
aquellos  mismos  días  el  alcalde  de  La 
Espluga  acudió  a  Poblet,  y  no  sin  gran 
temor,  y  aun  temblor,  de  una  agresión 

(;)     Articulo  cil.  de  D.  l'^duardo  l'oda.  pag.  ^^O- 
(4)     .\unque  las  palabras  son  del  Sr.  Toda,  el 

reparo  o  insistència  en  la  acusación  en  contra  de! 

superior  no  es  de  cl. 


312 


riUCCRO. — CAPITCLO    SEXrO 


de  los  vimbodienses,  inicio,  en  amistad 
con  el  Padre  Cosme,  el  inventario  (1). 
Hallàbanse  comiendo  en  la  Bolsería  éste 
y  el  alcalde,  cuando  el  carpintero  Boltó, 
que  en  aquel  dia  de  desorden  servia  los 
platós,  dejada  en  la  mesa  la  fuente  que 
llevaba,  acercóse  al  Padre,  }' transmitióle 
el  recado  de  que  a  la  puerta  estaban  algu- 
nos  nacionales  de  Vimbodi,  que  deseaban 
hablarle.  Salió  sin  demora  el  monje,  y  al 
oir  de  boca  de  aquéllos  que  venían  para 
cumplimentar  la  citada  disposición,  y 
tomar  el  inventario,  consideràndose  como 
paloma  entre  las  garras  del  milano,  con- 
testóles:  «que  lo  tomen  VV.,  ó  lo  toma 
»quien  quiera,  todo  esto  lo  veo  perdido, 
»y  quemado»  (2).  Razón  le  sobraba;  ia 
qué  inventario  ni  sarcasmos  si  ya  con  los 
ojos  devoraban  aquellas  gentes  cuanto 
allí  miraban? 

Al  fin  el  Padre  Cosme,  que  al  parecer 
deseaba  quedarse  a  vivir  en  el  cenobio,  y 
elFrayJuan,  en  vista  quizà  de  tan  ingrata 
visita,  se  largaron  de  Poblet,  dejando  a 
los  carpinteros  la  comisión  indicada  atràs 
de  salvar  la  biblioteca.  Entonces  la  auto- 
ridadnombró  una  persona  retribuïda  para 
la  guarda  del  monasterio,  y  así  evitar  en 
éste  un  atropello.  Tan  autentica  me  consta 
esta  verdad  que  la  tengo  de  boca  de  Ono- 
fre  Lafita,  quien,  aunque  mozo  entonces 
de  17  aiïos,  fué  comisionado  de  dicha 
guarda  por  el  primariamente  encargado. 
Allí  vivia,  y  atentamente  vigilaba,  cuida- 
dosamente  cerradas  todas  las  puertas. 
«Nuestra  situacion,  me  dijo,  cada  dia 
»empeoraba  por  las  repetidas  visitas  de 
»los  de  Vimbodí.  Nosotros  les  convidàba- 
»mos  à  beber,  y  con  mansas  palabras 
»contemporizàbamos  y  sorteàbamos  el 
»peligro.  A  veces,  .sin  embargo,  perse- 
»guían  nuestras  gallinas,  hasta  que  Uegó 
»un  dia  fatal  en  que  no  hubo  medio  de 
»contener  la  fuerza;  la  que  sin  respetar  à 


(i)  -Me  certifico  de  este  temor  D.  José  Bou,  de 
La  Espluga,  quien  en  uno  de  los  díasdel  inventa- 
rio estuvo  en  Poblet. 

(2)  D.  .Miguel  Boltó  me  lo  conto  tres  veces  en 
tres  distintas  épocas. 


»la  autoridad  de  La  Espluga,  ni  a  los  que 
»habitàbamos  el  monasterio,  se  posesionó 
»de  él,  saqueando,  destruyendo  é  incen- 
»diandofc  (3).  Afiadía  aquí  el  ya  tantas 
veces  citado  don  Miguel  Boltó:  «en  la 
>/biblioteca  encajoní\bamos  libros,  cuando 
vagotados  los  clavos,  sali  por  màs,  però 
>  al  cruzar  la  puerta  dorada  topé  con  los 
>de  Vimbodí,  que  hoscamente  me  pre- 
>.'guntaron:  ^d  dói/cie  vasP—A  buscar  ela- 
»vos,  contesté.—iVada ,  nada,  repusieron 
»ellos  en  tono  imperativo,  todos  dfuera;>' 
y  como  perro  apedreado  salieron  todos 
los  de  la  casa  rabo  entre  piernas  (4). 

He  aquí  el  testimonio  autentico  de  dos 
testigos  presenciales  y  honrados.  La 
puerta,  dice  Lafite,  que  la  tenían  cerra- 
da,  mas  que  ante  la  fuerza  tuvieron  que 
abrirla.  Venían  en  turba  de  unos  dos  o 
trescientos,  hombres,  mujeres  y  niflos, 
unos  armados,  otros  con  asnos  para  car- 
garlos,  quien  con  alforjas,  quien  con 
carros.  De  las  colinas  vecinas,  el  no  lar- 
go  camino  de  Poblet  a  V^imbodí,  parecía 
curso  de  procesión  o  rastro  de  hormigas. 
Es  difícil  ballar  otro  saqueo  tan  general, 
tan  a  mansalva  y  tan  friamente  ejecuta- 
do  (5).  No  se  trata  de  pocos  raptores, 
sinó  de  un  pueblo  con  ninos,  mujeres  y 
hombres;  no  de  un  ejército  que  entra  a 
una  Ciudad,  ebrio  de  venganza  y  de  cora- 
je  por  la  sangre  abundante  vertida  en  el 
asalto,  sinó  de  gente  del  campo  que, 
llevada  de  odiós  seculares,  tranquilamen- 
te  da  suelta  a  la  sed  de  rapina  y  a  inno- 
ble venganza. 

Franqueadas  las  puertas,  el  torrente 
devastador  se  extendió  por  el  Monaste- 
rio arrebatando  unas  cosas,  que  muchas 
dejaron  allí  los  monjés,  }•  destruyendo 
otras.  Los  incendiarios  enderezaron  sus 
pasos,  primero  a  la  sacristía  nueva,  y 
tomando  de  un  gran  arcón  de  junto  la 
puerta  de  ella  gran  número  de  cabos  de 
vela,  quizà  300,  los  encendieron  3-  repar- 

(:;)     Relación  )'a  citada. 
(4)     Relación  ya  citada. 

(ï)  Son  muchos  los  testigos  que  explican  tal 
expedición  de  los  de  \'imbodi. 


oc 


1  kà•rt»a^AiuimÍÍÈ^JL•i. 


Poiii.i.i.  —  i'N  siruLCKi)  i>i:i.  tk.mplo 

(Fotografia  de  D.  Adolfo  Mas). 


mon-asti:rio  cisterciexse  de  santa  marià  de  poblet 


313 


tieron  tendidos  y  cruzados  sobre  las 
grandes  cómodas,  que  por  todos  lados 
rodeaban  la  inmensa  pieza.  Asi,  el  fuego, 
al  apurarse  el  cabo,  facilmente  prendió 
en  la  madera,  j'a  empapada  en  cera.  Los 
mismos  que  ejecutaron  la  fechoría  se  lo 
contaron  en  sus  ulteriores  visitas  al  Mo- 
nasterio,  después,  al  conserje  don  José 
Argelaga,  de  cu}\a  boca  lo  sé  (1).  Ardie- 
ron  en  seguida  los  altares  (2),  e  igual- 
mente,  no  todo,  sinó  varios  de  los  angulos 
del  gran  establecimiento,  en  grandeza  y 
hermosura,  major  palacio  de  Dios  y  del 
arte  que  habitación  de  mortales.  Devoro 
la  llama  el  coro,  el  pajar  como  en  1822, 
la  galeria  forrada  de  madera,  que  del 
palacio  del  Abad  conducía  al  templo;  el 
archivo,  }-  aunque  mordió  la  biblioteca, 
detuvo  su  diente  lo  compacto  del  papel 
encuadernado  \'  apretado  en  estantes  (3). 
Fàcil  fué  la  propagación  del  fuego,  te- 
niendo  los  vimbodienses  a  su  mano  en  la 
plaza  miles  3-  miles  de  haces  de  lena, 
que  el  Monasterio  había  acopiado  para 
el  abono  de  sus  tierras. 

A  la  noticia  de  la  quema  de  Poblet,  la 
autoridad  superior  ordeno  acudiese  al 
socorro  una  columna,  de  cuyos  oficiales 
al  oir  la  orden  escapo  espontàneamente 
entonces,  como  en  otros  casos  anàlogos, 
esta  verídica  exclamación :  «al  asno  muer- 
to  la  cebada  al  rabo».  Llego  la  columna 
a  Poblet  dos  días  después  del  incendio; 
y  «profundamente  apenaba  (me  decía 
>>uno  de  sus  oficiales)  contemplar  tantas 
»y  tan  lamentables  ruinas.  Poco  tiempo 
»había  desde  que  lo  visitarà  cuando  se 
>^ostentaban  allí  toda  su  belleza,  magnifi- 
»cencia  y  esplendor.  Ahora  icüan  trocado 
»lo  hallabal  En  el  hermoso  paseo  arbola- 
»do  de  las  afueras,  que  guiaba  a  la  puer- 
»ta,  veíanse  estatuas  por  el  suelo,  todas 
»mutiladas,  en  los  brazos  una,  cual  falta 
»de  piernas,  otra  decapitada.  En  las  ve- 
»nerandas  tumbas  de  los  reyes  y  magna- 

(i)     Relaciún  que  en  el   niismo  monasterio  me 
hizo  D.  José  Argelaga  a  los   13  de  junio  de  1887. 
(j)     Relación  cit.  de  Argelaga. 
(3)     D.  Eduardo  Toda.  Obra  cil.,  p;ig.  i;. 


»tes  de  Aragón  5^  en  mil  partes,  rotas  las 
»esculturas,  los  techos  ennegrecidos  por 
>  las  llamas,  pavesas  y  cenizas  humean- 
■  tes  por  todos  lados.  La  biblioteca  hecha 
>.un  monton  de  libros,  astillas  de  ébano  y 
>-trozos  de  cristal  en  confusión  con  el 
»polvo  de  los  suelos.  (Ah,  cuànta  insen- 
>^satez,  cuànta  barbàrie  y  cuànta  pérdida! 
«Todavía  pudimos  recoger  ocho  ó  diez 
»carretadas  de  libros,  que  nuestro  regi- 
»miento  de  Bailen  bajó  à  Tarragona»  (4). 

Haec  facics  Troyae  ciim  caperetur 
crat  (5). 

Si  solo  por  varios  lados  devoro  la 
llama,  por  todos  pasó  el  saqueo  }•  la  des- 
trucción.  En  los  primeros  días,  los  de 
Vimbodí,  imitados  por  otros  de  Rojals, 
Prades,  Vinaixa,  Montblanch  y  demàs 
pueblos  de  la  redonda,  mas  que  a  des- 
truir dedicàronse  a  recoger,  cruzando 
continuamente  los  umbrales  de  Poblet 
acémilas  cargadas  con  muebles,  vino, 
libros,  campanas  menores\'  cuantos  efec- 
tos  hubieron  a  mano.  Seis  mayores  ser- 
vían  el  campanario  intermedio  entre  el 
cimborio  de  la  iglesia  3'  la  sacristía,  de 
nombre  Bernarda,  Salvaterra,  Colombi- 
na,  Valenciana,  De  capítol  y  Garranan. 
A  los  dos  días  de  la  invasión  fueron  lan- 
zadas  al  suelo  desde  su  lugar,  3^  en  una 
noche  destrozólas  la  codicia  del  vil  me- 
tal  (6).  Razón  Uevaba  el  oficial  de  Bailén: 
jtriste  espectàculo  en  aquellos  días  el  de 
Poblet,  y  va■^s  triste  todavía  aparece  a 
medida  que  se  progresa  en  la  pintura  de 
tan  sensible  destrucción,  en  la  que  con- 
vendra,  por  un  momento,  ceder  el  pincel 
a  la  hàbil  mano  de  Toda,  quien,  enton- 
ces, desde  el  campo  liberal  3-  enterado 
por  los  autores  del  crimen,  habló  así: 

«Cuando  no  quedaban  ya  objetos  que 
»arrebatar,  los  saqueadores  comenzaron 
Ȉ  abrir  las  tumbas  en  busca  de  tesoros, 
»y  entonces  ocurrió  la  gran  profanación 
»de  los  panteones  reales.  cuadro  triste  y 


(4)     Relación  del  oficial  del  regimiento  de  Bai- 
lén ya  citada  en  el  capitulo  de  Reus. 
(ï)     Ovidio,  en  In  elegia:  Ckwí  subit  illitis.  &. 
(ó)     D.  Eduardo  Toda.  Ohra  cit.,  pàg.  14. 


314 


LIliRO    lERCERO.  —  CAPim.O    SlCXll 


«horrible,  que  mal  la  pluma  puede  pintar 
»ni  describir.  De  noche  iluminados  por 
»las  tèas,  que  con  pena  dejaban  pasar 
»su  escasa  luz  entre  la  humareda  del 
«incendio,  los  sacrílegfos  aldeanos  de  las 
»vecinas  tierras  hundieron  al  golpear  de 
»los  mazos  las  puertas  de  bronce  de  los 
»panteones  y  rompieron  las  triangulares 
»cubiertas  de  las  tumbas  reales.  Pronto 
»tuvieron  à  la  vista  los  ataúdes  forrados 
»de  terciopelo  encarnado  y  morado  y 
»adornados  con  clavos  de  cobre.  El  hacha 
»de  un  golpe  los  abrió,  y  mientras  unos 
»rasgaban  la  tela,  que  sirvió  despues 
»para  vestidos  de  los  nifios,  otros  toma- 
»ban  las  yertas  momias  de  reyes  y  prín- 
»cipes,  y  de  pié  las  alineaban  apoyadas 
»en  la  pared  de  marmol  del  panteon.  Allí 
»estuvieron  algun  tiempo  aquellos  cuer- 
»pos  que  habian  encerrado  tan  grandes 
»almas,  hasta  que  à  los  aldeanos  les 
«ocurrió  la  distraccion  de  azotarlos  con 
»los  làtigos  y  arrastrarlos  por  la  iglesia, 
))atada  à  los  pies  una  cuerda.  jEspectàcu- 
xlo  horroroso,  crimen  salvaje,  del  que  no 
»pudieron  darse  cuenta  aquellos  ignoran- 
»tes  que  lo  cometían! 

»Y  desde  entonces  la  destruccion  de 
»los  monumentos  artísticos  fué  completa: 
«aquellos  miserables  nada  perdonaron. 
»Tumbas  y  altares  fueron  violados  de  la 
«manera  màs  brutal:  ca3^eron  los  pesados 
»mazos  de  hierro  sobre  los  delicados 
«adornos  de  columnas  y  capiteles,  de  se- 
»pulcros  y  arços:  el  fuego  prendió  de 
»nuevo  en  las  dos  sacristías  convirtiendo 
»en  cenizas  los  magnificos  cuadros  de 
«Viladomat  y  de  Juncosa,  las  ricas  có- 
»modas  de  nogal  de  Itàlia,  los  tapices  de 
»las  paredes,  y  las  alfombras  del  presbi- 
»terio:  y  donde  la  mano  de  aquellas 
»furias  no  alcanzaba,  llegaban  lasbalas 
»de  sus  fusiles.  jAh,  demasiado,  demasia- 
»do  era  el  castigo  del  soberbio  Monaste- 
»rio,  terrible  la  injuria  que  las  impías 
»turbas  hicieron  à  los  restos  de  héroes 
»de  los  cuales  uno  solo  valia  mas  que 
»toda  una  generación  nuestra!»  (1). 


(i)     Obra  cit..  pàgs.  14  y  1=;. 


Anadamos  a  tan  triste  cuadro  algunoà 
perfiles,  que  ciertamente  aumentan  la 
negrura  de  sus  tintas.  Una  de  las  mo- 
mias reales,  por  las  senas,  la  de  Don  Jai- 
me  I,  en  la  puerta  que  del  trascoro  da  al 
claustro,  fué  puesta  de  centinela  con  una 
gorra  de  cuartel  en  la  cabeza,  una  cana- 
na  en  el  cinto  y  en  la  mano  un  fusil, 
mientras  burlando  de  ella  se  le  decía: 
«tu  que  eras  rey  ahora  estaràs  de  centi- 
nela»; y  aun  àlguien  anade  que,  como 
aquellos  arreos  no  le  sentaran  bien,  no 
falto  uno  que  le  castigo  dàndole  de  bofe- 
tadas.  y  para  que  nadie  dudara  de  la 
verdad  del  feo  aíentado,  lo  sabemos  por 
haberlo  narrado  entre  groserías  y  blas 
femias,  en  el  mismo  lugar  donde  pasó 
uno  de  los  que  concurrieron  al  acto  (2) 
Triste  privilegio  de  revolucionarios  igno 
rantes  y  descastados,  groseramente  insul 
tar  a  un  venerable  cadàver,  al  Rey 
dechado  de  caballeros,  pacificador  de  sus 
estados,  legislador,  sabio  y  prudente, 
respetado  de  todas  las  naciones,  terror 
de  musulmanes,  vencedor  de  mil  reen- 
cuentros  y  de  cien  batallas  campales, 
conquistador  de  Mallorca,  valeroso  como 
el  Cid,  verdadero  fundador  y  padre  de  la 
pàtria  catalana,  sincero  cristiano  que  de- 
dico 2,000  templos  a  la  Madre  de  los  cris- 
tianos.  iLàslima  grande  que  por  un 
momento  su  vigorosa  alma  no  reanimarà 
aquel  cadàver,  que  de  hacerlo  tirarà  él 
de  su  nunca  vencida  espada,  y  aventara 
de  tan  sagrados  claustros  a  hijos  y  súb- 
ditos  menguados  y  bellacos;  y  llegando 
en  la  persecución  de  ellos  a  la  última  de 
las  torres  de  la  cerca,  preguntarà  atónito 
a  la  tierra  si  por  desgracia  reinaba  de 
nuevo  aquí  algun  rey  moro,  su  enemigo 
Jurado,  que  así  se  permitía  profanar  los 
templos  del  Seftor  y  deshonrar  las  ceni- 
zas  de  los  antepasados! 

De  los  cuatro  inmensos  y  preciosos 
lienzos,  tras  los  cuales  se  escondían  los 


(j)  Relación  del  conserje  del  monasterio  ya 
citada.  Ademàs  los  insultos  contra  esta  mòmia  se 
me  han  cnntado  por  distinta?  personas  en  diver- 
sos puntos. 


.lONASTKRIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


315 


muros  de  la  nueva  sacristía,  dos  fueron 
enteramente  devorades  por  el  incendio, 
uno  medio  quemado,  y  el  cuarto,  coloca- 
do  sobre  la  puerta,  quedo  entero.  Aque- 
lles dejaron  las- 
timera  huella, 
visible  cuando 
yo  visité  el  ceno- 
bio,  en  los  carbo- 
nizados  fraç- 
mentos  de  sus 
marços,  o  en  las 
líneas  por  la  lla- 
ma trazadas  en 
las  paredes  ahu- 
madas.  El  ultimo 
fué  descolgado, 
y  hecho  partes, 
ha  servido  a  las 
mujeres  para  im- 
permeables  en 
las  cunas  de  sus 
hijos.  Nunca  Vi- 
ladomat,  ni  Jun- 
cosa, ni  los  otros 
cèlebres  pintores 
que  dieron  vida 
a  estos  lienzos, 
imaginaron  que 
el  fruto  y  mues- 
tra  de  su  genio 
viniera  a  oficiós 
tan  bajos.  Tales 
destrezas  esta- 
ban  reservadas 
para  los  que  de 
continuo  acusan 
alos  religiosos  y 
a  los  católicos  de 
enemigos  de  las 
Ciencias  y  las 
Artés  (1). 

Los  damascos, 
terciopelos  y  ri- 

cas  telas,  que,  después  de  tantos  siglos 
aun  entonces  incorruptas,  vestian  las  mo- 


lApida  que  està  en  L"NA  capilla 
del  àbside  de  poblet 


ExPLAXACióx.-HIC  :•  lACET  ;  ELIC 
SSENDIS  ■;  MATER 
FRATRIS  •;  B  (Bcriiardi)  FER 
RARII  DE  TARRtà  'Tàrrega) 


miasreales,  sirvieron  para  chalecos  a  los 
aldeanos  (2);  y  mujer  vivia  aun  en  Vim- 
bodí, cuando  tomé  estos  datos,  que  guar- 
daba  preciosas  sederías  de  esta  pro- 
cedència (3).  Un 
distinguido  lite- 
rato  y  arqueólo- 
go  de  esta  Ciu- 
dad, m  u  y  mi 
amigo,  contóme 
que  algun  tiem- 
po  antes  de  la 
visita  que  él  a 
Poblet  hizo  en 
1S66,  una  mujer 
de  Vimbodí,  ha- 
llando  rota  la 
cara  posterior 
del  sepulcre  de 
un  magnate,  in- 
trodujo  en  él  su 
osada  mano,  y 
sin  respeto  algu- 
no  a  los  huesos 
de  la  sefiora 
allí  enterrada, 
arranco  la  falda 
deterciopeloque 
les  cubria,  ha- 
ciéndose  con 
ella  un  jubón  (4). 
Actualmente  na- 


TRADUCCION" 

tiiadrc  de 
Tdriciía. 


—  Aquí  yacc   Elisciidi> 
Fr.  Bcriiardo  Ferrer  de 

K^cala  do  1  ror  "-•. 


(i)  iMe  lo  conto  hacc  mas  de  treinta  afios  un 
respetable  anciano,  que  en  la  guerra  de  los  siete 
ani>s.   sicndci  Capitàn  do  nacinnalcs.  liegi'i  con  su 


columna  a  Poblet. 
Como  conociese  el 
valor  de  aquellos 
cuadros.  al  ver  la 
destrucción  del  mo- 
nasierio  apresuróse 
a  preguntar  por  su 
paradcro.  recibien- 
do  en  contestación 
la  noticia  transcrita. 
Ademàs  me  lo  conto 

después  el  conserjc  Sr.  .Vrgelaga. 

(j)     Hace   muchos  anos   que  lo  oi   de  boca  de 

muchas  pcrsonas.  y  despucs  de  .\rgelaga. 
(3)     .\\e  lo  conto   una   sefiora   muy   relacionada 

con  Vimbodí. 

(^)     D.   Francisco   Miquel    y   Badia  me  lo  dijo 

en  í  de  marzo  de  iS8i>. 


316 


LIBKO     II'.KCERO.  —  CAI'IIULO     SEXIO 


da,  ni  aun  vestigios,  quedan  de  los  sarcó- 
fagfos  reales  y  de  sus  primorosos  ador- 
nes (1).  Solo  algunos  pequenos  restos  del 
sepulcro  de  Don  Jaime  (2),  y  una  base  de 
alabastre,   se  guardan  en  el   Museo  de 
Tarragona,  y  otra  por  rareza  ocupa  su 
lugar,  bien  que  hecha  pedazos,  mutilades 
sus  relleves  y  arrancadas  suscernisas(3). 
Segün  expliqué  en  mi  obra  anterior, 
àbrese  el  Sagrarie  en  el  deambulatorio, 
tras  del  retablo  mayor,  de  tal  modo  o 
posición  de  quedar  ambes  unides  per  sus 
espaldas.  Formaba  una  capillita  de  màr- 
moles  riquísimes  y  de  ne  acestumbradas 
proporciones;  y  en  su  centre  ostentaba 
un  magnifico  tabernàcule,  en  cuya  parte 
central,   y  en   bajos  relleves,  veíase  la 
cena  de  Jesucristo,    en    su    dispesición 
semejante  a  la  pintada  per  Leonarde  de 
Vinci.  Hoy  ne  resta  en  ella  ni  una  cabeza 
ni  una  mano.  En  los  afios  del  destroze, 
fueron  rotas  y  cayeron  tedas  las  cabezas 
menes  una,  la  de  Judas,  que  fué  respeta- 
da  per  los  que  cortaron  las  etras.    Cae  la 
cabeza  de  Jesús  y  la  de  San  Pedró  y  de 
todos  los  demús  apósteles,  pere  no  la  del 
que  vende  la  sangre  del  Redentor.  Huel- 
ga  a  tal  hecho  tedo  comentario.  Cuando 
per  vez  primera  ei  la  narración  de  este 
impísimo  crimen,   me  resistí  a  creerlo, 
y  lo  atribuí  a  exaltada  imaginación  popu- 
lar de  los  amigos  del  Cenobio;  mas  une, 
tras   etro,  tales  testigos  me  lo  certifica- 
ren que,  a  no  estar  falto  de  mente,  hay 
que  admitirlo  por  completo.  Me  lo  conto 
en  Reus  un  sacerdote  respetable  en  14  de 
junio  de  1894,  diciéndome  que  él  mismo 
visito  Poblet  en  1874  ó  75,  ó  cosa  así,  y 
que  entonces  por  sus  ojes  vió  tedas  las 
figuras  de  la  cena  decapitadas,  pere  Ju- 
das con  su  cabeza.  El  cenocidisimo  pàrro- 
ce    de    la    Cencepción  de  esta    Ciudad, 
después  digne  Arcipreste  de  mi  Cabilde, 
y  muy  mi  amigo,  me  dijo  en  Barcelona 
a  8  de  mayo  de  1901,  y  me  lo  repitió  mil 


(i)     Así  lo  he  visto  en  niis  repetidas  visitas  al 
monasterio. 

(2)  D.  Eduardo  Toda.  C)bra  cit..  piig.  6-). 

(3)  Quien  lo  vió  me  lo  dijo. 


veces,  que  hacía  unes  35  afios  que  visito 
a  Poblet  y  observo  por  sí  mismo  el  mis- 
mo hecho.  Don  Heriberto  Barallat  tam- 
bién  amigo  mío,  en  las  Memorias  de  la 
Associació  Catalanista,  volumen  I,  pàgi- 
nas  106  y  107,  asegura  que  este  dato 
histórico  esta  «confirmado  por  distintas 
personas»;  y  acaba  diciendo:  «hoy,  a  pe- 
»sar  de  los  cuarenta  afios  del  suceso,  la 
«figura  de  Judas  es  la  que  mejer  se  dis- 
»tingue».  Finalmente,  Onofre  Lafita  fué 
une  de  les  que  un  dia  acompafíaron  al 
Gobernador  civil  de  Tarragona  D.  Anto- 
nio  Batlle  en  su  visita  al  Cenobio.  Acom- 
paüàbanle  también  algunos  vimbodien- 
ses.  Cuando  el  Gobernador  civil  vió  el 
blasfemo  atentado,  exclamo:  «los  que 
»hicieron  estos  destrozos  eran  tan  judíos 
»como  les  que  crucificaren  à  Cristo». 
Y  me  lo  conto  el  mismo  Lafita,  presente 
al  acte. 

Mas  dejemos,  dejemos,  por  ahora  estàs 
angustiesas  noticias,  y  discutamos  unes 
momentos  con  mi  amigo  el  sefler  Toda 
sobre  un  punte  atrasade.   Asegura  este 
escriter  que  hasta  el  dia  7  de  septiembre 
no  notai'on  los  vimbodienses  el  abandono 
de  la  casa  por  los  monjes,  y  así  que  hasta 
pasado  diche  dia  no  se  perpetro  el  saqueo 
general  o  incendio.  Este  se  perpetro  el  14 
de  agosto.  Es  imposible  que  un  suceso  de 
la  magnitud  de  la  huida  de  les  monjes  en 
aquella  reducida  comarca  pasara  inad- 
vertide  a  todos  los  habitantes  de  un  pue- 
blo,  distante  solo  de  él  tres  o  cuatro  kiló- 
metros.  Públicamente  salieron  y  velvie- 
ron  los  monjes,  y  repitieren  la  fuga;  por 
el  camino,  a  la  luz  del  sol,  ne  por  conduc- 
tes subterràneos,  sacaren  el  órgano,  el 
trigo,  el  pafle  mortuorie,  los  candeleros 
de  ébane  y  etras  mil  cosas,  iy  no  lo  vió 
nadie  que  habitase  pueblo  tan  cercano? 
Asegura  aquel  autor  que  en  la  indicada 
tarde  del  7  de  septiembre  un  grupo  de 
mujeres  y  chiquillos  de  Vimbodí  llegà- 
ronse  a  Poblet,  y  que  entonces  advirtie- 
ron  el  abandono,  que  destruyeron  en  esta 
ocasión  algunos  contades  ebjetes,  y  «re- 
»gresaren  a  Vimbodí,  en  donde  se  apre- 
«suraron  à  contar  à  tedo  el  mundo  el 


MON'ASTERIO     CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA     DE    POBLET 


317 


«abandono,  anadiendo  que  si  quen'an 
«tomar  algo  de  allí  se  apresurasen  por- 
»que  hacía  ocho  días  que  el  carro  no  des- 
»cansaba  entre  el  monasterio  3'  La  Esplu- 
»ga»  (1). 

Desde  el  24  de  julio  callaba  allí  todo 
cuito  y  toda  campana,  iy  lo  ignorabanlos 
cdndidos  é  inocciites  vimbodienses?  La 
buena  fe  de  mi  amigo  fué  engaflada  por 
aquellos  taimados  montaneses.  Cuando 
se  trata  de  la  pesquisa  de  datos  históri- 
cos,  el  valor  y  la  resignación  de  acudir 
por  ellos  a  las  guaridas  de  los  mismos 
criminales  los  califïco  de  acertados,  y  mil 
veces  lo  he  practicado;  mas  es  preciso 
buscar  también  en  su  desgracia  a  la  víc- 
tima para  oir  a  las  dos  partes,  y  mas  aun 
a  los  testigos  del  acto.  Por  lo  que  a  Poblet 
dice  oi  en  Toda  el  sentir,  no  suj'o,  que  si 
hubiera  presenciado  los  heciíos  no  habla- 
ra  así,  sinó  el  de  los  criminales  que  le 
proporcionaren  datos.  Y  cuenta  que  no 
calumnio  al  senor  Toda  cuando  escribo 
que  tomo  noticias  de  la  boca  de  los  cri- 
minales, pues  elmismo  escribe:  «£5  prou 
y>per  nostre  objecte  recullir  las  noticias 
•»qne  sobre  la  destrucció  del  sumptuós 
»monastir  tenim  de  personas  que  la  pre- 
»senciaren  tinas;  que'n foren  altres  prin- 
cipals actors*.  (2). 

En  La  Espluga  y  sus  contornes  oi  a 
devotos  del  monasterio.  De  la  boca  de 
algunos  monjes  escuché  a  las  victimas,  y 
a  los  testigos  en  muchas  partes. 

Però  tcómo?  Y  los  nacionales  de  Vim- 
bodí y  algun  individuo  de  su  justícia,  que 
en  aquel  dia  supongo  les  acompanaba  íno 
anunciaron  al  pueblo  lo  del  conato  de  in- 
ventario; y  no  les  comunicaron  que  allí 
no  vieron  màs  que  un  monje  quedando 
en  perfecto  silencio  todo  el  edificio?  Si 
creian  a  la  Comunidad  en  la  casa,  £por  qué 
acudieron  al  inventario?  Y  los  que,  según 
la  honrada  palabra  de  Lafita,  perseguían 
las  gallinas,  y  agasajados  por  aquél  be- 
bían  sus  tragos,  y  no  se  atrevíana  cerrar 


(i)     Übra  cit.  pàg.  12. 

(2)     La  Ilustracià  cataLiiij,   dol  15  de  septiem- 
bre  de  1883,  pàg.  2Ó6,  col.  i.' 


con  el  monasterio,  ^tan  callados  se  man- 
tenían  que  a  su  regreso  al  pueblo  nada 
contasen?  Tan  imposible  se  hace  esta 
ignorància,  sostenida  del  25  de  julio  al  7 
de  septiembre,  como  la  suposición  del 
hundimiento  de  San  Pedró  del  Vaticano 
quedando  completamente  ignorado  hasta 
dos  meses. 

Mas  allende  de  tan  concluyente  calculo 
poseo  datos  positivos  y  precisos.  Una 
mujer  de  Vallclara  me  jura  haber  visto 
la  columna  de  humo  del  incendio  de 
Poblet  desde  una  era  mientras  en  ella  se 
trillaba,  operación,  la  de  la  trilla,  mil 
veces  fenecida  en  septiembre  (3).  Boltó,  el 
carpintero  del  monasterio  que  vivia  en 
él,  me  dijo  que  el  incendio  se  perpetro  en 
agosto  «allà  por  el  15»;  D.  Tomàs  Gensà, 
honradisimo  mozo  de  la  escuadra,  y  muy 
mi  amigo,  que  en  aquella  guerra  batalla- 
ba  por  Isabel,  me  repitió,  no  una,  sinó 
muchas  veces,  antes  y  después  de  la  afir- 
mación  del  seflor  Toda,  con  la  cual  le 
objeté,  que  llegando  de  Montblanch  a  la 
Espluga  con  su  fuerza,  hora  de  medio  dia 
del  14  de  agosto,  vigília  de  la  Asunción 
de  la  Virgen,  vió  el  incendio  de  Poblet. 
Para  dar  màs  peso  a  su  aseveración  me 
anadía  que  aquella  misma  tarde  su  gente, 
compuesta  de  dos  companías  de  Sabo3•a, 
dos  de  milicianos  de  Valls  y  los  mozos,  se 
tiroteó  con  los  carlistas  en  las  alturas  de 
Blancafort,  desde  las  cuales  contemplaba 
él  con  gran  pena  las  llamas  de  Poblet  (4). 
Finalmente,  el  arriba  citado  seflor  Vida- 
lés  termina  la  relación  que  le  dicto  el 
ex-fraile  miliciano,  al  cualél  llama  Padre 
Manuel,  con  estàs  líneas:  «El  dia  de  la 
»Virgen  de  Agosto,  patrona  de  Poblet,  el 
»Padre  Manuel  escribía  desde  su  casa  al 
»vendrellense  Padre  José:  «Estimado 
xamigo  mafíaua  tnarclio  a  Reus  con  la 
i>credencial  de  alferes  de  cuerpos  fran- 
■Sicos  a  dcfcnder  la  causa  de  la  libertad. 


(5)  Relación  de  D.'  Maria  Àngela  Franquet, 
en  Barcelona  a  los  2;  de  enero  de  1800. 

(^)  Kelación  de  7  de  mayo  de  1880,  ratificada 
en  17  de  diciembre  de  1884  )'  amplificada  en  dis- 
tintas  ocasiones. 


318 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    SEXTO 


y>SoH  las  once  de  la  noche,  y  desde  la 
•>>ventaua  de  la  cdmara  donde  escribo  se 
>•>ve  a  Poblet  ardicudo.  Todo  se  ha  aca- 
y>bado;>  (1),  Actum  est  de  esta  cuestión. 

Si  se  trata  de  si  los  de  Vimbodí  anduvie- 
ron  solos  en  el  saqueo  de  Poblet,  hay  que 
comprender  que  en  ningún  lugar  faltan 
desalmados,  y  por  lo  mismo,  que  algunos 
de  otros  pueblos  les  acompaflarian  en  el 
crimen;  però  està  en  la  conciencia  y  la 
boca  de  todos  los  hombres  de  aquella 
època  que  fué  Vimbodí  el  principalísimo 
agente  de  la  destrucción  de  Poblet. 

La  matanza  de  los  frailes  y  el  incendio 
de  sus  claustros,  hiriendo  vivamente  los 
sentimientos  católicos,  produjeron  en  la 
tierra  catalana  los  mismos  efectos  que  una 
inmensa  leva  en  favor  de  Don  Carlos. 
El  màs  eficaz  grito  de  sgiterra!  lanzaronlo 
los  autores  de  aquel  delilo.  Peleóse  con 
gran  valor  y,  lo  que  peor  es,  con  inaudita 
crueldad.  Cada  pueblo  tomósubando;  La 
Espluga  perdió  200  de  sus  hijos  muertos 
en  defensa  de  Don  Carlos;  Vimbodí  desde 
mucho  antes  empunaba  las  armas  por 
Dofla  Isabel;  y  no  hay  duda  que  a  muchos 
espluguenses  puso  las  armas  en  la  mano 
su  amor  a  los  frailes  ofendido.  Así  a  los 
odiós  de  comarca,  que  ya  antes  separa- 
ban  los  dos  pueblos  vecinos,  agregàronse 
los  de  partido.  A  tal  punto  llego  la  ene- 
miga, que  en  ocasiones,  topàndose  en  las 
vinas  habitantes  de  uno  y  otro,  arreme- 
tíanse  mútuamente  y  se  mataban.  En  tal 
exacerbación  de  ànimos  no  era  posible 
que  para  prestar  buen  servicio  al  monas- 
terio  se  le  acercase  algun  su  amigo,  y  por 
anos  equivalió  a  delito  interesarse  en  su 
favor;  quedando  por  lo  mismo  abandona- 
do  completamente  ni  màs  ni  menos  que 
la  playa  o  los  arenales  del  Sàhara.  Por 
allí  cruzaron  las  columnas,  vivaqueando 
en  el  templo,  y  la  brutalidad  de  la  solda- 
desca  pudo  imprimir  indeleble  huella  de 
su  paso.  Allí  los  pastores  de  la  comarca 
hallaron  en  los  lugares  màs  respetables 
fàcil  aprisco  para  sus  ganados,  cuyas 
inmundicias  corrieron  entre  fragmentes 


(i)     Obra  cit.  pàg.  63. 


de  primorosas  esculturas  y  venerandos 
huesos.  De  allà  todo  vecino  que  necesitó 
materiales  de  construcción  pudo  sacarlos, 
y  los  saco,  sin  oposición  de  nadie,  fuesen 
ladrillos,  rejas,  tejas,  vigas  o  piedras 
labradas.  De  resultas  de  esto,  muchísimas 
de  las  edificaciones  que  el  incendio  res- 
petara  cayeron  al  golpear  de  la  baja 
codicia;  de  tal  modo  que,  exceptuadas  las 
grandes  construcciones  de  sillares  y  bó- 
vedas  de  piedra,  no  recuerdo  haver  visto 
en  Poblet,  en  las  distintas  visitas  que  le 
llevo  hechas,  un  techo  en  pie,  y  sí  solo 
un  laberinto  inmenso  de  paredes  aisladas 
y  descarnadas,  en  cuyos  lienzos  solo 
quedan  vanos  de  ventanas  y  apoyo  de 
vigas:  elocuentes  testigos  de  la  multitud 
de  edificios  que  encerraron  aquellos  mu- 
ros  y  de  la  rapacidad  de  los  hombres. 
Cuando  en  afios  poco  atràs  visité  este 
monasterio,  Poblet  era  solo  un  intermina- 
ble panal  de  nidos  de  aves  de  rapina, 
cuyos  chillidos  estridentes  parecían  gri- 
tos  de  dolor  lanzados  por  los  seculares 
muros  en  razón  de  la  ausencia  de  sus 
moradores  también  seculares 

Mediante  tal  completo  abandono,  y 
completa  ausencia  de  toda  guarda,  unas 
ruinas  se  hacinaron  sobre  otras  ruinas, 
y  desapareció  el  pavimento  debajo  de 
montes  de  ceniza,  tizones  y  escombros. 
Las  paredes,  adornadas  un  dia  detapices, 
damascos  y  cuadros,  y  ahora  cubiertas  de 
pingajos,  jirones  y  carbones,  quedaron 
ennegrecidas  por  el  humo  y  las  llamas. 
Y  muy  pronto,  cubiertas  de  sucias  tela- 
ranas,  dejaron  lucir  blancura  solo  en  los 
muchos  puntos  donde  osadas  manos  aca- 
baban  de  quebrar  alguna  escultura  (2). 

El  convencimiento  de  que  eran  cuan- 
tiosas  las  riquezas  de  Poblet  moraba  en 
el  animo  de  todos,  y  en  no  pocos  su  deseo; 
por  cuya  razón  creyóse  en  aquella  redon- 


{2)  .Me  pinto  con  vlvos  colores  el  abandono  de 
Poblet  D.  Juan  Pous.  aprovechado  arqueólogo  de 
Barcelona,  quien  llevado  de  su  afición  a  las  anti- 
güedades  visito  el  monasterio  en  los  ticmpos  del 
abandono.  .Me  lo  explico  en  Barcelona  a  los  25  de 
junio  de  1887. 


MÜN'ASTERIO    CIS 1  liRCIENS  E     DE    SANTA     MAKIA     UE     PÜBLEl 


319 


da,  por  muchos  anos,  que  los  monjes  an- 
tes  de  partir,  temerosos  de  los  lances  de 
caminos,  escondieron  sus  por  la  imagina- 
ción  abultados  tesoros  dentro  el  circuito 
de  las  cercas.  Por  lo  que  casi  incesante- 
mente  turbaron  la  quietud  de  aquel  aban- 
dono aldeanos,  ya  solos,  ya  en  grupos, 
que  practicaban  excavaciones  para  ha- 
Uarlos.  No  perdonaren  ni  la  santidad  del 
templo,  ni  la  gravedad  del  aula  capitular, 
ni  la  respetabilidad  de  las  tumbas,  ni  la 
hermosura  de  mil  piezas.  Ninguno  de 
estos  lugares  daba  al  cavador  màs  que 
fatiga  y  desengano.  Y  hubo  quien  supuso 
confidencias  de  monjes,  y  hasta  quien 
busco  los  tesoros  por  artes  màgicas  Ue- 
vando  al  raonasterio  sonambulas  (1). 
Entonces  la  vil  codicia  completo  la  pro- 
fanación  de  las  tumbas  y  sarcófagos,  des- 
trozando  las  que  olvidara  el  furor  de  los 
primeros  instantes.  Los  restos  de  cuaren- 
ta  Abades  vitalicios,  que  descuidados  des- 
cansaban  en  las  once  tumbas  del  aula 
capitular,  viéronse  revueltos  en  sus  hue- 
sos,  y  allí  mismo  enterrados  en  los 
escombros  de  las  obras  famosas  que  en 
vida  habían  levantado.  Aquellos  caballe- 
ros  que  vivieron  3-  murieron  por  su  Dios 
y  por  su  pàtria,  y  quisieron  descansar  al 
calor  del  santuario  entre  el  perfume  del 
iiicienso  y  las  oraciones  monacales,  vié- 
ronse arrojados  del  único  y  angosto  rin- 
cón  que  les  conservaba  la  tierra,  y  holla- 
dos  por  la  inmunda  planta  del  segundo 
judío,  que,  àvido  de  oro,  reniega  de  su 
Dios  y  de  su  pàtria  (2).  Así  se  explica  que 
en  los  sarcófagos  del  claustro  la  mano 
del  conserje  Argelaga  restituyese  a  cada 
uno  los  restos  humanos  que  al  pie  anda- 


(i)  D.  Joaquín  Cahallerii.  Pbi-o.  y  bihlioteca- 
rio  de  la  provincial  de  larragona.  me  refirió  que 
un  dia,  al  visitar  el  monasterio,  fué  allà  manaria 
y  tarde,  y  que  en  esta  halló  ya  abierta  y  revuelta 
una  tumba  que  pur  la  manana  no  lo  estaba. — Don 
Eduardo  Toda.  Obra  cit.,  pàg.  16. — N'arraciones 
de  mil  personas. 

(2)  Relación  ya  citada  de  D.  Miguel  Boltó  y 
de  muchos  otros. 


ban  revueltos  con  escombros  y  telara- 
nas  (3). 

Al  clero  cabé  la  honra  de  que,  en  la 
desgracia  de  Poblet  y  de  la  pàtria  cata- 
lana, el  primer  amigo  que  de  esta  acudió 
en  auxilio  vistiera  su  habito.  La  caridad 
y  el  amor  patrio  no  le  sufrieron  al  reve- 
rendo  D.  Antonio  Serret,  cura  pàrroco  de 
La  Espluga,  el  abandono  y  la  profanación 
en  que  yacían  los  huesos  de  nuestros 
grandes  monarcas  y  de  sus  familias.  Ya 
que  cualquiera  tentativa  para  salvaries 
podia  costar  la  vida  al  que  la  practicarà, 
procuro  aminorar  el  peligro  pidiendo  en 
1S3Ó  al  General  Iriarte  para  su  proyecto 
un  permiso  que  realmente  le  fué  conce- 
dido.  Acompaiiadodenueve  hombres  con 
un  carro  y  antorchas,  una  noche  se  llego 
valerosamente  hasta  Poblet.  Recogió 
todas  las  momias  y  huesos  de  los  sepul- 
cres reales,  y  colecados  sobre  paja  en 
siete  cajones  de  pino,  trasladólos,  de 
cuenta  suya  los  gastos,  a  su  parròquia, 
en  donde  les  depesitó  en  el  hueco  que 
bajo  de  sí  dejaba  la  escalera  del  coro,  y 
para  mayor  seguridad  mandó  luego  ta- 
piarle  (4). 

Por  muche  tiempo  el  monasterio  conti- 
nuo abandonado  sin  custodia  de  ninguna 
clase,  hasta  que  finalmente  anos  adelante 
encargóse  la  vigilància  a  dos  hom.bres,  a 
los  que  sucedieren  otros  y  otros  guardas; 
mas  no  por  esto,  según  me  refirió  el  cus- 
todio, o  conserje,  del  tiempo  de  mis  visi- 
tas  a  Poblet,  cesó  la  deplorable  destruc- 
ción.  Conjuràronse  ahora  en  contra  del 
monasterio,  no  ya  la  estupidez  y  el  odio 
de  los  primeros  días,  sinó  la  hipòcrita 
afición  de  los  visitantes  al  arte  con  la 
incúria  y  la  codicia  de  alguno  de  los 
guardas.  Aquelles,  a  su  decir,  admiran  el 
arte,  y  neciamente  àvides  de  conservar 
memòria  de  sus  obras,  las  quiebran,  las 
destrozan,  las  roban  y  destruyen.  Líbre- 


(?)  Relación  del  mismii  D.  José  Argelaga, 
conserje. 

(^)  Relación  ya  citada  de  D.  José  Argelaga. 
—  D.  .Kndrés  de  BofaruU.  Poblet  pdg.  ss.— Lo  lei 
hace  muchos  anos  en  ei  Diario  de  Barcelona. 


I.IERO    TERCERO. — CAPITL'LO    SEXTO 


me  Dios  de  ser  querido  con  amores  tan 
crueles.  Un  dia  sorprendió  a  cierto  guar- 
da un  ruido  extrano  en  los  panteones 
reales.  Corrió,  y  en  ellos  topo  con  uno 
de  tales  amantes  en  el  acto  de  cortar, 
mediante  escoplo  y  martillo,  un  precioso 
relieve.  Este  representaba  una  torre,  a 
cuya  ventana  se  asomaba  un  personaje 
para  mirar  a  una  lagartija  que  al  enca- 
ramarse  se  paraba  admirada  y  temerosa 
por  haber  notado  a  su  expectador.  Brilla- 
ba  en  esta  obra  la  habilidad  del  artífice 
con  tal  arte,  que  ambos  seres,  hombre  y 
lagartija,  mejor  parecían  vivos  que  de 
màrmol.  A  la  reprensión  del  guarda  con- 
testo el  forastero  alargando  cinco  pese- 
tas,  a  lo  que,  aceptadas  éstas,  replico 
aquél:  «fuerte,  fuerte»  (1).  Por  otros  con- 
ductes llego  también  a  mis  oídos  la  vena- 
lidad  de  alguno  de  los  guardas  y  la 
rapacidad  de  los  llamados  amantes  del 
arte. 

A  tales  aficionados  «se  debe,  diceToda, 
»la  mutilación  de  las  estatuas  de  los  reta- 
»blos,  3'  de  los  frisos,  que  adornaban  los 
»altares.  Otros  mejor  intencionades  llevà- 
»barise  enteras  las  imagenes  y  columnas, 
»y  no  se  ha  borrado  de  todos  la  memòria 
»de  cierto  general  que  hizo  arrancar 
»todos  los  angeles  que  decoraban  las  re- 
»pisas  del  altar  mayor»  (2).  Algo  de  esto 
oi  de  boca  de  una  de  las  personas  que 
me  acompafíaba  en  mi  última  visita  a 
Poblet,  nombrando  al  general  Van-Halen; 
y  aunque  no  dijo  que  las  figuras  por  él 
arrancadas  fueran  los  angeles,  sinó  las 
seis  imagenes  del  segundo  orden  del  altar 
mayor,  la  discrepància  en  el  objeto  no 
aminora  la  fuerza  de  la  conveniència  en 
la  dignidad  del  jefe  militar. 

El  Sr.  D.  Buenaventura  Hernàndez 
Sanahuja  en  su  Historia  del  Real  Mo- 
nasterio  de  SS.  Creus  escribe:  «Dicese 
«públicamente  en  la  Espluga  que  cierto 
»personaje,  el  cual  designan  y  que  des- 


(i)  Relación  del  citado  conserie  D.  José  .\rge- 
laga.  .Me  dijo  haber  tornado  la  noticia  de  boca  del 
mismo  que  alargó  las  5  pesetas. 

(2)     Obra  cit.,  p;'ig.  19. 


»empefiaba  un  cargo  publico  en  esta  pro- 
»vincia»  (y  en  la  nota  del  pie  de  la  pàgina 
dice  «D.  Juan  Van-Halen,  Comandante 
«general  de  la  provincià  de  Tarragona»), 
«mandó  al  extranjero  entre  otras  cosas 
»de  Poblet,  un  bajo  relieve  que  represen- 
»taba  la  ciudad  de  Ninive,  del  cuadro  de 
»Jonàs,  que  adornaba  los  panteones  Rea- 
»les»  (3).  Però  respecto  de  este  bajo  relie- 
ve se  equivoca  Hernàndez,  pues  que 
està  en  Espana,  como  se  vera  abajo. 

El  conocidísimo  historiador,  profesor 
mío  que  fué  de  Historia,  don  Juan  Corta- 
da, contaba  que  el  primero  que  se  metió 
a  revòlver  los  sepulcres  de  Poblet  fué  un 
general  Van-Halen,  quien  pasando  con 
su  columna  por  alli,  busco  armaduras 
antiguas,  y  parece  que  se  llevo  algu- 
na (4).  También  un  ilustrado  anciano  de 
Tarragona,  el  mil  veces  citado  oficial 
que  fué  del  regimiento  de  Bailén  durante 
la  guerra  de  los  siete  anos,  también,  repi- 
to,  me  escribió  que  «puedo  asegurarle 
»que  los  indicades  cuadres  (sou  iinos  de 
»Saiitas  Creus )  les  recegió  don  Juan  Van- 
»Halen,  lo  mismo  que  algunas  esculturas 
»del  altar  mayor  de  Poblet»  (5).  El  con- 
serje  Argelaga  afiadió  que  Van-Halen 
vendió  dichas  estatuas  del  retablo  mayor 
a  un  museo  de  Bèlgica. 

^;Y  quién  es  este  atrevido  General  tan 
mal  avenido  con  las  glorias  religiosas  y 
patrias  de  Cataluna?  Hubo  aquí  durante 
la  guerra  de  les  siete  anos  dos  generales 
Van-Halen  hermanes:  don  Antonio,  des- 
pués  Conde  de  Peracamps,  y  don  Juan, 
comandante  de  Tarragona.  El  postrero 
fué  el  indicado  raptor  de  antigüedades. 
Pecas  palabras  bastaran  para  retratar  su 
fisonomia  moral  (6). 

Según  el  historiador  de  la  guerra  de  la 


(í)     Pàg.Si- 

(-l)  El  hijo  de  D.  Juan  Cortada,  D.  Gonzalo, 
me  diio  haberlo  oido  de  boca  de  su  padre  varias 
veces. 

(5)  Carta  de  Tarragona  a  25  de  febrero  de 
1890. 

(6)  D.  Nicolds  Diaz  Pérez.  La  Francmasoneria 
Espaiiola.  Madrid,  18Ç4,  pàg.  272. 


MONASTE    10    C. 


'IFNSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


321 


Independència,  en  Cataluna  don  Antonio 
de  BofaruU  Van-Halen,  aunqu;  de  pa- 
dres  belgas,  nació  en  Cadiz,  y  a  pesar  ue 
esto  se  pasó  al  rey  José  Napoleón,  del 
cual  fué  edecan;  però  cuando  vió  que  la 
estrella  napoleònica  se  eclipsaba,  procu- 
ro ser  o  fué  edecan  del  terrible  Suchet, 
desde  el  cual  se  pasó  a  los  espanoles. 
Dicho  autor  Bofa- 
ruU le  llama  maes- 
tro  en  el  arte  de  en- 
ganar,  y  le  dedica 
suculentas  colum- 
nas  (1).  Después, 
puesto  en  Espana, 
'<en  Múrcia,  próxi- 
»mo  al  cuartel  de 
«infanteria,  se  abrió 
>otro  templo  masó- 
»nico.  Lo  creo  el 
»capitàn  D.  Juan 
>Van-Halen  que 
»había  presidido 
»otras  Log.'.  en 
»Cartajena,  Grana- 
»day  Valencià»  (2). 
Y  estàs  palabras 
proceden  de  D.  Xi- 
colàs  Díaz  Pérez, 
francmasón,  escri- 
tas  en  un  libro  tra- 
bajado  en  defensa 
de  su  secta. 

En  el  Diario  de 
Barcelona  del  S  de 
agosto  de  1S34  se 
lee:  «Se  nos  refiere 
»que    habiéndose 

«negado  a  declarar  el  teniente  general 
»belga  don  Juan  Van-Halen  sin  anuencia 
»del  encargado  de  negocios  del  Rej' 
»Leopoldo  en  esta  Corte,  va  <l  ser  con- 
»ducido  con  escolta  a  la  frontera,  para 
»que  salga  del  territorio  espanol.  (De  La 


GRUPO,  SEGUN"  SE 
DEL  RETABLO  M 


(i)  Hislori.i  critica  de  la.  guerra  de  ta  Inde- 
pendència en  Cataluna.  Barcelona,  iSSj,  lo- 
mo  II,  pàg.  -lOJ- 

(j)  La  l'rancmasoneria  espaiiola.  Madrid, 
i8ç4.  pdg.  2-!2. 


A'eja)»  (3).  Ignoro  el  resultado  de  esta 
cuistión,  però  los  hechos  claman  que 
to  ,0  se  arreglo  como  no  podia  dejar  de 
ser  entre  amigos. 

Los  raptos  de  Van  Halen  se  perpetra- 
rían  durante  la  carència  de  guardas  del 
Monasterio,   o  sea   en   el   tiempo  de  su 
total  abandono.  He  leído  la  firma  de  don 
Juan   Van-Halen 
como  Comandante 
general   de   Tarra- 
gona en  un  docu- 
mento fecho  en  15 
de    diciembre   de 
1841. 

En  la  època  del 
abandono,  el  tama- 
no  de  las  imàgenes 
del  retablo  princi- 
pal, en  la  realidad 
mucho  ma5'or  que 
su  apariencia,  oca- 
siono terrible  cas- 
tigo en  quien  con 
atrevida  mano  qui- 
so  un  dia  arrancar 
una  de  aquéllas. 
Porque  entre  va- 
rios  echaronle  al 
cuello  una  soga,  y 
trabaron  de  esta 
hacia  delante  hasta 
desplomar  la  està- 
tua, que,  dando  con 
su  gran  peso  en  uno 
de  ellos,  le  dejó 
muerto  (4). 
Aun  en  estos 
modernes  días  los  conserjes  tienen  que 
sostener  continuas  peloteras  para  salvar 
de  aficiouadoíi  los  pocos  relleves  que 
restan.  Custodio  ha  tenido  el  Monasterio 
que,  para  ahorrarse  la  pena  de  acompa- 
fiar  al  visitante,  le  ha  entregado  las  11a- 
ves  y  le  ha  dejado  vagar  por  él  durante 


DICE,    PROCEDENTE 
AYOR    DE    POBLET 


(5)     Pag.  1850. 

(^)     Relación  de  D.  Juan    Pous,   ya   citada, 
de  junio  de  1887. 


LIBUO     TERCERO. CAPITULO     SEX  H 


dias  (1).  Cierto  guardiíin  cedió  un  capitel 
por  veinte  pesetas,  y  trozos  de  madera 
de  altares  se  han  estimado  como  lena, 
saliendo  de  Poblet  de  sola  una  vez,  ven- 
didos  por  quien  debía  custodiaries,  62 
quintales  (2579'20  kilos)  de  madera  (2). 

Don  Àngel  del  Arco  escribe  de  la 
làpida  de  Raimundo  Folch  estàs  pala- 
bras:  «Su  làpida,  que  describía  las  haza- 
»nas  y  preeminencias  del  Vizconde  ha 
»sido  rayada  exprofeso  por  manos  igno- 
»rantes  ó  vengativas....»  (3). 

Don  Juan  Bautista  Gallissà,  aficionado 
admirador  de  Poblet,  abundando  en  la 
idea  de  que  los  grandes  expoliadores  del 
Monasterio  han  sido  los  amigos  de  anti- 
güedades,  me  dijo  haber  oído  contar  que 
un  coleccionador  o  aficionado  a  azulejos, 
codicioso  de  algunos  de  este  cenobio, 
propuso  por  dos  veces  su  compra  al  con- 
serje.  Este  honradamente  se  nego  al 
trato.  Entonces  aquél  mandó  fabricar 
otros  iguales;  con  ellos  se  fué  al  Mo- 
nasterio; con  pretexto  de  retratar  al 
conserje  lo  llevo  al  claustro,  y  entre- 
tanto  un  tercero  cambiaba  los  azulejos 
viejos  por  los  nuevos,  llevàndose  aqué- 
Uos. 

Escribe  el  senor  Hernàndez  Sanahuja: 
«Hallàndonos  en  la  Espluga  de  Francolí 
>:durante  el  verano  de  1849,  fuimos  à  visi- 
»tar  las  magníficas  ruinas  de  Poblet,  y 
»aun  vimos  en  bastante  buen  estado  el 
»panteon  de  D.  Ramon  Folch,  vizconde 
»de  Cardona,  y  tres  días  despues,  cuando 
»volvimos,  se  hallaba  por  el  suelo,  y  lo 
xderribaron  solo  por  adquirir  un  angelito 
»entero  de  alabastro,  que  lo  adornaba,  el 
»cual  se  llevo  un  curioso  de  mal  genero. 

»Los  tres  hermosos  querubines  que  es- 
Ji>taban  colocados  en  los  firmes  de    los 


(i)  Me  lo  conto  un  arqueólogo  de  Barcelona, 
a  quien  le  pasó  lo  que  se  refiere. 

(2)  Relación  ya  citada  del  conserje  Sr.  Arge- 
laga.  Otro  amigo  me  conto  también  el  descuido 
del  guarda  de  su  tiempo. 

(3)  Revista  de  la  Asociación  artislico-arqueo- 
lógica  barcelonesa.  Ano  11,  pàg.  3-)8. 


»espresados  panteones  (pmiteoues  rea- 
>des),  fueron  arrancados,  derribando 
»para  lograrlo  la  preciosa  greca  de  la 
»que  formaban  parte.  Posteriormente  se 
»tuvo  el  mal  gusto  de  colocarlos  en  la  fea 
«portada  que  se  levantó  no  hace  muchos 
»anos  delante  de  la  puerta  de  Santa  Te- 
»cla  en  la  catedral  de  Tarragona....  Seria 
«interminable  esta  nota  si  quisiéramos 
»hacer  mención  de  actos  de  este  genero, 
»propios  de  lo  que  llamamos  vandalisttio 
y>ilHStra(io>•>  (4). 

Hablando  en  general,  se  debe  observar 
que  en  nuestros  días  la  afición  a  las  anti- 
güedades  ha  hecho  recrecer  su  valor  ma- 
terial, y  como  consecuencia  ha  creado  el 
ramo  mercantil  de  mercaderes  de  ellas. 
De  aquí  el  ànsia  febril  con  que  sebuscan, 
y  el  semillero  de  malos  tratos  y  sobornos 
por  los  que  los  mercaderes  de  poca  con- 
ciencia  adquieren  preciosidades,  merced 
a  la  sed  de  negocio  de  unos  y  a  la  igno- 
rància o  a  la  infidelidad  de  otros. 

Con  estos  datos  sin  dificultad  calcularà 
el  màs  lerdo,  si  después  de  tantos  y  tales 
naufragios,  y  entre  tales  manos,  han  de 
quedar  esculturas  u  obras  de  arte  en 
Poblet;  y  el  lastimero  estado  de  aquella 
maravilla  de  la  Religión  y  de  la  Historia 
cuando  la  Comisión  de  monumentos  de 
Tarragona  se  hizo  cargo  de  ella  según  lo 
mandado  por  Real  orden  de  2  de  enero 
de  1847  (5).  Opino  que  al  principio  esta 
corporación,  por  falta  de  fondos,  poco 
podria  allí  mejorar.  Desde  1877  a  1885  ha 
obtenido  del  Gobierno  en  tres  distintas 
pagas  la  cantidad  de  20,375  pesetas,  que, 
segtin  relación  entregada  por  el  mismo 
cuerpo  a  D.  Víctor  Balaguer,  fué  em- 
pleada en  las  reparaciones  y  obras  si- 
guientes: 

«Reconstruccion  de  la  techumbre  del 
»templo  y  su  tejado.  Puertas  en  la  iglesia 
»de  S.  Jorge  y  S."  Catalina  y  palacio  del 
»rey  D.  Martin. 

»Reparacion  de  la  parte  ruïnosa  de  los 


(4)     El  Monasterio  de  Santas  Creus,   pàg.  51. 
(í)     Sr.    Hernàndez   Sanahuja.    Obra  cit.,  pà- 
gina 7Ó. 


MONASTERIO    CISTERCIE.VÍE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


323 


»claustros  y  del  embaldosado  que  cubre 
»su  terrado. 

»Recorrido  de  quiebras  y  rejuntado  con 
«cal  hidràulica  de  las  bóvedas  de  la  sala 
«capitular  y  de  la  biblioteca. 

»Reconstruccion  de  las  cubiertas  de  la 
»capilla  exterior  de  S.  Jorge,  del  gran 
»dormitorio  de  los  monjes  y  de  la  choco- 
«latería. 

»Se  retejaron  de  nuevo  los  siguientes 
»edificios:  capilla  exterior  de  S.^  Catàli- 
>'na,  refectorio,  oficina  del  cuito,  cocina 
^•antigua  y  sacristía  nueva. 

»Se  hicieron  obras  de  importància  ea  el 
»cimborrio  de  la  iglesia,  que  amenazaba 
»ruina. 

»Se  arreglo  una  còmoda  habitacion 
»para  el  conserje  dentro  del  mismo  mo- 
»nasterio. 

»Se  quitaron  à  centenares  de  carretadas 
»los  escombros  que  había  en  el  dormito- 
»rio,  ruinas  de  la  anterior  techumbre. 

«Retejo  de  la  capilla  de  S.  Bernardo, 
»cuya  bóveda  estaba  hundida. 

«Enladrillado  del  palacio  del  rey  don 
»Martin. 

»Tejado  nuevo  en  el  comedor  del  pala- 
»cio. 

»Se  abrió  la  puerta  real,  que  estaba 
»tapiada,  para  dar  entrada  al  monaste- 
»rio... 

»Se  restableció  la  cubierta  del  templete 
»del  claustro. 

»Retejo  de  la  sacristía  de  la  capilla  de 
»S.  Jorge. 

»Reparaciones  importantesen  los  claus- 
»tros. 

»Se  levantó  por  los  senores  Barba  y 
»Herncindez  el  plano  general  del  monas- 
»terio  con  nota  detallada  3'  explicativa  y 
»(Je  todos  sus  diferentes  edificios. 

»E1  arquitecte  provincial  està  ocupàn- 
»dose  en  el  plan  general  de  restauracion 
«completa  del  monasterio»  (1). 

Plegue  a  Dios  que  pronto  se  realice  esta 
completa  restauracion,  para  la  cual  el 
màs  adecuado,  y  aun  único,  medio  seria 


(r)     D.  \'ictor   Balaguer.   Obra   cit.,  pàgs.  277 

y  278. 


la  instalación  en  el  monasterio  de  una 
comunidad  trapense,  o  benedictina,  o 
cualquier  otra  contemplativa,  si  es  que  la 
tolerasen  los  odiós  de  Vimbodí,  aun  hoy 
no  extinguidos.  Sé  que  en  estos  últimos 
afios  de  1901  a  1906  se  continúan  las  obras 
de  reparación. 

«La  destrucción  de  Poblet  trajo  la  de 
»Milmanda,»  posesión  de  aquel  monaste- 
rio, según  escribí,  '<y  si  no  pudieron  derri- 
»bar  los  sólidos  muros  de  piedra,  que  la 
«rodean,  en  cambio  no  dejaron  los  des- 
»tructores  una  teja  en  la  cubierta,  ni  una 
»viga  en  los  techos  Mas  tarde...  el  estro- 
»peado  Castillo...  pasó  al  dominio  parti- 
»cular,  el  cual,  fuerza  es  decirlo  sin 
«contemplacion  ya  que  la  verdad  nunca 
»puede  ofender,  nada,  absolutamente 
xnada  ha  hecho  ni  aun  siquiera  para  con- 
»servar  lo  poco  que  de  aquel  monumen- 
»to  de  nuestra  historia  pàtria  quedaba  en 
»pié. 

»Triste  es  hoy  ver  el  estado  lamentable 
»de  aquellas  ruinas.  Al  llegar  à  la  cum- 
»bre  de  la  colina,  en  que  estan  situadas, 
>/hàllase  la  torre,  cortada  en  su  parte 
«superior,  conservando  solo  un  matacàn 
»y  dos  sencillas  ventanas  góticas.  El  arco 
»de  la  puerta  es  de  medio  punto,  y  la  pie- 
»dra  de  la  clave  tiene  esculpido  el  escudo 
»del  abad  Copons,  ó  sea  una  copa  de  la 
»cual  salen  tres  lirios.  Debajo  de  la 
«puerta  apena  mirar  aquellas  airosas 
«bóvedas  góticas  llenas  de  grietas,  abier- 
«tas  por  la  lluvia,  amenazando  venir  al 
«suelo  el  mejor  dia.  V  es  que  la  torre  no 
»ha  sido  ya  jamàs  cubierta,  y  el  agua 
«pluvial  al  caer  penetra  en  el  interior,  y 
«en  su  primer  piso  crece  un  verdadero 
«bosque  de  àrboles  corpulentes,  y  una 
«alf ombra  de  malezas. 

>^En  la  izquierda  del  baluarte  solo  se 
«ven  ruinas  de  las  antiguas  murallas  y 
«de  las  construcciones,  que  tenían  adosa- 
«das.  Las  habitaciones  del  otro  lado  del 
«patio  no  se  hallan  en  mejor  estado,  pues 
«solo  la  capilla  ha  sido  utilizada  para 
«habitacion  de  los  agricultores  que  viven 
«allí,  }'  del  antiguo  palacio  abacial  solo 
«se  conservan  las  cuatro  paredes.  Espe- 


324 


LIERO    TERCEUO. — CAPITULO    SEXTO 


>  ramos  un  dia  de  viento  fuerte,  una  de 
»aquellas  mananas  de  invierno  en  que  la 
»tramontana  brama  por  la  Conca  cual  si 
»llevase  en  sus  entranas  la  fuerza  del 
»huracíin,  y  castillo  y  palacio  caeràn  de 
»una  vez  enterrando  entre  sus  escombros 
>el  recuerdo  de  lo  que  fué  Milmanda»  (1). 

§  3.°    Paradero  de  los  muebles, 
riquezas  y  bienes  del  monasterio 

No  todos  los  tesoros,  artísticos  unos, 
históricos  otros,  de  valor  pecuniario  los 
mí\s,  perecieron  en  el  terrible  incendio  3^ 
rebato  general  de  Poblet,  que,  conforme 
apunté  atràs,  3'  merced  a  las  prevencio- 
nes  de  los  monjes  y  a  la  paz  de  los  quin- 
ce  días  anteriores  al  destrozo,  salvàronse 
unos  como  topos  bajo  el  suelo,  otros  como 
sabandi'jas  en  los  huecos  de  las  paredes, 
y  los  demàs  huyendo  del  lugar  como  el 
gamo  se  aleja  del  cazadero  al  ladrido  de 
la  traílla.  Sus  duenos,  emperò,  por  mala 
ventura,  no  habían  de  volver  pronto;  y 
así,  andando  el  tiempo,  los  agentes  natu- 
rales,  la  revolución  \'  las  aviesas  pasio- 
nes,  habían  de  hacer  patentes  los  escon- 
drijos,  y  quedar  intitil  toda  prevención 
hasta  reducir  a  número  exiguo  las  rique- 
zas  y  objetos  monacales  que  llegaran  a 
seguro  puerto  0  a  su  natural  destino. 

Empecemos  por  los  venerandos  despo- 
jos  de  nuestros  reyes  el  relato  de  las 
preciosidades  populetanas,  no  sin  gran 
quebranto  salvadas  del  torrente  devas- 
tador. Al  afio  siguiente  de  la  destrucción 
el  pàrroco  de  La  Espluga  D.  Antonio 
Serret,  según  dije  en  el  articulo  anterior, 
les  dió  religioso  y  seguro  asilo  en  un 
hueco  del  templo  de  su  parròquia.  El 
paso  de  ellos  desde  este  modesto  aloja- 
miento  hasta  la  Catedral  de  Tarragona 
cuentan  con  sus  pormenores  y  fuentes  de 
noticias  los  traductores  al  castellano  de 
la  crònica  que  de  su  propio  reinado  es- 
cribió  Don  Jaime  I  de  Aragón,  y  lo  narran 
en  los  términos  siguientes:   «Para  averi- 

(i)  D.  Eduardo  Toda.  Obra  cit.,  pàgs.  17-I  v 
«75- 


»guar  lo  que  después  de  tal  desgracia  se 
»hizo  de  los  cadàveres  reales,  nos  hemos 
»procurado  copia  de  una  acta  de  trasla- 
»cion,  otorgada  por  D.  Pedró  Antonio 
»Vasallo,  escribano  de  la  Espluga  de 
»Francolí  en  18  de  enero  de  1843;  de  cuyo 
»contenido  se  desprende,  que  habiendo 
»sido  llamado  en  tal  fecha  dicho  escriba- 
»no  por  el  Alcalde  constitucional  don 
>>i\Iatías  Vernet,  à  presencia  de  dicho 
»senor,  del  a3'untamiento  de  la  misma 
»villa,  de  D.  Antonio  Serret,  pbro.  3-  rec- 
xtor  de  la  iglesia  parroquial,  de  D.  Juan 
»Ramon,  medico,  D.  Antonio  Pau,  ciru- 
»jano,3'  D.  Pedró  Gil,  del  comercio  de 
»Barcelona,  entregó  este  al  citado  alcal- 
»de  un  oficio  del  jefe  político  de  Tarrago- 
»na,  en  el  que  se  facultaba  à  dicho  don 
>:Pedro  Gil  para  recoger  los  restos  de  los 
»reyes  de  Aragón  estraidos  en  1836  del 
»panteon  de  Poblet,  3'  salvados  por  el 
«indicado  pàrroco  y  otros  vecinos  de  la 
> Espluga,  que  los  depositaron  en  la  igle- 
»sia...  de  cuya  operacion  estendió  luego 
»dicho  Vasallo  la  correspondiente  acta. 

>'A  fin  de  verificar,  pues,  la  entrega,  se 
-espresa  en  dicho  documento  que  se  de- 
»rribó  un  tabique  que  habia  debajo  de  la 
»escalera  que  conduce  al  coro,  y  esten- 
»didas  en  tierra  varias  alfombras,  se  f ue- 
»ron  colocando  sobre  las  mismas  una 
»porcion  de  cadàveres  y  huesos  sueltos, 
»los  cuales  se  enumeran  a  manera  de 
«inventario,  figurando  ante  todo  un  es- 
»queleto  entero  que  por  sus  dimensiones 
»colosales  dió  à  conocer  que  era  el  mismo 
»de  Don  Jaime  I  llamado  el  Conquistador. 

>^Despues  de  esta  operacion,  colocaron- 
»se  tales  restos  en  seis  cajas  de  madera, 
»de  los  que  se  hizo  cargo  D.  Pedró  Gil, 
»trasladàndolos  luego  à  Tarragona,  donde 
»quedaron  depositados,  acaso  con  no 
«todo  el  cuidado  necesario,  en  la  antesala 
»de  la  intendència,  hasta  que,  despues  de 
«algunas  dificultades,  fueron  entregados 
»al  cabildo  de  la  catedral,  quienlos  depo- 
»sitó  en  la  capilla  de  Corpus  Christi,  en 
»el  claustro  de  la  misma.  Los  seis  cajones 
»se  hallan  en  el  mismo  estado,  menos  el 
»cadàver  de  Don  Jaime,  que  en  el  mismo 


MONASTERIO    CISTERCIEXSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


325 


»sitio  ocupa  un  hermoso  cofre  de  caoba, 
»cubierto  de  molduras  bronceadas  y 
»cerrado  con  tres  llaves;  el  cual  tiene  en 
»su  interior  otra  caja  de  plomo  con  cris- 
»tales,  y  al  través  de  ellos  se  ve  la  mòmia 
»real,  però  despojada  enteramente  desús 
»hàbitos. 

»De  este  modo  se  conserva  cuidadosa- 
»mente  en  Tarragona  la  sombra  del  mejor 
»rey  del  mundo,  sombra  querida,  cuya 
»memoria  en  vano  borrara  el  tiempo,  y 
>/Cuya  posesion  se  disputan,  poniendo  à 
«competència  sus  mas  sinceros  afectos, 
»los  catalanes,  los  mallorquines  y  los 
»vaIencianos«  (I). 

Esto  se  publicaba  en  1S4S,  }•  no  sin 
acierto  se  escribía  la  última  frase,  que  en 
4  de  diciembre  de  1851  el  ministro  de  la 
Gobernación  remitía  al  de  Gracia  y  Jus- 
tícia un  memorial  del  Ayuntamiento  de 
Valencià  con  que  éste  pedía  Real  auto- 
rización  para  trasladar  desde  Tarragona 
a  su  Ciudad  los  restos  mortales  de  su 
libertador.  El  ministro  de  Gracia  y  Justí- 
cia, por  Real  orden  de  27  de  mayo  de  1852, 
decía  al  Sr.  Arzobispo  de  Tarragona 
que  «para  la  màs  acertada  resolucion  de 
»esta  solicitud,  la  Reina  (q.  D.  g.)  ha 
»tenido  à  bien  mandar  que  V.  E.,  oj'endo 
»ó  consultando  al  Ayuntamiento  de  esa 
»capital,  si  lo  creyese  conveniente,  infor- 
»me  sobre  el  particular  cuanto  se  le 
»ofrezca  y  parezca»  (2). 

En  cumplimiento  de  este  encargo,  el 
Sr.  Arzobispo,  que  lo  era  D.  Fernando 
de  Echanove  y  Zaldívar,  en  3  de  julio  del 
mismo  ano,  remitió  al  Ministro  los  infor- 
mes a  él  dados  por  el  Gobernador  de  la 
provincià,  el  Municipio,  el  Cabildo  cate- 
dral y  la  Sociedad  econòmica  (3);  los 
cuales,  apoyados  vivamente  por  el  celo 
y  autoridad  del  prelado  (4',  lograron  la 


(0     llisto)  ia  del  rcy  de  Aragón  Don  Jaime  1. 
Barcelona,  i8-)8,  pàgs.  4^0  y  ^^i. 

.(2)     La    saco  del   archivo  de   la  Secretaria  de 
Càmara  del  Sr.  Arzobispo. 

(3)  Secretaria  de  Càmara  del  .\rzobispado. 

(4)  Libro  De  rebus  gestis  del  Cabildo  catedral. 
En  el  punto  que  se  citarà. 


Real  orden  de  14  de  mayo  de  1853  (5),  la 
cual,  fundàndose  en  que  «en  asuntos  de 
>'esta  espècie  la  regla  principal  que  debe 
>tenerse  en  cuenta  es  la  voluntad  del 
»misnio>:  difunto,  y  que  «la  del  Rey  Don 
»Jaime  se  significo  bastante  con  el  hecho 
»de  haber  designado  como  lugar  de  repo- 
«so  para  sus  cenizas  el  monasterio  de 
»Poblet,  sito  en  el  territorio  catalàn», 
fallo  el  litigio  a  favor  de  Tarragona, 
imponiendo  emperò  la  '<precisa  é  indis- 
»pensable  condicion  de  que  en  el  termino 
«improrrogable  de  dos  anos  se  constru3'a 
»por  esta  ciudad  un  monumento  digno 
»de  tan  precioso  depósito;  y  si  pasa  este 
>;plazo  sin  haberlo  verificado,  se  entiende 
«que  renuncia  al  derecho  que  se  le  con- 
»cede,  trasladàndose  desde  luego  (el  ca- 
»daver)  à  Valencià»  (6).  Con  este  motivo 
abrióse  en  seguida  una  subscripción  na- 
cional, con  cuyo  producto,  y  utilizando  del 
mismo  Poblet  «los  fragmentos  de  las  ca- 
»maras  sepulcrales  platerescas  de  los 
»Duques  de  Cardona»  (7),  se  levantó  un 
alto  y  rico  panteón  de  alabastro  en  el 
trascoro  de  la  catedral,  adhiriéndolo  a  la 
pared  del  lado  del  Evangelio  que  por  allí 
cierra  el  coro. 

Solemnisimamente,  con  asistencia  de 
muchas  elevadas  autoridades  del  Princi- 
pado,  gran  multitud  de  pueblo  y  tropas, 
el  Obispo  de  Urgel  don  José  Caixal  y  el 
de  Vich  don  Antonio  Palau,  y  presidien- 
do  el  acto  como  Comisario  regió  el  Con- 
de de  la  Puebla  del  Maestre,  el  dia  7  de 
octubre  de  1856,  los  restos  del  Senor  Rey 
Don  Jaime  I  fueron  colocados  en  su  rica 
y  nueva  estancia,  donde  por  suerte  por 
muchos  aflos  han  continuado  (8).  Plegue 
al  Cielo  que  no  vengan  nuevas  bandas 


(si     Archivo  de  la  Secretaria  del  Arzobispo. 
(ó)     Citada  Real  orden  de  14  de  mayo  de  1853. 

(7)  D.  .\ngel  del  .\rco.  Catalogo  del  Museo 
arqiieológico  de  Tarragona,  pàg.  270. 

(8)  Libro  capitular  ya  citado  De  rebus  gestis. 
—Diario  de  Barcelona.  Dias  7,  8  y  0  de  octubre 
de  i8í6,  pàgs.  8iü8,  8201,  8203.  8222  y  8234, 
donde  se  describe  la  traslación. 


326 


LIERO    TERCERO.  CAPiTULO    SEXTO 


revolucionarias  a  turbar  su  bien  mereci- 
do  y  honorifico  descanso. 

Però  con  motivo  del  centenario  del 
nacimiento  de  Don  Jaime  se  trata  de  cons- 
truirle  un  mausoleo  mucho  màs  digno 
en  la  misma  catedral;  y  he  aqui  por  qué 
en  un  periódico  del  18  de  julio  de  1908 
leo:  «Tarragona  17.  — Procedente  de  esa 
»capital  esta  manana  ha  llegado  el  arqui- 
»tecto  don  Luis  Domènech  y  Montaner, 
»quien,  acompanado  del  senador  don  Al- 
»berto  Rusiflol,  ha  presenciado  en  la  Ca- 
»tedral  la  apertura  del  sarcófago  que 
»encierra  los  restos  de  Don  Jaime  el  Con- 
»quistador,  realizàndose  los  primeros 
»trabajos  para  su  traslado,  y  proceder 
»desde  luego  à  la  construcción  del  nuevo 
»mausoleo.  El  esqueleto  del  Rey  Don 
» Jaime  mide  I '95  metros  y  tiene  la  cabe- 
»za  separada  del  tronco»  (1).  En  1912, 
cuando  releo  este  capitulo,  los  restos  del 
Rey  continúan  en  el  indicado  mausoleo 
de  la  Catedral  tarraconense,  y  los  de  los 
otros  principes  e  infantes  procedentes 
de  los  sepulcros  de  Poblet  en  el  mismo 
lugar  de  la  dicha  Catedral  que  antes  de 
este  ano.  Esta  ya  dibujado  el  proyecto 
del  nuevo  panteón  de  Don  Jaime,  que  se 
colocarà  en  la  Capilla  del  Baptisterio. 

El  Padre  don  Joaquin  Caballero,  des- 
pués  bibliotecario  de  Tarragona,  que  fué 
quien  pronuncio  la  oración  fúnebre  en  la 
ceremonia  de  1856  de  la  traslación  de 
Don  Jaime  al  panteón,  me  dijo  que  él 
había  alcanzado  la  mòmia  aun  con  sus 
barbas.  En  Tarragona,  el  medico  Mir, 
antes,  muy  antes,  de  la  colocación  del 
cadàver  en  su  mausoleo  de  1856,  visitólo; 
y  creyó  que  uno  de  los  huesos  no  perte- 
necia  a  dicho  Rey.  Entonces,  el  mismo 
senor  Mir,  secundado  de  otros  facultati- 
vos,  extendió  todos  los  huesos  proceden- 
tes de  los  panteones  Reales  de  Poblet, 
tomo  la  cabeza  de  Don  Jaime,  la  que  en 
razón  de  su  herida  recibida  en  el  sitio  de 
Valencià  no  admite  duda  de  autentici- 
dad;  y  por  ella  y  la  extraordinària  esta- 


(i)     El  Correo  Catalàn  de  dicho  dia. 


tura  del  Rey  fué  reconstituyendo  el  es- 
queleto con  especial  cuidado  (2). 

Colocado  Don  Jaime  en  el  mausoleo 
del  trascoro,  lado  del  Evangelio,  aplazó- 
se  para  otro  dia  la  construcción  en  el  de 
la  Epístola  de  otro  panteón,  que  encerra- 
se  los  restantes  huesos  de  la  Real  Familia 
aragonesa,  que  hasta  entonces  habian 
acompaflado  al  dicho  Monarca.  «Mas  de 
»ellos  se  apodero  en  25  de  enero  de  1869 
»el  M.  I.  Sr.  Gobernador  civil  de  la  Pro- 
»vincia  en  virtud  del  decreto  general 
»llamado  de  incautación,  haciendo  tras- 
»ladar  los  cajones,  que  los  encerraban, 
»al  archivo  de  esta  Santa  Iglesia»,  escri- 
be  el  Libro  del  Cabildo  catedral  tarraco- 
nense intitulado  De  rebtis  gestïs,  «cuya 
«dependència  quedo  en  su  poder,  lievàn- 
»dose  las  llaves  y  poniendo  su  sello  en 
»las  cerraduras.  Por  orden  del  propio 
»Gobierno  en  19  de  julio  del  citado  aiio 
»se  hizo  cargo  de  aquellos  cajones  el 
»Sr.  D.  Buenaventura  Hernandez  Sana- 
»huja  como  director  del  Museo  arqueo- 
»lógico  provincial,  quien  los  dejó  en  el 
»mismo  local  del  Archivo. 

»En  1883  los  comisionados  por  el 
»Excmo.  Cabildo  para  el  arreglo  de 
»dicho  Archivo,  deplorando  que  perma- 
»neciesen  en  él  insepultos,  fuera  de  lugar 
»sagrado  é  indecorosamente  hacinados 
»en  toscos  cajones  los  despojos  mortales 
»de  personas  llustres  por  su  sangre,  por 
»su  probada  fé  cristiana,  y  por  los  servi- 
»cios  prestados  à  la  pàtria,  llamaron 
»sobre  ello  la  atencion  del  M.  I.  Sr.  Dean, 
»Licenciado  D.  Sebastian  Rodríguez 
»Asencio,  el  cual  abundando  en  los 
«mismos  sentimientos,  y  teniendo  en 
»cuenta:  1.°  Que  el  decreto  de  incauta- 
»cion  había  quedado  sin  efecto.  2°  Que 
»el  Director  del  Museo  despues  de  tantos 
»anos  ninguna  disposicion  había  tomado 
»sobre  el  ultimo  destino  de  aquellos  res- 
»tos.  3.°  Que  la  Junta  encargada  de 
«erigiries  mausoleos  no  daba  indicio  de 
»realizar  en  mucho  tiempo  su  cometidó. 


(2)     Relación  del  Canónigo  D.  Celestino  Ribe- 
ra. Barcelona  3  de  julio  de  1888. 


MONASTERIO    CISTERCIEXSE    DE    SANTA    MAUÍA    DE    POBLET 


327 


»Y  4.°  Finalmente,  que  no  estaban  iden-  ' 
»tificados  los  huesos  de  ningun  personaje 
»determinado,  sinó  que  sin  órden  alguno 
»habían  sido  colocados  en  los  cajones  à 
«medida  que  fueron  hallàndose  esparci- 
»dos  por  la  iglesia  de  Poblet  despues  de 
»la  devastacion  de  los  panteones  reales; 
»creyó  del  caso  pasar  à  exponer  todo  lo 
»que  antecede  al  Excmo.  é  Ilmo.  S.  D.  D. 
»Benito  Vilamitjana  y  Vila,  y  con  su 
»beneplàcito  dispuso:  Que  la  caja  de  no- 
»gal  exculturada  que  habia  servido  para 
»la  traslacion  del  esqueleto  de  Don  Jai- 
»me  fuese  ensanchada  suficientemente, 
»y  en  ella  se  reuniesen  todos  los  huesos 
»distribuidos  en  los  siete  cajones  de  pino, 
»poniéndoles  encima  una  inscripcion  que 
«manifestase  su  contenido.  Que  dicha 
»caja  fuese  colocada  en  la  capilla  del 
»SSmo.  Corpus  Christi  en  el  sitio  desti- 
»nado,  segun  costumbre,  à  guardar  inte- 
»rinamente  los  cadàveres  de  los  Excmos. 
»Sres.  Arzobispos  de  la  Archidiócesis 
»mientras  se  les  construyen  sus  sepulcros 
«definitives 

»Las  anteriores  disposiciones  fueron 
»puntualmente  cumplimentadas  por  los 
»infrascritos,  en  testimonio  de  lo  cual 
»extendemos  la  presente  en  el  Archivo 
»de  esta  Santa  M."  y  P.'^  Iglesia  de  Tarra- 
»gona  A  16  de  octubre  de  lSS3.=La  Comi- 
»sion,  Nicolas  de  Zabalgoitia.=Celestino 
»Ribera  y  Aguilar,  Canog-^^-V."  B.°  El 
»Dean,  Sebastian  Rodríguez  Asencio»  (1). 

No  perdono  aquí  al  lector  una  pueril, 
bien  que  curiosa  historieta,  que  en  la  pes- 
quisa  de  datos  me  salto  al  paso.  Cuenta 
Finestres  (2)  que  el  domingo,  10  de 
noviembre  de  1493,  por  la  tarde,  los 
Reyes  Católicos,  a  la  sazón  en  Poblet, 
bajaron  de  las  Reales  habitaciones  a 
visitar  los  sepulcros  de  sus  mayores.  La 
Reina  quiso  ver  el  cadàver  de  su  tia  la 
infanta  Dofta  Catalina,  esposa  del  infante 
Don  Enrique,  Duque  de  Segorbe,  herma- 


(i)     Libro  De  rehtis  gcslis  en  la  fecha  del  acta. 

(2)  Historia  del  real  monaslerio  de  Poblet... 
Cervera,  ly^j.  —  lÀh.  j,  Centúria  ^,  Diser.  j, 
número  51,0  sea  tumo  1\'.  pà<i.  08. 


no  del  Rey  Don  Juan  II,  la  cual  había 
sido  de  sin  par  hermosura;  y  cogió  algu- 
nos  de  los  brillantes  y  rubios  cabellos  de 
la  estimada  difunta.  Mas,  como  los  mos- 
trase  al  Rey,  mandóle  éste  que  los  resti- 
tuyese  a  su  lugar.  Pues  bien,  en  la  caja 
de  arriba,  ho}'  depositada  en  la  capilla 
del  Corpus  Christi,  existe  la  trenza  que 
el  senor  Canónigo  que  practico  el  lilti- 
mo  traslado  me  calificó  de  dorada.  jLas- 
tima  grande  que  no  exista  igualmente 
Don  Fernando,  que,  a  vivir,  la  trenza  se 
guardarà  en  su  pròpia  estancia! 

Parte  del  órgano  paro  en  proyectiles; 
segtín  Toda,  liberales,  a  estos  contraries 
segün  mis  informes;  pues,  al  decir  de  un 
carlista  esplugense  (3),  depositado  aquel 
en  La  Espluga,  llevo  una  parte  para  la 
fabricación  de  balas  un  jefe  de  este  ban- 
do,  remitiendo  la  autoridad  liberal  el 
resto  a  Tarragona.  Por  contrario  sentir 
escribe  Toda  estàs  líneas:  «Un  dia  una 
»companía  de  voluntarios  liberales  de 
«Vimbodí  fué  à  Poblet  a  arrancar  todo 
»el  plomo  que  se  hallaba  en  las  paredes 
»como  soldadura  de  estàs  con  los  hierros; 
»y  lo  hizo  con  el  objeto  de  fundirlo  en 
»balas  para  las  necesidades  de  la  guerra. 
»Consiguió  reunir  algunos  quintales  junto 
»con  el  de  los  tubos  del  órgano»  (4). 

«Un  escondrijo  existia  en  Poblet  con- 
»sistente  en  una  docena  de  imagenes  de 
»plata,  que  uno  de  los  escolanes  bajó  al 
»pozo  del  huerto,  tirando  sobre  de  ellas 
»una  cantidad  grande  de  piedras.  Allí 
>;quedaron  durante  algunos  anos,  hasta 
»que  el  interesado  (Querrú  decir  el  escó- 
y>ldn)  las  retiro,  vendiéndolas  en  Valls 
»por  muy  bajo  precio»  (5). 

No  cupó  buena  suerte  al  depósito  de 
tapices  y  ornamentos  escondidos,  según 
airiba  dije,  entre  el  dormitorio  y  el  novi- 
ciado,  pues  en  1839  fué  hallado  por  un 
vimbodiense  Uamado  en  su  tierra  lo  jayo 
Malió,  en  castellano  el  abuelo  Mahó. 
Echóle  mano,  y  de  él  cargó  las  alforjas 


(?)     Relación  de  u  de  junio  de  1887. 

(-))     Obra  cit..  p<ig.  iS. 

(5)     D.  Eduardo  Toda.  Obra  cit.,  pàg 


328 


LIBRO    TliUCEUO.  — CAPITULO    SEXIO 


de  su  bèstia,  que  escondidamente  aligeró 
en  su  casa.  Otro  dia  volvió  al  mismo 
escondrijo  por  nuava  porción;  mas  regre- 
sando  a  Vimbodí,  al  pasar  en  el  coll  Roig 
por  el  lugar  apellidado  la  Mata,  le  sor- 
prendió  la  voz  de  alto  que  desde  las  coli- 
nas  vecinas  le  dirigieron  los  carlistas  del 
Griset.  Temiendo  sin  duda  perder  en  la 
detención  las  alhajas,  puso  oidos  de  mer- 
cader, sin  querer  detenerse;  mas  una  des- 
carga  le  tendió  cadàver,  mientras  la  bès- 
tia, ignorante  de  enemigos  y  tesoros, 
tranquilamente  siguió  caminando  para  su 
pesebre,  hasta  llegar  a  la  puerta  de  su 
pueblo,  entonces  fortificado.  Allí  los  de 
guardià,  admirados  de  una  bèstia  sin  con- 
ductor, la  pararon,  y  reconociéndola  ha- 
llaron  el  tesoro  (1). 

«Dió  esto  lugar  à  una  expedicion  de  vo- 
«luntarios  de  Vimbodí  a  Poblet,  los  cuales 
»descubrieron  el  escondrijo,  y  retiraron 
»cuanto  encerraba,  Uevàndolo  à  su  pue- 
»blo».  Puesto  que  así  lo  asegura  el  senor 
Toda  (2)  cierto  lo  sabrà;  y  continua: 
»Conviene  aquí  consignar  bien  alt£t  la 
»honradez  de  aquellos  valientes  que  reci- 
»bieron  los  efectos  bajo  inventario,  y  los 
»guardaron  en  la  casa  comunal  en  veinte 
»y  dos  cajas»  (3).  Veintidós  cajas  riquezas 
abundantes  debían  de  contener;  y  razón 
completa  lleva  el  autor  al  graduaries  de 
valientes,  pues  tales  se  mostraron,  no  sé 
si  en  los  campos  de  batalla,  però  sí  en 
atacar  lasgallinas,  elabandonado  monas- 
terio  y  los  yertos  cadàveres  de  los  sarcó- 
fagos;  y  escrupulosamente  honrados,  pues 
respetaron  la  parte  los  que  saquearon  y 
destrozaron  el  todo.  Y  anade:  «Por  des- 
»gracia  al  poco  tiempo  Uegó  allà  una 
»patulea  del  Campo  (de  Tarragona), 
»cuyo  jefe  se  incautó  del  tesoro  bajo  pre- 
»texto  de  llevarlo  a  Tarragona,   donde 


(i)  En  La  Espluga  me  lo  contaron  dos  distin- 
tas  personas,  procedente  de  boca  de  otras  de 
Vimbodí.  También  lo  narra  Toda,  de  cuyo  libro 
saco  el  nombre  del  Mahó. 

(2)  Obra  cit.,  pàg.  i8. 

(3)  Obra  cit.,  pàg.  i8. 


»aun  no  se  tiene  noticia  de  su  llegada»  (4). 

Sin  duda  a  este  tesoro  hallado  por 
Mahó  se  refieren  las  siguientes  líneas  del 
manuscrito  del  Padre  José  Riba:  «Por  el 
»ano,  dice,  1837  se  descubrieron  las  alha- 
»jas  y  vasos  sagrados  de  la  Sacristía  jun- 
»to  con  el  precioso  Relicario,  después  de 
»haberse  empleado  màs  de  300  personas 
»entre  hombres  y  mujeres,  grandes  y 
«pequeíios  (eti  biiscarlas),  ocasionando 
»la  muerte  al  descubridor  de  tan  precioso 
»tesoro.  Como  los  Monjes  habíansalvado 
>;en  el  mismo  escondrijo  las  mismas  pre- 
»ciosidades  por  el  ano  de  1821  al  22  que 
»tuvieron  que  abandonar  también  el  Mo- 
»nasterio,  coníiaron  en  que  lo  mismo  su- 
»cedería  ahora...»  (5). 

Los  ancianos  de  la  tierra  tarraconense 
conocen  todos  y  pronuncian  con  indigna- 
ción  entre  risa  burlona  el  apodo  de  Xafa- 
rriichs,  vocablo  catalàn  que  tanto  vale 
como  aplastaasnos.  Eralo  de  Jacinto 
Pla,  por  el  Gobierno  nombrado  en  aquella 
època  secuestrador  de  los  efectos  de  los 
monasterios  y  conventos  de  la  provincià, 
y  de  los  frutos  y  efectos  de  las  familias 
que  tenían  alguno  de  sus  individuos  en 
las  huestes  carlistas.  Tipo  completo:  su 
pàtria  la  atolondrada  Reus;  su  oficio,  pri- 
mero  tonelero,  después  traficante  en 
vino;  por  ascenso  en  su  carrera  secues- 
trador, o  sea  despojador  de  bienes  sagra- 
dos y  de  efectos  de  inocentes;  su  cuerpo 
repugnante  por  la  muy  excesiva  obesi- 
dad,  bien  que  unida  a  estatura  alta;  su 
cara  aditada  de  largas  patillas  blancas; 
su  voz  gruesa  y  potente;  sus  modales  gro- 
seros;  el  rostro  sin  vergüenza;  su  partido 
el  liberal  exaltado;  su  proceder  andaría 
al  compàs  que  el  màs  lerdo  puede  conje- 
turar;  y  el  fin  de  la  vida  la  pobreza  y  la 
necesidad;  pobreza  y  necesidad  que,  al 
decir  de  varios,  no  sin  que  otros  lo  nie- 
guen,  llevóle  a  públicamente  sucio  y 
hediondo  mendigar  en  la  puerta  de  la 
catedral  de  Tarragona,  ijustos  juicios  de 


(4)  Obra  cit.,  pàg.  18. 

(5)  Fol.    3   del   manuscrito  arriba    citado    de 
P.  José  Riba. 


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MONASTERIÜ    CISTERCIEN-SE    UE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


329 


Dios,  si  esto  ultimo  es  verdad,  que  quien 
habia  despojado  templos  e  inocentes  se 
viera  precisado  para  vivir  a  animarse  a 
un  templo  y  pedir  del  publico  un  pedazo 
de  pan!  (1). 

Del  tal  secuestrador  escriba  el  manus- 
crito  del  Padre  José  Riba:  «Se  presento  à 
»la  Espluga  de  Francolí  atropellando  à 
»todo  individuo  que  podia  sospechar  po- 
»dría  retener  alguna  cosa  perteneciente 
»a  la  Comunidad,  lo  que  fué  causa  que 
»muchos  de  los  Monjes  perdieron  lo  pro- 
»pio  junto  con  los  residuos  de  la  Comuni- 
»dad.  El  tal  Plà  vivió  después  muy 
»pobre»  (2). 

Un  mi  amigo  vióle  un  dia,  durante  la 
guerra  de  los  siete  aiïos,  ejercer  uno  de  los 
repugnantes  actos  de  su  nada  envidiable 
cargo.  Arrancaba  los  objetos  de  la  casa 
o  tienda  de  un  pellejero  de  Reus,  cuyo 
hijo  habíase  pasado  a  los  carlistas;  y,  no 
conten  to  con  el  hecho,  anadíale  aun:  «ya 
»sé  que  has  sacado  de  casa  los  colchones, 
»pero  sé  también  donde  estan»  (3),  rasgo 
que  pinta  a  un  hombre.  A  tal  cuadro 
pusiéronle  marco  digno  el  Ayuntamiento 
de  Reus  y  el  general  D.  Francisco  Espoz 
y  Mina;  pues,  según  me  conto  un  antiguo 
vecino  de  esta  villa,  cierto  dia,  al  entrar 
en  ella  dicho  militar,  el  cuerpo  municipal, 
vistos  los  atropellos  cometidos  en  fami- 
lias  carlistas  por  el  secuestrador,  elevóle 


(i)  Sobre  la  mendicidad  de  Pla  en  la  puerta 
de  la  catedral  tengo  los  si^tuientes  datos.  En  1889 
encarguc  a  un  canónigo  de  Tarragona  se  infor- 
marà de  su  Ycrdad.  Después  de  tornados  informes 
me  contesto  no  ser  verdad.  En  cambio  una  mujer 
de  Reus  me  dijo  que  anos  atràs,  no  pocos  anos, 
mil  personas  de  Reus  lo  propalaban  sin  que 
nadie  en  aquella  úpoca  en  que  se  efectuaba  el 
hecho,  la  negasc,  yendo  todos  los  dias  reusenses  a 
Tarragona.  Ademis  un  entonces  cstudiante  de 
Teologia  en  Tarragona,  hoy  pàrroco,  me  dijo  que 
por  los  aiios  de  1855,  o  cosa  asi,  la  opinión  gene- 
ral de  Tarragona  sciialaba  en  el  mendigo  de  la 
catedral  al  Xafarruchs.  Dejemos.  pues,  la  duda  en 
pie. 

(2)     Pol.  ?. 

( i)     D.  Salvador  Briansó  en  4  de  noviembre  de 


quejas  contra  de  Pla,  las  que  instanta- 
neamente  acalló  Mina  con  solo  preguntar 
a  los  querellantes  si  alguno  de  ellos  se 
prestaba  a  sustituirle  en  el  repugnante 
cargo.  Vivia  en  la  calle  de  San  Lorenzo, 
y,  cruzada  la  tienda,  en  el  patio  de  su 
casa  sobre  la  puerta  del  almacén  leíase 
esta  inscripción:  «Depósito  de  frutos  y 
»efectos  nacionales  confiscados  A  los  fac- 
»ciosos»  (4).  Y  tan  cuidadoso  depósito 
hallarían  allí  estos  por  lo  comiin  delica- 
dos  objetos,  que  los  libros  estaban  en  un 
lagar  (5).  En  el  archivo  de  Hacienda  de 
Tarragona  he  examinado  un  legajo  cosi- 
do  compuesto  de  numerosísimos  recibos, 
el  titulo  del  cual  reza  así:  «Recibos  y 
íxietnas  docuntcntos  que  acreditan  lo 
»pagado  por  D.  Jacinto  Plà  en  el  tienipo 
y>que  ha  desetnpenado  la  comision  de 
i>recaudar  los  bienes  de  facctosos». 

La  fèrtil  vina  de  Poblet,  o  mejor  de  la 
Espluga,  no  podia  pasar  olvidada  al 
XafarrncJis;  quien  sin  pereza  corrió  en 
varias  expediciones  a  vendimiarla.  Al 
llegar  al  pueblo  echaba  un  pregon  man- 
dando  que  cuantos  guardaran  objetos  de 
Poblet  acudieran  a  entregarlos  (6);  mas 
como  sin  duda  los  dóciles,  3'a  fuera  por 
conciencia,  ya  por  codicia,  serían  pocos, 
secundaba  él  su  pregon  perquiriendo  una 
tras  otra  en  las  viviendas  donde  pensaba 
se  podia  ocultar  algo.  V  no  sin  resultado, 
que  así  obtuvo  el  cèlebre  pano  mortuorio, 
catorce  candeleros  de  ébano  de  las  exe- 
quias  reales,  la  silla  pontifical  también 
de  ébano,  y  así  lograría  sin  duda  otros. 
A  un  reusense  oi  narrar  que  habiendo 
aquél  tenido  indicios  de  la  existència  de 
un  gran  depósito  de  objetos  sagrados  en 


(4)  Relaciún  de  D.  Sebastiàn  Marimon  en 
Reus  a  los  27  de  septiembre  de  1880,  ratificada  y 
ampliada  en  carta  de  21  de  julio  de  1S81.  Rela- 
ciones de  varios  otros. 

(5)  Me  lo  conto  D.  Matias*Carbó,  reusense, 
antiguo  oficial  de  la  Biblioteca  provincial  de  Bar- 
celona, quien  vió  los  libros  en  el  lagar.  También 
me  lo  conto  el  bihiiotecario  de  la  provincial  de 
Tarragona  D.  Joaquín  Caballero. 

(6)  Rclación  ya  citada  de  D.  José  Bou. 


330 


T.IERO    TERCERO.  —  CAPITULO    SEXTO 


una  casa  de  campo  hacia  Poblet,  acudió 
allà  sin  tardanza,  descubriólo  oculto  en 
el  lagar,  cargó  con  él,  y  sujetó  a  diligen- 
cias  criminales  por  encubridores  a  los 
depositarios:  ridícula  y  tan  repugnante 
justícia  que,  sublevando  el  animo  del 
mismo  secretario  que  debiera  tramitaria, 
fué  empantanada  por  éste  (1). 

En  Reus,  el  ruin  secuestrador,  poco  màs 
o  menes  al  fenecer  de  la  guerra,  expuso 
al  publico  en  su  alma- 
cén  durante  algunas 
noches  el  botin  proce- 
dente  de  Poblet.  For- 
maban  tan  religiosa  al 
par  que  lamentable  ex- 
posición  numerosos 
candeleros  de  distintas 
medidas  dorados,  sa- 
cras,  varios  pafios  ne- 
gros  y  uno  carmesí, 
todos  bordades  de  oro, 
telas  bordadas,  y  otros 
objetos,  cuya  resena 
individual  después  de 
tantos  aíïos  no  pudo 
trazar  la  persona  que 
me  lo  conto  y  que  asistió 
a  tan  repugnante  osten- 
sión  (2). 

Aprovechando  sagaz- 
mente  el  Ayuntamiento 
de  Reus  el  color  marca- 
damente  político  de  los 
funerales  que  allí  se 
celebraren  para  los  caides  el  1838  en  los 
campes  de  Víllaronga  y  el  Morell,  legró 
arrancar  de  manos  de  Xafarruchs  ocho 
de  los  candeleros  de  ébano  y  el  atril  de 
Igual  palo  de  las  exequias  reales  de  Po- 
blet; restituyéndese  así  desde  aquel  dia 
estes  objetos  al  servício  de  Dies  en  aque- 
lla iglesía  parroquial,  dende  en  1886  les 
examiné  por  mis  ojos.  Brillan  per  la  ri- 
queza  de  la  matèria,  y  en  la  ferma  por  la 


ESCUDO    DEL   PIE    DEL   CALIZ 
MENTADO    EN    ESTA    pAgINA 


(i)  Relación  de  D.  Pancracio  .Mestres  de  25  de 
abril  de  1882. 

(2)  Me  ki  dijo  D.'  Antònia  Fargas  en  Barce- 
lona en  13  de  febrero  de  1890. 


sencillez  y  gravedad;  miden  nueve  pal- 
mes y  venían  destinades  a  alumbrar  el 
túmulo. 

Otros  iguales  en  gusto  a  estes,  però 
meneres  en  dimensión,  fermaban,  como 
dije  en  la  descripción  de  las  riquezas  de 
la  sacristía  en  mi  obra  anterior,  la  cre- 
denza  del  altar,  junto  con  un  rico  crucifije 
de  brence  derade  y  cruz  del  mismo  pre- 
cioso  palo,  en  cuya  peana  asiéntanse  des 
angeletes  de  brence  do- 
rade  también.  Pude  con 
ne  peca  satisfacción 
examinar  esta  imagen 
en  la  Exposición  uni- 
versal de  Barcelona  de 
1887- 1888,  exihibida  allí 
per  el  monasterio  de 
monjas  cistercienses  de 
Santa  Maria  de  Vall- 
doncella.  La  total  altu- 
ra se  eleva  a  un  metro 
ochenta  centímetres,  y 
aunque  del  gusto  del 
siglo  XVII,  respiraba  la 
grandeza  y  magnificèn- 
cia de  Poblet  y  de  quien 
lo  regalo,  D.  Pedró  de 
Aragón  (3).  Mas  vino 
sobre  Barcelona  una 
semana  aciaga,  que  no 
puede  recordar  sin  es- 
panto, la  postrera  de 
julie  de  1909,  en  la  que 
las  inocentes  monjas  no 
pudieren  descansar  ni  en  sus  sepul- 
cres; en  la  que  fué  paseade  y  profana- 
de  por  las  calles  entre  otros  el  cadàver 
reciente  de  una  monja  jerónima,  her- 
mana  del  que  estàs  líneas  escribe;  y  en 
la  que  entre  les  numerosos  monasterios 
incendiades  se  conto  el  de  Valldoncella. 
Entonces  fué  echade  a  las  llamas  el 
magnifico   crucifijo   de    Poblet.   Pere  la 


(5)  Ultima  sala  de  Arqueologia  de  dicha  expo- 
siciíin.  No  puedo  citar  el  número  del  catalogo 
porque  este  crucifiio  no  figuro  en  é).  EI  rótulo 
que  se  le  puso  expresaba  su  procedència  de  la  do- 
nación  de  D.  Pedró  de  Aragón. 


MOXASTERIO    CISTERCIENISE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


331 


peana  con  dos  angeles  de  ella  se  salva- 
ron. 

Posee  el  mismo  cenobio  de  Valldonce- 
11a  un  taburete  de  ébano  con  vivos  doia- 
dos,  parte  del  mismo  servicio  mortuorio 
del  de  Aragón;  y  ademíis  un  càliz  de 
plata  gótico  de  sin  iguales  sencillez  y 
pureza  de  lineas  adornado,  de  esmaltes, 
que  fué  también  de  Poblet.  No  creo  que 
ninguno  de  estos  objetos,  hoy  en  poder 
de  las  indicadas  religiosas  cistercienses, 
pasase  por  las  manos  de  XafarrucJis. 
Mas  volvamos  al  secuestrador. 

Procedente  de  él  el  pano  mortuorio, 
después  de  haber  visitado  la  Administra- 
ción  econòmica  de  Tarragona,  volvió  a 
la  iglesia  en  la  catedral  de  dicha  ciudad, 
adonde  llego  deslucido  después  de  tanto 
trajín,  y  sobre  todo,  si  es  cierto  el  dicho 
de  alguno,  que  cuenta  haber  el  tal  pano 
servido  de  alfombra  en  la  casa  del  se- 
cuestrador, exceso  que  no  creo. 

Ignoro  el  actual  paradero  de  los  cetros 
litürgicos,  de  los  restantes  atriles  y  obje- 
tos del  mismo  servicio  fúnebre,  bien  que 
alguien  me  indico  que,  ademàs  de  los 
candeleros  dichos  atr;ís,  la  parroquial  de 
Reus  guarda  los  primeros  y  una  cruz. 
Parece,  aunque  rotundamente  no  lo  afir- 
mo, que  Xafarruchs,  a  ruego  del  presi- 
dente  de  la  Congregación  de  la  Sangre, 
cedió  a  esta  varios  indumentos  sagrados 
negros  en  el  color,  con  cuyos  galones, 
mediante  fusión  y  venta,  se  ocurrió  a 
atenciones  de  la  misma  corporación  (1). 

No  sé  si  por  el  conducto  de  este  u  otro 
secuestrador,  o  quizà  procedentes  del 
hallazgo  del  abuelo  Mahó,  otras  telas 
sagradas,  cambiada  la  forma,  vistieron  a 
cómicos  en  el  teatro  de  Reus  (2),  y  a 
jóvenes  alegres  en  los  bailes.  (Jn  sastre 
de  esta  villa  conocido  por  el  apodo  de 
Piiitamoitas  alquilaba  en  aquella  època 
disfraces  de  Carnaval.  Al  dominó  de  en- 


(i)  .Me  lo  dijo  D.  Matias  Carhó  en  Barcelon 
a  los  22  de  febrero  de  i886. 

(2)  Relación  ya  citada  de  D.  Pancracio  Mcp 
tres. 


copetadas  ciudades  sustituían  allí  dos 
faldas,  llamadas  faldnlli ,  de  las  cuales 
cenida  una  en  la  cintura  ocultaba  la 
mitad  inferior  del  cuerpo,  y  en  el  cuello 
la  otra  la  superior.  Esta  en  su  orla  reco- 
gida  por  los  brazos  tomaba  la  forma  de 
una  esclavina.  Muchos  de  los  faldallies 
de  Ptntamouas  a  ternos  de  Poblet  y 
Santas  Creus  debieron  sus  telas,  tan  y 
tan  ricas  algunas,  que  su  peso  molestaba 
al  festivo  mozo  que  por  largo  rato  oculta- 
ba bajo  de  ellas  su  buen  humor  y  sus 
atrevimientos.  Y  precisamente  de  boca 
de  uno  de  ellos,  hoy  maduro  setentón,  lo 
tengo;  el  cual  me  anadió  no  ser  pocos  los 
faldallies  de  Pintamonas,  ya  que  en 
comitiva  acudieron  a  veces  por  ellos  los 
jóvenes  al  dicho  taller  de  sastre.  Clara- 
mente  viene  a  confirmar  estos  datos  el 
cronista  D.  Andrés  de  Bofarull  cuando 
e.scribe  en  su  «Poblet»:  «Al  mismo  tiempo 
»la  mano  aniquiladora  de  algunos  agentes 
»de  la  amortizacion  logró  descubrir  parte 
»de  preciosidades  ocultas  por  los  monjes, 
»y  desde  entonces,  curiosos  efectos  histó- 
»ricos  y  ricos  ornamentos  han  sido  desti- 
»nados  para  usos  ridículos  y  vergonzo- 
»sos»  (3).  Mil  veces  peores  que  pasto  de 
polilla  o  de  llamas,  pues  al  fin  estos 
agentes  naturales  nunca  pondràn  al  ser- 
vicio de  mujerzuela  descocada  el  traba- 
jado  lienzo,  que  bendito  y  sahumado  con 
el  aroma  del  incienso  sirvió  al  sacrificio 
del  Sagrado  Cuerpo  y  Sangre  de  Dios. 

Algunos  objetos  del  cuito,  o  han  servi- 
do, o  sirven  aún,  al  de  la  Catedral  de 
Tarragona,  y  otros  al  de  parroquias  veci- 
nas  al  monasterio.  Así  preciosos  y  ricos 
frontales  de  Poblet  guarda  la  primera,  los 
cuales  estaban  en  la  aduana  cuando  los 
reclamo  la  autoridad  eclesiàstica.  Han 
adornado  el  presbiterio  de  La  Espluga  de 
Francolí  las  telas,  no  sé  si  tapices  o  da- 
mascos,  regalo  de  los  Re3'es  Católicos  a 
Poblet,  por  aquella  iglesia  modernamente 
enajenados  (4),   quedàndole  todavía    un 


(5)     Pàg.  ^7- 

(^)     .\si  me  lo  contaren  en  La  Espluga.  La  ena- 
ienación  se  hizo  por  legitimas  causas. 


332 


terno  carmesí  ricamente  bordado  (1), 
algunos  fragmentos  de  tapices  o  sedàs  (2), 
un  crucifijo  de  grandes  dimensiones,  y 
otro  que  preside  a  la  sacristia,  y  que  con 
ser  de  marfil  mide  el  solo  Cristo  cerca  de 
tres  palmes. 

Si  los  objetos  hasta  aquí  resenados 
como  existentes  en  Iglesias  pasaron  o  no 
por  el  almacén  de  Xafarruchs,  lo  ignoro; 
però  leo  escritas  por  el  senor  Hernàndez 
Sanahuja  las  siguientes  palabras:  «Tam- 
»bién  se  perdieron  los  numerosos  objetos 
»artísticos  que  tenia  en  su  custodia  Jacin- 
»to  Plà  (a)  CliafarrucJis,  los  cuales  había 
»recogido  como  comisionado  por  la  In- 
»tendencia  de  esta  provincià»  (3). 

En  Vimbodí  se  hallan  recuadros  del 
antiguo  altar  mayorde  Poblet,  gremial  y 
frontal  de  terciopelo  con  medallones  de 
plata  bordados,  parte  del  donativo  hecho 
al  cenobio  por  Fernando  e  Isabel  en  la 
visita  de  1493,  capa  magna  y  rico  terno 
de  terciopelo  carmesí,  bordado  de  oro  y 
seda,  del  gusto  del  Renacimiento,  y  orna- 
mentes blancos  de  gran  valor  (4).  Algu- 
nos objetos  del  cuito,  ignoro  cuales,  estAn 
ahora  en  la  parroquial  de  Montblanch  (5). 

Apena  profundamente  el  espíritu  una 
visita  al  Museo  de  antigüedades  de  Ta- 
rragona, porque  al  contemplar  los  des- 
pojos  de  Poblet  allí  custodiades,  se  com- 
prende  por  un  lado  la  riqueza  material  y 
artística  de  todas  sus  partes,  y  por  otro 
la  irreparable  pérdida  de  tanta  hermosu- 
ra.  No  hay  allí  un  objeto  entere:  nada 
quedo  sin  rotura  o  destrezo;  però  nada  es 
vulgar  y  grosero:  casi  todo  de  màrmoles 
y  alabastre,  y  todo  trabajado  con  arte  y 
fina  labor  incomparables.  La  condición 


(i)  Memorias  de  la  Associació  Catalanista  de 
excursions  cientificas.  Tomo  VIII,  o  sea  ano 
1884,  pàg.  18. 

(2)     Me  lo  dijo  uno  de  los  sacerdotes  de  La  Es- 


(3)  Historia  de  Santas  Creus.  Pàg.  77. 

(4)  Memorias  de  la  Associació  Catalanista  de 
excursions  cientificas.  Tomo  VllI,  o  sea  ano 
1884,  pàg.  32. 

(5)  D.  Antonio  Palau  y  Dulcet.  La  Conca  de 
Barberà...  Barcelona,  !Ç12,  pàg.  131. 


de  este  mi  pobre  libro  no  me  permite 
resenar  los  fragmentos  que  han  parado 
en  el  citade  Musee.  El  curioso  les  ballarà 
descrites  en  el  Catdlogo  del  Museo  Ar- 
queològica de  Tarragona  publicado  en 
Tarragona  en  1894,  en  la  pàgina  212  y 
siguientes  hasta  la  217;  resena  que  conti- 
nua en  la  220  hasta  la  228  y  en  etras  pos- 
teriores,  tales  como  las  267  y  siguientes. 
Limiíaréme  a  mencionar  algunos.  Al 
número  2,979  aiïade  D.  Àngel  del  Arco, 
autor  del  catalogo:  «Todes  les  objetos 
»que  vamos  a  enumerar  pertenecientes  al 
»arte  gótice  proceden  del  citade  Menas- 
»terio,  y  algunos,  muy  peces,  del  de  San- 
»tas  Creus  (6). 

«Número  3,000.  Parte  posterior  del  pan- 
»teón  del  Rey  D.  Jaime  el  Conquistador 
»tal  como  se  encentraba  después  del  in- 
«cendio  3'  destruccion  de  Poblet  (7). 

«Número  3,122.  Tríptico  gótice  de  ma- 
»dera,  rematado  por  ojivas  lobuladas  y 
»doradas  al  gusto  de  la  època.  Las  pintu- 
»ras  de  sus  tres  compartimientes  estan 
«ejecutadas  sobre  lienzo  pegado  a  la 
»tabla,  y  representan:  el  del  centro  la 
y>Muerte  de  Jesucristo,  viéndese  al  pié  de 
»la  cruz  à  la  Virgen  Maria  y  a  otras  san- 
»tas  mujeres  en  actitud  Uoresa,  en  tanto 
»que  los  soldades  y  sayenes  se  mofan  de 
»la  agonia  del  Redentor.  La  pintura  de  la 
»parte  inferior  de  esta  capilla  està  des- 
»truida. 

»Los  compartimientes  laterales  repre- 
»sentan  el  Àngel  Anunciador ,  la  Virgen 
•)>orando,  San  Pedró  y  San  Pablo. 

»Las  pinturas  son  de  regular  mérito, 
»pudiende  rementarse  la  ejecucien  de  este 
Titríptico  à  los  sigles  xiv  ó  xv.  Procede 
»del  Mcnasterie  de  Poblet. 

«Número  3,123.  Tabla  perteneciente  à 
»un  retable  de  Poblet  representando  una 
»precesien  de  monjes  por  el  claustro  del 
»Monasterie.  La  ejecucien  de  las  figuras 
»es  admirable,  sebresaliende  el  dibujo  de 
»Ias  Cabezas,  que  parecen  miniaturas»  (8), 

(o)     Pàg.  212. 

(7)  Pàg.  214. 

(8)  Pàg.  229. 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    IJE    POBLET 


333 


mejor  diria  preciosos  retratos.  Lo  creo 
del  siglo  XVI. 

«Estos  restos,  como  todos  los  que  si- 
»guen,  se  hallaban  depositados  desde 
»muchos  afios  en  un  sótano  de  la  antigua 
«Casa  Ayuntamiento,  hoy  edificio  de 
»escuelas  públicas  en  la  calle  Mayor,  y 
»allí  los  encontramos  en  enero  del  co- 
»rnente  aflo  (1894),  logrando  que  el 
»Excmo.  Ayuntamiento  los  ingresase  en 
»el  Museo  (1). 

»Nümero  3,517.  Cuadro  de  alabastro 
»que  representa  en  gran  relieve  al  pro- 
»feta  Jonàs  saliendo  del  vientre  de  la 
»ballena  à  la  vista  de  la  ciudad  de  Nínive. 
»Procede  del  Monasterio  de  Poblet,  donde 
»formaba  parte  de  las  càmaras  sepulcra- 
»les  de  los  duques  de  Segorbe  y  Cardo- 
»na  (2). 

«Número  3,519.  Cuadro  de  alabastro 
»representando  en  alto  relieve  la  vision 
»de  Ezequiel,  eX  Jiii ei o  final...»  (3). 

Y  así  en  el  dicho  catalogo  van  siguien- 
do  resenados  otros  fragmentos  preciosos 
procedentes  de  los  sepulcres  de  Poblet. 

También  en  la  sección  titulada  «Monu- 
mentos  pictóricos»  (4)  se  cuentan  hasta 
diez  y  nueve  pinturas,  en  su  mayor  parte 
lienzos,  todos  procedentes  de  Poblet,  se- 
gün  me  dijo  el  antiguo  conserje  del  dicho 
museo. 

En  el  mismo  Museo  de  Tarragona  exis- 
te  abierto  sobre  un  facistol  un  gran  libro 
de  coro  de  Poblet.  Miden  sus  hojas,  que 
son  de  pergamino,  cuatro  palmos.  Sus 
iniciales  estan  policromadas,  las  prin- 
cipales  sin  aún  acabar.  Creo  data  del 
siglo  xvii.  Para  acreditar  su  procedència 
del  maltratado  monasterio  tiene  rasgadas 
sus  primeras  píiginas. 

AdemAs  de  los  lamentables  restos  de 
las  preciosidades  de  Poblet  hasta  aquí 
enumeradas,  hallanse  en  otras  partes  y 
por  todos  lados  fragmentos  que  las  olas 


(0 

Piig.  JOO 

(■;) 

Pàg.  2-1 

(3) 

Pàg.  27. 

U) 

P%.  ^7^ 

van  arrojando  a  distintas  playas  después 
del  terrible  naufragio  de  aquel  magnifico 
monasterio.  En  casa  de  un  sobrino  del 
que  estàs  líneas  escribe  se  guarda  una 
estatuita  de  alabastro,  que  representa  un 
religioso.  Mide  unos  35  centímetros,  y  se 
ve  estuvo  por  un  lado  pegada  a  un  sepul- 
cro  o  retablo. 

Unos  excursionistas  en  24  de  diciembre 
de  1882  visitaren  el  taller-museo  de  don 
José  Ferrer  y  Soler,  de  Barcelona,  y  allí 
«observaren  un  hermoso  Ecce  Homo  de 
»Morales,  y  una  preciosa  caja,  salvada  de 
«Poblet,  obra  de  últimes  del  siglo  xv,  con 
«pintada  tapa  y  muy  trabajadas  puertas 
«al  estilo  del  gótico  flameante»  (5). 

En  el  Museo  Balaguer  de  Villanueva  y 
Geltrú  vi  en  1894  un  capitel  notable,  un 
racimo  de  uvas  con  pampanos,  de  alabas- 
tre, y  una  ménsula  para  el  sostén  de  un 
osario,  todo  de  Poblet. 

En  el  mismo  ano,  en  casa  del  sacerdote 
amigo  mio  D.  Jerónime  Sebastià,  admiré 
un  preciosísimo  bajo  relieve  ovalado,  de 
alabastro,  de  cosa  de  medio  metro  de 
diàmetre,  representando  a  San  Pablo;  del 
que  su  poseedor,  quitando  la  espada  y 
poniéndele  una  pluma,  hizo  un  San  Jeró- 
nime. Quien  lo  vendió  al  reverendo  Se- 
bastià le  dijo  proceder  de  Poblet. 

El  conecide  sacerdote  escritor,  muy  mi 
amigo,  D.  Juan  Segura,  de  Santa  Coloma 
de  Queralt,  poseía  una  caja  de  caudales 
del  mismo  cenobio,  y  otros  objetos. 

En  una  visita  que  en  18  de  noviembre 
de  1SS3  D.  Luis  Maria  Soler  hizo  al 
pequeno  museo  que  en  su  casa  de  Marto- 
rell tenia  el  farmacéutico  D.  Francisco 
Santacana,  aquél  vió  «despojos  de  Po- 
blet,» arquitectónicos  según  parece  (6). 

El  para  nuestras  antigüedades  funesto 
traficante  Dupont  vendió,  en  26  de  sep- 
tiembre  de  1901,  per  300  duros  al  senor 
D.  Santiago  Rusinol  un  grupo  preciosísi- 
mo de  alabastro,  según  el  poseedor,  pro- 


(;)  L'E.xcursionisla.  \  oi.  II,  o  sea  de  1882  a 
1886.  piig.  160. 

(6)  Memon'as  de  la  Associació  Catalanista..., 
tomo  \'1I.  piig.  2og. 


334 


LIÜRO    TERCERO. CAPITULO     SK\  1  O 


cedente  de  Poblet.  Allí  en  el  museo  de 
dicho  senor  Rusiflol,  llamado  Can  Ferrat 
lo  vió  un  amigo  mío,  quien  me  lo  descri- 
bió  diciendo  que  representa  a  la  Santísima 
Virgen  como  cayendo  en  desmayo,  soste- 
nida  por  dos  mujeres,  que  la  altura  de 
las  figuras  frisa  el  medio  metro,  y  que  la 
labor  brilla  por  su  exquisita  finura  (1). 

Hubo  màrmol  de  Poblet  queseempleó 
como  primera  matèria  en  la  fabricación 
de  yeso  (2). 

También  nuestro  Museo  provincial  bar- 
celonès de  antigüedades  posee  hermosas 
prendasde  Poblet,  especialmente  un  ven- 
tanillo,  o  mejor,  puerta  de  un  sagrario,  de 
piedra,  del  mejor  gusto  ojival,  en  cuyos 
dos lados  se  ven  sendos  escuditos  y  sen- 
dos  monjes  con  un  incensario  en  las  ma- 
nos   (3).  Mide  53  centimetros  de  altura. 

En  el  Museo  municipal  también  barce- 
lonès existen  pequenas  figuritas  de  màr- 
mol procedentes  de  Poblet. 

El  dia  5  de  enero  de  1913  se  alzó  y  ben- 
dijo  en  Escornalbou,  restaurado  por  don 
Eduardo  Toda,  la  cruz  de  piedra  elevada 
por  el  Abad  Juan  de  Guimerà,  en  el 
siglo  XVI,  en  la  plaza  frente  de  la  puerta 
principal  del  Monasterio  de  Poblet,  y 
derribada  en  1835.  Eiitonces  de  Poblet 
pasó  a  la  iglesia  antigua  de  La  Espluga. 
Después  la  adquirió  D.  Pablo  Font  de 
Rubinat,  de  Reus,  quien  la  ha  regalado  a 
Escornalbou  restaurado.  Solo  la  cruz 
procede  de  Poblet,  pues  el  capitel  y  fuste 
son  nuevos  (4). 

De  la  espada  del  Conquistador  oi  refe- 
rir, sin  que  salga  garante  de  la  noticia, 
haber  sido  salvada  arrancàndola  de  ma- 
nos  de  un  herrero  que  la  tenia  ya  en  su 
taller  pròxima  quizà  a  convertiria  quién 
sabé  si  en  hoz,  quién  sabé  si  en  azadón. 


(i)     \a.  el  grabado  en  la  pàgina  -521. 

(2)  Me  lo  dijo  el  notable  publicista  D.  Juan 
Mané  y  Flaquer  en  Barcelona  a  31  de  octubre  de 
1894. 

(3)  Tiene  el  número  1648. 

(4)  Carta  de  D.  Eduardo  Toda.  Londres  19  de 
enero  de  1913. 


Hoy  por  fortuna  se  custodia  en  el  Museo 
de  antigüedades  de  Tarragona  (5). 

En  un  salón  particular  de  esta  ciudad 
de  Barcelona  vi  no  hace  muchos  aflos  un 
sillón  de  nogal  con  asiento  y  respaldar  de 
badana  en  los  cuales  se  destacaban  en 
relieve  las  armas  de  un  abad  de  Poblet. 
Fué  comprado  en  La  Espluga  por  veinte 
pesetas. 

A  un  amigo  mío,  ingeniero,  que  por 
motivo  de  trabajos  de  su  facultad  pasó 
por  Vimbodí,  gentes  de  este  pueblo  le 
mostraron,  procedentes  de  Poblet,  tres 
estatuitas  de  alabastre  de  unos  dos  pal- 
mos  de  altura,  brindàndoselas  por  el  pre- 
cio  de  quince  pesetas.  Muchos  de  los  pre- 
ciosos fragmentos  que  en  Poblet  hizo  el 
genio  de  la  destrucción,  pasaron  en  la 
època  del  abandono  imal  pecado!  a  mu- 
seos  extranjeros  (6),  donde  son  hoy,  al 
decir  de  D.  Víctor  Balaguer,  adorno  prin- 
cipal ^7). 

Después  de  1835  una  mujer  de  Vimbodí, 
para  lavar  solia,  ponerse  un  delantal, 
hecho  de  una  tela  de  un  cuadro,  o  lienzo, 
de  Poblet,  de  la  que,  a  este  objeto,  se 
había  arrancado  la  pintura,  però  no  tan 
totalmente  que  no  quedaran  denunciado- 
res fragmentos  de  esta  en  algunos  pun- 
tos  (8). 

De  las  campanasde  Poblet  escribe  Vi- 
dalés,  tomàndolo  de  boca  del  ex  monje 
después  miguelete:  «Contàndolas  por  el 
»orden  de  su  importància  se  Uamaban 
y>Bernar(1a;  Salvaterra  que  servia  para 
»los  toques  de  alarma  y  somatén;  Colom- 
■»bina;  Valenciana;  de  Capitulo,  que, 
»como  su  nombre  indica,  servia  para 
»reunirlo,  y  Garraüau...  Todas  estaban 
»colgadas  en  dos  campanarios  de  espa- 
»dana  que  se  levantaban  sobre  los  arços 
»torales  del  crucero  de  la  iglesia;  las  ma- 


(í)  Memorias  de  la  Associació  Catalanisla..., 
tomo  III,  pàg.  341. 

(6)  D.  Mariano  Flotats  y  D.  Antonio  de  Bo- 
farull.  Historia  del  Rey  de  Aragón  Don  Jaime  I, 
pàg.  430. 

(7)  Obra  cit..  pàg.  121. 

(8)  Relación  cit.  de  D.  Juan  Mané. 


MONASTKRIO    CISlliRCIEN'SE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


335 


«yores  del  lado  de  la  sacristía,  y  las  meno- 
»res  del  del  dormitorio  de  los  novicios. 
»Empero,  tiiste  es  tener  que  confesarlo, 
»todas  fueron  rotas  al  golpe  de  grandes 
»mazos  por  los  saqueadores  del  afio  1835 
»con  el  objeto  de  lucrar  con  su  metal»  (1). 

En  el  Museo  municipal  de  Barcelona  se 
muestra  un  hermosísimo  sarcófago  del 
que  doy  fototipia,  y  del  que  se  dice  pro- 
cede  de  Poblet. 

Del  paradero  del  valioso  archivo  hablé 
ya  atràs  al  describir  la  destrucción  e 
incendio  de  Poblet.  D.  Eduardo  Toda, 
en  erudita  carta-artículo  dirigida  desde 
Egipto  en  24  de  octubre  de  1SS4  a  la 
Associació  catalanista  de  excursions 
cientificas,  y  por  esta  publicada  en  su 
Boletín  (2),  da  cuenta  de  haber  hallado  en 
el  Archivo  histórico  nacional  veintiún 
cajones  de  documentos  de  dicho  monas- 
terio.  Sumariamente,  y  no  de  otro  modo, 
este  constante  investigador  describe  allí 
el  contenido  de  ellos,  que,  al  hallarlos,  la 
cortedad  de  las  horas  que  le  separaban 
de  su  embarque  para  Àfrica  no  le  conce- 
dia mayor  vagar.  Por  esta  resena,  aun- 
que  sucinta,  puede  apreciar  el  menos  en- 
tendido  el  gran  valor  histórico  de  este 
tesoro  de  Poblet.  Sus  documentos  se 
extienden  desde  el  ano  1148,  cuya  fecha 
llevan  varios,  hasta  el  siglo  xvm  inclusi- 
ve.  Suscriben  en  ellos  personas  de  todo 
linaje  y  condición,  desde  el  obscuro  al- 
deano  que  contrata  con  el  cenobio,  y  el 
humilde  monje  que  firma  su  profesión, 
hasta  el  alto  monarca  en  el  acto  de  mos- 
trar su  piedad  otorgando  concesiones  al 
monasterio,  y  hasta  el  Vicario  de  Cristo 
alargando  sobre  éste  el  mantó  de  su 
encumbrada  prctección.  Todos  los  actos 
de  la  vida  social  y  costumbres  de  aquellos 
siglos  pasan  allí  en  resefia:  contratos  pri- 
vados,  practicas  de  santuarios,  procesos 
y  pleitos,  entradas  de  monjes,  sucesos 
memorables  del  monasterio,  concesiones 
por  personas  públicas  y  privadas,  pobla- 


(i)     Obra  cit.,  pag.  31. 

(2)     L'Excursionista,    liollcti    mensual   de    la 
Associació  Catalanisla.  \'ol.  II.  pàg.  359. 


ción  de  territorios,  sucesos  políticos  en 
abundància  descritos  en  cartas,  aconte- 
cimientos  bélicos  y  religiosos,  todo  en  fin 
puede  estudiarlo  allí  y  tocarlo  como  cosa 
viva  el  historiador  y  el  arqueólogo.  Gran 
ventaja  el  examen  de  documentos  lleva 
sobre  la  narración  històrica,  como  dije 
ya  en  el  libro  II,  porque  esta  exhibe  muer- 
tos  y  como  en  mòmia  los  personajes  y  los 
hechos,  al  paso  que  los  documentos  repi- 
ten  el  pensamiento  de  aquellos,  dejan  ver 
su  corazón  y  oir  su  aiiento  y  voz.  El  lector 
de  historia  habla  con  el  historiador,  el  de 
documentos  con  quien  los  escribió. 

De  la  caja  número  12  del  dicho  archivo 
escribe  el  citado  autor  que  «encierra 
»exclusivamente  bulas  pontificias  y  car- 
»tas  reales,  que  se  cuentan  por  centena- 
»res...  Caja  número  18.  Bulas  pontificias 
»y  cartas  reales  con  grandes  sellos... 
»Caja  número  20.  Encierra  una  cantidad 
»considerable  de  cartas  reales  con  gran- 
»des  sellos.  Caja  número  21.  Es  quizà  la 
»que  contiene  los  documentos  de  mayor 
«importància,  pues  encierra  legajos  de 
»cartas  reales  y  papeles  políticos  abra- 
»zando  desde  el  siglo  xv  al  xviii»  (3). 

Y  continua:  «Mi  impresión  al  cerrar  las 
»cajas  de  cartón,  que  de  manera  tan  mala 
«guardan  inestimables  tesoros  de  nuestra 
»tierra,  fué  la  triste  y  penosa  de  que 
»aquel  archivo  fué  saqueado.  Cuàndo, 
»cómo  y  por  quién  no  lo  sé...  no  hay  duda 
»que  allí  faltan  muchos  documentos». 

Y  lleva  razón  en  decir  que  faltaban  a 
su  vista,  que  la  premura  del  tiempo  no  le 
permitió  mayor  escrutinio,  y  así  dar  y 
advertir  en  otras  veinte  cajas  que  con 
mas  sosiego  en  el  mismo  archivo  en  fecha 
posterior  halló  el  noble  sefior  D.  Fernan- 
do de  Sagarra.  Los  documentos  son  allí 
abundantísimos,  me  decía,  encerrados  en 
estàs  cajas  de  cartón  cuya  longitud  se 
aproxima  a  los  cuatro  palmos.  Los  anti- 
guos  sellos,  objeto  de  los  afanes  y  estu- 
diós de  tan  aplicado  investigador,  nume- 
rosísimos;  de  los  Pinós,  de  los  Cerveras, 
de  los  Condes  de  Urgel,  y  de  muchas  otras 

(?)     ,\rticulo  cilado.  pàg.  562. 


336 


LIERO     TERCKRO.  CAPITULO     SEXTO 


familias,  però  especialmente  de  sobera- 
nos.  Entre  estos  descuellan  por  el  inmen- 
so  valor  de  su  antigüedad  dos,  por  mal 
pecado  mutilados,  de  Don  Ramon  Beren- 
guer IV  de  Barcelona.  Los  sellos  en 
general  estan  bien  conservados  mediante 
una  bolsita  de  cuero  cosido  en  que  se 
hallan  ocultes  como  perla  en  concha, 
debida  sin  duda  alguna  a  la  solicitud  de 
los  cenobitas;  lo  mismo  que  algunos  de 
los  pergaminos,  cuyos  caracteres  protege 
del  roce  una  tela  a  ellos  aplicada.  jCuàn- 
ta  riqueza  para  la  Sigilografía,  la  Arqueo- 
logia, la  Paleografia  y  la  Historia!  (1).  Y 
cuenta  que  el  número  de  los  documentes 
contenidos  en  las  cuarenta  cajas,  según 
claro  expresa  el  «Inventario  de  los  fondos 
»ó  procedencias  del  archivo  histórico 
«nacional»,  es  nada  menos  que  el  de 
20,762  (2);  guardAndose  ademàs,  no  sé  si 
en  el  mismo  archivo  o  si  en  el  de  la  His- 
toria, «una  importante  colección  de  pro- 
»cesos  formados  con  motivo  de  las  altera- 
»ciones  y  movimientos  de  Aragón  en  1591 , 
»todo  procedente  de  aquel  centro»  (3). 

Tan  rico  tesoro  salió  de  su  anejo  lugar 
para  Tarragona  en  abril  de  1822,  al  que, 
según  Toda,  como  escribí  arriba,  no  vol- 
vió  cuando  regresaron  los  monjes  a  su 
estancia  natural.  A  pesar  de  las  reales 
ordenes  de  22  de  noviembre  del  mismo 
ano  22,  de  30  de  enero  de  1836,  23  de  mayo 
de  1838  y  27  de  enero  de  1841,  por  las  que 
se  mandaba  pasase  a  engrosar  el  ya  pin- 
güe  de  la  Corona  de  Aragón,  continuo  en 
la  capital  tarraconense;  hasta  que  visita- 
das  aquellas  cajas  en  1844  por  un  delega- 
do  de  la  Acadèmia  de  la  Historia,  toma- 
ren muy  luego  la  vuelta  de  Madrid  (4). 
Sin  embargo,  en  el  Aluseo  arqueológico  de 
Tarragona,  en  uno  de  los  armaries  del 
fondo  de  la  sala  mayor  se  exhibian  al 
visitante  tres  o  cuatro  cartas  dirigidas  a 


(i)  d.  Fernando  de  Sagarra  me  lo  dijo  en 
Barcelona  a  los  2$  de  mayo  de  1889. 

(2)     Impreso  en  .^\adrid  en   1871.   pàgs.   8  y  0. 

(5)  D.  \'iclor  Balaguer.  L.is  Ruincis  de  Poblet, 
pàg.  11;. 

(-))     L'E.xcursionisla.  vol.  II.  pàg.   ïój. 


Poblet  por  Reyes  de  Aragón,  sin  que  sepa 
yo  cómo  ni  cuànde  pasaron  alia  (5);  y  en 
la  Biblioteca  provincial  de  la  misma  Ciu- 
dad se  custodian  documentes  autógrafos 
remitidos  al  Monasterio  por  Reyes  y  otros 
dignataries  civiles  y  eclesiasticos  (6). 
Entre  estos  merece  especial  mención  el 
cuaderno  de  pergamino,  de  fines  del  si- 
glo  XV,  titulade  Fimcralies  dels  Reys  de 
Aragó,  que  explica  las  ceremonias  que  se 
observaban  en  Poblet  en  los  entierres  de 
les  Reyes  (7).  Y  aun  hoy  en  la  misma 
Biblioteca  hay  muchisimos  documentes 
de  los  sigles  xiv,  xv  y  xvi  procedentes 
de  Poblet  y  Santas  Creus. 

Merece  igualmente  mención  el  Llibre 
del  llimosner  del  senyor  Rey,  que  parece 
serà  del  tiempo  de  Pedró  del  Punalet,  y 
en  el  que  se  ve  que  la  Casa  Real  cada  dia 
daba  el  pan  a  doce  0  trece  pobres,  però 
pan  de  panizo.  Hay  allí  un  autógrafo  de 
San  Francisco  de  Borja:  cree  quien  me 
lo  dije  que  va  dirigido  a  Poblet.  Hay  allí 
la  carta  u  oficio  con  queDalmasus,  Arzo- 
bispo  de  Zarageza,  convoca  a  les  abades 
de  Poblet  3^  Santas  Creus  a  un  concilio 
que  de  orden  de  Benedicte  Luna  debía 
reunirse  en  Tortosa.  Llevo  estos  docu- 
mentes a  dicha  biblioteca  su  celoso  biblio- 
tecarie,  de  cuj'a  boca  lo  tengo,  Padre 
D.  Joaquín  Caballero,  cendelido  al  con- 
templaries en  la  intendència. 

Extinguidos  los  monasteries  y  conven- 
ies, el  Gobierno,  àvido  de  ballar  las 
rentas  de  ellos,  reunió  en  dicha  oficina 
cuantos  documentes  hubo  a  mano.  "Del 
»Archivo  se  incautó  la  Administración  de 
«Hacienda  de  Tarragona,  cuando  3'a 
»habían  desaparecido  innumerables  docu- 
>^mentos,  depesitando  les  que  pudo  reco- 
»ger  en  una  sala  del  local  que  aquella 
»ecupa,  como  si  fueran  papeles  mejades. 
«Durante  muches  afios  los  pergaminos 
»con  sellos  de  cera,  y  otros  decumentos 


(s)     L'Excursionista,  vol.  II,  pàg.  359. 

(o)  L'Excursionista,  vol.  I.  pàg.  4:50.  Es  una 
resena  del  P.  Caballero  en  la  que  enumera  lo  me- 
jor  de  la  biblioteca  de  Tarragona. 

(7)     Relación  eh.  del  P.  Joaquin  Caballero. 


j^iti^^f^P 


MONASTKRIO     C ISTERC I EXSE     DE     SANTA     MARIA     DE     POBLET 


337 


«valiosos,  estuvieron  al  alcance  de  todo  el 
«mundo,  hasta  queseremitieron  al  Archi- 
»vo  Histórico  Nacional  de  Madrid...»  (!). 

Allí  han  descansado  muchos  de  ellos 
dilatades  anos,  y  de  la  estima  que  mere- 
cieron  de  los  empleades  de  la  Intendència 
da  testimonio  la  siguiente  historieta  que 
me  refirió  a  mi  mismo,  y  repitió  a  un 
amigo  mío,  el  seòor  D.  Juan  Mané  y  Fla- 
quer:  «En  la  Intendència  de  Tarragona, 
»me  dijo,  en  un  terradito  de  su  puerta  vi  a 
»un  portero  haciendo  cola  fundiendo  para 
»ello,  o  disolviendo,  pergaminos  de  Po- 
»blet.  Allí  vi  el  modo  indigno  como  se 
»tenían.  Cada  uno  formaba  un  roUo,  y 
«estaban  en  un  cuarto  o  estaricia  amonto- 
»nados  en  el  suelo  como  cebada  o  alga- 
»rrobas.  Entre  ellos  veíanse  tambien 
»a1gunos  manuscritos.  Cogí  uno  de  estos, 
»y  vi  que  era  una  carta  del  Ayuntamiento 
»de  Barcelona  al  Príncipe  de  Viana.  Unos 
»manuscritos  eranespafloles,  otros  italià- 
»nos,  procedentes  de  embajadores.  Con- 
»dolido  de  tal  desafuero,  escribí  a  don 
«Manuel  Bofarull,  però  al  fin  y  al  fallo 
»creo  que  no  se  puso  remedio  al  mal»  (2). 
Es  racional  creer  que  las  cuarenta  ca- 
jas  del  Archivo  histórico  nacional  se 
llenaron  con  los  mentados  documentes 
sacades  en  1.S22  y  otros  reunidosdespués. 

En  Martorell  se  empleaban  en  aquelles 
tiempos  «pergamines  con  pinturas»  para 
envolver  comestibles  (3). 

Después  de  la  huida  de  los  menjes  que- 
daren en  La  Espluga  libros  y  pergamines 
de  Poblet.  Entonces  hube  quien  hizo  cir- 
cular la  vez  de  que  el  Gobierno  manda- 
ría  receger  estos  ebjetos;  y  luego  se  pre- 
sentaren en  La  Espluga  unos  senores  que 
preponían  a  los  aldeanes  de  dicha  villa  la 
compra  de  les  tales  ebjetos.  Para  inducir 
a  les  depositaries  a  la  venta  les  observa- 


(i)  D.  ,\dolfo  Alegret.  El  Monaslcrio  de  Po- 
blet. Barcelona,  pàgs.  57  y  58. 

(2)  Me  lo  diio  en  Barcelona  a  31  de  octubre  de 
i8o-(,  y  a  mi  amigo  en  julio  de  1895. 

(?)  D.  Luis  Kigalt.  Barcelona  i.''de  febrero  de 
1885. 


ban  que  el  Gobierno  nada  les  pagaria  por 
ellos,  al  paso  que  ellos  se  loscomprarían. 
De  este  mode  por  pecas  pesetas  estos  tra- 
ficantes  adquirieron  preciesidades,  tales 
como  códices  en  vitela  miniados,  cuye 
trabaje  suponía  el  de  la  vida  de  un  mon- 
je  (4). 

Un  dia  de  marze  de  1898,  mientras  j'o 
me  ecupaba  en  la  pesquisa  de  dates  en  el 
Archivo  de  la  Corona  de  Aragón,  llama- 
ren  al  Archivere;  salió  éste  y  al  volver 
me  dijo:  «Es  un  senor  que  se  llama  3^erno 
»de  uno  que  fué  comisionado  de  Hacienda 
»de  la  provincià  de  Tarragona,  y  viene  a 
»efrecer  la  compra  de  pergamines  de  Po- 
»blet>'.  Otro  dia  del  mismo  mes  el  tal 
yerno  traje  la  lista  de  veinte  pergamines 
de  dicho  cenobio,  los  que  el  seflor  Archi- 
vere valuó,  según  el  precio  corriente,  en 
tres  pesetas  cada  uno;  pere,  careciendo 
de  fondos  el  Archivo,  ne  los  compro. 

Lee  en  un  erudito  autor:  «El  cartulario 
»de  Poblet  centiene  escrituras  notables, 
»3'  fué  ejecutado  en  folio  atlàntice.  Exis- 
»te...  en  el  Archivo  de  la  Real  Acadèmia 
»de  la  Historia»  (5).  Irío}^  probablemente 
esté  en  el  histórico  nacional. 

Escribe  D.  Buenaventura  Hernàndez 
Sanahuja:  «El  archivo  y  biblioteca  de 
»Peblet  eran  dos  verdaderas  jeyas.  En 
»aquel  se  conservaba,  entre  pergamines 
»de  gran  interès  histórico,  la  causa  origi- 
»nal  de  D.  Antonio  Pérez,  la  cual  con 
»algunes  de  aquelles  existen  actualmente 
>'>(1886)  en  la  Real  Acadèmia  de  la  His- 
»teria»  (6). 

Cuande  los  documentes  arriba  menta- 
dos estuvieron  en  la  Intendència  no  deja- 
rían  de  recibir  visitas  de  atrevides  e  in- 
justos enamorades  de  antigüedades;  y 
el  Padre  Caballero  me   dijo  que  habian 


(-1) 

habia 
hijo  d 

cripti 
los  A 

(0) 


Relación  de  D.  Juan  B.  Gallissà.  que  lo 
oido  de  boca  del  boticario  de  .Montblanch, 
e  Espluga.  Barcelona  20  de  octubre  de  1895. 

D.  José  .Maria  de  Eguren.  Memòria  des- 
ja  de  los  códices  notables  consertiados  en 
rchivos  eclesiàsticos   de   Espaiia.   Madrid. 

Obra  cit..  pàg.  -(7. 


338 


I.IllUí)    lERCEUO.  —  CAPITULO    SEXTO 


sidò  cortados  sellos  de  bulas  y  escrituras 
Reales  y  no  Reales  (1). 

Por  Real  orden  de  26  de  agosto  de 
1899  el  Gobierno  mandó  llevar  al  indicado 
Archivo  Histórico  Nacional  los  i  estantes 
documentos  procedentes  de  corporacio- 
nes  eclesiàsticas,  y  así  el  Archivo  de 
Hacienda  de  Tarragona  mandó  a  Madrid 
23  cajas  de  elles.  Así  aquel  centro  absor- 
bente,  Madrid,  nos  priva  a  los  deseosos  de 
noticias  dè  la  tierra,  nos  priva,  digo,  del 
cómodo  estudio  de  nuestras  antigüeda- 
des.  Para  evitar  dudas  de  la  verdad  de 
mi  aserto  aquí  va  copia  del  inventario 
que  al  remitir  las  23  cajas  se  formalizó; 

'<Relacion  de  los  libros,  pergaminos  y 
»papeles  históricos  que  procedentes  de 
«ordenes  monasticas  existen  en  este  Ar- 
»chivo  de  Hacienda,  en  disposición  de  ser 
»remitidos  al  Histórico  Nacional  en  cum- 
»plimiento  de  R.  O.  fecha  26  de  agosto 
»último. 


»445  Llevadores  de  censos  y  fundaciones 
Ȉ  favor  de  Catedral  3-  hermandades  de 
«Tarragona. 

»218  Id.  de  id.  id.  Monasterio  de  Poblet. 

»  55  Id.  de  id.  id.  Scala  Dei. 

»  60  Id.  de  id.  id.  Santas  Creus. 

»  41  Id.  de  id.  id.  San  Juan  de  jerusalen. 

»  16  Id.  de  id.  id.  Presbíteros  Tortosa. 

»  22  Id.  de  id.  id.  Reus. 

»  61  Id.  de  id.  id.  Selva. 

»    8  Id.  de  id.  id.  Alcover. 

»    6  Id.  de  id.  id.  Valls. 

»    8  Id.  de  id.  id.  Catllar. 

»  21  Id.  de  id.  id.  Varios  Curatos, 

»111  Id.  de  id.  id.  Varios. 

»PERG.^MIN0S 

»61  rollos  que  contienen  1,212,  que  son 
«fundaciones,  concesiones  3-  privilegios 
»a  favor  de  distintas  comunidades. 


(i)     Relación  cit. 


»L EGA jos 

»60  de  varios  y  37  pequenos,  de  docu- 
«mentos  pertenecientes  a  individuos  de 
«la  Comunídad  de  Poblet  y  otras. 

«Tarragona  26  de  Julio  de  1899». 

A  pesar  de  este  envio  de  documentos  a 
Madrid,  quedaron  sin  duda  olvidados  en 
el  Archivo  de  Hacienda  de  Tarragona 
algunos,  aunque  pocos,  documentos  de 
Poblet,  donde  los  he  examinado  en  no- 
viembre  de  1913. 

Así,  pues,  el  archivo  de  Poblet,  aunque 
gran  golpe  de  sus  piezas  dió  fondo  en  el 
Histórico  nacional,  deja  numerosas  pren- 
•  das  esparcidas  en  varios  lados,  3'  no  pocas 
sumergidas  en  el  fondo  de  los  mares  o 
del  no  ser. 

(■iQuién  revolvió  3'  quizà  mutilo  las  co- 
lecciones  de  los  encerrados  en  dichas 
cuarenta  cajas?  No  lo  sé;  y  en  lugar  de 
sospechar,  como  cierto  autor,  que  lo 
practicasen  los  monjes  o  sus  agentes  en 
la  dècada  de  1825  a  35,  en  lo  que  a  la 
verdad,  siendo  ellos  los  dueiïos,  no  vería 
tuerto  alguno  ni  mal,  me  inclino  a  creer 
fuesen,  o  aficionados  a  antigüedades,  o 
agentes  de  la  desamortización,  por  cierto 
celosos  de  la  conservación  de  los  tesoros 
históricos  mucho  menos  que  los  cenobi- 
las,  que  por  siglos  los  tuvieron  3-  custo- 
diaron  en  su  paternal  poder  como  glorias 
propias. 

Si  en  el  naufragio  del  archivo  se  salvo 
un  núcleo  de  documentos,  en  el  de  la 
biblioteca  de  Don  Pedró  de  Aragón,  que 
contaba  4,322  volúmenes,  todo  se  sumer- 
gió,  apareciendo  de  acA  para  allà  cual 
miserables  tablas  arrojadas  por  las  olas 
a  las  playas,  algunos  pocos  de  sus  volú- 
menes. Sin  embargo,  no  por  cortos  en 
número,  dejan  de  mostrar  el  gran  valor 
de  aquel  tesoro  bibliogràfico.  «Perecie- 
«ron  estos  volúmenes,  escribe  Balaguer, 
«cuando  los  varios  incendies  y  saqueos 
«de  Poblet,  y  los  pocos  que  esparcidos 
«quedan,  son  buscades  con  grande  afan 
»y  curiosidad  por  los  bibliófilos.  A  ince- 
«santes  pesquisas,  3-  tambien  à  la  casuali- 
*dad,   debe  el  autor  de  estàs  líneas  el 


M    í-N'ASI  ICRIO     CISTERCIEN'SE     DE     SANTA     MARIA     DE    POBLET 


339 


»hallazgo  de  algunos  que,  como  muestra, 
»depositó  en  el  instituto  de  Villanueva  y 
>-Geltrú»  (1). 

He  aquí  los  títulos  de  estos  toraos,  cus- 
todiados  hoy  en  la  Biblioteca  Balaguer: 

Historia  de  la  vida  de  Lucio  Attiieo 
Sèneca  espaíiol...  Autor  luaii  Pablo 
Martyr  Rizo.  Madrid.  MDCXXV. 

Martini  Zeillcri  Fidus  Acliates,  Qui 
peregrinationis  atque  itineris  fui  so- 
ciuvi  et  comitcm...  Autclodami.  1658. 

Historia?  admirables  de  las  inds  ilus- 
tres  entre  las  menos  conocidas  Santas 
que  liay  en  el  Cielo...  Por  el  P.  Fraiicis- 
co  de    Viuar...    Valladolid.  MDCXVIII. 

Lettere  dettate  dal  Cardinalc  Sfor^a 
Pallavicino...  Roma.  166 S. 

Un  códice  que  es  un  libro  de  oraciones, 
sobre  vitela,  policromado  y  dorado,  de 
solos  unos  12  centímetros,  en  el  que  fal- 
tan  algunas  pàginas  con  la  portada  (2). 

En  el  monasterio  de  monjas  cistercien- 
ses  de  Valldoncella  de  esta  ciudad  se 
guardaban  de  dicha  biblioteca  de  Don 
Pedró  de  Aragón  las  cinco  obrassiguien- 
tes: 

Flandia  illustrata ,  sive  descripció 
comitatus  istius  per  totum  terrarum 
orbetn  celeberrimum...  ab  Antonio  San- 
dero. 

Coloniae  Agripinae,  sumptibus  Cor- 
neli ab  Egmont.  MDCXXXI. 

Atlas  mayor  ó  Geographia  Blaviana, 
que  contienc  las  cartas  y  dsscripciones 
de  Espana.  En  Amsterdam.  MDCLXXII. 

Nuevo  Atlas  del  Reyno  de  Iiiglaterra. 
En  Amsterdam.  MDCL  VIIII. 

Paises  Bajos  ó  Bèlgica  dividida  en 
dospartes...  Amsterdam.  MDCLXI1I{2). 

Estos  preciosos  libros  de  Valldoncella, 
en  la  semana  trügica,  última  de  julio  de 
1"09,  ardieron  con  los  demàs  objetos  de 
aquel  monasterio  de  monjas  cistercien- 


(0     Las  liuinas  de  Poblet,  pàgs.  113  y  114. 

(2)  Visitc  esta  biblioteca  y  vi  estos  tomos  en 
2 -i  de  enero  de  it^q^. 

(?)  l\\e  copio  estos  títulos  el  entendido  oticial 
de  nuestro  archivo  catedral  Pbro.  D.  José  A\as 
y  Domènech. 


ses,   incendiados  por  los  que  se  llaman 
regeneradores  de  la  sociedad. 

Ademas  he  visto  un  tomito  de  0'2l  X 
0'15  metro,  manuscrito  curioso,  pues  es 
el  cuaderno  de  composiciones  latinas  que 
indica  su  siguiente  titulo:  Compositiones 
D.  D.  Pascalis  Folch  Cardona,  de  Ara- 
gón cum  gramatices  studeret  in  Salma- 
ticensi  L'niversitate.  Contiene  multitud 
de  trozos  latinos,  versión  visible  de  dicta- 
des Castellanos  del  maestro.  Encabeza  el 
primero  con  esta  linea  dic  20  Aprilis 
anni  1635  magistro  Rocauo.  Viene  tam- 
bién  este  tomito  encuadernado  con  la  en- 
cuadernación  de  los  demàs. 

En  la  casa  de  agricultores  de  La  Esplu- 
ga en  que  me  alojé  en  mis  repetidas  visi- 
tas  a  Poblet,  hallé  otro  volumen  de  la 
dicha  biblioteca  del  de  Aragón.  Si  bien 
carece  de  titulo,  el  epigrafe  de  su  índice, 
inserto  en  la  primera  pagina,  suple  por 
completo  su  falta,  diciendo:  In  hoc  volu- 
mitic  de  Alchemia  continentur  haec... 
Anno  MDLI.  Su  encuadernación  igual  a 
la  que  aquí  luego  nos  describirà  un  pe- 
riódico  profesional,  nos  certifica  del  dona- 
dor,  y  una  indicación  manuscrita  revela 
su  colocación  en  el  «Est.  15,  F.  16».  Luce 
su  encuadernación  por  el  dorado  del 
canto,  la  impresión  brilla  por  el  robusto 
papel,  la  limpieza  y  claridad  de  sus  carac- 
teres,  y  todo  el  libro  por  los  grandes  gra- 
bados  intercalades  en  el  texto,  que  pre- 
sentan  el  modo  de  fundir  y  trabajar  los 
metales. 

En  la  exposición  de  grabados  3"  libros 
efectuada  por  el  Ateneo  Barcelonès  en 
junio  de  1S94  vi  seis  otros  voliimenes  de 
la  mentada  biblioteca  de  Don  Pedró  de 
Aragón.  Todos  ostentan  la  misma  encua- 
dernación 3'  pertenecen  a  distintes  duenos . 

De  «Un  tesoro  bibliografico»,  y  no  sin 
harta  razón,  gradiia  el  Corre.o  Tipogrd- 
fico    (4)    ciertos    volúmenes    de    aquella 


(4)  Pcriódico  de  Tipografia  que  publicaba  en 
esta  ciudad  de  Barcelona  el  mercader  de  enseres 
y  màquinas  de  imprenta  D.  Ccferino  Gorchs. 
Número  de  Septicmbre  a  Diciembre  de  18S7.  pà- 
ginas ?4  y  ^s. 


340 


l.IBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    SENTO 


biblioteca,  que  por  suerte  habia  podido 
examinar,  y  cuya  descripción  teje  bajo  el 
titulo  indicado,  diciendo  así:  «Tal  vez  à 
»las  pesquisas  de  uno  de  ellos  {de  un 
xíiiglcs)  debemos  la  oportunidad  de  haber 
»podido  examinar  un  verdadero  tesoro 
»bibliogràfico,  que  existiendo  en  Catalu- 
»na  y  habiendo  pasado  por  mano  de 
»varios  particulares,  al  parecer,  desde 
»el  ano  1835  hasta  la  fecha,  pues  dícese 
»procede  de  la  famosa  biblioteca  del  mo- 
»nasterio  de  Poblet. 

»Tràtase  de  algunos  volúmenes  rica- 
»mente  encuadernados  en  marroquí,  con 
»tapas  uniformes,  de  tipo  igual,  aunque 
«diversas  cada  una  de  ellas  en  la  combi- 
«nación  de  los  hierros  ó  vinetas  emplea- 
»dos  por  el  encuadernador.  La  ornamen- 
»tación  de  las  tapas  consiste  en  recuadros 
»profusamente  cuajados  de  adornos  la- 
»brados  à  mano  con  auxilio  de  pequefios 
«hierros  de  combinación,  revelando  en 
»su  conjunto  el  gusto  del  Renacimiento, 
»aunque  no  muy  puro.  Al  centro  de  la 
»tapa,  así  en  la  cara  anterior  como  poste- 
»rior  del  libro,  se  contiene  como  objeto 
»principal  de  la  composicion,  un  escudo 
»partido  en  sentido  vertical,  cuya  prime- 
»ra  mitad  ostenta  las  cuatro  barras  del 
«escudo  catalàn,  viéndose  en  la  segunda 
»dos  cuarteles  en  sentido  horizontal,  con- 
»teniendo  el  superior  la  torre  de  Castilla, 
»y  el  inferior  un  leon  rampante.  Sobre  la 
»corona  del  escudo  léese  en  todos  los 
»volúmenes,  DON  PEDRÓ,  y  debajo  DE 
»ARAGON,  en  preciosos  tipos  elzeviria- 
»nos. 

»iY  quién  era  el  tal  Don  Pedró  de  Ara- 
»gon?— Procediendo  los  libros  referidos 
»de  la  biblioteca  de  Poblet,  dada  la  uni- 
ïformidad  y  riqueza  de  su  encuaderna- 
»cion,  hubiéramos  creido  que  se  trataba 
»de  alguno  de  los  monarcas  aragoneses; 
»pero  un  examen  de  los  mismos  libros, 
»por  sus  fechas,  y  caràcter,  por  el  escudo 
»que  ostentan  en  sus  tapas,  que  no  es  el 
»de  Poblet,  hemos  venido  en  conocimien- 
»to  que  se  relacionan  con  un  personaje 
»notable  que  debió  existir  durante  el  últi- 


»mo  período  del  Renacimiento.  La  histo- 
»ria,  en  efecto,  nos  habla  de  Don  Pedró 
»Antonio  de  Aragón,  virey,  lugartenien- 
»te  y  capitan  general  que  fué  del  reino 
»de  Nàpoles,  sujeto  al  que  intitulan />>'/";/- 
>•>cïpe  documentes  coetàneos,  siendo  indu- 
»dablemente  este  mismo  sujeto  el  Don 
»Pedro  de  Aragón,  primer  posesor  de  los 
»libros  que  nos  ocupan. 

»Uno  de  los  volúmenes  es  una  verda- 
»dera  miscelanea  para  el  estudioso  en 
»artesgraficas,  pues  contiene  una  selecta 
«colección  de  grabados,  de  la  cual  no  es 
«posible  formarse  idea  sin  hojear  deteni- 
»damente  el  volúmen.  Despues  de  un 
»rnagnífico  retrato  de  Carlos  V,  sigue 
»una  coleccion  de  otros  diez  y  seis  retra- 
>tos  de  cuerpo  entero,  obra  de  Gaspar 
«Patavinus  (1569);  otra  coleccion  de  vein- 
»te  retrates  y  otra  coleccion  de  seis  u 
»ocho,  entre  los  cuales  estan  Fernando 
tel  Católico,  Felipe  II  y  Juan  de  Àustria. 
«Sigue  otra  coleccion  de  retrates  de  rei- 
»nas,  la  mayor  parte  espafiolas,  curiosa 
»é  interesante  en  extremo,  ademàs  del 
«grabado  e  impresion,  que  son  irrepro- 
«chables,  por  sus  trajes  y  tocades,  que 
«vienen  a  aumentar  el  caudal  de  los 
»conocimientos  de  indumentària.  A  cada 
«coleccion  precede  una  portada  diferen- 
>  te,  dignas  todas  de  la  època  à  que  perte- 
«necen . 

>  A  esta,  que  debiéramos  llamar  sèrie 
«iconogràfica  del  volúmen,  sigue  una 
«porcion  de  mapas  y  pianos  à  cual  màs 
«curioso,  obra  del  siglo  xvi,  editades  en 
«Venècia,  Roma  y  Paises  Bajos,  que 
«como  eran  hojas  sueltas  y  de  diversos 
«tamanos,  fueron  cuidadosamente  dobla- 
«dos  y  reducidos  al  tamano  del  volúmen 
«por  el  hàbil  encuadernador  à  quien  se 
«confio  el  trabajo. 

«El  ultimo  objeto  que  contiene  el  volu- 
«minoso  tomo  que  nos  ocupa,  es  una  obra 
«atestada  de  grabados  del  tamano  del 
«libro  y  aun  mayores,  que  sin  dificultad 
«atribuimos  a  Rubens  y  al  grabador 
«Cornelio  Galle.  Entre  las  làminas  de 
«esta  obra  descuellan  sobremanera  dos 
«retrates  del  famoso  personaje  espanol 


MON'ASTEklO    CISVERCIIi:N"SK    de    santa    MARIA    DE    POBLET 


341 


>/del  siglo  XVII,  conocido  por  el  Cardenal 
»Infante,  uno  en  traje  de  guerra  y  otro  en 
»traje  civil,  retrates  que  conceptuamos 
»superiores  a  los  ya  cèlebres  que  se  cono- 
»cen  de  este  personaje.  Las  demàs  lami- 
»nas  son  alegorias  relativas  al  Cardenal 
»Infante,  ó  representan  arços  de  triunfo 
»3'  fiestas  celebradas  à  su  entrada  triun- 
»fal  en  Amberes.  Està  escrita  en  latín, 
»es  su  autor  Guillermo  Becano,  estam- 
»póse  en  la  capital  de  Flandes  el  ano 
»1636,  y  es  una  edicion  monumental,  cuya 
«tirada  debió  ser  limitadísima,  pues  es 
»tan  raro  ballar  un  ejemplar  de  ella,  que 
»las  casas  mas  importantes  del  comercio 
»de  libros  antiguos,  así  las  de  París  como 
»las  de  Londres,  las  mismas  que  sin  difi- 
»cultad  venden  las  Crónicas  de  Tomic  ó 
»de  Carbonell,  no  pueden  ofrecer  un 
xejemplar  de  la  obra  de  Becano. 

»Otro  de  los  volúmenes  es  la  obra 
y>TJicatnini  Orbis  Terrarimi,  de  Abra- 
»ham  Ortelli.  Aparte  del  interès  geogrà- 
»íico-histórico  que  pueda  tener  y  tiene, 
»sin  duda,  por  el  aprecio  que  merece  a  los 
»inteligeiites,  lo  reviste  en  alto  grado 
»para  las  artes  gràficas  y  los  estudiosos 
»que  à  ellas  se  dedican.  Una  profusion  de 
»mapas,  un  centenar  à  doble  folio  y  mu- 
»chos  mas  al  tamano  folio  la  constitu- 
»yen;  todos,  sin  excepcion,  son  ilumina- 
»dos  con  gran  esmero  y  perfección.  En 
»nuestros  tiempos,  que  podemos  echar 
»mano  de  litografia  y  de  tantos  recursos 
»tipogràficos,  no  se  hicieran  mejor.  Y 
«ccómo  fueron  ejecutados?  iCon  qué  pro- 
«cedimiento  se  iluminaron? 

»La  litografia  tardo  todavía  cerca  tres 
»siglos  en  inventarse,  y  por  tanto  el  pro- 
»cedimiento  empleado  no  es  litografico; 
»tampoco  es  el  «pintado  ala  oriental»  por 
»màs  que  lo  parezca  ò.  primera  vista. 
»Hemos  examinado  muy  atentamente  la 
»mayor  parte  de  aquel  sin  número  de 
»cartas  geogràficas,  y  solo  hemos  sacado 
»en  claro  que  el  procedimiento  del  tiraje 
»negro,  es  comun;  però  en  cuanto  a  los 
»colores  nos  guardaremos  bien  de  asegu- 
»rar  de  qué  manera  fueron  dados. 

»Por  los  toques  de  oro  y  plata  quecam- 


'  pean  en  los  escudos  }•  emblemas  de  los 
Ȉngulos,  quisimos  indagar  si  acaso  este 
»trabajo  había  sido  ejecutado  à  pincel  en 
>'este  solo  ejemplar  por  algun  inteligente 
»desocupado,  però  tampoco  esta  vez  tuvi- 
»mos  mayor  fortuna  que  las  anteriores, 
»pues  ademàs  de  revelar  procedimiento 
»mecànico  dicho  iluminado,  hemos  podi- 
>^do  averiguar  que  los  demàs  ejemplares 
»que  se  conocen  de  la  pròpia  obra  3-  edi- 
»cion  de  1584  fAiituerpiaj,  merecen  par- 
»ticular  estima  por  ser  coloridos,  cir- 
»cunstancia  que  consignan  como  cosa 
»notable  los  bibliófilos  extranjeros,  però 
»sin  que  ninguno  de  ellos  indique  nada 
«respecto  al  procedimiento  con  que  lo 
»fueron. 

»La  Geografia  Blaviana  ó  Atlas  Ma- 
y>yor,  una  de  las  màs  importantes  publi- 
»caciones  geogràficas  de  su  tiempo,  de  la 
»cual  se  hicieron  dos  ediciones  en  diez 
»anos,  una  latina  en  1662  y  otra  espafiola 
»en  1672,  en  Amberes,  por  Juan  Blaver, 
»tambien  con  mapas  iluminados  una  y 
»otra;  es  obra  que  aumenta  el  valor  del 
«hallazgo  bibliogràfico  que  nos  ocupa, 
»pues  sobre  reunir  iguales  cualidades 
«artístico-tipogràficas  que  la  anterior, 
»hay  que  afiadir  à  esta  la  circunstancia 
»de  ser  la  edicion  espanola,  cuj^os  ejem- 
»plares  vinieron  à  ser  raros  por  haber 
»sido  destruïda  la  mayor  parte  de  la  edi- 
»cion  por  un  incendio  ocurrido  el  mismo 
»ano  de  ser  impresa.  Cuenta  tambien  un 
«centenar  de  mapas  à  doble  folio  y  algu- 
»no  de  triple  ó  cuàdruple  tamano  que  la 
»obra,  iluminado  también. 

»Hay,  ademàs,  dos  obras  de  menor 
»valor  tipogràfico,  però  tal  vez  de  valor 
»histórico.  Una  es  impresa,  y  trae  infini- 
»dad  de  noticias  y  documentos  relativos 
Ȉ  la  brillante  historia  militar  espanola 
»de últimos del  Renacimiento, obra  que  no 
«hemos  visto  citada  por  nuestros  historia- 
»dores,  y  es  sin  duda  de  importància  y 
»debe  merecer  gran  crédito  su  contenido. 
«Otro  tomo  es  manuscrito,  y  contiene 
«varias  relaciones  sueltas  de  embajado- 
»res  venecianos,  relativas  A  la  monarquia 
»de  EspaM  durante  el  reinado  de  Car- 


J42 


-CAPUL•LO     SEMI. 


»los  V  ó  I,  y  Felipe  II.  El  autor  de  una  de 
»ellas  es  Nicolàs  Tiepoli. 

»Sin  embargo  de  no  revestir  estàs  dos 
»obras  el  caràcter  de  importància  suma 
»para  el  estudio  de  las  artes  gràficas  en 
»el  grado  y  forma  de  los  volúmenes  de 
»que  antes  nos  hemos  ocupado,  son  para 
»nosotros  tan  estimables  como  las  demàs 
»por  razón  de  la  encuadernacion,  cuyo 
»tipo  es  idéntico  en  todas,  però  diverso 
»en  sus  detalles  y  composición  ornamen- 
»tal.  La  obra  impresa  última  que  hemos 
»citado,  reune  la  circunstancia  de  ser 
«dedicada  à  Don  Pedró  Antonio  de  Ara- 
»gón,  Virey  de  Nàpoles,  y  su  encuader- 
»nación,  sin  separarse  del  tipo,  es  mucho 
»màs  recargada  de  adornos  de  oro,  en 
»términos  que  se  distingue  bastante  de 
»las  demas. 

»Pero  dejemos  ya  la  descripcion  de 
«estos  volúmenes  procedentes,  segun  no- 
»ticias,  de  la  biblioteca  del  Real  Monaste- 
»rio  de  Poblet,  y  pasemos,  etc.» 

Parecidos  a  los  descritos  y  de  igual 
encuadernacion  posee  en  Reus  dos  volú- 
menes la  distinguida  familia  de  Brocà.  Es 
uno  de  ellos  la  preciosísima  Roma  sottc- 
rraitca  de  Antonio  Bosio,  publicada  en 
italiano  en  1632  por  los  sucesores  de  aquel 
admirable  padre  de  la  Arqueologia  cris- 
tiana, indisputable  guia  y  héroe  en  inves- 
tigaciones  de  catacumbas,  cuya  obra, 
aunque  hoy  atrasada  después  de  dos 
siglos  de  pesquisa,  constituye  un  verda- 
dero  monumento  en  ciencias  teológicas, 
históricas  y  arqueológicas  lo  propio  que 
en  artes  tipogràficas  (1). 

La  segunda  es  un  atlas  de  Francia  y 
Suiza,  cuyos  mapas  Uevan  la  prolijidad 
del  pormenor  hasta  la  expresión  de  las 
menores  aldeas;  cuyas  orlas  manifiestan 
los  trajes  y  escudos  de  armas  de  las 
comarcas  o  poblaciones  de  su  respectiva 
carta,  con  hermosura  y  perfección  tal  en 


(i)  Vide  Dictionnaire  des  antiquités  chretien- 
ties  par  M.  L'abbe  Martigny.  París,  1887,  pàgina 
127.  Ademàs  se  puede  ver  la  misma  obra  de 
Bosio  traducida  al  latin  por  Aringhio.  La  poseo. 


los  dorados  y  plateados,  que  màsparecen 
primoroso  códice  de  la  Edad  Media  que 
libro  del  décimoséptimo  siglo. 

El  enigma,  con  que  topa  el  articulista 
del  Correo  Tipogrdfico  para  explicar  el 
colorido  y  dorado  de  sus  volúmenes, 
halla  en  los  presentes  explicación,  pues 
si  los  mapas  estan  como  allí  impresos,  la 
circunstancia  de  hallarse  incompletas  y 
sin  terminar  algunas  de  las  orlas  demues- 
tra  que  fueron  trabajadas  a  mano  y  con 
pincel. 

El  monasterio  a  nadie  permitiría,  ni  aun 
a  los  mismos  monjes,  extraer  del  recinto 
de  la  biblioteca  niíigún  tomo  de  la  de 
Don  Pedró  de  Aragón.  Sin  embargo,  por 
especialísimas  circunstancias  o  trabajos 
consintió  en  que  el  monje  Don  Pablo  Ca- 
nals y  Carbonell  llevarà  estos  a  su  calda, 
o  habitación.  Allí  les  sorprendió  la  huida 
de  los  cenobitas,  y  precisamente  en  mo- 
mentos  en  que  Canals  se  hallaba  ausente 
de  Poblet.  Corrió  luego  éste  a  su  monas- 
terio, y  despreciando  peligros,  entro  en 
su  habitación  y  llevóse  estos  volúmenes  y 
otros  objetos  de  la  casa,  entre  los  cuales 
se  hallaron  todos  los  sellos  abaciales. 
Agradecido  este  Padre  a  los  numerosos 
favores  recibidos  de  la  indicada  familia 
de  Brocà,  al  morir  le  dono  estos  tomos, 
aiiadiéndole  la  categòrica  prohibición  de 
entregarlos  en  tiempo  alguno  a  ninguna 
biblioteca  o  dependència  del  Estado  (2). 

En  la  muy  notable  colección  de  objetos 
arqueológicos  y  artísticos  del  que  fué  mi 
companero  y  muy  querido  amigo  don 
Francisco  Miquel  y  Badia  vi  otro  tomito, 
procedente  de  la  misma  preciosa  biblio- 
teca, titulado  Historiae  vniversalis  cttm 
sacrae ,  tum  prophanae  nucleus...  autore 
(sic)  R.  P.  F.  Gabriele Buceliíio...  Ulmae. 
Apiíd  Johann  Gòrliniim.  Anno  MDCLIX. 
Adornan  al  texto  grabados  de  escudos  de 
armas  y  diminutos  mapas,  siendo  la  ins- 
cripción  de  orden  en  la  dicha  biblioteca 
esta:  «Est.  16,  G.  5». 


(2)     Me  lo  dijo  un  Caballero  de  la  misma  fami- 
lia de  Brocà,  en  Barcelona  a  los  26  de  junio  de 


-MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


343 


La  Biblioteca  pública  provincial  de 
Tarragona  posee  veinte  y  tres  volúmenes 
manuscritos,  todos,  menes  dos,  proce- 
dentes  de  Poblet.  Diez  y  ocho  de  ellos 
formaron  parte  del  regalo  literario  de 
Don  Pedró  de  Aragón,  y  por  sus  fechas 
y  caràcter  de  letra  escribiólos  el  siglo  xv 
3'  también  el  xvi.  «La  mayor  parte  contie- 
»nen  las  relaciones  que  hacen  losembaja- 
»dores  a  sus  gobiernos  respectives  de  lo 
»que  observaren  durante  el  tiempo  de  su 
«embajada  en  las  varias  córtes  de  Europa. 

»E1  anetado  con  la  letra  I  contiene 
«entre  otras  cosas:  1."  El  conflicte  que 
»ocasionó  en  el  concilio  de  Trentè  la  dis- 
»puta  entre  les  embajadores  de  Espana  y 
»de  Francia  sobre  quien  debía  ocupar  el 
»lugar  preferente  al  asistir  a  las  sesienes 
»del  concilio.— 2.°  Copia  de  una  carta  de 
»Muley  Hamet  al  Rey  Don  Sebastian  de 
«Portugal.— 3."  Historia  de  la  prisión  de 
«la  Reina  de  Escòcia.— 4.°  Historia  de  la 
«prision  del  Príncipe  D.  Carles,  hijo  de 
«Felipe  n,  y  las  cartas  de  este  dande 
»cuenta  a  varios  Soberanos  de  dicha  pri- 
«sión. 

«El  anolade  con  la  letra  M  es  una  his- 
«toria  de  Nàpoles  desde  el  Duque  Rober- 
»to  Guiscardo  hasta  Carles  V  de  Aus- 
«tria,  I  de  Espana. 

«El  anotado  con  la  letra  Q  contiene  la 
«vida  de  los  Alaestros  de  la  orden  militar 
»y  religiosa  de  San  Juan  de  Malta. 

«El  anotado  con  la  letra  X  contiene 
«Secretes  del  Reine  de  Francia  sacadosde 
»la  secretaria  del  Príncipe  de  Cendé»  (1). 

La  anterior  resefía  de  asuntos  con- 
cuerda  exactamente  con  la  que  trazó  Vi- 
llanueva cuando  a  principies  de  mi  siglo 
XIX  visito  en  Poblet  la  mentada  biblio- 
teca de  don  Pedró  de  Aragón,  a  la  que 
pertenecieron  también  423  volúmenes  im- 


(i)  Resena  de  la  hihiiotcca  de  Tarragona,  re- 
dactada y  enviada  pur  el  hibliotecario  D.  Joaquin 
Caballero.  Pbro..  al  Presidente  de  la  Associació 
Catalanisla  de  e.xcuisions  cientificas  en  9  de 
marzo  de  1880  y  publicada  por  esta  sociedad  en 
su  Holetin,  L'Excursionista,  vol.  I,  de  1878-81, 
pàgs.  ^J7  y  siguientcs. 


presos  que  como  estos  guarda  la  citada 
provincial  tarraconense;  y  aunque  per 
tanto  trajin  se  hallan  apolillados  y  dete- 
riorades, se  hacen  notables,  cuàl  como  la 
geografia  de  Willein  Ja)ifz  BlaeinVj  por 
sus  muchos  mapas  sobre  acero,  cuàl 
como  varias  obras  de  Lepe  de  Vega,  per 
su  gusto  literario,  unes  por  su  valor  cien- 
tífico,  etres  finalmente  por  el  tipógràfico. 

Respecto  de  la  segunda  librería  de 
Poblet,  llamada  antigua,  solo  vi  algunes 
poquísimes  volúmenes  en  una  casa  de  La 
Espluga;  però  ya  fuera  en  las  carreta- 
das  de  libros  que  a  los  peces  dias  del 
incendio  el  regimiento  de  Bailén  bajó  a 
Tarragona  (2),  ya  en  las  pesquisas  de 
XafarriicJts,  ya  por  otros  conductes, 
algunes,  exceptuades  les  extraviados, 
dieron  fondo  en  Tarragona;  donde  unides 
a  les  de  las  demas  casas  religiosas  de  su 
provincià,  y  pasando  por  deplorables 
vicisitudes,  forman  el  número  casi  total 
de  la  Biblioteca  provincial  de  aquella  ciu- 
dad(3).  En  ella,  precedentes  de  La  Es- 
pluga hay  50  volúmenes,  entre  les  cuales 
figura  la  Bibliotheca  hispana  vctus  de 
Nicolàs  Antonio,  edición  de  Ibarra  de 
1708. 

Conforme  con  las  anterieres  neticias 
escribe  un  muy  moderno  amador  de  Po- 
blet, D.  Adolfe  Alegret:  «Resulta  pues 
«que  al  abandonar  los  monjes  el  Monas- 
«terio  en  1835  la  Biblioteca  de  Poblet  reu- 
«nía  en  sus  des  salas  10,145  volúmenes,  y 
«de  ellos  385  códices  con  iniciales  artísti- 
«cas  y  miniaturas  iluminadas  que  repre- 
«sentaban  uses  y  costumbres,  ademas  de 
«250  manuscritos  en  diversas  fermas  de 
»letra,  desde  la  llamada  Ulfilana  à  la 
^•Monacal,  es  decir  un  verdadero  caudal 
»paleegrafico... 

«Después  de  la  revolucion  contra  las 
«ordenes  monàsticas,  gran  parte  de  la 
«Biblioteca  de  Poblet  pasó  a  nutrir  la 
«provincial  de  Tarragona,  y  otra  porción 


(2)     Vide  pàg.  3:  ï  de  este  mismo  capitulo. 

(5)  Reseiia  del  bibliotecario  D.  Joaquin  Caba- 
llero arriba  citada,  o  sea  L' Excursionista,  vol.  I, 
pàg.  ^J7. 


344 


I.IHRO    lEKCERO. — CAPITULO    SEXÏ( 


»delibi•os,  los  mas  importuntes,  íueron 
»reclamados  por  la  Real  Acadèmia  de  la 
»Historia,  y  por  esta  circunstancia  remi- 
»tidos  a  Madrid,  como  tambien  tuvieron 
»el  mismo  destino  los  procesos  seguidos 
»contra  Antonio  Pérez  y  sus  còmplices. 

»Sin  embargo,  en  la  Biblioteca  de  Ta- 
»rragona  obran  libros  y  cartularios  inte- 
»resantes  para  la  historia  pàtria, lo  mismo 
»de  Poblet,  que  del  no  menos  ilustre  mo- 
>^nasterio  de  Santas  Creus»  (1). 

Hablando  de  las  bibliotecas  de  Poblet 
escribió  un  excursionista:  «Estàs  se  com- 
»ponían  de  12,000  voliímenes.  Este  dato 
»solo  da  de  sí  idea  altísima  de  la  impor- 
»tancia  de  aquella  gente...  Se  cuenta  que 
»había  una  Biblia  manuscrita  de  500 
»hojas,  y  que  los  extranjeros  ofrecían  16 
»duros  por  cada  hoja»  (2). 

En  la  resefia  de  la  visita  que  la  Asso- 
ciació Catalanista  hizo  en  23  de  Enero 
de  18S7  al  Archivo  Real  de  la  Corona 
de  Aragón,  se  lee  que  «de  los  monaste- 
»rios  de  San  Pablo,  Ripoll,  San  Cugat, 
»Poblet  y  otros  fueron  salvados  antes  de 
»la  destruccion  de  1835  importantísimos 
»códices,  tan  notables  por  su  contenido, 
»como  por  las  hermosísimas  vinetas  e 
»iniciales  de  que  estan  decorades,  y  que 
»de  tales  riquezas  vieron  los  excursionis- 
»tas  una  buena  parte  en  su  visita»  (3). 

Ignoro  por  completo  el  paradero  de  las 
numerosas  e  insignes  reliquias  deltemplo 
populetano;  mas  cuerdamente  conjetu- 
rando,  si  se  salvaren  de  las  llamas,  deben 
de  hallarse  esparcidas,  ocultada  o  igno- 
rada su  procedència,  en  distintos  y  aun 
distantes  altares.  La  mano  del  Uorado 
Príncipe  de  Viana,  que  en  la  sacristía  de 
Poblet  recibia  cuito  privado,  guardàbase 
cuidadosamente  por  las  monjas  cister- 
cienses  de  esta  ciudad,  o  sea  de  Valldon- 
cella,  acompanada  de  un  atestado  de 
varios  monjes  populetanos,  que  sobre  su 


(i)     Obra  cit.,  pàgs.  54  y  55. 

(2)  Memorias  de   la  Associació    Catalanista, 
vol.  I,  pàg.  107. 

(3)  U Excursionista.  Afio  X.  Barcelona   28  de 
febrero  de  1887,  vol.  í,  pàg.  12. 


firma  responden  de  la  autencidad  (4).  Mas 
en  la  semana  aciaga,  postrera  de  julio  de 
1909,  «el  brazo  del  Príncipe  de  Viana  se 
»quemó  juntamente  con  la  bonita  urna 
>^en  que  se  hallaba  guardado;  però  al  ur- 
»garse  en  las  cenizas  en  el  sitio  corres- 
»pondiente  al  mueble  donde  se  hallaba  la 
»urna,  se  encontraron  los  huesos  del 
»brazo  y  mano.  Los  hemos  reconocido 
»perfectamente  (me  escrihe  la  Macire 
»Abadesa)  y  con  certeza  podemos  decir 
»que  son  los  huesos  del  brazo  del  Prínci- 
»pe,  porque  en  aquel  sitio  no  había  reli- 
»quia  ni  hueso  alguno.  Ademàs  lo  confir- 
»ma  el  estar  junto  ellosy  entre  ellos  unas 
»boiiitas  de  oro  en  cenizas,  però  de  tal 
»modo  que  se  conocían,  como  tambien 
»trozos  de  bordado  procedentes  del  ter- 
»ciopeIo  sobre  que  estaba  el  brazo.  Estos 
»huesos  los  conservamos  en  nuestro 
»poder,  y  respondemos  de  su  autentici- 
»dad»  (5). 

Un  dia,  pasado  yatiempodela  exclaus- 
tración,  resolvió  el  Padre  Juncosa  poner 
en  cobro  la  respetable  cantidad  por  él 
enterrada  en  la  pieza  de  los  lagares,  y  de 
cuya  salvación  durante  aquellos  anos 
frecuentemente  hasta  entonces  se  entera- 
ba  en  modo  embozado  por  medio  de  pre- 
guntas  generales  sobre  el  estado  del 
monasterio.  Graves  peligros  parasu  vida 
y  para  el  éxito  de  la  empresa  vedàbanle 
desempenar  por  sí  tan  arriesgada  opera- 
ción.  La  necesidad  de  completa  fidelidad 
en  la  persona  a  quien  la  confiarà,  indii- 
jolea  encargarla  a  un  su  hermano,  dro- 
guero  de  Reus.  Al  abrigo  de  una  columna, 
que  marchaba  a  la  montafia,  subió  éste 
desde  su  villa  hasta  Montblanch,  desde 
donde,  solo,  dirigióse  luego  a  una  de  las 
casas  de  campo  contiguas  a  Poblet,  y 
acompaMndose  aquí  del  aldeano,  que  la 
habitaba,  en  aquella  misma  tarde  dieron 


(4)  Me  lo  dijo  el  P.  Capellàn  del  monasterio 
en  Barcelona  a  los  22  de  junio  de  1890. 

(5)  Carta  respuesta  que  en  26  de  junio  de 
191 2  dió  a  mis  preguntas  la  respetable  senora 
Abadesa  de  \'^alldoncella  Dona  .Maria  de  la  Espe- 
ranza  Roca. 


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MON'ASTERIO     CISTERCIE.N'SE     DE     SANTA     MARIA     DE     POBLET 


345 


ambos  por  el  monasteiio  un  paseo,  que 
sirvió  a  Juncosa  de  inspección.  Caida  la 
noche,  volvieron  allà  los  dos,  y  desente- 
rrando  las  quinientas  onzas  de  oro,  car- 
gàronlas  en  las  alforjas  del  asno,  y  las 
taparon  con  buena  cantidad  de  hierba.  Así 
los  dos,  acompanados  de  un  tercer  ayu- 
dante,  tomaren  el  camino  de  Montblanch, 
en  donde  los  aldeanos  dejaron  salvo  con 
su  dinero  al  Juncosa  hospedado  en  casa 
de  una  mujer  de  nombre  Úrsula.  Al  des- 
pedirse  de  ellos  faltóle  tino  al  droguero, 
y  la  estrechez  de  su  espíritu  de  pobre 
artesano  le  indujo  a  gratificar  a  cada  uno 
de  sus  compafieros  de  empresa  con  la 
miserable  cantidad  de  un  napoleón,  nom- 
bre que  se  daba  entonces  aquí  a  las  pie- 
zas  francesas  de  cinco  francos.  Las  crí- 
ticas  y  quejas  naturales  y  justas  por 
tanta  mezquindad  ocuparon  el  mutuo 
coloquio  de  los  dos  aldeanos;  y  o  en  la 
calle  o  en  la  taberna  tales  razonamientos, 
sin  mala  voluntad  de  los  que  los  soste- 
nían,  o  con  mala  intención  y  espíritu  de 
venganza,  fueron  a  oidos  de  la  autoridad 
de  la  población,  se  dijo  que  a  los  de  la  mi- 
litar, la  cual,  personàndose  en  la  posada 
de  Juncosa,  se  apodero  del  tesoro;  y  vi- 
nieron  a  parar  en  la  càrcel  pública  de  Ta- 
rragona, llamada  comúnmente  el  castillo 
de  Pilatos,  el  Padre  Juncosa,  su  hermano 
y  la  Úrsula,  que  a  éste  hospedara  (1). 
Menguada  justícia  la  revolucionaria  que, 
viendo  al  robado  naufrago  salvar  por  una 
tabla  algunos  de  los  capitales  perdidos  en 
furioso  abordaje  de  piratas,  le  encarcela 
y  adjudica  el  oro  al  Estado,  gran  còmpli- 
ce y  encubridor  del  ataque. 

Por  los  afios  de  1844  o  45  una  visita 
inesperada,  la  del  monje  de  Poblet  don 
Ignacio  Carbó,  vino  a  sorprender  en  La 


(i)  Con  pequcüas  dil'erencias  en  los  detalles 
mt;  contaren  estc  suceso  D.  Miguel  Boltó,  don 
Onofre  Lafita,  el  P.  Pedró  Ferré,  y  otros;  pcro 
sobro  todo  cl  conserje  D.  José  Argelaga,  quien 
me  dijo  haberlo  oidu  de  hoca  del  aldeano  vecino 
del  monasterio  que  acompanó  al  Juncosa  en  la 
operacion,  anadiendo  que  las  onzas  halladas  eran 
51'!. 


Espluga  al  antiguo  y  aquí  mil  veces  cita- 
do  monacillo  y  leal  servidor  del  monas- 
terio, Onofre  Lafita.  La  rectitud  de  con- 
ciencia  de  éste  y  su  inquebrantable  fide- 
lidad  habilitàbanle  para  todo  servicio  de 
confianza.  Intentaba  en  esta  excursión 
Carbó  salvar  un  depósito  de  oro  que 
habia  quedado  enterrado  en  eldesvi'm  del 
noviciado.  Juntos  el  Padre  y  el  servidor 
Uegàronse  a  Poblet,  donde  se  les  juntó  la 
importuna  companía  de  dos  guardamon- 
tes  de  Vimbodí,  mas  fingiendo  solo  amor 
al  edificio  y  curiosidad,  paseàronlo  en 
paz.  En  este  paseo  el  Padre,  como  inad- 
vertidamente,  golpeó  con  el  bastón  el 
lugar  delsuelo  donde  se  ocultaba  el  oro, 
por  cuyo  medio  indico  a  Lafita  el  punto 
donde  lo  ballaria.  Retiràronse  luego,  jun- 
tos también,  a  la  refacción,  a  cuyo 
comienzo  falto  sin  embargo  el  Lafita, 
quien,  instruido  por  el  monje,  acudió  al 
desvàn  del  noviciado,  y  presuroso  cavo 
en  el  lugar  indicado  con  el  palc.  Pronto 
apareció  el  puchero  de  oro,  de  cuya  depo  • 
sición  arriba  dí  cuenta.  Lafita  lo  vació  en 
su  seno,  y  así  juntàndose  luego  en  la 
mesa  con  los  demàs,  oculto  el  hallazgo: 
el  que,  alejados  los  vimbodienses,  entre- 
gó  al  Padi'e  Carbó.  Este  màs  tarde  ingre- 
só  en  la  benemèrita  Congregación  de  los 
iMisioneros  del  Purísimo  Corazón  de  Ma- 
ria, donde  brillo  por  su  celo  y  virtud  (2). 
Cuando  en  junio  de  1894  visité  una  de 
tantas  veces  a  Poblet,  presencié  un  hecho 
que  no  tiene  explicación.  El  pavimento 
de  uno  de  los  àbsides  secundarios  del 
deambulatorio,  o  girola,  situado  en  el 
lado  de  la  Epístola  cerca  de  la  gran  sa- 
cristía,  daba  senales  de  haber  sido  remo- 
vido;  y  por  bajo  de  otro  de  los  àbsides,  al 
anterior  vecino,  se  estaba  minando.  Vo 
mismo  en  la  parte  exterior  de  dicho  àbsi- 
de  vi  la  boca  de  la  excavación,  y  oi  los 
golpes  de  la  pica  o  zapa  del  fondo  de  la 
excavación  o  mina.  Todo  se  praclicaba 

(2)  Dcbo  estàs  noticias  al  mismo  Ünolre  La- 
fita. con  quien  he  hablado  muchas  veces  en  La 
Espluga  y  con  el  cual  he  cruzado  varias  cartas, 
todo  sobre  Poblet. 


346 


LRCEKO. CAPITULO     SICXTO 


en  busca  de  tesoros  escondidos.  Pregunté 
que,  como  estando  el  monasterio  custo- 
diado,  se  permitía  tal  exceso,  y  se  me 
contesto,  no  recuerdo  por  quién,  que  los 
tales  buscadores  de  tesoros  venían  con 
autorización  de  la  autoridad  creo  del 
Gobierno.  íCuiindo  aquel  terreno  que 
sostiene  el  àbside  volverà  a  tener  la  con- 
sistència de  antes?  Nunca. 

En  la  Revista  de  la  Asociacióii  artís- 
tica arqtieológica  barcelonesa,  número 
de  noviembre-diciembre  de  1899,  leo:  «A 
»consecuencia  de  haberse  observado  en 
»una  reciente  visita  al  monasterio  de 
»Poblet,  que  los  arços  torales  que  sostie- 
»nen  el  cimborio  de  la  iglesia  se  hallaban 
»en  estadode  inminente  ruina,  la  Arqueo- 
f>l6gica  dirigió  respetuosa  súplica  a  la 
»Excma.  Diputacion  provincial  de  Tarra- 
Kgona,  a  la  llustre  Comision  de  Monu- 
»mentos  históricos  y  artísticos  de  la  mis- 
»ma  provincià,  al  Excmo.  é  Ilmo.  Sr. 
»Arzobispo  de  aquella  archidiócesis,  y 
»finalraente  à  la  Real  Acadèmia  de  Be- 
»llas  Artés  de  San  Fernando  de  Madrid, 
»A  fin  de  que  fuesen  tomadas  las  opor- 
»tunas  providencias  en  vista  del  peligro 
»que  corria  de  derrumbarse  la  indicada 
»parte  del  monumental  templo  popule- 
»tano...»  Contestaren  satisfactoriamente 
las  indicadas  corporaciones,  y  la  Comi- 
sion de  monumentos  destino  inmediata- 
mente  500  pesetas  al  perentorio  reparo  (1). 

El  Estado  vendió  a  varios  el  edifií- 
cio  del  Tallat,  posesión  de  Poblet.  En 
1899  el  senor  D.  Ramon  de  Montaner, 
socio  de  D.  Francisco  Simón  en  la  casa 
editorial  de  esta  ciudad  que  lleva  el 
apellido  de  ambos,  adquirió  de  mano  de 
D.  Pablo  Font  y  Rubinat,  de  Reus,  la 
incomparable  galeria  gòtica  del  Tallat, 
Se  compone  de  siete  hermosísimos  arços 
apoyados  en  sus  preciosas  columnitas. 
Todos  los  aficionados  a  Bellas  Artés  la 
conocen,  a  lo  menos  por  fotografias  y 
fototipias.  El  dicho  senor  Montaner  en 
1899  la  trasladó  a  su  quinta  de  Canet  de 


(i)     Dicha  revista.  Volumen  II,  pà 
328. 


Mar,  conocida  por  Santa  Florentina,  que 
està  situada  tras  de  la  grande  y  cono- 
cida capilla  de  Nuestra  Sefiora  de  Mise- 
ricòrdia (2),  y  allí  en  un  patio  interior 
la  ha  montado  de  nuevo.  Y  el  seflor 
Montaner  tiene  en  su  dicho  castillo  no 
solo  la  indicada  galeria,  sinó  muchas 
puertas  y  ventanas  del  Tallat.  La  galeria 
había  sido  echada  a  una  cisterna,  y  al 
extraerla  hallaron  un  capitel  mas. 

Por  el  huracàn  revolucionario  aventa- 
da  de  su  residència  natural  la  Comuni- 
dad,  los  bienes  de  ella,  si  no  quedaron 
vacantes  ante  el  Derecho  natural  ni  el 
Canónico,  aparecieron  tales  ante  el  libe- 
ral, siempre  en  oposición  con  aquéllos. 
En  su  consecuencia  fueron  prontamente 
sorbidos  por  la  inapagable  sed  del  hidró- 
pico  moderno,  el  erario,  del  cual  pasaron 
a  manos  de  particulares,  y  esto  por  dis- 
tintos  conceptos:  uno  que  llamaron  resti- 
tución,  y  otro  que  apellidaron  venta.  En 
el  tiempo  constitucional  del  1820  al  1823 
el  cruel  General  D.  Francisco  Espoz  y 
Mina  levantó  un  empréstito,  que  para 
muchos  fué  forzoso,  no  sé  si  para  todos; 
y  en  garantia  o  indemnización  de  la  can- 
tidad  aprontada  se  entregaron  fincas  de 
regulares.  Caida  la  Constitución,  estos 
recobraron  sus  propiedades,  però  nueva- 
mente  expulsados  en  1835,  los  poseedores 
del  tiempo  constitucional  las  recupera- 
ren. Por  este  camino  anduvieron,  parece, 
algunas,  pasando  otras  por  la  llamada 
venta.  Resenemos  los  datos  que  nos  dan 
las  públicas  escrituras,  comenzando  por 
las  enajenaciones  de  fragmentos  del  mis- 
mo  monasterio. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  23  de  julio  de 
1847,  D.  Miguel  Clavé,  del  comercio  de 
Barcelona,  compra,  procedentes  de  Po- 
blet, al  Estado  las  fincas  siguientes: 

«1.°  Un  patio  llamado  la  Cochería  de 
»14  varas  de  largo  y  9  de  ancho:  Otro 
»patio  llamado  Cereria  ú  Ostal  vell,  de 
»40  varas  de  largo  y  18  de  ancho,   que 

(2)  Me  lo  dijo  en  Calella  en  agosto  de  i8qç)  un 
sacerdote  de  Canet. 


MON'ASTERIO    r.ISTERCIENSE    DE    SANTA    .MAKIA    DE    POBLET 


347 


»unidos  tienen  632  varas  de  pared  derruí- 
»da,  y  lindan  à  O.  con  un  patio  Uamado 
Ala  fusteria,  à  mediodia  con  el  huerto  de 
»)a  Cereria  y  Ostal  vell,  à  poniente  con 
»el  patio  Uamado  la  Gobernación  y  à  N. 
»con  la  plaza  que  va  al  Monasterio. 

»2f  Un  pedazo  de  tierra  de  la  derecha 
Ȏ  izquierda  de  la  Iglesia,  de  cabida  me- 
»dio  cuarto  de  jornal,  lindante  a  oriente 
»con  las  paredes  de  la  Iglesia,  a  mediodia 
»con  el  camino  que  va  al  Molino  de  hari- 
>;na,  a  poniente  con  la  plaza  y  à  N.  con  el 
>;camino  que  va  al  Monasterio  y  parte 
»con  una  torre. 

»3.°  Olro  pedazo  de  tierra,  de  estén- 
»sion  1  Vi  jornal,  conocido  con  el  nombre 
»de  pnntaiio  con  una  balsa  y  un  pozo 
»todo  derruido,  lindante  à  oriente  con  la 
«Iglesia  de  S.  Jordi,  à  mediodia  con  la 
»pared  del  huerto  del  Mercat,  à  poniente 
»con  las  paredes  del  portal  primero,yà 
»N.  con  el  camino  que  va  al  monasterio. 

»4.°  Otro  pedazo  de  tierra  de  Vi  de  jor- 
»nal  conocida  con  el  nombre  de  Vacante 
»del  monasterio,  que  linda  à  Oriente  con 
»la  pared  del  Sindicat,  à  mediodia  con  el 
»camino  que  va  al  monasterio,  à  poniente 
»con  la  casa  Uamada  de  Bosquers,  y  à  N. 
»con  paredes  de  paties  derruidos  con  un 
»camino  que  va  al  huerto  de  la  Campana 
»y  al  pajar  de  dicho  monasterio. 

v5.°  Otro  pedazo  de  tierra  de  medio 
«jornal  conocido  con  el  nombre  de  Pla  de 
»Palacio  del  Abad,  lindante  à  Oriente  con 
»la  puerta  y  puente  que  va  al  molino  de 
»la  harina,  a  mediodia  con  la  casa  pala- 
»cio,  a  poniente  con  las  paredes  del  huer- 
»to,  y  à  N.  con  el  camino  que  conduce  i\ 
»dicho  molino,  el  cual  tiene  un  camino 
spara  ir  al  Palacio  del  Abad. 

»5.°  Y  finalmente  el  Egido  (sic)  de  las 
»espaldas  de  la  Cochería  de  estension  15 
«varasde  largo  y  5  de  ancho,  lindante  à 
«Oriente  con  la  plaza,  a  mediodia  con  el 
«patio  Uamado  Cochería,  a  S.  y  N.  con  la 
«plaza. 

«Cuyas  fincas  conocidas  con  el  nombre 
«de  Plazas  de  dentro  estan  situadas  den- 
»tro  del  suprimido  monasterio  de  Poblet 
«termino  de  Vimbodí». 


El  precio  f  ué  de  40,000  reales  o  sea  2,000 
duros,  los  que  todos  nagó  en  Tarragona  a 
I7de  julío  de  1847  con  títulos  consolida- 
des del  5  3'  4  y  de  la  deuda  sín  interès, 
abonàndosele  el  5  por  100  por  los  plazos 
que  anticipa.  Però  entrega  50,611  r.  4  m. 
nominales,  ignoro  por  qué  (1).  El  dia  del 
pago  los  títulos  del  5  se  compraban  a 
17  1/4  por  ciento,  los  de  la  Deuda  sin  inte- 
rès al  5  3/j,  e  ignoro  el  tipo  de  los  del  4 
porque  sobre  ellos  no  hubo  transacciones 
en  todo  el  semestre  anterior  que  consten 
en  la  Gaceta. 

^  Por  escrituí  a  ante  D.  Joaquín  Cor- 
tadellas,  en  Tarragona  a  23  de  octubre  de 
1847,  D.  Juan  José  Torrell,  de  Tarragona, 
compra,  procedentes  de  Poblet,  al  Estado 
dos  patiosllamados  uno  del  Sindicat,  otro 
Gobernación,  sitos  en  el  monasterio,  que 
lindan  a  E.  con  las  plazas  de  dentro  del 
monasterio,  a  S.  con  el  huerto  de  S.  Jorge 
y  esta  iglesia,  a  O.  con  la  plaza  de  fuera 
y  a  N.  con  la  calle  Camino  del  monas- 
terio. 

Ademas  la  heredad  Uamada  Font  taulc 
de  1  Vi  jornal  entre  regadío  e  inculte,  que 
linda  a  E.  S.  y  O.  con  el  besquede  Poblet 
y  a  N.  con  el  camino  de  Prades. 

El  precio  de  45,234  reales,  o  sea  2,261 
duros  14  reales,  de  los  que  en  Tarragona 
a  21  de  maye  de  1847  paga  el  quinto,  que 
monta  9,046  reales,  con  1,316  r.  7  m.  de 
metàlicoen  equivalència  de  6,031  r.  7  m.  de 
titules  del  5  consolidado  valuados  al  tipo 
de  21  rs.  28  m.  per  ciento,  y  618  r.  6  m.  de 
metalico  en  equivalència  de  3,015  r.  20  m. 
de  titules  del  4  consolidado  al  tipo  del 
20  ';'.2  y  38  r.  23  m.  del  aumento  del  2  por 
ciento  (2).  De  donde  muy  claro  resulta  de 
la  misma  escritura  que  les  9,046  reales  del 
quinto  del  precio  le  costaron  al  compra- 
dor 1 ,934  reales  13  maravedises,  o  sea  que 
4.02  duros  6  reales  les  paga  con  9o  duros 
14  reales. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  4  de 
marzo  de  1844,  D.  Antonie  Frayse,  veci- 


(1)     Fol.  49J  del  protocolo. 
(j)     Fol.  677  del  protocolo. 


348 


-CAPITLLO    SliXlO 


no  de  Vimbodí,   compra    al  Estudo  las 
fincas  siguientes  procedentes  de  Poblet: 

1.°  El  edificio  derruido  «llamado  Boti- 
»gadel  Blat  y  casa,  que  linda  al  N.  con 
»el  huerto  de  la  Campana,  al  E.  con  el 
»ex-Monasterio,  al  S.  con  la  misma  puer- 
»ta  del  ex-Monasterio,  y  al  O.  con  el 
»camino  de  Prades,  situado  dentro  de  los 
»muros  de  Poblet,  termino  de  Vimbodí.» 

2.°  «Todo  aquel  pedazo  de  tierra  in- 
»culto  llamado  la  Mata,   de  estension  7 

»jornales  y  1  '/j  de  cultiva  que  linda 

«situada  en  el  termino  de  Vimbodí». 

El  precio  fué  de  13,805  reales,  o  sea  690 
duros  5  reales;  de  los  que  en  Tarragona  a 
4  de  marzo  de  1844  paga  el  quinto  o  sea  138 
duros.  Paga  604  r.  22  m.  en  metàlico  o 
sea  30  duros  4  reales  que  al  tipo  de  21  r. 
16  m.  por  ciento  en  titules  forman  2,761 
reales  o  sea  138  duros  1  real  (1). 

ISI  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  18  de 
noviembre  de  1843,  D.  Antonio  Frayse, 
de  Vimbodí,  compra  al  Estado  «toda  aque- 
»lla  finca  llamada  huerto  ó  huertos,  situa- 
»dos  dentro  de  los  muros  del  suprimido 
»monasterio  de  Poblet...  consistentes  y 
»llamados  Huerto  Grande,  o  del  Conven- 
»to,  huerto  llamado  de  la  Campafla,  huer- 
»to  del  Priorato  huerto  de  las  Casas 
«nuevas,  huerto  de  la  Potecaria,  huerto 
»de  S.  Jorje,  huerto  de  la  Serena,  huerto 
»del  Moscat,  huerto  llamado  Gallinero, 
«huerto  del  Hostal  viejo,  huerto  de  Pala- 
»cio,  las  Paredas  de  los  Nogales,  todos 
»juntos  tienen  de  estension  14  jornales  de 
»tierracircuidosengran  partedeparedes, 
«todo  regadío  en  que  se  emplean  las 
»aguas  de  las  fuentes  Arolesy  la  Peixera 
»del  Cumellà  de  Mias  y  del  Fornt  Taulé, 
»en  los  dos  dias  y  medio  de  todas  las 
»semanas...»  Otrasaguas...  «Dichoshuer- 
»tos  lindan  a  Oriente  con  el  muro  de 
»dicho  monasterio  de  Poblet  que  divide  el 
»término  de  la  Espluga,  A  mediodia  con  el 
»mismomuro  que  divide  la  Vina  closa...». 
El  precio  fué  625,000  reales,  de  los  que 
en  Tarragona  a  10  de  noviembre  de  1843 


paga  la  quinta  parte  con  títulosdel5  con- 
solidado,  y  del  4  por  ciento  (2).  La  quinta 
parte  suma  125,000  reales  o  sea  6,250 
duros. 

Vengamos  ahora  a  la  venta  de  las  pose- 
siones. 

#^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  4  de 
marzo  de  1846,  D.  Isidro  Roig,  vecino  de 
Vimbodí,  compra  al  Estado,  procedente 
de  Poblet,  «toda  aquella  finca  o  granja 
»llamada  Castell  FoUit,  de  estension  I  V-^ 
»jornal  huerta...  incluso  el  huerto  de  la 
»Monja  pasando  por  el  medio  el  río,  ó 
»barranco,  y  seis  jornales  y  medio  seca- 
»no,  incluso  un  jornal  A  la  plana  de  Osa, 
»otro  en  la  del  Misé  y  cuatro  jornales  y 
»un  cuarto  frente  la  casa,  que  linda  à 
»levante,  poniente,  mediodia  y  Norte  con 
»el  bosque  del  suprimido  monasterio  de 
»Poblet,  situado  en  el  termino  redondo 
»de  Poblet». 

El  precio  fué  22,000  reales,  o  sea  1,100 
duros,  de  los  que,  en  Tarragona  a  2  de 
marzo  de  1846,  pago  la  quinta  parte,  o  sea 
4,400  reales,  en  metàlico  704  r.  29  m. 
equivalentes  a  2,933  r.  12  m.  en  títulos 
consolidades  del  5  (remate  del  12  diciem- 
bre  de  45)  y  333  r.  en  metàlico  equivalen- 
tes a  1,466  r.  22  m.  en  títulos  del  4  hecho 
el  aumento  del  2  sobre  el  metàlico,  au- 
mento  que  subió  20  r.  25  m.  Los  primeros 
títulos  se  computaren  al  24  r.  1  m.  y  los 
segundos  al  22  r.  24  m.  por  ciento.  De 
consiguiente,  con  1,037  reales  29  marave- 
dises  dinero  pago  4,400  del  precio,  o  sea 
con  51  duros  17  reales  pago  220  duros  (3). 

#^  Por  escritura  ante  D.  Joaquín  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  24  de 
febrero  de  1846,  D.  Manuel  Berenguer,  de 
Montblanch,  compra  al  Estado,  proceden- 
te de  Poblet,  1 .°  «toda  aquella  heredad  con 
»casa  llamada  Granja  deia  Pena,  de  esten- 
»sion  3  jornales  cultivo...  y  doce  jornales  y 
»medio  hiermo,  que  linda  à  mediodia  con 
»el  termino  de  Montblanch,  a  Poniente  y 
»Norte  con  el  bosque  del  suprimido  mo- 


(i)     Fol.  lïi  del  protoeolo. 


(2)     Fol.  9S3  del  protoeolo. 
(í)     Fol.  üí  del  protoeolo. 


STERM    CISTERCIEN'SE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


349 


«nasterio  de  Poblet  y  a  Levante  con  el 
«termino  de  la  Espluga  de  Francolí,  sito 
»en  el  termino  redondo  de  Poblet. 

2."  'Toda  aquella  otra  heredad  nom- 
»brada  Granja  ó  Mas  den  Pajés  que  cons- 
»ta  de  14  jornales  cultivo  y  10  ^/j  jornales 
»hiermo,  quelinda  por  levante,  poniente 
»y  Norte  con  el  bosque  del  suprimido 
«monasterio  de  Poblet  y  -A  mediodía  con 
»el  termino  de  Prades,  situado  en  el  pro- 
»pio  termino  redondo  de  Poblet. 

El  precio  fué  22.S90  reales,  iguales  a 
1,144  duros,  10  reales;  de  los  que  en  Ta- 
rragona, a  18  de  febrero  de  1S46,  paga  la 
quinta  parte  con  733  r.  12  m.  en  metàlico 
en  equivalència  de  3,052  r.  de  títulos  del 
5,  y  346  r.  15  m.  en  equivalència  de  1,526 
r.  de  títulos  del  4,  los  primeros  computa- 
des al  24  r.  1  m.  y  los  segundos  al  22  r. 
24  m.  por  ciento  con  el  aumento  del  2  por 
ciento  (1).  De  donde  sacarà  el  avisado 
que  con  1,079  reales  pago  4,578,  o  sea  con 
53  duros  19  reales  pago  228  duros  18 
reales. 

I§l  Por  escritura  ante  D.  Joaquin  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  22  de 
agosto  de  1843,  D.  Antonio  Fra3'se  com- 
pra al  Estado,  procedente  de  Poblet, 
«toda  aquella  pieza  de  tierra  llamada 
»Vifla  Closa  sita  en  el  termino  de  la  villa 
»de  Vimbodí  de  estension  unos  47  jorna- 
»les,  à  saber:  8  de  tierra  campa  y  los 
»demàs  de  vina  mu}'  derrotada  y  parte 
«inculta,...  de  cuya  tierra  hay  3  jornales 
»y  un  cuarto  de  tierra  plantada  de  avella- 
»nos  con  396  de  malos  é  incultos;  haj'  un 
»acueducto  por  donde  pasan  las  aguas 
»que  van  dentro  del  monasterio,  la  cual 
»linda  à  Oriente  con  el  muro  que  divide 
»el  termino  de  la  Espluga,  a  mediodía 
»con  los  murones  del  bosque,  à  poniente 
»con  el  muro  que  divide  las  tierras  del 
»S.  Castaiíé  de  Barcelona,  y  à  Cierzo 
»con  los  muros  del  huerto  grande  del 
«monasterio  y  parte  con  el  muro  que 
«divide  el  camino  del  bosque  y  de  Pra- 
»des».  El  precio  fué  de  300,001  reales,  de 
los  que  en  Tarragona  a  18  de  agosto  de 


(i)     Fol.  ^5  del  protocolo. 


1843  pagó  la  quinta  parte  con  títulos  del 
5  }•  del  4  por  ciento  '2).  En  aquellos  tiem- 
pos  los  títulos  del  5  se  cotizaban  alrede- 
dor  del  27  por  ciento  y  los  del  4  al  del  20. 

^  Por  escritura  ante  D.  Joaquin  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  22  de 
juliodel843,  D.  Antonio  Frayse,  de  Vim- 
bodí, compra,  procedente  de  Poblet,  al 
Estado:  1.°  «toda  aquella  hacienda  llama- 
>'da  Genovés  sita  en  el  termino  de  Bimbo- 
»dí,  de  estension  28  jornales  tierra  campa 
«sembradura...  y  dos  edificios  derruidos 
»el  uno  Uamado  Redil  de  ganado  y  el 
»otro  Meson  del  Monasterio,  que  linda... 
»En  dicha  tierra  hay  unos  10  jornales  de 
«tierra  que  se  pueden  regar  de  las  aguas 
>sobrantes  que  riegan  las  hueitas  situa- 
*das  dentro  los  muros  del  precitado  mo- 
«nasterio  consistentes  y  Uamados...»  y 
otras  aguas. 

2.°  «Toda  aquella  hacienda  llamada 
«Tros  gran;  sita  en  el  termino  de  Bimbo- 
»dí,  de  estension  55  jornales  parte  plan- 
«tada...  de  los  cuales  hay  màs  de  4  que  se 
«riegan  cuando  sobra  agua  de  la  que  hay 
«en  el  huerto  grande. 

3.°  «Toda  aquella  otra  hacienda  Ua- 
«mada  Porta  Reixada,  situada  en  el 
«termino  de  V'imbodí,  de  estension  6 
«jornales...» 

El  precio  fué  625,001  reales,  de  los  que 
en  Tarragona  a  28  de  junio  de  1842  pagó 
la  quinta  parte  con  títulos  del  5  por 
ciento  (3).  La  quinta  parte  suma  125,000 
reales,  iguales  a  6,250  duros.  En  la  bolsa 
de  Madrid  del  dia  antes,  o  sea  del  27,  los 
títulos  del  5  se  cotizaron  de  31  Va  ^  ^-*i 
con  lo  que  el  pago  quedo  reducido  a  cosa 
de  un  tercio  de  su  valor. 

I8l  Por  escritura  ante  D.  Joaquin  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  17  de 
octubre  de  1842,  D.  Pedró  Gil,  vecino  de 
Madrid,  compra  al  Estado:  «toda  aquella 
«hacienda  llamada  de  Arolas  Plana  Gine- 
»bra  ó  Corrals  Nous,  de  estension  176 
«jornales,  à  saber  10  jornales  de  regadio, 
«57  de  tierra  campa  sembradura  y  109 

(::)     Fol.  7&)  del  protocolo. 
(5)     Fol.  730  del  protocolo. 


350 


LIBUO     ILUCERO. — CAPITLLO    SEXIO 


«garriga  carrascal,  dos  rediles  derruidos 
»y  dos  días  de  agua  cada  semana  de  la 
«fuente  que  radica  en  dicha  hacienda... 
»que  linda  al  N.  con  el  río  seco,  ó  sea 
»riera  grande  de  Titlla,  al  S.  con  los  mo- 
»jones  del  bosque,  al  E.  con  la  riera  ó 
«barranco  de  CastellfuUit,  y  de  O.  con  la 
»riera  de  Torners,  sito  en  el  termino  lla- 
»mado  Redondo  jurisdiccion  de  Vim- 
»bodí». 

El  precio  no  fué  màs  que400,OC0reales, 
de  los  cuales  pago  la  quinta  parte  en 
Madrid  en  mayo  de  1842  con  titulos  al 
portador  del  5  por  ciento  (1).  400,000  rea- 
les  equivalen  a  20,000  duros.  Su  quinto 
4,000  duros.  En  mayo  en  la  bolsa  de 
iMadrid  los  titulos  del  5  fluctuaron  de  26  y 
quebrado  por  ciento  a  28  y  quebrado.  De 
consiguiente,  y  suponiendo  que  la  compra 
de  los  titulos  se  hizo  al  28  por  ciento,  los 
4,000  duros  costaron  solo  1,120  duros. 

^  Por  escritura  ante  el  notario  don 
Joaquin  Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarra- 
gona a  25  de  noviembrede  1841,  D.  Pedró 
Gil  compra  al  Estado:  1 .°  «toda  aquella 
«hacienda  llamada  Riudebella,  de  esten- 
»sion  207  jornales,  à  saber  una  pieza  de 
»tierra  de  54  jornales  de  sembradura,  7 
«jornales  de  regadío  y  16  jornales  garri- 
»ga...,  una  casa  llamada  la  Granja  con 
«su  hera  y  pajar,  dos  rediles  de  ganado, 
«dos  lagares,  una  mina  de  agua...  que 
blinda... « 

2°  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  lo 
sMallol,  contigua  A  la  primera  de  28  jor- 
«nales  de  tierra  vina  poco  mAs  ó  menos 
»con  400  avellanos  y  10  jornales  garriga 
»ó  carrascal,  que  linda...» 

3.°  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
»vina  del  Prior  de  25  jornales  de  esten- 
»sion,  que  linda...» 

4."  «Otra  llamada  IMingana  de  24 
«jornales  de  tierra  de  pan  llevar,  4  jorna- 
«les  huerta  ó  regadio,  una  fuente,  una 
«balsa...  y  21  jornales  hiermo  ó  garriga, 
«que  linda...» 

5.°  «Otra  pieza  de  tierra  situada  den- 
«tro  los  muros  ó  mojones  del  bosque  par- 


(i)     Fol.  ^:;4  del  protocolo. 


«te  plantada  de  vina,  y  parte  inculta,  de 
«dimension  junta  22  jornales,  sita  en  el 
«termino  llamado  Rodó  y  partida  de  Riu- 
«debella,  que  linda...» 

6."  «Toda  aquella  casa  sita  en  la  calle 
«mayor  de  Vimbodí,  que  linda...» 

El  precio  fué  1.059,610  reales,  de  los 
cuales  paga  la  quinta  parte  en  Tarragona 
con  titulos  al  portador  del  4,  del  5  y  docu- 
mentos  interines  del  4.  Paga  el  procura- 
dor de  Gil  con  solo  exhibir  la  carta  del 
pago  hecho  en  Madrid  a  2  de  junio  1841. 
Estàs  fincas  pertenecían  a  Poblet  (2). 

El  precio  de  1.059,610  reales  equivalc 
a  52,980  duros  10  reales.  Su  quinta  parte 
monta  10,596  duros. 

I§l  Por  escritura  ante  D.  Joaquin  Fà- 
bregas y  Caputo,  en  Tarragona  a  12  de 
agosto  de  1846,  D.  Isidro  Roig  y  Estradé, 
de  Vimbodí,  compra  precedente  de  Po- 
blet, al  Estado  una  pieza  de  tierra,  de 
10  Va  jornales  de  garriga,  situada  en  Vim- 
bodí, partida  de  la  Mata,  que  lindaba  a  E. 
con  D.  Antonio  Frayse,  a  S.  con  la  vina 
llamada  Granja,  a  O.  con  el  barranco  de 
Castellfollit  y  a  N.  con  la  Riera.  El  pre- 
cio fué  de  20,100  reales,  iguales  a  1,005 
duros;  de  los  que  pago  en  Tarragona  el 
mismo  dia  el  quinto  con  metdlico  SOS  r.  24 
m.  en  equivalència  de  4,020  reales  de  titu- 
los consolidades  del  5,  anadiendo  el  2  por 
ciento,  o  sea  16  r.  5  m.  El  computo  de 
aquellos  se  hace  al  tipo  de  20  r.  4  m. 
(cot."  2  mayo  46).  De  guisa  que  el  com- 
prador con  808  reales,  iguales  a  40  duros 
8  reales,  paga  4,020  reales  equivalentes  a 
201  duros. 

#S  Por  escritura  ante  don  Joaquin 
Cortadellas,  en  Tarragona  a  21  de  sep- 
tiembre  de  1848,  don  Miguel  Clavé  com- 
pra, procedente  de  Poblet,  al  Estado,  «un 
«pedazo  de  terreno  inculto  llamado  patio 
»ó  plaza  del  molino  de  aceite  viejo  de  un 
«octavo  de  jornal:  otro  llamado  plaza 
)  del  mclino  de  harina  de  un  cuarto  de 
«jornal :  el  plan  terreno  del  edificio 
«derruido  llamado  corral  de  las  paradas 
»en  union  del  plano  de  la  hera,  el  trozo 


(2)     Fol.  77Í  del  protocolo. 


MOXASÏERIO     CIÍTLUCIEN'SE     DC    SANTA     MARIA     DE     POELEr 


351 


»de  tierra  de  labor  y  un  pedazo  de  roque- 
»ral  de  -V^  de  jornal,  los  ladrillos  de  la 
»hera  y  222  varas  de  pared  que  pertene- 
»ció  al  suprimido  xMonasterio  de  Poblet, 
»y  situado  en  el  termino  de  Vimbodí». 

El  precio  fué  de  9,000  reales,  o  sea  450 
duros,  de  los  que  en  Tarragona  a  20  de 
septiembre  de  1848  pago  el  quinto  con 
247  reales  17  m.  con  metàlico,  en  equiva- 
lència de  1,800  reales  de  deuda  consoli- 
dada del  5  computada  al  tipo  de  13  ^1^  por 
ciento  (cot.  27  abril  184S)  con  el  aumento 
de  4  r.  32  m.  del  2  por  ciento  (1). 

I§l  Por  escritura  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  3'  Caputo,  en  Tarragona  a  7  de 
maj'o  de  1840,  don  Antonio  Balanà,  veci- 
no  de  F"iguerola,  compra,  procedente  de 
Poblet,  al  Estado,  una  casa  con  dos  laga- 
res  llamada  del  Senor,  situada  en  Figue- 
rola, que  al  S.  lindaba  con  la  calle 
Ma.yor  donde  abría  puerta,  por  el  precio 
de  13,000  reales,  o  sea  650  duros,  de  los 
que  en  Tarragona,  a  7  de  mayo  de  1846, 
paga  el  quinto  con  590  r.  12  m.  en  metà- 
lico, equivalentes  a  2,600  en  títulos  con- 
solidades del  5,  al  tipo  del  22  r.  24  m. 
(cotización  de  16  febrero).  El  aumento  del 
2subió  11  r.  5m.  (2). 

I§l  Por  remate  de  14  de  febrero  de 
1822  y  precio  de  130,551  reales,  don  San- 
tiago Tlieilig,  del  comercio  de  Tarrago- 
na, compro  al  Estado  <toda  aquella  casa 
»sita  en  esta  misma  ciudad  y  calle  vul- 
»garmente  llamada  den  Granada,  que 
»linda...  por  detràs  con  la  Muralla  que 
»mira  al  Mar  y  delante  con  dicha  calle 
»donde  saca  puerta  principal».  Desposei- 
do  en  1823  3'  reincorporado  de  esta  casa 
el  monasterio  de  Poblet,  cuya  era,  por 
decreto  de  4  de  septiembre  de  1835  se  le 
devuelve;  3'  ahora  por  ante  don  Joaquín 
Fàbregas  y  Caputo,  en  Tarragona  a  3  de 
abril  de  1846,  se  le  da  esta  escritura  como 
titulo  de  propiedad  (3). 

#     Por  remate  de  5  de  junio  de  1821  3' 


(0  Fol.  ^o6  del  protocolo. 
(2)  Fol.  K)^  del  protocolo. 
(?)     T'ol.  97  del  protocolo. 


precio  de  57,546  reales,  don  Pablo  Saurí 
3'  Briz  compro  al  Estado  «aquel  almacen 
»con  solo  paredes  y  tejado,  sito  en  el 
>'Puerto  de  esta  Ciudad  3-  calle  nombrada 
>de  Smitli...  que  fué  propiedad  de...  Po- 
»blet».  Saurí  lo  compro  por  cuenta  de 
don  José  Cirera,  según  reconocimiento 
de  6  de  junio  de  1821.  Al  caer  la  Consti- 
tución,  Cirera  fué  despojado,  y  ahora  se 
le  da  en  Tarragona  ante  don  Joaquín 
Fàbregas,  a  20  de  abril  de  1841,  un  titulo 
de  propiedad  (4). 

il  No  hallé  la  escritura  de  la  venta 
de  la  gran  finca  llamada  el  Castillo  de 
Milmanda;  però  sé  que  la  posee  la  famí- 
lia del  nombrado  don  Miguel  Clavé,  com- 
prada o  por  él  o  por  sus  herederos  o 
individuos  de  dicha  família,  3'  que  las 
tierras  miden  grande  extensión. 

Hasta  aquí  las  fincas  contenidas  dentro 
los  limites  de  la  provincià  de  Tarragona. 

En  estos  últimos  anos,  en  que  comen- 
cé  mis  visitas  al  Cenobio  populetano,  los 
mas  de  los  terrenos  de  cultivo  situados 
alrededor  del  Monasterio,  eran  de  don 
Miguel  Clavé  y  Espana.  Y  no  solo  los  de 
fuera  la  cerca  exterior,  sinó  que  las  po- 
sesiones  de  dicho  senor  se  extendían  al 
interior,  en  el  espacio  que  media  entre  la 
dicha  cerca  exterior  y  la  interior,  o  que 
forma  el  recinto  màs  interno.  Así  las 
casas  situadas  entre  los  dos  recintos,  con 
otra  que  cae  fuera,  a  él  pertenecian  (5).  Y 
bien  pudiera  ser  que  poseyera  alguna  ha- 
cienda  de  Poblet. 

Lo  que  en  algunas  de  estàs  propieda- 
des  haya  obrado  en  obsequio  de  la  con- 
servación  de  aniigüedades  la  mano  del 
particular,  lo  dijo  elocuentemente  Toda 
con  las  tristes  y  acerbas  líneas  no  ha 
mucho  copiadas;  y  supongo  no  habrà 
pasado  cosa  distinta  en  las  restantes. 

Lo  que  esta  misma  mano  (segi'm  las 
teorías  desamortizadoras,  tan  fecundas 
en  pròsperes  resultados  para  la  riqueza 
piiblica)  ha   practicado  en   el  extenso  y 


(4)     Fol.  248  del  protocolo. 
(;)     Me  lo  dijo  el  excursionista   D.   Juan   Pous 
en  Barcelona  a  los  j?  de  iunio  de  1887. 


352 


LIEKO     TERCERO.  CAPJTILO     SEXTO 


secular  bosque,  lamentólo  el  mismo  autor 
por  boca  de  «las  puras  y  cristalinas  tuen- 
tes»  del  propio  soto,  «que  aun  hoy,  que- 
»jumbrosas  bajan  llorando  la  destruc- 
»cion  del  bosque»  (1);  y  lo  pinto  con 
soberbias  pinceladas  màs  abajo  en  los 
términos  siguientes:  «Despues....  llego  el 
»ano  1835,  la  quema  de  Poblet  y  la  des- 
»truccion  del  bosque.  El  fuego  y  el  hierro 
»lo  cruzó  en  todas  direcciones:  los  pue- 
»blos  inmediatos  se  echaronhambrientos 
»sobre  él  llevàndose  los  arboles  seculares, 
«orgullo  de  la  montana  que  en  su  regazo 
»los  criaba,  y  el  interesado  egoismo  de 
»los  que  por  la  lev  de  desamortizacion 
»obtuvieron  su  dominio  acabo  la  funesta 
»obra.  (He  oido  decir  que  en  1887  con- 
y>tinuaba  aihi  en  gran  parte  en  poder  del 
•hEstado.  Ignoro  si  ann  Iioy  es  de  cl). 
»Tan  solo  hoy,  oh  tú,  solitario  viajero, 
»que  buscando  las  beUezas  de  la  natura- 
»leza  desafías  los  negros  precipicios  de 
»aquella  comarca,  sobre  los  boixets  ve- 
»ràs  el  tronco  robusto,  però  sin  hojas  ni 
»ramaje,  de  altivo  tejo  que  ha  desafiado 
»la  fúria  destructora  de  los  hombres.  Es 
»el  único  que  queda  del  afiejo  bosque,  y 
»riéndose  del  fuego,  mellando  las  segu- 
»res  que  le  atacaban,  no  consintió  en 
»moverse  de  las  ruinas  que  le  rodean. 
»Parece  la  triste  imagen  del  dolor  allí 
»dejada  como  acusacion  eterna  contra 
»los  que  no  vieron  la  belleza,  la  poesia, 
»los  encantos  que  encerraba  el  bosque 
»de  Poblet»  (2). 

Efectivamente,  el  actual  poseedor  (3)  de 
Milmanda  (que  ha  formado  alli  una  gran- 
ja inmensa  y  pingüemente  productiva) 
me  dijo,  en  dos  distintas  ocasiones,  que 
si  en  1835  el  bosque  sufrió  la  devasta- 
ción,  luego  retonó,  de  modo  que  él  un 
tiempo  antes  de  la  revolución  septembri- 
na,  o  sea  de  1868,  desde  Poblet  subió  a  la 
Pena  protegido  contra  el  sol  por  la 
abundante  sombra  del  bosque;  mas  que 

(i)     Toda.  Obra  cit.,  pàg.  21. 
(2)     Obra  cit.,  pàgs.  28  y  29. 
ii)     De  cuando  yo  escribía  estàs  líneas,   hoy 
difunto. 


poco  después  de  la  revolución  el  bosque 
fué  cortado.  Unas  tierras  que  poseyó 
alli  el  mentado  Clavé  dan  hoy  miles  y 
miles  de  haces  de  lena. 

Hasta  aqui,  como  he  dicho  las  fincas 
que  Poblet  poseia  en  su  provincià  de  Ta- 
rragona. Resenemos  a  seguida  las  otras 
muchisimas  de  la  de  Lérida: 

#S  «La  heredad  llamada  Torre  Ne- 
»ral,  de  extension  300  jornales  de  tierra 
«campa  con  60  Alamos  blancos  pequefios, 
>40  almendros,  y  7,400  cepas  con  140 
>.olivos  todo  en  mal  estado,  situada  en  el 
»término  de  su  nombre;  linda  a  levante 
»con  el  de  Boldú,  à  medio  dia  y  poniente 
»con  tierras  de  la  heredad  llamada  del 
>->Bisbe,  y  a  Norte  con  el  termino  de 
«Castellserà  y  las  cuadras  del  paradell  y 
y.dcls  falcons  justipreciada  por  peritos 
»3'  capitalizado  su  valor  por  la  Contadu- 
»ría  de  amortizacion  con  arreglo  à  orde- 
»nes  397,633  rs.  16  mrs.  (4). 

Se  remato  en  Lérida  el  dia  13  de  junio 
de  1839  por  el  precio  de  900,000  rs.  (5). 

fS  «Una  pieza  de  tierra  campa  titu- 
»lada  diumenge  de  7  jornales,  sita  en  el 
«termino  de  Castellserà,  linda  à  levante 
»con  el  huerto  de  José  Ginesta,  à  medio 
»dia  parte  con  comunales  de  Castellserà 
»y  parte  con  el  camino  de  Mongay,  à 
»poniente  con  dicho  camino  y  à  norte 
»con  tierras  de  Manuel  Casals*,  tasada  en 
14,932  rs.  (6). 

Rematada  en  Lérida,  en  13  de  junio  de 
1839,  en  80,000  rs.  (7)  a  favor  de  donlgna- 
cio  Girona  (8). 

Castellserà  hàllase  sentado  al  NE.  de 
Lérida  y  a  unos  35  kilómetros  de  distan- 
cia, en  terreno  muy  llano. 


(4)  Boletin  oficial  de  la  provincià   de   Lérida 
del  50  de  abril  de  1839,  pàg.  3. 

(5)  Boletin...  cit.  Suplemento  del  número  del 
28  de  junio  de  1839,  pàg.  3. 

(b)     Boletin  oficial...,  cit.  N."  del    30  de  abril 
de  1839,  pàg.  3. 

(7)  Suplemento  al  Boletin  del   n."   de   2IS   de 
iunio  de  i8;!Q.  pàg.  3. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  10  de   marzo 
de  1842,  pàg.  3. 


MONASTEKIO    CISTERCirNSF    DE    SANTA    MARIA     DE    POBLET 


353 


l§l  «Una  casa  llamada  castillo  sita 
»en  el  pueblo  de  Castellserà  calle  de 
»Sta.  Maria,  descubierta  parte  de  ella 
»con  dos  sileros,  delante,  y  dentro  un 
«granero,  bodega  lagar  y  cuadra;  tiene 
»de  altura  ochenta  palmes;  y  un  corral 
»contiguo  à  la  misma:  linda  por  orienta 
»con  el  cementerio,  a  medio  dia  con  dicha 
»calle  de  Sta.  Maria,  à  poniente  y  norte 
»con  camino  que  conduce  a  los  Silos..., 
»su  valor  en  venta  es  el  de  204,058  reales, 
»y  por  esta  cantidad  se  saca  a  subas- 
»ta»  (1). 

1^  «Otra  heredad  en  el  termino  de 
«Almenara  baja,  partido  de  Balaguer,  de 
«estension  637  jornales  en  esta  forma;  317 
«tierra  campa  de  muy  mala  calidad  y  320 
»jornales  de  monte  pedregal  para  pastos; 
»un  corral  de  ganado  con  su  casita  para 
»los  pastores.  Linda  à  orienta  con  el  tér- 
»mino  de  Almenara  alta;  à  medio  dia  con 
»la  cuadra  llamada  de  Agramunt,  parte 
»con  el  termino  de  Boldú  y  parte  con  el 
»de  la  Fuliola;  a  poniente  con  la  casa  y 
»tierras  de  Tarasó,  y  à  norte  con  el  tér- 
»mino  de  Agramunt  y  con  el  de  Ala- 
»drell...»  Tasada  en  66,300  reales  (2). 
Rematada  en  Lérida  a  24  de  septiembre 
de  1839  por  la  cantidad  de  la  tasación  (3). 

^  «La  heredad  llamada  Tarasó,  tér- 
»mino  de  su  nombre,  en  el  partido  de 
«Balaguer,  de  estension  336  jornales,  en 
«esta  forma;  216  tierra  campa  con  170 
«olivos  y  4arboles  frutales,  y  120  jornales 
«yerma  para  pastos  con  una  casa  de  labor 
»y  corral  para  ganado:  linda  a  oriente 
icon  termino  de  Almenara  baja;  à  medio 
«dia  con  el  de  Fuliola  y  Boldú,  à  poniente 
»con  el  de  Castellserà;  y  à  norte  con  el  de 
«Aladrell...»  Tasada  190,200  reales  (4). 
Rematada  en  Lérida  a  los  24  de  septiembre 


(i)     Ho/elin  oficial...,  cit.  N.'  del  o  de  junio  de 
iS^g,  púg.   j. 

(2)  lioletin  oficial...,  cit.  N.'  del  i  ?  de  agosto 
de  1839,  pàgs.  3  y  4. 

(3)  lioletin  oficial...,   cit.   N. '  del   J7  de  sep- 
tiembre de  i8?9,  p;ig.  3. 

(4)  lioletin  oficial...,  cit.  N.'dcl  i;  de  agosto 
de  18 39,  pàg.  3. 


de  1839  por  la  cantidad  de  la  tasación  (5). 

^  «Una  heredad  llamada  Monsuà 
'>compuesta  de  casa  con  sus  correspon- 
'/dientes  oficinas,  era  y  pozo  y  varias 
»piezas  de  tierra  de  cabida  263  jornales, 
«3  porcas  en  junto;  los  153  jornales  9  por- 
»cas  de  cultivo  con  1064  cepas,  216  olivos 
«jóvenes,  y  los  109  jornales,  6  porcas  de 
»prado  con  una  fuente  para  abrevar: 
«linda  à  oriente  con  el  termino  de  Fulio- 
»la,  camino  de  Castellserà,  y  tierra  de 
«Andrés  Balaguer;  à  medio  dia  con  las 
»de  José  Viladot  de  Boldú  y...;  à  poniente 

«con  las  de  Pedró 3'  termino  de  Masó; 

»y  à  norte  con  lierras  de  Terres  de  Tà- 
«rrega,  Bautista  Marsinach  y  termino  de 
"\a.  Fuliola...>' Tasada  en  128,513  reales  (6). 
Rematada  en  Lérida  a  20  de  enero  de  1841 
por  308,000  reales  (7). 

1^  «Una  casa  sita  en  el  pueblo  de 
«Fuliola,  de  estension  3051  palmos  super- 
«ficiales  y  de  altura  45  id.  con  un  corral 
»1063  palmos,  un  lagar  y  una  bodega: 
«linda. ..>'  Tasada  en  10,500  rs.,  por  cuya 
cantidad  se  saca  a  subasta  (8).  Rematada 
en  Lérida  a  12  del  mes  (parece  octubre) 
de  1843  por  20,000  reales  (9). 

#  «Una  pieza  de  tierra  llamada  lo 
«tros  gran,  sita  en  el  termino  del  pueblo 
«de  Algerri,  de  estension  124  jornales  y 
«3  porcas:  linda  à  ..  à  poniente  con  cami- 
«no  de  Albesa...  capitalizada  en  15,000  rs. 
»y  tasada  en  19,500  rs.  por  cu3'a  cantidad 
«se  saca  à  subasta»  (10).  Rematada  en 
Lérida  a  1 2  de  (creo  que  el  mes  es  octubre) 
de  1843  por  80,400  reales  (11). 


(í)     Boletin  oficial....   cit.    N.     del   --7  de  sep- 
tiembre de  1830,  piig.  3. 

(6)  Boletin  oficial...,  cit.  N.    del  is  de  diciem- 
bre  de  1840,  pàg.  4. 

(7)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del    29  de  enero 
de  1841.  pàg.  \. 

(8)  Suplemento  al  Boletin  oficial  del  0  de  iu- 
nio  de  1845,  pàg.  2. 

(9)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  r.oviem- 
bre  de  184  í,  pàg.  3. 

(10)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  j  de 
septiembre  de  1843,  pàg,  2. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  iS^?,  pàg.  2. 


354 


MBRO    TERCtUO.  —  CAPIILI.O    SliXlO 


Algerri  dista  de  Lérida,  a  cuyo  Norte 
cae,  22  Ivilómetros.  Por  las  circunstancias 
de  la  presenta  finca  y  muchas  otras  que 
van  resenadas  a  seguida  apareceque  for- 
maban  juntas  una  grande  heredad  en  el 
termino  de  Algerri,  heredad  que  la  Amor- 
tización  vende  por  partes  para  facilitar 
la  venta  o  compra. 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  ca- 
»mino  de  Almenar  del  pla  del  camino 
»de  Sta.  Magdalena:  sita  en  id.  (tér- 
»miiio  de  Algerri):  de  estension  65  jor- 
»nales  y  9  porcas:  linda  à  Oriente  con  el 
»camino  de  Almenar...:  capitalizada  en 
»9,300  rs.  y  tasada  en  10,000  por  cuya 
»cantidad  se  saca  à  subasta»  (1).  Remata- 
da en  Lérida  a  12  del  mes  (parece  de 
octubre)  de  1843  por  50,400  reales  (2). 

lÜ  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
»font  llarga  sita  en  id.  (termino  de  Algc- 
y>rri):  de  estension  56  jornales:  linda  à...  & 
»medio  dia  con  el  tosal  de  la  Matadella, 
Ȉ  poniente  con  el  camino  de  Almenar,  y 
»à  norte  con  tierras  comunales:  capità- 
»lizada  en  8,366  rs.  22  ms.  y  tasada  en 
»9,200  por  cuya  cantidad  se  saca  à  subas- 
»ta»  (3).  Rematada  en  Lérida  a  12  del  mes 
(parece  de  octubre)  de  1843  por  20,000 
reales  (4). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  à 
»los  tolls,  sita  en  id.  (termino  deAlge- 
r>rri):  de  estension  43  jornales  y  7  porcas: 
»linda  A  Oriente  con  el  camino  de  Alme- 
»nar...:  capitalizada  en  6,000  rs.  y  tasada 
»en  7,000  por  cuya  cantidad  se  saca  à 
»subasta»  (5).  Rematada  en  Lérida  a  los 
12  del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843 
por  39,800  reales  (6). 


(i)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  iS_)3,  pàg.  3. 

(2)  Bolstin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem-» 
bre  de  iS-fj,  pàg.  2. 

(í)  Suplemento  al  Holetin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  ?, 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  novieni- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(5)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1845,  pàg.  3. 

(0)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843.  pàg.  2. 


%  '<Otra  pieza  de  tierra  llamada  cua- 
»dró  de  la  plana  del  sot,  sita  en  id.  (Al- 
>•>gerri):  «de  estension  24  jornales:  lin- 
»da...:  capitalizada  en  3,000  rs.  y  tasada 
»en  3,800  por  cuya  cantidad  se  saca  à 
«subasta»  (7).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por 
7,200  reales  (8). 

I§l  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  los 
»torretas,  sita  en  id.  (tdrmim^de  Algerri) 
»de  estension  22  jornales  9  porcas:  linda 
»a  oriente  con  el  camino  de  Menàrguens 
»à...  à  poniente  con  el  camino  de  Albesa 
»y  A  norte  con  tierras  del  comun,  tasada 
»en  2,700  rs.  y  capitalizada  en  3,600  por 
»cuya  cantidad  se  saca  a  subasta»  (9). 
Rematada  en  Lérida  a  12  de  octubre  (el 
anuncio  omite  la  fecha,  però  parece  que 
es  del  mes  de  octubre)  de  1843  por  17,200 
reales  (10). 

#1  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Pe- 
»drera,  sita  en  id.  (termino  de  Algerri)  de 
»estension  18  jornales  10  porcas:  linda  à... 
»a  medio  dia  con  el  camino  de  Alme- 
»nar...  capitalizada  en  2,600  rs.  y  tasada 
»en  3,100  rs.  por  cuya  cantidad  se  saca  à 
»subasta»  (11).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por 
7,700 reales  (12)  por  D.  Isidro  Graells.  Mas 
en  el  Boletin  del  8  de  agosto  de  1844  es 
declarado  en  quiebra  para  esta  compra, 
y  así  la  pieza  se  saca  a  nueva  subasta 
por  los  mismos  3,100  reales. 

#Sl  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  mo- 
»rada,  sita  en  id.  (termino  de  Algerri): 
»de  estension  lójornalesy  2porcas:  linda 
»cl  oriente  con  tierras  comunales...  à  po- 
»niente  con  camino  de  la  huerta...capita- 


(7)  Suplemento  al  Boletin   oficial...   del   2   de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
brc  de  1843,  pàg.  2. 

(0)     Suplemento  al  Boletin   oficial...   del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(10)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(11)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(12)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°del  7  de  noviem- 
viembre  de  1843,  pàg.  2. 


MON'ASTERIO    CISli;RCIEN•SE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


355 


»lizada  en  2,400  rs.  y  tasada  en  2,800  por 
»cuya  cantidad  se  saca  à  subasta»  (1). 
Rematada  en  Lérida  A  12  del  mes  (parece 
ser  de  octubre)  de  1843  por  5,900  rs.  (2). 

0  íOtra  pieza  de  tierra  al  camino  de 
»Balaguer  sita  en  \à.(térmitto  de  Algerri) 
»de  estension  15  jornales  1  porca:  linda... 
»à  medio  dia  con  Antonio  Borràs  y  el 
»barranco  del  pueblo,  y  à  norte  con  el 
«camino  de  Balaguer:  capitalizada  en 
»2,400  rs.  y  tasada  en  2,500  por  cuya  can- 
»tidad  se  saca  à  subasta»  (3).  Rematada 
en  Lérida  a  12  (parece  que  el  mes  es 
octubre)  de  1843  por  16,400  reales  (4). 

#  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  ca- 
«rnino  de  Almenar  sita  en  id.  (ténnino  de 
■siAlgerri):  de  estension  15  jornales:  linda 
»ií...  y  à  norte  con  camino  de  Almenar: 
»capitalizada  en  2,300  rs.  y  tasada  en 
»2,400  por  cu3•a  cantidad  se  saca  à  subas- 
»ta»  (5).  Rematada  en  Lérida  a  12  del  mes 
(parece  de  octubre)  de  1843  por  7,300 
reales  (6). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  al  camino 
»de  Tarrós  sita  en  id.  {termino  de  Alge- 
»r^/)  de  estension  11  jornales  9  porcas: 
«linda...  fi...  y  -k  Norte  con  el  camino  de 
«Tarrós.  Capitalizada  en  1,800  rs.  y  tasa- 
»da  en  1,900  por  cuya  cantidad  se  saca  ò. 
«subasta»  (7).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843  por 
2,100  reales  (8). 

m    «Otra     pieza    de    tierra    llamada 


(0  Suplcmentn  al  liolelin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pag.  2. 

(2)  lioUtiu  oficial...,  cit.  !\. '  del  7  de  noviem- 
hre  de  if^-(3,  pàg.  ->. 

(?)  Suplcmeiilo  al  liolelin  oficial...  del  j  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(4)  Holetin  oficial...,  cit.  N.°  del  7  de  noviem- 
bre  de  184?,  púg.  2. 

(5)  Suplemenlo  al  Holetin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1*^43.  pàg.  1. 

(6)  liolelin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
brc  de  11^4?,  pàg.  2. 

(7)  Suplcmenlo  al  liolelin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  184?,  pàg.  2. 

(8)  liolelin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 


«tosal  de  las  forcas  sita  en  id.  (térn/iuo 
»  de  Algerri):  de  estension  11  jornales  1 
»porca;  linda...  à  poniente  con  tierras 
«comunales...  capitalizada  en  1,800  rs.  y 
»tasada  en  id.  por  cuya  cantidad  se  saca 
»à  subasta»  (9).  Rematada  en  Lérida  a  12 
del  mes  (parece  serà  octubre)  de  1843  por 
6,200  reales  (10). 

m  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  la 
«balsa  nueva  sita  en  id.  (te'rttiiuo  de  Al- 
y>gerri):  de  estension  9  jornales  y  9  por- 
»cas:  linda...:  capitalizada  en  1,500  rs.  y 
»tasada  en  1,500  rs.  por  cuya  cantidad  se 
«saca  à  subasta»  (11).  Rematada  en  Lérida 
a  12  del  mes (parece  de  octubre)  de  1843 
por  3,000  reales  (12). 

Ü  «Otra  pieza  de  tierra  lo  sort  del 
«camp  sita  en  id.  (termino  de  Algerri)  de 
«estension  5  jornales  9  porcas,  linda  à 
»oriente  con  el  camino  de  Menàrguens... 
Ȉ  poniente  con  el  camino  de  Albesa... 
»Tasada  en  800  rs.  y  capitalizada  en  900 
»por  cuya  cantidad  se  saca  à  subasta»  (13.) 
Rematada  en  Lérida  a  12  (creo  de  octubre) 
de  1843  por  4,600  (14)  a  favor  de  D.  Isidro 
Graells.  Mas  en  el  Boletín  de  8  de  agosto 
se  le  declara  en  quiebra  para  esta  com- 
pra, y  la  finca  se  saca  a  nueva  subasta. 

%  «Otra  pieza  de  tierra  al  camino 
«de  la  Figuera,  sita  en  id.  (termino  de 
y>Algerri):  de  estension  3  jornales  2  por- 
»cas:  linda  à...  à  poniente  con  el  camino 
»de  la  Figuera...:  capitalizada  en  333  rs. 
«11  ms.  }'  tasada  en  500  rs.  por  cuya  can- 
«tidad  se  saca  à  subasta»  (15).  Rematada 


(o)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843.  pàg.  2. 

(o)  Holetin  oficial...,  cit.  N.  del  7  de  noviem- 
brc  de  184?,  pàg.  2. 

(11)  Suplemento  al  liolelin  oficial...  de\  2  de 
septiembre  de  184?,  pàg.  2. 

(12)  Bolclin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1845,  pàg.  2. 

(13)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  184-;,  pàg.  2. 

(14)  Boletin  oficial....  eh.  N.  del  7denoviem• 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(15)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 


356 


LIBIiO    TERCERO. CAPIÏL'I.O    SEXTO 


en  Lérida  a  12  del  mes  (parece  de  octu- 
bre) de  1843  por  1,000  reales  (1). 

0  «Otra  pieza  de  tierra  Uamada  par- 
»tida  de  roca  roija,  sita  en  id.  (térrnitto 
y>cie  Algerri):  de  estension  3  jornales  7 
»porcas:  linda  à  oriente  con  el  camino  de 
»roca  roija...  à  poniente  con  el  termino 
»de  Ibars...:  capitalizada  en433rs.  11  mrs. 
»y  tasada  en  550  por  cuya  cantidad  se 
»saca  à  subasta»  (2).  Rematada  en  Lérida 
a  12  del  mes  (parece  de  octubre)  de  1843 
por  2,000  reales  (3). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  Ilamada  Ru- 
«vinals,  sita  en  id.  (termino  de  Alge- 
rri) de  estension  3  jornales  6  porcas: 
»linda  A  oriente  con  el  termino  de  Menar- 

»guens à  poniente  con  el  camino  de 

»Albesa...  tasada  en840rs.  y  capitalizada 
»en  900  por  cuya  cantidad  se  saca  à  subas- 
»ta»  (4).  Rematada  en  Lérida  a  12  (creo 
que  el  mes  es  octubre)  de  1843  por  2,600 
reales  (5). 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  Ilamada  Ru- 
»vinals  al  camino  de  Menàrguens,  sita 
»en  id.  (termino  de  Algerri)  de  estension 
»3  jornales  y  6  porcas:  linda...  a  poniente 
»con  camino  de  Menargues  (sirí...  Tasada 
»en  850  rs.  y  capitalizada  en  900  por  cuya 
«cantidad  se  saca  à  subasta»  (6).  Rema- 
tada en  Lérida  a  12  (creo  que  el  mes  es  el 
de  octubre)  de  1843  por  8,700  reales  (7). 

ff  «Otra  pieza  de  tierra,  sita  en  id. 
■h(Algerri);  de  estension  3  jornales  y  3 
»pasos:  linda...  à  poniente  con  camino  de 
«Menarges...  Servirà  de  tipo  en  la  subas- 


(i)     Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843.  pàg.  2. 

(2)  Suplemenlo   al  Boletin  'oficial...   del  j  de 
septiembre  de  18-I3,  pàg.  3, 

(3)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  de!  7  de  novicm- 
bre  de  1843.  pàg.  2. 

(4)  Suplemento   al   Boletin   oficial...   del  j  de 
septiembre  de  1843.  pàg.  2. 

(5)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(6)  Suplemento  al  Boletin   oficial...    del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(7)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  novlcm- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 


»ta  la  cantidad  de  1 ,300  rs.»  (8).  Rematada 
en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843  por  4,500 
reales  (9). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  Ilamada  al 
»tros  de  ruvinals,  sita  en  id.  (tdrmino  de 
y> Algerri],  de  estension  2  jornales  7  por- 
»cas:  linda  A  oriente  con  camino  de 
«Menargues...  à  poniente  con  camino  de 
«Albesa  y  à  Norte  con  el  camino  de  Me- 
«nargues  y  Juan  Palau.  Tasada  en  600  rs. 
»y  capitalizada  en  id.  por  cuya  cantidad 
«se  saca  A  subasta»  (10).  Rematada  en 
Lérida  a  12  (parece  que  el  mes  es  octubre) 
de  1843  por  13,000  reales  (11).  No  se  com- 
prende  tan  enorme  diferencia  entre  la 
cantidad  de  la  tasación  600  rs.  y  la  del 
remate  13,000;  mas  como  en  las  fincas 
siguientes  viene  repetida  la  anomalia, 
se  ve  que  no  procede  de  un  error  de 
imprenta,  sinó  de  una  causa  que  ahora  y 
aquí  es  imposible  encontrar. 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  Ilamada  ru- 
«vinals  sita  en  el  termino  de  Algerri: 
«de  estension  2  jornales,  2  porcas:  linda  à 
«oriente  con  camino  de  Albesa...  Tasada 
«en  525  rs.  y  capitalizada  en  600  por  cuya 
«cantidad  se  saca  à  subasta»  (12).  Remata- 
da en  Lérida  a  12  (parece  que  el  mes  es 
octubre)  de  1843  por  4,900  reales  (13).  To- 
pamos  aquí  con  la  misma  anomalia  de  la 
finca  anterior. 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«termino  de  Algerri,  de  estension  2  jorna- 
»les  2  porcas,  linda  A...  A  Norte  con  cami- 
«no  de  Albesa.  Renta  proporcionada  de 
«la  general  31  rs.  vn...  Servirà  de  tipo  en 


(8)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  2. 

(q)  Boletin  oficial...,  eh.  N."  del  15  de  abril 
de  1843,  pàg.  4. 

(10)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(12)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 

(i  3)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 


MONASÏEKIO    CISTEKCIE.NSE    DE    SANTA    MARIA     DE    POBLET 


357 


>4ci  subasta  la  cantidad  de  933  rs.»  (1). 
Rematada  en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843 
por  3,100i-eales(2). 

#3l  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  Ru- 
«vinals  sita  en  id.  í termino  de  Alge- 
rri): »de  estension  1   jornal:  linda  à à 

»Norte  con  camino  de  Albesa:  tasada  en 
»250  rs.  y  capitalizada  en  300  por  cuya 
»cantidad  se  saca  íl  subasta»  (3)  Remata- 
da en  Lérida  a  12  (parece  que  el  mes 
es  octubre)  de  1843  por  2,ó00  reales  (4).  La 
misma  anomalia. 

%  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«termino  de  Algerri  partida  dels  Rubi- 
'•nals,  de  estension  10  porcas  y  cuatro 
»pasos:  linda  a  oriente....  y  à  norte  con 
«camino  de  Albesa.  Produce  en  arriendo 
»13  rs.  vn.  cuj'a  cantidad  se  le  ha  dado 
»proporcionalmente  de  la  de  3,445  en  que 
»se  halla  en  arriendo  toda  la  hacienda,  y 
»vence  en  29  de  setiembre  de  1845.  Servi- 
»rà  de  tipo  en  la  subasta  la  cantidad 
»de  400  rs.»  (5).  Rematada  en  Lérida  a  6 
de  abril  de  1843  por  1,800  reales  (6).  Sigue 
aquí  la  anomalia. 

Las  palabras:  «en  que  se  halla  en 
»arriendo  toda  la  hacienda»  dan  clara- 
mente  a  entender  que  todas  las  piezas  de 
tierra  formaban  una  sola  hacienda,  la 
que  el  Estado,  para  facilitar  la  venta, 
dividió  en  trozos. 

iSl  «Otra  pieza  de  tierra  llamada 
»sot  vells,  sita  en  id.  (termino  de  Al- 
y>gerri):  de  estension  6  porcas:  linda  à 
»mediodía  con  el  rio,  &  poniente  con  la 
»carrerada  y  à  norte  con  la  acequia  del 
»sot  tasada  en  200  rs.  y  capitalizada  en 
»266  rs.  22  mrs.  (il3  duros  6  reales!),  por 


(i)  Suplemento  al  Boletin  oficicil...  del  2  de 
marzo  de  18^5,  púg.  -'. 

{3)  Boletin  oficial  del  i  í  de  abril  de  iN^?.  pà- 
gina 4. 

(3)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  11^45,  pàg.  2. 

(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N. '  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  2. 

(5)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
mar/o  de  1S4;,  pàg.  2. 

(6)  Boletin  oficial  del  15  de  abril  de  1843,  pà- 
gina 4. 


»cuya  cantidad  se  saca  à  subasta»  (7). 
Rematada  en  Lérida  a  12  del  mes  (parece 
de  octubre)  de  1843,  por  2,000  reales  (8). 
Continua  la  anomalia. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  cercado  con- 
»tiguo  à  dicha  villa  (de  Algerri),  de 
»estension  2  porcas  y  2  pasos  tierra  cam- 
»pa  con  su  puerta  y  una  cabana  derrui- 
»da....  Servirà  de  tipo  en  la  subasta  la 
»cantidad  de  2,26ó  rs.»  (9).  Rematada  en 
Lérida  a  6  de  abril  de  1843  por  2,466 
reales  (10). 

^  «Una  casa  sita  en  el  pueblo  de 
»Algerri  que  perteneció  al  suprimido 
»monasterio  de  Poblet,  de  estension  434 
»varas  y  de  altura  43  palmos  con  un  gra- 
»nero  de  300  varas  superficiales:  otro  id. 
»de  403  varas  id.  y  una  galeria  de  72 
»varas  id.  por  la  cual  se  pasa  desde  la 
«casa  a  dichos  graneros  y  un  corral 
«entre  los  dos  expresados  graneros  y  la 
«casa  cuya  entrada  està  à  la  parte  de 
«poniente  de  la  misma,  tiene  de  estension 
»otro  corral  de  515  varas  superficiales 
«linda  por  todas  partes  con  calles  del 
«pueblo....  Capitalizada  en  22,500  rs.  y 
«tasada  en  104,000,  por  cuya  cantidad 
«se  saca  por  primera  vez  a  subasta»  (11). 
El  dia  senalado  no  pudo  celebrarse  la 
subasta  por  falta  de  licitador.  En  el  Su- 
plemento al  Boletin  del  2  de  diciembre 
de  1843  se  saca  nuevamente  a  subasta. 

^  «Un  corral  de  ganado  sito  en  id. 
■i>(término  de  Algerri):  de  estension  1,306 
»varas  superficiales;  linda  à  oriente.... 
«à  poniente  con  la  calle  de  la  Fuente....; 
»capitahzado  en  3,150  rs.  y  tasado  en 
»8,000  por  cuya  cantidad  se  saca  à  su- 
«bastà. 


(7)  Suplemento  al  Boletin   oficial...   del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  5. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843.  pàg.  _>. 

(i))     Suplemento  al   Boletin   oficial...   del  2  de 
marzo  de  184?,  pàg.  2. 

(10)  Boletin  oficial...    N.'   del    15   de   abril  de 
1843.  pàg.  4. 

(11)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  2. 


358 


LlURO    TERCERO.  —  CAPJTULO    SENTO 


»Se  hallan  arrendadas  las  fincas  sitas 
»en  el  termino  del  pueblo  de  Algerri  en 
»la  cantidad  de 3,283  rs....  Son  de  primera 
»subasta»  (1). 

Esta  circunstancia  da  pie,  como  dije 
arriba,  para  pensar  que  todas  estàs 
fincas  de  Algerri  formaban  una  sola 
heredad. 

m  «Una  casa  sita  en  el  pueblo  de 
»Algerri  consta  de  un  primer  piso, 
»bajos  y  un  corral  tienen  de  largo  179 
»palmos  por  144  de  ancho;  y  32  de  altu- 
»ra;  formanda  una  superfície  de  179  va- 
»ras  cuadradas.  Linda  à  oriente  con  la 
»plaza  llamado  de  la  Duia,  à  medio  (sic) 
-^•con  la  calle  de  Portomeu,  à  poniente 
»con  la  plaza  de  la  iglesia,  y  à  norte  con 
»la  calle  del  horno  de  la  villa.  Ha  sido 
»capitalizada  en  4,402  reales  y  tasada  en 
»26,500  reales;  por  cuya....»  (2). 

^  «Una  hera  de  trillar  sita  en  el 
»mismo  termino  de  Algerri  tiene  de 
»estension  246  palmos  de  largo  y  175  de 
»ancho:  formando  una  superfície  de  cua- 
»renta  y  tres  mil  cincuenta  palmos 
«cuadrados....  Ha  sido  capitalizada  en 
»4,499  reales  4  maravedises  y  tasada  en 
»8,520  reales,  por  cuya....»  (3). 

Hasta  aquí  la  heredad  de  Algerri.  Si- 
gne la  de  Menàrguens,  villa  a  17  kiló- 
metros  al  N.  de  Lérida,  heredad  también 
para  la  venta,  dividida  en  porcioncitas. 

ÜI  «Una  pieza  de  tierra  en  el  termino 
»de  la  villa  de  Menarges  y  partida  de 
»Farfana  de  55  jornales:  linda  a  oriente 
»con  tierras  de  Sebastian  Miralles,  à  Me- 
»dio  dia  con  otras  de  Ramon  Cortada,  à 
»poniente  con  el  camino  de  Castelló,  y 
»D.  José  Ruvies  y  parte  con  Juan  Alon- 
»so  y  à  norte  con  el  rio  Farfana....» 
Tasada  en   7,200  rs.   (4).    Rematada  en 


(i)     Suplemento  al   Boletin   oficial...   del  2  de 
septiembre  de  1843,  pàg.  5. 

(2)  Suplemento  al  Boletin  oficial...   del    29  de 
octubre  de  1849,  pàg.  3. 

(3)  Suplemento  al  Boletin  oficial...   del   20  de 
octubre  de  1S49,  pàg.  3. 

(4)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  28  de 
junio  de   1839.   pàg.  4. 


Lérida  a  los  14  de  agosto  de  1839  por 
10,000  reales  (5). 

^  «Una  pieza  de  tierra  campa  llama- 
»da  la  coma  sita  en  el  termino  de  me- 
»nargues,  de  estension  26  jornales  5  por- 
»cas:  linda  à  oriente  con  camino  de 
»Lérida....»  Tasada  en  3,500  reales  (6). 
Rematada  en  Lérida  a  12  del  mes  (pa- 
rece  de  octubre)  de  1843  por  13,300  rea- 
les (7). 

%  «Otra  pieza  huerta  en  el  mismo 
»término  (de  Menàrguens)  y  termino  íiel 
»cap  de  la  vila  de  (sic)  25  jornales;  linda 
»à  oriente  con  la  acequia,  à  medio  dia 
»con  tierras  de  Antonio  Prats  y  Fonto- 
»ba;  à  poniente  con  otras  de  Antonio 
»Costafreda,  y  viuda  Maria  Montal,  à 
»norte  con  la  acequia....»  Tasada  en 
27,500  rs.  (8).  Rematada  en  Lérida  a  14  de 
agosto  de  1839  por  33,500  reales  (9). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  en  el  citado 
»término  {de  Menàrguens)  partida  con- 
»tigua  à  la  casa  de  13  jornales,  linda  à 
»oriente  con  un  brazal  llamado  de  Lérida, 
»à  medio  dia  con  tierras  de  D.  José  Ru- 
»vies,  à  poniente  con  dicha  casa,  y  à  norte 
»con  otras  de  la  viuda  Escobà,  Antonio 
»Costafreda,  Antonio  Cimandes,  José 
»Bosch  y  otros...»  Tasada  en  27,600  rea- 
les (10).  Rematada  en  Lérida  a  los  14  de 
agosto  de  1839  por  36,000  reales  (11). 

^  «Una  pieza  de  tierra  campa  de  2.^ 
»calidad  llamada  la  Sort  del  moli  de  5 
«jornales,  sita  en  el  propio  termino  [de 
•DMenargneus);  linda...»  Tasada  en  14,400 


(í)     Boletin  oficial...,  cit.  N.    del  27  de  agosto 
de  1839,  pàg.  4. 

(6)  Suplemento   al  Boletin   oficiat...   del  9  de 
iiinio  de  1843,  pàg.  2. 

(7)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  7  de  noviem- 
bre  de  1843,  pàg.  3. 

(S)     Suplemento   al   Boletin  oficial...  del  28  de 
junio  de   1839,  pàg.  4. 

(9)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  27  de  agosto 
de  1839,  pàg.  4. 

(10)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  28  de 
junio  de  i8;o.  pàg.  4. 

(11)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  27  de  agosto 
de  1839.  pàg.  4. 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


359 


reales(l).  Rematada  en  Lérida  a  29  de 
diciembre  de  1840  por  la  cantidad  de  la 
tasación  (2). 

líl  «Un  huerto  de  3  porcas  de  tierra 
>'de  1.^  calidad  en  la  partida  de  vedat  y 
i•^huerta  de  dicha  villa  de  Menarges;  lin- 
»da...»  Tasada  en  2,666  reales  (3). 

m  «Un  molino  harinero  arruinado, 
»sito  fuera  y  cerca  de  la  villa  de  Menar- 
»gues:  de  latitud  35  palmos,  de  longitud 

»3<S,  y  de  altura  40:  sus  lindes  son  por ; 

»a  medio  dia  con  camino  que  baja  a  la 
»'huerta  de  dicha  villa-..  y  à  Norte  con  la 
>'acequia  que  baja  el  agua  al  referido 
xmolino:  ha  sido  tasado  en  9,600  rs...»  (4). 

1^  «Una  casa  con  prensa  para  aceite 
»y  corral  sita  en  la  calle  mayor  del  pue- 
»blo  de  Menarí^es:  linda  por  delante  con 
»la  calle  del  horno...  Tasada  en  19,131 
>M-eales»  (5).  Rematada  en  Lérida  a  29  de 
diciembre  de  1840  por  el  precio  de  la  tasa- 
ción (6). 

I8l  «Una  era  para  trillar  en  la  partida 
»del  eral  de  arriba  de  .5  porcas  termino 
«de  dicha  v'úla.' de3JeHarguensJ;Vmda-.y> 
Tasada  en  680  reales  (7).  Rematada  en 
Lérida  a  29  de  diciembre  de  1840  por  el 
precio  de  la  tasación  (8). 

Hasta  aquí  la  heredad  de  Menàrguens. 
Sigue  la  de  Montblanquet  llamada  la 
Virgen  del  Tallat,  situada  a  vista  del 
cenobio  en  un  pico  distante  de  él  unas  dos 
leguas,  però  en  tierra  de  la  provincià  de 
Lérida.  Montblanquet  està  sentado  al  O. 


(i)  Holctin  oficial...,  oit.  N.  del  ii  de  octubre 
de  i8^o.  pà^t.  2. 

(2)  Holclin  oficial...,  cit.  N.  del  12  de  eneio 
de  IS^I.  p;ig.  5. 

(í)  Bolctin  oficial...,  cit.  N.  del  ii  de  octubre 
de  i8^o,  pàg.  2. 

(4)  lioletin  oficial...,  cit.  N.  del  1  1  de  julio 
de  i8^<),  pàjr.  5. 

(ï)  íiotelíii  oficial...,  cit.  N.  del  li  de  octubre 
de  i.S^o.  pdg.  2. 

(ó)  lioletin  oficial....  cit.  N.  del  12  de  enero 
de  1841.  pàg.  ?. 

(7)  lioletin  oíicial...,  cit.  N.  del  (1  de  octubre 
de  1840,  pàg.  2. 

(8)  lioletin  oficial...,  cit.  N.  del  12  de  enero 
de  1841,  pàg.  ?. 


de  Lérida  }•  a  unos  41  kilómetros  de  ella. 
«El  Tallat  era  un  grandioso  edificio  con 
»capilla  y  patio,  de  hermosísimas  lineas 
»ojivales  del  siglo  xv  j  tenia  las  posesio- 
>;nes  siguientes:  82  jornales  de  tierra  de 
»pan  llevar  y  293  de  bosque,  sitos  en 
«Montblanquet  y  10  jornales  mas  en  el 
«termino  de  Rocallaura.»  Así,  sacàndolo 
de  la  Gaceta  de  Madrid  en  que  se  anun- 
ciaba  la  subasta  de  1822,  lo  escribí  en  mi 
primera  obra  (9).  Ahora  aquí  copiaré  a 
seguida  los  anuncios  de  las  subastas  de 
los  aíios  posteriores  al  1835  de  las  tierras 
que  Poblet  tenia  en  el  termino  de  Mont- 
blanquet, que  se  ve  no  son  otras  que  las 
que  antes  de  aquel  nefasto  ano  formaban 
la  hacienda  del  Tallat.  Mas  antes  van 
algunas  noticias  referentes  a  los  postre- 
ros  tiempos  del  Tallat  y  al  paradero  de  sus 
mejores  prendas. 

Poblet,  después  de  la  adquisición  del 
Tallat  (1509),  habíalo  enriquecido  ensan- 
chando  el  edificio,  proveyéndolo  de  bue- 
nos  albergues  para  los  peregrinos,  y 
dotàndole  del  retablo  de  la  Virgen  con 
San  Bernardo  a  su  pie.  Las  persecuciones 
del  tiempo  constitucional  motivaron  que 
el  Prior  se  retirase  del  Priorato  a  Poblet, 
quedando  aquel  en  mano  de  los  agricul- 
tores que  cultivaban  las  tierras.  Dis- 
putàronse  la  posesión  de  la  venerada 
Virgen  del  Tallat  tres  de  los  pueblos 
comarcanos,  Rocallaura,  Blancafort  y 
Montblanquet.  La  autoridad  arzobispal 
fallo  a  favor  del  primero,  y  en  8  de  marzo 
de  1822  la  imagen  pasó  al  templo  parro- 
quial de  Rocallaura.  «Se  trasladarontam- 
»bien  à  Rocallaura  retablos,  exvotos, 
»entre  ellos  las  cadenas  delcautivo  Miró, 
«documentos,  y  las  campanas,  bien  que  la 
»mayor  pasó  k  Poblet.  El  altar  ma5"or  se 
»llevó  il  Blancafort,  y  losdemàs  objetos  à 
»la  iglesia  de  ^Montblanquet,  entre  los 
«cuales  estil  el  retablo  que  representa  la 
»aparicion  de  la  Virgen  al  pastor  ..»  (10). 

(o!     Las  caias  de  religiosos...,   tomo  I,  pàgina 

20'). 

(10)  D.  Antonio  Palau.  í.a  Conca  de  Tiarheri 
pàg.  21;. 


360 


LIBRO    TERCERO. — CAPIIULO    SEXTO 


El  Estado,  como  dije  arriba,  vendió  esta 
finca,  que  paro  en  ruinas.  «El  propietario 
»de  estàs...  vendió  la  galeria  gòtica  y  la 
»cren  del  Tallat  à  un  aficionado  de  Reus.» 
La  galeria,  como  también  escribí,  la  ha 
después  comprado  el  editor  D.  Ramon  de 
Montaner  y  la  ha  montado  en  su  quinta 
de  Canet  llamada  Santa  Florentina  (1). 

^  «Un  bosque  plantado  de  pinós, 
«partida  del  tosal  gros  en  dicho  termino 
>->{i1e  Moiiblanquet)  de  estension  28  jorna- 
»les:  linda  a  oriente  y  norte  con  fincas 
»de  la  misma  {del  Tallat)^  à  medio  dia 
»con  termino  de  Blancafort  3'  à  poniente 
»con  el  de  Monblanquet...  Servirà  de  tipo 
)en  la  subasta  la  cantidad  de  2,240 rs.»  (2). 
Rematada  en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843 
por  3,440  reales  (3). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  matorral, 
»llamada  bosque  dels  puets,  sita  en  id. 
MMonhlanquet)  de  estension  27  jornales 
»5  porcas:  linda  à  oriente  y  medio  dia  con 
»la  referida  hacienda  {del  Tallat),  à 
»poniente  con  el  termino  de  Monblanquet 
»y  à  norte  con  el  de  Montesquiu...  Servi- 
»rà  de  tipo  en  la  subasta  la  cantidad  de 
>:'2,195  rs.»  (4).  Rematada  en  Lérida  a  6  de 
abril  de  1843  por  4,195  reales  (5). 

%  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  vina 
»sita  en  id.  (Monthlauqnet)  de  estension 
»5  jornales  yermoy  10  jornales  matorral: 
»linda  à  oriente  y  medio  dia  con  la  misma 
»hacienda  {del  Tallat)  y  à  poniente  y  nor- 
»te  con  el  espresado  termino  de  Monblan- 
»quet...  Servirà  de  tipo  en  la  subasta  la 
»cantidadde  4,050  rs.»  (6).  Rematada  en 
Lérida  a  6  de  abril  de  1843  por  4,250  rea- 
les (7). 


(i)     d.  Antonio  Palau.  Obra  cit.,  pàg.   221. 

(2)  Suplemento   al   Boletin   oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843.  pàg.  3. 

(3)  Boletin   oficial...   del    1 5  de  abril  de  1843, 
Pàfí-  -1- 

(4)  Suplemento   al  Boletin   oficial...  del  2  de 
marzo  de  ií:*-)3,  pàg.  3. 

(5)  Boletin  oficial...  de\  içde  abril   de   i8-)3. 
pàg-  4- 

(6)  Suplemento  al  Boletin   oficial...   del   2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  3. 

{7)     Boletin  oficial...  del  15  abril  1843,  pàg-  4- 


^  «Una  pieza  de  tierra  llamada  vina 
>  del  hort,  sita  en  el  referido  termino  de 
»Monblanquet,  de  estension  4  jornales: 
»linda  à  oriente  y  medio  dia  con  la  refe- 
>/rida  hacienda  (del  Tallat),  ú  poniente 
»con  el  termino  de  Monblanquet  y  à 
»norte  con  el  de  Montesquiu...  Servirà  de 
»tipo  en  la  subasta  la  cantidad  de  2,880 
»rs.»  (8).  Rematada  en  Lérida  à  6  de  abril 
de  1843  por  3,080  reales  (9). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  pla- 
»na  de  la  cometa  sita  en  dicho  termino 
»(de  Monblanquet),  de  estension  lOjorna- 
»les,  7  porcas,  parte  cultivo  y  parte  in- 
»culta;  linda  por  todas  partes  con  fincas 
»de  la  misma  (del  Tallat}...  Servirà  de 
»tipo  en  la  subasta  la  cantidad  de  5,620 
»rs.»  (10).  Rematada  en  Lérida  à  6  de 
abril  de  1843  por  5,820  reales  (11). 

^  «Otra  pieza  de' tierra  llamada  pla- 
»na  sita  en  id.  (termino de  Moiitblanqtiet) 
»de  estension  9  jornales  6  porcas  la  mitad 
«cultivo  y  la  otra  yermo  linda  à  oriente  y 
»norte  con  el  termino  de  Rocallaura  à 
»medio  dia  y  poniente  con  dicha  hacienda 
■»{del  Tallat).  Servirà  de  tipo  en  la  subas- 
»ta  la  cantidad  de 5,380  rs.»  (12).  Rematada 
en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843  por  5,580 
reales  (13). 

#^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada  pla- 
»na  del  hera  sita  en  dicho  termino  de 
«Monblanquet  de  estension  4  jornales  cul- 
«tivo  y  5  jornales  9  porcas  yermo:  linda 
«à  oriente  y  medio  dia  con  el  termino  de 
«Rocafort,  à  poniente  }•  norte  con  la  refe- 
«rida  hacienda  {del  Tallat)...  Servirà  de 
«tipo  en  la  subasta  la  cantidad  de  4,490 


(8)  Suplemento  al  Boletin  oficial...   del    2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  3. 

(9)  Boletin  oficial...  del  ií   de  abril   de  1843, 
pàg-  4- 

(10)  Suplemento  al  Boletin   oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  3. 

(11)  Boletin  oficial...  del  15  de  abril  de  1843, 
pàg-  4. 

(12)  Suplemento  al  Boletin   oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  2. 

(13)  Boletin  oficial...  del  15  de  abril  de  1843, 
pàg-  4- 


MONASÏERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    .MARIA    DE    POBl-ET 


361 


»rs.»  (1).  Rematada  en  Lérida  a  6de  abril 
de  1843,  por  8,690  reales  f2). 

^  «L'na  pieza  de  tierra  campa  11a- 
»mada  plana  de  los  monjes  sita  en  el  tér- 
»mino  de  Monblanquet,  de  estension  8 
»jornales  11  porcas  parte  campa  y  parte 
»yerma:  linda  à  oriente  con  la  carretera 
»de  Monblanquet,  a  medio  dia  con  el 
»término  de  Rocafort  à  poniente  y  norte 
>>con  la  hacienda  llamada  del  Tallat,  de 
»la  que  es  parte  esta...  Servirà  de  tipo  en 
»la  subasta  la  cantidad  de  6,080  rs.»  (3). 
Rematada  en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843 
por  8,880  reales  (4). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  llamada 
>:plana  del  Conco  sita  en  el  mencionado 
>/término  de  Monblanquet  de  estension  2 
»jornales  y  6  jornales  3'ermo  linda  por 
»todas  partes  con  lincas  de  la  misma 
»hacienda  ^rfc/  Tallat)...  Servirà  de  tipo 
»en  la  subasta  la  cantidad  de 5,380  rs.»  (5). 
Rematada  en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843 
por  5,580  reales  (6). 

ISI  «Otra  pieza  de  tierra  contigua  à 
»la  anterior  'la  plana  del  Conco) de  esten- 
»sion  2  jornales  cultivo  y  6  yermo:  linda 
»por  todas  partes  con  fincas  de  la  misma 
»hacienda  frft'/  Tallat)...  Servirà  de  tipo 
ven  la  subasta  la  cantidad  4,160  rs.»  (7). 
Rematada  en  Lérida  a  6  de  abril  de  1843 
por  4,360  reales  (8). 

Con  fecha  del  5  de  septiembre  de  1845  el 
Bolet  in  oficial  de  la  provincià  de  Lérida 
anuncia  la  subasta  de  «las  id.  (tierras) 


(i)  Suplemento  al  Bolclin  oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843.  pàg.  2. 

(2)  Boletin  oficial...  del  15  de  abril  de  li^^j, 
pàg.  -I- 

(f)  Suplemento  al  BoU'lin  oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843,  pàg.  2. 

(4)  lloletin  oficial...  de\  lí  de  abril  de  184;. 
pàg.  4. 

(s)  Suplemento  al  liolelin  oficial...  del  2  de 
marzo  de  18-13.  püg.  2. 

(6)  liolelin  o/icial...  dc\  líde  abril  de  1.^4?. 
pàg.  4. 

(7)  Suplemento  al  Boletin  oficial...  del  2  de 
marzo  de  1843.  pàg.  3. 

(8)  Boletin  oficial...  del  i^  de  abril  de  1843. 
pàg.  4. 


»que  en  el  termino  de  Monblanquet  perte- 
«necieron  al  Monasterio  de  Poblet  llama- 
»das  Tallat»  (9j.  Este  anuncio,  posterior 
de  dos  afios  y  cinco  meses  a  los  de  los 
remates  de  las  próximas  anteriores  reia- 
tadas  fincas,  nos  obliga  a  creer  una  de 
dos  cosas:  0  que  las  resenadas  tierras  no 
formaban  la  totalidad  de  la  hacienda 
Tallat  y  ahora  se  van  a  subastar  las  res- 
tantes;  o  que  aquelles  remates  de  1S43,  o 
algunos  de  ellos,  quedaron  nulos,  y  por 
Ió  mismo  se  procede  a  nueva  subasta. 

Hasta  aquí  Monblanquet  o  el  Tallat: 
siguen  las  fincas  del  termino  de  Albagés, 
pueblo  del  S.  de  Lérida  y  a  21  kilómetros 
de  ella. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
^partida  fia  Vall  de  Anig)  con  105  olivos 
»pequenos;  de  estension  11  jornales,..: 
«linda  por  oriente  y  poniente  con  tierras 
»de  la  nacion...;  capitalizada  en  9,600  rs. 
»y  tasada  en  12,200  rs.  por  cuya...»  (10). 
Llama  tierras  de  la  nación  a  otras  sin 
duda  procedentes  de  propiedad  del  mismo 
Poblet,  y  así  se  comprende  que  juntas 
formaran  una  hacienda. 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
»partida  (de  la  Vall  de  Anig)  con  26  oli- 
»vos  y  102  almendros...:  de  estension  5 
»jornales  4  porcas:  linda  por  oriente  con 
«tierra  de  la  nacion,  mediodía  5' norte  con 
»id...:  capitalizada  en  4,200  rs.  y  tasada 
»en  7,200  por  cuya...»  (11). 

181  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el  mis- 
»mo  termino  [de  Albagés  \  y  la  misma  par- 
»tida  (de  Cantallops)  de  estension  4  jorna- 
»les  tres  porcas. . .  linda. . .  y  norte  con  cami- 
»no  publico:  ha  sido  capitalizada  en  4,800 
»rs.  y  tasada  en  8,400  rs.  por  cuya...  (12). 

ISI    «Otra   pieza  de  tierra  sita   en    el 


(9)  Pàg.  4- 

(10)  Boletin  oficial...,   cit.  N."  del  2,  de  sep- 
tiembre de  1848.  pàg.  3. 

(11)  Boletin  oficial...,   cit.   N.    del  25  de  sep- 
tiembre de  1848,  pàg.  3. 

(12)  Boletin  oficial...,   cit.   N.    del  2í  de  sep- 
tiembre de  1848,  pàg.  4. 


362 


LIBRO     TERCERO. CAPITULO     SE\TO 


»mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
«partida  {de  la  Vall  de  Anig)  con  55  oli- 
»vos  y  33  almendros:  de  estension  4  jor- 
»nales  8  porcas...  linda...  y  à  norte  con  la 
»sierra:  capitalizada  en  6,0C0  rs.  y  tasada 
»en  6,215  rs.  por  cuya...»  (1). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  en  el  mismo 
»término  (de  Albagés)  y  la  misma  partida 
y>(dela  Vall  de  Anig)  con  65  olivos  y  38 
5>almendros  de  estension  4  Jornales  3  por- 
»cas...;  linda  por  oriente  y  poniente  con 
»tierras  de  la  nacion,  a  mediodía  con  la 
»sierra  y  parte  con  Jaime  Oliveres  y  nor- 
»te  con  la  sierra:  ha  sido  capitalizada  en 
»3,233  rs.  14  ms.  y  tasada  en  5,001  rs.  por 
»cuya...»  (2). 

^  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  el  tér- 
»mino  de  Albagés  en  la  partida  de  la 
»Vall  de  Anig,  con  70  olivos,  40  almen- 
»dros  y  100  cepas,  de  estension  4  jornales 
»y  2  porcas...  linda  por  oriente  y  ponien- 
»te  con  tierras  de  la  nacion,  medio  dia 
»con  la  sierra...  capitalizada  en  3,633  rs. 
»11  ms.  y  tasados  en  6,820  reales  por 
»cuya...»  (3). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  (termino  de  Albagés)  partida  del 
»Farraginal  de  estension  3  jornales  4  por- 
»cas...:  linda  por  oriente  con  camino  de 
»Castelldasens...  poniente  con  tierras  de 
»la  nacion.  .  capitalizada  en  3,000  rs.  y 
»tasada  en  6,400  rs.  por  cu\'a...»  (4). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  de  Albagés  partida  de  la 
»Vall  de  Anig,  con  88  olivos,  de  estension 
»3  jornales  2  porcas...:  linda  por  oriente 
>;y  poniente  con  tierras  de  la  nacion  y  à 
»mediodía  y  norte  con  la  sierra:  ha  sido 
«capitalizada  en  3,300  rs.  y  tasada  en 
»4,320  rs.  por  cuya...»  (5). 


(i)     Boletin   oficial.. 
tiembre  de  i8-)8.  pàg.  5. 

(2)  Boletin  oficial.. 
tiembre  de  I8^S,  pàg.  ^. 

(3)  Boletin   oficial.. 
tiembre  de  i8-)S.  pàg.  í. 

(4)  Boletin  oficial.. 
tiembre  de  18-18,  pàg.  4. 

(5)  Boletin   oficial.. 
tiembre  de  i8-(8,  pàg.  3. 


N.' 

del 

25  de  sep- 

N.' 

del 

2^  de  sep- 

N. 

del 

25  de  sep- 

N. 

del 

2í  de  sep 

N. 

del 

25  de  sep 

1^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
«partida  (de  Cantallops)  de  estension  3 
«jornales  2  porcas,  .con  73  almendros..., 
«linda  por  oriente  con  tierras  de  la  na- 
«cion,  mediodía  con  camino  publico...: 
«capitalizada  en  3,733  rs.  17  mr.  y  tasada 
»en  6,350  por  cuya...»  (6). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«mismo  termino  (de  Albagés)  y  partida 
«dels  Homs  con  12  olivos  y  12  almendros 
«de  estension  2  jornales  3  porcas...  linda 
«por  oriente  con  tierra  de  la  nacion, 
«mediodía  con  la  sierra...  capitalizada 
»en  1,433  rs.  14  ms.  y  tasada  en  2,500  rs. 
«por  cuya...»  (7). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
«partida  (dels  Homs)  con  21  olivos  18 
«almendros  de  estension  2  jornales  2  V2 
«porcas...:  linda  por  mediodía  con  la  Sie- 
«rra,  poniente  con  camino  publico  y  norte 
«con  la  Sierra;  capitalizada  en  1,733  rs.  y 
»14  ms.  y  tasada  en  2,650  reales,  por 
«cuya..  »  (8). 

^  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«termino  de  Albaigés  en  la  partida  del 
«Torrente  con  un  olivo  y  un  almendro 
«de  estension  2  jornales....:  linda....  y 
«norte  con  la  Sierra:  capitalizada  en 
«3,000  reales  y  tasada  en  4,020  rs.  por 
»cuya....«  (9). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  campa  sita 
»en  el  mismo  termino  (de  Albagés)  y 
«partida  de  la  Borga  de  estension  2  jor- 
«nales:  linda  por  oriente  con  camino  de 
«las  heras,  mediodia  con  las  heras....: 
«capitalizada  en  2633  rs.  14  mrs.  y  tasada 
«en  4,200  rs.  por  cuya....  (10). 


(6)  Boletin  oficial..., 
tiembre  de  1848,  pàg.  4. 

(7)  Boletin  oficial..., 
tiembre  de  1^*48,  pàg.  3. 

(8)  Boletin  oficial..., 
tiembre  de  1848.  pàg.  3. 

(g)  Boletin  ojicial..., 
tiembre  de  1848,  pàg.  4. 

(ro)  Boletin  oficial.. 
tiembre  de  1848,  pàg.  3. 


N.°  del 
N."  del 
N.°  del 
N.  del 
,   N.    del 


25  de  sep- 
25  de  sep- 
25  de  sep- 
25  de  sep- 
25  de  sep- 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POGLET 


363 


l8l  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Albagés)  partida  de 
»las  Forcas  de  estension  1  jornal  8  por- 
»cas....  linda  por  oriente  con  el  cemente- 
»rio  del  pueblo....  ha  sido  capitalizada  en 
»933  rs.  20  mrs.  y  tasada  en  1,040  rs.  por 
»cuya....»  (1). 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  (Albagés)  y  en  la  misma  partida 
•)>(de  Vall  de  Atiig)  con  7  almendros   de 

»estension  I  jornal  1  porca linda  por 

»oriente  y  poniente  con  tierras  de  la 
»nacion,  à  mediodia  con  la  Sierra....  Ca- 
>'pitalizada  en  933  rs.  20  mrs.  y  tasada  en 
»1,040  rs.  por  cuya...»  (2). 

#  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  (de  Albagés)  y  la  misma 
«partida  fde  la  Vall  de  Aiiig) ,  de  esten- 
»sion  1  jornal  y  una  porca....:  linda  por 
»oriente  y  poniente  con  tierras  de  la 
»nacion....  y  por  norte  con  la  sierra, 
»ha  sido  capitalizada  en  1,200  rs.  y  tasa- 
»da  1,450  (s/c)  por  cuya...»  (3). 

I8l  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
»mismo  termino  [de  Albagés)  y  la  parti- 
»da  {dels  Homs)  con  8  olivos:  de  esten- 
»sion  1  jornal  1  porca  ...:  linda  por  orien- 
»te  y  poniente  con  tierras  de  la  nacion.... 
«Capitalizada  en  833  rs.  14  mrs.  Tasada 
»en  1,300  rs.  por  cuya....»  (4). 

1^  «Una  pieza  de  tierra  sita  en  los 
«términos  del  pueblo  de  Albaigés  en  la 
«partida  de  la  Vall  de  Anig  con  5  olivos 
»y  17  almendros  jóvenes:  de  estension  de 
»un  jornal  3'  media  porca....:  linda....  íl 
»poniente  con  tierras  de  la  nacion  y  a 
«norte  con  la  sierra....  Ha  sido  capitaliza- 
»da  en  1,166  rs.  23  mrs.  y  tasada  en  1,300 
»rs.  por  cuya....»  (5). 


(0  Boletin  oficial...,  cit.  N.  del  25  de  scp- 
tiembre  de  1848,  pú^.  ^. 

(2)  Boletin  oficial...,  cit.  N.  del  jí  de  scp- 
tiembre  de  i8^8,  pàg.  5. 

(3)  Boletin  oficial...,  cit.  N.  del  J5  de  scp- 
liembre  de  18^8,  pàg.  3. 

(Xí  Boletin  oficial...,  cit.  N.  del  js  de  sep- 
tiembre  de  i8^8,  pàg.  3. 

(í)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  25  de  •íep- 
tiembre  de  iS^S,  pàg.  3. 


#  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  ei 
«mismo  termino  {de  Albagés)  y  la  mis- 
»ma  partida  {dels  Homs)  con  6  olivos  y 
«4  olmos,  de  estension  1  jornal  y  media 
«porca....,  linda  por...  poniente  con  tie- 

«rras  de  la  nacion ha  sido  capitalizada 

«en  766  rs.  30  mrs.  y  tasada  en  1,200  rs. 
»por  cuya....»  (6). 

^  «Otra  pieza  de  tierra  sita  en  el 
«mismo  termino  {de  Albagés)  en  la  parti- 
«da  de  Cantallops  de  estension  un  jor- 
«nal....:  linda  por  oriente  con  tierras  de 
«la  nacion  mediodia  con  camino  públi- 
»co  poniente  con  tierras  de  la  nacion..., 
«capitalizada  en  1,200  rs.  y  tasada  en 
«1,900  rs.,  por  cuya....»  (7). 

1^  «El  edificio  derruido  llamado  el 
»castillo  sito  en  el  pueblo  de  Albaigés 
«tiene  de  superfície  1,178  varas  y  de 
«altura  unas  paredes  con  otras  56  pal- 
»mos;  tasado  en  8,000  rs.  3'  rematado 
»en  8,500»  (8). 

1^  Dos  corrales  y  un  pedazo  pe- 
queno  de  tierra  en  las  inmediaciones  de 
Albagés,  todo  de  muy  corto  valor  (9). 
Las  tasaciones  de  las  fincas  suman  1,700 
reales.  Fueron  rematadas  en  Lérida  a  17 
de  marzo  de  1842  por  la  cantidad  de  la 
tasación  (10). 

Ü  «Un  patio  sito  en  la  calle  de  Jun- 
»cosa  del  pueblo  de  Albagés....  de  cin- 
»cuenta  palmos  de  largo  por  poniente 
«16  por  norte,  16  por  oriente  y  24  por 
«medio  dia....  Ha  sido  tasado  en  60  rs. 
«por  cuya  cantidad  sesacaàsubasta«  (11). 

^  «Un  patio  sito  en  el  mismo  pue- 
«blo  {de  Albagés]  cu3'a  superfície  es  de 


(6)  Boletin  ojicial...,   cit.    N.     del    j>   de  sep- 
ticmbre  de  18.4*^,  pàg.  ?. 

(7)  Boletin  oficial...,   cit.    N."  del  2s  de  sep- 
ticmbrc  de  i8^8,  pàg.  ^. 

(8)  Boletin  oficial...    cit.    N.     del    10  de  di- 
ciembre  de  1842.  pàg.  j. 

(11)     Boletin  ojicial...,  cit.  N.'  del   >  de  lehrero 
de  1842,  pàg.  3. 

(10)  Boletin  oficial....  cit.  N.   de  L'.)  de  marzo 
de  1842,  pàg.  4. 

(11)  Boletin  ojicial...,   cit.   N.'  del   11  de  di- 
ciembre  de  1845,  pàg.  3. 


364 


»1,470  palmos  cuadrados  linda  con  co- 
»rrales  de....  y  con  el  camino  de  Soleràs. 
»ha  sido  tasado  en  200  rs.  por  cuya  can- 
»tidad  se  saca.  A  subasta.»  (i200  reales 
iguales  a  10  duros!) 

«Las  fincas  espresadas  de  los  Bernar- 
»dos  de  Poblet  que  sitan  en  el  termino 
»del  pueblo  de  Albalgés  estan  arrenda- 
»das  por  la  12."  parte  de  todos  los  frutos 
»por  el  Monasterio  desde  20  de  febrero 
»de  1833  por  el  tiempo  de  20  anos  que 
»venceràn  en  igual  dia  de  1853,  con  obli- 
»gacion  de  pagar  la  cuota  referida  a 
»Jaime  Seró  y  otros  vecinos  del  mismo 
»pueblo»  (1). 

Hasta  aquí  la  hacienda  de  Albagés. 

#^  «Una  hacienda  llamada  casas  de 
«Barbens  compuesta  de  casa  con  sus 
»correspondientes  oficinas  y  varias  pie- 
»zas  de  tierra  de  cabida  231  jornales 
»10  porcas  en  junto,  con  10,132  cepas, 
^278  olivos  y  620  almendros,  sita  en  el 
>4érmino  de  la  villa  de  Anglesola:  linda  à 
»oriente  con  el  termino  de  Barbens, 
»tierras  de  Pablo  Vidal  y  otros;  à  medio 
»dia  con  las  de  Antonio  Torres,  viuda  de 
»Biosca  y  otros,  à  poniente  con  el  referí- 
»do  termino  de  Barbens,  los  Poblets  y 
»tierras  de  José  Velardosa;  y  à  norte 
»con  camino  de  Barbens,  los  Poblets  y 
»tierras  de  José  Oromir  y  D.  Antonio 
«Macià....»  (2)  Tasada  en  270,000  reales. 
Rematada  en  Lérída  a  20  de  enero  de  1841 
por  283,000  reales  (3). 

tÜ  «Un  molíno  aceítero  con  su  co- 
»rral  dentro  del  mismo,  dos  prensas 
»corrientes  y  todos  los  enseres  necesa- 
»ríos  sito  en  el  pueblo  de  Tragó.  Tiene  de 
«longitud  60  pies,  de  latitud  15,  de  altura 
»por  la  parte  de  poniente  18  pies  y  por  la 
»de  medio  dia  15:  linda  à  orienta  con 
»camino,  à  medio  dia  con  la  casa  de  la 
«rectoria,  à  poniente  con  el  río...»  Tasado 


(i)     Boletín   oficial...,    cit.    N.°  del  25  de  sep- 
tiembre  de  1848,  pàg.  4. 

(2)  Boletin  oficial....  cit.  N."  del  ií  de  diciem- 
bre  de  1840,  pàg.  4. 

(3)  Boletin  oficial...,  cit.  N.°  del  29  de  enero 
de  1841,  pàg.  3. 


en  15,006  (4).  Rematado  en  Lérída  í\  22  de 
enero  de  1843  por  80,500  reales  (5). 

^  «Una  casa  con  bodega  sita  en  la 
»calle  linica  del  pueblo  de  Tragó  proce- 
»dente  del  citado  monasterio  (de  Poblet), 
»de  192  varas  superficíales  y  29  palmos 
«de  altura.  Linda  à  oriente  con  la  Roca, 
«à  medio  dia  con  la  càrcel  y  Antonio 
«Rossel,  à  poniente  con  la  calle  y  el 
«barranco  y  à  norte  con  la  fuente.  Ha 
»sido  capitalizada  en  2,450  rs.  y  tasada 
«en  3,600  por  cuya  cantidad  se  saca  à  su- 
«basta«  (6). 

#^  «Una  casa  castillo,  corrales  cer- 
«cados  de  pared  y  local  que  fué  molino 
»de  aceite  con  una  torre,  teniendo  de 
«superfície  todo  junto  6,390  varas,  colo- 
»cada  en  el  patio  de  dicho  edificío  (sic)  sito 
«en  el  termino  de  la  víUa  de  Verdú:  linda 
»à  oriente  con  Ramon  Riera,  à  poníen- 
»te  con  el  cementerío;  à  medio  dia  con  la 
«plaza  de  la  iglesia;  y  ò.  norte  con  mu- 
»ro.  .».  Tasada  100,977  reales. 

«Nota.  La  espresada  casa  castillo  ame- 
«naza  una  total  ruina,  y  la  torre  no  se  ha 
«tasado  mas  que  por  el  valor  de  la  piedra 
«por  no  ser  útil  para  uso  alguno»  (7). 

Rematada  en  Lérída  a  17  de  marzo  de 
1842  por  103,000  reales  (8). 

fà  «Una  hera  con  su  pajar  de  5  por- 
«cas  y  9-40  avos  (sic)  de  otra  sita  en  el 
«referído  termino  {de  Verdú):  linda...» 
Tasada  en  2,733  reales  (9).  Rematada  en 
Lérida  a  17  de  marzo  de  1842  por  la  can- 
tidad de  la  tasación  (10). 


(4)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  22  de  octu- 
bre de  1842.  pàg.  3. 

(í)  Boletin  oficial...,  cit.  N.'  del  28  de  enero 
de  1843,  pàg.  4. 

(6)  Boletin  oficiat...,  cit.  N."  del  6  de  marzo 
de  1845,  pàg.  2. 

(7)  Boletín  oficial...,  eh.  ÍSl.'"  del  13  de  enero 
de  1842.  pàg.  2. 

(8)  Boletin  oficial...,  cit.  N."  del  24  de  marzo 
de  1842,  pàg.  4. 

(9)  Boletín  oficial...,  cit.  N."  del  15  de  enero 
de  1842,  pàg.  2. 

(10)  Boletín  oficial...,  cit.  N.'  del  24  de  marzo 
de  1842,  pàg.  4. 


.rSTERClENSE     DF,     SANTA     MARIA     DK     POBIET 


3Ó5 


mik  «Otra  casa  procedente  del  mismo 
«monasterio  (de  Poblet),  sita  en  la  calle 
»del  horno  del  pueblo  de  Vinaixa,  de  165 
»varas  superficiales  y  45  palmos  de  altura 
»con  un  techo  y  un  truja  1.  Linda  a  orien- 
xte  con  la  mencionada  calle...  Capitali- 
»zada  en  3,600  rs.  y  tasada  en  6,000  por 
»cuya  cantidad  se  saca  a  subasta»  (1). 

^  «Una  casa  sita  en  la  calle  Mayor 
»del  pueblo  de  Vilusell,  de  131  varas  su- 
»perficiales  de  estension  y  34  palmos  de 
»altura  linda  por  delante  con  la  calle 
»Mayor,  por  detras  con  la  calle  de  media 
»vila...  Capitalizada  en  4,500  rs.  y  tasada 
»en  5,000  por  cuya  cantidad  se  saca  a 
»subasta»  (2). 

Ü  «Una  casa  en  el  pueblo  de  Fulio- 
»Ia;  de  estension  3,051  palmos  superficia- 
»les  y  de  altura  45  id.  con  un  corral  de 
»1,063  palmos  id.  un  lagar  y  una  bodega: 
»linda  à...  medio  dia  con  el  camino  inme- 
»diato  al  regué,  A  poniente  con  la  balsa... 
«Capitalizada  en  4,725  y  tasada  en  10,500 
»(sïc)  por  cuya  cantidad  se  saca  a  subas- 
»ta»  (3). 

I8l  «Una  casa  sita  en  la  calle  única 
»del  pueblo  de  Boix,  procedente  del  citado 
«Monasterio  {de  Poblet),  en  que  se  halla 
»una  caballeriza  dos  malos  techos  y  un 
»mal  tejado  en  estado  ruinoso:  tiene  de 
«estension  75  varas  superficiales,  y  de 
«altura  IS  palmos.  Linda...  a  medio  dia 
«con  la  calle...  Capitalizada  en  1,025  rs.  y 
«tasada  en  1,500  por  cuya...»  (4). 

m  «Una  casa  en  la  calle  de  la  lg\e- 
»sia  de  Terres,  procedente  de»  Poblet... 
Capitalizada  en  1,900  rs.  y  tasada  en 
2,000  por  la  cual  cantidad  se  saca  A  su- 
basta (5). 


(i)     liolcliti  ojicial...,  oit.  \.    del    is   de  iunio 
de  iS^.  pàg.  j. 

(2)  Bolelin  oficial....  cit.  N.' del  lí   de   junio 
de  18^,  pàg.  2. 

(3)  Suptemento  al  BoU-tin   0fici.1l...  del  2  de 
septiembre  de  1843,  pag.  4. 

(4)  Bolelin  oficial...,  cit.  \.'  del  de  26  marzo 
de  1846.  p.-ig.  í. 

(í)     Bolelin  oficial....  cit.  X. '  del  29  de  agosto 
de  iS^^.  p;i-.  _|. 


Ü  «Las  yerbas  de  los  términos  de 
«Bellcaire,  Penal  y  Filella  que  pertene- 
»cieron  à  dicho  monasterio  {de  Poblet): 
«tiene  de  estension  el  1.'^  4S5  jornales  tie- 
»rra  campa...  El  2."  es  de  estension  578 
«jornales  tierra  campa  y  lOS  plantado  de 
«vina  y  olivos...  y  el  3.*^  es  de  estension 
«683  jornales  tierra  campa  y  107  id.  plan- 
«tados  de  vifia  y  olivos...:  tasadas  en 
«55,466  rs.  22  ms.vn.  y  capitalizadas  en 
«85,733  rs.  11  ms.  vn.  por  cuya  cantidad 
«se  sacan  à  subasta.» 

«Corresponde  à  los  vecinos  del  pueblo 
»de  Bellcaire  el  aprovechamiento  de  las 
«yerbas  del  termino  del  mismo,  desde 
»18  de  mayo  à  28  de  noviembre  de  cada 
ano...»  (6k 

Rematadas  en  Lérida  a  12  (creo  de  octu- 
bre) de  1843  por  30ò,500  reales  (7). 

^  Poblet  cobraba  diezmos  de  Solane- 
llasy  Puigdemage  (S). 

■^  Pongo  fin  a  esta  tan  larga  rese- 
na  de  las  propiedades  de  Poblet  con 
hacer  mención  de  la  casa-procura  que  el 
monasterio  poseía  en  la  Rambla  de  San 
José  de  esta  ciudad  de  Barcelona  muy 
cerca  de  la  llamada  Virreina.  La  Amor- 
tización  ante  todo  procedió  a  la  venta  de 
los  muebles  que  en  ella  encontró,  cuya 
piiblica  subasta  le  produjo  por  mano  del 
corredor  D.  Pablo  Lletjos  200  reales  (9);  y 
después  ignoro  cuando  vendería  la  casa. 

Termino  con  esto  la  enojosa  resena  de 
las  distintas  y  lamentables  suertes  que 
han  cabido  a  las  preciosidades  populeta- 
nas,  colocadas  poquisimas  en  manos  se- 
guras,  casi  ignoradas  otras  en  archivos, 
perdidas  las  màs,  destruidas  muchísi- 
mas,  detentadas  por  manos  ignorantes  o 


(m)  Suplemento  al  Bolelin  oficial...  del  o  de 
iunio  de  184;.  pàg.  i. — Se  repite  este  anuncio  en 
cl  Suplemento  del  2  de  septiembre. 

(71  Bolelin  oficial...,  cit.  N."  del  7  de  noviem- 
bre de  i8-)?.  pàg.  2. 

(8)  Bolelin  oficial...,  cit.  N."  del  21  de  marzo 
de  1837,  pàg.  76. 

(0)  Archivo  de  Hacienda  de  Barcelona.— Le- 
gaio  titulado:  "/S^5. — Monasterios  y  conven- 
tosi'.  —  Cuaderno  n.    .'^^i. 


366 


I-IBkO     lERCERO.  CAPITULO     SEXTO 


gentes  extranjeras  otras,  y  destinadas  a 
usos  vergonzosos  o  sacrílegamente  pro- 
fanes algunos  que  habían  servido  al  divi- 
no  cuito. 

«Maiinm  suam  niisit  Jiostis  ad  otniíia 
y>c1esidcrabilta  ejus»  (1). 

§  4.°    Causas  de  la  destrucción 

íQué  resortes  el  genio  del  Averno  puso 
en juegopara  logiar  el  incendio  delhistóri- 
co  Poblet?  iSucumbió  éste  al  embate  de  la 
embriaguez  de  furiosomotín  popular?  No: 
la  historia  del  monasterio  y  de  su  comar- 
ca explica  en  modo  inequivoco  las  causas 
de  la  devastación.  Poseía  aquél  el  extenso 
y  frondoso  bosque,  cuya  destrucción  ha 
poco  relaté,  y  aunque  el  pleno  dominio 
de  él  correspondia  a  los  monjes,  los  cir- 
cunvecinos  pueblos  de  Vimbodí,  Mont- 
blanch,  Prades  y  Rojals  gozaban  por  con- 
cesión  del  Monasterio  el  derecho  de  apro- 
vechar  alguna  lena,  nunca  el  de  cortar 
los  troncos,  abuso  que  el  monasterio  com- 
batió  con  tesón  constante.  En  defensa  de 
esta  su  propiedad  dicto  ordenes  que  los 
vecinos  no  quisieron  respetar.  Y  cuenta 
que  los  desafueros  de  estos  sobre  el  bos- 
que de  Poblet  datan  de  los  tiempos  de  la 
fundación  del  monasterio,  pues,  al  morir 
el  fundador  Don  Ramon  Berenguer  IV, 
su  hijo  Alfonso  en  la  segunda  mitad  del 
siglo  XII  escribe  ya  «A  todos  los  hombres 
»de  Prades  y  de  Montblanch»  las  siguien- 
tes  palabras:  «Sabreis  que  muchas  veces 
»hemos  visto  al  Abad  y  religiosos  de  la 
»casa  de  Poblet  clamando  porqueinjusta- 
«rnente  y  sin  razón  talàis  aquellos  bos- 
»ques  y  tierras  que  miPadre  lesdió,  y  yo 
»igualmente  les  concedo;  lo  que  llevamos 
»a  mal.  Por  lo  que  mandamos  que  nadie 
»de  vosotros  de  aquí  en  adelante  se  atre- 
»va  à  entrar  ni  talar  sus  bosques  ni  tie- 
»rras.  Y  si  alguno  lo  hiciere...»  (2). 

Sí,  es  necesario   proclamarlo  en  muy 


(i)     Trenos  de  Jeremías.  Cap.  1,  ver.  lo. 

(2)  D.  Jaime  Finestres.  Historia  del  real  mo- 
nasterio de  Poblet...  Cervera,  /J^^  a  176$.  tomo 
II.  pàg.  _ni. 


alta  voz,  los  montaneses  de  los  contornos 
siempre  tuvieron  en  poco  las  prohibició- 
nes  y  amenazas  de  los  monjes.  «Tentados 
»por  la  riqueza,  escribe  Toda,  y  quizà 
»movidos  tambien  por  la  necesidad  entra- 
>;ban  frecuentemente  en  el  bosque,  y  sos- 
»tenían  à  veces  reflidas  batallas  contra 
»los  guardas...  antes  de  abandonar  la 
»carga  que  tenían  preparada»  (3). 

La  enemiga  contra  el  monasterio,  que 
en  los  pechos  montblanquenses  revelan 
las  siguienteslíneas  deFinestres,  dan  gran 
fundamento  de  verdad  a  las  anteriores 
afirmaciones  de  Toda.  Dicen  así:  «En  me- 
»dio  de  tantos  honores  como  hasta  aquí 
«habemos  visto,  no  le  faltaron  disgustos 
»en  el  gobierno  a  nuestro  Abad  D.  Ponce 
»de  Copons.  Porque,  aflo  1317,  habiendo 
'>unos  vecinos  de  la  villa  de  JMontblanch 
»hallado  muertos  de  las  heridas,  que  les 
»dieron  algunos  salteadores  en  el  bosque 
»de  Poblet,  a  dos  hombres  de  aquella 
»villa,  y  sospechando  que  lo  habían  he- 
»cho  los  de  la  família  de  el  monasterio, 
»salieron  amotinados  la  noche  de  el  21 
>^de  Diciembre,  y  envistieron  de  mano 
«armada  a  la  Granja  de  la  Pena,  pusie- 
»ron  fuego  en  ella,  y  mataron  a  Frai  Pe- 
»dro  de  Basarot,  Monje  de  Poblet,  que 
»cuidaba  de  la  Granja:  y  la  mafiana  si- 
»guiente  vinieron  al  monasterio,  abrasa- 
»ron  las  Granjas  vecinas,  y  los  trigos  y 
»molinos,  y  se  llevaron  los  animales,  y 
»arreos  de  la  labranza,  y  otros  trastos  de 
»Granjas  y  molinos. 

»E1  Abad  y  Convento  participaron  al 
»Rey  D.  Jaime  II  todo  el  suceso,  supli- 
»càndole,  que  no  obstante  la  gravedad 
»de  el  delito,  no  procediese  a  efusión  de 
»sangre,  sinó  linicamente  a  la  satisfacción 
»de  los  danos  ocasionados  al  Convento, 
»como  lo  ex  presa  el  mismo  Rey  en  su 
»real  carta,  por  la  cual  mandó  a  su  Vice- 
«gerente  de  Procurador  General  de  Cata- 
»luna  que  hiciese  la  debida  averiguación 
»de  el  caso.  Comprometieron  las  partes 
»de  Poblet  y  Montblanch  en  dicho  juez  a 
»13  de  abril  de  1318  y  este  a  24  de  raayo 


3)     Ohra  cit.,  pag.  2?. 


MONASTERIO    CIS TERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


367 


«sentencio  y  declaro  que  la  Universidad 
y>(el  pueblo)  de  Montblanch  debía  pagar 
xal  monasterio  de  Poblet  40,365  sueldos 
sbarceloneses:  sentencia  que  luego  loa- 
»ron,  aprobaron  y  admitieron  ambas 
»partes»  (1). 

En  el  angulo  N.  del  claustro  vi,  y  aun 
contemplé,  en  el  suelo  una  muy  notable 
piedra  sepulcral,  y  a  su  lado  en  la  pared 
una  làpida  gòtica  rne  certifico  del  nombre 
y  muerte  del  monje,  cuya  imagen  lleva 


(0 


inestres.  Obra  cil.  Tonm  111. 


aquella  esculpida.  Dice  lo  que  el  adjun- 
to grabado  (2).  Testigo  mudo  y  hasta 
difunto,  però  irrecusable,  de  aquella  ver- 
dad,  que  si  en  vida  defendió  los  derechos 
del  monasterio  sobre  el  bosque,  muerto 
continua  acusando  a  los  que  por  siglos 
pretendieron  conculcarlos. 

Una  tradición  popular  de  la  Conca 
refiere  que  algunos  de  los  lenadores  de 
Montblanch  mataron  en  cierta  època,  que 


(2)     Cuenta  el  caso  con  mas  detalles   D.   Jaime 
Finestres.  Tomo  III.  pàg.  21:;. 


LÀPIDA  DEL  PAVLMENTO  DEL  CLAUSTRO  DE  POBLET 

KGBflD;pRííRe;(y;ïïoso; 
M;peR;De(RíiRïïfrBsoiGifiii 
peRDeFensiDfiííBoswep 

OBMÍFiPeRhOÍIíeDSWMOeSiFO 

íRORÏÏiODMííIÍRItMQieSÍIllIlP 
Hüfl.Híiifln.flno.-míGOCiL•X&i; 

ExpLANACió.v.— ací  ;  lAU  ;  frare  ;  G  (Geralt)  ]  TOST  ; 

QUI  •:  PER  ;  DEMANAR  ;  lUSTICIA  ;  I 

PER  DEFENSIO  •;  DEL  ;  BOSCH  \  DEP 

OBLET  ;  PER  HOMENS  i  DE  •:  PRADES  •  FO 

MORT  ■;  CUÍUS  ;  ANIMA  ;  REQIESCAT  (reqtiiescat)  \  INP 

ACE  •    AMEN  f   ANO  (anno)  \  M  (millcsimo)  ■  CC  C  (treccntesimo)  } 

o 

LX\T  (scxagesimo  sexto) 

TRADuccióx.  —  Aquí  yace  Fr.  Gcraldo  Tost,  quieii  por  pedir  justícia  y  para 
defensa  del  bosque  de  Poblet,  fué  muerto  por  homhres  de  Prades;  cuya 
alnin  dcscanse  en  pa~.  Amén.  Ano  1366. 

E•ïCala  de  1  por  5. 


368 


MURO     ITRCElíO. CAPITULO     SIÏNTO 


no  se  fija,  a  uno  de  los  monjes  de  Poblet; 
y  que  en  castigo  de  tal  crimen  se  derribó 
la  parte  superior  de  las  murallas  de  aque- 
lla villa  (1). 

Mas  de  todos  los  pueblos  de  la  redonda 
distinguióse  Vimbodí  por  su  descomunal, 
y  aun  bíírbaro,  empefio  en  sostener  res- 
pecto del  bosque  la  lucha  con  el  monas- 
terio.  Ante  los  tribunales  debatieron, 
ipleito  monstruoso!,  durante  siglos  ente- 
res (2),  que  Toda  eleva  a  cinco  (3),  en  el 
monte  los  vimbodienses  esgrimieron  la 
Sierra  y  el  hacha;  el  monasterio  usó  la 
exquisita  vigilància,  las  multas  y  las  car- 
celes,  pues  con  jurisdicción  sobre  sus 
posesiones  nombraba  el  Abad  un  baile, 
y,  según  dije  en  su  lugar,  sostenia  seis 
guardas,  y  poseía  en  el  seno  de  sus  to- 
rreones  robustos  calabozos.  Anade  aquí 
un  autor,  amigo  de  Vimbodí,  que  en 
estàs  peleas  la  victorià  caía  general- 
mente  del  lado  de  Poblet,  mucho  mas 
fuerte  «y  con  mayor  riqueza,  dice,  que 
»los  pobres  doscientos  vecinos  de  Vim- 
»bodí.»  La  imparcialidad  modificaria  es- 
tos términos  escribiendo  que  la  victorià 
caía  del  lado  de  Poblet  «mucho  màs  justo 
»y  sensato»,  ya  que  huyendo  de  atrope- 
llar ajenos  derechos,  usaba  del  propio, 
empleando  su  legítima  jurisdicción  y  la 
coerción  concedida  por  las  leyes.  Mas 
dejada  a  un  lado  esta  cuestión  de  dere- 
cho,  queda  en  pie  el  hecho,  que  una 
aldeana  de  la  Conca  me  pintaba,  con  frase 
tan  ingènua  como  popular,  diciendo:  «Sí; 
»los  habitantes  de  aquellos  pueblos  entra- 
»ban  en  el  bosque  y  en  él  hacían  danos 
»de  consideración;  3'  los  monjes,  en  cam- 
»bio,  imponían  castigos  con  rigor»  (4). 

Y  hablando  de  los  de  Vimbodí  dice 
Toda: 

«Corria  el  ano  1825,  y  los  monjes  vol- 


(i)     D.  Eduardo  Toda.  Obra  cit..  pàg.  2;. 

(2)  Asi  lo  cuenta,   y   me   lo  conto,  gente  de  la 
comarca. 

(3)  Obra  cit.,  pàg.  25. 

(4)  Rélación  de  la  Sra.  ^\.'   Àngela   Franquet 
de  Bernat,  va  citada. 


»vían  de  nuevo  al  convento  que  por  las 
»revueltas  de  tres  anos  atras  tuvieron  que 
«abandonar  por  primera  vez.  Los  de  Vim- 
»bodí  habianse  ya  acostumbrado  a  entrar 
»en  el  bosque  como  en  su  casa,  y  para 
)'detenerlos  el  abad  ordeno  una  mafiana 

»que  se  les  diese  una  batida Consi- 

«guieron  (los  del  monasterio)  prender 
»treinta  y  dos  lenadores  con  sus  bestias 

»de  carga y  todos  fueron  llevades  al 

»monasterio,  donde  los  hombres  recobra- 
»ron  la  libertad»  (no  fué  esto  mucho  ri- 
gor), «mas  no  las  bestias  decomisadas 
»por  el  abad»  (por  cl  baile,  querrà  dccir) 
«para  ser  vendidas  en  pública  almone- 
»da»  (5).  De  modo  que  llego  el  descaro, 
no  a  un  hurto  ratero  y  despreciable  màs 
digno  de  disimulo  que  de  punición,  sinó 
a  la  entrada  de  un  verdadero  escuadrón 
de  lenadores. 

Ignoro  los  fundamentos  jurídicos  que 
en  el  interminable  litigio  alegara  una  y 
otra  parte,  y  por  lo  mismo  sobre  él  no 
puedo  juzgar;  però  bàstame  saber  que  el 
monasterio  ante  la  autoridad  gozaba  la 
posesión  secular  y  pacífica  del  bosque,  y 
que  los  vimbodienses  «nunca  desistieron 
»de  su  empefio  de  hacer  lena  allí»  (6).  El 
cinco  veces  secular  pleito,  continua  Toda, 
es  «un  curioso  ejemplo  de  la  tenacidad  que 
»en  la  edad  media  tenian  los  pueblos  de- 
»pendientes  del  rey ;  nada  pudo  jamàs  deté 
»ner  a  los  de  Vimbodí,  y  con  sus  eternas 
»cuestiones  contra  los  monjes  mamaron 
»el  odio  que  màs  tarde  los  llevo  a  quemar 
»y  destruir»  (7).  Preciosa  confesión  esca- 
pada de  labios,  si  enemigos  de  la  destruc- 
ción,  entonces  amigos  del  pueblo  que  la 
realizó. 

Pinta  igualmente  el  odio  de  Vimbodí 
contra  Poblet,  y  atestigua  la  muy  princi- 
pal parte  que  los  vimbodienses  tomaron 
en  la  destrucción  D.  Luis  Maria  Soler  y 
Puig  en  su  articulo  inserto  en  las  Metno- 
rias  de  la  Associació  Catalanista (8); 


(5) 

Obra  cit.. 

pdg 

(6) 

Obra  cit.. 

pàg 

(7) 

Obra  cit.. 

pàg 

(8) 

\'ol.Mll 

pà< 

CN     2 


tSCUI.TURAS    DK    P(~IRLET.  —  ly  1 1 

(Fotografia  del  autor). 


MONASTF.RIO    CISTERCIENSE    HE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


369 


y  toda  aquella  tierra  lo  atestigua  en  modo 
igual. 

Llegaron  para  los  cenobios  los  tiempos 
adversos,  sus  postreros  anos,  y  el  famoso 
monasterio  no  podia  dejar  de  sentiries. 
La  lucha  del  bosque  tomo  alarmantes 
proporciones  en  1S34.  Para  describrirla 
logré,  por  favor  de  la  Divina  Providencia, 
ver  documentos  que  copiados  aquí  unos, 
y  extractados  otros,  dejaràn  como  sentir 
las  mismas  voces  de  los  contrincantes. 
Forman  cuidadosamente  cosidos  un  le- 
gajo  del  archivo  de  Poblet,  donde  estan 
reunidos  los  borradores  o  copias  simples 
de  los  documentos  expedidos  por  el  mo- 
nasterio, y  algunas  de  las  contestaciones 
originales  de  las  autoridades  a  las  cuales 
aquéllos  iban  dirigides. 

El  titulo  de  la  cubierta  del  legajo  escri- 
be:  «Caj  15,  n.°  35,  D.  5."— Representa- 
»ciones  sobre  las  ocurrencias  del  Bosque 
»de  Poblet  en  1834.  v 

El  primer  escrito  es  la  copia  del  oficio 
del  Baile  de  Poblet  dirigido  al  Alcalde 
Mayor  de  Montblanch,  su  inmediato  supe- 
rior, con  fecha  de  29  de  Enero  de  1S34, 
reclamando  contra  excesos  cometidos  en 
el  mentado  bosque  por  gentes  de  Vim- 
bodí. 

En  la  segunda  copia,  de  7  de  Febrero 
de  1834,  hallamos  denuncia  de  nuevos 
excesos  iguales. 

A  lo  que  se  ve,  el  Alcalde  Mayor 
trasladó  las  quejas  al  Baile  de  \'imbodí. 
Este  alega  alguna  defensa;  de  la  que  el 
mentado  Alcalde  Mayor,  Subdelegado  de 
Policia  en  Montblanch,  D.  Antonio  Bece- 
rril  Hinojosa,  con  fecha  de  10  de  Febrero 
de  1834,  transmite  copia  al  Baile  de  Poblet. 
A  las  cortas  razones  del  Baile  de  Vim- 
bodí contesta  el  de  Poblet  con  fecha  de 
11  de  Febrero  mismo. 

En  el  propio  Febrero  éste  de  Poblet 
denuncia  nuevos  excesos  perpetrades  por 
los  vimbodienses,  y  afiade:  «De  los  vecinos 
»de  Montblanch  comparecieron  tambien 
»por  la  manana  17  hombres  con  21  caba- 

»llerias,  y  al  regresar  con  ellas ,  y  por 

»la  tarde  igual  número  de  hombres  con  23 
«animales  que  se  pusieron  al  corte  inme- 


-  diatos  ó  casi  reunidos  à.  los  de  Vimbodí». 

En  15  de  Febrero  de  1834  el  Alcalde 
Mayor  de  Montblanch  da  cuenta  por  ofi- 
cio al  de  Poblet  de  las  diligencias  que  ha 
practicado  respecto  a  los  vecinos  de  Mont- 
blanch. 

El  de  Poblet  por  oficio  de  20  del  mismo 
Febrero  denuncia  que  el  mal  toma  incre- 
mento, que  estima  temeridad  que  los 
guardabosques  tratasen  de  evitarlo,  y  así 
reclama  el  auxilio  de  la  autoridad.  Y  en 
la  pròpia  fecha  el  mismo  de  Poblet  se 
dirige  al  de  La  Espluga  denunciàndole 
que  los  vecinos  de  la  Espluga  compiten 
con  los  de  los  otros  lugares  en  el  destrozo 
del  bosque. 

Por  oficio  del  mismo  dia,  20  de  Febrero, 
contesta  el  Alcalde  Mayor  al  de  Poblet 
acusandole  recibo  del  suyo,  y  manifes- 
tàndole  que  conferenciarà  con  el  Coman- 
dante  de  Armas  sobre  el  caso.  Y  al  otro 
dia,  21,  ya  le  anuncia  que  pasa  un  algua- 
cil  y  dos  verederos  para  apoj'arle,  y  que 
si  esta  medida  no  basta,  reclamarà  él  el 
auxilio  de  la  fuerza  pública.  Por  esta 
merced  el  de  Poblet  da  las  gracias  al 
Mayor  con  oficio  del  mismo  21  de  Febrei-o. 

Mas  en  este  mismo  dia  toma  la  palabra 
el  Padre  Abad,  y  dirigiéndose  al  entonces 
llamado  Subdelegado  de  Fomento,  que  lo 
seria  del  Gobernador  civil,  le  dice  lumi- 
nosísimas  palabras,  que  por  ser  tales  las 
copio  íntegras: 

«Muy  litre.  Seflor. 
»Fr.  D.  Sebastian  Gatell  Abad  del 
»R.'  Monast.°  de  Poblet  en  esta  Provin- 
*cia  de  Tarragona  con  el  respeto  debido 
>>à  la  Superior  Autoridad  de  V.  S.  expon- 
»go:  Que  à  pesar  de  serme  repugnante 
'  levantar  mis  quejas  a  los  tribunales  ocu- 
pades en  otros  graves  asuntos  de  mayor 
«importància;  no  me  deja  arbitrio  para 
»escusarlo  la  injusta  persecucion  que  su- 
»fre  este  Menast.'^  per  parte  de  los  veci- 
»nos  de  Vimbodí  que  tan  ingratamente 
*le  pagan  los  continuades  faveres  y  bene- 
>'ficies  les  estil  prodigando.  Dicho  Mo- 
»nast.°  desde  el  principio  de  su  fundacion 
»pesee  en  absoluta  prepiedad  un  bosque. 


370 


LIBUO     lEUCERO. — CAPITL'LO    SEXTi 


»donde  no  podia  introducirse  para  utili- 
»zarlo  ningun  pueblo,  ni  persona  particu- 
»lar,  segun  puede  justificarse  por  varias 
»declaraciones  Reales  que  se  conservan 
»en  el  archivo.  Però  sin  embargo  para  la 
»conservacion  de  la  paz  y  buena  armonia 
»que  siempre  ha  procurado  tener  con  los 
>^pueblos  limítrofes,  les  fué  concediendo 
Ȉ  estos  usos  que  extensamente  constan 
»en  las  concordias  respectivamente  cele- 
«bradas  con  cada  uno  de  ellos,  reser- 
»vàndose  al  mismo  tiempo  el  Monasterio 
»como  dueno  que  era  del  mismo  algunos 
»cotos  o  deesas,  donde  a  nadie  es  permi- 
»tido  el  ingreso.  A  fines  del  siglo  pasado 
»con  la  ocasion  de  que  se  eccedian  de  las 
«facultades  otorgadas  tuvo  el  Monast." 
»que  acudir  al  Supremo  Consejo  de  la 
»Guerra  en  el  cual  se  siguió  un  ruidoso 
»pleito,  que  tuvo  fin  à  nuestro  favor  en 
»12  de  julio  de  1798  declarandose  defini- 
»tivamente  por  sentencia  de  vista  y  re- 
»vista  que  los  pueblos  se  arreglasen  a  sus 
xconcordias:  y  habiendo  aquellas  obté- 
»nido  la  autoridad  de  cosa  juzgada,  se 
»despachó  de  las  mismas  su  competente 
»ejecutoria  mandàndose  à  todos  los  jue- 
»ces  y  tribunales  las  hiciesen  cumplir  y 
»guardar  bajo  las  clàusulas  y  conmina- 
»ciones  de  estilo.  Aun  despues  de  ellas  el 
»pueblo  de  Vimbodí  acudió  a  Su  Mag.<^ 
»por  la  via  reservada  tildando  de  injustas 
»las  declaraciones  del  Consejo  y  pidiendo 
»fuesen  revisadas  por  otros  ministros  y 
»falladas  en  contrario  sentido.  Oyéndolo 
»benignamente  Su  Mag.'^  dispuso  fuese 
»otra  vez  visto  el  expediente,  y  que  los 
»nuevos  Jueces  lo  consultasen  por  el  Mi- 
»nisterio  a  su  última  resolución,  la  cual 
»fué  ultimamente  dada  confirmando  las 
»sentencias  anteriores. 

»Con  estàs  logró  el  bosque  verse  libre 
»por  algun  tiempo  de  la  persecucion  hasta 
»que  sobrevenida  la  guerra  de  la  inde- 
«pendencia  volvió  à  sufrirla  por  la  villa 
»de  Vimbodí,  por  la  que,  y  por  varios 
«incendios,  quedo  reducido  A  un  lamen- 
»table  estado.  Restablecida  la  paz,  cesa- 
»ron  otra  vez  los  atropellamientos  hasta 
»que  en  el  ano  20  y  siguientes  con  ocasion 


»de  las  guerras  civiles  se  avocaron  A  él 
»los  vecinos  de  Vimbodí  con  tal  furor  que 
«pareció  se  habían  solo  propuesto  su 
»total  exterminio.  El  Monast."  presento 
»entonces  una  reverente  exposicion  al 
»Sr.  Gefe  Político  de  Barcelona,  quien  si 
xbien  dicto  algunas  providencias,  no  sur- 
»tieron  todo  su  efecto,  habiendo  sido  tan 
»ecsecivo  el  corte  de  maderas,  lena  y 
»carbon,  que  abarató  à  un  precio  ínfimo 
»estos  generós  en  los  pueblos  de  diez 
»leguas  en  contorno:  y  el  bosque  quedo 
»de  tal  suerte  devastado  que  solo  es  un 
«esqueleto  de  lo  que  ha  sido.  En  el  ano 
»1S31  volvióse  à  representar  otra  escena 
»algo  parecida  que  obligo  à  mi  antecesor 
>•>A  acudir  A  implorar  la  proteccion  del 
»Exmo.  Sr.  Capitan  General  con  repre- 
xsentacion  de  17  enero  de  1832,  manifes- 
»tandole  que  los  vecinos  de  Vimbodí  no 
>teniendo  en  el  bosque  otras  facultades 
»que  las  de  hacer  lena  para  sus  propios 
»hogares,  hacían  no  solo  uu  trafico  pú 
»blico  de  ellas  por  los  pueblos  inmediatos, 
»sino  tambien  algunos  tenían  sus  alma- 
»cenes  públicos  donde  recogian  las  ma- 
»deras  que  otros  traian  propias  para 
»fàbricas  de  carros  y  arreos  de  labranza, 
»y  proveían  de  ellas  A  los  fabricantes  de 
»Lérida,  Tarragona  y  Tàrrega,  causando 
»un  perjuicio  inestimable  al  nuevo  arbo- 
»lado  del  bosque,  que  iba  reponiéndose 
»de  los  destrozos  anteriores.  Su  Ec.^  se 
ïsirvió  comisionar  al  Gobernador  de  Lé- 
>'rida  para  que  remediase  estos  abusos 
«despues  de  averiguados,  y  tomase  las 
«providencias  oportunas  para  evitarlos 
»en  lo  sucesivo.  No  le  fué  difícil  à  dicho 
«Gobernador  descubrir  la  veracidad  de 
«nuestras  quejas  y  sorprendió  en  las 
«casas  de  Pablo  Duch  y  José  Moragues 
«de  dicho  pueblo  dos  de  dichos  almacenes 
«que  contenían  muchos  centenares  de 
«piezas  de  las  sobredichas,  de  las  cuales 
«fueron  restituidas  al  Monas.°  algunas  en 
«número  de  cerca  300.  Posteriormente 
«mandó  hacer  en  aquella  villa  pregones 
«para  que  en  adelante  se  abstuviesen  de 
«semejantes  ecsesos. 
«Tales  providencias,  que  parece  debe- 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


371 


»rian  haber  sido  suficientes  para  reme- 
»diar  el  mal,   servieron  unicamente  de 
»sebo  para  encender  mas  el  fuego  de  la 
»disolucion  y   encono.    Continuaron  los 
»escàndalos  sin  intermision,  se  burlaron 
»de  las  ordenes  de  los  Tribunales,   vili- 
»pendiaron  a  los  Guarda-bosques,  losper- 
»siguieron  y  amenazaron,  y  estos  hechos 
«prepararon  el  doloroso  lance  acaecido 
»en  5  de  diciembre  de  1832,  en  que  habién- 
»dose  sucitado  una  rifia  acalorada  entre 
»los  dichos,  tuvo  de  ambas  partes  heri- 
»das  y  lo  màs  sensible  la  muerte  de  un 
»vecino  de  Vimbodí.  EI  Caballero  Alcal- 
»de  mayor  de  Momblanch  formó   sobre 
»ella  expediente  que  todavía  pende  en  la 
»R.'  Audiència  de  este  Principado.  Dicho 
»senor  Alcalde  deseoso  de  instruir  la  cau- 
»sa  de  un  modo  satisfactorio,  ecsigió  del 
«Monast."  con  oficio  de  24  diciembre  de 
»dicho   ano  justificase  si  se  hallaba   en 
«posesion  del  citado  bosque,  que  derecho 
»tenia  para  poner  los  guardabosques,  las 
«facultades  de  estos  para  el  uso  de  armas, 
>:>y  si  para  ello  debian  llevar  algun  distin- 
»tivo,  y  finalmente  cuales  eran  las  prerro- 
»gativas    ó    facultades    que    tenian    los 
»vecinos  de  Vimbodí  para  alenar  en  el 
»bosque.   El  Monast.°  le  hizo  ver  todos 
»estos  extremos,   le  manifesto  y  probó 
»por  medio  de  los  títulos  y  sentencias  de 
»que  se  ha  hecho  mérito  que  por  las  mis- 
»mas  concordias  con  los  pueblos,  corria 
Ȉ  su  cargo  poner  dichos  zeladores,  que 
»el  Excmo.  Sr.  Capitan  Gral.  les  había 
»autorizado  para  el  uso   de  las    armas 
«lícitas  y  de  su  distintivo  para  ser  reco- 
»nocidos,   y  justifico  que  la  facultad  y 
«prerrogativa  de  los  de  Vimbodí  se  redu- 
»cia  &  hacer  leiïa  para  sus  hogares  con 
»prohibicion  de  venderla,  ni  daria  A  otro, 
»como  y  de  cortar  arbol  alguno  que  se 
«sostenga  sobre  sus  raices  sinó  solo  en 
»las  ramas  con  arreglo  à  las  R.'*  Orde- 
»nanzas;  que  no  podían  ir  en  reunion, 
»s«no  cada  particular  de  por  sí:  y  que  los 
«Guardabosques  estaban  autor izados  por 
»el  Consejo  para  apreender  las  caballe- 
»rias  de  los  que  contravienen  ó  se  ecse- 
»den  su  derecho. 


»Con  esta  ocasion  el  propio  Monast.° 
»suplicó  à  dicho  SJ  Alcalde  mayor  por  un 
»difuso  escrito  nuanifestase  à  la  R.'  Sala 
»del  crimen   la   absoluta  necesidad  que 
»había  de  poner  termino  a  estàs  dema- 
»sias,   receloso  siempre  de  que  el   mal 
«iria  en  aumento,  à  una  desgracia  suce- 
«deria  otra,  y  llegaria  à  términos  en  que 
«quedaria    arriesgada  en    esta    casa   la 
«tranquilidad  de  sus  individuos.  Por  nues- 
«tro  infortunio  se  han  verificado  nuestros 
«recelós,  y  por  no  haberse  cortado  el  mal 
»en  su  principio  ha  llegado  al  extremo 
«que  se  observa  en  el  dia.  De  unos  tres  ó 
«cuatro  meses  à  esta  parte  los  vecinos  de 
«Vimbodí  se  arrojan  como  un  ejambre 
«sobre  el  bosque,  cortan  sin  respeto  ni 
«miramiento  por  el  tronco  toda  clase  de 
«àrboles,  hacen  comunes  las  deesas  re- 
«servadas,  y  arrancan  hasta  el  cimiento 
«los  jóvenes  renuevos  Sus  reuuiones  son 
«de  50,  100  y  200  cortadores  sin  contar 
«otro  igual  número  de  mujeres  3'  mucha- 
«chos  que  van  y  vienen  con  las  cargas. 
«El  27  de  noviembre  de  orden  del  caba- 
«llero  Alcalde  mayor  de  Montblanch  en 
«vista  de  los  partes  del  Baile  de  este  tér- 
«mino  à  quien  hacian  sus  quejas  losGuar- 
«dabosques,  vino  una  porcion  de  tropa 
«armada  que  hizo  retirar  à  unos  cien  de 
«aquellos,  que  estaban  devastando  en  las 
«inmediaciones  de  este  Monast."  En  4  de 
«diciembre  el  Comandante  de  armas  de 
«la  Espluga  envio  los  mozos  de  la  Escua- 
«dra,  quienes  sorprendieron  otro   grupo 
«del  que  arrestaron  à  ocho  ó  diez,  y  los 
«condujeron  con  sus  caballerías  y  cargas 
»a  la  disposicion  del  mismo   S."^  Alcalde 
«mayor,  quien  entre  otras  providencias 
«ordeno  publicar  un  pregon  conminando 
«penas  contra   cualesquiera   vecinos  de 
«Vimbodí  que  fueran  hallados  en  el  bos- 
«que  reunides  en  mayor  número  de  cua- 
«tro.    Però   todo    ha  sido  en   vano:   las 
»reuniones  van  siguiendo,  los  danos  se 
«multiplican  hasta  un  termino  escanda- 
«loso.  Como  la  impunidad  y  mal  ejemplo 
«son  siempre  un  estimulo  para   los  mal 
«intencionados,  se  van  agregando  A  los 
íde  Vimbodí  varios  vecinos  de  otros  pue 


372 


LIERO    TERCERO. 


-.APITL'LO    SEXTO 


»blos  que    les  ayudan   <1    sostener    sus 
»desórdenes. 

»Pero  à  la  verdad,  no  es  esto  lo  mAs 
»sensible.  La  experiència  de  que  hasta 
»aora  no  ha  logfrado  el  Monast.°  un  reme- 
jidio  que  les  sostenga  dentro  los  limites 
»de la  ley, les  hace  creer  que  quedarún 
»igualmente  impunes  aun  cuando  come- 
»tan  ecsesos  mucho  mayores.  En  efecto, 
»introducen  sin  la  menor  sombra  de  titu- 
»los  ni  razon  sus  ganados  en  nuestros 
»campos,  habiéndose  hallado  en  ellos  à 
»la  vez  cuatro  ó  cinco  rebanos.  Insultan 
Ȉ  cualquier  individuo  de  esta  casa  que 
»encuentran  en  el  campo,  les  tildan  de 
»desafectos  al  Gobierno,  les  zaieren,  les 
»oprobian  y  amenazan.  Nos  vemos  todos 
»precisados  à  un  mayor  retiro  del  de 
»costumbre,  y  tenemos  que  escusar  el 
»paseo  particularmente  por  la  parte  en 
»que  suelen  ellos  pasar  o  detenerse  para 
»hacer  sus  cortès,  tal  proceder,  a  mas  de 
»sernos  injurioso,  es  ig'ualmente  injusto. 
»Ni  ellos  ni  otros  seran  capaces  de  ha- 
»cernos  la  menor  inculpacion  en  esta 
»parte.  La  Comunidad  monàstica  de  Po- 
»blet  ha  sido  siempre  fiel  al  Gobierno, 
»respetuosa  y  obediente  A  sus  ordenes. 
»No  reconoce  otra  autoridad  que  la  de  la 
»Senora  Reina  Isabel  y  la  de  su  Augusta 
»Madre  Gobernadora.  Y  si  alguno  supo- 
»ne,  ó  haya  supuesto  lo  contrario,  serà 
»un  falso  impostor  3''  calumniador  in- 
justo. 

»Los  vecinos  de  Vimbodí  han  querido 
»alguna  vez  hacer  creer  que  son  provo- 
»cados  ó  indebidamente  vejados  por  los 
»Guardabosques,  quienes  suponen  ser 
»hombres  de  mala  conducta  y  de  peor 
»condicion.  Prescindiendodeser  esto  una 
»notoria  falsedad,  <qué  tiene  que  ver  la 
»mala  conducta  de  los  Bosqueros  con  los 
«escandalosos  ecsesos  que  de  tanto  tiem- 
»po  estan  aquellos  cometiendo  en  el  bos- 
»que?  La  verdad  està  Senor,  en  que  los 
»Bosqueros  les  son  en  realidad  incómo- 
»dos  porque  se  oponen  à  sus  injusticias, 
»y  por  mas  que  el  Monast.°  los  mude 
»cada  dia,  los  nuevos  seran  igualmente 
»tildados  que  los    otros,    luego    que  en 


»cumplimiento  de  su  deber  les  embarazen 
>'la  arbitrariedad,  ó  les  aprenda  una  ca- 
>balleria  cargada  de  lefia  ó  maderas 
»prohibidas.  £1  Monast."  ha  tenido  siem- 
»pre  un  grande  cuidado  en  que  sus  de- 
»pendientes  en  este  ramo  hayan  sido 
«sugetos  de  buenas  costumbres,  les  en- 
»carga  sobremanera  el  buen  trato  y  cortès 
»conversacion  con  aquellos  que  hayan 
»delinquido  y  les  inculca  la  moderacion 
»en  todos  sus  actos. 

»Dicen  tambien  aquellos  vecinos  publi- 
»camente  que  el  bosque  essuyo  propio,  y 
»pueden  hacer  en  él  y  de  él  à  su  arbitrio. 
»Sería  tiempo  perdido  el  refutar  un  dicho 
»tan  voluntario  como  increïble,  però 
»mientras  no  estén  en  posesion  del  mismo, 
»deben  cumplirse  las  sentencias  del  con- 
»sejo,  que  habiendo  recaido  en  vista  y 
«revista  del  pleito  son  inmutables  y  deben 
»surtir  todo  su  efecto.  Demos  con  todo 
»que  les  pertenezca,  y  sea  propio  de  la 
«villa  de  Vimbodí,  ;tendràn  alguna  facul- 
»tad  sus  particulares  para  devastarle  y 
»aniquilarle?  En  esto  puede  compararse- 
»les  à  la  falsa  Madre  del  niiïo  presentado 
Ȉ  Salomon  que  condescendia  gustosa  en 
»que  el  nino  fuese  hecho  rajas  antes  que 
»lo  poseyese  su  Madre  verdadera.  En 
»dicho  bosque  tienen  derecho  de  empri- 
»vÍD  no  solo  la  villa  de  Vimbodí,  sinó 
»también  la  de  Prades  y  Monblanch, 
>'todas  cuales  reconocen  en  virtud  de  sus 
«concordias  el  dominio  y  propiedad  en  el 
«Monast.°,  pagàndole  la  de  Prades  diez 
»sueldos  anuales,  la  de  Monblanch  dos 
»dineros  por  cada  carga  de  leíïa,  y  la 
«misma  de  Vimbodí  pidiendo  cada  cua- 
»drienio  al  Abad  de  Poblet  licencia  para 
»usar  de  su  emprivio,  en  lo  que  ha  cum- 
»plido  siempre  hasta  el  afto  1814.  Esta 
«circunstancia  harà  conocer,  si  es  funda- 
»da  la  pretension  de  que  el  bosque  le 
»pertenece.  Però  à  mas  de  esto,  es  el 
»bosque  una  finca  utilísima  à  la  Nacion 
»que  ha  reportado  y  puede  reportar  de 
»ella  notorias  utilidades.  Es  el  único  que 
»hay  de  muchas  leguas  alrededor,  su  te- 
»rreno  dilatadísimo  y  fèrtil,  su  arbolado 
»caprichosamente  vario  en  espècies,  algú- 


MONASTERIO    CISTERCIE.N'SE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLE  1 


373 


»nas  de  estàs  corpulentas  hasta  poder 
»servir  para  la  marineria,  su  situacion  A 
»seis  leguas  de  la  mar.  En  ISÜS,  à  pesar 
»de  las  devastaciones  que  había  sufrido, 
>íproporcionó  al  Monas."  la  satisfaccion  de 
«regalar  à  las  ciudades  de  Tarragona  y 
»Lérida  cuanta  madera  necesitaron  para 
»fabricar  curenas  y  otras  piezas  gruesas 
«para  la  Artilleria:  y  en  el  dia  la  lograria 
»igual  de  poderlas  ofrecer  al  Estado,  si 
»existían. 

»Pero,  I.  S.,  yo  canso  sobradamente  à 
»V.  S-  con  este  incomodo  escrito,  con- 
»cluyo  pues  suplicando  se  sirva  aplicar 
»por  un  instante  su  preciosa  atencion 
»sobre  estos  puntos,  y  amparar  con  su 
»autoridad  una  Comunidad  de  Religiosos 
»fiel  à  Dios  y  i\  nuestra  Soberana  D.'"'  Isa- 
»bel,  cuya  augusta  Madre  acaba  de  mani- 
»festar  en  su  decreto  de  5  del  presente  la 
»consternacion  que  le  causan  las  noticias 
»de  las  vejaciones  que  sufren  los  Religio- 
»sos  inocentes,  que  cumplen  humildes  las 
»órdenes  del  Gobierno,  dignAndose  ofre- 
»cer  su  benèfica  proteccion  contra  los 
»ultrajes  y  atentados  que  contra  ellos  se 
«cometen  Dígnese  V.  E.  informar  de  lo 
>'que  ocurre  por  parte  de  los  vecinos  de 
«Vimbodí,  que  estan  aun  siguiendo  en  su 
«tema  de  aniquilar  el  bosque,  concurrien- 
»do  cada  dia  a  su  devastacion  100  y  200 
«vecinos  à  la  vez,  dejando  parte  del  mis- 
»mo  como  un  campo,  despues  que  la  gua- 
«dana  ha  cortado  sus  mieses.  Preguntese 
»A  los  vecinos  de  los  Pueblos  de  estàs 
«cercanias  si  suelen  consumir  en  sus 
«hogares  otras  leflas  que  las  salidas  del 
«bosque  de  Poblet  vendidas  por  los  de 
«Vimbodí.  Preguntese  lo  mismo  a  cuan- 
»tos  fabricantes  de  aguardiente  hay  en  la 
«Espluga  y  Monblanch.  LlAmense  todos 
«los  maestros  de  carros  y  arreos  de 
«labranza  de  Lérida,  Tarragona,  Tàrrega 
»y  otros  pueblos,  y  digan  quien  les  pro- 
«vee  de  las  maderas  ó  piezas  necesarias 
«para  sus  oficinas.  Reconózcanse  en  la 
«misma  villa  de  Vimbodí  los  inmensos 
«almacenes  que  hay  de  estàs  piezas  injus 
«tamente  y  sin  derecho  extraidas  del 
«bosque:  mientras  yo  con  el  animo  de 


«instruir  el  animo  de  V.  S.  le  acompano 
«testimonio  de  un  edicto  publicado  en 
«Vimbodí  y  mandado  guardar  y  cumplir 
«por  las  sentencias  del  Supremo  Consejo, 
»y  en  el  que  constar  (sic)  demarcadas  las 
«facultades  y  restricciones  con  quedeben 
«los  de  dicha  villa  disfrutar  de  la  gràcia 
«del  emprivio:  y  no  acompano  otros  do- 
«cumentos  por  la  perentoriedad,  con  que 
«urge  el  remedio,  mas  estoy  pronto  à  pre- 
«sentar,  siempre  que  V.  S.  lo  juzgue 
«oportuno,  las  ejecutorias  originales,  don- 
«de  màs  estensamente  constan  las  con- 
«cordias  y  demas  providencias  dadas  por 
«aquel  Supremo  Tribunal.  En  dicho  edic- 
»to  tienen  los  vecinos  de  Vimbodí  comi- 
«nadas  las  multas  de  200  libras  por  cada 
«contravencion,  y  a  mas  la  de  càrcel  y 
«otras  mayores  segun  las  circunstancias 
«del  ecseso.  Por  la  sentencia  de  revista 
«de  12  de  julio  de  1799  que  tambien  va 
«copiada  en  dicho  testimonio  se  les  prohi- 
«bió  terminantemente  el  aprovechamien- 
»to  tumultuario  y  en  común  del  bosque, 
«debiéndolo  de  hacer  cada  vecino  de  par- 
«ticular.  Si  V.  S.,  como  fundadamente  lo 
«espero,  se  digna  favorecer  el  actual  de- 
«plorable  estado  de  esta  Comunidad,  a 
«mas  de  haber  obrado  con  arreglo  A  jus- 
«ticia  y  à.  la  voluntad  expresa  de  Nuestra 
«Soberana,  yo  quedaré  sumamente  agra- 
«decido  à  tanto  favor.  Mas  si  por  alguna 
«de  aquellas  fatalidades  que  suelen  mu- 
«chas  veces  oponerse  al  bien,  no  se  logra 
«contener  el  impetu  furioso  y  turbulento 
«de  dicho  pueblo;  llorarà  esta  comunidad 
«en  silencio  su  desventura,  3'  sufrirà  con 
«resignacion  los  ultrajes,  mofas  e  injusta 
«persecucion  que  esta  padeciendo,  pre- 
«senciarà  como  ha  sucedido  alguna  otra 
»vez  la  tala  y  desperdicio  de  los  frutos  }• 
»de  los  Arboles  de  puro  adorno  en  los 
«paseos,  y  vera  con  dolor  repetirse  el 
«que  varios  de  los  vecinos  de  V^imbodí 
«se  intrometan  de  tropel  dentro  de  las 
«puertas  de  la  clausura  A  provocar  y 
«aun  amenazar  A  sus  tristes  y  pacíficos 
«moradores.  Confia  en  la  proteccion  de 
«V.  S.  el  Abad  de  Poblet,  21  feb.°  de 
1S34. 


374 


LIERO    TERCIlRO.  CAPITULO    SKXTO 


»Jl.  I.  S.  Subdelegado  de  Fomento  de  la 
«Provincià  de  Tarragona. 

»F.  Sebast."  Gatell,  Abad». 

Reproduciendo  las  mismas  ideas  de  la 
anterior,  el  Abad  dirigió  otra  exposición 
a  una  autoridad,  cuyo  tratamiento  era  de 
Excmo.  Sor.,  paro  de  la  que  màs  no  espe- 
cifica la  copia  simple  que  de  ella  queda 
en  el  legajo. 

El  Baile  de  Poblet,  en  1."  de  marzo  de 
1834,  dice  al  Alcalde  Mayor:  «Desde  mi 
ultimo  parte  dado  à  V.  S.  en  21  de  febre- 
ro,  va  siguiendo  el  acostumbrado  desor- 
den  en  el  bosque,  sin  hacer  mérito  de 
algunos  vecinos  de  la  Espluga,  de  Mon- 
blanch  y  Rojals  que  buscando  las  oca- 
siones y  modos  màs  cautos  para  evitar 
el  encuentro  de  los  zeladores,  no  dejan 
de  cooperar  al  destrozo  general  que 
dicho  ha  que  està  sufriendo:  los  vecinos 
de  Vimbodí  continuan  à  cara  descubier- 
ta,  y  talando  como  por  furor  en  deesas 
y  en  cualquier  otro  paraje  que  mejor  les 
parece,  sin  recelo  ni  temor  à  los  zelado- 
res, que  ha  mucho  tiempo  no  se  les 
acercan  por  expresa  orden  mia:  pues 
les  considero  resueltos  no  solo  à  hacer- 
les  abierta  resistència,  sinó  acaso  A 
danarles,  si  se  les  proporcionase  ocasion. 
La  deesa  de  la  mata  cercana  al  Monas.° 
ha  quedado  enteramente  arruïnada  con 
la  partida  del  Titllar,  y  en  otras  hacen 
publicamente  carbon:  en  un  solo  paraje 
que  reconocieron  estos  díasà  hora  cauta 
los  zeladores  encontraron  mas  cien 
pinós  grandes  cortados  y  extraídos  con 
otra  multitud  de  pequenos.  El  número 
diario  de  aquellos  vecinos  no  se  dismi- 
nuye  aunque  à  veces  estan  reunidos, 
otras  algunos  segregados,  però  siempre 
con  descaro  y  con  aspecto  amenazador: 
todo  lo  que  comunico  à  V.  S....  Poblet 
1.°  de  marzo  de  1834». 
Por  oficio  del  mismo  dia  1.°  el  Alcalde 
Mayor  dice  al  de  Poblet  que  en  vista  del 
suyo  del  mismo  dia,  le  manda  el  alguacil 
y  los  dos  verederos  para  auxiliar  a  los 
celadores  y  prender  a  los  criminales  de 
Montblanch  hallados  en  el  termino  de  La 


Espluga  y  Rojals.  Y  el  de  Poblet  dice  al 
Mayor,  el  5  de  marzo,  lo  siguiente: 
«M.  1.  S.— Comunico  à  V.  S.  en  conse- 
«cuencia  de  los  partes  anteriores,  que  de 
»dos  ó  tres  díasà  esta  parte  los  vecinos  de 
«Vimbodí  han  desistido  de  sus  desordenes 
»en  el  bosque,  de  suerte  que  antes  de  ayer 
»fueron  muy  pocos  que  fuesen  por  lefia,  y 
»ayer  cuasiabsolutamente  ninguno.  Atri- 
»buyese  esta  mudanza  à  efecto  de  algu- 
»nos  recelós  que  hayan  tenido,  ó  bien  que 
»la  estacion  presente  los  llama  con  pre- 
»ferencia  à  otras  ocupaciones  mas  útiles 
»en  sus  campos. 

»Dios...  Poblet  5  de  marzo  de  1834.» 

En  27  de  febrero  don  Ignacio  Civit  des- 
de Montblanch  escribía  al  Abad:  «Ayer 
»recibió  este  Sor.  Alcalde  Mayor  la  espo- 
»sicion  que  V.  dirigió  al  S."'  Subdelegado 
»de  Fomento  de  Tarragona... 

«Aunque  son  muy  públicos  los  destro- 
«zos  del  bosque  para  esforzar  més  el  in- 
«forme,  procuraré  inclinar  al  S.°''  Alcal- 
»de  à  que  pase  un  dia  à  recònocerle, 
«aunque  dudo  conseguirlo.» 

Oficio  del  JBaile  Real  de  Poblet  al 
Subdelegado  de  Fomento  de  Tarragona 
de  12  de  marzo  de  1834:  «Como  tengo 
«presentido  que  V.  S.  en  virtudde  haber- 
»le  representado  el  Monast.°  de  Poblet,  se 
«halla  entendiendo  sobre  los  escandalosos 
«ecsesos  y  desordenes  cometidos  por 
«varios  vecinos  de  Vimbodí  en  el  bosque 
»de  este  termino;  me  ha  parecido  proprio 
«de  mi  obligacion  elevar  à  su  noticia,  que 
«los  Guardabosques  me  han  hecho  queja 
«contra  uno  de  aquellos  conocido  por  el 
«Dueiio  del  meson  de  la  cana,  por  haber 
«en  el  dia  8  sacado  del  bosque  arrastran- 
»do  por  medio  de  4  caballerias  una  pieza 
«destinada  al  uso  de  molino  aceitero, 
«Uamada  comunmente  una  Verga:  a  cuyo 
«fin  le  habría  sido  indispensable  cortar 
«algun  arbol  muy  corpulento  de  los  pocos 
«que  van  quedando  en  dicho  bosque:  Que 
»para  verificarlo  con  màs  seguridad,  se 
«asoció  cuatro  hombres  armados  à  fin  de 
«que  nadie  se  atreviese  à  estorbarles.  Con 
«los  mismos  ú  otros  semejantes  fué  tam- 
«bien  visto  el  dia  diez  conduciendo  en  un 


MONASTERIÜ    CISrERCIENSE    DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


375 


«carro  otra  pieza  igual  à  la  anterior.  Las 
»circunstancias  de  haberlo  ejecutado  en 
»contravencion  íí  las  Reales  ordenanzas, 
»A  las  leyes  del  emprivio  que  disfrutan  los 
»de  aquel  pueblo,  à  lo  que  se  les  previno 
»por  edicto  mandado  publicar,  hace  muy 
»poco  tiempo,  por  el  Caballero  Alcalde 
»mayor  de  Montblanch,  y  acaso  (lo  que 
»es  màs  grave)  à  las  providencias  que 
»V.  S.  mismo  se  ha  servido  tomar,  agra- 
»van  considerablemente  el  hecho,  consti- 
«tuyéndole  en  la  clase  de  los  acreedores 
»i'i  la  superior  atencion  de  V.  S.  Agre- 
»guense  A  las  anteriores  circunstancias 
xla  de  ser  el  sujeto  que  se  ha  nombrado 
»uno  de  los  que  la  opinion  pública  senala 
»como  principales  promovedores  y  al 
»proprio  tiempo  causadores  de  los  ante- 
»riores  desordenes:  la  de  habérsele  sor- 
»prendido  de  orden  del  S."'  Gobernador  de 
»Lérida  en  el  aiïo  pasado  1832  un  consi- 
»derable  almacen  ó  repuesto  de  maderas 
»de  varias  clases  sacadas  del  bosque,  de 
>'las  cuales  se  le  obligo  à  restituir  una 
»muy  crecida  porcion  al  citado  Monas.°  y 
»sobre  todo  que  para  actos  tan  criminales 
»se  prevalecede  fuerza  armada... 

»Yo  espero  con  confianza,  y  suplico  à 
»V.  S.  se  digne  providenciar  por  el  pron- 
»to  castigo  de  tales  ecsesos,  y  evitar  en  lo 
«sucesivo  que  no  se  repitan». 

El  Subdelegado,  por  oficio  del  14  de 
marzo  de  1834,  manda  al  Baile  de  Poblet 
que  inmediatamente  instruya  diligencias 
«para  acreditar  semejante  ecseso»  (1). 

Aquí  termina  la  colección  de  copias  y 
documentos,   y   aquí   por  lo  mismo    las 


(i)  Ya  he  manifestado  que  en  esie  legaio  son 
horradore?  o  copia.«  simples  los  documentos  cma- 
nados  del  monasterio,  però  documentos  originalcs 
lïrmados  los  emanados  de  las  autoridadcs.  Estc  Ic- 
fíajo  se  halla  atado  dcntni  de  otro  mucho  mayor 
en  el  Archivo  de  la  Deiegación  de  Ilacienda  de 
Tarrafíona.  Allí  lo  examiné  en  noviembre  de  1913. 
Los  archivoí  de  convenies  y  monaslerios  de  la 
província  tarraconense  fueron  mandados  desde  el 
de  Tarragona  al  IlistiSrico  nacional  de  .Madrid  por 
ordcn  del  Gobierno,  però  sin  duda  que  por  inad- 
vertencia  quedaron  en  Tarragona  algunes  pocos 
grandcs  legajos.  uno  de  los  cuales  es  este. 


noticias  auténticas  de  este  enojoso  asun- 
to.  Sin  embargo  de  su  falta  de  termina- 
ción,  irradia  harta  luz  para  conocer  quié- 
nes  eran  los  culpables  y  quiénes  las 
víctimas,  la  sinrazón  de  los  que  por  el 
asunto  del  bosque  agriamente  acriminan 
al  Monasterio;  y  sobre  todo  el  estado  de 
las  pasiones  de  Vimbodí  en  los  momentos 
de  la  tempestad  general  de  1835  contra 
los  conventos,  y  por  lo  mismo  una  de  las 
primeras  causas  de  la  destrucción  del 
excelso  monasterio. 

Los  ruines  aldeanos  que  en  los  acia- 
gos  días  de  agosto  de  1S35  cayeron  de 
mil  lados  sobre  Poblet,  comparables  solo 
a  los  hambrientos  cuervos  que  de  varias 
direcciones  acuden  a  juntarse  sobre  la 
res  derribada  por  el  temporal,  venian 
traídos  de  su  sed  de  botin.  La  intermina- 
ble cuerda  de  ninos,  mujeres,  hombres, 
acémilas  y  carros  que  por  algun  tiempo 
unió  el  monasterio  a  Vimbodí,  compara- 
ble solo  a  la  numerosa  banda  de  rabiosos 
lobos  que  en  las  neveras  de  Rusia  une  el 
bosque  con  el  lugar  donde  3'ace  el  caballo 
rendido  en  la  via  por  el  cansancio,  acu- 
dia, si  movida  del  odio,  también  del  ham- 
bre  de  arrebatar.  A  los  criminalmente 
pacientes,  que  por  espacio  de  lustros 
enteros  golpeando  y  abriendo  suelos  y 
paredes  y  revolviendo  respetables  hue- 
sos,  se  dedicaron  a  perquirir  imaginarios 
tesoros,  aguijoneàbales  sin  duda  alguna 
la  auri  sacra  fames. 

Por  otro  lado,  si  de  los  efectos  podemos 
deducir  causas,  la  elevada  efervescència 
liberal  de  Vimbodí  da  pie  para  sospechar 
que  existia  allí  alguna  Sociedad  secreta 
de  masones,  o  mejor  carbonarios,  enton- 
ces  muy  en  auge,  0  cuando  menos,  que  se 
agitaban  en  esta  población  agentes  de  las 
de  otras  partes.  Pueblo  irreligioso,  blas- 
femo, cruel  y  de  pésimo  nombre  en  la 
provincià  como  es  Vimbodí,  debia  sentir 
enemiga  por  el  gran  santuario  de  los 
reyes  tradicionales  y  de  la  Religión. 

De  todo  lo  dicho  saco  que  tres  engen- 
dres infernales,  venganza,  sed  de  ajenos 
hienes  y  odio  antirreligioso,  fueron  los  que 
devoraron  a  Poblet.  Concédase,  si  place, 


376 


LIURO    TERCERO.  —  CAPITLI-O    SLXTi 


que  aun  pudiendo  en  justícia  los  monjes 
castigar  severamente  a  los  lenadores, 
conviniese,  habida  en  consideración  la 
malignidad  de  los  tiempos,  por  prudència 
perdonar;  y  supóngase,  lo  que  no  es  poco 
suponer,  que  callando  y  cediendo  hubie- 
ran  amortiguado  aquel  tan  antiguo  odio 
y  hasta  logrado  el  amor  de  los  habitantes 
del  valle;  pues  bien,  aun  así  el  saqueo  3^ 
la  destrucción  presentabanse  como  gua- 
danas  de  la  Parca  implacables,  pues  la 
ràbia  contra  el  monacato  3'  el  hambre  de 
sus  riquezas  consumaran  la  deplorable 
desgracia.  Ningún  odio  ni  reciente  ni  in- 
veterado,  ningún  emulo  alimentaren  por 
injusticias  o  imprudencias  los  próximos 
cartujos  de  Scala  Dei,  3'  sin  embargo  su 
antigua  casa  cayó  como  Poblet  mas  o 
menos  presto  incendiada  3'  antes  saquea- 
da  por  los  mismos  quizàs  a  los  que  con 
larga  mano  beneficiaba  con  limosnas  no 
interrumpidas.  Pereció  Poblet  al  embate 
de  la  guerra  sin  cuartel  que  la  Revolu- 
ción  desde  sus  antros  tiene  jurada  a  la 
Religión,  a  la  autoridad  real  3'  a  las  vene- 
randas  tradiciones  patrias.  Si  no  de  risa, 
son  dignos  de  lastima  algunos  excursio- 
nistas,  amigos,  a  su  decir,  de  las  antiguas 
glorias  patrias,  mas  a  fuer  de  modernos 
simultàneamente  liberales,  que  por  un 
lado  fomentan  con  palabras  3'  obras  la 
Revolución,  y  por  otro  muy  contritos 
lloran  los  inevitables  resultados  de  ella, 
perpetuos  defensores  de  causas  sin  efec- 
tos,  de  piélagos  sin  borrascas,  de  vientos 
sin  tempestades. 

El  estudio  de  las  pasiones  que  derriba- 
ron  a  Poblet  me  trae  como  por  la  mano  a 
rechazar  una  terrible  acusación  contra  el 
superior  populetano,  formulada  así:  «Un 
>/cargo  muy  grande  harà  la  Historia  al 
>,  Abad  Gatell  por  su  conducta  al  abando- 
»nar  el  monasterio.  Inspirado  solo  por  el 
»miedo,  creyendo  que  la  tea  revoluciona- 
»ria  no  tardaria  en  encenderse  en  Poblet, 
»huyó  con  los  monjes,  olvidando  que  era 
»el  Abad  del  primer  convento  de  Cata- 
»lufla,  el  depositario  de  las  reliquias  de 
>:nuestros  re3'es  3'  de  nuestra  nobleza,  que 
»su  frente  cenia  la  mitra  episcopal  y  la 


»corona  de  barón.  Es  muv'  posible  que  A 
>vno  ser  abandonado  el  monasterio,  se 
>'hubiera  salvado  de  la  destrucción,  ya 
>  que  à  pesar  de  los  odiós  que  había  con- 
»tra  él,  grande  aun  era  la  fuerza  de  su 
xnombre  y  su  prestigio*  (1).  Perdóneme 
el  amigo  querido  autor  de  estàs  líneas  y 
permítame  que  le  senale  los  errores  que 
contienen.  Ni  Gatell  cinó  jamAs  mitra 
episcopal,  que  al  fin  solo  fué  Abad,  ni  en 
los  momentos  de  la  exclaustración  gozaba 
tal  dignidad,  que,  segiin  dije  ya,  habiendo 
antes  terminado  el  cuadrienio  de  su  man- 
do,  3'  no  consintiendo  los  tiempos  nueva 
elección,  quedo  la  comunidad  regida  por 
el  Prior.  Mas  ni  aun  éste  gobernaba  a  la 
sazón  en  el  monasterio,  de  donde  por 
aquellos  tiempos  le  había  arrancado  para 
el  destierro  la  fuerza  liberal.  rQuién,  pues, 
ejercía  allí  la  superior  dignidad?  ;E1  ex 
Abad,  o  el  Subprior,  u  otro  padre,  0  algun 
consejo?  Lo  ignoro,  però  sí  sé  que  debò 
desviar  del  Abad  Gatell  los  dardos  del 
anterior  pàrrafo. 

