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Full text of "Memorias para la historia de México independiente 1822-1846.."

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tlU  Iflllíl  M 

1822-1846. 


o  PARA  LA  I»  DE  Él 


MEMORIAS 


PARA  LA 


M  M  IlIICfl  INDEPENDÍENTE 


1822—1846 


Por  José  María  Bocanegra 


Edición  oficial  dirigida  por  J.  M.  v¡gii. 


TOMO  II. 


MÉXICO.  ** 

(Avenria  Onente  ,,  nímcro  7,6.| 

1892 


CANJE  DE  LA 
BIBLIOTECA  NACIONAL  DE  MÉXICO 


QUINTO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  QUINTO. 

Segunda  presidencia  constitucional,  general  de  división 

D.  Vicente  Guerrero 
esdc  1?  de  abril  de  1829  hasta  17  de  diciembre  del  mismo  alo  en  que  salió  á 


CAPÍTULO  I. 

Toma  de  posesión  del  segundo  presidente  constitucional,— Su  ministe- 
rio,—Situación  de  la  república.— Opinión  manifestada  pidiéndose 
la   separación   de   los  secretarios  del  despacho. 

Auuque  los  acontecimientos  públicos  en  el  período  de  la 
segunda  presidencia  constitucional  de  la  república  han  sido, 
sin  duda,  graves  y  notables;  todavía  ha  sido  mayor  y  más 
urgente  la  fuerza  moral  y  las  consecuencias  que  de  los  mis- 
mos emanaron.  Ellos  como  que  han  afectado  directa  y  pro- 
fundamente los  ánimos,  causaron  inquietudes,  disgustos  bajo 
un  aspecto,  y  sentimientos  y  efectos  agradables  por  su  na- 
turaleza en  virtud  de  algunas  consideraciones  y  principios 
nacionales.  Los  sucesos  lamentables  de  1828  y  hechos  que 
los  prepararon,  influyeron  de  un  modo  seguro  y  eficaz  para 
que  en  el  desarrollo  de  las  pasiones  y  en  el  vértigo  del  error 
se  cometiesen  injusticias  y  desaciertos. 


Por  esto  fué  que  al  excitarse  la  envidia,  el  odio  y  la  ven- 
ganza, se  produjeron  como  efecto  necesario  en  el  año  de  1829 
los  dos  movimientos  críticos  que  causaron  un  sacudimiento 
peligroso  en  casi  todo  el  edificio  social.  Ya  se  comprende  que 
hablo  de  la  expedición  española,  y  del  plan,  ó  reacción  de 
Jalapa,  por  que  fueron  los  acontecimientos  generales  ó  im- 
portantes ocurridos  en  la  época  del  gobierno  del  general 
Guerrero,  pues  aunque  se  presentaron  otras  ocurrencias,  y 
se  verificaron  muy  interesantes  actos  administrativos,  éstos 
por  ser  tales  no  causaron,  ni  podían  causar  los  males  y  tras- 
tornos que  pudieron  producir  los  primeros  enunciados  basta 
el  grado  de  casi  perder  la  independencia.  Hablemos,  pues, 
de  unos  y  otros  en  continuación  y  desempeño  del  plan  pro- 
puesto en  estas  Memorias. 

El  general  D.  Vicente  Guerrero  tomó  posesión  de  la  pre- 
sidencia de  la  república  para  el  segundo  período  constitu- 
cional, el  día  1?  de  abril  de  1829.  Su  inauguración,  sin  em- 
bargo de  recordar  sucesos  recientes  y  desgraciados,  ofrecía 
un  porvenir,  si  no  enteramente  feliz  y  venturoso,  á  lo  menos 
pacífico  y  de  buenas  esperanzas  para  la  nación.  Los  partidos 
políticos,  aunque  siempre  firmes  en  sus  ideas  y  principios,  y 
constantemente  procurando  los  resultados  que  á  sus  intere- 
ses respectivos  convenían,  así  como  calculando  las  épocas  y 
las  oportunidades  para  sobreponerse  cuando  les  fuese  posi- 
ble, callaron  por  entonces  y  quedaron  como  en  espera  y  en 
observación  principalmente  atendiendo  á  que  la  república 
debería  conmoverse  basta  en  sus  cimientos  por  el  gran  suce- 
so de  la  invasión  española,  que  no  sólo  se  anunciaba,  sino 
que  ya  casi  se  veía,  comenzándose  á  sentir  sus  efectos  en 
nuestros  mares,  en  nuestras  costas  y  basta  en  lo  interior  de 
nuestro  país. 

