Cbe iLíbrarp
anítier^ítp of J13ottl) Carolina
(En^"^*** ***• ^^^ sníñkctíc
.TH4
THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
AT CHAPEL HILL
ENDOWED BY THE
DIALECTIC AND PHILANTHROPIC
_^ SOCIETIES
BUILDING USE OH^f
PQ6217
vol. 18
no. 1-17
H
f''JH
1978
197^
IVE
t on
OM D
•arv/y^'
^^í^
SERAFÍN í JOAQUÍN ALVAREZ QUINTERO
Mañana de sol
PASO DE COMEDIA
'SOCIEDAD DE AUTORES ESPA.NOLES
Núñez de Balboa, 12
ieo5
MAÑANA DE SOL
Esta obra os propiedad de sus autores, y nadie po-
drá, sin su permiso, reimprimirla ui representarla
en España ni en los paises con los cuales se hayan
celebrado ó se celebren en adelante tratados interna-
ciunalas de propiedad literaria.
Los autores se reservan el derecho do traducción.
Los comisionados y representantes de la Sociedad
de Autores Españoles son los encargados exclusivamente
de conceder ó negar el permiso de representación y
del cobro de los derechos de propiedad.
Queda hecho el depósito que marca la ley.
MAÑANA DE SOL
PASO DE COMEDIA
serafín y JOAQUÍN ALVAREZ QUINTERO
Estrenado en el TEATEO LARA el 23 de Febrero de 1906
■*■
MADRID
R VELASCO, mr. UARQUIÍ8 I)E SANTA ANA, 11 DOP.
TcleíoDo número btl
■ 9 05
a Doña í^albina "OaberHe
insigne acíriz
eu ieúiimouio de adm^t^Laetou u Simjiaitci,
\.oJ ^ Guióles.
REPARTO
PERSONAJES ACTORES
DOÑA LAURA Sea. Valverde.
PETRA Seta. Maetí.
DON GONZALO , . Se. Rubio.
JUANITO Cantalapiedb.
"-fVv
_^ÍSHM^^¿^!^^A
^jr«s
3I?íí6í)]tíM63I8^MW?ÍS9M(S[mMt€6?í5a3;S.31S^
m
i>iíiP6'?iti3ie
MAÑANA DE SOE
Lugar apartado de un paseo público, en Madrid. Un banco á la iz-
quierda del actor. Es una mañana de otoño templada y alegre.
ESCENA PRIMERA
DONA LAURA y PETRA
(Salen por la derecha. Doña Laura es una viejecita setentona, muy
pulcra, de cabellos muy blancos y manos muy finas y bien cuidadas.
Aunque está en la edad de chochear, no chochea. Se apoj^a de una
mano en una sombrilla, y de la otra en el brazo de Petra, su criada.)
D.a Lau
Petra
D.a Lau,
Petra
D.a Lau.
Petra
D.a L^u
Petra
Da Lau
Petra
Ya llegamos... Gracias á Dios. Temí que me
hubieran quitado el sitio. Hace una maña-
nita tan templada...
Pica el sol.
A tí, c[ue tienes veinte años, (siéntase en ei
banco.) ¡Ay!... Hoy me he cansado más que
otros días. (Pausa. Observando á Petra, que parece
impaciente.) Vete, si c[uieres, á charlar con tu
guarda.
Señora, el guarda no es mío; es del jardín.
Es más tuyo que del jardín. Anda en su
busca, pero no te alejes.
Está allí esperándome.
Diez minutos de conversación, y aquí en
seguida.
Bueno, señora.
(Deteniéndola.) PerO CSCUcha.
¿Qué quiere usted?
D.a Lau. ¡Que te llevas las miguitas de pan!
Petra Es verdad; ni sé dónde tengo la cabeza.
D.a Lau. En la escarapela del guarda.
Petra Tome usted. (Le da un cartucho de papel pequeñi-
to, y se va por la izquierda.)
D.* Lau. Anda con Dios. (Mirando hacia los árboles de la
derecha.) Ya cstán llegando los tunantes.