Acusa  éste  al  Abad  por  haberse  guiado 
del  temor,  cual  si  éste  no  fuera  por  ven- 
tura racional,  fundadisimo,  3-  aun  la  regla 
prudente  que  en  aquella  ocasión  se  debia 
seguir.  El  capitàn  mas  esforzado,  cuando 
en  campo  raso  se  halla  desarmado,  solo, 
3'  ante  numerosos  enemigos  ganosos  de 
matarle,  divierte  de  su  imaginación  la 
idea,  digo  mal,  la  locura  de  defenderse, 
3"  vuela  la  tierra.  De  no  hacerlo,  ganara 
con  harta  razón  el  apodo  de  temerario 
en  alto  grado  3'  aun  demente.  Igual  situa- 
ción  rodeaba  a  los  monjes  populetanos: 
sin  fuerzas  de  ejército  ni  instituto  alguno 
militar,  desprovistos  hasta  de  los  pocos 
fusiles  de  la  casa,  por  aquellos  días  qui- 
tados  por  los  carlistas,  solos,  en  despo- 
blado,  sin  mas  amigos  que  los  desarmados 
de  La  Espluga,  y  por  opuesto  lado  cir- 
cunvalados  de  enemigos,  3'  sobre  todo 
tocando  con  los  nacionales  de  Vimbodí,  a 
cuyo  termino  municipal  pertenecian  o 
estaban  contiguos.  Estos,  bramando  de 
odio  y  venganza,  tiempo  había  que  vomi- 


to    Sr.  Toda.  Obra  cit..  pàg.  ly. 


.  M  .  ^ 

Santa  María  de  Poblet.  —  restos  de  los 
sepulcros  reales.  —  1q12 

(Fotografia  de  D.  Luis  Madreny) 


U 


.MONASïElíIO    CISTERClENSt;     DE    SANTA    MARIA    DE    POBLET 


377 


taban  bravatas  y  amenazas  de  muerte 
contra  los  monjes  (1),  de  cuya  memòria 
no  se  había  aún  borrado  el  incendio  y 
destrucción  de  1S22.  Y  si  en  aquella  època 
los  liberales  comarcanos  de  tal  modo 
maltrataron  las  inocentes  paredes  del  mo- 
nasterio,  mucho  menos  ahora,  alecciona- 
dos  por  los  impunes  asesinatos  de  Reus, 
habían  de  perdonar  y  dejar  sin  venganza 
la  defensa  del  bosque  efectuada  en  època 
posterior  y  reciente  junto  con  el  comiso 
de  sus  estimados  auxiliares  y  compafie- 
ros,  los  asnos.  ;Tan  mansa  \-  suave  fué 
siempre  la  condición  de  aquellos  arma- 
des, que  muy  bravamente  tomaron  parte 
en  aquella  guerra  sin  cuartel,  los  cuales 
muy  luego  con  los  labriegos  de  La  Es- 
pluga arremetíanse  con  fiera  crueldad 
entre  las  labores  del  campo?  No  aquejaba 
a  los  monjes  ceguera  e  imbecilidad  tantas 
que  les  ocultarà  la  espantable  carga  de 
odiós  aglomerada  en  la  bomba  o  mina  de 
Vimbodí.  El  Padre  iMaestro  Mas,  de  Po- 
blet, al  cual  Toda  llama  «monje  aco- 
»modado  a  las  ideas  nuevas»,  «hablan- 
»do  con  los  del  pueblo  (Vimbodí)  de  la 
»marcha  del  monasterio,  no  tenia  reparo 
»en  condolerse  públicamente  de  los  males 
»que  le  amenazaban  repitiendo  la  frase 
>>úe  que  tales  eran  los  odiós  encendidos 
»en  contra  de  él,  que  no  había  de  desapa- 
»recer  aquella  generación  sin  ver  que  la 
»piedra  mils  alta  del  convento  seria  la 
»m<ís  baja».  Así,  literalmente,  lo  escribe 
Toda,  píig.  20:  ^;què  delito  importa  pues 
el  convencimiento  de  esta  verdad,  su  na- 
tural resultado  el  temor,  y  el  obrar  consi- 
guiente? 

El  Padre  Bolsero  Don  Cosme  Valls, 
hombre  ascético,  que,  ausentes  ya  los 
monjes,  quería,  según  parece,  permane- 
cer  en  el  monasterio,  también  a  la  postre, 
y  vistos  los  vimbodienses  del  inventario, 
huyó;  y  concorde  en  esto  con  el  Padre 
Mas,  exclamo  en  aquella  ocasión:  «tomen 
»VV.  el  inventario,  ó  lo  tomen  otros, 
»todo  esto  lo  veo  ardiendo.>^  Y  me  afladió 


(i)     Eslas  hravalas  me  las  dijo  D.  Josú  Bou  en 
la  rclación  ya  cilada. 


un  operario,  presente  al  dicho  acto  del 
inventario,  que  al  alcalde  e  individuos  de 
La  Espluga,  que,  según  dije,  comían  aquel 
dia  allí,  las  carnes  les  temblaban  por 
efecto  del  temor  (2). 

Y  ;cómo  no  temeries  entonces  si  aun 
hoy,  transcurrido  mas  de  medio  siglo, 
vive  potente  en  su  pecho  el  encono  contra 
Poblet?  Un  arquitecto  joven  tomaba  hace 
pocos  anos  allí  sus  medidas  para  el  levan- 
tamiento  del  plano;  mascomocasualmente 
entrasen  algunos  vimbodienses,  suspendió 
sus  trabajos  por  indicación  de  un  hombre 
del  país,  amigo  suyo,  temeroso  de  que 
fueran  estos  graduados  de  preludios  de 
repoblación  monacal.  Por  los  anos  de 
18S0  y  tantos,  un  amigo  mío  visito  a  Po- 
blet, y  allí  indico  que  el  mejor  medio  de 
restauración  estaba  en  instalar  en  el 
cenobio  una  comunidad.  Oyólo  un  aldea- 
no  de  la  redonda,  y  luego  exclamo:  «sí, 
»que  vengan  los  frailes,  y  haremos  peor 
»que  la  otra  vez».  Y  otro  amigo  en  1894 
me  aseguró  que  aun  entonces  subsistia  la 
mala  voluntad  de  los  de  Vimbodí;  y  que 
en  e!  aniversario  del  incendio  familias 
enteras  de  aquel  pueblo  acuden  al  monas- 
terio a  hacer  una  comilona. 

Mas  aun  prescindiendo  de  la  enemiga 
y  vecindad  de  Vimbodí,  la  posibilidad  de 
una  excursión  de  furiosos  reusenses  al 
mas  rico  y  codiciado  de  los  monasterios 
tarraconenses  debía  ser  parte  para  infun- 
dir  fundadísimo  temor  en  quien  como 
Superior  lo  gobernara;  temor  tanto  mas 
justo,  cuanto  en  tiempo  de  guerras  3'  de 
revueltas,  no  anunciados,  sinó  de  impro- 
viso, suelen  amanecer  los  grupos  de  gente 
armada  donde  menos  pudiera  la  previsión 
suponerlos. 

Però  dejemos  este  camino  en  la  defensa 
de  los  monjes,  y  hacièndolos  o  héroes  o 
imbéciles,  supongamos  que  en  1S35  per- 
manecieran  agachados  en  el  cenobio,  y, 
destituídos  del  natural  amor  a  la  vida, 
esperaran  tranquilos  las  navajas  enemi- 
gas,  cual  lo  hicieron  los  descalzos  de 
Reus. 


(2)     Este  operario  fué  D.  José  Bou. 


378 


LIBRO    TEUCERO. — CAPITULO    SEX TO 


iOh!  No  dudo  que  entonces  los  enemi- 
gos  de  los  regulares  echarían  toda  la 
responsabilidad  del  trastorno  a  la  impre- 
visión  del  superior  y  comunidad. 

Tampoco  puede  increparse  al  Abad 
porque,  se  olvidó  de  «que  era  el  depo- 
«sitario  de  las  reliquias  de  nuestros  re- 
»yes  y  de  nuestra  nobleza,  y  que  su 
>  frente  cenía  la  mitra  episcopal  y  la  co- 
>)rona  de  barón».  Verdaderamente,  en 
tiempos  pacíficos  adornaban  al  Prela- 
do  el  cargo  y  el  honor  de  guardador  de 
ricos  tesoros  de  la  pàtria;  però,  en  épocas 
de  trastornos  y  revolución,  al  Gobierno, 
sucesor  de  aquelles  reyes  y  magnates, 
pasaba  el  extricto  deber  de  apoyar  la  debi- 
lidad  del  mitrado,  que,  aun  con  corona 
de  barón,  carecía  de  las  lanzas  y  barra- 
ganes  de  otras  edades;  y  así  achaquese  al 
Gobierno  superior  la  culpa  de  tan  deplo- 
rables destrozos.  Obràronse  estos  no  en 
un  momento,  sinó  en  largos  anos,  y  en 
todos  ellos  la  autoridad  durmió  profunda- 
mente.  ;Podía  acaso  el  desarmado  Abad 
durante  ellos  defender  el  Monasterio  que 
el  poder  del  gobernante  abandonarà?  De 
permanecer  allí,  echàrale  la  autcridad 
para  presurosa  entregar  los  bienes  a  la 
desamortización  y  el  edificio  al  abandono 
y  universal  rapina,  a  la  pública  subasta, 
o  quizà  al  bien  ordenado  derribo,  que  por 
efecto  de  orden  superior  experimento 
Santa  Catalina  de  Barcelona.  A  los  dos 
días  del  incendio  una  columna  militar 
acudió  a  Poblet:  ipor  qué,  transcurridas 
pocas  horas,  lo  abandono? 

Se  ha  escrito:  «Es  muy  posible  que  de 
»no  ser  abandonado  el  monasterio  se 
»habría  salvado  de  la  destrucción,  ya 
»que  a  pesar  de  los  odiós  que  contra 
»él  había,  grande  era  todavía  la  fuerza 
»de  su  nombre  y  de  su  prestigio.»  Este 
nombre  y  este  prestigio  isobre  quién 
valiera?,  isobre  quién?  rSobre  Vimbodí? 
Nunca  el  nombre  y  el  prestigio  del  cor- 
dero  valieron  ante  las  garras  del  león 
vencedor.  ;Acaso  sobre  gobernantes  al- 
zados  por  aclamación  de  turbas  roncas 
todavía  del  motin  de  los  frailes,  y  tenidas 
aun  en  sangre  sacerdotal?  r'Sobre  autori- 


dades  abortadas  por  logias  y  ventas  y 
colocadas  en  altos  puestos  en  premio  de 
su  furor  en  predicar  y  ejecutar  el  degüe- 
llo  de  los  religiosos? ; Sobre  quién? 

No,  no,  mil  veces  no,  la  culpa  del 
incendio  y  destrucción  de  Poblet  no  cae 
sobre  ningiin  religioso:  es  toda  de  la 
Revolución  liberal. 

Abrigo  la  certeza  de  que  hoy  mi  buen 
amigo  el  senor  Toda,  entrado  ya  en  anos 
y  madurez,  no  escribiría  las  acusaciones, 
arriba  por  mi  combatidas,  dirigidas  en 
los  días  de  su  mocedad  contra  los  religio- 
sos de  Poblet.  Son  fundamento  y  prenda 
de  esta  mi  convicción  las  bellas  condicio- 
nes que  adornan  a  dicho  seíïor.  Por  esto, 
si  por  un  lado  aquí  le  pido  perdón  por  mis 
oposiciones,  por  otro  le  ruego  que  note 
que  en  ninguna  parte  asesto  mis  dardos 
contra  su  persona,  y  sí  solo  contra  sus 
errores;  los  cuales,  tratando  yo  de  defen- 
der al  monasterio,  no  podia  dejar  en  pie; 
es  decir,  combato  a  su  libro,  no  a  él. 

En  1897,  con  motivo  de  acompanar  a 
Espana  el  cadàver  venerable  del  senor 
Arzobispo  don  Antonio  Claret,  el  Abad 
cisterciense  de  Fontfroide,  cu3'0  monas- 
terio se  halla  en  Francia,  cerca  de  Nar- 
bona,  visito  el  de  Poblet.  Entonces  este 
Abad,  de  nombre  en  el  siglo  Miguel  Duc 
y  Gal,  y  en  el  claustro  Padre  Maria 
Javier,  celebro  la  Santa  Misa  en  la  capilla 
de  San  Jorge,  y  así  f  ué  el  primer  cister- 
ciense que  ofreció  allí  el  santó  sacrificio 
desde  1S35.  Al  recórrer  el  cenobio  quedo 
sorprendido  y  enamorado  de  su  grandio- 
sidad  y  belleza.  Dijo  que  si  sus  religiosos 
de  Fontfroide  pudiesen  establecerse  en  él, 
lo  restaurarían;  que  peor  que  Poblet  esta- 
ba  Fontfroide  cuando  ellos  entraron,  y 
lo  han  restaurado;  y  que  si  lograba  este 
su  deseo,  contento  exclamaria  entonces 
jnm  laetus  moriar.  Para  establecerse  en 
Poblet  necesitaba,  anadió,  algunas  tierras 
para  trabajar  y  vocaciones;  que  no  veia 
difícil  lograr  el  edificio,  però  que  nece- 
sitaban  tierras  cultivables  (1).  Entonces 


(i)     .Me   lo   dijo   el   mismo   Abad  de  Fonfroide 
Sr.  Duc  en  Barcelona,  a  js  de  octubre  de  1899. 


MONASTERIO    CISTERCIENSE    DK    SANTA    MARIA    DE     POULET 


379 


el  conocido  abogado  y  catedràtico  don 
Juan  de  Dios  Trias  habló  al  poseedor,  o  j 
mejor,  al  marido  de  la  poseedora,  de  las 
tierras  de  don  Miguel  Clavé,  procedentes 
de  la  propiedad  del  monasterio,  propo- 
niéndole  la  compra  de  parte  de  ellas;  però 
dicho  sefïor  contesto  que  no  quería  des- 
prenderse  de  parte,  sinó  de  todo  o  de 
nada.  Como  la  Comunidad  de  Fontfroide 
carecía  de  capitales,  se  hubo  de  renunciar 
a  la  repoblación  monàstica  de  Poblet.  La 
reparación  de  esta  casa  costaria  un  millón 
de  duros,  y  aunque  los  dichos  cistercien- 
ses  no  los  tienen,  sin  embargo,  paulatina- 
mente  trabajando,  con  la  economia  y  la 
constància  de  los  monjes,  mucho  con  los 
aflos  se  lograra  (1). 

El  mismo  Abad  Duc,  de  cuya  boca  ten- 
go  algunas  de  las  noticias  anteriores,  me 
dijo  que  cuando  sus  monjes  se  establecie- 
ron  en  Fontfroide  el  pueblo  de  Narbona 
los  recibió  friamente,  mas  que  el  primer 
Abad,  de  nombre  Padre  Juan  Leonart, 
adquirió  tal  fama  de  santidad,  que  cuando 
murió  toda  la  población  acudió  a  visitar- 
le,  no  quedando  un  carruaje  en  Narbona 
que  no  se  empleaseen  transportar  gentes 
al  cenobio,  y  los  que  no  alcanzaron  ve- 
hículo  fueron  a  pie,  lloviendo.  Después  de 
muchos  anos  de  entierro  su  cadàver  ha 
sido  hallado  incorrupto. 

Me  afladió  el  Padre  Duc  que  ellos  han 
establecido  la  primitiva  observancia  de 
su  regla,  cuyo  fin  consiste  en  la  peniten- 
cia y  la  oración.  Así  es  que  tienen  siete 
horas  diarias  de  coro,  y  dos  de  trabajo 
agrícola,  bien  que  los  legos  dedican  mu- 
chas  màs  horas  al  postrero. 

No  habiendo  podido  establecerse  estos 
monjes  en  Poblet,  como  deseaban,  se  han 
instalado  el  dia  de  San  Bernardo  de  1899 
en  un  manso  del  termino  de  Tàrrega,  de 
nombre  Mas  de  Colo»!,  procedente  de  la 
herència  de  la  seflora  Marquesa  de  Cas- 
tellvell, cedido  a  ellos  por  los  ejecutores 
testamentarios  de  dicha  seiiora.  Al  prin- 
cipio formaron  la  Comunidad  solo  tres 


(i)     Me  lo  diio  et  mismo  scnor  Trias  en  Barce- 
lona a  2j)  de  iunio  de  1B99. 


sacerdotes  y  cuatro  legos;  però  posterior- 
mente  la  expulsión  de  Francia  de  las 
Ordenes  religiosas  los  ha  notablemente 
aumentado.  Cuando  en  octubre  de  1904 
recorri  aquella  tierra,  se  me  dijo  que  allí 
en  el  Mas  de  Colom  se  edificaba  un  gran 
Monasterio.  El  nombre  oficial  de  esta 
casa  es  Monasterio  de  ^\iíesíra  Seüora 
del  Stifragïo.  iProtejaDiosla  obra  moral 
y  material,  y  dénos  abundantes  y  fervo- 
roses intercesores  que  oren  por  nuestras 
almas  y  por  nuestra  pàtria! 

§  5."  Adiciones 

Como  escribí  en  el  pàrrafo  1.°  de  este 
articulo,  don  Jaime  Ramon  Vidalés,  con 
mucha  posterioridad  a  la  redacción  de  la 
casi  totalidad  de  este  articulo  de  Poblet, 
publico  una  larga  conversación  que  tuvo 
con  el  ex  monje  y  ex  miguelete  cabecilla 
de  la  fracción  liberal.  De  esta  conversa- 
ción me  place  copiar  aquí  unos  pàrrafos 
en  los  que  las  palabras  del  ex  monje  vie- 
nen  à  completar  las  noticias  descriptivas 
de  la  vida  del  cisterciense  de  Poblet  y  de 
sus  funciones  religiosas,  noticias  dadas 
por  mi  en  mi  primera  obra  sobre  Las 
casas  de  religiosos  de  Cataluria. 

Dice  así  el  ex  monje,  traduciéndolo  yo 
del  catalàn:  «Los  primeros  seis  meses 
»eran  llamados  de  prueba,  y  eran  riguro- 
»sísimos,  no  permitiéndome  en  ellos  la 
»menor  extralimitación  de  la  Regla.  In- 
»gresé  después  en  el  noviciado,  que  dura- 
»ba  cuatro  anos,  gozando  de  un  poco  màs 
»de  libertad.  Entre  tanto  el  Padre  Lector 
>'me  enseiïó  lo  mismo  que  à  los  demàs 
»novicios,  el  Latín  y  la  Filosofia.    .     .     . 

»A  cada  monje  se  le  entregaban  75 
»libras  barcelonesas  (40  duros)  al  aiïo... 

»En  verano  se  nos  concedian  quince 
»días  de  licencia  para  visitar  a  las  fami- 
»lias  o  pasarlos  donde  mejor  nos  pluguie- 
»se.  Ademàs  se  nos  concedian  otros 
»quince  días  para  pasarlos  en  la  Pena 
»como  esparcimiento  3-  no  como  castigo, 
»según,  alguno  fijàndose  en  el  nombre  de 
»la  casa,  ha  creido...  Toda  la  Comunidad 


I.IHRO     lERCERO.  — CAPIiUI-0    ^EM  «. 


»subía  allà  en  dos  tandas  durante  el  mes 
»de  julio,  lo  que  en  la  redonda  era  cono- 
»cido  con  el  nombre  de  V^cda  dels  Frares. 

»A1  llegar  el  monje  a  los  sesenta  anos 
»se  le  jubilaba,  quedando  así  exento  de 
»coro  y  capitulo  y  en  general  de  todas 
»las  obligaciones  prescritas  por  la  i?e- 
y>gla.  Se  le  daba  habitación  separada  y 
»un  criado. 

»En  el  capitulo  gozaban  de  voz  y  volo 
»todos  los  profesos,  que  durante  los  últi- 
»mos  ailos  éramos  unos  sesenta... 

»Ningún  monje  podia  entrar  en  la  cel- 
ada de  otro  ni  aun  dandole  éste  permiso, 
»y  si  querian  hablar  el  visitante  tenia  que 
»hacerlo  desde  el  umbral.  Cuando  en  una 
»celda  de  enfermeria  habia  algun  enfer- 
»mo  grave,  se  fijaba  en  su  puerta  un 
»papel  blanco  à  fin  de  que  los  transeuntes 
»evitasen  hacer  ruido. 

»A  los  muertos  se  les  vestia  el  habito 
»de  coro,  y  eran  enterrados  tapada  la 
»cara  por  la  muceta,  sin  ataúd,  en  el 
»cementerio  del  pie  del  abside  de  la  igle- 
»sia  mayor,  y  asistia  al  sep3lio  toda  la 
»Comunidad. 

»Tan  solo  en  el  claustro  de  San  Este- 
»ban,  que  era  lugar  de  esparcimiento, 
»podiamos  hablar  de  política  y  de  cosas 
»del  mundo. 

»Cumplidas  las  obligaciones,  nos  era 
»permitido  salir  à  paseo  acompanados 
»de  otro,  sin  emperò  alejarnos  mucho  del 
»Monasterio,  y  siempre  impetrando  antes 
»licencia  del  superior. 

»Nos  permitiamos  à  las  veces  bromas 
»inocentes.  Asi,  por  ejemplo,  recuerdo 
»que  a  un  monje  que  tenia  el  vicio  de 
»dormirse  en  el  coro,  un  dia  al  terminar 
»los  laudes,  en  lugar  de  despertarle,  le 
»pusimos  tres  velas  encendidas  à  cada 
»lado,  colocadas  sobre  sendos  candela- 
vbros,  y  dormido  le  dejamos. 

»Las  penas  que  nos  imponian  para  pur- 
»gar  culpas  consistian  generalmente  en 
»amonestación  privada  ó  pública,  priva- 
»ción  de  la  mesa  conventual  o  de  alguno 
»de  sus  platós...  A  veces,  al  presentar  en 
»la  mesa  alguno  de  los  platós,  el  que  habia 
»delinquido  hallaba  sobre  él  atravesado 


>/el  cuchillo,  senal  que  significaba  que 
»no  podia  comer  mas  de  la  mitad  del 
»contenido.  La  mitad  dejada  era  inme- 
>:'diatamente  retirada,  y  entregada  al  pri- 
>mer  pobre  que  se  hallaba  fuera  de  la 
«clausura. 

»Comiamos  a  las  once  y  media,  y  cenà- 
xbamos  à  las  siete  y  media.  La  vajilla 
»usual  era  de  estano,  y  se  lavaba,  para 
»evitar  que  se  rayase,  con  estropajos  de 
vpaja  de  arroz,  que  se  nos  mandaban  de 
»la  casa  que  teníamos  en  el  reino  de 
>' Valencià. 

»Todos  los  viernes  comíamos  de  vigi- 
»lia,  pescado  por  regla  general,  y  cuando 
>/no,  bacalao.  Si  alguno  deseaba  comer 
»alguna  gollería,  avisando  al  cocinero 
»con  la  oportuna  anticipación  se  le  hacia, 
»pero  a  sus  costas. 

»La  ración  de  carne  era  cuatro  onzas 
»por  persona.  En  las  raciones  de  carne 
»de  plumà,  como  capón  ó  gallina,  se 
»contaba  un  cuarto  por  individuo,  y  de 
»ellas  comiamos  en  todas  las  fiestas.... 
»de  modo  que  para  cuatro  monjes  se 
»sacaba  una  pieza  entera.  Igualmente 
>^cada  cuatro  teniamos  un  criado  tanto 
»para  la  mesa  cuanto  para  los  demas 
«servicios  manuales.  Mientras  comiamos, 
»el  monje  que  estaba  de  semana  desde  el 
»púlpito  leia  algun  pasaje  piadoso,  y  nos- 
»otros  debiamos  guardar  silencio  y  escu- 
»charle.  El  chocolate  ni  se  tomaba  en  el 
»refectorio  ni  iba  a  cargo  de  la  Comuni- 
^>dad;  sinó  que  cada  uno  lo  pagaba  de  su 
»peculio.  Generalmente  los  cuatro  aquie- 
xnes  servia  el  mismo  criado,  lo  tomàba- 
»mos  juntos  en  la  estancia  o  patio  que 
>imedia  entre  la  puerta  Real  y  el  claustro, 
»la  que  por  este  motivo  llamàbamos  Cho- 
ycolatería».  Anade  que  a  veces,  sobre 
todo  en  verano,  tenían  regalitos  de  fruta 
o  dulces  de  las  familias  acomodadas  del 
veraneo,  los  cuales  regalitos  se  comían 
después  del  chocolate. 

«Vaya  V.  escuchando»,  anadió  el  ex 
monje  y  ex  miguelete  al  Sr.  Vidalés  que 
lo  publica,  «vaya  V.  escuchando,  porque 
>/quiero    darle  a    V.   una    idea,   aunque 


CISTERCfENSC     Di:     SANTA     MARIA     DE     PObLET 


381 


»incompIeta,  de  la  grandiosídad  desple- 
»g:ada  en  las  funciones  religiosas  que  allí 
»se  celebraban.  De  entre  ellas,  algunas 
»ciertamente  harto  espléndidas,  ninguna 
»podía  competir  en  magnificència  con  los 
«funerales  que  a  las  veces  se  hacían,  ya 
»fuera  en  cumplimiento  de  legados  pios, 
»ya  por  defunción  del  Abad  ó  Príncipe,  u 
»otro  personaje.  No  cabé  duda  que  en 
»ninguna  basílica  ni  catedral  del  mundo 
»católico  se  desplegaba  la  suntuosidad 
»de  nuestro  monasterio. 

»Figúrese  V.  en  el  retablo  mayor  un 
»gran  Crucifijo  de  bronce  con  la  cruz  de 
Ȏbano,  iluminado  por  dos  candelabros  y 
»seis  grandes  candeleros  de  ébano  con 
»incrustaciones  de  bronce  dorado,  tenien- 
»do  por  fondo  un  gran  frontal  de  tercio- 
»pelo  de  seda  negro  bordado  de  oro-  En 
»el  crucero,  alfombradn  de  negro  al  igual 
»del  presbiterio,  se  levantaba  un  severo 
»y  elegante  catafalco,  rodeado  de  doce 
«candelabros  de  ébano  y  bronce  no  me- 
»nores  de  diez  palmos  de  altura,  y  cubier- 
»to  por  un  riquísimo  paiïo  mortuorio, 
»orlado  de  ancha  cenefa,  3'  en  cuyo  fondo 
»campeaba  en  relleves  de  oro  y  plata  el 
«escudo  de  la  casa  de  Cardona,  de  cuya 
«procedència  venían  aquellos  tan  espien- 
»didos  objetos. 

»Todo  aquel  fúnebre  aparato  resaltaba 
»aun  mAs  por  tener  por  marco  los  dos 
»panteones  reales  con  las  imtígenes  ya- 


»centes  de  los  reyes,  así  como  las  esta- 
'tuas  arrodilladas  en  actitud  de  orar, 
»que  coronaban  los  sepulcros  adherides 
»a  los  pilares  del  crucero.  Parecía  que 
»tales  personajes  se  identificaban  con 
»aquellas  ceremonias  sublimadas  por  las 
»salmodias  de  difuntos  cantadas  en  el 
»coro  a  dos  coros  por  toda  la  Comuni- 
»dad....  No.  no  se  puede  concebir  nada 
>^màs  patético  que  aquel  Dies  irae  ento- 
unado  a  dos  coros  por  sesenta  monjes 
vcon  aquella  gravedad  y  parsimònia  que 
»les  era  tan  peculiar;  ni  nada  tan  majes- 
»tuoso  como  el  acto  del  ofertorio  presidido 
»por  el  Abad  revestido  de  pontifical  con 
»mitra  y  bàculo,  y  seguido  de  aquella 
>'numerosa  comunidad  revestida  del  mili- 
»tar  y  rozagante  mantó  de  blanca  lana; 
»ni  nada  tan  grandioso  como  aquellos 
«responsos  cantados  por  todos  al  rededor 
»del  túmulo,  mientras  las  lenguas  de 
«bronce  de  las  campanas  alzaban  al  Cie- 
>^lo  su  plaflidera  voz.  Es  imposible  dar 
»idea  exacta  y  acabada  de  las  sublimes 
«emociones  que  sentia  el  alma  cristiana 
«ante  aquellas  ceremonias,  bien  dignas 
".ciertamente  de  los  varones  que  las  moti- 
«vaban. 

»;Y  qué  me  dice  V.  de  la  sacristía? 
».    ' (1). 


(i)     d.  Jaime  Ramon  Vidalés.  Obra  cit.,  pàgi- 
naí  Jí.  :!!.  32.  33,  34.  55.  3Ó.  37.  38,  39  y  40. 


Capitel  di.1  claii-lin  de  San 
Cu.'at  del   X'alles 


CAPÍTULO   SÉPTIMO 
ESTADO  DE   BARCELONA   EN    1835 


ARTICULO  PRIMERO 
RESENA  GENERAL 


i 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     l8^í 


385 


ragoza  y  otros  puntos  había  envalen- 
tonado  a  los  revoltosos  y  agiotistas  de 
aquí,  la  de  los  de  Reus  y  sus  contornos 
puso  la  mecha  en  sus  manos.  Debò,  pues, 
entrar  ahora  en  la  resena  del  incendio  de 
Barcelona;  emperò,  para  que  esta  resulte 
completa,  estimo  conveniente  empezar 
por  una  ràpida  pintura  del  estado  de  la 
Ciudad  en  aquel  tiempo. 

Leo  en  un  texto  escrito  en  1830:  «Bar- 
»celona...  capital  de  la  provincià  y  prin- 
»cipado  de  Cataluiïa  {eittoticcs  Cataluila 
»l•io  forniaba  mds  que  una  provincià), 
»cabeza  del  corregimiento  del  mismo 
«nombre,  y  uno  de  los  puertos  mas  fre- 
»cuentados  de  Europa.  Es  sede  del  obis- 
»po,  que  es  sufraganeo  de  Tarragona.  .,  y 
«residència  del  Capitan  General.  Tiene 
«Real  Audiència,  Gobernador  militar  y 
«político,  con  teniente  de  rey,  mayor  de 
«plaza...,  subdelegacion  principal  de  poli- 
»cía,  2  A.A.  M.M.  (alcaldes  mayores, 
y^que  craii  no  siit   alguna   diferencia  lo 


Noia.  —  La  inicial  de  este  capitulo  procede  de 
una  ho)a  suelta  de  un  libro  de  coro  de  Poblet,  la 
que,  cuando  la  vi  en  el  Archivo  de  Flacienda  de 
Tarrafjona,  servia  de  envoltorio  de  un  legajo. 


í>que  ahora  los  jueces  de  primera  i nstan- 
»cia.  En  1835  estos  alcaldes  mayores  a 
»/o  menos  eran  tres)  con  honores  de 
«oidor.  Tiene  una  iglesia  catedral,  7  pa- 
»rroquias  (Santa  Maria,  El  Pino,  San 
hPcdro,  San  Jnsto,  San  Jaime,  San  Cu- 
»cufate,  San  Migticlj,  otra  sufraganea 
»de  Santa  Maria  del  Mar,  que  es  la  de 
«San  Miguel  en  la  Barceloneta,  y  otra  en 
»el  arrabal  de  Gracia,  que  lo  es  de  Nues- 
»tra  Sra.  de  los  Reyes  del  Pino;  18  con- 
«ventos  de  frailes,  17  comunidades  de 
«monjas,  2beaterios,  7  colegios,  15capi- 
»llas  y  oratorios;  muchos  establecimien- 
«tos  de  beneficència,  muchos  otros  litera- 
«rics,  y  diferentes  edificios  suntuosos... 
«Tiene  un  tribunal  del  consulado  {de 
-miarj...  y  una  real  junta  de  comercio, 
«una  comandància  de  marina,  un  Juzgado 
«de  arribadas,  un  resguardo  militar,  una 
«junta  superior  de  sanidad,  una  càrcel 
«pública  y  otra  de  reclusion  para  muje- 
>^res,  una  real  maestranza-de  artilleria  y 
«escuela  practica  de  la  misma  arma,  5 
«cuarteles,  una  administracion  principal 
»de  correos...  un  hermoso  teatro,  3'  resi- 
«den  en  ella  14  cónsules  estrangeros»  (1). 
Al  E.  de  la  ciudad,  en  el  terreno  hoy 
parque,  se  levantaba  imponente  la  Ciu- 
dadela,  hermoso  fuerte  de  planta  penta- 
gonal, provisto  de  muN-  bien  dispuestas 
obras  de  defensa.  Quedan  en  pie  su  tem- 
plo,  la  casa  del  gobernador  de  ella  y 
parte  de  los  cuarteles,  hoy  parte  del  edi- 
ficio  museo.  Sobre  la  cumbre  de  su  pro- 
montorio  se  asentaba  el  entonces  inex- 
pugnable Castillo  de  Montjuich.  Por  todos 
sus  contornos  cenían  a  la  ciudad  magni- 
ficas  murallas  del  sistema  Vauban,  con 
sus  baluartes,  revellines,  anchurosos  fo- 
sos, contrafosos,  glacis  y  paseo  militar 
poblado  de  dos  líneas  de  altísimos  Arho- 
les.  Solo  en  la  cara  que  mira  al  mar  y  la 
que  mira  a  Montjuich  los  lienzos  de  di- 
chas  murallas  carecían  de  baluartes  que 
las  flanqueasen  y  defendiesen.  La  muralla 


(1)  Diccionario  geogràfica  universal...  por 
u)ia  Sociedad  de  literatos...  Barcelona,  18 jo, 
tomo  I.  pàgs.  695  y  69Ó. 


38ü 


del  mar  corria  por  donde  hoy  la  calle 
central  del  Paseo  de  Colón.  Tenia  a  su 
pie  en  el  lado  del  mar,  para  defenderla  de 
las  olas,  un  rimero  corrido  a  su  largo  de 
rocas  echadas  allí  sin  orden  alguno; 
allende  del  cual  rimero  se  extendía  el 
agua,  la  que  por  lo  tanto  ocupaba  la 
actual  calle  de  los  carros,  tinglados  y 
andenes.  Las  casas  de  Xifré  y  sus  calles 
traseras  no  existían:  en  parte  de  su  lugar 
había  unas  pequenas  edificaciones,  un 
poquito  adelantadas  en  el  actual  paseo  de 
Isabel  II,  a  la  línea  de  la  muralla  del  mar. 
La  plaza  de  Palacio  terminaba  por  SE., 
o  sea  por  el  lado  del  mar,  en  la  rasante 
de  dichas  casas  con  la  Aduana;  y  por  lo 
mismo  carecia  del  trozo  que  va  desde 
dicha  linea  hasta  el  comienzo  del  puer- 
to(l).  En  el  tiempo  que  ahora  vamos,  o 
sea  del  1834  y  1835,  se  estaban  edificando 
las  casas  de  Xifré,  abriendo  el  ensanche 
de  dicha  plaza  de  Palacio,  y  construyendo 
o  ensanchando  el  trozo  de  muralla  de 
mar  que  caía  tras  de  las  islas  de  Xifré  y 
de  las  de  sus  espaldas  (2). 

Cruzàbanse  las  murallas  por  cinco 
puertas,  a  saber:  la  del  Mar,  en  la  plaza  de 
Palacio:  la  Nueva,  situada  en  el  actual 
Arco  de  Triunfo;  la  del  Àngel,  frente  la 
plaza  de  Santa  Ana,  en  la  de  Cataluna, 
llamada  del  Àngel  por  tener  sobre  de  sí 
una  capilla  con  el  Àngel  de  la  Guarda, 
que  después  fué  trasladado  a  la  parròquia 
de  Hostafranchs;  la  de  San  Antonio  en  el 
cabo  de  la  calle  del  mismo  nombre  conti- 
gua al  templo  de  este  Santo;  3'  la  de  Santa 
Madrona  aun  ho}-  en  parte  existente  bajo 
Atarazanas.  Todas  estàs  puertas  las  ví 
yo,  y  perfectamente  las  recuerdo,  lo 
mismo  que  las  murallas  que  atravesaban. 

El  Obispo  habitaba  su  actual  palacio,  y 
el  Capitàn  General  el  Real,  edificio  cua- 


(i)  Plano  de  Barcelona  por  D.  Antonio  Mon- 
fort  publicado  en  1818. 

(2)  En  el  Diarto  de  Barcelona  se  hallan  fre- 
cuentes  anuncios  o  noticias  de  estàs  obras.  \'éase 
los  números  del  0  de  febrero  de  1834.  pàg.  326,  y 
t  muchos  otros,  como  el  de  16  de  abril  de  1831,  pà- 
gina 765. 


drado  y  aislado,  terminado  por  E.  por  la 
calle  de  Traspalacio,  por  S.  por  el  Paseo 
de  la  Aduana,  por  O.  por  la  plaza  de  su 
nombre,  y  por  N.  por  la  de  las  Ollas.  No 
tenia  màs  que  dos  pisos  altos:  en  el  bajo 
abría  ventanas,  y  en  los  àngulos  del  pri 
mer  alto  lucía  tribunas  de  triste  recuerdo 
por  lo  que  se  vera  en  esta  historia.  Igno 
ro  dónde  se  hallaban  instalados  los  des 
pachos  de  los  demàs  jefes  militares;  aun 
que  la  circunstancia  de  encontrar  en  los 
diarios  que  el  de  la  Secretaria  del  gober- 
nador  de  la  plaza  se  encontraba  junto  a 
la  bajada  de  Viladecols,  punto  donde 
vivia  el  segundo  cabo  Bassa;  y  la  de  que 
cuando  murió  este  General  este  despacho 
se  traslada  a  otra  calle,  la  del  Conde  del 
Asalto,  me  induce  a  creer  que  cada  jefe 
superior  militar  lo  tendría  en  su  casa  (3). 
En  octubre  de  1834  la  autoridad  había 
arrojado  del  Colegio  de  San  Buenaven- 
tura,  de  la  Rambla  de  Capuchinos,  edificio 
hoy  fonda  de  Oriente,  a  la  comunidad 
franciscana,  y  alojado  allí  la  policia;  y 
como  consta  que  el  despacho  del  Gober- 
nador  civil  estaba  en  la  Rambla  (4),  con- 
jeturo  si  también  estaba  allí  este  despa- 
cho. La  Audiència  se  reunia  en  el  precio- 
so  edificio  en  parte  gótico  entre  las  calles 
del  Obispo,  de  San  Honorato  y  de  San 
Severo.  Los  juzgados  de  primera  instàn- 
cia carecían  de  casa  pròpia,  y  creo  recor- 
dar que  los  alcaldes  maj^ores  despacha- 
ban  en  la  de  su  habítación.  El  tribunal  de 
Comercio  estaba  en  la  Lonja,  y  la  policia, 
como  dije  arriba,  poco  antes  del  atentado 
de  1835  fué  colocada  en  el  Colegio  fran- 
ciscano  de  San  Buenaventura,  hoy  fonda 
de  Oriente. 

En  el  cabo  superior  de  la  Rambla,  don- 
de ahora  corre  la  de  Canaletas,  se  levan- 
taba  un  cuartel  de  Artilleria,  edificio 
antiguamente  Universidad  literària.  El 
extremo  inferior  de  la  Rambla  venia 
cerrado  por  un  gran  baluarte,  unido  a 


(5)  Diària  de  Barcelona  del  8  de  agosto  de 
1S3Í. 

(4)  Diario  de  Barcelona  del  5  de  abril  de 
iSíí.  pàg.  7Ó0. 


ESTADO     DE     BARCELONA     K.\     1035 


387 


Atarazanas,  que  ocupaba  gran  parte  de 
la  actual  plaza  de  Colón.  En  él  se  abría 
la  puerta  principal  del  fuerte  o  cuartel,  la 
que  quedaba  al  frente  mismo  de  la  Ram- 
bla. Los  canones  de  este  baluarte  enfila- 
ban  toda  la  Rambla. 

El  hospital  civil  era  el  mismo  actual  de 
la  Santa  Cruz,  però  el  militar  en  1835 
ocupaba  el  antiguo  convento  de  monjas 
calatravas  de  Junqueras,  terminado  por 
las  calles  de  Bilbao  y  plazuela  y  calle  de 
Junqueras.  La  carcel,  ahora  alojada  para 
mujeres  en  el  entonces  convento,  o  casa, 
de  Padres  Paúles,  formaba  en  el  extremo 
de  la  Bajada  de  su  nombre  un  arco  por 
sobre  de  ella,  y  daba  a  la  plaza  del  Àngel. 
La  entonces  de  mujeres,  llamada  vulgar- 
mente  \a  galera,  la  vi  en  la  calle  de  San 
Pablo,  esquina  occidental  a  la  de  Roba- 
dor. La  calle  de  Fernando  VII  no  estaba 
abierta  mas  que  desde  la  Rambla  a  la  de 
Avinó;  no  existia  ni  la  de  Jaime  I  ni  la  de 
la  Princesa,  ni  varias  otras  para  cuya 
apertura  o  construcción  se  han  utilizado 
precisamente  las  huertas  de  los  conventos 
y  de  otros  propietarios,  pues  entonces,  si 
las  calles  de  la  ciudad  pecaban  de  angos- 
tas,  en  cambio  el  centro  de  muchas  islas 
gozaba  de  huertas  y  jardines. 

El  número  de  personas  que  poblaban 
esta  urbe  al  terminar  de  1829  sóIo  llegaba 
a  113,780  (1),  bien  que  en  los  anos  próxi- 
mamente  posteriores  aumentaría  con  los 
que,  huyendo  de  la  guerra  civil,  emigra- 
ban  de  los  campos  y  se  refugiaban  al 
abrigo  de  los  muros  de  esta  capital. 

ARTICULO  SECUNDO 

LAS   AUTORIDADES    DE   1835 

Por  los  documentes  insertados  en  capi- 
tules anteriores  sabemos  que  como  Capi- 
tan  General  gobernaba  este  Principado 
el  Teniente  (General  Don  Manuel  Llauder 
y  Camin,  Marqués  del  Valle  de  Ribas. 
Le  conocí,  y  aunque  poco,  personalmente 
le  traté,  pues  era  primo  hermano  de  mi 


(i)     Diccioitario  cil.,  tomo  1.  pàg.  703. 


padre  y  su  cliente  en  asuntos  de  abogacía. 
Aun  se  conservan  en  mi  familia  joyas  de 
plata,  regalos  del  cliente  al  abogado.  Na- 
ció Llauder,  hijo  de  Argentona,  de  noble 
estirpe,  a  los  3  de  Julio  de  1789.  Era  alta 
su  estatura,  y  erguida  su  posición;  però 
su  persona  tan  enjuta  de  carnes  que  siem- 
pre  sus  uniformes  mostraban  huecos  ante 
el  pecho:  la  faz  viva  y  expresiva,  provista 
de  ojos  pequenos  y  astutos  y  de  muy  pro- 
nunciadas  narices  que  entre  sus  enemi- 
gos  le  ocasionaren  el  apodo  de'n  nas  de 
llatina,  y  finalmente,  de  cabello  negro, 
sedoso  y  caído.  Poseia  talento  perspicaz, 
actividad  inquebrantable  y  voluntad  de 
hierro.  Estaba  casado  con  la  heredera 
(pubilla)  de  la  antigua  casa  de  Bransi, 
cuyo  ediíicio  hoy  viene  marcado  con  el 
número  7  de  la  calle  de  San  Honorato,  y 
continua  perteneciendo  ala  familia. 

Llauder  ganó  muchos  y  muy  merecidos 
lauros  durante  la  guerra  de  la  Indepen- 
dència, siendo  digno  de  notarse  el  gran 
triunfo  que,  coronel  todavía,  obtuvo  sobre 
la  columna  del  general  francès  Marechal, 
en  7  de  Mayo  de  1813,  en  el  Valle  de  Ri- 
bas (2).  Contaba  él  que  uno  de  los  lances 
màs  apurados  de  su  vida  lo  pasó  en  una 
salida  de  Gerona  en  el  cerro  de  los  Ange- 
les  durante  el  sitio.  Tenido  por  realista, 
estuvo  arrinconado  durante  el  trienio 
constitucional,  y  si  no  tomo  parte  en  el 
levantamiento  realista  de  entonces,  entro 
en  Francia  y  regresó  a  Espana  con  el 
ejército  del  Duque  de  Angulema.  Fué 
nombrado  entonces  Comandante  General 
y  sucesivamente  Capitc\n  General  de  las 
Provincias  Vascongadàs;  cargo  que  en 
febrero  de  1824  trocó  por  el  de  Goberna- 
dor  de  la  plaza  de  Lérida  (3),  y  en  mayo 
de  1S2.Í  se  le  confirió  el  grave  destino  de 
Inspector  General  de  Infanteria  (4),  con 
el  cual  quedaba  a  su  cargo  la  organiza- 
ción  de  este  cuerpo. 


(->)      Tiircno.  Tomo  V,  pàjí.  285. 

(ï)  Meniorias  documsntadas  del  Teniente  Ge' 
neral  Don  Manuel  Llauder,  Madrid  1844,  pàgi- 
nas  J?  y  24. 

{^)     Memorias...,  cit.,  pàg.  26. 


LIBRO     TEliCERO. CAPITULO     SEI'TIMO 


No  todo  lo  que  en  esta  trabajo  efectuo 
Llauder  merece  alabanza.  Que  separarà 
a  los  oficiales   ineptos,   y   procurase   el 


imperio  de  la  justícia,  debe  alabarlo  todo 
imparcial;  emperò  que  contra  viento  y 
marea,  y  contra  las  intenciones  que  mos- 
traba  el  Rey  que  le  había  nombrado  Ins- 


pector, hiciera  lo  que  van  decirnos  sus 
propias  palabras,  no  lo  aprobaràn  nunca 
ni  el  buen  sentir  ni  la  hidalg-uía.  Su  obra 
la  describe  él  mismo 
en  las  siguientes  lí- 
neas,  para  cuya  in- 
teligencia  precisa  no 
olvidar  las  fechas,  o 
sea  que  corrían  los 
afios  de  la  reacción 
que  sucedió  al  trie- 
nio  constitucional. 
«Ya  he  indicado,  di- 
»ce,  como  estaba  el 
«ejército,  y  mi  arma 
»participaba  mas 
»que  otras  de  los  de- 
»fectos  comunes  A 
»todas...  Todos  los 
«cuerpos  se  hallaban 
»disueltos,  y  sustitui- 
*dos  por  las  bandas 
xirregulares  que  se 
»nombraban  regi- 
»mientos,  separades 
»los  gefes  y  oficiales 
»que  habían  aprendi- 
»do  su  deber,  ocupa- 
»do  su  lugar,  con 
»muy  pocas  excep- 
»ciones,  por  hombres 
»sin  instruccion  y  sin 
»màs  antecedentes 
»que  alguna  bàrbara 
»proeza»  (aquí  evi- 
dent e  aparec e  la 
exageracióii);  '<cam- 
«biadas  las  pràcticas 
»del  orden  y  de  la 
«disciplina  por  el 
»merodeo  y  el  soma- 
»tén;  desplegada  una 
»ambicion  sin  limi- 
»tes  dirigida  à  con- 
»servar  los  galones 
»y  las  charreteras» 
(no  graduo  de  ilegítima  la  pretensión  de 
conservar  lo  ganado)  «con  perjuicio  de 
»los  que  lo  habían  ganado  en  el  campo, 
»todo  presentaba  una  confusion  de  pre- 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     l8?í 


339 


»tensiones,  intrig'as,  calumnias,  amena- 
»zas,  recomendaciones,  que  podían  poner 
»en  compromiso  al  màs  resuelto... 

»La  junta  apostòlica  trabajaba  porque 
»conocía  tambien  como  yo  cuanto  le  im- 
»portaba  tener  el  ejército  a  su  devocion, 
»y  en  la  corte  se  apreciaban  servicios 
»cuyo  merecimiento  tasaba  yo  de  bien  di- 
»ferente  ma- 
»nera.»  {De 
dotidc  resulta 
col•lfcsadopor 
Llauder  que 
en  la  aprecia- 
cíóit  de  los 
servicios  s  e 
oponia  su 
sentir  al  de 
la  corte).  «A 
»peEar  de  to- 
»do  solicité  y 
»obtuve  la  co- 
»locacion  de 
»infinitos  je- 
»fes  y  oficia- 
»les  antes  de 
»estar  purifi- 
»cados,  bajo 
»mi  responsa- 
»bilidad»  {He 
aquí  la  tan 
decantada  in- 
transigència 
de  la  reacción 
de  1823); 
«previne  el 
»juicio  de  las 

»juntas  con  relaciones  de  los  que  me 
»parecían  màs  útiles,  y  separando  los 
»gefes  ineptos  y  perjudiciales  que  no  pre- 
»sentaban  mas  títulos  que  su  decision  por 
»el  sistema  dominante,  títulos  que  en 
»ningun  tiempo  significaran  nada  para 
»mi,  como  no  va^'an  acompafíados  de 
»otras  circunstancias.  Hice  recaer  los 
»reg:imientos  y  las  compafiías,  casi  en  su 
»totalidad  y  hasta  el  punto  posible  en  las 
»mismas  personas  que  habían  estado 
»antes  a  su  frente»  {que  scrían  libcrales 
como  procedeutes  del  tricnio  constitucio- 


nal, 0  de  antes,  tiempo  en  que  el  ejército, 
estaba  muy  influido  por  la  masoneria) 
"V  por  estos  medios  cambié  el  espíritu  de 
»ia  infanteria  y  restablecí  el  órden  y  la 
»buena  administracion  en  su  antigua 
»severidad  y  pureza. 

ïCuanto  tuve  que  rodear,  para  no  ser 
«detenido  en  este  camino,  sin  apartarme 
»de  él  ni  per- 
xder  de  vista 
»el  fin  que  me 
»proponía,  lo 
«comprende-  , 
»ràn  cuantos 
»conozcan  ó 
»recuerden  el 
»escabrosote- 
xrreno  que  pi- 
»saba,  sem- 
>brado  deres- 
>;baladeros  y 
>-zancadillas, 
»y  cubierto  de 
):•toda  clase  de 
»estorbos. 


ESCUDO  DE  ARMAS  DEL  GENERAL  LLAUDER 


»A  costa  de 
»tantos  afa- 
»nes  logré  mi 
«objeto:  orga- 
»nizar  la  in- 
»fantería  de 
«manera  que 
»jamàs  pudie- 
»ra  ser  apoyo 
»del  desór- 
»den ,  y  que 
«presentase  en  toda  ocasión  un  aspecto 
»capaz  de  imponer  à  otra  infanteria  que 
»bajo  el  nombre  de  voluntarios  realis- 
»tas  era  un  obstaculo  para  toda  mu- 
»danza  que  pudiera  hacerse  en  buen 
;>sentido.»  {De  modo  que  preparo  una 
infanteria  que  pudiera  triunfar  de  los 
realistas,  una  infanteria  que  pudiera 
barrcr  los  obstdculos  para  un  cambio.) 
«Mis  deberes  llegaban  hasta  aquí  y  no  pa- 
»saban  màs  allà.  Los  efectos  han  dicho 
»despues  si  anduve  acertado.  La  infante- 
»ría  que  yo  formé  desde  1825,  es  la  misma 


390 


LIBRO    ÏERCERO. — CAPIVULO    SliPTIMO 


«que  desde  1833  ha  estado  combatiendo 
»por  la  causa  de  la  reina  y  de  la  libertad; 
»la  que  ha  estado  haciendo  prodigiós  de 
»valor  mientras  que  los  individuos  que 
»separé  se  han  unido  en  gran  parte  a  las 
»filas  rebeldes...»  Esto  escriba  el  mismo 
don  Manuel  Llauder  en  sus  Memorias 
document adas,  pàginas  de  26  a  29;  y 
huelga  todo  comentario,  el  que  dejo  para 
el  recto  sentir  de  quien  leyere. 

Reteniendo  la  Inspección  de  Infanteria, 
desempenó  Llauder  la  capitania  general 
de  Aragón  y  luego  el  Virreinato  de  Nava- 
rra. Durante  el  postrero,  como  escribí  en 
otro  capitulo,  los  liberales  expatriados, 
apoyados  por  Luis  Felipe  de  Francia, 
intentaren  en  octubre  de  1830  sublevar  a 
Espana,  introduciéndose  el  grupo  princi- 
pal por  Navarra.  Mandàbanlo  Valdés, 
Mina  y  López  Banos.  Los  realistas  recha- 
zaron  a  los  invasores,  y  Llauder  corrió 
con  sus  tropas  a  perseguiries,  logrando 
que  unos  regresaran  a  Francia  y  otros  en 
Vera  cayeran  prisioneros. 

Antes  del  fallecimiento  de  Fernando, 
en  diciembre  de  1832,  durante  la  enfer- 
medad  de  éste,  Llauder  fué  nombrado 
Capitàn  General  de  Cataluíïa,  cesando 
por  lo  mismo  en  el  Virreinato  de  Navarra 
que  aún  desempenaba.  Vino  a  sustituir 
al  Conde  de  Espana,  y  por  lo  tanto  los 
liberales  de  aquí,  en  odio  de  éste  y 
de  sus  escentricidades,  le  tributaren  una 
acogida  entusiasta  cual  nunca  se  haya 
visto;  acogida  entusiasta  que  consta 
en  todos  los  papeles  así  privados  como 
oficiales  y  que  mil  veces  oi  narrar  de 
boca  de  mis  padres.  Però  Llauder  era 
moderado,  y  lo  mismo  detestaba  a  los 
realistas  que  a  los  exaltades  liberales,  a 
les  que  Uamaba  anarquistas;  y  como  dos 
anés  después  pugnaren  con  todo  empeno 
los  últimes  para  derribar  el  régimen  tem- 
plade,  todes  los  elogies  y  entusiasmes 
de  1832  se  trocaren  entences  en  odies, 
acusaciones,  calumnias  y  dicterios,  lo- 
gràndese  a  la  postre  derribarle.  Es  difí- 
cil encontrar  en  la  Historia  un  hombre 
que  haya  sido  màs  querido  del  pueble  y 
mas  odiado.   jDesgraciado  el  historiador 


que  pretenda  fermar  juicie  de  su  proceder 
fiando  en  les  papeles  de  les  centemporà- 
neos!  Per  esto,  y  para  huir  la  nota  de  par- 
cial que  podria  causarme  el  deudo  que 
con  él  me  unia,  al  tratar  de  juzgar  sus 
heches  procuro  toda  imparciaUdad,  y 
ademAs  me  limito  a  dar  cuenta  de  elles, 
dejando  al  lector  que  ferme  el  juicio. 

Llauder  sirvió,  pues,  a  lo  menes  exte- 
riormente,  al  Rey  absoluto  hastala  muer- 
te  de  éste;  pere  a  su  fallecimiento  corrió 
a  of  recer  su  espada  a  Defla  Isabel  (1);  y 
aun  en  25  de  diciembre  de  1833,  viendo 
que  Cristina  sostenia  las  antiguas  formas 
de  gebierno,  entro  resueltamente  en  el 
terreno  polítice,  dirigiendo  una  exposi- 
ción  a  la  Reina,  en  la  que  «atacaba  en 
»brecha  el  sistema  del  ministerie,  y  pro- 
»ponia  medidas  directamente  encamina- 
»das  à  un  cambio  de  instituciones,  toda 
»vez  que  aconsejaba  la  inmediata  con- 
«vocacien  de  las  antiguas  certes  del 
»reine»  (2);  acte  gravísimo  en  un  Capi- 
tàn  General  colecado  al  frente  de  una 
provincià.  «El  incremento  que  bajo  las 
»órdenes  de  Llauder  tomaren  les  velun- 
»tarios  alistades  en  Cataluíïa  al  servicie 
»de  la  reina,  el  favor  con  que  acogió  y 
«trataba  k  los  amnistiados,  que  en  gran 
«número  fijaban  su  residència  en  Barce- 
»lena,  le  habian  valido  gran  pepulari- 
»dad»  (3)  entre  les  revolucionaries. 

En  2  de  neviembre  de  1834  fué  nombra- 
do ministre  de  la  Guerra,  cargo  quedimi- 
tió  en  23  de  enere  siguiente,  regresando  a 
la  Capitania  General  de  Cataluna  (4). 

En  el  terreno  de  las  operaciones  milita- 
res defendió  la  causa  de  Isabel  y  de  la 
libertad,  y  por  lo  mismo  persiguió  a  les 
carlistas,  con  una  inteligencia,  tesón  y 
energia  extraordinàries,  y  hasta  con  visi- 

(i)     Memorias  documentadas...,   cit..   pàgs.    35 

y  36. 

(2)  Continuadores  de  D.  Modesto  Lafuente. 
Historia  general  de  Espana.  Barcelona,  i8go. 
Tomo  XX,  pàg.  21. 

(3)  Continuadores  del  libro  de  D.  Modesto 
Lafuente.  Tomo  XX,  pàg.  21. 

(4)  Memorias  documentadas...,   cit.,    pàgs.   92 

y  105. 


ESTA  DO     DE    BARCELONA    EN     Ib?, 


391 


ble  y  repugnante  crueldad;  y  es  comple- 
tamente  cierto  que  durante  su  mando  no 
lograron  aquéllos  levantar  cabeza.  Para 
obtenerlo  tomo  una  arriesgada  y  audaz 
medida  aun  antes  que  la  intentase  nin- 
guna  otra  provincià,  que  fué  el  desarme 
de  los  voluntàries  realistas  (1).  En  segui- 
da dispuso  la  formación  de  batallones  de 
urbanes  o  milicianos  (2),  con  las  cuales 
medidas  pasaron  las  armas  de  manos  de 
los  realistas  a  las  de  los  liberales.  He  aquí 
sus  palabras:  '<Con  alguna  pràctica  en  la 
'organizacion  que  me  había  ocupado  mu- 
»chos  anos,  bien  sabia  que  esta  requiere 
»método  y  tiempo,  y  no  pudiendo  dudar 
»que  tendría  que  pelear,  \'  que  las  armas 
»serían  las  que  decidiesen  la  cuestion  de 
»sucesion,  al  ver  que  no  tenia  que  espe- 
»rar  del  gobierno  refuerzos,  sinó  pedidos, 
«empecé  con  tiempo  la  formación  del 
»robusto  cuerpo  de  la  Milicia  urbana, 
«que  à  pesar  de  ascender  a  40,000  hom- 
»bres  en  mi  tiempo,  aun  no  ha  sido  bas- 
»tante  à  contener  los  estragos  que  ha 
«causado  el  bando  carhno»  (3).  Las  listas 
de  fusilamientos  por  docenasde  víctimas, 
arriba  en  el  capitulo  I  de  este  libro  III 
mentadas,  prueban  la  crueldad,  fusila- 
mientos que  a  ser  efectuades  por  el  Rey 
en  1823  y  anos  siguientes  le  valieran  el 
titulo  de  tigre  o  de  león.  Los  bandos, 
también  arriba,  no  mentados,  sinó  alguno 
copiado,  demuestran,  no  j^a  el  rigor,  sinó 
la  tirania  con  que  Llauder  mandaba  aquí 
contra  los  carlistas. 

Después  de  estos  cuatro  rasgos  de  la 
fisonomia  de  Llauder,  arrojados  por  sus 
hechos  y  palabras,  ocurre  preguntar: 
icuàles  fueran  sus  ideas  político-religio- 
sas,  o  sea  a  qué  grupo  politico  se  hallaba 
afiliado?  Dije  arriba  que  al  liberal  mode- 
rado,  y  si  se  duda  de  mi  aserción,  aquí 
van  palabras  de  él  mismo.  «Deseaba  yo  y 
»deseo  la  libertad  que  se  funda  en  el  im- 
»perio  de  las  leyes,  porque  he  dado  cons- 
«tantes  pruebas  de  aborrecer  tanto  la  tira- 


(i) 

Memorias.. 

,  cit. 

pàgs 

■  -19  y 

6 

(-•) 

MeinorLis.. 

,   Clt. 

Pí 

B- 

50. 

(?) 

Memorias.. 

.  cit. 

P! 

S- 

>?• 

»nia  à  nombre  de  la  religion,  a  nombre  del 
>'trono,  como  a  nombre  de  la  libertad»  (4). 
Un  muy  listo  y  simpàtico,  anciano  proce- 
dentes  de  cuya  boca  luciràn  adelante  en 
estàs  pobres  columnas  muchas  e  intere- 
santes  noticias,  me  contaba  que  durante 
el  mando  de  Llauder  el  pueblo  efectuaba 
manifestaciones,  y  acudiendo  al  pie  del 
palacio,  daba  vivas  a  la  libertad;  que  en- 
tonces,  fiaco  y  vivo,  salía  el  General  a  la 
tribuna  del  palacio,  situada  en  la  esquina 
de  la  plaza  del  mismo  palacio  }'  la  de  las 
Ollas;  y  que  extendiendo  los  brazos,  con- 
testaba  a  los  vivas  con  su  no  fuerte  voz: 
«moderada,  moderada»;  hasta  que  los  mas 
robustos  alaridos  de  «viva  la  libertad» 
ofuscaban  su  voz  (5).  ilnsensato!  No  cono- 
cía  que  dado  al  pueblo  un  gramo  de  liber- 
tad liberal,  corre  éste  irresistiblemente 
hasta  tener  mil  kilos,  y  hasta  la  anarquia. 
El  caso  que  aquel  pueblo,  soltado  en  par- 
te  por  Llauder,  hizo  de  sus  palabras  de 
moderación,  lo  pregona  el  cadàver  de  su 
Segundo  Cabo,  Bassa,  precipitado  por 
aquel  mismo  pueblo  a  los  pocos  meses 
desde  otra  tribuna  del  mismo  palacio. 

El  periódico  liberal  moderado  de  Bar- 
celona El  Vapor  llama  a  Llauder  «el  ver- 
ïdadero  autor  de  la  reforma»  en  sentido 
liberal  (6). 

rLlauder  fué  masón,  o  individuo  de 
alguna  sociedad  secreta?  Para  contestar 
a  esta  pregunta  llevo  hojeados,  revueltos 
y  registrades  muchos  libros,  y  oidos  nu- 
merosos  ancianes,  libros  escrites  por 
autores  de  tedas  epiniones,  desde  el  ma- 
són Don  Nicelàs  Pérez  y  Díaz  hasta  los 
realistas.  Ninguno  de  los  libros,  tres  so- 
los exceptuades,  le  nombran  como  afilia- 
do a  ninguna  sociedad.  A  seguida  copio 
los  textos  de  les  tres  autores  exceptua- 
des. Don  Ildefonso  Antonio  Bermejo,  en 
unas  cartas  que  en  1871  dirige  a  Don 
Amadeo  de  Sabeya  y  forman  el  libro 
titulado  La  esta  feta  de  palacio,  dice  así: 


(^)     Memorias...,  cit..  púg.  70. 
(5)     D.  Benito  Tomàs.  .Me  lo  dijo  en  Barcelona 
a  28  de  octubre  de  189Ó. 

(ó)     Número  del  2}  de  noviembre  de  183^. 


392 


I.IBRO     lliRClCRO. — CAPllULO    SEPIIMO 


«Voy  à  decir  algo  à  V.  M.  acerca  de 
»Llauder....  Conociósele  en  todos  sus  ac- 
»tos  sus  apetitós  de  medro,  ni  escaseó  los 
»medios  para  alcanzaiie,  ni  desdenó  los 
»que  se  le  presentaren:  antes  los  atrapo 
»de  manera  que  no  se  le  acusase  de  Indo- 
»lente.  Sirvió  con  celo  al  Rey  difunto, 
»aun  en  su  período  màs  absoluto....  Ha- 
»biéndosele  encargado  en  1817  la  captura 
»de  Lacy,  fué  tan  apresurado  y  eficaz  en 
»la  persecucion  de  este  desventurado  que 
»logró  prenderle  y  le  entregó  A  la  justi- 
»cia.  Así  lo  exigia  su  deber  de  soldado. 
»Encargado  en  1830  de  la  defensa  de  las 
»fronteras  espafiolas  del  Norte,  ahuyentó 
»de  ellas  à  Mina...  Cumplió  como  buen 
»vasallo  los  mandatos  del  Rey,  y  dejó  en 
»su  buen  puesto  la  disciplina  militar.  Du- 
«rante  el  ultimo  período  constitucional, 
»estando  encargado  de  la  inspección  de 
»Infantería,  se  opuso  à  las  pretensiones 
»de  muchos  oficiales  destituidos  por  su 
»adhesion  à  los  principios  de  libertad.» 
(Aquí  equívoca  la  cpoca,  y  pinta  el 
hecho  en  niodo  diametralmentc  opuesto 
a  la  verdad).  «En  tiempos  no  lejanos 
»publicó  una  proclama  en  sentido  abso- 
»1utista  que  le  hizo  famoso....  Hechas 
»estas  reflexiones,  veamos  ahora  lo  que 
»Llauder  determino.  Los  partidarios  màs 
;»^ardientes  de  la  libertad  en  Cataluna  por 
»aquel  tiempo  se  dividian  en  tres  peloto- 
»nes,  que  no  estaban  por  cierto  en  cum- 
»plido  acuerdo  con  respecto  à  la  doctrina. 
»Se  dividian  en  carbonarios,  que  aspira- 
»ban  à  un  régimen  democràtico;  en  isa- 
>•>beliuos,  que  se  componian  de  los  hom- 
»bres  màs  turbulentes  de  todos  los 
»partidos,  y  en  masones,  que  aspiraban 
Ȉ  la  monarquia  constitucional. 

»Llauder  sin  acordarse  à  la  sazon  del 
»medro,  sinó  fijando  su  pensamiento  úni- 
»camente  en  la  conservacion  del  mando, 
»y  en  la  de  su  persona,  solicitó  entrar  en 
»el  gremio  de  esta  última  companía  y  se 
»hizo  masón.  Para  tomar  este  camino 
»debió  antes  haber  hecho  de  aquella  so- 
»ciedad  la  màs  delgada  inquisicion,  que 
»no  era  Llauder  hombre  que  se  apresu- 
»raba  en  sus  pasos.... 


»Hecho  amigo  de  los  masones,  estos  le 
»exigieron  que  se  levantase  en  son  de 
»pronunciamiento  proclamando  el  régi- 
»men  politico,  de  cuyas  exelencias  tanto 
»habia  oido  hablar  en  sus  secretas  reu- 
«niones,  y  propuesta  la  manera  (porque 
>^Llauder  había  prometido  hacer  lo  que 
»sus  companeros  deseaban),  dió  comien- 
»zo  a  su  propósito  dirigiendo  con  fecha 
»25  de  diciembre  una  representacion  à  la 
»Reina  Gobernadora....  y  terminaba  [en 
>yella)  pidiendo  la  formacion  de  un  minis- 
»terio  y  la  reunion  de  las  Cortes  con  la 
»latitud  que  exigia  el  estado  de  las  pobla- 
»ciones.... 

»Las  palabras  de  Llauder  sonaban 
»amor,  celo  y  fidelidad.  La  forma  de  su 
»escrito  rendimiento,  respeto  y  obedien- 
»cia,  teniendo  retirado  en  su  corazon  el 
»descontento,  el  odio  y  la  ambicion». 

Llauder  envio  la  exposición  a  Madrid 
por  medio  de  un  su  ayudante  con  encar- 
go  de  entregarla  a  la  Reina;  però  el  Mi- 
nistro  de  la  Guerra  se  apodero  de  ella.  El 
Ministro  llamó  al  amigo  intimo  de  Llau- 
der, don  Gaspar  Remisa,  rogàndole  que 
escribiese  a  Llauder  exhortàndole  a  reti- 
rar su  pliego:  «Però  en  los  momentos  en 
»que  Remisa  se  aparejaba  à  marchar  en 
«persona  à  Barcelona  para  obligar  a 
»Llauder  à  que  desistiera  de  tan  peligro- 
»so  empeno,  circulaban  ya  por  Madrid 
»algunas  copias  de  la  Exposición,  remiti- 
»das  desde  el  Principado,  y  pudo  evitarse 
»el  riesgo  devolviendo  à  Llauder  su  escri- 
»to  cerrado,  y  quitar  de  este  modo  la 
»publicidad  oficial»  (1);  però  el  acto  osado 
de  Llauder,  unido  a  otro  del  general 
Quesada,  produjeron  el  cambio  de  Go- 
bierno. 

«El  partido  liberal,  conviniéndole  à  la 
»sazón  olvidar  losantecedentes  absolutis- 
»tas  de  Quesada  y  Llauder,  los  aclamaba 
»por  adalides  de  su  causa»  (2). 

Examinemos  y  pesemos  este  texto. Pug- 

(i)  D.  Ildefonso  Antonio  Bermejo.  La  esta- 
feta  de  paLicio.  Madrid.  r8j2,  tomo  I,  pàgs.  55 
y  54- 

(2)     Sr.  Bermejo.  Obra  cit.,  tomo  I.  pdg.  57. 


ESTADO     DE    BARCELONA     EN     l8;í 


393 


na  en  su  contra  la  falta  de  cita  de  la 
fuente  de  donde  el  autor  saca  las  noti- 
cias,  circunstancia  que  impide  al  impar- 
cial medir  y  graduar  el  fundamento  y 
solidez  de  ellas.  Si  mal  no  recuerdo,  en 
mi  nifiez  oi  de  boca  popular,  o  sea  de 
persona  indocta,  la  noticia  tal  cual  la  da 
Bermejo;  es  decir,  que  el  cambio  de  polí- 
tica obrado  en  el  proceder  de  Llauder 
era  hijo  de  su  entrada  en  la  masonería. 
tSerà,  pues,  que  el  autor  la  toma  de  ese 
rumor  popular? 

Pugna  contra  el  texto  su  garrafal  error 
de  hacer  Inspector  de  Infanteria  a  Llau- 
der en  tiempo  constitucional  y,  entonces, 
perseguidor  de  los  oficiales  liberales; 
cuando  Llauder  desempenó  dicha  inspec- 
ción  en  los  días  del  absolutismo,  y  en  este 
cargo  parece  favoreció  a  los  liberales, 
estando  arrinconado  en  el  período  consti- 
tucional. 

Pugna,  a  lo  menos  en  parte,  contra  el 
texto  de  Bermejo  el  del  muy  enterado 
don  Vicente  de  la  Fuente  que  muy  luego 
copiaré,  el  cual  presenta  a  Llauder  a  lo 
menos  como  hombre  que  no  tomaba  par- 
te  en  las  sesiones  masónicas,  bien  que 
secundando  a  los  masones. 

Però  defiende  el  texto  la  naturaleza  del 
acto  realizado  por  el  General  en  25  de  di- 
ciembre  de  1834,  o  sea  su  atrevida  expo- 
sición.  Un  Teniente  General  de  Ejército, 
Capitàn  General  con  mando  de  una  de  las 
màs  importantes  regiones  de  la  Monar- 
quia, encaràndose  directamente  con  la 
Reina  Gobernadora  pidiéndole  un  cambio 
de  modo  de  gobierno,  constituye  un  delito 
poco  inferior  al  de  un  pronunciamiento; 
de  modo  que  no  titubeo  en  calificarlo  de 
pronunciamiento  moral.  V  crece  la  gra- 
vedad  del  caso,  si  se  recuerda  que  Llau- 
der vanaglorióse  siempre  de  ordenancis- 
ta,  y  realmente  guardó  siempre  perfecta 
disciplina.  Estàs  circunstancias  dan  pie 
para  sospechar  que  el  acto  insólito  fuese 
impuesto  por  un  poder  extrafío  a  la  per- 
sona que  lo  realizó. 

Ademas,  la  prematura  publicación  del 
documento  en  los  periódicos  de  Catalufla 
y  el  que  «se  remitieron  con   profusión 


»copias  à  Madrid,  desvaneciéndose  en  su 
»consecuencia  toda  probabilidad  de  aco- 
>^modamiento»  (1),  presenta  los  visos  de 
una  trama  masónica. 

El  liberal,  y  después  masón,  don  Víctor 
Balaguer,  escribe  las  siguientes  líneas, 
que  son  el  segundo  texto  arriba  excep- 
tuado:  '<Un  sujeto  respetable  bajo  todos 
»conceptos,  que  figuro  en  los  aconteci- 
»mientos  de  aquella  època,  nos  asegura- 
»ba  no  hace  muchos  dias,  que  Llauder 
»estaba  sometido  al  influjo  de  una  socie- 
>/dad  secreta,  la  cual  le  dictaba  ordenes 
»que  el  General  se  veia  precisado  à  aca- 
»tar.  Repetimos  esto  sin  animo  de  herir 
»la  memòria  de  aquel  caudillo,  y  solo 
»porque,  esplicada  de  esta  manera,  acaso 
»se  comprendería  la  conducta  del  gober- 
»nador  del  Principado  en  las  indicadas 
»}•  sucesivas  circunstancias»  (2). 

De  Don  Vicente  de  la  Fuente  tomo  el 
tercer  texto  exceptuado,  el  cual  dice  así: 
«No  es  cierto  que  francmasón  y  mode- 
»rado  sean  sinónimos;  si  los  gefes  del 
»partido  moderado  en  1834  y  35  habían 
»sido  francmasones  en  1820  y  aun  algu- 
»nos  desde  1810  y  en  Càdiz,  con  todo 
»eso,  varios  otros  no  lo  habían  sido  ó  es- 
»taban  ya  dormidos.  Sarsfield,  Llauder, 
«Quesada,  Mirasol  y  algunos  gefes  mili- 
»tares,  acusados  de  francmasones  por  los 
»realistas  desde  1826  à  1832,  no  figuraban 
»ya  en  las  lógias  en  1834;  sin  embargo, 
xlos  hermaiios  podían  contar  con  ellos, 
»y  ellos  à  su  vez  con  los  hermanos  en 
»todo  Ic  que  fuera  contra  el  Clero  y  los 
»carlistas»  (3). 

Llauder  llenó  Barcelona  de  revolucio- 
naries al  ensanchar  en  gran  modo  la 
interpretación  del  decreto  de  amnistia  da- 
do  por  Cristina.  «Como  el  conde  de  Espa- 
»fia  y  la  mayor  parte  de  los  jueces  y  los 


(i)  Conünuadores  de  Lafuente.  Obra  cil., 
tomo  XX,  pàj;.  21. 

(2)  Losfraitesysus  convenlos.  Ma.iriJ-Bar- 
celona,  i8;i,  tomo  II,  pàg.  ^92. — Las  calles  de 
Barcelona.  liaycelona,  1S6;,  tomo  I.  pàg.  344. 

(-?)  Historia  de  las  socieJades  secretas.  Ma- 
drid, r8-j4.  tomo  11,  pàg.  51. 


394 


LIliRO    TERCERO. CAPITULO     SEPTl 


»tribunales,  dice  él  rnismo,  montados  à 
»su  influjo,  habían  limitado  à  tal  punco 
»la  amnistia  que  apenas  se  había  conoci- 
»do  en  Cataïuna  el  beneficio   de  aquel 


»acto  dirigido  al  con- 
»suelo  y  la  union  de 
»todos  los  espaftoles,  se 
>/me  presentaren  las  re- 
»clamaciones  à  milla- 
»res,  y  por  millares 
«hice  cèsar  los  confina- 
vmientos,  destierros, 
xpresidios  y  prisiones 
-en  las  càrceles  que  por 
»mí  mismo  visité»  (1). 

Hasta  aquí  Llauder, 
cuyo  retrato  fisico  y 
moral  se  hizo  necesario 
para  luego,  narrados 
los  hechos,  juzgar  sus 
actos. 

Después  del  Capitàn 
General  sigue  su  Se- 
gundo  Cabo.  A  la  sa- 
zón  lo  era  en  Cataïuna 
el  General  Don  Pedró 
Nolasco  Bassa  y  Gero- 
na,  como  Llauder  cata- 
làn,  hijo  de  Vilallonga 
del  Campo  de  Tarrago- 
na, y  casado  con  dona 
Franciscà  Javiera  de 
Saleta  y  de  Descatllar. 
Brillaba  Bassa  por  su 
arrogante  figura  hi  ja  de 
su  alta  estatura  y  cor- 
pulència, de  modo  que 
un  anciano  que,  joven 
le  vió  el  dia  del  asesi 
nato,  me  le  calificaba 
de  Jiombróii.  He  cono 
cido  de  vista  a  sus  edi 
ficantes  viuda  e  hija 
però  nunca,  a  pesar  de 
mi  buena  amistad  con 
el  yerno,  me  atreví  a 
interrogarlas  sobre  los 
hechos  de  la  revolución 
que  mató  a  Bassa,  te- 
meroso  yo  de  renovar 
crueles  llagas  de  dolor,  nunca  cicatriza- 
bles.    Bassa   estaba    dotado    de    talento 


(i)     Memor 


cit..  pàg 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     183Í 


395 


y  de  mucha  perícia  militar.  De  la  reli- 
giosidad  del  General  respondióme  el  Pa- 
dre  paül  Don  José  Puig,  quien  me  dijo 
que  alguna  vez  Bassa,  teniendoque  casti- 
gar a  un  cadete,  lo  mandó  a  la  casa-con- 
vento  de  dicho  Sr.  Puig  para  que  hiciese 
ejercicios  espirituales;  que  frecuentaba 
los  sacramentos,  y  que  cada  ano,  gene- 
ralmente  por  Semana  Santa,  él  practica- 
ba  los  dichos  santos  ejercicios  (1).  La 
fama  general  de  Barcelona,  que  yo  he 
oido,  le  proclama  muy  hombre  de  bien. 

También,  como  Llauder,  ganó  muy 
honroEO  nombre  en  la  guerra  de  la  Inde- 
pendència, en  la  que  fué  uno  de  los  héroes 
que  batallaban  a  las  ordenes  de  Manso. 
Con  éste,  y  siendo  aun  solo  capitan, 
mereció  mención  muy  honorífica  por  la 
toma  del  fuerte  de  Bellpuig  de  14  de  octu- 
bre de  1811  (2).  Con  éste,  y  siendo  coman- 
dante  y  uno  de  sus  jefes  subalternes, 
ejecutó  una  muy  hàbil  y  arriesgada 
maniobra  en  la  Bisbal  del  Panadés  en 
mayo  de  !S12,  la  que  produjo  una  brillan- 
te  victorià  para  los  nuestros  (3).  Con  éste, 
y  mandando  un  batallón,  destrozó  una 
división  francesa  en  1813  en  Monistrol  de 
Noya  (4).  Con  éste,  y  mandando  el  mismo 
batallón,  en  16  de  enero  de  1814  entre 
Papiol  y  Molins  de  Rey  acuchilló  fuerte- 
mente  a  los  franceses  (5),  y  así  se  porto 
siempre  bizarramente. 

Ignoro  la  suerte  de  Bassa  durante  el 
período  constitucional.  Leo  en  D.  Modes- 
to  Lafuente  que  el  Gobierno  a  la  muerte 
de  Fernando  «no  había  pensado  en  el 
»desarme  de  los  voluntàries  realistas,  que 
»se  llevo  a  efecto  en  Madrid  el  27  de  octu- 


(i)  :Mo  lo  dijo  en  Barcelona  a  i.°  de  octubre 
de  i88i. 

(->)  D.  Antonio  de  Bofarull.  Historia  critica 
de  la  guerra  de  la  Independència.  Barcelona, 
i88-,  tomo  11,  pàg.  328. 

(3)  D.  Antonio  de  Bofarull.  Ohracit.,  tomo  II. 
pàgs.  ^5í  y  4^4. 

{4)  D.  Antonio  de  Bofarull.  Obra  cil..  tomo  II. 
pàgs.  ^67  y  4ü8. 

(5)  D.  Antonio  de  Bofarull.  Obracit..  tomo  II. 
pàg.  490. 


Abre  (de  IS 33),  no  sin  que  dejase  de  cos- 
»tar  alguna  efusión  de  sangre,  que  logró 
>'vencer  la  pericia  y  valor  del  brigadier 
»D.  Pedró  Nolasco  Basa»  (6). 

Ahora,  en  la  època  que  historio,  Bassa, 
al  frente  de  una  numerosa  columna  per- 
seguia en  Cataluna  a  los  carlistas;  de 
modo  que  tanto  él,  como  su  jefe  Llau- 
der, cuando  la  matanza  de  los  frailes,  se 
hallaban  ausentes  de  Barcelona;  el  Capi- 
tan General  en  Esparraguera  tomaba  las 
aguas  de  la  Puda,  y  el  Segundo  Cabo 
corria  por  el  campo.  Su  habitación  de 
éste  en  Barcelona  estaba  en  la  casa  de 
dofia  Rosa  Duran,  en  la  plazuela  que  a 
su  extremo  S.  forma  la  calle  de  Lledó.  La 
fachada  de  esta  casa  dibujaba  la  plazuela. 

Prescribe  la  ordenanzaqueen  ausencia 
del  Capitan  General  y  de  su  Segundo 
Cabo  recaiga  el  mando  militar  en  el  Gene- 
ral màs  antiguo.  Eralo  a  la  sazón  en 
Barcelona  el  de  Artilleria  Don  Cayetano 
Saquetti,  barcelonès  de  nacimiento,  y  de 


66  afios  de  edad  (7).  Entonces,  como 
ahora,  en  aquel  cuerpo  se  ascendia  por 
rigurosa  antigüedad;  però  entonces,  a 
diferencia  de  ahora,  por  la  misma  anti- 
güedad se  llegaba  a  General  de  división, 
y  aun   a  teniente  General   del    cuerpo, 


(ü)  Historia  general  de  Espaiia.  lomo  XX, 
pàgs.  iJ  y  13. 

(7)  Su  hoia  de  servicios.  existente  en  el  Minis- 
tcrio  de  la  Guerra. 


396 


MBkO     TERCERO.  — CAPITULO     SliPTIMO 


mientras  que  ahora  estan  suprimidos  los 
Generales  de  Artilleria  y  de  los  demàs 
cuerpos  facultatives.  Saquetti  era  Gene- 
ral de  división.  Cuantos  ancianos  me 
hablaron  de  Saquetti  me  lo  califican  de 
muy  hombre  de  bien  y  honrado;  y  el  hijo 
de  uno  de  los  Comandantes  de  Artilleria 
que  había  en  1835  en  Barcelona,  y  por  lo 
mismo  persona  enterada  del  personal  de 
aquí,  me  atestigua  que  era  eminentemen- 
te  religioso  (1);  y  hasta  haj'  quien  dice  si  el 
sentimiento  de  la  matanza  de  los  frailes, 
que  sin  duda  no  pudo  evitar,  le  costo  la 
vida,  pues  murió  en  23  de  enero  de  1836  (2). 
Y  a  tal  punto  llegaba  su  piedad  que  todos 
los  días  a  las  cinco  de  la  manana  bajaba 
a  Misa  al  próximo  convento  del  Carmen, 
pues  vivia  en  la  misma  calle,  en  la  cara 
opuesta  al  convento,  en  la  gran  casa  hoy 
sefialada  de  número  31.  Un  religioso  de 
este  ultimo  convento  me  lo  calificó  de 
hombre  de  frecuencia  de  Sacramentos  (3). 
Su  continente  se  distinguía  por  todo  lo 
contrario  al  de  la  soberbia,  andando, 
como  andaba,  inclinado  hacia  adelante, 
y  simpàticamenteencogido  (4).  Deseguro 
que  a  poder  él  obrar  con  libertad,  y  según 
su  animo,  o  quizà  a  ser  obedecido  en  el 
dia  fatal,  evita  el  desastre. 

No  le  faltaba  a  Saquetti  la  buena  hoja 
de  servicios,  entre  los  cuales  merecen 
mención  los  del  tiempo  de  la  guerra  de 
los  franceses;  pues  en  1808  se  evadió  de 
Barcelona  dominada  por  el  enemigo,  y  se 
unió  al  ejército  de  operaciones  de  Cata- 
luna.  Tomo  parte  en  muchas  funciones  de 
guerra  hasta  que  en  la  rendición  de 
Tarragona,  de  cuya  plaza  era  Coman- 
dante  General  de  Artilleria,  el  dia  28 
de  junio  de  1811  fué  herido  de  un  balazo 


(i)  Relación  de  D.  Carlos  López  de  Pastor. 
Barcelona  28  de  mayo  de  1894. 

(2)  Relación  del  capitàn  de  Artilleria  de  1835 
D.  José  de  Amat.  Barcelona  16  de  febrero  de 
1885. 

(3)  El  eminente  P.  José  Barcons  y  Saderra. 

(4)  Relación  del  hijo  del  hortelano  del  Car- 
men D.  Benito  Tomàs  hecha  en  Barcelona  a  los 
5  de  octubre  de  1892. 


de  fusil  en  un  hombro  y  de  dos  bayoneta- 
zos,  en  el  vientre  uno  y  en  el  costado  el 
otro.  Asimismo  quedo  prisionero.  Regre- 
só  de  p-rancia  en  1815,  y  subiendo  por  sus 
grados,  en  1835,  como  dije,  era  General  de 
división,  o  Mariscal  de  Campo  como  se 
llamaba  entonces,  y  Subinspector  del 
cuerpo  en  Catalufla.  Estaba  condecorado 
con  el  Toisón  de  oro  como  Caballero  de 
estaorden,  y  con  otras  distinciones  (5). 

Era  gobernador  de  la  Ciudadela  de 
Barcelona  en  1835  el  Mariscal  de  Campo 
Don  Pedró  Maria  de  Montserrat  de  Pas- 
tors y  de  Sala,  hijo  de  una  família  noble 


^/n^^J^ 


de  Gerona.  Recuerdo  perfectamente  su 
persona,  y  le  recuerdo  vestido  él  de  uni- 
forme, viejo,  y  ya  por  los  anos  inclinado 
hacia  la  tierra.  Su  estatura  superaba  en 
algo  a  la  regular,  sus  carnes  pecaban  de 
menguadas,  y  su  blanco  bigote  y  las  arru- 
gas  de  la  vejez  ocultaban  en  buena  parte 
sus  facciones  no  poco  acentuadas.  Solia 
vestir  de  paisano  con  casaca  azul  con  bo- 
tonadura  dorada,  luciendo  emperò  por 
debajo  de  aquella  el  fajín  de  General.  Ig- 
noro ahora  el  f  undamento  de  mi  creencia, 
però  siempre  le  tuve  por  progresista,  3'  no 
es  de  extranar,  pues  carecia  de  talento, 
circunstancia  que  se  manifesto  harto  en 
los  acontecimientos  de  aquellos  anos,  co- 
mo veremos.  Responden  de  su  cortedad  el 
uso  de  sus  muchos  anillos  en  los  dedos  y 
hasta  el  de  un  zarcillo  de  oro  en  la  oreja. 
Murió  en  Barcelona  el  31  de  enero  de 
1868  siendo  ya  Teniente  General. 


(s)  Estos  datos  saco  de  su  hoja  de  servicios, 
existente  en  el  Ministerio  de  la  Guerra.  El  dato 
de  que  en  Tarragona  fuera  Comandante  General 
de  Artilleria  se  lee  en  Toreno.  Tomo  IV,   pàgina 

14-;.  Edición  de  iS^ç. 


ESTADO     DE     BARCELONA     EN     iSíí 


397 


El  Teniente  de  Rey  (1)  que  en  Julio  de 
1835  gobernaba  la  plaza  de  Barcelona 
llamabase  Don  Joaquín  Ayerve.  En  2  de 
Julio  de  1835  se  lee,  en  los  anuncios  o  do- 
cumentes oficiales  de  los  periódicos,  que 
era:  «Caballero  de  la  Real  y  militar  orden 
»de  S.  Hermenegildo,  Brigadier  de  Infan- 
»tería,  Teniente  de  Rey  de  esta  Plaza 
»y  Gobernador  militar  y  político»  (no 
dice  civil)  «interino  de  la  misma».  En  el 
nefaslo  dia  25  de  dicho  Julio  continua- 
ba  con  el  mismo  cargo  de  Gobernador 
interino,  ya  que  el  propietario,  fuera  el 
General  Llauder,  fuera  Bassa,  estaba 
ausente,  y  así  me  lo  dijo  un  militar  que 
estaba  bajo  las  ordenes  de  él.  Aunque  de 
origen  aragonès,  y  de  família  distinguida, 
Don  Joaquín  Ayerve  no  pertenecía  a  la 
de  Aragón  que  lleva  el  titulo  de  Marqués 
de  Ayerve.   Sín   embargo,   el   Brigadier 


hablaba  el  catalan  como  los  de  aquí,  de 
donde  h'ay  quien  opina  o  que  nació  en 
Cataluna  o  que  pasó  en  ella  su  infància. 
También,  como  Bassa,  tenia  alta  estatura 
y  corpulència  (2).  Era  valiente,  però 
ordiïtariotc,  según  la  familiar  expresión 
que  me  dijo  la  hija  del  General  Llau- 


(i)  He  aqui  las  atribuciones  del  teniente  de 
Rey  según  la  Ordenanza  .Militar  en  el  capitulo 
dedicadn  a  esta  autoridad: — ((.\rticulo  i."  El  te- 
Mniente  de  Key  en  una  plaza  es  el  segundo  gefe 
))de  ella,  y  como  tal  debe  celar  el  exacto  cumpli- 
Bmiento  de  las  ordenes  que  diere  el  Gobernador, 
Bsosteniendo  con  vigilància  y  firmeza  su  obser- 
«vancia,  con  facuitad  de  dar  por  si  (en  cuanto  a 
nio  mandado  por  dicho  primer  gefe  no  se  oponga) 
«las  que  considere  convcnicntes  en  un  caso  ejccu- 
Dtivo,  con  obligacion  de  dar  parte  al  Gobernador 
))de  la  orden  dada  y  motivo  que  tuvo  para  ello... 

)>i;.'  En  ausencia  ó  vacantc  del  Gobernador 
«mandarà  la  plaza  con  la  misma  autoridad  y  res- 
Dponsion  que  en  las  funciones  de  aquel  primer 
Bgcje  esta  explicado.» 

(.;)     .N\c  lo  dijo  quien  le  vió  varias  veces. 


der  (3).  En  ideas  políticas  pertenecía  al 
partido  avanzado,  o  progresista,  como  se 
llamó  luego;  y  si  el  sesudo  anciano  que 
me  díó  esta  noticia  la  hubiese  callado,  el 
indignisimo  comportamiento  de  este  mi- 
litar en  los  momentos  del  incendio  de  los 
conventos  y  la  boca  de  mil  y  mil  testigos 
lo  delatarà  por  revolucionario.  Y  si  aun 
esto  no  bastarà,  el  hecho  de  que,  ahuyen- 
tado  Llauder,  y  caido  en  Cataluna  el  go- 
bierno  de  los  moderados,  Ayerve  queda 
aqui  al  frente  de  su  mando  con  aplauso 
y  satisfacción  de  los  revolucionaríos 
triunfantes,  disipara  toda  duda.  Un  arte- 
sano  de  entonces  me  lo  calificó  de  hombre 
muy  amigo  y  muy  querido  del  pueblo,  y 
harto  sabemos  a  qué  clase  de  ser  se  apli- 
caba  entonces  el  en  otras  ocasiones  res- 
petable  nombre  de  cl  pueblo. 

Ignoro  qué  papel  ptiblico  desempeiïaba 
a  la  sazón  en  Barcelona,  però  moraba  en 
ella,  el  Teniente  General  Don  José  Maria 
de  Santocildes,  en  cuyas  manos,  como 
General  mas  antíguo,  quedo  el  mando 
cuando  Llauder  marchó  a  fines  de  1834  a 
Madrid  para  ocupar  la  silla  ministerial  (4). 
Fué  persona  muy  honrada  y  cristiana;  de 
cuya  verdad  me  da  testimonio  no  solo  el 
dicho  de  un  su  amigo,  sinó  la  Nticva  His- 
toria de  Montserrat ,  la  que  dice  así: 
«A  24  de  agosto  del  mismo  aflo»  {1816) 
«subió  a  pié  esta  montana  el  piadoso  Ge- 
»neral  Santocildes,  quien  vino  tambien 
»para  dar  gracias  a  Maria  por  el  feliz 
«termino  de  la  guerra»  (5). 

Y  puesto  que  la  guerra  de  los  franceses 
queda  mencionada,  seríl  oportuno  escribir 
que  en  ella  Santocildes  ganó  muy  rele- 
vantes  méritos-  Regia  la  ciudad  de  As- 
torga cuando  en  la  primavera  de  ISIO  la 
atacaron  los  franceses,  a  los  que  opuso 
desesperada  resistència,  capitulando  al 
fin  honrosamente  cuando  hubo  agotado 


(?)  Dona  Concepcion  en  Barcelona  a  i ;  do  no- 
viembre  de  1895. 

(-l)  Diario  de  Uarceloiux  del  6  de  diciembre  de 
183^,  pàg.  J809. 

(>;)  P.  Francisco  Crusellas.  Nueva  Historia 
de  Montserrat,  pàgina  517. 


393 


I.IÜKO     lERCEHO. CAPIrri.O     SEPTIMO 


las  municiones  (1).  Escapóse  de  los  fran- 
ceses, y  en  la  primavera  del  afio  1811  se 
le  confio  como  Segundo  cabo,  con  aplauso 
general  del  país,  el  mando  del  6.°  cuerpo 
de  ejército.  «Santocildes  habíase  acredi- 
»tado  en  el  sitio  de  Astorga»  (2).  «En  1812 
»el  mando  del  6.°  ejército  espanol,  des- 
»pues  de  una  corta  interinidad  del  mar- 
»qués  de  Portago,  recayó  de  nuevo  en 
»Don  José  Maria  de  Santocildes  con  uni- 
»versal  aplauso»  (3). 

Carezco  de  datos  expresos  para  califi- 
car  las  ideas  politicas  de  Santocildes; 
però  por  un  lado  su  piedad,  y  por  otro  la 
decisión  que  se  me  dijo  mostro  contra  los 
incendiarios  de  conventos,  prueban  que 
estarían  en  diametral  oposición  con  las 
revolucionarias.  Nació  en  Barcelona  (4), 
y  en  1835  vivia  en  la  gran  casa  de  la  calle 
de  la  Canuda  esquina  a  la  del  Bot,  donde 
hoy  (1907)  se  aloja  el  Ateneo  Barcelo- 
nès (5),  y  tiene  el  número  6.  Murió  en  esta 
Ciudad  a  21  de  Abril  de  1837  (6). 

Desempenaba  el  cargo  de  Gobernador 
civil  Don  Felipe  Igual,  quien  pertenecía  al 


,/eJ^^^h:>^ 


partido  moderado,  según  se  desprende 
del  hecho  de  que  luego  que  la  presente 
revolución  hubo  triunfado  en  los  prime- 
ros  días  de  Agosto,  renuncio  el  destino; 
y  la  junta  de  autoridades  creada  por  la 
misma  revolución,  al  anunciar  al  publico 
que  queda  al  frente  de  las  armas  el  Ge- 
neral Pastors,  anade:  «EI  Senor  Gober- 
»nador  civil  de  la  provincià  ha  renun- 


(i)  Toreno.  Obra  cit..  tomo  III,  pàgs.  228  j- 
sigs. 

(2)  Toreno.  Obra  cit..  tomo  IV,  pàg.  10=;. 

(^)  Toreno.  Obra  cit.,  tomo  V,  pàg.  21. 

(4)  P.  Raimundo  Ferrer.   Barcelona   cauíiva, 

tomo  \',  pàg.  41  del  indice. 

(s)  D.  Carlos  López  de  Pastor.  Relación  cit. 

(6)  Archivo  municipal.  Acuerdos  del  aíio 
i8s7.  2."Fol.  3. 


»ciado.  Entra  en  su  lugar  el  secretario 
»del  Gobierno  civil,  cuyos  antecedentes 
»seràn  apreciados  por  sus  conciudada- 
»nos»  (7). 

Durante  el  régimen  absoluto  no  existia 
la  separación  que  se  estableció  después 
entre  los  funcionaries  públicos  del  orden 
judicial  y  los  del  administrativo;  y  en 
varios  casos  hallamos  ejercidas  por  una 
misma  autoridad  funciones  de  ambos 
ordenes.  Asi  el  Capitàn  General  era, 
en  nombre  del  Rey,  el  Presidente  de  la 
Audiència;  y  el  Corregidor,  al  frente  de 
su  corregimiento,  ejercía  el  mixto  impe- 
rio  de  civil  y  criminal,  conociendo  de  las 
causas  de  ambos  fueros.  Ademàs  presidia 
también,  según  creo,  el  Ayuntamiento. 
Tenia  a  su  lado  los  Alcaldes  Mayores, 
que  eran  jueces  letrados  y  asesores  del 
Corregidor,  y  estos  presidian  también  el 
Ayuntamiento.  El  nombramiento  del  Co- 
rregidor y  de  los  Alcaldes  procedia  del 
Rey.  En  defecte  de  estos,  y  de  entre  los 
individuos  del  Ayuntamiento  cuya  nomi- 
nación  emanaba  del  pueblo,  presidia  y 
convocaba  el  cuerpo  municipal  el  De- 
canó.  En  la  època  que  historio,  aún  caido 
el  régimen  absoluto  y  en  vigor  el  Esta- 
tuto  Real,  los  dichos  cargos  continuaban 
como  antes  de  éste.  Así  se  desprende  de 
los  edictos,  citaciones  y  documentes  del 
tiempo,  que  llevo  leídes.  Dadas  estàs 
noticias  de  la  naturaleza  de  los  cargos, 
indicaré  los  nombres  de  los  que  en  Julio 
de  1835  en  Barcelona  los  desempenaban. 

El  Corregidor  es  llamado  interino,  y 
era  el  mismo  Brigadier  Don  Joaquín  de 
Ayerve. 

Los  Alcaldes  Mayores  Don  Juan  Perci- 
ba  (8),  que  seria  progresista,  Don  Mateo 
Cortés  de  Jalón  }•  Don  Pedró  Pumarejo 
de  Velarde  (9),  que  no  dudo  pertenecian 
al  partide  moderado. 


(7)  Diario  de  Barcelona  del  6  de   agosto  de 
183Í.  pàg.  1735. 

(8)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Libro  titu- 
lado  Acuerdos.  Segundo  semestre.  i8j$,  fol.  5Ó0. 

(0)     Actierdos.  Segundo  semestre.  iSj^,  fol.  en- 
tre :;78  y  ^79. 


KSTADO    DE    BARCELONA    EN     It 


399 


Regidores.— Decano: 
Llió,  del  cual  recuerdo 
mi  nifiez  y  que  se 
le  tenia  por  liberal. 
Un  listo  anciano  me 
dijo  que  realmente 
formaba  en  el  par- 
tido  progresista; 
però,  andando  el 
tiempo,  se  modero. 

Don  José   Maria 
Ponsich. 

El  Marqués  de 
Alós. 

Don  Francisco 
de  Gayolà. 

Don  Rafael   Ma- 
ria de  Duran. 

Don  Joaquín   de 
Mena. 

Don    Buenaven- 
tura  de  Sans. 

Don   José  Maria 
de  Llinàs. 

Don    Joaquin 
Ametller. 

Don  Ramon  Roig 
y  Rey,  al  cual  co- 
nocí,  como  que  fué 
mi  catedratico  en 
la  asignatura  de 
Derecho  procesal  }•  se 
bondadoso  carí\cter. 


el    Marqués    de 
que  oi  hablar  en 


distinguía  por  su 


^%i^^^j,a^ 


Don  Bernardino  Bellera. 
Don  Rafael  V'alldejuli. 


Don  José  Martorell. 

Don  Cristóbal  Roig  y  Vidal. 


Don  Miguel  Elías. 
Don  Manuel  Balaguer. 

Don  Pablo  Soler 
y  Trench. 

Don  José  La- 
peyra. 

Don  Pablo  Mas. 

Don  Joaquín  Es- 
palter. 

Don  Alejo  Bau- 
lenas. 

Don  Joaquín  de 
Prat,  Sindico  Pro- 
curador Gene- 
ral (1). 

Don  Onofre 
Ibern  (2). 

Diputados.— Don 
Matias  de  Casano- 
vas, Don  Pedró 
Oms,  Don  Tomàs 
Illa  y  Balaguer. 

Sindico  persone- 
ro.  —  Don  Joaquín 
Ruyra  (3). 

Respecto  del  Jefe 
de  la  policia  de  Bar- 
celona de  1835  me 
dió  la  hija  del  Ge- 
neral   Llauder    los 
datos  siguientes. 
Por   recomendación   de   los  senores   de 
Olcinellas  su  padre  nombró  para  dicho 
cargo  al  coronel  retirado  Don  Juan  de 


£Ua.* 


»/a<ík^-^l^r*^M-^ 


'^^fit'*^  .y<^ 


Serralde,  y  exigia  en  aquellas  vidriosas 
circunstancias  que  tres  veces  al  dia  le 

(i)  Aciierdos.  '^egundo  semestre,  /^';ç.  Cucn- 
tas  entre  fol.  578  y  579. 

(2)  Acuerdos.  Segundo  semestre.  iSy;.  Fioio 
586. 

(•5)  Acuerdos.  Secundo  semestre.  i8}$.  Folio 
56-1. 


400 


LlBItO    TEIiCERO. — CAPl•lL'LO    SliTXIÍ 


diera  parte  del  estado  de  los  animós  y 
manejos  políticos.  Estalló  la  revolución 
en  ausencia  del  Capitan  General,  y  re- 
gresado  éste,  exigió  parte  a  cada  hora. 
Hasta  aquí  la  senorita  de  Llauder;  però 
los  hechos  públicos  posteriores  acusan 
acremente  a  Serralde,  ya  que,  triunfante 
con  el  asesinato  de  Bassa  la  revolución, 
esta  disuelve  la  policia  anterior  y  encarga 
la  organización  de  la  nueva  al  mismo 
Serralde,  prueba  inequívoca  de  la  con- 
fianza  que  de  ella  este  senor  mereció  (1). 
Realmente  a  poco  la  reorganizó  (2). 

Bajo  el  primer  jefe  de  policia  se  conta- 
ban  entonres  en  Barcelona  solo  cinco 
çomisarios  de  policia  (3),  y  desconozco  el 
número  y  grado  de  los  demàs  empleados 
de  este  ramo. 

Para  conocer  el  nombre  y  sentir  polí- 
tico  del  Administrador  de  Correos,  don 
Juan  de  Abascal,  persona  que  en  aquellos 
hechos  figuro  harto,  me  valdré  de  una 
autoridad  incontrastable,  a  saber,  de  sus 
propias  palabras.  De  Barcelona  pasó 
con  el  mismo  cargo  a  Madrid,  y  en  31  de 
diciembre  de  1S37  fué  exonerado  del  des- 
tino, con  cuyo  motivo  publico  en  1838  su 
defensa  con  la  resefia  de  sus  méritos. 
Declara  que  fué  entusiasta  de  la  Consti- 
tución  de  Càdiz,  ya  en  la  època  de  su 
primera  proclamación,  y  que  caída  esta 
sufrió  en  Córdoba  persecución  (4),  però 
que  a  poco  obtuvo  el  cargo  de  adminis- 
trador de  Correos  de  Granada  con  18,000 
reales.  «Ni  los  riesgos  que  acababa  de 
»pasar  en  Córdoba,  ni  los  que  amagaban 
»a  todo  espafiol  que  no  doblaba  la  cerviz 
»al  yugo  ferreo  politico-monacal»  [iiótese 
SH  desamor  al  moiije)  «de  aquel  tiempo, 
»pudieron  entibiar  mi  entusiasmo  por  la 


(i)  Dicirio  de  Barcelona  del  7  de  agosto  de 
1835,  pàgs.  1745  y  17-19. 

(j)  Diario  de  Barcelona  del  i.°  de  septiembre 
de  183Í,  pàg.  1958  y  sigs. 

(3)  Relación  de  D.  .Melitón  de  Llosellas,  hijo 
de  uno  de  los  çomisarios.  Barcelona  6  de  diciem- 
bre de  1880. 

(-l)  Manifiesto  de  D.  Juan  Abascal.  Madrid, 
iSjS,  pàg.  6. 


»libertad.  A  los  pocos  meses  de  hallar- 
»me  en  Granada  me  puse  en  comunica- 
»cion  con  los  patriotas  que  en  secreto  se 
«ocupaban  de  restablecer  el  código  {la 
fíCottstitticiótt)  que  se  nos  habia  quitado. 
»Nuestros  trabajos  fueron  incesantes,  y 
»nos  prometían  un  feliz  y  pronto  resulta- 
»do,  cuando  fueron  descubiertos  y  presos 
»los  que  los  manejaban.  El  dia  6  de  febre- 
»ro  de  1818,...  fui  arrestado  y  sepultado 
»en  uno  de  los  calabozos  de  la  Inquisi- 
»cion,»  donde  estuvo  hasta  que  el  pronun- 
ciamiento  de  1820  le  puso  en  libertad  (5). 
De  tales  noticias  se  deduce  con  toda  pro- 
babilidad  que  era  masón.  En  junio  de 
1821  fué  nombrado  administrador  princi- 
pal de  Correos  d^  Valencià;  fué  el  alma 
de  la  defensa  de  esta  ciudad  contra  Ics 
aliados  de  1823,  durante  cuyo  tiempo 
llego  a  Gobernador  civil  de  ella.  Venci- 
dos  los  constitucionales,  cruzó  el  Pirineo. 
Regresó  a  Espana  publicado  el  Estatuto, 
y  en  enero  de  1835  tomo  posesión  de  la 
administración  de  Correos  de  Barcelo- 
na (6).  Aquí,  como  en  su  lugar  explicaré 
màs  largamente,  figuro  en  la  linea  màs 
avanzada  de  los  liberales. 

En  los  tiempos  de  que  ahora  escribo 
ocupaba  la  silla  pontifical  de  Barcelona 
Don  Pedró  Martínez  de  Sanmartin,  her- 
mano  del  General  de  este  apellido  que  tan 
desairado  papel  desempenó  en  la  matanza 
de  Madrid,  siendo  allí  Capitàn  General 
de  Castilla.  Era  el  Obispo  en  estatura  y 
talento  muy  corto,  el  menos  listo  de  cuan- 
tos  han  regido  estaantigua  diòcesis;  però 
muy  largo  en  las  limosnas,  por  las  que 
apuraba  sushaberes.  Brillabasu  caràcter 
por  la  extraordinària  bondad,  que  le  lle- 
vaba  a  compadecerse  de  todos.  Un  muy 
decidido  liberal  de  aquellos  tiempos,  ene- 
migo  de  los  frailes,  hombre  que  había 
pertenecido  al  batallón  de'n  Costa,  me  le 
calificó  de  muy  liberal,  es  decir,  muy  isa- 
belino,  y  por  ende  muy  estimado  del 
pueblo.  Y  a  la  verdad  le  acreditan  de  tal 
isabelino  sus  propias  palabras,  pues  en 


(^)     Obra  cit.,  pàg 
(ó)     Obra  cit.,  pàg 


.  siguientes  hasta  la  17. 


KSr.AriO    DE    BARCELONA    EN     iSjí 


-101 


una  pastoral  de  22  de  marzo  de  1838, 
escrita  en  favor  de  la  paz  y  caridad  con 
motivo  de  la  guerra  civil,  llama  a  los  car- 
listas  facciosos  y  rebeldes,  a  Dona  Isabel 
Reina  legitima,  al  Capitàn  General  hom- 
bre  infatigable, 
y  al  Jefe  politi- 
co  persona  dig- 
na (I),  expre- 
siones  todas 
que,  lejos  de 
unir  atrayendo 
a  los  carlistas, 
los  ofendian. 
Sin  embargo, 
no  por  esto  le 
acrimino,  por- 
que  los  tiempos 
no  permitían 
niAs  al  Obispo. 
El  Vicario 
General  del  se- 
nor  Sanmartin 
llam;ïbase  don 
Salvador  An- 
dreu, hombre 
obeso  y  de  po- 
ca finura  (2), 
que  supo  empe- 
rò muy  bien 
entenderse  con 
el  Ayuntamien- 
to  para  el  arre- 
glo   de    parro- 

quias  después  del  desocupo  de  los  con- 
ventos. 


ARTICULO  TERCERO 

PARROQUIAS  DE   BARCELONA 

En  este  tiempo,  antes  del  dicho  arreglo, 
continuaban  siendo  en  Barcelona  las  mis- 
mas  de  1819,  restablecidas  en  1823;  es 
decir,  siete,  a  saber:  Santa  Maria  del  Pmo, 


D.    PEDRÓ    MARTIN 
OBISPO   DE 


(1)  PagS.   II  y  I  í. 

(2)  Relación  del  abogado  nctogenarid   D.  Josc 
Buhigas.  Barcelona  5  de  fcbrero  de  1898. 


Santa  Maria  del  Mar,  San  Miguel,  San 
Jaime,  Santos  Justo  3'  Pastor,  San  Pedró, 
y  San  Cucufate.  De  estàs  siete  dos,  el 
Pino  y  Santa  Maria,  extendían  los  limites 
de  su  feligresia  a  grandes  distancias.  El 
Pino  al  E.  de 
la  Rambla  te- 
nia las  calles 
de  su  derredor 
y  subiendo  ha- 
cia  la  montana 
llegaba  hasta 
poseer  partede 
Gracia.  Las  ca- 
lles de  Estruch, 
Molas  y  Amar- 
gós quedaban 
dentro  su  cir- 
cunscripción. 
Al  O.  de  la 
Rambla  abar- 
caba  todas  las 
calles  desde 
Canaletas  has- 
ta la  entonces 
de'n  Trenta- 
claus,  hoy  del 
Arco  del  Tea- 
tro;  y  saliendo 
de  la  Ciudad 
llegaba  hasta 
Sans.  La  de 
Santa  Maria 
por  S.  termina- 
ba  con  el  mar,  pues  la  Barceloneta  era  su 
sufragànea,  y  luego  subiendo  hacia  tierra 
pasaba  por  la  calle  de  Tarrós  junto  a  San 
Cucufate,  y  comprendiendo  en  sí  las  de 
Assahonadors,  Jaume  Giralt  y  las  tres  de 
San  Pedró,  cruzaba  las  murallas  y  se 
extendia  en  los  terrenos  del  Oriente  del 
Paseo  de  Gracia.  San  Justo  abarcaba  las 
calles  de  su  Mediodía,  y  corriéndose  por 
cerca  del  puerto  hacia  O-,  tenia  el  fuerte 
de  Atarazanas  y  los  barrios  del  S.  de  la 
calle  del  Arco  del  Teatro,  entonces  casi 
sin  edilicaciones,  las  huertas  de  San  Bel- 
tran y  la  montaiïa  de  Montjuich.  Ignoro 
cómo,  però  parte  de  Gracia  pertenecia 
a  San  Justo,  según  se  me  dijo.  La  iglesia 


EZ    DE   SANM.ARTÍN, 
BARCELONA 


402 


l-IBRO    TEUCEkO.  CAPiTLLO    IÍKPTI.% 


de  San  Miguel  se  hallaba  adherida  al  lado 
occidental  de  la  Casa  de  la  Ciudad,  y  su 
solar  lo  ocupa  hoy  la  parte  de  edificio 
municipal  de  aquel  lado.  Su  feligresia  ve- 
nia formada  por  las  calles  de  su  Poniente. 
San  Jaime  hasta  1823  estuvo  en  la  actual 
plaza  de  la  Constitución,  vulgarmente 
llamada  aún  hoy  de  San  Jaime,  adherida 
al  costado  N.  de  la  Casa  Comunal,  y 
extendía  su  feligresia  por  las  calles  de  la 
Audiència  y  San  Felipe  Neri.  San  Pedró 
comprendía  las  calles  de  su  derredor; 
però  por  O.,  limitada  por  la  feligresia  de 
Santa  Maria,  solo  llegaba  a  la  calle  de 
Monach,  que  era  la  que  partia  términos 
entre  las  dos.  Tenia  emperò  parte  del 
actual  termino  de  Gracia.  Y  San  Cucu- 
fate  no  poseía  màs  que  su  isla.  En  lo 
eclesiàstico  Gracia,  pues,  pertenecía  a  las 
parroquias  de  Barcelona. 

En  su  capitulo  del  libro  II  narré  que  los 
constitucionales  en  1823  derribaron  la 
iglesia  parroquial  de  San  Jaime.  Enton- 
ces  trasladaron  su  retablo  mayor  y  la 
administración  de  ella  al  convento  de 
agustinos  descalzos  de  Santa  Mònica.  Mas 
regresados  allí  los  religiosos,  y  restable- 
cidas  las  cosas  al  estado  anterior  al  1820, 
la  parròquia  tuvo  que  salir  de  Santa 
Mònica,  bien  que,  como  expliqué  en  mi 
primera  obra,  quedo  allí  el  retablo,  que 
después  por  compra  pasó  a  ser  del  con- 
vento (1)  La  parròquia  se  estableciò  en 
el  templo  de  religiosas  de  Santa  Clara. 
He  aquí  el  documento  con  que  el  Vicario 
General  Don  Pedró  Avella  pide  al  Presi- 
dente  de  la  Congregación  benedictina 
dicho  establecimiento  en  Santa  Clara: 

«Al  Presidente  de  la  Congregación 
»Benedictina.  —  El  cumplimiento  de  las 
«ordenes  del  soberano  me  obliga  a  decre- 
tar la  supresion  de  la  multitud  de  parro- 
»quias  provisionales  que  sin  observar  las 
»formalidades  prescritas  por  las  leyes 
»del  Reyno  y  por  los  SS.  Canones  se 
»erigieron  en  esta  Ciudad  durante  el  sis- 
»tema  revolucionario.  Debò  restituir  las 
»antiguas    à  sus  propios    y   verdaderos 


(i)     Las  Casas  de  religiosos,  tomo  II.  p;i 


»límites  sin  perjuicio  de  procurar  por  mi 
«parte  una  division  màs  còmoda  que  la 
»que  tenían,  però  la  escandalosa  demoli- 
»cion  de  la  Iglesia  parroquial  de  S."  Jayme 
«empezada  precisamente  despues  de  ha- 
»berse  principiado  la  capitulacion  de  esta 
«plaza  me  impidiría  el  restablecimiento 
«de  aquella  parròquia  si  no  procurase 
«asignarla  a  una  Iglesia  situada  en  lugar 
«proporcionado  para  acudir  à  las  necesi- 
»dades  de  los  fieles  que  deben  pertenecer 
Ȉ  ella.  Esta  circunstancia  la  reune  la 
«Iglesia  del  Monasterio  de  S.''»  Clara  de 
«Religiosas  Benedictinas.  No  es  mi  animo 
«perjudicar  en  lo  màs  mínimo  a  las  Reli- 
«giosas,  à  los  derechos  de  su  Monasterio 
«ni  à  los  de  la  Congregación  Benedictina, 
»y  deseo  solo  que  haciéndose  cargo  de 
«las  circunstancias  me  faciliten  la  Iglesia 
»para  servir  de  parròquia,  sin  alterar 
«por  esto  las  funciones  de  las  Religiosas; 
»y  por  lo  mismo  espero  que  V.  S.  por  su 
«parte  se  servirà  cooperar  A  que  se  veriíi- 
»que  esta  necesaria  traslacion  de  parro- 
«quia,  dejando  a  su  conocido  zelo  y  pru- 
«dencia  el  formar  el  arreglo  que  tenga 
»por  conveniente  à  fin  de  que  la  perma- 
»nencia  de  la  Parròquia  de  S.°  Jayme  en 
»la  Iglesia  de  S. '3  Clara  aunque  interina 
«en  nada  perjudique  ni  altere  los  derechos 
«del  Monasterio  ni  deia  Congregación. 

«Dios  g.^<^  à  V.  S.  m.^  a.*  Barcelona  27 
»de  Diz.«  de  1823. 

»Muy  111.'=  S."  D."  Juan  de  Llansa, 
«Abad  Presidente  de  la  Congregación 
«Benedictina»  (2). 

En  Julio  de  1835  la  parròquia  de  San 
Jaime  continuaba  en  Santa  Clara;  y  en 
el  dia  de  su  Patrón,  precisamente  dia  de 
la  revuelta,  había  feria  por  razón  de  la 
parròquia  en  las  calles  de  Freneria,  Ba- 
jada  de  la  Càrcel  y  Plaza  del  Àngel  (3). 
Un  anciano  que  entonces  estaba  de  de- 


(2)  Archivo  episcopal  de  Barcelona.  Avellà. 
Correspondència  de  oficio,  tomo  II,  documento 
n.    228. 

(?)  Tantas  noticias  de  las  parroquias  las  saco, 
unas  de  los  relatos  de  ancianos,  y  otras  de  los 
archivos  de  las  comunidades  de  aleunas  de  ellas. 


ESTADO     DE     BARCELONA     EN     iS^Í 


403 


pendiente  en  la  entonces  quincallería  de 
la  Bajada  de  la  Càrcel  esquina  a  la  de 
Frenería,  contàbame  que,  a  eso  de  las 
siete  de  la  noche,  llegaren  allà  los  chis- 
pazos  de  la  jarana,  y  que  en  la  feria  fué 
tal  el  alboroto,  que  su  tienda  se  llenó  de 
avellanas,  almendras  y  otras  frutas  de 
las  mesas  de  la  calle.  Entonces  no  existia 
ni  la  calle  de  Jaime  I  ni  la  de  la  Princesa, 
cuyas  aperturas  yo  perfectamente  re- 
cuerdo 


ARTICULO   CUARTO 

LA  FUERZA  ARMADA 

Uno  de  los  puntos  importantes  para 
pesar  responsabilidadesenlarevolución  de 
Julio  de  1835  consiste  en  conocer  las  fuer- 
zas  de  que  podia  disponer  el  gobernante; 
por  cuya  razón  empefiéme  en  adquirir 
seguros  datos.  Todas  las  fuentes  de  ellos 
convienen  en  que  aquí  había  a  la  sazón 
poca  tropa  de  ejército.  Una  hija  del  Ca- 
pitàn  General,  persona  de  talento  y  lista, 
y  muy  enterada  de  los  asuntos  tocantes 
a  su  padre,  díjome  que  cuando,  quema- 
dos  los  conventos,  el  Capitàn  General  se 
fué  de  Barcelona,  vivia  ella  con  su  madre 
en  el  palacio  real;  que  entonces  allí  mo- 
raban  los  Capitanes  Generales;  y  que  en 
esta  ocasión  era  tan  exigua  la  tropa  de 
Barcelona,  que  para  dar  la  guardià  al 
dicho  palacio  desembarcaban  marinos, 
y  que  para  evitar  este  sacrificio  la  famí- 
lia se  trasladaba,  por  las  noches,  a  la 
Ciudadela  (1).  El  traslado  a  esta  fortaleza 
por  razón  de  nobleza  opino  que,  a  la  luz 
de  la  sana  critica,  se  convertiria  en  tras- 
lado por  no  infundado  temor;  però  lo  de 
la  guardià  de  marinos  viene  confirmado 
por  los  partes  oficiales  pasados  al  Capi- 
tAn  General  (2). 


(i)  Kclación  de  D.'  Concepción  de  Llauder  de 
5  de  junio  de  iSoi  y  1 1  de  abril  de  1S92. 

(2)  Archivo  de  la  Capitania  General.  Legajo 
titulado:  l'Quema  de  los  coin^entos  y  e.\pulsióii 
de  los  frai/es  en  el  mes  dejiilio  de  rSjj.n  \        (•!)     Pài;. 


El  mismo  General  Don  Manuel  Llauder 
en  sus  Meinorias  escribe  que  el  27  de 
Julio  «le  manifesté»  {a  quieu  pedia  fuer- 
zas  para  proteger  la  fàbrica  de  Boita- 
plata)  «que  no  llegando  a  200  hombres  la 
»tropa  existente  en  la  plaza  debía  conser- 
»varse  en  el  cuartel,  pronta  para  obrar 
»con  fruto  cuando  se  le  mandase»  (3). 
Evidentemente  el  General  no  cuenta  en 
este  número  la  guarnición  de  Montjuich, 
y  probablemente  tampoco  la  de  la  Ciuda- 
dela. 

El  «Estado  de  la  fuerza  correspondien- 
»te  a  la  Capitania  General  de  Cataluiïa 
»en  el  mes  de  julio  de  1835,»  estado  o 
documento  oficial  del  Gobierno  militar, 
pone  en  Barcelona  los  soldados  siguientes: 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria de  Zamora,  8."  de 
línea,  3."=''  Batallón.    .     .      13  hombres 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria de  Amèrica,  14  de 
línea,  1.'='' Batallón.     .     .        5        » 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria de  Amèrica,  14  de 
línea,  2.''  Batallón  ...        5        » 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria car.*  del  Rey,  1." 
Ligeros,  l.'^''  Batallón.    .      76        » 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria car.^  del  Rey,  1." 
Ligero,  2."  Batallón.  .     .      58        » 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria de  Zamora,  8."  de 
línea,  2.°  Batallón  ...      12        » 

Del  Regimiento  de  Infan- 
teria de  Zamora,  8.°  de 
línea,  3. *=■  Batallón.     .     .      11        » 

Del  Regimiento  del  l.«' 
Departamento  de  Arti- 
lleria, l.'^•  Batallón.    .     .     124  quintos 

De  la  novena  compaflía  de 
voluntarios  de  Cataluiïa.     120  hombres 

De  la  undécima  compania 
de  voluntarios  de  Cata- 
luiïa  120        » 


404 


Il;RO     lEKCERO.  CAPITULO     SLPfl.MO 


Hasta  aquí  las  noticias  del  referido 
estado;  però  un  abonado  testigo  me  ana- 
dió  que  existia  ademàs  en  Barcelona  el 
banderín  de  enganche  para  Ultramar, 
que  contaba  25  hombres  mandados  por 
un  teniente  Oliver  y  un  sargento  Roquer. 

La  suma,  pues,  de  la  tropa,  aun  descon- 
tadas  las  dos  companías  de  peseteros, 
monta  330  hombres  no  de  caballeria.  Por 
otro  lado,  no  faltarían  en  Barcelona  cara- 
bineros  de  Hacienda  y  marinos  Y  nótese 
que  en  el  citado  estado  de  la  fuerza  no  se 
escribían  las  fuerzas  de  caballeria,  mien- 
tras  por  mil  testigos  me  consta  que  en  la 
noche  del  atentado  contra  los  conventos 
recorrían  las  calles  patrullas  de  esta 
arma.  Y  si  los  testigos  faltaran,  aquí  està 
la  orden  de  la  plaza  del  23  de  Julio  en  la 
que  se  manda  que  el  24,  dia  de  Santa 
Cristina:  «El  regimiento  de  caballeria  del 
»Infante  nombrarà  un  piquete  de  un  sar- 
»gento  y  ocho  soldados  montados,  el  cual 

se  situarà »  (1);  y  en  la  orden  del  25  se 

previene  que  «se  tendràn  lo  menes  20 
«caballos  prontos  3'  ensillados »  (2). 

La  suma  total,  suponiendo  200  hombres 
de  infanteria,  entre  caballeria,  carabine- 
ros  de  Hacienda  y  marinos,  subiría  a  350 
hombres,  número  a  primera  vista  inca- 
paz  de  contener  una  revolución,  y  que 
sin  embargo  el  imparcial  tendra  por  muy 
bastante  cuando  haya  estudiado  en  las 
pàginas  siguientes  de  este  mi  pobre  libro 
todas  las  circunstancias  de  aquel  publico 
trastorno. 

Solia  ademàs  residir  siempre  en  Barce- 
lona, y  tengo  motivos  para  creer  que  a  la 
sazón  residia,  alguna  fuerza  de  mozos  de 
las  escuadras  de  Valls,  gente  del  país,  y 
aqui  de  gran  prestigio  y  muy  temida  de 
los  malos.  El  mozo  de  la  Escuadra  de 
entonces  y  de  mis  mocedades  era  un 
aldeano  honrado,  però  intrépido,  sagaz, 
querido  en  el  pais  y  respetado.  En  cual- 


(;)  Diario  de  Barcelona  del-  2^  de  julio  de 
1835,  pàg.  1631. 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  js  de  julio  de 
>'^55•  pàg.  1Ó30. 


quier  lance  de  persecución  de  malvades 
o  de  revolución  la  presencia  de  un  mozo 
valia  por  la  de  veinte  soldados. 

Ademàs  de  la  tropa  encerraba  Barce- 
lona notables  fuerzas  de  milicia  urbana. 
Ya  antes  de  la  muerte  de  Fernando  VII 
Llauder  desarmo  en  Cataluna  a  los  rea- 
listas,  y  después  muy  luego  organizó  la 
milicia  urbana  o  liberal  antes  de  que  lo 
mandasen  los  gobiernos  de  Madrid.  Cómo 
lo  hizo,  los  fines  que  se  propuso,  y  los 
resultados  del  hecho,  nos  lo  dirà  él  mismo 
en  las  siguientes  palabras  que  copio  de 
su  libro:  «En  la  capital  {Barcelona)  puse 
«ademàs  una  especial  atencion...  siendo 
»así  que  el  Ayuntamiento  de  Barcelona 
»me  presento  lista  de  voluntarios  en  nú- 
»mero  de  mas  de  4,000  hombres  (porque 
»conviene  saber  que  no  autoricé  elingre- 
»so  en  las  filas  de  la  Milicia  sin  la  califi- 
»cacion  de  idoneidad  por  el  Ayuntamien- 
»to)  tan  solo  organicé  en  Barcelona  la 
»fuerza  indispensable  para  hacer  el  ser- 
»vicio  que  no  podian  dar  las  tropas  del 
»ejército  por  su  reducido  número,  3^  sin 
«embargo  de  que  esta  Milicia  tuvo  que 
>^guardar  la  plaza  y  los  fuertes,  dar  la 
»guarnicion  de  Manresa  y  otros  puntos... 
»no  tuve  por  conveniente  formar  màs  que 
»tres  batallones,  cuatro  companias  de 
«artilleria  y  un  escuadron  de  lanceros. 
»La  justícia  exije  que  no  se  olviden  los 
»importantísimos  servicios  que  presto 
»aquella  fuerza  improvisada  antes  que  se 
»desnaturalizase  con  manejos  y  admisio- 
»nes  clandestinas  que  debian  evitar  el 
»A3'untamiento  y  los  gefes  à  quienes  re- 
»petidas  veces  lo  encargué.  Aquella  mili- 
»cia  sirvió  de  modelo  hasta  para  la  de  la 
»Corte.  Su  aire  marcial  la  confundía  con 
»las  tropas  del  ejército:  la  influencia  en 
»toda  la  Cataluna  salvo  el  país  que  si- 
«guiendo  el  ejemplo  sedecidió  à  alistarse 
»cambiando  el  espíritu  dominante  en  las 
»poblaciones  màs  peligrosas  por  su  opi- 
-jnion,  como  Prats,  Berga,  Organà,  Olot, 
»etc.,  y  haciendo  que  se  sacrificaran  por 
»los  derechos  de  Isabel  II  muchos  que  se 
»hubieran  declarado  por  el  otro  partido 
»si  yo  no  les  hubiese  con  prevision  com- 


f.MADO     DE     BARCELONA    EN     iS?^ 


405 


>-prometido  anticipadamente»  (1).  De  don- 
de  resulta  que,  antes  de  la  lev  de  la  Milí- 
cia, Llauder  había  creado  en  Barcelona 
tres  batallones  de  infanteria,  cuatro  com- 
panías  de  artilleria  y  un  escuadrón  de 
caballeria;  y  que,  aunque  sus  individuos 
eran  voluntarios,  Uevaban  la  garantia  de 
ser  aprobados  por  el  Ayuntamiento. 

Estos  batallones  llamàbanse  «1.",  2."  y 
»6.°  de  voluntarios  de  Isabel  II»;  y  sus 
oficiales  y  jefes  no  procedían  de  nombra- 
miento  de  sus  soldados,  como  sucedió 
afios  adelante,  sinó  de  libre  nominación 
del  Capitàn  General,  quien  los  escogía 
tanto  de  entre  los  alistados  como  de  los 
vecinos  no  alistados,  y  asi  resultaban  tro- 
pas  disciplinadas.  He  aquí  los  nombres  de 
los  jefes  y  los  de  algunos  oficiales: 

Batallón  1.° 

Comandante  1.°— El  Marqués  de  Llió. 
Comandante  2.°— D.  José  Maria  Freixas. 
Ayudante.— D.  Fernando  Lafuente. 
Abanderado.— D.  Ramon  Sirvent. 

Companía  de  granaderos. 

Capitàn.— El  Marqués  de Castillotorrente. 
Teniente.— D.  Baudilio  Carreras. 
Omito  los  nombres  de  los  subtenientes. 

Compafíía  1.'' 

Capitàn.— D.  Epifanio  de  Fortuny. 
Teniente  —D.  José  Maria  Mora. 

Companía  2.'^ 

Capitàn.— D.  Maríano  Borrell. 
Teniente.— D  José  Casanovas. 

Compartia  3." 

Capitàn.— D.  Juan  Sopena. 

Teniente.  — D.  Francisco  Javier  Cabanes. 

Compaflia  4.* 

Capitàn.— D.  Narciso  Bonaplata. 
Teniente.- D.  Federico  Altrape. 


(i)     Memortas...,  cit. 


pags.  55  y  50. 


Companía  ó.'"* 

Capitàn— D.  Ignacio  Vinal. 
Teniente.— D.  Manuel  de  Senillosa. 


Capitàn. - 
Teniente. 


Compaflia  6.'' 

-D.  Juan  Vilaregut. 
—D.  Luis  Roquer. 


Companía  de  cazadores 
Capitàn.— D.  Rafael  Maria  de  Duran. 
Teniente.— D.  Joaquín  Castaner. 

Batallón  2." 
Comandante  1.°— El  Marqués  de  la  Bar- 
zena. 

Desconozco  el  nombre  de  los  demàs 
jefes  y  oficiales  de  este  cuerpo,  excepto 
el  del  capitàn  D.  Constantino  Gibert, 
notario. 

Batallón  6.° 
Comandante  l.°-D.  Antonio   Gironella. 
Comandante  2.°— D.  Magín  Gironella. 
Ayudante.— D.  Antonio  Salgado. 
Abanderado.— D.  Narciso  Anglada. 

Companía  de  granaderos 
Capitàn.— D.  Matías  Masanet. 
Teniente.- D.  Severo  Argemí. 

Compafíía  1." 
Capitàn.— D.  Juan  Vilanova  y  Artís. 
Teniente.— D.  Pablo  Vidal. 

Companía  2.* 
Capitàn.— D.  José  Bosch  y  Pausas. 
Teniente.— D.  losé  Masanet. 

Companía  3." 
Capitàn.— D.  Pedró  Soler. 
Teniente.— D.  Francisco  Pujals. 

Companía  4.* 
Capitàn.— D.  Pablo  Soler  y  Freixinals 
Teniente.— D.  Pablo  Capella. 


Capitàn.- 
Teniente. 


Companía  5.^ 

-D.  José  Molins  Negre. 
—D.  Jaime  Drument. 


406 


LIBRO     TERCEKO.  CAPITULO     SEPTIMO 


Companía  6.^ 
Capitàn.— D.  Juan  Muntadas. 
Teniente.— D.  Joaquín  Rovira  y  Clavé. 

Compafíía  de  Cazadores 

Capitàn. — D.  José  Castaner. 
Teniente.— D.  Luis  Gironella  (1). 

Ignoro  quién  fuera  el  Comandante  de 
las  companías  de  Artilleria.  En  un  docu- 
mento de  18  de  diciembre  de  1834  firma 
como  Comandante  accidental  de  ellas  un 
Don  Luis  de  Rocha,  y  como  comandante 
del  escuadrón  de  caballería  un  Don  José 
Maria  Freixas  (2),  bien  que  generalmente 
esta  fuerza  era  nombrada  «El  escuadrón 
de  Parladé,»  sin  duda  porque  éste  msís 
tarde,  creo  después  de  julio  de  1835,  suce- 
dería  en  el  mando  al  arriba  nombrado. 
El  dia  del  atropello  de  los  conventos 
muchos  de  los  caballos  del  escuadrón 
estaban  en  Cervera,  como  en  su  lugar 
diré.  Las  fuerzas  del  primer  batallón  eran 
640  plazas,  y  supongo  serían  las  mismas 
las  de  los  demàs. 

Ya  arriba  al  tratar  del  Ayuntamiento, 
del  cual  el  Marqués  de  Llió  era  decano, 
apunté  las  circunstancias  de  éste.  No  co- 
nozco  las  del  de  Barzena. 

De  Don  Antonio  Gironella,  comandan- 
te del  6.°,  todos  los  hombres  de  mi  edad 


conocen  su  nombre  cuando  menos  por 
la  regia  quinta  que  poseía  en  el  ter- 
mino de  Sarrià  junto  a  la  carretera  de 
Barcelona,  al  pie  de  los  actuales  Talleres 
Salesianos.  Constaba  de  hermosa  casa 
con  capilla  pública  en  la  que  yo  había  asis- 
tido  a  Misa,  bosque,  jardines,  alamedas, 

(i)     Archivo  municipal  de  Barcelona.  Carpeta: 
« i8j$-i8jy.  Milícia  voluntària.» 

(2)     Memorias...,  cit..  pag.  48  del  apéndice. 


un  torrente  con  juegos  de  agua,  etc.  Para 
comprender  su  importància  baste  decir 
que  al  venir  a  Barcelona  los  Reyes  se  les 
Uevaba  a  pasear  a  dicha  quinta,  y  me 
consta  en  modo  harto  autentico  y  jocoso; 
y  no  perdono  al  lector  la  narración  del 
lance.  Contaba  yo  pocos  afios  de  edad, 
y  estando  veraneando  con  mis  padres 
y  hermanos  en  una  quinta  contigua, 
supimos  que  las  Reinas  Cristina  e  Isabel 
aquella  tarde  pasearian  por  la  de  Giro- 
nella. Pedimos  permiso  para  entrar  en 
los  jardines,  y  así  ver  a  las  Reinas;  però, 
como  era  natural,  se  nos  nego.  Entonces 
nos  lo  tomamos;  saltamos  una  de  las  cer- 
cas  màs  bajas,  y  nos  ocultamos  en  un 
pasillo  alto  que  dominaba  el  torrente  de 
los  juegos  de  las  aguas,  para  desde  allí 
ver  las  personas  Reales.  Efectivamente 
vinieron  por  el  fondo  del  torrente,  y  al 
estar  frente  de  nosotros  llegaron  en  un 
punto  donde  los  juegos  formaban  un  como 
canalito  o  acequia.  Dona  Cristina  dijo 
entonces  a  su  hija:  «Isabel,  salta,»  para 
que  cruzara  de  un  salto  el  canaüto.  La 
hija,  aunque  joven,  obesa,  contesto: 
«Mamà, no  puedo.»— «Salta, »insistió Cris- 
tina, e  Isabel  salto.  Y,  joh  chasco!,  un 
hermanito  mio  da  un  grito,  diciendo: 
«lAy,  cómo  salto!»  Toda  la  Corte  levantó 
los  ojos,  y  quedamos  descubiertos. 

Don  Antonio  Gironella  era  hombre 
condecorado,  de  estatura  alta,  de  mirada 
inteligente,  de  voz  sonora,  de  fàcil  pala- 
bra  y  de  constància  en  sus  ideas.  Figura- 
ba  en  el  partido  progresista  o  sea  avanza- 
do.  Captàbase  las  voluntades  de  todos 
tratando  así  con  la  aristocràcia  como  con 
la  menuda  plebe.  En  los  días  de  ejercicio 
de  su  batallón  pagaba  el  almuerzo  de  los 
oficiales,  y  haciéndose  del  demòcrata 
comia  en  el  suelo  como  los  demàs,  hecho 
que  enamoraba  a  su  tropa,  que  decían: 
«wira,  mira  que  franc Ji  es,  mira  com 
y>esmorsa  ab  lo  plat  à  la  nia.y>  Gracias  a 
su  tacto  gozaba  del  afecto  de  todos  los 
partidos.  Por  otro  lado,  y  como  lo  indica 
la  arriba  mentada  quinta,  su  casa  podia 
calificarse  de  opulenta;  però  con  los  afios 
vino  a  menos,  quizà  por  culpa  y  gràcia 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     I f 


407 


de  la  política,  y  se  vendieron  la  quinta  y 
los  bienes.  Allà  por  1838  Don  Antonio  figu- 
ro como  el  principal  de  una  junta  que  se 
propuso  introducir  ciertas  modilicaciones 
en  la  Constitución,  y  como  los  suyos  le 
flaqueasen,  fracasado  él,  cruzó  la  fron- 
tera, y  nunca  quiso  regresar.  El  pueblo 
llamó  a  esta  Constitución  de  Gironella 
«/«  Constitució  de  fHStn->>  porque  el  modo 
de  hacerla  pública  consistiu  en  insertarla 
en  una  tabla  en  el  balcón  de  palacio  una 
madrugada  (1). 

La  tercera  companía  del  ó."  batallón 
estaba  mandada  por  el  capitAn  D.  Pedró 
Soler  y  Pericas,  platero,  persona  muy 
reputada  en  Barcelona,  cliente  de  mi 
padre,  y  del  cual  a  su  vez  mi  padre  era 
parroquiano,  y  al  cual  yo  mucho  traté. 

Llauder,  regresado  ya  de  su  silla  minis- 
terial de  Madrid,  ordena  la  organización 
de  un  nuevo  batallón  de  milicia  en  Bar- 
celona, organizado  según  la  forma  dis- 
puesta  en  la  ley  de  milicia  de  23  de  marzo 
de  1835,  el  cual  llevo  el  número  10.  He 
aquí  los  nombres  de  sus  jefes  y  oficiales, 
según  se  leen  en  el  oficio  de  14  de  abril 
de  1835  pasado  por  Llauder  al  Ayunta- 
miento  aprobando  el  proyecto  de  cuadro. 

Comandante  1  ."—D.  Epifanio  de  Fortunj'. 

Ayudantes.— D.  Bartolomé  Vilaró  y  don 
Ignacio  Petit. 

Abanderado.— D.  Francisco  de  Asis  Ca- 
nals. 

Companía  1.^ 

Capitàn.— D.  Pedró  Moret,  però  sin  duda 
no  aceptaría,  pues  en  el  Diario  se  lee 
como  capitàn  a  D.  Pablo  Bertran,  abo- 
gado  y  propietario. 

Teniente.— D.  José  Ferríin. 

Companía  2." 
Capitàn.— D.  Pedró  Carlos  de  Sentmenat. 
Teniente.— D.  Ignacio  Flaquer. 


(i)  Debò  todas  cstas  noticias  de  D.  .\ntonio 
Gironella  al  muy  listo,  muchas  vcce.s  citado,  an- 
ciano  D.  Benito  Tomàs,  que  me  las  dió  en  1 1  de 
niiviembre  de  1896. 


Companía  3.* 

Capitàn.— D.  Francisco  Tusquets,  tende- 

ro  y  propietario. 
Teniente— D.  Domingo  Galup. 

Compaflía  4.'^ 

Capitàn.— D.  Miguel  Roig  y  Rom. 
Teniente.— D.  Francisco  de  Chaves. 

Companía  5.''' 

Capitàn.— D.  Manuel  Roca,  droguero  y 

propietario. 
Teniente.— D.  Antonio  Pons  y  Palmerola. 

Companía  6.^ 

Capitàn.  — D.    Pedró  Juan  Puig  y  Roig, 

propietario. 
Teniente.— D.  Antonio  Miarons. 

Companía  7.* 

Capitàn.—  D.  Tomàs  Coma.  El  Diana 
dice  D.  Joaquín  Martí  y  Codolar, 
comerciante. 

Teniente.— D.  Miguel  Clavé. 

Compaflía  8.* 

Capitàn.— D.  Pedró  Prats,  comerciante  y 

propietario. 
Teniente.— D.  Juan  Escuder  (2). 

Todos  personas  muy  conocidas  y  de 
arraigo.  Los  individuos  o  soldados  de 
esta  milicia  ya  no  eran  voluntarios,  sinó 
forzados  contribuyentes,  por  cuya  razón 
se  los  llamaba  aquí  caps  dr.  casa.  Los 
jefes  3^  ayudantes,  según  la  misma  ley, 
venian  nombrados  por  el  Rey,  y  los  ofi- 
ciales por  el  Gobernador  civil.  En  13  de 
junio  de  1835  el  General  Gobernador 
Bassa  manda  que  todos  los  «continuados 
»en  las  listas  que  han  estado  de  manifiesto 
»en  las  Casas  Consistoriales  acudiran 
»maflana  domingo  à  las  5  de  la  madruga- 
»da  al  glacis  de  la  Esplanada  para  desti- 


(2)  El  oficio  està  en  el  Archivo  municipal  de 
Barcelona  en  la  carpeta  citada,  y  el  Diario  de 
Barcelona  C!  el  del  5  de  mayo  de  183S,  pàg.   905. 


408 


LIUUO    TEUCIÍUO.  ^CAIMI  Cl 


>^narles  companía»  (1)...  Però  como  a  lo 
que  se  ve,  este  anuncio  no  produjo  resul- 
tado  el  14  se  cita  nuevamente  a  los  alis- 
tados  para  que  concurran  al  mismo  ob- 
jeto  el  15  a  Atarazanas  bajo  la  multa  de  20 
pesetas  en  el  caso  de  desobediència  (2).  Y 
así  se  iba  organizando  este  batallón  nú- 
mero 10. 

Un  senor,  que  entonces  era  teniente 
del  6.",  después  me  graduaba  la  exalta- 
ción  de  los  batallones  poniendo  como  el 
mas  exaltado  al  l*^;  al  2."  caliíïcAbale  de 
míis  templado,  bien  que  exaltado,  y  al  6.° 
de  màs  templado  que  los  otros  dos.  El  10.°, 
como  de  forzados,  estaba  compuesto  de 
gente  madura.  De  todos  modos,  me  afia- 
dió  este  senor,  la  milícia  en  1835  estaba 
bien  disciplinada,  pues  empezó  a  ma- 
learse  en  1839  y  1840  (3). 

Por  casualidad  he  visto  una  diminuta, 
aunque  exactísima  y  delicada,  pintura 
que  representa  a  un  lancero  de  Parladé. 
Consistia  el  uniforme  en  pantalon  encar- 
nado  con  franja  blanca,  casaquilla  azul 
con  vivos  blancos  y  cuello  encarnado, 
caponas  de  oro,  correaje  blanco,  y  chas- 
cAs  (sombrero  en  forma  de  una  copa  boca 
abajo)  negro  con  largas  plumas  blan- 
cas  (4). 

Al  comenzar  de  enero  de  1834  los  perió- 
dicos  anunciaron  el  reclutamiento  de  otro 
batallón  de  voluntarios  urbanos  que  se 
apellidó  «Séptimo  ligero  de  voluntarios  de 
»Isabel  II»;  però  no  de  Barcelona,  sinó 
del  llano  del  Llobregat  (5).  Con  este  apa- 
rece  que  la  numeración  de  los  batallones 
abarcaba  todo  Cataluna. 

Escribo  arriba  que  la  milícia  urbana  de 


(i)  Diario  de  Barcelona  del  13  de  junio  de 
1835.  Pàg-  13OÍ!. 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  ií  de  junio  de 
1835,  pàg.  1310. 

(3)  Me  lo  diio  el  muy  conocido  en  Barcelona 
D.  Mariano  Llopar  en  esta  ciudad  a  is  de  mayo 
de  i886. 

(4)  Pintado  por  y  en  poder  de  D.  Francisco 
Santacana.  Martorell  ió  de  abril  de  1895. 

(5)  Diario  de  Barcelona  del  5  de  enero  de 
183-1.  pàg.  ^1. 


Llauder  estaba  disciplinada,  y  sobre  este 
punto  debò  insistir,  porque  de  no  haberla 
llamado  y  aprovechado  en  la  noche  del 
incendio  de  los  conventos  resultarà  un 
cargo  contra  las  autoridades  de  entonces. 
Llauder  en  sus  Memortas  dice  que  en 
Cataluna  organízó  cuerpos  de  milícia  que 
comprendían  40,000  hombres,  3'  «3'o,  con- 
»tinúa,  la  dispuse  con  anticipacíon  y  con 
»el  orden  y  celo  que  comprueban  mis 
»órdenes  é  instrucciones  detalladas...  En 
»ellas  se  ve  que  recomendé  la  mas  escru- 
»pulosa  eleccion  para  poner  las  armas  en 
»manos  seguras,  y  buscar  las  garantias 
»de  la  propiedad,  arraigo  y  buen  con- 
>^cepto,  excluyendo  à  los  que  pudiesen 
»exponer  el  orden  y  comprometer  el  buen 
»uso  de  esta  fuerza  (6)...  En  la  capital 
»puse  ademàs  una  especial  atencion  (7)... 

»E1  resultado  íué  bien  satisfactorio  é 
»inmenso  para  la  buena  causa.  Grandes 
»fueron  los  servicios  que  le  presto  aquella 
>'milicia  por  espacio  de  màs  de  dos  anos, 
xresistiendo  los  funestos  ejemplos  de  otras 
>'partes  y  la  mala  influencia  de  los  desas- 
»tres  de  Navarra.  Obsérvese  para  su 
»honor  que  fué  la  primera  de  Espafia  en 
»abrazar  la  defensa  de  Isabel  II:  que  no 
»fué  la  que  hizo  el  motín  del  25  de  julío 
«contra  los  frailes;  y  es  de  inferir  que  si 
»hubiese  habido  decision  para  contenerlo 
»desde  el  principio,  aquella  milícia  que 
>^se  empleó  en  salvar  las  vidas  de  los 
«religiosos  con  el  celo  que  para  su  honor 
«acredita  la  alocucion  del  general  3-  gefe 
»politico  publicada  en  el  Diario  del  27, 
>'hubiera  anadído  un  titulo  màs  à  los  ad- 
>  quiridos  en  los  servicios  que  por  tanto 
»tíempo  había  prestado  (8). 

»Cuando  yo  era  Capitan  general,  la 
«milícia  de  Barcelona  reemplazaba  à  la 
«tropa  del  ejército  siempre  que  así  con- 
«venía  à  la  defensa  del  país,  no  solo  en  la 
«custodia  de  la  Cíudadela,  sinó  tambien 
»en  la  del  castillo  de  Monjuich...»  (9). 


(0)  Memorías...,  cit.,  pàg.  53. 

(7)  Memorias...,  cit.,  pàg.  55. 

(8)  Memorias...,  cit.,  pàg.  60. 

(9)  Memorias...,  cit.,  pàg.  91. 


ESTADO    IJE    bARCELÜNA    EN     183Í 


409 


La  disciplina  de  la  milicia  de  entonces 
la  testifica  la  palabra  arriba  citada  del 
entonces  teniente,  y  después  capitàn,  de 
la  Companía  de  cazadores  del  6.°  bata- 
llón,  don  Mariano  Llopar,  persona  mu}- 
conocida  en  Barcelona  y  de  mucho  arrai- 
go.  Lo  testifica  la  del  respetable  medico 
don  Salvador  Matas,  individuo  de  la  ter- 
cera Companía  del  6.°  batallón,  quien 
sobre  este  punto,  interrogado  por  mi,  me 
contesto:  «La  milicia  entonces  estaba 
«disciplinada  del  modo  que  lo  demuestra 
»el  siguiente  hecho  acaecido  un  tiempo 
»después  del  incendio  de  los  conventos. 
»E1  Capitàn  de  mi  Companía,  reunidos 
snosotros  à  su  denedor,  nos  dijo  que 
»había  revolución,  y  pregunto  qué  pensà- 
^;bamos  hacer.  Nosotros  respondimos  que 
»lo  que  él  dispusiera.  Oyendo  esto  el  Ca- 
»pitAn,  que  era  el  platero  don  Pedró 
»Soler,  dió  la  voz  de  j)tardiett,  y  nos 
»condujo  à  la  calle  de  la  Platería.  Ha- 
»biendo  allí  encontrado  con  una  turba,  el 
»Capitàn  mandó  calar  bayonetas,  las 
»calamos,  e  hicimos  ademàn  de  atacar, 
»con  lo  que  la  turba  retrocedió»  (1). 

Comprendo  que  entre  los  milicianos, 
sobre  todo  siendo  voluntàries  los  mas,  no 
faltaba  quien  simpatizaba  con  los  incen- 
diarios  de  los  conventos,  però  no  se  pue- 
de  negar  que  la  disciplina  imperaba,  y 
que  había  unos  batallones  màs  modera- 
des que  los  demàs. 


ARTICULO  QUINTO 

EL    PUEBLO 

El  pueblo  barcelonès,  en  1835,  se  incli- 
naba  del  lado  de  Isabel  II  y  de  la  libertad. 
La  aristocràcia,  casi  en  su  totalidad,  es- 
pecialmente  la  tradicional  y  de  anejos 
títulos,  se  declaro  por  Don  Carlos.  El 
Conde  de  FonoUar,  el  Marqués  de  Sent- 
menat y  el  seiïor  de  Vilallonga  fueron 

(i)  Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  los  i8  de  no- 
viembre  de  1885. 


vocales  de  la  Junta  de  gobierno  carlista, 
denominada  de  Berga;  cu3'o  secretaiio 
era  don  Fernando  de  Sagarra,  abuelo 
del  benemérito  sigilogista  actual  del  mis- 
mo  nombre,  y  al  cual  abuelo  yo  mismo 
traté.  En  la  casa-palacio  del  Barón  de 
Maldà,  calle  del  Pino,  número  5,  se  tenían 
las  Juntas,  donde  se  tramaba  el  levania- 
miento.  El  citado  Conde  de  FonoUar 
capitaneaba  el  partido  intransigente  de 
entre  los  carlistas.  Así,  pues,  al  lado  car- 
lista pertenecian  casi  todos  los  demàs 
nobles  de  esta  ciudad.  Solo  unos,  m\iy 
pocos,  figuraban  en  el  lado  opuesto,  tales 
como  el  Marqués  de  Llió,  los  Puig,  los 
Siscar  y  algun  otro.  Ignoro  quiénes  fue- 
ran  los  Marqueses  de  Castillo-Torrente  y 
Rioflorido,  arriba  nombrados,  al  tratar 
de  la  Milicia  urbana,  y  el  nombre  caste- 
llano  de  sus  títulos  me  inclina  à  creerlos 
de  fuera  de  Catalufia. 

En  la  clase  media  abundaba,  sin  duda, 
la  opinión  liberal  moderada;  y  en  la  baja 
plebe,  unos  por  temperamento  no  exce- 
dían  los  limites  de  la  moderación,  raien- 
tras  muchos  se  distinguían  por  su  exalta- 
ción,  quienes,  como  bullían  3'  gritaban  sin 
cèsar,  acentuaban  el  color  revolucionario 
de  la  Ciudad. 

Y  por  lo  que  dice  al  amor  u  odio  a  las 
Ordenes  religiosas,  opino  que  la  mayoría 
de  los  habitantes  de  Barcelona  estaban 
en  contra  de  los  Conventos;  todos  por 
liberales,  unos  sabiéndolo  y  otros  sin 
saberlo,  inspirades  per  las  sociedades  se- 
cretas.  Que  de  tal  modo  sintieran  los 
avanzados,  no  ha}'  que  probarlo,  ni  quien 
de  ello  dude.  Pere  hasta  los  moderades 
sentían  en  manera  igual.  Harto  lo  demos- 
traren en  la  cèlebre  discusión  de  los 
bienes  de  monacales  comprades  en  el 
tiempo  constitucional,  en  la  que  tan  ga- 
nosos  de  destruir  a  les  monjes  andaban, 
que  no  dudaron  en  derrotar  por  inmensa 
mayoría  de  diputados  a  su  propio  Gobier- 
no. El  varón  mederade  de  1835  era  decidi- 
damente  impío  y  enemigo  de  las  Ordenes 
religiosas.  Basta  conocer  al  impío  Conde 
de  Toreno,  uno  de  los  primeres  jefes  del 
partido. 


410 


CAPI  IL  LO   ^i:fii.mi 


Muchos,  cuando  en  sus  conversaciones 
públicas  y  privadas  trataban  del  incen- 
dio de  los  conventos,  no  la  condenaban 
como  debían,  sinó  que  la  excusaban,  y 
explicaban  como  naturales  sus  causas. 
Nada  de  indignación  por  ella,  nada  de 
amaro^a  reprobación.  Podria  citar  escri- 
tes privados  de  autores  harto  conocidos 
por  su  dulzura  de  caràcter,  en  este  punto 
simpatizandocon  larevolución.  Un  joven, 
atiliado  al  partido  moderado,  miliciano, 
el  dia  poco  posterior  al  incendio,  dia  en 
que  se  intento  asaltar  la  Aduana,  enca- 
róse  con  los  descamisados,  y  les  dijo: 
«Vaya,  chicos,  esto  ya  es  disparatar», 
(vaja,  minyons,  això  ja  es  gateixar). 
De  modo  que  atacar  la  Aduana  era  dis- 
paratar, y  así,  lo  anterior,  a  su  juicio,  no 
lo  seria  (1).  Un  vecino  de  Santa  Catalina 
me  conto  que  en  el  momento  del  incendio 
de  esta  iglesia  los  terrados  de  las  calles 
contiguas  se  hallaban  Uenos  de  gentes,  que 
contemplaban  la  escena  con  un  alborozo 
parecido  al  del  espectaculo  de  ver  elevar 
un  globo  (2).  Don  Simeón  Tuyet,  al  cual 
todos  hemos  conocido  sesudo  catedràtico 
del  Instituto  Provincial,  me  anadió:  «el 
-  pueblo  revolucionario  de  Barcelona  vió 
»con  tanta  alegria  la  quema  de  los  Con- 
»ventos,  que  el  dia  26  de  julio,  ó  sea  al 
»oti  o  dia,  iba  recorriendo  las  iglesias  y 
«conventos  incendiades,  y  decían  las 
»gentes:  «vamos  à  seguir  los  monu- 
»mentos».  Yo  lo  vi,  y  lo  oi»  (3).  El  Vapor, 
diario  de  esta  ciudad,  el  dia  10  de  agosto, 
o  sea  dieciséis  dias  después  del  incendio, 
escribia  a  la  faz  de  esta  ciudad:  «5in 
»duda  alguna  el  peor  síntoma  de  nuestra 
«situacion  es  la  simultanfeidad  con  que 
>  ocurren  semejantes  crímenes  (los  asesi- 
■onatos  de  frailes),  y  la,  sinó  universal, 
»mu3'  general,  indiferència  con  que  son 
»presenciados,  referidos  5'  oidos.  Gran 
»dano  ha  recibido  la  moral  de  una  aso- 


(i)     Me  lo  conto   D.   Víctor   Gebhardt  en  Bar- 
celona a  19  de  febrero  de  i8go. 

(2)  Relación    de    D.    Francisco   Canyellas    en 
Barcelona  a  17  de  diciembre  de  1882. 

(3)  En  Barcelona  en  19  de  agosto  de  1880. 


»ciacion  (de  una  Sociedad)  política,  cuan- 
»do  se  muestra  la  opinion  en  tal  estado». 
No  por  esto  intento  sostener  que  la  mayo- 
ria  de  la  ciudad  tomarà  parte  en  la  ejecu- 
ción.  Nada  de  esto:  los  ejecutores  fueron 
muy  pocos,  como  diré  muy  luego,  però  sí 
muchos  simpatizaron  con  los  extermina- 
dores, y  si  no  con  los  criminales,  ni  con 
los  incendios  y  los  asesinatos,  sí  con  la 
extinción  de  los  conventos. 

Tampoco  puedo  ni  debò  negar  que  la 
grey  catòlica  sintió  profundamente  el 
hecho,  y  profundamente  se  afligió,  de 
modo  que  hubo  personas  y  familias  que 
hicieron  grandes  sacrificios  y  afrontaren 
manifiestos  peligros  para  salvar  religio- 
sos. Al  ver  el  incendio  «mi  abuela  y  mi 
»madre  lloraban,  escribe  un  testigo  ocu- 
»lar,  mi  padre  estaba  conmovido  y  las 
«sirvientas  de  casa  también»  4).  Otro  tes- 
tigo entonces  muy  nino  escribe:  «Una 
»idea  vaga  tengo  del  trastorno  que  había 
»en  la  casa  y  el  estado  de  angustia  de  mi 
»familia.  Como  en  suenos  se  me  repre- 
»senta  el  resplandor  rojizo  que  iluminó 
»un  alto  paredón  que  se  veia  desde  la 
»azotea  de  mi  casa;  y  el  horror  que  se 
»pintó  en  las  facciones  de  mi  madre  al 
»ver  pasar  por  delante  del  balcón  dos 
»frailes  que  à  todo  córrer  buscaban  su 
»salvación»  (5).  Però,  por  regla  general, 
ante  la  avasalladora,  audaz  e  insultante 
ola  de  odiós  contra  los  frailes,  los  buenos 
estaban  acobardados.  En  la  relación  del 
hecho  material  del  incendio  y  asesinatos, 
que  pronto  seguirà,  podrà  el  lector  certi- 
fïcarse  de  los  apuros  que  proporcionaba 
a  los  frailes  fugitives  la  cobardía  y  temor 
a  compromisos  de  aquelles  a  cuyo  ampa- 
ro  acudían.  Allí  vera  cuànto  y  cuànto  se 
multiplicaban  los  peligros  al  dar  con 
puertas  amigas  que  este  temor  cerraba, 
o  una  vez  abiertas,  de  pronto  nuevamente 
repelía.  Adelante  también,  alleer  la  rese- 
na  de  los  insultes  que  por  dequieraantes 

(^)  D.  Francisco  de  P.  Capella  en  el  Diario 
Catalàn  del  2í  de  julio  de  1891. 

(5)  Diario  de  Barcelona  del  9  de  febrero  de 
1908,  pàg.  1729. 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     1835 


411 


del  atentado  llovían  por  nuestras  calles 
sobre  los  religiosos,  nadie  salía  a  recha- 
zar  aquellas  palabrotadas  y  a  defender  a 
los  frailes  insultados.  iPobres!  Vivían  en 
verdad  del  modo  que  ya  Cristo  Sefior 
Nuestro  predijo  a  los  Apóstoles  de  su 
doctrina:  Ecce  mitto  vos  sicut  agtios  in- 
ter  lupos  (1):  «Os  envio  como  corderos 
entre  lobos. »  Y  aunque  tal  temor  y  cobar- 
día  no  merezcan  aplauso,  perfectamente 
se  explica  por  la  entonces  desapoderada 
intolerància  de  los  partidàries  de  la  tole- 
rància, quienes  por  leves  motivos  infli- 
gían  penas  exorbitantes,  y  aun  por  su 
misma  mano  privada  terriblemente  casti- 
gaban.  Baste  recordar  que  los  senores  de 
Ortega,  vecinos  inmediatos  del  convento 
de  trinitarios  calzados,  y  en  cuya  casa  se 
salvo  gran  parte  de  esta  comunidad, 
tuvieron  después  por  este  hecho  que 
expatriarse;  y  así  podrían  alegarse  otras 
pruebas.  Sí,  sí,  es  la  verdad  que  si  la  ma- 
yoría  del  pueblo  barcelonès  no  quería  el 
incendio  y  el  asesinato,  deseaba  el  exter- 
minio  de  los  conventos  y  de  sus  comurii- 
dades. 

Si  se  dudase  de  si  Barcelona  profesaba 
ideas  liberales,  aquí  estan  palabras  de 
Llauder  que  disipan  la  duda:  «En  este 
>^lugar  es  del  caso  recordar  que  el  Conde 
»de  Espafla  con  todo  su  poder,  y  a  pesar 
»de  haber  elegido  para  jefes  y  capitanes 
Ȉ  los  principales  individuos  de  la  noble- 
»za,  no  pudo  lograr  en  Barcelona  el  alis- 
»tar  en  la  milícia  de  voluntarios  realistas 
»màs  que  el  número  de  empleades  por  el 
»Ayuntamiento  en  encender  los  faroles  y 
»empedrar  las  calles;  y  este  hecho  que 
»todos  recuerdan,  suministra  otra  prueba 
»de  la  opinion  pública  de  aquella  ciu- 
»dad»  (2). 

Que  aquí  habían  dado  fondo  después 
de  la  caida  del  Conde  de  Espafía  gran 
número  de  amnistiados  de  otras  partes, 
nos  lo  dijeron  arriba  los  continuadores  de 
la  Historia  de  Espana  de  Lafuente,  y 
ademàs    claramente  lo   indica  Llauder. 

(i)     Evangolio  de  S.  Lucas.  Cap.  X,  ver.  3. 
(j)     'Sícmorias...,  cit.,  pags.  59  y  60. 


Recuérdense,  sinó,  las  líneas  de  él  arriba 
copiadas:  «Como  el  Conde  de  Espana, 
»dice,  y  la  mayor  parte  de  los  jueces  y 
»los  tribunales  montados  A  su  influjo, 
»habían  limitado  A  tal  punto  la  amnistia, 
»que  apenas  se  había  conocido  en  Catalu- 
»na  el  beneficio  de  aquel  acto  dirigido  al 
»consuelo  y  la  union  de  todos  los  espano- 
>-les,  se  me  presentaren  las  reclamacio- 
»nes  a  millares,  y  por  millares  hice  cèsar 
»los  confinamientos,  destierros,  presidies 
»y  prisiones  en  las  càrceles  que  por  mi 
»mismo  visité»  (3). 

Las  pasiones  políticas  ascendían  enton- 
ces a  grades  muy  altos  de  exaltación, 
grades  que  hoy  no  comprendemos,  mate- 
rializados  todos  como  nos  hallamos,  des- 
enganados  de  los  pelítices  de  la  libertad, 
estafades  (permítaseme  el  bajo  vocable) 
como  hemos  sido  por  los  apóstoles  de  la 
revolución,  quienes  atienden  solo  al  me- 
dro  personal.  Centóme  mi  amigo  Don 
Juan  Miret,  abogade  y  propietario  de  Ta- 
rragona, que  el  dia  siguiente  del  incen- 
dio paseaba  él  con  un  sener  por  la  acera 
oriental  de  la  Rambla  de  Capuchines,  o 
del  Centre,  cuande  acertó  a  pasar  per  el 
arroyo  de  la  occidental  una  patrulla  de 
infanteria  de  ejército  conduciendo  un 
fraile  a  Atarazanas.  Iba  éste  entre  filas, 
y  tras  de  él  un  paisano  de  blusa  dando 
garrotazos  al  pescuezo  del  religiose,  sin 
que  ni  el  oficial  ni  los  soldades  hicieran 
de  elle  el  menor  caso,  siguiendo  su  mar- 
cha  regular.  Miret,  indignado,  dice  a  su 
cempafiero:  «Mira,  mira,  ino  ves  aquella 
»infamia?»  Este  le  contesto  con  termines 
indeceroses  que  no  reproduzco,  diciende 
este  pensamiento:  «que  se  fastidie».  El  tal 
companere  de  Miret  después  ha  ocupado 
altas  posicienes  en  Espana.  En  cambie  a 
un  magistrado,  al  cual  dicho  sefior  Miret 
visito  aquelles  dias,  le  halló  casi  desma- 
yado  del  trastorno. 

El  mismo  sefior  Don  Juan  Miret,  en  los 
días  que  mediaron  entre  el  incendio  de 
los  conventos  y  el  asesinato  de  Bassa, 
hallAndose  en  Barcelona  en  una  visita  oyó 


[■!,)     Mcmotias...,  cit.,  pàg.  -15. 


412 


LIBRO     TIORCERO. CAPITUI-O     SKPIIMO 


decir  que  habíasido  aprehendido  un  chico 
carlista  apodado  L'E.^tiídiniit  murri,  s 
que  se  le  iba  a  fusilar  (1).  Don  Juan,  re- 
cién  salido  de  las  aulas  de  Jurisprudència, 
hubo  de  observar  que  antes  del  fusila- 
miento  procedia  la  formación  de  causa; 
y  tal  observación  de  tal  modo  alborotó 
a  uno  de  los  concurrentes,  que  tildó  de 
carlista  a  Don  Juan,  tilde  que  entonces 
valia  un  gran  insulto,  y  las  senoras  tuvie- 
ron  que  templar  el  dicho  de  Miret  y  bus- 
carle  explicación  agradable  al  exaltado 
liberal.  Para  estos  un  carlista  estaba 
fuera  de  toda  ley:  los  romanes  llamàranle 
un  cxlex  (2).  Basta  leer  las  ordenes,  ban- 
dos  y  proclamas  de  la  autoridad,  y  allí, 
como  apunté,  no  se  les  nombra  con  otros 
nombres  que  de  infames,  rebeldes,  ban- 
didos,  salteadores,  ladrones,  asesinos, 
etc.  Y  en  la  guerra  tanto  los  de  un  bando 
como  los  de  otro  fusilaban  desapiadada- 
mente  a  todo  prisionero,  como  dije  arriba 
en  el  capitulo  I  de  este  libro.  Hiela  la 
sangre  en  las  venas  leer  en  el  Diario  de 
Barcelona  las  largas  listas  oficiales  de 
los  aprehendidos,  con  la  colectilla  de  que 
han  sido  o  van  a  ser  fusilados.  Los  pobres 
carlistas  que  vivían  en  las  poblaciones 
liberales  tenían,  o  que  tomar  el  fusil  para 
combatir  a  los  suyos,  y  ser  los  primeres  en 
acudir  al  toque  de  la  corneta,  o  huir  a  los 
suyos  o  al  extranjero  con  la  consiguiente 
ruina  de  sus  intereses.  Y  en  cambio  los 
pobres  liberales  que  moraban  en  tierras 
dominadas  por  los  carlistas  tenían  que 
venirse  a  las  ciudades  liberales;  por  cuya 
causa  éstas  adquirían  un  tinte  liberal  vcwxy 
marcado.  La  exaltación  llegaba  al  extre- 
mo. A  tal  punto  alcanzaba  la  crueldad, 
que  los  fusilamientos  servían  de  temas  de 
bromas,  las  que  resultaban  altamente 
repugnantes.  He  aquí  la  prueba  que  se 
lee  en  el  Diario  de  Barcelona  del  23  de 


(i)  Se  Uamaba  Miguel  Arqués,  y  fué  fusilado 
en  [8  de  agosto  de  183';  después  de  Juzgado  por 
una  comisión  militar.  Diario  de  Barcelona  del 
iS  de  agosto  de  183^. 

(2)  Relación  necna  en  Barcelona  a  los  14  de 
iunio  de  1S89. 


Octubre  de  1834.  Se  refiere  al  fusiiamien- 
to  de  Romagosa  y  de  un  cura. 

«  4- 

vRomagosa  y  su  recto-  ^ 

»Pagaron  su  mereci-  ) 

»Porque  hubiera  ofendi-      ) 
»A  la  reina  y  nuestro  hono- 

»Romaperra  hiva  cobar- 
»E1  Rector  hiva  valien-        ) 
»Por  su  digno  Pretendien-  i 
»En  la  calle  con  alar- 

»Esto  me  dijo  un  Ami- 
»Que  los  condujo  al  Supli-  ) 
»En  medio  de  gran  bulli-     * 
»Alegrandose  conmi- 

>:Y  de  resultas  de  aques- 
»Se  descubriràn  cosa-  ) 

»De  facciosos,  cuyas  tra-    ) 
»Dios  pone  de  manifies- 

»E1  M.  G. 


do 


te 


de: 


zas  '  to 


(3). 

Muy  pronto  entro  la  división  entre  los 
liberales,  llamàndose  unos  progresistas 
y  otros  nioderados,  es  decir,  acentuóse 
esta  división;  }•  unos  a  otros  se  detestaren 
como  antes  detestaban  a  los  realistas. 
Aquella  sociedad  liberal  debe  graduarse 
de  un  mar  de  encrespadas  olas  de  des- 
apoderadas  pasiones  políticas.  Mís  anos, 
ya  no  cortos,  me  proporcionaren  alcan- 
zar  aún  algo,  y  aiin  mucho,  de  aquel 
triste  espectaculo,  en  que  unos  se  hacían 
matar  por  su  ideal  revolucionario  ave- 
riado  y  ficticio,  y  otros  por  otro  no  mas 
apreciable  ni  menes  liberal. 


ARTICULO   SEXTO 

LOS  PERIÚDICOS 

Que  en  les  tiempos  modernes  uno  de 
los  grandes  motores  de  las  opiniones  y 
de  los  movimientes  polítices  reside  en  la 
prensa  periòdica,  viene  reconocido  por 
todo  hombre   detado  de   vista;   interesa 


(?)    Pà; 


KSTADO     DE     BARCELONA     EN     1835 


413 


harto,  pues,  conocer  aquí  los  periódicos 
de  Barcelona  de  1835.  Eran  tres;  a  saber: 
el  Diavio  de  Barcelona,  El  Vapor  y  El 
Cataldit.  Tratemos  de  ellos  separada- 
mente. 

Databa  el  primero  de  1792,  aün  vive, 
però  como  todo  en  el  mundo  està  sujeto 
a  variación,  no  pocas  han  ocurrido  al 
Diario.  Su  forma,  emperò,  siempre  per 
maneció  la  misma,  a  saber,  la  de  cuader 
no  de  0'22  X  0'15  metros  de  magnitud 
Constaba  en  1835  de  ocho  paginas,  y  en 
ellas  se  contenia  el  santó  del  dia;  la  noti 
eia  de  la  iglesia  del  jubileo,  llamado  aquí 
las  citareiita  lioras;  las  observaciones 
meteorológicas;  las  noticias  extranjeras, 
aunque  esto  solo  raras  veces;  los  partes 
oficiales  de  la  Capitania  General;  noticias 
de  Madrid  y  de  otros  puntos  de  Espana, 
copiadas  de  otros  periódicos  o  de  docu- 
mentos  oficiales;  la  cotización  de  la  bolsa; 
el  «Articulo  de  oficio»,  formado  de  la 
copia  de  documentos  de  la  Gaceta  de  Ma- 
drid; las  noticias;  la  sección  titulada 
Noticias  particulares  de  Barcelona,  que 
contenia  artículos  de  fondo  bastante  ra- 
ros,  suscritos  por  solas  iniciales,  artículos- 
comunicados,  avisos  oficiales,  aperturas 
de  registro,  embarcaciones  llegadas,  fun- 
ciones de  iglesia,  libros  en  venta,  ventas, 
alquileres,  pérdidas,  nodrizas,  sirvientes, 
hallazgos  y  teatros.  Carece  de  gaceti- 
Ua,  porque  creería  el  diarista,  que  así 
llamaban  al  director,  que  a  los  habitantes 
de  la  Ciudad  no  hay  que  contaries  lo  que 
pasó  en  el  seno  de  ella.  De  esta  resefía 
de  materias  resulta  que  casi  todo  en  el 
Diario  era  oficial. 

Los  arliculos  de  fondo  y  los  comunica- 
dos  tratan  de  Ortografia,  de  Arquitectu- 
ra, del  còlera,  de  teatros,  etc;  y  aunque 
su  después  director  Don  Juan  Mafié  escri- 
be  que  este  periódico  no  se  hizo  politico 
hasta  1854  d),  en  la  Opoca  que  aquí  histo- 
rio no  dejaha  de  echar  su  cuarto  a  espa- 
das  en  las  cuestiones  de  aquel  terreno, 
como  lo  demuestran  los  siguientes  títulos 


(i)     iJiario  Jc   Baicelona   del   jí  de  diciemhre 
de  iNq2,  p;ig.  15099. 


de  algunos  escritos.  En  el  Diario  del  11 
de  diciembre  de  1834  se  lee  un  articulo  de 
fondo,  de  sabor  liberal,  titulado:  Deia 
opiíiióii.  En  el  del  7  de  enero  de  1835  otro 
titulado:  Palriotisuio  (palabra  que  en- 
tonces  significaba  liberaiismo),  en  el  que 
el  escritor  se  muestra  así  enemigo  del 
absolutismo  como  de  la  revolución  fiera. 
Y  el  tema  del  Patriotismo  sigue  en  un 
segundo  articulo  en  el  Diario  del  10  de 
enero  y  en  un  tercero  en  el  del  14  En  el 
Diario  del  15  del  mismo  enero  de  1835,  en 
un  articulo  titulado:  El  justa  mcdio,  aca- 
ba de  demostrar  que  su  opinión  o  partido 
es  el  liberal  moderado.  En  varios  núme- 
ros del  propio  enero  y  de  febrero  del  35 
estampa  unos  artículos  en  forma  de  car- 
tas  cruzadas  entre  dos  fingidos  carlistas, 
el  fin  de  los  cuales  consiste  en  convèncer 
al  pueblo  de  que  el  deseo  y  empeno  de  los 
carlistas  es  dividir  a  los  liberales,  y  van 
por  lo  tanto  enderezadasa  unirà  los  libe- 
rales, ridícula  afiagaza  de  losmoderados, 
que  a  la  sazón  ocupaban  el  poder,  y  à la 
que  los  exaltades  no  dieron  oidos.  En  los 
Diarios  del  19  de  febrero  y  7  de  marzo  de 
1835  van  sendas  fingidas  cartas  de  carlis- 
tas en  favor  del  justo  medio,  y  por  lo 
mismo  contra  los  exaltados.  En  el  Diario 
del  3  de  abril  se  lee  otro  articulo  suscrito 
por  los  nombres  unidos  de  los  dos  fingidos 
carlistas  de  arriba,  inculcando  que  los 
periodistas,  por  la  condición  de  tales,  no 
merecen  màs  crédito  que  cualquier  otro 
hijo  de  vecino,  empeno  que  demuestra 
que  al  Diario  le  molestaban  las  noticias 
o  declaraciones  de  algun  su  colega,  el 
cual  no  habiendo  entonces  periódicos 
carlistas,  no  podia  ser  otro  que  uno  de 
ideas  avanzadas.  Y  efectivamente,  en  el 
Diario  del  12  del  mismo  abril  se  replica 
al  progresista  El  Cataldit,  al  que  habían 
sentado  mal  las  conclusiones  del  Diario 
del  3.  En  abril,  mayo  y  junio  publicanse 
tres  artículos  bastante  templados,  llama- 
dos  «Reflexiones  sobre  el  caràcter  de  la 
«guerra  civil*.  En  estos  tiempos  se  leen 
allí  artículos  sobre  otras  materias,  tales 
como  Bellas  Artés,  la  òpera  La  Norma, 
etc.  En  resumen,  el  Diario  era  decidido 


414 


LIBUO    Tr.ItCKRO.  — CAPITULO    SEPTIMO 


isabelino,  liberal,  moderado,  aunque  no 
tomaba  en  la  lucha  tanta  parte  como  El 
Vapor ,  periódico  moderado  también,  però 
de  batalla. 

Para  màs  y  mds  probar  la  verdad  de  la 
calificación  que  do}'  al  Díario,  y  al  mis- 
mo  tiempo  que  dicho  Diario  detestaba 
lasmatanzas  criminales  de  frailes, resumo 
aquí  su  articulo  comunicado  del  número 
del  18  de  enero  de  1835,  firmado  por  «Un 
verdadero  liberal».  En  él  se  pone  en  las 
nubes  la  amnistia,  calificàndola  de  base 
de  la  unión  y  felicidad  de  losespanoles,  y 
creyendo  que  desdeaquel  dia  el  mantó  de 
ella  queda  extendido  sobre  liberales  y 
serviles  y  sobre  leales  y  afrancesados. 
De  aqui  deduce  la  necesidad  de  acabar  la 
guerra  civil,  para  lo  que  dice  hay  que 
combatir  con  las  armas,  «y  al  propio 
«tiempo  no  engrosar  sus  filas  {las  de  los 
M'arlistas)  ni  aumentar  el  número  de  sus 
»ocultos  partidarios,  cien  veces  mas  temi- 
»bles  que  los  que  se  baten  en  campo 
»abierto.  Persígase  de  muerte  al  que 
»osare  contrariar  la  marcha  augusta  del 
»reinado  de  Isabel...;  però  protéjase  al 
»mismo  tiempo  con  todo  esmero  al  hom- 
»bre  honrado  y  pacifico  que  cumple  reli- 
»giosamente  con  su  deber  y  obligacion. 
»Es  preciso  no  perder  de  vista  que  de  un 
«hombre  indiferente  puede  hacerse  con 
»la  mayor  facilidad  un  enemigo  ó  un 
»amigo,  segun  la  conducta  que  se  obser- 
»ve  con  él...»  Aflade  que  los  enemigos 
acuden  al  maquiavelismo  de  ocultarse 
bajo  el  velo  de  una  extremada  exaltación 
«por  las  mismas  instituciones  que  a  man- 
»salva  soca  van»  (1). 

Otro  articulo  del  Diario  del  24  de  mar- 
zo  del  mismo  1835  se  queja  de  aquellos 
liberales  que  se  entretienen  en  «inspirar 
»desconfianza  de  las  autoridades»  propa- 
lando  un  dia  por  medio  de  impresos  <iqiie 
»UM  ciudada)io  pacifico,  iin  honrado  pa- 
»dre  de  familias  es  conducido  desde  síí 
»tranquila  morada  d  un  hediondo  cala- 
>•>boso  sin  formacion  de  causa,  niientras 
y>q%ie  el  conspirador  trabaja  con  desca- 


(>)     Pàgs. 


»ro...»  Y  otro:  <.<Que  enjatnbres  de  frailes 
))>corren  de  poblacion  en  poblacion  ya  con 
jeste ya  con  el  otro  pretexto».  Condena 
el  Diario  el  proceder  de  tales  impre- 
sos (2),  y  con  ello  las  causas  de  los  mo- 
tines. 

Però  de  donde  màs  resulta  su  desapro- 
bación  de  las  violencias  sangrientas  es 
del  articulo  titulado:  «Reflexiones  acerca 
»el  estado  de  politica  é  higiene  pública 
»en  nuestra  actual  situacion»,  publicado 
en  11  de  agosto  de  1834,  o  sea  luego  de  la 
matanza  de  Madrid,  en  el  cual  se  lee: 
«Enmudezca  pues  el  que  por  ignorància 
»crasa  ó  por  malicia  abominable,  per- 
»vierte  al  humilde  artesano  y  el  corazon 
»de  la  crédula  mujer,  manifestàndoles  que 
»esta  plaga  (el  còlera)  es  un  mal  político, 
»que  sus  hechos  lo  evidencian,  y  que  su 
»remedio  està  en  lo  político.  Los  tales 
»pretenden  imbuyendo  estàs  perversas 
«doctrinas  con  fútiles  razones,  envolver 
»la  pàtria  que  les  vió  nacer  en  los  horrores 
»de  una  anarquia  fatal.  Esperamos  justa- 
»mente  que  los  Gefes  que  estan  à  nuestro 
»£rente  haràn  lo  posible  para  desvanecer 
»y  contener  tamanos  atentados,  que  si 
«triunfaran  del  justo  medio  y  de  las  leyes, 
»solo  servirían  para  recordar  de  la  Espa- 
»na,  cual  de  otra  infeliz  Palmira,  el  ado- 
»rado  nombre»  (3). 

El  Diario  de  Barcelona,  pues,  a  fuer 
de  buen  moderado,  combatia  las  matanzas 
de  frailes  o  actos  violentos;  però  {com- 
batia igualmente  la  supresión  lenta  y 
pacífica  de  los  conventos,  cuyodeseo  ani- 
daba  en  el  animo  de  los  moderados,  y 
aun  era  obrado  por  las  manos  de  ellos? 
No  recuerdo  haber  encontrado  en  ningu- 
na  parte  del  Diario  de  entonces  una 
palabra  de  reprobación.  Insertaba  las 
leyes  que  la  preceptuaban,  y  callaba. 
rlPor  qué  callaba?  ;Por  prudència?  iPor 
connivencia?  Lo  ignoro;  y  al  hombre  rec- 
to  le  està  vedado  entrar  en  las  concien- 
cias  ajenas;  però  debò  recordar  un  relato 
de  la  revolucion  de  Valencià  del  5  ó  6  de 


(2)  Pàg.  66o. 

(3)  Pàgs.  1874  y  sigs. 


ESTADO     DE     BARCELONA     EN"     1 C 


415 


agosto  del  mismo  1835,  que  en  su  lugar 
copiaré,  la  que  ciertamente  no  habla  en 
favor  del  Diario  que  sin  comentario  la 
insertó  íl). 

El  Diario  en  su  sección  de  anuncios 
parece  carecer  de  conciencia  y  del  debido 
amor  y  respeto  a  las  ordenes  religiosas. 
Esta  sección  parece  un  campo  abierto  y 
de  nadie,  donde  todo  nacido  puede  inser- 
tar  sus  absurdes  3'  maldades,  ya  que  allí 
se  leen  los  anuncios  de  obras  detestables, 
anuncios  evidentemente  escritos,  no  por 
el  Diario,  sinó  por  los  mismos  anuncian- 
tes.  Aquí  produzco  la  prueba.  En  el  Dia- 
rio del  27  de  julio  de  1834  va  sin  la 
menor  salvedad  el  elogio  de  Jeremías 
Béntham,  del  cual  el  índice  romano  en 
1826  y  1828  había  prohibido  dos  obras.  En 
el  Diario  del  18  de  agosto  de  1834  se  lee: 
«Sigue  abierto  el  gabinete  de  figuras  de 
»cera  al  natural  en  la  calle  Nueva  de  San 
»Francisco,  mim.  14,  cuarto  bajo,  con  la 
»nueva  figura  de  la  hermosa  Venus»  (2). 

El  niimero  del  24  de  diciembre  del  mis- 
mo afio  de  1834  y  el  de  10  de  marzo  de 
1835  insertan  el  anuncio  de  las  «Institu- 
»ciones  del  Derecho  Canónigo  por  Do- 
»mingo  Cavalario  reimpresas  exacta- 
»mente  del  texto  latino  publicado  por  su 
»autor,  para  el  uso  de  las  Universidades 
»del  Reino,  con  arreglo  à  la  R.  O.  de  S.  M. 
»del  30  de  setiembre  de  1834.  Esta  obra 
»en  dos  tomos  en  8.°  se  vende  en  la  ofici- 
»na  de  este  periódico»  (3).  Esta  obra  fué 
prohibida  por  la  Congregación  del  índice 
por  decreto  de  27  de  enero  de  1817. 

El  Diario  del  12  de  enero  de  1835  anun- 
cia la  venta  del  libro  «Moral  universal,  ó 
»deberes  del  hombre  fundades  en  la  na- 
»turaleza;  obra  escrita  en  francès  por  el 
»Harón  de  Holbach,  y  traducida  al  caste- 
>'llano  por  don  Manuel  Diaz  Moreno...» 
El  Arzobispo  de  Valencià  prohibió  todas 
las  obras  de  Holbach  en  1825. 


(1)  Diario  del  u  de  agosto  de    185Í,  pàfís.  de 
1787  a  17S,), 

(2)  Pàgs.  1035  y  10^6  del  de  i8í^.   v   p;ig.  5S1 
del  181;;. 

(?)     Pàg.  293c. 


En  12  de  febrero  de  1835  los  editores 
de  la  '<Correspondencia  periòdica  sobre 
Ciencias  y  Artés»  insertan  en  el  Diario 
un  anuncio  en  elogio  de  la  filosofia  posi- 
tiva, llamando  inmortal  a  Augusto  Comp- 
te. Por  decreto  del  índice  de  12  de 
diciembre  de  1864  fue  prohibido  el  titula- 
do  Cours  de  pliilosophie  pòsit ive,  de  este 
autor. 

En  el  Diario  del  13  de  junio  de  1835  se 
lee:  «Libros  =  Z,os  Exterminadores  ó  pla- 
»nes  combinades  por  los  enemigos  de  la 
»libertad  para  dominar  la  espècie  huma- 
»na  bajo  el  mentido  pretesto  de  defenso- 
»res  del  altar  y  del  trono,  por  D.  Joaquín 
»de]  Castillo  3'  Ba3'one  (debc  decir  Mayo- 
hiie;  autor  pésiíiio).  Cuando  una  faccion 
»esterminadora  enmascarada  con  la  reli- 
»gion  que  desconoce  se  empena  mas  que 
»nunca  en  llevar  al  cabo  sus  fementidos 
»planes  de  destruccion  y  sumirnos  otra 
»vez  en  el  horrendo  caos  del  despotisme, 
»de  donde  cemo  por  encanto  acabamos 
>:'de  salir:  es  conveniente  y  aun  obligato- 
»rie  presentar  al  publico  un  cuadro  que 
»mostrande  el  legitimo  derecho  del  hom- 
»bre  en  Sociedad  y  la  indispensable  exis- 
»tencia  de  la  religion  en  armonía  con  la 
fclibertad,  tal  cual  la  adquirimos  de  los 
»Apóstoles,  patentice  al  mismo  tiempo 
»las  bàrbaras  intenciones  de  los  estermi- 
«nadores,  las  atrocidades  cometidas  ya 
»por  ellos  desde  la  antigüedad  bajo  el 
»pretesto  de  defender  la  fé,  los  medios  y 
»ardides  de  que  se  han  valido  para  domi- 
»nar  la  espècie  humana,  y  como  se  han 
»hecho  duenos  de  los  imperiós,  de  las 
»haciendas  3-  de  las  vidas.  Véndese  en  las 
»librerias  de  Indar...»  (4). 

Este  anuncio  lo  repite  el  Diario  el  dia 
29  de  julio  de  1835. 

Dejemos  aquí  al  Diario  para  encon- 
trarle  de  nuevo  cuando  ha3•an  ardido  los 
Conventos. 

El  Vapor.  He  aquí  su  titulo:  «El  Va- 
por.—/'fr/dí/Zcr?  politico,  literario  y  mer- 
cantil de  Cataluna.  Publicado  bajo  los 
auspicios  de  S.  E.  cl  Capitan  General, 

(j\)     Pàgs.  1307  y  1508. 


416 


I.IERO    TERCERn.  —  CAPITULO    SEPTI.Mr 


dedicació  al  Ministcrio  del  Fomento  Ge- 
neral del  Reino. 

Vió  la  luz  pública  el  22  de  marzo 
de  1833.  Al  principio  no  salía  màs  que 
los  martes,  viernes  y  sàbados  por  la 
mariana.  Desde  el  3  de  julio  de  1834  salió 
los  domingos,  martes,  jueves  y  viernes. 
Al  primer  dia  de  enero  de  1835  se  hizo 
diario.  Su  primer tamanomedia  0'41X0'29, 
però  desde  23  de  noviembre  de  1833  creció 
un  poco,  o  sea  hasta  medir  0'44  X  0'32 
metros.  Contaba  solo  con  cuatro  pàginas, 
divididas  en  tres  columnas.  Se  despacha- 
ba  en  la  librería  de  Gorchs,  bajada  de  la 
Càrcel,  en  la  de  A.  Bergnes  y  Comp.*'', 
calle  de  Escudillers,  número  13,  donde 
residia  la  Redacción  y  la  Imprenta  del 
mismo  periódico;  però  en  el  número  del 
28  de  mayo  de  1835  se  lee  que  *E1  despa- 
»cho  de  este  periódico  se  ha  trasladado  à 
»la  misma  calle  de  Escudillers,  núm."  10, 
»en  la  imprenta  y  librería  de  M.  Rivade- 
»neyra  y  C.*» 

Contiene  articulo  de  fondo;  revista  de 
ambos  mundos,  o  sea  del  extranjero;  de 
Espana,  la  que  comienza  por  las  noticias 
oficiales;  noticias  de  Barcelona,  cuyo  pri- 
mer lugar  ocupa  lo  oficial;  revista  de 
periódicos;  alcance,  o  sea  última  hora; 
y  el  folletín  del  pie  de  la  pàgina,  que 
trata  principalmente  de  teatros.  No  tiene 
gacetilla.  Así  es  que  en  las  hojas  de  este 
diario  se  hallan  numerosos  articulos  de 
fondo,  comunicados,  anuncios  de  funcio- 
nes de  teatro,  de  las  de  toros,  de  las  de 
caballos,  de  las  ventas  de  libros,  de  la 
Capitania  del  Puerto,  de  la  loteria  mo- 
derna, de  comercio,  de  cotizaciones  de 
genero;  però  no  de  funciones  de  igle- 
sia  (1). 

Pertenecía  al  partido  liberal  moderado, 
però  en  modo  mucho  màs  decidido  que  el 


(i)  Examiné  y  estudié  líl  Vapor  en  el  Archi- 
vo  municipal  de  Barcelona.  La  fecha  de  su  apari- 
ción  la  deduje  del  número  del  22  de  marzo  de 
1834,  pàg.  3.  donde  dice  que  celebra  el  aniversa- 
rio  de  su  aparición:  luego.  pues,  salió  por  vez  pri- 
mera en  igual  dia  del  1833.  En  dicho  Archivo  esta 
el  periódico  incompleto. 


Diario.  Este,  al  manifestarse  tal,  parece 
obedecer  a  la  necesidad  que  le  obliga  a 
salir  de  su  natural  alejamiento  de  la  polí- 
tica; aquél  nació  para  defender  el  mode- 
rantismo,  entonces  triunfante,  bien  que 
combatido  por  el  partido  exaltado.  No 
trata  de  cosas  de  Religión  como  no  sea 
en  los  articulos  de  fondo  para  combatirla, 
o  en  otros  para  a  un  tiempo  combatir  y 
alabar,  entendiéndola  a  su  antojo  para 
con  su  interpretación  dar  en  rostro  con- 
tra algun  eclesiàstico.  En  los  tiempos  en 
que  van  estos  capitules,  el  moderantis- 
mo,  como  llevo  escrito  3'a  arriba,  pro- 
fesaba  profunda  impiedad  y  diabòlica 
soberbia;  però  por  infernal  prudència 
llamàbase  católico  y  fingia  profesar  el 
màs  puro  catolicismo.  Conveníale  así 
para  embaucar  al  clero  y  al  pueblo  sen- 
cillo,  entonces  aún  muy  cristiano.  Los 
escritos  liberales  de  este  tiempo  adolecen, 
por  regla  general,  de  crasa  ignorància,  y 
si  alguno  luce  inusitada  erudición  històri- 
ca, està  falto  de  rudimentària  lògica.  El 
grande  y  poderoso  argumento  repetido 
por  el  liberalismo  para  deslumbrar  al  tam- 
bién  ignorante  pueblo,  consiste  en  mote- 
jar a  los  antiliberales  de  enemigos  de  las 
Ciencias,  Artés  y  Comercio,  y  de  defenso- 
res interesados  de  la  ignorància  general, 
para  así  dominar;  però  solo  en  motejar, 
no  en  probar.  Este  tan  mentido  argumen- 
to lo  esforzaba  con  decir  que  los  enemigos 
del  liberalismo  pretendían  evitar  la  for- 
maciòn  de  la  clase  media,  volviendo  la 
Sociedad  a  los  tiempos  medios  en  que 
solo  había  senores  feudales  y  vasallos. 
Y  el  pueblo  ignorante,  y  siempre  incli- 
nado  a  siniestra  parte,  creia  lo  que  leia 
en  letras  de  molde,  entonces  en  los  prin- 
cipios  del  periodismo,  tenidos  por  oràcu- 
los.  Quizà  algun  lector  califique  de  apa- 
sionado  este  mi  concepto.  Càlmese,  y 
antes  de  juzgarle  sírvase  leer  los  textos 
que  a  seguida  voy  a  copiar,  3'  use  de 
paciència  al  repasarlos,  recordando  que 
su  duda  me  obliga  a  la  inserciòn  de  tan 
pesadas  pàginas,  pàginas  cuyo  examen 
por  muchas  semanas  constituyó  mi  mayor 
tormento. 


ESTADO    UE    BARCELONA    EN     I C 


417 


En  largo  articulo  del  número  del  10  de 
enero  de  1834,  titulado:  La  Europa  mo- 
ral, dice:  «Nada  tiene  de  estrano  que 
«dividida  la  Europa  intelectual  entre  los 
»escolàsticos  que  querian  mantener  el 
»atraso,  y  los  filósofos  que  aspiraban  al 
»último  progreso,  convirtiese  en  política 
»esta  cuestion  religiosa  y  literària. 

«Dedúcese  de  lo  que  hemos  dicho  el 
«verdadero  aspecto  que  presenta  la  Euro- 
»pa  moral.  No  se  busque  el  origen  de  las 
«revoluciones  en  las  causas  materiales, 
»donde  se  ha  creido  hallar,  sinó  en  el  em- 
»peno  de  unos  para  someter  al  pueblo  à 
»la  estèril  inspiracion  de  hombres  atrasa- 
»dos,  y  en  el  conato  de  otros  para  hacerle 
^patentes  esta  ambicion  é  interès.  Como 
»no  es  fàcil  que  se  circunscriba  à  lo  que 
«dicta  la  templanza  filosòfica  ó  la  humana 
«razón,  quiere  traspasar  la  línea  demar- 
«cada  por  la  sabiduría;  y  si  bien  no  fuera 
«difícil  disuadirle  de  este  error,  precipí- 
»tale  la  irritación  que  le  causa  la  tenaci- 
»dad  de  los  que,  revelàndose  contra 
«gobiernos  legítimos,  pretenden  sumer- 
«girle  de  nuevo  en  las  tinieblas. 

«Empiece  el  clero  de  Europa  por  recu- 
«perar  el  sacerdocio  de  las  ciencias;  olvide 
«los  principies  científicos  que  recuerdan 
»el  írivimn  y  el  quatriviuin  de  la  edad 
«media,  y  hallarà  un  poderoso  aliado  en 
»la  secta  filosòfica.»  (Burdísiíuo  eiigailo, 
pensar  qitc  la  secta  filosòfica  ha  de  ser 
Hunca  aliada  del  clero).  «Entonces,  la 
«Europa  moral  mudarà  de  aspecto,  tem- 
«plaran  los  sabios  la  efervescència  de  los 
«proyectos  políticos,  y  las  clases  levíticas 
»llenaràn  nuevamente  la  augusta  mision 
«de  iluslrar  ;l  los  pueblos,  y  no  la  porfía 
»de  mantenerles  en  el  atraso  y  la  servi- 
«dumbre.  Porque  necesarias  son  para  su 
«salud  la  cultura  que  les  revel.i  su  digni- 
»dad,  y  la  religion  que  les  enseüa  su 
»deber 

»iTan  malo  seria  para  el  clero  meridio- 
»nal  adquirir  conocimientos  vastos,  y 
«hacer  de  ellos  un  uso  desinteresado  y 


«discreto?  rTan  malo  constituirse  la  única 
«fuente  de  donde  los  recibiesen  las  demAs 
«clases  del  Estado?»... 

El  tal  articulo  deja  en  muy  mal  lugar 
al  clero,  y  en  buen  lugar,  respecto  a  ilus- 
traciòn  y  utilidad  para  el  pueblo,  a  los 
filósofos.  Resulta  de  él  que  el  clero  està 
atrasado  y  es  rutinario;  que  busca  tira- 
nizar  y  sacar  emolumentos,  mientras  que 
los  filósofos  ilustran  al  pueblo,  y  dan 
resultados  físicos  y  mecànicos  útiles  por 
màs  que  tengan  extravíos. 

En  el  número  de  18  de  enero  de  1834, 
tratando  de  la  imprenta  y  a  ella  refirién- 
dose,  escribe:  «cQuién  no  la  admira  en  los 
«esfuerzos  de  las  sociedades  bíblicas,  y 
«de  otras  que  proponiéndose  el  mismo 
«objeto  reparten  liberalmente  por  el  pue- 
»blo  útiles  tratados  de  economia  domés- 
«tica,  de  mecànica  indústria  ò  de  prove- 
«chosa  moral?» 

Dice  en  el  número  del  31  del  mismo 
mes  y  afio:  «No  nos  alucinan  los  que 
«inconsideradamente  buscan  la  pompa  de 
«un  triunviro  ò  el  militar  aplauso  de  un 
«dictador,  y  compadecemos  detodo  cora- 
«zon  à  los  que  confian  retrogradar  al 
«despotismo  de  Carlos  II,  ò  al  ramillete 
«de  anarquías  que  componían  el  régimen 
«feudal. « 

Un  largo  articulo  de  fondo  se  lee  en  el 
número  del  25  de  febrero  de  1834,  del  cual 
son  las  siguientes  líneas:  «Defendimos 
«que  no  había  justo  medio  en  Espana 
«cuando  el  ministerio  se  desviaba  del 
»razonable  centro  para  ladearse  à  un 
«extremo  perjudicial.  El  que  ahora  existe 
«trata  de  colocarse  en  tal  situacion  que 
«nos  salve  de  la  anarquia  y  el  despotis- 
»mo...  Las  sociedades  no  pueden  pres- 
«cindir  de  las  clases  medias  en  su  orga- 
«nizacion,  y  ya  demostramos  en  otro 
«número  cuan  ilusorio  y  sandío  es  el 
«proyecto  de  los  que  quisieran  borrarlas 
«de  la  lista  civil  para  reducir  nuevamente 
«las  naciones  à  los  dos  antiguos  cuarteles 
«deseíïores  y  pecheros...» 

En  15  de  abril  estampaba  El  Vapor 
estàs  líneas:  «El  ultimo  suspiro  de  Fer- 
«nando  fué  la  sefial,  fiotó  por  los  aires  la 


418 


1,1  nuo     lERCERO.  —  CAPI  TL' LO 


«bandera  apostòlica,  bajaron  à  sostenerla 
»los  màs  safios  montaneses  de  la  sierra, 
»los  arteros  salteadores  de  la  llanura, 
«proclamàronla  los  individuos  del  clero 
»que  se  precian  de  intolerantes  y  fanà- 
»ticos...  En  vano  les  dijéramos:  se  tra- 
»ta...  Y  respondieron:— Nunca  para  nos- 
»otros  el  trono  de  Isabel  serà  legitimo, 
»puesto  que  nos  niega  el  ejercicio  del 
»mando  civil  que  de  derecho  compete  A 
;;los  ministros  de  la  religion.  No  quere- 
»mos  artes,  no  queremos  ciencias,  no 
»queremos  trafico  comercial...  Os  preciais 
»de  tolerantes  y  pacíficos,  sin  advertir 
»siquiera  que  es  una  herei'ía  esa  toleran- 
»cia  hipòcrita.  iQué  hubiera  sido  de  la 
»Iglesia  catòlica  si  no  la  defendieran  las 
»cruces,  sambenitos  y  hogueras  de  tantas 
»sociedades  heréticas...?>' 

Y  diga  el  imparcial:  ^esto  puede  llamar- 
se  buena  fe?  iQué  clero,  quésacerdole  ha 
ensenado  que  a  él  corresponde  el  ejerci- 
cio del  mando  civil? 

En  el  número  del  3  de  mayo  del  mismo 
34  dice:  «Cuando  observamos  que  no  cal- 
xma  el  espíritu  revolucionario»  {debiera 
decir  antïrrcvolucioiiario)  «de  una  parte 
»del  clero  espanol  al  ver  brillar  el  arca 
»de  nuestra  alianza  política»  (así  llama  al 
Estatuto  real;;;.'!!)  «no  nos  es  dable  com 
»prender  que  espècie  de  utilidad  se  pro- 
»pone  de  su  arrojo,  aun  suponiendo  que 
»pudiese  coronarle  la  victorià.  Porque  no 
»creemos  que  el  donoso  plan  de  reformar 
»el  mundo  segun  las  bases  pechera  y 
»senoril  de  las  edades  intermedias  alucine 
»à  otros  individuos  de  su  gremio  que  à 
»los  que  se  mantienen  tan  agrestes  como 
»antes  de  dejar  la  labranza  ò  los  talleres 
»para  meterse  en  el  claustro » 

En  el  número  de  25  de  septiembre 
de  1834  empieza  una  sèrie  de  articulos 
sobre  los  «Bieiies  eclesïdstícos»,  en  los 
cuales  amontona  disparates,  de  los  que 
anotaré  algunos:  «Hemos  indicado,  dice, 
»que  el  clero  se  ha  de  reducir,  y  de  nin- 
»guna  manera  despojar.  Lo  primero  es 
»una  medida  estadística;  lo  segundo  una 
»providencia  arbitraria.  Si  consta  de  cien 
»individuos  y  bastan  cincuenta  para  el 


»consuelo  espiritual  de  los  espanoles, 
»entran  sucesivamente  en  el  tesoro  los 
»bienes  de  una  mitad 

»Mi  reino  no  es  de  este  mundo,  dijo 
»Jesucristo,  y  mandó  al  sacerdote  vender 
»las  haciendas  que  poseia,  y  distribuir  su 
»valor  à  los  pobres  para  alcanzar  la  per- 
»feccion  del  apostolado...»  Falsísimo  que 
Jesús  mandase  al  sacerdote  vender  sus 
bienes;  indico  emperò  que  debían  ven- 
derlos  los  que  aspirasen  a  ser  perfectos. 
Anade  que  Constantino  y  Licinio  por 
edicto  de  321  permitieron  a  los  eclesiàsti- 
cos  adquirir  y  poseer,  «època  en  que 
»empezó  à  manifestarse  la  ambicion  leví- 
»tica.  Olvidaron  algunos  presbíteros  los 
»preceptos  de  Jesucristo...»  Luego  aduce 
dichos  de  Santos  Padres  y  ieyes  contra 
la  ambicion  de  sacerdotes,  textos  que 
indudablemente  van  dirigides,  no  contra 
el  uso  de  los  bienes,  sinó  contra  su  abu- 
so. Declama  el  articulista  contra  las 
riquezas  de  toda  clase  de  los  eclesiàsti- 
cos,  suponiendo  que  éstas  llegaron  a 
grandísima  cuantía  en  los  primeros  siglos 
de  la  Edad  media.  «La  supersticion,  inse- 
»parable  de  la  ignorància,  era  un  manan- 
»tial  fecundo  é  inagotable  de  nuevas 
»adquisiciones.  Vióse  en  aquellos  días  el 
»abuso  de  negar  tierra  sagrada  &  los  cris- 
»tianos  que  morían  sin  legar  à  la  Iglesia 
»alguna  demostracion...  Los  gobiernos 
»creyeron  atajar  el  mal  fijando  en  una 
»décima  parte  el  valor  de  estàs  demos- 
»traciones,  sin  considerar  que  al  cabo  de 
»diez  generaciones  el  tal  reglamento 
»ponía  en  manos  del  clero  todos  los  bie- 
»nes  de  la  cristiandad.»tPuede  darsemàs 
insigne  mala  fe  ò  màs  crasa  ignorància, 
imperdonable  en  el  que  escribe?  Los  diez- 
mos  no  se  sacaban  del  capital  de  las 
fincas,  sinó  de  sus  productos.  Este  primer 
articulo  de  su  sèrie,  si  por  un  lado  pre- 
senta al  clero  como  un  monstruo  de  ambi- 
cion e  injustícia,  por  otro  exhibe  la  gran 
ignoi"ancia  del  autor.  En  una  nota  dice 
que  tales  abusos  no  pasaban  en  Espana. 

En  un  segundo  articulo  sobre  la  misma 
matèria,  el  que  se  halla  en  el  número  del 
28  de  septiembre  de  1834,  escribe:  «Los 


KSTADO    DE    BARCELO.VA    EN     1835 


419 


»jubileos  fueron  otro  manantial  fecundo 
»para  Roma  y  sus  ministros»  por  las 
muchas  dàdivas  de  los  peregrinos.  «Al 
»diezmo  agrego  Alejandro  II  las  primi- 

»cias Ademàs    los    eclesiàsticos    de 

»aumentar  sus  bienes,  resolvieron  con- 
»servarlos  vedando  su  enajenacion...» 

«Pasaremos  en  silencio  otros  medios 
»de  que  se  valió  el  clero  para  fomento  de 
»sus  posesiones.  Baste  decir  que  se  acre- 
»centaron  en  términos  que  el  obispo  Juan 
»de  Palafox,  canonizado  por  Clemen- 
»te  XIII  (falso,  falsísimo),  escribia  à 
«Inocencio  X  (1650),  que  había  hallado 
«entre  los  jesuitas  de  Portugal  casi  todas 

»las    riquezas    del    reino »  (('Risstmi 

teueatis,  amici?) 

Que  Montesquieu  «calcula  que  bajo  las 
»tres  dinastías  de  los  monarcas  de  Fran- 
»cia,  el  clero  había  recibido  tres  veces  las 
»tierras  de  todo  el  reino.»  Y  aquí  el  màs 
lerdo  pregunta:  ino  pudiendo  el  clero 
enajenar,  ni  robàndole  como  no  le  roba- 
ban  ni  desatnortisahan  los  gobiernos  sus 
bienes,  cómo  se  efectuaba  el  milagro  de 
recibir  segunda  y  tercera  vez  los  mismos 
bienes?  Ademàs  resultaria  de  aquí  que 
Francia  se  compondría  entonces  de  regi- 
mientos  de  propietàries  con  sotana  o 
sayal,  y  unos  enjambres  de  mendigos. 
jCuànta  osadía  y  desvergüenza  en  los 
escritores  revolucionarios,  y  cuanta  igno- 
rància y  estupidez  supone  en  los  lectores 
de  sus  escritos! 

«...Roma  disparo  este  singular  argu- 
«mento:  «Siendo  Dios  dueno  absoluto  de 
»los  bienes  de  la  Iglesia,  tambien  debe 
»serlo  el  Vicario  de  Dios  en  la  tierra*. 
»Una  decretal  de  Clemente  IV  estableció 
«semejante  proposicion  hàcia  mediados 
»del  siglo  XIII  ..  La  prodigalidad  de  indul- 
«gencias  promovió  el  alzamiento  de  Lu- 
»tero...» 

«Error  fuera  deducir  de  lo  dicho  que 
»se  ha  de  disponer  de  los  bienes  eclesiàs- 
»ticos  ó  de  la  clase  que  los  posee  ni  mas 
»ni  menos  que  un  conquistador  de  las 
iprovincias  que  somete  í\  su  imperio,  y 
«matèria  prestarà  a  un  tercer  articulo  lo 
»que  exigen  la  pàtria  y  la  justícia  en  el 


»modo  de  verificar  lo.  Ojalà  logremos... 
«prevenir  de  tal  suerte  la  opinion  de 
«nuestros  lectores  que  se  evite  toda  tro- 
«pelía  al  orden  civil  y  desacatos  de  suma 
«trascendencia  al  régimen  moral.» 

jDonoso  modo  de  evitar  la  tropelía  y  el 
desacato  publicar  una  furiosa  diatriba 
contra  los  dichos  bienes  y  presentarlos 
como  hijos  de  repugnantes  rapiiïas  de  sus 
poseedores  legítimos! 

Como  el  articulista  pertenecia  al  par- 
tido  moderado,  y  por  lo  mismo  había  de 
nadar  entre  dos  aguas,  en  el  tercer  arti- 
culo sobre  los  bienes,  al  venir  a  templar 
sus  aceros  de  los  dos  primeros,  reconoce 

«la  legítima  propiedad  de  tales  bienes 

«puesto  que  semejante  arbitrio  sobre  ata 
«car  ahora  la  de  los  eclesiàsticos  amagarà 
«la  de  muchos  individuos  y  asociaciones 
«del  Reino.  iCuàntos  se  han  enriquecido 
»a  la  sombra  de  los  abusos  que  permitía 
«el  Gobierno  absoluto?....» 

En  fin,  no  puedo  aburrir  al  lector  trans- 
cribiéndole  aquí  todos  los  errores  y  san- 
deces  del  escritor,  y  así  me  limito  a 
copiar  la  consecuencia  pràctica  que  saca 
de  lo  escrito,  y  la  medida  que  a  su  sentir 
debe  tomar  el  Gobierno  respecto  de  los 
bienes  del  clero:  «Las  riquezas  del  clero 
»han  servido  para  muelles  regalos,  escan- 
«dalosas  pompas  }•   temporales  grande- 

«zas Arbitrariedad  seria  arrebatarles, 

«però  benèfica  medida  la  que  limitàndo- 
»les  à  una  estension  prudente,  3'  a  un 
«estipendio  contribucional,  les  inutilizara 
«para  ser  instrumento  contra  el  Estaüo, 
»se  aprovechase  de  ellos  í\  favor  de  la 
«deuda  común,  y  los  dejase  en  términos 
«que  no  solo  sufragasen  a  la  manutencion 
«de  los  ministros  y  cenobitas  existentes, 
«sinó  í\  su  justo  decoro  y  a  las  comodida- 
«des  que  sirven  de  recompensa  y  estimulo 
»à  una  vida  estudiosa  y  meritòria. 

«Espana  pues  se  encuentra  en  la  situa - 
»cion  de  convèncer  à  todos  los  partidos 
«de  que  el  espíritu  filosófico  de  su  reforma 
«es  muy  superior  al  vulgar  choque  de 
«pasiones  bajas,  que  insensiblemente  con- 
«ducen  ;l  la  espoliación  y  al  desorden. 


420 


LIBRO     TERCERO. CAPITULO     SEPTIMO 


»Disminúyase  la  clase  eclesiàstica  hasta 
»el  número  estadistico  que  matematica- 
»mente  le  competa;  practíquese  esta  dis- 
»minucion  sin  violència  ni  desdoro  si- 
»guiendo  privado  el  gremio  levítico  de 
»acrecentar  sus  individuos:  entren  de  esta 
»suerte  en  el  erario  los  bienes  de  tal  ó 
»cual  convento  que  se  suprima  por  sí  mis- 
»mo;  y  en  breve  quedarà  reducido  al 
«volumen  conveniente  y  con  rentas  de 
»su  propiedad  natural  que  liberalmente 
»acudan  à  sus  urgencias  y  halago.  Así  se 
»logran  los  objetos  à  que  aspira  sin  faltar 
»en  manera  alguna  à  lo  que  exigen  am- 
»bas  legislaciones,  la  evangèlica  y  la  civil. 
»Limítase  el  clero  A  la  competente  esten- 
>^sion,  corresponden  à  ella  los  haberes 
»que  le  restan,  impónese  aun  sobre  estos 
»el  debido  tributo  al  César,  é  ingresan 
»en  el  tesoro  los  refuerzos  de  que  tanto 
«necesita  para  rehabilitar  su  crédito  y 
»sostener  la  reforma. 

»Otros  crearan  mejor  que  se  obligue  al 
»clero  à  estinguir  la  deuda,  ó  à  sostener 
>;à  expensas  suyas  50.000  hombres  en 
«campana;  però  no  advierten  que  esto 
»fuera  capitular  con  los  viciós  estadísti- 
»cos  que  le  echamos  continuamente  en 
»rostro.  Como  preveemos  el  rumbo  que 
»en  orden  à  esto  podran  tomar  las  ideas, 
»insistimos  en  que  su  reforma  es  necesa- 
»ria  al  Estado,  y  útil  à  su  propio  interès 
«mientras  se  practique  por  medios  de 
«suavidad»  (He  aquí  la  ctfra  de  toda  la 
idea  moderada:  Itacer  la  revolucïón, 
però  con  stiavidad)  «y  justícia»  (revolu- 
cionaria). «;Seria  justo  arrancar  de  las 
»tapias  de  un  convento  al  que  ha  pronun- 
»ciado  sus  votos  para  morir  lejos  del  si- 
»glo?  No  lo  fuera.— iSería  justo  aplicar 
»despues  de  su  muerte  al  erario  los  bie- 
»nes  que  consumia?  Sin  duda  alguna. — 
»En  el  primer  caso  se  ataca  à  un  indivi- 
»duo:  en  el  segundo  se  atiende  imparcial- 
»mente  à  una  reforma». 

Estos  artículos  merecen  el  titulo  de 
furibunda  diatriba  contra  el  proceder  de 
lalglesia  y  sus  Pontifices,  acusàndoles  de 
ladrones  de  los  bienes  del  pueblo,  para 


cuyo  robo  se  valen  aquéllos  de  medios 
ilícitos,  faltando  en  esto  a  las  terminantes 
prescripciones  del  Antiguo  y  Nuevo  Tes- 
tamento;  diatriba  llena  de  falsedades  his- 
tóricas;  diatriba  digna  de  un  protestante 
bilioso,  furioso,  sin  temperamentos  ni 
modificaciones  mas  que  en  los  medios  de 
llegar  a  su  fin.  Dejan  ver  toda  la  idea  de 
la  revolución  contra  las  ordenes  religio- 
sas,  que  consistia,  no  en  robar  sus  bienes, 
dejàndolas  a  ellas  en  pie,  sinó  en  acabar 
con  ellas  y  apoderarse  de  sus  bienes; 
los  progresistas  querían  que  se  perpeti  a- 
se  por  la  violència,  y  los  moderados,  con 
orden  y  suavidad. 

No  sé  ni  quiero  prescindir  de  copiar  el 
siguiente  articulo  de  El  Vapor  del  26  de 
diciembre  de  1834  en  que  el  autor  se  mues- 
tra  clara  y  netamente  partidario  de  los 
jansenistas.  Es  herético;  dice  así: 

«Fuerza  es  repetir  lo  que  otras  veces 
»hemos  indicado  en  orden  à  la  complica- 
»cion  de  afectos  é  intereses  que  tienen 
^dividida  la  Europa  meridional.  No  por 
»espíritu  de  partido  aconsejamoslarefor- 
»ma  permanente  y  sòlida,  sinó  por  el 
»convencimiento  de  que  una  exaltacion 
>mo  harà  màs  que  encender  otra  exalta- 
»cion.  El  progreso  filosófico  de  los  cono- 
»cimientos  humanos,  si  bien  en  general 
»ha  sido  útil  à  la  cultura  de  los  pueblos, 
»no  ha  dejado  de  multiplicar  las  sectas,  de 
»clasificar  à  los  hombres  sin  inspiraries 
»en  cambio  la  apacible  tolerància  que 
»debiera  suplir  al  fraterno  vinculo  de  una 
»sola  creencia.  Desde  que  Bacon  de  Veru- 
»lamio  les  sugirió  la  idea  del  método 
»analitico,  entregàronse  al  estudio  libres 
>del  fàrrago  aristotélico  que  entorpecia 
«anteriormente  sus  potencias.  Desapare- 
»ció  aquella  lujosa  clasificación  mas  bien 
«inventada  para  deslumbrar  que  para 
»ins';ruir;  buscàronse  por  un  instinto  na- 
>•>\.\ira.\\a.vcrdad  religiosa  y  la  política, 
»y  un  celo  tan  ardiente  de  saber,  en  me- 
»dio  de  descubrimientos  provechosos, 
»difundió  màximas  erróneas,  doctrinas 
»audaces,  intempestives  alardesde  incre- 
»dulidad. 
»En  vano  algunos  varones  doctos  re- 


ESIADO     DE     BARCELONA    EN     1 S  5 :; 


421 


»unidos  en  una  casa  religiosa  quisieron 
»oponer  A  la  lucha,  que  se  anunciaba 
»entre  los  partides  del  sofisma  y  los  de  la 
»omnipotencia  pontifícia,  una  instruccion 
»sólida  y  amena,  una  piedad  consoladora 
»y  persuasiva,  un  gusto  para  las  artes  y 
xlas  ciencias,  rico  de  sabor  y  de  útica 
»pureza.  Pudieron  mas  las  pasiones  que 
»la  razon,  la  tirania  cortesana  que  la 
»mansedumbre  evangèlica.  Estos  sabios 
»de  Puerto  Real  cultivaron  tambien  las 
«ciencias  eclesiàsticas  bajo  un  plan  ilus- 
»tradamente  filosófico.  En  vez  de  decla- 
»rarse  apóstoles  de  la  intolerància  y  del 
«abuso,  procuraren  resucitar  las  modes- 
»tas  virtudes  de  los  antiguos  discípulos  de 
«jesucristo.  Recomendaron  con  la  prac- 
»tica  y  el  ejemplo  el  estudio  de  los  monu- 
«mentos  de  la  antigUedad  cristiana,  y 
«empezaron  a  separar  del  dogma  y  de  la 
»moral  de  la  Iglesia  las  impertinentes 
»cuestiones  con  que  los  envileciera  el 
»gótico  aristotelismo  de  las  aulas.  No  es 
«posible  pintar  la  energia  de  los  cortesa- 
»nos  de  Roma  para  impedir  el  filosófico 
»progreso  de  esta  corporacion,  que  ya 
»contaba  en  su  seno  à  los  primeros  varo- 
»nes  delmundo.  Destruyéronla  y  queda- 
»ron  duenos  del  campo  el  escolasticismo 
»y  la  Inquisicion,  los  cuales  en  vez  de 
»asegurar  la  victorià  A  la  Santa  Sede,  no 
«hicieron  mas  que  descorrer  el  velo  de 
«ciertos  abusos,  enfiaquecer  su  espiritual 
»infiuencia  y  debilitar  el  imperio  de  la  Re- 
«ligion  verdadera. 

»Desapareció  entonces  la  filosofia  cris- 
»tiana;  no  era  ya  tiempo  de  que  pudiese 
»el  aristotelismo  reemplazarla,  y  usurpa- 
»ron  su  lugar  las  peligrosas  doctrinas  de 
»Bayle,  Spinosa,  Hume  y  sus  numerosos 
»sectarios.  Estos  hombres  renovando  la 
»escuela  escèptica  introdujeron  la  duda, 
»como  único  elemento  moral.  Empeflados 
»en  dar  i'i  la  filosofia  una  base  de  pura 
y>negacioii,  y  en  que  la  gran  piràmide  del 
»raciocinio  liumano  se  sostuviese  sobre 
»su  punta,  desperdiciaron  el  ingenio  colo- 
»cando  la  parte  afirmativa  de  las  cosas 
»junto  a  la  iieí^ativa,  casando  la  teoria 
»con  la  objccioii,  y  presentando  con  igual 


«vehemència  elpro  y  la  contra.  Sembra- 
«ron  de  esta  suerte  la  duda  perpetua, 
>^madre  del  materialismo,  la  esterilidad  y 
«la  indiferència.  He  aquí  la  secta  filosó- 
«fica  que  ha  contribuido  à  difundir  las 
«màximas  de  un  saber  mas  brillante  que 
«solido,  y  las  teorias  de  un  deseo  esen- 
«cialmente  sensual.  Las  ciencias  han  sido 
«admirables  para  halagar  este  delicado 
«sensualismo;  però  àridas  ya  y  desdeno- 
«sas  para  el  consuelo  del  corazon  hu- 
«mano. 

«Y  entre  tanto,  ;cómo  han  enmendado 
«su  antiguo  error  los  defensores  de  la 
«potestad  romana?  Estableciendo  unos 
«principios  no  menos  intolerantes  que  en 
»el  siglo  XVII.  Oigase  à  Mr.  Bonald,  y  se 
«veràn  reproducidos  con  mas  ó  menos 
«ingenio  los  propios  argumentes  que  se 
«emplearon  contra  el  Obispo  cèlebre  de 
«Iprés,  y  los  cultos  sabios  de  Puerto  Real. 
«Los  unos  quieren  considerar  à  la  Reli- 
«gion  como  un  freno  pueril  o  un  mero 
«adorno,  los  otros  como  un  medio  de  en- 
«grandecimiento  y  dominio ,  ninguno 
«como  el  consuelo  del  corazon  y  la  f  uente 
«de  las  virtudes  sociales,  la  recompensa 
«del  justo. 

«No  es  mucho,  pues,  que  un  filosofismo 
«incrédulo  y  un  apostolicismo  fanàtico 
«hayan  enconado  los  ànimos  en  mengua 
»de  la  Sociedad  y  el  Evangelio.  Agré- 
«guense  A  estos  elementos  de  discòrdia 
«los  que  resultan  del  progreso  artístico, 
«de  la  decadència  agrícola,  de  la  audàcia 
«mercantil,  de  cuanto  contribuye,  en  una 
«palabra,  a  multiplicar  necesidades  y  A 
«crearlas  igualmente  costosas  entre  el 
«grande  y  el  hidalgo,  el  banquero  opu- 
«lento  y  el  industrioso  menestral,  y  se 
«penetrarà  como  las  causas  físicas  se 
«unen  A  las  morales  para  mantener  un 
«perpetuo  vaiven.  Este  vai'ven  es  la  du- 
»da  política,  así  como  la  increditlidad  la 
>\filosófica.  De  aquí  la  grave  cuestion  de 
«la  independència  y  el  despotisme,  cues- 
«tion  santa  y  benèfica  cuando  la  razon  la 
«ilustra;  però  desoladora  y  terrible  cuan- 
»do  las  pasiones  la  ensaflan.  Por  desgra- 
«eia  de  los  hombres,  al  propio  tiempo 


422 


LIEKO    TEUCEUO.  CAPrïULO     SEPTIMO 


»que  sostenida  por  varones  llustres  y 
»eminentes,  se  ve  apoyada  de  muchos 
»que  quisieran  convertiria  en  fecunda 
»mina  de  ambiciones  y  venganzas.  Es 
»necesario  olvidarlas  si  no  queremos 
»incurrir  en  el  error  del  siglo  xvii.  No 
»menos  hostil  es  el  aspecto  de  la  Europa 
»físicaque  el  de  la  Europa  moral;  la  divi- 
»sion  existe;  inflamables  son  las  mate- 
»rias;  y  como  continuemos  en  sacudir  la 
»tea  de  las  pasiones,  la  llama  que  en  ellas 
»prenda  convertirà  a  los  reinos  en  ines- 
»tinguibles  volcanes.  iQué  nos  conviene 
»pues  para  evitarlo?  El  Evangelio  puro, 
«respecto  del  mundo  moral;  y  en  órden 
»al  político,  un  monumento  tan  concilia- 
»dor  como  el  Estatuto,'un  trono  tan  bené- 
»fico  y  justo  como  el  de  Isabel». 

íPueden  darse  mils  claros  errores,  un 
espíritu  màs  contrario  al  de  la  Iglesia 
Santa,  infalible  maestra  de  verdad,  una 
defensa  màs  paladina  de  los  herejes  de 
Port  Royal  o  sea  de  los  jansenistas,  un 
ataque  màs  rudo  contra  Roma?  Y  des- 
pués  de  tan  infundada  diatriba  fingida- 
mente  elevada  a  un  como  terreno  fïlosó- 
fico,  ipuede  leerse  sin  una  agria  carcajada 
el  ridículo  remedio  con  que  al  final  quiere 
atajar  los,  a  su  parecer,  males  que  deplo- 
ra? Cifra  el  remedio  en  el  Evangelio 
puro,  es  decir,  purificado  por  los  janse- 
nistas y  por  el  autor,  y  en  el  imperio  del 
Estatiito  y  el  reinado  de  Isabel  II.  Esta 
era  la  ciència  y  la  ortodòxia  de  los  mo- 
derados  de  1835,  a  saber:  ignorància, 
racionalismo  puro,  revolución  hecha  con 
orden  y  hambre  de  los  bienes  eclesiàs- 
ticos. 

El  mismo  periódico  patentiza  su  sentir 
al  ensalzar  a  los  moderados  en  el  articulo 
de  fondo  del  dia  2  de  mayo  de  1835,  donde 
escribe:  «Como  estàs  personas  se  precian 
»regu!armente  de  mesuradas  y  discretas, 
»no  menos  huyen  de  un  conventículo  mo- 
«nàstico,  que  de  un  club  jacobino». 

En  la  revista  de  periódicos  del  número 
del  8  de  mayo  copia  un  articulo  del  Eco 
del  Comercio,  periódico  progresista  de 
Madrid,  escrito  aquel  en  defensa  de  la 
devolución  de  los  llamados  bienes  nacio- 


nales  a  los  compradores  de  1820  a  23. 
En  la  revista  de  periódicos  del  número 
del  13  del  mismo  mes  inserta  un  articulo 
de  La  Abeja,  periódico  moderado  de  Ma- 
drid, en  el  que  resueltamente  se  aboga 
por  la  misma  devolución.  Y  sobre  el  mis- 
mo asunto  escribe  el  14  del  mismo  mayo 
de  1835:  «El  Estamento  de  Procuradores 
»del  Reino  ha  terminado  la  gran  cuestion 
»de  los  bienes  nacionales,  del  modo  que 
»el  publico  había  previsto.  El  dictamen 
»de  la  Comision  ha  sido  aprobado  por 
»una  gran  mayoría;  y  el  Ministerio  si  no 
»ha  logrado  hacer  prevalecer  su  opinion, 
»puede  lisongearse  de  que  generalmente 
»se  ha  hecho  justícia  à  sus  intenciones, 
»y  à  un  excesivo  miramiento,  dictado 
»por  su  posicion,  màs  que  por  simpatia. 
»E1  deseo  publico  ha  triunfado;  derrota 
»no  la  ha  habido  propiamente,  puesto 
»que  la  cuestion,  reducida  à  las  últimas 
«diferencias,  apenas  versaba  ya  màs  que 
»sobre  el  plazo;  y  este  esperamos  que  lo 
»obtendrà  el  Gobierno  por  medio  de  una 
«adicion». 

Así  se  retratan  ellos  mismos,  los  mode- 
rados, respecto  del  punto  de  la  devolu- 
ción de  los  bienes  dichos.  A  quien  desee 
adivinar  algunos  de  los  autores  de  las 
matanzas  de  frailes  e  incendio  de  conven- 
tos,  quizà  le  convenga  fijarse  en  el  empe- 
iio  de  los  compradores  en  recobrar  estos 
bienes,  empeflo  que  en  julio  de  1835  no 
habia  logrado  satisfacción. 

En  la  revista  de  periódicos  del  número 
del  dia  siguiente,  15  de  mayo  de  1835, 
copia  un  articulo  del  progresista  Eco  del 
Comercio  que  califica  de  «gran  triunfo» 
la  votación  del  Congreso;  «sin  embargo, 
>  aíiade,  nosotros  creemos  que  seria  pre- 
»ferible  otro  procedimiento....  Lo  màs 
»acertado  à  nuestro  juicio  fuera  llevar 
»adelante  la  extincion  decretada  por  las 
«Cortes  anteriores,  reservando  tan  solo 
»los  ocho  monasterios  que  entonces  se 
»exceptuaron». 

Publica  durante  el  mismo  mayo  una 
sèrie  de  artículos  «Sobre  los  medios  de 
conservar  el  Altar  y  el  Trono»,  y  en  el 
tercero  de  ellos  trata  de  la  libertad  de 


ESTADO    L•l 


ly   18;^ 


423 


cultos.  No  dice  claramente  que  pretenda 
esta  libertad,  però  sin  perjuicio  de  com- 
batir  allí  la  incredulidad,  fuertemente  de- 
clama contra  el  empleo  de  la  fuerza  para 
castigar  a  los  herejes  y  contra  la  Inquisi- 
ción,  y  encarece  los  principies  de  paz  de 
la  que  llama  ley  evangèlica;  con  lo  que 
el  menos  listo  entenderà  hacia  qué  lado 
cae  su  intención,  y  vera  el  sistema  mo- 
derado. 

En  el  número  del  24  de  febrero  de  1835 
insertó  el  anuncio  del  mal  libro  titulado: 
La  Moral  universal,  o  los  dcberes  del 
Jioiiibrc  fundados  eit  su  naturalesa,  por 
el  baróit  de  Holbach. 

El  Vapor,  à  pesar  de  pertenecer  al 
partido  moderado,  sentia  del  Jefe  de  él, 
o  sea  del  Sr.  Martínez  de  la  Rosa,  lo  que 
dicen  las  siguientes  lineas  de  él  copiadas: 
«Pues  enlonces,  ;de  dónde  nació  el  decir, 
»cuando  todavía  humeaban  los  cadàveres 
»del  17  de  julio,  que  el  Estatuto  Real  no 
»era  mas  que  un  punto  de  arranque  para 
»completar  la  grande  obra  de  Ja  regene- 
»racion  política?  El  arte  de  evitar  conspi- 
»raciones  y  asonadas  no  consistia  en 
»lisonjear  de  esta  suerte  à  ciertos  hom- 
»bres  poco  o  nada  estatutistas,  sinó  en 
>  castigar  de  fïrme  a  los  conspiradores  y 
«jacobinos-  ^;Lo  ha  hecho  el  benemérito 
xpersonaje  de  quien  hablamos?  (Martí- 
>->nez).  No  lo  ha  hecho,  y  por  lo  mismo  no 
»es  de  estrafiar  que  durante  su  adminis- 
»tracion  hayan  tornado  cuerpo  los  bandos 
»políticos,  se  hayan  dividido  los  animós, 
»y  se  hayan  restablecido  gran  número 
>:'de  sociedades  secretas,  introduciendo  la 
»exageracion  y  la  discòrdia  en  el  gremio 
«liberal»  (1). 

Terminaré  este  pàrrafo  dedicado  a  El 
Vapor  con  el  siguiente  juicio  que  de  él 
escribe  don  José  Mariano  Riera  y  Comas: 
<iEl  Vapor...,  ese  malhadado  periódico 
»con  su  cinismo  insultante,  con  su  desca- 
»ro  inimaginable,  con  sus  odiosas  menti- 
»ras  y  con  la  inajcuantable  perversidad 
»que  acompanara  seguramente  à  sus  re- 
«dactores  hasta  el  iniierno... 


(1)     El  \'af<or,  del  17  de  iunio  de  1855. 


»Casi  en  ninguna  època  han  usado  de 
»mas  desvergüenza  (esto  se  publícaba 
»eu  1849 j  los  periódicos  espanoles  que 
»en  1835.  Però  sobre  todos  ellos,  los  pe- 
»riódicos  moderades;  y  sobre  los  modera- 
»dos,  El  Vapor,  de  Barcelona,  era  el  mas 
»desvergonzado»  (2).  «Es  uno  de  los  perió- 
»dicos  que  mas  decididamente  hicieron 
»causa  común  con  los  revolucionarios 
•>•>i'cuaudo  lo  de  Bassa),  era  uno  de  aque- 
»llos  periódicos  cuyas  doctrinas  disolven- 
»tes  no  podían  leerse  sin  grave  peligro, 
»y  uno  de  los  mas  hipócritas  y  perturba- 
»dores  del  orden  que  en  aquella  època 
»se  conocieron»  (3). 

V^eamos  ahora  los  matices  de  El  Cata- 
Idit.  Se  titulaba:  <i•El  Catalan,  diario  de 
yypriticipios  y  progresos. — La  redacción 
>^se  lialla  establecida  en  la  calle  de  Tren- 
titaclaus,  número  primera,  pi  so  tercero». 

El  Vapor  del  28  de  septiembre  de  1834 
da  cuenta  del  prospecto  de  este  su  cole- 
ga,  y  anade  que  empezarà  a  salir  el  1.° 
del  próximo  octubre.  Ignoro  si  realmente 
en  tal  dia  vió  la  luz,  porque  la  única  colec- 
ción  de  él  que  logré  encontrar  empieza 
por  el  número  105  que  lleva  la  fecha  del 
viernes  17  de  abril  de  1835,  en  la  que 
realmente  veia  la  luz  pública  todos  los 
días.  De  su  número  105  deduzco  que  no 
saldria  en  1.°  de  octubre,  ya  que  de  ser 
así  al  17  de  abril  de  1835  le  correspondia 
el  199.  Consta  de  cuatro  pàginas  de  im- 
presión.  Su  tamaào  mide  0'35  X  0'25  me- 
tros, y  el  texto  va  repartido  en  tres 
columnas  de  metida  letra.  Contiene  ar- 
ticulo de  fondo,  noticias  extranjeras; 
noticias  de  Espana,cuyos  primeros  parra- 
fos  van  dedioados  a  la  parte  oficial  pro- 
cedente  del  Gobierno  central;  noticias  de 
Barcelona,  en  cuya  sección  vienen  las 
oficiales  de  las  autoridades  y  centros  de 
aquí,  con  ademàs  los  anuncios  de  libros, 
teatros,  etc  Carece  de  gacetilla;  y  termi- 
na con  una  sección  de  noticias  de  última 
hora,  sección  iiue  titula  Alcaucc.  En  la 

■     (j)     Misteriós  de  las  sectas  secretas,   tomo   1\'. 
pags.  3?5  y  530. 

(3)     Obra  cit.,  tomo  \'1I,  pàgs.  241  y  2^2. 


424 


LIGRO    TERCERO. — CAPITULO    SKPTIMO 


primera  pàgina  un  como  folletín  contie- 
ne  versos  y  otras  composiciones.  Su  re- 
dacción  estaba  en  la  calle  deTrentaclaus, 
número  1,  y  la  imprenta  era  de  Estivill, 
en  la  calle  de  la  Boria. 

De  que  El  Caíaldn  militaba  en  el  parti- 
do  progresista  responden,  ademàs  de  sus 
propios  escritos,  de  los  que  muy  luego  voy 
a  dar  muestras,los  nombres  de  sus  redac- 
tores. Su  primer  director  fué  don  Pascual 
Madoz  e  Ibafiez,  al  que  he  alcanzado  yo, 
viéndole  figurar  entre  los  progresistas  y 
hasta  ocupando  una  de  sus  poltronas 
ministeriales.  Después,  en  3  de  mayo  de 
1835,  se  separo  de  la  redacción,  y  en  el 
mismo  ano  vemos  figurar  como  redactor 
al  revolucionario  don  Ramon  Xauradó, 
con  el  cual  en  la  revuelta  de  1S35  topare- 
mos  harto,  y  quien,  al  fin,  murió  fusilado. 

Merecen  detenida  meditación  todas  las 
palabras  del  siguiente  comunicado  de 
Madoz: 

«Senor  Editor  del  Diario  de  Barcelona. 

»Muy  Sr.  mio:  suplico  à  V.  tenga  la 
»bondad  de  dar  cabida  en  su  apreciable 
Ȏ  instructivo  Diario  al  pequeno  articulo 
»que  acompano,  para  manifestar  al  públi- 
»co  mi  separacion  de  la  redacción  del 
^Catalan. 

»Soy  deV.  afectisimo  y  S.  S.  Q.  B.S.M. 
» — Pascual  Madoz  é  Ibaxez. 

»Como  redactor  principal  del  Cata- 
■f>lan  creo  de  mi  deber  manifestar  al 
»público,  que  desde  el  3  del  corriente  me 
»he  separado  voluntariamente  de  la  re- 
»daccion  de  este  periódico.  En  la  actual 
»lucha  de  los  partidos,  difícil  es  à  la  ver- 
»dad  desempenar  tan  delicado  cargo 

»Entusiasta  por  la  causa  de  Isabel  II, 
»enemigo  de  toda  asociacion  secreta,  sin- 
»cero  amante  de  la  libertad,  amigo  del 
»órden,  independiente  por  caràcter,  nun- 
»ca  escribí  ni  bajo  la  inspiracion  de  socie- 
»dades,  ni  bajo  la  influencia  de  persona 
»alguna.  En  mis  escritos,  leidos  sin  pre- 
»vencion,  se  encontrarà  la  doctrina  enun- 
»ciada  en  mi  profesion  de  fe  política, 
»consignada  en  los  nueve  primeros  nú- 
»meros  del  Catalan:  yo  responderé  à  los 
»Tribunales   de    cuantos  artículos  exis- 


>>ten  en  el  periódico;  y  el  hombre  que 
«invoca  la  ley,  tiene  la  conviccion  de  la 
»rectitud  de  sus  intenciones»  (1). 

Del  anterior  comunicado  resulta  un  pie 
para  sospechar  que  se  quiso  poner  a  El 
Catalan  bajo  la  influencia  de  alguna  So- 
ciedad secreta,  o  de  alguna  particular 
persona,  y  que  al  fin  este  empeno  triunfó, 
pues  voluntariamente  se  separa  de  la 
dirección  del  periódico  quien,  al  hacerlo, 
3'  como  si  indicarà  la  causa  de  su  separa- 
cion, anuncia  que  es  «enemigo  de  toda 
«asociacion  secreta»  y  que  «nunca  escri- 
»bió  ni  bajo  la  inspiracion  de  sociedades 
»ni  bajo  la  influencia  de  persona  alguna». 
Ademàs,  las  ideas  adelantadas  del  dicho 
diario  y  la  època  de  su  aparición  confor- 
tan  esta  sospecha.  Sin  embargo,  en  aras 
de  la  verdad,  debe  confesar  todo  impar- 
cial que  El  Catalan  se  entremeté  en  reli- 
gión  mucho  menos  que  El  Vapor,  pues 
apenas  trata  de  asuntos  de  ella,  mientras 
que  éste  los  manosea  mucho  y  muy  mal. 
Ideas  revolucionarias  abrigaban  los  pe- 
chos  progresistas,  però  los  moderados 
las  tenían  impías,  y  con  màscara  e  hipo- 
cresia. 

En  el  número  del  18  de  abril  de  1835 
se  leen  unos  versos  titulados:  «Letrilla 
satírica»,  las  cuales  letrillas  dicen  así: 

«A  todo  aquel  que  malgasta 
»el  tiempo  y  sueldo  que  pilla 
»en  paseos,  en  cafès, 
»en  mozas,  ó  baragilla, 
»Escobilla. 

»Si  es  un  carlín  conocido, 
»y  tan  ingrato  y  tan  bribon, 
»que  a  la  sordina  procura 
»dar  fomento  à  la  faccion, 
»Escobon. 

»A1  pobre  lego  que  siempre 
»fue  de  letra  bastardilla 
»y  por  seguir  la  corriente 
»le  dió  al  diablo  la  capilla, 
y>Escobilla. 

»A1  que  hipòcrita  encubriere 
»con  velo  de  religion 


(i)     Diario  del  ii  de  mayo  de  1835.  pàg.  104-?. 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN     1835 


42Ó 


»los  viciós,  y  porque  callen 
»clama  por  la  inquisicion, 
•>'>Escobou. 
»A1  bueno,  que  peco  cauto, 
»y  con  intencion  sencilla 
»traga  el  veneno  que  siembra 
»la  retrògrada  cuadrilla, 
y>Escobilln. 
»A1  que  à  titulo  de  Pàtria, 
»estravia  la  opinion 
»con  gritos,  y  que  desoye 
»el  consejo  y  la  razon, 
»Escobon. 
»A1  apàtico  vecino, 
»que  desvergonzado  chilla 
^>porque  vé  al  hijo  de  urbano 
»con  vigote  y  con  perilla, 
^Escobilla. 
»Y  sin  pretesto  vano, 
»mientras  pasa  el  nubarron 
»le  envia  à  tomar  los  aires 
Ȉ  Mompeller  o  Lyon, 
^Escoboii. 
»A1  sencillo  regidor, 
»ó  alcalde  de  monterilla, 
»que  por  miedo,  y  nada  mas, 
»no  dio  un  parte  de  cartilla, 
»Escobilla. 
»A  los  puntos  cardinales, 
»do  se  abriga  la  faccion, 
»que  almacenes,  hospitales 
»y  escondite  de  armason, 
»Escobilla  y  Escobou.  =  Observador»  (1). 

Tal  era  la  literatura  liberal  de  1834. 

Respecto  del  debatido  asunto  de  la  de- 
volución  de  los  bienes  de  monacales  a  los 
compradores  de  1821  a  1S23,  pretende  la 
devolución,  como  es  de  ver  en  el  número 
del  17  de  Abril  de  1835  y  otros  siguientes. 

En  el  número  del  3  de  Mayo  de  1835 
el  periódico  inserta  con  gusto,  para  que 
el  Gobierno  lo  medite,  un  comunicado  en 
el  que  se  dice  que  el  clero  ejerce  influen- 
cia decisiva  sobre  los  pueblos,  y  así,  que 
conviene  interesar  a  favor  del  Gobierno 
liberal  el  espaflol,  y  el  modo  de  lograrlo 
lo  manifiesta  con  las  siguientes  palabras: 

(i)     Número  del  i^i  do  abril  de  iSíí.   p;ig.  857. 


'<Interesele  pues  de  un  modo  material  y 
»sensible  en  la  pronta  destruccion  de  las 
»gavillas  de  malhechores  que  infestan 
»nuestro  pais,  y  pronto  veremos  el  tér- 
»mino  de  la  guerra  desastrosa  que  soste- 
»nemos.  Si  se  hicieran  recaer  todos  ó  la 
»mayor  parte  de  los  gastos  estraordina- 
»rios  de  la  guerra  sobre  el  estado  Ecle- 
»siàstico,  es  decir  sobre  aquella  porcion 
»del  clero,  cuya  riqueza  es  escesiva  com- 
»parada  con  sus  necesidades,  tal  vez 
»pronto  veríamos  cèsar  la  necesidad  de 

»tales  gastos El  clero  es  sin  duda  el 

»que  tiene  en  general  menos  necesidades 
»y  mas  riquezas,  y  en  consecuencia  puede 
«suportar  mejor  que  los  demàs  contri- 
»buyentes  los  estraordinarios  recargos 
»del  Estado » 

A  este  comunicado  anade  el  periódico: 
«Tal  vez  que  las  personas  que  hasta  ahora 
«equivocadamente  han  confundido  los 
»intereses  del  clero  con  los  de  la  Religion 
>.supondrían  que  la  ejecución  de  este  pro- 
»yecto  pueda  atentar  à  la  esencia  de  la 
»misma,  però  quisiéramos  que  antes  de 
»tal  suposicion  recorrieren  los  celestiales 
»y  tan  desinteresados  principies  del  Evan- 
»gelio »  (2). 

Escribí  arriba  que  El  Cataldn  mete 
menos  que  El  Vapor  su  hoz  en  la  mies 
ajena  de  la  Religion;  y  ahora  debò  notar 
que  sus  tonos,  aun  en  lo  político,  mues- 
tran  mucha  mas  moderación  que  los  de 
El  Vapor.  Así  en  el  articulo  de  fondo  del 
6  de  Mayo  de  1835  abogando  porque  se 
persiga  a  los  fautores  de  los  carlistas, 
para  nada  nombra  al  clero,  quedando  en 
generalidades  (3).  Así  en  el  número  del  9 
del  mismo  mes  manifiesta  que,  aunque  de 
oposición,  nunca  desacreditarà  a  las  auto- 
ridades  consideràndolas  como  enemigas 
de  la  libertad  y  prosperidad  nacionales,  y 
anade  que  confia  en  Llauder  (4).  Y  asi  en 
el  número  del  13  de  dicho  Mayo  escribe: 
«afortunadamente  si  el  Gobierno  actual 
»ha  podido  cometer  errores,  la  nacion 

(2)  Pàg.  91S. 
(i)  Pàg.  027. 
(4)    Pàg.  941. 


426 


LIBISO    TF.RCKRO.- — CAPJTCI.O    SEPllMO 


»estA  tan  penetrada  de  la  pureza  de  sus 
»intenciones  que  jamàs  las  atribuirà  à 
«culpable  malícia». 

El  número  del  16  del  indicado  mayo  de 
1835  copia,  y  hace  suyo,  el  articulo  del 
Eco  del  Comercio,  de  Madrid,  que  menció- 
né  arriba,  y  en  el  que,  tratando  de  la 
devolución  de  los  bienes  vendidos  en  el 
tiempo  constitucional,  se  escriba:  «Sin 
«embargo  nosotros  creemos  que  seria 
«preferible  otro  procedimiento  aunque  à 
«primera  vista  parezca  màs  costoso,  por 
»razon  de  las  pensiones.  Lo  mas  acerta- 
»do  à  nuestro  juicio  fuera  llevar  adelante 
»la  estincion  decretada  por  las  Cortes 
»anteriores,  reservando  tan  solo  los  ocho 
»monasterios  que  entonces  se  esceptua- 
»ron;  no  precisamente  como  asilos  de  la 
»virtud  (esta,  segun  las  verdaderas  doc- 
«trinas  evangélicas,  puede  ejercerse  en 
»todos  los  estados  de  la  vida,  y  no  ha 
»faltado  jamas  en  las  naciones  que  no 
»han  tenido  monjes),  sinó  como  monu- 
»mentos  artísticos  dignos  de  conservarse, 
»como  sucede  con  el  monasterio  de  San 
«Lorenzo  del  Escorial.  Quiere  decir,  que 
»reunidos  en  estàs  ocho  casas  todos  los 
«monjes  que  pueden  mantenerse  en  ellas, 
«habría  que  pensionar  à  los  demas  que 
«quedasen  esclaustrados;  però  la  cuenta 

«es  muy  favorable «  Luego  echa  las 

cuentas  (1). 

En  el  número  del  18  de  mayo  de  1835 
dice  que  el  modo  de  acabar  la  guerra 
reside  en  caminar  por  la  senda  liberal. 

Una  nueva  prueba  de  la  templanza  de 
El  Cataldn  la  hallamos  en  las  siguientes 
palabras  del  número  de  23  del  propio 
mayo  de  1835:  «Sin  orden  legal  no  puede 
«haber  libertad.  Jamas  se  hara  sentir  de- 
«masiado  cuanto  perjudica  a  la  libertad  y 
«al  progreso  el  desvio  de  los  que,  à  pre- 
«texto  de  oponerse  a  supuestos  abusos  de 
«poder,  incitan  al  desórden  que  por  cami- 
«nos  sumamente  cortos  nos  conduciria  al 
«despotismo  si  se  realizara.  Las  tentati- 
»vas  de  asesinato  y  alborotos  que  por 
«desgracia  se  han  ensayado  en  Madrid 


(i)      Pi 


970  y  971. 


«han  Uenado  de  luto  à  los  verdaderos 
«amantes  de  la  libertad...»  (2). 

El  anuncio  da  la  mala  obra  de  don 
Joaquín  del  Castillo  y  Mayone  Los  ester- 
niinadores  viene  en  el  número  del  ultimo 
dia  de  aquel  mayo. 

En  20  de  julio  de  1835  copia  un  articulo 
del  E.  d.  C.  (El  Eco  del  Comercio, proha- 
bleniente  serd)  en  el  que  al  mentar  el  afio 
de  1823  se  lee:  «El  absolutisme  màs  cruel 
«siguió  ú  aquella  crisis  desgraciada;  vol- 
«vióse  à  encender  la  tea  del  fanatismo 
»religioso...»  Acaba  el  articulo  con  estàs 
recias  palabras:  «Desenganémonos  de 
«una  vez:  perdonemos  y  convenzamos  a 
«los  que  por  una  obcecacion  disculpable 
«en  su  ignorància  pelean  por  los  privile- 
«gios  de  una  clase  iníluyente  y  poderosa; 
«però  con  sus  provocadores  no  hay  mas 
«recurso  que  el  de  privaries  pronta  y 
«absolutamente  de  los  medios  de  danar- 
«nos;  porque  pretender  que  se  unan  à 
«nosotros,  ni  aun  que  permanezcan  pasi- 
«vos  cuando  ven  que  ha  empezado  a  rei- 
«nar  la  ley,  la  publicidad  y  la  razon,  es 
«pretender  lo  imposible»  (3). 

Con  esto  Uegamos  al  25  de  julio,  y 
como  para  poder  apreciar  el  valor  de  los 
conceptos  del  periódico  debemos  antes 
conocer  los  hechos,  interrumpimos  aquí 
su  estudio  para  reasumirlo  después  de 
narrados  aquéllos. 


ARTICULO  SÉPTIMO 

CAFÈS  Y  SOCIEDADES  SECRETAS 

Algunos  de  los  centres  de  reunionas 
políticas  del  tiempo  que  historio  se  halla- 
ban  como  aún  hoy  en  los  cafès.  Però 
entonces  el  número  de  estos,  era  muy 
reducido  y  la  concurrència  à  ellos  mi- 
rada con  prevención  por  las  personas 
buenas.  Yo  mismo  alcancé  tiempos  en 
que  la  frecuente  concurrència    al  cafè 


{2) 
(?) 


995- 
1228 


ESTADO     UE    ISARCELONA    EN     K 


427 


importaba  la  tacha  pròpia  del  que  con- 
curre  a  lugares  no  santos.  De  los  de 
aquellos  días  del  1835  teng-o  noticia  de 
los  siguientes. 

El  de  los  Tres  Reyes,  situado  junto  al 
Palacio  Real,  entre  la  plaza  de  dicho  pala- 
cio  y  la  de  las  Ollas,  bajo  el  arco  que 
pasaba  del  palacio  a  Santa  Maria  (1). 

El  de  Guardi  as  halhíbase  junto  al  Tea- 
tre Principal,  linico  teatro  de  entonces, 
viniendo  el  cafè  adherido  al  lado  septen- 
trional del  teatro  por  el  suyo  meridional, 
y  por  tanto  ocupaba  el  mismo  lugar  que 
después  ocupo  el  de  las  Delicias^  hoy 
du  Lyon  d'or.  Su  nombre  lo  tomaba  de 
los  Guardias  Reales,  y  se  distinguía  por 
la  finura  de  su  concurrència  y  trato  (2). 

El  de  la  Constància,  situado  en  la  Plaza 
de  Palacio  inmediato  a  la  Puerta  del 
Mar  (3);  y  como  en  él  vemos  abrir  bande- 
rín  de  enganche  de  miqueletes  después 
de  la  muerte  de  Bassa,  le  supongo  de  co- 
lor exaltado. 

En  la  Rambla  de  Capuchinos,  en  su 
cara  oriental  y  casi  en  el  àngulo  que 
esta  forma  con  la  plaza  del  Teatro,  exis- 
tia en  aquellos  o  próximos  tiempos  un 
cafè  famoso,  vulgarmente  apellidado  d'cn 
Titó  (4). 

En  la  calle  Nueva  de  la  Rambla,  o  sea 
del  Conde  del  Asalto,  núm.  S  de  entonces, 
había  el  Cafè  del  Salón,  también  llamado 
de  la  Amnistia,  nombre  que  nos  da  pie 
para  conocer  su  color  político  marcada- 
mente  liberal. 

En  estos  tiempos  del  1834  se  habla  tam- 
bién del  Calc  del   Rincón,  nombre  que 


(i)  Relaclón  de  D.  lïstanislao  Ferrando  y 
Roca,  que  csluvo  en  cl.  Harcelona  i8  de  l'elirero 
de  1884. 

(2)  Relación  de  D.  Benito  Tomàí!,  Barcelona 
15  de  abril  de  1897,  y  l>i-^rio  de  Barcelona  de  o 
de  agosto  de  1834,  Póg-  1863. 

(5)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  — lixpe- 
dientes.  — Sccción  2."  Expcdiente  i.'o.  En  el  bo- 
rrador  de  una  alocución  abricndo  enganche  de 
niiguelctes. 

(4)  Diario  de  Barcelona  del  i8  de  enero  de 
1890,  p;íg.  810. 


supongo  mejor  apodo,  o  vulgar,  que 
oficial  (5). 

Emperò,  para  nuestro  objeto,  el  cafè 
mas  notable  de  Barcelona  en  aquellos  días 
era  el  llamado  de  la  A^ovia.  Hallàbase  si- 
tuado en  la  Rambla  de  Santa  Mònica 
esquina  a  la  calle  entonces  de  Trenta- 
claus,  ahora  del  Arco  del  Teatro.  Abría 
puertas  grandes  en  la  dicha  Rambla  y 
otras  bajas  en  la  nombrada  calle,  cir- 
cunstancia  que  le  hacia  muy  apto  para 
conspiraciones.  Estaba  formado  por  accio- 
nes, uno  de  cuyos  propietàries  y  el 
gerente  del  establecimiento  era  un  tal 
Cipriano,  por  cuya  razón  el  cafè  también 
era  conocido  por  el  Cafè  de  Cebrià. 
Cipriano  profesaba  ideas  avanzadas,  y 
por  esto  atraía  a  los  suyos  a  su  cafè.  «Era 
»cafè  de  porró,  me  decía  un  anciano,  però 
»no  de  porró  para  gente  baja,  sinó  de 
»clase  mAs  elevada».  De  todos  modos 
esto  indica  que  la  finura  se  hallaba  lejos 
del  tal  cafè.  El  mismo  anciano,  Don  Beni- 
to Tomàs,  me  anadia  que  varios  de  los 
parroquianos  de  un  bodegón  y  billares 
que  había  en  el  Dormitorio  de  San  Fran- 
cisco  concurrían  a  este  cafè. 

Del  subido  matiz  de  este  cafè  sobran 
los  testimonios.  En  él  por  las  noches 
peroraba  un  muy  revolucionario  de  en- 
tonces, de  toda  la  ciudad  muj'  conocido, 
y  del  cual  liarto  tendre  muy  luego  que 
decir,  el  renombrado  jorcbado  Don  José 
Massanet.  También,  aunque  con  alguna 
posterioridad  al  incendio,  peroraba  allí 
encaramado  sobre  una  mesa  Don  Pas- 
cual Madoz,  que  vivia  muy  cerca,  en  el 
niimero  3  de  la  calle  del  Arco  del  Teatro. 
Y  concurría  a  este  cafè  Don  Laureano 
Figuerola  (6).  El  dia  de  la  muerte  de 
Bassa  había  clavado  en  la  puerta  de  este 
cafè  un  manuscrito  quecelebraba  el  triun- 


(5)  Relación  de  D.  Francisco  A\aci;i.  Barce- 
lona 5  de  mayo  de  1884. 

(6)  Lo  de  Aladoz  y  Figuerola  me  lo  diio  don 
José  Sarte,  marino  que  al  desembarcar  acudio  a 
este  cafè.  Barcelona  2  de  abril  de  1884.  Las  dc- 
màs  noticias  proceden  del  anciano  D.  Benito 
Tomàs  en  varias  sesiones. 


428 


LIBRO    TKRCKRO.  CAPITULO     SICPTIMO 


fo  de  la  revolución  (1).  Todas  las  conspi- 
raciones,  me  anadia  Tomàs,  se  hacían  en 
dicho  cafè  de  Cebrià;  es  decir,  no  la 
conspiración  secreta,  sinó  que  allí  acudían 
jefes  y  oficiales  de  milícia  y  otros  senores, 
y  uno  soltaba  una  idea  alborotada,  y  otro 
otra,  y  así  se  armaba  (2). 

La  existència  de  las  sociedades  secre- 
tas  de  esta  època,  y  que  ellas  dirigían  y 
movían  la  revolución,  queda  explicado  en 
los  articules  6.°  y  9."  del  capitulo  II  de 
este  libro  al  tratar  de  las  matanzas  de 
Madrid  y  Zaragoza.  También  vimos  allí 
que  los  brazos  y  mafías  de  ellos  llegaban 
hasta  Barcelona;  anadamos  a  lo  dicho 
alguna  noticia  referente  a  esta  ciudad. 

Leamos  el  siguiente  texto  del  liberal 
don  Antonío  Pirala,  escrito  en  su  Histo- 
ria de  la  guerra  civil:  «Un  sujeto  bien 
»conocido  en  el  arte  de  conspirar»  (don 
Eugenio  Aviraneta,  segúii  dice  màs 
ahajo  el  misnio  Pirala)  (3)  «fué  presó  el 
»día  10  de  Enero  de  este  ano  (1834)  por 
»orden  de  Zea  Bermúdez,  y  desterrado  à 
»Galicia;  però  consiguió  evadirse  desde 
«Valladolid,  y  volvió  à  Madrid  refugiàn- 
»dose  en  la  casa  de  un  amigo  en  la  calle 
»de  Cedaceros.  Saliendo  solo  por  la  noche 
»con  las  debidas  precauciones,  se  reunia 
»con  los  companeros  en  el  Prado  y  en 
»otros  Paseos  públicos,  sitios  los  màs 
»apropósito  para  no  infundir  sospechas, 
»y  concerto  con  ellos  su  plan  para  formar 
»la  confederación  Isabelina...  Hombres 
»todos  de  accion  y  resueltos,  formaron 
»con  la  mayor  celeridad  los  círculos  isa- 
»belinos  en  Madrid  y  en  las  provincias... 

»E1  Dircctorio  isabelino,  que  tenia  muy 
»adelantados  sus  trabajos,  se  animo  al 
»ver  la  conducta  del  Gobierno  en  aquel 
»triste  dia»  (del  degüello  de  losjrailes  de 
Madrid,  es  decir,  sh  inacción),  «y  creyó 
»segura  su  destruccion  (la  del  Gobierno) 
»y  la  del  orden  de  cosas  existente,  reem- 
»plazando  uno  y  otro  como  veremos. 

(i)     Relación  de  D.   Juan   Miret,  quien  lo  vió. 
Barcelona  14  de  junio  de  1889. 
\2)     D.  Benito  Tomàs,  citado. 
(3)     Obra  cit.,  tomo  I,  pàg.  4_i6. 


>^Meses  antes  Uegó  de  Barcelona  el 
»capitan  D.  F.  Civat,  emigrado  en  1823 
»en  Londres,  y  edecan  de  Mina,  segun 
«manifestaba. 

»Seintrodujo  ó  le  presentaron  en  casa 
»del  Duque  de  Zaragoza  y  de  D.  Lorenzo 
»Calvo  de  Rozas,  y  este  ultimo  le  pre- 
»sentó  en  el  cuarto  donde  estaba  refugia- 
»do  el  fundador  de  la  Isabelina.  Comi- 
«sionado  por  este,  prèvia  su  oferta  de 
>trabajar  en  union  de  los  patriotas, 
»marchó  à  Barcelona  à  concertarse  con 
»los  Isabeliuos  del  Principado,  de  donde 
»regresó  entusiasta,  y  exalto  extraordi- 
»nariamente  al  Duque  de  Zaragoza,  à 
»Calvo  de  Rozas,  Romero  Alpuente,  Ola- 
»varria  y  otros  confederados,  con  quienes 
»se  puso  en  continuas  relaciones.  Estos 
»precipitaron  entonces  al  Director  à  que 
«acelerase  sus  planes  puesto  que  tan 
«adelantados  estaban  los  trabajos  en 
«Cataluna,  de  cuyo  punto  se  exigia 
»comenzase  Madrid  à  pronunciarse»  (4). 
El  comentador  de  estos  textos  senor  don 
Vicente  de  La  Fuente  anade:  v-La  Isabe- 
hlina,  como  se  echa  de  ver  por  el  minis- 
»terio  que  proyectaba,  era  una  coalicion 
»de  francmasones  y  comuneros,  víniendo 
»los  màs  furiosos  de  estos  à  parar  en  1834 
Ȉ  la  amalgama  propuesta  por  aquelles 
»en  1822... 

»Hechas  estàs  advertencias,  para  acla- 
»rar  el  origen  de  aquella  misteriosa  con- 
»federacion,  causante  de  los  degüellos  de 
»Madrid,  incendios  y  asesinatos  de  Bar- 
»celona  y  otros  puntos...»  (5). 

El  respetable,  y  por  todos  respetado, 
abogado  de  esta  ciudad,  Don  José  Buhi- 
gas,  contóme  que  al  comenzar  del  ano 
1835  se  hallaba  estudiando  en  Zaragoza; 
que  a  principios  de  junio  del  mismo  ano 
partió  para  esta  de  Barcelona,  y  que  con 
este  motivo  un  Coronel  muy  liberal  y 
amigo  de  Mina  le  dió  en  Zaragoza  una 
carta  para  Aviraneta,  que  estaba  en  Bar- 
celona, y  vivia  en  la  calle  de  la  Puerta- 


(4)     Obra  citada  en  el  texto,  tomo  I,   pàg.  443. 
(í)     Historia  de  las  sociedades  secretas.  Ma- 
drid. i8j4.  y  Lugo.  1881,  tomo  U,  pàgs.  23  y  24. 


ESTADO    DE    BARCELONA    EN 


1855 


429 


ferrisa  frente  la  antigua  capilla  de  Mont- 
serrat (1).  El  senor  Buhigas  cumplió  el 
encargo,  llevando  la  carta  a  Aviraneta. 
Este  era  hombre  de  unos  cincuenta  aiïos, 
algo  rechoncho  y  de  aspecto  ordinario. 
Como  allí  Buhigas  se  encontrase  con  una 
multitud  de  hombres,  huyó  en  seguida  del 
piso.  Pasaba  esto  antes  del  incendio  de 
los  conventos.  -;Qué  se  deduce  en  concreto 
de  este  caso?  Un  fuerte  olor  de  conspi- 
ración. 

El  Vapor,  en  17  de  junio  de  1835,  escri- 
bió  el  texto  que  copié  arriba,  en  el  que 
inculpando  a  Martínez  de  la  Rosa  porque 
con  motivo  del  degüello  de  frailes  de 
Madrid  y  asonadas  posteriores  no  castigo 
«de  firme  à  los  conspiradores  y  jacobi- 
»nos»,  dice:  «No  lo  ha  hecho,  y  por  lo 
»mismo  no  es  de  extranar  que  durante  su 
»administracion  hayan  tornado  cuerpo  los 
»bandos  políticos,  se  hayan  dividido  los 
«íínimos,  y  se  hayan  restablecido  gran 
«número  de  sociedades  secretas,  intro- 
»duciendo  la  exageracion  y  la  discòrdia 
»en  el  gremio  liberal»  (2).  Nadie  màsente- 
rado  que  un  periódico  político  y  mili- 
tante  de  entre  los  liberales.  Y  si  en 
Espana  se  restablecieron  en  gran  núme- 
ro las  sociedades  secretas,  ;era  posible 
que  la  entonces  muy  revolucionaria  Bar- 
celona careciera  de  un  gra)i  nií/nero  de 
el  las? 

Quien  leyere  este  articulo  no  habrà 
olvidado  las  significativas  palabras  de 
Don  Pascual  Madoz,  quien  al  separarse 


(i)     La  capilla  de  .Montserrat  cstaba   en   el  nú- 
mero 13  actual. 
(.)     Pàg.  .. 


de  la  dirección  de  El  Cataldn  en  mayo 
de  1835  escriba:  «entusiasta  ''yo)  por  la 
»causa  de  Isabel  II,  enemigo  de  toda 
»asociacion  secreta,  sincero  amante  de  la 
»libertad,  amigo  del  orden,  independiente 
»por  caràcter,  nunca  escribí  ni  bajo  la 
>Hnspiracion  de  sociedades,  ni  bajo  la 
»influencia  de  persona  alguna^.  De  estàs 
palabras  deduje  allí  arriba  que  parece 
que  el  motivo  de  separarse  de  la  redac- 
ción  es  el  negarse  a  escribir  bajo  la 
inspiración  de  sociedades  o  de  la  intluen- 
cia  ajena,  en  lo  que  claramente  se  trans- 
parenta la  existència  de  las  sociedades 
secretas  en  Barcelona. 

El  senor  Don  Mariano  Riera  y  Comas, 
autor  del  libro  titulado:  Misteriós  de  las 
scctas  secretas,  libro  dedicado  al  incen- 
dio de  los  conventos  de  Barcelona  de  1835, 
dijo  al  senor  don  Tomàs  Sibilla,  después 
Obispo  de  Gerona,  que  él  tenia  en  su 
poder  papeles  de  las  logias,  entre  los 
cuales  había  hasta  las  listas  de  los  afilia- 
dos;  y  el  Senor  Obispo  me  lo  comunico  a 
mi.  Si,  pues,  existian  los  papeles  y  las  lis- 
tas, existían  las  logias. 

Después  de  leídos  todos  estos  datos  no 
ha  lugar  a  dudas  sobre  la  existència  de 
las  sociedades  secretas  hasta  en  Barcelo- 
na, y  de  que  fuera  y  aquí  trabajaban  con 
actividad.  Por  otro  lado,  su  ojeriza  contra 
las  ordenes  religiosas,  su  empeiio  en 
extirparlas  de  un  golpe,  para  que  este 
diese  el  decisivo  al  Gobierno  moderado, 
trasudan  por  todos  los  porós  de  ellas, 
però  sobre  todo  por  la  punta  de  sus  puna- 
les.  Pensaria  muy  temerariamente  quien, 
a  pesar  de  tanta  luz,  no  viese  en  ellas  los 
principales  autores  de  los  degüellos  e 
incendios. 


«U. 


1 


CAPÍTULO  OCTAVO 

PREPARACIÓN   PRÒXIMA 
DEL  INCENDIO  DE  LOS  CONVENTOS 


ARTICULO  PRIMERO 


PRUDÈNCIA  DE  LOS  RELIGIOSOS  CATALANES  EN  1834  Y  1835 


i 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INXÍNDIO    DE    LOS    CONVEXTOS 


433 


E  M  O  S      VlStO 

ya  en  el  ca- 
pitulo ante- 
rior la  ini- 
cua  cam- 
pana que 
contra  las 
ordenes  re- 
1  i  g  i  o  s  a  s 
efectuaban 
los  periódi- 
cos  libera- 
les,  únicos 
e  n  tonces 
aqui,  y  la 
que  realizaban  igualmente  otros  impre- 
sos anunciados  por  aquéllos.  No  era  me- 
nor la  de  los  discursos  de  los  diputados 
en  el  Estamento  de  procuradores,  ni  la 
de  las  noticias  de  la  guerra,  en  cuyos 
partes  oficiales,  o  no  oficiales,  siempre 
se  leían  escapularios,  rosarios,  hàbitos  y 
frailes  aprehendidos  o  prisioneros.  Que 
en  el  Norte  algunos  religiosos  se  unieron 
a  los  carlistas  parece  cierto;  mas  sé  que 
en  Cataluna  eran  estos  tan  contados  que 
no  merecen  mentarse,  y  de  uno  de  ellos 
me  consta  que  se  fué  al  campo  carlista 
porque  a  ello  le  obligaron  las  continuas 
persecuciones  de  los  liberales.  Me  refiero 
al  Padre  Juan  Alsinet,  al  cual  conocí  yo 
después,  siendo  él  capellan  de  la  Nueva 
Belen,  quien,  cuando  la  guerra,  habiendo 
sido  confinado  en  un  aiïo  cinco  veces,  y 
obligado  a  presentarse  cada  tres  días  a  la 
autoridad,  al  pasar  la  última  a  Villanue- 
va, puso  fin  a  tanta  vejación  y  a  las  màs 
graves  que  podían  temerse,  largandose 
desde  el  camino  (1).  Aquellas  asenderea- 
das  aprensiones  de  hAbitos,  aquéllos  nu- 
merosos  frailes  con  trabuco,  aquéllos 
tigres  con  rasura  monacal,  no  existían 

Nota.  —  La  inicial  procede  de  un  códice  del 
siglo  xn  de  San  Cugat  del  \'allcs,  guardado  hov 
en  el  Ai-chivo  de  la  Corona  de  Aragón. 

(i)  .Me  lo  diio  L•l  mismo  en  Gracia  a  los  25  de 
l'chrerii  de  iSS^. 


màs  que  en  las  columnas  de  los  escritos 
liberales;  de  los  que,  como  subido  alcohol, 
pasaban  a  las  de  sí  inflamables  imagina- 
ciones  del  pueblo  bajo  y  atolondrado,  y 
le  embriagaban.  De  ello  nos  da  buen  tes- 
timonio la  paparrucha  que  dijeron  habia 
ocasionado  el  atentado  de  Reus,  o  sea  del 
fraile  que  mandó  crucificar  a  un  padre  de 
numerosa  prole  hecho  prisionero;  fraile 
y  crucifixión  que  nunca  han  existido, 
según  vimos.  Y  la  pobre  plebe,  ignoran- 
te,  todo  lo  tragaba  y  creia,  y  se  airaba. 
Recuerdo  el  caso  que  me  conto  el  mozo 
de  la  Escuadra  don  Tomàs  Jansa  y  Fe- 
rré, hijo  de  Riudoms,  que  murió  en  S  de 
marzo  de  1896:  «Durante  aquella  guerra 
»del  35  y  siguientes  tuvimos  un  fuego  en 
»la  parte  alta  de  la  provincià  de  Tarra- 
»gona,  y  en  él,  superàndonos  en  niimero 
»los  carlistas,  nos  vimos  obligados  a  de- 
»jarles  el  campo,  que  era  un  recodo  de 
»montanas,  y  a  huir.  Vine  yo,  decía,  con 
»el  parte  al  Capitan  General.  Llegué 
«cansado,  y  después  de  comer  entre  a 
»tomar  cafè  en  uno  de  la  Rambla.  Allí 
»acaloradamente  y  con  gran  alegria  se 
»ponderaba  la  victorià  de  los  liberales. 
»Mi  buena  fé  me  impelió  à  negar  que 
»existiera  la  victorià;  y  se  armo  tal  ira 
«contra  de  mi,  que  si  no  muestro  alguna 
>  de  mis  prendas  de  mozo  (vestia  de  pai- 
»sano)  y  no  me  cuadro,  y  con  ademàn 
«intrépido  no  les  clamo  que  asisti  à  la 
>:.función  de  guerra,  y  que  soy  quien  trajo 
»el  parte,  lo  paso  muy  mal».  Esto  le  saco 
indemne,  però  de  seguro  que  no  conven- 
ció a los  oyentes. 

Però,  rdónde  estaban  estos  numerosos 
frailes  carlistas  que  ni  los  vemos  en  las 
multiplicadas  listas  oficiales  de  prisione- 
ros que  publicaba  Llauder,  ni  en  los  cas- 
tigados?  rDónde  estan  los  repetidos  con- 
ventos  que,  segiin  las  disposiciones  del 
Gobierno  arriba  copiadas,  y  las  de  Llau- 
der, merezcan,  por  la  fuga  de  sus  frailes 
al  carlismo,  ser  cerrados? 

Conventos  no  hallé  mas  que  dos,  a 
saber:  Santo  Tomàs  de  Riudeperas,  o  sea 
de  Vich,  y  el  Capuchino,  de  Manresa. 
Este  fué  suprimido  porque    unos  pocos 


434 


l.IBRO    TliRCERO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


de  sus  frailes  huyeron,  no  sé  adónde,  si 
a  los  carlistas,  o  al  extranjero,  o  a  país 
amigo.  Del  convento  de  Santo  Tomàs,  tres 
religiosos,  antes  de  la  general  exclaus- 
tración,  se  agregaron  a  las  filas  carlistas. 
Llauder  mandó  traer  a  Barcelona  la  res- 
tante  Comunidad,  en  la  que  se  contaba 
el  Padre  Rafael  Sans,  cuyas  son  las  pala- 
bras  que  aquí  copio:  «El  dia  siguiente  (de 
y>llegados  a  Barcelona)  el  P.  Provincial 
»Fr.  Buenaventura  Clariana  fué  à  verse 
»con  Llauder,  quien  le  aseguró  que  nues- 
»tra  repentina  traida  de  Santo  Tomàs 
>;solo  era  una  medida  precaucional  para 
»evitar  que  nuestra  indiscreción  aumen- 
»tase  las  partidas  carlistas,  que  alborota- 
»ban  la  plana  de  Vich;  que  podia  desti- 
»narnos  ò.  otro  convento  de  la  provincià, 
»y  que  descansase  tranquilo,  pues  le  ase- 
xguraba  bajo  su  palabra  que,  a  pesar  de 
»las  inicuas  maquinaciones  de  los  trastor- 
»nadores,  él  sostendría  el  orden  à  todo 
»trance»  (1).  Según  este  testimonio,  la 
causa,  pues,  de  la  supresión  de  Santo 
Tomàs  no  fué  la  fuga  de  los  tres  frailes 
al  campo  carlista.  Ni  la  tal  fuga  consti- 
tuïa razón  legal  bastante,  pues  tres  reli- 
giosos no  forman  la  mayoría  de  aquella 
Comunidad,  la  cual  fuga  de  la  mayoría 
requeria  la  ley  para  la  supresión. 

cY  los  frailes  trocados  en  carlistas  cuàn- 
tos  fueron?  A  todo  carlista  en  armas  se 
le  fusilaba.  He  recorrido  detenidamente 
la  mayor  parte  de  las  largas  listas  de 
prisioneros  hechos  a  los  carlistas  hasta 
el  dia  del  incendio  de  los  conventos,  pu- 
blicadas  en  los  periódicos,  y  en  ellas  no 
encontre  màs  fraile  fusilado  que  un  Ago- 
nizante  de  Barcelona,  el  cual  es  muy 
posible  que  en  la  partida  solo  desempe- 
nara  el  cargo  de  capellàn.  Mientras 
Llauder  gobernó  a  Cataluna,  las  huestes 
carlistas  no  lograron  levantar  cabeza;  y 
así  los  nombres  y  estado  de  los  hombres 
de  ellas  se  pueden  conocer  por  los  escri- 
tos  y  publicades  en  las  listas  de  prisione- 


(i)     Carta  que  desde   La   Paz  en   julio  de  1880 
me  escribió  el  P.  Sans. 


ros.  Los  aprehendidos  con  las  armas  en 
la  mano,  son  resenados,  anunciàndose  el 
fusilamiento  de  unos,  el  envio  a  Amèrica 
de  otros,  y  la  condena  a  otras  penas. 
Recórranse  estàs  listas;  léase  allí  como 
un  dia  se  han  fusilado  70  carlistas,  otro 
dia  50,  otro  màs  o  menos;  però  en  ningu- 
na  se  balla  màs  fusilado  que  el  dicho 
Agonizante.  En  el  Diario  del  11  de  julio 
de  1835  doy  con  un  parte  en  el  que,  igno- 
ro si  con  verdad,  o  sin  ella,  se  nombra 
como  carlista  a  un  Fr.  Manuel  de  Maella, 
de  23  afios  de  edad;  però,  como  aragonès, 
no  entra  en  nuestro  tema  de  Catalufla. 
Por  otra  parte,  sabemos  que  un  Fr.  Luis, 
Servita,  no  sé  de  dónde,  mandaba  una 
partida  de  unos  sesenta  hombres,  que 
operaba  en  la  provincià  de  Lérida  (2). 
En  el  Boletín  Oficial  de  esta  província 
del  21  de  julio  del  mismo  ano  1835  se  cita 
y  emplaza  a  cuatro  sacerdotes  y  un  lego 
del  convento  capuchino  de  Manresa,  que 
se  habian  fugado,  però  no  se  expresa 
adónde.  La  fuga,  como  dije  arriba,  pudo 
ser  a  los  carlistas,  así  como  al  extranjero, 
o  a  país  pacifico,  producida  por  el  justo 
temor  a  los  atropellos  continuos  en  tierra 
liberal.  En  un  oficio  que  el  Padre  Guar- 
dian de  los  Franciscos  de  Mora  de  Ebro 
dirige  al  Capitàn  General,  oficio  que  en 
su  lugar  insertaré,  se  lee  que  el  Padre 
Jaime  Pujol  se  había  fugado,  mas  no  se 
expresa  adónde  ni  con  qué  fin.  En  un 
manuscrito  de  la  Orden  Franciscà  hallo 
la  fuga  de  los  tres  de  Santo  Tomàs  de 
Vich,  dichos  arriba. 

Por  relaciones  orales  sabemos  que  del 
convento  Francisco  de  San  Salvio  de 
Cladells  se  agregaron  a  los  carlistas 
algunos  religiosos,  cinco  o  seis;  y  uno 
del  Carmelita  de  Cardo.  Todos  estos 
fugados  vienen  a  sumar,  aun  contados 
aquellos  cuyo  paradero  ignoràmos,  vie- 
nen a  sumar,  digo,  una  docena  y  me- 
dia.  De  ser  màs  de  los  dichos,  indudable- 
mente  la  noticia  de  los  restantes  llegarà 


(2)     Diario  de  Barcelona  del  lO  junio   y  i.°  de 
julio  de  i8^í. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


435 


a  mi,  pues  no  podia  escapar  a  mi  escru- 
pulosa requisa  hecha  en  los  documentos 
oficiales,  en  los  privados,  y  en  las  innu- 
merables relaciones  orales  de  amigos  y 
enemigos  de  los  frailes.  Cuenta,  ademas, 
que  no  todas  las  reseriadas  fugas  llega- 
ren a  noticia  del  publico,  como  por  ejem- 
plo  la  de  los  de  San  Salvio  de  Cladells, 
convento  muy  solitario,  olvidado  en  un 
rincón  de  àsperas  y  despobladas  mon- 
tanas. 

Ahora  bien,  diga  cl  imparcial:  ;bastan 
esta  docena  y  media  de  fugados  para 
calificar  de  carlistas,  levantiscos,  conspi- 
radores, etc,  etc,  a  los  3,500  frailes  que 
en  1835  tenia  Catalufla? 

En  el  capitulo  XX  de  este  Libro  inser- 
taré  una  carta  ü  oficio  del  Guardian  del 
Convento  de  Mora  de  Ebro,  dirigida  al 
Capitàn  General,  en  la  que  después  de 
haber  dado  noticia  de  la  mentada  fuga 
del  Padre  Pujol,  selee:  «los  demas  frailes 
>'todos  han  guardado  hasta  ahora  la  fide- 
«lidad  y  obediència  debidas  A  nuestra 
»legitima  y  augusta  Reina  y  su  Gobierno, 
»como  pueden  acreditarlo  todos  los  sefio- 
»res  que  en  varios  destacamentos  han  sido 
»Comandantes  de  este  Fuerte,  y  en  la 
»misma  fidelidad  }•  obediència  prometen 
«continuar  en  cualquiera  lugar  donde  se 
»hallaren». 

Un  oficio  del  Gobernador  militar  de 
Tortosa  dirigido  al  Capitan  General,  que 
insertaré  lambién  en  el  capitulo  XX, 
escribe:  «Tambien  ha  ocurrido  que  del 
«Convento  de  Franciscanos  extramuros 
»de  la  villa  de  Orta  de  este  corregimien- 
»to  se  han  fugado  ocho  religiosos  jóve- 
»nes,  que  el  que  màs  cuenta  son  24  aflos, 
»y  han  venido  A  refugiarse  al  de  la  mis- 
»ma  Orden  de  Jesús  extramuros  de  esta 
»ciudad,  manifestando  en  su  arribo  que 
»habian  entrado  en  su  primitivo  conven- 
»to  una  porcion  de  facciosos,  é  intentado 
»por  medio  de  amenazas  que  se  agrega- 
»sen  A  ellos,  bajo  sopena  de  que  si  no  lo 
»verificaban  3^  volvian  à  hallarlos  les 
«quitarían  la  vida,  como  que  en  tal  con- 
»liicto  y  con  ruegos  pudieron  lograr  que 
>'no  se  los  llevasen,  poniéndose  inmedia- 


«tamente  en  marcha  para  presentarse 
»como  lo  habían  verificado,  bajo  la  pro- 
«teccion  del  Gobierno»  (1). 

Diga,  repito,  el  imparcial:  ;estas  mues- 
tras  de  sujeción  al  Gobierno  5'  de  prudèn- 
cia, con  otras  que  luego  recordaré,  no 
contrarrestan  las  menguadas  fugas  cita- 
das? 

Los  pobres  frailes,  hombres  que  al 
entrarse  en  los  cenobios  bien  demostra- 
ren sus  anhelos  y  condiciones  pacificas, 
no  habian  ciertamente  nacido  para  lances 
de  guerra,  y  guerra  de  exterminio.  Mote- 
jaban  los  liberales  a  los  frailes  de  como- 
dones,  egoistas,  panzudos,  bebedores, 
glotones  y  gandules;  y  luego  de  repente 
los  acusan  de  ligeros  hombres  de  guerra, 
de  sufridos  guerrilleros,  de  sagaces  3' 
activos  bandoleres  del  monte:  idónde  se 
ha  obrado  este  calumnioso  cambio?  Donde 
la  primera  acusación:  todo  solo  en  el  odio 
de  la  impiedad. 

Escribe  en  su  aún  ho3'  inédito  foUeto  el 
Padre  Jaime  Roig:  «Dice  tambien  el  cita- 
>.do  historiador  que  el  pueblo...  estaba 
X'Sumamente  irritado  contra  los  frailes 
«porque  sabia  que  sus  conventos  eran 
»focos  de  conspiracion  y  arsenales  de 
»armas  para  los  carlistas.  Grosera  é  in- 
»digna  calumnia,  inventada  para  coho- 
>^nestar,  ó  por  lo  menos  atenuar  los 
«bàrbares  excesos.  iBien  pudieron  ver  al 
>:día  siguiente,  dueflos  ya  de  todos  los 
«conventos,  si  en  ellos  habia  las  armas  3' 
«pertreches  que  suponían  ó  afirmaban! 
«iBien  pudieron  ver  si  en  el  convento  de 
>PP.  Franciscanes  habia  el  cafion  de  a 
«24  que  segun  ellos  tenian  escondido!» 
Entonces  las  autoridades  isabelinastenían 
bajo  llave  en  los  fuertes  a  casi  todos  los 
frailes,  3'  en  su  mano  todos  sus  archivos 
y  celdas:  ;por  qué  no  inquirian  ellas,  o  el 
mismo  pueblo,  sobre  la  tal  conspiracion? 
rPor  qué  ni  pensaren  en  buscar  los  pape- 
les  que  pudiesen  delataria?  Y  si  se  trata 
de  predicación  en  sentido  carlista,  bien 

(i)  Archivo  de  la  Capitania  General  de  Cala- 
luiia.  Legajo  o  carpeta:  i<Quema  de  los  conven- 
I0S...11  Paquete  5.' 


436 


LIIiRO    TERCERO. —  CAPITULO    OCTAVO 


puede  exclamarse  que  jpobre  del  fraile 
que  hubiese  soltado  una  sola  expresión 
malsonante!  Y  así  harto  se  guardaren  de 
soltarla. 

Los  pobres  religiosos  en  1834  y  35 
vivian  temerosos  y  hasta  trémulos  en  sus 
conventos,  no  atreviéndose  a  levantar  la 
voz.  Los  franciscos  de  Cataluna  tenían 
en  su  poder  los  originales  del  Padre  Fran- 
cisco  Aragonès,  que  continuando  la  his- 
toria de  los  sufrimientos  de  los  religiosos 
de  su  orden  del  tiempo  de  los  franceses, 
referia  los  del  período  constitucional. 
Vivia  aún  el  autor,  y  la  resena  del  tiem- 
po de  dicha  guerra  había  ya  visto  la  luz 
pública.  En  1829  se  había  escrito  la  del 
1820  a  1823,  y  después  se  había  impreso; 
però  los  superiores  por  prudència  y  por 
fundado  temor  no  quisieron  que  saliera  a 
luz,  de  modo  que  la  revolución  la  halló 
inèdita,  y  se  perdió  la  tirada.  Por  temor 
y  por  prudència  en  algunas  ordenes  no 
se  celebraban  capitulos,  evitando  así  los 
viajes  de  los  capitulares.  Por  temor  y  por 
prudència  no  se  enviaban  jóvenes  frailes 
a  tal  o  cual  convento  donde  había  los 
estudiós  que  necesitaba.  Por  temor  y  por 
prudència,  al  morir  el  Padre  General 
franciscano  Luis  Iglesias  en  10  de  agosto 
de  1834,  las  comunidades  de  Barcelona 
no  van  al  templo  de  San  Francisco  para 
el  responso,  sinó  que  lo  cantan  en  sus 
iglesias.  Por  temor  y  por  prudència...  en 
fin,  iran  saliendo  los  actos  de  tal  virtud  al 
narrar  los  hechos. 

No  una,  sinó  mil  bocas,  ya  de  exclaus- 
trados,  ya  de  seglares,  en  Barcelona 
cuentan  que  los  frailes,  temerosos  de  una 
agresión,  acudieron  al  Capitan  general 
ofreciéndole  salir  de  sus  claustros  si  peli- 
graban,  y  que  el  General  les  tranquilizó 
diciéndoles  que  en  tal  caso  tocasen  la 
campana  de  auxilio,  y  las  fuerzas  públi- 
cas  acudirían  a  su  defensa.  He  aquí  pala- 
bras  de  un  liberal  decidido,  y  ademàs  en 
estos  últimos  tiempos  masón,  Don  Víctor 
Balaguer  :  «justamente  alarmados  los 
»religiosos  de  Barcelona  al  ver  la  tem- 
»pestad  que  los  amenazaba,  y  que  iba  à 
»caer  sobre  ellos  con  terrible  fúria,  se 


»acogieron  à  Llauder  y  pidiéronle  su 
»proteccion,manifestàndolesus  deseos  de 
«abandonar  secretamente  sus  moradas; 
»pero  el  general  se  empeiïó  en  no  consen- 
»tirlo,  fiado  en  su  previsión  y  en  lafuerza 
»de  las  bayonetas  que  mandaba.— Z)«<?r- 
^>inait  tranquilos,  bueuos  padres,  les  dijo: 
•i>aqHÍ  estoy  yo•>>  (1). 

También  un  monje  de  San  Cugat  del 
Vallés,  primo  hermano  del  Capitàn  Ge- 
neral, DonNarciso  de  Perramón  y  Llau- 
der, y  tío  segundo  mío,  vino  a  hablar 
sobre  lo  mismo,  o  cosa  parecida,  con 
aquel;  y  como  uno  y  otro  tenían  vivo 
el  genio,  creo  que  la  conferencia  no  ter- 
mino con  paz  completa:  en  fin,  lo  veremos 
al  tratar  de  aquel  monasterio.  Otros  reli- 
giosos hablaron  a  otros  generales  en  el 
mismo  sentido.  Estàs  visitas  y  estos  ofre- 
cimientos  de  poner  en  polvorosa  los  pies 
manifiestan  en  los  religiosos  temor  y 
temblor,  y,  por  lo  mismo,  cuan  ajenos  se 
hallaban  de  imprudencias  que  provoca- 
ran la  ira  popular. 

Que  entre  los  superiores  de  los  conven- 
tos, y  aun  en  los  Padres  ancianos,  reina- 
se  ceguera  de  la  inminencia  del  peligro, 
es  verdad  patente;  però  esta  ceguera  por 
una  parte  no  excluía  el  temor,  las  pre- 
cauciones  y  la  prudència,  y  por  otra  se 
fundaba  en  las  seguridades  dadas  por 
Llauder.  Expresan  con  exactitud  el  esta- 
do  del  animo  de  los  frailes  las  siguientes 
palabras  que  me  escribió  el  Padre  Juan 
Puig,  trinitario  descalzo:  «Temíamos  un 
«atropello,  però  no  nos  pasó  por  las 
«mientes  un  abandono  igual  de  los  gober- 
»nantes».  Fiaban,  pues,  en  la  autoridad 
isabelina:  ccómo  es  posible  que  cometie- 
sen  imprudencias  contra  ella? 

En  el  período  de  1833  al  infausto  Julio 
de  1835  los  conventos  de  Barcelona  cuida- 
ban  muy  bien  de  iluminar  las  fachadas  de 
sus  edificios  siempre  que  se  recibía  la 
noticia  de  una  victorià  de  los  liberales 


(i)  Historia  de  Cataluna  y  de  la  Corona  de 
Aragón...  Barcelona,  i86^,  tomo  V.  pàg.  ^93. — 
Las  calles  de  Barcelona...  Barcelona,  186;,  to- 
mo I,  pàg.  i;_|0. 


PREPARACION    PROMMA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


437 


sobre  los  carlistas  (1),  dato  elocuente  que 
prueba  el  espíritu  de  los  religiosos  y  el 
odio  de  los  enemigos  al  olvidar  tal  galan- 
tería. 

Leo  en  la  Crònica  de  los  franciscos  de 
Barcelona:  «Dia  7  de  ma3^o  de  1834.— En 
»el  mismo  presbiterio  se  ha  cantado  el 
»responso  general  para  el  R.™°  General 
»de  los  PP.  Mercenarios.  Se  tenia  que  ir 
»à  su  iglesia;  però  ellos  han  avisado  que 
»por  motivo  de  las  circunstancias  cada 
«religió  lo  cantase  en  su  casa»  (2). 

Lo  mismo  sucedió,  como  escribí  ha 
poco.cuando  la  muerte  del  General  fran- 
ciscano;  de  modo  que  las  comunidades  no 
se  atrevían  a  salir  a  la  calle. 

Los  jóvenes  coristas  franciscanos  del 
convento  de  Gerona,  en  vista  de  los  des- 
afueros  que  sufrían  olros  conventos, 
deseaban  poner  a  salvo  sus  pei'sonas 
huyendo;  mas  el  Padre  Guardian,  teme- 
roso  de  que  la  fuga  de  los  noveles  com- 
prometiese  la  paz  de  los  proyectos,  no  lo 
permitió;  y  el  Gobernador  militar  acudió 
al  convento,  y  echó  una  arenga  a  los 
jóvenes  encaminada  a  disuadirles  de  la 
huida,  y  les  anadió  que  en  caso  de  peli- 
gro  él  les  avisaria,  como  en  efecto  en  su 
dia  les  aviso.  No  por  esto  los  frailes  deja- 
ban  de  tener  vigilantes  de  su  seno  todas 
las  noches  (3). 

El  Padre  Gabriel  de  Ripoll,  de  apellido 
iMaideu,  en  1835  capuchino  de  Sabadell, 
me  dijo:  «Los  provinciales  de  las  ordenes 
»distintas  se  presentaron  A  Llauder,  el 
»cual  les  dijo  que  no  se  moviesen,  y  les 
»tranquilizó.  Por  esto  el  Provincial  y 
«Guardianes  se  esforzaban  en  predicar 


(i)  A\c  lo  dijo  D.  José  l'rulls,  quien  vió  eslas 
iluniinaciones.  Barcelona  30  de  noviembre  de 
189^. 

(j)  Llibre  de  notas  que  comensa  al  rfi'j  .S' 
de  Agost  del  any  18 jt  d  solicitut  y  cuidado 
del  P.  ]'icari  de  Cor  de  est  convent  de  N.  S. 
P.  S.  Francesch  de  Barna. — Fr.  Mal/ieu  Orriols 
Pred.r ,  pàgs.  70  y  Q5. 

(i)  Relación  del  P.  Juan  Roca  que  a  la  sazòn 
era  uno  de  los  indicados  coristas.  Barcelona  9  de 
abril  de  1886. 


»que  nadie  se  moviese,  y  hasta,  habiendo 
>  huido  algun  íraile,  el  Provincial  lo  co- 
»municó  À  los  conv^entos  marcando  al 
»fugado  con  la  denigrante  nota  de  após- 
»tata»  (4).  Así  fué  declarado  tal  por  los 
superiores  carmelitas  descalzos  un  reli- 
gioso  de  su  orden  que  huyó  del  Convento 
del  Cardo (5).  El  Padre  carmelita  calzado 
Fr.  José  Barcóns  y  Saderra  me  escribió 
las  siguientes  lineas:  «En  el  memorable 
»ano  de  1835,  A  pesar  de  la  alegria  de  la 
»festividad  de  Nuestra  Santisima  Madre, 
>ila  Comunidad  vivia  inquieta,  desazo- 
»nada,  sin  paz  interior,  ni  exterior.  Ve- 
»nía  una  persona  conocida  al  Convento, 
Ȏ  inmediatamente  los  religiosos  le  pre- 
»guntaban:  iqué  hay  de  nuevo?  Unas 
«personas  decían  que  nos  iban  à  quemar; 
»otras  à  degollar;  otras  que  nos  iban  a 
»arrastrar  por  las  calles;  otras  que  nos 
»llevarían  a  America  en  malos  buques, 
»etc.,  etc.  Estàs  cosas  se  hacían  fàciles 
»de  creer  por  los  muchos  insultos  que 
»recibíamos  en  las  calles,  ya  de  palabras, 
>^ya  de  piedras,  ya  de  tronchos,  etc,  y 
»hasta  de  los  loros,  que  ensenados  por 
>vsus  duenos  nos  insultaban.  Se  nos  llama- 
»ba  paparras,  barras  de  plomo,  pagesos 
»y  otros  dicterios  semejantes,  que  à  cien- 
»cia  y  paciència  de  las  mismas  autori- 
»dades  se  permitian  por  toda  la  ciudad. 
»V  Uegó  à  tanto  la  burla  y  el  sarcasmo, 
»que  hasta  algunos  jóvenes  tiraron  boca- 
»nadas  de  humo  de  cigarro  en  los  rostros 
»de  sacerdotes  ancianos  é  indefensos. 

»Estas  noticias,  ya  de  las  personas  de 
»bien  que  las  comunicaban,  ya  de  los 
»mismos  religiosos  que  las  presenciaban. 
»y  ya  del  Gobierno  que  las  dejaba  impu- 
»nes,  eran  creidas  de  toda  la  Comunidad, 
»y  como  por  chispa  elèctrica  se  comuni- 
»caban  de  unos  à  otros  en  el  grandioso 
«convento  del  Carmen,  quedando  todos 
»desazonados,  perdiendo  unos  el  color  de 
»la  cara,  otros  la  gana  de  comer,  en  fïn, 
»todos  enfermaban.  Así  pasamos  un  mes 


(j\)     En  Barcelona  a  19  de  noviembre  de   1881. 
(5)     Relación  del    P.    Juan   Raurell,  secretario 
del  Provincial. 


438 


-lERO    TERCERO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


»como  Dios  quiso,  oyendo  cada  dia  las 
>;exhortaciones  de  los  superiores  que  nos 
«aconsejaban  que  no  solamente  perdonA- 
»semos  à  nuestros  enemigos,  sinó  que  los 
»encomendàramos  à  Dios»  (1). 

He  copiado  este  texto  del  benemérito 
Padre  Barcons,  fraile  en  claustro  hasta 
su  muerte  acaecida  en  17  de  noviembre 
de  1884,  y  las  anteriores  noticias,  para 
que  quede  probado  cuàn  distinto  espiritu 
del  que  la  revolución  supone  reinaba  en 
los  claustres  catalanes,  y  cuàn  infunda- 
das  sean  las  calumnias  de  conspiracione?, 
armas,  cartuchos,  etc,  que  se  difundían... 
Procedían  de  las  sectas  secretas,  que 
procuraban  airar  el  pueblo  liberal  contra 
los  conventos,  y  así  preparar  su  exter- 
minio. 

Nos  dice  Barcons  que  los  frailes  vivían 
en  continuo  sobresalto,  iy  cómo  podían 
estar  libres  de  él  después  de  la  terrible 
experiència  de  17  de  julio  de  1834  de 
Madrid?  ;Tan  ciegos  habian  de  estar  que 
ni  después  de  aquel  desengano  templaran 
sus  pretendidas  imprudencias? 

En  el  período  constitucional  los  con- 
ventos catalanes  ponen  su  nombre  y  sus 
pesetas  en  todas  las  subscripciones  que  se 
abren  aquí  en  favor  de  objetos  de  ensal- 
zamiento  de  los  liberales,  como  lo  vimos 
en  su  lugar.  Ahora  en  1834,  a  indicación 
de  Llauder,  aprontan  miles  y  miles  de 
duros  para  ayudar  a  la  guerra  contra  los 
carlistas,  hasta  el  punto  de  que  el  mismo 
General  lo  publica  con  elogio.  Quien  no 
vea  en  estos  hechos  la  prueba  mas  evi- 
dente  del  temor,  encogimiento  y  hasta 
temblor  que  dominaba  los  corazones  de 
los  regulares,  està  ciego:  tan  lejos  vivían 
de  conspirar,  ni  de  fomentar  el  alza- 
miento. 

Durante  el  còlera  del  otono  de  1834  los 
frailes  de  Barcelona  se  habian  portado 
admirablemente  bien,  como  en  las  demàs 
pestes,  según  lo  probé  en  el  articulo  7.° 
del  capitulo  II  de  este  libro.  En  este  bri- 


(i)     Relación  escrita  que  me   mandó  desde   el 
convento  de  Onda  en  octubre  de  1883. 


llante  comportamiento  aparecen  la  vir- 
tud,  el  ordeu  y  caridad  que  reinaba  en  los 
conventos,  virtudes  que  suelen  ir  herma- 
nadas  de  la  prudència.  Los  sacrificios  que 
entonces,  es  decir,  muy  luego  del  degüe- 
Uo  de  Madrid,  merecían  la  recompensa 
de  la  gratitud  y  respeto  del  pueblo,  hasta 
del  revolucionario  fueron  despreciados, 
pues  la  revolución  carece  de  entranas,  y 
asi  como  olvidó  en  1821  los  inmensos 
sacrificios  de  los  conventos,  prestados 
cuando  la  fiebre  amarilla,  3'  el  centenar  de 
sacerdotes  inmolados  por  ella,  asi  después 
los  prestados  cuando  el  terrible  còlera  del 
fin  de  1834. 

Todos  los  acontecimientos  del  tiempo, 
los  actos  de  las  autoridades,  los  gritos  de 
los  exaltades,  las  canciones,  el  aire  y  el 
viento,  todo  respiraba  odio  y  hostilidad 
contra  los  religiosos;  y  esto  ellos  no  lo 
ignoraban,  pues  aun  los  ciegos  lo  sentian. 
En  el  claustro  de  Santa  Catalina  los 
milicianes,  y  recuérdese  que  entonces 
eran  voluntarios  en  su  inmensa  mayo- 
ría,  aprendían  el  ejercicio  militar  (2).  En 
el  de  la  Trinidad  Calzada  estaban  tam- 
bién  instalados  milicianes.  Lo  de  Santa 
Catalina  pasaría  en  otres  conventos,  y  en 
tedas  partes  las  palabras,  grites  y  gestos 
de  los  armados  resultarían  peco  sabrosos 
a  les  religiosos  y  menes  tranquilizadores; 
iy  habian  de  comprometerse  con  impru- 
dencias? 

Ademàs,  la  Auteridad  exigia  de  los 
superiores  de  las  casas  religiesas  fre- 
cuente  parte  de  si  algun  fraile  de  su 
cemunidad  se  ausentaba,  y  asi  les  prela- 
dos  muy  cuidadosos  andarían  de  poder 
evitar  denuncias  que  comprometian  a 
ellos  y  al  convento. 

Seamos  justos  y  sensates  conviniendo 
en  que  los  frailes  de  nuestra  tierra  cen- 
dujérense  con  gran  prudència  en  los 
tiempos  que  precedieron  al  incendio.  Su 
conducta  política  no  pudo  engendrar  el 


(2)  .Me  lo  conto  D.  Felipe  Carrancà,  hermano 
de  un  religioso  de  Santa  Catalina.  Barcelona  13 
de  enero  de  iSS^;. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


439 


odio  asesino.  Este  procedia  de  las  logias, 
las  que  esparcieron  las  dichas  calumnias 
de  conspiraciones  y  armas,  y  crearen  la 
antipatia  de  muchos  basada  en  política. 
En  un  folleto  de  Apuntes  biogrúficos 
sobre  el  Marqués  del  Valle  de  Ribas, 
publicado  en  1906,  se  presenta  inciden- 
talmente,  en  una  nota,  al  monasterio  be- 
nito  de  San  Feliu  de  Guixols  como  centro, 
no  de  armas  ni  municiones,  sinó  de  cons- 
piración.  La  noticia  es,  a  mi  ver,  comple- 
tisimamente  falsa,  por  cuya  razón  aquí 
no  me  hago  cargo  de  ella,  dejàndola  para 
el  articulo  dedicado  al  indicado  Monaste- 
rio, donde  haré  patente  su  falsedad. 


ARTICULO  SECUNDO 

TRABAJOS    PARA    CREAR   ODIO  CONTRA 
LOS  CONVENTOS 

La  impiedad  y  sus  agentes  preparaban 
el  terreno  contra  las  ordenes  religiosas 
por  medio  de  escritos  públicos;  però  tam- 
bién  por  rumores  orales,  que  ni  este  ve- 
hiculo  de  absurdos  perdonaban,  espar- 
ciendo  los  màs  odiosos  y  disparatados. 
He  aquí  palabras  escritas  por  el  monje 
de  San  Cugat  Don  Felipe  de  Alemany, 
referentes  a  su  Monasterio:  «He  manifes- 
»tado  los  sufrimientos  de  que  fuimos  víc- 
«tirnas  en  el  interregno  de  1833  à  35,  y 
»que  clase  de  personas  eran  las  que  nos 
»proporcionaban  estos  disgustos,  que  si 
»bien  no  eran  capaces  de  urdir  una  cons- 
«piracion,  eran  escelentes  para  ponerla 
»en  obra,  ni  menos  perezosos  para  ir  à 
«Barcelona  a  recibir  las  ordenes  de  los 
.  »que  dirigían  el  movimiento  revoluciona- 
»rio.  iQué  ofertas  no  les  hacian,  qué 
»halagüeíïa  esperanza  no  les  dabanl  No 
»pagarían  diezmos,  censos,  ni  censales, 
»que  los  mcnjes  les  robaban  los  frutos 
»regados  con  el  sudor  de  su  frente,  para 
»darse  una  regalada  vida,  y  otras  sande- 
»ces  por  el  mismo  estilo;  en  una  palabra: 
»que  quitado  el  Monasterio  no  pagarian 
»iiada,  cuanto  tenían  los  monjes  seria 
«para  ellos:  todo  seria  felicidad  y  bienan-  j 


»danza»  (1).  Otros  ancianos  confirman 
estos  conceptes  del  monje  Alemany,  ana- 
diendo  que  se  predicaba  a  los  pueblos, 
que,  incorporados  al  Estado  los  bienes 
de  los  conventos,  éste  no  tendría  que 
pedir  contribuciones  ni  quintas,  y  así  no 
se  pagarian;  que  la  Nación  podria  soste- 
ner  un  numeroso  ejército,  y  sin  dispendio 
de  nadie  acabar  la  guerra,  etc.  Y  esto  se 
propalaba  por  los  pueblos,  villas  y  ciu- 
dades  (2). 

A  las  anteriores  palabras  del  monje  de 
San  Cugat  debò  afiadir  aquí  las  del  libe- 
ral y  después  masón  Don  Víctor  Bala- 
guer: «A  tan  desconsolador  espectàculo 
»(el  de  la  guerra  civil),  que  afligidos 
»tenía  los  corazones  todos,  se  juntó  la 
»indignacion  que  hizo  nacer  un  rumor 
»que  comenzó  à  córrer  en  voz  baja  por 
»todas  partes.»  (Si  corria  por  todas  par- 
ies 110  contenia  la  ï'crdad,  pues  cada  po- 
blacióu  se  halla  en  distintas  circunstan- 
cias).  «Aseguràbase  que,  faltando  à  las 
»santas  leyes  del  sacerdocio,  cada  con- 
»vento  era  un  foco  de  rebelion,  y  que  en 
»el  silencio  y  misterio  de  los  claustros 
»se  tramaban  sordas  maquinaciones  con- 
»tra  el  trono  de  la  inocente  Isabel. 

»Veíase,  en  efecto,  a  los  frailes— no 
»todos,  però  muchos  de  ellos— inclinados 
»abiertamente  à  favorecer  los  deseos  ile- 
»gales  del  pretendiente;  decíase  — y  esto 
»era  por  desgracia  una  gran  verdad— 
»que  algunos  habían  abandonado  los  con- 
»ventos  para  ir  ;l  alentar  con  su  presen- 
»cia  las  hordas  carlistas  ó  à  ponerse  à  su 
»frente  soflando  en  otra  guerra  de  la 
«independència;  (no  se  olvide  quie'n  es  el 
»que  escribe);  dàbanse  detalles  minucio- 
«sos  de  las  conspiraciones  y  reuniones 
«misteriosas  celebradas  en  el  fondo  de 
»los  monasterios:  (a  ser  verdad,  liarto 
y'Caras  las  pagaran);  citdbanse  y  sena- 
«làbanse  con  el  dedo  los  religiosos  que  en 
»voz  alta...  osaban  negar  el  derecho  he- 
»reditario  à  la  augusta  nina...  (sicj;  enu- 

(i)     Manuscrito  incdito,  en  poder  de  la  família 
nohle  de  .Memany. 
(j)     Lo  oi  de  boca  de  otros. 


440 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


»meràbanse  por  fin  no  pocas  monstruosi- 
»dades  que  se  atribuian  à  los  frailes,  y 
»que  nosotros  creemos  de  nuestro  deber 
»callarlas  por  absurdas,  hasta  llegar  à 
»decir  que  habian  envenenado  las  aguas 
»para  acabar  de  una  vez  con  todos  los 
»liberales.  Todo  parecía  unirse  para  con- 
»vertir  à  las  comunidades  religiosas  en 
»blanco  de  la  ira  de  los  pueblos»  (1).  Con 
las  anteriores  líneas  queda  magistral- 
menle  pintada  la  obra  de  las  sociedades 
secretas  sobre  la  opinión  pública,  el  modo 
como  habian  logrado  torcerla,  lo  absurdo 
de  los  rumores,  y  la  deplorable  situación 
en  que  quedaban  los  claustres, 

El  Padre  Jaime  Roig,  Carmelita  cal- 
zado  de  Barcelona,  en  su  ya  citado  opús- 
culo  inédito  escribe  una  pequena  coletilla 
que  puede  ponerse  a  las  anteriores  líneas. 
Dice:  «Pues  desde  el  ano  1812,  ya  de  viva 
»voz,  ya  por  medio  de  la  prensa  nunca 
»han  cesado  de  llover  sobre  los  frailes  los 
»denigrantes  y  asquerosos  calificativos  de 
»oscurantistas,  supersticiosos,  hipócritas, 
»zànganos,  sanguijuelas,  disolutos,  gioto- 
»nes,  etc,  etc.»  (2). 

Hasta  asuntos  caseros  y  baladíes  se 
aprovechaban  para  herir  a  los  conventos, 
y  yo  recuerdo  que  cuando  las  mujeres 
y  criadas  se  quejaban  del  subido  precio 
del  pescado,  se  les  decía  que  la  culpa 
estaba  en  los  frailes,  quienes  compraban 
gran  cantidad  y  lo  mejor  de  la  pesca;  y 
así  que,  quitados  aquéllos,  esta  se  com- 
praria por  pocosdineros.  Y  por  este  tenor 
se  propinaban  al  siempre  infeliz  pueblo 
absurdos,  calumnias  y  venenos  con  tal 
de  lanzarle  contra  los  cenobios. 

De  tal  modo  se  habia  ido  formando  opi- 
nión, que  corria  ya  por  la  boca  de  todos 
los  malos  el  terrible  dicho  de  que  conve- 
nia quemar  los  nidos,  ó  la  janla,  para 
acabar  con  los  pàjaros,  aludiendo  a  que 
no  habiéndose  quemado  los  conventos  en 


(i)  has  calles  de  Barcelona,  tomo  I.  pàgina 
341. — Los  frailes  y  sus  conventos.  Barcelona, 
i8)i,  tomo  11,  pàg.  395. 

(2)  Se  titula  Ouince  dias  en  Madrid  en  i8j2, 
pàgina  7  vuelto. 


el  tiempo  constitucional,  pasado  éste 
volvieron  los  frailes.  Son  de  un  autor 
tristemente  cèlebre  en  los  anales  de  la 
guerra  contra  los  conventos,  de  Don  Be- 
nito Pérez  Galdós,  el  autor  de  Electra, 
las  siguientes  palabras  trazadas  para 
describir  los  partidos  liberales  de  1834: 
«Mientras  los  iluminados  desean  acabar 
»con  la  gente  de  cogulla,  y  quemar  los 
»conventos,  para  que,  stiprimidos  los  ni- 
»dos,  no  haya  miedo  de  que  vuelvan  los 

y^pdjaros »  (3).  Huelga,  pues,  toda  otra 

prueba.  Sin  embargo,  permítaseme  como 
última  lo  que  escribió  sobre  esto  el  bene- 
mérito  autor  católico  Don  Francisco  de 
Paula  Capella:  «Mentres  no  cremareu 
»las  gabias  no  fugiran  los  aucells,  repe- 
»tían  al  pueblo  en  todos  los  tonos  los  que 
»deseaban    despojarle  de  sus   creencias 

»católicas ;  los  que  se  proponían  va- 

»lerse  de  él  para  poner  fuego  à  los  con- 
»ventos  y  aprovecharse  despues  de  los 
xbienes  de  los  frailes  compràndolos  a  vil 
»precio  ó  recibiéndolos  gratis»  (4). 

Considero  digno  de  ser  conocido  el 
siguiente  hecho,  cuyo  valor  cada  cual 
apreciarà  según  su  sentir.  En  1835,  to- 
dos los  domingos  salía  a  luz,  en  Barce- 
lona, un  nuevo  Ventall,  o  sea  mosquea- 
dor,  de  cartón,  sostenido  en  un  lado  por 
una  cana,  quedando  el  todo  en  forma  de 
una  bandereta.  Al  cai'tón  de  estos  mos- 
queadores  adornaba  una  làmina  y  una 
leyenda  a  cada  lado.  El  que  apareció  la 
semana  anterior  al  incendio  representa- 
ba,  en  la  làmina,  un  hombre  en  mangas 
de  camisa,  con  el  brazo  Izquierdo  en 
cabestrillo,  y  a  su  lado  un  cirujano,  ves- 
tido  de  frac,  sombrero  alto  y  con  el  bas- 
tón  en  la  mano.  La  letra  decía  así: 

CEL   PACIENTE   Y   EL   CIRUJANO 

»Paciente .—M.irQme  V.  esta  mano 
»Que  una  espina  me  clavé 


1 


(3)  L'nfaccioso  mds  y  algunos  frailes  menos. 
Madrid,  i8gg,  pàg.  67. 

(4)  Correo    Cataldn  del   25   de   julio   de  1885, 
pàg.  8. 


PREPARACIOX    PRÒXIMA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


441 


»Cuantos  remedios  probé 
»Hasta  ahora  han  sido  en  vano: 
»iPor  Dios,  seiior  Cirujano, 
»Y  Doctor  en  medicina; 


»Emplasto  ó  madurativo, 
»Este  dolor  escesivo 
»Haría  mas  tolerante: 
»Mire  V.  que  es  penetrante, 


Paiienlc  M 

Que  ona  espina. íE 

Cuantoï  lemedios 

Uasta  ahora  han  s 

i  Por  Dios  !  Seuor 

>    Doctor  en  Medi 

Una  pena  ta.i  ,la6.tia 

Frocuré  prooto  iUfiar. 
Ciruíuno.  Hijo  no  pu<ídes  co 

Como  no  saquin  la  espioa. 


pmbí 

do  en  van. 

Cirujaoo, 


EL  CIRUJANO. 

Pati-    Tal  . 
Efnplaitr 


o  ra.-  dejd    parar. 

Hijo  no  puedes  curtr 
no  saques  la  espiaa. 

Pnr  Jjase  Hobrtho. 


»Una  pena  tan  danina 
«Procuré  (1)  pronto  aliviar. 

yiCiruJano. — Hijo,  no  puedes  curar 

»Como  no  saques  la  espina. 

»Pacíeitte.—Tdl  vez  con  un  buen  calmante, 


(i)     Sobra  el  acentu. 


»Y  casi  à  creer  me  inclina 
»Que  amenaza  mi  ruina 
»Pues  no  me  deja  parar. 
y-iCirujatio. — Hijo  no  puedes  curar 

»Como  no  saques  la  espina. 

»Por  fosc  Robrefio  ». 


442 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    OCTAVO 


El  dia  de  Santiago,  que  caía  aquel  aiïo 
de  1835  en  sàbado,  apareció  el  Ventall 
de  la  semana,  en  cuya  làmina  se  veían 
los  mismos  dos  personajes  del  anterior, 


«EL    CIRUJANO   Y   EL    PACIENTE 

»CtrujaHo,~Fnesio  que  A  tiempo  he  llega- 
»Y  no  empezó  la  gangrena   [do, 


EL    CIKUJANO 


Cirujano.   Puesto    que     à    tiempo    \\e    Megado,  gj 

Y  110    empeió    ia   gangrena  Qj 
La    espina   qite   os  Ha    tal    pena 
Maiido    quilar    í!e    contado : 

Pacienie.    Sí  ,    y^   estoy    determinado 

Al  ver  que  nada  me  cura. 
Va  creciendo  roi  atnarguta. 
Cada    dia    me     marcliito. 

Y  M    la    causa    no    quito 
Me    »oy    ii    la   sepultura- 

Cirujano-    Ya    la  espma    va    salíendo, 

Veiició  el   trisle    su    ignorància^ 

Y  comn    tcnga    constància 
Pronto    irj    resUhleciendo : 
Un    golpe     de    mano    entiendo 
Que     aplacarii    sus    qnfhrantos; 
Tantí.s    doiores    y    lianlf>s. 
De    una    ve/,     termmar.in  ; 

pues  corao  dice   el  rcfrai»  x[ 

Vale    mas    un    jAv'    que    lantos.  ^^ 

BAJlCELO^A:    En  la  librena  de  José    Llucli,  calle  de  la    Libretería. 


sólo  que  se  praçticaba  ya  la  operación, 
pues  el  paciente  estaba  sentado,  entre- 
gatido  el  brazo  al  doctor,  y  vuelto  el  rostro 
del  otro  lado.  El  cirujano  le  abi-ía  la  carne 
con  un  instrumento.  He  aquí  la  letra: 


»La  espina  que  os  dà  tal  pena 
»Mando  quitar  de  contado. 
>•>Pacieiite.— Si,  ya  estoy  determinado 
»A1  ver  que  nada  me  cura, 
»Va  creciendo  mi  amargura, 


PREPARACION'  PRÒXIMA  DEL  INXENDIO  DE  EOS  CONVENTOS 


443 


»Cada  dia  me  marchito, 
»Y  si  la  causa  no  quito 
»Me  voy  à  la  sepultura. 
>•>Cirujauo.—Ya.  la  espina  va  saliendo, 

»Venció  el  triste  su  ignorància, 
»Y  como  tenga  constància 
»Pronto  irà  restableciendo: 
»Un  golpe  de  mano  entiendo 
»Que  aplacarà  sus  quebrantos; 
»Tantos  dolores  y  Uantos, 
»De  una  vez  terminaran; 
»Pues  como  dice  el  refran 
»Vale  mas  un  jAy!  que  tantos. 

»Por  José  Robrcno  » . 

Estimo  muy  dignas  de  meditarse  las 
seis  postreras  líneas.  He  visto  en  poder 
de  un  curioso  coleccionista  estos  dos 
Ventalls,  de  los  cuales  el  primero  fué 
reproducido  en  1843  corregido  el  error 
del  acento  y  suprimido  el  nombre  del 
autor.  Por  razón  de  esta  reproducción, 
me  entraron  dudas  de  si  la  primera  apa- 
rición  databa  de  las  semanas  de  1835 
indicadas  arriba,  o  si  de  època  posterior, 
y  acudí  a  mi  amigo  y  comprofesor  del 
Seminario,  Don  José  Castells,  que  era 
quien  primeramente  me  había  cerciorado 
de  los  tales  Ventalls.  Me  contesto:  «Res- 
»pecto  del  dia  ó  tiempo  en  que  aparecie- 
»ron,  no  puedo  decirlo  de  modo  absoluta- 
»mente  cierto;  però  casi  casi  aseguro  ser 
»tal  como  va  escrito  arriba,  3'  anado  que 
«pondria  cinco  probabilidades  contra  me- 
»dia  por  el  modo  como  se  deja  dicho»  (1). 
Nuevamente  hablé  al  senor  Castells  sobre 
la  època  de  la  aparición  de  dichos  Ven- 
talls, si  el  1835  o  el  1843,  y  me  contesto: 
«No  dude  V.  que  son  del  1835.  Recuerdo 
»que  al  ver  arder  los  conventos,  una  per- 
»sona  en  mi  casa  dijo:  «ya  lo  traía  el 
^Ventall  esto  de  los  conventos».  Yo  en- 
»tonces  corri  à  la  tienda  de  mi  padre, 
»donde  había  el  dicho  Ventall,  y  lo  ras- 
»gué;  de  modo  que  mi  padre  me  dijo  que 


(i)     Mc  lo  dijo  en  Barcelona  en   los   principios 
de  junio  de  188.4. 


»me  calmarà,  y  no  me  alborotara...»  (2). 
Ademàs  Robreno  salió  de  Barcelona  en 
1836  )',  como  escribí  en  el  libro  anterior, 
murió  desastrosamente  de  hambre  en  un 
islote  inhabitado  en  1838  (3);  no  podia, 
pues,  escribir  en  1843. 

En  la  mentada  colección  de  Ventalls 
observo  que  en  aquella  època  del  1833  y 
anos  siguientes,  durante  la  guerra,  se 
publicaron  muchos  Ventalls  politicos  en 
sentido  liberal  No  pocos  de  ellos  proce- 
dían  de  la  pluma  de  Robreno. 


ARTICULO  TERCERO 

ACUSACIONES  ANTE  LAS  AUTORIDADES, 
Y  PROCEDER  DE  ÉSTAS 

Crecía  la  enemiga  contra  los  conven- 
tos, y  se  buscaba  medios  para  perderlos. 
Un  tiempo  antes  del  incendio  un  lego  de 
Santa  Catalina  fuè  avisado  de  que  se 
había  proyectado  introducir  un  fusil  en 
el  altar  de  San  Vicente,  indudablemente 
para  que  luego  en  un  registro  sirviera  de 
cuerpo  de  delito.  Corrió  el  lego,  y  cerró 
el  templo,  evitando  asi  el  peligro  (4). 
También  poco  antes  del  degüello,  y  quizà 
relacionado  el  presente  caso,  o  identiíi- 
cado  con  el  anterior,  una  noche  presentà- 
ronse  en  el  dicho  convento  los  agentes 
de  policia  acompanados  del  alcalde  del 
barrio,  diciendo  que  se  les  habia  denun- 
ciado  la  ocultación  de  armas  en  la  tumba 
de  San  Raimundo.  Abrióse  inmediata- 
mente  la  puerta  a  los  agentes  de  la  auto- 
ridad,  y  se  les  condujo  a  dicha  tumba; 
bajó  a  ella  uno  de  los  agentes,  y,  como 
era  natural,  nada  de  armas  eiicontró  allí. 


(2)  En  Barcelona  a  los  lo  de  julio  de  1884. 

(3)  Sr.  Elias  de  .Molins.  Diccionario.  Los  dos 
cachos  de  versos  copiades  se  leen  también  repro- 
ducidos  en  las  Obras  poclicas  de  José  liohreiio. 
Barcelona,  i8^$,  pàgs.  i  >o  y  lóo. 

(.4)  Relacinn  de  D.  Felipe  Carrancà,  hermano 
de  un  iVaile  de  cste  convento.  Barcelona  24  de 
junio  de  1884. 


444 


quedando  así  salvos  los  frailes,  aunque 
no  sin  el  consiguiente  susto  (1). 

Escribió  el  citado  monje  de  San  Cugat, 
mi  querido  amigo  Don  Felipe  de  Ale- 
many: «A  últimes  del  aiïo  34,  ypor  cierto 
»que  era  al  concluirse  el  còlera,  atacaron 
»al  monasterio  una  noche  como  à  una  pla- 
»za  fuerte,  con  pretexto  de  que  dentro  te- 
»níamos  la  faccion  escondida.  Los  monjes 
»tranquilos  estàbamos  en  el  monasterio, 
»solo  se  oian  los  tiros  y  gritería  bien  dis- 
>/tantes  de  pensar  en  el  peligro  que 
«corríamos.  Debimos  nuestra  salvacion 
»en  aquella  noche  a  haber  entrado  la 
>;desunion  entre  ellos,  pues  el  escribano 
»del  pueblo  Don  Mariano  Font  capitan  de 
»los  crislinos,  y  algun  otro  salieron  en 
»nuestra  defensa,  y  à  dicho  senor  por 
»poco  le  Cuesta  la  vida,  pues  de  un  tiron 
»le  i-asgaron  un  faldon  de  la  casaca.  Die- 
»ron  parte  al  Gobernador  de  Mataró  y 
»comandante  de  armas  de  Sabadell  el 
«coronel  Don  Pablo  Par,  de  modo  que 
»este  seüor  al  amanecer  comparece  con 
»una  partida  de  tropa,  circumbala  de 
«centinelas  el  monasterio,  y  acompanado 
»del  Baile  y  algun  regidor  practican  un 
»riguroso  registro.  Nada  encuentran,  ni 
»faccion,  ni  armas,  ni  menos  municiones. 
»Vista  nuestra  inocencia  el  comandante 
»de  armas  se  dirige  à  estos  senores=ya 
»Io  ven  no  hay  nada.=Entonces  acuerdo 
»muy  bien  que  uno  llamado  por  apodo 
»Coíx  Vüiagrc  individuo  del  Ayunta- 
»miento  y  de  los  màs  alborotados  del 
»pueblo=los  vi  pasar  por  el  torrente  que 
»està  detràs  de  la  pared  de  los  huertos,  se 
»habràn  escapado,  allí  estaba  la  llopada. 
»=No  pudo  menos  el  senor  Par  de  mani- 
»f estar  lo  habían  engaiïado. 

»En  vista  pues  de  tan  palpables  calum- 
»nias  se  determino  nombrar  una  comi- 
»sion  para  presentarse  al  Capitan  Gene- 
»ral,  senor  Llauder,  para  manifestarle 
«verbalmente  los  atropelles  de  que  conti- 
»nuamente  eramos  víctima,  y  al  mismo 
»tiempo  la  acompaiiase  los  dos  diputades 

(i)  Relación  del  Padre  de  este  convenlo  Fray 
Jaime  Ros.  Barcelona  3  de  marzo  de  18S0. 


»del  Estatuto  Don  José  de  Viflals  y  Don 
»Henerato  de  Puig,  el  primere  hermano 
»del  monje  Don  Francisce,  y  el  segundo 
»por  honrar  con  su  amistad  à  varies  indi- 
»viduos  del  monasterio.  Gustosos  estos 
»seíiores  se  prestaren  à  acempanar  la 
»cemision  cumpliendo  muy  bien  su  ceme- 
»tido,  patentizando  hasta  la  evidencia 
»nuestra  inocencia,  y  les  atropelles  de 
>que  eramos  víctima.  Los  escucha  S.  E., 
»y  contesta  estàs  mismas  palabras.= 
»conozco  la  inocencia  de  les  individuos 
»del  monasterio  de  San  Cugat  y  las  per- 
»senas  de  que  se  compone  perquè  en  él 
»tengo  un  próxime  pariente,  però  nada 
»puede  remediar,  son  excesos  de  patrio- 
»tisme  que  debe  tolerar  para  sostener  la 
»opinien.  =  iQué  campo  de  reflexiones  me 
»preperciona  la  tal  respuesta...!»  (2). 

Un  reUgioso  carmelita  descalze  fué  en 
aquelles  tiempos  que  precedieren  al  in- 
cendio cenfinado  cince  veces,  según  arri- 
ba escribí  temàndolo  de  su  beca.  Si  cons- 
piraba,  rcóme  ne  le  fusilaban?íCómo  no  le 
embarcaban  para  Amèrica?  Su  culpa  en 
aquel  tiempe  en  que  se  castigaban  hasta 
las  palabras  no  llegaria  a  tal,  però  los 
cenfinamientes  llegaban  a  gran  molèstia. 

El  Padre  Pagès,  carmelita  calzado,  fué 
desterrado  a  Mallorca  per  razón  de  la 
eración  fúnebre  que  en  elogio  de  Fer- 
nando VII  pronuncio  en  las  henras  de 
este  Rey  (3). 

Una  carta,  que  el  superior  del  Monas- 
terio de  Santas  Creus,  hombre  de  ideas 
marcadamente  isabelinas,  escribe  a  un  su 
pariente  de  Tarragona  en  9  de  diciembre 
de  1834,  pinta  vivamente  con  un  par  de 
pinceladas  el  estade  y  situación  de  los 
conventos  en  aquel  tiempe.  He  aquí  dos 
de  sus  pàrrafos:  «He  preguntado  por  la 
»causa  del  lego  que  (F.)  me  supone  està 
»en  esta,  (y  creo  ne  es  así).  El  lego  que 
»hace  muches  meses  que  salió  inocente  y 


(2)  Manuscrito  de  D.  Felipe  de  Alemany  que 
va  sin  titulo.  Capitulo  XIX  titulado  Las  l'icisi- 
tudes  desde  el  aiio  ^y  al  y;. 

(3)  Relación  de  los  carraelitas  calzados,  Pa- 
dre Traveria  y  P.  Montal. 


PREPARACIDN-    PRDXIMA    DEI.    INXliNDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


415 


)>libre,  como  tambien  suscompaneros  que 
»eran  la  Baronesa  de  Querol  y  su  hijo  y 
»otros,  no  obstante  los  condenaron  a 
»gastosv...  Así  se  molestaba  y  prendía  a 
inocentes. 

«Creo  que  ya  sabrà,  continua  mas  aba- 
»jo,  que  no  me  han  faltado  disgustos.  El 
»día2l  del  pasado  vino  en  esta  el  Coman- 
»dante  de  armas  de  Valls  me  hiso  algunos 
»encargos  (però  como  amigo)  (era  de  los 
»suyosj  de  mi  poca  vigilància  (que  le  ase- 
»guro  ha  sido  mucha)  se  llevo  a  un  lego 
»preso  por  haberle  hallado  papeles  ó  car- 
»tas  que  no  sé  lo  que  contienen.  De  Valls 
»lo  trasladaron  íi  Villafranca,  y  el  3  del 
»cor.'^  fueron  allà  por  declaraciones  dos 
»Monges,  un  lego,  y  el  Medico  y  su  cria- 
»da.  No  se  aora  nada  mas,  ni  puedo  en- 
»tender  en  lo  que  pararà.  Luego  de  mar- 
xcharse  el  Comandante  de  Valls  con  el 
»lego  presó,  escribí  à  Satorras  partici- 
»pàndole  lo  ocurrido,  y  que  los  demàs  de 
»esta  parecían  no  tenían  seflal  alguna  de 
xquererir  contra  elgobiernode  la  Reyna 
»aunque  había  algunos  que  se  manifesta 
»ban  un  poco  alegres  y  poco  observantes 
»en  sus  obligaciones.  Me  contesto,  y  estoy 
»sumamente  agradecido  de  su  contexta 
»cion.  Yo  he  tomado  mis  precauciones 
»he  dado  mis  ordenes,  he  procurado  sa 
»ber  lo  que  se  hace  }•  como  se  piensa 
»y  nada  he  hallado  que  sea  contra  el 
«gobierno  de  la  Reyna.  De  esto  estoy 
»sumamente  contento,  3-  los  que  parecían 
»alegres  lo  he  sabido  obligar  à  ponerse  à 
»orden...»  (1). 

Si  tales  vejaciones  sufríaun  monasterio 
regido  por  un  decidido  cristino,  'ique  suce- 
dería  en  los  demàs? 

También  los  Trinitarios  calzados  de 
Barcelona  padecieron  su  criminacirtn.  Se 
les  acuso  de  que  en  el  refectoiio  se  leía 
la  vida  de  Don  Carlos;  que  en  la  celda  del 
superior  se  reunían  frailes  de  distintos 
conventos,  y  que,  habidas  allí  sus  juntas, 
se  mandaba  dinero  y  cartuchos  a  los  car- 
ií) Lo  copic  del  orifíinal  que  est;»  en  poder  de 
mi  querido  amifio  D.  Guiilermo  de  GuillénGar- 


listas.  En  vista  de  tales  criminaciones,  la 
autoridad  mandó  comparecer  ante  su 
presencia  a  algunos  religiosos,  mas  con- 
vencida  de  la  falsedad  de  la  acusación, 
dejólos  libres  (2). 

Recuérdese  la  prisión  de  los  Padres 
Prior,  Vicario  y  Procurador  de  Scala 
Dei  y  su  condena  de  confinamiento  que 
dejo  referida  en  el  capitulo  \'  de  este 
libro. 

Son  de  la  Crònica  inèdita  de  los  mer- 
cedarios  las  siguientes  palabras:  ';<Dios 
»guarde  al  predicador  que  en  el  púlpito 
»dijese  una  palabra,  no  contraria  al  sis- 
»tema  liberal,  sinó  que  ellos  /os  libera- 
>des)  pudiesen  maliciosamente  interpre- 
>tarla  contraria...  que  al  instante  era 
'-acusado,  presó  y  desterrado  como  suce- 
»dió  al  P.  Manuel  Martínez  de  nuestra 
«provincià  de  Valencià...  El  Padre  Pedró 
»Nolasco  Tenas,  predicador  de  Vich,  des- 
»terrado  por  sus  sermones  contra  la  im- 
»piedad.  El  P.  Salvador  Puig  Comenda- 
>;dor  de  Tàrrega,  y  su  companero  Fray 
»Antonio  Garriga  desterrados  à  Mallorca 
»por  haber  hablado  con  un  sujeto  que  los 
«liberales  creyeron  que  era  contrario  à 
»su  sistema,  y  tantos  y  tantos  otros  que 
xsufrieron  càrceles,  destierros  y  mil  per- 
»secuciones>^. 

En  su  lugar  escribo  la  conducción  en- 
tre filas  a  Barcelona  de  la  Comunidad 
franciscana  de  Santo  Tomàs  de  Vich, 
llegada  a  la  ciudad  condal  el  3  de  Julio 
del  35.  Però  ademàs  debò  insertar  la 
siguiente  lista  de  confinados  tal  cual  la 
traza  el  Padre  Vicario  de  coro  del  con- 
vento  de  Barcelona. 

«P.  Lector  Meliton  Monty  de  la  provin- 
»cia  de  Alava.  confinado  à  esta,  y  Uegó 
»el  dia  {sic)  de  julio  de  1S34. 

»P.  Francisco  Vidella  Predicador  con- 
«ventual  de  Agramunt,  confinado  à  esta, 
»y  llego  el  defs/rj. 

»P.  Tomàs  Puig  Predicador  General 
»Comisario  de  la  tercera  orden  de  Berga, 


(^)  Carta  que  desde  Roma  me  escribió  en  i8 
de  enero  de  iSSi  el  P.  José  Güell  y  .Milú.  fraile  de 
dicho  consento. 


446 


LIBUO    TliRCERO.  CAPITULO     OCTAVO 


»confinado  à  esta,  y  llego  el  13  de  diciem- 
»bre  de  1834. 

»P.  Rafael  Cabirol  conventual  de  Cas- 
»tellon,  confinado  a  esta,  y  llego  el  4  de 
»julio  de  1835. 

»P.  Guardian  de  Torà  Fr.  Ignacio  F"cl- 
»bregas  con  dos  legos  Fr.  Juan  Güell  y 
»Fr.  José  Cutal  confinados  à  esta,  y  lle- 
garon»  (sic)  (1). 

Y  en  fin,  prescindo  de  otras  citas  de 
vejaciones  semejantes,  que  a  tener  noti- 
cia de  todas  no  dudo  podria  su  narración 
Uenar  un  volumen. 


ARTICULO  CUARTO 
INSULTOS    CALLEJEROS 

Otro  tanto  pasarà  en  la  relación  por 
menudo  de  los  insultos  callejeros  que  a 
todas  horas  sufrían  los  religiosos.  He 
aquí  palabras  del  mismo  Padre  Trinitario 
calzado  del  convento  de  Barcelona  que 
me  escribió  lo  anteriormente  citado  de 
su  convento:  «Sabrà  V.  sin  duda  que  mu- 
»cho  tiempo  antes  de  la  noche  fatal  nos  in- 
«sultaban  por  las  calles  de  Barcelona  de 
»un  modo  el  mas  desvergonzado,  dicién- 
»donos  toda  espècie  de  injurias  y  trope- 
»lías.  La  palabra  màs  comun  era  llamar- 
»nos  paparras;  y  no  olvidaré  que  yendo 
»un  servidor  de  V.  de  paseo  con  mi  lector, 
»uno  desde  una  ventana  en  la  plaza  de 
»San  Jaime,  gritaba  con  fuerte  voz:  nia- 
f>tenlos,  inateulos  Otra  vez,  tambien 
»desde  una  ventana,  nos  tiraron  un  bas- 
»ton  con  tanta  fúria,  que  el  palo  caía 
»rodando,  y  por  fortuna  no  nos  toco.  No 
»se  hallaba  en  publico  quien  tomarà  nues 
»tra  defensa.  Uno  ó  dos  dias  antes  acom 
»panó  la  comunidad,  como  de  costumbre 
»cantando  el  In  exitu  Israel  de  Egipto 
»un  difunto  nuestro,  Fr.  Salvador  Palau 
«barcelonès,  lego;  y  desde  nuestra  iglesia 
»hasta  la  plaza  de  Palacio,  varios  nos 
»decían:   Tocios  así.  A  los  religiosos  de 


(i)     Llibre  de  notas...    del   P.   Vicario  de  Coro 
de  Barcelona,  citado,  pàgs.  107  )■  108. 


xcolor  blanco  y  negro  como  los  dominicos 
»y  nosotros  nos  llamaban  cnltblaiichs» 
(goloitdrinas);  «à  los  mínimos,  sacos  de 
»carbón;  à  los  mercedarios,  convidados 
»de  piedra»  [alusión  al  Comeitdador  del 
Convidada  de  piedra);  «à  otros  almendras 
»tostadas»  {a  los  capucJiinos)  (2).  Y  a  los 
franciscos  se  les  llamaba  barras  de  plomo 
porque  entonces  en  Cataluna  era  de  co- 
lor plomizo  su  habito. 

De  tal  modo  abundaban  los  insultos,  y 
tan  amigos  de  la  prudència  se  mostraban 
los  superiores,  que  en  los  trinitarios  des- 
calzos  de  Barcelona  los  jóvenes  estudian- 
tes, quienes  por  reglamento  podían  salir 
de  paseo  al  campo  los  martes  o  jueves, 
estuvieron  medio  ano  sin  salir  (3). 

Por  las  calles  los  frailes  recibían  tron- 
chazos,  pedradas  y  hasta  algun  ladrillazo 
y  algun  bofetón.  Estos  insultos  los  atesti- 
guan  mil  frailes  en  las  relaciones  que  de 
sus  labios  llevo  escuchadas,  y  cuyas  citas 
resultarà  enojoso  apuntar,  y  por  lo  mismo 
las  omito. 

Desde  unos  meses  antes  del  incendio 
todos  los  sàbados,  de  once  de  la  noche  a 
tres  de  la  madrugada,  se  situaba  frente 
del  convento  de  mínimos  de  esta  ciudad 
una  turba,  y  le  cantaba  mil  insultos  (4). 

Se  cantaba,  y  estaba  como  de  moda, 
la  canción  siguiente: 

«  Viva  la  Cristina 
»Are  mes  que  may 
>■>  Capellans  y  frares 
»Vaigitt  al  car....  (5). 

«  Viva  lo  General  Llaudé 
•hMentres  hi  Jiaigi  frares 
^May  anirem  be•>'>  (6). 


(2)     Citada  carta  del  P.  José  Güell  y  .Milà. 

(?)  Carta  que  desde  laradell  en  7  de  diciem- 
bre  de  1880  me  escribió  el  Padre  de  dicha  casa 
D.  Juan  Puig. 

(4)  Me  lo  contú  dos  veces  el  fraiie  de  esta  casa 
P.  Francisco  Güell  en  Barcelona  a  28  de  marzo 
de  188a  y  26  de  abril  de  1886. 

(5)  La  decència  impone  la  reticència. 

(6)  .Me  lo  dijeron  dos  distintos  frailes,  uno  de 
ellos  el  P.  Fèlix  \'ives  en  Arenys  en  31  de  di- 
ciembre  de  1885. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEI.    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


447 


Estimo  digno  de  notarse  el  caso  pro- 
videncial que  acaeció  durante  el  còlera  de 
1834  a  un  capurhino  que  pasaba  por  la 
Rambla  al  ir  a  auxiliar  a  un  enfermo.  Un 
joven  le  insulto:  el  frailele  contesto: «mira 
»que  no  haya  de  venir  para  tí».  Realmente, 
a  los  pocos  pasos  la  gente  llamó  el  capu- 
chino  diciéndole  que  acudiese  presuroso 
para  asistir  al  dicho  joven,  quien  en  pocos 
momentos  espiro  (1). 

Los  padres  servitas,  cuya  iglesia  de 
Barcelona,  por  razón  del  cuito  de  la  Vir- 
gen  de  los  Dolores,  solia  estar  muy  con- 
currida,  notaban  visible  disminución  en 
la  concurrència  (2). 

Però  en  punto  de  los  insultos  que  en  los 
tiempos  anteriores  al  degüello  sufrían 
aquí  los  religiosos,  el  testigo  mas  digno 
de  ser  oído  es  el  lego  capuchino  Fr.  Jeró- 
nimodeOlot,  de  apellido  Martell,  quien 
después  de  la  exclaustración  se  ordeno, 
y  fué  teniente  de  cura  de  Sarria,  y  allí  le 
traté.  Me  conto  los  casos  siguientes:  Un 
dia,  durante  el  còlera  del  34,  acompa- 
fiaba  él  al  Padre  Manuel  de  la  Nou,  a 
visitar  a  un  apestado.  Al  pasar  por  la 
calle  de  Escudillers  tiraron  al  Padre  una 
bacinilla  de  esputos,  que  le  dieron  en  el 
brazo.  El  mansísimo  y  santó  fraile  se 
limito  a  limpiarse  rozando  su  brazo  con 
la  pared,  y  a  esclamar:  «miserables,  Dios 
»se  apiade  de  ellos». 

El  dicho  Fr.  Martell,  hombre  demucha 
bondad,  però  de  cortos  alcances,  y  muj' 
decidido,  no  toleraba  en  silencio  los 
insultos,  y  creia  pugnar  por  la  honra  de 
su  habito  repeliéndolos  aun  con  el  puno, 
de  modo  que  sostuvo  numerosas  penden- 
cias.  Si  salían  los  capuchinos  a  la  plega, 
o  sea  cuestación  pública,  que  por  su  regla 
practican,  era  principalmente  para  mos- 
trar que  no  temían,  tales  andaban  los 
tiempos  y  tanta  la  abundància  de  los 
insultos.   Fr.   Martell  tenia  a  su  cargo 


(i)  Relación  del  P.  Segismundo  Castanyer, 
capuchino  en  el  convento  de  Arenys  en  o  de  scp- 
ticmbre  de  i88o. 

(2)  Relación  del  P.  Fclipc  Rodes,  servila.  San 
Boy.  28  de  diciembre  de  i88v 


la  cuestación  del  trigo  de  las  eras  de  la 
región  del  cementerio  antiguo,  o  del  E- 
Un  dia,  al  acercarse  a  una  de  ellas,  un 
hombre  que  trabajaba  junto  al  camino  5' 
que  habia  sido  arrojado  de  la  era  por  sus 
ideas  antil•lberales,  disimuladamente  y  a 
escondidas  le  aviso  de  que  no  escuchara 
las  insinuaciones  que  le  dirigiria  una  mu- 
jer,  y  que  se  guardarà  de  pasar  por  el 
camino  que  ellale  indicaria;  sinó  que  por 
el  contrario  huyera,  porque  la  mujer 
estaba  en  connivencia  con  unos  hom- 
bres  mas  allà  preparados  para  matarle. 
Martell  siguió  su  camino:  presentóse  la 
mujer  a  la  vista  ya  de  los  trabajadores 
de  la  era;  y  entonces  el  fraile  echò  a 
córrer  por  la  via  opuesta  u  la  que  estos 
le  indicaban.  En  vista  de  esto  la  mujer 
corrió  tras  él,  y  los  trabajadores,  vién- 
dose  burlados,  calumniaron  al  religioso 
gritando  que  andaba  tras  de  la  mujer; 
volviòse  el  impertérrito  Fr.  Martell,  y 
amenazando  de  muerte  a  la  mujer,  la 
ahuyentò. 

Otro  dia  en  la  calle  de  la  Merced,  como 
algunes  revolucionarios  le  tiraron  pie- 
dras,  el  fraile  contesto  con  los  mismos 
proyectiles,  y  asi  se  armo  una  de  pedra- 
das  entre  él  y  sus  agresores.  En  la  carre- 
tera de  Masnou  los  viajeros  que  iban  en 
la  tartana  de  este  pueblo  le  insultaron, 
corriò  el  fraile,  y  arrimando  un  fuerte 
punetazo  al  pecho  de  uno  de  ellos,  les  im- 
puso  silencio.  Yendo  con  otro  capuchino 
diòle  una  vez  la  humorada  de  ver  las 
obras  que  se  hacían  en  la  plaza  de  toros. 
Entro  en  hora  en  que  numerosos  opera- 
ries trabajaban  en  ella,  y  al  verle  estos 
levantaron  inmensa  gritería  en  contra 
los  religiosos,  la  que  el  jefe  de  la  obra 
fué  acallando.  En  otra  ocasiòn,  pasando 
por  la  calle  de  Fernando,  sufriò,  y  con- 
testo con  valor,  segiin  su  costumbre,  los 
insultos  que  le  dirigieron  los  milicianes 
establecides  en  el  claustre  de  la  Trinidad. 
Yasi,  afiadióme,  cada  dia  tenia  peleas  y 
rifias. 

Durante  el  còlera  de  1834  un  Caballero 
pidió  un  fraile  para  exhortar  a  un  apes- 
tado moribundo.  El  superior  designo  al 


448 


LIÜRO    TKBCERO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


mismo  Fr.  Jerónimo  de  Olot.  El  Caba- 
llero acompanó  al  fraile  conduciéndolo 
a  una  casa  de  prcstitución  de  la  calle  del 
Arco  del  Teatro.  Fr.  Jerónimo,  al  notar 
el  engafio,  huyó  (1). 

El  Vicario  de  Coro  de  San  Francisco 
de  Asis,  a  6  de  julio  de  1835,  escribe: 
«Dia  6  se  ha  concluido  el  novenario  de 
»San  Antonio  sin  que  haya  habido  la  me- 
»nor  irreverència  en  todas  las  funcio- 
»nes  de  dicho  novenario,  por  gràcia  del 
»Senor.  Para  evitar  semejante  cosa  la 
»Junta  de  senores  Mayorales  de  la  Cofra- 
»día  con  el  Padre  Guardian  determinaron 
«.suprimir  las  plàticas  de  la  novena,  y 
»todos  los  dias  acababa  la  funcion  à  las 
»ocho  horas»  (2).  De  modo  que,  a  lo  que 
se  ve,  las  plàticas  y  sermones  eran  con- 
testades con  irreverencias. 

Con  estàs  multiplicadas  noticias  de  los 
anos  que  precedieron  al  crimen  de  Bar- 
celona quedan,  a  mi  ver,  pintadas  las 
circunstancias  de  aquellos  tiempos,  y  el 
espíritu  de  prudència  que  dominaba  por 
un  lado  en  los  claustres,  y  el  impío  y 
altanero  que  por  otro  regia  en  las  calles 
y  plazas.  Asimismo  de  tales  hechos  bro- 
ta la  obra  maligna  de  los  que  urdían  el 
atentado. 


ARTÍCULO   QUINTO 

SEGURIDADES    DADAS    A    LOS    FRAILES 
POR    LAS    AUTORIDADES 

En  los  claustros,pues,reinaba  el  temor; 
y  por  esto  los  prelados  superiores  acuden 
al  Capitan  General  Don  Manuel  Llauder, 
ofreciéndole  desocupar  los  conventos 
para  así  evitar  la  catàstrofe  que  ya  había 
afligido  a  otras  poblaciones.  La  comisión 
de  hablar  al  General  la  desempenaron 
cuatro  superiores  regulares.  El  General 
les  tranquilizó,   ofreciéndoles  el  auxilio 


(i)  Relación  que  me  hizo  en  Sarrià  en  lO  de 
julio  de  i88o. 

(2)  Llibre  de  notas...  del  Vicario  de  coro  de 
San  Franci.çco  de  Asis,  cit.,  Das.  107. 


de  la  fuerza  pública  en  el  caso  de  una 
agresión.  De  la  verdad  de  esta  noticia 
responden,  no  una  voz,  sinó  las  de  doce- 
nas  y  docenas  de  religiosos  que  me  la 
atestiguaron;  responde  la  voz  pública  de 
todos  los  contemporàneos,  y  tinalmente 
la  de  los  autores  del  tiempo,  de  los  cuales 
arriba  cité  y  copié  uno  mayor  de  toda 
excepción,  y  cuyo  testimonio,  por  proce- 
der  de  un  liberal,  y  aun  creo  masón, 
excluye  toda  duda.  Es  Don  Víctor  Bala- 
guer, quien  escribe:  «Justamente  alarma- 
»dos  los  religiosos  de  Barcelona  al  ver  la 
xtempestad  que  les  amenazaba,  y  que 
»iba  à  caer  sobre  ellos  con  terrible  fúria, 
»se  acogieron  à  Llauder,  y  pidiéronle  su 
»proteccion,  manifestííndole  sus  deseos 
>/de  abandonar  secretamente  sus  mora- 
»das,  però  el  general  se  empenó  en  no 
»consentirlo,  fiado  en  su  previsión  y  en 
»la  fuerza  de  las  bayonetas  que  mandaba. 
y>Ducyman  tranquilos,  buenospadres,  les 
»dijo;  aquí  estoy  yo»  (3).  Y  anaden  los 
frailes  que  les  aconsejó  que  en  el  caso 
de  un  atropello  tocaran  la  campana,  y  la 
fuerza  acudiria  a  su  auxilio. 

El  mismo  general  Llauder  en  sus  Me- 
morias,  si  no  escribe  que  diese  segurida- 
des  a  los  frailes,  dice  que  contenia  y 
procuraba  impedir  que  se  les  atacase. 
He  aquí  sus  palabras:  «La  impotència  de 
»los  constantes  y  multiplicades  esfuerzos 
»del  bando  carlino  en  todo  el  tiempo  que 
>mandé  el  Principado,  suministran  la 
»prueba  concluyente,  y  sin  el  motin  de 
»Barcelona,  suceso  que  yo  previ  desde 
»que  la  corte  dió  el  funesto  ejemplo  del 
»17  de  julio  de  1834  contra  los  conventos, 
»y  que  yo  contuve  mas  de  un  ano  milà- 
»grosamente,  pues  no  disponia  de  las 
»fuerzas  que  han  tenido  mis  sucesores, 
>:'Cataluna  se  hubiera  librado  de  los  pade- 
»cimientos  y  trastornes  que  desde  agosto 
»de  1835  no  han  cesado  de  afligir  à  sús 
«laboriosos  habitantes»  (4).  Mas  dejemos 


(5)     Historia  de   Cataluiía.,    tomo  \,  pàg.  50^. 

(4)  Memorias  documentadas  del  Teniente  Ge- 
neral Don  Manuel  Llauder.  Madrid,  1844,  pàgi- 
nas  00  V  «i. 


PREPARACION"    PRÒXIMA    DEL     IN'CENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


449 


para  mas  adelante  este  punto,  del  cual 
trataré  al  discutir  la  responsabilidad  de 
Llauder. 

Así  como  los  prelados  acudieron  al  Ca- 
pitàn  General,  algunos  frailes  que  tenían 
o  amistad  o  relación  con  otros  generales 
les  interrogaren  también  sobre  su  seguri- 
dad.  El  arriba  citado  Fr.  Jerónimo  Mar- 
tell, o  sea  de  Olot,  me  dijo  que  el  general 
Santocildes  tranquilizó  a  los  Padres  José 
de  Cervera  y  Segismundo  de  Frontanà. 
El  mismo  Fr.  Jerónimo,  sin,  emperò,  fal- 
tar al  respeto  debido,  se  encaro  con  el 
Padre  Segismundo,  y  le  dijo:  «Padre, 
»vivimos  en  un  estado  queya  no  se  puede 
»aguantar,»  pues  en  realidad,  continua 
Fr.  Jerónimo,  '<ademàs  de  los  insultos,  j^a 
»no  se  permitía  à  los  frailes  salir  de  Bar- 
»celona,  y  el  centinela  daba  el  atras.  El 
»Padre  Segismundo  me  contesto:  «ya  le 
»he  hablado  A  Santocildes  muchas  veces, 
»y  me  dice  que  no  temamos,  pues  que  si 
»hay  algo,  se  nos  enviarà  un  coche,  y  nos 
»embarcaremos...»  (1).  La  buena  fe  de 
Santocildes  y  su  posición  le  enganaban, 
creyendo  sin  duda  que  todo  movimiento 
del  pueblo  daria  vagar  para  la  escapatò- 
ria del  coche  y  del  embarque.  No  contaba 
con  la  conni vencia  de  la  fuerza  pública. 
Y  si  es  verdad  lo  que  me  conto  un  ancia- 
no,  en  el  momento  del  incendio  de  cierto 
convento  Santocildes  dió  orden  a  un 
pelotón  de  tropa  de  hacer  fuego,  y  fué 
desobedecido. 

ARTICULO  SEXTO 

CONTRIBUCIONES    QUE    PAGABAN 
LOS  CONVENTOS 

Para  que  con  toda  verdad  puedan  pe- 
sarse  los  sacrificios  que  hacían  los  re- 
gulares a  favor  de  la  Reina  y  del  Go- 
bierno,  estimo  conveniente  dar  aquí  noti- 
cia de  las  contribuciones  que  a  la  sazón 
aquéllos  les  pagaban;  de  donde  todo 
amante  de  la  justícia  sacarà  cuanto  de- 
recho  a  ser  protegides  les  asistía. 


(i)     líclación  citada. 


Los  bienes  eclesiàstícos,  por  lo  que  mira 
a  los  ímpuestos,  dividíanse  en  dos  clases, 
los  cataftrados  o  sujetos  al  catastro,  hoy 
Uamado  territorial,  y  los  bienes  y  rendi- 
mientos  no  catastrados.  Sobre  los  prime- 
ros  pesaba  la  contribución  directa  terri- 
torial como  sobre  los  de  los  demàs  pro- 
pietàries; y  sobre  los  segundos  les  llama- 
dos  subsidi  os  eclesidsticos.  La  siguiente 
neta  que  hallé  entre  los  papeles  de  los 
Demínicos  de  Tremp  explica  esta  distin- 
cíón:  '<Segun  la  Bula  del  Papa  y  declara- 
»ciones  de  la  Junta  Apostòlica  del  subsi- 
»dio,  las  rentas  afectas  al  subsidio  son 
»tedas  aquellas  que  no  pagan  Real  catas- 
>'tre  ni  etra  contribución  Real,  como  diez- 
>  mos,  censos,  censales,  derecho  de  estela, 
»pié  de  altar,  etc.»  (de  tnodo  que  hasta  el 
pie  de  altar  pagaba  subsidio)  «.y  la  que 
»proviene  de  tierras  no  encatastradas, 
»que  son  todas  las  que  posehian  antes  del 
»concerdate  de  1737. 

»Cada  Junta  diocesana  de  subsidio  so- 
»lamente  puede  cargar  por  las  rentas 
»radicadas  dentre  del  Obispade,  y  no  per 
»las  que  el  dueno  ú  obtentor  posea  en 
»etros  obispados;  y  habite  este  donde 
»quiera  debe  contribuir  en  cada  obispade 
»por  las  rentas  que  posea  en  estos».  Tene- 
mes,  pues,  que  todas  las  obvenciones  no 
catastradas  venían  sujetas  a  una  contribu- 
ción que  podríamos  llamar  contribución 
ordinària,  apellidada  subsidio  eclesiàs- 
tica, de  cuyo  reparte  el  poder  secular 
poseía  copia.  Llauder,  autorizado  per  el 
Gobierno,  les  impuso  ademàs  otra  deno- 
minada subsidio  extraordinària,  o  recar- 
go  de  5,000  duros  mensuales  en  Cataluna 
sobre  el  subsidio  ordinario  (2).  Y  final- 
mente  el  mismo  Llauder  pidió  a  los  me- 
nasteries  el  crecidisimo  donativo  del  que 
ya  arriba  des  veces  llevo  hecho  mérito. 
El  reparto  del  subsidio  ordinario  lo  hacía 
en  cada  diòcesis  una  junta  diocesana,  fer- 
mada de  des  canónigos,  un  representante 
de  los  pílrreces,  otro  de  los  ceuventes  y 
ne  sé  si  algun  etro.  Del  cobro  de  los  dos 


(_•)     MeinoiLis,    cil.    L•lscritas   por   Oi,    pàginas 
II 5  y  11^  de  los  documentos. 


450 


l.IiiUO    TERCERO.  —  CAPITL'1.0    OCTAVO 


subsidios  estaba  encargado  el  Cabildo 
Catedral;  del  donativo  una  comisión  se- 
cular. Por  la  lista  del  rapar  to  del  subsidio 
ordinario  pudo  el  gobernante  formar  la 
del  extraordinario. 

Abramos  el  libro  del  cobro  del  subsï- 
dio  ordinario  correspondiente  al  primer 
semestre  de  1835,  y  allí  leeremos  los 
siguientes  datos;  però  antes  advirtamos 
que  para  pesar  con  justícia  el  valor  de 
las  cuotas  es  necesario  recordar  los  cor- 
tos  rendimientos  de  las  fincas  en  aquel 
tiempo,  el  alto  valor  de  la  moneda  de 
entonces,  y  que  las  contribuciones  ordi- 
narías  de  la  Nación  no  llegaban  ni  con 
mucho  a  los  tipos  de  las  de  tiempos  pos- 
teriores. 

«ObíspadodeBarcelona. — Repartimien- 
»to  individual  de  los  72,781  r.*  17  mara- 
»vedíses  vellon  efectives  equivalentes  à 
»6,823  libras  5  sueldos  3»  {entonces  los 
eclesiàsticos  todavia  contaban  por  li- 
»bras)  por  el  adelanto  de  media  anuali- 
»dad  del  Subsidio  Ordin."  Eccetico  de  este 
»Obispado  à  tenor  del  art.  10  del  edicto 
»de  la  Junta  Superior  Gubernativa  de 
»este  principado  de  5  de  los  corrientes, 
»con  el  aumento  de  6,689  r.^  25  m.*  ,..  ne- 
>/cesarios  para  los  gastos  de  oficina  exac- 
»ción  y  cobranza  formado  por  la  Junta 
«Diocesana  de  este  mismo  Obispado,  con 
»arreglo  à  lo  veríficado  en  el  ultimo  re- 
»parto  circulado  por  la  Escma.  Com.»" 
»Ap.<^»  con  fecha  9  de  Diz.'"'^  de  1834.» 

Sigue  la  lista  del  reparto  y  cobro,  em- 
pezando  por  el  senor  Obispo  y  el  Cabildo 
Catedral.  Al  llegar  a  los  regulares  escri- 
be  asi: 

«RELIGIOSOS 

«Número    69.— Agustinos    Calzados.— 59 

»libras  10  sueldos  7  din.  {Equivalen  a 

31  duros  3'72  pesetas). 
«Número  70. — Agustinos  Descalzos. — 16 

»lib.   0  suel.    11   din.   {Eqtiivalen   a   8 

duros  2' 7 8  pesetas). 
»Número  71.— Carmelitas    Calzados.— 70 

»lib.  17  suel.  10  din.  {Iguales  a  37  duros 

4' 05  pesetas). 


»Número  72. — Carmelitas  Descalzos. — 38 

>lib.  18  suel.  9  din.  {Iguales  a  20  duros 

4' 93  pesetas). 
«Número  74.— Dominicos.— 99  lib.  4  suel. 

»10  din.  (/^«a/í's  a  52  duros  4' 54  pe- 
setas). 
«Número  75.— Escolapios.— 3  suel.   4  din. 

{Iguales  a  0' 43  pesetas). 
»Número  76  —  Franciscanos.— 37   lib.   19 

»s\xe\.  (Iguales  d  20  duros  r20  pese- 
tas). 
«Número    77.— Mercenarios.— 67   lib.   17 

«sueldos  10  din.  {Iguales  a  36  duros 

105  pesetas). 
«Número  78. -Mínimes. —34  lib.  3  suel. 

«11  din.  {Iguales  a  18  duros  l'17  pe- 

»setas). 
«Número  79. —  Servitas.  — 38  lib.  3  suel. 

»11  din.  (Iguales  a  20  duros  l'84  pe- 

y'Setas). 
«Número  80.— Trinitarios  Calzados.— 24 

»lib.  7  suel.  10  din.  (Iguales  a  13  duros 

0' 08  pesetas). 
«Número  81. — Trinitarios  Descalzos.— 34 

»lib.  12  suel.  5  din.  (Iguales  a  18  duros 

2' 32  pesetas). 
«Número  82. — Priorato    de    Nazaret  de 

«Poblet.— 1  lib.  18  suel.  \0  úin.  {Iguales 

a  1  duro  0' 17  pesetas). 

«COLEGIOS 

«Número  83.— Agustinos  calzados. —2  lib. 

»13  suel.  3  din.  (Iguales  a  1  duro  2' 11 

pesetas) . 
«Número  84.— Carmelitas  Calzados. — 48 

«lib.  1  suel.  8  din.  {Iguales  a  25  duros 

3' 25  pesetas). 
«Numero  85.— Dominicos.— 23  lib.  11  suel. 

{Iguales  a  12  duros  2' 81  pesetas). 
«Número    86.— Franciscanos.— 32    lib.  6 

«suel.  10  din.  (Iguales  a  17  duros  l'14 

pesetas). 
«Número  87.— Mercenarios.— 34    lib.    18 

«suel.  9  din.  (Iguales  a  18  duros  3' 14 

pesetas). 
«Número    88.— Trinitarios    Calzados.— 3 

«lib.  9  suel.  3  din.  {Iguales  a  1  duro 

4' 24  pesetas). 
«Número  89. — ... 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVEXTOS 


451 


»Número  90.— San  Pablo.— 20  lib.  15suel. 

»3  din.  (Iguales  a  11  duros  0'65  pese- 

tas). 
»Número  91.— Sacristan  de  San  Pablo.— 

»2  lib.  8  suel.  1  din.  (Iguales  a  1  duro 

V  41  pe  set  as). 
»Número  92.— Senor  Abad  de  la  Portella 

■i,(y  de  San  Pablo).— 4  lib.  11  suel.  9  din. 

(Iguales  a  2  duros  2' 23  pesetas). 

»CLERIGOS  REGULARES 

»Número  94. — Agonizantes. — 2  lib.  9  suel. 

»8  din.  (Iguales  a  1  duro  166 pesetàs). 
»Número  95.— San   Cayetano.— 4    lib.   7 

»suel.  (Iguales  a  2  duros  l'60  pese- 
tas). 
»Número  96.— Casa  de  la  Mision.— 80  lib. 

»7  suel.   8  din.  (Iguales  a  42  duros 

4' 40  pesetas). 
»Número  97.— Pbros.    del   Oratorio.— 38 

»lib.  13  suel.  (Iguales  a  20  duros  3' 08 

pesetas) . 
sNúmero  98.- San  Sebastian.— 14  lib.  13 

»suel.  2  din.  [Iguales  a  7  duros  4' 08 

y>pesetas). 

»CAPILLAS   Y   VARIOS 
CONTRIBUYEXTES 

»Núniero  124 — Iglesia  de  Ntra.  Sra.  de 
«Belen.— 11  lib.  8  suel.  1  din.   (Iguales 
a  6  duros  0' 40  pesetas). 
Hasta  aquí  las  casas  de  Barcelona;  si- 
gnen las  de  fuera  de  la  ciudad. 

»Número  146.— PP.  Carmelitas  Descalzos 
»de  Mataró.— 11  lib.  Osuel.  5  din.  (Igua- 
les n  5  duros  4' 39  pesetas). 

»Número  149.— PP.  Escolapios  de  Mata- 
»ró.— 10  lib.  13  suel.  10  din.  (Iguales  a 
5  duros  3' 5 3  pesetas j. 

«Número  155.— II.  Sor.  Abad  de  San  Cu- 
»cufate  del  Vallés. — 74  lib.  14  suel.  9 
»din.  (Iguales  a  39  duros  4' 33  pese- 
tas). 

«Número  156.— Real  Monasterio  de  id.— 
»151  lib.  10  suel.  10  din.  (Iguales  a  80 
duros  4'11  pesetas). 

«Número  181.— Convento  de  PP.  Servitas 
»de  San  Baudilio  de  Llobregat. — 1  lib. 


«19  suel.  2  din.  {Iguales  a  1  duro  0'23 

pesetas) . 
»Número  208.- Monasterio  de  Gerónimos 

«de  Valdebron.— 23  lib.  8  suel.   1  din. 

(Iguales  a  12  duros  2' 40  pesetas). 
«Número  210.— Monasterio  de  Gerónimos 

«de  la  Murtra.— 64  lib.  7  suel.   10  din. 

{Iguales  a  34  duros  l'J 3 pesetas). 
«Número  211.— Carmelitas  Descalzos  de 

«Gracia. -14  lib.  19  suel.  11  din.  (Igua- 
les a  8  duros  0' 31  pesetas). 
«Número  216.— Franciscanos  de  Jesús.— 

«4  lib.  14  suel.  8  din.  (Iguales  a  2  duros 

2' 04  pesetas). 
«Número  220.— Monasterio  de  Monserra- 

«te.— 195  lib.  2  suel.  3  din.  (Iguales  a 

104  duros  0'29  pesetas). 
«Número  228.— PP.  Cartujos  de  Montea- 

«legre.- 2331ib.  17  suel.  5  din.  (Iguales 

a  124  duros  3' 6 5  pesetas). 
«Número  242.— Priorato  de  Ntra.  Sra.  del 

«Coll.- 2  lib.  10  suel.  8  din.  (Iguales  a 

1  duro  r77  pesetas). 
«Número  294.— I.  S.  Prior  de  S.  Miguel 

«del  Fay.— 27  lib.  0  suel.  5  din.  (Igua- 
les a  14  duros  2'6  pesetas). 
«Número  350.— PP.  Franciscanos  de  Vi- 

»llafranca.— 4  lib.  14  suel.  8  din.  (Igua- 
les a  2  duros  2' 64  pesetas). 
«Número  351.— PP.  Trinitarios  Calzados 

»de  Villafranca.— 11  lib.  7  suel.  1  din. 

(Iguales  a  5  duros  4' 95  pesetas). 
«Número  376.— PP.  Dominicos  de  S.  Ray- 

«mundo  {del  Panadésj.—Q  lib.  16  suel. 

«2  din.  (Iguales  a  4  duros  3' 48  pese- 
tas). 
«Número  437.— PP.  Servitas  de   Vilaró- 

«dona.— 10  lib.  12  suel.  3   àin.  {Iguales 

a  5  duros  3- 24  pesetas), 
«Número  448.— PP.  Carmelitas  Descalzos 

«de  Villanueva.— 18  lib.  18  suel.  7  din. 

(Iguales  a  10  duros  0' 45  pesetas). 
«Número  455.— PP.  Trinitarios  Calzados 

«de  Piera. —7  lib.  11  suel.  5  din.  (Igua- 
les a  4  duros  O'l 9  pesetas). 
«Número  478.— PP.  Agustinos  de  Mira- 
«lles.- 13  lib.  12  suel.  6  din.  (Iguales  a 
7  duros  r 31  pesetas). 
Suprimo  los  números  que  no  se  refie- 
ren  a  conventos. 


452 


L•IERO    TERCERO. CAPITULO     OCTAVO 


«Barcelona  16  de  octubre  de  1835. — 
»Tomàs  Puiguriguer  (caiióuigoJ.—Ma- 
»nuel  Font  Cura  pàrr.°— Gaspar  Malet 
»phro.»(Van  rttbricadas  estàs  finnas)  (1). 

Vengamos  ahora  al  Substdío  extraor- 
dinarío,  cuyo  reparto  senalando  lo  co- 
rrespondiente  a  cada  diòcesis  pudo  el 
poder  secular  formular  fàcilmente  por 
medio  del  stibsidio  ordinària.  Para  su 
cobro  el  cabildo  tuvo  libros  talonarios, 
en  uno  de  los  cuales  hallo  un  certificado 
que  dice  así: 

«Barcelona. 

»Segun  la  última  rectificacion  del  repar- 
»timiento  de  5,000  duros  mensuales  entre 
»las  diòcesis  de  Cataluna,  firmada  por 
»sus  Comisionados  en  20  de  Junio  de  1834, 
»à  la  Diòcesis  de  Barcelona  le  corres- 
»ponde  pagar  cada  mes  mientras  duré 
»dicha  contribucion...  20,364  r.^  22  m.^ 
»José  Mig.i  de  Prat  Can.°  Com.<ï°  » 

En  la  primera  pàgina  del  penúltimo 
libro  talonario,  que  es  el  correspondiente 
al  trimestre  de  Agosto,  Septiembre  y 
Octubre  de  1834,  se  lee  la  siguiente  cabe- 
cera;  la  que,  cambiada  la  fecha  del  tri- 
mestre, se  ve  en  lo  demàs  igual  en  el  libro 
del  trimestre  siguiente,  o  sea  de  Noviem- 
bre  y  Diciembre  de  1834  y  Enero  de  1835, 
que  es  el  ultimo  de  todos: 

«Los  infrascritos  comisionados  por  el 
»M.  I.  Cabildo  de  esta  Santa  Iglesia  para 
»la  recaudacion  de  los  veinte  mil  tres- 
»cientos  sesenta  y  cuatro  reales  veinte 
»y  seis  maravedises  vellon,  que  han  co- 
»rrespondido  al  Clero  de  esta  Diòcesis 
»por  los  cinco  mil  duros  que  el  Excmo. 
»Sr.  Capitan  General  ha  senalado  men- 
»sualmente  al  Clero  de  esta  Provincià 
»para  ocurrir  à  las  urgencias  de  esta,  se 
»hacen  cargo  de  las  cantidades  conteni- 
»das  en  las  casillas  numeradas  à  conti- 
»nuación  que  estaran  senaladas  con  sus 
«firmas;   cuyas  cantidades   son   por  los 


(i)     Archivo   de   la   Catedral  de  Barcelona.. — 
Cuadcrno  litulado   /."   media  antialidad  del  aito 


»meses  de  agosto,  setiembre  y  octubre 
»del  presente  aflo  (1834),  y  correspon- 
»den  íi  las  que  se  notan  en  el  estado  que 
»remitió  la  Junta  Diocesana  del  reparto 
»del  Subsidio  en  30  de  abril  ultimo;  de  las 
>:'Cuales  se  ha  librado  à  los  interesados  el 
»correspondiente  recibo  en  el  dia  que  se 
»espresa  en  cada  uno  de  los  números,» 
o  matrices,  como  se  Uaman  hoy. 