Así  era  la  situación  de  la  república,  en  verdad  muy  com- 
plicada, pues  había  sobrevenido  la  desorganización  en  todos 
los  ramos  administrativos,  como  un  efecto  necesario  de  ante- 


cedentes  lamentables  y  de  difíciles  circunstancias  que  impi- 
dieron el  logro  de  los  bienes  que  se  procuró  hacer  después 
de  lo  que  padeció  la  nación  en  el  año  de  1828,  como  se  lia 
referido;  no  obstante  que  merced  á  las  providencias  dicta- 
das durante  los  cuatro  meses  anteriores  se  hallaba  la  repú- 
blica casi  repuesta  á  su  estado,  cuanto  fué  posible  en  el  ci- 
tado corto  período  corrido  desde  diciembre  hasta  abril  que 
es  el  mes  de  que  actualmente  nos  ocupamos. 

La  seguridad  pública  en  lo  general  había  sufrido  mucho: 
la  ley  no  era  acatada:  las  autoridades  casi  eran  despreciadas, 
y  los  individuos  personalmente  aspiraban  á  premios  y  recom-' 
pensas  los  unos,  á  indemnizaciones  y  resarcimientos  de  da- 
ños de  toda  especie  los  otros;  y  resultaba  el  conflicto  nece- 
sario para  el  gobierno  de  no  poder  obrar  libre  y  eficazmente 
por  la  complicación  misma  de  fuertes  y  encontrados  intere- 
ses, hasta  el  grado  de  que  cuando  unos  gritaban  venganza 
nacional,  otros  decían  humanidad  y  cordura.  Faltaba  la  ha- 
cienda por  otra  parte,  y  el  crédito  público  apenas  existía;'y 
por  lo  mismo  faltaba,  puede  decirse,  el  ser  y  animación  de 
la  sociedad  entera. 

Formó  su  ministerio  el  nuevo  presidente  de  la  república 
y  nombró  para  el  departamento  de  relaciones  interiores  y 
exteriores  al  que  esto  escribe,  que  ya  tenía  á  su  cargo  la  mis- 
ma cartera,  desde  fines  del  mes  de  enero  como  en  su  lugar 
queda  dicho:  para  justicia  y  negocios  eclesiásticos  fué  nom- 
brado el  Dr.  D.  José  Manuel  Herrera,  que  había  sido  primer 
ministro  en  el  gobierno  del  Sr.  Iturbide:  para  hacienda  fué 
nombrado  D.  Lorenzo  Zavala,  que  prestó  juramento,  el  día 
18  de  abril,  y  se  hizo  cargo  del  despacho  el  mi'smo  día;  y  en 
guerra  y  marina  continuó  el  general  D.  Francisco  Moctezu- 
ma que  la  servía.  Yo  me  abstengo  de  calificaciones  arbitra- 
rias y  de  formar  juicio  crítico  de  las  personas,  por  su  mérito 
y  aptitud,  remitiendo  esta  calificación  á  las  obras  que  ha- 
blan más  alto  y  mejor  que  las  palabras. 


Admití,  como  queda  dicho,  la  cartera  de  relaciones  para 
continuar  en  su  despacho,  pero  advierto  que  fué  sin  perju- 
dicar los  derechos  de  mis  comitentes,  y  juzgué  de  mi  deber 
por  lo  mismo  renunciar  el  cargo  de  diputado  por  el  Estado 
de  Zacatecas,  y  así  lo  hice  dirigiendo  á  la  cámara  á  que  per- 
tenecía la  siguiente  comunicación: 

"Excelentísimos  señores:  Cuando  el  primer  presidente 
constitucional  de  la  república  se  sirvió  pedir  ala  cámara  de 
representantes  á  que  tengo  el  honor  de  pertenecer,  la  corres- 
pondiente licencia  para  encargarme  una  de  las  secretarías 
del  despacho,  la  cámara  se  dignó  acceder  á  lo  pedido  y  en 
consecuencia  se  me  nombró  secretario  de  estado  y  del  des- 
pacho de  relaciones  interiores  y  exteriores. 

."En  aquellos  momentos  quise  manifestar  mis  deseos  de 
que  no  se  perjudicasen  mis  comitentes,  disminuyéndose  el 
número  de  los  representantes  del  Estado  libre  y  soberano 
de  los  zacatecanos;  pero  reflexioné  que  siendo  muy  corto  el 
período  por  que  era  llamado  al  desempeño  de  la  referida  co- 
misión, volvería  dentro  de  breve  tiempo  al  lugar  en  que  bon- 
dadosamente me  colocó  por  tercera  vez  el  heroico  pueblo 
zacatecano. 