¡Cómo me han cogido la hora!... (se levanta,
va hacia la derecha y arroja adentro, en tres puñaditos,
las migas de pan.) Estas, para los más atrevi-
dos... Estas, para los mas glotones.. Y éstas^
para los más granujas, que son los más chi-
cos... Je... (vuelve á su banco y desde él observa
complacida el festín de los pájaros.) PerO, hombre,
que siempre has de bajar tú el primero... Por-
que eres el mismo: te conozco. Cabeza gor-
da, boqueras grandes... Igual á mi adminis-
trador. Ya baja otro. Y otro. Ahora dos jun-
tos. Ahora tres. Ese chico va á llegar hasta
aquí. Bien; muy bien: aquél coge su miga
y se va á una rama á comérsela. Es un filó-
sofo. Pero ¡qué nube! ¿De dónde salen tan-
tos? Se conoce que ha corrido la voz... Je,
je... Gorrión habrá que venga desde la Guin-
dalera, Je, je... Vaya, no pelearse, que hay
para todos. Mañana traigo más.
ESCENA II
DOÑA LAURA, DON GONZALO y JUANITO
(salen éstos por la izquierda del foro. Don Gonzalo es un viejo con-
temporáneo de Doña Laura, un poco cascarrabias. Al andar arrastra
los pies. Viene de mal temple, del brazo de Juanito, su criado.)
D. GoN. Vagos, más que vagos... Más vaha que estu-
vieran diciendo misa...
JuA, Aquí se puede usted sentar: no hay más
que una señora.
(Doña Laura vuelve la cabeza y escucha el diálogo.)
D. GoN. No me da la gana, Juanito. Yo quiero un
banco solo.
JuA ¡Si no lo hay I
D. GoN. ;Es que aquél es mío!
JuA. Pero si se han sentado tres curas...
D. GoN. [Pues que se levanten!... ¿Se levantan, Jua-
nito?
JuA. ;Qué se han de levantar! Allí están de charla.
D. GoN. Como si los hubieran pegado al banco. No;
si cuando los curas cogen un sitio... ¡cual-
quiera los echa! Ven por aquí, .Juanito, ven
por aquí. (Se encamina hacia la derecha resuelta--
mente. Juanito lo sigue.)
D.íi Lau. (indignada.) ¡Hombre de Dios!
D. GoN (volviéndose.) ¿Es á mí?
D.^ Lau. Sí, señor; ;i usted.
D. GoN. ¿Qué pasa?
D.a Lau. ¡Que me ha espantado usted los gorriones,
que estaban comiendo miguitas de pan!
D. GoN. ¿Y yo qué tengo que ver con los gorriones?
D.a Lau . ¡Tengo yo!
D. GoN. ¡El paseo es público!
D.a Lau. Entonces no se queje usted de que le qui-
ten el asiento lo^ curas.
D. GoN. Señora, no estamos presentado?. Xo sé por
qué se toma usted la libertad de dirigirme
]a palabra. Sigúeme, Juanito. (se van ios dos
por la derecha.)
D.a Lau. ¡El demonio del viejo! Xo hay como llegar
á cierta edad para ponerse impertinente,
(pausa.) Me alegro; le han quitado aquel ban-
co también. ¡Anda! para que me espante
los pajaritos. Está furioso... Sí, sí; busca,
busca. Como no te sientes en el sombrero...
¡Pobrecillo! Se limpia el sudor... Ya viene,
ya viene... Con los pies levanta más polvo
que un coche.
D. GoN. (saliendo por donde se fué y encaminándose á la iz-
quierda.) ¿Se habrán ido los curas. Juanito?
JüA. Xo sueñe ustsd con eso. señor. Allí siguen.
i). GoN. ¡Por vida...! (Mirando á todas partes perplejo ) Este
Ayuntamiento, que no pone más bancos
para estas mañanas de sol... Xada, que me
tengo que conformar con el de la vieja. (Re-
funfuñando, siéntase al otro extremo que doña Laura >
y la mira con indignación.) BuenOS díaS.
— 10 —
D.a Lau. ¡Hola! ¿Usted por aquí?
D. GoN. insisto en que no estamos presentados.
D.a Lau. Como me saluda usted, le contesto.
D. GoN. A los buenos días se contesta con los buenos
días, que es lo que ha debido usted hacer.