Todas  las  fechas  de  los  cobros  de  este 
libro  son  de  Agosto  de  1834. 

En  el  senalamiento  de  las  cuotas  va 
primero  el  número  de  la  matriz,  luego  el 
nombre  del  convento,  sigue  la  fecha  del 
pago  de  aquel  trimestre,  }-  termina  con 
la  cantidad.  Copio  esta  lista  del  trimestre 
de  Agosto,  Septiembre  y  Octubre  de  1834. 

«Numero    69.  —  La    Comunidad    de   PP. 

»Agustinos  calzados.— 20  de  agosto  de 

»1834.— 24  duros  15  reales. 
»Numero  70.  —La  Comunidad  de  agusti- 

»nos  descalzos. — 13  de  Agosto  de  1831. 

»— 7  dur.  9  re.  19  m. 
»Numero  71.— La  Comunidad  de  Carme- 

»litas  calzados.— 19  de  agosto  de  1834. 

»— 33  dur.  0  re.  30  m. 
«Numero  72.— La  Comunidad  de  PP.  Car- 

»melitas    descalzos.— 16  de  agosto  de 

«1834.— 18  dur.  3  re.  0  m. 
>A^umero  74.— Los  PP.   Dominicos.  — 18 

>.de  agosto  de  1834.-44  dur.  2  re.  12  m. 
»Numero  75. — Los  PP.  Escolapios.— 12  de 

>  agosto  de  1834.— 1  re.  2  m. 
»Numero  76.— Los  PP.  Franciscanos.— 12 

íde  agosto  de  1834. —17  dur.  13  re.  28  m. 
^Número  77.— Los  PP.  Mercedarios.— 16 

»de  agosto  de  1834.— 32  dur.  6  re.  32  m. 
«Número  78.— Los  PP.  Mínimos.-23  de 

«agosto  de  1834.— 15  dur.  18  re.  27  m. 
«Número  79.— Los  PP.  Servitas.— 18  de 

«agosto  de  1834.-17  dur.  10  re.  13  m. 
Número  80.— Los  PP.  Trinitarios  calza- 

»dos.— 12  de  agosto  de  1834.— U  dur. 

«7  re.  13  m. 
Número  81.— Los  PP.   Trinitarios  des- 

«calzos.  — 11  de  agosto  de  1834.— 16  dur. 

>  2  re.  26  m. 

Número  82.- El  Priorato  de  Nazaret  de 
«Poblet,  ó  sea  su  casa  de  procuracion. — 


PREPARACIOX     PRÒXIMA     DEL     INCENDIO     DE     LOS     CONVENTO 


453 


»18  de  agosto  de  1834.— 0  dur.   18  re. 

»12  m. 
»Número  83.— El  colegio  de  PP.  Agusti- 

»nos  calzados.— 22  de  agosto  de  1834.— 

»l  dur.  4  re.  27  m. 
»Número  84.— El  Colegio  de  PP.  Carme- 

»litas  calzados.— 16  de  agosto  de  1834.— 

»22  dur.  8  re.  8  m. 
«Número  85.— El  Colegio  de  PP.  Domini- 

»cos.— 23  de  agosto  de  1834.—  10  dur. 

»I9  re.  18  m. 
vNúmero  86.— El  Colegio  de  PP.  Francis- 

»canos. — Agosto  de  1834.— 9  dur.  0  re. 

»12  m. 
»Número  87. — El  colegio  de  PP.  Merce- 

»narios. — 18  de  agosto  de  1834.— 16  dur. 

»5  re.  21  m. 
«Número  88.— El  colegio  de  PP.  Trinita- 

»rios  calzados.— 18  de  agosto  de  1834. — 

»1  dur.  2  re.  7  m. 
»Número  90.— El  colegio  de  San  Pablo. — 

»20  de  agosto  de  1834.— 9  dur.  13  re. 

»20  m. 
«Número  91.— El  Sacristan  de  San  Pablo. 

»— 26  de  agosto  de  1834.— 1   dur.  0  re. 

»1  m. 
»Número  92.— El  Abad  de  la  Portella.— 

»26  de  agosto  de  1834. —  2  dur.  3  re. 

»5  m. 
»Número  94.— Los  PP.  Agonizantes. — 13 

»de  Agosto  de  1834.-1  dur.  3  re.  28  m. 
«Número  95.— Los  PP.  de  San  Cayetano. 

»— 11  de  agosto  de  1834.— 1  dur.   19  re. 

»2l  m. 
«Número  96.— Los  PP.  de  la  Casa  de  Mi- 

«sion.- 19  de  agosto  de  1834.-35  dur. 

»5  re.  30  m. 
«Número  97.— Los  PP.  del  Oratorio  de 

»San  Felipe.— 20  de  agosto  de  1834.— 

»18dur.  Ore.  12  m. 
«Número  98.- Los  PP.  de  San  Sebastian. 

«—18  de  agosto  de  1834.— 6  dur.  16  re. 

«20  m. 
«Número  123.— La  iglesia  de  Nuestra  Se- 

«i^ora  de  Belen.— 14  de  agosto  de  1834. 

» — 5  dur.  6  re.  11  m. 
«Número  146.— Los  PP.  Carraelitas  des- 

«calzos  de  Mataró.— 16  de  agosto  de 

»1834.— 5  dur.  2  re.  24  m. 
»Número  149.  —  Los  PP.   Escolapios  de 


«Mataró.- 19  de  agosto  de  1834.-4  dur. 

«19  re.  21  m. 
«Número  155.— El  Abad  de  San  Cugat.— 

«18  de  agosto  de  1834.-34  dur.  15  re. 

«28  m. 
»Xúmero  156.— El  Monasterio  de  San  Cu- 

«gat. —Agosto  de  1834.-70  dur.   12  re. 

»28  m. 
«Número  181. — Los  PP.  Servitas  de  San 

»Boy. — 18  de  agosto  de  1834. — 1  dur. 

»0  re.  4  m. 
«Número  208.— El  Monasterio  de  San  Je- 

»rónimo  de  Valldebron.— 29  de  agosto 

«de  1834.-10  dur.  18  re.  4  m. 
«Número  210.— El  Monasterio  de  San  Je- 

«rónimo  de  la  Murta.— 29  de  agosto  de 

«1834.-30  dur.  0  re.  9  m. 
«Número  211.— Los  PP.  Carmelitas  des- 

«calzos  de  Gracia. — Agosto  de  1834.— 

«6  dur.  19  re.  26  m. 
«Número  216.— Los  PP.  Franciscanos  de 

«Jesús  de  Gracia.— 20  de  agosto  de  1834. 

«—2  dur.  4  re.  4  m. 
«Número  220.— El  Monasterio  de  Montse- 

«rrat.- 23  de  agosto  de  1834.— 90  dur. 

«18  re.  33  m. 
«Número  228.— El  Monasterio  de  cartu- 

«jos  de  Montalegre.  — Agosto   1834.— 

«109  dur.  Ore.  13  m. 
«Número  242. —  El  Priorato  del  Coll.— 

«20  de  agosto  de  1834.  —  1  dur.  3  re. 

»22  m. 
«Número  262.— Los  PP.  Mínimos  de  Gra- 

«noUers.- 14  de  agosto  de  1834.— 1  dur. 

«15  re.  10  m. 
«Número  295.— El  Prior  de  San  Miguel 

«del    Fay.— 19    de  agosto    de    1834.— 

»12dur.  11  re.  31  m. 
«Número  351. — Los  PP.  Franciscanos  de 

«Villafranca.- 13  deseptiembre  de  1834. 

«2  dur.  4  re.  4  m. 
«Número  352.— Los  PP.  Trinitarios  cal- 

»zados  de  Villafranca.— 30  de  agosto 

«de  1834.-5  dur.  5  re.  30  m. 
«Número    377.— Los    PP.   Dominicos  de 

»San   Raimundo   del  Panadés. — 16   de 

«agosto  de  1834.-4  dur.  2  re.  17  m. 
«Número  43S.— Los  PP.  Servitas  de  Vi- 

«larodona. — 10  de  octubre  de   1834. — 

«4  dur.  18  re.  31  m. 


454 


LIBRO    TERCERO. CAPITULO    OCTAVO 


»Número  449.— Los  PP.  Carmelitas  Des- 

»calzos  de  Villanueva.— 20  de  agosto 

»de  1834.— 8  dur.  16  re.  16  m. 
«Número  456.— Los  PP.  Trinitarios  calza- 

»dos  de  Piera.— Agosto  de  1834.— 3  dur. 

»10  re.  20  m. 
»Número  480.— Los  PP.  Agustinosde  Mi- 

»ralles.— 22  de  agosto  de  1834.-6  dur. 

»2  re.  10  m. 
»Número  79  del  siguiente  libro  talonario, 

»que  abraza  el  trimestre  de  noviembre 

»y  diciembre  de  1834  y  enero  de  1835.— 

»Los    Servitas    de   Barcelona.  — 10  de 

»junio  de  1835.-17  dur.  10  re.  13  m. 
«Número  449.— Los  PP.  Carmelitas  des- 

»calzos  de  Villanueva. — 16  de  junio  de 

»1835.— 8  dur.  16  re.  16  m. 

Los  capuchinos  veo  que  como  pobres 
no  tributan  (1). 

Por  casualidad  vino  a  mis  manos  el 
siguiente  documento  que  confirma  las 
noticias  de  los  mentados  subsidios,  y 
muestra  cómo  se  pagaban. 

«Junta  diocesana  del  Obispado  de  Vich. 
»— Manresa.— M.  R.<^°  P.  Prior  y  Comu- 
»nidad  de  Orden  de  Predicadores. 

»En  el  repartimiento  individual  del 
»contingente  senalado  à  este  Obispado 
»por  disposicion  del  Exmo.  Sr.  Capitan 
»General  en  union  con  la  Junta  de  Auto- 
»ridades  durante  las  actuales  circunstan- 
»cias  ha  cabido  à  V.  la  cantidad  de  ciento 
«treinta  y  seis  rJ  con  veinte  y  seis  m.^ 
»por  los  meses  de  Setiembre,  Octubre, 
»Noviembre  y  Diciembre  próximos,  que 
»deberà  poner  en  manos  del  Pbro.  D.  Jay- 
»me  Heras  Secretario  de  la  Junta  Dioce- 
»sana  inmediatamente  a  recibir  V.  este 
«aviso  por  la  perenterioridad  con  que  se 
«necesita  este  caudal  por  las  estrechas 
«ordenes  de  adelanto  que  se  exigen  en 
«este  puntc... 

«Dios  guar....  Vich  12  de  Agosto  de 
«1834. 

«D.  D.  Luciano  Casadevall  Canonigo 
«Comisionado.— Por  acuerdo  de  la  Ilma. 
«Junta.- Jayme  Heras  Pbro.  Secretario. 


(i)     Archivo    catedral    de 
del  subsidio. — Sin  foliar. 


arcelona. — Libros 


«Vich  14  de  Octubre  de  1834.— Reci- 
«bido.  —  Heras».  (Rccihida  la  canti- 
dad) (2). 

En  un  manifiesto,  que  sobre  sus  traba- 
jos  elevo  al  Gobierno  la  junta  consultiva 
que  con  Llauder  ideo  este  tributo  extra- 
ordinario,  impuesto  así  sobre  eclesiàs- 
ticos  como  sobre  seglares,  se  lee:  «Cuyos 
«tributos...  no  dan  los  resultados  que  eran 
«de  esperar  por  la  morosidad  de  los  con- 
«tribuyentes  y  lo  delicado  de  valerse  de 
«los  medios  coactivos  con  los  pueblos  y 
»el  clero»  (3).  Ignoro  lo  que  pasaba  res- 
pecto de  los  primeros,  però  puedo  asegu- 
rar  a  la  junta  que  en  1834  los  conventos 
pagaban  humildemente,  según  es  de  ver 
en  las  matrices  que  han  quedado  en  los  li- 
bros talonarios,  donde  se  apunta  la  fecha 
del  cobro,  y  de  donde  se  ve  fueron  corta- 
dos  los  recibos  para  entregarlos  al  con- 
tribuyente  al  cobrarle  (4). 

Y  conocidos  todos  estos  datos,  digase: 
ipor  qué  lado  merecían  los  conventos  su 
destrucción?  Aun  dando  al  pueblo  un  de- 
recho  de  que  carece,  esto  es,  el  de  hacer- 
se  la  justícia  por  su  mano,  ípor  qué  con- 
cepte procedia  el  alevoso  degüello?  Solo 
porque  eran  religiosos,  y  la  impiedad 
detesta  la  Religión.  Però  dejemos  pon- 
deraciones,  y  volvamos  al  relato  de  los 
hechos. 


ARTICULO  SEPTIMO 

ÚLTIMAS    PREPARACIONES 
DEL  ATENTADO 

Llauder,  después  de  dadas  las  dichas 
seguridades  a  los  prelados  regulares,  però 
antes  del  25  de  julio,  se  fué  con  su  esposa 
e  hija  a  Esparraguera  a  tomar  allí  las 
aguas  sulfurosas  de  La  Puda,  donde  le 


(j)  Se  halla  original  en  el  archivo  del  con- 
vento  actual  de  los  PP.  Dominicos  de  Barcelona. 

(5)  J\/emorúïs  documentadas  del...  General 
Llauder,  pàg.  115  del  apéndice. 

(4)  Archivo  catedral  de  Barcelona. — Libros 
del  subsidio. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INXENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


455 


cogió  la  noticia  del  incendio  de  los  con- 
ventos.  Respecto  del  punto  en  que  se 
hallaba  Llauder  cuando  el  atentado  dis- 
paratan  algunos  historiadores.  Asi  los 
continuadores  de  Don  Modesto  Lafuente 
escriben:  '<Recibió  Llauder  en  Igualada 
»la  noticia  de  las  ocurrencias  de  Barce- 
»lona,  cuando  màs  ocupado  se  hallaba  en 
»tomar  disposiciones  contra  los  carlis- 
»tas...»  (1).  Llauder  se  hallaba  en  Espa- 
rraguera,  y  el  dia  del  recibo  de  la  fatal 
noticia  estaba  tendido  en  la  cama  con  un 
fuerte  cólico.  Así  me  lo  dijo  con  toda 
certeza  su  hija  mayor,  prima  mia,  Dona 
Maria  de  la  Concepción,  la  que  se  encon- 
traba  al  lado  de  su  padre  (2).  Pirala  acier- 
ta  poniéndole  en  Esparraguera  (3).  El 
mando  de  Barcelona  recaia,  pues,  como 
apunté  en  el  capitulo  anterior,  en  el 
segundo  cabo,  Bassa;  mas  como  Bassa 
andaba  por  el  Principado  al  frente  de  una 
columna,  toco  al  General  màs  antiguo, 
que  fué  el  3'a  anciano  de  Artilleria  Don 
Cayetano  Saquetti,  según  arriba  dije. 

Entre  tanto,  y  aun  desde  bastante  tiem- 
po  antes,  las  juntas  de  urdidores  iban 
organizando  la  tragèdia.  En  el  cafè  de  la 
Noria  buscaban,  y  encontraban,  gente 
dispuesta  a  tomar  parte  en  la  ejecucion 
del  plan.  Alquilaban  a  otros  que,  median- 
te  el  alquiler  o  precio,  pusieran  el  fuego 
en  los  conventos.  Proveían  de  liquido  in- 
cendiario,  y  se  procuraban  herramientas 
con  que  arrancar  los  bancos  de  la  plaza 
de  toros.  Concertaban  que  estos  se  pusie- 
ran mansos  para  así  disgustar  al  publico 
y  alborotarle,  etc,  etc  La  obra  quedaba 
perfectamente  urdida;  por  esto  decia  des- 
pues  de  ejecutada  uno  de  los  urdidores: 
«No  podia  dejar  de  salir  bien;  si  no  hubie- 
»se  sido  en  la  plaza  de  toros,  hubiera  sido 
»en  el  teatro.» 

Quiza,  y  aun  sin  quizd,  muchos  revolu- 


(i)     Historia  general  de  Espaila,    tomo   XX. 
pàg.  Jo6. 

(2)  En  Barcelona  a  5  de  junio  de  1891.  y  otras 
veces. 

(3)  Historia  de  la  guerra  civil,    tomo   II,   pà- 
gina IJ2. 


cionarios  motejaran  de  falsas  e  hijas  de 
ilusión  estàs  afirmaciones  referentes  a  los 
preparativos  del  hecho.  Las  relaciones 
de  los  ancianos,  però  sobre  todo  los 
hechos,  las  comprueban  plenamente. 
Sabemos  dos  o  tres  de  los  puntos  donde 
se  tenían  las  juntas  preparatorias:  uno  de 
ellos  parece  era  una  casa  de  la  Ram- 
bla de  Santa  Mònica,  respecto  de  la  cual 
junta  y  casa,  abajo,  en  el  capitulo  de 
responsabilidades,  iran  todos  los  datos,  y 
la  discusión  de  si  merece  o  no  fe  la  noti- 
cia de  su  existència.  Me  dijo  un  respeta- 
ble  anciano,  que  cuando  jovenfué  liberal, 
que  los  urdidores  de  esta  casa  buscaron 
ejecutores  en  los  concurrentes  al  cafè  de 
la  Noria;  y  otro  anciano,  desconocido 
del  primero,  e  ignorante  de  su  dicho,  me 
conto  que  él  mismo  asistió  a  la  función 
de  toros,  y  que  allí,  al  pie  de  la  pre- 
sideHcia,  había  algunos  alborotados,  tales 
como  Cipriano  el  cafetero  de  la  Noria, 
un  cerrajero  y  un  impresor,  cuyos  apelli- 
dos  me  callo,  y  otros,  todos  hombres  exal- 
tades; y  anadió  estàs  palabras:  «Quizà 
»los  dichos  alborotados  estaban  en  el 
»secreto,  pues  luego  que  vieron  algun 
xdesorden  armaron  la  gorda».  Que  los 
incendiarios  eran  gente  pagada  me  lo 
dijo  quien  lo  oyó  de  boca  del  senor  que 
los  pagaba.  De  si  se  proveyó  de  liquido 
inflamable  responde  el  ordenado  empleo 
que  en  el  incendio  se  hizo  de  él,  atesti- 
guado  por  cien  bocas,  però  sobre  todo  por 
los  efectos.  De  que  se  atendiese  a  proveer 
de  herramientas  con  que  levantar  los 
bancos  del  toril,  todo  hombre  cuerdo  lo 
deducirà  del  hecho,  presenciado  por  quien 
me  lo  dijo,  de  que  antes  del  primer  toro 
se  repartieron  por  la  plaza  espuertas  con 
herramientas  de  capintero,  es  decir,  esas 
espuertas  que  suelen  llevar  los  carpinte- 
ros  cuando  acuden  a  remiendos  particula- 
res.  Que  los  toros  malos  y  mansos  se  pusie- 
ran de  propósito,  me  lo  conto  un  revolu- 
cionario,  miliciano  de  entonces,  que  murió 
impenitente,  y  que  me  dijo  que,  con  ser 
cosa  secreta,  él  lo  sabia.  V  por  si  éste  se 
engafiase,  aquí  va  el  dicho  de  Don  Vi- 
cente de  La  Fuente,  quien  escribe:  «Es 


456 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    OCTAVO 


»público  en  Barcelona  que  la  empresa 
»echó  de  intento  mal  ganado:  se  sabia  de 
xantemano  que  à  la  salida  de  los  toros 
«principiaria  el  motín...»  (1). 

De  si  el  jefe  militar  que  figuro  en 
aquellos  hechos,  convino  en  dejar  obrar 
a  los  agresores,  responden  los  hechos, 
y  aqui  van  palabras  impresas  por  un 
hombre  grave,  no  carlista,  que  escri- 
bió  por  mucho  tiempo  en  los  periódi- 
cos  de  esta  capital,  y  fué  mi  profesor 
de  Historia.  Dice  Don  Juan  Cortada: 
«En  Barcelona  disgustados  con  los  to- 
»ros  los  espectadores  que  asistieron  à 
»la  funcion  del  25  de  julio,  se  amotinan 
»en  la  plaza,  destruyen  una  parte  de  ella, 
»atan  à  un  toro  por  las  astas,  y  lo  arras- 
»tran  por  las  calles  con  grandisima  alga- 
»zara  y  seguidos  de  los  muchachos,  cuyo 
»número  y  griteria  iba  de  continuo  en 
»aumento...  La  multitud  acalorada  ya 
»corre  sin  freno,  y  durante  la  noche  pega 
»fuego  à.  varios  conventos,  da  muerte  à 
»algunos  frailes,  y  la  autoridad  militar 
»canoniza  con  su  presencia  ese  escandalo 
»como  habia  canonizado  el  motin  y  los 
«desordenes  de  la  plaza  de  toros.  Viven 
»todavía  las  personas  que  con  el  baston 
»de  mando  en  la  mano  contemplaban 
»ambas  escenas,  y  no  creais,  senores, 
»que  hay  en  esto  exageracion  alguna, 
»porque  yo  me  hallaba  en  la  plaza  y 
»recuerdo  muy  bien  hasta  que  punto  me 
»pasmó  oir  que  la  autoridad  encargara  à 
»los  que  despedazaban  los  bancos  que 
»procurasen  no  hacerse  dano.  No  sabia 
»yo  entonces  hasta  que  extremo  el  espi- 
»ritu  de  partido  ciega  à  los  hombres,  y 
»les  hace  olvidar  sus  deberes  y  hasta  su 
»decoro...»  (2).  En  conversación  familiar 
dijo  el  senor  Cortada  a  un  mi  amigo  que 
quien  amonestaba  a  los  revoltosos  para 
que  no  se  lastimaran  era  Ayerve. 

Un  vecino  de  Esparraguera  se  halló  en 
Barcelona  el  dia  25  de  julio  de  1835,  y  a 


(i)  Historia  de  /as  sociedades  secietas,  to- 
mo 11,  impreso  en  Lugo  en  i88i,  pàg.  53. 

(2)  Historia  de  Espaiia...  Barcelona,  i8jj, 
tomo  II,  pàgs.  151,  152  y  153. 


hora  regular  se  entro  a  comer  en  una 
fonda  de  cerca  de  Santa  Maria  del  Mar. 
Allí  vió  unos  hombres  que  llevaban  unas 
cuerdas,  y  preguntados  sobre  el  objeto 
de  ellas,  respondieron  que  «eran  para 
»atar  el  toro.»  (3).  Però  en  fin,  no  sigamos 
en  la  prueba  de  la  premeditada  prepara- 
ción:  como  punto  tan  unànime  y  mali- 
ciosamente  negado  por  los  escritores  libe- 
rales  de  aquel  tiempo,  merece,  y  tendra, 
su  pàrrafo  propio  después  de  narrados  los 
hechos,  y  sigamos  ahora  en  la  cadena  de 
estos. 

Al  motín  de  Barcelona  acudieron  cabe- 
cillas  liberales  del  campo.  Una  distingui- 
da  senora  barcelonesa,  que  en  aquellos 
dias  se  hallaba  en  Llissà  de  Vall  del  Va- 
llés, noto  la  marcha  de  los  màs  nombra- 
dos  Cabezas  de  revolución  de  aquellos 
pueblos  a  la  Capital  el  dia  anterior  al 
motín,  de  tal  modo  que  una  tia  de  ella  al 
verlo,  y  por  lo  mismo  antes  del  incendio, 
dijo:  «Algo  se  prepara  en  Barcelona 
»cuando  han  ido  allà  los  gordos  de 
»aquí»  (4). 

Demos  la  palabra  a  los  documentos, 
que  ellos  mismos  con  su  autoridad  irre- 
sistible nos  iran  contando  los  hechos.  En 
el  Diario  de  Barcelona  del  24  de  julio 
de  1835  se  lee  la  siguiente  «Orden  de  la 
»plaza  del  23  de  julio  de  1835.— Manana 
»con  el  plausible  motivo  de  ser  los  dias 
»de  S.  M.  la  Reina  Gobernadora  habrà 
»gala  con  uniforme,  y  la  plaza  harà  los 
»saludos  de  ordenanza. 

»E1  Excmo.  Sr.  D.  Cayetano  Saquetti 
«mariscal  de  campo  de  los  reales  ejérci- 
»tos  y  encargado  del  mando  militar,  du- 
»rante  la  ausencia  del  Excmo.  Sr.  Capi- 
»tan  Geneí  al,  recibirà  en  corte  en  el  Real 
»Palacio  à  lasdoce  en  punto  à  losExcmos. 
»Sres.  Generales,  Gefes  y  oficiales  de  los 


(3)  Me  lo  dijo  un  amigo  mio,  persona  muy 
respetable.  quien  lo  tenia  de  boca  del  mismo 
vecino  de  Esparraguera.  Barcelona  20  de  marzo 
de  1 886. 

(4)  .Me  lo  conto  el  muy  respetable  hijo  de  la 
niisma  senora,  canónigo  D.  José  de  Ros  y  de 
Llanza,  en  Barcelona  a  29  de  abril  de  1894. 


PREFARACION    PKOXI.MA    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


457 


»cuerpos  de  la  guarnicion  y  batallones 
»de  Urbanos. 

»A  la  misma  hora  se  ballaran  en  frente 
»de  la  puerta  principal  del  Real  Palacio 
>'todas  las  músicas  y  bandas  de  los  refe- 
»ridos  cuerpos  y  batallones. 

»Por  la  tarde  irà  al  f  eatro  la  companía 
»de  granaderos  del  2°  batallon  de  Urba- 
»nos  con  su  música  correspondiente. 

»E1  regimiento  de  caballería  del  Infan- 
»te  nombrarà  un  piquete  de  un  sargento 
>'y  ocho  soldados  montados,  el  cual  se 
«situarà  frente  del  Teatro,  y  permanece- 
»rà  allí  durante  la  funcion.  El  Goberna- 
>'dor  interino,  Ayerve»  (1). 

En  el  Diario  del  25  de  julio  leemos: 
<íFimcioties  de  iglesia.  La  parroquial  de 
»S.  Cucufate  celebra  hoy  la  fiesta  de  su 
»ínclito  patron  y  titular  Apòstol  y  Màrtir 
»de  esta  Ciudad:  à  las  diez  de  esta  mana- 
»na  empezarà  el  oficio  con  música,  en 
»que  preconizarà  las  glorias  del  Santo 
»el  R.  P.  Lr.  Fr.  Juan  Ferrer,  religioso 
«Carmelita  calzado:  por  la  tarde  à  las 
»seis  serà  cantado  el  santó  rosario  con 
»explicacion  de  misteriós  y  sermon  que 
»dirà  el  R.  P.  presentado  Fr.  Buenaven- 
»tura  Manegat  de  PP.  Predicadores;  con- 
»cluyéndose  con  los  gozos». 

Sigue  un  anuncio  de  la  Asociación  de 
Jesús,  Maria  y  José,  y  Sagrado  Corazón 
de  Jesús,  de  la  iglesia  del  Hospital,  di- 
ciendo  que  el  26  celebrarà  la  función 
de  4.°  domingo,  con  comunión  a  lassiete 
y  plàtica  del  P.  Lr.  José  Bogudà,  Ser- 
vita. 

«Manana  en  la  iglesia  de  S-  Josef  à  las 
»diez  y  cuarto  los  hermanos  de  la  Real 
«esclavitud  del  Santo  tendràn  sus  men- 
»suales  ejercicios  con  exposicion  de  su 
«Divina  Magestad»  (2). 

El  mismo  dia  25  de  julio  un  Padre 
Pagès,  carmelita  calzado,  predico  en  la 
Catedral. 

En  el  mismo  Diario  del  25  de  julio 
de  1S35  se  insertó  el  siguiente  anuncio 
de  la 


(i)     Diario  citado,  pdg 
(2)     Pag.  1644. 


1631. 


«Plaza  de  Toros. — 7.*  Ftatcion  en  cele- 
«bridad  de  los  dias  de  S.  M.  la  Reina 
»madre  Gobernadora  la  Senora  D.*  Ma- 
»ría  Cristina  de  Borbon.— P^ra  el  sdba- 
hdo  25  de  julio  de  1835.  — Cou  superior 
yypermiso.—L•a.  Empresa  de  la  plaza  de  to- 
»ros,  ha  dispuesto  dar  la  séptima  funcion 
»en  el  dia  de  hoy  (si  el  tiempo  lo  permite) 
»con  el  plausible  motivo  de  lacelebracion 
»de  los  dias  de  S.  M.  la  Reina  Gober.''  en 
«conformidad  al  aviso  dado  en  los  perió- 
»dicos  de  esta  capital  de  23  del  corriente. 
»Se  lidiaràn  seis  toros  bajo  la  presiden- 
»cia  de  la  Autoridad  competente,  de  la 
>  acreditada  ganadería  de  D.  Fausto  Joa- 
»quin  Zalduendo  de  Caporroso,  de  Na- 
»varra,  hermanos  de  los  que  se  lidiaron 
»en  la  funcion  anterior. 
» 

•hPicadores:  Josef  Salcedo,  de  Verger. 
»Antonio  Rodríguez,  de  Madrid.  Juliàn 
»Diaz,  de  Madrid  (de  reserva).— £'5/'a- 
t'/das:  Manuel  Romero  Carretó,  de  Sevi- 
»lla.  Rafael  Guzmàn,  de  Córdoba;  à  cuyo 
»cargo  estarà  una  brillante  cuadrilla  de 
»banderilleros.— J/t'íZ/fl  espada:  Antonio 
»Calzadilla  (para  el  ultimo  toro).— Pre- 
»cios  diarios....»  {3). 

El  espada  Manuel  Romero  Carretó  y 
un  picador  eran  de  opinión  carlista,  }'  el 
otro  espada  Rafael  Guzmàn,  hijo  de  famí- 
lia noble,  liberal  (4),  circunstancias  que 
dieron  algun  juego  durante  la  corrida. 

De  si  la  Autoridad  de  Barcelona  cono- 
eia  o  no  conocía  el  peligro  que  amenaza- 
ba  a  la  pública  paz,  responden  los  tres 
documentes  siguientes,  o  sea  el  oficio  del 
Capitàn  General  al  General  de  Barcelona, 
su  contestación,  y  la  Orden  de  la  plaza 
que  aquí  copio: 


(;)     P;ig.  1640. 

{4}  Relaciòn  de  D.  Narciso  Parés,  quien  asis- 
tió  a  la  función  de  los  toros.  Me  lo  dijo  en  Barce- 
lona a  24  de  junio  de  iSf^o.  Relaciòn  de  D.  Aíelitón 
de  Llosellas  que  también  asistió  a  la  función. 
Barcelona  6  de  diciembre  de  1880.  Relaciòn  de 
D.  Domingo  Talarn,  que  también  asistió.  Barce- 
lona I-  de  abril  de  i88o. 


458 


LIBRO    TERCKRO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


«Capitania  General  del  Ejército  y  Prin- 
scipado  de  Cataluna.— Estado  Mayor. — 
»Excmo.  Sr.— Con  fecha  22  del  presente 
»me  da  parte  el  Gobernador  civil  de  la 
«provincià  de  Tarragona  de  los  graves 
»escesos  ocurridos  en  la  villa  de  Reus, 
»donde  los  Urbanos  en  completa  insurrec- 
»cion  han  cometido  los  mas  ecsecrables 
»crímenes  en  los  conventos  de  S.  Fran- 
»cisco  y  S.  Juan. —  Estos  desordenes  pro- 
»bablemente  no  seran  aislados,  y  es  de 
»temer  que  dirigidos  por  un  manejo  ocul- 
»to  (iiótese  bien:  un  manejo  oculto)  ten- 
»gan  su  correspondència  en  otros  puntos. 
»La  circunstancia  de  ser  manana  un  dia 
>notable  me  hace  avisar  à  V.  E.  y  darle 
»conocimiento  de  este  desagradable  suce- 
»so  para  que  tome  cuantas  precauciones 
»juzgue  oportunas  a  fin  de  precaver  se 
»repita  en  esa  Capital  tan  abominables 
»escesos.  A  este  efecto  llamarà  V.  E.  y 
«reunirà  los  Gafes  de  la  guarnicion  y  Mi- 
»licia  Urbana,  k  quienes,  así  como  à  las 
»demàs  Autoridades  civiles  y  militares, 
»harà  V.  E.  responsables  del  órden  y 
«tranquilidad  de  esa  Poblacion  bajo  el 
»concepto  de  que  en  la  dura  alternativa 
»de  impedir  los  escesos  que  pudieran 
»cometerse  en  una  poblacion  tan  nume- 
»rosa,  ó  abandonar  el  campo  à  las  faccio- 
»nes,  que  reunidas  amenazan  à  Manresa, 
»3^  en  la  incertidumbre  en  que  me  encuen- 
»tro  del  resultado  del  fuego  de  muchas 
»horas  que  se  oyó  ayer  en  la  parte  de  la 
»montana,  me  veo  privado  de  distraer  un 
»solo  hombre  de  las  fuerzas  que  tengo 
»situadas  en  el  teatro  de  la  guerra  para 
»acudir  à  preveer  las  consecuencias  que 
»pudieran  sobrevenir  en  esa  Capital  por 
»un  movimiento  popular.  —  Espero  del 
»acreditado  celo  y  actividad  de  V.  E.  que 
»tomadas  las  precauciones  y  disposicio- 
»nes  que  dejo  indicadas,  no  omitirà  medio 
»alguno  para  precaver  y  evitar  todo 
»desórden,  dando  al  efecto  cuantas  pro- 
»videncias  juzgue  convenientes,  obrando 
»en  todo  con  el  sigilo  y  reserva  que  ecsi- 
»gen  las  circunstancias,  à  fin  de  no  alar- 
»mar  à  los  pacíficos,  ni  prevenir  à  los 
»malvados.— Dios....  Esparraguera  23  de 


»julio  de  1835.— De  O.  D.  E.  S.  C.  G.— 
»E1  Brigadier  Gefe  de  la  P.  M.— Antonio 
^Lasauca  —  Ex.  S.  Mariscal  de  Campo 
>D.  Cayetano  Saqueti»  (1). 

A  esto  contesto  Saquetti:  «Exmo.  Sor. 
»— Cuando  esta  manana  el  teniente  coro- 
»nel  Basols  puso  en  mis  manos  el  respe- 
>^table  oficio  de  V.  E.,  fecha  de  ayer,  en 
»que  me  participaba  los  excesos  lamenta- 
»bles  acaecidos  en  la  villa  de  Reus,  ya 
»había  yo  tornado  todas  las  precauciones 
»que  podían  adoptarse  para  mantener  el 
»órden  publico,  habiendo  llamado,  no 
«solo  k  los  gefes  de  la  guarnicion  y  mili- 
»cia  urbana,  sinó  a  las  autoridades  milita- 
»res  y  civiles,  para  que  cada  uno  en  la 
«esfera  de  su  resorte  llenasen  los  impor- 
»tantísimos  objetos  que  V.  E.  se  propone. 
»Sin  demostraciones  alarmantes,  todo 
»e£tà  prevenido,  y  hasta  ahora  tengo  la 
»satisfaccion  de  decir  à  V.  E.  que  no  se 
«nota  ningun  síntoma  de  inquietud.  Sin 
«embargo  para  prevenir  todo  incidente, 
«he  anadido  à  las  disposiciones  tomadas, 
«las  de  excitar  por  escrito  el  celo  y  coo- 
«peracion  del  senor  Regente  de  esta  real 
«Audiència,  gobernador  militar  3'  gober- 
«nador  civil,  en  los  términos  poco  màs  o 
«menos  que  vera  V.  E.  por  la  copia.... 
«que  acompano  à  V.  E.,  quien  debe  estar 
«persuadido  de  mi  celo  por  cumplir  sus 
«ordenes,  y  energia  y  decision  por  manté 
«ner  a  todo  trance  el  órden  publico  y  la 

«quietud  de  esta  capital.— Dios Barce- 

«lona  24  de  julio  de  1835.— Excmo.  Sr.— 
«Cayetano  Saquetti.— Excelentisimo  Sor. 
«Capitan  General  de  este  Ejército  y  Prin- 
»cipado«  (2).  Nos  dice  este  documento,  y 
con  razón,  que  la  poblacion  estaba  quie- 
ta. iTanta  verdad  es  que  el  atentado  lo 
íraguaban  solo  unos  cuantos! 


(i)  Archivo  de  la  Capitania  General.  Carpeta 
titulada  «Quema  de  los  conventos...»  Paquete 
1.",  documento  i." 

(2)  El  mismo  Llauder.  Me»iorias  documenta- 
das  cit.  pàg.  81  de  los  documentos. 


PKEPARACION    PRÒXIMA    DEI.    INCENDIO    DE     LOS    CONVENTOS 


459 


«ORDEN    DE   LA    PLAZA 

«Capitania  General  de  este  Ejército  y 
«Principado.— Orden  de  la  plaza. — Todos 
»los  Cuerpos  del  ejército  que  forman  la 
»guarnicion  de  esta  plaza  mantendràn 
»dia  y  noche  la  mitad  de  su  fuerza  en  los 
»cuarteles,  pronta  para  las  ordenes  que 
»se  les  comuniquen  por  la  plaza,  con  los 
»gefes  y  oficiales  que  correspondan. — 
»Desde  oraciones,  ningun  individuo  de 
»tropa  saldrà  de  sus  respectivos  cuarte- 
les  inclusos  los  asistentes  que  deberàn 
íormar  parte  de  la  fuerza,  concurriendo 
>  à  ello  los  gefes  y  oficiales  que  se  consi- 
»deren  necesarios,  y  la  salida  de  dichos 
»cuarteles  no  tendra  efecto  hasta  A  las 
»siete  de  la  manana  del  dia  inmediato.— 
»En  ningun  sitio  publico  se  pararà  indi 
»viduo  alguno  de  tropa,  siendo  responsa- 
»bles  los  gefes  de  los  cuerpos  de  su 
«observancia.— Desde  oraci'-.ies  no  iran- 
»sitarà  por  la  ciudad  soldado  alguno 
»armado,  comprendiéndose  en  esta  medi- 
»da  los  voluntarios  que  componen  los 
«batallones  de  la  misma.  Unicamente  se 
«exceptuan  los  ordenanzas  que  llevan  los 
»partes  à  sus  respectivos  gefes,  ó  por 
»razón  de  cubrir  algun  servicio  en  comi- 
»sion.— La  guardià  del  Teatro  cuando  la 
»cubren  los  batallones  Urbanos,  debe  re- 
«tirarse  en  el  mismo  órden  que  entra, 
»con  su  oficial  à  la  cabeza,  sin  toque  de 
»caja  hasta  à  la  casa  de  la  Ciudad,  donde 
»la  despedira  el  comandante  de  ella.  Las 
»cajas  no  se  tocaran  en  ningun  caso  sinó 
»que  sea  prevenido  por  la  Autoridad 
«militar  y  Gobernador  de  esta  plaza. — 
»En  cualquiera  conmocion  popular  todos 
»los  oficiales  deben  reunirse  en  sus  cuar- 
»teles,  y  los  Sres.  Generales  y  Brigadie- 
»res  se  reuniran  en  Palacio.  Los  demàs 
xgefes  y  oficiales  retirados  ilimitados,  y 
»de  cualquiera  otra  denominacion,  lo 
«verificaran  en  Atarazanas ,  debiendo 
»todos  estar  prontos  para  cualqnier  ser- 
»vicio  ó  comision  que  se  les  confíe.  Los 
»retirados  por  la  clase  de  tropa,  igual- 
»mente  acudiran  à  las  Atarazanas,  por 
«ser  empleades  si  conviniese.  La  comi- 


>-sion  militar  se  reunirà  desde  luego  de 
>:'notarse  conmocion  à  la  Ciudadela,  y  su 
«presidente  esperarà  las  ordenes  que  se 
«tenga  por  conveniente  comunicarle. — 
«Las  patruUas  se  proporcionaran  à  las 
«horas  que  parezca  al  Gobernador  de  la 
«Plaza,  las  cuales  deben  auxiliar  à  los 
«dependientes  de  policia,  asi  como  toda 
«guardià  de  plaza  y  de  prevencion  de  los 
«cuerpos. — Se  tendràn  lo  menos  20  caba- 
«llos  prontos  y  ensillados  en  el  cuartel  de 
«Caballería,  ú  otro  sitio  à  propósito. — 
«Los  batallones  de  Milicia  Urbana,  en 
«caso  de  alarma  formaran  en  los  sitios 
«que  tienen  designades.  Barcelona  24  de 
«julio  de  1835.— Saquetti»  (1). 

Después  de  leída  esta  orden  del  dia,  se 
comprende  fàcilmente  que  no  necesitó 
Fr.  Jerónimo  de  Olot,  o  Martell,  gran 
perspicàcia  para  prever  que  en  aquel 
dia  tendría  revolución.  Ilallàbase  de  por- 
tero  en  los  capuchinos,  y  a  la  mananita, 
al  abrir  la  puerta  }'  leer  en  el  Diario  la 
tal  orden,  exclamo:  <.<ibo!;  avuy  estem  de 
festa.»  Y  efectivamente,  en  la  tal  orden 
vienen  tan  por  menudo  explicados  los 
papeles  que  cada  entidad  militar  debe 
desempenar  en  el  drama,  que  solo  en  él 
se  echa  a  menos  la  explicación  de  los 
que  deban  desempefíar  las  turbas  revolu- 
cionarias.  Véase,  pues,  si  la  Autoridad 
militar  estaba  cerciorada  del  peligro  y 
quizà  del  proyecto;  y  ;la  autoridad,  cuan- 
do conoce  un  grave  peligro  o  una  cons- 
piración,  no  puede  hacerla  abortar?  Y 
sobre  todo,  ino  lo  puede  una  autoridad 
militar,  especialmente  en  tiempo  de 
guerra? 

Sigue  el  acta  de  una  sesión  del  Ayunta- 
tamiento:  «En  la  Ciudad  de  Barcelona  y 
«dia  veinte  y  cinco  de  Julio  de  mil  ocho- 
cientos  treinta  y  cinco.  El  Escmo.  Ayun- 
»tam.'°  de  ella  convocado  y  congre- 
«gado  en  la  sala  capitular  de  sus  casas 
«consistoriales  y  forma  que  tiene  esta- 
«blecida  y  de  costumbre,  concurriendo  à 
»él  los  S.S.  Regidores,  Diputados  y  Síndi- 
«cos  nolados  almargen  teniendo  Ayunta- 

I       (i)     Di.xrio  del  25  de  iulio  de   1835,  pàg.  1639. 


460 


LIBRO    TERCEKO.  —  CAPITULO    OCTAV< 


»miento  estraordinario  por  disposicion  y 
«presidides  del  M.  I.  Sor.  Gobernador 
»Civil  de  esta  Provincià,  presente  si  in- 
»frascrito  Secretario  interino  de  Escmo. 
»Ayuntamiento. 

»EI  diclio  Sor.  Gobernador  Civil  dis- 
»puso  que  se  leyese,  como  se  verifico, 
»un  oficio  que  le  pasó  con  fecha  de  ayer 
»por  disposicion  del  Escmo.  Senor  Capi- 
»tan  Gen.'  de  este  Principado  el  Escmo. 
»Seflor  Mariscal  de  Campo  Don  Caye- 
»tano  Saqueti,  encargado  del  mando  mi- 
»litar  de  la  plaza,  en  ausencia  de  aquel, 
»escitàndole  à  que  con  el  objeto  de  con- 
«servar  el  orden  y  tranquilidad  y  preca- 
»ver  lances  iguales  al  que  acaba  de 
»suceder  en  los  Conventos  de  San  Fran- 
»cisco  y  San  Juan  de  la  Villa  de  Reus, 
»dicte  las  medidas  que  estime  justas, 
»indicando  entre  otras  que  reuniendo 
»el  Ayuntam.'°  para  enterarle  de  las 
«ocurrencias  contribuya  este  Cuerpo  al 
»importante  objeto  que  se  propone,  man- 
»teniendo  en  sus  casas  consistoriales  una 
»seccion  permanente  para  dar  providen- 
»cias  en  los  casos  que  ocurriesen  ademàs 
»de  las  preventivas  que  en  el  acto  pudie- 
»ren  adoptarse;  y  que  si  fuere  posible 
»anden  por  la  Ciudad  en  las  di  versas  horas 
»de  la  noche  patrullas  de  hombres  honra- 
»dos,  conocidos  por  su  acreditada  con- 
»ducta  y  amor  al  orden,  que  teniendo  por 
»estas  cualidades  ascendiente  en  el  pueblo 
»impidan  con  sus  palabras  y  ejemplo 
»cualquiera  movimiento,  desconcertàndo- 
»lo  en  su  principio,  y  haciendo  conocer  à 
»los  inquietos  ó  escarriados  el  resultado 
»las  consecuencias  y  peligros  personales, 
»que  produce  cualquiera  revolucion  y 
«trastorno,  sea  cual  fuere  su  objeto,  à  lo 
»que  la  cooperacion  de  los  gremios  diri- 
»gidos  por  la  honradez  de  sus  prohom- 
»bres  produciría  satisfactorio  resultado. 
(iCudn  ettterada  de  lo  que  se  temia  es  taba 
la  autoridad!  /  Y  ctidnta  buena  fe  en  el 
pobre  General  Saquettí!)  Despues  de  ha- 
»ber  recomendado  muy  especialmente  el 
»Sor.  Gobernador  Civil  la  adopcion  de  las 
«medidas  propuestas  por  el  Escmo.  Sor. 
«Capitan  Gen.'  se  promoviólarga  y  muy 


«detenida  discusion  acerca  de  si,  sin  cono- 
«cimi.""  ecsacto  de  que  haya  síntomas  de 
«alteracion  del  órden  publico,  serà  ó  no 
«necesariala  constitucion  del  Ayuntam.'" 
«en  sesion  permanente,  y  sobre  si  podrà 
«esta  medida  inducir  recelós  en  el  vecin- 
«dario,  fundàndose  tanto  mas  esta  duda 
»en  cuanto  no  siendo  el  Ayuntam.'»  màs 
«que  un  representante  del  pueblo  y  un 
«Cuerpo  sin  fuerza  física  con  que  poder 
«hacer  frente  à  cualquiera  movimiento 
«popular,  no  està  en  la  esfera  de  sus 
«facultades  el  dictar  providencia  alguna; 
»no  quedàndole  en  tal  caso  otro  recurso 
«de  que  echar  mano  que  la  persuasiva,  si 
«es  que  à  ella  quisiera  hacer  atencion  el 
«pueblo;  en  cuya  virtud  soloenelmomen- 
«to  de  una  alarma  es  cuando,  segun 
»corresponde,  puede  y  debe  reunirse  y 
«apelar  à  aquel  medio,  porque  en  lo  de- 
«màs  ha  de  obrar  la  autoridad  militar,  à 
»cuya  disposicion  se  halla  la  fuerza  arma- 
»da,  tanto  de  Ejército  como  de  la  Milicia 
»Urbana  y  el  Ayuntamiento  unicamente 
«prevenido  para  secundar  à  todo  evento 
»en  cuanto  permita  el  limitado  circulo  de 
«sus  facultades  las  ordenes  de  las  autori- 
«dades  superiores,  indicandose  ademàs 
«que  siendo  en  el  dia  los  frailes  segun  las 
«muestras  de  descontento  que  han  manir 
«festado  los  pueblos  de  Zaragoza,  Reus  y 
«otros  el  blanco  ó  pretesto  de  las  con- 
«mociones  ocurridas  en  ellos,  nada  podria 
«contribuir  màs  à  evitar  su  reproduccion, 
»en  beneficio,  utilidad  y  seguridad  de  los 
«mismos  religiosos,  que  indicar  al  Gobier- 
«no  les  permitiese  la  separacion  de  sus 
«conventos,  ó  tomarse  en  su  razon  pre- 
»ventivamente  alguna  providencia  para 
«ponerles  à  salvo  de  toda  tentativa.  Esta 
«indicacion  fué  igualmente  controvertida; 
«y  declarado  el  punto  suficientemente 
«discutido  se  propuso  en  consecuencia  de 
«lo  que  en  pro  y  en  contra  se  ha  hablado 
«acerca  de  él,  que  ante  todas  cosas,  en 
«vista  de  la  primera  medida  propuesta 
«en  el  oficio  del  Excmo.  Sor.  Capitan 
«Gen',  que  acuerde  que  en  el  momento 
«en  que  se  sepa  ó  tenga  noticia  del  menor 
«sintoma  de  alteracion  del  órden  publico 


PREPARACION    PRÒXIMA    DIÍT.    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


461 


»se  constituir;^  el  Ajuntam.'"  en  sesion 
»permanente.  Admitida  y  puesta  à  vota- 
»cion  la  indicacion,  fué  aprobada  por  diez 
»y  siete  votos  contra  tres,  que  opinaron  se 
»cumpla  la  insinuacion  del  Excmo.  Sor. 
»Capitan  Gen.'  con  respecto  à  mantener 
sdesde  luego  el  Ayuntani.'°  una  seccion 
»permanente.  Sin  embargo  de  esta  resolu- 
»cion  por  uno  de  los  Senores  votantes  en 
»favor  de  ella  se  pidió  al  Sor.  Gobernador 
»Civil  se  sirviese  manifestar,  aun  cuando 
»fuese  confidencialmente  si  le  fuese  per- 
»mitido  para  gobierno  del  Ayuntam.'°,  si 
»hay  síntomas  de  alteracion  de  la  tranqui- 
»lidad  pública,  y  Su  Senoría  contestando 
»y  encomiando  de  nuevo  las  medidas 
«indicadas  por  el  Escmo.  Sor.  Capitan 
»Gen.'  con  el  solo  animo  del  mayor  acier- 
»to,  no  hizo  mas  que  referirse  al  conte- 
»nido  del  oficio  de  Su  Escel.". 

«Pasóse  en  seguida  à  tratar  del  se- 
»gundo  punto  relativo  A  las  patrullas  por 
«vecinos  honrados.  Esta  insinuacion  tuvo 
»la  acogida  general  y  aun  para  secun- 
»darla  en  razon  a  la  utilidad  y  provecho 
»que  puede  reportarse  de  ella,  se  hicieron 
»varias  adiciones,  sobre  las  cuales  en 
»último  resultado,  y  despues  de  haber 
«entrado  el  .Sor.  Corregidor  interino  que 
»manifestó  los  buenos  5'  malos  efectos 
»que  podria  producir  esta  medida  para 
»que    con  conocim.'°   pudiese  deliberar- 

»se se  acordo  que  se  oíicie  A  los  AI- 

»caldes  de  Barrio  para  que  cada  uno  en 
»el  suyo  respectivo  nombre  patrullas  de 
»capa,  que  lo  recorran  durante  la  noche 
»para  sof ocar  en  su  nacimiento  cualquiera 
«tentativa  dirigida  A  perturbar  el  orden  y 
»tranquilidad,  y  se  oficie  tambien  al  mis- 
»mo  tiempo  al  Sor.  Gobernador  Militar 

»de  la  Plaza,  que en  el  concepto  de 

»que  debiendo  los  patrullantes  estar  en  el 
»acto  de  su  servicio  ;'i  disposicion  de  la 
»autoridad  militar  encargada  de  la  segu- 
»ridad  de  la  Plaza  a  quien  incumbe  dar  6 
«comunicar  A  estos  vigilantes  las  ordenes 
«competentes,  y  la  conducta  que  deban 
>^observar  tanto  con  respecto  à  los  per- 
«turbadores  del  orden  si  apareciesen, 
»como  con  la  fuerza  armada  que  proba- 


»blemente  se  destinarà  al  propio  efecto, 
»no  pondrà  el  Cuerpo  Municipal  estàs  pa- 
»trullas  en  movimiento  sin  que  dicho  Sor. 
«Gobernador  militar  manifieste  como,' 
»cuando  y  de  que  modo  deben  hacer  el 
»servicio,  que  podrà  ser  de  muy  poca 
«utilidad  en  las  actuales  circunstancias 
«en  que  son  muy  pocas  é  insignificantes 
«las  personas  que  reunan  un  ascendiente 
«en  el  pueblo  capaz  de  contenerle  con 
«sola  la  fuerza  moral  de  que  se  carece, 
«si  desgraciadam.'«  llegase  el  caso  que 
«temé  el  Escmo.  Sor.  Capitan  Gen.^  y 
«desea  el  Ayuntam.'"  precaver  en  cuanto 
>>le  sea  posible,  en  nada  obstante  de  que 
«circunscrito  à  una  autoridad  meramente 

>  municipal  3'  de  policia  urbana,  no  puede 

>  inmiscuirse  en  operaciones  militares  sin 
«esponerse  à  quedar  desairado  en  cual- 
«quiera  providencia  que  dictaré  en  los 
«motnentos  en  que  obra  la  fuerza  arma- 
»da  sujeta  al  Gefe  militar. 

«Conforme  à  la  indicacion  de  que  podria 
«contribuir  al  objeto  de  que  se  trata  la 
«cooperacion  de  los  representantesde  las 
«corporaciones  gremiales,  Acuerda  el 
«Escmo.  Ayuntamiento  que  la  comision 
«de  su  seno  encargada  del  ramo  de  cole- 
«gios  y  Gremios  llame  ante  sí  simultànea- 
«mente  por  secciones  ó  segun  mejor  le 
«dicte  su  prudència,  con  el  fin  de  no  cau- 
«sar  alarma,  à  los  referidos  representan- 
«tes,  y  les  escite  en  nombre  de  las  auto- 
«ridades  superiores  y  del  Ayuntam.'°  à 
«que  por  sí  y  por  medio  de  sus  repre- 
«sentados  cooperen  al  mantenimiento 
«del  orden,  prestàndose  à  todo  servicio  al 
«primer  llamamiento  de  las  autoridades  à 
«cuyo  fin  cada  cual  de  dichos  represen- 
'Hantes  inculque  à  sus  subordinados  el 
«bien  que  en  comunion  particular  debe 
«resultar  de  su  cooperacion 

»Y  habiéndose  indicado  por  fin  que  no 
vhabiendo  permitido  el  tiempo  y  las  aten- 
«ciones  del  Ayuntamiento  organizar  aun, 
«a  màs  de  los  cuerpos  de  voluntarios,  sinó 
«un  solo  batallon  de  la  milícia  urbana  en 
«la  forma  que  previene  la  ley  orgànica  de 
«veinte  y  tres  de  marzo  ultimo,  podria  in- 
«terinamente  y  mientras  los  temores  de  un 


462 


LlEiRO    TERCliUO. — CAPITULO    Of;  1  AVO 


»desórden  ecsigen  redoblar  la  vigilància, 
»proponer  -A  las  autoridades  superiores  la 
»adopcion  del  plan  meditado  y  empezado 
"»<l  poner  en  practica  en  el  ano  prócsimo 
»pasado  de  una  fuerza  cívica,  la  cual 
»compuesta  de  personas  de  honradez,  é 
»interesadas  en  la  conservacion  de  la 
»tranquilidad  pública  podria  contribuir 
»muchísimo  y  seguramente  con  buen 
ïécsito  à  los  deseos  delEcsmo.  Sor.  Capi- 
»taa  Gen.'  ,  A  lo  que  se  contesto  que  en 
»virtud  de  dicha  ley  no  puede  hacerse 
»inovacion  alguna  con  respecto  A  forma- 
»cion  de  cuerpos  de  distinta  organizacion 
xde  la  que  aquella  marca;  però  que, 
»atendida  la  necesidad  de  aumentar  la 
»fuerza,  y  no  teniendo  el  décimo  batallon 
xsuficiente  para  el  ser  vicio  activo  en 
»circunstancias  apuradas,  podria  el  Es- 
«celentísimo  Ayantam.'"  llamar  los  ma- 
»yores  contribuyentes  sus  asociados  y 
«manifestaries  dicha  necesidad,  y  las  que- 
»jas  producidas  por  el  Cuerpo  por  medio 
»de  las  autoridades  superiores  à  fin  de 
»que  sobre  estos  puntos  se  acordase  lo 
»màs  conforme.  Así  se  resolvió  unani- 
»mente  (sic)  y  se  levantó  la  sesion  A  las 
»tres  de  la  tarde  disponiendo  el  Sor  Go- 
>>bernador  Civil  se  le  dé  copia  certificada 
»de  ella»  (1). 

En  el  sentido  acordado  en  lo  tocante  al 
movimiento  de  patrullas  y  a  excitar  la 
cooperación  de  los  gremios  se  redacto  el 
oficio  que  debía  pasarse  al  General  Sa- 
quetti,  mas  al  margen  del  borrador  se 
lee:  «No  tuvo  efecto  con  motivo  de  las 
»ocurrencias  de  la  tarde»  (2).  La  termina- 
ción  de  dicho  oficio  dice:  «Sírvase  V.  S. 
»pues  satisfacer  à  la  indicacion  del  Ayun- 
»tamiento  en  la  inteligencia  de  que  este 
«cuerpo  político  esta  pronto  à  cooperar 
»hasta  el  ultimo  sacrificio  en  el  circulo  de 


(i)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Libro 
titulado  Acuerdos.  Seguiido  semestre  i8^;.  Fo- 
lios  de  549  a  555. 

(2)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Expe- 
dientes.  Sección  2.'  Expediente  n.°  12Q.  Tercer 
pliego. 


»sus  atribuciones  al  sosten  del  orden  y 
»tranquilidad  pública.» 

En  la  sesión  de  la  transcrita  acta  habló 
muy  recia  y  decididamente  el  sindico 
Don  Tomàs  Illa  y  Balaguer,  diciendo  que 
antes  se  dejaría  matar  que  consentir  en 
que  Barcelona  presenciase  los  crímenes 
de  Madrid  y  Reus;  por  cu3^o  dato  opino 
que  seria  uno  de  los  tres  que  votaron  por 
la  sesión  permanente.  Muy  luegoel  relato 
de  los  hechos  nos  certificarà  del  modo 
heroico  como  Illa  cumplió  su  palabra  (3). 

A  todo  esto  los  deudos  y  amigos  de 
algunos  frailes  acudían  con  recados  a  los 
conventos  avisàndoles  del  peligro  que 
corrían.  Un  carmelita  calzado  de  Barce- 
lona me  decía:  «ya  hacia  una  semana  que 
»venían  continuos  recados  de  que  el  con- 
«vento  corria  peligro»  (4).  Però  los  supe- 
riores, apoyados  en  las  seguridades  dadas 
por  el  General,  y  por  otro  lado,  por  de- 
cretos  de  Madrid  amedrentados,  no  se 
atrevían  a  moverse.  De  abandonar  la 
casa  en  seguida  se  dijera  que  sus  indivi- 
duos  se  habían  unido  a  los  carlistas,  y 
cuando  menos  el  Gobierno  se  habría 
apoderado  del  edifïcio  y  sus  cosas,  y 
hubiera  abierto  unainformación  judicial, 
o  militar,  de  pésimas  consecuencias.  Así 
es  que  los  superiores  recomendaban  a  los 
jóvenes  la  cordura  y  sensatez,  según  del 
convento  del  Carmen  Calzado  de  Barce- 
lona me  lo  conto  el  mismo  fraile  de 
arriba  (5).  Por  otra  parte,  las  consecuen- 
cias morales  que  del  abandono  de  su  casa 
y  reglada  vida  se  siguen  a  una  comuni- 
dad  y  al  espíritu  de  cada  uno  de  sus  indi- 
viduos,  deben  ser  parte  para  que  los 
superiores  antes  de  decretaria  la  mediten 
prolijamente. 

Así  se  explica  el  siguiente  hecho  refe- 
rente  al  repetido  convento  del  Carmen  de 
Barcelona,  narrado  por  uno  de  sus  frai- 
les: «Avisados,  dijo,  por  la  família  Lluch 


(;)     Relaciones  de  un  amigo  de  Illa.  La  Publi- 
cidcid  del  ii,  de  maj'o  de  1878,  pàg.  102. 

(4)     P.   José  Codinach  en   Olot   a   los    22   de 

agosto  de  1883. 
{5)     P.  José  Codinach.  Relacion  citada. 


PREPARACION    PROXtMA     DEI,     INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


463 


»(la  del  despues  Obispo  de  Barcelona)  de 
»la  inminencia  de  un  gravisimo  peligro 
»que  amenazaba  a.  todas  las  ordenes  reli- 
»giosas  de  Barcelona,  al  caer  la  tarde  del 
»25de  julio  entraron  en  secreta  conferen- 
»cia  el  Prior  y  el  Padre  Maestro  Cels 
»que  hacía  las  veces  de  Provincial  para 
»resolver  si  era  preferible  permanecer  en 
»el  convento,  ó  aceptar  el  ofrecimiento 
»de  dicha  familia  que  en  su  misma  casa 
»presentàbanos  un  momentàneo  auxilio, 
»determinaron  que  nadie  se  moviese»(l). 
En  la  manana  del  mismo  dia  del  incen- 
dio, 25  de  julio,  el  corista  Fr.  Isidro 
Dabàn  acompanó  al  Padre  Lector  Ferrer 
a  San  Cucufate,  donde  éste  predico.  Al 
salir  del  convento,  en  la  misma  calle  del 
Carmen,  noto  el  Lector  cierta  conmoción 
en  el  pueblo,  que  le  puso  en  ansias.  Acer- 
cóse  a  unos  polizontes  que  acertaron  a 
pasar,  y  les  pregunto  si  había  algun  peli- 
gro, a  lo  que  los  empleades  contestaron 
negativamente,  5'  así  que  no  temiesen,  y 
fuesen  su  camino  tranquilos,  pues  ellos 
tenían  orden  de  socorreries  en  caso  de 
necesitar  apoyo.  Siguieron  los  frailes,  y 
el  Lector  predico  su  sermón  (2). 


ARTI'CULO  OCTAVO 

LA    CORRIDA    DE    TOROS 

Cuando  se  perpetro  el  incendio  de  los 
conventos  había  ya  algunos  días  que  se 
susurraba  su  inminencia.  Los  urdidores 
del  atentado  andaban  buscando  un  lugar 
donde,  reunida  la  multitud,  pudiesen  ellos 
arrastrarla  a  la  ejecución  de  su  plan.  Así 
repartían  entre  muclios  la  responsabili- 
dad;  y  aun  màs,  puesenaquellos  tiempos 
de  revolución,  los  crimenes  perpetrades 
por  una  turba  se  consideraban  como  obra 
del  pueblo  sobcrano,  y  por  lo  mismo  de- 
bían  quedar  impunes  y  a  las  veces  canó- 
nizados  como   virtudes.    Era  la  tirania 


(i)     Relaciún  del  P.  Scbastiàn  Grimau. 
(2)     Me  lo  dijo  cl   mismo  P.    Isidro   Dahàn  en 
Aíanresa  a  \j\àe  septiembre  de  1880. 


de  los  Césares  ejercida  por  miserables 
conspiradores  al  grito  de  viva  la  libcr- 
íad.  Escogieron  la  función  de  los  toros, 
mas  pròpia  para  alzamientos  y  revolu- 
ciones que  las  del  teatro  en  razón  de  la 
clase  de  gente  que  allí  abunda,  de  las 
libertades  descompuestas  que  allí  se  per- 
miten,  y  de  las  pasiones  sangrientas  que 
allí  se  excitan. 

Corto  tiempo  llevaban  entonces  de 
existència  aquí  las  corridasy  como  espec- 
tàculo  nuevo  robaban  la  pública  atención. 

«En  el  afto  1827,  deseando  la  Casa  de 
»Caridad  allegar  nuevos  medios  con  que 
»subvenir  ú  sus  necesidades,  siemprecre- 
»cientes,  acudió  al  Rey  solicitando  permi- 
»so  para  dar  en  esta  ciudad  corridas  de 
»toros,  y  con  Real  Orden  de  4  de  marzo 
»se  le  concedió  el  privilegio  de  dar  ocho 
«corridas  de  toros  al  aiïo. 

»Con  el  objeto  de  levantar  la  Plaza 
»donde  debian  darse,  la  Casa  de  Caridad 
»adquirió  unos  terrenos  situades  entre  la 
«Puerta  del  Mar  y  la  de  Don  Carles  de 
»esta  ciudad;  y  en  22  de  mayo  de  1834» 
{ante  D.  Manuel  Planas  y  Compte)  «fir- 
»mó  una  escritura  pública  de  contrata, 
»que  se  registro  en  hipotecas,  con  don 
»Juan  Vilaregut,  Don  Mariano  Coll,  don 
» José  Ignacio  Sagristà  y  Don  Manuel  Deo- 
»con,  por  la  que  cedió  A  estes  el  privile- 
»gie  para  dar  corridas  de  toros  y  los 
»derechos  que  per  el  mismo  le  compitie- 
»ran,  per  el  termino  de  ocho  anos»  (3). 

Por  escritura  de  20  de  mayo  de  1835, 
pasada  ante  el  notario  Don  Pedre  Gonzà- 
lez,  Don  Juan  Vilaregut  vendió  sus  dere- 
chos  al  revolucionario  Don  Mariano  Bo- 
rrell, vendeder  de  pesca  salada  en  el 
Borne,  cenocido  vulgarmente  en  Barce- 
lona por  lo  Bacallaner  (4). 


( ;)  Demostracion  del  derecho  que  asiste  d  la 
(Jasa  provincial  de  Caridad  de  Barcelona  para 
reivindicar  el  edtficio  y  solar  de  ta  Plaza  de' 
loros  de  esta  ciudad.  Barcelona,  iSj8,  pàg.  4. 
Es  un  informe  juridico  obra  de  D.  Arístides  Mo- 
ragas,  de  2  de  junio  de  1878. 

(4)  Demostracion  del  derecho...,  eh.,  pàg.  8,  o 
sea  D.  Aristides  Moragas.  Obra  cil.,  pàg.  8.  Ade- 
niiis  he  leído  la  escritura  en  el  archivo  notarial. 


464 


LIBIÍO    TERCERO.  —  CAPITULO    OCTAVO 


«En  19  de  Julio  anunciaren  la  ó."  corri- 
»da  para  aquel  dia,  y  como  novedad  que 
»los  toros  que  se  lidiarian  en  ella  serían 
»de  la  ganadería  de  Don  Fausto  Joaquin 
»Zalduendo,  nueva  en  esta  Plaza.  Verifi- 
»cóse  la  corrida,  los  toros  fueron  muy 
»bravos,  la  función  se  calificó  de  magnifi- 
»ca.  La  ganaderia  de  Don  Fausto  Joaquin 
»ZaIduendo  quedo  completamente  acre- 
»ditada,  y  desde  luego  se  echó  de  ver  que 
»si  en  la  corrida  siguiente  se  lidiaban 
»toros  de  la  misma  ganaderia,  la  Plaza 
»tendria  un  lleno  completo»  (1). 

En  los  periódicos  de  Barcelona  del  23 
de  julio  apareció  el  anuncio  de  la  1  .^  fun- 
ción de  toros,  en  el  que  se  decía  que  se 
efectuaria  en  celebridad  de  los  dias  de  la 
Reina  Gobernadora,  però  que  como  estos 
caian  en  viernes,  dia  laborable,  setrasla- 
daria  el  espectàculo  al  sàbado  25,  dia  de 
Santiago.  En  los  diarios  del  25  se  repitió 
el  anuncio  tal  cual  lo  copié  arriba,  y  es 
de  notar  que  tanto  en  el  del  23,  cuanto  en 
éste,  se  expresa  que  «se  lidiaràn  seis 
»toros,...  deia  acreditada  ganaderia  de 
»Don  Fausto  Joaquin  Zalduendo  de  Capa- 
»rroso  de  Navarra  hermanos»  (iiótesc  el 
hermaiios)  «de  los  que  se  lidiaron  en  la 
«función  anterior.» 

«Ante  tales  anuncios  y  la  fama  que 
»habian  adquirido  los  toros  de  la  gana- 
»dería  de  Zalduendo  la  plaza  se  llenó  de 
»bote  en  bote».  Efectivamente,  pues  son 
muchisimos  los  hombres  de  aquellos  tiem- 
que,  al  preguntaries  sobre  tales  hechos, 
me  dijeron  que  en  dicho  dia  asistieron  a  la 
corrida,  entre  ellos  mi  padre,  y  su  suegro, 
ó  abuelo  mio  materno.  Las  personas  aco- 
modadas  en  estos  espectàculos  se  colocan 
del  lado  de  la  sombra,  y  los  pobres  del 
del  sol,  cuyos  rayos  en  la  fecha  de  25  de 
julio  en  esta  tierra  valen  por  un  continuo 
sinapismo.  En  tal  dia  de  1S35  el  calor  He- 
,gó  a  grados  muy  altos. 

El  edificio   estaba  compuesto  de  sola 
madera,  a  lo  menos  en  todo  el  piso  alto, 
segun  así  aparecia  en  lo  visible,   y  lo 
recuerdo  yo  mismo;  por  cuya  razón  pres- 
ti)    D.  Aristidc-s  iMorasas.  Obra  cit..    pàe.  í-i. 


tóse  fàcilmente  al  arranque  de  los  ban- 
cos,  conforme  luego  diré.  Ademàs  esta 
circunstancia  proporcionaba  a  los  revol- 
tosos apto  medio  para  levantar  gran 
ruido  golpeando  el  suelo  y  paredes.  Y 
debió  este  llegar  a  inmensa  altura,  pues 
en  las  corridas  de  toros  se  permite  y  es 
costumbre  armar  descompuesta  y  atur- 
didora  grita  y  ruido.  Como  barandilla 
del  inferior  pasillo  del  tendido  circuía  la 
plaza  una  cuerda  gruesa  o  maroma. 

Asistió  al  acto  el  Gobernador  deia  pla- 
za de  Barcelona  Brigadier  Don  Joaquin 
Ayerve.  El  piquete  estaba  formado,  entre 
otras  fuerzas,  por  la  tercera  compaflía 
del  sexto  batallón  de  urbanos,  mandada 
aquel  dia  por  un  teniente  (2).  Y  la  milicia 
urbana  era  la  «que  componia  casi  toda  la 
»fuerza  que  debia  mantener  el  órden»  (3). 
El  comisario  de  policia  de  turno  alegó 
que  no  podia  asistir,  y  encargó  aquel  Ser- 
vicio a  un  su  companero:  circunstancia 
que  da  pie  para  sospechar  que  quizà  tenia 
noticia  de  la  proyectada  revuelta  (4). 

Los  conjurados  se  colocaron  repartidos 
entre  la  multitud  del  piiblico  para,  por 
todos  lados,  producir  el  alboroto.  Así  se 
desprende  de  los  hechos  particulares  que 
han  llegado  a  mi  conocimiento.  Al  pie 
del  palco  presidencial,  en  la  grada,  hallà- 
base  Cipriano,  el  cafetero  de  la  Noria,  un 
cerrajero  de  apellido  D....,  un  impresor 
llamado  O....,  y  otros  alborotados  o  exal- 
tados.  «Los  cuales  estarian  quizà  en  el 
»secreto,  pues  luego  que  vieron  echar 
»objetos  à  la  plaza  armaron  la  gorda»  (5). 
No  sé  si  alli,  o  si  en  otro  lado,  habia  el 
grupo  del  impresor,  después  editor  de  los 
Autores  espaiioles,  don  Manuel  Rivade- 


(j)  .Me  lo  dijo  un  individuo  de  la  misma  com- 
pania  en  Barcelona  a  5  de  mayo  de  1884. 

(í)  Biografia  de  D.  Manuel  Rivadeneyra  es- 
crita por  su  hijo  en  el  tomo  de  índices  de  la 
fíiblioteca  de  autores  espaiioles.  Madrid,  r88o, 
pàg-  XI. 

(4)     -Me  lo  dijo  el  hijo  del  que  asistió. 

(í)  .Me  lo  conto  D.  Estanislao  Ferrando,  que 
asistió  a  la  función.  v  se  ve  que  explica  lo  que 
vió.  Barcelona  18  de  febrero  de  i88-|. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    I.NXENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


465 


neyra,  con  algunos  jóvenes  (1).  En  los 
tendidos,  así  de  sembra  como  de  sol, 
un  amigo  mío  vió  varios  militares  vesti- 
des de  paisano;  a  los  que  conoció  por 
haberlos  visto  otras  veces  vestidos  de  uni- 
forme (2). 

Antes  de  comenzar  la  función  se  repar- 
tieron  entre  gentes  del  publico  espuer- 
tas  con  instrumentes  de  carpintería;  y 
notóse  que  dende  se  dejó  la  primera, 
allí,  cuando  el  tumulte,  salto  el  primer 
banco  (3).  Antes  también  de  empezar  la 
lidia  «circulaban  dentro  de  dicha  plaza 
»unos  papelitos  del  tamano  de  media 
»cuartilla  con  dos  renglones  que  decían: 
y>Hoy  han  de  pcreccr  t  oci  os  los  f rai  les, 
»sin  ninguna  letra  mas,  y  es  de  adver- 
»tir  que  tantes  como  lo  leyeron  ne  le 
»hicieron  caso;  así  es  que  à  las  cuatro 
»se  principio  la  funcien,  y  no  se  habla- 
»ba  de  nada  absolutamente  sine  de  te- 
rròs». Ningún  otro  testigo  me  habló  del 
censabide  papelite  de  les  dos  renglo- 
nes, pere  el  miliciane  que  me  lo  noticio 
aseguróme  que  él  mismo  tuvo  uno  de 
estos  papelitos  en  sus  manes,  y  que  se 
repartían  allí  per  centenares  (4). 

En  la  muy  inconveniente  libertad  que 
impera  en  las  plazas  de  toros,  no  falta- 
ren invectivas  contra  el  primer  espada 
Carretó,  carlista;  diciéndosele,  per  ejem- 
plo:  «Carretó,  cpor  qué  estan  tan  calladas 
»las  Previncias  Vascengadas?»,  y  per  el 
estilo  otras  picantes  pullas  (5).  Y  en  los 
terribles  momentes  del  tumulte  veíase  al 
Brigadier  Ayerve  cenversando  y  frater- 
nizando  con  el  segundo  espada,  Guzman, 
y  les  suyos,  liberales;  al  paso  que  Carre- 


(i)     Biografia  de  D.  .Manuel  Rivadeneyra,   cit. 

(2)  Relaciún  de  D.  Ramon  Nivera,  que  asistió 
a  los  toros,  y  dice  lo  que  vió.  Barcelona  ?!  de 
marzo  de  1882. 

(5)  Relación  de  D.  Antonio  López,  que  explica 
lo  que  vió.  Barcelona  jg  de  diciembre  de  1882. 

(4)  Relación  que  me  cscribió  y  explico  mi 
amigo  D.  Francisco  .Macià  en  Barcelona  en  mayo 
de  1884. 

(s)  Relación  de  D.  Narciso  Parés,  que  asistió 
a  la  función.  Barcelona  24  de  iunio  de  1880. 


to  y  sus  amigos  palidecían,  y  quedaban 
blances  ceme  el  papel,  a  pesar  del  proba- 
do  temple  de  sus  almas,  que  ne  se  inrau- 
tan  entre  las  astas  de  la  fiera  (6). 

Un  sefler,  llamade  don  Antonio  Fer- 
nàndez,  mayordemo  de  una  cenocida 
casa  de  comercio  de  esta  ciudad,  asistió, 
como  tantes  otros,  a  esta  corrida,  y  entro 
en  cenversación  con  el  otro  espectador 
de  su  lado.  Hablóle,  como  era  natural, 
de  las  circunstancias  de  aquelles  toros  o 
biches,  a  lo  que  el  espectador  desconoci- 
de  contesto  con  esta  exclamación:  «iY  la 
cola  que  traen  estos  toros!»  (7).  Y  des- 
pués  de  este  insístase  en  que  no  existió 
anterior  trama. 

«El  caso  fué  que  los  toros  de  dicho  dia 
«resultaren  flaces,  sin  querer  tomar  nin- 
»guna  vara,  habiéndose  de  valer  de  las 
«banderillas  de  fuego;  y  como  el  piíblico 
»en  estos  casos  no  queda  centento  con  lo 
»que  manda  el  Presidente,  principio  à 
»alberetarse  en  el  cuarte  toro  tirando 
»algunas  botellas  y  abanices  en  el  redon- 
>^del  en  senal  de  descentente,  y  sin  em- 
»bargo  se  mató  el  toro  del  modo  que  se 
»pudo,  y  el  publico  ya  estaba  nuevamen- 
»te  pacifico;  mas  al  salir  el  quinto  toro,  y 
»viendo  el  piiblice  que  era  igual  à  les 
»demàs,  volvió  A  alberetarse,  y  gritando 
»que  se  le  había  enganade,  echaren  al 
»redondel  todas  las  botellas,  abanices  y 
«sillas  que  tenían  en  las  manes;  y  no 
«contentes  con  esto,  principiaren  à  arran- 
»car  bances  y  à  tiraries  abajo)-  (8). 

Comenzó  el  alboreto  con  descompues- 
tas  quejas  contra  la  Empresa.  «Primero 
«insultando  con  veces  descempasadas  à 
»los  individuos  de  la  Empresa,»  dice  un 
parte  oficial;   y  una   respetable  seftora, 


((i)  Relación  de  D.  .Melitón  de  Llosellas,  que 
también  asistió  al  espectàculo.  Barcelona  6  de 
diciembre  de  1880. 

(7)  D.  .\ntonio  Fernandez  fué  el  abuelo  ma- 
terno  del  muy  conocido  escritor  D.  Francisco 
Pelayo  Briz,  éste  muy  mi  amigo,  que  es  quien  lo 
contaba. 

(8)  Relación  que  me  escribió  D.  Francisco 
.Macià,  citada. 


466 


1.1  BRO     TliliCLRO.  CAPllUI-0    OC  1  AVO 


entonces  joven  recién  casada  con  un  muy 
conocido  comeiciante,  la  que  asistió  a  la 
corrida,  me  anadió  que  uno  de  los  gritos 
que  se  profen'an  era  de  «bacallà,  baca- 
llà, bacallà»,  aludiendo  al  empresario 
don  Mariano  Borrell,  revolucionario,  ven- 
dedor  de  bacalao  (1). 

«Insultando  luego  à  la  autoridad,  dice 
»el  mentado  parte  oficial,  exigiendo  una 
»porcion  de  condiciones,  las  que  negadas, 
»conclu3'endo  por  producir  una  irritacion 
«general»  (2). 

Los  revoltosos  arrancaban,  digo,  los 
bancos,  e  instaban  a  los  demàs  a  practi- 
car lo  propio.  Arrancado  uno,  o  sea  una 
tabla,  esta,  apoyada  en  el  banco  inferior, 
servia  de  poderosa  palanca  para  hacer 
saltar  el  superior,  y  así  con  gran  facili- 
dad  se  desprendian  todos.  Una  vez  des- 
prendidos  de  su  lugar,  eran  arrojados  al 
redondel,  o  plaza.  El  senor  que  esto  me 
conto  me  anadia  que  a  poco  del  empleo 
de  este  procedimiento  por  los  revoltosos, 
a  él  le  alcanzó  una  tabla  de  arriba  tocan- 
dole  en  la  pierna,  y  así  que,  temiendo  no 
le  acertara  aun  mejor  algun  otro  de 
aquellos  tan  pesados  proyectiles,  se  largó 
de  la  plaza  (3).  A  otro  amigo  mío,  al 
arrancar  un  banco,  le  causaron  con  un 
clavo  de  él  un  tan  profundo  rasguno  que 
le  Uevó  media  manga  de  la  camisa  y  le 
produjo  una  herida  de  la  que  mano  mu- 
cha  sangre  (4).  Salieron  de  la  plaza  casi 
todas  las  personas  sensatas.  Y  no  se 
crea  que  los  que  tan  violentos  procedi- 
mientos  empleaban  fuesen  solo  gente  de 
la  menuda  plebe,  sinó  que  allí  se  vió  a 
varios  senoritos,  que  después  figuraron 
en  el  partido  moderado,  forcejando  para 


(i)  Relación  de  D.'  Alaría  Àngela  Gelabert, 
viuda  de  D.  Joaquín  Martí  y  Codolar.  Barcelona 
0  de  junio  de  1885. 

(2)  Parte  dado  por  cl  General  que  mandaba 
en  Barcelona  al  Capitàn  General. 

(3)  Relación  cit.  de  D.  Estanislao  Ferrando  y 
Roca. 

(4)  Relación  de  D.  José  Maria  Balasch.  Barce- 
lona -59  de  octubre  de  1894. 


arrancar  tablas  (5).  Hasta  al  mismo  re- 
dondel bajaron  los  atrevidos  del  publico. 

Allí  el  Gobernador  de  la  plaza  Ayerve, 
puesto  en  el  redondel  con  fuerza  de  la 
milícia  urbana  y  la  espada  en  la  mano, 
dirigia  la  palabra,  entonces  por  la  grita  y 
ruido  hecha  imperceptible,  al  publico  para 
aquietarlo;  però  a  poco  él  y  su  fuerza  se 
retiraron  (6).  Tan  mentido  empeflo  tomo 
Ayerve  en  calmar  a  los  revoltosos  y  do- 
minar el  tumulto,  que  durante  él  conver- 
so con  los  toreros,  fraternizando,  como 
dije  arriba,  con  los  liberales,  mientras 
Carretó  y  los  suyos  grandemente  palide- 
cían.  Entonces  decía  a  los  revoltosos  que 
arrancaban  y  tiraban  los  bancos:  «Cuida- 
>/do,  chicos,  que  vais  a  lastimaros».  Au- 
sentado  Ayerve  de  la  plaza  con  los  arma- 
des, salió  un  torero  con  la  medialuna,  y 
cortó  los  tendones  de  las  piernas  del 
toro.  Muy  luego  se  vió  el  toro  atado  con 
trozos  de  la  maroma  que  circuía  la  plaza, 
y  arrastrado  a  la  calle. 

Aquí  no  puedo  dejar  de  copiar  las  tris- 
temente  preciosas  líneas  que  dejó  escri- 
tas  uno  de  los  autores  del  atentado,  por 
màs  que  importen  varias  repeticiones  de 
noticias.  Con  harto  desacierto  las  dió  al 
publico  su  hijo,  diciendo:  «Hallé  no  ha 
»mucho,  en  un  legajo,  manchadas  por  la 
»accion  del  tiempo,  dos  cuartillas  escritas 
»a  vuela  pluma,  en  que  mi  padre,  à  raiz 
»de  aquellos  acontecimientos,  referia  en 
»forma  de  carta  los  sucesos  de  Barcelo- 
»na  del  25  de  julio  de  1835,  precisamente 
»cuando  imprimia  el  Vapor,  periódico 
«ministerial,  contrario  al  movimiento  que 
»en  todos  los  àmbitos  del  Principado  se 
«iniciaba....  A  fuer  de  imparcial,  copiaré 
valgunos  trozos  de  aquel  escrito».  Hasta 
aquí  el  hijo;  sigue  ahora  el  padre,  que  es 
nada  menos  que  don  Manuel  Rívadeney- 


(s)  Relación  de  D.  Jacinto  Burdoy.  que  asis- 
tió a  la  función,  y  vió  lo  que  dice.  Barcelona  i.°  de 
diciembre  de  1881 . 

(6)  Relación  cit.  de  D.  Estanislao  Ferrando  y 
Roca.  Todo  el  mundo  testifica  el  hecho  de  bajar 
.\verve  al  redondel  v  su  ademàn  de  calmar. 


PRKPARACIOX    PRÒXIMA    DICL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


467 


ra,  el  editor  de  la  gran  Biblioteca  de  Au- 
tores Espanoles.  Dicen  así  las  mentadas 
cuartillas; 

«El  dia  de  San  Jaime  fui  íl  los  toros 
«acompanado  de  dos  amigos  con  quienes 
»solía  pasar  las  tardes.  Principio  la  corri- 
»da  bajo  malos  auspicios,  salían  los  toros, 
»todos  à  cual  peor,  vociferaron  contra 
»los  empresarios,  contra  la  presidència, 
»y  creciendo  el  clamoreo,  hubo  quien 
»arrancó  un  banco,  y  lo  echó  à  la  plaza, 
«circunstancia  que  colmó  el  desórden, 
»porque  de  todas  partes  llovian  sillas  y 
>'bancos  que  los  espectadores  irritados 
»arrojaban  al  redondel.  Difícil  era  conte- 
»ner  aquel  exceso:  lo  iniciaba  el  pueblo, 
»y  quien  podia  atajarlo  era  el  pueblo 
»armado,  que  componia  casi  toda  la  fuer- 
»za  que  debía  mantener  el  órden.  En 
»medio  de  la  confusa  gritería  no  se  oia 
»voz  alguna  alarmante,  y  juzgué  propi- 
»cio  aquel  momento  para  ser  núcleo  de 
»un  sacudimiento  político  que  tendiera  à 
»emanciparnos  de  autoridades  que  me- 
»noscababan  nuestra  ya  limitada  liber- 
»tad.»  (íQuc  casualidad  que  le  ocnrriese 
al  tuismo  tiempo  a  dl  que  a  los  urdido- 
res!)  «Salté  A  las  gradas,  y  en  union  de 
»algunos  jóvenes  grité:  jViva  el  pueblo 
»rey!  iViva  la  libertad!»  Lejos  de  ballar 
«quien  me  secundarà,  quedé  aislado,  y 
»cuantas  veces  traté  de  llamar  la  aten- 
»cion  para  dar  colorido  político  à  aquel 
«alboroto,  otras  tantas  me  persuadí  de 
que  eran  infructuosos  mis  esfuerzos.  (Es 
que  MG  cstaban  en  cl  complot). 

>^En  el  interin  habían  cortado  la  maro- 
'>ma  de  la  contrabarrera  para  amarrar  el 
»último  toro  de  la  lidia,  que  llevaron  A 
»manera  de  trofeo  basta  el  hospital.  Salí 
»de  la  plaza  en  busca  de  mis  compafle- 
»ros,  y  al  pasar  junto  à  la  casilla-despa- 
»cho  hallé  un  grupo  que  la  estaban 
»derribando,  sin  cuidarse  de  las  iràs  del 
»Mayor  de  Plaza  ni  del  Gobernador,  que 
»ordenaron  despejar  el  sitio  con  ayuda 
»de  un  piquete  de  caballería  del  Infante 
»4."  de  linea.  No  bien  se  dispuso  A  obede- 
»cer  la  fuerza  armada  cuando  principio 
»a  córrer  la  turba:  púseme  entonces  en-  | 


*frente  del  oficial  que  guiaba  la  tropa,  y 
»cogiéndole  las  riendas  del  caballo,  di 
«vivas  a  la  libertad  y  à  la  caballería, 
»proclamando  que  esta  no  debía  hacer 
»armas  contra  el  pueblo  soberano.  Paro 
»el  oficial,  y  volvió  el  pueblo  A  recobrar 
>su  primer  ílnimo,  en  medio  de  la  mayor 
«confusion,  que  aproveché  para  decirle* 
«Basta  de  cebarse  contra  casas  de  made- 
>>ra;  en  Barcelona  tenemos  alcàzares  de 
»piedra  que  nos  han  esclavizado  luengos 
»siglos  y  debemos  derribar.  íQué  hace- 
»mos  aquí?  Marchemos.  jYo  el  primero!» 
»Electrizados  con  estàs  palabras,  dijeron: 
«iV^amos  A  ellos,  póngase  V.  al  frente!» 

>'No  había  que  titubear,  debía  marchar, 
»y  así  lo  hice.  A  la  carrera  y  en  tropel 
»t"uimos  hacia  la  puerta  del  Mar,  por 
»donde  debíamos  entrar  en  Barcelona. 
»ïemí  que  el  Gobernador  mandase  cerrar 
»la  puerta,  però  al  llegar  .1  ella  con  tal 
»designio  el  Jefe  de  dia,  obligué  al  centi- 
»nela  à  presentarle  la  bayoneta,  diciendo: 
«Viene  A  atajarnos  el  paso  con  intento  de 
»que  nos  asesinen:  jfuego  si  se  atreve  à 
«pasar!»  El  centinela,  que  pertenecía  à 
«Guardia  Nacional,  dió  crédito  a  mis 
«palabras,  é  impidió  el  paso  al  Jefe  del 
«dia.  Seguidamente  arengué  mi  bulliciosa 
«comitiva,  indicando  que  nuestro  objeto 
«debía  ser  uno  mismo;  que  la  propiedad 
«particular  debía  respetarse,  etc,  y  dan- 
»do  vivas  a  la  libertad  y  al  orden  segui- 
«mos  la  marcha. 

»E1  primer  convento  donde  nos  detuvi- 
«mos  fué  el  de  la  Merced,  situado  en  la 
«calle  del  mismo  nombre.  Hallamos  ce- 
«rrada  la  puerta,  y  pareciéndonos  aquel 
>^edificio  de  difícil  acceso,  proseguimos 
»hasta  San  Francisco,  donde  se  nos  unió 
»gentes  de  todas  clases.  Tampoco  allí  era 
«posible  asaltar  los  muros  sin  ayuda  de 
>^escaleras,  y  se  recurrió  al  incendio. 

«Dejé  entonces  de  ser  actor,  y  seguido 
»de  algunos  dependientes  regresé  a  mi 
«casa  cuando  varios  grupos  corrian  <^ 
»incendiar  otros  conventos.  Sobre  las 
»doce  de  la  noche  volví  A  salir,  chocàn- 
»dome  sobremanera  el  sosiego  con  que 
«paseaban  muchísimos  curiosos,  y  sobre 


IBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    OCIAVO 


»todo  la  indiferència  de  la  autoridad  para 
»ataiar  el  desórden,  puesto  que  en  varios 
»puntos  bastaren  à  burlar  sus  ordenes 
»algunos  muchachos;  y  aun  tengo  enten- 
»dido  que  al  pasar  el  Gobernador  junto  à 
í>un  convento  que  ardía  dijo  à  la  muche- 
«dumbre:  «Marchad  à  otra  parte,  que  este 
»ya  arde»  (1). 

De  los  hechos  narrades  aparece,  pues, 
muy  claro  que  los  designios  de  los  urdi- 
dores  consistieron  en  disgustar  y  alboro- 
tar  al  publico  de  una  numerosa  reunión, 
y  luego  dirigir  el  desenfreno  contra  los 
conventos.  Para  esto  organizaron  la  fun- 
ción  en  modo  conveniente,  produciendo  el 
disgusto  por  el  mal  ganado  de  la  corrida; 
y  luego  enderezaron  los  revoltosos  a  los 
conventos.  Mas  el  publico  en  general  no 
participaba  de  la  idea  de  dirigir  sus  en- 
conos  contra  los  religiosos;  y,  como  dijo 
arriba  Rivadeneyra,  los  promovedores,  al 
iniciar  el  alboroto  político,  quedaban  ais- 
lados.  Solo  algun  grupo,  probablemente 
en  su  mayor  parte  prevenido  y  comprado, 
seguiria  a  los  conductores. 

Però  a  todo  esto  falta  explicar  uno  de 
los  medios  de  que  se  valieron  estos  para 
lograr  encaminar  las  iràs  contra  de  los 
cenobios. 


ARTICULO  NOVENO 

LA   JUNTA    DEL    APOSENTO 
DE  CABALLOS  MUERTOS 

Tratàndose  en  el  presente  articulo  de 
un  punto  importante,  creo  conveniente 
que  en  su  explicación  me  limite  a  trasla- 
dar  aquí  la  narración  familiar  y  sencilla 
del  testigo  que  presencio  los  hechos. 
Merece  éste  completo  crédito  por  su 
edad,  su  virtud  rehgiosa,  su  sensatez  e 
inteligencia.  Estuvo  al  frente  de  varios 


(i)  Biblioteca  de  autores  espafioles  desde  la 
formacion  del  lenguaje  liasta  nuestros  dias.  In- 
dices  generales.  Biografia  de  D.  Manuel  Riva- 
deneyra escrita  por  su  hijo.  Madrid,  1880,  pàgi- 
nas  XI  V  XII.  Es  el  tomo  ultimo. 


importantes  y  delicadisimos  estableci- 
mientos  del  Estado,  y  al  morir  él  en  1887 
un  periódico  católico  de  esta  capital  le 
dedicaba,  entre  otras  alabanzas,  las  si- 
guientes:  «D.  Francisco  Peredaltas  y 
»Pintó  era  una  verdadera  especialidad 
»en  este  ramo  de  la  administracion;  y  su 
^competència  reconocida  por  varias  aca- 

>  demias  y  corporaciones  científicas  A  las 
»que  perteneció,  la  había  demostrado  no 
»solo  en  el  buen  régimen  que  diera  à.  los 
«establecimientos  que  había  montado  y 
»dirigido,  sinó  tambien  en  las  obras  que 
»sobre...  había  publicado.  Però  sobre 
»estos  relevantes  méritos,  tenia  otro  supe- 

>  rior  y  era  su  religiosidad  y  sus  sanos 
«principios,  que  despues  de  una  vida 
>:ejemplar,  le  han  proporcionado  una 
»muerte  santa,  edificante,  que  ha  tenido 
»lugar  en  edad  muy  avanzada».  Efecti- 
vamente,  al  preguntarle  yo  sobre  el  hecho 
tuve  que  esforzarme  para  arrancarle 
alguna  de  las  noticias  con  cuya  revela- 
ción  temia  faltar  al  respeto  debido  a  la 
fama  ajena: 

«En  1835,  me  dijo,  yo  era  oficial  del 
»batallón  6.°  de  voluntàries  por  nombra- 
»miento  del  General  Llauder.  Para  satis- 
»facer  la  vanidad  de  joven,  acepté  el 
»cargo  en  contra  los  consejos  de  mi  ma- 
»dre;  però  el  incendio  de  los  conventos,  y 
»lo  que  vi  en  dos  meses  de  operaciones 
^militares  en  el  llano  de  Vich,  me  obligo 
»a  presentar  la  dimision  de  la  charretera; 
»pero  como  entonces  noseadmitíandimi- 
»siones  para  dejar  las  operaciones  pasé 
»al  escuadron  de  lanceros,   à  cuyo  fin 

>  tuve  que  comprar,  5'  compré,  caballo. 

>  El  dia  25  de  julio  de  1835  fui  por  curio- 
»sidad  à  la  funcion.  El  publico  se  alboro- 
»tó,  y  tiro  hasta  los  bancos  al  redondel. 
>Entonces  mucha  gente  viendo  que  se 
»armaba  una  jarana  se  retiraren  à  sus 
»casas;  de  modo  que  mirando  aquello  en 
»que  paraba,  quedé  solo  en  un  buen  tre- 
»cho  de  tendido.  En  este  se  me  acercó  un 
»sujeto,  3'  me  pregunto  si  yo  era  oficial 
»del  6°  Le  contesté  que  sí,  y  me  replico 
I  »entonces:  «pues  haga  V.  el  favor  de 
»bajar  à  la  casilla  de  los  caballos  muerr 


PREPARACION  PROMMA  DEL  INCENDIO  DE  LOS  CONVENTOS 


469 


»tos,  donde  se  tiene  una  junta».  Yo  repug- 
»naba,  y  me  excusé,  però  el  otro  insistió, 
»y  bajé  allà. 

»Hallé  en  aquel  repugnante  lugar  va- 
»rios  companeros  de  milícia  urbana  y 
»otras  personas,  quienes  por  faltar  sillas 
»se  sentaban  sobre  los  caballos  muertos. 
»Allí  se  razonó  terriblemente  contra  de 
»los  frailes,  acusàndoles  por  ejemplo  de 
»que  vivían  a  costa  del  pueblo,  y  de 
»cuanto  se  puede,  ó  mejor,  no  se  puede, 
adecir;  y  se  acababa  deduciendo  por  con- 
»secuencia  que  debía  aprovecharse  aque- 
»lla  ocasion  para  acabar  con  los  con- 
»ventos;  asi  que  se  debían  quemar  los 
»conventos  y  matar  à  los  frailes.  Se  con- 
»vino  en  que  se  arrastrara  el  toro,  que 
»tras  él  iria  una  comision  de  los  presentes, 
»ó  unos  cuantos  de  ellos,  ya  que  al  llegar 
Ȉ  Barcelona  se  hallarian  chiquillos  que 
»como  siempre  seguirían,  y  que  asi  se  ar- 
«maría  el  tumulto.  Se  anadió  que  el  plan 
»de  acabar  con  los  frailes  había  venido  de 
»Madrid,  de  suerte  que  era  general  para 
»toda  Espafla,  y  asi  que  no  debia  des- 
»aprovecharse  aquella  ocasion. 

»Uno  de  los  que  alli  manejaba  la  cosa 
»era,  segun  me  parece,  el  notario  de  la 
«Audiència  senor  Raull,  ó  RaguU.  Anade, 
»no  lo  aseguro  enteramente,  però  asi  me 
»parece».  (jYo  sc  olvidc  latimorata  cou- 
ciència  del  que  narra  cl  lieclio  y  los  aiíos 
tra}iscurridos).  «Otro  de  los  que  estaban 
»allí  era  el  conocido  abogado... 

»En  lin  conoci  que  yo  no  estaba  bien 
»alli,  y  pretestando  que  deseaba  fumar, 
»me  largué  por  la  otra  puerta,  ó  sea  la 
»que  daba  al  campo,  no  sin  que  alguno 
»me  quisiese  retener»  (1).  Omito  aqui  todo 
comentario,  cuyo  único  efecto  seria  des- 
lustrar  la  claridad,  la  luz  meridiana  que 
el  relato  proyecta  sobre  la  conspiración 
de  la  tal  revuelta. 

Venga  ahora  aqui  el  imparcial,  venga 
el  màs  ignorante,  venga  el  alcornoque 


(i)  JVÍe  lo  diio  en  Barcelona  a  lo  de  abril  de 
1880,  me  lo  ratifico  y  amplio  en  4  de  marzo  de 
iS8t,  y  en  otras  fechas  me  habló  nuevamcnte  del 
hecho,  siempre  concordemente. 


màs  rudo,  y  diga  si  el  incendio  de  los 
conventos  fué  un  hecho  espontàneo  del 
pueblo,  o  si,  por  el  contrario,  tuvo  esme- 
rada  preparación.  Pues  bien,  óigase  ahora 
lo  que  de  él  escribió  en  el  mismo  ano  de 
1835  aquel  mismo  Raull  que  parece  vtaiic- 
jabn  la  cosa  en  el  cuarto  de  caballos 
muertos  de  la  plaza  de  toros.  Publico  un 
folleto,  del  cual  hizo  a  lo  menos  dos  edi- 
ciones,  titulado  Historia  de  la  conmocion 
de  Barcelona  en  la  noche  del  23  al  26  de 
julio  de  1835;  causas  que  la  produjeron 
y  SHS  efectos  /tasta  el  dia  de  esta  publica- 
cion  por  D.  Francisco  Raull,  Escribano 
que  era  de  Qímara  de  la  Audiència. 

Escribe  en  la  segunda  pàgina:  «Meros 
«espectadores  de  los  acontecimientos  pro- 
»curaremos  ceíïirnos  à  la  simple  calidad 
»de  relatores  de  los  hechos  y  de  las  causas 
»que  los  han  producido;  y  evitaremos,  en 
»cuanto  sea  posible,  dar  nuestro  parecer 
»como  jueces...»  (2). 

Se  extiende  en  explicar  a  su  modo  los 
hechos  de  los  anos  anteriores  al  1835  y  el 
incendio  de  los  conventos  de  Reus,  y  ana- 
de màs  abajo: 

«Se  daban  desde  algun  tiempo  en  Bar- 
»celona  funciones  de  toros...  Los  toros 
»que  se  habían  lidiado  en  la  funcion  ante- 
»rior  habian  sido  bravisimosy  excelentes 
Ȉ  juicio  de  los  entendedores,  asi  es  que 
»el  anfiteatro  estaba  lleno  en  el  dia  25. 
»Quiso  la  casualidad  que  los  toros  fueron 
»muy  mansos  ó  malísimos  en  aquel  dia, 
»y  exasperados...»  (3).  ;Quiso  la  casuali- 
dad! jCuàntas  casualidades  se  concerta- 
ron  en  aquel  dia!  jQué  marcado  empefio 
en  ocultar  todo  lo  referente  à  trama  y 
traspasar  la  culpa  a  la  casualidad! 

Describe  la  función  y  su  alboroto,  y 
luego  continua:  «Apenas  la  gente  que 
»venía  de  la  funcion  empezaba  à  dar  su 
»ordinario  paseo  por  la  Rambla,  à  saber 
>à  cosa  de  las  siete  y  media,  cuando 
»empezó  ya  la  alarma  y  se  vieron  arrojar 


(3)  Pag.  4  de  la  primera  cdición,  6  de  la  se- 
gunda. 

(-;)  Pag.  12  de  la  primera  cdición,  y  33  de  la 
segunda. 


470 


1.1  BRO    lERCERO. CAPITULO     OCTAVO 


»algunas  piedras  à  las  ventanas  de  Agus- 
»tinos  descalzos 

»Preludios  fueron  aquellos  de  un  tumul- 
»to;  però  nadie,  ó  muy  pocos  creían  en 
»él,  porque  la  gente  se  iba  de  sí  misma 
»retirando  à  sus  casas;  porque  en  la  turba 
»no  había  ni  un  solo  hombre;  y  porque  à 
»nuestro  entender,  nada  había  de  preme- 
»ditado  (íNada  de  premeditado!)  Sin 
«embargo  no  tardamos  mucho  tiempo  en 
»salir  del  error.  Tanta  verdad  es  que 
«innumerables  veces  se  originan  cosas 
»muy  grandes  de  muy  pequefíos  princi- 
»pios...»  (1). 

De  modo  que  aquel  mismo  sefíor  que 
«parece»  mangoneaba  en  la  junta  de  la 
casilla  de  caballos  muertos  sobre  la  gue- 
rra y  última  trama  contra  los  conventos, 
escribe  al  publico  que,  a  su  entender,  «na- 
»da  había  de  premeditado».  Así  tejen  la 
Historia  los  revolucionarios,  y  cual  esta 
noticia  tales  las  de  màs  arriba  referentes 
a  los  frailes  de  Reus,  insertadas  en  el  ca- 
pitulo de  Reus.  Y  lo  grave  y  lo  desespe- 
rante  del  caso  està  en  que  tomàndolo  de 
RauU  todos  los  historiadores  posteriores 
con  mayores  o  menores  salvedades  se  han 
hecho  eco  de  estos  repugnantes  embustes 
de  Raull.  Y  lo  han  hecho  unos  por  libera- 
les,  otros  por  càndides,  y  otros  por  pere- 
zosos  y  ligeros  no  acudiendo  a  beber  a 
las  sanas  fuentes  y  comprobaciones  de 
los  hechos. 


ARTICULO  DECIMO 

EL    TORO    ES    ARRASTRADO 
POR  BARCELONA 

Mil  testigos  afirman  que  al  terminar 
revolucionariamente  la  función  de  la 
plaza,  el  toro  fué  atado  con  la  maroma 
que  al  pie  de  las  gradas  la  circuía,  ase- 
gurando  alguno  de  ellos  que  vió  por  sus 
ojos  Cortada  dicha  maroma.  No  puedo 
resistirme  a  la  fuerza  de  tantos  testimo- 


(i)     Pàgs.  31,  32  y  33  de  la  primera   edición,  y 
32  y  33  de  la  segunda. 


nios;  però  no  por  esto  queda  invalidado 
el  hecho,  arriba  escrito,  de  que  a  la  hora 
de  la  comida,  y  por  lo  mismo  a  medio  dia, 
aparecieran  en  una  fonda  de  los  barrios 
de  Santa  Maria  personas  que  llevaban 
prevenidas  cuerdas  para  arrastrar  el 
toro.  Y  digo  que  no  queda  destruido  por- 
que, por  màs  que  las  cosas  estén  preveni- 
das, muchas  veces  los  alborotados  y  las 
turbas  se  precipitan,  saliéndose  de  las 
líneas  trazadas  por  los  organizadores;  y 
asi  pudieron  estar  preparadas  las  liga- 
duras,  y  al  mismo  tiempo  cortarse  la 
maroma. 

Sea  de  esto  lo  que  sea,  salió  el  toro 
atado  por  las  astas,  y  fué  arrastrado 
hacia  la  ciudad.  Entro  en  esta  por  la 
puerta  del  Mar,  que  yo  he  alcanzado, 
bien  que  reedificada.  Siguió  por  la  plaza 
de  Palacio,  calle  del  Consulado,  de  la 
Fusteria,  y  calle  Ancha  (2).  Al  pasar  la 
postrera  ya  le  faltaba  parte  de  una  pierna 
y  muslo  traseros,  que  se  lo  habrían  cor- 
tado  para  aprovecharlo  (3).  Siguió  luego 
por  la  calle  llamada  del  Dormitorio  de  San 
Francisco,  y  las  Ramblas  de  Santa  Mòni- 
ca y  Capuchinos,  pasando,  no  por  alguno 
de  los  arroyos,  sinó  por  el  centro  (4).  En 
la  Rambla  un  chico  cortóle  la  lengua,  y 
me  consta  por  boca  de  un  hermano  del 
chico,  hermano  que  comió  de  ella  (5). 
Torció  el  toro  por  la  calle  de  Fernan- 
do (6),  y  como  la  calle  de  Fernando  no 
Uegaba  entonces  màs  que  hasta  el  cruce 
con  la  de  Avinó,  regresó  a  la  Rambla  por 


(;;)  Son  innumerables  los  testigos  que  e\pli- 
can  esta  primera  parte  del  curso  de  la  turba  con 
el  toro. 

(3)  Me  lo  dijo  D.  Ramon  Nivera.  que  por  cu- 
riosidad  fué  siguiendo  desde  la  plaza  de  toros  a 
la  de  Medinaceli  a  la  turba.  Barcelona  31  de 
marzo  de  1S82. 

(q)  D.'  Maria  Campins,  que  en  1835  vivia 
írente  de  Santa  Mònica  en  la  Rambla.  Barcelona 
18  de  enero  de  1888.  Vió  pasar  el  toro.  Otros 
varios  le  vieron  en  la  Rambla. 

(í)  El  que  la  comió  era  D.  Antonio  López;  me 
lo  dijo  en  Gracia  a  29  de  diciembre  de  1882. 

(6)  .Me  lo  dijeron  dos  trinitarios  que  estaban 
en  el  convento  de  dicha  calle.  El  portero  lo  vió. 


PREPARACION    PRÒXIMA    DEL    INXENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


471 


la  de  la  Boquería  (1).  Entro  en  la  del  Hos- 
pital, recorriéndolatoda  hastael  Padró  (2); 
de  donde  regresó  por  la  del  Carmen  (3). 
Cruzó  la  Rambla,  y  siguió  por  la  de  la 
Puertaferrisa  (4),  y  la  de  Boters,  donde 
le  entraren  en  un  pasaje  de  la  casa  pròpia 
de  un  senor  Claramunt,  de  números  8  y 
10  actuales,  que  salía  a  la  número  29 
actual  de  la  de  la  Paja,  y  en  la  que  había 
una  fonda,  o  mejor,  restaurant.  Alcerrar 
la  puerta  quedo  allí,  y  como  nadie  por 
temor  a  los  revolucionarios,  se  atrevia  a 
retirarlo  en  muchos  días,  lleg^ó  a  entrar 
en  corrupción  (5).  Hoy  reedificadas  las 
casas  de  Boters  y  Paja  indicadas,  no  que- 
da abierto  al  publico  el  dicho  pasaje  del 
restaurant,  o  beco,  como  en  la  tierra  lo 
llamaban  entonces. 

Las  horas  en  que  fué  arrastrado  el  toro 
me  constan  por  los  dos  datos  siguientes. 
Una  seüora  que  vivia  en  la  Rambla  de 
Santa  Mònica,  como  muy  luego  diré,  le 
vió  pasar  por  esta  cuando  todavía  el  sol 
no  se  había  hundido  tras  los  montes,  y 
así  aun  alumbraba  algunas  casas;  y  el 
chico  monaguillo  del  Carmen  le  vió  pasar 
por  frente  de  esta  iglesia  a  eso  de  las 
ocho. 

La  turba,  que  arrastraba  y  acompana- 
ba  la  res,  no  se  componia  de  hombres, 
sinó  en  su  inmensa  mayoría  de  chicos. 
Me  lo  certificaron  varios  testigos,  y  sobre 
todo  el  mismo  Raull,  antes  interesado  en 
agrandar  los  hechos  de  aquella  revuelta 


(i)  Lc  vió  pasar  D.  .Wanuel  Serra,  tendero  de 
dicna  calle.  Barcelona  15  de  octubre  de  i^')j\. 

(2)     Son  varios  que  lo  atestijiuan. 

( ï)  Me  lo  diieron  los  carmelitas  de  dicha  calle, 
y  ademàs  D.  Francisco  de  Sagarra,  que  allí  dió 
un  puntapié  al  toro.  Barcelona  5  de  octubre  de 
1881. 

(4)  Vie  lo  dijo  un  aprendiz  en  185^  chico.  que 
in  la  Puertaferrisa  agarró  de  la  cuerda  y  concu- 
rrió  a  arrastrar  el  toro.  Barcelona  19  de  noviem- 
bre  de  itíSa. 

(5)  jMe  lo  conto  D.  José  Pujol,  que  a  la  sazón 
era  muy  nino.  y  vivia  en  la  misma  calle  de  la 
Paia;  y  como  tal  nino  iba  a  ver  el  toro;  però  como 
la  puerta  del  pasaie  estuviera  cerrada.  lo  miraba 
por  el  ojo  de  la  cerraia. 


que  en  apocaries,  escribe:  «Rempieron  la 
-'maroma  que  forma  la  centrabarrera,  y 
»con  un  pedazo  de  ella  una  turba  increi- 
ible  de  muchachos  con  una  espantosa 
'>algazara  arrastró  el  ultimo  toro  por  las 

»calles  de  la  ciudad  (6) perquè  en  la 

»turba  no  había  un  solo  hombre...»  (7). 
Uno  de  los  mismos  chices  que  casual- 
mente  coopero  a  la  obra  me  decía:  'dos 
>yqHe  arrastraban  lo  toro  cran  principal- 
f>meiit  canalla»  Vulgarmente  en  catalàn 
esta  pestrera  palabra  significa  nines. 

Sin  embargo,  la  citada  senora  que  a  la 
sazón  vivia  en  la  Rambla  frente  de  Santa 
Mònica  refirióme  que  desde  su  casa  vió 
pasar  la  turba  con  el  toro,  que  la  hora 
era  temprana,  pues  todavía  alumbraba 
las  casas  el  sol,  que  delante  de  esta  turba 
marchaba  un  hombre  cubierta  la  cabeza 
con  una  gran  barretina  roja,  caída  hacia 
la  espalda,  y  cenida  en  la  cabeza  per  una 
cintilla  de  terciopelo  negre,  y  que  el  tal 
hombre  iba  clamande:  «cerrad  las  puer- 
»tas,  cerrad  las  puertas».  Anadióme  que 
entre  la  turba  veíanse  etras  barretinas 
largas  como  la  dicha,  de  mode  que  tanto 
per  la  facha  de  esta  gente  cuante  per  el 
traje  se  echaba  de  ver  que  precedia  de 
fuera  y  era  comprada. 

La  turba  iba  dande  veces  de:  '<iViva  la 
»libertad!  jViva  Cristina!  iMueran  los 
>^frailes!»  (8). 

Per  la  obra,  e  sea  les  hechos,  clara- 
mente  aparece  que  los  autores  de  este 
tumulto  del  toro  no  se  propusieron  comen- 
zar  por  él  el  incendio  o  ataque  de  los 
cenventos,  sine  alborotar  la  ciudad,  soli- 
viantar  la  gente  levantisca,  y  como  darle 
el  grito  de:  a  los  conventos.  Y  digo  que 
así  lo  depenen  los  hechos,  3•a  que  la  tur- 
ba del  toro  no  ataco  seriamente  ninguna 
casa  religiosa,  limitàndese  a  descom- 
puesta  jarana,  a  insultes  de  palabra  con- 


(6)  Obra  cit.,  pàg.  32  de  la  primera  edición,  y 
33  de  la  segunda. 

(7)  D.  Valero  Sàbat.  Barcelona  19  de  noviem- 
bre  de  i88j. 

(8)  D.  Francisco   Capella   que   lo   vió.  Diario 
CataLiíi  del  jí  de  julio  de  1891. 


472 


LIBRO    lERCERO.  —  CAPITLLO    OCTAVO 


tra  de  ellos  y  a  algunas  pediadas.  Y  los 
hechos  concordaron  por  completo  con  lo 
convenido  en  la  repugnante  junta  de  la 
casilla  de  caballos  muertos,  en  la  que  se 
acordo,  como  escribí  arriba:  «Se  convino 
»en  que  se  arrastrara  el  toro,  que  tras  él 
»iría  un  comision  de  los  presentes,  ó  unos 
»cuantos  de  ellos,  ya  que  al  llegar  A  Bar- 
»celona  se  hallarían  chiquillos,  que  como 
»siempre  seguirían,  y  que  asi  se  armaria 
»el  tumulto.»  La  preparada  tragèdia  se- 
guia, pues,  perfectamente  el  curso  que  se 
le  habia  trazado. 

Después,  en  días  posteriores,  en  Barce- 
lona se  cantaba  la  siguiente  desmafiada 
copia: 

«Dia  de  Sant  Jaume  del  any  trenta  cinch 
y>Hi  va  habé  gran  festa  dintre  del  torin. 
«Sis  toros  qualli  habia  tots  van  ser  dolents; 
>iY  això  fou  la  causa  de  cremar  als  convents  (i). 


(i)     Varios   me   los    recilaron.    però   especial 


Otra  menos  desgarbada  dice  asi: 

'  Dia  de  Sant  Jaume  del  a>iy  trenta  cinch 
II  Varen  fer  gran  festa  dintre  del  torin. 
nAquell  dia'ls  toros  varen  ser  dolents 
11  y  això  Jou  la  causa  de  crema  Is  convents. 

"  Los  de  la  l•lusa  diu  que  son  dolents 
l'Portan  las  ampollas  per  cremar  convents  (2). 

El  semanario  revolucionario,  y  funesto 
para  Catalufia,  titulado  La  Esquella  de 
la  Torrat  xa,  las  escribe  del  modo  si- 
guiente: 

«El  dia  de  Sant  Jaum»— del  any  trentacinch 
»hi  va  haver  gran  broma — dintre  del  torin. 
»van  sortir  set  toros, — tots  van  ser  dolents: 
ii'xo  va  ser  la  causa — de  crema'ls  convents  (3). 


mente  D.  Juliàn  Chia  en  Barcelona   a    17  de  no- 
viembre  de  189^. 

(2)  El  anciano  D.  Cayetano   Estalella.   Barce- 
lona ^o  de  diciembre  de  1895. 

(3)  Número  del  ^  de  enero  de  1901, .pàg.  24. 


Capitel  del  clauslro  del  monasterio 
de  San  Benito  de  Bages 


CAPITULO  NOVENO 
LA  REVOLUCIÓN   EN   LAS  CALLES 


ARTICULO  PRIMERO 


EL  CORTO  NÚMERO  DE  LOS  INCENDIARIOS 


I.A    REVOLUOlüN    EN-    LAS    CALLES 


475 


A  D  o  y  a 
con  el 
arrastra- 
mien  t  o 
del  toro 
el  grito 
publico 
de  revo- 
lución, 
lanzàronse  a  la  obra  sus  ejecuto- 
res.  Mas  antes  de  describirla 
juzgo  necesario  distinguir  entre 
revueltas  y  revueltas.  En  unas 
la  inmensa  masa  del  pueblo,  en- 
cendida  de  un  deseo  particular, 
sea  de  amor,  sea  de  odio,  sea  de 
venganza,  al  verse  favorecida 
por  un  accidente,  casual  o  pre- 
parado,  se  lanza  por  mil  puertas  a  la 
calle;  se  Junta  en  grandes  gavillas,  o  en 
un  montón  compacto;  y,  dominando  el 
lugar,  impone  por  todos  lados  su  volun- 
tad,  y  muchas  veces  la  satisfacción  de  sus 
aviesas  pasiones.  En  otras,  unos  cuantos 
conspiradores  reúnense  en  turba,  y  vo- 
ceando  y  revolviendo,  logran  atraer  a  su 
derredor  a  curiosos  y  simpatizadores,  y 
asi,  en  nombre  de  un  pueblo  del  cual  no 
representan  mas  que  la  inèrcia,  se  impo- 
nen  también  y  Uevan  a  obra  sus  empenos. 
En  el  primer  caso  realmente  el  pueblo  re- 
vuelve  el  orden  de  las  cosas,  y  cambia  su 
faz:  en  el  segundo  solo  tolera  el  cambio, 
sea  que  simpatice  con  él,  sea  que  el  miedo 
a  los  conjuradosle  cohiba,  sea  que,  falto 
de  organización  y  jefes,  no  halle  camino 
a  impedirlo.  De  esta  distinción  entre  los 
dos  linajes  de  revueltas  los  mismos  he- 
chos  que  voy  a  describir  nos  daran  pal- 


Nota. — La  inicial  procedc  de  un  n-.isal  de  San 
Cugat  del  \'allc•s,  guardado  hoy  en  el  Aichivo  de 
la  Corona  de  Aragón. 


mario  ejemplo.  La  contra  los  conventos 
pertenece  a  la  segunda  clase,  la  contra 
el  General  Bassa  a  la  primera. 

Para  conocer  la  revuelta  enderezada  al 
incendio  de  los  conventos  se  debe  comen- 
zar  por  el  estudio  de  la  turba  que  lo  per- 
petro. Los  amotinados,  que  procedentes 
de  la  plaza  de  toros,  se  dirigieron  liacia 
la  Ciudad,  pasaron  por  la  Plaza  de  San 
Sebastiàn,  hoy  llamada  de  A  iitoi/io  López, 
y  como  si  no  reparasen  en  la  casa  reli- 
giosa de  aquel  nombre,  o  quiza  movidos 
del  mal  deseo  de  llegar  pronto  a  conven- 
tos de  màs  importància,  omitieron  moles- 
taria, y  siguieron  adelante  (1). 

Sin  duda  la  misma  turba  fué  la  que, 
claro  todavía  el  dia,  pasó  por  frente  de  la 
Merced,  armados  sus  revoltosos  con 
sables,  palos  y  otros  instrumentos,  limi- 
tàndose  a  apedrear  el  convento,  a  rom- 
per  así  los  cristales  de  sus  ventanas,  y  a 
amenazar  con  volver  mas  tarde.  Efecti- 
vamente,  durante  la  misma  noche  volvie- 
ron,  però  los  milicianos  del  vecindario, 
especialmente  el  tahonero  próximo,  les 
rechazaron  como  mas  por  menor  lo  expli- 
caré en  su  lugar  i2).  Y  no  serían  muchos 
los  incendiarios  cuando  unos  pocos  mili- 
cianos les  ahuyentan. 

El  primer  convento  que  se  intento  in- 
cendiar fué  el  de  San  Francisco  de  Asís. 
A  su  puerta  puso  fuego,  muy  luego  de 
salidos  los  revoltosos  de  la  Plaza  de  toros, 
un  menguadísimo  grupo  de  tres  o  cuatro, 
grupo  que  unos  pocos  caballos  de  ejército 
ahui'•entaron,  y  cuyo  fuego  un  hombre 
apago  (3), 

A  molestar  el  convento  de  Santa  Mòni- 
ca fueron  pocos,  pues,  según  diré  en  su 
lugar,  bastó  para  salvarlo  la  oposición  de 
un  hombre. 


(i)  Relacií'in  del  leligioso  de  esta  casa  don 
Ramon  Riera,  phro. 

(2)  Rclación  del  P.  Benito  Tiana,  religioso  de 
este  convento.  que  lo  vió  desde  una  ventana  del 
mismo  convento.  Barcelona  i."  de  iunio  de   1880. 

(3)  D.  Francisco  .Macià,  quien  me  lo  dijo  en 
Barcelona  a  s  de  mayo  de  i88.). — D.  Jacinto  Bur- 
doy  en  Barcelona  a  i.'  de  diciembre  de  1881. 


476 


LIBKO    TlíRCERO. — CAPITULO    NOVENO 


Siempre  la  turba  de  incendiaries  conto 
con  número  corto  de  agavillados,  pues 
de  los  testigos  quien  màs  le  da,  sefiala 
quinientos.  Però  aun  en  este  número  hay 
que  distinguir  entre  verdaderos  incendia- 
rios,  fautores  de  ocasión  y  curiosos.  Los 
primeros  fueron  tan  pocos  que,  a  no  ase- 
guràrmelo  mil  testigos  de  vista,  negarà 
crédito  a  la  noticia.  Mas  aquéllos  corrían 
de  un  punto  a  otro,  llevaban  antorchas 
encendidas,  voceaban;  y  así  llamaban  la 
atención,  así  atraían  tras  de  sí  a  la  chus- 
ma  popular,  y  arrastraban  a  los  curiosos. 
Aquellos  pocos  constituían  el  esqueleto  o 
nervio  del  movimiento;  los  demàs,  las 
carnes.  De  aquí  resulta  el  hecho  natural 
de  que  al  principio  las  turbas  no  mere- 
cían  nombre  de  tal,  y  después  lo  mere- 
cieran  algo,  aunque  muy  poco. 

Ademàs  aparece  de  los  hechos  que  los 
incendiarios  se  distribuyeron  por  los  di- 
versos conventos,  yéndosecuatro  o  cinco 
a  uno,  seis  u  ocho  a  otro,  y  quizA  los 
mismos  a  todos,  o  casi  todos,  unos  tras 
otros.  Uno  de  los  ejecutores  pagados 
ponderaba  el  dia  siguiente  del  atentado, 
ante  sus  companeros,  la  fatiga  que  le 
costo  la  obra,  diciendo:  «Ya  podían  dar 
»órdenes  en  casa  C...:  nadie  nos  secun- 
»daba:  todo  teníamos  que  hacerlo  nos- 
»otros».  Y  esto  me  consta  por  quien  lo 
oyó  por  sus  propios  oidos. 

Don  Benito  Tomàs,  hijo  del  hortelano 
del  Carmen  de  f  railes  Calzados  de  Bar- 
celona, quien  como  joven  curioseó  y  vió 
por  sus  ojos  lo  que  pasaba  por  las  calles 
y  plazas,  me  dijo  estàs  palabras:  «los  que 
»perpetraron  aquel  hecho  fueron  unos 
»cuantos,  y  entonces  todavía  estàbamos 
»en  tiempo  de  temor  A  la  autoridad,  y  no 
»habia  el  descoco  de  hoy»  (1).  Y  el  mismo 
en  otra  ocasión  aíïadía:  «La  quema  no  la 
»hizoel  pueblo  de  Barcelona,  ni  mucho 
»menos,  sinó  unos  pocos  comisionados 
»para  esto.  Si,  repito,  el  ataque  de  los 
»conventos  lo  hicieron  pocos,  y  se  veia 
»que  era  una  trama;   de  modo  que  los 

(i)     Me  lo  dijo  en   Barcelona   a  17  de  cnero  de 


«ejecutores  iban  haciendo  la  quema  en 
«silencio,  es  decir  sin  los  gritos  y  el  albo- 
»roto  de  un  motín,  y  al  mismo  tiempo  con 
»temor  de  ser  vistos  de  los  balcones.  La 
»turba  venia  compuesta  de  poca  gente,  y 
>  mandada  por  un  corifeo.  (2)...  Aquella 
»revolucion  no  la  hizo  el  pueblo  de  Bar- 
»celona,  que  al  despertar  el  26  se  encon- 
»tró  con  los  conventos  quemados,  3^  salió 
»a  verlos»  (3).  Y  en  tanto  es  cierto  que 
todavía  dominaba  el  temor,  que  los  incen- 
diarios de  un  grupo  que  pasó  por  la  calle 
Baja  de  San  Pedró  llevaban  un  panuelo 
que  les  tapaba  buena  parte  del  rostro,  y 
no  quisieron  incendiar  la  casa  de  Camilos 
porque  ya  amanecía  (4). 

El  presbítero  don  José  Roure,  que  era 
sacristàn  de  la  parròquia  de  San  Jaime, 
usando  una  expresiva  frase,  aquí  vulgar, 
me  dijo  que  los  incendiarios  aeran  quatre 
gats,y>  es  decir,  cuatro  atolondrados  (5). 

Don  Pascual  Maimí,  almacenista  de 
aceite,  muy  conocido,  de  la  calle  Baja  de 
San  Pedró,  y  en  cuya  casa  acaecieron 
escenas  interesantisimas  que  en  su  lugar 
referiré,  me  conto  que  un  fraile  venia 
perseguido  por  la  turba,  que  se  arrojó  en 
la  tienda  del  aceite,  que  de  ella  le  saco 
aquella,  y  que  en  la  calle,  en  el  umbral 
de  la  misma  tienda,  la  turba  le  mató.  El 
senor  Maimí,  pues,  que  tan  de  cerca  vió 
la  turba,  me  aseguró  que  al  principio  del 
hecho  de  su  casa  solo  se  componia  de 
unos  pocos  pilletes,  bien  que  luego  duran- 
te  la  tragèdia  aumentó  con  algunos  hom- 
bres  (6). 

Don  Bartolomé  Parera,  droguero,  que 
tenia  su  tienda  en  la  calle  de  Fernando, 
esquina  a  la  de  Avinó,  bajo  el  convento 
de  la  Trinidad,  me  refirió  que  la  turba 
puso  fuego  a  una  verja  de  madera  que 
en  la  últimamente  dicha  calle  de  Avinó 
cerraba  la  entrada  al  callejón  del  Naza- 


(2)     En  Barcelona  a  í  de  octubre  de  1892. 
(?)     En  15  de  abril  de  iSgy. 
(-))     D.  Melitón  de  Llosellas,  que  los  vió  y  oyó. 
Barcelona  6  de  diciembre  de  1880. 
(í)     En  Barcelona  a  4  de  marzo  de  1895. 
(6)     En  Barcelona  a  16  de  febrero  de  1882. 


LA  REVOLLCION  EN  LAS  CALLES 


477 


reno;  que  los  incendiaries  fueron  por 
aguarras,  o  sea  el  liquido  inflamable,  a 
su  casa  de  Parera,  quien  les  nego  que 
tuviese;  y  que,  ausentados  los  incendia- 
ries, él  y  otros  dos  vecinos  apagaron  el 
fuego.  Pues  bien,  Parera  anade  que, 
descontados  los  curiosos,  los  que  obraban 
eran  pocos  (1). 

El  conocido  y  honradísimo  abogado 
Don  José  Buhigas  y  Raspall,  en  julio 
del  1835,  vivia  en  un  piso  de  la  casa,  prò- 
pia de  una  senora  Quiqueri,  marcada  hoy 
de  número  17,  en  la  Rambla  de  Capuchi- 
nos  o  del  Centro.  Desde  su  balcón  vió  a 
los  amotinados  que  fueron  a  incendiar 
el  convento  de  Trinitarios  descalzos, 
ahora  Liceo,  y  luego,  pasando  por  la 
misma  acera  de  él,  el  de  Carmelitas  des- 
calzos, o  sea  de  San  José;  y  testifica  el 
seflor  Buhigas  que  los  incendiaries  no 
formaban  grandes  turbas,  sinó  grupos  de 
ocho  o  diez  hombres.  Anadióme  que  por 
curiosidad  pasó  toda  la  noche  en  el  bal- 
cón, y  que  nunca  vió  grandes  masas, 
sinó  siempre  menguados  grupos  de  ocho 
0  diez  hombres;  y  que  la  generalidad  de 
la  población  permaneció  retirada  en  sus 
viviendas  con  màs  temor  que  osadía  (2). 

Un  anciano  que  se  muestra  muy  ente- 
rado  de  los  hechos  de  aquella  època  es- 
cribe  de  esta  revuelta:  «Se  cree  que  la 
»consigna  estaba  dada  con  mucho  sigilo, 
»y  se  sabé  que  el  grupo  de  desalmados 
»que  impunemente  fué  incendiando  los 
»conventos  en  Barcelona,  era  poco  iiume- 
»roso,  y  que  una  parte  del  vecindario  y 
»las  autoridades  contemplaban  atónitos 
»el  desastre,  mientras  que  otros  se  en- 
«cerraron  en  sus  casas  aterrorizados»  (3). 

De  Don  Àngel  del  Romero,  testigo  ocu- 
lar de  los  hechos,  son  las  siguientes  pala- 
bras,  dichas  a  mi:  «El  tumulto  fué  cre- 
»ciendo,  però  en  él  había  muchas  mujeres, 


(i)     .Me  lo  diio  en   Barcelona  a  los  .'5  de  sep- 
tiembre  de  1887. 

(2)  .Me  lo  atesti^çuó  repetidas   veces  en  Barce- 
lona a  .21  de  diciembre  de  1888. 

(3)  En  el  Diario  de  Barcelona  del  9  de  lehrero 
de  1908,  píg.  1729. 


»y  ademàs  los  grupos  no  fueron  muy 
'>numerosos*  (4).  En  iguales  términos  se 
me  expresó  el  abogado  Don  Antonio  Ca- 
rrera de  Ortega,  que  en  1835  vestia  el 
uniforme  de  miliciano  de  Artilleria. 

La  turba  se  dirigió  muy  pronto  al  con- 
vento Trinitario  de  frailes  descalzos,  hoy 
Liceo,  però  parece  que  una  fuerza  de 
caballería,  que  en  aquel  momento  acertó 
a  pasar,  los  arrojó.  Mas  muy  luego  vol- 
vió,  0  quizà  mejor,  no  se  movió,  pues, 
concorde  con  Raull  en  lo  referente  a  la 
hora,  un  corista  agustino  del  convento 
de  Barcelona,  entre  ocho  y  nueve  de 
aquella  noche,  desde  su  próximo  cenobio, 
vió  arder  el  de  Trinitarios  descalzos;  y 
un  respetabilísimo  vecino  de  enfrente,  el 
venerable  abogado  Don  Pedró  Vives  y 
Cebrià,  contaba  que  en  poner  el  fuego  a 
dicho  convento  tuvieron  los  incendiaries 
que  emplear  muche  rato,  perquè  el  veraz 
elemento  ne  prendía.  Aftadía  Don  Pedró 
que  una  companía  de  tropa,  impasible  y 
sin  meverse,  presencio  el  hecho  de  incen- 
diar el  convento,  la  que,  a  quererlo,  con 
sóle  usar  de  amenazas,  hubiera  podido 
ahuyentar  de  allí  a  les  criminales  (5). 
Y  son  varios  los  testigos  que  adveran  la 
presencia  e  impasibilidad  de  la  trepa  ante 
este  incendio. 

Come  nos  refirió  ha  poco  el  seflor  Buhi- 
gas, de  la  Trinidad  pasaron  los  incendia- 
ries a  San  José,  que  fué  uno  de  los 
primeres  cenebies  que  ardió. 

El  Padre  Felipe  Castells,  carmelita 
descalze  de  esta  casa  de  San  José,  de 
Barcelona,  situada  donde  està  hoy  el  mer- 
cade  del  mismo  nombre,  me  escribió 
desde  Tortosa  estàs  palabras,  referentes 
a  la  noche  del  25  de  julio  de  1835:  «Per 
»fin  ibamos  retirande  cada  cual  à  su  cel- 
ada. Serían  las  9  de  la  noche,  y  yo  que 
»tenía  la  mia  cerca  de  la  reja  que  daba  à 
»la  Rambla,  curiesamente  me  acerco  à 
»dicha  reja,  y  vee  que  de  la  parte  de 
»Atarazanas  venia  una  multitud  gritan- 


(4)     En  Barcelona  en  abril  de  1890. 
(s)     .Me  lo  dijeron   dos   vcridicas   personas  que 
lo  overon  de  sus  labios. 


478 


LIBKO    TliRCEKO. CAPITULO     NOVICNO 


»do  (no  entendí  lo  que  decían),  y  siguien- 
»do  à  unos  cuatro  ó  seis,  que  con  los 
»brazos  levantados  Uevaban  una  antor- 
»cha  encendida  en  cada  mano.  Me  causo 
»mucha  novedad  aquello;  no  malicié  lo 
»que  era.  Seguían  bramando  hasta  que  al 
»llegar  frente  à  la  iglesia  se  acercan  A 
»ella,  y  empiezan  à  dar  fuertisimos  gol- 
»pes  al  rastrillp  de  hierro,  que  en  pocos 
»momentos  cedió,  y  vino  al  suelo.Cuando 
»ví  aquello  doy  un  íuerte  grito:  jYa  estan 
»aquí!  Han  tirado  el  rastrillo  à  tierra  y 
»prenden  fuego  à  la  Porteria,  sàlvese 
»cada  uno  como  pueda,  ya  estan  den- 
»tro!!»(l).  Esta  turba  entro  en  el  conven- 
to;  luego  otra,  o  mejor,  parte  de  esta, 
penetro  en  el  templo,  como  nos  lo  dirà 
en  su  lugar  un  testigo  presencial.  Aun- 
que  en  esta  relación  Castells  califica  a 
los  incendiarios  de  turba  guiada  por 
cuatro  o  seis,  débese  considerar  que, 
desacostumbrados  los  frailes  a  las  con- 
mociones  populares,  tomaban  por  tales 
lo  que  hoy  llamàramos  solo  grupo.  Ade- 
màs,  el  miedo  y  terror  que  luego  dominó 
al  Padre  Castells  le  aumento  probable- 
mente  el  número  de  los  perseguidores. 

También  quiza  se  objete  aquí  una  con- 
tradicción  entre  el  dicho  de  arriba  de  don 
Benito  Tomàs  y  el  del  Padre  Castells,  en 
cuanto  afirma  el  primero  que  los  incen- 
diarios obraban  en  silencio,  y  dice  el 
segundo  que  la  turba  proferia  grandes 
voces.  Los  dos  testifican  la  verdad,  pues 
los  directores  de  la  ejecución  de  la  tra- 
ma, los  que  formaban  el  esqueleto  del 
motín,  iban  pocos  y  en  silencio,  al  paso 
que  la  turba  allegadiza  de  pilletes,  des- 
camisados  y  mujeres,  siempre  emperò 
menguada  en  el  número,  gritaba  según 
su  condición  ruin. 

Disienten,  es  verdad,  en  el  número  de 
incendiarios  de  San  José  dos  testigos  de 
vista  que  llevo  interrogados;  però  nin- 
guno  le  da  grandes  turbas  populares.  Don 
Ramon  Nivera,  que  presencio  por  curiosi- 
dad  el  ataque,  los  pone  en  unos  sesenta 

(i)  Carta  escrita  desde  Tortosa  en  18  de  fe- 
brero  de  1882. 


hombres,  al  paso  que  un  joven  aprendiz 
que,  enganado  por  el  mal  ejemplo  de  los 
oficiales  de  su  taller,  tomo  parte  en  la 
revolución,  solo  les  senala  unos  veinte. 
Resulta  de  todos  modos  un  número  men- 
guado.  Es  verdad  que  el  senor  Nivera 
anade  que  en  la  Rambla,  frente  al  con- 
vento,  en  los  momentos  del  incendio  y 
mientras  se  entraba  en  el  cenobio  y  ponia 
el  fuego,  la  turba  era  mucha,  però  indu- 
dablemente  de  curiosos,  cosa  natural  en 
aquel  lugar,  en  aquel  espectàculo,  en 
aquella  hora  del  anochecer  y  en  aquel  dia 
festivo  y  de  gala  (2). 

Los  varios  testigos  presenciales  que 
llevo  interrogados  sobre  el  incendio  de 
San  Agustín  convienen  también  en  el 
corto  número  de  los  incendiarios.  El 
Padre  Mariano  Sorder,  que  con  los 
demàs  jóvenes  frailes  se  defendió  de  ellos 
desde  las  ventanas,  certifica  que  eran 
tres  o  cuatro  los  que  acudieron  con  la 
lena  y  las  antorchas,  y  que  solo  cuando 
se  vieron  repelidos  por  las  pedradas  de 
los  dichos  jóvenes  llamaron,  y  acudió  a 
su  auxilio,  una  turba  mas  numerosa  que 
ocupo  la  calle  del  Arco  de  San  Agus- 
tin  (3).  Concuerda  con  el  testimonio  del 
Padre  Sorder  el  del  Padre  Don  José  Tin- 
torer, otro  de  los  jóvenes  defensores, 
quien  dice  que  aparecieron  los  incendia- 
rios en  la  esquina,  y  que  al  frente  de  ellos 
marchaba  un  Caballero  llevando  una 
botella  en  cada  mano,  quele  seguían  tres 
o  cuatro  cargados  de  los  haces  de  lefla,  y 
que  el  número  de  los  incendiarios  seria 
de  unos  siete  u  ocho  (4).  Un  tercer  testigo 
Don  Juan  Camaló,  anciano  y  conocido 
hojalatero,  que  vivió  muchos  aflos  en  el 
cruce  de  la  calle  del  Regomir  con  la  de 
Gignàs,  en  1835  era  alcalde  del  barrio; 
y  como  tal  tenia  unos  quince  fusiles,  con 


(2)  Me  lo  dijo  Nivera  en  Barcelona  a  •?!  de 
marzo  de  1882. 

(1)  Relación  escrita  que  redacto  un  amigo  mío 
dictàndole  el  P.  Sorder. 

(4)  Relaciones  del  M.  I.  Sr.  D.  José  Tintorer, 
de  Barcelona  el  17  de  mayo  de  1880,  y  de  Calella 
cl  2í  de  septiembre  de  1893. 


LA    REVOLUCION    EN    LAS    CALLES 


479 


los  cuales  y  otros  tantos  vecinos  se  le 
hacía  a  las  veces  patrullar.  En  la  nefasta 
noche  Camaló  recibió  orden  de  patrullar. 
Al  darme  Camaló  esta  noticia,  que  cierta- 
mente  por  nueva  me  sorprendió,  le  pre- 
gunté:  «riy  no  le  anadieron  à  V.  orden  de 
«evitar  los  atropelles  contra  los  conven- 
»tos?»  A  lo  que  contesto:  «Ca,  hombre;  si 
»el  Gobierno»  (quiere  decir  los  que  go- 
bernaban  aquíj  «era  el  que  hacía  la  cosa. 
»Ellos  mismos  atizaban.  Vo  patrullando 
»pude  ver  algo.  En  San  Agustín  estaba 
»Ayerve  de  uniforme  a  caballo  con  una 
«partida  de  caballeria,  en  la  plaza,  miran- 
»do  tranquilamente  como  los  revolucio- 
*narios  atacaban  aquel  con  vento.  Y  los 
»que  atacaban  era  cuatro  canallas.  Re- 
»cuerdo  que  uno  de  ellos  era  un  jorobado. 
»Si  me  dejan  obrar,  con  solos  cachetes  los 
»echo  de  allí.  Créame  V.,  cuando  la  auto- 
»ridad  no  quiere,  excesos  como  estos  no 
»secometen»(l).  Conformes,  pues,  los  tres 
testigos,  convienen  en  el  corto  número  de 
los  incendiarios  de  San  Agustín. 

Dos  solos  hombres  pusieron  el  primer 
fuego  al  templo  del  Carmen  calzado, 
segiin  relación  de  un  varón  honrado  que 
lo  vió.  Vinieron  del  lado  de  San  Agustín 
por  el  callejón  de  Cervelló,  clavaron 
la  tea  en  la  puerta  de  dicho  templo,  y  con 
la  antorcha  que  llevabanla  incendiarion. 
Retiróse  luego  tan  odiosa  pareja  hacia  la 
Rambla  (2j;  però  a  poco  compareció  una 
turba  como  de  30  a  40  hombres,  y  estos,  a 
pesar  de  la  oposición  de  una  sección  de 
artilleros  y  de  la  decidida  de  su  jefe, 
penetraron  en  la  iglesia,  y  la  entrega- 
ron  a  las  llamas.  Es  verdad  que  durante 
la  contienda  de  palabras  mediada  entre 
los  revoltosos  y  el  oficial  aumentó  el 
número  de  aquéllos,  però  siempre  debe 
ser  calificado  de  exiguo  para  actos  de 
revolución.  Quien  me  dió  esta  postrera 
noticia,    testigo    presencial,  y  actor    en 


(i)     iWe  lo  dijo  en  Barcelona  a   5   do  febrero  du 

(2)  Relación  de  D.  Francisco  de  Sagarra.  que 
habitaba  la  casa  contigua  al  convento.  Barcelona 
=;  de  octubre  de  :H8i. 


aquella  revuelta,  insistió  en  su  relato  en 
que  en  todas  partes  el  número  de  los 
amotinados  era  pequeiio  (3). 

El  carmelita  calzado  Padre  Lector 
Jaime  Roig,  persona  de  talento  y  seso, 
que  en  la  noche  fatal  se  hallaba  en  su 
convento  de  Barcelona,  escribió  después 
un  opúsculo  que  permanece  inédito,  en  el 
cual  en  forma  de  dialogo  entre  un  Don 
Patricio  y  un  Don  Maximino  se  razona 
sobre  aquéllos  hechos.  De  él  tomo  las 
siguientes  líneas:  «— ;Es  verdad,  Sr.  Don 
'.Maximino,  pregunto  Don  Patricio,  que  la 
»noche  anterior  (la  del  25  de  jtilio)  duran- 
»te  los  incendios  un  gentío  inmenso  pobla- 
»ba  las  calles,  y  asistía  como  à  un  espec- 
»tàculo  à  tan  horrorosas  escenas? 

» — V.  me  cita  textualmente,  contesto 
»Don  Maximino,  palabras  que  escribió  un 
«historiador  revolucionario  con  la  malig- 
»na  intencion  de  hacer  ver  cuanto  habían 
»cambiado,  como  lo  dice  él  mismo  màs 
«abajo,  las  ideas  del  pueblo  respecto  à  la 
»Religion  y  à  los  conventos.  Por  la  honra 
»de  la  casi  totalidad  del  pueblo  de  Barce- 
»lona  debò  declarar  que  aquello  de  gentío 
»inmenso  es  una  villana  falsedad:  hubo, 
»sí,  muchos  revolucionarios  querecorrie- 
»ron  los  puntos  del  incendio»  (el  dia 
siguiente)  «gozàndose  diabólicamente  en 
«contemplar  las  llamas,  y  hasta  una 
«mujer  de  la  calle  del  Càrmen  salió  de 
«casa  para  ver  mejor  las  de  la  iglesia  de 
«aquel  nombre,  y  exclamo  alborozada: 
^~>Mncho  han  trabajado  tan  poca  geitte, 
«però  la  inmensa  mayoría  de  los  barce- 
«loneses  estaba  encerrada  en  sus  casas, 
«escandalizada  y  consternada.  (Xo  tanto). 
«Poco  antes  de  decir  las  palabras  que 
«V.,  Don  Patricio,  ha  citado  de  aquel  his- 
«toriador,  cae  éste  en  una  palmaria  con- 
«tradiccion,  pues  dice  que  vanos  fueron 
«cuantos  esfuerzos  emplearon  las  autori- 
«dades,  faltas  de  medios  de  represion 
«para  cortar  los  horrores  de  aquella 
«espantosa  noche.  Y  después,  casi  à  ren- 
»glon  seguido,  afiade:  No  eran  muchos  en 


(3)     Relación  del  aprendi/!  que   lomó  parle  en 
la  revolución.  Barcelona  en  distintas  ocasiones. 


480 


LIBRO    TKRCIÏRO. — CAPITUI-O    NOVENO 


«número  los  que  componían  las  turbas 
»incendiarias.  Pues,  sefior,  si  tan  pocos 
»eran  (como  realmente  lo  fueron),  ià  que 
»viene  decir  que  las  autoridades  carecie- 
»ron  de  medios  para  reprimirlos?» 

En  la  plaza  de  los  Angeles,  formando 
esquina  con  la  calle  del  mismo  nombre, 
alzàbase  la  fàbrica  apodada  Can  Casaca, 
pròpia  de  los  senores  Pons.  Don  Miguel, 
hijo  del  dueno,  interrogado  por  mi  sobre 
la  magnitud  de  la  turba,  me  contesto  que 
la  vista  por  él  se  compondría  de  unos 
sesenta,  u  ochenta,  o  quizàcien  hombres; 
però  que  no  era  la  turba  multa  de  otras 
revoluciones  que  los  anosos  hemos  vis- 
to  (1). 

El  Sr.  Don  José  de  Amat  y  de  Desvalls 
en  1835  era  capitàn  de  Artilleria  de  guar- 
nición  en  esta  ciudad.  Por  la  tarde  del 
aciago  dia  de  Santiago  asistió  con  su 
esposa  a  los  toros,  de  donde,  al  ver  la 
revuelta  de  allí,  se  retiraron  a  casa,  que 
la  tenían  en  la  plaza  de  Santa  Ana,  esqui- 
na a  la  calle  del  Gobernador.  Al  pasar 
ellos  por  frente  San  Cayetano,  el  Herma- 
no  portero  abría  la  puerta  del  templo  para 
la  función  de  la  noche,  por  cuya  razón  el 
senor  de  Amat  le  aviso  que  la  cerrase 
diciéndole  que  estaba  armada  una  jarana. 
Llegado  el  capitàn  a  su  vivienda,  aso- 
móse  al  balcón;  y  como  viese  pasar  por 
la  plaza  al  senor  de  Delàs,  Barón  de  Vila- 
gayà,  y  éste  le  preguntase:  «iqué  haces, 
»cómo  no  vas  à  las  filas?»,  le  contesto: 
«hago  lo  que  tú»;  esto  es,  lo  que  un  paisa- 
no,  indicando  la  carència  de  ordenes.  Sin 
embargo,  en  virtud  de  la  del  dia,  publi- 
cada en  los  diarios,  se  fué  al  cuartel,  el 
cual  estaba  situado  en  el  extremo  supe- 
rior de  la  Rambla  de  Canaletas,  en  el 
límite  entre  esta  y  la  plaza  de  Cataluna, 
en  el  edificio  que  fué  antiguamente  uni- 
versidad. 

Aquí  paseàbase  frente  del  cuartel  con 
Don  Joaquín  de  Cabanyes,  oficial  también 
de  Artilleria,  cuando  vieron  que  unos 
quince  o  dieciséis  mozalbetes,  no  de  la 


(i)     .Me  lo  dijo  en  Calella  a  5  de  septiembre  de 
.89^. 


baja  plebe,  sinó  currutacos  de  màs  alta 
clase,  ponían  fuego  en  el  convento  del 
Buensuceso  de  frailes  servitas.  Los  dos 
dichos  oficiales  y  otros  dos,  movidos  de 
su  buen  corazón  cristiano  y  noble,  corrie- 
ron  allà,  y  se  esforzaron  en  disuadir  del 
atentado  a  los  jóvenes.  Estos,  insistiendo 
en  su  empeflo,  decían  que  los  frailes  eran 
pillos  y  picaros;  mas  los  militares  les  con- 
testaron  que,  de  poner  fuego  al  convento, 
sufrirían  igual  perjuicio  las  casas  veci- 
nas.  Asi  diciendo,  y  a  palos,  los  dichos 
artilleros  echaron  de  allí  a  los  currutacos 
incendiarios,  y  poniendo  en  la  puerta 
cuatro  soldades  de  su  cuerpo  y  un  cabo, 
quedo  toda  la  noche  salva  la  casa  servita . 
Afladióme  el  sefior  de  Amat,  de  cuya  boca 
oi  esta  relación,  que  ni  en  toda  la  noche, 
ni  el  dia  siguiente,  los  artilleros  de  aquel 
cuartel  recibieron  orden  alguna  superior, 
ni  para  hacer  fuego,  ni  dejar  de  hacerlo; 
de  modo  que  aquellas  circunstancias  bri- 
Uaron  por  la  carència  de  ordenes  supe- 
riores (2). 

En  el  convento  de  frailes  calzados  de 
la  Santísima  Trinidad  unos  pocos  pusie- 
ron  fuego  en  la  puerta  de  la  hoy  calle 
de  Fernando  VII,  tan  pocos  quebastaron 
un  oficial  y  algunos,  también  muy  pocos, 
soldados  para  ahuyentarlos.  Me  lo  conta- 
ron  mil  veces  mi  madre  y  mi  abuela,  que 
vivían  frente  del  templo,  diciéndome  que, 
al  acercarse  los  militares,  los  incendia- 
rios se  retiraren,  però  se  pararon  en  la 
esquina  de  uno  de  los  callejones  que  dan 
frente  del  templo;  que  el  oficial  con  la 
punta  de  la  espada  fué  separando  los 
troncos  encendidos  y  apagàndolos,  mien- 
tras  los  incendiarios  desde  la  dicha  esqui- 
na le  insultaban  a  él  y  a  sus  soldados,  a 
lo  que  el  oficial  no  respondía  palabra, 
sinó  antes  por  el  contrario  decía  a  los 
suyos:  «chicos,  silencio,  no  contestar; 
chicos,  juicio».  Tal  proceder  del  militar 
prueba  la  honradez  de  su  corazón,  y  la 
falta  de  apoyo  de  quien  debiera  haberle 
apoyado. 


(2)     .Me  lo  diio  en  Barcelona   en   28  de  junio  de 
38o  y  16  de  lebrero  de  1885. 


LA    REVOUXION    EN    LAS    CALLES 


48 1 


Que  después  compareció  allà  mayor 
turba,  me  lo  dijo  uno  de  los  religiosos  de 
la  casa  que  la  miraba  desde  la  de  Ortega, 
contigua  al  convento,  y  que  fué  refugio 
de  los  frailes  ancianos  aquella  noche; 
però  que  bastó  una  partida  de  tropa  ex- 
tendida  ante  la  fachada  del  convento 
parasalvarle.  Emperò  haceseme  inverosí- 
milesteacto  deia  tropa,  \'  hallo  mucho 
mas  verosímil  el  dicho  de  un  vecino  de 
enfrente,  zapatero,  que  por  muchos  anos 
me  calzó,  el  cual  contaba  que  a  cosa  dè 
las  diez  o  diez  y  media  compareció  la 
turba  ante  la  Trinidad  calzada,  y  puso 
fuego  a  la  puerta  de  la  capilla  del  Reme- 
dio,  la  que  llego  a  chamuscarse.  Que  en- 
tonces  acudieron  los  vecinos,  entre  ellos 
quien  me  lo  referia,  y  entremetiéndose  en 
la  muchedumbre,  y  alegando  que  el  fuego 
se  propagaria  a  las  tiendas  del  convento, 
que  estaban  habitadas  por  particulares, 
lograron  disuadirla.  He  aquí  las  gràficas 
palabras  del  honrado  zapatero:  «c'Q'"^' 
•i>feu?,  dijo,  e'í«t'  dimoni  jeu?  ^^o  ve- 
t>yeu  que  hi  ha  lofi  vehiiis  de  las  boti- 
>•>gasP  c'Q"^  os  penseu  que  tots  son  fra- 
hresP>''  y  como  en  las  turbas  todo  el  mun- 
do  manda,  cada  uno  se  fuéapartando  por 
su  lado,  y  quedo  libre  el  convento  (1). 

Cosa  parecida  aconteció  con  el  conven- 
to capuchino  de  la  misma  calle,  de  donde, 
según  un  religioso  acogido  a  una  casa 
vecina,  la  turba  fué  apartada  por  los 
vecinos,  validos  del  mismo  argumento  de 
los  de  la  Trinidad;  y  según  un  iranseunte 
que  acertó  a  pasar  por  allà,  la  turba,  que 
estaba  compuesta  de  unas  cuantas  muje- 
res  y  algim  hombre,  fué  separada  por  un 
pelotón  de  ejército.  Opino  que  en  distin- 
tas  horas  sucedieron  cada  una  de  ambas 
cosas. 

El  lego  capuchino  Lorenzo  de  Barcelo- 
na, al  ver  el  peligro  de  su  vida,  pasó  a 
casa  de  un  vecino  del  cenobio;  de  donde, 
disfrazado  y  gritando:  <  i  Viva  la  liber- 
tad!»  salió  a  la  calle  y   huyó.  Però  he 


I  i)  El  dicho  zapatero  se  llamaba  D.  Antonio 
Calsina.  .Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  jj  de  noviem- 
bre  de  1881. 


aquí  que,  al  pasar  por  la  Riera  de  San 
Juan,  los  revoltosos  le  cogieron  para  que 
les  ayudase  en  el  incendio  de  San  Fran- 
cisco  de  Paula  de  frailes  mínimos;  mas  se 
escabuUó  3'  escapo.  De  todos  modos  prue- 
ba  el  hecho  la  falta  de  brazos  que  sentían 
los  incendiarios  cuando  tenían  que  acudir 
a  auxiliares  forzados  (2). 

El  convento  dominico  de  Santa  Cata- 
lina  sufrió  varias  arremetidas:  en  la  pri- 
mera los  incendiarios  no  pasaban  de 
diez  y  en  la  segunda  de  veinte,  bien  que 
se  vieron  allí  algunos  curiosos  (3j.  Un 
senor,  que  cruzó  por  allí  cuando  se  ponia 
el  fuego  en  una  de  estàs  arremetidas,  me 
aseguró  que  él  por  sus  ojos  vió  ponerlo, 
que  los  agresores  eran  tan  pocos  que 
hasta  le  parecía  si  quien  pegaba  el  fuego 
era  una  mujer.  Me  afirmo  la  completa 
ausencia  allí  de  tumulto,  ni  multitud  de 
gente;  y  me  anadió:  '<Seis  hombres  con 
»palos  indudablemente  bastaban  para  im- 
»pedir  el  crimen»  (4). 

El  fraile  de  este  convento,  Padre  Ro- 
mualdo  Espinàs,  al  huir  del  peligro  se 
guareció  bajo  la  hospitalidad  de  una 
tienda  de  panadero,  de  gente  amiga, 
situada  en  la  calle  de  Moncada,  frente  de 
la  calle  de  Boquer.  Allí  desde  los  crista- 
les  del  entresuelo  por  sus  propios  ojos  vió 
una  turba  de  incendiarios  que  procedían 
del  lado  del  Borne  y  calle  de  Moncada, 
y  se  enderezaban  a  Santa  Catalina.  Suma- 
ban  ocho  o  nueve.  Iban  unos  en  mangas  de 
camisa,  otros  con  levitas  blancas  y  pantà- 
lones  de  Icnquincs.  Llevaban  la  cabeza 
cubierta  con  pafiuelos  atados,  y  en  sus 
manos  relucían  armasde  distintas  clases. 
Pasaron  por  la  calle  de  San  Jacinto,  y 
aiacaron  la  puerta  del  mismo  Santo.  Arri- 
maren a  ella  haces  de  lefia  y  les  pusieron 
fuego.  Por  dos  veces  los  vecinos  acudie- 
ron, apartaren  a  los  incendiarios,  y  con 


(2)  Relación  de  í'r.  Jerónimo  .^\artell.  Sarrià 
19  de  juiio  de  1880. 

(;)  Relación  del  citado  aprendi/  de  7  de  le- 
brero  de  i88'i. 

(^)  Relación  de  Don  .Manuel  Oller  y  Pallarol 
en  Barcelona  a  27  de  lebrero  de  iSS.^. 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    NOVKNO 


agua  apagaron  el  fuego.  Reforzados,  em- 
però, después  aquéllos  con  mayor  turba, 
amenazaron  a  los  vecinos  con  echarles  al 
fuego.  Don  Tomàs  Illa  y  Balaguer,  enton- 
ces  concejal,  acudió  a  buscar  fuerza  ar- 
mada, y  ballada,  la  encamino  por  sí  mis- 
mo  al  templo  citado;  però  viendo  por  un 
lado  que  la  tropa  no  quería  obrar,  y  por 
otro  que  la  turba  se  dirigia  ya  en  contra 
de  él,  tuvo  que  cejar  (1). 

Un  senor  ya  entrado  en  anos  y  digno 
de  respeto,  de  nombre  Don  Francisco  de 
Paula  Codina,  considerando  que  las  ma- 
sas  populares  no  tomaron  parte  en  la 
revuelta  del  dia  25  de  julio  y  sí  solo  unos 
pocos,  me  dijo:  <.<A  mi  parecer,  a  existir 
»entonces  en  Barcelona  los  centros  cató- 
»licos  de  hoy,  estos  por  la  decisión  de 
»sus  individuos  evitan  el  crimen»(2). 

Otro  anciano,  Don  Francisco  Pla,  que 
presencio  los  hechos,  preguntado  por  mi 
si  eran  muchos  los  incendiarios,  me  con- 
testo, que  los  grupos  eran  bastantes,  però 
de  curiosos;  que  los  incendiarios  pocos  (3). 

Un  viejo  de  mas  de  noventa  anos,  deci- 
dido  liberal,  hermano  del  liberal  herido 
por  los  religiosos  paúles  en  la  defensa 
del  Seminario,  al  oir  de  mis  labios  la 
pregunta  de  si  lasturbaserannumerosas, 
dijo  que  «al  salir  de  la  plaza  de  toros 
»eran  solo  cuatre  gats,  però  después 
»aumentaron».  Y  como  no  pondero  ni 
encareció  este  aumento,  hallo  cuerdo 
ponerlo  en  unos  cuantos  gats  màs,  siem- 
pre  resultando  un  número  corto. 

El  capilàn  general  don  Manuel  Llau- 
der,  en  la  alocución  que  dirigió  al  pueblo 
barcelonès  a  las  pocas  horas  del  incen- 
dio, es  decir  el  27,  al  partir  para  Mataró, 
alocución  que  màs  adelante  copiaré,  cali- 
fica  a  los  incendiarios  de  «un  punado  de 
»asesinos,  que  seria  mengua  prolongase 
»sus  crímenes.,..»  (4). 


(i)  Relaciones  del  P.  Romualdo  Espinàs  en 
Barcelona  en  enero  de  i886  y  21  diciembre  1880. 
-  (2)     En  Barcelona  a  17  de  enero  de  1889. 

(3)  En  Barcelona  a  2í  de  febrero  de  1890. 

(4)  Diario  de  Barcelona  del  28  de  julio  de 
1835,  pàg.  1665. 


Terminemos  esta  enojosa  resefla  de 
declaraciones  con  el  dicho  de  un  testigo 
mayor  de  toda  excepción,  de  quien  escri- 
bió  y  publico  relaciones  del  hecho  inspi- 
ràndose  en  Raull  en  varios  puntos,  y 
basta  copiàndole.  Declama  así  contra  los 
frailes  como  contra  los  asesinos;  y  poe- 
tiza  el  relato,  resultando  éste  al  fin  y  al 
fallo  ridículo.  Es  Don  Víctor  Balaguer, 
quien,  no  obstante  haber  antes  presen- 
tado  a  las  turbas  como  numerosas,  o  me- 
jor,  como  populares,  escribe,  hablando  de 
las  amenazas  de  castigos  que  publicaren 
las  autoridades  en  los  días  posteriores  al 
crimen:  «Parecía  que  se  trataba  de  casti- 
»gar  À  Barcelona,  y  Barcelona  no  era 
»culpada.— No  lo  era,  no.—  Los  hombres 
»frenéticos  que  en  la  noche  del  25  habian 
»recorrido  las  calles  blandiendo  el  puflal 
»asesino  y  la  tea  incendiaria,  no  eran 
»habitantes  de  Barcelona.  Muy  pocos 
»fueron  los  que  se  hicieron  notar  en  las 
»filas  del  populacho»  (5).  Y  como  los 
forasteros  en  número  de  poderse  llama r 
masas,  o  turbas,  nadie  los  vió,  ni  los 
nombra,  resulta  probada  mi  afirmación. 

Sin  embargo,  amigo  escrupuloso  de  la 
verdad,  diré,  que  es  natural  conjeturar 
que  en  el  ataque  de  la  casa  de  los  Paúles, 
o  Seminario,  el  número  de  los  revoltosos 
subiese  a  mayor  grado,  porque  allí  hubo 
verdadera  refriega  entre  los  incendiarios 
y  los  religiosos,  porque  esta  duro  muchas 
horas,  porque  se  hallaba  en  barrio  donde 
abundaba  y  abunda  la  gente  allegadiza 
de  mil  lugares  y  de  opinión  avanzada,  y 
porque  se  efectuo  en  horas  tardías  de 
aquella  noche. 

No  dudo  que  la  prolija  prueba  testifical 
que  acabo  de  aducir  ha  de  haber  fatiga- 
do  al  lector;  però  considere  éste  que  el 
corto  número  de  los  ejecutores  del  cri- 
men constituye  uno  de  los  sólidos  y  nece- 
sarios  fundamentos  para  probar  el  com- 
plot tan  premeditadamente  tramado,  y  la 
culpa  grave  que  en  tolerarlo  cometió  la 
autoridad,  al  paso  que  pinta  en  buena 


-    (5)     Los   frailes  y   sus   conventos.    Madrid  y 
Barcelona,  i8)i,  tomo  II,  pàg.  412. 


LA    REVOr.LXlON    EN    LAS    CALLES 


483 


parte  la  fisonomia  de  aquella  revolución. 
He  aquí  porque  los  autores  revoluciona- 
rios  muestran  tanto  empeno  en  presentar 
el  hecho  como  obrado  por  grandes  ma- 
sas,  y  porque  debió  mi  pobre  pluma 
esforzarse  en  desmentiries.  No,  no,  los 
ejecutores,  el  esqueleto  de  aquella  revuel- 
ta,  fueron  muj'  pocos;  las  carnes,  es 
decir,  la  chusma  allegadiza,  los  chiqui- 
Uos  y  curiosos,  algunos  màs,  que  nunca 
pasaron  de  docenas  }•  a  lo  mas  de  unos 
pocos  centenares. 


ARTICULO  SECUNDO 
GENTES  QUE  FORMABAN  LA  TURBA 

De  lo  hasta  aquí  escrito  puedeya  dedu- 
cirse  el  abigarrado  aspecto  de  la  turba, 
y  cuàles  fuesen  sus  componentes,  pues 
en  ella  se  mezclaron,  en  diabólico  lazo 
de  odio,  gentes  de  todo  linaje,  edad,  sexo 
y  clase.  En  el  articulo  anterior  nos  dijo 
el  noble  capitàn  de  artilleria  Don  José  de 
Amat,  que  los  incendiarios  que  fueron  a 
poner  fuego  al  convento  servita  eran 
quince  o  dieciséis  mozalbetes  currutacos 
de  clase  no  baja.  Un  joven  que  vivia 
frente  a  los  Agonizantes,  desde  su  casa, 
poco  antes  de  amanecer  vió  pasar  por 
la  calle  Baja  de  San  Pedró  un  grupo  de 
revoltosos,  algunos  de  ellos  gente  de 
levita;  quienes,  para  quedar  ocultos, 
llevaban  un  panuelo  en  la  cabeza  que, 
bajando  por  los  lados  del  rostro,  tapaba 
las  patillas  y  parte  de  las  barbas.  Al  cru- 
zar  por  frente  de  la  casa  de  Agonizantes, 
o  Camilos,  pregunto  uno  de  ellos:  «(.y  d 
aquets  que  tio'ls  fot...  foch?t>  A  lo  que 
otro  contesto:  v-No,  que  ja's  fa  de  díai>, 
o  sea:  «íA  estos  no  les  ponemos  fuego?» 
—«No,  que  ya  amanece»  (1). 

De  Don  Francisco  de  Paula  Capella,  que 
presencio  el  incendio  del  convento  de 
Trinitarios  de  la   Rambla,   proceden  las 


(i)  El  iovcn  que  lo  vió,  y  me  lo  dijo  a  mi,  era 
D.  Melitón  de  Llosellas,  en  Barcelona  a  6  de  di- 
ciembre  de  i88o. 


siguientes  líneas:  «Una  cosa  tengo  pre- 
);sente  que  no  podré  olvidar  nunca.  Todos 
>los  incendiarios  vestian  iguales  trajes 
yf seria  del  grupo  que  e'l  tió):  pantalon 
«blanco  y  en  mangas  de  camisa,  con 
»íirantes  cruzados  à  la  espalda. 

»Aun  me  parece  verlos  con  sus  teas 
»incendiarias  y  con  sus  botellas  explosi- 
»vas  arrimarse  y  prender  fuego  à  la  casa 
»de  Dios. 

»Entonces,  consumada  la  obra,  el  pique- 
»te  de  caballería  se  acercaba  à  la  turba 
»de  asesinos  y  les  decía  como  en  burla: — 
'Esteya  està  quemado;  ir  por  otro»  (2). 

Que  también  en  la  turba  figuraban 
forasteres,  al  parecer,  del  campo  de 
Tarragona,  nos  lo  certificaren  ya  arriba 
dos  testigos;  uno,  fraile,  que  los  vió  por 
sus  aterrados  ojos  en  el  ataque  de  San 
Agustín  (3),  y  otro,  que  también  los  vió, 
y  por  cierto  a  uno  de  ellos  como  guiando 
el  motín  del  arrastramiento  del  toro,  en 
la  Rambla  de  Santa  Mònica  (4). 

No  dejarían  de  tomar  parte  algunos  de 
los  exaltados  en  contra  de  la  Religión; 
bien  que  respecto  à  estos  la  experiència 
ensena  que,  por  regla  general,  si  por  un 
lado  el  odio  satànico  les  impulsa  a  luchar 
contra  la  Iglesia,  la  cobardia  les  obliga  ú. 
quedarse  acurrucados  en  sus  guaridas, 
azuzando  desde  ellas  a  los  incautos  a  la 
perpetración  de  sus  endiablados  planes. 
No  faltaba,  por  cierto,  ni  cabia  en  lo 
posible  que  faltase,  y  aun  que  dejase  de 
formar  la  mayor  parte  de  las  turbas,  la 
chusma  allegadiza  de  la  pilleria  barcelo- 
nesa, pronta  siempre  a  mezclarse  en  toda 
revuelta,  tanto  por  pasión  de  rebeldía, 
cuanto  para  lograr  ganancia,  según  aquel 
refràn  de  «<1  rio  revuelto  ganancia  de 
pescadores».  «La  taberna  de  la  Bomba 
»(calle  de  la  Bomba)  era  punto  de  reu- 
»nión  de  los  exaltados  de  aquellos  barrios 
»}•  deotros....  se  ha  dicho  que  el  dia  de 


(2)  £.7  Dijrt'o  Ca/a/j;i  del  sàbado  2s  de  julio 
de  1891.  p;i^'.  I.  col.  4.' 

(t)     D.  iWariano  Sorder  en  el  articulo  anterior. 

(4)  D.'  Maria  Campins.  Barcelona  18  de  enero 
de  1888. 


484 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    NOVENO 


»San  Jaime  del  afío  de  1835....  hubo  allí 
»una  reunión.  Cuando  la  gente  venia 
»alborotada  de  la  plaza  de  toros  ya  con 
»el  designio  de  poner  fuego  en  los  con- 
»ventos,  los  reunidos  en  la  taberna  tuvie- 
«ron  noticia  de  ello,  y  salieron  decidido^ 
»a  comenzar  el  trabajo,  uniéndose  al 
»grupo  en  la  Plaza  de  Palacio»  (1).  Mu- 
chos  de  los  ejecutores  de  baja  ralea  eran 
gente  pagada. 

El  aprendiz,  en  el  articulo  anterior 
varias  veces  citado,  refirióme  que  ardien- 
do  ya  la  cortina  de  la  puerta  principal 
del  templo  de  San  José,  entro  él  por  una 
de  las  dos  de  los  lados  en  el  templo;  que 
en  éste  halló  casualmente  una  bayoneta, 
con  cuya  adquisición  se  creyó  màs  rico 
que  si  hubiera  encontrado  mil  duros;  que 
corrió  con  ella  a  un  cepillo  de  limosnas 
de  un  altar  para  forzarlo,  però  que  al 
llegar  se  encontraron  allí  cuatro  llevados 
del  mismo  no  santó  intento;  que  abrieron 
la  cajita,  mas  que  donde  creyeron  ballar 
un  capital,  solo  encontraron  miserables 
ochavos  (2).  Y  mientras  tales  maftas  se 
ejercitaban  en  el  templo  ya  invadido  del 
incendio  y  del  humo,  humo  que  obligo  al 
aprendiz  à  huir  de  la  iglesia,  otros,  no 
menos  listos,  recorrían  el  convento,  y 
arrebataban  lo  que  podían  (3).  La  sacris- 
tía  no  quedo  libre  de  las  osadas  manos 
amigas  de  lo  ajeno.  Una  persona  que 
entro  en  el  templo  con  la  chusma  al  ir 
esta  a  poner  el  fuego,  me  dijo  que  los 
mas  de  los  invasores  de  la  iglesia  de  allí 
se  veia  iban  a  robar,  y  que  en  la  sacristía 
pillaron  cuanto  pudieron. 

Un  seflor  que  vió  la  revolución,  y  del 
cual,  fundado  yo  en  el  temor  que  mani- 
festo al  interrogarle,  opino  que  tomo 
parte  activa  en  ella,  me  conto  que  estuvo 
en  San  Francisco  de  Paula;  que  allí  vió 
algunos  hombres  que  arrimaren  fajinas 
a  la  puerta  del  convento;  que  las  pusieron 

(i)  La  Veu  de  Catalunya  del  miércoles  2;  de 
abril  de  1908,  pàg.  i,  col.  6.  Edición  de  la  noche. 

(2)  En  Barcelona  a  ig  de  noviembre  de   1882. 

(3)  Relación  del  curioso  D.  Ramon  Nivera. 
Barcelona  31  de  marzo  de  1882. 


fuego,  y  luego  se  marcharon;  y  que  el 
vecindario  corrió  A  apagarlas.  Anadió 
que  comparecieron  después  algunos  arti- 
lleros  bajo  el  mando  de  un  teniente,  los 
cuales  se  pararon  frente  a  la  puerta;  que 
al  cabo  de  un  rato  se  presento  una  turba 
«de  hombres,  que  parecían  demonios, 
>;gritando  mueran  los  frailes  que  son  car- 
>listas;  que  el  teniente  les  contesto  si 
«quieren  matar  carlistas  vayan  à  la  mon- 
»tana,  y  no  à  matar  indefensos  como  VV. 
>:'hacenv  (4).  De  modo  que  la  turba  aludi- 
da  parecía  una  legión  de  espíritus  infer- 
nales. 

Los  chiquillos,  o  mejor,  pilletes  calleje- 
ros,  abundaron  en  las  gavillas  de  los 
amotinados  (5);  y  que  las  malas  mujeres 
desempenaron  un  papel  muy  notable  en 
la  presente  tragèdia,  me  resulta  probado 
por  tantos  testigos  que  considero  casi 
imposible  resenarlos.  Raro  es  el  anciano 
que  presencio  aquellos  hechos,  que  desde 
la  primera  palabra  referente  a  la  turba 
no  testifique  con  asco  la  no  corta  parte 
que  en  ella  tomaron  las  mujeres.  Indecen- 
temente  vestidas,  solo  con  ropas  interio- 
res,  y  armadas  de  todas  armas  viles, 
dando  gritos  de  exterminio,  formaron 
parte  de  las  turbas  (6). 

El  Padre  Juan  Ferrer,  en  el  huerto  del 
Carmen  calzado,  fué  hallado  por  la  turba 
de  mujeres,  y  de  mano  de  ellas  recibió 
treinta  y  tres  heridas,  por  una  de  las 
cuales  respiraba  (7). 

En  el  ya  citado  opúsculo  inédito  del 
Padre  Lector  Jaime  Roig  se  lee  con 
referència  al  convento  del  Carmen,  del 
cual  el  autor,  siendo  habitante,  se  íïnge 
vecino:  «Como  vivia  yo  cerca  del  Cai^- 
»men  calzado,  tengo  muy  presente  que 
«aquella  comunidad  tuvo    dos    heridos. 


{4)     Por  caridad  me  callo  el  nombre, 
(s)     Relación  de  D.  José  Pachs  en   Barcelona  a 
20  de  mayo  de  1885. 

(6)  Son  tantos  los  testigos  que  se  hace  impo- 
sible la  cita  de  ellos. 

(7)  A\e  lo  conto  una  respetable  sefiora  que  lo 
tenia  de  boca  del  mismo  fraile.  Barcelona  30  de 
mayo  de  1886. 


LA    REVOLLCIOX    EN    LAS    CALLES 


485 


>/uno  de  ellos  de  muchísima  gravedad 
>-que  no  obstante  sano,  y  tres  muertos, 
»uno  de  los  cuales  fué  un  joven  corista 
»que  habiendo  salido  del  convento  por  la 
»inmediata  callejuela  de  los  Angeles,  fué 
xbrutalmente  echado  al  suelo  en  la  misma 
»calle  por  unas  ocho  ó  diez  mujeres,  y 
»luego  con  sus  peines,  tijeras  }•  cuchillos 
»le  dejaron  por  muerto.  Murió  el  pobre  à 
»los  tres  dias  en  el  Hospital>í. 

En  el  mismo  callejón  de  los  Angeles, 
entonces  angostísimo,  bien  que,  a  cosa  de 
su  mitad,  formaba  una  plazuela;  en  este 
callejón,  digo,  o  mejor  en  la  plazuela,  el 
fraile  servita  Mariano  Armengol,  al  huir 
del  convento,  topo  con  la  turba.  Azoróse, 
y  para  librarse  dióse  un  punetazo  en  las 
narices:  así  manchóse  de  abundante  san- 
gre,  y  tendióse  en  el  suelo  fingiéndose 
muerto.  Acercóse  la  turba,  y  luego  le 
reconoció  por  la  rasura.  Entonces  una 
mujerona,  grandemente  obesa,  le  descar- 
gó  sobre  su  cabeza  un  terrible  garrotazo, 
diciendo:  «gracias  a  Dios  que  le  he  muer- 
»to,  pues  le  he  abierto  la  cabeza».  Mas 
algunps  de  los  presentes,  movidos  de 
compasión,  procuraron  apartaria,  dicién- 
dole:  «Deja  a  este  que  ya  està  muerto; 
»ve  por  los  vi  vos».  En  esto  se  acercó 
un  piquete  de  artilleros,  y  salvo  al  fraile, 
el  cual  no  tenia  herida  alguna,  porque 
el  palo  de  la  mujer  dió  con  la  punta  en 
una  piedra,  y  así  no  llego  a  la  cabeza  del 
servita  (1). 

El  Padre  Pedró  Bigas,  trinitario  calza- 
do,  huido  del  convento,  y  recogido  en  la 
contigua  casa  de  Ortega,  contemplo  la 
turba  desde  los  cristales  de  esta  casa,  y 
me  la  describic  pintàndola  numerosa, 
compuesta  de  hombres  y  mujeres  con 
punales,  pistolas  y  hachas  (2). 

Una  pintura  semejante  me  delineo  mi 
respetable  amigo  Don  Andrés  de  Ferran, 


(i)  ,Mc  lo  conto  cl  hermano  del  mismo  fraile. 
hcrmano  que  se  llamaba  D.  Joaquin  .Armengol. 
Barcelona  jo  de  febrero  de  189?. 

(j)  Relación  que  me  hizo  en  San  Andrés  de 
Palomar  a  5(5  de  i  unió  de  1880. 


quien  vivia  en  la  calle  de  la  Canuda  fren- 
te  la  de  Bot.  Desde  su  casa  vió  pasar 
algunes  de  los  grupos  de  amotinados,  y 
dice  que  constaria  cada  uno  de  unos  como 
doscientos  revoltosos,  hombres,  mujeres 
desarrapadas  y  en  panos  menores,  con 
el  punal  en  una  mano,  y  la  tea  en  la 
otra  (3). 

Quizà  aqui  algiin  adversario  pretenda 
ponerme  en  contradicción  conmigo  mis- 
mo alegando  contra  mi  proposición  del 
corto  número  de  los  amotinados  los  dos 
últimos  testimonios  en  que  se  habla  de 
turbas  de  unos  doscientos  revoltosos.  Le 
contesto  que  de  los  dos  centenares  hay 
que  restar  los  muchos  chiquillos  }•  los 
curiosos;  y  aun  considerar  que  el  tal 
número  peca  de  sumamente  exiguo  para 
una  revolución  en  la  liberal  Barcelona. 
Ademàs  quien  lo  puso  en  doscientos  no 
conto  pausadamente  los  componentes, 
sinó  que  lo  echó  a  ojo  de  buen  cubero, 
siempre  éste  mas  inclinado  a  ser  aumen- 
tado  por  la  imaginación  exaltada  por  el 
extraordinario  del  hecho,  que  a  ser  dis- 
minuido. 

La  esposa  del  hijo  del  hortelano  del 
Carmen  calzado,  presente  a  mis  largas  y 
provechosas  conversaciones  con  su  muy 
erudito  marido,  al  llegar  en  una  de  éstas 
a  la  intervención  de  las  mujeres,  me  dijo 
que  ella  habia  conocido  a  un  lego  carmeli- 
ta herido  en  el  ojo  por  las  mujeres,  y  le  ha- 
bia oido  quejarse  amargamente  de  ellas. 
»«Siempre,  anadía,  siempre  al  lego  se  le 
»escapaba  esta  exclamacion:  ;las  doiias! 
>y;las(ioiias.'»  El  lego  citaba  como  forman- 
do  parte  de  la  turba  femenina  que  le  hirió  a 
dos  apodadas  <las  monjas».  Eran  herma- 
nas,  mal  habladas,  descaradas,  morenas, 
feas,  sin  vergüenza,  por  las  ferias  ven- 
dedoras  de  avellanas  y  cacahuetes,  y  en 
una  de  las  guerras  de  Espana  un  jefe 
Posas  las  tuvo  en  capilla  para  fusilar- 
las  (4).  El  hijo  del  hortelano  de  San  Pablo, 
que  viü  las  turbas  que  se  enderezaban  a 


(ï)     En  Barcelona  a  ;o  de  mayo  de  1892. 
(4)     En  Barcelona  a  ?o  de  cnero  de  1893. 


486 


LIBItO    TRIICERO. CAPITULÍ 


los  Paúles,  calificàbarae  a  las  mujeres  de 
ellas  de  leones  (1). 

Vienen  aquí  muy  al  caso  las  siguientes 
líneas  del  ya  arriba  citado  Don  Francis- 
co  de  Paula  Capella: 

«LA  PEINETA 

»A1  dia  siguiente,  en  uno  de  los  pues- 
»tos  de  las  fruteras  de  la  Rambla  de  San 
»José,  una  mujer  de  figura  ignoble,  de 
»lengua  de  víbora,  decia  entre  blasfemias 
»y  palabras  obscenas,  mostrando  una 
»peineta  que  sujetaba  mal  su  enmarafla- 
»da  cabellera:  Con  esta  peineta  he  arran- 
»cado  los  ojos  de  aquel  mal  fraile,  y  he 
»acabado  de  rematarle.  Muchas  de  las 
»buenas  vendedoras  se  apartaban  de  ella 
»con  horror,  però  la  turba  soez,  hambrien- 
»ta  de  sangre,  la  aplaudia. 

»Esta  mujer  tenia  un  apodo  que  callaré 
>y(se  la  llainaba  la  cap  d'escombra)  por 
»respeto  a  su  família,  que  sin  duda  vive 
»aún  y  se  avergonzaria  de  ella;  solo  sí 
xdíré  que  era  la  màs  desvergonzada,  y  su 
>4engua  la  peor  del  mercado  de  San  José. 
»Sí  una  sirvienta  se  acercaba  (i  su  puesto, 
»y  no  la  prometia  un  precio  razonable  por 
»la  fruta,  ya  podia  taparse  los  oidos,  pues 
»la  Uamaba  todos  los  nombres  que  no 
«constan  en  el  diccíonario;  y  màs  de  una 
»vez  una  pobre  joven  modesta  huía  lloro- 
»sa,  perseguida  por  la  lengua  de  aquella 
»furía.  Sin  embargo,  à  menudo  se  encon- 
»traba  con  la  horma  de  su  zapato,  y 
»entonces  se  armaba  una  jarana  tal,  que 
»concluía  con  vias  de  hecho,  y  unas 
»veces  zurrando,  y  otras  zurrada,  no  se 
»pasaba  dia  que  no  hubiera  en  la  plaza 
»por  su  causa  un  escàndalo  mayúsculo, 
»de  cuyas  resultas  à  veces  llevaba  en  la 
»cara  y  cuerpo  las  senales  por  mucho 
»tiempo.  Sus  companeras  la  evitaban  todo 
»lo  posible,  y  tenia  en  el  mercado  muy 
»pocas  amigas,  Su  casa  era  un  verdadero 
»infierno,  y  no  se  pasaba  dia  que  nosuce- 
»díesen  en  la  família  escenas  las  mas  de- 


(0     D.  Jacinto  Llansana.  Barcelona  o  de  iunio 
de  i886. 


»plorables.  Pasaron  de  esta  manera  algu- 

»nos  aflos. 

»E1  caràcter  de  esta  mujer  era  cada  dia 
»peor.  Aborrecida  de  todo  el  mundo,  un 
»dia  tuvo  una  reyerta  con  su  família,  la 
»cual  la  dejó  gritando  y  presa  de  un 
»exceso  de  furor.  Era  la  hora  del  merca- 
»do,  y  fué  como  de  costumbre  à  ocupar 
»su  puesto;  però  estaba  fosca,  y  apenas 
^^hablaba,  cuando  se  acercaban  à  com- 
»prarle  la  fruta  que  aquel  dia  vendía, 
»contestaba  apenas  y  con  malos  modos; 
»por  fin,  antes  del  medio  dia,  díjo  à  la 
»que  vendía  à  su  lado,  con  quien  no  se 
»trataba  tiempo  hacía,  si  quería  guardar- 
»le  el  puesto  por  unos  ínstantes.  La  otra, 
»que  era  una  buena  mujer  (de  apodo  la 
»NAs),  se  presto  à  ello;  però  pasó  el  tiempo 
»y  la  de  la  peineta  no  volvíó.  Una  persona 
»de  la  família  fué  al  puesto  y  pregunto 
»por  ella,  dícíendo  que  la  casa  estaba 
»cerrada,  però  le  dijeron  que  hacía  rato 
»faltaba.  Algunas  vendedoras  acompana- 
»ron  à  aquella  persona  temiendo  alguna 
«desgracia:  fueron  à  la  casa  de  la  desdí- 
»chada,  Uamaron  en  vano  à  la  puerta.  Se 
»díó  parte  à  la  autoridad,  se  descerrajó 
»la  puerta,  buscóse  por  todas  partes  à  la 
»mujer,  però  esta  no  parecía.  En  la  cocí- 
»na  había  un  pozo,  uno  se  asomó  para  ver 
»sí  se  había  arrojado  à  él,  y  así  era  en 
»efecto.  Entre  el  agua  flotaban  unas 
»sayas,  y  fué  extraida  cadàver.  La  ínfe- 
»liz  se  había  suícídado. 

»Muchas  vendedoras  hay  aún  en  el 
»mercado  que  se  acuerdan  de  la  mujer 
»de  la  peineta  y  algunas  veces  la  cítan 
»por  ejemplo. 

»Y  no  fueron  estos  dos  sucesos  los  que 
vhícíeron  palpable  la  justícia  de  Díos  en 
»castigo  de  uno  de  los  mayores  crímenes 
»que  se  han  cometído  durante  este  síglo. 
»Volúmenes  enteros  no  bastarian  para 
>^contenerlos.  Todos  cuantos  vivímos  hoy, 
»hemos  vísto  las  resultas  de  este  crimen, 
»el  cual  pesarà  eternamente  sobre  Espa- 
»na;  y  sí  se  mira  despacio  la  historia  de 
»todas  las  personas  que  tomaron  parte 
»directa  ó  índírectamente  en  tan  terrible 
»draraa,  se  vera  que  desde  la  clase  màs 


LA  REVOLUCION  EN  LAS  CALLüS 


487 


ïelevada  a  la  mas  humilde,  sobre  todas 
»ha  caido  el  castigo  de  Dios,  como  cayó 
»sobre  el  hombre  de  la  barra  de  hierro,  y 
»la  mujer  de  la  peineta»  (1). 

Que  las  turbas  daban  repugnantes  vo- 
ces,  no  puede  dejar  de  suponerse;  silban- 
do  y  gritando  '<viva  la  libertad,  mueran 
los  frailes,  mataries,  etc»;  y  ademàs  lo 
atestiguan  varios  ancianos. 

En  un  libro  publicado  en  Barcelona 
en  1842  y  45,  y  por  cierto  nada  favorable 
a  los  frailes,  y  marcadamente  liberal,  leo: 
«Al  entrar  la  noche  empezaron  algunos 
»conventos  íí  ser  asaltados  por  turbas  que 
>  lo  traían  todo  dispuesto  para  el  incen- 
í'dio....  Las  turbas  no  obedecian,nihacian 
»el  menor  caso  de  sus  amonestaciones 
•>•>{(! c  la  tropa]\  si  se  alejaban  de  un  punto, 
»se  iban  k  otro,  y  siempre  con  la  mani- 
»fiesta  intencion  de  pegar  fuego  a  los 
»con  ventós.... 

xPocos,  mu}'  pocos  eran  los  que  estos 
»atentados  vandàlicos  cometían;  mas  los 
«espectadores  eran  infinitos.  Toda  la 
«noche  fueron  pobladas  las  calles  de 
«curiosos,  y  à  la  madrugada  siguiente  se 
«trasladaban  en  procesion  de  uno  à  otro 
«convento  para  presenciar  los  estragos 
«del  incendio,  que  se  apacentaba  todavía 
»de  cuanto  combustible  iba  encontrando. 

»Muchos  religiosos  perecieron  en  sus 
«conventos;  otros  por  las  calles  mientras 
«se  fugaban  disfrazados,  sin  que  les  valie- 
»ra  el  disfraz  para  escapar  de  la  diabòlica 
«penetracion  de  las  turbas.  Hasta  las 
«mujeres  tomaron  parte  en  esta  horrible 
«matanza,  aplastando  las  cabezas  de  los 
«fugitives,  que  caian  en  sus  manos,  con 
«piedras  que  prolongaban  su  agonia  y 
«hacian  màs  horrorosa  su  muerte»  (2).  De 
modo  que,  según  este  texto,  escrito  por 
contemporàneos  de  los  hechos  ante  los 
mismos  que  los  presenciaron,  y   por  plu- 


(i)  En  Kl  Correo  Calaldn  del  29  de  febrero  de 
1880,  pàg.  3. 

(2)  Panorama,  espanol.  Crònica  contempord- 
nca.  Por  una  reunión  de  amigos  colaboradores. 
Barcelona  de  1842  i  '84;,  tomo  III.  pàgs.  ^8 
y  -10. 


mas  liberales,  se  asegura  que  las  turbas 
lo  traían  todo  preparado  para  el  incen- 
dio, que  se  componian  de  muy  pocos  eje- 
cutores,  que  al  otro  dia  el  pueblo  visitaba 
como  en  procesion  los  incendies,  que  las 
mujeres  tomaron  en  la  matanza  parte 
crudelísima,  repugnante  y  principal,  y 
que  los  razonamientos  de  las  fuerzas  pú- 
blicas  nada  valían:  iasí  serian  ellosl  jSí, 
así  serian  ellos,  ya  que  se  trata  de  disci- 
plinados  soldados  contra  cuatro  amotina- 
dos  y  cuatro  mujeres! 

Y  a  f e  que  la  autoridad  y  sus  agentes 
no  debían  témer  las  armas  de  esas  turbas, 
pues  a  diferencia  del  degüello  de  Madrid, 
aquí  los  agresores  no  usaron  ni  llevaron 
un  solo  fusil,  ni  arma  de  fuego  larga, 
hecha  solo  excepción  de  los  que  atacaron 
a  los  Paúles.  En  algun  punto  se  vió  entre 
ellos  algun  nacional  de  uniforme,  però  no 
por  regla  general,  pues  si  los  había  entre 
los  amotinados,  que  realmente  los  hubo, 
vestían  de  paisano.  Y  digo  que  los  hubo 
porque  en  las  primeras  turbas  figuraban 
con  su  uniforme  algunos  de  los  naciona- 
les  del  piquete  de  la  plaza  de  toros,  y  por 
cierto  que  pertenecían  al  batallen  2.° 
Però,  como  digo,  los  demàs  nacionales 
que  tomaron  parte  en  la  revuelta  vestían 
de  paisano.  Las  armas  de  los  amotinados 
de  Barcelona  eran  pistolas,  de  las  que  fué 
rarísimo  el  disparo,  sables,  estoques, 
punales,  cuchillos,  palos,  leznas  de  zapa- 
tero,  tijeras,  piedras,  y  hasta  peinetas  de 
mujeres;  es  decir,  armas  despreciables  e 
innobles.  En  la  relación  de  los  asesinatos 
quedaran  muy  luego  comprobadas  estàs 
noticias.  Losgrupos  de  revoltosos  alum- 
brabanse  de  antorchas,  o  sea  hachas  de 
viento,  según  el  modismo  de  esta  tierra, 
las  que  no  solo  les  servian  para  luz,  sinó 
para  botafuegos. 

Los  jóvenes  que  leeràn  estàs  líneas  no 
han  visto  por  suerte  revoluciones,  como 
desgraciadamente  las  hemos  presenciado 
en  Barcelona  los  ancianos,  y  asi  no  pue- 
den  formarse  idea  de  esas  turbas  revolu- 
cionarias.  Se  componen  de  unas  gentes 
nuevas,  repugnantes  y  espantables.  El 
aspecto  de  sus  hombres  delata  sus  per- 


488 


LIBUO    TliRCEKO.  —  CAPITULO    NOVKNO 


versas  ideas  3'  peores  deseos:  sus  caras 
sonantipàticas.ennegrecidas,  ferocesisus 
gestos  amenazadores;  sus  voces  roncas  y 
destempladas;  sus  gritos  exigentes,  ven- 
gativos;  su  fisonomia  en  total  la  de  la 
fiera  humana.  Siempre  que  las  he  vlsto, 
he  oido  a  la  gente  pacífica  preguntarse: 
tde  dónde  salen  estàs  figuras  que  en 
tiempos  normales  no  las  encontramos  en 
ninguna  parte?  Y  en  sus  dias  la  autoridad 
suele  ser  nula,  y  no  hay  quien  cohiba  y 
reprima  aquellos  gritos  de  venganza  y  de 
exterminio;  y  así  el  ciudadano  pacifico 
tiembla  y  se  aterroriza.  Libreme  Dios  de 
presenciar  una  màs  de  las  varias  revolu- 
ciones que  llevo  vistas  y  sufridas.  Però, 
a  lo  que  se  ve,  las  turbas  del  dia  de  San- 
tiago de  1835,  si  presentaban  el  aspecto 
repugnante  de  las  de  otras  revoluciones, 
no  el  terrible,  soberbio  y  dominante,  y  así 
no  podían  ser  parte  para  amedrentar  a 
la  fuerza  pública  reglada  y  organizada. 


ARTICULO  TERCERO 

ORDEN   CRONOLÓGICO   DE  LOS 
INCENDIOS,  Y  SU  MOOO 

Si  no  ofreció  dificultad  hallar  y  des- 
cribir  precisa  y  fijamente  el  curso  que 
siguió  la  turba  que  arrastró  el  toro,  pre- 
senta mucha  fijar  el  orden  cronológico, 
o  sea  de  las  horas,  en  que  se  perpetro  el 
incendio  de  cada  cenobio.  La  turba  del 
toro,  por  ser  única,  hubo  de  pasar  sucesi- 
vamente  por  unas  calles  tras  de  las  otras, 
y  por  meter  inusitada  buUa  llamó  fuerte- 
mente  la  atención  en  todas  ellas,  y  así 
quedo  conocida.  La  incendiaria  se  distri- 
buyó  en  diversos  grupos,  y  por  otra  parte, 
si  respecto  de  algunos  conventos  hubo 
sucesión  en  el  incendio,  respecto  de  otros 
existió  simultaneidad.  AdemAs  los  testi- 
gos  que  presenciaron  los  hechos,  muy 
ajenos  de  que  un  dia  debiese  mi  imperti- 
nència iries  a  interrogar  respecto  de  la 
hora,  al  presenciar  aquellas  desgracias  y 
atentados,  no  ponían  los  relojes  en  sus 
manos,  para  luego  apuntar  los  momen- 


tos,  y  en  su  dia  certificúrmelos;   y  así        ^ 
todos,  al  tratar  de  las  horas,  afladen  a  sus 
dichos  un    «poco  màs    o   menos»'   o   un 
«seria»  tal  hora. 

A  estàs  dificultades  se  junta  la  de  que 
algunos  conventos  no  sufrieron  un  solo 
ataque,  sinó  varios,  y  por  lo  mismo  fàcil- 
mente  se  confunden  los  momentos  de 
unos  de  estos  con  los  de  otros.  A  pesar  de 
tales  dificultades,  però  marchando  sobre 
el  movedizo  terreno  del  «poco  màs  o  me- 
nos»,  intento  tejer  aquí  el  orden  cronoló- 
gico de  los  distintos  asaltos. 

Escribí  ya  en  un  articulo  anterior  que 
la  turba  procedente  de  los  toros,  al  pasar 
por  la  plaza  de  San  Sebastiàn,  ho}'  de 
Antonio  López,  dejó  en  completa  paz  la 
casa  religiosa  que  daba  nombre  a  dicba 
plaza,  sea  que  no  reparase  en  ella,  sea 
que  otros  intentos  la  hicieran  córrer 
hacia  distintos  conventos. 

Dije  también  que  sin  duda  la  misma 
turba  fué  la  que,  claro  aún  el  dia,  cruzó 
por  frente  de  la  Merced,  armados  sus 
individuos  con  sables,  palos  y  otros  ins- 
trumentos;  y  que  se  limito  a  romper  por 
medio  de  pedradas  cristales  de  las  venta- 
nas,  y  a  amenazar  con  una  segunda 
visita. 

Esto  escribí  arriba,  y  debò  anadir  aquí 
que  esta  primera  visita  la  recibió  la 
Merced  a  eso  de  las  seis,  o  seis  y  pico  de 
la  tarde.  Así  me  lo  conto  uno  de  los 
frailes  coristas  de  la  casa,  de  nombre 
Benito  Tiana  (1).  Otro  de  igual  clase,  el 
Padre  Martin  Aymerich,  vino  con  sus 
palabras  a  confirmarme  las  de  Tiana, 
discrepando  solo,  y  a  mi  ver  éste  con 
razón,  respecto  de  la  hora.  «Desde  las 
»ventanas  del  conventc  vimos  corridas, 
»me  dijo,  por  la  parte  de  la  plaza  de  Pala- 
»cio  a  eso  de  las  siete,  y  cuando  todavía 
»el  sol  no  se  había  puesto.  Las  puertas 
»del  convento,  al  anuncio  de  revolución, 
»que  vino  antes,  se  cerraron.  Llego  en- 
»tonces  con  gran  grita  una  turba,  com- 
»puesta  en  su  mayoría  de  ninos  armados 


(t)     Relación   que   me   hizo  en  Barcelona  a 
de  junio  de  1880. 


LA    REVOLCCION    EN    LAS    CALLES 


489 


»de  trozos  de  sillas  y  oiros  maderos  pro- 
»cedentes  del  destrozo  de  la  plaza  de 
xtoros,  y  con  ellos  golpearon  la  puerta 
»del  convento  y  la  apedrearon,  largàn- 
»dose  luego.  No  llevaba  esta  turba  el 
»toro»  (1). 

Los  dos  testigos  presenciales,  o  mejor 
víctimas,  del  hecho,  de  consuno  explicà- 
ronme  que  mas  tarde  los  revoltosos  cum- 
plieron  su  amenaza,  volviendo  al  con- 
vento, según  Tiana,  de  ocho  a  nueve  de 
aquella  velada.  Entonces  la  turba  conta- 
ba  con  mayor  número  de  individuos,  ocu- 
pando  la  calle  y  plazuela  de  frente  del 
convento.  Golpeó  íuertemente  las  dos 
puertas  de  éste,  produciendo  profundo 
espanto  en  el  animo  de  los  religiosos; 
però  luego  se  marchó  hacia  San  Francis- 
co  de  Asís.  Aymerich  cree  que  la  retirada 
procedió  de  espontàneo  movimiento  de 
la  misma  turba;  mas  Tiana  dice  que  de 
los  buenos  oficiós  de  un  capitàn  de  milicia, 
vecino,  que  reunió  a  sus  subordinades,  y 
con  ellos  protegió  el  cenobio. 

£1  corredor  de  Bolsa  Don  Joaquín 
Auger  y  Tusquets,  hombre  sesudo  y  gra- 
ve,  que  vivia  en  la  calle  Ancha,  al  caer 
de  aquella  tarde,  había  salido  de  casa,  y 
paseando  por  su  dicha  calle  vió  venir  la 
turba  procedente  de  la  plaza  de  toros. 
Para  evitar  ser  de  ella  atropellado  metió- 
se  en  la  entrada  del  palacio  del  Conde  de 
Santa  Coloma,  hoy  de  lossefiores  Girona. 
Allí  habia  tres  sujetos,  a  saber:  El  baca- 
llané,  un  alto  militar,  cuyo  nombre  por 
caridad  me  callo,  y  otro  del  cual  quien 
me  dió  la  noticia,  oïda  de  boca  del  mismo 
senor  Auger,  no  recordaba  el  nombre, 
bien  que  le  parecia  ser  también  militar. 
Al  pasar  la  turba  Auger  vió  como  estos 
seftores  que  allí  estaban  le  hablaron  fra- 
ses que  él  no  entendió,  y  supuso  eran  ins- 
trucciones  (2). 


(i)  iíclaciòn  que  me  hizo  en  Gerona,  de  cuya 
catedral  era  canónigo.  a  5  de  agosto  de  1883. — 
Ratifica  el  paso  de  esta  turba  y  la  pcdrea  y  anie- 
nazas  el  otro  corista  P.  Juan  .\lvarcda  en  Barce- 
lona en  febrero  de  1882. 

(2)     .Me  lo  diio  un  seiior   a   quien  el  Sr.  .\uger 


El  primer  convento  al  que  se  intento 
poner  fuego  fué  el  de  San  Francisco  de 
Asís;  y  tan  pronto,  que  un  entonces  joven, 
que  vió  el  toro  allende  aún  de  la  puerta 
del  mar,  y  adelantàndose  a  la  turba  que 
lo  arrastraba,  entro  en  la  ciudad,  y  corrió 
por  la  muralla  del  mar,  al  llegar  frente  la 
plaza  hoy  de  Medinaceli,  vió  ya  que  se 
arrimaba  lefia  a  la  puerta  de  la  iglesia  de 
San  Francisco  de  Asís  (3).  Opino  que 
dicho  joven  se  equivoca  al  creer  que  este 
acto  de  arrimar  el  combustible  prece- 
diese  al  paso  por  allí  del  toro  arrastrado, 
però  de  todos  modos  certifica  que  el  inten- 
to de  incendiar  a  fra  vicnors  siguió  inme- 
diatamente  al  indicado  arrastramiento. 

Exactamente  concorde  con  esta  afirma- 
ción,  el  hijo  de  un  empleado  de  la  plaza 
de  toros  contóme  que,  luego  de  ver  las 
proporciones  que  tomaba  aUí  el  tumulto, 
su  padre,  Uevàndole  a  él  de  la  mano,  se 
vino  para  casa;  y  que  al  pasar  por  la 
calle  Ancha  vieron  el  arrastramiento  del 
toro,  y  que  se  empezaba  a  poner  fuego  a 
San  Francisco  (4). 

Mi  buen  amigo  el  anciano  Don  Fran- 
cisco Macià,  al  cual  pedí  noticias  sobre  la 
revolución  que  historio,  me  dió  verbal- 
mente  muchos  datos,  y  después,  no  con- 
tento  con  ellos,  me  los  entregó  escritos. 
Copio  a  seguida  una  de  las  pàginas  de 
este  su  escrito:  «En  seguida,  que  eran  las 
»siete  de  la  tarde,  que  había  quedado  la 
»plaza  de  toros  despejada  del  tumulto,  se 
»marcharon  las  fuerzas  que  guarnecían 
>idicha  plaza  cada  una  à  su  respectivo 
»destino,  y  la  companía  del  6.°  Batallon» 
''en  ella  foruiaba  en  aqiiel  acto  quien 
eí.cribió)uc  estàs  lineas),  «mandada  por 
»un  teniente,  tuvo  noticia  en  aquel  mo- 
»mento  que  se  pegaba  fuego  en  el  con- 


lo  habia  contado.  .Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  ji  de 
octubre  de  1892. 

(5)  D.  Jacinto  Llansana.  Barcelona  9  de  iunio 
de  1886. 

(^)  Este  hijo  del  empleado,  que  fué  quien  me 
lo  dijo  en  Barcelona  a  7  de  abril  de  1880.  era  mi 
muy  querido  amigo  el  Dr.  D.  Jaime  Arbós,  cèle- 
bre quimico. 


490 


:ai•i  i  i  lo   .n«: 


»vento  de  frailes  franciscanes,  situado  en 
^>la  plaza  del  Duque  de  Medinaceli.  Acto 
«continuo  dicho  Sr.  Tenientecon  su  com- 
»panía  se  dirigió  à  paso  doble  hàcia  dicho 
»convento,  que  estaban  tocando  à  rebato, 
»y  los  alborotadores,  compuestos  de  unos 
»doce,  estaban  pegando  fuego  à  unas 
»faginas,  que  estaban  en  la  puerta  de 
*dicho  convento.  Tambien  había  un  pique- 
*te  de  Caballeria  que  había  venido  de 
»Atarazanas  y  estaba  presenciando  aque- 
»llos  malhechores,  però  sin  decirles  nada; 
»y  con  esto  solo  se  comprendía  que  la 
»jugada  era  cosa  del  gobierno»  (de  Bar- 
celona). «Acto  seguido  la  companía  cita- 
»da  que  había  acudido  à  favor  de  los 
«frailes,  ó  bien  contra  los  incendiarios, 
»viendo  que  no  se  prendía  à  los  revolto- 
»sos,  entro  en  confusion  y  disputas,  por- 
»que  unos  individuos  se  pusieron  à  favor 
»de  los  revoltosos,  y  otros  en  contra. 
»Entonces  el  teniente,  como  no  tenia 
»ninguna  orden  superior,  dispuso  que 
»dicha  companía  rompiese  filas  à  íin  de 
»que  cada  uno  se  marchase  à  su  casa, 
»quedando  en  dicho  sitio  el  piquete  de 
»Caballería  presenciando  como  los  incen- 
»diarios  incendiaban  las  faginas  descara- 
»damente»  (1). 

De  otro  anciano,  también  testigo  pre- 
sencial de  los  hechos,  proceden  las 
siguientes  noticias  referentes  al  mismo 
convento,  las  que  vienen  a  confirmar  lo 
dicho  por  el  senor  Macià.  San  Francisco 
abría  a  la  via  pública  dos  puertas:  la  de 
frente  la  calle  Nueva  de  San  Francisco, 
y  la  de  la  plaza  del  Duque  de  Medinaceli, 
llamada  esta  puerta  de  San  Antonio. 
Mientras  los  incendiarios  ponían  fuego  a 
la  primera,  un  pelotón  de  caballos  del 
Regimiento  número  4,  o  sea  del  Infante, 
lo  presenciaba  inmóvil  formado  frente  la 
puerta  del  Marqués  de  Alfarràs,  es  decir, 
separado  de  los  incendiarios  por  el  ancho 
de  la  calle  del  Dormitorio.  Después  se  in- 
tento poner  el  fuego  en  la  otra  puerta  (2). 


(i)     Ale  entregó  este  escrito  en  octubre  de  i88-). 
(2)     D.    Àngel   del   Romero   en   Barcelona   en 
abril  de  i8ço. 


En  la  misma  tarde  paseaba  por  la 
muralla  del  mar  el  Senor  Don  Tomàs 
Illa  y  Balaguer,  a  la  sazón  concejal  de 
Barcelona;  quien  notando  que  un  nino 
que  pasaba  venia  llorando,  se  le  acercó 
y  le  pregunto  por  la  causa  de  su  llanto. 
Contesto  el  chico  que  tenia  un  tio  fraile 
francisco,  y  que  iba  a  ser  quemado  su 
convento.  Illa,  devoto  de  la  justícia,  de  la 
Religión  y  de  los  frailes,  corrió  a  la  plaza 
de  Medinaceli,  y  halla  puesto  el  fuego,  y 
en  la  misma  plaza  una  tropa  con  su  jefe 
al  frente.  Illa  se  dirige  a  éste,  y  le  dice: 
«Soy  un  regidor  de  Barcelona.  rV.  mira 
»esto  impasible?»  El  jefe  le  responde:  «Sí, 
>v:y  qué?»  Replica  Illa:  «<Pues  cómo  per- 
»mite  V.  semejante  atropello?,  ;y  quién 
»responde  de  lo  que  haràn  las  llamas?»  La 
segunda  contestación  del  jefe  fué  corta, 
però  elocuente:  «Yo  nada  haré».— «Pues 
»yo  sí,»  replico  Illa;  y  viendo  en  el  balcón 
de  enfrente,  o  sea  del  palacío  del  Conde 
de  Santa  Coloma,  hoy  del  senor  Girona, 
tres  criados  que  acurrucados  observaban 
el  repugnante  espectàculo,  se  dirige  a 
ellos,  y  les  manda  que  le  bajen  dos  cubos 
(dos  galledas).  Las  toma,  atraviesa  veloz 
la  plaza,  se  sube  sobre  la  baranda  del 
abrevadero  que  había  junto  a  la  puerta 
de  San  Antonio,  y  desde  allí  va  Uenando 
los  cubos  y  echando  el  agua  al  fuego  para 
apagarlo. 

En  esto  llego  allà  el  teniente  de  Rey  y 
Gobernador  de  la  plaza  el  Brigadier 
Ayerve  (3),  y  dirigiéndose  a  Don  Tomàs 
le  dice:  «;Qué  hace  V.  aquí*.  Responde  el 
preguntado:  «Recuerde  V.  lo  que  prometí 
»en  la  reunion  de  autoridades  que  tuvi- 
»mos  ha  pocos  dias:  dije  que  moriria 
»antes  que  consentir  los  atropellos  de 
»Madrid  y  Reus,  y  así  estoy  aquí  para 
»cumplirlo».  Replica  Ayerve:  «Por  Dios 
»vaya  V.  al  Ayuntamiento,  y  vea  que  se 
reuna».— «Bien,  dice  Illa,  però  ^si  en  el 
«transito  hallo  fuerza  pública  me  autoriza 


(3)  Le  Uamo  Gobernador  de  la  plaza  porque 
asi  se  le  nombra  en  documentes  de  pocos  dias 
anteriores  al  hecho  y  en  otro  del  dia  31  del  mismo 
mes. 


I.A     REVOL 


,1UN     EN     LAS     CALLES 


491 


»V.  para  utilizarla?»  El  Brigadier  con- 
testo afirmativamente  (1).  Harto  sabia  el 
revolucionario  Brigadier,  consocio  de  los 
incendiarios,  que  las  fuerzas  del  ejército 
ninguna  obligación  tienen  de  obedecer  a 
regidores  de  ciudades  y  mucho  menos  por 
ordenes  verbales  transmitidas  por  quien 
carece  de  facultades  militares. 

Luego  vino  de  Atarazanas  un  edecàn 
con  ocho  caballos,  quien  dirigiéndose  a  la 
turba  incendiaria,  le  mandó  quitar  el 
fuego  diciéndole  que  el  incendio  podia 
producir  un  contlicto  grave  en  Barcelona 
en  razón  de  la  proximidad  del  fuerte, 
donde  se  guardaban  muchos  proyectiles 
cargados  y  municiones.  Los  de  la  turba 
reconocieron  el  valor  de  esta  razón,  y 
quitaron  el  fuego  (2).  Opino  que  quedaron 
allí  algunos  soldados  guardando  el  con- 
vent©, y  así  éste  salió  ileso. 

Salieron  de  Atarazanas  unas  piezas  de 
Artilleria,  y  se  colocaron  en  la  Rambla 
de  Santa  Mònica  frente  el  actual  pasaje 
del  Comercio,  apuntando  hacia  tierra. 
Esto  produjo  el  natural  temor  en  las  gen- 
tes,  las  que  huyeron  corriendo;  mas  muy 
luego,  como  vieron  que  no  se  disparaban 
las  piezas,  se  fueron  acercando  basta 
venir  sobre  ellas  (3).  Y  sin  duda  conocie- 
ron  los  revoltosos  o  que  la  amenaza  era 
fingida  0  que  solo  se  trataba  de  salvar  el 
fuerte  de  Atarazanas,  ya  que  allí  mismo, 
a  pocos  pasos,  mataron  al  traile  Fr.  Ma- 
nuel Pallàs. 

Siguiendo  hacia  la  Rambla,  y  por  esta 


(i)  Relación  de  D.  Jacinto  Burdoy,  quien  no 
dudo  lo  tenia  de  boca  de  Illa.  Barcelona  i."  de 
diciembre  de  1881.  Ademús  D.  Antonio  Escolano. 
cèlebre  administrador  del  Banco  de  Barcelona, 
también  me  habia  contado  la  parte  principal  de 
lo  narrado  por  Illa,  por  haberlo  oido  de  boca  de 
éste.  También  D.  Joaquin  Rubió  y  Ors  tenia  de 
boca  de  Illa  la  inacción  del  militar  y  el  acto  de 
apafíar  Illa  el  luego.  Me  lo  dijo  el  mismo  senor 
Rubió. 

(2)  Relación  de  D.  Ramon  Nivera.  curioso 
presente  al  acto.  Barcelona  31  de  marzo  de   1882. 

(3)  Relación  del  entonces  cadete,  después  abo- 
gado  D.  José   Ortega.   Barcelona  8  de   junio  de 


arriba,  se  daba  muy  pronto  con  el  con- 
vento  de  agustinos  descalzos,  o  de  Santa 
Mònica;  el  cual  por  fortuna  también  que- 
do sin  quebranto  material,  como  que  aún 
hoy,  bien  que  ruinoso,  se  mantiene  en 
ple.  rCómo  se  salvo?  Quizà  en  el  primer 
hervor  del  tumulto  pasó  olvidado.  Però 
respecto  a  la  causa  de  su  salvación  he 
visto  dos  explicaciones.  El  opiisculo  iné- 
dito  del  Padre  Jaime  Roig  escribe:  «Al 
«extremo  de  la  Rambla,  cerca  del  fuerte 
»de  Atarazanas,  habia  el  convento  de 
»PP.  Agustinos  descalzos,  y  al  ver  un 
>A'ecino  contiguo  à  la  iglesia  que  un  joven 
»estaba  A  punto  de  incendiaria,  pregun- 
»tòle:  <cuànto  te  han  dado  para  hacerlo? 
»Contestò  él:  una  onza.— Pues  te  doy  dos 
»y  déjalo.  A  esta  circunstancia  se  debió 
»la  conservacion  de  dicha  iglesia  hoy 
»parroquia  de  San  José,  y  la  del  convento 
»donde  hay  afios  hace  las  oíicinas  de 
xadministracion  militar  y  la  habitacion 
«de  su  gefe«  (4).  Hoy  estàs  oficinas  y  habi- 
tacion no  estan- 

Un  anciano  colaborador  del  Diarto  de 
Barcelona  me  afirmo  que  realmente  los 
incendiarios  trataron  de  abrasar  esta 
casa  religiosa,  però  que  bastó  la  oposi- 
ción  del  centinela  del  próximo  fuerte  de 
Atarazanas  y  que  les  apuntarà  el  fusil 
para  ahuyentarlos  (5).  Bien  pudo  ser  que 
Santa  Mònica  debiera  su  salvación  a  la 
proximidad  al  nombrado  fuerte,  y  que  los 
incendiarios,  al  ver  que  esta  proximidad 
salvaba  al  cenobio  franciscano,  deduje- 
ran  que  no  dejaría  de  aprovechar  al 
agustino,  y  así  que  no  se  empeflasen  en 
incendiarlo. 

Palabras  de  Raull  vienen  a  fijar  la  hora 
en  que  las  turbas  se  dirigieron  hacia  el 
siguiente  convento,  o  sea  el  de  Trinitarios 
descalzos,  ahora  teatro  del  Liceo.  «De 
»las  ocho  y  media  A  las  nueve  de  la  noche» 
(opino  que  el  Iicclio  sucedería  un  poca 
antes)  «se  iban  formando  algunos  grupos 
»en  la  plaza  del  Teatro  (Principal)  y  en 


(-1)     Pàg.  41  del  mms. 

(5)     Relación  de  D.   Cayetano   Cornet  y   .Mas. 

Barcelona  30  de  diciembre  de  1893. 


492 


LlbRO    TKRCERO. — CAPITULO    NOVENO 


>4a  de  la  Boquería,  que  engrosaban  por 
»momentos.  En  vano  intento  separaries 
»la  gfuardia  del  teatro  y  algunos  soldades 
»de  Caballería  destacades  de  Atarazanas. 
>^Se  iban  de  una  parte  para  reunirse  en 
»otra;  se  conocia  que  liabía  intencion 
»decidida>^  (1).  jComo  que  habia  un  plan 
completo!  Dirigiéronse  en  seguida  a  los 
Trinitarios,  que  tan  próximos  los  habian. 
Pusieron  el  combustible,  però  fuera  por 
la  naturaleza  y  clase  de  las  puertas,  fuera 
por  la  inexperiència  de  los  autores  de  este 
primer  incendio,  el  fuego  no  prendía;  y 
así  la  operación  alargóse  por  mucho  rato. 
Entretanto  un  lego  corrió  al  campanario, 
y  comenzó  a  tocar  la  campana  pidiendo 
auxilio.  Y  tanto  se  alargó  la  operación 
del  incendio,  que  antes  se  levantó  sobre 
las  techumbres  la  llama  del  siguiente,  de 
San  ]osé,  que  la  del  presente. 

El  deseo  de  dar  completas  en  cada 
articulo  las  noticias  a  él  pertenecientes, 
pide  que  reproduzca  aquí  un  aparte  del 
primero  de  este  capitulo,  aparte  referen- 
te  a  este  convento.  En  él  escribi  que, 
concorde  con  RauU  en  lo  tocante  a  la 
hora  del  ataque  de  esta  casa,  un  corista 
del  convento  agustino  de  Barcelona,  entre 
ocho  y  nueve  de  aquella  noche,  desde  su 
próximo  cenobio,  vió  arder  el  de  Trinita- 
rios descalzos;  y  un  respetabilísimo  veci- 
no  de  enfrente,  el  venerable  abogado  don 
Pedró  Vives  y  Cebrià,  contaba  que  para 
poner  fuego  a  dicho  convento  tuvieron  los 
inceudiarios  que  emplear  mucho  rato 
porque  la  llama  no  prendía. 

Un  curioso  episodio  de  este  incendio 
conto  el  erudito  don  Francisco  de  Paula 
Capella  en  el  siguiente  articulo  que  pu- 
blico afios  atràs  con  el  nombre  fingido  de 
Galceran  Despuig.  Dice  así: 

«EL  CASTIGO  DE  DIOS 

»LA   BARRA    DE   HIERRO 

»Los  sucesos  que  voy  A  relatar  no  son 
»pura  invencion,  sinó  ciertos.  La  muerte 


(i)     Obra  cit..  pàg.  35  de  la  primera    edición  y 
34  de  la  segunda. 


»del  hombre  la  presencio  yo  mismo; 

»y  si  bien  todo  sucedió  cuando  yo  era 
»niílo,  lo  tengo  tan  presente  como  si  su- 
»cediera  ho}',  pues  hizo  en  mi  una  impre- 
»sion  tal  que  no  se  borrarà  en  mi  vida. 

»Muchas  personas  viven  hoy  en  Barce- 
»lona  que  se  acordaran  de  que  a  falta  de 
»la  plaza  del  mercado  de  San  José,  y  aún 
«cuando  este  existia  ya,  servia  de  merca- 
»do  la  acera  izquierda  de  la  rambla 
>41amada  de  S.  José,  ó  de  las  flores,  en 
»cuya  acera  habia  los  puestos  de  la  fru- 
»ta.  (La  acera  y  arroyo  occidentales). 

»L)os  pilares  de  piedra  de  la  elevacion 
»de  un  metro,  unidos  por  medio  de  una 
>  barra  de  hierro,  cerraban  desde  la  ma- 
»nana  hasta  bien  entrada  la  tarde  la 
«embocadura  de  dicha  acera,  pues  esta- 
»ban  colocados  à  la  distancia  convenien- 
»te,  y  la  longitud  de  la  barra  era  igual  a 
»lo  ancho  de  la  acera,  la  cual  servia  para 
»impedir  el  paso  por  ella  de  los  carruajes. 
»A1  anochecer  se  hacia  girar  la  expresa- 
»da  barra,  y  se  la  apoyaba  en  un  tercer 
»pilar  situado  A  igual  distancia  à  lo  largo 
»de  la  Rambla. 

»Aun  me  parece  ver  à  los  chicos  calle- 
«jeros,  que  tanto  abundan  por  el  Llano 
»de  la  Boquería,  cual  indòmites  diablillos, 
»dando  volteretas  en  la  expresada  barra 
»a  guisa  de  molino  de  viento  ó  campana 
»echada  al  vuelo,  à  les  cuales  alejaba  de 
»allí  à  pescozones  un  guarda-paseos,  y 
»volviendo  à  las  andadas  apenas  habia 
»vuelto  la  espalda,  con  gran  bulla  y  alga- 
»zara  y  con  no  poca  envidia  mia,  pues 
»mis  padres  no  me  permitieron  tomar 
»parte  en  semejantes  jueges. 

»Sin  embargo  llego  un  dia,  dia  trista 
»para  Barcelona,  en  que  se  imprimió  una 
»mancha  indeleble  en  el  puro  escudo  de 
»la  noble  ciudad  condal  y  que  està  escrito 
»con  sangre  en  una  pàgina  negra  de 
»nuestra  historia:  el  25  de  Julio  de  1835. 
»Aun  me  parece  ver  à  una  turba  soez 
»arrastrando  por  las  calles  un  toro  muer- 
>^to,  dando  veces  de  jmueran  los  frailes! 
»Yo  miraba  à  mis  padres  asustados;  y 
»como  era  la  primera  vez  que  veia  el 
»pueblo   alberotade,   no  hacía  màs   que 


LA    REVOlXCtüN    EN'    LAS    CALLES 


493 


«preguntar  lo  que  era  aquello.  Cerràron- 
ïse  las  puertas  y  corrió  la  gente  asustada; 
»pero  vino  luego  la  noche,  y  aun  me  pa- 
»rece  ver  la  Rambla  iluminada  como  en 
»medio  del  dia. 

j>Los  conventos  de  San  José,  de  los  Tri- 
«nitarios  y  de  San  Agustin  ardian,  y  la 
»claridad  de  las  llamas  hacia  que  à  las 
»doce  de  la  noche  fuese  mas  claro  que  à 
»las  doce  del  dia. 

"Se  oia  primero  el  triste  tanido  de  las 
»campanas,  con  las  cuales  los  infelices 
«religiosos  pedian  un  socorro  que  no  ve- 
»nia. 

«Despues  la  campana  callaba  y  el  con- 
»vento  ardia.  Oh!  qué  noche!  qué  noche! 
»Cuando  acababa  de  ser  incendiado  el 
«convento  de  los  Trinitarios  Descalzos, 
«compareció  (por  sarcasmo  sin  duda)  un 
«piquete  de  caballería,  y  mandó  despejar 
»el  Llano  de  la  Boquería.  Los  incendia- 
»rios  huyeron. 

»Aun  me  parece  verlos;  todos  ibanves- 
»tidos  igualmente;  pantalon  blanco  y  en 
»mangas  de  camisa;  es  decir,  todos  blan- 
»cos,  con  teas  encendidas  en  las  manos, 
»con  faginas  de  lena  seca  ó  botellas 
«incendiarias.  Sin  embargo,  uno  de  ellos 
»fué  mas  atrevido,  y  en  lugar  de  obede- 
»cer  al  gefe  de  la  caballería  que  le  inti- 
»maba  que  se  retirase,  se  empefió  en 
«acercarse  al  convento.  Por  tres  veces  el 
«gefe  le  amonesto,  3'  por  tres  veces  quiso 
«arrimar  la  tea  incendiaria  al  convento; 
«perdida  la  paciència  del  gefe,  la  empren- 
»dió  ;l  galope  tras  él,  quien  fuera  de  sí 
«por  el  miedo,  huyó  hacia  la  acera 
«izquierda  de  la  Rambla  de  San  José. 

«Aquel  dia,  por  un  descuido  sin  duda 
«del  guarda  paseos,  la  barra  de  hierro 
>  cerraba  aún  horizontalmente  la  entrada 
>de  la  acera.  El  incendiario  perseguido 
«por  el  ginete,  sin  echar  de  ver  la  barra 
«de  hierro,  con  la  cual  no  contaba  en  su 
«vertiginosa  corrida,  dió  un  golpe  de 
«pecho  contra  ella,  y  dando  una  voltere- 
»ta  d  imitación  de  los  nitios  callejeros, 
«cayó  A  la  parte  opuesta,  en  donde  quedo 
xtendido  y  sin  movimiento. 

«Cuando  el  ginete  volvió  a  su  lugar  los 


«compafieros  del  incendiario  se  acercaron 
>àél.Uno  le  toco  con  el  pié,  però  no  se 
«levantó.  Otro  le  tiro  de  los  brazos,  todo 
»fué  en  balde.  Habia  muerto.  Entonces, 
»(aun  me  parece  verlos)  lo  arrastraron 
>'Por  los  pies,  y  le  arrimaron  à  la  pared 
«de  la  casa  que  hace  esquina  à  la  calle  de 
>la  Boquería  frente  à  la  fuente. 

«Las  llamas  de  los  Trinitarios,  hoy  Li- 
«ceo,  alumbraban  el  cadàver  del  que  tal 
»vez  fué  el  primero  que  puso  fuego  en  el 
«convento.  Cuando  el  dia  siguiente  las 
>  literas  trasladaron  al  Hospital  de  Santa 
«Cruz  los  cadàveres  de  los  infelices  reli- 
»giosos  víctimas  de  una  turba  soez,  entre 
«las  expresadas  víctimas  estaba  tambien 
«el  cadàver  de  uno  de  sus  asesinos»  (1). 

Estàs  líneas  escribió  Capella  para  el 
publico,  mas  en  intima  conversación  me 
dijo  a  mi  mismo,  que  un  piquete  de  caba- 
llería estuvo  siendo  mero  testigo  del 
incendio  del  convento  de  Trinitarios  des- 
calzos, y  que  después  fué  cuando  quiso 
evitar  que  continuase  el  hecho;  y  enton- 
ces uno  de  los  jefes  decía  a  los  revolto- 
sos: «id  por  otro,  que  este  ya  arde»;  y  que 
como  uno  de  los  revoltosos  se  empenase 
en  arrimar  mas  lena,  el  militar  le  envis- 
tió  con  el  caballo  y  sucedió  la  muerte  del 
de  la  barra  de  hierro  (2).  Ya  arriba,  en  el 
articulo  primero  de  este  Capitulo,  escribí 
que  son  varios  los  testigos  que  nos  certi- 
fican  de  que  la  tropa  presencio  inmóvil 
el  incendio  de  esta  casa  religiosa,  y  en  fin, 
no  hay  mejor  testigo  que  los  hechos,  pues 
todos  sabemos  que  ardió  a  pesar  de 
hallarse  situada  en  el  lugar  màs  publico 
de  la  Ciudad,  por  donde  cruzaban  las 
patrullas. 

El  templo  de  este  convento  no  fué  que- 
mado,  o  lo  fué  poco;  però  sí  las  habita- 
ciones  0  convento  estrictamente  dicho,  de 
cuyas  ventanas  brotaban  grandes  llamas. 


(í )  En  El  (^orreo  Cal•ildn  del  jo  de  febrero 
de  i8<So. — También  el  Sr.  Capella  publico  estàs 
noticias  firmandolas  con  sus  nombres  en  El  Dia- 
rio  Catalàn  del  jí  de  iulio  de  1801. 

(j)  ,Me  lo  diio  en  Barcelona  a  i.)  de  iunio  de 
uSSi. 


494 


LiiiUn   tl:uci£RO. — capuilo  novkno 


Seguidamente  de  los  Trinitarios  los  re- 
voltosos pasaron  a  San  José;  y  arriba, 
también  en  el  articulo  primero  de  este 
Capitulo,  un  fraile  de  esta  casa  nos  certi- 
fico de  la  hora  y  modo  del  comienzo  del 
ataque.  Escribe:  «Por  fin  íbamos  retiran- 
»do  cada  cual  à  su  celda.  Serian  las  nueve 
»de  la  noche,  y  yo  que  tenia  la  mía  cerca 
»de  la  reja  que  daba  à  la  Rambla,  curio- 
»samente  me  acerco  A  dicha  reja,  y  veo 
»que  de  la  parte  de  Atarazanas  venia  una 
»multitud  gritando  (no  entendi  lo  que 
»decian),  y  siguiendo  à  unos  cuatro  ó 
»seis,  que  con  los  brazos  levantados 
»llevaban  una  antorcha  encendida  en 
»cada  mano.  Me  causo  mucha  novedad 
»aquello,  no  malicié  lo  que  era.  Seguian 
»bramando  hasta  llegar  írente  íí  la  igle- 
>ísia,  se  acercan  à  ella,  y  empiezan  A  dar 
»fuertísimos  golpes  al  rastrillo  de  hierro, 
»que  en  pocos  momentos  cedió,  y  vino  al 
»suelo.  Cuando  vi  aquello  doy  un  fuerte 
»grito:  jYa  estan  aqui!  Han  tirado  el 
»rastrillo  ú.  tierra  y  prenden  fuego  à  la 
»Portería,  sàlvese  cada  uno  como  pueda, 
»3'a  estan  dentro». 

Respecto  el  modo  del  incendio,  disien- 
ten  los  relatos  de  dos  testigos.ambos  pre- 
senciales.  En  prueba  de  mi  inquebranta- 
ble  amor  a  la  verdad  insertaré  los  dos. 

El  primer  testigo,  aunque,  mas  que  de 
tal,  debe  calificarse  de  actor  en  esta  tra- 
gèdia, es  el  descarriado  aprendiz  arriba 
citado.  Su  declaración  encaja  perfecta- 
mente  con  el  anterior  relato  de  Capella. 
Me  dijo  que  después  del  arrastramiento 
del  toro  y  de  otra  excursión  se  dirigió  a 
San  José.  Llegado  allà,  todavía  el  con- 
vento  no  ardia,  y  los  incendiarios  estaban 
a  su  frente  para  entrar,  però  mientras 
discutían  o  hablaban,  sufrieron  una  alar- 
ma, porque  del  lado  de  la  calle  de  la 
Petxina  se  vió  un  tumulto,  efecto  de  que 
se  queria  matar  a  un  hombre.  Así  me  dijo 
el  aprendiz;  mas  yo  creo  que  el  hombre 
seria  la  muerte  del  infeliz  de  la  barra  de 
hierro  y  el  tumulto  el  acto  de  recogerle 
de  la  relación  de  Capella.  En  esto  venia, 
continuo,  de  la  parte  del  llano  de  la  Bo- 
quería  una  patrulla  de  caballería  de  unos 


veinte  caballos.  Queria  esta  fuerza  disol- 
ver  la  turba  de  frente  San  José,  mas  un 
hombre  de  esta,  que  vestia  levita  amari- 
llenta  de  verano  y  gorra  roja  de  marine- 
ro,  se  adelantó  y  habló  al  jefe  de  la 
patrulla.  Este  le  contesta:  «Hombre,  me 
»comprometes».  El  de  la  gorra  roja  le 
replica:  «iQué  compromisos?  Da  una  vuel 
»ta,  y  vuelve».  El  de  la  turba  al  mismo 
tiempo  desabrochó  su  levita,  y  mostro  al 
militar  algo  que  llevaba  bajo  de  ella.  El 
militar  dió  la  pedida  vuelta.  Las  palabras 
del  oficial  y  del  hombre  de  la  gorra  roja, 
el  aprendiz,  de  cuya  boca  lo  tengo,  las 
oyó.  Y  en  este  episodio  creo  descubrir 
otra  conveniència  entre  el  aprendiz  y  el 
sefior  Capella,  pensando  que  el  oficial  de 
caballería  que  aquí  no  quiere  comprome- 
terse,  serà  el  mismo  que  en  el  Llano  de  la 
Boquería  persiguió  al  infeliz  de  la  barra, 
el  cual  jefe  con  sus  caballos  subia  Ram- 
bla arriba. 

Sigue  el  aprendiz,  y  dice  que  cuando 
esto  sucedía  la  turba  ya  había  forzado  la 
puerta  del  templo,  y  la  cortina  de  ella 
empezaba  a  arder;  pues  afiade  que  «la 
»iglesia  de  San  José  tenia  a  su  frente  un 
»pórtico  de  tres  arços  cerrado  por  una 
»verja  de  hierro,  cuyos  barrotes  termina- 
»ban  en  punta  de  lanza.  Como  estos 
»barrotes  sin  gran  dificultad  se  arranca- 
»ban  de  sus  travesanos,  todo  el  mundo  en 
»aquel  momento  del  incendio  se  apode- 
»raba  de  un  barrote,  con  lo  que  quedaba 
»armado  de  una  lanza.  Una  vez  la  turba 
»en  el  porticó  forzó  el  cancel;  hizo  caer 
»el  portier  ó  cortina  de  la  puerta,  la  que 
»por  lo  mismo  quedo  extendida,  y  le  puso 
»fuego.  Con  esto  quedaba  impedido  el 
»acceso  por  la  puerta  central,  però  resta- 
»ban  las  de  los  lados.  Los  revoltosos 
»entraron  por  estàs,  y  arrimaron  à  la 
»puerta  principal  los  bancos,  los  confe- 
»sonarios,  íos  cuadros,  y  cuanto  hallaron 
»A  mano,  con  lo  que  se  produjo  allí  una 
»hoguera  espantosa  desde  la  cual  el 
»voraz  elemento  se  propagaria  al  resto 
»de  la  iglesia». 

Allí  el  mentado  aprendiz  halló  una 
bayoneta,   como    ya    arriba    nos    había 


LA    REVOLCCION    EN    LAS    CALLES 


495 


dicho.  Con  ella  corrió  a  forzar  el  cepillo 
de  las  limosnas  de  una  capilla,  quedando 
chasqueado  al  encontrar  en  él  solo  mise- 
rables ochavos  en  lugar  de  las  fuertes 
cantidades  por  él  allí  sonadas.  Y  a  los 
autores,  descarada  o  vergonzantemente 
encomiadores  de  aquella  revolución,  que 
escriben  que  en  aquella  noche  no  se 
robo,  y  sí  solo  se  persiguió,  les  echo  en 
rostro  el  hecho  de  que  cuando  el  aprendiz 
llego  con  la  bayoneta  al  cepillo,  cuatro 
habían  Uegado  ya  antes  de  él,  guiados  del 
mismo  injusto  espíritu;  y  si  esto  no  bas- 
tarà, otro  testigo,  hablando  de  este  con- 
vento,  nos  dirà  el  robo  sin  medida  que 
sufrió  el  convento  y  la  sacristía.  Mas 
acabemos  el  relato  del  aprendiz,  el  cual, 
no  pudiendo  ya  soportar  el  humo  inmenso 
que  invadió  el  templo  de  San  José,  salió 
deél.En  este  ataque  el  aprendiz  vió  a 
varios  nacionales,  bien  qúe  no  de  unifor- 
me, formando  parte  de  la  turba. 

El  segundo  testigo  es  un  curioso  muy 
amigo  de  presenciar  los  acontecimientos 
públicos,  quien  me  dijo:  «Después  de 
»cenado  salí  de  casa,  y  me  encaminé  à 
»San  José.  Allí  junto  A  la  puerta  de  la 
»iglesia  había  cuatro  ó  cinco  hombres. 
»Abierta  la  puerta,  nada  se  veia  del  inte- 
»rior  dominado  de  completa  oscuridad. 
»En  esto  los  del  umbral  clamaron  à  otros 
»de  dentro:  '<cuando  esteis  à  punto  avi- 
»sad».  Estos  respondieron:  «pues  ahora», 
»é  inmediatamente  se  oyó  ruido  de  que- 
»bramiento  de  vidriós,  que  opiné  prove- 
»nir  de  haber  arrojado  contra  los  reta- 
»blos  y  muros  botellas  de  liquido  infla- 
»mable.  Entonces  se  dió  el  grito  de:  «todo 
>:el  mundo  à  fuera»;  y  salió  de  la  iglesia 
»un  grupo  de  unos  60.  Nuevo  grito  pre- 
>gunta:  «^estàis  todos  fuera?  cqueda  al- 
«guien  dentro?»  Y  repetido  este  grito, 
>'se  pone  fuego  à  lo  rociado,  y  todo  el 
>^templo  ardió  como  un  cartucho.  Ya 
»entonces  otros  amotinados  recorrían  el 
«convento,  ó  habitaciones,  robando  unos, 
»mientras  los  otros  incendiaban»  (1). 

jCómo  concordar  las  dos  relaciones? 


(i)     En  Barcelona  a  31  de  marzo  de  1883. 


íEs  que  mutuamente  se  destruyen,  y 
nada  debe  de  ellas  permanecer  en  pie? 
Ambas  proceden  de  testigos  oculares, 
hombres  ya  entrados  en  muchos  anos  y 
por  lo  mismo  libres  de  imaginación  exal- 
tada; hombres  imparciales  y  en  asunto 
sobre  el  cual  no  lesmuevepasión  alguna; 
hombres  preguntados  por  persona  a  la 
que  ni  desean  halagar  ni  la  temen;  hom- 
bres en  fin  en  circunstancias  las  mas  pro- 
pias  para  testificar  la  pura  verdad.  Opino 
que  tales  relatos  contienen  esta  verdad, 
y  que  el  dicho  del  primer  testigo  puede 
mu3^  bien  concordarse  con  el  del  segundo 
considerando  que  lo  relatado  por  aquel 
constituyó  el  principio  o  comienzo  del 
ataque  de  San  José,  y  que  la  escena  que 
describe  este  ultimo  pasó  cuando,  quema- 
da  j'a  la  cortina  de  la  puerta  central,  se 
puso  fuego  a  la  hacina  de  confesonarios, 
bancos  y  demàs  muebles,  referida  por  el 
aprendiz.  Las  botellas  se  estrellarían 
contra  esta  hacina,  y  se  comprende  que 
el  fuego  prendiera  como  en  pólvora  por- 
que  se  trataba  de  maderas  colocadas  en 
el  modo  mas  conveniente  para  pronta- 
mente  arder.  Los  que  al  grito  de:  «Todo 
el  mundo  fuera»  salieron  eran  sin  duda 
los  que  estaban  dentro  con  el  aprendiz. 

Un  tercer  testigo  anade  a  lo  relatado 
algun  pormenor,  declarando  que  fué  a 
San  José,  «que  entre  dentro  eutremedio 
»de  la  chusma,  que  fué  mucha;  cuando 
»salí  se  puso  delante  de  mi  el  Brigadier 
»Ayerve,  y  me  pregunto  si  había  visto 
»algún  fraile,  y  le  contesté  que  no,  y  se 
»marchó.  Le  advierto  que  cuando  yo 
»estaba  dentro  aun  no  había  fuego  en 
«parte  alguna  del  convento.  Los  màs  de 
»los  hombres  que  habia  dentro  se  cono- 
»cia  que  no  mAs  iban  por  robar.  Se  me- 
»tieron  en  la  sacristía,  y  robaron  todo 
»cuanto  les  vino  a  mano»  (2).  Y  de  tal 
testimonio  corresponde  dar  nuevo  tras- 
lado  a  los  escritores  encomiadores  de  las 
cualidades  de  los  incendiarios  de  aquella 


(2)  Kelación  escrita  que  me  dió  un  amigo,  for- 
mada sobre  las  noticias  de  un  testigo  que  quiso 
ocultar  su  nombre. 


496 


LIBKO    TIÍRCERO.  —  CAPITULO    NnVENr 


noche.  Otro  testigo  presencial  me  dijo 
que,  aunque  de  lejos  y  solo  por  un  mo- 
mento,  vió  (también  luego  por  allí  la 
g-ente  lo  contaba)  que  en  la  sacristía, 
antes  de  poner  fuego,  algunos  de  la  turba 
se  vestían  para  burla  los  ornamentos  sa- 
grades (1). 

A  todo  esto  falta  una  pincelada,  a  saber, 
que  al  incendiar  este  convento,  o  quizà 
el  de  trinitarios  descalzos,  había  frente 
de  él  un  piquete  de  artilleros,  bajo  el 
oficial  Don  Miguel  White,  quien,  indig- 
nado  al  ver  el  crimen  y  la  carència  de 
ordenes  superiores  para  impedirlo,  te- 
miendo  con  su  presencia  autorizarlo,  se 
retiro  con  su  fuerza  al  próximo  cuar- 
tel  de  Estudiós  (2).  Don  Manuel  Oller  y 
Pallarol  vió  que  se  ponia  el  fuego,  y  mar- 
chó  luego  Rambla  abajo.  En  el  Llano  de 
la  Boqueria  frente  de  la  calle  del  Hospi- 
tal topo  con  un  piquete  de  infanteria  que 
caminaba  a  paso  lento.  Oller  se  dirige  al 
jefe  de  él,  y  le  dice:  «Apriete  V.  el  paso, 
»que  estc-ln  pegando  fuego  à  San  José.  Si 
»V.  quiere  puede  evitarlo>'.  En  realidad 
llegaba  a  tiempo.  El  jefe  respondió: 
«Bien,  bien»,  y  siguió  Rambla  arriba  sin 
acelerar  notablemente  el  paso.  Llegada 
la  fuerza  frente  del  convento,  se  situo  en 
la  acera  de  la  parte  opuesta,  se  paro  y 
formó;  y  allí  quedo  descansando  arma  al 
brazo.  Entonces  Oller,  que  había  ido  si- 
guiendo  al  piquete,  se  retiro  (3). 

Todos  los  historiadores  del  hecho  de 
que  trato  afirman,  sin  que  lo  contradi- 
gan  los  testigos  presenciales,  que  el  pri- 
mer convento  que  ardió  fué  el  de  San 
José,  siendo  asi  que  antes  que  a  él  se 
puso  fuego  al  de  Trinitarios  descalzos. 


(i)  Relación  de  D.  José  Pachs  en  Barcelona  a 
20  de  mayo  de  1S85. 

(2)  Relación  del  entonces  Capitàn  de  Artille- 
ria D.  José  de  Amat  y  de  Desvalls,  en  Barcelona 
a  28  de  junio  de  1880.  Debò  confesar  que  otro  dia 
el  Capitàn,  al  referirme  el  hecho  de  White,  me  lo 
colocó  no  frente  San  José,  sinó  frente  los  trinita- 
rios descalzos. 

(^)  Relación  del  mismo  D.  Manuel  Oller.  Bar- 
celona 27  de  febrero  de  1884. 


La  explicación  de  este  enigma  ya  arriba 
se  vió,  y  parece  que  se  halla  en  que  en 
los  Trinitarios  el  fuego  no  tuvo  la  mag- 
nitud del  de  San  José;  y  en  que  en  Trini- 
tarios tardo  mucho  en  prender,  mientras 
que  en  Carraelitas  descalzos  prendió  como 
en  un  cartucho.  Esto,  ademíls,  da  pie 
para  creer  que  la  turba  incendiaria,  mas 
que  pasar  sucesivamente  de  Trinitarios  a 
Carmelitas,  estando  en  los  primeros,  al 
ver  la  tardanza  en  prosperar  allí  el  fue- 
go, destaco  una  sección  que  acudiera  a 
San  José,  y  asi  hubo  momentos  en  que 
simultàneamente  se  ataco  a  ambas  casas. 

Tanta  violència  alcanzó  el  incendio  del 
templo  de  San  José,  que  sus  llamas,  bro- 
tando  con  fúria  por  todas  sus  aberturas. 
iluminaban  aquella  Rambla  y  llano  de  la 
Boqueria.  Muy  pronto  cayó  el  techo,  pro- 
duciendo  una  mitigación  momentànea  de 
la  hoguera,  y  luego  una  reacción  espan- 
tosa; de  modo  que  el  seftor  Capella  com- 
para su  luz  a  la  del  mediodía,  según  nos 
dijo  arriba.  En  estos  momentos  comenza- 
ba  el  ataque  contra  los  agustinos  calza- 
dos,  donde  todavía  nada  ardia;  y  al 
explicarlo  el  Padre  Mariano  Sorder,  co- 
rista agustino,  dice:  «Mientras  esto  suce- 
»día,  todo  el  distrito  del  Pino  quedo 
>^repentinamente  iluminado  con  extraiïos 
»resplandores  y  de  un  modo  pavoroso:  se 
»habia  hundido  el  tejado  y  pavimentes  de 
»San  José,  calcinado  por  la  acción  del 
»fuego:  de  momento  se  ofreció  à.  la  vista 
»una  espantosa  erupción  de  llamas». 

De  estàs  mitigación  y  recrudecimiento 
da  también  testimonio  un  fraile  merceda- 
rio  que,  con  el  alma  pendiente  de  un  hilo, 
observaba  la  ciudad  desde  el  campanario 
de  su  convento,  quien  anade  que  eran 
muy  grandes  la  humareda  y  las  llamas, 
y  que  a  poco  vió  arder  el  convento  de 
Trinitarios  descalzos  (4). 

De  los  hechos  y  las  horas  se  desprende 
que  de  aquel  núcleo  de  incendiarios  de 
la  Rambla  del  Centro  y  de  San  José, 
incendiado  ya  éste,  se  destacaren  seccio- 


(4)     Rel.ición  del  P.  Juan  Alvareda.  Barcelona, 
febrero  de  1882. 


LA  REVOI.UCION  EN  LAS  CALLES 


497 


nes,  de  las  que  unas  fueron  al  Carmen 
calzado,  y  otras  a  San  Agustín.  Para 
tratar  de  ellos,  comencemos  por  éste, 
pues  parece  que  ardió  antes  que  aquél. 

Varios  testigos  llevo  escuchados,  que 
vieron,  y  aun  algunos  de  ellos  fueron 
víctimas,  del  incendio  de  este  convento 
de  Agustinos  calzados.  El  Padre  Mariano 
Sorder,  en  sus  últimos  anos  ciego,  habi- 
tante  en  Villafranca  del  Panadés,  dicto 
a  un  mi  amigo,  que  me  la  transmitió,  una 
preciosa  relación  del  hecho,  de  la  que 
tomo  las  siguientes  noticias. 

Dicho  Padre  Sorder,  entonces  ya  pro- 
feso,  tenia  su  celda  en  la  calle  del  Arco 
de  San  Agustín,  sobre  mismo  de  la  puerta 
lateral  del  Templo,  llamada  de  Santa 
Rita.  Entre  las  nueve  y  las  diez  de  aque- 
lla nefasta  noche  presentaronse  ante  ella 
tres  o  cuatro  hombres,  quienes  cargados 
con  fajinas  las  arrimaron  a  la  puerta;  y, 
sin  proferir  palabra,  se  fueron  tranquila- 
mente  por  el  fuego.  El  Padre  Sorder, 
silenciosamente,  observaba  por  sus  ojos 
desde  la  ventana  lo  que  pasaba  en  la 
calle.  Muy  pronto  Uegaron  algunos  hom- 
bres con  antorchas  encendidas  para  po- 
ner  fuego  a  la  fajina;  mas  Sorder,  luego 
que  vió  que  iban  a  efectuar  tal  intento, 
tirolès  un  barreno  no  pequeflo,  que  le 
servia  para  lavar  los  habitos.  El  proyec- 
til  dió  casualmente  contra  el  farol  del 
alumbrado  publico,  rompiéndolo  y  pro- 
duciendo  estrepitoso  ruido,  bastante  todo 
para  impedir,  ignoro  por  qué,  que  los 
incendiarios  consumasen  al  pronto  su 
incendio.  Los  tres  incendiarios  entonces, 
que  creían  estar  solos  }'  no  ser  vistos, 
pusieron  en  el  Cielo  sus  gritos  de  indig- 
nación,  apellidando  a  los  frailes  estúpi- 
des, terços,  pillos,  verdugos,  etc,  y  afia- 
diendo:  «aun  teneis  atrevimiento  para 
«resistires.  Esperad,  vamos  por  los  pufla- 
»les  con  que  rasgaremos  vuestras  carnes 
»y  os  e.xterminaremos  para  siempre». 
íPueden  darse  raciocinio  ni  indignación 
mas  locos?  lEnfurecerse  porque  un  hom- 
bre  de  bien  se  defiende! 

•Marcharonse  los  incendiarios,  y  Sorder 
corrió  a  noticiar  el  hecho  a  sus  nueve  o 


diez  jóvenes  compafleros  profesos  y  dos 
legos,  que  creo  habitaban  el  mismo 
corredor  de  aquella  calle,  quienes,  ani- 
mados  por  el  Padre  Torra,  se  aperci- 
bieron  para  la  defensa,  acopiando  junto 
a  las  ventanas  agua,  maderas,  piedras, 
etc.  En  estos  momentos  fué  cuando  se 
hundió  la  techumbre  de  San  José,  y  aquei 
distrito  quedo  iluminado  de  espantosos 
fulgores.  A  poco  se  presento  la  turba,  en 
la  que  no  faltaban  las  mujeres;  llenó  la 
calle;  y  dando  infernales  gritos  se  dirigió 
a  la  mentada  puerta  de  Santa  Rita.  De- 
cíase  que  los  principales  de  aquella  turba 
eran  de  Reus,  y  su  traje  de  calzón  corto, 
polaina  catalana  (calsó)  y  gorra  larga  de 
aquella  tierra,  venia  a  confirmarlo.  Y  sea 
dicho  de  paso,  a  nosotros  viene  esto  a 
confirmarnos  en  que  los  incendiarios  eran 
gente  pagada.  Concuerda  aquí  perfecta- 
mente  el  dicho  de  la  seflora  que  vió  tales 
hombres  en  la  Rambla  de  Santa  Mònica 
dirigiendo  el  arrastramiento  del  toro,  con 
el  del  Padre  Sorder  que  los  halla  en  el 
incendio  de  San  Agustín.  La  turba  venia, 
continua  Sorder,  pro  vista  de  punales, 
otras  armas  y  herramientas.  Los  jóvenes 
frailes,  con  el  agua,  los  ladrillos  3'  demàs 
objetos,  valerosamente  se  defendieron.de 
modo  que  la  turba  retrocedió.  Volvió 
luego  al  ataque,  y  nuevamentefué  recha- 
zada;  mas  entonces,  reuniéndose  bajo  del 
arco  del  cabo  septentrional  de  la  calle, 
determino  dirigir  su  ataque  a  la  puerta 
principal  del  templo,  y  a  ella  se  enderezó. 
Concorde  con  el  Padre  Sorder,  mi  res- 
petable  amigo  el  M.  L  S.  Don  José  Tinto- 
rer, otro  de  los  mentados  jóvenes  de  las 
celdas  del  callejón  del  Arco  de  San  Agus- 
tín, dióme  las  siguientes  noticias,  que 
solo  discrepan  de  las  de  aquel  en  porme- 
nores  sin  importància,  o  mejor,  que  vie- 
nen  a  afiadir  perfiles  al  dibujo.  Llegóse 
al  convento  un  sereno,  padre  del  fraile 
Isidro  Pujadas,  fraile  que,  despucs  de  la 
exclaustración,  fué  comandante  de  la 
Guardia  municipal,  y  a  quien  todos 
hemos  conocido.  El  citado  sereno  desde 
la  calle  del  Arco  llama  en  voz  baja  a  su 
hijo.    El  senor    Tintorer,    que  vigilaba 


I.IBRO    ÏERCERO. — CAPITULO    NOVENO 


desde  una  ventana  de  la  mentada  calle 
del  Arco,  le  responde  fingiendo  ser 
Fr.  Pujadas ,  y  entonces  el  sereno  le 
dice:  «vengo  de  San  José  que  està  ar- 
»diendo,  y  los  incendiarios  hablan  de 
»venir  à  San  Agustín».  Aun  el  sereno 
pronunciaba  las  poscreras  palabras,  cuan- 
do  aparecía  la  turba  en  la  esquina  de  la 
calle.  Iba  un  Caballero  con  sombrero 
blanco,  y  levita  blanca  también,  llevando 
una  botella  en  cada  mano.  Seguíanle  tres 
o  cuatro  cargados  con  sendos  y  grandes 
haces  de  fajina,  y  toda  la  turba  se  com- 
ponia de  unos  siete  ú  ocho  hombres. 
Colocaron  los  haces  junto  a  la  puerta,  y 
arrojaron  las  botellas  sobre  eUos  Enton- 
ces los  frailes  emprendieron  la  defensa 
con  rociadas  de  ladrillos,  a  las  que  los  de 
abajo  contestaban  con  infernales  rocia- 
das de  blasfemias  y  denuestos;  y  sin  duda 
alguno  fué  lastimado,  pues  se  oyó  un 
«jAy,  la  espalda!»  Resolvieron  los  incen- 
diarios abandonar  por  aquella  parte  el 
ataque,  y  se  dirigieron  a  la  verja  de  la 
calle  del  Hospital,  la  que  cerraba  la 
entrada  al  patio  que  antecedía  al  templo, 
la  cual  verja  con  desaforados  golpes  de 
mazo  rompieron,  y  así  entraron  (1).  Em- 
però, al  retirarse  de  la  calle  del  Arco, 
amenazaron  diciendo  que  iban  por  los 
fusiles. 

Estàs  noticias  procedentes  del  senor 
Tintorer  vienen  reforzadas  por  su  con- 
cordancia  con  las  dadas  por  otros  religio- 
sos jóvenes  del  mismo  grupo  de  los  que 
habitaban  el  corredor  de  la  calle  del 
Arco,  y  que  con  él  se  defendieron  biza- 
rramente,  tales  como  los  Padres  Don 
Juan  Guitart  y  Don  José  Benet.  Solo 
disienten  en  las  palabras  que  mediaron 
entre  el  sereno  Pujadas  y  su  hijo,  pues 
estos  ponen  en  boca  del  padre  las  de: 
«Isidro,  Isidro,  baja  que  vienen  A  mata- 
»ros»,  y  del  hijo:  «No  puedo  porque  la 
»puerta  esta  cerrada,  y  el  Padre  Prior 
»tiene  la  llave».— «Tírate  por  la  ventana», 
repone  el  padre;  a  lo  que  con  razón  no 


(i)     .Me  In  dijn  en  Barcelona  en  17  de  mavo   de 
i88o. 


accedió  el  fraile.  En  esto  los  conventos 
de  San  José,  Trinitarios  descalzos  y  el  de 
que  trato  tocaban  las  campanas  en  de- 
manda de  auxilio  (2). 

Rota  la  verja  que  defendía  la  entrada 
en  el  gran  patio  de  ante  el  porticó  del 
templo,  y  cruzada  la  puerta  de  ella,  los 
incendiarios  se  dirigieron  a  la  principal 
del  templo.  De  ella  el  fuego  prendió  al 
cancel  y  de  aquí  al  coro.  Luego  entraron 
en  el  grandioso  templo,  e  incendiaron  el 
no  menos  grandioso  retablo  mayor,  ba- 
rroco  magnifico. 

Ardió  todo  él  terriblemente,  y  su  fuego 
se  comunico  a  otras  partes  del  templo,  y 
después  a  algunas  habitaciones  del  con- 
vento. 

Creo  oportuno  terminar  esta  resena  del 
incendio  de  San  Agustín:  1.",  copiando  de 
nuevo  las  palabras  de  Don  Juan  Camaló, 
insertadas  ya  arriba  en  el  articulo  1.°  de 
este  capitulo;  2.°,  copiando  también  otras 
oidas  por  un  vecino,  de  cuya  boca  las 
tengo;  y  3. ",  relatando  un  hecho  comu- 
nicado  por  un  testigo  ocular. 

Me  dijo  el  primero  que  aquella  noche 
patruUaba,  y  como  yo  le  preguntase: 
«íY  no  recibió  V.  orden  de  evitar  los 
»atropellos  contra  los  conventos?»  con- 
testo: «Ca,  hombre;  si  el  gobierno»  fes 
decir,  el  de  Barcelona)  «era  el  que  hacia 
»la  cosa.  Ellos  mismos  atizaban.  Yo  mis- 
»mo  patrullando  pude  ver  alguna  cosa. 
»En  San  Agustín  estaba  Ayerve  de  uni- 
»forme  à  caballo  con  una  partida  de 
»caballería,  en  la  plaza,  mirando  tran- 
»quilamente  como  los  revolucionarios 
>atacaban  aquel  convento.  Y  los  que 
»atacaban  eran  cuatro  canallas.  Recuerdo 
»que  uno  de  ellos  era  un  jorobado.  Si  me 
»dejan  obrar,  con  solos  cachetes  los  echo 
»de  allí.  Créame  V.,  cuando  la  autoridad 
»no  quiere  excesos,  estos  no  se  cometen.» 
De  modo  que  aquelles  a  quienes  unas 
pedradas  de  los  frailes  ahuyentaron,  no 


(2)  Relación  del  P.  Juan  Guitart.  Barcelona 
20  de  diciembre  de  1881.— Y  del  P.  José  Benet,  de 
Barcelona  a  24  de  marzo  de  1880. 


LA    REVOLUCION    EN    LAS    CALLES 


499 


fueron  atacados  ni  dispersades  por  el 
Gobernador  militar  de  la  plaza  al  frente 
de  sus  caballos. 

Las  palabras  del  vecino  son:  que  a 
media  noche  pasó  por  allí  una  patrulla,  y 
hallíindose  frente  la  zapatería  del  Senor 
Serra,  uno  de  los  jefes,  ayudante  de 
plaza,  diriçióse  a  la  turba  y  le  intimo  que 
se  retirase;  que  a  esto  la  turba  contesto 
con  una  negativa.  Entonces  el  militar  se 
lo  pidió  por  Dios,  recibiendo  también  un 
no.  Insistió  el  ayudante  diciendo  ahora: 
«que  lo  hagfan  por  él,»  }•  con  esto  la  turba 
se  retiro.  iBien  pudiera  el  tal  militar  tro- 
car  su  espada  por  el  cayado  del  men- 
digo!  (1). 

Don  Benito  Tomàs,  de  cuya  boca  lo 
tengo,  vió  al  Brigadier  Ayerve  como 
pasando  de  grupo  en  grupo  iba  por  lo 
bajo  incitàndolos  al  ataque  del  conven- 
to  (2). 

Después  de  San  Agustin,  però  muy 
luego,  fué  pabulo  de  las  llamas  el  templo 
y  sacristia  del  Carmen  de  frailes  calza- 
dos.  Al  decir  de  un  lego  del  mismo  con- 
vento,  el  toro  arrastrado  pasó  por  frente 
de  esta  casa  a  eso  de  las  ocho,  y  a  las 
nueve  o  nueve  y  cuarto,  hallàndose  la 
Comunidad  en  el  refectorio  para  la  cena, 
Uegó  a  ella  la  noticia  de  que  la  porteria 
ardía,  o  se  ponia  fuego  en  ella  (3). 

La  noble  casa  de  Sagarra  lindaba  en  la 
calle  del  Carmen  con  la  porteria  del  con- 
vento,  dando  aquella  su  cara  occidental  a 
la  oriental  de  dicha  porteria.  Don  Fran- 
cisco  de  Sagarra,  uno  de  los  hijos  de  esta 
casa,  persona  en  Barcelona  muy  respe- 
tada,  primer  jefe  de  Artilleria  carlista  en 
la  ciudadela  de  Seo  de  Urgel  después, 
cuando  la  sitió  el  General  .NLartinez  Cam- 
pos, Don  Francisco,  pues,  hallàndose 
aquella  noche  en  su  casa,  vió  venir  de  la 


(i)  líelación  del  zapatero  D.  Juan  Serra  en 
Barcelona  a  o  de  junio  de  i88o. 

(j)  Me  lo  diio  en  Barcelona  a  s  de  octubre  de 
iSoj. 

(;)  Kclaciòn  del  mismo  Icfío.  que  se  llamaha 
D.  Francisco  Cabal.  Barcelona  jS  de  abril  de 
i8So. 


parte  de  la  calle  del  Hospital  por  el  calle- 
jón  de  Cervelló,  vulgarmente  entonces 
llamado  del  Corralet,  dos  hombres.  Ves- 
tia uno  de  ellos  pantalon  de  una  tela  de 
color  amarillento  claro,  llamada  aquí 
lleiiquíii:^,  y  chaqueta;  y  el  otro  pantalon 
blanco  y  levita  negra.  Este  llevaba  una 
antorcha  encendida.  Al  llegar  frente  de 
casa  Sagarra  uno  de  ellos  pregunta  al 
otro:  «íPor  dónde  empezamos?  {Por  la 
«porteria?»  Y  contesta  el  otro:  «No,  hom- 
»bre,  que  todo  esto  es  un  castell  de  lln- 
y^quets»,  es  decir,  que  el  fuego  se  comuni- 
caria a  los  vecinos.  Se  dirigieron  a  la 
puerta  del  templo;  dieron  en  ella  cinco 
martillazos  para  clavar  la  tea;  pusieron 
el  fuego,  y  retrocedieron  hacia  la  Ram- 
bla. Al  llegar  al  extremo  de  la  fachada 
del  templo,  o  sea  a  la  esquina  que  esta 
formaba  con  la  plazuela  de  la  porteria,  y 
al  hallarse  bajo  de  la  parrilla  de  ilumina- 
ción  que  salía  de  dicha  esquina,  se  les 
acercaron  cuatro  soldados  3-  un  cabo  des- 
tacades del  piquete  que  daba  la  guar- 
dià al  general  Saquetti  en  el  número  31 
actual  de  la  misma  calle,  3'apuntando  los 
fusiles  a  los  dos  mentados  jóvenes,  les 
detienen.  Entonces  el  que  llevaba  la  an- 
torcha la  tiro  en  alto,  pasando  esta  por 
sobre  los  soldados,  y  los  dos  dieron  vivas 
a  la  Artilleria,  a  la  Reina  y  a  la  libertad, 
anadiendo:  «Todossomos  hermanos> .  Los 
soldados  retiraren  sus  armas,  y  como 
carecian  de  ordenes,  regresaron  a  su 
cuerpo  de  guardià.  Entonces,  no  sin 
harta  razón  Don  Francisco,  de  cuya  boca 
oi  este  relato,  exclamo:  «jEstamos  per- 
didos!» 

Dióme  las  siguientes  curiosas  noticias 
el  arriba  citado  aprendiz,  en  1835  chico 
de  16  anos,  que  no  solo  vió  aquella  revo- 
lución,  sinó  que,  como  dije,  a  ella  contri- 
buyó.  La  escena  que  describe  en  lo  refe- 
rente  al  Carmen  calzado  se  refiere  a  lo 
que  pasó  con  posterioridad  a  lo  relatado 
por  el  seiïor  de  Sagarra.  Me  dijo  que 
estuvo  primero  en  San  José,  y  entro  en 
el  templo  con  los  incendiaries,  donde 
estes  serian  unes  20;  que  luego  torció 
hacia  el  con  vento  del  Carmen,  en  cuya 


500 


LIBkO    TERCERO. — CAPITULO    N'OVENO 


calle  halló  a  un  su  condiscípulo  de  la  es- 
cuda de  baile,  de  nombre  Cintet,  el  cual 
iba  con  una  prostituta  armada  de  un 
puflal.  Cintet  paro  al  aprendiz  diciéndole: 
■hHoy,  aviiy  es  lo  d(a>^;  y  la  mujerzuela, 
levantando  el  punal,  anadió:  «aviiy,avuy 
^traurem  las  ratas  del  cau.  Avity  uoti'Jia 
l'de  quedar  cap».  Una  senora  que  estaba 
en  unbalcón,  al  oir  tales  exclamaciones, 
horrorizada  se  metió  dentro.  Se  fueron 
juntoslos  tres  hacia  el  Carmen,  en  cuyo 
punto,  por  la  confusión  de  la  gente,  el 
aprendiz  perdió  la  compania.  En  este  con- 
vento  la  turba  que  había  entonces  suma- 
ria unas  30  ó  40  personas.  A  la  puerta  del 
Carmen  había  acudido  una  fuerza  com- 
puesta  quizà  de  15  hombres,  o  cosa  pare- 
cida.  El  oficial  se  oponía  a  la  entrada  de  los 
incendiarios  en  el  edificio;  los  revoltosos 
porfiaban  por  introducirse;  y  así,  mientras 
de  palabra  se  daba  y  tomaba,  aumentado 
el  número  de  los  postreros,  se  colaron 
estos  en  el  templo,  y  el  oficial  no  seatre- 
vió  a  usar  de  las  armas.  El  aprendiz  vió 
por  sus  ojos  como  los  incendiarios  rocia- 
ban  el  retablo  mayor  con  el  liquido  infla- 
mable, operación  que  no  efectuaron  allí 
estrellando  las  botellas  contra  el  retablo, 
sinó  que  las  cogían  por  la  parte  inferior, 
e  inclinàndolas  y  paseàndolas  regaban 
el  retablo.  «Figiírese  V.,  me  decia,  cómo 
«prendería  el  fuego  en  aquellos  retablos 
»tan  llenos  de  doradas  esculturas,  que  no 
»se  veia  el  muro»  (1). 

Del  Padre  Jaime  Roig,  escritas  en  su 
arriba  mentado  folleto,  son  las  siguientes 
líneas,  fielmente  copiadas:  «Yo  mismo  vi, 
»hacia  las  11  de  la  noche  (seria  aiites), 
»una  f  uerte  patrulla  de  cien  hombres  a  lo 
»menos  llegar  frente  al  convento  del 
»Carmen  calzado,  donde  estaba  ardiendo 
»la  puerta  de  la  iglesia  y  unos  ochenta 
«incendiarios  en  la  calle  prontos  a  entrar 
»en  ella  y  prendería  fuego.  El  gefe  de 


(i)  El  dicho  aprendiz,  cuyo  nombre  me  callo, 
me  habló  de  los  hechos  de  esta  revolución  varias 
veces,  siempre  concorde  consigo  mismo.  Asi  er  2 
de  enero  y  3  de  mayo  de  1889,  en  27  de  octubre 
de  1894,  y  en  otras  fechas. 


«aquella  dió  la  voz  de  alto  à  su  tropa 
>  conferencio  unos  cinco  minutos  con  los 
«directores  del  incendio,  uno  de  los  cuales 
»dió  el  grito  de  viva  la  tropa,  que  fué 
«contestado  por  todos  los  presentes,  y  A 
»la  voz  de  adelantc,  continuo  su  marcha 
>la  patrulla,  dejando  à  aquellos  libre- 
«mente  ocupados  en  su  tarea.  Todo  esto 
«lo  presencié  yo,  y  à  la  media  hora  vi 
«repetirse  allí  mismo  idèntica  funcion 
«con  otra  patrulla  tan  considerable  como 
«la  primera.  Penetraron  por  fin  en  la 
«iglesia,  y  toda  ella  fué  presa  de  las  Ua- 
>mas  menos  la  capilla  del  Santo  Cristo,  à 
«la  cual  pegaron  fuego  los  urbanos  que 
«daban  allí  guardià  por  la  maiïana  del 
»dia  siguiente,  diciendo  uno  de  ellos: 
«preciso  es  hacerlo  para  que  no  se  diga 
«que  su  preservacion  ha  sido  un  milà- 
»gro».  No  dudo  que  la  escena  aquí  des- 
crita por  el  Padre  Roig  es  la  misma 
explicada  por  el  aprendiz  con  solas  las 
variantes  hijas  de  que  aquél  la  presen- 
cio desde  el  terrado  del  templo,  y  éste 
desde  la  calle. 

Efectivamente,  ardió  todo  el  templo, 
derrumbandose  también  la  techumbre, 
hecho  que  supone  un  incendio  mu}'  voraz 
y  persistente,  j'a  que,  siendo  el  edificio 
gótico,  había  de  presentar  no  menguada 
resistència.  Del  retablo  mayor  quedo 
el  armazón,  que  estaba  formado  de  alba- 
nilería,  o  sea  las  ocho  grandes  colum- 
nas  y  su  no  menor  cornisamiento  o  cor- 
nisa. Ardió  la  Virgen  titular  con  las 
muy  ricas  joyas  y  vestidos  que  Uevaba 
aquel  dia  de  su  octava,  ardió  parte  del 
camarín  con  sus  riquezas,  j  ardió  la  rica 
y  espaciosa  sacristia  con  sus  cómodas, 
lienzos  al  óleo,  utensilios  del  cuito  e  in- 
dumentos.  El  fuego  del  templo  no  res- 
petó  el  retablo  de  tablas  góticas  de  San 
Eloy,  procedente  de  14S2,  ni  los  demas, 
que  eran  de  épocas  posteriores;  però  sí 
dejó  intacto  el  de  San  Miguel,  que  venia 
casi  frente  de  la  puerta  principal  del  tem- 
plo, y  en  cuyo  nicho  mayor  había  un 
crucifijo  de  tamano  natural.  Mas  la  ma- 
fiana  siguiente,  o  sea  del  26,  un  revolu- 
cionario  lo  incendio,   como   nos  dijo  el 


LA    REVOLfCION    EN    LAS    CALLES 


501 


Padre  Roig  y  como  explicaré  màs  larga- 
mente  abajo.   Después  el  convento   del 
Carmen  albergo  el  Instituto  y  la  Univer- 
sidad,   y  por  esto   concurrí  allí'l,  siendo 
estudiante  de  Filosofia  y  Jurisprudència 
por  espacio  de  nueve  anos  continues,  y 
recuerdo  aquellos  muros  denegridos  por 
el  fuego,  aquel  esqueleto  del  retablo  ma 
yor,  aquel  camarin  convertido  en  habita 
ción  del  conserje,  aquellas  capillas  late 
rales  sin  retablos,  aquella  nave  sin  techo 
y  los  usos  humillantes  a  que  algunas  de 
las  partes  estaban  destinadas,  tal  como  un 
rincón  de  la  capilla  de  San  Alberto  con- 
vertido en  urinario,  o  con  mas  verdad, 
aunque  dicho  con  palabra  baja,  meadero. 

Terminemos  este  parrafo  no  sin  apun- 
tar antes  que  el  convento,  o  habitaciones, 
no  ardió,  y  que  el  incendio  de  la  parte  del 
edificio  destinada  al  cuito  empezó  a  que- 
mar  con  posterioridad  a  San  José,  a  los 
Trinitarios  descalzos,  y  probablemente  a 
San  Agustín. 

Al  mismo  tiempo  aproximadamente  que 
los  conventos  de  Agustinos  y  Carmelitas 
calzados  sufrían  el  incendio,  se  intentaba 
contra  el  de  Servitas,  o  del  Buensuceso, 
cuya  salvación  y  su  modo  llevo  arriba 
explicada  al  tratar  del  corto  número  de 
los  incendiarios.  Dije  allí,  por  haberlo 
oido  de  labios  del  capitan  de  Artilleria 
Don  José  de  Amat  y  de  Desvalls,  que  fué 
uno  de  los  que  lo  salvo,  que  se  presenta- 
ron  alia  una  quincena  de  mozalbetes,  no 
de  la  baja  plebe,  sinó  de  clase  acomodada, 
y  que  pusieron  fuego  a  las  fajinas  arri- 
madas  al  convento;  però  que  el  mentado 
capitAn  con  los  oficiales  Don  Joaquín  de 
Cabanyes  y  Don  N.  Vial,  y  otro  mi'is, 
desde  el  próximo  cuartel  de  Estudiós, 
ante  cuya  puerta  se  paseaban  los  dos  pri- 
meres nombrados,  acudieron  movidos 
solo  de  su  cristiano  y  noble  corazón.  Que 
se  esforzaron  en  disuadir  del  atentado  a 
los  mozalbetes,  aduciendo  el  peligro  de 
que  el  incendio  se  comunicarà  a  las  casas 
vecinas,  argumento  que,  acompanado  de 
algunos  palos,  aventó  de  allí  a  los  agre- 
sores.  Entonces  pusieron  los  dichos  jefes 
cuatro  artilleros  y  un  cabo  en  la  puerta 


del  Convento,  y  esto  bastó  para  sal- 
var le  (1). 

Simultàneamente  con  los  dichos  ceno- 
bios  de  Trinitarios  descalzos  y  de  San 
José,  era  atacado  el  de  Capuchinos, 
situado  en  la  calle  de  Fernando  }'  Pasaje 
de  Madoz.  Estos  frailes,  a  la  noticia  del 
peligro,  quisieron  impedir  que  les  alcan- 
zara,  y  así  los  legos  con  las  mazas  de 
astillar  la  lefla  corrieron  a  derribar  parte 
de  la  escalera,  haciendo  así  imposible  la 
subida;  y,  al  propio  tiempo,  con  los  mis- 
mos  instrumentos,  parece  destrozaban 
alguna  de  las  rejas  de  las  aberturas  de 
comunicación  con  vecinos  para  abrir  ca- 
mino a  la  fuga.  Cuando  la  turba,  que 
muy  pronto  se  presento  frente  de  Capu- 
chinos, oyó  este  recio  golpear,  decía: 
«Dejarlos,  dejarlos  que  salgan,  que  los 
mataremos»  (2).  El  derribo  de  parte  de  la 
escalera  lo  atestiguó  todo  aquel  barrio 
que  con  harta  pena  oía  los  furibundos 
golpes,  ignorando  quién  los  daba  }'■  con- 
tra quién.  Però  antes  de  esta  turba  parece 
que  había  pasado  por  allí  otra,  ya  que  el 
fraile  de  esta  casa  Padre  Fèlix  Maria 
Perella,  o  de  Olot,  narra  que  a  eso  de  las 
ocho  menos  cuarto,  como  notase  el  albo- 
roto,  corrió  él  mismo  a  cerrar  el  templo, 
en  cuyo  acto  oyó  que  uno  de  la  turba 
decía:  cno,  no,  à  estos  no;  vayamos  à  los 
ricos,  A  los  que  tienen  dinero»;  y  real- 
mente  la  turba  se  largó  (3). 

El  Padre  Ramon  Colomines,  o  de  Valls, 
a  la  sazón  en  Barcelona,  contóme  que  en 
aquella  aciaga  tarde,  después  de  haber 
comido  en  lugar  de  cena  una  frugal  cola- 
ción,  estaba  tranquilamente  en  un  terra- 
dito  jugando  a  las  damas;  que  en  esto 
pasó  un  lego,  y  les  dijo:  «sí,  sí,  pueden 
»VV.  estarse  aquí  jugando,  y  abajo  se 
»hallan  ya  los  que  quieren  matarnos». 

(i)  líclaciones  del  dicho  senor  Capilàn  en 
Baixelona  a  aS  de  junio  de  it'i'^'o.  y  lO  de  tebrero 
de  1885. 

(2)  Relación  del  fraile  de  esle  convento  F.  Je- 
rónimo  Martell,  de  Olot.  Sarrià  24  de  mayo  de 
1886. 

f  ;1     Me  lo  dijo  en  Olot  a   9  de  agosto  de  1883. 


502 


TEKCH:H0.  —  CAI'I  I  l  1.0     -N'C 


El  Padre  suelta  el  juego,  y  corre  a  las 
persianas  de  la  enfermeria,  que  daban  a 
la  calle  de  Fernando.  Desde  allí  vió  que 
la  turba  derribó  la  verja  que  cerraba  el 
patio  de  aate  el  templo;  que  tras  de  la 
turba  venia  una  partida  de  tropa;  que 
mientras  los  incendiarios  atacaban  la 
verja,  esta  fuerza  hizo  alto  a  espaldas  de 
aquéllos,  y  tranquilamente  presencio  el 
derribo  de  la  verja.  Pasaba  tal  escena  a 
cosa  de  las  ocho  de  la  noche.  El  fraile  se 
tuvo  por  perdido,  y  huyó  a  esconderse  (1). 

Para  opinar  que  la  agresión  contra 
capuchinos  fué  simultànea  con  la  de  los 
Trinitarios  descalzos  y  San  José,  no  solo 
me  fundo  en  los  testigos  aducidos,  sine 
en  el  precioso  siguiente  testimonio: 

«Paseaba  aquella  tarde,  me  dijo  Don 
»Pedro  Subiranas,  por  el  Puerto,  y  me 
»hallaba  en  la  linterna  vieja  cuando 
»sonaron  las  salvas  de  la  puesta  del  sol 
>^{7  y  16  tniítutos).  Entonces  retiré  hàcia 
>;casa,  però  al  llegar  è.  la  Puerta  del  Mar 
»no  la  encontre  abierta,  porque  habiendo 
»pasado  por  ella  el  toro  arrastrado  y  el 
»motín,  la  cerraron.  Esperé  un  ratito,  y 
»como  se  presento  para  entrar  una  pa- 
»trulla,  que  vendria  de  la  plaza  de  toros, 
»la  abrieron,  y  así  entre  con  ella.  Subí 
»por  la  Platería,  y  al  llegar  à  la  Plaza 
»del  Àngel  noté  que  estaba  muy  desierta, 
»pues  solo  habia  un  expendedor  de  bille- 
»tes  y  unos  compradores  de  ellos.  Pasé  la 
«calle  de  la  Libretería,  la  Plaza  de  San 
»Jaime,  y  calle  del  Call,  donde  yo  habita- 
»ba;  però  como  la  hora  todavía  era  tem- 
»prana  para  cenar,  segui  por  la  de  la 
»Boquería,  que  tambien  estaba  desierta, 
»hasta  la  Rambla.  Desde  alli  vi  un  nume- 
»roso  grupo  en  la  misma  Rambla  frente 
»de  la  calle  de  Fernando,  el  cual  presen- 
»ciaba  el  ataque  del  Convento  capuchino. 
»Los  frailes  se  dijo  que  se  defendian 
»rompiendo  la  escalera,  para  impedir  el 
»acceso  de  los  contrarios.  En  esto  subía 
»de  Rambla  abajo  una  patrulla  de  caba- 
»llería,   con  cuya  vista  unos  del  grupo 


(i)     Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  5  de  octubre   de 

1883. 


»huyeron,  otros  la  esperaren  firmes.  En- 
»tonces  quise  ver  lo  que  aconteciera,  y 
»retirando  por  la  misma  calle  de  la  Bo- 
>  quería  salí  à  la  de  Fernando  por  la  de 
«Quintana.  Alli  los  amotinados  voceaban 
»unos  desde  la  calle,  otros  desde  el  patio 
»del  convento,  à  donde  habian  ya  pene- 
»trado.  La  patrulla  de  caballería  habia 
»ya  pasado  de  frente  del  convento  dejan- 
»do  en  paz  à  los  asaltantes,  y  se  hallaba 
»en  la  misma  calle  de  Fernando,  però  ya 
»màs  arriba»  (2). 

Que  el  templo  y  convento  capuchinos 
sin  grave  daflo  escaparen  de  este  ataque 
y  de  otro  que  se  perpetro  màs  tarde,  lo 
sabé  todo  barcelonès  anciano;  y  por  lo 
que  se  refiere  al  templo,  yo  mismo  re- 
cuerdo  que  cuando  muy  nino  entre  en  él, 
a  la  sazón  adaptado  a  la  forma  de  teatro. 
rCómo  salieron  con  bien  de  este  ataque 
de  las  ocho?  Un  respetable  sacerdote, 
entonces  nino,  me  conto  que  allí  vió  que 
la  turba,  compuesta  de  unas  cuantas 
mujeres  y  algun  hombre,  siempre  pocos, 
intentaren  poner  fuego  al  convento  capu- 
chino, y  que  un  oficial  de  un  pelotón  de 
tropa  se  lo  impidió  (3).  Ademàs,  en  el 
parte  que  del  hecho  dió  el  primer  jefe 
militar  de  aquí  al  Capitàn  General  se 
lee:  «Enseguida  pasé  íl  la  Rambla,  donde 
»se  hallaba  el  teniente  de  Rey  y  juntos 
»nos  dirigimos  al  convento  de  Capuchi- 
»nos,  cuyas  puertas  estaban  rompiendo, 
^y  no  sin  gran  trabajo  pudimos  libertar. 
«Mientras  tanto  incendiaron  otros  grupos 
«las  puertas  del  convento  de  S.  José»  (4). 

Mas  el  entonces  lego  de  este  Convento, 
después  sacerdote  de  Sarrià,  y  allí  muy 
popular,  Fr.  Jerónimo  Martell,  me  refirió 
que  la  turba  de  incendiarios  ataco  el 
Convento  por  la  calle  de  Fernando,  que 
intento  prenderle  fuego,  però  que  acudie- 


(2)  Relación  del  Maestro  de  obras  D.  Pedró 
Subiranas.  Barcelona  26  de  enero  de  1885. 

(3)  D.  Jaime  Arbós.  Barcelona  7  de  abril  de 
1880. 

(4)  Archivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
titulado:  Quema  de  los  conventos,  paquete  1.", 
documento  i.' 


LA    REVOI-LXION    EN    LAS    CALLKÍ 


503 


ron  los  vecinos  e  hicieron  ver  a  los  revol- 
tosos que  incendiando  el  cenobio  quema- 
ban  las  casas  e  intereses  de  ellos,  y  que 
así  lograron  aventarlos  de  aquel  sitio. 
Anadióme  el  mismo  Martell  que  la  auto- 
ridad  nada  hizo  para  salvar  el  Conv^ento, 
sinó  que  antes  al  contrario,  él  mismo 
desde  el  escondrijo  donde  sorteó  los  pri- 
meres peligros,  o  sea  desde  un  entresuelo 
vecino  del  cenobio,  vió  la  inacción  de  la 
autoridad,  y  que  la  caballeria  decía  a  los 
revoltosos:  «adelante»  (1). 

-;Cómo  concordar  estos  testimonios? 
Quizà  del  modo  siguiente.  Se  refieren  a 
distintes  ataques.  El  primero,  intentado 
solo  por  unas  mujeres  y  algun  hombre, 
seria  muy  prematuro,  y  poco  empenado; 
y  por  lo  mismo  bastaria  que  al  pasar  un 
oficial  de  buen  corazón,  o  el  jefe  militar 
dicho,  de  propio  impulso,  amenazaran  a 
aquellos  cuatro  perdidos  para  que  estos 
se  retirasen.  Los  demas  ataques  serian 
impedidos  por  los  vecinos,  como  explica 
Martell.  Y  no  podia  dejar  de  suceder  así 
en  estos.  Los  capuchinos,  como  en  su 
lugar  escribí,  habían  en  1823  experimen- 
tado  los  efectos  de  la  revolución.  Su 
casa  fué  igualada  al  suelo  y  sus  habi- 
tantes  perseguides.  Al  reconstruiria  en 
1828  no  olvidaron  los  tiempos  que  co- 
rrían,  y  así  edificàronla  sobre  viviendas 
particulares,  como  larga  y  documental- 
mente  queda  explicado  en  mi  obra  ante- 
rior. La  mitad  inferior  del  edificio  en  la 
cara  de  la  calle  de  Fernando  pertenecía 
a  particulares,  y  la  superior  era  con- 
vento.  Quemar  el  convento  equivalia  a 
incendiar  las  tiendas  y  viviendas  de  los 
que  las  poseian  y  habitaban.  Y  así  solí- 
citos  andarían  estos  en  ahuyentar  a  los 
incendiaries. 

Que  se  realizó  un  a  lo  menes  segundo 
ataque,  me  lo  testifico  el  Padre  Fèlix 
Maria  Perella,  ya  citade,  quien  me  dijo 
que  «despues  A  eso  de  las  diez  de  la 
»noche  volvieron  los  revolucionaries,  y 
»aunque  ne  incendiaren  el  convento,  sin 

(i)  Relación  del  mismo  P.  .Martcil.  Sarrià  19 
de  iulio  de  1880. 


»embargo  penetraren  en  él  de  mode  que 
>4os  religiosos  al  ruido  de  su  entrada,  les 
«arrejaron  desde  arriba  los  desl•iechos 
>:•del  derribo  preventivo  de  la  escalera  y 
»parte  del  piso»  (2). 

Amigo  inseparable  de  la  verdad,  no 
debò  callar  que  un  joven  íntimamente 
relacionado  con  una  família  vecina  del 
convento,  y  que  pasó  la  noche  en  la 
habitación  de  esta  en  la  calle  de  Fernan- 
do, me  dijo  varias  veces  que  fué  la  caba- 
lleria la  que  impidíó  el  incendio  de 
Capuchinos,  y  aún  que  custodio  el  con- 
vento durante  la  noche.  Ne  debò  callar 
tampoco  que  el  corista  de  este  Convento 
Padre  Ramon  de  Valls,  e  sea  Colemines, 
me  anadió  que  «les  revoltosos  vinieron  y 
«pusieron  fuego  quizà  des  e  tres  veces; 
»pero  había  por  allí  un  capitàn  de  caba- 
»llería  muy  bueno,  que  se  confesaba  con 
»el  exprovincial  Padre  Manuel  de  la 
»Nou,  y  éste,  segün  se  conto  despues,  al 
»oir  la  campana  del  convento  demandan- 
»de  auxilio,  acudia  y  ahuyentaba  la  tur- 
»ba;  y  una  vez  esta  fuera,  los  vecinos 
«apagaban  el  fuego».  De  todos  modos 
queda  en  pie  el  enigma,  resultande  sin 
embargo  probade  que  el  convento  esca- 
po al  fuego,  y  que  en  su  defensa  intervi- 
nieron  algun  militar  de  buen  sentido  y 
los  vecinos,  permaneciende  en  contro- 
vèrsia el  papel  o  conducta  observada 
por  las  demàs  fuerzas  militares  que 
pasaren  por  Capuchinos. 

La  misma  contradicción  de  testimonies 
que  en  les  Capuchinos  hallamos  en  les 
Trinitarios  calzados  de  la  pròpia  calle  de 
Fernando;  y  sespecho  que  hasta  los  acte- 
res  de  los  heches  son  también  los  mismos. 
Mi  abuela  y  mi  madre,  sefloras  sesudas  y 
cuerdas  y  exentas  de  intereses  que  las 
llevasen  a  mentir  ni  a  ilusienarse,  mil 
veces  me  contaren  lo  que  ya  referí  en  el 
articulo  1.°  de  este  capitulo,  es  decir,  que 
un  oficial  y  unes  pocos  soldades,  puestas 
ya  las  fajinas,  y  encendidas,  acudieron 
y  las  apagaren.  Que  el  oficial  las  iba  es- 
parciendo  con  la  punta  de  la  espada.  Que, 

(2)     Relación  cilada. 


504 


LIBRO    TERCERO.  — CAPITL'I.O    NOVENO 


entre  tanto,  los  amotinados  que  habían 
puesto  el  fuego  se  situaron  en  la  esquina 
de  uno  de  los  callejones  de  enfrente,  y 
desde  allí  iban  denostando  al  oficial  y  a 
sus  soldades.  Que  éste  en  lugar  de  revòl- 
ver contra  los  insultàntes,  callaba,  e  iba 
aconsejando  a  sus  soldados  que  callasen. 
«Silencio,  silencio»,  decía  à  sus  subordi- 
nades, «dejarles».  Mis  dichas  abuela  y 
madre  vivían  en  el  número  31  actual  de 
la  calle  de  Fernando,  en  el  primer  piso, 
frente  mismo  del  templo  trinitario,  y 
contaron  lo  que  vieron  por  sus  ojos  y 
oyeron  por  sus  oídos. 

El  Padre  José  Güell,  fraile  de  este  con- 
vento,  desde  una  ventana  o  balcón  de  la 
contigua  casa  de  Ortega,  unida  a  la  cara 
occidental  del  templo,  en  la  que  se  refu- 
gio, vió  uno  de  los  ataques,  y  me  escribe: 
«En  casa  Ortega  me  confesé  por  el  peli- 
»gro  de  muerte;  mirando  de  una  ventana 
»vi  los  asesinos  que  aterraban  la  puerta 
»de  Capuchinos  con  un  ruido  espantoso. 
»Vino  luego  la  turba  feroz  à  nuestro  con- 
»vento.  Con  agua  arraz  rociaron  la  puer- 
»ta  del  Remedio;  prendió  la  llama  al 
»momento;  però  acudieron  luego  los  sol- 
»dados  de  un  piquete  de  tropa,  especial- 
»mente  el  oficial  y  el  tambor,  solo  vi  estos 
»dos  que  acudieron  à  apagarlo.  El  here- 
»dero  de  casa  Ortega  gritaba:  apagar  el 
•>'>fuego,  mientras  otras  voces  de  la  parte 
«opuesta  de  la  calle  clamaban:  que  que- 
me»  (1). 

Las  criadas  de  casa  Ortega  contaron  a 
un  amigo  mio  que,  viendo  ellas  que  los 
amotinados  iban  a  poner  los  haces  y  el 
fuego,  llamaron  a  un  jefe  militar  que 
acertaba  a  pasar,  y  le  pidieron  auxilio;  y 
que  éste  desbarato  el  fuego  }'  lo  impi- 
dió  (2). 

Por  opuesta  parte  el  sefior  Don  Pedró 
Subiranas,  que  nos  habló  en  Capuchinos, 
decíame  que  después  de  haber  presencia- 


(i)  Carta  que  desde  Roma  me  escribió  el 
P.  José  Güell  en  i8  de  enero  de  i8Si. 

(2)  El  amigo  fué  D.  Ramon  Reixach.  Barce- 
lona II  de  diciembre  de  1891. 


do  lo  arriba  escrito  respecto  del  ultimo 
convento,  subió  por  la  calle  de  Fernando 
arriba  y  vió  que  los  revoltosos  por  dos 
distintas  veces  pusieron  fuego  en  la  puer- 
ta de  la  Trinidad,  es  decir,  cuando  él 
llego  ya  lo  habían  puesto,  y  vió  que  las 
dos  los  vecinos  lo  apagaron,  asegurando 
que  entonces  allí  no  había  tropa. 

El  zapatero  que  por  muchos  aiïos  me 
calzó,  que  vivia  en  la  misma  calle  de 
Fernando,  número  33  actual,  de  nombre 
Don  Antonio  Calsina,  hombre  muy  for- 
mal y  grave,  decíame:  «A  las  diez  ó  diez 
»y  media  vinieron  las  türbas  íl  la  Trini- 
»dad,  y  pusieron  fuego  à  la  puerta  del 
»Remedio,  la  que  sin  embargo  solo  se 
»chamuscó.  Venían  en  numerosa  turba. 
«Acudieron  entonces  los  vecinos  entre 
»ellos  yo,  y  entremetiéndonos  en  aquel 
»populacho  les  dijimos:  '•'tQué  feu?  (Qué 
»dinioin  feu?  cQué  uo  veyeu  que  hi  ha 
»los  vehins  de  las  bot  i  gas?  cQuc  os  peu- 
»seu  que  tots  son  frares?  Y  como  en  la 
»turba  todo  el  mundo  manda,  se  fueron 
»apartando  los  que  la  componían,  y  el 
»convento  quedo  libre»  (3). 

En  esta  aparente  contradicción  se  pre- 
senta muy  obvio  el  desenlace  con  distin- 
guir  los  tiempos  y  las  horas  de  los  varios 
ataques,  diciendo  que  unos  testigos  se 
refieren  a  uno  y  los  otros  a  otros. 

A  los  tardios  o  postreros  ataques  de  la 
Trinidad  se  refieren  sin  duda  las  siguien- 
tes  palabras  que  me  dijo  después  un  libe- 
ral, entonces  dependiente  de  un  comercio 
mu\'  conocido:  «A  eso  de  las  once  de  la 
»noche  pasé  por  la  calle  de  Fernando,  y 
»en  la  Trinidad  las  mujeres  malas  echa- 
»ban  el  liquido  inflamable;  los  hombres  le 
»ponían  el  fuego;  però  los  vecinos  lo 
xapagaban.  En  esto  subía  de  la  Rambla 
»una  partida  de  caballería  al  paso.  El  gefe 
»de  su  frente  fumaba  tranquilamente,  y 
»3'o  oi  que  el  jefe  decía  à  los  incendiarios: 
«Ahora  va  bien.»  Pasó  con  paz  la  partida 
»de  caballos;  y  como  entonces  la  calle  de 
»Fernando  no  llegaba  mas  que  basta  el 


( í)     Barcelona  21  de  iunio  de  18B1. 


LA    HEVOLLCION    EN'    LAS    CALLES 


505 


»cruce  de  la  de  Avinó,  la  partida  subió 
»por  el  Call»  (1). 

He  aquí  una  viva  pincelada  de  mano 
del  Padre  José  Güell,  que,  como  dije, 
miraba  la  revolución  desde  casa  Ortega, 
quien  me  escribió:  «Las  turbas  de  los 
»asesinos  é  incendiarios  iban  y  venían: 
»la  tropa  pasaba  de  cuando  en  cuando, 
»sable  en  mano  la  caballería,  però  sin 
»sablear  a  nadie,  diciendo  retirarse,  però 
»se  retiraban  para  volver  apenas  había 
»pasado  la  tropa.  Oíamos  campanas  y  un 
»gran  ruido  confuso,  las  campanas  nues- 
»tras  no  se  tocaron...,  correrías  de  asesi- 
>inos,  ds  tropa,  gritos,  campanas  hasta 
»muy  tarde.  Despues  de  media  noche  se 
»apaciguó...»  (2). 

Los  Trinitarios  habian  tenido  la  misma 
precaución  de  los  Capuchinos,  pues  en  los 
bajos  del  convento  existían  tiendas  alqui- 
ladas  a  particulares,  con  la  sola  diferen- 
cia, sin  importància  para  el  caso,  que  en 
los  Capuchinos  las  tiendas  eran  de  pro- 
piedad  particular,  3-  en  los  Trinitarios,  si 
bien  que  habitadas  por  seculares,  perte- 
necían  al  convento.  En  la  de  la  esquina 
de  la  cuUe  de  Fernando  con  la  de  Avinó 
habitaba  en  1835,  y  habito  mucho  tiempo 
después,  el  droguero  Don  Bartolomé 
Parera,  al  cual  conocí  mucho,  y  me  dió 
datos  sobre  estos  sucesos.  En  otra  debajo 
el  convento,  en  la  calle  de  Fernando  un 
fabricante  de  sillas,  y  en  otra  el  zapatero 
Don  Francisco  Costa.  Frente  del  con- 
vento, en  la  tienda  del  número  31  actual, 
esquina  a  la  calle  del  Remedio,  vivia  el 
alcalde  del  barrio,  seflor  Campmanj',  cho- 
colatero,  al  cual  también  yo  alcancé  y 
traté. 

Però  no  solo  las  puertas  o  puerta  que 
el  edificio  abría  en  la  calle  de  Fernando 
sufrió  el  ataque  de  los  amotinados,  sinó 
que  también,  y  supongo  que  en  los  prin- 
cipies, la  entrada  por  el  callejón  del 
Nazareno.  Este  estaba  cerrado  todo  cl,  y 
en  su  boca  de  la  calle  de  Avinó  defendía 

(1)  Mo  In  dlií)  en  Barcelona  a  7  de  iuliodc 
1ÍS81. 

(2)  Citada  caria  escrita  desde  Roma. 


la  entrada  una  reja  de  madera.  Quisieron 
incendiaria,  y  para  ello  acudieron  al  men- 
tado  droguero  de  la  esquina  seflor  Parera 
en  demanda  de  aguarràs.  A  los  golpes 
dados  a  su  puerta  éste  callaba  haciéndose 
el  dormido,  mas  como  le  amenazaron 
con  incendiarle  la  puerta  si  no  respondía, 
abrió.  «Danos  aguarràs»,  clamaban  ellos; 
però  Parera,  a  pesar  de  tener  de  él  buen 
repuesto,  les  contesto  que  no  lo  tenia. 
Insistieron  y  porfiaron  uno  y  otro,  hasta 
que  al  fin  el  droguero  les  dijo  que,  si  duda- 
ban,  que  uno  de  ellos  entrarà  y  lo  viera. 
Con  esto  desistieron  diciendo:  «nada, 
»nada,  con  las  fajinas  tendremos  bastan- 
»te».  Fueron  por  ellas,  las  aplicaron  a  la 
reja,  y  les  pusieron  fuego.  Mas  corrió  el 
mismo  Parera  y  un  fabricante  de  cajas  de 
cartón,  llamado  Don  José  Ribatallada, 
que  vivia  en  la  tienda  de  la  casa  niimero 
27  de  la  calle  de  Avinó,  pròpia  del  con- 
vento, y  vecina  a  la  tienda  de  Parera,  al 
cual  Ribatallada  yo  muy  bien  recuerdo, 
y  al  cual  habia  mucíias  veces  oido  cantar 
en  el  teatro  Principal,  del  que  era  corista 
bajo;  acudieron,  digo,  los  dos,  y  haciéndo- 
les  ver  a  los  amotinados  que  no  solo  que- 
maban  el  convento,  sinó  sus  tiendas  de 
ellos  3'  viviendas,  les  amansaren  mientras 
ellos  mismos  apartaban  los  haces  y  apa- 
gaban  el  fuego  (3). 

Así  de  todas  las  embestidas  escapo  ileso 
el  ediíicio  de  la  Trinidad. 

También  sufrieron  varios  ataques  el 
grande  y  hermosísimo  templo  y  el  con- 
vento dominicos,  o  de  Santa  Catalina,  y 
por  la  vaguedad  de  las  declaraciones  de 
los  testigos  y  contradicciones  no  se  puede 
fijar  exactamente  ni  el  niimero  ni  la  hora 
de  los  ataques.  Anochecido  ya,  se  trató  de 
poner  fuego  al  edificio  por  la  puerta  prin- 
cipal. Aniecedía  al  templo  un  patio  cir- 
cuido  de  cerca   con  puerta.  Para   abrir 


(•;)  Relación  del  mismo  Don  Bartolumé  Parera 
en  Barcelona  a  28  de  junio  de  1880.  —  El  nombre 
de  pila  de  líibatallada  y  el  número  de  su  tienda 
me  consta  por  las  cuenlas  que  la  .Xmortizaciòn 
Uevaha  de  las  propiedades  del  convento  después 
del  incendio. 


506 


LiLRO     TKRCERO. CAPITLLU     .NOVKNL 


esta  puerta  los  incendiaries  le  pegaron 
un  tiro  sin  duda  en  la  cerraja(l),  massea 
que  por  este  medio  la  abrieran,  sea  que, 
según  dicen  otros,  empleasen  hachas,  o 
que  la  quemasen,  es  lo  cierto  que  entra- 
ren en  el  patio,  y  que  trataron  desde  allí 
de  incendiar  la  verdadera  puerta  mayor 
del  templo,  y  que  no  ardió  porque  los 
vecinos  acudieron  y  ahuyentaron  a  los 
agresores  (2).  Un  sefior,  como  dije  arriba, 
que  en  aquel  acto  pasó  por  allà  me  ana- 
dió  que  le  parecía  mucho  recordar  que 
quien  ponia  el  fuego  era  una  mujer,  y 
que  él  mismo  lo  vió  (3). 

Respecto  a  la  hora  del  ataque  decisivo 
unos  testigos  lo  ponen  en  las  once,  otros 
en  las  once  y  pico,  y  otros  en  las  doce,  lo 
que  indica  que  se  realizó  en  aquellas 
altas  horas  de  once  a  doce  de  la  noche. 

Ya  arriba  nos  pinto  el  Padre  Romualdo 
Espinàs,  joven  fraile  de  esta  casa,  el  gru- 
po  de  incendiaries  que  la  ataco,  pues  él, 
a  la  noticia  del  peligro  habiendo  huido 
del  cenobio,  y  habiéndose  refugiado  en 
un  panadero  de  la  plaza  de  Marcús,  pri- 
mera casa  de  la  calle  de  Moncada  frente 
la  calle  de  Bequer,  desdeunbalconcito  de 
su  escendrijo  la  vió  pasar.  La  turba 
venia  del  lado  del  Borne  per  la  calle  de 
Moncada,  y  se  dirigia  a  Santa  Catalina. 
Unos  de  los  incendiaries  iban  en  mangas 
de  camisa,  otros  con  levitas  blancas,  y 
cubrían  su  cabeza  con  panuelos  blancos, 
y  empunaban  armas  de  diferentes  clases. 
Tras  de  los  hombres  seguían  una  turba 
de  chiquillosy  curiosos  alberotadores(4). 
Dirigiérense  a  la  puerta  de  San  Jacinto. 
«Y  tan  pronto  cemo  llegué,  escribe  un 
»testige  presencial,  prendieren  fuego,  a 
»las  11  de  la  noche;  y  si  lo  hicieron  fué 
»que  se  presentaren  una  porción  de  hom- 
»bres,  y  dijeron:  «ne  es  vergüenza  que 


(í)     Relación   del   P.    .Miguel    Calvila.    de  este 
convento.  Olot,  23  de  agosto  de  1883. 

(j)     Relación  del  mismo  P.  Calvila   y  de  otros. 

(3)  D.  .Manuel  Oller.  Barcelona   27   de  febrero 
de  1884. 

(4)  Relación  de  dicho  Padre.  Barcelona   Ji    de 
diciembre  de  1S80. 


»todos  los  cenventes  arden,  y  este  no.  A 
»buscar  aguarràs  y  fajinas,  y  que  queme 
»como  les  demàs»,  y  en  seguida  prendie- 
»ron  fuego,  y  ye  me  retiré  a  mi  casav  (5). 
Y  sigue  el  Padre  Romualdo  Espinàs,  de 
arriba,  y  dice  que  les  revoltosos  arrima- 
ren haces  de  lefia  a  dicha  puerta  de  San 
Jacinto,  y  les  pegaron  fuego;  però  que 
les  vecinos  por  des  veces  los  arrojaron 
de  allí,  y  con  agua  apagaren  el  fuego  (6). 
Mas  velvieren  aquelles,  y  velvieron  re- 
forzades  con  mas  turba  y  amenazaron  a 
los  vecinos  con  echarles  a  las  llamas.  De 
donde  resulta  que,  cemo  me  dijo  un  me- 
nacille  y  vecino  de  este  convento,  las 
arremetidas  contra  la  puerta  de  San 
Jacinto  fueron  a  lo  menes  tres. 

En  una  de  estàs  arremetidas  de  los 
incendiaries,  opino  que  en  la  postrera  y 
decisiva,  el  concejal  Don  Tomàs  Illa  y 
Balaguer,  al  cual  encontramos  en  San 
Francisce  de  Asís  apagande  el  incendio; 
y  recabando  del  Brigadier  Ayerve  facul- 
tad  para  llamar  en  su  auxilio  a  las  fuer- 
zas  militares;  el  concejal,  digo.  Illa,  que 
tenia  un  hermano  fraile,  corrió  en  busca 
de  trepa  que  impidiese  el  atentade  contra 
Santa  Catalina.  Efectivamente,  en  la  pla- 
za del  Àngel  topo  con  un  peletón  de 
caballería.  «Sey  regidor  de  Barcelona, 
»dijo  al  jefe  de  él,  y  traigo  erden  del  Bri- 
/>gadier  Ayerve  para  utilizar  la  fuerza 
»pública.  Si  me  cree  V.  sírvase  seguir- 
»me».  Creyóle  y  siguióle  el  militar.  Al 
llegar  al  incendio  limitóse  éste  a  reco- 
mendar  «erden,  erden».  Illa,  indignado, 
le  apostrofa  diciéndole:  «rQué  orden,ni 
qué  orden  es  este?  Este  es  un  desorden». 
El  jefe  no  le  hize  caso,  y  la  turba  enva- 
lentonada  clamo  contra  Illa  apeUidàndole 
«carlista,  paparra,  etc.»  y  pidiendo  que 
se  le  arrojase  a  las  llamas;  en  vista 
de  lo  que  el  sefior  Illa  se  retiro.  Así  me  lo 
explico  el  nombrado  Padre  Espinàs,  que, 

(5)  Quien  lo  dijo  oculto  su  nombre,  temo  que 
por  ser  uno  de  los  incendiarios. 

(6)  Varios  testigos  me  lo  dijeron.  entre  ellos  el 
fraile  de  esta  D.  José  Cid,  pues  los  frailes  lo  vie- 
ron  desde  el  campanario. 


LA     REVOLUCION     EX     T-AS     CALLES 


507 


amigo  del  senor  Illa,  lo  habría  oido  de  su 
boca. 

Otro  amigo  del  concejal,  Don  Jacinto 
Burdoy,  me  relato  3-  confirmo  este  hecho 
de  Illa,  anadiendo  algun  perfil  y  discre- 
pando  en  algun  otro.  Me  dijo  que  Don 
Tomàs  salía  de  la  casa  comunal;  que  al 
pasar  por  la  calle  de  Libretería  o  Bajada 
de  la  Càrcel,  oyó  el  triste  tanido  de  la 
campana  de  su  querido  convento  de  San- 
ta Catalina,  y  en  la  plaza  del  Àngel  halló 
el  grupo  de  caballeria  dicho;  que  efecti 
vamente,  pedido  el  auxilio  al  jefe  de  él, 
éste  obedeció,  però  que  ya  en  el  camino 
disgusto  a  Illa  la  lentitud  del  paso  con 
que  seguia  la  fuerza  militar.  QueUegados 
a  Santa  Catalina,  la  tropa  formó  en  la 
calle  de  San  Jacinto.  Que  viendo  que  los 
agresores  eran  unos  cuantos  chiquillos,  el 
mismo  Illa  los  disperso  y  ahuyentó,  mas 
que  al  cabo  de  un  rato  se  presento  una 
turba  de  hombres  llevando  una  viga  para 
con  ella  forzar  la  puerta  de  San  Jacinto. 
Que  entonces  Illa  manda  al  jefe  militar 
que  separe  la  turba,  però  que  éste  le  con- 
testo: «nunca  haré  armas  contra  el  pue- 
blo».  Indignado  Don  Tomàs,  le  replica: 
«cA  esto  llama  V.  pueblo?»,  y  encaràn- 
dose  con  la  turba,  la  apostrofa  enérgica- 
mente  para  que  retroceda:  però  que  en 
aquel  momento  cae  Illa  presó  de  un  des- 
maj'O.  Se  dijo  que  en  el  mismo  acto  uno 
de  los  incendiarios  iba  a  darle  una  puna- 
lada,  mas  que  se  detuvo  al  verle  caidosin 
sentido.  Un  alguacil  fiel,  que  a  Don 
Tomàs  debía  su  credencial,  le  había  se- 
guido  desde  la  casa  de  la  ciudad,  y  al 
verle  caer  corrió,  y  levantàndolo,  lo  llevo 
a  su  casa  del  desmayado  (1).  Concuerda, 
pues,  el  relato  de  Burdoy  con  el  de  Espi- 
nàs,  discrepando  solo  en  el  acto  final. 

Un  tercer  testigo,  hermano  de  otro 
fraile  de  este  convento,  Don  Felipe  Ca- 
rrancà,  me  dijo  que  en  una  reunión  de 
varias  personas  él  mismo  oyó  de  boca  de 
Don  Tomàs  Illa  dicho  relato.  Que  Illa,  al 
salir  de  la  casa  Municipal,  se  puso  la 
banda  de  regidor,  que  pidió  luego  el  auxi- 

(i)     Barcelona  i.    de  diciembre  de  i88i. 


lio  a  la  caballeria,  que  esta  le  siguió, 
però  que  al  ver  Don  Tomàs  que  la  dicha 
fuerza  de  ejército,  en  lugar  de  aventar  a 
los  incendiarios,  les  decía:  «por  la  otra 
»puerta,  sin  comprometernos,»  y  que  al 
saber  que  por  la  espalda  se  le  amenazaba 
con  un  pufial,  que  se  retiro  (2). 

El  monacillo  de  este  templo,  Don  Jaime 
Torallas,  muy  enterado  de  aquel  vecin- 
dario,  ratificóme  el  dicho  de  los  militares 
de  allí,  de  '<por  la  otra  puerta»  (3). 

Quizà  algun  honrado  lector,  movido  de 
su  pròpia  buena  fe,  se  resista  a  creer  en 
tal  hecho  de  los  encargados  de  velar  por 
la  paz;  però  los  testigos  abundan  tanto 
que  excluyen  toda  duda:  por  esto  le  mo- 
lesto insertando  sus  numerosos  testimo- 
nios.  Don  Pablo  Mota,  tejedor,  que  vivia 
en  la  contigua  calle  de  Tragí,  al  alboroto 
quedóse  por  lemor  encerrado  en  su  tien- 
da,  mas  desde  allí  oyó  perfectamente  lo 
acaecido  fuera.  A  eso  de  las  once  y  cuar- 
to  pasó  por  dicha  calle  una  turba  con 
gritería  }■  ruido  infernal,  dirigiéndose 
a  Santa  Catalina.  Al  cabo  de  un  rato 
compareció  una  patrulla  de  caballeria  en 
la  misma  dirección.  A  su  vista  la  turba, 
compuesta  de  hombres  y  mujeres,  huye, 
mas  el  jefe  de  la  fuerza  militar  les  dice: 
«no  se  vayan,  no  huyan,  que  venimos 
»para  apaciguar,  y  no  para  alborotar». 
La  turba  cesó  en  su  fuga,  3-  dando  gritos 
de  «fuego> ,  continuo  su  tarea.  El  senor 
Mota  desde  su  tienda  03•ó  las  transcritas 
palabras  del  jefe  militar  3-  los  hechos  de 
los  amotinados,  3'  su  relato  lo  tengo  de 
sus  labios  (4). 

Don  Francisco  Canyellas  a  la  sazón 
vivia  en  la  calle  de  Tarrós,  esquina  a  la 
sin  salida  del  Forn  de  la  Fonda,  y  me 
conto  que  en  aquella  noche  pasaban  por 
aquellas  callejuelas  del  contorno  de  Santa 
Catalina  las  turbas,  invadiéndolas  y  cau- 
sando  no  corto  sobresalto  a  las  personas 
honradas.  Hallàbase  este  senor  en  su  bal- 


(j)     .Me  lo  diio  en  Barcelona  a    15   de  enero  de 

(5)     Barcelona  30  de  diciembre  de  i!^88. 
(4)     Barcelona  s  de  mayo  de  i88j. 


508 


■CAl•'IIL'i.O     NOVL•NO 


cón  cerca  de  las  once,  cuando  abrió  su 
corazón  a  la  esperanza  al  ver  llegar  una 
patrulla  de  caballería  a  su  pròpia  calle. 
El  jefe  intimo  a  la  turba  que  se  retirase, 
màs  esta,  con  términos  que  la  pluma 
honrada  no  copia,  contesto  que  no  se  que- 
da retirar  y  profirió  gritos  hostiles  a  los 
frailes.  Entonces  el  jefe,  en  lugar  de  eno- 
jarse,  replico:  «Adelante,  muchachos,  que 
»todos  somos  unos».  Lasbuenas  personas 
perdieron  toda  esperanza  y  quedaron 
como  muertas.  A  poco  ardió  la  puerta  de 
San  Jacinto,  y  al  cabo  de  un  rato  oyó 
este  senor  el  ruido  de  revolvimiento  de 
maderas  dentro  del  templo,  revolvimien- 
to que  sin  duda  se  efectuo  para  amonto- 
narlas  y  pegaries  fuego.  Luego  ardió  el 
retablo  mayor,  el  órgano  y  dos  o  tres  re- 
tablitos  mas  (1).  El  mismo  senor  Canye- 
llas  me  conto  estàs  tristes  escenas. 

En  la  calle  Baja  de  San  Pedró,  dando  la 
cara  trasera  de  la  casa  al  huerto  del 
convento,  vivia  el  comisario  de  Policia 
Don  F'rancisco  de  Llosellas.  Después  de 
anochecido,  este  senor  Comisario  acudió 
al  General  Saquetti  pidiéndole  fuerza 
para  custodiar  el  convento  de  Santa 
Catalina.  El  General  le  dió  alguna  de  tro- 
pa. El  Comisario  la  condujo  al  convento 
y  la  distribuyó  en  centinelas  alrededor 
del  edificio  para  asi  tanto  impedir  el  in- 
cendio, cuanto  proteger  a  los  frailes  fugi 
tivos.  Dió  orden  a  los  centinelas  que 
detuvieran  a  cuantos  saliesen  del  con- 
vento, pues  quería  salvaries  llevàndolos 
al  punto  destinado  por  la  autoridad.  Mas 
noto  el  senor  Llosellas  que  los  soldados, 
mientras  en  alta  voz  recomendaban  a  las 
turbas  la  paz,  por  lo  bajo  las  incitaban  al 
crimen,  por  cuya  razón  se  retiro.  Y  esta 
tan  elocuente  prueba  la  tengo  de  boca  del 
hijo  del  Comisario,  el  muy  honrado  no- 
tario  Don  Melitón  de  Llosellas  (2). 

Después  de  tantos  y  tan  califïcadostes- 
tigos  holgarà  toda  duda  y  comentario. 

La  efervescència  no  llego  a  San  Pablo 
del  Campo,  monasterio  y  colegio  de  la 


(i)     Barcelona  i.    de  diciembre  de  1882. 
(2)     Barcelona  a  ó  de  diciembre  de  1880. 


orden  benedictina  claustral  tarraconense 
y  cesaraugustana,  hasta  cerca  de  las  diez 
de  aquella  nefasta  noche.  La  turba  que  se 
presento  se  componia  de  hombres,  ninos 
y  mujeres  mal  vestidas,  de  horrendo  as- 
pecte. Es  de  advertir  que  entonces  aquel 
barrio  solo  estaba  habitado  por  gitanos 
y    el    verdugo ,    però    aquellos    gitanos 
3'   gitanas  reverenciaban  y   amaban   al 
renombrado   profesor  del  aquel  colegio 
Don  Juan  de  Zafont,  con  el  cual  se  con- 
fesaban;  y  por  lo  mismo  estimaban  su 
iglesia  de  San  Pablo.   Al  ver  el  peligro 
que  con  la  llegada  de  la  turba  corria  esta, 
acudieron  los  dichos  gitanos  y  con  el  hijo 
del  hortelano  Don  Jacinto  Llansana,  de 
cuyos  labios  lo  tengo,  trataron  de  evitar 
el  ataque.  A  este  fin  colocaronse  arrima- 
des a  la  reja  de  la  cerca  exterior,  y  pacífi- 
camente  iban  disuadiendo  y  apartando  a 
los  revoltosos  que  se  aproximaban.  Uno 
de  los  gitanos  puso  junto  a  dicha  reja  un 
par  de  borricos,  y  con  pretexto  de  que  no 
le  tocaran  las  bestias  separaba  a  cuantos 
se  acercaban.  Por  otra  parte,  la  mentada 
cerca    exterior    y  sus   rejas,   separadas 
como  se  hallan  y  hallaban  de  los  edificios, 
dificultaban  obrar  de  pronto  contra  de 
ellos  y  atacarlos.  Però,  sobre  todo,  lo  que 
muy  luego  en  aquella  triste  noche  arran- 
caba  de  San  Pablo  y  sus  contornes  a  los 
mal  intencionades  era  el  campaneo,  lucha 
y  dispares  de  la  pròxima  casa  Seminario 
de  Padres  Paúles.  La  dicha  campana  no 
paraba  un  momento,  y  los  tires  exaltaban 
en  mode  extraordinarie  a  les  revoltosos, 
quienes,  aloirlos,  corriandejando  olvida- 
do  a  San  Pablo. 

A  los  gitanes  se  unieron  también  en  la 
buena  obra  etres  vecinos,  bien  que  a  la 
verdad  por  frente  de  San  Pablo  ne  pasa- 
ron  grandes  turbas,  pues  las  mas  nume- 
rosas  que  acudieron  al  Seminario  proce- 
dieron  del  lado  del  Padró.  «Si  los  incen- 
»diaries,  anadióme  Llansana,  se  presentan 
«frente  de  San  Pablo  en  grandes  turbas, 
»no  creo  que  ni  yo,  ni  los  gitanos,  ni  los 
»vecines,  ni  las  rejas,  ni  nadie  las  detiene 
»y  salva  la  casa;»  y  repite  «que  las  muje- 
»res  eran  como  leones. « 


I.A  REVOl-UClON  EN  LAS  CALLES 


5C9 


El  sacristàn  seglar  de  San  Pablo  duran- 
te  la  noche  cometió  la  imprudència  de 
atravesar  el  patio  j-éndose  al  edificio  hoy 
casa  rectoral;  }'  como  vestia  de  negro  y 
fué  visto  de  la  calle,  la  turba  se  exalto 
bastante;  mas  pronto  la  campana  del 
Seminario  la  divirtió  a  otra  parte  (1).  Asi 
se  salv^ó  San  Pablo,  ho}-  (1912)  parròquia 
y  joya  preciosa  del  arte  romànico. 

Un  rumor  muy  extendido,  y  creido,  he 
oido  referir  por  varios  en  esta  ciudad 
sobre  la  salvación  de  San  Pablo.  Se  dice 
que  al  acudir  la  turba  allà,  uno  de  los 
mismos  que  la  capitaneaba  le  hizo  rostre 
y  la  detuvo,  gritando:  «no,  no,  aquí  no  se 
»pone  fuego,  que  hay  una  màquina  que 
»vale  màs  que  Dios,"  refiriéndose  al  ins- 
trumento ideado  por  Don  Juan  Zafont 
que  representaba  el  sistema  planetario. 
Quien  no  sea  de  esta  tierra  extranarà  en 
el  dicho  la  exageración  }•  la  blasfèmia. 
Nosotros  aunque  por  un  lado  profunda- 
mente  deploramos  este  horrendo  vicio  de 
blasfemar  de  algunos  catalanes,  confesa- 
mos  que  en  aquella  època  de  ignorància  se 
dió  a  la  màquina  de  Zafont  una  exagera- 
da importància  de  que  realmente  carecía. 

Este  rumor  viene  confirmado  por  las 
respetables  lineas  siguientes  referentes 
al  hecho:  «Llego  la  turba  delante  de  la 
»verja  de  dicha  iglesia  [de  San  Pablo),  y 
»mientras  se  disponía  À  derribarla  para 
»llegar  à  la  puerta  del  templo,  apareció 
»un  hombre  en  mangas  de  camisa,  que 
»abriéndose  paso  à  empujones  por  entre 
»aquellos  energúmenos,  púsose  delante 
ide  la  puerta,  y  con  voz  estentórea  y 
»empleando  los  vocablos  màs  enérgicos 
»y  convincentes  que  el  caso  requeria, 
»díjoles  poco  màs  ó  menos  estàs  pala- 
»bras:  «.NIuchachos,  no  incendiar  esta 
»casa,  porque  encierra  un  tesoro  de  sabi- 
x.duría  y  un  trabajo  primoroso,  fruto  de 
»muchos  afíos  y  de  mucho  estudio.» 
»Segun  contaba  el  mismo  venerable  Abad 
»à  mis  padres,  à  cuya  casa  venia  à  menu- 


(I)  Kclación  dol  indicació  hijo  del  liortelano 
L>.  Jacinto  Llaníana.  Barcelona  o  de  junio  de 
iSSo. 


í-do  à  pasar  la  tarde,  y  donde  se  le  obse- 
»quiaba  con  chocolate...,  estàs  palabras 
»bastaron  para  que  aquella  turba,  no  muy 
»numerosa,  se  desbandara;  salvàndose  de 
»la  ruina  la  iglesia  y  claustros»  (2). 

Efectivamente  Zafont  mismo  conto  el 
caso  al  Excmo.  Sefior  Don  Manuel  Duran 
y  Bas,  de  cuya  boca  lo  tengo  (3). 

A  la  casa  de  la  Misión  de  Padres  de 
San  Vicente  de  Paúl,  hoy  càrcel  de  mu- 
jeres,  sita  en  la  calle  de  Amàlia,  le  toco 
tarde  el  luctuoso  turno  del  ataque,  pues 
las  turbas  no  llegaron  allà  hasta  cosa 
de  las  diez.  Venían,  según  arriba  nos 
dijo  el  hijo  del  hortelano  del  vecino  ce- 
nobio  de  San  Pablo,  del  lado  del  Padró; 
y  por  lo  mismo  procederian  del  núcleo 
de  incendiaries  de  los  dos  conventos  de 
Carmelitas.  Llegaron  al  Seminario  dan- 
do  vivas  a  la  libertad,  e  inmediatamen- 
te  pusieron  fuego  a  la  puerta  princi- 
pal, o  sea  la  actual  de  la  càrcel  en  la 
calle  de  Amàlia.  El  Padre  Don  Juan 
Figuerola  había  militado  durante  la  gue- 
rra de  la  Independència,  y  así,  acostum- 
brado  a  las  armas  y  a  sus  peligros,  juzgó 
no  ser  del  caso  dejarse  asesinar  sin  de- 
fensa. Tomo  la  dirección  de  ella.  En  los 
pisos  distribuyó  los  defensores;  en  el 
bajo  no  faltaba  acopio  de  ladrillos  para 
las  obras  de  la  casa  entonces  en  construc- 
ción,  y  en  los  altos  con  palos  o  mangos 
de  escoba  eran  prontamente  arrancades 
los  de  los  suelos.  Así  al  fuego  de  la  puerta 
los  religiosos  contestaren  con  reciadas 
de  ladrillos,  rociadas  que  aquelles  ahorra- 
ban,  però  que  repetían  cada  vez  que  los 
incendiaries  se  apreximaban  para  su 
intento.  Defendíanse  también  a  tiros  les 
religiosos  mediante  des  e  tres  armas 
largas,  fusiles  e  escepetas,  de  cuya  pro- 
cedència hablaré  en  su  caso.  Al  principio 
tiraren  sin  bala;  mas  luege,  como  los 
incendiaries,  viéndese  imposibilitados  del 
incendio,  intentasen  escalar  la  casa, los 


(2)  Sr.  iM.  en  el  Diurio  .ic  liaiccloiia  del  9  de 
febrero  de  lOcS,  pdg.  1730. 

(3)  .^\e  lo  dijo  en  Barcelona  a  j;  de  febrero  de 


510 


KIBRO    ÏEIíCERO. — CAPITULO    NOVE.N'O 


i-eligiosos  tiraron  con  bala.  Los  atresores 
al  religioso  joven  Don  Fernando  Parta- 
gas,  muy  mi  amigo,  de  cu3•a  boca  lo  oi,  le 
asestaron  hasta  diez  f usilazos,  sin  acertar- 
le.  El,  a  pesar  del  peligro  asomóse  algu- 
nas  veces  a  las  ventanas,  3'  desde  allí,  al 
resplandor  de  la  siniestra  luz  de  la  hogue- 
ra,  vió  a  los  incendiarios.  En  mangas  de 
camisa,  arremangados  los  brazos  y  con 
grandes  punales  y  navajas  en  las  manos, 
furiosos  por  la  defensa  de  los  religiosos, 
les  amenazaban  con  dejar  sus  cuerpos  de 
tal  modo  que  el  mayor  pedazo  fuese  la 
oreja.  Tales  amenazas  encerraban  a  los 
frailes  en  la  màs  forzada  piecisión  de 
defenderse  hasta  la  última  trinchera. 

Cuando  los  asesinos  comprendieron 
que  el  ataque  era  imposible  desde  la 
calle,  y  alguno  de  ellos  caía  herido,  su- 
bieron  a  la  casa  de  enfrente  del  Semina- 
río,  y  desde  las  ventanas  de  ella  hostiga- 
ban  a  tiros  a  los  seminaristas,  los  cuales, 
ocultos  tras  de  los  antepechos  de  las 
suyas,  no  cesaron  de  echar  ladrillos  y  de 
hacer  disparos.  El  seminarista  senor  Don 
José  Perramón  y  Cantareu,  también  muy 
amigo  mio,  tiro  a  uno  de  los  agresores  de 
enfrente,  de  oficio  cerrajero,  un  ladrillo 
con  tanto  acierto,  que  le  dió  en  el  rostro. 
En  cambio  una  bala  de  los  incendiarios 
hirió  mortalmente  al  lego  Hermano 
Campmol. 

Los  incendiarios  no  solo  usaron  del 
fuego,  las  armas  y  la  fuerza,  sinó  tam- 
bién de  la  astúcia  y  el  engano.  En  lo 
mejor  de  la  refriega  se  presento  en  mitad 
de  la  calle  un  liombre,  gritando  a  los 
i^eligiosos:  «alto,  senores,  vengo  a  poner 
»orden.»  El  director  de  la  defensa  con- 
testo a  esta  invitación  ordenando  que  al 
tal  pacificador  se  dirigiesen  los  proyecti- 
les;  de  los  cuales  le  alcanzó  un  ladrillo 
que  le  hirió.  Y  cuando  empezó  a  alborear 
aparecieron  también  unos  centinelas  al 
rededor  del  edificio,  quienes  invitaban  a 
los  seminaristas  a  que  bajasen,  que  ellos 
les  protegerían;  mas  los  directores  de  la 
defensa  contestaron  que  hasta  ver  tropa 
no  bajarían. 

Entre  los  agresores  figuraban  los  pobres 


a  los  cuales  el  Seminario  daba  la  diària 
sopa,  y  entre  los  directores  del  ataque 
albaniles  de  las  mismas  obras  del  edificio, 
a  la  sazón  incompleto.  De  la  turba  fué 
herido  en  un  pie  un  herrero  de  nombre 
Don  Pedró  Sampere  y  Llausàs,  individuo 
de  familia  muy  liberal,  y  algun  otro,  pues 
un  conocido  mío  halló  un  chico  en  la 
muralla  contigua  herido  en  una  ròtula,  y 
le  acompanó  al  hospital. 

Durante  toda  la  noche  el  Seminario 
pidió  auxilio  con  su  campaneo;  los  dis- 
paros de  agresores  y  defensores  atrona- 
ron  el  barrio,  y  buena  parte  de  la  ciudad; 
y  la  autoridad  nada  de  esto  oyó,  prolon- 
gandose  el  batallar,  o  el  sitio,  desde  las 
diez  de  la  noche  del  25  hasta  cosa  de  las 
cinco  de  la  mariana  del  26,  es  decir,  siete 
horas,  en  una  ciudad  entonces  pequena  y 
murallada;  hora  la  postrera  en  que  una 
fuerza  de  carabineros  saco  de  apuros  a 
los  sitiados,  y  los  llevo  al  fuerte  de  Ata- 
razanas  (1). 

En  las  primeras  horas  de  la  revuelta 
contra  los  conventos,  el  de  San  Francisco 
de  Paula,  de  frailes  mínimos,  parece  fué 
olvidado  de  los  incendiarios,  pues  estos  no 
se  presentaron  en  sus  puertas.  Avisados 
del  peligro  sus  frailes,  los  mas  de  ellos 
huyeron.  Tres  se  abrigaron  de  la  hospi- 
talidad  de  una  buena  mujer  que  vivia  en 
un  tercer  piso  de  una  casa  de  enfrente 
del  Convento,  y  desde  tras  sus  cristales 
presenciaron  los  ataques.  A  las  diez,  por 
la  calle  entonces  llamada  de  Cuc/i,  hoy 
de  la  Virgen  del  Pilar,  Uegó  una  turba 
de  incendiarios,  provista  de  fajina;  colo- 
có  los  haces  arrimados  a  la  puerta  del 
templo;  tiro  sobre  ellos  unas  botellas  de 
liquido  inflamable,  y  les  puso  fuego;  el 
cual  prendió  y  creció  con  tanta  fuerza, 


(i)  He  tejido  la  anterior  relación  del  ataque  de 
la  Casa  de  PP.  Paúies  valiéndome  de  las  que  del 
hecho  me  hicieron  los  religiosos  de  dicha  Casa, 
actores  del  mismo  hecho,  senores  D.  Fernando 
Partagàs,  D.  Ramon  Madàm  y  D.  José  Puig,  pres- 
bíteros.  a  los  que  toda  Barcelona  conoció.  El  nom- 
bre del  herrero  herido.  y  el  hecho,  me  lo  dijo  el 
hermano  de  l•I  D.  Antonio.  muv  liberal. 


LA    REVOLLCIÜN    EN    LAS    CALLES 


511 


que  sus  llamas  superaban  el  limite  supe- 
rior de  la  fachada.  Sin  embargo,  este 
fuego  fué  sofocado.  ;Quién  obro  el  bueii 
Servicio?  El  fraile  Padre  Juan  Parera, 
o  Perera,  uno  de  los  de  la  casa  de  en- 
frente,  y  que  después  me  lo  conto  a  mi 
mismo,  me  dijo  que,  al  ver  el  incendio, 
los  vecinos  salieron  de  sus  puertas  y 
quisieron  impedir  el  atentado,  però  que 
los  incendiarios  revolvieron  contra  ellos 
a  pedradas,  de  tal  modo,  que  los  pacíficos 
vecinos  tuvieron  a  fortuna  meterse  de 
nuevo  en  sus  casas  y  cerrar  sus  puertas. 
Que  entonces  los  nueve  o  diez  frailes 
que  todavía  permanecían  en  el  Convento 
echaron  las  cafnpanas  a  vuelo  como  en 
dia  de  un  entierro,  \-  que  a  este  tanido 
un  senor  Foxíí  que  con  milicianos  daba 
la  guardià  al  Hospital  militar,  entonces 
situado  en  la  plaza  de  Junqueras,  acudiu 
con  su  fuerza,  disperso  a  los  incendiarios 
y  apago  el  fuego.  Anadióme  Parera  que 
el  mismo  Foxa  le  había  testificado  su 
intervención  en  el  hecho,  y  que  estaba 
allí  (1). 

El  Padre  Francisco  Güell,  fraile  de 
esta  casa,  però  a  la  sazón  ausente  de  ella, 
me  afladióque,  en  elataque  de  las  diez,  los 
religiosos  tocaron  a  muertos,  y  que  acu- 
dió  fuerza  de  caballería,  la  que  disperso 
a  los  revoltosos,  y  que  los  vecinos  apa- 
garon  el  fuego.  Que  el  jefe  de  la  fuerza 
mandó  abrir  el  Convento,  y  que  dijo  al 
Padre  Procurador,  a  la  sazón  el  mas 
calificado,  que  si  querían  los  frailes  salir, 
serian  acompanados  por  su  fuerza.  Entro 
la  tropa,  y  recibió  de  beber;  y  mientras 
esta  bebía,  consulto  el  Procurador  el  voto 
de  sus  frailes,  los  cuales  unànimes  opta- 
ron  por  continuar  en  el  claustro,  pidiendo 
solo  que  Foxà  se  Uevase  a  un  religioso 
de  ochenta  y  siete  aflos  que  podia  emba- 
razarles  en  cualquiera  eventualidad.Bus- 
càronle  por  todos  lados  hasta  que,  linal- 
mente,  le  hallaron  en  el  extremo  de  la 
huerta  al  pie  de  la  muralla  de  la  ciudad, 
metido  en  el  zafareche,  con  agua  hasta 
la  rodilla.  La  fuerza  lo  Hevó,  y  los  reli- 


(:)     En  BaiLC 


de  mayo  de  i.SSo. 


giosos  volvieron  a  cerrar  herméticamente 
las  puertas  y  ventanas  (2). 

Un  tercer  testigo,  éste  presencial  como 
el  Padre  Parera,  escribe  lo  transcrito 
arriba  en  el  articulo  1.°,  a  saber:  que 
huyó  del  fuego  del  Seminario,  o  casa  de 
Paüles,  porque.como  estos  se  defendian, 
temió  un  balazo.  Que  se  vino  a  San  Fran- 
cisco de  Paula  «y  vi  algunos  hombres 
»que  estaban  poniendo  fajinas  à.  la  puer- 
»ta  del  convento,  y  prendieron  fuego,  y 
»enseguida  se  marcharon,  y  el  vecinda- 
»rio  trató  de  apagarlo.  Delante  de  la 
»puerta  habia  unos  cuantos  artilleros  con 
»su  gefe  que  era  un  teniente;  al  cabo  de 
»un  rato  se  presentaren  una  turba  de 
j^hombres  que  parecian  demonios,  gritan- 
»do:  mueran  los  frailes,  que  son  carlistas, 
»y  el  teniente  les  contesto:  si  quieren 
»matar  carlistas  vayan  VV.  A  la  monta- 
»na,  y  no  matar  indefensos  como  VV. 
»hacen»  (3). 

;Cómo  concordar  tales  contradiccio- 
nes?  Vienen  a  convenir  todos  los  testi- 
gos  en  que  a  las  diez  se  realizó  el  primer 
ataque,  en  que  el  vecindario  tomo  parte 
en  buen  sentido,  en  que  los  frailes  pidieron 
auxilio  con  las  campanas,  y  en  que  acudió 
y  salvo  al  Convento  la  fuerza  pública.  Res- 
pecto de  las  discrepancias,  el  buen  senti- 
do opina  que  realmente  fué  la  fuerza  y 
no  los  vecinos  solos  los  que  aventaron  a 
los  incendiarios;  que  esta  fuerza,  a  la  que 
Parera  llama  de  milicia,  Güell  de  Caba- 
lleria,  y  el  anónimo  de  Artilleria,  real- 
mente pertenecería  a  este  noble  cuerpo. 
Para  esta  última  opinión  me  fundo  en 
que  el  cuerpo  de  Artilleria  fué  el  que 
en  aquella  noche  se  porto  muy  bien;  en 
que  el  ofrecimiento  de  acompanar  a 
seguro  lugar  a  los  frailes  concuerda  con 
el  comportamiento  observado  entonces 
por  los  artilleros,  y  en  que  el  apellido  de 
Foxà  es  de  familia  noble,  y  en  aquella 
època  los  hijos  de  familias  aristocràticas 
solian  entrar  en  Artilleria. 


(-■)     ^\e  lo  diii)  en  Barcelona  a  28  de   marzo  do 
18S0. 
( i)     Kclacií^n  animima. 


512 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    NOVENO 


Escritas  las  anteriores  postreras  líneas, 
creí  imposible  que  en  esta  ciudad  no  que- 
daran deudos  y  amigos  del  senor  de 
Foxa,  de  quienes  poder  inquirir  el  cuer- 
po  militar  a  que  dicho  benemérito  senor 
perteneciera;  y  así  entablé  mi  pesquisa. 
A  poco  dí  con  un  hijo  de  una  familia 
muy  amiga  de  Foxa,  quien  me  dijo  que 
en  1835  Don  Narciso  de  Foxa,  padre  de 
un  Don  Enrique,  condiscípulo  mío,  era 
teniente  de  Artilleria  de  Ejército,  y  que 
fué  quien  acudió  a  los  mínimos,  y  allí, 
sable  en  mano,  ahuyentó  a  los  incendia- 
ries y  salvo  el  Convento.  Con  esto  mi 
opinión  se  convirtió  en  certeza;  pues,  aun 
cuando  una  respetable  y  muy  cuerda  se- 
nora  me  había  dicho  que  su  marido,  capi- 
tàn  en  un  batallón  de  milícia,  había  con  su 
companía  apagado  el  fuego  de  San  Fran- 
cisco  de  Paula;  como  uno  de  los  individuos 
de  esta  companía  de  milícia  dejase  escri- 
tes muy  por  menudo  todos  sus  servicios, 
3^  al  relatar  los  de  aquella  aciaga  noche 
se  calla  este  de  San  Francisco  de  Paula, 
opino  que  la  expresada  sefiora  se  equi- 
voco o  confundió  un  convento  con  otro. 

A  la  una  de  la  noche  los  incendiarios 
repitieron  su  ataque  poniendo  otra  vez 
fuego  al  templo,  però  los  frailes  de  nuevo 
pidieron  auxilio  con  las  campanas,  y  una 
fuerza  de  Artilleros  de  Ejército,  al  man- 
do  del  oficial  Planas,  acudió  y  salvo  la 
iglesia  5'  la  casa.  También  entonces  los 
militares  propusieron  a  los  frailes  que 
había  en  ella  la  salida  y  acompanarles  a 
lugar  seguro  (nuevo  dato  para  creer  que 
eran  artilleros  los  de  la  primera  visita); 
mas  los  religiosos  insistieron  en  quedarse, 
}•  se  quedaron  (1). 

A  las  cuatro  de  la  madrugada,  regre- 
sados  allí  los  amotinados,  intentaron 
derribar  la  puerta  a  hachazos,  según  me 
dijo  Parera  que  lo  vió,  y  con  fuego,  según 
el  Padre  Güell;  y  en  esto,  acertó  a  pasar 
por  allí  una  patrulla  de  caballería  que 
venia  del  lado  de  San  Pedró.   Esta  dejó 


(i)  Relaciones  del  P.  Francisco  Güell  y  del 
P.  Juan  Parera,  citadas,  y  del  Capitàn  de  Artille- 
ria D.  Josc  de  Amat  v  de  Desvalls. 


en  paz  a  los  revoltosos  que  continuaran 
su  obra  de  destrucción.  Entonces  Parera 
y  sus  companeros,  temblando  pasmados, 
comprendieron  que  los  conventos  habían 
acabado,  y  los  frailes  de  dentro  del  claus- 
tro  se  apresuraron  a  ponerse  en  salvo, 
huyendo  (2).  Sin  embargo,  este  edificio 
no  ardió,  sinó  que  después,  expulsades 
los  frailes,  sirvió  de  parròquia. 

cQuién  lo  salvo  del  postrer  mentado 
ataque?  No  dudo  que  a  éste  se  refiere  el 
siguiente  relato  del  medico  Don  Vicente 
Xucla  y  Roca,  cuyos  abuelos  vivían 
frente  del  convento.  «Mientras  ardian 
»varios  conventos,  se  presentaren  delan- 
»te  de  la  porteria  de  San  Francisco  de 
»Paula  las  turbas  provistas  de  haces  de 
»lena,  con  el  propósito  de  pegar  fuego, 
»cuando  Don  Manuel  Roca,  maestre  teje- 
»der  de  velos,  hijo  maj'or  del  propietario 
»de  la  casa  de  enfrente,  que  hoy  dia 
»reedificada  lleva  el  niimero  10,  impidió 
»que  tal  se  hiciera,  apostrefande  en 
«duros  termines  à  les  desalmados  5'  ame- 
xnazandoles  con  su  fusil  de  miliciane. 
»Hízeles  ademas  observar  que  el  fuego 
«podria  propagarse  à  les  edificios  veci- 
«nes,  y  por  otra  parte  que  los  religiosos 
»habian  ya  huido.  Legrado  su  propósito, 
«procuro  sin  pérdida  de  momentos  salvar 
Ȉ  los  frailes  que  sabia  quedaban  en  el 
«convento;  en  cuya  tarea  secundàronle 
avaries  amigos  3' vecinos....  y  le  ayuda- 
»ron  los  colones  del  huerto  llamado  de 
»Favà  contiguo  al  convento»  (3). 

En  vista  del  inminente  peligro,  en  aque- 
lla noche  les  màs  de  les  religiosos  Cami- 
los  saheron  de  su  casa  de  Agenizantes, 
quedando  sin  embargo  dos,  a  saber,  el 
Padre  Don  Pablo  Recelons  3-  el  Padre 
Don  Esteban  Cexerrera.  El  primero  de 
estos,  llevado  del  temor,  3'  por  justa  pre- 
vención,  observo  cuanto  qudo,  desde  la 


(2)  Relaciones  del  P.  Güell  y  del  P.  Parera, 
citadas. 

(3)  El  medico  Xuclà,  que  dicto  esta  relación, 
era  nieto  del  protagonista  D.  .Manuel  Roca.  Me 
la  entregaron  en  Barcelona  a  tó  de  diciembre  de 
1895. 


LA    REVOLLCION    EN    LAS    CALLES 


513 


ventana  de  su  pròpia  casa  convento,  los 
acontecimientos  de  aquellas  aciagas  ho- 
ras,  y  de  su  boca  tengo  las  siguientes 
noticias  referentes  a  su  dicha  vivienda. 
Tres  peligros  graves  corrió  entonces: 
el  primero  a  las  doce  o  la  una.  Oyóse  que 
por  el  lado  occidental  de  la  misma  calle 
Baja  de  San  Pedró  algunos  hombres 
corrían;  però  desde  la  indicada  ventana 
no  podia  descubrirse  toda  la  escena,  por- 
que  la  tortuosidad  de  la  calle  no  dejaba 
ver  mAs  que  hasta  el  recodo  que  esta 
forma  frente  la  cien  Cttcli,  hoy  de  la  Vir- 
gen  del  Pilar.  Vióse,  sin  embargo,  que 
dos  o  tres  hombres  se  apostaban  escon- 
didosen  los  huecos  de  las  cerradas  puer- 
tas,  colocàndose  sobre  los  umbrales, 
como  esperando  a  alguien  que  por  allí 
debía  pasar.  Realmente,  a  poco  llego  allà 
un  hombre,  perseguido  por  varios,  entre 
los  que  descollaba  uno,  no  de  la  baia 
plebe,  en  mangas  de  camisa,  camisa  muy 
blanca,  y  con  un  sable  en  la  mano,  sable 
muy  arqueado  y  envainado,  el  cual  senor 
seria  probablemente  el  jefe  de  los  demàs. 
Los  apostados  en  los  umbrales,  y  también 
los  demàs,  se  echaron  furiosamente  sobre 
el  perseguido,  el  cual  cayó  al  pie  mismo  de 
la  iglesia  de  Agonizantes,  y  allí  le  mata- 
ron  a  golpes,  y  al  fin  tiràndole  una  piedra 
a  la  cabeza.  La  víctima  no  exhalo  ni  un 
ay,  guardando  completo  silencio.  Así  me 
dijo  el  Padre  Recolons;  però  un  vecino 
que  vió  la  triste  escena  desde  su  balcón 
de  la  esquina  de  la  calle  de  La  Perdiu, 
me  anadia  que  él  oyó  las  grandes  voces 
del  perseguido  de  «Perdonadme,  perdo- 
»nadme,  ya  os  pido  perdón»  (1 ).  Daria  estàs 
voces  al  pasar  frente  de  su  casa,  y  luego 
ante  la  de  Agonizantes  callaria.  Volva- 
mos  a  las  noticias  de  Recolons.  Mientras 
se  cometia  tal  atentado  acertó  a  pasar 
por  allí,  viniendodel  lado  occidental,  una 
patrulla,  que  Recolons  llama  de  milícia, 
però  que  debió  de  ser  de  ejército,  porque 
por  mil  conductos  consta  que  en  aquella 


(i)     Kelación  de  D.  Cario?   Guilcra   en   Barce- 
lona en  abril  de  ií-Sj. 


noche  la  milícia  urbana  no  fué  llamada. 
Venia  formada  por  mitades,  mas  ante  el 
recodo  de  frente  la  calle  de';/  Cucit  formó 
por  cuartas,  3'  siguió  tranquilamente  su 
curso,  pasando  por  el  lado  del  grupo  mal- 
hechor  sin  decirle  una  palabra.  Consuma- 
do  elcrimen,  el  mdicado  senor,  presunto 
jefe,  teniendo  a  su  redonda  a  los  compa- 
neros  de  iniquidad,  al  lado  del  cadàver, 
éste  fuera  del  corro,  exclamo:  «/F/ra... 
ya  n'hi  tenim  un  altre  de  punycterot,! 

Durante  la  ejecución  del  asesinato  uno 
de  los  ejecutores  propuso  incendiar  la 
casa  de  Agonizantes,  però  de  entre  ellos 
salió  una  voz  diciendo:  «dejadlos.  Estos 
»ya  trabajan».  Y  al  retirarse  todos,  que 
lo  hicieron  luego,  el  jefe,  sin  duda  repa- 
rando  en  la  cabeza  del  Padre  Recolons 
de  la  ventana,  en  un  momento  en  que  sus 
companeros  no  le  reparaban,  hizo  ade- 
màn  de  coger  una  piedra  y  tiràrsela,  sin 
duda  para  darle  a  entender  que  se  reti- 
rase  y  no  comprometiese  la  casa.  El  cadà- 
ver fué  quitado  muy  pronto,  y  lavadas 
las  manchas  de  sangre. 

En  altas  horas  de  la  noche  la  casa-con- 
vento  corrió  el  segundo  peligro.  Un  gru- 
po de  siete  u  ocho  hombres  desde  la  calle 
de  la  Clavaguera  entro  en  la  Baja  de  San 
Pedró.  Hablaban  y  se  gloríaban  de  las 
fechorías  que  habían  cometido  en  el  ata- 
que  del  Seminario  paúl.  «Yo,  decíauno, 
»he  llevado  allà  un  haz  de  fajina»;  otro 
otra  triste  hazafia,  mientras  un  tercero 
afiadía:  «però,  amigo,  allí  no  falta  su 
«peligro,  porque  los  de  dentro  se  deíien- 
den».  Antes  de  llegar  el  grupo  a  la  casa 
de  Agonizantes  uno  observa  y  dice  que 
allí  todavía  no  se  ha  puesto  fuego,  y  al 
momento  otro  que  llevaba  el  fuego  da 
una  gran  patada  contra  el  suelo,  y  echan- 
do  una  exclamación,  dice:  «Se  me  ha 
«acabado  el  fuego.  Estos  se  escaparan», 
y  pasaron  de  largo. 

Màs  tarde  otro  grupo,  y  es  el  tercer 
peligro,  salió  también  de  la  calle  de  la 
Clavaguera  a  la  Baja,  Uevando  antorchas 
encendidas,  y  clamando:  «iA  San  Fran- 
cisco!  jA  San  Francisco!»  Pasó  por  frente 
la  casa,  sin  molestaria;  y  a  poco  rato  se 

33 


514 


LIBRO    TEUCERO. CAPITULO    NOVENO 


oyeron  las  campanas  de  los  mínimos  en 
demanda  de  auxilio  (1). 

Ignoro  lo  que  acaeciera  enlasEscuelas 
Pías;  solo  sé  que  no  experimentaron  mo- 
lèstia grave;  3'  he  oido  contar,  no  sé  con 
qué  fundamento,  que  al  acercarse  a  ellas 
un  grupo  de  incendiarios,  uno,  sin  duda 
jefe,  le  detuvo  diciendo:  «No,  a  estos  no, 
»que  ensenan  al  pueblo». 

El  Colegio  de  San  Buenaventura  de 
frailes  franciscos,  convertido  hoy  en 
Fonda  de  Oriente,  entonces,  desde  cosa 
de  un  afio  antes,  alojaba  en  parte  de  su 
edificio  las  oficinas  de  la  Policia,  y  así  no 
fué  ni  podia  ser  atacado.  Y  quizà  por  su 
contigüidad  con  esta  casa  tampoco  lo  fué 
el  del  lado  meridional,  llamado  del  Santo 
Àngel  màrtir,  de  frailes  Carmelitas  calza- 
dos.  Del  de  Trinitarioscalzados  diré  en  el 
capitulo  siguiente.  También  fué  atacado. 

Los  incendiarios  no  se  olvidaron  del  de 
Dominicos,  titulado  de  San  Vicente  y  San 
Ramon,  sito  en  la  calle  de  San  Pablo, 
esquina  occidental  con  la  de  Robador.  Su 
Padre  Rector,  Fr.  Segismundo  Riera,  al 
ver  el  incendio  de  otros  conventos,  salió 
con  los  ahorros  del  colegio  destinades  a 
su  reedificación,  y  se  acogió  a  una  casa 
que  creia  amiga,  donde,  traicionado,  fué 
parece  robado,  y  arrojado  a  la  calle 
pereció  asesinado,  como  largamente  refe- 
riré en  su  lugar.  Al  regresar  al  colegio  el 
criado  que  le  había  acompanado,  vió  a 
eso  de  las  nueve  de  la  noche,  vió,  digo, 
que  un  punado,  y  solo  un  punado,  de 
incendiarios  ponian  la  hacina  de  combus- 
tibles a  la  puerta  del  colegio;  però  lo 
cierto  es  que  no  ardió,  y  por  la  misma 
razón  que  el  vecino,  o  sea  de  San  Pablo, 
porque  la  campana,  los  disparos  y  grita 
del  próximo  Seminario  paül  distrajo  a  los 
malhechores;  y  así  el  colegio  dominico 
escapo  ileso  (2). 


(i)  El  P.  Pablo  Recolons  me  hizo  este  relato 
en  Barcelona  a  9  de  noviembre  de  1880,  y  en  otras 
fechas  hablamos  nuevamente. 

(2)  Reiación  del  fraile  de  esta  casa  Padre  don 
Pedró  Palau,  en  La  Geltrú,  de  donde  fué  pàrroco 
después. 


Desbordada  la  chusma,  puso  en  peligro 
en  aquella  revolución  también  a  perso- 
nas  seglares.  Don  José  Maria  de  Magaro- 
la,  hijo  segundo  de  la  noble  casa  de  este 
nombre,  había  sido  Comandante  de  un 
batallón  de  voluntarios  realistas  de  Bar- 
celona y  del  de  Villafranca  del  Panadés. 
Los  incendiarios  por  esto  quisieron  que- 
marle  la  habitación,  que  la  tenia  en  un 
segundo  piso  de  la  calle  del  Conde  del 
Asalto;  emperò  el  inquilino  del  piso  pri- 
mero,  el  pedagogo  Don  Agustín  Miracle, 
al  que  yo  mucho  traté,  salió  y  habló  a  los 
agresores,  manifestàndoles  que  no  perju- 
dicarían  a  solo  Magarola,  sinó  quele  des- 
truian  a  él;  y  con  esto  se  retiraron  (3). 

Cerca  de  Santa  Catalina  vivia  una  san- 
ta mujer  con  su  f  amiha  compuesta  de  su 
madre  y  una  hermana.  Algunos  frailes 
frecuentaban  la  casa,  de  donde  vino  el 
odio  de  los  revolucionarios,  el  cual  hizo 
que  la  motejaran  de  ramera  de  los  frai- 
les, y  que  en  la  nefasta  noche  intentaran 
incendiarle  la  habitación.  Mas  también 
aquí  los  vecinos,  interesados  como  ella  en 
salvar  la  casa,  emplearon  todo  su  empeno 
en  evitar  el  incendio,  y  lo  evitaron  (4). 

Al  pasar  la  turba  por  frente  la  noble 
casa  de  Sagarra,  de  la  calle  del  Carmen, 
rompió  los  cristales  de  sus  balcones,  sin 
duda  por  tenerla  por  carlista  (5).  Ven- 
gan  luego  los  autores  revolucionarios 
pregonando,  como  lo  hacen,  que  en 
aquella  noche  no  hubo  desmàn  alguno. 


ARTICULO  CUARTO 

LA  REVOLUCIÓN  Y   EL   AYUNTAMIENTO 

El  papel  que  en  estos  acontecimientos 
desempenaron  los  representantes  del 
pueblo,  o  sea  los  individuos  del  Ayunta- 


(5)  Lo  tengo  de  boca  del  hijo  de  Magarola, 
el  sacerdote  Dr.  D.  Ramon  de  Magarola  y  de 
Sarriera.  Barcelona  4  de  junio  de  1887. 

(4)  Me  lo  dijo  la  misma  senora  en  Barcelona 
a  17  de  abril  de  1888. 

(^)     Me  lo  dijo  un  hiio  de  la  casa. 


LA    REVOLUCION     EN    LAS    CALLES 


515 


miento,  y  cuàles  fuesen  sus  sentimientos, 
nadie  podrà  explicàrnoslos  con  màs  exac- 
titud ni  autoridad  que  el  acta  de  la  sesión 
permanente  que  durante  aquella  terrible 
noche  celebro  el  municipio.  Hela  aquí: 

«En  la  Ciudad  de  Barcelona  y  dicho  dia 
»de  veinte  y  cinco  de  Julio  de  mil  ocho- 
«cientos  treinta  y  cinco:  Consecuente  à 
»aviso  que  los  SS.  D.  Rafael  M.*  de  Duran 
»y  D.  Joaquin  de  Mena  reunidos  en  estàs 
«casas  consistoriales  à  las  siete  menos 
»cuarto  de  esta  tarde  han  comunicado 
»por  medio  de  un  portero  al  Sor.  Decano 
«Marqués  de  Llió  del  desórden  ocurrido 
»en  la  funcion  de  la  plaza  de  toros,  que 
»hà  cundido  dentro  de  la  Ciudad,  para 
»que  en  su  virtud  se  reuniera  el  Escmo. 
»Ayuntam.'°,  se  verifico  así  por  disposi- 
»cion  de  dicho  Sor.  Decano  con  asisten- 
»cia  de  los  Senores  continuados  al  mar- 
egen bajo  la  presidència  del  mismo  Sor. 
»de  Mena,  quien  enseguida  ha  manifes- 
»tado  que  de  esta  disposicion  había  dado 
»aviso  al  Sor.  Gobernador  militar  por 
»medio  de  un  Alguacil  espresàndole  que 
»estaría  pronto  el  Ayuntamiento  a  cum- 
»plir  las  ordenes  que  se  sirviese  comu- 
»nicar.» 

El  Ayuntamiento  se  declara  en  sesión 
permanente.  El  diputado  del  Común  Don 
Tomàs  Illa  dice  que  «el  Gobernador  mili- 
»tar  le  acaba  de  dar  órden  que  dijese 
»al  Ayuntam.'"  haga  publicar  un  bando 
»à  fin  de  que  la  gente  se  retire  à  sus 
»casas.  Se  acordo  así  estendiéndose  y 
»aprobàndose  el  bando  en  estos  términos: 
»De  orden  del  Sor.  Gobernador  interino 
»se  manda  à  todas  y  cualquiera  personas 
»que  inmediatamente  de  publicado  este 
»pregon  se  retiren  A  sus  casas  A  fin  de 
»que  los  mal  intencionados  no  tengan 
»pretesto  alguno  de  alterar  la  tranquili- 
»dad  pública,  previniéndose  al  mismo 
»tiempo  que  todo  grupo  que  se  viere  en 
»las  calles  que  pase  de  cinco  personas,  en 
»el  caso  de  resistir  A  separarse,  lo  serà 
»por  la  f uerza  armada  y  las  personas  que 
»se  aprendan  puestas  A  disposicion  de  la 
»Autoridad  competente. 

«Entraron  los  SS.  Gobernador  civil  y 


«Decano  del  Ayuntamiento,  y  este  ultimo 
>'espresó  que  acababa  de  venir  de  Atara- 
»zanas  donde  se  hallaba  el  Sor.  Gen.'  en- 
»cargado  actualmente  de  la  Capitania 
»Gen.'  ,  el  Sor.  Gobernador  militar  inte- 
»rino  y  el  Sargento  mayor  de  la  Plaza, 
»que  à  mas  de  haber  observado  que  dicho 
»Sor.  Gobernador  militar  había  mandado 
»salir  la  artilleria  y  caballeria  entendía 
»que  aquellos  Gefes  habían  dicho  que  no 
»era  necesaria  la  publicacion  del  bando. 
»E1  Sor.  Gobernador  Civil  opina  por  la 
»publicacion,  y  acorde  el  Escmo.  Àyun- 
»tam.'°  con  sus  ideas,  resuelve  que  se 
«remita  al  Sor.  Gobernador  militar  con 
«oficio  acompanatorio,  conforme  se  ha 
«verificado  acto  continuo,  manifestàndole 
«que  el  Cuerpo  Municipal  cree  que  en  las 
«actuales  críticas  circunstancias  debiera 
«publicarse  como  bando  militar,  però  que 
«sinó  obstante  no  lo  juzga  así  Su  Seno- 
«ria,  tiene  pronto  el  Ayuntam."  el  prego- 
«nero,  quien  saldrà  à  publicarlo  luego 
«que  se  remita  una  fuerza  suficiente  para 
«su  custodia,  mandando  en  consecuencia 
«el  Ayuntamiento  que  dicho  pregonero  y 
«el  prohombre  del  Gremio  de  corredores 
»de  pelfe  Salvador  Lletjos,  llamados  pre- 
«ventivamente  de  antemano,  subsistan  en 
«estàs  casas  consistoriales  hasta  nueva 
«disposicion. 

«Siendo  como  las  diez  de  la  noche  se 
«han  presentado  diferentes  Alguaciles  de 
«los  destacades  à  varios  puntos  de  la 
«Ciudad  para  observar  los  movimientos  y 
«dar  aviso  de  ello  y  de  si  las  casas  ó  con- 
«ventos  de  los  Religiosos,  contra  quienes 
«parece  se  dirige  el  ataque  particular- 
«mente,  estaban  defendidos  con  alguna 
«fuerza  y  si  hay  ó  no  patrullas  por  las 
«calles;  y  de  los  tres  partes  verbales  que 
«recibe  el  Escmo.  Ayuntam.'"  de  dichos 
«dependientes  resulta  que  hay  fuerza  co- 
«locada  cerca  de  los  conventos  y  que  cru- 
»zan  patrullas  por  las  calles,  en  las  cuales 
ív^i  pesar  de  estar  incendiados  varios  con- 
«ventos  se  observa  tranquilidad.» 

«A  las  doce  menos  cuarto  se  hà  retirado 
«el  .Sor.  Gobernador  Civil. « 

»En  este  estado  se  hà  ocupado  eficaz- 


516 


l.lnRO    TERCERO.  —  CAPITULO    NOVENO 


»mente  el  Escmo.  Ayuntam.'°  en  ver  si 
«podria  en  algun  modo  cooperar  a  res- 
»tablecer  el  órden  publico;  però  su  celo 
»se  ha  frustrado  teniendo  entendido  que 
»todas  las  providencias  en  que  atinaba 
»estaban  ya  tomadas  por  la  autoridad 
^militar.» 

El  gobernador  militar  dice  que  se  pübli- 
que  el  bando  y  que  mandarà  fuerza  para 
la  publicación. 

«A  la  una  y  cuarto  de  la  noche  aun  no 
»había  parecido  esta  fuerza,  ni  menos  las 
»bombas  que  se  habían  mandado  llamar 
»deantemano,  nohabiendo  podido  lograr- 
»se  mas  reunion  que  la  de  unos  siete  indi- 
»viduos,  de  los  cuales  se  presento  uno, 
»espresando  que  habiendo  acudido  en 
»virtud  del  llamamiento  al  punto  mas 
»prócsimo  del  incendio  habia  sido  apalea- 
»do  por  la  multitud  a  pretesto  de  que  iba 
«íl  apagar  el  fuego  de  los  conventos. 

»Sin  embargo  constante  el  Ayunta- 
»mi.'°  en  sus  adoptadas  providencias  ha 
»dispuesto  que  se  llamaran  de  nuevo  los 
»bomberos  y  que  así  estos  como  todoslos 
»útiles  que  tiene  à  su  disposicion  se  pon- 
»gan  en  movimiento. 

»A  la  una  y  media  han  sido  llamados 
»al  R.'  Palacio  de  orden  del  Mariscal  de 
»Campo  D.  Cayetano  Saqueti  el  Sor.  De- 
»cano  y  el  Sor.  Regidor  D.  José  M.''  de 
^Llinàs,  quienes  salieron  para  dirigirse 
»al  punto  del  llamamiento. 

»Con  noticia  que  se  ha  recibido  de  que 
»de  resultas  del  fuego  pegado  en  los  con- 
»ventos  peligraban  y  aun  empezaban  à 
»arder  algunas  casas  de  particulares  con- 
»tiguas  à  aquellos,  acuerda  el  Escmo. 
»Ayuntam.t°  se  llamen  à  todos  los  Alcal- 
»des  de  Barrio  para  prevenirles  que  au- 
»siliandose  de  algunos  vecinos  honrados 
«procuren  cortar  el  fuego,  y  que  se  reite- 
»ren  los  avisos  à  los  bomberos  y  demas 
»dependientes  de  costumbre  para  que 
«acudan  à  donde  sepan  sea  mas  urgente 
»la  necesidad. 

»De  resultas  de  la  procsima  antecedente 
«disposicion  hà  tenido  noticia  el  Ayun- 
»tam.'°  que  varios  Alcaldes  de  Barrio 
»estàn  trabajando  à  favor  del  órden  en 


»diferentes  puntos  y  así  continua  Su  Es- 
»cel.^  en  sesion  permanente. 

»A  las  tres  menos  cuarto  se  ha  dispues- 
»to  llamar  por  los  Porteros  à  los  Prohom- 
»bres  de  carpinteros  y  cerrajeros  y  à 
»cuantos  individuos  de  estos  oficiós  pue- 
»dan  reunirse  para  que  vayan  &  observar 
»y  operar  à  fin  de  impedir  à  lo  menos 
»que  el  fuego  comunique  à  las  casas  veci- 
»nas,  sinó  es  posible  hacer  otra  cosa, 
»mandando  el  Escmo.  Ayuntam.'"  que 
»desde  luego  sean  conducidas  las  bombas 
»y  ütiles  disponibles  à  los  puntos  necesa- 
»rios  conforme  se  ha  verificado. 

»A  las  cuatro  y  cuarto  de  la  madrugada 
»volvieron  los  SS.  Decano  y  de  Llinàs  los 
»cuales  manifestaron  al  Escmo.  Ayun- 
»tam.'°  haberse  celebrado  junta  de  Au- 
»toridades  en  el  R.'  Palacio,  la  cual  ha 
»dado  lasdisposiciones  convenientes  para 
»que  cada  uno  por  su  parte  disponga  el 
»cumplimiento  de  las  que  le  competen 
»encargando  al  Escmo.  Ayuntam.^que 
»procure  el  exterminio  del  fuego,  lo  que 
»se  està  ya  practicando  segun  las  dis- 
»posiciones  dadas  dirigiendo  personal- 
»mente  las  operaciones  particulares  en 
»varios  puntos  diferentes  SS.  Concejales 
»y  en  especial  los  del  ramo  de  obreria 
»que  habían  salido  al  intento  con  las  bom- 
»bas  y  útiles»  (1). 

Los  hechos  van  descubriendo  el  plan,  y 
a  cada  momento  quedarà  màs  patente  el 
de  aquellas  autoridades  que  estaban  en 
connivencia  con  los  tramadores  del  incen- 
dio. Consistia  este  satànico  plan,  a  lo  que 
se  ve,  en  dejar  unas  horas  libres  a  los 
ejecutantes  para  que  incendiaran  y  mata- 
ran; pasadas  las  cuales,  se  reprimiera  el 
motín.  Así  seejecutó,  y  la  fuerza  pública, 
inactiva  durante  toda  la  noche,  obro  con 
decisión  en  la  madrugada.  No  creo  que  el 
Ayuntamiento  entrarà  en  esta  terrible 
connivencia.  De  las  transcritas  palabras 
del  acta  aparece  su  buen  deseo  de  evitar 
el  fuego.  En  su  lugar  pasaremos  el  debido 
balance  de  responsabilidades. 

(i)  Archivo  municipal  deJBarcelona. — Acuer- 
dos.  Segundo  semestre.  '8^;.  Folios  de  555  a  5Ü0. 


LA    REVOLUCION    EN    LAS    CALLES 


517 


ARTICULO   QUINTO 
ASPECTO    DE    LA    CIUDAD 

El  tristemente  memorable  25  de  julio 
de  1835  fué  dia  caluroso,  claro  y  sereno, 
y  en  el  orden  material  brillo  su  pura 
atmosfera  (1)  tanto  cuanto  en  el  moral 
fueron  negras  las  tinieblas  de  su  sacrílego 
ciimen.  Todo  el  mundo  se  dispuso  para 
asistir,  y  asistió,  al  espectàculo,  aquí 
entonces  nuevo,  de  los  toros;  del  cual  sur- 
gió  el  tremendo  del  incendio  de  los  con- 
ventos.  Muy  pronto  el  arrastramiento  del 
toro  dió  lugar  a  corridas  (corredisasj  en 
la  Rambla  (2),  y  después  al  cierre  de  las 
tiendas  y  retirada  precipitada  de  las  gen- 
tes  pacíficas  a  sus  viviendas;  quedando 
así  casi  desiertas  las  calles. 

He  aquí  notables  paiabras  con  que  des- 
cribe  este  primer  aspecto  de  la  revuelta 
un  entonces  nino  que,  de  la  mano  de  su 
ama,  o  ninera,  regresaba  de  un  paseo 
por  la  montana  de  Montjuich:  '<E1  tra- 
»yecto  desde  la  puerta  de  Santa  Madrona 
»hasta  la  Rambla,  teniendo  à.  la  derecha 
»el  cuartel  de  Atarazanas  y  dejando  à  la 
»izquierda  la  que  se  llamaba  el  Pes  de  la 
»palla,  lo  atravesamos  con  dificultad; 
»pues  la  gente  venia  corriendo  desde  la 
»Rambla  de  Santa  Mònica  en  direccion 
»a  la  Muralla. 

»A1  llegar  à  la  Rambla  que  estaba  ya 
»completamente  despejada,  presencié  un 
«espectaculo  que  no  se  ha  de  borrar  de 
»mi  mente.  Cuatro  ó  cinco  soldados  de 
»caballería  a  todo  escape,  salíendo  del 
»fuerte  de  Atarazanas,  eran  la  causa  de 
«aquella  confusión.  Pertenecian  al  escua- 
»dron  llamado  de  dragones,  que  vestían 
«casaquilla  amarilla.  Su  casco  reluciente 
»y  su  cola  de  crin  les  daba  cierto  aspecto 
»de  ferocidad  que  me  encantaba. 

»<A    donde    iban    aquellos    dragones? 


(i)  D.  Jcist;  iWariaiiü  Kicra  y  Comas.  Misle- 
rios  de  liZS  sectas  secrelas,  tomo  IV,  pàg.  3^. 

(2)  Vió  las  corridas  el  lego  camilo  D.  Fran- 
cisco  Calvet,  que  aquella  tarde  habia  salido  a 
paseo.  Barcelona  27  de  junio  de  1881. 


»rCual  era  su  mision?....  Yo  nunca  he 
>  intentado  averiguarlo;  antes  bien  tengo 
»Ia  conviccion  de  que  nadie,  ni  ellos  mis- 
»mos,  sabían  cual  era  su  cometido  en 
»aquellos  críticos  momentos»  (3). 

Que  las  calles  quedaron  desiertas  nos 
lo  testifico  arriba  Don  Pedró  Subiranas, 
quien,  también  regresando  de  paseo,  atra- 
vesó  lo  entonces  mejor  deia  Ciudad;  y 
me  lo  testificaron  otros. 

Cerróse  igualmente  el  Teatro  (4),  que 
otra  cosa  no  permitía  el  estado  de  los 
animós  de  la  población.  Es  iniitil  decir 
que  se  cerraron  las  Iglesias  de  regulares, 
3'  es  natural  pensar  harían  otro  tanto  las 
parroquiales.  Discurrían  por  las  calles  y 
plazas  ya  cortas  comisiones  de  incendia- 
ríos  que  en  silencio,  y  con  temor  de  ser 
conocidos,  ponian  fuego  en  los  cenobios, 
ya  después  de  ellos  grupos  de  energúme- 
nos  de  siniestro  rostro,  con  niiïos  pilletes 
y  mujeres  públicas,  todos  en  mangas  de 
camisa  o  abundando  los  vestidos  blancos. 
Unos  levantaban  en  alto  sus  incendiarias 
antorchas;  otros  llevaban  las  botellas  de 
líquidos  inflamables;  los  màs  armados  de 
traidoras  armas,  punales,  navajas,  tije- 
ras,  garrotes,  leznas  de  zapatero,  etc. 
Silbaban,  gritaban,  prorrumpían  en  ron 
cas  voces  de  exterminio;  «iViva  la  liber- 
tad!  jMueran  los  frailes!  iFuego,  fuego, 
que  arda!» 

Muy  pronto  de  una  casa  religiosa  se 
levanta  humo,  y  en  seguida  llamas,  y  lue- 
go  de  otra;  y  muy  luego  son  cuatro  las 
que  arden.  Las  llamas,  mal  contenidas 
bajo  las  techumbres  de  los  templos  o 
conventos,  brotan  furiosas  por  los  venta- 
nales,  y  a  poco,  por  su  gran  fuerza  ven 
cedoras  de  las  techumbres  que  las  opri- 
mian,  logran  derrumbarlas,  y  potentes 
elevan  hasta  las  nubes  sus  ràpidos  remo- 
linos.  La  atmosfera  continuaba  en  aque- 
lla noche  de  julio  tranquila  como  su  dia, 


(i)  Un  seiiiir  M.  Uiario  de  íiarceloiiA  del  8  do 
febrero  de  1908,  pàgs.  1Ó66  y  16Ó7. 

(4)  Me  lo  dijo  el  abogado  D.  José  Bohigas,  que 
al  iniciarse  la  revoluoión  se  vestia  para  asistir  a 
la  (unción.  Barcelona  21  de  diciembre  de  1888. 