"No  ha  sido  así,  habiéndose  diferido  mi  vuelta  á  la  cá- 
mara. En  tal  supuesto  es  de  mi  deber  manifestarle,  como  lo 
verifico,  por  el  respetable  conducto  de  V.  EE.,  que  siendo 
muy  conveniente  que  no  se  disminuya  de  modo  alguno  la 
representación  de  mi  Estado,  y  atendiendo  al  bien  de  mis 
comitentes,  que  tanto  me  han  distinguido  sin  mérito,  se  sir- 
va exonerarme  del  cargo  de  diputado,  llamando  en  conse- 
cuencia al  suplente  electo  0.  Lie.  José  María  Ruiz  Esparza. 

"Con  este  motivo,  etc. 

"Dios,  etc.  Abril  3  de  1829.—/.  M.  de  Bocanegra. — Sres. 
secretarios  de  la  cámara  de  diputados." 

No  se  admitió  la  renuncia. 

Se  verán,  pues,  en  lo  que  sigue  los  hechos  del  gabinete 


formado:  se  juzgarán  los  actos,  y  la  opinión  pública  ejercien- 
do su  poder  iinparcial  y  autoridad  irrecusable,  fallará  acerca 
de  la  capacidad,  conducta  política  y  desempeño  de  los  mi- 
nistros. Así  se  contestarán  las  invectivas  y  diatribas  de  D. 
Lorenzo  Zavala,  quien  deseando  señaladamente  deprimirme 
bajo  diversos  conceptos,  hizo  eu  realidad  y  sin  quererlo  la 
mejor  recomendación  y  el  mayor  elogio  sobre  los  puntos  y 
principios,  que  como  más  esenciales,  se  exigeu  á  un  ministro 
público. 

Yéase  con  relación  y  en  confirmación  de  esta  verdad  las 
páginas  152  y  153  del  Ensayo  histórico  de  las  revoluciones  de 
México;  advirtiendo,  ya  que  así  lo  ha  querido  Zavala,  que  si 
me  tacha  y  califica  de  tímido  é  irresoluto,  ha  sido  segura- 
mente porque  consultó  á  su  carácter,  inclinaciones  y  genio 
que  fueron  siempre  la  volubilidad  y  la  precipitación :  acre- 
ditándose entre  otros  datos  todo  esto  con  su  violento  cam- 
bio de  nacionalidad. 

Ciertamente  con  sólo  el  recuerdo  de  este  hecho,  tan  no- 
able,  se  hallan  bien  caracterizadas  y  calificadas  la  conduc- 
i  y  la  carrera  pública  de  Zavala  en  todas  sus  acciones  y 
ista  en  la  tumba. 

Con  el  mayor  pulso  y  cuidado  se  trató  de  arreglar  y  se 
arregló  de  facto  el  despacho  de  los  negocios  públicos  guar- 
dándose el  orden  y  reglamentos  establecidos,  y  conforme  á 
ellos  expeditando  los  negocios  que  giraban  segúu  el  respec- 
tivo ramo,  lográndose  por  tanto  inspirar  confianza  pública; 
estableciendo  moralidad,  bien  público  y  justicia  como  bases 
de  toda  resolución. 

Se  dirigieron  al  congreso  exposiciones  para  el  arreglo  de 
la  hacienda  y  guerra.  Se  llamó  la  atención  benigna  del  le- 
gislador sobre  las  disposiciones  con  anterioridad  dictadas 
desde  el  año  de  1827  sobre  españoles;  pero  desgraciadamen- 
te fué  muy  difícil  obtener  expresa  derogación,  y  sólo  se  pudo 
conseguir  que  las  excepciones  fuesen  tales  que  como  ya  he- 

Tomo  II. —2 


10 


mos  visto  en  otro  lugar,  al  tratarse  esta  materia,  suavizasen 
y  dulcificasen  la  severidad  con  que  fueron  dictadas  aquellas, 
Wrándose  que  los  mismos  legisladores  fuesen  los  más  pron- 
tos á  librar  las  excepciones,  llegando  basta  el  extremo  de 
que  por  listas  se  verificaban  casi  diadamente  en  las  sesiones 
de  ambas  cámaras.  Pueden  recordarse  las  citas  y  referen- 
cias que  sobre  este  punto  hice  hablando  de  la  dación  y  eje- 
cución de  disposiciones  semejantes. 