D.a Lau. También usted ha debido pedirme permiso
para sentarse en este banco, que es mío.
D. GoN. Aquí no hay bancos de nadie.
D.a Lau. Pues usted decía que el de los curas era
suyo.
D. GoN. Bueno, bueno, bueno... se concluyó. (Entre
dientes.) Vieja chocha... Podía estar haciendo
calceta...
Xo gruña usted, porque no me voy.
(sacudiéndose las botas con el pañuelo.) SÍ regaran
un poco más, tampoco perderíamos nada.
Ocurrencia es: limpiarse hs botas con el pa-
ñuelo de la nariz.
¿Eh?
¿Se sonará usted con un cepillo?
¿Eh? Pero señora, ¿con qué derecho...?
Con el de vecindad.
(cortando por lo sano.) Mira, Juanito, dame el
libro; que no tengo ganas de oír más ton-
teras.
Es usted muy amable.
Si no fuera usted tan entrometida...
Tengo el defecto de decir todo lo que pienso.
Y el de hablar más de lo que conviene.
Dame el libro, Juanito.
JUA. Vaya, señor, (saca del bolsillo un libro y se lo en-
trega. Paseando luego por el foro^ se aleja hacia la
derecha y desaparece.)
ESCENA III
DOÑA LaUKA y DON GONZALO
(Este último, mirando á doña Laura siempre con rabia, se pone unas
gafas prehistóricas, saca una gran lente, y con el auxilio de toda esa
cristalería se dispone á leer)
D.íi Lau. Creí que iba usted á sacar ahora un teles-
copio.
D.
a Lau.
D.
GoN.
D.
a Lau.
D.
GON.
D.
a Lau.
D.
GoN.
D.
a Lau.
D.
GON.
D.
a Lau.
D.
GON.
D.
a L\U.
D.
GoN.
11 "
D. GoN.
D.a La.l
D. GoN.
D.a Lau,
D. GoN.
D.íi Lau
D. GoN.
D.H Lau
D. GoN.
¡Oiga usted!
Debe usted de tener muy buena vista.
Como cuatro veces mejor que usted.
Ya, ya se conoce.
Algunas liebres y algunas perdices lo pudie
ran atestiguar.
¿Es usted cazador?
Lo he sido... Y aún... aún...
¿Ah, sí?
Sí, señora. Todos los domingos, ¿^abe usted'?
cojo mi escopeta y mi perro, ¿sabe usted? y
me voy á una finca de mi propiedad, cerca
de Aravaca. . A matar el tiempo, ¿sabe
usted?
D.a Lau. ISÍ; como no mat-e usted el tiempo. . ¡lo que
es otra cosa!
D. GoN. ¿Conque no? Ya le enseñaría yo á usted una
cabeza de jabalí que tengo en mi despacho.
D a Lau . ¡Toma! y yo á usted una piel de tigre que
tengo en mi sala. ¡Vaya un argumento!
D. GoN. Bien está, señora. Déjeme usted leer. No
estoy por darle á usted más palique.
D.^ Lau. Pues con callar, hace usted su gusto.
D. GoN. Antes voy á tomar un polvitO. (¡^aca una caja
de rapé ) De csto SÍ le doy. ¿Quiere usted?
D.a Lau. Según. ¿Es fino?
D. GoN. No lo hay mejor. Le agradará.
D.a Lau . A mí me descarga mucho la cabeza.
D. GoN. Y á mí.
D.a Lau . ¿Usted estornuda?
D. GoN. Sí, señora: tres veces.
D.^Lau. Hombre, y yo otras tres: ¡qué casuaUdad!
(Después de tomar cada uno su polvito, aguardan los
estornudos haciendo visajes, y estornudan alternati-
vamente.)
D.a Lau. ¡Ah... chisi
D. Gon. ¡Ah .. chis!
D.a Lau. ¡Ah. . chis!
D. GoN. ¡Ah... chis!
D.a Lau. ¡Ah.. chis!
D. GoN. ¡Ah... chis!
D.a Lau. ¡Jesús!
D. Gon. Gracias. Buen provechito.
D.a Lau . Igualmente. (Nos ha reconciliado el rapé.)