518 


LIBRO    TERCIÍIiO. — CAPITULO    NOVENO 


y  así  el  fuego  subía  recto  e  ilutninaba  el 
cielo,  que  por  el  fulgor  de  tantos  y  tan 
grandes  incendios  quedo  completamente 
rojo,  y  la  ciudad  clara  como  durante  el 
dia.  Aparecieron  los  terrados  poblados 
de  expectadores,  unos  satisfechos,  otros 
indiferentes,  otros  profundamente  cons- 
ternados,  però  afligido  todo  hombre  de 
recto  juicio.  Varios  de  los  testigos  me 
calificarondeaterrador  elespectàculo  (1). 

Inmensa  ansiedad  y  zozobra  se  apode- 
ro del  animo  de  los  que  tenian  deudos  en 
los  claustros;  unos  temiendo  por  sus  ami- 
gos,  otros  por  sus  parientes,  quién  por 
sus  hermanos,  quién  hasta  por  sus  hijos, 
cuyos  paraderos  y  suerte  ignoraba.  En 
la  Riera  del  Pino,  hoy  calle  del  Cardenal 
Casanas,  cerradas  las  tiendas,  veíase  una 
abierta  con  el  velón  encendido  sobre  la 
mesa.  Era  del  barbero  cirujano,  a  quien 
yo  he  tratado,  Don  Liborio  Bofarull. 
Estaba  casado  con  una  viuda,  madre  del 
Padre  Joaquín  Martí,  franciscano,  que 
también  conoci;  y  la  tienda  continuaba 
abierta,  porque  esperaba  la  llegada  de  la 
angustiada  madre  que  corria  por  la  ciu- 
dad buscando  a  su  hijo  fraile.  Y  por 
senas  que  la  casa  recibió  en  aquel  acto 
una  visita  nada  halagüena.  Pasaba  por 
allí  un  grupo  incendiario,  y  el  que  lo 
capitaneaba,  el  francès  Mr.  Alibaud,  en- 
tróse  en  la  tienda  para  en  el  velón  de 
ella  (entonces  no  había  gas)  encender  el 
cigarro.  A  la  sazón  dijo  Alibaud:  «Al 
Pino».  Bofarull,  deseando  salvar  del 
incendio  a  su  parròquia,  le  dijo:  «ïY  à 
»que  van  VV.  al  Pino?  Allí  no  hay  ni 
»frailes,  ni  nadie:  solo  lograràn  quemar 
»paredes».  Replico  Alibaud:  «Tiene  ra- 
»zón.  Va  mos  à  San  Agustín».  Y  pronto 
ardió  San  Agustín  (2). 

Como  la  família  Bofarull,  muchas  otras 
sufrían  angustias  a  par  de  agonia. 


(i)  Entre  los  varios  D.  Joaquín  Rubió  y  Ors. 
Barcelona  i8  de  junio  y  s  de  julio  de  1880. 

(2)  iMe  lo  conto  mi  querido  amigo  el  canónigo 
D.  Esteban  Pibernat,  quien  lo  había  oido.  no 
una,  sinó  muchas  veces,  de  boca  del  mismo  don 
Liborio  Bofarull.  Barcelona  15  de  enero   de  1900. 


Si  la  vista  quedaba  deslumbrada  con 
el  rojo  resplandor  de  las  llamas,  que  en 
algunos  puntos  subían  sobre  el  nivel  de 
los  terrados  otro  tanto  de  lo  que  era  la 
altura  de  sus  edificios,  el  oido  percibía 
el  continuo  y  lastimero  campaneo  de  los 
conventos  que  pedían  auxilio;  sonido  que 
malamente  se  mezclaba  con  los  aullidos 
o  gritos  de  las  turbas  que  pedían  sangre 
inocente. 

El  hombre  de  noble  corazón,  en  esa 
lucha  entre  el  asesino  y  la  víctima,  gira- 
ba  en  torno  suyo  los  ojos  justos  y  carita- 
tives, buscando  un  socorro;  veia  acer- 
carse  patrullas,  ya  de  infanteria,  ya  de 
caballería,  y  aun  al  mismo  Gobernador 
militar  de  uniforme;  però  las  màs  de  las 
patrullas  y  el  Gobernador  militar  pasa- 
ban  tranquilamente,  dejando  en  paz  a 
los  agresores,  y  por  lo  mismo  autorizàn- 
doles  con  esta  su  presencia,  cuando  no 
con  su  palabra. 

jCruel  espectàculo!  jVer  perseguir  de 
muerte  a  inocentes  con  anuencia  de  los 
encargados  de  la  justícia,  y  por  lo  mismo 
sin  remedio! 

Aspecto  aterrador  el  de  nuestra  ciu- 
dad. Repitamos  la  pincelada  de  arriba 
del  Padre  José  Güell,  trinitario:  «Las 
»turbas  de  los  asesinos  é  incendiaries 
»iban  y  venian:  la  tropa  pasaba  de  cuan- 
»do  en  cuando,  sable  en  mano  la  caballe- 
»ría,  però  sin  sablear  à  nadie.  Decian 
f>retirarse,  però  se  retiraban  para  volver 
»apenas  habia  pasado  la  tropa.  Oiamos 
«campanas,  y  un  grande  ruido  confuso; 
»correrías  de  asesinos,  de  tropa,  gritos, 
»campanas  hasta  muy  tarde». 

Todo  el  mundo  en  aquella  noche  se 
creia  con  derecho  para  matar  al  que  él 
creyera  reo  del  grave  crimen  de  ser 
fraile;  y  los  pobres  fugitivos  eran  perse- 
guides y  acosados  como  conejos:  desen- 
freno del  que  no  solo  resulta  la  gravísima 
injustícia  de  la  muerte  de  los  sin  causa 
perseguides,  sine  también  que,  tomàndose 
por  fraile  a  quien  ne  lo  era,  nadie  gozaba 
de  seguridad.  Muy  pronto  aparecieron 
tristes  efectes  de  tal  desenfreno.  Den 
Ramon  Reixach,   en  el  lugar  citado  del 


LA    REVOLUCION    EN    LAS    CALLES 


519 


Llano  de  la  Boquería,  a  eso  de  media 
noche,  vió  pasar  en  literas  dos  o  tres 
cadàveres  que  eran  llevados  al  Hospital. 
En  la  Rambla  de  Santa  Mònica,  a  cosa 
de  la  mitad  del  trecho  desde  el  Teatre  a 
la  iglesia  de  esta  Santa,  formóse  de  pren- 
to  un  grupo,  oj'óse  el  terrible  grito  de 
«imatarle,  matarle!»,  sono  un  tiro  y  el 
agredido  cayó  muerto.  Allí  quedo  el  ca- 
dàver llasta  la  siguiente  madrugada  (1). 
Un  fraile  halla  al  capitàn  de  Milicia  senor 
Moradillo,  y  le  pide  que  le  salve.  El 
miliciano,  llevado  del  mejor  deseo,  obser- 
va al  fraile  que  corre  peligro  si  se  mue- 
ve;  però  el  fraile  insiste,  y  asi  juntos 
salen  de  donde  estaban,  y  caminan  jun- 
tos también  hacia  Atarazanas;  però  al 
llegar  frente  del  Teatro,  sin  respeto  al 
uniforme  de  Moradillo,  el  religioso,  abra- 
zado  al  miliciano,  es  asesinado  a  punala- 
das  (2). 

Contóme  el  tantas  veces  citado  apren- 
diz  que  cerca  de  la  media  noche  estuvo 
con  una  turba  frente  el  convento  de  San- 
ta Catalina.  Que  los  incendiarios,  deseo- 
sos  de  poner  fuego  a  esta  casa,  acudieron 
a  la  panadería  del  mismo  convento,  que 
estaba  en  la  calle  de  Freixuras  bajo  la 
obra  nueva  de  él,  junto  a  la  fuente,  acudie- 
ron, digo,  en  demanda  de  fajina.  Los  pa- 
naderos,  de  apellido  Monné,  se  negaron 
a  daria.  Es  de  advertir  que  bajo  del  con- 
vento corria  allí  una  fila  de  tiendas  que 
abrian  a  la  calle  cada  una  una  puerta  y 
al  lado  una  ventana.  La  turba,  que  se 
componia  de  unos  nueve  o  diez  alboro- 
tados,  irritada  por  la  negativa,  trató  de 
vengarse  rompiendo  los  cristales  de  la 
ventana;  però  como  estos  venían  defendi- 
dos  por  una  reja  y  una  red  de  alambre, 
valióse  de  palillos  que  introducía  por  las 
mallas  de  la  red.  Allí  cerca  estaba  miràn- 
dolo  un  sujeto,  de  unos  cincuenta  aiïos, 
que  vestia  pantalon  blanco,  chaqueta  de 


(i)  Relación  do  D.'  .Maria  Campiní,  que  lo 
vió.  Barcelona  i8  de  enero  de  i888. 

(2)  Kclación  del  otr»  capitàn  de  milicia  el 
notario  D.  Constantino  ("lihert.  Barcel•ina  J7  de 
abril  de  1880. 


pano  azul  turquí,  y  sombrero.  De  pie, 
apoyado  en  un  bastón  que  tenia  arrimado 
al  costado,  observaba,  y  en  su  espíritu 
condenaba  el  hecho,  de  modo  que  dirigió 
a  los  malhechores  algunas  palabras  para 
contenerles  en  el  atropello  contra  la  pa- 
nadería. Esto  bastó  para  que  los  revolto- 
sos dijeran:  «.;Si  serà  un  paparra?»  Quiso 
él  defenderse  de  los  dictados  que  se  le 
daban.  Entre  los  amotinados  hallabase 
uno  de  los  tres  hermanos,  exaltados, 
conocidos  por  el  apodo  de  Madeail;  quien 
saca  su  estoque  y  golpea  al  hombre  de  la 
chaqueta  azul,  y  luego  le  golpean  otros, 
hasta  que  el  dicho  Maciecul,  encontràn- 
dose  en  la  misma  calle  de  Freixuras,  a 
unos  diez  pasos  de  la  actual  de  Lacy,  le 
pasa  con  el  estoque  por  el  vientre,  yendo 
el  pobre  hombre  a  morir  en  la  calle  Baja 
de  San  Pedró  frente  una  panadería  que 
había,  llamada  Forn  del.•^  Coloms.  Dada  la 
estocada,  el  aprendiz,  afectado,  se  retiro 
sin  ver  el  fin  de  la  tragèdia.  El  hombre  de 
la  chaqueta  azul,  el  acusado  úq  paparra, 
la  víctima,  era  el  mozo  de  Don  Mariano 
Borrell,  del  Bacallanc ,  del  empresario  de 
la  plaza  de  toros  jjusticia  revoluciona- 
ria! (3). 

El  Madeail,  después  de  esta  fechoría, 
fué  por  muchos  anos  guarda  de  consu- 
mes, y  al  fin  enloqueció.  Loco,  infirióse  con 
una  navaja  una  grave  herida,  y  murió. 
Los  hermanos  Madecul  en  el  període 
constitucional  de  IS20  al  1823  se  habían 
ya  senalado  por  su  exaltación,  de  modo 
que  otro  de  elles,  en  un  bautizo  en  Santa 
Maria  del  Mar,  pego  un  bofetón  al  Tenien- 
te  del  cura,  y  por  ello  en  tiempe  del  Con- 
de de  Espafia  paro   en  presidio  (4). 

Confrontande  esta  relación  del  apren- 
diz con  la  del  Padre  Pablo  Recolons  de 
los  Camilos  0  Agonizantes  insertada  al 
final  del  articulo  anterior,  ne  queda  duda 
de  que  ambas  se  refieren  a  la  misma  víc- 
tima. El  aprendiz  vió  el  comenzar  de  la 
tragèdia,  el  Agonizante  la  terminación. 


(5)     .Me    lo    conto    detenidamenie    el    mismo 
aprendiz. 

(^)     El  mismo  aprendiz. 


520 


LIBRO    ÏEUCEUO. — CAPITULO    NOVENO 


.  En  la  misma  calle  de  Freixiiras  fué 
perseguido  un  fraile  carmelita  descalzo, 
quien  también  desemboco  en  la  Baja  de 
San  Pedró.  Manando  yasangre,  quiso  es- 
conderse  y  entróse  en  la  tienda  almacén 
de  aceites  de  un  senor  Maimí,  número  17 
actual;  sacàronle  de  allí  los  pilletes  que  le 
seguían,  y  allí  mismo  lo  mataron  (1), 
según  muy  por  lo  largo  veremos  al  tra- 
tar  abajo  de  la  otra  tragèdia  que  se  des- 
arrolló  en  aquel  acto. 

En  la  entrada  de  la  calle  del  Hospital, 
a  siete  u  ocho  pasos  de  la  Rambla,  al  pia 
de  la  acera  septentrional,  abríase  en  el 
suelo  una  gran  boca  de  la  cloaca,  o  sumi- 
dero,  destinado  a  engullir  las  aguas  plu- 
viales,  sumidero  que  yo  recuerdo  perfec- 
tamente.  Allí  en  aquel  sumidero,  que 
estaba  defendido  por  una  reja,  aquella 
noche  fué  asesinado  un  fraile,  y  lo  fué 
con  peinetas,  y  no  faltarían  navajas.  Me 
consta  por  un  individuo  de  la  drogueria 
de  enfrente  llamada  de  Ventats,  cuya 
hija  mayor  se  conmovió  tanto  al  ver 
aquel  crímen,  que  enfermó,  o  se  puso  de- 
licada, y  por  las  cercanías  de  Navidad 
siguiente  murió  (2). 

Don  Ramon  Nivera,  hombre  muy  de- 
seoso  de  ver  y  conocer  los  acontecimien- 
tos  piiblicos,  empleó  por  este  deseo  la 
noche  en  córrer  de  un  lado  a  otro  de  la 
Ciudad.  Con  tres  amigos  pasaba  entre  las 
tres  y  las  cuatro  de  la  madrugada  por  la 
calle  del  Arco  de  San  Agustín,  y  uno  de 
ellos  coge  del  suelo  unenvoltorio,  dicien- 
do:  «amigos,  he  hallado  un  tesoro».  Entre 
los  cuatro  amigos,  y  en  presencia  de  una 
veintena  de  circunstantes,  desenvuelve  el 
lio,  y  halla  dentro  un  pie  humano,  que 
fué  dejado  allí  mismo.  Lo  tengo  de  labios 
del  senor  Nivera  (3).  Y  recuerdo  haber 
oido  contar  que  un  canalón  de  un  tejado 


(i)  Relación  del  hijo  del  Sr.  Maim!,  Don  Pas- 
cual. Barcelona  i6  de  febrero  de  1882.  D.  Pascual 
presencio  el  acto  e  intervino. 

(2)  Me  lo  conto  una  hermana  de  la  difunta, 
junio  de  i88í. 

(•5)     Barcelona  31  de  marzo  de  1882. 


de  aquella  calle  mano  sangre  (4).  Proce- 
dería  sin  duda  del  asesinato  de  Fray  Ma- 
nuel Carrera,  miierto  en  un  vecino  terra- 
do.  Hasta,  pues,  por  los  terrados  se  per- 
seguia a  los  frailes. 

Nivera  y  sus  amigos,  despuntando  ya  el 
dia,  se  dirigieron  a  la  Rambla,  y  de  aUi  a 
la  calle  del  Call,  donde  vieron  a  un  gru- 
po  de  unos  diez  o  doce  hombres  que  per- 
seguían  a  otro  que  huía  y  sorteaba  la 
persecución.  «Ha  pegado  por  aquí»,  decía 
uno.  «No,  no,  sinó  por  ahí»,  observaba  el 
de  mas  allà.  Era  un  fraile  vestido  de 
seglar.  Salía  de  la  calle  del  Arco  de  San 
Ramon  al  Call.  Al  fin  alcanzado,  gritaba: 
«Por  amor  de  Dios  la  vida,  la  vida  por 
«amor  de  Dios».  Pren  te  la  calle  de  Santo 
Domingo  del  Call  cayó  muerto  principal- 
mente  por  obra  de  pedradas,  como  perro 
rabioso. 

Ya  en  la  mafiana  siguiente,  hallàndose 
el  mismo  senor  Nivera  en  la  plaza  del 
Teatro  Principal,  junto  a  la  antigua  fuen- 
te  llamada  del  Vell,  hoy  monumento  de 
Soler,  vió  acercàrsele  una  turba  de  chi- 
cuelos  de  corta  edad,  quienes,  dando  gri- 
tos,  hacían  rodar  a  puntapies  un  objeto. 
Llego  este  objeto  cerca  de  Nivera,  y  en- 
tonces  éste  lo  meneó  con  la  punta  de  su 
bastón  para  ver  qué  era.  Vió  el  cerquillo 
del  fraile,  y  con  esto  y  la  forma  conoció 
que  era  una  cabeza  humana.  Tenia  un 
ojo  abierto  y  otro  cerrado,  el  cabello  ne- 
gro  denunciaba  un  joven,  y  la  suciedad 
que  le  cubría  el  buen  rato  que  servia  de 
brutal  juego  a  los  muchachos,  a  los  cuales 
nadie  reprendía  ni  alejaba  (5). 

No  una,  sinó  mil  lenguas  cuentan  en 
Barcelona  la  tràgica  muerte  del  Padre 
Maestro  Segismundo  Riera,  que  menté 
arriba,  jefe  del  Colegio  de  San  Raimundo 
y  San  Vicente,  de  frailes  dominicos,  si- 


(4)  Relación  de  un  senor  Ràfols  que  vivia  en 
la  pròxima  calle  del  Hospital. 

(5)  Me  conto  Nivera  estos  hechos  en  Barce- 
lona a  31  de  marzo  de  1882.  Parece  que  Dios  le 
dió  aquella  curiosidad  para  que  otro  dia  me  sir- 
viera  de  testigo. 


LA    REVOLUCION    EN'    LAS    CALLES 


521 


tuado  en  la  calle  de  San  Pablo,  esquina  a 
la  de  Robador:  venerable  sacerdote  que, 
traicionado  por  quien  le  habia  dado  hos- 
pitalidad,  fué  muerto.  Otro  cadàver  se 
vió  en  la  misma  calle,  al  decir  de  un  an- 
ciano. 

Para  evitar  repetición  de  noticias  callo 
aquí  y  paso  por  alto  los  asesinatos  y  heri- 
das  de  otros  religiosos,  perpetrados  en 
las  calles,  porque,  al  describir  en  el  capi- 
tulo próximo  siguiente  los  sufrimientos 
de  cada  una  de  las  comunidades,  su  na- 
rración  tendra  lugar  màs  apropiado.  Y 
a  tanto  interfecto  hay  que  juntar  el 
asesino  muerto  por  terrible  golpe  dado 
contra  la  barra  de  hierro  de  la  Boquería. 

He  aquí,  pues,  el  aspecto  de  Barcelona 
en  aquella  miserable  noche:  humo  por 
todos  lados,  siniestra  iluminación  por  los 
incendios,  calles  desiertas  de  gente  hon- 
rada, grupos  de  asesinos  e  incendiaries 
con  los  brazos  arremangades  y  los  pufia- 
les  en  las  manos,  gritos  criminales,  per- 
secución  deindefensos,  asesinatos  a  capri- 
cho  de  los  ruines  y  viles  duenos  del 
campo,  patrullas  de  tropa  de  las  que  las 
mas  miran  indiferentes  el  crimen,  ediíi- 
cios  que  crujen  y  se  derrumban,  la  casa 
de  Dios  horriblemente  profanada,  el  sa- 
cerdocio  vilipendiado,  llanto  acerbo  de 
los  amigos  de  la  Iglesia  Santa,  y  gozo 
cruel  de  los  emisarios  de  Satanàs.  Haec 
est  hora  vestra  et  potcstas  tenebrarum. 

No  debò  terminar  este  articulo  sin 
copiar  las  siguientes  palabras  del  revolu- 
cionario  RauU  encomiando  el  crimen  y 
casi  casi  graduàndolo  de  acontecimiento 
protegido  por  la  Providencia:    'Mientras 


»que  en  una  parte  de  la  ciudad  ardían 
»algunos  conventos  y  se  incendiaban  en 
»la  otra,  el  furor  no  declinaba  en  ninguna: 
»antes  a  manera  de  tempestad,  volviendo 
»y  revolviendo  a  diversas  partes  sus  recí- 
i  procos  combatés  todo  lo  llenaba  de  in- 
»quietudes,  por  la  facilidad  con  que  podia 
«prender  el  tuego  en  las  casas.  Y  cosa 
»verdaderamente  rara,  a  pesar  de  que 
»fueron  incendiados  seis  conventos;  el  de 
»Carmelitas  descalzos,  el  de  Carmelitas 
«calzados,  el  de  Dominicos,  el  de  Trinita- 
»rios  descalzos,  el  de  Agustinos  calzados 
»y  las  puertas  del  de  los  Minimos,  nin- 
»guna  casa  particular  sufrió  el  menor 
»dano;  ni  nadie  fué  oprimido  de  la  ruina 
»de  los  fragmentos  que  caían  y  volaban 
»de  una  à  otra  parte,  ni  recibió  la  menor 
»herida  con  los  encuentros  y  choques  de 
»unos  con  otros,  llevando  todos  emplea- 
»das  las  manos  con  varios  instrumentes, 
»en  tan  confuso  tropel»  (1).  íY  las  heridas 
sufridas  por  los  que  atacaban  el  Semina- 
rio,  y  la  muerte  del  hombre  de  la  barra 
de  la  Rambla,  y  el  asesinato  del  mozo  de 
Borrell  en  la  calle  Baja  de  San  Pedró,  y 
la  punalada  dada  a  Don  Mariano  de  Sa- 
garra,  y...  nada  fueron?  Asi  escriben  la 
Historia  los  enemigos  de  la  verdad,  y  a 
estos  absurdes  y  crímenes  de  la  pluma 
hay  que  llevar  cuande  se  pretende  pane- 
girizar  un  delito.  Solo  a  RauU  le  faltaba. 
anadir  la  blasfèmia  que  parece  deducirse 
de  sus  palabras,  de  que  la  Providencia  es- 
taba  con  los  incendiaries. 


(i)     Historia  de  la  conmoción  de  Barcelona. 

àgs.  3í  y  VI  en  ambas  ediciones. 


«U. 


CAPÍTULO   DÉCIMO 

LA    NOCHE    DEL  2^    DE  JULIO 
DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


ARTICULO   PRIMERO 

SAN  SEBASTIÀN,  DE  CLÉRIGOS  REGULARES  MENORES 
DE  SAN  FRANCISCO  CARACCIOLO 


celona,  o  sea  fuera  de  los  con  ventós,  de- 
bemos  en  éste  estudiaria  dentio.  Y  para 
que  el  relato  de  lo  interior  perfectamente 
encaje  con  el  del  exterior,  estimo  conve- 
niente  seguir  respecto  de  los  distintos 
cenobios  el  mismo  orden  aquí  que  allí,  o 
sea  el  cronológico,  en  cuanto  las  noticias 
lo  permitan. 

Ante  todo  debemos  conocer  el  animo 
que  abrigaban  los  religiosos  de  la  ciudad. 
Ya  en  el  capitulo  VIII,  resenando  los  pre- 
parativos,  o  mejor  la  preparación  del 
crimen,  probé  que  los  religiosos  vivían 
en  temor  y  temblor.  «En  todos  los  con- 
»ventos,  me  decía  un  fraile,  se  vivia  con 
«sobresalto.»  Ni  los  acontecimientos  pú- 
blicos  toleraban  otra  cosa,  pues  con  harta 
elocuencia  hablaban  los  asesinatos  de  Ma- 
drid del  17  de  julio  de  1834,  los  de  Zaragoza 
del  3  de  abril  y  5  de  julio  de  1835  y  luego 
los  de  Reus  del  22  del  mismo  mes  y  aflo. 
Ni  los  insultos  diarios  que  sufn'an  los 
religiosos,  ni  las  amenazas  osadas  de  los 
revolucionaries,  ni  los  avisos  amistosos 
de  los  deudos  y  conocidos,  permitían  otro 
estado.  Por  esto  los  superiores  de  las 
casas  religiosas  de  Barcelona,  como  dije 
arriba  en  el  capitulo  cilado,  se  presentaron 


Nota. — La  inicial  procede  de  un  misai  RotiL-o 
de  San  Cugat  del  Vallés,  guardado  hoy  en  el 
Archivo  de  la  Corona  de  Aragón. 


al  Capit an 
General  Don 
Manuel  Llau- 
der,  y  le  ofre- 
cieronsalir  de 
los  claustros 
para  así  evitar  el  atropello;  però  Llauder 
les  aconsejó  que  continuasen  en  sus  con- 
ventos,  dàndoles  seguridad  de  que  en  el 
caso  de  un  ataque,  con  tocar  la  campana 
serían  socorridos  por  la  fuerza  pública. 
Estàs  seguridades,  junto  con  el  horror 
que  a  dejar  su  vida  y  claustre  siente  el 
buen  religioso,  les  cego  de  tal  modo  que 
llego  a  lo  incomprensible;  y  si  bien  los 
frailes  no  dejaron  el  dicho  temor  las  pre- 
cauciones  de  velas,  o  centinelas  noctur- 
nas,  creyeron  los  superiores  que,  de  in- 
tentarse  alguna  perturbación  contra  sus 
casas  seria  esta  prontamente  sofocada. 

Los  intereses  tanto  espirituales  cuanto 
temporales  les  forzaban  a  prestar  con- 
fianza  al  dicho  del  General,  porque  sufren 
grandes  peligros  la  piedad  y  espíritu 
religioso  de  los  frailes  cuando  estos  tienen 
que  vivir  entre  seculares,  atentos  a  las 
necesidades  de  la  vida,  y  entre  las  pasio- 
nes  y  ataduras  mundanales.  Los  sufren 
los  conventos,  sus  templos  y  bienes,  pues- 
tos  en  manos  extranas.  Y  a  los  pobres 
religiosos  ancianos,  desprovistos  ya  de 
padres,  hermanos  y  quizà  de  parientes, 
no  les  queda  màs  refugio  que  un  hospicio 
o  un  hospital.  Y  aunque  el  apartamiento 
del  claustro  sea  temporal,  deja  funesta 
huella  en  las  comunidades.  Por  esto  los 
superiores  de  1835debían  creeren  la  muy 
alta  palabra,  nada  menos  que  del  Capitíin 
General  de  Cataluna,  entonces  un  como 
Virrey.  En  la  resefia  de  los  hechos  del 
interior  de  los  cenobios  iremos  viendo  la 
prueba  de  la  dicha  ceguera,  para  cuya 
comprensión,  o  explicación,  juzgué  con- 
veniente  adelantar  aquí  estàs  noticias. 

La  Comunidad  de  San  Sebastian  en 
julio  de  1835  se  componia  de  3  presbíte- 
ros,  4  coristas  y  2  legos.  Llamàbanse  los 
primeros  Don  José  Manuel  Prim  (aunque 
otro  testigo  me  le  llamó  Juan),  Prepósito; 
Don  Juan  Fàbregas,  Vicario;  y  Don  Pablo 


526 


-IBRO    ÏERCliRO.  —  CAPITL•LO    DECI.MO 


Jacas,  hijo  de  la  Barceloneta,  Procura- 
dor. Los  coristas  eran  Don  Ramon  Riera 
y  Arau,  a  la  sazón  diàcono;  Don  José 
Ribera;  Don  Lorenzo  Serrat,  y  Don  Anto- 
nio  Sisternas.  Les  legos  José  Garriga  y 
José  Font. 

Para  el  caso  del  peligro  resolvieron  los 
religiosos  abrigarse  de  la  hospitalidad  de 
sus  parientes  y  amigos.  He  aquí  cómo  me 
escribió  el  hecho  el  único  religioso  de 
esta  casa  que  alcancé:  «Serían  las  seis  de 
»la  tarde  del  dia  de  Santiago  cuando  se 
«presento  en  mi  celda  un  amigo  salido  de 
»la  plaza  de  toros,  quien  al  ver  los  alar- 
»mantes  síntomas  que  presentaba  la  revo- 
»lucion,  vino  apresuradamente  à  darme 
»aviso  para  que  la  comunidad  se  pusiera 
»à  salvo.  Hallàbame  solo  en  la  casa  por- 
»que  todos  los  demàs  habían  salido  A 
»paseo.  Presencié  el  paso  de  los  revolu- 
»cionarios  por  frente  el  convento,  los 
»cuales  ansiosos  de  ir  al  grande  de  San 
»Francisco  de  Asís,  dejaron  despejada  la 
»plaza  del  nuestro.  Vuelto  en  mi  del  tras- 
«torno  y  turbacion  que  me  causaron  tanto 
»el  aviso  del  amigo  cuanto  la  vista  de  la 
»turba,  determiné  huir;  y  así  vestido  de 
»seglar,  y  acompanado  de  un  hombre,  me 
»fui  à  casa  de  un  amigo.  Algunas  horas 
»despues  me  dieron  la  triste  noticia  del 
»incendio  de  varios  conventos  de  Barce- 
»celona. 

«Gracias  à  Dios,  ninguno  de  nuestros 
»Padres  tuvo  la  menor  desgracia  Solo  el 
»Hermano  Garriga,  que  quedo  el  ultimo 
»en  la  casa,  se  fracturo  una  pierna  al 
»huir  perseguido  por  un  soldado  ó  volun- 
»tario  tomado  del  vino,  y  que  quería 
«incendiar  el  convento.  Por  otra  parte  el 
»Cabo  de  guardià  de  los  urbanos  artille- 
»ros  llamado  senor  Costa  se  porto  muy 
»bien  con  dicho  Hermano,  proporcionàn- 
»dole  cirujano  y  toda  la  asistencia  nece- 
»saria  y  conveniente. 

»Tres  dias  despues,  gracias  à  la  gene- 
»rosa  conducta  del  procurador  seglar, 
»pude  recoger  los  muebles  y  efectos  de 
»mi  pertenencia»  (1). 


(i)     Dicto   esta   relación    a    un    amigo    mio   el 


En  aquella  aciaga  noche,  pues,  la  casa 
convento  de  Clérigos  regulares  de  San 
Francisco  Caracciolo  no  sufrió  detrimen- 
to  especial,  màs  que  el  abandono  forzado 
de  su  Comunidad;  però  en  la  tarde  del 
dia  del  gran  desbordamiento  de  la  revolu- 
ción  de  Barcelona,  del  dia  del  asesinato 
del  General  Bassa,  5  de  agosto  siguiente, 
fué  completa  y  lamentablemente  saquea- 
da,  y  sus  objetos,  así  del  uso  religioso 
como  del  profano,  fueron  desperdiciados 
y  quemados  en  la  contigua  calle,  como 
largamente  explicaré  al  tratar  de  aquel 
infausto  dia. 

No  puedo  omitir  aqui  un  dato  curioso. 
El  organista  de  San  Sebastiàn  era  un 
senor  Rodríguez,  quien  en  enfermedades 
u  ocupaciones  se  hacia  suplir  por  un  su 
cunado,  de  nombre  Don  José  iVlaría 
Balasch.  Este,  al  cual  traté  y  aun  asistí 
en  su  postrera  enfermedad,  contàbame 
que  en  aquellos  afios  entonaba  el  órgano 
un  chico,  sobrino  y  ahijado  del  Prepó- 
sito.  Balasch  trataba  y  aun  allí  jugaba  a 
las  balas  con  el  dicho  chico.  Este  Uevaba 
el  apellido  de  su  tio  y  padrino  Prim,  y  el 
nombre  de  pila  del  mismo  padrino  im- 
puesto  por  éste  en  el  bautismo.  Llamóse, 
pues,  Juan  Prim,  y  fué  anos  adelante, 
iquién  entonces  podia  conjeturarlo?,  el 
General  Prim.  De  aquí  que  arriba  noté 
yo  que  el  de  pila  del  Prepósito  esté  en 
duda  entre  José  y  Juan,  aunque  me  incli- 
no màs  a  Juan  que  a  José  (2'. 


ARTÍCULO  SEGUNDO 

NUESTRA  SENORA  OE  LA  MERCED 

He  aquí  la  lista  de  los  religiosos  que  en 
julio  de  1835  integraban  la  comunidad  de 
esta  casa. 


P.  Ramon  Riera  y  Arau,  y  le  dió  todas  las  ante- 
riores  noticias,  en  San  Feliu  de  Torelló  en  1880. 
El  P.  Riera  brillo  por  su  elocuencia  sagrada  y  la 
finura  exquisita  de  su  trato. 

(2)     Me  lo  dijo  el  Sr.  Balasch   en   Barcelona   a 
-JO  de  octubre  de  189.). 


I.A  NOCHE  DEL  2;  DE  JUHO  DENTRO  DE  LOS  CLAL'STROS 


527 


SACERDOTES 


Reverendísimo  P.  Tomàs  Miquel,  pres- 
bítero  Prior,  y  como  tal,  Vicario  General 
de  toda  la  Orden  scdc  vacantc  de  General. 


P.  José  Armada. 
P.  Ramon  Roca. 
P.  Antonio  PujuM. 
P.  Ramon  Serra. 
P.  Juan  Torrents. 
P. 


^"^ 


P.  Presentado  Francisco  de  Asís  Palles, 
Subprior. 


P.  José  Sans. 
P.  Miguel  Xancó. 


Pablo  Salomó. 

P.  Manuel  Lladó,  Pre- 
dicador Jubilado,  Vica- 
rio de  Santa  Agueda. 

P.  Martín  Aymerich, 
Maestro  de  los  estudian- 
tes y  suplente  del  lector. 


^- 


P.  Ramon  Massalies,  Ex  provincial  y 
Ex  vicario  General,  ahora  Regente  de 
estudiós. 

P.  Ramon  Puntí,  Sacristàn  Mayor. 

P.  Antcnio  Cortada,  Predicador  Jubila- 
do, Procurador  de  la  Comunidad. 

P.  Pedró  Pascual  Ferreras,  Maestro  de 
la  capilla,  y  jefe  de  la  muy  acreditada 
escolania. 

P.  Juan  Guix,  Lector  de  Filosofia. 

P.  Antonio  Xaudiera,  Organista. 

P.  Pedró  Nolasco  Dozal,  Maestro  de  la 
escuela  de  ninos  seglares. 

P.  Francisco  Balius,  de92anosde  edad. 

P.  Ignacio  Combelles,  Cantor. 

P.  Antonio  Torres,  Organista  segundo. 

P.  Maestro...  Andreu. 

P.  Presentado  Mariano  Grases. 

P.  Maestro...  Cantarrosella. 

P.  Francisco  Domènech,  Predicador 
Jubilado. 

P.  Serapio  Solà. 

P.  Cayetano  Negre,  Cantor. 

P.  Mariano  Roset. 

P.  Benito  Saurí. 

P.  Vicente  Fàbregas. 

P.  Mariano  Mora,  de  la  Capilla  de  mú- 
sica. 

P.  Francisco  de  Paula  Crehuet,  Predi- 
cador Jubilado. 


P.  Juan  Morenes. 

CORIST.'\S,    0    SEA    PROFESORES    DE   CORO 
NO    SACERDOTES 

Fr.  Liborio  Sanmartí. 
Fr.  Narciso  de  Bojons. 
Fr.  Juan  Albareda. 
Fr.  Juan  Estaper. 
Fr.  Antonio  Espinach. 
Fr.  José  Maria  Rodríguez. 
Fr.  Buenaventura  Custó. 
Fr.  Manuel  Blanch. 
Fr.  Benito  Tiana. 
Fr.  Joaquín  Vidal. 
Fr.  Francisco  Tort. 
Fr.  Ramon  Genis. 
Fr.  Segismundo  Llopart. 
Fr.  José  Asturi. 
Fr.  Tomàs  Sistachs. 


Fr.  Ramon  Caba. 

Fr.  Francisco  Teixidor. 

Fr.  Buenaventura  Güell. 

Fr.  Pablo  N. 

Fr.  Serapio  Rates,  Enfermero. 

Fr.  Juan  Pujols,  Sacristàn  menor. 

Fr.  Bernardo  Campàs,  Cocinero. 

Fr.  Jaime  Serra. 

Fr.  Juan  Castells,  lego  de  la  Escolania 


528 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


Fr.  Antonio  Casas. 

Fr.  Ramon  Roca  (I). 

En  el  convento  de  la  Merced  no  deja  de 
presentarse  la  mezcla  de  temor  y  ceguera 
respecto  del  peligro,  mezcla  que  apunté 
arriba.  A  prev^ención  se  dispuso  el  cam- 
panario  de  forma  que  en  caso  de  apuro 
piidiese  prestar  seguro  asilo  a  los  per- 
seguidos.  Abriéronse  en  él  algunos  agu- 
jeros,  sin  duda 
para  por  ellos 
inspeccionar  y 
tirar  piedras, 
però  sobre  íodo 
derribóseun  tro- 
zo  delaescalera, 
y  selasubstituyó 
por  otra  de  ma- 
dera  que,  en  ca- 
so de  peligro, 
pudiese  desde 
arriba  ser  reti- 
rada, y  así  inte- 
rrumpida  la  co- 
municación  con 
el  convento  (2). 

Ademàs  la 
muy  solemne 
Salve  que  la  Co- 
munidad,  exten- 
dida  a  lo  largo 
del  templo,  to- 
dos  los  sàbados 
al  anochecer 
cantaba,    tam- 

bién  por  precaución  hacía  un  tiempo  que 
se  cantaba  en  el  coro  (3).  Los  superiores 


R.  P.  Fr.  Pedró  Nolasco  Tenas 

PBRO. 


(i)  He  formado  esta  lista  con  la  que  escribió 
de  memòria  el  P.  Joaquin  Vidal,  de  este  convento, 
y  con  las  que  existen  en  el  Archivo  municipal  de 
Barcelona  en  las  actas  de  la  Junta  de  Autorida- 
des  de  aquelles  dias,  redactadas  estàs  listas  con 
motivo  de  dar  pasaportes  a  los  religiosos  echados 
de  sus  conventos.  Acuerdos.  Segundo  semestre, 
i8j;,  al  fin. 

(2)  Relaciones  del  corista  de  esta  casa  D.  Joa- 
quin Vidal  en  Barcelona  a  26  de  enero  de  1887,  y 
de  D.  José  Castells,  pbro.,  en  Barcelona  a  i."  de 
junio  de  i88^. 

(3)  Crònica  inèdita  del  P.  José  Antonio  Gari. 


no  dejaron  de  practicar  las  diligencias 
que  la  prudència  pedía,  pues  acudieron 
al  General  Llauder  y  a  otro  general,  y 
arriba  escribí  la  contestación  del  primero; 
y  un  fraile  de  esta  casa  me  dijo  que  tam- 
bién  el  postrero  dióles  seguridades.  Estàs 
tranquilizaron  a  los  superiores,  però  no 
a  los  jóvenes,  que,  recién  salidos  del 
mundo,  y  oyendo  a  sus  familias,  habían 
tocado  el  odio  y 
los  proyectos  de 
los  revoluciona- 
rios  contra  los 
religiosos.  En 
las  mutuas  con- 
versaciones  en- 
tre ancianes  y 
jóvenes,  estos  no 
ocultaban  suste- 
mores,  mas  los 
provectosprocu- 
raban  tranquili- 
zarles  aduciendo 
las  seguridades 
dadaspor  las  au- 
toridades.  Pa- 
tentiza  esta  noti- 
cia el  siguiente 
hecho.  Pocos 
días  antes  del 
nefasto,  proba- 
blemente  la  vís- 
pera,  el  viernes, 
pues  el  25  de  ju- 
lio  cayó  en  sà- 
bado  y  dia  festivo,  presentóse  en  el  con- 
vento el  barbero  para  renovar  la  rasura 
de  la  cabeza  de  los  jóvenes.  Alegando 
estos  el  peligro  de  los  tiempos,  se  resis- 
tieron  a  la  renovación;  mas  su  jefe,  el 
Padre  Lector  Guix,  les  disuadió  diciendo 
que  no  había  temor,  y  así  que  seria  él 
el  primero  en  rasurarse,  y  efectivamente 
sentóse  él  primero  y  fué  rasurado  antes 
que  todos  (4). 

Y  en  tanto  los  jóvenes  no  participaban 
de  la  ceguera  de  los  superiores  y  viejos, 
que,  cuando  la  catàstrofe,  hacía  tiempo 

(4)     Relacion  citada  del   P.   D.   Joaquin  \'idal. 


LA    NOCllE    DEL    2,     DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


529 


que  los  coristas  habían  orgjanizado,  igno- 
rAndolo  los  jefes,  velas  nocturnas  por 
turno  (1).  Llegado  el  dia  25de  julio,  hasta 
los  mismos  superiores  tomaron  alguna 
precaución,  como  lo  demuestra  el  siguien- 
te  hecho.  El  zapatero  Juan  Serra,  que,  a 
lo  que  se  ve,  calzaba  a  la  Comunidad, 
estuvo  dicho  dia  en  el  convento,  donde 
ante  todo  visito  al  Padre  Maestro  de  novi- 
cios,  quien  al 
despedirle  le  ad- 
virtió  que  antes 
que  se  fuera  vol- 
viera  a  entrar 
en  sucelda.  Xotó 
que  en  esta  todo 
andaba  revuelto, 
con  los  cajones 
abiertos,  lo  mis- 
mo  que  en  la  de 
otro  Padre.  Al 
cruzar  por  los 
corredores  otras 
voces  le  advir- 
tieron  que  no  se 
f-uera  sin  ver  al 
Padre  Maestro 
de  novicios.  Se- 
rra, antes  de 
salir,  volvió  al 
Padre  Maestro, 
mas  éste  le  dijo: 
«nada,  nada,  no 
q  u  i  e  r  o  n  a  d  a  " ; 
perocomprendió 
Serra  que  se  ha- 

bía  tratado  de  confiar  a  su  custodia  algun 
capital  o  algunos  objetos  preciosos,  mas 
que  luego  en  los  últimos  momentos  se 
habia  desistido  (2).  Y  como  tiempo  ade- 
lante,  expulsades  los  frailes,  se  halló 
dinero  escondido  en  una  tumba  del  tem- 
plo  (3),  resulta  natural  pensar  que  en  los 

(i)     Kelación   del   corista   de   esta  casa  P.  don 
Benito  Tiana,  en  Barcelona  a  i . "  de  iunio  de  1880. 

(2)  Me  lo  conto  el   mismo   D.   Juan   Serra  en 
Barcelona  a  6  de  iunio  de  1880. 

(3)  Me  lo  diio  el   lego  camilo    D.    Francisco 
Calvet,  en  Barcelona  a  27  de  junio  de  1880. 


Padre  José  Maria  Rodríguez,  cuando 

MAS  TARDE  FUÉ  GeNERAL  DE  LA  OrDEN 


liltimos  momentos  se  cambió  de  proyec- 
to,  depositando  el  capital  en  la  tumba  en 
lugar  de  en  las  manos  de  Serra,  donde,  y 
es  justícia,  no  dejara  de  estar  seguro. 

Aunque  aquí  se  padeció  la  indicada 
ceguera,  sin  embargo  no  se  impidió  que 
los  religiosos  se  proveyesen  de  trajes  de 
seglar  para  en  caso  necesario  huir,  y  así 
muchos  frailes  lo  tenían  prevenido.  Uno 
de  estos  era  el 
Padre  José  Ar- 
mada, pariente 
del  entonces 
muy  conocido 
abogado  de  Bar- 
celona Don  Mi- 
guel Armada,  al 
cual  yo  traté.  El 
fraile  visitaba, 
como  era  natu- 
ral, a  Don  Mi- 
guel, y  como  el 
Padre  José  era 
jovial,  amable  y 
tlecidor.seatraia 
las  simpatías  de 
cuantos  le  trata- 
ban ,  entre  los 
cuales  se  conto 
un  jefe  de  Mozos 
de  la  Escuadra 
que  vivia  en  otro 
piso  de  la  casa 
del  abogado.. 
Convino  el  mozo 
con  el  fraile  que 
en  caso  de  verdadero  peligro  le  avisaria, 
para  lo  que  éste  se  asomaría  a  la  ventana 
de  su  celda,  que  daba  a  la  muralla  del 
mar.  Efectivamente,  en  la  tarde  del  25 
de  julio,  o  por  sí  0  por  otro,  pasó  el  de  la 
Escuadra  por  la  muralla,  e  hizo  la  seiial 
convenida;  con  lo  que  el  Padre  Armada 
corrió  a  la  celda  del  Padre  Prior  en  de- 
manda de  permiso  para  salir.  El  Prior  le 
respondió  que  no  tenia  él  la  llave  del 
convento;  que  la  tenia  Manana,  que  era 
el  portero  secular  de  la  casa.  Tanto  el 
Prior  cuanto  los  Padres,  que  a  la  sazón 
estaban  allí  con  él,  trataron  de  disuadir 


530 


LIGRO    TERCERO.  — CAPITULO    DECI.MO 


de  su  salida  al  Padre  José.  Mas  éste  les 
contesto:  «Va,  va,  si  VV.  queréls  ser 
»màrtires,  yo  me  contento  con  ser  confe- 
»sor.»  Entonces  los  religiosos  presentes 
aconsejaron  al  Prior  que  accediese  a  la 
súplica  de  Armada,  quien  con  el  permiso 
de  aquél  cruzó  el  umbral. 

Vistióse  de  seglar  antes;  salió  por  la 
puerta  del  Tragí;  entróse  en  la  panade- 
ría  de  enfrente;  y  acompanado  de  un 
mozo  de  ella,  se  dirigió  a  la  casa  de  Don 
Miguel  Armada,  calle  Nuava  de  San 
Francisco,  donde  quedo  oculto  algunos 
días  (1). 

Por  lo  demàs,  durante  el  dia  de  Santia- 
go, la  Comunidad  siguió  su  acostumbra- 
do  horario.  Al  caer  de  la  tarde  cantó 
Completas  en  el  coro,  però  durante  ellas 
el  Prior  recibió  un  recado  que  le  hizo 
salir  del  coro.  A  poco  regresó,  en  el  mo- 
mento  en  que  el  cantor,  o  chantre,  termi- 
nadas  las  Completas,  iba  a  entonar  la 
Salve.  Impidió  que  se  entonase,  y  diri- 
giéndose  a  la  Comunidad,  dijo:  «No  se 
»alarmen,  Padres  y  Hermanos;  però  estén 
»con  prevención,  porque  en  la  plaza  de 
»toros  ha  habido  un  alboroto,  y  se  temé 
»una  desgracia».  Inmediatamente  la  Co- 
munidad salió  del  coro,  sobresaltados  los 
animós,  y  los  frailes  divagaron  por  la 
casa,  asomàndose  frecuentemente  a  las 
ventanas  para  ver  si  se  presentaba  algun 
síntoma  alarmante.  Juntamente  se  man- 
•dó  despejar  el  templo,  y  se  cerraron 
todas  las  puertas  de  él  y  de  la  casa.  Al 
recibo  de  este  primer  recado,  el  Superior 
mandó  que  los  escolanes  en  seguida  se 
desnudasen  sus  sotanas  y  se  fuesen  a  sus 
casas,  lo  que  en  el  acto  se  cumplió  (2). 

Pasóse  un  buen  rato,  y  como  aquel 
síntoma  malo  no  aparecía,  renacía  la 
calma  en  los  espíritus;  però  a  eso  de  las 
siete,  y  cuando  el  sol  todavia  no  se  habia 


(i)  Relación  de  Dona  Maria  de  la  Asunción 
Armada  de  Capdevila. 

(2)  Esto  de  la  escolania  me  lo  dijo  el  entonces 
escolàn  (ahora,  1908,  vivo  aún  y  sano  con  85  anos 
de  edad)  D.  Francisco  Forns  en  Barcelona  313 
de  diciembre  de  1904. 


puesto,  se  vió  que  por  el  lado  de  la  Plaza 
de  Palacio  se  originaban  corridas;  y  muy 
pronto  pasó  por  la  calle  Ancha,  frente 
del  convento,  el  toro  arrastrado,  y  luego 
una  turba  compuesta  principalmente  de 
chiquillos,  como  se  dijo  arriba  en  su 
lugar,  la  cual  turba  apedreó  el  convento. 
Llegada  la  obscuridad  de  la  noche,  el 
tumulto  fué  mayor,  y  esta  vez,  como  las 
demàs,  sin  que  apareciese  fuerza  pública 
que  lo  cohibiese.  Con  tales  escenas,  los 
pobres  religiosos  entraron  en  angustias 
terribles.  En  uno  de  los  intervalos  sere- 
nos  se  puso  la  cena,  però  no  hubo  forma 
de  probar  bocado,  y  nadie  allí  comió. 
Al  refectorio  algunos  bajaron  vestidos 
ya  de  secular,  lo  que  aumentó  el  espanto 
de  los  demàs.  Entre  tanto,  Uegaban  conti- 
nuos  recados  de  amigos  y  deudos  instan- 
do  a  que  los  mercedarios  huyeran,  y 
aíïadiendo  que  tal  y  tal  convento  ya 
ardía. 

Los  religiosos  andaban  turbados,  erran- 
tes  por  la  casa,  y  entonces  el  Superior 
les  dejó  en  libertad  para  salir.  Como  no 
pocos  tenían  prevenido  vestido  de  seglar, 
dejaron  el  hílbito,  y  se  largaron  en  núme- 
ro de  unos  de  quince  a  veinte.  El  Padre 
Martín  Aymerich  carecía  de  disfraz,  y 
así  hubo  de  procuraria  en  al  momento 
fatal.  Seis  meses  antes,  el  Superior  le 
había  mandado  a  casa  del  corredor  Real 
de  Cambios  senor  Itumbert  para  espiri- 
tualmente  auxiliar  a  la  seiiora,  grave- 
mente  enferma.  Con  este  motivo  quedo 
el  fraile  en  amistosas  relaciones  con  el 
corredor,  quian,  en  el  temor  de  un  peli- 
gro,  ofreció  a  aquél  su  casa  y  persona. 
Aprovechó  Aymerich  el  ofrecimianto,  y 
así  ahora,  al  tratar  de  huir,  puso  dos  líneas 
al  corredor  pidiéndole  un  traje  y  hospe- 
daie  en  su  casa.  El  senor  Humbert  contes- 
to enviàndole  el  traje,  y  al  recado  de  que 
le  aguardaba  en  la  puerta  de  su  casa, 
que  sa  hallaba  en  la  calle  Ancha,  esquina 
a  la  de  Serra;  paro  le  prevenia  que,  para 
despistar  a  todo  malévolo,  no  pasase 
directamente  del  convento  a  la  casa,  sinó 
que  rodeara  por  las  de  Simón  Oller,  Es- 
cudillers  y  Serra.  Corrió  el  Padre  Ayme- 


LA    NOCHE    DEL    25    DE    JLLIO    DEN'TRO    DE    LOS    CLAISTROS 


531 


rich  a  mudar  sus  ropas,  y  al  bajar  de  su 
celda  halló  al  anciano  Padre  Dozal.quien 
le  dijo:  «íA  dónde  vas?  Espérame».  El 
joven  dió  al  anciano  su  calzón  de  color 
de  plomo,  que  se  había  quitado,  y  le 
ayudó  a  vestirse;  bajaron  ambos,  salie- 
ron  por  la  puerta  del  Tragí,  y  ya  no  se 
vieron  màs  en  la 
vida. 

Aymerich  si- 
guió  las  calles 
indicadas  por 
Humbert,  y  lle- 
gado  felizmente 
a  la  casa  de  éste, 
fué  amigable- 
mente  admitido 
y  hospedado. 
Eran  las  diez  de 
la  noche.  El  due- 
no,  para  no  in- 
tranquilizar  al 
fraile,  ocultóle 
durante  la  noche 
la  tragèdia  por 
que  pasaban  las 
casas  religiosas. 
A  la  manana  si- 
guiente  la  famí- 
lia del  corredor 
instaba  al  fraile 
para  que  se  des- 
ayunase,  mas  él 
se  negaba  y  por- 
fiaba,  alegando 
que  le  tocaba  la 
misa  de  las  once 
y  media  en  su 
iglesia;  y  asi  en- 

tonces  se  le  hubo  de  noticiar  el  estado  de 
las  cosas,  y  que  los  religiosos  eran  con- 
ducidos  a  los  tuertes:  noticias  que  arran- 
caron  làgrimas  de  los  ojos  del  fraile  (1). 

Ni  aun  en  los  momentos  del  peligro 
todos  los  frailes  cayeron  de  su  ceguera. 
El  Padre  Palles,  en  el  acto  en  que  el  Su- 


perior faculto  para  la  fuga,  observaba 
aún:  «y  bien,  y  si  se  van,  ;quién  cantarà 
Prima  manana?»;  es  decir:  {quién  estarà 
aquí  en  la  primera  hora?  Y  otros  de  los 
provectos  abundaban  en  los  mismos  sen- 
timientos  (2).  Emperò  el  Padre  Reveren- 
I  dísimo  Miquel,  Prior,  tenia  harto  presen- 
tes los  peligros 
y  mortales  zozo- 
bras  por  él  sufri- 
dos  el  ano  ante- 
rior en  Madrid,  y 
por  lo  mismo  fué 
uno  de  los  que 
se  largó,  así  co- 
mo  algun  otro 
superior,  que- 
dando  el  mando 
en  manos  del  Pa- 
dre Lector  Juan 
Guix. 

El  corista 
Juan  Albareda 
acudió  a  este  su 
catedràticoGuix 
pidiéndole  per- 
miso  para  salir. 
Contestóle  aquél 
que  estaba  en  li- 
bertad  para  au- 
sentarse,  però 
que  viese  el  sa- 
crificio  que  él 
hacía.  Realmen- 
te,  cuandoelher- 
mano  y  la  her- 
mana  del  Lector 
vieron  arder  los 
conventos  co- 
rrieron  a  buscarle,  y  él  no  se  quiso  mover. 
Por  esto  Albareda  contesto  a  su  maestro: 
«pues  bien,  me  quedaré»,  y  se  quedo  (3). 
Permanecieron  en  el  cenobio  unos  cua- 
renta  frailes,  mas  no  en  el  cenobio,  sinó 


(i)  Relaciún  del  mismo  d.  Martin  Aymerich. 
Me  la  hizo  en  Gerona.  de  donde  fué  canónigo.  en 
5  de  agosto  de  1883. 


(2)  Relación  del  rcligioso  de  esta  casa  D.  Joa- 
quín  \'idal.  Barcelona  JÓ  de  encro  de  1887. 

(í)  Relación  del  mismo  D.  Juan  .Mbareda. 
siendo  después  pàrroco  de  CastelibisHal.  Barce- 
lona, febrero  de  1882. 


532 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


sin  pasar  su  umbral.  Porque,  no  creyén- 
dose  seguros  allí,  unos  subieron  al  cam- 
panario,  desüe  donde  presenciaren  los 
incendies  de  las  casas  de  sus  hermanos, 
y  otros  salieron  a  los  terrados  de  las  ca- 
sas vecinas  de  la  calle  Ancha,  saltando 
de  unos  a  otros,  transito  muy  expuesto 
para  practicado  de  noche  por  hombres 
en  su  mayoría  ancianes,  y  vestides  de 
habites,  por  lo  que  los  jóvenes  tenían  que 
ayudarles.  Per  otra  parte,  la  turbación 
embargaba  de  tal  modo  el  conecimiento 
de  muches,  que,  para  dirigirse  a  un  punte, 
había  quien  daba  un  gran  rodeo.  Así 
llegaren  les  frailes  a  une  de  los  terrados 
de  la  calle  Ancha  próximo  a  la  de  Escu- 
dillers;  y  allí,  para  hurtarse  a  laspeligre- 
sas  miradas  de  revolucionaries  vecines, 
unos  se  agacharon  tras  de  los  antepe- 
ches,  y  otros  se  tendieron  en  el  suelo; 
desde  donde  veían  el  resplandor  siniestro 
de  los  incendies,  y  eían  los  gritos  de  las 
turbas  y  el  infernal  palmoteo  de  los  que 
desde  otros  terrados  aplaudían  el  cri- 
men  (1). 

En  esta  ocasión  el  Padre  Antonio  Cor- 
tada, procurador,  y  un  lege,  se  refugia- 
ren en  casa  del  barbero  del  cenvento, 
que  habitaba  una  de  aquellas  casas  de  la 
isla  del  temple,  bajando  a  ella  desde  el 
terrado  (2). 

En  el  barrio  de  la  Merced,  al  ruido  y  al- 
borote  de  las  primeras  horas  de  la  noche, 
sucedieron  la  calma  y  el  silencio.  Entén- 
ces  el  corista  Fr.  Benito  Tiana  velvió  al 
cenvento  al  noviciado  para  salvar  el  di- 
nero  que  les  había  repartido  el  Padre 
Maestro;  tomóle,  y  se  vistió  el  habito 
nuevo,  y  llenó  sus  mangas  con  los  pafiue- 
los  y  prendas  nuevas  que  pudo.  En  este, 
desde  las  ventanas  del  noviciado  que 
caía  en  la  esquina  de  la  calle  de  la  Mer- 
ced con  la  de  Simón  Oller,  oyó  veces  que 
llamaban  a  les  frailes  diciéndeles  que 
bajasen,  que  aquella  era  la  hora  de  sal- 

(i)  Relación  del  fraile  que  se  hallaba  entre  los 
dichos,  D.  Benito  Tiana,  en  Barcelona  a  i."  de 
junio  de  i88o. 

(2)     Relación  cit.  del  P.  Albareda. 


varse.  Las  daba  el  panadero  de  la  Mer- 
ced, José  Mogas,  que  tenia  su  tahona  en 
la  misma  calle,  esquina  a  la  de  Simón 
Oller,  quien  era  sargente  de  milícia  urba- 
na (3).  Había  pasado  Ayerve  por  la  calle 
Ancha,  y  hallando  allí  la  companía  de 
milícia  !."■  del  10.°  batallón,  mandada  por 
el  muy  conecido  cemerciante  de  esta 
Ciudad  Don  Joaquín  Martí  y  Codelar,  le 
encargó  salvarà  a  les  mercedarios  (4). 
Martí  y  Mogas  gustosísimos  se  prestaren 
a  tan  buena  obra,  y  de  aquí  el  indicado 
Uamamiento  y  veces.  Muy  desacertados 
habian  andado  los  incendiaries  cuando 
en  uno  de  los  ataques  frustrades  contra 
la  Merced  pidieron  fajinas  al  panadero 
Mogas,  quien  retundamente  se  las  nego. 
En  vista  de  las  indicadas  veces  de  Mo- 
gas, el  corista  Tiana  corrió  al  terrado 
per  les  hermanos  allí  escondidos,  regre- 
saron  estos  al  cenvento,  y  vestides  los 
habites  todos,  inclusas  las  capas,  aban- 
donaren cuante  allí  tenían,  y  salieron  a 
la  calle  por  la  puerta  llamada  del  Tra- 
gí (5).  Eran  como  las  tres  de  la  madruga- 
da.  Colocados  los  frailes  entre  filas, 
emprendieron  la  marcha  a  Atarazanas. 
El  corista  Albareda,  junto  con  otre,  lleva- 
ban  del  braze  al  anciano  Padre  Raset,  y 
el  otre  corista  Tiana  al  Hermane  Portero, 
que  estaba  apeplético.  La  falta  de  movi- 
miento  de  estos  retrasaba  su  marcha,  y  así 
un  prime  de  Tiana,  mílíciano,  les  instaba 
que  no  se  rezagasen.  En  la  calle  del  Dermí- 
terio  de  San  Francisco  salió  una  piadosa 
mujer,  y  dió  a  Albareda  un  pemito  con 
un  liquido  para  reanimar  al  pobre  viejo 
llevado  del  braze.  Así  llegaren  a  Atara- 
zanas, donde  ballaren  ya  a  otros  frailes, 
y  luego  otros  les  hallaron  a  elles  (6).'  Las 


(:;)     Relación  cit.  del  P.  Benito  Tiana. 

(_l)  Relación  de  la  viuda  de  D.  Joaquin  Marti 
y  Codolar,  D."  Mariàngcla  Gelabert.  Barcelona  9 
de  iunio  de  \88^.  — Relación  del  Servicio  que 
Narciso  Ferreras  y  Llorens  presta  en  calidad  de 
urbana.  Es  uno  de  los  niilicianos  actores  del  acto. 

(=;)     Relación  cit.  del  P.  Benito  Tiana. 

(6)  Relaciones  citadas  de  los  coristas  Benito 
Tiana  y  Juan  Albareda. 


LA     N'OCllE    DEL 


DK.    JL-LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


533 


llaves  del  convento  quedaren  en  buenas 
manos,  y  de  aquí  que  éste  no  sufriera  el 
saqueo  que  otras  casas  religiosas. 


ARTICULO  TERCERO 

SAN    FRANCISCO    DE    ASÍS 

Su  Comunidad  en  1835  se  componia  de 
los  religiosos  siguientes: 

M.    R.    P.   Fr.    Buenaventura  Clariana, 

Lector  Jubilado,  Ex  custodio  y  Vicario 

Provincial.— Edad  56  afios. 
M.  R.   P.   Fr.  Domingo  Anguera,  Lector 

Jubilado  y  Guardian  del  convento  —55 

anos. 
M.  R.  P.  Fr.  Narciso    Girbau,  Padre  de 

Provincià  honorario.— 65  anos. 
I\l.  R.  P.  Fr.   Antonio   Boria,   Padre   de 

Provincià  honorario. — 56  anos. 
R.  P.  Fr.  José  Pou,   Predicador   General 

y  Definidor  actual.— 56  anos. 
R   P.  Fr.  Miguel  Roselló,  Lector  Jubilado 

y  Custodio  actual.  -  53  anos. 
R.  P.  Fr.  Salvador  Auger,   Predicador 

General  y  Ex  definidor. — 70  anos. 


yuccMii 


'0.71 


R.  P.  Fr.  Francisco  Aragonès,  Lector 
Jubilado  y  Ex  definidor. — 70  anos. 

R.  P.  Fr.  Salvador  Bruguera,  Lector 
Jubilado  y  Ex  custodio.— 71  atíos. 

R.  P.  Fr.  Antonio  Gaix,  Lector  Jubilado, 
Ex  definidor  y  confesor  de  las  monjas 
de  Jerusalén.— 64  anos. 

R.  P.  Fr.  \' icente  Ferrer,  Definidor  hono- 
rario.— 68  aflos .  Este  religioso  era 
ciego. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Seriols,  Definidor 
honorario.— 49  aflos. 

R.  P.  Fr.  Manuel  Font,  Definidor  honora- 
rio.—49  aflos. 


R.  P.  Fr.  Gaspar  Frexes,  Predicador 
General  y  Secretario  deia  provincià.— 
48  anos. 

R.  P.  Fr.  Juan  Gandi  Mestres,  Predica- 
dor General.— 45  anos. 

R.  P.  Fr.  José  Blay,  Predicador  General 
y  Maestro  de  jóvenes.— 54  anos. 

R.  P.  Fr.  José  Maria  Lligona,  Predicador 
General  y  Lector  de  casos  de  Moral. — 
60  anos. 

R.  P.  Fr.  Mateo  Orriols,  Predicador  Ge- 
neral y  Vicario  de  coro.— 49  anos. 

R.  P.  Fr.  Segismundo  Codina,  Predica- 
dor y  Vicario  del  convento.— 48  anos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Roig,  Predicador 
exento.— 61  anos. 

R.  P.  Fr.  Manuel  Rodelles,  Predicador 
exento.— 46  anos. 

R  P.  Fr.  Miguel  Griera,  Predicador  con- 
ventual.—44  anos. 

R.  P.  Fr.  Buenaventura  Mestres,  Predi- 
cador exento.— 63  anos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Moliner,  Lector  de 
Teologia.  -  33  anos. 

R.  P.  Fr.  p-rancisco  Vidiella,  Predicador 
conventual. — 34  anos. 

R.  P.  Fr.  Martín  Masramón,  Predicador 
y  Maestro  de  novicios.— 56  anos. 

R.  P.  Fr.  Antonio  Puig,  Predicador  exen- 
to.—75  anos. 

R.  P.  Fr.  José  Sarrat,  Predicador  aposto- 
lico  — 55  anos. 

R.  P.  Fr.  Juan  Socias,  Predicador.— 57 
anos. 

R.  P.  Fr.  Mariano  Brunet,  Predicador 
exento. — 55  aflos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Oliva,  Predicador  y 
Coadjutor  del  confesor  de  las  monjas 
de  Jerusalén.— 54  afios. 

R.  P.  Fr.  José  Cantero,  Predicador  exen- 
to.—52  anos. 

R,  P.  Fr.  Salvador  Pujol,  Predicador.— 
54  anos. 

R.  P.  Fr.  Jaime  Rovira,  Predicador.— 48 
anos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Burés,  Predicador  y 
Comisario  de  la  Tercera  Regla.— 47 
anos. 

R.  P.  Fr.  Salvador  Casals,  Predicador  y 
Coadjutor  del  Vicario  decoro. —33  anos. 


534 


LIBKO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


R.  P.  Fr.  Francisco  Barbi,  Predicador.— 
39  anos. 

R.  P.  Fr.  José  Puigdengolas,  Predicador. 
— 33  anos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Busquets,  Predica- 
dor.—31  anos. 

R.  P.  Fr.  Jaime  Rodó,  Predicador,  Orga- 
nista.—27  anos. 

R.  P.  Fr.  Narciso  Matas.— 28  ailos. 

R.  P.  Fr.  Sebastiàn  Vehil.— 33  anos. 

R.  P.  Fr.  Elías  Aragonis. — 27  anos. 

R.  P.  Fr.  Antonio  CoUdecolet.— 26  aflos. 

R.  P.  Fr.  Jaime  Ros.— 25  anos. 

R.  P.  Fr.  Francisco  Roger.  — 30  aflos 

R.  P.  Fr.  José  Comas.— 25  anos 

R.  P.  Fr.  Baltasar  Sentis. 

CORISTAS 

Fr.  José  Gran,  Diacono.— 23  anos. 

Fr.  José  Maria    Ballester,  Diacono.— 22 

anos. 
Fr.  Pedró  Gual,  Subdiàcono.  — 21  anos. 
Fr.  José   Borràs,   Subdiàcono.— 21   anos. 
Fr.  Salvador  Morera,  acólito.  — 19  anos. 
Fr.  Salvador  Mestres,  acólito.— 19  anos. 
Fr.  Isidro  Ciurana,  acólito.  — 19  anos. 
Fr.  Joaquín  Marti,  acólito.  — 19  anos. 
Fr.  Ramon  Buldú,  acólito.— 19  anos. 
Fr.    Buenaventura    Martí,    acólito.  —  19 

anos. 
Fr.  José  Palleyjà,  acólito.  — 19  anos. 
Fr.  José  Odena,  acólito.— 18  anos. 
Fr.  Ignacio  Vivas,  Organista.— 18  anos. 


Fr.  Magín  Rurich.— 81  anos. 
Fr.  José  Barba.— 72  anos. 
Fr.  Antonio  Civit.— 70  anos. 
Fr.  Mariano  Coll.— 69  anos 
Fr.  Fèlix  Vilar.— 67  anos. 
Fr.  Domingo  Germà.— 66  anos. 
Fr.  Miguel  Llobet. --52  anos. 
Fr.  Pedró  Alsina.— 53  anos. 
Fr.  Miguel  Batlle,  51  anos. 
Fr.  José  Mateu. —53  anos. 
Fr.  Vicente  Orpí.— 64  anos. 
Fr,  José  Vidal  y  Martí.— 56  anos. 
Fr.  Juan  Clara. — 18  anos. 
Fr.  Salvador  Peres.— 40  anos. 
Fr.  Francisco  Forment.— 37  aflos. 


Fr.  José  Vaqués. — 35  anos. 
Fr.  Benito  Fosalba.— 35  aflos. 
Fr.  Juliàn  Montell,— 33  aflos. 
Fr.  Isidro  Martorell.— 25  aflos. 
Fr.  José  Pons.— 27  anos. 

NOVICIOS   DE    CORO 

Fr.  Pablo  Cabrer.— 22  aflos. 

Fr.  Domingo  Llonart. — 19  anos. 

Fr.  Pablo  Solanes. — 17  aflos. 

Fr.  Juliàn  Valldeiiiu. — 17  anos. 

Fr.  José  Ciré.  — 16  anos. 

Fr.  Buenaventura  Fericle. — 16  aflos. 

DONADOS 

D.°  José  Vilaseca.  — 42  anos. 
D."  José  Mallllachs.— 25  aflos. 
D  "'|osé  Pallas.-22  aflos. 
D.°  Fèlix  Puig.— 23  aflos. 
D."  Gabriel  Casals.— 22  aflos. 
D.°  Antonio  Vivó.  -  23  aflos. 
D. "Pedró  Reverter. — 27  anos. 

HOSPICIO    DE    TIERRA    SANTA 

Fr.  Pablo  Calvet,   Lego,   Vicecomisario. 

—74  anos. 
Fr.  Francisco Masramón, Lego. —71  aflos. 
Fr.  Pedró  Domènech,  Lego.— 56  anos. 
Fr.  Gregorio  Tous,  Lego.— 45  anos. 
Fr.  Francisco  Monserrat,  Lego.— 51  anos. 
Fr.  José  Buldú,  Lego.— 44  aflos. 
Fr.  Pablo  Piflol,  Lego.— 32  aflos. 

FABRICA    DEL   SEAL 

R.  P.  Fr.  Agustín  Moduleu,  Predicador. 

—53  anos. 
Fr.  José  Llopis,  Lego.— 70  aflos. 
Fr.  José  Roca,  Lego.— 59  aflos. 
D.°  Francisco  Tenas. — 29  anos. 


Son  los  sacerdotes  .     . 

.     .      49 

»      »    coristas.     .     . 

.     .      13 

»      »    legos.     .     .     . 

.     .      29 

»      »    novicios     .     . 

.    .        6 

»      »    donados     .     . 

.     .        8 

Total.     .     . 

.     .     105 

Estos  eran  los  religiosos  en  1835,  aun- 
que  en  el  dia  de  la  exclaustración  había 


LA    NOCIIE    DEL    2,    DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


535 


algun  insígnificante  cambio,  pues  quizii 
en  aquella  nefasta  hora  alguno  de  los 
frailes  apuntades  se  hallaba  en  otro  con- 
vento.  Fr.  Manuel  Pallàs,  que  había  hecho 
el  noviciado  en  Reus,  acababa  de  ser  des- 
tinado  a  Barcelona,  en  donde  halló  la 
muerte,  como  mu3'  pronto  explicaré  (1). 

Ademas  a  la  sazón  estaban  en  el  con- 
vento  de  Barcelona,  confinades  por  la 
autoridad  secular,  el  Padre  Ignacio  Fà- 
bregas y  los  legos  Fr.  Juan  Güell  y  Fr. 
José  Cutal,  todos  del  convento  de  Torà, 
del  que  el  primero  era  Guardian  (2). 

En  la  noche  fatal  algunes  de  los  rese- 
nados  frailes  accidentalmente  se  hallaban 
ausentes  del  convento.  Tal  era  el  Provin- 
cial, Padre  Clariana,  hombre  docto  y 
piadoso,  quien,  con  su  secretario  Padre 
Frexes  y  otro,  hacia  unos  dias  que  por 
razón  de  asuntos  estaban  en  el  conven- 
tito  de  Pedralbes.  Así  también  el  Padre 
Jaime  Rovira  estaba  fuera.  El  sindico  del 
convento,  Don  Bartolomé  D'Lemus,  ala 
sazón  moraba  en  su  quinta  del  termino 
de  San  Martín  de  Provensals,  vecina  a  la 
via  Uamada  Travesera  y  a  la  villa  de 
Gracia;  y  el  convento,  en  agradecimiento 
a  sus  servicios,  le  enviaba  allà  un  religio- 
so  para  decirle  la  Misa,  el  cual  religioso 
se  iba  relevando  cada  tantos  dias.  En 
aquella  tarde  habia  subido  allà  el  Padre 
Rovira,  y  es  lo  notable  que  al  pasar  por 
la  Plaza  de  Santa  Ana  se  le  dió  un  bofe- 
tón:  itales  andaban  el  odio  y  la  audàcia 
de  los  enemigos,  y  el  espiritu  de  quien 
debiera  haberlos  reprimido!  (3). 

Hechos  semejantes  por  un  lado,  y  las 
seguridades  dadas  por  la  autoridad  por 


(i)  Guardaba  esla  li?ta  cl  entonces  Donado, 
o  sea  novicio  para  lego,  D.  .\ntonio  \'ivó,  quien 
me  la  presto  en  junio  de  i88o.  Es  la  mas  com- 
pleta y  circunstanciada  de  cuantas  de  este  con- 
vento vi. 

(2)  Fr.  Mateo  Orriols,  vicario  de  coro.  Llibre 
de  noias,  pàg.  108. 

(3)  .Me  lo  conto  la  viuda  del  Sr.  D.  Bartolomé 
d'Lemus,  D.*  Mercedes  Espalter  y  Macià,  en  Bar- 
celona a  15  de  marzo  de  iSSó.  contando  86  anos. 


otro,  producían  en  el  animo  de  los  fran- 
ciscos  el  mismo  efecto  que  en  el  ya  des- 
crito  de  los  mercedarios.  es  decir,  cegue-, 
ra  en  los  ancianos,  temor  en  los  jóvenes; 
però  sin  que  en  los  primeres  faltarà  el 
miedo  (4).  Unes  dias  antes  del  atentado, 
reunida  la  comunidad  en  el  depyofiitidis, 
la  dijo  el  Guardian:  «Sabemos  que  algu- 
»nos  religioses  abrigan  temeres  per  su 
»segundad.  Sepan  que  pueden  descansar 
»seguros».  Palabras  hijas,  sin  duda.  deia 
visita  al  General  (5).  Hay,  sin  embargo, 
que  confesar  que  hallo  mucha  menor 
ceguera  en  los  franciscos  que  en  etros 
frailes;  y  la  hallo,  e  deduzco,  de  las  pre- 
cauciones  temadas  de  antemano.  Asi  que 
antes  de  la  revolución  se  había  sacado 
del  convento  el  terno  buene  y  algunes 
ebjetos  (,6).  Tres  o  cuatro  meses  antes  del 
atentado  la  casa  había  establecido  velas, 
o  vigilantes  nocturnes,  para  le  que  des  o 
tres  frailes  cenaban  antes  que  la  Comuni- 
dad, y  luego  se  repartian  por  el  convento 
para  observar  le  que  a  su  derredor  ocu- 
rriese  (7).  Ademas  les  superiores  habian 
estudiado  el  mode  de  salvarse,  caso  de 
una  agresión.  Primero  se  preyectó  buscar 
la  salvación  subiéndose  al  terrade,  o 
tejado  del  temple,  al  cual  la  angosta  es- 
calera  de  caracol  dificultaba  el  acceso  de 
malhecheres  y  facilitaba  la  defensa  por 
losquese  hallasen  en  lasumidad.  También 
se  acumularen  piedras  en  el  terradito 
llamado  del  reloj  porque  éste  estaba  allí, 
el  cual  terradito  descansaba  sobre  la  por- 
teria, piedras  destinadas  a  ser  tiradas  a 
los  que  pretendiesen  ascender,  como  su- 
pongo  se  acumularían  igualmente  piedras 
en  el  dicho  tejado  del  temple.   Pere  los 


(^)  .Me  lo  diio  el  fraile  de  esta  casa  Fr.  Joa- 
quln  Marti  en  Barcelona  a  7  de  julio  de  1880. 

(^)  Rclación  del  fraile  de  esta  casa  P.  Ramon 
Buidú.  En  Barcelona  a  JÓ  de  dicicmhre  de    1882. 

(6)  Relación  del  Donado  D.  Antonio  V'ivó. 
Barcelona,  junio  de  1880. 

(7)  Relación  del  P.  D.  Baltasar  Sentis,  que 
aquel  dia  J5  estaba  de  vigilante.  .Me  la  hizo  en 
.Maspujols  a  13  de  junio  de  1886. 


536 


LIBRO    TERCEUO. — CAPllULO    DECIMO 


superiores  que  habían  ideado  tal  plan,  al 
saber  que  en  Reus  el  ataque  se  perpetro 
por  medio  del  incendio  del  templo,  com- 
prendieron  la  inconveniència  de  su  pro- 
yecto;  y  estudiandootro  dieron  en  el  que, 
como  muy  luego  diré,  les  salvo,  y  el  que 
entretanto  sruardaron  secreto. 


cas  que  de  distintes  puntos  de  la  ciudad, 
atravesando  la  muralla,  salían  al  puerto. 
Proyectaron,  pues,  los  superiores,  en  el 
caso  de  un  ataque,  escurrirse  por  este 
conducto,  salir  a  las  rocas,  caprichosa- 
mente  y  sin  orden  alguno  allí  tiradas, 
que  formaban  el  cimiento,  pie  y  apoyode 


LÀPIDA   DE    SAN    FRANCISCO   DE   ASÍS  DE    BARCELONA 


n001l/I5'•:6MBfiRa 
DeiGRUDlUIlS: 


ExpLANACióN.— HIC  ;  lACET  •:  lACOB-'  (jfacobus)  ]  DE 
CRUDILIIS  •:  FILr='  ([filïus)  {  CODA  (guondam) 
NOBILIS  :■  GILABERTI 
DE  :  CRUDILIIS  ; 

TRADUccióN.  —  Aquí  yuce  Jaime  de  Cruillcs,  hijo  del  en 
otro  tiempo  noble  Gilaberto  de  Cruïlles. 

Escala  de  1  por  5. 

Actualmente  esta  làpida  està  en  el  jMuseo  provincial  de  antigüe- 
dades  de  Barcelona,   donde  tiene  el  número  ooo.  pàgina  joo  del  Catà- 


El  convento,  como  es  sabido,  se  halla- 
ba  junto  al  puerto,  y  de  él  separado  solo 
por  la  anchura  de  la  muralla  del  mar.  Al 
pie  del  noviciado  había  el  desagüe  de  las 
grandes  letrinas  de  la  casa,  el  cual  se 
efectuaba  por  un  conducto,  o  mejor,  alto 
paso,  que  cruzaba  allí  por  bajo  de  la 
dicha  muralla.  Se  bajaba  a  este  conducto 
o  depósito  por  una  escalerilla;  y  no  dudo 
que  la  boca  exterior  del  conducto  vendria 
defendida  por  una  reja,  como  recuerdo 
que  venían  defendidas  las  de  otras  cloa- 


la  muralla;  trepar  por  ellas,  ir  siguiendo 
dicho  pie  de  la  muralla  hasta  el  de  la  de 
Atarazanas;  allí  llamar  a  la  tropa  del 
fuerte  y  pedir  auxilio.  El  proyecto  no 
dejaba  de  ofrecer  alguna  dificultad,  tanto 
por  la  suciedad  del  primer  paso,  como 
por  lo  expuesto  de  caminar  sobre  rocas 
movedizas  e  irregulares,  como  porque 
entre  el  convento  y  el  fuerte  mediaba  el 
desagüe  de  otra  gran  cloaca;  però  en 
cambio  ofrecía  la  ventaja  de  poner  la 
Comunidad  en  directa  comunicación  con 


LA  NOCHE  DEL  2í  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


537 


el  fuerte,  pudiendo  pasar  a  éste  sin  ser 
vista  por  nadie  de  la  ciudad  (1). 

Así  las  cosas,  llego  el  dia  de  Santiago. 
A  las  cuatro  de  su  tarde,  la  Comunidad 
rezó  los  Maitines;  y  acabados,  los  Padres 
se  dirigieron  a  sus  cosas  y  los  coristas 
salieron  a  tomar  un  rato  de  recreo  en  el 
terrado  del  coristado,  que  daba  al  mar  y 
dominaba  el  puerto,  la  Barceloneta  y 
aquelles  contornos.  El  puerto  entonces, 
y  yo  lo  recuerdo  perfectamente,  no  tenia 
las  escolleras  que  le  parten  hoy;  Uegaba 
hasta  el  pie  de  la  muralla,  formando  una 
ancha  y  despejada  extensión  de  aguas, 
que  màs  que  puerto  debia  llamarse  brazo 
de  mar,  o  ensenada  abierta  por  el  lado  S., 
cuyas  olas,  a  las  veces  muy  bravas,  se 
estrellaban  en  las  mentadas  rocas  del  pie 
de  la  muralla.  Ninguna  casa  de  la  Barce- 
loneta tenia  mas  que  un  piso  alto,  resul- 
tando  asi  una  población  muy  baja;  y  los 
demàs  contornos  del  lugar  se  hallaban 
despejados.  Asi  se  recreaban  los  coristas 
con  tan  deleitosa  vista,  cuando  notaron 
cierta  siniestra  polvoreda  del  lado  de  la 
puèrta  del  mar:  era  el  toro.  Pàranse  a 
observaria,  y  en  esto  les  sube  un  recado 
del  Padre  Guardiún  para  que  bajen  a  la 
Enfermeria,  al  liempo  que  la  campana 
de  la  Comunidad  llevaba  el  mismo  llama- 
miento  a  los  demàs  religiosos.  Motivaba 
este  llamamiento  el  aviso  que  alguna 
buena  persona,  adelantandose  a  la  revo- 
lución,  habia  corrido  a  dar  al  Superior. 

Reunida  la  Comunidad,  el  Padre  Guar- 
dian le  noticio  lo  que  pasaba,  y  le  expuso 
su  plan  de  fuga  por  la  cloaca  y  así  llegar 
a  Atarazanas;  però  habia  que  esperar  un 
ratito  para  que  anocheciera  y  evitar  ser 
descubierta  en  las  rocas  (2). 

A  las  siete,  unos  siete  u  ocho  legos 
habían  cenado  para  asi  estar  dispuestos 
para  luego  servir  la  cena  a  los  demàs;  y 
quedaban  alli  mismo  de  recreo  en  el  re- 
fectorio,  esperando  el  descenso  de  la  Co- 


(i)  Relaciòn  de  Vivó  citada,  \  relaciones  de 
otros  frailes  de  la  casa. 

(j)  Relaciíin  citada  del  corista  P.  Joaquin 
iMani. 


munidad,  cuando  he  aqui  que  a  eso  de  las 
siete  y  media  u  ocho  menos  cuarto  se 
presenta  el  enfermero  mayor,  Fr.  Pe- 
dró Alsina,  y  dice:  «Sí,  podéis  estaros 
»aquí  tranquilos,  y  la  puerta  de  la  calle 
>^ya  arde».  Salen  corriendo  los  legos.  El 
donado  Antonio  Vivó  toma  dos  cubos 
fbujols),  pasando  por  el  claustro  los  llena 
de  agua  en  el  surtidor,  y  se  encamina  a 
la  puerta  del  patio  exterior  llamada  de 
San  Salvador,  decidido  a  apagar  el  fue- 
go.  Al  llegar  a  ella  oyó  los  gritos  de  los 
incendiarios  que  decian  «ara....  ara», 
y  vió  el  fuego.  Esperaba  Vivó  el  momen- 
to  en  que  pudiese  sofocar  el  fuego  con  el 
agua,  cuando  le  asaltó  el  temor  de  que 
los  revolucionarios  entraran  en  el  dicho 
patio  por  la  puerta  principal,  o  de  frente 
del  templo  y,  asi  que  le  cogieran  entre 
dos  enemigos  y,  sorprendiéndole  despre- 
venido  por  la  espalda,  le  mataran.  Vació 
los  cubos,  y  se  retiro;  y  con  el  Hermano 
sacristàn  Fr.  Pedró  Reverter  subió  al 
terrado  del  reloj,  de  donde  pasaron  al 
campanario,  y  tocaron  las  campanas  en 
súplica  de  auxilio. 

Haria  como  un  cuarto  de  hora  que  es- 
taban  allí  cuando  sube  el  Padre  Francis- 
co  V^idiella,  y  pregunta  en  la  obscuridad 
por  quien  hay  allí;  3'  luego,  oída  la  con- 
testación  de  los  dos  religiosos,  interroga 
por  el  estado  del  alboroto.  Vivó  le  con- 
testo: «No  teman  VV.,  porque  el  Con- 
»vento  està  rodeado  de  tropa  que  no  per- 
>>mite  que  nadie  se  acerque  à  él».  Fuése 
entonces  el  Padre  Vidiella  a  comunicar 
la  noticia  a  la  Comunidad. 

Esta,  entre  tanto,  iba  fugàndose  por  la 
cloaca.  Bajaban  en  grupos  por  la  esca- 
lera  del  dicho  depósito;  pasaban  sobre  de 
éste  por  dos  tablones  colocados  de  propó- 
sito,  y  luego,  no  sin  participar  de  la 
inmundicia,  salian  a  las  rocas.  Al  princi- 
pio, como  túdavia  subsistia  alguna  luz 
del  dia,  y  frente  de  la  cloaca  hubiese  una 
barquilla  que  pescaba  con  luz,  los  frailes, 
temiendo  ser  vistos,  se  agacharon  tras 
de  las  rocas  primeras,  o,  según  otro  tes- 
tigo,  suspendieron  la  salida,  esperando 
la  completa  obscuridad  de  la  noche;  la 


538 


LiBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECI.MO 


que  llegada,  caminaron  con  las  dificulta- 
des consiguientes  del  terreno  hasta  el  pie 
de  la  muralla  de  Atarazanas,  cuyo  pie  ba- 
iiaba  el  mar  (1).  El  Padre  Guardian  An- 
guera se  situo  en  la  cloaca  y  dirigia  la 
operación  (2). 

Mas  no  toda  la  Comunidad  siguió  este 
camino,  y  así  debe  la  presente  relación 
retroceder  un  poco.  El  paso  por  la  esca- 
lera,  aunque  no  mala,  por  los  tablones  y 
sobre  todo  por  las  rocas,  no  era  para 
decrépitos  y  achacosos,  y  así  estos,  en 
número,  según  parece,  de  once,  quedaron 
en  el  convento;  de  donde  al  otro  dia 
fueron  sacados  por  la  fuerza  pública  y 
conducidos  a  Atarazanas.  Un  miliciano, 
que  formaba  parte  de  esta  fuerza,  me 
anadió  que  al  bajar  con  ellos  la  rampa 
de  la  muralla  del  mar,  el  populacho  les 
quitó  uno  de  los  frailes:  que  «si  los  mili- 
»cianos  nos  hubiésemos  empenado  en 
«salvarle,  quizahubiéramos  perdido  otros, 
»y  así  no  tomamos  un  decidido  empefio 
«porque  no  lo  consideramos  prudente». 
Otro  dia  un  mi  amigo  habló  nueva- 
mente  del  caso  con  el  miliciano,  el  cual 
solo  soltó  alguna  palabra  que  pareció  no 
favorecerle,  y  callo.  De  donde  deducirà 
el  avisado  que  quizà  la  tal  prudència 
deba,  mejor  que  de  tal,  califlcarse  de 
crueldad  y  espíritu  revolucionario.  A  lo 
que  se  ve,  creia  el  miliciano  que  el  popu- 
lacho había  acabado  con  el  religioso;  però 
como  ninguno  de  los  franciscos  me  dió 
cuenta  de  su  muerte  ni  herimiento,  creo 
que  de  un  modo  u  otro  seria  entrado  en 
el  fuerte  y  salvado.  La  comitiva  de  los 
viejos  llego  a  la  puerta  de  Atarazanas,  y 
alli,  a  empujones  y  apoyàndoles.como  lo 
habian  efectuado  en  el  trayecto,  los  mili- 
cianos  los  metieron  dentro  (3).  Uno  de 
estos  frailes,  el  Padre  Antonio  Puig,  que 
contaba    75    afios    de    edad,  estaba   tan 


(i)  Relación  citada  del  P.  Ramon  Buldú  y  de 
otros  frailes. 

(2)  Relación  citada  del  donado  Vivó,  que  se 
halló  presente  al  acto. 

(5)  Por  caridad  me  callo  el  nombre  del  mili- 
ciano que  me  lo  dijo. 


decadente,  que  caminabaarrastrando  los 
pies.  Tempranito  del  anochecer  hizo  su 
chocolate  en  su  misma  celda,  y  se  acosto, 
y  así  pasó  tranquilamente  la  noche  sin 
enterarse  del  trastorno  de  la  casa  (4). 

A  pesar  del  susto  y  turbación  del  mo- 
mento,  los  franciscos  atinaron  a  salvar  el 
Santísimo  Sacramento,  y  asi,  antes  de 
dirigirse  a  la  cloaca,  un  Padre,  para  evi- 
tar profanaciones,  lo  sumió;  y  parece  que 
algunos  religiosos  ocultaron  sendos  càli- 
ces  en  sus  mangas  para  salvarlos  (5). 

Hemos  dejado  en  el  campanario  al  do- 
nado Antonio  Vivó  con  el  donado  Rever- 
ter, adonde,  a  los  pocos  minutos  de  haber 
dicho  al  Padre  Vidiella  que  el  convento 
quedaba  defendido,  volvió  este  Padre,  y 
a  los  dos  del  campanario  les  informo  de 
la  huida  de  la  Comunidad,  el  lugar  y 
modo.  Bajan  de  aquella  altura,  Vivó  se 
dirige  a  su  celda,  y  se  viste  de  seglar 
con  un  traje  que  le  habian  llevado  a  las 
cuatro  de  aquella  misma  tarde,  de  allí 
acude  a  la  cloaca,  y  con  el  Hermano 
refitolero  pide  permiso  al  Guardian  para 
salir  por  la  puerta  de  la  calle.  Acce- 
dió  el  superior,  y  aun  les  anadió  que  se 
llevaran  los  cinco  monaguillos  de  la  casa 
a  la  sazón  allí  presentes.  Los  siete  se 
encaminaron  a  la  porteria,  però  el  por- 
tero,  Hermano  Mariano  Coll,  firme  en  la 
puerta,  negóse  a  abrir,  hasta  que  Vivó  le 
aseguró  que  venia  con  orden  del  Guar- 
dian. Salidos,  toparon  con  un  oficial  situa- 
do  frente  de  la  esquina  de  la  calle  Nueva 
de  San  Francisco,  quien  les  pregunto  que 
;adónde  iban?  Contestaron  ellos  que  eran 
frailes  que  huían,  y  con  esto  les  dejó 
pasar.  Siguieron  por  esta  últimamente 
nombrada  calle,  mas  como  al  llegar  a  su 
miiad  Vivó  oyese  que  un  vecino  dijese: 
«son  frailes,  mira,  ves,  aquellos  chicosson 
»los  monacillos»,  mandó  a  estos  que  cami- 
naran unos  pasos  adelantados  a  él,  y  así 
continuo  su  camino  hasta  llegar  a  una 
casa  de  huéspedes  de  la  calle  de  las  Mo- 
las, donde  se  hospedó,  Al  pasar  por  las 

(4)  Relación  cit.  del  P.  Joaquín  .Marti. 

(5)  Relación  citada  del  donado  Vivó. 


LA  NOCHE  DEL  2?  DE  JULIO  DEXTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


539 


LÀPIDA   DEL   CLAUSTRO   DE   SAN   FRANCISCO   DE   ASÍS   DE   BARCELONA 


ül.l^ti:ll)RII.flRO  DPI  (II:CCC:U11  OBlIÒOnfli 

Gbx  DRG  De.pMcío  Oi  eG.eoDe  fino; 

uiRt  (nflDii  0Bii5;Dnflr  PiL•ifleiDSD&G 

üKORiOi  p  De  civHRio  o/;e[):iflceG  h!C  m ; 

í.nfl  Q.  Pdie  necepuí)  ()CW.ReGLibfl  onoi 

ni5:Sci.pnncisci;anü;flie:ReQ!escfíí); 

in;píice  rf: 

ExpL•AtiACíóN— VI  (Sexio)  •;  KL  (Kalendas)  •  lUNIT  •;  ANO  (anno)  '  DNI 

o  o  ■  o  ' 

(Domini)    :    M  (millesimo)   \    CCC  (trecentcsimo)   \    VII  (septiiiio)  ] 
OBIIT  :  DNA  idomina)  ■ 

or  -      II  o 

G  [Gcraldaj  ]  UX  ('«.vor;  ;•  BRG  (BerengariiJ  \  DE  ;  PALACIO  :"  Q..  i 
(quondam)  \  ET  f  EODÈ  (eodcni)  [  ÀNO  ("««//oj  : 

o  _  _     ■  _ 

VI  fsexíoj  \  KL  (Kalendas)  [  MADII  ;  OBIIT  }  DNA  (domina)  }  M  fA/a- 
r/fl,)  i  FILIA  •:  EIUSDE  (ejusdcni)  •  G  (Geraldae) 

I  0 

UXOR  ;  Q..  (quondam)  \  P  (-Pí/rO  ;  DE  í  CIVARIO  =  Q..  ;■  (quondam)  \ 

ET  ;  lACÈT  (jacent)  ■  HIC  •  IN  : 
^  -  I  ■         ■ 

TRA  (terra)  \  Q  (qtiac)  \  PME  (primae)  ■.  RECEPUT  (recepcrmit)  ■.  TCIA 

(terciam)  [  RivGULÀ  (regulam)  \  ORDI 
NIS    ;    SCI    (Sancti)    [   FRÀCISCI    (Francisci)    [    QRÜ    (quòrum)   \    .-ÜE 

(animae)  \  REQ'ESCAT  (requiescant)  \ 
IN  •:  PACE  :•  AME  (Amen)  ] 

TRADUccióN.— £■/  dia  sexto  de  las  Kalendas  dejunio  del  atio  del  Sefior  1307 
mur  ió  la  seíiora  Geralda  consort  e  de  Berenguer  dcPalacio  en  otro  ticmpo 
(o  sea  aliora  difunto):  y  el  mismo  ano  el  dia  sexto  de  las  Kalendas  de 
mayo  mur  ió  la  senora  Maria  hi  ja  de  la  misma  Geralda,  muj'er  del  en 
otro  tiempo  Pedró  de  Civario.  Y  yacen  aqui  en  tierra;  las  que  antes 
recibieron  la  tercera  Regla  del  Orden  de  San  Francisco;  y  cuyas  almas 
descansen  en paz.     Amen. 

EícaJa  de  1  por  5. 

Esta  làpida  està  ahora  expuesta  en  el  .Wuseo  provincial  de  antifiüedades  de  Barcelona, 
dondc  ticnc  el  número  92^.  pàg.  208  del  Catalogo. 


540 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


cercanías  del  convento  de  Capuchinos 
oyó  el  tumulto  del  ataque  de  este  con- 
vento y  los  gritos  que  daba  la  turba  en 
aquel  momento  clamando:  aara...  ara», 
palabras  que  me  indican  el  momento  en 
que  caen'a  la  verja  del  atrio.  Efectuóse 
esta  huida  de  Vivó  y  sus  companeros  a 
las  ocho  y  cuarto,  o  cosa  así  (1). 

No  carece  de  interès  el  relato  del  modo 
como  huyó  el  corista  Fr.  Joaquin  Martí, 
al  cual  mucho  traté,  y  de  cuyos  labios 
tango  las  noticias  de  esta  su  fuga.  Los 
jóvenes,  me  dijo,  veian  el  inminente  tras- 
torno, però  no  los  ancianos.  La  misma 
tarde  del  25  de  julio,  su  madre,  en  segun- 
das  nupcias  consorte  del  cirujano  y  bar- 
bero  Do-n  Liborio  Bofarull,  como  arriba 
noté,  estuvo  en  el  convento  a  visitar  a 
Fr.  Martí,  instandole  para  que  en  razón 
del  peligro  saliese  del  cenobio.  El  fraile, 
apoyado  en  que  todos  los  Padres,  hasta 
los  mas  graves,  continuaban  allí,  negóse 
a  las  súplicas  y  consejos  de  su  madre.  Al 
fin  esta  transigió,  conviniendo  en  que  al 
menos  llevaria  al  hijo  un  traje  de  seglar 
para  poder  huir  en  caso  de  necesidad. 
Fué  la  madre  por  el  traje,  però  al  volver 
con  él  ya  no  pudo  llegar  al  convento  por 
razón  del  alboroto. 

Cuando,  movida  ya  la  revolución,  la 
Comunidad  fué  a  escurrirse  por  la  cloaca, 
Marti  y  un  su  companero  pensaron  en 
huir,  proyectando  Martí  irse  a  casa  de  su 
madre  y  padrastro,  calle  de  la  Riera  del 
Pino,  hoy  del  Cardenal  Casanas;  però 
carecian  de  disfraz.  Recorrieron  el  con- 
vento, antes  tan  poblado  y  risueno,  ahora 
de  soledad  tan  siniestra  y  de  tanto  aban- 
dono, y,  viendo  abiertas  las  celdas  y  allí 
abandonados  algunos  trajes  de  seglar, 
Martí  se  vistió  uno  del  Padre  Cantero,  y 
el  companero  se  disfrazó  también.  En 
este  paso  por  el  convento  vieron  los  jóve- 
nes la  puerta,  y  que  se  le  ponia  fuego,  y 
que  acudieron  en  grupos  algunos  solda- 
dos  de  caballeria  de  Atarazanas,  quienes 
con  ayuda  de  vecinos  apagaron  el  fuego. 

El  Portero  negóse  a  abrir  la  puerta  a 

(i)     Relaeión  cit.  del  mismo  D.  .\ntonio  \'ivó. 


los  dos  jóvenes,  però  como  se  presentase 
para  salir,  y  muy  bien  disfrazado,  el 
Padre  Boria,  se  abrió  la  puerta,  y  así 
salieron  los  tres  y  un  caballero  que  acom- 
panaba  al  primero.  Enlilaron  los  jóvenes 
toda  la  calle  Nueva  de  San  Francisco, 
cruzaron  la  de  Escudillers,  siguieron  por 
la  del  Vidrio  para  por  ella  llegar  a  la  de 
la  Boquería,  mas  al  entrar  en  la  de  Fer- 
nando VII  toparon  con  el  tumulto  que 
pretendía  incendiar  la  puerta  del  templo 
de  Capuchinos.  En  el  baruUo  de  este 
tumulto  y  corridas  a  Martí  le  cae  de  la 
cabeza  la  gorra,  quedando  patente  su 
rasura.  Recoge  aquella  y  se  la  pone  de 
nuevo  precipitadamente,  però  compren- 
diendo  el  peligro  que  allí  corrían,  resuel- 
ven  dar  un  rodeo  por  las  calles  de  Tres- 
llits,  Leona,  Avifló,  Ave  Maria,  Plaza 
del  Beato  Oriol  y  Riera  del  Pino.  Atra- 
viesan  las  dos  primeras  nombradas  calles, 
mas  en  la  de  la  Leona  topan  con  una 
patrulla  que  les  da  el  guien  vive;  respon- 
den  ellos  descubriendo  su  profesión,  y 
entonces  la  patrulla  los  lleva  a  Atara- 
zanas. 

Al  llegar  vió  Martí  que  un  Padre  estaba 
exhortando  al  moribundo  Fr.  Pallàs.  Allí 
en  el  fuerte  habia  ya  muchos  franciscos, 
todos  en  hàbitos,  por  cuya  razón  el  corista 
estaba  corrido.  A  las  tres  de  la  madruga- 
da  la  intrèpida  madre  de  Martí  se  pre- 
sento en  Atarazanas,  en  cuya  puerta  topo 
con  Ayerve,  al  cual  habló  con  tal  elo- 
cuencia  de  madre,  que  el  mismo  Brigadier 
la  cogió  por  la  mano  y  la  introdujo  en  el 
fuerte.  Entro  esta  senora  donde  estaban 
los  frailes,  y  llamado  su  hijo,  le  dió  una 
medicina  para  sustos,  de  la  que  participa- 
ron  los  companeros  màs  cercanos.  Traía 
la  madre  el  prometido  disfraz,  mas  el 
fraile  no  lo  admitió,  sinó  que  por  el  con- 
trario pidió  a  su  madre  que  le  trajera  un 
habito  que  ella  le  habia hecho  en  aquellos 
días.  Se  lo  llevo,  y  Martí  vistió  como  los 
demàs  de  su  convento  (2). 


(j)     Relaeión  de  dicho  Fr.  Marti   en  Barcelona 
a  7  de  iulio  de  1880. 


LA    NOCIIE    DEL    2^    DE    Jl'LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAISTROS 


541 


He  aquí  cuAn  bien  concuerda  la  presente 
relación  de  Fr.  Joaquín  Martí  con  la  de  mi 
companero  que  había  oido  del  padrastre 
senor  Bofarull,  segiin  arriba  en  el  articulo 
5."  del  capitulo  anterior  expliqué. 

Tampoco  siguió  a  la  Comunidad  el  Pa- 
dre  Baltasar  Sentís,  y  la  historia  de  su 
fuga  contribuye  a  explicar  la  de  aquella. 
En  la  noche  fatal  tocabale  a  Sentis  la  vela 
nocturna  de  seguridad,  por  cuya  razón 
cenaba  antes  que  los  demàs.  En  esto, 
mientras  cenaba,  entra  precipitadamente 
en  el  refectorio  el  Padre  Alsina,  y  anun- 
cia la  revolución.  El  Padre  Sentis  deja 
la  cena  y  sube  al  convento,  que  encuen- 
tra  ya  desierto;  y  de  allí  corre  a  es- 
conderse  en  lo  mas  alto  de  la  casa,  en 
el  des  van,  entre  la  bóveda  del  corredor  y 
la  techumbre  superior.  Permaneció  aquí 
un  buen  rato,  como  media  hora,  esperan- 
do  ver  qué  sesgo  tomaba  el  ataque,  hasta 
que  oyendo  que  la  caballería  corria  y 
dominaba  la  calle,  se  animo,  y  descendió 
al  convento,  mientras  oía  el  campaneo  de 
los  cenobios  que  pedían  auxilio  Bajó  al 
huerto,  y  en  el  angulo  que  éste  formaba 
entre  la  rampa  de  la  muralla  del  mar  y  el 
Dormitorio,  o  sea  frente  del  actual  Banco 
de  Barcelona,  halló  que  el  lego  Manuel 
Palliis,  vestido  de  seglar,  armado  de  una 
escalera,  quería  saltar  la  tapia  y  huir. 
Esta  en  el  dicho  íingulo  sostenia  un  farol 
del  alumbrado  publico,  tras  del  cual  una 
alta  piedra,  que  hacía  las  veces  de  reflec- 
tor, iluminaba  la  calle,  dejando  al  huerto 
en  obscuridad.  Fr.  Sentís  subió  por  la  es- 
calera antes  que  el  lego,  y  viendo  que 
frente  de  Atarazanas  había  dos  piezas  de 
Artilleria  con  sus  artilleros,  creyó  seguro 
el  terreno,  y  salto  a  la  calle,  pasando  de 
una  corrida  hasta  la  puerta  de  Ataraza- 
nas, la  que  venia  frente  de  la  Rambla. 
Sin  embargo,  aun  allí,  y  esto  demuestra 
la  connivencia  de  la  autoridad,  en  el  acto 
de  córrer  Sentis  hasta  el  fuerte,  sonaron 
en  la  turba  que  se  hallaba  en  la  misma 
Rambla  ante  los  indicados  canones,  sona- 
ron, digo,  dos  tiros,  cuyas  batas  dieron 
contra  la  nombrada  tapia  del  huerto  del 
convento,  no  sin  antes  una  de  ellas  tras 


pasar  el  habito  del  fraile,  itan  cerca  le 
pasaron! 

En  Atarazanas  Sentís  halló  ya  siete  u 
ocho  frailes  franciscanos  que  habian  sido 
recogidos  o  llevados  alia.  Al  cabo  de  un 
rato,  como  de  un  cuarto  de  hora,  un  oficial 
dijo  a  Sentís  que  allí  habia  un  herido,  y 
por  io  mismo  el  fraile  corrió  a  asistirle, 
quedando  no  poco  sorprendido  al  encon- 
trarse  con  el  lego  que  quiso  saltar  la  tapia 
con  él.  Estaba  3'a  moribundo  por  las  terri- 
bles punaladas  que  recibió  en  la  Rambla 
de  Santa  Mònica,  frente  de  la  casa  llama- 
da  entonces  de  March  de  Reus,  y  ho}'  Su- 
cursal del  Banco  de  Espana,  esdecir,  casi 
tocando  con  los  canones  y  la  autoridad. 
Sentís  dió  la  absolución  al  lego  Manuel 
Pallàs,  que  este  era  su  nombre,  quien 
en  seguida  murió. 

Al  cabo  de  un  rato  de  tan  triste  escena 
otro  oficial  se  dirige  a  Sentís  y  le  dice: 
«Vea  V.,  Padre,  por  aquí  bajo  de  la  mu- 
»ralla  llaman.  Vea  \''.  si  conoce  la  voz». 
Acercóse  el  fraile  a  la  muralla  que  daba 
al  mar,  y  conoció  la  voz  de  su  Padre 
Guardian.  «jPadre  Guardian!,»  contesto 
Sentis  Repuso  aquél:  «Vea  si  por  ahí 
»hay  una  escalera  para  subir».  Púsose  la 
escalera  de  mano  en  el  punto  donde  hubo 
la  bateria  de  salvas,  y  por  ella  subió  al 
fuerte  como  la  mitad  de  Comunidad 
franciscà,  o  quizà  màs,  conmovida  en 
los  espíritus,  sucia  en  el  cuerpo  por  razón 
del  conducto  de  la  fuga  (1),  pues  procedia 
de  la  cloaca.  Al  entrar  en  la  muralla  los 
frailes  tropezaban  sin  duda  por  la  obscuri- 
dad y  la  turbación,  y  entonces  un  cadete, 
del  cual  luego  he  de  hacer  mención,  acu- 
dió  a  daries  la  mano  para  evitar  que 
cayesen  (2). 

El  cadàver  de  Pallüs  fué  colocado  bajo 
de  un  cobertizo  junto  con  el  de  otro  fraile, 


(i)  Rciaciün  del  mismo  P.  Baltasai'  Sentis  en 
.Maspujols  a  i  ?  de  iunio  de  188Ó.  El  donado 
Vivó  me  dijo  que  quien  dió  la  absolución  a  Palhis 
fuc  el  P.  Manuel  F-'ont,  però  Sentis  me  dijo  haber 
sido  él. 

(2)  Relación  del  mismo  cadete  D.  José  Ortega 
de  1  í  de  enero  de  1888. 


542 


LIBRO    TERCKRO.  —  CAPITULO    DECIMO 


cuya  religión  ignoro,  el  cual  tenia  abier- 
ta  la  cabeza,  faltàndole  toda  la  coronilla, 
abertura  que  dejaba  ver  el  cràneo  vacio, 
lo  que  indica  que  su  cerebro  quedaria  en 
el  lugar  del  crimen.  Ambos  difuntos  ves- 
tían  de  seglar  (1). 

Al  pronto  los  frailes  vivos  entrados  en 
el  fuerte  fueron  colocados  en  el  almacén 
de  la  Maestranza  de  Artilleria  (2). 

Brillaron  ciertamente  los  franciscos  en 
este  tropiezo  por  su  serenidad,  pues  no 
sólosagaz  y  ordenadamente  supieronhuir , 
sinó  que  también  salvaron  los  objetos  de 
precioso  metal.  Ya  arriba  nos  dijo  el  se- 
sudo  donado  Vivó  que  al  escaparse  cada 
corista  ocultaba  un  càliz  en  la  manga  de 
su  habito;  y  el  Subsíndico  Don  Fèlix 
Puig  me  anadió  que  en  la  misma  noche 
uno  de  ellos,  por  donde  huyó  la  Comuni- 
dad,  volvió  al  convento  y  extrajo  y  llevo 
al  fuerte  otras  joyas;  de  modo  que  unos 
días  después  él  mismo  en  la  casa  rectoral 
de  San  Gervasio,  donde  se  hallaban  refu- 
giados  el  Padre  Provincial  y  algun  otro 
de  los  superiores,  vió  abundància  de  pla- 
ta procedente  del  convento  de  Barcelona 
y  del  de  Jesús  de  Gracia.  AUi  fué  tapiada 
en  un  escondrijo,  y  se  salvo  (3). 

Atrevido  anduvo  y  afortunado  tam- 
bién el  Subsindico  Fr.  José  Pallàs,  lego, 
hermano  del  asesinado  Fr.  Manuel,  el 
cual  José,  el  dia  siguiente  del  atropello,  o 
sea  el  26  de  julio,  entro  en  el  convento 
por  la  cloaca  por  donde  había  huido  la 
Comunidad;  se  dirigió  a  la  celda  del  Sin- 
dico Fr.  Germà;  recogió  de  alli  9,600 
duros  que  pertenecian  a  la  Provincià  y 
que  accidentalmente  estaban  alli,  y  con 
ellos  salió  y  los  salvo.  Dejó  abandonades 
IS  duros  en  calderilla  por  no  poder  lle- 
varies. Tengo  esta  noticia  de  labios  del 
donado  Don  Antonio  Vivó,  quien  la  habia 
oido  de  boca  del  mismo  que  ejecutó  el 
atrevido  paso;  però  me  quedo  alguna 
duda  sobre  si  me  dijo  que  la  practico  el 


(i)     Relación  citada  del  P.  Ramon  Buldú. 
(2)     Relación  de  dicho  D.  José  Ortega. 
(5)     Relación   de   D.   Fèlix   Puig  en  Barcelona 
en  23  de  junio  de  1880  y  de  D.  Antonio  Vivó. 


indicado  José  Pallàs  o  el  subsindico  Fèlix 
Puig,  aunque  el  caràcter  atrevido  del  pri- 
mero  me  inclina  a  creer  que  fué  él.  José 
Pallàs,  exclaustrado  ya,  entro  en  la  cons- 
piración  carlista,  y  descubierto,  fué  fusi- 
lado  (4). 

Durante  la  noche  del  25  fueron  entran- 
do  frailes  en  Atarazanas.  Algunos  lleva- 
ron  allà  sus  copones  conteniendo  las 
Sagradas  Formas;  de  modo  que  se  reunie 
ron  allí  cuatro  o  cinco  globos,  los  cuales 
fueron  colocados  sobre  de  una  mesa  en 
un  terradito.  Los  prelados  invitarona  los 
sacerdotes  a  sumir  las  dichas  Formas,  y 
así  las  sumieron,  ocultando  luego  los  glo- 
bos en  las  mangas  de  los  hàbitos  (5). 

En  Atarazanas  hubo  oficiales  que  se 
portaron  bondadosamente  con  los  frailes, 
tales  como  el  mentado  cadete  y  otros:  la 
inmensa  mayoria  ni  les  halagaron  ni  les 
insultaron.  Sin  embargo,  uno,  de  muy 
baja  graduación,  al  ver  en  la  manana 
siguiente  que  se  daba  un  panecillo  (lloii- 
giiet)  a  cada  fraile,  exclamo:  <viqué  pan?; 
»veneno  hay  que  daries»;  exclamación 
que  atemorizó  tanto  a  uno  de  los  francis- 
cos, que  no  quiso  probar  dicho  pan  te- 
miendo  ser  envenenado(6).  Lasoldadesca 
de  tropa  y  carabineros  insulto  a  los  pobres 
perseguides  profiriendo  distintes  dicte- 
ries,  tal  como:  «de  cada  cinco  de  estos 
»habria  que  fusilar  uno»  (7). 

En  aquella  noche  no  se  dió  alimento 
algune  a  les  frailes  recogidos  en  Atara- 
zanas, y  esta  noticia  me  trae  a  la  mano 
una  calumnia  que  contra  los  franciscos 
de  dicho  fuerte  escribió  Den  Víctor  Bala- 
guer. Describe  el  paso  de  la  Comunidad 
por  la  cloaca  y  las  rocas  y  su  ascenso  al 
fuerte,  y  lo  hace  del  mode  artificiosa- 
mente  hinchado  de  su  costumbre;y  anade: 
«Una  vez  allí  (los  frailes  en  Atarazanas), 
»una  vez  en  salvo,  una  vez  disipados 
»todos  sus  temeres,  los  pebres  proscrites 


(4)  Relación  cit.  de  D.  Antonio  Vivó. 

(5)  Relación  cit.  del  P.  Sentis,  que  iué  uno  de 
los  que  sumió  Formas. 

(6)  Relación  cit.  del  P.  Ramon  Buldú. 

(7)  Relación  cit.  del  P.  Baltasar  Sentís. 


LA  NOCHE  DEL  2^  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLAISTROS 


543 


»se  acordaren  que  habían  abandonado  su 
»morada  en  el  momento  en  que  iban  a 
«sentarse  a  la  mesa  y  olvidàronse  de  su 
»apurada  y  crítica  situacion  para  dardis- 
«posiciones  y  pedir  algo  que  comer. 

»Poca  provisión  había  en  la  cantina,  y 
»por  lo  mismo  despachàronse  dos  solda- 
»dos  que  no  tardaron  en  volver  a  la  for- 
»taleza  cargados  de  comestibles. 

»Preparóse,  arreglóse  una  larga  mesa 
»en  la  cantina,  y  los  Franciscanes  se  sen- 
»taron  a  ella. 

»En  el  instante  en  que  llevaban  su  pri- 
»mer  bocado  a  los  labios,  oyóse  un  grito 
»agudo  muy  cercano  seguidode  una  sèrie 
»de  gemidos  que  iban  debiütAndose,  al 
»mismo  tiempo  que  resonaba  el  golpe  de 
»un  cuerpo  cayendo  en  tierra. 

«Palidecieron  los  frailes. 

»E1  guardiàn  mandó  un  lego  para  en- 
»terarse. 

»Este  volvió  y  dijo  que  era  un  fraile 
»dominico  que  herido  había  traido  una 
«patrulla,  y  que  acababa  de  caer  muerto 
Ȉ  la  puerta  de  la  cantina. 

»A1  ver  que  no  tenían  nada  que  témer, 
»los  frailes  sin  contestar  Uevaron  a  los 
»labios  el  bocado  que  habían  suspendido 
»y  continuaren  comiendo  con  la  mayor 
«tranquilidad  y  calma,  como  si  tal  cosa 
»hubiese  sucedido. 

»iPasmosa  sangre  fria!  ilmperturbable 
»egoismo!  jSus  hermanos  agonizando  y 
»ellos  comiendo!»— Nota  del  pie  de  la 
pagina:  «El  autor  sabé  esto  por  un  testi- 
go  de  vista»  (1). 

En  su  libro  posterior  Las  Calles  de 
Barcelona  dice  Balaguer  que  este  testigo 
era  el  senor  Llobet  y  Vallllosera,  al  cual 
veremos  figurar  harto  mas  abajo,  y  ter- 
mina la  nota  con  estàs  palabras:  «el  autor, 
»como  se  lo  contaron,  asi  lo  cuenta». 

Si  en  la  narración  de  una  tragèdia,  tan 
lamentable  como  la  presente,  fuera  licito 
mezclar  un  sainete,  tomarà  a  broma  el 


(i)  Los  frailes  y  sus  conventos...  Madrid  y 
Barcelona,  i8;i,  tomo  II,  pàgs.  400  y  410.^ — Las 
calles  de  Barcelona.  Barcelona,  186^,  tomo  I. 
pàgs.  ?62  y  3Ó3. 


relato  de  Balaguer.  Porque  allí  se  dice 
que  los  frailes  tenían  «disipados  todos 
>^sus  temores»  y  al  mismo  tiempo  se  habla 
de  su  «apurada  y  crítica  situacion»;  que 
faltando  víveres  en  la  cantina  se  mandan 
dos  soldades,  cual si  fueran  dos  legos  al 
Servicio  del  Guardian;  que  los  soldades 
fueron  por  elles,  y  que  vuelven  cargados, 
ni  màs  ni  menes  que  si  fueran  criades  de 
fonda  cargados  con  sus  abultadas  cestas, 
y  esto  a  las  nueve  de  la  noche,  en  dia  de 
revolución.  Se  dice  que  luego  se  arreglo 
la  larga  mesa,  sin  duda  con  sus  jarritos 
de  flores,  entremeses  y  postres;  que  el 
fraile  al  morir  dió  allí  el  grito,  los  gra- 
duades gemidos,  y  finalmente  se  eye  el 
ruido  de  la  caida  del  cuerpo  tal  como  en 
las  muertes  del  teatro.  Se  escribe  allí  que 
el  cuerpo,  al  caer  exanime,  produjo  un 
ruido,  como  si  fuese  de  metal  de  campa- 
na; que  el  Guardian  manda  un  lego,  como 
un  General  envia  un  ordenanza;  que  la 
víctima  «era  un  fraile  dominico  que  heri- 
»do  había  traido  una  patrulla»:  mucha 
fuerza  debía  de  tener  el  tal  fraile  cuando 
herido  pudo  transportar  a  cuestas  una 
patrulla;  y  que  entonces  los  tigres,  digo, 
los  frailes,  continuaren  tranquilamente 
la  cena. 

Unànimemente  todos  los  frailes  de  va 
rias  religiones  puestos  en  Atarazanas,  per 
mi  interrogades,  me  negaren  que  en  aque 
lla  noche  se  les  diera  allí  alimento  algune. 
Los  francisces,  pues,  ne  cenaren.  Ningún 
dominico  murió  en  Atarazanas,  ni  tuvie- 
ren  los  de  su  religión  màs  herido  ni  muer- 
to que  el  Padre  Riera,  asesinado  en  la 
calle  de  San  Pablo.  Cuando  el  mal  heri- 
do franciscano  Manuel  Pallàs  fué  entrado 
en  el  fuerte,  tedavia  la  Comunidad  no 
estaba  en  él,  como  arriba  nos  lo  conto 
Fr.  Baltasar  Sentís.  El  mismo  Balaguer 
ne  debía  de  estar  muy  cenvencido  de  la 
verdad  de  su  dicho,  ya  que  cuando  lo  re- 
preduce  en  su  libro  posterior  Las  Calles 
de  Barcelona,  se  sacude  de  sus  hombros 
la  respensabilidad  de  su  certeza,  escri- 
biende:  «y  como  se  lo  contaron  al  autor, 
»asi  lo  cuenta»;  que  es  como  decir:  «yo  no 
»respendo  de  lo  dicho».  En  fin,  que  para 


544 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECIMO 


tragarse  tales  calumnias  es  necesario 
fabricarseunos  frailes  fantàsticos,  distin- 
tos  de  los  reales,  que  sean  mitad  hombres 
y  mitad  hienas. 

Però  la  calumnia  es  hija  de  algo, 
reza  el  retran,  por  cuj'a  razón  inquirí  si 
hubo  algun  hecho  que  la  motivarà.  El 
Padre  Sentís  me  contesto  que  no  veia 
mas  hecho  que  el  presenciado  por  él, 
cuando  al  principio  de  la  persecución,  y 
cuando  él  entro  en  Atarazanas  muy  antes 
de  la  llegada  de  la  Comunidad,  topo  allí 
con  cuatro  o  cinco  frailes,  que  comian 
algo,  y  a  los  que  no  pudo  menos  de  decir: 
«no  sé  como  tienen  apetito'>.  Estos  toda- 
vía  no  habían  visto  heridos,  ni  atentados, 
ni  casi  persecución;  su  espíritu,  pues,  aún 
estaba  poco  conmovido.  De  todos  modos, 
de  este  hecho  a  la  calumnia  de  Balaguer 
media  un  abismo.  Por  ella  comprendera 
quien  leyere  cuànta  razón  llevo  en  el 
prologo  al  escribir  que  la  opinión  de  los 
aflos  que  siguieron  al  35  fué  creada  por 
la  revolución,  y  estuvo  informada  de 
satAnico  odio  contra  las  ordenes  reli- 
giosas. 

Por  las  notas  de  los  libros  de  entradas 
y  salidas  del  Hospital  de  la  Santa  Cruz 
se  ve  que  los  frailes,  que  durante  los  días 
del  encierro  en  los  fuertes,  enfermaban, 
eran  llevados  a  dicho  piadoso  estableci- 
miento.  Así,  en  31  de  julio,  entro  alia  el 
Padre  Vicente  Ferrer,  de  este  Convento, 
natural  de  Barcelona  y  ciego;  y  salió 
en  23  de  septiembre.  Y  el  lego  Fr.  Anto- 
nio  Civit,  natural  de  Blancafort,  entro  en 
10  de  agosto,  cuando  los  religiosos  eran 
despedidos  de  los  fuertes,  _y  no  consta 
si  curo  o  murió. 

El  edificio,  exceptuada  la  mentada 
puerta,  no  sufrió  el  incendio,  como  se 
desprende  de  lo  narrado. 

Adiciones.  Con  posterioridad  a  la  pu- 
blicación  de  mi  primera  obra  adquirí  la 
noticia,  y  aquí  la  inserto,  de  la  muerte 
del  Padre  Provincial  Fr.  José  Feu  en  7 
de  marzo  de  1834,  y  el  nombramiento  de 
Vicario  Provincial  hecho  a  favor  del 
Padre  Fr.  Buenaventura  Clariana  en  el 
Definitorio  de  Tortosa,  nominación  efec- 


tuada a  los  21   días  del   mismo   mes  y 
ano  (1). 

El  Padre  Lector  Fr.  Francisco  de  Pau- 
la Moliner,  después  de  exclaustrado,  fué 
beneficiado  de  nuestra  Catedral,  y  murió 
en  6  de  septiembre  de  1858  (2). 


ARTICULO  CUARTO 

SANTA    MÒNICA    DE    AGUSTINOS 
DESCALZOS 

Lista  de  los  religiosos  de  esta  casa: 

S.ACERDOTES 

R.  P.  Cristóbal  de  la  Virgen  del  Car- 
men,  de  apellido  Andués,  Prior. 

R.  P.  Jaime  de  la  Virgen  del  Carmen, 
de  apellidos  Edo  y  Morte,  hijo  de  Teruel, 
Subprior.  Profesó  en  5  de  octubre  de  1805. 

R.  P.  Francisco  de  Santo  Domingo,  de 
apellidos  Vidaló  y  Fabra,  hijo  de  Puig- 
cerdà. Profesó  en  4  de  diciembre  de  1784. 

R.  P.  Mateo  de  los  Dolores,  de  apellidos 
Manonelles  y  Romaiïà,  hijo  de  Barcelo- 
na. Profesó  en  -18  de  octubre  de  1785. 

R.  P.  Carlos  de  la  Concepción,  de  ape 
llidos  Gil  y  Carrió,  hijo  de  Barcelona. 
Profesó  en  20  de  junio  de  1796. 

R.  P.  Jaime  de  la  Virgen  de  los  Dolo- 
res, de  apellidos  Ayats  y  Masferrer,  hijo 
de  San  Pedró  de  Ossor.  Profesó  en  27  de 
noviembre  de  1798. 

R.  P.  José  de  la  Virgen  del  Carmen,  al 
cual  las  listas  oficiales  dan  el  apellido 
de  Macía,  però  en  el  libro  de  profesio- 
nes  se  lee  de  un  José  de  la  Virgen  del 
Carmen  que  se  llamaba  Manonelles  y 
Romana,  que  profesó  en  13  de  agosto 
de  1799  y  que  era  natural  de  Barcelona. 

R.  P.  Manuel  de  San  Antonio  de  Pa- 
dua,  de  apellidos  Lanzuela  y  Bernal,  hijo 
de  Fortanete  de  Aragón.   Profesó  como 


(i)  Llibre  de  notas  del  ^'icario  de  coro.  pàsi- 
nas  6g  y  70. — Archivo  de  Hacienda  de  Barcelona. 

(2)  Archivo  catedral.  Libro  de  Olnts  de  r8;8, 
l"ol.  2^ 


LA    NOCIIE    DEL    2^     DE    Jl  LIO    DENTRO    DE     LOS    CLALSTROS 


545 


lego  en  8  de  mayo  de  1826.  però  luego 
como  corista  en  16  de  febrero  de  1829. 

R.  P.  Mariano  de  la  V'irgen  del  Car- 
men,  de  apellidos  Baynach  y  Roy,  hijo  de 
Benavarre  de  Aragón.  Profesó  en  28  de 
enero  de  !832. 

R.  P.  José  Roo^ent,  cuyosotros  nombres 
Ignoro. 

R.  P.  Esteban  de  la  Magdalena,  de  ape- 
llido  Bonet. 

R.  P.  Manuel  del  Santo  Àngel,  de  ape- 
llido  Jabat. 

CORIST.AS 

Fr.  Santiago  de  la  Virgen  del  Pilar,  de 
apellido  Gonzàlez. 

Fr.  Pablo  Falcón;  ignoro  los  otros  nom- 
bres. 

Fr.  Manuel  de  San  Nicohís  de  Tolenti- 
no,  de  apellidos  Pérez  y  Romero,  hijo  de 
lilueca  de  Aragón.  Profesó  en  27  de  no- 
viembre  de  1831. 

LEGOS 

Fr.  Francisco  de  San  José  de  apellidos 
Colomer  y  Ester,  hijo  de  Ger  de  Urgel. 
Profesó  en  10  de  abril  de  1808. 

Fr.  Agustín  de  la  Virgen  del  Carmen, 
de  apellidos  Monforte  y  Serret,  hijo  de 
Mirambel  de  Aragón.  Profesó  en  27  de 
Julio  de  1833. 

Fr.  Antonio  Bonet. 

Fr.  Tomcis  Luis. 

Fr.  Matias,  organista  (1). 

A  pesar  de  mi  decidido  empeno  en  per- 
quirir  y  oir,  desde  el  principio  de  mis 
investigaciones,  a  religiosos  de  todos  los 
conventos,  no  logré  ver  ninguno  del  pre- 
sente  de  Santa  Mònica.  Respecto  a  la 
salvación  de  la  casa,  ya  dije  cuanto  sé 
en  el  articulo  3.°  del  capitulo  próximo 
anterior.  De  lo  sucedido  a  su  Comunidad 
solo  he  leido,  y  en  un  papel  anónimo  que 
acaso  vinc  a  mis  manos,  y  cuya  autori- 

(i)  .-Vrchivo  municipal  de  Raicelona.  .Ui/fi- 
dos.  Seguiido  semestre,  i8jj.  Al  fin  del  tomo  un 
cuaderno  litulado  Pasaportes  e.xpedidos  à  los 
Religiosos... — Libro  de  protesioncs,  que  està  en 
cl  Archivo  de  Hacicnda  dè  esta  provincià. 


dad  ignoro,  que  «à  los  agustinos  descal- 
»zos  nadie  les  dijo  nada,  y  que  se  refugia- 
»ron  en  Atarazanas*.  De  aquí  los  jóvenes 
pasaron  a  Montjuich,  y  los  viejos  y  acha- 
cosos  a  la  Ciudadela.  Ni  es  de  extranar 
que  escaparan  ilesos  hallàndose  como  se 
hallaban  en  convento  tan  próximo  al 
fuerte  de  Atarazanas.  Y  no  es  que  a 
todas  horas  pudiesen  efectuar  el  trasla- 
do,  pues  el  fraile  franciscano  Pallàs  sufrió 
la  agresión  frente  de  este  cenobio,  sinó 
que  sin  duda  esperarían  un  momento  de 
relativa  calma,  y  de  una  corrida  pasa- 
rían,  o  quizà  metidos  entre  los  soldados 
de  alguna  patrulla  que  regresara  al 
fuerte. 


ARTICULO  QUINTO 

LA  VIRGEN  DE  LA   BUENANUEVA, 
DE  TRINITARIOS  DESCALZOS 

El  dia  fatal  esta  Comunidad  se  compo- 
nia de  los  siguientes  frailes: 

SACERDOTES 

R.  P.  Agustín  de  la  Concepción,  Presi- 
dente  por  falta  de  Ministre.  Ademàs  era 
Lector. 

R.  P.  José  de  la  Virgen,  de  apellido 
Dar  dallo. 

R.  P.  Jerónimo  de  San  Fèlix,  de  apelli- 
do Faubelo. 

R.  P.  Francisco  de  San  José,  cuyo 
apellido  ignoro. 

R.  P.  Santiago  de  la  Concepción,  Lec- 
tor; ignoro  su  apellido. 

R.  P.  Vicente  de  San  Antonio,  Lector; 
no  sé  su  apellido. 

R.  P.  José  de  los  Dolores,  Pasante.  No 
conozco  su  apellido. 

R.  P.  Buenaventura  del  Santísimo  Sa- 
crameiito;  ignoro  su  apellido. 

R.  P.  Nicanor  del  Beato  Miguel,  de 
apellido  Ortega. 

R.  P.  José  de  la  Santísima  Trinidad,  de 
apellido  Ciera. 

R.  P.  luan  de  la  Asunción,  de  apellido 
i  Llusa. 


546 


LIBRO    TERCKRO. — CAPITULO    DECIMO 


R.  P.   SebastiAn  de  Dios,   de  apellido  | 
Casanovas.  i 

R.  P.  Pedró  de  Jesús,  de  apellido  Mi- 
randa. 

NO   SACERDOTES 

Fr.  Juan  de...  de  apellido  Puig. 

Fr.  Hipólito  de  la  Concepción,  Diàco- 
no,  cuyo  apellido  ignoro. 

Fr.  Rafael  de  San  Miguel,  Diàcono. 

Fr.  Manuel  del  Beato  Miguel,  SubdiA- 
cono,  de  apellido  Fernàndez. 

Fr.  Jorge  de  la  Virgen,  Subdiàcono,  de 
apellido  Gerunda. 

Fr.  Pedró  del  Beato  Juan  Bautista,  Sub 
diàcono,  cuyo  apellido  ignoro. 

Fr.  Agustín  de  San  Jorge,  Subdiàcono; 
ignoro  su  apellido. 

Fr.  Bruno  de  la  Encarnación,  Subdià- 
cono, cuyo  apellido  ignoro. 

Fr.  Juan  de  San  Lucas,  Subdiàcono,  de 
apellido  Ruiz. 

Fr.  Fernando  de  Jesús  Nazareno,  Sub- 
diàcono, de  apellido  Solà. 

Fr.  José  de  la  Purificación,  Subdiàco- 
no, de  apellido  Aranda. 

Fr.  Leandro  de  San  Antonio,  Acólito, 
cuyo  apellido  ignoro. 

Fr.  Felipe  de  San  Miguel,  Acólito,  de 
apellido  Martínez. 

Fr.  Antonio  de  San  José,  Acólito,  de 
apellido  ignorado. 

Fr.   Blas    de    la  Virgen  del   Carmen, 
Acólito,  de  apellido  Villafranca. 

Fr.  Severino  de  la  Virgen  del  Rosario, 
Acólito,  de  apellido  Casas. 

Fr.  Celestino  de  la  Virgen,  Acólito,  de 
apellido  Legaz. 

Fr.  Juan  de  Santa  Teresa,  Acólito,  de 
apellido  Bruch. 


Fr.  Benito  de  la  Santísima  Trinidad. 

Fr.  Matías  de  San  Blas. 

Fr.  Juan  de  San  José. 

Fr.  José  de  Santa  Bàrbara  (1). 


(i)     Estàs  listas  las  debò  a  la  bondad  del  Padrc 
Fr.   Antonino   de   la    Asunción,  actual  Ministro 


La  Comunidad  trinitaria  venia  regida 
por  un  Presidente  porque  el  l'adre  Minis- 
tro, Padre  Gregorio  de  la  Ascensión, 
había  sido  confinado  por  la  autoridad 
militar  a  Valencià,  donde  murió  del  còle- 
ra a  poco  de  Uegado  allà.  Cosa  igual 
aconteció  al  Padre  Definidor  General 
Padre  Buenaventura  de  San  Alejo,  resi- 
dente  en  Vich,  quien  confinado  a  Barce- 
lona por  la  misma  autoridad,  cayó  aquí 
bajo  la  guadana  del  còlera,  siendo  el  único 
atacado  que  tuvo  este  convento  (2). 

La  Comunidad  trinitaria  de  Barcelona 
sentia  falta  de  personal,  especialmente 
para  cubrir  todo  el  Servicio  de  Misas  de 
turno;  y  por  esto,  como  en  el  curso  de 
coristas  que  habían  hecho  el  noviciado  y 
los  tres  de  Filosofia  en  Vich  se  contaran 
cuatro  presbiteros,  los  superiores  les  tras- 
ladaron  a  Barcelona  para  aquí  ver  la 
Teologia.  Llegaron  los  coristas  la  vigília 
deia  Pascua  de  Pentecostes  de  1835(3). 

La  mezcla  de  legitimo  temor  y  de  cegue- 
ra  del  peligro,  que  hemos  notado  en  otras 
casas,  aparece  en  la  presente,  si  es  posi- 
ble,  con  mayor  intensidad.  Nos  lo  diran 
sus  frailes  mismos.  Las  siguientes  pala- 
bras  las  escribió  el  Padre  Juan  Puig,  de 
ella:  «No  me  acuerdo  cuanto  tiempo  duro 
»de  estar  con  seriós  temores,  que  todas 
>  las  noches  estàbamos  de  vigilància  dos 
í.'jóvenes  hasta  la  una  ó  dos  de  la  madru- 
»gada.  Lo  que  tengo  presente  que  un  dia 
>'encontràndome  de  la  vigilància  à  cosa 
»de  las  once  de  la  noche  se  pronuncio  un 


General  de  los  Trinitarios  descalzos  y  autor  de 
varias  eruditisimas  obras  referentes  a  su  religión. 
quien  me  las  transmitió  desde  Roma  en  28  de 
julio  de  1908.  Los  apellidos,  emperò,  proceden  de 
las  listas  escritas  por  la  Autoridad  de  Barcelona 
en  agosto  de  183?  al  dar  pasaportes  a  los  religio- 
sos, y  se  hallan  en  el  Archivo  municipal  de  Bar- 
celona, lugar  citado. 

(2)  Relación  escrita  que  mandó  desde  Taradell 
en  7  do  diciembre  de  1880  el  fraile  de  este  con- 
vento D.  Juan  Puig. 

(?)  Relación  que  me  hizo  el  fraile  de  este  con- 
vento D.  Sebastiàn  Casanovas  en  Sampedor  en 
27  de  diciembre  de  iWi. 


LA    NOCIIE    UEL    2%    DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


547 


«incendio  en  una  casa  de  la  calle  de  San 
«Pablo  frente  de  la  cara  del  con  vento  que 
»daba  à  dicha  calle.  Toqué  à  arrebato:  se 
»abrieron  las  puertas  del  convento:  se 
»puso  un  piquete  en  la  boca  de  la  calle 
»y  otro  en  Arrepentidas  para  no  dejar 
«penetrar  ni  salir  à  nadie.  Los  jóvenes 
»desocupamos  la  casa  incendiada  y  las 
»contiguas  colocando  los  efectos  por  se 
»parado  en  el  jardin  ó  Huerta  (del  con- 
»ve}tto),  y  despues  los  interesados  nos 
«dijeron  que  no  se  les  había  extraviado 
»cosa  alguna.  Por  la  tarde  vino  el  Briga- 
»dier  Don  Joaquin  Ayerve  que  hacia  las 
'A'eces  de  segundo  Cabo,  ó  Gobernador, 
»acompanado  de  una  comision  del  Ayun- 
»taniiento,  à  darnos  las  gracias.»  Después 
Ayerve  se  las  repitió  permitiendo  que  los 
quemaran  a  ellos. 

'<Temiamos  el  atropello  que  vino  des- 
»pués,  però  no  nos  pasó  por  las  mientes 
»un  abandono  igual  de  los  gobernantes.>' 

Me  dijo  el  Padre  Sebastiàn  Casanovas, 
también  religioso  de  esta  casa:  «Despues 
»de  la  catàstrofe  de  Zaragoza  vino  a  Bar- 
»celona  un  lego,  quien  me  conto  horrores 
»de  lo  que  allí  se  hizo  contra  los  conven- 
»tos.  Entróme  con  esto  gran  temor,  por 
»cuya  razón  escribí  a  un  sacerdote  com- 
»patricio  y  amigo  mío,  de  nombre  José 
«Casas,  pidiéndole  un  buen  consejo.  Me 
«contesto  que  me  avistase  con  el  Carme- 
»lita  Padre  Esteban  N.,  quien  me  diria  lo 
«conveniente.  Me  Uegué  al  Carmen,  y  el 
»Padre  Esteban  me  dijo  que  se  creia  mas 
«seguro  que  si  le  guardasen  diez  mil 
«caballos,  porque  Llauder  les  había  dicho 
«que  si  ocurria  alguna  novedad,  que  los 
«frailes  cerrasen  las  puertas,  pues  él 
«arrancaria  de  ellas  a  los  revoluciona- 
«rios.  Así,  pues,  yo  quedé  tranquilo  en  mi 
«convento»  (1). 

El  Padre  de  mi  amigo  y  escritor  Don 
Francisco  de  P.  Capella,  vecino  y  devoto 
del  convento,  esforzóse  un  dia  en  avisar 
del  peligro  al  superior,  a  lo  que  éste  con- 
testo: «Mire,  sefior  Capella,  estamos  màs 


(i)     Rclación  cilada. 


«seguros  nosotros  que  V.,  porque  nos- 
>'Otros  con  tocar  la  campana  seremos 
«socorridos»  (2).  Sin  embargo,  parece  que 
los  frailes  por  precaución  habian  sacado 
de  la  casa  algunos,  objetos  depositando 
unos  en  manes  del  mismo  senor  Capella, 
quien  después,  tiempos  adelante,  los  de- 
volvió  a  la  orden  (3),  y  otros  en  otras  ma- 
nos:  objetos,  los  postreros,  que  se  perdie- 
ron  (4).  De  todos  modos  parece  que  se 
había  sacado  uno  de  los  ostensorios,  però 
que  como  poco  tiempo  antes  del  atropello 
la  casa  celebro  la  función  del  jubileo  de 
las  Cuarenta  horas,  lo  había  entrado  nue- 
vamente  en  la  iglesia,  y  así  perecería  en 
el  ataque  (5). 

Ya  en  su  lugar  expliqué  la  hora  }'  for- 
ma del  ataque  de  esta  casa,  y  que,  a  pesar 
de  preceder  éste  al  de  San  José,  la  iglesia 
del  Esposo  de  Maria  ardió  antes  que  el 
convento  de  los  Tiinitarios.  La  Comuni- 
dad  aquel  dia  25  de  julio  siguió  su  hora- 
rio,  y  a  la  hora  acostumbrada  concurrió 
al  refectorio  para  cenar,  dejando  emperò 
de  vigilància  en  la  puerta  un  criado  se- 
glar.  He  aquí  que  de  sorpresa  el  vigilante 
desde  el  jardin  mete  la  cabeza  por  una 
ventana  en  el  refectorio,  y  no  dice  mas 
que:  «ya  estan  aquí«.  Levantanse  todos 
precipitadamente,  y  los  jóvenes  van  a  sus 
celdas  a  dejar  sus  hí^bitos  y  vestí rse  de 
seglar.  Entretanto  desaparecieron  el  Pre- 
sidente  de  la  Comunidad  y  el  Lector,  «sin 
«que  nosotros,  dijome  Casanovas,  supié- 
«ramos  màs  de  ellos». 

La  confusión  entre  los  jóvenes  dominó 
por  completo,  por  efecto  del  temor  y  de 
la  indecisión.  El  lego  organista  Fr.  Ma- 
tías,  temiendo  que  si  los  jóvenes  salían  a 
la  calle,  en  ella  hallarían  de  presto  la 
muerte,  tomo  las  llaves,  y  se  opuso  a  su 
salida.  La  ausencia  de  superiores  contri- 
buía  a  la  indecisión.  Grandes  eran  la  an- 


(2)  A\e  lo  dijo  D.  Francisco  de  P.  Capella  en 
Barcelona  a  o  de  febrero  de  iSCiï. 

(0  Rclación  de  Don  Francisco  Capella  de 
marzo  de  1S80. 

(^)     Relacic)n  cit.  del  P.  Sebastiàn  Casanovas^. 

(i)     Relación  cit.  del  P.  Sebastiàn  Casanovas. 


548 


LIBUO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECIMO 


gustia  y  la  ignorància  del  partido  que 
debiera  tomarse;  hasta  que,  sorprendien- 
do  a  todos  las  pavorosas  llamas  de  San 
José,  determinaron  huir.  Desde  el  primer 
grito  de  alarma  hasta  esta  fuga  transcu- 
rrió  una  media  hora  de  angustia  mortal. 
El  proyecto  de  los  jóvenes  consistia  en 
saltar  a  la  huerta  del  colegio  de  San  Rue- 
naventura,  contigua  a  la  de  Trinitarios, 
ocupado  entonces  aquél  por  la  policia; 
del  huerto  de  San  Buenaventura  salir  a 
la  calle,  y  ocultarse  en  casas  particulares 
de  la  Ciudad.  Realmente,  al  ver  las  llamas 
de  San  José,  unos  cnce  o  doce  frailes  sal- 
taron  desde  su  convento  por  una  ventana 
a  su  huerta  o  jardín;  cruzaron  la  tapia 
que  partia  limites  con  la  huerta  de  San 
Buenaventura,  e  intentaron  desde  esta 
salir  a  la  calle;  però  el  hortelano  se  nego 
a  abrirles  la  puerta  que  daba  a  la  via 
pública,  y  diciéndoles  que  en  la  policia 
habia  ya  otros  religiosos,  les  acompanó 
a  esta. 

Los  frailes  Trinitarios  conducidos  por 
el  hortelano,  en  la  policia  fueron  coloca- 
dos  en  una  celda,  desde  cuya  ventana 
veían  el  espantoso  incendio  de  San  Agtre- 
tín,  y  muy  luego  el  de  su  casa  (1).  Desde 
la  parte  trasera  de  las  vecinas  habitacio- 
nes  de  la  calle  del  Conde  del  Asalto  un 
fraile  carmelita,  el  Padre  Francisco  Reca- 
sens, miraba  con  temblor  no  solo  el  in- 
cendio del  edificio  de  Trinitarios  y  las 
llamas  que  brotaban  por  sus  ventanas, 
sinó  que  un  grupo  de  asesinos  con  antor- 
chas  registraba  la  huerta  de  Trinita- 
rios (2):  tristes  escenas  que  igualmente 
presenciaban  desde  otra  celda  del  colegio- 
policia  otros  carmelitas  allí  refugiados  (3). 

Ni  aun  en  este  edificio  ocupado  por  la 
policia  faltaron  temores  y  angustias  con- 
tínuas  a  los  pobres  frailes,  pues  ademíls 
de  las  hijas  de  los  atropellos  que  por  sus 


(i)     Relación  cit.  del  P.  Sebastiàn  Casanovas. 

(2)  Relación  del  mismo  P.  Recasens  en  Tarra- 
fíona  a  0  de  agosto  de  1880. 

(1)  Relación  del  carmelita  P.  Francisco  Solà 
en  Barcelona  a  2  de  julio  de  1880. 


ojos  veian,  a  eso  de  media  noche  subió 
a  su  celda  un  polizonte  diciéndoles  que 
no  estaban  bien  allí  los  religiosos  porque 
les  comprometían  a  ellos.  Los  frailes  ro- 
garon  al  imprudente  empleado  que  les 
salvarà,  y  éste  se  retiro.  Al  alborear  del 
dia  se  mandó  a  los  religiosos  que  baja- 
ran,  y  entre  dos  filas  de  soldados  fueron 
conducidos  a  Atarazanas,  donde  hallaron 
ya  a  los  franciscos. 

Colocados  en  este  fuerte,  se  encontra- 
ron  sin  dinero;  solo  el  Padre  jerónimo  y 
un  lego  tenían  alguno,  y  con  este  comie- 
ron  todos.  Con  los  demas  religiosos  de 
la  Ciudad  fueron  después  conducidos  a 
Montjuich,  como  en  su  lugar  explicaré; 
solo  que  los  trinitarios  experimentaron 
allí  la  falta  de  Superior  (4). 

Fray  Jorge  conto  después  en  Roma  que, 
cuando  los  revolucionaries  llegaron  al 
convento,  se  subió  al  techo,  creyendo 
que  allí  quedaria  oculto,  mas  el  humo 
le  desengafló  de  su  idea,  y  se  bajó.  El  y 
Fr.  Juan  Bruch  se  quedaron  en  el  con- 
vento, ocultandose  en  una  cuadra  0  co- 
chería. 

Fué  víctima  del  ataque  de  los  amo- 
tinados  el  lego  Hermano  José  de  Santa 
Bàrbara,  navarro,  de  26  anos  de  edad, 
hombre  alto,  bien  plantado,  con  barba, 
y  con  su  cruz  bicolor  sobre  el  pecho; 
quien  estaba  encargado  de  pedir  limosna 
para  la  casa  (5).  Los  asesinos  le  sorpren- 


(-1)  Relación  citada  del  P.  Sebastiàn  Casa- 
novas. 

íï)  iMe  diio  el  nombre  el  vecino  seiior  Capella. 
y  aigunas  de  las  circunstancias  el  abogado  don 
José  Buhigas,  quien  conoció  al  muerto.  Del  Pa- 
dre General  de  Roma  recibi  una  preciosa  carta  en 
la  que  de  este  desgraciado  lego  se  me  dan  mas 
datos,  los  que  a  seguida  copio:  «El  hermano  lego 
«Fr.  José  de  Santa  Bàrbara  nació  en  Gastian 
«(Navarra)  el  28  de  mayo  de  1800,  de  José  de 
«Vlivarri  y  Aíaria  Manuela  Fernàndez.  Fué  bau- 
«tizado  el  31  de  dicho  mes  y  ano  con  los  nombres 
«de  José  Manuel...  Opto  por  el  e'stado  religioso 
«tomando  el  habito  de  Donado  de  Trinitarios 
«Descalzos  a  o  de  lebrero  de  1828  en  la  Ciudad 
))de  Pamplona...  Tomo  la  capilla  de   lego  y  entro 


-A    NOClIt    DEL    2;     Di;     IL XIO    DENIRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


549 


dieron  mientras,  para  pedir  auxilio  a  la 
autoridad,  tocaba  la  campana.  El  arma 
que  se  empleó  para  matarle  fueron  los 
palos,  abollàndole  y  aplastàndole  la  cabe- 
za.  Fr.  Jorge  de  la  Virgen,  con  un  lego, 
que  como  apunté,  se  habian  refugiado 
en  lo  alto  del  edificio,  de  donde  a  poco  se 
vieron  precisados  a  bajar  por  el  humo, 
procedente  del  convento,  al  descender 
hallaron  tendido  en  el  suelo  al  Herma- 
no  José,  bafiado  en  sangre  y  herido  de 
muerte.  Le  exhortaron  y  consolaron 
mientras  moria  allí  en  los  brazos  de 
ellos.  Estos  creyeron,  y  no  sin  motivo, 
que  iban  a  morir,  3'  ferv^orosamente  emi- 
tieron  el  acto  de  contrición;  mas  acogió- 
los  uno  de  los  misnios  corifeos  de  la 
revolución,  y  se  salvaron  (1).  El  sefior 
Capella  vió  después  sacar  del  Convento 
el  cadàver  del  Hermano  José  «puesto 
»sobre  una  escalera,  con  el  rostro  negro 
»por  el  humo  y  desangrado  por  los  gol- 
»pes  que  le  habian  dado  para  acabar  con 
»su  vida»  (2),  tales  que  el  cadàver  Uevaba 
un  ojo  fuera  de  la  òrbita  (3). 

En  las  notas  del  libro  de  entradas  y 
salidas  del  hospital  de  la  Santa  Cruz  se 
iee  que  «Celestino  Legas,  corista  de  la 
»Trinidad  descalza,  de  edad  21  aflos,  natu- 
»ral  de  Peralta  (Navarra)  entro  en  26  de  ju- 
»lio  de  1835  y  salió  en  8  de  agosto  de  1835». 
>E1  libro  no  espresa  su  dolencia,  però  sus 
hermanos  de  Roma  me  la  escribieron  en 
estos  términos:  «Este  Padre  nos  decía 
»que  él  se  habia  metido  en  un  escondite, 
»y  que  al  lentar  los  enemigos  aquel  sitio 
»con  la  punta  de  la  bayoneta  ó  pufial, 
>'para  ver  si  alguien  se  habia  escondido 


»en  el  noviciado  de  Alfaro  (Logrono)  el  $  deno- 
«vicmbre  de  1830...  Prolesó  solemnemente  en  cl 
»niismo  convento  de  .\lfaro  el  ó  de  noviembie  de 
mfl•lji.  .\  rai/  do  su  profesion  fué  enviado  de  Con- 
"ventual  a  Barcelona.» 

(i)     Nolicias    procedentes   de    los    Trinitarios 
descalzos  de  Roma. 

(2)  LeyeiiJas  y  tradlcioiies.  Rarceloiia,  iSSj, 
tomo  II,  pàg.  172. 

(3)  Reiación  de  D.  F'rancisco  Capella.   Barce- 
lona in  de  octubre  de  180;. 


»en  él,  se  la  hincaron  en  el  pie.  Entonces 
-exclamo  el  buen  Padre:  Virgen  Sanlf- 
':SÍ>iia  del  Pilar,  salvaihiie;  y  uno  de  los 
«presentes  en  seguida  dijo:  Déjale,  que 
•hese  dcbe  ser  aragonès.  El  Padre  nos 
»mostraba  la  cicatriz  de  la  herida. 

»Este  Padre  Celestino  me  conto  tam- 
»bien  que  asomandose  à  la  ventana  del 
vconvento  el  corista  diàcono  Fr.  Rafael 
ide  San  Miguel,  hermano  del  lego  Fr.  José 
»de  Santa  Bàrbara,  para  ver  lo  que  fuese 
»el  ruido  de  la  calle,  le  pegaron  un  tiro, 
»pero  creo  que  no  le  acertaron»  (4). 

Antes  de  terminar  este  articulo  ocurre 
preguntar:  iqué  se  hizo  del  superior?  Sos- 
pecho  que  fué  muerto  al  entrar  en  la  calle 
del  Hospital.  Razones  y  argumentes  mili- 
tan  en  pro  y  otras  en  contra  de  esta  sos- 
pecha.  Està  fuera  de  toda  duda  que  en 
dicha  entrada,  a  lossiete  u  ocho  pasos  de 
la  Rambla,  al  pie  de  la  acera  septentrio- 
nal, junto  a  un  gran  sumidero  de  aguas 
pluviales  que  alli  habia  y  yo  recuerdo, 
està  fuera  de  toda  duda,  repito,  que  allí 
murió  asesinado  un  religioso.  iMe  consta 
por  boca  de  una  de  las  hijas  de  la  dro- 
gueria de  Ventats  que  se  hallaba  frente 
del  sumidero  en  la  opuesta  acera,  y  por 
boca  de  un  hermano  de  la  duena  de  la 
tienda  de  sobre  el  mismo  sumidero,  y 
ademàs  de  que  relatan  esta  muerte  varios 
otros  ancianos.  Ahora  bien:  la  proximi- 
dad  del  lugar  del  crimen  con  el  convento 
trinitario,  la  falta  del  nombre  del  supe- 
rior trinitario  en  las  listas  oíiciales  de  los 
religiosos  que  pararon  en  los  fuertes,  y 
el  dicho  del  Seflor  Don  José  Tintorer,  que 
es  el  hermano  de  la  duena  de  la  tienda 
citada,  me  inducen  a  formular  dicha  sos- 
pecha  de  que  el  interfecto  sea  el  indicado 
superior  o  a  lo  menos  un  individuo  de  su 
casa.  Mas  en  contra  hay  que  un  Trinitario 
de  Roma,  que  vivió  después  allí  en  com- 
partia del  Padre  José  de  la  Puritïcación, 
fraile  del  convento  barcelonès,  me  escri- 
bió  que  este  convento  no  tuvo  màs  que 


(4)  Carta  que  desde  Roma  en  is  de  iulio  de 
1908  me  escribió  el  P.  General  de  los  Trinitarios 
descalzos  P.  .\ntonino  de  la  Asunción. 


550 


I-13R0    TERCERO.  —  CAPlTt'LO    DECIMO 


una  víctima,  que  fué  el  lego  de  arriba. 
Resulta,  pues,  en  definitiva  cierto  el  ase- 
sinato,  en  duda  quién  fuera  la  víctima.  Se 
dijo  si  el  agresor  recibió  la  muerte  de 
mano  del  infeliz  que  muy  luego  la  encon- 
tró  para  sí  en  la  barra  de  hierro  de  la 
Boquería  (1). 

No  había  finido  el  nefasto  1835  que  de 
la  comunidad  de  Barcelona  habian  ya 
llegado  a  Roma  y  se  habian  acogido  al 
convento  de  allí  de  su  Orden  los  Padres 
Jerónimo  de  San  Fèlix,  Nicanor  del  Beato 
Miguel,  Jorge  de  la  Virgen,  Manuel  del 
Beato  Miguel,  Subdiacono,  y  José  de  la 
Purificación,  también  subdiacono.  Màs 
tarde  llegaron  al  mismo  cenobio  el  Padre 
Fr.  Celestino  de  la  Virgen  y  el  Padre 
José  de  la  Santisima  Trinidad. 

«Este  antes  de  llegar  a  Roma  fué  muy 
«perseguido  en  Cataluna,  arrostró  gran- 
»des  peligros  y  estuvo  presó  en  varias 
«càrceles-.  También  se  acogió  a  dicho 
convento  romano  el  Padre  Juan  de  Santa 
Teresa,  de  apellido  Bruch  (2). 

Rectificación.  —  En  mi  primera  obra 
escribí  que  el  Trinitario  des- 
calzo  podia  comer  carne  en 
los  domingos,  exceptuados  los 
«que  caían  desde  septiembre  a 
vPascua  de  Resurreccion>:.  en 
la  que  tampoco  entraba  la  car- 
ne. Debí  escribir  exceptuados 
los  que  caían  desde  el  primero 
de  Adviento  hasta  Navidad,  y  desde  Sep- 
tuagésima  a  Pascua  (3). 


ARTICULO  SEXTO 

SAN  JOSÉ,  DE  CARMELITAS  DESCALZOS 

Ante  todo,  según  costumbre,  tejamos 
la  lista  de  los  religiosos  de  esta  casa. 


R.  Padre  José  de  Santa  Concòrdia,  de 
apellido  Sedó.  Provincial.  Nació  en  la 
Selva  del  Campo  en  4  de  noviembre  de 
1776,  y  emitió  su  primera  profesión  en  27 
de  junio  de  1794. 


'^ÍL•  ^  tfe-ínu^, 


T 


víu>%y 


R.  Padre  Juan  de  San  Bernardo,  de 
apellido  Canals.  Prior  de  Barcelona.  Na- 
ció en  1.°  de  octubre  de  1771  en  Cervera, 
y  emitió  su  primera  profesión  en  28  de 
marzo  de  1792. 

R.  Padre  Pablo  de  la  Anunciación,  de 
apellido  también  Canals.  Subprior  de 
Barcelona.  Nació  en  Reus  en  20  de  sep- 


<~í^•     /aXío 


79^  C^  ■syZ^rt, 


(i)  Relación  del  .M.  I.  Sr.  D.  José  Tintorer  en 
Calella  a  28  de  agosto  de  i88í. 

(2)     Citada  carta  del  Padre  General  Antonino. 

(^)  Citada  carta  del  Padre  General.  Mi  pri- 
mera obra.  tomo  II,  pàg.  564. 


tiembre  de  1773,  y  emitió  su  primera  pro- 
fesión en  28  de  marzo  de  1792. 

R.  Padre  Joaquín  de  San  Alberto,  de 
apellido  Masats.  Definidor.  Nació  en  Bar- 
celona y  emitió  su  primera  profesión  a 
los  16  anos  de  su  edad  en  10  de  octubre 
de  1779. 

R.  Padre  Esteban  de  los  Reyes,  de 
apellido  Salvador.  Secretario  del  Provin- 
cial. Nació  en  Vilaseca  a  los  30  de  abril 
de  1779,  y  emitió  su  primera  profesión  en 
4  de  enero  de  1798. 

R.  Padre  Francisco  de  Jesús  Nazareno, 
de  apellido  Vinyals.  Maestro  de  novicios, 
Nació  en  Santa  Perpetua  de  la  Moguda 
en  22  de  noviembre  de  1781  e  hizo  su  pri- 
mera profesión  en  27  de  enero  de  1800. 


LA    NOCllE    DEL    Jí     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


551 


R.  Padre  Gabriel  de  Santa  Maria  Mag- 
dalena, de  apellido  Salat,  hijo  de  Freixa- 
net.  Pronuncio  su  primera  profesión  a  los 
ISanos  de  edad  en  9denoviembrede  1785. 

R,  Padre 
Juan  de  la 
Concepción, 
de  apellido 
Garreta,  hijo 
de  Borjas  del 
Campo.  Pro- 
nuncio su  pri- 
mera profe- 
sión a  los  21 
aflos  de  edad 
en  12  de  di- 
ciembre  de 
1786. 

R.  Padre 
Pedró  de  San 
José,  de  ape- 
llido Puig-, 
hijo  de  Ven- 
drell. Nació 
en  24  de  ene- 
ro  de  1772,  y 
emitió  la  pri- 
mera profe- 
sión en  12  de 
noviembre  de 
1789. 

R.  Padre 
José  de  los 
Reyes ,  de 
apellido  Cal- 
met.  Biblio- 
tecario.  Hijo 
de  Balsareny, 
donde  nació 
en  7  de  no- 
viembre de  1779,  habiendo  emitido  su  pri 
mera  profesión  en  18  de  julio  de  1796. 

R.  Padre  Juan  de  San  José,  de  apellido 
Colomer,  hijo  de  Barcelona.  Profesó  a  los 
Ib  aflos  de  su  edad  en  1 1  de  noviembre  de 
1779.  En  1835  estaba  ciego. 

R.  Padre  Antonio  de  San  Isidro,  de 
apellido  Pou,  hijo  de  Vich.  Emitió  su  pri- 
mera profesión  a  los  18  aflos  de  edad  en 
2  de  febrero  de  1783. 


I.M.JiGEN    DE    S.\N   JOSÉ,    DEL    REÏ.^BLO   MAYOR, 
Y    P.\RTE    DE    ÉSTE 


R.  Padre  José  de  la  Visitación,  de  ape- 
llido Coromina,  hijo  de  Espanol.  Profesó 
por  primera  vez  alos  18  aflos  de  edad  en 
8  de  junio  de  1786.  En  1835  estaba  tuUido. 
R.     Padre 
Pascual  de  los 
Dolores,   de 
apellido    Ale- 
gret,  hijo   de 
Tarragona. 
Nació    en    2 
de  marzo   de 
1780,  y  emitió 
su    primera 
profesión    en 
28  de  abril  de 
1802.  En  1835 
demente. 

R.  Padre 
José  de  San- 
ta Eulàlia,  de 
apellido  Fe- 
rrer. 

R.  Padre 
Narciso  de 
San  Alberto, 
de  apellido 
Llinàs,  hijo 
de  San  Mar- 
tín de  Caste- 
llar. Emitió  su 
primera  pro- 
fesión en  31 
de  enero  de 
1818. 

CORISTAS 

Fr.  Vicente 
de  laConsola- 
ción,  de  ape- 
llido Sabater.  Nació  en  Tortosa  en  20  de 
mayo  de  1814,  y  emitió  su  primera  profe- 
sión en  18  de  septiembre  de  1833. 

Fr.  Felipe  del  Santísimo,  de  apellido 
Castells.  Nació  en  Tortosa  a  5  de  julio  de 
1812,  y  pronuncio  sus  primeros  votos  en 
18  de  septiembre  de  1833. 

Fr.  Francisco  de  los  Angeles,  de  apelli- 
do Frasquet. 

Fr.  Pascual  de  San  José,  de  apellido 


552 


-CAPIIL•LO    DECI.MO 


Calvet.  Nació  en  Benicarló  a  18  de  marzo 
de  1815,  y  emitió  sus  primeros  votos  en 
15  de  noviembi•e  de  1833. 

Fr.  Juan  de  San  Ignacio,  de  apellido 
Altava.  Nació  en  Benicarló  a  13  de  marzo 
de  1814,  e  hizo  su  primera  profesión  en 
15  de  noviembre  de  1833. 

Fr.  Pedró  del  Corazón  de  Jesús,  de 
apellido  Martí.  Nació  en  Reus  a  los  29  de 
junio  de  18)7,  e  hizo  su  primera  profesión 
en  6  de  junio  de  1834. 

Fr.  Jaimede  Jesús  Nazareno,  de  apelli- 
do Clivellé.  Nació  en  Torroja  en  7  de 
marzo  de  1817,  y  emitió  su  primera  pro- 
fesión en  18  de  marzo  de  1835. 

Fr.  Juan  de  los  Reyes,  de  apellido  Rau- 
rell.  Nació  en  San  Juliàn  de  Vilatorta  a 
12  de  junio  de  1814,  emitiendo  su  primera 
profesión  en  21  de  octubre  de  1833. 

Fr.  Juan  de  Santa  Magdalena,  de  ape- 
llido Hortet.  Hijo  de  la  Selva  del  Campo, 
donde  nació  en  16  de  diciembre  de  1814. 
Hizo  los  primeros  votos  en  21  de  octubre 
de  1833. 

Fr.  Francisco  de  Jesús,  Maria,  José,  de 
apellido  Palau.  Hijo  de  Aytona,  donde 
nació  en  29  de  diciembre  de  1811,  y  des- 
pues  hizo  en  Barcelona  sus  primeros 
votos  en  15  de  noviembre  de  1833. 

Fr.  Francisco  de  la  Madre  de  Dios,  de 
apellido  Texidó.  Nació  en  Santa  Maria 
de  Besora  a  17  de  febrero  de  1809.  Pro- 
nuncio sus  primeros  votos  en  5  de  sep 
tiembre  de  1834. 

Fr.  José  de  San  Eiiseo,  de  apellido  Ca- 
banas.  Nació  en  Vich  a  2  de  mayo  de 
1814,  y  emitió  sus  primeros  votos  en  5  de 
septiembre  de  1834. 

Fr.  Laureano  de  la  Encarnación,  de 
apellido  Pellicer.  Nació  en  Reus  en  4  de 
julio  de  1814.  Pronuncio  sus  primeros 
votos  en  6  de  junio  de  1834. 

Fr.  Narciso  de  San  Antonio,  de  apelli- 
do Fargas.  Nació  en  Reus  a  11  de  sep- 
tiembre de  1818.  Hizo  su  primeia  profe- 
sión en  18  de  marzo  de  1835. 

Fr.  Antonio  de  San  José,  de  apellido 
Cuadrada.  Nació  en  Mataró,  ignoro  la 
fecha.  Profesó  los  primeros  votos  en  4  de 
octubre  de  1830. 


Fr.  Andrés  de  Santa  Franciscà,  de 
apellido  Farré.  Nació  en  Reus  a  8  de 
enero  de  1814  y  emitió  sus  primeros  votos 
en  15  de  noviembre  de  1833. 


Fr.  Francisco  de  San  Segismundo,  de 
apellido  Vilardell.  Hizo  su  primera  pro- 
fesión en  2  de  marzo  de  1786.  Nació  en 
Gurb  a  21  de  enero  de  1762.  En  1835  esta- 
ba  achacoso. 

Fr.  Joaquín  de  la  Soledad,  de  apellido 
Esplugas.  Nació  en  Barcelona  a  1."  de 
noviembre  de  1769,  y  emitió  sus  primeros 
votos  en  17  de  febrero  de  1792.  Fué  el  jefe 
de  la  fàbrica  de  caracteres  de  imprenta. 

Fr.  Juan  de  San  Cirilo,  de  apellido 
Ballester.  Nació  en  Cabases  en  6  de  febre- 
ro de  1770,  y  emitió  sus  primeros  votos 
en  5  de  noviembre  de  1792. 

Fr.  Manuel  de  San  Bernardo,  de  apelli- 
do Pàmies. 

Fr.  Jerónimo  de  San  José,  de  apellido 
Subirana. 

Fr.  Mariano  del  Corazón  de  Santa 
Teresa,  de  apellido  Esplugas,  hermano 
del  Fr.  Joaquín.  Nació  en  Barcelona  a  10 
de  septiembre  de  1775,  y  emitió  sus  pri 
meros  votos  en  17  de  enero  de  1795. 

Fr.  Juan  de  San  Elías,  de  apellido  Sala. 
Nació  en  Barcelona,  no  sé  el  afio;  però 
sé  que  hizo  su  primera  profesión  en  21  de 
marzo  de  1818. 

Fr.  Benito  de  Jesús,  Maria,  José,  de 
apellido  Sanmartín  (1). 

Los  carmelitas  descalzos  no  habían  de 
mostrarse  distintos  de  los  demàs  frailes 


(i)  En  su  inmensa  mayoría  los  nombres  de 
estàs  listas  proceden  de  las  de  los  pasaportes 
librados  después  del  incendio  de  los  conventos, 
las  que  estan  en  el  libro:  Acuei\ios.  Segundo  se- 
mestre. i8}},  del  Archivo  municipal  de  Barcelona, 
y  en  el  expediente  129  de  la  sección  2.°  del  mismo 
Archivo.  La  pàtria,  edad  y  fecha  de  la  profesión 
proceden  de  los  Libro  IIIl  de  h  recepcion  de  los 
NoTtcios  del  \oviciado  de  S.  losepli  de  Barce- 
lona desde  el  aiio  i~$fi.  Tomos  IIII  y  \'  que  se 
hallan  en  la  sala  de  mms.  de  la  Biblioteca  p  o- 
vincial-universitaria. 


LA    NOCllE    DEL    2Í     DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSïROS 


553 


en  la  ciega  confianza  en  las  palabras  del 
Capitàn  General  y  en  su  amor  al  claus- 
tro.  Lo  demuestra  de  evidente  modo  lo 
que  pasó  al  Corista  Antonio  Cuadrada  y 
a  un  su  companero.  Habían  estos  cursado 
Filosofia  en  Gerona,  y  fueron  destinados 
a  Tarragona  para  allí  estudiar  la  Teolo- 
gia. Llegaron  a  Barcelona  el  23  de  julio 
de  1835.  Recibió  Cuadrada  aquí  la  grata 
visita  de  un  hermano,  quien,  al  despedir- 
se,  mucho  le  insto  para  que  no  continuarà 


el  viaje.  A  las  ocho  de  la  noche  del  mis- 
mo  dia  23  el  hermano  de  Cuadrada  volvió 
al  convento,  y  dijo  al  fraile  que  la  dili- 
gència de  Reus  había  Uegado  con  retraso 
de  tres  horas,  trayendo  ademàs  la  noticia 
del  incendio  del  convento  carmelitano  de 
aquella  villa  con  muerte  de  siete  religio- 
sos. Corrió  Fr.  Cuadrada  a  ponerlo  en 
conocimiento  del  Prior  y  del  Provincial; 
el  que,  sumamente  confiado,  no  liizo  caso 
de  la  noticia  y  dispuso  la  marcha  de  los 
dos  coristas.  Estos  la  misma  noche  salie- 
ron  para  Tarragona.  Al  pasar  por  Villa- 
franca no  faltaron  algunos  insultos,  y  al 
llegar  a  Tarragona  se  hallaron  con  que 
los  frailes  ya  no  pernoctaban  en  el  con- 
vento, al  que  solo  concurrían  durante  el 
dia.  El  Prior  de  allí  les  aconsejó  que  re- 
gresaran  a  Barcelona,  como  en  seguida 
lo  efectuaren  después  de  haber  tocado  los 
pasaportes.  Llegaron  a  Barcelona  poco 
antes  del  incendio  del  cenobio  de  aqui. 
Sorprendióse  el  Prior,  lo  que  visto  por 
Cuadrada  y  su  compaiïero,  y  que  no  se 
tomaban  providencias,  hizo  que  procura- 
rasen  s;ilir  del  convento.  Logiaron  que  se 
les  abriese  una  puerta  excusada  (1).  Con 
hàbitos  se  dirigieron  a  la  casa  de  un 
operario  de  la  fabrica  de  la  letra,  de  nom- 

(i)     Rolación  sin  fccha  del  mismo  D.   .\ntonio 
Cuiídrada,  hecha  en  .Wataró. 


bre  Don  Antonio  López,  hijo  de  un  bar- 
bero  de  la  calle  de  Roca,  en  la  cual  calle 
también  vivia  el  hijo.  Los  dos  frailes 
atravesaron  la  Rambla  y  una  casa  de 
enfrente  del  convento.  En  la  habitación 
de  López,  o  en  la  de  su  padre,  trocaron 
por  ropas  seglares  los  hàbitos.  A  poco 
rato  de  estar  allí  Uegó  un  pariente  del 
duefio  anunciando  que  el  convento  ardía. 
Subieron  todos  al  terrado,  y  realmente 
presenciaren  el  incendio  y  el  hundimien- 
to  de  la  bóveda  del  templo.  Estu- 
vieron  en  esta  casa  muchos  días, 
al  cabo  de  los  cuales  el  hermano 
de  López  acompanó  a  Fr.  Anto- 
nio a  Mataró,  y  éste  a  Fr.  Juan  al 
Campo  (2). 
También  pocas  horas  antes  del 
atentado  había  llegado  al  convento  de 
Barcelona  el  corista  de  Reus  Fr.  Balta- 
sar  Torroja,  del  cual  hice  mención  en  su 
lugar  al  tratar  del  incendio  de  aquél,  el 
cual  Torroja,  con  la  viveza  del  que  casi 
milagrosamente  había  escapado  de  la 
muerte,  pudo  explicar  lo  allí  aconteci- 
do  (3).  Todas  estàs  noticias  y  otras  ante- 
riores  ponían  espanto  en  el  animo  de 
algunos,  però  no  alumbraban  la  ceguera 
de  los  superiores,  engendrada  por  las 
seguridades  de  Llauder  (4).  Se  explica, 
sin  embargo,  que  algunos  Padres  en  la 
tarde  del  mismo  dia  25  precipitadamente 
salieron  del  Convento  por  precaución  (5). 
Por  la  noche,  antes  de  la  cena,  en  el 
coro,  un  fraile  no  pudo  contener  la  len- 
gua,  y  dijo  que  San  Francisco  de  Asís 


(2)  Relación  de  D.  Antonio  López  en  Gracia 
a  JO  de  diciembre  de  18S2,  concorde  con  noticias 
dadas  por  D.  .\ntonio  Cuadrada. 

( ;)  Relación  del  P.  Juan  Ilnptet.  que  habló  con 
el  P.  Torroia  el  2^  de  julin.  Gracia  ()  de  iulio  de 
1882. 

(4)  L"n  fraile  de  esta  casa  me  dijo  que  quien 
habia  dado  scjiuridades  a  los  carmelitas  descal- 
zos  era  Bassa.  Opino  que  con(undi>)  el  nombre 
de  los  generales. 

(^)  Relaciones  del  P.  Juan  Raurell.  hecha  en 
Santa  Eulàlia  de  Villapi.•scina  a  ?  de  julio  de  i88j. 
y  del  P.  D.  Felipe  Castells,  escrita  a  mi  desde 
Tortosa  en  18  de  febrero  de  1882. 


554 


LIBRO    TüRCERO.  —  CAPITULO    DECI.MO 


ardía.  A  poco  sono  la  campana  que 
llamaba  la  Comunidad  al  refectorio.  Al- 
gunes cuatro  o  cinco,  dominades  del 
temor  y  de  la  angustia,  no  quisieron 
bajar  al  refectorio.  El  Prior  invitaba  a 
los  frailes  a  acudir  a  la  cena,  diciendo: 
«No  teman,  vengan,  vengan  a  cenar; 
»pues  tenemos  confianza  en  las  segurida- 
>des  dadas  por  el  General»  (1).  La  Comu- 
nidad, dòcil  a  la  voz  del  Prior,  bajó  al 
refectorio. 

Cuando  iban  a  cenar,  llego  un  recado 
de  parte  del  indicado  operario  Antonio 
López  avisando  que  el  convento  fran- 
ciscano  ya  ardía.  Puestos  los  frailes  en  el 
refectorio,  no  pudieron  comer.  «íY  qué 
»habíamos  de  comer  estando  tan  inquie- 
»tos,  viendo  que  salían  unos,  volvían  à 
»salir  y  entrar,  y  hablaban  por  lo  bajo? 
»La  autoridad  del  Prior  fué  inútil  é  impo- 
»tente:  todo  se  convirtió  en  un  absoluto 
«desórden,  y  nadie  se  entendia,  però  sin 
»dar  gritos,  sinó  silenciosamente»  (2). 

Al  salir  del  refectorio,  subieron  los 
frailes  al  piso  que  daba  a  la  Rambla  para 
observar  lo  que  ocurriese;  desde  donde 
vieron  lo  que  ya  arriba  en  el  capitulo 
anterior  nos  conto  Castells,  es  decir,  que 
observaren  la  venida  de  los  incendiaries 
con  las  antorchas  encendidas.  Entonces 
el  Superior,  que  se  hallaba  allí,  habló  de 
abrir  el  Archivo,  dando  precipitadamen- 
te  las  llaves,  o  mandando  que  se  abriese, 
sin  duda  para  sacar  dinero;  però  como 
banda  de  pàjaros  que  al  recibir  un  tiro 
se  dispersa,  así  cada  uno  echó  por  su 
lado  (3). 

«El  Convento  que  en  medio  de  la  oscu- 
»ridad  parecía  un  lugar  deaspectres  pues 
»no  se  oia  sine  un  rumor  serde,  se  con- 
»virtió  en  un  mar  agitadísime,  todo  gri- 
»tos,  todo  lamentes,  todo  horror,  però  lo 
»que  màs  atermentaba  eran  las  voces 
»lastimeras  de  los  pobres  ancianes.  iQüé 
»va  à  ser  de  nosetres,  decia  uno:  somos 
»víctimas  inocentes,  decia  etro,  y  recuer- 


(i)     Relación  cit.  del  P.  Juan  Hortet. 
(j)     Relación  cit.  del  P.  Felipe  Castells. 
(3)     Relación  cit.  del  P.  Juan  Raurell. 


»do  que  decia  un  tercero,  voy  à  morir  a 
»vuestros  pies,  Madre  amada  del  Car- 
»men,  protegednes  con  vuestro  castísimo 
«Esposo,  protector  de  nuestra  Orden.... 
»Partido  el  corazon  por  no  poder  ser  útil 
»a  nadie,  me  separé,  dice  Castells,  de 
»aquella  escena  tan  triste,  entre  en  el 
»neviciado,  y  me  dirigí  a  la  puerta  de  su 
»pequefie  jardín»  (4). 

De  les  religiosos  que  aquella  hora  ha- 
bían  quedado  se  formaren  principalmente 
des  grupos,  el  del  Padre  José  de  les 
Reyes  y  el  de  los  Superiores.  Sigames  a 
uno  tras  etro,  y  devolvames  la  palabra 
al  Padre  Castells,  que  nadie  nos  pintarà 
mejor  su  suerte  que  uno  de  los  que  la 
corrió.  Le  dejames  en  la  puerta  del  jar- 
dincite  del  noviciado.  Este  formaba  un 
cuerpo  de  edificio  colocade  tras  de  la 
casa  de  los  senores  Carreras  Uamada 
La  Virreina,  el  que  corria  de  SE.  a 
NO.,  o  sea  del  lado  del  mar  al  de  mon- 
tana,  y  tenia  des  pisos  altos.  Sus  venta- 
nilles  estaban  elevades  en  las  celdas  para 
así  evitar  que  les  novicios  pudiesen  dis- 
traerse  mirando  al  exterior.  «En  la  dicha 
»puerta  del  jardincito  habia  5  compa- 
»neros,  uno  de  los  cuales  era  el  R.  P.José 
»de  les  Reyes,  predicador  de  la  Provin- 
»cia  (fué  gran  predicador),  y  etro  era 
»el  cecinero,  no  recuerde  su  nombre  ni 
»el  de  les  etros  hermanos,  sé  que  eran 
»jóvenes  profeses,  però  no  sé  decir  màs. 
»Dicho  Padre  José  estaba  hecho  un  lelo 
»en  aquelles  mementos  que  era  làstima 
»de  verle.  Como  el  tiempo  urgia,  y  po- 
»dian  dar  con  la  escalera  les  malvades, 
»lo  que  Dios  no  permitió,  buscàbamos 
»medie  para  escapar,  pere  ;por  dónde? 
»Me  viene  una  idea:  me  encaramé  sobre 
»la  pared  de  la  cerca  que  no  era  màs 
»alta  que  unos  16  palmes  (que  corria  de 
>■>£.  a  O.  por  detràs  de  las  casas  de  la 
»calle  del  Carnien).  Invito  a  los  demàs, 
»y  ayudàndose  unos  à  otros  subieron 
>-todos,  y  por  allí  caminamos  à  la  ventu- 
»ra.  Los  malvados  habían  entrado  en  el 
«noviciado,    y    nosotros    eiamos    como 


(4)     Relación  cit.  del  P.  Felipe  Castells. 


I.A     NOCHE     DEL     Jí     DE    JUI.IO     DENTRO     DE     LOS     CLAUSTROS 


«abrian  las  puertas  una  tras  otra,  y  la 
smaravilla  està  en  que  no  pudieron  aso- 
«marse  à  las  ventanas  por  ser  algo  altas 
»y  la  pared  (del  noviciado)  tenia  mas  de 
»tres  palmos  de  espesor,  que  à  no  ser 
»así,  no  habiendo  mas  que  30  palmos  de 
«distancia  entre  ellos  y  nosotros,  nos 
«convierten  en  carbón. 

>^Caminamos  nosotros  por  encima  de  la 
»pared  hasta  unos  sesenta  palmos  (Itacia 
»Ponieiite),  y  alli  paramos  sin  saber  qué 
»hacer.  No  podiamos  volver  atràs,  y  del 
ïlugar  que  teniamosdelante  no  sabíamos 
jilo  que  eran  sus  duenos.  Quedamos  per- 
«plejos  unos  momentos,  nos  encomenda- 
»mos  à  Dios,  y  saltamos  al  cercado  veci- 
»no,  que  reconocimos  que  era  otro  jardín 
»poco  mas  grande  que  el  del  noviciado. 
»E1  Sefior  nos  protegió.  Unas  mujeres  y 
»un  hombre  de  un  piso  de  aquella  casa 
»oyeron  el  ruido  de  nuestra  caida  al  jar- 
»din,  se  asomaron  à  la  ventana  silencio- 
»samente,  y  volvieron  à  retirarse,  dejan- 
»do  emparo  colgado  de  ella  un  candil 
«encendido  sin  duda  para  protegernos, 
»bien  que  nosotros  hubiéramos  preferido 
»que  lo  apagaran. 

»Llegados  que  fuimos  al  jardin,  y  ver 
»que  no  habia  mas  que  córrer,  quedamos 
»como  estàtuas,  però  temblando  sintener 
»accion  para  buscar  un  rincon  ó  un  lugar 
»para  escondernos  entre  unos  arbustos. 
»Nada,  nada,  ya  no  pensabamos  ni  en 
»vivir,  ni  en  morir,  helados  parecíamos 
»la  mujer  de  Lot.  Y  este  pànico  en  mo- 
»mentos  tan  azarosos  se  aumentó  al  oir 
»que  rechinaba  la  cerradura  de  la  puerte- 
»cita  de  entrada  al  jardin.  Se  abre  la 
»puerta,  y  entre  la  oscuridad  de  las  10 
»de  la  noch'e,  y  solo  con  la  triste  luz  del 
»candil  medio  apagado,  aparece  un  hom- 
»bre,  que  quedo  parado  miràndonos  por 
>:.unos  dos  minutos  sin  decir  palabra.  No 
»puede  adivinarse  lo  que  en  aquellos  mi- 
»nutos  pasó  por  nuestro  corazon,  porque 
»estàbamos  ya  sin  sentido.  Nos  habiamos 
«puesto  en  manos  de  la  Divina  Providen- 
»cia,  y  habiamos  ofrecido  nuestras  vidas 
spara  expiar  nuestros  pecados.  El  hom- 
»bre  de  la  puerta  era  un  venerable  ancia- 


»no,  quien  sin  salir  del  umbral  nos  dijo 
»muy  bajito  y  despacio:  xPadres  mios, 
>^nada  en  estos  momentos  puedo  hacer 
»por  VV.  Retirense  en  el  rincon  mas 
«disimulado,  y  por  Dios  les  pido  ni  una 
»palabra,  ni  el  menor  ruido  posible  oigan 
>Ao  que  oigan.  Yo  por  mi  parte  haré  lo 
xque  pueda  para  salvarlos.  Asi  Dios  nos 
»ayude  y  su  Santa  Madre.  Yo  quisiera 
«recogerles  en  mi  casa,  les  daria  comida 
»y  cama,  però  esto  es  muy  arriesgado.» 
^Sin  decir  mas  retiróse  y  cerró  la  puerta. 
>^Nosotros  quedamos  espantados,  pues 
»aunque  se  nos  habian  dicho  palabras  tan 
»consoladoras,  al  fin  no  conocíamos  a 
>^aquel  hombre,  y  por  lo  mismo  a  cada 
«momento  nos  consideràbamos  descu- 
>^iertos. 


/^^^^/^^-^^^t^^^^e^iü^ 


»Tiemblo  aun  el  recordar  aquellos  mo- 
»mentos.  Nos  escondimos  del  mejor  modo 
»que  nos  fué  posible,  y  guardamos  el 
»siIencio  que  se  nos  había  recomendado. 

»Siete  horas  permanecimos  en  aquel 
«jardin,  y  en  aquellas  siete  horas  sufri- 
«mos  agonia  mortal,  y  a  cada  instante 
«nos  creiamos  rodeados  de  sicarios.  Oia- 
«mos  la  campana  de  los  Filipones  que  se 
«resistían  y  tocaban  a  arrebato  (qniere 
hdccir  los  Paúles,  però  seria  la  de  otros 
'ifrailes);  oiamos  las  oleadas  de  aquel  mar 
«deshecho,  las  roncas  voces  de  aquel 
«populacho  embriagado  sediento  de  nues- 
»tra  sangre,  pues  sus  gritos  no  eran  sinó 
»de:  morian  los  frares  y  viva  la  llibertat 
«y  blasfemías.  Oiamos  el  crujir  de  las 
«maderas  que  se  rompian  por  el  fuego, 
«el  hundimiento  de  los  tejados,  todo  uní- 


br>6 


LIBRÜ    TliUCERO. — CAPirULO    LitCI.MO 


»do  al  humo  que  nos  privaba  la  respira- 
»cion.  Però  lo  que  màs  aumentó  nuestro 
»terror  fué...  aun  en  los  momentos  que 
»estoy  escribiendo  tiemblo.  Estaba  nues- 
»tro  lardín  casi  frente  del  con  vento  del 
»Carmen,  mediando  casi  solo  la  casa.  Se 
«dejaban  oir  unos  ayes,  però  tan  fuertes 
»y  tan  amargós  que  no  podían  menos  de 
»aterrar  à  cuantos  los  oyeron.  Aquellos 
»ayes  iban  acompanados  de  unos  fortísi- 
»mos  golpes  de  sable  que  pude  distingfuir 
»muy  bien,  hasta  que  uno  ó  dos  tiros  im- 
»pusieron  silencio  à  aquel  desgraciado, 
»que  sin  embargo  iria  feliz  à  recoger  la 
«palma  del  martirio.  No  pude  ya  mante- 
«nerme  en  mi  posicion,  y  caí  en  tierra 
»medio  muerto,  y  exclamé:  jO  Dios,  así 
>'vamos  à  ser  tratados  si  llegan  a  dar  con 
»nosotros!  jlmbéciles!  iqué  mal  hemos 
«cometido  contra  vosotros?  Iba  à  prose- 
»guir,  però  un  golpecito  que  uno  de  mis 
»companeros  me  dió,  me  restituyó  à  mi 
»sentido,  y  aunque  con  muchapena  volví 
»A  ocupar  mi  puesto.  Desdeaquella  època 
»he  sufrido  mucho;  he  escapado  de  la 
»muerte  dos  veces,  però  nada  me  ha 
«causado  tanto  horror  como  aquel  minu- 
»to.  Es  la  verdad. 

»Por  fin  la  Divina  Providencia  pone 
»término  por  entonces  à  tantas  penas.  A 
»cosa  de  las  tres  de  la  madrugada  à  tanto 
«desorden  sucedió  repentinamente  un  si- 
«lencio  absoluto.  Una  hora  despues  apa- 
»rece  la  aurora,  y  con  la  luz  nosotros 
»pudimos  respirar  con  alguna  libertad  en 
«nuestro  escondite  però  en  silencio  como 
»se  nos  había  ordenado.  De  pronto  sono 
»el  ruido  de  la  cerraja  de  la  puerta,  y 
»aparece  el  viejo  de  la  noche,  y  nos  dice: 
«Padres,  estan  V^d.  seguros,  .v  pueden 
«entrar  en  mi  casa,  nadie  les  insultarà». 
»A  pesar  de  esta  bondadosa  invitacion  no 
»podíamos  movernos  de  nuestra  posicion, 
«y  solo  haciendo  un  supremo  esfuerzo 
«nos  levantamos,  y  nos  acercamos  à  la 
«puerta.  Se  nos  invito  de  nuevo,  y  entra- 
«mos.  Nos  hizo  sentar  para  que  tomara- 
«mos  alimento,  mas  no  hubo  tiempo  para 
«ello,  pues  se  presento  en  la  habitacion 
»un  jefe  de  tropa,  me  parece  era  un  capi- 


>  tan  de  caballería.  Al  verle  el  animo  se 
>levantó,  y  despues  de  tranquilizarnos,  el 
>'anciano  se  dirigió  al  militar,  le  abrazó 
»estrechamente,  y  arrasados  en  làgrimas 
»los  ojos,  le  dice:  «Hijo  mío,  por  la  san- 
»gre  del  Redentor,  y  por  losdolores  de  su 
»aflijida  Madre  salva  à  estos  pobres  reli- 
»giosos,  considera  lo  que  han  sufrido  en 
«noche  como  esta  tan  horrible.  ^Lo  haràs, 
»hijo  mío?»  Yo  fijé  mi  vista  sobre  aquel 
«honrado  militar,  de  cuyos  ojos  vi  saltar 
»dos  abultadísimas  lagrimas  que  rodaron 
»por  el  pecho  de  su  uniforme,  3*  que 
«respondió  decididamente:  «Mi  coronel, 
»antes  caerà  mi  cabeza  y  la  de  mis  com- 
«paneros  que  las  de  estos  buenos  pa- 
«dres...  Como  Dios  me  ayude  los  pondre 
«en  lugar  seguro,  però  el  tiempo  urge, 
»y  debemos  aprovecharlo.  Hemos  de  ir 
»à  Atarazanas,  y  el  sol  empieza  à  alzarse; 
«pronto,  padres,  pronto».  Damos  à  aquel 
»buen  anciano  las  gracias  màs  expre- 
«sivas  que  nos  permitió  el  solo  instante 
«que  teníamos,  y  salimos  à  la  calle,  donde 
«nosesperaba  unafuerteseccion  de  tropa 
»y  caballos.  Nos  pusieron  en  el  centro,  y 
«marchamos  hasta  dicho  fuerte.  Aquella 
«hora  fué  muy  propicia  para  nosotros, 
«pues  que  aquellos  desgraciados  revolto- 
»sos  cansados  debeber,  blasfemar,  derra- 
«mar  sangre  inocente  y  causar  tantos 
«estragos,  se  retiraren  à  sus  casas,  así  es 
»que  pudimos  llegar  à  nuestro  destino  sin 
«la  menor  novedad;  però  màs  tarde  3'a  no 
»fué  lo  mismo. 

«En  Atarazanas  estuvimos  tres  ó  cua- 
«tro  horas,  las  que  pasamos  no  muy  bien, 
«pues  muertos  de  sueiio,  sin  alimento 
«alguno  y  con  tantos  sustos,  quedàbamos 
«molidos.  Nos  trasladaron  en  seguida  à 
>Montjuich>^  (1), 

Empefiéme  en  averiguar  el  nombre  del 
anciano  coronel  que  salvo  à  estos  frailes, 
y  por  lo  que  me  dijo  un  vecino  opino  que 
se  llamaba  Don  Nicolàs  iMaría  Dameto. 
aunque  no  lo  afirmo,  y  que  su  casa  era 


(i)  .^\e  mandó  escrita  esta  relación  el  P.  Felipe 
Castells  desde  Tortosa,  donde  vivió  despues  de 
su  exclaustración.  en  i8  de  febrero  de  iHSj. 


LA    NOCIIE    DEI. 


DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


557 


muy  grande  (1).  Siendo  coronel  estaria 
retirado. 

El  grupo  segundo  de  frailes  lo  formaba 
el  Padre  Provincial,  el  Prior  y  nueve 
religiosos  màs,  entre  los  cuales  se  conta- 
banel  Padre  Francisco  Vinals,  Fr.  Juan 
Raurell,  de  cuya  boca  tengo  estàs  noti- 
cias,  y  el  Padre  Juan  Colomer,  ciego, 
todos  vestides  de  hàbitos.  Al  estar  estos 
religiosos  en  el  jardín  del  noviciado  ya  el 
templo  ardía,  de  tal  modo  que  veían  des- 
plomarse  las  vigas.  Se  dirigieron  a  la 
cerca  extrema  occidental  del  jardín,  la 
que  separaba  del  de  casa  Grases  el  del 
noviciado.  Esta  cerca  corria  de  SE.  a 
NO.,  o  sea  en  sentido  perpendicular  a 
la  calle  del  Carmen,  porque  el  jardin  de 
casa  Grases,  seftalada  hoy  de  niimero  15 
en  dicha  calle  del  Carmen,  caía  al  Ponien- 
te  del  noviciado,  o  sea  entre  él  y  la  calle 
de  Jerusalén.  Los  frailes  subieron  a  la 
cerca,  y  bajaron  al  diclio  jardín  de  Gra- 
ses, para  cuya  operación  fué  necesario 
ayudar  y  guiar  con  cuidado  al  ciego 
Padre  Juan,  conocido  en  el  con  vento  por 
el  Padre  Joanet ,  persona  muy  venerable. 


ifi     Jiuiyi   c/ü   J-     írajef 


de  talento,  que  había  predicado  mucho, 
y  contaba  de  60  a  70aiïosde  edad.  A  pesar 
del  cuidado  en  guiarle,  al  ladearse  para 
el  jardín  de  Grases  resbaló,  y  dió  con  su 
cuerpo  en  un  zafareche,  y  hay  quien  ana- 
de  que  con  él  vino  al  agua  una  persona 
de  la  casa  que  le  daba  la  mano.  Corrieron 
a  sacarie  de  aquel  bafio,  y  lo  pusieron  en 
cama.  En  la  tienda  de  esta  casa  había 
una  farmàcia. 

El  Padre  Francisco  Vifíals,  maestro  de 
novicios,  hall;\ndose  con  este  grupo  yn 
en  el  jardín  del  noviciado  y  viendo  arder 
la  iglesia,  tuvo  la  serenidad  de  regresar 
al  convento  para  recoger,  conio  recogió, 


(i)     .Me  In  dijo  el  clueiio  de  la  vecina    D.   .\nto- 
nid  Grases  y  Oriol. 


sus  cartillas,  o  sea  el  certificado  de  las 
ordenes  sagradas  recibidas  (2). 

Desde  el  jardín  los  frailes  se  repartie- 
ron  por  aquellas  habitaciones,  todas  ocu- 
padas  por  gente  sensata.  Una  seiïora 
vecina  al  verlos  Uoraba  de  compasión,  y 
a  su  presencia  lloraba  también  el  Padre 
Provincial.  Desde  estàs  habitaciones  oían 
los  religiosos  el  paso  y  gritos  de  los  in- 
cendiarios  hacia  el  Carmen  de  frailes 
calzados.  Bajo  el  amparo  de  aquelles 
vecinos  continuaren  allí  los  dichos  frailes 
hasta  el  dia  siguiente,  óhastaelsegundo, 
en  cuya  madrugada  la  fuerza  pública  los 
condujo  a  la  Ciudadela  (3). 

El  dia  26  de  julio,  o  sea  el  siguiente  al 
atropello,  caía  en  domingo.  Uno  de  los 
frailes  que  estaba  recogido  en  el  piso 
bajo  de  dicha  casa  de  Grases  empefïóse 
en  que  debía  salir  porque  tenia  el  com- 
promiso  de  celebrar  la  Misa  en  casa  del 
Barón  de  Maldà;  y  costo  no  poco  trabajo 
disuadirle  de  su  empeno:  ja  tal  punto  He- 
gaba  la  inocencia  y  ceguera  de  algunos 
religiosos!  (4). 

El  fraile  Juan  Salas,  hombre  de  mucha 
corpulència,  y  de  voluminosa  voz,  tal 
que  después  fué  sochantre  de  nuestra 
Catedral,  se  escapo  fingiéndose  ladrón  del 
convento;  pues  mal  vestido,  con  unos  cal- 
zoncillos  a  manera  de  zaragüelles,  una 
paiíuelo  atado  a  la  cabeza  para  ocultar 
la  rasura,  y  llevando  sobre  de  ella  ma- 
lonja  (penca  de  caiicelada)  de  tocino,  salió 
a  la  calle  diciendo:  *Id,  id,  todavía  hay 
»màs»,  y  asi  escapo  ileso  (5). 

«Un  carmelita  descalzo,  de  nombre 
»José,  que  era  el  sacristan  de  su  conven- 
>to  de  Barcelona,  en  los  momentos  del 
«peligro  se  subió  k  las  bóvedas  del  tem- 


(j)  Relación  di.1  F.  Juan  Raurell.  Santa  Eulà- 
lia de  \'illapiscina  5  de  junio  de  ií^8^. 

(í)  Relaciún  cit.  del  P.  Raurell  y  rtlación  de 
D.  .\ntonio  Grases  y  Oriol. 

(4)  Relación  citada  de  D.  Antonio  Grases  y 
Oriol. 

(í)  .Me  lo  retirieron  las  monias  carmelitas  des- 
calzas  de  Barcelona  en  J5  de  octubre  de  1895,  las 
que  lo  habian  oido  contar  al  mismo  P.  Juan. 


558 


LIBRO    TERCERO. — CAPriL'LO    UKCIMO 


»plo.  Desde  allí  por  uno  de  los  agujeros 
»que  sirven  para  pasar  la  cuerda  de  las 
»coronas  de  iluminacion  ó  aranas,  vió 
»poner  el  fuego  en  el  altar  de  San  Maria- 
»no,  el  cual  era  de  caoba  pulida,  y  su 
»santo  era  muy  venerado  allí.  Entonces 
»Fr.  José  huyó  de  las  bóvedas  y  se  fué  A 
»los  tejados,  donde  estuvo  hasta  que  le 
»vió  un  sereno  y  le  llamó.  Con  un  panta- 
»lon  y  una  manta  se  tuvo  por  disfrazado, 
»y  se  fué  à  la  puerta  del  Àngel.  Allí  espe- 
»ró  arrimado  à  un  lado  la  apertura  para 
»irse  à  guarecer  en  una  de  las  casitas  de 
»campo  bajas  del  llano,  solo  así  permiti- 
>;das  por  la  fortificacion  de  la  ciudad. 
»Tan  bien  disfrazado  iba,  que  el  oficial 
»de  guardià  de  dicha  puerta  se  le  acercó 
»y  le  pregunto  si  era  fraile.  El  lo  confesó 
»y  le  manifesto  su  propósito  de  salir.  A 
»su  tiempo  salió  y  se  salvo.  Però  lo  nota- 
»ble  esta  en  que  al  bajar  de  los  tejados 
»quiso  recoger  algun  dinero  que  habia 
»en  un  cajon  de  la  sacristía.  Fué  por  ella, 
»y  ya  no  existia»  (1). 

Escribe  en  1891  Don  Francisco  Capella 
referente  al  incendio  de  San  José:  «Des- 
»pavoridos  los  religiosos  huyeron,  aco- 
»giéndose  tres  de  ellos  en  casa  de  una  tia 
»mia,  que  vivia  en  frente  del  Convento, 
Ȉ  la  otra  parte  de  la  Rambla.  Mi  tia  y  su 
«esposo  los  acogieron,  y  oyendo  que  los 
»asesinos  llamaban  reclamando  sus  vícti- 
»mas,  abrieron  una  puerta  que  daba  à 
»una  escalera  secreta  y  los  escondieron 
»en  un  piso  alto  de  una  casa  vecina.  He- 
»cho  esto,  franquearon  la  entrada  y 
«aquella  plebe  soez  penetro  en  la  casa, 
»pero  no  pudo  dar  con  sus  víctimas  ni 
»cebarse  en  ellas.  La  hija  de  aquel  matri- 
»monio  es  hoy  mi  esposa.  Los  tres  reli- 
»giosos  salvaron  su  vida,  y  los  infames 
»cobardes  se  retiraron  blasfemando  de 
»Dios  y  de  los  Santos»  (2). 

Junto  al  Convento,  en  la  Rambla,  había 


(i)  Relación  del  P.  Joaquín  Vidal,  mercedario, 
quien  sin  duda  lo  oiría  de  hnca  del  P.  José.  Bar- 
celona 29  de  enero  de  1887. 

(2)  Kn  El  Diario  Catalàn  del  2^  de  julio  de 
1 89 1,  pàg.  I. 


en  fila  las  mesas  de  los  cortantes  de  car- 
ne.  En  los  momentos  del  peligro,  antes  del 
incendio,  uno  de  aquellos  cortantes  se  me- 
te  en  el  Convento,  y  dice  al  primer  fraile 
con  que  topa,  el  corista  Fr.  Juan  Hor 
tet:  «cQué  hacen  VV.?  Salgan,  salgan». 
—"No  tengo  ropa  de  seglar»,  contesto  el 
corista;  y  entonces  el  portero,  que  era 
seglar,  le  dió  un  pantalon  de  pano,  y  el 
cortante  llevo  a  los  frailes  varias  prendas 
con  las  cuales  este  religioso  se  disfrazó. 
Salieron  a  la  calle  el  fraile  Hortet  y  tres 
religiosos  màs,  todos  vestidos  de  seglar, 
acompanados  del  referido  cortante  y  de 
un  miliciano  amigo  de  la  família  a  la  que 
se  dirigían.  En  la  Rambla  ya  había  gru- 
pos  y  corridas.  La  atravesaron,  y  por  la 
calle  de  Puertaferrisa  y  plaza  Nueva  Ue- 
garon  a  la  casa  designada  de  la  calle  del 
Bou.  En  esta  estuvieron  sin  molèstia,  y 
en  ella  contínuaron  tres  dias,  hasta  que 
en  el  tercero,  acusada  la  família  de  que 
no  cumplía  la  disposición  de  la  autoridad 
que  mandaba  presentar  los  frailes,  pasa- 
ron  por  la  noche  al  cuartel  de  Artilleria 
de  la  Rambla  de  Canaletas.  Allí  hallaron 
otros  nueve  religiosos,  y  se  les  dió  de 
cenar.  Muy  temprano  de  la  mariana 
siguiente,  los  trece  frailes,  todos  vestidos 
de  seglar,  fueron  conducidos  por  una 
companía  de  artilleros  por  la  muralla  de 
tierra  a  la  Ciudadela.  Al  llegar  a  la  puer- 
ta de  la  Ciudad,  llamada  Puerta  Nueva, 
grandes  grupos  se  les  echaron  encima, 
gritando:  «matarlos,  matarlos»,  }•  otros 
conceptos  hostiles;  però  los  artilleros 
cumplieron  su  deber,  y  a  culatazos  apar- 
taron  a  los  revoltosos,  logrando  introdu- 
cir  los  frailes  en  el  fuerte  (3). 

La  família  Fargas,  de  Reus,  tenia  un 
hijo,  muy  joven  todavía,  fraile  corista, 
no  ordenado,  de  este  convento  de  Barce- 
lona. Al  ver  el  incendio  del  de  su  villa, 
la  abuela  del  i-eligioso  corrió  a  esta  ciu 
dad,  y  trajo  un  vestido  de  secular  al 
fraile,  entregandoselo  hora  y  media  antes 
del  incendio.  Así,  cuando  Uegó  este  caso, 
Fr.  Narcíso  de  San  Antonio,  o  sea  Far- 


(?)     Relación  cit.  del  mísmo  P.  Juan  Ortel. 


[,A    NOCIIE    DET, 


DE    JILIO    DENTRO    DE    LOS    CLAISTROS 


550 


gas,  disfrazado  de  seglar,  dando  voces  3' 
fingiéndose  atolondrado,  se  mezcló  con 
las  turbas,  3-  hu3•ó.  Mas  tal  era  su  afición 
al  claustro  que  después,  puesto  en  casa, 
dominàbale  el  malestar  3-  hasta  vertía 
lagrimas  (1). 

El  cèlebre  lego  Fr.  Joaquín  Esplugas, 
jefe  de  la  fàbrica  de  los  caracteres  de 
imprenta,  pasó  la  noche  del  incendio  es- 
condido  en  esta  fàbrica.  Por  la  manana 
siguiente  con  sumo  tiento  se  llego  a  su 
celda,  que  estaba  mu3'  pròxima,  3'  se 
vistió  de  seglar  con  prendas  que  guarda- 
ba  desde  la  exclaustración  del  tiempo 
constitucional  de  1820  a  1823.  Se  ende- 
rezó  a  la  porteria,  donde  el  centinela  le 
detuvo,  però  habló  al  oficial  de  guardià, 
y  salió,  dirigiéndose  y  llegando  a  la  casa 
de  un  su  sobrino  de  nombre  José  Esplu- 
gas,  calle  Nueva  de  San  Francisco.  Pasa- 
ba  esto  de  siete  a  ocho  de  la  manana. 


lyOfi 


P 


Luego  Fr.  Joaquín  llamó  al  operario 
de  la  fàbrica  Don  Antonio  López,  quien, 
aunque  liberal,  gozaba  de  la  confianza 
del  religioso.  Acudió  éste  presuroso,  3' 
allí  se  encontró  con  los  dos  hermanos 
frailes  Esplugas,  cu3•os  primeros  saludos 
fueron  lagrimas  amargas  de  los  visitados 
3-  el  visitante.  Fr.  Joaquín  encargó  a  Ló- 
pez la  salvación  de  algunos  objetos,  però 
especialmente  de  los  de  la  fàbrica  de  ca- 
racteres de  imprenta.  López  halló  que  en 
la  noche  las  cekias  habían  sido  descerra- 
jadas  3'  saqueadas.  Los  objetos  que  que- 
daban  eran  principalmente  hàbitos  (2). 
Entretanto  invito  a  los  autores  liberales, 
que  en  defensa  de  los  incendiarios  de 
aquella  noche  escriben  que  en  ella  no  se 

(1)  Relaciones  de  las  heimanas  del  fiailc  doiia 
Antònia  y  D.'  Carmen  de  u  de  febrero  y  n  de 
abril  respeclivamcnte  de  i8Sj. 

(2)  Relación  del  niismo  D.  Antonio  López  en 
Gracia  a  39  de  diciembre  de  1882. 


robo,  a  que  lean  las  anteriores  noticias; 
3'  advierta  que  provienen  de  boca  de  un 
entonces liberal,  y  después  también,  pues 
cuando  yo  en  1882  fui  a  su  fàbrica  de  letra 
en  Gracia  a  interrogarle,  formaba  parte 
del  Ayuntamiento  de  aquella  a  la  sazón 
villa.  Quien  estuvo  mu3'  bondadoso  con- 
migo.  3'  comprendí  que  decía  la  verdad. 

El  fraile  ropero  pasó  la  nefasta  noche 
escondido  en  la  ropería  (3). 

«Mi  padre,  me  dijo  un  anciano,  vió  que 
Ȉ  eso  de  las  doce  de  la  noche,  mientras 
»la  iglesia  de  San  José  ardía  en  vivas 
>  llamas,  habia  un  fraile  en  el  pialpito». 
Esta  noticia,  por  inverosímil,  la  omiliera 
a  no  haberme  llegado  ademàs  por  otro 
conducto,  el  que  me  anadió  que  la  posi- 
ción  del  religioso  era  la  de  predicar,  y 
que  al  fin  fué  recogido  por  la  tropa  (4'. 

Merece  pàrrafo  aparte,  y  es  el  presen- 
te,  el  corista  de  esta  casa  Fr.  Andrés 
Ferrer,  quien,  según  parece,  no  consta 
cierto,  en  la  religión  se  Uamaba  Andrés 
de  Santa  Franciscà.  Era  hijo  de  un  pobre 
zapatero  de  la  calle  de  Tres  llits,  de 
Reus,  de  apodo  Blayet.  Contaba  enton- 
ces veintiún  anos  y  abundaba  en  esta- 
tura 3-  corpulència.  En  los  momentos  del 
apuro  salió  del  Convento,  dejado  el  habi- 
to, però  mal  disfrazado,  pues  ocultaba  la 
rasura  con  un  panuelo  negro  sobre  del 
cual  se  asentaba  el  sombrero,  y  Uevaba 
los  zapatos  de  fraile.  Ignoro  a  qué  casa 
le  llevaba  en  la  huida  su  intento,  però 
dos  ancianes,  uno  de  los  cuales  lo  tenia 
de  boca  de  los  padres  del  pobre  Fr.  An- 
drés, me  dijeron  que  en  la  casa  a  la  que 
se  dirigió  en  demanda  de  abrigo  le  echa- 
ron  a  la  calle,  diciéndole  que  les  compro- 
metia, y  ha3•  quien  anade  que  al  ponerle 
fuera  exclamo  quien  lo  hacía:  «ahi  va 
uno)-.  Ignoro  también  las  calles  por  las 
que  pasó,  3'  cómo  5*  dónde  la  turba  le 
conoció  y  embistió.  Es  lo  cierto  que, 
agredido  por  esta,  pasó  por  la  calle  de 


{■>,)     Relación  cit.  del  P.  Juan  Raurell. 

(4)  Relación  de  D.  Eduardo  Reixach,  cuyas 
son  las  palabras  transcritas.  Relación  de  Sor 
Remedio  Roquer. 


560 


l.IBRO    TERCERO.  —  CAPI  I  L'I. O    DECIMO 


Freixuras.  En  esta  entróse  en  una  taber- 
na,  y  salió  de  ella  por  la  puerta  que  esta 
tenia  en  la  calle  de  Tragí;  mas,  perse- 
guido,  llego  a  la  Baja  de  San  Pedró  (1). 

Lo  que  luego  sucedió  nos  lo  contarA 
un  fraile  mínimo,  que,  no  mejor  disfra- 
zado  que  Andrés,  topo  con  él  en  la  dicha 
calle  Baja  de  San  Pedró.  «Hallàbame  yo, 
>dijome  el  mínimo,  frente  deia  capilla 
«de  Nuestra  Senora  de  la  Ayuda,  cuando 
»vi  desembocar  de  la  de  Freixuras  una 
»turba  que  llevaba  en  medio  un  senor, 
»vestido  con  pantalon  de  lenquins,  som- 
»brero  y  panuelo  negro  atado  à  la  cabe- 
»za.  La  turba  le  iba  maltratando,  unos 
»dàndole  empujones,  otros  tiràndole  pie- 
»dras,  de  modo  que  el  pobre  venia  ya  tan 
«descaecido  que  rodaba  de  un  lado  à  otro 
»de  la  calle.  En  esto  me  encuentro  con  la 
«turba,  y  el  perseguido  se  echa  sobre  mi, 
«agarràndome  por  la  espalda.  Yo,  que 
»ignoraba  su  estado  religioso,  me  despe- 
»go  de  él  arrancando  de  mi  pescuezo  su 
»mano,  y  de  un  salto  me  pongo  sobre  el 
»umbral  del  almacén  de  aceite,  que  allí 
•<A^^\i\2i— (número  17  actual)— y  aun  hoy 
»creo  hay,  propio  de  los  senores  Mai- 
>mí  (2).  Mas  el  empujón  de  la  turba  me 
»derribó  del  umbral,  haciéndome  entrar 
»en  la  tienda  almacén.  Entonces  espanta- 
»do,  me  cuelo  por  un  corredor  del  fondo 
»de  ella,  y  del  corredor  en  un  cuartito;  y 
»alli  con  no  poca  diíicultad,  por  ser  muy 
»baja  la  cama,  me  metí  bajo  de  esta.  El 
«perseguido  sigue  mis  pasos,  quiere  tam- 
»bien  ocultarse  bajo  del  lecho,  però  su 
«corpulència  se  lo  impide,  quedàndose 
«tendido  fuera,  masagarrado  à  mipierna. 

»La  turba  quiso  entrar  en  la  tienda 
»para  sacar  al  perseguido,  però  los  due- 
«nos,  especialmente  el  hi  jo,  Don  Pascual 
»Maimí,  se  lo  piohibieron;  y  como  toda- 
»vía    corrían    tiempos  de    respeto  à  la 


(i)  Relación  de  D.  Pablo  .Mota,  que  vivia  al 
lado  de  la  taberna. 

(_>)  Hoy  la  casa  ha  sido  reedificada,  y  el  alma- 
cén de  aceite  es  pequeüo.  Entonces  era  grande. 
pue.^  formaba  una  ancha  tienda  que  yo  perlecta- 
mente  recuerdo. 


»autoridad  y  propiedad,  la  turba  no 
«entro;  emperò  instaba  fuertemente  que 
«saliese^/  (3). 

Las  palabras  siguientes  son  de  Maimi: 
«La  turba,  que  iba  engrosando,  pedía  con 
«insistència  el  fraile  (carmelita)  y  pasó  à 
«amenazar  si  no  se  le  entregaba.  Entonces 
»entré  en  la  cocina»  (Maiml  crec  que  esta- 
ba  escoíidido  en  la  cocina,  es  màs  creible 
que  en  el  cuartito)  «diciendo  que  la  turba 
»le  pedía.  El  fraile  contesto:  «quieren  ma- 
«tarme,  me  mataran».  Salí  nuevamente  à 
«la  turba  sin  el  fraile  haciéndole  reflexió- 
«nes  para  disuadirles  del  atentado;  però 
»la  turba  insistió;  y  entrando  dos  de  aque- 
«llos  demagogos  conmigo  en  la  cocina 
«agarraron  al  religioso  y  lo  sacaron  a  la 
«calle.  Temia  yo  que  el  fraile  fuera  el 
«pretexto  y  el  fin  el  robo;  así  que  luego 
«que  aquelles  estuvieron  en  la  calle 
«cerré,  y  atranqué  la  puerta»  (4). 

Van  ahora  palabras  de  Don  Carlos 
Guilera,  que  habitaba  la  tienda  de  la 
esquina  del  callejón  de  la  Perdiu,  o  sea 
frente  casa  iMaimí,  y  colocado  en  el 
umbral  de  su  casa  presencio  lo  que  des- 
cribe:  «Puesto  el  carmelita  nuevamente 
»en  la  calle  era  objeto  de  los  golpes  y 
«estocadas  de  todos,  de  tal  modo  que  uno 
»de  aquellos  bàrbaros  dijo  à  otro:  «cuida- 
»do,  cuidado  tú;  mira  que  me  has  dado  a 
»mi«.  Entonces  el  fraile  se  subió  &  la  esca- 
«lerilla  de  la  casa  de  frente  ladeMaimí, 
«contigua  à  la  mía.  Dentro  de  la  escalera 
«seguia  el  maltrato,  pues  yo  oía  los  gol- 
»pes  de  las  piedras  que  daban  contra  las 
«paredes»  (5).  (La  casa  tenia  dos  escale- 
ras,  una  para  el  pi  so  principal ,  y  otra 
para  los  altos.  El  fraile  subió  por  esta). 


(3)  Relaciones  del  mínimo  mismo,  hechas  a 
mi  en  Barcelona  a  jó  de  abril  de  1880  y  is  de 
abril  de  \HHó. 

(^)  Relación  de  D.  Pascual  .Maimí  en  Barce- 
lona a  IÓ  de  febrero  de  1882. 

(5)  Hay  quien  dice  que  la  entrada  en  la  esca- 
lera precedió  a  la  en  casa  Maiml;  però  creo  màs 
acertado  a  Guilera,  que  la  pone  después.  El  mi- 
nimo  ignoraba  tal  entrada,  luego  pasó  después  de 
salir  de  casa  .Maimi.  donde  quedo  el  minimo. 


LA  NOCHE  DEL  J^  DE  JLLIO  DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


561 


«Al  cabo  de  un  rato  salió  nuevamente, 
»dejando  pintadas  con  sangre  las  manos 
«doquiera  las  puso.  Salió  tambaleando,  y 
»apoyàndose  con  la  mano  en  las  paredes 
«camino  hasta  frente  la  calle  de  Mont- 
»juich,  y  allí  en  la  de  San  Pedró  misma 
»cayó.  Vi  entonces  que  le  tiraron  dos  ó 


»hombres  de  mucha  religión,  habitaba  la 
»tienda  de  la  esquina  de  la  calle  de  San 
»Pedro  con  la  de  las  Beatas»  (1).  Oiga- 
mos  ahora  a  Don  José  Borrell:  '<Mi  padre 
»cuando  el  insulto  trató  de  auxiliar  al 
»perseguido,  però  hubo  que  ceder  a  las 
«observaciones  de  prudència  que  le  hicie- 


Acta  de  la  profesión  del  pobre  Fr.  Axdrés,  escrita  de  su  puxo 

a/  ^'v/^-JÍ^  ^y^^v;^^^^  ^^^^^^^^  A^^^.^/7/_^ 

Jeu. D^^  ^e/*^'^ i^y^x^-^^ A ^í^>^  T^'^;, :,,>    Z         ^'^^' 


»tres  grandes  piedras,  y  A  pocos  momen- 
»tos  vi  que  levantaban  sobre  de  él  unas 
»grandes  piedras  (llaiiibordasj  para  de- 
»jarlas  caer  sobre  su  persona,  però  yo 
«cerré  los  ojos  para  no  ver  el  efecto  que 
»la  caida  produjera.  El  pobre  perseguido 
»daba  ayes  lastimosos  y  apagados.  Allí 
«quedo  tendido,  y  sin  duda  dejado  por 
«muerto. 

«Un  sastre,  padre  del  cèlebre  abogado 
»Don  José  Borrell  y   Monmany,  ambos 


«ronotras  personas  de  la  família.  Serían 
«las  nueve  y  media  de  la  noclie  cuando 
«apareció  allí  una  columna  formada  de 
«la  manera  siguiente:  Abria  la  marcha 
»una  cuarta  de  infanteria:  venia  luego  el 
»jefe  a  caballo,  que  era  nada  menos  que 
«el  ayudante  de  Llauder,  el  comandante 
«de  húsares  Don  José  Sanjuan;  y  seguia 


(i)     Relación  del  dicho  Sr.  d.   Carlos  Guilera 
en  Barcelona  en  abril  de  18S2. 


562 


LIERO     l'IÍRCERO.  —  CAPITULO    Dl•IClMO 


»despues  fuerza  de  mozos  de  las  Escua- 
»dras,  infanteria  y  algunos  caballos.  Mi 
»padre  conocía  A  Sanjuan  por  razon  de 
»que  este  era  pariente  de  una  Dofla  Tere- 
»sa  que  habitaba  el  primer  piso  de  la 
»casa  de  enfrente. 

»A1  oir  mi  padre  la  fuerza  salió  de  su 
>  tienda  y  habló  al  comandante,  el  cual 
»lamentó  el  atentado;  y  puestos  de  acuer- 
»do  ambos  interlocutores  acudieron  A 
«socórrer  al  fraile.  Sanjuan  dijo  que  del 
»piso  de  Dona  Teresa  bajaran  lo  menes- 
»ter  para  el  caso,  però  mi  padre  se  opuso 
»queriendo  facilitarlo  él  de  nuestra  casa. 
»Se  fué  al  hospital  militar  de  Junqueras 
»por  una  camilla,  en  la  que  tendido  el 
»herido,  fué  llevado  por  mi  padre  y  otros 
»vecinos  al  mentado  hospital.  Aquí  se 
»opusieron  à  recibirle  alegando  que  el 
»herido  no  era  militar,  però  Sanjuan 
»mandó  que  se  le  recibiera,  y  fué  entra- 
»do.  Al  otro  dia  mi  padre  fué  a  visitarle, 
»y  ya  había  muerto.  Murió  à  poco  de 
»llegado. 

«Mientras  la  columna  estaba  junto  al 
»herido  en  la  calle  pasó  por  allí  una  f  uer- 
»za  de  nacionales,  y  empezaron  algunos 
»àdecir  «es  un  fraile»,  y  à  mostrarse  hos- 
»tiles;  però  Sanjuan  se  cuadró,  tiro  del 
»sable,  y  les  amenazó  con  pasar  al  que  se 
»separase  de  su  fila. 

»A  los  pocos  días  del  suceso  mi  padre 
»dijo  al  dicho  comandante:  «Vaya,  que 
»cuando  yo  era  alcalde  de  barrio  me 
»hacia  respetar  màs  con  sola  mi  vara 
»que  Vds.  con  todas  sus  fuerzas».  San- 
»juan  le  contesto:  «Ordenes  son  órde- 
»nes»,  indicando  que  no  las  tenían  para 
»obrar»  (1). 

En  el  libro  de  entradas  y  salidas  del 
hospital  de  la  Santa  Cruz  hallo  los  dos 
asientos  siguientes. 

«Rdo.  P.  Antonio  de  San  Isidro,  carme- 
»lita    descalzo,   presbítero,  de    edad  71 


(i)  Relación  del  abogado  D.  Josc  Borrell  y 
.Monmany,  en  Barcelona  a  20  de  diciembre  de 
1SS2.  En  casa  de  este  senor  hice  la  pràctica  de 
abogado,  y  muchas  de  estàs  noticias  se  las  oi 
varias  veces. 


»afíos.   Hijo  de  Pablo     Entro  en  30  de 
^julio,  y  salió  en  22  de  agosto  de  1835. 

»Fr.  José  Colominas,  carmelita  descal- 
»zo,  natural  de  Espanol,  hijo  de  Francis- 
>/Co  y  de  Teresa,  de  edad  68  anos.  Entro 
»en  14  de  agosto  de  1835».  No  consta  su 
salida  ni  su  muerte. 

En  los  días  de  la  tribulación  había  pre 
so  en  el  convento  un  fraile  criminal,  de 
nombre,  según  parece,  Fr.  Ramon,  de 
Mataró.  Sus  pecados  consistian  en  que 
sin  ser  presbítero  celebraba  la  santa 
Misa,  predicaba  y  confesaba,  y  ademàs 
huyó  del  convento  de  Lérida.  Por  tierra 
del  Priorato,  o  de  la  montafia  de  aquel 
lado,  fué  apreendido,  y  atado  y  montado 
en  un  mulo,  fué  conducido  a  Reus,  y  de 
aquí  trasladado  a  Barcelona  (2).  Quedaba 
encerrado  en  una  pieza  detr<\s  del  tem- 
ple. Un  guardià  nacional,  tío  del  fraile 
enfermero,  en  el  momento  del  incendio 
se  acordo  del  encarcelado;  corrió  al  con- 
vento; dijo  a  las  turbas  que  había  allí  un 
fraile  emparedado,  y  le  abrió.  Las  turbas 
le  recibieron  con  afecto  hasta  vitorearle. 
El  al  salir  del  encierro  cayó  desmaya- 
do  (3),  y  asi  fué  conducido  al  boticario  de 
laesquina  de  la  Rambla  con  la  calle  deia 
Puertaferrisa  y  auxiliado.  Iba  en  calzon- 
cillos  3"  envuelto  en  una  manta.  Decía 
allí  el  vulgo  que  era  una  víctima  de  los 
frailes  (4).  Después  sento  plaza  de  mique- 
lete  (5).  (Tales  andaban  los  tiempos  que 
los  religiosos  buenos  eran  pública  e  im- 
punemente  asesinados,  y  los  criminales 
vitoreados! 

En  esta  casa  religiosa  el  fuego  se  cebó 
en  el  templo;  però  no  se  comunico  al 
convento  o  habitaciones,  3'  ha3•  quien 
dice  que  la  autoridad  procuro  aislar  el 
fuego  para  que  no  se  propagarà  a  la 
fàbrica  de  los  caracteres  de  imprenta.  El 


(2)  Reiación  del  fraile  carmelita  descalzo  Pa- 
dre Juan  Casas  en  Barcelona  a  12  de  mayo  de 
1 886. 

(5)     Relación  cit.  de  D.  Antonio  López. 

(X)  Relación  del  aprendiz  que  tomo  parte  en  el 
hecho  del  25  de  julio. 

(í)     Relación  cit.  de  D.  Antonio  López. 


LA    NOCIIE    DEL    2?    DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAI.STROS 


563 


convento  fué  derribado  después  cuando 
se  quiso  abrir  allí  la  plaza  mercado. 


ARTICULO  SEPTIMO 

SAN  AGUSTÍN  DE  AGUSTINOS 
CALZADOS 

Llegamos  al  convento  de  Barcelona 
que  mAs  sufrió  en  el  crimen  del  25  de 
julio,  sufrimientos  que  no  solo  alcanza- 
ron  al  ediíicio  y  sus  casas,  sinó,  y  muy 
acerbamente,  a  las  personas  de  sus  frailes. 
Como  en  los  demíis  artículos,  empecemos 
pof  la  lista  de  los  individuos  que  forma- 
ban  la  Comunidad.  Por  regla  general, 
para  tejer  esta  lista  me  sirvieron  gran- 
demente  en  los  otros  conventos  las 
redactadas  por  la  autoridad  al  librar 
pasaportes  a  los  religiosos  cuando, 
pasada  la  tempestad,  estos  salieron  de 
los  fuertes  y  se  largaron  lejos  de  Barce- 
lona; mas  en  el  presente  de  San  Agustín 
dichas  listas  pecan  de  mancas  y  harto 
menguadas,  pues  constando  la  Comuni- 
dad de  màs  de  setenta  frailes,  en  ellas 
solo  se  hallan  los  nombres  de  veintiséis, 
efectü  indudable  de  que  muchos  de  los 
agustinos  se  ocultarían  en  casas  particu- 
lares  y  no  irían  a  los  fuertes  cuando  la 
autoridad  los  reclamo. 


hijo  de  Barcelona.  Profesó  en  2  de  mayo 
de  1778  en  Barcelona. 

R.  P.  Antonio  Tresserras}'  Clota,  hijo 
de  Manlleu.  Profesó  en  13  de  septiembre 
en  1782  en  Barcelona. 

R.  P.  Agustín  Girona  y  Colominas,  na- 
tural de  Barcelona.  Profesó  en  Barcelona 
en  10  de  mayo  de  1786. 

R.  P.  José  Gutiérrez  y  Farrés,  Ex  pro- 
vincial, Predicador,  natural  de  Barcelo- 
na. Profesó  en  6  de  febrero  de  1791  en 
Barcelona. 

R.  P.  Juan  Bruguera  y  Calafell,  natu- 
ral de  Barcelona,  Maestro  de  novicios, 
elegido  tal  en  el  capitulo  de  1832.  Profesó 
en  18  de  septiembre  de  1791  en  Barce- 
lona. 


^ 


C?  Ar^VvX^A^ 


SACERDOTES 

R.  P.  Francisco  Molas  y  Codinach,  na- 
tural de  Barcelona,  Prior  y  Vicario  pro- 
vincial. Profesó  en  Barcelona  a  19  de 
junio  de  1791. 


R.  P.  Francisco  Torra  y  Puig,  hijo  de 
San  Ilipólito  de  Voltregà,  el  cual  profesó 
a  la  edad  de  38  aflos  en  3  de  junio  de 
1831  en  Barcelona. 

R.  P.  Manuel  Campderrós  y  Arderiu, 


t•*^/*^».  i/hi^^í^U,T^  ^ 


Coquet,   hijo  de 
6  de  marzo  de 


R.  P.  José  Maneja  y 
Barcelona.  Profesó  en 
1792. 

R.  P.  Tomàs  Planas  y  Casas,  Predica- 
dor, hijo  de  Barcelona,  Sacristàn  Mayor 
elegido  en  el  capitulo  de  1832.  Profesó  en 
25  de  septiembre  de   1819  en  Barcelona. 

R.  P.  Prospero  Mir  y  Roquer,  Predica- 
dor, hijo  de  Manlleu.  Profesó  en  25  de 
noviembre  de  1825  en  Barcelona. 

R.  P.  Francisco  Pascual  y  Mir,  hijo  de 
Villanueva  y  Geltrú.  Profesó  en  1.°  de 
diciembre  de  1826  en  Barcelona. 

R.  P.  Pedró  Corominas  y  Isamat,  hijo 
de  Olot.  Profesó  en  12  de  junio  de  1828 
en  Barcelona. 

R.  P.  Mariano  Sorder  y  Serra,  Chan- 
tre,  hijo  de  La  Bisbal  del  obispado  de 
Barcelona.  Profesó  en  28  de  diciembre  de 
1830  en  Barcelona. 

R.  P.  Mariano  Codina  y  Castan}'.  Pro- 
fesó en  Urgel  a  6  de  agosto  de  1780. 

R.  P.  Nicolàs  \adal. 

R.  P.  Antonio  Betriu  y  Servós.  Profesó 
en  Barcelona  a  los  24  de  septiembre  de 
1826. 

R.  P.  José  Riera  y  Miró.  Profesó  en 
Barcelona  a  los  25  de  junio  de  1829. 


564 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


R.  P.  J.  Nicolcls  Collell  y  Colomer,  hijo 
de  Olot.  Profesó  en  Urgel  a  24  de  sep- 
tiembre  de  182b. 

R.  P.  Pedró  Codolar  y  Domènech,  hijo 
de  Llagostera. 

R.  P.  N.  Bosch.  En  el  libro  de  profesio- 
nes  hechas  en  Barcelona,  figuran  muchos 
Bosch,  y  así,  ignorando  las  circunstan- 
cias  del  de  julio  de  1835,  ignoro  cuàl  de 
ellos  éste  sea. 


Fr.  Jaime  Molas  y  Colomer,  natural  de 
Santa  IMaría  de  la  Piiïa.  Profesó  en  Bar- 
celona a  12  de  junio  de  1828. 

Fr.  Manuel  Carrera  y  Vergés,  diàcono, 
natural  de  San  Juan  de  las  Abadesas. 
Profesó  el  26  de  junio  de  1829  en  Barce- 
lona. 

Fr.  Alejo  Morros  y  Badia,  hijo  de  Igua- 
lada. Profesó  en  3  de  julio  de  1830  en 
Barcelona. 

Fr.  José  Tintorer  y  Tagell,  hijo  de  Bar- 
celona. Profesó  en  16  de  julio  de  1830  en 
Barcelona. 

Fr.  José  Benet  y  Roca,  hijo  de  San  Hi- 
pólito  de  Voltregà.  Profesó  en  Barcelona 
a25de  abril  de  1831. 

Fr.  Antonio  Vionet  y  Monfort,  hijo  de 
Barcelona.  Profesó  en  Barcelona  a  5  de 
diciembre  de  1831. 

Fr.  José  Suari  y  Calsada,  hijo  de  Gra- 
nollers. Profesó  en  Barcelona  a  1.°  de 
octubre  de  1832. 

Fr.  Martin  Manent  y  Mas,  hijo  de  Bar- 
celona. Profesó  en  Barcelona  a  1.°  de 
octubre  de  1832. 

Fr.  Luis  Selles  y  Jordà,  hijo  de  Manre- 
sa. Profesó  en  Barcelona  a  1.°  de  octubre 
de  1832. 

Fr.  Isidro  Pujadas  y  Pujol,  hijo  de 
Barcelona.  Profesó  en  Barcelona  a  1.°  de 
octubre  de  1832. 

Fr.  Antonio  Creuet  y  Barcelona,  ma- 
llorquín.  Profesó  en  Barcelona  a  1.°  de 
octubre  de  1832. 

Fr.  Francisco  Mestres  y  Tomds,  hijo 
de  Orihuela.  Profesó  en  Barcelona  a  28 
de  noviembre  de  1832. 


Fr.  Raimundo  Manalt  y  Maristafi,  hijo 
de  Barcelona.  Profesó  el  19  de  febrero  de 
1834  en  ídem. 

Fr.  Juan  Guitart  y  Julià,  natural  de 
Barcelona.  Profesó  en  ídem  a  19  de 
febrero  de  1834. 

Fr.  José  Bruguera  y  Subirana,  hijo  de 
Barcelona.  Profesó  en  ídem  a  19  de 
febrero  de  1834. 

Fr.  Valerio  Lluch  y  Planas,  hijo  de 
Santa  Coloma  de  Farnés.  Profesó  el  19 
de  febrero  de  1834  en  Barcelona. 

Fr.  Miguel  Triay. 


Fr.  Pedró  Tussell  y  Coll,  hijo  de 
Tarrasa.  Profesó  en  6  de  julio  de  1795  en 
Barcelona. 

Fr.  Salvador  Mas  y  Boada,  hijo  de 
Santa  Coloma  de  Farnés.  Profesó  en 
Barcelona  a  24  demayo  de  1816. 

Fr.  Miguel  Noves  y  Trabé,  hijo  de 
Adrall.  Profesó  en  Barcelona  a  30  de 
septiembre  de  1830. 

Fr.  Valentín  CasuUeras  y  Durban,  hijo 
de  Igualada.  Profesó  en  Barcelona  a  23 
de  diciembre  de  1830. 

Fr.  Buenaventura  Güell,  Campanero. 

Fr.  Agustín  Vila. 

Fr.  Domingo  Tauler,  Procurador  del 
convento. 

Fr.  José  Coll. 

Fr.  Pedró  Vilanova. 

Fr.  Joaquin  Marros  y  Badia  (1). 

Pocos  días  antes  del  incendio  cuatro 
frailes  de  esta  casa,  lector  uno  de  ellos, 
corista  mallorquín  otro,  enfermero  el 
tercero  y  lego  el  cuarto,  se  fugaron  del 
convento  para  los  carlistas.  La  misma 
noche  se  presento  en  el  convento  un  or- 
denanza  militar  participando  el  hecho 
con  los  nombres  de  los  huidos.  Muy  luego 
fueron  aprendidos  el  Lector,  el  enferme- 
ro y  el lego,  y  encerrados  en   la  càrcel 


(i)  La  mayor  parte  de  los  nombres  de  estàs 
listas  provienen  de  las  de  los  pasaportes  librados 
en  agosto  de  183Í.  però  los  hay  de  otras  procc- 
dencias. 


LA     XOCllE    DEL 


DE    JLLIO    DEXTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


5b5 


pública,  adonde  cada  dia  el  Prior  mandó 
desde  luego  un  lego  con  el  alimento,  y 
frecuentemente  coristas  para  que  cari- 
tativamente  les  visitasen. 

El  dia  siguiente  de  la  fuga  comparecie- 
ron  en  el  convento  dos  jueces  instructo- 
res del  sumario,  mandados  por  la  autori- 
dad  militar,  que  fuerondos  secularizados 
del  tiempo  constitucional  (1).  Estos  toma- 
ron  declaración  a  todos  los  jóvenes  \^  la 
sentencia  condenó  a  tres  a  presidio  en 
Ceuta,  y  el  cuarto  a  servir  de  soldado  en 
la  isla  de  Cuba.  Cuando  la  atroz  revuelta 
de  5  de  enero  de  1836,  las  turbas  se  acor- 
daron  de  estos  cuatro  agustinos  presos, 
}'  acudieron  a  la  Ciudadela  pidiéndolos. 
Se  les  contesto  que  ya  no  estaban  allí. 
Entonces  se  dirigierona  lacàrcel,  y  aquí 
se  les  respondió  que  ya  habían  sido  em- 
barcades, como  era  la  verdad;  y  así  los 
agustinos  escaparon  de  una  muerte  tan 
segura  como  horrorosa  (2). 

En  esta  casa  religiosa  se  dibujan  en 
modo  mu3'  marcado  las  dos  tendencias, 
que  llevamosnotadas  en  otras,  referentes 
al  juSto  temor  de  los  jóvenes  y  tupida 
ceguera  de  los  provectos  respecto  del 
peligro  que  les  amenazaba.  Ya  en  1834, 
cuando  vleron  aquéllos  los  asesinatos  de 
Madrid,  manifestaron  su  deseo  de  que  la 
Comunidad  dejara  el  claustro,  mas  en 
contra  de  tal  idea  se  declararen  los  an- 
cianes. Estos  no  creían  posible  el  aten- 
tado,  al  paso  que  los  jóvenes  le  veían 
hasta  natural.  Tiempo  antes  del  incendio 
de  Barcelona  apareció  clavado  en  la 
puerta  de  este  convento  un  escrito  contra 
los  religiosos.  El  corista  que  me  dió  esta 
noticia  me  afladió:  «Del  tal  escrito  no 
»conocí  miís  que  estàs  palabras:  «salios 
ïde  nuestra  tierra,  pues  el  pueblo  no 
»puede  oir  vuestros  nombres  sin  horror», 
.»y  no  conozco  las  demàs  porque  el  supe- 


(0  Relación  del  corista  D.  Antonio  \'ionet, 
hecha  en  San  Andrés  de  Palomar  a  i^  de  diciem- 
bre  de  i88o. 

(2)  Rclación  del  entonces  corista  D.  Josc  Tin- 
torer, despuc.s  canónigo  de  Barcelona,  hecha  en 
Calella  a  aç  de  septiembre  de  189^. 


»rior  cuidadosamente  rasgó  el  papel  y 
»ocultó  su  contenido»  (3). 

Si  el  hecho  de  Madrid  no  bastarà  a 
despertar  a  los  dormidos,  vinieron  los  de 
Zaragoza,  en  une  de  les  cuales  el  Provin- 
cial agustino  pereció  asfixiade  en  el  es- 
cendrijo  en  que  se  había  ocultado.  Mevi- 
dos  por  tan  elecuentes  avisos,  algunes 
frailes  noveles  sacaron  del  Convento 
objetos,  depositAndolos  en  manes  amigas 
para  así  hurtarlos  a  la  temida  acometida, 
y  al  propio  tiempo  se  proveyeron  de 
trajes  de  seculares  para,  en  caso  necesa- 
rio,  facilitar  la  fuga.  Mas,  sabidos  tales 
hechos  per  los  Superiores,  3-  dominades 
de  su  ceguera,  estes  les  prehibieron;  y 
así  les  trajes  adquirides  y  los  bultos  sali- 
dos  repasaron  los  umbrales  del  cenobio: 
[de  tal  mode  imperaba  allí  la  obedièn- 
cia I  (4). 

Síh  embargo,  la  atmosfera  se  iba  car- 
gando  }•,  a  ojes  vistas,  el  peligro  se  iba 
avecinando,  especialmente  con  el  incen- 
dio de  Reus;  y  así  reentraron  en  el  Con- 
vento trajes  de  secular  (5).  La  misma 
tarde  del  25  de  julie  de  1835,  la  madre  del 
corista  Fr.  José  Tintorer  visito  a  su  hije, 
quien  le  pidió  la  develución  del  disfraz. 
Llegada  la  madre  a  su  casa,  habló  de  la 
petición  del  hije,  a  la  que  el  padre  con- 
testo que,  siendo  dia  festivo  el  siguiente, 
y  acostumbrande  la  família  visitar  al 
fraile  en  les  días  de  fiesta,  en  la  visita 
del  otro  dia  se  le  llevarían.  Sin  embargo, 
no  sufriéndeles  retardo  el  corazón,  cam- 
biaren  de  parecer,  y  aquella  tarde  llevo 
el  padre  el  disfraz  al  fraile,  subiéndoselo 
él  mismo  a  la  celda  (6). 

El  mismo  dia  25  de  julio,  a  eso  de  la 


(;)  Kelaoión  del  entonces  corista  de  este  con- 
vento P.  José  Benet  hecha  en  Barcelona  a  2^  de 
marzo  de  i88o. 

(4)  Relaciones  de  los  entonces  coristas  D.  José 
Tintorer  en  Barcelona  a  17  de  mayo  de  1880,  de 
D.  José  Benet  ya  citada,  y  otras  de  otros. 

(5)  Relacion  del  corista  D.  Juan  Guitart  en 
Barcelona  a  JO  de  diciembrc  de  iS8i. 

(6)  Relacion  cit.  de  D.  José  Tintorer  de  17  de 
mayo  de  1880. 


566 


LIUIUJ    TERCKRO. — CAPITULO    DECI.MO 


una  de  la  tarde,  los  jóvenes  enviaron  un 
comisionado,  el  Padre  Pedró  Codolar,  re- 
ligioso  ejemplarísimo,  al  Prior,  pidiéndole 
que  durante  la  noche  destinarà  dos  legos 
de  centinela,  uno  en  el  lado  de  la  calle 
del  Hospital,  y  otro  en  el  de  la  de  San 
Pablo.  El  Prior  le  contesto:  «Padre,  V.  se 
»hace  revolucionario,  pues  apoya  à  los 
»jóvenes.  Pondre  un  lego  de  vigilan- 
»cia»  (1). 

El  honrado  y  cuerdo  zapatero  de  la 
primera  casa  de  la  calle  de  Jerusalén, 
Don  Juan  Serra,  a  cosa  de  las  tres  o  cua- 
tro  de  la  tarde  de  aquel  infausto  dia,  vió 
pasar  por  frente  su  casa,  en  dirección  a 
la  calle  del  Carmen,  al  Prior  agustino. 
Iba  éste,  según  después  supo,  a  visitar  al 
general  Saquetti,  quien  dijo  al  fraile:  «En 
«cuanto  à  mi  pueden  VV.  estar  tranqui- 
»los,  però  Dios  sabé»  (2). 

En  verano  la  numerosa  Comunidad 
rezaba  no  en  el  coro  alto,  sinó  en  el  cen- 
tro del  templo,  donde,  mediante  tener 
abierto  el  cancel,  se  gozaba  de  algun 
fresco  en  aquellas  tan  calurosas  tardes 
de  nuestra  ciudad.  Mas  en  la  del  25  de 
julio  de  1835  se  rezó  allí,  si,  però  con  el 
cancel  cerrado.  A  la  hora  del  crepüsculo 
oyóse  en  el  patio  de  ante  el  templo  un 
descomunal  grito  que  dijo:  «cierren  VV. 
»cuanto  puedan;  que  vienen  à  matar- 
»les»  (3). 

El  nombrado  Padre  Subprior  Francisco 
Torra,  hombre  sereno,  había  sido  sar- 
gento  de  ejército,  y  después,  recibida  la 
licencia  absoluta,  había  estado  empleado 
en  la  quincallería,  entonces  muy  conoci- 
da,  de  Don  Jaime  Marxuach,  sita  en  la 
Bajada  de  la  Càrcel,  y  a  los  treinta  y  ocho 
anos  de  edad  entro  fraile.  Aquel  dia  25 
de  julio  comió  en  casa  de  sus  antiguos 
principales  Marxuach,  amigos  del  general 
Llauder,  y  allí  confirmo  sus  confianzas  y 
el  desconocimiento  del  peligro.  Allí  toda- 


(i)     Relación   del   senor   D.    José    Tintorer    en 
Calella  a  25  de  septiembre  de  1893. 

(2)  Relación  de  dicho  Sr.  Serra  en   Barcelona 
a  27  de  diciembre  de  1883. 

(3)  Relación  cit.  del  corista  D.  José  Benet. 


via,  le  avisaron  de  que  estaban  ya  arras- 
trando  el  toro;  y  entonces,  tranquilo  él  e 
impàvido,  vestidos  sus  hàbitos,  regresó 
por  mitad  de  Barcelona  al  convento  (4). 

También  de  noche,  y  cerrada  ya  la 
porteria,  llego  al  cenobio  el  Padre  José 
Gutiérrez,  ex  Provincial,  gran  predica- 
dor, persona  muy  grave  y  relacionada 
con  las  mí'is  granadas  de  la  ciudad;  y  al 
llegar,  contesta  a  la  ansiedad  curiosa  de 
los  jóvenes,  que  en  la  ciudad  nada  de  par- 
ticular ocurre;  y  cuando  a  poco  se  le 
anuncia  que  ya  arde  San  José,  sale  a  la 
ventana  para  cerciorarse  de  la  verdad, 
y  al  reconocerla,  se  retira  diciendo:  «Bah, 
»serà  necesario  que  manana  el  Padre 
«Prior  vaya  à  ver  al  Capitàn  General 
»para  decirle  que  si  no  nos  quieren  aquí 
>  que  nos  den  pasaportes».  A  esto  el  des- 
pabilado  corista  Fr.  José  Benet  repuso: 
«jAh,  Padre  Maestro,  no  es  asunto  de 
»manana,  sinó  de  hoy!»  (5). 

iQné  màs?  Cuando  ya  ardia  San  José, 
el  muy  listo  corista  Fr.  José  Tintorer  se 
hallaba  con  otros  en  el  balcón  del  Con- 
vento que  daba  al  callejón  del  Arco,  y  al 
oir  los  derrumbamientos  del  incendio  y 
ver  la  insòlita  iluminación  que  éste  pro- 
ducía,  puso  el  hecho  en  conocimiento  del 
citado  Padre  Torra.  Este  contesto  que 
el  tal  resplandor  provenia,  sin  duda,  de 
que,  ocupando  la  Rambla  la  Artilleria  del 
cuartel  de  Estudiós,  habría  puesto  parri- 
llas  de  iluminación  (festes)  para  ver  el 
terreno  y  evitar  una  sorpresa  (6).  No  se 
puede  dudar  de  que  una  de  las  principa- 
les causas  de  ceguera  tan  absoluta  había 
de  residir  en  las  seguridades  dadas  por 
Llauder  y  en  las  contribuciones  recibidas 
por  la  Junta  de  guerra. 

Caía  aquel  aflo  el  25  en  sàbado,  y  como 
al  dia  siguiente  correspondía  comunión 
de  regla,  acudían  al  anochecer  los  jóve- 


(^)  Relación  del  Sr.  Tintorer  de  Calella  a  25 
de  septiembre  de  1893. 

(5)  Relación  cit.  del  mismo  Sr.  Benet. 

(6)  Relaciones  del  mismo  Sr.  Tintorer  de 
Barcelona  de  17  de  mayo  de  1880  y  Calella  25  de 
septiembre  de  1893. 


LA    NOCIIE    DEL    J,     DE     H   LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


567 


nes  a  las  celdas  de  los  confesores  para 
confesarse.  Fr.  Tintorer,  esperando  que 
le  lleg'ase  la  vez  de  entrar  en  la  celda  de 
su  confesor,  paseabase  por  un  terradito 
del  lado  occidental  del  Convento,  que 
cala  sobre  el  contiguo  huerto  de  Morlans; 
y  desde  allí  oj'•ó  que  unas  gentes,  que 
comían  bajo  las  parras  y  arboleda  del 
huerto,  hablaban  de  que  aquella  noche 
habría  revolución;  noticia  que  contribuyó 
a  exacerbar  sus  temores.  Entra  en  la 
celda  del  confesor,  y  mientras  hacía  su 
confesión  suenan  descompuestas  veces 
en  el  claustro.  Sobresaltados,  levàntanse 
eonfesado  y  confesor,  diciendo:  «ya  estan 
»aquí,  ya  estan  aquí»;  y  asomàndose  al 
claustro,  ven  dos  hombres  y  unos  chicos 
a  los  que  creyeron  poco  menos  que  demo- 
nios.  Eran  el  Hermano  portero,  el  criado 
de  la  porteria  y  tres  chicos,  los  cuales, 
habiendo  visto  pasar  el  toro  arrastrado 
por  la  calle  del  Hospital,  habían  cerrado 
la  porteria,  y  se  retiraban  al  interior  del 
Convento  con  tal  desacierto,  que  llevaban 
un  panuelo  atado  a  la  cabeza  y  daban 
gritos  de  sobresalto.  Tintorer  pidió  al 
Padre  confesor  que  le  diera  la  absolu- 
ción,  como  efectivamente  se  la  dió  allí 
en  el  corredor.  Subieron  el  portero  y  el 
criado,  y  como  explicaron  lo  que  habían 
visto,  comprendieron  los  religiosos  que 
todavía  los  enemigos  no  habían  cruzado 
las  puertas,  y  así  se  tranquilizaron  un 
tanto  (1). 

«Serían  las  ocho  cuando  los  PP.  agus- 
»tinos  bajaron  al  refectorio,  habiéndo- 
»les  antes  advertido  el  superior  que  no 
«había  lugar  a  temor  alguno»  (2).  El  pla- 
tó de  aquella  inolvidable  cena  consistia 
en  pescado  con  salsa  (3).  A  todo  esto 
fueron  llegaron  nuevas  noticias  del  in- 
cendio, y  estando  aún  en  el  refectorio 
se  produjo  en  la  Comunidad  gran  con- 

(i)  Relaciones  cit.  de  D.  José  Tintorer  de  17 
de  mayo  de  1880  y  de  D.  José  Benet  de  j^  de 
marzo  del  mismo  ano. 

(2)     Relación  del  P.  Maiiano  Sorder. 

(0  Relación  del  corista  P.  Juan  Guitart.  Bar- 
celona ^i  de  diciembre  de  iSSi. 


fusión.  Los  jóvenes  tramaron  un  plan  de 
defensa,  y  corrieron  a  prepararlo,  diri- 
giendo  la  obra  el  corista  Tintorer.  Con- 
siderando  difícil  el  ataque  por  la  calle 
del  Hospital,  donde  la  muy  alta  cerca  y 
robustas  rejas  defendían  el  acceso  al 
atrio  del  Convento,  concentraron  los  me- 
dios  de  defensa  en  las  celdas  de  la  calle 
del  Arco  de  San  Agustín.  Colocaron  a 
los  lados  de  las  ventanas  de  las  celdas  de 
aquel  lado  las  canastas  de  la  ropa  sucia, 
llenandolas  de  ladrillos.  Para  esto  acu- 
dieron  a  una  casita  baja,  o  cobertizo,  que 
dentro  del  recinto  del  convento,  en  el 
lado  de  la  calle  de  San  Pablo,  tenían  los 
albaniles  de  la  casa,  y  de  allí  tomaren  las 
herramientas.  Con  éstas  arrancaren  los 
enladrillados  del  piso  de  sus  celdas,  depo- 
sitando  los  ladrillos  en  las  canastas  de 
las  ventanas.  Tintorer  colocó  dos  frailes 
en  cada  celda  o  ventana,  preparades 
para  propinar  una  rociada  de  ladrillos  a 
les  revolucionaries.  Ademàs,  no  atinan- 
do  a  que  estos  pudiesen  emplear  la  tea  y 
el  fuego,  temo  del  almacén  del  templo  y 
casa  la  tarima  de  las  conclusienes  y  otras 
maderas,  y  las  colocó  en  la  escalera  ma- 
yor,  que  estaba  en  el  cabo  Sud  del  gran 
corredor  de  junto  el  lado  occidental  del 
temple,  para  con  estes  impedimentes 
siquiera  retardar  la  entrada  0  subida  de 
los  malhecheres. 

Dispuesta  asi  y  preparada  la  defensa, 
fué  cuando  los  jóvenes  agustinos  vieron 
con  sorpresa  el  campanario  del  Pino  es- 
plendentemente  iluminado  per  el  incendio 
de  San  José,  y  03'eron  el  retumbar  de  sus 
hundimientos;  y  entonces  fué  también 
cuando  la  muj'  tupida  ceguera  del  Padre 
Torra  respondió  le  arriba  escrito,  dicien- 
do que  aquella  iluminación  precedia  sin 
duda  de  las  parrillas  puestas  por  los  arti- 
lleros. 

Presentàrense  les  revoltosos  por  la 
calle  del  Arco,  y  entonces  les  frailes  se 
defendieron  bizarramente,  como  llevo 
narrado  en  el  capitulo  anterior,  y  tan 
bizarramente,  que  les  asaltantes,  después 
de  varias  tentativas,  tuvieron  que  reti- 
rarse  y  buscar  camino  a  sus  perverses  in- 


568 


LIBRO    TEKCERO. — CAPIIUI-O    DECI.MO 


tentos  por  otro  lado,  por  el  de  la  calle  del 
Hospital.  Aquí  con  mazos  de  hierro  forza- 
ron  las  verjas  de  las  puertas,  y  llegando 
al  atrio,  por  medio  del  fuego  penetraren 
en  el  templo  }•  en  el  convento.  Entre- 
tanto,  la  campana  del  contiguo  convento 
de  Trinitarios  descalzos  }'  la  de  éste  no 
cesaban  de  pedir  auxilio.  Omito  la  escena 
del  sereno  y  del  fraile  Fr.  Isidro  Pujadas 
3'  Pujol,  porque  ya  queda  referida  en  di- 
cho  anterior  capitulo.  Oian  los  jó venes  los 
recios  golpes  dados  a  la  verja  y  compren- 
dieron  por  donde  se  realizaba  el  ataque, 
y  así,  abandonando  la  defensa,  ya  innece- 
saria,  del  callejón  del  Arco,  corrieron  a 
huir  por  el  lado  de  la  biblioteca. 

Reinaban  en  la  Comunidad  confusión  y 
espanto,  }•  cada  uno  buscaba  por  su  lado 
la  salvación.  Tintorer  y  sus  jó  venes  tra- 
zaron  un  nuevo  pian.  Ya  en  mi  obra  an- 
terior expliqué  el  lugar  de  la  espaciosa 
biblioteca,  el  piso  principal  del  ala  de 
edificio  que  forma  la  cara  de  Poniente  del 
gran  patio  que  precedia  al  templo.  La 
primera  idea  de  los  dichos  frailes  fué 
bajar  desde  un  balcón  del  lado  trasero  de 
dicha  biblioteca  a  un  patio  de  una  de  las 
tiendas,  o  bajos,  entonces  ocupada  por  la 
policia.  Porque,  efectivamente,  una  dele- 
gación  de  policia  estaba  aposentada  en 
una  de  ias  tiendas  de  la  plaza.tienda  cuya 
puerta  daba  fuera  de  la  verja.  y  sus  indi- 
viduos  no  habían  escaseado  a  los  frailes 
los  ofrecimientos;  y  así  los  cuitados  reli- 
giosos creyeron  llegado  el  momento  de 
aceptarlos.  Los  dichos  jóvenes  pidieron  y 
obtuvieron  del  superior  las  llaves  de  la 
biblioteca,  y  siguiéndoles  los  provectos, 
se  dirigieron  a  ella.  Cogieron  aquéllos 
una  larga  escalera  y  cuerdas  de  los  alba- 
niles  y  entraron  en  la  biblioteca,  cerran- 
do  cuidadosamennte  sus  balcones  orien- 
tales  para  evitar  que  por  ellos  viesen  los 
revoltosos  de  la  plaza  la  dèbil  luz  con  que 
los  frailes  se  alumbraban.  Con  tiento  y 
atada  con  las  cuerdas  f  ueron  bajando  la 
escalera  desde  un  balcón  del  lado  occi- 
dental al  pequefio  patio  trasero,  però  por 
desgracia  López,  el  jeíe  de  la  policia, 
aquel  dia  estaba  ausente  de  Barcelona,  y 


por  otra  la  escalera  no  alcanzaba  hasta 
el  suelo.  Quisieron  entonces  los  frailes 
descansaria  sobre  un  palomar  del  mismo 
patio,  mas  los  empleados  se  opusieron  a 
ello  diciendo  que  estaba  tierna  la  obra  del 
palomar,  y  que  el  peso  de  !a  escalera  la 
hundiria  (1).  Con  el  fracaso  de  este  medio 
de  salvación  aumentó  el  pànico  de  los 
mu}'  cuitados. 

La  casa  de  la  esquina  occidental  de  la 
plaza  de  San  Agustín  con  la  calle  del 
Hospital  lindaba  con  la  biblioteca,  }'  des- 
cribía  con  ella  un  àngulo  recto;  3'  así  sus 
aberturas  traseras  quedaban  ala  vista  de 
los  dichos  balcones  también  traseros  de 
la  biblioteca.  Perdido  por  los  frailes  el 
camino  de  la  policia,  3-  viendo  en  la  ven- 
tana  del  pozo  de  dicha  casa  a  un  hombre 
3'  una  mujer,  aquéllos  se  dirigieron  a 
estos.  Fr.  Tintorer  conoció  a  la  mujer, 
porque  habia  esta  tenido  una  fonda,  lla- 
mada  de  la  Paloma,  en  el  piso  principal 
de  la  primera  casa  del  lado  oriental  de 
la  Rambla  de  San  José  subiendo  de  la 
Rambla  del  Centro,  una  de  cu3•as  tiendas 
ocupaba  la  família  de  Fr.  Tintorer  (2).  Le 
dice  el  fraile:  «cNo  me  conoce  V.}  S03'  el 
»nieto  de  la  senora  Florentina».  La  mu- 
jer, cu3'o  nombre  era  Franciscà,  contesto 
que  tenia  un  primo  superior  del  convento 
de  Santa  Catalina,  3'  que  deseaba  hacer 
por  los  agustinos  lo  que  quería  que  otros 
hicieran  por  su  primo.  Convinieron  en 
poner  la  escalera  horizontalmente  desde 
el  balcón  de  la  biblioteca  a  la  ventana  del 
pozo  de  la  casa,  empresa  no  fàcil  en 
razón  de  la  distancia  grande  que  separa- 
ba  las  dichas  aberturas.  Con  no  mengua- 
da  dificultad  se  puso  la  escalera,  la  que, 
pecando  para  el  caso  de  corta,  Uegó  a 
apoyar  en  la  ventana  solo  una  de  sus  dos 
barras,  sosteniendo  el  hombre  de  casa 
de  Franciscà  la  otra.  Y  aunque  así  se  me 


(i)  Relaciones  de  los  coristas  Tintorer  y  Be- 
net. Tintorer  fué  uno  de  los  que  con  sus  manos 
puso  la  escalera. 

(2)  La  primera  tienda  la  ocupaba  un  Pau 
luego  seguia  la  escalera.  y  después  la  tienda  de 
los  Tintorer. 


LA    NOCIIE    DEL    25     DE    JLLIO    DEN'TRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


569 


dijo,  opino  que,  bien  que  peco,  apoyarían- 
se  en  la  ventana  las  dos  barras.  Quiso  Fray 
Tintorer  pasar  el  primero,  y  aunque  un 
lego  deseaba  que  antes  lo  efectuase  el 
Padre  Gutiérrez,  alegó  aquél  haber  sido 
el  autor  de  la  obra,  y  pasó  antes.  Desde 
la  escalera  tiro  abajo  el  habito,  que  otros 
también  desde  alli  tiraron,  mientras  algu- 
nos  lo  dejaron  en  la  biblioteca  (I). 

Tras  de  Fr.  Tintorer  fueron  pasando 
los  demas  en  número  crecido.  Los  jóvenes 
ayudaban  a  los  ancianos  y  maestros;  y  la 
travesia  no  dejaba  de  ofrecer  harta  difi- 
cultad  y  peligro,  porque  la  escalera  esta- 
ba  a  mucha  altura  sobre  el  suelo,  tenia  el 
pozo  en  el  fondo,  apenas  apoyaba  sus 
cabos,  por  el  gran  peso  de  los  cuerpos 
cimbreaba,  y  algunos  de  los  que  por  ella 
pasaban,  ademàs  del  grave  impedimento 
de  los  anos,  venían  completamente  des- 
acostumbrados  a  tales  ejercicios  gimnas- 
ticos  (2)  El  pobre  Padre  Gutiérrez,  al 
verse  sobre  la  escalera,  lloraba.  Se  halla- 
ron  reunidos  en  aquella  casa,  que  lo  era 
de  huéspedes,  un  muy  crecido  número  de 
religiosos,  que  Fr.  Benet,  otro  de  ellos, 
ponia  de  veinte  a  treinta,  y  Fr.  Antonio 
Vionet  en  cuarenta  (3). 

Sea  que  los  mismos  frailes  compren- 
diesen,  como  me  dijo  el  seiïor  Tintorer, 
que  no  podían  gozar  de  seguridad  en  una 
casa  tan  pròxima  al  convento,  y  por  lo 
mismo  tan  expuesta  a  un  registro  de  los 
revolucionarios,  sea  que  la  mujer  Fran- 
ciscà les  indicase,  como  me  insinuo  el 
senor  Guitart,  que  eran  hartos  para  una 
sola  casa,  es  lo  cierto  que  la  mayor  parte 
determinaren  salir  de  aquella  habitación, 
y  comenzó  la  dispersión.  Algunos,  con 
el  senor  Tintorer,  subieron  al  terrado,  y 
cruzando  paredes  divisorias  pasaron  a 
otros;  cuando  he  aquí  que,  habiendo  visto 
gentes  curiosas  en  las  azoteas,  las  creye- 


(i)     Relaciones  del  Sr.  D.  José  Tintorer  mismo. 

(2)  Relaciones  de  casi  todos  los  varios  religio- 
sos de  esta  casa  por  mi  interrogados.  quicncf 
todos  atesliguan  el  paso  por  la  escalera. 

( ;)  Relación  liecha  en  San  Andrés  de  Palomar 
1  i-i  de  diciembre  de  1881. 


ron  enemigas,  y  sobresaltados,  desanda- 
ron  los  terrados  y  regresaron  al  piso  de 
Franciscà.  Tintorer,  azorado,  repasó  la 
escalera  horizontal,  y  se  quedo  un  rato 
en  el  balcón  de  la  Biblioteca  esperando 
los  acontecimientos,  y  así  dispuesto  a 
volver  al  cenobio  si  los  perseguidores 
venian  por  la  casa  de  Franciscà,  o  a  esta 
si  por  el  Convento.  Finalmente  regresó 
a  esta  casa.  Algunos  determinaron  salir 
a  la  calle  en  grupos.  Cinco  o  seis,  entre 
ellos  Tintorer,  formaron  uno  de  estos 
grupos,  y  bajaron  la  escalera.  En  ella 
toparon  con  un  hombre  de  Reus  que  pa- 
raba  en  la  hospedería  de  Franciscà,  y 
habia  venido  de  su  atolondrada  villa  pre- 
cisamente  para  coadyuvar  al  incendio  de 
los  conventos  de  Barcelona.  Al  dar  con 
los  frailes,  trató  de  hacerles  regresar  al 
cenobio.  Objetaban  estos  que  ya  ardía;  in- 
sistia él  que  volviesen  a  él  y  que  no  ardía. 
Regresaron  todos  al  piso  de  Franciscà,  y 
tal  es  la  fuerza  de  la  conciencia  y  la  ino- 
cencia  de  aquellos  perseguides,  que  el 
mismo  reusense  dió  a  estos  su  chaqueta 
para  que  se  disfrazasen,  y  a  ruegos  de 
Franciscà  quedóse  quieto  en  el  piso  a  fin 
de  evitar  que  en  ningún  tiempo  pudiesen 
los  religiosos  sospechar  que  aquel  hom- 
bre les  había  traicionado.  También  un 
musico  de  milícia  urbana,  allí  presente, 
entregó  a  otro  fraile  su  casaquilla  y 
gorra  de  uniforme  para  disfrazarle.  Tin- 
torer vestia  el  traje  de  secular  que  aque- 
lla tarde  le  había  proporcionado  su  padre, 
y  que  en  el  momento  del  primer  susto  en 
la  celda  del  confesor  se  lo  había  vestido 
bajo  del  hdbito. 

Finalmente,  el  mentado  grupo  baja  la 
escalera  de  la  casa,  que  daba  a  la  calle 
del  Hospital,  y,  entornadala  puerta,  para 
en  la  entrada,  observando  por  una  ren- 
dija  de  la  puerta  la  calle.  El  subprior 
Torra,  que  era  uno  de  este  grupo,  confïa- 
ba  todavía  en  la  protección  de  la  autori- 
dad,  y  esperaba  el  paso  de  una  patrulla 
para  saltar  al  centro  de  ella.  Cuando  vió 
la  primera,  creyó  que  ya  aquella  tomaba 
cartas  en  el  asunto  y  que  todo  quedaria 
muy  pronto  acabado.  Esperó,  sin  embar- 


570 


l.IBUO    TIÏRCERO.  —  CAPITULO    DIÍCIMO 


ffo,  el  paso  de  una  segunda.  Llego  real- 
mente  esta,  però  como  junto  a  ella  venia 
un  grupo  de  gentes,  creyó  imprudente 
salir.  Salió  luego  con  un  Fr.  Sebastiàn,  y 
pudo  llegar  al  próximo  Hospital  de  la 
Santa  Cruz  (1),  don- 
de  el  Prior,  para 
mejor  ocultarle,  le 
puso  como  uno  de 
los  locos  en  el  de- 
partamento  de  es- 
tos, atado  a  una  ar- 
golla del  muro  (2); 
o,  según  otros,  en 
una  cama  como  en- 
fermo  (3).  Sin  duda 
por  la  misma  es- 
calerilla  saldria  el 
Padre  José  Gutié- 
rrez, quien  igual- 
mente  paro  y  se 
salvo  en  el  Hospi- 
tal  (4). 

El  senor  Tinto- 
rer, entonces,  co- 
mo llevo  dicho,  solo 
corista,  y  después 
ilustre  canónigo  de 
nuestra  Catedral; 
Fr.  Tintorer,  digo, 
junto  con  el  Padre 
Nicolàs  Collell  y 
Fr.  Valerio  Lluch, 
salieron  juntos,  en- 
caminàndose  a  una 
casa  de  la  calle  de 
Robador,  cuya  Ua- 
ve  poseía  ya  el  pri- 
mero  a  preven- 
ción.  Tintorer  usa- 

ba  buen  disfraz,  però  los  otros  dos  solo 
las  ropas  interiores  de  fraile;  y  a  todos 


(i)     Relación  eh.  de  D.   José  Tintorer.   Barce- 
lona 17  de  mayo  de  1880. 

(2)  Relación  cit.  de  D.  José  Benet. 

(3)  Relación  del    Sr.   Tintorer   de   septiembre 
de  1886. 

(4)  Relación   del   Sr.    Tintorer   de  septiembre 
de  1886  y  relaciones  de  otros. 


delataba  la  fresca  rasura  del  cogote,  re- 
novada la  víspera  del  ataque.  Entran  en 
la  dicha  calle  de  Robador,  y  allí  ven  que 
venia  hacia  ellos  una  turba  con  antor- 
chas  y  sables.  Espantados  retroceden,  y 
al  querer  hurtar  el 
bulto  torciendo  por 
la  calle  de  Egipcia- 
cas,  ven  plantades 
en  su  entrada  tres 
hombres,  a  los  que 
la  exaltada  imagi- 
nación  transforma 
en  tres  asesinos. 
Determinan  enton- 
ces guarecerse  en 
el  cuerpo  de  guar- 
dià de  la  Puerta  de 
San  Antonio,  y  si- 
guen  calle  del  Hos- 
pital arriba.  Penso 
de  pronto  Tintorer 
refugiarse  en  casa 
del  procurador  Don 
Francisco  Canals 
(a  quien  yo  mucho 
traté),  que  vivia  en 
la  casa  de  las  Mon- 
jas  Carmelitas  Cal- 
zadas,  actual  nú- 
mero 103;  però, 
volviendo  atràs  la 
cabeza,  vió  que  los 
perseguidores,  a 
los  cuales  la  gente 
los  había  delatado, 
se  hallaban  a  po- 
cos  pasos;  y  por  lo 
mismo,  temiendo 
que  antes  que  se 
abriese  la  puerta  seria  asesinado,  siguió 
adelante. 

El  convento  de  Carmelitas  Calzadas, 
trasladado  modernamente  a  las  Corts  de 
Sarrià,  y  en  la  semana  tràgica  de  1909 
incendiado,  ocupaba  entonces  el  solar  de 
la  casa  niimero  105  de  la  misma  calle  del 
Hospital;  y  casi  al  frente  del  Convento, 
en  una  tienda,  vivia  una  hermana  del 
seflor  Tintorer;  però  icómo  llamar'a  la 


LA  .N'OCHE  DEL  JS  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLAfSTROS 


571 


cerrada  puerta  y  esperar  a  que  se  abrie- 
ra?  Mas  la  Providencia  acudió  al  aprieto. 
En  aquel  momento  la  hermana  de  Tinto- 
rer pasaba  de  una  casa  del  Convento  a 
la  suya,  y  su  marido  abría  la  puerta  para 
que  ella  entrarà.  De  un  salto  Tintorer  se 
colo  en  la  tienda  de  su  cunado.  Los 
companeros  de  Tintorer  no  tuvieron 
tiempo  de  meterse  en  la  tienda,  los  asesi- 
nos  los  retuvieron  en  la  calle,  y  allí  mis- 
mo  los  agredieron  al  tiempo  que  la  tienda 
del  cunado  de  Tintorer  cerraba  precipita- 
damente  la  puerta  para  impedir  la  entra- 
da de  los  amotinados.  Asi,  como  por 
milagro,  Tintorer  se  salvo  de  terrible 
muerte,  que  tuvo  a  dos  dedos  de  su  per- 
sona (1). 

El  pobre  Padre  Nicolàs  CoUell,  que 
era  hijo  de  Olot,  y  por  su  ejemplar  con- 
ducta un  santó ,  quedo  tendido  fren- 
te  la  calle  de  la  Cadena,  sin  sentido  y 
con  penoso  estertor,  baflado  en  su  san- 
ffre  (2).  He  aqui  palabras  del  después 
catedràtico  del  Seminario,  y  mas  tarde 
jesuita,  Don  Joaquin  Carles,  muy  mi 
amigo,  quien,  entonces  nino,  pasó  por 
aquel  trozo  de  la  calle  del  Hospital: 
«Frente  la  calle  de  la  Cadena  vimos  un 
»fraile  tendido  en  el  suelo  moribundo, 
«rodeado  no  sé  si  de  sangre  ó  de  agua. 
»Pasaron  por  allí  algunos  revoluciona- 
»rios,  y  le  tiraron  una  piedra.  Tengo 
»hondamente  grabado  en  mi  memòria  el 
»tristísimo  estertor  de  aquel  desgracia- 
»do»  (3).  En  los  momentos  de  acuchillar 
a  Collell,  entre  la  turba  corrió  la  voz  de 
que  en  la  calle  de  San  Pablo  acababan  de 
matar  a  un  fraile,  al  que  se  encontraban 
onzas  de  oro,  y  asi  los  amotinados,  tan 
desinteresados,  según  los  autores  revolu- 
cionarios,  dejaron  a  Collell  y  corrieron 
hacia  la  calle  de  San  Pablo.  Allí,  en  la  del 
Hospital,  quedo  tendido  ycon  su  fatigoso 

(i)  Relación  del  mismo  Sr.  Tintorer  de  17  de 
mayo  de  1880. 

(j)  Relaciones  de  varios  agustinos  del  con- 
vento de  Barcelona. 

(i)  Relación  de  dicho  D.  Joaquin  Carles  en 
Barcelona  a  19  de  abril  de  1880. 


estertor,  toda  la  noclie,  Collell,  hasta  que 
por  la  maflana  una  mujer  le  aplastó  la 
cabeza  con  una  gran  piedra  (4).  Opino 
que  a  Collell  se  referia  una  mujer  que 
tuvo  la  desvergüenza  de  contar  que,  ha- 
biendo  hallado  un  fraile  tendido  en  dicha 
calle,  le  arranco  las  medias,  diciendo: 
«Este  puiíetero  lleva  medias,  y  yo  no  las 
>>puedo  llevar>'.  A  principios  del  ano  Co- 
llell pertenecia  a  la  Comunidad  agustina 
de  Igualada,  y  con  anuencia  de  los  Supe- 
riores propuso  al  Padre  José  Vilasaló,  de 
la  de  Barcelona,  un  trueque  de  domicilio. 
Este,  aburrido  de  los  cotidianos  insultos 
callejeros,  admitió  el  trato,  que  resulto 
para  él  tan  saludable  cuanto  para  aquél 
desastroso. 

Allí  también,  en  la  calle  del  Hospital, 
recibió  una  terrible  herida  el  otro  compa- 
fiero  de  Fr.  Tintorer,  Fr.  Valerio  Lluch, 
y  sin  duda  no  acabo  la  vida  porque  la 
noticia  de  las  onzas  de  oro  del  fraile  de 
la  calle  de  San  Pablo  ahuyentó  a  los 
perseguidores.  Por  la  herida  le  salia 
parte  de  los  intestinos,  sin  que  él  al  prin- 
cipio lo  notarà.  Cuando,  ya  después  de 

haber  andado  bastante,  lo  advirtió,  se  los 
sostenia  con  la  mano.  Como  la  herida  al 
pronto  no  le  privo  de  las  fuerzas  ni  del 
movimiento,  al  ausentarse  los  agresores, 
él  continuo  su  marcha  hasta  el  cuerpo  de 
guardià  de  la  Puerta  de  San  Antonio. 
Parece  que  lo  halló  cerrado;  retrocedió 
por  la  calle  del  Carmen.  Vió  el  incendio 
del  Convento  de  este  nombre,  y  al  fin, 
reconociendo  la  gravedad  de  su  herida, 
fué  Uevado  al  Hospital,  donde,  después  de 
meses  de  cuidados,  curo.  He  aquí  las  notas 
del  Libro  del  Hospital:  «Fr.  Valeriano 
»Lluch,religioso  de  San  Agustín.calzado, 
«natural  de  Santa  Coloma  de  Farnés,  de 
»20  aflos  de  edad.   Entro  en  2b  de  julio 


(-))     Relación 
mayo  de  1880. 


:it.    del    Sr.     l'intorer   de    '.7   de 


572 


LlBRn    TERCERO.  — CAPITULO    DliCIMO 


»de  1835  y  salió  en  1  de  octubre  de  ISSS*. 
A  poco  de  curadü,  sento  plaza  de  mique- 
lete,  o  de  voluntaiio  de  la  Libertad,  de 
modo  que  su  antiguo  companero  Fr.  José 
Tintorer  le  vió  de  uniforme  en  Sans.  Sin 
embargo  de  extravio  tan  notable,  al  fin 
de  la  vida  acabo  bien,  recibiendo  los  San- 
tos Sacramentos  (1). 

No  queriendo  cortar  con  un  incidente 
la  historia  anterior  de  la  salida  a  la  calle 
del  grupo  de  Collell,  Tintorer  y  demàs, 
dejé  para  este  lugar  el  chasco  experimen- 
tado,  luego  de  salido  del  convento,  por 
Gutiérrez.  Deseando  éste  salvar  el  dinero 
de  la  cof  radia  de  la  Virgen  de  la  Conso- 
lación,  o  sea  de  la  Correa,  al  huir  llevólo 
consigo  en  una  jarrita  que  contenia  en 
oro  800  duros.  Al  llegar  al  cuarto  de 
Franciscà  se  la  entregó  a  esta  para  que 
se  la  guardase.  Al  dia  siguiente,  puesto 
Gutiérrez  3•a  en  salvo,  mandó  un  Herma- 
no  lego  a  Franciscà  a  pedirle  la  jarrita,  y 
aquella  se  la  entregó,  però  vacía.  Me  con- 
to este  episodio  el  M.  I.  Sr.  Tintoré,  quien 
la  había  oido  de  boca  de  dicho  lego;  y  me 
anadió,  que  a  los  dos  o  tres  meses  del 
incendio  del  convento,  pasado  el  peligro, 
él  mismo  visito  a  Franciscà  para  darle 
las  gracias  de  haber  contribuido  a  salvar- 
le,  y  que  entonces  Franciscà  se  le  quejó 
de  que  se  le  atribuïa  este  hecho,  y  asegu- 
ró  que  ella  había  devuelto  la  jarra  tal 
cual  la  había  recibido.  íQuién  vació  la 
jarrita?  iFrancisca?  íAlguno  de  los  varios 
habitantes  de  aquella  casa  de  huéspedes? 
Dics  lo  sabé,  que  un  dia  castigarà  el 
hecho,  y  también  el  diablo  que  lo  inspiro. 
Es  lo  cierto  que  Franciscà,  mujer  obesa, 
a  los  dos  afios  estaba  tan  pobre  que  se 
ponia  en  el  pasaje  o  callejón  del  Ave 
Maria  a  pedir  limosna.  El  mismo  senor 
Tintorer  celebraba  entonces  la  Misa  en 
San  Severo,  y  pasaba  por  dicho  pasaje, 
y  cada  vez  que  hallaba  allí  a  la  Fran- 
ciscà le  daba  de  limosna  una  peseta. 
Repito  que  lo  tengo  de  labios  del  propio 


(i)  Relaciones  del  Sr.  Tintorer  de  17  de  niayo 
de  1880  y  de  20  de  septiembre  de  1890,  confirma- 
das  por  las  de  otros  frailes. 


seflor  Tintorer,  quien  me  refirió  el  inci- 
dente, no  una,  sinó  muchas  veces. 

Parece  que  el  sereno,  padre  del  fraile 
corista  no  ordenado  aún,  Fr.  Isidro  Pu- 
jadas, acudió  a  la  casa  en  busca  de  este 
su  hijo,  y  se  lo  llevo  consigo  y  salvo  (2). 
No  supo  tanto  el  fraile  salvarse  de  los 
peligros  del  mundo,  pues  después  abrazó 

ideas  adelantadas,  fué  capitàn  de  la  ron- 
da de  San  Feliu  de  Llobregat,  y  acabada 
la  guerra,  comandantede  la  guardià  mu- 
nicipal de  Barcelona.  Durante  este  su 
empleo,  no  pudiendo  un  dia  despejar  la 
plaza  de  San  jaime,  o  sea  de  la  Constitu- 
ción,  mandó  a  sus  subordinados  hacer 
fuego  sobre  la  gente  hacia  la  calle  de 
Fernando,  resultando  muerto  un  pobre 
aldeano;  por  cuyo  hecho  se  le  formó 
causa  (3).  En  sus  líltimos  anos  volvió  a 
buen  camino,  y  frecuentaba  los  sacra- 
mentos (4).  Fué  Pujadas  hombre  tan  fal- 
tado  de  asiento  que  a  veces  se  presentaba 
por  las  calles  vestido  el  capote  de  unifor- 
me, y  cubierta  la  cabeza  con  el  sombrero 
de  copa  de  paisano  (5). 

Pasaron  también  la  escalera  horizontal 
los  legos  Fr.  Domingo  Tauler  y  Fr.  José 
Coll,  y  de  la  casa  de  Franciscà  salieron 
para  refugiarse  en  la  de  Carles,  en  la  calle 
de  Robador.  En  esta  casa,  consecuente 
con  lo  que  abajo  largamente  de  ella  diré, 
hallaron  cerrada  la  puerta,  y  asi  los  dos 
tuyieron  que  andar  recorriendo  calles. 
Toparon  con  un  grupo  de  amotinados, 
que  les  acuso  de  frailes.  Los  dos  vestían 


(2)  Relación  cit.  del  Sr.  Tintorer  de  17  de 
mayo  de  1880. 

(;;)  Relación  de  D.  Benito  Tomàs  en  Barce- 
lona a  2í  de  octubre  de  1901. 

(4)  Relación  cit.  del  Sr.  Tintorer  de  20  de 
septiembre  de  1800. 

(í)  Relación  del  amigo  de  Pujadas  D.  José 
Castells,  pbro.,  hecha  a  mi  en  Barcelona  a  8  de 
abril  de  1806. 


LA    NOCllE    UEL    J5     DE    JL'LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


573 


de  seglar,  però  Fr.  Domingo  llevaba  los 
zapatos  de  religioso;  sin  embargo,  éste 
tomo  valientemente  la  palabra,  y  respon- 
dió:  «Este  es  un  amigo  de  fuera,  al  cual 
>:muestro  la  fiesta  de  esta  noche»;  y  así 
les  dejaron  en  paz.  Fr.  Domingo  aquella 
misma  noche  cruzó  las  murallas  de  la 
Ciudad  cuando  abrieron  la  puerta  para  la 
salida  del  carro  de  los  muertos  del  Hospi- 
tal, y  como  era  el  procurador  del  conven- 
to,  se  refugio  en  la  torre  de  la  Comuni- 
dad,  camino  de  Sarrià.  Perseguido  en 
ella,  huyó  a  !a  de  Tiana.  Fr.  Coll  en  la 
madrugada  del  26  se  refugio  en  casa  Na- 
dal, del  Borne  (1). 

La  mayor  parte  de  los  religiosos  que 
por  medio  de  la  escalera  horizontal  pasa- 
ron  a  casa  de  Franciscà  no  bajaron  a  la 
calle,  sinó  que,  por  el  contrario,  subieron 
al  terrado,  quedando  unos  agachados  en 
el  de  la  esquina  con  la  calle  del  Hospital, 
y  saltando  otros  a  distintes  terrados. 
Fr.  Antonio  Vionet  con  un  Padre  Maes- 
tro,  creo  el  Padre  José  Maneja,  como  o^ve- 
ron  un  disparo,  opinaron  que  se  habría 
dirigido  contra  uno  de  los  que  habían 
salido  a  la  calle,  y  así  optaron  por  subirse 
al  terrado.  Allí  oyeron  otro  disparo;  y 
espantades,  fueron  cruzando  terrados, 
para  lo  que  alguna  vez  la  espalda  del  co- 
rista tuvo  que  servir  de  escabel  a  la  falta 
de  agilidad  del  Maestro.  En  uno  de  estos 
terrados  el  Maestro  dió  la  absolución  al 
corista.  Es  de  advertir  que  no  existia 
entonces  la  calle  de  Mendizabal,  y  por  lo 
mismo  que  la  isla  de  aquellas  casas  lle- 
gaba  hasta  la  de  Robador.  El  Padre 
Maestro  vestia  aún  los  hàbitos;  el  corista, 
al  pasar  la  escalera  horizontal,  los  había 
tirado  al  pozo,  quedando  en  mangas  de 
camisa.  Como  reparasen  en  una  luz  tras 
de  la  puerta  de  un  terrado,  sin  saber  el 
animo  de  los  habitantes,  Uamaron  a  ella. 
«iQuién  hay?'>,  pregunta  un  hombre  desde 
dentro.  «Dos  frailes»,  respondió  Vionet. 

(i)  Reiación  de  D.  Ramon  Pinana  que  tuvo 
despucs  hospcdado  por  inucho  tiempo  en  su  casa 
a  Fr.  Dominfío  l'auler.  Barcelona  .)  de  mar/o  de 


«No  levante  V.  la  voz»,  contesto  abriendo 
el  habitante,  e  introduciendo  a  los  dos 
frailes  y  a  un  tercero,  de  nombre  Fran- 
cisco  Mestres,  que  al  ver  huir  a  los  prime- 
res les  siguió,  y  el  hombre  los  Uevó  a  su 
habitación.  Convinieron  en  que  el  Padre 
Maestro  quedase  en  aquel  piso,  y  los  otros 
dos  se  largasen.  Vionet  atóse  un  pafluelo 
en  la  cabeza,  en  la  una  mano  tomo  una 
navaja  y  en  la  otra  una  vara  de  ganade- 
ro,  y  así  transformado,  cuando  el  barullo 
de  la  calle  hubo  calmado,  salió  cantando 
el  himno  de  Riego,  y  acompanó  a  Mestres 
a  la  casa  paterna,  calle  de  Tallers,  donde 
Mestres  quedo,  yéndose  Vionet  a  otra  de 
un  amigo  en  la  calle  Nueva  de  la  Ram- 
bla (2). 

El  corista  Fr.  Luis  Sallés  con  otro  de 
nombre  Antonio  Creuet,  vestidos  de  se- 
glares,  subieron  del  piso  de  Franciscà  al 
terrado,  para,  cruzando  terrados,  llegar 
al  de  un  amigo  de  Creuet  con  el  cual 
estaban  convenidos.  Pasados  unos  cuan- 
tos  terrados,  como  hallasen  uno  abierto, 
le  creyeron  el  del  amigo,  y  se  entraron 
en  la  puerta.  No  lo  era,  y  los  vecinos 
admitieron  a  Creuet,  però  rechazaron  a 
Sallés,  diciendo  que  ya  tenian  bastante 
con  un  fraile;  y  cerraron  la  puerta  de 
terrado.  Sallés  siguió  hacia  Ponientecru 
zando  terrados,  en  uno  de  los  cuales  halló 
a  Fr.  Manuel  Carrera  y  al  cocinero  de 
convento,  que  llevaba  en  la  mano  una  cu 
chilla,  y  en  otro  terrado  al  Padre  Lector 
Molas.  Carrera  propuso  a  Sallés  regre 
sar  a  los  tejados  del  convento,  por  el  de 
templo  pasar  a  la  parte  oriental  del  con 
vento  y  refugiarse  en  las  casas  que  esta 
ban  entre  el  callejón  del  Arco  y  el  patio 
del  templo.  Sallés  no  admitió  la  propues 
ta:  Carrera  la  efectuo,  y,  como  veremos 
muy  luego,  en  su  realización  halló  la 
muerte.  Los  que  quedaren  en  los  terrados 
se  tendieron  en  un  tejado  cerca  de  los  ca- 
nalones,  y  allí  pasaren  la  noche.  Emperò, 
llegada  la  aurora,  había  que  tomar  un 

(j)     Reiación   del    mismo   Fr.   .\ntoniü  Vionet 
hecha  en  San  .Vndrés  de  Palomar  a  14  de  diciem- 

bre  de  18S1 . 


574 


LIBRO    TERCERO.  — CAPITULO    DECIMO 


partido,  y  así  se  levantaron,  y  se  dirigie- 
ron  a  una  mujer  de  una  ventana  pidiéndo- 
le  que  les  auxiliarà.  La  mujer  les  contesto 
en  mal  lenguaje:  «S/  voleu  anar  al  carrer, 
y>que's  fotiii  dalt  abaix.»  En  castellano: 
«Si  quieren  ir  a  la  calle,  tírense  a  ella». 
Los  pobres  siguiendo  su  travesía  de  te- 
rrados,  Uegaron  hasta  uno  de  frente  del 
hospital;  bajaron  con  mucho  silencio  la 
escalera;  hallaron  la  puerta  de  la  calle 
cerrada;  llamaron  a  varios  pisos;  nadie 
abrió  màs  que  un  Caballero  del  tercero; 
entraron  en  su  cuarto,  y  el  Caballero  les 
dijo:  «S03'  liberal,  però  no  soy  bàrbaro, 
»y  así  no  apruebo  el  atentado  de  esta 
»noche»;  y  les  obsequio.  Abrióselesluego 
la  puerta  de  la  calle,  y  de  una  corrida  los 
tres  pasaron  al  Hospital,  Se  les  pregunto 
allí  si  querían  quedar  como  enfermos  o 
pasar  a  Atarazanas;  optaron  por  lo  pos- 
trero,  3-  colocados  entre  filas  de  tropa 
f  ueron  conducidos  de  cuatro  a  cinco  de  la 
manana  a  dicho  fuerte.  Al  llegar  a  Ata- 
razanas vieron  en  el  cuerpo  de  guardià 
un  fraile  herido,  que  Sallés  creyó  ser  el 
Padre  Cels,  y  otro  poco  menos  que  de- 
capitado  (1). 

Creuet  pasó  después  a  guarecerse  en 
casa  del  mu}'  revolucionario  Don  Ramon 
Xaudaró,  abogado,  al  que  mucho  vere- 
mos  figurar  antes  de  terminar  este  libro. 
Allí  se  salvo.  Cuando  a  los  dos  anos  (ma- 
yo  de  1837)  Xaudaró  se  vió  perseguido, 
guarecióse  en  casa  de  Creuet,  mas,  dela- 
tado  por  un  extrano  a  la  casa,  f  ué  cogido 
y  fusilado  (2). 

El  mayor  número  de  los  que  pasaron  la 
escalera  horizontal,  desde  el  piso  de 
Franciscà  pararon  en  el  terrado  de  la 
esquina  occidental  de  la  calle  del  Hospital 
con  el  patio  de  frente  el  convento.  Habi- 
taba  el  piso  principal,  o  el  primero,  un 
abogado  o  escribano,  de  ideas  revolucio- 
narias,  hombre  obeso  y  muy  conocido,  el 
cual  en  esta  ocasión  se  porto  bien.  Los 

(i)  Relación  del  raismo  P.  Luis  Sallés  de  Bar- 
celona a  30  de  abril  de  1880. 

(2)  Relación  del  Sr.  Tintorer  de  is  de  diciem- 
bre  de  1882. 


revoltosos  le  pidieron  los  frailes  que 
suponían,  o  sabían,  estaban  en  su  dicha 
casa;  mas  él,  poniendo  por  delante  sus 
ideas  y  su  nombre,  les  dió  a  entender  que 
no  los  había;  y  así  aparto  a  los  malhecho- 
res.  Entretanto,  por  medio  de  una  mujer, 
mandó  vino  a  los  pobres  frailes  para  que 
se  reanimasen.  Allí,  agachados  en  el 
terrado,  pasaron  los  frailes  la  noche  al 
calor  de  las  potentes  llamas  del  incendio 
del  templo,  3'  con  pavor  en  el  corazón,  de 
modo  que  algunos  se  confesaron  para 
morir. 

Cuando  hubo  amanecido,  cuidadosa- 
mente  inspeccionaron  el  lugar  y  las  cosas 
para  hallar  camino  a  escaparse.  Vieron 
que  en  el  puesto  de  la  policia  había  tropa, 
artilleros  y  urbanos  del  6."  batallón,  y  asi 
pidieron  a  una  mujer  que  se  Uegase  a  ella 
para  reclamar  su  auxilio;  mas  la  mujer, 
presa  del  miedo,  se  nego  a  poner  el  pie 
fuera  de  la  casa.  Entonces  mandaron  a 
dos  de  ellos,  y  con  no  poca  sorpresa 
vieron  que,  Uegados  a  la  tropa,  esta  los 
puso  entre  filas,  y  se  los  llevo  hacia  la 
Rambla.  Mandaron  dos  otros  comisiona- 
dos  que  hablaran  en  nombre  de  todos,  y 
con  esto  fueron  destacadas  dos  filas  de 
soldados,  que  rodearon  en  la  calle  a  los 
quince  frailes,  y  les  preguntaron  por  adón- 
de  deseaban  ir.  Estos  contestaron  que 
al  Hospital.  Lleg-ados  al  Hospital,  el  Prior 
dijo  que  acababa  de  recibir  una  orden 
superior  prohibiendo  admitir  rehgiosos, 
prohibición  fundada  en  que  si  las  turbas 
conocían  que  allí  había  frailes,  invadirían 
3'-  turbarían  la  santa  casa.  Entonces,  sea 
que  se  diese  a  escoger  a  los  religiosos 
respecto  del  fuerte  al  que  debiesen  ir,  y 
escogiesen  la  Ciudadela,  como  me  dijo 
uno  de  ellos;  sea  que  el  Prior  del  lugar 
tuviese  orden  de  que  los  agustinos  pasa- 
ran  alia,  como  indico  otro;  es  lo  cierto 
que  fueron  conducidos  por  la  tropa  3' 
milicianos  a  dicha  fortaleza.  De  los  frailes 
unos  iban  disfrazados  de  seglar,  otros 
con  solas  ropas  interiores,  otros  con  un 
panuelo  atado  a  la  cabeza,  Fr.  Guitart 
con  un  pie  calzado  y  otro  sin  calzar, 
Fr.  Benet  en  los  pies  con  solo  medias. 


LA    NOCHE    DEL    2%    DE    Jl'LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


575 


Serían  de  cuatro  a  cinco  de  la  maiiana, 
y  saliendo  por  la  puerta  de  la  calle  del 
Carmen,  pasaion  por  frente  del  convento 
de  este  nombre,  cuyo  fuego  vieron;  si- 
guieron  por  las  calles  de  la  Puertaferrisa, 
Corribia,  Tapinería,  Plateria,  Borne  y 
por  la  Explanada.  Acompanabanles  tam- 
bién  las  turbas,  que  en  algun  punto 
clamaren:  '<matarlos,  matarlos».  En  carn- 
bio  en  el  Borne  no  faltaren  mujeres  pia- 
dosas,  vendedoras  del  mercado,  entonces 
establecido  allí,  que  los  compadecieron. 
El  consuelo  que  los  soldados  daban  a  los 
frailes  cuando  los  insultes,  no  era  otro 
que  decirles:  «aprisa,  Padres,  aprisa». 
El  corista  Benet  arrastraba  del  brazo  a 
un  anciano.  El  mayor  apuro  estuvo  en  la 
Explanada,  donde  una  turba  de  un  cen- 
tenar de  hombres  se  echó  sobre  les  frailes 
gritando:  «mataries,  mataries»,  y  hasta 
hay  quien  dice  que  sonaren  tires  que 
afortunadamente  no  hicieron  blance.  Un 
piquete  de  caballería  salide  a  tiempo  del 
fuerte  ahuyentó  a  los  revoltosos,  y  los 
frailes  pudieron  salves,  del  cuerpo,  entrar 
en  la  fertaleza  (1). 

Ne  dude  que  quien  haya  leído  la  ante- 
rior relación  de  la  suerte  del  numeroso 
grupo  de  frailes  salvado  en  el  terrade 
del  escribano  e  abogado,  y  defendide  por 
su  palabra  y  prestigio,  desearA  saber  su 
nombre.  Pues  bien,  fué  el  escribano  de 
camara  Raull,  el  autor  del  perverso 
foUeto  que  describe  en  medo  revolució- 
nario  aquella  jarana,  y  sobre  todo  el  que 
parece  mangoneó  en  la  terrible  y  repug- 
nanle  junta  del  apesento  de  caballos 
muertos  de  la  plaza  de  toros  jTales  eran 
la  inecencia  y  la  simpàtica  figura  de  les 
frailes  perseguidos! 

Un  incidente  del  anterior  relato  falta 
narrar,  que  fué  emitide  en  él  por  no  inte- 
rrumpir  el  hilo  de  la  historia. 

Uno  de  los  primeres  frailes  que  pasó  la 
escalarà  herizental  fué  Fr.  José  Benet, 


(i)  Relaciones  del  P.  José  Benet  en  Barcelona 
a  ()  de  junio  de  1880  y  del  P.  Juan  Guitart  en 
Barcelona  a  20  de  diciembre  de  1881:  ambos  fuo- 
ron  de  los  de  este  grujjo  de  frailes. 


quien  al  llegar  al  piso  de  Franciscà  pidió 
a  esta  que  por  Dies  le  salvase.  La  mujer 
le  pregunto  si  quería  salir  a  la  calle,  mas 
él  contesto  que  antes  preferia  morir  junto 
a  sus  hermanes,  y  así  subióse  al  terrade. 
Pere  he  aquí  que  al  llegar  al  terrade  oye 
gritos  hostiles,  y  se  espanta  y  retrocede, 
y  pasa  etra  vez  el  cuarto  de  Franciscà  y 
la  escalera  horizontal,  y  recorre  todo  el 
convento,  y  llega  a  su  celda,  y  halla  allí 
ladrillos,  }•  todavía  tira  uno  à  los  de  la 
calle  (que  parece  hizo  blance),  y  atravie- 
sa  el  core,  y  vuelve  a  la  biblioteca,  y 
abre  une  de  los  balcenes  que  daban  al 
patio  de  ante  el  temple,  y  desde  este 
patio  le  pegan  un  tiro  sin  acertarle,  y  allí 
se  quita  el  habito  y  les  zapates,  quedando 
con  chaqueta  de  hilo,  calzón  certo,  un 
pafluelo  en  la  cabeza,  solas  medias,  y 
pasa  nuevamente  la  escalera  horizontal, 
y  sube  al  terrade  de  Raull,  y  allí  se  agre- 
ga etra  vez  a  sus  hermanes,  con  les  cua- 
les  se  salva.  Tal  era  el  atelondramiento 
y  pànico  que  se  apodero  de  este  religioso 
y  de  otros  muchos  (2). 

«Soy  enemigo  de  los  frailes»,  decía 
cierto  sefler  a  un  amigo  míe,  «pere  en 
»San  Agustin  un  fraile  me  dió  làstima: 
«estaba  en  muy  apurada  situacion,  pues 
»pueste  en  un  rincón  de  solos  unes  veinte 
«palmes  de  lugar,  carecía  de  salida,  y  el 
»fuege  le  tenia  sitiade,  y  este  fuego  iba 
«avanzando»  (3). 

Unos  pocos  se  escendieron  sobre  las 
bóvedas  del  convento,  o  sea  entre  éstas 
y  la  armadura  de  la  superior  techumbre, 
0  segiin  otros  testigos,  sobre  les  mismos 
tejados,  de  donde  el  calor  del  incendio 
que  se  propago  bajo  sus  pies  les  echó. 
Entonces  se  cerrieron  sobre  una  muy 
alta  pared  en  censtrucción  del  lado  occi- 
dental del  convento,  bastante  ancha,  però 
aislada;  donde,  incendiado  eledificio,  que- 
daren incomunicades  por  completo  y  casi 


(.')  Relación  de  cl  mismo.  Barcelona  24  de 
marzo  de  1880. 

(?)  Relación  de  D.  Ramon  Nivera,  que  oyó 
aquellas  palahras.    Barcelona   a    -50   de  marzo  de 


576 


LIBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECIMO 


asfixiados  por  el  humo.  Al  dia  siguiente, 
cuando  la  tropa  recogió  a  los  frailes, 
para  sacaries  no  hubo  otro  medio  que 
alargarles  por  una  pedrada  un  bramante, 
y  por  éste  subirles  el  cabo  de  una  cuerda, 
que  ellos  atasen  en  una  piedra  saliente, 
y  que  por  ella  luego  se  deslizasen  (1).  Los 
vecinos  buenos  de  las  casas  de  la  calle  de 


José  Bruguera,  hombre  alto  y  flaco,  al 
cual  yo  mismo  traté  siendo  él  después 
coadjutor  de  la  parròquia  de  San  Jaime. 
Murió  no  viejo,  y  en  sus  últimos  aiios 
estaba  aquejado  de  un  temblor  extra- 
ordinario,  efecto,  quizíls,  del  susto  del 
1835. 
El  Padre  Manuel  Campderrós  contaba 


Acta  original  de  la  profesión  de  Fr.  Tussell 

X^o  VxjO^  Perjut^  Tlussèll  f/lí  ieol,tL)yi  y  naJtLL•X^ct/L 
cUj  GíXxjLcl&/}^i  Tuusyell  DïfL•UiT,  -ycL^  Th&jLe^a-  Tuj 
jeJJ  y  Coli  >SCL  lexiZ,htr}OL•  M  ix/Zgx-  ij^  Lou  Pcx^)L•Aj)aLU^ 
cd  lale^Uí-  iJe/S  Pexí^f^a.xL/'cyUZnOL• cÍa  Taux'iux.s<xj 
j^tJocxt  de.  E)aSx^o^,fíxS  oolcnnCy  Pxjj/&Sío,yf-*^ 
t^^eZo  Oloe^üLLerxUxXy  íx-Dejx.P  CnM^tpoic^nt^y  ci' ^^^ 
Jbt^7ia-•>'(Sntcc:)uCL•cíCL•  ^/Teymuxf.'Ve'Xjpe/ M-cx^Ju^^t^,  ^jyTi  P- 
S  A.oubSL•^ycL•VPJl.PS^PtTcz^/y^IZaLU^.'L•í^PT^'^ 
chty  est  íia/jvetiZ  de  HP S.AoL•LStL  de  BcLxJTyCL•  e^i 
noiiiylïocJk  dc^N-KT'  P  íA.l•^E.ste.vcL•AaLcstL.  Bel 
liclnL  Gcne^*-^ de^tM  L•  oxAjlc  deyP•JLniL•ícxriS  dcj 
JSíPS  -A^ou^tl,  y  de-  yfos  ^L•Lcce^a>uí  cxt^nontcccrncnt 
cnl-ixxnC^y  ^LiAx^x^  ^cns oo^cL- jpxuyoxJXXy  y&yy  CaJ- 
t&doLÍ  yex>oriJ-  eJfci. R&oía.   cU.NP-S  AcriA^fh^yir^ 

Oia  G  de.  JxAtoí  de.  1 793. 


Robador  con  profunda  pena  los  veían 
caminar  por  la  pared  con  un  bulto  bajo 
delbrazo,  que  sin  duda  era  el  habito,  y 
cómo  por  la  mananita  tiraron  el  hato 
abajo,  y  ellos  también  se  hundieron,  sin 
que  los  vecinos  dichos  observaran  el 
cómo  (2).  Uno  de  estos  frailes  llamàbase 


(i)  Relaciones  de  muchos  frailes  de  este  con- 
vento,  5'  de  algun  vecino. 

(2)  Me  lo  diio  D.  Juan  Cortés,  que  lo  vió  desde 
su  casa. 


80  anos  de  edad,  y  aunque  había  estado 
recogido  en  un  manicomio,  y  que  en  el 
tiempo  en  que  vamos  no  gozaba  de  com- 
pleta cordura,  tenia,  sin  embargo,  ratos 
lúcidos;  mas  de  todos  modosno  se  le  per- 
mitía  celebrar.  Cuando  los  jó venes  le 
hablaban  del  peligro,  les  contestaba: 
«jBah!  vosotros  siempre  teméis,  siempre 
»tenéis  miedo».  Habitaba  una  de  las  cel- 
das  de  los  pisos  bajos  del  lado  de  la  calle 
de  San  Pablo.  Como  consecuente  loco,  en 
la  noche  del  gran  peligro,  en  lugar  de 
huir,  se  acosto.  Entraron  los  revoltosos 


1-A    NOCIIE    DEL    2S     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


577 


y,  hallàndole  en  la  cama,  le  cortaron  la 
cabeza  (1). 

Junto  al  cenobio,  se^çún  arriba  indiqué, 
había  el  huerto  llamado  de  Morlan  o 
Morlàns,  el  cual  por  Oriente  lindaba  con 
el  convento  y  por  Occidente  con  los 
patios  o  huertecitos  traseros  de  las  casas 
de  la  calle  de  Robador.  Algunos  aj^usti- 
nos,  en  los  momentos  del  pànico,  desde  la 
enfermería  se  echaron  al  callejón  inte- 
rior llamado  Trají,  y  desde  él  cruzaron 
la  cerca  divisòria  que  del  convento  divi- 
dia la  Huerta  Morlans.  Entre  estos  frailes 
se  conto  el  lego  Fr.  Pedró  Tussell.  Parece 
que  tenia  en  la  dicha  calle  de  Robador 
un  sobrino,  sastre,  y  que  intentaba  saltar 
al  huertecito  de  la  casa  del  sobrino.  Pare- 
ce también  que  en  su  fuga  del  convento 
acordóse  de  que  dejaba  una  onza  de  oro, 
y  que  volvió  atràs  y  la  recogió,  y  luego 
emprendió  de  nuevo  el  paso  por  la  huerta 
de  Morlàns  (2).  Es  lo  cierto  que  alli  a  sa- 
blazos  lo  mataron,  un  testigo  dice  que  so- 
bre la  pared  divisòria,  otros  que  sobre  el 
cobertizo  de  la  noria  (3).  El  P.  Mariano 
Snrder,  que  había  logrado  llegar  a  otro 
patio  contiguo,  y  de  cuya  agonia  luego 
trataré,  oía  desde  alli  los  lastimeros  ayes 
del  lego,  los  golpes  del  arma  blanca  y 
finalmente  dos  disparos  con  los  cuales 
creyó  que  le  remataron  (4).  Tussell  era  el 
refitolero  de  la  Comunidad,  y  entre  los 
jóvenes  se  le  apodaba  por  Fr.  Comedias, 
porque  solia  decir  «no  estoy  para  come- 
dias>',  'iiio  cstich  pera  comedias»  (5). 
Mientras  los  amotinados  registraban  la 
huerta  de  Morlàns,  Sorder  oyó  de  entre 
ellos  una  voz  que  decía:  «cuidado  con  las 
coles»:  de  modo  que  aquella  noche  mere- 
cían  màs  respeto  las  coles  que  la  vida  de 
los  ministros  del  altar  (6). 


(i)  Relaciones  citada?  del  Sr.  Tintorer,  de 
P.  José  Benet,  del  P.  Luis  Selles  y  de  otros. 

(2)     Relaciones  del  Sr.  Tintorer. 

(í)  El  Sr.  l'intorer  dice  sobre  la  cerca,  el  se 
fior  Carles  y  otros  sobre  el  cobertizo. 

(^)     Relación  del  P.  .^\ariano  Sorder. 

(s)     Relaciones  del  Sr.  Tintorer. 

(0)     Relación  citada  del  P.  Sorder. 


De  los  que  saltaron  a  la  dicha  huerta 
de  Morlàns  dos,  a  saber,  el  Padre  Mariano 
Sorder  y  Fr.  Agustin  (creo  V^ila),  recor- 
dando  que  el  hombre  que  a  la  sazón  go- 
bernaba  aquella  huerta  profesaba  ideas 
politicas  de  muy  subido  color,  no  se  cre- 
^•eron  seguros  allí,  y  desde  ella  se  enca- 
minaron  a  otra  huerta  contigua,  trasera 
de  una  casa  de  la  calle  de  Robador,  la  casa 
Carles.  Todos  hemos  conocido  en  Barce- 
lona a  los  tres  hermanos  Carles,  agustino 
el  mayor,  de  nombre  Gabriel,  y  jesuitas 
los  otros  dos,  Joaquín  }•  Luis,  todos  hom- 
bres  de  mucho  talento  \'  virtud.  La  família 
Carles  tenia  en  1835  casa  de  huéspedes  en 
dicha  calle  de  Robador  frente  la  del  Bea- 
to  Oriol,  y  era  tildada  de  carlista,  de 
modo  que  poco  antes  del  hecho  que  reíie- 
ro  sufrió  un  registro.  El  Padre  Sorder  y 
Fr.  Agustin  cruzaron  la  cerca  divisòria 
de  las  dos  huertas,  ganososde  refugiarse 
en  casa  Carles;  però  el  jefe  de  la  família, 
o  padre  de  los  chicos,  estaba  entonces 
ausente  de  Barcelona,  la  madre  quería  a 
toda  costa  amparar  a  los  dos  cuitados, 
no  solo  por  caridad  y  devoción,  sinó  por- 
que su  hijo  mayor  vestia  ya  el  habito 
agustino,  bien  que  en  un  convento  del 
campo,  y  quería  hacer  por  los  de  aquí  lo 
que  otros  hicieran  por  su  Gabriel;  mas 
hubo  un  tirano  que  lo  impidió.  Uno  de 
los  huéspedes,  arrogàndose  derechos  que 
deningún  modo  poseía,  se  interpuso  y  a 
toda  costa  impidió  que  se  abriese  la  puer- 
ta  de  la  huertecita.  Iniitil  seria  reprodu- 
cir  aquí  el  dialogo  de  lastimeras  súpllcas 
de  los  frailes  por  un  lado  y  de  desapiada- 
das  negativas  del  otro,  porque  el  tirano 
persistió  en  su  tirania.  Decia  a  los  frailes 
la  madre:  '<Vo  bien  quisiera  abrir:  me  lo 
»pide  la  sangre,  que  tengo  un  hijo  fraile, 
»mas  aquí  hay  un  tirano  que  no  meló 
«permite».  V  no  solo  esto,  sinó  que  dije- 
ron  que  en  aquella  noche  no  estaban  bien 
en  casa  ni  la  madre  ni  los  dos  hijos  me- 
nores  Joaquín  y  Luis,  y  los  Uevaron  a 
otra  del  Padró,  en  cuyo  transito  de  una  a 
otra  casa  oyeron  el  estertor  del  Padre 
Collell,  que  me  refirió  después  Joaquín. 
Quedaron,  pues,  en  el  huertecito  rechaza- 

:í7 


578 


LlrmO    TERCEUO.  —  CAPITULO     DECIMO 


dos  los  dos  frailes  fugitives  de  San  Agus- 
tín. 

Cavilaron  3-  registraron  dónde  y  cómo 
se  podrían  esconder,  y  al  fin  de  mil  angus- 
tias  Sorder  se  sumergió  en  el  agua  del 
zafareche,  tapàndose  la  cabeza  con  unos 
pantaloncitos  del  nino  Luis;  Fr.  Aguslín 
se  arrimo  al  pilar  blanqueado  que  soste- 
nia la  galeria  y  cubrió  toda  su  persona 
con  una  sabana  y  otras  piezas  de  ropa 
sucia,  de  tal  modo  que  parecía  una  parte 
del  montón  de  ropa  para  lavar. 

Desde  alli  los  dos  pobres  cuitados  oían 
a  los  malhechores  que  registraban  la 
huerta  de  JMorlàns,  sus  blasfemias,  sus 
gritos  de  exterminio,  «aquí,  aquí...  allí, 
»all£l...  hay  uno»  etc;  oian  los  lastimeros 
ayes  del  asesinado  Fr.  Tussell;  en  fin, 
veían  al  ojo  su  pròpia  muerte.  A  lo  que  pa- 
rece,  los  perseguidores,  por  las  huellas  de- 
jadas  en  el  blando  suelo  de  la  huerta  Mor- 
làns,  conocieron  la  existència  de  Sorder  y 
su  companero:  es  lo  cierto  que  saltaron  a 
la  huerta  de  Carles.  No  es  para  descrita 
la  agonia  que  entonces  pasaronlos  perse 
guidos.  Agustin  esforzóse  en  permanecer 
inmóvil,  y  Sorder  en  sumergirse  màs  y 
màs.  Por  milagro  del  Senor  ni  uno  ni 
otro  fueron  descubiertos.  Cuando  Sorder 
dicto  estàs  noticias,  que  muchas  de  ellas 
las  tengo  del  mismo  Sorder,  afiadía  que 
no  recordaba  el  tiempo  que  estuvo  en  esta 
situación  debajo  del  agua,  però  sí   que 

J    ^ílfilfUli  /rricr 

cuando  elevo  la  cabeza  sobre  el  liquido 
para  mirar  como  se  iba  apartando  la  fatí- 
dica luz  con  que  se  alumbraban  los  per- 
seguidores, y  que  tanto  le  hizo  padecer 
al  acercarse,  pasaban  por  la  calle  las  dili- 
gencias  hacia  la  puerta  de  San  Antonio, 
lo  que  solia  ser  cerca  de  las  tres  de  la 
madrugada.  Durante  el  registro  de  la 
huertecita  de  Carles  un  malvado  vecino 
del  piso  segundo  movia  la  cuerda  del 
pozo  para  llamar  sobre  el  lavadero  la 
atención  de  los  amotinados. 
Al  cabo  de  media  hora    oyeron    que 


pasaba  caballería  por  la  calle  de  Roba- 
dor, y  así,  cre3'éndose,  no  sin  error,  que 
había  cesado  el  peligro,  Sorder  salió  de 
su  bano,  que  había  durado  unas  tres  ho- 
ras,  y  el  cual,  unido  al  susto,  le  produjo 
después  un  muy  pronunciado  temblor. 
Al  despuntar  del  dia,  los  vecinos  de  la 
calle  de  Robador  se  asomaron  a  las 
galerías  traseras  de  sus  viviendas,  y  al 
ver  con  honda  pena  a  las  víctimas  mila- 
grosamente  salvadas,  se  apiadaren  de 
ellas.  La  puerta  del  huerto  de  Carles 
continuaba,  sin  embargo,  cerrada.  Un 
sefior  Sala,  empleado  de  la  Audiència,  se 
interesó  por  los  dos  frailes,  con  tropa 
entro  en  el  huerto,  y  a  las  cinco  de  la 
manana  salieron  de  allí  todos.  «Fueron 
»acompafiados  à  Atarazanas  pasando  por 
>:la  Rambla  en  medio  de  filas  de  soldados 
>que  no  podían  contener  à  las  turbas. 
»Estaba  la  Rambla  atestada  de  hombres 
»perdidos  que  rabiaban  a  la  vista  de  los 
»frailes»  (1). 

El  Padre  Mariano  Sorder  a  la  sazón 
contaba  25  afios  de  edad:  era  alto  de  talla, 
rubio  de  cabello,  y  poseía  tan  voluminosa 
voz,  que  en  el  convento  desempefiaba  el 
cargo  de  chantre. 

La  interesante  relación  de  los  sufri- 
mientos  del  Padre  Mariano  Sorder  y  Fr. 
Agustin  la  escribo  valiéndome  de  las 
circunstanciadas  noticias  procedentes  de 
boca  de  los  mismos  actores.  En  los  últi- 
mos  aflos  de  su  vida,  Sorder,  ciego  3'a, 
dicto  sus  datos  a  mi  discípulo  Don  Fran- 
cisco  Marco,  vicario  de  Villafranca  del 
Panadés,  quien  me  los  transmitió.  Oi  de- 
tenidamente  a  mi  maestro  de  Teologia, 
después,  como  escribí,  jesuita,  el  Doctor 
y  Padre  Don  Joaquin  Carles;  y  oi  repeti- 
damente  a  varios  agustinos  de  este  Con- 
vento, enteradísimos  de  los  hechos,  de  los 
muertos,  de  los  heridos,  de  los  escapados 
con  vida;  en  fin,  de  todo.  Mi  relación  es, 


(i)  Relación  del  mismo  P.  .Mariano  Sorder 
hecha  en  \'illafranca. — Relación  de  D.  Joaquin 
Carles  en  Barcelona  a  19  de  abril  de  1880.  —  Rela- 
ciones varias  de  D.  José  Tintorer. — Las  postreras 
palabras,  entrecomadas,  son  de  Sorder. 


LA    NOCIIE    DEI.    2Í     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


579 


pues,  la  verdad.  Don  Víctor  Balaguer 
pretende  describir  estàs  escenas  que  dice 
él  mismo  vió  desde  su  casa.  Inserto  aquí 
íntegra  su  relación  para  que  el  imparcial 
juzgue  de  la  veracidad  de  tal  escritor. 

«Nosotros  presenciamos  de  ella  la  parte 
»mas  tràjica  desde  la  galeria  de  nuestra 
»casa  y  con  todo  el  horror  que  nos  inspi- 
»ró  vamos  à  referiria. 

»Es  preciso  decir  primero  que  el  con- 
»vento  de  San  Agustin  ocupaba  una  vasta 
»estension  de  terreno  entre  la  calle  de 
»San  Pablo  y  la  del  Hospital,  en  la  que 
»estaba  —  y  aun  esta,  — la  fachada. 

»A  los  clamores  del  pueblo  que  rugia 
»ante  sus  puertas  incendiadas,  los  infeli- 
»ces  frailes,  despavoridos  y  asustados, 
»decidieron  apelar  a  la  fuga,  fuga  difícil 
»y  peligrosa  atendida  la  situacion  del 
»edificio,  cercado  de  casas  cuyos  vecinos 
«podian  ser  adictos  al  movimiento. 

»Reuniéronse  todos  los  religiosos  en  el 
»refectorio  para  deliberar,  y  espusiéronse 
»de  prisa  y  atropelladamente  algunos  pa- 
»receres.  La  cosa  urjía.  Oian  los  gritos  y 
»sentian  el  calor  de  las  llamas. 

»De  pronto  sonaron  terribles  golpes 
»que  fueron  A  despertar  todos  los  ecos 
»del  convento.  Era  que  algunos  hombres 
«echaban  abajo  una  puerta  lateral  con 
»objeto  sin  duda  de  penetrar  en  el  edificio 
»y  asesinar  A  sus  moradores. 

»Los  frailes,  de  palidos  se  volvieron 
«lívidos  y,  sin  entretenerse  A  deliberar  por 
»mas  tiempo,  presa  del  terror  mas  inven- 
»cible,  desbandàronse  por  el  convento 
»buscando  do  huir  ó  do  esconderse. 

»La  mayor  parte  se  precipito  en  la  Bi- 
»blioteca.  Las  ventanas  de  esta  caian  à 
»un  patio,  al  otro  lado  del  cual  se  elevaba 
»una  casa  particular.  Una  de  las  venta- 
»nas  de  la  Biblioteca  estaba  frente  à  otra 
»que  daba  luz  a  la  escalera  de  la  casa. 

»Con  la  ríípida  lucidez  de  pensamiento 
»que  dan  a  ciertos  hombres  las  situacio- 
»nes  apuradas,  un  religioso  vió  en  aque- 
»llo'un  medio  de  salvacion,  y  se  lo  propu- 
»so  A  sus  compafíeros. 

«Trat.lbase  de  poner  una  viga  ó  tabla 
»entre  las  dos  ventanas  apoyàndola  en 


»sus  antepechos  y  pasar  del  convento  à. 
>'\a  casa. 

»Aventurado  era  el  medio,  però  la  oca- 
»sion  no  permitia  la  duda. 

»Uno  tras  otro,  diez  y  ocho  frailes,  à 
»caballo  sobre  la  viga,  atravesaron  el 
»patio  A  una  altura  inmensa  del  suelo, 
»pasando  con  ausilio  de  una  frajil  tabla 
»por  encima  de  un  verdadero  abismo. 

«Llegaren  de  este  modo  A  la  escalera, 
»pero,  y  allí?  qué  hacer?  dónde  huir? 
»dónde  refugiarse? 

>'[]n  vecino  de  la  casa,  A  quien  le  habia 
»parecido  oir  rumor  en  la  escalera,  abrió 
»la  puerta  de  su  habitacion  para  cercio- 
»rarse.  Júzguese  de  su  asombro  al  ver  A 
»diez  y  ocho  frailes  que  cayeron  A  sus 
»piés,  pàlidos,  medio  muertos,  plegadas 
»las  manos.  Nada  le  dijeron,  però  todo  lo 
»comprendió. 

»Era  un  hombre  honrado.  Hízoles  subir 
»íl  la  azotea  en  silencio  y  abrióles  la 
»puerta  de  una  espècie  de  palomar  donde 
»todos  se  precipitaron  bendiciendo  à  su 
«salvador. 

»Allí  pasaron  la  noche  aquellos  infeli- 
»ces  en  mortal  angustia,  en  terrible  con- 
»goja,  esperando  a  cada  momento  ver 
«abrirse  la  puerta  y  precipitarse  sobre 
»ellos  una  bandada  de  asesinos. 

»Afortunadamente  no  sucedió  así  y 
»pudieron  salvarse  al  dia  siguiente. 

»En  el  interin,  aquellos  de  sus  compa- 
»fleros  que  habian  buscado  la  salud  por 
»otro  lado,  se  veian  aun  en  mas  inminen- 
»te  peligro. 

»A  espaldas  del  convento  corria  una 
»especie  de  callejuela  reservada  solo  para 
»uso  de  los  frailes,  y  una  simple  pared 
»separaba  esta  callejuela  de  los  jardines 
»y  huertos  de  las  casas  inmediatas. 

»A1  abandonar  los  religiosos  el  refec- 
»torio  en  completa  fuga,  algunos  inten- 
«taron  huir  por  este  lado,  però  como  el 
«incendio  les  impedia  atravesar  el  claus- 
uro para  alcanzar  la  callejuela,  decidie- 
»ron  bajar  a  ella  desde  una  de  las  venta- 
»nas  del  primer  piso  con  ausilio  de  una 
«cuerda. 

«Hiciéronlo  así  en  efecto. 


580 


LIBRO    TERCKRO.  —  CAPlTUr.O    DKCIMO 


»Siete  ú  ocho  se  dejaron  deslizar  por  la  | 
»cuerda . 

»La  puerta  que  à  hachazos  estaban 
»derribando  los  incendiarios,  habia  ya 
».caido  à  sus  repetidos  golpes,  y  un  grupo 
»de  hombres  armados  acababa  de  invadir 
»el  convento. 

»Los  desgraciados  monjes,  que  oian 
»cerca  los  pasos  y  voces  de  sus  asesinos, 
»se  daban  prisa  a  huir.  La  cuerda  cortaba 
■^las  manos  de  los  religiosos  y  estaba  por 
»lo  mismo  llena  de  sangre. 

»Mientras  que  el  ultimo  fraile  bajaba, 
»la  cuerda  se  rompió.  El  infeliz,  caj^endo 
»desde  bastante  altura  se  dislocó  un  bra- 
»zo  y  un  pié.  No  obstante  ni  un  ay  salió 
»de  sus  labios. 

»Unos  fuertes  aklabonazos  y  clamores 
»sonaron  entonces. 

»Eran  los  incendiarios  que,  temiendo 
»que  los  religiosos  se  escaparan,  llama- 
»ban  à  las  casas  para  asegurarse  de  la 
»verdad  de  sus  sospechas. 

»Los  frailes  que  se  hallaban  en  la  calle- 
»juela  reunidos  en  un  grupo  junto  à  su 
sherido  companero,  à  la  proximidad  de 
»aquel  nuevo  peligro  se  desbandaron  en 
»todas  direcciones. 

»Solo  un  lego  se  quedo  junto  al  caido  y 
«ayudóle  a  ponerse  en  pié  \'  à  saltar  una 
»tapia  para  llegar  à  un  huerto  publico 
>jque  se  estendia  junto  al  edificio. 

»En  el  momento  en  que  los  dos  fugiti- 

»vos  acababan  de  saltar  la  tapia,  la  puer- 

»ta  del  huerto  se  abria  para  dar  paso  a 

»una  porcion  de  hombres  armados  que 

»iban  à  apostarse  allí  con  objeto  de  que 

»no  pudiera  escaparse  ningun  religioso. 

»Los  infelices  viéronse  perdidos. 

»— Huye,  huye  y  abandóname!— dijo  el 

»herido  al  lego. 

» — Silencio! — contesto  este. 

»Hallàbanse  junto   a   una    espècie  de 

»cobertizo  bajo  el  cual  habia  un  vasto 

»lavadero  publico.  El  lego  hizoacurrucar 

»al  herido  cerca  de  uno  de  los  poyos  que 

»sostenían  el  cobertizo,  inmediato  a  un 

»montón  de  piedras  que  podia  robarle  à 

»las  miradas,  encargóle  que  reprimiese 

»sus  dolores,   que  suspendiese  hasta  el 


»aliento,  y  en  seguida  de  haber  alli  dejado 
»al  fraile,  se  precipito  él  con  todo  el 
»tiento  posible  en  el  lavadero  sumerjién- 
»dose  en  el  agua. 

»Por  mucho  cuidado  que  pusiese,  algun 
»ruido  se  oyó  sin  embargo,  pues  que  uno 
»de  los  asesinos  volviendo  el  rostro. 

«—01a!— dijo,— parece  que  hay  ranas 

»en  aquel lavadero. 

»— Por  qué  lo  dices?— le  pregunto  otro. 

»— No  sé,  però  se  me  ha  figurado  oir 

»ruido  y  juraria  que  hay  ranas...  y  ranas 

»con  habito,  que  es  mas. 

» — Estaremos  a  la  mira, --contesto  el 
»segundo  que  habia  hablado. 
»— Con  el  fusil  preparado. 
»Y  en  efecto,  dispuso  el  arma  homicida. 
»A1  cabo  de  algunos  minutos  salió  el 
»tiro. 

»— Qué  es  eso?— le  dijeron  sus  compa- 
»neros. 

»— No  decía  yo?  He  visto  asomar  una 
»cabeza  por  entre  el  agua  del  lavadero. 
» — Yamos   a  registrarle,— esclamaron 
»algunos. 

»— No,  mejor  serà  esperar.  Si  hay  en 
«efecto  alguna  rana  con  habito,  como 
»dice  el  amigo,  y  este  primer  tiro  ha  sido 
»inútil,  no  tardarà  en  volver  à  sacar  la 
»cabeza  para  respirar,  y  entonces  fuego 
»en  ella  todos  juntos.  Serà  mas  entrete- 
>^nido  y  mas  curioso. 
»La  idea  fué  aprobada. 
»Todos  prepararon  sus  fusiles  y  fïjaron 
»su  àvida  vista  en  el  lavadero. 

»A  los  pocos  instantes,  el  lego  volvió  à 
«sacar  la  cabeza  fuera  del  agua  para 
»llenar  de  aire  sus  pulmones. 

»Tres  ó  cuatro  silvadoras  balas  fueron 
>à  morir  en  el  agua. 
»Siguióse  un  momento  de  silencio. 
»E1  lego  volvió  à  sacar  la  cabeza  al 
»poco  rato. 

»Las  balas  silvaron  de  nuevo,  però  esta 
»vez  ya  con  distinto  resultado,  pues  que 
»sonó  un  gemido  profundo,  el  agua  se 
»agitó  y  una  esclamacion  de  triunfo  salió 
>vde  boca  de  los  asesinos. 

>: — Hemos  dado  en  el  blanco!— gritó 
»uno. 


I.A    NOCÍIIC    DEL    2t     DE    JL'LIO    DEXTRO    DK    LOS    CLAUSÏROS 


581 


»— No  volverà  à  sucar  ki  cabeza,— 
»anadió  otro. 

»En  efecto,  los  bdrbaros  habian  asesi- 
»nado  al  pobre lego. 

»— Qué  vais  à  hacer  ahi?— esclamó  uno 
»viendo  a  otro  que  paso  a  paso  como  un 
»reptil  se  iba  acercando  al  lavadero 
»introduciéndose  bajo  el  cobertizo. 

»— Me  ha  parecido  que  alíjo  se  removia 
>:'Por  aquí  cerca  a  nuestros  tiros,— con- 
»testó  el  interpelado. — Soy  hombre  que 
»tengo  buen  olfato  y  apostaria  mi  cabeza 
Ȉ  que  anda  por  ahi  algun  otro  fraile. 

»Reuniéronsele  sus  camaradas,  regis- 
»traron  juntos  y  no  tardaron  en  ballar 
»al  pobre  Agustino  herido  que,  viéndose 
»perdido,  habia  hecho  un  esfuerzo  para 
»ponerse  de  rodillas.  Ya  que  no  podia 
»evitar  à  los  asesinos,  habia  al  menos 
»querido  que  le  hallasen  de  rodillas  y 
»rezando. 

»— Ya  le  tengo!— gritó  el  primero  que 
»se  habia  adelantado  cojiendo  al  fraile 
»por  el  cuello. 

»Diferentes  voces  sonaron  entonces. 

»— Hiérele! 

»— Matale! 

X — Arrojémosle  al  agua. 

»— Quemémosle  vivo. 

» — No,  mejor  seríl  fusilarle. 

»— Y  aun  mejor,  matarle  a  palos. 

»— Que  nos  diga  primero  donde  esVAn 
»los  fanàticos  sus  compaiieros? 

»— Sí,  que  lo  diga. 

»— Dí,  fraile,  donde  se  han  refugiado 
»los  otros? 

»E1  infeliz  no  contesto.  De  rodillas  en- 
»tre  aquel  grupo  de  hombres  frenéticos, 
»el  religioso,  pAlido  però  sereno,  conti- 
»nuaba  rezando  en  voz  baja. 

» — No  quieres  hablar,  fraile?— dijo  una 
»voz. 

»Tampoco  contesto  el  Agustino. 

»Entonces  uno  de  aquellos  infames— 
«infames  ante  el  cielo  y  ante  la  tierra — 
»se  adelantó  y  le  dió  con  la  culata  del 
»fusil  un  terrible  golpe  en  la  cabeza. 

»— lesus  Dios  mio!— murmuro  cayendo 
»en  el  suelo  el  religioso. 

»— Con  que  no  quieres  hablar,  tunante? 


>'— gritó  otro  de  aquellos  hombres  con 
»voz  enronquecida.— Oh!  pues  yo  he  de 
'^hacerte  hablar  mal  que  te  pese.  Donde 
«estan  los  otros,  di? 

>'Y  le  dió  un  bayonetazo  en  el  vientre 
j^acompaflando  su  accion  con  una  blas- 
«femia. 

»— Jesús  Dios  mio!— repitió  el  mariir 
»diri)iendo  los  ojos  al  cielo  con  sublime 
»espresión.— Jesús  Dios  mio! — esclamó  de 
»nuevo  con  v^oz  dèbil  al  sentir  la  punta  de 
»un  sable  que  rasgaba  sus  carnes. 

«Entonces  aquella  turba  de  caribes  se 
»cebó  en  la  víctima  que  ya  espirante  veían 
Ȉ  sus  pies. 

«Todos  quisieron  darle  un  golpe,  todos 
»una  punalada. 

«Acabaronle  à  culatazos,  a  sablazos,  ú. 
«bayonetazos,  en  medio  de  las  mas  viles 
»carcajadas,  de  las  mas  horrendas  im- 
«precaciones. 

«Aquellos  no  eran  hombres,  eran 
«hienas. 

«Oh!  f  ué  una  escena  espantosa,  horrible! 

>;Como  no  tragó  la  tierra  à  los  asesinos? 
«Cómo  el  cielo  no  fulmmó  un  rayo  contra 
«los  miserables?...»  (1). 

jCuàntos  errores  en  tan  cortas,  digo 
mal,  en  tan  ampulosas  y  mal  poetizadas 
lineas!  No  los  repetiré  ni  los  seflalaré, 
que  ya  después  de  mi  relato,  calcado 
sobre  la  palabra  de  los  mismos  actores 
de  la  tragèdia,  quien  leyere  fàcilmente 
los  reconocera.  Permítaseme  solo  fijarme 
en  el  religioso  del  lavadero.  Todos  los 
agustinos  del  convenlo  de  Barcelona  por 
mi  interrogados,  que  no  fueron  pocos, 
todos  me  hablaron  del  Padre  Sorder 
como  sumergido  en  el  agua.  De  ningún 
otro  mentaron  tal  circunstancia.  Después 
del  atentado  reunidos  en  los  fuertes,  v 


(i)  d.  \'iclor  publico  esta  relación  en  Los 
fraites  y  sus  convenlos.  liarceloiia  iSji,  tomo  11, 
pàfís.  -)03  y  siguientes;  en  Las  calles  de  tícirce- 
lona.  ïiarcelon•x  186;,  tomo  I.  pàgs.  de  555  a 
?ç();  y  en  Las  ruinas  de  Poblet.  Madrid  188;, 
pàgs.  ?oi  y  sifíuientes.  Siempre  la  reproduce  con 
las  mismas  palabras.  Inútil  es  decirquc  también 
viene  en  la  edición  de  sus  obras  completas. 


582 


LIBRO    TERCERO. CAPITULO     DFCI.MO 


mas  tarde  viviendo  en  Barcelona  en  con- 
tinuo trato,  inquirieron  y  mutuamente  se 
narraron  todas  las  peripecias  de  aquella 
nefasta  noche,  y  las  conocieron  hasta  el 
ultimo  pormenor;  y,  repito,  ni  uno  solo 
tuvo  noticia  de  dos  sumergidos  en  agua 
de  un  zafareche:  todos  me  hablaron  de 
uno  solo;  de  donde  no  queda  duda  que  el 
fraile  al  cual  Balaguer  mata  en  el  lavade- 
ro,  es,  sin  mediar  milagro,  el  mismísimo 
Padre  Mariano  Sorder  que  muy  después 
explico  el  hecho  a  mi  enviado  en  Villa- 
franca del  Panadés.  jY  si  tal  pasó  con 
Balaguer  en  lo  que  dice  vió,  qué  sucederA 
en  lo  que  no  presencio! 

Però  dejemos  los  innumerables  dislates 
de  Balaguer  y  volvamos  al  convento  y 
sus  religiosos.  Uno  de  ellos,  lego,  salto 
«también  al  huerto  de  Morlàns,  e,  ignoro 
si  en  éste  o  en  el  de  Carles,  o  en  otro 
vecino,  escondióse,  tendiéndose  en  un 
surco  de  la  tierra  entre  las  altas  filas  de 
berenjenas.  Así  pasó  la  tempestad  sin 
ser  visto,  y  se  salvo  (1),  quizà  porque  los 
amotinados  respetarían  la  incolumidad 
de  las  berenjenas. 

El  cuerpo  de  edificio  que  en  la  calle  del 
Hospital  media  entre  la  del  Arco  de  San 
Agustín  y  la  plaza  del  convento  estaba 
formado  por  dos  casas.  La  de  la  esquina 
del  Arco  en  la  tienda  tenia  una  drogue- 
ria, cuyos  duenos  habitaban  el  primer 
piso.  Otro  de  los  altos  lo  ocupaba  una 
mujer,  manceba  que  fué  de  un  hombre 
que  la  dejó  heredera,  y  un  hijo  de  ella, 
y  cuyos  nombres  por  caridad  me  callo. 
La  casa  de  la  esquina  del  patio  o  plaza  del 
templo,  pròpia  del  convento,  en  el  pri- 
mer piso  tenia  al  senor  Mirambell,  abo- 
gado,  y  en  el  segundo  a  un  liberal  exal- 
tado.  El  corista  Fr.  Manuel  Carrera,  dià- 
cono,  parece  estaba  convenido  con  el 
liberal  exaltado  del  piso  segundo  de  esta 
casa  en  que  aquél  le  acogería  en  su  ha- 
bitación.  En  los  primeros  momentos  de 
espanto  y  confusión,  Carrera  propuso  a 
Fr.  José  Benet  subir   al  campanario   y 

(i)  Relaciones  del  Sr.  D.  José  Tintorer,  ya 
citadas. 


desde  allí,  por  medio  de  las  cuerdas  de 
las  campanas,  bajar  al  terrado  de  Miram- 
bell (2);  però,  sin  duda,  por  el  pronto 
desistió  de  su  idea,  y  pasó  la  escalera 
horizontal,  y  subió  a  los  terrados,  pues 
en  uno  de  estos  le  encontró,  como  escribi 
arriba,  Fr.  Luis  Selles.  También  a  Selles 
propuso  Carrera  pasar  a  los  terrados  de 
las  casas  del  lado  oriental  de  la  plaza  del 


templo,  y  tampoco  Selles  admitió  la  idea; 
mas  él  la  realizó  unido  con  el  lego  Bue- 
naventura  Güell,  que  era  el  campanero: 
llego  a  los  dichos  terrados,  y  allí  fué  reci- 
bido  a  sablazos,  según  unos,  o  a  hacha- 
zos,  según  otros,  3'  horriblemente  muerto. 
Se  dijo  que  se  le  cortó  la  cabeza,  y  que 
fué  echada  a  la  calle  (3),  y  opino  que 
de  Carrera  seria  también  el  pie  que  un 
testigo,  como  dije  arriba,  halló  en  la 
misma  calle  (4).  La  sangre  mano  por  el 
canalón  (5).  Vió  el  asesinato  el  mozo 
del  campanero,  quien  sin  duda  después 
lo  refirió.  El  vecindario  contaba  que 
el  agresor  fué  el  hijo  de  la  mentada  mu- 
jer amancebada  (6),  joven  de  16  a  18  anos 
.de  edad.  El  castigo  de  Dios  no  se  hizo 
esperar:  el  mismo  afio  de  1835  este  joven 
atravesaba  por  diversión  en  una  lancha 
de  vela  el  puerto,  sopló  repentinamente 
una  racha  de  viento,  volcó  la  lancha,  y  el 
chico  murió  ahogado  (7). 
El  companero  de  Carrera,  Buenaven- 


(j)     Relación  del  mismo  Fr.  José  Benet,  cit. 

(?)  Son  muchos  los  testigos  que  explican  el 
asesinato  de  Carrera  en  dicho  terrado.  Que  le 
cortaron  la  cabeza  me  lo  dijo  el  P.  Juan  Guitart 
en  Barcelona  a  20  de  diciembre  de  1S81. 

(^)     Capitulo  IX,  articulo  5.°  de  este  libro. 

(s)  Relación  cit.  del  P.  Antonio  Vionet. — Re- 
lación cit.  del  P.  Luis  Selles  y  relación  de  un 
senor  que  vió  manar  la  sangre. 

(6)  Relaciones  de  dos  vecinos,  cuyos  nombres 
me  callo  por  no  comprometerlos. 

(7)  Relación  de  uno  de  estos  vecinos. 


LA  NOCHE  DEL  2Í  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


583 


turu  Güell,  al  ver  el  mal  trato  dado  a 
aquél,  retrocedió.  Los  que  dicen  que,  para 
pasar  al  terrado,  Carrera  bajó  desde  el 
campanario  deslizàndose  por  las  cuerdas 
de  las  campanas  sacadas  fuera,  afiaden 
que  Güell,  al  presenciar  la  agresión  con- 
tra su  companero,  subió,  a  pesar  de  su 
obesidad,  otra  vez  por  las  mismas  cuer- 
das al  campanario.  Es  lo  cierto  que  se 
salvo,  y  que  paro,  como  los  demas  frai- 
les,  en  Montjuich;  mas,  una  vez  libre,  se 
dirigió  a  su  tierra,  y  en  el  camino  de  Cer- 
vera el  mismo  tartanero  le  mató  (1). 

Fr.  Serdi,  enfermero  del  convento, 
hombre  de  unos  sesenta  afios,  a  la  sazón 
se  hallaba  enfermo  en  cama.  Entrades 
los  amotinados  en  la  enfermería,  le  que- 
maron  con  la  cama.  Doy  esta  noticia  no 
sin  alguna  duda,  fundada  en  que  de  los 
muchos  agustinos  por  mi  interrogades 
solo  uno  me  hizo  mención  de  este  hombre 
y  de  este  hecho;  però  como,  por  una  parte, 
quien  lo  mento  era  persona  sensata,  y 
dió  tantas  circunstancias  de  la  víctima 
y  martirio;  y,  por  otra,  es  casi  imposible 
que  en  una  Comunidad  de  setenta  reli- 
giosos no  se  contarà  algun  enfermo  en 
cama,  me  decido  a  insertarla  (2).  Sin  em- 
bargo por  razón  de  la  duda  no  escribí  a 
Serdi  en  la  lista  de  la  Comunidad. 

El  lego  Fr.  Pedró  Vilanova,  en  los  pri- 
mèros  momentos  del  ataque,  busco  su 
salvación  entre  los  muertos,  pues  con 
gran  esfuerzo  levantó  una  losa  de  una 
sepultura  del  templo,  y  ocultóse  en  esta. 
i\Iuy  grande  fué  su  mortal  angustia  al 
notar  el  incendio  3-  sus  derrumbamientos. 
Ignoro  cómo  escapo  del  apurado  lance, 
però  sí  que  salió  con  vida  (3). 

Entrados  los  incendiaries  en  el  patio 
de  ante  el  templo,  pusieron  fuego  en  la 
puerta  principal  de  éste,  desde  la  cual 
prendió  en  el  cancel  y  del  cancel  al  coro. 
Incendiaren  el  gran  retablo  mayor,  del 


(i)  Relaciones  cit.  del  1'.  Josc  Bonet  y  seiinr 
Tintorer. 

(2)  Relación  del  P.  D.  Juan  Guitart.  En  B.ir- 
celona  a  20  de  diciembre  de  iSSi. 

(?)     Relación  citada  del  P.  D.  Josc  Benet. 


estilo  del  de  Belen,  cuyo  titular,  San 
Agustin,  medía  treinta  y  des  palmes  de 
longitud  o  estatura.  Cuando  a  las  dos 
de  la  madrugada  del  26,  consumides  per 
el  fuego  los  apoyes  de  la  gigantesca  ima- 
gen,  esta  se  desplomo,  produje  un  estre- 
pitoso  ruído,  oído  hasta  del  otro  lado  de 
la  plaza.  Prendió  el  fuego  en  el  crucero, 
y  opino  que  también  ardió  el  retablo  late- 
ral, próximo  al  crucero  del  lado  de  la 
Epístola  del  templo.  Las  tribunas  o  trifo- 
rium  estaban  defendidas  por  grandes 
celosias  y  adornes  demadera,  y  tampoco 
dejarían  de  quemar.  De  todos  modes,  con 
tante  combustible,  el  fuego  de  San  Agus- 
tin alcanzó  proporciones  colosales.  Por 
la  cúpula  y  bóvedas  brotaban  con  fúria 
infernal  al  exterior  las  llamas.  La  techum- 
bre,  si  bien  ne  cayó,  se  calcino,  de  mode 
que,  al  querer  restaurar  el  temple,  se 
tuvieron  que  mudar  algunes  arços,  y  la 
reapertura  para  parròquia  se  tuvo  que 
retardar  hasta  el  abril  de  1839,  cuando  las 
demas  parroquias  nuevas  de  conventos 
se  abrieron  en  el  otofio  del  mismo  1S35. 
El  fuego  de  San  Agustin  fué  horroroso. 
En  el  centro  de  la  bóveda,  en  el  crucero, 
lucía  un  rico  florón  derado:  cuando  el 
fuego  hubo  aflojado  los  hierros  que  lo 
sostenían,  cayó,  quedando  convertido  en 
una  descomunal  ascua  (4). 

Los  sicarios,  desde  el  templo,  entraren 
en  la  sacristía,  y  de  esta  en  el  conven- 
to (5).  La  magnífica  sacristía  ardió,  que- 
mandese  la  hermosa  còmoda  y  otros 
adornos.  Atesoraba  esta  dependència  una 
riqueza  de  utensilios  e  indumentos  inmen- 
sa,  entre  aquéllos  dos  calices  colosales. 
Los  había  de  oro,  pues  allí  abundaba  este 
precioso  metal.  En  los  primeros  momen- 
tos del  ataque  no  se  robo,  según  unos;  se 
robo,  según  otros,  en  aquella  pieza  (6), 
noticia  que  deberían  apuntar  los  apolo- 


(4)  Relación  de  D.  Juan  Serra,  zapatern  que 
vivia  enfrente  del  convento  en  la  entrada  de  la 
calle  de   Jerusalén.  Barcelona  ó  de  junio  de  iSSo. 

(s)  Relación  de  D.  José  Tintorer.  Calella  25 
de  septiembre  de  1895. 

(6)     Relación  cit.  de  D.  Juan  Serra. 


584 


MHUO    TEltGERi). — CAPITULO    DliCI.MO 


gistas  de  aquella  revolución,  tales  como 
Don  Francisco  Raull,  quien,  con  vivir  con- 
tiguo  al  convento  agustino,  escribe,  sin 
duda  por  no  dejar  de  mentir  ni  en  esto, 
escribe,  digo:  «No  animaba  en  manera 
«alguna  A  sus  contraries  (de  los  frailcs) 
»la  esperanza  del  pillaje,  porque  lo  que  no 
«devoraron  las  llamas  se  encontró  intacto 
»en  las  iglesias  y  en  las  celdas»  (1).  Que 
hoy  se  robaria  màs,  es  indudable;  que  los 
directores  de  la  asonada  no  querían  el 
robo,  lo  creo  verdadero;  però  que  en- 
tonces  no  se  robase,  es  falso;  y,  sobre 
todo,  si  no  se  robo  en  San  Agustín,  harto 
se  saqueó  en  otros  conventos,  como  en 
San  José.  Ademàs,  en  los  dias  siguientes 
el  robo  Uegó  a  grado  escandaloso. 

También  el  convento  o  habitaciones 
participo  de  las  llamas  en  la  parte  de  la 
calle  de  San  Pablo  (2).  Así,  cuando  el 
Estado  vendió  el  convento,  la  escritura 
de  venta,  fecha  a  12  de  agosto  de  1S40 
ante  el  notario  de  Hacienda  Manuel  Cla- 
villart,  empezó  con  estàs  palabras:  «Sépa- 
»se  que....  de  resultas  del  incendio  y 
»devastaciones  que  sufrió  en  1835  el  su- 
»primido  Convento  de  Agustinos  Calza- 
»dos  de  esta  Ciudad,  quedo  el  edificio  en 
»un  estado  muy  ruinoso....» 

El  dia  siguiente  a  la  noche  nefasta,  a 
eso  de  las  nueve  de  la  manana,  un  enton- 
ces  nino,  hoy  (1908)  todavía  vivo,  acudió 
a  la  calle  del  Hospital,  y  halló  intercep- 
tado  el  paso  frente  del  templo  de  San 
Agustín  por  fuerzas  de  caballería,  lo 
mismo  que  lo  estaba  en  la  de  San  Pa- 
blo (3).  Por  lo  mismo  no  pudo  ver  directa- 
mente  el  fuego,  però  vió  la  inmensa 
humareda,  y  oyó  el  retumbar  de  los  hun- 
dimientos  producidos  por  el  fuego.  En  el 
acta  de  la  sesión  del  Ayuntamiento  del 
1.°  de  agosto,  es  decir,  de  seis  dias  des- 
pués  del  incendio,  se  lee:  «Ha  entrado  el 
»seiïor  Delegado  de  Policia  y  ha  espuesto 


(i)     Obra  cit.  pàg.  54  de  la  primera  ediciún.  y 
35  de  la  segunda. 

(2)  Relaciones  de  varios  frailes  de  esta  casa. 

(3)  Relación   de   D.   Manuel    Serra   en  Barce- 
lona a  1 3  de  octubre  de  i8o4- 


»que  el  fuego  había  aparecido  otra  vez  en 
»el  convento  de  San  Agustin,  y  que  este 
»incidente  podia  trastornar  el  orden,  en 
»cuya  virtud  se  ha  dispuesto  que  pase  el 
»arquitecto  Don  José  Mas  para  apagar  el 
»fuego  con  losbomberos,  dando  comision 
»al  efecto  al  Sor.  Don  Rafael  Vallde- 
»juli...»  (4).  Hay  quien  me  dijoqueen  San 
Agustin  el  fuego  duro  quince  dias,  termi- 
nando  por  la  parte  del  callejón  del  Arco 
del  mismo  Santo  (5),  Custodiàronlo  duran 
te  estos  quince  dias  guardias  nacionales, 
y  su  custodia  consistió  en  un  gran  roba- 
torio.  Fuera  resultado  del  de  la  primera 
noche,  sea  de  éste,  se  dijo  que  se  vieron 
mujeres  vestidas  con  ornamentes  sagra- 
des (6). 

El  convento  había  reunido  una  muy 
respetable  cantidad,  que  se  hace  subir  a 
30,000  duros,  para  con  ella  terminar  la 
fachada,  la  que  debía  ostentar  dos  torres 
campanarios.  «La  autoridad  se  apodero 
»de  ella.  Reclamada  después  se  nos  con- 
»testó  que  se  había  empleado  en  la  manu- 
»tencion  de  los  frailes  en  los  dias  del 
»encierro  que  siguieron  al  incendio»  (7). 
La  verdadera  cuantía  del  dinero  de  que  la 
autoridad  se  apodero  en  San  Agustín,  la 
sabremos  adelante  al  leer  en  este  libro 
las  actas  de  las  sesiones  del  Municipio  y 
de  sus  comisiones. 

Segtin  una  carta  de  un  lego,  carta  qüe 
se  conserva  hoy  en  el  archivo  del  con- 
vento de  Calella,  al  huir  del  convento 
Fr.  Tauler,  el  procurador,  en  aquella 
horrenda  noche  se  dejó  en  su  celda  12,000 
libras,  o  sea  6,400  dures,  en  dinero,  «los 
»cuales  legró  recuperar  cuatro  dias  màs 
»tarde  por  la  mediación  del  masovero  de 
»la  Torre  del  Pla,  si  no  estoy  equivocado 
»y  otro  sefíer».  Así  me  escribe  el  R.  Padre 
Prior  de  Calella,  y  yo  afiado  que  juzgo 
que  no  se  equivoca  en  cuanto  a  la  perso- 


(4)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — Acuer- 
dos.  Segiindo  semestre.  i8j$.  Fol.  584. 

(5)  Relación  del   maestro  de  obras  D.  Pedró 
Subiranas  en  Barcelona  a  2Ó  de  enero  de  1883. 

(ó)     Relación  citada  del  P.  D.  José  Benet. 
(7)     Relación  citada  del  P.  D.  José  Benet. 


LA    N-OCHE    DEL    2S     DE    JL'LIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROí 


5S5 


na,  )'a  que,  según  vimos  arriba,  Tauler 
en  los  primeros  momentos  de  la  fuga  se 
refugio  precisamente  en  la  Torre  del  Pla. 
En  lo  que  cabé  duda  es  en  que  la  comuni- 
dad,  o  sea  Fr.  Tauler,  pudiese  recobrar 
tanto  dinero  después  de  cuatro  días  de 
saqueo  de  la  casa;  y  dinero  sonante,  no 
billetes,  que  entonces  no  se  conocían. 


ARTICULO  OCTAVO 

NUESTRA  SENORA  DEL  CARMEN 
DE  CALZADOS 

Comencemos,  como  en  los  demàs  artí- 
culos,  con  la  resena  de  la  Comunidad,  en 
cux-os  frailes  hallarà  por  ventura  el  lec- 
tor deudos  o  amigos  de  sus  mayores. 

SACERDOTES 

M.  R.  P.  Maestro  Fr.  Francisco  Cels  y 
Foraster,  natural  de  Barcelona,  de  65 
anos  de  edad,  que  a  la  de  Ió  profesó  en 
Barcelona  a  los  6  de  julio  de  1786.  En  su 
orden  ahora  Viceprovincial. 

R.  P.  Maestro  Antonio  Gener  y  Roca, 
natural  de  Tàrrega,  que  nació  en  17  de 
euero  de  1781,  y  profesó  en  Barcelona  a 
los  18  de  enero  de  1797.  En  su  profesión 
firma  Antón  Gené,  però  des- 
pués, en  14  de  mayo  de  1832,  en 
e\  Llibre  de  Resolticions  firma 
Antón  Gener,  Prior.  También 
con  los  aflos  cambió  su  letra, 
pues  en  la  profesión  se  ve  la 
mano  inexperta  del  niiio  (tenia  16  aüos) 
y  en  la  del  acta  de  1S32  la  del  literato  que 
hasia  ha  aprendido  u  escribir  mejor. 
Ahora  en  1835  era  el  Prior. 

Cuando  en  1861  el  Padre  Gener  entregó 
su  alma  a  Dios  el  Bolet  t'n  oficial  eclesids- 
tico  de  Barcelona  escribió  de  él  las  si- 
guientes  lineas: 

«El  dia  15  de  este  mes  ( encro  de  1861) 
»ha  fallecido  en  esta  ciudad  el  R.  P.  An- 
»tünio  Gener,  religioso  exclaustrado  del 
»Carmen  Calzado.  Nació  en  Tàrrega, 
«obispado  de  Solsona,  en  17  de  enero  de 


»1781.  Se  ordeno  en  el  ano  1805.  Desem- 
»penó  en  su  Religion  el  cargo  de  Lector 
»por  muchos  anos.  Cuando  la  exclaustra- 
»cion,  en  1835,  desempeiïaba  el  cargo  de 
«Prior  en  su   convento  de  esta  ciudad. 


í/i     c/?^^ 


»Durante  la  exclaustracion  ha  ejercido 
«por  muchos  aiios  el  oficio  de  Capellan  y 
«Director  de  monjas  en  el  convento  de 
«Carmelitas  calzadas  de  esta  ciudad. 
«Religioso  y  sacerdote  ejemplarisimo  se 
«había  hecho  estimar  de  todos  cuantos  le 
«trataron.  Su  muerte  ha  sido  corres- 
«pondiente  à  su  vida,  la  de  un  justo. 
»(R.  L  P.)»(l). 

R.  P.  Luis  Nadal  y  Pi,  natural  de  Bar- 
celona, que  a  los  16  anos  de  edad,  a  20  de 
mayo  de  1819,  profesó  en  Barcelona. 
Ahora  Subprior. 

R.  P.  Miguel  Masoliver,  natural  de 
Camprodon.  Maestro  de  novicios. 


^   jíficAa.e/ yfítxjoí'-^c^X-  ^AoJj'ífO-'í^'^  2(C 


'íífin 


R.  P.  Hipólito  Dulcety  V'iguer,  natural 
deSan  Hipólito  de  \^oltregà,  quien  a  los 
17  anos  profesó  en  Barcelona  a  27  de 
agosto  de  1775.  Ahora  confesor  de  las 
monjas  Carmelitas  calzadas. 

R.  P.  José  Avella  }•  Canals,  de  Barce- 
lona: nacido  en  24  de  enero  de  1777,  y 
profesado  en  Barcelona  a  21  de  marzo  de 
1793. 


(6)  Üoletin  oficial  eclesidstico  del  Obispado  de 
Barcelona. — Número  del  sàbado  lo  de  enero  de 
1 86 1,  pàg.  ^t<. 


586 


LIIJRO     TEUCICIÍO.  CAPlTcJl-O     DKCl.MO 


R.  P.  Elías  Raset  y  Morató,  de  Barce- 
lona, profesó  en  Barcelona  a  la  edad  de 
16  anos  en  23  de  julio  de  17.SÓ. 

R.  P.  Salvador  Casabó  y  Font,  de  Bar- 
celona: profesó  aquí  a  los  18  anos  de  su 
edad  en  11  de  julio  de  1794. 

R.  P.  Luis  Fàbrega  y  Sala,  de  Olot; 
profesó  en  Barcelona  a  22  de  mayo  de 
1796  a  los  16  afios  de  su  edad.  Ahora 
ciego. 

R.  P.  José  Pujol  y  Vila,  de  la  Pobla  de 
Ordis;  profesó  a  6  de  mayo  de  1798. 
Aunque  conventual  de  Olot,  ahora  se 
hallaba  en  el  convento  de  Barcelona. 

R.  P.  Francisco  Perramon  y  Ballaró, 
de  Manresa,  quien  a  los  16  aíïos  profesó 
en  Barcelona  en  30  de  enero  de  1804. 

R.  P.  Juan  Farré  y  Sobranes,  de  Léri- 
da,  el  cual  a  los  16  anos  profesó  en  Bar- 
celona en  21  de  septiembre  de  1819. 

R.  P.  Pedró  Sunyer;  profesó  en  Gerona 
a  15  de  malyo  de  1825. 

R.  P.  Jaime  Roig;  profesó  en  el  Colegio 
a  12  de  julio  de  1826. 

R.  P.  Sebastian  Grimau;  profesó  en 
Valls  a  12  de  julio  de  1825. 

R.  P.  José  Vallosera  y  Ros,  de  Olot;  a 
los  18  anos  profesó  en  Barcelona  en  9  de 
octubre  de  1826. 

R.  P.  Magín Sarró y  Sanmartí,  de  Man- 
resa; profesó  a  los  16  afios  en  Barcelona  a 
9  de  octubre  de  1826. 

R.  P.  Jaime  Cabestany  y  Bellart,  de  Ro- 
cafort, quien  a  los  17  anos  de  edad  pro- 
fesó en  Barcelona  en  12  de  enero  de  1829. 

R.  P.  Narciso  Feliu. 

R.  P.  José  Blat. 

R.  P.  José  Serra. 

R.  P.  Pedró  Nonó. 

R.  P.  Eudaldo  Surroca,  de  Barcelona, 
Contralto  de  la  capilla  de  música. 

R.  P.  Esteban  Iglesias. 

R.  P.  Joaquín  Sola  y  Plana,  de.  Olot, 
quien  a  los  17  aflos  profesó  en  Barcelona 
a  los  10  de  diciembre  de  1827. 

R.  P.  Jaime  Cabestany. 

R.  P.  Miguel  Ferrer. 

R.  P.  José  Barcons,  de  Olot. 

R.  P.  José  Codinach. 

R.  P.  José  .Solà. 


Fr.  Francisco  Poleti  y  Llorens,  de  Bar- 
celona, quien  a  los  16  anos  de  edad  pro- 
fesó en  Barcelona  en  12  de  julio  de  1830. 

Fr.  Francisco  Danès  y  Roda,  de  Olot, 
quien  a  los  21  aflos  de  edad  profesó  en 
Barcelona  a  12  de  diciembre  de  1833. 

Fr.  Bernardo  Sostres  y  Pijoan,  de  Man- 
resa, quien  a  los  19  anos  de  edad  profesó 
en  Barcelona  a  los  4  de  abril  de  1834. 

Fr.  Francisco  Coch  y  Camps,  de  Cam- 
prodon, quien  a  los  16  afios  de  edad  pro- 
fesó en  Barcelona  a  los  4  de  abril  de 
1834. 

Fr.  Severino  Vergés  y  Ribas,  de  San 
Pedró  de  Torelló,  quien  a  los  20  anos  de 
edad  profesó  en  Barcelona  en  4  de  abril 
de  1834. 

Fr.  Ramon  Bruguera  y  Pujol,  de  San 
Hilario,  quien  a  los  19  afios  de  edad  pro- 
fesó en  Barcelona  a  4  de  abril  de  1834. 


^ 


'P(M4 


ueíO-' 


Fr.  Fx-ancisco  Baulenas  y  Torrent,  de 
Manlleu,  quien  a  los  17  anos  de  edad 
profesó  en  Barcelona  a  4  de  abril  de 
1834. 

Fr.  José  Blanquet  y  Serrat,  de  Cam- 
prodon, quien  a  16  aflos  de  edad  profesó 
en  Barcelona  en  4  de  abril  de  1834. 

Fr.  Isidro  Devant  y  Ullastre,  de  Cas- 
tellgalí, quien  en  Barcelona  a  4  de  enero 
de  1835  profesó  teniendò  16  anos. 

Fr.  Mariano  Vidal. 

LEGOS 

Fr.  Juan  Rupit  y  Pàmies,  de  la  Selva 
del  Campo,  quien  a  la  edad  de  28  aflos 
profesó  en  Barcelona  en  3  de  octubre  de 
1803.  En  1835  estaba  decrépito. 

Fr.  Francisco  Caval  y  Rius,  de  San 
Martin  de  Maldà,  quien  a  los  23  anos  de 


LA    NOCIIE    DEL    25     DE    JL  LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


587 


edad  profesó  en  Barcelona  a  los  12  de 
junio  de  1826.  Era  el  cocinero  del  con- 
vento. 

Fr.  Simeón  Sarret  y  PalIAs,  de  San 
Martí  de  Malda,  quien  a  los  22  anos  de 
edad  profesó  en  Barcelona  a  los  12  de 
junio  de  1826.  Era  el  despensero. 

Fr.  Pedró  Martí  y  Figarola,  quien  a 
los  30  anos  profesó  en  Barcelona  a  los  21 
de  septiembre  de  1829. 

Fr.  Pedró  Ferrer. 

Fr.  Joaquín  Rosell. 

Fr.  Antonio  Pallarols,  dementeen  1835. 

Fr.  Ramon  Jou. 

Fr.  Juan  Grimal  y  Prats,  del  Pont  de  la 
Armentera. 

Fr.  Manuel  Teixiner,  portero  del  con- 
vento  en  1835  (1). 

El  estado  del  animo  de  los  habitantes 
del  convento  del  Carmen  quedo  ya  mani- 
festado  en  el  articulo  1."  del  capitulo  VIII 
de  este  libro;  mas  como  el  texto  del  cual 
tomé  las  noticias  viene  tan  clavado  a  este 
luçar  en  que  trato  de  los  sucesos  del 
interior  del  claustro,  no  quiero  resistir  a 
la  tentación  de  volver  a  copiarlo,  y  aun 
su  continuación.  Así  me  escribió  el  Padre 
José  Barcóns  y  Saderra,  modernamente 
Provincial  de  Carmelitas,  en  1835  simple 
religioso:  «Venia  una  persona  conocida 
»al  convento,  é  inmediatamente  los  reli- 
»giosos  le  preguntaban:  cQué  hay  de 
»nuevo?  Unas  personas  decian  que  nos 
»iban  à  quemar;  otras  a  degollar;  otras 
»que  nos  iban  a  arrastrar  por  las  calles; 
»otras  que  nos  Uevarian  à  Amèrica  en 


(i)  He  formado  estàs  listas  con  las  de  los  pa- 
saportes  librados  por  la  autoridad  a  los  frailes  al 
salir  estos  de  los  luertes.  con  las  relaciones  ora- 
Ics,  y  con  el  libro  de  hàbitos  y  profesiones  del 
convento.  Las  primeras  se  hallan  en  el  .Vrchivo 
municipal  de  Barcelona  en  el  libro  Acuerdos. 
j."  semestre.  iSjy.  —  El  libro  de  hàbitos  y  profe- 
siones en  la  sala  de  manuscritos  de  la  Biblioteca 
provincial-universitaria.  — Para  aclarar  si  el  Prior 
F.  Antonio  Gener  es  el  mismo  .Kntón  Gené  que 
profesó  en  1707,  he  consultado  muchos  documen- 
tos:  y  soltadas  las  dificultades,  resulta  evidente 
que  es  uno  mismo. 


»buques  malos,  etc,  etc...  Esto  era  fàcil 
»de  creer  por  los  muchos  insultos  que 
«recibíamos  en  las  calles,  ya  de  palabras, 
»ya  de  piedras,  ya  de  tronchos  de  coles... 

>'Estas  noticias  ya  de  las  personas  de 
»bien  que  las  comunicaban,  ya  de  los 
^mismos  religiosos  que  las  presenciaban, 
>:'ya  del  Gobierno  que  las  dejaba  impunes, 
»eran  creidas  de  toda  la  comunidad,  que 
»como  una  chispa  elèctrica  se  comunica- 
»ba  de  unos  en  otros  en  el  grandioso  con- 
»vento  del  Carmen,  quedando  todos  desa- 
»zonados  perdiendo  unos  el  color  de  la 
»cara,  otros  las  ganas  de  comer,  en  fin 
»todos  enfermaban.  Así  pasamos  un  mes 
»como  Dios  quiso,  oyendo  cada  dia  las 
»exhortaciones  de  los  Superiores  que 
«aconsejaban  que  no  solo  perdonàsemos 
»à  nuestros  enemigos,  sinó  que  los  enco- 
«mendasemos  à  Dios. 

»Finalmente  vino  el  dia  tan  deseado 
»por  la  Revolucion,  sàbado  25  de  julio  del 
xantedicho  aüo  de  1835.  Por  la  mariana 
»salió  el  cocinero  à.  la  compra,  }■  despues 
»de  muchos  y  vaiiados  insultos,  encontró 
Ȉ  uno  que  llevaba  una  olla  Uena  de  un 
»liquido  humeante,  quien  con  insolente 
»sarcasmo  le  dijo:  ;Fraile,  Fraile!  esto 
Siservird  para  quemaros  esta  noche.To• 
»dos  estos  y  otros  muchísimos  insultos 
»sutridos  por  los  religiosos  eran  golpes 
»mortales  para  la  pobre  comimidad:  en 
»una  palabra  era  un  continuo  morir.  Però 
»aun  alarmaban  mas  todavia  las  perso- 
»nas  de  bien  que  nos  apreciaban,  porque 
»naturalmente  como  mas  verídicas,  ha- 
»cian  mas  fuerte  impresion  en  nuestro 
»corazon»  (2). 

Concorde  con  estàs  noticias  del  Padre 
Barcóns,  me  dijo  el  Padre  Codinach,  de 
este  convento,  que  el  25  de  julio  hacía  ya 
una  semana  que  Uegaban  continuos  reca- 
dos  y  avisos  de  que  la  casa  corria  peli- 
gro;  y  que  el  Prior,  al  ver  la  alarma  que 
los  tales  avisos  producian  en  los  frailes, 


(2)  kelaciüB  que  me  envio  escrita  desde  el 
convento  de  Onda  dicho  P.  Provincial  D.  José 
Barcóns  y  Saderra  en  octubre  de  1S83. 


I.IIiRO    TliUCliKO. — CAPITULO    DliCI.MO 


mucho  les  aconsejaba^que  se  guardasen 
de  cometer  una  caprichada  (1);  la  que,  a 
mi  ver,  no  podia  ser  otra  que  huir  del 
convento  a  tierra  amiga. 

En  la  manana  del  misnio  25  de  julio, 
dia  en  el  que  la  Iglesia  no  solo  celebra  la 
fiesta  del  Patión 
de  Espana,  sinó 
la  de  San  Cucu- 
fate  màrtir,  el 
Padie  Lector 
Juan  Ferrer  sa- 
lió  del  convento 
acompanado  del 
corista  Fr.  Isi- 
dro  Devant,  pa- 
ra predicar  el 
panegírico  de 
este  Màrtir  en  la 
parroquial  de  su 
nombre  de  esta 
Ciudad.  Algo  no- 
to el  Lector  en 
el  pueblo  al  salir 
del  convento, 
pues  estando 
aún  en  la  calle 
del  Carmen,  y 
acertando  a  pa- 
sar  por  alli  unos 
empleados  de 
policia,  se  diri- 
gió  a  ellos  y  les 
pregunto  si  ame- 
nazaba  algun 
peligro  para  la 
pública  tranqui- 
lidad;  a  lo  que 
contestaron   los 

polizontes  que  no  temiesen,  y  hiciesen 
tranquilos  su  camino,  pues  ellos  tenían 
orden  de  socorreries  en  el  momento  en 
que  necesitasen  socorro.  El  Lector  y  el 
corista  siguieron  su  via  no  sin  que  el  pri- 
mero  fuese  murmurando:  «Si  yo  lo  hubie- 
»se  previsto,  no  tomarà  este  sermón». 
Este  predicado,  ambos  amedio  dia  regre- 
saron  al  cenobio  sin  mas  novedad  que 


ÍUib2Ctxiobíts;dcl9 
íccuUiGf  td  p:cíct  €6 

'Dc^axclona,ïRcno 
uar  eftp:clct aíív  de 
mGcílcntJ^iioílo 

^^ujalí?'.  vScaaaií 
V'ílNixivc  lo  ^.fl 

Hermosa  portada  de  un  manuscrito 
del  convento 


encontrar  que  los  religiosos  departían  por 
lo  bajo  del  presente  peligro,  de  modo  que 
no  se  observaban  ya  las  horas  del  hora- 
rio  de  la  casa  (2). 

«Avisados  por  la  íamilia  Lluch  (à  la 
»que  pertenecía  Fr.  Joaquín,  entonces  co- 
»rista,  y  después 
>^Obispo  de  Bar- 
»celona  y  al  fin 
>:'Cardenal  de 
>.^Sevilla)  de  la 
»inminencia  de 
>'Un  gravísimo 
»peligro  que 
«amenazaba  à 
»todas  las  órde- 
»nes  religiosas 
»de  Barcelona , 
»al  caer  de  la 
»tarde  del  25  de 
»julio  entraren 
»en  secreta  con- 
»f  e  r  e  n  c  i  a  el 
«Prior  y  el  Pa- 
»dre  Maestro 
»Cels,  que  hacia 
»las  veces  de 
>;Provincial,  pa- 
»ra  resolver  si 
»era  preferible 
»permanecer  en 
»el  convento,  ó 
«aceptar  el  ofre- 
»cimiento  de  di- 
»cha  família  que 
»en  sumismaca- 
»sa  nos  presen- 
»taba  un  auxilio 
>;del  momento. 
>.Determinaron  que  nadie  se  moviese»;  }' 
nadie  se  movió.  «Dos  religiosos  subieron 
»por  mandato  del  Prior  al  campanario 
»para  observar  los  movimientos  de  los 
»revolucionarios»  (3). 
Al  finalizar  de  aquella  tarde,  sobre  las 


(i)     jMe  lo  dijo  en  Olot  a  22  de  agosto  de  1883.    | 


(2)  Relación  del  mismo  corista  Fr.  Isidro  De- 
vant, hecha  a  mi  en  Manresa  a  14  de  septiembre 
de  iStio. 

(3)  Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant. 


I.A    NOCIIE    DEI.    2>    DE    JLLIO     DENTRO    DE    LOS    CLAUSTRO? 


589 


siete,  llego  al  convento  la  noticia  de  la 
jarana  de  la  Plaza  de  toros  y  del  arras- 
tramiento  del  toro,  noticia  que  en  el 
Animo  ya  sobresaltado  de  los  religiosos 
produjo  harto  susto  y  conmoción;  de 
modo  que  la  campana  del  refectorio  no 
llamó  a  la  hora  acostumbrada.  El  Prior 
tomo  sus  medidas  de  precaución,  envian- 
do  a  las  calles  dos  mozos  de  la  casa  para 
que  le  informasen  del  estado  de  la  ciu- 
dad,  y  colocando  centinelas  en  las  venta- 
nas  (1).  De  éstas  desempenó  una  en  un 
balcón  del  piso  segundo  del  lado  de  la 
huerta  el  corista  Fr.  José  Barcóns  (2). 

A  su  hora,  serían  las  ocho,  la  Comuni- 
dad  acudió  al  templo  a  cantar  la  Salve, 
canto  que  se  efectuaba,  no  desde  el  coro, 
sinó  extendidos  en  dos  filas  los  frailes  a 
lo  largo  del  eje  o  centi'o  de  la  iglesia.  A 
mitad  del  acto  oyeron  los  religiosos  en 
la  calle  un  tumulto,  que  no  dudo  provino 
del  paso  por  frente  del  templo  y  convento 
de  la  turba  con  el  toro;  lo  que  motivo 
que  los  frailes  corriesen  a  cerrar  la  igle- 
sia, aun  dejando  dentro  los  seglares  que 
asistían  al  acto.  Retirados  aquéllos  al 
convento  y  calmado  el  ruído,  se  facilito 
la  salida  a  la  calle  a  estos  (3).  Algunos 
religiosos  en  esta  ocasión  depositaron 
sus  cofres  en  la  casita  del  hortelano, 
poniendo  en  cada  uno  el  nombre  de  su 
dueno  (4). 

Renació  algo  la  paz  en  la  casa,  y  así,  a 
eso  de  las  nueve,  sono  la  campana  de  la 
cena,  a  cuyo  tanido  la  Comunidad  bajó 
al  refectorio  (5) ;  mas  la  agitación  del 
espíritu  hizo  que  nadie  pudiese  apenas 
probar  bocado  (6):  noticia  de  la  que  con- 


(i)     Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant. 