Las  felicitaciones  que  comenzaron  como  hemos  visto,  a 
dirigirse  al  gobierno  y  hacerse  con  furor,  llovían  casi  ago- 
tando el  diccionario  de  la  lisonja,  y  muchas  veces  de  la  de- 
gradación y  hasta  abatimiento  arrastrándose  aquellos  hom- 
bres que  se  jactaban  más  de  dignidad  y  firmeza.  ¡Tal  es  el 
mundo!  ¡Tales  los  hombres! 

Ningún  suceso  notable,  por  público,  llamaba  la  atención 
en  las  c°ámaras,  ni  en  el  gobierno:  lo  que  había  de  más  tras- 
cendencia era  el  dividir  en  dos  Estados  el  que  antes  era  com- 
puesto y  llamado  de  Sonora  y  Sinaloa,  que  en  efecto  por  vo- 
luntad de  la  nación  fueron  divididos,  guardadas  las  formu- 

loe 

El  gabinete  que  había  adoptado  y  practicaba  principios 
de  orden,  y  que  cuidaba  mucho  sobre  todo  de  conservar  la 
nacionalidad  como  esencial  y  primer  bien  del  país,  se  veía  en 
grandes  compromisos  á  causa  del  modo  con  que  Zavala,  como 
uno  de  sus  miembros,  lo  agitaba  hasta  el  grado  de  introdu- 
cir y  establecer  la  división  y  la  discordia,  porque  juzgándose 
superior  á  todos,  y  teniendo  muy  en  menos  á  sus  compane- 
ros despreciando  aun  la  respetabilidad  del  presidente,  que- 
ría'domiuar  en  absoluto  y  erigirse  en  arbitro  de  los  negocios 
y  de  las  personas.  Y  como  por  la  opinión  misma  era  preciso 
contener  y  no  sufrir  esos  avances,  y  evitar  el  desorden  con- 
siguiente,* resultó  de  necesidad  lo  que  era  natural,  y  fué  el 
disgusto  interior  y  la  desaprobación  pública. 

Esta  llegó  á  explicarse  del  modo  firme  y  solemne  que 


11 

consta  en  las  manifestaciones  que  comenzaron  á  dirigirse 
por  medio  de  formales  iniciativas  de  las  legislaturas  de  los 
Estados  de  México,  Puebla,  Querétaro  y  Tainaulipas  como 
efecto  de  la  opinión  generalizada  en  la  república.  Se  pidió 
decididamente  la  separación  de  los  ministros  Zavala  y  Moc- 
tezuma, y  que  se  diese  pasaporte  al  plenipotenciario  de  los 
Estados  Unidos  del  ISTorte  de  América  Mr.  J.  E.  Poinssett, 
cuyo  paso  solemne  y  público,  como  queda  dicho,  fué  dado 
también  después  por  otras  legislaturas,  por  diversas  corpo- 
raciones y  hasta  por  los  particulares,  tomando  por  supuesto 
parte  muy  activa  la  prensa,  en  términos  de  que  fué  necesa- 
rio considerarse  seriamente  un  suceso  tan  grave  en  sí  mis- 
mo, y  que  afectaba  inmediatamente  á  la  tranquilidad  públi- 
ca por  su  trascendencia  en  momentos  tan  comprometidos  y 
críticos  como  eran  los  de  aquellos  días  de  Junio  y  Julio,  en 
que  precisamente  se  trataba,  se  agitaba  y  se  arreglaba  todo 
o  concerniente  y  relativo  á  la  defensa  de  nuestra  nacionali- 
ad  que  próximamente  iba  á  ser  atacada  por  la  invasión  es- 
ñola,  que  no  sólo  ya  estaba  anunciada  sino  casi  sobre  las 

las  del  océano  para  llegar  á  nuestras  costas. 