— 12 -
D. GoN. xA.hora me va usted á dispensar que lea en
voz alta.
D.a Lau. Lea usted como guste: no me incomoda.
D. GON. (Leyendo.)
lodo en amor es triste;
mas, triste y todo, es lo mejor que existe.
De Campoamor; es de Campoamor.
D.aLAU. ¡Ah!
D. GoN. (Leyendo.)
Las niñas de las madres que amé tanto,
me besan ya como se besa á un santo.
Estas son humoradas.
D.a Lau . Humoradas, fí.
D. GoN. Prefiero las doloras.
D.a Lau. Y yo.
D. GoN. También hay algunas en este temo. (Busca
las doloras y lee.) Escuche usted ésta:
Pasan veinte años: vuelve él...
D.a L^^u. No sé qué me da verlo á usted leer con tan-
tos cristales...
D. GoN. ^;Pero es que usted, por ventura, lee sin
gafas?
D.aLAU. ¡Claro!
D. GoN. ¿A su edad? .. Me permito dudarlo.
D,a Lau. Déme usted el libro, (lo toma de mano de don
Gonzalo, y lee:)
Pasan veinte años: vuelve él,
y al verse, exclaman él y ella:
(—¡Santo Dios! ¿y éste es aquél?...)
(—¡Dios mío! ¿y ésta es aquélla?..)
(Le devuelve el libro.)
D. GoN. En efecto: tiene usted una vista envidiable.
D.a Lau (¡Como que me sé los versos de memoria!)
D. GoN. Yo soy muy aficionado á los buenos ver-
sos... iMucho. Y hasta los compuse en mi
mocedad.
D.a Lau . ¿Buenos?
D. GoN. De te do había. Ful amigo de Espronceda,
de Zorrilla, de Becquer... A Zorrilla lo cono-
cí en América.
D.a Lau. ¿Ha estado usted en América?
D. GoN. Varias veces. La primera vez fui de seis
años.
D.a Lau. ¿Lo llevaría á usted Colón en una carabela?
- 13 —
D. GoN. ÍRiéndose.) No taiito, no tanto... Viejo soy,
pero no conocí á los Reyes Católicos...
D.íi Lau. Je, je...
D. GoN. También fui gran amigo de éste: de Campo-
amor. En Valencia nos conocimos... Yo soy
valenciano.
D.a Lau . ¿Sí?
D. GoN. Allí me crié; allí pasé mi primera juven-
tud... ¿Conoce usted aquéllo?
D t^ Lau. Sí, señor ^Cercana cá Valencia, á dos ó tres
leguas de camino, había una finca que si
aún existe se acordará de mí. Pasé en ella
algunas temporadas. De esto hace muchos
años; muchos. Kstaba próxima al mar, ocul-
ta entre naranjos y limoneros... Le decían...
¿cómo le decían?... Maricela.
D. GoN. ¿Mar i cela f
D.a Lau . Maricela. ¿Le suena á usted el nomb^-e?
D. GoN. ¡Ya lo creo! Como que si yo do estoy tras-
cordado—con los años Stí va la cabeza, — allí
vivió la mujer más preciosa que nunca he
visto. ¡Y ya he visto algunas en mi vida!...
Deje usted, deje usted... Su nombre era
Laura. El apellido no lo recuerdo... (naciendo
memoria) Laura... Laura... ¡Laura Llorenteí
D.a Lau. Laura Llórente...
D. GoN. ¿Qué? (Se miran con atracción misteriosa.)
D.a Lau. Nada... Me está usted recordando á mi me-
jor amiga.
D. GoN. ¡Es casualidad!
D.a Lau Sí que es peregrina casualidad. La Xiña de
Flata.
D. GoN. La Xiña ele Plata... Así le decían los huerta-
nos y los pescadores. ¿Querrá usted creer
que la veo ahora mismo, como si la tuviera
presente, en aquella ventana de las campa-
nillas azules?... ¿Se acuerda usted de aque-
lla ventana?...
D.a Lau . Me acuerdo. Era la de su cuarto. Me acuerdo^
D. GoN. En ella se pasaba horas enteras.. En mis
tiempos, digo.
D.a Lau. (suspirando.) Y en los míos también.