(;)     Relación   citada  del   mismo  P.   José  Bai- 

■  ns. 

(?)  Relación  cit.  del  P.  José  Codinach.  — Rcla- 
^■ii'in  del  P.  .Miquel  I-'errer  hecha  a  mi  en  I.a  Riha 
a  2Ç  de  septiembre  de  i88o. 

(4)  Relaciones  varias  del  hiiii  del  hortelano 
D.  Benito  Tomàs. 

(s)  Todos  los  religiosos  por  mi  interrogados 
dan  testimonio  de  la  ida  a  la  cena. 

(())     Relación  cit.  del  P.  José  Barcóns. 


vendria  dar  traslado  al  senor  Don  Víctor 
Balaguer,  el  escritor  de  la  tranquila  cena 
de  los  Franciscos  en  Atarazanas.  Servia- 
se  aquel  dia  ensalada  de  escarola  y  luego 
pescado  con  salsa.  Estaba  el  refectorio 
en  silencio,  sin  oirse  mas  que  el  lector  y 
el  ruído  de  los  platós,  cuando  en  el  mo- 
mento  en  que  se  iba  a  pasar  de  uno  al 
otro  de  los  dos  platós  indicados,  entra  el 
lego  Grimal  3-  precipitadamente  se  dirige 
al  presidente  del  refectorio.  El  vivo  deseo 
de  saber  el  recado  y  el  sobresalto  apa- 
recen  stibitamente  en  todos  los  rostros. 
«Padres  y  Hermanos,  dijo  el  Presidente; 
«iaprisa!»  La  zozobra  levanta  repentina- 
mente  a  todos  los  frailes;  quién,  como 
Fr.  Miguel  Ferrer,  salta  por  sobre  de  la 
mesa;  quién  sale  por  el  lado,  todos  veloz- 
mente;  todos  tiran  la  servilleta;  todos 
abandonan  las  mesas  dejando  encendi- 
das  las  luces  e  intactos  los  platós  del 
pescado;  y  salen  al  claustre  gótico,  al 
cual  daba  la  puerta  del  refectorio  (7).  La 
noticia  traida  por  el  lego  era  que  las 
puertas  ya  ardían  (8).  En  el  claustre, 
dejada  toda  formación  y  orden,  todos 
rodean  al  Padre  Prior,  el  cual  exclama 
en  alta  voz:  «El  convento  arde».  Ardían 
realmente  las  puertas.  «rQué  hacemos?», 
preguntan  los  màs.  El  Prior  dejó  en 
libertad  a  cada  uno  para  seguir  el  parti- 
doquejuzgara  màs  conveniente;  emperò 
indico  su  parecer  de  refugiarse  en  el 
terrado  del  templo.  La  inmensa  mayoría 
de  la  Comunidad  le  siguió  C^);  y  si  el  Pa- 
dre Prior  prohibiera  la  salida,  ni  uno 
habría  salido,  segtin  me  aseguró  uno  de 
ellos:  ital  era  el  poder  de  la  voz  del  Supe- 
rior entre  los  Carmelitas  calzados! 

El  Padre  Viceprovincial  Francisco  Cels 
aconsejaba  que  cada  uno  se  retirarà  a  su 
celda,  y  allí,  con  el  crucifijo  en  la  mano 
y  arrodillado  ante  la  imagen  de  la  Vir- 
gen,  rogase  por  los  enemigos  y  resignado 


(7)  Relaciones  ya  ciladas  del  P.  Isidro  Devant 
y  del  P.  .N\i^uel  Ferrer. 

(8)  Varias  relaciones  de  Irailes  de  esta  casa. 
(0)     Todos  los  frailes  interrogados   lo  declaran 

asi. 


590 


I.IBRO    TERCEIiO.  —  CAPITL'LO    DKCIMO 


les  esperase  (1).  No  es  para  todos  los 
espíritus,  y  menos  en  momentos  de  so- 
bresalto, el  heroísmo.  El  mismo  Padre 
Cels  huyó,  con  el  resultado  fatal  que  en 
parte  ya  llevo  explicado  en  el  capitulo 
anterior,  y  que  muy  luego  por  lo  largo 
referiré. 

Subieron,  pues,  los  religiosos,  por  la 
regia  escalera  de  màrmol  negro,  al  primer 
piso  alto  del  claustro  greco-romano,  o 
contiguo  al  templo;  y  de  allí,  por  una  de 
caracol,  al  terrado  de  la  misma  iglesia  (2). 
Llevaron  consigo  a  los  decrépitos,  y  para 
mayor  seguridad,  ya  desde  un  principio, 
del  terrado  los  subieron  a  lo  alto  del 
campanario,  entre  ellos  el  lego  cojo  Fr. 
Juan  Rupit,  el  Padre  Luis  Fàbrega,  viejo 
y  ciego,  però  sabio,  y  el  Padre  Hipólito 
Dulcet,  que  contaba  77  anos  de  edad  (3). 
Llegados  los  frailes  al  terrado,  trataron 
de  obstruir  la  escalera  de  caracol  para 
impedir  el  ascenso  de  los  perseguidores, 
y  para  esto  arrojaron  en  ella  cuantos 
objetos  hubieron  a  mano  (4j. 

La  superior  techum.bre  del  templo  se 
componia  de  dos  partes:  una,  no  grande, 
era  terrado  enladrillado;  la  otra,  cubierta 
de  tejas  3',  por  lo  mismo,  de  difícil  tran- 
sito por  ella  (5);  una  firme  por  sus  firmes 
componentes,  otra  dèbil  por  la  debilidad 
de  estos.  Colocado  el  indicado  numerosí- 
simo  grupo  de  religiosos  en  el  terrado, 
tuvo  que  apurar  las  màs  acerbas  amar- 
guras.  Veia  a  los  amotinados  libremente 
circular  por  las  calles;  contemplaba  horro- 
rizado  el  f uego  de  los  demàs  y  no  lejanos 
conventos,  y  oía  el  lúgubre  tanido  de  sus 
campanas  pidiendo  auxilio.  Muy  pronto 
sintió  el  incendio  del  suyo,  cuyo  fuego 
iba  ya  dominando  en  la  casa  por  varios 
lados,  por  la  porteria,  por  la  puerta  de  la 


(i)     Relación  cit.  del  P.  José  Barcóns. 

(2)  Relación  cit.  del  P.  Isidro  Devant,  y  de 
otros  varios  religiosos  de  la  casa. 

(3)  Relaciones  de  varios  religiosos. 

(4)  Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant.  que 
estuvo  en  el  terrado. — Relación  cit.  del  P.  José 
Codinach. 

(í)     Relación  cit.  del  lego  Fr.  Francisco  Cabal. 


huerta,  y  sobre  todo  por  el  templo,  que 
los  frailes  tenian  bajo  los  pies.  De  cada 
uno  de  los  agujeros  destinados  a  las 
cuerdas  o  alambres  de  las  aranas  brota- 
ban  columnas  de  ardiente  humo,  cual  el 
de  una  locomotora,  al  paso  que  el  proce- 
dente  de  las  ventanas  asfixiaba.  El  suelo 
que  pisaban  se  iba  calentando;  y  el  pro- 
metido  auxilio  de  la  fuerza  pública,  a 
pesar  de  pedirlo  con  planidero  sonido  la 
pròpia  campana,  no  parecía.  Así  aquella 
Comunidad  pasó  como  una  hora  de  mor- 
tal angustia.  El  ejemplar  Padre  Prior, 
viendo  el  ràpido  paso  con  que  se  acre- 
centaba  el  peligro,  dijo  a  sus  frailes: 
«Padres  y  Ilermanos,  vamos  à  morir: 
«ofrezcamos  nuestra  vida  a  Dios».  Arro- 
dillàronse  todos  y  el  Prior  les  dió  en 
común  la  absolución  (6).  En  particular  se 
confesaban  unos  a  otros  entre  los  suspi- 
ros  y  las  làgrimas  de  los  mas  espantados. 
Al  llegar  al  terrado  y  al  contemplar  des- 
de su  barandilla  el  corto  número  de  los 
incendiarios  (los  cuales,  según  testimo- 
nio de  uno  de  estos  frailes  que  los  vió,  no 
alcanzaban  a  doce),  algunos  de  los  frailes 
jóvenes  propusieron  al  Prior  defenderse, 
matando  a  los  agresores;  mas  el  Prior  no 
lo  consintió  (7).  iTanta  virtud  dominaba 
en  el  Carmen! 

La  estancia  en  el  terrado  se  hacía  por 
momentos  imposible,  pues  era  }■  a  inminen- 
te  su  hundimiento.  Algunos  subieron  al 
campanario;  però  de  todos  modos  era 
necesario  huir.  ;Cómo?  ;Por  qué  lado? 
tCon  qué  medios?  El  joven  presbitero 
Padre  José  Codinach  propuso  recoger  la 
cuerda  de  la  campana,  dejarla  colgar  por 
la  parte  de  fuera,  y  por  ella  irse  descol- 
gando  (8).  Así  se  acordo.  Se  intenta  reple- 
gar arriba  una  de  las  cuerdas,  mas  tenia 
un  nudo,  y  joh  desgracia!  no  pasaba  por 
el  agujero  del  suelo.  Se  tiro  de  otra,  o  sea 
de  la  campana  llamada  mitxana,  y  afor- 


(6)  Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant. 

(7)  Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant. — Re- 
lación del  P.  José  Codinach. 

(8)  Relación  citada  del    mismo   P.   José  Codi- 
nach. 


LA    NOCIIE    DEL    2^    DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTKOS 


5P1 


tunadamente  toda  pasó  (1).  Se  la  puso 
pendiente  por  defuera,  para  que  por  ella 
se  delizasen  como  hàbiles  acróbatas  res- 
petabilísimos  sacerdotes,  solo  acostum- 
brados  al  recogimiento  y  a  la  pràctica 
de  la  piedad  (2).  No  serà  lince  quien 
adivine  las  enormes  dificultades  y  peli- 
gros  de  tal  descenso  por  una  cuerda, 
practicado  por  varones,  unos  gruesos  y 
de  peso,  otros  flacos,  débiles  y  delicados, 
vestides  unos  con  solas  ropas  interiores, 
los  mas  con  embarazosos  hàbitos  talares, 
ninguno  inteligente  en  ejercicios  gimnàs- 
ticos,  todos  sin  fuerzas  corporales  ni  agi- 
lidad,  y  todos,  todos  conmovidos,  espan- 
tades y  hasta  aterrados.  Noquedaba  màs 
remedio;  y  uno  tras  otro  se  deslizaron 
por  la  cuerda,  emperò  dejando  en  ella  la 
piel  de  las  palmas  de  las  manos,  que  para 
evitar  el  recio  roce  de  éstascon  la  cuerda 
faltaba  fuerza  y  habilidad  para  ir  cam- 
biando  las  manos.  Luego  los  carmelitas 
puestos  en  la  Ciudadela  eran  prontamen- 
te  de  todos  conocidos  por  el  vendaje  de 
sus  manos  (3).  Al  sacar  el  muy  venerable 
Padre  Avella  sus  pies  de  la  baranda  del 


tyz 


C^J^   cm>e((c 


jCiüor-'"    ^/^cc^ 


terrado,  y  al  empezar  su  descenso,  sintió- 
se  presó  por  el  escapulario,  y  con  no 
poca  dificultad  tuvo  que  parar  la  bajada, 
quedando  suspendido  de  las  manos.  Otro 
fraile  inadvertidamente  pisaba  sobre  la 
baranda  la  punta  de  dicho  escapulario. 
Avella,  temiendo  que  sus  palabras  pudie- 
sen  descubrirle  ante  los  enemigos,  callóse 
hasta  que  su  hermano,  también  inadver- 
tidamente, levantó  el  pie  (4).  Sin  embargo. 


(i)     Kelación  cit.  del  P.  José  Barcóns. 

(2)  Numerosisiïnos,  meior.  todos  los  frailes 
de  esta  casa  atestiguan  cl  descenso  por  la  cuerda 
de  la  campana. 

(•?)  Son  muchos  los  lestigos  que  advcran  las 
llajías  de  las  manos. 

(Ji)     Rclación  de  D.'  Ana  Cullell  de  Cortes,  que 


tal  punto  alcanzaba  la  pueril  inocencia 
de  Avella,  que  al  llegar  al  pie  de  la  cuerda, 
en  lugar  no  menos  peligroso  que  esta, 
dijo  al  corista  Isidro  Devant.  que  le  había 

inmediatamente  precedido  en  el  descen- 
so: «Vea,  hermano,  me  ha  caido  la  caja 
»del  tabaco».  «iPara  tabaco  estamos!», 
contesto  el  joven,  y  siguieron  sufuga(5). 
El  Padre  Prior  Antonio  Gené  en  estos 
peligrosos  trotes  del  terrado  y  campana- 
rio  lastimóse  una  pierna,  de  tal  modo  que 
paro  en  una  cama  del  hospital  (6). 

Salvadó  el  peligro  del  terrado  3-  el  de 
la  cuerda,  quedaban  los  religiosos  en  otro 
no  menor,  del  cual  les  libró  un  milagro 
de  la  Divina  Providencia,  porque  esta- 
ban  no  sobre  llana  y  firme  tierra,  sinó  en 
un  lugar  alto  a  nivel  del  tejado  del  cama- 
rín,  sobre  un  pasillo  de  unos  tres  palmos 
de  anchura,  inclinado,  sin  barandilla,  >■ 
del  cual  por  lo  mismo  era  facilisimo  un 
resbalón  que  diera  con  los  frailes  en  el 
patio  de  la  porteria.  Era  el  an- 
gostísimo  terradito  que  en  el  àb- 
side  del  templo  se  formaba  entre 
^^  los  contrafuertes.  La  turbación  y 
la  obscuridad  de  la  noche  acre- 
ceníaban  el  peligro.  Del  pasillo 
pasaron  a  casa  Sagarra  por  sobre  el  teja- 
do del  camarín,  linica  construcción  que 
unia  el  templo  a  la  vecina  dicha  casa  de  la 
noble  familia  de  Sagarra;  }•  pasaron,  digo, 
f ormando  el  tejado  dos  vertientes,  tenien- 
do  en  el  fondo  a  la  izquierda  el  dicho  patio 
de  la  porteria,  a  la  derecha  la  calle  con 
los  incendiarios,  y  bajo  del  camarin  la 
puerta  del  convento  ardiendo.  Asi  aque- 
lles frailes  en  numerosos  grupos  llegaron 
al  terrado  de  la  indicada  casa  Sagarra  (7). 

lo  habia  oido  de  boca  del  P.  Avella.  Barcelona  21 
de  marzo  de  1880. 

(í)     Rclación  cit.  del  mismo  P.  Isidro  Devant. 

(0)  Relaciones  de  varios  frailes. — Notas  de  los 
libros  del  Hospital. 

(7)  Numerosas  relaciones  de  frailes  de  este 
convento. 


592 


LIERO    TERCERO.  —  CAPITULO     DKCIMO 


Hallaron  ía  puerta  de  este  terrado  ce- 
rrada  por  robusta  cerraja,  mas  a  uno  de 
ellos,  con  ser  tísico,  dióle  tales  fuerzas  la 
necesidad  y  el  terror,  que  con  las  unas  la 
arranco  (1).  Bajaron  a  la  habitación  de 
la  família,  y  allí,  disfrazandose  los  que 
todavía  vestían  los  hàbitos,  hu}'eron  por 
diversos  camínos,  como  iremos  viendo  (2). 
Los  màs  de  ellos  bajaron  al  jardín  de  la 
casa,  desde  el  cual,  cruzando  cercas  de 
separación  de  unos 
con  otros  jardínes, 
pararon  lejos.  En- 
tonces  no  existia 
la  actual  calle  de 
Montjuich  del  Car- 
men,  y  así  la  isla 
de  casa  Sagarra 
llegaba  hasta  la  ca- 
lle de  Xuclà.  La 
prudència  no  per- 
mitía  que  tantos 
frailes  quedasen  en 
esta  casa  tan  prò- 
xima al  convento, 
y  por  lo  mísmo  tan 
expuesta  a  un  re- 
gistro e  invasión 
de  los  enemigos. 
Determinaron  salir 
en  grupos  de  siete 
u  ocho  cada  uno. 
Bajaron,  como   dí- 

go,  al  jardín  trasero  de  Sagarra,  y  atra- 
vesando  cercas  de  los  jardínes  traseros 
de  las  casas  de  la  calle  del  Carmen,  fue- 
ron  caminando  hacia  Belen.  Uno  de  los 
grupos,  en  el  que  iba  el  corista  Isídro 
Devant,  era  guiado  por  el  Padre  Jaime 
Cabestany,  el  cual  se  esforzaba  en  acon- 
sejar  a  los  jóvenes  el  silencio  para  evi- 
tar ser  descubiertos.  Llegados  al  pos- 
trer  jardín,  mutuamente  se  preguntaron 
por  el  partido  que  se  debiese  entonces 
seguir.  Ignoraban  el  animo  y  sentir  de  los 
habitantes  de  aquellas  casas,  y  por  lo 


U.V    ESCUDO 

DEL  Carmen 


(i)     Relación  del  I.  Sr.  D.  .Mariano  de  Safíarra 
n  Barcelona  a  21  de  marzo  de  i&So. 
(2)     Relaciones  de  varios  frailes. 


mismo  mezclíibanse  los  temores  con  las  es- 
peranzas  de  los  pobres  perseguidos,  y  en 
su  consecuencia  variaban  sus  propues- 
tas  de  resolución.  Al  fin  determinaron 
pedir  auxilio  a  los  habitantes  de  la  casa 
postrera.  Llaman,  y  desde  el  interior  les 
contestan,  però  sin  abrir  la  puerta,  que 
no  pueden  admitirles  porque,  de  hacerlo, 
se  comprometieran.  Insistieron  en  la 
súplica  los  religiosos  hasta  que  los  de  la 
casa,  entrados  en 
sí,  propusieron  a 
los  frailes  que  irian 
ellos  por  la  tropa 
que  estaba  en  la 
calle.  Aceptaron 
los  cenobitas,  y  así 
subió  al  mismo  jar- 
dín una  compafiía 
de  artilleria,  y  co- 
locando  a  aquéllos 
entre  íilas,  los  con- 
dujeron  a  la  Con- 
valecencia,  frente 
de  su  mismo  con- 
vento (3). 

Otro  de  los  di- 
chos  grupos  em- 
prendió  igualmente 
la  marcha  cruzan- 
do cercas  o  tapias 
divisorias  de  jardí- 
nes, y  en  el  mismo 
sentido  que  el  anterior.  En  uno  de  los 
primeros  jardínes  halló  una  gruta  o  sub- 
terràneo,  y  en  ella  acurrucados  los  frailes 
se  escondieron.  Oían  pasos  en  el  jardín, 
ignorando  si  los  daban  amigos  o  enemi- 
gos, circunstancia  que  les  atemorizaba. 
Al  cabo  de  un  rato  se  decidieron  a  saUr 
de  su  madriguera  y  continuar  la  trave- 
sía  de  jardínes  hasta  llegar  a  la  casa  de 
un  capitàn  de  milícia,  al  cual  los  frailes 
conocían  porque  en  los  tiempos  anterio- 
res  utilizaba  el  claustro  del  convento 
para  adiestrar  a  su  compaiïía  en  el  ejerci- 


del  templo 
de  Barcelona 


(5)  Relación  del  corista  P.  Isidro  Devant.  cit. 
—  Relación  del  corista  P.  Francisco  Coch  en  Olot 
a  10  de  aorosto  de  1881. 


LA    NOCllE    DEL    2,     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


593 


cio.  En  estos  tiempos  había  hecho  ofreci- 
mientos  a  los  Padres  para  el  caso  de  peli- 
gro,  diciéndoles  que  se  refugiaran  en  su 
casa.  Allí  los  religiosos  fueron  alentados 
con  cordial  y  otros  alivios,  però  sufrian 
mucho  de  las  manos.  Se  fué  por  la  tropa, 
la  que  compareció  después  de  una  hora 
de  detención  de  los  religiosos  en  la  casa,  y 
por  pelotones  trasladólos  a  la  Con  valecen- 
cia,  donde  solícitas  las  Hernianas  les  cu- 
raron  las  heridas  de  las  manos.  De  este 
grupo  formó  parte  el  corista  Fr.  Bernardo 
Sostres,  de  cuya  boca  tengo  el  relato  (1). 
No  todos  los  fugitives  que  llegaren  a 
casa  Sagarra  huyeron  por  los  dichos  jar- 
dines  traseros  de  las  casas  de  la  calle  del 
Carmen,  pues  los  hubo,  como  el  Padre 
Sebastiàn  Grimau  y  el  Padre  José  Codi- 
nach,  que  desde  allí  se  escaparon  por  la 
calle.  El  primero  de  estos  dos,  al  salir 
del  refectorio  cuando  la  alarma,  se  diri- 
gió  con  otro  fraile,  hijo  de  Manresa,  al 
coro  para  desde  una  raja  que  dominaba 
el  exterior  de  aquel  lado  observar  la 
revolución.  «Una  turba  agrupada  al 
»derredor  de  nuestra  casa,  dijo,  daba 
»espantables  gritos  pidiendo  nuestro  ex- 
«terminio».  Quiso  entonces  refugiarse  en 
casa  Lluch,  però  era  imposible  salir  a  la 
calle.  Procuro  con  el  otro  religioso  buscar 
fuga  por  el  huerto;  mas  en  aquel  momen- 
to  los  gritos  de  la  turba  en  la  puerta  que 
dicho  huerto  abría  en  la  calle  de  los 
Angeles  les  anunciaren  la  llegada  alia  de 
los  amotinados;  y  así  no  hubo  mas  reme- 
dio  que  subir  a  la  azotea  del  templo  con 
los  demàs,  y  luego  por  medio  de  la  cuerda 
bajar  a  casa  Sagarra.  Salió  a  la  calle  y 
corrió  a  una  casa  amiga  pròxima  al  ceno- 
bio,  però  nadie  respondió  en  ella.  Vibra- 
ban  con  efecto  terrible  en  los  oídos  del 
pobre  fugitivo  los  gritos  vandalicos  de  la 
turba,  que  saludaba  con  vivas  estrepito- 
sos  los  adelantos  del  fuego  del  convento. 
De  continuar  allí,  veia  segura  su  muerte; 
y  como  acertase  a  pasar  por  alia  un 
capitàn,  tocóle  en  el  hombro,  y  le  dijo: 


(i)     Me  lo  hizo  en  Barcelona   en    i^   de   mar/ 
de  1880. 


«jCapitàn,  sàlvame  V.  por  Dios!»  Paróse 
el  militar,  miro  al  fraile,  y  le  dijo:  «Síga- 
-me  V.>^  y  le  llevo  al  hospital,  o  mejor 
dicho,  a  la  Convalecencia.  La  puerta  de 
este  benéfico  establecimiento  estaba  ce- 
rrada.Llamaron,  però  una  voz  del  interior 
contesto  que  aquella  puerta  no  se  abría  a 
tales  horas.  El  capitàn  mandó  recado  por 
la  puerta  de  la  calle  del  Hospital,  y  así  la 
de  la  del  Carmen  se  abrió.  Mientras  espe- 
raban  se  les  reunieron  tres  hermanos  de 
religión  mas  (2).  Las  circunstancias  de 
esta  fuga  del  Fr.  Grimau  y  la  de  hallar 
aún  cerrada  la  puerta  de  la  Convalecen- 
cia dan  a  entender  que  su  llegada  a  este 
establecimiento  fué  anterior  a  la  de  los 
frailes  que  cruzaron  los  jardines  de  las 
casas  de  la  calle  del  Carmen. 

El  segundo  fraile,  o  sea  el  Padre  José 
Codinach,  salió  de  casa  Sagarra  a  la  calle, 
y  juntandose  cou  un  monacillo  del  con- 
vento se  dirigieron  a  casa  de  éste,  la  que 
estaba  en  la  misma  calle,  frente  de  Belen. 
Llaman  en  la  puerta  de  abajo,  y  mientras 
el  niiïo  grita:  «Padre,  Padre»,  de  un  gru- 
po de  gente  de  baja  ralea  que  estaba  en 
la  Rambla  se  oye  una  voz  que  dice: 
Mira,  mira,  aquell  es  un  fntiit  fraref>. 
Entonces  Codinach,  corriendo,  regresa 
hacia  el  convento,  y  como  a  la  sazón  va 
la  fuerza  pública  había  despejado  el  tre- 
cho  de  frente  el  incendio,  se  metió  en  este 
como  cuadro,  y  de  allí  pasó  al  Hospital, 
donde  halló  muchos  religiosos,  todos  ami- 
lanados  (3). 

Arrojara  mas  luz  sobre  esta  fuga  de  los 
carmelitas  que  pasaron  por  casa  de  Saga- 
rra copiar  aquí  las  noticias  que  sobre  del 
tal  hecho  me  dieron  los  hijos  de  ella, 
Rdo.  Sr.  D.  Mariano  de  Sagarra,  enton- 
ces simple  subdiàcono,  después  muy  cono- 
cido  y  estimado  canónigo  de  nuestra 
Catedral,  y  Don  Francisco.  Desde  su 
casa  vieron  pasar  la  turba  con  el  toro 
arrastrando  y  dando  gritos  de  «mueran 
»los  frailes.»  Esta  no  solo  incomodo  al 


(j)     Hclación  del  mismo  P.  Sebastiàn  Grimau. 
(?)     Relación    del    mismo    P.    José   Codinach 
hecha  a  mi  en  Olot  a  22  de  agosto  de  1883. 


594 


LIHUO     TERCERO.  —  CAPIIULO     UECI.MI 


convento,  sinó  que  por  medio  de  pedra- 
das  rompió  los  cristales  de  la  casa  de 
Sagarra  conocida  por  sus  ideas  retrógra- 
das.  Indignado  por  tal  desafuero,  el  padre 
de  la  família  salió  al  balcón  para  reprèn- 
der  a  tan  injusta  agresión,  mas  oyóse  una 
voz  en  la  calle  diciendo:  «pégale  un  pisto- 
»letazo  a  ése»,  y  por  otra  parte  Don  Ma- 
riano  le  disuadió  por  razón  del  temor  de 
la  venganza.  En  vista  del  peligro  la  fami- 
lia  Sagarra  se  marchó  a  casa  de  unos 
parientes  de  la  calle  de  la  Canuda,  que- 
dàndose  solo  en  la  habitación  el  padre  y 
Don  Mariano. 

Estos,  en  vista  de  la  proximidad  del 
incendio,  teniendo  el  archivo  en  la  pieza 
contigua  al  cenobio,  corrieron  a  trasla- 
darlo  al  extremo  opuesto  de  la  casa. 
Ocupados  precipitadamente  en  esto,  oye- 
ron  que  dos  coristas  llamaban  desde  el 
terrado  para  que  les  auxiliaran.  Uno  de 
ellos  (como  dije  arriba),  tísico,  cobro  con 
el  peligro  tales  fuerzas  que  con  las  unas 
arranco  la  robusta  cerraja  del  terrado. 
Bajaron  a  la  habitación.  A  poco  apareció 
por  la  misma  via  el  venerable  Padre 
Maestro  Avella,  el  cual  allí  disfrazado 
con  una  gorrita  y  otras  prendas  de  secu- 
lar, y  dando  el  brazo  a  una  criada,  fué 
conducido  a  Casa  Camps,  hoy  Marqués 
de  Camps,  de  la  calle  de  la  Canuda.  En 
seguida  se  cuelan  por  la  misma  escalera 
siete  u  ocho  frailes  mas,  quitados  los  hà- 
bitos,  y  piden  disfraces,  y  se  les  da  los 
que  se  puede,  habiendo  hasta  quien  se 
puso  las  sayas  de  una  nina.  Don  Mariano 
les  proporciona  escaleras  para  saltar  las 
tapias  de  su  jardín;  y  atinando  a  que 
habrían  dejado  en  el  terrado  los  hàbitos, 
corrió,  cogiólos,  de  ellos  hizo  un  lío,  y  lo 
tiro  al  jardín  del  convento,  donde  no  com- 
prometían  a  nadie. 

El  fuego  de  la  sacristía  crecía  rabiosa- 
mente,y  las  furiosas  llamas,  que  brotaban 
por  sus  ventanas,  lamían  ya  las  paredes 
de  casa  Sagarra,  por  cuya  razón,  y  el  pe- 
ligro de  losdesmanes  de  los  incendiarios, 
los  padre  e  hijos  determinaron  huir,  y 
salieron  a  la  calle:  el  subdiàcono,  vestido 
de  secular  con  una  levita,  única  prenda 


que  le  quedaba,  y  con  un  sombrero  ajeno, 
a  cuyo  fondo  metió  Don  Mariano  un  trapo 
por  razón  de  caerle  muy  ancho,  però  del 
cual  pendíapor  defuera  una  cinta  blanca. 
Ademàs  metióse  una  papeleta  de  plata  en 
el  bolsillo  del  pecho  de  la  le^'íta.  «Salimos, 
>'me  dijo  Don  Mariano,  salimos  a  la  calle, 
»y  topamos  con  el  oficial  de  milícia  Don 
«Antonio  Carrera  de  Ortega»  (muy  mi 
amigo),  «con  cuya  companía  pudimos 
»quedar  colocados  en  el  cuadro  despejado 
»que  frente  al  convento  formaba  la  fuer- 
»za  pública;  pues  había  una  fila  de  arma- 
»dos  frente  de  nuestra  casa,  y  otra  frente 
»del  convento  de  las  monjas  mínimas, 
»que  impidiendo  el  paso  alpueblo  dejaban 
»el  espacio  de  la  calle  intermedio  despe- 
»jado.  Al  salir  de  casa  en  un  rincón  de  la 
»puerta  vimos  un  bulto;  era  un  fraile 
»acurrucado,  el  procurador  del  convento. 
»c:Qiic  liace  V.  aquí?,  le  dijimos.  Estoy 
t>escondido,  nos  respondió.  Salimos,  como 
»díje,  y  colocados  en  el  cuadro  despejado 
»me  metí»,  continuo  Don  Mariano,  «en  la 
»iglesia  del  Carmen  donde  el  fuego  era 
»horroroso.  En  aquel  momento  ardía  el 
»órgano,  desprendiéndose  de  él  una  lluvia 
sde  fuego  formada  del  plomo  ó  estaiïo 
»derretido  de  las  flautas.  Ardían  los  da- 
»mascos  de  los  muros,  y  la  gran  celosía 
»que  corria  à  lo  largo  de  la  barandilla 
»delantera  del  coro  en  el  momento  vino 
»al  suelo  del  templo  con  gran  estrépito  y 
»calor.  Hui  espantado. 

»Estando  en  el  cuadro  vi  allí  à  un  jefe 
»de  milícia  conocido  y  tres  ó  cuatro  fraí- 
»les.  El  miliciano  opino  por  que  pasàse- 
»mos  A  la  Convalecencia,  diciendo  que  no 
»podía  responder  de  un  golpe  de  mano. 
»No  me  gusto  el  consejo  y  menos  el  en- 
»cierro,  y  le  dije  que  queríamos  salir,  y 
»él  se  ofreció  à  acompanarnos.  Iba  delan- 
»te  un  hombre,  luego  mi  padre  y  yo,  y 
«seguia  el  jefe;  mas  al  salir  llamaron  à 
Ȏste,  y  le  perdimos.  Al  cruzar  la  muralla 
»de  gente  algunos  me  llamaron  fraile,  à 
»lo  que  contesté  que  fraile  no  era,  però 
»sí  capellàn,  y  quitàndome  el  sombrero 
»mostré  la  corona;  con  lo  que  me  dejaron, 
»y  pasamos.  Però  de  la  muela  de  gente 


LA    NOCIIE    DEL    25     DE    JULIO    DE.NTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


5% 


»se  destacaron  siete  ú  ocho  hombres  y 

»unamujer,  castanera,  vestida  poco  me- 

»nos  que  en  panos  menores.  Al  llegar  A 

»Belen  recibo  un  tremendo  gairotazo  en 

»sentido  horizontal    en   el  sombrero,  de 

»modo  que  agarrando  j-o  fueitemente  el 

»ala  salto  la  copa.  Entonces  uno  de  aque- 

»llos  hombres  me  abraza  y  como  defen- 

;!diéndome,  dice  «no 

»es  fraile»;   però  la 

»mujerota    agarràn- 

»dome  por  la  vuelta 

»de    la    levita    me 

«arranca  de  los  bra- 

»zos  del  hombre;   y 

»yo     arranciíndome 

»de  ellos  me  coloco 

«arrimado  de  espal- 

»das  à  la  puerta  de 

»Belén    que    en    los 

»pies  del  templo  da  a 

»la    Rambla,    mien- 

»tras  mi  padre,  aira- 

»do,   arremeté  à    la 

»mujer  3'  cogiéndola 

»por  el  cuello  se  le 

»aprieta  hasta  obli- 

»garla    à    sacar    la 

»lengua.    En    esto 

»sentí  que  recibia  un 

»fuerte  golpe  en  el 

»costado    Izquierdo, 

»al    que    aplico    la 

»mano  sin   por  esto 

«experimentar  do- 

»lor. 

»La  Divina  Provi- 
»dencia  nos  deparó  un  remedio.  Aparece 
»un  pelotón  de  artilleria  de  ejército,  y 
»nos  salvan.  Nos  colocan  entre  lilas,  di- 
«ciéndome  el  oficial  que  me  aparte  algo 
y-úe  su  persona  para  que  pueda  blandir 
»el  sable.  Asi  nos  dirigimos  al  cuartel  de 
«Estudiós  que  estaba  en  el  cabo  superior 
»de  las  Ramblas  de  entonces.  Al  llegar 
»unos  pasos  antes  de  él  peguO  una  co- 
»rrida  para  ponerme  à  su  amparo.  Al 
íverlo  los  soldados  se  asustaron  y  toma- 
»ron  las  armas. 

«Allí  encontramos  A  nuestro  amigo  el 


»Capitàn  Don  José  de  Amat,  el  cual  jus- 
«tamente  indignado,  exclamo:  «Estamos 
»en  Cafrería;  en  (no  recuerdo  el  lugar) 
»hay  un  hombre  muerto;  no  tenemos 
»orden  para  nada»;  lamentandose,  con 
»estas  postreras  palabras,  de  la  carència 
»de  ordenes  superiores  para  obrar.  De 
»modo  que  viotn  proprio  y  à  titulo  de  la 
>'Proximidad  del 
scuartel  salvaron  los 
»artilleros  los  Con- 
»ventos  de  servitas 
»y  de  minimos. 

«Desde  el  cuartel 
>  mi  padre  3'  yo  fui- 
»mos  à  reunirnos 
»con  la  família  en  la 
«casa  de  la  calle  de 
«la  Canuda,  donde  la 
)'hallamos  poseída 
>de  la  natural  ansie- 
»dad.  Diéronme  una 
>^taza  de  caldo;  3*  al 
»ir  a  tomarlo  y  hacer 
í'una  inspiración, 
«sentí  dolor  en  el 
«costado  donde  reci- 
»bí  el  golpe  en  la 
«puerta  de  Belen;  le- 
«vanto  la  ropa  y 
«hallo  que  se  me  ha- 
«bía  dado  una  pufla- 
»lada,  que  à  entrar 
«un  poco  mas  me 
»pasa  el  corazón. 
«Acudióse  al  medico, 
»y  me  curó> . 
Opinaba  el  hermano  de  Don  Mariano 
que  lo  que  salvo  a  éste  fué  la  moneda  de 
plata  del  bolsillo  de  la  levita,  la  que  paro 
el  punal. 

'<La  mala  mujer,  la  castaflera,  mi  per- 
«seguidora,  à  los  pocos  días  del  atentado 
«murió  en  el  Hospital,  sin  que  las  Her- 
«manas  sepan  por  donde  salió  el  cadàver, 
«ni  quien  lo  llevo»  (1). 


(1)     jMc   hizo   esta    relaciún    principalmcntc  cl 
niismo  Don  .\\ai•iano  en  Barceloní  a  21  de  mar.;o 

de  1 880. 


596 


LIBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECI.MO 


La  integridad  de  esta  mi  pobre  histo- 
ria pide  que  demos  un  paso  atras,  y 
veamos  a  los  pobres  frailes,  que,  no  pu- 
diendo  deslizarse  por  la  cuerda,  queda- 
ron  en  el  terrado  y  campanario.  Ni  el 
Padre  Luis  Fàbrega,  anciano  y  ciego,  ni 
el  casi  octogenario  Padre  Hipólito  Dul- 
cet,  ni  otros  muchos  afiosos  o  invàlides, 
podían  fiar  su  vida  a  la  extremada  debi- 
lidad  de  sus  brazos,  o  a  la  impericia  de 
sus  manos;  y  así  se  refugiaren  en  lo  alto 
del  campanario,  donde  el  humo,  el  calor 
y  la  angustia  les  mataba.  Mientras  los 
jóvenes  estaban  en  los  jardines  traseros 
de  las  casas  de  la  calle  del  Carmen,  03'e- 
ron  el  estruendo  del  hundimiento  de  gran 
parte  de  la  bóveda  y  techumbre  de)  tern- 
plo,  lo  que  agravaba  la  situación  de  los 
pobres  ancianos.  Desde  allí  también  oye- 
ron  unos  gritos  de  preguntas  y  respues- 
tas  en  castellano.  Mediaban,  sin  duda, 
entre  los  dichos  acorralados  y  los  artille- 
ros;  los  cuales,  por  medio  de  escaleras, 
puestas  donde  la  cuerda,  y  con  las  difi- 
cultades consiguientes,  bajaron  del  terra- 
do a  los  pobres  ancianos  (1).  El  Padre 
Prior  habia  llevado  consigo,  a  lo  alto  del 
campanario,  unos  talegos  de  oro.  Al  huir 
los  frailes,  el  tesoro  quedo  en  aquel  lugar 
elevado  (2).  Los  ancianos  e  invàlides  sal- 
vados  fueron  llevados  al  edificio  de  la 
Convalecencia  (3),  de  donde  algunos  pa- 
saron  al  Hospital  como  enfermos.  He 
aquí  notas  sacadas  de  los  libros  del  mis- 
mo  Hospital:  «R.  P.  Luis  Fàbrega,  Car- 
»melita  calzado,  natural  de  Olot,  hijo  de 
»Juan  y  de  Catalina  Sala,  de  55  afios. 
»Entró  en  26  de  julio  de  1835.  No  consta 
»si  salió  ó  murió».  «P.  Hipólito  Dulcet, 
»religioso  Carmelita  calzado,  natural  de 
«Manresa,  de  edad  80  afios.  Entro  en  27 


(i)  Relaciones  ya  citadas  del  P.  isidro  Devant 
y  P.  Bernardo  Sostres.  Lo  de  los  gritos  en  caste- 
llano me  lo  dijo  otro  de  los  jóvenes  frailes  del 
jardin  P.  Francisco  Coch. 

(2)  Relación  del  hijo  del  hortelano  D.  Benito 
Tomàs  hecha  en  Barcelona  a  8  de  noviembre  de 
1894. 

(í)     Relación  citada  del  P.  Isidro  Devant. 


»de  julio  de  1835.  Salió  à  2  de  septiembre 
»de  1835». 

En  el  libro  de  óbitos  de  la  parròquia 
del  Pino  se  lee  la  partida  de  defunción 
del  lego  cojo  y  anciano  Fr.  Juan  Rupit, 
fallecido  en  13  de  septiembre  de  1835  en 
la  Casa  de  Caridad,  adonde  fué  condu- 
cido  sin  duda  desde  la  Ciudadela,  pues 
las  listas  oficiales  del  13  de  agosto  subsi- 
guiente  lo  escriben  allí  (4). 

En  el  Carmen,  como  en  todas  partes 
en  aquella  noche,  los  artilleros  de  ejér- 
cito  dieron  elocuente  testimonio  de  su 
honradez  e  hidalguia.  En  los  momentos 
que  estoy  tratando,  el  Padre  Prior  (del 
que  alguno  de  los  frailes  me  dijo  haber 
sido  uno  de  los  que  quedo  en  el  campana- 
rio cuando  la  huida  por  la  cuerda),  al  des- 
pedirse  de  ellos,  pidió  al  jefe  se  sirviese 
ver  si  podia  salvar  algo  de  las  riquezas 
de  la  muy  rica  sacristía.  Galante  el  arti- 
Uero,  cumplió  el  encargo  del  Prior,  però 
al  cabo  de  un  rato  volvió  diciendo:  «he- 
»mos  probado,  hasta  alargando  las  bayo- 
»netas  desde  distancia;  però  no  hemos 
»podido  salvar  nada.  Todo  està  incendia- 
»do,  los  càlices  fundiéndose,  aquello  pare- 
»ce  un  infierno»  (5). 

El  mentado  Padre  Hipólito  Dulcet  en 
el  Convento,  en  testimonio  de  su  antigüe- 
dad,  todavía  usaba  habito  de  color  carme- 
lita, o  sea  castano  obscuro,  a  diferencia 
de  los  demàs  frailes,  que,  según  cambio 
de  tiempos  posteriores,  lo  usabannegro. 
Cuando  estuvo  repuesto  del  susto  del 
incendio  se  le  llevo  al  Hospital  militar, 
donde  murió  (6).  Un  anciano  me  dijo  que 
los  gastos  de  la  asistencia  en  este  Hospi- 
tal corrieron  de  cuenta  de  un  pariente 
de  Dulcet;  màs  abajo,  en  el  Capitulo 
siguiente,  hallaremos  al  asentista  del  mis- 
mo  Hospital  reclamàndolos  del  Ayunta- 


(4)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — Acuer- 
dos.  2."  semestre  18^^. 

(5)  Relación  cit.  del  P.  Isidro  Devant. 

(6)  Relación  de  D.  Ramon  Pinana,  quien  por 
caridad  iba  al  hospital  a  visitarle  y  lavarle, 
hecha  en  Barcelona  a  4  de  marzo  de  1886. 


LA    N'OCIIE    DEL    2í     DE    JL'LIO    DENÏRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


597 


miento,  y  éste  remitiéndole  a  las  oficinas 
de  la  Amortización  (1), 

Las  fugas  del  peligro  se  efectuaren  por 
tres  vias,  a  saber:  1.°  por  el  terrado; 
2.°  por  la  huerta,  y  3°  por  los  escondri- 
jos  del  convento.  Explicadas  las  del  pri- 
mer grupo,  vengamos  a  las  del  segundo. 

La  huerta  del  Carmen  cogía  todo  el 
centro  de  la  grande  isla  donde  radicata 
su  convento;  y  así  por  Oriente  lindaba 
con  los  patios  o  jardincitos  traseros  de 
las  casas  de  la  calle  de  Xuclà;  per  Norte 
con  los  de  la  calle  de  Elisabets;  por  Oeste 
parte  con  la  calle  de  los  Angeles,  entonces 
extremadamente  angosta,  y  parte  con  el 
convento;  y  por  Mediodia  parte  con  el 
convento,  y  parte  con  los  jardincitos  de 
las  casas  de  la  calle  del  Carmen.  En 
su  àngulo  NO.  tenia  la  casita  de  hor- 
telano  senor  José  Tomàs,  la  que  venia 
cerca  de  la  puerta  que  la  misma  huerta 
abria  en  una  plazoleta  que  formaba  allí 
la  calle  de  los  Angeles.  En  el  àngulo  des- 
crito  por  el  muro  oriental  de  la  casita  del 
hortelano  y  la  cerca  de  los  jardincitos  de 
la  calle  de  Elisabets  había  el  gran  ester- 
colero,  cuyo  estiércol,  reunido  allí  en 
gran  cantidad,  producía  una  como  mon- 
tanuela.  De  consiguiente  por  O.  el  ester- 
colero  terminaba  en  la  pared  de  la  casita 
del  hortelano;  por  S.  con  otra  pared  que 
le  separaba  de  la  huerta,  por  E.  con  otra 
baja,  la  que  en  el  lado  de  la  huerta  venia 
apoyada  por  unos  contrafuertes,  entre  los 
cuales  crecían  muy  lozanos  y  altos  mu- 
chos  rosales;  y  por  N.  con  la  cerca  que 
separaba  la  tierra  del  convento  de  las 
casas  de  la  calle  de  Elisabets,  que  allí  era 
principalmente  la  fàbrica  de  Don  José 
Pons,  conocida  por  Cai/  Casaca,  fàbrica 
que  formaba  por  su  parte  delantera  la 
esquina  de  la  calle  de  los  Angeles  con  la 
plazuela  del  mismo  nombre. 

El  celoso  Fadre  Prior  cre3'ó  muy  e.\- 
puesta  la  salida  de  los  religiosos  al  huer- 
to,  sin  duda  porque  hallàndose  a  nivel 
de  la  calle,  sin  màs  reparo  que  una  puerta 

(i)  Archivo  municipal. — Acuenios.  ScgtinJo 
semestre.  i8}$.  Fol.  1104. 


de  la  cerca,  temeria  que,  forzada  esta 
(como  en  realidad  lo  fué  mu}'  pronto), 
quedaban  perdidos.  Llevado  sin  duda  de 
este  no  infundado  temor,  apoderóse  de 
las  llaves  de  las  puertas  que  desde  el  con- 
vento comunicaban  con  la  huerta  y  resis- 
tió  a  soltarlas.  Algunos  frailes,  en  los 
primeros  momentos  del  ataque,  especial- 
mente  el  Padre  Pedró  Sunyer,  ahincada- 
mente  le  rogaban  se  las  diese.  El  Prior, 
les  disuadia  aconsejàndoles  le  siguiesen 
al  terrado  del  templo;  mas  Sun3'er  le 
replicaba:  «Padre,  la  iglesia  arde  j'a,  y 
»se  hundirà  su  techo.»  Rendido  el  Prior 
entregó  la  llave,  y  cruzaron  la  puerta  de 
la  huerta  unos  quince  o  diez  y  seis  frai- 
les (2).  Uno  de  ellos  seria  el  Padre  Cels. 
De  la  muerte  de  este  Padre  Cels,  Vice- 
provincial,  escribí  3-0  arriba  en  el  articu- 
lo 5.°  del  capitulo  próximo  anterior  o  sea 
el  IX.  A  la  sazón  contaba  unos  setenta 
anos  de  edad.  Su  família,  o  casa  paterna, 
estaba  no  lejosdel  convento  en  la  calle  o 
de  Roig  o  de  Egipciacas,  es  decir,  en 
aquella  corta  región,  sin  que  pueda  yo 
fijar  el  punto  concreto  (3).  Respetable  y 
muy  respelado  en  la  orden,  ejercia  las 
veces  de  Provincial.  Poseía  gran  talento, 
prudència  y  virtud.  Era  callado  y  pacifico, 
de  modo  que  un  familiar  del  cenobio  no 
dudaba  en  decirme  que  «quizà  era  el 
»fraile  mejor  de  Barcelona,  3-  creo  que 
»nunca  nadie  le  tuvo  ojeriza»  (4).  Un 
militar  que  luego  le  vió  morir  me  descri- 
bió  su  exterior  diciendo  que  era  «un 
»anciano  respetable,  canó,  bajo  de  esta- 
»tura,  regordete,  de  tez  blanca,  bien  que 
»pàlido.  Vestia  calzón  corto  atado  con 
»pequeftas  hebillas  de  plata,  medias  3" 
»chupa,  todo  negro»  (5).  Como  escribí 
arriba,  sus  consejos,  u  opinión,  respecto 


(2)  Relaciún  cil.  del  P.  José  Barcóns. — Rela- 
ción  cit.  del  lego  Fr.  Francisco  Cabal. 

(5)     Relaciones  de  varios  ancianes. 

(-l)  D.  Benito  Tomàs,  el  hijo  del  hortelano 
del  convento. 

(s)  Rclación  de  un  entonces  cadete  que  lo  vió 
y  me  lo  conto  a  mi  en  Barcelona  a  8  de  junio  de 
1S87. 


598 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DKCIMO 


al  partido  que  conviniera  seguir  aboga- 
ban  por  irse  cada  uno  a  su  celda  a  esperar 
la  muerte  orando  por  sí  y  por  los  agreso- 
res.  Mas  como  el  heroismo  no  reza  para 
las  muchedumbres,  su  parecer  no  fué 
seguido,  y  él  mismo  huyó  del  convento. 
Ignórase  cual  fuese  su  plan  de  salvación, 
però  la  proximidad  de  su  casa  familiar  y 
el  lugar  a  ella  cercano  en  que  fué  agre- 
dido,  prueban  con  evidencia  que  su  inten- 
to consistia  en  abrigarse  de  la  hospitali- 
dad  de  la  familia.  Tampoco  consta  por 
qué  puerta  salió;  mas  como  todas  las  que 
daban  a  la  calla  del  Carmen  desde  el 
primer  momento  quedaron  dominadas 
del  fuego  y  sus  autores,  no  cabé  duda  de 
que  saldria  por  la  deia  huerta,  como  casi 
todos  los  demàs  que  huyeron  por  puertas. 

Vestia,  pues,  con  las  ropas  interiores  de 
fraile,  dejado  el  habito;  y  apenas  salido  a 
la  calle  del  Carmen  fué  en  seguida  conoci- 
do.  No  solo  le  delataba  su  traje,  sinó  su 
rasura,  su  porte  compuesto,  todo  su  aire. 
Asustóse,  e,  iinocente!,  pidió  a  los  que  le 
rodeaban  que  no  le  mataran.  Preguntà- 
ronle  estos  que  cdónde  vivia?  Contesto  él 
que  «allà  bajo».  Le  siguieron,  y  al  pie  de 
su  casa,  casi  en  la  esquina  de  la  calle  de 
Roig  con  la  del  Carmen,  le  robaron,  y 
allí  mismo  le  acuchillaron  (1). 

Ignoro  por  quién  y  cómo  fué  trasladado 
a  Atarazanas.  Llego  allà  con  tres  heridas 
en  la  cabeza  y  dos  en  el  costado,  que  fue- 
ron  declaradas  mortales  (2).  En  el  trayec- 
to  él  mismo  con  las  manos  se  sostenia  los 
intestinos,  pues  le  salían  por  la  herida,  e 
iba  diciendo:  «Sefior,  perdónales,  que  no 
»saben  lo  que  hacen»  (3). 

De  la  suerte  que  en  Atarazanas  cupó 


(i)  Relación  del  hijo  del  hortelano  D.  Benito 
Tomàs  en  Barcelona  a  5  de  octubre  de  1892.  El 
testigo  estaba  muy  enterado  de  aquellos   Barrios. 

(2)  Relación  del  entonces  cadete,  después  abo- 
gado,  D.  José  Ortega.  Barcelona  8  de  junio  de 
1887. 

(3)  Relación  de  una  monia  carmelita  calzada 
de  Barcelona,  muy  conocida  de  los  PP. — Relación 
de  un  fraile  trinitario  que  vió  el  cadàver  en  Ata- 
razanas, y  me  dijo  que  le  salían  las  tripas. 


al  Padre  Cels  nos  dirà  el  entonces  cadete, 
después  nombrado  abogado  de  Barcelo- 
na, Don  José  Ortega,  que  intervino  en  los 
hechos.  He  aquí  sus  palabras:  «Frente  de 
»la  entrada  del  fuerte  en  su  interior  había 
»entonces  en  Atarazanas  un  cuerpo  de 
«guardià;  y  allí  en  la  noche  del  25  de 
»julio,  en  el  cuarto  de  banderas,  en  un 
»catre  estaba  yo  tendido,  porque  me  en- 
»contraba  algo  indispuesto.  De  pronto  me 
«despertaron  unos  lastimeros  ayes  y  que- 
»jidos.  Dàbalos  un  anciano  respetable, 
»cano,  bajo  de  estatura,  regordete,  y  de 
»blanca  tez,  bien  que  a  la  sazón  muy  pàli- 
»do.  Traia  tres  heridas  en  la  cabeza,  de 
»las  que  la  sangre  corria  por  las  sienes; 
)y  ademàs  otras  dos  en  el  costado,  que 
»fueron  declaradas  mortales.  Era  el  Padre 
»Cels.  Levantéme,  y  el  herido  fuécoloca- 

»do  en  el  catre.  No  puedo  fijar  la  hora  en 
»que  esto  pasaba,  però  sí  puedo  decir  que 
»fué  antes  de  amanecer.  A  la  manana 
»siguiente  dos  militares  de  uniforme,  es 
»decir,  mi  padre  y  yo,  fuimos  por  los 
»Sacramentos  al  Pino.  Vinc  elsacerdote, 
»vestido  de  seglar,  però  el  Santisímo  lo 
»llevó  mi  padre  en  el  bolsillo  del  pecho, 
»y  5'0  los  óleos  santos.  El  herido  recibió 
»los  Sacramentos  y  à  las  once  ó  doce  del 
»dia  expiro»  (4). 

Su  óbito  obra  en  la  parròquia  de  los 
Santos  Justo  y  Pastor,  y  dice  así:  <iAl  dia 
•>>26  de  juliol  del  any  1835  sepultura 
y>atuore  Dei  al  cadàver  del  R.  P.  M.  Fr. 
hFrancisco  Cels,  religiós  carmelita  cal- 
y>sat,  natural  de  Barcelona,  de  edat  uns 
i••setanta  anys,  mori  en  la  fortalesa  de 
»Atarasanas.—Raynnindo  Casanas»  (5). 

Cuando  todavía  el  Prior  guardaba  las 
llaves  de  la  huerta  y,  por  lo  mismo,  no 
estaba  franqueable  la  puerta,  el  Padre 


(4)     .Me  lo  dijo  en   Barcelona   a   8  de   iunio   de 
1887. 
(í)     Libro  de  óbitos  de  dicha  parròquia. 


LA  NOCHE  DEL 


DK  JUI-IO  DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


599 


Luis  Nadal,  subprior,  y  el  Padre  Lector 
Juan  Ferrer,  orador  sagrado  elocuente, 
deseando  huir  por  este  lado,  se  tiraron 
al  huerto  desde  un  balcón  del  primer 
alto:  Ferrer,  sin  novedad  especial;  Nadal 
estropeandose  un  pie  (1);  por  cuya  razón 
no  pudo  huir,  y  así  ambos  se  escondieron 
entre  los  rosales  de  los  contrafuertes 
mentados  de  la  cara  oriental  del  estèreo- 
lero.  Ferrer,  como  digo,  quedo  dispuesto 
para  huir,  però  por  respeto  y  caridad 
hacia  el  amigo  subprior  Padre  Nadal  no 
le  quiso  abandonar,  y  así  se  escondió  con 
él  en  los  rosales  (2).  En  el  mismo  momen- 
to  los  revolucionaries  forzaban  la  puerta 
que  del  huerto  daba  a  la  calle  de  los  An- 
geles,  y  penetraban  en  aquél.  La  turba 
no  constaba  màs  que  de  diez,  o  quince,  o 
veinte  personas,  me  dijo  el  hijo  del  hor- 
telano;  y  venia  acaudillada  por  un  alba- 
nil,  granadero  del  batallón  2°  de  milicia 
urbana, quien,  aunque  vestido  de  paisano, 
llevaba  su  sable,  bien  que  envainado.  Era 
precisamente  el  albanil  del  cual  se  servia 
el  hortelano  para  los  reparos  que  corrían 
de  su  cuenta.  Y  tanto  era  así  que,  como 
en  esta  ocasióii  la  turba  intentarà  poner 
fuego  al  cobertizo,  o  parral,  bajo  el  que 
se  cobijaban  los  carros  del  mismo  horte- 
lano, el  albanil  decididamente  se  opuso, 
amenazando  con  cortar  la  cabeza  a  quien 
lo  probase,  y  anadiendo:  «no,  no,  que  el 
«hortelano  es  hombre  de  bien»  (3).  En- 
contraron  a  los  dos  escondidos  de  los 
rosales,  y  allí  mismo  acuchillaron  al  Sub- 
prior, y  sobre  su  persona  acribillaron  a 
Ferrer,  dàndole  numerosas  punzadas;  y 
escribo  «punzadas»,  porque  para  herirle 
se  empleó  todo  linaje  de  instrumentos 
punzantes,  inclusas  las  peinetas  grandes, 
que  entonces  usaban  las    mujeres.    No 


(i)  Rclación  cit.  de  Fr.  Francisoo  Cahal. — 
Rclación  del  P.  .Miguel  FeiTcr  ya  citada. — Rcla- 
ción cil.  del  P.  Bernardo  Sostres. 

(2)  Relación  de  una  scndra  vecina.- Que  se 
escondieron  entre  los  mentados  rosales  lo  atesti- 
guan  muchos  testigos. 

(í)  Relación  del  hiio  del  hortelano  D.  Benito 
Tomàs  en  Barcelona  a  8  de  noviembrc  de  iSw_|. 


faltaron  tampoco  los  garrotazos.  Manan- 
do  sangre  por  mil  lados,  fingióse  muerto; 
però  esto  no  le  libraba  de  que  en  el  ulte- 
rior registro  de  la  huerta  que  efectuo  la 
turba,  cada  vez  que  alguno  pasaba  por 
ante  su  persona  le  infligiese  nuevos  gol- 
pes  o  punzadas;  de  tal  modo  que  recibió 
treinta  y  tres  heridas,  por  una  de  las 
cuales  respiraba  (4).  En  esta  horrorosa 
carnicería  tomaron  su  buena  parte  las 
mujeres,  cebàndose  en  la  víctima. 

A  poco  entro  en  el  huerto  un  pelotón 
de  artilleros  de  ejército,  mandados  por 
un  sargento  graduado  de  oficial,  hijo  de 
una  família  de  la  calle  de  Tallers  de  esta 
Ciudad,  de  apellido  Barrios.  Era  hombre 
bastante  conocido  en  aquellas  calles.  Os- 
tentaba  una  cicatriz  en  la  mejilladerecha; 
y  como  hombre  oficial  nacido  en  Catalu- 
fia,  en  su  conversación  familiar  mezclaba 
dos  hablas.  Al  ver  en  el  huerto  la  turba, 
dió  la  voz  de  ftieva  y  amenazas.  Tan 
valiente  y  ardorosa  la  turba  se  mostro, 
que  a  las  primeras  voces  de  Barrios 
huyó,  tirando  sus  armas.  Éstas,  halladas 
mas  tarde  en  el  suelo,  consistían  en  nava- 
jas,  tijeras,  punzones,  leznas  de  zapa- 
tero,  y  otros  instrumentos  así  pueriles. 
Acercóse  Barrios  y  sus  artilleros  a  las 
víctimas.  Los  dos  parecían  muertos.  El 
Padre  Nadal,  sin  hàbitos;  el  Padre  Ferrer 

los  tenia  puestos.  Aparentemente  ningu- 
no  de  los  dos  respiraba;  mas,  cuando  el 
segundo  oyó  a  Barrios  y  los  suyos,  dió 
un  respiro,  y  entonces  aquél  conoció  que 
el  fraile  vivia.  En  alta  hora  de  la  noche 
las  dos  víctimas  fueron  trasladadas  al 
Hospital  de  la  Santa  Cruz  allí  cercano. 
A  las  pocas  horas,  el  Padre  Nadal  mu- 

(^)  Todos  los  frailes  y  ancianos  lo  cuentan; 
però  espccialmente  me  consta  por  varias  perso- 
nas que  lo  oyeron  de  boca  de  la  víctima  como  por 
la  criada  que  tuvo  dcspués,  por  el  Sr.  Obispo 
auxiliar  actual,  D.  Ricardo  Cotes,  etc,  ctc. 


600 


<CERO.  — CAPUULO    DECIMO 


lió  (1).  He  aquí  las  notas  sacadas  del 
libro  del  Hospital:  «Fr.  Luis  Nadal  y  Pi, 
«Subprior  del  Convento  de  Carmelitas 
«calzados,  hijo  de  José  y  de  Eulàlia  Pi, 
»natural  de  Barcelona,  edad  33  anos. 
»Enti'ó  (cii  cl  Hospital)  en  26  de  julio  de 
»1835.  Murió  el  mismo  dia>^. 

El  Padre  Ferrer  fué  puesto  en  una 
cama  y  en  cura- 
ción.  Las  notas  del 
libro  de  la  casa  es- 
criben  así:  «R.  P. 
»Juan  Ferrer,  Car- 
»nielita  calzado,  de 
»33  aiios,  natural 
»de  Lérida.  Entro 
»en  el  Hospital  el 
»dia  26  de  julio  de 
»1835.  Salió  en  13 
»de  diciembre  de 
»1S35».  Con  esto 
queda  certificado 
que  curo,  però  que 
la  curación  duro 
cuatro  meses  y  me- 
dio.  Las  personas 
piadosas  durante 
este  tiempo  acu- 
dían  a  visitarle,  en 
tanta  abundància, 
que  fué  preciso  co- 
locar  bancos  al  de- 
rredor  de  su  cama 
para  que,  a  guisa 
de  barrera,  impi- 
diesen  el  acceso  a 
ella.  Visitóle  como 

facultativo  el  mu}-  afamado  medico,  a 
quien  yo  mucho  conocí,  Don  Venceslao 
Picas;  y  por  caridad  cristiana  pago  la 
cura  y  cuidados  la  senora  Freixinals  del 
entonces  muy  conocido  comercio  de  se- 
dàs, que  después  vimos  todos  en  la  calle 
del  Call,  esquina  a  la  de  Santo  Domingo. 
Cuando  después  de  dado  de  alta  salió 
Ferrer  a  la  calle,  notaba  cierta  incomo- 
didad  en  el  pescuezo,  la  que  le  dificultaba 


(i)     Relaeión  del  hijo  del  hortelanj   D.    Benito 
Tomàs.  Barcelona  en  varias  ocasiones. 


los  movimientos  de  la  cabeza.  Al  fin 
abriósele  allí  un  agujero,  y  por  él  salió 
una  ptía  de  un  peine.  Tampoco  en  el 
tiempo  de  su  curación,  entre  tantas  heri- 
das,  noto  que  tenia  un  pie  dislocado,  y 
como  a  su  tiempo  no  acudió  al  remedio, 
quedo  algo  cojo  todo  el  resto  de  su 
vida  (2).  Yo  mismo  le  conocí  de  vista  du- 
rante los  muchos 
anos  en  que  des- 
pués fué  beneficia- 
do  del  Pino.  Distin- 
guíase  por  su  abul- 
tadísimo  cuello, 
circunstancia  que 
a  primera  vista 
atribuïa  cualquiera 
a  obesidad;  mas 
muy  pronto  apare- 
cía  no  provenir  de 
aquí,  al  ver  que  la 
corpulència  de  la 
persona  no  pasaba 
de  lo  regular.  Pro- 
cedia de  las  heri- 
das;  y  al  fin,  la 
muerte  parece  pro- 
vino  de  la  causa  del 
mismo  abultamien- 
to  y  de  éste.  Él 
atribuía  su  salva- 
ción  del  1835  a  la 
protección  de  la 
Virgen,  porque  ni 
en  la  huída  había 
dejado  su  habito. 
Las  notas  saca- 
das de  los  libros  del  Hospital  nos  certifi- 
can  de  otro  asesinato.  Dicen:  «Fr.  Ramon 
«Bruguera,  corista  del  Carmen  (sin  mas 
»datos).  Entro  à  26  de  julio  de  1835.  Mu- 
»rió  à  29  de  julio  de  1835».  Las  relaciones 
orales  de  los  testigos  concuerdan  por 
completo  con  estos  auténticos  datos.  Por 
la  puerta  de  la  huerta  salió  el  corista, 


(2)  Relaciones  de  varias  personas  deia  famiiia 
del  Sr.  Obispo  Cortés,  que  oyeron  las  noiicias 
de  boca  del  mismo  Padre  Ferrer,  con  el  cual  te- 
nían  mucha  amistad. 


LA  NOCHE  DEL  2>    DE  JLLIO  DENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


601 


dejando  antes  el  habito,  però  muy  pronto 
fué  conocido  y  agredido  frente  de  la 
iglesia  de  los  Angeles.  Lo  dejaron  como 
muerto.  Un  hijo  de  los  senores  Pons  (can 
Casaca)  me  dijo:  «Durante  la  noche  vi 
»tendido  en  el  suelo,  junto  à  las  verjas 
»de  los  Angeles,  en  la  plaza  donde  nos- 
»otros  viviamos,  un  fraile  moribundo. 
»Daba  vueltas  por  sí  solo  ('rociulabaj.  En 
»esto  pasaron  unas  mugeres  en  grupo,  y 
x.con  una  lezna  de  zapatero  le  hicieron 
»algunas  cruces  en  la  corona»  (1). 

Don  Rafael  Gual  me  afiadió:  «Fi .  Ra- 
imon Bruguera  fué  muy  mal  tratado.  Se 
oapoderaron  de  él  las  mujeres  y  cometie- 
»ron  muchas  crueldades.  Acudió  la  tropa, 
»y  se  incorporo  de  él  en  el  momento  en 
»que  le  habían  tirado  una  piedra  en  la 
»cabeza.  Se  le  llevo  al  Hospital.  El  dia 
»siguiente  fui  à  visitarle  en  este  asilo. 
»E1  mismo  Fr.  Bruguera  me  conto  enton- 
»ces  que  las  mujeres  habian  sido  las  que 
»le  martirizaron:  que  le  abrian  cortès, 
»y  luego  tiraban  de  la  piel  para  desollar- 
»le  en  las  manos  y  la  espalda.  Que  em- 
»pleaban  tambien  los  peines.  Yo  procuré 
»animarle,  3-  le  anadí  que  el  dia  siguiente 
»volvería  A  visitarle;  &  lo  que  él  replico: 
»no,  no  vengas,  que  manana  estaré  ya 
»en  el  cuarto  del  terrado».  Era  el  depó- 
»sito  de  los  cadàveres.  Efectivamente,  al 
»otro  dia  habia  muerto.  Bruguera  era 
»muy  bueno»  (2).  Hijo  de  San  Hilario, 
bien  que,  por  razón  de  haber  morado  por 
mucho  tiempo  en  San  Pedró  de  Torelló, 
se  le  tenia  por  natural  de  esta  villa. 

Otro  testigo  presencial  me  explico  que: 
«En  1835  en  la  iglesia  de  los  Angeles  no 
»habia  las  tres  puertas  de  hoy  en  la 
»cerca,  sinó  que  donde  se  abre  ahora 
»la  puerta  ó  reja  central  se  elevaba  un 
»poste  de  sección  cuadrada,  pintado  de 
»verde,  con  un  farol.  AUi,  al  pié  del 
»farol,  vi  un  fraile,  como  muerto.  Estaba 
»tendido  boca  abajo  con  la  cabeza  híícia 
»el  mar  y  los  pies  hàcia  tierra.  Tenia  los 
»puflos  cerrados  y  apretados  contra  las 


(1)  ]Ln  Calella  a  ;  de  septiembre  de  i8i)-|. 

(2)  En  Barcelona  a  7  de  enero  de  1889. 


»mejillas,  y  sobre  su  cabeza  una  piedra 
»como  las  de  los  empedrados  de  las 
«calles,  de  la  que  un  cabo  apoyaba  en  el 
»suelo  y  el  otro  sobre  la  cabeza  junto  à 
»la  oreja.  Vino  del  lado  del  Buensuceso 
»el  sargento  Barrios  con  artilleros.  Este 
»se  paro  al  ver  el  muerto,  }•  quitada  la 
«piedra,  como  el  fraile  oj-ese  el  lenguaje 
^castellano  del  artillero,  se  movió  un  poco, 
>:'y  entonces  Barrios  le  hizo  levantar  por 
»deba]o  de  los  sobacos,  y  así  trasladarlo 
»al  Hospital».  Quien  tal  vió  y  testifico 
fué  el  hijo  del  hortelano  del  Carmen,  Don 
Benito  Tomàs  (3).  {Puede  darse  mas  con- 
formidad  de  circunstancias  de  las  distin- 
tas  declaraciones?  -;Puede  darse  mas  clara 
verdad? 

Otro  fraile,  poco  antes  de  la  partida  de 
Fr.  Bruguera,  salió  también  a  la  calle  por 
la  misma  puerta  de  la  huerta:  el  lego 
Fr.  Juan  Grimal,  hombre  corpulento  y  de 
mucha  fuerza,  por  cuya  razón  el  conven- 
to  lo  utilizaba  para  el  servicio  de  su  bode- 
ga 3'  manejo  de  los  toneles.  Echó  tam- 
bién por  la  calle  de  los  Angeles  arriba,  y 
aunque  habia  dejado  el  habito,  al  estar 
cerca  de  la  esquina  de  la  calle  de  Ferlan- 
dina  topo  con  un  grupo  de  prostitutas  y 
otras  mujerotas,  entre  las  cuales  se  con- 
taban  las  dos  apodadas  mofijas,  y  de  las 
que  ya  traté  arriba  (4).  Alverle  las  muje- 
res exclaman:  «Este  es  un  fraile»  y  arre- 
metieron  contra  de  él,  y  con  la  punta  de 
una  peineta,  que  entonces  se  usaban  muy 
grandes,  le  rasgaron  el  pàrpado  superior 
y  el  inferior  y  le  sacaron  un  ojo.  El, 
con  toda  su  corpulència  y  hercúlea  fuer- 
za, quedo  acobardado,  y  suerte  tuvo  que 
el  grupo  de  arpias  se  distrajo  y  marchó. 
Lióse  un  panuelo  sobre  el  ojo,  y  gimiendo 
torció  por  la  calle  de  Ferlandina.  Esta  no 
tenia  entonces  casas,  y  si  solo  huertas,  y 


(3)  En  las  circunstancias  de  la  muerte  de 
Bruguera  coinciden,  ademàs  de  los  dichos  tesli- 
gos,  muchos  otros:  però  basta  copiar  las  declara- 
ciones do  los  arriba  mcntados,  pues  lo  son  de  vista 
y  calificados.  D.  Benito  Tomàs  me  habló  del  caso 
en  varias  ocasiones. 

(4)  Cap.  2.°,  articulo  0. '  de  este  libro  lli. 


b02 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECIMO 


así  se  metió  en  una  de  ellas,  llamada  Cau 
MaJíaii,  y  seescondió  entre  las  hileras  de 
altos  bróculis  de  ella;  mas  como  sus  ge- 
midos  le  denunciaren  al  hortelano,  éste  lo 
recogió  en  su  casa,  y  mas  tarde  fué  tras- 
ladado  al  hospital  (1).  Una  senora,  la 
esposa  del  hijo  del  hortelano  de  este  con- 
vento,  había  oido  de  boca  del  lego  Gri- 
mal  la  relación  de  su  martirio,  y  al 
hacerla,  a  cada  paso  el  lego  exclamaba: 
«jLas  donas!  jlas  donas!  Las  mujeres, 
«anadia,  fueron  aquella  noche  peores  que 
»los  hombres»  (2).  Las  notas  sacadas  de 
los  registrosdel  Hospital  dicen:  «Fr.  Juan 
»Grimal,  Religioso  del  Carmen  calzado, 
»de  edad  de  24  anos,  natural  de  Pont  de 
»la  Armentera,  hijo  de  Francisco  y  Rosa 
«Prats,  soltero.  Entro  en  26  de  julio  de 
»1835.  Salió  à  25  de  agosto  de  1835».  La 
circunstancia  de  que  en  estàs  notas  se 
apunta  de  Grimal  que  era  soltero,  unido 
a  sus  cortos  24  afíos  de  edad,  y  al  dicho 
de  un  testigo  que  me  aseguró  que  aun  no 
había  profesado,  engendran  la  duda  de  si 
era  solo  Donado,  o  sea  novicio  para  lego. 
Después  de  la  exclaustración  puso  una 
taberna  en  la  calle  Nueva  de  la  Rambla, 
frente  de  la  de  San  Ramon,  y  finalmente 
se  retiro  a  su  pueblo  natal,  donde  mu- 
rió  (3). 

Fué  otro  de  los  que  salieron  al  huerto 
el  Padre  José  Barcóns  y  Saderra,  el  cual 
murió  en  17  de  noviembre  de  1884  siendo 
Comisario  General  del  Carmen  de  calza- 
dos  en  Espana  y  Portugal,  pues  le  cupó 
la  glòria  de  haber  eficaz  y  ahincadamente 
contribuido  a  la  restauración  moderna  de 
su  orden  en  estos  reinos,  habiendo  fun- 
dado  los  conventos  de  Jerez  y  de  Onda. 
Las  noticias  de  los  peligros  que  corrió  en 
1835  las  poseo  directamente  emanadas  de 
su  pluma  y  de  su  boca,  y  por  lo  mismo 
enteramente  auténticas. 

En  aquel  ano  era  ya  presbítero,  y  en  la 
tarde  aciaga  el  Prior  le  dejó  de  centinela 
en  un  balcón  del  segundo  piso  alto  del 


(i)     \'arias  relaciones  de  D.  Benito  Tomàs. 

(2)  Véase  el  art.  2.°  del  cap.  9  de  este  libro  III. 

(3)  Varias  relaciones  de  D.  Benito  Tomàs. 


angulo  septentrional  del  edificio,  y  por  lo 
tanto  mirando  a  la  huerta.  Desde  dicho 
balcón  oyó  voces  de  «ya  queman  tal  con- 
»vento,  ya  tal  otro»,  y  ademàs  supo  que 
ardía  ya  la  puerta  del  propio.  Corre  3' 
baja  al  claustro,  donde  halla  la  Comuni- 
dad  en  confusión  y  espanto.  Quiso  huir 
por  casa  Lluch,  por  lo  que  atravesó  la 
huerta  y  se  dirigió  al  àngulo  N.  de  ella  a 
la  alta  cerca  que  separaba  de  esta  huerta 
el  jardín  de  aquella  familia.  Efectuo  la 
subida  a  lo  alto  de  la  pared  sin  màs  ins- 
trumento que  sus  unas  y  las  preeminen- 
cias  de  los  materiales  de  la  cara  del  muro, 
però  he  aquí  que  al  llegar  a  la  sumidad 
la  piedra  en  que  se  apoyaba  cede,  y  él 
cae  de  espaldas  sobre  un  laurel  próximo, 
con  tan  mala  suerte  que  quedo  a  cuatro 
palmos  del  suelo  encajado  entre  dos 
ramas  o  troncos,  y  tan  fuertamenteapre- 
tado  que  se  hacía  imposible  todo  movi- 
miento.  Los  laureles  producen  varios 
troncos  que,  unidos  en  la  cara  de  la  tie- 
rra,  suben  luego  separàndose  en  modo 
casi  insensible.  Irrimisiblemente  presó 
así  quedo  hasta  que  pasó  por  allà  el  Pa- 
dre Miguel  Masoliver,  que  también  se 
encamínaba  a  casa  Lluch,  y  arranco  a 
Barcóns  de  las  tenazas  en  que  se  hallaba 
presó. 

En  esto  ya  los  revolucionarios  ponían 
fuego  en  la  puerta  que  la  huerta  abría  a 
la  plazuela  de  la  calle  de  los  Angeles, 
por  lo  que  el  fraile  corrió  a  una  elevada 
higuera  para  subirse  a  ella;  mas  el  empe- 
no  resulto  inútil  porque,  a  pesar  de  haber- 
lo  intentado  tres  veces,  nunca  pudo  lo- 
grarlo.  Entonces  se  dirigió  a  la  noria. 
Estaba  esta  bajo  un  tejadito,  cerca  de  la 
pared  divisòria  con  los  patios  o  jardines 
traseros  de  las  casas  de  la  calle  de  Elisa- 
bets.  Entra  en  el  cobertizo,  y  halla  una 
corta  escalera  de  mano,  con  cuyo  auxilio 
sube  sobre  dicho  tejadito.  Desde  aUí  vió 
que  los  revolucionarios,  puestos  como  a 
caballo  sobre  la  cerca  del  lado  de  la  calle 
de  los  Angeles,  destruían  a  martillazos  el 
pequeno  tejado  que  cobijaba  la  misma 
puerta.  Quiso  saltar  al  jardin  de  la  prò- 
xima casa  de  la  calle  de  Elisabets,  però  el 


LA  NOCHE  DEL  2^  DE  JILIO  DEXTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


603 


tejadito  de  la  noria  por  aquel  lado  distaba 
harto  de  la  pared  divisòria,  y  si  bien  en 
otro  extremo  estaba  pròxima,  por  esta 
proximidad  precisamente  allí  la  pared 
se  elevaba  en  forma  curva.  Se  dirigió  a 
este  punto  alto,  y  con  ambas  manos  se 
suspendió  del  lí- 
mite  superior  de 
la  dicha  pared 
divisòria.  Así 
suspendido  fué 
caminando  con 
los  brazos  hacia 
el  lugar  mas  ba- 
jo  de  la  pared; 
hasta  que,  llega- 
do  a  él,  a  pesar 
del  cansancio  y 
fatiga  muscular, 
quiso  encara- 
marse  sobre  la 
pared;  para  lo 
que,  haciendo 
un  supremo  es- 
fuerzo,  llego  a 
poner  un  pie  so- 
bre su  limite  su- 
perior, dando  la 
casualidad  de 
que  lo  puso  so- 
bre de  una  ma- 
ceta,  la  que  sin 
embargo  ni  se 
cayó  ni  volcó. 

Montado  co- 
mo  a  caballo,  o 
sea  a  horcaja- 
das,  en  la  pared, 
se  puso  de  obser- 
vación,    cuando 

de  pronto  ve  córrer  hacia  él  dos  frailes, 
de  los  cuales  uno  tenia  50  afios  de  habito 
y  el  otro  55.  Eran  el  Padre  Eudaldo  Sa- 
rroca, contralto  de  la  capilla  de  mú- 
sica, y  el  Hermano  portero  Manuel  Tei- 
xiner.  Pretendian  saltar  al  jardin  hacia 
el  que  Barcóns  tenia  medio  cuerpo,  però 
no  sabían  como  subir.  Entonces  éste 
les  indico  que  acercasen  la  escalerilla 
que  para  subir  al  tejado  de  la  noria  le  sir- 


vió  a  él;  le  obedecen  y  suben  por  ella, 
mas  como  por  corta  no  alcanzaba,  Bar- 
cóns dejó  colgar  la  mitad  inferior  de  su 
cuerpo  del  lado  del  convento,  y  los  viejos 
desde  la  sumidad  de  la  escalerilla  se  aga- 
rraron  de  los  pies  y  piernas  de  aquél  y 
por  sobre  de  su 
persona  logra- 
ron  pasar  la  pa- 
red. jCuànta  ha- 
bilidad  y  fuerza 
en  hombres  vie- 
jos y  completa- 
mente  ajenos  a 
todo  ejercicio 
gimnàstico!  Tal 
puede  el  amor  a 
la  vida  y  el  te- 
rror a  la  muerte 
y  muerte  violen- 
ta. El  momento 
era  precioso, 
pues  en  aquel 
instante  los  re- 
volucionario  s 
entraron  en  la 
huerta  del  con- 
vento. 

Desde  lo  alto 
de  la  pared,  el 
Padre  Barcóns 
estuvo  mirando 
como  la  turba 
iba  registrando 
dicha  huerta,  si- 
guiendo  hasta 
los  surcos  o  hi 
leras  de  las  hor 
t  a  1  i  z  a  s ;  y  vió 
que  escudrifla 
ban  la  higuera  en  la  que  había  inútil 
mente  tratado  de  subir,  y  en  la  que 
a  lograrlo,  muriera.  Habitaba  a  la  sazón 
en  el  convento  de  Barcelona  un  padre 
maestro  de  Gramàtica  del  convento  de 
Olot,  de  nombre  José  Pujol,  desterra 
do  a  Barcelona  por  los  liberales,  hom- 
bre  de  mucho  valor  y  fuerza.  Estaba  en 
la  huerta,  y  tuvo  la  traviesa  osadia  de 
colocarse  tras  mismo  del  revolucionario 


604 


LIBKO    TElíCERO. — CAPITULO    DECIMO 


que  Uevaba  la  antorcha,  oculto  solo  por 
la  sombra  del  cuerpo  de  éste;  }•  así  le  fué 
siguiendo  hasta  que  llegó  al  montón  de 
rollos  de  estaràs  que  servían  para  abri- 
gar las  matas  de  tomates  tiernas,  los  que 
estaban  en  el  Angulo  O.  de  la  huerta.  Al 
llegar  alhl  se  oculto  entre  ellas;  y  cuando 
después  volvieron  a  pasar  los  de  la  turba, 
salto  la  pared  de  la  casa  inmediata,  que 
era  la  fàbrica  de  Can  Casaca. 

Mas  dejemos  al  Padre  Pujol  para  des- 
pués decir  de  él,  3^  volvamos  a  Barcóns, 
quien  en  aquella  noche  habia  ofrecido  su 
vida  a  Dios  y  de  todo  corazón  perdonaba 
a  sus  perseguidores.  Salto  Barcóns  a  la 
casa  donde  daba  su  costado,  y  con  sus 
dos  companeros  entra  en  ella.  Era  de 
un  barbero,  quien  les  recibió  muy  bien,  y 
aun  dió  al  Padre  Barcóns  un  pantalon  y 
tirantes,  el  cual  pantalon  no  dejaba  de 
presentar  su  lado  ridículo,  porque  el 
donante  era  obeso  al  paso  que  el  carme- 
lita enjuto  de  carnes.  Considerando  que 
la  proximidad  de  la  casa  al  convento 
ofrecía  peligro,  el  barbero  condujo  los 
tres  frailes  a  un  piso  segundo  de  la  de 
enfrente  o  del  otro  lado  de  la  calle,  donde 
la  duena  de  la  habitación  era  muy  buena, 
però  el  marido  estaba  ausente  ocupado 
en  matar  frailes,  bien  que,  como  no  peca- 
ba  de  furioso,  si  hallara  a  los  refugiados 
no  les  molestarà.  Llego  realmente,  mas 
la  mujer  tenia  escondidos  a  los  tres  en 
una  cama,  y  el  hombre  muj'  pronto  se 
volvió.  Los  tres  religiosos  estuvieron 
poco  tiempo  aquí,  porque  los  artilleros,  a 
eso  de  la  una  o  dos  de  la  noche,  fueron 
recogiendo  a  los  frailes  de  aquellos  con- 
tornes cu3'os  huertos  daban  al  del  Car- 
men,  y  a  estos  los  llevaron  al  Hospital  (1). 

íY  qué  fué  del  Padre  José  Pujol  que 
salto  a  la  fàbrica  de  Don  José  Pons,  apo- 
dada  Can  Casaca?  Ocupaba  esta  el  solar 
de  la  esquina  de  la  plaza  de  los  Angeles 
con  la  calle  de  este  mismo  nombre,  y 
ademàs  buena  parte  de  lo  que  hoy  es  esta 
calle,  pues  al  ensancharla  modernamente 


(i)     Detenida  relaciún  que  me  hizo  Barcóns  en 
Barcelona  a  2%  de  noviembre  de  1885. 


todo  el  ensanche  cargó  sobre  el  solar  de 
la  fàbrica.  En  la  parte  delantera,  o  de  la 
plaza,  en  los  bajos  Can  Casaca  tenia  los 
talleres  o  cuadras,  3-  en  el  piso  alto  las 
habitaciones  de  la  familia.  En  la  trasera, 
en  el  lado  oriental,  un  jardincito  a  nivel 
del  piso  alto,  en  el  centro  un  patio  a  nivel 
del  bajo,  y  en  el  occidental  el  establo.  El 
Padre  Pujo),  cruzada  la  cerca  que  dividia 
las  dos  propiedades,  quedo  en  el  terrado 
del  establo,  del  cual  pasó  al  jardincito: 
allí  abrazado  a  la  reja  del  balcón  de  los 
seiïores  Pons,  de  rodillas  les  pidió  que  le 
amparasen  y  salvaran  la  vida.  Accedie- 
ron  los  Sefiores  Pons,  però  temiendo  a 
los  amolinados  3'  sus  terribles  desafueros, 
le  ocultaron  fuera  del  recinto  de  su  habi- 
tación en  una  pieza  del  establo.  Cuando 
a  mitad  de  la  noche  fué  por  allà  la  artille 
ría,  se  entro  al  fraile  en  el  taller  o  cuadra 
de  labor,  y  se  le  disfrazó;  però  como  tenia 
alta  talla,  los  pantalones  que  se  le  dieron 
le  quedaban  muy  cortos.  En  las  primeras 
horas  de  la  madrugada,  la  una,  las  dos, 
o  las  tres,  fué  conducido  al  cuartel  de 
Estudiós. 

Mas  la  circunstancia  especial  de  la  sal- 
vación  de  Pujol  no  solo  està  en  lo  acaeci- 
do  en  la  huerta  del  convento  de  parte  de 
los  amotinados,  sinó  en  el  patio  de  Pons 
de  parte  de  los  perros.  Porque  había  allí 
sueltos  de  noche,  para  guardas  noctur- 
nos,  unos  grandes  perros  de  los  en  la 
tierra  llamados  de  presa,  terribles  3-  fero- 
ces,  los  cuales  apenas  respetaban  ni  a  sus 
duenos.  Eran  conocidos  de  los  mismos 
amotinados,  pues  habiendo  dicho  alguno 
de  la  turba  al  pasar  por  frente  Can  Casa- 
ca: «icuàntos  frailes  debe  de  haber  aquí 
»dentro!»,  contesto  otro:  «guàrdate  de 
«entrar,  que  los  perros  te  partirían».  Pues 
bien,  estos  perros  dejaron  en  paz  al  Padre 
Pujol  (2). 

Escribí  arriba  que  la  huerta  del  Carmen 
lindaba  por  E.  con  los  jardines  traseros 
de  las  casas  de  la  calle  de  Xuclà,  y  como 

(j)  Relación  del  hiio  de  D.  José  Pons.  don 
.Miguel,  hecha   en  Calella  a    í   de   septiembre  de 


LA    NOCllE    DEL    25     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


605 


algunos  religiosos  huyeron  por  éstas, 
conviene  conocer  su  posición.  Siguiendo 
esta  calle  para  arriba  después  de  la  Casa 
Retiro,  hoy  subsistente,  hallàbase  en  la 
misma  mano  un  gran  almacén  del  ramo 
de  Guerra,  que  abarcaba  el  número  actual 
15  y  creo  que  el  13.  Después  la  casa 
Lluch,  de  la  que  un  hijo,  Joaquín,  ala 
sazón  era  corista  carmelita;  y  finalmente 
otra  casa  pròpia  de  las  monjas  Elisabets, 
cuyo  principal  piso  habitaba  entonces 
Don  Pablo  Henrich.  Esta  casa  estaba 
marcada  de  número  40,  hoy  de  19,  así 
como  la  de  Lluch  tiene  ahora  el  17.  El 
jardin  de  la  de  las  monjas,  o  de  Henrich, 
era  mayor  que  el  de  las  demàs,  y  se 
extendía  por  detràs  del  de  casa  Lluch, 
lindando  directamente  con  el  del  Carmen. 
En  estos  anos  últimos  posee  la  casa  de 
número  19,  bien  que  el  jardin  ha  sido  cor- 
tado,  la  muy  conocida  familia  de  Pascual, 
que  la  compro  a  las  monjas  de  Santa 
I?ubel(l). 

Otro  de  los  religiosos  que  huyó  por  la 
huerta  fué  el  Padre  Miguel  Ferrer,  quien 
me  conto  su  huída  con  las  noticias  que 
apunto  a  seguida.  En  el  refectorio,  al 
llegar  con  el  lego  vigilante  la  noticia  de 
que  el  convento  ya  tenia  puesto  el  fuego, 
y  al  oir  la  innecesaria  recomendación  del 
presidente  diciendo  que  se  apresuraran, 
salto  por  encima  de  la  mesa  para  salir  de- 
tràs ella.  «jAdónde  va  V.?»,  le  pregunta- 
ren algunas  voces.  «No  lo  sé»,  contesto 
él;  y  corre  a  su  celda.  Al  subir  las  esca- 
leras  topa  con  un  corista  que  bajaba  con 
la  misma  alarmante  nueva  de  que  el  tem- 
plo  tenia  fuego.  En  la  celda  deja  el  hAbito, 
toma  algunos  dineros,  y  baja  otra  vez, 
hallando  a  la  Comunidad  en  conmoción 
en  el  claustro.  Con  el  Padre  Perramón  y 
un  corista  pide  al  Padre  Prior  las  llaves 
de  la  huerta.  Al  principio  no  se  hallaban, 
però  después  halladas,  abren  la  puerta,  y 
los  tres  salen  a  la  huerta.  El  corista  se 


(i)  Relaciones  de  la  Aladre  Carolina  Henrich. 
hija  de  la  casa  de  su  nombre  en  Las  Corts,  en 
febrero  de  1895.  y  de  D.  Narciso  Pascual  en  el 
mismo  mes  y  afio. 


separo  de  Ferrer  y  de  Perramón,  pegando 
por  su  lado.  Vieron  en  un  limonero  a  otro 
corista  tan  espantado  que  lloraba  como 
un  nino,  y  hasta  por  efecto  del  susto  esta- 
ba privado  del  movimiento.  Ferrer  subió 
al  mismo  arbol,  y  pasando  por  sobre  del 
amilanado  corista,  ganó  la  sumidad  de  la 
pared  que  de  la  del  convento  separaba  la 
huerta  o  jardin  de  casa  Henrich.  Creyen- 
do  que  este  jardin  se  hallaba  a  igual  pro- 
fundidad  que  el  huerto  del  Carmen,  se 
desprende  desde  lo  alto  de  la  pared  a  él; 
però  halló  que  estaba  mucho  mas  hondo, 
y  cayendo  dió  de  nalgas  sobre  una  mace- 
ta,  bien  que  no  se  lastimó. 

Por  la  escalerilla  que  del  piso  principal 
bajaba  al  jardin  subió  a  aquél;  y,  sin 
mover  ruido,  llamó  en  el  balcón;  desde 
dentro  una  voz  femenina  le  contesto  que 
ya  tenían  allí  recogidos  frailes  servi- 
tas  (2),  que  volviesen  al  jardin  y  entrasen 
en  la  casa  por  la  puerta  excusada  de  los 
bajos  (3).  Mas  Ferrer  no  entendió  la  se- 
gunda  mitad  de  la  respuesta,  y  creyó  que 
se  le  decía  que  se  escondiese  por  abajo; 
por  lo  que  regresó  al  jardin,  y  ocultóse; 
però,  comprendiendo  que  allí  no  estaba 
bien,  subióse  sobre  un  cobertizo  del  jardin 
y  encaramandose  por  los  hierros  de  una 
reja,  y  sin  saber  cómo,  llego  a  una  aber- 
tura  de  la  casa  del  lado,  o  sea  casa  Lluch, 
abertura  que  estaba  guarnecida  de  mace- 
tas.'Al  ruido  que  inevitablemente  produ- 
jeron  los  esfuerzos  y  subida  de  Ferrer,  los 
de  dentro  del  piso  preguntaron:  «{quién 
hay?»  Contesto  que  «un  carmelita». 
Abrieron  la  ventana,  quitaron  las  mace- 
tas,  y  el  fraile  entro  en  el  piso.  En  él  no 
había  mas  que  un  criado  y  una  criada, 
pues  los  senores  Lluch  estaban  en  el 
campo,  habiéndose  llevado  alia  a  su  hijo 
Fr.  Joaquin  Lluch,  entonces  corista  car- 
melita, que  pertenecía  al  colegio  de  la 
orden. 


(j)  Relación  del  mismo  P.  .Miguel,  Ferrer 
hecha  en  L«  Riba  de  Tarragona  a  25  de  septiem- 
bre  de  18S0. 

f^)  Relación  de  D."  Carolina  Henrich,  hiia  de 
la  casa.  Las  Corts  de  Sarria  a  17  de  julio  de  1880. 


606 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    tlECIMO 


Por  donde  Ferrer  subieron  luego  el 
Padre  Pedró  Sunyer  y  un  lego.  Los  tres 
pasaron  la  noche  ocultos  en  un  desvàn 
(golfa)  de  casa  Lluch,  desde  donde  oían 
los  espantables  gritos  de  la  turba  que  ya 
decían  «fuego  aquí»,  ya  otras  terribles 
expresiones,  y  oj'eron  pasar  caballería 
por  la  calle.  También  desde  aquellas  altu- 
ras  veían  como  los  amotinados  registra- 
ban  la  huerta  del  convento,  àrbol  tras 
àrbol.  Por  orden  de  sus  amos,  el  criado  3" 
la  criada  debían  ir  al  campo  a  reunirse 
con  ellos,  por  lo  que  el  Padre  Ferrer,  la 
manana  del  26,  domingo,  puso  unas  líneas 
al  General  Santocildesdiciéndole:  «en  tal 
»casa  hay  tres  carmelitas  que  se  dejan  A 
»disposición  de  V.  E.»  Santocildes  envio 
un  criado  a  cerciorarse  de  si  el  billete 
contenia  la  verdad;  y  visto,  envio  màs 
tarde  una  compafiía  de  tropa  y  un  coche 
cerrado,  los  que  trasladaron  los  tres  reli- 
giosos al  cuartel  de  Artilleria  de  Estu- 
diós, de  donde  después  pasaron  a  la  Ciu- 
dadela(l). 

La  causa  por  que  la  piadosa  familia  de 
Henrich,  en  lugar  de  abrir  prontamente 
sus  balcones  a  la  demanda  del  Carmelita, 
le  indico  que  volviese  al  plano  del  jardín, 
y  entrase  por  la  puerta  excusada,  se 
halla  en  que  una  habitación  vecina  esta- 
ba  ocupada  por  gente  alborotada,  por 
armados,  y  así  convenia  que  estos  no 
viesen  la  entrada  del  fraile.  Ademàs,  en 
casa  Henrich  había  ya  refugiades  dos 
servitas  y  el  canónigo  Costa,  el  cual  era 
precisamente  quien  aconsejó  la  prudente 
respuesta.  El  dia  siguiente  encontràronse 
en  el  jardín  de  los  sefíores  Henrich  va- 
rias  prendas  de  hAbitos  carmelitas,  espe- 
cialmente  capillas.  Antes  de  amanecer, 
la  seüora  corrió  a  retirar  una  escalera  de 
mano  que  en  la  noche  habia  arrimado  a 
la  pared  de  división  para  así  facilitar  el 
paso  de  frailes  desde  la  huerta  de  estos 


(i)  Relación  citada  del  P.  Miguel  Ferrer.  En 
los  hechos  tocados  por  el  P.  Ferrer  y  D.'  Caro- 
lina Henrich  deleita  ver  como  ambos  estan  con- 
cordes, a  pesar  de  no  haberse  rautuamente  ellos 
conocido. 


al  jardín,  escalera  que  no  supo  ver  Ferrer, 
y  que  por  lo  mismo  no  utilizó  (2). 

El  asustado  corista  del  limonero  tam- 
bién logró  salvarse.  Ignoro  el  cómo  (3). 

Al  decir  de  dos  frailes  de  esta  casa 
carmelitana,  llegaren  al  número  de  quin- 
ce  o  dieciséis  los  religiosos  que  salieron 
del  convento  por  la  huerta.  De  estos, 
como  hemos  visto,  unos  fueron  a  la  calle, 
otros  quedaren  en  la  huerta,  otro  pasó  a 
la  fàbrica  Casaca,  tres  a  casa  Lluch,  y 
con  otros  sucedería  lo  que  me  conto  el 
muy  enterado  y  listo  hijo  del  hortelano 
Don  Benito  Tomàs.  Su  padre,  de  nombre 
José,  màs  vulgarmente  conocido  por  Lo 
gran  del  Hort  del  Carme,  creyó  pruden- 
te en  tan  turbulenta  noche  alejar  de  allí 
su  familia,  y  la  saco;  però  él  continuo  en 
la  huerta  para  salvar  frailes.  Así  lo  hizo, 
y  mediante  una  muy  alta  escalera  de 
mano  que  poseia  la  casa  para  coger  los 
higos  de  las  anosísimas,  numerosas  y  re- 
nombradas  higueras  de  aquella  huerta, 
los  fué  pasando  al  Retiro  y  otros  jardines 
de  las  casas  de  la  calle  de  Xuclà.  Para 
ello  subian  por  la  escalera  a  lo  alto  de  la 
cerca  divisòria,  y  luego  desde  allí,  con 
una  cuerda,  el  mismo  hortelano  los  baja- 
ba  al  jardín.  Al  fin  comprendió  éste  que 
hasta  él  corria  peligro,  y  así  del  modo 
que  descolgó  a  los  demàs  se  descolgó  él, 
refugiàndose  en  un  almacén  de  un  fran- 
cès, almacén  muy  cercano  al  Retiro  o 
Casa  Retiro  (4). 

Habia  en  el  Carmen  tres  frailes  de 
cabeza  no  muy  sana,  el  Padre  Elías 
Raset,  hijo  de  un  curtidor  que  vivia 
en  una  casa  pròpia,  de  él,  de  la  calle 
del  Portal  i\oH  esquina  a  la  dels  Jueus; 
el  Padre  José  Vallosera,  y  el  lego  Fr. 
Antonio  Pallarols.  Los  dos  primeres  no 
pasaban  de  simples;  el  tercero  estaba 
loco.  El  Padre  Raset,  por  razOn  de  su 
avanzada  edad,  quizà  cenó  antes  que  los 
demàs,  y  se  retiro  a  su  celda,  acostóse  y 


(2)     Relación  citada  de   D.''   Carolina  Henrich. 
(5)     Relación  citada  del  P.  Miguel  Ferrer. 
(^)     Repetidas  relaciones  de  D.  Benito  Tomàs, 
que  vivia  en  la  casita  de  la  huerta. 


I.A    NOCllli    DEL    25    DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


607 


tranquilamente  durmió  todita  la  noche. 
A  la  madrugada  siguiente  levantóse  muy 
temprano,  y  según  costumbre,  lavada  la 
cara,  tiro  el  agua  de  la  jofaina  desde  el 
terradito  de  su  celda  que  estaba  sobre  la 
tahona  y  daba  al  callejón  de  los  Angeles. 
Súpolo  el  sargento  Barrios,  y  pasando  al 
convento  por  la  puerta  de  la  huerta,  pues 
estaba  en  esta,  subió  por  la  escalera 
secundaria,  a  cuya  mitad  topo  con  Raset, 


f^^-^íuLt  PlPiSBt. 


que  se  dirigia  al  templo  para  celebrar, 

pues  solia  hacerlo  de  los  primeros,  si  no 

el  primero.  Rehuia  el  frailecreer 

el  militar  hasta  que  éste  le  liizo  c:7 

ver   el  incendio.    Los.  artilleros        ^^"^ 

llevaron  el  Padre  Raset  al  cuar- 

tel  de  Estudiós  (1).  En  los  tiem- 

pos  posteriores  a  la  exclaustra- 

ción  vivió  en  la  casa  paterna  con  su  her- 

mana  y  sobrina. 

El  lego  loco  Fr.  Antonio  Pallarols  era 
hombre  de  fuerza  hercúlea,  de  modo  que 
con  el  hacha  partia  de  un  tajo  los  tron- 
cos  niàs  gruesGS.  En  la  noche  aciaga 
tranquilamente  cenó,  y  se  retiro  a  su 
celda,  donde  durmió  descansadamente. 
Por  la  mananita  siguiente  le  hallaron  los 
artilleros,  y  lo  llevaron  a  su  cuartel  de 
Estudiós.  Puesto  después  con  los  demàs 
en  la  Ciudadela,  preguntóle  uno  de  los 
granados:  «Diga,  Fr.  Antonio,  iqué  pen- 
»saba  V.  anoche?»  Respondió  el  loco: 
«Pensaba  que  esta  noche  pasada  estuvi- 
»mos  en  peligro  de  morir,  y  V.  R.  no  nos 
»lo  aviso»  (2). 


(i)  Son  muchísimos  los  lestigos  que  me  con- 
t.Tiim  estos  hcchos  del  P.  Raset,  y  aunque  algu- 
nes dilicren  sobre  si  la  celda  de  Raset  daba  al 
huerto  o  al  callejón  de  los  Angeles,  una  senora. 
que  vió  desde  su  terrado  cl  acto  de  Raset  de  tirar 
el  agua,  me  aseguró  que  daba  al  callejón,  y  hicn 
pudiera  ser  que  diera  a  los  dos. 

(j)  Relaciones  citadas  del  P.  José  Barcons  v 
de  l'V.  Francisco  Cabal. 


El  arriba  también  mentado  como  sim- 
ple era  el  sacerdote  Padre  José  Vallose- 
ra,  quien  dió  pruebas  de  alguna  mayor 
cordura  que  los  dos  anteriores,  pues  ante 
el  peligro  quitóse  los  hàbitos  y  ropas  que 
pudieran  comprometerle,  quedando  con 
solo  camisa,  calzoncillos  ^  un  panuelo 
atado  a  la  cabeza;  y  con  tan  simple  ves- 
timenta encaramóse  en  un  naranjo  del 
huertecito  del  noviciado,  el  cual  huerte- 
cito  lindaba  con  la  calle  de  los  Angeles, 
y  en  el  naranjo  pasó  toda  la  noche.  No 
se  puede  dudar  que  gozaría  de  fresco 
en  el  cuerpo,  que  la  frescura  del  alma 
harto  la  mostro  rezando  en  la  madrugada 
en  su  limonero  Prima  y  Tercia,  como 
realmente  lo  hizo. 


J^^e^/     "l^ 


re^ 


Encontrado  como  los  dos  anteriores  por 
los  artilleros,  fué  conducido  a  su  cuartel 
de  Estudiós;  y  desde  él,  junto  con  otros, 
Uevados  a  la  Ciudadela  (3).  Después  Va- 
llosera  pasó  a  Amèrica,  en  Puerto  Rico 
desempenó  el  cargo  de  capellàn  de  mon- 
jas,  y  al  fin  de  la  vida  volvió  acà,  però  tan 
sencillo  como  cuando  rezó  Prima  vestido 
in  albis  en  el  naranjo  (4). 

También  pasaron  la  noche  en  el  con- 
vento los  legos  Fr.  Francisco  Cabal,  co- 
cinero,  y  Fr.  Simón  Serret,  despensero. 
De  antemano  habían  estudiado  la  casa  en 
busca  de  escondrijo  seguro  para  un  tal 
dia,  y  se  habian  íijado  en  un  como  des- 
van  que  estaba  sobre  la  bóveda  de  una 
de  las  capillas  de  los  pies  del  templo, 
creo  de  San  Mauro,  al  que  se  subía  por 
un  agujero  del  techo  de  la  despensa.  Para 
efectuar  la  subida  colocaron  a  prevén - 
ción  en  el  agujero  una  cuerda.  Llego  el 
dia,  o  mejor  la  noche  fatal,  y  los  dos 
legos  corrieron  a  su  madriguera,  retiran- 


( í)     \'arias  relaciones  de  frailes  es  de  ta  casa. 
(4)     Relación  de  unas  monjas  de  aquí.  a  las  que 
visito  a  su  regreso. 


608 


LiBRO    TERCERO.  —  CAPHIEO    DECIMO 


do  luego  la  cuerda.  Es  verdad  que  allí 
nadie  les  halló,  paro  sus  ano:ustias  duran- 
te  aquella  para  ellos  larga  noche  no  son 
para  descritas,  pues  por  un  lado  oían  los 
gritos  y  alborotos  de  la  turba,  y  por  otro 
sentían  grandemente  el  calor  del  conti- 
guo  incendio  que  iba  calentando  las  para- 
des del  escondrijo,  y  les  aterrorizaba  el 
retumbar  de  los  tan  próximos  derrumba- 
mientos,  viéndose  en  peligro  de  morir,  o 
asados,  o  aplastados. 

Al  fín  llego  la  mariana,  y  se  decidieron 
a  bajar  del  escondrijo  a  la  despensa,  la 
que  directamente  comunicaba  con  el  re- 
fectorio.  Por  el  ojo  deia  cerraja  inspec- 
cionaron  el  refectorio,  y  viéronle  ocupado 
por  soldados,  que  alegremente  almorza- 
ban  la  cena  que  los  frailes  habían  dejado 
casi  intacta  por  la  noche.  Inspirando  los 
soldados  confïanza  a  los  dos  legos,  que  ya 
iban  sin  los  hàbitos  y  todos  blancos  con 
las  solas  ropas  interiores,  entraron  en  el 
refectorio,  y  preguntaron  a  la  tropa  por 
.los  Padres.  Les  contestaren,  sin  duda 
para  animaries,  que  habían  sido  muer- 
tos.  Entonces  los  dos  legos  determinaren 
subir  al  campanario  para  ver  si  todavía 
estaban  allí  los  Padres;  però  cuando 
Uegaron  a  la  esquina  oriental  del  claus- 
tro  moderno,  donde  había  una  escalerilla 
por  la  que  se  subía  al  campanario,  la 
hallaron  interceptada  por  el  incendio.  Se 
encaminaren  a  la  puerta  de  la  huerta, 
donde  hallaron  un  retén  de  tropa,  desde 
donde  la  fuerza  los  trasladó  al  cuartel  de 
Artilleria  de  Estudiós.  Aquí  se  les  dió 
medicina;  y  a  las  once  del  dia,  a  ellos,  el 
Padre  Raset  y  a  otros  siete  u  ocho  frailes 
màs,  en  tres  coches  se  les  condujo  a  la 
Ciudadela,  no  sin  que  en  el  trayecto  se 
echase  sobre  de  ellos  una  nube  de  amoti- 
nados,  de  guisa  que  los  soldados  perdia- 
ran  la  color  de  sus  tostadas  mejillas  (1). 

Como  apunté  arriba,  las  vias  por  las 
cuales  los  carmelitas  quisieron  huir  de  la 


(i)  Relación  del  mismo  Fr.  Francisco  Cabal, 
que  me  hizo  en  28  de  abril  de  i88o.  Su  simple 
disfraz  me  lo  conto  no  él,  sinó  D.  Benito  Tomàs, 
el  hiio  del  hortelano. 


muarte  fueron  tres;  a  saber:  el  terrado 
del  templo  y  campanario,  la  huerta,  y  los 
escondrijos  del  mismo  convento.  Sin  em- 
bargo, algun  religioso  no  pasó  por  ningu- 
no  de  estos.  Asi  los  coristas  Fr.  Mariano 
Vidal  y  Fr.  Francisco  Poleti  rehusaron, 
por  temor  al  fuego  de  la  iglesia,  subir 
al  terrado  de  ella;  y  se  fueron  al  coris- 
tado,  de  donde,  saltando  por  una  ven- 
tana  y  cruzando  tejados  de  la  misma 
casa,  Uegaron  al  da  casa  Sagarra  cuan- 
do la  mayor  parte  da  la  Comunidad  toda- 
vía estaba  sobre  la  iglesia  y  en  el  campa- 
nario. Llegaren,  pues,  allà  antes  que 
estos.  Una  criada  las  abrió  la  puerta  dal 
terrado  y  ellos  bajaron  a  la  habitación  de 
los  duenos,  sin  que  viasen  a  estos.  Allí  sa 
quitaron  los  habites,  quedande  enmangas 
de  camisa,  calzón  corto,  zapatos  con  un 
botoncite,  y  un  pafiuelo  atado  en  la  caba- 
za.  Bajaron  les  des  a  la  entrada  antes  de 
abrir  la  puerta,  allí  en  un  rincón  dajaron 
los  hàbitos  5^  rezaron  el  acte  de  contri- 
ción;  y  aquella  abiarta,  se  lanzaron  a  la 
calle  en  medio  de  la  multitud,  separàn- 
dese  los  dos  companeres.  Vidal  se  fué  a 
la  buenà  de  Dios,  sin  norma  ni  diracción. 
Llagó  a  la  calla  de  las  Molas,  subió  a  una 
casa  desconocida  hasta  el  ultimo  piso, 
llamó,  a  la  mujer  que  respondió  le  d  i  jo 
que  era  un  fraile  fugitivo,  y  le  pidió  hos- 
pedaje  y  ampare;  accedió  la  mujar,  y  le 
amparó.  Por  la  necha  no  faltaren  sustos, 
pues  un  enemigo  perquiría  por  la  escalarà 
un  fraile,  qua  decía  habia  subido  por  allí. 
La  mujer  nagó  que  hubiasa  fraile  alguno. 
El  dia  siguiente  Vidal  mandó  recade  aun 
hermano  carnal  suyo,  quien  por  la  noche, 
vestido  de  uniforme,  pues  era  musico  de 
artilleria,  con  un  paisano  fueron  a  bus- 
carle.  Disfrazàronle  cenvenientemente  y 
lo  condujeren  a  casa  da  esta  hermano, 
donde  quedo  hasta  poder  huir  màs  tarde 
a  Vich  (2). 

En  este  relato  se  presenta  un  enigma 
que  el  mismo  Fr.  Vidal  me  propuso,  y 
explico,  a  saber:  como  al  salir  da  casa 


(2)     Relación  del  mismo  Fr.  .Mariano  Vidal  en 
Barcelona  a  20  de  febrero  de  188-I. 


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LA_    NOCllli    DEL    2í     DE    JL'Í.IO    DE.NTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


609 


Síigarra  y  mezclarse  con  la  turba  vistien- 
do  él  aún  tantas  prendas  de  religioso,  no 
fué  conocido  y  agredido.  A  la  sazón  co- 
menzaba  todavía  el  ataque,  la  campana 
del  convento  ciamaba  pidiendo  auxilio: 
por  ello,  y  quiza  por  verla,  la  turba  creia 
que  la  Comunidad  estaba  todavía  en  la 
azotea,  y  así  no  atinó  a  que  ya  allí  hubiese 
un  fraile.  Mas  aún,  Fr.  Vidal  era  un  jo- 
vencito,  un  nino,  y  en  mangas  de  camisa, 
,como  los  demas  de  la  turba,  pasó  por  un 
nino  de  tantos. 

Ademas  de  estos  dos  frailes  que  huye- 
ron  sin  pasar  ninguna  de  las  tres  vías 
arriba  indicadas,  se  me  ha  dicho  si  en  los 
momentos  en  que  la  fueiza  pública  tenia 
despejada  la  calle  frente  del  convento 
durante  el  incendio,  algunos  religiosos 
en  mangas  de  camisa  y  calzoncillossalie- 
ron  por  la  puerta  de  junto  la  esquina  de 
la  calle  de  los  Angeles  en  la  del  Car- 
men,  y  pasaron  al  Hospital  o  Conva- 
lecencia  (I). 

En  la  historia  de  estos  desgraciades 
días  merece  un  parrafo  el  Padre  Prior  del 
Convento  Fr.  Antonio  Gener,  hombre 
altoybien  plantado,  hijo  de  Tàrrega,  a 
la  sazón  de  54  aiïos  de  edad.  Había  sido 
Lector  durante  muchos  anos.  Si  bien  las 
seguridades  dadas  por  la  autoridad  y 
otras  razones  ya  arriba  expuestas  le  cega- 
ron  sin  duda,  como  a  los  demas  superio- 
res, para  no  ver  la  inminenciadel  peligro, 
sin  embargo  su  comportamiento  en  la 
desgracia  le  acredito  de  buen  padre 
de  sus  subordinados,  Ya  antes  gozaba 
concepto  de  sabio  y  santó,  justa  fama 
que  siguió  gozando  después  (2),  y  ahora 
probó  la  de  buen  padre.  Al  subir  a  la 
azotea,  o  al  campanario,  recibió  un  fuer- 
te  golpe  en  la  pierna  derecha,  cuya  cura- 
ción  exigió  despucs  largas  semanas  de 
serio  tratamiento  medico.  Però  no  por 
esto  abandono  a  los  suyos.  En  la  azotea. 


I  sereno  y  cuerdo,  calmo  los  entusiasmos 
bélicos  de  los  jóvenes  que  deseaban  de- 
fenderse;  les  exhorto  a  perdonar  y  a 
morir  bien,  y  les  dió  la  absolución.  Puesto 
después  en  la  calle  entre  los  soldados, 
procuro  salvar  las  riquezas  de  la  sacris- 
tia,  aunque  infructuosamente;  y  al  ver 
llevar  sus  hermanos  a  la  Cíudadela,  en 
lugar  de  buscar  una  cama  en  el  hospital 
0  en  otra  parte,  donde  curar  su  pierna, 
les  siguió  al  fuerte.  Allí  atendió  a  la  ma- 
nutención  y  alivio  de  ellos  (3),  y  solo 
cuando  esto  quedo  provisto,  y  su  mal  no 
consintió  espera,  en  5  de  agosto,  entro  en 
el  Hospital,  donde  estuvo  hasta  el  10  de 
septiembre  del  mismo  1835  (4).  Al  sepa- 
rarse  de  sus  queridos  subordinados  dele- 
go sus  facultades  en  el  venerable  Padre 
Avella,  sin  perjuicio  de  continuar  él 
desde  la  cama  del  hospital  sus  desvelos 
en  favor  de  aquéllos  (5).  Pasó  después  al 
extranjero,  de  donde  al  volver,  transcu- 
rridos  aíïos,  desempeiïóel  cargo  decape- 
Han  de  las  muy  edificantes  monjas  car- 
melitas  calzadas,  y  allí  a  15  de  enero  de 
1861  murió  (6). 

El  seflor  Elías  de  Molins  en  su  Dicció- 
nario  de  escritores  y  arlistas  catalanes 
del  siglo  XIX  le  dedica  las  siguientes 
palabras:  «Natural  de  Tílrrega...  doctor 
»y  maestro  en  Filosofia  y  Sagrada  Teo- 
»logía  y  prior  que  fué  dos  veces  del  con- 
»vento  de  Manresa  y  otras  dos  del  de 
«Barcelona,  desempeiïando  tan  impor- 
»tante  cargo  en  el  funesto  dia  25  de  julio 
»de  1835.  Era  persona  muy  aficionada  a 
»la  enseüanza,  y  poseía  grandes  dotes 
»para  el  mando,  habiéndose  captado  la 
«simpatia  de  todas  las  principales  fami- 
»lias  de  la  última  ciudad,  donde  falleció 
»en  17  de  enero  de  !8ó0»  (fuc  en  15  de  ene- 
ro de  186 1.  Este  diccionario  cstd  plaga- 
do  (le  erraré,^)  «a  la  avanzada  edad  de  80 
»afíos.   Había  publicado  un   Tratado  de 


(i)  Relación  de  D.'  Catalina  Salvadc  que 
vivia  en  una  casa  cercana.  Barcelona  di  de 
fcbrero  de  18S2. 

(2)  Relación  citada  del  P.  isidrci  Devanl.  quicn 
me  hi/o  elogios  del  Prior. 


(?)     Relación  cil.  del  P.  líidro  Devanl. 
(-))     Notas  sacadas  de  los  libros  del  Hospital. 
(s)     Relación  cit.  del  P.  Isidre  Debant. 
(6)     fíotetin  oficial  eclesidstico   del  obispido 
de  Barcelona.  \\\o  1861,  pàg.  ^8. 

39 


610 


l^initO    TF.RCERO.  —  CAPlm.O    UIXIMO 


•oGramdttca  Castellana...  que  se  impri- 
»mió  a  primeros  de  esta  siglo  (XIX). •» 

Como  se  ha  visto  por  las  anteriores 
narniciones  de  los  peligros  y  quebrantos 
quesufiió  cada  relio:ioso,  los  rriíls  de  esta 
casa  pararon  en  la  Convalecencia  y 
Hospital.  Aquí  se  les  dió  medicina  anti- 
espasmódica,  se  curo  las  manos  a  los  de 
la  cuerda,  y  se  les  animo  (1).  Se  cuenta 
que  el  Padre  Codinach  y  otro  Padre, 
estando  en  el  Hospital,  entraron  en  el 
departamento  de  los  dementes,  de  entre 
los  cuales  unos  les  dijeron:  í<iQué  os  han 
hecho,  pobres?  iQueréis  agua?»  De  modo 
que  hubo  mas  caridad  y  humanidad  en 
los  locos  que  en  los  amotinados,  al  decir 
de  las  gentes,  cuerdos. 

Como  apunté  arriba,  la  fuerza  pública, 
los  artilleros,  despejaron  durante  el  in- 
cendio y  mantuvieron  aquella  noche  des- 
pejado  el  trozo  de  calle  de  frente  del  Con- 
vento,  formando  una  linea  transversal  en 
la  esquina  de  casa  Sagarra  y  otra  frente 
el  callejón  de  los  Angeles.  A  todo  esto  no 
falto  en  la  tragèdia  un  pequeno  sainete. 
El  teniente  de  Artilleria  Don  José  de 
Prat,  después  de  huídos  los  frailes,  subió 
a  casa  Sagarra  para  ver  y  recoger  alguno 
si  por  allí  quedaba.  Al  acercarse  a  la 
puerta  del  terrado  oyó  que  un  lego  es- 
condido  en  un  rincón,  sin  duda  creyendo 
que  el  peligro  se  había  va  alejado,  en 
voz  baja  decía:  «Padre  maestro,  Padre 
maestro»,  llamando  a  un  Padre  grave 
escondido  en  otro  ííngulo,  y  que  el  Maes- 
tro, temiendo  todavía  y  enfadado  porque 
Uamàndole  le  descubría,  murmuraba  en- 
tre si:  «Padre  mierda,  Padre  mierda»  (2). 

Durante  las  primeras  y  las  altas  horas 
de  aquella  noche,  como  de  una  a  dos,  los 
artilleros  recogieron  los  frailes  de  aque- 
llas  casas  vecinas  al  Convento,  llevando 
unos  a  su  cuartel  de  Estudiós  y  otros  a 
la  Convalecencia;   de   donde   resulto  no 


(i)     Relación  citada  del  P.  Barcóns. 

(2)  Me  lo  conto  varias  veces  el  M.  I.  Sr.  don 
José  Morgades,  quien  había  vivido  en  la  família 
de  D."  Franciscà  de  Prat.  parienta  del  teniente 
dicho.  V  creo  In  habia  oido  de  boca  de  esta. 


sólo  gran  número  de  frailes  en  el  Hospi-  1 
tal  3'  Convalecencia,  como  arriba  dije, 
sinó  a  media  noche  cierta  quietud  rela- 
tiva \'  paz  en  aquel  punto  de  la  calle  del 
Carmen.  Aprovechando  estos  momentos 
de  quietud,  el  listo  Padre  José  Barcóns 
ejecutó  dos  hechos  curiosos.  Entre  una 
y  dos  de  la  madrugada,  mal  disfrazado 
con  el  pantalon  que  le  proporciono  el 
barbero  y  con  un  solo  tirante  (pues  había 
dado  el  otro  a  un  su  companero),  acom- 
paíiado  del  hortelano  del  Convento,  se 
dirigió  a  éste,  y  entro  en  él  por  la  puerta 
de  la  huerta.  El  aspecto  de  la  casa  era 
desconsolador  por  la  soledad,  el  desam- 
paro  y  el  fuego  y  humo  del  templo  y 
sacristía.  Aquellas  piezas,  aquellas  cel- 
das,  aquellos  corredores,  poco  antes  tan 
piadosamente  animados,  eran  un  pàra- 
mo,  receptaculo  del  humo.  En  el  refecto- 
río  todo  estaba  intacto  como  en  el  momen- 
to  de  la  cena;  encendidos  los  quinqués; 
puestos  los  platós  con  las  pitanzas,  éstas 
integras,  compuestas  de  verdura  y  de 
pescado,  nadie  había  comido  nada,  sólo 
se  habían  bebido  algunos  sorbos  de  vino. 
Nadie  había  tocado  nada,  ni  aun  alguno 
de  los  veintidós  gatos  que  criaba  el  Con- 
vento. jLàstima  que  no  lo  viera  Don 
Víctor  Balaguer,  el  narrador  de  la  cena 
de  los  Franciscos  de  Atarazanas!  Aquel 
refectorio  y  aquel  convento  parecía  el 
aposento  de  un  difunto  después  del  mo- 
mento  del  entierro  de  éste.  Mas  tarde, 
como  lo  dije  arriba,  los  soldados  almor- 
zaron  la  cena  de  los  frailes. 

La  segunda  travesura  la  efectuo  Bar- 
cóns, acompanado  del  Padre  Roig.  Los 
soldados  habían  dejado  sus  fusiles  arri- 
mades a  una  pared  en  el  interior  del  patio 
de  la  Convalecencia,  y,  como  jóvenes, 
estaban  fuera  en  la  calle  bromeando. 
Entonces  convinieron  los  dos  dichos  frai- 
les en  examinar  si  los  fusiles  estaban  o 
no  cargados.  Estàs  armas  no  se  carga- 
ban  por  la  recamara,  sinó  por  la  boca, 
introduciendo  primero  la  pólvora  y  des- 
pués la  bala  con  el  taco  por  medio  de 
una  larga  varilla  de  metal,  llamada 
baqueta,  resultando  la  operación  tardía 


LA    NOCIIE    DEL    25     DE    JLLIO    DF.NIRO    DE    LOS    CLALSTROS 


611 


y  no  fàcil  como  ahora;  de  donde  prove- 
nia que,  en  caso  de  querer  obrar,  conve- 
nia tener  a  prevención  las  armas  carga- 
das.  Barcóns,  pues,  se  puso  de  acecho  en 
la  puerta  del  edificio  para  vigilar  si  los 
soldados  venian;  y  Roig  cogió  dos  fusiles, 
uno  tras  otro,  e  introdujo  en  ellos  la  ba- 
queta, la  que  dió  contra  el  final  de  la 
recàmara  dejando  oir  el  trinch  trincli 
del  golpe.  Las  armas,  pues,  no  tenian 
carga.  Estàs  eran  las  ordenes  de  hacer 
fuego  que  se  ve  se  habian  circulado  a  las 
fuerzasdel  ejército  (1). 

QuizA  se  extraüe  tal  proceder  de  parte 
de  los  artilleros,  però  no  podia  ser  otro 
dada  la  carència  de  ordenes  superio- 
res. Hay  màs,  me  dijo  el  capitan  De 
Amat  que  si  el  teniente  Prat  y  algu- 
nes soldados  acudieron  al  Carmen,  y 
luego  a  recoger  frailes,  fué  porque  se 
reclamo  el  auxilio;  y  que  no  fueron  de  un 
modo  oficial  y  de  ordenanza,  no  con 
aparato  de  fuerza,  sinó  como  asunto  de 
ellos,  acompanados  emperò  de  algunos 
subordinades;  y  que  lo  mismo  acaeció 
con  el  auxilio  prestado  a  los  minimos. 

Como  se  comprende  por  lo  escrito  en 
artículos  anteriores,  en  el  Hospital  y 
adjunta  Convalecencia  no  estaban  solos 
los  carmelitas.  Los  no  enfermos  no  de- 
bian  continuar  allí.  Oigamos  la  relación 
que  de  la  salida  de  aquellas  piadosas 
casas  me  escribió  el  Padre  José  Barcóns; 
«....al  Hospital  en  donde  permanecimos 
»con  otros  muchos  Religiosos  de  otras 
«Ordenes  hasta  las  tres  y  media  de  la 
«raadrugada,  que  salimos  acompaflados 
»de  la  tropa  y  caballería  para  la  Ciuda- 
»dela....  El  modo  como  salimos  es  el  cua- 
»dro  màs  triste  que  un  pintor  puede 
«imaginar.  Figúrese  V.  ver  de  setenta  a 
»ochenta  religiosos  entre  jóvenes,  de 
«mediana  edad  y  viejos,  que  ninguno  iba 
»vestido  con  las  piezas  necesarias  y  con- 
«venientes.  Unos,  con  solo  calzones  y 
«camisa,  con  una  cuerdecita  por  tiran- 
>;tes;  otros,  con  vestidos  prestados,  des- 


(i)     Me  conto  ambos  casos   el    mismo   P.   José 
Barcóns  en  las  ocasiones  citadas. 


«proporcionades  a  su  cuerpo;  otros,  des- 
>calzos;  otros,  con  un  solo  zapato; 
«descubierta  la  cabeza,  unos  venian  con 
«cerquillo;  otros,  con  corona.  No  había 
»ni  uno  siquiera  completamente  vestido. 
«Era  cuadro  que  arrancaba  làgrimas». 
Pasaron  por  la  callejuela  de  los  Angeles, 
subieron  a  la  muralla  de  tierra,  y  atrave- 
sando  por  frente  la  Puerta  Nueva  y  Ex- 
planada,  llegaren  a  la  fortaleza.  El  Padre 
Isidre  Devant,  uno  de  estes  religiosos,  me 
hizo  muchos  elegios  de  les  artilleros,  que 
fueron  los  que  les  acompanaron,  y  espe- 
cialmente  de  sus  Jefes;  anadiéndome  que, 
viendo  el  que  mandaba  la  fuerza  que  un 
lege  seguia  con  dificultad  por  tener  un 
pie  estropeado,  se  apeó,  e  hizo  que  el 
lego  montara  en  su  caballo.  Tan  buena 
voluntad  no  era,  sin  embargo,  parte  para 
impedir  los  insultes  de  palabra,  los  grites 
de  «mataries»,  y  hasta  algunas  pedradas 
de  la  chusma  (2). 

Después  de  tedo  ocurre  preguntar: 
rqué  ardio  en  este  convento?  Aunque  va 
sumariamente  lo  apunté  en  el  capitulo 
anterior,  se  debe  aqui  ampliar  la  noticia. 
Los  incendiaries  principiaren  su  infernal 
obra  per  la  puerta  de  la  porteria  (3),  y 
parece  que  destruïda  esta,  llegaren  hasta 
el  claustre  moderno  e  contiguo  al  temple, 
però  que  retrocedieron,  de  modo  que  el 
convento  o  habitaciones  quedaren  intac- 
tas  del  fuego  (4).  Pusiérenlo  también, 
mientras  lo  dicho,  en  la  gran  puerta  del 
temple  y  muy  luego  en  la  de  la  huerta; 
y  si  no  entraren  en  el  convento,  harte  se 
pasearen  por  la  huerta,  según  arriba 
vimos,  y  muy  harto  entraren  en  la  igle- 
sia.  Ya  arriba  en  el  capitulo  anterior  nos 
dijo  el  descarriade  aprendiz  cómo  con  un 
liquido  inflamable  incendiaren  el  retablo 


(2)  ^  a  en  el  texlo  se  dice  que  las  nolicias  se 
sacan  de  los  relatos  cit.  de  Barcóns  y  Devant. 
Otros  varios  testigos  explican  el  mismo  traslado 
a  la  Ciudadela  y  los  insultos,  tales  como  Fr.  Se- 
bastiàn  Grimau  y  el  P.  José  Codinach. 

(3)  Lo  alirman  varios  lestijïos. 

(-l)  Relación  de  D.  Benito  Tomds  de  s  de  octu- 
bre de  18112. 


612 


lii;ho  tercero.  —  capitulo  hkcimc 


mayor,  del  cual  ardieron  los  adornos, 
però  no  la  interior  armazón  de  grandes 
columnas  y  cornisas,  porque  estaba  com- 
puesta,  no  de  maderas,  sinó  de  albaflile- 
ría.  También  arriba,  mas  en  este  mismo 
articulo,  nos  explico  el  testigo  presencial 
Don  Mariano  de  Sagarra  el  horroroso 
horno  en  que  el  fuego  convirtió  el  tem- 
plo,  la  Uuvia  de  fuego,  o  sea  plomo  derre- 
tido,  que  caia  del  órgano,  y  los  despren- 
dimientos  de  otros  elementos.  Conocemos 
también  el  hundimiento  de  gran  parte  de 
la  techumbre  en  la  noclie. 

Sin  embargo,  en  la  gran  hoguera  de 
aquel  templo  hubo  un  retabjo  lateral  que 
se  libró  del  fuego  durante  toda  la  noche 
y  manana,  y  entre  diez  y  once  de  esta 
todavía  se  hallaba  intacto.  Era  el  de  San 
Miguel,  que  estaba  casi  frentede  la  puer- 
ta  de  la  calle  del  Carmen  y  tenia  en  su 
parte  alta  un  San  Miguel,  y  en  el  centro 
un  crucifijo  de  tamano  natural.  A  dicha 
hora  lo  vieron  dos  amigos  mios,  y  les 
admiro  que  el  Cristo  conservarà  hermoso 
aun  hasta  el  color  de  las  carnes  (1);  y 
ademàs  son  numerosisimos  los  testigos 
que  deponen  la  incolumidad  de  este  reta- 
blo,  pues  llamó  la  atención  de  cuantos 
curiosos,  que  ciertamente  no  pecaron  de 
pocos,  acudieron  a  ver  los  incendios.  A 
aquella  hora  un  hombre,  dícese  si  un 
miliciano  de  los  de  la  guardià,  exclamo: 
«no  sea  que  luego  digan  que  esto  es  un 
milagro»,  y  tomando  un  tizón,  salto  por 
sobre  las  encendidas  ruinas  que  cubrían 
el  pavimento  del  templo,  y  le  puso  fuego; 
el  cual  prendió  fàcilmente,  pues  halló 
maderamen  viejo  y  ya  tostado  del  calor 
del  incendio  (2).  Y  escribo:  «sin  duda  un 
«miliciano,»  porque  el  hijo  del  hortelano, 
el  muy  cuerdo  y  enterado  Don  Benito 
Tomàs,  me  dijo  que  vió  en  dicha  maflana 
que  algunos  retablos  de  los  pies  del  tem- 
plo que  no   habian   ardido   en  la  noche 


(i)  D.  Antonio  Moratones,  maestro  degimna- 
sia.  Barcelona  23  de  noviembre  de  1881. — Don 
Pedró  Subiranas.  Barcelona  26  de  enero  de  1883. 

(2)     Relaciones  de  varios  que  lo  vieron. 


fueron  incendiados  por  unos  milicia- 
nos  (3).  El  incendio,  0  mejor,  el  fuego 
del  Carmen  duro  por  todo  el  26  y  parte 
del  27  de  julio,  es  decir,  dos  días  El  dia  27 
el  alcalde  del  barrio  dió  parte  al  Ayunta- 
miento  de  que  el  fuego  se  había  apodera- 
do  de  la  Capilla  del  Sacramento  (4). 

Ya  he  dicho  cuílnto  ardió  también  la 
preciosa  sacristía  con  sus  hermosas  cómo- 
das  armarios  de  nogal,  sus  grantles  lien- 
zos,  sus  utensilios  del  cuito,  sus  indumen- 
tos  o  vestidos  sagrados,  sus  vasos  también 
sagrados.  «Aquello— dijo  el  artillero  jefe, 
« — aquello  es  un  infierno».  Se  conto  que 
un  càliz  rodó  por  el  suelo  hasta  cerca  de 
la  puerta,  y  que  un  soldado  le  alargó  la 
bayoneta  para  hacerlo  córrer  mas  hacia 
sí,  y  que  el  càliz  estaba  tan  maduro  por 
el  calor  que,  al  apretarlo  la  bayoneta,  se 
partió.  También  se  dijo  que  después  se 
ofreció  una  respetable  suma  por  las  ceni- 
zas  de  esta  pieza  para  extraer  de  ellas  el 
precioso  metal  (5).  Igualmente  fué  pasto 
de  las  llamas  la  pieza  del  camarin  donde 
estaba  la  imagen  principal  de  la  titular, 
la  que,  luciendo  aquel  dia,  octava  de  su 
fiesta,  las  mejoras  galas  y  joyas,  pereció 
con  ellas.  El  resto  del  convento  quedo 
intacto  del  incendio,  y  en  la  noche  no 
entraron  los  amotinados. 

Al  cabo  de  unos  pocos  días  del  fuego 
tres  o  cuatro  mozos  del  hortelano  quisie- 
ron  por  curiosidad  ver  el  templo,  y  para 
ello  subieron  al  piso  alto  del  claustro,  y  de 
allí  pasaron  al  coro;  mas  estaba  tan  es- 
tropeada  por  el  fuego  y  tan  debilitada  la 
bóveda  sobre  la  que  descansaba,  que  con 
el  solo  peso  de  ellos  se  hundió.  Por  for- 
tuna no  sacaren  de  la  osadía  màs  que  el 
susto  y  algunos  rasgunos;  y  tuvieron  que 


{3)  Relación  de  3  de  mayo  de  1898.  —  Relación 
de  una  vecina  que  pasó  por  frente  del  templo  y 
vió  que  los  retablos  no  habian  ardido,  y  oyó  luego 
la  algazara  del  acto  de  quemarlos. 

(4)  Archivo  municipal. — Expedientes. — Sec- 
clón  2.'  Expediente  número  ug. 

(5)  Relaciones  del  P.  José  Barcóns  y  P.  José 
Codinach. 


LA    NOCIIE    LIEL    25    DE     lULlO    UEMItri    DE    LOS    CLALSIRC 


6;3 


salir  por  la   puerta  que  de  la  sacristía 
daba  al  claustro  (1). 


ARTICULO  XOVENO 

LA  VIRGEN  DEL  BUEN  SUCESO, 
DE  FRAILES  SERVITAS 

Escribí  ya  en  mi  obra  anterior  que  la 
Comunidad  que  en  1835  poblaba  esta  casa 
se  componia  de  unos  30  a  40  frailes.  He 
aquí  los  nombres  de  los  que  pude  haber 
noticia: 

SACERDOTES 

R.  P.  Anselmo  Perera,  Prior. 


/X  .J^/^JÒ}^^  /£»; 


R.  P.  José  Ribera,  Socio  provincial  y 
Corrector  de  la  Congregación  de  los  Do- 
lores. 

R   P.  Andrés  Estrany,  Vicario. 

R.  P.  Domingo  Daniel,  ex  provincial. 

R.  P.  Rafael  Darnis,  ex  provincial. 

R.  P.  Antonio  Porta,  Regente  de  estu- 
dies. 

R.  P.  Domingo  Gusifler,  Lector. 

R.  P.  Gregorio  Permanyer,  Lector  de 
Filosofia  y  Teologia. 

R.  P.  Buenaventura  Aulestia. 

R.  P.  Salvador  Pla. 

R.  P.  Baudilio  Fuxar,  hijo  de  San  Bau- 
dilio  de  Llobregat. 

R.  P. José  Bogudà. 

R.  P.  Lorenzo  Sancliment. 

R.  P.  Daniel  Angelats,  Lector  de  Mo- 
ral, hijo  de  Banolas. 

R.  P.  Martín  Estaper,  Predicador. 

R.  P.  Antonio  Feu,  Maestro  denovicios 
que  fué. 

R.  P.  Jaime  Frigola. 

R.  P.  laime  Hugas. 

R.  P.  Felipe  Rodés. 

R.  P.  N.  Salis. 


(i)     Relación   del    hijo  del    liorlclano   de 
mayo  de  18118. 


de 


R.  P.  N.  Tapias. 

R.  P.  X.  Bofill. 

R.  P.  Antonio  Ros. 

R.  P.  Tomàs  Lluís. 

R   P.  Mariano  Tacies. 

R.  P.  N.  Terradas,  organista. 


CORISTA 

Fr 

Antonio  Foquet. 

Fr 

Joaquín  Puig, 

Fr 

Agustín  Bruch. 

Fr 

Francisco  Sala. 

Fr.  Bernardo  Rabascall. 

Fr.  Miguel  Pons. 

Fi".  Àngel  Arquer. 

Fr.  Joaquin  Arquer. 

Fr.  Emiliano  N. 

Fr.  Mariano  Armengol. 

LEGOS 

Fr.  Antonio  Anguera. 

Fr  Joaquin  Genis. 

Fr.  Tomàs  Casadesús. 

Fr.  José  Torrents. 

Fr.  Olegario  Masip. 

Fr.  Pelegrín  Vidal. 

Fr.  Ambrosio.  N. 

Fr.  Pelegrín  Lleó. 

Por  lo  explicado  en  el  articulo  l.<=  del 
capitulo  próximo  anterior  facilmente  se 
adivina  que  los  sucesos  del  interior  de 
esta  casa  en  la  noche  aciaga  pocos  lances 
han  de  ofrecer  a  la  historia. 

Estaban  los  religiosos  en  la  tarde  del 
25  de  julio,  a  cosa  de  las  siete,  cantando 
la  Salve  a  la  V^irgen  de  los  Dolores,  cuan- 
do  de  repente  sale  al  presbiterio  el  lego 
Pelegrín  Vidal,  dando  un  grito  para  que 
cesara  el  canto,  y  anadiendo: «iQué  hacen , 
»si  Barcelona  està  en  revolución?>  Paro 
el  canto,  y  los  fieles,  al  encaminarse  a  la 
calle,  hallaron  ya  cerrada  la  puerta  del 
templo;  sin  embargo  después  se  les  dejó 
salir  paulatinamente  (2). 

Apunté  lambién  en  su  lugar  que,  al 
tiempo  que  se  ponia  fuego  en  el  Carmen 

(->)  Relación  de  D.  líamón  Piiiana,  que  estuvo 
presente  al  acto.  Hecha  en  Barcelona  a  ^  de 
marzo  de  18SÓ. 


614 


LlIiliO    ÏICUCICRO.  CAPITULO     DECIMO 


de  frailes  calzados,  se  puso  en  el  presente; 
però  que  cuatro  nobles  oficiales  del  cer- 
cano  cuartel  de  Artilleria,  llevados  de 
solo  propio  impulso,  acudieron;  y  con 
razonamientos  y  palos  aventaron  de  allí 
a  los  muy  contados  incendiarios,  y  dejan- 
do  cuatro  soldados  y  un  cabo  conserva- 
ron  la  casa  incòlume  toda  la  noche.  Y 
tanto  es  así  que  uno  de  los  soldados,  que 
contribuyó  a  apartar  las  fajinas  encen- 
didas  ya,  se  quemó  el  pantalon  blanco 
que  entonces,  y  yo  lo  alcancé,  llevaba  en 
verano  la  tropa.  Era  aragonès,  asistente 
del  Comandante  López  de  Pastor,  y  se 
llamaba  Lorenzo  Jarque;  y  parece  que 
fué  quien,  al  ver  la  intentona  del  fuego, 
corrió  a  avisar  a  sus  jefes,  y  así  dió  pie 
a  que  estos  acudiesen.  El  Comandante 
premio  la  buena  obra  del  asistente  alcan- 
zàndole  la  licencia  absoluta,  para  lo  que 
alegó  una  causa  física  (1). 

Un  fraile  carmelita  me  dijo  que  desde 
la  azotea  de  su  templo,  cuandolafuga,  se 
oia  la  campana  del  Buensuceso  pidiendo 
auxilio,  lo  que  contribuiria  quizà  al  pres- 
tado  por  los  artilleros  (2). 

Evitado  el  incendio  pudieron,  los  frailes 
atender  a  su  fuga  con  alguna  relativa 
paz,  salvo  sin  embargo  el  azoramiento  de 
alguno,  tal  como  el  de  un  Lector,  del  que 
se  dice  que  huyó  en  calzoncillos  por  las 
casas  de  la  calle  de  Tallers.  En  el  arti- 
culo anterior  al  presente  una  seflora  de 
casa  Henrich,  de  la  calle  Xuclà,  nos  dijo 
que  en  su  habitación  se  refugiaron  dos 
servitas.  Otros  saltaron  a  las  casas  de  la 
calle  de  las  Sitjas,  y  otros  a  las  de  la  de 
Tallers.  Por  la  número  7  de  esta  calle, 
por  la  tienda  habitada  del  zapatero  Pablo 
Nevas,  huyeron  diez,  de  los  cuales  cinco 
salieron  de  ella  al  amanecer,  y  los  otro 
cinco  fueron  entregados  a  los  artille- 
ros (3). 


(i)  Rclación  de  D.  Carios  López  de  Pastor 
hijo  del  Comandante.  Barcelona  22  maj'o  de  1804. 

(2)  Relación  del  P.  Bernardo  Sostres.  Barce- 
lona 15  de  marzo  de  1880. 

(5)  Lo  dice  el  mismo  zapatero  en  un  memo- 
rial que  copiaré  en  el  capitulo  siguiente. 


Las  primeras  casas  del  lado  oriental  de 
la  calle  de  Ramalleras  números  2,  4,  6  y 
8  actuales  no  tenian  entonces,  ni  tienen 
ahora,  mas  que  dos  pisos  altos,  però  lue- 
go  caminando  para  la  de  Tallers  se  halla- 
ba,  y  se  halla,  la  10,  que  era  alta  de 
cuatro.  En  el  terrado  de  esta  compare- 
cieron  aquella  noche  seis  servitas,  bien 
que  uno,  por  la  misma  ventana  por  donde 
habia  salido,  regresó  al  convento.  Del 
terrado  bajaron  al  cuarto  piso,  donde 
vivia  una  mujer  devota,  y  allí  dejaron 
los  hàbitos  y  no  sé  si  algo  màs.  Pasaron 
a  otro  piso  habitación  de  la  família  de 
uno  de  ellosUamado  Mariano  Armengol, 
y  en  ella  fueron  disfrazados,  y  el  marido 
de  una  de  las  hijas  de  la  casa,  con  ser 
miliciano  urbano,  les  obsequio  y  ofreció 
su  apoyo.  Los  revolucionarios  intentaren 
entrar  en  esta  casa,  però  otro  nacional, 
amigo  del  dicho  urbano,  se  puso  en  la 
puerta,  y  amenazando  matar  al  que  en- 
trarà, impidió  el  atentado.  Desde  esta 
casa,  acompanados  de  un  hijo  de  ella,  de 
nombre  Joaquín,  los  dichos  servitas  se 
fueron  a  distintas  viviendas  amigas,  don- 
de hallaron  acogimiento.  Entretanto  qui- 
so  salir,  y  salió  solo  el  hijo  deia  misma 
casa,  fraile  servita  Fr.  Mariano,  y  frente 
del  convento  de  monjas  de  los  Angeles  le 
pasó  el  triste  caso  que  llevo  referido  en 
el  articulo  2°  del  capitulo  IX,  el  cual  a 
poco  le  Cuesta  la  vida,  y  aunque  allí  di 
alguna  noticia,  aquí  procede  una  amplia- 
ción. 

El  hermano  secular  Joaquín  regresaba 
de  acompanar  una  pareja  de  frailes,  y 
frente  de  la  iglesia  de  la  Casa  de  Infan- 
tes Huérfanos  topa  con  la  turba.  Esta  le 
detiene  diciéndole:  «Tú  eres  fraile».  Joa- 
quín, que  era  un  jovencito,  contesta: 
«Hombre,  si/r«;'íquiere  decir  frau».  En- 
tonces le  hicieron  dar  un  viva  a  Cristina  y 
otro  a  Isabel,  y  como  acertaran  a  pasar 
por  allí  unos  soldados  de  Artilleria  al  man- 
do  de  un  capitàn,  Joaquín,  en  lengua  cas- 
tellana, pidió  a  éste  auxiUo.  El  capitàn  no 
necesitó  de  gran  perspicàcia  para  en  el 
habla  de  Joaquín  descubrir  a  un  catalàn, 
y  así,  para  facilitarle  la  expresión,  le  dijo 


I.A     NOCIIE    DEL     JS     DE    JLLIO     DENTRO     DE     LOS    CLALSÏROS 


615 


que  hablaia  en  catalan,  que  también  él 
era  de  aquí.  La  turba,  a  pesar  de  ver  la 
benevolència  del  artillero,  no  quería  reti- 
rarse,  por  lo  que  éste  dió  elgrito  de  aten- 
ción  a  sus  soldados,  e  intimo  a  la  turba 
que  si  no  se  retiraba  le  haría  fuego.  A  tal 
argumento  los  amotinadosse  fueron.  Los 
artilleros  siguieron  su  via  Uevàndose  a 
Joaquín,  y  torcieron  por  la  calle  de  los 
Angeles.  Al  llegar  a  la  plazoleta  que  esta 
calle  formaba  a  obra  de  su  mitad,  3'  a  la 
que  daba  la  casa  del  hortelano  del  Car- 
men,  vieron  tendido  en  el  suelo  en  el 
limita  NO.  de  ella  un  fraile  ensangrenta- 
do.  Era  el  hermano  carnal  de  Joaquin,  el 
servita  Mariano  Armengol.  -;Cómo  había 
pasado  allí  y  de  aquel  modo?  Como  apun- 
té  arriba,  salió  disfrazado  y  solo  de  su 
casa,  y  al  hallarse  en  la  indicada  plazuela 
vió  venir  la  turba.  Temió,  azoróse,  y  para 
librarse  se  quiso  fingir  muerto.  Para  esto 
se  dió  un  fuerte  punetazo  en  las  narices, 
que  con  su  sangre  le  tineron  abundante- 
mente,  y  así  se  tendió  en  el  rincon  dicho. 
Mas  llego  la  turba,  vió  la  corona  de  la 
cabeza  del  tendido,  y  una  mujerota  muy 
gorda  descargó  sobre  su  cabeza  un  tre- 
mendogarrotazo,  diciendo:  «yale  mate,  le 
he  abierto  la  cabeza».  Otros  de  la  turba 
trataron  de  contener  a  la  mujerota  di- 
ciéndole:  «Déjale,  va  està  muerto;  ve 
»por  los  vivos».  En  esta  punto  llegaron 
los  artilleros,  y  con  la  decisión  de  antes 
despejaron  la  turba.  El  jefe  indico  al 
fr;ule  que  se  levantase;  obedecido  por  el 
fraile,  la  pregunto  por  sus  heridas.  El 
servita  contesto  que  las  ignoraba  porque 
la  Divina  Providencia  le  había  librado. 
El  garrote  de  la  mujer  dió  con  su  punta 
en  una  piedra,  y  así  libró  la  cabeza  del 
fraile.  Entonces  el  capitan  interrogo  al 
servita  que  adónde  deseaba  ir;  y  como 
contestase  que  a  su  casa,  fué  acompafía- 
do  a  ella  (1) 

Saheron  juntos  los  Padres  Gusinyer 
y  Permanyer.  A  éste  le  invito  y  ofreció 
hospedaje  un  amigo  vecino  de  enfrenle 


(1)     Relación  del  mismo  Joaquin  Armengol  en 
Barcelona  a  jo  de  febrero  de  1893. 


del  convento,  però  muy  pronto  le  indico 
el  deseo  de  que  se  largase,  y  así  al  dia 
siguiente  la  família  del  fraile  fué  por  éi, 
y  disfrazado,  y  en  un  coche,  y  dando  mil 
rodeos,  lo  recogió  en  su  casa  de  la  calle 
Condal  (2). 

Ignoro  lo  que  fué  del  muy  anciano  y 
respetable  ex  provincial  Padre  Domingo 
Daniel  Hipòlit;  solo  sé  que  en  30  del 
mismo  julio  entro  en  el  Hospital  general, 
y  allí  expiro  en  7  de  septiembre  siguien- 
te (3).  El  hombre  cuerdo  presumirà  que 
los  trastornos  de  aquellos  días  le  causa- 
rían  la  muerte. 

Un  joven,  creo  corista,  de  nombre  en  el 
siglo  Isidro,  y  en  la  religión  Àngel  Ar 
quer,  salto  a  una  casa  vecina,  y  disfra- 
zado salió  de  ella.  Conocido  por  fraile  en 
la  calle,  fué  agredido  y  dejado  poco  me- 
nos  que  sin  sentido.  Cuando  al  cabo  de 
un  rato  se  rehizo,  se  refugio  entre  los 
locos  del  Hospital,  y  así  se  salvo  (4), 

El  portero  del  convento  distinguíase 
por  su  quietud  y  mansedumbre.  Veíasele 
siempre  sentado  junto  a  la  puerta,  ocupa- 
do  en  engarzar  rosarios.  El  26  de  julio 
por  la  manana,  al  ser  conducido  entre 
filas  hacia  Atarazanas,  fué  terriblemente 
atacado  y  maltratado,  según  veremos  en 
el  capitulo  siguiente. 

El  Padre  Felipe  Rodés,  unas  horas  antes 
del  atentado,  con  permiso  del  Superior, 
salió  del  convento  para  ir  a  pasar  unos 
días  en  la  torre  que  los  seíïores  de  Llanza 
tenían  en  Cornellà*  Llego  algo  tarde  al 
Padró,  de  donde  partia  la  tartana  de  este 
pueblo,  esta  había  ya  marchado,  y  así 
emprendió  el  camino  a  pie.  Xo  le  faltaron 
sustos  de  muerte,  porque  a  los  milicianos 
que  daban  la  guardià  en  la  Puerta  de  San 
Antonio  se  les  antojó  que  se  iba  al  campo 
carlista,  y  uno  de  ellos,  vomitando  una 
blasfèmia,  afiadió:  «jno  llegaràs  a  Sans!» 


(j)  Relación  del  Sr.  D.  Felipe  Vergés  y  Per- 
manyer. Barcelona  i  ?  de  enero  de  1886. 

(í)     Nolas  de  los  libros  del  Hospital. 

(4)  Relación  del  P.  Pablo  Carb.i,  que  lo  oyó  de 
boca  del  mismo  .\rquer.  Barcelona  2-;  de  sep- 
tiembre de  i88j. 


616 


LIHRO     lERCERO.  —  CAPIIL'M 


Repitiéndole  tal  endecha,  algunos  le  si- 
guieron.  El,  a  pesar  de  sus  gruesos  habi- 
tes y  del  calor  de  las  primèras  horas  de 
la  tarde,  apretó  el  paso,  oyendo  el  mismo 
estribillo  hasta  que,  torciendo  él  por  la 
carretera  que  baja  al  llano  del  Llobregat, 
o  del  Hospitalet,  sin  duda  los  perseguido- 
res se  convencieron  de  que  no  iba  a  la 
montana,  y  le  dejaron.  A  mediodía  del 
siguiente  26  una  cuadrilla  estuvo  en  la 
torre  de  Llanza  preguntando  por  el  fraile; 
però  se  le  nego  que  estuviera  allí,  y  así 
el  religioso  se  salvo.  Rodés  en  el  Buen- 
suceso  celebro  la  postrera  misa  que  allí 
se  cantó,  es  decir,  la  del  25  de  julio. 

Entonces  los  malhechores  se  dirigieron 
a  la  torre  del  yerno  del  Seiïor  Llanza, 
donde  se  hallaba  el  Padre  Antonio  Feu. 
Amenazando  al  fraile  con  Uevarle  a  Bar- 
celona, le  exigieron  dinero;  el  Padre  les 
dió  cuatro  duros  que  llevaba,  y  le  deja- 
ron. El  pueblo  de  Cornellà  persiguió  a  los 
tales  ladrones,  quienes  huyeron  (1). 

Parece  que  algunos  frailes  de  esta  casa, 
al  verla  protegida  por  la  fuerza  pública, 
se  quedaron  en  ella,  siendo  después  reco- 
gidos  por  los  mismos  artilleros  (2). 

El  fraile  de  este  convento  Padre  Felipe 
Rodés  me  hizo  subido  elogio  de  su  Prior, 
calificandolo  de  santó,  y  diciendo,  en 
prueba  de  su  aserto,  que,  cuando  el  incen- 
dio, hacía  ya  unos  días,  comoquince,  que 
asuntos  importantes  le  tenían  en  el  con- 
vento de  Vilarrodona;^  però  que  al  saber 
el  trastorno  de  Barcelona  regresó  a  esta 
peligrosa  ciudad,  de  niodo  que  a  los  tres 
o  cuatro  días  del  incendio  estaba  aquí 
para  atender,  como  atendió,  a  las  necesi- 
dades  de  sus  subordinades  (3). 

En  los  libros  de  entradas  y  salidas  del 
Hospital  General  o  de  la  Santa  Cruz  de 
esta  ciudad  se  lee  que  el  dia  27  de  julio  de 
1835  entro  en  él,  procedente  de  Ataraza- 
nas,  el  lego  servita  Fr.  Pelegrín  Lleó, 
natural  de  Besalú,  y  de  54  afios  de  edad; 


(i)     Relación  del   mismo  P.   Felipe   Rodés  en 
San  Boy  de  Llobregat  a  28  de  diciembre  de  1885. 
(2)     Relación  cit.  del  P.  Felipe  Rodés. 
i'i)     Relación  cit.  de  dicho  P.  Rodés. 


y  que  salió  el  siguiente  mes  a  dia  22.  Ade- 
màs,  que  entro  en  10  del  mismo  agosto  el 
servita  Padre  Tomàs  Lluis,  quien  salió  el 
18  del  propio  mes. 


ARTICULO   DÉCIMO 

SANTA  MADRONA,  DE  CAPUCHINOS 

Todo  católico  sabé  que  los  capuchinos 
son  nombrados  por  su  nombre  de  pila  y 
el  del  pueblo  de  su  nacimiento,  quedando 
por  lo  mismo  oculto  y  a  la  postre  olvida- 
do  el  apellido.  Para  conocer  las  comuni- 
dades  capuchinas  de  Catalufia  tuve  la 
suerte  de  alcanzar  una  copia  de  las  listas 
del  Libro  de  Província,  o  sea  el  oficial  de 
la  orden,  donde  van  escritos,  distribuidos 
por  sus  respectivas  comunidades,  los 
indíviduos  de  aquella;  però  no  constan 
allí  màs  que  los  nombres  de  religión.  Sin 
embargo,  como  el  gobierno  de  Barce- 
lona, al  expedir  los  pasaportes  a  los  reli- 
giosos cuando  salieron  de  los  fuertes, 
anoto  los  apellidos,  de  aquí  que,  mediante 
las  reseíias  oficiales  de  los  pasaportes 
expedidos,  pueda  yo  ahora  juntarlos  a 
los  de  religión.  Helos  aquí: 

SACERDOTES 

M.  R.  P.  Segismundo  de  Frontanà, igno- 
ro su  apellido.  Provincial.  Tomo  el  habito 
en  1795. 

R.  P.  José  de  Mataró,  de  apellido  Llo- 
beras,  secretario  del  Provincial.  Tomo  el 
habito  en  1805. 

R.  P.  Fèlix  de  Sabadell,  de  apellido 
Carol,  Guardian  de  Barcelona.  Tomo  el 
habito  en  1792. 

R.  P.  Silvestre  de  Mataró,  ignoro  el 
apellido,  Definidor.  T.  1795. 

R.  P.  Fidel  de  San  Clemente,  de  apelli- 
do Pagès,  Definidor.  T.  1796. 

R.  P.  Juliàn  de  Olot,  de  apellido  Colo- 
mer, Definidor.  T.  1784. 

R.  P.  Joaquín  de  Teyà,  de  apellido  Feu, 
Definidor.  T.  1781. 


LA    NOCllE    DEL    25     DE    JLLIO    ÜENTRO    DE    LOS    CLAU  STROS 


617 


R.  P.  Alejandro  de  Sabadell,  de  apel•li- 
do  Solé,  ex  provincial,  cèlebre  predica- 
dor, Definidor.  T.  1781. 

R.  P.  Manuel  de  La  Xou,  de  apellido 
Casals,  ex  provincial,  y  tenido  por  santó, 
Definidor.  T.  1785. 

R.  P.  Buenaveiitura  de  Alforja,  de 
apellido  Puig,  ex  provincial,  Definidor. 
T.  1786. 

R.  P.  José  de  Cervera,  de  apellido 
Masons,  Definidor.  T.  1780. 

R.  P.  Francisco  Pio  de  Barcelona,  de 
apellido  Balaguer,  Vicario  del  convento. 
T.  1«16. 

R.  P.  Manuel  de  Verdú,  de  apellido 
Prim.  T.  1779. 

R.  P.  Arcàngel  de  Barcelona,  ignoro 
el  apellido.  T.  1782. 

R-  P.  Buenaventura  de  X'inols,  de  ape- 
llido Dalmau.  T.  I78s. 

R.  P.  Mateo  de  Cardedeu,  de  apellido 
Arderiu.  T.  1790. 

R.  P.  Juan  Francisco  de  Barcelona,  de 
apellido  Coroleu.  T.  1791. 

R.  P.  Anlonio  de  Olot,  de  apellido  For- 
gas.  T.  1794. 

R.  P.  Celestino  de  Barcelona,  de  apelli 
do  Fuentes.  T.  1794. 

R.  P.  Bonifacio  de  Barcelona,  de  ape- 
llido Rubio.  T.  1795. 

R.  P.  Roman  de  Barcelona,  de  apellido 
Roca.  T.  1799. 

R.  P.  Tomàs  de  Agullana,  de  apellido 
Girbal.  T.  1803. 

R.  P.  Tomàs  de  Llagostera,  ignoro  su 
apellido.  T.  1817. 

R.  P.  Pedró  Pablo  de  Bagur,  de  apelli 
do  Forgas.  T.  1818. 

R.  P.  Francisco  de  Bosost,  de  apellido 
Fogasa.  T.  1824. 

ESTUDI.\.\TES 

R.  Fr.  Francisco  de  Valls,  de  apellido 
Torras,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  José  de  Igualada,  de  apellido 
Fons,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  José  Francisco  de  Barcelona,  de 
apellido  Bajona,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Ramon  de  Gerona,  de  apellido 
Boadella,  sacerdote.  T.  1827. 


R.  Fr.  Agustín  de  Peralada,  ignorc  el 
apellido,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Jaime  de  Figueras,  de  apellido 
Cantarà,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Tomàs  de  Vich,  de  apellido  Vila, 
sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Xarciso  de  Llagostera,  de  apelli- 
do Balleu,  no  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Antonio  de  Arbucias,  de  apelli- 
do Bassas,  sacerdote.  T.  1827, 

R.  Fr.  Miguel  de  Almuster,  de  apellido 
Portas,  sacerdote.  T.  1827. 

R.  Fr.  Ramon  Maria  de  Olot,  de  apelli- 
do Saderra,  sacerdote.  T.  1828. 

R.  Fr.  Fausto  de  Ripollet,  de  apellido 
Gorchs,  no  sacerdote.  T.  1828. 

HER.MANOS    CORISTAS 

R.  Fr.  Ramon  de  Valls,  de  apellido 
Coloraines,  no  sacerdote.  T.  1833. 

R.  Fr.  Segismundo  de  Lérida,  de  ape- 
llido Breu,  no  sacerdote.  T.  1833. 

R.  Fr.  Rafael  de  V^alls,  de  apellido  Vol- 
tas,  no  sacerdote.  T   1833. 

R.  Fr.  Fèlix  Maria  de  Olot,  de  apellido 
Perella,  no  sacerdote.  T.  1834. 

HERM.AXOS    LEGOS 

Fr.  Andrés  de  Sarrià,  de  apellido  Amat. 
T.  1790. 

Fr.  Magín  de  La  Espluga,  de  apellido 
Benet.  T.  1794. 

Fr.  Valentín  de  Vilada,  de  apellido 
Cornellà.  T.  1803. 

Fr.  Ramon  de  Vich,  ignoro  el  apellido. 
T.  1804. 

Fr.  Gabriel  de  Canet,  de  apellido  Puig. 
T.  1804. 

Fr.  Antonio  del  Bruch,  de  apellido 
Parera.  T.  1806. 

Fr.  Crispin  de  Castell  de  Areny,  de 
apellido  Comellas.  T.  1807. 

Fr.  Cayetano  de  Oleseta,  ignoro  el 
apellido.  T.  1816. 

Fr.  Salvador  de  Cambrils,  ignoro  el 
apellido.  T.  1817. 

Fr.  Alejandro  de  Barcelona,  de  apelli- 
do Roig.  T.  1S17. 

Fr.  Serafin  de  Gandesa,  de  apellido 
Navarro.  T.  1818. 


618 


LIBKO    THUCERO.  —  CAPIILI.O     DliCIMO 


Fr.  Lorenzo  M.^  de  Barcelona,  ignoro 
el  apellido.  T.  1824. 

Fr.  Fructuoso  de  Manresa,  de  apellido 
Teixidor,  decrépito.  T.  1825. 

Fr.  José  de  Prals  de  Llusanés,  de  ape- 
llido Rosell.  T.  1827. 

Fr.  Jerónimo  de  Olot,  de  apellido  Mar- 
tell. T.  1827. 

Fr.  Francisco  de  Gombrèn,  de  apellido 
Anfruns.  T.  1828. 

Fr.  Pedró  de  Premià,  de  apellido  Rose- 
lló. T.  1829. 

Fr.  Esteban  de  Ripollet,  de  apellido 
Clos.  T.  1830. 

Fr.  Francisco  de  Vich,  ignoro  su  ape- 
llido. T.  1830. 

Fr.  Pedró  de  Tosa,  de  apellido  Ferran, 
Companero  del  Provincial.  T.  1803. 

Ademàs  de  los  religiosos  que  acabo  de 
resenar,  habitaba  el  25  de  julio  de  1835 
el  Convento  de  Barcelona  la  mayor  par- 
te  de  la  Comunidad  del  de  Manresa,  al 
cual  Convento  de  Barcelona  llego  el  dia 
de  la  Virgen  del  Carmen  del  mismo  afio; 
y,  por  lo  tanto,  nueve  días  antes  del 
aciago  mentado.  Se  dijo  que  habían  bui- 
do del  de  Manresa  algunos  frailes  y,  en 
realidad,  según  me  atestiguó  uno  de  los 
restantes,  se  hallaron  en  la  huerta  sus 
hàbitos.  Ignoro  adonde  se  fueron,  mas 
es  presumible  que,  aburridos  por  los  insul- 
tos  y  temiéndolos  mayores,  se  retiraron 
a  tierra  amiga;  es  lo  cierto  que  la  autori- 
dad  trasladó  los  restantes  al  Convento  de 
Barcelona  (1).  También  vivia  en  Capu- 
chinos  un  canónigo  que  vino  a  Barcelona 
confinado  de  Madrid  (2). 

El  animo  de  la  Comunidad  respecto  al 
peligro  se  asemeja  en  Capuchinos  al  de 
los  demàs  religiosos  de  la  Ciudad,  pues 
los  jóvenes,  no  sin  harto  fundamento, 
temían  y  consideraban  inminente  el  peli- 
gro, que  los  provectos  desconocían.  Al- 
gunos de  aquéllos,  cursantes  del  ultimo 


(i)  Relación  del  P.  Andrés  Carbonell,  fraile 
del  convento  de  Manresa,  hecha  en  Sarrià  a  23 
de  julio  de  1881. 

(2)  Relación  de  D.  José  Pachs.  Barcelona  jfi 
de  mayo  de  1885. 


ano  de  sus  estudiós,  estaban  ya  decididos 
a  embarcarse  para  el  extranjero,  y  hasta 
tenían  contratado  el  pasaje  en  un  buque. 
Emperò,  las  autoridades  trataron  de  im- 
pediries su  proyecto,  y  los  superiores 
regulares  les  aquietaron.  Cuando  el  atro- 
pello, no  falto  quién  de  entre  los  jóvenes 
echó  en  rostro  a  los  superiores  este  su 
hecho  (3).  Y  los  superiores  no  carecian 
por  su  lado  de  fundamento,  pues  tenían 
las  seguridades  dadas  por  la  autoridad, 
de  las  que  ya  tantas  veces  hice  mención. 
Y  por  otro  lado  les  tan  fatal  para  una 
comunidad  su  dispersión!  iY  para  sus 
individuos  tan  perjudicial! 

Sin  embargo  de  la  ceguera  de  los  màs, 
algunos  de  los  frailes  de  esta  casa  se 
proveyeron  de  ropas  de  seglar;  y  hasta, 
sin  duda,  por  disposición  de  los  superio- 
res, antes  del  atentado  se  sacaron  del 
Convento,  depositàndolos  en  manos  ami- 
gas,  algunos  objetos  de  valor,  tales  como 
càlices,  ostensorio,  etc...  (4).  También 
se  establecieron  velas  o  centinelas  noc- 
turnas  de  dos  frailes  (5),  y  parece  que 
hubo  quien  oculto  bajo  tierra  en  la  huer- 
ta el  único  tesoro  del  fraile,  su  tabaco  en 
polvo.  iPobres  frailes,  cuàn  aninados  en 
comparación  de  sus  perseguidores!  Cuan- 
do anos  adelante  se  hurgó  por  los  Con- 
ventos  en  busca  de  escondidos  tesoros, 
se  acudió  a  buscar  la  jarra,  que  se  creia 
llena  de  dinero,  y  se  halló  repleta  de 
tabaco  (6). 

El  mismo  dia  25  de  julio  por  la  manana 
el  lego  Fr.  Jerónimo  de  Olot,  aquel  dia 
encargado  de  la  porteria,  al  abrir  la 
puerta,  toma  el  Diario  de  Barcelona,  y 
al  leer  en  él  la  orden  de  la  plaza  inserta- 
da  arriba,  en  la  que  todo  se  previene 


(3)  Relación  del  P.  Ramon  Colomines  en  Bar- 
celona a  3  de  octubre  de  18S3. 

(4)  Relación  del  entonces  lego,  después  sacer- 
dote  P.  Jerónimo  de  Olot.  En  Sarrià  a  19  de  julio 
de  1880. 

(í)  Relación  del  corista  P.  Fèlix  .Maria  de 
Olot  en  Olo-t  a-ç  de  agosto  de  1883. 

(6)  Relación  de  quien  después  contribuyó  ai 
hallazgo. 


LA    NOCllE    DEI.    J5     D1-;    JLLIO    DKNTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


619 


p;ira  el  caso  de  alteración  de  la  paz,  ex- 
clamo, no  sin  motivo:  «iRali,  hoy  tendre- 
mos  fiesta!»  Y  a  la  verdad,  no  por  tal 
previsión  acreditóse  de  excesivo  talen- 
to  (1). 

En  la  sala  De  profundi^  para  llamar  a 
la  Comunidad  al  refectorio,  una  teja,  se- 
gún  pobreza  capuchina,  substituïa  a  la 
campana.  Sono  aquella  en  dicho  dia  a  las 
seis,  o  seis  y  cuarto,  hora  acostumbrada 
de  la  cena  en  los  Capuchinos,  mas  tem- 
prana  que  en  las  otras  ordenes;  y  la  Co- 
munidad bajó  al  refectorio  a  comer  ensa- 
lada  y  una  toriilla,  platós  que  en  aquella 
tarde  constituían  la  cena  de  los  frailes  (2), 
tan  opípera  según  los  calumniadores  re- 
volucionarios.  Ya  en  el  refectorio,  el 
Padre  Provincial  dirigió  su  palabra  a  la 
Comunidad,  tranquilizcíndola  respecto  del 
peligro  presente;  y  si  en  los  espantades 
poco  efecto  hubo  de  producir,  comparada 
con  los  hechos  que  hablaban  con  harta 
claridad;  por  opuesta  parte,  pocolanece- 
sitaban  aquellos  que  no  acertaban  a  ver 
el  peligro.  El  anciano  Padre  Buenaven- 
tura  de  Alforja,  ex  provincial,  a  los  pocos 
días  después  del  incendio  de  los  conven- 
tos,  estando  aún  los  religiosos  encerra- 
dos  en  el  castillo  de  Montjuich,  se  hizo 
nuevamente  la  rasura,  y  pretendió  que 
otros  la  renovasen,  diciendo  que  dentro 
algunos  días  volverían  a  sus  claustros  (3). 

Acabada  la  cena,  unos  jóvenes  salieron 
al  patio  a  jugar  a  boclias,  juego  de  bolos 
muy  en  uso  en  la  tierra  catalana.  Hacía 
poco  que  un  senor  Iglesias  de  Olot,  ha- 
biéndole  caído  una  cuantiosa  loteria, 
había  regalado  dos  juegos  de  bochas  al 
Convento  (4).  Otros,  como  Fr.  Ramon 
Colomines,  o  de  Valls,  jugaban  en  el 
terrado  a  las  damas  (5).  Serian  de  siete  y 


(i)     Relación  cit.  del  mismo  Fr.  Jcrónimn. 

(_•)  iíclación  del  corista  P.  Ramon  Colomi- 
nes, cit. 

(3;  Relación  del  P.  Gabriel  .Wasdeu  o  sea  do 
Ripoll,  en  Barcelona  a   19  de  noviembre  de  1881. 

(4)     Relación  cit.  de  Fr.  Jerónimo  de  Olot. 

(s)  Relación  cit.  del  mismo  Fr.  Ramon  Colo- 
mines. 


media  a  ocho,  cuando  en  medio  de  aque- 
lla calma  sono  el  grito  de  alarma.  Un 
fraile  dice  a  los  del  patio:  «;qué  hacen 
>^aquí  jugando  mientras  arden  ya  algunos 
>'Conventos?»  (6).  Un  lego  pasa  por  el 
terrado,  y  a  los  que  juegan  a  las  damas 
les  clama:  «Sí,  sí,  pueden  VV.  estarse 
'>aquí  jugando,  y  abajo  estan  los  que 
«vienen  a  matarnos»  (7).  Aquellos  gritos 
de  alarma  fueron  el  disparo  en  medio  de 
la  banda  de  pàjaros,  y  entro  la  confu- 
sión.  Al  primer  asomo  de  espanto,  el 
corista  Fèlix  Maria  de  Olot,  encargado 
del  templo,  había  corrido  a  cerrarlo  (8). 

El  corista  Fr.  Ramon  de  Valls,  al  oir 
aquel  aviso,  suelta  el  tablero,  y  corre  a  la 
enfermería,  cuyas  ventanas  daban  a  la 
calle  de  Fernando  VII;  y  desde  detras  de 
sus  persianas  ve  que  la  turba  derriba  la 
verja  que  defendía  la  entrada  de  la  calle 
al  patio  de  ante  el  Templo.  Ve  que  tras 
de  la  turba  viene  un  pelotón  de  tropa  tal 
como  una  companía,  y  que  mientras 
aquella  enviste  la  verja,  esta  hace  alto,  y 
tranquilamente  presencia  el  atentado. 
Sea,  emperò,  que  alguna  fuerza  pública 
dispersarà  a  la  turba,  sea  que  la  cohibie- 
sen  los  vecinos,  es  lo  cierto  que  esta  cesó 
en  el  ataque,  y  por  entonces  dejó  en  paz 
a  este  Convento,  como  ya  arriba  lo  ex- 
pliqué. 

Los  frailes,  viendo  la  audàcia  de  los 
amotinados,  desde  el  primer  momento 
trataron  de  cortarles  el  paso,  y  así  los 
legos  con  las  mazas  de  astillar  la  leüa, 
en  medio  de  una  nube  de  polvo,  derriba- 
ron  la  escalera.  Los  vecinos  estaban 
aterrorizados  al  oir  el  recio  golpear  del 
interior  del  Convento,  ignorantes  de  los 
autores  de  él  y  de  su  causa  (9).  Y  parece 
que  también  hubo  alguno  que,  para  huir 
por  las  contiguas  tiendas,  procuro  destro- 
zar  las  rejas  que  defendían  sus  ventanas. 


(0)  Relación  cit.  de  Fr.  Jerónimo  de  Olot. 

(7)  Relación  cit.  de  Fr.  Ramon  Colomines. 

(8)  Relación  cit.  del   mismo   Fr.   Fèlix  .Maria. 
(q)  Relación  del  abogado  D.  José  Buhigas  que 

vivia  alli   cerca.    Barcelona   Ji    de  diciembre   de 


620 


LIBKO    TERCIiKO.  —  CAPITULO    DKCIMC 


En  la  primitiva  construcción  no  existian 
estàs  aberturas,  que  de  la  parte  trasera 
de  algunas  tiendas  de  la  calle  de  Fernan- 
do daban  al  claustre;  mas  en  el  còlera 
del  1834  la  Higiene  exigió  su  apertura,  y 
se  realizó. 

Otra  de  las  medidas  tomadas  en  el  mo- 
mento  del  peligro  consistió  en  reclamar 
el  auxilio  de  la  autoridad  por  medio  del 
toque  de  la  campana  (1). 

Por  ventura  en  la  lec- 
tura de  este  capitulo  se 
enoje  el  lector  al  encon- 
trar  repetidas  varias  no- 
ticias  del  próximo  an- 
terior. En  la  presente 
revuelta  contra  los  ccn- 
ventos  andan  tan  intima- 
mente  ligados  los  hechos 
de  la  calle  con  los  del 
interior  del  claustro,  que 
resulta  imposible  su  com- 
pleta separación,  }•  así, 
al  narrar  los  unos,  es 
preciso  hacer  mención 
de  los  otros.  Quiza  se 
insista  y  diga  que,  puesto 
caso  de  tan  estrecho  en- 
lace,  debieran  los  dos  ca- 
pítulos,  el  de  la  calle  y  el 
del  claustro,  amalgamar- 
se  en  solo  uno;  mas  en- 
tonces  la  extremada  ex- 
tensión  del  capitulo  y  la 
multitud  y  heterogeneidad  de  sus  rela- 
ciones y  hechos  generaria  confusión  y 
pesadez;  y  sobre  todo  nos  privaria  del 
cuadro  que  de  la  revolución  nos  pinta  el 
capitulo  de  las  calles.  En  él  queda  retra- 
tada por  completo  la  revolución  de  aquel 
dia,  sus  circunstancias  y  causas. 

Escribi  arriba  que  la  noticia  del  ataque 
produjo,  como  era  natural,  confusión  y 
espanto  en  la  Comunidad-  Unos  frailes 
corrían,  otros  quedabanpensativos,  otros 
se  confesaban  para  morir,  y  luego  cada 


l  EijL'KXU    khlABLO 

DEL    ATRIO   DEL   TEMPLO 

CAPUCHINO 


(i)     Relaci 
Colomines. 


m   cit.   del    P.    Ramon   de   Valls,   o 


uno  apresuradamente  requirió  camino 
para  su  salvación.  Un  jo  ven  se  metió  en 
el  depósito  del  ccmiin,  donde  no  solo 
gozó  él  de  buenos  olores,  sinó  que  des- 
pues,  cuando  la  Comunidad  fué  recogida 
en  los  fuertes,  se  los  proporciono  con 
las  abundantes  reliquias  provenientes  de 
su  escondrijo.  Llamàbase  Francisco  ile 
Valls,  quien  a  la  sazón  era  ya  sacerdote, 
y  después,  quizà  por 
efecto  de  aquel  susto, 
padeció  manías  (2). 

El  lego  Fr.  Jerónimo 
de  Olot,  o  Martell,  con 
anterioridad  habia  estu- 
diado  una  ingeniosa  fuga 
por  una  de  las  habita- 
ciones  de  particulares 
que  en  la  calle  de  Fer- 
nando estaban  debajo 
del  convento.  Ya  abun- 
dantemente  en  mi  obra 
anterior,  y  aun  en  ar- 
tículos  pasados  de  la 
presente,  expliqué  este 
hecho  de  que  las  casas 
de  dicha  calle  desde  el 
actual  Pasaje  de  Madoz, 
entonces  patio  del  tem- 
plo,  hasta  la  de  la  esqui- 
na  de  la  Rambla,  esta 
exclusive,  pertenecían  a 
dos  duefios,  a  saber:  el 
piso  bajo  y  un  alto  a  par- 
ticulares, los  demàs  altos  al  convento.  De 
aquí  que  las  chimeneas  y  zaguanes  de 
los  primeros  atravesaraii  de  arriba  aba- 
jo  las  piezas  del  cenobio  para  salir  al 
tejado.  Por  uno  de  estos  zaguanes  se  des- 
prendió  Martell,  como  diré  muy  en  breve. 
Poseo  muy  circunstanciadas  noticias  de 
las  tiendas  que  caian  bajo  del  convento. 
Al  caminar  de  E.  a  O.,  después  del  patio 
o  verja  del  templo,  hallàbanse  las  de  dos 
zapateros,  llamados  el  uno  Manté  y  el 
segundo  Pla  (cuya  hija  yo  conocí),  la  de 


-I 


(j)     Relaciones  de  varies,   però  especialmente 
i  citada  del  P.  Ramon  de  Valls,  o  Colomines. 


LA    NOCIIE    riIÏL    Jí     DE     ILLIO     DENTRO    DE    LOS    CLACSTROS 


621 


un  sastre,  la  de  una  modista  (cuya  hija 
caso  con  un  intimo  mio),  y  la  de  un  cho- 
colatero  de  nombre  Gaspar  Vinyals.  La 
casa  de  la  esquina,  o  sea  la  que  va  no 
sustentaba  al  con  vento,  tenia  primero  un 
relojero,  segfundo  un  guantero,  tercero  la 
escalera  de  los  pisos  altos,  y  finalmente, 
en  la  esquina,  un  colmado  o  droguero. 

Con  anterioridad  al  25  de  julio  Fray 
Jerónimo,  pues,  temiendo  el  desborda- 
miento  que  veia  acercarse  a  mas  andar, 
sobre  todo  después  de  los  degüellos  de 
Madrid  y  Zaragoza,  se  puso  de  acuerdo 
con  el  chocolatero  X'inj'als  para  que  éste 
le  admitiese  en  su  casa,  adonde  entraria 
por  el  desvàn  o  patio  interior.  Al  efecto, 
el  lego  con  un  hilo  habia,  desde  el  tejado, 
medido  la  altura  o  longitud  de  dicho  des- 
vàn, el  cual  no  llegaba  hasta  el  piso  bajo 
de  la  tienda,  sinó  hasta  el  nivel  del  entre- 
suelo.  En  el  momento  del  peligro  realizó  su 
proyecto.  Acompaiïado  de  los  otroslegos 
Fr.  Lorenzo  de  Barcelona,  enfermerodel 
convento,  y  Fr.  Salvador  de  Cambrils, 
sube  al  tejado,  coloca  un  recio  palo  atrave- 
sado  sobre  la  boca  del  zaguan,  ata  en  él 
la  cuerda  del  pozo  del  convento,  y  por  ella 
se  deslizan  los  tres,  Fr.  Jerónimo  el  pos- 
trero  (1).  Entraron  en  una  camara  conti- 
gua al  zaguan,  però  he  aqui  que,  como  en 
aquel  acto  subiera  de  la  tienda  la  mujer 
del  chocolatero,  yoyese  allí  ruido,  espan- 
tósey  levantó  elgrito,  pésima  circunstan- 
cia  que  dió  a  comprender'a  la  turba  de  la 
calle  la  presencia  de  frailes.  Entro  <5sta  en 
la  tienda,  causando  alli  espanto  y  confu- 
sión  (2).  Creia  Fr.  Jerónimo,  y  me  lo  dijo, 
que  la  turba  subió  al  mismo  cuarto  del 
entresuelo  donde  él  se  hallaba,  y  que  no 
le  vió  porque  al  oirla  se  echó  sobre  una 
camaarrollandoasuderredor  un  colchón, 
bien  que  de  él  le  salian  las  piernas;  però 
que,  como  alli  faltase  luz,  no  fué  visto. 
Otro  testigo  emperò,  el  novio  de  la  hija 

(i)  Relaclún  cit.  del  mismo  Fr.  Jcriinimo  de 
01..t. 

(2)  Kclación  del  novld  de  la  hija  del  chocola- 
tero presente  al  acto  D.  José  Pachs.  Barcelona  jo 
de  mayo  de  i88í  y  en  otras  lechas. 


del  chocolatero,  presente  al  suceso,  me 
indico  que  la  turba  no  llego  a  subir  al 
entresuelo  porque  un  sastre  llamado  Ig- 
nacio,  lleno  de  valor,  se  colocó  en  la 
puerta  de  la  cocina,  a  cuyo  lado  habia  la 
escalera  del  entresuelo,  y  encaràndose 
con  la  turba  la  dijo:  «atràs,  y  al  que  pase 
>lo  mato.»;  y  que  asi  logró  despejar  la 
tienda,  cerràndola  luego.  La  familia  del 
chocolatero  huyó,  quedando  solo  allí  el 
padre,  el  hijo  y  el  novio.  Cerrada  la  tien- 
da y  restablecida  alli  la  paz,  la  familia 
regresó  (3). 

Fr.  lerónimo  venia  ya  disfrazado,  bien 
que  por  olvido  calzadas  aún  las  alparga- 
tas  de  fraile;  però  no  los  otros  sus  com- 
paneros.  íín  la  dicha  tienda  se  les  cortó 
la  barba  y  disfrazó,  mas  tan  desacostum- 
brados  andaban  ya  en  la  vestimenta  secu- 
lar, queFr.  Lorenzo  se  olvidó  de  ponerse 
la  camisa,  mostrando  el  pecho.  Para  ves- 
tir de  segiar  a  estos  frailes  en  aquellos 
momentos  de  apuro  el  novio  de  la  hija 
fué  despojííndose  de  sus  ropas  exteriores 
hasta  quedar  solo  con  los  pantalones  y  la 
levita.  Después  de  dias  sus  prendas  le 
fueron  devueltas.  Fr.  Lorenzo,  en  mo- 
mentos propicios,  parece  que  entre  con- 
fusión,  salió  a  la  calle  gritando:  «viva  la 
>.libertad».  Al  llegar  a  la  Riera  de  San 
Juan  los  amotinados,  creyéndolo  sin  duda 
un  perdido,  lo  cogieron  para  obligarle  a 
que  les  ayudase  al  incendio  de  San  Fran- 
cisco  de  Paula;  mas  él  se  escapo,  y  se 
guareció  en  una  casa  de  la  calle  de  Mag- 
dalenas,  donde  se  salvo  (4).  Tan  abun- 
dantes  de  brazos  andaban  los  incendia- 
rios  que  necesitaban  forzados,  como  noté 
arriba. 

El  Fr.  Salvador  de  Cambrils  salió  tam- 
bién,  ignoro  cuAndo,  refugiàndose  sin 
novedad  en  una  tienda  de  la  Plazuela  de 
San  Francisco,  pròpia  de  una  senora  11a- 
mada  Maria  (5). 


(0  Relación  de  D.  José  Pachs  de  20  de  mayo 
de  iSSí. 

(^)     Relación  cit.  de  Fr.  Jerónimo  de  Olot. 

{>)  Relación  cit.  del  P.  Jerónimo  Alartell  de 
II)  de  julio  de  1880. 


622 


I.IHKO    TERCERO. — CAPIIL'LO    DliCI.MO 


Fr.  Jerónimo,  alasdiezdelanoche,salió 
también  apellidando:  «viva  la  libertad»,  y 
metiéndose  en  la  fronteriza  calle  de  Aro- 
las,  se  encamino  a  la  casa  del  sindico  del 
convento,  vivienda  muy  contraindicada, 
porque  su  sola  calidad  de  ser  la  del  sindico 
la  hacia  sospechosa  para  los  amotinados, 
y  pelig-rosisima  para  los  frailes.  El  sin- 
dico negóse  a  admitir  al  lego,  y  le  hizo 
acompanar  al  carbonero  de  enfrente,  el 
cual  tenia  dos  yernos  milicianes.  Los 
ninos  del  carbonero,  extranando  la  pre- 
sencia del  mal  habillado  fraile,  pregun- 
taban  por  quién  fuese  «aquel  hombre 
«forastero».  En  la  vivienda  del  carbo- 
nero acabo  de  pasar  la  noche,  y  rendido 
durmió.  Desde  ella  el  dia  siguiente  pasó 
Jerónimo  a  la  de  Don  Rafael  Nogués, 
fabricante  de  la  calle  de  Flasadcrs,  en 
donde  apuró  la  pena  de  oir  como  algunos 
operarios  se  jactaban  de  las  crueldades 
que  habían  perpetrado  en  la  noche  del 
incendio.  A  los  tres  días  de  permanència 
en  casa  de  Nogués,  un  amigo  que  vivia 
en  Sarria  fué  por  el  fraile,  y  sin  que  fal- 
taran peligros  3"  peripecias  por  el  camino, 
lo  llevo  a  su  pueblo  de  Sarrià,  donde  por 
el  pronto  quedo  tranquilo.  Retrata  el 
caràcter  decidido  y  atolondrado  de  Fray 
Jerónimo  el  hecho  de  que,  al  partir  de 
casa  Nogués  bebióse  un  vaso  de  vino  y 
se  puso  un  cigarro  en  la  boca  para  cobrar 
valor,  y  el  otro  de  que  al  llegar  a  la 
puerta  de  la  ciudad  Uamada  del  Àngel, 
punto  donde  paraban  los  carruajes  de  los 
pueblos  vecinos,  disputóse  con  el  calesero 
porque  éste  no  quiso  marchar  pronto,  y 
así  gritando  y  alborotando  se  escapo  de 
cierto  tumulto  allí  cercano  (1). 

Escribí  arriba  que  el  jovencito  corista 
Fr.  Fèlix  Maria  de  Olot,  al  primer  distur- 
bio,  corrió  a  cerrar,  3'  cerró  el  templo; 
però,  como  pronto  aquel  alboroto  cesó, 
continuo  en  su  convento.  Cuando  emperò 
se  repitió  el  desafuero  a  eso  de  las  diez 
de  la  noche,  trató  de  huir.  Junto  con  un 
Padre  subieron  a  los  tejados  y  se  dirigie- 


(i)     Relación  cit.  del  mismo   Fr.   Jerónimo   de 
Olot.  o  sea  Martell. 


ron  al  lado  de  la  calle  del  Vidrio.  Allí  de 
un  salto  atravesaron  la  calle,  pasando  en 
aquellas  alturas  a  la  casa  de  un  sombre- 
rero  de  enfrente,  quien,  como  muy  devo- 
to  del  cenobio,  para  facilitar  el  paso  habia 
alargado  unos  maderos.  Però  la  turba 
noto  el  salto,  y  disparo  unos  .tires  hacia 
los  frailes,  por  cu^-a  razón  estos  resol- 
vieron  desandar  lo  andado.  Difícil  era  el 
primer  salto  efectuado  a  tales  alturas, 
però  crecía  la  dificultad  en  el  segundo  en 
razón  de  que  la  casa  del  sombrerero  no 
alcanzaba  la  altura  del  convento.  Sin 
embargo,  dióse  el  salto,  y  los  dos  frailes 
regresaron  a  su  cenobio,  donde  quedaren 
hasta  que  en  altas  heras  de  la  noche  les 
recog'ó  la  fuerza  piiblica,  para  lo  que  los 
religiosos,  faltes  de  escalera,  sedescolga- 
ron  del  piso  alto  por  una  cuerda  (2). 

También  arriba  indiqué  el  primer  susto 
del  corista  Ramon  de  Valls,  e  Colomines, 
cuando,  tranquilamente  jugando  a  las 
damas  en  el  terrado,  fué  avisade  por  un 
lego.  Dije  alli  que  corrió  a  la  enfermería 
y  desde  una  ventana  vió  que  los  amo- 
tinados derribaban  la  verja  y  que  la 
tropa  lo  presenciaba  impasible.  Entences 
se  dió  ya  por  muerte,  y  fué  a  esconderse 
en  el  extremo  de  un  desvàn,  o  sea  sobre 
la  bóveda,  del  ala  del  edificio  que,  corrien- 
do  paralela  a  la  Rambla,  llegaba  a  la 
puerta  del  Trají,  o  sea  de  esta  via.  Desde 
allí  oyó  los  grandes  golpes  del  derribo  de 
la  escalera,  los  que  creyó  dades  per  los 
amotinados,  y  luego  penso  que  estes 
deminaban  ya  la  casa.  En  vista  de  esto, 
revistiéndose  de  valor,  resolvió  morir 
donde  murieran  sus  hermanos,  y  salió  del 
desvàn;  mas  con  tan  funesta  suerte,  que 
por  razón  de  la  obscuridad  3'  le  apecado 
del  techo  dió  fuertemente  con  la  cabeza 
centra  uno  de  las  vigas  de  la  armadura, 
lastimàndose  harto.  Llego  emperò  donde 
estaban  los  màs  de  les  frailes,  y  se  juntó 
con  elles,  siguiendo  desde  este  punto  su 
suerte  (3). 


(2)  Relación   del    mismo    P.    Fclix    .Maria    de 
Olot.  0  sea  Perella.  ya  citada. 

( 3)  Relación  cit.  del  mismo  P.  Ramon  de  ^'alls. 


LA     NOCHL;     DI;L     2í     de     ILI.IO     DENTRO     de    los     CLAl'STROS 


623 


En  el  dia  aciago  hallàbase  en  el  con- 
vento  de  Barcelona  el  Padre  Mauricio  de 
Barcelona,  de  apellido  Costa,  conventual 
de  Olot,  hombre  notable,  que  habia  sido 
Guardian  de  Tarragona.  En  Olot  se  dis- 
puto con  el  Alcalde,  y  fué  confinado  a 
Barcelona.  Aquí,  en  los  momentos  del 
espanto,  quiso  huir  para  refugiarse  en  un 
vidriero  de  la  calle  de  la  Requeria.  A  este  j 
fin  intento  saltar  la  cerca 
que  dividia  de  la  calle 
del  Vidrio  la  huerta  del 
convento,  però  cayó  de 
lo  alto,  afortunadamente 
hacia  la  huerta,  3'  se  es- 
tropeó  un  pie.  Por  la  ma- 
drugada  en  unas  pari- 
huelas  fué  Ilevado  a  la 
Ciudadela  (1). 

En  la  sastreria  de  bajo 
el  convento,  en  la  calle 
de  Fernando,  se  acogie- 
ron  dos  o  tres  capuchi- 
nos.  Alli  les  cortaron  la 
barba,  los  disfrazaron,  y 
salvaron  (2). 

Del  lego  Fr.  Diego  de 
Canet  he  oido  narrar  que 
subió  al  tejado,  y  se  es- 
currió  por  una  chimenea 
de  una  de  las  tiendas  de 
junto  al  convento;   mas 
que  estrechAndose  aque- 
lla,  o   bifurcàndose,    no 
permitió  al  fraile  llegar  al  fin  de  ella;  por 
lo  que  subió  nuevamente  al  tejado  y  se 
escondió  entre  las  filas  de  hortaliza  de  la 
huerta  (3). 

El   resto    de    la   Comunidad   podemos 
dividirlo   en   tres  grupos.  Uno  de  ellos,. 


l^hiABU.)  uhL  Santa 

Madrona,  de  la  iglesia 

capuchina 


(i)  iíelación  de  D.  Francisco  .Auge  en  Barce- 
lona a  10  de  junio  de  il^8^  y  relación  citada  del 
P.  Fèlix  .Maria  de  Olot. 

(2)  Relación  de  D.  José  Camalci  en  B.ircelona 
a  >  de  febrero  de  1882. 

(í)  Relación  cit.  del  Fr.  Jcrónimo  de  Olot, 
quien  me  diio  haher  oido  contar  el  cafo  a  otros 
frailcs.  Creo  que  equivoco  cl  nomhre  de  pila  del 
fraile  fu^itivo  llamàndole  Diego  por  Gahriel. 


después  del  segundo  ataque  de  las  turbas, 
a  eso  de  las  once  de  la  noche,  subió  al 
tejado  del  convento,  }•  siguiendo  parale- 
lamente  a  la  calle  de  Fernando  llego  al 
terrado  de  la  casa  de  la  esquina  con  la 
Rambla,  que  era  pròpia  de  un  senor 
Rodó,  quien  habitaba  en  ella.  Subió  el 
dueno  del  colmado  o  drogueria  de  la 
tienda,  y  abrió  la  puerta  del  terrado.  Así 
los  frailes  de  este  grupo 
unos  se  quedaron  en  el 
terrado,  otros  bajaron  a 
distintas  habitaciones  de 
la  misma  casa ,  siendo  en 
todas  acogidos. 

Otro  grupo  paro  en  el 
terrado  de  la  casa  de  la 
Rambla  contigua  a  la 
mentada  de  la  esquina, 
y  de  aqui  bajó  a  la  habi- 
tación  de  una  buena  se- 
nora  sarrianesa  que  les 
acogió.  En  estos  saltos 
de  cercas  de  terrados  no 
faltaron  tropiezos,  tal 
como  que  uno  de  los 
frailes,  llamado  José  de 
Barcelona,  que  quedo 
colgado  de  una  verja  de 
separación  o  de  un  gan- 
cho  de  hierro  por  el  ha- 
bito costandole  trabajo 
desprenderse;  tal  como 
que  él  mismo  y  otros  se 
vieron  insultados  desde  las  ventanas 
próximas  por  habitantes  aviesos  de  los 
pisos;  tal  como  que  uno  de  los  frailes,  de 
nombre  Andrés,  rechazado  de  uno  de 
estos  pisos  por  indecentes  dicterios  de 
una  mujer,  quiso  esconderse  en  un  palo- 
mar,  hallólo  cerrado,  tiro  de  la  reja  del 
ventanillo,  y  lo  arranco,  però  cuando 
probó  a  entrar  se  halló  con  que  la  estre- 
chez  del  vano  negaba  el  paso  al  cuerpo, 
etcètera.  (4). 


(4)  Relaciones  de  varios.  La  cstancia  o  huida 
por  el  terrado  de  la  casa  de  la  esquina  la  atesti- 
guan  muchos.  La  de  la  otra  casa  Fr.  .\ndrés 
mismo  en  Sarrià  a  25  de  iulio  de  i88i. 


624 


-CAPIIUI-O    DFCIMO 


El  tercer  grupo  de  frailes  quedo  en  el 
convento,  fiado  en  que,  cortada  la  esca- 
lera,  era  difícil  el  acceso  de  los  amotina- 
dos.  Los  tres  grupos,  en  las  primeras 
horas  de  la  madrugada.  fueron  recogidos 
por  la  tropa,  y  conducidos  a  Atarazanas, 
pasando  directamente  por  la  Rambla.  Los 
capuchinos,  como  en  el  primer  ataque  las 
turbas  ni  entraron  en  el  convento,  ni 
lograron  incendiarlo,  tuvieron  vagar 
para  atinar  a  medidas  que  no  ocurrieroii 
en  otras  casas.  Asi  fué  que  recogieron  el 
copón  con  las  Sagradas  Formas,  y  lo 
llevaron  consigo  a  Atarazanas;  y  aquí  o 
en  el  convento  mismo  algunos  comulga- 
ron;  y  hay  de  los  frailes  quien  asegura 
que  el  dia  26  muy  de  maiïana  se  celebro 
la  Santa  Misa  en  la  iglesia  del  conven- 
to (1). 

Parece  que  salidos  ya  del  convento  y 
casas  de  la  esquina,  quedaba  todavía  en 
el  cenobio  el  Padre  Jaime  de  Figueras,  de 
apellido  Cantarà,  pues  después  de  la 
exclaustración  se  gloriaba  de  haber  sido 
el  postrero  en  abandonar  su  muy  amado 
claustre  Para  bajar  del  piso  alto,  falto 
de  escalera,  tuvo  que  deslizarse  por  una 
cuerda.  Colocado  entre  fïlas,  fué  también 
conducido  a  Atarazanas,  però  en  el  tra- 
yecto  ya  no  disfrutó  de  la  relativa  paz  de 
los  demàs  hermanos  (seria  mís  tarde), 
pues  de  la  calla  del  Arco  del  Teatro  y 
ad3'acentes  salieron  cuadrillas  de  muje- 
res  con  tijeras  clamando  por  matarle  a 
tijerazos,  de  cuyo  furor  le  salvo  la  deci- 
sión  de  la  fuerza  pública  que  le  custodia- 
ba.  Aquellas  calles  entonces  estaban  habi- 
tadas  por  prostitutas,  y  así  el  sensato 
puede  afirmar  que  los  odiós  de  tan  degra- 
dados  seres  honraron  a  los  frailes.  Lle- 
gado  Cantarà  a  Atarazanas,  halló  los 
cadàveres  de  unos  frailes,  y  un  jefe  mili- 
tar le  dijo:  «pase  V.  por  sobre  los  cada- 
»veres  de  sus  hermanos. »  Cantarà,  abrien- 
do  el  habito  y  mostrando  el  pecho,  le 
contesto:  «Tíreme  V.  cuatro  balas  antes 


>:'que  yo  profane  los  cadàveres  de  mis 
«hermanos.»  El  jefe  dió  un  sablazo  de 
plano  sobre  la  espalda  del  fraile,  orde- 
nando  que  lo  condujeran  donde  estaban 
los  demàs  (2). 


ARTICULO  UNDECIMO 

LA  SANTlSIMA  TRINIDAD  DE  FRAILES 
CALZADOS 

Formaban  la  Comunidad  de  esta  casa 
en  julio  de  1835  los  religiosos  siguientes: 

SACERDOTES 

R.  P.  Presentado  Pascual  Palau,  Supe- 
rior de  Barcelona.  En  los  trinitarios  el 
Prior  es  apellidado  Ministro. 

R.  P.  Lucas  Ansaldo,  Vicario  del  Con- 
vento. 

R.  P.  José  Sala,  ex  Provincial. 


(i)  Son  rauchos  los  frailes  capuchinos  que 
atestiguan  el  hecho  de  llevarse  el  copón  y  de  co- 
mulgar  varios. 


R.  P.  Sebastiàn  Sadurní,  Procurador 
del  Convento. 

R.  P.  Pablo  Gelada,  Maestro  de  novi- 
cios. 

R.  P.  Tomàs  Jimeno,  Lector. 

R.  P.  Simón  Estalella,  Lector. 

R.  P.  Presentado  Segismundo  Casas. 

R.  P.  Presentado  Pedró  Ferrando. 

R.  P.  Maestro  Bruno  Casals. 

/^r  ^  ^^  M^  4^  ^/^^  /f  - 


R.  P.  Ramon  Ordines,  Predicador  Ge- 
neral. 


(2)  .Me  lo  contü  D.  Ignacio  .Manegat  en  lí  de 
abril  de  1884,  por  haberlo  oido  contar  al  mismo 
P.  Jaime  Cantarà. 


DE     ILÏLIO     DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


625 


R. 

P. 

Francisco  Ribera 

Predicador  Ge- 

neral. 

R. 

P. 

José  Alcover. 

R. 

P. 

Jocundo  Torredeflot. 

R. 

P, 

Antonio  Rigualt. 

R. 

P. 

Francisco  Pons. 

R. 

P. 

Antonio  Pons. 

R. 

P. 

Jaime  Colomer. 

R. 

P. 

Pedró  Pla. 

R. 

P. 

Pedró  Bigas. 

R. 

P 

José  Oriol  Rifé. 

R 

P 

Juan  Sangenis. 

R 

P 

Pascual  Arregui. 

R 

P 

Miguel  Jiménez. 

CORTSTAS 


Fr. 


José  Güell. 


Fr.  José  Toldrà. 
Fr.  Miguel  Sarobet. 
Fr.  Cristóbal  Garriga. 
Fr.  José  Sayol. 
Fr.  Pablo  Serrat. 
Fr.  Alejo  Ferrer. 
Fr.  José  Pàmies. 
Fr.  Luis  Castellar. 

LEGOS 

Fr.  Cristóbal  Vives. 

Fr.  José  Boxadors,  portero. 

Fr.  Juan  Suriach. 

Fr.  Felipe  Arbolí. 

Fr.  Juan  Bonet. 

Fr.  Pedró  Rafecas. 

Fr.  Agustín  Vives  (I). 

Como  apunté  en  su  lugar,  el  Convento 
Trinitario  de  Barcelona,  poco  antes  del 
atropello,  sufrió  una  de  las  malignas 
cuanto  absurdas  acusaciones  propias  de 


(i)     He  formado  estàs  listas  con  las  de 
saportes  y  las  relaciones  de  varies  frailes. 


los   pa- 


aquellos  tiempos  de  pasiones  desapode- 
radas  y  burdos  manejos.  Se  le  acuso  de 
que  la  lectura  de  su  refectorio  consistia 
en  la  vida  de  Don  Carlos  de  Borbón,  y  de 
que  en  la  celda  prioral  se  reunian  frailes 
de  distintas  ordenes,  y  se  tenian  juntas 
cuyo  resultado  era  enviar  dinero  y  car- 
tuchos  a  los  carlistas.  Las  autoridades 
mandaron  comparecer  ante  ellas  a  algu- 
nos  de  los  religiosos  para  interrogaries 
sobre  el  caso,  y  a  pesar  del  espíritu  de 
ellas  y  del  imperante,  tan  limpios  de  cul- 
pa los  hallaron,  que  los  dejaron  libres  (2). 
Algunos  días  antes  del  incendio  de  los 
Conventos,  una  buena  persona  aviso  al 
Padre  Pedró  Bigas,  de  cuya  boca  lo  tan- 
go, que  se  fraguaba  una  revolución  diri- 
gida contra  los 
cenobios,  a  lo  que 
Bigas  contesto 
que  no  por  esto 
quería  abandonar 
el  claustro ,  sinó 
que  preferia  mo- 
rir consus  herma- 
nos.  Creia,  ade- 
màs,  este  Padre,  que  se  repitió  el  aviso 
la  víspera  del  atropello,  y  recordaba  que 
se  reitero  en  la  manana  y  tarde  del  mis- 
mo  dia  de  Santiago  (3).  Efectivamente,  el 
padre  del  monaguillo  del  Convento  aviso 
a  eso  de  las  dos  de  la  tarde  a  los  frai- 
les (4). 

Tales  avisos,  a  pesar  de  la  ceguera  que 
en  general  aquejaba  a  los  provectos  de 
los  Conventos,  produjeron  aquí  efectos, 
pues  los  mas  de  los  religiosos  tuvieron 
prevenido  vestido  de  seglar  (5);  los  supe- 
riores sacaron  del  Convento,  depositàn- 
dolos  en  manos  amigas,  dos  cofres  o 
baules,  uno  conteniendo  càlices  y  otras 


(j)  Relación  preciosa  que  dcsde  Roma  en  i8 
de  enero  de  i88i  me  escribió  el  reiigioso  de  esta 
casa  P.  José  Güell  y  Milà. 

{-!,)  Rélación  que  me  hizo  en  San  Andrés  de 
Palomar,  en  ^o  de  junio  de  i88i.  el  mismo  Bigas. 

(4)  Relación  del  monacillo  D.  Eduardo  Rei- 
xach. Barcelona  >  de  mar/o  de  i88-|. 

(í)     Relación  cit.  del  P.  José  Güell. 


/^o.^^  n  £^^^  j"^^^' 


626 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DICCIMO 


alhajas,como  reliquias,  palmatorias,  etc, 
y  otro  lleno  de  indumentària,  o  sea  vesti- 
menta sagrada  preciosa,  riquezas  que  se 
salvaron  del  peligro  de  1835,  però  parece 
que  no  se  salvaron  de  otros  ulteriores  (1). 
«Los  prelados  (segun  tengo  entendido  y 
»creo  cierto)  acudieron  a  la  autoridad, 
»manifestando  sus  fundados  temeres;  y 
»si  mal  no  acuerdo,  los  Generales  Santo- 
»cildes  y  Pastor,  les  dijeron  que  no  temia- 
»sen,  que  saldrían  en  defensa,  però  que 
»sería  conveniente  que  viesen  de  fortifi- 
»car  algun  lugar  del  Convento  para  resis- 
»tir  el  primer  golpe;  asi  fué  que  en 
»nuestro  Convento  se  penso  en  fortificar 
»el  noviciado  que  era  la  parte  superior,  y 
»al  efecto  se  muró  el  ingreso,  y  aun  no 
«estaba  concluido  que  llego  la  hora  fa- 
»tal»  (2).  La  contestación  de  Santocildes 
consuena  perfectamente  con  suprobidad, 
pues  debía,  naturalmente,  confiar  en  que 
los  gobcrnantes  no  habían  de  consentir 
un  atropello,  y  al  propio  tiempo  indica  a 
los  frailes  la  conveniència  de  prevenir  la 
sorpresa  del  primer  momento. 

El  mismo  dia  de  San  Jaime,  el  respeta- 
ble  Padre  Bruno  Casals  mandó  llamar  a 
Don  Rafael  Lafont,  cuyo  maestro  había 
sido.  Lafont  acudió  la  misma  maílana  al 
Uamamiento;  y  en  la  celda  de  Casals  se 
hallaron  casualmente  los  dos  hermanos 
Lafont,  Don  Rafael  y  Don  Benito,  los  dos 
en  Barcelona  muy  conocidos,  especial- 
mente  el  segundo,  por  haber  desempena- 
do  por  muchisimos  anos  la  escribanía  del 
Tribunal  eclesiastico.  «Celebro,  les  dijo 
»el  fraile,  que  os  hayàis  hallado  juntos 
»aquí»;  y  a  Don  Benito  entregó  el  dinero 
que  guardaba  de  varias  pertenencias, 
como  de  la  Cof radia  del  Trisagio,  etc, 
y  a  Don  Rafael  el  de  la  suya,  con  encar- 
go  al  primero  de  que,  cuando  las  cosas  se 
restaurasen,  devolviese  las  cantidades  a 
las  respectivas  entidades  sus  duenas;  y 
al  segundo,  de  que  se  lo  fuese  restituyen- 
do  a  él  a  medida  que  se  lo  pidiese.  Perpe- 
trada la  exclaustración,  hallàndose  Casals 


en  la  torre  de  Casa  Brusi,  según  después 
narraré,  mandó  por  el  dinero  de  Don 
Rafael,  quien  se  lo  entregó  (3). 

A  la  hora  acostumbrada  del  anochecer 
del  aciago  dia,  en  la  iglesia  de  la  Trini- 
dad  se  celebraba  la  sólita  función  de  los 
días  festivos,  en  todos  los  cuales  se  can- 
taba  el  Trisagio.  Aquel  dia  predicaba  el 
Padre  Segismundo  Casas,  y  el  sochantre 
Padre  Pedró  Bigas  cantaba  en  el  órgano. 
Llego  de  improviso  la  noticia  de  la  revo- 
lución,  y  se  produjo  en  el  templo  el  con- 
siguiente  espanto  y  revuelta.Las  seiïoras, 
desde  abajo,  llamaron  por  su  nombre  al 
Padre  Bigas  que  cantaba  el  Trisagio, 
diciéndole  que  parase  de  cantar,  y  huye- 
se.  Bigas  bajó  al  templo,  y  lo  halló  hecho 
un  campo  de  Agramante,  en  el  que  cada 
uno  corria  por  su  lado.  Despejada  la 
iglesia,  Bigas  la  cerró,  y  al  hacerlo,  vió 
pasar  por  allí  al  toro  arrastrado.  Los 
jóvenes  frailes,  no  contentes  con  el  cie- 
rre  atrancaron  la  puerta,  arrimàndele  los 
bancos  del  templo,  no  atinando  a  que  si 
el  ataque  se  efectuaba  per  medio  de 
fuego,  anadían  combustible  al  elemente 
voraz  (4). 

De  allí  alejado  el  tumulto,  y  pasado  el 
primer  susto,  renació  una  cemo  paz  en 
la  casa,  que  dió  lugar  a  que  la  campana 
llamara  los  frailes  a  la  refacción  noctur- 
na. Acudieron  a  la  voz  de  este  manso 
instrumento,  y  hallaron  puesta  la  cena, 
aquel  dia  consistente  en  ensalada  de 
lechuga  y  tortilla;  mas  nadie  pudo  pre- 
bar  bocado,  tal  era  el  espanto,  el  temor  y 
el  efecto  de  estos  agentes.  Y  esta  noticia 
debiera  haber  tenido  presente  Don  Víc- 
tor Balaguer  cuando,  al  tratar  de  la  fuga 
de  los  Franciscos,  les  pinta  tragones  e 
insensibles  a  par  de  alcornoques.  Ami- 
go de  la  verdad,  debò  confesar,  sin  em- 
bargo, que  en  la  Trinidad  hubo  un  fraile 
tan  sereno,  que  antes  de  huir  quise  cenar. 


(i)     Relación  citada  del  P.  Pedró  Bigas. 
(2)     Relación  citada  del  P.  José  Güell. 


(5)  Relación  del  mismo  D.  Rafael  Laiont  en 
Barcelona  a  20  de  noviembre  de  18S1. 

(4)  Relación  citada  del  mismo  P.  Pedró  Bigas. 
Relación  del  P.  José  Sayol,  de  este  convento.  en 
Barcelona  a  26  de  julio  de  1880. 


LA  NOCHE  DEL  2Ï  DE  JULIO  D  ENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


627 


y  cenó;  però  un  fraile  no  es  una  Comuni- 
dad.  En  esto,  que  serian  las  nueve,  llega 
allí  de  improviso  la  noticia  de  que  estan 
frente  del  edificio  los  amotinados,  y  apli- 
can  fajinas  a  la  puerta  del  templo,  y 
con  tal  chispazo  se  produce  nueva  confu- 
sión,  se  determina  huir,  y  así  empiezan 
las  fugas  (1). 

El  nombrado  Padre  Pedró  Bigas  con 
anterioridad  preparo  el  camino  para 
este  caso.  Proveyóse  de  una  escalera, 
y  en  el  momento  del  susto  los  Padres 
Juan  Sangenís,  José  Oriol  Rifé,  Àngel 
(quizA  Miguel  y  no  Àngel)  Jiménez,  Anto- 
nio  Rigualt  y  puede  que  algun  otro,  se  fue- 
ron  a  la  celda  de  Bigas,  en  la  que  sabían 
estaba  preparada  una  escapatòria.  Aïra- 
vesaron  horizontalmente  la  escalera  so- 
bre la  calle  de  la  Leona,  desde  la  dicha 
celda,  hoy  subsistente  y  convertida  en 
habitación  del  pàrroco  de  San  Jaime, 
hasta  el  terrado  de  la  casa  de  enfrente,  y 
por  ella  pasaron  a  esta.  Mas  creció  espan- 
tosamente  el  susto  cuando,  llegados  a  la 
casa,  observaron  que  la  escalera  apenas 
llegaba  al  terrado,  en  cuyo  antepecho  solo 
apoyaba  como  tres  o  cuatro  dedos  de  los 
cabos.  Del  terrado  bajaron  a  la  habita- 
ción de  una  buena  senora,  cuyo  hijo  fre- 
cuentaba  el  convento  y  no  pocos  días 
tomaba  chocolate  en  la  celda  del  Padre 
Bigas.  Así  se  salvaron  (2).  Del  lego  Fray 
Agustín  Vives  se  me  dijo  que  se  salvo 
atravesando  terrados,  3'  después  huyendo 
a  su  pueblo  La  Granada  (3j.  Mas  al  saltar 
de  unos  terrados  a  olros  dió  sobre  un 
pozo,  salvàndole  de  hundirse  en  él  el  hie- 
rro  que  sostenia  la  polea  (4). 

El  Padre  Presentado  Segismundo  Ca- 
sas, el  predicador  de  aquella  noche,  subió 
al  tejado  del  templo  y  de  allí  pasó  al  terra- 


(i)  Kclación  cilada  del  P.  José  Güell.— Kela- 
ción  citada  del  F.  Pedró  Bigas. 

(2)  Relaciòn  citada  del  P.  Pedró  Bigas,  y  ri.- 
lación  del  P.  José  Sayol,  después  canònigo  de 
larragona.  en  Barcelona  a  jo  de  julio  de  i8!>'i). 

(í)  Relaciòn  de  D.  Juan  Gordi.  Barcelona  2 
de  noviembre  de  iSS^. 

(^)     Relaciòn  cit.  del  P.  Pedró  Bigas. 


do  de  la  casa  del  pariente  Don  Francisco 
Maimó,  notario  y  jefe  de  milícia  urbana. 
Esta  casa  pertenecía  a  la  misma  isla  del 
convento,  daba  su  frente  a  la  calle  de 
Avinó,  y  era  contigua  a  la  que  forma 
esquína  con  la  calle  de  la  Leona;  hoy  la 
de  Maimó  està  marcada  de  número  12. 
Habitaba,  como  ahora,  la  tienda  un  este- 
rero.  Desde  el  terrado  por  el  zaguàn 
dió  voces  Uamando  a  Maimó  3'  pidiendo 
que  subiesen  a  abrirle  la  puerta  del  terra- 
do; y  aunque  Maimó  estaba  ausente  de 
casa,  subió  la  família,  abrió  la  puerta,  y 
Casas  bajó.  En  la  habitación  dejó  el  habi- 
to que  Uevaba  bajo  del  brazo,  y  de  allí  se 
le  acompanó  a  la  casa  de  un  fabricante 
Ribas,  de  la  calle  de  San  Pedró.  A  esta 
acudieron  para  matarle  los  amotinados, 
però  les  fué  ocultado.  De  casa  Ribas  pasó 
a  la  de  una  su  hermana,  situada  en  los 
barrios  de  la  Lonja;  y  de  allí,  vestido  de 
marinero,  descalzo,  con  una  cesta  en  la 
cabeza,  y  corriendo  a  saltos  como  los 
pescadores  que  proveen  de  pesca  los  mer- 
cados,  llego  a  la  casa  de  una  parienta  en 
la  Barceloneta,  desde  donde  se  embarco 
para  Roma.  Los  revolucionarios  le  si- 
guieron  la  pista  hasta  la  orilla  del  mar, 
3'  si  se  salvo  fué  porque  en  el  momento 
del  embarque  el  buque  zarpó  (5). 

Se  comprende  fàcilmente  tan  acerba 
ojeriza  de  las  turbas  si  se  recuerda  lo  que 
3'a  en  otra  obra  escribí  del  Padre  Casas. 
Brillaba  por  su  santidad.  Afligia  su  cuer- 
po  por  medio  del  continuo  uso  de  los 
cilicios,  de  modo  que  no  permitía  que  se 
le  levantase  la  cama  para  que  el  lego  no 
viese  la  sangre  que  derramaba.  Los  días 
de  disciplina  de  la  Comunidad  en  el  tem- 
plo, antes  de  abrir  nuevamente  éste,  un 
hermano  corria  a  limpiar  la  sangre  que 
había  vertido  en  el  suelo.  Desde  los  piil- 
pitos  acérrimamente  combatia  a  la  impie- 
dad  moderna,  hasta  el  punto  que  los 
impíos,  no  conteniéndose  ni  por  el  respe- 
to  al  templo,  desde  el  pueblo  algunas 
veces  se  atrevieron  a  contestarle.  En 
cambio,  trasladado  después  de  la  exclaus- 


(í)     Relaciòn  citada  del  P.  Pedró  Bigas. 


628 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECI.MO 


tración  a  Roma,  el  Papa  le  nombró  Gene- 
ral de  la  Orden,  y  le  ofreció  un  obispado 
extranjero  (1). 

Ocurre  aquí  preguntar:  íY  el  Padre 
Pedró  Bigas,  que  fué  quien  había  pre- 
parado  el  camino  para  la  fuga  por  la 
escalera  horizontal  a  través  de  la  calle 
de  la  Leona  desde  su  celda,  qué  se  hizo? 
iCómo  no  pasó  por  él?  Al  bajar  del  órga- 
no  y  cruzar  el  convento  halló  en  medio 
del  espanto  de  aquellos  momentos  al  muy 
anciano  Padre  ex  provincial  José  Sala, 
quien  clama  a  Bigas:  «no  me  dejéis»;  y 
Bigas,  en  la  hora  de  la  huida,  no  le  dejó. 
La  gran  masa  de  la  Comunidad  se  dividió 
en  dos  grupos,  que  si  bien  por  distintos 
caminos,  los  dos  se  dirigieron  al  mismo 
lugar,  a  la  contigua  casa  de  Ortega. 
Estaba,  y  estú  aun  hoy,  en  la  calle  de 
Fernando  adherida  por  su  lado  oriental 
al  occidental  del  templo.  Entonces,  y  yo 
lo  recuerdo,  no  abría  puerta  de  escalera 
en  la  dicha  calle,  sinó  que  la  entrada  en 
los  pisos  altos  se  efectuaba  por  una  esca- 
lerilla  de  la  parte  trasera  en  el  callejón 
del  Beato  Simón  de  Rojas,  tan  conjunta 
con  la  iglesia,  que  de  la  puerta  lateral  de 
esta  a  la  de  aquella  no  media  mas  de  un 
palmó.  El  grupo  de  los  expedites,  que  era 
la  mayoría,  pasó  a  casa  Ortega  por  los 
tejados;  el  de  los  ancianos,  tales  como  el 
Padre  Sala,  el  Padre  Bruno  Casals  y 
algiín  otro,  por  las  poco  ha  mentadas 
puertas,  protegidos  por  los  mozos  de  la 
Escuadra.  Los  primeres  subieron  a  la 
biblioteca;  de  esta  salieron  a  un  terrado 
donde  había  una  galeria,  en  la  tierra 
llamada  una  porxada,  destinada  a  guar- 
dar los  efectos  de  los  frailes  recién  falle- 
cidos;  del  terrado  pasaron  al  tejado  del 
templo,  y  de  él  al  de  casa  Ortega:  por 
màs  senas  que  al  cruzar  la  pared  divisò- 
ria el  Padre  procurador,  hombre  obeso, 
no  podia  inclinarse  ni  de  uno  ni  de  otro 
lado,  y  el  Padre  Bigas  le  decidió  de  un 
tirón,  no  sin  que  aquél  se  lastimase  algo. 
Asimismo  el  corista  José  Güell,  al  tirarse 


de  esta  pared  divisòria,  que  era  bastante 
elevada,  se  rasgó  el  pantalon  y  también 
se  lastimó  en  una  rodilla,  de  la  que  le 
mano  sangre. 

Desde  este  terrado  el  dicho  corista 
Güell  y  otros,  que  formaban  su  grupo, 
bajaron  a  la  habitación  mas  elevada  de 
la  casa,  ocupada  por  una  senora  de  nom- 
bre Eulàlia,  la  que  les  recibió  caritativa- 
mente,  y  les  ofreció  comer  algo;  però  la 
emoción  del  espíritu  no  les  permitió  acep- 
tar  nada.  De  aquí  bajaron  al  piso  de  los 
dueflos  de  la  casa  sefiores  de  Ortega, 
donde  luego  comparecieron  los  demàs, 
especialmente  los  ancianos  (2). 

Se  encargó  de  guiar  y  auxiliar  en  la 
fuga  a  los  venerables  ancianos  el  Lector 
Padre  Simón  Estalella,  quien  en  vez  de 
escapar,  valiéndose  de  su  muy  apuesto 
disfraz  y  su  barba  postiza,  dirigió  a  los 
desvalidos  ancianos  y  los  salvo  (3). 

El  susto  y  la  angustia  continuaban  im- 
perando  en  el  animo  de  los  trinitarios  aun 
acogidos  en  casa  Ortega,  sobre  todo  pre- 
senciando,  como  lo  presenciaban,  desde 
las  ventanas  de  la  casa,  el  aspecto  sinies- 
tro  de  la  ciudad  y  los  excesos  de  los  amo- 
tinados,  y  oyendo  las  campanas  de  los 
conventos  que  reclamaban  auxilio.  Y 
tanto  es  así  que  en  casa  Ortega  el  corista 
Güell  se  confesó  para  morir  (4). 

La  seflora  de  Ortega  era  hermana  del 
General  Santocildes  y  tia  del  Maj^or  de 
plaza  de  la  Ciudadela  Don  Clemente  San- 
tocildes; y  así,  temiendo  por  su  casa,  man- 
dó  recado  a  su  hermano,  quien  ya  desde 
un  principio  envio  tropa.  Llego  esta  en  el 
momento  de  aplicar  a  la  puerta  la  fajina, 
y  apago  el  fuego.  El  jefe  de  los  mozos 
de  las  escuadras  Don  Pablo  Vesiana 
tenia  un  hijo  que  cursaba  en  los  Trinita- 
rios, y  por  lo  mismo  mandó  una  partida 
de  sus  subordinades  que  se  situaron  en 
la   puerta  lateral  del    Beato   Simón  de 


(i)     Relación  citada  del  P.  Pedró  Blíías. 


(j)     Relación  citada  del  P.  José  Güell. 

(3)  Relación  citada  del  P.  José  Güell. 

(4)  Relación  citada  del  P.   José   Güell. — Rela- 
ción cit.  del  P.  Joié  Sayol. 


LA     XOCIIE     ÍIEÍ. 


DE     IlLIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


629 


Rojas,  y  protegieron  la  salida  de  los  an- 
cianes (1). 

Desde  el  balcón,  y  tras  de  sus  persianas, 
el  Padre  Pedró  Bigas  veia  a  Ayerve,  que 
a  eso  de  las  once  de  la  noche  vino  a  la 
Trinidad,  y  le  oía  decir  a  losamotinados, 
no  una,  sinó  varias  veces:  «con  orden, 
»con  orden,  ahora  va  bien».  El  General 
Santocildes  aquella  noche  visito  a  su 
hermana  de  Ortega,  y  la  dijo  que  había 
estado  en  el  convento  de  San  José,  donde 
el  espectàculo  daba  lastima.  Afiadió  que 
con  300  caballos  y  alguna  infanteria  se 
empeiïaba  él  en  calmarlo,  però  que  se 
veia  que  los  gobernantes  tenían  parte  con 
la  revolución,  es  decir,  que  la  consentian. 
A  los  f  railes  les  animo  diciéndoles  que  no 
temiesen  ni  se  moviesen  de  alli;  y  a  su 
hermana,  que  no  abriese  la  puerta  a 
nadie,  ni  aunque  la  amenazasen  con  el 
incendio;  que  tenia  tropa,  y  así  que  no 
temiese  (2). 

Los  amotinados  no  lograron  entrar  en 
el  templo,  ni  en  el  convento  Trinitario,  a 
pesar  de  que  la  puerta  de  la  porteria 
parece  que  estaba  abierta.  A  las  once  de 
la  noche  los  vecinos,  gente  mas  amiga 
que  hostil  al  Convento,  entraron  en  él,  y 
llegaron  hasta  el  refectorio.  De  boca  de 
uno  de  ellos  tengo  que  alli  hallaron  la 
cena  puesta  tal  como  la  dejaron  los  frai- 
les  al  huir,  y  que  había  ensalada  de 
lechuga,  pan,  vino,  etc  (3),  noticia  de  un 
testigo  de  vista  que  perfectamente  con- 
cuerda  con  el  dicho  del  Padre  José  Güell, 
sobre  cuya  palabra  describí  arriba  la 
pobre  minuta  de  aquella  refacción.  V  noti- 
cia también  que  nuevamente  prueba  que 
los  religiosos  no  comieron,  pues  no  goza- 
ban  de  la  tranquilidad  y  paz  que  abren  el 
apetito- 

A  la  maftana  siguiente,  muy  temprano, 
a  cosa  de  las  cinco,  la  fuerza  pública  re- 
cogió  a  los  frailes  Trinitarios.  A  la  sazón 


(i)     Relación  cit.  del  P.  Pedró  Biftas. 

(j)     Relación  citada  del  mismo  P.  Pedró  Bigas. 

(?)  Relación  del  zapatero  de  enfrente  del  con- 
vento D.  Antonio  Cabina.  Barcelona  21  de  junio 
de  1881. 


habia  en  Barcelona  abierto  banderín  de 
enganche  para  Amèrica,  el  cual  contaba 
con  unos  25  hombres  bajo  el  teniente  Oli- 
ver y  el  sargento  Roquer.  Esta  tropa 
acudió  a  los  dichos  frailes  ofreciéndoles 
conducirles  al  fuerte  (4).  Estos,  conside- 
rando  que  no  gozaban  de  completa  segu- 
ridad,  en  razón  de  la  proximidad  de  la 
casa  de  Ortega  al  convento,  aceptaron  el 
ofrecimiento.  Volvieron  al  convento,  y 
algunos  se  vistieron  nuevamente  ei  habi- 
to, otros  no,  y  asi  salieron  por  la  porteria 
a  la  calle.  Colocados  entre  dos  filas  de 
soldados,  con  algunos  caballos  de  van- 
guardia,  y  otros  de  retaguardia,  camina- 
ron  toda  la  parte  de  la  calle  de  Fernando 
entonces  existente  3'  la  Rambla  hasta  lle- 
gar a  Atarazanas  (5).  Un  amigo  mío,  el 
muy  conocido  abogado  Don  José  Buhi- 
gas,  los  vió  pasar  por  la  Rambla  y  me 
dijo  que  daba  lastima  verlos,  uno  de  habi- 
tos,  otro  de  seglar,  otro  con  un  paiïuelo 
atado  a  la  cabeza,  etc.  (6).  Como  uno  de 
los  frailes  se  desviase  un  tantico  de  la 
fila,  el  jefe  le  amonesto  que  no  dejase  su 
lugar,  no  fuera  que  recibiese  alguna  cu- 
chillada  (7).  En  Atarazanas  hallaron  que 
habia  ya  muchos  religiosos  de  diversas 
ordenes,  entre  ellos  numerosos  capuchi- 
nos  (8). 

Como  se  desprende  de  lo  narrado,  el 
templo  y  convento  Trinitarios  de  frailes 
calzados  quedo  ileso  de  tal  modo  que  en 
el  otono  próximo  el  primero  pasó  a  ser 
parroquial. 

De  los  libros  del  Hospital  saco  las  no- 
tas  de  que  en  30  de  julio  de  1835  entraron 
en  él  enfermos  el  Padre  Ramon  Ordines, 
de  77  anos  de  edad,  y  el  Padre  José  Sala, 
de  6Q;  y  que  el  primero  salió  en  3  del  si- 
guiente octubre  y  el  segundo  el  23  de 
agosto. 


(^)     Relación  citada  de  D.  Antonio  Cabina. 
(5)     Relaciones  de  muchos  trinitarios. 
(ó)     Relación  de  dicho  senor  de   21  de  diciem- 
bre  de  1888. 

(7)     Relación  citada  del  P.  Pedró  Bigas. 
(S)     Relación  citada  del  P.  José  Sayol. 


630 


LlliKO    TERCERO. CAPITULO    DF.CIMO 


ARTÍCULO  DUODÉCIMO 

SANTA  CATALINA,  DE  FRAILES 
DOMINICOS 

Ignoro  si  en  el  dia  aciago  el  Padre  Pro- 
vincial se  hallaba  en  el  convento,  però 
no  por  esto  dejo  de  escribirlo  a  la  cabeza 
de  su  Comunidad.  Así,  pues,  de  los  indi- 
viduos  de  ella,  cuyos  nombres  alcancé, 
sigue  aquí  la  resena: 

SACERDOTES 

R.  P.  Presentado  Pedró  Barri,  Provin- 
cial. 

R.  P.  Presentado  Domingo  Roma,  Prior 
de  Barcelona. 

R.  P.  Esteban  Perriera,  Subprior 
R.   P.  Antonio    Sagarra,   Maestro  de 
novicios. 
R.  P.  Presentado  Domingo  Comerma. 


R.  P.  Presentado  Juan  Tapias. 

R.  P.  Domingo  Coromina,  Archivero. 

R.  P.  Maestro  Domingo  Dalmau,  Bi- 
bliotecario. 

R.  P.  Raimundo  Casas. 

R.  P.  Presentado  José  Basols  y  Tresse- 
rras.  Lector. 

R.  P.  Francisco  Vila,  Lector. 

R.  P.  Maestro  Pedró  Puig,  Lector. 

R.  P.  Clotet,  Lector. 

R.  P.  Marti,  Lector. 

R.  P.  Maestro  Raimundo  Fontanals. 

R.  P.  Francisco  Caparà. 

R.  P.  Pedró  Màrtir  Vives. 

R.  P.  Presentado  Buenaventura  Ma- 
negat. 


R.  P.  Narciso  Comas  y  Casanovas. 
R.  P.  Juan  Planas. 
R.  P.  Francisco  Mallada. 
R.  P.  Jacinto  Puig. 
R.  P.  Jaime  Turell. 
R.  P.  Miguel  Calvila,  Organista. 
R.  P.  Ramon  Burgués. 
R.  P,  Antonio  Ferrer. 
R.  P.  José  Monté. 
R.  P.  Jaime  Ros,  Pedagogo. 
R.  P.  Domingo  Cots. 
R.  P.  Antonio  Villar. 
R.  P.  Francisco  Ferrer. 
R.  P.  José  Ferrer, 
R.  P.  Borrell. 

R.  P.  Francisco  de  Asis  Xarrié. 
R.  P.  José  Cornet. 
R.  P.  Juan  Pi. 

R.  P.  Raimundo  Pujol,  Rector  de  Be- 
llulla. 

CORISTAS 

Fr.  Manuel  Ribé. 

Fr.  José  Calvet. 

Fr.  Manuel  Turell. 

Fr.  Sadoc  Vilarrasa. 

Fr.  José  Cid. 

Fr.  Jerónimo  Coch. 

Fr.  Francisco  Barberà. 

Fr.  Buenaventura  Cardona. 

Fr.  Fortiàn  Novellas. 

Fr.  Juan  Rovira. 

Fr.  Romualdo  Espinàs. 

Fr.  Pedró  Carrencà. 

Fr.  Jaime  Colomé. 


Fr.  Pedró  Mateu. 

Fr.  Juan  Huguet. 

Fr.  Sebastiàn  Fudot. 

Fr.  Cristóbal,  Portero. 

La  lista  anterior,  con  no  pecar  de  cor- 
ta,  debe  calificarse  de  manca,  ya  que  en 
ella  se  resefian  solo  51  religiosos,  que  vi- 
viesen  en  Barcelona,  cuando,  al  decir  del 
Padre  Pedró  Carrancà  o  Carrencà,  la 
Comunidad  en  total  contaba  69,  de  los  que 
24  eran  coristas.  Y  es  digno  de  notarse 
que  para  tejer  esta  resena  las  listas  de 
los  pasaportes  expedidos  por  la  autoridad 


LA     NOCIIE     DEI, 


DE    JLLIO    DE.NTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


631 


al  despedir  de  los  fuertes  a  los  religiosos, 
listas  que  en  los  demas  conventos  suelen 
prestarme  noticia  de  la  inmensa  mayoría 
de  los  religiosos,  aquí  me  la  dieron  de  muy 
pocos;  lo  que  demuestra  que  los  mas  de 
los  dominicos  no  fueron   a  los  fuertes, 


I  de  San  Raimundo  contenia  escondidas 
'  armas,  y  así  que  deseaba  registraria. 
Inmediatamente  se  les  condujo  a  la  tum- 
ba,  a  la  que  bajó  uno  de  los  agentes,  y 
en  la  que,  como  era  natural,  nada  halló; 
mas  no  por  ello  se  evito  el  consiguiente 


LÀPIDA   DE   UN   OSARIO   QUE   ESTABA    EN   LA   CAPILLA   DE   SANTO   DOMINGQ 
EN   LA   IQLESIA   DE   DOMINICOS   DE   BARCELONA 

W(íijïC6ïr•poDCi(?•Dí( 

(ïjft•asonejyaia•apoD 
cioDfioiiosiro^eBíi  suo 

ExPLANACióN.  —  HIC  lACET  ■   PONCI?  (Ponciusj  ■  DE 

ALESTO    -  CUM  DNA  (Domina)  PARE 

TA  •  UXORE  SUA  •  ET  PON 

CIO  DE  OLOSTO  H^EDE  (haercde)  SUO 

TR.\DuccióN.— J(?/í/ vrttc  Poncio  (Ic  Alcsto  COU  Pareta  su  consorte  y  Poitcio 
de  01  os  to  Sil  Itcrcdero. 

Escala  de  1  por  5. 

l£stú  c-ii  cl  .Wuseo  provincial  de   Barcelona,   dondc  tiene  el  número  S77.  p.igina  180  del 
catàlofio. 


sino  que  se  refugiaron  en  casas  partíeu- 
lares  o  se  dieron  a  la  fuga. 

Ya  en  su  lugar,  en  el  articulo  3."  del 
capitulo  VIII  de  este  libro,  hice  mención 
del  susto  que  la  autoridad,  poco  antes  del 
atropello  del  25  de  julio,  dió  a  esta  Comú- 
nidad.  Presentóse  la  policia  con  el  alcalde 
del  barrio,  a  hora  de  la  cena,  diciendo 
que  se  le  había  delatado  que   la   tumba 


susto  de  la  Comunidad  (1).  Y  aun  el  muy 
cuerdo  religioso  de  esta  casa  Padre  Ro- 
mualdo  Espinas  creia  que  las  tan  enojo- 
sas  visitas  de  la  policia  fueron  dos  (2). 
Como  muy  natural,  palpitaban  en  este 


(i)     Relación  del  P.  Jaime  Ro?  en  Barcelona  a 
-;  de  marzo  de  lír^So. 
(2)     Relación  de  Espinàs  J4  de  marzo  de  i88j. 


632 


1,IBR0    TERCüIíO.  —  CAPITULO    DECIMO 


Convento  respecto  a  la  seguiidad  perso- 
nal las  dos  mismas  tendencias  que  en  los 
demàs,  es  decir,  la  confianza  en  la  auto- 
ridad  y  la  ceguera  del  peligro  en  los 
ancianos,  y  el  temor  en  los  noveles.  Los 
primeros,  como  en  todas  partes,  tenían 
ante  sus  ojos  las  seguridades  dadas  por 
el  General,  y  los  segundos  el  espíritu  de 
la  revolución  pujante.  Cuando,  antes  del 
atentade,  algun  novicio  hablaba  del  peli- 
gro,  el  Padre  Maestro  de  novicios  res- 
pondía  que  opinaba  «que  realmente  el 
»Gobierno  no  queria  frailes,  però  que 
»tanipoco  quería  un  desmàn»  (1).  El  mis- 
mo  dia  25  de  julio  de  1835  un  Padre 
anciano  carmelita  estuvo  en  Santa  Ca- 
talina,  y  dijo  al  Padre  dominico  Miguel 
Calvila,  quien  me  lo  relato,  estàs  pala- 
bras:  «aquí  en  Barcelona  estamos  segu- 
-Vos»  (2).  Però  la  mayor  elocuencia  sobre 
esta  ceguera  la  tiene  el  siguiente  relato 
que  me  escribió  un  sobrino  del  Padre 
dominico  Francisco  Caparà:  «El  dia  24» 
(equivoca  la  fecha  cscribicndo  24  por 
25)  «de  julio  de  1835  su  hermano  Isidro 
Ȉ  las  11  de  la  mafiana  se  presento  al 
»convento,  suplicando  al  P.  Prior  que 
»pues»  (él,  Isidro),  «estaba  enterado  de 
»lo  que  aquel  mismo  dia  debía  suceder, 
»diera  permiso  a  su  hermano  el  P.  Fran- 
»cisco,  para  salir  del  convento,  al  objeto 
»de  poder  Uevarselo  en  un  carruaje  a  su 
»casa,  atendido  el  delicado  estado  en  que 
»se  hallabav  (paralisado  por  la  gota). 
«El  P.  Prior  respondió  à  Isidro  que  no 
»estaba  bien  enterado  del  asunto,  pues 
»que,  dijo  tenian  completa  seguridad  por 
»parte  de  las  autoridades,  y  por  tanto 
»podía  estar  muy  tranquilo  respecto  a  la 
«seguridad  de  su  hermano.  Sin  embargo, 
»anadió,  que  le  daba  permiso  para  reti- 
»rarse  si  quería,  però  no  obligarle  por 
«obediència,  puesto  que  no  podia. 
«Entonces  D.  Isidro  Caparà  se  dirigió 


(i)  Relación  del  P.  Pedró  Carrancà  o  Carren- 
cà,  quien  entonces  vivia  aún  en  el  noviciado. 
Barcelona  ii  de  febrero  de  i88-|. 

(2)  Relación  de  dicho  Calvila  hecha  en  Olot  a 
23  de  agosto  de  1885. 


»à  la  celda  del  P.  Francisco,  à  quien  repi- 
»tió  lo  dicho  al  P.  Prior,  però  fueron 
»inútiles  todas  sus  palabras.  En  vano  le 
»explicó  los  medios  de  que  aquella  tarde 
»se  valdrían  los  revolucionarios  para 
»asesinar  à  los  frailes:  en  vano  procuro 
»convencerle  de  que  las  autoridades  les 
>41evaban  enganados,  pues  no  logró  de 
Ȏl  otras  respuestas  que  tratarle  de  co- 
»barde,  y  decirle  í/s  im  gat  dels  frares. 
>^Isidro  se  despidió  de  su  hermano  con  la 
»pena  natural»  (3). 

Otra,  hasta  jocosa,  prueba  de  la  oe- 
guera  de  los  padres  graves  la  hallamos 
en  unas  palabras  del  Padre  Presentado 
Buena ventura  Manegat.  De  noble  origen, 
3'  muy  bien  relacionado,  dedicàbase  con 
gran  ahinco  a  la  predicación  especial- 
mente  de  la  menuda  plebe,  de  modo  que 
por  muchos  aiïos  dijo  los  sermones  de 
cuaresma  de  Santa  Maria  del  Mar,  apo- 
dados  del  cabasset.  La  nefasta  tarde  del 
25  de  juho  había  predicado,  y  al  regresar 
de  su  sermón,  en  el  mismo  convento  topo 
con  los  frailes  jóvenes  que  enterados  ya 
de  la  revolución  huían  para  salvarse. 
Manegat  se  encara  con  ellos,  y  les  dice: 
«iqué  es  esto?  icómo  se  van  VV?  Lo  dela- 
taré al  P.  Prior.  Esto  no  se  puede  hacer». 
Un  corista  le  contesto:  «Sí,  sí,  ya  puede 
»V.  ir  a  delatarnos.  Vera  V.  lo  que  le 
»pasarà»  (-I). 

Es,  sin  embargo,  necesario  confesar 
que  la  sencillez  o  simplicidad  del  Padre 
Manegat  llegaba  a  grado  excesivo.  Un 
ano  la  parròquia  de  Sans  le  encargó  el 
panegírico  de  San  Bartolomé,  Bar  tomat 
en  catalàn.  Subió  al  piilpito,  y  predico  de 
San  Andrés,  San  Andreu.  Corrió  un 
sacristàn,  y  a  escondites,  le  aviso  de  que 
equivocaba  el  santó,  y  que  debía  tratar  de 
San  Bartomeu.  Cambió,  pues,  su  héroe; 
però  equivocàndose  de  nuevo  predico  de 
San  Mateo,   San  Mateu.    Al    bajar  del 


(3)  Relación  escrita  en  .Mataró  a  i.*  de  enero 
de  1880. 

(4)  Relación  de  uno  de  estos  coristas.  el  Padre 
Romualdo  Espinàs,  en  Barcelona  a  ?i  de  diciera- 
bre  de  1888. 


I.A    .VOCME    DEL    2,     LIE    JULIO    DENTRO    DE    I.OS    CLALSTROS 


633 


púlpito  quedo  tan  corrido  que,  en  lugar 
de  comer  en  la  casa  rectoral,  tomo  su 
capa,  e  inmediatamente  regresó  al  con- 
vento.  Murió  de  cerca  cien  anos  de 
edad(l). 

Para  los  jóvenes  no  habían  pasado  sin 
ser  vistos  los  degüellos  de  Madrid  y  Za- 
ragoza,  3'  en  sus  ratos  de  recreo  los  temo- 
res  de  una  imitación  en  Barcelona  y  los 
medios  para  evitar  las  funestas  conse- 
cuencias  eran  tema  de  la  conversación. 
Quién  veia  muy  próximos  aquellos  cri- 
menes,  quién  màs  remotos,  quién  propo- 
nía  que  los  frailes  se  armasen,  quién  otra 
medida  (2).  Algunos  de  ellos  habíanse 
ya  procurado  traje  de  secular,  y  aquí, 
como  en  el  Carmen  de  frailes  calzados, 
pensaron  en  hacer  del  terrado  del  templo 
refugio.  Tomaron,  para  tenerla  a  mano, 
la  llave  del  terrado,  y  para  impedir  el 
acceso  de  los  perseguidores  y  defenderse 
de  ellos  si  intentaban  subir,  acopiaron 
piedras  que  sirvieran  de  proj-ectiles.  Pen- 
saron que  así  la  defensa  resultaria  fàcil 
en  razón  de  que  la  única  escalera  de 
dicho  terrado  era  de  piedra  y  en  forma 
de  caracol  o  hèlice  (3). 

Ademas,  también  en  los  dominicos, 
como  en  los  mas  de  los  otros  Conventos, 
se  tenia  vela  o  vigilància  nocturna.  Dos 
frailes  aquí  velaban  desde  la  hora  de 
silencio  hasta  las  doce,  rezando  en  el 
entretanto  las  tres  partes  del  Rosario 
para  que  la  Virgen  les  librase  del  aten- 
tado.  De  las  doce  a  las  tres  velaba  otra 
pareja,  repitiendo,  en  el  entretanto,  las 
mismas  oraciones  (4). 

El  gran  oportunista  Padre  V'icente  So- 
pena,  del  cual  harto  he  tratado  arriba  en 
los  libros  I  y  II,  tampoco  en  esta  ocasión 
falto  a  su  sistema  de  procurar  salvar  las 
riquezas  del  convento,  valiéndose  de  es- 
tratagemas.  La  preciosa  imagen  de  ala- 


(i)     Uelaciím  citada  do-l  P.  Roniualdo  Espinàs. 

(2)  Keiaciòn  del  corista  de  este  convento,  des- 
pucs  canónigo  de  Vich,  D.  José  Cid.  Barcelona 
16  de  julio  de  1882. 

(^)     Relaciones  de  varios  frailes  de  esta  casa. 

(4)     Relación  citada  del  P.  Pedró  Carrencà. 


bastro  de  la  Virgen  del  Rosario,  regalo 
del  Papa  dominico  San  Pío  V,  poseia 
entonces  riquísimos  vestidos  con  que  se 
la  adornaba,  o  mejor  se  creia  adornaria, 
por  sobre  de  los  de  talla.  Sopena,  con 
anterioridad  al  ataque,  quiso  ocultarlos, 
però  temia  la  novedad  que  en  la  plebe 
debiera  de  producir  ver  la  imagen  con 
los  postreros  vestidos  sin  aquellos.  Para 
evitar  este  como  escàndalo,  subió  al  púl- 
pito, y  predico  un  sermón,  diciendo  que 
la  piedad  y  respeto  a  San  Pío  debidos 
pedían  que  se  honrase  a  la  imagen  tal 
cual  este  santó  Papa  la  regalo;  y  hecho, 
desnudó  a  la  imagen,  y  oculto  sus  riquí- 
simas  ropas  (5). 

Però  mucho  mas  chusca  estuvo  la  pre- 
visión  del  archivero  Padre  Domingo  Co- 
rominas. Por  razón  de  su  dicho  cargo  y 
del  de  procurador  de  la  casa  tenia  en  su 
poder  multitud  de  piezas  falsas  de  cobra 
de  la  moneda,  entonces  aquí  en  curso, 
llamadas  pcssas  de  sís.  Eran  grandes  y 
valían  seis  cuartos,  o  sea  unos  dieciocho 
céntimos,  y  yo  las  recuerdo  perfectamen- 
te,  pues  las  buenas  las  alcancé  en  valor. 
El  Convento  las  había  ido  recibiendo  en 
los  cobros,  3"  luego  no  las  daba.  Con  ellas 
hizo  tres  o  cuatro  cartuchos  de  cien  pie- 
zas cada  uno,  3'  sobre  cada  uno  de  ellos 
escribió:  «100  onzas  para  100  misas»,  y  las 
colocó  en  su  celda  para  así  burlar  a  los 
codiciosos  ladrones  el  dia  del  asalto  (6). 
Asi  las  cosas,  llego  el  aciago  de  San- 
tiago de  1835.  Uno  de  los  concurrentes  a 
la  corrida  de  toros,  D.  Francisco  SolA  y 
Bru,  muy  amigo  de  los  dominicos,  al 
regresar  de  dicha  función  a  su  casa,  en- 
tróse  en  el  convento  y  aviso  a  los  frailes 
de  lo  que  pasaba  (7).  Alarmàronse  con  la 


(5)  Relación  del  vecino  de  Santa  Catalina,  y 
muy  familiar  del  convento.  el  después catedràtico 
D.  Simeón  Tuyet.  Barcelona  10  de  agosto  de 
1880. 

(ü)     Relación  de  un  amigo  de  dicho  fraile. 

(7)  Me  lo  dijo  D.  Antonio.  hiio  del  senor  que 
dió  el  aviso,  y  ademàs  un  fraile  de  esta  casa  me 
hizo  menciòn  de  un  aviso  dado  por  un  concu- 
rrente  a  la  plaxa  de  toros. 


634 


-lERO     TERCKRO. CAPITULO     DKCIMO 


noticia  estos,  especialmente  los  jóvenes, 
y  corrieron  a  vestirse  las  ropas  secula- 
res,  las  que,  sin  embargo,  cubrieron  con 
el  habito.  Mas,  pasado  un  rato,  entro  nue- 
vamente  alguna 
calma  porque 
llego  la  noticia 
de  que  la  autori- 
dad  había  cerra- 
do  la  puerta  de 
Mar ;  de  donde 
se  dedujo,  o  se 
dijo,  que  la  re- 
volución  queda- 
ba  allende  las 
murallas,  y  no 
podia  penetrar 
en  la  ciudad;  no- 
ticia verdadera 
en  su  primera 
mitad,  però  falsa 
en  la  deducción. 
Ademàs  llego  de 
paseo  al  con- 
vento  el  Padre 
Maestro  de  no- 
vicios,  acompa- 
flado  de  otro 
fraile,  y  conto 
que  habían  ha- 
Uado  en  la  calle 
dos  hombres,  de 
los  que  uno  les 
había  insultado 
diciendo:  «^em- 
»pecemos  por 
»estos?»;  y  que 
uno  de  los  frai- 
les  les  contesto 
recio,  sin  que  los 
insultantesinsis- 
tieran  en  sus  in- 
sultes (1). 

Una  hora  antes  del  incendio  de  los  con- 
ventos  un  senor,  muy  amigo  de  los  domi- 
nicos,  Uamado  Don  José  Ubach,  envióles 
su  hijo  Pablo,  nino  todavía,  encargàndole 
les  dijera  que  dentro  de  una  hora  les 


incendiarían  la  casa.  Corrió  el  nino  al 
convento  y  halló  allí  un  Hermano  lego; 
le  dió  el  recado  de  su  padre,  y  el  lego  le 
contesto:  «ca,  hombre,  si  esto  seria  un 
»pecado  mor- 
»tal»  (2). 

A  la  hora  del 
crepúsculo,  y 
pocos  momentos 
antes  de  la  ce- 
na,  se  presenta 
jadeante  en  el 
convento  un  se- 
fior  Grau,  cuna- 
do  del  corista 
Manuel  Ribé;  se 
introduce  en  él, 
y  llega  a  la  puer- 
ta siempre  ce- 
rrada  del  novi- 
ciado;  llama;  el 
portero  corista 
Romualdo  Espi- 
nas  le  recibe,  y 
oye  de  su  boca 
que  ya  estA  po- 
niéndose  fuego 
en  los  francis- 
cos,  y  así,  que 
viene  por  su  cu- 
nado.  Espinas 
corre  y  pone  la 
triste  nueva  en 
conocimientò  de 
sus  compafleros, 
quitase  el  habi- 
to, toma  una  go- 
rra, y  huye,  imi- 
tandole  otros  (3). 
Esta  f  ué  la  senal 


(i)     Relación  cit.  del  P.  Pedró  Carrenc;i. 


(j)  Me  lo  dijo 
D.  Luís  Ubach  y  Aymerich,  preshitero.  hijo  de 
D.  Pablo:  me  lo  dijo  una  hija  de  dicho  D.  Pablo, 
V  otras  personas  que  lo  habían  oída  de  boca  de 
b.  Pablo. 

(?)  Relaciones  de  varios  frailes,  especialmente 
la  de  los  PP.  Espinàs  y  Ribé,  la  primera  en  Bar- 
celona a  Ji  de  diciembre  de  i88o,  y  la  segunda  en 
Barcelona  a  6  de  junio  del  mismo  ano. 


LA     NOCIIE     DEL     25     DE    JULIO     DENTRO     DE     LOS     CLAUSTROS 


635 


de  la  primera  dispersión,  pues  unos  salie- 
ron  a  la  calle  en  busca  de  techos  amigos, 
otros  a  otras  partes,  y  otros  quedaren  en 
el  convento,  donde  parece  que  nuevamen- 
te  renació  alguna  calma.  Sin  embargo 
opino,  que  los  mas  de  los  dominicoshuye- 
ron  y  se  abrigaren  de  casas  de  deudos  o 
amigos,  y  que  en  ellas  hallaron  asilo  no 
solo  aquella  noche,  sinó  los  días  siguien- 
tes,  no  yendo  a  los  fuertes,  pues  las  listas 
de  los  pasaportes,  librados  después  por 
la  autoridad,  cuentan  solo  34  dominicos. 

Aunque  a  aquella  hora  la  cena  estaba 
puesta,  casi  ninguno  de  los  frailes  estuvo 
para  comer,  que  otra  cosa  no  permitían  el 
susto  y  la  ansiedad.  Sin  embargo,  como 
los  ancianos  veian  lejano  el  peligro,  hubo 
alguno,  tal  como  el  Padre  Raimundo 
Casas,  que  tranquilamente  quiso  cenar,y 
cenó  (1).  Consistia  aquella  noche  el  plató 
de  la  cena  en  una  tortilla  de  un  par  de 
huevos,  que,  abandonada  por  los  frailes, 
fué  pasto  de  los  amotinados  {2). 

Anochecido,  Uegaron  las  turbas  y  pusie- 
ron  fuego  al  templo,  bien  que  al  principio 
sin  lograr  su  intento,  segiin  narré  en  el 
capitulo  anterior;  mas  azorados  los  frai- 
les que  habían  quedado  en  la  casa,  corrie- 
ron  en  busca  de  salvación,  dirigiéndose 
los  mas  al  terrado  del  templo  (3).  Durante 
el  incendio  parece  que  los  frailes  en  de- 
manda de  auxilio  tocaron  la  campana  (4). 

La  puerta  de  la  escalerilla  del  terrado  se 
abría  en  el  primer  piso  alto  delclaustro,  3" 
esta  pasaba  junto  al  órgano.  Unos  veinte 
frailes  corrieron  a  dicha  puertecita,  y  con 
tanto  azoramiento  que  se  agolparon  en 
ella  hasta  no  poder  pasar,  de  modo  que 
uno  de  ellos,  el  entonces  Fr.  José  Cid,  al 
hallar  obstruida  por  el  agolpamiento  de 
sus  compafleros  la  màs  estrecha  puerta 
que  se  hallaba  después  del  órgano,  salto 
por  encima  de  ellos  con  tanta  ceguera 
que  dando  con  la  cabeza  contra  el  arco  o 


(i)     Relaciòn  citada  del  P.  Jaime  Ros. 

(2)  Relaciòn  citada  del  P.  .Miguel  Calvila. 

(3)  Relaciones  varias. 

(^)     Relaciòn  de  D.  Pedró  Subiranas  en   Bar- 
celona a  2Ó  de  enero  de  1883. 


dintel  de  ella  se  lastimó,  hasta  derramar 
sangre.  Subieron  precipitadamente  la 
escalerilla  de  caracol,  toda  de  pulida 
piedra,  y  Uegaron  al  terrado  del  templo, 
donde  tenían  la  arriba  dicha  provisión  de 
piedras  para  defenderse.  Mas  sea  que  el 
azoramiento  les  exigiese  todavía  mayor 
separación  de  los  amotinados,  sea  que 
muy  pronto  el  intenso  fuego  que  bullia 
bajo  sus  pies  les  indicarà  el  peligro  de  un 
hundimiento,  aquí,  como  en  el  Carmen, 
quisieron  los  frailes  subir  al  campanario. 
La  operación  no  era  de  sí  fàcil,  y  mucho 
menos  en  las  horas  de  la  obscuridad  noc- 
turna. La  torre  no  tenia  escalera  de  alba- 
nilería.  Su  cafión  interior,  de  trecho  en 
trecho,  venia  dividido  por  vigas;  y  éstas 
no  cubiertas  por  tablas  que  formasen  un 
piso  mas  que  en  una  mitad,  de  guisa  que 
el  tubo  interior  tenia  solo  de  vez  en  cuan- 
do  entablados  ensemicírculo.  Se  subía  de 
unos  a  otros  por  escaleras  de  mano  que 
no  daban  directamente  en  el  entablado 
superior,  sinó  en  una  viga,  en  la  que  por 
lo  mismo  habia  que  apoyarse  para  saltar 
al  tablado  semicircular  superior.  El  coris- 
ta Fr.  Cid,  para  mejor  asegurar  el  pie, 
subió  descalzo. 

Llegados  a  la  estancia  superior,  algu- 
nos  propusieron  derrumbar  la  última 
escalera  sobre  las  demas  para  entera- 
mente  imposibilitar  el  acceso  de  extra- 
nos,  mas  el  citado  Fr.  Cid  se  opuso  a  ello 
considerando  que  en  una  u  otra  ocasión 
ellos  tendrian  que  bajar.  Sin  embargo, 
para  evitar  el  ascenso  de  perseguidores, 
quedóse  en  el  extremo  de  dicha  escalera 
dispuesto  en  caso  necesario  a  hacerla 
bambolear  y  derrumbarla.  Però,  aun  no 
viéndose  seguros  aquí  en  el  aposento  de 
las  campanas,  los  dichos  frailes  ascendie- 
ron  al  terradito  superior  de  la  misma 
torre,  al  pie  de  la  esbelta  tiecha  o  piràmi- 
de gòtica  que  la  terminaba.  Formaba  un 
corredorcito  de  unos  tres  palmos  de  an- 
chura,  sin  mas  barandilla  que  las  alme- 
nitas  de  adorno  que  le  rodeaban.  Allí  se 
agacharon,  sentados  en  elsuelo  de  espal- 
das  al  chapitel  y  con  el  rostro  sobre  las 
almenas. 


636 


MURO    TERCERO.  CAPITL'LO     DKCI.Mn 


Ni  aun  en  aquellas  elevadas  alturas 
faltaron  peligros  y  sufrimientos  morales. 
Ardían  el  inmenso  retablo  mayor,  el  órga- 
no  y  algunos  otros  de  los  próximos  reta- 
blos.  Por  los  ventanales  del  templo,  situa- 
dos  precisamente  al  pie  del  campanario, 
brotaban  con  tal  fúria  las  rabiosas  llamas 
que  hasta  ponían  peligro  de  incendio  en 
las  casas  vecinas,  y  subían  sus  chispas, 
sus  pavesas  y  su  tupido  humo  hasta  la 
cúspide  de  la  torre,  la  que,  como  palo  de 


una  pira,  se  hallaba  rodeada  de  fuego  y 
humo.  Ambos  sofocaban  a  los  pobres  en 
la  sumidad  refugiados,  y  tenían  estos 
continuamente  que  sacudir  sus  habites 
para  evitar  quemarse,  de  tal  modo  que  a 
no  ser  estos  de  lana  lo  pasaran  mal,  y 
aun  así  el  corista  Jerónimo  Coch,  hijo  de 
Camprodon,  salió  con  el  habito  chamus- 
cado.  Tales  andaban  los  peligros,  que  las 
cuerdas  de  las  campanas  se  quemaron;  y 
tales  andaban  los  ànimos,  que,  teniendo 
los  frailes  entre  ellos  un  Padre  grave,  se 
confesaban  para  morir.  Y  digo  un  Padre 
grave,  porque  los  mas  de  los  frailes  del 
campanario  eran  jóvenes,  y  estos,  proce- 
dentes  en  su  mayor  parte  de  fuera  de 
Barcelona,  no  tuvieron,  como  los  Padres, 
casas  o  de  deudo  o  de  amistad  donde  gua- 
recerse. 

Desde  allí  los  pobres  frailes  oían  el 
campaneo  de  los  otros  Conventos  que 
pedían  auxilio;  desde  alli  veían  los  vio- 
lentes remolinos  de  llamas  que  se  levan- 
taban  de  las  casas  de  sus  hermanos  de 
distintas  ordenes;  desde  allí  oían  los  gri- 
tos  hostiles  de  los  incendiaries  y  el  pasar 
de  la  caballería,  sin  que  se  viese  represión 
alguna:  desde  allí  oían  los  derrumbamien- 
tos  que  en  el  interior  del  templo  producía 


.  i  i  i  l• 


LADO   SEPTENTRIONAL   DEL   TEMPLO    DOMINICO   DE   BARCELONA,    SU   CAMPANARIO 
Y    UNA   ALA   DEL    CLAUSTRO 


LA    NOCIIE    DEL    Jí     DL    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


637 


el  incendio;  desde  allí  veian  y  oian  la 
algazara  delasgentes  hostilesdeterrados 
vecinos;  desde  allí  oyeron  que  se  rompia 
por  los  revolucionaries  la  vajilla  del  re- 
fectorio;  y  por  la  mananita  desde  allí 
vieron  el  incendio  del  convento  o  habi- 
taciones,  y  el  desapoderado  saqueo  (1). 

De  estos  frailes  que  se  refugiaron  en 
el  campanario  conozco  los  nombres  del 
Padre  Lector  Pedró  Puig,  con  el  cual  se 
confesaron  los  jóvenes;  del  Padre  Narci- 
so  Comas,  del  Padre  Antonio  Ferrer,  del 
Padre  Francisco  Caparà,  del  Padre  Mi- 
guel Calvila  organista;  de  los  coristas 
F"r.  José  Cid,  Fr.  Jerónimo  Cocli,  Fr. 
Fortirtn  Novellas,  Fr.  Sadoc  Vilarrasa 
hermano  de  Don  Eduardo  Maria,  al  cual 
todos  hemos  conocido  parroco  y  después 
canónigo  de  Barcelona  (2).  Quiza  sor- 
prenda  al  lettor  encontrar  entre  los  frai- 
les del  campanario  al  Padre  Francisco 
Caparà,  paralítico,  por  efecto  del  dolor 
de  gota,  y,  por  lo  tanto,  imposibilitado  de 
subir.  Efectivamente,  en  aquella  noche, 
como  en  las  demas,  hallàbase,  o  en  la 
cama  o  en  su  sillón,  3^  sin  movimiento 
propio;  però  las  circunstancias  que  le 
fueron  rodeando,  como  la  falta  de  cenay 
asistencia,  el  movimiento  inusitado  de 
los  fugitivos,  los  gritos  de  la  calle,  etc, 
le  dieron  a  comprender  la  mucha  razón 
del  aviso  de  su  hermano  Isidro,  arriba 
explicado.  Por  lo  que  el  Padre  hace  un 
supremo  esfuerzo,  asómase  a  la  ventana, 
y  ve  que  la  casa  arde,  y  recibiendo  del 
miedo  fuerzas  que  la  enfermedad  le  qui- 
tara,  sale  de  la  celda,  y  se  encamina  al 
terrado  en  momentos  tan  criticos  que 
las  llamas  le  chamuscaron  el  escapulario. 
Los  frailes  del  terrado,  al  oir  el  ruído  de 
su  ascenso  por  la  escaleriUa,  creyéndole 
un  perseguidor,  le  recibieron  a  pedradas, 
hasta  que,  dando  él  fuertes  gritos,  le  reco 


(1)  Las  anteriores  noticias  de  la  huida  y  es- 
tancia  en  el  campanario  proceden  de  relaciones 
de  varios  de  los  frailes  que  las  efectuaron.  espe- 
cialmente  del  después  canónigo  de  Vich  D.  José 
Cid.  Barcelona  l'i  de  junio  de  iS8j. 

(.')     Relaciones  de  varios  frailes  de  esta  casa. 


nocieron  la  voz,  y  le  ayudaron  a  subir  (3). 
En  las  primeras  horas  de  la  siguiente 
madrugada,  los  pobres  frailes  del  campa- 
nario oyeron  voces  que  les  llamaban, 
indicàndoles  que  bajaran.  Dos  o  tres  de 
ellos  se  levantaron,  y  vieron  que  las  tales 
voces  procedían  de  la  autoridad  que  acu- 
dia a  salvaries,  y  así  todos  determinaron 
bajar.  Masia  impresión  que,  al  levantarse 
del  suelo  y  con  la  luz  del  dia  examinar 
la  redonda;  la  impresión  que  el  dejar  la 
tierra  firme  del  terradito  y  poner  los 
pies  en  las  escaleras,  teniendo  abiertos 
delante  los  grandes  ventanales  del  cam- 
panario; la  impresión  que  la  inmensa 
altura,  y  la  vista  de  los  terrados  de  las 
casas  y  la  profundidad  de  las  calles,  vis- 
tos por  dichos  ventanales;  la  impresión, 
digo,  que  tales  vistas  producian  en  las  por 
otro  lado  conmovidas  cabezas  de  los  frai- 
les, no  es  para  explicada;  era  capaz  de 
desvanecer  al  mas  esforzado.  Las  cuer- 
das  de  las  campanas  estaban  quemadas, 
el  maderamen  de  ellas  había  comenzado 
a  arder:  a  tal  punto  había  llegado  el  pe- 
ligro.  Bajaron  al  terrado  del  templo,  no 
sin  que  para  este  descenso  fuese  necesa- 
rio  que  los  albafiiles  ayudasen  a  algunos 
de  los  frailes.  Para  dejar  el  terrado,  no 
podia  utilizarse  la  escalerilla  de  caracol, 
obstruida,  como  estaba,  tanto  por  laspie- 
dras  arrojadas  desde  arriba  por  los  frai- 
les, cuanto,  y  mas  aún,  por  el  fuego  del 
órgano.  Los  albafiiles,  a  toda  prisa,  abrie- 
ron  un  boquete  en  la  obra  nueva  de  la 
calle  de  Freixuras,  que  por  los  pies  del 
templo  comunicaba  con  el  terrado  de 
este;  y  así  los  religiosos  tuvieron  que 
caminar  en  su  total  longitud  el  techo  de 
dicho  templo,  sorteando  las  grietas,  fuego 
y  humo  producidos  por  el  incendio. 

Bajaron  todos  a  la  huerta.  Acordàronse 
allí  de  que  en  el  convento  había  un  fraile 
muy  anciano  y  paralítico,  decano  de  la 
Comunidad,  el  Padre  Casas,  que  estaba 
en  la  enfermería;  y  así  fueron  por  él. 
ILibia  aquella  noche  sufrido  mucho  por 
causa  del  humo  y  del  espanto;  y  sin  duda 


(3)     Relacion  citada  del  sobrino  del  P.  Caparà. 


638 


LIBRO    TKRClïUO. — CAPITL'1,0    DKCtMO 


la  circunstancia  de  hallarse  la  enferme- 
ría  algo  separada  de  los  corredores  de 
las  celdas,  lo  mismo  que  la  biblioteca, 
salvo  a  esta  y  al  fraile.  Ademas,  había 
en  la  Comunidad  otro  religioso  anormal 
por  razón  de  tener  algo  perturbada  la 
cabeza,  el  Padre  Antonio  Ferrer.  De  éste 
me  dijo  un  su  compatricio,  que  se  salvo 
en  el  campanario;  mas  el  Padre  Calvila 
me  dijo  que  no  fué 
así,  sinó  que  como 
loco  pasó  la  noche 
paseando  por  su 
celda,  que  estaba 
algo  separada  de 
las  demís,  y  que 
cuando  los  dichos 
fra  i  les  estuvieron 
en  la  huerta,  se  fué 
también  por  él.  Pa- 
rece  que  la  conmo- 
ción  de  aquella 
noche  acabo  de 
trastornar  su  cabe- 
za, 3'  quedo  domi- 
nado  de  la  mania 
de  que  un  jefe  de 
la  tropa  le  había 
dicho  que  él  no  era 
ni  fraile  ni  sacer- 
dote,  y  de  aquí  él 
deducía  que  no 
podia  celebrar,  3- 
ef ectivamente  no 
celebro  mas  (1). 

Un  vecino,  mo- 
vido  de  caridad,  llevo  vino  a  los  amilana- 
dos  frailes  para  animaries.  Colocados  ya 
en  la  huerta,  el  jefe  les  pregunto  si  alguno 
queria  recoger  algo  de  su  celda,  mas  tan 
abatidos  venían  los  frailes  que  ninguno 
aceptó  el  ofrecimiento.  Solo  si  el  corista 
Fr.  José  Cid,  quien,  acompanado  de  un 
guardià  nacional,  subió  a  su  aposento,  allí 
se  calzó  unos  zapatos  en  lugar  de  los  que 
en  la  noche  dejó  en  el  terrado  del  tem- 


(i)  Relación  citada  del  P.  Calvila. — Y  relación 
de  un  sacerdote  de  Mataró,  donde  vivió  después  el 
P.  Ferrer. 


plo,  y  poniendo  algunas  cosas  en  un  cofre 
o  baúl,  lo  bajó  a  la  huerta,  dejàndolo  en 
manos  de  un  empleado  de  la  casa  (2).  El 
jefe  daba  prisa  a  los  frailes,  y  así  fué 
que,  colocados  entre  dos  filas  de  naciona- 
les,  o  urbanos,  y  a  paso  acelerado  fueron 
conducidos  a  la  Ciudadela. 

Iban  delante  del  convoy  tres  o  cuatro 
caballos  para  despejar;  seguían  los  reli- 
giosos a  pie  entre 
dos  filas  de  guar- 
dias  urbanos,  o  na- 
cionales:  venia  lue- 
go  una  tartana  con 
los  ancianos;  y  fi- 
nalmente,  en  una 
camilla,  era  lleva- 
do  el  Padre  Casas, 
paralítico  (3).  En  el 
llano  de  la  Ciuda- 
dela toparon  con 
muchos  grupos, 
però  entraron  en 
el  fuerte  sin  nove- 
dad,  y  al  dejarles 
les  dijo  el  jefe  de 
la  fuerza:  «ahora 
»ya  estan  salva- 
»dos»  (4).  Creo  que 
el  jefe  de  la  fuerza 
era  Borrell. 

Dije  arriba  que 
el  cunado  del  co- 
rista Fr.  Manuel 
Ribé  fué  quien,  al 
tener  noticia  del 
incendio  del  Convento  de  Menores  Fran- 
ciscos,  corrió  a  avisar  al  de  Dominicos; 
mas  el  fraile  no  salió  con  él,  sinó  que, 
siguiendo  al  mayor  grupo  de  sus  com- 
paiieros,  paro  en  el  terrado  del  templo, 
o  campanario.  Emperò,  aqui,  tratAn- 
dose  de  fuego,  comprendió  no  hallarse 
bien  sobre  un    lugar  que  podia  incen- 


(2)  Relación  del  mismo  entonces   corista  don 
José  Cid,  en  Barcelona  a  ió  de  julio  de  1882. 

(3)  Los  vió  pasar  el  corista  Fr.  Komualdo  Es- 
pines. Barcelona  21  de  diciembre  de  1880. 

(-))     Relación  cit.  del  P.  Miguel  Calvila. 


LA    NOCIIE    DEL    2^     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAl/STROS 


639 


diarse,  y,  por  lo  mismo,  descendió  de 
aquellas  alturas.  Al  atravesar  el  claus- 
tro,  topo  con  el  Padre  Narciso  Comas  y 
Casanovas  y  el  Padre  Juan  Planas,  a  los 
que  manifesto  de  dónde  venia  y  el  peli- 
gro  que  allí  se  corria,  por  lo  que  resol- 
vieron  salir  a  la  huerta,  y  desde  ella 
saltar  a  la  de  una  buena  senora  que  ha- 
bitaba  en  la  calle  Baja  de  San  Pedró.  Era 
la  casa  número  32  actual,  conocida  en- 
tonces  por  Casa  Letxós.  El  jardin  trasero 
de  esta  casa  estaba  separado  de  la  huerta 
del  Convento  por  una  cerca  almenada, 
muy  alta  del  lado  del  cenobio,  però  mu- 
cho  menos  por  el  de  la  casa,  porque  estaba 
situado  a  nivel  del  primer  piso  alto  de  la 
casa.  A  ella  venia  adherido  el  zafareche 
de  la  huerta  del  Convento.  Para  encara- 
marse  hasta  la  sumidad  de  la  cerca,  los 
dichos  frailes  colocaron  una  silla  sobre 
la  baranda  del  zafareche,  y  desde  ella 
tiraron  una  cuerda  en  lazo  a  una  de  las 
almenas,  logrando  asi  atarla  a  ella;  y 
por  la  cuerda,  con  la  dificultad  pròpia  de 
los  desacostumbrados  a  los  ejercicios 
gimnàsticos,  subieron.  Sin  embargo,  an- 
tes  de  practicarlo,  esperaren  un  rato  a 
que  las  sombras  de  la  noche  les  libraran 
de  peligrosas  miradas. 

Llegados  al  jardin,  no  se  atrevieron  a 
llamar  en  el  balcón,  porque,  aunque  uno 
de  los  tres  frailes  tenia  ya  convenido  con 
la  sefïora  que  llamaría,  sin  embargo  te- 
mieron  que  esta  tuviera  visitas  y  la  com- 
prometieran,  o  que  se  hallara  fuera  de 
casa  y  entonces  se  comprometieran  ellos. 
Però  he  aqui  que,  pasado  un  rato,  se  oye 
abrir  el  balcón  del  segundo  piso,  y  luego 
cerrarlo.  Era,  según  supieron  después, 
que  hallandose  la  seiïora  ausente  de  casa, 
y  habiendo  la  criada  oido  ruido  en  el  jar- 
din, quiso  desde  dicho  piso  segimdo  ins- 
peccionar quó  pasaba  en  aquél.  Como  vió 
en  (51  tres  hombres,  pues  en  el  convento 
los  frailes  se  habían  vestido  de  seglar,  los 
creyó  ladrones,  y  levantó  el  grito  de 
iladroiic?!;  de  modo  que  al  cabo  de  un 
tiempo  de  repente  se  abrieron  los  posti- 
gos  del  balcón  del  primer  piso,  y  apare- 
ció  tras  de  sus  cristales  una  turba  de 


vecinos  armados  con  palos  y  otros  obje- 
tos.  Preguntan  estos  a  los  frailes,  los 
cuales  les  contestan  manifestando  toda  la 
verdad,  en  cuya  comprobación  muestran 
la  rasura.  Tranquilizados  los  vecinos,  se 
retiraron,  però  dejaron  en  el  jardin  a  los 
religiosos  hasta  la  llegada  de  la  senora, 
les  dieron  alguna  bebida  y  una  manta 
para  abrigarse,  pues,  a  pesar  de  hallarse 
el  tiempo  en  25  de  julio,  la  conmoción  mo- 
ral tenia  tan  concentradas  las  fuerzas  de 
los  perseguidos,  que  sufrían  frio. 

Los  mismos  vecinos  avisaron  al  Comi- 
sario  de  policia,  que  supongo  seria  el  que 
vivia  allí  en  una  de  aquellas  casas  próxi- 
mas,  llamado  Don  Francisco  deLlosellas, 
persona  muy  buena  y  querida,  del  cual 
harto  hablaré  muy  luego,  y  cuyo  exce- 
lente  hijo,  el  notario  Don  Melitón,  todos 
hemos  conocido.  Acudió  presuroso  el 
Comisario,  y  pregunto  a  los  frailes  por 
sus  intentos,  y  como  ellos  contestaren 
que  de  irse  a  sus  casas,  les  aconsejó  que 
por  de  pronto  no  se  moviesen,  porque  el 
mal  disfraz  y  la  rasura  podian  comprome- 
terles. 

Al  otro  dia,  el  26,  la  seiïora  dijo  a  los 
frailes  que  precisaba  buscar  medio  de 
escaparse  porque  la  habían  amenazado 
con  quemarle  la  casa;  y  asi  por  la  indi- 
cada criada  se  Uevó  recado  a  las  familias 
respectivas.  La  misma  noche  del  2ó  éstas 
fueron  a  recoger  a  los  frailes,  los  cuales 
se  dieron  cita  para  la  Ciudadela,  y  para 
mejor  disimular  su  estado  se  dirigieron 
adonde  desearon,  acompanados  de  sus 
hermanas.  El  cunado  del  Padre  Ribé 
tenia  amistad  con  el  oficial  de  la  guardià 
del  palacio,  y  recabó  de  él  que  le  facili- 
tarà algunos  soldados.  Salieron  de  casa 
Letxós  y  efectuaren  la  travesia  hasta  la 
Ciudadela,  yendo  delante  el  dicho  cunado 
para  inspeccionar  el  estado  del  terreno, 
siguiendo  luego  el  fraile  llevando  del 
brazo  a  su  hermana,  y  cerrando  un  tre- 
cho  màs  atras  la  comitiva  los  soldados  (1). 


(i)  Toda  esta  relación  de  la  fuga  de  los  tres 
iVailes  por  casa  Letxós  me  la  conto  el  mismo  Padre 
Alanuel  Ribc  en  Barcelona  en  0  de  junio  de  i88o. 


640 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPirULO    DEC.I.MO 


Y  cuenta  que  los  dichos  tres  dominicos, 
o  quiza  otros  que  parece  había  en  la 
huerta  ocultos,  no  dejaron  de  córrer  gra- 
ve  peligro  en  ella,  pues  después  los  incen- 
diarios  salieron  del  convento,  y  alum- 
bràndose  con  antorchas,  registraron  la 
huerta;  mas  algunos  vecinos  (que  en 
aquellas  casas  abundaban  los  buenos), 
temiendo  por  los  religiosos  que  tal  vez 
hubiese  allí  escondidos,  dieron  voces  a 
los  amotinados,  diciéndoles  que  iban  a 
perjudicaries  en  sus  intereses,  que  les 
quemarian  sus  generós,  especialmente 
los  extendidos  por  un  fabricante  allí  en 
un  terrado,  y  así  los  aventaron  de  la 
huerta,  y  salvaron  a  los  frailes,  los  cua- 
les  después  serían  recogidos  por  la  tro- 
pa (1).  Los  frailes  del  campanario  vieron 
<este  registro  de  la  huerta,  y  uno  de  elles 
me  lo  refirió. 

En  el  àngulo  occidental  del  edificio  del 
convento,  con  puerta  y  aberturas  en  la 
calle  de  Freixuras,  estaba  instalada  una 
tahona  llamada  de  Santa  Catalina,  por- 
que,  en  efecto,  era  la  del  Convento,  y  la 
que  le  proveia  de  pan.  Sin  embargo,  y 
como  es  natural,  no  comunicaba  con  el 
interior  del  convento  mís  que  por  medio 
de  un  torno  para  el  paso  del  pan.  En  los 
momentos  del  apuro,  por  aqyí  salieron 
el  Prior  Padre  Domingo  Roma,  el  Lector 
Padre  Francisco  Vila,  hijo  de  Sabadell, 
el  otro  Lector  Padre  José  Bassols,  y 
algun  otro,  quedàndose  de  pronto  en  la 
tahona.  El  tahonero  Vicente  Munné  (2) 
les  recibió  galante,  y  corrió  no  solo  a 
cerrar  la  puerta,  sinó  a  atrancarla,  colo- 
cando  tras  de  ella  una  fuerte  barricada 
de  sacos  de  harina.  Y  no  son  para  olvi- 
dados  los  apuros  que  para  tal  huída 
experimento  el  Prior,  hombre,  si  notable 
por  su  saber,  no  menos  por  su  corporal 


(0  Relación  de  D.  .Melitón  de  Llosellas  en 
Barcelona  a  6  de  diciembre  de  iS8o. 

(2)  En  las  cuentas  de  la  Amortización  del 
cobro  de  alquileres  de  fines  de  iS^í  figura  eomo 
inquilino  de  la  consabida  tienda  Vicente  .Moner, 
que  es  el  dicho  iMunnc,  y  paga  por  alquiler  192 
duros  al  aiio. 


magnitud,  la  que  ofreció  grandes  dificul- 
tades para  encajarle  dentro  de  un  torno 
destinado  al  paso  del  pan. 

En  esta  ocasión  hallàbase  frente  del 
convento  un  mi  amigo,  de  nombre  Don 
Manuel  Oller  y  Pallarol,  quien,  como 
lazos  de  amistad  le  unían  al  dicho  pana- 
dero,  se  dirigió  a  él.  Llamó  a  su  puerta, 
salió  éste  al  balconcito,  y  mandó  abrir  la 
puerta,  operación  no  corta  por  importar 
el  derribo  de  la  barricada  de  sacos.  El 
panadero  introdujo  a  Oller  en  el  come- 
dor ,  donde  éste  se  encontró  con  los  dichos 
frailes,  todos  aún  con  sus  habites.  Oller 
les  participo  que  acababa  de  ver  que  se 
ponia  fuego  al  convento.  Allí  fué  el  es- 
panto y  el  discurrir  el  modo  de  salvarse, 
comprendiendo  que  aquella  casa,  tan  con- 
junta con  el  cenobio,  no  ofrecia  seguri- 
dad.  Encargaronle,  como  primera  medi- 
da,  que  les  procurase  ropas  seculares. 
Salió  Oller  y  se  dirigió  a  casa  de  su 
padre,  frente  de  Santa  Marta,  en  la  Riera 
de  San  Juan,  de  donde  saco  un  buen  lío 
de  aquellas  prendas  de  vestir.  Disfraza- 
dos  ya  los  religiosos,  Oller  acompanó  el 
Prior  y  otro  fraile  a  la  mentada  casa  de 
su  padre.  Regresó  a  la  panadería,  y  saco 
otros  dos,  conduciéndolos  a  su  pròpia 
vivienda,  situada  en  la  calle  de  Escudi- 
llers  y  esquina  a  la  de  Obradors.  Oller 
contaba  entonces  25  aflos,  y  en  aquel 
acto,  regresando,  como  regresaba,  del 
convite  de  una  boda,  vestia  elegante- 
mente  con  pantalon  blanco,  frac  y  som- 
brero  de  copa,  así  que  su  aspecto  alejaba 
todo  olor  de  convento.  ïranquilamente, 
conversando  de  materias  indiferentes,  se 
dirigieron  a  la  dicha  habitación.  Al  acer- 
carse,  adelantóse  un  poco  Oller  para  ex- 
plorar el  terreno  y  abrir;  y  hecho,  intro- 
dujo a  obscuras  los  frailes  en  su  casa. 

Emperò,  en  la  esquina  de  enfrente  ha- 
bitaba  un  sastre,  cuya  criada  aquella 
noche  frecuentaba  el  balcón,  y  observo 
la  entrada  sigilosa  de  los  tres.  Por  otro 
lado,  uno  de  los  días  siguientes,  Oller, 
con  el  deseo  de  mejor  ocultar  a  los  frai- 
les, puso  cortina  en  su  balcón,  acción  que 
aumentaba  las  sospechas  de  los  vecinos. 


LA    NOCIIE    DEL 


DE    JL'LIO     DENTRO     DE     LOS     CLAL'STROS 


641 


La  madre  de  Oller  les  llevaba  el  alimen- 
to. Uno  de  aquelles  días  un  joven  rico, 
però  muy  revolucionario,  visito  a  Oller, 
y  se  empenó  en  ver  su  piso,  diciéndole: 
«nada,  nada,  me  has  de  mostrar  tu  piso, 
»a  ver  si  tienes  por  aquí  alguna  chica». 
No  hubo  mas  remedio  que  acompanarle 
a  toda  la  habitación,  però  afortunada- 
mente  no  se  empenó  en  abrir  una  cama- 
rita  de  la  cocina  donde  muy  quietos 
estaban  encerrados  por  dentro  los  dos 
religiosos.  Mas  creció  el  apuro  un  dia  en 
que,  Oller  estando  ausente,  se  presento  el 
celador  de  policia  con  sus  esbirros,  di- 
ciendo  que  se  temia  que  alli  se  ocultaba 
gente  sospechosa.  Salió  a  responder  la 
duena  de  la  casa  que  con  su  familia  habi- 
taba  uno  de  los  pisos  altos,  y  en  el  cual 
còrnia  el  senor  Oller,  entonces  soltero 
aún.  Dijo  la  seiïora  al  celador  que  no 
permitiria  que  aquella  casa  fuese  regis- 
trada, porque  en  el  primer  piso  vivia 
Oller,  del  cual  ella  respondía;  en  el  segun- 
do,  una  senora  muy  amiga  del  mismo 
celador,  y  en  el  tercero,  ella,  y  asi  que 
holgaba  toda  pesquisa.  Retiróse  el  cela- 
dor, però  los  frailes  no  podían  continuar 
allí,  por  cuya  razón  se  trasladaron  a 
otras  casas,  remudando  varias,  porque  en 
todas  partes  temian  (1). 

Va  que  el  sefior  Oller  tiene  la  palabra, 
pues  son  su3'as  las  noticias  anteriores, 
dejémosle  que  acabe  su  relación,  aun 
entrando  en  un  episodio,  que  si  bien  no 
toca  a  los  frailes  dominicos,  cae  de  lleno 
en  el  circulo  de  la  revolución  de  1835. 
Apunté  arriba  que  dicho  seíior  aquel  dia 
habia  asistido  a  un  convite  de  boda.  Efec- 
tivamente,  la  víspera  se  habia  celebrado 
el  casamiento,  y  el  dia  de  Santiago  el 
banquete,  éste  en  la  fonda  de  la  Orada, 
en  Gracia.  El  novio,  de  nombre  F....,  era 
hijo  de  un  tabernero  de  aquellos  barrios 
del  Convento  dominico,  y  cuando  niòo 
habia  cursado  algun  tiempo  para  sacer- 

(i)  Debò  toda  esta  relación  de  los  hechos  en 
que  intervino  D.  .Manuel  Oller  y  Pallarol  a  é\ 
mismo,  en  Barcelona  a  J7  de  lehrero  do  i8.''4  y  50 
de  enero  de  1885. 


dote.  El  dia  siguiente  al  de  Santiago,  el 
senor  Oller  fué  a  casa  del  novio  para 
presentarle  la  cuenta  de  sus  trabajos,  y 
allí  con  no  poca  sorpresa  vió  un  sable 
ensangrentado;  de  modo  que  el  tal  F...., 
al  regresar  del  convite  de  su  boda,  acabo 
de  celebrar  la  fiesta  matando  frailes 
Oller,  al  verle,  le  dirigió  algunas  reflexió 
nes  o  reprensiones,  a  las  que  F....  con 
testo,  no  negando  el  crimen,  sinó  supli 
cando  a  Oller  que  lo  tuviera  oculto  (2). 

El  mismo  padre  del  senor  Oller  acom 
panó  a  San  Mcente  dels  Horts  los  Pa 
dres  Roma,  Prior;  Vila,  Lector,  y  Bassols 
también  Lector,  y  alli  los  acogió  la  fami 
lla  Munner,  distinta  de  la  del  panadero 
de  la  que  era  hijo  un  Don  Pablo  Munner 
muy  buen  senor,  al  cual  en  Barcelona 
todos  conocimos.  El  Padre  Vila,  natural 
de  Sabadell,  muy  pronto  pasó  a  su  enton- 
ces villa;  el  Padre  Bassols  estuvo  un 
tiempo  màs,  però  a  no  mucho  tardar 
también  se  largó;  però  el  Padre  Roma 
quedo  alli,  donde  sufrió  varias  persecu- 
ciones,  debidas,  según  voz  popular,  a  un 
liberal  inrtuyente  de  la  población.  No  le 
falto  a  éste  su  castigo.  Vivia  en  San  Vi- 
cente un  loco  de  nombre  Vicente  Roma- 
gosa,  el  cual  habia  sido  criado  del  cèlebre 
Padre  Segismundo  Riera,  asesinado  en 
la  calle  de  San  Pablo.  La  tragèdia  del 
asesinato  de  su  amo  le  trastorno  la  cabe- 
za,  una  de  cuvas  manías  consistió  en 
hacer  discursos  contra  los  liberales.  A 
cada  rato  se  presentaba  frente  de  la  casa 
del  indicado  liberal  y  le  echaba  su  larga 
perorata.  Siempre  su  vista  estaba  fija 
sobre  el  liberal;  de  modo  que  si  en  la 
iglesia,  desde  el  presbiterio,  donde  solia 
colocarse,  veia  que  aquél  se  dormia, 
corria  y.  tocííndole,  le  despertaba;  en 
una  palabra,  fué  la  pesadilla  del  liberal. 
Romagosa  gozaba  de  temporadas  lúci- 
das,  3'  en  ellas  referia  la  muerte  de  su 
amo  (3). 

Los  demàs  religiosos  se  fugaron  cada 


(j)     Relación  citada  de  D.  .Manuel  Oller. 
(?)     Relación  de  D.  Pablo  iMunner  y  N'ilaplana 
en  Barcelona  a  21  de  febrero  de  1884. 

41 


642 


LIÜRO    TERCERO.  CAPITULO     UECIMO 


cual  por  su  lado,  y,  a  lo  que  mi  pobre 
investigación  alcanzó,  sin  tropiezo  espe- 
cial. Así  del  Padre  Maestro  Ribas  se  me 
dijo  que  salió  por  la  manana  del  25  (I). 
Otros,  disf razados  de  seglar,  y  cubierta  su 
cabeza  con  una  gorrita  entonces  muy  en 
uso,  cuya  parte  superior  era  de  hule,  se 
escurrieron  al  anocheccr  por  las  calles  de 
San  Jacinto  y  Flor  delLliri,  escondiéndose 
por  aquellas  casas.  Uno  de  estos  fué  visto 
de  los  amotinados,  y  perseguido  hasta  la 
casa  donde  entro,  mas  la  mujer  de  ella 
nego  que  estuviera  allí,  y  le  salvo  (2). 
Aquella  misma  tarde  el  Padre  Lector 
Clotet  y  el  Padre  Martí  se  refugiaron  en 
casa  del  medico  Don  Juan  Illa,  en  la  calle 
de  Giralt  Pellicer;  però,  disfrazados,  por 
la  noche  fueron  acompanados  por  Illa  a 
<,casa  de  un  senor  Prats,  fabricante  de 
fideos,  que  vivia  frente  la  iglesia  de  San 
Cucufate.  Aquí  se  les  oculto  en  el  depó- 
sito  de  la  harina  con  la  tapa  levantada 
para  que  aquéllos  pudieran  respirar,  mas 
dejàndola  caer  en  momentos  de  peli- 
gro  (3).  El  Padre  Jaime  Ros,  a  eso  de  las 
siete  y  cuarto,  huyó  a  casa  de  un  primo 
suyo,  sin  tropiezo,  a  pesar  de  haberse 
cruzado  con  los  amotinados  en  la  Riera 
de  San  Juan  (4).  En  una  salida  igual,  efec 
tuada  a  las  ocho  dadas,  por  el  Padre 
Pedró  Carrencà,  topo  éste  también  con 
los  amotinados  en  la  esquina  de  la  calle 
del  Arco  de  San  Silvestre  con  la  de  Mer- 
caders, però  sin  ser  conocido  (5).  El  Padre 
Romualdo  Espinàs  llamó  a  una  casa 
amiga  de  la  calle  de  Candelas,  mas  nadie 
le  respondió;  y  entonces  se  dirigió  y  refu- 
gio, como  dije  arriba,  en  una  panaderia 
de  la  calle  de  Moncada,  número  1  actual, 
frente  de  la  callejuela  de  Boquer.  Era  tal 


(i)     Relación   de  su  sobrino   D.    Joaquín   Ar- 
mengol. Barcelona  20  de  febrero  de  1803. 

(2)  Repetida  relación  de  un  joven  vecino. 

(3)  Relación  del  mismo   D.   Juan    Illa.    Barce- 
lona 5  de  maj'o  de  1882. 

(4)  Relación  del  mismo.  Barcelona  3  de  marzo 
de  1880. 

(5)  Relación    de    01    mismo.    Barcelona    11    de 
febrero  de  1884. 


la  emoción  que  llevaba  Espinas,  que  al 
subir  la  escalerilla  de  la  tienda  hasta  el 
entresuelo  interior,  apenas  podia  adelan- 
tar  por  efecto  del  temblor  (6).  Se  me  ha 
dicho  que  algunos  de  los  frailes  de  Santa 
Catalina  se  abrigaron  de  la  hospitalidad 
y  buena  amistad  del  vecino  chocolatero 
de  nombre  Galtes  (7).  También  oi  referir 
que  en  los  momentos  del  tumulto  0  robo 
el  joven  Padre  Villar,  disfrazado  de  pille- 
llete,  y  con  un  fardito  bajo  del  brazo, 
salió  por  la  puerta  del  Trajt;  que  la  gente 
allí  agolpada  le  creyeron  un  granuja  y  su 
lío  su  botin,  de  modo  que  al  verle  excla- 
maban:  «mira,  mira,  aquel  ya  hizo  su 
fardo».  Que  le  abrieron  paso  y  huyó. 
Después  noto  que  aún  llevaba  los  zapatos 
de  fraile,  y  se  asustó  (8).  jLamentables 
tiempos  en  los  que  los  religiosos  son 
perseguidos  y  los  granujas  protegidos! 
Tarde  también,  y  cuando  ardía  ya  el 
templo,  asomóse  a  la  ventana  de  su 
celda  el  Padre  José  Monté,  y  al  ver  el 
terrible  incendio  exclamo:  «Jesús,  Jesús, 
Jesús,»  y  se  escapo  no  sé  por  dónde  (9). 
Un  vecino  de  la  calle  de  Giralt  Pellicer 
me  conto  que  al  amanecer  dió  por  curio- 
sidad  una  vuelta  por  aquellas  calles,  y 
que  en  la  de  la  Palma  de  Santa  Catalina 
vió  no  con  poca  sorpresa  al  Padre  Pedró 
Màrtir  Vives  (hermano  del  cèlebre  juris- 
consulto  Don  Pedró  Vives  y  Cebrià),  ves- 
tido  de  habito,  que  tranquilamente  se 
dirigia  sin  duda  a  su  casa.  Vió  que  un 
guardià  nacional  por  detràs  del  fraile,  y 
con  una  corta  hacha  en  la  mano,  corrió  a 
matarle;  que  levantabaya  el  brazo,  cuan- 
do acudió  presuroso  un  cabo  de  los  mis- 
mos  guardias  nacionales,  y  le  detuvo 
diciendo:  «De  noche  si,  però  de  dia  no, 
»que  nos  comprometés»;  y  el  fraile  se 
salvo.  Me  lo  conto,  digo,  Don  Francisco 
Canyellas,  quien  vió  por  sus  ojos  y  oyó 


(6)  Relación  del  mismo.  Barcelona   21   de  di- 
ciembre  de  1880. 

(7)  Relación  de  un  amigo  de  Galtes. 

(8)  Relación  de  D.  José  Maria  Rocabella.  Bar- 
celona 9  de  junio  de  1880. 

(o)     Una  vecina  lo  vió. 


LA  NOCHE  DEL  2^;  DE  JLLIO  DEXTRO  DE  LOS  CLAL'STROS 


643 


por  sus  oidos  toda  la  escena  (1).  Una 
mujer  de  la  calle  de  Tarrós,  de  apodo  la 
Coixa,  cogió  al  Padre  Vives,  lo  metió  en 
su  piso,  y  lo  disfrazó  con  un  traje  de  pana 
de  su  marido  (2),  quedando  hecho  una 
facha  que  excitaba  la  risa  de  aquellos 
barrios,  donde,  por  lo  popular,  era  muy 
conocido. 


minaron  al  corredor  que  desde  la  cocina 
conducía  a  la  carpintería,  en  el  cual  co- 
rredor había  la  entrada  al  gran  depósito 
de  la  letrina.  Por  medio  de  dicha  escalera 
subieron  a  un  como  desvàn,  cuyo  techo 
medía  unos  tres  o  cuatro  palmos  de  altura, 
y  se  formaba  entre  el  primero  y  segundo 
techos  de  dicho  depósito,  pues  tenia  dos. 


LAUDE  DE  UN  SARCÓFAGO  DEL  CLAUSTRO  DE  SANTA  CATALINA  DE  BARCELONA 

í;pi|OG;(iiooa(iieM(i)iesi).•D:• 
oe;!i}e3;(ii);m3í)flisci;ii 

pneiiec-saoBai; 

ExpLANACióN.  —   ^   HOC    ;    MONUMETUM   (monumentum)  -.    EST    ;   P 

(Petri)    \ 
DE    •:  ÀREA    ;   CT   (et)    \  FFRANCISCI    :"   M 
ATHEI   ;  ET    •:  SUORUM   ■; 

TRADUccióN.  —  Este  iiionumcíito  es  de  Pedró  de  Àrea  y  de  Fraiict'sco  Mateo 
y  de  los  sttyos. 

Escala  de  I  por  5. 

Hoj'  està  en  el  Museo  provincial  de  antigüedades,   donde  ticne  el  número  8?5,  pàg-  I^'9 
del  catalogo. 


El  cocinero  en  Santa  Catalina  era  un 
seglar  de  nombre  Pablo,  y  su  ayudante 
un  chico,  entonces  de  catorce  anos,  de 
nombre  Cayetano  Estalella,  al  cual  yo 
mucho  traté  ya  viejo  él.  Al  ir  a  poner  la 
cena  en  la  mesa  el  25  de  julio,  el  cocinero 
dijo  al  Cayetano  que  había  llegado  el 
momentü  de  esconderse.  Tomaron  enton- 
ces ellos  una  escalera  de  mano  y  se  enca- 


(0     l^n  Barcelona  a   i."  de  diciembre  de 
(3)     Relación  del  niismo  Sr.  Canyellas. 


Tras  sí  subieron  la  escalera,  5'  el  coci- 
nero llevo  consigo  para  su  defensa  algu- 
nas  cuchillas  de  la  cocina,  de  las  que  al 
subir  se  le  cayó  una.  Durante  la  noche 
muchas  veces  los  amotinados  pasaron 
por  el  pie  del  indicado  desvAn,  y  los  dos 
escondidos  veían  el  resplandor  de  las 
antorchas  y  oían  los  horribles  disparates 
que  proferían.  Uno  de  ellos  cogió  la  dicha 
cuchilla  y  exclamo:  «Al  fraile  que  halle- 
»mos  le  cortarenios  la  cabeza  con  esta 
>.cuchilla». 


644 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    PECIMO 


La  mariana  siguiente,  de  nueve  a  diez, 
oyeron  que  eran  llamados  por  sus  nom- 
bres, y  comprendieron  que  eran  voces 
amigas.  Bajaron  del  desvàn.  La  primera 
idea  de  Cayetano  fué  la  de  ir  a  su  calda 
para  recoger  un  traje  y  calzado  nuevo 
que  se  le  había  hecho,  però  al  ver  la  coci- 
na  ardiendo,  y  en  su  patio  una  hoguera 
en  la  que  las  ollas  de  metal  de  ella  esta- 
ban  candentes,  desistió  de  su  intento. 
Pasó  al  huerto,  donde  cerca  del  zafare- 
che  vió  seis  u  ocho  frailes  viejos  impedí- 
dos,  sin  duda  recogidos  por  la  autoridad, 
y  luego  salió  por  la  puerta  del  Trají.  Al 
lado  de  esta  puerta,  desde  una  ventana  de 
la  panadería,  unos  individuos  desconoci- 
dos  iban  repartiendo  al  pueblo  ropas  del 
Convento,  tales  como  sabanas,  hàbitos, 
•.etcètera,  a  par  de  botin  ganado  al  enemi- 
go.  Y  tanto  es  asi  que  a  Cayetano  le  die- 
ron  dos  habitos  que  después  nadie  quería 
en  su  casa  (1). 

Escribí  en  su  lugar  que  el  ataque  pos- 
trero  y  triunfante  contra  Santa  Catalina 
se  efectuo  por  su  puerta  lateral.  Quema- 
da  la  puerta  de  San  Jacinto,  losincendia- 
rios  osadamente  entraron  en  el  templo. 
Luego  oyóse  revolvimiento  de  objetos  de 
madera  dentro  de  él,  ruido  que  opino 
provendría  de  que  arrastrarían  los  ban- 
cos,  confesonarios  3'  demàs,  y  los  amon- 
tonarían  al  pie  del  altar  mayor  (2).  Sin 
tardanza  ardió  este,  que  era  de  pino. 
Ardieron  igualmente  el  contiguo  del  lado 
del  Evangelio,  dedicado  a  San  Martin;  el 
siguiente  del  mismo  lado,  o  sea  de  la 
Virgen  de  Montserrat,  allí  comúnmente 
apellidada  de  la  Bona  Sort;  y  el  otro,  con- 
tiguo a  éste,  de  Santa  Rosa.  Ardió,  como 
era  natural,  el  grandioso  órgano,  suspen- 
dido  como  se  hallaba  sobre  el  dicho  reta- 
blo  de  Montserrat;   però  sin    embargo, 


(i)  Debò  todas  estàs  nolicias  del  cocinero  y 
de  su  ayudanle  a  éste,  Cayetano.  quien  me  las  dió 
en  Barcelona  a  21  de  abril  de  188::,  y  con  el  cual 
tuve  muchas  y  largas  conferencias. 

(2)  .Me  lo  diio  el  vecino  de  este  convento  senor 
Canyellas,  quien  oia  el  ruido  delasmaderas  en  el 
templo.  Barcelona  i."  de  diciembre  de  18821 


contra  lo  natural,  con  haber  quemado  el 
retablo  de  Santa  Rosa,  quedaronilesasla 
tribuna  y  la  puerta  de  San  Jaime  de  la 
mísma  capilla  (3).  Las  potentes  llamas 
acribillaron  las  vídrieras,  y  por  todos  los 
vanos  brotaban  con  rabiosa  fúria;  de  tal 
modo  que,  como  escribí,  pusieron  enmuy 
grave  aprieto  a  los  pobres  frailes  que  se 
habian  refugiado  y  escondido  en  lo  alto 
del  campanario  (4),  y  hasta  amenazaban 
a  las  casas  vecinas.  Algunos  de  sus  habi- 
tantes  corrieron  a  sacar  muebles  para 
ponerlos  en  salvo  (5).  Al  dia  siguiente,  26 
de  julio,  el  interior  del  templo,  mirado 
desde  la  plaza  por  el  vano  de  la  puerta 
principal,  parecía  un  horno  encendido  en 
ascuas  (6).  Los  altos  arrimaderos  de  los 
caja-bancos  de  los  lados  del  presbiterio 
presentaban  una  fila  de  llamas  a  cada 
lado,  producida  por  las  figurasi  de  frailes 
o  Santos  dominicos  que  formaban  el  re- 
mate  o  crestería  de  dichos  arrimaderos, 
los  cuales  ardiendo  cada  uno  por  si,  ase- 
mejaban  una  fila  de  hachas  (7). 

Bajo  del  retablo  mayor  habia  un  ataúd 
con  el  cadàver  de  una  senora  que  un 
monacillo  de  esta  casa  me  calificó  de 
reina.  Ardería,  como  el  retablo  bajo  el 
cual  se  cobijaba  (8). 

La  imagen  de  la  titular  medía  grandes 
dimensiones,  representando  la  Santa  màr- 
tir apoyada  sobre  la  rueda  erizada  de 
punales  que  fué  el  instrumento  de  su  mar- 
tirio.  Al  cabo  de  un  buen  rato  del  incen- 
dio desde  las  vecinas  calles  se  oyó  el  pro- 
fundo  retumbar  de  su  caída.  El  fuego 
socavaría  su  base,  y  se  desplomo  (9). 


(?)  Muchas  veces  me  dijo  estàs  noticias  cl  mo- 
nacillo de  este  Convento  D.  Jaime  Torallas. 

(4)     Relación  citada  de  D.  José  Cid. 

(s)  Relación  del  vecino  del  convento  D.  Fran- 
cisco  Canyellas.  Barcelona  1."  diciembre  de  1882. 

(6)  Relación  del  vecino  D.  Pablo  Mota.  Bar- 
celona 5  de  mayo  de  1882. 

(7)  Relación  de  la  hija  de  un  senor  que  lo  vió. 

(8)  Relación  de  D.  Jaime  Torallas  el  mona- 
cillo. Barcelona  27  de  julio  de  1895. 

(9)  Relación  de  D.  Simeón  Tuyet.  que  vivia 
en  la  calle  de  la  Palma  de  Santa  Catalina.  Bar- 
celona 30  de  marzo  de  1886. 


LA    NOCilE    DEL 


DL    JULIO    ULNTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


645 


El  incendio,  sin  embargo,  con  haber  al- 
canzado  tanta  intensidad,  no  abrió  la  muy 
sòlida  techumbre  del  templo.  «Solo  se 
»había  danado,  por  afecto  de  éste,un  arco 
»de  su  bóveda.  La  piedra  que  le  formaba 
»se  hallaba  calcinada;  però  admitia  un 
«reparo,  y  podia  bien  restaurarse»  (1). 

Aquella  noche  lambién  se  puso  fuego 
en  la  puerta  de  la  Virgen  de  la  Parra, 
situada,  como  expliqué  en  mi  obra  ante- 
rior, en  el  extremo  N.  de  la  calle  de  Jaime 
Giralt,  frente  la  de  Gombau  (2). 

Un  benemérito  carpintero  de  nombre 
Liborio  Riquer,  que  vivia  en  la  Riera  de 
San  Juan  frente  casa  Senmenat,  o  sea 
junto  al  callejón  del  Iiifcni,  trabajó 
cuanto  pudo  para  salvar  del  incendio  de 
los  templos  regulares  las  Sagradas  For- 
mas,  y  con  este  empeno,  en  las  primeras 
horas  del  26,  fué  a  pedir  al  Senor  Cura 
parroco  de  San  Cucufate  que  acudiese  a 
sacar  las  de  Santa  Catalina.  El  CuraDon 
Manuel  Font,  después  canónigo  de  la 
Catedral,  acompanado  del  mismo  carpin- 
tero y  de  dos  chicos,  acudió  presuroso; 
penetro  en  el  templo  por  la  puerta  de  San 
Jacinto,  pasando  por  sobre  los  encendidos 
carbones  de  ella;  halló  dentro  un  verda- 
dero  horno  en  combustión.  Torció  hacia 
la  pròxima  capilla  del  Santísimo,  halló  la 
puertecita  del  sagrario  cerrada,  y  aunque 
el  osado  carpintero  propuso  ir  a  la  sacris- 
tía  por  las  llaves,  cosa  imposible,  el 
parroco  ordeno  abrirlo  con  unos  marti- 
ilazos;  y  hecho,  saco  el  copón  y  el  pixis, 
y  lo  Uevó  a  su  parròquia.  A  todo  esto  el 
pàrroco  vestia  sus  hàbitos  y  la  gente  le 
miraba  con  respeto  porque  adivinaban  su 
tesoro  escondido.  El  mismo  me  conto  el 
hecho,  y  me  afiadia  que  en  el  interior  del 
templo  el  calor  llegaba  a  punto  insopor- 
table,  y  aumentaba  el  terror  el  ruido  de 


(i)  D.  Andrés  Pi  y  Arimóii.  Memòria  dacr i p- 
ttva  de  esta  casa.  Inèdita.  .Acadcmia  de  Bellas 
letras  de  Barcelona.  Sesión  del  i  í  de  mar/i>  de 
1842. 

{2)  ^\e  lo  dijo  el  muy  enterado  munacillo  To- 
rà Has. 


los  continuos  derrumbamientos  de  f  rag- 
mentos  de  los  objetos  incendiados  (3). 

Muy  pronto  las  turbas  penetraron  en 
el  convento  o  habitaciones  el  26,  y  des- 
truyeron,  saquearon  e  incendiaron  todo 
cuanto  pudieron.  Desde  el  campanario  los 
pobres  religiosos  refugiades  en  su  cúspi- 
de oyeron  que  los  amotinados,  pasando 
un  palo  por  las  mesas  del  refectorio,  echa- 
ban  por  el  suelo  los  vasos  y  los  quebra- 
ban.  Veían  que  siete  u  ocho  hombres 
descerrajaban  las  puertas  de  las  celdas,  y 
entrando  en  ellas,  colocaban  en  el  centro 
el  jergón,  sobre  de  él  los  demàs  objetos, 
que  les  venían  a  mano,  y  luego  les  pren- 
dian  fuego.  En  los  primeros  momentos 
parece  que  no  se  robaba.  Sin  embargo, 
ya  entonces,  introducidas  las  mujeres  en 
la  cocina  y  despensa,  salían  cargadas  de 
vino,  enseres  y  provisiones  de  boca  (4). 
En  los  momentos  en  que  el  pàrroco  de 
San  Cucufate  acudió  a  salvar  las  Sagra- 
das Formas  «entraban  las  gentes  en  el 
»convento  por  la  parte  del  huerto,  y  ro- 
»baban  cuanto  podían,  especialmente  las 
»mujeres,  sacando  ropas,  colchones,  etc.» 
Así  me  lo  dijo  el  mismo  Pàrroco  (5).  Un 
entonces  dependiente  de  comercio  me 
conto,  después  anciano,  que  él  salió  a  la 
calle  para  observar  aquella  revolución. 
«Me  fui,  dijo,  à  Santa  Catalina,  entre  en 
»el  convento,  y  vi  el  robatorio  màs  escan- 
»daloso.  Las  pipas  de  vino  abiertas  por 
»grandes  agujeros,  y  las  gentes  con  la 
«boca  aplicada  al  agujero  bebiendo.  En 
«el  suelo  habia  un  palmó  de  vino,  y  vino 
«que  olía  mu}^  bien.  Vi  robar  mucho,  He- 
«vàndose  unos  el  chocolate  por  cuitas, 
«otros  colchones,  etc.  El  destrozo  en  la 
«capilla  de  la  Buena  Muerte  (cl  aula  capi- 
í>tular)  era  grande,  de  modo  que  las  ves- 
»tas  (lidbitos  de  penitencia)  andaban  por 
«el  suelo.  Eran  las  12  de  la  noche»  (6).  Un 


())  Relación  del  mismo  Sr.  Font.  Barcelona 
10  de  diciembre  de  ibVSi. 

(4)     Relación  citada  del  P.  iWiguel  Calvila. 

(í)     En  Barcelona  a    lo  de  diciembre  de  i88i. 

(6)  D.  Juan  Batlle.  Barcelona  7  de  iulio  de 
1881. 


646 


LIBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECI.MO 


vecino  habitante  en  la  calle  de  Trají  me 
anadía:  «Los  revoltosos  en  las  horas  del 
»tumulto  robaron  cuanto  pudieron.  Oi 
»algunos  de  la  turba  hablar  de  la  cuchilla 
»que  habían  hallado  en  el  convento,  lo 
»que  les  daba  pié  para  motejar  de  pillos 
"■A  los  frailes»  (1),  cuchilla  que  seria  la 
que  se  cayó  al  cocinero  al  esconderse. 

Al  robo  de  la  noche  se  unió  el  de  la 
madrugada  y  dia,  y  alli  acudían  hombres 
y  mujeres  y  sacaban  cuanto  podían,  col- 
chones,  sàbanas,  jergones,  utensilios, 
comestibles,  todo,  todo.  Por  la  manana 
por  las  ventanas  se  arrojaban  alclaustro, 
al  huerto  y  a  otras  partes  los  tales  obje- 
tos  del  roljo,  como  colchones,  libros,  etc, 
ya  de  las  oficinas  comunes,  ya  de  las 
celdas.  Se  ve  que  algunos  de  los  amoti 
nados  quisieron  acreditarse  de  integros 
no  robando,  y  aun  repartiendo  al  pueblo 
objetos  del  convento;  però  que  la  turba  se 
abalanzó  como  irrupción  de  bàrbaros,  y 
ejecutó  el  mas  completo  y  escandaloso 
saqueo.  Desde  el  vecindario  oiase  el  es- 
truendo  de  los  golpes  con  que  violenta- 
mente  se  abrían  las  puertas,  losarmarios, 
los  cofres,  y  con  que  todo  se  revolvia, 
arrebataba  y  destrozaba.  Sirva  de  mues- 
tra  la  celda  del  Padre  Pedró  Carrencà,  en 
la  que  entro  una  mujer  con  una  antorcha 
y  una  hacha,  y  de  un  golpe  de  esta  abrió 
la  caja  y  luego  rompió  con  otro  una  cruz, 
y,  como  es  natural,  llevaria  lo  que  halló. 
Hasta  se  levantaron  enladrillados  en  bus- 
ca de  dinero  (2).  Consumado  el  saqueo,  se 
hacinaron  maderas  en  las  piezas,  y  se 
puso  fuego  al  convento,  el  que,  al  decir 
de  un  monacillo  de  él,  muy  conocedor  del 
barrio,  ardió  todo  (3).  Salian  los  papeles 
encendidos  y  se  remontaban  por  el  aire. 

También  en  la  iglesia  y  la  sacristía  se 
cebaron  el  robo  y  el  pillaje,  desapare- 
ciendo  sus  riquezas  en  vasos  sagrados, 
utensilios  e  indumentos  sagrados,  logran- 


(i)     Relación  del  vecino  D.    Pablo   Mota.  Bar- 
celona 5  de  mayo  de  1882. 

(2)  Relación  de  D.  Felipe  Carrencà,   hermano 
del  fraile. 

(3)  Relaciones  varias  de  D.  Jaime  Torallas. 


do  salvarse  solo  seis  o  siete  càlices.  El 
magnifico  lienzo  de  la  sacristía,  que  se 
decía  proceder  de  Murillo,  corto  en  di- 
mensiones, però  muy  rico  en  mérito,  que 
representaba  la  Virgen  con  el  Nino,  se 
penso  el  dia  siguiente  en  salvarlo; .  se 
acudió,  però  ya  habia  desaparecido.  Des- 
aparecieron  los  grandes  lienzos  del  piso 
bajo  del  claustro,  y  así  muchísimas  ri- 
quezas artísticas  y  religiosas. 

Poseia  Santa  Catalina  una  joya  de 
inestimable  valor,  un  códice  autógrafo 
de  Santo  Tomàs  de  Aquino.  Era  «un 
»libro  en  folio,  pergamino,  que  contiene 
»el  libro  IV  de  las  Sentencias,  escrito  de 
»mano  de  Santo  Tomàs  de  Aquino  hasta 
fcladistincion  XLIV  en  que  continua  otra 
»mano  de  aquel  tiempo,  que  debió  ser  de 
»algun  amanuense,  de  quien  es  tambien 
»la  nota  final:  Explícit  IIII  senteiitia- 
■Drum  sectiiidum  fralreni  Tliomam  de 
»Agmno»  (4).  Cuando  el  sabio  Pontifi- 
ce  León  XIII  manifesto  su  voluntad  de 
difundir  el  estudio  del  Santo  Teólogo 
de  Aquino,  se  hizo  en  Roma  una  edición 
modelo  de  todas  las  obras  del  Santo.  En- 
tonces,  a  principios  de  1879,  llego  hasta 
esta  nuestra  tierra  el  empefio  del  Papa 
en  ballar  este  autógrafo.  Deseando  el 
Nuncio  de  Espana  complacer  el  Pontífi- 
ce,  encargó  al  Seflor  Don  Salvador  Casa- 
nas,  entonces  recién  nombrado  obispo 
in  partibtis  de  Céramo,  Administrador 
Apostólico  de  Urgel,  que  buscarà  el  Có- 
dice; y  el  Senor  Casanas  transmitió  el 
encargo  al  que  estàs  líneas  escribe,  però 
imponiéndome  riguroso  secreto  respecto 
del  alto  sefior  del  cual  procedia  el  encar- 
go. Es  inútil  decir  si  tomé  el  asunto  con 
empeno.  No  existe  ni  en  el  Archivo  de  la 
Corona  de  Aragón,  adonde  pararon  mu- 
chos  códices,  ni  en  el  municipal  de  Bar- 
celona, ni  en  los  manuscritos  de  la  Biblio- 
teca provincial  universitària,  ni  en  el 
Museo  provincial  (el  municipal  entonces 
no  existia),  ni  en  los  varios  museos  parti- 
culares  que  registre,  ni  èn  los  vendedo- 


(4)     Villanueva.  Viaje  literària.  Tomo  XMll, 
pàg.  199. 


LA    NOCllE    DEL    ^5    DE    JULIO    DEXTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


647 


res  de  libros  de  lance,  y  esto  que  no 
perdoné  pesquisa,  ni  aun  en  el  museo  de 
una  Sociedad  de  diversión  de  mala  fama, 
que  a  la  sazón  existia  en  Barcelona.  En- 
tonces  el  mismo  Seàor  Obispo  Adminis- 
trador de  Urgel  escribió  al  a  la  sazón 
Provincial  dominico  Padre  Romualdo 
Espinàs,  quien,  guardado  en  un  convento 
de  monjas,  poseía  un  baúl  con  restos  de 
los  papeles  del  Archivo  de  Santa  Catali- 
na;  mas  nada  de  lo  pedido  se  halló  allí. 
El  Archivo  de  Santa  Catalina  no  ardió, 
y,  sin  embargo,  el  manuscrito  no  pare- 
ció,  lo  que  nos  dió  pie  para  creer  que  los 
frailes  no  lo  guardaban  en  dicha  depen- 
dència, sinó  que,  habiéndolo  como  relí- 
quia del  Santo,  lo  guardarían  en  la 
Sacristia,  y  que  allí  se  quemó  con  lo 
demàs  que  ardió  de  ella. 

Un  ilustrado  y  sesudo  medico  de  esta 
Ciudad  me  aseguró  que  conocía  quien 
con  el  botin  que  recogió  de  Santa  Cata- 
lina se  hizo  rico;  y  una  sefiora  me  conto 
que  su  padre  tenia  un  mozo  que  había 
confesado  ante  su  dicho  amo  que  en  el 
incendio  de  los  conventos  había  hecho  su 
fortuna.  Luego  de  perpetrado  aquél,  se 
le  vió  comprar  un  caballo,  después  un 
carro,  con  el  que  se  dedico  al  acarreo  del 
puerto,  y  después  compro  una  buena  casa. 

Para  que  a  tan  lamentable  tragèdia  no 
le  falte  su  sainete,  no  quiero  omitir  que 
mientras  los  inicuamente  lístos  en  Santa 
Catalina  saqueaban,  un  infeliz,  apodado 
Lo  fart  de  pa,  hombre  incapaz  de  hacer 
mal  ni  lastimar  a  nadie,  tranquilamente 
se  fué  al  refectorio,  y  cenó.  Murió  alU'i 
por  los  afios  de  ISSO  en  Puigcerdà  (1). 
Uno  de  aquellos  días  un  vecino  de  aque- 
Has  casas,  inquilino  de  una  del  Convento, 
vistióse  un  habito  de  fraile,  y  en  son  de 
burla  salió  a  la  calle;  burla  que,  por  el 
furor  que  entonces  bullia  contra  todos 
los  religiosos,  podia  por  una  equivoca- 
ción  costarle  cara  (2). 


(i)  jMc  lo  conló  D.  JoSL- Junoy  en  Barcelona  a 
21  de  marzo  de  i88^. 

(j)  Relacli'in  del  vecino  D.  I•iancisco  Canye- 
llas.  citada. 


No  es  para  omitida  la  siguiente  notícia 
procedente  del  habitante  de  la  calle  de 
Tarrós,  Don  Francisco  Canyellas,  que 
fué  quien  también  me  dió  la  anterior.  Me 
dijo:  '<Tal  era  el  fuego  del  templo,  que 
»temiendo  la  proxímidad  de  un  comercio 
»de  materias  inflamables,  procuré  por  la 
«seguridad  de  niis  cosas  sacando  algunas 
»de  casa.  Como  jóven  cargué  con  colcho- 
»nes,  y  los  llevé  al  patio  del  Hos-tal  del 
»Alba.  Al  dirigirme  a  él  con  un  colchón 
»en  la  cabeza,  por  la  muy  angosta  calle 
»de  Tarrós,  venia  de  vuelta  encontrada 
»una  bomba  contra  incendios  que  se  diri- 
»gía  a  Santa  Catalina.  Para  facilitar  el 
»trànsito  de  ella  aceleré  el  paso,  però  los 
«bomberos  con  manifiesta  ironia  me  dije- 
»ron:  «no  te  apresures,  que  ya  nosotros 
»nos  pararemos»,  es  decir  para  que  pue- 
»das  pasar.  La  verdad  es  que  venían 
»despacio.... 

«Después  algo  mas  tarde,  serian  las 
»cinco  (de  la  nianaiini,  los  milicianos  de 
«Borrell  iban  deteniendo  A  los  hombres 
»que  encontraban  en  las  cercanías  del 
«convento,  y  les  obligaban  à  acudir  para 
«apagar  el  fuego.  Yo,  a  pesar  de  haber 
«huido  el  cuerpo  y  de  haberme  puesto  en 
»la  cabeza  un  panuelo  como  una  mujer, 
»fuí  obligado  por  los  dichos  urbanos  à 
«pasar  al  convento.  Allí  desde  la  puerta 
»de  San  Jacinto  veia  arder  el  órgano. 
«Querían  los  nacionales  que  trabajase  en 
«la  extinción  del  fuego,  però  yo  les  con- 
«testé:  «Vosotros  lo  habeis  puesto,  iy 
«quereis  que  yo  lo  apague?  Apagadlo 
»vosotros».  Airàronse  los  nacionales  y 
«arremetieron  contra  de  mi  a  culatazos 
»y  empujones.  Violo  Don  Mariano  Bo- 
«rrell,  acudió,  y  enteróse  del  hecho.  Vo 
«le  dije  que  tenia  que  ir  ;\  guardar  mis 
«muebles  que  quedaban  en  el  hostal,  y 
«me  dejó  en  libertad»  (3). 

En  los  libros  del  Hospital  de  la  Santa 
Cruz  hallo  los  dos  asientos  siguientes,  a 
saber:  que  el  Padre  Juan  Pi,  presbítero, 
de  70  afíos  de  edad,  entro  en  el  dia  30  de 


(5)     Relación  citada,  en  Barcelona  a 
ciembre  de  1882. 


de  di- 


648 


TliUCIÍIiO.  capí  LL•LO     DECl.MO 


julio  de  1835  y  murió  el  29  de  agosto  del 
mismo  ano;  y  que  el  Padre  Francisco 
Caparà,  de  49  anos,  entro  el  mismo 
dia  30  de  julio  y  salió  el  7  de  septiembre 
subsiguiente. 


ARTÍCULO  DECIMOTERCERO 
SAN  FRANCISCO  DE  PAULA  DE  MÍNIMOS 

El  que  fué  mi  muy  querido  amigo  y  her- 
mano  de  Comunidad  en  la  de  presbíteros 
seculares  de  la  parròquia  de  San 
Jaime  de  esta  ciudad,  el  exclaus- 
trado  Don  Francisco  Güell  y  Tra- 
vería,  me  habia  contado,  no  una, 
sinó  varias  veces,  que  a  princi- 
pies de  agosto  de  1830,  paseando 
él  con  el  Provincial  Padre  Miguel 
Amblàs,  hallaron  al  juez  senor  Castells. 
Este  noticio  al  Padre  Provincial  la  revo- 
lución  que  en  aquellos  dias  se  habia  des- 
arrollado  en  Paris,  en  la  que  la  lucha  duro 
tres  días  y  el  Rey  Carles  X  perdió  la  co- 
rona. Despidiéronse  del  sefior  Castells  los 
dos  frailes,  y  siguieron  su  paseo;  mas,  an- 
tes  de  llegar  al  convento,  el  Provincial  se 
para,  toca  el  hombro  de  Güell  y  le  dice: 
«Mire  V.,  Fray  F'rancisco,  yo  todavía 
»moriréen  el  claustro:  V.  no».  Así  lo  dijo 
en  redondo  y  sin  vacilación.  Efectiva- 
mente;  antes  de  terminar  el  1834  Amblàs 
bajó  al  sepulcro  y  Güell  sobrevivió  a  la 
exclaustración  (1). 

Así  fué  que  en  1835  las  casas  mínimas 
de  Cataluna  carecían  de  Provincial,  pues 
desde  la  muerte  de  Amblàs  las  circuns- 
tancias  no  toleraron  la  reunión  de  Capi- 
tulo; y  por  lo  mismo  estaban  regidas  por 
un  Vicario  Provincial  que  era  el  Padre 
Pablo  Roig,  Lector  Jubilado. 

Resenemos  aquí  ante  todo  la  Comuni- 
dad del  Convento  de  Barcelona: 


(i)     Varias  relaciones  de  dicho  P.  Güell,  espe- 
cialmente  en  2ü  de  abril  de  i88ó. 


SACERDOTES 

R.  P.  Francisco  Pont,  Lector  jubilado 
Corrector,  así  llaman  los  mínimos  al 
Prior. 

R.  P.  Francisco  Febrer,  Jubilado. 

R.  P.  Jaime  Curmina,  ex  Provincial. 

R.  P.  José  Constans,  ex  Provincial. 

R.  P.  José  Morera,  Jubilado. 

R.  P.  Valentín  Montaner,  Lector  Jubi- 
lado. 

R.  P.  Jaime  Vilademunt,  Jubilado. 

R.  P.  Jerónimo  Barbens,  ex  Provincial, 
Regente  de  estudiós. 


/j  Çc/t<rn^'  C/pff^ifeyiL^  tyJh  - 


R.  P.  José  Prats,  Jubilado  Definidor. 

R.  P.  Juan  Vilademunt,  Lector  Jubi- 
lado. 

R.  P.  Raimundo  Turet,  Colega  Defi- 
nidor. 

R.  P.  Miguel  Martorell,  Jubilado  Orga- 
nista. 

R.  P.  Francisco  Garrós,  Lector  Jubila- 
do, Colega  y  Definidor. 

R.  P.  Juan  Castells,  Lector  Jubilado, 
Definidor. 

R.  P.  Jerónimo  Forgas,  Procurador. 

R.  P.  José  Henrich. 

R.  P.  Antonio  Orié,  Maestro  de  novi- 
cios. 

R.  P.  Francisco  Gispert,  Lector  actual 
de  Filosofia. 

R.  P.  jaime  Pérez,  Lector  actual  de 
Teologia. 

R.  P.  Pablo  Mallafré. 

R.  P.  Ignacio  Vallés. 

R.  P.  Francisco  Güell  (distinto  del 
arriba  citado). 

R.  P.  Nicolàs  Casals,  Vicario  de  Coro. 

R.  P.  Mariano  Baltà. 

R.  P.  Ramon  Güell. 

R.  P.  Joaquín  Pons  (pertenecía  a  la 
Comunidad  de  Manresa,  però  se  hallaba 
aquí). 


LA  NOCHE  DEL  25  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


649 


R.  P.  Manuel  Vegues  (pertenecía  a  la 
provincià  de  Aragón,  però  fué  destinado 
a  Barcelona  por  el  Padre  General). 


Fr.  Ignacio  Cots,  Diàcono. 

Fr.  Cayetano  Sunol,  Subdiàcono. 

Fr.  José  Vives,  Subdiàcono. 

Fr.  Valentin  Serramon,  Subdiàcono. 

Fr.  Tomàs  Matarrodona,  Subdiàcono. 

Fr.  Juan  Casulleras,  Subdiàcono. 

Fr.  Ramon  Esplugas,  Subdiàcono. 

Fr.  Esteban  Tanat,  Acólito. 

Fr.  Miguel  Galí,  Acólito. 

Fr.  Francisco   Subirana, 
Acólito. 

Fr.  Francisco  Roca,  Acó-         (yj 
lito.  y;\J 

Fr.    Ignacio    Perramón, 


de  Teologia  que  había  sido  en  Alcalà  de 
Henares. 

Como  escribi  en  mi  obra  anterior,  en 
1834,  el  Padre  Provincial  Amblàs,  solícito 
por  la  conservación  de  los  documentos 
de  la  Orden,  mandó  traer  a  Barcelona 
los  de  los  distintos  conventos  de  Catalu- 
na,  para  así  librarlos  de  los  azares  de  la 
guerra  y  trastornes  que  revolvían  el 
Principado  (2j.  Todavía  no  se  habian 
perpetrado  los  degüellos  de  Madrid  y 
Zaragoza,  y  así  no  podia  el  previsor 
Amblàs  suponer  un  trastorno  de  la  ciudad 
tan  próximo. 


Acólito. 
Fr.  Juan  Casals,  Acólito. 
Fr.  Magín  Moria,  Subdiàcono. 
Fr.  Juan  Parera,  Acólito. 
Fr.  Joaquín  de  Torner,  Acólito. 
Fr.  Miguel  Baltà. 


Fr.  Juan  Pallarès,  Jubilado. 

Fr.  Martín  Martorell,  Portero. 

Fr.  Francisco  de  Asis  Isalguer,  Enfer- 
mero. 

Fr.  Francisco  Font. 

Fr.  Juan  Escarré,  Despensero. 

Fr.  Pedró  Casals,  Sacristàn. 

Fr.  Francisco  Roig,  Cocinero. 

Fr.  Tomàs  Saumell,  Servidor  de  enfer- 
mos. 

H.°  Francisco  Ausó. 

Las  sumas  arrojan  28  sacerdotes,  17 
coristas,  y  9  legos,  y  por  lo  mismo  un 
total  de  54  frailes  (1). 

A  la  sazón  el  General  de  la  Orden  era 
el  Padre  Casiano  Humaràn,  catedràtico 


.  Ai<f^  /^nJ/^yZn/^ 


Pero,  viniendo  a  tiempos  siguientes,  ya 
las  turbas  mismas  de  Barcelona  mostra- 
ron  su  enemiga  contra  los  frailes,  insul- 
tando,  como  dije  en  el  capitulo  VIII, 
articulo  4.°,  a  los  mínimos;  pues  en  los 
meses  que  precedieron  al  julio  del  1835, 
todos  los  sàbados  por  la  noche  se  situaba 
frente  del  convento  una  turba  que  se 
entretenia  en  proferir  insultos  contra  los 
frailes  (3).  Por  las  calles  no  faltarían  los 
acostumbrados;  y  los  ejemplos  de  Zara- 
goza, en  que  tanto  sufrieron  los  mínimos 
o  frailes  de  la  Victoria,  no  podían  dejar 
de  ser  parte  para  producir  ansiedad  en 
los  avisados.  Así  se  Uegó  al  25  de  julio. 

En  la  tarde  de  él  la  Comunidad  acudió, 
según  costumbre,  al  coro  a  las  cinco, 
donde  cada  dia  tenia  en  aquella  hora 
meditación,  rezo  canónico  y  rosario.  Ter- 
minados  estos  ejercicios,  el  Provincial  (4), 
acompanado  de  su  corista,  que  a  la  sazón 
era  Fr.  Cayetano  Sufiol,  después  muy  mi 
amigo,  dió  un  paseito  no  sé  si  por  fuera 


(i)  Tomo  esta  lista  de  una  que  me  diii  cl 
fraile  de  este  convento  P.  Juan  Parera,  y  cuyo 
titulo  decia  asi;  «Nota  de  los  religiosos  que  coni- 
))poncn  la  provincià  de  mínimos  en  el  Principado 
»de  Catalufta,  segun  se  encuentran  en  sus  con- 
»ventos  ú  últimos  de  junio  de  iS??.» 


(2)  Relaciones  varias  del   P.    Francisco  Güell. 

(3)  Dos  distintas  relaciones  del  P.  Francisco 
Güell. 

(4)  Seria  el  Vicario  Provincial  por  la  razón 
que  apunto  arriba;  pero  como  quien  me  dió  estàs 
noticias  dijo  "el  Provincial  11,  lo  escribo  asi. 


650 


LIBRO    ÏERCERO.  —  CAPIT  L'I.O    DKCI.MO 


del  clausti'o  o  por  su  huerta;  y  pròxima 
la  hora  de  la  cena,  subió  a  su  celda,  y  se 
puso  en  el  balcón  para  tomar  el  fresco.  A 
las  ocho  sonaba  todos  los  días  el  primer 
toque  de  la  campana  llamando  a  la  cena, 
y  entonces  bajaban  los  frailes  al  Depro- 
fundis.  Al  segundo  toque  acudían  los 
superiores,  y  reunidos  todos,  rezaban  el 
salmó  de  aquel  nombre,  y  su  oración,  y 
entraban  en  el  refectorio.  Pues  bien,  el 
25  de  julio  el  Provincial,  como  apunté, 
estaba  con  su  compafiero  en  el  balcón  de 
la  huerta  esperando  el  toque.  Decíale 
aquél  a  éste:  «No  creo  que  haya  nada, 
»porque  el  General  me  ha  asegurado 
que...»  En  esto  de  repente  se  abre  la 
puerta  de  la  celda,  y  entra  precipita- 
^damente  el  Padre  Lector  Francisco  Ga- 
rrós,  quien,  interrumpiendo  la  frase  del 
Provincial,  exclama  sobresaltado:  «vienen 
»avisos  de  que  ya  el  convento  de  San  José 
»arde,  y  de  que  se  van  incendiando  con- 
»ventos.»  En  esto  se  oyó  la  campana  que 
llamaba  por  primera  vez  los  frailes  al 
refectorio.  A  su  tanido  el  Provincial  dijo 
al  corista  Sunol:  «Vaya  V.  al  Hermano 
»Juan  Pallarès,  y  dígale  que  no  haga  el 
«segundo  toque  hasta  nueva  orden.» 
Cumplió  el  corista,  però  gran  parte  de  la 
Comunidad  quedaba  reunida  en  el  £>í- 
profund ií^.  Uno  de  los  avisos  llevólo  al 
convento  el  Juez  Senor  Castells.  Suiíol 
regresó  a  la  celda  provincial,  y  halló  que 
ya  el  Superior  y  los  Padres  graves  liabían 
tornado  su  acuerdo.  Habian  decidido  que 
cada  cual  se  fuese  por  su  lado  (1). 

Los  religiosos  del  Dcprofundis  extra- 
naban  la  tardanza  en  oir  el  segundo 
toque,  y  se  agrupaban  haciendocomenta- 
rios,  cuando  se  presenta  entre  ellos  el 
Provincial,  les  notifica  lo  que  pasa,  que 
él  se  marcha  del  convento,  y  que  de  ja  a 
todos  en  libertad  de  hacer  lo  mismo.  Al 
propio  tiempo  les  participa  que  aquel 
mismo  dia  se  habian  recibido  letras  de 
Roma,  autorizando  en  caso  de  exclaustra- 
ción  a  los  frailes  paracomercarnes  hasta 

(i)  Relación  del  mismo  P.  Cayetano  Sunol. 
hecha  en  Barcelona  a  14  de  abril  de  1882. 


la  reapertura  del  claustro,  conmutando 
la  abstinència  con  el  rezo  de  una  estación 
mayor  diària;  circunstancia  que  nos  cer- 
tifica de  que  los  mínimos  anduvieron  con 
mayor  previsión  del  peligro  que  otras 
ordenes  (2). 

Las  palabras  del  Provincial  valieron  lo 
que  una  chispa  elèctrica  caída  en  medio 
de  un  rebano,  y  así  todos  echaron  a 
córrer,  excepto  solo  el  Procurador  Padre 
Jerónimo  Forgas,  quien  con  el  octogena- 
rio  Padre  Francisco  de  Asís  Febrer,  el 
Padre  Manuel  Vegues,  el  Padre  Ramon 
Güell,  los  coristas  Fr.  Valentín  Serra- 
món,  y  Fr  Tomis  Matarrodona,  y  algu- 
nes otros,  en  total  con  los  nombrados  unos 
diez,  prefirieron  quedarse  en  el  convento, 
cerrando  las  puertas  (3).  Es  inútil  decir, 
y  solo  lo  apunto  para  que  de  ello  puedan 
tomar  nota  los  lectores  del  libro  de  Don 
Víctor  Balaguer,  que  nadie  en  San  Fran- 
cisco de  Paula  aquella  noche  cenó.  Solo 
los  que  quedaron  en  el  convento  tomaron, 
a  lo  que  parece  algun  bocado,  para  evitar 
la  debilidad  (4). 

Atrancadas  bien  las  puertas  y  resigna- 
dos,  los  diez  esperaron  la  suerte  que  Dios 
les  deparara.  En  el  articulo  3.°  del  capi- 
tulo próximo  anterior,  al  tratar  de  la 
revolución  en  las  calles,  quedan  explica- 
dos  los  tres  ataques  que  aquella  noche 
sufrió  esta  casa,  el  modo  como  fué  salva- 
da, e  indicada  la  hora  y  el  por  qué  de  la 
fuga  de  los  frailes  que  en  ella  habian 
quedado;  holgara,  pues,  aquí  la  repetición 
de  tales  noticias.  El  Padre  Febrer,  que  a 
la  sazón  contaba  87  anos  de  edad  después 
del  primer  ataque  fué  llevado  a  salvo  por 
la  fuerza  pública,  paro  en  la  Ciudadela, 
y  finalmente  en  la  Casa  de  Caridad,  don- 
de  acabo  sus  días  a  los  89  anos  de  irlos 
numerando.  Los  nueve  frailes  restantes, 


(j)     Relación  del  P.  Francisco  Güell  en  Barce- 
lona a  28  de  marzo  de  1880, 

(3)  Relaciones    de   varies,    especialmente   del 
P.  Francisco  Güell  en  Barcelona  a  26  de  enero  de 

18S8. 

(4)  Relación  del   P.    Güell   de   28  de  marzo  de 

18S0. 


I.A    NOCIIE    DEI.    25    DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSÏROS 


651 


al  ver  que  la  caballería  que  en  el  acto  de 
la  tercera  tentativa  de  incendio  pasó  por 
frente  del  convento  toleraba  impasible  el 
crimen,  comprendieron  que  debían  huií", 
y  asi  llamaron  al  hortelano  del  lado,  o 
sea  de  Fabà,  y  le  enviaron  a  casa  del 
medico  del  convento,  Don  Jacinto  Rates, 
para  preguntarle  si 
tendría  la  bondad  de 
admitirles  en  su  ca- 
sa, adonde  podrían 
ocultamente  pasar 
por  la  parte  trasera 
de  ella.  El  callejon- 
cito  (aún  hoy  subsis- 
te)  que  pasaba  por  el 
lado  oriental  del  con- 
vento, entonces  no 
tenia  salida  por  su 
cabo  superior,  sinó 
que  terminaba  con 
una  puerta  que  daba 
a  la  muralla  Las 
casas  de  lacalle  Alta 
de  San  Pedró,  exten- 
didas  desde  el  dicho 
callejón  a  casa  Cas- 
tanyer (casa  Casta- 
nyer tiene  hoy  el 
número  27),  abrían 
puerta  trasera,  o  ex- 
cusada,  en  dicho  ca- 
llejón- Rates  habita- 
ba  la  postrera  de  es- 
tàs casas,  o  sea  la 
contigua  a  la  de  Cas- 
tanyer. El  enviado 
de  los  frailes,  para 
cumplir  el  encargo 
de  estos,  pasó  por  la  calle  de  San  Pedró,  e 
inmediatamente  Rates  bajó  al  convento. 
Un  exaltado  inquilino  del  piso  cuarto  de  la 
casa  de  Rates  conjeturó  el  motivo  y  lïn  de 
estàs  visitas,  y  corrió  a  su  balconcito  tra- 
seropara  inspeccionar  si  los  frailes  pasa- 
ban.  Realmente  trataron  estos  de  hacerlo, 
paro  como  de  presto  no  se  halló  la  ll:ive  de 
una  de  las  puertas,  tardaren  un  buen  rato 
en  presentarse  en  dicho  huerto,  rato  bas- 
tante  para  que  el  exaltado   se  creyera 


Lavamanos  de  la  sagristia 
de  este  convexto 


equivocado,  y  se  retirarà  del  balcón,  con 
lo  que  los  frailes,  al  pasar,  no  fueron  vis- 
tos. Éstos  cruzaron  la  pared  o  cerca  de  la 
huerta  mediante  unaescalera  de  mano,  y 
por  la  indicada  puerta  falsa  llegaron  a 
casa  de  Don  Jacinto  Rates.  Aquí  estuvie- 
ron  dos  o  tres  días,  después  de  los  cuales 
los  artilleros  los  lle- 
varen de  noche  a  su 
cuartel  de  Estudiós, 
desde  donde  pararon 
en  la  Ciudadela  (1). 
Al  cabo  de  anos  el 
senor  Rates  recibió 
una  afectuosisima 
carta  del  General  de 
la  Orden,  que  era 
uno  de  los  salvados 
en  su  casa,  en  la  que 
desde  Roma  le  repe- 
tialasmayoresmues- 
tras  de  gratitud.  Ra- 
tes al  leerla  lloraba 
como  un  nino,  según 
me  lo  atestiguó  una 
senora  presente  al 
acto  (2).  Es,  sin  em- 
bargo, natural  con- 
jeturar  que  ya  antes 
habia  recibido  otras 
del  mismo  sentido. 

En  el  momento  de 
la  dispersión  del  re- 
bano  cadaovejaechó 
por  su  lado,  sin  que 
afortunadamente 
ninguno  pereciese  ni 
fuese  herido.  Como 
todaviala  revolución 
no  había  llegado  a  aquel  barrio,  de  aquí 
que  la  fuga  no  experimentase  tropiezos; 
a  lo  que  sin  duda  contribuiria  también  la 
casi  igualdad  del  habito  del  minimo  con  el 
del  sacerdote  secular.  Los  hermanos 
Padre  Mariano  y  Fr.  Miguel  Balta,  hijos 

(i)     Relaciones  del   P.   Francisco  Güell  de  28 
de  marzo  de  1880  y  de  26  de  enero  de  1888. 
(2)     D.'  .Maria  Campins.  Barcelona  t8  de  enero 

de  1S88. 


652 


LIBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECl.MO 


de  Villafranca  del  Panadés,  disfrazados 
de  seculares,  se  dirigieron  a  casa  de  su 
paisano  Don  José  iMaría  Balasch,  calle 
de  Lledó,  esquina  a  la  de  Casadors,  donde 
quedaron  ocultos  ocho  días  (1). 

Ei  Lector  Padre  Juan  Vilademunt  refu- 
gióse  en  casa  de  unos  amigos  de  la  calle 
delTorrentedeJunqueras;  mas.requerido 
allí  por  la  turba,  huyó  por  los  terrados  a 
otra  no  lejana,  desdela  cual  por  la  mana- 
nita  se  entregó  a  una  patrulla  que  le 
llevo  a  la  Ciudadela;  però  antes  de  llegar 
a  la  fortaleza,  en  el  Paseo  de  San  Juan, 
un  amotinado  le  entro  por  entre  los  sol- 
dados  una  cuchillada,  que  le  rasgó  el 
traje  3'  que  le  hiriera  a  no  haber  empu- 
jado  al  asesino  el  soldado  del  lado  (2). 

El  Padre  Nicolàs  Casals  se  abrigo  de  la 
hospitalidad  de  una  sefiora,  llamada  Dona 
Paula,  que  habitaba  en  la  calle  de  Mont- 
juich  de  San  Pedró,  donde  quedo  oculto 
un  par  de  meses,  en  cuyo  tiempo  los 
parientes  le  buscaron  inútilmente  (3). 

Los  coristasFr.  Juan  Parera,  Fr,  Joa- 
quín  de  Torner  3-  Fr.  Tomàs  Matarrodo- 
na,  vestides  de  hàbitos,  se  refugiaron  en 
la  casa  de  enfrente  el  templo,  en  el  tercer 
piso  alto,  donde  una  buena  seflora  desco- 
nocida  les  admitió.  De  allí,  mal  disfraza- 
dos y  tenida  la  corona  con  betún  o  tinta 
del  zapatero  de  la  porteria,  pasaron  en 
la  noche  del  26  al  27  al  hostal  llamado  de 
Manresa,  donde  hallaron  a  sus  Lectores 
los  Padres  Pérez  3-  Gispert.  En  razón  de 
la  mucha  concurrència  y  trafico  de  esta 
casa  no  se  creyeron  en  ella  seguros,  y  se 
fueron  a  la  Ciudadela  (4). 

El  corista  arriba  mentado,  companero 
del  Provincial  Fr.  Cayetano  Sunol,  al 
oir  el  despido  de  este  jefe,  se  fué  a  su 
celda,  quitóse  el  habito  usado,  vistióse  el 
nuevo,  tomo  el  breviario,  y  se  dirigió  a 


(i)     Relación  del   niismo   Sr.    Balasch.  Barce- 
lona 30  de  octubre  de  181:14. 

(2)  Relaciones  del  P.Güell. 

(3)  Relación  de  D.'   Àngela  Jubany.  viuda  de 
Arbós.  Barcelona  27  de  julio  de  i83i. 

(4)  Relación   del   mismo   P.    Juan    Parera    en 
Barcelona  a  12  de  mavo  de  1880. 


la  porteria,  pidiendo  al  portero  que  abrie- 
ra  la  puerta.  «rCómo?»  le  observo  el  por- 
tero, «;ya  lo  quiere  el  Padre  Provincial 
>^que  abra  la  puerta?»— «Sí,  replico  Sunol, 
>  él  me  envia».  El  Portero  abrió,  y  enton- 
ces  Sunol  noticio  al  portero  lo  que  pasaba 
y  le  aconsejó  que  hu3'era.  Dirigióse   el 
corista  a  una  família  amiga,  que  vivia  en 
uuo  de  los  pisos  de  casaCastan3'er,  en  la 
misma  calle  del  convento;  mas  halló  el 
aspecto  de  la  calle  tan  normal  que  llego 
a  pensar  si  las  noticias  llegadas  al  con- 
vento serian  una  falsa  alarma,  y  titubeó 
si  seguiria  o  regresaría  al  cenobio.  jTan 
poca  parte  tomo  la  generalidad  de  la  Ciu- 
dad en  el  crimen!  Las  buenas  sefloras  de 
la  casa  acogieron  con  caridad  al  corista, 
y  despacharon  dos  mozos  a  que  examina- 
sen  el  estado  de  la  población.  Al  regre- 
sar  estos,  ocultaron  al  fraile  las  malas 
nuevas,  deseosos  de  que  pasara  tranquilo 
la  noche.   Esforzàronse  en   que   cenara, 
però  él  no  pudo  probar  bocado.  Retirado 
a  la  càmara,  oyó  que  las  campanas  de  su 
convento  doblaban  como  cuando  moria 
un  fraile.  Extranóle  el  hecho,  però  penso 
si  en  la  tribulación  alguno  de  los  ancià- 
nos  del  cenobio  habría  muerto.  Acostóse 
y  durmió.  A  las  cuatro,  según  costumbre, 
levantóse,  y  vestido  el  habito,  intento  re- 
gresar  al  convento,    y    entonces  se  le 
hubo  de  manifestar  la  verdad.  Apenóle 
tanto  la  noticia  que,  falto  de  fuerzas,  tum- 
bóse  sobre  la  cama,  y  asi  quedo.  Llamóse 
al  medico  y  mediante  sus  prescripciones 
se  le  reanimo.  Però  he  aquí  que  a  eso  de 
las  dos  de  la  tarde  entran  las  sefloras  en 
el  cuarto  del  enfermo,  3'  le  dicen  que  en 
el  vecindario  se  ha  sabido  la  presencia  de 
un  fraile,  3'  asi  que  conviene  un  cambio  de 
habitación.  La  maldita  lengua  de  las  cria- 
das  motivo  sin  duda  el  fracaso.  Dos  ami- 
gos de  la  casa  acudieron,  disf  razaron  de 
miliciano  al  fraile  y  lo  acompanaron  a  la 
calle  de  Montjuich  de  San  Pedró,  a  la  casa 
paterna  del  religioso.  A  laspocashorasde 
hallarse  en  su  pròpia  habitación,  vieneun 
recado  de  la  duena,  seflora  de  piedad  3-  de 
iglesia,  avisando  que  no  se  le  tuviera  allí 
para  evitar  que  llegase  a  saberse  y  se 


I,A     NOCIIE     DEL     J5     DE    JLLIO     DENTRO     DE     LOS     CLALSTROS 


653 


pusiera  fuego  al  edificio.  En  visto  de  esto, 
en  altas  horas  de  la  noche,  el  religioso  se 
trasladó  a  casa  de  un  zapaterode  la  calle 
del  Torrente  de  Junqueras,  al  que  el 
padre  del  fraile  dió  algun  dinero.  Pocas 
horas  pasaron  cuando  se  presentan  alia 
las  criadas  de  la  primera  casa  llevandole 
una  libra  de  chocolate,  de  la  que  por 
cierto  no  tenia  necesidad.  Con  esto  Sunol 
se  vió  perdido;  y  efectívamente,  el  mismo 
dia  27  o  28,  mientras  estaba  él  comiendo 
en  la  trastienda,  entra  en  la  tienda  el 
alcalde  del  barrio  y  pregunta  a  la  mujer 
del  zapatero  si  tienen  allí  un  fraile.  La 
niujer  nego,  però  Sunol,  no  queriendo 
comprometer  a  nadie,  salió  y  dijo  que  el 
fraile  era  él,  bien  que  la  mujer  lo  ignora- 
rà. Al  anochecer  volvió  el  alcalde  con 
tres  números  de  milícia  armados  y  lleva- 
ron  a  Sunol  al  cuartel  de  Estudiós.  Aquí 
había  once  frailes  mas.  Los  oficiales  de 
Artilleria  les  obsequiaron  con  una  buena 
cena,  que,  por  lo  afectades  que  estaban 
los  religiosos,  ninguno  aceptó,  tomando 
solo  alguno  un  bocado  para  combatir  la 
debilidad.  Pasaron  la  noche  sobre  los 
tablados  de  una  pieza  del  piso  alto,  desti- 
nada a  fabricar  uniformes;  3'  al  otro  dia, 
entre  dos  filas  de  artilleros,  cargados  los 
fusiles,  y  por  la  muralla  de  tierra,  los 
frailes  fueron  conducidos  a  la  Ciuda- 
deia  (1).  No  he  querido  prescindir  de  los 
pormenores  de  esta  relación  porque,  si 
bien  no  ofrece  ningún  acto  de  interès  trà- 
gico,  muestra  elocuentemente  el  miedo 
de  los  buenos  de  aquelles  días,  la  osadía 
de  los  malos,  las  dificultades  de  los  frailes 
para  salvarse,  y  el  espiritu  de  todos. 

Del  presente  Convento  la  fuga  màs 
interesante  es,  sin  duda,  la  del  corista, 
entonces  subdiacono,  Fr.  Juan  Casulle- 
ras,  híjo  de  Valls.  Tratéle  con  bastante 
intimidad  en  sus  últimos  afios,  en  que, 
falto  completamente  de  la  vista,  gustaba 
de  la  conversación  de  los  amigos.  No 
una,  sinó  muchas  veces,  me  refirió  el  caso, 

(1)  Relación  del  mismo  P.  Cayctano  Sunol, 
hecha  a  mi  en  Barcelona  a  14  de  abril  de  1SS2,  y 
luego  corregida  de  su  pròpia  mano. 


que  yo  cuidadosamente  apuntaba  a  medi- 
da  de  su  relación.  He  aquí  sus  palabras: 
«El  dia  de  San  Jaime,  al  ir  a  entrar  en  el 
»refectorio  para  cenar,  estuvimos  en  el  De 
»profundís,  esperando,  sin  que  llegase, 
>la  sefial  de  entrar;  de  modo  que  hubo 
»Padres  que,  dejando  la  formación,  se 
Asalieron  a  pasear  por  el  claustre.  Final- 
»mente  viene  el  Jubilado  Padre  Vilade- 
»munt,  y  nos  dice  que  cada  uno  se  salve 
>;como  pueda.  Corri  hacia  la  celda,  y  al 
«subir  la  escalera,  mi  compatricio  y  tam- 
»bien  subdiacono  Fr.  Magín  Moria  me 
»dice  si  le  quiero  en  mi  compafiia,  y  así 
»nos  juntamos.  Bajamos  de  las  celdas  y 
*determinamos  huir  por  la  puerta  del 
j^huerto,  el  que  comunicaba  con  el  conti- 
»guo  de  Fahd.  Al  llegar  à  la  puerta 
»hallamos  los  Padres  Lectores,  quienes 
»nos  dicen:  «;Y  dónde  vais  de  hàbitos?» 
«Volvemos  corriendo  A  la  celda,  tiramos 
»allí  los  hàbitos,  quedandonos  con  la 
*chaqijeta  sin  cuello,  el  pantalon  recor- 
»tado  de  abajo,  los  zapatos  con  un  boton- 
»cito,  y  un  panuelo  atado  en  la  cabeza 
«para  ocultar  la  corona  de  clérigo  secu- 
»lar.  Bajamos  nuevamente  al  huerto,  y 
»el  encargado  del  de  Fabà,  que  era  quien 
«también  cultivaba  el  nuestro,  nos  hizo 
»quitar  el  panuelo  y  nos  dió  un  par  de 
«sombreros  en  tal  estado,  que  sin  duda 
«procedían,  o  del  estercolero  0  a  lo  mas, 
»de  un  zaquizamí. 

«Salimos  a  la  calle,  cpero  adónde  nos 
»dirigimos?  Carecíamos  de  relaciones  en 
«Barcelona,  y  hasta  de  perfecto  conoci- 
«miento  de  las  calles;  mas  al  fin  nos 
»encaminamos  a  la  casa  de  la  mujer  que 
»cuidaba  de  lavarnos  la  ropa,  situada  en 
»el  extremo  de  la  calle  del  Carmen,  fren- 
>  te  del  Convento  de  Capuchinas.  Este 
»formaba  la  esquina  N.  de  la  calle  del 
»Carmen  con  la  de  la  Riera  Alta.  Cami- 
»namos  toda  aquella  calle.  El  Convento 
»que  le  daba  nombre  todavía  no  ardía. 
»Serían  las  ocho  y  media.  Buscando, 
»dimos  con  la  casa,  mas  su  puerta  deia 
>^calle  estaba  cerrada.  Llamamos  una  y 
»dos  veces,  y  nadie  respondió,  cuando 
»notamos    con    harta   sorpresa  que    los 


654 


LIBRO    TEKCERO. — CAPITLLO    DECIMO 


»transeuntes  o  vecinos  se  fijaban  en  nos- 
xotros  y  formaban  corro  a  nuestro  derre- 
»dor;  por  lo  que,  rompiendo  por  en  medio 
»de  elios,  nos  dirigimos  por  la  calle  del 
»Hospital  hacia  la  Rambla.  San  Agustín 
»m  los  Trinitarios  tampoco  ardían. 

»Entonces  los  dos  companeros  nos  es- 
«trechamos  la  mano,  y  pactamos  que  no 
»nos  soltaríamos  mas,  que  siempre  pro- 
»cederíamos  adelante  sin  retroceder,  y 
»que  no  dejariamos  el  paso  regular.  En 
»la  Rambla  revolvimos  nuestra  imagi- 
»nación  sobre  el  lugar  adonde  podríamos 
»ir  en  busca  de  abrigo.  Los  dos  procedia- 
»mos  de  Valls,  3'  carecíamos  de  relacio- 
»nes  en  la  ciudad.  Resolvimos  acudir  a 
»una  família  algo  conocida  en  la  calle 
»del  Conde  del  Asalto,  però  ignoramos 
"1  »el  número  de  la  casa,  por  lo  que,  indeci- 
»sos  3'  temerosos,  al  fin  retrocedimos, 
»errada  resolución,  pues  aquella  familia 
»nos  esperaba,  3'  hasta  desde  su  balcón 
»observaba  por  si  Uegàbamos. 

»En  la  Rambla  nos  encontramos  con  la 
»turba  que  pretendía  entrar  en  los  Capu- 
»chinos  por  la  puerta  de  la  calle  de  Fer- 
»nando,  y  recuerdo  que  daba  gritos  de 
»«  ja  ellos,  a  ellos!»  El  grupo  de  amotina- 
»dos  era  numeroso,  però  solo  algunos 
»eran  hombres,  los  demàs  nifios  3'  muje- 
»res  vestidas  de  sola  camisa  3'  enaguas. 
»}Iubo  momentos  en  que  este  grupo  que, 
»como  nosotros,  siguió  Rambla  arriba, 
»nos  envolvió.  Iba  reuniendo  gente  y  ar- 
».mando  la  jarana,  y  ya  se  desparramaba, 
»ya  se  agavillaba,  torciendo  al  fin  por 
»una  de  las  calles  del  lado  oriental  de  la 
>iRambla.  Nosotros  seguimos  Rambla  arri- 
»ba  y  entramos  por  la  calle,  no  sé  si  de 
>.>Santa  Ana  ó  de  la  Canuda,  que  el  men- 
»guado  conocimiento,  que  entonces  tenia 
»yo  deia  ciudad,  me  impidió  distinguirlo. 
»Ignorando  dónde  dar  fondo,  nos  diji- 
»mos:  no  tenemos  màs  remedio,  o  que 
»acogernos  al  Hospital  de  Junqueras,  o 
»volver  al  Convento;  y  oplamos  por  lo 
>-postrero. 

»Comprendíamos  la  conveniència  de 
»examinar  antes  el  terreno,  y  así  entra- 
»mos  por  la  calle  Baja  de  San  Pedró  para 


«seguir  después  por  la  de  Cuch,  o  del 

«Pilar,  y  desde  su  bocacalle  superior 
>:'examinar  el  estado  del  Convento.  Nos  ha- 
«llàbamos  frente  de  la  capilla  de  Nuestra 
»Seiïora  de  la  Ayuda,  cuando  vi  desem- 
>'bocar  de  la  de  Freixuras  una  turba  que 
»llevaba  en  medio  un  seflor,  vestido  con 
»pantalón  de  lanqnins,  sombrero  y  pa- 
»nuelonegroatadoa  la  cabeza».  (Ya  estos 
li'i/eas  las  copie  al  tratar  del  Cotivento 
de  San  José).  «La  turba  le  iba  maltra- 
»tando,  unos  dandole  empujones,  otros 
ïtiràndole  piedras,  de  modo  que  el  pobre 
«venia  ya  tan  descaecido  que  rodaba  de 
»un  lado  a  otro  de  la  calle.  En  esto  me 
»encuentro  con  la  turba,  y  el  perseguido 
«se  echa  sobre  mi  agarràndome  por  la 
«espalda.  Yo,  que  ignoraba  su  estado 
«religioso,  me  despego  de  él,  arrancando 
«de  mi  pescuezo  su  mano;  y  de  un  salto 
«me  pongo  sobre  el  umbral  del  almacén 
»de  aceite  que  allí  habia»  (casa  antigua, 
fJioy  reedificada,  y  tiene  el  número  17), 
«y  aun  hoy  creo  hay,»  (me  decía  esto  en 
abril  de  1880),  «propio  de  los  seüores 
»Maimí.  Mas  el  empujón  de  la  turba  me 
«derribó  del  umbral,  haciéndome  entrar 
xen  la  tienda-almacén.  Entonces,  espan- 
»tado,  me  cuelo  por  un  corredor  del  fondo 
»de  ella,  3-  del  corredor  en  un  cuartito,  y 
«allí  tiro  el  sombrero  sobre  la  cama,  y  con 
«no  poca  dificultad,  por  ser  muy  baja  la 
«cama,  me  meto  bajo  de  ella.  El  perse- 
«guido  sigue  mis  pasos,  quiere  también 
«ocultarse  bajo  del  lecho,  però  su  corpu- 
«lencia  se  lo  impide,  quedàndose  tendido 
«fuera,  mas  agarrado  A  mi  pierna».  Ya 
conté  arriba  que  el  perseguido  fué  arran- 
cado  de  este  escondrijo  y  en  la  calle 
asesinado.  Era  Fr.  Andrés  Farré,  car- 
melita descalzo,  joven  de  unos  25  anos. 
Holgara  repetir  el  relato,  però  no  es  para 
comprendido  el  susto  del  pobre  Casulle- 
ras  al  oir  y  sentir  arrancar  de  su  lado  al 
carmelita  para  matarle,  fraile  como  él,  y 
escondido  en  el  mismo  punto,  y  al  alcan- 
ce  de  las  mismas  manos  criminales. 

«Los  duenos  del  almacén,  senores  Mai- 
«mi,  cuya  familia  se  componia  del  padre 
»ya  anoso,  un  hi  jo  de  edad  viril  y  una 


LA    NOCIIE    DEL    25     DE    JULIO    PE.N'TRO    DE    LOS    CLALSTROS 


65Ó 


»hija,  luego  de  salidos   los  amotinados, 

«cenaron  y  atrancaron  la  puerta  de  la 

»calle,  quedando  la  casa  en  silencio;  y 

»con  mutuo  afecto  se  preguntaren  si  se 

»habían  espantado  y  si  tomarían  medici- 

»na  para  el  susto,  cuando  al  cabo  de  un 

»rato  a  uno  de  ellos  le  asalta  el  temor  de 

)^que    haya    quedado    algun    malhechor 

»oculto   por  la   casa,   y   así  de  los  dos 

»varones  uno  toma  un  candil,  y  el  otro 

»un  palo,  3'  empiezan  el 

«registro  de  la  casa.  Vién- 

»dome    ya    descubierto, 

»esforcéme  en    salir   de 

»bajo  la  cama  para  pre- 

»sentarme  a  los  perqui- 

»ridores,  però  el  angosto 

»lugar  me   ofrecía    difi- 

»cultades.  La  luz  del  can- 

»dil  a  mas  andar  se  acer- 

>;caba,  y  así  hice  un  su- 

»premo    esfuerzo,    però 

»con  tan  mala  suerte  que 

»di  con  el  pie  en  una  va- 

»cinilla,  y  se  produjo  el 

»consiguiente    ruido. 

»Ellos  retroceden  espan- 

»tados,  y  entonces  salgo 

»yo,  y  me  les  presento  di- 

»ciéndoles  que  soy  hom- 

»bre  pacifico  y  no  teman; 

>-mas  ellos,  como  era  na- 

»tural  no  conociéndome, 

«seempefian  en  que  salga 

«a  la  calle.   Finalmente 

»les  digo  mi  profesión,  mostràndoles  mi 

"chaqueta,  mis  zapatos  y  mi  corona.  En 

»vista  de  esto,  me  sujetaron  a  un  interro- 

»gatorio  sobre  el  nombre  del  Provincial, 

»el  del  Corrector,  etc,  para  averiguar  si 

»realmente  era  yo  mínimo.  Viendo  que 

»decia  verdad,  aun  así  temían  a  los  amo- 

»tinados  y  a  sus  maiïas,  y  me  dijeron  que 

»esperase  a  que  pasase  el  sereno,  y  que 

«cuando  éste  pasase  me  fuera  con   él, 

jjpues  allí  les  comprometia.   Les  contesté 

»que  no  queria  salir,  que  para  morir  en 

»la  calle  preferia  morir  allí,  que  me  ma- 

»tasen  ellos.  Ante  resolución  tan  cerrada 

»buscaron  otro  expediente.  Llamaron  a 


IJSA    SILLA    DEL    CORO 
DE  ESTE  Con  VENTO 


)>un  senor,  no  sé  si  vecino  del  primer  piso 
»o  qué,  y  le  consultaren  el  caso.  Pregun- 
»tóme  el  vecino  si  los  amotinados  me 
»habian  visto  entrar;  reflexiono  unos  mo- 
»mentos,  y  al  fin  dice:  «cAdónde  se  va 
»ahora  este  hombre?  Que  se  esconda  en 
»el  aposento  del  fondo  de  la  casa,  yo  le 
aprestaré  un  mazo  de  Herrero,  y  si  vienen 
»los  amotinados,  con  el  mazo  rompé  la 
»reja  y  huye  por  ella».  Efectivamente, 
»después  de  darme  algun 
»refrigerio,  condujéron- 
»me  a  un  como  zaquiza- 
»mí,  donde  se  amontona- 
»ban  las  sillas  rotas,  los 
»toneles  viejos,  etc,  y 
»me  dieron  el  gran  mar- 
»tillo.  Allí  pasé  la  noche 
xsentado  en  una  silla  des- 
»vencijada,  desde  donde 
»oía  el  triste  tafier  de  las 
»campanas  de  mi  con- 
»vento  pidiendo  auxilio, 
«tafiido  que  me  hería  el 
»corazón.  Oía  también  a 
»deshora  descompuestos 
»gritos,  que  creí  de  los 
«amotinados. 

»Por  la  manana  los 
»Maimí  acudieron  a  la 
«autoridad  para  entre- 
»garme  a  ella,  però  esta 
í  contesto  que  no  me  mo- 
»viera,  que  ya  un  aigua- 
»cil  vendria  por  mi.  A  su 
»hora  fui  trasladado  a  casa  del  Comisario 
»de  policia  próximo.  Era  el  senor»  íDoii 
Francisco)  «de  Llosellas,  quien  vivia  en 
»la  misma  calle  Baja  en  su  cara  meridio- 
«nal,  entre  la  de  Frexuras  y  la  actual 
■>>úe  Alvarez,»  (otros  diccn  si  era  la  ac- 
tiialmente  marcada  de  inUnero  38). 
«Como  el  comisario  y  su  oficina  estaban 
«ocupados,  se  me  hizo  pasar  a  la  galeria 
»trasera,  donde  me  paseé  viendo  el  triste 
»espectàculo  del  conventode  Santa  Cata- 
»lina  ardiendo.  Veíanse  las  celdas  como 
xhornos,  cuyas  vigas  iban  ardiendo,  y 
»cuando  estaban  carbonizadas  caian  con 
»gran  estri  pitó  y  humareda. 


656 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITUr.O    DECIMO 


»A  la  misma  galeria  daba  la  habitación 
»del  Comisario,  y  allí  estaban  su  senorae 
»hija,  y  aunque  yo  procuraba  no  alargar 
»mis  cursillos  o  paseos  hasta  el  balcón  de 
»ellas,  sin  embargo,  habiéndolo  hecho 
»a1guna  vez  sin  advertirlo,  hube  de  11a- 
»mar  la  atención  de  aquellas  senoras,  las 
»que  me  convidaren  a  sentarme  en  el 
»umbral,  y  cansado  me  senté.  Entramos 
»en  conversacion,  y  les  narré  mi  caso. 
»Moviéronse  a  compasion,  y  a  instància 
»mía  mandaron  un  recado  a  un  chocola- 
»tero  vecino  del  convento,  quien  me  pres- 
»tó  una  chaqueta  usada  con  cuello  para 
«reemplazar  la  mía. 

«Llegada  la  hora  de  comer,  sentàronme 
»a  su  mesa,  mas  cuando  fui  A  probar 
»bocado  recordé  mi  regla,  cu_va  obser- 
»vancia  tanto  y  tanto  se  nos  había  predi- 
»cado,  la  que  me  prohibia  comer  carnes, 
»y  así  rehusé  comer.»  (Casulleras  no 
hahría  oi  do  la  noticia  de  la  dispensa). 
«Mucho  se  me  rogó,  muchas  razones  se 
«adujeron,  se  Uamó  al  medico»  (sefior 
Isern, cnriadadeLlosellas), «quien  ordeno 
»que  comiese  carne,  però  como  para  ello, 
»y  aun  en  caso  de  enfermedad,  se  necesi- 
»taba  el  parecer  de  ambos  médicos,  nue- 
»vamente  rehusé,  y  acabé  por  comer  solo 
«algunas  frioleras. 

»E1  Comisario  mandó  por  su  dicho 
»cuiïado,  medico  y  Comandante  de  mili- 
»cia  urbana,  y  por  la  tarde,  el  Comisario, 
»el  Comandante  de  uniforme  y  algunos 
»de  sus  subordinades  me  acompanaron  al 
»cuartel  de  Artilleria  de  Estudiós.  En 
»el  cuartel  hallé  muchos  frailes,  algunos 
»de  mi  convento,  a  los  que  de  presto  no 
»conocí.  Al  cabo  de  un  rato  un  jefe  me 
»llamó  por  mi  nombre,  respondíle,  y  se 
»retiró,  mas  luego  se  me  presento  un 
»subalterno  y  me  dice  que  se  cree  pariente 
»mío;  examinamos  el  caso,  y  resultamos 
»primos.  Me  abrazó  y  llevo  A  su  pabellón, 
»y  hasta  me  invito  à  que  llevarà  alguno 
«demis  amigos.  Subimos,  cenamos  y  dor- 
»mimos,  que  bien  lo  habíamos  menester. 

»A1  otro  dia,  a  cosa  de  las  cinco  y  me- 
»dia,  nos  colocaron  entre  filasde  soldados, 
»trémulos  de  espanto,  però  con  el  capi- 


»tíín,  si  pàlido,  vigilante  y  decidido. 
»Pasamos  por  la  muralla  de  tierra,  y  al 
«llegar  A  la  Puerta  Nueva  nos  rodearon 
»las  turbas  dando  gritos  y  haciendo 
«ademanes,  ambos  hostiles,  de  modo  que 
»el  capitàn  mandó  estrechar  las  filas.  Asi, 
«rodeados  de  aquella  multitud  de  lobos 
»sedientos  de  nuestra  sangre,  llegamos  a 
»la  Ciudadela.  Bajóse  el  puente  levadizo, 
»entramos,  e  inmediatamente  levantóse 
»de  nuevo,  y  asi  quedamos  libres  de  las 
»fieras»  (1). 

En  los  libros  de  entradas  del  Hospital 
general  de  Barcelona  se  lee  que  el  lego 
de  este  convento  Fr.  Francisco  Font 
entro  en  el  dicho  hospital  el  dia  31  de 
julio  del  1835,  y  no  consta  si  salió  curado, 
o  si  murió. 

Ya  escribi  arriba  en  el  articulo  3."  del 
capitulo  IX  que  el  convento  no  fué  pasto 
de  las  llamas.  Su  templo  se  convirtió 
en  parroquial;  una  pequena  parte  del 
convento  en  habitación  del  pArroco;  el 
resto,  o  sea  casi  todo,  y  la  huerta,  en 
fàbrica;  la  que  al  cruzar  de  nuestro 
siglo  XIX  al  XX  ha  sido  derribada,  cayendo 
al  suelo  el  rico  y  muy  hermoso  claustro. 