Fué  indispensable  atender  á  todo  lo  que  demandaba  la 
existencia  de  la  nación :  consultar  los  comunes  intereses:  pro- 
veer de  remedio  haciendo  el  bien  posible,  sin  perdonar  aún 
el  paso  y  resolución  de  que  los  mexicanos  todos  con  el  pre- 
sidente de  la  república  y  los  ministros  cediesen  parte  de  sus 
haberes.  En  consecuencia,  el  que  esto  escribe  dirigió  la  nota 
siguiente  al  ministro  de  hacienda: 

"Excelentísimo  señor:  Deseando  aliviar,  aunque  en  muy 
pequeña  parte,  las  escaseces  del  erario,  tengo  el  honor  de 
manifestar  á  V.  E.  que  desde  el  presente  cedo  para  las  aten- 
ciones que  demanda  la  guerra  contra  los  invasores  de  la  re- 
pública, cien  pesos  mensuales  del  sueldo  que  disfruto  actual- 
mente.— Con  este  motivo  sírvase  V.  E.  recibir  las  protestas 
de  mi  consideración. — Dios  y  libertad.  México,  agosto  3  de 


12 

1829 J.  M.  Bocanegra. — Exilio,  señor  secretario  del  despa- 
cho de  hacienda." 

La  contestación  dada  por  dicho  ministerio  dice  así: 
"Excelentísimo  señor:  De  orden  del  Exmo.  Sr.  presiden- 
te á  quien  di  cuenta  con  la  nota  de  V.  E.  de  3  del  corriente 
en  que  hace  cesión  de  cien  pesos  mensuales  de  su  sueldo, 
para  auxilio  de  los  gastos  que  demanda  la  guerra  contra 
nuestros  invasores,  libro  hoy  la  conveniente  á  los  señores 
ministros  de  la  tesorería  general,  para  que  tenga  efecto  di- 
cha cesión;  y  al  manifestarlo  á  V.  E.,  así  como  el  aprecio 
con  que  S.  E.  ha  visto  este  acto  patriótico,  tengo  el  honor 
de  ofrecerle  mis  consideraciones. — Dios  y  libertad.  México, 
5  de  agosto  de  1829. — Zavcüa. — E.  S.  secretario  del  despacho 
de  relaciones." 


CAPÍTULO  II. 


Pasaporte  al  ¡ministro  plenipotenciario  de  los  Estados  Unidos  de  Améri- 
ca D.  J.  Sí.  Poinssett. — Reseña  relativa  á  este  personaje  y  A  las  rela- 
ciones exteriores. 


Ya  hemos  asentado  la  iniciativa  que  tomaron  los  Estados 
de  nuestra  federación  y  se  hizo  preciso  y  necesario  conside- 
rar primero  y  antes  que  todo  la  nación,  el  gobierno  y  la  per- 
sona de  que  so  trataba  al  pedir  el  retiro  de  Mr.  J.  E.  Poin- 
ssett; sin  olvidar  que  los  Estados  Unidos  del  Norte  casi  no 
se  dirigen  en  sus  operaciones  y  conducta  por  las  reglas  y 
principios  generalmente  observados,  sino  que  puede  decir- 
se, que  obran  en  sus  actos  todos  con  un  orden  y  política  pecu- 
liares.  La  persona,  que  era  la  del  citado  Mr.  Poinssett,  tam- 
bién demandaba  cuidado  y  cautela  para  obrar  directamente 
y  con  relación  á  su  carácter,  representación  y  encargo. 

Debió  atenderse,  por  tanto,  y  se  atendió  de  facto,  á  que 


13 

este  individuo  existió  entre  nosotros  con  anterioridad  á  su 
misión  diplomática  y  á  su  recepción  oficial  según  en  otro  lu- 
gar explicamos.  El  carácter  é  investidura  privada  que  antes 
tuvo  fué  de  un  verdadero  espía  de  su  nación  cerca  de  la 
nuestra,  pues  siendo  como  es  positivo  y  cierto  que  residiendo 
no  una,  sino  varias  veces  en  nuestro  país,  como  agente  se- 
creto del  suyo,  informó  á  su  gobierno  con  extensión  no  sólo 
sobre  nuestro  estado  político  y  sobre  las  ocurrencias  públi- 
cas, sino  que  por  los  conocimientos  que  adquirió  y  tenía,  se 
tendió  con  demasiado  empeño  á  formar  un  verdadero  jui- 
cio crítico  de  México,  de  su  gobierno,  de  las  autoridades  to- 
das y  basta  de  las  personas:  siendo  de  considerarse  la  muy 
notable  circunstancia  que  acabo  de  asentar,  de  que  este  mis- 
mo Mr.  Poiussett  aún  en  el  año  de  1812  fué  agente  secreto  de 
su  gobierno  en  los  términos  que  explica  el  documento  núme- 
ro 3  del  apéndice  del  tomo  3?  de  la  historia  del  Sr.  Alamán, 
página  49,  que  dice: 

Circular  dirigida  por  el  virrey  de  México  á  las  autoridades,  para  que  solicitasen  en  las 
provincias  de  su  mando,  la  persona  del  agente  del  gobierno  de  los  Estados  Unidos 
Mr.  Poinssett. 