D. GoN. Era ideal, ideal... Blanca como la nieve. .
Los cabellos muy negros... Los ojos muy
— u —
negros y muy dulces. . De su frente parecía
que brotaba luz... Su cuerpo era fino, esbel-
to, de curvas muy suaves...
¡Qué formas de belleza soberana
modela Dios en la escultura humana!
Era un sueño, era un sueño...
D.a Lau. (¡Si supieras que la tienes al lado, ya verías
lo que los sueños valen!) Yo la quise de ve-
ras, muy de veras. Fué muy desgraciada.
Tuvo unos amores muy tristes.
D. GON. Muy tristes. (Se miran de nuevo.)
D.a Lau. .-Usted lo sabe?
D. GoN. Sí.
D.a Lau. (¡Qué cosas hace Dios! Este hombre es
aquél.)
D GoN. ÍTecisamente el enamorado galán, si es que
nos referiinos los dos al Qiismo caso...
D.a Lau . ¿Al del duelo?
D. GoN. Justo: al del duelo. El enamorado galán
era... era un pariente mío, un muchacho de
toda mi predilección.
D.a Lau. Ya, vamos, ya. Un pariente... A mí me con
tó ella en una de sus últimas cartas, la his-
toria de aquellos amores, verdaderamente
románticos.
D. GoN. Platónicos. No se hablaron nunca.
D.'i Lau. El, su pariente de usted, pasaba todas las
mañanas á caballo por la veredilla de los
rosales, y arrojaba á la ventana un ramo de
flores, que ella cogía
D. GoN. Y luego, á la tarde, volvía á pasar el gallar-
do jinete, y recogía un ramo de flores que
ella le echaba. ¿No es esto?
D.a Lau . Eso es. A ella querían casarla con un co-
merciante... un cualquiera, sin más títulos
que el de enamorado.
D. GoN. Y una noche que mi pariente rondaba la
finca para oiría cantar, se presentó de víj^-
proviso aquel hombre.
D a Lau. Y le provocó.
D. GoN. Y se enzarzaron.
D.a Lau . Y hubo desafío.
D. GoN. ,Al amanecer: en la playa. Y allí se quedó
malamente herido el provocador. Mi pa-
— lo-
ríente tuvo que esconderse prímero, y luego
que huir.
D.a Lau. Conoce usted al dedillo la historía.
D. GoN. Y usted también.
D.í^ Lau . Ya le he dicho á usted Cjue ella me la contó.
D GoN. Y mi paríente á mí... (Esta mujer es Lau-
ra... ¡Qué cosas hace Dios
D.íi Lau. (No sospecha quién soy: ¿para qué decírse-
lo? Que conserve aquella ilusión...)
D. GoN. (No presume que habla con el galán... ¿Qué
ha de presumirlo?... Callaré.) (pausa.)
D.a Lau. ¿Y fué usted, acaso, quien le aconsejó á su
pariente que no volviera á pensar en Laura?
(i Anda con esa!)
D. GoN. ¿Yo? ¡Pero si mi pariente no la olvidó un
segundo!
D.a Lau. Pues ¿cómo se explica su conducta?
D. GoxN. ¿Usted sabe?.. Mire usted, señora: el mu-
chacho se refugió primero en mi casa — te-
meroso de las consecuencias del duelo con
aquel hombre, muy querido allá; — luego se
trasladó á Sevilla; después vino á Madrid...
Le escribió á Laura ¡qué sé yo el número de
cartas! — algunas en verso, me consta... —
Pero sin duda las debieron de interceptar
los padres de ella, porque Laura no contes-
tó... Gonzalo, entonces, desesperado, des-
engañado, se incorporó al ejército de África,
y allí, en una trinchera, encontró la muerte,
abrazado á la bandera española y repitien-
do el nombre de su amor: Laura... Laura...
Laura...
D.a Lau. (¡Qué embustero!)
D. GoN. (No me he podido matar de un modo más
gallardo )
D.a Lau . ¿Sentiría usted á par del alma esa desgracia?
D. GoN. Igual que si se tratase de mi persona. En
cambio, la ingrata, quién sabe si estaría á
los dos meses cazando mariposas en su jar-
dín, indiferente á todo...