(i)  En  Barcelona  a  20  de  abril  de  i88o,  22  de 
febrero  de  1881,  15  de  abril  de  1886  y  8  de  junio 
de  1880.  Discrepa  de  la  relación  de  D.  Francisco 
Güell  eii  que  éste  diio  que  quien  anuncio  a  la 
Comunidad  la  orden  de  luga  fué  el  Provincial,  y 
Casulleras  dice  que  el  Lector  \'ilademunt.  Serían 
los  dos,  y  por  esto  Casulleras,  que  oyó  al  ultimo, 
ignoraba  la  dispensa  de  comer  de  vigília.  Hay 
que  notar  ademàs  que  un  dia  Casulleras  me  dijo 
que  quien  fué  por  la  chaqueta  al  choeolatero  del 
convento  fueron  los  .Maimí,  mientras  él  estaba  en 
casa  de  ellos;  y  otro,  que  se  fué  por  la  chaqueta 
estando  él  en  casa  del  comisario.  O  él,  o  yo,  nos 
equivocamos. 

Concuerda  con  las  relaciones  del  P.  Casulleras 
la  de  D.  Pascual  .Maimi,  que  era  el  hijode  la  casa 
de  .Maimi,  al  cua!  interrogué  en  Barcelona  a  16  de 
febrero  de  1882.  Y  también  concuerda  con  los 
datos  dados  por  el  hi)o  del  Comisario,  el  notario 
D.  -Melitón  de  Llosellas  y  Bruguera,  quien  en 
1835  tenia  15  anos,  en  Barcelona  a  6  de  diciembre 
de  1880.  Oi,  pues,  a  todos  los  actores  del  drama. 


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LA    NOCIIE    DEL    2,     DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


657 


ARTÍCULO  DÉCIMOCUARTO 

CASA  DE  SAN  SEVERO  Y  SAN  CARLOS 
BORROMEO  DE  PADRES  DE  SAN  VI- 
CENTE DE  PAÚL 

Integraban  la  Comunidad  de  esta  Casa 
cuarenta  y  cinco  religiosos.  Siguen  los 
nombres  de  todos: 

SACERDOTES 

R.  D.  Juan  \"ilera,  Superior  de  la  casa. 

R.  D.  Alejo 
Davin. 

R.  D.  Jacinto 
Morera. 

R.  D.  Juan 
Costa. 

R.  D.  Jaime 
Perucho. 

R.  D.  Juan 
Bautista  Figue- 
rola, Procura- 
dor. 

R.  D.  Mauricio 
Sanpere. 

R.  D.  José  Pe- 
rramón  y  Canta- 
reu. 

R.  D.  Cristó- 
bal  Herrera. 

R.  D.  Juan  Se- 
rreta. 

R.  D.  Jaime 
Rogent. 

R.  D.  Miguel 
Casajuana. 

R.  D.  Buena- 
ventura  Mar- 
sal. 

R.  D.  Raimun- 
do  Vives. 

R.  D.  Miguel 
Pelegrí. 

R.  D.  Joaquín  Serrató. 

R.  D.  José  Pedró  Puig  de  Canet 

R.  D.  Benito  Cardona. 

R.  D.  losé  Campàs. 

R.  D.  José  Puig. 

R.  D.  Juan  Aguilar. 


R.  D.  Antonio  Obiols. 
R.  D.  Eudaldo  Lapedra. 
R.  D.  José  Coll. 

NO    SACERDOTES 

R.  D.  Manuel  Fàbregas,  Diàcono. 
R.  D.  Francisco  Bosch,  Diàcono. 
R.  D,  Ramon  Vila,  Diàcono. 
R.  D.  Ramon  Madam,  Subdiàcono. 
R.  D.  Fernando  Partegàs,  Subdiàcono. 
R.  D.  Isidro  Marsal,  Subdiàcono. 
R.  D.  Tadeo  Amat,  Subdiàcono. 

R.  D.  Antonio 
Morera,  Subdià- 
cono. 

R.  D.  Antonio 
Masjuan,  Acó- 
lito. 

D.  Vicente 
Vendrell,  Novi- 
cio. 

D.  Mateo  Ser- 
dà,  Novicio. 

D.  Mariano 
Alabedra.  Igno- 
ro su  clase. 

D.  Jaime  Llo- 
rens. Id.  id. 

D.  Felipe  Vi- 
dal. Id.  id. 

D.  José  Vila- 
plana. Id.  id. 

D.  Jaime  Ca- 
iïellas.  Id.  id. 

D.  José  Este- 
va. Id.  id. 

D.  Gabriel  Ra- 
mis. Id.  id. 

LEGOS 

H  e  r  m  a  n  o 
Campmol. 

Hermano Juan 
Cauer. 
Hermano  Juan  V^allés. 
Hermano  Teobaldo  Frau  (1). 

(i)  Todos  estos  nombres,  exceptuados  dos, 
proceden  de  las  listas  de  los  pasaportes  librados 
a  los  frailes  al  salir  de  los  fuertes,   las  que  se  ha- 

42 


658 


I.IBRO    TERCIiRO. — CAPML'LO    DIXIMO 


Ya  en  el  dia  fatal  hacía  tiempo  que  esta 
casa  había  sentido  los  efectos  de  las 
suspicacias  de  las  autoridades  liberales 
para  con  los  frailes,  pues  obra  de  nueve 
meses  a  un  ano,  con  motivo  de  unas 
cartas  sobre  carlistas  que  se  dijo  haber 
mediado  entre  el  superior  de  aquí  y  el  de 
Madrid,  la  policia  registro  la  casa  y  dejó 
al  superior  presó  en  su  pròpia  habitación 
con  un  centinela  continuo.  Entonces 
todos  los  religiosos  de  esta  casa,  así  pro- 
fesores  como  novicios,  organizaron  un 
turno  para  que  siempre  uno  de  ellos 
acompafiara  al  dicho  superior.  Esta  con- 
ducta de  la  autoridad  alarmo  a  los  jefes 
de  la  casa,  y  pasando  un  tabique  en  una 
sala  ocultaron  tras  él  varios  objetos 
jireciosos,  entre  ellos  las  Hautas  del 
órgano  a  la  sazón  aún  no  montado  (1). 

Mas  si  por  un  lado  tal  hecho  pudo  alar- 
mar a  los  superiores,  contribuyeron  a 
calmarlos  las  seguridades  dadas  por 
Llauder  a  los  religiosos,  y  las  especiales 
que  los  paúles  tuvieron  del  segundo  cabo 
Don  Pedró  Nolasco  Bassa.  Este  gene- 
ral y  el  ahora  Padre  Procurador  de  la 
casa,  Don  Juan  Figuerola,  estaban  uni- 
dos  por  estrecha  amistad,  sin  duda  pro- 
cedente  de  haber  militado  juntos  en  la 
guerra  de  la  Independència,  Un  tiempo 
antes  de  la  catàstrofe  Bassa  dijo  a  Fi- 
guerola que  los  seminaristas  estuvieran 
tranquilos,  que  él,  o  les  avisaria  en  caso 
de  peligro,  o  acudiria  a  defenderlos,  y 
para  el  entretanto  le  dió  dos  fusiles  para 
su  defensa  (2).  De  los  religiosos  de  esta 
casa  por  mi  interrogades,  dos  o  tres 
senalaron  este  origen  a  la  posesión  de  las 
dos  armas;  però  otro  creyó  que  procedían 
del  tiempo  en  que  la  Comunidad  habito  en 


Han  en  el  Archivo  municipal  en  el  libro  Acïíerrfos. 
2."  semestre  18^;. 

(i)  Relación  del  seminarista  D.  José  Puifr  en 
Barcelona  a  28  de  octubre  de  1881. 

(2)  Relaciones  de  D.  Ramon  Madam,  semina- 
rista, en  Barcelona  a  2  de  marzo  de  1885  y  de  don 
Isidro  Marsal,  seminarista,  en  Barcelona,  a  21  de 
juHo  de  1881 . 


el  edificio  de  la  Virreina,  de  Gracia,  enton- 
ces en  despoblado.  Todos  emperò  fijaron 
el  número  de  las  armas  en  dos,  y  solo  uno, 
dudando,  lo  puso  en  dos  o  tres.  Quién 
de  los  seminaristas  las  calificó  de  fusiles, 
quién  de  escopetas,  que  aquellos  hombres 
de  paz  ignoraban  bastante  sobre  instru- 
mentos  de  guerra. 

Estàs  seguridades  procedentes  de  los 
Generales  y  la  buena  fe  de  los  superiores 
tuvo  a  estos  vendados  los  ojos  para  ver 
el  próximo  peligro.  Los  jóvenes,  encerra- 
dos  en  sus  noviciados  o  estudiós  y  priva- 
dos  de  todo  periódico,  ignoraban  el  estado 
de  las  cosas  públicas  (3). 

Así  llego  el  nefasto  25  de  julio,  y  en  él 
la  Comunidad  siguió  exactamente  el 
horario  de  costumbre,  cenó,  y  se  acosto. 
Mas  a  poco,  a  eso  de  las  diez  o  diez  y 
minutos,  despiertan  sobresaltados  los 
jóvenes  (única  clase  de  la  que  logré 
hablar  a  algunos)  a  la  noticia  de  que  la 
puerta  ya  ardía.  Saltan  de  sus  camas, 
asómanse  a  las  ventanas,  y  presencian 
con  harta  sorpresa  la  verdad  de  la  alarma, 
y  ven  el  fuego,  y  oyen  los  vivas  a  la 
libertad  (4).  Como  indiqué,  el  Padre  Pro- 
curador Don  Juan  Figuerola  había  mili- 
tado contra  los  invasores  en  la  guerra  de 
la  Independència,  y  por  lo  mismo  poseía 
la  serenidad  e  inteligencia  necesarias 
para  dirigir  la  lucha;  y  así,  ayudado, 
según  parece,  de  otro  religioso  de  apelli- 
do  Aguilar,  desde  el  primer  momento 
tomo  la  dirección.  Distribuyó  parte  de 
los  individuos  por  las  ventanas,  destino 
otra  a  arrancar  ladrillos  y  acopiarlos  al 
pie  de  ellas,  y  dió  orden  de  que  se  guar- 
dase  quietud  hasta  los  momentos  del 
ataque,  però  en  el  punto  de  éste  se  res- 
pondiese  con  rociadas  de  ladrillos.  Así  se 
hizo.  Con  palos,  canas  de  escoba  y  vari- 
llas  de  hierro  se  fueron  levantando  ladri- 
llos de  los  suelos,  se  cogieron  los  acopia- 


(3)  Relaciones    cit.   de   D.    Ramon  ASadam    y 
D.  Isidro  Marsal. 

(4)  Relaciones    de   varios    religiosos    de    esta 
casa. 


LA  NOCHE  DEL 


DE    JULIO  DENTRO  DE  LOS  CUAL'STROS 


659 


dos  para  las  obras,  y  todos  diligentemente 
f  ueron  transportades  junto  a  las  ventanas, 
desde  donde  eran  arrojados  a  los  incen- 
diarios  al  atacar  estos. 

Acudióse  a  tocar  la  campana  pidiendo 
un  auxilio,  que,  a  pesar  del  continuo  y 
largo  campaneo,  no  venia,  ni  vino. 

Utilizaronse  ademàs  los  dos  fusiles, 
tirando  primero  sin  bala  para  así,  sin 
herir  a  nadie , 
lograr  ahuyen- 
tar  a  los  agreso- 
res;  però  luego, 
al  ver  redoblar 
el  coraje  de  es- 
tos, secargó  con 
balas,  las  que  no 
todas  resultaron 
inofensivas.  Y 
especialmente  se 
usó  del  plomo 
cuando  se  vió 
que  los  agreso- 
res,  desesperan- 
zados  de  entrar 
por  la  puerta, 
intentaron  esca- 
lar el  edificio; 
porque  realmen- 
te  lo  intentaron 
con  escaleras  de 
mano. 

El  director  de 
la  defensa  dispu- 
so  que  los  dispa- 
res no  se  hicie- 

ran  siempre  desde  una  misma  ventana, 
sinó  continuamente  cambiando,  para  dar 
a  entender  que  las  armas  }•  los  defenso- 
res abundaban,  y  acobardar  a  los  asal- 
tantes.  Todo  resulto  en  vano  para  espan- 
taries, porque  éslos  entonces  se  subieron 
a  las  casas  de  enfrente,  y  desde  allí  màs 
a  mansalva  hostigaban  a  los  religiosos. 
Estos  por  tal  causa  no  se  amilanaron,  que 
en  la  lucha  les  iba  la  vida,  y  guarecién- 
dose  tras  los  antepechos  de  las  ventanas, 
continuaron  su  defensa.  Sin  embargo, 
junto  al  joven  Don  Fernando  Partagàs, 
de  cuya  boca  lo  tengo,  recibió  un  balazo 


en  la  región  del  corazón  el  Hermano 
Campmol.  En  un  principio  éste  no  sintió 
la  lierida,  mas  al  cabo  de  un  rato  dijo  a 
Partagàs  <iiquin  basqueix!»  «jqué  an- 
»sias!6,  se  le  halló  la  herida  y  se  le  admi- 
nistraren los  Sacramentos.  Partagàs  le 
pregunto  si  perdonaba  al  que  le  había 
herido,  y  Campmol  contesto:  «Si  ;  l'o  rai, 
t>ia  so  vell;  vosaltres,  pobres  Jóvettsf» 
«Si.  iYo  ya  soy 
»viejo;  vosotros, 
»pobres  jove- 
»nes!»  A  la  hora 
y  media  había 
expirado. 

Ya  escribí  arri- 
ba, al  tratar  de 
la  revolución  en 
las  calles,  que 
los  agresores  no 
solo  echaron  ma- 
no del  fuego,  el 
plomo  y  las  esca- 
leras, sinó  del 
engano,  presen- 
tàndose  uno  co- 
mo  pacificador 
en  medio  de  la 
calle  y  claman- 
do:  «alto,  que 
»vengo  a  poner 
»orden».  Mas  el 
director  de  la  de- 
fensa contesto 
enviàndole  una 
rociada  de  ladri- 
llos,  de  los  que  alguno  le  hirió.  Asimismo 
tampoco  dió  oidos  a  unos  falsos  centinelas 
que  al  amanecer  aparecieron  al  rededor 
del  edificio  invitando  a  los  seminaristas 
a  que  bajasen,  que  ellos  les  protegerian. 
Nada  los  agresores  dejaron  sin  inten- 
tar, como  tampoco  los  directores  de  la 
defensa  nada  dejaron  imprevisto.  V'ién- 
dose  aquéllos  rechazados  por  la  calle, 
rodearon  por  el  lado  de  la  contigua  mura- 
lla, donde  la  cerca  del  solar,  en  razón  de 
hallarse  la  casa  en  construcción,  tenia 
poca  altura;  ademàs  de  que  los  incendia- 
ron  quemaron  la  puerta  de  entrada  a  la 


660 


LIERO    TERCERO.  —  CAPITULO    DIXIMO 


huerta(l);  mas  también  fueron  recibidos 
con  ladrillazos.  Alguno  de  los  religiosos 
quiso  por  medio  de  cuerdas  descolgarse 
por  aquel  lado  y  esconderse  en  las  veci- 
nas  huertas;  mas  Don  Buenaventura 
Marsal,  de  centinela  en  aquel  lado,  se  lo 
impidió  a  pesar  del  empefío  de  los  com- 
paneros;  y  anduvo  harto  acertado,  pues 
el  fuego  de  un  cigarro  delato  muy  luego 
a  un  grupo  de  amotinados  apostado  por 
aquella  parte.  Al  decir  de  Don  Ramon 
Madam ,  los  amotinados  iban  guiados  nada 
menos  que  por  albaniles  de  la  misma  obra 
del  Seminario. 

A  todo  esto,   y  aun  en  medio  de  su 
triunfo,  los  pobres  seminaristas  sufrían 
angustias  a  par  de  muerte.  Veíanse  solos, 
auandonados  de  la  autoridad  por  tiempo 
cuya  duración  ignoraban;  alos  agresores 
los  veian  audaces  persistentes,  a  la  luz 
dèbil  de  los  faroles  y  la  mas  intensa  del 
incendio  de  la  puerta,   feroces  con    los 
grandes    punales.   Oíanles  bramando    y 
amenazando  con  ràbia.   El    seminarista 
Don  José  Puig  acudió  a  la  capilla  interior, 
y  allí  él  y  Don  Juan  Costa  mutuamente 
se  confesaron  y  prepararen  para  la  muer- 
te. También  acudió  a  los  pies  del  mismo 
Padre  Costa  el  subdiàcono  Don  Ramon 
Madam  para  confesarse  por  la  nrananita, 
però  dos  tiros  próximos  le  pusieron  tal 
espanto,  que,  dejando  la  comenzada  con- 
fesión,  corrió  a  esconderse  en  un  desvàn. 
«Continuàbamos  el  tiroteo  de  ladrillos  y 
»balas»,  me  decía,  hablando  de  aquella 
noche,  Don  Fernando    Partegas,   «però 
>.con  el  corazón  banado  en  dolor,  zozobra 
»y  angustia.  Los  actos  de  contrición  màs 
»ÍEervorosa  acompaiiaban  la  emisión  de 
»los  proyectiles,  y  el  espectro  de  una 
«muerte  tràgica  y  horrorosa  embargaba 
»nuestra  imaginación  y   nuestro    animo 
»al  ver  que  la  autoridad  no  acudia  à  nues- 
»tro    socorro.»  Así  pasaron  los  pobres 
seminaristas  aquella  noche  que,  con  ser 
de  las  màs  cortas  del  ano,  fué  para  ellos 


inacabable.  Así  pasaron,  digo,  desde  las 
diez  o  diez  y  media  de  la  noche  hasta  las 
cuatro  o  cinco  de  la  madrugada,  hora  en 
que  acudió  la  fuerza  pública. 

A  la  puerta,  como  nueva  que  era  y 
sòlida,  le  costo  mucho  consumirse  a  pesar 
de  haber  sido  rociada  con  un  liquido  infla- 
mable; però  al  fin  ardió.  rPor  qué,  pues, 
una  vez  carbonizada,  no  penetraren  por 
ella  los  amotinados?  Hay  màs:  a  un 
balcón  de  enfrente  se  asomó  un  hombre 
gritando  a  estos  que  la  puerta  estaba  ya 
consumida,  que  entrasen.  Al  verlo,  el 
seminarista  Don  Isidro  Marsal,  él  me  lo 
dijo,  le  disparo  un  ladrillo  que  le  rompió 
todos  los  cristales.  rPor  qué  no  entraron? 
Don  Ramon  Madam  creia  que  tras  de  la 
de  madera  quedaba  otra  de  hierro.  Don 
Fernando  Partegas  me  dijo  que  también 
la  pieza  de  tras  la  puerta  estaba  defendi- 
da  con  aspilleras  en  el  techo.  Don  José 
Puig  pensaba  que  el  miedo  cohibió  a  los 
agresores;  però  anadía  que  en  el  momen- 
to  del  incendio  los  agredidos  cortaron  la 
escalera.  Opino  que  el  seíïor  Puig  se 
equivoco  en  lo  segundo  y  acertó  en  lo 
primero;  es  decir  que,  confesando  por 
delante  que  ignoro  la  verdadera  causa  de 
este  misterio,  juzgo  màs  probable  que 
fué  el  miedo  a  unos  hombres  que  denoda- 
damente  defendían  su  vida  el  agente, 
que  contuvo  a  los  amotinados  y  les  impi- 
dió entrar  en  un  aposento  y  edificio 
obscuros  y  no  practicades  (2). 

Durante  la  noche,  para  evitar  profana- 
ciones,  los  seminaristas  subieron  el  San- 
tísimo  de  la  capilla  baja  a  la  superior 
donde  la  Comunidad  solia  rezar;  y  cuando 
acudió  la  fuerza  piiblica  para  Uevarse  la 
Comunidad,  los  dos  únicos  reUgiosos  que 


(i)  Archivo  municipal  de  Barcelona.  Expe- 
dientes.  Sección  2.'  Expediente  129.  Oficio  del 
Marqués  de  Llió. 


(2)  He  escrito  esta  relación  de  la  tragèdia  del 
Seminario  basàndome  en  las  relaciones  que  me 
hicieron  las  victimas  de  ella.  todos  religiosos  de 
esta  casa,  presentes  al  acto.  D.  Isidro  .Marsal  en 
Barcelona  a  21  de  julio  de  1881,  D.  José  Puig  en 
Barcelona  a  j.'  de  octubre  de  1881.  D.  Fernando 
Partegas  en  Barcelona  a  14  de  diciembre  de  1885 
y  D.  Ramon  .Madam  en  Barcelona  a  2  de  marzo 
de  188=;. 


LA    NOCilE    DEL    2Í     DE    JLLIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


C61 


estaban  en  ayunas  lo  sumieron.  El  senor 
Puig  lo  administro  al  senor  Costa,  y  él 
sumió  las  restantes  partículas.  Por  olvido 
dejaron  el  copón  vacío  sobre  el  altar  (1). 
Si  peligrosa  fué  la  noche,  no  anduvo 
mas  segura  la  madrugada.  Llego  al 
Seminario  una  f  uerza  de  carabineros  bajo 
el  entonces  subalterno  Don  Antonio  Pera- 
les  (después  llego  a  Coronel),  y  formó 
en  dos  filas  frente  la  puerta  quemada. 
Cargàronse  los  fusiles,  colocàronse  entre 
las  tilas  los  seminaristas,  vestidos  sus 
hàbitos.  El  Padre  Fàbregas  llevaba  un 
cAIiz  bajo  del  brazo,  y  otroreligioso  otro. 
En  esta  formación  marcharon  entre  los 
rugidos  de  la  fiera  revolucionaria,  que 
pedía  la  sangre  de  los  religiosos;  y  pasa- 
ron  por  la  calle  de  Amàlia,  San  Pablo, 
una  transversal,  calle  Nueva  o  sea  del 
Conde  del  Asalto  y  Rambla,  llegando  a 
Atarazanas  (2).  Iban  últimos  de  la  comi- 
tiva dos  legos  con  sendos  breviarios  bajo 
el  brazo.  Dos  pillos  vecinos  de  San  Pablo 
la  emprendieron  contra  estos  a  puneta- 
zos;  però  los  carabineros  los  defendieron 
y  salvaron  (3).  Màs  adelante,  en  la  misma 
calle  de  San  Pablo,  como  la  comitiva 
llevaba  muy  buen  paso,  uno  de  los  semi- 
naristas, anciano,  se  rezagó  un  tanto,  y 
en  seguida  un  hombre  le  arrimo  un  tre- 
mendo  garrotazo  en  la  cabeza,  tal  que  el 
religioso  quedo  mal  parado,  y  el  brevia- 
rio  y  el  crucifijo  que  llevaba  bajo  del 
brazo  rodaron  por  los  suelos.  Acudió 
presuroso  un  Caballero,  tomo  por  el  brazo 
al  Padre,  y  como  arrastrando  lo  incorporo 
nuevamente  al  grupodesushermanos(4). 
En  la  transversal,  o  mejor,  calle  de 
San  Ramon,  se  estaba  renovando  el  ado- 
quinado,    y    esta   circunstancia    facilito 


(i)     Relación  citada  del  Sr.  Puig. 

(2)     Relaciones  de  los  PP.  citados  y  de  otros. 

(í)  Relación  de  D.  Jacinto  Llansana,  hijo  del 
hortclano  de  S.  Pablo. 

(4)  Relaciones  de  varios  individuos  de  la  fa- 
mília del  Sr.  Obispo  Cortes,  que  vivian  en  la 
dicha  calle  de  San  Pablo,  y  vieron  el  hecho.  El 
crucifijo  fué  a  parar  a  los  pies  de  una  nodriza  de 
la  casa,  que  estaba  en  la  calle. 


abundantes  proyectiles  a  las  turbas;  por 
lo  que,  al  llegar  la  comitiva  a  la  del  Con- 
de del  Asalto,  la  posición  de  los  perseguí- 
dos  y  de  sus  conductores  rayaba  en  aven- 
turada. Llovían  sobre  ellos  abundan- 
tes piedras,  que  daban  en  los  frailes  }•  en 
los  carabineros.  Una  de  ellas  toco  al  sefior 
Don  Buenaventura  Marsal.  La  multitud 
iba  en  gran  modo  creciendo,  y  crecian 
sus  aullidos,  y  llegaban  ya  a  oprimir  a 
los  soldados.  Al  odio  sectario  juntàbase, 
para  crear  ràbia,  el  vencimiento  que  las 
turbas  habían  experimentado  en  el  ata- 
que  del  Seminario.  Un  hermano  de  uno 
de  los  revolucionarios  heridos  me  dijo  a 
mi  mismo:  «Vi  pasar  los  seminaristas  por 
»la  calle  Nueva:  jah,  si  entonces  tengo  una 
»carabina!  Habían  herido  a  mi  hermano». 
Llego  a  Atarazanas  la  noticia  de  los  apu- 
ros  de  Perales  y  su  f  uerza  y  protegides,  y 
en  vista  de  ello  el  Brigadier  Don  Joaquín 
Ayerve,  Gobernador  de  la  Plaza,  ordeno 
la  salida  de  fuerza  con  algunos  caballos 
para  proteger  a  los  acosados.  El  jefe  de 
ella,  que  se  me  dijo,  dudando,  si  era  Don 
Joaquín  Socías  (que  después  cayó  prisio- 
nero  de  Cabrera  y  fué  fusilado),  el  Jefe, 
digo,  antes  de  salir  pregunto  a  Ayerve 
por  la  conducta  que  debiese  seguir.  Este 
le  contesto:  «Ya  es  hora  de  obrar:  de  filo 
»y  de  punta».  iAh,  Brigadier  Ayerve! 
i  Ah,  Gobernador!  Ya  es  hora  de  obrar:  iy 
antes  no  lo  era?  Y  esto  me  consta  por 
boca  de  un  militar  de  Atarazanas.  Salió 
la  fuerza:  los  caballos  abrieron  fAcil  paso 
para  sí  y  para  los  carabineros  y  semina- 
ristas, y  asi  todos  llegaron  con  vida  a 
Atarazanas  (5). 

En  la  calle  Nueva,  Don  Ramon  Madam 
al  ver  la  lluvia  de  piedras,  azoróse,  3'  de 
una  corrida  se  colo  en  la  tienda  de  un 
chocolatero  amigo;  mas  luego,  viendo 
la  protección  de  la  caballeria,  regresó  de 


(>)  Los  pormenores  de  la  conducción  al  fuerte 
proceden  de  los  mismos  citados  Padres.  Lo  de 
Atarazanas,  del  militar  aludido.  El  nombre  y  cir- 
cunstancias  de  Perales,  de  los  Padres  y  de  un  su 
pariente. 


662 


LIBItO    TERCERO. CAPITULO    DKCl.MO 


otra  corrida  a  la  primitiva  companía, 
azoramiento  y  corndas  que  podían  cos- 
taria la  vida  (1). 

Al  salirde  su  casa  los  religiosos  queda- 
ron,  sin  embargo,  en  ella  el  Senor  de 
Pedra,  que  estaba  imposibilitado,  y  el 
senor  Coll,  que  le  cuidaba,  y  quizà  algun 
otro  regazado.  De  los  dos  primeres  me 
certifico  el  senor  Don  Isidro  Marsal;  de 
los  otros  lo  deduzco  del  relato  que  me 
hizo  un  reputado  medico  de  esta  ciudad, 
Don  Salvador  Matas,  quien  me  dijo  que 
en  1835  pertenecía  él  al  6.°  batallón  de 
milícia,  del  cual  opino  seria  oficial;  que 
en  la  manana  del  26  con  unos  cincuenta 
hombres  del  mismo  cuerpo  fué  al  Semi- 
nario;  que  de  allí  sacaron  algunos  reli- 
giosos como  en  número  de  seis;  que,  colo- 
cados  estos  entre  filas,  los  llevaron  por  la 
muralla  de  tierra  hacía  Atarazanas;  que 
en  la  muralla  la  turba  con  puflales  y 
otras  armas  se  presento  amenazadora; 
que  entonces  el  que  mandaba  la  fuerza 
mandó  cerrar  contra  la  turba;  que  así  se 
hizo,  y  la  turba  se  alejo,  y  la  comitiva 
llego  salva  a  Atarazanas  (2). 

El  edificio  sem.inario,  gracias  a  la  vigo- 
rosa y  bien  dirigida  defensa  de  sus  mora- 
dores,  quedo  intacto  con  la  sola  excep- 
ción  de  la  puerta  principal  y  la  de  la  cer- 
ca del  huerto;  de  modo  que  aún  hoy  es 
carcel  pública  de  mujeres.  Sin  embargo, 
por  mas  o  menos  tiempo  estaria  o  aban- 
donado,  o  en  poder  de  manos  infieles,  ya 
que  «en  el  momento  en  que  entro  la  turba, 
me  dijo  el  Padre  Don  José  Puig,  «fué  roba- 
»do  lo  del  escondrijo  de  que  hablé  arriba. 
»Robóse  3,000  y  pico  de  duros  que  la  casa 
»había  recibido  del  gobierno  en  pago  de 
»uno  de  los  plazos  de  la  compra  del  anti- 
»guo  edificio.  Robàronse  cuarenta  cubier- 
»tos  de  plata  destinados  al  Servicio  de  los 
»ejercitantes. 

«A  los  tres  días  de  regresado  a  casa, 
«afíadió  Puig,  tuve  un  vomito  de  sangre, 


(i)     Relación  del  mismo  Sr.  Madam,  citada. 
(2)     Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  i8  de  noviembre 

de  1885. 


»sin  duda  producido  por  el  pasado  susto». 

Un  vecino  de  aquel  barrio  me  anadió: 
«despues  entraron  en  el  Seminario  gen- 
»tes.  Hallaron  allí  jarras  de  aceite  y  otras 
»cosas,  de  modo  que  hay  quien  aún  hoy 
»(1886)  anda  repleto»  (3). 

En  el  libro  de  entradas  y  salidas  del 
Hospital  general  de  esta  ciudad  se  lee 
que  en  30  de  julio  de  1835  entro  allà  el 
seminarista,  presbitero  de  28  anos  de 
edad,  Don  Antonio  Obiols,  y  que  murió 
en  21  del  siguiente  agosto. 

A  los  quince  días,  o  cosa  parecida, 
cuando  los  religiosos  fueron  despedidos 
de  Montjuich.  Don  Fernando  Partegas, 
religioso  del  Seminario,  salió  disfrazado 
junto  con  dos  o  tres  màs,  acompanados  de 
un  jefe  de  milicianos  vestido  de  uniforme. 
Bajaron  de  la  montana  por  entre  los 
grupos  de  gentes  que  comían,  bebían  y 
bromeaban.  Uno  que  se  paro  a  saludar  al 
miliciano  le  dijo  que  en  la  noche  del  25  de 
julio  había  disparado  contra  un  semina- 
rista de  una  ventana  nueve  fusilazos  sin 
acertarle.  Era  Don  Fernando  el  semina- 
rista contra  quien  se  dispararon  (4). 

A  esta  tragèdia,  como  a  otras  anterio- 
res,  les  debe  seguir  su  sainete,  que  lo 
formarà  el  relato  del  hecho  por  la  fanta- 
seadora  pluma  de  Don  Víctor  Balaguer. 
Escríbe  así  al  hablar  del  incendio  de  los 
conventos, 

«—Al  Seminario!— había  gritado  una 
»voz  ronca  y  sombría. 

»— Al  Seminario— repitió  en  tropel  la 
«turba. 

»Y  todos  se  lanzaron  en  dirección  al 
»nuevo  punto  senalado  a  los  furores  del 
»populacho... 

«Dando  gritos  repetidos  desemboca- 
»ba  la  desordenada  multitud  en  la  calle 
»donde  se  elevaba  la  majestuosa  fachada» 


(3)  Relación  del  hijo  del  hortelano  de  San 
Pablo  D.  Jacinto  Llansana.  Su  expresión  fué 
esta:  «de  modo  que  nhi  ha  que  encara  avuy  ne 
»van  grassos.» 

(-))  Relación  citada  del  mismo  D.  Fernando 
Partegas. 


LA    NOCIIE    DEL    2$    DL    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTBOS 


663 


(imajestuosa!)  «cuando  los  primeros  que 
>;habían  avanzaclo  con  la  tea  en  la  mano 
»para  consumar  su  obra  de  destruccion, 
«cayeron  muertos  o  heridos  à  la  descar- 
»ga  de  varios  tiros  de  fusil. 

»Ante  aquel  inopinado  accidenta,  la 
«turba,  cuya  marcha  hasta  entonces  nada 
»habia  detenido,  levantó  con  asombro  la 
»cabeza  y  vió...  (sic). 

»Vió  las  ventanas  del  Seminario  coro- 
«nadas  de  religiosos  que,  fusil  en  mano, 
«aguardaban  el  ataque.  De  entre  ellos 
>'habían  salido  los  tiros  que  acababan  de 
>hacer  caer  víctimas  Alòs  mas  atrevides 
»del  pueblo. 

«Detúvose  la  multitud  sorprendida  ante 
«aquellos  hombres  dispuestos  k  defender 
Ȉ  todo  trance  su  morada,  ante  aquellos 
»hombres  que  olvidaban  su  sagrado  ca- 
«ràcter  y  màs  sagrado  ministerio  para 
»acudir  à  las  armas  en  defensa  pròpia. 

»No  fué  en  verdad  la  mas  acertada  la 
«conducta  de  los  moradores  del  Semiíia- 
»rio.  Prescindamos  aun  de  como  estaban 
»allí  aquellas  armas,  de  porqué  las  tenían , 
»de  para  qué  las  guardaban»  (.'^í,  si,  aque- 
llas dos  artnas  estaban  allí,  dadas  por 
Bassa,  para  organizar  un  batallón  de 
gtierrilleros  o  una  ctiadrilla  de  bandí- 
dos).  «Concretémonos  al  hecho.  Eran 
»sacerdotes,  eran  ministros  del  altar, 
»eran  confesores  de  Cristo»  (según  esto, 
los  enentígos  persegttían  a  Cristo).  «Si 
»tenian  miedo  podian  fugarse,  però  si  à 
«arrostrar  estaban  decididos  la  ira  del 
»pueblo,  arrostrarla  debían  no  en  una 
«ventana,  con  los  ojos  centellantes,  el 
»alma  resuelta,  el  fusil  en  la  mano,  sinó 
»al  pié  de  los  altares,  inermes,  indefen- 
»sos,  el  rezo  en  los  labios,  como  buenos, 
»como  sacerdotes,  como  martires. 

»Algunos  nuevos  tiros  sonaron,  algu- 
»nos  otros  hombres  del  pueblo  cayeron. 

»La  multitud  volvió  apresuradamente 
»las  espaldas. 

»E1  Seminario  quedo  libre»  (1). 


(i)  Los  frailes  y  sns  convcntos.  llarcelona, 
i8$i,  tomo  II,  pàg.  402. — Las  calles  de  íiarce- 
lona,  tomo  1,  pàg.  355.  —  En   la  obra  Las  ruina>> 


Así  se  escribía  la  Historia  por  los  auto- 
res liberales  en  aquel  tiempo,  y  en  mu- 
chos  otros  posteriores,  y  aun  hoy,  y  serà 
siempre,  al  tratar  de  la  Iglesia  y  de  sus 
institutos  y  cosas. 


ARTICULO  DÉCIMOQUIiNTO 

LA  EXPECTACIÓN  DE  NUESTRA  SENORA 
Y  SAN  MATÍAS  DE  PADRES  TEATINOS 

En  mayo  de  1835,  y  por  lo  mismo  es 
natural  pensar  que  en  julio,  la  Comuni- 
dad  de  San  Cayetano  se  componia  de 
cuatro  Padres  y  tres  Hermanos.  He  aquí 
los  nombres  de  estos  que  pude  indagar: 

Padre  Don  Francisco  Arola. 

Padre  Don  N.  Jaumeandreu. 

Padre  Don  N.  Rosinol. 

Padre  Don  Joaquín  Feu. 

Hermano  Domingo. 

Hermano  Rafael. 

Hermano  Antonio  (2). 

Como  escribí  arriba,  en  la  tarde  del  25 
de  julio  el  Senor  Don  José  de  Amat  y  de 
Desvalls,  a  la  sazón  Capitàn  de  Artille- 
ria, ya  arriba  varias  veces  citado,  asis- 
tió  con  su  esposa  a  los  toros,  de  donde,  al 
ver  el  alboroto,  regresó  a  su  casa.  Hallà- 
base  esta  en  la  esquina  de  la  plaza  de 
Santa  Ana  con  la  calle  del  Gobernador, 
esquina  opuesta  a  la  del  Convento.  Al 
pasar  Amat  por  frente  el  templo  teatino, 
el  Hermano  portero  abria  la  puerta  del 
templo  para  la  función  vespertina,  sin 
duda  el  Rosario.  Entonces  Amat  se  diri- 
gió  al  portero  y  le  aconsejó  que  no  abrie- 
se,  noticiandole  la  revolución  del  toril  (3). 

Sin  duda  que  a  este  aviso  los  religiosos 


.ie  Poblet.  ^L^.h■Li,  iSS;,  ya  no  copia  del  ante- 
rior relato  mas  que  la  primera  parte,  y  deja  las 
acusaciones  contra  los  seminaristas.  Pàg.  íoo. 

(2)  Archivo  episcopal  de  Barcelona.  Libro  del 
cargo  V  dcscargo  de  cst.i  casa  de  Santa  Maria  de 
la  E.xpeLtacióit...  Cuenta.  de  183Ï. 

(5)  Relación  de  dicho  Sr.  de  Amat  en  Barce- 
lona a  28  de  iunio  de  1880. 


664 


LIBRO     TERCIiRO.  CAPITULO     DECl.MO 


se  prevendn'an.  A  tiempo  huyeron,  escon- 
diéndose  en  las  viviendas  de  deudos  y 
amigos,  de  donde  se  ve  que  no  salieron 
para  presentarse  a  la  autoridad,  pues 
ninguno  figura  en  las  listas  de  los  pasa- 
portes  de  los  presentados.  Que  huyeron 
precipitadamente,  consta  por  un  docu- 
mento de  que  hice 
mencióri  en  las  si- 
guientes  líneas  de 
mi  obra  anterior  a 
la  presente:  «Como 
»después  del  Con- 
»cordato  de  1851 ,  en 
»25  de  agosto  de 
»1S52  el  Senor  Obis- 
»po  de  Barcelona, 
»procurando  cum- 
»plir  las  cargas  pia- 
»dosas  de  los  con- 
»ventos,  pidiese  à 
»los  superiores  nota 
»de  éstas  y  de  sus 
«documentes,  con- 
»testa  el  Padre  Don 
»Joaquín  Feu,  pres- 
»bítero,  teatino,  di- 
»ciendo  que  en  la 
»aciaga  noche  del 
»25  de  julio  de  1835 
»la  Comunidad 
»huyó,  dejando  en 
»la  casa  todo  el  ar- 
»chivo,  biblioteca 
»y  demàs  efec- 
»tos....»  (1). 

Como  estos  reli- 
giosos usaban  el 
habito  de  los  sacer- 

dotes  seculares,  podrían  fàcilmente,  aun 
en  hàbitos,  escaparse  de  su  casa  sin  ser 
notados  por  las  calles.  Sin  embargo,  en 
el  libro  de  entradas  y  salidas  del  Hospital 
general  hallo  un  asiento  que  dice:  «Un 
»religioso  incognito  con  corona  pequefla. 
»Entró  en  26  de  julio  de  1835.  Murió  el 


))mismo  dia».  Su  corona  pequeiia,  es  decir, 
no  rasura  con  cerquillo,  indica  una  orden 
de  clérigos  regulares  o  de  mínimos;  mas 
como  de  estos  consta  que  no  murió  nin- 
guno, ni  tampoco  de  los  de  San  Francisco 
Caracciolo,  ni  de  los  de  San  Camilo, 
resulta  muy  probable  que  el  interfecto 
perteneciera  a  San 
Cayetano.  Y  en  es- 
te  caso  seria  agre- 
dido  en  las  calles. 
El  edificio  aún 
hoy  (1908)  està  in- 
tacte, salvas  pe- 
queiias  variaciones 
efectuadas  para 
adaptar  algunas 
piezas  a  los  actua- 
les  servicios.  De 
todo  lo  que  se  de- 
duce  que  no  sufrió 
incendio  ni  mal 
trato,  y  ademàs  sa- 
ca el  avisado  que 
probablemente  San 
Cayetano  en  la  no- 
che aciaga  pasó 
olvidado  de  los 
amotinados. 

ARTÍCULO 
DÉCIMOSEXTO 


Ti\i.'\GEN  DE  S.  Cayetano  de  su 

RETABLO    DEL    CONVENTO 


(i)  Las  Casas  de  religiosos,  tomo  11,  pàginas 
3'?4  y  535'  apoyado  en  documento  del  Archivo 
episcopal  de  Barcelona. 


SAN  FELIPE  NERI 
DE  CLÉRIGOS  CA- 
MILOS,  0  AGONI- 
ZANTES 


En  1835  la  Comunidad  Camila  se  com- 
ponia de  los  religiosos  siguientes: 

SACERDOTES 

R.  P.  Don  Ramon  Vila  y  Carrera,  Pre- 
fecte. 
R.  P.  Den  José  Solà. 
R.  P.  Don  IManuel  Xipell. 
R.  P.  Don  Fèlix  Sayol. 
R.  P.  Don  Esteban  Coxerrera. 
R.  P.  Den  Francisco  de  Asís  Bosch. 


I,A  NOCHE  DEL  2Í  DE  JÜLIO  DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


665 


R.  P.  Don  Pablo  Recolóns. 
R.  P.  Don  Nicolàs  Jacas. 

CORISTAS 

Don  N.  Simón. 
Don  Luciano  Vila. 

LEGOS 

Hermano  Damiàn  AM. 

Hermano  Francisco  Calvet. 

Hermano  Juan  Julià. 

Ademàs,  en  el  Hospital  militar,  esta- 
blecido  entonces  en  Junqueras,  desempe- 
naba  el  cargo  de  capellàn  el  Padre  de 
esta  casa  Don  José  Riera. 

El  heroico  proceder  de  estos  religiosos 
durante  el  còlera  de  1834  lo  he  explicado 
por  menudo  en  el  capitulo  19  de  mi  obra 
anterior.  La  Comunidad,  compuesta  de 
doce  individuos,  solo  tuvo  ilesos  dos 
presbíteros. 

El  dia  de  Santiago  del  35,  el  Prefecto 
de  Agonizantes  Vila  y  Carrera  estaba 
ausente  de  Barcelona,  5^  le  substituia  en 
la  presidència  el  Padre  Don  José  Sola  (1). 

No  todos  los  religiosos  de  esta  casa 
vivian  desprevenidos,  pues  del  Hermano 
Calvet  sé  que  con  anterioridad  al  ataque 
depositó  en  manos  amigas  de  fuera  de 
ella  su  peculio,  y  se  había  provisto  de 
disfraz. 

El  modo,  número  y  hora  de  los  peli- 
gros  de  la  Casa  de  Agonizantes  en  la 
noche  aciaga  quedan  circunstanciada- 
mente  explicados  en  el  capitulo  anterior 
a  éste;  no  hay  que  detenernos,  pues, 
ahora  en  ellos.  La  Comunidad  no  se 
reunió  para  tomar  resolución  al  llegar 
las  primeras  alarmas.  Tampoco  el  Padre 
que  hacia  las  veces  de  superior,  de  pron- 
to  autorizó  la  dispersión  de  la  Comuni- 
dad y  fuga  de  los  religiosos.  Sin  embar- 
go el  peligro  iba  arreciando,  y  asi  algunos 
Padres  salieron  por  una  puerta  falsa, 
prometiendo  al  superior  que,  si  la  tran- 

(1)  rodas  las  antcriores  noticias  de  la  Comu- 
nidad pioccdcn  de  la  relación  del  lego  D.  Fran- 
cisco Calvet.  Barcelona  27  de  junio  de  1881,  y  de 
las  listas  de  los  pasaportes. 


quilidad  se  restablecía,  por  la  manana 
regresarían.  Sahó  el  cocinero,  que  era 
un  seglar,  para  enterarse  del  estado  de 
la  Ciudad,  y  entre  once  y  doce  de  la 
noche  regresó  con  mala  impresión.  En- 
tonces el  que  suplia  al  Superior  y  algun 
otro  huyeron.  Al  fin  y  fallo,  todos  pusie- 
ron  pies  en  polvorosa,  menos  el  Padre 
Coxerrera  y  el  Padre  Recolóns,  quedàn- 
dose  también  el  lego  Hermano  Calvet  (2). 

Calvet,  vestido  de  seglar,  pasó  la  noche 
en  el  terrado,  desde  donde  veia  el  incen- 
dio del  muy  próximo  templo  de  Santa 
Catalina,  y  me  pondero  después  la  vio- 
lència de  sus  llamas  que,  furiosas  y  muy 
grandes,  brotaban  de  los  ventanales.  En 
las  primeras  horas  de  la  mananita  0  ma- 
drugada  él  y  Recolóns  consideraron  Ue- 
gado  el  caso  de  huir  (3). 

Mas  al  ver  el  siniestro  sesgo  de  los 
acontecimientos  en  aquella  noche,  ya 
antes  de  salir  Recolóns  habia  escondido 
algunas  preciosidades  de  la  casa.  En  la 
cara  occidental  de  la  iglesia  habia  en  el 
muro  un  agujero  situado  a  tal  altura,  que 
ni  se  podia  subir  a  él  desde  la  tribuna 
sin  el  auxilio  de  una  escalera,  ni  bajar 
desde  el  desvàn  sin  otra  o  una  cuerda. 
Subió  a  él  Recolóns,  y  sus  companeros  le 
fueron  dando  los  objetos  de  plata,  entre 
ellos  el  copón  con  las  Sagradas  Formas. 
Allí,  por  entonces,  quedo  todo  salva- 
do  (4).  Màs  tarde,  pasada  ya  aquella 
revolución  primera,  la  autoridad  tuvo 
noticia  del  depósito,  y  fué  y  lo  recogió,  y 
hay  quien  dice  que  las  Sagradas  Formas 
fueron  colocadas  en  un  pafluelo  3'  lleva- 
das  a  San  Pedró  (5). 

Recolóns  y  Calvet  determinaren ,  pues, 
huir,  y  para  ello  bajar  a  casa  de  Dou.  A  tal 
punto  habían  Uegado  las  angustias  y  tur- 
bación  de  Calvet,  que,  para  escaparse,  en 
lugar  de  conservar  su  disfraz  de  seglar, 
bajó  del  terrado,  y  se  vistió  la  sotana  y 


{2)     Relación  del  P.  Pablo  Recolóns.  Barcelona 
9  de  noviembre  de  1880. 

(;)     Relación  citada  deD.   Francisco  Calvet. 

(4)  Relación  citada  del  P.  Pablo  Recolóns. 

(5)  Relación  citada  de  Calvet. 


666 


LIERO    TERCERO.  —  CAPITULO    DECIMO 


el  manteo.  Los  dos,  en  el  momento  en  que 
los  mínimos  eran  atacados  por  tercera 
vez  y  tocaban  la  campana,  cruzaron  su 
templo  por  sobre  la  techumbre,  la  que 
por  su  mucha  inclinación  no  dejaba  de 
of recer  dificultad.  En  la  contigua  casa 
de  los  Marqueses  de  Dou,  donde  ya  les 
esperaba  un  dependiente,  bajaron  a  la 
cochera,  se  quitaron  la  sotana  y  manteo, 
los  tiraron  al  pozo,  y  se  disfrazaron. 
A  cosa  de  las  cinco  de  la  manana  pasó 
por  la  calle  un  tambor  tocando  Uamada 
para  los  milicianos.  Acompanàbale  la 
acostumbrada  muela  de  chiquillos  y,  en- 
tremetiéndose  en  ella,  huyeron  los  dos 
dichos  agonizantes.  Pasaron  a  la  vivien- 
_da  del  Padre  José  Riera,  agonizante, 
capellàn  del  Hospital  militar,  y  desde 
ella,  que  estaba  en  la  calle  Condal,  man- 
daron  recado  al  dicho  Hospital  (a  la 
sazón  el  Hospital  militar  ocupaba  el  con- 
vento  de  monjas  de  Junqueras),  pregun- 
tando  al  Padre  capellàn  si  habría  incon- 
veniente  en  realizar  su  proyecto  de 
guarecerse  en  aquel  Hospital.  Contesto 
Riera  que  de  ninguna  manera  fueran, 
porque  algunos  practicantes  o  depèn - 
dientes  del  establecimiento  se  habían 
revolucionado  en  contra  de  él.  jA  tal 
punto  llego  el  odio  centra  los  frailes, 
tanto  aquí  m.^s  notable  cuanto  que  Riera 
gozaba  de  mucho  afecto  en  todo  el  Hos- 
pital! Los  dos  pobres  agonizantes  queda- 
ron  en  la  habitación  de  Riera;  però  al 
otro  dia,  o  a  los  dos  días,  las  mujeres, 
patronas  de  ella,  dejaron  sentir  expre- 
siones  de  que  la  presencia  de  los  religio- 
sos las  comprometia,  y  así  estos  se  larga- 
ron.  Fué  Recolóns  al  Comisario  sefior  de 
Llosellas,  y  éste  le  llevo  al  cuartel  de  Ar- 
tilleria de  Estudiós,  donde  hubo  la  buena 
cena  y  la  conducción  a  la  Ciudadela, 
ya  arriba  descritas  (1).  Calvet,  en  lugar 
de  ir  al  cuartel,  se  fué  a  su  casa,  o  famí- 
lia, que  vivia  en  la  sumidad  de  la  Bajada 
de  Santa  Eulàlia,  tienda  de  zapatero. 
El  Padre  Nicolàs  Jacas  entro  enfermo 


(i)     Relación  citada  del  P.  Pablo  Recolóns. 


en  el  Hospital  el  5  de  agosto  y  salió 
el  13  (2). 

El  26,  una  partida  de  milicianos  ocupo 
el  Convento,  y  acompanó  el  único  Padre 
que  allí  quedaba,  Coxerrera,  a  la  Ciuda- 
dela (3).  Los  que  continuaren  custodian- 
do  la  casa  no  desaprovecharon  ni  la 
ocasión  ni  el  tiempo  para,  ejerciendo  de 
cacos,  hacer  su  agosto  (4). 

El  edificio  no  sufrió  daflo  alguno. 

ADVERTÈNCIA 

SOBRE  LA   CASA  DE  SAN  ANTÓN,  COLEGIO  DE 
PADRES    DE   LAS    ESCUELAS   PÍAS 

En  julio  de  1835  esta  casa  no  sufrió  per- 
secución  alguna,  por  cuya  razón  no  he 
inquirido  noticias  referentes  a  ella.  Un 
fraile  agustino  me  dijo  que  en  la  noche 
aciaga,  como  una  turba  se  dirigiese  al 
dicho  colegio,  uno  de  los  directores  de 
ella  la  detuvo  al  grito  de:  «estos  no,  que 
»ensenan  al  pueblo».  El  fraile  agustino  ni 
intervino  en  el  hecho,  ni  lo  presencio;  asi 
que  su  dicho  tiene  poco  valor.  El  enigma 
del  respeto  de  los  revolucionaries  a  los 
escolapios  queda  en  pie. 

Si  pudiera  caber  alguna  duda  respecto 
de  si  los  escolapios  fueron  respetados  de 
las  turbas,  harto  la  disipara  el  siguiente 
documento  dirigido  en  30  de  julio  de  1835 
por  el  Gobernador  interino  Don  Joa- 
quín  Ayerve  al  Ayuntamiento,  en  el 
queseleeasí:  «Exmo.  Sor.  =  El  P.  Ge- 
»neral  de  las  Escuelas  Pias  me  ha  diri- 
»gido  con  fecha  de  ayer  el  escrito  que 
»sigue  =  Exmo.  Sor.  =  El  P.  Fran.° 
»Solà  de  Maria  SS.'»^'  Gené.'  de  las  Es- 
»cuelas  Pías  y  residente  en  el  Colegio 
»de  San  Ant.°  Abad  de  la  presente  ciu- 
»dad  con  el  màs  debido  respeto  espone. 
»=  Que  existiendo  como  existe  la  mayor 
»parte  de  la  Comunidad  de  dichos  PP.  en 

(2)  Libro  de  entradas  y  salidas  del  Hospital 
General. 

(3)  Relaciones  citadas  de  Recolóns  y  de  Cal- 
vet. 

(_()     Relación  citada  de  Calvet. 


LA    N'OCIIE    DEL    _>S     DL    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


667 


»su  citado  Colegio,  y  no  habiendo  sido 
»molestados  en  estos  aciagos  días  por  nin- 
»gun  grupo  de  los  amotinados,  antes  bien 
»sabe  el  esponente  que  ha  sido  respetado 
»por  ellos:  à  S  E.  pide  y  suplica  que  ha- 
»ciendose  cargo  de  lo  espuesto,  se  digne 
«revocar  la  orden  ó  encargo  por  S.  E. 
»hecho  à  tres  individuos  de  dicho  barrio 
»para  formar  estado  de  lo  existente  en  el 
»Colegio,  antes  se  le  permita  a  sus  reli- 
«giosos  permanecer  en  él  para  atender  à 
»las  obligaciones  de  su  intituto.=Este  fa- 
»vor  y  gràcia  espera  del  sincero  afecto  y 
«amor  que  profesa  S.  E.  a  la  orden  de 
»las  Escuelas  Pías,  el  esponente  de  que 
«le  quedarà  eternam."<>  obligado  y  agra- 
»decido. 

»Y  pareciendome  atendible  la  reclama- 
»cion  que  hace  dicho  P.  Gen.'  por  la  uti- 
»lidad  pública  que  resulta  à  esta  Capital 
»de  la  esmerada  ensenanza  q<=  proporcio- 


»na  dicho  Colegio  a  la  juventud,  lo  trans- 
»cribo  à  V.  E.  p.=»  los  efectos  q.<=  corres- 
«ponda. 

»Dios...  Barcelona  30  de  Julio  de  1935. — 
»El  Gob.'^  Interino — Joaquín  Ayerve»  (1). 


ARTICULO  DECIMOSEPTIMO 

SAN    FELIPE    NERI    DE    PADRES 
DEL  ORATORIO 

De  los  sacerdotes  que  poblaban  esta 
casa  en  julio  de  1835  conozco  los  nombres 
siguientes,  que  seran  los  de  casi  todos, 
sinó  de  todos. 

R.  P.  Carlos  Calafell,  Prepósito. 


(i)     Archivo  municipal   de   Barcelona, 
dientes. — Sección  2.'  N."  129. 


-Ex  pe- 


Oratorio  de  San  Felipe  Neri 


DE 

oarcelona 


Plano  de  la  Casa  del  Oratorio 


668 


LIBRO    TERCliRO. — CAPITULO    DECIMO 


R.  P.  Quintin  Tort. 

R.  P.  Francisco  Amigo. 

R.  P.  Esteban  Casademunt. 

R.  P.  Pedi-o  MiAs. 

R.  P.  Agustín  Molas. 

R.  P.  José  Oliva. 

Aunque  esta  casa  ni  es  convento,  ni  sus 
pobladores  frailes  ni  religiosos  y  ni  aun 
clérigos  regulares,  sin  embargo  en  la 
noche  fatal  fué  atacada.  Se  puso  la  fajina 
en  la  puerta  _v  se  le  pego  fuego;  però  uno 
de  los  incendiarios  dijo:  «esta  no  està  en 
»la  lista»  (aquesta  no  es  pas  d  la  llista), 
y  se  fueron.  Omito  aquí  las  reflexiones  a 
que  da  lugar  el  hecho  de  llevar  los  amoti- 
nados  lista,  y  de  atenerse  a  ella.  Y  cuen- 
ta  que  la  noticia  me  la  dió  un  sacerdote 
del  mismo  Oratorio  por  tenerla  oida  de 
boca  de  los  Padres  antiguos. 

La  senora  del  entonces  muy  conocido 
medico,  3'  catedratico  de  P^ísica,  Don 
Pedró  Vieta,  que  vivia  en  la  primera  casa 
del  cabo  occidental  de  la  calle  de  San 
Severo,  corrió  y  aviso  a  José  Calvet, 
zapatero,  hermano  del  Francisco  Calvet, 
agonizante,  de  quién  poco  ha  hablé.  José 
Calvet  acudió  presuroso  a  un  alguacil 
que  vivia  en  la  calle  de  San  Felipe  Neri, 
3'  como  el  empleado  estuviera  ausente, 
su  mujer,  medio  vestida,  corrió,  5'  ambos, 
Cavet  y  la  mujer,  apartaron  de  la  puerta 
los  haces,  y  así  no  comunicaron  el  fuego 
a aquella  o  a  lo  menosardió  poco(l).  Una 
nota  del  Padre  Francisco  Amigo,  al  refe- 
rir el  hecho  y  al  hablar  de  la  mujer,  anade 
que  en  ello  expuso  esta  su  vida.  Al 
cabo  de  un  tiempo  el  alguacil  quedo 
cesante  (2). 

En  una  de  las  casas  de  la  cara  occi- 
dental de  la  callejuela  de  San  Felipe 
vivia  el  sastre  Don  Rafael  Pardàs, 
padre  del  cèlebre  organista  de  Santa 
Maria  Don  Primitivo,  la  cual  casa  tenia 
en  el  muro  trasero,  y  no  dudo  tiene  aún 


hov',  una  ventana  con  reja  que  daba  al 
jardín  de  San  Felipe.  En  aquella  noche  los 
filipenses  abrieron  o  rompieron  la  reja,  y 
por  la  ventana  pasaron  cuantos  objetos 
pudieron,  dinero,  ornamentos,  los  mejo- 
res  libros  de  su  biblioteca,  etc.  Los  col- 
chones  los  subieron  por  el  pozo  a  otras 
habitaciones;  y  al  otro  dia  los  filipenses 
hu3^eron  y  se  dispersaron  por  poco  tiem- 
po. Era  tanta  la  abundància  de  objetos 
depositados  en  casa  de  Pardàs,  que  no  se 
podia  abrir  la  puerta,  3'  a  pretexto  de  la 
jarana  estuvo  cerrada  dos  o  tres  dias, 
hasta  que  se  hubo  despejado  la  tienda, 
subiendo  los  objetos  por  el  pozo.  No  fal- 
taron  a  todo  esto  congojas  en  razón  de 
que  un  revolucionario  habitaba  en  la 
misma  calle.  Los  filipenses  siempre  mos- 
traron  su  gratitud  a  los  Pardàs  (3). 


ARTICULO  DECIMOCTAVO 

SAN  PABLO  DE  BARCELONA, 
MONASTERIO  Y  COLEGIO  BENITOS 

Dos  entidades  monàsticas  cobijaba  el 
techo  de  esta  casa,  el  monasterio  de  San 
Pablo  3'  el  Colegio-noviciado  de  la  Con- 
gregación,  como  en  mi  primera  obra 
largamente  expliqué.  La  Comunidad  del 
primero  constaba  del  Abad  3'  el  Sacristàn, 
3'  como  en  1835  la  abadia  vacaba  por 
muerte  del  Prelado  Parrella,  de  aquí  que 


(i)  Relación  de  un  Padre  del  Oratorio. — Re- 
lación  arriba  citada  de  D.  Francisco  Calvet. — 
Relación  del  vecino  D.  Primitivo  Pardàs.  Barce- 
lona 7  de  agosto  de  1881. 

(2)     Relación  citada  de  D.  Francisco  Calvet. 


estuviera  reducida  al  Sacristàn,  a  la 
sazón  Don  Fr.  Ramon  Davesa.  Don 
Fr.  Juan  de  Zafont  había  sido  elegido 
para  la  abadia,  però  por  razón  de  la 


{■!,)  Relación  citada  de  D.  Primitivo  Pardàs. 
Que  los  filipenses  se  dispersaron  por  poco  tiempo, 
consta  en  los  libros  de  la  casa. 


Un  rf.tablo  del  tkmplo  de  los  PP.  del  Oratorio  de  Barcelona.  —  1911 

(Potografia  del  autor). 


LA  NOCHE  DEL  Jí  DE  JL'LIO  DENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


669 


exclaustración  no  pasó  nunca  de  electo. 
El  Colegio  estaria  sin  duda  regido  por 
el  mismo  Prior  de  que  nos  hace  mención 
la  visita  de  1S33,  Don  Fr.  Francisco  de 
Vinals,  monje  de  San  Cugat.  Los  cate- 
dràticos  se  llamaban:  el  de  Teologia,  Don 
Fr.  Làzaro  Molar,  monje  de  Amer;  y  el 


'hi  ÀzuTiO    Mvfci 


de  Filosofia  para  los  benitos,  Don  Carlos 
Sala,  monje  también  de  Amer.  Ignoro  los 
nombres  de  los  jóvenes  estudiantes  y 
novicios,  que  parece  subian  al  número 
de  16.  Don  Juan  de  Zafont  daba  clase  de 
Filosofia  para  alumnos  seculares  duran- 
te  el  curso.  Ademas  de  los  individuos 
indicados,  todos  regulares,  vivian  en 
San  Pablo  el  organista,  el  hortelano  y  su 
familia  en  vivienda  separada,  el  coci- 
nero,  el  fregón  y  dos  criados  a  lo  menos, 
todos,  como  se  comprende,  seculares.  El 
Padre  Sacristàn  ocupaba  la  casa  aún  hoy 
en  pie:  es  la  rectoral  (1). 

También  a  los  benitos  tenían  ilusiona- 
dos  las  seguridades  dadas  por  Llauder,  y 
asi  no  veían  todo  el  peligro.  En  el  capi- 
tulo anterior  expliqué  el  cómo  y  el  por 
qué  en  la  noche  fatal  esta  casa  se  salvo 
ilesa.  Ni  las  llamas  ni  los  punales  pene- 
traren en  ella,  y  asi  sus  moradores  no 
sufrieron  mal  alguno  corporal.  Cuatro  o 
cinco  de  ellos  pasaron  aquella  noche  en 
la  vivienda  del  hortelano,  refugio  por 
cierto  algo  peligroso  para  el  caso  de  un 
ataque  al  monasterio.  Estos  y  los  demas 
huyeron,  ignoro  por  dónde,  cuAndo  y  de 
qué  modo,  constàndome  solo  que  todos 
se  salvaron.  llijos  de  familias  nobles,  o 
cuando  menos  ricas,  facilmente  hallarian 
poderosos  albergues,  los  que  no  solo  los 


(i)  Relación  del  hiio  del  hortelano,  cl  l•:ual 
hijo  nació  y  vivió  en  San  Pablo,  D.  Jacinto  Llan 
sana,  hecha  en  Barcelona  a  9  de  junio  de  1880. 


cobijaron  durante  los  primeros  peligros, 
sinó  aún  después,  ya  que  en  las  listas 
oficiales  de  los  religiosos  detenidos  en  los 
dias  siguientes  en  ios  fuertes  no  se  lee  el 
nombre  ni  de  un  benito. 

El  catedràtico  de  Filosofia  para  los 
seglares  y  Abad  electo  D.  Juan  de  Zafont 
y  de  Ferrer,  hijo  de  Besalú  y  monje  de 
San  Cugat,  contaba  a  la  sazón  46  afios  de 
edad.  Gozó  entre  los  hombres  de  Barce- 
lona, que  no  le  trataron  de  cerca,  fama 
de  sabio,  a  mi  entender  inmerecida. 
Debióse  esta  a  dos  causas:  1.",  al  atraso 
que  en  ciencias  naturales  afligia  a  la 
tierra,  y  de  las  que  Zafont  poseia  conoci- 


jiMXnlc  'lu^^^mi 


mientos,  entonces  habidos  por  sobrados, 
hoy  por  menguadísimos;  y  2.^,  a  sus 
opiniones  liberales  o  isabelinas.  Entonces 
la  Fisica  era  contada  entre  las  asignatu- 
ras  de  la  Filosofia,  y  para  su  ensefianza 
Zafont  habia  formado  un  gabinete  de 
aquella.  Este,  junto  con  el  aparato  que 
representaba  el  sistema  planetario,  cons- 
truido  bajo  la  dirección  de  Zafont,  le 
dieron  aquel  renombre.  Mi  querido  maes- 
tro  Excmo.  Senor  Don  Manuel  Duran  y 
Bas,  discípulo  estimado  de  Zafont  y  por  lo 
mismo  muy  su  amigo,  me  graduo  de  muy 
mediano  el  talento  de  éste.  En  el  mismo 
sentido  que  el  Senor  Duran  hablaban  otros 
contemporaneos.  He  leido  el  folleto  de  Za- 
font titulado Bicvc  historia  de  la  vida  de 
los Jilósof'os  griegos,  roiiianos,  espaiioles 
y  de  oíras  itaciones...  y  en  su  fondo  no  lo 
hallo  digno  de  un  maestro,  sinó  de  un 
estudiante;  y  en  su  idioma  castellano  de- 
fectuosisimo,  notandose  en  él  galicismos 
y  numerosisimos  catalanismes,  alguno 
tan  garrafal  como  este:  «se  renovase  la 
vantigua  astronomia  para  formar  una  de 
>nueva»  (pàg.  28).  Se  distinguia,  sin 
embargo,  por  su  aplicación  en  el  estudio 
y  su  paciència  en  la  enseflanza. 
Un  empleado  de  San  Pablo  me  reíirió 


b70 


MBRO    TERCERO.  —  CAPITL'LO    DECIMt 


LÀPIDA  DEL  CLAUSTRO  DE  SAN  PABLO  DE  BARCELONA 


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Mi;M«liíiilffl:iWllilUÍ;iiilïBI) 


ilPíllIiilJlil) 


ExPLANACióN.—  i  VI  (sexto)  \  NNS  (nonas)  \  MADII  i  ANO  (anno)  \  DNI 

0  o  o 

(Domini)  \  M  (Millesimo)  \  CCC  (trecentesimo)  \  VII  (sepiimo)  \ 
■  OBIIT  :  G  (Gcraldus)  \  DE  ;  PULCRO  ;  LOCO  i  QUI  ;  ANIVER- 
SARI U  (anuiver sarium)  \ 

HIC  •:  constituït  ;  ET  i  EST  ;  CUM  i  SUÍS  i  PARENTIBUS  !  HIC  i 
SEPULTUS  ;  i  ET  \  FUE 

RUNT  ;  HIC  ;  TRNSLATATA  (trauslatata)  \  CORPORA  i  SPECTABI- 
LIUM  i  GIBBERTI  i  GUITARDI  ; 

ET  ;  UXORIS  ;  EIUS  ;  ROTLENDIS  ;  qui  \  hoc  ;  CENOBÍÜ  (coeno- 
bium)  •:  FUNDA VERUNT  :  ET  ;  ROMA 

NE  i  ECCLIE  (Ecclesiae)  ;  OBTULERUNT  I  III  (tercio)  :  KLS  (kalendas) 

o  o 

i    MAY   (majii)    i   ANO   (anno)    \  M   (millesimo)    i   C   (centesimo) 
;  XVII  (décimo  septimo)  i 

TRADUCcióN.— £■/  dia  sexto  de  las  nonas  de  Afayo  del  ano  del  Sefior  1307 
murió  Geraldo  de  Belllloch,  qtiien  constitnyó  aquí  un  aniversario;  y 
està  aqui  sepultada  con  sus  padres.  Y  fneron  aquí  trasladados  los 
cnerpos  de  los  respetabilísinios  Guiberto,  Gnitardo  y  Rotleudis  esposa 
de  cste,  quienes  fundaron  este  cenobio  y  lo  ofrecieron  a  la  Iglesia 
Romana  cl  dia  tercero  de  las  Kalendas  de  Mayo  del  aiio  de  1117 . 


Escala  de  1  por  5. 
Actualmente  esta  làpida  està  en  la  capilla  del  Castillo  de  Belllloch  cerca  de  Cardedeu. 


LA    NOCIIE    DEL    2Í    DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


671 


que  después  de  la  exclaustración  el  minis- 
tro  liberal,  Don  Joaquín  Maria  López,  le 
mandóunnombramiento,  mejor  presenta- 
ción,  de  obispo  a  su  favor,  dejado  en  blan- 
co  el  lugar  o  diòcesis  para  que  el  mismo 
Zafónt  lo  Ilenara  a  su  gusto;  y  que  Zafónt 
se  negfó  a  aceptar  el  obispado,  diciendo 
que  tenia  bastante  con  su  abadia  (1).  «En 
»1837  desempefló  Zafónt  la  càtedra  de 
«Filosofia  moral  \-  fundamental  de  Reli- 
»gión  en  los  Estudiós  generales  de  Barce- 
>/iona,  y  en  el  ano  siguiente  f ué  nombrado 
»catedràtico  de  Lògica  de  su  universidad 
»literaria,  establecida  defïnitivamente  en 
»1S36»  (2).  Escribió  varies  opúsculos, 
publicades  algunos,  inéditos  otros.  «En 
»los  sucesos  políticos  desarrollados  en 
«Barcelona  en  1842  y  1843  tomo  parte 
»activa,  y  fué  vocal  de  la  Junta  Suprema, 
»y  después  su  Presidenta»  (3).  Sedice  que 
con  su  autoridad  y  mediación  evito  a 
Barcelona  un  bombardeo.  Murió  en  22  de 
febrero  de  1847. 

Amante  sincero  de  toda  la  verdad,  me 
veo  obligado  a  reproducir  aquí  una  terri- 
ble acusación  que  se  ha  lanzado  contra 
Zafónt.  El  francmasón  Don  Nicolàs  Díaz 
y  Pérez,  en  su  libro  escrito  en  defensa  de 
su  funesta  secta,  escribe:  «Los  nuevos 
vEstatutos,  como  hace  notar  Clavel,  se 
»separan  en  mucho  de  los  generales  por- 
«que  se  regían  los  demàs  Orientes  extran- 
»jeros,  todos  ellos  en  armonía  con  las 
s>construcciones  llamadas  de  Federico  el 
»Grande,  dadas  en  1786.  No  hemos  de 
»omitir  aquí  las  noticias  personalesde  los 
»que  redactaron  los  Estatutos  para  el 
»Gr.'.  Or.-.  Espaflol.  Fué  uno  de  ellos  el 
»sabio  teólogo  Fr.  Fèlix  Torres  de  Amat, 
«traductor  directo  del  hebreo  al  castella- 
>>no,  de  la  Bíblia,  y  algun  tiempo  después, 
»obispo  de  Astorga,  en  cuyo  puesto  falle- 
»ció,  afirmando  en  su  última  hora  su  fe 
»masónica  }'  su  odio  a  la  tirania;  y  fué  el 


(i)     Relaciòn  del  hijo  del  horlelano  citada. 

(2)  D.  Antonio  Elías  de  A\olins.  Diccionario 
Hogrdfico  bihliogrifico  de  cscritoies  y  artistas 
catalanes...  Barcelona,  j88  ,  tomo  11,   pap.   787. 

(■?)     D.  Antonio  Elias.  Lugar  citado. 


»otro  D.  Fr.  Juan  de  Safón  y  de  Ferrer, 
»catedràtico  de  Filosofia  en  la  Universi- 
»dad  de  Barcelona  y  abad  del  convento 
»de  los  Benedictinos  de  San  Pablo  en 
»dicha  Ciudad.  Esteher.'.  que  había  toma- 
»do  el  nombre  Dolabella,  en  memòria  del 
»3'erno  de  Cicerón,  Paulo  Cornelio  Dola- 
>'bella,  era  el  alma  de  la  francmasonería 
»en  toda  Catalufia»  (4).  Y  en  otra  pàgina 
escribe  el  mismo  autor  que  Zafónt  en  la 
masoneria  tuvo  el  grado  33,  y  que  «por 
»los  anos  de  1812  hasta  su  muerte  presto 
«grandes  ser  viciós  à  la  Or..»  (5).  Algunas 
razones  pugnan  contra  la  verdad  de  estàs 
aseveraciones  de  Díaz  adversas  a  Zafónt. 
1."  Díaz  escribe  su  libro  en  defensa  de  su 
secta,  y  por  lo  mismo  le  interesa  presen- 
tar como  suyos  los  hombres  de  prestigio; 
y  en  casos  semejantes  hemos  visto  a  otros 
masones  presentar  como  afiliados  a  la 
masoneria  a  jurados  enemigos  de  ella. 
2.''  Afirma  del  abad  electo  que  era  el  alma 
de  la  masoneria  de  todo  Cataluna,  cuando 
la  medianía  del  talento  de  Zafónt,  y  quizà 
su  menos  que  medianía,  le  incapacitaba 
para  alma,  para  cuerpo  y  aun  para  naii- 
ces  de  una  sociedad  tan  traviesa  3'  mafio- 
sa. Sin  embargo,  no  debò  ocultar  que  el 
sentir  de  Zafónt  favorable  a  las  nuevas 
ideas,  bien  que  moderado,  no  progresista, 
y  el  prestigio  que  gozó  ante  los  suyos, 
dejan  en  pie  una  funesta  sospecha  contra 
dicho  Abad. 

Durante  la  noche  fatal  del  25  de  julio, 
cuando  los  mozos  del  hortelano  dormían 
ya  en  sus  aposentos,  el  hortelano  enterro 
en  el  suelo  del  gallinero  cantidades  de 
algunos  monjes;  las  que  emperò  al  si- 
guiente dia  se  apresuró  a  llevar  a  sus 
respectivos  duenos  (6). 

El  muy  conocido  archivero  Don  Pros- 
pero de  Bofarull  recogió  el  archivo  de 
San  Pablo  anos  adelante,  y  lo  colocó  en 
el  de  su  dirección  de  la  Corona  de  Ara- 


(4)  La  francmasonería    espaiiola .     Madrid. 

1894,  pàgs.  413  y  414. 

(s)  Pàg.  275. 

(6)  Reiación  citada  del  hijo  de  dicho  hortelano. 


672 


LIBRO    lERCERO. CAPITULO     DíiCIMC 


gón  (1),  donde  con  gran  calma  he  podido 
estudiar  el  de  la  Dirección  y  gobierno  de 
toda  la  Congregación  benita  cesaraugus- 
tana  y  tarraconense,  que  se  guardaba 
antes  del  1835  en  San  Pablo. 

Durante  la  guerra  de  los  siete  anos  las 
habitaciones  de  San  Pablo  albergaron 
familias  liberales  fugitivas  de  las  tierras 
dominadas  por  los  carlistas  (2). 

Me  consta  que  en  1842  estaban  estableci- 
das  en  este  monasterio  escuelas,  de  ninos 
unas  y  de  ninas  otras  (3). 

Finalmente  todos  después  hemos  visto 
el  monasterio  de  San  Pablo  convertido 
en  cuartel,  y  sus  preciosos  claustros 
blanqueados  por  la  tropa. 

De  ellos  pasaron  después  del  incendio 
a  la  Acadèmia  de  Bellas  Artés  los  dos 
Sarcófagos  de  los  senores  de  Belloch, 
unos  de  ellos  fundadores  o  restauradores 
del  monasterio,  y  una  làpida;  preciosas 
joyas  que,  reclamadas  por  el  senor  Conde 
de  dicho  titulo,  se  guardan  hoy  en 
la  capilla  del  castillo  del  nombra- 
do  senor  en  el  termino  de  Carde- 
deu (4). 

El  templo  ya  en  1835  fué  decla- 
rado  parròquia,  y  la  contigua  casa  del 
monje  sacristàn,  casa  rectoral,  a  las  que 
al  paso  del  siglo  xix  al  xx  se  ha  unido  el 
precioso  claustro.  En  la  sacristía  se  con- 
servaron  varios  lienzos  antiguos. 


ARTICULO  DÉCIMONOYENO 
COLEGIOS  REGULARES   DE   BARCELONA 

A)     CoLEGio  DE  San  Angelo 

DE    C.^RiMELITAS   CALZADOS 

He  aquí  los  nombres  de  los  religiosos 
de  esta  casa: 
R.  P.  José  Gatell,  Rector  del  colegio. 


^ .  fo/e^ÀiAí  fcí^í 


R.  P.  Narciso  Pagès,  Regente  de  estu- 
diós. 

R.  P.  Eduardo  Comas  de  Munt  y  Pra- 
dell, de  Gerona,  el  cual,  a  los  19  anos  de 
su  edad,  en  Barcelona  profesó  en  10  de 
noviembre  de  1807.  Aquí  ahora  Lector  de 
Teologia. 


nc  Ca^tctzocc/e) 


Oc/yy^cxjT  eCL• 


cM<^t 


(i)  D.  Manuel  Milà  y  Fontanals.  Xoticia  de 
la  vida  y  escritos  de  D.  Prospero  de  Bofarull  y 
Mascaró.  Barcelona,  i86o,  pàg.  27. 

(2)  Relación  de  un  habitante  de  la  calle  de 
San  Pablo. 

(-5)  Tengo  el  oficio  del  Ayuntanniento  nom- 
brando  a  mi  padre  vocal  de  la  Junta  auxiliar  de 
instrucción  primària  y  en  el  que  se  nombran 
dichas  escuelas  de  San  Pablo. 

(-1)  .Mlí  las  he  visto  y  fotografiado. — Historia 
de  las  Capillas  de  los  Santos  Pedró  y  Pablo... 
por  D.  Joaquin  de  Mercader.  Barcelona,  iSjó, 
pàgs.  i_i  y  i^. 


R.  P.  Presentado  Isidro  Fornés,  Lector. 

R.  P.  Presentado  José  Masoliver  3-  Pas- 
tora, de  Camprodon,  quien.a  los  19  anos, 
en  Barcelona  profesó  en  3  de  diciembre 
de  1815;  Lector  de  Filosofia. 

R.  P.  José  Franch  y  Noguera,  de  Vich, 
el  cual,  a  los  18  aiïos,  en  Barcelona  pro- 
fesó en  20  de  octubre  de  1829. 

COLEGIALES 

Fr.  Francisco  Solà  y  Vilàs,  Subdiàco- 
no,  de  San  Quírico  de  Besora,  el  que  a 
los  18  anos  de  edad  profesó  en  Barcelona 
a  24  de  septiembre  de  1832. 

Fr.  Martín  Barcóns,  de  Olot. 

Fr.  Juan  Ostench. 

Fr.  Bartolomé  Bassas. 

Fr.  Juan  Salamolés. 

Fr.  Jaime  Cabestany  y  Bellart,  quien 
a  los  12  de  enero  de  1829  profesó  en  Bar- 
celona. 

Fr.  José  Ortega  y  Espinós,  de  Valls, 


LA    NOCIIE    DEL    2^    VE    JÜLIO    DENTRO    DE    LOS    CLALSTROS 


673 


quien  a  los  16  anos  profesó  en  Barcelona 
en  13  de  octubre  de  1831. 

Fr.  Joaquín  Lluch  y  Garriga,  de  Bar- 
celona, quien,  a  los  16  anos,  en  Barcelona 
profesó  en  27  de  febrero  de  1832. 


^  JOOLcAí-. 


Fr,  Francisco  Pedró  Recasens  y  Martí, 
de  Valls,  quien  a  los  16  anos  profesó  en 
Barcelona  a  los  27  de  febrero  de  1832. 


'ra/rci^íií^ 


^ru^     y^ 


Fr.  Juan  Gatius  y  Badosa,  de  Vich, 
quien  a  los  18  anos  profesó  en  Barcelona 
en  24  de  septiembre  de  1832. 

Fr.  Juan  Miguel  y  Janer,  de  Valls, 
quien  a  los  17  anos  profesó  en  Barcelona 
en  24  de  septiembre  de  1S32. 

Fr.  José  Guardia  y  Soler,  de  Prats  de 
Llusanés,  quien  a  los  18  anos  profesó  en 
Barcelona  en  24  de  septiembre  de  1832. 

Fr.  Francisco  Casabosch  y  Montoriol, 
de  Olot,  quien  a  los  16  anos  en  Barcelona 
profesó  en  24  de  septiembre  de  1832- 

Fr.  Joaquín  Clanxet  y  San  Miguel,  de 
Cambrils,  quien  a  los  17  anos  profesó  en 
Barcelona  a  los  24  de  Septiembre  de  1832. 

Fr.  José  Parareda  y  Ausió,  de  Olot, 
quien,  a  los  16  afíos,  en  Barcelona  a  28  de 
enero  de  1833  profesó.  > 

Fr.  Francisco  Muntal  y  Pujol,  de  Santa 
Margarita  de  Vellors,  quien  a  los  18  afíos 
profesó  en  Barcelona  en  19  de  agosto 
de  1830. 

Fr.  Joaquín  Pagès. 

Fr.  Bernardo  Clavería. 

Fr.  Francisco  Travería. 

LEGOS 

Fr.  José  Vila  y  Farga,  de  Vilanova  de 
Sau,  quien  a  los  24  aftos  profesó  en  Bar- 
celona en  24  de  mayo  de  1806. 


Fr.  Lorenzo  Serret,  quien  en  20  de 
enero  de  1827  profesó  en  Lérida  (1). 

Todos  los  religiosos  de  esta  casa  que 
conocí  me  colocaron  entre  sus  lectores 
de  teologia  al  Padre  Juan  Ferrer;  però 
como  el  25  de  julio  lo  encontramos  en  el 
convento  grande  y,  al  huir  de  él,  recibien- 
do  innumerables  heridas,  le  omitoenesta 
lista.  Quiza  en  aquelles  nefastos  días 
había  accidentalmente  pasado  al  con- 
vento. 

El  religioso,  colegial  de  esta  casa, 
hombre  de  talento,  y  después  muy  cono- 
cido  y  sesudo  pàrroco  de  la  parròquia  del 
Puerto  de  Tarragona,  Padre  Francisco 
Recasens,  al  referirme  los  he- 
chos  de  este  colegio,  me  dió 
noticias  que  no  son  para  omiti- 
das,  las  que  por  lo  mismo  las 
copio  a  seguida:  «Tres  o  cuatro 
»días  antes  de  la  catàstrofe  acompané, 
»me  dijo,  el  Padre  Maestro  Eduardo  Co- 
»mas  a  visitar  a  un  hermano  suyo  militar. 
»E1  Padre  Comas  pregunto  al  militar  por 
»el  peligro  que  pudiesen  córrer  los  reli- 
»giosos,  a  lo  que  contesto  el  militar:  esto 
^estd  iiiiíy  próximo:  tendra  lligar  ó  el 
y>día  de  Santa  Cristina  ó  el  de  San  Jaime. 
»Los  planes  de  los  revolucionarios  eran 
»dos.  Uno  era  sorprender  a  los  religiosos 
»en  sus  camas  y  asesinarlos,  entrando 
»los  conjurados  en  los  conventos  por  la 
»iglesia  en  el  momento  de  abrirla  por  la 
»mananita;  el  otro  fué  el  que  se  realizó». 
Hasta  aquí  Recasens  (2). 

En  esta  casa,  como  en  las  otras,  los 
Jóvenes  veían  el  peligro  mucho  mas  que 
los  ancianos.  Para  lo  primero,  es  decir, 
para  presentir  la  desgracia,  no  faltaban 
datos,  pues  ademús  de  los  generales  y  de 
todos  conocidos,    los   jóvenes    de    aquí 


(i)  Lista  citada  de  los  pasaportes  ilbrada  por 
la  autoridad  a  los  religiosos  al  saiir  de  los 
fuertes.  —  Relación  del  fraile  de  esta  casa  don 
Francisco  Solà  en  Barcelona  a  j  de  julio  de  1880. 
—  Lihro  de  los  hàbitos  y  profesiones.  citado.  deia 
Biblioteca  universitària  provincial. 

(.2)  .Me  lo  dijo  en  Tarragona  a  9  de  agosto  de 
1880,  y  me  lo  ratifico  en  ji  del  mismo  mes  y  ano. 

43 


674 


LIURO    TEUCERO. — CAPITULO    liliCI.MO 


oyeron  noticias  harto  alarmantes.  Un 
grupo  de  estos,  uno  o  dos  días  antes  del 
aciago,  3•endo  de  paseo,  cruzaba  la  puerta 
de  San  Antonio,  cuando  entro  una  dili- 
gència. De  ella  se  apeó  un  franciscano 
de  Reus,  quien,  cruzando  conversación 
con  los  carmelitas,  les  conto  la  catàstrofe 
de  aquella  villa.  Los  parientes  o  familia 
del  colegial,  después  Obispo  de  varias 
diòcesis  y  Arzobispo  de  Sevilla,  Don 
Joaquín  Lluch,  por  temor  a  lo  que  se 
preveia  Uevaron  consigo  al  colegial.  El 
dia  25  de  Julio  otro  colegial,  Francisco 
Solà,  acompanó  al  Padre  Lector  Comas, 
hombre  de  talento  y  saber,  a  visitar  nue- 
vamente  al  hermano  militar;  al  salir,  de 
cuya  visita  dijo  Comas  a  Solà:  «Ha  Uegado 
»ya  la  ocasión  de  preparar  el  vestido  de 
»seglar»  (1). 

El  Padre  Recasens  sigue  refiriendo  los 
hechos:  «El  pueblo  en  general  nada  sabia 
>^del  atentado  que  se  proyectaba,  de  modo 
»que  pocos  minutos  antes  de  él  la  Ram- 
»bla  estaba  llena.de  gente.  El  Rector  del 
>;Colegio,  Padre  Maestro  Gatell,  la  atra- 
»vesó  aquella  hora  sin  que  nadie  le  dijera 
»una  palabra.  Llego  al  colegio  a  las  ocho 
»menos  cuarto.  Rezàronselas  letanias  de 
»los  Santos  en  siiplica  de  que  Dios  apar- 
»tase  la  tempestad  que  amenazaba  à 
«Espafia,  y  acabadas,  se  cenó.  Al  reci- 
»tar  las  gracias,  a  eso  de  las  ocho  y 
»media,  ó  nueve  menos  cuarto,  oyóse  la 
»campana  del  fronterizo  convento  capu- 
»chino  pidiendo  auxilio.  El  Padre  Lector 
»Comas  subió  à  la  ventana  que  daba  a  la 
»Rambla,  y  halló  à  esta  en  aquel  momen 
»to  en  paz;  sin  embargo  el  superior  dis- 
»puso  una  centinela  continua,  y  faculto  à 
»los  jóvenes  para  reunirse  en  grupos  en 
»algunas  celdas. 

»A1  cabo  de  un  rato  desde  una  de  estàs 
»celdas,  que  daban  à  la  parte  trasera, 
»oyéronse  exclamaciones  de  «iAy...  ay!» 
»proferidas  sin  duda  por  algun  buen  ve- 
»cino.  Asoméme  à  la   ventana,  3'  vi  la 


(i)  Todas  las  anteriores  noticias  procedcn  de 
boca  del  mismo  P.  Francisco  Solà,  dadas  en  Bar- 
celona a  2  de  julio  de  1880. 


«terrible  llama  que  se  levantaba  del 
>^templo  de  San  José,  la  que  se  elevaba  à 
»doble  altura  de  los  edificios.  Entonces  el 
«superior  reunió  la  Comunidad,  repartió 
»dinero  à  los  frailes  en  cantidad  de  dieci- 
»ocho  duros  à  cada  uno,  y  les  dijo  que 
>;cada  cual  obrase  como  oreyese  màs 
«conveniente»  (2). 

A  todo  esto  los  frailes  carecian  de  dis- 
f  races,  de  modo  que  no  tenían  màs  recur- 
so  que  quitarse  los  hàbitos  para  quedarse 
con  una  chaqueta  sin  cuello,  y  sobre  todo 
con  la  rasura  grande  y  de  reciente  reno- 
vación.  Dispersàronse.  En  mi  libro  Las 
Casas  de  religiosos  he  ya  descrito  la 
situación  de  este  convento.  Existe  aún 
integro  en  su  edificio,  però  cambiado  en 
sus  contornos.  Tiene  en  la  Rambla  de 
Capuchinos  el  número  24,  y  lo  ocupa  la 
Guardia  civil.  Entonces  no  existia  la 
calle  de  la  Unión.  A  espaldas  del  edificio 
habia  el  huertecito,  el  cual  por  su  lado 
N.  se  unia  con  el  del  colegio  de  San  Bue- 
naventura  de  franciscos,  y  éste  también 
por  su  N.  con  el  de  Trinitarios.  Por  O. 
de  todos  corria  un  callejoncito  o  pasa- 
dizo.  Las  primeras  casas  de  la  calle  del 
Conde  del  Asalto  de  aquel  lado  eran  del 
colegio.  Dispersàronse,  pues,  los  frailes, 
repartiéndose  principalmente  en  dos  gru- 
pos. Salió  el  primero  a  eso  de  las  once  y 
media,  dirigióse  con  gran  silencio  al 
fondo  de  su  huerto,  y  allí,  deliberando 
sobre  adonde  se  encaminaria,  algunos 
de  los  frailes  cruzaron  la  tapia  que  les 
separaba  de  los  jardincitos  de  las  casas 
de  la  calle  del  Conde  del  Asalto;  y  los  de- 
màs,  «espantados  por  la  revolución  que 
ardia  en  el  próximo  convento  de  San 
Agustín,  no  pudiendo  huir  por  allà,  regre- 
saron  a  su  colegio.  De  los  primeros, 
Fr.  Recasens,  el  Superior  y  Fr.  Guardia 
fueron  admitidos  y  muy  bien  tratados  por 
los  habitantes  de  aquella  casa.  Al  otro 
dia,  dia  de  Santa  Ana,  se  presentaren  los 
tres  a  la  policia  en  el  edificio  del  contiguo 
colegio  de  San  Buenaventura,  a  la  sazón 


(2)     Citada    relaciún.  —  Relación    citada    del 
P.  Francisco  Solà. 


i 


LA  NOCHE  DEL  2Í  DE  JLLIO  DENTRO  DE  LOS  CLALSTROS 


675 


convertido  en  oficinas  del  ramo.  Halla- 
ron  a  los  polizontes  espantades,  porque 
la  revolución  se  dirigia  también  en  con- 
tra de  ellos,  de  modo  que  estos  dijeron  a 
los  frailes:  «Anteayer  para  V\'.;  ahora 
»para  nosotros».  A  media  noche  del  27  al 
28  los  tres  frailes  fueron  conducidos  a 
Atarazanas  (1). 

El  segundo  grupo  salió  a  las  12,  y  quiso 
refugiarse  en  la  casa  de  un  conocido  de 
uno  de  los  frailes,  Fr.  José  Ortega,  sita 
en  la  calle  de  San  Pablo.  Salió  a  la  calle- 
juela  trasera,  però  al  ir  a  desembocar  en 
la  de  San  Pablo,  toparon  con  el  tumulto 
de  los  que  atacaban  a  San  Agustín,  y  así 
retrocedieron,  no  sabiendo  donde  abri- 
garse.  Finalmente  llamaron  al  huerto  de 
San  Buenaventura.  Abrióleselhortelano, 
habló  al  jefe  de  la  policia,  entraron  los 
religiosos  y  fueron  colocados  en  una 
celda.  Cuanto  desdeallíveían  aumentaba 
su  espanto.  Veían  los  resplandores  del 
incendio  de  San  José;  las  potentes  }•  gran- 
des  llamas  que  brotaban  de  las  ventanas 
del  de  Trinitarios  descalzos;  la  huerta  de 
estos  registrada  e  invadida  por  las  tur- 
bas,  el  tumulto  y  larevolución.  Oían,  por 
otra  parte  de  boca  de  los  polizontes 
conceptos  no  muy  consoladores.  «Nos 
»comprometéis,  decian;  en  esta  casa  hay 
«dinero  y  papeles,  es  frecuentada  de  mu- 
»chos,  y  pueden  veros:  nos  comprome- 
»téis.  Ved  que  los  revoltosos  pueden 
»venir»(2).Los  pobres  frailes  contestaban 
pidiendo  que  no  les  despidiesen  de  allí. 
Tal  estaba  su  animo,  que  allí  se  contesa- 
ron  para  morir.  A  las  cuatro  de  la  ma- 
drugada  los  polizontes  condujeron  los 
frailes  a  Atarazanas.  De  consiguiente 
este  segundo  grupo  de  Carmelitas  llego 
a  Atarazanas  dos  días  antes  que  los  rela- 
tados  Padre  Superior,  Fr.  Recasens  y 
Fr.  Guardia.  Por  esto  los  del  segundo, 
con  los  demàs  frailes  a  la  sazón  hallados 
en  Atarazanas,  subieron  el  2(i  a  Monjuich; 
mientras  que  los  dichos  Superior,  Reca- 
sens y  Guardia,  junto  con  algunos  reza- 

(i)     Retación  citada  del  P.  Francisco  Recasens. 
(2)     Relación  citada  del  P.  Francisco  Solà. 


gados,  el  dia  28  fueron  conducidos  a  la 
Ciudadela,  pasando  por  la  muralla  del 
mar  (3). 

Dije  arriba  que,  del  primer  grupo,  el 
Superior,  Fr.  Recasens  y  Fr.  Guardia 
pasaron  a  una  de  las  casas  de  los  prime- 
ros  números  de  la  calle  del  Conde  del 
Asalto,  y  que  el  resto  del  grupo  regresó 
al  colegio.  Efectivamente,  allí  pasó  la 
noche;  por  la  mananita  se  celebro  una 
iMisa,  se  sumieron  las  Formas,  y  trasla- 
dado  después  el  grupo  a  Atarazanas,  el 
mismo  dia  26  subió  con  los  demàs  a 
Alontjuich  (4). 

El  colegial  Fr.  Francisco  Travería  no 
quiso  ir  a  la  Policia,  3^  por  la  calle  se 
dirigió  y  llego  a  una  casa  amiga,  donde 
se  salvo  (5).  El  otro  colegial,  Fr.  Francis- 
co Muntal,  huyó  cruzando  terrados,  y 
parando  en  íin  en  la  habitación  de  unos 
buenos  hombres,  escribiente  uno  de  la 
Capitania  General  y  el  otro  mozo  de  cafè, 
quienes  le  hospedaron  durante  tres  sema- 
nas  en  su  casa,  consolàndole  y  alimen- 
tàndole.  Llàmase  el  mozo  Feliciano 
Espuys  (6). 

El  edificio,  como  se  desprende  de  lo 
narrado,  pasó  olvidado  de  los  amotina- 
dos,  y  por  lo  mismo  incòlume. 

Bj    Colegio  de  San  Buenavextura 

DE   RELIGIOSOS   FRANXISCAXOS 

En  1835  no  existían  de  este  colegio  en 
Barcelona  màs  que  las  paredes,  no  la 
Comunidad,  así  es  que  no  pudo  sufrir 
entonces  persecución.  «En  octubre  de 
»1834con  pretexto  del  còlera  el  Gober- 
>;nador  Ayerve  nos  arrojó  del  colegic, 
»me  escribió  uno  de  sus  colegiales,  y  lo 
íconvirtió  en  Policia»  (7).  Había,  pues,  a 


(3)     Relación  citada  del  P.  Francisco  Recasens. 
{^)     Relación  citada  del  P.  Francisco  Solà. 

(5)  Relación  del  mismo  P.  Francisco  Travería 
en  Vich  a  20  de  lebrero  de  1S82. 

(6)  Relación  del  mismo  P.   Francisco  Afuntai 
en  Vich  a  21  de  febrero  de  1S82. 

(7)  Carta  del   P.  Rafael   Sans  desde  La  Paz 
en  .Vmérica  a  27  de  mayo  de  1880. 


676 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


la  sazón  allí  las  oficinas  de  este  ramo, 

como  harto  lo  he  significado  en  el  articu- 
lo anterior  al  presente. 
Mas  sigamos  aquí  por  un  momento  la 

suerte  que  con  motivo  de  la  expulsión 

de  1834  cupó  a  la  Comunidad  de  colegia- 

les.  «En  dos  dias  precisos,  que  se  nos  dió 

»de  tiempo,  escribe  el  mismo  colegial  de 

«arriba,  tuvimos  que 

»trasladar   à   carreta- 

»das  los  libros  de  nues- 

»tra  selecta  biblioteca , 

»los  muebles  de  la  igle- 

»sia,   de  las  clases, 

»celdas,  y  demàs  ofici- 

»nas   al  convento   de 

»nuestras   monjas   de 

»Jerusalén.   De  aquel 

»colegio,  que  es  ahora 

»la  fonda  de  Oriente, 

»nos  refugiamos  al 

«convento  nuestro  de 

»San  Francisco.  Como 

»en  sus  espaciosos 

»dormitorios  se  colo- 

»caron    los   enfermos 

»del  còlera,  fuimos 

«luego  trasladados  al 
«Colegio  de  Santo  To- 

»màs  de  Vich  los  teó- 
»logos;  los  canonistas 
»fueron  destinades  à 
«Villafranca... 

»En  Santo  Tomàs 
«de  Vich  antes  del  ano 
«nos  vimos  sorprendi- 
«dos  por  un  batallón 
»de  infanteria,  y  un  escuadrón  de  caba- 
«Uería  à  mediados  de  julio  de  1835,  a  las 
«ordenes  de  un  N.  Balmaseda,  quien  nos 
«intimo  un  arresto  riguroso,  y  que  el 
«dia  siguiente  debíamos  salir  de  dos  en 
«dos  para  Barcelona,  a  pie,  escoltados 
«por  mozos  armados  con  orden  de  dis- 
«parar  al  que  intentase  desviarse.  Así  se 
«cumplió  con  los  màs  tristes  presenti- 
«mientos,  sin  podernos  llevar  màs  que 
«nuestro  breviario.  Nuestros  libros,  ro- 
»pas,  etc,  quedaren  allí  no  sécómo.  Solo 
»al  P.  Guardian  José  Llosellas  se  le  per- 


Sello   del   provincialato 

FRANCISCANO    DE    CaTALUS'A 


»mitió  quedarse  à  recoger  los  muebles  de 
«la  iglesia  y  sacristia,  los  libros  de  la 
«biblioteca,  y  algunas  cosas  màs,  que 
«procuro  acomodar  en  las  casas  de  algu- 
«nos  amigos,  mientras  nosotros  conduci- 
«dos  como  criminales  íbamos  marchando 
>  tristemente;  pues  ademàs  del  cansan- 
«cio  y  los  ardores  del  sol  de  julio,  pre- 
«sentíamos  que  se  nos 
'llevaba  al  matadero. 
«Este  recelo  se  nos 
«aumentó  al  llegar  à 

>  Granollers,  por  que 
«habiéndonos  permiti- 

>  do  pernoctar  algunos 
«en  el  convento  de 
'  Padres  Mínimos,  que 
«nos  trataron  con 
«gran  caridad,  nos  in- 
«dicaron  los  planes  de 
«exterminio  fragua- 
«dos  por  las  logias, 
«que  ya  no  eran  un 
«misterio. 

«Has ta  Granollers 
«la  gente  nos  compa- 
xdecía;  però  de  allí 
«adelante  nos  insulta- 
«ban.  Así  es  que  temi- 
»mos  un  desastre  al 
«acercarnos  à  la  ciu- 
«dad:  para  evitarlo  su- 
«plicamos  à  los  con- 
«ductores  nos  entra- 
«sen  al  anochecer  se- 
«paradamente  y  por 
«diferentes  puertas. 
«Al  atravesar  las  largas  calles  de  la 
«puerta  del  Àngel  y  de  la  Puerta  Nueva 
«hasta  San  Francisco,  íbamos  con  el  alma 
«en  los  labios,  que  se  nos  volvió  al  cora- 
«zón  cuando  nos  vimos  dentro  de  la  por- 
«tería.  Mas  aquella  veneranda  comunidad 
«quedo  altamente  sorprendida  de  nuestra 
«inesperada  llegada  cual  malhechores, 
«siendo  todo  y  único  delito  nuestro  el  ser 
«frailes.  El  P.  Provincial  Fr.  Buenaven- 
>  tura  Clariana  fué  el  dia  siguiente  à  verse 
«con  Llauder,  quien  le  aseguró  que  nues- 
«tra  repentina  traida  de  Santo  Tomàs 


LA  NOCHE  DEL  2Í  DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLAL'STROS 


677 


»solo  era  una  medida  precaucional  para 
«evitar  que  nuestra  indiscrecion  aumen- 
»tase  las  partidas  carlistas  que  alborota- 
»ban  la  plana  de  Vich;  que  podia  desti- 
»narnos  à  otro  convento  de  la  provincià, 
»y  que  descansase  tranquilo;  pues  le  ase- 
»guraba  bajo  su  palabra,  que,  à  pesar  de 
»ias  iniquas  maquinaciones  de  los  tras- 
»tornadores,  él  sostendria  el  orden  a  todo 
»trance.  Però  estàs  seguridades  no  las 
«tenia  él,  ni  el  Provincial  las  creyó;  pues 
xeste  se  retiro  à  Pedralbes,  y  él  a  Horta, 


J'•L•tí  d^' 


R.  P.  José  Arrufat,  Lector  de  Filosofia. 

COLEGIALES 

R.  Fr.  Pedró  Palau,  cursante  de  Teo- 
logia. 

R.  Fr.  Francisco  Henrich,  cursante  de 
Teologia. 

R.  Fr.  Vicente  Viflolas,    cursante  de 
Teologia. 
R.  Fr.  N.  Feliu,  cursante  de  Filosofia. 
R.  Fr.  N.  Coll,  cursante  de  Filosofia. 
R.  Fr.  Francisco  Fontana,  cursante  de 
Filosofia. 

R.  F.  Ramon  Bernadet,   cursante    de 
Filosofia- 

R.  Fr.  Pablo  Carbó,   cursante  de  Filo- 
sofia. 

Ademàs    habia    un    lego    de    nombre 
Fr.   Juan,   y  un    criado    secular   apelli- 
«dejando   orden    que    se    nos    condujera      dado  Matas  (2). 

«custodiados  à  Villafranca,  en  diligència  Ya  en  mi  primera  obra  sobre  los  Con- 
«cerrada.  Esta  traslación  nos  libró  de  la  ;  ventós  catalanes  expliqué  que  la  orden 
«catàstrofe:  si  bien  nosotros  al  divisar  por  I  dominica,  viendo  el  mezquino  edificio  de 
»las  celosías  del  coche  el  camino  atestado  {  su  colegio  de  la  calle  de  San  Pablo,  tra- 
«de  miqueletes,  temiamos  reconocer  en  taba  en  1835  de  la  construcción  de  otro 
«ellos  por  sus  fachas  patibularias  à  los  mejor  en  distinto  lugar.  A  este  fin  la 
«asesinos  del  Ven.  é  Ilmo.  Sor.  Strauch  y  casa  procuraba  ahorrar,  y  para  lograrlo 
«su  companero  en  el  bosque  del  Lladó-  ;  en  verano  despedía  para  sus  casas  A  los 

colegiales  que  desearen  pasar  en  ellas 
las  vacaciones.  Por  esta  circunstancia 
el  dia  aciago  solo  halló  alli  al  Padre 
Rector,  al  Padre  Regente  de  Estudiós,  al 
lector  Arrufat,  al  colegial  Palau,  al  lego 
Fr.  Juan,  y  al  criado  (3).  Mas  el  Superior, 
si  no  tenia  súbditos,  en  cambio  guardaba 
una  cantidad,  que  los  religiosos  sobrevi- 
vientes  creen  era  la  destinada  a  la  reedi- 
ticación  del  colegio,  proveniente  de  ena 
jenaciones  de  lincas  del  mismo  colegio, 
de  ahorros,  y  de  otras  fuentes  (4). 


«ner.  Dios  hizo,  emperò,  que  llegàramos 
«al  Panadés  sin  novedad...*'  (1). 

C)    Colegio  de  San  \'icen te  Ferrer 
Y  San  Raimündo,  de  dominicos 

Los  nombres  de  los  habitantes  de  esta 
casa  que  han  llegado  hasta  mi  son  los 
siguientes: 

R.  P.  Presentado  Segismundo  Riera, 
Rector. 


^•  S/^//•rr7^^p7yí4/  /^e/J£jL   *jríi^^^. 


K.     P.     Presentado    Esteban    Serrat, 
Regente  de  Estudiós. 
R.  P.  Narciso  Puig,  Lector  de  Teologia. 


(i)  Carta  que  dcsde  I.a  Paz  en  8  de  julio  de 
ilSHc)  me  escribió  el  cèlebre  e  ilustradisimo  Padre 
katael  Sans.  muy  mi  amigo. 


(j)     líelaciones   de  varies   religiosos  de 
esta  casa. 
( ï)     Rclación  del  colegial  de  esta  casa  el  cèlebre 
P.  Pablo  Carbó,  Barcelona  a  25  de  septiembre  de 
18S2.— Relación  del  P.  Ramon  Bernadet.   Barce- 
lona 4  de  abril  de  1889. 

(4)  Relación  del  P.  Romualdo  Espinàs,  Barce- 
lona 4  de  enero  de  1889.  —  Relación  citada  del 
P.  Pablo  Carbó. 


678 


LIERO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


El  Padre  Lector,  Segismundo  Riera, 
contaba  sesenta  anos  de  edad;  era  alto, 
canó,  guapo,  de  nobles  sentimientos,  sim- 
patico,  bueno,  y  gran  predicador  de  ser- 
mones  en  catalàn  para  el  pueblo  1). 
Hallàbase  de  Prior  en  el  convento  de 
Tarragona,  cuando  en  el  Consejo  de  Pro- 
vincià celebrado  en  Cervera  a  31  de 
abril  de  1834  fué  nombrado  Rector  de 
este  Colegio  de  Barcelona  (2),  y  tomo 
posesión  del  cargo  en  12  de  mayo  siguien- 
te.  En  los  momentos  de  iniciarse  la  jara- 
na  de  1S35  hallàbase  de  visita  en  casa 
de  los  sefiores  Parés,  corredores  de  cam- 
bios,  a  quienes  todos  en  Barcelona  hemos 
tratado.  Habitaban  estos  la  actual  casa 
número  7  de  la  calle  de  la  Princesa,  que 
entonces,  no  existiendo  como  no  existia 
esta  calle,  formaba  en  la  de  San  Ignacio 
de  la  Boria.  Los  hijos  de  Parés  Don  José 
y  Don  Narciso  asistieron  a  los  toros, 
mas  al  ver  el  trastorno  se  apresuraron  a 
regresar  a  casa.  Allí  hallaron  al  dicho 
Padre  Riera  acompanado  del  corista  Fr. 
Pedró  Palau  y  al  otro  dominico  Padre 
Francisco  de  Asís  Borrell,  con  otro  coris- 
ta. Noticiaron  a  los  frailes  el  alboroto,  y 
les  ofrecieron  abrigo  en  su  casa,  instàn- 
doles  para  que  no  se  expusieran  a  salir  a 
la  calle,  manifestàndoles  el  peligro  que 
iba  en  ello.  El  Padre  Presentado  Riera 
contesto  que  debía  regresar  a  su  colegio, 
y  esto  por  dos  razones:  porque  era  supe- 
rior, y  por  lo  mismo  en  los  momentos  de 
peligro  debía  tomar  las  disposiciones 
convenientes,  y  porque  habiéndole  los 
vecinos  de  casa  Parés  visto  entrar  en 
esta  vivienda,  y  no  viéndole  salir,  la 
comprometia  (3).  Por  lo  que  luego  suce- 
derà  opino  que  no  solo  le  guiaba  el 
deseo  de  cumplir  su  obligación  de  jefe, 


(i)  Relación  citada  del  P.  Roraualdo  Espinàs 
y  de  otros. 

(2)  Archivo  de  Santa  Catalina,  hoy  en  poder 
de  los  Dominicos.  Libro  de  Consejos  de  la  Pro- 
vincià, de  Aragón.  En  la  fecha  de  este  consejo 
està  sin  foliar. 

(3)  Relación  del  mismo  D.  Narciso  Parés. 
Barcelona  24  de  junio  de  1880. 


sino  el  de  salvar  el  capital  del  colegio. 

Salió  Riera  con  su  corista,  caminando 
la  calle  de  la  Libretería,  Plaza  de  la  Cons- 
titución  o  de  San  Jaime,  Call,  calle  de  la 
Boquería;  cruzó  la  Rambla,  y  pasando  la 
calle  conocida  de  San  Pablo,  llego  al  cole- 
gio. Emperò  en  la  calle  de  la  Boquería  un 
cordonero  le  paro  y  aviso  nuevamente, 
instàndole  a  que  entrarà  en  su  casa;  mas 
él,  impertérrito,  continuo  su  camino  (4). 
Llegado  al  colegio,  halló  en  él  el  màs 
absoluto  imperio  de  la  paz  y  del  sosiego. 
La  corta  Comunidad  cenó.  «Habiamos 
»cenado,  me  escribió  el  entonces  corista 
>Palau,  y  nos  retiràbamos  à  nuestras  cel- 
»das.  Al  pasar  yo  por  frente  una  ventana 
>exterior,  una  columna  de  humo,  que 
»según  mis  calculos  se  levantaba  de  cerca 
»el  convento  de  San  Agustín,  púsome 
»sobre  mi;  y  corri  à  dar  aviso  al  Padre 
«Segismundo  Riera.  Este  procuro  desva- 
»necer  mis  temores  diciéndome:  «El  fuego 
»està,  segun  parece,  en  la  Rambla.  Allí  se 
»cobran  los  impuestos  que  el  pueblo  tanto 
»odía,  quizà  queman  las  casillas  del 
»cobro»,  y  se  retiro.  Yo  sentia  un  triste 
»presentimiento  de  que  nos  amenazaba 
»un  grave  peligro,  y  me  quedé  frente  de 
»la  ventana  observando.  El  silencio  era 
»todavía  sepulcral  en  nuestra  calle,  mas 
»de  pronto  un  rojizo  resplandor  con  in- 
»mensa  humareda  que  se  levantó  del  con- 
»vento  del  Carmen  me  dió  a  comprender 
»la  realidad  y  gravedad  del  temido  peli- 
»gro.  Corri  à  avisar  de  nuevo  al  Padre 
»Riera,  que  vino  à  la  ventana,  y  com- 
«prendió  entonces  la  realidad  de  lo  que 
»acontecía.  Arreglóse  los  hàbitos,  llamó 
»al  criado  de  casa,  y  los  dos  salieron  jun- 
»tos  à  la  calle  por  una  puerta  secreta  de 
»la  capilla  que  no  parecía  penfenecer  à 
»ella,  y  se  dirigieron  à  la  morada  del  bar- 
»bero  del  colegio. 

»E1  temor  se  propago  con  la  notjcia 
»entre  todos  nosotros,  y  sobresaltàdos 
«tratamos  de  nuestra  salvacion.  La  revo- 
»lución  habia  ya  llegado  à  nuestros  ba- 


(-|)     Relación  de  D.  José  Parés.  Barcelona  junio 
de  1881. — Relación  del  P.  Ramon  Bernadet. 


I.A    NOCilE    DEL    25    DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


679 


»rrios,  y  el  criado,  que  por  orden  del 
«Rector  había  regresado  al  Colegio,  vió 
»hacinar  en  la  puerta  de  él  los  combusti- 
»bles  que  iban  muy  luego  a  arder.  Sen'an 
»tníis  de  las  nueve  de  la  noche.  La  defen- 
»sa  heroica  que  de  sus  vidas  y  casa 
»hacían  los  seminaristas,  distraía  la  atén- 
»cion  de  los  revoltosos,  atra\'endo  la  ra- 
»bia  y  el  enojo  de  las  turbas,  que  pasa- 
»ban  armadas  de  punales,  garrotes  y 
»teas  incendiarias,  y  así  fué  muy  corto  é 
»insignificante  el  número  de  amotinados 
»que  se  acordo  de  nosotros  y  de  nuestra 
»casa. 

»Saltamos  por  el  jardín,  y  nos  refugia- 
»mos  en  casa  de  un  vecino  (min  fàbrica) 
»conocido  por  el  apodo  de  Jaume  de  Pe- 
rdrà, fabricante  de  Manresa,  quien  nos 
Jacogió  con  benevolència.  Nos  colocó  en 
«unadelashabitaciones  de  sucasa,  dejàn- 
«donos  allí  solos,  y  prometiendo  avisar- 
»nos  de  cualquier  peligro  que  de  nuevo  pu- 
«diésemos  córrer.  Allí  pasamos  la  noche 
»oyendo  el  estruendo  de  los  incendios  de 
»los  conventos  mas  cercanos,  viendo  los 
»avances  del  fuego  que  reducía  a  cenizas 
»las  moradasde  nuestroshermanos,  escu- 
»chando  el  triste  tafier  de  las  campanas 
»que  demandaban  auxilio,  y  orando  y 
»temiendo  por  todos,  propios  y  extra- 
»nos»  (1). 

Una  senora  que  vivia  vecina  al  colegio 
me  anadió:  «Vi  un  grupo  con  antorchas 
»que  se  dirigia  al  colegio  de  dominicos, 
»pero  los  frailes  ya  estaban  fuera  de  él,  y 
»se  fué  a  la  contigua  fàbrica  de  Jaume  de 
«Pedra.  Salió  el  amo,  y  dijo  k  la  turba 
»que  aquello  no  era  un  convento,  y  le 
»negó  la  entrada.  Se  dijo  que  realmente 
»estaban  alli  los  frailes.  Los  amotinados 
»se  encaminaron  entonces  hacia  San 
«Pablo»  (2).     • 

El  Regenta  de  Estudiós,  Padre  Esteban 


(i)  Relaciún  hecha  por  el  mismo  P.  Pedró 
Palau,  ante  un  amigo  mío  que  la  escribió,  siendo 
Palau  Cura  pàrroco  de  Santa  Alaría  de  la  Geltrú. 

(2)  ReJación  de  D."  Ana  Cullell  de  Corlé?. 
Barcelona  21  de  marzo  de  1880. 


Serrat,  hombre  de  extraordinària  candi- 
dez,  ni  siquiera  quiso  pasar  a  la  fabrica, 
sinó  que  se  retiro  at  oratorio  del  mismo 
colegio,  y  en  toda  la  noche  no  salió  de 
este  edificio. 

A  la  maflana  del  dia  siguiente  hallàba- 
se  formado  en  la  Rambla  de  Santa  Mòni- 
ca el  batallón  2.''  de  milícia  urbana,  y  de 
él  se  envio  al  Capitàn  Don  Constantino 
Gibert,  notario  muy  conocido  en  Barce- 
lona, con  su  compaiïia,  a  recoger  los  reli- 
giosos de  este  colegio  (3).  El  inocente 
Padre  Serrat,  al  presentArsele  el  milicia- 
no,  creyó  que  se  le  iba  a  asesinar,  y  arro- 
jAndose  a  los  pies  del  oficial  le  pidió  la 
vida  por  Dios.  Tranquilizóle  éste  dicién- 
dole  que  se  trataba  de  salvarle;  y  le  pre- 
gunto por  dónde  estuviesen  los  demàs 
frailes.  Al  principio  Serrat  dudó  en  deseu- 
br iries,  mas  luego  manifesto  el  lugar  (4). 
«El  pueblo  quería  echarsenos  encima, 
»me  dijo  el  capitan,  tiràndonos  piedras  y 
«profiriendo  mil  insultos.  Comprendi  que 
»tenía  poca  f  uerza  para  atravesar  aquella 
»turba,  y  asi  mandé  à  Renart  por  otra 
«compania.  Llego  esta,  y,  puestos  entre 
»filas  los  pocos  religiosos  allí  hallados, 
»no  consideré  prudente  cumplir  la  con- 
»signa  de  Uevarlos  por  la  Rambla,  sinó 
»que  pasamos  por  la  muralla  de  tie- 
»rra»  (5).  En  la  muralla  creció  el  tumulto 
y  el  furor,  de  modo  que  en  un  remolino 
hasta  algunos  milicianes  vinieron  al  sue- 
lo,  y  alguna  manotada  llego  hasta  los 
religiosos,  amén  de  las  piedras  que  Ho- 
vían  (6).  Frente  la  puerta  de  Santa  Ma- 
drona  la  turba  levantó  mucho  polvo  del 
suelo,  mientras  pedia  a  los  milicianos  que 
la  dejasen  obrar,  pues  que  con  la  nube 


( ;)  Kelacií'in  del  mismo  D.  Constantino  Gihert, 
muy  amigo  de  mi  família.  Barcelona  J7  de  ahril 
de  1880. 

(^)  Relación  del  P.  Ramon  Bernadet,  quien 
oyó  los  hechos  de  boca  del  mismo  P.  Serrat. 

(s)     Relación  citada  de  D.  Constantino  Gibert. 

(6)  Relación  de  D.  Baldomero  Simó,  miliciano 
de  la  compania  presente  al  acto.  Barcelona  27  de 
enero  de  i88í. 


680 


LIBKO    TERCERO. — CAPITULO    DECIMO 


de  polvo  se  excusaba  su  complicidad  (1). 

Al  fin,  sea  que  algunos  caballos  despeja- 

sen  la  via,  sea  que  la'milicia  redoblase  su 

tesón,  los  frailes  llegaron  sanos  a  Atara- 

zanas.  «Las  itiasas  furiosas  querían  ma- 

»tarme,   me   de- 

»cía    Gibert,    y 

>Aos    g  r  i  t  o  s    de 

v>matarle  se  re- 

»petían    à    ca- 

sda     momento 

»acompanados 

»de  insultos.  Re- 

»uníme    con   mi 

>fuerza    en    la 

»RambIa  al  res- 

>/to  de  mi  bata- 

»llón.    Dios    me 

»dió  aquella  de- 

»cisión  que  solo 

»puede  tener  un 

»joven». 

Como  se  des- 
prende  de  lo  na- 
rrado,  el  edificio 
y  cosas  del  co- 
legió  al  pronto 
no  sufrieron  da- 
iïo  alguno;  mas 
no  puedo  aquí 
terminar  el  re- 
lato, ya  que  a  él 
le  falta  por  des- 
ollar  el  rabo, 
como  reza  el  di- 
cho  popular,  o 
sea  la  suerte  que 
cupó  al  Padre 
Rector,  al  cual 
en  el  principio 
del  susto  hemos 

visto  huir  de  ia  casa  con  el  capital  que 
guardaba.  Cuantos  ancianos  y  no  pocos 
jóvenes  a  quienes  interrogué  sobre  frai- 
les, al  hablarles  de  la  hecha  de  la  noche 
de  Santiago,  me  han  referido   el  triste 


(i)  Relación  de  D.  jMariano  Llopart,  presente 
al  acto,  hermano  de  un  oficial  de  la  dicha  milícia. 
Barcelona  15  de  mayo  de  18SÓ. 


caso  del  Padre  Segismundo  Riera.  La 
voz,  no  digo  pública,  sinó  universal,  lo 
cuenta,  en  el  fondo,  del  mismo  modo. 
Se  hizo  eco  de  ella  Don  Francisco  de 
Paula  Capella  en  las  siguientes  lineas 
que  copio  a  la 
letra: 

«Lo  que  voy  à 
»contar  lo  sabé 
«Barcelona  en- 
»tera...  A  mi  me 
»parece  oirlo 
»cuando  lo  con- 
).'taban  en  mi  ca- 
»sa  los  vecinos 
»de  la  calle  en  la 
»cual  sucedió» 
(la  de  Sau  Pa- 
blo)... «Cerca  el 
»expresado  cole- 
>gio  ó  enfrente 
»de  él  había  una 
»familia  con 
»tienda  abierta» 
(la  del  barbero 
del  Colegio,  que 
estaba  enfren- 
te)... «El  supe- 
»rior  del  colegio 
>/tenía  en  el  ve- 
»cino  una  gran 
>^confianza,  y  le 
»comunicabasus 
xtemores  y  sus 
»esperanzas.  El 
»vecino,  por  su 
»parte,  le  refe- 
»ría  las  noti- 
»cias...;  però  el 
»amigo  concluía 
»siempre  dicien- 
»do  al  Superior:  «Descuide  V.,  Padre, 
»pues  en  mi  casa,  aunque  peligre  mi  vida, 
»podra  V.  estar  seguro»...  El  buen  reli- 
»gioso  agradecía  estàs  ofertas  y  se  tran- 
»quilizaba,  pues  le  era  conocida  la  hom- 
»bría  de  bien  de  su  vecino... 
»Lució  el  dia  nefando  del  25  de  julio 

»de  1835 En  medio  de  tanto  horror 

»iqué  hacían  el  Superior  del  Colegio  y  su 


LA    NOCllE    DEL    2Í     DL    JL'LIO    DENTRO    DE    LOS    CLAL'STROS 


681 


svecino?  Asustado  el  religioso  salió  de  su 
»casa  y  se  dirigió  A  la  de  su  amigo». 

Se  me  ha  dicho  que  el  criado  que  le 
acompanaba  le  aviso  de  que  no  fuera  a 
dicho  barbero,  peio  el  Padre  insistió  en 
su  proyecto.  «No  habia  tenido  la  precau- 
»cion  de  disfrazarse  con  traje  de  seglar, 
»pero  penso  que  su  amigo  le  prestaria 
'  »uno».  (Un  vecino  me  dijo  que  iha  mal 
disfrasado).  '<E1  buen  Padre  llevaba  con- 
»sigo  un  saco...— Sàlveme  V.  la  vida  y 
»guarde  V.  esto,  dijo  el  superior  à  su 
»amigo,  y  manana  cuando  pueda  à  favor 
»de  un  disfraz  me  marcharé.— El  vecino 
»tomó  el  tesoro  y  lo  escondió,  quedàndose 
»con  el  fraile  en  la  tienda,  cuya  puerta 
»estaba  cerrada. 

»Entre  tanto  pasaba  por  la  estrecha 
»calle  un  populacho  feroz  auUando: 
«jMueran  los  frailes!  i  Viva  Cristina!  i  Viva 
»la  libertad!...»  El  vecino  de  pronto  vol- 
«viéndoseal  fraile  le  dijo:— V.  me  com- 

»promete  aquí Padre,  vayase  V.,  yo 

»no  puedo  consentir  el  asesinato  de  mi 
»familia. — i  Por  Dios!  exclamo  el  infeliz 
»echàndose  à  sus  pies;  no  me  arroje  V. 
»de  aquí,  pues  mi  muerte  es  cierta.— 
>^No,  no,  dijo  aquel  hombre  desalmado, 
»abriendo  la  puerta  de  su  tienda,  arrojan- 
»do  de  un  empellon  al  religioso  à  la  calle 
»y  cerrando  tras  éste  la  puerta,  sin  pie- 

»dad El  populacho  soez gritó:— 

«iUn  fraile!»  y  se  arrojó  sobre  la  víctima 

«indefensa Se  cebaron  en  él...»  (1). 

Un  intimo  amigo  mío,  que  vivia  cerca  del 
lugar,  oyú  los  garrotazos  que  la  turba 
descargó  sobre  el  Padre  (2);  y  una  sefiora 
vecina  las  exclamaciones  de  éste  en  las 
que  decía:  «Virgen  Santísima,  ayudad- 
»me»  (3).  Otro  amigo  mio,  aún  hoy  (1908) 
vivo,  però  octogenario,  hermano  del  cita- 
do  en  estàs  lineas,  vió,  nótese  bien,  vió 
como  los  amotinados  allí  mismo,  a  la 
puerta  del  barbero,  o  a  pocos  pasos,  a 


(i)     En  El  Correo  Cataldn  del   jí   de  julio  de 
1885,  pà^s.  8  y  9. 
(2)     D.  .\ntonio  Cortés  y  Cullell. 
(f)     Relación  citada  del  P.  Ramon  Bernadct. 


palos  le  derribaron  y  mataron  (4j.  Su 
cadàver  se  dice  que  fué  deshonestamente 
profanado  (5).  El  asesinato  se  perpetro 
aproximadamente  a  media  noche,  y  el 
muerto  quedo  en  la  calle  hasta  que  en  la 
madrugada  los  serenos  lo  llevaron  colo- 
cado  sobre  una  escalera  de  mano  (6).  El 
Padre  Antonio  Vionet,  agustino,  al  huir 
de  su  convento  y  después  de  haber  corri- 
do  varies  lances,  como  dije  en  su  lugar, 
pasó  en  la  madrugada  por  la  citada  calle 
de  San  Pablo,  y  vió  en  el  suelo  la  sangre 
del  Padre  Riera,  allí  tan  inicuamente 
derramada  (7). 

Habrà  notado  el  lector  que  para  todas 
las  noticias  me  procuré  tesligos  de  vista, 
y  hasta  actores  y  víctimas,  mas  ;cómo 
lograrlos  de  lo  que  pasó  en  el  interior  de 
la  tienda  del  barbero  cuando  ni  el  para- 
dero  de  éste  alcancé?  Y  escribo  esto  por- 
que  una  noticia,  que  arriba  en  el  articulo 
7."  de  este  mismo  capitulo  di,  parece  que 
viene  a  contradecir  la  voz  popular  de  que 
el  Padre  Riera  dejara  en  poder  del  bar- 
bero su  capital.  Al  explicar  la  muerte  del 
Padre  Nicolàs  CoUell,  agustino,  dije  que 
frente  la  casa  de  la  hermana  del  seiior 
Tintorer,  en  la  calle  del  Hospital,  fué 
agredido  dicho  Collell;  però  que  habien- 
do  llegado  allà  la  noticia  de  que  en  la  de 
San  Pablo  habia  un  Padre  que  llevaba 
onzas  de  oro,  los  ítitegros  revoluciona- 
rios  dejaron  al  agustino  sin  rematar  para 
córrer  a  la  calle  de  San  Pablo.  cLas  dejó 
en  poder  del  barbero,  o  no  las  dejó?  ^Estas 
eran  las  del  saquito,  o  eran  otras  rema- 
nentes  en  los  bolsillos  después  de  dejado 
el  saquito  en  poder  del  barbero?  No  lo  sé. 

Continuando  el  seiior  Capella,  hacién- 
dose  eco  de  la  voz  popular,  escribe  a 
seguida:  «No  aprovechó  el  dinero  à  la 


(4)  Relaciones  del  P.  Leonardo  Cortés  que 
fué  quien  lo  vió.  Barcelona  í  de  noviembre  de 
1880. 

(s)     Relaciones  citadas  de  los  Sres.  Parcs. 

(ü)  Relación  citada  del  P.  Leonardo  Cortés, 
lestigo  ocular.  Entonces  Cortés  era  seglar. 

(7)  Relación  del  mismo  Vionet  en  San  Andrés 
de  Palomar  a  14  de  diciembre  de  1881. 


682 


LIBUO    TIÍRCERO.  —  CAPITULO    DKCl.MO 


«família  còmplice  del  vil  abandono  en 
»que  se  dejó  al  infeliz  que  le  pedía  ampa- 
*ro.  Mal  gastado  el  dinero...  la  familia 
«arrastró  una  existència  precària.  El  mal 
«vecino  murió  miserablemente,  y  hasta 
»se  dijo  de  publico  que  alguno  de  los  indi- 
»viduos  de  la  expresada  familia  subió  al 
»patíbuIo»  (]).Todo  el  mundo,  al  narrar 
en  Barcelona  el  asesinato  y  la  felonia, 
acaba  pregonando  el  castigo  de  Dios  ya 
en  esta  vida  sobre  el  criminal,  però  cada 
uno  le  senala  desgracias  diferentes.  Esti- 
mo lo  mas  prudente  limitarme  a  trans- 
cribir  lo  que  en  1SS4  me  dijo  Don  Narciso 
Maspons,  sobrino  del  Padre  Riera:  «El 
»barbero  ha  muerto  hace  muy  pocos  aiïos 
»en  Gracia,  sumido  en  la  mayor  misèria. 
»Yo  le  he  seguido  constantemente  la 
«pista  por  si  un  dia  podia  exigírsele  jus- 
»ticia»  (2). 

D)       COLEGIO     DE     TrINITARIOS     CALZADOS 

En  1835  componían  su  Comunidad  los 
religiosos  siguientes: 

R.  P.  iMaestro  Juan  Serrat,  Rector, 
hombre  de  saber  y  especialmente  en  Teo- 
logia. 

R.  P.  Juan  Boluda,  Lector. 

R.  P.  Fèlix  Forgas,  Maestro  de  estu- 
diantes. 

R.  P.  Salvador  Vendrell. 

Fr.  Ramon  Massana,  lego  (3). 

El  Padre  Forgas  en  1835  tenia  en  Bar- 
celona una  hermana,  la  que  al  anuncio 
de  la  revolución  contra  los  conventos 
corrió  a  avisar  a  este  su  hermano.  Al 
pasar  por  la  calle  del  Carmen  vió  ya  el 
incendio  del  convento  que  da  nombre  a 
esta  via.  Con  tal  noticia,  y  la  que  la  pro- 
ximidad  del  lugar  del  fuego  diera  direc- 
tamente  a  los  ojos  de  los  trinitarios  del 


(i)     Lugar  citado. 

(2)  Relación  de  dicho  senor  en  Barcelona  a  \s 
de  febrero  de  i88-(. 

(;)  El  Libro  del  gasto  de  este  colegio  escribe 
en  12  de  julio  de  183!;  que  los  religiosos  eran  5  y 
2  d.'  (disclpuios). — Biblioteca  provincial-univer- 
sitaria.  Sala  de  manuscritos.  Armario  Vi. 


colegio,  todos  estos  cruzaron  el  muro  que 
de  su  huerto  separaba  el  contiguo,  parece 
llamado  Hort  de  las  flors,  y  por  allí  se 
salvaron. 

El  nombrado  Padre  Fèlix  Forgas,  para 
esconderse,  se  subió  a  un  àrbol  del  mísmo 
huerto  de  las  flors.  Los  amotinados  pene- 
traron  en  esta  huerta,  y  descubrieron  al 
fraile;  mandàronle  bajar,  e  iban  a  matar- 
le,  mas  él  entre  abundantes  lagrimas  les 
pidió  la  vida,  diciendo  que  era  joven  y 
que  no  se  había  mezclado  en  nada  de  la 
política;  y  jcosa  extrana!  le  dejaron  en 
paz.  Después  le  acogió  el  hortelano,  quien 
al  dia  siguiente  le  disfrazó  de  hortelano, 
le  cargó  una  cesta  de  tomates,  y  ambos 
salieron  y  llegaren  al  Padró,  donde  For- 
gas se  refugio  en  la  casa  de  una  seiiora 
hi  ja  de  Piera,  a  la  que  conocía,  y  así  se 
salvo  (4). 


Debiera  aquí  dedicar  un  pírrafo  al 
colegio  de  San  Guillermo  de  Aquitania, 
de  Agustinos  calzados,  mas  el  absoluto 
silencio  que  respecto  de  persecuciones  de 
sus  individuos  y  cosas  me  haa  guardado 
todos  los  hombres  de  aquel  tiempo,  me 
prueba  que  pasó  olvidado  a  los  persegui- 
dores. 

Sin  embargo,  en  una  relación  del  estado 
de  él  escrita  por  la  misma  Orden  se  lee 
que  los  ingresos  pecuniarios  consisten  en 
el  alquiler  de  dos  tiendas  y  varias  funda- 
ciones  pías.  Después  de  enumerar  los 
gastos  afiade:  «Para  cubrir  estos  ydemàs 
»gastos  percibe  el  Colegio  de  otros  Con- 
»ventos  de  la  Província  algunas  cantida- 
»des  asignadas  por  los  Prelados  superio- 
»res  de  la  Orden  à  ese  objeto.» 

Y  ya  que  este  ingreso  mento,  debò  aquí 
poner  un  reparo  a  una  noticia  dada  en  mi 
primera  obra.  Dije  allí  que  el  convento  de 
Seo  de  Urgel  en  sus  postreros  tiempos  se 


(^)  Relación  que  desde  Roma  en  18  de  enero 
de  1881  me  escribió  el  P.  Trinitario  José  Güell  y 
-Milà,  quien  habia  tratado  a  los  hermanos  frailes 
Forgas. 


LA    iVOClIE    DEL    25     DE    JULIO    DENTRO    DE    LOS    CLAUSTROS 


683 


nego  a  mandar  su  subsidio  al  colegio  (1), 
mas  en  la  relación  hecha  por  el  propio 
convento  en  1835  se  lee  que  se  destinan 
al  colegio  3,840  supongo  reales.  Estacan- 
tidad  mucho  dista  de  las  600  libras  que 
antes  le  pagaba.  iEs  que  el  convento  la 
ceicenó?  ;0  es  que  al  escribir  aquel 
número  se  refiere  a  tiempos  anteriores? 
iO  es  que  quien  me  dió  la  noticia  inserta 
en  mi  primera  obra  se  equivoco?  Lo 
ignoro. 

EI  postrer  rector  de  San  Guillermo  se 
llamó  Padre  Vicente  Febres. 

ADVERTÈNCIA 

SOBRE    BELEN,  DE    LA    COMPANÍA  DE  JESÚS 

No  puedo  dedicar  un  articulo  a  esta 
notable  casa,  porque  en  1835  no  alber- 
gaba  Comunidad  alguna.  Ya  en  el  articu- 
lo 1."^  del  capitulo  XVIII  del  libro  II  llevo 
escrito,  reproduciéndolo  de  mi  obra  ante- 
rior, que  desde  el  extrafiamiento  de  los 
jesuitas  de  1767  el  templo  estuvo  al  car- 
go  del  Rector  del  Seminario  episcopal. 
Regresados  a  Espana  los  dichos  religio- 
sos en  1816,  enviaron  a  Belen  de  Barce- 
lona solo  dos  legos.  «Es  claro  que  estos 
»no  ejercian  en  su  iglesia  ministerios  sa- 
»grados,  escribí  en  mi  dicha  obra  anterior, 
»pero  también  resulta  evidente  que,  res- 
»tituidos  por  Fernando  VII  a  los  jesuitas 
»sus  derechos,  el  de  propiedad  del  templo 
«correspondía  à  la  Compaüía.  Ignoro 
»cómo  concordarian  sus  actos  y  derechos 
«allí  los  rectores  del  Colegio  episcopal  y 
»los  dos  coadjutores  legos,  però  me  cons- 
»ta  que  estos  estuvieron,  y  que  depen- 
»dían  del  colegio  de  San  Ignacio  de  Man- 
»resa». 

Concorde  con  estàs  noticias,  me  dijo 
un  anciano:  «Belen  no  se  cerró  en  el  dia 
»de  la  quema  porque  ostensiblemente  no 
«tenia  frailes;  però  sí  ocultamente.  En 
»los  afios  de  1827  en  que  yo  concurría  al 
«Seminario,  Belen  pertenecía  a  este;  y 
«estaba  servido  por  los  catedriUicos,  y  en 


( 1)     Tomo  II.  pàg.  207. 


xBelen  se  hacían  las  funciones  de  Santo 
«Tomàs;  però  los  jesuitas  procuraron  re- 
«adquirir  Belen,  y  realmente  alií  había  el 
«Hermano  lego  José,  viejecito  à  quien 
«todos  hemos  conocido  de  sacristàn  des- 
«pues  allí  3-  en  San  Miguel.  Mas  por  los 
«afios  de  1832  y  33  ya  la  funcion  de  Santo 
«Tomàs  la  celebro  el  Seminario  en  Santa 
«Catalina«  (2).  Belen  quedo  muy  pronto 
convertido  en  parròquia,  y,  repito.  nin- 
gún  dafio  sufrió  en  1835. 


ARTICULO   VIGESIMO 

SANTA  MARÍA  DE  JESÚS  DE  GRACIA, 
DE   FRANCISCOS 

Al  comenzar  del  siglo  xix,  y  aun  en 
1835,  Gracia,  tanto  en  lo  eclesiàstico 
cuanto  en  lo  civil,  no  formaba  mas  que 
un  barrio  extramuros  de  Barcelona.  Yo 
mismo  alcancé  tiempos  en  que  casi  no 
tenia  màs  que  la  calle  Mayor,  y  los  pri- 
meres cachos  de  las  que  a  ella  desembo- 
can.  Sus  casas  bajas  y  humildes  daban 
al  barrio  aspecto  de  población  rural.  Mas 
tarde  se  la  elevo  al  rango  de  villa  con 
Ayuntamiento  \'  parròquia  pròpia;  y  en 
1897,  cuando  la  agregación  a  Barcelona 
de  los  pueblos  del  Uano,  volvió  a  ser  solo 
un  barrio  de  esta  capital.  En  1835,  pues, 
los  dos  conventos  de  Gracia  pertenecían 
a  nuestra  ciudad.  Tratemos  primero  del 
francisco,  cuyo  titulo  era  Convento  de 
Santa  Maria  de  Jesús;  y  después  del  car- 
melita descalzo,  cuya  titular,  la  Virgen 
de  Gracia,  dió  el  nombre  al  barrio.  Quizà 
se  extrafle  que,  con  ser  el  primero  mas 
antiguo  que  éste,  no  diera  apellido  a  la 
población,  y  si  el  moderno.  La  explica- 
ción  està  en  la  mano:  cuando  se  fundo 
el  carmelita,  el  francisco  estaba,  no  en 
diciío  barrio,  sinó  bastante  separado  de 
él,  entre  él  y  la  ciudad,  y  no  se  le  consi- 
deraba  como  parte  de  él,  según  todo  lo 


(j)     Relación  de  D.  José  Sanmarli.  Barcelona 
^  de  mayo  de  18H6. 


684 


LIBRO    TERCERO. — CAPIIL'LO    DECIMO 


expliqué  en  mi  obra  anterior  a  la  pre- 
senta. 

En  1835  la  Comunidad  de  Jesús  se  com- 
ponia de  18  sacerdotes,  2  coristas  y  3 
legos:  los  primeros,  todos  de  mucha 
edad,  porque  este  Convento  gozaba  el 
concepto  de  casa  de  retiro  (1).  He  aquí 
de  estos  religiosos  los  nombres  que  pude 
averigfuar: 

M.  R.  Jaime  Pey,  Predicador  General 
y  ex  Definidor,  Guardian  del  Convento. 

R.  P.  Francisco  Ferrer,  Predicador, 
Vicario  del  Convento. 

R.  P.  Miguel  Tost,  Vicario  de  coro. 

R.  P.  Salvador  Ferran,  Predicador, 
Maestro  de  jóvenes. 

R.  P.  Fèlix  Vila,  doctor  de  Moral  ca- 
suista  (2). 

R.  P.  Juan  Sans. 
•  R.  P.  José  Blanzuela. 

R.  P.  Francisco  Sabater. 

R.  Fr.  N.  Batlle. 

Fr .  Francisco  Brugal,  corista  organista. 

Fr.  Mariano  Brú,  lego  (3). 

El  Superior  de  esta  casa,  con  poseer 
mucho  talento,  perspicàcia  y  conocimien- 
to  de  mundo,  y  al  cual  todos  aquí  conoci- 
mos,  no  se  libró  de  la  ceguera  que  res- 
pecto de  la  inminencia  del  peligro  aquejó 
a  los  superiores  de  otras  muchas.  Al 
anochecer  del  25  de  julio  el  padre  del 
fraile  Fr.  N.  Batlle,  temiendo  por  la  se- 
guridad  de  su  hijo,  corrió  a  Gracia  para 
entregar  al  Guardian  las  llaves  de  una 
casa  que  tenia  en  aquel  barrio,  y  así 
proporcionar  à  la  Comunidad  un  refugio 
seguro  en  el  caso  de  una  fuga.  Mas  el 
Superior  no  las  admitió,  creyendo  que 
no  tenia  necesidad  de  ellas  (4). 


(i)  Relación  del  fraile  de  esta  casa,  organista 
de  ella,  y  corista  P.  Francisco  Brugal,  hecha  a  mi 
en  Barcelona  a  29  de  marzo  de  1880. 

(2)  Los  nombres  anterlores  proceden  del  Libro 
de  Provincià. 

(3)  Menes  los  nombres  de  Batlle  y  de  Brugal, 
los  demàs  proceden  de  las  listas  oficiales  de  los 
pasaportes  dados  al  partir  de  los  fuertes  los  frailes. 

(4)  Relación  del  hermano  del  fraile  reverendo 
D.  Luis  Batlle,  Pbro..  muy  rai  amigo.  Barcelona 
2  de  junio  de  1880. 


El  25  de  julio  celebra  la  Iglesia  la  fiesta 
de  Santiago,  y  como  el  jefe  de  esta  casa 
se  llamaba  Jaime,  el  convento  celebro  el 
dia  de  su  Guardian,  y  lo  hizo  con  santa 
alegria  y  paz.  Cenados  ya  los  frailes,  y 
aun  acostados  tres  o  cuatro  de  los  màs 
ancianos,  a  eso  de  las  nueve  y  minutos 
de  la  noche  se  oyó  de  repente  Uamar  en 
la  porteria.  El  hecho  sorprendió  a  la 
Comunidad,  bien  que  pensaron  algunos 
que  se  trataba  de  algun  enferrao.  Era  una 
santa  mujer,  de  nombre  Agueda,  que 
había  corrido  a  noticiarle  que  los  conven- 
tos  de  Barcelona  ardían.  Efectivamente, 
desde  el  mismo  convento,  no  existiendo 
entonces  edificio  alguno  entre  él  y  la  ciu- 
dad,  veíase  perfectamente  el  fuego.  Le- 
vantàronse  los  acostados,  y  a  eso  de  las 
once  de  aquella  noche  los  frailes  huye- 
ron.  Vestidos  los  hàbitos,  se  dirigieron 
a  la  quinta  de  Don  Bartolomé  D'Lemus. 
Hallàbase  esta  en  el  termino  de  San  Mar- 
tín de  Provensals,  junto  a  la  via  llaraada 
Travesera  de  Gracia,  al  NE.  y  cerca  de 
la  casa  que  han  tenido  después  los  reli- 
giosos del  Inmaculado  Corazón  de  Maria, 
llamada  Casa  de  Misión,  y  por  lo  mismo 
pròxima  a  Gracia.  A  la  sazón  Don  Bar- 
tolomé, hombre  de  mucha  piedad,  y  aun 
creo  que  sindico  de  los  Franciscos  de  Bar- 
celona, estaba  veraneando  en  su  indicada 
torre.  Llegaron  los  frailes  a  ella  a  las 
doce,  y  el  colono  subió  a  la  habitación  de 
los  duenos,  diciéndoles  que  en  la  Travese- 
ra había  los  religiosos.  Los  D'Lemus  les 
introdujeron  en  sus  habitaciones,  y  ex- 
tendiendo  colchones  por  los  suelos,  les 
brindaron  a  descansar;  mas  lo  terrible  de 
la  noche  nos  les  permitió  pegar  el  ojo. 

«Al  otro  dia,»  y  son  palabras  de  Dofla 
Mercedes  Espalter,  esposa  del  seíior 
D'Lemus,  «al  otro  dia,  digo,  mandé  poner 
»una  olla  de  buen  caldo,  pues  los  pobres 
«religiosos  ni  querían  ni  estaban  para 
»comer».  Inserto  escrupulosamente  copia- 
das  las  palabras  de  la  seiiora  de  la  casa 
para  que  de  ellas  tome  nota  Don  Víctor 
Balaguer,  o  sea  el  que  prolijamente  des- 
cribió  la  pretendida  cena  de  los  franciscos 
de  Atarazanas.   «Al   otro  dia    también. 


LA  NOCHE  DEL  2y    DE  JULIO  DENTRO  DE  LOS  CLAUSTROS 


685 


»como  domingo  que  era,  los  frailes  asis- 
»tieron  a  la  Misa  que  se  dijo  en  la  misma 
«torre,  y  uno  de  ellos  se  Uegó  hasta  el 
»convento  para  sumir  la  Reserva,  como 
»la  sumió»  (1). 

Oigamos  aquí  a  un  documento  oficial, 
que  nos  darà  luz  sobre  los  hechos: 

«Alcaldia  del  Barrio  de  Gracia. =Ur- 
»gente.=Esta  manana  se  ha  presentado 
»el  capitan  del  4."  de  Caballería  con  una 
«orden  de  V.  E.  para  que  pasasemos  a 
»reconocer  el  convento  de  Franciscanos 
»y  el  de  S.  José,  lo  que  acto  continuo  he- 
»mos  practicado  habiendo  encontrado  los 
»dichos  conventos  sin  religioso  alguno, 
»únicamente  que  las  llaves  las  han  dejado 
Ȉ  un  paisano  que  les  cultiva  el  huerto; 
»inmediatamente  hemos  procurado  a  in- 
»dagar  el  paradero  de  los  religiosos  y 
«hemos  encontrado  en  dislintas  casas  por 
»ahora  seis  del  Convento  de  S.  José  y 
»dos  del  convento  de  S.  Francisco  de 
»cuales  inmediatamente  se  ha  incorpo- 
«rado  el  mencionado  Capitan  habiéndome 
«encargado  segun  orden  de  V.  E.  de  las 
«llaves  de  los  dos  conventos  que  encie- 
«rran  los  enseres,  no  pudiendo  responder 
«en  razon  de  hallarme  sin  fuerza  alguna 
«armada  lo  que  espero  que  se  servirà  dar 
«la  competente  orden  para  que  inmedia- 
«tamente  se  me  auxilie  con  alguna  parti- 
»da  de  tropas  de  armas. 

«Al  mismo  tiempo  pongo  en  conoci- 
«miento  de  V.  E.  que  en  este  momento 
«se  me  ha  mandado  un  recado  por  el  P. 
«Guardian  del  Convento  de  S.  Francisco 
«dc-índome  aviso  de  que  el  con  siete  reli- 
«giosos  se  hallaban  en  una  casa  de  las 
«inmediaciones  de  este  Barrio  y  que  im- 
«petraban  el  amparo  de  las  autoridades, 
«bajo  este  supuesto  espera  que  V.  E.  se 
«dignarà  mandarles  à.  buscar  por  una 
«partida  de  caballería  para  de  este  modo 
«evitar  el  atropellamiento  que  tal  vez 
«podrían  recibir  del  paisanaje  en  la  pre- 
«sente  estacion.  Dios,  etc.  Gracia,  26  julio 


(i)  Relación  que  me  liizo  dicha  senora.  a  la 
edad  de  86  afios,  en  Barcelona  a  los  15  de  mar/o 
de  I 886. 


»de  1835.  =  Antonio  Rosalló,  alcalde»  (2). 

Los  frailes  franciscos  pasaron  en  la 
indicada  torre  de  D'Lemus  un  dia  o  dos, 
y  luego  tropa  de  infanteria  los  acompafió 
a  Montjuich  sin  sufrir  atropello.  Però  no 
todos  los  franciscos  de  Jesús  siguieron 
esta  via,  pues  el  organista  Fr.  Francisco 
Brugal,  en  lugar  de  ir  al  fuerte,  se  escon- 
dió  en  una  casa  amiga,  y  no  se  presento 
a  pesar  de  que  se  le  buscaba  para  agre- 
garle  a  los  demàs.  En  ella  se  disfrazó 
hasta  con  peluca,  y  pasados  algunos  días, 
huyó  (3).  Dos  otros  franciscos  que  en 
lugar  de  ir  a  casa  de  D'Lemus  se  habían 
escondido  en  la  de  un  nacional  llamado 
José  Quintana,  se  presentaron  y  con  los 
demàs  subieron  al  castillo  (4). 

Cuando  por  la  manana  siguiente  a  la 
fuga  del  convento  un  Padre  volvió  a  él 
para  sumir  la  Reserva,  halló  que  ya  mu- 
chos  objetos  habían  desaparecido.  Por 
gratitud,  en  la  misma  mariana  llamaron 
al  colono  de  dicha  torre  de  D'Lemus  y  le 
dijeron  que  le  regalaban  la  mula  y  otros 
objetos.  El  colono  corrió  al  convento  y 
halló  que  la  mula,  cual  leve  pàjaro,  había 
volado,  y  lo  mismo  los  otros  objetos,  que 
supongo  serian  aperos  de  labranza  (5). 
Suerte  que,  al  decir  de  Fr.  Brugal,  al 
salir  los  frailes  habían  metido  en  sus 
mangas  càlices  y  dinero. 

Así  pudo  salvarse  mucha  plata  del 
cuito  de  esta  casa,  la  que  junto  con  otra 
del  convento  de  Barcelona  fué  reunida 
en  la  casa  rectoral  de  San  Gervasio,  en 
donde  se  refugiaren  el  Provincial  y  al- 
gun otro  de  los  superiores  de  la  Orden. 
Allí  fué  tapiada  en  un  escondrijo,  y  se 
salvo  (6). 


(_•)  ,\i-chivo  de  la  Capitania  General.  Lugar 
oitado. 

( ;)  Relación  del  mismo  P.  Brugal  en  Barcelona 
a  Ju  de  marzo  de  1880. 

(^)  Relación  de  un  entonces  nino  que  lo  vió 
todo,  llamado  D.  Joaquín  Narciso  Rovira.  Gracia 
j  de  febrero  de  1894. 

(s)     Relación  citada  de  la  seüora  de  D  Lemus. 

(11)  Relación  de  D.  FcMix  Puig.  que  ayudó  a 
tapiaria.  Barcelona  23  de  junio  de  i88o. 


I.IiiUO    TERCERO. CAPIU'I.O    deci.mo 


El  domingo  siguiente  a  la  exclaustra- 
ción  un  sacerdote  enviado  por  el  Obispo 
dijo  Misa  en  este  templo,  y  quedo  de  te- 
niente  de  cura.  Erauno  de  los  frailes  de 
la  casa  (1). 

«Con  el  arreglo  parroquial  de  25  de 
»septiembre  del  citado  ano  (1835)  se 
»estableció  en  la  iglesia  del  mismo»  (coii- 
vento  de  Jesús)  «la  parròquia  de  Santa 
»María  de  Jesús,  que  comprendia  todo  el 
»barrio  de  Gracia.  En  1845,  anunciada  la 
»venta  de  dicha  iglesia  y  convento  ane- 
»xo,  el  Excmo.  Ayuntamiento  de  Barce- 
»lona  en  18  de  abril  del  propio  ano  elevo 
»una  exposicion  al  Gobierno  para  que  se 
»suspendiera,  como  en  efecto  parece  se 
»consiguió,  enagenàndose  después  en  20 
»de  mayo  de  1847  el  edificio  convento 
»únicamente»,  y  separando  la  habitación 
del  pàrroco  y  alniacenes  del  templo  (2). 
Antes  de  la  venta,  y  poco  después  de 
arrojados  del  convento  los  frailes,  este 
f  ué  cuartel  de  Roiuias  volatites  cxtraor- 
diitarias  para  la  persecución  del  contra- 
bando,  cuerpo  militar  que  yo  recuerdo,  y 
a  cuyos  individuos  en  la  tierra  se  Uamaba 
parrots. 


ARTICULO  VIGESIMOPRIMERO 

NUESTRA    SENORA    DE    GRACIA, 
DE  CARMELITAS  DESCALZOS 

En  mi  obra  anterior  escribí  que  igno- 
raba  el  número  de  frailes  que  integraban 
la  Comunidad  de  esta  casa,  però  que  las 
dimensiones  del  edificio  y  el  vasto  campo 
de  administración  de  Sacramentos  y  pas- 
to espiritual  que  se  extendía  ante  ella, 
me  inclinaba  a  creerla  numerosa.  Que,  en 
una  relación  redactada  en  1764,  los  reli- 
giosos de  coro  eran  16  ó  17,  y  los  legos  5. 


(i)     Relación  citada  de  D.  J.  N.  Rovira. 

(2)  D.  Antonio  Aymar  y  Puig  en  El  Correo 
Català»  del  12  de  agosio  de  1897,  pàg.  6. — La 
venta  se  halla  en  dicha  fecha  en  el  protocolo  de! 
notario  D.  .Manuel  Clavillart. 


Un  anciano,  que  cuando  nino  había  alcan- 
zado  dicha  Comunidad,  me  dijo  que  en 
1835  eran  unos  14  ó  15  frailes  (3).  Si  igno- 
ro el  número,  mucho  màs  los  nombres; 
solo  en  la  lista  oficial  de  los  pasaportes 
librados  por  la  autoridad,  al  salir  aqué- 
llos  de  los  fuertes,  hallo  como  de  religio- 
sos procedentes  de  este  Convento  los 
siguientes: 

R.  Padre  Juan  de  Santa  Cecília,  de 
apellido  Carbonell,  Prior.  Nació  en  Sa- 
rreal  en  28  de  abril  de  1772,  y  emitió  su 
primera  profesión  en  24  de  noviembre 
de  1789. 

R.  Padre  Juan  de  los  Dolores,  de  ape- 
llido Vidiella,  hijo  de  iMars;\,  y  pronuncio 
sus  primeros  votos,  a  los  17anos  deedad, 
en  19  de  septiembre  de  1782. 

R.  Padre  Francisco  de  la  Santísima 
Trinidad,  de  apellido  Cavaller.  Nació  en 
Vinebre  a  3  de  marzo  de  1768,  e  hizo  sus 
primeros  votos  en  5  de  noviembre  de  1792. 

Fr.  Ignacio  de  la  Santísima  Trinidad, 
de  apellido  Maresma,  lego,  hijo  de  Pine- 
da. Pronuncio  sus  primeros  votos  a  la 
edad  de  20  aflos,  a  11  de  mayo  de  1787. 

Y  quizà  alguno  de  los  que  en  el  articu- 
lo 6.°  del  capitulo  X  de  este  libro  III  he 
nombrado  entre  los  frailes  del  cenobio  de 
Barcelona,  quizA,  digo,  pertenecía  a  Gra- 
cia, que  por  la  lista  de  los  pasaportes  no 
siempre  se  puede  apurar  respecto  de  tal 
punto  toda  la  verdad. 

Como  no  alcancé  a  conocer  ningún 
religioso  de  esta  casa,  ignoro  los  efectos 
morales  que  el  resplandor  de  las  llamas 
de  Barcelona  produjeran  en  la  Comuni- 
dad; però  el  arriba  indicado  anciano  me 
dijo  que  al  anuncio  del  incendio  los  reli- 
giosos de  Gracia  se  escondieron  por  las 
casas  particulares,  según  se  conoció  des- 
pués. 

En  los  expedientes  del  Archivo  muni- 
cipal de  Barcelona  leí  el  borrador  de  un 
oficio  fecho  el  26  de  julio  de  1835,  pasado 
por  el  mismo  Ayuntamiento  al  Goberna- 
dor  interino  de  la  Plaza,   Uamàndole  la 


(3)     Relación  de   D.   Joaquln  Narciso   Rovira. 
En  Gracia  a  2  de  febrero  de  18114. 


LA     NOCIIE     DKL 


M    LIO     DE-NI  RO     L•i: 


:;lal  STROS 


637 


atención  para  que  tomarà  las  disposicio- 
nes  oportunas  al  efecto  de  salvar  a  los 
religiosos  y  sus  cosas  de  los  dos  conven- 
tos  de  Gracia  (1). 

He  aquí  las  noticias  que  de  los  sucesos 
de  aquellos  días  de  Gracia  me  dió  el 
antedicho  anciano:  «El  25,  ya  por  nues 
»tro  barrio  de  Gracia  se  hablaba  y 
«comentaba  el  incendio  de  Barcelona. 
»E1  26  por  la  manana,  A  eso  de  las  ocho, 
»llegó  un  paisano,  delegado  que  seria  de 
»la  autoridad,  acompanado  de  tropa  de 
»ejército,  de  línea,  en  niimero  de  unos  50 
»ó  60  hombres,  procedentes  todos  de  Bar- 
«celona.  Se  dirigieron  à  la  Alcaldia  del 
«barrio,  y  con  el  alcalde  luego  pasaron 
>:'al  convento  de  Jesús,  mas  como  lo  en- 
»contraron  cerrado,  torcieron  y  se  fueron 
»al  de  Nuestra  Senora  de  Gracia.  Entra- 
»ron  en  él,  y  allí  hallaron  tres  ó  cuatro 
«religiosos  viejos.  Cerraron  todas  las  en- 
»tradas  del  edificio  y  se  llevaron  los 
«frailes  a  la  casa  del  Alcalde,  que  lo  era 
»un  seiïor  Antonio  (Rosalló),  sastre,  que 
»vivía  en  la  calle  Mayor  (número  85 
yactual).  Allí  iban  compareciendo  los  re- 
»ligiosos  esparcidos  por  la  poblacion. 
«Trajeron  dos  franciscos  recogidos  en 
»casa  del  ladrillero  José  Quintana,  habi- 
»tante  en  la  Riera  de  San  Miguel;  y  así 
»vinieron  otros  muchos  frailes. 


(i)     Expedientes.   Sección 
mero  129. 


Expediente   nú- 


»Reunidos  allí  los  colocaron  en  tres  ó 
»cuatro  tartanas,  y  a  eso  de  la  una  de  la 
»tarde  los  acompanaron  à  Montjuich. 

»Ni  en  las  calles  ni  otros  puntos  de 
«Gracia  recibieron  los  frailes  ni  malos 
»tratos,  ni  aun  insultos:  todo  el  mundo 
»les  respetó.  La  inmensa  mayoría  de  los 
«gracienses  formaban  entre  los  liberales 
»progresistas,  de  tal  modo  que  despues, 
Ȉ  la  caida  de  Espartero,  algunos  tuvie- 
»ron  que  emigrar,  y  en  el  1835  no  había 
»en  esta  poblacion  mas  que  tres  familias 
»realistas;  y  sin  embargo,  los  frailes  fue- 
»ron  respetados.  Debióse  este  fenómeno 
»al  modo  como  estaba  organizada  la  mili- 
.  »cia;  porque  los  jefes  y  oficiales  eran  las 
>'personas  de  màs  arraigo  y  educacion; 
»}'  así  temiendo  estos  los  disturbios,  influ- 
»yeron  sobre  sus  subordinados,  trabaja- 
«dores  y  dependientes  su3'os,  y  lograron 
>:'que  todos  se  contuvieran  dentro  los 
«limites  de  la  sensatez.  El  senor  Tusset 
«era  el  Comandante;  un  albaflil  muy  co- 
«nocido  llamado  Alsina,  capitàn;  el  senor 
«Montfredi,  cuya  família  aquí  todos  he- 
»mos  conocido  y  respetado,  el  ayudante; 
«el  ladrillero  Guardiola,  teniente;  el  senor 
«Mariné,  muy  conocido  propietario  del 
«termino  de  San  Martin,  oficial;  etc. 

»Yo  como  nino,  que  era  entonces,  an- 
«daba  por  la  calle  curioseando  todos 
«estos  acontecimientos,  viendo  la  tropa 
«que  había  acudido,  y  los  frailes  como 
«iban  compareciendo,  y  todo  lo  demàs.» 


-^•  UenAn    C't^^^    /L•-ac. 


Fraile  servila  del  Convento  de  B.ircclona 


CAPITULO    UNDÉCIMO 

LOS  FRAILES  Y   LOS   CONVENTOS 

DE  BARCELONA 

LUEGO  DESPUÉS  DEL  INCENDIO 


ARTICULO  PRIMERO 


NÚMERO  DE  LOS  MUERTOS  Y  SU  ENTIERRO 


LOS  FRAILES  Y  LOS  CONVENTOS  DE  BARCELONA  LL'ECO  DESPLES  DEL  INCENDIO 


691 


ONSUMADO  ya  el 
incendio,  y  aven- 
ta dos  de  sus 
claustros  los  f  ral- 
les, la  autoridad, 
mientrasconuna 
mano  reunia  los 
fugitives,  con 
otra  debió  reco- 
ger  los  muertos 
y  daries  cristiana  sepultura.  De  aquí  que 
ante  todo  ocurra  preguntar  que  rcuàntos 
fueron  estos?  De  lo  escrito  en  los  dos 
capítulos  anteriores  resulta  muy  claro  y 
probado  el  número.  He  aquí  la  resena: 

1.  Fr.  Manuel  Pallàs,  lego  francísco. 

2.  Fr.  José  de  Santa  Bàrbara,  lego, 
trinitario  descalzo. 

3.  Fr.  Andrés  de  Santa  Franciscà,  de 
apellido  Farré,  apodado  Blayet,  carme- 
lita descalzo 

4.  P.  Xicolas  Collell,  agustino  calzado. 

5.  P.  Manuel  Campderrós,  agustino 
calzado . 

6.  Fr.  Pedró  Tussell,  lego,  agustino 
calzado. 

7.  Fr.  Manuel  Carrera,  corista,  agus- 
tino calzado. 

8.  P.  Francisco  Cels,  carmelita  cal- 
zado. 

9.  P.  Luis  Nadal,  carmelita  calzado. 

10.  Fr.  Ramon  Bruguera,  corista,  car- 
melita calzado. 

11.  Hermano  N.  Campmol,  paúl. 

12.  P.  Segismundo  Riera,  dominico. 

13.  El  asesinado  en  la  bocacalle  de  la 
del  Hospital. 

,     14.    El  asesinado  en  la  calle  del  Call. 

15.  El  asesinado  frente  del  teatro 
Principal  en  los  brazos  del  oficial  Sr.  iMo- 
radillo. 

16.  Y  otro  que  pereció  el  dia  siguiente 
al  ser  conducido  a  Atarazanas.  A  los  que, 
si  se  juntan  los  dos  seculares  muertos 
aquella  noche,  a  saber:  el  mozo  de  Borrell 


Nota. — La   inicial   fué  copiada  de   un  antif;uo 
misal  que  era  de  Montserrat. 


frente  la  iglesia  de  Agonizantes,  y  el  in- 
cendiario  de  la  Rambla  que  dió  con  la 
barra  de  hierro  del  extremo  de  los  pues- 
tos  del  mercado,  resulta  un  total  de  18 
interfectos,  de  ellos  16  religiosos  y  2  secu- 
lares. 

Con  los  antecedentes  datos  concuerda 
perfectamente  el  dicho  de  dos  testigos 
mayores  de  toda  excepción.  Don  An- 
drés Casanovas,  primero  pàrroco  de 
Sans,  y  luego  canónigo  de  Urgel,  con- 
temporàneo  de  los  hechos,  escribe  en  un 
opúsculo  que  vi,  aunque  inédito:  «El  25 
»del  mismo  julio,  dia  de  Santiago...  el 
>ipopulacho  de  Barcelona  à  la  salida  del 
«turín,  embriagado  con  la  sangre  de  los 
»toros,  y  envenenado  con  la  ponzofla  que 
»le  infïltraron  las  sociedades  secretas, 
«provisto  de  punales  y  abundantes  bote- 
»llas  de  aguarras  para  incendio,  }'  al 
»grito  de  mueran  los  frailes  asesinaron 
>4nhumanamentea  18  de  ellos  prendiendo 
>'fuego »  (1). 

El  Padre  Jaime  Roig,  muy  sensato  y 
muy  cuerdo  carmelita  calzado  de  Barce- 
lona, quien  en  opúsculo,  hoy  aún  inédito, 
que  sobre  aquella  revolución  dejó  escrito, 
y  ya  arriba  repetidamente  citado,  dice:  «y 
»asesinando  a  unos  18  indefensos  religio- 
»sos.»  El  Padre  Roig  presencio  los  he- 
chos, fué  víctima  de  ellos,  encerrado  en 
los  fuertes  con  los  religiosos  de  todos  los 
conventos  trató  con  ellos,  y  se  enteró  de 
las  desgracias  de  cada  comunidad:  su 
dicho,  pues,  merece  crédito.  Esimposible 
que  el  hombre  imparcial  deje  de  dar  asen- 
so  a  que  el  número  de  los  muertos  està 
muy  aproximadamente  en  los  18. 

Veamos  ahora  los  disparates  de  los 
autores  revolucionarios,  comenzando  por 
uno  en  los  demas  asuntos  generalmente 
sensato  y  de  mucha  autoridad.  Don  An- 
drés Pi  y  Arimón  en  su  Barcelona  aiití- 
gtia  y  Jiiodcrtia,  tomo  II,  pag.  922,  escribe 
la  siguiente  nota:  «En  un  manuscrito 
»coetaneo  que  tenemos  a  la  vista  se  dice 
»que  el  dia  26  de  julio  fueron  conducidos 
Ȉ  Monjuich  282  frailes  y  a  la  Ciudadela 

(i)     El  manuscrito  se  lilula:  IlislO)  ia  de  Lrgel. 


692 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    UXDKCIMO 


»de  80  à  90  de  varias  religiones,  habiendo 
»quedado  en  Atarazanas  los  priores  y 
«procuradores  respectives;  que  en  la  no- 
»che  del  26  al  27  la  tropa  recogió  unos 
»70  de  las  casas  particulares  en  donde  se 
»habían  refugiado;  que  los  religiosos 
«muertos  por  el  populacho  fueron  unos 
»73,  y  que  se  ignora  los  que  perecieron 
»en  las  llamas.  No  podemos  salir  por  fia- 
»dores  de  la  exactitud  de  estos  calculos». 

Don  Víctor  Balaguer  escribe:  «Nueve 
»ó  diez  írailes  fueron  los  únicos  que  en 
»diferentes  puntos  perecieron  à  manos 
»de  los  incendiarios;  todos  los  demàs  pu- 
»dieron  salvarse  hallando  generosa  aco- 
»gida  en  las  casas  que  se  prestaron»  (sic) 
«y  cuyos  vecinos  arrostraron  noblemente 
»la  còlera  del  populacho  para  ponerlos 
»en  seguridad»  (1). 

Después  de  este  texto  de  un  contem- 
porAneo  huelga  apuntar  qué  norma  han 
seguido  los  autores  y  periódicos  revolu- 
cionarios.  Valga  por  todos  el  siguiente 
de  un  semanario  satírico  de  funesta  in- 
fluencia en  esta  ciudad:  «Algui/s  frares 
»q!íe  tto  nrribaii  d  deu,  sigiieren  sacrifí- 
yycats  al  furor  de  las  turbas»  (2). 

Tal  empeno  en  poner  el  número  de  los 
interfectos  por  bajo  del  diez  no  parece 
sinó  que,  en  concepto  de  los  dichos  auto- 
res, el  asesinato  de  los  religiosos,  si  no 
llegarà  al  de  diez,  no  formarà  matèria 
grave,  y  como  que  debiera  calificarse  de 
bagatela  la  violenta  muerte  de  nueve 
inocentes,  sacerdotes  de  Dios.  Però  no, 
ni  aun  admitiendo  tal  absurdo  moral  lle- 
van  razón  los  escritores  revolucionarios, 
pues  las  víctimas  fueron  muchas  mí\s. 

Al  tratar  de  difuntes  y  de  indagar  sus 
nombres  y  circunstancias,  la  primera  pes- 
quisa  que  ocurre  al  curioso  es  buscar  sus 
fees  de  óbito  y  enterramiento;  3'  sin  embar- 
go falla  por  completo  tal  diligència  res- 
pecto de  los  pobres  asesinados  en  la  noche 
de  Santiago.  Ni  merecieron  en  su  mayor 
parte  la  honra  de  que  sus  nombres  cons- 


(i)     Las  calles  de  Barcelo>ta,  tomo  I,  pàg.  36; 
(2)     La  Esquella  de  la   Tonatxa.  N.°   //-/; 
Extraordinari.  4  de  enero  de  1901,  pàg.  9. 


taran  en  los  públicos  registres,  ni  se 
supiera  dónde  descansan  sus  venerandas 
osamentas.  Cuidadosamente  recorri  todas 
las  parroquias  de  Barcelona,  entonces  en 
número  de  siete,  ademas  de  la  Catedral. 
En  unas  los  libros  de  óbites  se  halian  en 
poder  de  les  respectives  pàrrocos,  en 
otras  en  el  de  las  comunidades  de  presbí- 
teros.  En  todas  vi,  y  per  mis  ejos  exami- 
né,  dichos  libros,  y  en  ningune,  abseluta- 
mente  en  ningune,  se  halian  las  buscadas 
partidas  de  defunción  mas  que  la  que  vey 
a  copiar. 

En  el  libro  que  custodia  el  Púrrece  de 
los  Santes  Justo  y  Pastor  se  halla  la  del 
Padre  Cels,  concebida  en  los  siguientes 
termines,  ya  arriba  copiades:  <sAl  dia  26 
tde  juliol  del  any  IS 33  sepultura  amore 
»Dei  al  cadàver  del  R.  P.  M.  Fr.  Fran- 
>'CÍsco  Cels  religiós  carmelita  calsat, 
^natural  de  Barcelona,  de  edat  uns  se- 
»tanta  anys,  mori  en  la  fortalesa  de 
»Atarassanas.  — Raymundus  Casaüas» 
(tio  del  Cardenal  de  este  nombre). 

En  el  registro  del  Hospital  general,  o 
sea  de  la  Santa  Cruz,  constan  las  en  sus 
lugares  ya  copiadas,  a  saber:  1."  La  del 
corista  carmelita  calzado  Fr.  Ramon  Bru- 
guera. 2°  La  del  Subprior  del  mismo  con- 
vento  Padre  Luis  Nadal.  Y  3.°  La  de  un 
religioso  incógnito,  de  corona  pequena. 
A  la  sazón  el  Hospital  militar  no  llevaba 
registro  de  los  difuntes  de  la  plaza,  cuyas 
partidas  enviaba  a  la  jurisdicción  ordi- 
nària. 

Para  completar  la  pesquisa  acudí  al 
registro  del  cementerie  únice  entonces 
en  Barcelona.  Hallàbanse  sus  pàginas 
divididas  en  ocho  columnas,  una  para 
cada  parròquia  y  etra  para  la  Catedral. 
Sóle  consta  en  ellas  la  inhumación  del 
Padre  Cels  en  la  columna  de  los  Santos 
Justo  y  Pastor. 

Sabemos  per  testiges  de  vista  arriba 
citades  que  algunes  de  los  muertos  fue- 
ron Uevados  al  hospital  civil.  éCómo  no 
constan  en  los  registres?  Quizà  se  diga  que 
perquè  no  murieren  allí;  mas  a  tal  efugio 
se  ataja  recerdando  que  en  el  misme 
registro  se  lee  la  nota  de  una  mujer  halla- 


LOS    FRAILES    V    LOS    CONVENTOS     DE    BARCELONA    LLEGO    DESPL'ES    DEL    INCENDIO 


693 


da  muerta  en  la  calle  el  propio  dia  de  la 
matanza  de  los  frailes.  En  fin,  resulta  de 
todos  modos  que  de  estos  la  mayoria  de 
los  interfectos  carecen  de  fe  de  óbito. 

Ignoramos  por  lo  mismo  igualmente, 
como  dije,  dónde  descansan  sus  mortales 
despojos.  El  buen  sentido  opina  que  los 
recügidos  en  el  Santo  Hospital,  sea  que 
fenecieran  allí,  sea  que  fuera,  pararían 
en  la  hoya  común  del  cementerio  en  la 
que  colocaba  sus  pobres  aquel  caritativo 
establecimiento;  y  que  los  recogidos  en 
Atarazanas  pararían  (exceptuando  el 
Padre  Cels)  también  en  la  hoya  común 
del  cementerio,  llevados  allà  por  la  auto- 
ridad.  Esto  opina  el  buen  sentido;  peio 
como  en  aquellos  días  dicho  sentido  no 
imperaba,  y  dominaba  el  desprecio  para 
los  religiosos,  bien  pudiera  ser  que  para 
ahorrar  gastos  los  cada  veres  de  Ataraza- 
nas pararan,  a  par  de  los  de  perros,  en 
algun  foso  o  lugar  poco  decente. 


ARTICULO    SECUNDO 

CONDUCCIÓN    DE    LOS    FRAILES 
A  LOS  FUERTES 

En  la  revuelta  del  dia  de  Santiago 
sucedió  lo  que  en  todas  las  revoluciones, 
en  sus  comienzos  permitidas  por  la  auto- 
ridad,  las  que  cobran  muy  luego  grandes 
creces,  y  cuando  aquella  intenta  reprimir- 
las  no  puede,  y  triunfan  por  todos  lados 
los  rebeldes.  En  la  noche  del  25  de  julio 
perpetraren  la  revuelta  solo  cuatro  mise- 
rables grupos  pagados,  acompaiïados  de 
chiquillos  y  prostitutas;  mas,  a  la  manera 
que  la  introducción  de  algun  movimiento, 
aunque  de  unas  pocas  ramas,  en  un  char- 
co,  luego  revuelve  el  fango  del  fondo  y 
enturbia  y  vicia  toda  el  agua,  asi  aquellos 
cuatro  amotinados  de  encargo  solivianta- 
ron  las  heces  de  nuestra  populosa  ciudad; 
y  en  la  manana  del  siguiente  dia  las 
masas  revolucionarias  empezaron  a  en- 
trar en  juego  y  en  gran  manera  diticulta- 
ron  la  conducción  de  los  frailes  a  lugar 


seguro.  Y  sobre  todo  crecía  el  peligro 
para  los  pobres  religiosos  en  razón  de 
que  muchos  de  los  que  les  acompaüaban, 
a  lo  que  revelan  los  hechos,  no  se  creian 
en  el  deber  de  repeler.  la  fuerza  con  la 
fuerza,  o  creian  que  sus  fusiles  y  bayone- 
tas  no  debían  servir  màs  que  de  adorno. 

En  las  primeras  horas  de  la  madruga- 
da,  cuando  el  cansancio  retiro  a  sus 
lechos  a  los  incendiaries  y  curiosos  de  la 
noche,  y  cuando  por  otro  lado  el  sueno 
retenia  aún  en  ellos  a  la  chusma  y  turbas 
revolucionarias,  fué  posible  alguna  rela- 
tiva paz  en  la  conducción  de  religiosos  a 
Atarazanas.  Así  hemos  visto  en  su  lugar 
que  un  grupo  de  carmelitas  calzadospasó 
pacíficamente,  no  emperò  sin  temblor  en 
el  corazón  de  los  frailes,  desde  las  ofici 
nas  de  Policia,  o  colegio  de  San  Buena- 
ventura,  hasta  dicho  fuerte,  custodiades 
solo  por  unos  polizontes,  y  que  también 
pasaron  por  aquellas  Ramblas  los  capu- 
chinos.  Que  aun  después  hubo  algun 
momento  y  lugar  en  que  los  grupos  de 
frailes  llevados  a  los  fuertes  fueron  res- 
petados  de  hecho,  no  lo  niego;  però,  fuera 
de  estos  casos,  los  religiosos  corrieron 
grandes  pehgros,  sufrieron  quebrantos 
amargós. 

Durante  la  noche  la  autoridad  no  llamó 
a  la  milicia  urbana:  hasta  las  primeras  ho- 
ras de  la  manana  no  sonaron  por  las  calles 
los  tambores  de  dichos  cuerpos  tocando 
Uamada.  Reunida  ya  la  milicia,  la  auto- 
ridad mandó  secciones  de  ella  y  de  otras 
fuerzas  a  recoger  los  frailes  que  perma- 
necían  en  los  conventos  o  en  sus  proxi- 
midades.  Hallados,  los  ponian  entre  íilas, 
y  los  conducían  principalmente  a  Atara- 
zanas, bien  que  algunos,  tales  como  los 
dominicos,  a  la  Ciudadela.  El  cuerpo  de 
Artilleria,  alojado  en  el  cuartel  de  Estu- 
diós, no  recibió  orden  alguna,  ni  en  la 
noche  para  evitar  los  incendies  y  las 
muertes,  ni  luego  para  recoger  frailes;  de 
mode  que  cuanto  para  preteger  a  los 
edificios  y  personas  agredidas  hizo  en 
aquella  noche,  que  no  fué  peco,  procedió 
de  solo  el  buen  corazón  de  sus  individuos; 
y  si  en  los  siguientes  días  recogió  religió- 


694 


LIBRO    TERCElíO.  —  CAPITULO    UNDliClMO 


SOS,  lo  practico  a  instància  de  los  particu- 
lares  que  a  ellos  acudían  (1 ).  Los  artilleros 
de  Estudiós  no  conducian  sus  recogidos 
a  Atarazanas,  sinó  a  la  Ciudadela,  pasan- 
do  por  la  muralla,  lugar  solitario  y  mas 
seguro  que  las  calles,  y  después  de  haber- 
los  obsequiado  con  una  buena  cena.  En 
aquella  noche  y  madrugada  se  reunieron 
muy  numerosos  frailes  en  dicho  cuartel 
de  Estudiós,  y  su  conducción  a  la  Ciuda- 
dela se  efectuo  bajo  el  mando  del  oficial 
senor  Basols,  hermano  del  General  de 
esta  apellido  (2). 

Tres  actores  figuraban  en  la  tragèdia 
de  las  conducciones  a  los  f uertes:  los  frai- 
les, los  armados  y  las  turbas.  El  aspecto 
de  los  primeros,  como  ya  llevo  apuntado 
en  el  capitulo  anterior,  era  altamente 
lastimero.  Unos  vestían  sus  hàbitos,  otros 
parte  de  ellos,  otros  solo  prendas  interio- 
res,  como  chaquetas  y  calzas  cortas,  cal- 
zoncillos;  quién  iba  calzado,  quién  des- 
calzo,  unos  cubierta  la  cabeza  con  som- 
brero,  quién  con  un  panuelo  como 
Carretero,  quién  descubierto  mostrando 
su  cerquillo  o  corona  extraiïamente  colo- 
cada  en  un  hombre  en  mangas  de  camisa; 
todospàlidos,  ruborizados,  y  hastaalguno 
ensangrentado,  o  de  heridas  de  la  noche, 
o  de  las  recibidas,  principalmente  por 
pedradas,  en  aquel  mismo  acto.  Tal  era 
el  aspecto  de  inocentes  sacerdotes  de 
Dios,  sacerdotes  en  la  víspera  justamente 
puestos  en  los  púlpitos,  en  los  confesona- 
rios  y,  sobre  todo,  al  pie  de  los  altares, 
administrando  las  cosas  màs  sagradas. 

De  la  población,  los  buenos,  amedren- 
tados,  amilanados  por  haberse  visto  en 
la  noche  desamparados  de  la  autoridad, 
lloraban  en  el  fondo  de  sus  hogares.  Su 
pena  llegaba  a  profunda.  El  honrado 
zapatero  Juan  Serra,  ya  varias  veces  en 
el  capitulo  anterior  citado,  me  dijo:  «El 
»lunes  siguiente,  cuando  me  puse  à  tra- 
»bajar  con  un  oficial,    el  cual   tenia  un 


(i)  Relación  del  capitàn  de  este  cuerpo  don 
José  de  Amat  y  de  Desvalls.  Barcelona  j8  de 
junio  de  1880. 

{2)     Relación  citada  del  capitàn  Amat. 


»hermano  fraile  en  tierra  de  Gerona,  era 
»tal  nuestra  emocion  y  sentimiento  que 
»no  pudimos  ni  cortar  ni  coser,  y  tuvimos 
>  que  dejar  el  trabajo»  (3).  Los  exaltados, 
0  sea  la  turba,  agavillados  y  sin  agavi 
llar,  paseaban  por  doquiera  triunfantes 
sus  repugnantes  rostros  y  ademanes,  y 
sus  brazos  arremengados,  provistos  de 
garrotes  y  punales,  dando  gritos  de  muer- 
te  y  de  exterminio.  La  rnasa  neutra  o 
indiferente  miraba  tranquila  los  inaudites 
atropelles.  En  resultado  final,  el  triunfo 
estaba  del  lado  exaltado. 

Cómo  se  portaron  los  que  custodiaban 
o  conducian  a  los  frailes,  lo  dirà  la  narra- 
ción  de  los  siguientes  casos  particulares, 
en  la  que  ademàs  aparecerà  el  furor  de 
las  turbas.  Ya  en  el  capitulo  anterior 
llevo  explicada  alguna  de  estàs  conduc- 
ciones de  religiosos  desde  los  conventos 
a  los  fuertes,  però  no  holgarà  apuntar 
ahora  perfiles  nuevos  que  den  màs  realce 
al  dibujo. 

Nos  dijo  allí  el  capitàn  del  batallón  2° 
de  milicia  Don  Constantino  Gibert,  que 
al  acompanar  con  su  fuerza  a  Ataraza- 
nas algunos  dominicos  del  colegio,  las 
turbas  en  la  muralla  oprimían  a  su  gente 
bramando,  aullando,  tiràndole  objetos 
}•  piedras;  que  necesitó  gran  decisión 
para  salvar  a  sus  protegides,  y  que,  lo- 
grado  esto,  los  amotinados  revolvieron 
en  contra  de  él  pidiendo  a  grandes  voces 
su  muerte.  A  la  misma  fuerza  y  a  la  mis- 
ma  conducción  de  frailes  creo  se  refieren 
los  siguientes  datos. 

Los  da  Don  Mariano  Llopart  contando 
que  con  su  fuerza  recogió  algunos  frailes 
en  los  barrios  de  San  Pablo  y  los  condu- 
jo  por  la  muralla  a  Atarazanas;  que  la 
turba  quería  echarse  sobre  los  religiosos; 
que  un  hermano  suyo,  hombre  de  genio 
vivo,  iba  en  defensa  de  los  frailes  a  blan- 
dir  el  sable,  mas  que  no  falto  de  los  mis- 
mos  armados  quien  corrió  a  decirle:  «no, 
»hombre,  que  te  comprometés,  y  nos 
»comprometes  a  nosotros».  Afiadióme 
que  frente  la  puerta  de  Santa  Madrona 


(3)     Barcelona  6  de  junio  de  1880. 


LOS     KRAII-ES     Y     LOS     CONVENTOS     DE    BARCELONA     LLEGO     DESPUES     DEL    INCENDIO 


695 


el  pueblo  levantó  de  propósito  espasa 
polvareda  para  a  su  sombra  poderse 
entremeter  en  las  filas  de  los  milicianos 
y,  sin  compromiso  para  estos,  herir  a  los 
frailes;  però  que  Llopart  mandó  estre- 
char  estàs  filas,  y  lofïró  salvar  a  los  reli- 
giosos (1). 

Suerte  igual  a  las  dos  conducciones 
anteriores  cupó  a  otra  efectuada  por 
parte  del  batallón  6."  de  milicia,  al  man- 
do  de  su  segundo  Comandante  Don  Ma- 
gín  Gironella;  la  que,  después  de  haber 
recogido  de  varias  casas  religiosas,  unos 
treinta  o  cuarenta  frailes,  subió  a  la 
muralla  del  lado  occidental  de  la  ciudad 
para  evitar  el  peligroso  paso  por  la  Ram- 
bla. Mas  en  esta  muralla  numerosas  tur- 
bas,  en  las  que  abundaban  las  mujeres, 
prorrumpieron  en  aullidos  y  tiraron 
tantas  piedras  a  la  columna,  que  éstas 
lindamente  sonaban  al  dar  contra  las 
bayonetas  y  contra  los  cuerpos.  Entonces 
Gironella  echó  mano  del  piquete  de  caba- 
Uos  de  su  columna,  y  despejó  el  paseo, 
no  sin  que  entre  las  turbas  faltasen  cal- 
das y  atropellamientos  (2). 

Mi  amigo,  entonces  niiïo,  Don  Jaíme 
Arbós,  vió  en  la  Rambla  los  empeflos  de 
los  amotinados  en  herir  a  los  pobres  frai- 
les Uevados  entre  filas,  y  que  los  milicia- 
nos los  defendían  (3). 

Del  paso  de  los  seminaristas  por  la 
calla  del  Conde  del  Asalto  no  hay  que 
escribir.  El  peligro  llego  a  la  inminencia; 
però  conste,  para  perpetuo  baldón  de  las 
autoridades  de  aquellos  días,  que  en  los 
dichos  momentos  de  la  mayor  exaltación 
contra  los  religiosos,  y  contra  de  aque- 
llos religiosos  que  por  su  defensa  se 
habían  atraído  el  mavor  odio  de  las  ma- 


(i)     Relación   de   Barcelona   a    i  s   <Jc   mayn  de 

im>. 

(j)  Relación  de  D.  Francisco  A\acid  que  era 
uno  de  los  milicianos  de  esta  columna.  Barcelona 
i  de  mayo  de  1884. — Relación  de  otro  miliciano, 
D.  Baldomero  Simó.  Barcelona  27  de  cnero  de 
188;. 

(3)  Relación  del  niismo  en  Barcelona  a  7  de 
abril  de  1880. 


sas,  bastaron  unos  pocos  caballos  para 
salvar  a  los  perseguidos  y  eontener  a  las 
enfurecidas  turbas,  mucho  mas  numero- 
sas en  la  manana  que  en  la  noche. 

El  mínimo  Padre  Lector  Juan  Vilade- 
munt  en  su  conducción  a  la  Ciudadela, 
dije  arriba,  al  llegar  a  la  mitad  del  anti- 
guo  paseo  de  San  Juan,  o  sea  frente  del 
segundo  surtidor,  recibió  una  punalada 
de  parte  de  un  osado  brazo  que  se  intro- 
dujo  entre  las  armas  de  los  que  le  acom- 
panaban.  Afortunadamente  pudo  éste  pe- 
netrar poco,  y  poco  danar  al  agredido, 
rasgàndole,  sin  embargo,  el  traje. 

Don  Pedró  Subiranas  ma  conto  que  en 
la  manana  del  26,  entre  ocho  y  nueve, 
an  la  Rambla,  vió  conducir  frailes  a  Ata- 
razanas,  sin  que  fuesen  maltratados;  però 
que  la  turba  temia  atacaries  por  temor  a 
los  soldados,  y  estos  temían  al  pueblo  (4). 
Mas  muy  luego  cambió  el  negocio,  y  así 
otro  amigo  mío  me  refirió  haber  visto  en 
el  mismo  dia  26,  en  la  misma  Rambla, 
como  los  revoltosos  procuraban  llegar 
sus  cuchilladas  hasta  los  frailes  que  eran 
Uevados  entre  filas  de  milicianos,  mien- 
tras  estos  «haa'aii  el  adetncín>>  de  no  per- 
mitirlo  (5).  A  veces,  de  la  calle  del  Arco 
del  Teatro  y  otras  contiguas  salían,  al 
pasar  los  frailes,  enjambres  de  prostitu- 
tas  con  tijeras  para  con  ellas  matar  a  los 
religiosos.  Hay  odiós  que  honran  (6). 

Refirióme  el  arriba  citado  alcalde  de 
barrio  Don  José  Camaló,  que  el  mismo 
dia  siguienta  al  del  incendio,  a  eso  de  las 
ocho  o  nuava  de  la  manana,  vió  que  un 
cuadro  de  tropa  acompafiaba  algunos 
frailes  a  Atarazanas:  que  al  llegar  a  la 
Rambla  de  Santa  Mònica,  frente  las  ca- 
sas que  habían  sido  colegio  de  merceda- 
rios,  un  hombre  se  echó  en  medio  del 
cuadro  o  filas,  y  mató  a  un  fraile.  No 
pudo  Camaló  especificarme  la  orden  reli- 
giosa a  que   perteneciese  el  interfecto. 


(4)     En  Barcelona  a  jó  de  enero  de  1885. 

(í)     D.  José  Sarte.  Barcelona  2  de  abril  de  1884. 

(6)  Lo  contaba  cl  P.  Jaime  Cantarà,  capuchi- 
no.  que  sucedió  cuando  cl  pasó  por  Irente  del 
teatro. 


MBRO    TERCERO. — CAPITULO    UXDECIMO 


porque  vestia  de  seglar.  «íPero  cómo,  le 
»dije  yo,  cómo  permitió  tal  atropello  la 
»fuerza?»  Camaló  me  contesto:  «Es  que  el 
»asesino  de  un  salto  se  tiro  en  el  cuadro, 
»y  por  otra  parte  la  tropa  feya  'I  tonto» 
(la  tropa  hac  la  cl  tonto)  (1). 

He  aquí  palabras  de  otro  testigo  pre- 
sencial: «Serían  màs  de  las  nueve  de  la 
»manana  cuando  frente  del  actual  Liceo 
»vi  que  una  companía  degranaderos  con- 
»ducia  entre  filas  de  14  a  15  frailes,  medio 
»vestidos  de  paisano,  y  aunque  no  lleva- 
»ban  el  habito  se  conocía  que  eran  reli- 
»giosos.  El  pueblo  circuía  a  los  frailes  y 
»soldadosgritando:  «matarlos,  matarlos», 
»y  les  iba  tirando  piedras,  de  modo  que 
»los  frailes  estaban  ensangrentados  de 
»las  pedradas.  Los  granaderos  se  limita- 
»ban  àdecir:  «cuidado,  cuidadocon  nues- 
»tras  Cabezas;»  y  nada  hacían  para  de- 
»fender  con  las  armas  a  los  acompana- 
»dos»  (2). 

Díjome  no  una,  sinó  dos  veces,  Don 
Benito  Tomàs  el  siguiente  paso:  «Conocía 
»yo  de  vista  al  lego  portero  de  los  servi- 
»tas  del  Buensuceso.  Era  un  muy  buen 
»hombre,  quieto,  pacifico,  que  pasaba  el 
»día  cumpliendo  su  obligacion  de  porte- 
»ro,  y  allí,  sentado  en  la  puerta,  engar- 
»zando  rosarios.  El  dia  26  vi  que  era  con- 
»ducido  a  Atarazanas.  Serían  como  las 
»diez  y  media  de  la  mariana.  Venia  el 
»pobre  portero  vestido  de  seglar,  entre 
>  dos  filas  de  milicianes  voluntarios,  gra- 
^naderos,  del  2/'  batallon,  mandados  por 
»un  sargento  segundo  de  los  mismos  gra- 
»naderos,  de  apellido  Abad,  buena  perso- 
»na.  Venian  de  arriba  caminando  hacia 
»el  fuerte  dicho,  pasando  por  medio  del 
»paseo  de  la  Rambla,  no  por  los  arroyos, 
»rodeados  de  amotinados  que  daban  vo- 
»ces  de:  «matarle,  matarle».  Abad,  para 
»mejor  salvar  al  fraile,  no  se  había  colo- 
»cado  à  la  cabeza  de  la  fuerza,  sinó  entre 
»las  filas  al  mismo  lado  del  religioso.  La 


(i)  Me  lo  conto  en  Barcelona  a  í  de  febrcro 
de  1882. 

(::)  Palabras  de  D.  Ramon  Nivera  en  Barcelo- 
na a  31  de  marzo  de  1882. 


»turba  entre  gritos  tiraba  piedras  y  otros 
»objetos  al  servita,  algunos  de  los  cuales 
»proyectiles  daban  en  el  sargento.  Al  lle- 
»gar  al  llamado  llaiio  de  la  Boqiiería,  ó 
»sea  en  el  cruce  de  la  Rambla  con  las 
«calles  del  Hospital  y  Boquería,  un  hom- 
>/bre  alto,  voluntario  de  caballería  de 
»milicia,  bien  que  entonces  vestido  de 
»paisano,  apodado  lo  xiquet  del  hort 
l'pintat,  se  acerca  al  fraile,  y  le  tira  un 
»trozo  de  ladrillo  con  tal  fúria,  que,  dàn- 
»dole  en  la  espalda  cerca  de  la  nuca,  de 
»rebote  salto  en  alto.»  (va  rebotre  en 
l'aire,  di]o  Tomds)  «No  sé  como  el  pobre 
»portero  no  murió  allí  mismo.  Entonces 
»Abad  sostuvo  al  fraile  con  la  mano  por 
»bajo  del  sobaco. 

»Màs  adelante  otro  osado  sale  por  de- 
»lante  del  servita,  y  le  da  un  bastonazo 
»entre  las  narices  y  la  boca  produciendo 
»la  efusión  de  sangre.  En  esto  llego  à  la 
>>policia»  (colcgio  de  San  Bnenaventura, 
lioy  fonda  de  Oriente)  «y  a  ella  entraron 
»el  fraile,  mas  al  soltar  Abad  al  religioso, 
»éste  cayó  entierra. 

»Yo  que  conocía  al  Xiquet  me  atreví 
»à  dirigirle  alguna  observación,  dicién- 
»dole  que  porqué  hacía  tal;  à  lo  que  me 

«respondió:  «iQué,  p esta  gente  son 

»los  ladrones  de  Espafia»!  Este  Xiquet 
»era  uno  de  los  voluntarios  que  cuando 
»el  General  salía  à  campana  se  ofrecía 
»para  salir.  Y  el  liort  pintat  estaba  en  la 
»calle  de  Talleres,  frente  al  hospital  mi- 
»litar. 

»A  pesar  de  tan  malos  tratos  el  pobre 
«portero  curo»  (3). 

Como  en  los  registres  del  Santo  Hospi- 
tal de  la  Santa  Cruz  hallo  el  siguiente 
asiento,  opino  que  no  puede  referirse  mas 
que  a  este  servita:  «Fr.  Pelegrín  Lleó, 
»lego  de  los  Servitas,  hijo  de  Gabriel  y 
»Florentina  Estrach.  Religioso  servita, 
»de  edad  54  anos,  natural  de  Besalú.  En- 
»tró  el  dia  27  de  julio  de  1835  procedente 
»de  las  Atarazanas.  Salió   el  dia  22  de 


(3)     .Me  lo  dijo  en  i."  de  febrero  de  1897  y  20  de 
mayo  de  1901  en  Barcelona. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPLES     UEL    INXENDIO 


697 


»agosto  de  1835*.  iPueden  darse  màs 
datos! 

Atestiguóme  mi  untiguo  zapatero  Don 
Antonio  Calsina  el  siguiente  paso  que  él 
mismo  vió  por  sus  ojos:  «El  2(3  à  medio- 
»día  presencié,  me  dijo,  como  en  la  Ram- 
»bla  frente  la  calle  de  Fernando  unos 
»cuantos  milicianes  nacionales  llevaban 
»un  fraile  entre  bayonetas.  Un  hombre 
»se  acercó  al  fraile  y  le  dió  una  punalada 
»en  la  espalda  sin  que  los  que  le  custodia- 
»ban  lo  impidicran.  Ignoro  à  qué  orden 
»pertenecía  el  religioso,  però  recuerdo 
»que  era  hombre  alto.  A  pesar  de  la  he- 
»rida  continuo  caminando.  Los  milicianes 
»permitieron  el  atropello  sin  impedir- 
»lo»  (1). 

Signen  noticias  procedentes  del  muy 
conocido  propietario  y  abogado  de  Ta- 
rragona Don  Juan  Miret  y  'ferrada,  quien 
cuando  el  incendio  de  los  conventos  de 
Barcelona  se  hallaba  en  esta  ciudad:  «Ca- 
»minaba  yo,  me  dijo,  Rambla  abajo,  y 
»al  hallarme  frente  à  la  de  Capuchinos, 
»ó  del  centro,  A  unos  cuarenta  pasos  antes 
»de  llegar  à  la  bocacalle  de  la  de  Fer- 
»nando  VII,  paréme  à  hablar  con  un  ami- 
»go.  En  esto  por  el  arroyo  occidental 
»pasaba  una  partida  de  infanteria  de  ejér- 
»cito  que  conducía  un  fraile  à  Ataraza- 
»nas.  Este  iba  entre  filas,  y  tras  de  él 
»seguía  un  hombre,  paisano,  con  blusa, 
«dàndole  garrotazos  en  el  pescuezo.  La 
»tropa  nada  hacía  para  defender  al  reli- 
»gioso,  sinó  que  seguia  su  marcha  regu- 
»lar.  Vi  yo  mismo  esta  escena  por  mis 
»propios  ojos.  Se  dijo  que  el  tal  fraile 
»había  muerto  al  llegar  à  Atarazanas. 

»A1  contemplar  tal  ignomínia  dije  a  mi 
«interlocutor  con  el  cual  estaba  parado: 
«Mira,  ino  ves  esta  infàmia?».  Este  con- 
»testó:  «Qiie's  fassi  fotre».  Después  este 
»seflor  interlocutor  lia  ocupado  altas  po- 
»siciones  en  Espaiïa»  (2).    Huelga  todo 


(i)  Mc  li)  dijii  en  Barcolínia  a  21  de  junin 
de  18S1. 

(2)  Me  lo  conti'l  en  Barcelona  a  i.)  de  i  unió  de 
1ÍÍ89,  y  me  lo  ralilicó  en  j.^  de  ocluhre  del  mismo 
aiio. 


comentario.  La  tal  pincelada  pone  de  ma- 
nifiesto  de  cuerpo  entero  toda  la  situación. 

Díjome  el  Excmo.  Sr.  Don  Ramon  Es- 
truch: '<En  1835  era  yo  oficial  de  la  milicia 
«urbana;  y  hallandose  enfermo  el  capitàn 
»el  dia  infausto,  yo  mandaba  la  compa- 
»nía.  Fui  destinado  íi  pasar  al  convento 
»de  San  Francisco  de  Asís  para  recoger 
»à  los  religiosos  que  allí  hubiesen  que- 
»dado.  A  eso  de  las  once  de  la  manana 
»cumplí  el  encargo,  y  en  el  refectorio 
»hallé  tres  pobres  frailes  viejos  acurru- 
»cados.  Los  coloqué  entre  filas  y  con- 
»duje  A  Atarazanas.  No  sé  cómo,  un  nifio 
»de  unos  14  anos  colóse  entre  las  filas,  y 
»con  una  navaja  dió  un  pinchazo  à  uno 
»de  los  religiosos.  Acudí  y  arrimé  al  nifio 
»un  fuerte  golpe  con  el  sable.  Al  verlo 
»la  turba  se  amotino  en  contra  mio  y  de 
»mi  gente,  levantando  fuerte  gritería  y 
»pedrea,  de  tal  modo  que  si  no  llegamos 
«pronto  à  Atarazanas  nos  matan  a  todos, 
»y  esto  que  el  trecho  de  San  Francisco  à 
^Atarazanas  no  peca  de  largo»  (3).  No 
cabé  duda  alguna  de  que  este  respetable 
sefior  cuenta  la  verdad  màs  exacta;  però 
en  lo  de  mataries  hay  exageración,  pues 
de  haber  cargado  los  fusiles,  y  haberlos 
apuntado  con  decisión,  toda  la  turba  mos- 
trarà la  espalda  y  las  plantas  de  los  zapa- 
tos,  y  si  no,  véase  lo  que  pasó  el  dia  6  del 
siguiente  agosto  cuando  las  turbas  qui- 
sieron  atacar  la  Aduana. 

De  todos  modos  es  preciso  confesar 
que  en  aquellos  dias,  y  aun  en  aquella 
època,  como  en  su  lugar  llevo  explicado, 
la  intolerància,  y  hasta  el  furor  y  tirania 
liberales  llegaban  a  tal  grado,  que  las 
familias  católicas  a  veces  se  veían  en  la 
necesidad  de  esconderse,  mudar  de  calle, 
etcètera,  en  una  palabra,  de  sortear  las 
dificultades. 

A  la  narración  de  esta  tragèdia  de  la 
conducción  de  frailes  a  los  fuertes  pon- 
gi'imosle  su  sainete.  En  aquella  triste 
manana  uno  de  los  grupos  de  frailes  que, 
custodiado  por  fuerzas  públicas,  entraba 


(;)     .Me  lo  diio  en   Barcelona  a    18  de  octubre 

de  iSïSi. 


MBRO    TERCKRO. — CAPITULO    UNDHCIMO 


en  Atarazanas,  venia  hostigado  de  pala- 
bra  y  con  el  sable  por  un  hombre  gordo, 
mal  vestido  de  miliciano,  cuya  levita  no 
alcanzaba  a  rodear  su  abdomen  y  aboto- 
narse.  Entrades  todos  en  el  fuerte,  el 
miliciano  se  dirige  a  un  oficial,  le  entrega 
el  sable,  y  le  dice:  «yo  también  soy  frai- 
»le»,  y  se  une  a  los  que  habia  hostigado. 
Una  carcajada  de  todos  los  circunstantes 
respondió  a  la  ocurrència  (1). 

Terminaran  este  articulo  palabras  de 
Don  Victor  Balaguer  referentes  al  dia  26 
de  julio:  «Desde  el  amanecer  las  calles  se 
»poblaron  de  gente  que  iba  à  visitar  los 
»estragos,  y  numerosos  piquetes  de  tropa 
»y  milícia  cruzaban  por  todas  partes  en- 
»viados  por  la  autoridad  à  recoger  los 
«frailes  que  habían  logrado  encontrar  un 
»asilo  en  las  casas  de  los  ciudadanos  ó  en 
»sus  propios  conventos,  trasladàndoles 
»para  su  seguridad  personal,  Alosfuertes 
»de  la  plaza,  no  sin  recibir  por  el  camino 
«groseros  insultos  del  pueblo,  que  con 
«admirable  tesón  sabia  contener  a  raya, 
«impidiéndole  los  desmanes,  la  milícia 
«ciudadana  a  la  que  la  causa  del  orden 
»debíó  mucho  en  aquelles  momentos»  (2). 
Así  han  escrito  la  Historia  los  liberales. 


ARTICULO  TERCERO 

LOS    FRAILES    EN    MONTJUICH 

Como  ya  en  otros  lugares  llevo  expií- 
cado,  en  aquel  tiempo  el  actual  cuartel 
de  Atarazanas  tenia  adherido,  en  el  reco- 
do  que  se  abre  lioy  en  su  àngulo  oriental, 
un  ancho  baluarte,  que  ocupaba  gran  par- 
te  de  la  plaza  de  la  Paz,  desde  la  actual 
entrada  al  Parque  de  Artilleria  liasta  la 
rampa  que  frente  del  Banco  de  Barcelona 
subía  a  la  muralla  del  mar,  hoy  paseo  de 


(i)  .Me  !o  conto  D.  José  Ortega,  entonces  mi- 
litar en  Atarazanas.  Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  8 
de  i  unió  de  1887. 

(2)  Los  frailes  y  sus  con'centos.  Madrid  y 
Barcelona,  18;  i.  Tomo  II,  pàg.  411. — Las  calles 
de  Barcelona,  del  mismo  autor,  tomo  1,  pàg.  363. 


Colón.  De  aquí  que  la  Rambla  de  Santa 
Mònica  en  su  cabo  inferior,  o  del  mar, 
víníese  tapada  por  dicho  baluarte.  La 
fachada  de  este  baluarte  en  el  lado  de 
la  Rambla,  en  cuyo  centro  se  abría  la 
puerta  de  entrada  al  fuerte,  era  sombria 
y  fiera.  Consistia  en  el  piso  bajo  en  un 
murallón  de  sillares  de  piedra,  no  vertical, 
sinó  algo  ínclinado  hacía  atràs,  negruz- 
co,  húmedo,  precedido  de  un  camino  cu- 
bíerto,  el  cual  camino  estaba  separado  de 
la  Rambla  por  una  tapia  baja.  En  el  único 
piso  alto  veíanse  unas  pocas  grandes 
ventanas  para  colocar  canones  que  mi- 
rasen  a  la  Rambla.  Al  pie  del  rastríllo  de 
la  tapia  del  camino  cubierto,  o  aitdrona, 
habia  una  garita  con  su  centinela  (3). 

Por  esta  puerta,  pues,  entraban  los 
m<\s  de  los  pelotones  de  frailes  que  logra- 
ban  salvar  las  tempestades  de  las  calles 
y  ramblas.  Al  cruzarla  veían  en  el  cuerpo 
de  guardià,  que  estaba  a  la  izquierda  del 
que  entraba,  al  pobre  Padre  Cels  mori- 
bundo,  o  muerto,  y  a  otro  religioso  falto 
de  la  mitad  de  la  cabeza  (4).  Los  francis- 
cos,  los  cuales,  como  escribi  en  su  lugar, 
no  entraron  por  la  puerta,  y  supongo  que 
los  otros  frailes,  fueron  colocados  en  los 
almacenes  de  la  maestranza  de  Artille- 
ria (5).  El  ntímero  de  los  reunidos  en 
Atarazanas  aquella  manana,  al  decir  de 
varios  de  ellos,  frisaba  con  los  tres  cente- 
nares,  o  quizA  pasaba.  Uno  de  estos  frai- 
les me  dijo  que  allí  se  disfrazaron,  aser- 
ción  que  es  admisíble  respecto  de  alguno 
particular,  però  no  respecto  de  la  mayo- 
ría,  pues  que  allí  ni  tenian  prendas  de 
vestuario,  ni  miichísimos  de  ellos  quién 
se  las  prestase. 

En  la  mananita,  al  poco  rato  de  llegados 
al  fuerte,  la  autoridad  mandó  a  los  supe- 
riores que  reuniesen  a  sus  respectívas 
comunidades  para  tomaries  las  filíacío- 


( 5)     Yo  lo  recucrdo,  y  describo  lo  que  mucho  vi. 

(4)  Relación  del  P.  Luis  Sallés.  Barcelona  30 
de  abril  de  i88i.  Sallés  dice  lo  que  él  mismo  vió. 
Otras  relaciones  de  otros  frailes. 

(5)  Relación  del  entonces  cadete  D.  José  Orte- 
ga. Barcelona  8  de  junio  de  1887. 


LOS    FRAILES    Y    I-OS    CONVENTOS     DE    BARCELONA    LUEGO    DESPL'ES    DEL    I.NXENDIO 


699 


nes,  y  reunidas,  un  jefe  tomo  realmente 
dichas  filiaciones  a  los  individuos.  Du- 
rante  la  noche  no  se  dió  alimento  alguno 
a  los  religiosos  que  la  pasaron  allí. 

En  Atarazanas  los  pobres  religiosos 
disfrutaron  de  unas  lioras  de  paz,  después 
de  las  terribles  angustias  de  la  noche  y 
de  las  del  traslado  al  fuerte,  pues  aquí  se 
vieron  ya  libres  de  viles  agresiones  y 
aun  de  insultos.  Los  oficiales  y  jefes  mili- 
tares, por  lo  general,  les  respetaron  allí, 
bien  que  no  falto  alguna  deplorable 
excepción.  Como  escribí  en  el  capitulo 
anterior,  en  el  momento  en  que  por  la 
manana  se  repartia  un  panecillo  a  cada 
francisco,  uno  de  los  oficiales  de  poca  gra- 
duación  exclamo:  «iqué...  pan!  iveneno 
»hay  que  daries!»:  imprecación  que,  oída 
por  uno  de  estos  franciscos,  hizo  que  éste, 
temeroso  de  envenenamiento,  se  abstu- 
viese  de  comer  el  llonguet  o  panecillo  (1). 
De  la  soldadesca  ya  no  se  extranarà  que 
partieran  màs  insultos.  Así  hubo  soldado 
que  dijo:  «habria  que  ponerles  en  grupos 
»de  cinco,  y  fusilar  uno  de  cada  grupo;» 
y  como  éste  otros  insultos  {'!). 

En  medio  de  tantas  penas  no  falto  a  los 
religiosos  el  consuelo  de  la  Sagrada  Co- 
munión.  Dije  ya  arriba  que  fueron  a  pa- 
rar a  Atarazanas  algunos  copones  con 
su  Divino  contenido,  especialmente  el 
copón  de  los  capuchinos,  y  estos  repartían 
el  Santo  Sacramento  a  cuantos  religiosos 
lo  pedian  (3). 

Al  decir  de  uno  de  los  franciscos,  algu- 
no de  ellos,  después  de  liaber  estado  en 
los  bajos  del  fuerte,  pasó  a  un  piso  alto, 
y  desde  sus  ventanas  vió  en  la  maflana 
del  26  que  las  turbas  se  dirigían  al  fuerte 
pidiendo  la  cabeza  de  los  frailes,  desco- 
llando  de  entre  los  grupos,  por  sobre  de 
las  Cabezas,  los  brazos  arremangades 
levantados  en  alto  con  las  navajas  en  las 


(i)  Relación  del  P.  Ramon  Bulclú.  Bnicclnna 
26  de  dicicmbrc  de  1882. 

(2)  Relación  del  P.  Baltasar  Sentií.  .Maspujols 
13  de  iunio  de  1886. 

(?)  Relación  del  P.  Pablo  Gelada,  trinltario. 
San  Justo  Desvern  a  22  de  iunio  de  i88í. 


manos.  La  tropa  no  permitía  que  tales 
gavillas  se  acercasen  al  fuerte  (4).  Opino 
que  este  fraile  cuenta  la  verdad,  però  que 
las  turbas  amenazadoras  que  vió  no  eran 
otras  que  las  que  asediaban  a  los  grupos 
de  frailes  al  ser  Uevados  a  Atarazanas, 
las  que  les  seguían  hasta  allà. 

Comprendió  la  autoridad  que  en  fuerte 
tan  unido  a  la  ciudad  no  estaban  bastante 
seguros  los  perseguidos,  donde  por  otro 
lado  es  fàcil  estorbasen;  y  así  muy  luego 
los  distribuyó  en  las  dos  otras  fortalezas 
mas  seguras,  Montjuich  y  la  Ciudadela. 
La  inmensa  mayoría  de  los  allí  recogidos 
la  traslado  en  seguida  al  dicho  castilllo  de 
Montjuich,  mas  los  ancianes  y  decrépitos 
quedaron  al  pronto  allí,  siendo  después 
trasladados  a  la  Ciudadela,  que  no  había 
en  ellos  fuerzas  para  apechugar  con  la 
abrupta  cuesta  del  castillo.  Contàronse 
entre  estos  el  Padre  Ignacio  Combelles, 
el  Padre  Francisco  Balíus,  de  92  aííos  de 
edad,  el  Padre  Cayetano  Negre,  el  Padre 
Mariano  Roset,  todos  mercedarios,  y 
muchos  otros.  El  paso  de  Atarazanas 
a  la  Ciudadela  se  efectuo  por  la  muralla 
del  mar,  lugar  poco  frecuentado  de  las 
turbas  y  a  propósito  para  la  defensa. 
Però  duro  algunos  días  la  presencia  de 
frailes,  bien  que  pocos,  en  Atarazanas, 
sea  que  alguno,  superior  o  procurador, 
quedase  allí  para  agenciar  los  intereses 
desús  comunidades,  sea  que  fueran  pau- 
latinamente  llegando  de  las  casas  y  es- 
condrijos  de  la  ciudad. 

Muy  discordes  andan  los  testigos  res- 
pecto de  la  hora  de  la  ascensión  al  Cas- 
tillo de  Montjuich,  variando  desde  las 
nueve  hasta  las  trece;  però  de  todos  mo- 
dos  consta  que  se  efectuo  en  la  maflana 
del  26.  Por  lo  que  toca  al  niimero  y  nom- 
bres de  los  que  ascendieron  poseo  datos 
muy  ciertos,  a  saber,  la  «Relación  de  los 
«religiosos  que  quedan  en  este  castillo 
»con  espresion  de  las  ordenes  a  que 
»corresponden,>;  suscrita  por  el  Gober- 
nador  del  mismo  castillo  Don  Francisco 


(4)     Relación  citada  del  P.  Baltasar  Sentis. 


700 


I.inRO    TERCliliO.  —  CAPITCLO    VN•Dl•X.I.MO 


García  de  Luna  el  dia  26  de  julio.  llela 
aquí,  hasta  con  sus  errores  de  pluma: 

«SAN   FRANCISCO    DE    ASIS 

»Domingo  Anguera- 
»Juan  Landencia. 
»Juan  Razet. 
»Francisco  Bidriella. 
»José  Maria  Ballester. 
«Ignacio  Vives. 
»José  Pomes. 
«Martín  Masramon. 
»Sebastian  Bahil. 
»Mariano  Brunet. 
»Antonio  Rovira. 
»José  Maria  Lligona. 
»Mateo  Orriols.    • 
»Antonio  Puig. 
»Francisco  Salvador. 
»Francisco  Burés. 
»Francisco  Maria  Pedrerols. 
»José  Llosellas. 
»Francisco  Moliner. 
»Tomàs  Puig. 
>-Baltasar  Sentis. 
»Meliton  Montes. 
»Matias  Espinàs. 
»Jaime  Elias. 
»Manuel  Rodillas. 
«Rafael  Roger. 
»José  Serrat. 
«Ventura  Mestres. 
»Jacinto  Pujalés. 
«Juan  Socias. 
«Salvador  Casals. 
«Francisco  Busquets. 
«Jaime  Rodó. 
«Salvador  Pujol. 
«Joaquin  Martí. 
«Salvador  Morera. 
»Jose  Borràs. 
»Pedro  Gual. 
«Pablo  Cabré. 
«José  Oreu. 
«Salvador  Mestres. 
«Francisco  Mestres 
«Ventura  Martí. 
«Isidro  Ciurana. 
«Isidro  Ordet. 


«José  Oliver. 
«Juliàn  Valldeneu. 
«Ramon  Boldú. 
«Bernardino  Tura. 
«Feliu  S. 
«José  Pallejà. 
«Domingo  Lleonar. 
«Pablo  Solanes. 
«José  Ciré. 
«Fèlix  Vilar, 
«Miguel  Noguet. 
«Juan  Güell. 
«José  Mateo. 
«José  Oldu. 
«Franco  Fornen. 
«Salvador  Pérez. 
«José  Cotals. 
«Juan  Clara. 
«Mariano  Serra. 
«Isidro  Martorell. 
«José  Pons. 
«José  Mullanes. 
«Benito  Osalde. 
«Pedró  Reverter. 
«Gabriel  Casales. 
«José  Puigdengolas. 

«SAN   JOSÉ 

«Manuel  de  S.  Bernardo. 
«José  de  los  Rej'es. 
«Vicente  de  la  Consolacion. 
«Felipe  del  Sacramento. 
«Franco,  de  los  Angeles. 
«Pascual  de  S.  José. 
«Juan  de  S.  Ignacio. 
«Pedró  del  Corazon  de  Jesús. 
«Jaime  de  Jesús  nazareno. 

«CARMELITAS  CALZADOS 

«José  Ortega. 
«Juan  Miguel. 
«Juan  Guatings. 
«José  Paraxeda. 
«Bartolomé  Bassas. 
«Bernardo  Claveria. 
«Joaquin  Pagès. 
«Juan  Ortens. 
«Pedró  Solà. 
«Franco.  Solà. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DESPLES    DEL    INCENDIO 


701 


«TRINITARIOS    DESCALZOS 

»Jose  de  la  Virgen. 
»Jeronimo  de  S.  Fèlix. 
«Nicanor  del  Bto.  Miguel. 
«José  de  la  SSma.  Trinidad. 
»Juan  de  la  Sumision. 
»Sebastian  de  Dios. 
»Pedro  de  Jesús. 
«Fernando  de  Jesús. 
»Felipe  de  S.  Miguel. 
*Manuel  del  Bto.  Miguel. 
»Jorje  de  la  Virgen. 
»Juan  de  S.  Lucas. 
»Blas  de  la  Virgen. 
»Jose  de  la  Puriticacion. 
»Matias  de  S.  Blas. 
»Severino  de  la  Virgen. 
«Antonio  de  la  Purificacion. 
»Juan  de  Sta.  Teresa. 

«TRINIT.^RIOS  C.ALZ.ADOS 

»P.  Ministre. 

»P.  Vicario. 

«Lector  Estalella. 

«Maestro  de  novicios. 

»Jose  Alavern. 

»Jose  de  Flor. 

»P.  Vigual. 

»P.  Rifé. 

»P.  Sangenis. 

»P.  Bigues. 

»F.  GuelI. 

»F.  Tordia. 

»F.  Sarove. 

»F.  Guirigua. 

»F.  Sayol. 

»F.  Serrat. 

»F.  Febrer. 

»F.  Paime. 

»F.  Vives. 

»F.  Boxadós. 

»F.  Julià. 

»F.  Arbolí. 

»F.  Bonet. 

«SAN    VICENTE    DE    PAUL 

«Juan  Vilera. 
«Alejo  de  Viu. 
«Jacinto  Moria. 


Juan  Costa. 
Jaime  Perucho. 
Juan  Figuerola. 
Mauricio  Sanpere. 
Manuel  Fàbregas. 
José  Perramón. 
Cristobal  Lesera. 
Franco.  Bosch. 
Juan  Seieta. 
Jaime  Rogent. 
Miguel  Casabona. 
Buenaventura  Pesal. 
Raimundo  Pires. 
Miguel  Pelegrí. 
Jaime  Serrató. 
Ramon  Vila. 
Pedró  Puig  de  Canet. 
Benito  Cardona. 
José  CampAs. 
Juan  Aguilà. 
Ramon  Madani. 
Fernando  Partagas. 
Antonio  ALnsjuan. 
Isidro  Marrual. 
Tadeo  Amat. 
Ant.°  Morera. 
José  Puig. 
Mateo  Cerdà. 
Jaime  Llorens. 
Mariano  Alavedra. 
José  Vilaplana. 
Felipe  Vidal. 
Jaime  Canullas. 
José  Estevan. 
Juan  Cachué. 
Juan  Valls. 
Juan  Frau. 
Gabriel  Ramis. 

«SAN    AGUSTIN 

«Agustin  Girona. 
«Franco.  Pascual. 
«Pedró  Colomina. 
«José  Riera. 
«Mariano  Sordes. 
«Jaime  I\Latas. 
«Miguel  Triay. 
«Luis  Selles. 
«José  Bruguera. 
«Ventura  Brun. 


/02 


LIBRO    TERCERO. CAPITULO    LNDECIMO 


»Agustin  Vila. 
«Miguel  Novas. 

«MERCENARIOS 

»Ramón  Serra. 
»Jaime  Serra. 
»Antonio  Espinach, 
»Livorio  Santmartí. 
»Juan  Torrents. 
»Juan  Alvareda. 
«Vicente  Fàbregas. 
»José  Rodríguez. 
»Joaquin  Vidal. 
»Antonio  Casas. 
»Ramon  Roca. 
»Serapio  Rates. 
»Raimundo  Genis. 
«Buenav."  Cuito. 
^>Ramon  Roca. 
«Franco.  Domènech- 
«Franco.  Fort. 
«Antonio  Jaudiera. 
«Juan  Estapos. 
«Juan  Moretras. 
«Segismundo  Llupas. 
«Buenav.'"*  Güell. 
«Juan  Pujol. 
«Benito  Tiana. 
.■«Miquel  Jauca. 
«Benito  Sapori. 
«L."^  Sanhuet. 

«R.  P.  M.  Vicario  General  de  toda  la 
«orden. 

«S.'VNTA    MÒNICA 

«Manuel  Pérez. 
«Mariano  Beinat. 
«Franco.  Colomer. 
«Tomàs  Luis. 
«Jaime  Edo. 
»Jaime  Haih. 
«José  Roguen. 
«Antonio  Bonet. 
«Pablo  Falcón. 
«Agustin  Montforte. 

«CAPUCHINOS 

»P.  Guardian. 
«Julian  de  Olot. 
»Joaquin  de  Aleya. 


»  de  la  Nou. 

aBuena.'*  de  Alforja. 
>.José  de  Corbera. 
«Franco  Pio  de  Bar."* 
«Manuel  de  Verdú. 
«Ginés  de  Jardeix. 
«Buena.*  de  Vinyols. 
«Mateo  de  Cardedeu. 
«Franco,  de  Bar."* 
«Antonio  de  Olot. 
«Celestino  de  Bar.°* 
»Bonifacio  de  Barcelona. 
»Ramon  Roman  de  Barcelona. 
«Matias  de  Tarrasa. 
«Tomàs  de  Agullana. 
»José  de  Mataró. 
»Pedro  Pablo  de  Bages. 
»Pedro  José  M*  de  Bar."* 
»F"ranco.  de  Bosolls. 
«Froilan  de  Bar."* 
«Franco  de  Valls. 
»José  de  Igualada. 
«José  Franco,  de  Bar."* 
«Ramon  de  Gerona. 

>  Jaime  de  Figueras. 
»Tomàs  de  Vich. 
«Antonio  de  Arbucias. 
«Miquel  de  Mustela. 
«Ramon  M  "^  de  Olot. 
»Narciso  de  Llagostera. 
«Fausto  de  Ripollet. 
«Ramon  de  Valls. 
«Segismundo  de  Lèrida. 
»Rafael  de  Valls. 
«Felipe  de  Vich. 
«Feliu  M.•>  de  Olot. 
wM.''  Andrés  de  Sarria. 
«Bernardino  de  Torà. 
»Magin  de  la  Espluga. 
AValentin  de  Vilana. 
«Pedró  de  Fosa. 
«Gabriel  de  Canet. 
«Antonio  del  Bruch. 
«Crispin  del  castell  del  Azuru. 

>  Alejandro  de  Bar."* 
«Cecegin  de  Salesas. 
«Sebastian  de  .Sarrià. 
»Jose  de  Prat  de  Llusanés. 
«Francisco  de  Chumblé. 
«Pedró  de  Premià. 


LOS     FRAILES     Y     LOS     CONVENTOS     DE     BARCELONA     LUEGO     DESPLLS     DEL     INCENDÍO 


703 


«Esteban  de  Ripollet. 

»Bernardo  de  Castelltersol. 

«Castillo  de  Montjuich  de  Barcelona  26 
»de  julio  de  1835=E1  gobernador  Fran- 
»cisco  García  de  Luna=»Total  general 
277(1). 


'U/HA> 


Para  evitar  en  la  subida  un  indefectible 
atropello  la  autoridad  trató  de  impedir 
el  acceso  de  las  turbas  al  camino  de  Mont- 
juich, a  cuyo  fin  cerró  el  rastrillo  o  verja, 
que  de  la  Rambla  de  Santa  Madrona  sepa- 
raba  la  puerta  del  nombre  de  la  misma 
Santa.  Entonces  el  mar  lamia  la  muralla 
del  fuerte,  y  así  por  allí  no  existia  paso. 
Así  la  turba  no  pudo  pasar  de  la  calle. 
Del  fuerte  o  cuartel  bajaron  los  frai- 
les  a  la  plazoleta  de  dicha  puerta,  y, 
cruzando  esta,  salieron  a  la  carretera 
que  conducía  a  Montjuich,  la  que  todos 
hemos  conocido,  y  de  la  que  aún  hoy 
queda  gran  parte.  Iban  escoltades  por 
algunes  caballos  y  fuerzas  de  infanteria. 
Las  turbas,  en  número  de  miles  de  perso- 
nas,  privadas  de  penetrar  en  el  patio  de 
la  puerta,  y  así  de  seguir  a  los  religiosos, 
subiéronse  a  la  muralla  que  miraba  a  la 
montana  del  castillo;  y  al  ver  que  sus 
inocentes  víctimas  se  les  escapaban,  gri- 
taban  desaforadamente;  «matctdos,  via- 
íctilos».  iTal  era  el  furor  de  aquéllas  y  el 
aumento  que  iba  cobrando  la  revolucioni 
Alguno  de  los  frailes  me  dijo  si  hasta  de 
la  muralla  se  les  disparo  algunos  tiros; 
però  la  noticia  no  la  veo  confirmada  por 


las  docenas  de  testigos  que  me  refirieron 
la  actitud  de  las  turbas. 

Las  circunstancias  de  la  ascensión  al 
Castillo  no  la  hacían  ciertamente  deli- 
ciosa. La  hora  la  de  la  mayor  fuerza  del 
sol,  el  mes  el  de  julio,  el  vestido  en  no 
pocos  de  habito  de  lana,  la  edad  en 
muchos  avanzada,  el  cuerpo  dèbil 
por  la  falta  de  alimento,  pues  no 
pocos  estaban  en  ayunas,  el  espíritu 
agitado  por  los  acontecimientos  pa- 
sados,  los  presentes  y  los  que  se 
temian,  los  espectadores  pidiendo 
a  voz  en  grito  la  muerte,  y  de  los 
acompafiantes  unos  en  buen  sentido 
y  otros  en  adverso.  Son  del  trinita- 
rio  Padre  Pedró  Bigas  estàs  pala- 
bras  referentes  a  la  subida:  «Ibamos  los 
«pobres  frailes  custodiades  por  los  cara- 
»bineros  de  a  caballo,  a  uno  de  los  cuales 
»se  escapo  decir:  «es  cosa  terrible  tener 
«que  acompanar  à  estes  pilles,  à  cada  uno 
«de  los  cuales  quisiéramos  ver  hechos  mil 
«pedazes».  Al  oir  esto  el  Padre  Sangenís, 
«que  había  sido  coronel  en  el  levanta- 
«miento  realista  de  1822,  dijo  à  los  frailes 
«jóvenes  que  se  fuesen  llenando  las  fal- 
«triqueras  con  las  piedras  que  hallasen, 
«como  realmente  lo  hicieron»  (2). 

Llegada  la  numerosa  comitiva  al  pie 
del  Castillo,  no  se  le  abrió  inmediatamente 
la  puerta  como  era  de  piesumir,  sine  que 
tuvo  que  hacerse  un  large  alto,  que  unos 
frailes  igualan  a  media  hora,  otros  a  una. 
De  todos  medos,  quedar  por  tanto  rato 
parades  al  sol  del  mediodía  del  mes  de 
julio  venia  a  completar  las  acres  ince- 
modidades  de  la  ascensión  al  castillo.  Al 
fin  se  les  abrió  la  puerta  y  penetraren 
en  él  (3).  Y  jprovidencia  de  Dies!,  per 
razón  de  tanta  fatiga,  ayuno  e  incomodi- 
dad,  ni  uno  de  aquelles  perseguides  en- 
fermó,  ni  en  el  dia  de  la  subida,  ni  en  los 
siguientes  de  permanència  en  el  castillo. 
Así  me  lo  aseguró  uno  de  elles,  semina- 


(i)  Archivo  de  la  Capilania  (jeneral  de  Cala- 
lufia.  Lcgajo  titulado;  Ouema  de  los  conventos  y 
cxpulsion  de  los  frailes  en  i8}^.  Paquete  5." 


{2)     \Ln  San   .Vndics  de  Palomar  a  io  do  iunic 
de  i88í. 

(5)     Relaciones  de  varios  frailes. 


704 


LIBRO    TERCERO. —  CAPITULO    UNDKCIMO 


rista  (1),  y  los  registros  del  Santo  Hospital 
no  contienen  ningún  asiento  en  que  se 
indique  la  procedència  de  Montjuich  del 
enfermo. 

Colocada  la  multitud  de  religiosos  en 
la  plaza  central  del  Castillo,  no  pocos 
acudieron  a  la  capilla  para  encomendarse 
a  Dios  mientras  esperaban  se  les  condu- 
jera  a  su  habitación  (2).  Se  les  alojó  en 
una  o  unas  grandes  cuadras  del  lado  del 
mar,  húmedas,  con  suelo  de  tablas.  Esta- 
ban  faltas  de  todo  mueble  y  utensilio 
para  la  habitación  de  hombres,  excepción 
hecha  de  un  grandísimo  cubo  o  portadera 
para  suplir  el  excusado.  La  autoridad  no 
tuvo  ni  un  jergón  de  munición,  ni  un 
banco,  ni  un  lugar  común  para  aquella 
multitud  de  hombres  respetables  perse- 
guides, desgraciados  e  inocentes.  No  de 
otro  modo  se  trata  a  los  rebanos  de  cor- 
deros  o  de  cerdos.  Y  cuenta  que  la  noti- 
cia de  lo  desacomodado  de  la  pieza,  de  la 
falta  de  todo  utensilio,  de  la  indecència 
de  tal  trato,  me  consta,  no  por  la  boca  de 
uno  o  dos  frailes,  sinó  por  la  de  todos.  La 
cama  de  los  pobres  religiosos  consistió  en 
el  duro  entablado,  y  sobre  él  se  tendieron 
jóvenes  3^  provectos,  coristas  y  sacerdo- 
tes,  noveles  y  superiores;  y  así  pronto 
abundaren  allí  los  paràsitos  del  cuerpo 
humano,  especialmente  los  blancos,  que 
suelen  morar  en  el  dorso  del  individuo; 
mientras  por  otro  lado,  el  improvisado 
excusado  llenaba  el  ambiente  de  la  cua- 
dra  de  hedores  insoportables.  El  Gober- 
nador  del  castillo  el  mismo  dia  26  decía  en 
oficio  al  Capitan  General  de  Barcelona: 
«Espero  que  V.  E.  se  servirà  darme  las 
«instrucciones  que  tenga  por  conveniente, 
»pues  tengo  el  honor  de  hacerle  presenta 
»que  en  esta  fortaleza  no  hay  víveres,  ca- 
»mas,  ni  ningún  otro  utensilio  que  pueda 
»suministríírsele  a  dichos  religiosos»  (3). 


(i)  Relación  de  D.  Ramon  .Madam.  Barcelona 
2  de  Marzo  de  1885. 

(2)  Carta  que  de  Roma  en  18  de  enero  de  1881 
me  escribió  el  trinitario  P.  José  Güell  y  Milà. 

(5)  Archivo  de  la  Capitania  General.  Legaio 
citado,  paquete  5.° 


Pero  ni  aun  en  la  dureza  del  lecho,  ni 
en  la  antipàtica  companía  de  paràsitos, 
ni  en  los  repugnantes  perfumes  del  excu- 
sado hallaban  los  reclusos  su  mayor 
pena.  Esta  consistia  en  el  hambre.  La 
tarde  corria  en  busca  de  la  noche  y  nadie 
acudia  aün  a  acallarla.  La  Comunidad 
mas  favorecida  fué  la  de  la  Merced,  por 
que,  antes  del  atropello,  el  capellàn  de 
castillo  todos  los  días  celebraba  en  el  con 
vento  de  esta,  dónde  se  le  daba  intención 
y  ahora  este  sacerdote  procuro  aliviarla 
Se  cree  que  por  obra  de  él  pudo,  al  caer 
de  la  tarde  del  26,  comer  algo  dicha  Co 
munidad.  Consistió  el  menú  en  arroz  con 
bacalao  colocado  sobre  una  rebanada  de 
pan,  la  que  constituía  toda  la  vajilla  de 
la  cuadra  (4).  Por  la  misma  razón  de  la 
amistad  del  capellàn,  el  superior  merce- 
dario  estuvo  alojado  en  el  pabellón  del 
capellàn  (5). 

Lo  que  del  hambre  de  este  encierro  me 
dijeron  algunos  frailes,  por  extraordina- 
rio,  llega  a  parecer  increïble.  El  Padre 
Joaquín  Martí,  franciscano,  al  cual  vimos 
en  el  capitulo  anterior  diligentemente 
buscado  por  su  madre  en  la  noche  del 
crimen,  y  hallado  al  fin  en  Atarazanas, 
me  dijo  que  '<los  dos  primeros  dias  los 
spasamos  sin  comer.  Los  prelados  acu- 
»dieron  y  se  dió  la  órden  para  la  intro- 
»ducción  de  víveres  y  se  dió  à  los  religio- 
»sos  una  cocina  para  la  confección  de  los 
»alimentos.  El  primer  alimento  que  llego» 
(ignoraria  el  de  los  mercedarios)  «fué  el 
»traido  por  mi  madre,  la  cual  alcanzó 
«permiso  de  la  Capitania  General  para 
»entrar  en  el  castillo,  y  nos  Uevó  una  olla 
»de  sopa  de  caldo  con  gallina,  la  que  con 
»el  hambre  consiguiente  comí  yo  y  mis 
»amigos.»  (6).  El  Padre  Baltasar  Sentís 
me  anadió  que  desde  la  salida  del  con- 


(4)  Relación  del  P.  Benito  Tiana,  mercedario, 
Barcelona,  i.'  de  junio  de  1880,  y  relación  del 
P.  Joaquin  \'idal.  Barcelona,  2Ó  de  enero  de  1S87. 

(í)     Relación  citada  del  P.  Joaquin  Vidal. 

(o)  Relación  del  mismo  .Marti.  Barcelona. 
7  de  julio  de  1880. 


l.OS    l-RAILES    Y    LOS    COXVENTOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DESPUÉS    DEL    INXENDIO 


705 


vento  hasta  que  comió  se  pasaron  tres  I  es  creible,  indica  al  menos  largo  tiempo. 
días  (1),  y  el  Padre  Pedró  Bigas  que  Oigamos  la  voz  de  otros  de  los  reclui- 
pasaron  dos   (2);   lo  que  si  del  todo  no  |  dos: 


^'  é-.  ^5í9í  e/C^ipx}!/?  ^£i^(j 


r 


^2r}L 


^Xi^Ceu^triCTc^ 


/' 


(i)     .Maspujols,  i^  de  junio  de  1880. 

(j)     Relacinn  citada. 

(?)     .\rchivo  municipal  dc  Barcelona.  — E\pcdiente  n."  1  jo.  de  la  Sección  2. 


706 


I.IBRO     TERCERO. CAPirLI.O     UNDECIMO 


Efectivamente,  los  trinitarios  descalzos 
en  Montjuich  andaban  errantes  por  la 
cuadra  sin  superior  que  los  protegiera. 
Por  esto  y  su  miserable  aspecto  barrunta- 
ron  los  calzados  que  no  habrían  comido. 
Inquiriéronlo,  y  como  ballaren  verdadero 
el  temor,  los  superiores  calzados  manda- 
ron  suministrarles  arroz  con  bacalao, 
bien  que  antes  les  prepararen  el  estóma- 
go  con  unos  bizcochos  con  vino.  Ademàs 
nombróse  a  uno  de  ellos  que  hiciese  las 
veces  de  superior. 

Del  trinitario  calzado  Padre  José  Güell 
y  Milà  son  las  siguientes  palabras:  «Era 
»ya  casi  el  anochecer,  y  estabamos  en 
»ayunas.  Mandaron,  no  sé  quien,  pagan- 
»do  nosotros  de  nuestro  bolsillo,  à  un 
»pueblo  del  pié  de  la  montana;  y  trajo 
»pan,  arroz  y  bacalao,  este  tan  podrido 
»que  lo  que  sobro  el  dia  siguiente  lo 
»dimos  à  los  presidiarios  del  Castillo,  y 
»por  tan  malo  no  lo  quisieron.  Nosotros 
»con  tanta  hambre  no  lo  advertimos.  El 
»pan  nos  servia  de  cuchara  y  comimos  en 
»pié  Cenados  y  comidos,  nos  bajaron  à 
»unas  cuadras  muy  bajas.  Sin  cama  ni 
»paja  dormimos  sobre  las  tablas;  lo  que 
»màs  me  peso  fué  la  falta  de  almohada. 
»E1  dia  siguiente,  à  lo  màs  a  los  dos  dias 
«nuestro  superior  el  Padre  Pascual  Palau, 
»que  estaba  con  nosotros,  creo  que  pro- 
»videnció  para  que  nos  subieran  colcho- 
»nes,  y  asi  tuvimos  algunos  bien  que  sin 
»sàbanas.  El  dia  siguiente  mandó  quien 
»comprase  carne  fuera  del  castillo.  Esta- 
»ba  alli  nuestro  cocinero  Fr.  Felipe  Ar- 
»bolí  quien  como  pudo  nos  arreglo  la 
»comida>^  (1). 

Los  padres  del  mercedario  Fr.  Benito 
Tiana  dedicàbanse  en  la  Puerta  Nueva  al 
trafico  de  lefia,  y  el  castillo,  por  medio 
de  los  presidiarios  que  en  el  moraban, 
proveia  de  dicho  articulo  en  el  almacén 
de  Tiana.  Este  se  valió  de  los  mismos 


(i)  Carta  que  me  escribií'i  desde  Roma  en  i8 
de  enero  de  1881.  Concuerda  con  el  dicho  del 
P.  Güell  cl  del  otro  trinitario  P.  Pablo  Gelada. 


penados  para  hacer  llegar  pan  y  butifa- 
rrci  y  un  colchón  a  su  hi  jo  Benito  (2). 

Ya  arriba  en  su  lugar  escribí  que  la 
Comunidad  de  carmelitas  calzados  fué 
conducida  a  la  Ciudadela;  però  los  màs 
de  los  jó venes  del  colegio  del  Santo  An- 
gelo  pararon  en  Montjuich.  Carecian  de 
alimentos,  y  así  uno  de  ellos,  Fr.  Ortega, 
al  cual  después  todos  conocimos  de  pro- 
fesor  y  màs  tarde  Director  del  Instituto 
Provincial,  se  presento  al  Gobernador  y 
le  manifesto  su  necesidad.  El  Goberna- 
dor, sabiendo  que  los  mejor  provistos 
eran  los  capuchinos,  quienes  continua- 
mente  recibían  socorros,  indico  a  estos 
capuchinos  que  sostuvieran  a  los  dichos 
carmelitas,  en  lo  que  fué  obedecido  (3). 

Los  superiores  por  un  lado,  las  familias 
y  los  amigos  y  devotos  por  otro,  acudie- 
ron  a  socórrer  la  indigència  de  los  f  railes, 
subiéndoles  colchones,  abrigos,  disfraces 
y  alimentos  (4).  No  pecarà  de  pensar 
temerariamente  quien  sospeche  que  al 
principio,  debiendo  los  comestibles  pasar 
por  varias  manos  desde  el  rastrillo  de  la 
fortaleza  a  la  cuadra,  se  evaporarían  en 
parte.  Los  mismos  religiosos  el  exiguo 
dinero  que  salvaron  en  sus  faltriqueras 
lo  emplearon  en  la  compra  de  alimentos. 
En  vista  de  todo  los  superiores  pidieron 
y  alcanzaron  que  cada  orden  tuviera  en 
el  rastrillo  dos  legos  para  transmitir  a 
los  individuos  de  su  comunidad  los  reca- 
dos  (5).  De  esta  circunstancia,  y  el  caso 
raya  en  jocoso,  se  aprovechó  el  Padre 
Baltasar  Sentís,  quien,  procedente  del 
Campo  de  Tarragona,  carecía  de  amigos 
en  la  ciudad;  y  así,  fingiéndose  lego  de  su 
orden  franciscana,  se  largó  hasta  el  ras- 
trillo; allí  se  encargó  de  llevar  la  primera 
cesta  que  vino  con  alimentos,  comió  al- 
gunos de  ellos,  y  transmitió  a  su  destino 


(2)  Relación    del     mismo    D.     Benito    Tiana, 
citada. 

(3)  Relación  del  trinitario.  después  canónigo. 
D.  José  Sayol.  Barcelona,  2ü  de  julio  de  1880. 

(4)  Relaciones    de    muchos   de    los    frailes    de 
.^íontiuich. 

(í)     Relación  clt.  del  P.  Baltasar  Sentis. 


LOS     FRAILES    V    LOS     CONVENTOS     DE     BARCELONA     LLEGO     DESl'L'iJS     DEL     INXENDÍC 


707 


los  demàs  (1).  El  hambre  es  ingeniosa 
tanto  cuanto  intransigente. 

Merece  la  autoridad  aceiba  calificación 
por  tal  proceder  respecto  a  la  alimenta- 
ción  de  los  pobres  frailes  reclusos  en  los 
fuertes,  porque  si  al  colocarlos  en  las 
cuadras  los  asemejó  a  cerdos  o  a  carne- 
neros,  al  prescindir  de  alimentarlos  los 
igualo  a  bestias  daflinas,  a  las  que  se  deja 
morir  de  hambre  en  la  ratonera  o  tram- 
pa. Mas  ocurre  preguntar:  íQué  penso, 
pues,  la  autoridad  respecto  a  la  manuten- 
ción  de  los  frailes  reclusos?  -íQué  hizo? 
rPor  qué  dió  tanto  tiempo  al  hambre? 
Ella  misma  os  lo  explicarà  en  sus  docu- 
mentes oficiales.  En  las  actas  de  la  junta 
de  autoridades  que  se  reunió  aquellos 
días  se  lee: 

«En  la  Ciudad  de  Barcelona  en  veinte  y 
»ocho  de  julio  de  mil  ochocientos  treinta 
»y  cinco,  A  las  ocho  y  media  de  la  noche. 
»Por  disposicion  del  E.  S.  Mariscal  de 
»Campo  Don  Cayetano  Saquetti,  Coman- 
»dante  General,  en  ausencia  y  por  en- 
»cargo  del  E.  S.  Capitan  General,  fueron 
»convocadas,  A  invitacion  del  Senor  Go- 
«bernador  Civil  de  la  Provincià,  en  estàs 
»casas  consistoriales  las  Autoridades  Su- 
»periores  y  otras,  y  reunidas  con  elExce- 
«lentísimo  Ayuntamiento  en  la  sala  ca- 
»pitular  bajo  la  presidència  de  dicho 
»E.  S.  Comandante  General,  con  con- 
»currencia  de  las  personas  anotadas  al 
»margen  a  las  ocho  y  media  de  la  noche, 
»y  abriendose  la  sesion,  el  Sefior  Gober- 
»nador  Civil  propuso  que  deberà  adop- 
»tarse  la  medida  de  librar  pasaportes  A 
»todos  los  religiosos  recogidos  de  resul- 
»tas  de  los  acontecimientos  de  los  dias 
»veinte  y  cinco  y  veinte  y  seisen  los  fuer- 
»tes  de  Monjuich  y  Ciudadela  para  el 
»punto  que  cada  uno  eligiere,  por  ser 
»eslo  muy  conveniente  à  la  seguridad  de 
»la  poblacion  manifestando  hallarse  con- 
»formes  con  esta  idea  tanto  cl  Seflor  Go- 
«bernador  militar  como  el  Exmo.  Ayunta- 
»miento,  cuyo  Sefior  Decano  contesto  ;'i 
»esta  indicacion,  que  si  bien  sobre  ella 


(i)     Relacióii  cil.  del  mlsnio  Sentís. 


»le  había  hablado  el  Sefior  Gobernador 
»Civil,   en  union    con    algunos   Sefiores 
»Concejales,  que  en  su  opinion  particular 
»reconocieron  en  algun  modo  adaptable 
»la  idea,   no  puede  aquella  conferencia 
»calificarse  de  aprobacion,  tanto  por  no 
«hallarse  autorizados  los  que  la  contro- 
»vertieron  por  mera  conversacion,  como 
»porque  no  cree  tampoco  que  se  halle  en 
»las  atribuciones  del   cuerpo   municipal 
»semejante  disposicion.  El  Sefior  Coman- 
»dante  General  pidió  en  consecuencia  a 
»los  Sefiores  Vicarios  generales,   como 
«Autoridad  Eclesiàstica,  que  se  sirviesen 
«manifestar  su  parecer  sobre  el  particu- 
«lar  y  contestaron,  que  por  su  parte  no 
«hallan  inconveniente»  (A  la  sasóti  eraii 
Vicarios   Generales  Don    Toiiids  Puig- 
uriguer  v  Don  Salvador  Andreu):  «con 
»lo  que  insistió  el  Sefior  Gobernador  Ci- 
»vil  en  que  no  debe  permitirse  la  perma- 
«nencia  de  los  religiosos  en  Barcelona, 
«fundado  tanto  mas  en   que   habiendolo 
«manifestado  en  el  dia  de  ayer  al  Exmo. 
«Sor.  Capitan  General  Marqués  del  Valle 
»de  Ribas,  le  contesto  este  en  términos  de 
«aprobacion,    y    porque   por   otra   parte 
«habrà  mucha  dificultad  en  mantener  en 
«los  fuertes  à  los  quinientos  frailes,  que 
«sobre  poco  mas  ó  menos  se  hallan  reco- 
«gidos  en  ellos,  si  para  su  destino  ha  de 
«esperarse  la  resolucion  del  Gobierno,  à 
«quién  darà  cuenta  por  el  correo  de  ma- 
«iïana,  tomando  no  obstante  sobre  sí  la 
«responsabilidad  acerca  de  la  expidicion 
«de  los  pasaportes.  Invitados  los  Sefiores 
«Vicarios  Generales  Gobernadores  de  la 
«Mitra  à  tomar  à  su  cargo  la  manuten- 
»cion  de  los  indicados  religiosos  por  me- 
«dio  de  los  productos  o  ventas  de  las 
«propiedades  pertenecientes  à  los  Con- 
«ventós  desocupados,   en  atencion  íí   la 
»mas  inmediata   analogia  que  el   Clero 
«regular  tiene  con  la  Autoridad  eclesiàs- 
«tica  que  ejercen  dichos  Sefiores  Vicarios 
«Generales,  se  denegaron  estos  a  tomar 
«sobre  si  este  encargo,  fundados  en  que 
«no  tienen  ni  podran  tener  fondos  de  los 
«religiosos,  por  cuanto  perteneciendo  al 
«Estado  las  temporalidades^  {;quc  cfngio 


708 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    LNCICIMO 


tanfalso!),  «no  puede  la  AutoridadEcle- 
»siastica  inmiscuirse  en  ellos  y  de  consi- 
»guiente,  que  debiera  ver  el  Exmo.  Ayun- 
»tamiento  quien  tomarà  à  su  cuidado  la 
«subsistència  de  aquellos,  si  es  que  no  se 
»acordase  la  propuesta  expidicion  de  pa- 
«saportes.  Aquí  tomo  la  palabra  D.  Joa- 
»qu!n  de  Mena  esponiendo  las  fundadas 
»razones  en  contra  de  la  opinion  de  los 
«Senores  Vicarios  Generales  acerca  de 
»que  debiera  córrer  à  cargo  del  Exmo. 
«Ayuntamiento  la  manutencion  de  los 
«religiosos  en  los  fuertes,  pues  que  si 
»bien  ha  tornado  parte  esta  cuerpo  en  el 
»recogimiento,  en  cuanto  fuese  posible, 
»de  las  alajas,  ropas,  efectos  y  demàs 
«enseres  de  los  Conventos  no  ha  tenido 
»en  ello  otra  mira  ni  idea  que  la  de  pro- 
»curar,  como  padre  comun  del  pueblo  de 
«Barcelona,  de  ponerlos  en  salvo  paraque 
»puedan  entregarse  à  quien  disponga  el 
«Gobierno,  creyendo  que  interinamente 
"podria  ya  verificarse  la  entrega  à  la 
»Real  Hacienda,  tomando  esta  sobre  sí  la 
»manutencion  de  los  frailes  de  que  se 
»trata.  Estàs  diferentes  opiniones  promo- 
»vieron  larga  y  muy  detenida  discusion, 
»en  la  cual  el  Sefior  Gobernador  Civil 
»insistió  en  que  debía  acordarse  el  des- 
»pacho  de  pasaportes,  bajo  su  responsa- 
«bilidad,  sobre  lo  cual  el  Senor  Delegado 
>;de  Policia  opuso  el  poderoso  inconve- 
«niente  de  que  con  ello  se  autorizaba  à 
»los  frailes,  aun  cuando  se  les  obligase  à 
«dar  fianza,  que  seguramente  no  encon- 
«trarían  la  mayor  parte  de  ellos,  à  pre- 
«sentarse  à  engrosar  la  faccion,  esponien- 
«doles  ademàs  à  ser  asesinados  à  su  salida 
»y  viaje  interín  no  se  pusiesen  à  salvo 
«en  la  faccion  ú  otro  punto  de  seguridad: 
«consecuente  a  lo  cual  propuso  el  Senor 
«Gobernador  Civil  que  las  autoridades 
«debieran  juntas  o  separadamente  repre- 
«sentar  al  Gobierno  con  respeto  al  pi'o- 
vnunciamiento  general  que  va  cundiendo 
«contra  el  Clero  regular  paraque  se  tome 
»la  providencia  correspondiente. 

»En  este  estado  entraron  el  Senor  In- 
«tendente  de  Provincià  de  este  Princi- 
«pado  y  el  Senor  Alcalde  mayor  tercero 


«Don  Juan  Perciba,  y  habiendo  este  dado 
«parte  de  haber  sobrevenido  una  pequefla 
«conmocion  en  la  calle  de  Fernando  Sep- 
«timo  con  motivo  de  haberse  difundido 
«la  voz  de  que  transitaban  por  ella  dos 
«frailes,  salió  el  Sor.  Delegado  de  Policia 
«para  ocurrir  à  lo  que  fuere  menester 
«con  su  autoridad. 

>'En  vista  de  cuantas  reflexiones  se  han 
«hecho  sobre  los  dos  puntos  controverti- 
«dos,  se  ha  acordado:  Que  se  resuelv^an 
«separadamente;  y  siendo  implícita  la 
«aprobacion  del  Exmo.  Ayuntamiento 
«por  la  diferencia  (sic)  que  todos  sus  indi- 
«viduos  han  manifestado  en  favor  de  la 
>.opinion  de  los  dos  que  han  hablado,  y 
«conformes  las  demàs  autoridades,  ha 
«quedado  resuelto  con  respecto  al  des- 
«tino  de  los  religiosos  detenidos  en  los 
«fuertes,  que  ha  de  aguardarse  la  resolu- 
«cion  del  Gobierno  superior. 

«Pasàndose  acto  continuo  à  tratar  del 
«punto  del  mautenimiento  de  dichos  de- 
«tenidos,  instado  el  Senor  Intendente  para 
«encargarse  de  ello,  lo  ha  resistido  por 
«cuanto  la  Real  Hacienda  se  halla  sin 
«fondos  de  que  poder  disponer;  mas  que 
«sin  embargo  oficiandosele  por  el  Exmo. 
«S.  Capítan  General  vería  si  podia  ade- 
«lantar  por  de  pronto  dos  o  tres  mil  rea- 
»les,  que  cree  serían  suficientes,  con  los 
«viveresy  demàs  que  pudiesen  recogerse 
«de  las  casas  religiosas  desocupadas, 
«para  ocurrir  à  la  manutencion  de  los 
«Frailes,  interín  se  aguarda  la  resolucíón 
«de  la  Corte. 

«La  Autoridad  militar  contesto,  que  no 
«puede  ni  debe  entrometerse  en  este 
«asunto;  y  en  este  estado. 

«Salió  el  Sor.  Comandante  General, 
«tomando  la  presidència  el  Senor  Gober- 
«nador  Civil,  y  sucesivamente  entro  el 
«Senor  Delegado  de  Policia  manifestando 
«hallarse  tranquíla  la  poblacion,  sin  que 
«la  ocurrència  de  que  ha  dado  parte  el 
«Sefior  Alcalde  mayor  tercero  ha3'a  sido 
«cosa  digna  de  atencion. 

»V  prosiguiendo  la  cuestion  sobre  el 
«socorro  de  los  frailes  detenidos  en  los 
«fuertes,  los  sefiores  Vicarios  Generales 


LOS    I-RAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LL'EGO    DESPUES    DEL    INCENDIO 


709 


»Gobernadores  de  la  Mitra  pidieron  que  I 
»no  obstante  lo  manifestado  por  la  Auto-  | 
«ridad  militar  se  la  invite  à  que  tome 
»sobre  ello  providencia,  y  se  indico  que 
»podrían  llamarse  à  los  procuradores  de 
»las  Comunidades  religiosas  à  fin  de  que 
»continuando  con  el  cobro  de  la  renta 
«respectiva  con  cuenta  y  razon,  acudan 
»con  la  misma  al  sustento  hasta  nueva 
»disposicion  de  los  individuos  detenidos 
»de  la  orden  que  cada  uno  ha  representa- 
»do  hasta  ahora  pudiendo  en  el  entretan- 
»to  el  Exmo.  Ayuntamiento  encargarse 
»de  ello.  En  consecuencia  y  mediante 
»haberse  desentendido  este  Cuerpo  por 
»las  razones  que  han  manifestado  los  dos 
»individuos  de  él  que  han  hablado  sobre 
»este  punto,  el  Senor  Gobernador  Civil 
»en  uso  de  su  autoridad  mandó  se  tengan 
»a  su  disposicion  cuarenta  onzas  de  oro 
»que  el  Senor  Regidor  D.  Joaquin  de 
>^Mena  como  encargado  de  poner  en  sal- 
»vo  lo  del  Convento  de  Agustinos  calza- 
»dos  ha  manifestado  haber  encontrado 
»en  él,  pertenecientes  à  un  depósito,  así 
»como  todo  lo  demàs  que  se  hubiese 
»recogido  de  dicho  Convento  y  demàs 
»desocupados,  en  concepto  de  que  pro- 
»videnciarà  su  Senoria  lo  conveniente,  y 
»con  esto  termino  la  sesion  A  las  once  y 
»cuarto  de  la  iioche. 

»Felipe  Igual. 

»E1  Secret."  int."  del  E.  Ay'"  Cayetano 
»Ribot.» 

Es  de  advertir  que,  a  pesar  de  decir 
esta  acta  que  los  nombres  de  los  asisten- 
tes  se  anotan  al  margen,  no  existe  tal 
anotación. 

Sigue  ahora  un  oficio  del  Gobernador 
Civil  dirigido  al  Ayuntamiento  el  dia 
siguiente  al  de  la  reunión  anterior,  o  sea 
el  29:  «Exmo  Sor.— Siendo  preciso  córrer 
»al  ausilio  de  la  humanidad  y  proveer  de 
»la  precisa  subsistència  ;'i  los  Religiosos 
«Conventuales  que  existen  detenidos,  por 
*su  seguridad,  y  en  beneficio  de  la  con- 
»servacion  del  orden  publico,  en  las  for- 
»talezas  de  Montjuich  y  Ciudadela  de 
»esta  plaza,  prevengo  i\  V.  E.  que  de  los 
»fondos  ecsistentes  en  su  poder,  segun  me 


»consta,  y  que  fueron  hallados  en  algunos 
»de  los  Conventos  incendiades  la  noche 
»del  25,  disponga  inmediatamente  sean 
«socorridos  con  justa  consideracion  de 
»las  verdaderas  necesidades,  pues  que  no 
»todos  se  ballaran  en  una  misma  posicion, 
»llevando  al  efecto  la  correspondiente 
»cuenta  detallada,  que  à  su  tiempo  pre- 
»sentaràn  los  comisionados  que  V.  E. 
»nombre  para  esta  operacion. 

»La  medida  es  tan  urgente  cuanto  que 
«tiene  por  objeto  no  dejar  perecer  en  la 
«indigència  à  individuos  que,  sea  cual- 
»quiera  su  desgraciada  posicion,  al  fin 
«pertenecen  A  la  Sociedad  y  reclaman  por 
»lo  mismo  la  proteccion  y  amparo  de  las 
»autoridades. 

»De  quedar  cumplido  espero  me  dé 
»V.  E.  aviso. 

»Dios....  Barcelona  29  de  julio  de  1835 
»— Felipe  Igual— Excmo.  Ayuntamiento 
»de  esta  Capital»  (1). 

Consta,  pues,  por  boca  del  Gobernador 
Civil:  1.°  Que  con  urgència  hay  que 
socórrer  a  los  frailes  detenidos  si  no  se 
quiere  que  mueran  de  necesidad.  2.°  Que 
no  se  les  socorria  a  pesar  de  guardar  la 
autoridad  fondos  procedentes  de  sus  ca- 
sas. 3."  Que  en  la  sociedad  de  entoncesse 
tenia  en  tanto  desprecio  al  fraile  que  para 
evitar  que  se  le  dejase  morir  de  hambre 
se  alegaba  su  calidad  de  hombre.  4.°  Que 
no  se  acude  a  su  auxilio  hasta  el  dia  29. 
Y  5.*^  Que  al  fin  el  Gobernador  Civil  es 
quien  muestra  mayor  interès  en  acudir  a 
la  necesidad.  Echemos,  pues,  cuentas: 
muchos  de  los  frailes  el  25  no  cenaron: 
del  25  al  mediodia  al  29,  tarde  ya,  van 
cuatro  días:  procede  corregir  mi  opinión 
de  arriba  al  considerar  exagerado  el 
dicho  de  alguno  de  los  reclusos  que  dijo 
haber  pasado  días  sin  comer. 

Veamos  el  efecto  producido  por  el 
anterior  oficio.  El  acta  de  la  sesión  del 
Ayuntamiento  del  29  de  julio  dice   asi: 


(i)  .Xi-L-hivo  municipal  de  Barcelona. — Espe- 
dioiles.—Seccióii  2.' — Espediente  uç. — Segundo 
pliego.  —  Espediente  relativa  al  suhsidio  de  los 
relisiosos... 


710 


LIBRO    TERCFÍRO.  —  CAPITULO    UNDECI.MO 


«Habiéndose  leído  un  oficio  de  fecha  de 
»hoy  del  Sor.  Gobernador  Civil  paraque 
»se  socorra  à  los  religiosos  que  estan 
»refugiados  en  los  fuertes,  ha  creado  Su 
»Escel.^  una  Comision  compuesta  de  un 
«Regidor,  de  un  eclesiàstico  y  de  uno  de 
»los  mayores  contribuyentes  paraque  se 
»ocupe  de  este  negocio,  nombrando  ense- 
»guida  al  Sor.  D.  joaquin  Espalter  como 
«Regidor,  y  à  D.  Juan  Amell  como  mayor 
»contribuyente,  y  disponiendo  que  se 
»oficie  al  Sor.  Gobernador  de  la  Mitra 
»para  que  se  sirva  indicar  dentro  de  un 
»breve  termino  un  eclesiàstico  para  la 
»Comision. 

»Se  ha  presentado  una  nota  en  que  se 
«indica  que  el  Convento  de  la  Merced  de 
»esta  Ciudad  habia  de  hacer  un  cobro  de 
»la  cantidad  de  mil  libras  catalanas. 

»Su  Excel.*  ha  resuelto  que  sehable  de 
»ello  verbalmente  al  Sor.  Gobernador 
»Civil  en  acto  de  Ayuntam." 

»A  fin  de  poder  atender  al  socorro  de 
»los  Religiosos  segun  lo  dispuesto  por  el 
»mismo  Sor.  Gobernador  y  lo  exige  la 
»humanidad, 

»Acuerda  Su  Escel.^  que  se  ponga  à 
»disposicion  de  la  Comision  que  se  acaba 
»de  establecer,  las  cortas  cantidades  que 
»se  han  podido  recoger  de  los  Conventos 
»estos  últimos  dias  en  el  acto  de  salvar 
>:sus  efectos  del  saqueu  y  de  las  11a- 
»mas...»  (1). 

Don  Juan  Amell  no  admite  el  cargo 
para  el  que  se  le  designo;  en  su  lugar  el 
Ayuntamiento  nombra  a  Don  José  Ribas, 
propietario  (2).  En  el  mismo  dia  29  el 
Gobernador  eclesiàstico  indica  para  indi- 
viduo  eclesiàstico  de  la  dicha  comision  al 
R.  Don  Juan  Gibert,  custodio  de  Santa 
Marta  (3). 

Oficio  del  Gobernador  Civil  al  Ayunta- 
miento: 

«Exmo.   Senor.  —  Ayer  autoricé  à  D. 


(i)     Archivn  municipal  de  Barcelona.  — Aciící- 
cios. — Segundo  semestre  i8^j.  Fol.  578. 

(2)  Acuerdos,  citado.  Fol.  580. 

(3)  .\rchivo  municipal  de   Barcelona. — Expe- 
diente  1J9  arriba  citado. 


»Juan  Cantareu  causídico  y  D.  Jaime 
»01iva  suegro  é  yerno  respecti vo  procu- 
«radores  de  los  bienes  de  PP.  Agustinos 
»Calzados,  à  D.  José  Vifíals  apoderado 
»de  los  de  Carmelitas  descalzos  y  à  D. 
»Pablo  Vilar  de  los  de  San  Sebaslian 
»paraque  se  encargasen  respectivamente 
»de  la  cobranza  de  los  alquileres  de  las 
»casas  y  demàs  pertenencias  de  los  suso- 
»dichos  Conventos  à  fin  de  que  con  sus 
vproductos  atiendan  desde  este  dia  à  la 
«subsistència  de  los  respectivos  religió 
»sos,  todo  interinamente  y  hasta  la  reso 
«lucion  de  S.  M  ,  con  la  obligacion  de  dar 
«cuenta  à  quien  corresponda.  Tengo  en 
«tendido  igualmente  que  à  varios  de  estos 
»se  les  socorre  por  parientes  y  amigos 
«individualmente,  y  lo  digo  à  V.  E.  para 
»conocimiento  de  la  Comision  encargada 
»de  proporcionar  la  subsistència  à  los 
«Regulares  refugiados  en  las  Fortalezas 
«de  esta  capital. 

«Dios....  Barcelona  30  de  julio  de  183.5 
»— Felipe  Igual  — Exmo.  Ayuntamiento 
»de  esta  Capital»  (4). 

Qué  providencia  tomo  la  comision 
nombrada  por  el  Municipio  para  socórrer 
a  los  religiosos,  y  de  qué  fondos  echó 
mano,  nos  lo  diran  auténticamente  las 
actas  de  sus  sesiones,  las  que  por  lo  mis- 
mo copio  a  seguida. 

En  el  margen  dice:  «Sres.:  D.  Joaquin 
«Espalter  Reg.'  D.  Juan  Gibert  Pbr.° 
»D.  José  Ribas  Hac^o». 

En  el  texto:  «En  la  ciudad  de  Barce- 
»lona  y  dia  29  de  Julio  de  1835:  Reunidos 
»en  Junta  los  Sres.  al  margen  notados  de 
»la  Comision  encargada  de  procurar  el 
«socorro  para  la  subsistència  de  los  Reli- 
«giosos  que  fueron  conducidos  à  los  fuer- 
«tes  de  Monjuí  y  Real  Ciudadela:  de  esta 
«plaza,  nombrada  al  efecto  concecuente 
Ȉ  cuerdo  del  Escmo.  Ayuntamiento 
«de  esta  misma  fecha;  y  leído  el  oficio 
«del  Sor.  Governador  Civil  del  dia  de 
«hoy  con  que  se  sirve  prevenir,  que  de 
»los  fondos  que  existen  en  poder  del 
«cuerpo  municipal,  y  fueron  hallados  en 


(^)     E.xpediente  número  i  jg,  citado. 


LOS    FRAILES    y    LOS    CONVENTOS     DE    BARCELONA    LLEGO    DESPUES    DEL    INCENDIO 


711 


»algunos  de  los  Conventos,  sean  socorri- 
»dos  los  espresados  Religiosos;  se  ha 
iresuelto  encargar  como  efectiv^amente 
»encargó  la  Comision  a  los  dos  oficiales 
»de  la  Secretaria  D.  José  Cornet  y  D.  Ma- 
»riano  Carpintier  el  que  se  trasladen  à 
»los  expresados  Fuertes  al  efecto  de  en- 
»tregar  a  los  enunciados  Religiosos  el 
»subsidio  de  4  r.'  a  cada  uno  por  lo  res- 
«pectivo  al  dia  de  hoy;  y  que  à  beneficio 
»de]  mas  pronto  despacho,  vaya  cada  uno 
»de  ellos  acompanado  de  un  escribiente. 

»Luego  de  regresados  los  Comisiona- 
»dos  se  han  examinado  los  dos  estados 
»que  han  presentado  y  se  insertan  y  han 
»sido  aprobados,  de  los  que  resulten  ha- 
»berse  distribuido  A  los  detenidos  en  la 
»Real  Ciudadela  para  el  socorro  del  dia 
»de  hoy  1032,,  r.''  y  à  los  de  Monjuí, 
»1128,,  r.**  cuyo  total  asciende  à  2160  r.'*  y 
"Cuyos  recibos  quedan  por  ahora  en  po- 
"der  de  los  expresados  Comisionados. 

»Desde  luego  se  ha  dado  orden  para 
»q.<=  por  medio  de  los  Porteros  se  pase 
«aviso  à  los  procuradores  de  los  Conven- 
»tos  de  que  seha  tenido  conocimiento  à 
»fin  de  que  se  presenten  al  Gobierno  Civil 
»manana  sin  falta». 

Otra  sesión. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter, 
»Gibert  Ribas». 

En  el  texto:  «En  la  referida  ciudad  y 
»dia  30  de  los  citados  mes  3' afio.  Reuni- 
»dos  en  Junta  los  espresados  Sres.  visto 
»un  oficio  del  Sor.  Gob.°''  Civil  del  dia  de 
»hoy  con  que  se  sirve  prevenir  al  Ayun- 
»tam.^°  para  su  conocim.^°  que  acaba  de 
»autorizar  A  algunos  Procuradores  de  los 
«Conventos  para  que  se  encarguen  res- 
»pectivamente  de  la  cobranza  de  los 
»alquileres  de  las  casas  y  demas  perte- 
«nencias  de  aquellos,  A  fin  de  que  con  sus 
«productes  atiendan  desde  este  dia  a  la 
«subsistència  de  los  respectivos  Religio- 
«sos;  han  entrado  algunos  de  los  apode- 
«rados  que  personalmente  se  han  presen- 
«tado  en  estàs  Casas  Consistoriales,  de 
«entre  los  cuales,  D.  Diego  Fraudo  por 
»el  Convento  de  PP.  Dominicos,  y  D. 
«José  M."  Torrents  por  el  del  Cordón  de 


»San  Fran.*:"  han  manifestado  que  insi- 
«guiendo  las  ordenes  del  Sor.  Gob.°"'  Ci- 
«vil  tan  luego  como  se  hallen  competen- 
«tem.•'^  autorizados  por  este  para  seguir 
«las  cobranzas,  entregaran  A  esta  Comi- 
^^sion  lo  que  vayan  recogiendo;  y  D. 
«Benito  Grau  por  el  Convento  de  PP. 
«Agustinos  descalzos  ha  manifestado  que 
«nada  tiene  pendiente,  por  haber  rendido 
«cuentas  hasta  el  dia;  acerca  de  lo  cual 
«ha  resuelto  la  Comision  quedar  enterada. 

»Acto  continuo  ha  dispuesto  la  pròpia 
«Comision  que  pasen  los  comisionados  à 
«distribuir  el  socorro  de  los  4  r.  diarios  A 
«los  Religiosos  que  se  hallan  en  los  Fuer- 
«tes  entregandoles  lo  respectivo  A  los 
«días  de  hoy  manana  y  pasado  manana. 

»A  su  regreso  han  manifestado  haberlo 
«así  verificado,  segun  consta  de  recibos 
«que  por  ahora  quedan  en  poder  de  los 
«propios  Comisionados.» 

Otra  sesión. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter  Gi- 
»bert  Ribas. '^ 

En  el  texto:  «En  la  espresada  Ciudad 
»y  dia  31,  de  los  citados  mes  y  afio;  Reu- 
«nidos  en  Junta  los  Sres.  al  margen  no- 
»tados;  Ha  entrado  el  Poderado  por 
»el  Convento  de  Carmelitas  descalzos 
»D.°  José  Vinals  y  Arbós  quien  ha  mani- 
«festado  que  insiguiendo  las  ordenes  del 
«Sor.  Gobernador  Civil  se  halla  3'a  a  su 
«cargo  la  subsistència  y  demas  relativo  & 
«los  espresados  Religiosos,  de  lo  que  han 
«manifestado  quedar  enterados. 

>  Inmediatamente  ha  entrado  el  Alcalde 
«del  B."  4.°  C  4."  A  quien  se  ha  encar- 
«gado  el  que  en  union  con  los  demas 
«individuos  destinados  ;i  salvar  los  efec- 
«tos  del  Convento  de  Capuchinos  y  aso- 
«ciàndose  con  los  demas  Síndicos  del 
«mismo  Convento,  procedan  à  la  venta 
»de  todos  los  víveres  é  igualmente  de  los 
«dos  mulos  que  existen  en  la  cuadra,  y 
»que  procurando  sacar  la  ma3'or  ventaja 
«posible,  entreguen  su  producto  à  esta 
«Comision.» 

Otra  acta. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter, 
»Gibert,  Ribas.» 


712 


LIBkO    TliRCEKO. — CAPITULO    UXDECIMO 


En  el  texto:  «Hoy  dia  primero  de 
»Agosto  por  la  manana  se  ha  autorizado 
»al  Alcalde  del  B.°  9°  C  3."  llamado  de 
»Gi•acia  para  que  en  union  con  el  Pror. 
»del  Convento  de  PP.  Franciscanes  de 
»Jesus  pasen  íl  efectuar  la  venta  de  los 
>^Comestibles  que  en  él  se  hallen  y  entre- 
»guen  el  producte  A  esta  Comision. 

»Así  mismo  se  ha  resuelto  se  pase 
»aviso  al  Pror.  de  Carmelitas  descalzos 
»D.  José  Vinals  al  de  PP.  Agustinos  cal- 
»zados  D.  Juan  Cantarell,  y  al  de  PP. 
»MercenariosD.  José  Cornet  para  que  se 
»presente  a  esta  Comision  à  las  5.  de  esta 
»tarde. 

»\'  que  se  oficie  à  tenor  de  la  minuta  al 
»Alcalde  del  B.°  4."  C.>  5.°  :l  fin  de  que 
>  entregue  à  esta  Comision  todas  las  can- 
»tidades  que  existan  en  su  poder  corres- 
»pondientes  al  Colegio  de  PP.  Domi- 
»nicos.» 

Otra  acta. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter  Gi- 
»bert  Ribas.» 

En  el  texto:  «El  propio  dia  por  la 
»tarde,  se  ha  presentado  el  Alcalde  del 
»B."  4.°  C.i  5.°  D.  José  Llansa  quien  ha 
»entregado  concecuente  al  oficio  que  se  le 
»ha  pasado  esta  manana,  la  cantidad  de 
»69,,  Duros  16  rs.  de  los  que  se  ha  hecho 
»cargo  el  antiquior  de  esta  Comision,  li- 
«brandosele  un  recibo  provisional,  y  acto 
«continuo  se  ha  dado  noticia  al  Contador 
»de  S.  E.  à  fin  de  que  formalise  el  opor- 
»tuno  libramiento  de  entrada  y  salida. 

»Y  los  Sres.  L).  José  Cornet  Pror.  del 
»Convento  de  PP.  Mercenarios,  quien  ha 
»manifestado  que  iba  à  instar  la  autori- 
»zacion  del  Sor.  Gobernador  Civil  p.^^  con 
»ella  encargarse  desde  luego  de  todo 
»lo  relativo  A  los  referidos  Padres;  y 
»D.°  Juan  Cantareu  Pror.  del  de  Agusti- 
»nos  calzados  se  retiro  despues  de  haber 
»manifestado  que  tan  solo  tenia  el  carac- 
»ter  de  Pror.  de  dicho  Convento  en  lo 
»relativo  à  los  pleytos,  però  no  en  cuanto 
»à  cobranzas.» 

Otra  acta. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter  Gi- 
»bert  Ribas.» 


En  el  texto:  «Hoy  dia  3,,  de  Agosto 
»reunida  la  espresada  comision,  ha  entra- 
>'do  uno  de  los  individuos  de  la  que  tiene 
»a  su  cargo  el  salvar  los  efectos  del  Con- 
»vento  de  San  Francisco  de  Asis  que 
»hace  las  veces  de  Alcalde  por  indisposi- 
»cion  del  propietario,  y  respeto  de  haber 
»manifestado  que  habia  en  dho.  Convento 
»un  depósito  de  lefia  con  alguna  exposi- 
»cion  se  ha  resuelto  autorizarles  para 
»que  por  medio  de  corredor  procedan  à 
»la  venta  de  dha.  lefia,  à  cuyo  remate 
»asistirà  el  individuo  de  esta  Comision 
»D.  José  Ribas. 

»A1  pedido  de  los  4,,  Religiosos,  Car- 
»meiïtas  descalzos  que  se  ha  leido  y  se 
»inserta  se  ha  resuelto  con  asistencia  de 
>5su  Pror.  que  se  encargue  el  mismo  de 
>^dar  evasion  à  este  negocio,  y  que  por  el 
»Comisionado  que  pasa  à  entregar  el 
»socorro  à  los  que  se  hallen  detenidos  en 
»la  Real  Ciudadela  se  entere  à  los  intere- 
»sados  de  esta  ocurrència. 

»Acto  continuo  ha  entrado  el  Pror.  de 
»PP.  Dominicos,  esponiendo  que  tan 
»luego  como  se  halle  autorizado  por  el 
»Sr.  Gobernador  Civil  procederà  el  cobro 
>'y  entrega  à  esta  Comision  de  todo  lo 
^que  tiene  y  pueda  recoger. 

»Leida  una  esposicion  de  algunos  PP. 
»Fra."5  desde  el  fuerte  de  Monjuí  con 
»que  solicitan  embarcarse  para  Nisa  ó 
»puertos  de  su  escala;  se  ha  resuelto  que 
»insertandose  por  copia,  se  remita  origi- 
»nal  al  Sr.  Gobernador  Civil  con  oficio 
»que  se  le  pase  al  efecto,  segun  la  misma. 

»En  seguida  se  ha  resuelto  que  pasen 
»los  Comisionados  à  los  Fuertes  p.^  en- 
«tregar  à  los  Religiosos  el  socorro  de 
»4  r.  diarios  por  lo  relativo  al  2,  3,  4  y  5 
»del  cor.'s 

»A  su  regreso  han  manifestado  haberlo 
»así  verificado,  conforme  consta  de  reci- 
»bos  que  obran  en  poder  de  los  mismos.» 

Otra  sesión. 

En  el  margen  dice:  «Sres.  Espalter  Gi- 
»bert.  Ribas.» 

En  el  texto:  «En  la  pròpia  Ciudad  y 
»dia  4,  de  los  citados  mes  3'  anos;  Leida 
»una  carta  que  el  Sindico  de  Capuchinos 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPUES    DEL    INCENDIO 


713 


»D.  José  Canut  ha  presentado  y  se  le  ha 
«devuelto,  por  la  que  le  autor iza  el  guar- 
»dian  de  dho.  Convenio  para  vender  los 
»víveres  que  en  el  existen;  ha  resuelto  la 
»Comision  quedar  enterados,  refiriéndose 
Ȉ  lo  que  ya  tiene  acordado  acerca  el 
«particular  con  fecha  de  31,,  ppA°  y  que 
»se  pase  oficio  al  Alcalde  -à  tenor  de  la 
«minuta.  Al  propio  tiempo  se  ha  tenido 
»conocim.'°  de  que  por  parte  del  Pror.  de 
»PP.  Mercenarios  se  ha  indicado  que 
»desde  el  dia  5,,  del  cor.'<=  en  adelante 
«correria  de  su  cargo  la  manutencion  de 
»los  espresados  Religiosos. 

«Asimismo  se  ha  resuelto  se  pase  à 
»ausiliarles  con  el  socorro  de  4  r.  por  los 
»dias  6  y  9  conforme  se  ha  verificado»  (1). 

Al  oficio  que  en  3  de  agosto  el  Ayun- 
tamiento,  o  sea  esta  comisión,  dirigió 
al  Gobernador  civil  acompanando  el  me- 
morial de  20  religiosos  de  Montjuich  por 
el  que  estos  pedían  pasaportes,  con- 
testo dicho  Gobernador  con  fecha  del  4 

diciendo:  « en  su  vista»  (de  los  docu- 

mciitos)  «debe  manifestar  k  V.  E.  que 
»existiendo  un  acuerdo  de  todas  las  auto- 
«ridades  de  que  conviene  aguardar  la 
»resolucion  que  el  Gobierno  tomarà  en  el 
«particular,  no  me  considero  con  faculta- 
»des  para  acceder  à  la  solicitud  de  los 
«regulares  que  V.  E.  me  incluye  con  su 
«citado  oficio»  (2). 

En  la  sesión  del  Ayuntamiento  del  31 
de  julio,  «atendida  la  importància  de  esta 
«Comisión,  de  la  nombrada  para  socórrer 
Ȉ  los  Religiosos...  Acuerda  Su  Escel.'"' 
«que  los  11  Concejales  ocupados  en  estos 
«objetos  queden  dispensades  de  asistir  A 
«los  Ayuntamientos  ordinarios»  (3). 

De  todos  los  documentos  aqui  expues- 
tos  resulta  probado  que  la  autoridad  no 
decreto  sobre  la  alimentación  de  los  re- 
clusos de  Montjuich  hasta  el  dia  29.  En 


(i)  Archivo  municipal.  —  Expedicnlc  lio  ci- 
tado. 

(j)  Archivo  municipal.  — Expcdientc  iji)  ci- 
tad... 

{5)  .'\rclii\o  municipal.  —  Acucrdos,  citado. 
fol.  58J. 


él  el  Gobernador  civil  oficia  al  Ayunta- 
miento: éste  nombra  una  Comisión  de  un 
concejal,  un  mayor  contribuyente  y  un 
eclesiastico:  el  contribuyente  nombrado 
no  acepta  el  cargo,  y  hay  que  proceder  a 
nuevo  nombramiento;  para  el  nombra- 
miento  del  sacerdote  se  oficia  al  Prelado, 
y  éste  hace  la  designación  de  persona:  se 
llama  a  los  tres  vocales  de  la  comisión:  y 
después  de  todo  esto  suben  dos  emplea- 
dos  a  Montjuich,  y  van  a  la  Ciudadela,  y 
distribuyen  una  peseta  a  cada  fraile. 
(iPecarà  de  mal  pensado  quien  crea  que  el 
sol  caería  ya  tras  los  montes  cuando  los 
necesitados  recibieron  el  auxilio?  Y  aun 
entonces  había  que  convertir  la  moneda 
en  pan  o  en  arroz,  y  por  lo  mismo  hallo 
justo  calcular  que  el  socorro  proporcio- 
nado  por  la  autoridad  a  sus  recluidos  no 
llego  a  la  boca  de  ellos  hasta  el  30,  es 
decir,  hasta  cinco  días  después  de  la  pos- 
trera  comida  del  convento.  Con  la  peseta 
diària  se  hizo  un  rancho  para  los  frailes. 
Cada  uno  tenia  su  plató,  cuya  limpieza 
corria  de  su  cargo  (4). 

Los  muchísimos  frailes  por  mi  interro- 
gados,  al  referirme  los  apuros  de  los  pri- 
meros  días,  y  la  posterior  llegada  de  la 
pensión  de  los  cuatro  reales  diarios, 
creian  que  este  socorro  procedia  de  la 
caridad  de  algun  benefactor.  Unos  me 
dijeron  que  éste  era  el  senor  Xifré,  otros 
el  senor  Nadal.  No  negaré  que  los  tales 
senores  abrigasen  en  sus  cristianos  pe- 
chos  sentimientos  capaces  de  tan  buena 
obra,  ni  en  sus  bien  provistas  arcas  can- 
tidades  para  sobrellevar  el  dispendio; 
però  es  lo  cierto  que  ni  el  Gobierno  civil, 
ni  el  Aj'untamiento,  ni  otra  corporación 
ni  autoridad  trató  de  hacer  un  sacrificio 
para  evitar  que  los  frailes  de  Montjuich 
muriesen  de  hambre.  Si  los  frailes,  des- 
pués de  cinco  días  de  ayuno,  probaron  un 
bocado,  éste  procedió  de  sus  mismos 
bienes  de  ellos.  Por  esto  con  harta  razón 
un  fraile  agustino,  el  Padre  José  Benet, 
en  cuyo  convento  al  huir  quedaron  capi- 
tales,  de  los  que  creia  él  que  se  había  in- 

(^)     Relación  cil.  del  P.  Baltaíai-  Sentís. 


714 


KRCICRO.  — CAPI  lULO    UNDECI.MO 


corporado  la  autoridad,  me  decía  que  la 
manutención  de  ellos  en  los  fuertes  resul- 
to muy  cara. 

Al  principio  de  la  estancia  en  el  Cas- 
tillo no  se  permitió  a  los  frailes  salir  de 
su  cuadra,  però  después  se  les  dejó  subir 
un  rato  mafiana  y  tarde  a  la  plaza  para 
tomar  el  aire  y  espaciar  el  espíritu,  así 
como  bajar  al  rastrillo  para  recibir  visi- 
tas  (1).  Parece  que  esta  libertad  de  subir 
a  la  plaza  se  debió  a  ruegos  del  superior 
de  la  Merced  (2).  También  se  permitió 
decir  Misa,  y  celebro  la  primera  dicho 
General  mercedario.  Mas  como  la  capilla 
del  Castillo  solo  cuenta  con  un  altar,  de 
aquí  que  solo  se  podían  celebrar  unas 
cuantas  diarias,  limitàndose  los  demàs 
religiosos  a  asistir  a  ellas  (3).  El  primer 
acto  de  los  frailes  al  gozar  de  la  libertad 
de  subir  a  la  plaza  y  celebrar  fué  confe- 
sarse.  Una  vez  confesados,  el  trinitario 
Pedró  Bigas  les  dió  la  Comunión,  quien 
al  ver  comulgar  a  tanto  hombre  respeta- 
ble  lloraba  como  un  nino  (4). 

En  el  acta  de  la  sesión  del  A^'unta- 
miento  de  Barcelona  del  27  de  julio,  cele- 
brada a  mediodía,  se  lee:  «Visto  un  oficio 
»pasado  desde  el  castillo  de  Montjuich 
»por  el  P.  Guardian  de  Capuchinos  al 
»cabal1ero  gobernador  militar' interino  de 
«esta  plaza,  y  por  este  al  Ayuntamiento 
»pidiendo  ropa  y  habites  con  que  poder 
»mudarse,  Acuerda  S.  Escelencia  que 
>pase  a  la  comision  encargada  de  la  ocu- 
»pacion  é  inventario  de  los  efectos  y 
»alhajas  que  puedan  ponerse  en  salvo  de 
»los  conventos  de  los  regulares  para  que 
»disponga  lo  conveniente»  (5).  No  recuer- 
do  haber  hallado  la  contestación  que  me- 


(i)  Relaciones  de  varios  dan  testimonio  del 
subir  a  la  plaza.  Las  visitas  las  testifico  en  su 
citada  relaclón  el  P.  Joaquin  Vidal. 

(2)  Relación  citada  del  Trinitario  P.  Bigas. 

(3)  Relación  del  trinitario  descalzo  P.  Sebas- 
tiiin  Casanovas.  Sampedor,  27  de  diciembre 
de  1881. 

(^)     Relación  citada  del  mismo  P.  Pedró  Bigas. 
(í)     .\rchivo  municipal   de   Barcelona.   Acuer- 
dos.  Segundo  semestre.  18^^,  fol.  572. 


reció  este  oficio,  però  dudo  mucho  de  que 
produjera  efecto  alguno  si  se  hace  excep- 
ción  de  los  objetos  de  las  celdas,  o  de  uso 
particular  de  cada  fraile. 

He  aquí  otro  documento  elocuente: 
«Pablo  Nevas,  maestro  Sapatero,  natural 
»de  la  presente  Ciudad,  habitante  en  la 
»Calle  dels  Tallés  N."  7  ysla  3.'',  Quartel 
»3.°  Barrio  4.° 

»Con  el  debido  respeto  à  V.  E.  espone, 
»Que  en  la  noche  del  Dia  25,  noche  en 
»que  ocurrió  el  Alboroto  contra  los  Con- 
»ventos  de  esta  Ciudad,  por  las  tapias  de 
»mi  casa  asaltaron  10  Religiosos  y  en  el 
»amanecer  el  Dia  se  marcharon  algunos 
»y  quedaren  5  en  mi  casa,  los  qua'les 
»los  presente  al  Oficial  de  la  guardià 
»del  R.'  Cuerpo  de  Artilleria  encargan- 
»dome  estos  que  tomase  providencias  a 
»cuyo  fin  de  llevaries  ropa  y  camas  en  el 
»lugar  que  el  gobierno  les  tenga  condu- 
»cidos  los  q.«  algunos  de  ellos  llevan  la 
>  ropa  q.<=  (/my  una  palabra  no  intcligi- 
y>blc,pcro  que  siipoiigo  es  joi  no)  es  suya. 

»Por  tanto  en  nombre  de  ellos  suplico 
»que  tenga  V.  la  bondad  de  mandar  al 
»Oficial  de  la  guardià  del  Convento  de 
»PP.  Servitas  que  deja  (sic:  es  cataldn) 
»sacar  de  sus  celdas  el  asquipaje  y  ropa 
«pròpia  de  ellos.  Gracia  que  aguarda 
«merecer  de  la  Bondad  de  V.  E....  Bar."'» 
«27  de  Julio  de  1835.— Pablo  Nevas»  (6). 

Efectivamente,  la  Autoridad  dió  per- 
miso  para  que  delegados  de  los  religiosos 
de  roda  orden  pudiesen  sacar  de  sus  res- 
pectivas  celdas  de  estos  los  objetos  de  su 
uso,  permiso  que,  como  es  natural,  algu- 
nos aprovecharon.  Però  no  pocos  de  los 
religiosos  procedían  de  lugares  distantes 
de  Barcelona,  y  carecían  aquí  de  amigos 
y  parientes  que  les  sirviesen  de  interme- 
diarios,  especialmente  los  jóvenes  que  de 
sus  conventos  del  campo  venían  destina- 
des a  los  colegios.  Así  el  Padre  Francis- 
co  Sola,  carmelita  calzado,  no  pudo  acu- 
dir a  otra  persona  que  al  barbero,  senor 
octogenario,  de  apellido  Marqués;  mas  a 


(6)     Archlvo  municipal   de   Barcelona. — Expe- 
dientes. — Sección  2." — Expediente  n.'  129. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVKNTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPLES    DEL    INXENDIO 


715 


éste,  ocupado  en  sus  trabajos  y  obliga- 
ciones,  no  le  f  ué  dado  atender  a  todos  los 
frailes  que  requerían  sus  diligencias,  y 
tenia  que  confiar  parte  de  ellas  a  mozos 
de  cuerda  y  faquines,  por  cuya  razón  se 
perdían  no  pocos  objetos  (1).  Mas  no 
adelantemos  noticias  sobre  la  suerte  que 
cupó  a  los  conventos,  o  sea  a  los  edifi- 
cios,  y  a  sus  cosas,  que  muy  luego  habrà 
un  articulo  para  ellos. 

Los  pobres  religiosos,  aun  colocados 
tras  de  los  robustos  muros  del  castillo  y 
entre  los  gruesos  paredones  de  su  cuadra, 
no  pudieron  gozar  de  completa  paz  del 
espiritu.  Visitantes  subian  alia  noticiàn- 
doles  que  habia  un  convenio  con  los 
guardadores  para  dejar  entrar  a  los 
alborotadores  que  ascenderían  para  ma- 
taries, noticia  que,  aunque  completamen- 
te  falsa,  aterrorizaba  a  los  ya  muy  escar- 
mentados.  Hubo  dia  en  que  algunos  de 
los  que  se  confesaron  lo  hicieron  para 
morir,  porque  corrían  entre  ellos  noticias 
muy  alarmantes,  tal  como  que  les  ata- 
rían  en  parejas  y  los  precipitarian  por 
la  montaiïa  (2).  Los  espiritus  sobresalta- 
dos  todo  lo  miran  posible.  Las  noticias 
mas  alarmantes  corrieron  allí  el  dia  del 
asesinato  de  Bassa,  5  de  agosto,  supo- 
niendo  que  los  revolucionarios  subirian 
a  matar  a  los  frailes  y  que  los  centinelas 
estaban  comprades. 

Respecto  de  estos  temores  de  los  reli- 
giosos del  Castillo,  estimo  conveniente 
insertar  las  siguientes  líneas  de  la  carta 
citada  ya  del  Padre  José  Güell  y  Milà: 
«Los  primeros  dias  nos  dejaban  subir  a 
»la  plaza  para  pasear  y  tomar  aire  mana- 
»na  y  tarde.  Despues  los  jóvenes  una  vez 
»al  dia:  los  viejos  dos  como  antes  porque 
»nos  acusaron  de  que  desde  el  castillo 
»hacíumos  seflas  <'i  los  carlistas  que  se 
»asomaban  a  la  montaiïa  de  San  Pedró 
»Martir.  Venia  mucha  gente  buena  de 
«Barcelona  liasta  la  puerta  del  castillo 
»llevando  viveres  para  unos  y  otros.  Pa- 


(i)     Relación  del  mismo  P.   Solà.   Barcelona 
de  julio  de  i88o. 

(j)     Relación  citada  del  P.  Pedrn  Bigas. 


»sados  unos  dias  oimos  una  griteria  muy 
«confusa  de  la  parte  de  la  ciudad  sin 
>: saber  que  era.  A  mi  en  particular  al" 
»cabo  de  tres  ó  cuatro  dias  me  vino  un 
^militar  de  graduacion  de  guarnicion  del 
»mismo  Montjuich  (sé  y  recuerdo  el  nom- 
»bre  y  apellido  y  su  graduacion:  lo  callo 
»por  si  él  vive,  ó  si  tiene  hijos,  no  lo 
«tomaran  à  mal,  y  à  mi  si  algun  dia 
»vuelvo  à  Espafia,  45  anos  que  falto  de 
»ella,  no  fuera  causa  de  algun  trastorno) 
»preguntando  por  mi  nombre  y  apellido, 
»diciendose  pariente  mio,  y  ofreciendose 
«en  todo.  En  semejante  estado  me  pare- 
»ci6  cuasi  un  àngel  que  venia  para  con- 
«solarme.  Este  militar  vino  en  conoci- 
«miento  de  mi  por  otro  pariente  mio  de 
«Barcelona.  Este  pariente  me  mandó  un 
«vestido  de  seglar.  Asustado  de  la  indi- 
«cada  griteria,  fui  a  dicho  militar,  y  me 
«dijo  palabras  textnalcs:  Que  quiere  V., 
«han  asesinado  al  General  Bassa:  han 
«nombrado  una  comision,  para  aqui  al 
«Castillo  para  asesinarles  a  VV.:  fortuna 
«que  el  Sr.  Gobernador  nuestro  està  en 
«buen  concepto,  y  han  desistido,  però  si 
«se  renueva,  verdad  que  podriamos  car- 
»gar  los  canones  hasta  la  garganta  y 
«nadie  entraria,  però  nos  esponemos  & 
«perder  nuestras  charreteras  y  galones 
«que  tanto  nos  han  costado,  si  se  renue- 
»va  para  salvar  272  ó  273  vidas  no  quere- 
«mos  perder  todo:  no  hay  mas  que  dar  la 
«carne  al  lobo.  Figurese  V.  mi  espanto, 
«volvi  à  nuestra  cuadra,  lo  conté  à  los 
«religiosos,  y  nos  confesamos  por  si  de 
«un  momento  à  otro  venían  à  asesinarnos 
«alli  nos  hubieran  hallado  encerrados. 

«Nos  acusaron  que  queriamos  apestar 
«el  Castillo,  }•  nos  mandaron  que  estuvie- 
«ramos  atentos  bajo  nuestra  responsa- 
«bilidad.  En  vista  de  esto  nuestros  prela- 
«dos  determinaron,  que  relevandose  de 
«hora  en  hora,  un  religioso  estuviera  de 
«centinela  para  que  nadie  hiciese  sus 
«necesidades  fuera  del  lugar  comun,  que 
«consistia  en  un  alto  no  sé  como  llamarlo, 
»lo  diré  en  catalan  com  un  cubell  de 
»madera,  muy  incomodo.  Tambien  nos 
^prohibieron  de  acercarnos  a  las  guardias 


716 


LliïUO    TERCERO.  —  CAPITULO    LNDECI.MO 


»à  tal  distancia  ó  tantos  pasos.  Corria 
»tambien  la  voz  que  nos  querían  embar- 
»car  y  echarnos  al  mar.  Asi  pasabamos 
»cuando  vino  una  comision.  Nos  hicieron 
«presentar  uno  por  uno,  preguntandonos 
»donde  queriamos  ir  que  se  nos  daria 
»pasaporte.  El  antes  nombrado  Padre 
«Lector  Simón  Estalella  nos  dijo  a  todos 
»los  jóvenes,  todos  coristas,  vengan  todos 
»conmigo,  yo  pensaré  en  mantenerlos(no 
»era  poco  peso,  eramos  6  ú  8)  à  Perpinan. 
»Nos  tomaron  nuestros  nombres,  però  al 
»dia  siguiente,  ó  à  lo  mas  à  los  dos  dias 
«despues  volvió  la  comision  diciendo: 
«sefíores,  para  satisfaccion  de  VV.  se 
»rasga  cuanto  se  escribió:  à  nadie  se 
»permite  entrar  en  la  ciudad  ó  ir  al 
»estrangero,  y  se  marchó  la  comision.» 
Esta  carta  me  escribió  el  dicho  Padre 
Güell  desde  Roma  à  18  de  enero  de  1881. 
No  se  extrafien  sus  faltas  de  lenguaje, 
pues  quien  la  redacta  era  catalàn  del 
tiempo  en  que  aquí  se  cultivaba  poco  el 
castellano,  y  escribía  después  de  45  anos 
de  permanència  en  el  extranjero. 

El  Gobernador  del  Castillo  Don  Fran- 
cisco  Garcia  de  Luna  abrigaba  muy 
buenos  sentimientos  y  no  participaba  de 
los  del  pariente  de  Güell.  A  veces  amiga- 
blemente  paseaba  y  platicaba  con  el  supe- 
rior de  los  Mercedarios,  y  nunca  hubiera 
permitido  un  atentado.  He  aquí  palabras 
de  un  capuchino  de  Montjuich:  «Llego 
»Bassa  à  Barcelona  y  el  Gobernador 
»Luna,  persona  muy  buena,  bajó  a  darle 
»la  bienvenida,  pues  los  dos  eran  muy 
»amigos.  Regresado  Luna  al  castillo, 
»llegó  la  noticia  de  la  muerte  de  dicho 
«General.  Subió  un  ordenanza  diciendo 
»que  el  pueblo  pedía  los  frailes.  Luna 
«contesto  ironicamente:  csí,  que  vengan 
«que  se  los  entregaré»,  cargó  la  artilleria 
«con  metralla,  y  dijo  à  los  religiosos  que 
«descansaran  tranquilos,  que  antes  se 
«dejaria  matar  que  permitir  que  tocaran 
Ȉ  uno  de  ellos. 

«Personalmente  nos  hablaba  y  animaba, 
«de  modo  que  à  mi  me  habia  dado  varias 
«veces  golpecitos  en  la  mano  para  que  la 
«sacase  de  la  manga  opuesta  segun  cos- 


«tumbre  de  los  que  llevan  habito,  quienes 
»meten  cada  una  de  las  manos  en  la  man- 
»ga  del  otro  brazo,  y  me  decia  que  dejase 
«tal  costumbre,  porque  podia  comprome- 
«terme»  (1). 

Este  testimonio  de  Fr.  Andrés  Carbó 
nell  en  el  fondo  viene  a  concordar  con  el 
siguiente  del  muy  respetado  Padre  Ra- 
mon Buldú,  aunque  discrepa  en  algunos 
pormenores:  «Despues  de  la  muerte  de 
>'Bassa,  me  dijo  Buldú,  es  sabido  que  las 
«turbas  quisieron  asaltar  la  Aduana  para 
«robar  los  caudales,  y  que  en  aquel  dia 
«la  fuerza  pública  pudo  tomar  serias 
«medidas  y  evitar  el  atentado.  A  poco  de 
«sofocada  la  jarana  subieron  dos  orde- 
«nanzas  de  à  caballo  A  todo  córrer  al 
«Castillo  y  entregaron  un  pliego  al  Gober- 
«nador.  Este  despues  de  enterado  pareció 
»que  respiraba,  y  dijo  refiriendose  a  los 
«religiosos:  «Desde  ahora  estan  VV.  sal- 
«vados.  Acabo  de  recibir  orden  de  hacer 
>/fuego  si  es  necesario.  Hasta  ahora 
«no  podia  practicarlo  por  carecer  de 
«orden»  (2). 

Los  simples  soldados  del  castillo  eran 
muy  afectos  a  los  frailes.  Al  entrar  estos 
en  lastimero  estado  en  Montjuich  no  falto 
de  entre  ellos  quien  exclamo:  «por  una 
»maldita  puta  los  ministros  del  Seftor 
«tienen  que  sufrir»  (3).  Esta  buena  afec- 
ción  de  los  soldados  me  la  testificaron 
varios  de  los  frailes,  alegando  unos  como 
causa  de  ella  su  condición  de  quintos 
valencianos,  recién  llegados  de  pueblos 
carlistas,  y  otros  que  eran  carlistas  pri- 
sioneros  agregados  al  ejército.  Esto  pos- 
trero  no  es  creible,  pues  entonces  a  los 
prisioneros  se  les  fusilaba,  y  sí  lo  primero. 
Y  esta  simpatia  explica  por  qué  se  prohi- 
bió  que  los  frailes  en  sus  paseitos  por  la 
plaza  u  otros  lugares  se  acercasen  a  las 
guardias. 
Ya  arriba  apunté  el  cuidado  que  de  los 

(i)     Relación  de  Fr.   Andrés  Carbonell  en  Sa- 
rrià a  23  de  julio  de  1881. 

(2)  Relación  que  me  hizo  Buldú  en   Barcelona 
a  2Ó  de  diciembre  de  1882. 

(3)  Relación  citada  de  Fr.  Andrés  Carbonell. 


rRAILE.S    Y    LOS    CON'VENIOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DESPUES    DEL    INXENDIO 


717 


pobres  del  castillo  tuvo  la  Divina  Provi- 
dencia, de  los  cuales  ni  uno  durante  el 
encierro  enfermó,  hecho  muy  notable, 
pues  se  trata  de  280  hombres  acostumbra- 
dos  a  vida  muy  metodizada,  algunos  ya 
de  afíos,  y  no  todos  robustos. 

A  los  quince  días  justos  de  castillo 
empezaron  los  frailes  a  salir  de  él.  «Me 
»vino  el  militar»,  escribe  el  Padre  José 
Güell,  mi  pariente,  y  me  dijo  «ahora  va 
»de  veras;  déme  V.  su  nombre  yapellido, 
»y  si  liaj'  algun  otro  que  quiera  salir 
»junto  con  V.  dígalo,  y  maiiana  tendrAn 
»el  pasaporte.  Le  di  mi  nombre,  el  del 
»Padre  Antonio  Rigualt  (que  ha  muerto 
»de  pArroco  de  San  Pedró  de  las  Puellas) 
»y  el  de  un  Fr.  Garriga.  Efectivamente 
»nos  dió  los  pasaportes  a  los  tres,  vigília 
»de  San  Lorenzo,  9  de  agosto.» 

Concuerdan  con  estàs  fechas  los  si- 
guientes  documentes  procedentes  de  la 
Junta  de  autoridades  que  entonces  gober- 
nó  Barcelona: 

«Sesion  del  6  de  agosto  de  1835.— Se 
«ocupo  la  Junta  como  cosa  urgente  para 
»evitar  cualesquiera  funesto  accidente  de 
»los  medios  de  dar  salida  a  los  Religiosos 
>:que  estaban  en  los  fuertes  de  esta  Plaza, 
»quedando  en  que  se  les  preguntaria  que 
«puntos  escogen  para  retirarse,  y  se 
»nombró  una  Comision  paraque  asociada 
»al  Sor.  Gobernador  Civil  interino,  y 
«compuesta  de  los  Sores.  Ruira,  Espalter 
»Vidal  y  Elias  se  ocupasen  de  arreglar  la 
«salida  de  dichos  Religiosos  segun  las 
«circunstancias  de  cada  uno». 

Esta  Comision  dictamino  del  modo  si- 
guiente:  «La  Comision  especial  nombrada 
«por  lo  relativo  a  Regulares  en  egercicio 
»de  las  atribuciones  que  se  le  han  confe- 
«rido  cree  deber  manifestar:  Que  respecto 
»de  que  hay  varies  individuos  de  los  que 
«existen  en  los  Fuertes  que  piden  pasa- 
«portes  paia  diferentes  puntos  del  ex- 
«trangero  y  de  la  Provincià,  segun  se 
«desprende  de  las  adjuntas  listas,  y  que 
»por  lo  relativo  i'i  estos  últimes  son  varias 
»las  Personas  de  arraigo  que  responden 
»de  su  conducta  política,  conforme  se 
«deduce  de  los  memoriales  que  se  han 


«presentado  y  se  acompanan;  Opina  que 
«por  lo  que  mira  à  los  que  desean  pasar 
«al  Estrangero  y  Pueblos  de  esta  Provin- 
«cia  podria  acordarse  se  les  libre  gratis 
«el  pasaporte  ò.  la  mayor  brevedad  posi- 
»ble,  suspendiendose  sin  embargo  el  auto- 
«rizar  el  pase  à  esta  Ciudad  à  algunos 
«q.i^  lo  solícitan  por  no  ser  conveniente 
«en  las  actuales  circunstancias;  í\  cuyo 
«efecte  podria  enterarseles  de  esta  dispo- 
ïsicien  esplorando  de  nuevo  à  estos  su 
«voluntad  debiendo  continuar  en  los  mis- 
«mos  fuertes  hasta  tanto  que  se  les  libre 
«pasaporte  para  los  puntos  que  indiquen. 
«Asi  lo  opina. . . .  Barcelona  8  de  agosto  de 
«1835»  (1). 

Leído  este  dictamen  en  la  Junta  de 
autoridades  en  sesión  del  mismo  dia,  «que- 
«dó  aprobado  el  dictamen  de  la  Comi- 
«sion...  con  la  escepcion  de  que  a  los  que 
»no  lleguen  a  la  edad  de  sesenta  y  cinco 
»a  setenta  aiios  no  se  les  conceda  pasa- 
«perte  para  el  puerte  de  Portvendres  y  la 
«prevencion  de  que  no  usen  el  habito  reli- 
«gioso. 

«El  Senor  Serralde  como  Delegado  de 
«Policia  consulto  a  la  Junta  lo  que  debería 
«hacerse  respecto  à  los  Religiosos  exis- 
«tentes  en  el  dia  dentro  de  la  ciudad.  Se 
«acordo  que  se  les  librase  pasaportes,  si 
«lo  pedían,  en  los  mismos  termines....  Y 
vhabiendose  indicado  la  necesidad  de  que 
>;se  diese  orden  a  los  Gobernadores  de 
«Menjuich  y  de  la  Ciudadela  para  que  les 
«permitiesen  la  salida,  dijo  el  Sr.  Coman- 
«dante  General  que  ya  la  tenían»  (2). 

El  trinitario  Padre  Güell  y  sus  dos  com- 
pafleros  salieron,  pues,  el  9,  però  ne  todos 
los  religiosos  lo  efectuarian  en  el  mismo 
dia,  sine  que  se  irían  repartiendo  por  los 
siguientes;  de  modo  que  el  franciscano 
Padre  Baltasar  Sentis  me  dijo  que  hubo 
frailes  que  estuvieron  hasta  el  13  ó  14.  Y 
el  cèlebre,  y  aqui  muy  conocido  y  estima- 

(i)  .í\rchivo  municipal.  Acuerdon.  —  2°  se- 
mestre.— 18};.  Al  lin  del  tomo. 

(j)  Archivo  municipal.  Acuerdos.  —  ->."  se- 
mestre.—  i8sí.  Al  tin  del  tomo  donde  hay  las 
actas  de  las  Juntas  de  autoridades. 


718 


LIBRO     TKRCIiRO. CAPIll'l-O     LNDtCCtMO 


do  Padre  Ramon  Buldú  me  anadió:  «El  dia 
»14  de  agosto,  habiéndonos  dado  pasapor- 
»te  para  Palestina  à  los  que  lo  pedimos,  nos 
»embarcamos  veinte  y  tantos  religiosos 
»para  Itàlia.  Las  lanchas  vinieron  A  espe- 
»rarnos  al  pié  de  la  montana,  y  el  Gober- 
»nador  de  Montjuich,  que  era  buena  per- 
»sona,  nos  dió  media  compania  de  tropa 
»para  acompaiiarnos  en  el  descenso  de 
»Ia  montafla,  dando  orden  al  sargento 
»que  la  mandaba  para  que  hiciera  fuego 
»à  todo  el  que  se  acercase  À  los  cien  pasos 
»de  los  religiosos.  Nosotros  oimos  la  or- 
»den  al  pasar  la  puerta  del  castillo»  (1). 
Efectivamente,  en  el  archivo  municipal 
de  esta  ciudad  lie  leído  copia  del  me- 
morial que  para  lograr  esta  salida  pre- 
sentaron  dichos  frailes.  Lo  firman:  «Fr. 
»Francisco  iNlaría  Pedrerol,  Fr.  Matías 
»Espinàs,  Fr.  Rafael  Roquer,  Fr.  Fran- 
»cisco  Vidiella,  Fr.  Martin  Masramon, 
»F"r.  José  Serrat,  Fr.  Francisco  Burés, 
»Fr.  José  Maria  Ballester,  Fr.  José  Co- 
»mas,  Fr.  Pedró  Gual,  Fr.  José  Borràs, 
»Fr.  Salvador  Morera,  Fr.  Isidro  Ciura- 
»na,  Fr.  Joaquin  Martí,  Fr.  Juan  Socias, 
»Fr.  Ramon  Buldú,  Fr.  Buenaventura 
»Marti,  Fr.  Francisco  Mestres,  Fr.  Juan 
»Raset,  Fr.  Salvador  Mestres,  Fr.  Jaime 
»Rodó,  Fr.  José  Palleia».  Piden  muy  cor- 
tésmente  que  se  les  dé  licencia  para 
embarcarse  en  un  buque  surto  entonces 
en  el  puerto  que  muy  pronto  saldría  para 
Niza,  Gènova  y  puertos  de  la  escala;  que 
se  les  permita  salir  del  castillo  vestidos 
los  hàbitos,  embarcàndose  al  pie  de  la 
montana.  Fecho  en  Montjuich  a  3  de  agos- 
to de  1835  (2).  Saldríau,  pues,  de  hàbitos, 
y  de  aquí  las  severas  ordenes  del  Gober- 
nador  del  castillo  a  la  escolta. 

No  deja  de  ser  curioso  el  otro  docu- 
mento siguiente:  «Castillo  de  Montjuich 
»de  Barcelona.  — Relación  que  presenta 
»el  Ayudante  abajo  firmado  del  suminis- 
»tro  de  aceite  hecho  à  los  religiosos  dete- 
»nidos  en  drcho  fuerte,  para  las  seis  làm- 
«paras,   que  se  pusieron  en  las  cuadras 


(i)     Barcelona  2Ó  de  diciembre  de  18S2. 

(2)     Archivo  dicho. — Expediente  129,  citado. 


»que  dichos  individuos  ocupaban;  con 
»espresion  del  aceite  que  diariamente  han 
«consumido  dichas  seis  làmparas. 

»Suministro  diario. — Seis  làmparas  à 
»5  onzas  son  30....  Total  suministrado  en 
»los  20  días  que  han  permanecido  en  di- 
»cho  punto.— Onzas  aceite  600.  Monjuich 
»19  de  agosto  de  1835. — El  Ayudante. — 
»Ramon  Homdedeu». 

En  la  sesión  del  21  de  agosto  se  dió 
cuenta  de  este  oficio  al  Ayuntamiento,  el 
cual  contesto  mandando  pagar  los  80  rea- 
les  de  esta  cuenta  (3),  por  supuesto  con 
dinero  del  fondo  de  los  religiosos. 

lEspléndida  iluminación:  para  280  hom- 
bres  seis  miserables  làmparas  de  aceite! 
i  Para  cada  46  hombres  una  lucecita  cual 
la  de  un  fósforo! 


ARTICULO  CUARTO 

LOS  FRAILES  EN  LA  CIUDADELA 

De  Montjuich  bajemos  ahora  a  la  Ciu- 
dadela,  y  aquí,  como  es  natural,  hallare- 
mos  una  como  repetición  de  lo  que  pasó 
allí  en  el  castillo.  Entraron  muchos  el  pri- 
mer dia;  però  en  los  sucesivos  fueron 
entrando  religiosos  en  gran  número,  a 
medida  que  estos  se  iban  presentando  a 
la  autoridad.  Un  dia  ingresaban  diez,  otro 
doce,  otro  tres  o  cuatro,  y  así  duro  mu- 
chos días.  He  aquí  los  del  26,  o  sea  la 
lista  de  los  del  primero. 

«BUENSUCESO    PP.    SERVITAS 

»Vicario  P.  Andrés  Estrany. 

»P.  F.  Baudilio  Foxar. 

»P.  F.  Jaime  Hugues. 

»P.  F.  Buenaventura  Foguec. 

»P.  F.  Agustín  Brú. 

»P.  F.  Francisco  Sala. 

»P.  F.  Juan  Arquer. 

»P.  F.  Antonio  Anguera. 


(3)     Archivo  municipal, 
do. — Ac!ici\iús.  2."  scinesli 


Expediente  129,  cita- 
e.  —  i8s;,  fol.  642. 


LOS    l-RAILES    Y    I-OS    CONVENTO?     Dl-;    BARCELON'A     IL'EGO    DESPl  KS    DEE    INCENDIO 


719 


»P.  F.  Tomàs  Casadesús. 
»P.  F.  Olegario  Magit. 

XMÍXIMOS 

»P.  F.  Martín  Martorell. 
»P.  F.  Francisco  Fort. 


»CARMELITAS    CALZADOS 

»P.  F.  Antonio  Giner. 
»P.  F.  Narciso  Feliu. 
»P.  F.  José  Blat. 
»P.  F.  José  Serara. 
»P.  F.  Pedró  Nunó. 
»P.  F.  Eudaldo  Surroca. 
»P.  F.  Salvador  Casabó. 
»P  F.  Miguel  Masoliver. 
»P.  F.  Esteban  Iglesias. 
»P.  F.  Sebastian  Grimau. 
»P.  F.  Lector  Jaime  Roig. 
»P.  F.  Magín  Sarró. 
»P.  F.  Joaquín  Sola. 
»P.  F.  Jaime  Cabestrany. 
»P.  F.  José  Barcons. 
»P.  F.  José  Codinach. 
»P.  F.  Francisco  Uanés. 
»P.  F.  Bernardo  Sostres. 
»F.  Franco  Coch. 
»F.  Severino  Verges. 
»F.  Franco.  Baulenas. 
»F.  José  Blanquet. 
»F.  Isidro  Dabant. 


»F.  Manuel  Texiner, 
»F.  Juan  Rupit. 
»F.  Pedró  Martí. 
»F.  Pedró  Ferrer, 


»S.    AGUSTIN 

»P.  Prior  F.  Francisco  Molas. 

»P.  Maestro  F.  Antonio  Trasserras. 

»P.  Maestro  F.  Juan  Bruguera. 

»P.  F.Nicoliís  Vidal. 

»F.  José  Benet. 

»F.  José  Saurí. 

»F.  Marti  Manent. 


>/F.  Raimundo  Manalt. 
»F.  Juan  Guitart. 

»S".    CAT.ALINA 

»P.  Presentado  Buenaventura  Manegat. 

»P.  F.  Ramon  Fontanals. 

»P.  F.  Juan  Pi. 

»P.  F.  Raimundo  Casas. 

»P.  F.  José  Cornet. 

»P.  F.  Jaime  Turrell. 

»P.  F.  Jacinto  Pulses. 

»P.  F.  Miguel  Calvila. 

»P.  F.  José  Calvet. 

»F.  Sadoch  Vilarrasa. 

»F.  Jerónimo  Coch. 

»F.  José  Cid. 

»F.  Francisco  Barberà. 

»F.  Forsian  Novellas. 

»F.  Buenaventura  Novellas. 

»F.  Juan  Rovira. 

»F.  Antonio  Ferrer. 


»F.  Jaime  Colomer. 

»F.  Sebastian  Tudó. 

»F.  Pedró  Mateo. 

»P.  F.  Francisco  Caparà. 

»Real  Ciudadela  26  de  julio  de  1835.  = 
Pastors  =  »  (1). 

Total,  69. 

Però,  como  indico  arriba,  todos  los 
días  que  subsiguieron  al  26  ingresaban 
nuevos  religiosos  en  la  Ciudadela,  pues 
las  autoridades  no  habían  de  exponerles 
a  la  prolongada  ascensión  al  Castillo  de 
INIontjuich,  sinó  que  los  conducían  a  este 
fuerte.  De  la  peseta  distribuïda  el  dia  29 
por  la  noche,  o  (in  del  dia,  sacamos  la 
noticia  cierta  del  número  de  los  a  la 
sazón  allí  reunidos.  El  acta  de  la  comi- 
sión  municipal  de  socorro  nos  dijo  que 
aquel  dia  se  repartieron  a  ellos  1032  rea- 
les,  iguales  a  258  pesetas;  luego  los  frai- 
les  eran  otros  tantos.  V  esta  noticia  con- 


(i)  .\rchivo  de  la  Capilania  General  de  Cata- 
luna. — Legaio  titulado;  (^iiciiki  de  /os  coii^-ciilos... 
Paqucte  s. 


720 


LIBKO    TERCERO. CAPITULO    UXDKCIMO 


cuerda  perfectamente  con  las  proceden- 
tes  de  los  testigos,  quienes  los  ponen 
entre  el  número  de  250  a  300. 

Como  a  la  Ciudadela  no  llegan  los  reli- 
giosos en  un  grupo  total,  sinó  por  parcia- 
les,  no  es  posible  describir  la  entrada  de 
todos-  De  la  de  dos  de  estos  grupos  poseo 
noticia,  que  son  las  siguientes.  Me  dijo  el 
agustino  Padre  José  Benet  y  Roca:  '<Lle- 
»gamos  à  la  Ciudadela,  y  quedamos  lar- 
»gas  horas  en  su  plaza»  (lioy ,  1909,  aúii 
existeiite  entre  el  Museo,  el  tcmplo  y  las 
oficinas  de  la  Dirección  del  Parque, 
Higiene  urbana,  etc).  «Vinieron  las  pri- 
»meras  horas  de  la  tarde  sin  que  nadie 
»se  acordase  de  darnos  alimento  (\  pesar 
»de  que  el  hambre  nos  acosaba,  pues  no 
»habíamos  probado  bocado  desde  el  me- 
»diodía  anterior.  Afortunadamente  un 
»Padre  viejo  dijo  que  había  traído  del 
»convento  algun  dinero,  y  que  gustoso  lo 
»emplearía  para  sí  y  para  sushermanos. 
»Así  se  fué  íl  la  Cantina,  y  se  hizo  una 
«sopa  para  todos,  àe  la  que  nos  llevaron 
»una  peseta  por  cada  unov  (es  doblemen- 
te  criminal  robar  al  necesitado).  «Des- 
»pués  nos  dieron  una  cuadra,  donde  no 
»había  mas  que  los  enladrillados,  y  sobre 
»los  cuales,  sin  embargo,  dormí  tranqui- 
»lamente  toda  la  noche>•>  (1).  Ni  la  excesi- 
va  cena,  ni  efectos  de  inacción,  habían  de 
prodiícirle  insomnio. 

Del  Padre  Pablo  Recolóns  y  Mimo, 
camilo,  son  las  siguientes  noticias:  «El 
»martes  (dia  28)  yo  junto  con  otros  reli- 
»giosos  que  tambien  habían  venido  à 
»parar  al  cuartel  (de  Estudiós),  que  en 
»junto  sumaríamos  una  docena  ó  docena 
»y  media,  fuimos  coiocados  entre  filas  de 
»artilleros...  Nos  pusimos  en  marcha  pa- 
»sando  por  la  muralla  llamada  de  tierra 
»hasta  llegar  à  la  Ciudadela.  En  el  cami- 
»no  di  yo  el  brazo  à  un  pobre  lego,  míni- 
»mo  y  apoplético,  al  cual  ayudé  por  cari- 
»dad,  y  me  costaba  mucho  arrastrarle, 
»de  modo  que  llegué  sudado  al  fuerte. 
»Frente  de  la  puerta  tuvimos  que  hacer 

(i)  Relación  que  me  hizo  en  Barcelona  a  24 
de  marzo  de  1880. 


»alto  esperando  su  apertura.  Entonces  la 
»posicion  nuestra  se  iba  por  momentos 
»haciendo  crítica,  porque  la  gente  de  la 
»parte  del  Borne  corrieron  hacia  nos- 
»otros,  y  a  nuestro  rededor  se  formaron 
»turbas,  hasta  que  apareció  un  jefe  mili- 
»tao  en  lo  alto  de  la  muralla  y  mandó  des- 
»pejar.  Entonces  de  cada  pareja  de  sol- 
»dados  que  nos  acompanaban  se  destino 
»uno  à  despejar.  Luego  que  la  multitud 
>^estuvo  algo  alejada  se  abrió  e!  rastrillo 
»y  nosotros  entramos  en  la  fortaleza. 

»Ya  dentro,  fuimos  conducidos  à  la 
»plaza,  donde  se  nos  tuvo  bajo  los  rayos 
»del  sol  de  julio  hasta  las  ocho  y  media, 
»en  que  se  nos  destino  a  una  cuadra.  Allí 
»hallé  a  mi  hermano  de  religion,  Padre 
«Esteban  Coxerrera,  lo  que  fué  para  mi 
»un  consuelo.  rTienes  dinero?  le  dije.  Me 
«contesto.  «Solo  tengo  dos  napoleones» 
(nucve  y  media  pesetas),  «y  aun  no  sé 
«porque.»  Nos  los  repartimos.  Las  dos 
«primeras  noches  dormí  sobre  el  duro 
«suelo,  hasta  que  mandé  recado  à  un 
«amigo,  y  me  trajo  un  colchon,  un  cabe- 
«zal  5'  un  par  de  sAbanas.  No  sabiendo 
«como  pagar  a  la  Cantina  no  pedimos  ni 
«aceptamos  alimento,  y  nos  limitamos  a 
«pan  y  agua.  Para  proveer  de  pan  reco- 
«gíamos  de  las  mesas  los  mendrugos,  y 
«los  guardabamos  en  los  estantes  de  la 
«cuadra,  estantes  tan  limpios  que  los 
«chinches  hacían  su  habitacion  en  los 
«ojos  del  pan.  Nosotros  sacudíamos  el 
«pan,yasi  lanzando  de  sus  ojos  los  im- 
«portunos  habitantes,  comíamos  con  no 
«poca  necesidad  el  pan. 

»Pero  vino  una  persona  y  dió  una 
«peseta  diària  a  cada  fraile.  Era  un  dele- 
«gado  jóven,  que  me  parece  si  se  llamaba 
«Canalejas.  Venia  con  sus  listas  enviado 
«por  una  autoridad.  Desde  luego  los  dos 
«acudimos  a  la  Cantina,  diciendo  que 
«como  no  teniamos  mas  que  la  peseta,  no 
«nos  dieran  principio,  mas  el  cantinero 
«nos  quiso  dar  como  à  los  demàs,  de  los 
«que  cobraba  seis  reales. 

«Las  cuadras  habitadas  por  religiosos 
Ȉ  lo  menos  eran  dos.  La  nuestra  no  daba 
»à  la  plaza,  su  puerta  miraba  à  Poniente, 


FRAILES    V    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPIKS    DEL     rXCENDIO 


721 


«frente  de  la  cantina,  y  tenia  los  comunes 
)a  su  lado»  (1).  Era  un  edificio  de  solo  un 
piso  alto,  que  estaba  a  espaldas  de  los 
de  la  plaza,  opino  en  el  lado  septentrio- 
nal de  la  fortaleza,  en  los  pianos  indica- 
do  como  almacén.  Concorde  con  estos 
datos,  me  dijo  el  carmelita  Padre  Fran- 
cisco  Recasens:  '<Introducidos  en  el  fuerte 
«fuimos  colocados  en  una  cuadra  donde 
»había  muchos  frailes;  però  estaba  la 
«cuadra  tan  llena  de  chinches  y  eran  tan 
»malas  sus  circunstancias  que  muchos 
»caian  enfermos;  por  cuya  razon  fuimos 
»trasladados  à  la  despensa  de  guerra»  (2), 
la  que  no  seria  otra  que  el  almacén 
indicado. 

Los  primeros  días  la  cama  de  los  frai- 
les consistiu,  en  la  Ciudadela  como  en 
Montjuich,  en  el  duro  suelo,  y  aun  en  los 
días  siguientes  para  aquelles  que  no 
tuvieron  un  deudo  o  amigo  que  les  pro- 
porcionase  alivio.  El  Padre  Juan  Ilortet, 
carmelita  descalzo,  pasaba  las  noches 
tendido  sobre  la  mesa.  Veíanse  allí  reli- 
giosos con  solas  ropas  interiores  por 
carecer  de  otras.  El  notario  de  guerra, 
Don  Juan  Capdevila,  tomo  allí  el  testa- 
mento  a  algunos  frailes,  y  luego  referia 
a  su  familia  el  ruín  acondicionamiento 
del  lugar,  de  mode  que  daba  làstima  (3). 
La  gente  caritativa  fué  después  auxilian- 
do  la  necesidad  por  medio  de  colchones, 
ropas  y  otros  utensilios  (4). 

Decíame  el  Padre  dominico  Miguel 
Calvila:  «Halléme  en  la  Ciudadela  vestido 
»de  habito  y  falto  de  todo.  Dejéme  en  la 
»celda  el  reloj  }'  cuanto  usaba,  y  no  tenia 
»ni  un  céntimo,  y  tampoco  relaciones  en 
»la  ciudad.  Al  prutir  del  convento  de 
»Santa  Catalina  nada  me  dió  el  superior, 


(i)  RelaciOn  en  Barcelona  a  o  de  noviembre 
de  iS!!>o. 

(2)  Relaciún  en  Tarragona  a  9  de  agosto  de 
■  ••^fío. 

(?)  Relación  de  la  Sra.  Vda.  de  Capdevila 
D.'  Franciscà  Pich  y  Carreras.  Barcelona  13  de 
marzo  de  i!^86. 

(^)  Relación  del  P.  Juan  líortct,  Gracia  aó  de 
julio  de  1882. 


«porque  perteneciendo  yo,  como  perte- 
»necía,  à  otro  de  fuera,  mi  manutención 
»no  correspondia  al  de  aquí.  Asi  fué  que 
*en  los  tres  primeros  días  de  encierro  no 
»pude  probar  bocado,  ni  un  sorbo  de 
»vino. 

«Continuamente  se  nos  molestaba  for- 
>'mando  y  pasando  listas  de  nuestros 
>/nombres. 

»Hacia  cuando  el  incendio  del  convento 
»quince  dias  que  había  yo  sido  destinado 
»al  de  Barcelona  para  organista,  por 
»cuj'a  razon  no  conocia  ni  la  ciudad  ni 
»habitantes  de  ella.  Sucedió  que  el  dia  de 
«Santiago  me  toco  la  misa  de  las  doce,  y 
>  así  para  esperar  esta  hora  à  eso  de  las 
»diez  salí  à  dar  una  vuelta  por  la  Rambla. 
»Paréme  cerca  de  Atarazanas  frente  de 
»una  tienda  de  un  instrumentista  de 
«música,  la  que  resulto  pertenecer  a  un 
«mi  paisano,  ó  sea  olotense,  de  nombre 
«Luis  Vivet.  En  aquel  momento  Vivet 
>^salió  à  la  puerta,  y  al  reconocerme  me 
«saludo  }•  ofreció  su  servicios  y  amistad. 
«Ahora  cuando  Vivet  vió  la  agresión 
»contra  los  conventos  se  acordo  de  mi,  y 
«anduvo  por  todos  lados  en  mi  busca, 
«però  como,  segun  costumbre  de  los  pue- 
«blos,  no  sabia  mi  apellido,  y  sí  solo  mi 
«apodo  de  Sisc,  no  podia  encontrarme. 
«Valióse  de  un  musico  mayor  de  un 
«regimiento,  quien  vino  à  mi  cuadra  }• 
»preguntó  por  Frai  Miguel  Sisè,  de  Olot, 
«dominico.  Los  frailes  dieron  voces  11a- 
«mando  al  que  llevase  tales  nombres,  y 
»asi  me  presenté.  Espantéme  al  encon- 
«trarme  con  aquel  corpulento  hombre 
«tan  cubierto  de  galones.  Me  pregunto  si 
«conocia  à  Luis  Vivet,  y  si  me  faltaba 
»algo.  Le  contesté  que  no  tenia  ni  para 
«comer.  Me  dió  veinte  pesetas.  (Calvila 
me  cotttaba  este  paso  en  1883  llorando). 

«En  la  puerta  de  la  cuadra  teniamos 
«un  centinela  con  bayoneta.  De  los  frailes 
«unos  tuvieron  colchon,  otros  no.  Al 
«principio  teniamos  que  andar  bastante 
»para  las  necesidades  corporales»  (no 
estaria  en  la  cuadra  de  Recolons); 
«despues  nos  pusieron  una  portadera  ó 
«vasija.  Todavia  recuerdo  que  habia  alli 


722 


I.IIiRO    TERCERO. — CAPITULO    UNDKCIMO 


»un  pobre  agustino  apopletico,  al  cual 
»yo  hacia  los  cigarros...»  (1). 

El  Padre  Isidro  Devant,  carmelita  cal- 
zado,  al  elogiar  el  comportamiento  de  su 
Prior,  Padre  Gener, me  aiiadía: «Era  santó 
»y  sabio.  Al  llegar  à  la  Ciudadela  corrió 
«inmediatamente  à  la  cantina  y  ajusto  la 
»alimentacion  de  la  Comunidad.  Cuidó 
»luego  de  proporcionarnos  colchones  y 
«otros  objetos,  bien  que  las  primeras 
»noches  como  los  colchones  eran  pocos 
»solo  podiamos  descansar  sobre  ellos  la 
»cabeza  y  parte  del  cuerpo.  La  Comuni- 
»dad  en  cambio  portóse  en  modo  ejem- 
»plar.  Continuo  en  aquel  encierro  sus 
»prícticas  como  en  el  conv^ento.  Rezaba 
»tenia  su  meditacion  y  comía  en  comun 
»y  obedecia  à  sus  superiores.  En  la  mis 
»ma  cuadra  habia  frailes  de  otras  orde 
>mes,  algunos  pobres  y  aun  medio  desnu 
»dos»  (2). 

Luego  se  permitió  a  los  religiosos  que 
al  caer  de  la  tarde  saliesen  de  sus  cuadras, 
y  paseasen  por  la  plazoleta  de  su  frente, 
y  comunicasen  con  los  de  la  otra  cua- 
dra (3).  Asi  mismo  se  permitieron  las 
visitas  de  los  amigos  (4). 

He  aquí  un  documento  que  da  alguna 
luz  sobre  la  manutención  de  los  frailes 
en  los  primeros  dias  en  la  Ciudadela. 
En  el  margen:  «Real  Ciudadela  de  Bar- 
»celona.— Estado  mayor.»  En  el  texto: 
«Los  religiosos  capuchinos  que  ecsisten 
»en  esta  fortaleza  me  han  hecho  presen- 
»te  carecen  de  los  medios  necesarios  para 
«subsistir,  por  cuya  razon  he  dispuesto 
»se  les  ausilie  por  hoy  con  el  rancho  que 
»por  cuenta  de  la  R.'  Hacienda  se  ha 
«senalado  à  los  presos  que  hay  en  la  mis- 
»ma:  tambien  acompaiïo  a  V.  S.  la  adjun- 


(i)     Relación  que  me  hizo  en  Olot  a   los   2;  de 
agosto  de  188^. 

(2)  Relación  en   Manresa   a    i.)  de  septiembre 
de  1880. 

(3)  Relación  del  P.  Pablo  Recolons.  Barcelona 
g  de  noviembre  de  1880. 

(4)  Relación  del  carmelita  P.  Francisco  Reca- 
sens en  Tarragona  a  9  de  agosto  de  1880. 


»ta  relación  de  otros  que  se  hallan  en  el 
»mismo  caso. 

»En  su  consecuencia  suplico  a  V.  S.  se 
»sirba  probidenciar  lo  que  juzgue  opor- 
»tuno  manifestandome  igualm."=  la  Auto- 
»ridad  que  se  ha  encargado  de  la  amorti- 
»zacion  (i  fin  de  que  ellos  puedan  hacer 
»los  recursos  A  que  se  consideren  acree- 
»dores. 

»Dios....  R.'  Ciud.'a  28  de  Julio  de  1835. 
»— El  Gen.'  Gober.dor  —  Pedró  M.^  de 
«Pastors. — Sor.  Gobernador  Civil  de  este 
»Princip.<í°»  (5). 

Arroja  también  luz  sobre  la  manuten- 
ción de  los  religiosos  en  la  Ciudadela,  y 
sobre  lo  que  de  la  procedència  del  soco- 
rro de  la  peseta  diària  pensaban  los 
frailes,  las  siguientes  palabras  del  Car- 
melita Padre  José  Codinach:  «El  apuro 
«estaba  en  que  no  tenian  muchos  frailes 
>->qnid  dare  dent  i.  El  cantinero,  hombre 
»gordo  y  sinipàtico,  trabó  relación  con  el 
«superior  carmelita  de  Olot,  que  estaba 
»allí,  y  este  le  pidió  que  diera  de  comer  a 
»los  religiosos.  Contestaba  el  cantinero 
»que  no  tenia  mesas  para  300  hombres. 
»Respondiale  el  dicho  Prior  que  comerian 
»en  dos  ratos,  unos  à  las  doce,  y  otros  à 
»la  una,  Llegóse  facilmente  à  un  arreglo, 
«conviniendo  en  que  se  les  daria  el  ali- 
«mento  mediante  seis  reales  diarios  por 
«individuo.  Pareció  por  allà  un  buen 
»hombre  preguntando  à  los  superiores  de 
»parte  de  su  sefior  que  cuantos  eramos, 
»y  como  estabamos.  Dijo  que  su  sefior 
«daria  una  peseta  por  individuo.  Los 
«superiores  hicieron  bolsa  comun,  3-  de 
«los  fondos  que  pudieron  recoger  dieron 
«dos  reales,  con  lo  que  se  tuvieron  los 
«seis  para  el  cantinero.  Pensaron  algú- 
«nos  si  este  sefior  que  daba  la  peseta 
«seria  el  sefior  Nadal  del  Borne,  y  lo 
«creian  en  razon  à  su  riqueza  y  religiosi- 
«dad»  (6).  Quien  ha3^a  leido  los  docu- 
«mentos  de  arriba,  ya  sabé  que  la  peseta 


(5)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — Citado 
expedlente  n.°  12Q. — Segundo  pliego. 

(ó)  Relación  que  me  hizo  en  Olot  a  22  de 
agosto  de  i88t. 


LOS    FRAILE3    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LCEOO    DESPUES    DEL    INXENDIO 


723 


procedia  de  los  bienes    de  los  mismos  i       Merece  ser  leído  el  siguiente  Memo- 
frailes,  y  quien  dispuso  su  reparto.  !  rial  dirigido  al 


Oí^/«^  ,uCàa^  y/ç^/er^   U    Tuuico^:   J}ír  U  ^'yh   ^i/fie^y-^^  «  í^-  ^  - 


tí  dlUfCf^í 


yl-    J^^e    *>«    i^a^-eJMí-- 


C'uDe/a  %  Sarceim  J^^^^  J  )<  ^í'•?^     (») 


Encerrados  los  religiosos  en  la  Ciuda- 
dela,  no  solo  sufrian  por  razón  de  sus 
incomodidades  corporales,  sinó  también 
por  las  angustias  de  su  amilanado  espíri- 
tu.  A  este  encierro,  como  al  de  Montjuich, 
llegaban  noticias  alarmantes  respecto, 
va  de  sanguinarios  empenos  de  las  tur- 
bas,  ya  de  proyectos  hostiles  de  los  go- 
bernantes.  Así,  muy  dispuestos  para  todo 
susto  y  sobresalto,  una  noche  de  súbito 
despiertan  a  los  gritos  alarmantes  de  uno 
de  ellos  que  sonaba  que  le  perseguían  y 
mataban.  En  medio  del  apuro  y  de  la 
confusión  cada  uno  busca  camino  a  su 
salvación,  quién  saltando  de  su  colchón, 
quién  envolviéndose  con  las  Si'ibanas, 
quién  de  otro  modo.   Suerte  que  pronto 


(i)     Archivo  municipal   de  Barcelona. — E\pe- 
diente  citado. 


se  vino  en  conocimiento  del  engano  (2). 
EI  27  de  julio,  al  llegar  el  dominico  Padre 
Manuel  Ribé  a  la  Ciudadela,  y  al  presen- 
tarse  ante  la  puerta  de  la  cuadra,  dentro 
de  esta  resonó  un  grito  multíplice  de: 
«no  abràis»,  hijo  del  continuo  temor  (3). 
Mas  el  dia  del  gran  susto  fué  el  5  de 
agosto,  el  de  la  muerte  del  general  Bassa. 
Oian  los  frailes  desde  la  Ciudadela  el 
tumulto,  los  canonazos  de  senal,  los  ala- 
ridos  de  la  íiera  popular,  y  empalmàn- 
dolo  con  las  noticias  de  que  las  turbas 
pedían  la  cabeza  de  los  frailes,  y  que 
luego  irian  por  ellas,  les  ponían  en  ago- 
nia. Aquel  dia  se  les  mundó  comer  antes 
de  la  hora,  v  se  les  tuvo  encerrados  en 


(j)     Son  varies  los  fr.niies  de  la  Ciudadela   que 
me  contaren  este  caso. 

(;)     Relación  del  mismo  RibO.    Barcelona  6  de 

junio  de  i8So. 


724 


I.IDKO    TERCICRO. — CAPITULO    UNDECIMO 


sus  cuadras  antes  de  lo  acostumbrado. 
Al  oir  los  canonazos  dejaron  la  mesa  y 
algunos  corrieron  a  confesarse  para  mo- 
rir. El  Padre  Juan  CasuUeras  y  otro 
pidieron  permiso  al  centinela  para  salir 
hasta  el  excusado,  però  en  realidad  se 
fueron  a  la  cantina.  No  sabían  qué  parti- 
do  tomar.  Resolvieron  que  en  caso  apu- 
rado  arrebatarían  de  presto  la  gorra  de 
un  soldado  y  se  mezclarían  con  la  turba; 
però  los  requirieron  y  los  encerraron  en 
la  cuadra. 

No  quiero  aquí  privar  al  lector  de  la 
interesante  ralación  que  me  hizo  sobre 
este  punto  el  camilo  Padre  Pablo  Reco- 
lóns.  Me  dijo  lo  siguiente:  «Solia  yo  pa- 
»sear  con  mi  amigo  el  Padre  Coxerrera 
»por  el  pié  de  la  muralla  por  un  llanito 
»cubierto  de  hermosa  yerva.  Se  nos 
»acercó  un  jóven  musico  del  regimiento 
»de  Albuera,  llamado  Manuel,  y  traba- 
»mos  amigable  conversacion.  Era  un  mi- 
»norista  aragonès,  al  que  cupó  la  mala 
»suerte  de  caer  soldado.  Vino  otros  dias, 
»y  asi  trabamos  amistad.  Todas  las  no- 
»ches  comparecia  &  darnos  un  rato  de 
»grata  conversacion.  La  víspera  del  ase- 
»sinato  de  Bassa,  Manuel  compareció 
«igualmente  à  la  cita,  però  notamos  que 
»estaba  callado  y  triste:  una  idea  lúgubre 
»indudablemente  le  preocupaba.  «;Qué 
»tienes  Manuel?»,  le  preguntamos  con 
»interés.  «Nada»,  respondia  el  soldado. 
«iAh!,  no,  no,  tu  estàs  triste:  te  pasa 
'^algo;  dínoslo,  dínoslo,  amiguito.»  De  los 
»ojos  del  miisico  cayeron  dos  làgrimas 
»que  le  comprometieron,  y  le  obligaron  à. 
»hablar.  Dijo:  «Padres,  no  lloro  por  mi. 
»Lloro  por  VV.:  manana  moriran  todos». 
xObjeté  yo:  «Hombre,  icomo?,  no,  no;  no 
«puede  ser:  estamos  bajo  la  salvaguardia 
»de  la  Autoridad,  y  creo  que  los  canones 
»estàn  cargados  con  metralla».  Replico 
»el  soldado:  «iAh!  ya  saben  los  revolto- 
»sos  por  donde  han  de  subir,  y  tienen  las 
«escaleras  preparadas,  y  à  tal  hora  habrà 
»esto,  y  à.  tal  otra  estotro», 

»Retiróse  tristísimo  el  buen  soldado,  y 
»entonces  los  dos  sacerdotes  entramos  en 
»cuentas  con  nosotros  mismos  para  deli- 


»berar  el  partido  que  debiera  tomarse  en 
»trance  tan  apurado.  Si  esparcemos  la 
^noticia  en  la  multitud  de  religiosos  se 
xarmarà  un  alboroto  espantable;  si  em- 
»pero  callamos  les  impedimos  de  arbitrar 
>los  medios  de  defensa,  y  hasta  el  confe- 
»sarse  y  prepararse  para  la  muerte.  Al 
»fin  determinamos  dejar  pasar  la  noche 
»quieta. 

»A  la  maflana  siguiente  recibí  un  reca- 
»do,  y  con  él  un  disfraz  de  ayudante  del 
»pastor  para,  vestido  con  él,  salir  con  el 
»rebano  que  cada  dia  por  una  poterna 
«bajaba  al  foso,  y  de  aquí  escaparme. 
«No,  contesté,  no,  donde  mueran  mis 
>^hermanos  quiero  morir  yo»;  y  me  con- 
»fesé.  Muy  temprano  aquel  dia  se  sirvió 
»la  comida  a  los  frailes,  antes  de  la  hora 
»acostumbrada.  «;Qué  serà,  que  no  serà?» 
»se  preguntaban  los  religiosos,  y  sobre 
»todo  los  dos  camilos,  cuando  he  aquí 
>  que  de  pronto  se  oye  el  canonazo  que  el 
»músico  había  indicado  como  principio  del 
»peligro.  Al  oirlo  me  dieron  tal  sacudida 
«los  nerviós  que  la  cuchara  me  cayó  de 
»las  manos.  Aquel  dia  no  se  permitió  à  los 
»frailes  salir  de  su  cuadra.  A  la  hora  que 
»el  soldado  de  Albuera  había  seflalado 
»para  el  segundo  canonazo,  sono  este 
«exactamente.  Estos  disparos  indicaban 
«que  la  revolución  continuaba.  Entonces 
»los  dos  camilos  disimuladamente  Uama- 
«mos  à  un  lado  à  los  superiores  ó  prela- 
»dos.  Recuerdo  que  entre  ellos  concurrie- 
»ron  el  Padre  Molas  agustino  y  el  Padre 
«Constans  mínimo.  Los  dos  jó venes 
«explicamos  nuestras  noticias  y  el  signi- 
»ficado  de  los  cafionazos,  y  nos  retira- 
»mos;  mas  los  prelados  nos  retuvieron 
»allí  diciendo  que  en  atencion  à  la  exqui- 
*sita  prudència  que  habíamos  usado  po- 
»diamos  muy  bien  tomar  parte  en  la 
»deliberacion.  Discutido  elcaso  se  resol- 
»vió  callar,  tomando  emperò  la  precau- 
»cion  de  ponerse  de  asecho. 

»Los  prelados  pudieron  observar  el 
»tumulto  y  que  se  quemaban  los  fielatos, 
»pues  desde  la  ventana  de  la  cuadra  se 
«veia  el  humo,  y  se  oía  la  gritería.  El 
«venerable  Padre  Constans  recuerdo  esta- 


LOS  FRAILES  V  LOS  CONVENTOS  DE  BARCELONA  LLEGO  DESPLÉS  DEL  INCENDIO 


725 


»ba  en  tierra  sentado,  callado  y  medi- 
»tabundo.  Se  acercaban  las  once,  hora 
«marcada  para  el  crimen,  y  la  ansiedad 
»de  los  encerrados  crecía  por  momentos. 

»Habían  pasado  las  doce  y  no  dado 
»aun  la  una  cuando  por  la  rendija  de  la 
»puerta  pudo  el  pobre  Manuel  hacerme 
»oir  estàs  consoladoras  palabras:  «Ya 
»estàn  VV.  salvados:  por  la  noche  nos 
»veremos».  Estaba  de  formacion  en  el 
»llano  del  palacio,  3'  ó  tuvo  ó  fingió  un 
«desmaj'o,  y  asi  libre  del  servicio  cordó 
»a  dar  la  buena  nueva  à  los  frailes.  Los 
>/revoltosos,  despues  de  muerto  Bassa, 
»se  dirigieron  i\  la  Aduana,  y  segun  se 
»dijo,  empezaron  A  echar  cajas  por  la 
»ventana.  Esto  motivo  que  la  autoridad 
»tomase  cartas  en  el  asunto  }•  scfocase 
»la  revolución».  (1). 

No  dudo  en  graduar  de  muy  interesante 
3'  mu3"  verdadero  este  relato;  però  le 
hallo  un,  aunque  pequeilo,  lunar,  que 
es  el  dia.  El  ataque  de  la  Aduana  no 
acaeció  hasta  el  6  3'  la  muerte  de  Bassa 
el  5.  La  autoridad  no  tomo  enérgicas 
medidas  represivas  hasta  el  dicho  dia  6. 
De  aquí  que  opine  yo  que  los  aconteci- 
mientos  que  Recolóns  pone  en  el  de  la 
muerte  de  Bassa  acaecieron  en  el  si- 
guiente,  o  del  ataque  de  la  Aduana.  Por 
otra  parte,  era  mucho  mas  propio  del  des- 
borde  de  las  horas  3-  dia  que  siguieron  a 
la  muerte  del  General  el  atentado  contra 
los  frailes,  que  no  en  aquellas  en  que 
aún  éste  imperaba.  Mas,  en  fin,  esta  equi- 
vocación  carece  de  toda  importància. 

Continua  el  Padre  Recolóns:  «Por  la 
»tarde  pudimos  ver  desde  la  Ciudadela 
»como  se  Uevaba  a  ser  fusilados  a  cinco 
»jóvenes  revolucionarios. 

«Entonces  los  religiosos  comprendieron 
»el  peligro  que  habian  corrido,  3-  deter- 
«minaron  hacer  rogativas  diarias  para 
«evitar  otro.  Yo  tenia  mi  crucitijo,  que 
»era  el  que  siempre  Uevamos  los  religio- 
»sos  de  mi  orden.  Era  del  tamai^o  un  poco 
»mayor  de  un  palmó  con  cruz  de  ébano 
»y  adornos  de  latón»  (Rccolous  lo  con- 

(i)     Kelaoiún  ya  muchas  veces  citada. 


servaba  y  yo  lo  beséj.  «Atamos  esta  ima- 
vgen  en  el  respaldo  de  una  silla  que  cons- 
>  tituía  todo  el  altar,  y  arrodillados  todos 
>:los  religiosos  de  la  cuadra  ante  ella 
»diariamente  rezabamos  las  letanías  de 
»los  Santos  y  lo  haciamos  con  lagrimas 
fcde  fervor»  (2).  Son  varios  los  religiosos 
que  me  dieron  noticia  de  estàs  plegarias 
de  las  letanías,  anadiéndome  el  mínimo 
Padre  Cayetano  Suíiol  que  precisamente 
él  con  su  hermano  de  orden,  Fr.  Francisco 
Subirana,  eran  los  que  con  su  voz  de 
sochantre  recitaban  los  nombres  de  los 
Santos,  o  sea  dirigían  la  letanía  (3). 

La  guarnición  de  la  Ciudadela,  según 
me  dijo  uno  los  frailes  allí  reclusos,  estu- 
vo  animada  de  buenos  sentimientos,  favo- 
rables a  la  defensa  de  los  frailes  (4).  Uno 
de  los  jefes  era  D.  Tomàs  Fajardo,  padre 
del  General  D.  Ramon,  a  quien  hemos 
conocido.  D.  Tomàs  era  comandante  del 
Regimiento  de  Zamora  número  S  (5). 
Aquel  dia  5  se  cerraron  las  puertas  del 
fuerte  y  se  nego  a  todo  el  mundo  la  en- 
trada. 

Finalniente,  lo  mismo  que  en  Montjuich 
pasó  aquí  con  la  salida  de  los  religiosos. 
Fué  al  fuerte  una  comisión  de  la  autori- 
dad, y  extendió  pasaportes  a  cada  reli- 
gioso  para  el  punto  que  pedia  así  de 
Espana  como  del  extranjero.  En  el  pasa- 
porte  se  oculto  prudentemente  la  profe- 
sión  del  interesado.  Provistos,  pues,  de 
este  documento,  fueron  saliendo  separa- 
damente  unos  de  otros  casi  todos  por  la 
puerta  trasera  del  fuerte,  llamada  del 
Socorro,  que  yo  muv  perfectamente  re- 
cuerdo  (6). 

He  leído  un  documento  relativo  a  los 
últimos  momentos  de  esta  salida.  Es  el 


(2)  La  niisma  relación. 

(3)  Relación  del  mismo  de  Barcelona  a    14   de 
abril  de  i88j. 

(4)  Relación. del  P.  Bernardo  Sostres  de  Bar- 
celona a  lí  de  marzo  de  1880. 

(5)  Diario  de  Barcelona  del   j   de  agosto  de 
i8?s.  pàg.  1703. 

(6)  Relación  citada  del    P.   Pahl•i   Recolóns  y 
de  otros. 


726 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    L'NDECIMO 


oficio  que  el  Gobernador  interino  del 
fuerte  en  15  de  agosto  dirige  al  Ayunta- 
miento  diciéndole:  «que  en  este  momento 
»no  quedan  ya  bajo  la  proteccion  de  esta 
ifortaleza  mils  religiosos  que  los  doce 
»que  incluye  la  adjunta  lista,  quienes  por 
»su  edad,  achaques  y  demàs  razones,  que 
»en  ella  se  espresan  no  han  obtenido  ni 
>^podido  obtener  pasaportes  para  otio 
>.destino». 

Expone  luego  las  razones  para  que  no 
continuen  en  el  fuerte  y  termina  pidiendo 
que  «V.  E....  se  sirva  disponer  que  debe 
»hacerse  con  este  corto  residuo  de  reli- 
»giosos  que  me  ocupan  tropa,  y  me 
»atraen  gentes  innecesarias  en  este  recin- 

»to Real  Ciudadela  15  de  agosto  de 

»1835.  El  Sargento  Mayor.— José  Almo- 
»dovar.  V.°  B."  El  Gobernador  interino. 
»— Puig». 

He  aquí  la  lista  de  estos  religiosos: 

«Fr.  Pablo  Calvet.— Franciscano.— 75 
»anos. — Achacoso. 

»Fr.  Magín  Rosich.— id.  — 82  anos.  — id. 

»Fr.  Pedró  Sorribas.— id. — 56 anos. — id. 

»Fr.  Vicente  Orpi. — id.— 62  anos. — id. 

»Fr.  José  Barba.— id.— 75  anos.— id. 

»Fr.  Miguel  Tost.— id.— 77  aiïos.— id. 

»Fr.  Juan  Rupit. — Carmelita.— 60  anos. 
»— id. 

»Fr.  Antonio  Pallarols.— id.— b7  anos. 
»— id. 

»Fr.  Juan  Ballester.— De  San  José.— 
»66  anos.— id. 

«Fr.  Pascual  Alegret.— id.— 55  anos. — 
»id. 

»Fr.  Francisco  Vilardell.— id.— 74  anos. 
«— id. 

»Fr.  Fructuoso  de  Manresa. — Capuchi- 
»no.  — 31  anos.— Baldado»  (1). 

En  la  sesión  del  17  de  agosto  el  Ayun- 
tamiento  dispuso  que  este  oficio  pasase  a 
la  Comisión  encargada  de  suministrar 
auxilios  a  los  religiosos  de  los  fuertes  (2). 

El  siguiente  oficio  del  Gobernador  civil 


(i)  .\rchivo  municipal  de  Barcelona, — Expe- 
diente  129,  citado. 

(2)  Archivo  municipal. — Acuerdos.  Segiutdo 
semestre.  — 18^;,  fol.  62;. 


al  Ayuntamiento  explica  el  destino  que 
se  dió  a  los  indicades  religiosos.  Dice  así: 
«A  fin  de  socórrer  las  necesidades  urgen- 
«tísimas  de  los  pobres  recogidos  en  la 
»Casa  de  Caridad,  espero  que  V.  E.  dis- 
»ponga  se  entreguen  a  su  Junta  los 
«comestibles,  carbon,  lena,  paja  y  algu- 
»nos  enseres  como  servicio  de  cocina  etc. , 
»que  han  permanecido  útiles  despues  de 
»los  desastrosos  sucesos  del  25  y  26  en  los 
vConventos  que  estan  à  cargo  de  las 
»Comisiones  de  los  barrios,  y  así  mismo 
»unos  pocos  gergones,  colchones  y  sàba- 
»nas,  y  que  parece  haber  en  el  de  Caput- 
vchinos  à  fin  de  destinarlos  al  servicio  de 
>'algunos  viejos  achacosos  y  desampara- 
»dos  Regulares  que  han  de  recogerse  en 
sia  misma  Casa  de  Caridad,  todo  median- 
»te  las  debidas  formalidades  de  asiento  y 
>/valoracion  que  con  asistencia  del  Comi- 
»sionado  de  V.  E.  mandarà  hacer  la 
»citada  Junta  à  fin  de  que  sirva  despues 
>-de  Crédito  à  la  R.'  Hacienda. 

»A1  propio  objeto  podria  V.  E.  servirse 
>;disponer  igualmente  que  consecuente  à 
»mi  oficio  de  16  en  que  propuse  se  envia- 
»sen  à  la  Casa  de  Caridad  las  verduras 
»que  consumían  los  Regulares  que  no 
«existen  se  pusiera  à  disposicion  de  la 
>'Junta  los  huertos  no  arrendados  para 
»que  la  mencionada  Casa  de  beneficència 
»pueda  aprovecharse  de  sus  productes 
»por  via  interina  hasta  nueva  determina- 
»cion. 

)/Dios...  Barcelona  19  de  agosto  de 
»1S35.  — El  Gobernador  civil  interino,  José 
»Melchor  Prat»  (3). 


ARTÍCULO  QUINTO 

PELIGROS    DE    LOS    FRAILES 
EN  LOS  CAMINOS 

Pasados  los  quince  dias  de  encierro  y 
salvación  de  los  frailes  en  los  fuertes,  no 
por  esto  había  cesado,  ni  se  había  cal- 


(5)     .\rchivo  municipal   de   Barcelona. — Expe- 
diente  129.  citado. 


LOS     I-RAILES    Y    I.OS    CONVENIOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DESPUES    DEL    INCENDIO 


727 


mado,  el  satAnico  furor  de  los  agentes  de 
la  revolución  y  de  sus  seducidos,  y  por 
doquiera  respiraba  el  odio  y  la  sed  de  su 
sangre.  Agravaban  la  situación  las  nu- 
merosas  armas  de  miliciano  urbano  y  de 
miquelete  puestas  en  manos  de  muchísi- 
mos;  y  que  los  armados  se  creían  duenos 
de  vidas  y  haciendas;  y  que,  como  una 
inmensa  y  espesa  red,  o  telarana,  se 
hallaban  extendidos  por  todo  el  Princi- 
pado  interceptando  toda  via.  La  pasión 
era  inmensa  y  no  menor  la  suspicàcia. 
Los  pobres  frailes,  al  huir  de  Barcelona  y 
dirigirse  a  sus  familias,  o  amigos,  tenían 
que  pasar  por  entre  las  mallas  de  tales 
redes. 

En  aquel  tiempo  para  viajar  se  nece- 
sitaba  pasaporte.  Los  religiosos  de  los 
fuertes  lo  recibieron  en  las  mismas  estan- 
cias;  los  de  los  contornos  tuvieron  que 
venir  a  Barcelona  para  procurdrselo. 

Tengo  noticias  de  los  peligros  y  angus- 
tias  de  algunos  de  los  fugitivos,  o  mejor, 
trailes  transeuntes  que  caminaban  a  sus 
tierras;  però,  como  es  natural,  no  de 
liidos,  ni  aun  de  los  mas;  emperò  narraré 
aquí  las  de  algunos,  y  por  ellas  podrà  el 
avisado  conjeturar  las  de  los  restantes. 

Al  joven  servita,  Joaquín  Ai"quer,  des- 
pués  del  incendio  de  los  conventos,  su 
padre  lo  busco,  y  hallado,  lo  acompanó  a 
su  población,  Granollers.  Mas,  al  pasar 
por  Moncada,  toparon  con  los  armados, 
los  que  al  momento  dieron  la  voz  de  «este 
);es  un  fraile,  este  es  un  traile».  Su  padre, 
aprovechando  el  aspecto  enfermizo  del 
pobre  religioso  recién  escapado  del  susto 
del  25,  contesto:  «no,  hombre,  ;no  ven 
»VV.  que  es  un  joven  con  calenturas?»  Y 
así  lo  salvo. 

Atesora  mucho  interès  la  siguiente  re- 
lación  del  donado,  no  profeso  aún,  del 
convento  de  San  Francisco  de  Asís  de 
esta  Ciudad,  Don  Fèlix  Fuig,  que  desem- 
peflaba  el  cargo  de  subsíndico  del  Pro- 
vincial: «La  autoridad  al  dia  siguiente,  o 
»a  los  dos  dias,  del  incendio  permitió  que 
»los  emisarios  de  los  frailes  retiraran  de 
»sus  celdas  sus  cosas,  por  lo  que  el  Pro- 
«vincial  llamóme  lo  mismo  que  al  Her- 


»mano  José  Pallís  subsíndico  del  Guar- 
»dian,  y  nos  pregunto  si  nos  sentíamos 
»con  valor  para  ir  a  su  celda  y  salvar  sus 
»cosas.  Le  respondimos  afirmativamente; 
»y  así  nos  encaminamos  al  convento.  Las 
»horas  sefialadas  para  recoger  estos 
»objetos  eran  las  de  las  2  a  las  7  de  la 
»tarde.  Entramos  en  el  gran  cenobio, 
»donde  profundamente  nos  apenó  el 
«aspecto  terriblemente  siniestro  de  la 
»casa.  Hallàbase  invadida  por  hombres, 
»mujeres,  ninos,  milicianos,  etc.  La  ma- 
»yor  parte  de  las  puertas  de  las  celdas 
»veíanse  descerrajadas,  y  los  objetos,  o 
«robados,  o  revueltos  por. el  suelo.  Los 
»colchones  y  útiles  de  la  enfermería 
»habían  desaparecido.  Entramos  en  la 
«celda  del  provincial,  la  del  secretario,  y 
»la  mia,  y  con  el  mayor  valor  empezamos 
»a  recoger  objetos  y  liarlos.  Nadie  nos 
«conocía:  solo  el  notario  Don  Jaime 
»Rigalt,  que  lo  era  del  convento,  y  estaba 
»allí  encargado  por  la  autoridad  para 
>'las  entregas,  de  vez  en  cuando  pasaba 
»junto  a  nosotros,  y  con  disimulo  nos 
»decía:  «Vayanse  VV.  que  no  estan  bien 
«aquí.» 

»Cansados  ya  de  liar  cosas,  hallamos 
«una  botella  de  jarabe  ú  orchata,  cosa 
«extrana,  porque  toda  la  vajilla  de  la 
«celda  provincial  había  ya  desaparecido, 
»y  enseguida  se  armo  cuestion  entre  los 
«presentes  sobre  si  el  liquido  de  la  tal 
«botella  era  orchata  ó  el  veneno  que  los 
«frailes  mezclaban  en  el  agua  de  las 
«fuentes  públicas.  Es  lo  cierto  que  des- 
«pues  de  olido  y  gustado,  sin  duda  para 
«probar  practicamente  cuanto  creia  el 
«publico  en  el  envenenamiento,  pusie- 
«ronsetodos,  cristinos,  hombres,  mujeres, 
«pilletes,  à  la  redonda,  ó  en  circulo,  en 
«la  sala  provincial,  y  entre  el  los  nosotros, 
«y  todos,  bebimos  sendos  vasos  de  agua 
«con  el  vcneiio. 

«En  esto  una  mujer,  que  lo  era  de  un 
«sastre  vecino  del  convento,  me  recono- 
«ció,  y  se  le  escapo  un  gesto  de  extraíïeza 
«que  fué  notado  por  su  marido  y  por 
«otros.  Entonces  determino  huir,  y  así 
«envié  el  companero  à  bajo  il  tirmar  el 


728 


I.IBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    U.NDECIMO 


»recibo  mientras  yo  acababa  de  liar  los 
»objetos  en  la  celda  del  secretario  pro 
»vincial,  y  los  entregaba  al  mozo  de  cor- 
»del.  Cuando  mi  companero  bajaba  la 
«escalera  vió  subir  cuatro  cristinos,  y  les 
»oyó  estàs  palabras:  «Nada,  le  cortatnos 
»la  cabeza,  y  la  tiramos  al  pozo,  y  así 
»nadie  sabrí'i  quien  es.»  Sobresaltóse  en 
>'gran  manera  el  companero  Pallíls,  y 
»màs  deprisa  siguió  su  camino. 

»Llegaron  los  cuatro  al  corredor  donde 
»estaba  yo,  me  cogen  violentamente  el 
»brazo,  y  me  dicen:  «Tu  eres  fraile» — 
«Yo,  ni  soy  fraile,  ni  demonio»,  les  con- 
»testé — «Quitate  la  gorra,  y  veremos  si 
»tienes  corona».  —  Quiteme  la  gorra,  y 
»vieron  que  no  traía  rasura.  «No  impor- 
»ta,  insistieron,  eres  lego.»  El  sastre,  que 
»estaba  presente  A  todo  esto  en  la  celda, 
»en  la  que  los  cuatro  con  los  sables  des- 
»nudos  en  las  manos  me  habian  arrastra- 
»do,  trató  de  salvarme,  y  dijo  à  los  agre- 
»sores  que  5'o  era  sastre,  y  que  él  me 
>;habia  tenido  de  oficial  en  su  casa.  Yo 
«insistia  negando  que  fuese  fraile,  y  asi 
»uno  de  los  cuatro  dijo  que  si  no  era 
»fraile  que  no  se  me  debia  tocar,  y  me 
»soltaron.  Es  inútil  apuntar  à  que  paso 
»salí  del  con  vento. 

»Los  mozos  sacaron  los  líos,  y  los  lle- 
»varon  à  la  casa  que  se  les  habia  indica- 
»do,  y  yo  pernocté  en  una  habitacion 
»amiga,  però  supe  que  a  los  cinco  minu- 
»tos  de  mi  fuga  del  cenobio  fiieron  regis- 
»tradas  las  casas  à  él  vecinas  por  creerse 
»que  me  había  ocultado  en  ellas.» 

vEl  jueves  determiné  seriamente  huir 
»de  Barcelona,  dirigiendome  al  pronto  a 
»Pedralbes.  Entre  en  una  tartana  en  la 
»Puerta  del  Àngel,  y  marchamos;  mas 
»quiso  la  maldita  casualidad  que  tres  de 
»los  cuatro  cristinos  del  convento  se 
»hallasen  aquel  dia  de  guardià  en  la  de 
»dicha  puerta  de  la  ciudad.  Faran  la 
»tartana,  me  hacen  apear,  y  pretenden 
»que  entre  en  el  cuerpo  de  guardià.  Nie- 
»gome  yo  resuelta  y  energicamente,  pues 
»creia  que  me  iban  à  matar;  y  tanto  cre- 
»ció  el  debaté  que  el  oficial,  que  se  halla- 
»ba  en  el  piso  alto,  se  asoma  à.  la  ventana. 


»y  me  dice  que  entre,  y  suba  à  su  estan- 
»cia  deponiendo  todo  temor.  Llegado  al 
»despacho  del  oficial,  y  solo  ya  con  él  y 
»un  sargento  que  le  servia  de  secretario, 
»le  dije:  «Hablaré  à  V.  con  toda  franque- 
^>za.•  no  soy  fraile,  però  estaba  con  los 
»frailes,  emperò  de  modo  que  podia  yo 
»largarme  cuando  quisiere,  y  ellos  des- 
vpedirme».  A  esto  el  oficial  contesto  que 
»había  orden  para  detener  à  todos  los  que 
»vivian  en  los  conventos,  y  por  lo  mismo 
»que  me  quedase  allí  mientras  se  consul- 
»taba  el  caso  al  Gobernador  militar 
»Ayerve. 

»La  consulta  contesto  que  à  las  diez  de 
>:la  noche  se  me  trasladase  à  Atarazanas. 
»Habia  entrado  en  el  cuerpo  de  guardià  à 
»las  dos  ó  las  tres  de  la  tarde.  Llegada 
»la  noche  los  cristinos  armaron  algunos 
«tumultos  porque  no  venia  su  relevo; 
»pero  yo  los  creia  tramades  para  matar- 
»me.  A  las  diez  descargó  una  gran  tem- 
»pestad,  y  pasada  esta,  à  las  doce  se  me 
«condujo  à  Atarazanas. 

»Llegado  à  este  cuartel  hallé  alli  varios 
«religiosos  en  número  de  siete  ú  ocho, 
»entre  los  cuales  recuerdo  estaba  el  Pro- 
»vincial  de  los  minimos.  Por  indicacion 
»de  Ayerve  hice  una  solicitud  pidiendo 
»pasaporte,  a  lo  que  el  dia  del  asesinato 
»de  Bassa  se  me  contesto  que  mi  asunto 
»no  pertenecía  al  fuero  militar,  sinó  al 
»civil,  y  así  que  me  dirigiera  al  Goberna- 
»dor  Civil.  Entre  estàs  dilaciones  las 
»angustias  se  hacían  mortales.  Los  gefes 
«militares  me  aconsejaban  que  espera- 
»se  en  Atarazanas  la  contestacion  para 
»así  evitar  peligros  que  por  fuera  co- 
»rreria. 

«Temiendo  nuevas  dilaciones  determi- 
»né  huir.  Saqué  el  catre  y  colchon  que 
»me  habia  traido  el  Hermano  José  Pallàs 
»que  cada  dia  me  visitaba,  y  determiné 
»escaparme  entre  los  operarios  de  la 
»maestranza  de  Artilleria  en  el  momento 
»en  que  salian  del  trabajo.  El  encargado 
»de  la  custodia  de  los  presos,  aunque  yo 
»no  estaba  presó,  preguntóme  que  porqué 
»sacaba  la  cama,  y  le  contesté  que  la 
»reclamaba  su  dueno.  A  la  hora  de  cerrar 


LOS     FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LL'EGO    DESPL'LS     DEL    INCENDIO 


729 


»los  talleres  pretexté  necesidad  de  bajar 
»al  comun,  y  ya  abajo  mezcléme  con  los 
»dichos  operaries,  y  me  escapé  del  cuar- 
»tel»  (1). 

Oig-amos  el  relato  del  franciscano  Pa- 
dre  Baltasar  Sentís,  hijo  del  Campo  de 
Tarragona:  «Logrado  el  pasaporte,  el 
»Padre  Puigdengolas  me  invito  a  mi  y  à 
»otro  corista  à  ir  hacia  Esplugas,  donde 
»tenia  unos  amigos.  En  Esplugas  halla- 
»mos  dos  ó  tres  galeras  que  iban  camino 
»de  Tarragona,  y  asi  subí  a  una  de  ellas. 
»En  un  puntointermedio,  creo  que  Ordal, 
»comimos,  yo  en  el  comedor  del  piso  alto, 
»y  unas  mujeres  que  venian  en  la  misma 
«galera,  en  el  de  los  bajos  con  los  arrie- 
»ros  y  gente  baja.  Cerca  de  Villafranca 
»del  Panadés  quise  caminar  un  rato  (las 
»galeras  marchaban  al  paso)  y  por  lo 
»mismo  apearme;  mas  las  mujeres  me 
»dijeron:  «No  baje  V".,  porque  hemos  oido 
»que  los  carreteros  han  dicho  que  le 
«mataran  à  V.  esta  noche  en  los  Monjos, 
»donde  pararan  al  anocliecer.»  Con  esto 
«resolví  parar  y  quedarme  en  V'^illafranca 
»que  es  la  poblacion  que  precede  à  los 
»Monjos. 

»A1  entrar  en  Villafranca  vi  un  sefior 
»que  casualmente  pasaba  por  la  carrete- 
»ra,  y  fingiendome  amigo  suyo,  le  saludo, 
»y  salto  de  la  galera  para  alcanzarle. 
»Dirigime  à  la  casa  parroquial.  El  Seiïor 
»Cura  me  recibió  muy  caritativamente, 
»me  dió  buenas  reglas  sobre  el  modo  de 
»portarme  para  no  ser  conocido,  y  me 
»buscó  un  arriero  de  confianza. 

»Sali  de  Villafranca  en  una  tartana 
»con  las  cortinas  tapadas  para  no  ser 
»visto.  El  arriero  iba  haciendo  preguntas 
Ȉ  los  que  hallaba  para  enterarse  de  si 
»corría  peligro.  En  una  de  estàs  inquisi- 
»ciones  le  contestaron  que  el  dia  anterior 
»cerca  del  Vendrell  habian  muerto  a  dos 
»frailes.  Temiendo  lo  que  allí  pudiera 
«sucederme,  antes  de  entrar  en  dicha 
»villa,  recordando  que  el  veterinario  de 


(i)     Relación  del  niismo  D.  Fèlix  Pui^  en  Bar- 
celona a  25  de  junio  de  1880. 


»ella  era  amigo  de  mi  padre,  le  mandé 
>.recado  por  el  calesero.  Salió  el  llamado, 
»que  era  oficial  de  milícia,  confirmo  el 
>  asesinato  de  los  dos  del  dia  anterior,  y 
»enterado  de  que  yo  era  hijo  desu  amigo, 
>me  dijo:  «Pues  mire  V.;  porque  es  hijo 
y.deljanntctle  salvaré,  que  como  à  fraile 
»le  matarian  &  V  »  Abrieron  la  puerta 
>.^de  la  villa,  y  la  tartana  atravesó  la  po- 
>^blacion,  yendo  en  ella  el  veterinario  y 
»nosotros.  Aquel  por  el  transito  iba 
>diciendo  chanzas  à  los  que  encontraba, 
>^tal  como:  «mirad,  mirad  que  guapo  es  el 
»chico,  llevo  contrabando,  etc.»  Al  He- 
>•gar  {\  la  puerta  de  salida  el  veterinario 
»se  apeó,  diciendome:  «Ya  le  salve  a  V.. 
>.de  aquí  adelante  hay  peligro  para  mi: 
»ahora  corra  V.»,  y  se  despidió. 