"Noticiándome  el  Sr.  D.  Luis  de  Onis  en  carta  de  1?  de 
enero  de  este  año,  los  movimientos  hostiles  que  observa  en 
Filadelfia,  como  ministro  plenipotenciario  de  S.  M.  O.  cerca 
de  aquel  gobierno,  me  expone  que  en  su  concepto  se  dirigen 
á  fomentar  la  revolución  de  este  reino,  con  el  objeto  de  unir- 
lo á  aquella  confederación,  y  que  sabe  de  positivo  que  reside 
aquí  un  agente  del  referido  gobierno  llamado  Poiussett  se- 
gún manifiesta  la  copia  de  lo  conducente  de  dicha  carta,  que 
acompaño  á  vd.  para  su  inteligencia,  y  que  disponga  se  so- 
licite con  la  mayor  eficacia  la  persona  del  citado  agente 
Poinssett,  en  ese  Distrito. — Dios  guarde  á  vd.  muchos  años. 
Abril  3  de  1812. — Se  comunicó  á  los  señores  de  la  junta  de 
seguridad  y  buen  orden. — Señor  superintendente  de  policía 


14 


-Señor  intendente  de  esta  capital-Señor  gobernador  de 
Veracruz.-Intendentes  de  Oaxaca,  Puebla,  Guadañara; 
interino  de  Guanajuato,  de  Zacatecas,  de  San  Luis  Potosí,  de 
Valladolid,  interino  de  Yucatán  y  Sr.  D.  Nemesio  Salcedo.' 
Ya  liemos  visto  que  desembarcó  ei  día  3  de  mayo  de  182o, 
llegó  á  Jalapa  el  día  10  del  propio  mayo,  habiendo  sido  nom- 
brado ministro  plenipotenciario,  enviado  extraordinario  cer- 
ca de  nuestra  república,  siendo  senador  en  los  Estados  Uni- 
dos de  América.  Le  condujo  la  fragata  de  guerra  americana 
Constelación,  trayendo  también  en  su  compañía  á  su  secre to- 
rio y  á  otros  individuos  que  formaban  su  comitiva.  E   día 
lo  de  iunio  del  propio  año  fué  recibido  con  la  misma  solem- 
nidad, formalidad  y  asistencia  que  lo  fué  el  día  anterior  el 
Sr  Ward,  encargado  de  negocios  de  S.  M.  B.  Pronunció  su 
discurso  de  introducción  y  presentación  de  sus  credenciales, 
asegurando  la  mejor  disposición  de  su  gobierno  y  completa 
benevolencia  hacia  México,  considerando  la  identidad  de 
principios  sobre  la  soberanía  del  pueblo  y  derechos  inalienables 
del  hombre.  Habló  de  la  independencia,  sosteniéndola,  y  con- 
cluyó asegurando  que  los  Estados  Unidos  del  Norte  guarda- 
rían siempre  hacia  México  no  sólo  armonía,  sino  las  mejores 
y  más  estrechas  relaciones  de  amistad;  y  á  este  fin  estaba 
autorizado  para  entablar  sus  relaciones  referida*  y  hasta 
para  celebrar  tratados.  Se  contestó  por  el  gobierno  mexica- 
no en  iguales  y  comedidos  términos. 

Y  como  de  este  personaje  se  habla  y  se  trata  en  muchos 
lugares  de  estas  Memorias  y  en  general  en  la  historia  de 
nuestro  país,  parece  muy  conducente  darlo  á  conocer  de  al- 
gún modo.  A  este  fin  y  para  ser  más  imparcial  el  que  esto 
escribe,  se  toma  la  indicada  noticia  del  general  Tornel  en  su 
Reseña  histórica  en  las  páginas  38  y  39,  que  dice: 

"A  principio  del  año,  y  en  hora  malhadada  para  la  repú- 
blica, arribó  á  Veracruz  con  el  carácter  de  enviado  extraor- 
dinario y  ministro  plenipotenciario  de  los  Estados  Unidos 