D.a Lau. Ah, no, señor; no, señor...
D. GoN. Pues es condición de mujeres...
D.a Lau. Pues aunque sea condición de mujeres, la
Niña de Plata no era así. Mi amiga esperó
- 16 --
noticias un día, y otro, y otro... y nn mes. y
un año... y la carta no llegaba nunca. Una
tarde, á la puesta del sol, con el primer lu-
cero de la noche, se la vio salir resuelta ca-
mino de la playa... de aquella playa donde
el predilecto de su corazón se jugó la vida.
Escribió su nombre en la arena — el nombre
de él, — ^y se sentó luego en una roca, fija la
mirada en el horizonte... Las olas murmura-
ban su monólogo eterno... é iban poco á poco
cubriendo la roca en que estaba la niña. .
;,Quiere usted saber más?... Acabó de subir
la marea .. y la arrastró consigo...
D. GoN. ¡.Jesúsl
D.a Lau. Cuentan los pescadores de la playa, que en
mucho tiempo no pudieron borrar las olas
aquel nombre escrito en la arena. (¡A mi no
me ganas tú á finales poéticos!)
D. GoN. (¡Miente mí^s que yo!) (Pausa.)
D.a Lau. ¡Pobre Laura'
D. GoN. ¡Pobre Gonzalo!
D.a Laü. (¡Yo no le digo que á los dos años me casé
con un fabricante de cervezas!)
D. GoN. (¡Yo no le digo que á los tres meses me lar-
gué á París con una bailarina!)
D.a Lau. Pero ^;ba visto usted cómo nos ha unido la
casualidad, y cómo una aventura añeja ha
hecho que hablemos Jo mismo que si fuéra-
mos anjigos antiguos?
D. GoN. Y eso que empezamos riñendo.
D.a Lau. Porque usted me espantó los gorriones.
D. GoN. Venía muy mal templado.
D.a Lau Ya, ya lo vi. ¿Va nsted á volver mañana?
D. GoN. Si hace sol, desde luego. Y no sólo no espan-
taré los gorriones, sino que también les trae-
ré miguitas...
D.a Lau. Muchas gracias, señor... Son buena gente; ee
lo merecen todo. Por cierto que no sé dónde
anda mi chica... (se levanta.) ¿Qué hora será
ya?
D. GoN. (Levantándose.) Cerca de las doce. También ese
bribón de JuanitO... (Va hacia la derecha.)
D.a Lau. (Desde la izquierda del foro, mirando hacia dentro.)
Allí la diviso con su guarda... (Hace señas con
la mano para que se acerque.)
D;
a Lau
D.
GON.
D.
íi Lau.
- 17 —
D. GON. (Contemplando, mientras, á la señora.) (No... 110 me
descubro... Estoy hecho un mamarracho tan
grande... Que recuerde siempre al mozo que
pasaba al galope y le echaba las flores a la
ventana de las campanillas azules ..)
¡Qué trabajo le ha costado despedirse! Ya
viene.
Juanito, en cambio... ^;Dónde estará Juanito?
Se habrá engolfado con alguna niñera. (Mi-
rando hacia la derecha primero, y haciendo señas como
doña Laura después.) Diablo de muchacho...
(contemplando al viejo.) (^No... nO me deSCUbrO...
Estoy hecha una estantigua... Vale más que
recuerde siempre á la niña de los ojos ne-
gros, que le arrojaba las flores cuando él pa-
saba por la veredilla de los rosales...)
ESCENA ULTIMA
DICHOS, PETRA y JUANITO
(E1 uno sale por la derecha y la otra por la izquierda. Petra trae un
manojo de violetas.)
D.a Laü. Vamos, mujer; creí que no llegabas nunca.
D. GoN . Pero, -Juanito, ¡por DiosI que son las tantas. .
Petra Estas violetas me ha dado mi novio para
usted.
D.^ Lau. Mira qué fino. . Las agradezco mucho... (ai
cogerlas se le caen dos ó tres al suelo.) Soil muy
hermosas...
D. GoN. (Despidiéndose.) Pucs, señora iTiía, yo he tenido
im honor muy grande., un placer inmenso...
D.a Lau . (lo mismo.) Y yo una verdadera satisfacción. .