«Llegué  à  Tarragona  en  los  momentos 
»de  la  revolucion  contra  el  General  Co- 
»lubí,  entre  en  la  ciudad  fumando  uno  de 
»los  puros,  que  para  estos  casos  me  dió 
»el  parroco  de  Villafranca.  Al  entrar  en 
>;el  coche  que  desde  Tarragona  debia 
»trasladarme  a  Reus,  el  hombre  de  mi 
»lado  exclamo:  «Si  hubiese  aquí  algun 
»fraile,  el  trozo  mayor  que  habría  que 
«quedar  seria  la  oreja».  No  es  dificil  con- 
«jeturar  si  aplacaria  yo  los  cabellos  de 
»mi  peluca,  y  si  procuraria  disimular. 
vPero  en  fin  Uegué  sano  a  mi  país»  (2). 

Del  carmelita  descalzo,  Padre  Juan 
Hortet,  hijo  de  la  Selva  del  Campo,  son 
las  siguientes  noticias:  «Salí  de  la  Ciuda- 
»dela  con  dos  jóvenes  carmelitas  tam- 
«bien,  hijos  de  Reus,  y  un  lego  natural 
»de  Cabra,  acompanados  del  padre  de 
»este.  Al  llegar  à  Ordal  topamos  con  el 
«destacamento  de  cristinos  barcelone- 
»ses,  allí  situados.  Caminaba  yo  el  pri- 
»mero,  y  me  pidieron  elpasc,  lo  mostré, 
»y  me  dejaron  pasar.  Pidieronlo  luego  al 
«padre  del  lego,  y  como  solo  Uevaba  un 
>pase  atrasado  de  algunos  aflos  quisie- 
»ron  detenernos.  Corrieron  tras  de  mi,  y 
«cuando  me  hubieron  alcanzado  preten- 


(j)     Relación  que  me  hizo  en  Alaspuiols  a  i? 
de  i  unió  de  1880. 


730 


LIBRO     l'ERCERO. CAPITULO    UNDIXIMO 


»dieron  fusilarme;  emperò  el  sargento 
»mandó  que  nos  dejasen,  y  continuamos 
»el  camino. 

»En  Villafranca  tuvimos  la  suerte  de 
»que  el  centinela  era  amigo  del  dicho 
»padre  del  lego,  y  pasamos  sin  tropiezo. 
»Por  temor  a  los  migueletes  dejamos  la 
«carretera  y  nos  internamos  en  la  mon- 
»tana  por  caminos  extraviados.  Llega- 
»mos  al  Coll  cic  Santa  Cristina  sobre  el 
»dia  diez  de  agosto.  Hacía  unos  tres  dias 
»que  allí  habian  sido  muertos  tres  fran- 
»ciscanos.  Allí  encontramos  un  hombre 
»muy  alto,  tuerto,  mal  carado,  que  para- 
»do  estaba  rascando  su  vara  con  una 
»enorme  navaja.  Al  pasar  le  saludamos, 
»y  seguimos  andando;  mas  él,  viendo 
»que  caminabamos  hàcia  Vilavella,  nos 
»llamó,  y  nos  dijb  que  era  un  guia  car- 
»lista  (isi  se  ecJiaría  de  ver  cl  aire  frai- 
»luno!),  que  no  fueramos  à  Vilavella 
»porque  el  dia  antes,  ó  dos  dias  antes, 
»habían  entrado  allà  los  carlistas,  y  ha- 
»bían  quemado  el  fuerte  y  las  fortifïca- 
»ciones,  que  luego  acudió  Pep  de  Po  ó 
-hde  Segalà  con  sus  migueletes,  los  que 
»continuaban  allí  rabiando,  y  por  lo  mis- 
»mo  que  corríamos  peligro  de  ser  fusila- 
»dos.  Nos  aconsejó  que  fueramos  à  Ro- 
»donà,  y  nos  indico  el  camino.  Le  dí  mil 
»gracias,  y  seguimos  su  consejo. 

»A1  llegar  à  las  cercanias  de  Rodofià 
>ipreguntamos  a  un  aldeano  que  cultiva 
»ba  una  vifia.  Nos  contesto  que  tambien 
»él  se  guardaba,  y  que  esperasemos  à 
»que  anocheciera.  Al  anochecer  juntos 
«entramos  en  el  pueblo,  y  nos  alojamos 
>:en  casa  de)  aldeano,  desde  donde  escri- 
»bí  à  mi  família,  y  vinieron  por  mi  con 
»una  caballería.  En  Rodofià  al  saberse  el 
»incendio  de  los  conventos  todos  los  hom- 
»bres  útiles,  incluso  los  padres  de  família, 
»marcharon  al  campo  carlista»  (1). 

Con  la  relacion  de  Hortet  guarda  seme- 
janza  la  del  mínimo  hijo  de  Valls,  Padre 
Joaquín  de  Torner:  «En  la  Ciudadela,  me 


(0     Relacion   que   me   hizo   en    Gracia   a  0  de 
julio  de  i88j. 


»dijo,  los  frailes  que  se  ausentaban  salian 
»al  anochecer  por  la  puerta  del  socorro. 
»Yo  no  pedí  el  pasaporte  hasta  el  13  ó  14 
»de  agosto  porque  carecía  de  dinero.  En- 
»tregué  à  un  chico,  que  corria  los  recados 
»de  los  carmelitas  descalzos,  que  llevarà 
Ȉ  un  amigo  una  carta  por  la  que  pedia 
»prestadas  à  este  catorce  pesetas,  afta- 
»diendo  al  chico  el  encargo  de  que  me 
>las  trajese.  Llevo  la  carta,  recibió  las 
»pesetas,  y  ya  no  pareció  màs  por  el 
»fuerte.  El  13,  pues,  al  anochecer  salí 
>;con  otro  de  Valls,  y  nos  fuimos  à  Sans, 
»en  cuya  calle  oimos  que  en  una  casa  se 
»rezaba  el  rosario,  por  cuya  circunstan- 
»cia,  y  estando  abierta  la  puerta,  nos 
«entramos  por  ella,  y  pedimos  à  los  habi- 
»tantes  que  aquella  noche  nos  hícieran 
»la  caridad  de  darnos  cena  y  alojamienlo. 
»Yo  vestia  de  peon  de  albafiil,  però  con 
»unas  alpargatas  tan  grandes  que  me 
»dificultaban  mucho  el  andar.  Los  duefios 
»de  la  habitacion  accedieron  à  nuestra 
«súplica,  y  nos  introdujeron  en  una  pieza 
»donde  habia  varios  hombres  que  comían. 
«Conjeturamos  que  algunos  serian  frai- 
»les,  y  lo  acertamos. 

»A  las  tres  de  la  madrugada  salimos. 
»En  Ordal  los  cristinos  nos  pidieron  el 
»pasaporte,  y  al  notar  nuestra  facha  nos 
»creyeron  frailes.  Yo  fingiendome  peon 
»les  hablaba  de  lo  mal  que  andaban  las 
»faenas  y  obras,  però  no  nos  creian; 
»hasta  que  se  asoma  el  jefe,  mira  nues- 
»tros  pasaportes,  los  halla  en  regla,  y 
«nos  deja  pasar.  Al  cabo  de  un  rato  nota- 
»mos  que  venían  tras  de  nosotros  gente 
«armada,  por  lo  que  no  fiando  resolvimos 
ïtomar  el  partido  de  los  gamos,  y  apre- 
«tamos  à  córrer.  El  apuro  grande  lo 
«pasamos  en  Villafranca,  à  donde  Uega- 
«mos  mediante  nueve  horas  de  mala  an- 
«dadura;  por  cuya  razon  llevaba  yo  los 
«pies  estropeados,  y  determiné  hacer  el 
«resto  del  camino  por  pies  ajenos.  Nos 
«metimos  en  el  hostal-  Busqué  un  asno, 
«però  no  se  halló.  En  esto  llega  una 
«galera,  en  la  que  iba  el  mínimo  Padre 
«Magín  ^lorlans  (que  fue  el  companero 
»de  fuga  de  Casulleras)  v  su  madre.  Pe- 


LOS     l'-RAlLES     Y     LOS     CONVK.NTOS     DE     BARCELONA     LUECJO    DESPLES     DEL     INXENDIO 


731 


»dimos  pasaje,  y  se  nos  dió  citandonos 
»el  Carretero  para  salir  à  las  cinco  de 
»la  manana  siguiente,  hora  en  que  se 
»abrían  las  puertas  del  recinto.  Però  mien- 
»tras  cenàbamos  se  presento,  segun  cos- 
»tumbre  de  aquella  època,  un  joven 
»pidiendonos  los  pasaportes  para  tocar- 
»los.  Se  los  dimos.  A  poco  viene  un 
»caballero,  y  me  dice  que  el  dia  siguiente 
»se  nos  quiere  jugar  una  mala  partida. 
»Pensé  si  el  dicho  jóven  nos  había  hecho 
»traicion.  Rogué  al  buen  Caballero  que 
>él  mismo  se  sirviese  pedir  al  Goberna- 
»dor  de  la  vilki  que  se  nos  abriesen  las 
«puertas  una  hora  antes  de  la  regular. 
«Accedió  el  Gobernador,  y  convino  el 
»carretero.  Salimos  a  las  cuatro.  Despues 
»en  el  Vendrell  supimos  que  a  las  cinco 
»se  habia  ido  en  nuestra  busca.  Temien- 
»do  la  revolucion  de  Tarragona,  Morlans 
»y  yo  tomamos  à  pié  un  camino  trans- 
«versal,  y  llegamos  k  Valls»  (1). 

Ya  que  la  narración  anterior  nos  llevo 
a  la  carretera  de  Barcelona  a  Tarragona, 
no  quiero  omitir  la  de  otras  escenas  que 
ocurrieron  en  ella  referentes  a  un  fraile 
de  Villafranca,  el  después  muy  cèlebre 
predicador  y  escritor  Fr.  Rafael  Sans, 
que  ha  muerto  no  ha  mucho  en  la  repú- 
blica de  HoUvia,  donde  desempenó  ele- 
vadas  prelacias  regulares.  Luego  que 
obtuvo  el  pasaporte,  él  y  algunos  compa- 
neros  salieron  de  dicha  villa  en  una  tar- 
tana en  dirección  a  Barcelona,  creo  que 
el  27  de  julio.  Mas  conviene  aquí  que  calle 
mi  tosca  pluma,  y  ceda  el  lugar  a  la  bien 
Cortada  del  mismo  Sans,  quien  en  27  de 
mayo  de  1880  me  escribió  desde  La  Paz  las 
siguientes  lineas:  «Algunos  nos  atrevimos 
»A  marchar  en  una  tartana  con  dirección 
»al  Uano  de  Vich  donde  creímos  poder 
»ocultarnos  con  menos  riesgo....  Mar- 
»chando  ibamos  en  nuestra  tartana  con 
»el  mils  triste  silencio,  hasta  que  viendo 
»lo  ridículo  de  nuestros  disfraces  con 
»ropa  ajena  y  extrafia,  con  gorritos  ne- 


(i)     Relación  que  me   W\io  en   Barcelona  a  24 
de  abril  de  1880. 


»gros  ribeteados  con  cabellos  de  unas 
»trenzas  que  de  una  hermana  suya  monja 
»guardaba  Fr.  Caballero,  empezamos  à 
>''reirnos  de  nosotros  mismos;  si  bien  poco 
»duró  nuestra  importuna  risa.  Al  llegar 
Ȓl  Ordal  encontramos  un  piquete  de  mi- 
«gueletes,    llamados  de   la  blnsa,  cuyo 
»oficial,  conociéndonos  por  nuestro  mal 
»garbo,  lo  tomo  à  nuestro  conductor  & 
»parte,  mientras  sus  soldados  nos  asecha- 
»ban  siniestramente.  Con  nosotros  venia 
»el  amable  Padre  Lector  Farguell,   que 
»V.  conocería  despues  en  el  Seminario 
»de  Barcelona,  donde  entiendo  que  mu- 
»rió:  viendo  con  este  Padre  la  confabula- 
>^cion  misteriosa  del  oficial,  llamamos  al 
«conductor  exigiéndole  nos  dijese  la  ver- 
»dad   del  coloquio.    Pàlido   y  temblando 
»nos  contesto:  «Estamos  mal...  estos  les 
»han  conocido  a  VV.,  y  tienen  malas  in- 
»tenciones.  Los  van  à  esperar  a  VV.  en 
»el  alto  del  Collado  ó  en  la  rinconada  del 
sLladoner,  y  les  matan...».  Entonces  dijo 
»el  Padre  Lector:  «Dejémoslos  marchar, 
»y  luego  que  no  nos  vean,  regresamos  à 
«Villafranca».   Tomamos  un   bocado  de 
«almuerzo  aunque  sin  apetito,   mientras 
»los  mesoneros  enternecidos  nos  decían: 
«lAy  Padres,  no  sigan  VV.,  ayer,  dicen, 
»que  han  muerto  à  dos  ahi  cerca  de  Mar- 
»torell...  Vuélvanse  VV......  Regresamos 

»à  pié,  dejando  que  la  tartana  viniese 
»un  poco  atras,  cuando  vemos  venir  la 
«diligència  de  Reus.  Nos  creimos  que  en 
»ella  iríamos  seguros,  3^  gritamos  al  con- 
»ductor  que  nos  Uevase.  «No  hay  mas 
»que  dos  asientos»,  nos  dijo;  y  sin  esperar 
»mSs  ni  despedirnos  de  nuestros  compane- 
»ros,  que  se  quedaron  llorando  en  la  carre- 
>.tera,  el  Padre  Lector  y  yo  nos  subimos 
»al  imperial  ligeros.  En  él  iba  un  hombre 
»de  mala  catadura,  barba  y  ojos  negros, 
«gorro  extrafio  y  mirada  diabòlica.  Al 
«vernos,  en  vez  de  saludo,  nos  echó  una 
«blasfèmia  que  nos  heló  í'í  pesar  de  venir 
»sudando  con  el  sol  de  julio.  «  V  V.  son  frai- 
»les,  anadió  con  otra  blasfèmia:  però 
»bien,  no  tengan  miedo.  Yo  vengo  de  ha- 
»cer  quemar  A  los  de  Reus;  y  lo  mismo 
»debía   hacerse  en   Tarragona  y  Villa- 


732 


I.IliRO    TERCERO. — CAPITULO    UNDECIMO 


«franca;  però  ya  se  habian  escapado»  (los 
frailes)....  «debía  matar  al  Arzobispo; 
»pero  viéndole  tan  viejo,  le  hemos  em- 
«barcado,  esperando  que  el  mareo  lo  ma- 
»tarà  sin  necesidad  de  punal.»  Lueg^o 
«entre  interjecciones  salvajes  y  una  risa 
«satànica  nos  referia  las  escenas  de  los 
«conejos  asados  cuyos  lamentos  él  se 
»complacia  en  oir  desde  la  plazuela  mien- 
»tras  atizaba  el  fuego  en  las  puertas  de 
»nuestra  iglesia  para  entusiasmar  a  los 
»facinerosos.  «Làstima,  anadia,  que  algu- 
»nos  han  escapado  tiràndose  de  las  ven- 
»tanas,  y  escondiéndose  otros  en  una 
«mina,  però  les  hemos  quemado  el  scto  y 
>4a  madriguera,  y  no  volveràn.  Lo  malo 
»es,  continuaba,  que  el  golpe  debía  ha- 
»berse  dado  simultàneo  el  mismo  dia  en 
»los  principales  conventos;  y  los  otros 
«comisionados  no  han  cumplido  con  la 
»orden  dada.  Però,  vamos,  las  fogatas  de 
»Reus  y  Barcelona  les  serviran  à  VV.  de 
»faro  para  escapar  al  extrangero  y  no 
«volver  mas  à  Espana,  que  ya  no  deben 
»fanatizar  por  mas  tienipo.  Ya  que  VV. 
»no  se  dieron  por  entendidos  con  el  ensa- 
»yo  del  aíïo  pasado  en  Madrid  y  Zara- 
»goza,  ha  sido  preciso  hablarles  à  fuego 

»y  sangre» 

»Figúrese  V.,  amigo,  como  estaria 
»nuestro  corazón  al  oir  à  ese  mónstruo 
»que  iba  continuando  su  horripilante 
«charla  con  obcenidades  cuando  acercan- 
»donos  al  collado  vimos  que  se  aproxi- 
»maba  à  la  diligència  el  oficial  de  la  blusa. 
»Nos  vimos  perdidos.  Mas,  conociendo  el 
«compafiero  nuestro  pavor,  nos  dijo  al 
»oido:  «no  teman,  es  mi  amigo».  En  efec- 
»to,  conocidos  y  amigos  eran  los  dos  bri- 
»bones,  que  después  de  guinadas  y  salu- 
»dos  maliciosos,  le  pregunto  nuestro  socio 
»al  oficial:  «íY  bien  que  hacen  VV.  aquí? 
»Estamos  de  avanzada  contra  los  faccio- 
»sos,  y  esperamos  à  unos  frailes  para.... 
»— íUnos  que  venían  de  Villafranca  en 
»una  tartana?— Los  mismos.— Pues,  ami- 
»gos,  los  hemos  encontrado  allA  abajo, 
»que  se  volvían  k  pié.  Las  maldiciones 
»que  echaron  nos  acabaron  de  convèncer 
»de  la  diabòlica  intencion  con  que  nos 


»esperaban;  y  màs  lo  confirmo  el  socio, 
»que  algo  se  compadecía  ya  de  nosotros, 
«cuando  al  arrancar  la  diligència  nos 
«dijo:  «jDe  buena  se  han  librado  VV.! 
«si  no  soy  yo  los  fastidian,  pues  una  onza, 
«dice,  que  le  habian  ofrecido  al  tartanero 
«para  que  callase  y  los  trajese  à  VV. 
«hasta  acà  con  sus  companeros.  Però  si 
«ahora  encontramos  facciosos  VV.  me 
>salvan  à  mi.  Se  lo  ofrecimos,  temiendo 
»que  al  acercarnos  al  Lladoner  se  repi- 
«tiese  con  nosotros  la  tan  sabida  atroci- 
«dad  del  ano  1823,  cometida  con  el  Sr. 
«.Strauch  y  su  companero  con  pretexto 
«de  andar  facciosos  por  ahí. 

«Por  fortuna  no  hubo  tales  facciosos, 
«sinó  partidas  de  la  blusa  que  se  cruza- 
«ban  sin  cèsar  en  busca  de  frailes  como 
«lobos  en  caza  de  ovejas.  En  Vallirana 
«nos  contaron  una  tragèdia  que  nos  hizo 
«estremecer,  y  unos  arrieros  que  venían 
«de  Barcelona  nos  acabaron  de  aterrar 
«refiriéndonos  el  frenesí  de  los  incendia- 
«rios.  Però  nuestro  terror  subió  à  su  col- 
»mo  cuando  al  IJegar  à  Molins  de  Rey 
«los  tales  blusas  rodearon  la  diligència, 
«gritando  à  los  pasajeros,  revisando  sus 
«pasaportes,  sus  maletas  y  sus  bolsillos. 
»Esa  inquisicion  nos  salvo,  pues  mientras 
)  esos  esbirros  se  entretenían,  el  socio  ncs 
«hizo  bajar  A  prisa,  y  nos  metió  en  el 
«pesebre  diciéndonos  al  cruzar  la  puerta: 
«Sàlvense  VV.,  sinó  les  matan«.  Nos  acu- 
«rrucamos  tras  unas  tablas;  mas  luego 
«entro  el  dueno  del  hostal,  diciéndonos: 
«Escàpense,  Padres,  que  los  han  conoci- 
»do,  y  los  estan  buscando«,  y  sefialàn- 
«donos  una  reja  de  madera  que  tenia  un 
«travesano  roto  nos  dijo:  «por  aUí«....  En 
«el  acto  por  allí  salimos  al  campo  con 
«trabajo;  y  atravesando  vinas,  màrgenes 
»y  barrancos  llegamos  à  Esplugas  mas 
«muertos  que  vivos.  El  Padre  Lector  era 
«conocido  del  cura  de  ese  pueblo,  que  nos 
«recibió  temblando,  refiriéndonos  porme- 
«nores  de  la  quema  de  los  conventos  de 
«Barcelona  y  desastres  posteriores  que 
«nos  acabaron  de  horripilar.  Luego  que 
«tomamos  un  poco  de  alimento  salimos  hè.- 
«cia  San  Just,  para  Pedralbes,  rendidos, 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DESPUÉS    DEL    INCEXOIO 


733 


«consternades  y  exhalando  palabras  màs 
«tristes  que  los  dos  discípulos  de  Em- 
»maus,  mucho  mas  cuando  del  altito  de 
«Finistrelles  creimos  ver  humear  todavia 
»las  iglesias  de  Santa  Catalina,  de  San 
»Francisco,  y  del  Carmen...  Al  fin  llega- 
»mos  à  Pedralbes  desfallecidos.  El  Padre 
«Provincial  ya  se  había  huido:  nos  llega- 
»mos  al  torno. 

«Aquella  misma  noche  contratamos 
«una  tartana  de  Sarriií,  y  el  dia  siguiente 
«despues  de  decir  Misa  muy  temprano, 
«saiimos  para  Granollers.  Cada  rato  nos 
«veíamos  detenidos  por  las  partidas  de 
«migueletes,  que  nos  exigían  los  pasa- 
«portes,  que  por  fortuna  nos  dió  bien  des- 
»pachados  el  Gobernador  de  Villafranca. 
«Mas  el  dia  siguiente  al  entrar  en  Aigua- 
«freda  nos  rodeó  esa  chusma  de  la  blusa, 
«gritando  que  éramos  frailes,  y  que  de- 
«bíamos  ser  conducidos  presos  a  Vich.  A 
«los  gritos  acudió  el  alcalde;  y  mientras 
»él  y  el  oficial  discutían  cualdebía  llevar- 
«nos,  el  buen  hostelero  nos  hizo  escabullir 
«por  la  puerta  del  corral;  però  oyendo  las 
«voces  y  pasos  de  los  perseguidores,  nos 
«metimos  tras  de  un  pajar  cubriéndonos 
«de  paja  lo  mejor  posible.  Aquí,  sí,  nos 
«salvo  Dios,  visiblemente,  como  à  San 
«Fèlix  con  las  telaranas,  pues  pasando,  y 
«repasando  por  delante  de  nosotros  mal 
«encubiertos,  no  nos  vieron,  y  regresa- 
«ron  renegando.  Despues  de  esta  susto 
»ya  nos  f  uimos  a  pié  por  sendas  extravia- 
«das  entre  Tona  y  Taradell  a  Calldete- 
«nas,  cerca  de  Santo  Tomàs.  Allí  nos 
íseparamos  llorando,  y  nos  fuimos  A  es- 
«conder  en  casas  separadas,  de  nuestra 
«confiança.  Però  viendo  que  la  pesquisa 
«no  cesaba,  \'  que  al  fin  y  al  cabo  podia 
«caer  en  manos  de  matafrailes,  me  esca- 
«pé  una  noche  con  unos  carlistas,  que  me 
«acompaflaron  por  Tavertet,  Rupit,  San 
«Juan  de  las  Abadesas,  Campdevànol, 
«Ribas  y  Oseja,  que  ya  es  de  Francia.  De 
«allí  nos  llevaron  ;'i  Perpiflàn  con  el  Padre 
«Sors  y  Padre  Pascual,  de  donde  pasa- 
«mos  A  Niza  y  Gènova,  en  cuyo  puerto 
»nos  embarcamos  à  principios  de  febrero 
»de   1837  para  esta  ciudad  de  La  Paz, 


«cuyo  Colegio  tuve  el  lionor  de  fundar, 
»y  desde  cuya  celda  le  escribo  la  pre- 
«sente». 

Los  sufrimientos  morales  apurados  por 
el  agustino  Padre  José  Benet  nos  los  re- 
fiere  él  mismo  con  las  siguientes  pala- 
bras: «Salido  de  la  Ciudadela  me  detuve 
»en  el  Uano  de  Barcelona  hasta  la  vigília 
«de  la  Virgen  de  agosto.  Por  medio  de 
«un  sefior  liberal  logré  pasaje,  no  en  los 
«coches  ómnibus  de  Vich  donde  facil- 
«mente  me  viera  comprometido,  sinó  en 
«un  carro  de  un  buen  hombre.  Al  amane- 
«cer  quise  ir  à  Misa,  però  aconsejado  del 
«Carretero,  y  por  temor  de  ser  conocido, 
«me  quedé  en  el  carro.  Al  acercarnos  à 
«Aiguafreda  vimos  que  estaban  en  el 
«pueblo  los  migueletes  que  venían  de 
«incendiar  el  monasterio  de  Ripoll.  En 
«Vich  les  habían  negado  la  entrada.  En- 
«tonces  dije  al  Carretero:  «rPero  no  en- 
«contraremos  una  buena  casa  donde 
«ocultarnos?»  Me  contesto:  «No,  no,  lo 
«mejor  es  al  mismo  hostal  donde  paran 
«ellos».  Apeeme  y  pasé  por  entre  ellos.  En 
«la  mesa  me  sentaron  al  lado  de  los  ofi- 
«ciales,  quienes  sazonaban  la  comida 
«contando  cada  uno  sus  fechorías  del 
«incendio,  relaciones  que  producian  en 
«mi  animo  efecto  desastroso  y  en  mi 
«cuerpo  una  inapetencia  absoluta.  El 
«Carretero  viéndome  en  tan  apretado 
«apuro  me  di;o:  «Vaya,  vaya,  chico,  que 
«el  amo  te  trataba  muy  mal  en  Barcelo- 
«na;  ya  veràs  como  en  Vich  cobraràs 
«apetito,  y  engordaràs».  Entonces  para 
«salir  del  apuro  pretexté  un  fuerte  dolor 
«de  vientre,  y  me  levanté  de  aquella  mesa 
»de  fieras. 

«Fuime  al  hostelero,  persona  buena,  le 
«descubrí  mi  secreto,  y  le  pedi  que  me 
«escondiese:  «jAh!,  no,  no,  me  respondió, 
«si  hubiese  V.  llegado  antes  que  estos  la 
«cosa  era  fàcil:  ahora  es  imposible  sinó 
«quiere  V.  comprometerse.  Me  fui  al 
«comun,  y  allí  quedé  toda  la  larga  hora 
«que  permanecimos  en  el  pueblo.  Aviso- 
»me  el  Carretero  y  partimos,  llegando 
«felizmente  à  Vich;  desde  donde  sin  en- 
»trar  en  la  ciudad,  y  acompanado  de  mi 


734 


LIBRO     lERCERO.  —  CAPITULO    UNDIiCIMO 


«padre,  partí  para  mi  tierra  de  San  Hipó- 
»lito  de  Voltregà»  (1). 

Escribióme  el  Padre  José  Barcóns:  «No 
»hablo  de  los  trabajos  que  padecimos 
»desde  Barcelona  hasta  la  entrada  de 
»Francia,  que  fué  un  acto  de  contricion 
»continuado:  a  varios  mataron  los  malos 
»paisanos  en  la  entrada  de  Francia,  que 
»solo  el  dia  del  juicio  final  se  descubrira. 
»Muchos  se  fueron  con  los  carlistas  por- 
»que  estos  tuvieron  la  amabilidad  de 
«acompaiïarles  hasta  la  frontera,  y  de 
»esta  manera  se  salvaronmuchisimos»(2). 

El  Padre  Juan  Bruch,  o  sea  de  Santa 
Teresa,  entonces  sóIo  corista,  contaba 
que  en  su  vida  «por  tres  veces  estuvo 
»para  ser  asesinado,  y  cuando  se  le  pre- 
»guntaba  solia  decir:  «Yo  no  sé  lo  que 
»les  pasaba,  que  cuando  me  veian  de 
»rodillas  bajaban  las  escopetas»  (3).  Y 
aunque  en  estàs  palabras  no  se  concre- 
ta la  època  de  tales  conatos  de  fusila- 
miento,  no  dudo  que  alguno  o  algunos 
serian  de  1835.  Este  ejemplar  religioso, 
restaurada  mas  tarde  la  orden  en  Espa- 
na,  ingresó  de  los  primeros  en  el  conven- 
to  de  Alcàzar;  y  por  sus  evangélicas 
correrias  y  celo  mereció,  a  despecho  de 
su  humildad,  ser  llamado  el  apòstol  de 
In  Sierra  (4). 

Aunque  el  siguiente  caso  no  acaeció  en 
un  camino,  ni  en  la  inmediata  fuga  del 
convento,  merece  ser  aquí  relatado  por- 
que  muestra  la  miserable  situación  en 
que  después  del  incendio  quedaron  los 
religiosos.  Contaba  el  mercedario  Padre 
Pedró  Nolasco  Tenas,  que  después  de  la 
exclaustración  acogióse  a  la  hospitalidad 
de  un  su  pariente  militar  de  muy  elevada 
graduación  como  que  estaba  al  frente  de 


(i)  Rclaciíjn  de  Barcelona  a  24  de  marzo  de 
1S80. 

(2)  Carta  que  me  escribió  de  Onda  en  octubre 
de  188;. 

(1)  D.  Eleuterio  Nula  y  Grueso. — La  orden 
trinitaria  en  la  diòcesis  de  Jaén. — Jaén,  /900, 
pàg.  52. 

(4)  D.  Eleuterio  Nula.  Obra  citada,  pàgs.  de 
52  a  55. 


una  provincià  espanola.  Que  fué  bien 
recibido,  y  al  principio  tratado  hasta  con 
agasajo;  però  que  al  cabo  de  un  tiempo 
el  pobre  Tenas  oyó  de  boca  de  su  patrono 
General  estàs  palabras:  «Mira,  caso  pue- 
»de  venir  en  que  si  no  hay  otra  espada 
»para  matarte,  sirva  la  mía».  Es  inútil 
apuntar  el  efecto  que  tal  amenaza  pro- 
dujo  en  el  animo  del  fraile:  determino 
largarse,  y  luego  que  lo  permitió  la  pru- 
dència puso  tierra  de  por  medio  entre  su 
persona  y  la  del  pariente,  parando  en 
Francia  (5).  Màs  tarde  regresó  a  Espaiia, 
fué  beneficiado  de  San  Jaime  de  Barce- 
lona, y  al  morir,  el  que  estàs  líneas  escri- 
be  le  sucedió  en  el  beneficio  llamado  de 
San  Bartolomé  y  San  Bernardo. 


ARTICULO  SEXTO 
LAS  CASAS  RELIGIOSAS  Y  SUS  COSAS 

En  el  Diario  de  Barcelona  del  26  de 
julio  de  1835,  o  sea  del  dia  siguiente  a  la 
noche  aciaga,  se  lee  el  anuncio  de:  «Fun- 
»ciones  de  iglesia»,  que  copio:  «Hoy  en  la 
»iglesia  de  PP.  Agonizantes  à  las  cinco 
»de  la  tarde,  habrà  los  ejercicios  acos- 
»tumbrados,  y  predicarà  el  R.  P.  Fr.  An- 
»drés  Estrany,  de  PP.  Servitas. 

»En  la  iglesia  de  PP.  Trinitarios  calza- 
»dos  habrà  hoy  la  funcion  del  seràfico 
»TrÍ5agio  con  exposicion  del  Santísimo 
»Sacramento,  y  se  empezarà  à  las  seis  y 
»media. 

»A  las  cuatro  y  media  de  esta  tarde  en 
»la  iglesia  de  Nuestra  Senora  de  la  Espe- 
»ranza  habrà  los  ejercicios  acostumbra- 
»dos,  en  los  que  predicarà  el  R.  P.  Fr. 
«Manuel  Lladó,  Mercenario»  (6). 

(Pobres  templos  y  pobres  predicadores! 
Ni  unos  ni   otros  podían  en  tal  dia  cum- 


(i)  Me  lo  conto  varias  veces  el  Rdo.  Sr.  Doc- 
tor D.  Ramon  de  Magarola,  que  lo  tenia  de  boca 
del  mismo  Tenas. 

(ó)     Pàg.  1653. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVEXTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPUES     DEL    INCENDIO 


735 


plir  lo  anunciado.  De  estos  ya  hemos  visto 
su  suerte:  veamos  ahora  la  de  aquelles. 

El  màs  preciado  tesoro  de  los  temples 
residia  en  sus  sagrarios.  Algunas  comú- 
nidades,  tal  como  la  de  Capuchinos,  los 
llevaren  censigo  a  Atarazanas,  según  se 
dijo  arriba,  y  los  religioses  que  quisieron 
comulgaron  allí.  En  otros  conventos  lo 
consumió  el  fuego.  Mas  no  falto  una  alma 
santa,  el  carpintero  del  Ayuntamiente, 
Liborio  Riquer,  que  tenia  su  casa  3'  taller 
en  la  Riera  de  San  Juan,  frente  el  palacio 
del  Marqués  de  Sentmenat,  o  sea  por  los 
números  del  7  al  17  actuales,  quien,  lle- 
vado  de  santó  celo,  procuro  salvar  de  las 
llamas  las  sagradas  Formas  de  los  con- 
ventos que  pudo,  como  lo  escribí  arriba 
del  de  Santa  Catalina  (1). 

Però  mientras  el  sefior  Liborio  practi- 
caba  tan  buena  obra,  otros  seaprovecha- 
ban  de  la  coníusión  del  incendio  3'  de  las 
fugas  para  apoderarse  de  lo  sagrado  y 
profano  de  templos  y  conventos.  En  las 
primeras  horas  muchos  conventos  que- 
daren abandonades  y  las  gentes  los  re- 
corrieron  a  su  talante. 

Comenzó  el  robo  en  algunes  conventos 
en  los  mementes  del  incendio,  tal  como 
en  San  José  3'  en  Santa  Catalina,  según 
en  su  lugar  escribí;  siguió  espantosamen- 
te  acrecentado  el  dia  26  en  las  heras  que 
mediaron  desde  la  salida  de  les  frailes  al 
establecimiento  de  guardià  en  elles  y  con- 
tinuo escandalosamente  ante  estàs. 

«Yo,  me  dijo  un  anciano,  entre  en  el 
»convento  de  Santa  Catalina,  y  temé,  y 
»me  llevé  algunes  libres,  à  saber,  El 
^filosofo  rnucio,  La  vida  de  Mahoma, 
»y  otro,  cuyo  titulo  ne  recuerdo,  però  sí 
»que  trataba  de  la  revolución  de  Cata- 
»lunade]640.  Después  les  presté  a  Den 
«Víctor  Balaguer,  quien  todavía  ne  me 
»los  ha  devuelto- 

»Estuve  tambien    frente    del   Carmen 


(1)  Rclaclón  del  pàrroco  de  entonces  de  San 
Cugat  de  Barcelona.  Barcelona  10  de  diciembre 
de  1S81.  —  Rclaclón  de  D.  Mariano  de  Sagarra  de 
ji  de  mar/O  de  1880. 


>  calzado.  Estaba  lleno  de  gente  que  en- 
vtraban  y  salían.  Serían  las  ence  de  la 

>  maiiana  del  26.  Les  conventos  incendia- 
»dos  no  tenian  aún  piquetes  de  guardià 
»que  los  custediasen  cuando  aquella  ma- 
»nana  les  visité»  (2).  Opino  que  en  el 
Carmen  la  gente  entraria  en  el  temple, 
no  en  el  convento. 

Siguen  palabras  del  entonces  ya  pres- 
bitero  fraile  de  Santa  Catalina  Padre 
Jaime  Ros:  «El  robo  y  el  pillaje  se  ceba- 
»ron  en  la  iglesia.  Las  riquezas  en  vasos 
»y  ornamentes  sagrades  desaparecieren, 
»salvAndose  solo  seis  ó  siete  càlices.  Del 
»magnifico  cuadro,  que  se  decía  ser  de 
«Murillo,  que  representaba  la  Virgen  con 

>  el  Nino,  cuando  el  26  se  fué  por  él,  no  se 
>halló  mas  que  el  marco.  Peco  tiempo 
»antes  un  cemerciante  de  pinturas  ofre- 
»ció  por  él  al  convento  una  copia  fidelí- 
»sima  y  500  duros,  cantidad  entonces 
»muy  elevada»  (3).  Son  varies  los  ancia- 
nes que  refieren  el  rebo  escandaleso  per- 
petuado  en  Santa  Catalina  al  entrar  las 
turbas;  robatorio  que  confirma  el  mismo 
General  Pastor  en  el  parte  que  dirigió  a 
Llauder  el  dia  30,  y  que  abajo  copiaré. 

Ya  arriba  escribí,  en  el  capitulo  ante- 
rior, que  el  ayudante  de  su  cecina  Caye- 
tane  Estalella,  el  26  per  la  mariana,  al 
salir  de  su  escendrije  en  este  mismo  con- 
vento, vió  que  desde  una  ventana  del 
àngule  NO.  del  edificio  un  suiete  iba 
repartiendo  al  publico  repàs  de  les  frai- 
les. 

Los  seminaristas  antes  del  atropello,  \ 
en  previsión  de  él,  pasaron  un  tabique  en 
una  pieza  de  la  casa,  y  tras  él  ocultaren 
varies  objetos  precioses,  entre  elles  las 
flautas  del  órgano,  entonces  aún  no  mon- 
tado  en  la  iglesia.  Entre  la  turba  se  con- 
taria algun  espia,  3'  al  entrar  esta  desa- 
pareció  tode  lo  del  escendrije.  Robaronse 
en  el  saqueo  de  aquel  dia  3,000  y  pico  de 


(2)     Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  2%  de  noviembre 
de  i88i. 

(í)     .Me  lo  diio  en  Barcelona   a    ?   de   marzo  de 


736 


LIBUO    TERCERO. — CAPITULO    UNDECIMO 


duros,  que  la  casa  había  recibido  del 
Estado  en  pago  de  uno  de  los  plazos  de 
la  venta  del  antiguo  edificio.  Robàionse 
cuarenta  cubiertos  de  plata,  que  servían 
para  los  ejercitantes  de  fuera  delcenobio. 
Alguna  persona  buena  procuro  salvar 
algo:  así  un  zapatero  entro  en  la  sacris- 
tia,  se  llevo  un  estuche  que  contenia  el 
càliz  mejor,  y  saco  unos  cubiertos.  Al 
regresar  del  extranjero  los  Padres  les 
entregó  el  càliz,  y  les  manifesto  que, 
habiéndose  hallado  sin  trabajo  y  sufrien- 
do  misèria,  había  echado  mano  de  los 
cubiertos,  que  los  religiosos  gustosos  se 
los  condonaren  (1). 

Por  la  mariana  del  26  la  autoridad  mili- 
tar llamó  a  la  milícia  urbana,  la  que  pro- 
míscuamente  con  el  ejército  condujo, 
como  dije,  religiosos  a  los  fuertes.  Cum- 
plida  esta  misión,  se  colocaron  guardias 
de  la  misma  fuerza  urbana  en  los  con- 
ventos,  según  de  varios  de  ellos  me 
consta.  Poco  había  que  fiar  en  ella  en 
cuanto  a  respeto  a  las  casas  y  cosas  reli- 
giosas,  compuesta  como  estaba  de  volun- 
tàries liberales,  exceptuado  solo  el  bata 
llón  10.°  que  lo  estaba  de  forzados. 

El  Ayuntamiento  en  la  noche  del  25  al 
26  se  declaro  en  sesión  permanente.  De 
lo  que  en  el  seno  de  este  cuerpo  pasó, 
de  sus  buenas  disposiciones  y  sentimien- 
tos,  y  de  las  acertadas  medidas  que  tomo, 
nadie  podrà  mejor  certificarnos  que  su 
pròpia  voz  cristalizada  en  sus  actas.  Hela 
aquí: 

«A  las  seis  y  media  de  la  maiiana  del 
»dia  veinte  y  seis  de  Julio  habiendo 
»entrado  el  Sor.  Alcalde  Mayor  D.  Juan 
»Perciba  y  tornado  la  presidència  en  esta 
»sesíon  permanente  del  Ayuntam.'°  se 
«recibió  orden  verbal  del  Sor.  Gen.'  en- 
»cargado  del  mando  militar  en  esta  plaza 
»para  que  se  recojan  las  halajas  de  todos 
»los  conventos  evacuados,  y  el  Escmo. 
»Ayuntam.'°  nombró  una  Comision  de  su 
»seno  compuesta  de  los  SS.   D.  Ramon 


(i)     Relación   del   P.    D.    José  Puig.  Barcelona 
I.    de  octubre  de  i8Si. 


'Roig  y  Rey,  D.  Joaquín  Espalter  y  D. 
«Pedró  Oms  para  que  procedan  à  las 
»diligencias  correspondientes  con  inter- 
»vencion  del  Escribano  de  Almotacenia 
>'D.  Miguel  Vilamala  que  se  mandó  11a- 
»mar  al  intento. 

»E1  Sor.  Alcalde  D.  Juan  Perciba  ma- 
»nifestó  que  deseando  coadjuvar  al  màs 
*pronto  cumplimiento  de  esta  disposicion 
»atendida  las  muchas  à  que  debe  acudir 
»el  Escmo.  Ayunt."  para  la  seguridad  de 
»los  intereses  de  sus  representades,  se 
»ofrecia  à  desempefiar  en  union  con  sus 
xcompaneros  una  parte  de  los  trabajos 
»que  han  de  pesar  sobie  la  comision 
«nombrada  para  el  recogimiento  de  las 
»alhajas  indicadas,  en  beneficio  tanto  de 
»la  brevedad,  como  del  alivio  à  los  SS. 
»individuos  del  Ayuntam.'°  quien  aceptó 
»este  ofrecimiento  dando  gracias  por  ello 
»al  Sor.  Alcalde  D.  Juan  Perciba,  que 
»puesto  de  acuerdo  con  los  referides 
»SS.  Cemisionados  se  retiro  con  estos 
»para  llevar  à  efecte  su  respectivo  encar- 
»go.» 

Habiendo  cesade  casi  completamente 
la  agitación  popular,  se  creo  una  comi- 
sion de  tres  concejales  para  que  quedase 
en  sesión  permanente,  se  les  dió  toda 
clase  de  facultades,  y  se  acuerda  «que 
»con  el  objeto  de  que  conozca  el  Sor. 
>'Gobernador  Civil  lo  que  el  Ayuntam.'° 
»ha  hecho  por  su  parte  en  la  noche  ante- 
»rior,  lo  que  ha  podido  segun  sus  medies 
»y  la  gravedad  de  las  circunstancias,  se 
»pase  à  Su  Sria.  una  relación  con  noticia 
'de  quedar  la  indicada  Comision  perma- 
»nente,  y  espresando  que  al  Ayuntam." 
»queda  solamente  el  amargo  sentimiento 
»de  que  en  su  època  haya  sucedido  una 
«catàstrofe  que  lamentaran  à  su  tiempo 
»la  civilizacion,  la  política  y  la  humani- 
»dad  y  quedando  en  sesión  permanente 
»tres  de  los  SS.  Concejales  se  retiraren 
í.los  demàs.* 

«En  la  ciudad  de  Barna.  y  dia  veinte  y 
»seis  de  Julio  de  mil  echocientos  treinta 
»y  cinco  à  las  ocho  de  la  manana. 
»La  Comision  permanente  en  vista  de  las 
>'neticias  que  ha  recibido  de  que  en  los 


LOS  KRAILES  Y  LOS  CON  VENTÓS"- DK  BARCELONA  LLEGO  DESPLES  DEL  INCENDIO 


737 


>conventos  en  que  se  ha  pegado  fuego, 
»va  comunicandose  este  ;'i  las  casas  de  los 
»vecinos  y  que  es  de  toda  urgència  y  pre- 
»mura  el  estinguiíio  con  eficàcia,  como 
»así  lo  han  manifestado  varies  propieta- 
»rios,  se  ha  resuelto  que  se  publique 
»inmediatamente  à  son  de  trompeta  la 
»orden  de  que  se  presenten  desde  luego  a 
«estàs  casas  consistoriales  todos  los  ca- 
»rreteros,  carpinteros,  albaniles  y  cerra- 
»jeros,  Alcaldes  de  Barrio  y  serenos  para 
»recibir  las  ordenes  del  Ayuntam.'°,  para 
»cuyo  efecto  la  Comision  ha  mandado  à 
»D.  Juan  Cornet  oficial  de  la  Secretaria 
»se  avistase  con  el  Sor.  Gobernador  mili- 
»tar  para  pedirle  la  autorizacion  de  pu- 
»blicar  el  bando  en  su  nombre,  y  no 
ahabiendose  encontrado  dicho  Sor.  Go- 
»bernador  se  ha  dispuesto  en  union  con 
»los  SS.  Alcaldes  Mayoresse  publique  en 
>:el  del  líscmo.  Ayuntamiento. 

»Se  ha  dispuesto  tambien  y  se  ha 
»enviado  un  carro  con  útiles  al  Convento 
»de  S.'3  Catalina  para  derribar  un  tabi- 
»que  y  sofocar  el  fuego  con  tierra  del 
»huerto  del  propio  convento,  y  lo  mismo 
»se  ha  practicado  con  respecto  al  de  San 
«Agustin. 

»Con  parte  que  ha  dado  el  Sor.  Comi- 
»sario  de  policia  del  cuartel  quinto  de 
»que  el  fuego  iba  tomando  incremento  en 
»el  convento  de  Trinitarios  Descalzos  se 
»ha  dispuesto  que  interin  comparecen  los 
»operarios  que  se  han  llamado,  se  mande 
»trasladar  la  bomba  de  la  casa  Lonja  del 
»paraje  donde  estuviera  ocupada  al  pre 
«dicho  convento  de  PP.  Trinitarios  Des- 
ïcalzos  ó  al  de  S.  Agustin  ó  en  aquel  que 
»fuese  necesaria. 

»Igualmente  se  ha  resuelto  oficiar  al 
»Sor.  Gobernador  militar  A  fin  de  que  se 
«sirva  tomar  las  disposiciones  oportunas 
»para  que  en  los  dos  Con  ventós  de  Jesús 
»y  Carmelitas  descalzos  situados  en  el 
«barrio  de  Gracia  extramuros,  no  se 
»e.xperimente  un  suceso  igual  al  de  la 
»noche  anterior  en  esta  capital,  procu- 
»rando  no  sean  vulnerados  los  Religiosos 


»de  dhos.  Conventos  ni  los  edificios  y 
»ornamentos  de  las  iglesias»  (1). 

Mas  tan  buenas  disposiciones  del  Ayun- 
tamiento quedaban  en  buena  parte  ataja- 
das  por  las  ruines  de  los  auxiliares,  y  de 
lasgentes  turbulentas  que  la  revuelta  ha- 
bía  soltado  y  envalentonado.  Y  sinó 
recuérdese  la  cruel  ironia  de  los  que 
conducían  al  fuego  de  Santa  Catalina 
una  bomba  contra  incendios,  quienes  al 
topar  en  la  muy  angosta  callejuela  de 
Tarrós  con  el  jo  ven  Francisco  Canyellas, 
y  al  ver  que  éste,  cargado  con  un  col- 
chón,  apretaba  el  paso  para  dejarselo 
libre  a  ellos,  le  dijeron:  «no  te  apresures, 
»no,  que  nosotros  nos  pararemos»,  para 
que  pases. 

Un  maestro  albaiiil  de  nombre  Don 
Pedró  Subiranas  me  dijo  las  siguientes 
palabras:  «Al  cabo  de  un  rato,  serian 
xquizií  las  diez  de  la  noche  (del  25:  dijo 
»del  25)  bajaban  por  el  Call  una  bomba 
>;•contra  incendios,  la  cual  venia  acompa- 
»nada  por  el  capitan  de  milicia  Borrell 
»con  fuerza  de  milicianos.  Estos  iban 
»detras  de  la  bomba;  y  como  la  bomba 
«corriese,  y  los  milicianos  quedaran  algo 
»rezagados,  Borrell  dió  un  grito  à  los  de 
»la  bomba,  diciendo:  «no  corrals  tanto. 
«Dejadlo  arder».  Yo  lo  vi,  y  conocia 
«sobradamente  la  voz  de  Borrell,  pues 
»este  estaba  construyéndose  una  casa  en 
»la  calle  de  la  Riereta,  en  cuya  obra  j'o 
»trabajaba  de  oficial  albanil.  Ademàs 
»otros  lo  oyeron,  y  su  voz  era  muj'  mar- 
«cada»  (2).  Indudablemente  merece  fe  la 
palabra  del  testigo  de  vista,  però  me 
quedan  dudas  sobre  si  equivoca  el  dia, 
diciendo  25  por  el  2b.  De  todos  modos,  el 
hecho  indica  el  espiritu  de  ciertos  auxi- 
liares del  Municipio. 

De  tales  obstaculos  puestos  a  la  ejecu- 
ción  de  las  buenas  determinaciones  del 
Ayuntamiento  nos  certifican  las  propias 
actas.    He  aquí    palabras    de    la    sesión 


(i)     Archivo  municipal  de  Barcelona. — Acuer- 
dos.  Scgundo  semestre.  18};,  fol.  560  a  563. 
(j)     .Me  lo  diio  en   Barcelona  a  j()  de  enero  de 

188;. 


738 


LISRO    TERCERO. — CAPIIUIÍO    UNDliCIMO 


del  27  por  la  manana:  «Entro  el  Sor.  Go- 
«bernador  militar  interino  Don  Joaquin 
»Ayerve.  —  Atendido  el  estado  de  los 
»Conventos,  mayorinente  de  los  de  San- 
»ta  Catalina,  San  Agustin  y  San  José 
»y  la  necesidad  de  no  omitir  medio  algu- 
»no  para  salvar  la  parte  de  aquellos 
»edificios  y  de  sus  efectos  que  sea  po- 
»sible : 

»Acuerda  Su  Excel. ^  nombrar  como 
»nombra  una  Comision  de  su  seno  com- 
»puesta  de  los  SS.  Roig  y  Rey,  Elias  y 
»Mas  con  facultades  las  mas  amplias, 
«respecto  A  la  urgència  del  caso,  para 
»que  nombren  si  es  conveniente  una  Co- 
»mision  especial  para  cada  Convento  y 
«dispongan  todo  cuanto  les  parezca  útil 
»ya  sea  para  entregar  à.  los  Religiosos 
»ó  à  sus  encargados  la  ropa  y  efectos 
»pertenecientes  a  cada  uno,  ya  sea  para 
*poner  en  lugar  seguro  en  los  edificios  ó 
»extraer  de  ellos  los  objetos  que  contie 
»nen  segun  las  circunstancias  especiales 
»de  cada  caso,  ya  sea  en  fin  para  dispo- 
»ner  que  se  tapien  ó  aseguren  puertas  }■ 
»ventanas  de  los  edificios  ó  se  tomen  las 
»providencias  que  la  Comision  creyere 
»màs  oportunas,  librandose  al  efecte  las 
»cantidades  necesarias  empleàndose  las 
»pocas  que  se  han  podido  recoger  de  los 
»conventos- 

»Luego  de  estar  nombrada  la  Comision 
»se  retiraron  sus  individuos  à  otra  pieza 
»para  dar  principio  à  su  encargo,  y  el 
»Sor.  Gobernador  militar  interino  quedo 
»en  dar  las  ordenes  necesarias  para  el 
»debido  ausilio. 
» 

»Se  recibió  un  oficio  de  Sor.  Goberna- 
>:dor  Civil  de  fecha  ael  dia  anterior  para 
»que  providencie  el  Ayuntam.'"  al  efecto 
»de  recoger  3'  poner  à  salvo  los  papeles, 
»libros  y  demàs  efectos  de  los  conventos. 
»Su  Escel."  acuerda  que  se  conteste  que 
»se  balla  ya  acordado  y  nombrada  al 
»efecto  una  Comision»  (1). 

Sesión  del  27  de  julio  de  1835  à  las  12 


(1)     Acuerdos,  citados,  fol.  569. 


del  dia:  «El  Sor.  Don  Pablo  Mas  ha  ma- 
»nifestado  que  los  Carreteres  y  jornale- 
»ros  que  han  de  extraer  muebles  de  los 
»Conventos  no  quieren  verificarlo  sinó 
»se  les  paga.  En  esta  virtud  el  Sor.  D.  Jo- 
ísé  Maria  de  Llinàs  ha  manifestado  que 
»en  el  caso  de  no  haber  dinero  en  caja 
>  se  pidan  prestados  por  favor  uno  ó  dos 
»mil  duros  al  Sor.  D.  Jayme  Tinto. 
» 

>Se  ha  resuelto  que  la  Comision  queda 
»autorizada  para  pagar  a  D.  (sic)  For- 
»nells  las  cantidades  que  fueren  necesa- 
»rias  para  extraer  los  libros  y  demas 
«enseres  del  Convento  de  S.'-''  Catalina. 

»Habiendose  llamado  al  Contador,  ha 
>'manifestado  este  haber  existentes  en 
»caja  nueve  mil  reales,  }•  se  ha  dispuesto 
»entregar  seiscientos  reales  à  la  Comi- 
»sion  encargada  de  la  extraccion  de  los 
»muebles  de  los  Conventos»  (2). 

Sesión  del  27  de  julio  de  1835  a  las  seis 
de  la  tarde: 

«El  Sor.  Roig  3'  Re3'  como  antiquior  de 
>'la  Comision  encargada  de  salvar  en  lo 
»posible  los  efectos  de  los  Conventos,  ha 
»dado  cuenta  del  poco  fruto  con  que  se 
»desvelan  lasComisiones  nombradas  para 
»cada  uno,  à  causa  de  ser  desobedeçidas 
Ȏ  insultadas,  de  introducirse  mucha  gen- 
>'te,  y  de  no  sostener  las  guardias  toda  la 
«seguridad  debida,  habiendose  pedido  una 
»para  el  Colegio  Tridentino. 

»Acuerda  Su  Escel.'"^  que  se  oficie  sobre 
»estos  estremos  al  Sor.  Gobernador 
»Civil. 

«Acuerda  asimismo  que  se  dirija  al 
»Sor.  Gobernador  Militar  una  esquela  de 
»uno  de  los  SS.  Gobernadores  de  la  Mi- 
»tra  acerca  la  seguridad  del  importante 
»edificio  de  la  Catedral,  por  haberse 
»observado  varios  grupos  en  aquella 
»parle  de  la  ciudad»  (3). 

Nombraronse  comisiones  de  ciudada- 
nos  para  sendos  conventos.  He  aquí  su 
lista: 


Acuerdos,  citados,  fol.  571. 
Acuerdos,  citados,  fol.  574. 


LOS     FRAILES    Y    I.OS     CONVENTOS     Dli    BARCKLO.NA     LfEOO     DKSPUKS     DEI.     IN'CES'DIO 


739 


(sEfitaf/o  de  los  Alcaldes  y  Comisioiiados  de  los  Barrios  p."  salvar  los  efectos  de 
í>los  Coiiveiitos  d  quíeues  se  pasaii  las  Circulares  de  27  de  Julio  y  5  de  obre. 
i:de  1835. 


»Merced 


»S.  Fr."  de  Paula 


»Sta.  Catalina 


»PP.  Asroniz. 


»S.'^  Àgata. 


»S.  Cayetano 


»S.  Fr.'^o  de  Asis 
Fiancisc* 


«Capuchinos 


»Ti•init.''  Calzados 


Alcalde  de  B.»  (Barrio) 

D."  Juan  Ortega  del 
B.°  1."  C  1.° 


D."  Pablo  miro 
B.°  l.°C.'  2.° 


D."  ant.°  Salay  Olive- 
lla C  2."  B."  3.» 


D."  Fr."  Fargas 


D."  José  Rubió 
C.i  3.°  B.''2." 


D."  Joaq."  Lletjos  (cl 
Alcalde  era  siti  dnda 
José  Cauipriibí  scgíiii 
expresa  una  nota.) 
delC  S.'B.os 


D."  Joaq."  Rovira, 
y  Clavér   del    C    4." 
B."  3.° 


D  "   José   C.impman}' 
Cl  4.°B.M.° 


D."  Onofre  Peracaula 
C  4."  B.  ^sic) 


Comisionddos 


D."  Cayet."  Bulbena. 

D."  Fran."  Espalter  y  Tolra. 

D.°  Man.'  Roca. 

D."  Jayme  Rull. 

D."  José  Borrell. 
D."  Alberto  Reniu. 
D."  Fr.<^°  Esteve 

D."  Domingo  Sagarra. 
D.np,-  co  Fornells. 
D."Fr.':°  Martí  y  Balta. 

D."  Isidro  Viladoms. 

D."  Joaq."  de  Dou. 

D."  José  Fajula. 

D."  Bernardo  Bach  \'  Santaló. 

D."  José  Bordas. 
D."  Magín  Santiró. 
D."  Onofre  Vicens. 


D."  Joaq."  Lletjos. 
D.""Fr.';o  Bosch. 
D."  Juan  Capdevila. 


D."  Pablo   Pujol  (segiiii  otra  no 

ta  José  Attt."  Flaquer). 
D."  Jayme  Rigal  hijo. 
D."  Magín  Demesires. 

D."  N.  Canut  José. 
D."N.  Manté  Juan. 
D."  N.  N.  Sapatero  del  lado  Este- 
ban Pla. 

D  "  Magin  Sandiumenge. 
D"  Bernardo  Tresserras. 
D."Geronimo  Cahué. 


740 


LIEKO    TKRCERO.  —  CAPITULO    L'NDF.CIíMO 


»S.  SebastiAn 


»S.'^  Mònica 


»S.  Pablo 


»Trinit.^  Descalzos 


»Coleoio  del 
»Carmen 


»S.  Agustín 


«Escolapios. 


sColegio  de  Sta. 
»Catalina 


»Seminario 
)^PP  de  la  mis." 


»San  José  de  PP. 
»Carm.^  Descal.^ 


»Buen  Suceso  de 
»PP.  Servitas 


«Carmen  de  PP. 
«Carm.*  Calzados. 


Alcalde  de  B."  (Barrio) 


D."  Mauricio  SolA 
C.i  4.°  B-^ó." 


D."    José    junyent    y 
Roviralta  B  °  !> 
del  C.i  5." 


D."  Joaq."  PuigdoUers 
C.i  5.°  B."^  2.°  ó  4.'^ 


D."  joaq."  Puigdoliers 
C.i  5."  B.°2.°  ó  4.'' 


Id. 


D."  Juan  Merli 
C  5.°B.''3.° 


D."  Josa  Llanza 
C.i  5.°B.°4.° 
Nada  hicieron 

D."  Josa  Llanza 
C  5.°  B."4° 


Comisionados 


Id. 


Nada 


D."  Ramon  Lucena. 
C  5."  B.°5.° 


D."Poncio  Dan'Oliver 
C.>  5.°B."7.° 


ídem 


D."  Jayme  Capella. 
D."  Man.i  Ferrusola. 
D."  Magín  Tusquets. 


D."  Juan  Alsina. 
D."  Agustín  Mas. 
D."  Ramon  Solà. 

D."  Pedró  Prats. 
D."  ant.°  Ricart. 
D."  N.  Keitinger. 

D."  Ant.°  Castells. 
D."  Mariano  Riera. 
D."  Santiago  Farratar. 

D."  Fr.'^°  Fontoba. 
D."  José  Vila. 
D."  José  Miró. 

D."  Mauricio  Bordas. 
D."  Nicolàs  Vergés. 
D."  Severo  Argamir. 

D."  Salvd.f  Vitchetto. 
D."  Pedró  Dufi. 
D."  José  Casas. 

D  "  Ramon  Nogués. 
D."  Josa  Illa. 
D."  José  Serra. 

D."  Gerónimo  Colom. 

D."  Pedró  Viguer. 

D."  Cayt.°  Casamitjana. 

D."  Fèlix  Torres. 
D."  José  Monraba. 
D."Ign.°  Olivó. 

D."  Jayme  Benitez. 
D."  antonio  Lluch. 
D."  Isidro  Enrich. 

D."  Manuel  Riera. 
D."  Gaspar  Pouplana. 
D."  Vonav."  Nadal  menor. 


I.OS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DH    BABCELON'A    I.UEGO    DESPCES    DEI.    INCENDIO 


741 


»Colegio  de  S. 
»Agustín  de  PP. 
«Agust.*  Calzados 


Alcalde  de  B  "  (Bairíoj 


ídem 


Comísionados 


»Colegio  de  Trinitarios        D."  fosé  Torres  }• 
»Calz.^  Pala.  C^  5."  B.'  s'" 


»San  Felipe  Neri. 


D."  Pascual  Bosch 


Inserto  por  lo  largo  los  nombres  de  los 
individuos  de  estàs  Juntas  porque  dan 
irrebatible  testimonio  de  las  e.vcelentes 
intenciones  de  quien  los  eligió.  Dentro 
unos  anos  el  tiempo  voraz  habrà  borrado 
de  la  memòria  de  los  hombres  lo  que  sig- 
nifican,  3"  por  esto  antes  que  tal  suceda 
debò  marcar  la  signiücación  de  los  que 
conocí.  D.  José  Borrell  es  el  honradísimo 
sastre  de  la  calle  Baja  de  San  Pedró  que 
recogió  el  cadàver  de  Fr.  Blayet.  Don 
Domingo  Sagarra,  el  farmacéutico  de 
frente  los  Agonizantes,  cu\•a  casa  era 
muy  frecuentada  de  religiosos.  Don  Joa- 
quín  de  Dou,  el  antecesor  del  Marqués  de 
su  apellido,  senor  respetabilísimo.  Don 
Jaime  Rigalt,  notario  muy  recomendable. 
Don  Magín  Sandiumenge,  después  se 
ordeno  de  ma3•ores.  Don  Santiago  de  Fe- 
rreter, hijo  de  la  muy  honorable  familia 
de  este  apellido.  Don  Nicolas  Vergés, 
padre  del  que  fué  catediatico  y  V'icario 
General  Don  Felipe  V'ergés,  presbítero, 
y  así  los  demàs,  cuyas  bellas  circunstan- 
cias  conozco  de  muchos. 

El  oficio  que  el  Ayuntamiento  pasó  a 
las  comisiones  autorizAndolas  para  el 
desempeno  de  su  cargo,  deoia  así:  «No 
«siendo  posible  que  los  individuos  del 
»Cuerpo  municipal  acudan  íl  la  vez  íl 
»todos  los  Conventos  que  han  quedado 
»incendiados  6  evacuades  para  dar  las 
»providencias  que  exige  su  estado,  como 
»lo  han  hecho  desde  que  tuvieron  noticia 


D."  Sebastian  Rovira,  no  asistió. 
D."  Man.'  Comelles 
D."  Vicente  Argemir. 

D."  Pedró  Màrtir  Font. 
D,"  Juan  Cuet. 
D."  Manuel  Guitet. 

D."  José  Tous. 

D."  Carlos  Provens. 

D."  Sebast."  Rosselló  (1). 


>'de  la  desastrosa  escena,  ha  resuelto  este 
»Ayuntamiento  insiguiendo  las  instruccio- 
>  nes  del  Seiïor  Gobernador  Civil,  estable 
»cer  una  Comision  para  cada  Convento 
»de  esta  Ciudad  compuesta  del  Alcalde 
>-del  respectivo  Barrio  y  de  tres  Vecinos 
»honrados  del  mismo. 

»E1  objeto  de  estàs  Comisiones,  mera- 
»mente  de  proteccicn  y  socorro  en  tan 
«extraordinarias  circunstancias,  se  dirige 
xa  salvar  de  las  llamas,  deia  destruccion 
»y  del  saqueo  toda  la  parte  posible  de  los 
xedificios  y  de  efectos  contenidos  en  los 
»mismos. 

»A  fin  de  llenar  un  deber  tan  propio  de 
»Ia  Autoridad  municipal,  quedan  facul- 
«tadas  las  Comisiones  para  cortar  el 
«incendio  en  todas  direcciones,  para  ex- 
»traer  cuanto  conozcan  conveniente,  para 
«tapiar  puertas  >•  ventanas  a  fin  de  obté- 
»ner  seguridad,  para  impedir  la  entrada 
>;a  las  personas  que  no  se  necesiten,  para 
>entregar  la  ropa  y  muebles  particulares 
»de  los  religiosos  a  los  sugetos  de  con- 
»fianza  que  se  presenten  por  parte  de  los 
«mismos,  y  por  liltimo  para  tomar  todas 
. »las  disposiciones  que  crean  oportunas  y 
«prudentes  al  efecto  de  llenar  su  intere- 
»santísimo  encargo;  evitando  en  lo  posi- 
xble  3'  en  cuanto  les  ausilien  las  guardias, 


(i)     Archivo  municipal. — Expedienlc   uo.  ei- 


tadi 


742 


LIBRO    TERCEKO. — CAPITULO    UNDECIMO 


»toda  publicidad  que  pueda  dar  motivo  à 
»a]gun  desorden. 

»Se  recomienda  muy  particularmente 
Ȉ  las  Comisiones  que  procuren  de  todos 
«modos  y  con  preferència  à  otros  objetos 
»la  conservacion  de  los  archivos,  de  las 
»bibliotecas  y  librerías,  y  de  los  orna- 
»mentos  y  vasos  sagrados,  entregando 
»estos  ultimos  à  las  personas  que  desig- 
maràn  los  Sres.  Gobernadores  del  obis- 
»pado. 

>'Facilitaràn  la  entrada  à.  los  Comisio- 
»nados  que  se  presentaran  de  la  Real 
»Junta  de  Comercio  para  recoger  pintu- 
»ras,  imagenes  y  otros  objetos  de  bellas 
»artes,  que  consideren  dignas  de  retirar- 
»se,  permitiendoles  su  extraccion. 

»En  el  caso  de  encontrar  algunas  can- 
xtidades  de  dinero  las  entregaran  las 
»Comisiones  a  los  encargados  de  recibir- 
»las  por  parte  de  este  Cuerpo  municipal 
»en  estàs  casas  Consistoriales,  à  fin  de 
«destinarlas  à  los  gastos  que  ocurren  en 
»el  objeto  mismo  de  que  se  trata. 

»Y  siendo  V.  S.  uno  de  los  individuos 
»nombrados  en  calidad  de 

para  la  comision  del  Convento 
»de  ,  espera  este  Ayunta- 

jtmiento  que  se  servirà  desempenar  exac- 
«tamente  este  encargo  como  una  obliga- 
»cion  de  buen  vecino;  cuyo  cumplimien- 
»to,  à  mas  de  la  utilidad  que  producirà  al 
»público,  à  los  interesados  y  al  Estado, 
»es  de  toda  necesidad  en  la  situación 
«presente  de  esta  capital,  y  no  permite 
»admitirle  à  V.  absolutamente  excusa 
»alguna  en  caso  tan  perentorio. 

>^Dios...  Barcelona  27  de  Julio  de  1835. 
>-— Ramon  Roig  y  Rey— Cayetano  Ribot 
»secretario  interino>.  (1). 

Séame  lícito  por  via  de  parèntesis 
decir  que  Don  Ramon  Roig  y  Rey  fué 
mi  catedrAtico  de  Procedimientos  judicia- 
les,  y  se  distinguía  por  sus  sanas  y  cris- 
tianas  ideas  y  proceder. 

Holgara  ahora  insertar  las  determina- 
ciones  que  tomo  la  Comision  del  Ayunta- 


(i)     Arohivo   municipal. — Expediente    i:;i 
tado. 


miento,  las  que  se  limitan  à  desenvolver 
la  idea  arriba  repetidamente  indicada 
que  impulso  su  nombramiento  o  creación. 
De  ellas,  sin  embargo,  hay  que  conocer 
alguna.  Dice  la  3.":  «Se  ha  encargado  à 
»los  Comisionados  nombrados  para  los 
»Conventos  y  a  los  respectives  Alcaldes 
»de  Barrio  que  respecto  à  los  Conventos 
»de  monjas  ú  otros  Conventos  ó  Casas 
>  de  Regulares  ó  Presbíteros  del  Oratorio 
»se  abstengan  de  entrar  en  ellos  y  de  dar 
«ninguna  disposicion  en  el  caso  de  que 
»por  parte  de  las  Comunidades  ó  de  sus 
«superiores  haya  personas  encargadas,  y 
»que  unicamente  se  limiten  ó  presentasen 
Ȉ  ofrecer  sus  servicios  si  fuese  necesa- 
»rio,  ó  si  quedasen  abandonades  los  Con- 
»ventos  ó  Casas,  ó  descuidados  de  mane- 
»ra  que  incendiandolos  ó  asaltandolos 
«pudiesen  causar  perjuicio  a  los  vecinos: 
»todo  bajo  el  concepto  de  ser  las  medidas 
»del  Escmo.  Ayuntamiento  meramente 
»de  proteccion,  y  de  ninguno  modo  diri- 
»gidas  à  perjudicar  derecho  alguno.» 

«5.°  Se  ha  dispuesto  que  estos  dias 
»haya  fijo  en  las  Casas  Consistoriales  un 
«dependiente  del  Arquitecto  Maestro  de 
»Obras  de  la  Ciudad  para  las  providen- 
»cias  que  sean  necesarias.» 

«8.°  Se  ha  prevenido  à  los  Comisiona- 
»dos  que  procuren  salvar  con  preferència 
vlas  bibliotecas,  los  archivos  y  objetos  de 
«bellas  artes  ó  de  valor,  aunque  sea,  no 
»habiendo  otro  medio,  abandonando  de 
»propósito  los  muebles,  ropa  y  otros 
«objetos  comunes,  si  el  desorden  no  per- 
»mite  otra  cosa»  (2). 

Escribí  ha  poco,  que  las  buenas  inten- 
ciones  y  medidas  del  Ayuntamiento  ha- 
bían  de  quedar  en  buena  parte  defrau- 
dadas  por  el  proceder  de  los  mismos  que 
debian  apoyarlas;  y  viene  a  confirmar 
mi  aserto  el  siguiente  acuerdo  de  la  mis- 
ma  comision,  y  el  borrador  de  oficio  que 
para  su  ejecución  se  dicto: 

«Dia  27  de  Julio  de  1835  por  la  tarde. — 
»La  Comision  enterada  por  las  noticias 


tado. 


Archivo   municipal. — Expediente   129,   ei- 


LOS     FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS     DE    BARCELONA     LLEGO    DESPL'ES    DEL    INCENDIO 


743 


»que  van  llegando  de  los  Conventos  del 
»poco  ausilio  que  encuentran  los  Comi- 
»sionados  y  alcaldes,  de  la  gente  que  ha 
»podido  entrar  en  ellos  y  de  los  insultes 
»que  sufren  los  que  quieren  impedir  el 
»robo  y  el  incendio,  ha  acordado  mani- 
»festarlo  al  Escmo.  Ayuntamiento  para 
»que  conste  que  no  està  en  manos  de  las 
»Comisiones  el  desplegar  su  celo  como 
«quisieran,  quedando  inutiles  gran  parte 
»de  sus  desvelos,  A  pesar  de  las  recla- 
»maciones  que  hacen  à  la  fuerza  armada 
»para  que  sostenga  sus  disposiciones»  (1). 

Sigue  el  borrador,  de  un  oficio,  y  aun 
que  una  nota  de  su  margen  escribe  que, 
redactado,  no  se  pasó,  esto  no  prueba 
que  no  contuviese  la  verdad,  sinó  que  da 
testimonio  de  las  graves  circunstancias 
del  caso.  Dice  así: 

«Sor.  Goberna.'  Civil  de  esta  Provin.^ 

«Barcelona  27  julio  1835. 

»Este  Ayuntam.'°  debe  manifestar  A 
»V.  S.  con  el  Mayor  sentim. ^o  q.*:  las 
»comisiones  q.<=  tiene  nombradas  p.^"  sal- 
»var  y  recoger  los  libros  y  demàs  efectos 
»de  los  conventos  han  encontrado  repeti- 
»das  dificultades  por  parte  de  varios 
sencargados  de  la  guardià  de  los  mismos 
»en  el  desempeiïo  de  sus  funciones,  à 
«pesar  de  ir  previstos  con  permisos  de 
«entrada  firmados  por  el  S-^  Gobernador 
«interino  de  esta  Plaza,  al  paso  que  han 
«observado  segun  espresan,  la  mayor 
«condescendència  en  dejar  entrar  y  reco- 
xrrer  aquellos  edificios  a  otras  personas 
«q."^  no  tienen  mision  alguna  de  lo  que 
»han  resultado  muchos  robos  y  estravios 
»y  escesos  en  la  noche  pasada  y  en  el  dia 
»de  hoy,  y  lo  q.'^  es  màs,  segun  se  supone, 
«la  propagacion  à  proposito  del  fuego  en 
«algunos  ohjetos  en  q.>=  no  había  prendi- 
»do  todavia,  dando  todo  lugar  ;l  muchos 
^Unsultos  A  las  comisiones  y  a  q.'^  no 
«pocas  se  retraigan  ú  obrar  con  lentitud 
»y  flojedad  y  A  que  se  complete  hasta  la 
«saciedad  la  obra  de  la  dilapidacion  y  el 


(i)     .Vrcliivo   nninÍLÍpal.  — l•Ixpediente    I2<i, 


tad. 


xdestrozo,  habiendo  llegado  hasta  à  ser 
«apedreados  y  robados  en  parte  por  la 
)^calle  algunos  carros  que  trasladaban 
>4ibros  de  la  Biblioteca  de  Santa  Catalina 
»al  colegio  tridentino. 

»A1  ver  este  Cuerpo  municipal  tan 
«poca  cooperacion  en  otros  individuos  y 
«sobre  todo  la  falta  de  seguridad  en  aque- 
»llos  puntos,  que  es  la  única  base  de 
«semejantes  operaciones,  lo  eleva  à  V.  S. 
»en  descargo  de  su  responsabilidad  y  en 
«reclamacion  del  debido  apoyo  de  una 
«fuerza  que  sostenga  las  providencias  en 
«todos  ellos. 

»Dios...  Barcelona  27  Julio  1835»  (2). 

Y  si  este  borrador  no  bastarà,  a  seguida 
copio  el  oficio  que  el  encargado  de  salvar 
la  biblioteca  de  San  Agustín  dirigió  al 
cuerpo  municipal.  Este  era  nada  menos 
que  el  que  en  septiembre  del  mismo  ano 
mandaba  como  capitàn  la  companía  de 
granaderos  del  2."  batallón  de  urbanos  (3). 

'<Exmo.  Sor.  Encargado  por  una  Co- 
«mision  de  ese  Esc.""»  Ayunt."  de  hacer 
«todo  lo  posible  para  cortar  el  fuego  que 
«arde  en  el  Convento  de  S.  Agustin,  à 
»fin  de  que  no  se  apoderase  de  la  Biblio- 
«teca,  y  luego  se  comunicase  à  las  Casas 
«particulares,  hize  cuanto  dependió  de 
«mi,  y  aunque  solo  y  sin  ausilio  de  nin- 
«gun  facultativo,  logré  cortar  la  comu- 
«nicacion  de  los  combustibles  por  la  parte 
«de  la  Biblioteca,  y  salvando  los  libros 
«ecsistentes  en  aquella  Vasta  Coleccion, 
«aseguré  las  casas  de  los  Vecinos  del 
«inmediato  incendio  que  les  amenazaba 
«por  dicha  parte. 

«Las  puertas  que  del  Convento  van  à 
«la  Biblioteca  quedan  tapiadas,  los  Bal- 
«cones  cerrados  por  dentro,  y  tapiado 
«tambien  el  voquerón  ó  agujero  por  don- 
«de  entrabamos  en  la  Biblioteca  desde  el 
«segundo  piso  de  la  Casa  inmediata, 
>  como  se  lo  podrà  confirmar  à  V.  E.  el 


(j)     .Archivo   municipal.  —  Expedientc    uq, 
tado. 

(í)     IHario  de  Barcelona  del  2.\  de  septiembre 
de  1831;.  pàg.  2148. 


744 


I.IBRO    TERCEUO. — CAPllUI.O    L'NDKCIMO 


«Alcalde  de  este  Barrio  D.  N.  Merli  à 
»quien   llamé  para   que  presenciase  los 
»últimos  trabajos. 
» 

»Debo  hacer  presente  à  V,  E.  que 
«mientras  unos  Obreros  hacían  el  Corte 
»y  otros  arrancaban  los  combustibles 
»inmediatos,  3-0  me  ocupaba  con  4  ó  6 
»hombres  à  recoger  por  entre  el  humo  y 
«fuego  los  combustibles  que  encontraba 
»en  los  Corredores  y  piezas  inmediatas 
»que  mandaba  ecliar  al  Claustro,  à  fin  de 
«evitar  lo  que  podia  dar  pAbulo  al  incen- 
»dio;  y  tambien  liabría  salvado  las  ropas, 
»camas  é  infinitas  cosas  útiles  de  que  se 
»va  apoderando  el  fuego;  però  se  me 
»prohivió  por  el  Oficial  de  guardià,  à 
«instància  de  alguna  persona,  que  te- 
»mia  tal  vez  que  se  sustrayese  alguna 
»cosa,  y  para  salvar  las  frioleras  que 
»pudieran  tal  vez  haberse  extraviado,  se 
»ha  sacrificado  el  todo  que  las  llamas 
»acaban  ya  de  consumir. 

»Doy  parte  íí  V.  E.  que  el  Capitan 
«Vidal  del  10.°  Batallon  de  Urb.^  se  en- 
«cargó  de  un  Copon  que  encontramos, 
«y  que  yo  entregué  a  mi  Comand.^'^  el 
»Sr.  Marqués  de  la  Barcena  el  cubierto 
»y  vestido  del  mismo;  y  de  que  en  la 
>~Biblioteca  quedan  varios  Cuadros  que 
«salve  de  un  Oratorio  interior. 

xQuedan  aun  intactos  los  Corredores 
«que  miran  al  Callejon  del  arco  de 
»S.  Agustin,  però  el  fuego  ya  les  ataca 
«por  la  esquina  que  da  à  la  calla  de 
»S.  Pablo;  y  amenaza  con  esto  las  Casas 
«de  los  vecinos;  es  pues  urgeutísittio 
«que  se  tomen  por  V.  E.  las  providen- 
«cias  oportunas  para  evitarlo,  con  lo  que 
«podran  salvarse  varias  cosas  útiles  que 
»aun  existen,  y  se  pondràn  à  salvo  las 
«Casas  vecinas. 

»Dios Barcelona  27  Julio   1835.— 

«E.™»  5.°''  —  José  Antonio  Llobet.  —  Al 
«Escmo.  Ayun.°  de  la  Ciudad  de  Barce 
«lona»  (1). 


i)     Archivo   municipal. — Expediente    \2Q,   ci- 
ado. 


El  dia  28,  el  Gobernador  civil  en  oficio 
dice  al  Ayuntamiento  que:  «A  pesar  de 
«las  disposiciones  acordadas  el  dia  26.... 
«ha  llegado  à  mi  noticia  que  se  sustraen 
«de  algunos  (coiiventos)  de  ellos  libros, 
«papeles  y  otros  objetos....  entiendo  pre- 
>>ciso  que  V.  E.  se  sirva  proceder  al 
«nombramiento  de  dos  vecinos  de  arrai- 
»go  y  honradez  para  cada  uno  de  los 
»conventos  que  3•a  quemados....  ò.  fin  de 
«que  en  nombre  de  la  autoridad  se  esta- 
«blezcan  en  cada  uno  de  ellos  y  cuiden 
»constantemente  de  la  conservacion  de 
>  cuanto  contengan,  teniendo  íí  su  inme- 
«diata  disposicion  como  ausilio  la  fuerza 
«de  los  piquetes  establecidos.  Tan  luego 
«como  V.  E.  haya  hecho  el  nombramien- 
«to  de  dichas  personas  se  pondrà  de 
«acuerdo  con  el  Gobernador  Militar  de  la 
«Plaza,  quien  darà  las  ordenes  conve- 
«nientes  à  los  puestos  para  que  sean 
«reconocidos  y  protegidos  los  comisiona- 
«dos,  segun  con  esta  misma  fecha  se  lo 
«reclamo.  Dios »  (2). 

El  Ayuntamiento  en  sesión  del  mismc 
dia  28,  «à  las  seis  y  media  de  la  tarde. 
«Habiendose  recibido  un  oficio  del  senor 
«Gobernador  Civil  para  que  se  nombra- 
»sen  Comisionados  para  cuidar  de  los 
«Conventos  de  fecha  de  este  dia  con 
«otras  prevenciones,  Acuerda  Su  Escel." 
»que  se  contesta  q.«  estiín  ya  nombradas 
«las  Comisiones,  y  ademas  un  sefior  Con- 
«cajal  para  los  Conventos  en  que  se  ha 
«considerado  màs  necesario,  a  mas  de 
«otras  disposiciones  que  se  tomaron  des- 
ada el  veinte  y  seis  por  la  mariana»  (3). 

De  donde  resulta  que  hubo  una  comi 
sión  para  cada  convanto,  3'  ademàs  un 
concejal  para  cada  uno  de  algunos  de 
ellos. 

He  aquí  la  lista  de  los  concejales  desti- 
nados  a  los  conventos  en  la  sesión  del  28. 
Para 


(2)  Archivo   municipal. — Expediente   un.    ci- 
tado. 

(5)  .\rchivo  municipal. — Acuerdos,  cit..   folio 

578. 


I.OS    FRAILE3    Y    I, OS    CONVKNIOS    DE    BARCELONA     LCEGO    DESPLES    DEL    INCENDIO 


745 


»San  Agustín ]  ^-  ■Jo-'^q"*"  ^/  ^'^"'^„ 

'  D.  Joaquin  de  Ametller. 

»PP  Carmelitas  |  ^     .    ^  j^^^^.;^  ^^  Llinàs  y  de  Repisso. 

calzados ', 

.Santa  Catalina }  D.  Manuel  Balaguer. 

'.  D.  Matias  de  Casanovas. 

»PP.  de  la  Mision }  S.-- Marq.^  de  Llió. 

»PP  Trinitarios  (  ^  p,^,,,;^^^  ,,e  Gayola. 

calzados ! 

»San  Francisco  de  Asís  .     .     .  .  D.  Buenaventura  de  Sans. 

»La  Merced \  9^  ^^^^^  ^"^"'^f^'^• 

(  D.  José  Martorell. 

.PP.  Carmelitas  |  ^  p^^^^  goler. 

descalzos ' 

»PP.  Minimos ]  D.  Alejo  Baulenas  (1). 


En  estos  días,  como  dije  en  otro  articu- 
lo, los  religiosos  que  tenian  en  Barcelona 
algun  deudo  o  amigo  le  encargaban  la 
salvación  de  los  muebles  de  sus  respecti- 
vas  celdas,  y  la  comisión  del  barrio,  o 
convento,  atendia  a  las  súplicas,  entre- 
gando  al  deputado  por  el  fraile  las  cosas 
de  éste.  Recuérdese  el  arriba  copiado 
memorial  de  Pablo  Nevas,  zapatero  de 
la  calle  de  Tallers,  fecho  en  27  de  julio, 
en  cuya  petición  se  leé:  «Por  tanto  en 
»nombre  de  ellos  (citico  scrvíta?)  suplico 
»que  tenga  V.  la  bondad  de  mandar  al 
»Olïcial  de  la  guardià  del  Convento  de 
»PP.  Servitas  que  deja  (sic,  por  que  dcje) 
«àcar  de  sus  celdas  el  asquipaje  y  ropa 
»propia  de  ellos.  Gracia....  Barna.  27  de 
»Julio  de  1835.— Pablo  Nevas»-.  Así  po- 
drían  recordarse  otros  casos. 

El  Ayuntamiento,  en  el  oficio  de  27  de 
julio  al  crear  las  comisiones  las  había 
facultado,  como  vimos,  para  entregar  a 
los  procuradores  de  los  frailes  los  obje- 
tos  del  uso  particular  de  estos,  ahora  la 
Comisión  a  su  vez,  por  medio  del  siguien- 
te  oficio,  que  va  dirigido  al  Concejal 
del  punto,  autoriza  la  extracción  de  di- 
chos  objetos:  «Sor.  Don  Juan  Perciva 
»— Se  scrvirA  V.  S.  permitir  que  del 
«convento  se  estraigan  los 


»comestibles,  ropa  y  demàs  objetos  de 
»los  Religiosos  que  sean  particulares 
»de  los  mismos,  presentàndose  personas 
»que  estén  encargadas  al  efecto  por 
»dhos.  Religiosos.  —  Dios....  Barcelona 
»28  Julio  1835».  En  el  margen  del  borra- 
dor  se  lee:  «Trinitarios  descalzos,  Ca- 
»puchinos  que  estan  en  la  Ciudadela»  (2). 
El  siguiente  documento  da  testimonio 
de  la  intervencion  de  la  Junta  de  Comer- 
cio en  la  salvación  de  los  objetos  de 
Arte:  «A  las  Comisiones  de  Alcalde  y 
»demàs  comisionados  encargados  de  los 
»conventos.— Barcelona  29  Julio  de  1835. 
»— Por  disposicion  de  esta  Comisión  se 
»servirSn  VV.*  dar  entrada  a  los  SS. 
»D.  FranA"  Rodríguez,  D.  Vicente  Ro- 
ndes y  D.  José  Arrau  profesores  de  Pin- 
»tura  y  D.  Damiàn  Campeny  que  lo  es 
»de  Escultura,  nombrados  por  la  Real 
»Junta  de  Comercio,  y  permitir  que  se 
»encarguen  y  estraigan  de  ese  local  todos 
>  los  objetos  de  pintura,  escultura  y  de- 
>;mAs  de  Bellas  Artés  para  ponerlos  en 


(i)  Archivo  municipal. — Expedientes. — Sec- 
ción  2.* — Expedienie  n."  i  jo. 

(j)  Archivo  municipal.  —  Borrador  que  està 
en  el  citado  cxpedicnte  uo. 


746 


LIBRO    TERCERO. — CAPIVULO    IINDECIMO 


»depósito  en  la  Real  Casa  Lonja  con 
«inventario.— Dios....  Roig  y  Rey»  (1). 

Sucedió  en  esta  revolución  de  julio 
del  35  que  la  fiera  soltada  el  25  se  desbo- 
co, y  luego  siguió  su  camino  de  robo  y 
desorden;  y  entonces,  como  diré  mas 
adelante  en  su  lugar,  el  revolucionario 
Brigadieu  Ayerve,  que  en  la  noche  acia- 
ga  autorizó  con  su  presencia  el  incendio, 
quiso  detenerla,  y  en  20  publico  un  bando 
riguroso  y  amenazador,  y  del  cual  tomo 
las  siguientes  palabras:  «El  sosiego  ha 
»reemplazado  íi  un  lamentable  furor 
■>'>(el  del  25),  y  cesaron  los  motivos  con 
»que  de  nuevo  se  pretendiese  exitarlo. 
»Los  religiosos  de  todos  los  conventos  se 
«hallan  bajo  la  justa  salvaguardia  de  la 
«Autoridad,  y  à  disposicion  del  Gobier- 
»no,  que  les  darà  el  destino  mas  conve- 
»niente:  los  conventos  y  demas  edificios 
»son  propiedades  de  que  no  toca  à  los 
»particulares  disponer 

»Ordeno  y  mando  lo  siguiente:  1.°  Que- 
»da  prohibido  à  toda  persona  sea  de  la 
«clase  que  fuese  el  penetrar  en  el  recinto 
»de  convento  alguno  de  esta  capital,  sin 
«espreso  permiso  de  la  Autoridad  com- 
»petente:  el  que  contraviniera,  aun  cuan- 
»do  no  extrajera  efecto  alguno  de  dichos 
»lugares,  serà  tratadocomo  merece  el  que 
«atenta  contra  la  propiedad  ajena...»  (2). 

Que  urbanos  voluntàries  de  los  retenes 
o  guardias  de  los  conventos  o  favorecían 
o  consentían  los  robos  y  excesos,  resulta 
muy  claro  del  siguiente  oficio  que  el  bien 
intencionado  Ayuntamiento  dirigió  en  29 
de  julio  al  «Senor  Gobernador  militar  in- 
«terino  de  esta  plaza*;  el  cual  reza  así: 
«Para  aliviar  à  los  individuos  de  la  Mili- 
»cia  de  Voluntarios  del  servicio  que 
«todos  estos  dias  estan  prestando  en  va- 
«rias  guardias  de  los  Conventos,  espera 
«este  Ayunt.°  que  se  servirà  V.  S.  dispo- 
»ner  que  se  nombren  estàs  del  Batallen 
»10.°,  relevàndole  de  otro  servicio  menos 


(i)  Archivo  municipal.  —  Expediente  I2(i.  ci- 
tado. 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  51  de  juliíi  de 
1855.  pàgs.  1687  y  1688. 


«necesario,  y  practicàndose  esta  medida 
«ya  desde  hoy.  — Dios...  Gayolà— Soler — 
«Espalter— Ribot»  (3).  Este  batallón  10." 
se  componia  de  cabezas  de  familia  alista- 
dos  forzadamente  por  barrios.  Vulgar- 
mente  se  le  llamaba  de  los  maduros  y 
cabezas  de  familia  (tiiadurs,  caps  de 
casa) .  * 

Las  depredaciones  y  destrucciones  que 
en  estos  dias  sufrieron  los  cenobios  y  sus 
cosas  no  son  para  descritas;  y  como  no 
entra  en  los  limites  de  lo  posible  cono- 
cerlas  todas,  me  concretaré  a  recordar 
algunas.  Lo  que  pasaba  en  San  Francis- 
co  de  Asís  nos  lo  noticio  el  Donado  Don 
Fèlix  Puig  arriba  en  el  articulo  ante- 
rior; donde  no  solo  presencio  el  desorden 
con  la  entrada  allà  de  muchas  gentes, 
el  robo  que  allí  se  había  perpetrado,  el 
temor  y  juicio  del  honrado  guardiàn 
Rigalt,  sinó  que  pudo  harto  apreciar  el 
vil  proceder  de  los  cristinos,  o  sea  urba- 
nos, de  su  guardià,  pues  no  serían  de  otra 
los  cuatro  que  sable  desnudo  en  mano 
querían  matarle. 

Un  sobrino  del  muy  respetable  francis- 
canO;,  Padre  Francisco  Auger,  en  estos 
dias  en  que  la  autoridad  permitió  a  los 
comisionados  de  los  frailes  recoger  las 
cosas  de  estos,  entro  también  en  la  celda 
de  su  tio  y  allí  lo  halló  todo  revuelto.  Los 
cajones  y  los  libros  andaban  barajados 
por  los  suelos,  lo  mismo  que  la  paja  del 
jergón.  No  cabé  duda  que  el  fin  de  sacar- 
la  de  su  tela  no  seria  otro  que  la  busca  de 
dinero.  Entre  los  libros  del  Padre  Auger 
se  contaban  tres  Biblias  de  pergamino 
con  iluminaciones  y  dorados,  las  que,  fe- 
necido  el  fraile,  el  sobrino  las  vendió,  y 
de  su  precio  mandó  celebrar  misas.  Los 
cacos  se  habian  Uevado  el  chocolate  y  el 
tabaco.  Su  ignorància  despreció  las  Bi- 
blias que  sin  duda  valían  mucho  màs  que 
aquellos  objetos,  y  aun  que  el  dinero  que 
pudiera  hallarse  en  la  celda.  Termino  el 
sobrino  su  conversación  conmigo  con 
estàs  palabras:  «En  los  dias  de  la  quema 


(?)     Borrador  que  està  en  el   citado   expediente 


LOS     FRAILES    Y    LOS    CONVEN TOS    DK    BARCELONA    LUEGO    DESPIES    DEL    INCENDIO 


747 


»de  los  conventos  se  robaba  cuanto  se 
«podia»  (1). 

El  aprendiz  descarriado  por  los  revolu- 
cionarios,  tantas  veces  citado  en  el  capi- 
tulo anterior,  me  dijo:  «El  dia  siguiente 
»del  incendio  los  nacionales  custodiaban 
»el  convento,  però  su  vigilància  era  ilu- 
»soria,  pues  abrían  un  ojo  y  cerraban  el 
«otro.  Vo  recuerdo  de  unes  que  sacaron 
»colchones,  que  anduvieron  boyantes 
»una  temporada,  tres  afios  o  cosa  asi, 
»pero  despues  quedaron  miserables  vién- 
»dose  en  esto  la  mano  de  Dios». 

Escribió  el  mu\'  cuerdo  Carmelita  Pa- 
dre  Jaime  Roig:  '<A1  asesinato  y  al  incen- 
»dio  sucedió  el  saqueo.  Los  urbanos  a  la 
»mananita  montaron  la  guardià  pororden 
«superior  en  todos  los  conventos,  y  era 
«cosa  de  ver  como  ellos,  sus  esposas  y  sus 
«hijas,  asi  como  otras  y  otras  mujeres, 
xtodas  provistas  de  canastas,  iban  reco- 
«rriendo  las  cerradas  celdas  que  allana- 
«ban,  llenando  aquellas  de  ropa  blanca  y 
«otros  objetos  que  pudieran  convenirles. 
«El  saqueo  y  devastacion  fueron  comple- 
itos,  y  cometidos  con  todo  descaro  é 
»impunidad,  pues  las  guardias  permitian 
»à  cualesquiera  la  entrada  y  salida»  (2). 

«En  San  Agustín ,  me  con  taba  el  maestro 
«albanil  arriba  citado,  habia  nacionales 
«para  guardarle  durante  estos  quince  dias; 
»y  lo  que  hacían  era  robarlo  todo»  (3). 

Las  siguientes  palabras  son  de  un  tes- 
tigo  mayor  de  toda  excepción,  de  un  mili- 
ciano  de  opinión  progresista:  «El  tercer 
»ó  cuarto  dia  después  del  incendio  fui  con 
«mi  companía,  que  era  la  tercera  del 
«primer  batallon  al  convento  del  Carmen 
«calzado  a  dar  guardià  para  evitar  que 
«se  estropeara  lo  que  ya  estaba  estro- 
«peado.  En  algunos  lugares  habia  que 
«pasar  con  cuidado  para  evitar  el  hundi- 
«miento.   Recuerdo  que   allí   uno  de  los 


(i)     Relación  del  mismo  sobrino  del  nombre   y 
apellido  del  tío.  Barcelona  lo  de  junio  de  i8S^. 

(2)  Opúsculo   inédito.   titulado:    Quince    iúis 
en  Madrid  en  18^2. 

(3)  Relación  citada  de  Rarcelcma  a  jo  de  enero 
de  188?. 


«mismos  milicianos  estaba  mangoneando 
»y  se  apodero  de  un  cortaplumas,  però 
»conozco  que  de  los  mismos  milicianos 
»mangonearon  los  que  quisieron-  (4). 

Del  senor  Don  José  Borrell,  individuo 
que  fué,  como  apunté  arriba,  de  la  comi- 
sión  de  San  Francisco  de  Paula,  me  con- 
to su  hijo  que  al  encargarse  de  este  con 
la  comisión  a  los  dos  dias  del  incendio, 
ya  muchas  cosas  de  las  celdas  habían 
desaparecido  (5) 

No  se  lee  con  paciència  la  siguiente 
relación  que  en  5  de  mayo  de  1884  me 
hizo  el  honrado  Don  Francisco  Macià. 
«Yo,  me  dijo,  cuando  la  de  los  conventos 
»era  miliciano  del  6.°  batallon.  Despues 
«de  haber  ido  con  fuerza  de  mi  dicho 
«batallon  à  recoger  frailes  de  los  conven- 
»tos,  pasamos  à  montar  guardias  en  los 
«mismos  edificios.  Tocóme  a  mi  con 
«cierto  niimero  de  companeros  el  con- 
«vento  de  Trinitarios  descalzos.  Puestos 
«alli  los  milicianos,  ellos,  y  otras  perso- 
«nas  que  entraban  uno  porque  era  parien- 
»te  del  centinela,  otro  por  otra  causa, 
«pasaron  la  noche  del  26  al  27  robando 
«con  el  mayor  descaro.  El  jefe  de  aquella 
«guardià  buscaba  libros,  y  por  medio  de 
»un  ordenanza  los  mandaba  à  su  casa. 
«Estos  llenaban  de  aceite  grandes  cànta- 
«ros,  aquellos  de  vino,  unos  se  apodera- 
»ban  de  las  sàbanas,  otros  de  los  colcho- 
»nes.  Rendido  del  cansancio  del  dia 
«durante  la  noche  puse  en  el  suelo  dos 
«colchones  \'  me  tendi  sobre  ellos.  Vinie- 
«ron  dos  milicianos,  y  me  dijeron:  «Ma- 
»cià,  res  que  quieres  llevarte  estos  col- 
»chones?»  Les  contesté  negativamente;  y 
«entonces,  ellos  agarraron  los  colchones 
»por  un  lado,  y  los  fueron  levantando 
»por  él,  de  modo  que  yo,  medio  dormido, 
»fuí  rodando  por  el  opuesto  hasta  el 
»suelo,  3'^  ellos  cargaron  con  los  col- 
»chones. 


(4)  D.  Francisco  Jubc,  sombreiero  muy  ama- 
ble y  conocido,  alcalde  que  fué  despuOs  de  mi 
barrio.  Barcelona  -|  de  iunio  de  1884. 

(s)  Relación  de  Barcelona  a  jo  de  diciembre 
de  iSSj. 


748 


I.IÚRO    TERCERO.  —  CAPIIL'I.O     U.N'DÉiCIMO 


»Entre  los  milicianos  habia  un  tal 

»hijo  de  un  armero  de  la  calle  del  Conde 
»del  Asalto  ó  sea  Nueva  de  la  Rambla, 
»número  9,  el  cual  hijo  con  un  palo  y  un 
»cuchillo  grande  estiopeó  todo  el  órgano. 
>'Todo  lo  que  le  venia  a  mano,  como  cua- 
>dt•os,  imàgenes  etc,  lo  estropeaba  ó  lo 
«tiraba  ú  la  cisterna.  El  robo  y  el  destrozo 
»fué  terrible  en  los  dichos  Trinitarios. 

»Este  miliciano  hijo  del  armero  se  vis- 
»tió  un  habito  de  fraile,  y  subido  al  tejado 
»fingíase  un  fraile  exhalando  exclama- 
»ciones.  La  gente  de  la  calle  de  San  Pablo 
»corrió  à  dar  aviso  à  la  guardià  del  mis- 
»mo  convento;  subieron  de  elias  algunos 
»al  terrado,  y  se  encontraron  con  el  bro- 
»mazo  de...». 

La  negrura  del  hecho  que  voy  a  relatar 
me  obliga  a  ocultar  los  nombres  de  sus 
actores.  El  dia  26  de  julio  el  fraile  procu- 
rador del  convento  Z  de  Barcelona  llamó 
a  un  empleado  de  la  misma  casa,  que, 
aunque  miliciano,  merecia  toda  la  con- 
fianza  del  fraile.  Este  encargó  al  mili- 
ciano que  fuera  al  convento  para  salvar 
algunas  cantidades,  a  cuyo  fin  le  dió  ins- 
trucciones  3''  las  llaves,  especialmente 
las  de  un  armario  donde  habia  dinero. 
Anadióle  que,  cuidando  él  del  cuito  a 
San  A.,  tenia  en  su  celda  la  corona  de 
plata  de  esta  imagen,  y  así  que  la  reti- 
rase. 

Corrió  el  miliciano  al  convento.  «Vi,  me 
»dijo,  que  la  celda  del  fraile  procurador 
»que  me  enviaba  estaba  intacta  porque 
»la  robustez  de  su  cerraja  habia  resistido 
Ȉ  los  golpes.  Tampoco  habia  sufrido  la 
«dependència  donde  se  hallaba  el  men- 
»tado  armario;  y  así  consideré  salvado  el 
»dinero  y  la  corona  de  San  A.  Hallé  en  el 
»convento  A  los  dos  alcaldes  del  barrio. 
»V'o  como  tenia  la  llave  de  la  celda  del 
«procurador  podia  abrirla,  mas  el  alcalde 
»l.°medijo:  «no,  dejémoslo  para  la  tar- 
»de,»  y  no  entramos  en  ella.  Reconocimos 
»la  dependència  donde  habia  el  consabido 
«armario,  y  no  habia  sufrido  nada.  Me 
«acorapanaban  algunos  trabajadores,  11a- 
«mados  para  salvar  objetos  de  la  casa, 
>pero   en  lugar  de  ocuparse  en  esto  se 


«Jirigieron  hàcia  las  celdas  y  otras  piezas 
«jara  hacer  su  agosto;  y  creo  que  espe- 
»cialmente  se  aprovechó  uno  de  ellos  que 
«habia  sido  carpintero  del  cenobio,  y  que 
»por  consiguiente  conocia  aproximada- 
«mente  donde  estuviesen  los  objetos  de 
«valor. 

«Por  la  tarde  con  los  alcaldes  del  barrio 
»y  los  faquines  dichos  volví  al  convento. 
«Mientras  los  liltimos  estaban  en  la  de- 
«pendencia  dicha  arriba,  yo  fui  por  su 
«merienda,  però  he  aquí  que  al  pasar  por 
«el  corredor  oi  ruido  en  la  celda  del  pro- 
«curadcr.  Llamo  à.  la  puerta,  y  nadie  me 
«contesta.  Repito  el  llamamiento,  y  me 
«abren.  Habia  dentro  el  dicho  carpintero 
«y  los  dos  alcaldes.  Busco  la  corona  de 
«San  A.,  y  no  la  encuentro,  y  sigo  bus- 
«cando  hasta  que  el  alcalde  2°  me  dijo 
«que  él  la  tenia  en  el  sombrero.  Efectiva- 
»mente  la  tenia  allí,  y  dijo  que  la  habia 
«puesto  allí  para  daria  al  Padre  Procura- 
«dor.  No  se  la  dió. 

»Por  la  noche  el  alcalde  1.°  del  barrio 
»me  pidió  las  llaves  de  la  dependència 
«donde  se  hallaba  el  mentado  armario. 
«Resistíme  A  darselas.  Insistió  el  alcalde, 
«y  así  ante  dos  testigos  se  las  entregué. 
«La  maflana  siguiente  cuando  entramos 
«en  aquella  dependència  vi  que  las  ven- 
«tanas  estaban  abiertas,  y  pregunté  al 
«alcalde  1.°  por  quien  las  habia  abierto. 
«Me  contesto  que  yo  las  habría  dejado 
«abiertas  la  noche  anterior.— «No,  no,  le 
«dije,  recuerdo  muy  bien  que  las  cerré». — 
«El  dinero  del  armario  habia  desapare- 
«cido,  quedando  solo  olvidada  en  el  suelo 
«una  pieza  de  oro  de  veinte  pesetas> .  A 
tales  palabras  huelga  todo  comentario. 
jHasta  alcaldes  de  barrio! 

iOh  tiempos!  iOh  revoluciones!  jTodo 
el  mundo  en  ellos  se  creia  con  el  derecho 
de  matar  frailes  y  apropiarse  sus  cosas, 
y  ninguna  autoridad  en  el  deber  de  cas- 
tigar semejantes  excesos!  En  tales  cir- 
cunstancias  el  aspecto  del  interior  de  los 
claustros  habia  cambiado  en  modo  espan- 
table.  Dos  días  antesrecreaban  el  espíritu 
del  visitante  cristiano  la  pulcridad  severa 
y  sòbria  de  sus  corredores,  celdas  }•  de- 


LOS     FRAILES     Y    LOS    i;ONVENTOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPLES    DEL    INCENDIO 


749 


pendencias,  todo  blanqueado  y  limpio;  el 
orden  de  todas  las  cosas  y  los  reglados 
actos  de  la  comunidad;  el  silencio  impe- 
rante  por  doquiera;  la  piedad  brotando 
aquí  y  allí  por  numerosas  imagenes  y 
ascéticas  inscripciones;  el  buen  gusto  de 
los  numerosos  cuadros  y  lienzos  y  el  per- 
fuma de  santidad  y  paz  que  sahumaba 
todos  los  fíngulos  de  la  casa.  Dos  días 
después,  en  lugar  del  pacato  portero,  des- 
carados  milicianos;  en  lugar  de  pulcritud, 
suciedad  callejera;  en  lugar  de  orden, 
completa  confusión  de  pilletes  y  mujero- 
tas  duefios  de  la  clausura;  en  lugar  de 
silencio,  blasfemias  y  maldiciones;  en  lu- 
gar de  piedad,  guerra  contra  lo  santó  y 
profanación  de  imagenes  y  lienzos;  en 
lugar  de  arte,  destrucción  de  bibliotecas, 
archivos,  obras  de  mérito  y  antigüedades; 
en  lugar  de  perfume  de  santidad,  olor  de 
inlierno;  en  una  palabra,  antes  Dios,  des- 
pués Belial.  Quien  haya  observado  un 
cenobio  bien  rnontado,  y  haya  visto  luego 
una  revolución,  comprenderà  la  verdad 
de  mis  palabras. 

La  Comisión  del  Ayuntamiento  que 
entendía  en  el  asunto  de  los  conventos 
en  30  de  julio  pasó  un  oficio  al  Gober- 
nador  militar  interino  diciéndole  que, 
tapiandose  como  se  tapiaban  los  conven- 
tos de  Santa  Catalina,  San  Agustín,  San 
Francisco  de  Paula,  el  Buen  Suceso,  el 
Carmen  y  San  Francisco  de  Asis,  podia 
retirar  las  guardias  de  ellos,  quedando 
encargados  de  su  vigilància  los  alcaldes 
de  barrio  auxiliados  de  paisanos  (1).  Mas 
no  por  esto  se  logró  cortar  por  completo 
los  robos  y  depredaciones. 

Temiendo  por  su  valioso  archivo,  el  Su- 
perior de  San  Pablo  acude  al  Gobernador 
Civil  y  le  dice  lo  siguiente,  que  éste  tras- 
lada  al  Ayuntamiento  en  oficio  del  29  de 
julio: 

«Exmo.  S."'"— El  Prior  y  abad  electo  del 
vR.'  colegio  de  S."  Pablo  me  oficia  mani- 
»festando  que  su  archivo  no  presenta  toda 


(i)     Archivo  municipal. — Expediente   120.   ci- 
lado.  donde  hay  el  borrador  del  oficio  dicho. 


»la  seguridad  necesaria,  y  así  que  con- 
>A'endria  trasladar  los  documentos  que 
«contiene  al  de  la  Corona  de  Aragón  como 
»se  hizo  en  otra  època  y  por  iguales  cir- 
»cunstancías  a  las  presentes.  En  su  vista 
»he  dispuesto  que  el  Archivo  de  la  corona 
»de  Aragón  los  reciba  como  en  Deposito 
':'Por  ahora,  y  espero  que  V.  E.  dispondrà 
»que  el  Alcalde  de  Barrio  ú  otro  comisio- 
'>nado  no  embarace,  antes  bien  proteja  el 
»traspaso  de  documentos  tan  dignos  de 
»conservarse»  (2). 

Y  no  dudo  que  se  efectuo  el  traslado, 
ya  que  en  dicho  Archivo  de  la  Corona  de 
Aragón  he  podido  detenidamente  estu- 
diar los  de  la  Presidència  y  gobierno  de 
toda  la  Congregación  benedictina  claus- 
tral, de  los  cuales  consta  que  antes  del 
incendio  se  guardaban  en  San  Pablo, 
donde  residia  dicho  gobierno.  Allí,  en  el 
Archivo  de  Aragón,  vi  y  registre  los  le- 
gajos  de  oficiós  que  mediaban  entre  los 
monasterios  y  su  gobierno  superior  cen- 
tral llamado  la  Presidència,  las  actas  de 
capítulos,  y  sobre  todo  los  hermosísimos 
voliimenes  de  Rcsoluctoites  del  Sagrado 
Definí torio,  en  mis  pobi  es  libros  tantas 
veces  citados. 

Arriba  en  el  articulo  décimo  sexto  del 
capitulo  próximo  anterior  va  copiado  el 
oficio  por  el  que  el  Padre  General  de  los 
Escolapios  pide  que  no  se  inventarien  ni 
recojan  las  cosas  de  la  casa;  }'  realmente 
no  se  procediu  ni  al  inventario,  ni  mucho 
menos  a  recoger  los  objetos,  pues  en  la 
misma  lista  de  las  comisiones  de  barrio  o 
deconventoal  pie  de  la  de  las  Escuelas 
Pías  se  lee:  "Nada  hicieron». 

Del  Archivo  municipal  copié  arriba: 
<E1  31  de  julio  se  ha  presentado  el  alcalde 
»del  Barrio  4.°  Cuartel  4.°...  y  .se  le  ha 
«facultado  por  la  comisión»  (del  Ayunta- 
miento) «para  que  en  union  con  los  síndi- 
>>cos  del  mismo»  (conveiito  de  Capnchi- 
iio?j  «procedan  a  vender  todos  los  comes- 
»tibles,  igualmente  que  los  dos  mulos  que 


(j)     Archivo   municipal. — Expediente  número 
JO.  cilado. 


750 


I.IBRO    TliRCIiRO.  —  CAPITULO    UNDECIMO 


»existen  en  él,  y  entreguen  lo  que  resulte 
»en  metàlico  à  esta  comision»  (1).  Mas  la 
venta  de  los  mules  no  se  realizó,  y  sin 
duda  tampoco  la  de  los  comestibles,  a  lo 
menos  totalmente,  pues  quedaton  los 
sufïcientes  para  cuerpo  de  delito  de  un 
saqueo  que  se  perpetro  en  18  de  ag•osto 
y  para  entregar  algunos  a  la  Casa  de 
Caridad,  según  diré  muy  luego. 

Mas  aunque  el  orden  cronológico,  o 
sea  las  fechas,  me  han  obligado  a  este 
parèntesis  de  lo  de  San  Pablo,  las  Escue- 
las  Pías  y  los  comestibles  de  Capuchinos, 
debò  continuar  la  narración  de  robos  }' 
destrucciones  cometidos  en  los  conven- 
tos.  No  sé  fijamente  en  qué  dia  de  1835, 
probablemente  en  agosto  o  septiembre,  el 
monaguillo  mayor  de  la  parròquia  de 
San  Jaime,  establecida  entonces  en  el 
convento  de  monjas  de  Santa  Clara,  fué 
por  encargo  de  su  púrroco  Don  José  Feu 
a  recoger  objetos  del  cuito  del  de  Capu- 
chinos. El  Vicario  General  había  comi- 
sionado  a  Feu  para  salvar  de  dicho  con- 
vento de  Capuchinos  lo  que  pudiera.  El 
monaguillo  salvo  algunas  casullas  de 
las  que  encontró  en  la  enfermería,  y  sal- 
vo también  la  imagen  de  la  Divina  Pas- 
tora, que  después  todos  veneramos  en 
una  capilla  lateral  del  San  Jaime  de  la 
calle  de  Fernando  VII.  Esta  imagen  for- 
maba  un  grupo  de  muchas  figuras  de  las 
que  la  principal  representaba  a  la  Virgen 
y  otras  un  lobo  y  varias  ovejas.  La  del 
lobo  habia  sido  robada.  Se  comprende: 
iafectos  de  família!  La  Virgen  3-  las  ove- 
jas no  eran  estimadas.  Però  no  està  aquí 
el  caso:  mientras  el  monaguillo,  después 
edificante  sacerdote,  de  nombre  Don  José 
Roure,  acomodaba  sobre  unas  andas  la 
grande  imagen  y  la  llevaba,  vió  gentes 
que  aligeraban  de  provisiones  de  boca  el 
almacén  que  de  ellas  tenia  el  convento. 
Uno  llevaba  una  lonja  de  tocino,  otro  un 
càntaro  de  vino,  y  asi  otros  (2). 

(i)  Archivo  municipal.  —  Expediente  ijii.  ci- 
tado. 

(->)     Me  lo  dijo  en  Barcelona  a   ^   de   marzo  de 


I  A  estos  robos  sin  duda  se  referirà  el 
i  sefior  Gobernador  cuando  en  oficio  de  18 
de  agosto  se  dirigió  a  la  comision  del 
municipio  diciéndole:  «Conviene  sobre- 
»manera  que  V.  S.  S.  luego  se  personen 
»ó  llamen  al  alcalde  de  barrio  de  los 
»Capuchinos  para  que  seaverigue  y  con- 
»tenga  la  dilapidacion  de  que  tengo  noti- 
»cia  se  està  haciendo  actualm.t^  allí.  Y  | 
»si  V.  S.  S.  necesitan  de  mi  apoyo  ó  1 
»del  del  Exmo.  Ayuntam."  se  serviran 
>4mpetrarlo  à  los  fines  indicados.— José 
«Melchor  Prat»  (3). 

El  Gobernador  civil,  deseoso  sin  duda 
de  aprovechar  los  comestibles  de  los  con- 
ventós,  ganoso  de  hurtarios  al  saqueo  y 
aleccionado  por  el  robo  de  arriba,  en  19 
de  agosto  dijo  al  Ayuntamiento:  «A  fin 
»de  socórrer  las  necesidadesurgentísimas 
»de  los  pobres  recogidos  en  la  Casa  de 
»Carídad,  espero  q.'=  V.  E.  disponga  se 
»entreguen  à  su  Junta  los  comestibles, 
»carbon,  lena,  paja  y  algunos  enseres 
»como  Servicio  de  cocina,  etc,  que  han 
»permanecido  útiles  despues  de  los  desas- 
»trosos  sucesos  del  25  y  26  en  los  conven- 
»tos  que  estan  à  cargo  de  las  Comisiones 
»de  los  barríos,  y  asimismo  unos  pocos 
»gergones,  colchones  y  sàbanas  que 
»parece  haber  en  el  de  Caputchinos  A  fin 
»de  destinarlos  al  Servicio  de  algunos 
»viejos,  achacososy  desamparadosRegu- 
»lares  que  han  de  recogerse  en  la  mis- 
»ma  Casa  de  Caridad,  todo  mediante  las 
»debidas  formalidades  de  asiento  y  valo- 
»racion  que  con  asistencía  del  Comisio- 
»nado  de  V.  E.  mandarà  hacer  la  citada 
»Junta  A  fin  de  que  sirva  despues  de  cré- 
»dito  à  la  R.'  Hacienda. 

»A1  propio  obgeto  podria  V.  E.  servirse 
»disporier  igualmente  que  consecuente  à 
»mi  oficio  de  Ib  en  que  propuse  se  envia- 
»sen  à  la  Casa  de  Caridad  las  verduras 
»que  consumían  los  Regulares  que  no 
»existen,  se  pusiere  A  disposicion  de  la 
»Junta  los  huertos  no  arrendados  para 
»que  la  mencionada  Casa  de  beneficència 


(^)     .•\rchi\o   municipal. — Expcdiente    120,  ci- 
tado. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENIOS    DE    BARCELONA    LLEGO    DESPLES    DEL    INCENDIO 


751 


»pueda  aprovecharse  de  sus  produclos 
»porvía  interina  hasta  nueva  determina- 
»cion.— Dios...  Barcelona  19  agosto  de 
»1835.  —  E.  G.  C  I.  — José  Melchor 
»Prat»  (1). 

El  Ayuntamiento  accedió  a  lo  indicado 
por  el  Gobernador,  pues  el  alcalde  del 
barrio  4."  cuarlel  4•"  en  29  de  agosto  tras- 
lada  al  Ayuntamiento  la  prolija  y  nume- 
rosa  lista  de  los  objetos  de  Capuchinos 
dados  a  la  Casa  de  Caridad,  tan  minucio- 
sa que  en  ella  hasta  se  resenan  las  suelas 
de  calzado  y  aun  un  fragmento  de  piel  de 
de  ellas.  Por  esto  en  la  siguiente  copia  me 
limitaré  a  los  objetos  de  alguna  impor- 
tància, omitiendo  los  demi'is.  Dice:  «Col- 
»chones  36.  Almoadas  con  lana  29.  SAba- 
»nas  30.  Panos  de  manos  101.  Servilletas 
»261.  Manteles  16.  Toallas  33.  Mantas  de 
»lana  58.  Hàbitos  36.  Dozenas  de  tablas 
»de  madera  23.  Carros  con  sus  arreos  2. 
»Mulos  con  sus  atavios  correspondientes 
»2.  Piezas  de  cuerdas  de  canamo  5.  Cua- 
»dros  pintados  al  óleo,  algunos  con  su 
»marco  correspondiente  18.  Crucifijo 
»grande  1.  Docenas  de  platós  blancos  14. 
«Docenas  de  platós  negros  25.  Carreta- 
»das  de  lefla  de  encina  }■  roble  38.  Quin- 
»tales  de  paja  58.  Fanegas  de  sal  12. 
»Quintales  de  algarrobas  21.  Cuartales 
»de  aceite  52  Va»  Y  anade  el  oficio  «las 
ícosas  sagradas  y  demàs  pertenecientes 
»al  cuito  Sagrado  hizo  la  entrega  el 
»iM.  I.  S.  Alcalde  Mayor  de  este  Cuartel 
>;en  presencia  del  Escmo.  Lafon  a  la 
«parroquial  Iglesia  de  San  Jaime>.  (2). 

iOh!,  iy  cómo  de  los  documentos  brota 
la  verdad  de  los  asertos  de  mi  obra  ante- 
rior afirmando  la  buena  observancia  de 
los  capuchinos!  En  una  comunidad  de 
màs  de  60  frailes  no  se  hallan  màs  col- 
chones,  sàbanas  y  toallas  que  las  de  la 
enfermería,  prueba  evidente  de  que  la 
comunidad  no  las  usaba.  Abundan  las 
docenas  de  tablas  porque  los  capuchinos 


(0  Archivo  municipal. — Expedientc  129,  ci- 
uido. 

(j)  Archivo  municipal.  —  Expedicnle  uo.  ci- 
ladii. 


dormían  sobre  duras  maderas.  Y  abun- 
dan también  las  provisiones  de  boca  por- 
que viven  de  limosna,  principalmente  en 
espècie,  }■  no  en  dinero. 

Tampoco  sé  fijamente  el  dia  y  mes  del 
siguiente  hecho  que  se  me  dijo  así:  «Des- 
»pues  del  incendio  de  los  conventos  un 
»dia  fui  À  Santa  Catalina,  donde  un  bata- 
»llon  de  milícia  tenia  su  principal.  Allí 
»vi  las  magníficas  pàginas  de  pergamino 
xde  los  libros  del  coro  andar  descosidas 
»por  el  suelo.  Eran  paginas  muy  grandes, 
»como  que  cogían  todo  el  pellejo  de  una 
>'bestia.  Hubo  allí  miliciano  que  cuando 
»estaba  de  guardià  se  ocupaba  en  llevar 
ïà  su  casa  espuertas  de  escombros  de  la 
>4glesia  para  aprovechar  el  oro  de  las 
«cenizas  de  los  altares.  Vi  abierta  la  es- 
«calera  que  bajaba  del  pavimento  del 
»templo  a  las  tumbas.  Se  me  brindo  à  que 
»bajase,  però  no  acepté,  y  antes  al  con 
»trario  disgustado  me  largué  de  aquel 
»triste  lugar»  (3  . 

He  aquí  otros  documentos  de  incontras- 
table  elocuencia.  El  oficio  del  Ayunta- 
miento pasado  al  Gobernador  militar 
interino  de  la  plaza  en  3  de  agosto  de  1835 
dice  así: 

«Si  no  hay  la  debida  vigilància  en  las 
»guardias  son  poco  menos  que  iniitiles 
»todas  cuantas  medidas  de  conservacion 
»esta  tomando  este  Cuerpo  Municipal  en 
»los  conventos  de  esta  capital,  }■  se  hara 
«interminable  el  escandaloso  robo. 

»Se  ha  tenido  noticia  de  que  esta  noche 
»ha  penetrado  gente  en  el  Convento  de 
»San  Francisco  de  Asis,  hallandose  à 
«faltar  varios  efectos  y  aun  se  supone 
»que  se  ha  visto  alguna  lancha  acercarse 
»a  la  muralla  en  actitud  de  recoger 
«algunos. 

»Espera,  pues,  este  Ayuntamiento  que 
»V.  S.  se  servirà  dar  desde  luego  las 
«ordenes  mas  terminantes  3*  fuertes  para 
«que  no  continuen  estos  excesos  que 
»podrían  dar  lugar  a  otros  mayores  y 
«acaso  à  nuevos  incendios  ya  sea  para  la 

(?)  Rclación  de  D.  Raraón  Nivcia.  Barcelona 
31  de  mar/o  de  1882. 


752 


LIBRO    TF.RCERO.  —  CAPITULO    UNDECIMO 


»debida  vigilància  en  todo  el  punto  de 
«Atarazanas  pues  algunos  entran  por 
»una  cloaca,  deshaciendo  la  pared  con 
»que  se  ha  tapado  ya  tres  veces,  3'a  sea 
»por  medio  de  una  guardià  en  la  muralla 
»que  observe  esteriormente  aquel  vasto 
»edificio  y  sus  alrededores.  Dios...  Llió 
—Lapeira—Espalter— Ribot»  (1). 

Otro  documento,  este  de  10  del  mismo 
agosto:  «El  infrascrito  otro  de  los  comi- 
»sionados  por  V.  E.  A  fin  de  resguardar 
»los  efectos  que  se  hallan  en  el  convento 
»de  San  Fran.*:»  de  Asis  participa  al 
«Exmo.  Ayuntamiento  que  a  tenor  del 
»aviso  se  le  ha  pasado  por  D."  José  Mas, 
»Arquitecto  de  V.  E.  de  que  se  robaban 
»dichos  efectos,  se  ha  conferido  à  Ins  11 
»de  la  manana  del  dia  de  hoy  en  el  indi- 
»cado  convento,  y  ha  hallado  que  habian 
»forzado  la  Puerta  de  la  Sacristía,  é  intro- 
»ducídose  en  la  Iglesia,  depojado  las 
»Imagenes  del  Altar  del  Nacimiento 
«robadas  las  Alajas  de  este,  y  asi  mismo 
»de  alguna  otra  capilla:  Y  habiendo 
»hecho  un  registro  por  todo  el  convento 
»para  ver  por  donde  se  habian  introduci- 
«do  los  Ladrones,  al  dirigirse  al  refecto- 
»rio  y  cocina  ha  visto  dos  al  parecer 
»Marineros  que  se  retiraban  hacia  dicha 
^cocina,  apoyado  el  infro.  del  Sereno,  un 
«Mancebo  Albaflil  del  S-O""  Mas  y  otro 
»vecino  se  han  puesto  en  persecucion  de 
>'los  malhechores,  creyendo  poder  asegu- 
»rarlos  en  la  cocina  citada,  però  han 
»visto  con  sorpresa  que  se  habian  evadi- 
»do  por  una  nueva  cloaca  en  la  que  ape- 
»nas  puede  introducirseunHombre  situa- 
»da  en  la  pròpia  cocina;  Y  tambien  ha 
>;observado  en  la  misma  que  tres  oUas 
*grandisimas  de  cobre  estaban  arranca- 
>das  del  lugar  donde  eran  clavadas:  Y 
»considerando  como  considera  ser  impo- 
ssible el  que  en  dho.  punto  pueda  estar 
»segura  cosa  alguna,  espera  que  V.  E. 
»se  servirà  acordar  que  el  S.°''  Regidor 
»que  entiende  de  esta  comision,  pase  al 
«convento,  y  determine  el  modo  y  lugar 


(1)     Archivo   municipal. — Expedicnte    un,  ci- 
tado. 


«donde  se  debe  asegurar  lo  que  resta,  ó 
«bien  disponer  lo  que  V.  E.  estime  mAs 
«oportuno. 

>Barna.  10  Agosto  de  1835— }aime  Ri- 
»galt»  (2). 

El  mismo  dia  10  la  comision  municipal 
denuncia  al  Gobernador  Ayerve  la  noti- 
cia del  parte  anterior  de  Rigalt,  y  le  dice 
que  «un  hecho  como  este  en  plena  luz  no 
«puede  verificarse  con  la  devida  vigilan- 
»cia  en  la  muralla  y  atarazanas--  (3). 

Ayerve  contesta  el  dia  siguiente  que 
«nada  queda  por  hacer  por  mi  parte»,  y 
que  la  culpa  està  en  no  haber  reconocido 
bien  las  cloacas,  y  no  haberlas  conve- 
nientemente  tapiado  (4). 

Sigue  otro  documento:  «La  Comision 
»del  barrio  l.°cuartel  5."  compuesta  del 
«Alcalde  y  tres  vecinos  del  mismo,  en 
«contestacion  al  oficio  de  V.  E.  de  fecha 
«27  Julio  ultimo  comunicado  en  el  dia  de 
«ayer  dice:  que  en  Julio  de  este  ano  fué 
>.'nombrada  esta  comision  para  operar 
«cuanto  contiene  el  referido  oficio,  cuyas 
xinslrucciones  recibió  la  misma  de  V.  E. 
«verbalmente,  el  alcalde  en  companía  de 
«un  individuo  de  la  comision  que  para  el 
»objeto  pasaron  à  las  Casas  Consistoria- 
«les;  las  que  quedaron  efectuadas  entre- 
«gando  à  debido  tiempo  la  ropaymue- 
«bles  particulares  de  los  religiosos  de 
»S.'^  Mònica  a  los  sugetos  q.'^  se  presen- 
«taron  autorizados  de  los  mismos,  las 
«alhajas  vasos  sagrados  y  ornamentes 
«para  el  cuito  religioso  se  entregó  al 
«S.<"'  Cura  Parroco  de  la  Igl.»  Parroquial 
«del  Pino,  como  à  persona  designada  de 
>.lo3  S.'''=5  Gobernadores  del  obispado. 

«Despues  de  practicadas  estàs  diligen- 
«cias  en  30  del  pp.'^°,  el  31  del  mismo 
«algunos  mal  intencionados  arrancaren 
»las  cerraduras  de  las  puertas  interiores 
»y  esteriores,  y  se  llevaron  de  dho.  con- 


(2)  Archivo  municipal.  —  E.xpediente  129,  ci- 
tado. 

(5)  Archivo  municipal.  —  Expediente  129,  ci- 
tado. 

(4)  Archivo  municipal. — Expediente  129,  ci- 
tado. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS     DE    EARCELONA    LUEOO    DESPfES    DEL    INCENDIO 


753 


«vento  muebles  y  frioleras  sin  embargo 
>'de  estar  allí  la  guardià  la  que  fué  pre- 
»guntada  por  la  misma  comision  sobre  lo 
»referido,  y  contestaron  los  individuos 
>;de  que  se  componia  que  nada  sabian  y 
»q.<=  nada  habian  visto,  de  cuya  ocurren- 
»cia  esta  comision  dió  parte  al  S."""  Alcal- 
»de  mayor  del  cuartel,  disponiendo  esta 
»que  se  tapiase  inmediatamente,  efecti- 
»vamente  se  cumplió  esta  disposicion  y 
»sin  embargo  esta  comision  ha  vuelto  a 
»ver  que  alguno  habriendose  paso  derri- 
»bando  parte  de  las  puertas  tapiadas  se 
»ha  introducido  dentro  del  convento  co- 
»nociendose  se  volvió  a  saquear. 

»Esta  comision  espera  q.^^  atendiendo 
>'V.  E.  que  ninguna  dilig/'  han  de  practi- 
»car  para  dho.  convé. '",  dispondra  V.  E. 
»à  donde  pasaràn  las  llaves  para  hacer 
»entrega  de  ellas,  quedando  no  obstante 
»dispuestos  para  el  cump.'°  de  las  demas 
»disposiciones  de  V.  E.  Dios....  Barcelo- 
»na  28  Ag.t°  de  1835. —José  Junyent 
»y  Robiralta  Alcalde.  —  Ramon  Sola. — 
»Agustin  Mas. — Juan  Alsina. —E.Kmo. 
»Ay.'°  de  Barna.»  (1). 

En  21  de  septiembre  siguiente  la  comi- 
sion municipal,*  o  sea  de  individuos  del 
A3•untamiento,  de  salvamento  de  los  ob- 
jetos  de  los  conventos,  dijo  al  sefior  Go- 
bernador  Civil  lo  que  copio  a  seguida: 

«Sr.  Gobernador  civil  de  esta  Pro- 
»vincia.— Barcelona  21  de  Setiembre  de 
»1835.— Esta  Comision  a  quien  confio  el 
»Esmo.  Ayuntam.'°  el  cargo  de  salvar  los 
»efectos  de  los  Conventos  sabé  con  el 
»mayor  dolor  que  estos  dias  ha  continua- 
»do  la  devastacion  en  la  Iglesia,  Claus- 
»tros  y  Conventos  de  S.  Francisco  de 
»Asis.  Se  han  destrozado  làpidas,  imàge- 
»nes,  tabiques,  puertas,  rejas,  armarios, 
»faroles,  urnas  sepulcrales  esparciendo 
»los  huesos  y  todo  cuanto  ha  ofrecido 
»objeto  de  destruccion,  con  evidentes 
«indicios  de  que  ira  prosif^uiendo  esta 
«bàrbara  operacion  hasta  que  las  sillas 
»de  coro,  las  tribunas,   los   adornos  de 


(i)     .Xrchivn   municipal.  — i^xpcdientc    uo.  ci- 
tado. 


«arquitectura  y  todo  lo  que  llame  la 
«atencion  desaparezca  enteramente  aca- 
»so  esta  noche  ó  manana. 

«La  Comision  se  dirigió  desde  el  prin- 
»cipio  varias  veces  al  Sr.  Gobernador  de 
«la  Plaza  paraque  las  guardias  de  Ata- 
«razanas  y  una  que  hubiese  en  la  mura- 
»lla  vigilasen  esteriormente  el  edificio. 
«Tambien  se  lo  repite  hoy  y  así  mismo 
»que  dé  órden  paraque  vigile  la  guardià 
«interior  bajo  toda  responsabilidad;  però 
«quedando  en  la  Iglesia  el  altar  mayor, 
«las  tribunas  y  pocos  objetos  movibles, 
«acaso  podria  convenir  la  colocacion 
«en  ella  de  la  guardià  destabicando  la 
>>puerta,  para  impedir  las  incursiones  que 
«se  verifican  en  ella  furtivamente. 

«Existen  igualmente  unos  hermosos 
«armarios  en  la  Sacristia,  que  podrían 
«sacarse  si  la  Comision  del  Barrio  pudie- 
»se  hacer  este  gasto,  y  de  los  que  se  han 
ïquitado  ya  algunos  cajones. 

»Esta  Comision  se  dirije  à  V.  S.  con  la 
«esperanza  de  que  se  servirà  disponer  lo 
«mas  oportuno  para  salvar  con  la  premu- 
»ra  que  exige  el  caso  estos  restos  de  las 
»artes  en  aquel  antiguo  edificio. 

«Dios »(2). 

La  misma  Comision  del  Ayuntamiento, 
el  propio  dia  21,  dirigió  su  oficio  al  Go- 
bernador militar,  en  súplica  de  que  en  el 
mismo  dia  dé  terminante  orden  para  que 
las  guardias  del  Convento,  de  Ataraza- 
nas  y  de  la  Muralla  ejerzan  gran  vigi- 
lància (3). 

Sin  que  se  acabarà  el  dia  21,  el  Gober- 
nador militar  interino,  Barón  de  Biure, 
contesta  que  ha  dado  las  ordenes  oportu- 
nas  para  la  vigilància  interior  y  exterior 
del  Convento,  y  que  hasta  ha  puesto  un 
centinela  que  vigile  la  entrada  de  las 
cloacas.  «Però  debò  manifestar,  anade, 
»;\  esa  Comision  que  si  en  el  modo  de 
»tapiar  dichas  cloacas  no  se  cuida  se  ve- 
«rifique  con  toda  aquella  solidez  que  se 

(j)  .\rchivo  municipal.  —  Expedicnte  ijg,  ci- 
tado. 

(í)  .\i-chivi-)  municipal. — Hxpcdiente  uo.  ci- 
tado. 


754 


I.IHRO     lERCERO. — CAPITULO    CNDl-CIMO 


>n•equiere,  quedaremos,  sin  embargo  de 
>.todas  las  piecauciones  en  la  misma 
»esposicion»  (1). 

Leemos  en  el  acta  de  la  sesión  del 
Ayuntamiento  del  29  de  septiembre:  «In- 
»dicóse  que  à  pesar  de  las  repetidas  recla- 
»maciones  hechas  al  Sor.  Gobernador 
»militar  por  parte  de  la  Comision  encar- 
»gada  de  salvar  los  efectes  de  los  Con- 
»ventos,  y  que  el  Sor.  Gober.^""^  Civil 
»dijo  haber  verificado  él  mismo  con  res- 
»pecto  à  los  repetidos  escesos  cometidos 
»en  el  convento  de  S.  F"ran.<^°  de  Asis,  se 
»acaba  de  dar  parte  de  que  se  extraen 
»las  tejas  de  él;  y  el  Escmo.  Ayuntam.>° 

»Acuerda  en  suvirtud  que  el  S.""  Decano 
»se  vea  con  el  Comi.''°  P."'  de  Adminis." 
»y  recaudacion  de  Monasterios  y  Con- 
»ventos  D.  Jayme  Domínguez,  para  que 
»haga  desde  luego  tabicar  todas  las  en- 
xtradas  escepto  el  claustro  y  huerto 
»destinados  para  ejercicio  y  maniobras 
»de  los  Urbanos»  (2). 

Mas  dejemos  ya  al  convento  francisco, 
y  volvamos  nuestra  mirada  a  la  genera- 
lidad  de  los  cenobios.  El  Gobernador 
civil,  con  fecha  del  18  de  agosto  de  1835, 
dirige  al  Ayuntamiento  de  Barcelona,  y 
por  ser  circular  se  puede  pensar  que 
también  a  los  demàs,  una  circular  en  la 
que  se  lee  lo  siguiente: 

«A  fin  de  poner  à  cubierto  de  todo 
»fraude  y  dilapidacion  los  muebles  y 
;)efectos  contenidos  en  los  Conventos  y 
»Monasterios  evacuados  de  esta  pobla- 
»cion  y  su  termino  con  arreglo  a  las 
»instrucciones  del  Gobierno  de  S.  M.  y 
»de  la  junta  auxiliar  consultiva,  he  dis- 
»puesto  nombre  desde  luego  esa  Corpo- 
»racion  un  sujeto  idóneo,  patriota  de  co- 
snocida  probidad  y  arraigo  para  cada 
»uno  de  los  citados  edificios  con  el  fin 
»de  q.'^  bajo  la  mas  estrecha  responsabi- 
»lidad  y  en  union  de  la  misma  se  proceda 


(i)  Archivo  municipal. — Expediente  120,  ei 
tado. 

(2)  Archivo  municipal.  —  Aciieidos,  citados 
fúl.  791. 


»sin  perdida  de  tiempo  à  la  formacion  de 
»un  inventario  escrupuloso  de  todas  las 
vexistencias  de  efectos  de  los  espresados 
vConventos,  del  que  me  remitirà  V.  E. 
»copia  certificada,  asi  como  noticia  del 
»sugeto  ó  sugetos  elegidos  para  mi  apro- 
»bacion,  cuidando  de  poner  aquellos  à 
»buen  recaudo  dentro  del  mismo  edificio, 
»ó  fuera  de  él  si  no  ofreciera  bastante 
»seguridad  emparedando  al  intento  cuan- 
»tas  puertas  y  ventanas  puedan  facilitar 
»su  acceso. 

»Del  mismo  modo  cuidara  dicho  Suge- 
>.to  de  evitar  en  union  con  esa  Corpora- 
ïcion  y  por  todos  los  medios  que  estén 
»en  el  circulo  de  sus  atribuciones  el  dete- 
>  rioro  3-  monopolio  de  los  demàs  bienes 
»asi  rústicos  como  urbanos  que  fueron 
»de  pertenencia  de  los  citados  conventos, 
»reclamando  al  efecto,  si  necesario  fuere, 
»el  ausilio  de  la  fuerza  armada,  dirigien- 
»do  a  este  gobierno  una  relacion  de  los 
«citados  bienes  con  nota  de  los  actuales 
»arrendatarios,  colonos  ó  inquilinos  y 
»precio  anual  en  que  ultimamente  los 
»tenian  cedidos.  El  producto  de  los  refe- 
»ridos  bienes  cuidara  V.  E.  y  dicho  suge- 
»to  de  recogerlo  remitieiidolo  todo  inme- 
»diatamente  à  las  ordenes  del  Caballero 
»Intendente  dandome  aviso  al  tiempo  de 
íhacerlo  y  lleva ndo  de  todas  las  entradas 
»\'  salidas  de  caudales  la  debida  }•  mas 
»exacta  cuenta  }'  razon  en  un  libro  folea- 
»do  y  rubricado  por  ese  Regidor  Decano 
»u  otro  Sor.  Concejal  para  poder  ser 
«consultado  en  todo  tiempo. 

»E1  sugeto  que  nombre  ese  Cuerpo  po- 
»lítico  en  conformidad  de  lo  que  queda 
»prevenido  deberà  obrar  con  la  calidad 
»de  Fiscal  ó  interventor  y  en  tal  concepto 
»ejercerà  la  mas  escrupulosa  vigilància 
>^y  detenida  investigacion  para  descubrir 
»el  paradero  de  toda  clase  de  efectos, 
»caudales...  que  pertenecientes  à  regula- 
»res  puedan  existir  escondidos. 

>Iguales  noticias  deberà  V.  E.  remitir 
»al  Sor.  Intendente  del  Principado  como 
»otra  de  las  autoridades  A  quienes  està 
«cometido  el  conocimiento  de  este  asunto. 

»De  quedar  enterado  3^  del  recibo  de  la 


LOS     l-RAIl-ES    Y    LOS    CONVEN  l'OS    DE    IIARCELOXA    LCEGO    DESPUES    DEL    INCENDIO 


755 


>:presente  me  darà  V.  E.  el  competente 
«aviso. 

»Dios....— Barcelona  18  agosto  de  1S35. 
»— E.  G.  C.  I. -José  Melchor  Prat.— Al 
»Exmo.  Ayunt.  de  esta  Ciudad»  (1). 

Inútilmente  al  A3•untamiento  de  Barce- 
lona se  pasaba  esta  circular,  pues,  llevado 
de  su  buen  sentir,  habia  ya  nombrado  las 
mentadas  comisiones,  que  bajo  la  direc- 
ción  de  la  celosa  de  su  seno,  que  presidia 
el  honrado  Don  Ramon  Roig  y  Rey, 
procuraban  salvar  cuanto  podían  de  los 
conventos.  Para  los  Ayuntamientos  del 
campo  de  poco  sirvió,  si  es  que  Uegó  a 
pasarse. 

Mas  muy  pronto  había  de  absorberlo 
todo  el  Estado  liberal  por  medio  de  la 
llamada  Amortización,  pues  ya  unos  días 
antes,  o  sea  en  la  sesión  del  Ayunla- 
miento  del  14  de  agosto:  «El  Seíïor  De- 
»cano  propuso,  y  el  Escmo.  Ayuntam.'° 
»acordó,  que  consecuente  a  lainstruccion 
»espedida  por  el  Ministerio  de  lo  Interior 
»en  cuatro  del  corriente,  y  leida  por  el 
»Sor.  Gobernador  Civil  interino  en  Junta 
»de  Autoridades  y  Comisionados  del  pue- 
»blo  en  este  mismo  mes,  se  oficie  i\  dicho 
»Sor.  Gobernador  Civil  para  que  se  sirva 
»dirigirse  al  Sor.  Intendente  de  Provin- 
»cia  A  fin  de  que  poniendose  en  contacto 
»con  la  Comision  del  Cuerpo  municipal 
»encargada  de  poner  en  salvo  todo  lo 
»posible  de  los  Conventos  evacuados  del 
»Clero  regular,  pueda  hacerse  cargo  de 
»los  edilicios  y  demàs  que  resulte  exis- 
»tente  y  de  su  procedència»  (2). 

La  Real  Orden  que  dispuso  la  entrega, 
el  Intendente  la  trasladó  al  Ayuntamiento 
en  22  de  agosto  de  1835,  con  oficio  que  este 
Cuerpo  municipal  en  sesión  del  25  pasó 
a  la  dicha  comision  del  seiïor  Roig  y  Rey 
para  informe.  A  seguida  copio  el  informe 
que  esta  emitió,  y  por  él  conoceremos  las 
disposiciones  de  la  Real  orden.  «La  Co- 
»mision  encargada  de  lo  relativo  a  salvar 


(i)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — E.\pe- 
diente  120,  eitado. 

(2)  .\rchivo  munielp;il.  —  Acucidos,  citados, 
fol.  Oio. 


»los  efectos  de  los  Conventos  en  vista  del 
»oficio  del  Sor.  Intendente  de  22  del  co- 
>rriente  paraq.'^  comisionados  de  V.  E.» 
(del  Ayul•itaiineiito)  «se  pongan  de  acuer- 
»do  con  las  Oficinas  de  Arbitrios  de 
«amortización  a  fin  de  que  mediante  la 
«formacion  de  Inbentarios  quederealizada 
»la  entrega  de  cuanto  se  previene  en  una 
»Real  orden  de  1 1  del  mismo  mes  en  que 
»se  dispone  que  el  Intendente  en  union 
»con  el  comisionado  de  Arbitrios  de  Amor- 
»tizacion  se  haga  cargo  de  los  bienes, 
«rentas  y  demàs  efectos  de  los  conventos 
»y  Monasterios  abandonados  ó  cerrados; 
xOpina  que  los  Comisionados  para  cada 
«Convento  sean  las  mismas  comisiones 
»q."=  hasta  ahora  han  cuidado  de  cada  uno, 
«compuestas  del  Alcalde  y  tres  vecinos 
»del  Barrio,  y  que  a  este  tenor  se  dé  nota 
»de  los  Conventos  3'  de  los  Comisionados 
»al  Sor.  Intend.'"^  en  contestacion  à  su  oíi- 
»cio,  advirtiéndole  que  los  mismos  daran 
»las  noticias  que  hayan  podido  adquirir. — 
»V.  E.  resolverà  lo  mas  conveniente. — 
»Barcelona  29  de  agosto  de  1835»  (3). 

Decreto  del  Ayuntamiento:  «Sesión  del 
»29  de  agosto  de  1835.— Visto  con  deten- 
»cion  el  dictamen  que  se  inserta  de  la 
»comision  encargada  de  lo  relativo  à  sal- 
»var  los  efectos  de  los  conventos  conse- 
»cuente  al  oficio  del  Sor.  Intendente  que 
»se  le  mandó  pasar  por  acuerdo  del  dia 
»25,  el  Exmo.  Ayuntamiento  aprueba  la 
«contestacion  que  se  propone  de  las  comi- 
«siones  que  hasta  ahora  han  cuidado  de 
«cada  convento  y  demàs  que  expresa  el 
«dictamen,  y  que  se  prevenga  a  las  mis- 
«mas  comisiones  den  noticia  al  Exmo. 
«Ayuntamiento  del  escribano  y  dia  en  que 
«se  formen  los  inventarios  por  la  Comi- 
«sion  de  amortización,  à  fin  de  que  se 
«tenga  este  conocimiento  para  lo  que 
pudiese  ofrecerse  en  lo  sucesivo»  (4). 

Los  inventarios  para  la  entrega  se  for- 
malizaron  en  los  últimos  días  de  agosto 


( 5)  .\ichivo  municipal.  —  Acucidos.  — Segun- 
do  semestre.  18}  ^.  Fol.  Ó77. 

(-))  Archivo  municipal.  —  Aciierdos,  citados, 
l'ois.  Ó78  y  07Q. 


/56 


LIBRO    TERCERO. CAPITULO    VNDECIMO 


y  primeros  de  septiembre,  según  se  des- 
prende  del  sig^uiente  oficio  pasado  por  el 
Aj'untamiento  a  varios  de  los  alcaldes  de 
barrio  en  29  de  agosto:  «Los  Sres.  Alcal- 
»des  de  los  Barrios  notados  al  margen 
»reconoceran  A  los  Sres.  Encargados  del 
»ramo  de  Amortizacion  para  concurrir 
»con  ellos  à  la  formacion  de  inventarios, 
»V  hacerles  entrega  de  los  efectos  exis- 
»tentes  en  los  Conventos  que  tienen  en- 
»cargados  cada  uno;  presentandose  esta 
»tarde  à  dicha  oficina  de  5  A7. 

»Asi  mismo  reconoceràn  à  los  Comisio- 
»nados  del  Sor.  Gobernador  Civil  para 
srecoger  los  libros,  cuadros  y  objetos  de 
»bellas  Artés»  (1). 

A  los  dos  días  el  Ayuntamiento  había 
pasado  otro  oficio  igual  a  los  alcaldes  de 
barrio  de  los  restantes  conventos  (2). 

La  real  entrega  se  efectuo  en  seguida, 
pues  en  los  primeros  dias  de  septiembre 
ya  leemos  en  el  periódico  los  anuncios 
de  las  almonedas  de  los  muebles  de  los 
conventos  de  que  se  iba  apoderando  la 
Amortizacion. 

y  si  este  dato  no  bastarà,  aquí  va  el 
acuerdo  del  Ayuntamiento  de  la  sesión 
del  dia  15,  en  cuyas  actas  se  lee:  «Respecto 
»à  que  se  hallan  reunidos  en  estàs  Casas 
»consistoriales  varios  efectos,  enseres, 
»libros  y  papeles  procedentes  de  los  su- 
»primidos  Conventos  de  esta  capital  tras- 
»ladados  A  las  mismas  al  efecto  de  evitar 
»su  extravio, 

»Acuerda  el  Escmo.  Ayunt.°  que  se 
»indique  à  la  Comision  eiicargada  de  po- 
»nerlos  en  salvo  que  procure  se  entre- 
»guen  à  quien  corresponda»  (3).  Como  en 
las  casas  consistoriales  no  había  comision 
de  barrio,  o  de  convento,  que  efectuarà 
la  entrega,  cual  la  habían  realizado  aque- 
llas,  estos  objetos  aquí  guardados  que- 
daban   rezagados  en  su  entrega,  y  por 


(i)  Archivo  municipal. — Expediente  uo.  ci- 
tado. 

(2)  Archivo  municipal. — Expediente  120.  ci- 
tado. 

(-5)  Archivo  municipal. — Acuer.ios.  citadns, 
fol.   742. 


esto  ahora  se  manda  que  esta  se  efectúe- 
Considerando  muy  cuerdamente  el 
Ayuntamiento  que  los  manuscritos  de  los 
conventos  no  debian  pasar  a  la  Amorti- 
zacion, sinó  a  las  bibliotecas,  se  ve  que 
al  entregar  a  esta  los  muebles  se  retuvo 
los  libros  y  papeles  todos.  Mas  aquella 
voraz  oficina  en  oficio  de  4  de  octubre 
dice  al  municipio  que  para  administrar 
las  rentas  y  fincas  de  los  cenobios  nece- 
sita  de  sus  archivos,  y  así  le  pide  por 
modo  urgente  que  se  los  entregue  (4).  El 
teniente  de  Alcalde  en  la  sesión  del  Ayun- 
tamiento del  14  del  mismo  mes  dió  cuenta 
de  la  pretensión  de  la  Amortizacion  al 
municipio,  y  el  Aj-untamiento  acordo  «que 
»se  nombre  un  Comisionado  del  Cuerpo 
^municipal,  para  lo  cual  fué  designado  y 
«elegido  el  Sor.  D.  Antonio  Bergnes,  para 
»que  hagala  entrega  a  dicho  Comisiona- 
■•>do»  (de  In  Atnortizacíóii)  «de  los  papeles 
>'que  fueron  recogidos  en  estàs  casas  con- 
.-^sistoriales  pertenecientes  a  algunos  ar- 
»chivos,  entendiendose  al  efecto  con  el 
«mismo,  a  quien  se  dé  el  oportuno 
»aviso...»  (5). 

Se  efectuo  la  entrega  y  el  comisionado 
de  la  Amortizacion  en  IS  de  octubre  mis- 
mo firmo  el  siguiente  recibo: 

«Como  Comisionado  especial  de  Admi- 
»nistracion  y  recaudacion  de  Conventos 
»y  Monasterios  suprimidos  de  Catalufia: 
»Recibí  del  Senor  D.  Antonio  Bergnes, 
»que  lo  es  del  Escmo.  Ayuntamiento  de 
xesta  Ciudad  como  uno  de  sus  Concejales, 
»50  serones  y  6  bultos  llenos  de  papeles  y 
»libros»  (y  pergaminos,  dice  en  otro  reci- 
bo) «procedentes  de  los  Archivos  de  los 
»Conventos  que  a  continuacion  se  espre- 
»san. 

»14  Serones  del  Convento  de  Carmeli- 

»tas  descalzos. 
»26  id.  del  de  Mercenarios  (se  dijo  que 

»en  el  de  numero  1  se  hallaba  el 

»indice). 


(4)  Archivo   municipal.  —  Expediente  129.   ci- 
tado. 

(5)  Archivo   municipal. — Acuerdos,    citados. 
f.,1.  Q02. 


LOS    FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DEÍPU'ES    DEL     INCENDIO 


»3  id.  del  de  Agustinos  descalzos. 
»7  id.  del  de  S.  Francisco  de  Asis- 
»Un  fajo  pergaminos  del  mismo. 
»Un  saco  del  Colegio  de  Dominicos. 
»Cuatro  bultos  de  la  Casa  de  la  Mision. 


»50  serones  6  bultos. 


«Barcelona   18  de  octubre  de   1835.— 
»Jaime  Domínguez v  (1). 


Y  al  ver  pasar  a  las  garras  de  la  des- 
apiadada  desamortización  tanto  papel,  y 
al  leer  esta  resena  de  ellos,  ocurre  pre- 
guntar: -ise  referían  todos  a  la  propiedad  y 
administración  de  fincas  o  derechos?  íY 
también  los  de  los  franciscanos  que  nada 
poseían?  rConvenían  a  la  desamortiza- 
ción aquellos  7  serones  de  papeles  y 
aquel  fajo  de  pergaminos  de  un  archivo 
perteneciente  a  frailes  enteramente  po- 
bres? iL;'istima  dè  papeles!  iLàstima  de 
pergaminos!  Estos  y  otros  pararon  en  las 
olicinas  de  Hacienda  o  intendencias,  o 
llàmesele  como  quiera;  y  allí  tuvieron  la 
suerte  que  Dios  quiso,  digo  mal,  la  que 
Dios  permitió  y  el  demonio  quiso.  Porque 
de  allí  o  de  las  dependencias  de  Hacienda 
de  Barcelona  sé  que  desapareció  una 
Biblia  adornada  de  miniaturas,  la  que  fué 
sustraida  por  uno  de  los  empleades  de  la 
casa,  no  porque  entendiera  la  letra  de 
ella,  sinó  porque  le  gustaron  las  miniatu- 
ras. De  allí  desaparecieron  numerosísi- 
mos  pianos  y  papeles.  Allí  de  un  libro 
referente  a  fincas  he  visto  rasgadas  mu- 
chas  hojas  sin  duda  por  el  a  quien  éstas  es- 
torbaban.  Allí  he  visto  también  yo  mismo 
centenares  de  pergaminos  sucíos  y  em- 

(i)  .Vi-chivo  municipal.  —  Expedicnte  129.  ci- 
tado. 


polvados  amontonados  en  un  rincón  de 
un  desvàn.  Allí  en  este  mismo  desvàn 
estuvieron  muchísimos  volúmenes  ma- 
nuscritos,  que  el  actual  (1906)  celoso 
archivero,  muy  mi  amigo,  en  tiempos 
relativamente  modernes  ha  colocado  en 
su  despacho,  sacandolos  de  aquel  desvàn 
por  cuya  claraboya  goteaba  el  agua  plu- 
vial y  la  del  riego  de  las  macetas  del 
terrado  lY  eran  pergaminos  y  pianos 
y  papeles  que  los  frailes  guardaban 
como  joyas,  y  después  han  servido 
para  pasto  y  vivienda  de  ratones!  Allí 
en  el  despacho  del  senor  Archivero 
actual  vi  unos  1.700  volúmenes  pro- 
cedentes  de  corporaciones  religiosas 
i  1906). 

Dudo  de  que  todos  los  documentes 
que  de  varies  conductes  pararon  en  la 
Desamortización  pertenecieran  a  admi- 
nistración de  íincas  y  derechos,  porque 
por  mis  prepios  ojos  vi  en  el  archi  ve  dicho 
de  Hacienda  unos  hermosísimos  y  abulta- 
dos  volúmenes  que  eran  el  Lumen  domiis 
de  San  Agustin;  y  no  creo  queia  mentada 
Biblia  tratara  de  libras,  sueldos,  dineros, 
pesetas  y  reales.  \Y  los  que  tales  fecho- 
rías  perpetraren  se  llaman  a  si  mismes 
partidàries  del  pregreso,  y  a  estàs  sus 
hazanas  adelantos!  Mas  dejemos  a  la 
nefanda  Desamortización  y  dando  un 
paso  atràs,  velvamos  a  las  comisiones 
encargadas  de  receger  y  salvar  los  mue- 
bles  y  demàs  cosas  de  les  conventes  de 
Barcelona. 

Per  el  acuerdo  mentado  del  Ayunta- 
miento  de  29  de  agosto  de  1835  las  comi- 
siones de  barrio,  o  de  convento,  quedaren 
auterizadas  para  formar  los  inventarios 
de  les  objetos  de  los  cenobies,  y  entre- 
garles  a  la  Amertización.  Pere  no  debian 
parar  en  ella  los  de  todo  linaje.  El  modo 
de  la  distribución  lo  explica  claramente, 
y  valga  por  todos  el  siguiente  oficio  de 
la  comisión  del  barrio  1.°,  cuartel  4.", 
al  Ayuntamiente: 
«B.°  l."C.i  4.° 

»En  cumplimiento  de  lo  mandado  por 
»V.  E.  à  esta  Comisión  con  sus  dos  oficiós 
»de  27  Julio  y  29  Agosto  últimes,  parti- 


758 


I.IBKO    TERCERO.  —  CAPITULO    UNDlXliMO 


«cipamos  à  V.  E.  haber  tornado  las  dis- 
»posiciones  necesarias  al  obgeto  de  salvar 
»los  efectes  del  Convento  de  PP.  Trinita- 
>t1os  Calzados  hablendo  entregado  à.  las 
»personas  que  acreditaron  por  medio  de 
»orden  de  los  PP.  del  mismo  y  previo 
»recivo,  los  efectos  particulares  que  se 
ohallaron  de  cada  uno  de  por  si  en  sus 
»respectivas  Seldas,  y  los  Sres.  Comisio- 
»nados  del  Sor.  Vicario  General  se  encar- 
»garon  de  los  Ornamentes  y  Vasos  Sa- 
»grados  todo  conforme  se  sirvió  V.  E. 
«ordenarnos;  y  los  restantes  muebles, 
»ropa  y  efectos  que  se  dijo  ser  de  prupie- 
»dad  del  mismo  convento,  en  virtud  del 
»citado  ultimo  oficio  de  V.  E.  se  hizo  en- 
»trega  à  los  Sres.  encargados  del  ramo 
»de  amortizacion  que  se  presentaren  al 
>>efecte  para  la  formacion  de  inventario. 

»Así  mismo  manifestamos  haber  con- 
»seguido  conservar  intacte  el  Archivo  y 
»lasdos  Bibliotecas  y  les  documentes  y 
»pergaminos  ballades  en  el  citado  archi- 
»vo;  los  que  fueron  pertenecientes  al 
»ramo  de  amortizacion  se  encargaron  de 
»ellos  los  Sres.  encargados  de  dicho 
»ramo  y  les  restantes  junto  con  las  dos 
»Bibliotecas  ó  librerías  se  entregaron  en 
»virtud  del  referide  oficio  de  V.  E.  à  los 
»Sres.  Cemisienados  de  Bellas  Artés  que 
»se  presentaren  al  efecte  por  el  Sor.  Go- 
«bernader  Civil.  Todo  lo  que  participa- 
»mos  à  V.  E.  para  su  superior  coneci- 
»miento  y  en  descargo  del  Cometido  que 
»sirvió  confiarnes,  esperando  esta  Cemi- 
»sion  que  V.  E.  se  servirà  centestarle  ser 
»de  su  aprobacion  cuante  ha  obrado  la 
»misma  acerca  el  particular  en  cumpli- 
»miente  de  sus  dos  citades  oficies  íl  fin  de 
»que  pueda  serviria  de  resguardo. 

«Dies...  Barna.  18Set.«  1835.— El  Alcal- 
»de  del  B.°  1.°  C.i  4.°— Onofre  Peracaula 
»  —  Magín  Sandiumenge  —  Bernardino 
»Tresserra— Gerónime  Cauhe»  (1). 

Muy  bien  resena  y  especifica  este  oficio 
el  emplee  que  à  les  objetos  de  los  conven- 
tossedaba,  distinguiéndeles  cuidadosa- 


(i)     .\rchivo   municipal.  —  Expediente   120.    ci- 
tado. 


mente  por  sus  diversas  clases.  La  regla 
por  él  indicada  era  la  general,  pere  no 
falto  alguna  aunque  contada  excepción 
impuesta  ya  per  las  primeras  instrucció- 
nes  que  las  comisienes  recibieren  del 
Ayuntamiente,  arriba  apuntadas.  Esta 
excepción  consistia  principalmente  en  el 
dinero,  el  cual  pasó  directamente  al  mu- 
nicipio  para  con  él  atender  a  la  manu- 
tención  de  los  frailes  de  les  fuertes  y  al 
salvamento  de  los  conventes  y  sus  cesas. 
Muy  luege  explicaré  el  curso  del  nume- 
rario. 

Antes  permitaseme  atestiguar  que  «A 
»indicacion  de  la  Comision  encargada  de 
»salvar  les  efectos  de  les  Conventes  pre- 
»puso,  y  el  Escmo.  Ayunt.° 

»Acerdó,  que  se  pase  en  su  nombre  el 
»eportuno  oficio  de  gracias  à  tedus  les 
»SS.  Alcaldes  de  Barrio  y  demàs  perso- 
»nas  que  han  formado  las  comisienes 
»ceadjutoras  del  desempeno  de  este  co- 
»metido,  respecto  à  que  lo  han  hecho 
»a  entera  satisfaccion  del  Ayuntamien- 
»to...»  (2). 

También  antes  de  explicar  el  curso  del 
numerario  estimo  juste  resenar  el  de  los 
objetos  sagrades  o  del  culte. 

Ya  nes  dijo  la  comision  del  barrio  del 
convento  de  la  Trinidad  calzada  quién, 
conforme  también  con  las  primeras  ins- 
trucciones,  se  encargó  de  les  vasos  sa- 
grades y  demàs  objetos  del  cuito:  los 
cemisienados  del  Obispe.  Otro  tanto  res- 
pecte de  los  de  la  Casa  de  Misión  nos 
manifiestan  las  siguientes  palabras  del 
concejal  Marqués  de  Llió  dirigidas  al 
Ayuntamiente  en  3  de  agosto:  «Encarga- 
»de  per  V.  E.  de  receger  les  vasos  sagra- 
»dos  y  halajas  de  la  Casa  de  Mision,  cemo 
»tambien  de  tomar  las  demàs  providen- 
»cias  que  considerase  oportunas  para  la 
«conservacion  de  muebles,  enseres,  ar- 
»chivo  y  demàs  que  encierra  dicho  edifi- 
»cio;  pasé  à  él  acompanado  del  Vicario 
»de  la  Parròquia  del  Pino,  à  quien  entre- 
»gué  una  cesta  de  plata;  este  es,  globos, 


(2)     Archivo   municipal, 
fol.  8^7. 


■  Acuerdos,    citados, 


LOS     FRAILES    Y    LOS    CONVENTOS    DE    BARCELONA    LUEGO    DEíPli-S    DEL    INCENDIO 


759 


«càlices,  la  Custodia,  algun  cubierto,  etc, 
»cuatro  Crucifijos  de  marfil  grandes  y 
»uno  pequeno...»  (1). 

Y  este  testimonio  concuerda  perfecta- 
mente  con  el  dicho  del  seminarista,  o 
misionista,  Padre  José  Puig,  quien  a  su 
regreso  a  Barcelona,  después  de  restable- 
cida  la  normalidad,  saco  de  la  parròquia 
del  Pino  un  sobrepelliz  de  su  casa  y  la 
casulla  del  fundador  de  ella  (2).  De  donde 
y  de  otro  testigo  deduzco  que  la  casa 
rectoral  y  la  sacristía  del  Pino  fueron 
depósito  de  los  objetos  sagrados  de  los 
misionistas;  como  también  lo  fueron  de 
los  de  San  Agustin.  A  la  parròquia  de 
San  Jaime  pararon  los  de  capuchinos; 
en  la  custodia  de  personas  de  confianza 
quedaron  otras;  y  así  el  Vicario  General 
guardó  bajo  su  autoridad  las  cosas  sagra- 
das,  las  que  luego  iba  repartiendo  por 
div^ersas  iglesias.  En  el  archivo  episcopal 
se  leen  los  memoriales  de  diferentes 
pàrrocos  pidiéndole  utensilios  de  esta 
clase.  Por  esto  hemos  visto  todos,  y  aun 
se  ven,  en  diferentes  templos  de  esta 
Ciudad,  muebles,  imàgenesj'  otros  objetos 
de  los  conventos;  tal  como  las  coronas 
de  iluminación  o  arauas  de  los  francis- 
canos  en  el  presbiterio  de  San  Justo,  las 
pilas  del  agua  bendita  de  Santa  Catalina 
en  la  Barceloneta,  el  gran  lienzo  de  San 
Magín  de  Santa  Catalina  también  en  San 
Justo,  varias  imàgenes  de  los  dominicos 
en  la  Esperanza,  las  pilas  del  agua  ben- 
dita de  San  Francisco  de  Asís  en  Santa 
Maria  del  Mar,  y  así  otros  muchos. 

Los  mismos  pasos  y  las  mismas  manos 
recorrieron  las  reliquias  con  los  relica- 
rios  que  escaparen  al  incendio.  Las  muy 
notables  de  Santa  Madrona,  que  se  vene- 
raban  en  capuchinos,  se  refugiaren  sobre 
el  escritorio  del  P;\rroco  de  San  Jaime, 
alojado  entonces  con  su  parròquia  en  el 
convento  de  monjas  de  Santa  Clara.  Así 
otras  en  otros  lugares  religiosos. 


(:)  Archlvi:  iminicipal.  —  Lüxpcdiente  uo.  i.'!- 
l.id,>. 

(j)  Rclación  de  Barceluna  a  i."  de  octubre  de 
iS8i. 


El  dinero  que  no  desapareció  en  el  sa- 
queo  de  los  primeres  momentos,  y  aun 
de  los  primeros  días,  fué  entregado  al 
Ayuntamiento.  El  Concejal  Don  Joaquín 
de  Mena  recibió  de  mano  del  comisionado 
del  barrio,  el  capitàn  de  granaderos  de 
urbanos,  Don  José  Antonio  Llobet  y  Vall- 
llovera,  una  bolsa  con  oro  procedente  de 
San  Agustin,  y  la  puso  en  el  Ayunta- 
miento. En  el  acta  de  la  sesión  de  la 
Junta  de  Autoridades  de  la  noche  del  28 
de  julio  se  lee:  «El  Senor  Gobernador 
»Civil  en  uso  de  su  autoridad  mandó  se 
»tengan  ;\  su  disposicion  cuarenta  onzas 
»de  oro  que  el  Senor  Regidor  D.  Joaquin 
«de  Mena  como  encargado  de  poner  en 


«salvo  lo  del  Convento  de  Agustinos 
«calzados  ha  manifestado  haber  encon- 
«trado  en  él,  pertenecientes  a  un  depó- 
»sito»  (3).  Trataba  el  Gobernador  civil  de 
atender  con  esta  cantidad  al  socorro  del 
hambre  de  los  frailes  de  los  fuertes, 
según  estaba  acordado. 

He  aquí  otro  documento  que  explica  el 
curso  del  metalico:  «El  Sr.  D.  José  Mar- 
«torell  entregó  procedente  del  Convento 
»de  Mercenàries  las  cantidades  siguien- 
»tes  el  dia  31  de  Julio  1835. 

»Encontrado  en  un  Cajon  rotulado  R. 
»P.  Fr.  Francisco  Creuet  32  onzas  en  oro. 

»En  otro  rotulado  =  Del  Convent  = 
»25  3/|  onzas  de  oro  en  un  papel. 

»En  otro  15  durillos  viejos. 

»En  otro  17  peset.*  13  cuartos. 

»En  otro  2  duros  11  r.^  20  m."" 

»En  otro  cajoncito  rotulado  =  De  la 
«Escolania  =  En  un  papel  1500  lib.  en  oro 
»y  plata  y  en  otro  72  durillos  viejos. 

y-En  30  de  Julio  depositó  en  la  Conta- 
»duría  26  tercios  ó  Serenes  de  decumen- 


(?)     Archivo    municipal, 
tado. 


-lixpedicntc  i : 


760 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    L'NDr.CI.MO 


»tos  y  papeles  hallados  en  el  Archivo  del 
»mismo  Convento  de  la  Merced,  siendo 
»marcados  7  M.  I.  que  indica  Archivo 
»interior,  4  con  M.  S.  que  indica  del  En- 
»tresuelo  del  mismo  Archivo,  y  15  con 
»M  E.  que  quiere  decir  del  cuarto  este- 
»rior. 

»Hay  un  Seron  marcado  M.  E.  num.*^  1 
»donde  se  halla  el  Libro  de  indice  ó  sea 
»Abecedario»  (1). 

Estos  26  serenes  de  documentes  son 
los  que,  según  escribo  arriba,  fueron  en- 
tregados  después,  o  sea  el  18  de  octubre, 
a  Domínguez,  el  representante  de  la 
Amortización.  En  las  transcritas  pala- 
bras  se  halla  otra  prueba  de  la  verdad 
con  que  en  mi  primer  libro  afirmé  el 
completo  orden  que  reinaba  en  el  Con- 
vento. De  ellas  sale  la  noticia  cierta  del 
abundante  y  muj'  ordenado  Archivo  de 
la  iNIerced,  de  que  ocupaba  varias  piezas, 
y  que  se  hallaba  perfectamente  catalo- 
gado. 

El  dinero,  pues,  de  la  Merced,  que  en 
total  suma  unas  112  onzas,  luego  de  reco- 
gido  por  la  Comisión,  pasó  en  31  de  julio 
al  Ayuntamiento. 

Però  los  frailes  habían  ademàs  depo- 
sitado  en  un  escondrijo  del  templo  150 
onzas  de  oro,  que  no  sé  por  quién  fueron 
denunciadas  a  la  Amortización,  la  cual 
gratifico  al  denunciador,  y  se  incautó  del 
resto,  como  veremos  en  su  lugar.  Este 
dinero  no  pasó  por  el  Ayuntamiento. 

También  al  Ayuntamiento,  o  mejor,  a 
una  de  sus  dependencias,  va  el  del  Co- 
legio  dominico.  —  «Ayuntamiento  de  la 
»Ciudad  de  Barcelona. — La  Comisión  en- 
»cargada  de  procurar  el  socorro  à  los 
«Religiosos  que  se  hallan  detenidos  en 
»los  fuertes  de  esta  Ciudad,  espera  que 
»al  recibo  de  este  oficio,  se  servirà  V. 
»disponer  la  entrega  à  la  misma  en  estàs 
»Casas  Consistoriales,  de  todas  las  Can- 
>;tidades  que  existen  en  su  poder  corres- 
»pondientes  al  colegio  de  Santa  Catalina; 
»A  fin  de  hacer  frente  con  ellas  à  los  gas- 


(i)     Archivo   municipal. — Expcdiente    120. 
tado. 


»tos  inherentes  à  dho.  objeto.  —  Dios 

^Barcelona  l.°  Agosto  de  1835.— Joaquín 
»Espalter  Reg. — Sor.  Don  José  Llansa 
>.Alcalde  del  B.°  4."  C  5.°». 

En  el  margen  de  este  oficio  va  escrito 
el  siguiente  borrador  del  recibo:  «Recibí 
»del  S.»-  Alcalde  del  C.i  5."  B.°  4.°  Don 
»José  Llansa  69  S  16  r  '  q.'=  encontró  en 
»el  Colegio  de  PP.  Dominicos  en  la  Cekla 
»del  P.  Rector,  de  los  q.<=  se  hace  Cargo 
»la  Junta  de  Socorro  de  PP.  Religiosos 
»p.•'^  atender  à  la  Subsistència  de  los  mis- 
»mos.  —  B.^»  1.°  Ag.to  1835.  =  José  Ri- 
»bas»  (2). 

En  la  sesión  del  15  de  septiembre  esta 
Comisión  o  Junta  da  por  terminada  su 
misión.  «A  la  Contaduria  se  mandaron 
»pasar  el  estado  y  justificativos  que  con 
»la  esposicion,  que  se  inserta,  acompana 
»la  Comisión  nombrada  en  (si'c)  (29)  de 
»Julio  líltimo  para  el  socorro  de  los  Reli- 
»giosos  detenidos  en  los  fuertes  de  esta 
»Plaza  de  las  cantidades  que  en  su  razon 
»se  han  distribuido,  à  fin  de  que  previo 
»ecsamen  é  ingreso  en  la  caja  del  esce- 
»dente  que  ecsiste  en  poder  del  Sor.  Co- 
«misionado  D.  Joaquin  Espalter  y  Amigo, 
xse  libre  à  este  el  oportuno  finiquito 
»conforme  solicita»  (3).  Termina,  pues, 
su  cometido  la  Comisión  de  socorro  de 
los  religiosos  detenidos,  la  que,  como 
dije  arriba,  se  componia  del  concejal 
Don  Joaquín  Espalter,  de  Don  José  Ri- 
bas y  del  presbítero  Don  Juan  Gibert. 
Mas  esta  Comisión  no  debe  confundirse 
con  la  del  Ayuntamiento  encargada  de 
salvar  los  objetos  de  los  conventos,  cuya 
presidència  ejercía  Roig  y  Rey.  Por  esto 
en  el  acta  de  la  sesión  del  Municipio 
del  18  de  septiembre  de  1835  leemos: 
«A  indicacion  del  Sor.  D.  Ramon  Roig  y 
»Rey  antiquior  de  la  Comisión  que  enten- 
»dió  de  lo  relativo  à  los  suprimid.^  con- 
»ventos,y  enterado  el  Escmo.Ayuntam.«° 
»de  que  de  las  procedencias  de  ellos  en 

(2)  Archivo  municipal. — Expediente  129.  ci- 
tado. 

(5)  Archivo  municipal.  —  Aoierdos,  citades, 
Tol.  7^,. 


LOS     FRAILES    V    LOS    CONVENTOS     DE    BARCELONA     LUEGO    DESPL'ES    DEL    IN'CENDIO 


761 


«metàlico  resultan  ecsistentes  veinte  mil 
»nueve  cientos  noventa  y  tres  reales  y 
»treinta  y  tres  maravedises,  teniendo  en 
»justa  consideracion  las  reclamaciones 
»de  los  operarios  que  han  debido  traba- 
»jar  en  aquellos  edificios,  en  trasportes  y 
»otros  objetos  para  poner  en  salvo  los  de 
»dichos  conventos,  y  que  de  los  fondos 
«procomunales  se  han  adelantado  seis 
»mil  reales  para  estos  gastos, 

»Acuerda  Su  Escel.'^  que  hasta  donde 
»alcance  la  insinuada  ecsistencia,  dedu- 
»cido  dicho  adelanto,  se  satisfarà  el  im- 
»porte  de  cuentas  de  trabajo,  jornales  y 
>jdemAs  que  se  hubiesen  hecho  por  la 
»Comision  y  sus  delegados  para  el  enun- 
»ciado  fin  de  poner  en  valvo  los  indicados 
»edificios  y  sus  efectos;  à  cuyo  fin  se  pase 
»orden  al  Contador  para  que  tenga  y 
»libre  A  disposicion  de  la  Comision  la 
»cantidad  de  catorce  mil,  nueve  cientos 
»noventa  y  tres  reales  treinta  y  tres  ma- 
»ravedises  que  resulta  liquido>'  (1). 

El  movimiento  de  tales  cantidades  no 
pasó  olvidado  al  repugnante  Argos  de  la 
Amortización,  y  si  no,  óigase  el  acuerdo 
de  la  sesión  del  Cuerpo  municipal  de  25 
de  septiembre:  «El  Sefior  Comisionado 
/.especial  de  Administracion  y  recauda- 
»cion  de  Monasterios  y  Conventos  supri- 
»midos  en  Catalufía»  (al  fiu  de  cste  arti- 
culo una  Circular  del  Intendente  nos 
dird  quién  fuc  esta  administracion) 
«dice  con  oficio  de  ayer,  que  noticiosa  la 
»Comision  directiva  3-  ejecutiva  de  ha- 
»cienda  de  que  la  nombrada  por  el  Ayun- 
»tamiento  para  la  formacion  de  inventa- 
»rio  del  convento  de  la  Merced  de  esta 
«Ciudad,  se  hizo  cargo  de  unas  cien  onzas 
»en  oro  halladas  en  el  archivo  de  él,  y 
»perteneciendo  en  razon  a  su  proceden- 
»cia  al  ramo  de  la  indicada  Comision 
»especial,  le  ha  dado  orden  para  pedir 
»como  lo  hace  le  sea  entregada  bajo  las 
»formalidades  debidas  aquella  cantidad 
»ó  la  que  fuere;  y  el  Escmo.  Ayuntam." 


(1)     Archivo   municipal.  —  Acxierdos.    citados, 
fot.  7V). 


»oido  en  voz  el  informe  del  Sor.  D.  José 
«Martorell  encargado  que  fué  de  recoger 
»los  efectos  del  indicado  Convento,  y  del 
»Sor.  D.  Ramon  Roig  y  Rey  antiquior  de 
la  Comision  de  este  Ramo, 

«Acuerda  se  conteste  al  Sor.  Comisio- 
»nado  especial  de  administracion  \'  recau- 
»dacion  de  Monasterios  y  Conventos,  que 
»S.  Escel.'^entregarà  con  cuenta  y  razon, 
»no  solo  lo  salvado  en  el  Convento  de  la 
»Merced,  sinó  en  los  demàs  de  la  Ciudad, 
«encargàndose  la  Comision  de  amortiza- 
»cion  à  quien  està  cometida  la  recauda- 
»cion  en  virtud  de  R.  Orden,  de  los  gas- 
»tos  ocurridos  hasta  el  dia,  con  motivo 
»de  las  operaciones  que  ha  producido  el 
«salvamento  en  lo  posible  de  los  efectos 
«que  las  Autoridades  en  tiempo  oportuno 
«y  preciso  pusieron  à  cargo  del  Ayun- 
»tam.°,  y  en  su  consecuencia  encarga  el 
«Escmo.  Ayuntam."  à  la  Comision  que 
«ha  corrido  en  el  particular  disponga  se 
«formalice  desde  luego  la  correspondien- 
»te  especificada  cuenta  del  cargo  y  data, 
«para  remitirla  al  Gefe  de  la  Comision 
«que  hace  el  pedido»  (2). 

Cuando  el  fuego  prendió  en  los  con- 
ventos, y  de  allí  aventó  a  sus  moradores, 
las  comunidades,  como  toda  casa,  tenian 
pendientes  cuentas  con  distintos  indus- 
triales,  tal  como  con  el  cerero,  el  carpin- 
tero,  etc,  los  cuales  no  debían  quedar 
defraudados  de  sus  adelantos.  Pintan 
vivamente  la  situación  de  estos  los  docu- 
mentos  que  copio: 

Don  Jaime  Rull,  alcalde  del  barrio  2.°, 
cuartel  4.°,  en  oficio  de  9  de  septiembre  de 
1835,  dice  al  Ayuntamiento  que  tiene  un 
montón  de  cuentas  a  pagar  del  convento 
de  la  Merced,  las  que  juntas  suman  una 
deuda  de  500  y  pico  de  libras  (las  500  li- 
ras  equivalen  a  1,333  pesetas  \' 33  cénti- 
mos)  «y  los  interesados  reclaman  con  jus- 
«ticia  su  pago,  reconviniéndome  porque 
»no  se  les  satisface  con  el  dinero  que  se 
«halló  en  el  archivo  de  dicho  convento»; 


(2)     Archivo  del  Ayuntamiento.  Acuerdos.  Se- 
gundo  semestre.  i8jy.  Fol.  777. 


762 


LIBRO     ÍERCF.KO.  —  CAPITULO    IJNDECI.MO 


y  pide  que  el  municipio  disponga  que 
sean  pagadas  para  no  versa  él  en  la  triste 
precisión  de  dirigir  en  contra  del  Ayun- 
tamiento  los  reclamantes  (1). 

Acuerdo  del  Ayuntamiento  tornado  en 
la  sesión  del  30  del  mismo  septiembre: 
«El  sefior  Martorell  repitió,  sin  embargo 
»de  lo  acordado  en  veinte  y  cinco  de 
«Agosto  ultimo,  hallàndose  instado  por 
»el  Alcalde  de  Barrio  D.  Jayme  Rull, 
«encargado  que  fué  del  convento  de 
»la  Merced,  cuyos  acreedores  le  recla- 
»man  incesantemente  el  pago  de  sus  cré- 
»ditos  y  particularmente  los  que  tocan 
»a  adelantos  hechos  para  la  educacion 
»y  manutencion  de  los  monacillos,  pro- 
»pone  de  nuevo  se  acuerde  el  pago  ó 
»bien  se  conteste  à  dicho  Alcalde  sobre 
»las  esposiciones  que  ha  hecho  à  la  Co- 
«mision  de  Conventos  paraque  con  ello 
»pueda  librarse  de  la  molèstia  de  los  indi- 
»cados  acreedores  del  de  la  Merced.  Oido 
»el  Sr.  D.  Ramon  Roig  y  Rey  antiquior 
»de  la  Comision  de  Conventos  y  al  Con- 
»tador,  que  fué  llamado  para  dar  cuenta, 
»como  la  dió  del  estado  de  cargo  y  data 
»de  los  caudales  procedentes  de  los  supri- 
»midos  conventos,  y  atendiendo  a  que 
»aun  resultan  de  existència  oclio  mil  qui- 
»nientos  veinte  3'  siete  reales  un  marave- 
»dís,  de  los  cuales  mil  ciento  noventa  y 
»tres  reales  diez  y  ocho  maravedises  per- 
»tenecen  al  Convento  de  la  Merced  y  los 
»demàs  al  de  San  Fran.™  de  Asís;  y  que 
»tanto  la  manutencion  de  los  Religiosos 
»en  los  fuertes  de  la  plaza  durante  su 
«permanència  en  ellos  y  los  gastos  ocu- 
«rridos  para  poner  à  salvo  los  efectos  de 
»los  conventos  se  han  satisfecho  de  los 
»caudales  de  ellos  mancomunadamente, 
»y  considerando  la  justícia  con  que  re- 
»claman  los  interesados  en  los  adelantos 
»hechos  para  la  manutencion  y  educa- 
»cion  de  los  Monacillos  de  la  Merced, 

«Acuerda  el  Escmo.  Ayuntam.'°  se 
»pague  A  estos  lo  que  legitimamente  acre- 


(i)     Archivo    municipal.  -  Expediente  número 
129,  citado. 


»diten,  como  igualmente  lo  que  se  esté 
«debiendo  por  gastos  ocurridos  con  el 
»indicado  motivo  de  poner  en  salvamento 
»los  objetos  de  los  Conventos,  à  cu3'o  fin 
»el  Sor.  antiquior  de  la  Comision  de  ellos 
»D.  Ramon  Roig  y  Rey  con  el  Sor.  Don 
>José  Martorell  dispongan  lo  conven.^'', 
»como  igualmente  que  con  la  mayor  bre- 
>  vedad  se  formalice  con  arreglo  à  los 
»asientos  de  que  ha  dado  cuenta  el  Con- 
»tador  y  los  demas  que  ocurran  en  virtud 
»de  este  acuerdo  la  correspondientecuen- 
»ta  y  razon  para  remitirla  al  Sor.  Comi- 
»sionado  especial  de  administracion  y 
»recaudacion  de  Monasterios  y  Conven- 
»tos  conforme  se  mandó  en  veinte  y  cinco 
»del  que  espira»  (2). 

Sabemos,  pues,  por  autorizada  boca,  e 
empleo  que  tuvieron  los  fondos  de  regu 
lares,  de  aquellos  fondos  que,  desconoci 
dos  de  los  saqueadores,  Uegaron  al  Ayun 
tamiento,  ó  sea  à  sus  dos  comisiones 
Sirvieron  para  la  manutencion  de  los 
frailes  durante  el  encierro  en  los  fuertes 
y  para  los  gastos  del  salvamento  de  los 
muebles  y  demàs  objetos  de  los  cenobios. 

En  la  sesión  del  Municipio  de  4  de  octu- 
bre: «Vista  la  relacion  ó  cuenta  de  cargo 
»y  data  de  las  cantidades  i-ecibidas  é  in- 
«vertidas  por  la  Comision  encargada  de 
»poner  en  salvo  los  efectos  de  los  Con- 
»ventos  suprimidos,  y  los  documentos  con 
»que  lo  justifica,  resultando  de  ello  ser  el 
vcargo  de  veinte  y  cinco  mil  reales  y  la 
»data  de  veinte  y  cuatro  mil  setecientos 
»treinta  y  un  reales,  veinte  y  ocho  mara- 
»vedises, 

»Acuerda  el  Escmo.  Ayuntam.'°  apro- 
»bar  como  aprueba  dicha  cuenta,  y  que 
»pase  para  los  efectos  conducentes  A  la 
»Contaduría»  (3). 

Sesión  del  18  de  noviembre  de  1835: 
«Y  el  Sor.  Ribas  hizo  indicacion  de  que 
»de  los  fondos  que  se  habían  recogido  de 


(2)  Archivo  municipal. — Acuerdos,  citades, 
fols.  797  y  798. 

(5)  .\rchivo  municipal. — Actierdos,  citades, 
fol.  8^9. 


LOS  FRAILES  Y  LOS  COXVENTOS  DE  BARCELONA  LLEGO  DESPULS  DEL  INCENDIO 


763 


»los  Conventos  suprimidos,  despues  de 
»su  inversion  quedaba  un  remanente  de 
»dos  mil  y  pico  de  reales  vellon,  la  (sic) 
»cual  podria  entregarse  a  cuenta  de  la  de 
»los  serones  para  la  conducion  y  custodia 
»de  los  libros  y  papeles  de  los  referidos 
»conventos.  Se  suscito  ligera  discusion 
«consecuente  :i  la  cual 

»Acordó  el  Escmo.  Ayuntatn.'"  que  se 
»pague  la  referida  cuenta  del  modo  que 
»propone  el  Sor.  Gobernador  Civil  con 
•>su  oficio  del  dia  14,  que  fué  pasado  à  la 
«segunda  Seccion  en  diez  y  seis»  (1). 

Y  el  modo  que  el  14  propuso  el  Gober- 
nador Civil  fué  que  «los  serones  para  la 
«custodia  de  los  libros  y  papeles  de  los 
>^conventos  suprimidos  debe  pagarse  de 
»los  fondos  del  Comun^.  Queríael  Gober- 
nador, segiín  habia  dicho  muchos  días 
antes,  que  el  Ayuntamiento  adelantase 
estos  gastos  «llevando  esta  municipalidad 
»cuenta  separada  y  justificada  de  tales 
»gastos  para  poder  reclamar  à  su  tiempo 
»el  importe  de  quien  corresponda»  (2), 
como  que  de  los  tales  libros  se  pensaba 
formar  una  Biblioteca. 

Ocurre  preguntar:  ;y  después  de  tanto 
dar  y  tomar  sobre  estos  fondos,  qué  se 
hizo  del  saldo  o  remanente?  El  mismo 
Ayuntamiento  nos  lo  dirà  en  la  sesión 
del  7  de  diciembre  de  1835:  «Visto  el  dic- 
>;tàmen  que  se  inserta  de  la  misma  segun- 
»da  Seccion....»  Empecemos,  pues,  por 
este  dictamen:  «Escmo.  Sor. — En  cum- 
«plimiento  del  acuerdo  de  V.  E.  de  15  de 
»Oct.'=  ultimo  relativo  à  que  esta  Seccion 
'>solvente  las  cuentas  todavía  pendientes 
»de  algunos  operarios  que  trabajaron  en 
»la  reparacion  de  varios  Conventos  de 
«esta  Ciudad,  presenta  la  misma  el  ad- 
»junto  Estado  con  sus  correspondientes 
»juslificativos  por  el  que  observarà  V.  E. 
»haber  recibido  8,684  r.'*  28  mrs.,  y  distri- 
»buido  6,969  r.**  20  m.  quedando  un  rema- 


(i)  Archivo  municipal. — Acuerdos,  citados, 
foi.  lojq. 

(2)  Archivo  municipal. — Acuerdos,  ciiados. 
Sesión  del  29  de  agosto.  Fol.  680. 


>/nente  de  1,715  r.'  8  mrs,  de  que  podrà 
»V.  E.  disponer  del  modo  que  sea  de  su 
«agrado.  Barna.  2°  dic.«  1835. —José  Ri- 
»bas«. 

Dice  el  acuerdo:  «Visto  el  dictamen  que 
»se  inserta  de  la  misma  segunda  Seccion 
«presentando  la  cuenta  justificada  de  los 
«operarios  que  trabajaron  en  la  repara- 
»cion  de  varios  conventos,  de  que  resulta 
«un  remanente  de  mil  setecientos  quince 
«reales  y  ocho  maravedises, 

«Acuerda  el  Escmo.  Ayuntam.'^°  que  se 
«oficie  al  ramo  de  Amortizacion  manifes- 
«tàndole  que  el  remanente  despues  de 
j.satisfechos  los  gastos  queda  à  buena 
«cuenta  de  lo  que  debe  por  contribucio- 
»nes«  (3).  Estàs  contribuciones  serian  sin 
duda  algunas  que  de  las  casas  religiosas 
o  de  sus  fincas  cobraba  probablemente  el 
Ayuntamiento. 

Con  esto,  pues,  el  municipio  se  da  por 
saldado  y  en  paz  con  la  Amortizacion  por 
lo  que  respecta  a  fondos  metàlicos  de  ceno- 
bios,  y  con  esto  sabemos  el  empleo  que  los 
tales  fondos  tuvieron.  La  Amortizacion, 
como  se  vera  muy  luego,  no  se  dió  por 
satisfecha  con  lo  de  que  los  1,715  reales 
«quedase  à  buena  cuenta»;  però  lo  cierto 
es  que  el  Ayuntamiento  se  dió  por  cum- 
plido.  Y  tanto  es  así  que  en  la  misma 
sesión  del  7  de  diciembre,  como  el  asen- 
tista  del  Hospital  militar  pidiese  lo  deven- 
gado  por  la  estancia  en  él  de  algunos 
religiosos,  el  Ayuntamiento  le  remite  a 
la  Amortizacion  (4).  He  aquí  el  dictamen 
sobre  el  cual  se  apoya  la  resolución  del 
municipio. 

<Exmo.  Sor. — El  Sor.  Gobernador  Ci- 
>vil  con  Oficio  de  primero  de  Octubre 
«ultimo  previno  à  V.  E.  que  de  los  fondos 
«pertenecientes  à  las  Comunidades  extin- 
«guidas  de  Religiosos  satisfaciese  las 
«estancias  que  habían  causado  la  perma- 
«nencia  de  D.  Onofre  Lluch  y  D.  Mariano 


(3)  .Xichivo    municipal. — Acuerdos,    citados, 
fol.  1 105. 

(4)  Archivo  municipal. — Acuerdos.   Segundo 
semestre,  t8j$,  fol.  1104. 


764 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITLT.O     LNDKCIMO 


»Roset  exReligiosos  de  las  Comunidades 
»de  Capuchinos  y  Mercenàries  respecti- 
»vamente. 

»Otro  oficio  del  Sor.  Intendente  de  7  de 
»Setiembre  próximo  pasado  expresa  à 
»V.  E.  que  prevenga  al  Asentista  del 
»Hospital  Militar  que  acuda  à  S.  S.  quien 
«dispondrà  hacer  el  pago  de  las  estancias 
»q.'^  hubiese  causado  la  morada  en  el 
«Hospital  iMilitar  del  ex-Mercenario  D. 
»Mariano  Ruset. 

»Con  estos  antecedentes,  y  en  atencion 
»a  reclamar  el  Asentista  del  Hospital 
«Militar  el  pago  de  las  estancias  de  D. 
»Hipólito  Dulcet  excarmelita  calzado,  de 
»D.  Mariano  Ruset  exReligioso  Merce- 
»nario  y  de  D.  Onofre  Lluch  excapuchi- 
»no;  Opina  esta  Seccion  que  podria  V.  E. 
»disponer  que  el  Asentista  acuda  al  Sor. 
Ȓntendente  para  el  pago  de  la  cantidad 
»q.«  alcanzare  por  razon  de  las  estancias 
»de  dhos.  Religiosos  à.  tenor  del  oficio  de 
»este  ultimo  de  7  de  setiembre— V.  E.  sin 
«embargo....  Barcelona  2  de  diciembre 
»de  1835.— José  Ribas»(l).  Y  este  dictamen 
queda  aprobado  por  el  Ayuntamiento  (2). 

He  dicho  ha  poco  que  la  Amortización 
no  se  dió  por  satisfecha  con  la  entrega 
de  las  cuentas  del  Ayuntamiento  y  saldo 
de  ellas  aprobado  arriba  en  la  sesión  del 
7  de  diciembre  de  1835;  y  este  mi  aserto 
lo  prueba  plenamente  el  siguiente  acuer- 
do  del  mismo  Ayuntamiento  de  4  de 
febrero  de  1836.  «Se  mandó  pasar  à  la 
«segunda  Seccion  un  oficio  de  la  Comision 
«especial  de  arbitrios  de  amortización  del 
«dia  veinte  y  nueve  de  Enero  ultimo 
«con  el  que  consecuente  al  que  le  pasó 
«el  Escmo.  Ayuntamiento  en  veinte  y 
«nueve  de  Diciembre  próximo  pasado, 
«acompanando  las  cuentas  ó  sean  rela- 
«ciones  de  gastos  ocurridos  con  motivo 
«de  la  supresion  de  conventos  de  esta 
«capital,  estado  de  ingresos  y  salida  de 
«caudales,  y  relacion  de  cargo  por  con- 


«tribuciones  afectas  à  los  bienes  de  los 
»ex-regulares,  pide,  en  vista  de  dos  copias 
«de  reflexiones  y  observaciones  que  re- 
«mite,  la  rectificacion  de  los  documentes 
«justificatives,  y  la  entrega  en  caja  de  los 
«diez  mil  seiscientos  cincuenta  y  ocho  rea- 
«les,  veinte  y  ocho  maravedises  vellon» 
(tio  se  limita  a  pedir  el  remanente  de 
1,715  reales  8  maravedises  del  saldo 
liallado  por  el  Aytmtariiieuto)  «que  resul- 
«tan  por  saldo  à  íavor  de  la  Amortiza- 
«cion  y  los  doscientos  diez  y  siete  mil 
«quinientos  diez  y  ocho  reales,  veinte  y 
«nueve  y  medio  maravedises  papel  pro- 
«cedente  de  los  Conventos  de  la  mision  y 
«Agustinos  descalzos...»  (3). 

Y  ciertamente  no  termino  aquí  el  eno- 
joso  asunto,  en  que  con  tan  buena  fé  y 
tanto  celo  habia  trabajado  la  comision 
del  Ayuntamiento  de  julio  3'  agosto  de 
1835,  sinó  que  la  voraz  Amortización 
siguió  instando  según  es  de  ver  en  las 
siguientes  palabras  de  la  sesión  del  Muni- 
cipio  habida  en  17  de  mayo  de  1836:  «A  la 
«segunda  Seccion,  con  urgència,  se  man- 
»dó  pasar  un  oficio  de  la...  Comision  de 
«Arbitrios  de  Amortización,  del  dia  de 
«ayer,  recordando  los  que  pasó  en  veinte 
»y  nueve  de  Enero  y  veinte  y  nueve  de 
«Marzo  últimos  sobre  los  gastos  ocurridos 
«con  motivo  de  la  supresion  de  los  con- 
«ventos  de  esta  ciudad...»  (4).  En  estàs 
fechas  el  Ayuntamiento  habia  ya  cambia- 
do,  però  no  la  voracidad  y  sed  de  hidrópi- 
co  de  la  Amortización. 

Ignoro  la  final  terminación  de  tan 
ingrata  disputa- 

Al  fin  y  al  fallo,  ;en  qué  manos  queda- 
ban  los  edificios,  conventos  y  monaste- 
rios?  Nos  lo  dicen  las  siguientes  palabras 
de  la  sesión  del  14  de  agosto  de  1835  del 
Ayuntamiento:  «El  Sor.  Decano  propuso 
«y  el  Escmo.  Ayuntam.'°  acordo  que 
«consecuente  íl  la  instrucción  expedida 


(1)  Archivo    municipal. — Acuerdos,     citados, 
entre  los  folios  1104  y  iioí. 

(2)  En  el  mismo  lugar  del  dictamen. 


(3)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — Acuer- 
dos del  aiio  18^6.  i.°  Fol.  62. 

(4)  Archivo  municipal  de  Barcelona. — Acuer- 
dos del  ano  18^6. — 2°  Fol.  2. 


LOS  FRAILES  Y  LOS  CONVENTOS  DE  BARCELONA  LUEOO  DESPL'ES  DEL  INCENDIO 


765 


»por  el  Ministerio  de  lo  Interior  en  cuatro 
»del  corriente,  y  leida  por  el  Sr.  Gober- 
»nador  Civil  interino  en  Junta  de  Auto- 
»ridades  y  Comisionados  del  Pueblo  en 
»este  mismo  mes,  se  oficie  al  dicho  Sr. 
«Gobernador  Civil  paraque  se  sirva  diri- 
»girse  al  Sr.  Intendente  de  Provincià  a 
»fin  de  que  poniendose  en  contacto  y  de 
«acuerdo  con  la  Comision  del  Cuerpo 
«municipal  encargada  de  poner  en  salvo 
»todo  lo  posible  de  los  Conventos  evacua- 
»dos  del  Clero  regular,  pueda  hacerse 
»cargo  de  los  edificios  y  demas  que  resul- 
»te  e.xistente  y  de  su  procedència  (1). 
Pasaron,  pues,  los  edificios  y  cosas  a  ma- 
nos  del  Intendente. 

Por  esto  si  al  principio,  después  del  25 
de  julio,  las  rentas,  o  mejor,  los  productos 
de  los  bienes  de  los  conventos  de  Barce- 
lona iban  a  la  Comision  que  atendía  a  la 
manutención  de  los  religiosos,  luego  para 
toda  la  provincià  se  nombró  la  comision 
del  Estado  que  indica  el  siguiente  anuncio: 

«La  Junta  ausiliar  consultiva  de  las 
»autoridades  de  esta  capital  persuadida 
»de  las  gravisimas  urgencias  en  que  se 
»halla  la  Tesoreria  para  el  socorro  de  la 
»fuerza  militar,  y  del  abandono  en  que 
»por  otra  parte  se  encuentran  los  bienes 
»y  rentas  de  los  monasteriosy  conventos, 
»me  comunica  con  fecha  del  21  la  reso- 
slucion  que  tomo  de  que  se  forme  una 
«comision  central  de  recaudacion,  presi- 
«dida  por  mi  como  Intendente  interino 
»de  Catalufía,  y  compuesta  ademàsdelos 
«SS-  Gobernador  civil,  D.  Lazaro  de 
«Mori  oficial  1."  de  la  contaduria  de  Pro- 
«vincia  y  encargado  accidentalmente  de 
«la  misma,  D.  Mariano  Borrell  vocal  de 
«la  ausiliar  consultiva,  D  Francisco  Le- 
«sus  y  Pou,  D.  Jayme  Domínguez,  D. 
»Jose  Peray  contador  del  ramo  de  Amor- 
«tizacion  y  D.  Jaime  Safont  comisionado 
«Principal  del  mismo  à  fin  de  que  con 
«toda  eficàcia  se  dicten  y  lleven  a  efecto 
«las  providencias  para  realizar  las  co- 


(i)     .\ctier:los.  Segtitido  semestre,    i8j^,   folio 
6io. 


«branzas,  arriendos,  ventas  y  demas  que 
»sea  conveniente  y  correspondiente  A  la 

>  mejor  administracion  y  recaudacion  de 
«las  pertenencias  de  los  propios  Monas- 
»terios  y  conventos.  En  consecuencia  se 
»lia  instalado  la  comision  à  las  doce  y 
«media  de  la  mariana  de  este  dia  en  una 
»de  las  salas  de  esta  Casa-Aduana  en 
«donde  celebrarà  sus  sesiones,  habiendo- 
»se  ocupado  en  el  acto  en  acordar  varias 
«providencias  relativas  al  objeto  que 
«motiva  su  instalacion.  Lo  que  pongo  en 
«conocimiento  del  pueblo,  conforme  à  lo 
«acordado  por  la  misma  comision.  Barce- 
«lona  22  de  Agosto  de  183.5. — Antonio 
«Salas»  (2). 

A    seguida    esta    comision    expide   la 
siguiente  instrucción: 

«.Intotdeiicia  del priíicipado  de  Catalufía. 

«La  Junta  auxiliar  Consultiva  de  las 
«Autoridades  de  esta  Capital,  persuadida 

>  de  las  gravisimas  urgencias  en  que  se 
«halla  la  Tesoreria  para  el  socorro  de  la 
«fuerza  militar,  y  de  la  esposicion  en  que 
«por  otra  parte  se  encuentran  los  bienes 
»y  rentas  de  los  monasterios  y  conven- 
«tos,  me  comunico  en  21  del  corriente  la 
«resolucion  que  tomo,  de  que  se  formase 
«una  Comision  central  de  recaudacion, 
«compuesta  del  Gobernador  Civil,  del 
«Intendente  de  Provincià,  Contador  de 
«Rentas,  Contador  y  Comisionado  prin- 
«cipal  de  los  arbitrios  de  Amortizacion, 
«de  un  vocal  de  la  Junta  auxiliar  consul- 
»tiva,  y  dos  personas  nombradas  por  la 
«misma  de  conocidas  luces  y  patriotis- 
»mo;  ;i  fin  de  que  la  misma  con  toda 
«eficàcia,  dicte  y  lleve  à  efecto  las  provi- 
«dencias  para  realizar  las  cobranzas, 
«arriendos,  ventas  y  demas  que  sea  con- 
«veniente  y  corresponda  à  la  mejor 
«administracion  5'  recaudacion  de  las 
«pertenencias  de  los  propios  monasterios 
»y  conventos. 


{2)     El  Calalàn.  Número  del  2;   de  agosto  de 
i8iv  pàg.  11Ó6. 


766 


LlIiRO    TliliCKRO.  — CAPUULO    UNDECIMO 


»En  consecuencia  quedo  instalada  la 
»Comision  en  el  dia  de  ayer,  y  acordo 
»entre  otras  cosas,  que  todos  los  apode- 
»rados,  colectores  y  demas  sugetos  que 
»bajo  cualesquiera  denominacion,  recau- 
»den  ó  administren  bienes,  rentas,  ó 
»efectos  de  monasteiios  y  conventos,  se 
«presenten  dentro  el  termino  de  ocho 
»dias  que  se  han  perficado  (si'c),  con  sus 
»libros,  libretas,  llevadores,  ú  otros  cua- 
»lesquiera  documentos  con  que  lo  verilï- 
»quen,  los  del  Corregimiento  de  Barcelo- 
»na  à  la  oficina  de  la  Comision  principal 
»de  arbitrios  de  Amortizacion,  y  los  de 
»los  demas  Corregimienlos  del  Principa- 
»do  à  los  Comisionados  subalternos  de 
ídichos  arbitrios  de  Amortizacion  que  se 
»hallan  establecidos  en  sus  respectivas 
»cabezas  de  Subdelegacion  con  objeto  de 
»que  tomando  los  propios  Comisionados 
»las  noticias  que  convengan,  puedan  es 
»tos  pasarlas  desde  luego  à  la  Comision 
»central,  para  su  conocimiento  y  disposi- 
«ciones.  Tambien  resolvió  que  desde  el 
»momento  quede  prohibida  toda  entrega 
»de  caudales,  frutos,  líquidos,  productes 
»de  arriendos,  alquileres  de  casas  ó  edi- 
»ficios  y  demas  correspondiente  a  los 
»propios  monasterios  y  conventos  A  otras 
»personas  que  no  sean  las  que  la  Comi- 
»sion  tenga  por  convenieute  nombrar,  y 
»que  se  daran  à  conocer  oportunamente; 
»en  concepto  de  que  toda  contravencion 
»ó  falta,  se  castigue  con  el  mayor  rigor 
»como  de  fraude  ú  ocultacion  de  perte- 
»nencias  del  estado  (sic);  en  ampliacion 
»A  estàs  mismas  disposiciones,  ha  acor- 
»dado  así  mismo  en  sesion  de  hoy,  que 
»todos  los  inquilinos,  arrendatarios,  pres- 
»tadores  de  censos,  censales  y  demas 
»rentas  de  todas  clases  que  se  pagaban  à 
»los  religiosos  de  los  conventos  y  monas- 
«terios,  como  encargados  de  su  recauda- 
»cion,  deban  considerarse  comprendidos 
»en  las  disposiciones  publicadas,  y  pre- 
»sentarse  en  consecuencia  con  sus  reci- 
»bos  y  otros  cualesquiera  documentos 
»que  tengan  acreditativos  del  estado  de 
»sus  debitosy  prestaciones  en  los  propios 
»puntos  de  la  Comision  principal  y  subal- 


»ternas,  en  el  modo  y  forma  que  se  pres- 
»cribió  en  el  referido  anuncio;  que  los 
»sugetos  que  tengan  caudales  en  su  po- 
»der,  pertenecientes  a  conventos  ó  mo- 
«nasterios,  los  hagan  efectives  desde 
»luego  en  la  espresada  Comision  princi- 
»pal  de  arbitrios,  por  cuya  oficina  se  les 
»espida  la  correspondiente  carta  de  pago. 
»Y  por  ultimo  acordo  la  misma  Comision 
»central,  que  yo  como  Intendente,  y  gete 
«superior  en  este  Principado  de  la  recau- 
»dacion,  prevenga  à  V.  S.  }•  demas  caba- 
»lleros  subdelegades,  como  lo  ejecuto,  en 
»los  términos  mas  vigorosos,  cumplan  y 
»hagan  cumplir  las  anteriores  resolucio- 
»nes,  las  que  son  estensivas  <\  todas  las 
«Subdelegaciones  de  mi  dependència. 

»Noticiosa  al  propio  tiempo  la  Comi- 
»sion  de  los  robos  y  otros  excesos,  que 
»impunemente  se  estan  cometiendo  en 
»las  pertenencias  de  los  propios  monas- 
»terios  y  conventos,  dispone  que  por 
»todos  los  medios  que  estan  al  alcance  y 
»poder  de  la  Autoridad,  se  contengan  \' 
>,castiguen  con  el  mayor  rigor,  a  fin  de 
»que  la  Nacion  no  se  vea  privada  de  los 
«productes  que  la  corresponda,  màxime 
»en  el  dia  que  son  tan  precisos  los  cauda- 
»les,  para  atender  A  las  perentorias  y 
»urgentísimas  atenciones,  de  que  està 
»rodeada  la  Tesorería,  como  ya  queda 
»indicado,  para  contener,  batir  y  anena- 
»dar  les  esfuerzos  impotentes  de  los  ene- 
»migos  de  la  pàtria. 

«Considero  bien  penetrado  a  V.  S-  de 
«estàs  justas  y  patrieticas  ideas,  3*  me 
«prometo  que  sin  perder  momento  las 
«haràn  conocer  A  todos  los  puebles  de 
»esa  Subdelegacion  con  las  prevenciones 
»mas  estrechas  y  severas  à  las  Justicias, 
«vigilando  su  celo,  5'  el  cumplimiento  de 
«esta  circular  para  que  con  el  mayor 
«esmero,  y  bajo  la  mas  estrecha  respon- 
«sabilidad  personal  de  las  mismas,  nadie 
»se  atreva  à  vender,  dilapidar,  ni  en  ma- 
«nera  alguna  retener,  ni  deteriorar  en  lo 
»màs  mínimo  las  haciendas,  bosques, 
«molinos,  ni  otra  cualesquiera  pertenen- 
«cia  de  los  ex-regulares,  antes  bien,  que 
«vigilen  sin   cèsar    escrupulosamente  A 


I.OS     1-RAILES    Y    I.OS    CONVENTOS    DE    [iARCELONA    LUEGO    DESPUES    DEI,    INCENDIO 


767 


»que  sean  guardadas  y  conservadas  cual 
ïcorresponde,  como  propiedades  ya  Na- 
»cionales,  arrestando  y  poniendo  à  dispo- 
»sicion  del  tribunal  los  delincuentes,  para 
»que  se  les  imponga  todo  el  rigor  de  la 
»ley,  así  como  deberan  sufrirlo  sin  con- 
»templacion  las  Justicias,  si  aptUicas  ó 
»poco  zelosas  no  cumplen  con  el  deber 
»sagrado  que  se  les  impone:  procedién- 
»dose  por  parte  de  V.  S.  A  la  formacion 
»de  espedientes,  contra  los  devastadores 
»y  criminales  que  resulten;  cuales  me 
»remitira  concluidos  que  sean,  para  re- 
»solver  el  tribunal  competente  lo  que 
»proceda  en  justícia,  y  sobre  todo  me 
»prometo  que  V.  S.  prestarà  todo  su 
»apoyo  y  lo  harA  prestar  à  quien  competa 
»en  favor  de  la  recaudacion  de  diezmos, 
«censos  y  todas  las  rentas  y  pertenencias 
»de  los  conventos. 

»Del  recibo  de  esta  orden  y  de  haber 
»acordado  en  el  momento  las  disposicio- 
»nes  oportunas  para  su  exacto  cumpli- 
»miento,  espero  me  dé  V.  S.  aviso  à  vuel- 
»ta  de  correo. 


>;Dios. . .  Barcelona  24  de  agosto  de  1835. 
X— Antonio  Salas.— Sr.  Subdelegado  de 
»Rentas  de...»  (1). 

Al  íin  y  al  fallo,  pues,  el  Estado  por 
medio  de  sus  comisiones  muy  presto 
corrió  a  apoderarse  de  los  bienes  y  rentas 
religiosas. 

Con  las  noticias  de  este  capitulo  XI 
hemos  visto  la  suerte  de  los  conventos  y 
objetos  de  ellos  desde  el  incendio  a  la 
caida  de  ellos  en  las  garras  de  la  Amorti- 
zación.  Debiéramos  aliora  continuar 
acompanàndoles  en  el  cautiverio  sufrido 
entre  tales  garraSj  y  en  su  historia  hasta 
la  terminación  del  siglo;  però  como  el 
orden  cronológico  usa  de  inflexibilidad, 
debemos  ahora  narrar  los  notables  acon- 
tecimientos  políticos  de  Barcelona  que 
fueron  legitimas  e  inevitables  consecuen- 
cias  del  incendio  de  los  conventos,  dejan- 
do  para  después  la  resena  de  la  ulterior 
suerte  de  los  cenobios. 


(i)     tíoletin    oficial   de    Barcelona    del    28    de 
agosto  de  iSjí,  pag.  571  y  572. 


Capilel  del  clauslro  de  San  Benito  de  Ba{j 


CAPÍTULO  DUODÉCIMO 

CONSECUENCIAS    POLÍTICAS 

DEL   INCENDIO 

DE  LOS  CONVENTOS 


ARTICULO  PRIMERO 


PREPARATIVOS    DE    LA    LUCHA 


CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL.    INXENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


771 


ARA  historiar  los 
sucesos  políticos 
que  subsiguieron 
al  incendio  de  los 
conventos,  nada 
mAsacertadoque 
copiar  uno  tras  otro  por  el  orden 
de  sus  fechas  los  documentos  ofi- 
ciales que  en  aquellos  días  se  escri- 
bieron,  ya  de  unas  autoridades  a 
otras,  ya  al  publico.  Quizàs  se  ob- 
jete  con  la  gran  distancia  que  de  la 
verdad  separa  muchas  veces  los  do- 
cumentos oficiales  redactados  por 
quien  tomo  parte  en  los  hechos  na- 
rrados,  y  anhela  quedar  en  ellos  en 
buen  lugar.  Confieso  que  en  algunos 
de  los  de  aquellos  días  sobresale  la 
falsedad,  como  en  el  capitulo  si- 
guiente  tendre  harta  ocasión  de  ma- 
nifestar; però  la  mentirà  versa  sobre 
el  comportamiento  de  las  autorida- 
des, no  sobre  otros  puntos;  y  ade- 
mas  el  avisado  deducirà  la  verdad, 
no  de  los  elogios  o  acusaciones  de  perso- 
nas,  sinó  de  las  medidas  tomadas  y  de  los 
hechos  públicos,  al  modo  que  el  enfermo 
sesudo,  al  oir  el  parecer  del  medico,  para 
conocer  la  gravedad  del  mal,  no  atiende 
a  sus  palabras  de  aliento,  sinó  a  la  clase 
y  energia  de  los  remedios  ordenados. 

£)/'«>•  26  y  27  de  julio 

Empecemos,    pues,    por  la    alocución 
que  la  primera  Autoridad  militar  y   la 


Nota.  —  La  inicial  de  esta  pàgina  lué  copiada 
de  un  códicc  del  monasterio  de  Ripoll,  hoy  guar- 
dado  en  ei  .\rchivo  de  la  Corona  de  Aragón. 


civil  dirigieron  al  pueblo  barcelonès  el 
dia  siguiente  al  del  incendio: 

«Barceloneses:— La  tranquilidad  públi- 
*ca  ha  sido  notablemente  alterada  en  la 
»noche  que  con  agitacion  acabamos  de 
«pasar.  Graves  desordenes  hijos  de  co- 
«bardes  ejemplos  producidos  por  el  brazo 
»asesino  de  un  punado  de  enemigos  del 
»orden  que  en  Zaragoza  y  Reus  acaban 
»de  subvertir  la  sociedad,  se  han  repetido 
»con  escandalo  y  desaprobacion  general. 
»Los  sensatos  barceloneses,  la  pacifica  é 
»ilustrada  capital  deia  antigua  Cataluna, 
»ve  hoy  con  profundo  sentimiento  las 
«tristes  y  àridas  huellas  que  en  pocos 
»momentos  han  trazado  desapiadados  in- 
«cendiarios,  y  un  paso  mas  dado  por 
«aquella  plaga  desoladora  pudiera  haber 
«reducido  à  la  mendicidad  y  à  la  deses- 
»peracion  miles  de  familias  propietarias. 
»Este  es  el  beneficio  de  la  anarquia,  una 
»vez  roto  el  freno  saludable  de  la  le^-. 
»Vosotros  sabeis  bien  cual  fué  el  misera- 
»ble  y  aislado  hecho  que  dió  ocasion  à 
»tan  infausto  acontecimiento.  Una  diver- 
»sion  pública.  Tomado  de  aquí  un  pie 
»siniestro,  se  pronuncio  desde  luego  el 
»continente  descarado  de  acalorados  per- 
»turbadores  ausiliados  de  la  gritería  con- 
»fusa  de  muchachos  descarriados  y  de 
»temores  prematures.  (Verdad.)  En  el 
»momento  se  tomaron  por  la  autoridad 
«competente  prudentes  medidas  que  res- 
«tableciesen  el  sosiego  y  aquietasen  los 
«Animós.  La  inmensa  multitud  desalojó 
«pacíficamente  el  circo  donde  se  hallaba 
»reunido,  y  todos  saben  cuanto  celo,  con- 
»sideracion  y  energia  se  desplego  para 
«alejar  el  posible  peligro.  (Falso.)  Mas  de 
»la  demostracion  aparente  del  encono  se 
»pasó  con  rapidez  í\  el  verdadero  y  único 
»objeto  malignamente  concebido  de  ante 
«mano.  (Concebido  de  aiitcniaiio.)  La 
«turba  aprovecha  los  instantes  en  que  la 
«atencion  de  las  autoridades  se  fija  en  el 
>.  único  punto  amenazado;  se  recorren 
«vaga  y  precipitadamente  las  calles;  llega 
»la  noche,  se  aumenta  la  confusion,  crece 
»el  número  de  los  alborotadores  engro- 
»sado  por  una  muchedumbre  de  perjudi- 


772 


LIBRO    TEBCERO. — CAPITULO    DUODECIMO 


«ciales  curiosos  (curiosos,  pues);  la  tea 
«incendiaria  arde,  el  pufial  alevoso  se 
«prepara,  y  las  infelices  víctimas  y  los 
«edificios  que  por  poco  tiempo  sirven  de 
«parapeto  à  sus  vidas,  caen  à  sus  pies. 
«Durante  tan  lamentables  escenas,  las 
«autoridades  todas  vuelan  à  sus  puntos; 
»se  multiplican  las  disposiciones  à  medida 
«que  lo  exigen  las  circunstancias,  y  se 
«precaven  males  si  es  posible  superiores. 
»(Falso.)  La  fuerza  armada  ostenta  su 
«lealtad,  però  en  vano,  pues  ocupado  el 
«valiente  ejército  en  el  campo  del  honor 
«donde  con  su  sangre  sella  el  juramento 
«de  morir  por  su  Reina  y  por  la  libertad 
«de  la  pàtria, apenas  puede  su  pequeno 
«número  recórrer  la  inmensa  estension 
«del  terreno,  que  para  teatro  de  horrores 
«escogiü  la  osada  horda  de  asesinos.  Sin 
«embargo,  aunque  pocos  en  la  totalidad, 
«supieron  reproducirse  por  medio  de  su 
«activo  movimiento,  sin  que  puedan  cal- 
«cularse  los  innumerables  beneficiós  de 
»que  à  su  disciplina  y  decision  son  deudo- 
«res  los  barceloneses.  La  benemèrita 
«patriota  Milicia  Urbana  tiene  en  la  des- 
«graciada  noche  anterior  el  mejor  blason 
«de  su  heroica  conducta;  de  su  inalterable 
cordura.  Ella  ha  sido  la  que  à  la  voz  del 
«deber  pronunciada  por  sus  gefes  y  ofi- 
«ciales  ha  sabido  volar  al  socorro  domi- 
«ciliario,  sofocar  los  volcanes,  3'  lo  que 
«es  mas  laudable  aun  contribuir  à  la  eva- 
«sion  y  seguridad  que  la  inmensa  ma- 
«j-oría  proporciona  generalmente  à  las 
«perseguidas  víctimas.  Acerbo  es  que 
«tantas  virtudes  heróicas  se  hayan  malo- 
«grado,  y  que  el  pundonor  militar,  el 
«celo  de  la  fuerza  Urbana,  y  los  esfuer- 
«zos  de  las  corporaciones  políticas,  se 
«hayan  estrellado  contra  la  imprudència 
»y  osadía  de  una  faccion  sanguinària. 

«Esta  sucinta  relacion  de  los  sucesos 
«que  en  horas  amargas  han  tenido  sumi- 
«dos  en  conflicto  a  tantos  honrados  ciu- 
«dadanos,  rectificarà  los  hechos,  fijara  la 
«opinion,  y  devolverà  sin  mancilla  su 
«honor  al  pueblo  barcelonès  que  ni  tomo 
«parte,  ni  podia  transigir  con  tamanas 
«demasías.  La  aurora  puso  termino  à  una 


«noche  màs  negra  que  la  obscuridad  mis- 
«ma;  la  tranquilidad  se  halla  restableci- 
»da;  el   orden  se   apodera   de  todos   los 

>  espíritus;  la  ley  recobra  su  fuerza;  y  el 
«pueblo,  el  siempre  magnànimo   pueblo 

>  de  Barcelona,  Hora  los  extravíos  de  algú- 
>;nos  de  sus  individuos.  En  tan  feliz  posi- 
»cion  las  autoridades  cumplen  en  primer 
«lugar,  un  deber  imperioso,  alejando  la 
«causa  del  mal  para  que  no  se  repitan  sus 
«efectes;  y  con  este  propósito  empiezan 
«las  medidas  del  dia  reuniendo  cuantos 
«Religiosos  han  sobrevivido  à  la  borras- 
»ca,  y  que  trasladados  à.  donde  conviene 
«no  vuelvan  à  escitar  con  su  presencia 
«las  pasiones,  y  el  choque  de  los  princi- 
«pios  políticos».  (^Cotique  los  religiosos 
resultan  los  culpables?)  «Otras  disposi- 
«ciones  fuertes,  enèrgicas,  sin  contem- 
«placion  ni  miramiento  à  clases  ni  perso- 
«nas  se  seguiran  en  breve,  y  la  terrible 
«espada  de  la  justícia  caerà  ràpidamente 
«sobre  las  cabezas  de  los  conspiradores  y 
«sus  satélites.  Tal  es  la  voz  de  la  ley, 
«tal  el  empeno  de  la  autoridad  superior 
«del  Principado,  que  lleno  de  saludable 
«prevision,  y  decidido  anhelo  por  la  feli- 
«cidad  de  esta  tan  importante  cuanto 
«recomendable  capital  anticipo  ya  sus 
«ordenes  y  dicto  medidas  de  visible  pru- 
«dencia  para  el  caso  de  desgraciado 
«acontecimiento.  El  publico  vió  ya  algu- 
«nas  en  la  orden  de  la  plaza  que  se  inser- 
»tó  en  el  diario  de  ayer,  y  puede  juzgar 
«de  la  oportunidad  de  las  restantes  por  la 
«prontitud  con  que  se  pusieron  en  accion 
«varios  recursos  y  ausilios  preparados. 
«BARCELONESES  todos,  unios  à  vues- 
«tras  autoridades  para  ahogar  en  su  seno 
«la  fúria  liberticida.  Pública  os  essuleal- 
«tad  y  patriotismo;  nada  debe  retraeros 
«cuando  la  Pàtria,  el  honor,  una  Reina 
«inocente,  unasleyes  venerandas  os  bus- 
«can  por  templado  broquel  donde  se  es- 
«trellen  las  maquinaciones  de  nuestros 
«enemigos  comunes.  Si  contra  nuestras 
«esperanzas,  desois  el  sincero  aviso  de 
«fieles  consejeros;  si  por  apatia,  ó  ver- 
«gonzoso  temor  acallais  generosos  senti- 
«mientos,  entonces  vuestras  vidas,  vues- 


COXSECUENCIAS    POLITICAS    riEL    INXENDIO    DE    LOS    COiWENTOS 


i~3 


»tros  intereses  se  comprometen,  mas  no 
«harà  vacilar  vuestra  desercion  de  las 
»filas  del  virtuoso  ciudadano,  la  conducta 
»que  las  autoridades  se  han  propuesto 
»sostener  A  todo  trance.  Los  malvados 
«sucumbiran  del  mismo  modo  por  el 
»peso  de  la  ley  en  un  juicio  ejecutado 
y>(síc.  Querrd  dccir  ejccutivo)  que  fa- 
»llarà  la  comision  militar  con  arreglo 
»a  ordenes  vigentes.  Al  recordaros  la 
«existència  de  aquel  tribunal  de  escep- 
»cion,  es  justo  advertires  que  incurrireis 
»en  delito  sujeto  ò.  su  conocimiento  si  à 
»las  insinuaciones  de  la  autoridad  com- 
«petente  no  se  despeja  cualquier  grupo 
»que  infunda  recelo  a  la  misma.  El  arres- 
»to  seguirà  à  la  infraccion,  el  fallo  a  la 
«culpa,  y  las  làgrimas  del  arrepentimien- 
«to  seran  una  tardía  espiacion  del  crimen. 

«Libertad  de  tan  duro  conflicto  à  vues- 
«tras  autoridades,  y  escusad  una  positiva 
«pena  à  las  que  con  satisfaccion  os  diri- 
«gen  la  palabra.  Estàs  son  vuestro  Co- 
«mandante  General  de  las  armas,  y  el 
«Gobernador  Civil.  Barcelona  26  de  julio 
«de  1835.—  Cayetano  Saqueti. —  Felipe 
«Igual»  (1). 

Saquetti  e  Igual  formaban  en  el  parlido 
de  orden,  y  así  deseaban  el  imperio  de 
este. 

Otro  documento  del  mismo  dia:  «De 
»orden  del  Sr.  Gobernador  interino  de  la 
«plaza  se  manda  à  todas  y  cualesquiera 
«personas  que  al  toque  de  oraciones  se 
«retiren  ò.  sus  casas  a  fin  de  que  los  mal 
«intencionados  no  tengan  pretexto  algu- 
»no  de  alterar  la  tranquilidad  pública; 
«previniéndose  al  mismo  tiempo  que  todo 
«grupo  que  se  viese  en  las  calles  que 
«pase  de  cinco  personas,  en  el  caso 
«de  resistir  a  separarse,  lo  serà  por  la 
«fuerza  armada,  y  las  personas  que  se 
«aprehendan  puestas  k  disposicion  de  la 
«autoridad  competente.  Barcelona  26  de 
«julio  de  1835.— Joaquín  Ayerve»  (2). 


(i)  Diario  de  Barcelona  del  27  de  julio  de 
1835,  pàgs.  de  1Ó5Ç  a  1657. 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  27  de  julio  de 
i8?5,  pàg.  i6s5. 


El  mismo  dia  dijo  la  autoridad:  «Se 
«previene  à  todos  los  duenos  de  fàbricas 
«y  talleres  de  esta  capital  que  en  el  dia 
»de  manana  no  los  cierren  por  ningun 
«pretexto,  séa  el  que  fuere,  en  el  concep 
«to  de  que  recaerà  irremisiblemente  sobre 
«los  que  hicieren  lo  contrario  la  mas  seve- 
»ra  responsabilidad  à  que  diere  lugar  el 
»menor  accidente  que  de  ello  resultaré 
«contra  el  órden  publico. — Barcelona  26 
«de  julio  de  1835.— El  Gobernador  Civil. 
«—Felipe  Igual»  (3).  Quería  el  Goberna- 
dor apartar  de  las  calles  y  de  los  grupos 
a  los  obreros,  entonces  en  esta  ciudad 
muy  numerosos. 

Del  estado  del  animo  de  los  sacerdotes 
y  gente  piadosa  durante  tales  hechos,  nos 
certifican  los  dos  hechos  que  siguen:  «Al 
«dia  siguiente  (26 ,  domiíigo)  se  celebro 
«muy  de  mafíana  una  sola  misa  en  Santa 
«Maria  del  Pino,  y  despues  se  cerró  la 
«iglesia«  (4).  En  el  libro  de  óbitos  de  la  Do- 
mería  de  nuestra  Catedral  entre  los  asien- 
tos  del  25  de  julio  de  1835  y  los  del  26  se 
lee  esta  «Nota.— Los  cuatro  muertossi- 
«guientes  se  fueron  ò.  buscar  sin  sacerdo- 
«te  alguno,  pues  no  fueron  por  el  motivo 
«de  haber  habido  en  la  noche  anterior 
»revolucion«  (5). 

Leamos  ahora  el  parte  que  al  terminar 
del  dia  26  el  General  de  Barcelona  escri- 
bía  al  Capitàn  General  de  Cataluna: 

«Capitania  General  del  Ejército  y  Prin- 
«cipado  de  Cataluüa.  —  Escmo.  Sor.— 
«Son  las  doce  menos  cuarto  de  la  noche 
«en  que  la  tranquilidad,  segun  todos  los 
«partes  que  recibo,  se  conserva.  Varios 
«grupos  de  sediciosos  han  recorrido  las 
«calles  con  voces  subversivas,  però  ha- 
«biéndose  publicado  primero  la  adjunta 
«alocucion  que,  refiriendo  la  historia  de 
«los  desgraciados  sucesos  de  la  noche 
«pasada,  Uamando  al  órden,  demuestra 


(3)  Diario  de   Barcelona   del   27   de   julio    de 
1835,  pàg.  i6üo. 

(4)  D.  Francisco  Capella  en  El  Diario  Cata- 
Lin,  del  25  de  julio  de  1801,  pàg.  i. 

{^)     Llibre  de  óbits  de  la  Santa  iglesia  Cate- 
dral de  Barcelona,  tomo  de  1834  a  1848. 


774 


I.irmO    TERCHRO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


la  energia  y  decision  de  las  autoridades, 
y  despues  un  bando  por  el  Ayuntamien- 
to,  en  el  que  se  prevenia  que  todos  los 
indivíduos  que  se  hallasen  despues  de 
oscurecer,  serian  disipados  por  la  fuer- 
za,  todo  el  vecindario  ha  obedecido,  y 
quedando  aislados  los  perturbadores, 
las  patrullas  los  han  dispersado  con 
facilidad,  recorriendo  en  todos  sentidos 
la  poblacion,  sin  hallar  resistència,  ni  ha- 
berse  visto  en  la  necesidad  de  usar  de 
la  fuerza,  protegiéndose  las  f;\bricas, 
las  màquinas  de  vapor  y  las  calles  mas 
ndustriosas  y  opulentas.  V.  E.  vería  en 
mi  comunicacion  al  Gobernador  Civil 
antes  de  las  lamentables  ocurrencias 
que  nos  sorprendieron  por  el  inesperado 
suceso  de  la  plaza  de  los  toros,  como 
tenia  ya  el  pensamiento  de  que  se  for- 
masen  patrullas  de  hombres  honrados 
y  de  arraigo  para  que  defendiesen  sus 
hogares  é  intereses,  y  en  efecto,  llevada 
à  cabo  esta  crisis,  ha  producido  y  pro- 
duce  los  mayores  resultados. — Debiendo 
hacer  mencion  honorifica  del  noble  por- 
te  que  en  general  manifiesta  la  milicia 
urbana,  debò  senalar  con  predileccion 
el  décimo  batallen  formado  por  V.  E. 
con  su  acostumbrada  prevision  y  zelo. 
Estos  honrados  padres  de  família  otros 
propietarios  generosos,  que  cuando  las 
teas  incendiarias  reducían  à  cenizas  los 
Conventos,  tenian  propiedades  que  per- 
der,  han  mostrado  evidentemente  con 
su  cooperacion,  porte  y  denuedo,  cual 
es  el  verdadero  tipo  de  la  milicia  urba- 
na, y  lo  que  el  trono  la  pàtria  y  el  órden 
tienen  que  esperar  cuando  las  armas  se 
entregan  à  personas  tan  generosas  como 
honradas.  El  Brigadier  D.  Pedró  Hurta- 
do  de  Corcuera,  Comandante  de  este 
tercio  naval,  que  se  hallaba  accidental- 
mente  en  Badalona,  al  primer  aviso  de 
la  inquietud  corrió  por  mar  à  esta  Ciu- 
dad y  se  me  presento  ofreciéndome  sus 
servicios.  30  Granaderos  de  marina  au- 
mentaron  inmediatamente  la  Guardia 
de  este  real  palacio,  en  un  estado,  bri- 
llo y  disciplina  digno  del  mayor  elo- 
gio. Me  ofreció  y  admiti  tambien  el  au- 


»silio  de  400  matriculados  que  pasaron  à 
»la  Ciudadela  para  armarse  y  munició-  J 
marse,  estando  prontos  A  acudir  donde  \ 
»convenga,  servicio  importantísimo  que 
»he  mirado  con  el  mayor  aprecio.  El  giro 
«perverso  que  los  sediciosos  querían  dar 
»esta  noche  à  la  revolucion  para  la  que 
»presentaban  ya  algunos  grupos,  tenia 
»por  objeto  el  deponer  las  Autoridades, 
»y  para  esto  dieron  gritos  sediciosos  de 
«vivas  y  mueras:  entre  los  primeros  pro- 
»clamaban  al  General  Alvarez;  però  este 
«digno  General  vino  inmediatamente  à 
«tomar  mis  ordenes,  ofreciéndome  sus 
«servicios  con  la  màs  sincera  efusion  y 
«buena  voluntad,  manifestando  sus  de- 
«seos  de  ser  empleado  contra  los  anar- 
«quistas,  lleno  de  indignacion  por  sus 
«aplausos  à  quienes  pretendia  hacer  co- 
«nocer  que  jamas  su  nombre,  unido  A  la 
«mas  acendrada  lealtad  pudiera  servir 
«de  pendon  ó  ensena  à  los  revoluciona- 
»rios.  Me  complazco  en  elevar  al  supe- 
«rior  conocimiento  de  V.  E.  tan  nobles 
«sentimientos,  que  he  oido  en  los  térmi- 
«nos  literales  que  dejo  esplicados. — Con- 
«cluyo  este  parte  à  las  12  y  V4  de  la 
«noche,  hora  en  que  todos  los  que  recibo, 
»que  me  Uegan  à  cada  momento,  confir- 
«man  el  que  las  patrullas  recorren  toda 
«la  Ciudad,  y  barrios  màs  apartados,  sin 
«encontrar  resistència  ni  novedad  parti- 
«cular.— Llegaba  aquí,  cuando  recibo  el 
«oficio  de  V.  E. ,  escríto  í  las  6  y  ^/^  de  esta 
xtarde  en  que  me  participa  venir  à  esta 
«Ciudad,  dejando  à  la  faccion  de  Tris- 
»tany  con  1400  hombres  &  dos  horas  de 
«Casa-Massana.  Cuanto  dejo  manifesta- 
»do  en  esta  Comunicacion  haran  conocer 
Ȉ  V.  E.  lo  que  ha  mejorado  nuestra 
«situacion  y  que  las  medidas  tomadas,  el 
«rigor  desplegado,  y  el  estar  ya  reducida 
«la  revolucion,  à  sus  verdaderos  autores, 
«nos  ha  permítido  dominaria  y  disipar 
«los  grupos,  quedando  en  una  actitud 
«imponente,  que  espero  que  se  consolide 
«en  el  dia  de  mariana.  De  todo  lo  que  iré 
«sucesivamente  dando  à.  V.  E.  conoci- 
«miento.  Sin  perjuicio  de  esto  prevengo 
1  «al  Gobernador  interino,  tenga  dispuesta 


CONSECL'ENXIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


»laPuerta  nueva  para  la  entrada  de  V.E., 
»si  llegase  à  venir,  y  se  encarga  al  orde- 
»nanza  conductor  de  este  pliego,  vaya 
»con  cuidado  por  el  camino  para  entre 
sgarlo  à  V.  E.,  y  advertirle  que  la  Puerta 
»nueva  està  abierta  y  preparada  para  la 
»entrada  de  V.  E— Dios....  Barcelona  26 
»de  Julio  de  1S35.— Escmo.  Sor.— Caye- 
»tano  Saquetti.— Escmo.  Sor.  Marqués  del 
»Valle  de  Ribas,  Capitàn  General  de  este 
»Ejército  y  Principado»  (1). 

Resulta  muy  claro  de  este  documento 
que  corrían  ya  peligro  las  fàbricas  y  las 
màquinas  de  vapor.  Era  todavía  reciente 
en  la  fabricación  aquí  el  empleo  de  este 
poderoso  y  fecundo  motor,  y  el  vulgo 
ignorante  lo  odiaba  por  creer  que,  aho- 
rrando  brazos,  le  hurtaba  trabajo  y  jor- 
nales.  Y  no  serà  temerario  conjeturar 
que  quizà  los  urdidores  de  aquella  revo- 
lución  explotaban  tal  ilusión  para  tras- 
tornar la  Ciudad. 

Queda  igualmente  clara  la  calificación 
de  sensato  3-  de  orden  que  arriba  dí  al 
10."  batallón  de  milicia,  compuesto,  como 
estaba,  no  de  voluntarios  solteres  y  sin 
propio  hogar,  sinó  de  caps  de  casa,  como 
en  varios  lugares  apunté. 

Queda  igualmente  patente  que  si  la 
Autoridad  hubiese  usado  de  mayor  pre- 
visión,  esos  granaderos  de  marina  y  esos 
400  matriculades,  podían  haber  sido  ar- 
mades el  dia  25  y  con  resultado  emplea- 
dos  en  su  aciaga  noche. 

Resta  probado  también  que  el  fin  de  los 
sediciosos  consistia  en  un  cambio  de  go- 
bierno.  «El  giro  perverso,  dice,  que  los 
«sediciosos  querían  dar  esta  noche  à  la 
»revolucion....  tenia  por  objeto  el  depo- 
»ner  las  Autoridades,  y  para  esto  dieron 
»gritos  sediciosos  de  vivas  y  mueras». 
Entre  los  cuales  mueras  ocuparia  indu- 
dablemente  el  primer  lugar  el  dirigido  à 
Llauder.  Va  lo  he  dicho  hasta  la  sacie- 
dad:  el  incendio  de  los  conventos  tenia 


(i)  Archivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
titulado:  Quema  de  los  conventos  y  expulsión  de 
los  frailes  en  el  mes  de  julio  de  18^$.  Paquetc  i.° 
docum.  2. 


por  uno  de  sus  principales  fines  derribar 
el  gobierno  moderado  para  entronizar 
uno  progresista. 

Resulta  que  las  patruUas  recorren  la 
Ciudad,  y  de  seguro  que  no  permitirían 
el  incendio  de  una  casa  particular  como 
permitieron  el  de  los  conventos. 

Y  no  me  equivoco  cuando  coloco  en  el 
primer  muera  el  nombre  de  Llauder, 
pues  el  General  que  firma  este  parte  le 
prepara  la  entrada  y  se  la  prepara  no  en 
la  puerta  pròxima  à  la  carretera  de  Ma- 
drid, por  la  que  el  Capitàn  general  debía 
venir,  sinó  por  la  màs  cercana  a  la  Ciu- 
dadela  y  al  Palacio. 

;Vino  realmente  Llauder?  Luego  res- 
ponderé;  mas  el  inflexible  orden  cronoló- 
gico  exige  aquí  recordar  las  juntas  del 
Ayuntamiento  y  de  las  Autoridades  del 
dia  26,  en  las  que  mientras  Saquetti  dis- 
ponía  la  vigilància  de  las  patrullas  por  la 
Ciudad,  aquellos  cuerpos  procuraban  sal- 
var  de  las  llamas  algunos  edificios  y  los 
enseres  de  los  conventos  De  entre  los 
acuerdosde  la  sesión  del  Ayuntamiento  del 
dia  26,  a  las  seis y  media de  la  tarde,  merece 
mención  aquel  en  que  '<3e  acordo  pedir 
»la  Companía  de  Voluntarios  del  Capitan 
»D.  Mariano  Borrell  para  resguardo  de 
»estas  Casas  consistoriales  por  razon  de 
»la  influencia  que  tiene  en  el  pueblo»  (2). 
Don  Mariano  Borrell,  uno  de  los  empre- 
sàries de  la  plaza  de  Toros,  el  apedado 
bacallancr,  el  que  no  se  daba  prisa  en 
acompafiar  la  bomba  contra  incendies  de 
los  conventos,  el  de  les  milicianes  de 
Santa  Catalina,  el  de  la  gran  influencia 
sobre  el  pueblo.  ;Quién  vence?  ;Los  mo- 
derades 0  la  revolución?  Los  moderades 
quedan  vencides. 

En  el  acta  de  la  misma  sesión  leo: 
«A  las  S  de  la  noche  à  invitacion  de  las 
«autoridades  superiores  pasó  el  Escmo. 
«Ayuntamiento  al  Real  Palacio....  Estuvo 
»allí  reunido  hasta  las  12»  (3). 


(j)     Archivo   municipal. — Acucrdos.   Segundo 
semestre,  i^}$,  tol.  505. 

{-,)     .\rchivo   municipal. —  Libro   citado,    foiio 

5Ó7. 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DL'ODECI.MO 


Respondamos  ahora  a  la  pregunta  so- 
bre la  venida  de  Llauder.  Por  efecto  de 
los  muchos  trabajos  y  peores  disgustos 
quebrantado  éste  en  su  salud,  hallAbase 
a  la  sazón  en  Esparraguera  con  su  fami- 
lia,  alojado  en  casa  Castells,  tomando  las 
aguas  sulfurosas  de  la  Puda  de  Mont- 
serrat; y  el  dia  26,  tendido  en  cama  a 
causa  de  un  fuerte  cólico.  Es  claro  que 
al  recibo  del  parte  comprendió  mu}'  lue- 
go  el  grave  significado  y  fatales  conse- 
cuencias  de  aquella  revolución;  y  así 
llamó  en  seguida  al  criado,  y  le  mandó 
ensillar  su  caballo  para  luego  marchar; 
però  le  contesto  el  sirviente  que  uno  de 
los  caballos  había  mordido  al  otro,  y  por 
esta  causa  ambos  estaban  sangrados,  y 
por  lo  mismo  sin  poder  salir.  No  por  esto 
desistió  el  Capitdn  general,  sinó  que  en- 
vio una  persona  a  Barcelona  al  dueíïo  de 
la  cochería  de  Ros  para  que  le  mandara 
un  coche,  como  realmente  en  seguida  se 
le  mandó.  De  esta  cochería  solia  servirse 
Llauder,  y  yo  la  recuerdo  muy  bien.  Ha- 
llàbase  en  la  cara  occidental  de  la  Plaza 
de  Santa  Ana,  donde  el  número  S  o  el  9 
actual.  Era  conocida  por  «Casa  el  Ros  de 
la  Plaza  de  Santa  Ana».  Vistióse  Llauder 
un  levitón  o  capote,  sin  duda  de  campa- 
na, cinóse  el  sable,  y  se  metió  en  el 
coche.  Su  esposa,  Dofia  Buenaventura 
de  Bransí,  mujer  de  talento  y  decisión, 
no  le  quiso  abandonar:  tampoco  la  hija 
Concepción  quiso  dejar  a  la  madre;  y  así 
los  tres,  junto  con  un  ayudante,  entra- 
ron  en  el  coche,  y  se  vinieron  a  esta  revo- 
lucionada  ciudad. 

Entramos,  me  dijo  Concepción  en  1891, 
chica  en  1835  de  17  aiios,  entramos,  me 
dijo,  por  la  Puerta  del  Àngel,  «y  aun  hoy 
vestoy  viendo  A  papa,  sentado  en  su 
»asiento,  apoyada  la  mano  en  el  puno  de 
»la  espada  à  guisa  de  baston,  ergu'ida  la 
»cabeza,  vivos  los  ojos  por  el  enfado  que 
»le  causaba  ver  la  puerta  de  la  ciudad 
»guarnecida  por  mihcianos;  porque  tienes 
»que  saber  que  mi  padre  era  enemigo  de 
»armar  al  pueblo,  y  si  lo  hizo  fué  preci- 
»sado,  y  aun  así  puedes  ver  qué  clase  de 
»personas  escogió.  En  la  plaza  de  Santa 


»Ana  el  ayudante  dijo  A  papà  que  tenia 
»noticia  de  que  su  mujer  estaba  mala,  y 
»pidió  permiso  para  ir  à  verla.  Papà  se 
>^lo  dió»  (1). 

Mas  dejemos  a  la  hija  Dona  Concepción, 
y  ya  que  el  mismo  padre  babló  sobre 
este  particular,  oigamos  su  voz:  «Apenas 
»recibí  el  parte  del  funesto  suceso»  (del 
ittceiiíU'o),  «enfermo,  y  sin  que  obstase  la 
»circunstancia  de  estar  esperando  de  un 
»momento  à  otro  que  fuese  admitida  mi 
»dimision»  {la  toii'a presentada  conitisís- 
tencia  porque  no  se  le  mandaban  tropas), 
«sin  mas  demora  que  la  precisa  para 
«dirigir  à  todas  las  autoridades  la  circu- 
»lar  (que  copia  en  el  apéndice),  y  sin 
«esperar  tampoco  al  general  Bassa  y  sus 
»tropas,  marché  à  Barcelona  con  la 
»misma  prontitud  y  decisión  que  había 
»usado  el  aflo  32  para  salvaria  de  la  tira- 
»nía.  Como  entonces  entre  en  esta  oca- 
»sion  solo  con  mis  ayudantes,  y  una 
«columna  de  260  hombres,  que  dispuse 
»me  siguiese,  fué  destinada  cuando  Uegó 
xà  reforzar  la  ciudadela;  però  esta  vez  mi 
»alma  debía  experimentar  sensaciones 
«terribles.  En  el  pueblo  que  por  mi  con- 
»ducto  recibió  tantos  beneficiós  de  la 
»mano  de  S.  M.;  en  donde  mis  recientes 
«servicios  à  la  causa  nacional  habian  pro- 
«ducido  tantas  ventajas;  donde  fui  apelli- 
»dado  con  el  titulo  de  padre,  donde  tengo 
»mi  casa  y  mis  bienes,  donde  yo  aspiraba, 
»por  toda  felicidad,  à  vivir  tranquilo 
»como  un  particular  sin  autoridad  ni  car- 
»gos,  en  aquel  pueblo  en  fin  objeto  de  mi 
»mayor  entusiasmo  y  carino,  allí  encon- 
»tré  las  columnas  de  humo  de  los  edificios 
«incendiados:  allí  vi  à  la  revolución  que 
»despues  de  ensayar  sus  fuerzas  aprove- 
«chando  de  la  prevencion  popular  contra 
»los  conventos,  arrojaba  ya  la  màscara, 
»y  se  disponía  à  combatir  al  gobierno,  à 
»quien  hasta  entonces  había  afectado  un 
«razonable  respeto».  No,  sefior  General, 
la  prevencion  popular  era  la  prevencion 
masónica   difundida   entre  los  alborota- 


(i)     Relaciones  que  me  hizo  varias  veces. 


CON'SECL•ENXIAS    POUITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


777 


dos;  y  el  incendio  el  primer  acto  de  la 
revolución  política. 

«Ahora  los  agitadores  hoUaban  las 
»leyes  bajo  el  mantó  de  la  libertad  que 
»profanaban...>^  Advierta  el  General  que 
solo  lo  sagrado  es  profanable;  nunca  lo 
abominable,  como  la  libertad  liberal. 
«Negaban,  continua,  losprogresoshechos 
»en  el  sistema  politico;  despreciaban  el 
»modo  legal  de  marchar  à  la  perfeccion» 
(el  sistema  moderado),  «y  calumniaban  y 
»declaraban  la  guerra  -k  los  que  mas 
«habian  trabajado  por  el  bien  general. 

»Esto  hacia  crítica  y  desagradable  mi 
»posicion  personal,  y  desacreditaba  la 
»causa  que  defendíamos...  Reuní,  pues, 
»en  palacio  à  los  oficiales  de  la  guarní- 
»cion  y  de  la  Milícia  Nacional;  y  en  con- 
»tra  de  las  falaces  promesas  de  los  agita- 
»dores,  les  pronostiqué  los  males  infinitos 
»que  las  agitaciones  habían  de  producir; 
»les  manífesté  sobre  todo  mi  decísion  de 
»sostener  à  todo  trance  las  leyes  y  las 
»órdenes  del  gobierno;  y  que  este  deber 
»mío  era  el  suyo  igualmente;  pues  esta- 
»ban  obligades,  como  toda  fuerza  ptiblica, 
»a  conservar  el  orden  à  la  voz  de  la  auto- 
»ridad  legítima.  Hice  cuanto  estuvo  de 
»mi  parte  para  rectificar  la  opinion  ex- 
»traviada  en  los  que  eran  puramente  alu- 
»cinados,  y  deseando  evitar  todo  lo  posi- 
»ble  el  conflicte  que  la  falta  de  fuerzas 
»hacia  inminente,  acordé  con  el  goberna- 
»dor  civil  D.  Felipe  Igual,  cuya  honrosa 
«conducta  me  complazco  en  recordar,  que 
»se  facilitase  la  evacuacion  de  todos  los 
»conventos  de  la  província  de  Barcelona, 
»que  sulicítaban  los  mismos  religiosos, 
>^cuyas  casas  no  habia  medio  de  proteger, 
»de  suerte  que  aquella  misma  Milícia  se 
»empleó  en  acompaflar  a  muchos  de  atiue- 
»llos  ú  los  puntos  de  seguridad»  (1).  No 
niego,  refiriéndome  a  toda  Cataluiïa,  que 
algunos  mílicianos  lo  efectuaron,  però  lo 
practicaron  màs  y  mejor  los  carlistas:  en 
toda  la  verdad;  así  como  que  muchos  de 


(i)  Memorias  documenladas  del  l'eniente  Ge- 
neral Don  Manuel  Llauder...  Madrid,  iS-f./,  pà- 
ginas  121  a  124. 


los  mílicianos  fueron  precisamente  los 
agresores  de  los  conventos  y  de  sus  ino- 
centes  moradores. 

Reune,  pues,  el  General  Llauder  a  su 
presencia  a  los  oficiales  de  la  guarnición, 
y  les  echa  una  plàtíca  para  contenerles 
en  el  circulo  de  la  moderación.  Equi- 
voco el  camino:  si  muy  en  hora  buena, 
cuando  desempenó  por  nombramiento 
de  Fernando  VII  el  cargo  de  Inspector 
de  Infanteria,  no  hubíese  colocado  en 
el  Servicio  activo  a  los  militares  líbera- 
les,  ahora  pudieron  ahorrarse  el  ser- 
món.  Escribió  Llauder  respecto  de  su 
organízacíón  de  la  infanteria:  «à  costa  de 
«tantos  afanes  logré  mi  objeto:  organi- 
>.zar  la  infanteria  de  manera  que  jamàs 
»pudiera  ser  apoyo  del  desórden,  y  que 
»presentase  en  toda  ocasion  un  aspecto 
»capaz  de  imponer  A  otra  infanteria  que 
»bajo  el  nombre  de  voluntaríos  realístas 
»era  un  obstitculo  para  toda  mudanzaque 
»pudíera  hacerse  en  buen  sentído»  (2). 
Pues  bien.  General,  entre  esta  infanteria 
creada  por  V.  E.  estaba  el  Brigadier 
Ayerve,  el  testigo  mudo  de  los  incendios 
de  los  conventos;  en  esta  infanteria  se 
encontraban  indudablemente  oficiales 
buenos,  però  también  aquellos  que  tran- 
quílos  presenciaren  los  crímenes  del  25 
de  julio;  de  esta  infanteria  procedian  los 
que  luego  el  5  de  agosto  permitieron  el 
asesinato  del  segundo  Cabo  Bassa.  El 
General  Llauder,  que  con  su  audazexpo- 
sición  a  la  Reina  Gobernadora  de  25  de 
diciembre  de  1833  colocó  el  carro  del 
gobierno  de  Espana  en  la  pendiente  libe- 
ral, carece  por  completo  de  razón  para 
ahora  dolerse  del  ràpido  descenso;  raya 
en  locura  lanzar  un  vehículo  en  una  pen- 
diente, y  luego  pretender  pararlo  en  su 
mitad. 

iQue  aquí  se  le  había  llamado  padre, 
que  aquí  tenia  su  casa  y  bienes,  que  aquí 
pensaba  esfablecer  tranquila  su  morada 
y  su  retiro!  Pues  si  tal  proyectaba,  con- 
venia antes  no  favorecer  a  los  revolució- 
narios,  no  halagar  aquí  a  los  amnistia- 


(2)     Memorias  doctimenLidas,  cit..  pàg.  29. 


778 


LIEKO    TERCERO. — CAPITULO    DUODECIMO 


dos,  no  alentar  a  los  revolvedores  en 
toda  Cataluna  colocando  en  sus  manos 
las  armas  y  el  poder,  no  haceiies  omni- 
potentes,  que  para  evitar  las  consecuen- 
cias  hay  que  omitir  las  premisas.  Mas 
dejemos  por  ahora  en  paz  a  mi  pariente 
el  General  Llauder,  que  muy  luego,  en  el 
capitulo  siguiente,  la  discusión  de  su 
obrar  tendr<l  su  propio  lugar;  y  continue- 
mos  oyendo  su  relacion. 

«Las  pocas  armas  que  existian  dispo- 
»nibles,  que  no  llegaban  à  mil,  fueron 
»puestas  A  disposicion  del  Ayuntamiento 
«segun  lo  solicitó  por  conducto  de  los 
«regidores  Don  José  Maria  Llinàs  y  Don 
»Joaquin  Mena,  para  armar  A  los  vecinos 
»interesados  en  la  conservacion  del  órden ; 
»y  despues  el  2  de  agosto  me  aviso  el 
»gobernador  interino  Don  joaquin  Ayer- 
»ve  que  se  habian  distribuido  800  fusiles  à 
»los  hombres  de  mas  arraigo  de  los  ba- 
»rrios,  y  ailadía  que  esperaba  no  seria 
xturbada  la  tranquilidad,  pues  el  interès 
»se  había  hecho  general,  y  nadie  qu2ria 
»ser  robado.»  Es  verdad,  nadie  quería 
ser  robado,  però  todos  los  liberales  anhe- 
laban  la  caida  del  ministerio  moderado, 
la  de  Llauder  y  el  triunfo  de  la  revolu- 
ción,  como  luego,  muy  luego  el  hecho  lo 
probó.  «Di  parte  al  gobierno,  continua 
«Llauder,  del  estado  del  Principado  por 
»extraordinario,  y  los  pliegos  fueron 
«entregados  para  su  expedicion  al  admi- 
«nistrador  de  correos  Don  Juan  Abascal.» 
jEstupenda  elección!  Abascal,  uno  de  los 
abanderados  de  la  revolución  fiera;  Abas- 
cal, uno  de  los  cuatro  representantes  de 
las  turbas  para  tomar  parte  en  lasdelibe- 
raciones  de  la  autoridad,  nombrado  sobre 
el  cadàver  caliente  de  Bassa,  como  muy 
pronto  veremos.  Mas  sigamos  a  Llauder: 

«A  las  12  del  27  de  julio  me  dió  parte  el 
»delegado  de  policia  Don  Juan  Serralde  de 
»que,  segun  aviso  de  sus  confidentes,  à 
»las  seis  de  la  tarde  se  reuniria  el  pueblo 
»en  la  plaza  de  Palacio.  Media  hora  des- 
»pues  repitió  el  mismo  aviso.  Mi  resolu- 
»cion  estaba  tomada  desde  el  momento 
»en  que  la  revolución  me  colocaba  en  la 
«alternativa  del  deshonor,  ó  el  cumpli- 


»miento  de  mi  deber  como  militar  y  como 
«autoridad.  Así  mi  respuesta  fué  lacònica 
»y  dirigida  à  imponer  à  los  conjurados: 
»me  dispuse  à  todo;  però  procurando 
«evitar  el  pretexto,  que  aquellos  apetecen 
»y  suelen  alegar  en  tales  casos,  de  que  la 
«agresion  empezó  por  la  autoridad,  mis 
«providencias  fueron  imperceptibles,  y  ni 
«siquiera  reforcé  la  guardià  de  Palacio, 
«que  constaba  de  20  quintos. 

«Mis  ayudantes  Don  José  Sanjuan,  Don 
«Juan  Montano  y  Don  José  Freixas  vigi- 
«laban,  y  todo  esiaba  preparado  para 
«cargar  à  la  primera  reunion  con  solo 
»dos  compaflías  y  dos  canones  que  pre- 
«vine  al  general  Pastors  me  mandase  al 
«primer  aviso,  y  al  general  Saquetti  que 
«estaba  presente.  Pasó  la  hora  designada 
«sin  que  ocurriese  novedad,  y  solo  màs 
»tarde  se  me  dió  parte  de  que  se  formaba 
«en  la  plaza  un  grupo  que  mandé  disolver 
«por  cuatro  caballos  de  mis  ordenanzas 
«únicamente.  Entre  8  y  9  de  la  noche  se 
«me  presento  Don  Narciso  Bonaplata, 
«capitan  del  primer  batallon  de  la  Milícia 
«Nacional,  pidiéndome  permiso,  que  l'e 
«concedi  al  instante,  para  emplear  su 
«companía  en  defensa  de  su  fàbrica  de 
«vapor,  porque  le  constaba  que  la  querian 
«incendiar,  tomando  parte  en  este  crimen 
«varios  extranjeros,  y  que  por  la  tarde 
«se  habian  hecho  ensayos  desde  la  mura- 
«11a  para  verificarlo  con  frascos  incendia- 
«rios.  A  las  nueve  y  media  un  ayudante 
«de  artilleria  vino  à  pedir  mis  ordenes 
«sobre  el  auxilio  que  solicitaba  la  fàbrica 
»de  Bonaplata;  y  le  manifesté  que  no 
«llegando  à  200  hombres  la  tropa  existen- 
»te  en  la  plaza  debia  conservarse  en  el 
«cuartel,   pronta  para  obrar   con    fruto 

«cuando  se  le  mandase Las  patrullas 

«disolvieron  algunos  grupos  que  se  arro- 
«jaban  sobre  los  libros  extraídos  de  los 
«conventos,  y  todo  quedo  tranquilo:  la 
«fàbrica  no  fué  incendiada,  ni  lo  habría 
«sido  ocho  dias  despues  lo  mismo  que  mi 
«casa  de  campo,  si  las  fuerzas  que  se 
«reunieron  hubiesen  obrado  con  la  pre- 
«caucion  y  energia  que  tenia  ordenado  y 
«todos  me  prometieron 


CONSECUENXIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVE.NTOS 


779 


»Mas  al  mismo  tiempo  que  de  esta 
»modo  se  contenia  la  revolucion  en  la 
»capital  de  Cataluna,  todas  las  senales 
«confirmaban  los  antecedentes  que  me 
»persuadían  que  aquella  era  general,  y 
»que  sus  efectos  se  sentirían  en  todas 
»partes,  en  prueba  de  lo  cual  no  había 
«empezado  à  estallar  en  la  capital  sinó 
»fuera  de  ella.» 

«En  el  mismo  dia  27  tuve  avisos  de  que 
»salieron  de  Barcelona  partidas  de  incen- 
«diarios.  El  apoderado  del  marqués  de 
»Alfaraz  me  pidió  auxilio  para  librar  la 
»casa  de  su  amo  llamada  el  Labcrtnto, 
»sobre  lo  cual  hice  responsable  al  alcalde 
»de  Horta;  y  este  me  dió  parte  que  se 
»habían  presentado  unos  25  hombres  à 
»incendiar  el  monasterio  de  Ebron.  Reci- 
»bí  otros  partes  de  Sabadell,  Tiana  y 
»Mataró  clamando  por  mi  presencia  y 
sprovidencias;  però  lo  mas  importante 
»fué  la  comunicacion  que  recibí  tambien 
>^el  mismo  dia  de  el  gobernador  de  Mata- 
»ró,  dàndome  parte  del  conflicto  en  que 
»se  hallaba  por  la  insubordinacion  de  las 
»companías  de  migueletes;  y  en  fin  à  las 
»3  de  la  madrugada  del  28  se  me  presento 
»una  comision  del  ayuntamiento  de  dicha 
»ciudad  reclamando  mi  mas  pronto  auxi- 
»lio;  del  cual  era  evidente  que  no  habrían 
»necesitado  aquellas  autoridades  si  los 
»insubordinados  no  hubieran  logrado  mu- 
*chas  simpatias  en  aquel  pueblo,  capital 
»de  un  corregimiento,  pues  tenian  dentro 
»de  ella  un  batallon  de  800  plazas.  Todo 
»aseguraba  màs  y  mas  que  cada  dia,  ó 
«cada  instanle  la  revolucion  daria  un 
«estaliido  en  difeientes  puntos.  En  tal 
«situacion,  apartado  el  pretexto  de  los 
«conventos  que  presentaban  los  agitado- 
»res  como  causa  de  todo;  habiendo  pro- 
»videnciado  en  la  capital  cuanto  pude, 
»para  dejar  la  impresion  de  mi  autoridad, 
»dado  el  ejemplo  personal  y  las  pruebas 
»de  mi  decision  y  de  la  energia  con  que 
»las  repetiria  si  se  me  obligaba  con  los 
»nuevos  medios  que  podria  reunir,  refor- 
»zada  la  ciudadela  con  la  columna  de 
»Saboya  que  mandaba  el  comandante 
»Carmenes,  y  publicada  la  alocucion  que 


»se  lee  en  los  diàries  del  28,  y  que  soste- 
).nida  por  mis  operaciones  produjo  buen 
«efecto;  juzgué  no  debía  por  entonces 
»permanecer  en  Barcelona,  expuesto  à 
»quedar  cerrado  é  incomunicado  con  el 
»resto  del  Principado  y  nula  de  hecho  mi 
«autoridad  por  la  insurreccion  general;  y 
»marché  à  Mataró  para  reprimir  à  las 
>'Companías  de  Migueletes  sediciosas  y 
»traGladarme  adonde  la  anarquia  levan- 
»tase  la  cabeza....  Eran  los  conjurados 
>''(de  Mataró)  la  mayor  parte  forasteres, 
»y  varios  extranjeros  que  sin  duda  se 
ihabrian  alibtado  de  propósito  para  con- 
«currir  à  la  ejecucion  del  plan  general 
j  contra  el  gobierno  y  contra  el  or- 
»den...»  (1). 

En  las  pàginas  siguientes  continua 
Llauder  demostrando  que  aun  en  su 
ausencia  siguió,  ya  por  sí  personalmente, 
3'a  por  oficiós,  instrucciones  y  ordenes, 
procurando  la  conservación  del  orden  y 
de  la  autoridad  por  medio  de  la  decision 
del  mando  y  la  energia  en  el  obrar  de  los 
que  mandaban.  Pastors  desde  Barcelona 
le  pidió  fuerzas  y  entonces  Llauder  con- 
testo a  Pastors  ';<que  ordenaba  al  General 
»Bassa  que  entrase  en  la  plaza  con  fuer- 
»zas  para  que  se  procediese  con  decision 
Ȉ  todas  las  medidas  que  reclamaba  la 
»dignidad  del  gobierno,  la  seguridad  de  la 
»plaza  y  la  de  los  habitantes.  Esto  es  todo 
»lo  que  yo  previne  al  general  Bassa  sobre 
»el  modo  de  proceder  en  aquella  oca- 
»sion»  (2).  Mas  no  adelantemos  noticias, 
que  muy  luego  los  liechos  y  las  fechas 
nos  llevaran  a  la  tragèdia  de  Bassa. 

Hasta  aquí  hemos  oido  a  Llauder;  oiga- 
mos  siquiera  un  parrafito  de  sus  contra- 
rios.  «Dióse  esta  indiscreta  proclama  el 
»27»  (la  del  dia  de  la  entrada  de  Llau- 
der), «y  el  mismo  dia  entro  el  general 
«Llauder  con  animo  sin  duda  de  ejecutar 
»cuanto  en  la  proclama  se  advertia;  mas 
»conociendo  y  viendo  con  sus  propios  ojos 
»que  el  pueblo  de  Barcelona  habia  toma- 


(i)     A/fUioiMS  ,Voc•«H!e;ííiiias...,  citadas,   pàgi- 
nas  de  12^  a  1 50. 

(j)     Memorias...,  citadas,  pàg.  139. 


780 


LIBUO     TERCERO.  — CAI'IIL'LO     DL'ODliCIMO 


»do  una  actitud  formidable,  no  se  consi- 
»deró  seguro  en  su  palacio,  y  se  encerró 
»en  la  Ciudadela».  (Lo  dndo  mncho.)  *E1 
>'pueblo  acudió  debajo  de  los  balcones  de 
»su  casa  para  espresarle  con  gr'tos  de 
ymtuera  Llauder»  (y  aíiadcii  otros:  rniicra 
el  tirauo)  «el  caso  que  hacía  de  sus  im- 
»prudentes  amenazas.  A  la  madrugada 
»del  28  ni  la  Ciudadela  fué  bastante  refu- 
»gio  para  el  general,  puesto  que  se  mar- 
»chó  à  Mataró,  habieudo  hecho  salir  antes 
»todo  su  equipage  por  presentir  sin  duda 
»que  ya  no  debia  volver  a  Barcelona»  (1). 
Muchas  de  estàs  noticias  proceden  del 
maldito  folleto  de  Raull,  y  así  deduzco 
que  no  han  de  ser  del  todo  creídas. 

De  todos  modes  resulta  que  Llauder 
salió  de  Barcelona,  y  no  cabé  dudar  que 
su  salida  se  debió  al  convencimiento  que 
formó  del  probable  }•  próximo  triunfo  de 
la  revolución.  Perfectamente  compren- 
dió  que  saltando  por  todos  lados  del  Prin- 
cipado  las  ardientes  chispas,  amenazaba 
de  presto  la  conflagración  general;  la  que 
a  no  salir  él  le  encerraría  en  un  circulo 
de  fuego  en  que  moriria  su  persona  }'  su 
autoridad;  y  así,  dando  la  vuelta  por  Ma- 
taró, tomo  el  camino  de  la  frontera  sin 
por  esto  dejar  en  su  retirada  de  ir  sosté- 
niendo  con  sus  alocuciones  y  ordenes  el 
fuego  de  la  energia  y  del  vigor.  Así  paga 
el  demonio  a  los  que  le  sirven.  Volvamos 
a  Barcelona  y  al  dia  28. 

Dia  28  de  jiilio 

Nos  dice  Llauder  que  al  marchar  dejó 
escrita,  y  publicada  en  los  diarios  de 
aquel  dia,  una  alocución,  de  la  que  por 
contener  sus  primeros  parrafos  conceptos 
ya  arriba  por  él  repetidos,  holgara  aquí 
la  copia,  y  por  lo  tanto  me  limitaré  al 
postrero,  en  el  que  trasuda  por  completo 
su  espiritu;  y  dice  así:  «La  fidelidad  y 
«disciplina  del  ejército,  la  franca  y  leal 
»cooperacion  de  la   Milícia  Urbana,   el 


(i)  Pj«0)\jhi4  espanol.  Crònica  contempori- 
nea.  Por  una  reunión  de  amigos  colaboradores. 
Barcelona  de  1842  d  184;,  tomo  111,  pàg.  50. 


»celo  de  las  Autoridades  y  el  concurso  de 
»todas  las  personas  honradas  en  conser- 
»var  las  fortunas  y  las  propiedades  de 
«estos  industriosos  vecinos,  debe  em- 
«plearse  en  restablecer  sólidamente  el 
»orden,  conservar  su  tranquilidad,  y  for- 
»talecer  el  imperio  de  las  leyes  contra  los 
»malvados.  Los  bandos  y  ordenes  de  la 
»Autoridad  seran  ejecutados  instantanea 
Ȏ  irremisiblemente  contra  los  infracto- 
>;res.  De  otro  modo  no  tendrían  termino 
«los  desastres.  Marcho  con  esta  confianza 
»dejando  reforzada  esta  guarnicion,  lo 
»que  ya  es  un  mal  porque  disminuye  mis 
«recursos,  y  serííi  todavía  mas  sensible 
»haber  de  distraer  las  tropas  y  separarlas 
xdel  campo  donde  con  tanta  glòria  defien- 
»den  el  trono  y  la  libertad,  para  venir  à 
«reprimir  y  castigar  a  un  punado  de  ase- 
«sinos  que  seria  mengua  prolongase  sus 
«crímenes,  y  desacreditase  la  cultura, 
«humanidad  y  sensatez  que  distingue  al 
«pueblo  de  la  industriosa  capital  de  Ca- 
«taluna.  Barcelona  27  de  julio  de  1835.— 
«El  Marqués  del  Valle  de  Ribas»  (2). 

De  buena,  y  aun  de  necesaria,  debe  gra- 
duarse  la  energia  en  el  que  manda  para 
enfrenar  a  los  trastornadores  del  orden 
social,  y  mucho  mas  cuando  éste  próxi- 
mamente  peligra;  però,  por  regla  general, 
sola  no  basta;  }•  aun  debe  emplearse  con 
prudència,  o  sea  con  atenta  mira  a  los 
resultados.  Buena,  muy  buena  en  sí,  la 
presente  decísión  del  Capitàn  General, 
mas  debia  haber  comenzado  muj'  antes 
impidiendo  la  formación  del  partido  revo- 
lucionario,  reprimiendolaimprenta  y  las 
peroratas,  y  no  envalentonàndole  dàn- 
dole  miles  de  fusiles.  Ahora  la  medida 
resultabatardía,  y  auncontraproducente. 
Cuando  una  caldera  de  vapor  por  la 
excesiva  presión  del  fluido  amenaza  re- 
ventar,  bueno  serà  cenirla  con  nuevos 
aros  de  robusto  hierro  para  que  resistan 
la  presion;  però  mas  acertado  resultarà 
apagar  sus  hornillos,  enfriar  sus  aguas, 
y  sobre  todo  no  haber  caído  antes  en  el 

(2)  Diario  de  Barcelona  del  28  de  julio  de 
1855,  pàgs.  1664  y  16Ó5. 


CON'SECL'EN'CIAS    POl.ITICAS     DEL    IN'CENDIO    DE    LOS    CONVE.VTOS 


781 


absurdo  de  activar  sus  fuegos  para  luego 
no  querer  que  explote  ni  aun  teniendo 
dèbil  su  coraza.  Si  no  se  hubiese  dado 
libertad  a  la  prensa  revolucionaria,  si  no 
se  hubiesen  abierto  las  puertas  a  los  emi- 
grades, si  no  se  hubiesen  permitido  los 
cafès  del  tenor  del  de  la  Noria,  si  se  hu- 
biese perseguido  de  verdad  a  las  socieda- 
des  secretas,  si  se  hubiese  francamente 
protegido  la  acción  de  la  Iglesia,  si  no  se 
hubiesen  puesto  en  mano  de  los  exalta- 
dos  las  armas,  no  se  hubiera  acumulado 
en  la  caldera  política  la  inmensa  presión 
de  tanto  vapor,  y  la  contención  era  po- 
sible.  Ahora  resulto  contraproducente. 
Del  lado  de  la  revuelta  apretaba  la  opi- 
nión  liberal  franca,  la  inmensa  mayo- 
ría  de  la  milicia  urbana  y,  de  seguro, 
parte  del  ejército.  Del  lado  del  General 
solo  los  pusilànimes  hombres  de  bien  y 
de  orden  y  la  parte  de  ejército  fiel  y  sesu- 
da.  Llauder  se  larga,  eintroduce  a  Bassa 
en  Barcelona.  El  resultado  no  era  dudoso: 
la  caldera  debía  explotar,  y  exploto.  Si- 
gamos  dia  tras  dia  los  sucesos. 

Dia  29  dC  julio. 

El  cristiano  y  viejo  general  Saquetti 
dimite  el  mando:  «Comandància  militar 
»de  esta  plaza.— Exmo.  Sefior.— Aulori- 
»zado  por  el  Exmo.  Sor.  Capitan  General 
»de  este  ejército  y  Principado  para  entre- 
»gar  à  V.  E.  por  falta  de  salud  el  mando 
»de  las  armas  y  dem.às  despacho  de  que 
»estoy  encargado;  doy  la  orden  en  este 
»dia  para  que  reconozcan  à  V.  E.  con  el 
«mando  y  demas  atribuciones  del  mismo. 
»Dios....  Barcelona  29  de  julio  de  1S35. — 
»E1  mariscal  de  campo  CaN'etano  Sa- 
»quetti.  — Exmo.  Sor.  Don  Pedró  Maria 
»de  Pastors»  (1). 

En  la  orden  del  dia,  publicada  el 
siguiente  30,  Saquetti  comunica  el  cam- 
bio  de  jefe  a  la  guarnición  (2). 

En  la  misma  fecha,  29,  Pastors  subscri- 


(i)     .\rchivo  de  la  Capitania  (ieneral. — Lc-gaio 
citado. — Paquetc  i,  docu.to  6. 

(2)     Diario  de  Barcelona  del  30,  pàg.  1679. 


be  una  alocución  a  los  barceloneses  dan- 
do  cuenta  de  su  nombramiento,  y  exhor- 
tandoles  a  unirse  a  él  para  combatir  a  la 
revolución.  Debò  copiar  de  ella  un  parra- 
fo,  que  dice  así:  «Si  por  desgracia  genios 
«díscolos  y  malvados  y  quizà  algunos 
»estraflos  à  una  pàtria  que  tanto  debe 
«interesarnos,  osaran  neciamente  inten- 
»tar  algun  compromiso  A  siniestro  fin, 
»estraviando  el  noble  patriotismo  con  el 
»objeto  de  destruir  la  indústria,  valido  de 
»la  obcecacion  de  un  corto  número  y 
»gozar  despues  tranquilo  de  su  triunfo; 
»ser<l  prontamente  conocido  de  los  bue- 
»nos,  se  les  arrancarà  la  màscara,  y 
>/quedaran  solos  entregados  à  la  ley  que 
»ejercerà  sobre  sus  hombros  el  rigor  de 
>'la  justícia i>  (3). 

Por  disposición  de  la  Autoridad  del 
propio  dia  29  se  suspenden  las  corridas 
de  toros  (4). 

En  el  mismo  dia  levanta  también  la 
voz  Ayerve  exhortando  a  los  barcelone- 
ses a  que  no  se  dejen  seducir  para  aten- 
tar  contra  las  fàbricas  de  vapor.  De  sus 
palabras  he  dado  ya  cuenta  en  el  anterior 
capitulo,  mas  conviene  aquí  recordar 
algunas  de  ellas.  Dice:  «Penetrado  de 
«tales  verdades  me  visteis  en  la  noche 
»del  25  al  26  de  este  mes  emplear  cuantos 
»esfuerzos  estuvieron  à  mi  arbitrio  para 
»contener  el  motin  que  por  pocas  horas 
«turbó  la  tranquilidad»  (si por  fiiii  arbi- 
trio» entiettde  dccir  <H)ti  poder f>,  mi ente 
descaradamente,  pues  nada  hiso,  conto 
HO  sea  autorizar  el  mal)  «de  que  siem- 
»pre  ha  sido  modelo  esta  Capital,  y  si 
»bien  no  pudieron  evitarse  funestos  efec- 
»tos  de  los  primeros  momentos  de  efer- 
»vescencia  popular»  {iio  se  quisierou  evi- 
tar), «tuve  la  satisfaccion  de  ver  pronto 
»restablecida  la  calma,  por  la  coopera- 
»cion  de  los  habitantes  pacificos,  3'  el 
^auxilio  del  Ejército  y  benemèrita  Mi- 
»licia. 


(?)  Diario  de  liarcelona  dul  ^o  de  julio,  pà- 
gina 1079. 

(_))  .\rchivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
citado.  paquete  8. 


782 


l.IBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    IJUODECIMO 


»E1  sosiego  ha  reemplazado  à  un  lameti- 
»table  furor,  y  cesaron  los  motivos  con 
»que  de  nuevo  se  pretendiese  exitarlo. 
»Los  religiosos  de  todos  los  conventos  se 
»hallan  bajo  la  justa  salvaguardia  de  la 
»Autoridad,  y  &  disposicion  del  Gobier- 
»iio,  que  les  darà  el  destino  mas  conve- 
»niente:  los  conventos  y  demas  edificios 
»son  propiedades  que  no  toca  à  los  parti- 
»culares  disponer 

«Ordeno  y  mando  lo  siguiente:  1.°  Que- 
»da  prohibido  à  toda  persona  sea  de  la 
»clase  que  fuere  el  penetrar  en  el  recinto 
»de  convento  alguno  de  esta  capital,  sin 
»espreso  permiso  de  la  autoridad  compe- 
»tente:  el  que  contraviniere,  aun  cuando 
»no  extrajera  efecto  alguno  de  dichos 
»lugares  serà  tratado  como  merece  el 
»que  atenta  contra  la  propiedad  ajena. 

»2.°  En  cualquiera  hora  en  que  por 
»cualquier  motivo  se  perturbase  la  públi- 
»ca  tranquilidad,  la  senal  de  alarma  serà 
»un  canouazo  disparado  en  el  fuerte  de 
»Atarazanas  y  otro  en  la  Ciudadela:  si  al 
»cuarto  de  hora  se  repite  otro  canonazo 
»en  ambos  puntos,  despues  de  esta  última 
»senal  serà  tratado  como  revoltoso  todo 
»individuo  que  se  encuentre  por  la  calle.... 
»y  así  se  llenaràn  completamente  los 
»deseos  de  vuestro  Gobernador  y  Corre- 
»gidor  interino.  Barcelona  29  de  julio 
»de  1835.— Joaquin  Ayerve»  (1).  De  donde 
resulta  que  Ayerve  reunia  en  sí,  bien 
que  interinamente,  las  facultades  de  Te- 
niente  de  Rey,  Gobernador  de  la  plaza  y 
Corregidor. 

Las  palabras  de  amenaza,  y  las  medi- 
das  de  rigor,  que  iban  apareciendo  en 
estàs  alocuciones,  ofendian  y  exaspera- 
ban  a  los  impacientes  exaltados  porque 
les  retardaban  su  triunfo  y  así,  mas  y 
màs  se  esforzaban  en  excitar  la  indigna- 
ción  popular  que,  necesario  es  confe- 
sarlo,  crecía  por  instantes.  Decían  los 
adelantados  que  el  empeno  de  los  docu- 
mentos  en  presentar  a  los  revoluciona- 
ries como  asesinos  y  ladrones,  obedecía 


(i)     Diario  de   Barcelona   del    31    de   julio    de 
183Í,  pàgs.  de  1Ó87  a  1689. 


al  plan  de  dividiries  en  dos  fracciones: 
la  de  los  tímidos  y  propietarios,  y  la  de 
los  ardorosos  y  pobres;  y,  divididos,  ven- 
cerles. 

Dia  30  de  julio. 

El  30,  el  delegado  de  policia  firmo  el 
siguiente  anuncio,  que  se  publico  el  dia  31 : 
«Gobierno  civil  de  la  provincià  de  Barce- 
»lona.— Delegacion  de  Policia.— Habién- 
»dose  difundido  maliciosa  y  equivocada- 
»mente  la  voz  de  que  existían  todavía 
»intactos  en  esta  delegacion  de  policia 
»los  índices  inversos  que  por  decreto  de 
»S.  M.  se  han  mandado  quemar  en  todo 
»el  reino;  se  anuncia  que  lo  fueron  los 
»de  esta  Ciudad  y  provincià  en  el  dia  U 
»de  febrero  liltimo  en  cumplimiento  del 
»mismo  y  ante  el  escribano  de  esta  dele- 
»gacion.  Barcelona  30  de  julio  de  1835.— 
»Juan  de  Serralde»  (2).  Ignoro  el  conte- 
nido  de  los  tales  índices  inversos;  però 
no  hay  duda  que  formarían  las  listas  de 
los  conspiradores  liberales.  Si  las  auto- 
ridades  usaban  palabras  recias,  en  cam- 
bio  los  agitadores  las  empleaban  falsas  y 
alarmantes. 

El  mismo  dia  30  el  general  Pastors 
escribe  a  Llauder  el  parte  que  a  seguida 
copio:  «Ayer  di  cuenta  à  V.  E.  de  haber- 
»me  encargado  de  este  mando  por  la 
»quebrantada  salud  del  general  Saquetti 
»y  autorizacion  de  V.  E.  para  que  en  tal 
»caso  así  se  verificase.  No  he  perdido 
»tiempo  en  adoptar  cuantas  medidas  con- 
»venian  en  nuestra  situacion  actual,  y 
»podían  estar  en  armonía  con  las  inten 
»ciones  de  V.  E.,  mantenimiento  de 
»orden  publico  y  castigo  de  los  perturba 
>:'dores.  Mi  primer  cuidado  fué  que  se  pu 
»blicase  un  bando  y  se  fijase  en  las  esqui 
»nas,  anunciando  que  un  caiïonazo  daria 
Ȉ  conocer  el  estado  de  alarma  y  que  otro 
»sería  la  seíial  de  que  la  fuerza  militar 
»iba  à  desplegar  todo  su  vigor  para  que 
»se  retirasen  los  curiosos  y  todos  en  ge- 


(2)     Diario   de  Barcelona   del    31    de   julio   de 
1835,  pàg.  169^. 


CONSl-XL'ENCIAS    POLITICAS    DEL    I.NCENDIO    DE    LOS    CONVE-NTOS 


783 


«neral,  à  fin  de  que  el  estrago  no  pudiere 
»recaer  mas  que  en  los  culpables. 

»Ayer  reuní  el  Ayuntamiento,  al  Go- 
>/bernador  Civil  y  al  Regente;  todos  ma- 
»nifestaron  los  mas  sinceros  deseos  de 
>:•contribuir  al  restablecimiento  de  la  tran- 
»quilidad,  dàndose  un  sistema  regular  al 
»servicio  de  las  patrullas  y  hombres  hon- 
»rados  y  escitando  el  celo  de  estos  para 
»la  defensa  de  sus  hogares. 

»Indiqué  a  las  mismas  autoridades  la 
»necesidad  de  proteger  los  conventos, 
»para  que  sus  preciosos  efectos,  de  libre- 
»rías,  alhajas,  pinturas  y  demàs  impor- 
»tante,  fuesen  inventariados  y  custodia- 
»dos  poniendo  à  salvo  lo  que  habia  esca- 
»pado  de  la  rapacidad  de  los  incendiaries: 
»no  quedo  idea  ni  indicacion  que  no  pro- 
»moviese  para  lograr  tan  interesantes 
»fines...  Dios...  Barcelona  30  de  julio  de 
»1835» — Como  es  borrador ,  carece  allí  de 
firma.— «Exmo.  Sor.  Capitan  General  de 
»este  Ejército  y  Principado»  (1). 

No  puedo  aquí  dejar  de  notar,  en  con- 
testación  a  los  autores  revolucionaries 
defensores  de  los  criminales  del  25  de 
julio,  que  Pastors  mienta  muy  clara  y 
terminantemente  la  rapacidad  de  los  in- 
cendiarios.  Escriban  aquéllos  que  en  la 
aciaga  noche  no  se  robo;  yo  les  daré  en 
rostro  con  lo  de  «poniendo  a  salvo  lo  que 
»habia  escapado  de  la  rapacidad  de  los 
«incendiaries»,  de  Pastors. 

Aunque  el  parte  anterior  satisficiera 
quizà  a  algun  superior  dèbil,  no  así  al 
talento  y  a  la  energia  de  Llauder;  quien, 
ademàs  de  las  medidas  preventivas  adop- 
tadas,  pensaba,  y  no  sin  razón,  ser  nece- 
sarias  las  punitivas  de  los  crímenes  pasa- 
dos,  las  que  sirvieran  de  saludable  ejem- 
plar.  El  mismo  30  escribe  a  Pastors  una 
extensa  instrucción,  de  la  que,  sin  embar- 
go, no  debò  omitir  ni  una  palabra  por 
razón  de  la  excepcional  importància  que 
atesora,  tanto  para  juzgar  los  iiechos  de 
aquéllos  días,  cuanto  la  conducta  y  sentir 
del  que  la  dicto.  Dice  así:  «Capitania  del 


(i)     Archivo  de  la  Capitania  General. — Le^aio 
citado,  paquelc  i,  documenlo  7. 


«Ejército   y  Principado   de   Cataluna.— 
>>Estado  Mayor.— Por  el  oficio  de  V.  E.  de 
»29  me  entero  de  haberse  encargado  del 
«mando  de  las  armas  y  despacho  de  los 
»negocios  de  urgència  ordinària  de    la 
«capitania  general  por  indisposicion  del 
»mariscal  de  campo  Don  Cayetano  Sa- 
»quetti.  No  dudo  que  V.  E.  desempenara 
«aquéllos  encargos  con  el  tino  y  vigor 
»que  exigen  las  delicadas  circunstancias 
»en  que  han  puesto  à  esa  capital  los  úUi- 
»mos  acontecimientos.*  (Dnda  de  su  ta- 
lento.)  «En   la   corta    permanència   que 
»pude  hacer  en  ella  por  llamarme  A  otros 
«puntos  las  atenciones  de  la  guerra,  no 
«menos  que  las  que  han  derivado  de  los 
»sucesos»  [no  fué  solo  la  guerra),  «me 
»impuse  que  no  se  habian  aun  adoptado 
»todas  las  disposiciones  que  exigían  las 
»ocurrencias  de  aquéllos  dias.  El  asesi- 
»nato,    el   incendio  y  la    anarquia    han 
»llenado  de  luto  y  de  conflicto  à  esa  pací- 
Ȓica  capital,  dominada  por  un   punado 
»de  facciosos  revolucionaries  que  hollan- 
»do  los  màs  sagrades  derechos,  atrope- 
»llande  las  leyes  y  despreciando  las  auto- 
»ridades  han    paseado    impunemente  el 
»punal   y  la  bandera   del  desorden  à  la 
»vista  de  todos    sus    habitantes,   de   su 
«guarnicion,  y  hasta  debaje  de  sus  fer- 
»midables  y  impenentes    Fuertes:  à  su 
«vista  se  han  cometido  las  atrecidades 
»sangrientas  con  que  una  horda  de  caní- 
»vales  han  dado  a  Cataluiía  la  fatal  rese- 
»na  de  sus  inicuos  planes  de  exterminio 
»y  devastacion.  Tan  horrendes  crímenes» 
(el  incendio  de  los  conventos  y  el  asesi- 
nata  de  los  frailes),  «sin  embargo,  se 
»hallan  impunes,  la  vindicta  pública  no 
»se  halla  aun  satisfecha  y  no  parece  sinó 
»que  la  ley  ha  retrocedido  delante  del 
»vano  fantasma  del   terror  con   que  la 
«anarquia  se  escudo  en  aquéllos  aciagos 
«días.  Semejante  escàndalo  en  una  nacien 
«culta,  y  en  un  siglo  de  luces,  en  que  se 
»ha  controvertide  si  la  le\'  misma  puede 
«herir  de  muerte  a  un  ciudadano,  llama- 
«ria  la  atencion  de  la  Europa  entera  que 
«acaso  espera  el  resultado  de  este  ver- 
«gonzoso  suceso  para  lijar  su  idea  sobre 


784 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


»el  caràcter  político  de  nuestra  revolu- 
»cion.  Este  asunto  pues  es  de  la  mayor 
»gravedad  y  trascendencia  y  exige  del 
»ceIo  y  actividad  de  V.  E.  que  lo  mire 
»con  toda  su  atencion  que  reclama  su 
»importancia.  Al  efecto  tomarà  V.  E. 
»todas  las  medidas  y  expedirà  todas  las 
»órdenes  y  providencias  que  crea  nece- 
»sarias  y  conducentes  para  poner  en  toda 
»su  luz  aquellos  sucesos  y  descubrir  los 
»autores  y  perpetradores  de  tan  bàrbaros 
»crímenes.  El  misterio  y  la  reserva  han 
»cubierto  hasta  el  dia  con  un  denso  velo 
»los  pro3'ectos  de  los  malvados:  mas  nada 
»debe  detener  à  la  autoridad  zelosa,  ni 
»impedir  que  la  le^'  ultrajada  recobre  su 
»imperio.  Espero  pues  que  redoblarà 
«V.  E.  su  zeloy  energia,  para  conseguir- 
»lo,  se  enterarà  de  lo  que  se  haya  obrado 
»por  cualquier  tribunal  ó  fiscal  para  el 
»descubrimiento  de  los  reos,  mandando 
»se  proceda  A  las  màs  esquisitas  averi- 
»guaciones,  no  solo  sobre  los  crímenes 
»cometidos,  sinó  tambien  sobre  la  con- 
»ducta  y  comportamiento  de  todos  aque- 
»llos  à  quienes  su  destino  les  impone  el 
»deber  de  tomar  parte  activa  en  estos 
»acontecimientos.  Las  tropas  de  la  guar- 
»nicion  en  aquellos  fatales  momentos 
»obraron  de  un  modo  que  acaso  se  enco- 
»mia  por  los  mismos  que  estan  inte- 
»resados  en  ensalzarlas  (jji!!!);  però  las 
«inflexibles  leyes  desconocen  toda  inter- 
»pretacion,  toda  modificacion  sean  cua- 
»lesquiera  las  circunstancias  que  la  acon- 
»sejan  y  es  preciso  averiguar  y  asegurar 
»hasta  que  punto  fueron  satisfechas.  Al- 
»gunos  individuos  fueron  arrestades  en 
«aquellos  momentos  y  puestos  luego  en 
»libertad.  Todo  esto  debe  aclararse  para 
»las  providencias  que  V.  E.  estime  opor- 
»tunas.  Me  prometo  en  fin  que  no  omitirà 
»V.  E.  medio  algunode  cuantosle  sujiera 
»su  zelo  y  prudència  à  fin  de  evitar  la 
«repeticion  de  tan  deplorables  escenas  y 
»que  escitando  al  gobierno  y  demàs  auto- 
«ridades  al  cumplimiento  de  las  que  son 
»de  su  incumbencia  se  afianzarà  la  tran- 
»quilidad  que  en  ningun  caso  debia  ha- 
»berse  alterado  tan  gravemente.  Escuso 


«recordar  à  V.  E.  que  para  semejantes 
»casos  si  por  desgracia  Uegase  à  suceder, 
»las  ordenanzas  las  reales  ordenes  vigen- 
»tes,  y  las  mias  particulares  marcan  y 
«detallan  à  cada  autoridad  el  deber  que 
»han  de  Uenar  y  que  recordarà  V.  E.  à 
»los  gobernadores  de  los  puestos,  gefes 
»de  los  cuerpos  y  demàs  empleades,  en  el 
«concepto  que  exigiré  la  màs  estrecha 
»responsabilidad  à  cualquiera  de  ellas 
»que  olvidada  de  tan  sagradas  obligacio- 
»nes,  no  cumpla  con  el  lleno  de  ellas  en  i 

«ocasiones  de  tanta  importància  en  que         I 
«la  màs  leve  omision  es  un  crimen  imper-  « 

«donable.^En  estos  casos  deberà  evitar- 
»se  la  aproximacion  de  los  soldados  à  los 
»amotinados  que  he  sabido  han  procura- 
«do  debilitar  su  fidelidad  y  disciplina, 
«vitoreàndoles,  y  aun  agasajàndoles, 
xcuyo  hecho  es  preciso  averiguar  para 
«escarmiento  del  Oficial  que  haya  dado 
«lugar  à  ello.  Dos  fuertes  columnas  se 
«concentran  para  apoyar  elimperio  de  la 
»ley  y  precaver  los  manejos  de  esa  fac- 
«cion,  y  me  darà  V.  E.  parte  diario  del 
«estado  de  esa  plaza.y  distrito  dependien- 
»te  de  la  misma  para  poder  yo  arreglar 
«mis  providencias  con  la  oportunidad  que 
«ecsige  mi  posicion  entre  las  dos  impor- 
«tantes  atenciones  à  que  debò  acudir  con 
«igual  interès  y  decision.  Dios...  Grano- 
»llers  30  de  julio  de  1835. — El  Marqués 
«del  Valle  de  Ribas.— Sr.  General  Don 
«Pedró  Maria  Pastors«  (1). 

Vió  claro  Llauder  y  supo  que  la  noche 
del  incendio  muchas  patrullas  fraterniza- 
ron  con  los  incendiarios.  Llauder  vió 
claro  que  si  este  proceder  no  se  castiga- 
ba,  la  disciplina  rodaba  por  los  suelos. 
Llauder  vió  claro  lo  que  iba  a  suceder. 
Llauder  vió  claro  de  antemano  lo  que 
sucedió.  Però  Llauder  no  trajo  a  cuenta 
la  magnitud  del  mal.  Llauder  no  consi- 
dero que  del  ejército  el  primer  culpable 
se  Uamaba  Ayerve,  quienornabasu  nom- 
bre con  los  títulos  de  Teniente  de  Rey  y 
Gobernador  interino  de  la  Plaza;  y  que 


(i)     Archivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
citado.  paquete  i,  documento  8. 


CON'SECIEN•CIAS     POLITICAS     DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


785 


tras  de  él  venian  otros  de  no  baja  gra- 
duación. 

El  General  Pastors,  jefe  superior  de 
Barcelona,  pasó  el  oficio,  u  orden,  del 
Capitan  General  Llauder  al  Auditor  de 
Guerra  Don  José  Bertran  y  Ros,  hombre 
moderado,  al  cual  no  traté,  però  mucho 
conocí,  porque  durante  buena  parte  del 
tiempo  de  mis  estudiós  fué  Rector  de  la 
Universidad.  Bertran  y  Ros  dió  en  conse- 
cuencia  un  largo  dictamen,  opinando  no 
ser  posible  la  formación  de  causa  crimi- 
nal, o  sea  sumaria,  sobre  los  hechos  del 
25  de  julio.  También  cada  una  de  sus 
palabras  emite  radiante  luz  para  conocer 
la  situación  de  aquellos  días,  y  por  lo  mis- 
mo,  aun  con  riesgo  de  molestar  al  lector, 
íntegra  la  insertaré;  però  para  no  alterar 
el  orden  de  las  fechas  en  la  narración,  la 
dejaré  para  un  tantico  adelante,  para  el 
dia  4  de  agosto  en  que  se  firmo. 

Dia  31  de  julio 

Pastors  en  este  dia  contesta  a  Llauder: 
«Capitania  general  del  ejército  y  Princi- 
»pado  de  Catalufia.— He  recibido  el  oficio 
»de  V.  E.  fecha  de  ayer  en  Granollers,  en 
»que  se  sirve  prevenirme  la  ejecucion  de 
»varias  providencias  relati  vas  al  man- 
»tenimiento  del  orden,  disciplina  de  las 

»tropas  y  tranquilidad  de  esta  capital 

»Las  circunstancias  emperò  de  esta  capi- 
»tal  son  harto  difíciles  y  complicadas, 
»pues  que  los  sucesos  que  la  han  afli- 
»gido,  la  osadía  de  los  perturbadores,  las 
«relaciones  que  mantienen  fuera  de  ella, 
»y  los  siniestros  proyectos  con  que  aun 
»pretenden  continuar  el  desorden,  son 
»otros  tantos  motivos  de  gravisimo  cui- 
»dado....  V.  E.  conoce  ya  mi  decision 
»para  emplear  todo  el  rigor  de  la  fuerza 
«contra  los  amotinados....  Ahora  debò 
»anadir  por  continuacion  de  mis  citados 
»partes  que  habiendo  reunido  a  la  junta 
»de  comercio  a  las  seis  de  la  tarde  del  dia 
»de  ayer...  manifestaren  todos  sus  indi- 
»viduos  la  mayor  decision  y  lealtad  para 
«contribuir  con  sus  medios  é  infiujo  al 
«restablecimiento  del  sosiego  publico.  Se 


>'acordó  que  se  nombrase  una  junta  per- 
^^manente,  compuesta  de  tres  individuos 
»de  la  de  comercio,  tres  de  los  pro-hom- 
«bres  de  gremios  3'  tres  del  Ayuntamien- 
«to,  que  bajo  la  presidència  de  uno  de  los 
«regidores  deliberase  constantemente  en 
«acordar  cuanto  conviniese  para  reprimir 
Ȓ\  los  alborotadores  3'  ejercer  una  favo- 
«rable  influencia  en  todas  las  personas 
«honradas.  Instalada  inmediatamente  esta 
«junta  procedió  a  sus  trabajos,  3-  esta 
«manana  se  me  han  presentado  tres  de 
«sus  individuos  pidiéndome  2000  fusi- 
»les  para  otros  tantos  individuos  que 
«tenian  dispuestos  para  auxiliar  ala  auto- 
«ridad.  No  habiendo  armamento  sufi- 
«ciente  se  acordo  que  solo  300  hombres 
«pudieran  armarse:  que  el  gobernador 
xdispusiese  de  ellos....  Al  comandante  de 
«marina  se  le  han  facilitado  tambien  150 
»fusiles  para  que  arme  a  otros  tantos  ma- 
«triculados,  los  cuales  divididos  en  trozos, 
»y  mandados  por  sus  prohombres,  estén 
«prontos  para  emplearse  donde  fuese 
>necesario.  Anoche  recibí  un  oficio  del 
«mariscal  de  campo  Don  Pedró  Xolasco 
«Bassa  desde  Cervera,  fecha  del  29  en 
«que  participa  que  sabiendo  los  desórde- 
»nes  ocurridos  en  esta  capital,  marcha 
«hiicia  Igualada  con  las  fuerzas  de  su 
>•mando  y  las  columnas  de  Churruca, 
«Moldero   y   Calvet,   à  donde  esperaria 

«ulteriores  disposiciones  de  V.  E El 

«comandante  de  una  corbeta  francesa  se 
»me  ha  presentado  esta  manana  con  el 
«cónsul  ofreciéndome  sus  servicios  y  co- 
«operacion,  los  que  he  aceptado  con  la 

«mejor  voluntad Los  avisos  y  confi- 

«dencias  que  recibo  de  todas  partes  estan 
«contestes  en  que  los  perturbadores  no 
«abandonan  sus  ideas  de  renovar  los 
«estragos  que  han  causado.  Amagaban 
«atacar  a  los  conventos  de  monjas,  5'  como 
«no  es  posible  contar  con  una  absoluta 
«seguridad  del  é.xito  en  cualquier  ocurren- 
«cia,  para  que  fuesen  protegidas  absolu- 
«tamente,  de  acuerdo  con  los  gobernado- 
«res  de  la  mitra...  se  ha  procedido  à  que 
«pasen  <l  las  casas  particulares,  encar- 
«gàndose  los  mismos  gobernadores  de  los 


LIBRO    TERCERO.  CAPITl.'LO     Dl'OUECIMO 


»monasterios,  mientras  por  elgobierno... 
»se  resuelve  lo  conveniente.  Réstame 
«ahora  hablar  à  V.  E.  de  los  procedí- 
»mientos  que  desea  se  hagan  para  deseu- 
»brir  à  los  autores  de  los  atentados  come- 
»tidos.  Desde  que  me  encargué  ayer  de 
»este  mando  ninguna  autoridad  me  ha 
»avisado  de  estar  instruyendo  diligència 
»alguna,  ni  menos  me  ha  reclamado  au- 
»xilio;  por  consiguiente  no  me  queda  màs 
«arbitrio  que  oficiaries  al  efecto:  esto  era 
«peculiar  à  la  policia  y  real  sala  del  cri- 
»men;  tengo  entendido  que  alguno  que 
»se  cogió,  fué  puesto  en  libertad,  por 
»temor  de  una  asonada,  en  que  se  propo- 
»nian  libertarlo  à  la  fuerza,  mas  esto  se 
»me  ha  dicho  extrajudicialmente ,  así 
»como  el  que  la  policia  tiene  listas  y 
»noticias  de  muchos  sujetos  que  contri- 
»buyeron  à  los  excesos....  Dios....  Barce- 
»lona  31  de  julio  de  1S35.— Excmo.  senor— 
»Pedro  Maria  de  Pastors. — Excmo.  senor 
«marqués  del  Valle  de  Ribas,  capitan 
«general  de  este  ejército  y  Principado»  (1). 

Permítaseme  aquí  un  parèntesis  a  la 
resena  por  orden  cronológíco  de  los  do- 
cumentos,  motivado  por  la  noticia  que 
da  Pastors  referente  a  la  exclaustracíón 
de  las  monjas.  En  aquellos  aciagos  días 
dos  de  las  carmelitas  calzadas  del  con- 
vento  de  Barcelona  eran  hermanas  de 
mi  padre,  una  de  ellas  Priora  del  con- 
vento.  En  la  noche  terrible,  mi  dicho 
padre,  elegantemente  vestido  y  en  un 
coche,  saco  del  cenobio  a  sus  hermanas, 
y  las  llevo  A  la  casa  del  hermano  primo- 
génito,  a  la  sazón  ausente  de  Barcelona. 
A  la  manana  siguiente  acudió  a  verlas,  y 
con  no  poca  sorpresa  supo  que  muy  de 
manana,  por  en  medio  de  las  turbas,  el 
humo  y  los  incendios,  se  habían  otra  vez 
escurrido  a  su  convento,  el  cual  estaba 
en  la  calle  del  Hospital,  frente  a  la  de  la 
Riera  Baja.  jTal  es  el  amor  de  las  religió- 
sas  a  su  encierro! 

Nos  dice  Pastors,  el  dia  31,  que  los 
revolucionarios  amenazaban  a  los  con- 


(i)     Memorias  de  Llauder.   citadas.  documento 
n.°  5'í:  pàgs.  de  92  a  95  del  apéndice. 


ventós  de  monjas.  ;Cómo,  pues,  RauU  y 
los  que  le  siguen  se  atreven  a  ponderar, 
en  defensa  de  la  revolución,  que  el  dia  25 
«ningun  convento  de  Monjas  sufrió  el 
«menor  ataque?»  (2).  Es  verdad,  el  25  no 
fueron  atacados,  però  el  31  hay  que 
desocuparlos  para  que  no  lo  sean.  iQué 
defensas  y  qué  escritores!  Mas  volvamos 
a  los  documentos. 

Ademús  del  anterior  parte,  en  este  dia 
firmo  el  General  Pastors  una  alocución 
al  pueblo  barcelonès,  en  la  que  por  com- 
pleto se  comprueban  mis  aserciones  del 
capitulo  IX,  en  el  que  describiendo  el 
atentado  del  25  en  las  calles,  atestigué  la 
gran  parte  que  en  él  tomaron  los  mucha- 
chos  y  las  mujeres.  No  afirma  taxativa- 
mente  el  General  la  intervención  de  estos 
en  el  crimen  del  25,  però  se  deduce  con 
mucha  claridad  de  sus  palabras.  He  aquí 
algunas  de  ellas:  «Barceloneses,  vuestro 
«voto  es  el  mío ;  perseguireis  el  desorden  si 
«por  desgracia  aparece,  y  yo  me  separa- 
»ré  de  vosotros:  con  este  enlace  à  la 
«autoridad,  tropa,  urbanos  y  pueblo  sen- 
«sato,  cesa  todo  temor.  Se  han  repartido 
«armas,  se  han  tomado  enérgicas  provi- 
«dencias,  el  malo  aislado  en  un  pequeno 
«circulo  perecerà  por  sí  mísmo,  y  si  fuere 
«osado  encontrarà  el  imperio  de  la  ley  y 
«de  la  fuerza. 

«Un  canonazo  disparado  en  Atarazanas 
«y  repetido  por  la  Real  Ciudadela,  serà 
«el  anuncio  de  que  todo  ciudadano  debe 
«retirarse  en  su  casa. 

«Al  repetirse  este  aviso,  se  tendra  por 
«tumultuaria  toda  reunion  y  se  obrarà 
«conforme  los  bandos  expedidos. 

«Todo  muchacho  que  no  llegue  à  los 
«diez  y  seis  anos  y  se  encuentre  por  las 
«calles  despues  de  disparado  el  segundo 
«aviso  por  el  cànon  serà  recogido  segun 
«su  crimen,  y  sus  padres,  tutores  ó  per- 
«sonas  encargadas  de  ellos  seran  respon- 
«sables. 

«Las    mujeres  que  sigan  el  tumulto. 


(2)  Historia  de  Li  conmoción  de  Barcelona  en 
la  noche  del  2$  al  26  de  julio  de  18^;,  pàg.  3O 
en  ambas  ediciones. 


COXSECCENCIAS    POLITICAS    DEL    IN'CENDIO    DE    LOS    CONVENrOS 


787 


«sobre  contravenir  à  los  bandos,  demues- 
»tran  tener  una  alma  poco  delicada,  y 
»ser  de  procedència  poco  decorosa,  por 
»tanto  se  reputaràn  como  mujeres  públi- 
»cas,  y  se  les  aplicarí'i  la  pena  que  las 
«lej'es  tienen  establecidas  sin  perjuicio  de 
»las  demas  a  que  se  hagan  acreedoras  por 
»sus  excesos...»  (1). 

Tantas  amenazas  y  tantas  prevenció- 
nes  de  la  autoridad  revelan  sus  temores 
y  el  mal  estado  de  una  parte  de  la  pobla- 
ción.  Efectivamente,  por  màs  que  los  que 
aquí  gobernaban,  en  sus  proclamas  y 
partes,  afirmasen  que  reinaba  la  paz,  es  lo 
cierto  que  reinaba  solo  en  el  orden  mate- 
rial, però  en  el  de  los  espiritus  no.  Por- 
que  la  inmensa  mayoria  de  la  población 
detestaba  el  robo,  el  saqueo  de  las  casas 
particulares  y  el  asesinato  del  seglar; 
però  aceleradamente  se  asociaba  al  en- 
tusiasmo liberal  y  exaltado,  crecía  ràpi- 
damente  la  exaltación,  y  por  lo  mismo  se 
avecinaba  la  tempestad. 

Después  de  haber  narrado  los  suce- 
sos  de  los  días  que  siguieron  al  incen- 
dio hasta  el  30  inclusive,  escribe  Raull: 
«Faltariamos  à  la  exactitud»  dRaull 
temé  faltar  d  la  exactitud!)  «de  la  his- 
»toria,  sinó  notàsemos  el  silencio  mas 
»que  estrano  del  Ayuntamiento  de  Bar- 
»celona,  linica  autoridad  popular  que 
»había  en  ella,  en  unos  momentos  en  que 
»son  tan  necesarios  los  buenos  oficiós  de 
»una  paternal  mediacion»  (2).  Y,  exacta- 
mente,  el  dia  31  el  Aj'untamiento  por 
mano  de  su  secretario  firma  una  alocu- 
ción,  que  se  publico  el  dia  siguiente,  deia 
que  copio  estàs  frases:  '<Habitantes  de 
»Barcelona.— En  los  momentos  estraor- 
»dinarios  que  han  pasado  por  esta  capi- 
»tal  el  Ayuntamiento  hubiera  deseado 
«verse  revestido  de  un  poder  consolador, 
»A  cuyo  impulso  se  hubiese  satisfecho  el 
«descontento   publico   y  calmado  en  un 


(i)  Dlario  de  Baicelona  del  i."  de  agosto  de 
iy?S•  piig.  i6o6. 

(2)  D.  l•'iancisco  Raull.  Ilisloiia  de  la  conino- 
ción  de  liarcetoiia...,  p;ig.  ^2  de  la  primera  edi- 
ción. 


»momento  la  ansiedad  de  todo  este  vecin- 
»dario.  Mas  ;como  se  exigirà  tanto  de 
»una  autoridad  municipal?»  ;Dónde  està, 
pues,  el  silencio  del  Ayuntamiento?  iPor 
qué  en  lugar  de  hablar  el  28  o  29  no 
habló  hasta  el  31?  ;Acaso  en  estos  días 
medió  algun  grave  cambio?  Después  de 
varias  lineas  que  suprimo,  continua  el 
Ayuntamiento:  «Barceloneses:  El  Ayun- 
»tamiento  espera  mucho  de  este  honrado 
»vecindario.  A  vuestros  mas  caros  inte- 
»reses  apela:  à  vuestro  juicio  abandona 
»las  tristes  consecuencias  de  una  descui- 
>.dada  indiferència  3-  de  un  insensible 
Aegoismo.  Este  Cuerpo  Municipal  ha 
»tocado  al  corazon  de  las  personas  mas 
»distinguidas,  ha  invocado  el  brazo  ausi- 
»liar  de  las  corporaciones  mas  fuertes  y 
»màs  esencialmente  conservadoras.  De- 
»lante  les  ha  puesto  la  desventura  y  las 
»necesidades  del  pueblo  menesteroso.... 
»...  (sic)  ...  del  pobrepueblo,  víctima  siem- 
»pre  de  las  miras  de  los  ambiciosos.  iY  la 
»cooperacion  de  las  clases  cuyos  esfuer- 
»zos  se  invocan  seria  un  abandono?  ;La 
»resolucion  decidida  que  saca  à  las  po- 
»blaciones  de  las  grandes  crisis  se  con- 
»vertiria  ahora  en  la  màs  lamentable 
«timidez? 

»No,  enemigos  de  nuestra  indústria:  no. 
«Barcelona  se  acuerda  de  sus  talleres,  de 
»su  actividad  fabril,  de  sus  adelantos  que 
»han  de  sostener  una  lucha  grandiosa  en 
»el  gran  circo  comercial  del  mundo.  Bar- 
»celona  sabé  que  sin  seguridad  no  hay 
»capitales,  sin  capitales  no  ha}'  trabajo, 
»sin  trabajo  no  hay  existència  para  las 
»familias  laboriosas;  y  estàs  familias  que 
»tantos  sacrificios  estan  haciendo  por  la 
«causa  de  ISABEL  II  \'  de  la  libertad 
»civil  de  todos  los  espaàoles,  bien  mere- 
»cen  que  se  les  tiendan  las  alas  de  la 
»proteccion  y  del  sosiego  para  procurarse 
»sin  sozobra  su  honrado  sustento. 

»Orden,  pues,  Barceloneses;  y  segui- 
»reis  la  senda  de  la  pròsper idad  pública. 
»Orden;  y  vuestros  hogares  seran  el  asilo 
»de  la  paz,  de  la  verdadera  libertad  y 
»del  bien,  que  siempre  se  ha  buscado  en 
»vano  fuera  del  camino  de  la  ley.  Barca- 


788 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DUODECI.MO 


»lona  31  de  julio  de  1835.— Por  disposicion 
»del  Escelentisimo  Ayunt.°  —  Cayetano 
»Ribot,  Secretario  interino»  (1). 

Todas  las  autoridades,  pues,  claman 
por  la  paz;  todas  claman  por  el  respeto  a 
la  propiedad,  a  los  talleres,  al  orden;  iy 
se  dirà  que  esta  paz  no  peligraba?  ;y  se 
sostendrà  que  el  temor  de  la  alteración 
del  orden  era  una  maniobra  de  Llauder 
para  dividir  a  los  liberales?  La  desver- 
güenza  de  Raull  copia  de  un  íolleto,  u 
hoja,  revolucionario  de  aquellos  días 
las  palabras  siguientes:  «que  nunca  se 
»habia  sonado  en  incendiar  las  fàbricas 
»de  vapor»  (2).  Los  saqueos  de  los  con- 
venies; el  real  peligro  de  incendio  de  la 
fàbrica  de  vapor  de  Bonaplata,  que  obli- 
go a  éste  a  custodiaria  con  una  compafiía 
de  urbanos;  el  auxilio  reclamado  a  Llau- 
der por  un  oficial  de  Artilleria  la  noche 
del  27;  el  robo  frustrado  de  la  Aduana  y 
el  saqueo  de  los  almacenes  de  San  Sebas- 
tiàn,  perpetrados  pocos  días  después;  lo 
mismo  que  el  incendio,  al  fin  realizado, 
de  la  fàbrica  de  Bonaplata;  rtodo,  todo 
esto  no  pasaba  de  planes  de  Llauder  para 
dividir  a  los  liberales?  Razón  les  sobraba 
a  la  autoridad,  a  los  propietarios  y  fabri- 
cantes  para  témer  y  precaverse.  Mas  los 
autores  revolucionaries,  antes  que  la  ver- 
dad  y  el  pudor,  estiman  el  triunfo  de  su 
interès.  Però  no  dejemos  el  orden  crono- 
lógico. 

Sigue  un  documento  eclesiàstico  que 
prueba  el  vacío  que  en  los  servicios  espi- 
rituales  produjo  la  supresión  de  los  con- 
ventos  y  frailes,  y  el  temor  del  clero 
secular: 

«Gobierno  eclesiàstico  de  la  diòcesis  de 
«Barcelona.  —  A  fin  de  que  los  fieles  mo- 
»radores  de  esta  ciudad  puedan  cumplir 
»comodamente  con  los  preceptos  que  im- 
»pone  la  sagrada  religion  cristiana,  y 
»recibir  los  consuelos  espirituales  que  la 
»misma  proporciona,  los  Sres.  Goberna- 


(i)  Diario  de  Barcelona  del  i."  de  agosto  de 
1855,  pàgs.  1Ó96  y  1697. 

(2)  Historia  de  la  conmoción...,  cit..  pàg.  .)-) 
de  ambas  ediciones. 


»dores  de  la  Diòcesis  por  el  Exmo.  é 
»Ilmo.  Sr.  D.  Pedró  Martinez  de  San 
»Martín  Obispo  de  Barcelona  y  Pròcer 
»del  Reino,  han  hecho  las  invitaciones 
xcorrespondientes,  y  dado  las  ordenes 
»oportunas  para  que  tanto  en  la  iglesia 
«Catedral  como  en  cada  una  de  las  parro- 
>'quias,  no  falte  sobre  todo  en  los  dias 
ifestivos  y  de  obligacion  de  oir  Misa,  un 
*arreglado  y  competente  número  de  ellas, 
»con  la  prevencion  de  que  si  sobreviniese 
»alguna  novedad  en  la  salud  que  privase 
»al  sacerdoteencargado  de  celebrar  algu- 
»na  de  las  últimas,  se  ponga  en  las  puer- 
»tas  de  la  iglesia  un  aviso  à  fin  de  que 
»puedan  los  concurrentes  acudir  con  tiem- 
»po  à  otra.  Del  mismo  modo  han  dispues- 
»to  no  falten  confesores  en  las  sobredi- 
»chas  à  horas  proporcionadas;  con  cuj'as 
>'medidas,  y  demàs  que  la  esperiencia 
»demuestra  ser  conducentes,  hallaràn  los 
xíieles  los  servicios  à  que  su  piedad  los 
>4iace  acreedores.  Por  mandato  de  Su 
»Sria.— D.  Juan  Maria  Gonzalez  de  Val- 
»dés,  vice-Secretario»  (3). 

Si  deseamos  conocer  la  suerte  de  la 
familia  de  Llauder,  que  en  parte  con  él 
el  27  regresó  de  Esparraguera  a  esta 
ciudad,  demos  otra  vez  la  palabra  à  su 
hija,  mi  prima,  Maria  de  la  Concepción. 
«Entonces  el  Capitan  General  habitaba 
»el  palacio  Real,  sito  en  la  plaza  à  que 
»da  nombre.  Luego  de  la  salida  de  mi 
»padre,  mi  madre  y  yo  nos  trasladamos 
»al  pabellon  del  General  Pastors  en  la 
»Ciudadela,  porque  como  entonces  había 
»aquí  muy  poca  tropa,  para  dar  la  guar- 
»dia  al  palacio  tenían  que  desembarcar 
»marinos;  y  asi  no  quiso  mamà  este  sacri- 
»ficio,  3'  se  fué  à  la  Ciudadela.»  (No  dudo 
que  adeiiids  contribuiria  al  traslado  el 
fuiídado  temor).  «Però  durante  el  dia  mi 
»mamà,  acompaiïada  de  alguna  ò  algu- 
»nas  personas  adictas,  iba  al  palacio  y 
»recogía  los  objeíos  interesantes  de  nues- 
»tra  propiedad.  Entre  ellos  recogiò  los 
«papeles  y  documentes,  que  tanto  sirvie- 


(3)     Diario  de   Barcelona   del  i.' de  agosto  de 
i8j5,  pàgs.  1697  y  1698. 


CONSECUEN'CIAS    POLllICAS    DEL    INCENDIO    DE    I.OS    CONVENTOS 


789 


»ron  despues  a  mi  padre  para  redactar 
»sus  Memorias,  y  colocàndolos  en  un 
»cofrecito  se  los  llevo. 

»Cumplido  este  negocio,  una  noche  en 
»el  propio  coche,  y  guiado  por  nuestro 
»cochero,  salimos  por  la  puerta  del  So- 
«corro,  camino  de  Francia,  custodiadas 
»por  mozos  de  la  Escuadra  y  tropa  al 
»mando  de  un  Capitan,  llegando  feliz- 
»mente  à  cruzar  la  frontera»  (1).  Y,  rara 
casualidad,  yo  cuando  huí  también  de  la 
anarquia  de  aquí  en  1S73,  vivi  buen  tiem- 
po  en  Francia  en  el  mismo  pueblo  de 
Vinçà,  donde  se  habían  antes  aposentado 
3"  vivido  la  senora  y  família  de  Llauder. 

Arriba,  en  este  mismo  articulo,  un 
autor  revolucionario  nos  dijoque  al  venir 
Llauder  a  Barcelona  «no  se  considero 
»seguro  en  su  palacio,  y  se  encerró  en  la 
»Ciudadela»;  y  apunté  allí  que  muclio  lo 
dudaba,  pues  no  me  convenceré  nunca 
de  que  Llauder  diese  esta  prueba  de  co- 
bardía.  Por  otra  parte,  es  fàcil  tomar  la 
retirada  de  la  mujer  a  la  Ciudadela  por 
la  que  no  realizó  el  General.  Ademas  la 
hija  no  me  dijo  que  se  trasladara  toda  la 
familia,  sinó  solas  las  senoras,  indicando 
que  se  hizo  ausentado  el  General. 

Dia  1  de  agosto 

La  Policia  en  este  dia  pasó  al  General 
Pastors  el  siguiente  parte:  «Excmo.  Se- 
»nor.— Algunos  de  los  comisarios  del 
»ramo,  en  los  partes  que  acabo  de  reunir, 
»hacen  mencion  de  haberse  oido  voces 
»relativas  k  que  se  trata  por  los  buUan- 
»gueros  de  derribar  esta  noche  la  estàtua 
»del  rey  difunto,  colocada  en  la  plaza  de 
»Palacio,  y  entregarse  despues  a  desór- 
»denes  contra  el  establecimiento  de  poli- 
»cía  y  sus  empleados.  Otros  comisarios 
»dan  parte  sin  novedad...  Dios...  Barce- 
»lona  1  de  agosto  de  1835. — Excmo.  Sor. 
»— Juan  de  Serralde>\ 

«Parte  de  las  S  de  la  noche»  {creo  dice 
las  <SJ.— «Nota.— Desde  esta  delegacion 
»se  ve  que  el  fuego  de  San  Agustin  ha 


(i)     Relaciones  de  va4•ias  fechas  en  Barcelona 


«revivído,  y  va  tomando  cuerpo,  en  tér- 
»minos  que  de  no  cortarlo  puede  acabar 
»con  aquel  edificio. — Serralde»  (2). 

Pastors  el  mismo  dia  1 ."  de  agosto  comu- 
nico estàs  noticias  a  Llauder  (3). 

El  Ayuntamiento  había  tornado  otra 
precaución,  pues  publica  que:  «Habiéndo- 
»se  mandado  retirar  por  disposicion  del 
»Excmo.  Sor.  Comandante  general  de  las 
»armas,  comunicada  al  Excmo.  Ayunta- 
»miento  con  esta  fecha,  todos  los  deposi - 
»tos  de  agua  ras  (aceite  de  tremeutina) 
»que  existían  en  poder  de  los  boticarios, 
'■"drogueros  y  demàs  personas  que  se 
»dedican  al  uso  y  venta  de  dicho  artícu- 
»lo;  se  da  este  aviso  para  que  los  veci- 
»nos  que  tal  vez  necesitaren  proveerse 
»de  él  no  extranen  su  falta  en  caso  de 
«acudir  A  los  expendedores.  Barcelona  1 
»de  agosto  de  1835.— Por  disposicion  del 
»Excmo.  Ayuntamiento,  Cayetano  Ribot, 
»secretario  interino»  (4).  No  por  esto  me- 
recerà  titulo  de  lince  quien  en  este  anun- 
cio, màs  que  evitar  la  extraneza  de  los 
consumidores  de  aguarras,  vea  el  deseo 
de  evitar  se  piense  en  su  empleo  para  ruï- 
nes fines. 

Dia  2  de  agosto 

Un  autor  revolucionario  escribe,  y  hay 
que  creerle,  que  «los  agitadores  no  se 
»descuidaron  de  dirigir  su  voz  al  ejército 
«invitàndole  à  que  se  uniera  al  pue- 
»blo  (5).  Y  si  este  autor  no  gozara  de  Cré- 
dito, aquí  va  la  pèrfida  proclama  que  lleva 
aquella  voz:  «Ciudadanos,  militares:  De- 
»cidios  en  hacer  parte  con  la  gran  mayo- 
»ría  del  pueblo:  ya  veis  que  su  objeto  no  es 
»otro  que  el  dar  impulso  A  la  tan  deseada 
»y  pura  libertad:  despreciad  las  insinua- 


(j)  Memorias  de  Llauder.  Documento  5^.  pà- 
ginas  9Ó  y  97  del  apéndice  de  documentos. 

(3)  Memorias,  de  Llauder.  Documento  s^,  pi- 
gina  os  del  apéndice. 

(^)  Diario  de  Harceloiia  del  j  de  agosto  de 
iS?í.  pàg.   1708. 

(s)  Panorama  cüf^anol,  citado.  tomo  lli.  pà- 
gina 51. 


790 


LlBkO    TERCERO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


»ciones  de  unos  pocos  mal  intencionades. 
«Superiores  gefes,  que  para  encubrir  sus 
«inicuos  planes  desearían  teneros  sumer- 
»gidos  en  la  ignorància,  calculad  que  sois 
«militares  espanoles,  y  por  lo  mismo  ciu- 
»dadanos  como  los  demàs,  y  que  la  union 
»es  la  madre  de  la  fuerza,  y  que  con  ella 
»llegaremos  à  recobrar  lo  que  tan  inicua- 
»mente  nos  robaron,  y  bajo  estos  saluda- 
»bles  principios  no  se  oiga  otra  voz  que 
>;la  de  libertad  y  union,  y  guerra  à  muer- 
»te  à  todo  el  que  quiera  contrariai  la.  Así 
»os  lo  aconseja,  y  està  dispuesto  à  sosté- 
»ner  vuestro  compaflero  de  armas»  (1). 

Con  esta  fecha  del  2  de  agosto  comu- 
nica Pastors  al  Capitàn  General  que  «la 
»noche  se  pasó  con  quietud,  patruUàn- 
»dose  la  ciudad,  y  vigilàndose  los  puntos 
»màs  amenazados  de  ser  acometidos, 
»siendo  cierto  que  los  avisos  yprevencio- 
»nes  hechas,  sobre  todo  el  del  anuncio 
»del  cànon,  han  causado  el  mejor  efecto, 
»pues  que  en  su  caso  se  verian  solo  los 
>-perturbadores.  Esta  mariana  no  hubo 
»tampoco  novedad,  y  así  se  ha  seguido 
»todo  el  dia;  però  como  conviene  poner 
;>un  termino  à  esta  tranquilidad»  (error 
de  imprenta;  pues  debe  decir:  intranqui- 
lidad),  ;<y  proceder  à  alejar  de  aquí  à  los 
»que  la  causan,  aproveché  el  aviso  que 
»me  dió  el  coronel  Burgués  de  hallarse 
»con  su  columna  dividida  en  Sabadell  y 
«Mataró,  para  prevenirle  llegase  ràpida- 
«mente  à  esta  ciudad...  Con  su  apoyo,  y 
»reuniendo  manana  à  las  autoridades, 
»veré  de  que  se  proceda  al  arresto  de  los 
»màs  senalados,  haciéndoles  salir  en  un 
«buque  de  guerra  si  así  se  acordaré  à  un 
«punto  distante.  El  General  Bassa  me  ha 
«escrito  hoy  su  llegada  al  Bruch...  mana- 
»na  continuaré  en  adoptar  todos  los  me- 
«dios  de  disipar  las  zozobras;  però  sean 
«estos  cuales  fueren,  como  los  planes 
«anàrquicos  se  enlazan  fuera  de  esta  ca- 
«pital  y  provincià,  y  aun  del  reino,  V.  E. 
»no  puede  desconocer,  y  mucho  menos  el 


(i)     Memorias  de  Llauder.  Documento   56.  pà- 
gina 100  del  apéndice. 


«gobierno,  que  sin  una  permanente  guar- 
>'nicion,  aunque  sea  la  mitad  de  la  que  ha 
>/tenido  en  tiempos  de  paz,  serà  imposible 
»con  un  punado  de  quintos,  en  el  estado 
>'de  efervescència  é  irritacion  de  los  par- 
»tidos,  mantener  en  esta  importante  plaza 
»el  respeto  à  las  leyes,  el  decoro  à  la 
»autoridad,  y  la  quietud  de  sus  habitan- 
»tes,  y  se  arriesgarà  el  que  en  un  lance 
«apurado,  cuando  no  se  puede  dudar  que 
»la  mayor  parte  de  la  Milícia  urbana 
»favorece  à  los  revoltosos...»  (2). 

Llauder  desde  Vich  el  2  dice:  « pre- 

wengo  a  V.  S.  y  à  todos  los  demàs  gefes 
»y  oficiales  que  se  hallen  à  sus  ordenes, 
»y  tengan  mando  de  fuerza  armada,  que 
»bajo  su  mas  estrecha  responsabilidad, 
»vigilen,  y  hagan  que  se  mantengan  con 
«la  mayor  severidad  la  disciplina  y  subor- 
vdinacion  por  todos  los  individuos  que  se 
«hallen  à  sus  ordenes,  y  la  mas  puntual 
«observancia  de  los  deberes  que  les  im- 
»ponen  las  ordenanzas  militares;  y  que 
«decidido  como  estoy  à  no  permitir  el 
»menor  desorden  en  el  ejército,  ni  que 
>4ndividuo  alguno  de  él  se  mezcle  en  los 
>^alborotos  ó  conmociones  populares  seré 
«inflexible  con  cualquiera  que  llegaré  à 
»desconocer  sus  deberes,  así  como  apre- 
«ciaré  sus  esfuerzos  para  mantener  la 
«tranquilidad  de  este  Principado  y  ate- 
«rrar  à  los  pérfidos  que  se  han  propuesto 
«con  gritos  hipócritas  coger  el  fruto  de 
«la  sangre  vertida  por  el  ejército  en  el 
«campo,  suscitàndole  nuevos  enemigos 
>  desde  el  seguro  de  los  recintes  en  que 
«se  muestran  osados  para  herir  al  inde- 
«fenso  cuando  tienen  en  el  campo  enemi- 
»gos  armados  que  combatir  con  menos 
«alevosía....»  (3).  Y  por  este  tenor  va  ha- 
blando  con  inusitada  energia,  muestra 
patente  de  sus  temores  respecto  a  la  fide- 
lidad  de  fuerzas  del  ejército.  A  los  tres 
días  Barcelona  se  convencia  de  lo  fun- 
dado  de  estos  temores. 


(2)  Memorias  de  Llauder,  citadas.  Documento 
56,  pàgs.  100  y  loi. 

(3)  Archivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
citado,  paquete  i,  documento  16. 


CONSECUENXIAS    POLITICAS    DEL    I.VCENDIO    DE    LOS    CON'VENTOS 


791 


Llauder  a  Pastors  el  mismo  dia: 
«Excmo.  Sor. — Impuesto  de  cuanto  me 
»manifiesta  V.  E.  en  su  comunicación  de 
>antes  de  ayer,  apruebo  todas  las  dispo- 
»siciones  dictadas  por  V.  E.,  y  el  bando 
»publicado....  a  fin  de  mantener  el  orden 
»en  esa  capital.  Sin  embargo  hubiera  de- 
»seado  que  V.  E.  me  impusiese  mas  deta- 
»lladamente  de  los  motivos  de  gravísimo 
»cuidado  que  me  indica....  no  pudiendo 
»comprender»  (yo)  «como  despues  de  tan- 
»tos  días  transcurridos  no  se  haya  ins- 
»truido  diligència  alguna  para  descubrir 
»a  los  autores  ó  promovedores  de  los 
«horrorosos  atentados  cometidos;  y  sien- 
»do  esto  peculiar  de  la  policia  y  Real  Sala 
»del  Crimen,  como  V.  E.  insinua,  no  me- 
»nos  que  de  la  comision  militar,  deberà 
»V.  E.  oir  al  auditor  de  guerra  para  que 
»no  se  paralice  mas  tiempo  la  accion  de 
»la  justícia,  y  esta  sola  omision  puede  ser 
»bastante  à  prolongar  la  intranquilidad, 
»pues  que  la  vindicta  pública  y  las  leyes 
»reclaman  un  ejemplar  y  pronto  castigo 
»que  sirva  de  saludable  escarmiento  à  los 
»anarquistas  y  demas  que  coadyuvan  à 
»sus  inicuos  planes  de  incendio  y  exter- 
»minio;  procuràndose  V.  E.  entretanto 
»de  la  policia  las  listas  y  noticias  de  que 
»habla  de  los  sujetos  que  contribuyeron 
y-A  los  excesos,  las  que  me  remitirà  V.  E. 
»con  la  explicacion  conveniente  sobre  las 
«circunstancias  de  cada  individuo:  sin 
»perjuicio  de  esto  V.  E.  tomarà  desde 
»luego  las  providencias  que  estime.  Veo 
»tambien  que  segun  las  confidencias  que 
»recibo  de  V.  E.  de  todas  partes,  los  per- 
»turbadores  no  abandonan  las  ideas  de 
«renovar  sus  estragos;  però  estando  la 
»guarnicion  de  esa  plaza  animada  del 
»espíritu  que  debe,  aunque  V.  E.  no  me 
«explica  en  qué  se  funda  este  recelo,  no 
»puedo  menos  que  sospechar  que  alguna 
»parte  de  la  Milicia  urbana  no  se  halla 
»animada  del  mismo  buen  espiritu  que  la 
»guarnicion,  pues  si  bien  el  general  Sa- 
«quetti  nada  me  informo  contrario  à  la 
«coníianza  que  debía  inspirar,  sus  gefes 
»me  indicaron  que  no  podian  contar  con 
»los  urbanos,  à  excepcion  del  10."  bata- 


«llon,  que  con  tanto  empeno  y  prevision 
Kinsté  al  gobernador  y  ayuntamiento  que 
íse  formase.  En  este  caso  conocida  la 
»causa  es  màs  fàcil  el  remedio.  Hace  mu- 
«cho  tiempo  que  todos  mis  conatos  se  han 
sdirigido  à  asegurar  el  buen  servicio  de 
»esta  fuerza:  he  prevenido  repetidas  ve- 
»ces  à  sus  comandantes  que  separasen  à 
«todos  los  que  no  inspirasen  confïanza, 
«y  à  los  que  no  hubiesen  sido  calificados 
»por  el  aj'untamiento,  pues  supe  que 
«algunos  capitanes  habian  admitido  de  su 
«pròpia  autoridad  à  voluntàries  sin  nin- 
«guna  garantia,  y  solo  la  falta  de  cum- 
»plimiento  à  mis  repetidas  ordenes  ha 
«podido  ahora  ocasionar  los  cuidados  que 
«con  tanta  anticipacion  traté  de  evitar, 
>vsiendo  de  advertir  que  iguales  preven- 
«ciones  hice  con  repetición  al  gobernador 
»de  esa  plaza.  Con  estos  antecedentes,  y 
»con  arreglo  al  real  decreto  de  15  de  julio 
»próximo  pasado  inserto  en  la  Gaceta  de 
«18  del  mismo  mes,  podrà  V.  E.  dedicarse 
Ȉ  hacer  desaparecer  una  causa  de  tanta 
«influencia  para  prolongar  las  esperanzas 
»de  los  conjurados,  pues  con  las  dispo- 
«siciones  adoptadas,  dando  à  las  tropas 
»la  actitud  imponente  que  se  debe  al 
»apoyo  de  esos  formidables  fuertes,  y  no 
«entregàndola  diseminada,  y  lejos  de 
«apoyo  al  desprecio  de  los  revoluciona- 
»rios,  no  dudo  que  si  los  perturbadores 
«del  orden  publico  intentasen  de  nuevo 
«perturbar  la  tranquilidad  de  esa  ciudad, 
«recibiràn  un  terrible  escarmiento,  y  su 
«completo  exterminio  vindicarà  las  leyes 
«y  la  autoridad  ultrajada,  asegurando  de 
«este  modo  para  siempre  el  reposo  pú- 
«blico.  A  mayor  abundamiento,  y  para 
»que  se  proceda  con  decision  à  todas  las 
>medidas  que  reclama  la  dignidad  del 
«gobierno  y  la  seguridad  de  una  plaza  y 
«sus  habitantes,  prevengo  al  general  go- 
«bernador  de  la  misma  y  segundo  cabo 
«D.  P.  N.  Bassa  que  pase  à  ella  con  sus 
«fuerzas.  Veo  con  satisfaccion  el  noble 
»y  franco  ofrecimiento  de  sus  servicios  y 
«cooperacion  que  ha  hecho  à  V.  E.  el 
«comandante  de  una  corbeta  francesa.... 
»y  en  consecuencia  le  darà  V.  E.  las  gra- 


792 


LIBRO    ÏEKCKUO.  —  CAPITULO    DUODIíClMO 


»cias  en  mi  nombre.  Dios....  Vich  2  de 
»agosto  de  1835....»  (1). 

De  la  misma  fecha  del  2  de  agosto  es  el 
siguiente  parte  del  Capitàn  General  al 
Jefe  de  Barcelona:  «Capitania  General 
»del  Ejército  y  Principado  de  Cataluiia.— 
»Recibo  el  parte  de  V.  E.  de  anoche,  y 
»enterado  de  su  contenidodebo  decirle  que 
»por  conducto  del  Coronel  Burgas  (Bitr- 
figués)  he  escrito  a  V.  S-  haciéndole  varias 
»prevenciones,  y  haciéndole  saber  que  he 
»comunicado  orden  directa  por  Tarrasa 
»al  General  segundo  cabo  (Bassa)  que 
»pase  inmediatamente  con  su  division  de 
«Infanteria  y  Caballería  íí  esa  Plaza,  pues 
»no  puedo  ver  sin  indignacion  su  estado 
»de  intranquilidad.  Me  hago  cargo  de  lo 
»que  V.  E.  dice;  però  es  ya  tiempo  de 
»obrar  contra  los  revoltosos  en  quienes 
«ningun  efecto  hacen  las  proclamas. 
»Dios....  Vich  2  de  agosto  de  1835. — El 
»Marques  del  Valle  deRibas.— Exmo.Sor. 
»Don  Pedró  Maria  de  Pastors»  (2).  De 
donde  aparece  la  resolución  del  Capitàn 
General  de  dominar  por  la  fuerza  com- 
pletamente  la  revolución.  Ademàs  por  las 
fechas  de  tales  partes  se  puede  seguir  su 
itinerario  hacia  la  frontera. 

Entretanto  el  General  Bassa  iba  reu- 
niendo  fuerzas  hasta  formar  una  columna 
de  unos  1000  hombres  y  60  caballos,  y  se 
iba  acercando  a  Barcelona  (3). 

Los  revolucionarios  procuraron  por  su 
parte  destruir  el  efecto  de  las  proclamas 
y  rnedidas  de  las  autoridades,  y  lanzaron 
al  publico  y  distribuyeron  a  manos  Uenas 
el  domingo  2  de  agosto  un  folleto,  del 
cual  no  alcancé  ver  ejemplar  alguno, 
però  del  que  el  revolucionario  Don  Fran- 
cisco  Raull  publica  el  siguiente  extracto, 
o  mejor  los  siguientes  pàrrafos:  «que  el 
»pueblo  tenia  formados  dos  proyectos 
»muy  meditados:  que  el  de  la  noche  del 


(0  Memoyi:is  de  Llauder.  Documento  57,  pà- 
ginas  102  y  103  del  apéndice. 

(2)  Archivo  de  la  Capitania  General.  —  Legajo 
citado,  paquete  i. 

if)  Partes  copiades  en  las  Memorias  de  Llau- 
der, pàgs.  104,  105  y  loó  de!  apéndice. 


»25  se  limitaba  a  dar  una  seria  leccion  al 
»gobierno  de  que  no  debe  abusar  de  la 
»sensatez  y  probidad  de  una  nacion:  que 
»la  moderacion  se  convierte  en  descon- 
Ȓianza  y  ultimamente  en  desesperacion, 
«siempre  y  cuando  se  vé,  que  un  gobierno 
»habla  mucho  y  nada  hace,  prometé  y 
>:'jamàs  cumple,  y  que  toda  su  política 
»consiste  en  mantener  al  Pueblo  en  cierto 
»equilibrio  entre  el  temor  y.la  confianza, 
»sin  darle  ninguna  garantia,  sin  propor- 
«cionarle  la  decantada  seguiidad  perso- 
»nal»  (iqu/eren  segttridad  personal  los 
defensores  de  los  asesinos  de  los  frailes!) 
<íY  sin  libertarle  de  los  tiranos  provincia- 
»les  que  la  oprimen»  (tllos  pretendían 
ser  los  tiranos  provinciales):  «demostrar 
»que  el  Pueblo  sabé  hacer,  y  hace  en 
»pocas  horas,  lo  que  el  gobierno  no  ha 
»querido  hacer  en  muchos  anos  por  me 
»dio  de  leyes  sabias  y  conformes  à  las 
»luces  y  circunstancias  del  siglo:  que  en 
»la  ejecucion  del  proyecto  no  se  traspa- 
»saron  sus  demarcados  limites»  (de  modo 
que  en  el  proyecto  entraba  el  asesinato  y 
el  incendio, y  esto  era  legitimo),  «3-  que 
Ȉ  los  gritos  de  libertad,  el  Pueblo  lejos 
»de  codiciar  lo  ajeno,  solo  queria  librar  lo 
»suyo  propio  de  las  clandestinas  rapiflas 
»de  aquellas  clases,  que  sin  prestar  favor 
»alguno  à  la  Sociedad,  quieren  usuraria- 
»mente  ser  recompensadas»  (/cnantas 
cahunnias!),  «que  por  todas  partes  res- 
>ípira  en  ellas  grandeza,  lo  que  debiera 
»ser  pobreza,  y  que  lo  tieneu  todo  cuando 
«confiesan  no  tener  nada»  {^Se  contenta- 
ria  Ratlli  con  la  riquesa  de  que  disfruta 
el  individuo  en  los  capuchinos,  0  en  los 
cartujos  0  en  otra  orden?  iMentirosos!) 
«....que  el  segundo  proyecto  era  mera- 
')mente  personal,  que  el  Pueblo  queria 
»dar  la  leccion  de  que  Cataluna  no  debe 
»ser  patrimonio  de  tiranos»  (moderados 
no,  però  progresistas  sí,  para  el  autor) 
«y  arredrar  con  un  condigno  castigo  al 
«tercero  que  tal  vez  bajo  diferentes  bases 
»tratase  de  seguir  la  tàctica  de  los  prime- 
»ros...  que  nunca  se  habia  soiïado  en 
«incendiar  las  f  àbricas»  (a  los  pocos  dias 
ardió  una)  «....que  se  trataba  de  la  des- 


CON'SICCLENCIAS     POLITICAS     DEL     INCENDIO     DE     LOS     CONVENTOS 


793 


«truccion  de  un  periódico  llamado  Vapor, 
>cuyo  nombre,  medio  articulado,  oido 
»por  la  autoridad  la  habia  inducido  a 
»echar  mano  de  la  igualdad  del  nombre 
»para  desconceptuar  a  los  reformistas  (0) 

» que  el  Pueblo  queria,  y  obtendria, 

»cualesquiera  que  fueren  los  grados  de 
«resistència,  la  libertad  civil,  cuya  piedra 
«angular  sea  una  legislacion  sabia,  justa 
■y  benèfica,  que  asegurando  los  derechos 
de  los  ciudadanos  mande  respetar  su 
»estado,  y  limite  las  prerrogativas  del 
»poder,  y  que  sentando  el  principio  de 
»que  el  hombré  libre  no  es  patrimonio  de 
»nadie,  haga  reconocer  el  otro  de  que 
»el  Rey  es  para  la  Nacion,  y  no  la  Nacion 

»para  el  Rey  que  el  Pueblo  no  debía 

»ni  podia  tolerar  que  se  le  diga  que  se  ha 
»instituido  un  gobierno  civil,  para  diri- 
»girle  y  que  en  el  hecho  solo  vea  los 
»caprichos  de  un  dèspota  (Llaicdcr)  y  un 
«Gobernador  civil,  cuyas  facultades  con- 
»sisten  unicamente  en  cobrar  el  sueldo  y 

«vestir  el  unifoi  me  del  ramo que  el 

»Pueblo  no  quiere  que  cuando  se  le  dice 
»que  estamos  en  el  precioso  siglo  de  la 
>iregeneracion  suceda  lo  que  nunca  de  ser 
»primero  el  castigo  que  la  averiguacion 
»del  supuesto  crimen  y  que  la  informacion 
»de  la  ley  que  lo  calitique....  y  despues 
»de  una  ràpida  biografia  del  General 
»Llauder  y  de  sus  consultores,  concluye- 

»ron  en  estos  términos Ciudadanos  y 

«Urbanos.  jViva  la  libertad!  iMuera  el 
»traidor!  Acordaos  de  vuestros  juramen- 
»tos  y  perseverad  en  los  mismos.  i  Valien- 
»tes  del  ejército!  recibid  el  sincero  entu- 
»siasmo  de  un  pueblo  que  os  aprecia  por 
»vuestro  valor,  por  vuestro  patriotismo, 
»por  vuestra  cordura  y  por  la  armonia 
»quecon  él  conservais.»  (Estàs  palabras 
inuestrau  conto  se  portaran  las  patrullas 
en  cl  primer  acto  de  la  rcvoliición ,  o  sea 
en  cl  incendio  de  los  conventos.)  «Acor- 
»daos  que  sois  espafioles,  que  esta  Nacion 
»no  ha  presentado  jamAs  la  desagradable 
»escena  de  pelear  el  ejército  contra  el 
»pueblo,  que  sois  dignos  defensores  de  la 
«libertad  y  no  viles  instrumentos  de  un 
»tirano.  Confiad  en  el  pueblo,  como  el 


>'Pueblo  confia  con  vosotros,  y  ambos  en 
xlos  patriotas  que  os  dirigen  la  voz, 
»aguardando  preparades  la  senal  del 
«combaté:  la  esperiencia  os  ha  acreditado 
»que  no  es  dudosa  la  lucha  del  hombre 
»libre  y  del  dèbil  esclavo»  (1). 

Siempre  la  lectura  de  los  documentes 
liberales  de  los  primeros  anos  de  nuestra 
revuelta  me  arranca  esta  exclamación: 
iCuAnta  vaciedad!  iCuànta  palabrería 
hueca  y  mentirosa!  iCuànta  ignorància 
en  sus  autores  y  en  sus  lectores!  Y  sin 
embargo,  por  razón  de  la  incipiencia  de 
todos,  producían  sus  efectos. 

Al  deseo  de  mantener  en  el  circulo  de 
la  disciplina  a  los  cuerpos  arraados  se 
deberú  sin  duda  la  siguiente  órden  de  la 
plaza  que,  redactada  el  2,  se  publico  el  3 
de  agosto;  la  cual,  sin  embargo,  venia  a 
contrariar  alguna  de  las  ideas  vertidas 
arriba  por  Llauder: 

«Orden  general  del  2  de  agosto  de  1835. 
»— Como  en  las  manifestaciones  que  se 
»han  hecho  al  publico  con  motivo  de  las 
*desgraciadas  ocurrencias  de  estos  dias, 
>.en  que  ha  sido  alterada  la  tranquilidad, 
»no  se  ha  hecho  mencion  màs  que  par- 
«cialmente  de  algunos  institutos  de  la 
»fuerza  armada,  me  apresuro  a  manifes- 
»tar  à.  la  leal  y  decidida  guarnicion  de 
«ella,  no  solo  mi  aprobacion  por  su  rele- 
«vante  conducta,  sinó  lo  digna  que  es  de 
«la  gratitud  general,  por  su  celo  y  deci- 
«sion  en  sostener  los  derechos  del  trono 
«de  la  Reina  nuestra  Seflora,  el  Estatuto 
«Real,  y  el  publico  sosiego,  contribuyen- 
»do  i\  imponer  ;'i  los  perturbadores,  robus- 
«tecer  la  Autoridad  }•  dejar  libre  el  ejer- 
«cicio  de  las  leyes. 

«Debò  por  tanto,  con  mucho  placer 
«mío,  manifestar  estos  sentimientos,  para 
«que  sean  conocidos  del  honrado  y  leal 
«vecindario  de  Barcelona,  haciendo  men- 
«cion  la  mas  honorífica  de  los  cuerpos  de 
«infanteria  y  caballería,  de  los  dignísi- 
«mos  Reales  cuerpos  de  Artilleria  y  de 
«Marina,  cuyo  comportamiento  3'  fideli- 

(i)  d.  Francisco  Raull.  Obra  citada,  pàgs.  ^j. 
^4  y  4í  de  ambas  ediciones. 


794 


LIBRO    TERCERO. —  CAPITULO    DUODECIMO 


»dad  no  se  ha  desmentido  en  ninguna 
Ȏpoca,  de  los  Carabineros  de  la  Real 
»Hacienda  que  con  la  mayor  prontitud 
»han  acudido  a  todas  partes,  del  subordi- 
»nado,  celoso  y  útil  cuerpo  de  las  Escua- 
»dras  de  Valls,  }•  por  ultimo  de  la  Milicia 
»Urbana  de  ambas  armas  cuya  disciplina, 
»y  deseos  del  orden  me  complazco  en 
»reconocer,  manifestando  finalmente  à 
»todos  el  particular  aprecio  que  me  me- 
»recen  y  la  confianza  que  tengo  para  que 
«continuen  siendo  el  màs  firme  apoyo  del 
«Trono  y  de  la  verdadera  libertad,  a  la 
»par  que,  los  protectores  de  todos  los 
»intereses  de  éste  industrioso  vecindario, 
»que  se  cifran  esencialmente  en  su  tran- 
»quilidad  y  sosiego.— Pastors. 

»De  orden  del  Sr.  Gobernador  interino. 
»— El  Mayor  de  Plaza.— Clemente  de  San- 
»tocildes»  (1). 

Dia  3  de  agosto 

Pasó  este  dia  sin  suceso  especial;  sin 
embargo,  por  la  noche  en  el  teatro  se  re- 
partió  un  libelo  revolucionario. 

Dia  4  de  agosto 

El  4  Pastors  da  parte  a  Llauder  de 
que  no  cree  prudente  obrar  con  la  ener- 
gia que  éste  le  prescribió.  He  aquí  sus 
palabras:  «Excmo.  Sor.  La  tranquilidad 
>^no  ha  sido  alterada  en  esta  capital  aun- 
»que  existen  en  ella  los  autores  y  fauto- 
»res  de  los  crímenes  que  se  han  perpe- 
»trado,  diseminados,  incógnitos,  que  dis- 
»puestos  siempre  à  aprovechar  cualquier 
»ocasion  para  perturbar  el  orden  ptiblico 
»todo  està  preparado  para  escarmentar- 
»los  severamente.  Si  provocan  alguna 
»asonada  al  mismo  tiempo  que  estoy  à 
»la  vista  de  quitar  todo  pretesto  que  le 
»diese  ocasion  à  coonestar  un  alboroto, 
»pues  que  he  sabido  el  modo  como  se 
»aprovecharon  de  la  funcion  de  toros.  = 


(i)     Diario   de   Barcelona   del    5   de   agosto  de 
1835.  pàg.  1711. 


»La  policia  reducida  al  ultimo  estremo  de 
»nulidad  estaba  sin  prestar  servicios  de 
»ninguna  espècie  algunos  de  sus  indivi- 
»duos  atemorizados  se  ocultaban  y  los 
»demàs  no  hacían  cosa  alguna.  Supe  ayer 
xcon  sorpresa  que  la  noche  anterior  se 
»había  distríbuido  en  el  teatro  un  infame 
»líbelo  de  que  se  remite  à  V.  E.  un  ejem- 
»plar  que  atacaba  à  las  màs  esclarecidas 
>'reputaciones,  disfamando  é  inspirando 
»desconfianza  à  todas  las  clases  para 
«afirmar  la  discòrdia  y  ensalzàndose  las 
»teas  incendiarias  y  los  punales  como  los 
»únicos  medios  de  asegurar  la  libertad. 
«Indignado  con  esta  noticia,  oficié  à  la 
«policia  para  que  recojiese  el  folleto  y 
»hasta  esta  mariana  bien  tarde  no  se  me 
»ha  proporcionado,  habiendo  aparecido 
»tambien  al  amanecer  varios  pasquines 
»subversivos  de  los  cuales  se  remiten  à 
»V.  E.  dos  que  han  llegado  à  mis  manos. 
»Por  consiguiente  nunca  ha  podido  llegar 
«providencia  mas  à  tiempo  que  la  muy 
«acertada  de  V.  E.  para  dar  impulso  y 
»nueva  vida  al  moribundo  ramo  de  poli- 
»cía  y  si  como  espero  el  nuevo  Delegado 
»y  el  Secretario  que  tienen  audàcia  y 
«disposicion  siguen  el  rastro  à  la  cràpula 
»de  inmorales  desorganizadores  los  apo- 
»yaré  con  toda  mi  autoridad  para  que 
»reciban  un  golpe  decisivo  ya  que  el 
»cúmulo  de  circunstancias  que  se  han 
»reunido  y  la  falta  de  energia  que  ha  pro- 
»ducido  la  escasa  fuerza,  hallàndose 
»comosorprendidaslas  autoridades  por  la 
»revolucion  y  sin  vigor  para  obrar  en  los 
»momentos  màs  críticos,  nos  ha  puesto 
»en  un  estado  resbaladizo  y  espinoso  que 
«ninguna  cordura  ni  saber  alcanza  para 
«conbinar  los  estremos  encontrados  que 
«estan  en  accion  y  pugnan  por  desenca- 
«denarse.  Todo  mi  conato  ha  sido  como 
»V.  E.  habrà  podido  ver  enf renar  las  ten- 
«tativas  y  apagar  el  volcan  frenético  que 
«amenazaba  à  cada  instante  consumir- 
«nos,  robusteciendo  la  autoridad  intere- 
«sando  los  hombres  honrados  y  armando 
«el  mayor  número  de  fuerza  de  milicia 
«leal  para  apo3'ar  mis  providencias;  però 
«al  mismo  tiempo   he  cuidado  en  estos 


CONSECUEN'CIAS    POLIÏICAS     DEL    INXENDIO    DE    LOS    CON'VENTÜS 


795 


primeres  pasos  antes  de  ver  consolidació 
el  imperio  de  las  lej'es  con  el  suficiente 
apoyo  evitar  todo  compromiso,  todo 
lance  amargo,  toda  escena  sangrienta 
que  habria  podido  producir  por  mas  que 
se  diga  consecuencias  desastrosas  en 
una  multitud  que  tan  facilmente  se 
arrastra  como  se  ha  visto  en  las  escenas 
de  destruccion  y  pillaje.  Esta  es  la  causa 
porque  todos  han  vacilado  en  la  instruc- 
cion  de  procedimientos  judiciales  y 
V.  E.  vera  por  el  adjunto  dictamen  del 
auditor  de  guerra  los  obstAculos  que 
encuentra  en  que  se  planteen  aquellos. 
La  coluna  del  Coronel  Burgués  que 
llegó  con  mucha  oportunidad  me  ha 
servido  y  servirà  si  permanece  del  ma- 
yor  provecho  para  conservar  el  orden. 
La  aproximacion  de  la  del  General  Bas- 
sa empieza  a  conmover  bastante,  difun- 
diéndose  que  se  abandonaban  las  faccio- 
nes  y  se  comprometian  los  pueblos  del 
interior  esponiendo  A  muchas  personas 
à  ser  víctimas  de  los  rebeldes.  Por  lo 
que  à  fin  de  evitar  todo  pretesto  y  no 
interrumpir  la  actitud  hasta  que  con 
solido  apoyo  pueda  obrarse  me  pareció 
oportuno,  como  dije  ayer  a  V.  E.  avisa- 
se  à  dicho  General  suspendiese  la  mar 
cha,  y  en  efecto  hoy  me  dice  que  se 
dirigia  al  corregimiento  de  Vilafranca  à 
perseguir  las  facciones  sin  perder  nunca 
de  vista  esta  capital.  Yo  deseo  haber 
acertado  en  todo,  y  llenado  las  intenció- 
nes  de  V.  E.,  quien  me  hara  la  justícia 
de  creer  que  mls  ideas  y  sentimientos  se 
le  identifican  en  todo;  però  V.  E.  cono- 
cerA  que  las  faces  de  una  revolucion 
cambian  a  cada  momento,  que  las  pasio- 
nes  lo  confunden  y  trastornan  todo  y 
que  la  situacion  política  de  los  pueblos 

»en  crisis  semejantes  es  casi  díferente 
cada  24  horas,  por  lo  que  las  províden- 
cias  es  menester  acomodarlas  ;i  la  nece- 
sidad  del  momento  mientras  haya  una 
fuerza  pelígrosa  que  témer  3'  no  lenga- 
mos  la  suficiente  para  desvanec .  la  re- 
primir y  castigar.— Dios..  Br  rcelona  4 
de  agosto  de  1835.— Lugar  de  la  firma. 

»Excmo.  Sor.   Capitan  General   de  este 


>^Ejércíto  y  Principado»  (1).  Aunque  la 
copia  que  yo  vi  no  tiene  firma,  por  el  con- 
texto  se  ve  que  el  documento  procede  de 
Pastors. 

Aunque  muy  largo,  y  por  lo  mismo  con 
riesgo  de  molestar  al  lector,  copio  a 
seguida  el  dictamen  del  auditor  en  que  se 
retrata  por  completo  la  situacion  e  ideas 
de  todos: 

«Esmo.  Sor.  Restablecida  afortunada- 
»mente  la  tranquilidad  publica  y  adopta- 
»das  las  oportunas  y  convenientes  medi- 
»das  para  ponerla  à  cubierto  de  ulteríores 
»atentados  paso  à  emitir  el  dictamen  que 
»V.  E.  se  digna  ordenarme,  no  tan  solo 
xcon  un  animo  libre  de  toda  espècie  de 
«prestigio  sinó  que  tambien  con  el  lleno 
»de  franqueza  y  buena  fe  que  me  lison- 
>;jeo  haber  acredítado  con  pruebas  inequí- 
»vocas  y  consígnadas  en  repetídos  espe- 
«dientes  que  obran  en  la  secretaria  de 
»este  mando  superior.  —  El  Exmo.  S.'' 
»Capn.  Gen.i  en  su  respetable  oficio»  (el 
de  30  de  jiilio)  «sobre  que  gira  este  dic- 
»tàmen,  fija  la  omísíon  en  la  pràctica  de 
»díligencías  para  descubrir  los  autores 
»ó  promovedores  de  los  horrorosos  aten- 
»tados  cometidos  como  causa  bastante  à 
«prolongar  la  tranquilidad,  y  por  lo  tanto 
»manda  que  se  ínstruyan.  No  es  mi  animo 
»sustraerme  à  los  superiores  mandatos 
»de  S.  E.:  muy  al  contrario,  prestaré  à 
»ellos  el  apoyo  en  cuanto  permita  la  parte 
»de  atribuciones  que  me  incumbe  en  el 
«ministerio  judicial;  però  dejaria  de  co- 
»rresponder  à  la  confianza  que  se  digna 
«dispensarme,  si  advirtiendo  que  dicha 
»medida  puede  estar  en  contradiccion  del 
»objeto  à  que  se  dirije;  no  lo  hiciese  pre- 
»sente  con  recuerdo  de  los  motivos  que 
»me  deciden  a  opinarlo.  Bajo  dos  aspec- 
»tos  debe  en  efecto  considerarse,  à  saber 
»como  política  y  como  judicial;  siendo 
«indispensable  que  uno  y  otro  aconsejen 
»su  adopcion  para  que  produzcan  los 
»resultados  que  se  apetecen.— En  cuanto 
»al  primero  conviene  tomarse  en  memo- 


(1)     .\ichivo  de  la  Capitania  General.  —  Lefrajo 
citadü.  paquete  i,  documento  19. 


796 


LIBRO    TERCERO.  —  CAniULO    DLODECIMO 


»ria  que  combatida  la  tranquilidad  gene- 
»ral  del  reino  por  las  hordas  rebeldes  que 
>;bajo  los  estandartes  del  pretendido  Car- 
5>los  5.°  quisieran  sumirnos  otra  vez  en  el 
»espantoso  caos  del  despotismo  é  igno- 
»rancia,  una  oposicion  general  desgra- 
»ciadamente  no  desmentida  por  algunos 
»hechos,  atribuyo  A  las  corporaciones 
»de  religiosos  regulares  }•  monacales, 
»cierta  coincidència  en  los  designios  de 
»aquellos  malvados  y  las  designo  como 
»un  obstc'iculo  poderoso  à  la  consolidacion 
»del  trono  legitimo  de  nuestra  inocente 
»y  adorada  soberana  y  vigentes  institu- 
«ciones. — De  aquí  provino  (contraj'én- 
»dome  al  caso  de  la  consulta)  que  perso- 
»nas  de  recomendable  conducta,  amantes 
»del  buen  orden  y  respetuosas  de  las  leyes 
«permanecieron  tranquilas  espectadoras 
»del  incendio  de  los  con  ventós  y  del  aban- 
»dono  de  ellos  por  los  religiosos  que  los 
»ocupaban,  y  aunque  detestaren  el  medio 
»anàrquico  y  espantoso  con  que  esto  se 
«verifico,  à  par  de  los  escesos  à  que  un 
»corto  número  se  lanzaron  con  oprobio 
»de  la  civilizacion  y  cultura  de  esta  capi- 
»tal,  no  vieron  sin  embargo  en  semejantes 
»hechos  aislados,  otra  cosa  que  un  afecto 
«necesariò  de  la  exaltacion  de  las  pasio- 
»nes  imprescindibles  en  tales  actos,  y  de 
»la  precisa  intervencion  de  algunasgentes 
»que  siempre  las  hay  en  las  sociedades 
»màs  bien  ordenadas,  dispuestas  a  coma- 
»ter  en  cualquier  desordan  los  escesos 
»que  ofrece  la  variedad  de  circunstan- 
»cias.  —  No  menos  ha  dimanado  de  la 
»misma  causa  el  que  los  habitantes  pací- 
»ficos  y  honrades,  apesar  de  habar  con- 
»cebido  la  mAs  alta  indignacion  por  la 
»ofensa  hecha  à  las  layes  y  por  los  esce- 
»sos  comatidos  contra  el  orden  publico  y 
»la  humanidad,  hayan  acojido  favora- 
«blemente  sus  resultados,  3^  desearan  qua 
»se  corriesa  un  velo  impenetrable  que 
»ocultare  para  siempre  el  modo  con  que 
»llegaron  a  realizarse.  Bajo  astos  datos 
»sa  comprende  asta  evidencia  que  la  orde- 
»nada  formacion  de  causa  produciria  un 
»descontento  general  en  asta  numaroso 
»vecindario  y  los  elementos  de  orden  que 


»afortunadamente  se  han  desarrolladò 
»con  la  franca  y  vigorosa  cooperacion 
>qua  han  ofrecido  todas  las  clases  para 
»contenerla,  se  malograran  precisamente 
>;an  los  momentos  en  que  conviene  utili- 
xzarlos  para  al  solido  mantanimiento  de 
»la  tranquilidad  sucesiva.— Si  se  necesi- 
»tasen  pruebas  para  convèncer  la  verdad 

>  del  concepto  que  relativamente  al  estado 
»de  la  opinion  piiblica  llevo  emitido,  nos 
»las  ofrecieran  abundantes  las  mismas 
»alocuciones  de  las  autoridades  3'  la  con- 
»ducta  observada  por  los  periódicos  qua 
»han  dado  muestras  mas  positivas  de  or- 
»den  3' modaracion,  pues  sin  mengua  de 
»las  atinadas  precauciones  por  aquellas 

>  adoptadas  para  impedir  la  reproduccion 
»del  desorden,  se  guarda  emperò  por  todos 
»prudente  silencio  acerca  los  detalles  del 
»que  ya  pasó,  y  no  por  otro  motivo  sinó 
»por  cierto  respeto  simpatico  à  dicha  opi- 
»nion  piiblica  que  mirarà  con  desagrado 
X'diversa  conducta.  (Se  calla  qiiedcícttbrí- 
ria  la  participación  de  alt  as  pcrsoi/as.) 

»De  otra  parta  la  instruccion  de  una  su- 
»maria  llevaria  indispensablemente  con- 
»sigo  el  examen  de  la  calidad  de  testigos 
»de  muchos  ciudadanos  qua  presenciaron 
»el  motin  sin  tomar  parte  en  él  y  aun 
»contribuyendo  con  eficàcia  A  proteger 
»la  seguridad  da  los  religiosos  y  consar- 
»var  la  posible  moderacion  entre  los 
»amotinados,  3'  desde  luego  se  ostenta 
»necasario  que  dichos  ciudadanos  reci- 
«bieran  mu3•  à  mal  qua  se  les  llamase 
»ante  la  autoridad  judicial  para  que  sus 
»nombres  apareciesen  en  una  sumaria, 
»que  ademas  de  ser  un  documento  que 
»diera  parennemente  à  conocar  que  se 
>habian  encontrado  an  la  ocurrència 
»puas  que  da  otra  suerte  no  podria  reci- 
»birseles  como  testigos  presenciales  da 
«ella,  comprometia  su  seguridad,  asi  en 
»el  caso  afortunadamente  lejano  de  que 
»Ios  revoltosos  volviesen  à  prevalecer 
»sobra  las  layes  y  autoridades;  como  en 
»al  aun  mAs  lamentable  3'  espantoso  da 
«imprevista  vicisitud  ó  cambio  politico. 

»Tampoco  se  obscurecerà  sin  duda  a  la 
»penetracion    del    Exmo.   Sor.    Capitan 


COXSECUENCIAS    FOLI  I  ICAS    HEI.    INCENDIO    DE    I. OS    CONVENTOS 


797 


»General  que  hay  en  la  sociedad  dos 
> distintes  medios  para  preservaria  de  los 
>-atentados  que  tienden  à  concular  y  ofen- 
»der  las  seguridades  individual  3'  domi- 
«ciliaria  y  el  imperio  de  las  leyes;  cuyos 
»dos  medios  consisten  en  el  empleo  posi- 
»tivo  de  la  fuerza  armada,  ó  en  la  accion 
íde  la  justícia  cometida  al  ministerio  de 
»los  tribunales.  Ambos  medios  deben  au- 
»siliarse  recíprocamente,  y  si  el  primero 
»de  ellos,  como  mas  eficaz,  vigoroso  y 
«efectivo,  ha  sido  ilusorio  é  insuficiente 
»en  los  momentòs  de  mayor  importància 
»para  el  descubrimiento  y  efectiva  captu- 
»ra  de  los  culpables,  poco  ó  nada  puede 
»el  segundo  adelantar,  pues  la  niisma 
«lentitud  de  sus  formas  3'  necesario  apo- 
»yo  de  sus  decisiones  ostentan  la  inutili- 
»dad  de  su  tardío  ejercicio.  Es  indudable 
»que  durante  las  ocurrencias  del  dia  25 
»Ia  fuerza  pública  existente  en  esta  plaza 
»dejó  de  obrar  activamente  usando  del 
»recurso  de  las  armas  sin  interrupcion 
»contra  los  revoltosos.  El  buen  concepto 
»de  que  gozan  las  autoridades  de  que 
»dependen  aquellas  fuerzas,  su  amor  al 
íorden  y  acrisolada  lealtad  dan  A  cono- 
»cer  que  prudentes  é  irresistibles  motivos 
»les  aconsejaron  semejante  conducta, 
»evitando  excesos  parciales  para  no  pro- 
»vocar  tal  vez  una  contienda  general  que 
»cubriese  a  muchas  familias  inocentes  de 
«llanto  y  desolacion  f/;; !!.');  però  de  todas 
»maneras  no  es  problemàtico  que  la  cap- 
»tura  de  aquellos  si  fuese  posible  debió 
«haberse  verificado  infraganti  y  si  los 
»gefes  de  las  armas  no  lograron  enton- 
>:ces  conseguirla,  y  podria  por  ventura 
«obtener  semejante  resultado  una  autori- 
»dad  inerme  despues  de  diez  dias  en  que 
>:las  sefias  que  fijaran  la  identidad  de  las 
)  personas  se  han  ya  borrado  de  la  me- 
»moria  de  los  expectadores?  {Y  este  olvi- 
»do  no  hiciera  acaso  ilusorio  todo  proce- 
»dimienio  judicial? 

»La  Reina  Ntra.  Sra.  en  la  Real  Orden 
»de  15  de  julio  ultimo  se  digno  disponer 
«entre  otras  cosas  que  se  estableciese  la 
»comision  militar  como  primera  ncccsi- 
»ciad  en  el  inoiiicnto  que  con  fundado 


«motivo  pudiera  temerse  que  se  intenta 
>-alterar  la  tranquilidad  pública.  Al  pres- 
xcribir  esta  soberana  determinacion  fué 
»el  Real  animo  de  S.  M.  que  el  castigo 
«fuese  inmediatamente  consecutivo  al 
«crimen,  esto  es,  que  cogidos  en  el  acto 
»los  delincuentes  la  vindicta  pública  fuese 
«desde  luego  satisfecha.  Però  cuando 
«aquellos  han  logrado  sustraerse  à  la 
«vigilància  y  cohercion  efectiva  de  la 
«fuerza  pública,  cuando  son  aun  desco- 
«nocidos  3'  se  han  malogrado  ya  los 
«medios  que  pudieron  facilitar  su  descu- 
«brimiento  rseràn  capaces  los  tramites 
«judiciales  de  producir  otro  resultado  que 
«el  de  mantener  en  zozobra  é  inquietud  à 
«pacíficos  habitantes  por  el  temor  de  ver- 
«se  comprometidos,  porque  una  inculpa- 
«ble  casualidad  les  condujera  momentà- 
»neamente  entre  los  reboltosos  en  los 
«vaivenes  y  oleadas  de  la  muchedumbre 
«que  se  experimentaron  en  aquella  funes- 
«ta  noche? 

>Finalmentesi  la  política  reclama  como 
«es  asi  neutralizar  los  desordenes  por 
«medio  del  castigo,  exige  lambien  que 
«este  no  se  contraiga  à  los  meros  instru- 
«mentos,  sí  que  se  dilate  tambien  à  las 
«personas  de  quienes  mas  ó  menos  direc- 
«tamente  dimanen  las  causas  que  han 
»dado  lugar  ó  prestado  ocasion  al  esceso; 
»3'  la  notòria  ilustracion  de  S.  E.  no 
«dejara  de  comprender  que  la  sumaria  de 
«Estado  que  se  formase  debiera  dílatarse 
»à  investigaciones  próxímas  y  lejanas 
«que  abriendo  una  senda  espaciosa  à 
«indiscreta  3^  emponzoflada  censura  de 
«pasados  acontecimientos  diera  lugar  à 
«mayores  imposturas  de  las  que  3'a  des- 
«graciadamente  fragua  el  genio  del  mal 
«para  sumirnos  en  la  anarquia.  En  some- 
«jantes  vicisitudes  que  afectan  la  genera- 
«lidad  de  un  vecindario  numeroso,  una 
«política  activa  bien  conducida  3'  vigoro- 
»sa  es  la  que  puede  neutralizar  todos  los 
«elementos  de  ulteriores  revueltas;  y  pro- 
«tegidas  sus  operaciones  por  el  concurso 
»de  los  demils  poderes  del  Estado  y  muy 
«particularmente  por  la  parte  del  pueblo 
«interesada   en  el  mantenimiento  de  la 


l.IBRO    TERCERO. — CAPITL'I.O    DUODECIMO 


«tranquilidad  que  es  siempre  la  màs  nu- 
»merosa  son  los  únicos  medios  con  que 
»debe  contarse  para  que  aquella  no  sea 
«alterada  y  el  imperio  de  las  leyes  se 
»afianze  y  consolide. 

»Si  estàs  consideraciones  de  política 
«aconsejan  que  no  se  dé  lugar  A  la  forma- 
»cion  de  causa,  las  leyes  lo  recomiendan 
»tambien.  La  autoridad  judicial  no  puede 
»en  efecto  proceder  sinó  cuando  ha3^  reos 
»ó  indicios  reunan  semejante  calidad  per- 
»sonas  determinadas.  De  otra  manera  el 
»procedimiento  judicial  tiene  el  caràcter 
»de  una  pesquisa  y  dirigiendose  para  ave- 
»riguar  el  estado  de  una  ciudad  y  descu- 
»brir  los  culpables  por  hechos  públicos 
«acontecidos  en  ella  tiene  el  caràcter  de 
«general,  y  se  halla  expresamente  prohi- 
»vida  en  la  ley  3.''  tit.  34  lib.  12  de  la 
»novísima  recopilacion.  Mas  claro  sin 
»delincuentes  no  puede  haber  causa  cri- 
»minal,  y  las  averiguaciones  de  quien  lo 
»sea  cuando  falta  toda  espècie  de  indicios 
»que  los  singularizen  no  es  atribucion  del 
»ministerio  judicial.  Obre  enhorabuena 
»la  autoridad  política  y  gubernativa  pres- 
»te  à  los  tribunales  datos  bastantes  para 
»proceder  contra  personas  determinadas, 
»pero  evítese  una  inquisicion  baja  é  in- 
«concreta  pues  no  produjera  definitiva- 
»mente  otra  cosa  que  el  descredito  de  la 
»misma  administracion  de  justícia  y  el 
»decaimiento  del  prestigio  que  debe  pro- 
»curarse  conservaria  para  bien  del  Esta- 
»do  y  logro  efectivo  en  otras  circunstan- 
»cias  del  objeto  para  que  el  presente  se 
»manda  emplear. 

»De  otra  parte  si  la  sumaria  se  enca- 
»minase  unicamente  à  justificar  los  he- 
»chos  es  notoriamente  ociosa  porque 
»estàn  à  la  vista  de  todos  y  nadie  los 
»desconoce.  Los  partes  ó  comunicaciones 
«oficiales  de  las  autoridades  son  el  único 
»medio  de  comprobacion  en  casos  de 
»igual  naturaleza. 