15 

cerca  de  nuestro  gobierno  el  Sr.  Joel  R.  Poinssett,  natural  de 
la  Carolina  del  Sur  y  descendiente  de  una  de  las  familias 
que  emigraron  de  Francia  á  consecuencia  de  la  revocación 
del  edicto  de  Nantes.  Había  viajado  con  provecho  en  el  Me- 
diodía y  en  el  Norte  de  Europa,  en  el  Asia  menor  y  en  la 
América  del  Sur  contrayendo  relaciones  que  le  ganaron  im- 
portancia en  su  propio  país.  En  la  república  de  Chile  se  mez- 
cló en  las  disensiones  civiles,  adhiriéndose  al  partido  de  los 
hermanos  con  aquel  genio  artero  que  desarrolló  eu  México 
las  mil  maravillas.  Como  simple  viajero  ó  explorador  nos 
.sitó  desde  el  año  de  1822  y  de  regreso  á  su  patria  dio  á 
luz  una  obra  con  el  título  de  Notas  sobre  México.  Ella  con- 
tiene las  curiosas  noticias  estadísticas  que  pudo  recoger,  la 
descripción  de  los  lugares  que  vio  de  prisa,  y  el  juicio  que 
formó  de  las  cosas  y  de  los  hombres  más  notables  de  la  épo- 
ca. Aunque  su  mansión  no  fué  muy  larga,  le  bastó  para  pe- 
netrar con  su  ojo  certero  y  avisado,  la  marcha  que  llevarían 
los  acontecimientos,  la  incertidumbre  de  las  instituciones 
y  los  medios  fructuosos  que  podrían  emplear  los  Estados 
Unidos  para  asentar  su  influencia  y  hacerla  preponderar  so- 
bre la  de  todas  las  naciones  comerciales  de  Europa.  No  se 
descuidó  de  sembrar  ideas  republicanas  y  de  presentarnos 
como  modelo  las  leyes  de  su  patria,  y  como  recompensa  la 
gigantesca. prosperidad  de  que  disfruta.  Preparado  así  el  te- 
rreno y  contando  con  los  amigos  que  se  había  adquirido,  es- 
tuvo seguro  de  una  favorable  recepción  y  de  facto  la  logró, 
contribuyendo  en  no  poco  sus  corteses  modales,  su  fino  tra- 
to y  la  gracia  con  que  se  explicaba  en  el  idioma  español. 
Encontrando  buenas  disposiciones  en  la  sociedad  culta  de  la 
ciudad  de  México,  introdujo  la  costumbre  de  las  tertulias,  á 
que  invitaba  por  un  lado,  á  las  bellezas  del  país,  y  por  otro, 
á  las  persouas  más  distinguidas  por  su  posición  social,  por 
su  riqueza  ó  por  su  talento.  Así  fué  haciéndose  cabida  poco 
á  poco  hasta  lograr  atraerse  á  algunos  mexicanos  que  eran 


16 

depositarios  de  los  secretos  de  Estado,  y  que  poniendo  en 
juego  sus  malas  pasiones,  tanto  le  sirvieron  cuando  juzgó 
que  era  llegado  el  momento  de  desarrollar  sus  planes  ma- 
quiavélicos. Con  un  gozo  que  no  disimulaba,  aplaudió  que 
México  hubiera  preferido  la  federación  á  todas  la  formas  de 
gobierno,  porque  á  su  viveza  no  se  ocultaba  que  por  este 
medio  debilitaba  su  fuerza  de  acción,  y  que  siendo  contra- 
rios todos  sus  ^antecedentes  á  instituciones  tan  perfectas, 
vendría  por  necesidad  el  choque  de  las  leyes  con  antiguos 
hábitos  y  costumbres,  y  por  consecuencia  una  dilatada  anar- 
quía. Cuando  ella  estalló  procuró  que  fuera  duradera,  dando 
organización  á  un  partido,  excitando  sus  naturales  animosi- 
dades contra  su  rival,  que  parecía  sospechoso  por  el  número 
crecido  de  españoles  que  encerraba  en  su  seno,  y  porque  es- 
taba dirigido  ostensiblemente  por  algunos  de  los  mexicanos 
apegados  á  las  ideas  políticas  más  en  boga  en  los  pueblos 
europeos.  Por  este  arbitrio,  tan  ajeno  de  la  circunspección 
de  un  diplomático,  y  secundado  poderosamente  por  el  Sr.  D. 
Lorenzo  Zavala,  consiguió  tal  prestigio  en  el  partido  popu- 
lar, que  se  le  consultaba  como  á  oráculo,  que  desempeñó  una 
verdadera  dictadura,  ante  la  cual,  para  vergüenza  nuestra, 
se  doblegaban  muchas  de  las  notabilidades  del  país,  hom- 
bres revestidos  de  carácter  público  y  miles  de  ciudadanos 
que  no  alcanzaron  cuál  era  el  blanco  de  sus  arterías.  Con  su 
aparente  franqueza,  pudo  así  abusar  del  candor  de  un  pue- 
blo inocente,  y  como  su  talento  era  persuasivo,  vieja  su  ex- 
periencia y  emiuentemeDte  americano  su  lenguaje,  no  es 
extraño  que  de  sorpresa  en  sorpresa,  de  engaño  en  engaño, 
se  sedujera  á  tantos  mexicanos,  que  han  lamentado  después 
su  funesta  ceguedad.  El  Sr.  Poinssett  no  es  un  hombre  vul- 
gar, y  en  los  mismos  Estados  Unidos  pocos  pueden  compa- 
rársele. En  teatros  muy  superiores  hubiera  lucido  su  talento, 
y  sobre  todo,  su  siugular  penetración:  ala  rápida  inteligen- 
cia que  heredó  de  su  origen  francés,  reúne  el  aplomo  de  la 