D. GoN . ¿Hasta mañana?
D.^ Lau. Hasta maiiana.
D. GoN. 8i hace sol...
D.8 Lau. íái hace sol... ¿Irá usted á su banco?
D. GoN . No, señora; que vendré á éste.
D.a Lau. Este banco es muy de usted, (se ríen.)
I). GoN . Y repito que traeré miga para los gorriones ..
(vuelven á reirse.)
D.íi Lau. Hasta mañana.
— 18 —
D. GoN. Hasta mañana.
(Doña Laura se encamina eou Petra hacia la derecha.
Don Gonzalo, antes de irse con Juanito hacia la izquier
da, tembloroso y con gran esfuerzo se agacha á coger
las violetas caldas. Doña Laura vuelve naturalmente el
rostro y lo ve.)
JuA. ^:Qué hace usted, señor?
D. GoN. Espera, hombre, espera...
D.*^ Lau. íNo me cabe duda: es él...)
D. GoN . (Estoy en lo firme: es ella...)
(Después de hacerse un nuevo saludo de despedida.)
D.a Lau. (¡Santo Dios! ¿j éste es aquélV...)
D. GoN. (¡Dios mío! ¿y ésta es aquélla?...)
(Se van, apoyado cada uno en el brazo de su servidor
y volviendo la cara sonrientes, como si él pasara por
la veredilla de los rosales y ella estuviera en la venta-
na de las campanillas azules.)
FIN
Madrid, Febrero. 1905
Advertencia importante.— Las empresas que pongan
en escena esta obra, pagarán por derechos de propiedad
la mitad de los correspondientes á una pieza en un
acto.
OBRAS DE íiOS 1VIIS|«0S AUTORES
Esgrima y amor, juguete cómico. ('2.a edición.)
Belén, 12, j^rincipal, juguete cómico.
Güito, juguete cómico-lírico. (2.a edición.)
La media naranja, juguete cómico. (2.* edición.)
El tí') de la flauta, juguete cómico. (2.^ edición.)
El ojito derecho, entremés. (8.a edición.)
La reja, comedia en un acto. (3.a edición.)
La buena sombra, saínete en tres cuadros, con música. (5.a edi-
ción.)
El peregrino, zarzuela cómica en un acto.
La vida íntima, comedia en dos actos. (3.a edición.)
Los borrachos, saínete en cuatro cuadros, con música. (2.a edi-
ción.)
El chiquillo, entremés. (4.a edición.)
Las casas de cartón, juguete cómico.
El traje de luces, saínete en tres cuadros, con música.
El patio, comedia en dos actos. (3.» edición )
El motete, entremés con música (2.a edición )
El estreno, zarzuela cómica en tres cuadros.
Los Galeotes, comedia en cuatro aclos. (3.a edición.)
La 2')em, drama en dos cuadros.
La azotea, comedia en un acto.
El género ínfimo, pasillo con música.
El nido, comedia en dos actos. (2. edición.)
Las flores, comedia en tres actos.
Los piropos, entremés.
El flechazo, entremés.
El amor en el teatro, capricho literario en cinco cuadros, pró-
logo y epílogo.
Abanicos y panderetas ó ¡A Sevilla en el botijo! humorada sa-
tírica en tres cuadros, con música.
La dicha ajena, comedia en tres actos y un prólogo.
Pejñta Reyes, cimedia en dos actos.
Los meritorios, pasillo.
/ a zahori, entremés.
La reina mora, «jainete en tr-s cuadros, con música.
Zaragatas, saínete en dos cuadros.
La zagala, comedia en cuatro actos.
La contraía, ajiropó^ito.
El nmor que pasa, comedia en dos actos.
Eí mal de amorís, ^ainete con mn.sica.
El nuevo servidor, humorada.
Mañana de sol, paso de comedia.
I
Precio: UNA peseta
Todo ejemplar que no lleve el sello de la Sociedad de Autores Españoles,
sera considerado como fraudulento.
RARE BOOK
COLLECTION
THE LIBRARY OF THE
UNIVERSITY OF
NORTH CAROLINA
AT
CHAPEE HILE
PQ6217
.T44
V.18
1-17
no