»E1  Exmo.  Sor.  Capitan  Gral.  indica 
»con  mucho  acierto  las  medidas  que  con- 
»vienen  adoptarse,  y  en  grande  parte  se 
»han  adoptado  ya  por  la  recomendable 
«prevision  de  V.  S.,  que  puede  con  justi- 


»cia  complacerse  en  el  restablecimiento 
»de  la  pública  tranquilidad.  Llevense 
»pues  à  cumplimiento  y  se  vera  realizado 
»con  aprobacion  de  todos  los  hombres  de 
»bien  un  objeto  de  tanta  importància. 
»E1  auditor  teniendo  fija  la  atencion  en 
»el  progreso  del  espíritu  publico,  conside- 
»ra  que  solo  procediendo  à  judiciales 
»averiguaciones  de  lo  pasado  pueden 
»amagarse  infortunios  para  lo  venidero, 
»y  no  espera  por  cierto  que  este  su  dictà- 
»men  pueda  jamàs  atribuirse  à  tibieza  ó 
«condescendència  con  los  desordenes. 
»Las  autoridades  todas  reunidas  oyeron 
»su  lenguaje  en  los  momentos  de  mayor 
»apuro  y  afliccion,  y  se  lisonjea  en  no 
>^haber  jamàs  vacilado,  ni  creerse  capaz 
«de  vacilar,  en  el  cumplimiento  de  sus 
»deberes,  y  pronunciarà  siempre  la  ver- 
»dad  con  la  entereza  que  recomienda  el 
»mejor  servicio  de  la  reina  y  la  prosperi- 
»dad  de  su  pàtria.  En  vista  de  lo  espues- 
>'to,  y  siendo  muy  conforme  que  en  nego- 
»cio  de  esta  trascendencia  se  oiga  el 
«parecer  que  las  autoridades  de  esta 
»plaza  tengan  à  bien  emitir  à  continua- 
»cion  del  presente,  se  dignarà  V.  E.  en 
»vista  de  todo  l'esolver  lo  de  su  superior 
«agrado.  Barcelona  4  de  agosto  de  1835 
»=Exmo.  Sor.  =  José  Bertran  y  Ros= 
»Exmo.  Sor.  Capitan  General  de  este 
«Ejercito  y  Principado.»  (1). 

Según,  pues,  el  maduro  Auditor  de 
guerra,  la  mayoría  de  la  población,  si  ha 
detestado  el  modo,  ha  visto  con  gusto  la 
extinción  de  las  Comunidades;  y  esto 
porque,  a  su  decir,  éstas  simpatizaban 
con  los  carlistas.  A  tai  idea  no  puede 
dejar  de  notarse  que  esta  es  la  libertad 
liberal,  es  decir,  libertad  para  los  que 
piensen  como  yo,  expulsión  y  exclusión 
para  los  que  no. 

En  segundo  lugar,  alega  las  dificulta- 
des que  se  ofrecerían  para  lograr  testi- 
gos;  y  en  esto  lleva  razón;  però  de  aquí 
resulta  màs  patente  la  falta  de  la  autori- 
dad militar  de  aquella  noche,    que  con 


(i)     Archivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
cltado.  paquete  i.  documento  12. 


CONSECCEXCIAS    POLn  ICAS     DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


799 


balas  y  bayonetas  debía  haber  defendido 
las  vidas  y  los  intereses  de  honrades  ciu- 
dadanos  y  sacerdotes;  y,  sobre  todo,  sisè 
recuerda  que  las  solas  amenazas  sinceras 
salvaban  tales  vidas  e  intereses  en  aque- 
lles momentos  primeres  de  la  revuelta. 

Mas  el  Auditor,  respecto  a  una  de  las 
principales  causas,  corre  un  velo  de  omi- 
sión:  esto  es,  respecto  de  las  personas 
que  resultarían  culpables;  porque  sé  yo, 
y  supieron  otros,  los  nombres  de  ricos 
senores,  empleades  y  altos  militares  que 
tramaron  la  conjura,  y  aun  persona  1- 
mente  la  dirigieron.  ';Cómo  llevaries  a  la 
barra  del  Tribunal?  No  se  sintió  con  fuer- 
zas  para  ello,  ni  lo  creyó  prudente,  pues 
entonces  que  esté  a  las  consecuencias. 

Escribo  arriba  que  en  estos  dias  el  Ge- 
neral Bassa  se  iba  acercando  a  Barce- 
lona, y  el  curioso  deseara  saber  con  qué 
fuerzas.  Le  contestarà  el  mismo  General 
por  el  parte  que  desde  Igualada  dirigió  a 
Llauder  en  31  de  julio,  en  el  que  entre 
otras  cosas  le  decía:  '<Ya  con  fecha  del  29 
»oficié  a  V.  E,  desde  Cervera,  que  noti- 
>cioso  en  aquella  ciudad  de  que  se  habia 
»alterado  en  la  capital  la  tranquilidad 
«pública,  disponía  por  prevencion  que 
»las  columnas  del  teniente  coronel  Don 
»Juan  Calvet  y  la  del  capitan  Moldero 
>'Pasasen  -A  reunírseme  en  esta  villa  de 
>  Igualada  en  el  dia  de  ayer,  donde  yo  es- 
»taría  a  aguardar  las  ordenes  de  V.  E.  En 
«efecto  así  se  ha  verificado,  y  de  consi- 
»guiente  tengo  reunidas  aquí  dichas  co- 
»lumnas,  y  he  providenciado  lo  verifiquen 
»la  compania  de  Saboya  que  esta  à  las  ór- 
»denes  del  coronel  Ràfols  y  la  de  grana- 
»deros  del  mismo  a  las  ordenes  del  gober- 
»nador  de  V^illafranca,  ascendiendo  à 
»poca  diferencia  su  total  à  unos  mil  hom- 
»bres:  tambien  reuniré  ochenta  caballos 
»à  lo  menos...»  (1). 

De  Igualada,  para  mejor  estar  dispues-  ■ 
to  a  todo  evento,  pasó  Bassa  con  su  co- 
lumna al   Bruch,    desde   donde    escribe 
a  Llauder.  «Mi  venerado  General:  siento 


»mucho  el  mal  estado  de  su  salud,  y  nada 
»extraflo  es  atendiendo  à  tantos  sinsa- 
'>bores. 

>íYa  ve  V.  lo  que  dice  el  senor  Pastors 
'>acerca  el  entrar  esta  fuerza  à  la  capital: 
•>sé  que  la  bullanga  està  incomodada  por 
"mi  aproximacion,  però  A  mi  no  me 
'>arredra. 

'>E1  mal  va  cundiendo  entre  todos  los 
'iurbanos  aun  de  los  pueblos  subalternes. 
'>La  ocurrència  de  Martorell  es  buen  tes- 
»tigo:  Urbina  pide  que  se  le  releve  de 
«comandante  de  armas, 

»Segun  digo  à  V.  pienso  manana  pasar 
Ȉ  San  Quintin  y  dar  la  vuelta  por  el 
«corregimiento  de  Villafranca  y  batir  si 
»se  presenta  alguna  faccien,  y  pasado 
>:'manana  estaré  en  dicha  villa,  y  si  con- 
»viene  me  subiré  a  Piera  para  no  perder 
»de  vista  la  capital.  Miro  cenveniente 
»este  movimiento  para  evitar  habladu- 
»rías  de  estar  fija  en  un  punto  esta 
»columna  cuando  en  otras  estan  diva- 
»gando  gavillas  sin  que  nadie  les  diga 
»nada. 

»Deseo  que  V.  se  restablezca  y  que 
»disponga  de  su  respetueso  súbdito  y 
»S.  Q.  S.  M.  B.— Pedró  Nelasce  Bassa»  (2). 

He  omitido  de  prepósito  la  fecha  por- 
que en  el  libro  de  donde  copio  el  texto 
de  la  carta  la  creo  equivocada,  pues 
escribe  «4  de  agosto». 

«El  dia  4  llego  Bassa  con  su  columna  à 
»las  inmediaciones  de  Barcelona;  dejó 
»A  sus  soldades  en  el  pueblo  de  Sans, 
»situade  A  media  legua,  y  entro  en  la 
»ciudad  acompafiado  de  algunes  oficia- 
ries. Para  demostrar  que  no  temia  al 
»pueblo  de  Barcelona  se  paseó  por  su 
«Rambla  y  calles  con  el  general  Pastors, 
»Ayerve  3'  un  ayudante;  alarde  indiscre- 
»to  de  valer  que  debia  pagar  de  una 
»manera  horrible  este  general  digno  de 
»mejer  suerte»  (3).  Así  escribe  un  autor 
revolucionario  de  aquel  tiempo;  y  como 


(1)     Mcnioiias  do  Llauder.  Documenlo  >8.  pà- 
.'ina  loí  del  apéndice. 


(2)  MemorÍKis  de  Llauder.  Documento  ^o.  pà- 
gina loó  del  apéndiee. 

(3)  Panorama   espai'iol,    citado.    tomo  111.  pà- 
gina SI. 


800 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DUODECIMO 


tal  revolucionario  y  hombre  de  partido, 
interpreta  mal  los  hechos,  echando  a 
mala  parte  lo  que  de  sí  cae  del  lado  de  la 
buena.  Llama  alarde  de  valor  indiscreto 
a  lo  que,  según  se  ve,  venia  dictado  por 
espiritu  de  prudència  y  moderación.  Si 
Bassa  hubiese  tratado  de  hacer  un  alar- 
de, o  amenaza,  y  provocación,  hubiérase 
paseado,  no  con  los  dos  generales  ami- 
gosy  queridos  del  pueblo  revolucionario, 
sinó  solo  con  un  escuadrón  de  caballos, 
como  diciendo:  xaqui  estoy  para  obrar 
fuertemente»;  però,  no;  según  este  autor, 
se  pasea  sin  fuerzas  y  del  brazo  de  los 
dos  idolatrades  de  las  masas;  con  lo  que 
dice  al  pueblo  revolucionario:  «quiero 
»paz  con  vosotros,  tengo  confianza  en 
»vosotros,  hablemos,  cumplamos  las  le- 
»yes  sí,  però  entendiéndonos,  y  juntos 
»vayamos  al  fin  deseado».  Però  hay  mas, 
mucho  màs  que  contestar  al  autor:  según 
varios  documentes  oficiales,  es  decir,  se- 
gún el  parte  que  después  de  la  muerte  de 
Bassa  Pastors  envio  al  Gobierno  de  iNIa- 
drid,  Bassa  no  entro  en  Barcelona  hasta 
las  seis  de  la  manana  del  5;  y  por  lo 
mismo  no  podia  efectuarse  el  4  el  indi- 
cado  paseo  por  la  ciudad.  En  este  parte 
Pastors  cuenta  todos  los  pormenores  del 
hecho,  y  hasta  los  caballos  que  acompa- 
naban  a  Bassa,  y  por  lo  mismo,  de  ser 
verdad  el  paseo,  no  omitiera  su  relación 
como  la  omite.  Dice  que  entro  a  las  seis 
del  5  acompanado  de  cuatro  o  cinco  ca- 
ballos, exigua  escolta  que,  lejos  de  provo- 
car, atraía  confianza.  Por  otro  lado,  son 
muchos  los  ancianos  que  me  han  narrado 
la  revolución  contra  Bassa,  y  ninguno 
me  ha  mentado  ni  por  asomo  este  paseo 
por  Barcelona  con  Pastors  y  Ayerve  ni 
con  nadie, 

QuizA  ocurra  aquí  preguntar:  ;por  qué 
Bassa,  contra  las  indicaciones  de  Pastors, 
entro  en  Barcelona?  Mas  la  respuesta  en 
la  mano  està:  Llauder,  en  despacho  fir- 
mado  en  Vich  a  2  del  mismo  mes,  le  man- 
da  entrar;  arriba  copié  el  despacho.  No 
podían  pararle  los  reparos  de  Pastors, 
tanto  porque  no  eran  mandatos,  cuanto 
porque    no    lo  podían    ser,    careciendo, 


como  carecía,  éste  de  poder  sobre  Bassa, 
segundo  cabo  de  Cataluna.  Debía,  pues, 
Bassa  entrar,  y  entro. 

Mas,  aun  cuando  careciéramos  de  los 
preciosos  datos  que  los  anteriores  despa- 
chos  u  ordenes  nos  dan,  las  elocuentes 
palabras  del  mismo  General  Bassa,  que 
por  directos  y  seguros  conductos  llega- 
ren hasta  mi,  plenamente  nos  certifica- 
rían  del  porque  de  la  entrada  en  la 
Ciudad.  Me  dijo  un  anciano  respetable 
que  la  família  del  General  le  mandó  un 
recado  a  Sans  o  CoUblanch,  avisàndole 
del  pehgro  'del  ingreso  en  Barcelona,  y 
que  él  contesto:  que  pues  el  deber  lo  que- 
ria,  que  vivo  o  muerto  entraria  en  la 
ciudad  (1).  Don  Antonio  López,  entonces 
miliciano,  persona  de  la  mayor  confianza 
del  Fr.  Esplugas  de  la  fàbrica  de  caracte- 
res  de  imprenta  del  Carmen  descalzo  o 
de  San  José,  López,  el  que  después  fué 
concejal  de  Gracia,  me  dijo  a  mi  que 
aquel  dia  de  la  llegada  de  Bassa  había 
salido  él  con  un  fraile  carmelita  descalzo, 
acompafiàndole  en  su  fuga  de  Barcelona 
hacia  el  campo.  Que  en  Esplugas  oyó  él 
mismo  que  un  hombre  del  campo  decía  a 
Bassa:  «no  vayas  à  Barcelona,  que  te 
«mataran»,  y  que  Bassa  contestaba:  «Yo 
»no  he  hecho  mal  a  nadie,  y  por  lo  mismo 
»no  creo  que  nadie  me  lo  haga  à  mi».  Por 
esto  López  no  creia  de  Bassa  aquella  fra- 
se atrevida,  que  se  le  atribuyó,  de:  «ó  el 
»pueblo  ó  yó»  (2).  Don  Juan  Mané  y  Fla- 
quer,  muy  grave  senor,  que  por  muchos 
anosdirigió  el  Diariode  Barcelona,jq\xQ 
tuvo  intimo  y  continuo  trato  con  la  famí- 
lia Bu.Keres,  contóme  a  mi  que  salió  al 
encuentro  de  Bassa  Don  Antonio  Buxe- 
res;  que  le  halló  en  la  Cruz  Cubierta;  que 
le  advirtió  que  no  intentarà  cumplir  la 
comisión  que  traía,  porque  los  animós 
estaban  muy  soliviantados  contra  la  idea 
del  castigo,  y  que  le  podia  resultar  muy 
mal.  Que  Bassa  le  contesto  que  el  deber 

(i)     Relación  de  D.  Cayetano  .Marti  de  Eixalà. 
Barcelona  30  de  septiembre  de  1880. 

(j)     Relación    de    Gracia   29   de   diciembre   de 

1882. 


CONSECUENCrAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


801 


militar  era  muy  sagrado,  y  así  que  no 
podia  dejar  de  obedecer  (1).  En  la  Bajada 
de  Viladecols,  junto  a  su  casa,  topa  Bassa 
con  su  amigo  el  Sefior  Don  Eusebio  de 
Olcina  y  de  Torres,  y  éste  le  avisa  del 
peligro  a  que  se  expone.  El  General  con- 
testa con  la  sonrisa  del  valor  militar,  sin 
ninguna  bravata  ni  fanfarronada  (2). 
Entra,  pues,  Bassa  solamente  por  cumplir 
su  deber:  itan  lejos  estaba  de  pasearse 
para  insultar!  Es  innegable  que  si  se 
mostro  por  las  calles  fué  para  amansar. 

Y  continua  aquel  autor  revolucionario: 
«al  anochecer  del  mismo  dia  se  esparció 
»con  profusion  una  proclama  enèrgica  de 
»los  caudillos  de  la  revoluciona.  Hela 
aquí: 

'<A  los  catalanes,  al  ejército  }■  à  la  mili- 
»cia  de  Catalufia. 

»La  expulsion  de  los  frailes  la  consin- 
»tieron  y  aprobaron  todos  los  amantes  de 
»la  libertad:  el  voto  de  Barcelona  està 
»pronunciado;  que  no  vuelvan  los  frailes, 
»pero  que  no  haya  desordenes:  que  siga 
»la  tranquilidad  y  el  sosiego. 

»Que  para  atender  al  ser  vicio  de  la 
»plaza  se  hubiese  reforzado  la  corta  guar- 
»nicion  con  cuatro  ó  quinientos  hombres, 
>'que  se  organizase  un  armamento  en 
»cada  barrio;  esto  estaba  en  el  orden. 
»Pero  que  los  pérfïdos  Llauder  y  Basa, 
«renovando  sus  acostumbradas  traicio- 
»nes,  entreguen  la  provincià  à  los  fac- 
)ciosos  agolpando  todo  el  ejército  en 
«Barcelona  para  vengar  resentimientos 
»personales  y  desarmar  la  milícia  con  la 
»capa  de  castigar  los  hechos  del  25, 
»hechos  que  toda  la  poblacion  consintió: 
»este  es  un  crimen  atroz  que  la  muerte 
»no  es  bastante  a  expiar. 

»Todas  las  columnas  del  Principado 
»estan  en  movimiento  sobre  Barcelona; 
»las  mejores  líneas  de  operaciones  milita- 
»res  estan  abandonadas;  varios  pueblos 


(i)  Relación  que  me  hizo  en  Barcelona  don 
Juan  .Maiié  a  2f  de  mayo  de  i8oj. 

(j)  Lo  conto  el  mismo  Sr.  de  Olcina  a  fu  liijci. 
de  cuya  boca  lo  tengo. 


ï>que  tras  de  débiles  fortificaciones,  con 
»sus  valientes  Urbanos  bajo  el  amparo  de 
»las  tropas,  se  defendian  contra  las  incur- 
«siones  de  los  facciosos,  quedan  ahora  à 
'-merced  de  los  carlistas;  en  una  palabra, 
»el  Principado  se  pierde.  -;Cuíil  es  el  pre- 
»texto  de  este  alevoso  crimen?  tLes  inte- 
>iresa  mas  A  Llauder  y  Basa  combatir  por 
»los  frailes  que  por  Isabel  II  y  la  justa 
»libertad?  ;Cuàl  es  el  estado  de  Barcelo- 
»na?  iQné  desordenes  hay?  ^A  qué  propie- 
»dades  se  atenta?  Los  incansables  Pastors 
»y  Ayerve  responden  con  razon  y  con 
»sobrada  seguridad  de  la  tranquilidad 
«pública.  Si  cualquiera  intentase  robos  ó 
»incendios,  el  mismo  pueblo  haria  ejem- 
»plar  justícia.  Los  robos  é  incendios  estan 
»en  las  fantàsticas  cabezas  de  unos  cuan- 
»tos  farolones  viles  asalariados  de  Llau- 
»der  que  propalan  temores  y  amagos, 
»que  mal  pueden  existir  cuando  ellos 
«insultan  aun  ímpunemente  con  su  pre- 
«sencia  la  sensatez  de  los  Barceloneses. 
»E1  mal  es  manitiesto  y  debemos  todos 
sconocerlo.  Quitados  los  conventos  y 
»monasterios  que  pagaban  la  faccion  con 
»las  enormes  sobras  de  sus  rentas,  los 
»facciosos  de  Catalufia  hubieran  hecho 
»por  quince  dias  escesos  de  ràbia;  però 
«acosados  luego  de  la  misèria,  faltàndo- 
»les  el  socorro,  se  hubieran  desbandado; 
«ocupados  por  tropas  los  mejores  puntos, 
»y  redoblando  de  esfuerzos  los  pueblos  y 
»milícia,  la  faccion  sucumbia.  Llauder 
«cambia  los  sucesos  y  trueca  en  ruina  la 
»salvacion  de  nuestra  Pàtria;  abandó- 
»nando  poblaciones  ricas  al  saqueo,  darà 
Ȉ  los  facciosos  los  recursos  que  solo 
»sacaban  de  los  frailes;  viendo  que  las 
»tropas  se  retiran,  la  faccion  se  engruesa; 
»los  milicianos,  sin  apoyo  de  tropas,  se 
»ver;in  agobiados  por  fuerzas  superiores; 
»los  liberales  tendràn  que  huir;  Catalufia 
»seríi  otra  Navarra,  y  Llauder  dirà  que 
>•>lo  Itan  cansado  /o-s  liberales  con  los 
»lteiiios  del  25  de  julio.  jAlevosia  atroz! 
»No  para  en  esto  la  infàmia  del  nuevo 
«tigre  de  Catalufia;  ha  llegado  a  la  viteza 
»de  reclamar  auxilies  de  ba3'onetas 
«estranjeras  para  consumar  sus  inicuos 


802 


LIHKO    TERCERO. — CAPITULO    DUODECIMO 


»planes,  por  la  desconfianza  que  le  ins- 
»pira  el  patriotismo  del  ejército. 

»En  tan  crítica  situacion,  sin  la  franca 
»decision  de  todos  los  buenos,  los  danos 
>;seríln  irreparables.  Los  momentos  son 
»críticos:  los  ayuntamientos,  las  corpora- 
»ciones,  los  jefes  de  toda  Catalufía,  si  no 
»quieren  que  se  les  teng'a  por  còmplices 
>^de  Llauder,  deben  al  instante  tomar 
»prontas  medidas  para  nuestrasalvacion, 
»y  exponer  al  gobierno  el  inicuo  modo 
»con  que  se  vende  nuestra  Pàtria. 

»Catalanes,  Ejército,  Milicia,  conoced 
»vuestra  posicion:  todavía  es  tiempo. 
»Tras  de  Llauder  y  Basa  vienen  los  cadal- 
»sos,  la  esclavitud,  Carlos  V,  y  la  Inqui- 

»sicion.  Basa la  cacareada  espada  de 

»Llauder  que  ningun  faccioso  ha  visto 
»sirve  solo  contra  Espanoles  mismos;  à 
»la  campana  de  Lacy  y  de  Vera  piensa 
»anadir  la  de  Barcelona;  su  ràbia  y  su 
»ambicion  se  han  de  saciar  con  sangre 
»de  compatricios:  reuníos  y  evitad  la 
»ruina  de  la  Pàtria. 

»iBravos  soldados  del  ejército!  del  pue- 
»blo  habeis  salido;  entre  el  pueblo  teneis 
»a  vuestros  padres  y  hermanos;  vosotrds 
»sois  los  primeros  interesadosen  la  liber- 
»tad  de  nuestra  pàtria:  las  armas  que  con 
»tanto  honor  empufiais  no  se  mancharàn 
»sin  duda  con  la  sangre  de  vuestros  her- 
»manos,  pues  se  os  han  confiado,  no  para 
»servir  à  traïdores,  asesinos  y  tiranos, 
»sino  para  defender  la  libertad  bajo  la 
Ȏjida  del  trono  de  la  inocente  Isabel. 

«jCiudadanos  todos!  corred  A  las  armas; 
»guerra  A  los  tiranos  que  quieren  opri- 
»mirnos,  y  que  se  han  quitado  por  fin  la 
»màscara  con  que  nos  habían  enganado, 
»que  el  movimiento  sea  unànime,  y  sea 
»nuestra  divisa:  ABAJO  LOS  TIRANOS. 
»VIVA  ISABEL  II,  VIVA  LA  LIBER- 
»TAD!»(1). 

Contiene  esta  proclama  palabras  que 
se  han  de  notar.  Dice  que  se  quiere 
desarmar  la  milicia:  creo  falso  tal  con- 
cepte. Dice:  «este  es  un  crimen  atroz  que 


(i)     d.  Francisco  Raull.  Historia  de  la  conmo- 
ción...,  cit.,  pàgs.  46,  47  y  ^fS. 


»la  muerte  no  es  bastante  è.  expiar».  jLa 
muerte!  Dice  que  Llauder  y  Bassa  son 
traïdores  y  quieren  entregar  la  provincià 
a  los  carlistas:  mentirà  burdísima.  Dice 
que  se  abandona  la  guerra  para  concen- 
trar fuerzas  en  Barcelona:  la  culpa  es  de 
los  autores  de  la  proclama  Dice  que  no 
hay  desordenes  en  Barcelona:  dentro  un 
par  de  días  nos  podran  decir  si  había  o  no 
aquí  motivo  para  témer.  Dice  que  Pas- 
tors y  Ayerve  son  incansables  y  bastan 
para  conservar  la  tranquilidad:  Pastors 
tenia  cortisimo  talento,  y  Ayerve  con  su 
presencia  autorizó  el  incendio:  hay  elo- 
gios  que  hunden.  Dice  que  los  cenobios 
«pagaban  la  faccion  con  las  enormes 
»sobras  de  sus  rentas»:  embuste  mani- 
fiesto:  lo  que  pagaban  eran  miles  y  miles 
de  duros  de  sus  pobres  rentas  al  General 
Llauder  para  combatir  a  los  carlistas. 
Dice  que  quitados  los  conventos  los  car- 
listas fenecían:  nada  dió  tanta  vida  al 
carlismo  como  la  degollina  de  los  frailes. 

Dice però  no  sigamos,  que  el  resto  no 

contiene  mas  que  embustes  de  cartelón 
de  teatro  de  la  legua,  salidos  de  plumas 
estúpidas,  y  dirigidos  a  un  auditorio  màs 
estúpido  aún.  La  Revolución  no  puede 
sostenerse  màs  que  sobre  la  falsedad. 


ARTICULO  SECUNDO 

EL  ATENTADO  CONTRA  EL  GENERAL 
BASSA 

El  autor  revolucionario  del  cual  al  ter- 
minar del  articulo  anterior  tomo  la  ruin 
proclama,  paladinamente  nos  certifica 
de  que  la  revuelta  iba  dirigida  por  «cau- 
dillos»  al  escribir  que  «al  anochecer 
»del  mismo  dia  (4)  se  esparció  con  pro- 
»fusion  una  proclama  enèrgica  de  los 
»caudillos  de  la  revolución.»  Aun  cuando 
callarà  testigo  tan  abonado,  los  hechos 
descubrirían  la  existència  de  directores 
del  movimiento,  con  tanta  constància 
llevado  a  cabo  y  con  tan  meditado  plan. 

La  existència  de  caudillos  supone  un 


CON'SECUENCIAS    POLITICAS    PEI.    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


803 


plan,  o  trama,  por  ellos  dispuesto  para 
el  movimiento  de  los  acaudillados.  Y 
también  respecto  a  la  existència  del  plan, 
aun  cuando  callaran  los  ancianos,  que 
ciertamente  no  callan,  harto  lo  delataran 
los  hechos,  pues  las  proclamas  y  las 
hojas  clandestinas  no  habían  de  nacer 
espontàneamente  como  hongos,  ni  para 
su  impresión  las  papelerías  y  las  impren- 
tas  trabajar  de  balde  y  a  capricho.  Tam- 
poco  estuviera  de  antemano  sefialado  el 
punto  de  reunión  de  los  amotinados  como 
lo  estaba:  la  plaza  del  Teatro. 

Al  ver  el  terrible  resultado  de  esta  tra- 
gèdia se  creerà  por  ventura  que  el  fin 
de  sus  urdidores  era  el  asesinato  del  Ge- 
neral; sin  embargo,  no  llegaba  a  tanta 
maldad.  Querían  que  dimitiera  el  mando, 
o  mejor,  solo  que  se  retirarà  de  Barce- 
lona, y  desistiera  de  su  empeno,  y  así  im- 
posibilitarle  de  cumplir  las  ordenes  de 
Llauder;  con  lo  que  logrado,  quedaban 
incòlumes  los  matadores  de  los  frailes, 
libres  de  castigo  tanto  los  ejecutores 
cuanto  los  urdidores  de  aquel  atentado 
del  25  de  julio;  quedaba  triunfante  la 
revolución,  vencido  el  gobierno  modera- 
do,  y  cada  uno  de  los  grupos  de  revolve- 
dores  que  había  contribuído  a  aquel  cri- 
men  podia  llevar  al  deseado  resultado  su 
proyecto  maquiavélico. 

Esta  mi  suposición  respecto  al  fin  de 
los  caudillos  la  deduzco  de  que  lo  que  se 
pidió  primeramente  a  Bassa,  en  los  mo- 
mentos  críticos,  no  consistiu  en  que  se 
entregara  presó;  sinó  en  que  él  y  su  co- 
lumna salieran  de  Barcelona,  y  así  no 
castigarà  el  hecho  del  25  de  julio.  Un  ofi- 
cio pasado  por  el  Ayuntamiento  a  Bassa, 
que  insertaré  abajo,  nos  lo  dice  muy 
claro.  La  deduzco  de  que  no  existia  con- 
tra de  él  motivo  alguno  de  odio  personal. 
Bassa  en  27  de  octubre  de  1833  desarmo 
en  Madrid,  no  sin  efusión  de  alguna 
sangre,  a  los  voluntarios  realistas  (1), 
y  aliora  en  Catalufía  perseguia  a  los 
carlistas.  La  deduzco  de  las  palabras  de 


(i)     Continuadores   de  la   llisloria  de  Espana 
de  D.  ^\odcsto  Lafuente,  tomo  X.\,  pàfí.  n. 


él  mismo  cuando  en  Esplugas  contesta: 
«yo  no  he  hecho  mal  a  nadie:  no  creo 
»que  nadie  me  lo  haga  à  mi».  La  deduzco 
de  que  los  mismos  autores  revolucio- 
naries lamentan  el  asesinato.  Y  final- 
mente  la  fundo  en  que  D.  Benito  To- 
màs, persona,  aunque  no  de  elevado 
rango  social,  però  si  de  muy  claro  talento, 
y  en  1835,  por  razón  de  su  trabajo,  muy 
metido  entre  la  gente  revolucionaria,  me 
aseguró  varias  veces  que  el  fin  llegaba 
solo  a  lograr  la  dejación  del  mando.  Y 
cuenta  que  el  testimonio  de  Tomàs  per- 
fectamente  concuerda  con  el  de  otro 
anciano  en  1835  muy  revolucionario  y 
metido  en  los  de  sus  ideas. 

Repito,  emperò,  que  ignoro  a  punto 
fijo  si  el  empeòü  de  los  amotinados  con- 
sistia, segiin  me  dijo  el  senor  Tomàs,  en 
que  Bassa  resignarà  el  mando;  o  si  sola- 
mente  en  que  saliera  de  Barcelona;  con 
solo  esto  ya  se  lograba  que  no  se  llevarà 
a  ejecución  el  castigo  de  los  culpables  del 
hecho  del  25  de  julio.  Los  urdidores,  pues, 
no  intentaban  matarle;  però,  sin  embar- 
go, la  hez  del  pueblo  exaltada  se  pro- 
pondría  llegar  a  su  objeto  hollando  toda 
oposición  y  echando  mano  de  todo  medio, 
3"  en  la  plaza  del  Teatro  Principal  ya,  en 
los  momentos  del  comienzo  del  alzamien- 
to  popular,  parte  de  la  turba  propuso  el 
asesinato  de  Bassa. 

rY  dónde  se  tramo  el  plan?  El  campo 
abonado  se  extendía  por  toda  la  ciudad. 
Escribe  con  verdad  uno  de  los  autores 
revolucionarios,  arriba  repetidamente  ci- 
tado:  «La  obra  de  unos  pocos)  (el  incen- 
dio de  los  conventos)  «se  convirtió  por 

»las  bravatas  de  las  autoridades en  la 

»obra  de  la  mayoría  inmensa  del  pueblo 
«barcelonès»  (2).  No  discutimos  ahora  por 
obra  de  quién  la  gran  masa  liberal  de 
Barcelona  se  enfureció  contra  Llauder  y 
contra  Bassa,  però  sí  confieso  queexpresa 
la  verdad  dicho  autor  al  calificar  de  «po- 
cos» a  los  incendiaries  de  los  conventos, 
però  si  de  «mayoría  del  pueblo  barcelo- 


(2)     El  Panorama  espaiiol,  tomo   111.   p;i^.  50. 


804 


I.IBRO    ÏERCKRO.  —  CAPIIUI.O    DUODECIMO 


»lonés»  a  los  que  se  rebelaron  contra 
Bassa.  Así  me  lo  han  confesado  todos 
los  ancianos,  que  no  montan  corto  nú- 
mero, tanto  del  campo  liberal  cuanto  del 
opuesto;  y  hasta  hubo  quien  me  anadió 
que  persona  de  la  cual  nadie  lo  adivmara, 
persona  que  después  diariamente  asistía 
a  Misa,  aquel  dia  del  asesinato  de  Bassa 
fomento  el  alzamiento.  Y  en  un  docu- 
mento oficial  secreto  del  Archivo  de  la 
Capitania  General,  que  no  se  me  permitió 
copiar,  recuerdo  haber  leido  que  en  esta 
revolución  estaban  comprometidas  mu- 
chas  personas,  después  defensoras  del 
orden  y  de  la  autoridad. 

Los  hechos  mismos  iran  mostrando  el 
plan  según  el  cual  fueron  ideados. 

Como  escribi  arriba,  y  cuentan  los 
autores.  Bassa,  al  aproximarse  a  Barce- 
lona, dejó  descansar  su  tropa  en  Sans, 
donde  esta  pasó  la  noche  del  4  al  5  de 
agosto.  Allà  presurosos  acudieron  los  re- 
volucionarios,  unos  por  si  mismos,  otros 
por  agentes,  a  sobornar  a  la  fuerza.  Uno 
de  aquellos  progresistas  (así  se  llamaba 
entonces  a  los  avanzados)  dijo  a  un  su 
amigo:  «Hay  un  saquito  de  retama.  Si  éste 
»basta,  no  habra  sangre;  si  no  basta,  la 
»habrA».  En  términos  llanos,  ó  no  meta- 
fóricos:  «Està  preparado  un  saquito  de 
»oro.  Si  el  oro  basta,  no  correrà  sangre; 
>^si  no  basta,  lucharemos».  Quien  me  lo 
dijo  anadióme  que  a  cada  oficial  que 
admitió  el  trato  se  le  dieron  cuatro  o 
cinco  duros.  A  la  tropa  se  la  contentaría 
con  menores  cantidades,  o  con  artículos 
de  golosina,  de  comer  y  beber.  A  lo  me- 
nos  de  tal  modo  respecto  de  los  soldados 
se  practico  al  otro  dia,  como  veremos. 
Ademàs  no  faltarían  entre  los  individuos 
de  la  columna  masones  y  progresistas, 
los  cuales  no  necesitaban  de  los  estímulos 
dichos  para  convenir  a  la  solicitación  de 
los  emisarios  de  la  ciudad.  Y  cuenta  que 
la  grave  noticia  de  la  compra  en  Sans 
de  la  columna  de  Bassa  no  la  afirmo  a 
humo  de  pajas,  o  sin  razón,  pues  me  cer- 
tifico de  ella  un  venerable  anciano,  de 
nombre  Ramon  Reixach,  al  cual  la  había 
contado  Don....  que  fué  uno  de  los  que  la 


efectuo,  es  decir,  uno  de  los  revoluciona- 
rios  que  fué  a  Sans  a  efectuaria. 

Vivia  Bassa,  como  dije  en  su  lugar,  en 
la  casa  pròpia  de  Dona  Rosa  Duran,  la 
que  formaba  la  plazuela,  entonces  algo 
mayor  que  hoy,  que  se  abre  en  el  cabo 
meridional  de  la  calle  de  Lledó,  o  princi- 
pio de  la  bajada  de  Viladecols.  A  la  sazón 
tenia  allí  a  su  mujer,  la  Sefiora  Dona 
Franciscà  de  Saleta,  tia  de  las  hermanas 
Dofia  Felipa  y  Dofia  Josefa  Alvarez 
de  Mendieta,  senoras  muy  virtuosas,  a 
las  que  mucho  traté.  Entro  Bassa  en  la 
ciudad  a  las  seis  de  la  mariana  del  dia  5, 
con  solos  cuatro  o  cinco  caballos. 

Prontamente  acudió  a  abrazar  a  su  fa- 
mília, y  no  es  difícil  conjeturar  la  satis- 
facción  de  aquella  casa  al  tenerle  en  su 
seno,  y  los  temores  por  lo  que  todo  el 
mundo  veia  al  umbral  de  la  puerta.  De 
aquí  que  un  después  cèlebre  literato,  en- 
tonces jovencito,  a  lo  que  se  ve  amigo 
de  aquella  revuelta,  describiéndola,  escri- 
biera  a  un  amigo:  «Así  que  (Bassa)  llego 
»se  fué  à  su  casa,  su  mujer  echàndole  los 
»brazos  al  cuello,  le  impelía  hàcia  la 
»puerta  para  que  huyera....»  Ignoro  si 
este  jovencito  acertó  o  no  en  la  noticia; 
però  sí  me  conto  el  Senor  Don  José  Mor- 
gades,  Obispo  de  Vich  y  de  Barcelona, 
que  trató  no  poco  a  Dona  Franciscà  de 
Saleta,  que  Bassa  aquel  dia  la  dijo:  «jPo- 
»bre  Francisqueta!  iCuàntos  malos  ratos 
»te  llevo  dados,  y  cuàntos  todavía  te 
»daré!»  Y  si  esto  no  bastarà,  el  j'erno  de 
Bassa,  Senor  Don  Narciso  de  Sarriera  y 
de  Pinós,  me  refirió  a  mi  haber  oído  mu- 
chas  veces  de  boca  de  su  suegra  que 
aquella  maiïana,  al  despedirse  de  ella  su 
marido  el  General,  la  dijo:  «iPobreFran- 
»cisqueta!  iCuàntos  disgustos  te  ocasio- 
»naré!»  (1). 

Vestido  de  uniforme  de  pantalon  blan- 
co  (2),  levita  sencilla  de  caballería,  som- 


ií) Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  los  8  de  abril 
de  1889. 

(2)  .Me  lo  dijo  D.  Emilio  Pi  y  .Molist  que  vió 
el  cadàver  a  los  comienzos  de  arrastrarle.  Barce- 
lona I."  de  iulio  de  :S8o. 


CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


805 


brero  tricúspide,  según  uso  de  entonces, 
faja,  aquel  dia  estrenada,  y  espadín  tam- 
bién  de  caballería  (1);  y  fumando  un 
cigano  se  fué  la  misma  manana,  a  eso 
de  las  diez,  o  poco  antes,  al  Real  Palacio, 
a  la  sazón  habitación  y,  por  lo  mismo, 
despacho  del  primer  General. 

Entro  en  Barcelona,  creo  que  a  medio- 
día,  aunque  ignoro  la  hora,  la  columna 
de  Bassa,  y  se  situo  en  la  plaza  de  Pala- 
cio. El  autor  revolucionario  arriba  cita- 
do,  redactor  del  Panorama  Espafiol, 
indica  el  hecho  con  las  siguientes  pala- 
bras:  «No  se  descuidaban  por  su  parte 
»las  autoridades  militares.  La  tropa  (en 
y>Barceloua)  se  puso  toda  sobre  las  ar- 
»mas;  los  fuertes  se  dispusieron  A  hostili- 
»zar  à  la  poblacion;  la  columna  de  Bassa 
»que  estaba  en  Sans,  al  oir  el  canonazo 
y>(las  í/oce  del  dia)  se  puso  en  marcha, 
»entró  en  la  ciudad  por  la  puerta  de  San- 
»ta  Madrona,  inmediata  al  tuerte  de  Ata- 
»razanas  y  bajo  la  falda  de  Alontjuich; 
»tomó  la  muralla  del  mar,  siempre  apo- 
»yada  por  los  fuertes,  y  fué  a  colocarse 
»en  la  plaza  de  Palacio,  posesionàndose 
»del  atrio  del  salon  de  la  Lonja.  El  gene- 
»ral  Bassa  se  estaba  en  el  mirador,  rién- 
»dose  de  la  gente  que  corria  despejando 
»la  plaza»  (2).  La  columna  de  Bassa  se 
componia  de  1,100  infantes  y  40  caba- 
llos(3). 

Aquel  dia,  que  lo  fué  de  calor  sofocan- 
te,  el  cansancio,  la  fatiga  y  los  sufri- 
mientos  de  la  guerra  venian  vivamente 
pintades  en  las  personas  de  los  soldados. 
Tostados  del  sol,  cubiertos  de  polvo,  des- 
caecidos,  se  tendían  en  el  indicado  atrio 
para  descansar  y  dormir.  Ademàs,  las 
continuas  marchas  y  contramarchas  les 


(i)  .Mc  lo  descrlbiü  un  curioso  que  con  la 
turba  se  introduio  en  Palacio  y  vió  al  general 
vivo  aun.  Barcelona  ^i  de  marzo  de  1882.  Que 
en  aquel  acto  estrenarà  la  faja  mc  lo  dijo  quien  lo 
oyó  de  una  mujer  muy  continua  de  la  casa  del 
("leneral. 

(2)  Panorama  espaiiol,  tomo  lli.  pàj;.  s2. 

(3)  Archivo  de  la  Capitania  (jeneral.  —  Leiíajn 
cit.,  paquete  2,  documento  1. 


tenían  aburridos.  En  aquel  tiempo,  y  aun 
en  posteriores  que  yo  recuerdo,  ante  la 
fachada  oriental  de  la  Lonja  adelantaba 
hacia  el  centro  de  la  plaza  un  alto  esca- 
lón  o  terraplén,  al  cual  se  subía  por 
varias  gradas.  Sobre  este  escalón  ten- 
dianse  los  soldados.  Allí  acudieron  los 
emisarios  de  la  revolución  con  cestas  de 
buen  pan  (pans  de  crostons)  y  abundan- 
te  vino  (bujols  de  vi),  hutifarras,  ciga- 
rros,  etc;  J^  repartiendo  a  manos  llenas, 
y  abrazando  a  los  soldados,  y  halagàn- 
dolos,  lesganaban  (4).  Un  testigo,  aunque 
entonces  niiio,  me  anadió  que  hasta  se- 
noras  con  sus  criadas  obsequiaban  a  los 
soldados  y  oficiales  con  manjares  y  refres- 
cos (5). 

De  Bassa  y  su  tropa  volvamos  ahora 
la  vista  a  los  revolucionarios,  los  cuales 
también  desde  la  mariana  se  iban  prepa 
rando.  El  en  su  lugar  descrito  cafè  de  la 
Noria,  o  de  Cipriano,  cobijaba  el  foco 
visto  de  la  conspiración.  '<Todas  lascons- 
«piraciones,  me  dijo  Don  Benito  Tomàs, 
>;como  indiqué  arriba,  se  tramaban  en  el 
»café  de  Cipriano;  es  decir,  no  la  conspi- 
»ración  secreta,  sinó  que  concurrian  allà 
>^jefes  y  oficiales  de  milicia  y  otros;  y 
»uno  empezaba  soltando  la  idea  de  que 
»hay  que  hacer  esto,  y  otro  que  se  debe 
»hacer  estotro,  y  así  se  entusiasmaban  y 
»convenían  unos  y  otros;  y  se  daba  or- 
»den  à  la  revuelta.  En  este  dia  de  Bassa 
»se  hizo  la  revolución  entre  este  cafè  y 
»el  teatro  Principal,  donde  habia  una 
»reunión,  en  la  que  desempenaba  uno  de 
»los  primeros  papeles  Borrell.  Y  eran 
»de  ver  las  idas  y  venidas  del  cafè  al 
»teatro  y  del  teatro  al  cafè»  (6).  Y  tanto 
es  verdad  este  dicho  de  Tomàs,  que  per- 
fectamente  concuerda  con  el  deljoven- 


(-))  Son  muchos  los  testigos  de  este  hecho  tan 
publico,  los  cuales  me  lo  testificaren,  y  caíi  todos 
con  las  mismas  palabras. 

(ï)  A\e  lo  conto  un  senor  cuyo  nombre  ignoro, 
en  Balaguer  a  iS  de  i  unió  de  i8c)8,  y  me  anadió 
,quc  cl  lo  vió. 

(o)  Relaciones  de  dicho  Sr.  Tomàs  de  1 1  de 
noviembre  de  1890  y  14  de  enero  de  1897. 


806 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO     DUODECIMO 


cito  literato,  que  no  es  otro  que  Don 
Pablo  Piferrer  y  Fàbregas  (1),  quien 
escribe:  «Mi  carta  antecedente  fué  inte- 
»rrumpida  por  el  ruido  de  las  puertas 
»que  se  cerraban  y  por  las  voces  de  los 
»vecinos.  Póngome  al  punto  mi  casaca.... 
»voy  à  buscar  un  conocido  mio,  y  juntos 
»nos  dirigimos  à  la  plaza  del  Teatro  que 
»era  el  punto  de  reunion»,  el  dia  de  la 
revolución  contra  Bassa.  Allí,  en  aquella 
reunión  del  Teatro,  estaban  muchos  de 
los  que  mandaban  en  la  milicia  urbana, 
y  allí  les  sorprendió  a  las  doce  menos 
cuarto  el  canonazo  de  aviso.  Su  estam- 
pido  tanto  valia  como  una  intimación 
militar  de,  o  retirarse,  o  declararse  en 
lucha.  Al  oirlo,  sono  la  bronca  voz  de 
Borrell,  diciendo  que  nada  de  retirarse, 
sinó  que  todos  tomasen  sus  fusiles  y 
se  reuniesen  en  sus  respectives  princi- 
pales  (2). 

Lo  que  pasa  en  la  plaza  del  Teatro  nos 
lo  dice  Piferrer  con  estàs  palabras:  «Me- 
»dio  cuarto  faltaba  para  las  doce...  dan 
Ȏstas  y  un  diluvio  de  gente  se  precipita 
hen  la  plaza.  Cunde  al  instante  la  voz  de 
»Basa  esid  en  Palacio,  las  tropas  va  van 


(i)  Las  palabras  que  iré  copiando  de  Piferrer 
demuestran  que  simpatizaba  con  la  revolución. 
Sabemos  que  escribía  artículos  de  crítica  literà- 
ria en  el  periódico  progresista  El  Guardia  Na- 
cional; però  también  los  redactaba  para  el  mo- 
derado  El  Vapor.  De  aquí  pasó  en  1S41  a  la 
redacción  del  Diario  de  Barcelona,  en  el  que 
estaba  encargado  de  la  crítica  de  teatros.  De 
todos  modos,  en  sus  escritos  se  ve  al  hombre  de 
ideas  católicas  y  de  aficiones  artísticas,  de  lo  que 
son  testigo  elocuente  sus  beneméritos  artículos 
en  los  Recuerdos  y  hellezas  de  Espana.  Sus  en- 
tusiasmos  de  agosto  de  1835  serían  ràfagas  de 
imaginaciones  juveniles.  pues  entonces  contaba 
solo  IÓ  anos. 

Las  líneas  de  Piferrer  que  en  este  articulo  van 
copiadas  proceden  de  una  carta  que  escribió  en  8 
de  agosto  del  1855  a  un  su  amigo,  la  que  està 
inèdita.  Yo  no  la  vi  original,  però  vi  una  copia 
de  mano  pròpia  de  D.  .\ntonio  Elías  de  .^íolins, 
quien  me  la  presto.  . 

(2)  Relaciones  de  D.  Benito  Tomàs  de  17  de 
enero  de  1893  y  14  de  enero  de  1897. 


y>d  entrar.  Unos  proponen  el  cerrar  las 
»puertas  y  apoderarse  de  la  guardià, 
»otros  ir  desde  luego  à  matarle  en  Pala- 
»cio.  Suena  el  cafion  de  las  Atarazanas, 
»y  todo  el  mundo  se  va  à  armar.» 

Efectivamente,  alarmóse  la  población; 
cerràronse  las  tiendas;  la  gente  tímida  se 
guareció  en  sus  domicilios;  los  entusias- 
mados  pasaban  por  las  calles,  y  acercàn- 
dose  a  los  habitantes  de  las  tiendas,  que, 
vencidos  de  la  curiosidad,  se  asomaban 
en  las  entreabiertas  portezuelas,  les 
exhortaban  a  tomar  el  fusil  y  a  acudir; 
mientras  otros  atolondrados  corrían  a  los 
armeros  en  demanda  de  armas,  y  muchí- 
simos  a  la  casa  consistorial  exigiéndolas 
del  Ayuntamiento.  He  aquí  nuevas  pala- 
bras de  Piferrer:  «Entretanto  Uegó  algu- 
»na  tropa,  y  durmióse  en  la  plaza  de 

«palacio.  El  tiempo   volaba {sic)  los 

«espias  corrían ,  la  alarma  se  difun- 

»dia...  las  12  estaban  cerca.  Llegaron  por 

»fin trono  el  caiion,  y  he  aquí  la  serial 

»del  combaté».  Continua  escribiendo  que 
con  gran  rapidez  se  reunieron  todos  los 
voluntàries;  que  en  la  plaza  de  San  Jai- 
me,  o  de  la  Constitución,  se  hallaban 
pueblo  y  voluntàries,  y  que  como  llegase 
allà  la  falsa  noticia  de  que  iban  a  des- 
pejarla  militarmente  los  25  lanceros  de 
Bassa,  algunes,  y  entre  elles  este  litera- 
to, corrieron  a  obstruir  las  bocacalles. 
«Pedimos  armas...  [sic)\  el  Ayuntamiento 

»nos   repartió  400  sables ;   diónes  un 

»papel  firmado  para  los  alcaldes  de  barrio 
Ȉ  fin  de  que  nos  entregasen  cuantos 
»fusiles  tuvieran»;  y  que  todos  se  fueron 
a  la  plaza  de  Palacio.  La  abigarrada 
masa  de  pobres  y  no  pobres,  hombres  y 
mujeres,  armades  de  todo  instrumento 
bélice  y  no  bélico,  formaba  como  un  des- 
compueste  sematén. 

Allí  en  la  plaza  de  Palacio  unos  tres- 
cientos  hombres  de  Bassa,  continua  Pi- 
ferrer, «formaban  igualmente  en  batalla 
»dejande  traslucir  en  sus  rostres  el  can- 
«sancie,  el  hambre  y  el  suefio.  Iban  entre 

»tode  Uegando  las  tropas aquí  fué  la 

»escena  màs  patètica.  El  pueblo  aclama- 
»ba  à  estos  valientes.  Mediaron  abrazes 


CONSKCUENXIAS     POLITICAS     DEL     INXENDIO     DE     LOS     CONVENTOS 


807 


»y  besos.  iQaé  podia  pues  esperar  el 
>Gobernador   (Bassa)  viendo   que  todo 

>  amenazaba  su  vida?» 

Sobre  estos  mismos  lieciíos  oigamos  la 
muy  autorizada  voz  del  Ayuntamiento: 

«En  la  Ciudad  de  Barcelona  y  dia  cinco 
»de  Agosto  de  mil  ochocientos  treinta  y 
>:•cinco.  El  Escmo.  Ayuntam.'°  de  ella 
«convocado  y  congregado  en  la  Sala 
>jCapitular  de  sus  casas  consistoriales  y 
»forma  que  tiene  establecida  y  de  cos- 

>  tumbre,  concurriendo  à  él  los  Sres.  Re- 
»gidores  y  Diputados  notados  al  màrgen, 
»teniendo  Ayuntam.'°  extraordin." ,  y 
vpresididos  por  el  Sor.  Marqués  de  Llió 
»Decano,  presente  el  infrascrito  Secreta- 
»rio  interino  del  Escmo.  Ayuntam.i°.» 

Al  margen  dice:  «SS.  Regidores:  Mar- 
»qués  de  Llió,  de  Gayolà,  de  Mena,  de 
xLlinas,  Bellera,  Elías,  Mas,  Espalter, 
»Baulenas.  —  Diputado:  Oms.  —  Sindico 
»personero:  Ruira.» 

Sigue  el  texto:  «Con  noticia  estrajudi- 
>^cial  que  tuvo  el  Sor.  Decano  de  que  se 
«notaba  alguna  agitacion  en  el  pueblo, 
»mandó  convocar  al  Escmo.  Ayuntam.'" 
»y  enterado  este  por  medio  del  Capitan 
»del  primer  Batallen  de  Voluntarios 
«Urbanos  D.  Mariano  Borrell  y  otros  que 
»la  causa  de  este  movimiento  era  la 
»entrada  a  esta  Ciudad  de  su  Gobernador 
»D.  Pedró  Nolasco  Bassa  segundo  Cabo 
»Comandante  Gen.'  de  este  Ejército  y 
>'Principado,  dispuso  el  Ayuntam.'"  que 
»por  medio  de  los  Oficiales  de  su  Secre- 
»taría  se  llamasen  para  formar  parte  de 
»esta  sesion  à  los  SS.  Gobernador  Civil 
»Don  Felipe  Igual,  y  Teniente  de  Rey 
«Corregidor  interino  D.  Joaquín  Ayerve 
»en  cuyo  acto, 

«Entro  el  Sor.  D.  Rafael  M.^  de  Duran, 
xy  manifesto  que  el  Gen.'  D.  Pedró  Maria 

>  de  Pastors  había  entregado  el  mando  al 
«General  Bassa. 

«Entraren  los  SS.  Ibern,  Martorell,  y 
«Lapeyra,  y  salió  el  Sor.  de  Gayolà. 

»Y  se  propuso  que  vaya  una  Comision 
»al  General  Bassa  para  manifestarle  el 

>  peligro  que  corre  la  tranquilidad  públi- 
»ca  con  su  presencia.  Y  en  este  acto  se 


«oyeron  dos  canonazos  tirados  por  la 
«Plaza  y 

«Entraren  les  SS.  Gober.<'°r  Civil,  y 
«D.  Ramon  Roig  y  Rey 

*y  el  Escmo.  Ayuntam.'"  acordo  oficiar, 
«como  se  verifico  inmediatamente,  al 
«Gen.'  Bassa,  esponiéndele  que  el  Cuer- 
»po  municipal  atribuía  la  conmocion 
«popular  que  se  notaba  al  haber  entrado 
«dicho  Gen.'  en  la  plaza  (1),  por  lo  que 
»le  aconsejaba  como  una  medida  para 
«calmaria,  el  que  saliese  de  la  Ciudad,  no 
»pudiendo  en  caso  de  no  acceder,  res- 
«ponder  el  Ayuntam.'°  de  la  pública  tran- 
«quilidad:  cuyo  oficio  se  mandó  por  medio 
»de  un  oficial  del  Escuadron  de  velunta- 
«rios  Lanceros,  que  se  hallaba  reunido 
«en  la  plaza  de  estàs  Casas  consistoria- 
»les,  como  lo  verificaban  los  Cuerpos 
«Urbanes  de  Infanteria.»  (Toda  la  niili- 
cia,  pues,  estaba  en  la  plasa). 

«Estande    el  Ayuntam."  tratande   de 


(i)  Oficio  que  el  Ayuntamienlo  envio  al  Gene- 
ral Bassa:  «La  tranquilidad  pública  se  halla  alte- 
Drada  otra  vez  en  estos  momentos,  y  este  Cuerpo 
«municipal  no  puede  prescindir  en  cumplimiento 
))de  su  deber,  y  como  representante  de  esta  bene- 
«mcrita  pohlacion  de  dirigirse  à  V.  E.  para  que 
«consultando  con  los  motivos  que  constaran  à 
))\'.  E.  haber  promovido  semejante  alteracion  que 
«este  cuerpo  cree  consiste  en  la  entrada  de  \ .  E. 
»se  sirva  elegir  tambien  aquella  clase  de  medida.=! 
«conciliativas  que  mas  eficazmente  puedan  coope- 
»rar  al  restablecimiento  de  la  tranquilidad  públi- 
)>ca,  advirtiendo  à  \^  E.  que  en  su  concepte  las 
Diuertes  ó  violentas  no  lograrían  el  objeto,  y 
»quizú  nos  envolverian  en  sangre.  y  que  este 
MCucrpo  municipal  opina  podria  remediarsc  con 
))la  salida  de  \'.  E.  en  la  inteligencia  que  e.xpre- 
))sada  la  opinión  del  Cuerpo  municipal  en  estos 
«tcrminos  sobre  este  particular  entiende  descar- 
Dgarse  de  toda  la  responsabilidad  que  podria  pesar 
«sobre  él  en  estos  criticos  mnmentos.  porque 
«nunca  podrà  desentenderse  del  voto  general  de 
))la  poblacion. — Dios...  Barcelona  í  de  agosto  de 
«1835.  —  El  .Marqués  de  Llici.  —  Francisco  de 
«Gayolà.  —  Joaquin  de  .Mena.  —  Cayetano  Ribot, 
secretarici  interino.  =  Escmo.  D.  Pedró  Nolasco 
Bassa.»  —  Archivo  de  la  Capitania  General  de 
Calaluna. — Lcgaio  citado,  paquete  i,  documen- 
to j  I . 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


»los  medios  de  persuadir  al  Pueblo  à  la 
»tranquilidad  pública,  se  agolpó  este 
»dentro  de  las  Casas  consistoriales  acom- 
»paiiado  de  varios  paisanos  armados 
»pidiendo  armas,  y  no  habiendo  otras  en 
»las  casas  consistoriales  que  las  inútiles 
»procedentes  de  la  administracion  de  los 
»derechos  de  puertas,  fué  preciso  ceder  à 
»la  exigència,  dando  orden  -A  los  Alcaldes 
»de  Barrio  que  entregasen  las  que  pocos 
»dias  antes  se  les  habían  facilitado  para 
«patrullar,  si  los  individuos  quelastenían 
»no  querían  hacer  uso  de  las  mismas  en 
«favor  del  orden  y  del  voto  general  de  la 
»poblacion. 

»En  estc  estado  el  Sor.  Gobernador 
»Civil  D.  Felipe  Igual,  à  quien  por  los 
»grupos  armados  se  amenazó  de  la  vida 
)>sino  hacía  dimision  de  su  destino  inme- 
»diatamente,  so  pretexto  de  que  el  pueblo 
»no  le  consideraba  adicto  a  su  causa, 
»teniendo  esta  desconfianza  dijo;  que 
»hacía  formal  renuncia  de  él,  }'  de  con- 
»siguienie,  que  el  Escmo.  Ayuntam.'°  se 
»sirviese  disponer  su  reemplazo;  en  cuj^a 
»virtud  se  acordo  llamar  y  llamó  en  efec- 
»to  al  Secretario  de  la  Gobernacion  Civil 
»D.  José  Melchor  Prat,  à  quien  en  este 
»caso  corresponde  tomar  el  mando  del 
»ramo. 


Of^^  cJ^^^Í^/é^     O^^i 


«Se  mandó  oficiar  como  se  verifico  al 
«Gen.>  D.  Pedró  Maria  de  Pastors,  à 
»quien  aclamaba  el  Pueblo;  suplicàndole 
»que  supuesto  de  que  gozaba  de  tanta 
«influencia  y  de  que  con  ella  tal  vez  se 
»restablecería  el  orden  se  encargase  del 
»mando  militar. 

»Continuando  la  ecsigencia  de  armas 
»fué  indispensable  entregar  las  inútiles 
»de  que  se  ha  hecho  mérito  procedentes 
»de  la  administracion  de  puertas. 


»Con  noticia  de  que  el  pueblo  se  agol- 
>:'Paba  en  el  R.'  Palacio,  donde  se  hallaba 
»el  Gen.'  D.  Pedró  Nolasco  Bassa,  el 
»Escmo.  Ayutam.'°  mandó  oficiar  al  Sor. 
»Ten.'^  de  Rey  para  que  como  Corregi- 
»dor  interino  viniese  -k  ponerse  al  frente 
»del  Ayuntam.'o;  cuyos  sefiores  Conce- 
»jales  salieron  con  sus  bandas  hacia  el 
»R.'  Palacio,  y  los  Batallones  de  Volun- 
»tarios  que  se  hallaban  formados  en  la 
í>plaza  para  dirigirse  tambien  allí  como 
»lo  verificaron  formados  con  sus  banderas 
»y  músicas;  y  en  el  mejor  órden  siguieron 
«al  Ayuntam.'°.  EI  objeto  de  este  era  el 
«persuadir  al  Gen.'  Bassa  à  que  cediendo 
Ȉ  la  indicacion  que  en  escritos  le  aca- 
»baba  de  hacer,  calmase  con  su  separa- 
«cion  la  agitacion  pública:  quedando  no 
«obstante  en  las  Casas  consistoriales  en 
«comision  para  lo  que  pudiese  otrecerse 
«los  SS.  D.  José  Melchor  Prat  Goberna- 
«dor  Civil  interino  y  los  SS.  regidores 
»D.  Fran.<^°  de  Gayola,  D.  Rafael  Maria 
»de  Duran,  D.  Joaquín  de  Mena,  D.  José 
«Maria  de  Llinàs  y  D.  Bernardino  Be- 
«llera. 

«Vuelto  el  Ayuntam.'°  manifesto  el 
«Sor.  Decano  que  el  Cuerpo  municipal 
«había  hecho  al  Gen.'  Bassa  la  indicacion 
«que  le  condujo  al  R.'  Palacio,  y  que  si 
«bien  se  había  en  cierto  modo  pronuncia- 
»do  dispuesto  à  acceder  à  dejar  el  mando 
«había  sido  tarde  su  determinacion,  pues 
«que  en  el  momento  de  salir  el  Ayun- 
»tam.'°  de  dicho  R.'  Palacio  se  había 
«agolpado  en  él  el  pueblo  y  era  de  témer 
«una  catàstrofe.  En  efecto  fué  así,  pues 
Ȉ  pocos  momentos  de  hallarse  nueva- 
«mente  reunido  el  Escmo.  Ayuntamien- 
»to  en  la  Sala  Capitular  de  sus  casas 
«consistoriales  se  recibió  la  noticia  de 
«haber  sido  víctima  el  indicado  Gene- 
»ral. 

«Acordo  el  Escmo.  Ayuntam.'"  se  oficie 
«al  Sor.  Delegado  de  Policia  para  que  él 
«y  su  Secretario  continuen  en  el  desem- 
«peno  de  su  destino,  y  que  cesando  los 
«demàs  empleados  entreguen  las  armas 
«que  tengan,  y  se  suspendió  la  sesion  para 
«entrar  en  trabajos  las  Autoridades  reu- 


CO.NSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    INXENDIO    DE    LOS    COiNVENTOS 


809 


»nidas  con  comisionados  del  pueblo  segun 
»este  ha  exigido»  (1). 

El  acta  del  Ayuntamiento  nos  ha  lleva- 
do  harto  adelante;  conviene  dar  un  paso 
atràs.  Reunidos  los  cuerpos  de  milícia 
en  la  plaza  de  la  Constitución,  desfilaron 
ordenadamente  tocando  la  marcha  de 
Riego,  tras  del  Ayuntamiento  hacia  la 
de  Palacio,  pasando  aquél  por  la  calle  de 
la  Libretería  (entonces  no  existia  la  de 
Jaime  I),  plaza  del  Àngel,  Plateria  y  San- 
ta Maria.  Un  amigo  mío  vió  frente  Santa 
Maria  pasar  a  la  cabeza  de  su  compa- 
nia  (la  1.''  del  1.^''  batallón)  D.  Mariano 
Borrell. 

He  aquí  como  refiere  este  hecho  el 
colaborador  revolucionario  del  Panora- 
ma Espanol:  «Bien  pronto  se  penetro 
»Bassa  de  que  la  conmocion  era  mas 
»seria  de  lo  que  habia  creido.  Un  rumor 
»espantoso,  como  de  una  terrible  aveni- 
»da,  se  dejaba  oir  por  las  calles  inmedia- 
»tas  (al  palacio),  por  todas  las  cuales 
»iban  acercàndose  masas  espesas  de  gen- 
»te  diversamente  armada  gritando  labajo 
»los  tiranos! ;Viva  la  libertad!  El  primer 
»batallon  de  la  milícia  urbana  con  una 
»comísion  del  Ayuntamiento  à  la  cabeza 
»avanzó  a  bandera  desplegada  y  tambor 
»batiente  hàcia  la  plaza  de  Palacio  por  la 
»Plateria;  tras  este  batallón  seguia  en 
»tumulto  el  pueblo  de  todos  modos  arma- 
»do  y  dirigido  por  improvisados  gefes 
»que  son  siempre  los  mas  audaces.  Por 
»la  calle  Ancha  avanzaban  otros  batallo- 
»nes  de  urbanos  con  el  séquito  de  pueblo 
»también,  en  tanto  que  el  escuadron  de 
»lanceros  asomaba  por  la  muralla  del 
»mar.  En  un  momento  desapareció  la 
»plaza  y  sus  cercanías  debajo  de  los  espe- 
»sos  grupos  y  batallones;  cuajada  de  un 
»gentío  ínmenso  no  se  divísaba  mas  que 
»cabezas  terriblemente  agitadas,  brazos 
»levantados  y  un  bosque  espeso  de  armas 
»de  toda  dímension,  calibre  y  uso  que 
»brillaban  y  hormigueaban  por  encima 
»de   estàs   acaloradas  cabezas.   Formà- 


(i)     Archivo  municipal.  —  Acuerdos.  Segitndo 
semestre.  iSjs-  Fols.  de  585  a  588. 


>/ronse  en  columnas  cerradas  los  nacio- 
»nales  delante  de  palacio,  apartandose 
Adel  punto  por  donde  se  divisaban  las 
»troneras  de  la  Ciudadela,  y  el  pueblo 
«desbandado  inundo  el  resto  del  recínto. 
>'A1  verse  aisladas  y  circuidas  de  la  mili- 
»cía  y  del  pueblo  las  tropas  de  la  Lonja 
»abandonaron  este  punto,  y  fueron  à  co- 
»locarse  al  frente  de  la  Aduana...  pasando 
»por  en  medio  de  los  sublevados,  que  los 
»recibían  con  vitores  y  arengaban,  11a- 
»màndolos  à  concurrir  con  ellos  altriunfo 
»de  Barcelona.  Los  soldados  respondian 
»viva  à  los  vivas  que  el  pueblo  daba,  y 
»los  oficiales  estrechaban  la  mano  à  los 
«oficiales  de  la  milíciav.  Un  testigo  pre- 
sencial me  díjo  que  cuando  la  muerte  del 
General  la  tropa  estaba  aún  en  la  Lonja 
dentro  de  ella. 

'<E1  general  Bassa  que  estaba  contem- 
»plando  estàs  escenas  podia  conocer  que 
»ya  no  era  tiempo  de  intentar  resistència 
»alguna.  Al  menor  asomo  de  ataque  el 
»pueblo  habría  hecho  pedazos  en  un  ins- 
»tante  la  valiente  tropa  que  se  había 
"traido  para  reprimírle,  y  la  fraternidad 
»que  empezaba  à  reinar  entre  ambas 
»fuerzas  era  un  indício  seguro  de  que 
«Barcelona  se  había  hecho  duena  de  la 
»sítuacíon»  (2) 

Subió  al  palacio  una  comisión  de  la  mi- 
lícia urbana,  pidíendo  al  General  que 
desístiera  de  su  intento.  Bassa  contesto 
que  no  podia.  El  Ayuntamiento  por  escri- 
to  le  pidió  que  se  alejarà.  Entre  la  mu- 
chedumbre  popular  circulo  la  voz,  creo 
que  falsa,  de  que  Bassa  a  una  de  las 
peticiones  contesto:  «ó  el  pueblo  ó  yo», 
notícia  que  mucho  irrito  a  los  exaltades. 
Presentaronsele,  según  parece,  otras  co- 
misiones,  y  finalmente  la  escrita  arriba  del 
Ayuntamiento,  o  mejor  el  Ayuntamiento 
mísmo,  compuesto  de  personas  sensatas. 
Entonces  el  General,  al  oir  las  palabras 
de  los  machuchos  del  município,  al  escu- 
char  la  grita  de  la  plaza  que  pedía  desa- 
foradamente  su  cabeza,  y  sin  duda  al  ver 
la  confabulación  de  la  tropa  con  el  pue- 


(j)     Panorama  espanol,  tomo  111,  pàg.  ^2. 


810 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DrODECIMO 


fíÇAPITANlAI 


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CONSECL'EN'CIAS    POl.lTICAS    DEL    I.N'CENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


811 


blo  revolucionado,  penso  en  ceder,  para 
lo  que  llamó  junta  de  Generales  (1).  Reu- 
nides todos  con  el  Ayuntamiento,  se 
acordo  la  renuncia  del  mando,  y  el  secre- 
tarío  de  la  Capitania  General,  Don  José 
Caparrós,  empezó  a  redactar  el  acta  de 
renuncia  (2).  Y  escribo  renuncia,  y  no 
puramente  salida  de  Barcelona,  porque  el 
acta  del  Ayuntamiento  de  aquel  dia,  ha 
poco  copiada,  dice:  «que  si  bien  se  habia 
»en  cierto  modo  pronunciado  dispuesto  à 
»acceder  à  dejar  el  mando»;  luego,  pues, 
de  lo  que  se  trataba  entonces  ya  no  era 
como  al  principio,  es  decir,  de  que  se 
alejarà,  sinó  de  que  resignarà  el  mando. 
Ademàs,  para  una  simple  retirada  de  la 
Ciudad  no  se  hubiera  redactado  una  acta 
solemne  en  una  junta  de  Generales. 

Concurrieron  a  esta  junta  de  Generales 
los  Tenientes  Generales  Don  José  Maria 
de  Santocildes,  y  Don  José  Santos  de  la 
Hera,  el  Mariscal  de  Campo  Don  José  de 
Castellar,  y  los  Brigadieres  Don  Juan  de 
la  Vera,  Don  José  Montemayor,  Don 
JoséTaberner,  Don  Francisco  Saliquet  y 
no  sé  si  otros  (3). 

«Cuando  (Bassa)  dictaba  el  acta  de  la 
«sesion  tenida»  (con  los  Generales)  «al 
»secretario  de  la  Capitania  General,  yo» 
(dicc  Pastors)  «bajé  de  órden  del  Gene- 
»ral  Bassa  a  la  Plaza  de 
»Palacio  con  cuatro 
«Regidores  del  Ayunta- 
«miento  para  contener  el 
«tumulto;  però  al  mismo 
»tiempo  penetro  una  con- 
»siderable  parte  de  este 
»por  el  puente  de  Santa 
»María»  (4). 


(i)  Varios  ancianos.  La 
junta  me  Id  diio  un  amiso  de 
la  familia  de  los  Bassa,  y  ade- 
màs  se  desprendc  del  acta. 

(2)  \'a  copiado  el  principio 
del  acta. 

(3)  .\rchivo  de  la  Capita- 
nia General.  —  Legajo  citado. 
paqucte  i,  documento  22. 

(4)  Archivo  de  la  Capita- 


Pastors  también  se  asomó  al  balcón  de 
la  fachada  occidental  del  palacio  dando 
orden  al  oficial  de  la  guardià  de  que  no 
permitiera  la  entrada  a  nadie;  però  en- 
tonces ya  los  amotinados  entrabap  por 
otro  lado,  y  ademàs  el  oficial  de  la  guar- 
dià, que  había  contendido  con  la  turba 
y  había  recibido  hartos  empujones  de  las 
oleadas,  ya  estaba  vencido  (5). 

A  las  primeras  negativas  de  Bassa  los 
amotinados  procuraren  penetrar  en  pala- 
cio para  obligar  al  General.  Rodearon  el 
edificio,  y  hallarían  cerradas,  o  bien 
guardadas,  las  puertas  traseras  y  latera- 
les;  y  entonces  recordaron  elpaso  cubier- 
to  que,  atravesando  casas  y  por  puentes 
cruzando  calles,  comunicaba  desde  Santa 
Maria  al  palacio.  Habíaloconstruido  Fer- 
nando VII  cuando  estuvo  aquí  en  1827; 
yo  lo  alcancé,  y  aun  hoy  queda  el  primer 
arco  sobre  la  calle  contigua  al  templo, 
llamada  de  Santa  Maria.  Para  subir  a  la 
Tribuna  Real  del  templo,  a  la  que  pasaba 
este  paso  cubierto,  hacíase  necesario 
entrar  en  la  iglesia,  y  por  lo  mismo  los 


nia   General. — Legaio    citado,   paquete    2.    docu- 
mento I . 

(í)     Relaciòn  de  D.   Benito  Tomàs.  Barcelona 
28  de  octubre  de  180Ó. 


inserto  este  grabado  para  probar  que  la  Ictra  del  acta  de  la 
pàgina  anterior  es  de  mano   del  Secretario  de  la   Capitania 

General  Sr.  Caparri'is. 


812 


I.IBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


amotinados  corrieron  a  la  puerta  princi- 
pal de  ella,  però  la  encontraron  cerrada. 
Entonces  pensaron,  para  abrirse  paso, 
astillarla  o  ponerle  fuego.  Mientras  se 
disci^rria  el  modo  de  abrir,  una  mujer 
subió  a  la  grada  mAs  elevada  de  ella,  y 
con  gran  estusiasmo,  levantados  en  alto 
los  brazos,  dijo  a  los  circunstantes  que  la 
escuchaban  desde  la  plaza:  «mendigo  el 
»pan  que  como,  y  sin  embargo  pagaré  la 
»lena  para  encender  la  puerta».  «  Vaig 
»a  captar,  y  pagaré  la  llenya  pera  cre- 
»}>tar  la  portaí)  (1).  íA  tal  extremo  subió 
el  furor!  Mas  en  lugar  de  destruir  la 
puerta  corrieron  a  una  casita  baja  sobre 
la  cual  apoyaba  uno  de  los  arços  del 
puente,  y  por  medio  de  escaleras  de  mano 
ganaron  uno  de  los  balcones  del  puente, 
0  paso  cubierto,  y  por  él  se  entraron  (2). 
Dícese  que  otros  se  encaramaron  por  las 
rejas  del  piso  bajo  del  palacio  y  así  alcan- 
zaron  los  balcones.  Otros  entraron  por  la 
puerta,  vencida  ya  como  estaba  la  guar- 
dià. Opino,  sin  embargo,  que  al  principio 
solo  entrarían  los  de  Santa  Maria,  y  que 
los  de  la  puerta  del  palacio  lo  efectuarian 
cuando  se  vió  que  la  turba  estaba  arriba. 
Bassa,  pues,  el  Ayuntamiento  y  los 
Generales  empezaban  a  redactar  el  acta 
de  renuncia  del  mando,  cuando  u  oyeron 
la  turba  ya  en  el  piso,  o  tuvieron  noticia 
de  su  entrada;  y  así  Pastors  aconsejó  a 
Bassa  que  huyese.  El  leal  asistente  de 
Bassa,  Miguel  Gil,  estaba  en  la  cuadra, 
con  el  caballo  ensillado,  esperando  orden 
de  su  amo  (3).  Este,  a  lo  que  se  ve,  corrió 
a  esconderse;  cosa  entonces,  por  la  pre- 
mura  del  tiempo,  difícil,  y  màs  por  quien 
ni  habitaba,  ni  había  habitado  la  casa,  y 
así  desconocía  sus  escondrijos.  Subióse  a 


(0  Me  lo  conto  en  dos  distintas  ocasiones 
quien  lo  vió,  que  fué  D.  Cayetano  Estalella,  en 
Barcelona  a  21  de  abril  de  i88j  y  17  de  marzo 
de  1893. 

(2)  Son  mil  los  testigos  que  cuentan  la  entrada 
por  el  puente.  El  aprendiz  en  5  de  diciemhre  de 
1882  me  conto  lo  del  escalamiento. 

(3)  Relación  de  un  individuo  de  la  família  del 
General,  la  que  trató  mucho  a  Gil. 


la  escalera  del  segundo  piso  alto,  mien- 
tras el  Ayuntamiento  se  marchaba  hacia 
la  Casa  Consistorial,  y  también  salían  los 
Generales  del  Consejo. 

Entro  entonces  por  la  puerta  principal 
la  turba.  Mezclados  en  ella  entraron  dos 
de  los  testigos  por  mi  interrogados,  uno 
de  los  dos  atrevido  curioso,  y  el  otro  el 
descarriado  aprendiz  del  que  tantas  veces 
he  iiablado.  Ale  dijo  el  primero  que  en  la 
escalera  principal  la  turba  topo  con  algú 
nos  militares  viejos  y  de  elevada  gradua 
ción  (los  del  cousejo),  y  que  los  amotina 
dos,  con  arrogància,  les  agarraban  por 
el  cuello  del  uniforme,  y  les  decían 
«jViva  la  libertad!  iVivala  constitución!» 
y  que  ellos  repetían  con  voz  apagada 
estos  gritos  (4).  Ei  aprendiz  me  afiadió 
que  habia  allí  cerca  del  punto  donde  es- 
taba el  retrato  de  Fernando  VII  un  capi- 
tàn  de  caballería,  el  cual,  lejos  de  detener 
a  la  turba,  la  decía:  «arriba,  arriba». 

Muy  pronto  las  turbas  inundaron  el 
palacio,  y  aquellos  bien  ordenados  y 
apuestos  salones  quedaren  Uenos  de  re- 
pugnantes  muchedumbres  altaneras  y 
furiosas.  Dejemos  hablar  al  curioso  que 
presencio  el  hecho:  «Al  llegar  la  turba  en 
>.que  yo  iba  al  cabo  de  la  escalera,  entra 
»en  el  salon  que  la  separaba  del  del  àngu- 
»lo  S.  del  edificio,  ó  sea  del  de  la  tribuna. 
«En  el  primer  salon  había  una  escalera 
»que  subía  al  segundo  piso.  La  turba  se 
«dirigió  al  salon  de  la  tribuna.  Allí  halló 
»al  General  Pastors,  y  así  que  entramos 
»la  turba  se  fué  para  él,  mas  el  General 
»dijo:  «Soy  Pastors,  soy  Pastors».  Los  de 
»la  turba  murmuraron,dejàndole  en  paz: 
«Ah...  Ah,  no  es  Bassa:  es  Pastors».  Allí 
»había  el  capitan  de  milícia  Don  Mariano 
vBorrell,  quien  se  dirigió  a  Pastors,  y  le 
«pregunto:  «iV.  nos  sabria  decir  donde 
»està  el  General  Bassa?»  Pastors  le  con- 
»testó:  «No  sé;  yo  le  aconsejé  que  se  es- 
»capara:  ahora  no  sé  dónde  està».  De 
»repente  se  oyen  voces  de:  «ya  le  tene- 
»mos,  ya  le  tenemos».  Efectivamente,  un 


(_))     Relación  de  D.  Ramon  Nivera.    Barcelona 
I  de  Marzo  de  1882. 


CONSECLENCIAS    POLITICAS     DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTÜS 


813 


»grupo  bajaba  de  la  mentada  escalera 
»del  salon  anterior  trayendo  al  General 
»Bassa,  quien  iba  diciendo:  «Pueblo,  la 
»vida  por  Dios>^.  La  multitud  le  llevo 
«hasta  arrimaria  al  rincon  S.  de  la  sala 
»de  la  tribuna,  donde  el  General  rodeado 
»de  la  turba  repetia  lo  de:  «Pueblo,  la 
«vida  por  Dios».  Entonces  un  jorobado» 
(otro  dice  mi  Jioinbre  bajo),  «abriéndose 
»paso  por  entre  la  multitud,  se  llego  al 
«General,  y  le  pego  un  pistoletazo,  é 
«inmediatamente  un  aserrador  de  ma- 
»dera  le  asestó  una  punalada  en  el 
»pecho,  y  Bassa  cayó»(l).  Hasta  aquí  el 
testigo  de  vista.  Otro  que  no  presencio  el 
hecho,  però  oj'ólo  referir  por  quien  estuvo 
allí,  aunque  cuenta  alguna  variante  en  el 
modo  y  lugc,r  de  aparecer  el  General 
desgraciado,  confirma  que  se  le  dió  un 
navajazo  y  un  pistoletazo,  bien  que  pone 
éste  después  de  aquél,  y  aquél  dado  por 
un  marinero  y  no  por  un  aserrador.  De 
todos  modos,  las  diferencias  montan  poco. 
Pastors  en  el  parte  que  del  hecho  dió  al 
Gobierno  a  poco  rato  de  perpetrado  es- 
cribe:  «En  vano  fué...  que  yo  le  cubriese 
»con  mi  cuerpo  en  uno  de  los  angulos  de 
»la  habitacion  en  que  se  hallaba,  recibió 
»dos  pistoletazos  y  despues  macerado  a 
«punaladas...»  (2). 

rY  el  matador  quién  fué?  El  testigo 
presencial  de  arriba  dijo  que  un  jorobado 
pego  el  pistoletazo.  El  descarriado  apren- 
diz,  que  también  subió  al  palacio,  me 
refirió  que:  «una  vez  arriba  di  dos  vuel- 
»tas  por  el  palacio,  y  cuando  llegué  a  la 
»sala  de  la  tribuna,  ó  mirador,  3'a  habían 
«arrojado  ;l  la  calle  el  cadàver  de  Bassa. 
»Alli  vi  &  un  hombre  de  corta  estatura, 
«que  no  recuerdo  si  era  ó  no  jorobado,  el 
»cual  vestia  una  casaquilla  de  color  ma- 
»rrón,  é  iba  cargando  una  pistola,  3' 
sdecía:  yn  li  he  fiüiU•h,  o  sea  con  malos 
términos:  ya  se  lo  lie  tiracto.  Inmediata- 
mente después  de  caer  muerto  el  General, 

(i)  Relaciíin  citada  de  D.  Ramon  Xivera  de 
Barcelona  a  fi  de  marzo  de  188^. 

(2)  Archivo  de  la  Capitania  (jeneial.  —  Lc:.mÍ'| 
citado.  paqucte  2.  documento  i. 


el  jorobado  José  Massanet  salió  al  bal- 
cón  del  centro  de  la  fachada  occidental 
de  palacio,  levantando  en  alto  el  sable 
ante  la  multitud  como  diciendo:  «hemos 
«triunfado».  Ademàs  se  dijo  si  después 
se  jactaba  de  haber  contribuido  a  la 
muerte  de  Bassa;  però  esto  nada  prueba, 
porque  al  dia  siguiente  eran  muchísimos 
los  que  se  jactaban  de  lo  mismo.  Unos 
anos  adelante,  el  Gobierno  encargó  a  un 
su  delegado  que  inquiriese  los  culpables 
de  aquel  crimen;  y  éste,  tomados  datos, 
crej-ó  cierto  que  no  fué  Massanet,  sinó 
dos  otros,  cuyos  nombres  no  recuerdo, 
porque,  siendo  reservado  el  parte  que, 
después  de  evacuado  su  informe,  el  dele- 
gado pasó  al  Capitan  General,  (y  yo  lo 
lei)  no  se  me  ha  permitido  en  el  Archivo 
de  la  Capitania  copiarlo. 

Generalmente,  y  al  oir  a  los  ancianes 
hablar  del  agitador  jorobado  Massanet, 
se  le  cree  un  patàn,  u  hombre  de  baja 
estofa;  y,  sin  embargo,  nada  tan  equivo- 
cado.  Don  José  Massanet  y  Graner  po- 
seía  talento  vivo  y  mucha  imaginación: 
curso  Retòrica  en  el  Seminario  Conciliar 
de  Barcelona  en  1825;  aunque  huérfano, 
crióse  en  casa  de  parientes,  gente  bien 
educada;  y,  cuando  mayor,  peroraba  por 
las  noches  en  el  cafè  de  la  Noria,  o  de 
Cipriano.  Resulto,  pues,  un  sefiorito 
exaltado. 

He  apuntado  ha  poco  que  el  dia  siguien- 
te del  atentado  muchos  se  gloriaban,  opi- 
no falsamente,  del  crimen:  y  lo  digo, 
porque  un  anciano  presente  entonces  en 
Barcelona  me  dijo  que  «el  dia  siguiente 
«todo  el  mundo  quería  persuadir  à  los 
«demàs  de  que  habia  coadyuvado  a  la 
«muerte  de  Bassa,  y  que  en  ella  era 
«còmplice»  (3).  Otro  me  afladió  que  la 
repugnante  verdulera  del  Borne,  llama- 
da  la  Generala,  de  la  que  muy  luego 
hablaré  harto,  el  dia  del  asesinato  de 
Bassa  Uevaba  un  paiiuelo  en  la  mano,  y 
decía  que  dentro  de  ól  iba  el  cerebro  del 
dicho   General.  V  ademàs,  un  senorazo 

(í)  Kelación  de  D.  Ramon  Reixach.  Barcelona 
1 1  de  diciembre  de  1891. 


814 


LIBkO    TF.RCERO.  —  CArlfULO     DÜODECIMO 


que  después  ha  figurado,  y  lució  en  su 
pecho  una  gran  cruz,  y  la  paseó  por  las 
procesiones  entre  Generales  y  gente  gra- 
nada, aquel  dia  mostraba  un  guante 
blanco  ensangrentado,  y  una  pistola  en 
la  otra  mano,  diciendo:  «he  tenido  la 
xhonra  de  matar  A  Bassa»  (1). 

Cuando  la  turba  estuvo  posesionada 
del  Palacio,  tiraron  a  la  plaza,  desde  un 
balcón  de  la  fachada  de  Poniente,  una 
bandera,  que  había  sido  la  del  batallón 
de  realistas.  Luego  tiraron  desde  allí 
mismo  el  sombrero  de  Bassa;  y  todo  el 
mundo  arrebataba  de  estos  objetos  para 
quedarse  un  jirón  de  ellos  (2).  Cometido 
el  crimen,  al  retirar  de  aquellos  salones 
la  turba,  uno  de  los  que  la  componia  la 
emprendió  a  sablazos  contra  una  arana 
de  iluminación,  de  cristal,  acto  tan  re- 
pugnante  al  buen  sentido,  que  los  mismos 
de  la  turba  le  dieron  voces  para  que 
cesara,  y  cesó.  Al  bajar  la  escalera  ba- 
jaba  también  Pastors,  y  entre  él  y  algu- 
nes amotinados  entablóse  una  contienda 
en  la  que  estos  pretendían  algo  a  lo  que 
aquél  se  negaba.  Parece  seria  para  que 
se  encargara  del  mandg  (3). 

Muy  contradictorias  resultan  las  noti- 
cias  que  escritores  de  aquellos  afios  nos 
transmiten  respecto  al  efecto  que  la  noti- 
ticia  de  la  muerte  de  Bassa  produjo  en  la 
multitud  de  la  plaza,  àvida  de  saber  el 
resultado  de  las  gestiones  que  se  practi- 
caban.  He  aquí  lo  que  escribe  un  testigo 
ocular  N. :  *  Al  instante  (de  iiiuerto 
»Bassa)  asomaron  en  los  balcones  infini- 
»dad  de  personas  agitando  los  sables 
»desnudos,  y  gritando:  ya  es  viuerto. 
»Fueron  saludados  por  las  cajas  y  músi- 
»ca  que  rompieron  el  himno  de  Riego 
»prohibido  por  Llauder.  Poblóse  el  aire 
»de  sombreros,  de  vivas....  (s/c)....  Todos 
»nos  entregamos  à  la  mayor  efusion  de 


(i)  Relación  de  D.  Jacinto  Burdoy.  Barcelona 
30  de  abril  de  188-1. 

(2)  Relación  de  D.  Cayetano-  Estalella,  que  lo 
viü.  Barcelona  17  de  marzo  de  189;. 

(?)  Estàs  dos  cosas  las  vió  el  meniado  apren- 
diz. 


«entusiasmo».  En  cambio  el  colaborador 
del  Panorama  Espaüol  se  expresa  del 
modo  siguiente:  '<A1  oir  el  tiro,  y  al  ver 
»a  los  amotinados  en  los  balcones  que 
»anunciaban  la  muerte  del  tirano,  mudo 
»la  escena  y  el  tono  de  aquel  sublime 
»espectAculo;  el  horror  sucedió  à  la  ale- 
»gria,  mucho  mas  cuando  el  cadàver  del 
»infeliz  Bassa  cayó  desde  el  balcón.... 
>.Hasta  los  mismos  que  acababan  de  ase- 
»sinar  à  este  benemérito  y  bizarro  gene- 
»ral  sintieron  el  dolor  mas  vehemente  al 
«saber  lo  que  habia  pasado....  De  aquí 
»que  todos  los  de  la  plaza  se  quedaron 
»absortos,  pasmados  é  inactivos  deplo- 
»rando  el  triste  tin  de  aquella  autoridad. 
>>La  tropa  estaba  pàlida  y  silenciosa  des- 
«cansando  las  armas,  y  temiendo  no 
»pocos  que  tras  el  del  general  viniesen 
»los  asesinatos  del  soldado»  (4).  Queda 
muy  patente  la  contradicción.  Que  algu- 
no  de  los  menos  insensatos  sintieran  la 
muerte  de  Bassa  es  natural;  que  tal  hicie- 
ra  la  multitud  no  puede  dejar  de  ser 
falso.  Donde  había  mujeres  como  la  de 
la  puerta  mayor  de  Santa  Maria  y  mu- 
chísimos  que  al  otro  dia  falsamente  se 
jactaban  de  haber  muerto  a  Bassa,  el 
anuncio  de  la  muerte  había  de  producir 
explosión  de  verdadero  o  fingido  entu- 
siasmo. Y  cuando  algunos  espontànea- 
mente,  perpetrado  el  acto,  corren  al 
balcón  a  anunciarlo,  nos  certifican  de 
que  la  noticia  era  considerada  grata  a 
los  de  abajo,  que  nadie  se  complace  en 
anuncios  que  han  de  ser  recibidos  con 
silbidos.  Però  el  colaborador  del  Pano- 
rama veia  que  luego,  afios  adelante,  el 
asesinato  merecería  censuras,  y  quiso 
quitar  la  mancha  de  aquellas  frentes 
revolucionarias.  El  alzamiento  llevaba 
caràcter  de  un  entusiasmo  aledano  del 
delirio,  y  asi,  cuerdamente  pensando,  no 
se  puede  juzgar  que  en  un  instante,  y 
por  sola  la  muerte  del  ser  odiado,  hubie- 
ra  de  cambiarse  en  pena  la  alegria  del 
triunfo.  Digo  que  el  entusiasmo  raj-aba 
en  delirio,  en  cuya  comprobación  copio 

(-))     Panorama  espanol,  tomo  III,  pàg.  55. 


CONSECL'ENXIAS    POLIIICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


815 


las  palabras  siguientes  de  Don  Benito 
Tomàs,  referentes  al  acto,  anterior  al 
crimen,  en  que  la  milícia  acudió  a  la 
Plaza  de  Palacio:  «Todavía  recuerdo, 
»como  si  lo  viera,  que  un  tal  Bages,  em- 
»pleado  del  municipio,  entonces  capitàn 
»ó  subalterno  de  milicia,  despues  coman- 
»dante,  al  salir  del  patio  del  Palau  aquel 
»d)a  en  formacion  con  su  batallen,  al 
»cruzar  la  esquina  de  la  calle  de  Ataulfo 
»con  la  del  Triunfo,  daba  grandes  gritos 
»golpeando  al  mismo  tiempo  con  la  espa- 
»da  la  esquina;  gritos  que  sus  milicianos 
»repetian  con  grande  voz.  Cridaha  com 
i>UH  boix»  (1). 

Todos  los  autores  liberales  han  escrito 
que  la  expresión  con  que  Bassa  en  un 
principio  se  nego  a  acceder  a  los  ruegos 
de  la  revolución  y  de  la  amistad,  fueron 
las  de  «ó  el  pueblo  ó  yo».  Que  la  noticia 
de  tan  decididas  cuanto  recias  palabras 
circulo  entre  las  masas  no  se  puede 
negar,  pues  la  adveran  muchos  e  impar- 
ciales  testigos;  emperò,  si  las  pronuncio 
Bassa,  o  si  las  invento  quien  deseaba 
irritar  al  pueblo,  ya  se  ha  de  disputar. 
Opino  que  procedieron  de  este  postrer 
origen;  y  para  ello  me  fundo  en  la  mode- 
ración  y  buenos  modales  que  se  descu- 
bren  en  todas  las  contestaciones  que  dió 
Bassa  a  los  amigos  que  intentaron  deté- 
nerle  antes  de  entrar  en  Barcelona.  Me 
fundo  en  que  después  del  oficio  de  Pas- 
tors en  que  éste  se  propuso  evitar  la 
entrada,  y  después  de  las  dichas  amones- 
taciones  de  los  amigos,  debía  de  com- 
prender  Bassa  que  no  convenia  excitar  la 
fiera,  sinó  por  el  contrario  amansaria. 
Me  fundo  en  la  entrada  en  Barcelona  solo 
con  cuatro  caballos.  Y,  finalmente,  me 
fundo  en  que  al  fin  resignando  el  mando, 
como  lo  resignaba,  demostro  que  no  abri- 
gaba  el  empefío  apasionado  que  aquellas 
palabras  denuncian.  Quería  cumplir  su 
deber,  y  no  m;'is. 

Si  algun  curioso  lector  desea  saber  la 
hora  en  que  se  cometió  el  crimen,  le  cita- 
ré dos  datos  que  expiden  alguna  luz.  El 


(i)     Relación  du  i  i  de  noviemhic  do  i8iiO. 


canonazo  de  aviso  dije  arriba  que  resonó 
poco  antes  del  medio  dia,  o  sea  de  las 
doce.  Un  albanil,  que  vivia  cerca  deia 
plaza  de  San  Jaime,  estaba  comiendo 
cuando  oyó  que  en  esta  plaza  vibraba  el 
sonido  de  las  cornetas  y  tambores  de  los 
cuerpos  de  milicia  que  se  reunian  para 
marchar  al  palacio.  El  acta  de  la  reunión 
de  las  autoridades,  en  la  que  se  mienta 
ya  la  muerte,  dice  que  la  junta  se  celebra 
a  las  dos;  luego  el  asesinato  se  perpetra- 
ria a  eso  de  la  una  o  una  y  minutos. 

Las  anteriores  líneas  sobre  la  hora  del 
asesinato  tenia  yo  había  tiempo  escritas, 
cuando  llega  a  mi  noticia  que  en  el  Ar- 
chivo  episcopal  existia  un  expediente 
instruido  a  instància  de  la  viuda  de  Bassa 
ante  el  Vicario  General  pidiendo  que  en 
los  libros  de  defunciones  de  la  parròquia 
de  los  Santos  Justo  y  Pastor  se  mande 
escribir  la  fe  de  óbito  del  General.  La 
viuda  logra  su  empefío,  y  el  Vicario  ge- 
neral Senor  Andreu,  por  decreto  de  29  de 
agosto  del  mismo  aiïo  1835,  manda  que  se 
inscriba  la  dicha  partida  en  los  siguientes 
términos,  los  que  resuelven  categórica- 
mente  la  cuestión  de  la  hora  del  crimen: 

«D.  Pedró  Nolasco  Bassa  (que  se  dice 
»ser  hijo  de  D.  José  y  de  D.'"'  Rita  Gero- 
»na,  natural  de  Vilallonga)  Mariscal  de 
«Campo,  Gobernador  Militar  y  Politico 
»de  esta  Plaza,  y  Segundo  Cabo  Coman- 
»dante  General  de  esta  Provincià,  hallàn- 
»dose  dentro  de  uno  de  los  aposentos  del 
>  Real  Palacio,  fué  muerto  entre  una  y 
»dos  de  la  tarde  del  dia  cinco  de  este  mes 
»de  Agosto  de  mil  ochocientos  treinta  y 
»cinco»  (2). 

Vengamos  al  fin  ;i  un  punto  tan  intere- 


(j)  Archivo  episcopal  de  Barcelona. — Expe- 
dientes  de  cnmienda,  y  entahle  de  partidas.  — 
Ilarcelona. — Aíio  de  rS^^. — Número  i6.  —  Debò 
este  leliz  liallazgo  a  la  bondad  de  mi  muy  querido 
amifio  el  ilmo.  Sr.  Archivero  D.  José  de  Peray. 

La  viuda  de  Bassa  necesito  el  óbito  de  su  ma- 
rido para  pcdir  al  Gobierno  la  viudcdad,  y  como 
cl  pàrroco  se  resisticra  a  dàrselo  por  no  tener  la 
dclunción  inscrita  en  sus  libros.  aquella  acude  al 
Vicario  (ieneral  del  modo  dicho,  y  logra  lo  pedido. 


816 


I.IBRO    TKRCERO. — CAPITULO    DUODF.CI.MO 


sante  cuanto  delicado,  al  comportamiento 
de  la  tropa  que  estaba  bajo  de  Bassa.  Son 
muchos  los  que  dicen  que  la  mandaba  en 
aquel  acto  el  que  llaman  Coronel  Calvet, 
però  al  que  un  documento  oficial  arriba 
copiado  califica  de  teniente  coronel.  Y 
efectivamente,  o  mandaba  la  columna  de 
Bassa  o  gran  parte  de  ella.  Y  no  se  extra- 
fie  que  gozara  del  mando  de  mucha  gente 
un  Teniente  Coronel,  porque  en  aquel 
tiempo,  y  yo  lo  recuerdo  muy  bien,  los 
batallones  eran  regidos  por  un  Coman- 
dante  primero,  y  no  por  Tenientes  Coro- 
neles.  De  estos  solo  se  contaba  uno  en 
cada  regimiento:  era  el  segundo  jefe  de 
todo  él,  y  en  ausencia  del  Coronel  lo 
regia  todo,  ya  constarà  de  dos,  ya  de  tres 
batallones.  Para  este  vidrioso  punto  del 
comportamiento  de  la  columna,  estimo 
interesante  oir  a  un  testigo,  que  para  mi 
instrucción  la  Providencia  entremetió 
entre  los  militares  de  Atarazanas,  Don 
Fèlix  Puig,  el  donado  franciscano,  que 
en  espera  de  pasaporte  la  Autoridad 
tenia,  no  presó,  però  sí  detenido,  dentro 
los  muros  de  Atarazanas,  como  escribí 
en  el  articulo  4.°  del  capitulo  XI.  Me  dijo 
asi:  «Vino  à  Atarazanas  un  Comandante, 
»llamado  Cabré,  hi  jo  de  Montblanch, 
»hombre  ya  canó,  y  vino  muy  incomo- 
»dado  porque  en  la  Ciudadela  se  le  había 
»negado  la  entrada.  l•Iabia  ido  allà  para 
«visitar  à  un  religioso,  y  con  el  mismo  fin 
»venía  ahora  à  Atarazanas.  En  la  Ciuda- 
»dela  se  ve  se  había  dado  la  orden  de  no 
>idejar  entrar  à  nadie. 

»Durante  la  revolucion  venían  a  Atara- 
»zanas  oficiales  avisando  lo  que  pasaba 
»en  la  plaza  de  Palacio;  però  à  estos,  una 
»vez  en  Atarazanas,  Ayerve  no  los  deja- 
»ba  salir.  Llego  finalmente  la  noticia  de 
»la  muerte  de  Bassa,  y  ò.  poco  la  de  que 
»arrastran  su  cadàver.  Luego  vino  fati- 
»gado  el  Coronel  Calvet,  jefe  de  los  fran- 
»cos.  Al  principio  no  podia  hablar  por  el 
»cansancio;  mas  luego  algo  repuesto 
»dijo:  «Bassa  ha  muerto».  A  esto  indig- 
»nado  el  Comandante  Cabré  repuso:  «Sí, 
«Bassa  està  muerto:  y  tiene  la  culpa  de 
»la  muerte  el  Coronel  Calvet».   Calvet  1 


«contesto  alguna  palabra,  que  seria  ó  de 
»enfado  ó  de  defensa,  y  Cabré  insiste,  y 
»repite:  «El  Coronel  Calvet  tiene  la  cul- 
«pa,  porque  disponiendo  de  fuerzas  no  le 
»ha  defendido>v  Calvet  tuvo  que  aflojar 
»diciendo:  «Es  verdíid,  (es  decir  que  era 
verdad  que  iio  lo  había  defendido)  però 
»cuando  he  visto  que  habían  muerto  al 
«General,  consideré  inconveniente  el  de- 
«rramamiento  de  sangre»  (1). 

El  Coronel  Don  Juan  Calvet,  algunos 
anos  adelante,  murió  queriendo  calmar 
una  revolucion  en  Madrid,  asesinado  por 
los  revoltosos. 


De  todo  lo  dicho  resulta  muy  claro  que 
la  tropa  nada  hizo  para  salvar  a  su  Gene- 
ral. ïReclamó  éste  su  auxilio?  Opino  que 
no.  De  hacerlo  públicamente,  como  fuera 
llamàndola  desde  el  balcón  o  tribuna,  el 
hecho  hubiera  llegado  a  nuestra  noticia 
siendo  tan  numerosos  los  testigos  de 
aquella  revolucion  que  todos  hemos  cono- 
cido  y  tratado.  Tampoco  considero  pro- 
bable que  lo  ejecutara  por  ayudantes  o 
recados,  tanto  porque  Calvet  en  su  dia- 
logo con  Cabré  no  se  defiende  de  haber- 
los  desobedecido  y  ni  los  mienta,  cuanto 
porque  el  mismo  Bassa,  ocupado  en  nego- 
ciaciones  con  las  comisiones,  }■  finalmente 
cediendo  a  las  exigencias,  no  había  de 
pensar  en  inminentes  ataques  a  su  per- 
sona. 

Ahora  bien;  ;debía  Calvet,  o  el  jefe  de 
la  tropa  y  columna,  sin  orden  superior, 
espontàneamente,  al  saber  que  la  turba 
asaltaba  el  palacio,  debía,  digo,  volar  a 
la  escalera  y  a  los  salones,  y  de  allí 
arrojar  a  los  amotinados?  rLos  sucesos 
dieron  lugar?   ;Debía,   repito,   córrer  a 


(i)     .Me  In  dijo  en  Barcelona  a  25  de  junio  de 
1880.  y  me  lo  ratifico  a  5  dé  agosto  del  mismo  ano. 


U 


Plaza  de  Pai.acio  en  1835  mirada  desde  la  boca  de  la  calle  de  la  EspaderIa 


CONSECL'ENCIAS    POI.ITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


817 


despejar  el  palacio?  Ignoro  las  leyes  mili- 
tares, y  así  en  mi  constante  empeno  de 
servir  siempre,  y  solo,  a  la  verdad,  me 
abstengo  de  juzgar,  y  dejo  el  juicio  para 
los  militares  y  personas  que  cono/xan 
sus  leyes;  però  les  ruego  lean  un  docu- 
mento suscrito  en  19  del  mismo  agosto 
nada  menes  que  por  Pastors,  documento 
que  copio  mas  adelante,  y  en  el  que  se 
lee  respecto  de  las  tropas  de  Bassa  que 
«era  problemàtica  quizíl  su  obediència, 
»si  se  atiende  A  que  existia  un  descon- 
»tento  muy  marcado...»  Ademàs  debe 
observarse  que  Bassa  en  el  momento  del 
apuro  no  corre  al  balcón  mandando  a  su 
tiopa  que  le  defienda,  quesuba  corriendo 
las  escaleras  y  despeje  el  edificio,  sinó 
que  huye  y  se  esconde.  ;Es  que  no  atinó 
en  ello?  íEs  que  desconfiaba  ser  obedeci- 
do?  rEs  que  no  le  oyeran? 

No  sé,  ni  quiero,  ni  puedo  terminar 
este  pírrafo  del  asesinato  de  Bassa  sin 
sacar  a  la  pública  vergüenza  la  mala  fe 
de  Raull,  cuyo  folleto  sobre  aquellos 
hechos  ha  desgraciadamente  sido  el  cànon 
3'  fuente  de  noticias  para  casi  todos  los 
autores  posteriores,  A  paginas  50  y  51 
de  ambas  ediciones  explica  el  hecho,  y 
completamente  se  calla  que  Bassa  hu- 
biese  cedido  a  las  peticiones;  por  el 
contrario,  le  pinta  como  insultando  con 
el  «ó  cl  puehlo  ó  vo».  He  aquí  sus  mismas 
palabras.  «Però  Bassa,  enganado  por  su 
»propio  valor,  despreció  las  súplicas.  /O 
y-iyo  0  el  pueblo!  fué  su  única  respuesta. 
«jTemerario!    íntentaba  pisar  la   cerviz 

»del  pueblo,  y  el  pueblo  pisó  la  suya 

»La  imprudente  respuesta  de  Bassa  comu- 
»nicóse  con  rapidez,  y  con  la  misma  aco- 
»meten  unes  por  la  iglesia  de  Santa 
«Maria»,  etc,  y  cuenta  el  pistoletazo  y  la 
muerte. 

Por  respuesta  diré  a  Raull:  l.°Quesu 
correligionario  político,  el  colaborador 
del  Panorama  espafíol ,  publicado  en 
Barcelona  de  1842  a  1845,  en  el  tomo  III, 
pag.  53,  estampa:  «Llego  un  terrible 
>;momento;  la  impaciència  y  la  exalta- 
»cion  habían  llenado  ya  su  medida;  iban 
»los  grupos  a  echarse  sobre  los  soldados, 


»cuando  salieron  à  los  balcones  de  pala- 
»cio  los  concejales  y  comisionados  de  la 
«milicia  y  del  pueblo.  agitando  panuelos 
>'blancos  y  dando  vivas  y  gritos  de  victo- 
»ria.  Bassa  había  cedido  al  fin  deponien- 
»do  el  mando,  despues  de  garantirle  que 
«constaria  que  solo  había  cedido  k  la 
«fuerza».  No  creo  sea  exacto  que  la  vic- 
torià se  anunciase  desde  el  balcón;  però 
de  todos  modos  resulta  exacto  que  se 
obtuvo. 

'2.^  Que  en  el  acta  de  la  sesión  del 
Ayuntamiento  de  aquel  dia,  arriba  copia- 
da, se  lee:  '<que  si  bien  (Bassa)  se  había 
»en  cierto  modo  pronunciado  dispuesto  à 
»acceder  à  dejar  el  mando,  había  sido 
»tarde  su  determinacion». 

Y  3.°  Que  arriba  le  doy  fotografiada  el 
acta  de  cesión  del  mando  que  al  matarle 
se  empezaba  a  redactar.  Dice  así:  «En  la 
»ciudad  de  Barcelona  a  cinco  de  Agosto 
>  de  mil  ochocientos  treinta  y  cinco  reuni- 
»dos  en  el  Real  Palacio,  habitacion  del 
»Exmo.  S.°''  Capitan  General,  el  Exmo. 
«Ayuntamiento  de  la  misma,  los  Tenien- 
»tes  Generales  D."  José  M."  de  Santocil- 
«des,  D.  José  Santos  de  la  Hera,  el  Maris- 
»cal  de  Campo  D.  José  de  Castellar,  los 
«Brigadieres  D."  Juan  de  la  Vera,  Don 
«José  Montemayor,  D.  José  Taberner, 
»D.  Franciscà  Saliquét.»  Aquí  queda  el 
acta  interrumpida,  y  un  trecho  mas  abajo 
se  leen  de  otra  mano  las  siguientes  dos 
lineas  autorizadas  por  una  rúbrica  a  su 
fin:  «Acta  que  se  estendía  quando  entro 
«la  multitud  y  fué  muerto  el  General 
«Basa.  Es  letra  del  Secret.°  Caparrós. 
»Se  hallo  desp.''  encima  la  mesa»  (1). 

Le  convenia  a  Raull  justificar  la  revo- 
lución,  y  quiso  hacerlo  aun  sacrificando 
la  verdad.  Así  han  escrito  la  Historia  los 
autores  revolucionaries,  y  a  sus  perfidias 
dan  cuerpo  los  que  los  copian.  Y  cuenta 
que  hoy  es  perquirido  como  una  joya  el 
malvado  folleto  de  Raull. 


(i)     .\ichivo  de  la  Capitania  General. — Legajo 
citado,  paqucte  i,  documento  22. 


818 


MBllO    TERCERO. — CAPITULO    DL'ODECIMO 


ARTICULO  TERCERO 
PROFANACIÓN  DEL  CADÀVER  DE  BASSA 

Para  el  furioso  odio  de  aquel  dia  era 
poco  la  muerte  de  la  persona  que  ejercía 
la  segunda  autoridad  de  Cataluna,  per- 
petrada en  el  honrado,  valiente  y  bene- 
mérito  General  Bassa;  se  hizo  necesario 
hasta  cebarlo  en  el  inocente  cadàver;  y 
la  turba  que  había  invadido  el  palacio 
quiso  arrastrar  el  cadàver.  Para  tirarlo 
a  la  calle  no  se  pudo  utilizar  la  abertura 
màs  pròxima,  o  sea  la  tribuna,  por  razón 
de  la  estrechez  de  sus  vanos;  y  asi  se  le 
tiro  desde  el  balcón  inmediato  a  ella  en 
la  fachada  meridional,  ó  sea  frontera  a 
la  Aduana.  La  larga  estatura  y  notable 
corpulència  del  interfecto  debieron  de  exi- 
gir para  la  bàrbara  operación  no  un  solo, 
sinó  varios  operarios.  Se  dijo  si  quien  le 
tiro  era  conocido  por  Manel  peixater  (1). 
Al  pasar  Bassa  el  balcón  todavía  vivia, 
y  agitaba  los  hombros  por  efecto  de  las 
convulsiones  de  los  últimes  momentos. 
En  aquel  entonces  las  casas  de  Xifré  de 
la  misma  plaza  de  Palacio  se  hallaban  en 
edificación;  se  acudió  a  ellas  en  demanda 
de  una  cuerda;  y  habida,  se  ató  al  cada: 
ver  por  los  pies,  y  se  le  arrastró.  Ignoro 
quién  le  arrastró,  però  opino  que  princi- 
palmente  serían  pilluelos  de  pocos  afios, 
y  uno  de  los  entonces  chicos  me  dijo  que 
había  senores  que  daban  una  peseta  a 
cada  muchacho  para  que  arrastrase  el  ca- 
dàver. Resistiéndome  yo  a  creer  tanta 
maldad,  le  repuse:  «;Cómo?  iEs  posible?» 
Y  me  contesto:  «A  mi  me  la  daban.»  No 
la  aceptó,  ni  creo  que  contribuyese  al 
arrastramiento  (2).  Solo  quien  ha  oído 
personalmente  a  los  hombres  de  aquel 
tiempo  puede  comprender  el  bàrbaro 
furor  de  los  revolucionaries  de  entonces, 
y  sus  desapoderadas  pasiones. 

El  desgraciado  cadàver  fué  arrastrado 

(i)  Me  lo  dijo  el  aprendiz  en  Bai-celona  a  12 
de  marzo  de  1883. 

(2)  Me  lo  dijo  en  Balaguer  a  18  de  junin 
de  18.18. 


por  largo  rato,  pasando  por  las  calles  del 
Consulado,  Fusteria,  Ancha,  Regomir, 
Ciudad,  Plaza  de  San  Jaime,  calles  del 
Call,  Fernando  VII,  Rambla,  Conde  del 
Asalto,  San  Ramon,  San  Pablo  y  Ram- 
bla; y  parando  frente  la  actual  fonda  de 
Oriente,  cerca  de  la  actual  esquina  de  la 
calle  de  la  Unión  (3).  Durante  el  arras- 
tramiento todo  el  mundo  se  creia  con 
derecho  a  maltratarle,  quién  golpeàndolo 
con  palos,  quién  con  las  armas  (4),  quién 
burlando  de  él  o  despreciàndolo.  En  la 
calle  de  San  Pablo  pararen  les  que  le 
arrastraban,  sin  duda  para  beber  y  co- 
brar aliento,  pues  uno  de  ellos  puesto 
sobre  el  difunto,  y  apoyando  la  punta  de 
la  espada  sobre  su  vientre,  bebió  un  vaso 
de  vino  (5).  Mujer  hube  que  se  gozó  en 
subirse  y  hellar  sobre  el  cadàver  (6).  El 
roce  con  el  adoquinado  fué  acumulande 
a  la  cintura  les  vestides  de  la  mitad  infe- 
rior del  cuerpo,  y  a  los  hombros  los  de  la 
superior,  y  magullando  las  carnes;  lo  que, 
unido  a  los  gelpes,  tajos  y  males  tratos, 
dejó  el  cadàver  desconecido  y  repugnan- 
te,  hecho  un  montón  de  huesos,  carnes, 
sangre  y  suciedad,  que  ponia  espanto.  La 
mujer  del  difunto  pudo  oir  desde  su  casa 
el  paso  por  la  calle  y  plaza  del  Regomir; 
y  la  suegra  Dofia  Teresa  de  Saleta  de 
Mendieta,  y  las  sobrinas  Dona  Felipa  y 
Dona  Josefa  Alvarez  de  Mendieta,  que 
vivían  en  el  número  14  actual  de  la  calle 
de  Fernando,  oyeron  el  rumor  y  vocerío 
del  paso  por  dicha  calle,  y  una  de  ellas 
se  asomó  al  balcón,  y  presencio  la  terri- 


(0  D.  Emilio  Pi  y  Molist,  que  vivia  en  la 
Fusteria,  lo  vió  pasar  y  me  lo  dijo.  \'ecinos  del 
Regomir  le  vieron  allí.  y  también  me  lo  dijeron. 
ütros  me  fijaron  el  paso  por  el  Call.  Mi  madre, 
que  vivia  en  la  calle  de  Fernando,  contaba  que  le 
vió  en  ella.  D.  Benito  Tomàs  me  dijo  haber  visto 
el  paso  por  la  calle  del  Conde  del  Asalto  y  entrada 
en  la  de  San  Ramon.  Y  el  paradero  en  la  Rambla 
lo  afirman  mil  testigos. 

(4)  Me  lo  dijo  D.  Cayetano  Estalella,  que  vió 
el  cadàver  dos  veces.  Barcelona  21  de  abril  de  1882. 

(5)  No  recuerdo  el  nombre  del  que  me  lo  dijo. 

(6)  Relación  del  abogado  D.  José  Bohigas. 
Barcelona  27  de  diciembre  de  1888. 


CONSECLENCIAS    POLÍ  TICAS    t)EI.    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


819 


ble  escena  (!).  Esta  horrorizara  a  todo 
hombre  libre  de  la  ebnedad  revolucio- 
naria. 

Al  llegar  la  turba  con  el  cadàver  a  mi- 
tad  de  la  Rambla  de  Capuchinos,  o  del 
Centro,  encontróse  con  otro  motin,  el  de 
los  que  en  odio  a  la  policia  se  habian  en- 
trado  en  sus  oficinas  del  Colegio  de  San 
Buenaventura,  hoy  fonda  de  Oriente;  y 
desde  sus  ventanas  hombres  y  mujeres 
arrojaban  a  la  Rambla  los  muebles  y 
papeles,  y  con  ellos  habian  encendido 
una  hoguera.  Era  esta  tan  grande,  que, 
cogiendo  de  parte  a  parle  del  centro,  que- 
mó  los  Arboles  de  aquel  treclio  (2).  Enton- 
ces  clamaron:  «iAl  fuego,  al  fuego!»  Dos 
atolondrados  cogieron  el  cadàver,  uno 
por  los  brazos,  y  otro  por  los  pies,  y  ba- 
lanceàndolo  de  un  lado  a  otro,  lo  soltaron 
en  el  balance  hacia  las  ascuas,  y  lo  que 
maron  en  aquella  hoguera  (3).  Desde  mi 
casa,  calle  de  Fernando,  número  31  actual 
se  percibia  el  olor  a  carne  quemada  (4) 
El  calor,  dilatando  los  gases  del  cuerpo 
hizo  que  el  vientre  se  le  abriera,  o  reven 
tara,  y  a  poco,  a  los  diez  minutos,  de 
estar  el  cadàver  en  la  hoguera,  no  pudo 
verse  porquele  echaron  encima  unos  jer- 
gones(5).  Y  tantos  y  tan  circunstancia- 
dos  pormenores  los  tengo  de  boca  de  un 
honrado  artesano  que  los  presencio  y  vió 
por  sus  propios  ojos, 

No  uno,  sinó  varios  me  contaren,  y  se 
ve  que  la  noticia  circulo  mucho  por  Bar- 
celona, que  hubo  un  gitano  que,  puesto 
el  cadàver  en  la  hoguera  o  próximo  a 
ella,  le  cortó  un  pedazo  de  carne  del 
muslo,  y  se  la  comió.  Don  Benito  Tomàs 
afladia  a  esta  noticia  el  pormenor  de  que. 


(i)     ]\\e  lo  conti)  el  yc-rno  de  Bassa  Sr.  D.  Nar- 
ciso  de  Sarriera.  Barcelona  a  14  de  mayo  de  1881». 
(j)     Relación  citada  de  D.  Pedró  Subiranas. 

(3)  Que  quemaron  alli  a  Bassa  lo  cucntaii 
todos  los  testigos  a  cenicnares.  El  modode  tirarlo 
a  la  hoguera  me  lo  conto  D.  Fedro  Subiranas 
que  lo  vió.  Barcelona  26  de  enero  de  1885. 

(4)  Lo  contíiba  mi  madre. 

(5)  Relación  citada  de  D.  Pedró  Subiranas, 
que  lo  vió  todo. 


Cortada  la  carne,  el  gitano  la  lavó  en  la 
fuente  de  la  esquina  de  la  calle  de  la  Bo- 
quería,  y  la  comía;  però  que  al  fin  los 
circunstantes  se  indignaren  y  le  impi- 
dieron  que  continuarà  (6).  Otro  testigo 
presencial  me  dijo:  «Al  fin  del  fuego  vi 
»que  un  hombre  Uevaba  en  la  punta  de 
»una  espada  una  como  antorcha  ardien- 
»do,  y  dijeron  que  era  un  hueso  de  la 
»pierna  del  General,  el  cual  hueso  ardía 
»por  razón  de  su  grasa»  (7). 

He  oído  narrar,  aunque  no  alcancé  a 
comprobarlo,  que  una  piadosa  mujer,  la 
madre  del  que  después  fué  presbitero  y 
cèlebre  químico  Don  Jaime  Arbós,  lleva- 
da de  su  piedad,  fué  a  recoger  la  cabeza 
de  Bassa,  ocultóla  en  la  cestaque  Uevaba 
al  brazo,  y  al  otro  dia  procuro  su  decente 
entierro. 

Un  anciano  me  dijo  que  el  mutilado 
cadàver  fué  después  recogido  por  un 
destacamento  de  Atarazanas.  Yo  he  re- 
gistrado  cuidadosamente  el  libro  de  en- 
tradas  del  Cementerio  general,  único 
entonces  en  Barcelona,  mirando  desde 
el  5  al  10  de  agosto,  ambos  inclusive,  y 
en  ninguno  de  ellos  hallé  el  nombre  de 
Bassa.  Tocóle  en  este  punto  la  misma 
triste  suerte  que  a  los  frailes  asesinados. 

Ensoberbecida  la  soez  turba  por  su 
triunfo,  no  había  de  reparar  en  respetos 
ni  aun  para  los  que  miraba  con  simpatia. 
Así  fué  que,  muerto  Bassa,  en  palacio 
mismo  uno  de  los  revolucionarios  agarró 
a  Pastors  por  el  brazo,  diciéndole  con 
notòria  falta  de  respeto:  «Levàntese  V., 
no  tenga  miedo»  (8).  Luego,  cuando  salió 
arrastrado  el  cadàver,  en  la  plaza  un 
marinero,  fornido  y  nervudo,  tomo  a 
Pastors,  hombre  tlaco,  tomóle,  digo,  con 
una  mano  en  la  nuca  y  otra  en  las  nal- 
gas,  y  de  un  golpe  lo  puso  sobre  el  caba- 
Uo,  y  así  montado  le  obligaron  a  seguir 


(ó)     En  Barcelona.  5  de  octubre  de  iSo-- 

(7)     D.  José  Bohigas.  abogado.  a  ji  de  dicieni- 

bre  de  1888.  Vivia  alli  mismo. 
(!~*)     Relación  de  D.  Ramon  Reixach.  Barcelona 

1 1  de  diciembre  de  i8c;)i. 


820 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DUODIXI.MO 


al  cadàver  (1).  Sin  duda  se  iria  rezagan- 
do,  però  de  todos  modos  parece  que 
sigfuió  el  lúgubre  curso,  pues  un  seüor, 
presente  en  la  Rambla  en  el  momento  de 
quemar  al  difunto,  le  vió  venir  solo,  a 
caballo,  y  de  uniforme,  procedente  de  la 
calle  del  Conde  del  Asalto.  Vió  que  el 
pueblo  le  tomo  por  su  cuenta,  le  hizo 
apear,  y  le  condujo  a  la  boguera.  Pas- 
tors palideció  visiblemente  (2).  Le  dijeron: 
«Mira,  si  no  te  portas  bien,  te  haremos 
»como  A  éste»  (3).  No  se  hace  extrano 
que  mas  tarde,  però  el  mismo  dia,  discu- 
rriendo  Pastors  en  carretela  descubierta 
por  la  Ciudad,  pacificando  a  las  muche- 
dumbres,  estuviera  palido  o  blanco  como 
el  papel,  en  modo  notable  (4). 


ARTICULO  CUARTO 
OTROS  EXCESOS  DE  AQUELLOS  DÍAS 

La  fiera  estaba  furiosa  y  desencade- 
nada, y  nadie  podia  prever  sus  últimas 
atrocidades:  se  habian  roto  los  diques  del 
torrente,  y  nadie  era  capaz  de  senalar  a 
qué  altura  lleg:arían  las  aguas  desborda- 
das.  Esta  es  grave  responsabilidad  de  los 
que  desatan  las  cadenas  de  aquella,  o 
rompen  los  diques  de  las  aguas.  Pueblos 
enfurecidos  y  armados  deben  ser  trata- 
dos  con  exquisita  prudència,  y  no  se  les 
debe  lanzar  contra  ninguna  institución 
honrada,  y  mucho  menos  contra  la  auto- 
ridad.  Los  caudillos  del  alzamiento  diran 
que  no  pretendieron  tanto,  però  se  les 
debe  contestar  que  ellos  lo  trajeron. 

Aquella  nefasta  tarde  vió  arder  Barce- 
lona los  papeles  y  muebles  de  la  Oficina 


(i)  Me  lo  conto  dos  veces  D.  Benito  Tomàs. 
que  lo  vió. 

(2)  Relación  citada  de  D.  Pedró  Subiranas. 

(3)  Relación  de  D.  Benito  Tomds,  que  lo  vió. 
Barcelona  12  de  enero  de  1805. 

(4)  Me  lo  dijo  el  Sr.  D.  Joaquin  Rubió  y  Ors, 
que  lo  vió.  Barcelona  iiS  de  junio  y  5  de  julio 
de  1880. 


central  de  Policia  del  Colegio  de  San  Bue- 
naventura,  como  apunté,  y  los  de  las  otras 
delegaciones.  Deciame  Don  Juan  Miret  y 
Terrada,  abogado  muy  conocido  y  pro- 
pietario  de  Tarragona,  a  la  sazón  en  Bar- 
celona: «El  dia  del  asesinato  de  Bassa 
«desde  un  balcon  de  la  calle  de  Boters  vi 
»que  la  turba  ponia  en  la  calle  los  papeles 
»de  uno  que  creo  era  agente  de  policia  \' 
ovivia  en  una  de  las  primeras  casas  del 
»lado  septentrional  de  ella  entrando  por 
>la  plazuela  de  la  Cucurulla.  Vi  igual- 
»mente  que  un  hombre  de  aire  extran- 
»jero  iba  poniendo  algo  en  la  mano  de 
»cada  soldado  de  una  patrulla  ó  partida 
«que  e'staba  formada  en  dicha  plazuela 
»bajo  el  mando  de  un  oficial,  el  cual 
>:callaba»  (5). 

Don  Melitón  de  Llosellas,  liijo  del  Co- 
misario  ya  arriba  mentado,  contóme  que 
en  dicho  dia  entro  en  su  casa  una  comi- 
sión  de  los  revoltosos  y  quemó  los  pape- 
les; però  como  la  afabilidad  y  buen  trato 
de  su  padre  se  había  ganado  el  aprecio 
del  vecindario,  acudieron  los  vecinos  y 
se  interpusieron  entre  la  família  y  la 
oficina,  y  así  aquella  quedo  ilesa  al  pere- 
cer  los  papeles  de  esta  (6).  También 
ardieron  los  papeles  y  muebles  de  las 
demàs  delegaciones. 

En  la  plaza  de  Palacio,  al  frente  de  la 
puerta  occidental  de  éste,  y  de  ella  sepa- 
rado  como  treinta  pasos,  elevàbase  enton- 
ces  un  monumento  dedicado  a  Fernan- 
do VIL  Consistia  en  un  basamento,  sobre 
el  cual  descansaba  un  dado  prolongado, 
terminando  éste  en  lo  alto  por  una  corni- 
sita  y  la  estàtua,  de  tamafio  natural,  de 
bronce,  del  monarca  indicado.  Se  decía 
que  tenia  esta  mucho  valor  artístico.  El 
monumento  estaba  rodeado  de  un  Cua- 
drado de  jardín  con  flores,  y  todo  defèn- 
dido  por  una  verja  de  hierro  de  la  altura 
de  un  hombre,  compuesta  de  barrotes  en 
forma  de  lanza.  «Circuía  al  monumento 


(5)  A\e   lo   dijo   en    Barcelona    a    14  de   junio 
de  1889. 

(6)  Relación   de   Barcelona   a  6  de  diciembre 
de  1880. 


CONSECUENXIAS    POLUICAS    DEL    tN'CENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


821 


-  una  verja,  dentro  de  la  cual  se  planta- 

ron  algunas  matas  de  flores;  mashabién- 

Jose  desatendido  su  cuidado,  a  las  flores 

reemplazaron  muy  humildes  hierbas,  y 

aquella   estàtua   fué  conocida    por    <-<el 

>Jierbolnrioo  (1).  La  estàtua  presentaba 

al  rey  de  pie,  y  con  el  dedo  índice  incli- 

nado  hacia  abajo,  o  sea  hacia  el  jardin- 

cito,  de  cuya  circunstancia  los  liberales 

tomaron  ocasión  para  motejaria  de  que 

decía:    «Catalanes,    comed    yerva»    (2). 

Habíala  levantado  Carlos  de  Espana,  y 

esto  y  el  desamor  que  los  revolucionarios 

tenían    aquí    al  personaje   representado 

bastaba   para  que  se  la  burlarà  de  mil 

maneras. 

Inmediatamente  de  muerto  Bassa  algu- 
nes amotinados  corrieron  a  este  monu- 
mento;  en  pocos  minutos  arrancaren,  a 
pesar  de  su  firme  solidez,  la  verja,  que- 
dando  muchos  de  ellos  armados  con 
sendos  barrotes  lanzas;  subieron  a  la 
estàtua;  atàronle  una  cuerda  al  cuello;  y 
dando  tirones  acompasados  la  hicieron 
primero  tambalear,  y  luego  caer  (3),  en 
cuyo  acto  se  vió  que  estaba  formada  de 
varias  piezas  superpuestas.  Clavando  en 
lo  alto  uno  de  los  barrotes  lanzas,  se  colo- 
có  en  seguida  allí  un  cuadro  que  repre 
sentaba  a  la  Reina  (4). 

En  el  Paseo  de  la  Aduana,  frente  a  la 
puerta  mas  hacia  Oriente  de  este  edificio, 
hallabase  situada  la  casa  de  procuración 
del  monasterio  de  Montserrat,  la  que 
constaba  de  casa  y  capilla  pública.  Esta 
venia  a  medir  lo  que  la  de  Nuestra  Senora 
de  la  Ayuda,  y  en  su  retablo  principal 
ocupaba  el  primer  lugar  la  Virgen  de  la 
cèlebre  montaüa.  En  esta  tarde  del  5  de 
agosto  los  muebles  de  la  casa  volaron 
por  las  ventanas  al  Paseo,  y  supongo  tam- 
bién  que  pararon  en  la  misma  pira  los  de 


(i)  La  Uuslración  Catalana  del  ^i  de  cnein 
de  i8S^,  pàg.  22. 

(2)  Relación  de  D.  Juliún  Chia.  Barcelona  i^ 
de  abril  de  1^93. 

(?)     Este  liecho  lo  explican  mil  tesligos. 

(4)  Relación  citada  del  aprendi/.  Carta  del 
lilerato  Piferrer. 


la  capilla.  Se  les  puso  fuego  y  todo  ardió. 
«Era  la  imagen  que  allí  se  veneraba  la 
»providencia  del  barrio,  y  nuestra  madre 
«(escribe  Don  Francisco  de  P.  Capellaj 
»nos  ha  contado  que  no  había  en  su  tiem- 
»po  joven  alguna  de  las  que  habitaban  el 
vantiguo  barrio  de  Ribera,  que  al  con- 
»traer  matrimonio  no  regalarà  à  la  Vir- 
»gen  morena  un  mantó  ó  un  vestido,  ó 
»una  alhaja  ó  simplemente  un  ramo  de 
»flores  artificiales...  como  para  pedir  à 
»María  le  alcanzara  la  felicidad  en  su 
»nuevo  estado.  Vino  un  dia  en  que  rugió 
*el  monstruo  de  la  revolucion,  y  una  tur- 
»ba  compuesta  de  la  hez  de  la  sociedad, 
«seres  que  parecen  salidos  del  averno,  y 
»que  tan  solo  se  ven  en  días  de  sangre  y 
«fuego,  }•  que  à  semejanza  de  los  asque- 
«rosos  reptiles  se  esconden  despues-..  se 
>'dirigieron  à  la  capilla  de  Montserrat, 
«encendieron  una  hoguera  en  la  plaza 
»(hoy  paseo)  frente  de  la  Aduana,  arran- 
»caron  la  imagen  de  su  nicho  y  quisieron 
»arrojarla  al  fuego,  però  un  mudo  terror 
»parecía  detenerles...  De  pronto  sale  de 
»la  vecina  pescaderia  una  fúria»  (la  pes- 
cadcría  estaba  frente  la  estacióii  de 
Francia),  «una  mujer  de  aspecto  innoble, 
»desgrenada,  profiriendo  las  mas  horri- 
ibles  blasfemias  y  las  palabras  mí)s 
»asquerosas»  (5).  Tenia  alta  estatura:  era 
gruesa,  feisima,  picada  de  viruelas  y 
bizca  (6).  «Esta  Meguera  tomo  en  sus 
»brazos  à  la  santa  imagen,  y  la  arrojó  al 
»fuego.  Entonces  una  mano  invisible  dió 
»un  golpe  tremendo  à  a<'  '''.la  fúria,  de- 
«jandola  atontada.  Al  voiver  de  su  sor- 
«presa  pregunto  quien  la  había  maltrata- 
»do,  però  nadie  supo  darle  razon.  Histó- 
>a'ico,  pues  todavia  hay  personas  que  lo 
»recuerdan  3'  lo  oyeron  de  boca  de  la 
«desgraciada,  cuyo  nombre  callamos, 
«però  que  lo  recuerdan  muchas  personas 
»aiin,  pues  se  la  conocia  por  un  apodo  » 


(í)  D.  Franciíco  de  Paula  Capella  en  la  U.e- 
visla  Popular  del  2  de  septienibre  de  1880.  pàgi- 
na is(5. 

(!•)  Relación  de  D.  Francisco  de  Paula  Codina 
y  Santané.  Barcelona  17  de  enero  de  1889. 


822 


I-IBRO    TERCERO.  —  CAPIÏILO    UUODIXIMO 


(Aquí  va  esteapodo:  la  Generala.  Yo  no 
tengo  para  qué  callarlo.) 

«Poco  tiempo  despues  en  el  hospital  de 
»Santa  Cruz  espiraba  en  un  lecho  una 
»mujer  en  medio  de  la  màs  horrorosa 
»agonía  que  han  presenciado  aquellas 
»paredes...  Todavía  recuerdan  las  ancia- 
»nas  Hermanas  aquellos  aiaridos,  blasfe- 
»mias  y  gritos  de  ifuego!  imequemo!  que 
»daba  la  desdichada.  En  vano  los  sacer 
»dotes  se  acercaron  para  consolaria  en 
»su  ultimo  trance:  desechó  todos  los  con- 
»suelos  de  la  Religion,  y  presa  de  un  mal 
»extrano  y  desconocido,  murió  impeni- 
»tente,  profiriendo  su  neg-ra  boca  las  mAs 
»asquerosas  palabras  y  las  mAs  horribles 
«blasfemias.  Tuvo  que  atàrsela  en  la 
»cama,  porque  huía  de  ella...,  y  hasta  su 
«postrer  suspiro  exhalo  un  grito  continuo, 
»quedando  su  cadàver  negro  como  el  de 
»un  etíope,  con  los  ojos  desmesuradamen- 
»te  abiertos,  con  la  boca  abierta,  la  len- 
»gua negra  y  seca,y  loscabelloserizados, 
»despidiendo  un  hedor  tan  pestífero  que 
»tuvieron  que  sacaria  al  instante*  (1)... 

Y  esta  historia  del  incendio  de  la  Pro- 
curación  de  Montserrat,  y  especialmsnte 
de  haber  arrojado  la  Generala  al  fuego 
la  santa  imagen,  y  su  horrible  muerte,  la 
contaban  en  Barcelona  mil  y  mil  ancia- 
nos,  quien  con  màs,  quien  con  menos 
pormenores.  Yo  la  oi  de  boca  de  muchos, 
però  me  hizo  mucha  impresión  la  palabra 
de  una  sefiora  que  en  1835  vivia  en  la 
misma  calle'dfl  hecho.  Se  me  dijo  tam- 
bién  quién  fuL  el  que  acudió,  supongo 
como  uno  de  los  jefes,  a  perpetrar  este 
incendio.  Le  conocí  después,  y  de  las 
pocas  palabras  que  oi  de  su  boca  broto 
ya  la  irreligión.  Él  o  un  su  hermano  pose- 
yó  después  casas  en  el  Ensanche,  y  no 
quiero  apuntar  màs  datos,  pues  de  hacer- 
lo,  prontamente  se  le  senalara  con  el  dedo. 

Continuando  el  desenfreno  y  anarquia 
de  aquella  tarde,  algunos  atacaron  la 
capilla  de  Marcús,  y  un  amigo  mío  vió  a 
dos  o  tres  pilluelos  que  por  la  calle  iban 

(i)  d.  F'rancisco  Capella.  Lugar  citado,  pàgi- 
nas  157  y  i=;S. 


tocando  flautas  de  su  órgano,  mientras 
otro  con  una  estola  arrastraba  una  ima- 
gen o  busto  o  adorno  (2).  La  capilla  sufrió 
el  saqueo,  a  la  Virgen  se  la  decapito,  y  se 
cometieron  los  consiguientes  excesos. 
Después  se  quiso  quitar  las  campanas, 
però  los  vecinos  tapiaron  la  puerta  late- 
ral y  vigilaron,  logrando  así  salvarlas  (3). 

Aquella  misma  tarde  del  5  «quemaron 
»igualmente  los  perturbadores  todas  las 
»ecsistencias  de  la  Casa  de  Rentas  estan- 
»cadas  y  los  papeles  del  Juzgado  de 
»Hacienda  que  existian  en  el  Convento 
»de  Ciérigos  menores  de  San  Sebastian. 
»Este  incendio  alarmo  mucho  por  estar 
«contiguo  à  la  Casa  Lonja  edificio  her- 
»moso  y  que  contiene  varias  preciosida- 
»des,  por  fortuna  no  padeció  nada»  (4). 

Para  describir  viva  y  verídicamente  el 
atropello  de  esta  casa  de  San  Sebastian 
doy  la  palabra  a  un  testigo  presencial: 
«Aquí  los  revolucionariossacaron  cuanto 
»hallaron  perteneciente  à  dicha  oficina, 
»no  dejando  mas  que  las  paredes,  3'  lo 
«quemaron.  Però  no  se  limitaron  à  lo 
»perteneciente  à  la  oficina  del  Estado, 
»sino  que  sacaron  cuanto  había  en  la 
»Casa  que  era  convento,  y  pertenecia  a 
»los  Padres.  Solo  dejaron  las  paredes. 
»Desde  la  fachada  del  convento  hasta 
»unos  cuarenta  pasos  toda  la  calle  estaba 
»llena  de  objetos  arrojados  por  las  venta- 
»nas  y  balcones.  Solo  estaba  libre  de 
»muebles  la  calle  que  separa  de  la  Lonja 
»el  dicho  edificio  de  San  Sebastian.  En  la 
«iglesia  no  quedo  ni  un  confesonario,  ni 
»un  altar.  Uno  de  los  revolucionaries  se 
«subió  al  púlpito,  y  desde  alli  ibandiri- 


(2)  Este  amigo  era  D.  Cayetano  Cornet  y 
Mas.  quien  me  lo  dijo  en  Barcelona  a  30  de  agosto 
de  1802. 

(3)  Relación  del  después  rector  de  esta  capilla 
Dr.  D.  José  Roca  y  Colí.  Barcelona  5  de  febrero 
de  1895.  Este  senor  me  confirmo  que  el  órgano 
fué  destruido. 

(4)  Parte  que  de  las  ocurrencias  dió  Pastors 
al  Gobierno  de  .Madrid  el  dia  (). — Archivo  de  la 
Capitania  General.  —  Legajo  citado.  paquetc  j. 
documento  2. 


CONSECUENCIAS    POI.lïICAS    DEL    INXENDIO     DE    LOS    CONVENTOS 


823 


»giendo  y  mandando  el  desocupo,  dicien- 
»do:  «ahora  sacad  esto,  ahora  estotro»; 
»y  tambien  daba  vivas.  Las  campanas 
»fueron  quebradas  en  el  mismo  campana- 
»i"io,  y  los  trozos  echados  à  la  calle.  Desde 
»las  ventanas  y  balcones  volaban  à  la 
»calle  imAgenes,  indumenlos,  etc.  En  una 
»ventana  del  ultimo  piso  apareció  uno 
»con  un  crucifijo  bastante  grande;  lo  pone 
«dereclio  sobre  el  antepecho,  da  algunos 
»gritos  de  vivas,  y  luego  lo  tira  abajo. 

»En  una  ventana  de  primer  piso  del 
»lado  del  Paseo  de  Isabel  II  se  asoman 
>^algunos  mostrando  una  caja  ó  arca;  la 
«colocan  tambien  sobre  el  antepecho,  dan 
«algunos  vivas,  y  la  echan  a  la  calle.  Al 
»dar  el  arca  contra  el  suelo  muchas  mo- 
»nedas  de  oro  salieron  de  ella  por  la  ren- 
»dija  de  la  separacion  de  la  tapa.  Todo  el 
»mundo  se  arrojó  a  recoger.  Yo  recogí 
»una  cantidad  que  no  recuerdo,  quiza 
»sobre  2,ó  duros,  y  mi  companero  unos  40, 
scostàndole  emperò  à  este  la  pérdida  de 
»la  gorra,  pues  aquelloera  un  tumulto  de 
«arrebatadores.  Sin  embargo  la  caja  no 
»se  podia  abrir,  pues  estaba  cerrada  por 
xtres  cerrajas  ó  Uaves.  En  esto  Uegó  allà 
»una  patrulla  de  guardias  nacionales;  los 
»cuales»  (Icjos  de  pottcr  la  caja  eti  iiia- 
iios  de  la  Aiitoridad)  '<la  Uevaron  al  cen- 
»tro  del  Paseo  al  pié  de  la  cuesta  de 
»subida  à  la  muralla,  encendieron  una 
»hoguera,  y  pusieron  en  ella  la  caja  para 
»así  abrirla;  y  para  que  nadie  se  acercase 
»a  ella  formaron  un  cordon  à  su  derredor. 
»A1  fin  con  las  bayonetas  probando  y  for- 
»cejando  la  abrieron.  Entonces  la  gente 
»se  arrojó  sobre  ella,  mas  nada  se  halló 
»en  su  interior.  El  dia  siguiente  se  criba- 
»ron  las  cenizas,  en  las  que  se  hallaron 
»perdigones  de  oro  y  de  plata. 

>jEn  el  mismo  edificio  de  San  Sebastian 

»las  monjas  de  San   Pedró  tenia n  un  al- 

>macen,   en   el  que  guardaban  el  trigo, 

'  liarina  y  demas  mercancías  que  les  pro- 

ducia  el  derecho  de  cops,  que  cobraban 

»en    el    puerto.   En  aquel    almacén    los 

»sacos,  llenos  unos  y  vacíos  otros,  se  con- 

taban  por  carretadas.  Todo  paro  en  la 

calle:  lo  que  no  podia  arder  era  espar- 


»cido  por  los  suelos.  En  la  mentada  calle 
»que  de  la  Lonja  separaba  el  convento  la 
»capa  de  trigo  y  harina  del  suelo  quizà 
»tenía  un  palmó  de  espesor.  Las  mujeres 
»del  pueblo  afanosas  llenaban  de  estos 
«comestibles  sus  delantales;  però  acudían 
»los  revoltosos,  y  cogiendo  el  delantal 
»por  el  limite  inferior,  de  un  golpe  lo 
»levantaban  en  alto,  tirando  así  sobre  la 
»mujer  el  grano  y  harina  recogido.  Con 
»las  palas  gozabanse  tambien  aquellos 
«tirAndolos  al  aire,  estropeàndolo  así  todo 
»y  molestando  à  los  presentes. 

»Mucho  se  quemó  en  aquella  ocasion, 
«pues  basta  las  barcas  del  gremio  de  San 
«Telmo,  con  las  que  se  desembarcaba  el 
«grano,  sufrieron  el  incendio»  (1). 

Una  respetable  senora  que  tambien 
presencio  aquella  revolución  recordaba 
que  las  mujeres  daban  gritos  de  «  Viva 
>•>Cristina,  y  viiiga  farina»,  esto  es:  Viva 
Cristina  y  venga  harina  (2). 

Las  turbas  pretendieron  incendiar  una 
fàbrica  de  tejidos  de  la  calle  de  Ripoll 
frente  a  la  de  Miser  Ferrer,  però  la  tropa 
lo  impidió  (3)  «Amagaron  los  alborota- 
»dos  incendiar  otras  fàbricas  movidas  por 
«màquinas  de  vapor,  però  con  las  disposi- 
«ciones  que  se  dieron  pudo  evitarse  esta 
«nueva  calamidad»  (4). 

A  eso  de  las  seis  de  la  tarde  se  quiso 
poner  fuego  a  una  fàbrica  de  vapor  situa- 
da al  extremo  de  la  calle  de  Tallers.  Per- 
tenecía  a  los  Sres.  Bonaplata,  Vilaregut, 
Rull,  y  socios,  uno  de  los  cuales  se  me  dijo 
era  Borrell.  Bonaplata  }'  Borrell,  que  eran 
milicianes,  acudieron  para  calmar  el  tu- 
multo, però  en  vano:  la  fàbrica  ardió. 
He  aquí  como  lo  cuenta  el  parte  oficial 
elevado  por   el  General  Pastors  el  6  al 


(i)  .Me  lo  dijo  en  Barcelona  a  jO  de  enero 
de  iSb'i. 

(;)  D.'  A\aii;íngela  Gelabert  de  .Marlí  Codolar. 
Barcelona  17  de  febrero  de  iSSu. 

(?)  Rciación  citada  de  la  Sra.  de  Marti  Co- 
dolar. 

(-))  Parte  dado  a  Wadrid  por  Pastors  el  dia  6. 
.\rehivo  de  la  Capitania  (ïeneral. — Legaio  citado, 
j   paquete  2.  documento  2. 


824 


LIBRO    TERCEKO. — CAPITI'LO    DUODIXIMO 


Gobierno  de  Madrid:  «Fué  quemada  la 
«fàbrica  de  tejidos  y  fundicion  de  hierro 
>41amada  del  Vapor  de  los  SS.  Bonaplata 
»y  Compania.  Las  autoridades  al  mo- 
»mento  de  saber  que  intentaban  este  ata- 
»que  los  amotinados  enviaren  toda  la 
«fuerza  de  que  se  podia  disponer  con  el 
»fin  de  atajar  el  incendio;  però  en  valde 
»porque  estaban  determinades  a  hacerlo 
»convencidos  engailosamente  de  que  los 
«telares  movidos  por  maquina  disminuían 
>el  producto  del  trabajo  manual.  Los  due- 
»üos  de  la  fàbrica  que  tenían  hace  días 
»temores  de  este  ataque  se  habian  preve- 
»nido  con  una  guardià  de  sus  mismos 
»dependientes,  quienes  prematuramente 
»hicieron  fuego  à  los  amotinados,  lo  que 
«exaspero  à  estos  y  aumentó  su  insolen- 
>•>cia.  La  tropa  que  había  ido  à  contener- 
»les  se  puso  de  por  medio,  y  resultando 
>-de  la  refriega  varios  muertos  y  heridos, 
»y  quedo  el  campo  por  los  sitiadores. 
«Las  llamas  de  este  edificio  injuriaren  un 
«tanto  la  fàbrica  de  tabacos,  la  que  afor- 
«tunadamente,  y  con  el  auxilio  de  Bombas 
»y  albafiiles  pudo  salvarse,  mas  no  cinco 
*ó  seis  casas  pequenas  pegadas  à  la  mis- 
«ma  fàbrica  que  fueron  completamente 
«incendiadas 

«Los  principales  agentes  de  estàs  ho- 
«rribles  escenas  parece  haber  sido  en  su 
»ma3'or  parte  gente  de  mar,  que  desde  la 
«Barceloneta  entraron  con  hachas  y  ma- 
«chetes  resueltos  à  cometer  tropelías  de 
«este  jaez.  Lo  confirma  màs  el  haber 
»prendido  fuego  en  el  Puerto  mismo  à  las 
«Barcas  de  la  Cofradia  de  S.  Telmo,  à 
«las  de  Carabineros,  à  lasbarracas  de  los 
«dependientes  de  la  R.'  Hacienda  y  à  los 
«puestos  y  papeles  de  la  Capitania  del 
«Puerto  y  Junta  de  Sanidad  sito  todo  en 
»el  muelle »  (1). 

Causaba  horror  el  aspecte  de  los  desca- 
niisados  de  la  marina  que  entraren  aque- 
lla noche.  Feos,  abiertes  los  pechos  de 
sus  camisas,  dejaban  ver  sus  denegridas 
carnes,  arremangades  sus  tostados  bra- 


(0     Archivo  y  documento  citados. 


zos,  medie  ebrios,  daban  vivas  a  la  liber- 
tad  con  sus  roncas  veces  (2). 

En  el  Paseo  de  Gracia  les  arrendadores 
de  no  sé  qué  gabela  ocupaban  un  gran 
edificio  donde  guardaban  liceres  y  etres 
caldes  y  gèneres.  También  sufrió  el  in- 
cendio, y  con  tales  llamas  que  iluminaban 
tode  el  llano,  de  guisa  que  desde  los 
terrados  de  Barcelona  se  distinguía  la 
gente  de  los  terrados  de  Gracia.  Así  me 
le  dijo  un  anciano;  però  como  entonces 
el  Paseo  no  tenia  ediíicios,  hallo  que  en  la 
noticia  debe  de  haber  alguna  equiveca- 
ción.  De  todos  modes  los  incendies,  losdes- 
trezos,  los  robos,  los  execrables  excesos 
abundaren  aquellas  tarde  y  noche.  iCómo 
después  los  autores  revolucionaries  se 
han  atrevido  a  escribir  que  los  temeres, 
las  prevenciones,  las  preclamas  de  Llau- 
der  y  de  sus  autoridades,  salidas  antes 
del  5  de  agosto,  eran  una  trama  para  di- 
vidir a  los  avanzados?  ^Estes  hechos  no 
prueban  que  les  sobraba  razón  al  témer 
a  la  anarquia,  y  al  tratar  de  conjuraria? 
Que  muchos  de  los  que  pretendieron  la 
separación  de  Bassa  detestaren  la  anar- 
quia, lo  concedo.  Hay  màs:  aun  entre  los 
mismos  incendiaries  se  oyeren  las  voces 
de  uo  toqueu  res,  ósea  no  <'rebéis,  no  ro- 
béis»;  però,  sin  querer  la  anarquia  aqué- 
llos,  la  trajeron,  y  que  Llauder  y  los  suyos 
andaban  acertades  es  innegable.  Y  lo  es 
por  Ió  mismo  que  su  empene  ne  se  ende- 
rezaba  a  dividir  a  los  liberales,  sine  a  evi- 
tar el  mal  segure. 

«Después  de  le  de  Bassa  algunas  desal- 
«madas  turbas  se  presentaren  delante  de 
«la  Ciudadela  y  Atarazanas,  pidiende  à 
«gritos  las  Cabezas  de  les  frailes;  però  el 
«Gobernador  de  la  Ciudadela  y  el  co- 
s>mandante  de  Atarazanas...  se  negaren 
«rotundamente  à  satisfacer  su  sed  de  san- 
«gre»  (3). 

Si    deseamos    conecer    qué    conducta 


(2)  Relación  del  testigo  presencial  D.  Juliàn 
Chía.  Barcelona  14  de  abril  de  180^. 

(3)  Folleto   inédito   del   P.    Jaime    Roig.   a   la 
sazón  en  la  Ciudadela. 


CO.NSF.CUE.NCIAS    POLIIICAS    DfIL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


825 


seguia,  entre  tanto  trastorno,  la  Autori- 
dad,  leamos  algunas  líneas  del  acta  de  la 
junta  de  todas.  Hela  aquí: 

«En  la  Ciudad  de  Barcelona  à  cinco 
»de  agosto  de  mil  ochocientos  treinta  y 
»cinco,  à  las  dos  de  la  tarde». 

En  el  margen:  «SS.  Gobernador  civil 
»interino.  Marqués  de  Llió,  De  Mena,  De 
«Llinàs,  Roig  y  Rey,  Bellera,  Martorell, 
»Elias,  Lape^-ra,  Mas,  Espalter,  Baulenas, 
»Ibern,  Oms,  Illa,  Ruira,  cuatro  comisio- 
»nados  del  Pueblo  que  eran  D.  Serafin 
»Chavier,  D.  Ramon  Xaudaró,  D.  Maria- 
»no  Vidal  y  Esteve,  D.  Juan  de  Abascal». 

En  el  texto:  «Con  motivo  del  estado  de 
»la  poblacion  a  que  ha  dado  lugar  la  en- 
»trada  del  Mariscal  de  Campo  Don  Pedró 
»Nolasco  Bassa  segundo  cabo  Coman- 
»dante  General  y  de  la  muerte  del  mismo, 
»se  han  reunido  en  junta  en  la  Sala  Capi- 
»tular  de  las  Casas  Consistoriales  las 
»Autoridades  y  Comisionados  del  Pue- 
»blo.... 

vSobre  lo  (jue  contesto  el  Excmo.  Seiïor 
»Comandante  General»  (Pastors,  que  ha- 
hía  aciidido)  «que  había  tomado  el  mando 
«porque  lo  tenia  j'a  antes  de  la  muerte 
»del  Gobernador  de  la  Plaza. 

»Uno  de  los  Comisionados  del  Pueblo 
»dijo  que  crei;i  que  este  quiere  al  Senor 
»de  Pastors,  y  que  obtendria  el  consenti- 
»miento  segun  la  marcha  que  adoptase,  y 
»se  le  aseguraba  de  que  no  vendria  el 
>^ General  Llauder. 

»E1  senor  de  Pastors  insinuo  que  habia 
»en  esta  Capital  otro  General  indicado 
»por  el  Pueblo,  y  habiéndole  contestado 
»uno  de  los  Comisionados  que  no  parecía 
»que  hubiese  indicacion  alguna  sobre  otro 
»General,  contesto  S.  E.  que  tomaria  el 
»mando  hasta  que  el  Gobierno  disponga. 

>'Entró  el  Senor  de  Duran  y  el  Sr.  Per- 
>H•iba.  Entro  el  Delegado  de  policia. 

»En  vista  de  las  noticias  que  dió  del 
»estado  de  agitacion  en  que  se  hallaba  la 
»Ciudad,  se  dispuso  que  en  conformidad 
Ȉ  los  deseos  del  i'ueblo,  alternasen  en 
»las  patrullas  los  Urbanosconla  tropa. 

»Fué  nombrada  una  Comision  para 
»estender  la  alocucion  sobre  el  estado  en 


»que  se  hallaban  constituidas  las  Autori- 
»dades  para  tranquilizar  al  vecindario. 

»A  las  cuatro  de  la  tarde  salió  el  Excmo. 
>'Senor  Comandante  General  por  las 
»calles  de  la  Poblacion  con  algunos  seno- 
»res  Concejales  y  Comisionados  del  Pue- 
»blo  para  calmar  la  efervescència  piibli- 
»ca 

»Se  acordo  por  la  junta  que  se  pusieren 
»al  pié  de  la  alocucion  las  firmas  de  todos 
»sus  individuos,  auncuando  no  hubiesen 
«concurrido  à  la  sesion;  cuya  regla  se  ha 
xseguido  en  las  demàs  alocuciones  en 
»virtud  de  resolucion  de  la  Junta 

»Con  motivo  de  haber  manifestado  al- 
«gunos  de  los  seflores  Comisionados  del 
»Pueblo  deseos  de  retirarse  atendido  el 
»modo  con  que  se  les  habia  nombrado, 
>  enteramente  de  circunstancias,  espusie- 
»ron  los  Seflores  Pastors  y  de  Mena  la 
»necesidad  de  calmar  antes  la  agitacion 
«general  por  medio  de  la  confianza  que 
»podia  infundir  en  el  pueblo  la  asociacion 
»de  los  Comisionados  a  las  Autorida- 
»des 

«Respecto  de  haberse  sabido  que  iba  a 
»ser  asaltada  por  el  pueblo  la  casa  de  uno 
»de  los  Alcaldes  Mayores,  salieron  los 
«Senores  Xaudaró  y  de  Llinàs  (D.  Juan 
»Antonio)  por  encargo  de  la  Junta  para 
»ver  si  podian  impedirlo  con  sus  persua- 
«siones »  (1). 

A  todo  esto  no  habían  dado  las  ocho  y 
media. 

Esta  acta  vino  a  conlirmarme  el  dicho 
de  un  anciano  segiin  el  cual  las  casas  de 
los  alcaldes  mayores  aquella  tarde  su- 
frieron  un  asalto  (2). 

Ademàs,  de  esta  acta  fluyen  varias 
consideraciones.  Se  ve  que  Pastors  queda 
encargado  del  mando  militar.  Brota  cla- 
ra y  repugnantela  insolència  del  llamado 
pueblo,  y  en  realidad  turbas  revoluciona- 
rias,  al  poner  a  Pastors,  para  obtener  la 


(0  .^l'L-hivu  Municipal. — Acucrdos.  Scguttdo 
semestre.  /íf^j.  .\1  fin  sin  lollar. 

(2)  Relación  citada  del  alcalde  de  barrio  don 
José  Camaló. 


8-26 


t.IBRO    TERCERO.  — CAPITULO    DL'ODICCIMO 


confianza  del  pueblo,  la  condición  de  que 
adopte  una  marcha  que  le  sea  grata  y  de 
que  no  venga  Llauder.  El  vencedor  im- 
pone  condiciones. 

Se  sujetó  el  ejército  a  la  humillación  de 
que  cada  soldado  alternase  con  un  mili- 
ciano ;  de 
mode  que, 
como  me 
testificaren 
varios  an- 
cianes, en 
las  filas  al- 
ternaban 
soldados  y 
urbanos. 

Se  trató 
de  apaci  - 
guar  al  po- 
pulacho  con 
persuasio- 
nes  solas. 

T  o  m  a  n 
parte  en  las 
deliberacio- 
nes  de  las 
autoridades 
cuatro  co- 
misionados 
del  pueblo 
nombrados 
«de  circuns- 
tancias»,  lo 
que  significa 
que  serían 
cuatro  exal- 
tados,  flor  y 
nata  de  los 
amotinados, 

nombrados  por  las  tabernarias  voces  del 
primer  tumulto.  jNueva  e  inaudita  humi- 
llación de  las  autoridades!  \Y  los  verdade- 
ros  representantes  del  pueblo,  o  sea  el 
Ayuntamiento,  llaman  con  este  honroso 
nombre  a  los  representantes  de  la  anar- 
quia! 

El  comisionado  del  pueblo  que  quiso 
alejar  a  Llauder  podia  descansar  tranqui- 
lo,  pues  el  Gobierno  en  5  del  mismo  mes 
le  admitió  la  dimisión  y  nombró  al  infor- 


tunado  que  en  aquel  momento  era  asesi- 

nado  (1). 

Sigue  un  dato  sin  importància,  al  que 
sin  embargo  menciono  porque  nos  revela 
el  nombre  de  un  revolucionario  de  aque- 
llos  dias.  «El  dia  de  la  muerte  de  Bassa, 
»m  e  d  i  j  o 
»Don  Jacin- 
>'to  Burdoy, 
»y  en  el  mo- 
»mento  en 
»que  se  aca- 
»b  a  b  a  de 
»quemar  su 
«cadàver, 
»hora  sobre 
»las  tres  de 
»la  tarde,  vi 
»s  a  1  i  r  un 
»grupo  del 
»café  de  la 
»Noria.  Es- 
»te  cafè,  co- 
»nocidotam- 
»bien  por  el 
«nombre  de 
scafé  de  Ce- 
híbrid,  cons- 
xtituía  un 
»centro  de 
>'los  dema- 
»g  o  g  0  s  ó 
»avanzados . 
»De  entre 
»los  del  gru- 
»po  salido 
»d  e  1  cafè 
»distinguia- 
»se  un  se- 
»nor  por  su  sombrero  blanco»  (rccuenlo 
yo  los  sombrcros  altos  de  copa  blnncos) 
«y  cinta  verde,  que  era  la  divisa  de  los 
»liberales  del  período  de  1820  à  1823.  Los 
»que  le  acompanaban  daban  voces  de 
»viva  nuestro  amigo  Mata».  Era  el  céle- 
»bre  medico  de  este  nombre,  que  despues 
»fué  ministro  de  Amadeo.  Sacaron  una 
»mesa  y  la  colocaron  donde  hoy  hay  la 


(i)     Memorias  de  Llauder,  pdg.  8ii  del  apéndice 


CONSECUENCIAS    POLITICAS     DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


827 


'  fuente  de  frente  el  teatro  principal»  (Jioy 
cl  Dioiiumeiito  de  Soler).  «Mata  se  enca- 
•ramó  sobre  la  mesa,  y  peroro,  diciendo 
»que  al  pueblo  se  le  han  hecho  promesas 
»que  nunca  se  han  cumplido,  y  otras  lin- 
»dezas,  terminando  con  el  consejo  de 
»que  habia  que  acudir  al  Ayuntamiento 
»para  pedirle  armas.  El  grupo,  dòcil  a 
»la  voz  de  Mata,  marchó  por  la  Ram- 
»bla  para  la  casa  municipal  para  pedir 
»estas  armas;  però  de  pronto  un  hom- 
»bre  de  baja  esfera  se  encara  con  el 
»grupo  y  le  dice:  «^iQue  pun...,  no  veis 
»que  el  Ayuntamiento  no  estt\ahora  para 
«tales  cosas?»  Cundió  la  voz  de:  «tiene 
»razon,  tiene  razon»,  y  el  grupo  se  disol- 
»vió  como  la  elocuencia  de  Mata»  (1). 

Dia  6  de  agosto. 

Los  barceloneses,  al  despertar  el  6,  se 
encontraron  con  la  alocución  acordada 
en  la  Junta  de  Autoridades  del  dia  ante- 
rior, alocución  que  copio  a  seguida:  bien 
que  antes  de  ella  copio  unas  lineas  harto 
escandalosas  de  Ayerve,  en  las  cuales 
viene  a  elogiar  el  comportamiento  de  los 
revolucionarios  referente  a  la  seguridad 
personal  y  a  la  propiedad  de  los  barcelo- 
neses, como  si  las  de  los  frailes  no  mere- 
cieran  el  mismo  respeto  que  las  de  los 
restantes  ciudadanos. 

«Barceloneses.— Encargado  por  orde- 
»nanza  como  Teniente  de  Rey  de  esta 
»Plaza  del  Gobierno  Militar  de  ella  y  de 
»la  presidència  de  su  Excmo.  Ayunta- 
»miento,  si  soy  acreedor  íl  vuestra  con- 
»fianza,  acreditàdmelo  con  vuestra  sensa- 
»tez  y  cordura,  contribuyendo  conmigo 
»A  que  se  restablezca  el  orden  en  esta 
»Capital  de  la  primera  consideracion  de 
»la  Monarquia  por  su  indústria  y  cultura. 

»Amantes  de  la  verdadera  libertad, 
»que  sabeis  como  yo  que  consiste  en 
»sujetarse  à  la  ley  y  A  la  voz  paternal  de 
»las  Autoridades  que  veis  sacrificarse,  y 
»velar  por  vuestra  prosperidad,  secundad 

intü  en   Barcclcina  a    lo  clc  abril 


»mis  deseos  para  tener  la  satisfaccion  de 
»ver  restablecido  el  sosiego  piiblico  en 
»esta  misma  tarde,  puesto  que  en  las 
«convulsiones  de  estos  dias  y  en  la  actual 
»no  ha  precisado  la  necesidad  i\  preveni- 
»ros  que  respeteis  la  propiedad  y  la 
«indústria  de  Barcelona  con  la  seguridad 
»personal  de  sus  habitantes,  como  lo  es- 
»pera  de  vosotros  vuestro  Gobernador 
»interino.— Barcelona  5  de  agosto  de  1835. 
» — Joaquin  Ayerve». 

«.ALOCUCIÓN 

»Barceloneses.— Las  Autoridades  que 
xA  vuestros  vivos  deseos  han  sido  consti- 
»tuidas,  van  a  hablaros  el  lenguaje  de  la 
»franqueza  y  del  amor  al  pueblo.  Elías 
»os  deben  una  manifestacion  pronta  de 
»su  estado  y  de  los  desvelos  que  las  estan 
«ocupando. 

»Teneis  à  vuestro  frente  al  Exmo. 
»Sr.  D.  Pedró  Maria  de  Pastors,  cuyas 
»luces  y  circunstancias  no  podran  menos 
»de  Uenaros  de  contento  y  de  aterrar  à 
»los  contrarios  de  la  libertad. 

»E1  Sr.  Gobernador  civil  de  la  provin- 
»cia  ha  renunciado.  Entra  en  su  lugar  el 
»Secretario  del  Gobierno  civil,  cuyos  an- 
»tecedentes  seran  apreciados  por  sus  con- 
»ciudadanos. 

»E1  Ayuntamiento,  que  se  ha  colocado 
»como  un  protector  y  mediador  del  ve- 
»cindario,  asociado  de  cinco  Comisiona- 
»dos  del  pueblo  mismo,  està  velando  por 
»los  intereses  de  Barcelona.  Nada  con- 
»sentirí\n  que  le  sea  contrario. 

»Todas  estàs  Autoridades  quedan  pron- 
»tas  a  oir  los  clamores  dirigidos  al  bien 
»y  se  ocupan  ya  con  todo  esfuerzo  en 
«estos  momentos  de  la  suerte  de  la  pobla- 
»cion. 

»iDeseais  mas.  Barceloneses?  El  Exmo. 
»Sr.  General  Pastors  se  comprometé  é. 
»no  dejar  el  mando  de  las  armas,  ni  à 
«permitir  que  otra  autoridad  militar  ven- 
»ga  a  tomarlo,  hasta  que  resuelva  S.  M. 
«augusta  la  Reina  Gobernadora. 

«Luego  que  las  tropa s  hayan  consegui- 
»do  el  descanso  que  merecen  sus  nobles 


828 


LlIiUO    TERCliRO. CAFITL'LO    DUODIXIMO 


»fatigas,  volveran  otra  vez  sin  perder 
»momento  à  presentarse  frente  las  hor- 
»das  infames  que  estan  asolando  nues- 
»tras  provincias. 

»La  Milícia  alternarà  por  mitad  con  el 
xEjército  en  la  custodia  de  los  puestos 
«militares. 

»Habitanles  de  esta  ciudad  culta:  con 
»el  rumbo  que  van  a  tomar  los  negocios 
»públicos,  la  causa  de  Isabel  II  y  de  la 
»libertad  recibiràn  un  fuerte  impulso. 
»Tranquilizaos,  pues,  Urbanos  y  vecinos 
»todos.  Confiad  en  los  que  estan  à  vues- 
»tro  frente.  Sin  confianza  no  hay  pàtria. 
»Sosegad  a  cuantos  intentasen  dirigir 
»el  movimiento  popular  à  fines  indignes 
»de  la  carrera  de  la  prosperidad  general; 
»y  entonces  esta  salvado  el  pueblo  y  la 
»libertad  à  un  tiempo,  à  despecho  de 
»vuestros  enemigos. 

»Barcelona  5  de  agosto  de  1835»  (1). 

Con  tantas  concesiones  y  halagos,  pro- 
curaban  las  Autoridades  amansar  a  la 
fiera,  la  cual,  según  condición  de  todas 
las  fieras,  no  escuchó  aquellas  blandu- 
chas  palabras,  sinó  que  siguió  bramando 
y  despedazando.  A  las  once  de  aque- 
lla misma  mafiana  del  6  agredió  a  la 
Aduana,  y  aun  se  dijo  si  había  el  pro- 
yecto  de  dirigirse  después  a  las  platerías 
de  la  calle  de  este  nombre.  Simultànea- 
mente  fué  incendiada  una  casa  del  Pa- 
dró, quizà  con  el  torcido  fin  de  divertir 
de  la  Aduana  la  atención  de  la  Autori- 
dad.  Copio  aquí  palabras  de  Don  Julíàn 
Chía  que  presencio  los  hechos,  y  me  las 
dijo  a  mi:  «Aquella  hora  habia  una  com- 
»pafiia  ó  fuerza  de  carabineros  que  des- 
»cansaban  sobre  las  armas  al  pié  mismo 
»de  la  cara  septentrional  de  la  Aduana, 
»entre  la  actual  puerta  del  Gobierno 
»civil,  y  la  del  Centro.  Mirandolo  estos 
»y  no  impidiéndolo,  una  turba  de  desca- 
»misados  se  introdujo  en  el  edificio  por 
»la  actual  puerta  del  Gobierno  civil.  Lue- 
»go  de  Uegados  arriba  empezaron  A  tirar 
»por  el  ojo  de  la  escalera  objetos  de  los 


«pisos.  Lo  primero  que  bajó  fué  un  espe- 
»jo,  luego  ropa  de  los  empleades,  después 
»papeles,  y  así  otras  cosas. 

»Se  oyeron  dos  canonazos.  Muy  pronto 
»acudió  una  companía  de  cazadores  de 
»milicia,  mandada  por  un  capitàn  de 
>imuy  militar  aspecte,  moreno  y  de  bigo- 
»tes  y  perilla  negros.  Entro  la  companía, 
»y  con  gran  decisión  arrojó  de  allí  a  los 
»amotinados»  (2).  Uno  de  los  individuos 
de  esta  companía  me  afladía:  «Aquel  dia 
»yo,  con  ser  un  jovencito,  encaré  mi  cara- 
»bina  à  uno  de  los  amotinados  mas  alto 
»que  un  pino,  y  le  obligué  a  dejar  en  el 
»suelo  el  trabuco»  (3). 

Contintia  Chía:  'íMe  dirigí  entonces  ha- 
»cia  la  calle  Ancha,  y  allí  vi  acudir 
»volando  el  escuadrón  de  lanceros,  que 
»pronto  lo  despejó  todo. 

>*Uno  de  los  tipos,  comunes  en  aquelles 
»dias,  fué  el  que  pude  contemplar  enton- 
»ces.  Era  un  hombre  moreno  y  sucio, 
»con  alpargatas,  con  la  camisa  desabro- 
»chada  que  dejaba  ver  el  pecho  tostado 
»del  sol,  y  con  todo  su  vestido  harapeso. 
»A  la  sazón  sobre  estàs  ropas  vestia  una 
»levita  de  merino  azul,  robada  sin  duda 
»en  la  Aduana.  Daba  voces  de  Viva  la 
»libertad,  si  es  que  pueden  llamarse  vo- 
»ces  los  sonides  gangesos  y  muy  apaga- 
»dos  de  una  garganta  estropeada  del 
»vino.  Llevaba  en  la  mano  un  estoque 
»envainade  en  una  cafla.  Fué  fusilado 
«aquel  dia.» 

Otro  testigo  me  confirma  el  decidido 
obrar  y  buen  resultado  de  la  AutoridaH 
en  este  dia,  con  sola  la  diferencia  de  que 
dice  que  la  caballería  no  pertenecía  a  la 
milícia,  sine  a  la  tropa.  Ademàs  son 
infinites  los  que  adveran  estos  hechos. 
Aquel  dia  montaba  la  guardià  de  la  con- 
tigua Puerta  del  Mar  el  capitàn  de  milícia 
Don  Joaquín  Martí  y  Codolar  con  su 
companía.  Recibió  orden  superior  de  no 
permitir  en  medo  alguno  la  entrada  en  la 
ciudad,  y  de  cumplirlo  hasta  a  costa  de 


(i)     Diario  de  Barcelona   del   G  de  agoslo  de 
1835,  pàgs.  1735  y  173Ó. 


(2)     Relación  en  Barcelona  a  14  de  abril  de  1893. 
(:j)     D.  José  Fàbregas.   Barcelona  28  de  enero 

de  1^84. 


CON-SECL'ENCIAS     POLirlCAS    DEI.    INCENDIO    DK    LOS    CONVENTOS 


829 


la  vida.  Venian  para  entrar  las  turbas  de 
la  Barceloneta,  però  Martí  les  manifesto 
de  palabra  la  orden  que  tenia,  y  que  se 
vería  en  la  necesidad  de  hacerles  fuego, 
que  le  seria  doloroso,  y  por  lo  mismo  que 
se  retirasen.  Se  retiraren.  La  esposa  del 
Sefior  Marti  me  anadía  que  por  mucho 
tiempo  habia  visto  rodar  por  casa  aquella 
orden, transmitida  comofué  porescritü(l), 

Otro  dato  precioso  me  lo  presto  el  tes- 
tigo  que  para  ilustrarme  mejor  me  puso 
la  Providencia  divina  en  Atarazanas, 
Don  Fèlix  Puig-.  Me  dijo:  «Al  dia  siguien- 
»te  las  turbas  quisieron  robar  la  x\duana. 
«Formàronse  grupos  frente  de  ella,  y 
»cuatro  ó  cinco  caballeros  vinieron  à 
»hablar  à  Ayerve.  Noticiaronle  que  las 
»turbas  tenían  el  proyecto  de  asaltar  la 
«Aduana,  y  despues  la  Plateria.  Entonces 
«Ayerve  mandó  salir  una  fuerza  de  caba- 
«llería,  y  al  pasar  esta  la  puerta  dijo  al 
»jefe  que  lamandaba:  «Sor.  Coronel:  hoy 
»aquieta  V.  al  pueblo  de  Barcelona,  y 
»sino  se  aquieta  despues  del  teicer  aviso 
»lo  pasa  V.  todo  à  sangre  y  fuego».  Hasta 
»aqui  lo  presencié  j'o  mismo.  Un  corneta 
»me  dijo  despues  que  al  llegar  al  lugar 
»de  las  turbas,  el  Coronel  amonesto  y 
»avisó  por  las  tres  veces,  que  a  estàs 
»amonestaciones  las  turbas  contestaban 
»con  vivas  ú  la  caballería;  però  que  se 
»dtó  una  carga,  y  todo  quedo  despeja 
»do»  (2).  A  todo  hombre  sensato  acuden 
aquí  a  los  labios  dos  palabras,  que  no  por 
ser  cortas  dejan  de  encerrar  gran  verdad 
y  terrible  recriminación:  «iAh,  si  este 
mode  de  obrar  se  hubiese  empleado  la 
noche  del  25  de  julio!» 

De  los  aprendidos  en  aquellas  revuel- 
tas  uno  fué  fusilado  la  tarde  del  6  «por 
»ser  uno  de  los  pri meros  que  destruyeron 
»la  fi\brica  de  vapor»  (3).  LlamAbaseNar- 
ciso  Pardinas,  y  tres,  a  saber,  Alejo  Brell, 


(i)  Relación  de  dicha  senora.  de  i)  de  junio 
de  188:;. 

(2)  Me  lli  dlio  en  Barcelona  a  í  de  agosto 
de  1880. 

(í)  .\dición  a  la  orden  de  la  plaza  del  (>  de 
agosto.  Diario  de  Barcelona  del  9,  pàg.  i7>0. 


José  Prats  y  Juan  Gualdo,  sufrieron  el 
dia  10  la  misma  pena  también  por  incen- 
diaries, de  cuya  ejecución,  bien  que  equi- 
vocando  el  niimero  de  los  fusilados,  nos 
dió  arriba  noticia  el  Padre  Pablo  Reco- 
lons,  a  la  sazón  en  la  Ciudadela,  y  la  cer- 
tifican  mil  documentos.  Otros  fueron  con- 
denados  a  presidio  (4).  Tales  mafias  usa 
el  dios  Evento,  que  a  los  miserables, 
ignorantes  y  de  bajo  fuste  los  fusila:  y  a 
los  encumbrados,  masones  y  agiotistas, 
que  tramaron  el  incendio  de  los  conven- 
tos  y  degollina  de  los  frailes,  los  declara 
triunfantes  y  salvadores  de  la  pàtria. 

En  la  orden  de  la  plaza  del  6  se  lee: 
«Los  que  ahora  se  propasan  al  desorden 
»no  tienen  otra  mira  que  el  pillaje  y  el 
xasesinato:  los  buenos  ciudadanos  se  unen 
»al  Ejército  para  su  esterminio,  pues  son 
«muchos  los  que  se  me  han  presentado 
»al  efecto:  por  consiguiente  encargo 
»estrechamente  A  todos  los  Comandantes 
»de  la  fuerza  tanto  de  la  benemèrita  Mili- 
»cia  como  del  Ejército,  que  guardando  la 
»debida  union  y  armonía,  hagan  uso  de 
»las  armas  en  cualquier  grupo  de  amoti- 
»nados  destruyéndolos,  \'  conduciendo  a 
»los  que  se  capturen  a  la  Real  Ciudadela 
»a  disposicion  de  la  Comision  Militar. — 
»Ayerve»  (5). 

He  aquí  dos  otros  documentos  elocuen- 
tes  para  conocer  la  marcha  de  los  acon- 
tecimientos: 

«Bando. — La  Junta  de  Autoridades 

»deseando  adoptar  todas  aquellas  medi- 
»das  que  pueden  contribuir  a  la  continua- 
»cion  de  la  tranquilidad  piiblica  que 
»felizmente  se  balla  ya  restablecida  en 
xesta  Capital, 

»Oi"dena  y  Manda  que  al  toque  de  las 
»primeras  oraciones  todas  y  cualesquier 
xpersonas  se  retiren  à  sus  casas,  y  se 
>/CÍerren  las  tabernas,  bodegones  y  cafès 
»de  las  9  a  las  10  de  la  noche.  V  previene 
»asimismo  que  no  consentirà  que  se  reuna 


(^)  Estàs  condenas  constan  en  la  orden  de  la 
plaza  del  lo  de  agosto.  Diario  de  Barcelona  del 
dia  1 1,  púg.  177Í . 

(í)     Diario  de  Barcelona  dc\  dia  7.  pàg.   1745. 


830 


LTERO     TERCERO.  CAPIIULO     DL'ODECIMO 


»grupo  alguno  hasta  el  número  de  cuatro 
»personas,  y  que  k  este  fin  ha  dado  las 
»competentes  ordenes  à  la  tropa  del  Ejér- 
»cito  y  A  la  Milícia  Urbana. 

y'A\  mismo  tiempo  invita  à  todos  los 
»vecinos  de  esta  Ciudad  para  que  llegada 
»la  noche  pongan  iluminadas  sus  casas. 
«Barcelona  6  de  agosto  de  1835.  —  Por 
»orden  del  Exmo.  Sr.  Capitan  General 
»interino.  —  Cayetano  Ribot,  Secretario 
»interino». 

SECUNDO    DOCUMENTO 

«Barceloneses.— El  orden  es  elemento 
»de  vida  para  las  sociedades  y  sin  él  todo 

»fuera  caos,  todo  confusion 

» 

»La  junta  compuesta  del  Exmo.  Sr.  Co- 
»mandante  General  de  las  armas,  Srs. 
»Regente,  Gobernador  civil  interino,  In- 
»tendente,  Delegado  de  Policia,  Exmo. 
»Ayuntamiento  y  Comisionados  del  pue- 
»blo,  reasumen  la  responsabilidad  de 
»todos  los  acontecimientos  que  prepa- 
»raron  la  crisis  que  sufrimos;  y  cons- 
»tituyéndose  gustosa  eco  de  la  pública 
»opinion,  en  este  momento  esta  redac- 
»tando  una  respetuosa  y  enèrgica  espo- 
»sicion  à  la  inclita  Reina  Gobernadora, 
«pidiendo  las  garantías  que  deseais,  ;l 
»fin  de  mejorar,  cuanto  posible  sea,  nues- 
»tra  condicion  social. 

»La  junta  os  dijo  ayer  que  el  Exmo. 
»Sr.  Don  Pedró  Maria  Pastors  conser- 
»varía  el  mando  de  las  armas,  hasta  que 
»S.  M.  disponga:  vivid  seguros  y  tranqui- 
»los,  pues  Llauder  no  ejercerà  mando 
»alguno  en  la  poblacion,  y  si  sus  votes 
»son  escuchados  ni  en  la  Provincià:  estos 
*son  vuestros  deseos,  estos  son  los  de  la 
» Junta. 

» 

»A1  efecto,  y  a  fin  de  mostrar  al  mundo 
»entero  que  el  Ejército,  Milicia  y  Pue- 
»blo  solo  desean  libertad,  solo  apetecen 
»orden,  solo  anhelan  garantías,  ha  acor- 
»dado  la  Junta  de  autoridades  las  síguien- 
»tes  medidas. 

»1.°    Toda  la  fuerza  militar   v   de  la 


«milicia  existente  en  la  ciudad  tendràn 
»cinco  puntos  céntricos  de  reunion... 

»2.°  Conviniendo  al  interès  publico, 
»que  se  saque  de  los  fuertes  à  los  regula- 
»res  que  estan  detenidos  en  ellos,  la 
«junta  de  Autoridades  se  està  ocupando 
«del  modo  de  verificarlo,  y  del  punto  a 
«donde  deberàn  destinarse  aquelles  indi- 
«viduos. 

»3.°  Quedaran  suspensos  en  sus  fun- 
«ciones  el  actual  Administrador  de  Adua- 
«na,  el  Vista  D  N.  Cibat,  el  Secretario  de 
«la  Capitania  D.  N.  Caparrós  que  lo  està 
»ya,  el  Mayor  de  Plaza  D.  N.  Santocil- 
«des,  los  Alcaldes  May  ores  D.  Mateo  Cor- 
«tès  de  Zalon,  y  D.  Pedró  de  Pumarjo,  y 
«los  demas  Empleades  que  se  crea  con- 
«veniente  segun  la  opinion  que  disfru- 
«ten;  encargando  à  los  Gefes  respectives 
«les  destines  à  otras  persenas  segun  el 
«Ramo. 

»4."  Estando  ya  repueste  en  su  desti- 
»ne  de  Delegado  de  Policia  el  Sr.  D.  Juan 
«Serralde  y  su  Secretario  pase  à  encar- 
«gar  su  oficina  y  dependencias  k  persenas 
«que  merezcan  la  confianza  general. 

»5.°  Se  nombraràn  nuevos  censeres 
«de  Imprenta  que  merezcan  la  confianza 
«pública,  por  estar  al  alcance  de  las  cir- 
«cunstancias  presentes. 

»6.°  Que  se  aumente  la  Milicia  con 
»tedas  las  persenas  que  ofrezcan  con- 
«fianza,  preponiendo  ellos  mismos  los 
«oficiales  al  Exmo.  Sr.  Capitan  General 
«de  las  Armas. 

»7.°  Que  toda  la  gente  armada  en  el 
ïdia,  así  de  vecines  cemo  de  patrullas  de 
«les  Alcaldes  de  Barrio,  se  presentaran 
«inmediatamente  à  los  puntos  designades 
«en  cada  Cuartel  de  la  ciudad  con  sus 
«armas  í\  penerse  los  que  quieran  bajo  la 
«direccion  del  Comandante  del  punto. 

«8.°  Cualesquiera  otras  persenas  que 
«quedaran  armadas  seran  invitadas  à 
«retirarse  y  à  depesitar  las  armas  sin 
«dilacion  alguna;  y  si  ne  lo  hacen,  al  me- 
«mento  seran  dispersadas  à  la  fuerza. 

«9.° 

«Viva  Isabel  II,  viva  la  Libertad,  viva 


CONSECLENCIAS    POLETICAS     DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


831 


»la  Pàtria.— Barcelona  6  de  agosto  de 
»1835»(1). 

A  esta  cobarde  alocución  siguió  el  mani- 
fiesto  de  la  policia  que  aqui  copio,  conse- 
cuente  a  aquella:  «Delegación  de  Policia 
»de  la  provincià  de  Barcelona.— A  conse- 
«cuencia  de  las  facultades  que  me  han 
»sido  conferidas  por  el  Excmo.  Sor.  Ca- 
»pitan  General  y  el  Sor.  Gobernador 
»Civil  de  la  provincià  en  union  con  la 
»Junta  de  Autoridades  y  representantes 
»del  Pueblo,  quedan  separados  de  sus 
«respectives  destinos  todos  los  empleados 
»del  ramo  de  Policia. 

»Me  ocuparé  incesantemente  de  la  reor- 
»ganizacion  del  mismo  ramo  con  sujecion 
Ȉ  las  superiores  instrucciones  de  dichos 
»Gefes,  \'  sin  perder  de  vista  lo  que  exi- 
»gen  las  circunstancias,  tanto  por  lo  que 
»respeta  al  personal  de  los  empleados, 
»como  al  objeto  del  establecimiento,  que 
»no  puede  ser  otro  que  proteger  al  vecino 
»honrado,  y  perseguir  con  mano  fuerte 
»y  decidida  al  malvado  que  pueda  atén- 
»tar  contra  la  seguridad  del  Estado,  de 
»los  derechos  de  los  ciudadanos,  y  alterar 
»la  tranquilidad  individual  que  debe  estar 
»perfectamente  asegurada  bajo  un  siste- 
»ma  liberal  cimentado  en  leyes  justas  y 
«equitativas. 

«Barcelona  6  de  agosto  de  1835-— Juan 
»de  Serralde»  (2). 

Conforme  con  la  política  de  cesión  y 
cobardía  que  indican  los  documentos 
aquí  copiados,  la  Junta  de  Autoridades 
el  dia  8  subscribió  una  exposición  a  la 
Reina  en  la  que  pedía  que  para  regir  la 
província  se  nombrase  una  persona  iden- 
tificada con  los  principios  consignados 
en  el  Estatuto  real;  que  S.  M.  se  pusiese 
al  frente  de  las  reformas  civiles  y  ecle- 
siàsticas  reclamadas,  según  ellos  dicen, 
por  las  necesidades  públícas  y  el  voto 
general  de  la  nación;  que  se  eligiesen  en 
el  Principado  Diputaciones  provinciales. 


(i)  .\mbos  documenlos  se  leen  en  el  Diario  de 
Itarcelona  del  7  de  agosto,  pàgs.  1743,  1744  y  1745. 

(j)  Diario  de  Barcelona  del  7  de  agosto,  pàgi- 
na i74(). 


y  que  se  trasladase  la  Universidad  de 
Cervera  a  Barcelona  (3).  He  aqui  literal- 
mente  copiado  un  pàrrafo  de  esta  expo- 
sición: '<Mientras  un  brazo  respetable  por 
»su  influencia  provocaba  esta  misma 
«guerra  civil,  mientras  que  para  soste- 
«nerla  y  vèncer  eran  necesarios  sacri- 
«ficios  personales  y  de  interès  a  los  parti- 
»culares  y  à  los  pueblos,  las  reformas 
«generales  así  civiles  como  eclesiàsticas 
»han  sufrido  algun  entorpecimiento;  mas 
»ya....  iQ\xé  extrano  pues  que  resuene 
»por  todas  partes  un  clamor  ptiblico  }'  se 
>/indiquen  las  ansiedades  de  que  lleguen 
Ȉ  plantearse  las  reformas  indicadas?... 
«Permita  pues  V.  M.  que  los  que  la  re- 
«presentari  en  estos  momentos  por  primer 
«punto  llamen  particularmente  la  aten- 
»cion  de  V.  M.  hàcia  este  importantísimo 
«objeto,  y  la  supliquen  encarecidamente 
»se  digne  ponerse  al  frente  de  las  refor- 
»mas  generales  así  civiles  como  eclesiàs- 
«ticas  que  tan  imperiosa  é  mstantànea- 
«mente  reclaman  las  necesidades  piiblicas 
»y  el  voto  general  de  la  nacion....»  (4). 

Ni  este  documento  plugo  3-  agrado  a 
los  avanzados  barceloneses,  de  lo  que 
nos  da  claro  testimonio  en  su  detestable 
folleto  el  seòor  RauU  en  sus  postreras 
pàginas.  El  Gobierno  moderado,  y  los 
moderados  en  general,  abrigaban  contra 
la  Iglesia,  però  especialmente  contra  las 
ordenes  regulares,  la  misma  enemiga 
que  los  exaltados.  Aquél  intentaba  el 
aniquilamiento  de  éstas  por  medios  paci- 
ficos  y  graduales:  los  exaltados  querían 
la  extinción  completa  y  repentina.  En 
Madrid  continuaba  imperando  el  minis- 
terio  del  impío,  bien  que  moderado,  Con- 
de de  Toreno,  v  aquí  en  Barcelona  rugia 
triunfante  el  partido  exaltado:  no  era 
posible  la  concòrdia. 

El  Gobierno,  con  fecha  12  de  agosto. 


(5)  D.  Victor  Gebhardl.— //ís<0)i"a  General  de 
Espaiia,  tomo  Vil.  pàg.  48.  La  inserlan  por  lo 
largo  los  periódicos  de  Barcelona  de  aquellas  fe- 
chas  8  y  9  de  agosto. 

(4)  Diario  de  Barcelona  del  <)  de  agosto  de 
i8]S,  pàgs.  1765  y  1764. 


832 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DIODECIMO 


exhorto  al  Capitan  General  interino  Pas- 
tors a  que  inquiriese  los  ocultos  resortes 
que  causaren  aquellas  revoluciones,  y 
Pastors  contesto  al  Gobierno  subscri- 
biendo  el  siguiente  oficio.  Y  digo  subs- 
cribiendo,  y  no  escribiendo,  porque  la  nu- 
lidad  del  talento  de  Pastors  no  era  para 
màs. 

«Exmo.  Sor.-  =  La  Comunicacion  que 
»V.  E.  ha  tenido  à  bien  dirijirme  en  12 
»del  mes  actual  con  referència  al  desgra- 
»ciado  fin  del  Benemérito  G.''=''  Don  Pedró 
»Nolasco  Bassa  que  ha  llenado  de  pro- 
»fundo  dolor  al  maternal  corazon  de 
»S.  M.  no  ha  podido  menos  de  renovar 
»en  el  mio  el  acerbo  sentimiento  que  me 
"cupo  de  no  poder  salvarle  aun  à  costa 
«de  mi  misma  existència,  como  lo  pro- 
»curé  por  desgracia  sin  efecto:  hechos 
»semejantes  llevan  en  si  efectivamente 
»un  principio  de  disolucion,  sus  conse- 
»cuencias  en  nuestra  situacion  actual, 
«representan  A  la  imajinacion  bajo  el 
»aspecto  mas  sombrío  como  acertada- 
»mente  indica  V.  E.;  però  en  medio  de 
»tan  lamentable  perspectiva,  Barcelona 
»cerró  oporlunamente  el  paso  à  la  repe- 
»ticion  del  cn'men  y  el  amago  del  pillaje 
»fue  la  senal  de  alarma  3'  reunion  impo- 
»nente  de  todos  los  buenos.  =  V.  E.  al 
»final  de  su  escrito  se  sirve  espresar  los 
»deseos  de  S.  M.  de  que  3-0  aproveche 
»toda  coyuntura  para  penetrar  los  ocul- 
»tos  resortes  empleades  para  causar  tales 
«excesos,  y  fiel  servidor  de  S.  M.  dirijiré 
»y  he  dirijido  todo  mi  conato  à  procu- 
»rarme  un  conocimiento  de  tamana  im- 
»portancia,  mas  sin  perder  de  vista  este 
»objeto,  como  de  ningun  modo  se  sirve 
»mejor  al  Soberano  que  esponiendole 
»sinceramente  la  verdad  de  los  hechos, 
»seame  licito  recordar  que  los  contínues 
»asesinatos,  incendios  y  vegaciones  que 
»impunemente  cemetían  les  rebeldes  cen- 
»tra  los  pueblos  abiertos,  persenas  iner- 
»mes,  urbanes  identificades  con  el  trono 
«legitimo  de  S.  M.  contra  sus  familias  ó 
»bienes  habian  exasperado  sebremanera 
»les  animes  màcsime  cuando  los  indultes 
Ȉ  favor  de  las  facciones,  eran  repetides 


»sin  consideracion  los  crímenes  de  que 
»habian  sido  autores;  la  generalidad  de 
»personas  cemprometidas  por  la  justa 
»causa,  observaba  con  horror  la  protec- 
»cien  positiva  que  los  frailes  dispensaban 
»a  las  facciones,  la  acejida  que  estàs 
»obtenian  en  los  cenventos  situades  en 
»despeb]ade,  y  la  publicidad  con  que  en 
»el  púlpito  se  incitaba  a  la  rebel•len  que 
»muches  auterizaban  con  este  ejemplo 
«personal,  siendo  les  hechos  mas  atroces 
»las  de  aquellas  gavillas  capitaneadas 
»por  religiosos,  el  asesinato  de  5  urbanes 
»de  Reus  por  una  de  las  que  estaban  en 
»este  caso,  determinaren  la  catàstrofe 
»alli  ocurrida;  esta,  la  de  Zaragoza  y 
))las  antecedentes  de  que  hecho  mérito, 
«motivaren  sin  duda  la  del  25  en  esta 
«Capital  y  de  aquí  el  origen  de  otros 
»desaciertos.  =  Lejos  de  reconocer  la 
»auteridad  del  Principade  la  positiva 
»causa  de  tales  acontecimientos,  y  repri- 
»mir  con  decision  la  audàcia  de  las  fac- 
V'Ciones,  adoptando  una  marcha  pretec- 
»tora  de  les  defensores  del  Trono  de 
»Isabel  2  '"'  adopto  el  sistema  contrario 
«abandono  estos  en  el  Piado  à  la  merced 
»de  los  Carlistas  y  replego  las  fuerzas 
»que  bien  dirijidas  bastaban  para  des- 
«truirles.  =  El  siempre  deplorable  hecho 
»de  incendiar  los  cenventos,  fue  mirade 
«preciso  es  decirlo  por  todo  Barcelona 
>;ceme  juste  castigo  de  la  conducta  en 
«general  observada  por  el  clero  regular; 
«permítame  V.  E.  le  exprese  que  así  eb- 
«serve  el  hecho,  al  pase  que  la  milícia  se 
«epuso  al  pillaje,  y  salvo  la  vida  de  un 
«considerable  número  de  regulares,  asi 
«como  les  bienes  muebles  de  los  conven- 
«tos;  de  este  hecho  y  del  disgusto  de  la 
«milícia  y  aun  del  ejército,  parte  el 
«desastre  del  5;  los  índivíduos  de  aque- 
«11a  arrancades  contínuamente  del  seno 
«de  sus  familias  para  operar  contra  las 
«facciones,  jamas  obtuvieron  recompen- 
«sa,  ni  aun  publicidad  sus  hechos;  se 
«creian  deprimides  por  la  auteridad.  y 
«carecía  por  tante  de  díspesícíon  para 
«defenderla;  difundióse  la  voz  al  abande- 
«ne  del  Principade  por  todas  las  celunas 


CONSECUENCIAS     POL[TICAS     DEI.     INCENDIO     DE    LOS     CONVEN'TOS 


833 


»que  se  dirijian  a  esta  Capital;  la  ansie- 
»dad  era  notable;  los  malévolos  de  todos 
«sentides  pudieron  aprovechar  los  mo- 
»mentos  y  prevenir  los  ànimos,  recor- 
»dando  el  caràcter  personal  del  marqués 
»del  valle  de  Ribas,  la  firmeza  militar 
»del  2.°  cabo,  y  la  idea  de  que  la  metralla 
»venffaria  a  los  regulares;  llego  el  Gene- 
»ral  Bassa,  el  aparalo  de  fuerza  causo  la 
»mayor  agitacion;  el  tumulto  crecia  cual 
»un  torrente;  los  Barceloneses  creyeron 
»ó  temieron  ver  inundar  las  calles  de 
«sangre  de  sus  hijos,  y  la  rígida  obedien- 
»cia  de  Bassa  A  la  imperiosa  orden  de  la 
»primera  Autoridad,  le  redujo  a  la  cruel 
«alternativa  de  que  fué  víctima;  las  tro- 
»pas  del  ejército,  habria  sido  tal  vez 
«difícil  obtener  que  se  opusiesen  à  un 
«movimiento  de  tal  magnitud;  era  pro- 
«blemíltica  quiza  su  obediència,  si  se 
»atiende  que  ecsistía  un  descontento  muy 
»marcado  A  causa  de  las  contínuas  fati- 
»gas  sin  fruto  a  que  tan  largo  tiempo  se 
»les  sujetaba,  el  poco  premio  que  obtu- 
»vieron  por  sus  hechos,  y  el  disgusto  que 
»habia  producido  la  concesion  de  em- 
»pleos,  grados  y  consideraciones  a  favor 
»de  militares  de  menos  mérito.  Repito  a 
»V.  E.  que  la  malevolencia  pudo  hacer 
»uso  de  las  armas,  y  que  con  el  mas  posi- 
»tivo  celo  procuraré  descubrir  sus  auto- 
»res;  però  tambien  creo  me  hara  la  justi- 
»cia  de  conocer  la  influencia  absoluta  que 
»hubieron  de  ejercer  los  hechos  históri- 
»cos,  que  elevo  a  su  consideracion,  re- 
»suelto  siempre  A  sacrificarme  sin  reposo 
«para  mantener  la  tranquilidad,  que  en 
«este  momento  disfruta  el  Principado, 
«hasta  tanto  que  S.  M.  tenga  à  bien 
«resolver  acerca  de  mi  ulterior  suerte, 
«sobre  que  versa  la  otra  R.'  orden  de  la 
«misma  fecha  cuj'•o  recibo  tengo  el  honor 
«de  acusar.  Dios  etc.  Barna.  19  agosto 
«de  1835.  —  Exmo.  Sor.  —  Pedró  M.''  Pas- 
«tors.  —  Exmo.  S""  Secretario  de  Estado 
»y  del  despacho  de  la  guerra»  (1). 
Sin  duda  que  el  Gobierno  al  pedir  al 


(i)     Archivii  do  la  Capitania  General.  —  Legaio 
citado,  paquetc  j,  documento  ii. 


General  Pastors  que  le  informase  de  las 
causas  de  aquellas  revoluciones,  le  estimo 
capaz  de  practicarlo  por  sí;  però,  a  lo 
que  se  dice,  su  talento  rayaba  en  la  nuli- 
dad,  y  por  el  resultado  aparece  que  los 
revoltosos,  que  ie  rodeaban,  alababan  y 
halagaban,  le  redactaron  la  contestacion. 
En  segundo,  lugar  al  leer  tal  documento 
se  ve  claro  que  sus  redactores  no  quisie- 
ron  perder  aquella  ocasión  para  hacer 
llegar  a  Madrid  sus  revolucionarias  que- 
jas  e  ideas,  exponiendo  a  su  inexacto 
modo  los  motivos  de  la  revuelta.  En  ter- 
cer lugar  pintan  a  Llauder  como  obrando 
con  blanda  mano  con  los  carlistas,  cuando 
la  movia  con  harta  fuerza,  energia  y 
crueldad.  Léanse  los  diarios  de  aquelles 
días,  y  las  deportaciones  a  Amèrica  no 
faltan,  però  sobre  todo  espeluznan  los  fu- 
silamientos  por  masas.  En  cuarto  lugar, 
mienten  descaradamente  en  lo  de  la  gran 
protección  que  afirman  dispensaban  los 
frailes  y  conventos  a  los  carlistas,  a  lo 
menos  en  Catalufia,  que  es  del  territorio 
que  se  trata;  y  este  mentir  no  se  para  ni 
ante  la  calumnia  de  que  la  partida  carlis- 
ta que  sorprendió  y  mató  cinco  urbanos 
de  Reus  iba  mandada  por  un  fraile.  En 
quinto  lugar,  muy  menguada  idea  de  la 
justícia  muestran  al  escribir  que  el  incen- 
dio de  los  conventos  fué  mirado  por  Bar- 
celona como  JHsto  castigo  de  la  conducta 
eit  general  observada  por  el  clero  regu- 
lar, porque  ni  el  clero  regular  dió  motivo 
aquí  para  castigo,  ni  de  haberlo  dado,  la 
justícia  aplica  los  castigos  matando  e 
incendiando  a  bulto  en  una  sedición,  tra- 
mada para  interesados  fines.  En  sexto 
lugar  escriben  respecto  de  las  tropas  del 
mismo  Bassa  que  xera  problemàtica  quizà 
»su  obediència,  si  se  atiende  à  que  existia 
«un  descontento  muy  marcado  a  causa...» 
y  lo  escriben  refiriéndose  al  dia  del  ase 
sinato.  El  Ejército  no  puede  quedar  muy 
complacido  del  documento  de  Pastors. 

A  pesar  de  la  sensatez  hasta  aquí  mos- 
trada por  el  Cuerpo  Municipal,  en  la 
sesión  del  21  de  agosto  se  toma  un  acuer- 
do  por  el  que  intenta  aprovecharse  del 
crimen  contra   los  cenobios.  Helo   aquí 

53 


834 


LIBRO     TERCERO.  —  CAPllLEO     DL'ODECIMO 


literalmente  copiado:  «Leida  la  minuta 
»de  una  representacion  para  S.  M.  que  se 
»ha  estendido  en  viriud  de  indicacion 
»liecha  por  el  Sefior  Gobernador  interino 
Ȉ  la  comision  encargada  de  poner  en 
»salvo  los  efectos  de  los  conventos  pidien- 
»do  al  Gobierno  la  cesion  del  de  Capu- 
»chinos  para  la  reunion  de  todas  las 
»bibliotecas  ó  parte  de  ellas  que  han 
»podido  salvarse,  y  establecer  una  públi- 
»ca  bajo  la  direccion  y  auspicios  del 
>>Ayuntamiento,  ha  aprobado  S.  Exclcia. 
»la  indicada  minuta,  mandando  que  se 
»copie,  firme  y  remita  por  conducto  del 
»Senor  Gobernador  Civil. 

»Cün  este  motivo  considerando  ser  esta 
»la  ocasion  oportuna  para  solicitar  el 
»senalamiento  de  locales  en  los  conven- 
»tos  desocupados  para  los  diferentes  obje- 
»tos,  cuyo  establecimiento  por  su  conoci- 
»da  utilidad  y  ventajas  se  hallan  proyec- 
»tados  y  en  parte  pedidos  al  Gobierno,  se 
»propuso  y  acordo  el  nombramiento  de 
»una  comision,  que  recayó  en  los  Senores 
»que  componen  la  de  instruccion  pública 
»y  los  dos  sefiores  Obreros  para  que  pro- 
»pongan  los  edificios  de  los  regulares  que 
»convendría  pedir  A  mas  del  de  Capuchi- 
»nos  segun  arriba  se  ha  indicado,  espre- 
»sando  los  establecimientos  à  que  podran 
»dedicarse»  (1). 

Esta  noticia  indica  la  marcha  que  iban 
tomando  los  acontecimientos  políticos;  a 
cUya  resena  debò  dedicar  ahora  las  pos- 
treras  lineas  de  este  capitulo,  bien  que 
refiriéndolos  en  muy  apretado  compen- 
dio, porque  cuanto  màs  adelantan  mas 
nos  alejan  de  losfrailes  y  conventos,  que 
son  el  objeto  de  este  mi  pobre  trabajo. 
Dije  arriba  que  las  autoridades  de  Bar- 
celona, deseando  calmar  los  ímpetus  de 
los  revolucionaries,  en  8  de  agosto  eleva- 
ren a  Madrid  una  exposición  en  súplica  de 
varios  objetos  apetecidos  por  los  libera- 
les  barceloneses.  Mas  dije  también  que 
aquel  programa  no  satisfizo  al  bando 
triunfante.  Quería  éste,  a  lo  que  escribe 


(i)     Archivo    municipal 
fol.  646. 


Acuerdos    citado, 


Raull,  «principies;  principies  de  igualdad 
»legal,  la  libertad  civil;  la  libertad  de 
»escribir,  la  libertad  de  hacer  conocer 
»sus  necesidades:  el  principio  en  fin  que 
»da  vida  à  las  naciones,  el  de  constituirse 

»por  sí  mismas Que  lo  que  necesitaba 

»e^  Pueblo  era  el  establecimiento  del 
» Jurado»  (2).  Querían,  pues,  cortès  cons- 
tituyentes,  libertades  amplias  y  Jurado. 

Ante  tales  peticiones  retrocedió  la  jun- 
ta de  Autoridades,  «y  acordo  la  creacion 
»de  otra  con  el  nombre  de  auxiliar  con- 
■iisultiva,  que  ayudase  à  las  autoridades 
»civiles  y  militares  à  sostener  la  libertad, 
»la  causa  de  Dona  Isabel  II  y  la  tranqui- 
»lidad  pública,  compuesta  de  doce  indi- 
»viduos,  y  nombrada  por  electores  de 
»todas  las  clases  y  de  los  cuerpos  de  la 
»milicia.  Fueron  los  elegidos  en  su  mayo- 
»ría  personas  de  ideas  avanzadas,  é  ins- 
»talados  que  fueron  en  su  nuevo  cargo, 
»obraron  desde  luego  constituj'endose  en 
»cabeza  de  la  revolucion»  (3).  He  aquí  sus 
nombres: 

Don  José  Casajemas. 

Don  Juan  Antonio  de  Llinàs. 

Don  Juan  de  Abascal. 

Don  Mariano  Borrell. 

Don  Antonio  Gironella. 

Don  José  Parladé. 

Don  Pedró  Figuerola. 

Don  José  Manuel  Planas. 

Don  Guillermo  Oliver. 

Don  Andrés  Subirà. 

Don  Ignacio  Vieta,  tendero. 

Don  José  Antonio  Llobet  (4). 

Esta  junta  convoco  las  diputaciones  de 
las  demàs  provincias  catalanas,  activo  la 
organización  de  la  milicia  con  el  nombre 
de  nacional,  cu3•os  jefes  y  oficiales  fue- 
sen  nombrados  por  los  individuos  de  los 
cuerpos,  y  lo  fueron  a  últimos  de  agosto, 
creo  companías  de  miqueletes,  pidió  a  la 


(j)  D.  Francisco  Raull.  Obra  citada,  pàg.  ói 
de  la  primera  edición  y  60  de  la  segunda. 

(0  D.  Víctor  Gebhardt.  Obra  citada,  to- 
mo \']1.  pàg.  49. 

(_))  D.  Francisco  Raull.  Obra  citada,  al  fin  de 
ella. 


CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    IN'CENDIO    DE    LOS    CONVENTüS 


835 


Reina  la  reunión  de  Cortes  constituyen- 
tes,  el  nombramiento  del  feroz  Mina  para 
Capitàn  General  de  Cataluna  y  el  de  Pas- 
tors para  Gobernador  de  Barcelona. 

Esta  junta  llamada  consultiva,  con  fe- 
cha  del  13  de  agosto,  dirigió  a  los  catala- 
nes una  alocuciòn  resenando  las  reformas 
que  en  su  concepto  revolucionario  se 
debían  plantear,  y  al  hacerlo  escribe 
entre  otros  pàrrafos:  «Los  deseos  de  la 
»Junta  se  estienden  a  que  inmediatamen- 
»te  sean  los  verdaderos  propietarios  res- 
»tituidos  en  la  posesion  de  los  bienes 
»nacionales,  que  en  virtud  deleyes  y  con- 
»tratos  solemnes  compraron  y  pagaron, 
»y  que  tras  del  despojo  quedan  ahora  en 
»el  màs  deplorable  abandono.  iCuantos 
»males  se  han  seguido  y  seguiran  del 
«retardo  de  tan  justa  é  imperiosa  rcstitu- 
»cion  y  de  no  completarse  las  ventas  de 
«esta  clase! 
» 

«Contribuir;!  al  mismo  objeto  de  afian- 
»zar  y  ensalzar  el  Trono  y  reinado  de 
«Isabel  II,  ó  por  mejor  decir  nada  es  tan 
»urgente,  ni  serà  tan  eficaz  para  ello, 
»como  la  estincion  del  clero  regular,  y  la 
«reforma  pronta  y  completa  del  secular. 
»Incesantes  seran  las  manifestaciones  y 
«súplicas  que  esta  Junta  liarà  sobre  los 
»puntos  indicados,  porque  todos  se  diri- 
»gen  à  la  salvacion  del  Estado  es  decir 
y>de  lo  mas  sagrado...»  (1).  jCuanto  em- 
peiïo  en  devolver  los  bienes  a  los  compra- 
dores de  1822,  y  en  vender  las  restantes 
fincas! 

En  vista  del  levantamiento  o  constitu- 
ción  de  esta  junta,  y  de  otros  hechos 
similares  de  otras  provincias,  el  Gobierno 
de  Madrid,  en  2  de  septiembre,  condenó  y 
reprobó  los  incendios,  asesinatos  y  des- 
manes  anteriores,  y  declaro  ilegales  estàs 
juntas  que,  arrogàndose  un  poder  de  que 
carecian,  venían  a  substituirle  en  sus  te- 
rritorios.  Mas  los  rcvolucionarios  de  Bar- 
celona, que  en  todo  se  creían  triunfantes. 


íi)     Diario  de  Barcelona  del   14  de  agosto  de 
i^íí,  púgs.  1804  y  1806. 


y  lo  eran,  lejos  de  disolver  la  junta,  la 
apoyaron,  y  esta,  en  9  del  mismo  mes,  se 
declaro  suprema  de  Cataluiïa,  constituyó 
una  hacienda  pública  independiente  de 
Madrid,  invito  a  una  confederación  libe- 
ral a  los  reinos  de  Aragón  y  Valencià,  y 
dicto  otras  medidas  revolucionarias  y 
radicales. 

Es  inútil,  por  supuesto,  indicar  que  aquí 
se  efectuo  el  cambio  del  personal  de  los 
distintos  ramos  de  la  gobernación,  cesan- 
do  los  moderados  y  entrando  en  los  em- 
pleos  los  avanzados,  pues  ya  la  junta  de 
autoridades  lo  anuncio  en  su  alocuciòn 
del  6  del  mismo  agosto.  En  una  palabra, 
Cataluna  vistióse  la  chaqueta  progresis- 
ta,  o  exaltada,  mientras  en  Madrid  conti- 
nuaba  el  frac  moderado. 

Mas  en  otras  provincias  halló  eco  el 
mal  ejemplo  de  Cataluna;  en  Madrid  mis- 
mo se  levantó  la  bandera  de  la  insurrec- 
ción,  y  asi  debilitàndose  cada  dia  la  fuer- 
za  del  Gobierno,  acabo  éste  por  caer  en 
14  de  septiembre,  sustituyéndoleDonJuan 
Alvarez  Mendizàbal  (2).  jMendizàbal!  El 
liberal  furioso,  el  autor  del  gran  latroci- 
nio  de  los  bienes  de  la  Iglesia,  Uamado 
desamortización.  Inútil  se  hace,  pues, 
apuntar  la  espantable  senda  que  respecto 
a  cosas  eclesiàsticas  siguió  desde  enton- 
ces  el  Gobierno.  Si  esta  mi  resefia  de  los 
actos  políticos  debiera  seguirle,  pecarà 
de  interminable,  y  porque  se  apartaria 
excesivamente  del  incendio  de  los  conven- 
tos  debò  aquí  ponerle  termino;  dejando 
para  màs  adelante,  es  decir,  para  cuando 
diga  de  la  ulterior  suerte  que  tuvieron  los 
cenobios  catalanes,  la  indicación  de  los 
ultrajes  que  de  mano  de  este  gobierno 
sufrió  la  Iglesia. 

Mas  antes  de  terminar  este  capitulo 
debò  satisfacer  a  una  pregunta  que  sin 
duda  se  ocurrira  a  todo  curioso  avisado. 
Se  me  dir^l:  «cpues  bien,  por  el  puüal  y  la 
tea  aventados  de  sus  casas  los  frailes,  el 
Estado  dicto  alguna  disposición  respecto 


(j)     D.    N'iolor    Gchhardt.     Obra    citada,    to- 
mo \'li,  pàgs.  ^ç,  50  y  51. 


836 


LIRRO    TERCERO. — CAPITULO    Di;ODECIMO 


a  las  ordenes  religiosas?  ;Sólo  el  acero  y 
el  fuego  de  los  exaltados  los  expulso,  sin 
que  la  autoridad  confirmarà  con  su  impe- 
rativa palabra  el  hecho?  Ya  escribi  arri- 
ba que  Toreno,  el  implacable  enemigo  de 
los  frailes,  el  4  de  julio  del  mismo  ano 
había  proscrito  a  los  jesuitas,  y  el  dia  25 
del  mismo  mes  de  julio  suprimido  lodo 
convento  que  no  contarà  doce  religiosos 
profesos:  ahora  no  hizo  màs.  Penso  que 
con  estàs  tajadas  satisfaria  a  la  fiera 
revolucionaria,  y  no  quiso  abandonar  su 
política  de  caminar  paulatinamente,  paso 
tras  paso;  y  como  Toreno,  a  pesar  de  la 
revoiución  de  Barcelona,  continuo,  según 
dije,  un  tiempo  en  el  Gobierno,  a  la  de- 
goUina  de  aquí  no  se  siguió  inmediata- 
mente  un  decreto  de  supresión.  Este  lo 
dió  Mendizàbal  en  1836,  però  màs  radi- 
calmente  Calatrava  en  las  Cortes  de 
1837,  como  en  su  lugar  veremos. 


ARTICULO  QUINTO 

LOS    PERIÓDICOS    DE   BARCELONA 
DESPUÉS  DEL  INCENDIO 

En  las  sociedades  modernas  desgracia- 
damente  tienen  mucha  importància  los 
periódicos,  3'a  porque  forman  la  opinión 
y  sentir  del  pueblo,  ya  porque  la  retratan. 
Por  este  motivo  creo  deber  dedicar  aquí 
un  articulo  a  los  de  1835  sobre  la  faz  que 
tomaron  después  del  motín  del  25  de  julio. 
Continuaren  los  tres  que  ya  indiqué  y 
pinté  en  el  articulo  sexto  del  capitulo  VII 
de  este  mismo  libro,  es  decir,  el  Diario  de 
Barcelona,  El  Vapor  y  El  Cataldii. 

El  Diario  siguió  su  acostumbrado  ca- 
mino isabelino,  semioficial,  poco  batalla- 
dor, y  casi  siempre  ajeno  a  las  luchas  de 
ideas.  El  curioso  de  hoy,  que,  àvido  de 
noticias  que  broten  de  los  hechos  recien- 
tes  y  que  conserven  aún  su  olor,  acuda 
al  Diario  de  los  dias  inmediatamente 
siguientes  al  motín,  experimenta  un  clias- 
co  soberbio.  La  lectura  de  los  números 
del  26  y  27  de  julio  en  particular  hiela  la 


sangre  en  las  venas,  al  ver  que  en  ellos 
el  Diario  no  reza  ni  una  palabra  del  in- 
cendio. 

Diario  del  26.— Por  un  anuncio  de  la 
Sociedad  econòmica  de  ami  gos  del  país, 
incompatible  con  el  motín;  por  los  anun- 
cies de  funciones  de  iglesia,  en  los  que 
escribe  que  predicar.^n  varios  frailes;  y 
por  la  ausencia  de  alocuciones  u  ordenes 
oficiales  pedidas  por  las  circunstancias, 
aparece  claro  que  aquel  número  fué  com- 
puesto  antes  del  atentado. 

Diario  del  27.— Contiene  una  orden  ofi- 
cial de  Ayerve,  una  alocución  suscrita 
por  Saquetti  e  Igual  sobre  el  incendio, 
una  correspondència  de  un  pueblo  expli- 
cando  un  pedrisco;  la  copia  de  un  suelto 
de  otro  periódico  sobre  un  caso  sin  inte- 
rès de  unos  buques;  los  preciós  de  los 
cereales  en  Gerona;  y  en  la  sección  de 
Avticias  particulares  de  Barcelona  da 
un  primer  articulo  de  Literatura  cata- 
lana, dos  anuncios  oficiales,  las  embar- 
caciones  llegadas  al  puerto,  los  libros  de 
venta,  la  venta  de  una  colección  del  mis- 
mo Diario,  pérdidas  y  teatro.  Nada  de 
cosecha  pròpia  sobre  el  incendio. 

Diario  del  28.  —  Sigue  por  el  mismo 
estilo,  sin  una  palabra  sobre  los  hechos 
del  dia  y  solo  a  ellos  hace  referència  una 
alocución  oficial  de  Llauder. 

Diario  del  29. — Entre  las  noticias  pare- 
cidas  a  las  de  los  dias  anteriores,  se  lee  un 
comunicado  de  un  titulado  El  pacifico,  el 
cual  declama  contra  los  gritos  dados  por 
los  niíïos  en  las  escuelas  al  decorar  las 
tablas  aritméticas;  los  cuales,  dice,  mo- 
lestan  al  vecindario. 

En  fin,  si  del  Diario  se  suprimieran  las 
alocuciones  y  ordenes  oficiales,  las  cua- 
les tampoco  particularizan  pormenor  al- 
guno,  el  curioso  que  ho}-  le5'era  aquelles 
números  y  los  siguientes  creería  que  en 
aquellos  dias  gozó  esta  ciudad  de  paz  y 
orden  octavianos. 

Respecto  a  incendies  de  fuera  de  Cata- 
lufia  leemos  en  el  Diario  las  noticias  de 
Caspe  y  de  Múrcia  siguientes:  «De  Zara- 
»goza  con  fecha  del  1  de  agosto  nos  dicen 
»lo  siguiente:  «Per  aquí  continua  reinan- 


COXSECUENCIAS    POLIÏICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CO.NVENrOS 


837 


«do  bastante  tranquilidad,  aunque  los 
«acontecimientos  que  en  unas  y  otras 
»partes  se  repiten  hacen  témer  algunas 
»nuevas  conmociones. 

»E1  miércoles  29  del  pasado  en  Caspe 
»hubo  una  espècie  de  asonada,  en  la  cual 
»probaron  íl  seguir  al  mal  ejemplo.  Afor- 
»tunadamente  se  logró  que  no  sucediese 
»ninguna  desgracia,  pues  los  frailes  se 
«retiraren  de  sus  con  ventós;  esto  sin  em- 
»bargo  no  evito  que  prendiesen  fuego  al 
»de  S.'°  Domingo,  que  es  el  mejor  editicio 
»que  hay  en  aquel  pais». 

»De  Múrcia  con  feclia  del  1.°  del  actual, 
»nos  dicen  lo  siguiente: 

«En  la  noche  de  ayer  31  de  julio  se  ad- 
»virtieron  síntomas  de  alterarse  la  tran- 
»quilidad  pública;  se  reunieron  las  au- 
«toridades;  y  puesta  sobre  las  armas 
»toda  la  fuerza  de  infanteria,  se  consiguió 
»la  mayor  tranquilidad,  tanto,  que  à  las 
»12  de  la  noche  las  sefioras  se  paseaban 
»por  la  glorieta  al  margen  del  Segura, 
»donde  vivaqueaba  el  batallón  de  Urba- 
»nos  cantando  canciones  patrióticas.  Se- 
»rían  como  las  dos  de  la  madrugada,  y 
»cuando  ya  todos  creían  poder  retirarse, 
»se  advirtió  de  repente  fuego  en  los 
«conventos  de  S.'°  Domingo  y  S.  Fran- 
»cisco,  el  cual  tomo  mucho  incremento; 
«acudió  la  Milicia  y  huyeron  algunos 
»malévolos  que  con  el  mayor  sigilo  ha- 
»bian  cometido  este  atentado.  Se  tuvo 
»noticia  de  que  en  la  Merced,  Trinidad  y 
»S.  Agustín  habían  intentado  lo  mismo, 
»pero  afortunadamente  llego  muy  à  tiem- 
»po  la  autoridad  para  impedirlo.  Los  dos 
»primeros  conventos  han  sufrido  mucho 
»del  fuego,  però  no  ha  ocurrido  mas  des- 
xgracias  que  la  de  un  lego,  que  sin  duda 
»ha  sido  sofocado  por  ei  fuego.  La  mayor 
»parte  de  los  frailes  habían  desamparado 
»el  convento  a  pievencion. 

»La  tranquilidad  pública  no  se  ha  alte- 
»rado  en  lo  mas  mínimo,  y  al  ver  la  indi- 
»ferencia  con  que  las  gentes  veían  el 
«destrozo  esta  mafiana,  se  decia  que 
»había  sido  efecto  de  una  casualidad. 

»Se  han  tornado  por  las  autoridades  las 
«medidas  mas  enérgicas,  }•  se  espera  no 


»se  repetiran  tales,  y  tan  desagradables 
«sucesos.— Abeja)^  (1). 

Asesinado  Bassa,  triunfante  completa- 
mente  la  revolución,  ya  en  el  Diai  io  bri- 
lla algun  chispazo  revolucionario.  En  el 
número  del  12  de  agosto  se  copia  del 
«D.  M.»  (supongo  Diario  Mercantil)  de 
Valencià  un  relato  de  la  revolución  de 
allí,  que  no  quiero  dejar  en  olvido.  Dice 
así,  y  nótese  que  el  Diario  lo  copia  sin 
salvedad  alguna. 

«Valencià  7  de  agosto. 

»Siempre  que  hemos  tomado  la  pluma 
>'para  elogiar  a  la  valiente,  noble,  gene- 
»rosa  y  benemèrita  Milicia  urbana  de  esta 
«capital,  lo  hemos  hecho  con  el  intimo 
«convencimiento  de  que  por  mucho  que 
»digésemos,  siempre  seria  inferior  à  la 
«realidad,  )-  à  lo  que  merece  este  distin- 
«guido  cuerpo,  sosten  de  nuestras  liber- 
»tades  y  glòria  de  la  nacion.  Però  en  los 
»acontecimientos  de  anteayer  han  brilla- 
»do  en  grado  tan  alto  las  nobles  cualida- 
»des  que  la  distinguen  y  hacen  única  en 
ïsu  clase,  que  sentimos  el  corazón  con- 
»movido  al  trazar  estos  renglones. 

»E1  miércoles  por  la  tarde  se  esparció 
»la  noticia  de  la  entrada  de  los  facciosos 
»en  Villareal  y  pueblos  inmediatos,  y  de 
»las  atrccidades  inauditas  cometidas  por 
»los  caribes  sedientos  de  sangre  humana 
»en  los  infelices  Urbanes  de  aquella  villa. 
»Nada  igualaba  al  descanso  (descaro)  y 
«orgullo  con  que  los  carlistas  comenzaron 
»a  presentarse,  insultando  con  su  presen- 
»cia,  gestos  y  palabras  à  los  liberales,  co- 
»mo  si  los  facciosos  se  hallasen  à  las  puer- 
»tas  de  la  ciudad,  y  il  punto  de  entrar  en 
»ella.  El  sufrimiento  de  los  valencianes 
»habia  llegado  it  su  colmo,  y  senales  de 
«fermentacion  y  rumor  sordo  contra  los 
«insultantes  enemigos  comenzaron  à  de- 
»jarse  conocer.  Esta  fermentacion  f ué  cre- 
«ciendo  gradualmente,  hasta  el  punto  de 
»verse  amenazada  la  tranquilidad  públi- 
»ca.  Al  toque  de  llamada  acudieron  ar- 
»mados  los  Urbanes,  situfindose  el  pri- 


(i)     Dijrio  del  u  de  agoslo  de  1S35.  pdg.  1776. 


LIBRO    TERCERO.  —  CAPITULO    DUODECIMO 


»mer  batallon  en  el  Mercado,  el  segundo 
»en  la  plaza  de  S.  Francisco,  la  seccion  de 
»Artilleros  bomberos  en  la  de  Almoina,  y 
»la  caballeria  en  la  de  la  Seo.  No  era 
»difícil  conocer  lo  que  se  pretendía  era  el 
»justo  justísimo  castigo  de  los  carlistas, 
»que  prevalidos  de  la  escandalosa  impu- 
»nidad  con  que  se  toleraban  sus  desafue- 
»ros,  aspiraban  à  mayores,  amenazando 
»con  publicidad  y  desfachatez  à  los  Urba- 
»nos  y  demàs  liberales.  Unos  tramites  de 
ajusticia  embarazosos  é  interminables 
»habian  hascinado  en  las  càrceles  multi- 
»tud  de  reos,  cuyos  delitós  probados  ple- 
xnamente  reclamaban  hacía  meses  muy 
»pronto  castigo  y  saludable  escarmiento. 
aEste  era  el  que  se  pedia,  y  lo  exigia  im- 
»periosamente  la  justícia  y  la  seguridad 
ïpública  é  individual.  La  bizarra  Milícia 
»Urbana,  respetuosa  però  firme,  sumisa 
»à  las  autoridades,  però  enèrgica,  repre- 
»sentó  con  decorosa  viveza  al  Sr.  Conde 
»de  Almodóvar,  quien  por  indlsposicion 
»física  del  Sr.  Capitan  General  D.  Fran- 
»cisco  Ferraz  se  encargó  interinamente 
»del  mando,  los  deseos  de  la  poblacion,  y 
»cuan  necesario  era  un  desagravio  à  la 
»vindicta  pública,  y  un  freno  à  la  increi- 
»ble  insolència  de  los  enemigos.  El  seiïor 
»Conde  les  empenó  su  palabra  de  acceder 
Ȉ  la  solicitud,  como  tambien  de  adoptar 
»otras  medidas  no  menos  indispensables 
»A  la  conservacion  de  la  pública  tranqui- 
»lidad,  tales  como  la  deposicion  de  em- 
»pleados  desafectos  o  sospechosos  y  la 
«supresion  de  los  conventos.  En  efecto, 
»para  mayor  satisfaccion,  se  encargó  à 
»la  Milicia  de  custodiar  bajo  su  responsa- 
»bilidad  los  presos  por  delitós  políticos, 
»detenidos  en  las  càrceles  de  Cuarte, 
»Serranos,  S.  Narciso,  y  eclesiàsticas;  en 
»cuya  consecuenciafueron  conducidos  en 
«número  de  màs  de  cienpersonas  al  prin- 
»cipal  situado  en  la  plaza  del  Mercado. 
»Las  autoridades  activaron  sus  trabajos 
>'judiciales  para  la  pronta  espedicion  de 
»la  causa  de  los  màs  criminales  y  sefia- 
»lados,  en  términos  que  en  todoaquel  dia 
»se  sustanció,  y  A  las  cuatro  de  la  tarde 
»fueron  fusilados  en  la  plaza  de  la  Adua- 


na  vieja  el  cabecilla  Portambú,  Palme- 
rola, el  cèlebre  canónigo  Ostolaza,  el 
P.  Fr.  Felipe  López,  mínimo,  dos  de  los 
minones  que  asesinaron  à  Paniagua,  y 
otros  mas,  conocidos  por  sus  atrocida- 
des.  Los  demàs  existentes  en  el  princi- 
pal f  ueron  conducidos  al  Graó  poco  des- 
pues  para  ser  embarcades  y  deportades 
A  Ceuta. 
»JamAs  suceso  alguno  se  ha  conducido 
con  órden  mas  admirable,  y  regularidad 
mAs  completa.  Viéronse  durante  el  dia 
varios  regulares  con  sus  hàbitos  por  las 
calles,  sin  que  se  les  digese  la  màs  míni- 
ma palabra,  y  mucho  menos  se  les  in- 
sultase.  Largo  seria  enumerar  las  parti- 
cularidades  que  forman  el  màs  completo 
elogio  de  la  Milicia  urbana  de  Valencià. 
Viendo  los  individuos  del  segundo  bata- 
llon acampades  en  la  plaza  de  S.  Fran- 
cisco que  à  la  hora  regular  no  se  abrian 
las  puertas  del  convento  é  iglesia,  hicie- 
ron  abrirlas,  asegurando  à  los  religiosos 
que  nada  tenian  que  témer,  éinstandoles 
A  que  practicasen  todas  sus  funciones 
religiosas  con  la  mayor  tranquilidad. 
Però  todavía  resaltó  mas  el  generoso  y 
noble  comportamiento  de  este  valiente 
cuerpo  en  la  entereza  con  que  aun  con 
peligro  suyo  varios  de  sus  individuos 
cubrian  con  sus  personas  à  los  presos 
que  conducian  al  principal,  y  rechaza- 
ban  à  los  que  irritades  justamente  bus- 
caban  algunes  desahegos  menos  mode- 
rades. Tede  en  la  Milicia  urbana  de 
Valencià  fué  grande  en  este  dia.  Nada 
hubo  que  empanase  el  lustre  de  su  admi- 
rable conducta.  Temàronse  las  avenidas 
del  Mercado,  arrejàrense  de  entre  las 
filas  gentes  desconocidas,  cuyas  fisone- 
mías  siniestras  anunciadoras  de  desor- 
den  y  esceses  hubieran  podido  compro- 
meter  desagradablemente  el  honor  de 
un  acontecimiento  tan  sabio  y  digna- 
mente  conducido.  Y  sobre  todo  iqué  serè- 
nidad,  qué  constància  en  ideas  pacíficas 
y  de  órden  no  hubiera  titubeade  à  vista 
del  escandaleso  fin  de  los  reos  que  fue- 
ren  fusilados  aquella  tarde?  Es  incence 
bible    obstinacien  y    aferramiento  tan 


CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


839 


«desesperado  y  prodigioso.  Estaban  ya 
»los  reos  arrodillados,  y  apuntades  los 
»fusiles:  grita  Portambú  con  una  voz 
»fuerte  y  sonora:  Viva  Càrlos  V,  respon- 
»den  sus  companeros  lo  mismo,  y  una 
«descarga  venga  el  ultimo  de  sus  delitós. 
»Esta  fué  casi  sofocada  por  los  furiosos  y 
«entusiasmades  clamores  de  viva  la  li- 
»hertad,  tUKcraii  los  facciosos;  hubo  un 
»momento  de  conmocion;  però  luego  vol- 
»vió  el  silencio  y  continuo  la  tranquili- 
»dad.  Temióse  con  razon  por  la  vida  de 
»los  demas  presos  condenadosà  la  depor- 
»tacion,  en  vista  de  la  efervescència  é 
»irritacion  excitada  por  los  gritos  sedi- 
»ciosos  de  los  reos,  però  D.  Lucas  Yanez, 
»capitan  retirado  y  regidor  de  esta  ciudad 
»en  nombre  de  sus  companeros  oficiales 
ise  presento  al  Sr.  Capitan  general,  salió 
»garante  con  su  cabeza  de  la  seguridad 
»de  los  presos,  y  encargado  de  ellos  con 
»la  companía  de  su  mando,  la  de  grana- 
»deros,  3'  la  mitad  del  resto  de  las  de  fusi- 
»leros,  los  escolto  hasta  el  Graó  sin  que 
»recibiesen  la  menor  lesion  en  medio  de 
»la  multitud  agitada.  De  este  modo  la 
»misma  Miücia  urbana,  que  había  sabido 
»desempenar  hasta  entonces  airosamente 
»la  responsabilidad  con  que  la  cargaba 
»su  custodia,  supo  coronar  su  obra;  y 
»para  que  nada  faltase  al  complemento 
»de  las  glorias  de  este  dia  dos  de  los  infe- 
»lices  presos,  de  quienes  se  averiguó  que 
»aunque  de  opinion  proscrita  no  habian 
»ofendido  à  nadie,  fueron  restituidos  con 
»toda  seguridad  al  seno  de  sus  familias. 
sQuedaba  ya  satisfecha  la  vindicta  pú- 
»blica,  y  con  ella  los  deseos  del  pueblo  va- 
»lenciano  y  de  la  mejor  parte  de  él  que  es 
»suvaliente  Milícia,  éinmediatamen  te  cesó 
»la  agitacion;  però  no  se  restituyó  el  or- 
»den  pues  no  pudo  llamarse  interrumpido. 
»Los  Urbanos  volvieron  ;i  sus  casas  con 
»el  mérito  relevante  de  haberse  ennoble- 
»cido  m;'is  y  mAs  a  los  ojos  de  los  buenos, 
»y  haber  hecho  temblar  k  los  orgullosos 
«traïdores.  Todos  los  individuos  se  sena- 
»laron,  todos  sin  e.Kcepcion  son  acreedo- 
»res  à  la  gratitud  de  la  pàtria,  y  si  alguno 
»se  atreviese  à  calificar  de  revolucionaria 


«esta  gloriosa  y  necesaria  medida,  si  se 
^atreviese  à  tachar  la  conducta  obser- 
«vada  por  la  Milicia  urbana  de  Valencià, 
»le  diremos  que  miciitc ,  y  veremos  como 
«sabrà  desmentirnos.  En  nuestro  número 
«de  maflana  afiadiremos  à  esta  sencilla 
«relacion,  circunstancias  honrosas,  y  de- 
«talles  mas  minuciosos  que  se  omiten  en 
«gràcia  de  la  brevedad;  però  no  la  con- 
«cluiremos  ahora  sin  decir  que  à  pesar 
«del  estado  de  zozobra  é  intranquilidad 
«consiguiente  à  los  sucesos  referidos,  fué 
«el  dia  6  de  agosto  uno  de  los  que  con 
«ma^-or  orgullo  recordarà  Valencià  libre, 
»y  de  los  que  mas  honraran  la  historia 
»de  su  libertad.=P.  ?.— D.  M.  de  Valen- 
«cia»  (1). 

Otro  relato,  tomado  del  Diario  Balear, 
y  copiado  por  el  Diario  de  Barcelona  sin 
salvedad  alguna,  levanta  también  un  tan- 
tico  la  punta  del  velo  que  oculta  el  sentir 
del  Diario.  Helo  aquí  escrupulosamente 
copiado: 

«Palma  14  de  agosto. 

«La  faccion  enemiga  de  la  libertad  y 
»de  la  pàtria  ha  querido  tambien  en  Ma- 
«llorca  ensangrentar  sus  manos.  Al  fin 
«han  hecho  su  esplosíon  los  materiales 
«desde  tanto  tiempo  amontonados  por 
«incesantes  maquinaciones.  Loshombres 
«frenéticos  y  sin  prevision  que  han  estado 
«atizando  meses  ha  las  pasiones,  han 
«tenido  la  funesta  complacencía  de  ver 
«por  un  momento  que  no  en  valde  habian 
«con  mil  medios  clandestinos  ínculcado 
»à  gentes  sencillas  la  aversion  del  gobíer- 
»no,  las  ideas  de  su  pronta  caida,  las 
«esperanzas  del  triunfo  de  Carlos  5.°  con 
«todos  los  desastres  que  debieran  acom- 
«panarle.  De  hora  en  hora  se  aguardaba 
«el  dia  fatal;  el  delirio  llego  hasta  el  punto 
«de  creer  que  la  escuadra  au.KÍlíar  fon- 
«deada  en  esta  bahía  llevando  à  bordo  la 
«legion  estrangera,  traia  tropas  de  Car- 
«los  5."  y  aun  que  él  mismo  en  persona 
«venia  à  apoderarse  de  las  islas. 


(i)     Diario  de  Barcelona  del   12  de  agosto  de 
1835,  pàgs.  1787,  1788  y  1789. 


840 


Llimo     TKRCERO.  CAPIIXLO    ULODECIMO 


»E1  g-obernador  civil  en  la  visita  que 
»empezó  por  Manacor  cabeza  de  este  par- 
»Cido,  conoció  el  mal  espiritu  de  este  pue- 
»blo  dirigido  por  un  clero  secular  fanàtico 
Ȏ  ignorante,  y  por  los  religiosos  del  con- 
»vento  de  dominicos.  Parecióle  la  primera 
»y  màs  interesante  medida  echar  de  la 
»casa  parroquial  à  un  fraile  que  dirigia 
»la  feligresía  en  ausencia  de  su  hermano 
»el  cura,  procesado  por  carlista  y  arres- 
»tado  en  el  casco  de  la  capital;  y  proponer 
»al  Ilmo.  obispo  el  nombramiento  de  ecó- 
»nomo  para  cuyo  cargo  le  designaba 
»como  el  mas  a  propósito,  al  P.  capuchino 
»F.  Lorenzo  de  Mallorca,  varon  lleno 
»de  ciència,  prudència  y  merecimientos 
»contraidos,  parte  de  ellos  en  los  hos- 
»pitales  apestados  en  las  dos  épocas 
»de  contagio  que  ha  sufrido  Mallorca. 
»Negóse  el  obispo;  y  nombró  à  un  ecle- 
»siàstico  de  oscura  opinion:  suscitàronse 
»contestaciones  entre  sullma.  y  el  gober- 
»nador  civil.  Entretanto  los  sucesos  de 
»Zaragoza,  Reus  y  de  Tarragona  vinieron 
»à  hacer  mi\s  difícil  la  situacion  del  obis- 
»po,  quien  se  creyó  en  el  caso  por  una 
»determinacion  enteramente  espontànea, 
»de  abandonar  el  gobierno  espiritual  de 
»la  mitra  en  manos  del  apreciadísimo 
»canónigo  D.  Juan  Muntaner  y  García, 
»el  cual  tuvo  la  virtud  y  el  patriotismo 
»de  tomar  por  cuarta  vez  sobre  sus  hom- 
^>bros  esta  pesada  carga  en  circunstan- 
»cias  tan  espinosas,  hallàndose  à  los  67 
»aíios  de  su  avanzada  edad.  El  obispo 
»salió  de  esta  capital  para  el  distante 
»colegio  de  Lluch  à  las  tres  de  la  tarde 
»del  dia  7. 

»Pero  el  dano  estaba  hecho,  y  no  con 
»un  dia  se  remueven  los  elementos  de 
»peligro  hacinados  en  muchos  meses. 
«Manacor,  la  capital  de  un  partido,  po- 
»blacion  de  11,000  almas,  se  insurrecció- 
»na  en  la  noche  del  9  al  10  de  los  corrien- 
»tes.  Los  insurreccionados  se  prevalecen 
»de  la  ausencia  del  baile  Real  que  se 
»hallaba  en  la  fiesta  de  la  aldea  sufragà- 
»nea  de  S.  Lorenzo.  A  la  una  de  la  noche 
»distribuidos  en  pequenos  grupos  sor- 
»prenden  à  treinta  Urbanos,  los  desar- 


»man,  los  conducen  presos:  los  demí.s 
»tienen  la  fortuna  de  escaparse.  Ponen 
»centinelas  de  vista  al  Alcalde  mayor: 
»proclaman  à  Carlos  5.°:  echan  bandos 
>:'en  su  nombre:  disponen  una  gran  ho- 
>'guera  en  la  plaza  y  en  ella  resuelven 
»quemar  à  los  presos.  Unas  voces  los 
»quieren  matar  con  una  descarga  dentro 

>  de  la  misma  càrcel:  el  mas  osado  dispa- 
»ra  un  tiro,  y  a  vista  de  la  víctima  que. 
»acaba  de  hacer  se  conmueve:  ya  con- 
»sienten  en  entrar  en  pactos  de  perdo- 
»narles  la  vida  por  dinero;  ya  se  arrepien- 
»ten    y    piden   sus    cabezas.    Al  íin  los 

>  mandan  confesar  y  prepararse  para  el 
>'dia  siguiente.  En  este  dia  llegan  tropas 
»de  la  Ciudad,  donde  en  cuatro  horas  se 
»había  recibido  el  aviso  que  sobornando 
»uno  de  sus  guardias  pudo  hacer  partir 
»el  Alcalde  mayor  D.  Antonio  Ballester: 
»los  amotinados  con  un  lienzo  blanco  en 
»la  punta  de  una  bayoneta  salen  al  en- 
«cuentro  à  la  tropa  compuesta  de  dos 
»companias  de  provinciales,  la  caballeria 
»urbana  y  una  partida  de  carabineros. 
»Se  les  intima  la  rendicion  y  se  les  man- 
»da  vayan  à  notiticarlo  à  los  de  dentro. 
»Tardan  unos  momentos,  y  las  tropas  sin 
«aguardar  contestacion  penetran  pací- 
«ficamente  hasta  el  centro  de  la  pobla- 
»cion,  donde  solo  hallan  algunos  fusiles 
»que  han  dejado  los  que  acaban  de  esca- 
»parse  y  las  victimas  preparadas  dentro 
»de  la  carcel,  a  quienes  traen  la  libertad. 

»Este  suceso  importante,  coincidiendo 
>;con  las  noticias  sucesivamente  llegadas 
Ȉ  este  puerto  de  los  sucesos  de  Barce- 
»lona  y  de  los  posteriores  de  Valencià  no 
»podía  dejar  de  producir  movimientos 
»en  ei  mismo  sentido  que  los  de  estàs 
»otras  capitales.  No  proveerlos  hubiera 
i>sido  ceguedad:  querer  arrostrarlos  y 
»dejar  de  tomar  las  únicas  medidas  capa- 
»ces  de  prevenirlos,  hubieru  sido  esponer 
»la  provincià  à  un  trastorno.  jLoor  à  las 
»autoridades  que  à  tiempo  lo  han  conoci- 
»do!  Elías  han  salvado  à  su  país,  y  sin 
«desorden,  sin  violència,  sin  la  menor 
>.consecuencia  desagradable,  han  dado 
»un  agigantado  paso  en  la  carrera  de  las 


CONSliCLENCIAS    POLiriCAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


841 


»reformas,  y  de  la  felicidad  pública.  En 
>^el  diario  del  dia  12  que  se  repartió  el 
"dia  11  por  la  tarde,  se  estampo  en  bre- 
»ves  y  concisas  líneas  el  decreto  con  que 
»elExcmo.  Sor.  Capitan  General  Conde 
»de  Montenegro  en  virtud  de  las  faculta- 
»des  estraordinarias  de  que  se  halla  re- 
«vestido,  suprime  todos  los  conventos  de 
«regulares  de  la  provincià. 

>^La  supresion  se  ha  verificado  en  esta 
»capital  y  se  va  verificando  en  los  pue- 
»blos  con  el  mayor  orden,  sin  ofensa  ni 
»insulto  de  nadie,  y  sin  que  en  ning^una 
»parte  haya  sido  necesaria  la  presencia 
»de  la  fuerza  armada.  Todos  los  indivi- 
»duos  han  sido  respetados:  à  los  enfer- 
»mos  se  les  ha  dejado  en  sus  conventos 
»todo  el  tiempo  necesario  para  restable- 
»cerse:  A  todos  se  les  ha  peimitido  estraer 
»los  muebles  de  su  uso;  y  el  pueblo  en 
»medio  de  la  fermentacion  que  hubieron 
»de  excitar  las  circunstancias,  ha  sido 
«espectador  tranquilo  de  estos  grandes 
»sucesos. 

«Entretanto  han  ido  llegando  partes 
»de  la  aprehension  de  varios  cabecillas  é 
»individuos  fugitives  de  Manacor:  se  ha 
»recibido  noticia  de  la  llegada  al  pueblo 
»de  la  compaflia  de  cazadores  Urbanos 
»que  se  habia  quedado  de  reten  A  dos 
»horas  de  inmediacion  en  Villafranca. 
»Todo  sigue  tranquilo.  Los  enemigos  del 
»Gobierno  han  llevado  un  gran  desenga- 
>no.  La  comision  militar  que  se  ha  nom- 
brado,  va  à  castigar  pronto  A  los  culpa- 
»dos  y  producir  un  terrible  escarmiento 
»en  los  demas  que  abriguen  deseos  de 
»desorden.  La  Milicia  Urbana  se  ha  pre- 
»sentado  en  estàs  circunstancias  con  una 
«actitud  imponente.  Los  nuevamente 
«agregados  ;i  sus  tilas  despues  del  regla- 
»mento,  han  acudido  con  la  misma  pron- 
»titud  que  los  primeros.  Los  de  Muro, 
»Sta.  Margarita  y  otros  pueblos  se  ofre- 
»cieron  inmediatamente  al  Comandanle 
»de  la  columna  móvil. 

»Dian'o  Balear y:  (1). 

(t)  Diario  de  Barcelona  del  Ji  de  aj;osto  de 
1855,  pàgs.  1862,  1863  y  1804. 


No  debo  pasar  adelante  sin  fijarme 
siquiera  un  momento  en  este,  que  ahora 
nos  parece  inexplicable,  silencio  del  Dia- 
rio  sobre  los  incendios  de  los  conventos 
de  Barcelona.  En  parte  el  imparcial  le 
excusa  y  en  parte  le  acusa,  resultando 
en  definitiva  mas  o  menos  culpable,  aun 
prescindiendo  de  los  dos  escandalosos 
relatos  de  las  ocurrencias  de  Valencià  y 
de  Mallorca. 

Le  excusa  el  hecho  de  que  entonces  el 
Diario  aún  no  tenia  la  sección  ahora 
llamada  gacetilla,  que  él  titula  Barcelo- 
na. He  aquí  unas  líneas  de  la  historia  del 
mismo  Diario,  trazada  por  Don  Juan 
Mané:  «Tan  poca  importància  tenia  la 
«sección  de  noticias  en  el  Diario  à  los 
«diez  y  seis  anos  de  su  fundacion  (y  a 
»los  cuareHta)  que  en  realidad  no  existia. 
»Llamàbanse  noticias  lo  que  hoy  Uama- 
«mos  anuncios,  que  enviaban  los  intere- 
«sados  en  hacer  saber  que  habían  perdido 
»un  perro  ó  necesitaban  una  ama  de 
«leche  ó  tenian  para  vender  tal  ó  cual 
«genero.  La  redaccion  no  creia  deber 
«enterar  al  publico  de  lo  que  supondria 
«que  el  piiblico  estaba  tan  bien  enterado 
«como  ella;  así  es  que  en  los  niimeros  del 
>y Diario  del  mes  de  febrero  de  1S08....  no 
»se  encuentra  la  menor  noticia  ni  alusion 
«à  un  suceso  tan  importante  como  la 
«entrada  de  los  franceses  en  Barce- 
«lona....»  (2)  que  se  efectuo  el  dia  13. 
Però  a  esto  se  contesta  que  es  verdad:  el 
Diario  entonces  no  tenia  gacetilla;  però 
cuando  le  placia  no  dudaba  en  escribir 
su  buen  pàrrafo,  como  lo  efectuo  preci- 
samente  el  mismo  dia  25  de  julio  expli- 
cando  los  festejos  del  anterior  celebrados 
en  honor  de  la  Reina  Cristina.  En  él 
hasta  copia  los  versos  recitados  en  el 
teatro  (3). 

Ademi'is  no  se  alegue  en  defensa  del 
Diario  su  antigua  costumbre  de  no  publi- 
car artículos  de  fondo  y  sueltos  de  redac- 


(-•)     Diario  de  Harcelona  del  !o  de  oelubre  de 
1 8112,  pàg.  12707. 

(?)     P;igs.  1Ó41  y  104-'. 


842 


LIBRO     TERCERO. CAPJTUI.O     DUODECI.MO 


ción,  pues  a  partir  del  1.°  de  enero  del 
mismo  ano  1835  los  articules  políticos 
aparecen  frecuentemente  en  sus  pàginas 
en  diferentes  formas,  como  apunté  ya  en 
el  articulo  6.°  del  capitulo  Vil  de  este 
libro.  A  principios  del  dicho  ano  se  leen 
allí  varios  titulados  Patriotismo  que 
entonces  significaba  Libcralismo,  otro  el 
Justo  tneciio,  varias  cartas  de  fingides 
carlistas,  etc.  Si,  pues,  tanto  detestaba  el 
Diario  la  matanza  y  el  incendio,  icómo  no 
la  condena  al  otro  dia  de  su  perpetración? 
Aquí  reside  el  punto  de  acusación:  podia, 
según  su  costumbre,  omitir  relaciones  y 
pormenores  de  hechos;  però  no  debia 
omitir  en  una  u  otra  forma  la  reproba- 
ción  del  hecho,  y  si  amaba  las  ordenes 
religiosas,  en  uno  u  otro  modo  defender- 
las,  siquiera  cobarde  y  prudentemente 
para  contribuir  a  su  conservación.  Y  de 
aquí  resulta  una  de  dos  cosas:  o  que  con 
su  gobierno  moderado  opinaba  por  la 
supresión  paulatina  de  las  ordenes,  o  que 
cobarde  y  pusilanime  no  se  atrevió  a 
defender  la  justícia  y  la  conveniència 
religiosa.  En  definitiva  opino  que  temió 
el  furor  liberal  de  aquel  tiempo. 

En  el  articulo  6.°  del  capitulo  VII  de 
este  libro,  al  pintar  el  estado  de  Barcelo- 
na cuando  el  incendio  de  los  conventos, 
escribi  que  el  Diario  en  la  sección  de 
anuncios  parece  carecer  de  conciencia  y 
del  debido  amor  y  respeto  a  las  ordenes 
religiosas,  y  para  probarlo  copié  varios 
anuncios.  Perpetrado  el  incendio,  conti- 
nuo, como  era  natural,  el  abuso. 

Para  defender  de  este  cargo  al  Diario 
alguien  me  dijo  que,  como  Diario  oficial 
que  dijo  era,  tenia  obligación  de  insertar 
todos  los  anuncios.  Si  realmente  revestia 
el  caràcter  de  oficial,  concedo  que  debiera 
insertar  los  oficiales,  però  no  los  particu- 
lares.  No  creo  que  sobre  los  diarios  oficia- 
les pese  tal  obligación,  y  opino  que  la 
Gaceta  misma  goza  del  derecho  de  recha- 
zar  los  que  no  le  plazcan  o  considere 
inconvenientes.  Y  el  Diario  no  solo 
inserta  los  anuncios,  sinó  la  recomenda- 
ción  que  los  acompana,  evidentemente 
escrita  por  el  anunciante. 


He  aquí  ahora  algunos  de  estos  anun- 
cios posteriores  al  25  de  julio. 

En  el  número  del  31  de  agosto  de  1835 
se  lee  un  largo  y  laudatorio  anuncio  del 
perverso  librito  revolucionario,  obra  de 
Don  Joaquin  del  Castillo  y  Mayone,  titu- 
lado  La  Ciudadela  iuqttisitorial  (1).  Y 
del  mismo  mal  autor  es  el  libro  El  tribu- 
nal de  la  Inquisición  anunciado  en  el 
Diario  del  2  de  septiembre  siguiente  (2). 

El  Diario  del  22  de  septiembre  de  1835 
anuncia  las  dos  obras  siguientes:  «Princi- 
»pios  de  la  ciència  social  ó  de  las  ciencias 
»morales  y  políticas  por  el  jurisconsulto 
»Jeremías    Beutham,   ordenados  confor- 

»me y  aplicados  a  la  constitucion  de 

»la  monarquia  espanola  por  D.  Toribio 
»Nuiïez. 

— »Resena  sobre  el  clero  espafíol,  y 
»examen  de  la  naturaleza  de  los  bienes 
»eclesiàsticos  por  D.  Pascual  Madoz  é 
«Ibaiiez»  (rectiérdese  que  este  Itombre 
revolucionario  en  1853  decreto  como  mi- 
nistro  la  desamortisiación):  «obra  muy 
»luminosa  acerca  la  reforma  que  el  impe- 
»rio  de  la  razon  exige  que  se  haga  del  cle- 
»ro  de  la  nacion  espaflola:  se  halla...»  (3). 

En  fechas  posteriores  anuncia  varias 
veces  el  pésimo  periódico  El  Propagador 
de  la  libertad. 

En  el  Diario  del  5  de  noviembre  del 
mismo  1835  se  lee:  «Líbros  =  Losfrailes. 
«iPodiase  prever  lo  que  les  ha  sucedido! 
«pregunta  que  hizo  días  atrasun  curioso, 
»y  contestacion  que  se  le  da  presentàndo- 
»se  muchas  ideas  luminosas  sobre  esta 
»materia.  Insértase  y  coméntase  una  peti- 
»cion  ó  propuesta  hecha  à  las  Cortes 
»de  1617,  relativamente  à  los  abusos  del 
»clero  regular  etc,  con  lo  que  se  ve  cla- 
»ramente  como  se  pensaba  ya  en  aquellos 
»tiempos »  (4). 

Dice  el  Diario  del  27  de  enero  de  1836: 
«LiBROs.  Monita  ó  instrticciones  secret  as 
»rffc'  los  Jesuitas,  seguidas  del  informe  de 


(i)   Pàg. 

1957. 

(.2)       Pàg. 

1965. 

(^)  Pàg. 

2133. 

(4)  Pàg. 

2497. 

COXSKCUENXIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


843 


»Mr.  Portalis,  y  del  proyecto  de  decreto 
»del  Consejo  de  Estado  sobre  los  ecle- 
«siíísticos  establecidos  en  Francia  bajo  el 
«titulo  de  Padres  de  la  Fe  del  Sagrado 
»Corazon  de  Jesús  y  otros  semejantes, 
»traduccion  del  francès.  El  que  quiera 
»penetrarse  de  los  manejos  y  secretes 
»intrigas  del  jesuitismo,  adoptadas  mu- 
»chas  de  ellas  por  diferentes  ordenes 
»religiosas,  no  tiene  mas  que  proporcio- 
»narse  este  corto  escrito  y  reflexionarlo 
»detenidamente:  vera  en  él  descorrido  el 
»velo  de  la  hipocresia  y  publicado  el 
»refinamiento  de  una  maquiavélica  polí- 
»tica,  quedando  ademAs  instruido  de  cosas 
»que  con  afortunada  mana  habiansele 
»hasta  ahora  ocultado,  y  de  las  cuales 
«preciso  es  se  precava  en  lo  sucesivc. 
«Encontrara  asimismo  la  utilidad  mezcla- 
»da  con  el  curioso  interès  que  siempre 
«nos  escita  el  inquieto  deseo  de  descubrir 
»lo  que  con  misterioso  ahinco  se  nos 
«quiere  disimular,  y  en  fin  tendra  en  su 
«poder  un  espejo  en  donde  vera  retrata- 
»do  el  interior  de  unos  hombres  de  vasta 
«ambicion  y  peligrosas  miras.  Cuaderno 
«que  se  vende  a   4  rs.  en  las   librerías 

«de A  los  tomadores  por  mayor  se  les 

«harA  una  rebaja  proporcionada»  (1).  En 
el  Diario  de  Barcelona,  sí,  en  el  Diario, 
se  leen  las  anteriores  palabras  laudato- 
rias  del  mas  calumniador  y  embustero  de 
los  escritos  que  ha  abortado  el  genio  del 
mal,  salido  de  la  pluma  envenenada  de 
un  ex  jesuita. 

En  el  número  del  mismo  Diario  ael  16 
de  maj'o  de  1836  se  lee: 

«LiBROs. — Sor  Lucia  ó  las  amigas  en 
«el  claustro.  Traduccion  del  francès  por 
«D.  P.  C.  Lamentables  han  sido  en  todos 
«tiempos  los  efectos  producidos  por  la 
«perniciosa  costumbre  de  permitir  la  en- 
«trada  en  los  claustros  ò.  jóvenes  inex- 
«pertas  que  apenas  salidas  de  la  infància 
«imbuidas  por  un  falso  celo  se  han  ligado 
»con  indisolubles  lazos,  ignorantes  del 
«valor  de  sus  promesas;  però  mucho  mas 
«desgraciadas  han  sido   aun  las  conse- 

(!)      Pàg.   2"5. 


«cuencias  de  arrastrarlas  con  violència 
«al  pié  de  los  altares  sacrificadas  à  la  am- 
«bicion,  vanidad  ó  resentimiento  de  des- 
«naturalizados  parientes  que  pretendien- 
«do  impiamente  sofocar  el  ardor  de  las 
«pasiones  han  dado  pàbulo  à  la  llama  que 
»ha  consumido  sus  victimas,  atizado  la 
»tea  de  la  discòrdia  entre  las  familias, 
«menoscabado  las  fortunas  y  envuelto  en 
>!su  ruína  a  otros  inocentes,  victimas  se- 
«cundarias  de  tan  detestables  perpetrado- 
»res.  Véndese  en  la  librería  de  Solà,  calle 
»de  la  Boçaria,  à  2  reales  vellon»  (2). 

Diario  del  22  de  marzo  de  1836: 

«El•lsebio,  historia  sacada  de  las  memo- 
«rias  que  dejó  èl  mismo.  Por  D.  Pedró 
«Montengon...  las  costumbres  se  veran 
>en  el  Eusebio  entrelazadas  con  las  vir- 
«tudes  morales  y  sociales;  y  el  empeno 
«con  que  el  oscurantismo  prohibió  la  cir- 
»culación  de  esta  obra,  es  una  prueba 
»evidente  de  las  sanas  màximas  que  ella 
«encierra....»  (3). 

El  Diario  del  24  de  Marzo  de  1836  con- 
tiene  un  nuevo  anuncio  del  Eusebio,  y 
avisa  que  se  publica  sin  supresiones  ni 
tergiversaciones,  sinó  tal  como  la  dejó  el 
autor,  «lo  que  no  sucede  con  ninguna  de 
«las  ediciones  publicadas  en  tiempos  de 
»una  censura  demasiado  rígida....»  (4). 

En  el  mismo  número  va  un  nuevo  anun- 
cio de  La  Ciudadcla  iitqnisitorial  con 
muchas  palabras  de  elogio  del  libro, 
puestas  por  el  que  la  publica:  «Van  ana- 
«didos  en  esta  obra  los  sucesos  de  Julio 
«y  Agosto  ultimo  hasta  la  caida  de  Llau- 
»der»  (5). 

En  el  Diario  del  28  de  marzo  de  1836  y 
en  otros  números  posteriores  se  anuncia 
la  novela  titulada  LA  ABADESA,  ó  pro- 
cedimicutos  inquisitorialcs  por  IF.  H. 
Ireland,  tradiicida  del  itiglés,  de  la  que 
el  anuncio  del  dia  5  de  abril  siguiente 
escribe:  «Presentar  al  publico  los  funes- 
»tos  efectos  de  la  ambicion  de  los  padres 


Pdg.  ÓI5. 
Pag.  664. 
PAgs.  678  y  679. 
Pàg.  679. 


844 


LIBRO    TERCKRO. 


~APirULO    DUODiiCI.MO 


>.en  sacrificar  à  sus  hijos  A  la  austendad 
»del  claustro  sin  consultar  con  su  voca- 
»cion;  hacer  ver  los  males  que  pueden 
»causar  à  la  Sociedad  las  intrig^as  de  un 
«convento,  cuando  los  que  deben  dirigirle 
»se  hallan  dominados  de  viles  pasiones, 
»y  manifestar  una  pintura  de  los  tene- 
»brosos  y  terribles  procedimientos  del 
»abolido  tribunal  de  la  Inquisicion,  tal 
»es  el  asunto  de  la  obra  que  anuncia- 
»mos.'..»  (1). 

Y  el  anuncio  de  la  misma  obra  del  .0/a- 
rio  del  2  de  mayo  del  propio  ano  dice: 
«La  Abadesa.— Una  abadesa  cruel  y  ven- 
«gativa,  entregada  à  todas  las  pasiones 
»y  caprichos  mundanos:  un  fraile  hipó- 
»crita,  detestable  por  sus  principies  san- 
»guinarios:  dos  amantes  en  fin  persegui- 
»dos  por  aquellos  dos  seres,  cubiertos  bajo 
»la  capilla  de  la  religion,  y  delatados  al 
«abominable  tribunal  mal  llamado  Santo 
«Oficio....»  (2). 

El  número  del  11  deseptiembre  de  1836 
anuncia  la  venta  del  libro:  'iFrailismonin, 
•Sió  graudc  historia  de  los  frailes  dividida 
»en  tres  tomos  en  8.°  mayor.  Obra  escrita 
»con  toda  imparcialidad  por  D.  Joaquin 
»del  Castillo  y  Mayone,  aprobada  por  las 
»autoridades  eclesiàstica  y  civil....»  Se 
suscribe  en  casa  Indar  y  en  casa  Saurí  (3). 
Autor  pésimo,  y  obra,  ademas  de  muy 
estulta,  muy  mala;  de  la  que  poseo  dos 
ejemplares,  y  la  he  leído  por  completo, 
dando  en  esto  prueba  de  jobina  pacièn- 
cia, y  de  la  imparcialidad  de  que  fementi- 
damente  blasona  el  anuncio.  Dudo  mucho 
de  que  la  autoridad  eclesiàstica  la  apro- 
bara,  y  si  lo  hizo,  se  equivoco. 

En  el  Diario  del  11  de  noviembre  de 
1836:  •:<LiBROs. — Los  frailes  en  el  iitfier- 
•>mo,  respuesta  dada  por  el  diablo  Misipi 
»al  presbítero  Francisco  Aragonès,  im- 
»pugnador  del  prospecto  frailismónico. 
»Véndese  en  la  libreria  de  Ignacio  Oli- 
»veras  y  Gutiérrez,  calle  Ancha,  número 
»26.  En  la  misma  se  halla  la  impugna- 


(0     Pàg.  77^- 

(2)  Pàg.  995. 

(3)  Pàg.  2059. 


»cion  al  prospecto  frailismonia  por  el 
«presbítero  Aragonès»  (4).  iBenemérito 
Padre  Aragonès  que,  arrojado  del  claus- 
tro, y  ya  decrépito,  todavía  lucha  en  días 
de  horrenda  contradicción  y  crueldadl 

Los  anuncios  oficiales  de  las  subastas 
de  los  muebles,  y  de  los  arrendamientos 
y  ventas  de  los  inmuebles  de  los  conven- 
tos,  se  cuentan  en  el  Diario  por  centena- 
res;  però,  como  son  oficiales,  no  quiero 
dilucidar  la  responsabilidad  moral  que  im- 
porten. 

En  fin,  omito  otros  anuncios  malos. 
Tales  procederes  revelan  las  condiciones 
de  los  tiempos  y  las  evoluciones  de  las 
ideas,  y  por  esto  debe  recordarlos  el  his- 
toriador imparcial.  Con  razón  en  1892  el 
eminente  y  sagaz  director  del  mismo  pe- 
riódico  D.  Juan  Manè  y  Flaquer,  al  rese- 
nar  la  historia  del  Diario,  pudo  escribir 
las  siguientes  líneas:  «Creemos  sincera- 
»mente  que  los  directores  y  redactores 
»del  Diario  de  Barcelona  cumplieron 
»fielmente  con  este  deber  desde  la  funda- 
»cion  del  periodico.  Pudieron  equivocar- 
»se,  é  indudablemente  se  equivocaron  en 
«repetidas  ocasiones,  ya  que  eran  hom- 
»bres,  y  como  tales  sujetos  à  error;  però 
«del  estudio  de  la  historia  del  periodico 
«sacamos  la  conviccion  de  que  procedie- 
»ron  de  buena  fé,  desinteresadamente 
»hasta  en  sus  mayores  y  mas  sensibles 
»obcecaciones»  (5).  Tales  anuncios  y  tales 
libros,  unidos  a  otros  medios  de  publi- 
cación,  fueron  efecto  y  causa  del  odio  y 
prevenciones  que  dominaron  en  aquellos 
anos  contra  los  institutos  religiosos;  y 
por  esto,  con  harto  sentimiento  mío,  no 
pude  prescindir  de  su  inserción  en  este 
mi  pobre  libro.  Su  omisión  importarà  la 
falta  de  uno  de  los  principales  rasgos  de 
la  fisonomia  que  estoy  pintando.  Y  escri- 
bo  que  lo  inserto  con  harto  sentimiento, 
porque  hoy  (1900)  el  Diario  de  Barcelo- 
na, ademàs  de  serio  y  bien  informado,  es 
perfectamente  católico;  y  lo  es,  no  solo 


de    octubre  de   1892,   pàg. 


U) 

Pàg 

2551 

{--,) 

Diat 

io  de 

1 1402 

CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


845 


porque  evite  las  herejías,  los  eirores  y 
las  inconveniencias;  sinó  porque,  positi- 
vamente,  dadas  las  ocasiones  convenien- 
tes,  libra  decididas  batallas  a  favor  de  la 
Iglesia,  ya  valerosamente  combatiendo  à 
la  masonería,  ya  defendiendolos  ordenes 
religiosos,  ya  ensalzando  la  virtud  y  la 
Relig-ión;  y  así  merece  plàcemes  de  los 
que  ante  todo  nos  preciamos  de  católi- 
cos.  Y  cuenta  que  este  mi  testimonio  de 
la  ortodòxia  y  celo  del  Diario  atesora 
gran  valor,  no  porque  mi  dicho  goce  de 
autoridad  alguna,  sinó  porque  procede 
de  la  pluma  de  quien  en  materias  políti- 
cas  no  solo  no  comulga  con  el  Diario, 
ni  està  suscrito  a  él,  sinó  que  en  las 
dichas  materias  le  està  diametralmente 
opuesto,  y  es  suscritor  de  otro  muy  de 
él  contradictor. 

De  todos  los  anteriores  datos  deducira 
el  avisado  a  qué  elevadísimo  grado  de 
calor  llegaria  en  Barcelona,  después 
del  1835,  la  enemiga  contra  las  ordenes 
religiosas.  Nombrar  aquí  un  fraile  equi- 
valia a  mentar  el  demonio,  y  a  un  jesuita, 
a  Lucifer  en  persona,  Yo  alcancé  estos 
tiempos,  y  testifico  lo  que  vi  y  oi. 

El  Vapor.— Como  este  periódico  publi- 
caba  continuamente  artículos  de  fondo, 
y  tomaba  activa  parte  en  lasluchas,  pude 
con  abundantes  líneas  y  marcadas  tintas 
pintar  en  el  articulo  6."  del  capitulo  VII 
su  fisonomia  acentuadamente  liberal  mo- 
derada, al  uso  del  1835,  y  por  lo  mismo 
antirreligiosa.  Procede  ahora  examinarle 
con  vista  al  atentado  del  25  de  julio,  y 
especialmente  en  los  días  a  éste  poste- 
riores. 

El  temor  de  que  en  Barcelona  se  repro- 
dujeran  las  escenas  lamentables  de  Ma- 
drid, Zaragoza  y  Reus,  tan  adversas  al 
partido  moderado;  y  quizà  la  noticia  de 
lo  que  aquí  para  dicho  dia  se  tramaba, 
inspirarían  el  siguiente  articulo  endere- 
zido  a  evitarlas.  Dice  así  en  el  número 
del  mismo  25  de  julio  de  1835: 

«Se  ha  objetado  à  nuestra  doctrina  de 
«conciliacion  por  colegas,  à  quienes  pro 
»fesamos  afecto,  que  deseaba  evitar  la 
«guerra  civil  (fiic)  que  ha  de  destruir  à 


»los  partidarios  de  D.  Càrlos.  Quisiéra- 
»mos,  es  verdad,  atraerles  à  un  régimen 
»de  justícia  y  pacificacion,  però  emplean- 
»do  al  mismo  tiempo  una  saludable  ener- 
»gía  en  el  campo  de  batalla  y  en  los  tri- 
»bunales  de  la  ley  para  afiadir  la  voz  del 
»escarmiento  à  la  de  la  razon  y  la  salud 
>*del  Estado.  Nunca  hemos  temido  la  gue- 
»rra  civil  de  la  justícia  contra  la  injusti- 
»cía;  sí  emperò  la  que  enardeciendo  las 
»pasiones  promueve  descomunal  choque 
»de  ilegalidades  contra  ilegalidades  y  de 
«venganzas  contra  resentimientos. 

»E1  Gobierno  que  existe  por  la  ley  debe 
sobrar  segun  la  ley:  el  que  pretende  exis- 
»tir  por  la  usurpacion  no  procede  contra 
»sus  principios  cometiendo  asesinatos  y 
»toda  clase  de  insolencias.  Mientras  los 
»liberales  de  Espafia  peleen  por  Dona 
«ISABEL  y  el  Estatuto  Real  no  deben 
»mancillar  su  causa  con  tropelias  y  des- 
«órdenes.  Diran  que  los  facciosos  roban 
»y  atropellan  y  asesinan,  però  tambien 
»hacían  otro  tanto  los  Giberts  y  los 
»Mojicas  sin  que  por  esto  se  procediese 
»sin  formas  legales  contra  sus  satélites  y 
»algunos  pueblos  que  les  daban  acogida 
»por  terror  ó  interès.  Tratemos  pues  de 
«conservar  en  su  pureza  la  causa  justa; 
«puesto  que  es  legítima  no  la  defendamos 
»como  si  fuera  bastarda,  y  estemos  bien 
»persuadidos  de  que  una  guerra  civil  con- 
»ducida  con  este  pulso  no  puede  menos 
»de  atraer  tarde  ó  temprano  al  bando  de 
»la  justícia  à  cuantos  tienen  el  recurso 
»de  una  propiedad  y  sienten  la  llama  de 
»una  virtud. 

»Supongamos  lo  contrario;  figurémonos 
»que  las  alevosías  y  crimenes  de  los 
«rebeldes,  dando  al  través  con  el  juicio 
»de  los  Jiberales,  les  inspiran  igual  frene- 
»sí  de  sangre,  desolacíon  y  esterminio: 
»que  desdeflan  ya  el  lento  tràmite  de  las 
»leyes  y  se  toman  la  justícia  por  su  mano: 
»que  buscando  medios  de  herir  por  los 
«mismos  filos  à  quien  les  hiere  no  repa- 
»ran  en  el  genero  de  muerte,  solo  si  en  el 
»modo  de  multiplicar  las  víctímas:  que 
»perecen  donde  quiera  ellos  y  sus  enemi- 
»gos  ;\  los  golpes  de  una  daga,  al  tósigo 


846 


LIBUO    TERCERO. — CAPITULO    DUODECIMO 


»de  un  veneno  ó  las  vueltas  de  un  cordel: 
»que  ni  unos  ni  otros  reconocen  freno  ni 
»obedecen  à  màs  ley  que  al  instinto  de 

»una  ferocidad  brutal ien  qué  se  dis- 

»tinguen  los  defensores  de  una  causa 
»justa?  Y  si  no  se  distinguen  como  se  da 
»à  conocer  esta  justícia  y  se  persuade 
»con  ella  a  las  personas  de  buen  corazon 
»y  sano  juicio?  La  vehemència  revolucio- 
»naria,  trastornando  la  màquina  social, 
»harà  ascender  à  hombres  de  condicion 
»ruin  en  cuyas  manos  se  destruiran  à  la 
»vez  los  elementos  de  buen  gobierno  y 
»las  riquezas  de  la  Pàtria. 

»He  aquí  la  discòrdia  que  quisiéramos 
»evitar.  Se  nos  responderà  que  es  muy 
»lejana,  que  es  quimérica  tal  vez;  però 
»tambien  eran  lejanos  al  principio  de 
»nuestra  regeneracion  política  los  des- 
»órdenes  que  desde  un  ano  à  esta  parte 
»se  han  cometido  en  la  Península.  Nues- 
»tro  deseo  es  desinteresado  y  sincero: 
»tenemos  razones  para  suponer  en  nues- 
»tros  colegas  igual  sinceridad  y  desin- 
»terés,  y  por  lo  mismo  ofrecemos  fran- 
»camente  à  su  buen  criterio  el  cotejo  de 
»la  guerra  que  la  causa  justa  debe  hacer 
Ȉ  los  rebeldes  con  el  de  la  que  van  insen- 
»siblemente  provocando  las  pasiones.» 

Ni  en  el  dia  26  ni  el  27  reza  una  palabra 
de  relato  de  los  incendies  del  25,  però  sí 
da  noticia  de  ellos  el  28,  mas  de  manera 
harto  reprobable.  He  aquí  sus  palabras, 
en  las  que  la  justícia  no  puede  menos  de 
condenar  el  elogio  mentido  de  los  revo- 
lucionarios  respecto  a  si  robaron  o  no;  el 
presentar  como  hija  de  sola  la  confusión 
la  muerte  de  los  frailes  asesinados,  y  un 
implícito  elogio  de  las  autorídades. 

«En  la  tarde  del  dia  25  alborotóse  el 
»pueblo  en  la  plaza  de  toros,  con  ocasion 
^)de  ser  estos  en  demasía  pacííicos  para 
»dar  interès  à  la  lucha. 

»De  allí  salió  en  tropel  a  incendiar  los 
»conventos  de  esta  capital. 

»E1  fuego  prendió  en  seis  de  ellos:  el  de 
»Carmelitas  descalzos,  el  de  Carmelitas 
»calzados,  el  de  Dominicos,  el  de  Trini- 
«tarios  descalzos,  el  de  Agustinos  calza- 
»dos  y  el  de  Mínimos 


»No  se  robo  cosa  alguna.  Perecieron 
»unos  cuantos  regulares  en  medio  de  la 
»confusion  del  trastorno. 

»Las  Autorídades  mandaron  formar  la 
»guarnicion  y  las  mílicias,  con  el  objeto 
»de  evitar  danos.  Una  de  sus  acertadas 
«medidas  fué  la  de  ir  recogiendo  las 
»comunidades  y  trasladarlas  al  fuerte  de 
»Atarazanas  y  desde  este  al  de  Monjuí, 
»donde  permanecen  seguras. 

«Parece  que  en  la  noche  del  26  se  pre- 
»paraba  una  conmocion  contra  las  fàbri- 
xcas  que  por  medio  de  mayores  màquinas 
»trabajan  con  suma  economia  de  brazos. 
»E1  Gobierno  supo  preveerla  y  nada  ha 
»habido». 

El  dia  1 .°  de  agosto,  después  de  un  suel- 
tecito  en  el  que  dice  que  hay  guardià  en 
los  conventos  y  que  las  puertas  de  los  in- 
cendiades han  sido  tapiadas,  publica  el 
siguiente:  «Seria  de  desear  que  se  elevase 
»una  representacion  al  Gobierno  para 
»que  el  sitio  que  ocupan  los  conventos 
»incendiados  fuese  inmediatamente  desti- 
»nado  al  uso  que  se  considere  oportuno. 
»Por  ejemplo  el  de  San  José  podria  con- 
»vertirse  en  espaciosa  plaza  de  mercado, 
»y  el  de  Trinitarios  en  correspondientes 
»solares  para  casas».  El  corazón  libe- 
ral, aun  moderado,  no  podia  sufrir  la 
tardanza  en  destinar  aquellas  casas  reli- 
giosas  a  usos  profanos;  y  sigue  el  suelto: 
«El  Gobierno  determinaria  si  parte  de  las 
»cantidades  que  redituasen,  segun  su 
»distribucion,  podria  servir  para  el  soco- 
»rro  que  decretarà  à  los  regulares  extin- 
»guidos.  Esta  medida  al  paso  que  hiciera 
«desaparecer  unos  edificios  arruinados, 
»contribuiria  al  ornato  y  comodidad  de 
»la  poblacion  y  aumentaria  los  arbitrios 
»munícípales».  Tan  viva  pincelada  deja 
pintado  de  cuerpo  entero  el  partido  mo- 
derado de  entonces:  tan  deseoso  de  la 
extinción  de  los  regulares  como  el  pro- 
gresista  o  exaltado. 

El  número  del  4  de  agosto  inserta  el 
decreto  de  Madrid  de  supresión  de  aque- 
lles conventos  cuyos  profesos  no  lleguen 
a  doce,  y  ademàs  un  estado  según  el  cual, 
con  verdad  o  falsedad,  había  entonces 


CONSECUEN'CIAS    POLITICAS    DEL    INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


847 


en  Espana  30,906  frailes.  Por  lo  demas,  y 
salvos  los  sueltos  aquí  indicados  y  las 
alocuciones  de  la  autoridad,  no  dedica 
El  Vapor  ni  una  línea  a  los  conventos  y 
frailes  durante  aquellos  días.  Mas  llega 
el  6  de  agosto,  y  entonces  sobre  el  tras- 
torno político  de  ellos  suelta  la  lengua,  y 
cambia  de  color,  }'  de  moderado  se  con- 
vierte  en  progresista.  He  aquí  sus  pala- 
bras: 

«Advertència. — El  Redactor  que  desde 
»la  inauguracion  de  este  periódico  ha 
»corrido  con  la  parte  política  del  mismo 
»cesa  desde  hoy  en  sus  funciones. 

»Cuando  vueltos  de  la  espècie  de  estu- 
»por  en  que  nos  han  sumido  los  admira- 
»bles  acontecimientos  de  estos  últimos 
»días,  podamos  compulsar  hechos  y 
«coordinar  relatos  particulares,  probare- 
»mos  de  dar  la  crònica  fiel  de  las  escenas 
»que  hemos  presenciado.  Entre  tanto  nos 
»cabe  la  dulce  complacencia  de  asegurar 
»que  no  se  ha  robado  un  alfiler,  ni  se  ha 
»vibrado  una  vez  siquiera  el  puíïal  para 
»satisfacer  enconos  particulares. 

»Vigorosa  conmocion  popular,  inraola- 
»cion  del  2°  cabo  (sic)  comandante  gene- 
»ral  de  este  Principado  y  gobernador  de 
»la  plaza,  destruccion  de  todas  las  ofici- 
»nas  de  policia,  y  anihilacion  de  las  de- 
»pendientes  de  la  administracion  del 
»derecho  de  puertas,  son  acaecimientos 
»ocurridos  ayer  en  el  espacio  de  breves 
»horas.  Afiàdase  a  esto  la  necesidad  de 
«mantener  tranquilos  los  hogares  domés- 
»ticos,  asegurando  la  pública  tranquili- 
»dad,  y  no  estraiiaran  nuestros  suscrilo- 
»res  que  haya  sido  imposible  Uenar  las 
»colunas  del  periódico,  halh'indose  la  ma- 
»yor  parte  de  los  cajistas  y  demds  oficia- 
»les  de  la  imprenta  en  las  filas  de  la 
»Milicia  urbana  empunando  las  armas  en 
»sosten  de  los  derechos  patrios. 

»No  terminaremos  este  articulo  sin 
»rendir  homenaje  de  admiracion  al  cor- 
»dial  y  franco  comportamiento  de  los  va- 
»lientes  Soldados  y  decididos  Urbanos» 
•>->(éstos  cou  viayúsciila;  Ba^sa  con  ;;//- 
niiscula),  « no  menos  que  al  enérgico 
»comedimiento  de  los  Palriotas  armados, 


»y  a  la  leal  sensatez  de  los  que  con  la 
»fuerza  del  raciocinio  evitaron  felizmente 
»lances  amargós  3'  funestos  choques. 

>:^i  UNION  Y  LIBERTAD  LEGAL!  fitc 
-hcl  constante  grito  qtïe  poblaba  ayer  los 
y>aires.  i  LIBERTAD  Y  UNION !  "sí^a  rfí' 
»/20v  màs  el  mote  del  petidón  de  todos 
r>los  Barceloneses.  Evitese  toda  clase  de 
■hindiscreciones,  y  esté  seguro  el  pueblo 
hde  que  su  vos  unànime,  tnagestuosa  y 
fjcolosal  no  puede  menos  de  ser  atendïda 
y>por  el  Gohierno  en  qiiien  libra  sus  des- 
Uiiios  la  Pàtria  de  los  Pelayos,  de  los 
»Cides  y  de  los  Padillas. 

«Barcelona.  Imprenta  de  M.  Rivade- 
»neyra  y  comp.» 

Va  copiado  con  servil  exactitud,  respe- 
tando  basta  la  ortografia. 

Hasta  el  5  de  agosto  inclusive  El  Vapor 
llevo  el  titulo  con  el  «Publicado  bajo  los 
auspicios  de  S.  E.  el  Capitan  General»; 
mas  desde  el  6  deja  este  titulo,  y  se  llama 
simplemente  <fEl  Vapor».  Sus  oficinas 
continúan  en  la  casa  de  Rivadenevra 
y  C.'-' 

Considero  digno  de  ser  conocido  el 
siguiente  articulo  de  fondo,  insertado  en 
el  número  del  7  de  agosto:  «Fatídico 
«rumor  precedió  la  venida  del  general 
»Bassa.  El  publico  estaba  conforme  en 
»que  no  se  volveria  à  turbar  el  sosiego 
»mientras  las  Autoridades  superiores  mi- 
»litares  no  tratasen  de  terrorizar  a  Bar- 
»celona.  Mas  en  cuanto  se  supo  que  se 
«encaminaban  tropas  à  la  capital,  que 
»Bassa  estaba  en  Sans....  (sic)  A  cada 
»instante  aguardàbamos  el  canonazo  de 
»alarma.  Entro  Bassa  en  Barcelona,  pa- 
»seó  sus  calles  sin  escolta,  desatiando, 
»como  quien  dice,  la  bravura  del  pueblo, 
»3'  a  poco  oyóse  el  siniestro  estampido, 
»clara  prueba  de  que  los  Barceloneses 
»admitian  el  reto  /O  yo  ó  cl  pueblo! 
»Indiscreto  alarde!  Ni  horas  tardo  en 
iresolverse  el  problema.  Armase  el  pue- 
»blo,  forma  la  milícia  urbana,  3-  contando 
»en  que  la  tropa  tambien  discurre,  el 
»Segundo  Cabo  de  la  provincià  se  ve 
»rodeado  de  ciudadanos  armados:  en 
»vano  pronuncian  sus  labios  el  grito  de 


848 


LIBRO     TERCERO. CAPITULO     DUODICCI.MO 


»/  Viva  la  libcrtad!,  en  vano  ruega  que 
»le  perdonen  la  vida:  Bassa  sucumbe  al 
»furor  popular. 

Aquí  se  pregunta  por  qué  esto  no  se 
hizo  al  Conde  de  E^pana,  y  dice  que 
ojala  se  hubiese  hecho. 

«El  cadàver  de  Bassa  fué  arrojado  por 
»uno  de  los  balcones  de  palacio,  arras- 
»trado  por  las  calles,  y  víctima  íinal- 
»mente  de  las  llamas....  (sic)  Ah!  no 
>>prosigamos;  la  imaginacion  se  estreme- 
»ce,...  (sic)  à  duras  penas  el  desacato 
»justifica  la  veno^anza.  Incinerades  fueron 
»tambien  los  papeles  de  la  policia,  del 
»gobierno  civil....,  (sic)  incendiadas  las 
»oficinas  de  la  recaudacion  del  derecho 
»de  puertas....  (sic)\  destrozados  en  parte 
»los  muebles  y  adornos  del  Real  Pala- 
»cio....  (sic)  y  aquí  apesar  nuestro  corta- 
»remos  el  hilo  de  la  historia  para  decir 
»que  dentro  del  Palacio  de  un  Capitan 
»general  de  Isabel  II  se  encontró  la  ban- 
»dera  del  ex-batallon  de  voluntarios  rea- 
»listas.  «íA  qué  venia  la  conservacion  de 
»tan  ominosa  ensena?  rEs  posible  que 
»vuelva  à  ondear  jamàs  en  la  atmosfera 
»de  la  liberal  Barcelona?  Nosotros  vimos 
»un  fragmento,  lo  hollamos  de  gana,  y 
»no  poco  contribuyó  tan  imprevisto  ha- 
»llazgo  a  enardecer  la  sangre  de  los 
»patriotas. 

»Numerosos  grupos  de  ciudadanos  que 
»iban  recorriendo  las  calles  A  los  gritos 
»unànimes  de  iVivn  Isabel  JI!  i  Viva  la 
y>libertadl  labajo  los  tiranos!  y  crecídas 
«patrullas  de  soldados  y  urbanos  mez- 
»clados  para  mantener  el  órden,  fué  el 
»único  espectàculo  que  pudo  ocuparnos 
»hasta  el  anochecer. 

», Hubiese  querido  el  Cielo  que  no  ano- 
»checiera  jamas!....  (sic).  Con  efecto;  à 
»no  ser  la  madre  de  las  tinieblas  tal  vez 
»no  se  habria  presenciado  el  horroroso 
»espectàculo  de  ver  entregada  à  las  11a- 
»mas  la  fàbrica  de  vapor  de  los  Sres.  Bo- 
»naplata,  Vilaregut  y  compaíïia;  no 
»hubiera  Barcelona  dado  el  insensato 
»ejemplar  de  suicidar  su  indústria... 
»Apartemos  la  vista  de  tamana  àtroci- 
»dad,  y  no  nos  entreguemos  à  funestos 


«vaticinios.  Las  músicas  del  Real  Cuerpo 
»de  Artilleria  y  de  las  demàs  tropas  de  la 
»guarnicion  y  milícia  Urbana  recorrie- 
»ron  las  calles  y  plazas  tocando  cancio- 
«nes  patriótícas  é  himnos  de  grata  recor- 
»dacion.  La  ciudad  quedo  repentinamente 
»iluminada,  y  los  ciudadanos  pudieron 
»tranquilos  reposar  en  su  lecho,  seguros 
»de  que  las  armas  de  los  Soldados  y  Ur- 
»banos  no  transigirian  con  el  menor  aso- 
»mo  de  desórden. 

»Amaneció  el  6  de  agosto;  el  publico 
>4eía  afanoso  en  los  periódicos  y  en  las 
xesquinas  las  alocuciones  de  las  autori- 
»dades  respectívas,  cuando  se  oyó  tocar 
«generala.  Era  el  caso  que  un  centenar 
"de  pillos  querian  dar  visos  de  anarquia 
»al  espontàneo  movimiento  político  de  la 
svíspera;  querian  robar  y  saquear,  que- 
»rian  desacreditar  la  causa  de  los  libres. 
»Poco  adelantaron  sin  embargo  en  su 
»delirante  propósito.  La  milícia  ciudada- 
»na  se  reunió  como  por  encanto,  y  los 
«verdaderos  anarquístas  fueron  pronto 
»sableados  unos,  y  presos  la  mayor  parte 
«para  sufrir  el  condígno  castigo  de  sus 
«miserables  proezas.  No;  no  se  dirà  que 
»en  la  culta  Barcelona  se  haya  robado 
»un  maravedí,  sín  que  la  lanza  de  un 
»voluntarío  de  à  caballo  ó  la  bayoneta  de 
»un  ínfante  hayan  hecho  espiar  el  cri- 
»men. 

»La  capital  de  la  antígua  Cataluna 
»sigue  tranquíla.  Respetuosa  aguarda 
»las  resolucíones  del  Gobíerno  supremo. 
»Y  por  si  estàs  mal  límadas  clàusulas 
«llegan  à  sus  manos,  sepa  que  el  pueblo 
«espanol  està  cansado  de  sufrir  abusos  y 
»besar  cadenas.  Consíente  en  que  las 
»reformas  sean  sucesivas,  mesurado  el 
«movimiento,  mas  su  fibra  no  permite 
«estar  inerte.  Quiere  LIBERTAD  legal; 
«quíere  ser  gobernado  por  hombres  pu- 
«ros,  identífïcados  con  el  sistema  repre- 
«sentativo.  No  valen  ya  azucarados  dis- 
«cursos  _v  mentidas  promesas.  Quitóse  la 
«màscara,  y  ia}^  del  que  pretenda  aman- 
«sarle  con  nuevas  imposturas!» 

El  dia  10  del  mísmo  agosto  del  1835 
copia  un  articulo  de  la  Revista  Mensa- 


CONSECUENCIAS    POLITICAS    DEL    INXENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


849 


jero,  titulado:  «Libertad  de  imprenta, 
Conventos  y  desordenes».  —  Respecto  de 
la  primera  sostiene  el  articulo  que:  '<Nun- 
»ca  ha  sido  mas  necesario  que  esté  libre 
»la  imprenta  que  en  el  dia....»,  y  refe- 
rente  a  los  segundos  dice: 

'< Tales  como  estan  las  cosas,  no  rehusa- 
»remos  repetir  con  cuanta  indignacion  y 
»dolor  oimoslasatrocidades  y  desgracias 
»de  que  la  pàtria  esta  siendo  teatre.  ;Serà 
»posible  que  no  se  acuda  al  remedio?  íQue 
»no  se  trate  de  emplear  otro,  viendo  cuan 
«poco  alcanza  el  hasta  ahora  usado? 

»En  suma,  àque  no  se  quiten  de  en  me- 
»dio  los  conventos? 

»tY  k  quien,  à  quien  preguntamos  dole- 
»rà  semejante  providencia?  No,  cierto,  a 
»los  pobres  frailes  y  monjas,  cuya  vida 
«presente  es  un  martirio  continuado.  No 
Ȉ  sus  amigos,  en  quienes  debe  producir 
»y  produce  mas  y  peor  efecto  la  matanza 
»que  causaria  la  supresion.  No  à  los  pa- 
»triotas  ardientes,  pues  suspiran  por  la 
«estincion  de  las  ordenes  religiosas  regu- 
»lares.  Ni  deberia  disgustar  à  los  mode- 
»rados,  cuya  repugnància  à  supresion 
»nace  de  que  de  ella  preveen  consecuen- 
»cias  funestas,  pues  deben  ver  que  mas 
»funestas  las  està  produciendo  el  empeno 
»en  sostener  los  frailes».  Que  conviene 
quitar  este  motivo  de  alborotarse  a  los 
que,  Uevados  de  pasiones  políticas,  tras- 
pasan  los  limites  de  la  justícia. 

«A  las  circunstancias  en  que  vivimos 
»es  preciso  atemperar  nuestra  conducta. 
«jTiene  el  gobierno  fuerza  para  que  los 
«habitantes  de  los  conventos  vivan  segu- 
»ros,  y  ciertos  de  estarlo?  Y  si  no  la 
«tiene,  íno  convendria  la  estincion  de  las 
«ordenes  regulares? 

»A.  A.  G.» 

En  el  niimero  del  13  de  agosto  de  1S35 
hay  un  folletín  titulado  «Conventos  espa- 
fioles»,  del  cual  tomo  estàs  lineas: 

«Llenos  estan  de  ellos  (de  tcsoros 
y>arttsticos)  esos  conventos  que  mas  tem- 
»prano  ó  mas  tarde  habran  de  desapare- 
»cer  por  fin  de  nuestro  suelo,  porque  las 


ynecesidades  de  la  sociedad  han  variado, 
»porque  los  cenobitas  no  son  de  nuestro 
>^siglo,  porque  nuestro  siglo  concibe  ya 
»una  reiigion  grandiosa  y  de  consuelo, 
»sin  víctimasfanàticas  ni  fanatizadoras». 

Pondera  luego  las  muchas  riquezas 
literarias,  históricas  y  artísticas  que  en- 
cierran  los  conventos.  Llama  la  atención 
del  Gobierno  sobre  ellas,  y  aüade  que 
hay  que  evitar  las  violencias  populares. 
«ïDe  donde  puede  provenir  sinó  de  la 
«violència  ó  de  ocultos  manejos  la  multi- 
tud de  códices  y  manuscritos,  de  edicio- 
»nes  raras  y  antiquisimas,  y  hasta  de 
ííCjccutortas  de  familias  nuestras,  que 
»existe  en  la  biblioteca  Real  de  París?» 

Aboga  porque  se  nombre  una  comisión 
que  recorra  los  conventos,  y  obre  con 
actividad  en  dar  «un  destino  mas  seguro 

»à  sus  riquezas  artísticas  y  literarias 

»nos  apresuramos  à  hacer  presente  al 
«Gobierno,  para  escusarnos  de  visiona- 
»rios,  que  esos  mismos  estrangeros  que 
«creen  conocer  nuestra  posicion,  se  ocu- 
»pan  en  el  dia  en  salvar  esos  tesoros 
«artísticos  de  nuestra  Espana;  però  en 
>.salvarlos  para  ellos.  Sabemos  positiva- 
>;mente  que  un  establecimiento  literario 
»en  Paris  trata  de  enviar  ò.  nuestro  suelo, 
»con  anuencia  y  proteccion  de  su  Go- 
»bierno,  comisionados  encargados  de 
«disenar  ó  de  comprar  ;l  cualquier  costa 
»cuanto  puedan  encontrar  en  punto  k 
»cuadros  y  manuscritos,  etc,  etc.  íPo- 
«dremos  fiarnos  en  que  estos  objetos  no 
»les  seran  vendidos?  iPodremos  suponer  a 
»sus  poseedores  tan  poco  perspicaces  que 
»no  vean  al  ojo  su  agonia?  íDeberemos 
«ponernos  en  manos  de  su  delicadeza? 

«Repetimos  que  lo  sabemos  positiva- 
«mente»  y  que  hemos  arrancado  casual- 
mente  el  secreto,  no  nos  ha  sido  confia- 

do...  Ff G.ARO. 

Leemos  en  el  niimero  del  25  de  agosto, 
en  un  articulo  de  fondo:  «...Hay  algo  en 
»la  tierra,  ha  dicho  el  ciudadano  F.  Raull 
«en  un  opúsculo  recien  publicado,  que  ni 
»los  decretos  ministeriales,  ni  la  fuerza 
«material  pueden  impedir,  y  es  el  progre- 
sso de  la  espècie  humana  hàcia  su  felici- 

54 


LIBRO    TERCERO. — CAPITULO    DUOUECIMO 


»dad,  fundada  en  los  eternos  principios 
»de  libertad,  igiialdad  y  frateriiidad  uni- 
f,versal:  entonces  los  pueblos  se  recono- 
»ceriin  y  borraràn  con  su  dicha  el  triste 
«lecuet'do  de  sus  actuales  miseiias».  Opi- 
»namos  conformes;  y  si  bien  creemos 
»remoto  el  principio  de  tan  venturosa  era, 
«llegarà  infaliblemente  por  rabiosos  que 
»sean  los  esfuerzos  en  contrario.  El  hom- 
»bre  ha  conocido  por  ultimo  sus  derechos, 
»ha  analizado  los  verdaderos  fundamen- 
»tos  del  pacto  social;  la  imprenta,  esta 
»potencia  regeneradora,  los  proclama...» 

El  dia  26  de  agosto  inserta  el  siguiente 
suelto  de  reüacción:  «El  Sor.  D.  Francis- 
»co  RauU  acaba  de  publicar  la  Historia 
y^dt'  la  coiimocion  de  Barcelona  en  la 
•f>noche  del  25  al  26  de  julio  de  1835. 
»Recomiéndase  este  opúsculo  no  tanto 
»por  la  verdad  en  la  narracion  de  los 
»hechos,  como  por  el  filosofo  pulso  con 
í>que  desenvuelve  las  verdaderas  causas 
»del  movimiento...  Invitamos  al  ciudada- 
xno  Raull  à  que  redacte  la  segunda  parte 
»de  la  Historia  comenzada.  Largos  mate- 
»riales  hay  para  ello,  y  en  su  narracion 
»podra  lucirse  de  nuevo  su  profundo  cri- 
>^terio  en  la  apreciacion  de  los  aconteci- 
»mientos  políticos».  Por  nota  indica  donde 
se  vende  el  pérfido  foUeto  de  Raull,  y 
dice  que  por  4  reales. 

En  el  número  del  15  de  septiembre  del 
mismo  ano  de  1835  inserta  el  prospecto  de 
la  perversa  revista  El  Propagador  de  la 
libertad. 

De  El  Cataldn  di  ya  muchos  datos  al 
describir  el  estado  de  Barcelona  de  julio 
de  1835,  y  escribí  que  era  el  órgano  del 
partido  progresista,  bien  que  en  su  len- 
guaje  aparecía  màs  templanza  que  en  el 
de  El  Vapor  y  en  los  conceptes  por  lo 
general  menos  ingerència  en  los  asuntos 
eclesiàsticos.  Cometido  el  incendio  de 
los  conventos,  sigue  la  pràctica  de  sus 
compafieros  de  Barcelona  en  callar  toda 
noticia  no  oficial  referente  al  hecho;  y 
así  ni  en  los  números  del  26,  27,  28  y  29 
hallamos  una  palabra  de  descripción  ni 
de  sola  mención.  En  el  número  del  30  se 
lee  el  siguiente  articulo  de   fondo:  «El 


»despreocupado  espectador  de  los  últimos 
*acontecimientos  de  esta  ciudad  natural- 
»mente  temeroso  de  los  escesos  que  de 
»ordinario  acompanan  à  una  revolucion 
»no  ha  podido  menos  de  admirar  las  vir- 
»tudes  del  pueblo  barcelonès.  La  opinion 
«pública  estaba  predispuesta  contra  los 
«regulares  que  el  pueblo  miraba  como  el 
»foco  de  la  rebelion,  y  en  un  momento  de 
«ecsaltacion  inocente  en  una  diversion 
«pública,  esta  ecsaltacion  se  desvio  de  su 
«primitivo  objeto  y  se  manifesto  hostil  à 
»los  conventos  haciendo  desaparecer  à 
«sus  moradores  en  una  noche.  Son  de 
«lamentar  por  cierto  algunas  desgracias, 
»pero  la  cordura  y  moderacion  de  las 
«Autoiidades,  Ejército  y  Milicia  previno 
«otras  mayores.  Si  desgraciadamente  se 
»ha  derramado  sangre  espanola  debemos 
«al  mismo  tiempo  congratularnos  de  que 
«el  pueblo  haya  respetado  las  propieda- 
»des  y  las  personas  de  los  particulares 
»sin  distincion  de  personas. 

«Aquella  conducta  popular  forma  cier- 
«tamente  contraste  con  las  voces  que  se 
«han  dibulgado  estos  últimos  días  de  que 
«el  pueblo  quería  dirigirse  à  la  destruc- 
»cion  de  varios  establecimientos  indus- 
«triales,  en  especial  contra  las  fàbricas 
«de  vapor  con  màquinas  y  telares  mecà- 
«nicos.  No  pudiendo  concebir  que  el  pue- 
«blo  barcelonès  se  hallase  dispuesto  à  en- 
«tregarse  à  tamanos  escesos,  hemos  pro- 
«curado  descubrir  el  origen  de  tales  voces 
«ó  el  movil  de  un  plan  destructor  de  la  pri- 
«mera  fuente  de  prosperidad  de  nuestra 
«provincia...«(l).Yasí  continua  ahincada- 
mente  combatiendc  el  proyecto  y  peligro 
del  incendio  de  las  fàbricas.  El  recto  sen- 
tir de  todo  imparcial  halla  en  las  trans- 
critas  líneas  buena  dosis  de  iniquidad.  No 
hay  en  ellas  màs  que  alabanzas  para  el 
pueblo  que,  según  el  autor,  cometió  el 
incendio;  y  si  débilmente  lamenta  la  san- 
gre derramada,  ensalza  a  lasautoridades 
porque  no  resistieron  a  los  malvados.  No 
hay  una  palabra  de  reprobación  para  el 
incendio  de  los  conventos,  però  largos 


(i)     Púg.  1267. 


CONSECUEN'CIAS    POLITICAS    DEL    IN'CENDÍO    DE    LOS    CONVENTOS 


851 


apartes  para  combatir  el  de  las  fàbricas. 
Explica  la  enemiga  contra  los  conventos 
por  solas  falsas  razones  políticas. 

En  la  primera  pàgina  del  número  3  de 
agosto  de  1X35  escribe  así: 

<.f Destino  que  pudicra  darse  d  algunos 
y>de  los  conventos  de  Barcelona  en  la  su- 
■oposicion  de  que  cl  Estado  se  apodere  de 
y>ellos. 

i'Convento  de  SJ"  Catalina.— Una.  gran 
»plaza  para  vender  y  desahogo  de  aque- 
»lla  parte  de  la  poblacion. 

»/dem  de  S.  José'.— Otra.  plaza  con  un 
»pórtico  por  todo  su  alrededor  en  donde 
»trasladar  la  pescaderia  y  venta  de  ver- 
»duras,  carnes,  flores,  fruta  y  demàs  efec- 
»tos  con  que  ahora  se  halla  atascado  el 
»paseo  de  la  Rambla.  Esta  plaza  debiera 
»y  pudiera  ser  muy  espaciosa,  habría  de 
»tener  comunicacion  con  la  calle  de  Jeru- 
»salen,  a  mas  de  la  que  tiene  con  la  calle 
»del  Hospital. 

ftldent  del  Carmcn. —Líís  facultades  ó 
»colegios  de  Medicina,  Cirugía  y  Farma- 
»cia  con  su  correspondiente  jardin  bota- 
»nico. 

^San  Sebastían.—A  la  casa  Lonja  para 
«desahogo  y  comodidad  de  sus  aulas  y 
«oficinas  y  para  establecer  un  museo  de 
»bellas  artes  y  una  biblioteca  de  todas  las 
»obras  de  las  ciencias  y  artes  que  se  en- 
»senan  en  aquella  Real  casa. 

»La  Merced.  —  Parròquia  la  iglesia, 
»casas  el  con vento- 
ses. Frajícisco.—loúa.s  las  oficinas  de 
«contabilidad  y  de  Real  Hacienda. 

«S.'"  Mònica.— C•àsa.s. 

»Capiic/iinos. — Un  magnifico  teatrocon 
»cuatro  entradas:  por  la  Rambla,  calle 
»de  Fernando  7.°,  Vidrio  y  Escudillers. 

»Trinítarïos  descalsos.— Casa.  de  co- 
«rreos,  postas,  etc. 

•"ídem  cal :ados.— Casas. 

»S.  Pfl(!)/o.— Parròquia  la  iglesia  y  ca- 
»sas  el  colegio  abriendo  una  calle  por  el 
»huerto. 

»Seni/ nario. —Carcel  pública. 

fServitas. — Parròquia  y  casas. 

»S.  Agitstín.  —  Biblioteca  general  y 
«casas. 


»Belen. — Universidad  literària  uniendo 
»el  edificio  de  la  Real  Acadèmia  de  cien- 
»cias  y  artes,  3'  trasladando  el  colegio 
>tridentino  a  los  Mínimos  y  dando  à  la 
>'Real  Acadèmia  el  colegio  del  Carmen 
»de  la  Rambla. 

y,Colegio  de  S.  Franciscà. — Gobierno 
»civil  3'  sus  dependencias. 

D/dem  de  S.'"  Catalina.— Casas. 

»Jdem  de  Trinitarios.— Casa  de  espó- 
»sitos. 

»Ideni  de  Agustinos.—A  la  Misericor- 
»dia  para  mayor  comodidad  de  esta. 

»S.   Cayetano.— Casas. 

-òAgonisantes. — Casas. 

»S.  Felipe  Neri. — Archivo  de  hipote- 
■  cas  ó  depósito  general  de  escrituras  pú- 
''blicas. 

Estramuros 

»S./ose'.— Parròquia  y  casa  de  Orates. 
»S.  Francisco.— Casas. 

>•>Un  catalàyi.y-)  (1). 

Un  suelto  del  número  del  4  de  agosto  se 
hace  eco  del  rumor  de  que  el  Gobierno 
iba  a  suprimir  muchísimos  conventos,  3" 
a  esta  noticia  anade  el  periódico:  «aun 
«cuando  esto  no  llene  completamente  los 
«deseos  de  los  espanoles»  (no  Itay  inds 
espanoles  para  los  progreststns  que 
ellos),  «es  de  desear  que  cuanto  antes  se 
«publiquen  estàs  medidas  para  satisfacer 
>:à  la  ansiedad  general». 

Perpetrado  el  segundo  crimen,  o  sea  el 
asesinato  de  Bassa,  El  Cutalan  suelta  sus 
anteriores  miramientos,  y  habla  en  revo- 
lucionario  puro.  He  aquí  sus  palabras  del 
dia  6  de  agosto: 

«Contàbamos  el  onceno  dia  de  una  ma 
»ravillosa  calma  despues  deia  turbulenta 
»noche  del  25  al  26  del  pasado,  en  que  la 
«impaciència  pública  creyó  desfogar  su 
«comprimido  entusiasmo  contra  los  frai- 
»les  y  conventos  que  miraba  como  otros 
»tantos  baluartes  de  la  facción  liberticida. 
»Ningun  nuevomovimiento,  ninguna  nue- 
»va  tentativa,  ni  resentimiento  el  menor, 


(I)       Pàg.    .2t! 


852 


LIBRO    TERCERO. CAPITULO    DUODKCIMO 


»vinoàturbarelorden,  el  admirable  orden 
»que  aun  supo  observarse  en  los  momen- 
»tos  de  ma3'or  efervecencia. 

»Calmóse  esta  dejàndose  unicamente 
«vislumbrar  contra  las  primeras  autori- 
»dades,  que  veían  dispuestas  à  tenir  en 
»sangre  las  calles  de  esta  benemèrita 
«capital,  segun  demostraba  la  consecu- 
»tiva  llegada  de  tropas,  que  se  distraían 
»de  la  persecucion  de  las  ordas  enemigas, 
»dejando  abandonados  à  la  ferocidad  y 
»rapina  de  estos  vAndalos  à  los  pueblos 
»indefensos  y  malhadados  patriotas  que 
»contaban  con  tal  apoyo.  En  vano  las 
»dignas  autoi^idades  de  esta  plaza  espu- 
»sieron  al  General  Llauder  lo  innecesario 
»de  tan  alarmantes  providencias,  respon- 
»diendo  de  la  tranquilidad  de  esta  nume- 
»rosísima  poblacion.  Nada  parece  ha 
»podido  distraerle  de  su  resolucion,  y 
»mientras  se  reconcentraban  màs  fuerzas 
»determinóse  à  entrar  aquí  ayer  manana 
»del  5  el  2.°  Cabo  general  Basa,  con  solos 
«cincuenta  ordenanzas  de  caballería,  però 
»siguiéndole  una  fuerte  columna  que  en- 
»tró  horas  despues. 

»Sorprendido  el  pueblo  de  tanta  auda- 
»cia,  empezó  à  remolinarse}'  dirigirse  en 
»grupos  íicia  (s/V)  el  Real  Palacio,  sin 
»hacer  caso  de  la  tropa  recíen  llegada 
»que  se  hallaba  formada  en  la  misma 
»plaza. 

»Para  evitar  el  desastre  que  tan  cerca 
»amenazaba  las  autoridades  militar  y 
«civil  no  menos  que  una  comision  del 
»ayuntamiento,  cuyo  comportamiento  se 
»ha  hecho  superior  a  todo  encomio,  amo- 
»nestaron  à  Basa  para  que  desistiera  y 
»tratàra  este  lance  con  prudència;  però 
»lejos  de  adoptar  tan  juiciosos  consejos 
»dijo  con  temerario  orgullo  que  no  habia 
«alternativa  entre  él  y  el  pueblo,  pues  ó 
»dejaria  castigado  A  este,  ó  pèreceria.  iln- 
»feliz!  Tu  imprudència  pronuncio  este 
«terrible  fallo!  Fallo  que  pocos  momentos 
«despues  de  pronunciado  puso  en  egecu- 
»cion  {sic)  con  inaudita  zana  este  pueblo 
«enfurecido  que  nada  pudo  contener,  y 
«que  asaltando  por  todos  lados  el  palacio 
»tardó  poco  en  arrojar  por  un  balcon  ya 


«muerto  al  mismo  que  tan  fiero  le  amena- 
«zaba,  y  cuyo  cadàver  arrastró  por  las 
«principales  calles!..-,  {s/c).  Però  cubra- 
«mos  con  un  fúnebre  mantó  esta  catàs- 
«trofe,que  origino  enseguida  la  quema  de 
«todos  los  papeles  de  la  policia,  y  algun 
«otro  esceso,  de  que  nos  ocuparemos  en 
»otro  número;  pues  las  iluminaciones  de 
»todas  las  casas,  las  músicas  militares  y 
«general  regocijo  en  que  se  ha  trocado 
«la  escena,  no  nos  permiten  continuar 
«por  hoy  ansiosos  de  repetir  con  la  mu- 
«chedumbre.  «jViva  Isabel  II!  i  Viva  la 
«Libertad!» 

«Con  el  corazon  anegado  en  làgrimas 
«de  pesar  nos  vemos  en  la  necesidad  de 
«hacer  conocer  un  atentado  que  servirà 
«de  eterno  lunar  à  las  bella  {sïc)  de  las 
«revoluciones  y  de  mengua  à  la  sensatez 
»y  virtudes  del  verdadero  pueblo  barce- 
«lonés.  La  fàbrica  de  Vapor  de  Bonapla- 
«ta,  Vilaregut  y  companía  ha  sido  entre- 
«gada  à  las  llamas.  Si  el  regocijo  habia 
«sido  general  y  unànime  este  se  ha  con- 
«vertido  en  luto  y  desesperacion  al  ver 
«semejante  atentado  cometido  contra 
»unos  conciudadanos  que  habían  inver- 
«tido  sus  capitales  para  el  fomento  de  la 
«riqueza  pública  y  progreso  de  la  indus- 
«tria  nacional.  íY  contra  quien  te  has 
«dirigido  ciego  Pueblo?  Contra  los  mis- 
«mos  que   te  han  dirigido,   que   te  han 

«conducido  esta  tarde  al  triunfo [stc). 

«ilnsensatos!  {Ignorabais  acaso  que  los 
«patriotas  Vilaregut,  Bonaplata  y  otros 
«socios  han  sido  de  los  primeros  en  po- 
«nerse  à  la  cabeza  del  justo  movimiento 
«que  nos  ha  asegurado  la  libertad?  ;No 
«os  habia  de  antemano  advertido  el  Ca- 
•Atalaii  que  solo  la  indústria  estrangera 
«podia  hallarse  interesada  en  la  destruc- 
«cion  de  nuestros  medios  de  perfeccion  y 
«mejora?  r;Quienes  os  han  arrastrado  à 
«cometer  tamano  atentado?  Reconocedlos 
«y  avergonzaos  de  haber  sido  bastante 
«ciegos  para  servirà  vuestros  propios  ene- 
«migos.  No  ignoramos  que  para  mejor 
«engafíaros  se  os  ha  dicho  que  las  fàbri- 
«cas  de  Vapor  servían  para  encubrir  el 
»contrabando;  però  aun  suponiendo  que 


CONSECL'ENCIAS    POLMICAS    DEL    INCENDIO    DE    I.OS    CONVENTOS 


853 


^^-esto  pudiese  ser  así  ihabía  jamàs  motivo 
»para  destruir  unos  establecimientos  sin 
»los  que  permaneceríamos  sumamente 
»atrasados  en  indústria  A  las  demàs  na- 
»ciones?»  (f^y  liabla  motivo  para  incen- 
diar los  conventos?)  «;No  hubiera  sido 
»mejor  elevar  vuestras  quejas  k  las  dig•- 
»nas  autoridades  que  os  dirigen  en  este 
»momento?...»  Hay  un  criterio  para  las 
fàbricas  y  otro  para  los  conventos.  iLa 
pasión!  Però  ni  Dios  ni  las  masas  popu- 
lares  entienden  tales  distinciones  libera- 
les,  y  de  las  injustas  premisas  deducen  y 
aplican  Dios  los  justos  castigos  y  las  ma- 
sas los  consecuentes  desearios. 

En  el  número  del  18  de  agosto  el  articu- 
lo de  fondo  pide  entre  otras  cosas  el 
establecimiento  del  registro  civil:  jtan 
adelantados  andaban  va  entonces  nues- 
tros  revolucionarios! 

Y  si  alguna  duda  quedaba  en  pie  sobre 
si  El  Catalan  militaba  en  el  partido 
avanzado,  la  disiparan  los  articules  de 
fondo  del  30  de  agosto  y  1."  de  septiem- 
bre,  diatribas  contra  el  «justo  medio». 

El  articulo  de  fondo  del  16  de  septiem- 
bre  excogita  medios  para  encontrar  re- 
cursos con  que  atender  a  los  gastos  de  la 
guerra.  Aplaude  la  medida  de  haber 
echado  mano  de  los  diezmos.  y  aiïade: 
«No  recordaremos  el  aprovechamiento  de 
»bosques  pertenecientes  à  bienes  mona- 
»cales,  y  el  de  los  metales  de  las  campa- 
»nas,  por  ser  otros  tantos  de  los  arbitrios 
»que  van  à  beneficiarse  ya  con  utili- 
»dad;...» 

El  prospecto  del  pésimo  papel  periódi- 
co,  o  revistilla,  titulada  El  Propagador 
de  la  I  iber  t  ad  viene  en  el  número  del  18 
del  mismo  septiembre  de  1835. 

En  el  número  del  19  se  leen  las  detes- 
tables siguientes  líneas:  '<La  prensa  ha 
>de  remontarse,  con  ràpido  vuelo,  ;'i  ese 
«patriotismo  puro  y  enérgico,  desprendi- 
»do  de  las  llamas  en  que  ardían  los  detes- 
«tables  conventos  y  del  espanto  en  que 
»pedían  perdon  de  sus  culpas,  sus  degra- 
»dados  y  estúpidos  habitantes » 

Refiricndose  al  citado  Propagador  de 
la    libcrtad    escribe:   «Grande,   santa  y 


\  »patriótica  ha  sido  pues  la  empresa  con- 
>-cebida  por  los  dignos  amigos  que  publi- 
»can  los  apreciables  cuadernos  de  que 
)'daremos,  con  conciencia  y  desinterès, 
>.una  cuenta  fiel  y  exacta  A  nuestros  lec- 
>^tores.  El  primero  que  tenemos  a  la 
«vista 

»E1  Resumen  histórico  de  las  comn- 
iinidades  religiosas  (que  es  un  detesta 
xble  articulo  de  El  Propagador)  palpita 

»de  verdad  y  de  lecciones  sublimes 

» 

»En  una  palabra  el  Propagador  de  la 
>•>Libertad,  desde  su  cuna,  escita  la  viva 
>simpatía  de  su  hermano  El  Catalan v 

En  24  del  mismo  septiembre  de  1835 
anuncia  con  elogio  los  Priíicipios  de  la 
ciència  social  de  Jeremias  Beutham. 

El  articulo  de  fondo  del  22  de  septiem- 
bre de  1835  pretende  que  la  Religión  se 
alíe  con  la  libertad,  y  esto  por  medio  de 
la  prensa  que  demostraríi  convenir  así- 
Y  en  el  del  28,  a  pesar  de  sus  exaltaciones, 
pide  que  la  educación  moral  de  la  juven- 
tud  «sea  la  misma  para  todos,  fundada 
«única  y  exclusivamente  en  la  religión», 
religión  que  él  mismo,  como  se  ha  visto, 
combaté:  contradicción  probablemente 
hija  de  hallarse  aun  en  sus  principies  el 
desarrollo  revolucionario.  Hasta  aquí  El 
Catalan. 

El  Propagador  de  la  libertad.  Apare- 
ció  a  mediados  de  septiembre  de  1833  esta 
revistilla,  cuyo  redactor  principal  era  el 
mismo  de  El  Catalan,  es  decir,  el  muy 
revolucionario,  el  mentiroso  Don  Fran- 
cisco  Raull.  Ella  misma  escribe  que  se 
dirige  a  los  aldeanos  para  instruiries, 
palabra  que  para  decir  verdad  debe  subs- 
tituirse  por  la  de  para  desmoralizarles 
inculciíndoles  ideas  revolucionarias.  El 
Propagador  debe  graduarse  de  papelu- 
cho  infame  por  sus  ensenanzas  antimo- 
ntisticas  a  juzgar  del  articulo  que  lei  en 
su  número  1 .°,  único  que  alcancé  a  ver. 
EstA  en  la  pagina  18,  es  decir,  empieza  en 
esta  pagina,  porque  teniendo  larguisima 
extensión  coge  muchas.  Saqué  copia  ente- 
ra. Se  titula:  Resumen  histórico  de  las 
comunidades  religiosas,  y  està  lleno  de 


854 


LIBRO    TERCEKO.  —  CAPITLLO    DUODKCIMO 


estulticias.  Para  certificarse  de  su  espíri- 
tu  bastarà  copiar  aquí  su  epílogo,  que 
dice  así:  «Tal  es  la  historia  resumida  de 
»las  principales  ordenes  religiosas.  Las 
»hemos  visto  nacer  en  los  desiertos  de  los 
»que  fueron  à  hacer  penitencia  temiendo 
»la  fin  del  mundo:  las  hemos  visto  mante- 
»nerse  del  trabajo  de  sus  manos:  las 
»hemos  visto  propagarse  despues  ràpida- 
»mente  por  todo  el  mundo,  entrar  en  las 
«ciudades,  adquirir  grandes  riquezas, 
»tener  esclavos  y  vasallos,  hacer  la  gue- 
»rra  por  su  cuenla,  dominar  à  los  Reyes, 
»deponer  à  los  Papàs,  desfigurar  las 
«verdades  del  Evangelio  con  las  mSs 
«ridículas  pràcticas  y  las  mas  groseras 
»supersticiones;  hemos  visto  que  el  fun- 
»dador  de  algunas  estableció  por  regla  la 
«renuncia  à  todo  privilegio  y  sus  discípu- 
»los  cargarse  de  ellos;  renunciar  otros  à 
»toda  propiedad  y  poseer  un  sin  número 
»bajo  los  màs  ridículos  títulos:  hemos 
Avisto  finalmente  hacer  todas  voto  de 
spobreza;  però  emposesionarse  de  la 
»mayor  parte  del  territorio  de  los  paises 
»que  han  habitado»  (1).  Tantas  falsedades 
se  escribian  y  publicaban  en  la  revistilla, 
cuyo  principal  redactor,  como  dije,  se 
llama  Francisco  Raull  (2). 

Con  tales  periódicos  como  los  tres 
aquí  retratados;  con  el  Propagador  de 
la  libertad;  con  los  dramas  y  sainetes 
que,  concordes  con  los  periódicos,  sin 
duda  se  representaban;  con  los  übros 
que  se  escribieron,  tal  como  el  estulto  y 
muy  malo  de  Don  Joaquín  del  Castillo 
y  Mayone;  con  las  burlas  de  las  hojas 
puestas  hasta  en  los  mosqueadores;  con 
las  orales  predicaciones  contra  los  insti- 
tutos  religiosos;  y  con  la  falta  absoluta 
en  esta  ciudad  de  todo  periódico  católico, 
se  explica  perfectamente  el  odio  que  en 
aquellos  anos  se  creo  para  estos  institu- 
tos,  y  que  pude  palpar  en  mis  mocedades. 
Si  en  la  calle  se  hubiese  presentado  un 


(i)     Cuaderno  citado.  pàgs.  26  y  27. 

(2)  D.  Antonio  Elias  de  Molins.  Diccionario 
de  escritores  y  artistas  catalanes  del  siglo  XIX, 
tomo  II.  pàg.  419. 


fraile,  muriera  asesinado  a  pocos  pasos; 
y  yo  mismo  alcancé  a  ver  persecuciones 
inauditas  de  pobres  religiosos  extranje- 
ros  que  pasaban  por  Barcelona,  y  esto 
aun  muchos  anos  después  del  1835. 

Ya  que  he  mentado  el  perverso  perio 
diquillo  El  Propagador  de  la  libertad, 
no  quiero  prescindir  de  unas  de  sus  líneas, 
en  las  que  podran  los  amigos  de  Cata- 
luna  y  del  regionalismo  certificarse  del 
amor  que  a  la  pàtria  catalana  profesaron 
los  liberales.  En  el  número  primero,  pàgi- 
na 13,  recuerda  que  Espaiia  estaba  divi- 
dida en  quince  porciones  o  distritos,  es 
decir,  las  antiguas  provincias,  y  a  segui- 
da escriba:  «Todos  muy  desiguales  y  que 
>^en  cada  uno  de  ellos  habia  privilegies 
«incompatibles  con  la  ley  general.  Esta 
»division  y  estos  privilegios  eran  un  resto 
«de  las  conquistas  y  de  los  errores  del 
»feudalismo;  y  como  una  de  las  reformas 
»mas  necesarias  al  bien  de  la  Espana  es 
»la  de  dar  homogeneidad  al  cuerpo  so- 
»cial,  se  ha  empezado  dividiendo  la  mo- 
»narquía  en  cuarenta  y  nueve  provincias 
»con  la  igualdad  posible  à  la  extension  y 
«limites  del  territorio  espanol,  y  son....» 
Ya  arriba,  en  mi  obra  anterior,  o  sea 
Las  casas  de  religiosos,  tomo  II,  pàgi- 
na 204,  copié  también  conceptes  de  igual 
espíritu,  proferidos  contra  la  idea  regio- 
nalista por  Don  Alberto  Pujol,  en  el  dis- 
curso  de  la  apertura  de  los  estudiós  de 
Barcelona  en  1836.  Era  éste  el  sentir  ge- 
neral de  todos  los  liberales;  y  no  era  de 
extranar,  porque  al  fin,  si  Felipe  V  quitó 
a  Cataluna  su  vida  política  peculiar,  los 
gobiernos  liberales  le  han  quitado  todo 
su  ser  civil.  Ellos  son  los  que  la  han  suje- 
tado  a  quintas,  a  contribuciones  genera- 
les, a  la  legislación  del  reino,  al  idioma 
de  Castilla,  y  en  fin  a  dejar  todo  lo  cata- 
làn,  sustituyéndolo  por  lo  general.  Y  los 
liberales  catalanes  han  aprobado  el  he- 
cho,  lo  han  consentido  y  aun  alabado, 
contribuyendo  ademàs  por  medio  de  sus 
diputados,  senadores,  elecciones,  comi- 
siones,  etc,  a  su  ejecución.  Los  únicos 
regionalistas  verdaderos  son  los  amigos 
de  la  tradición. 


ÍNDICE  RAZONADO  DE  LOS  GRABADOS 


Pàgina  ï.  —  La  inicial  fuc  dibuiada  por  don 
Jaime  Pahissa. 

Pag.  ^i.  —  Ei  dibuiito  del  lin  de  capitulo  procede 
de  un  eódice  de  Ripoll  guardado  en  el  Archivo 
Keal  de  la  Corona  de  Aragón.  Dihujó  esta  copia 
D.  .Mberto  Pahissa. 

Pàg.  35. — D.  Francisco  Brunet  y  Recasens  di- 
buio  la  C  inicial. 

Pàg.  í^. — El  hermoso  retrato  de  Martínez  de  la 
Rosa  lo  tomé  de  una  làmina  suelta,  publicada  en 
los  dias  del  retratado  y  elaborada  en  la  "Lilo- 
grafia  de  Faure.it 

Pàg.  79. — Dibujó  este  capitel  D.  Eudaldo  Cani- 
bell. 

Pàg.  85.  —  La  P  inicial  procede  del  làpiz  de  don 
Jaime  Pahissa. 

Pàg.  I2v  —  Reproduccinn  directa  del  natural. 
Clisc  mío. 

Pàg.  I  JO. — Sobre  una  fotografia  niia  dibujó 
esta  inicial  D.  Jaime  Pahissa. 

Pàg.  162. — El  autógrafo  del  P.  Casas  procede 
del  libro  de  recibos  de  .Misas  de  la  parròquia  de 
San  Jaime  de  esta  ciudad.  donde,  cxclnustrado. 
residió  por  muchos  afios  cl  P.  Juan  Casas. 

Los  autógrafos  restantes  de  esta  pàgina  los 
fotogràfic  de  los  libros  de  toma  de  habito  y  profe- 
siones  de  la  Orden,  guardades  ahora  en  la  sala  de 
manuscritos  de  la  Biblioteca  provincial- univer- 
sitària, l'astos  tomos  se  titulan  uLihro»  (el  número 
ordinal)  «de  la  reccficiòn  de  los  Sovicios  del 
uNovicLido  de  S.  Joseph  de  Harcelojia  desde  cl 
iiano...ii 

Pàg.  171. — Tomé  el  autógrafo  del  P.  Cabre  de 
la  carta  que  éste  me  escribió  desde  Botarell  a  211  de 
mayo  de  1890. 


Pàg.  172. — Saqué  el  retrato  del  P.  Sugrafies  de 
uno  de  tarjeta  de  visita  que  poseen  las  monias  de 
San  Pedró,  de  cuyo  convento  el  Padre  fué  cape- 
Uàn,  y  la  firma  del  pie,  de  la  relación  que  él  me 
escribió. 

Pàg.  177. — El  autógrafo  de  Satorras  procede  de 
un  documento  oficial  existente  en  el  Archivo  de 
la  Capitania  General  de  Barcelona,  legajo  titulado 
«()iie>na  de  los  conventos  y  expulsionde  los  frailes 
nen  el  mes  de  julio  de  i8yju. 

Pàg.  220. — Procede  de  la  pàg.  13  del  Àlbum  de 
detalles  artísticos  y  pldstico-decorativos  de  la 
edad  inedia  catalana. 

Pàg.  223. — D.  Francisco  Brunet  dibuió  esta  A. 

Pàg.  221;. — El  retrato  de  Fàbregas  procede  de 
la  Historia  del  sitio,  defensa,  asallo  y  evaciiación 
de  Tarragona...  por  Adolfo  Alegret,  pàg.  87. 

Pàg.  2_(S.  —  El  escudo  de  armas  procede  de  un 
sello  en  oblea.  puesto  al  pie  de  un  recibo  de  una 
pensión  de  un  censal,  que  el  Sr.  D.  Miguel  de 
.Wagarola,  Marqués  de  Cordellas.  pago  en  id  de 
juliü  de  180Ó  al  Prior  de  la  Cartuja  Fr.  A\iguel 
de  Aloy.  —  Existe  hoy  en  el  archivo  del  Sr.  .Mar- 
qués de  Dou.  Dibujó  el  grabado  D.  Francisco 
Brunet  y  Recasens. 

Pàg.  299.  —  El  grabado  dircctn  se  ha  tirado 
sobre  una  fotografia  que  me  regalo  cl  Sr.  Don 
Eduardo  Toda. 

Pàg.  •íoi. — El  escudo  de  Poblet  procede  del 
libro  de  la  Nobleza  del  Sr.  D.  Jaime  Vila.  to- 
mo 111,  folio  7-1,  y  fué  dibujado  para  este  mi  libro 
por  D.  Francisco  Brunet  y  Recasens. 

Pàg.  303.  —  Dibujó  la  inicial  D.  Francisco 
Brunet  y  Recasens. 

Pàg.  303. — El  autógrafo  del  monje  Sr.  Bertran 


856 


INDICI-;    RAZONADO    Lii;    LOS    GltABAUOS 


lü  folograllc  de  la  portada  de  un  libi-o  de  él,  hoy 
en  poder  de  D.  Antonio  Careta  y  \'idal.  Y  el  del 
Abad  Pàmies  de  una  carta  fecha  en  Poblet  a  6  de 
julio  de  1S19  inscrtada  en  un  traslado  judicial 
existenteen  el  Archivo  de  Ilacienda  de  Tarragona. 

Pag.  307. — Sacóme  el  calco  el  Sr.  D.  Àngel  del 
Arco,  Conservador  Jefe  del  .Museo  de  Tarrago- 
na, y  sobre  él  dibujó  el  grabado  D.  Francisco 
Brunet. 

Pàg.  315. — El  calco  procede  del  indicado  seüor 
del  Arco,  y  el  dibujo  también  del  Sr.  Brunet. 

Pàg.  321. — Grabado  directe  de  una  fotografia 
de  D.  Francisco  Brunet  y  Recasens  sacada  del 
original  en  n  de  agosto  de  1914.  El  grupo  original 
està  en  el  Museo  de  D.  Santiago  Rusinol  llamado 
Lo  Cau  ferrat,  en  Sitjes.  Al  Sr.  Rusinol  doy 
gracias  por  haber  permitido  sacar  la  fotografia. 
El  grupo  escultórico  mide  de  altura  unos  4S  cen- 
tímetros. 

Pàg.  330. — Sobre  una  hcrmosa  reproducción 
con  colores  y  oro  que  del  escudito  del  càliz  me 
hizo  una  monja  de  Valldoncella,  me  dibujó  el 
grabado  D.  Francisco  Brunet  y  Recasens. 

Pàg.  3Ó7.  —  Sobre  un  calco,  obra  de  D.  Àngel 
del  Arco,  dibujé  la  làpida  de  G.  Tort. 

Pàg.  381. — Reproducción  directa  de  un  grabado 
de  la  obra  Àlbum  de  detalles  arlisticos y  pldstico- 
decorativos  de  la  edad  media  catalana.  Pàg.  20. 

Pàg.  38,. — La  inicial  D.  Jaime  Pahissa  la  di- 
bujó sobre  una  fotografia  mia. 

Pàg.  388. — Retrato  al  General  Llauder  el  cèlebre 
Madrazo.  De  su  lienzo  la  antigua  y  muy  acredi- 
tada casa  de  fotógrafos  barcelonesa  de  Moliné  y 
Alvareda  saco  una  fotografia,  y  sobre  ella  don 
Paciano  Ross  me  dibujó  el  retrato  de  esta  pàgina, 
retrato  muy  parecido  al  original,  a  quien  yo  traté. 
El  autógrafo  primero  procede  de  una  carta  del 
General  escrita  a  mi  Padre,  y  el  segundo.  de  la 
circular  que  desde  Vich,  a  2  de  agosto  de  1835, 
dirigió  a  la  autoridad  de  Barcelona,  laqueeslà  en 
el  legajo  titulado  Qtiema  de  los  conventos...  del 
Archivo  de  la  Capitania  General. 

Pàg.  389. — Grabado  de  las  armas  de  Llauder 
directamente  sacadas  por  fotografia  de  mi  mano 
de  un  pasaportc  librado  por  ui  General  en   1830. 

Pàg.  394. — El  retrato  del  General  Bassa  es 
reproducción  directa  de  una  preciosa  miniatura 
del  tiempo  en  que  Bassa  era  Coronel  del  Regi- 
miento  de  S.  Fernando  n.°  10.  La  posee  el  bisnieto 
de  éste,  jefe  de  la  familia,  senor  Marqués  de 
Montsolís  D.  Guillermo  de  Pallejà  y  Ferrer-Vidal, 
a  cuya  bondad  debò,  por  mediación  del  senor 
Don  José  de  Olzina,  el  haberla  podido  yo  foto- 
grafiar. Tanto  el  asistente  del  General,  llamado 
Miguel   Gil.   cuanlo  el   ama   de  llaves,   Mercedes 


Garcia,  dijcron  siempre  que  esta  miniatura  era 
muy  parecida  al  original. 

El  autógrafo  procede  de  un  documento  olicial 
del  Archivo  de  la  Capitania  General,  legajo  titu- 
lado: Quema  de  los  conventos  y  expulsión  de  los 
frailes  en  el  mes  de  julio  de  /8_jj  . 

Pàg.  395.— La  firma  del  General  Saquetli  tiene 
la  misma  procedència  de  la  anterior. 

Pàgs.  396  y  397. — Ambos  autógrafos  se  hallan 
en  abundància  en  documentos  originales  del  Ar- 
chivo municipal  de  aquelios  dias  del  1835.  Expe- 
dientes — 2.'  sección — Expediente  129. 

Pàgs.  398  y  399. — El  autógrafo  de  la  primera 
pàgina  procede  de  documentos  oficiales  incluídos 
en  el  expediente  129  que  acabo  de  citar,  lo  mismo 
que  el  del  Marqués  de  Llió,  de  la  segunda  pàgina. 

Pàg.  399. — Debò  una  copia  fotogràfica  del  re- 
trato del  Marqués  de  Llió  al  Sr.  D.  Baltasar  de 
Bruguera,  quien  la  saco  de  un  lienzo  de  la  familia 
del  dicho  Marqués.  Sobre  esta  copia  fotogràfica 
se  hizo  el  grabado  directo.  El  autógrafo  del  senor 
de  Gayolà  y  el  del  Sr.  de  Mena  proceden  de  un 
documento  fecho  en  Barcelona  a  5  de  agosto  de 
183Í.  existente  en  el  legajo  citado  del  Archivo  de 
la  Capitania  General.  Del  de  Serralde  no  recuer- 
do  la  procedència. 

Pàg.  401.  —  Reproducción  directa  de  un  lienzo 
conservado  en  el  palacio  episcopal  de  Barcelona. 

Pàg.  406. — No  recuerdo  de  donde  fotografié  el 
autógrafo  del  Sr.  Gironella. 

Pàg.  429. — Del  grabadito  del  fin  de  capitulo  se 
ha  dicho  ya  al  tratar  de  la  pàgina  31. 

Pàg.  433. — La  inicial  fué  dibujada  por  D.  Fran- 
cisco Brunet  y  Recasens  sobre  una  fotografia  mia. 

Pàg.  441  y  442. — El  Sr.  D.  Augusto  Rull  y  Ar- 
tós  posee  una  magnifica  colección  de  ventalls  de 
aquella  època  cuidadosamente  encuadernados.  De 
ella  y  de  la  bondad  de  dicho  senor  proceden  las 
dos  copias  fotogràficas  de  estàs  pàginas. 

Pàg.  472. — El  grabado  del  capitel  de  San  Be- 
nito de  Bages  de  esta  pàgina  se  fabrico  sobre  el 
que  figura  en  el  Àlbum  de  detalles  artisticos  y 
plàstico-decorativos  de  la  edad  media  catalana. — 
Pàg.  titulada;  «Escultura — N.°22.r> 

Pàg.  475. — D.  Alberto  Pahissa  dibujó  sobre 
una  fotografia  mia  esta  inicial. 

Pàg.  521. — Véase  lo  dicho  para  la  pàg.  31. 

Pàg.  525. — Esta  inicial  fué  dibujada  sobre  una 
fotografia  mia  por  D.  Francisco  Brunet  y  Reca- 
sens. 

Pàg.  527.  —  No  recuerdo  de  qué  documento 
fotografié  las  dos  firmas  de  esta  pàgina. 

Pàgs.  528  y  529. — Los  dos  retratos  proceden  de 
sendas  fotografias  de  las  llamadas  de  tarjeta  de 
visita,  las  que  estan  en   poder  de  amigos  de  los 


INDICE    RAZONADO    DE    LOS    GRABADOS 


857 


retratados.  A  estos  los  conoci  y  Iratc  mucho.  y 
aun  luí  el  sucesor  del  P.  lenas  en  el  beneficio  de 
la  parròquia  de  S.  Jaime  titulado  de  San  Barto- 
lomé y  San  Bernardo. 

Hiig.  531. — También  este  retrato  es  reproduc- 
ción  de  uno  de  tarjeta  de  visita.  El  autógrafo  està 
tornado  de  un  libro  de  la  Comunidad  de  beneíi- 
ciados  del  Colegio  de  S.  Severo.  al  cual  Tiana 
perteneció  cuando  exclaustrado. 

Pàg.  533.  —  De  un  documento  firmado  por  el 
P.  Auger  en  3  de  junio  de  1835,  incluido  en  el 
expediente  129  citado.  procede  el  autògralo  del 
P.  Auger. 

Pàg.  53Ó. — Calqué  yo  la  làpida  de  Cruilles,  y 
D.  Francisco  Brunet  la  dibujó  sobre  el  calco. 

Pàg.  539. — Calqué  yo  y  dibujé  la  laude  de  la 
làpida  de  Palacio,  però  D.  Francisco  Brunet 
dibujó  los  tres  escuditos  de  ella. 

Pàgs.  550  y  553. — Los  autógrafos  de  estàs 
pàginas  los  fotografié  del  Libro  III  de  la  recep- 
cion  de  los  Novicios  del  Noviciado  de  S.  Joseph 
de  liarcelona  existente  en  la  sala  de  mms.  de  la 
Biblioteca  pro vincial-uni versi taria. 

Pàg.  555.— La  firma  del  P.  Castells  procede 
de  la  carta  que  éste  me  escribió  desde  Tortosa  en 
18  de  lebrero  de  1882. 

Pàgs.  557  y  559. — De  estos  autógrafos  digo  lo 
que  de  los  de  pàgs.  550  y  553. 

Pàg.  561. — El  acta  de  profesión  de  Fr.  .\ndrés 
la  fotografié  del  Libro  de  recepción  de  los  novi- 
cios del  Noviciado...  dicho  arriba.  Sala  de  mms. 
de  la  Biblioteca  provincial-universitaria. 

Pàg.  5Ó3.— El  autógrafo  del  P.  .Molas,  prior, 
procede  del  Libro  de  recibo,  cuentas  de  agosto  de 
1830,  del  mismo  convento  agustino,  guardado 
hoy  en  el  Archivo  de  Hacienda  de  esta  pro- 
vincià. 

Pàg.  503  y  sigulentes. — Los  demàs  autógrafos 
que  vienen  en  este  articulo,  junto  con  la  prolesión 
de  Tussell,  los  fotografié  del  postrer  libro  de 
profesiones  que  se  escribió,  existente  hoy  también 
en  el  Archivo  de  Hacienda. 

Emperò  el  de  D.  José  Tintorer  procede  de  un 
documento  del  de  nuestra  Catedral,  de  la  que 
Tintorer  fué  canónigo.  Su  retrato  me  lo  regalo  la 
sobrina  de  dicho  Senor,  D."  Calalina  .Marlori. 
Es  una  fotografia  de  visita. 

Pàg.  585. — La  firma  Antón  Gené  se  ve  en 
el  «Llibre  de  los  Abits  y  Profesions  dels  Religio- 
nsos  de  la  Provincià  de  Cathalunya»  a  dia  18  de 
enero  de  17117.  Y  '^  que  escribe  Ita  Fr.  Anton 
Gener  procede  del  Llibre  de  Resolucions — pàgina 
205, — ambos  libros  custodiados  hoy  en  la  sala  de 
mms.  de  la  Biblioteca  provincial-universitaria. 

El  autógrafo  del  P.  Miguel  Masoliver  fué  foto- 


grafiado  del  citado  libro  de  hàbitos  y  profesiones 
citado.  dondc  mucho  abunda. 

Pàg.  58Ó. — No  recuerdo  la  procedència  de  los 
dos  autógrafos  de  esta  pàgina. 

Pàg.  588. — El  Llibre  de  obits  està  actualmente 
en  la  sala  de  mms.  de  la  Biblioteca  provincial- 
universitaria. 

Pàg.  591. — Las  firmas  de  esta  pàgina  las  tomé 
del  libro  de  hàbitos  y  profesiones,  citado. 

Pàg.  592. — El  hermoso  escudo  heràldico  de 
esta  pàg.  se  halla  hoy  en  el  .Museo  provincial 
arqueológico  de  Santa  Agueda  de  esta  ciudad. 
Ssobre  una  fotografia  mía  dibujó  el  grabado  don 
Francisco  Brunet  y  Recasens. 

Pàg.  595.  —  Proporcionóme  la  tarjeta  de  visita 
del  retrato  del  1.  Sr.  D.  Mariano  de  Sagarra  su 
sobrino  el  sigilografista  D.  Fernando  de  Sagarra. 

Pàg.  598  y  599. — No  recuerdo  la  procedència 
de  estàs  firmas. 

Pàg.  600.— La  tarjeta  de  visita  del  P.  Juan 
Ferrer  me  la  presto  la  que  fué  su  criada,  y  esto 
por  la  mediación  de  la  familia  del  Sr.  Obispo 
Cortés,  muy  amiga  del  dicho  Padre.  Su  autógrafo 
procede  del  libro  de  recibos  de  Misas  de  la  Comu- 
nidad de  presbíteros  de  la  parròquia  del  Pino.  de 
la  que  Ferrer  fué  beneficiado. 

Pàg.  603. — El  retrato  del  P.  Barcóns  me  lo 
facilito  su  familia  de  Olot,  però  la  firma  procede 
de  la  carta  que  él  me  escribió  desde  Onda. 

Pàg.  Ó07. — Los  autógrafos  de  esta  pàg.  proce- 
den  del  citado  libro  de  hàbitos  y  profesiones. 

Pàg.  Ó13. — No  recuerdo  la  procedència  de  la 
firma  de  esta  pàgina. 

Pàgs.  620  y  623. — Los  dos  retablos  los  fotogra- 
fié de  dos  làminas  sueltas,  grabados  antiguos  del 
tiempo  de  los  frailcs,  quienes  sin  duda  las  ven- 
derían. 

Pàg.  624.— No  recuerdo  de  donde  fotografié  los 
dos  autógrafos  de  esta  pàgina,  però  no  podia  ser 
màs  que  del  Libro  de  Gasto  y  Recibo  de  la  Obra 
del  Campanario,  existente  en  la  sala  de  mms.  de 
la  Biblioteca  provincial-universitaria. 

Pàg.  625. — De  la  carta  que  recibi  del  firmante. 

Pàg.  Ó30. — Tomé  de  documcntos  del  convento, 
existentcs  hoy  en  poder  de  los  PP.  Dominicos  de 
Barcelona,  los  autógrafos  de  esta  pàg. 

Pàg.  631. — Calqué  yo  la  làpida,  y  un  dibujanle 
la  copio  del  calco. 

Pàg.  Ó34.  — El  retrato  del  P.  Espinàs  fué  saca- 
do  de  uno  de  tarjeta  de  visita,  y  su  autògralo, 
según  creo,  del  libro  de  profesiones,  titulado 
«Taula  dels  Religiosos  han  professat...):,  exis- 
tente hoy  en  poder  de  los  Dominicos. 

Pàg.  Ó36. — D.  Agustin  Rigalt.  conocido  pintor 
de  esta  ciudad,   poseía   hecho  con  solo  làpiz   la 


838 


indici:   razon'Ado   di;  los   grabados 


vista  del  lado  de  Santa  Catalina  de  esta  pàgina. 
Habíala  trazado  o  su  abuelo  D.  Pablo  Rigalt  o  su 
padre  D.  Lu!s.  Este  era  el  profcsor  de  perspectiva 
de  la  Acadèmia  de  Bellas  Artés  de  la  Lonja.  y 
persona  muy  entendida  y  sensata.  De  la  vista 
D.  Norberto  Font  y  Sagué,  Pbro.,  muy  aprove- 
chado,  me  saco  una  copia  con  làpiz  también:  però 
después  para  la  presente  publicación  me  la  hizo 
con  tinta  D.  Alberto  Pahissa. 

Pdg.  6^8.  —  El  retrato  del  P.  Ribé  es  reproduc- 
■  ción  del  de  una  tarjeta  de  visita. 

Pag.  643. — Calqué  yo  esta  làpida,  y  luego  se 
trazó  el  dibujo  sobre  mi  calco. 

Pag.  648.  —  El  autógrafo  del  P.  Barbens  proce- 
de  de  una  carta  original  de  él  que  esta  en  mi 
poder. 

Pàg.  Ó49. — No  recuerdo  el  origen  del  de  Amblàs. 

Pàg.  651. — En  ig  de  mayo  de  1915  fotografié 
el  lavamanos  de  San  Francisco.  y  sobre  la  foto- 
grafia se  hizo  el  grabado  directo. 

Pàg,  655.  —  En  el  Museo  municipal  del  Parque, 
en  febrero  de  191=;,  fotografié  esta  silla  y  luego 
se  hizo  el  grabado  directo. 

Pàg.  657.  —  De  una  làmina  antigua  reproduzco 
el  retrato  del  Sr.  Vilera.  La  leyenda  de  ella  dice 
asi:  «Verdadera  efígie  del  S."'  D.  Juan  Vilera 
"Sacerdote  y  Superior  de  la  Casa  de  la  Congrega- 
ncion  de  la  Mision  de  Barcelona.  Sujeto  de  gran 
«doctrina  y  elocuencia  llamado  por  antonomasi  el 
"Príncipe  de  los  Oradores.  D.  José  Perramon 
"Sacerdote  de  la  misma  Congregacion.  su  intimo 
«amigo  le  ha  dedicado  la  presente  para  eterna 
«memorial). 

El  autógrafo  lo  saqué  de  un  documento  sus- 
crito  por  el  Sr.  Vilera  en  Barcelona  a  ^o  de  julio 
de  18 ï?,  hoy  incluido  en  el  expediente  129  citado 
del  .\rchivo  municipal. 

Pàg.  659. —  Reproducción  de  una  tarjeta  de 
visita. 

Pàg.  664.  —  El  grabado  de  la  imagen  de  San 
Cayetanó  se  hizo  sobre  una  fotografia  que  de  ella 
saqué  en  i.°  de  mayo  de  1Q15.  Però  hay  que  ad- 
vertir que  el  Nino  no  es  el  antiguo,  sinó  otro 
anadido. 

Pàg.  667.  — El  plano  de  San  Felipe  D.  José 
Alsina,  ingeniero  amigo  mio,  me  lo  dibujó  sobre 
el  que  existe  en  el  .\rchivo  municipal  de  Barcelo- 
na en  la  gran  colección  de  pianos  de  Barcelona 
obra  de  D.  Miguel  Garriga  y  Roca,  arquitecto 
municipal. 

Respecto  a  pianos  debò  advertir  que  la  indica- 
ción  que  en  ellos  llevo  puesta  de  la  escala  diciendo 
«Escala  de  i  por  2Ço»,  u  otra  parecida,  se  refiere 
al  plano  original,  no  al  tamano  del  que  va  im- 
preso  en  mis   libros.   La  escala  verdadera   de  los 


pianos  de  mis  libros  es  la  gràfica  o  en  linea. 
Pasa  lo  contrario  en  las  làpidas,  donde  la  propor- 
ción  es  la  del  impreso. 

Pàg.  668.  — El  autógrafo  del  Abad  D.  Rafael  de 
Parrella  lo  fotografié  del  tomazo  manuscrito  titu- 
lado  Visitationum  decreta  ImpJ's  Moiiasterii  S" 
Cucuphatis  valien.,  existente  en  el  .-\rchivo  de 
Ilacienda  de  esta  provincià. 

Pdg.  6Ó9. — El  autógrafo  de  D.  Làzaro  Aíolar 
creo  recordar  que  procede  del  mismo  mms.  de  la 
pàg.  anterior.  El  de  D.  Juan  de  Zafont  lo  fotogra- 
fié de  un  documento  que  existe  en  el  Archivo  del 
palacio  episcopal  de  Barcelona  en  el  volumen  titu- 
lado  Registrum  Comune  a  fol.  69.  Ano  1824. 

Pàg.  070. — Yo  calqué  la  làpida  de  esta  pàg. 

Pàgs.  672  y  673. — De  los  autógrafos  de  los 
PP.  Gatell.  Lluch,  Recasens  y  Comas  olvidé  la 
procedència. 

Pàg.  676. — El  escudo  del  sello  del  provincialato 
francisco  lo  fotografié  de  uno  de  oblea  puesto  al 
pie  de  un  documento,  emanado  del  Provincial, 
documento  hoy  en  poder  de  mi  buen  amigo  el 
abogado  D.  José  Oriol  Anguera,  quien  me  lo 
presto.  La  leyenda  dice  asi:  SIGILUM  •  PRl- 
CIE  •  fprovinciaej  ■  CATHALONIE  •  Ff/ra- 
trianj  MlNORUiM  •   OBSERVANCAE- 

Pàg.  677. — La  firma  del  P.  Sans  la  fotografié 
del  pie  de  la  carta  que  desde  La  Paz  me  escribió 
en  8  de  julio  de  1880. 

La  del  infortunado  Padre  Riera  no  lo  recuerdo, 
bien  que  es  indudableque  de  un  manuscrito  de  la 
Orden. 

Pàg.  ()8o.  —  El  retrato  de  D.  Constantino  Gibert 
me  lo  presto  un  su  pariente,  y  el  autógrafo  lo 
tomé  de  una  escritura  pública  de  mi  casa,  de  la 
que  era  notario. 

Pàg.  Ó87. — No  recuerdo  de  donde  fotografié  la 
firma  del  P.  Martin  Estaper. 

Pàg.  691.  -  Dibujó  esta  inicial  D.  Francisco 
Brunet. 

Pàg.  703. — El  autógrafo  del  Sr.  Luna  lo  hallé 
en  un  documento  oficial  del  legajo  llamado  uQue- 
y>ma  de  los  conventos/i  en  el  Archivo  de  la  Capi- 
tania General. 

Pàg.  705. — El  oficio  de  esta  pàgina  se  halla 
original  en  el  Archivo  municipal  de  Barcelona.  — 
Expedientes  —  Seccioni.' — Expediente  n."  129. — 
En  la  reproducción  reduje  un  poquito  su  tamano. 

Pàg.  723.  —  Reproducción  directa  del  original, 
algo  disminuïda  de  proporciones,  o  mejor,  de  ta- 
mano. Se  halla  el  documento  en  el  nombrado 
expediente  n.°  120  de  la  sección  2.'  del  Archivo 
municipal. 

Pàg.  7Í7.  —  El  autógrafo  de  Domínguez  lo  foto- 
grafié de   un  documento  existente  en  el  archivo 


INDICF.    RAZONADO    DK    LOS    GRABAÜOS 


859 


de  Hacienda  de  esta  provincià,  colocado  aquel 
dentro  de  un  cuaderno,  cuyo  titulo  es:  Qu'-^derno 
de  las  rentas  del  Monasterio  de  Ba^es  en  ei  aiïo 
1821;  però,  ademàs,  esta  firma  se  halla  en  gran 
abundància  en  el  expediente  129,  tantas  veces  ci- 
tado,  del  Archivo  municipal. 

Pàg.  7SO. — Esta  firma  es  repetición  de  la  que 
se  puso  en  la  pàgina  199. 

Pàg.  767.  —  Reproducción  directa  del  capitel  que 
se  halla  fotografiado  en  el  citado  Àlbum  de  deta- 
lles artisticos  y  pldstico-decorativos... 

Pàg.  771.  —  Sobre  una  fotografia  mia  D.  .-Mberto 
Pahissa  dibujó  la  P  inicial. 

Pàg.  808. — El  autógrafo  de  D.  José  Melchor 
Prat  lo  fotografio  de  un  documento  incluído  en  el 
expediente  129  de  la  sección  2.'  del  .\rchivo  muni- 
cipal de  Barcelona. 

Pàg.  810.  —  Esta  acta  original,  o  mejor  esta 
cabecera  del  acta  original,  que  se  empezó  a  redac- 
tar,  se   halla  incluida  en  el   mentado   legajo   del 


.\rchivo  de  la  Capitania  General  de  Barcelona. 
El  titulo  del  legajo  es.  como  dije,  Quema.  de  los 
con'oentos  y  expulsion  de  los  frailes  en  el  mes  de 
julio  de  18^).  Las  dimensiones  del  papel  dedicha 
acta  son  o"?oXo'2i  metro,  dimensiones  que  en  la 
reproducción  han  sido  algo  mermadas  para  como- 
didad  de  la  impresión. 

Pàg.  811.  —  Las  líneas  y  firma  de  Caparrós  pro- 
ceden  del  mismo  archivo  de  la  Capitania  Ge- 
neral. 

Pàg.  816.  —  De    un    oficio   de    13    de   marzo  de 
1855  saqué  el  autógrafo  de  D.  Juan  Calvet,  època 
en  que  éste  era  jefe  de  la  Columna  móvil  de  Sana- 
huja.  Està  en  la  Capitania  General — Archivo 
Sección  Ojyeraciones,  iSj;. 

Pàg.  82O.— El  retrato  de  D.  Pedró  .Mata  y  Fon- 
tanet  fué  reproducido  de   uno  que  vino  en   La 
Ilustración    Espaiíola    y    Americana.— hho    de 
1S71.  Número   2^.   pàg.  -|0i. — Entonces  Mata  era 
I    Gobernador  Civil  de  Madrid. 


ÏNDICE  DEL  TOMO  SEGUNDO 


LIBRO    TERCERO.  —  El  atio  de  1835 


Capítilo  i. — Antecedextes  históricos 
Articulo  único.     De  i8j5  a  185-)   ....  i 

Capitulo  II. — Matanzas  de  fuera 
DE  Catalcna 

Articulo  I."     Degüello   de   los   Jesuitas   de 

Aiadrid í_( 

Articulo  2."     Santo  Tomàs  de  Madrid   .     .         .js 

Articulo  3.°     San  Francisco  el  Grande  de 

Madrid 47 

Articulo  ^."     Nuestra  Senora  del  Carmen  y 

Nuestra  Senora  de  la  .^terced  de  .Madrid.         -|0 

Articulo  ï.°  Los  demàs  conventos  de  .Ma- 
drid   ^1 

Articulo  ó."     Oritren  y  causas  del  atenlado 

de  .Madrid >.; 

Articulo  7.°     Los   frailes   de   Barcelona   en 

tiempo  de  còlera  .     .  57 

Articulo  8.°  La  primera  matanza  de  Zara- 
goza  y  la  de  .Múrcia ój 

Articulo  o."     Segunda    matanza    de   Zara- 

goza 6í 

Articulo  10."     Ruin  espiritu   del   Gohierno 

de  Toreno 72 

CaPÍTUI.O  lli.  — DlSClSIÓN  DEL  CoNGBESO  SOBRE 
EL  MODO  DF  INDEM.VIZAR  A  LOS  COMPRADORES 
DE  DIEXES  DE  REGULARES  DEL  TRIEN-IO  CONSTI- 
TUCIONAL. 

Articulo  I. °     La  discusión 81 

Articulo  2.°     Juicio  critico  de  la  discusión.       uo 


CaPÍTULO    I\   .  —  .^\ATANZA    DE    ReUS 

Articulo    I."     Santa    .Maria    de    Jesús,    de 

Franciscos 127 

.\rticulo  2.°     San   Juan   Bautista,  de  Car- 

melitas  descalzos 156 

Articulo  :!."     Embarque  de  los  religiosos  de 

Reus 170 

.\rticulo  4.'     Personas      responsables     del 

atentado 17S 

.Articulo  5.°     Causas  del  atentado      .     .     .        186 

Articulo  0.°  Castigo  de  Dios  por  el  aten- 
tado          IQÓ 

NOTA  SOBRE  LA  ^'E^TA  DE  LOS 
BIEXES  DE  LOS  CO.\\'ENTOS  .     .       109 

CaPÍTUI.O    V.  —  CoNTORNOS    DE    ReUS 

Articulo  I."     San    Juan    de    Riudoms,  de 

Franciscos 221 

Articulo  2.°  San  Rafael  de  Carmelitas  des- 
calzos, de  la  Selva  del  Campo    ....       22Ó 

.\rliculo  3.°     San  Agustin  de  la  Selva  del 

Campo 227 

Articulo  4.°     Santa    .\na   de   Alcover,    de 

Franciscos  recoletos 22S 

Articulo  í."     San   jMiguel  de  Escornalbou. 

de  Franciscos 230 

.\rticulo  6."  Convento  capuchino.  San 
Francisco  de  Paula  de  iWinimos  y  la  Vir- 
gen  del  Carmen  de  Carmelitas  calzados. 
los  tres  de  Valls 237 

.\rticulo  7."     La  Cartuja  de  Scala  Dei. 

§   I.      .\ntecedentes  a  la  exclaustración       2^S 


862 


MlICE     DEL     TOMO    SEGUNDc 


§  2."     La  exclaustraclón  de  Sca/a  Dei'.       2^6 
§  í.°     Paradero     del     Monasterio     de 

Scala  Dei  y  de  sus  cosas  .     .       21  q 

Capitulo  W.  —  Podlet 

Artículii  único. 

55   1.'      Hcchos  que  pròximamente  pre- 

cedieron  a  la  exclaustración   .  ^m 

í?  2."     La  exclaustración 507 

§   ?."     Paradero  de  las  cosas  de  Poblet  524 

i?  4.'     Causas  de  la  destrucción  .     .     .  ?ü'i 

§  5.°     Adiciones Í79 

Capítulo   \'11.  —  Estado  de  Barcelona 
í:.\   18  ;s 

Articulo  1."     Rescna  general ^S; 

Articulo  2."  Las  autoridades  de  i8íí    .     .  ïSy 

Articulo  ;."  Las  parroquias  de  Barcelona.  401 

Articulo  4."  La  fuerza  armada     ....  403 

Articulo  5.°     El  pueblo 409 

Articulo  6."     Los  periódicos 412 

Articulo  7."  Los    cafès    }'    sociedades    se- 

cretas 421.1 

Capítlli)  Vlll.  —  Preparación  pròxima 

DEL  INCENDIO  DE  LOS  CONVENTOS 

Articulo  I.'     Prudència  de  los  religiosos  de 

Catalufia  en  1814  y  '^3^ -4^' 

Articulo  2.  "  Trabajos  para  crear  odio  con- 
tra los  conventos ^vt 

Articulo  3."  .Acusaciones  ante  las  autori- 
dades y  proceder  de  éstas 44; 

Articulo  4."     Insultos  callejeros     ....       4411 

Articulo  5."     Seguridadesdadasalos  frailes 

por  las  autoridades 44S 

Articulo  6.°  Contribución  quepagaban  los 
conventos 

Articulo  7."     Ultimas     preparaciones     del 

atentado 454 

Articulo  8."     La  corrida  de  toros .     .     .     .       40; 

Articulo  0.'  La  junta  del  aposento  de  ca- 
ballos  muertos 41  iS 

Articulo  10."  El  toro  es  arrastrado  por  Bar- 
celona      j-o 


44'' 


Capítl'lo   IX. — La   revolución   en   las   calles 

Articulo  1.°     El  corto  número  de  los  incen- 

diarios 473 

Articulo  2.°     Gentes  que  formaban  la  turba       4S- 
Articulo  3."     Orden  cronológico  de  los  in- 

cendios  y  su  modo 488 


Pàgs. 

.articulo  4.       La   revoluciún   y   el   .\yunta- 

miento Í14 

.\rticulo  í.'     Aspecto  de  la  ciudad     .     .     .        ÍI7 


Capitulo  X. — La  nocue  del  2;  de  jilio 
dentro   DE  los  claustros 

.\rticulo  I."  San  Sebastiàn,  de  clérigos 
regulares  menores  de  San  Francisco  Ca- 
racciolo 525 

Articulo  2°     Nuestra  Senora  de  la  .Merced.       52O 

.\rticulo  3.'     San  Francisco  de  .\sís.     .     .       Si> 

.■\rticulo  4."     Santa  .Mònica,   de  Agustinos 

descalzos 544 

Articulo  =;."     La  \'irgen  deia  Buenanueva, 

de  Trinitarios  descalzos 545 

.\rticulo  6."  San  José,  de  (]armelitas  des- 
calzos         550 

.■\rticulo  7.°     San  Agustin.  de  frailes  calza- 

dos 503 

Articulo  8.°     Nuestra  Senora  del  Carmen, 

de  frailes  calzados 585 

.\rticulo  0.       La\'irgen  del  Buensuceso,  de 

frailes  Servitas 013 

Articulo  10.       Santa    .^5adrona.    de    Capu- 

chinos 010 

.Articulo  II.'      La    Santisima  Trinidad.   de 

Irailes  calzados Ó24 

.\rticulo  12."     Santa  Catalina.  de  Domini- 

cos 6  30 

.\niculo  13.'      San  Francisco  de  Paula,  de 

.Minimos 648 

.\rticulo  14.'  Casa  de  San  Severo  y  San 
Carlos  Borromeo.  de  Padres  de  San  ^'i- 
cente  de  Paúl 657 

.Vrticulo  15.°     La  Expectaciòn  de  Nuestra 

Sefiora  y  San  Matias.  de  Padres  ïeatinos.       603 

.Articulo  IÓ."     San  Felipe  Neri,  de  Camilos 

o  .\gonizantes Ó64 

Advertència  sobre  la  Casa  de  San  .Antón. 

de  Padres  de  las  Escuelas  Pias  ....       óóó 

.Vrtículo  17.°     San  Felipe  Neri.  de  Padres 

del  Oratorio 6Ó7 

.\rticulo  18."     San  Pablo,  de  Benitos     .     .       668 

.Articulo  10."  Colegios  de  regulares  de  Bar- 
celona     Ó72 

A.  Colegio  de  San  .\ngelo,  de  Carme- 

litas  calzados D72 

B.  Colegio  de  San  Buenaventura,  de 

Franciscos Ó75 

C.  Colegio  de  San  \'icente  Ferrer  y 

San  Raimundo,  de  Dominicos  .       Ó77 

D.  Colesio  de  Trinitarios  calzados    .       682 


INDICE  DEL  TOMO  SEGLNDO 


863 


Pàgs. 

Advertència  sobre  Belen,  de  la  Compania  de 

Jesús 1183 

Articulo  20."     Santa    Maria    de    Jesús    de 

Gracia,  de  Franciscos 683 

Articulo  ji."     Nuestra   Sefiora   de  Gracia. 

de  Carmelitas  descalzos ()8ó 

Capítulo   XI.  —  Los   fraii.es  y  los   conventos 
DE  Barcelona  luego  después  del  i.n'Cendio 

Articulo  I.'     Número  de  los  muertos  y  su 

enlierro 689 

Articulo  2."     Conducciún   de  los  frailes  a 

los  fuertes Ó93 

Articulo  3."  Los  frailes  en  Montjuich  .  .  608 
Articulo  ^.''  Los  frailes  en  la  Ciudadela  .  71S 
Articulo  5."     Peligros  de  los  frailes   en   los 

camines 726 

Articulo  6."     Las   casas    religiosas    y    sus 

cosas 734 


Pàgs. 


CaPÍTLLO    Xll.    —  Co.VSECUENXIAS    POLÍTICAS     DEL 
INCENDIO    DE    LOS    CONVENTOS 


Preparación  de  la  lucha     .     . 
El  atentado  contra  el  general 


769 


Articulo 
.\rticulo 

Bassa 802 

Articulo  3.'     Profanación    del   cadàver    de 

Bassa 818 

Articulo  4.°     Otrosexcesos  deaquellos  dias       820 
Articulo  5."     Los  periódicos  de  Barcelona 

después  del  incendio 836 


Indice  razonado   de   los   grabados   de   este 

tomo  II '^íí 

Indice  de  los  capitulos  y  articulos.     .     .     .  801 

Indice  para  la  colocación  de  las  fototipias   .  805 


iNDlCE  RAZONADO  DE  LAS  LÀMINAS  0  FOTOTIPIAS 


DE  ESTE  TOMO  II 


PAgs. 

Cartuja  de  Scala  Dei. — Una  pàgina  de 
la  cèlebre  Biblia  de  este  monasterio 
guardada  hoy  en  la  Biblioteca  del 
Seminario  conciliar  de  Tarragona.     .     25Ó-2S7 

Cartuja  de  Scala  Dei.  —  La  Virgen  de 
su  fachada,  en  la  que  quedo  fotogra- 
fiada en  mi  primera  obra,  fotogralía 
que  saqué  en  mi  visita  de  1894.  Des- 
pués  ha  sido  trasladada  a  la  fàbrica 
de  chartreuse  de  Tarragona,  donde  la 
fotografié  de  nuevo  en  1911  ....     j;(j-2í7 

Santa    Maria    de    Poblet.  —  El    retablo 

mayor 304-305 

Santa   Maria  de  Poblet.  — Pàrte  baja  del 

retablo  mayor 51)4-30=; 

Santa  Maria  de  Poblet. — Un  sepulcro  de 

su  templo 312-31 3 

Santa   Maria    de    Poblet.  — Un    p:inteón 

Real 312-313 

Santa  Maria  de  Poblet.— Ventana  del 
Palacio  Real.  —  Prestóme  esta  foto- 
grafia y  las  dos  que  van  siguiendo  su 
autor  D.  Juan  Comabella  y  Maluquer, 
al  cual  dcsde  esta  pàgina  repito  mu- 
chas  gracias 320-321 

Santa  Maria  de  Poblet.  — Esculturas.     .      320-321 

Santa    .Maria  de  Poblet.  —  Esculturas  de 

las  vcntanas  del  Palacio 528-329 

Santa  Maria  de  Poblet.  — Una  pàgina  de 
la  Crònica  del  Rey  D.  Jaime  1,  guar- 
dada esta  hoy  en  la  Biblioteca  provin- 
cial-universitaria  de  Barcelona  .  .  .  33Ó-337 
Santa  Alaría  de  Poblet.  —  El  paiio  mor- 
tuorio  para  las  exequias  Reales,  guar- 


Pàgs. 

dado  hoy  en  la  Catedral  Metropolitana 
tarraconense 336-337 

Santa  Maria  de  Poblet.  — Encuadcrna- 
ción  de  los  libros  de  la  Biblioteca  de 
D.  Pedró  de  Aragón 344-345 

Santa  Maria  de  Poblet.  — Una  escultura 
de  alabastro,  guardada  ahora  en  el 
.^\useo  de  Tarragona 344-?4'' 

Santa  Maria  de  Poblet.— Preciosa  tabla 
que  representa  una  procesión,  exis- 
tente  hoy  en  el  Museo   de  Tarragona.      352-353 

Santa  Maria  de  Poblet.— Una  arca  se- 
pulcral, e.\istente  ahora  en  el  Museo 
municipal  de  Barcelona 360-361 

Santa  Maria  de  Poblet.  — Una  escultura 
que  representa  tres  figuras  lúgubres. 
Hoy  està  en  el  Museo  de'antigüedades 
de  Tarragona 368-369 

Santa  .\\aria  de  Poblet.  —  Preci.'SO  càliz, 
hoy  guardado  por  las  monjas  cister- 
cienses  de  \'alldoncella 368-369 

Santa   Maria  de  Poblet.  — Restos  actua- 

Ics  de  uno  de  los  Panteones  Reales     .     376-377 

La  Trinidad  de  Santas  Creus.  —  Una 
mitra  anligua,  hoy  en  poder  de  las 
monjas  de  Vallbona 376-377 

La    Virgen  del    Carmen    de    Barcelona 

después  del  incendio 592-593 

La  Virgen  del  Carmen  de  Barcelona 
después  del  incendio.  —  Retablo  ma- 

yoi" 592-593 

La  Virgen  del  Carmen  do  Barcelona. — 
.\ngulo  S.  de  la  iglesia  después  del 
incendio Ü08-609 

55 


INDtCE     RAZONADO     Dlí     I.AS     LAMINAS     O     T'OTOTIPIAS     DE    ESTE    TOMO     II 


La  Virgen  del  Carmen  de  Barcelona. — 
Angulo  O.  del  temple  después  del 
incendio.  Esta  vista  y  la  anterior  son 
reproducción  de  sendas  acuarelas  de 
la  mano  expertísima  de  D.  Luís 
Uigalt,  hoy  guardadas  en  la  Acadèmia 
de  la  Lonja 608-609 

San  Francisco  de  Paula  de  Barcelona. — 

Fachada  del  templo,  hoy  cambiada     .     6,6-657 

San  Francisco  de  Paula  de  Barcelona. — 
Gran  lesa  sepulcral.  He  aquí  su  laude: 

D.  O.  M. 
NoBií.is  Hanc  hkros     sacratam  condidit  aedem 

SAMPTIBUS   IPSE  suís   HAEC    MONUMENTA  DEDIT. 
N0MINE    FrANCISCUS,     NEC    NON    COGNOMINE  Cl.OI  A 

ET  DE  Texidor,  STEMMATE  CLARUS  EQUES. 
lUC  SIBI  CONSTRUXIT  FOVEAMTUMULUMQUE  PARAVIT, 

QtrO  SEORSIM  JACEAT  STIRPIS  GENEROSA  SUA. 

FRATRIBUS     EREXIT     MINIMIS     IIIC     INDE    SEPULCHRA 

QUAE  COMMENDANDIS    OMNIBUS    ATQUE  VIRIS, 

TERTIA  QUOS  NECTIT  FUNDATOR  REGULA  SIGNAT. 

QUÉM  PIETAS  VIVUM  COECULA  LONGA  CANET. 

ANNO  MDCCLXI. 


Pàgs 

Esta  notable  y  hermosa  losa  es  de 
piedra  cenicienta  y  mide  metros  2'90 
por  141 656-657 

San  Francisco  de  Paula  de  Barcelona. — 

Fachada  del  templo  y  campanario.     .     656-657 

Oratorio  de  San  Felipe  Nlti  de  Barce- 
lona.— Un  retablo  de  su  templo  debido 
al  cinceldel  reputadoescultor  Amadeu.     668-669 

Oratorio  de  San  Felipe  Neri  de  Barcelo- 
na.—  Imagen  de  San  Félix  de  Canta- 
licio,  obra  del  escultor  Vergara,  va- 
lenciano 668-669 

Plaza  de  Palacio  en  1835.  —  Esta  fototipia 
es  reproducción  de  una  hermosa  acua- 
rela,  debida  al  diestro  pincel  del  pro- 
fesor  Don  Onofre  Alzamora.  hoy  po- 
seida  por  el  Museo  municipal  llamado 
del  Parquc.  Se  ve  que  se  hizo  ante  el 
mismo  original,  tomando  la  vista  des- 
de  la  boca-calle  de  la  Espaseria.  El 
primer  edificio  de  la  mano  izquierda 
del  espectador  es  el  Palacio  Real    .     .     816-817 

Santa   Catalina   de  Barcelona.  -  Dibujo 

de  una  de  sus  vidrieras 816-817 


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BX  Barraquer  y  Roviralta, 

2655  Cayetano 

C3B38     Los  religiosos  en  Catla 

t.2  durante  la  primera  mited  del 

sigio  nx 


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