17 

raza  anglo-sajoua:  sus  estudios  son  clásicos,  especialmente 
los  de  observación:  en  los  altos  puestos  con  que  su  patria  ha 
realzado  su  mérito,  ha  protegido  las  ciencias  y  los  establecí 
mientes  útiles,  ha  ennoblecido  la  carrera  del  soldado  y  ha 
cooperado  eficazmente  á  que  se  ostente  ese  orgullo  nacional 
tan  digno  de  proponerse  á  nuestra  imitación.  ¿Por  qué  cruel 
fatalidad  son  tan  dolorosos  los  recuerdos  de  un  ciudadano 
eminente,  que  ha  ambicionado  el  título  ele  filósofo  y  de 
amigo  de  los  hombres?  Los  hay,  en  verdad,  incomprensi- 
bles." 

Debe  ya  decirse  aquí,  que  grandes  fueron  las  primeras 
impresiones  causadas  por  la  llegada  y  recepción  de  Mr.  Poin- 
ssett.  Los  partidos  especularon  inmediatamente  y  pusieron 
á  la  república  y  á  su  gobierno  en  la  situación  más  compro- 
metida y  peligrosa,  hasta  el  grado  de  que  el  partido  yorkino 
se  creye.se  apoyado  y  dirigido  por  el  referido  plenipotencia- 
rio; y  á  la  verdad,  entre  otros  antecedentes,  hubo  el  impor- 
tante y  cierto  de  que  este  personaje  solicitara  y  diese  la  carta 
masónica  para  organizar  el  rito  de  York,  según  es  constante 
en  los  archivos,  y  se  halla  consignado  como  un  hecho  histó- 
rico. Los  del  partido  escocés  se  condujeron  siempre  como  ri- 
vales y  por  consiguiente  siguió  la  lucha;  siguieron  las  recri- 
minaciones; siguieron  los  trastornos;  siguieron  pronuncián- 
dose las  ambiciones,  causando  esta  división  y  esta  discordia 
no  sólo  aquellos  males  que  ella  por  ser  tal  produce  hasta  aca- 
bar con  las  naciones  más  bien  establecidas,  sino  que  se  hacía 
germinar  el  sensible  principio  de  que  con  tal  de  atacar  y  des- 
truir á  la  administración  existente,  nada  importaba  se  des- 
atendiese el  primero  de  los  bienes  de  nuestra  sociedad  na- 
ciente, que  era  su  independencia.  ¡A  tanto  llegó  el  ciego 
espíritu  de  partido! 

Así  asentaron  máximas  tan  disolventes  algunos  desnatu- 
ralizados escritores,  y  con  ellos  consiguientemente  se  obraba 
de  tal  modo,  que  hasta  llegó  á  negarse  la  verdadera  existen- 

Tomo  II.— 3 


18 

cia  de  la  invasión  española  cuando  ya  habían  pisado  nues- 
tras costas  los  invasores  y  se  negaba  todavía  el  hecho. 

En  circunstancias  tales,  tan  difíciles  y  complicadas,  se 
dio  el  paso  nacional  y  decisivo  que  el  Sr.  Peña  y  Peña  en 
su  obra  de  práctica  forense,  en  las  páginas  128  á  130,  tomo 
3?,  ha  consignado  haciendo  honor  al  que  esto  escribe,  quien 
siendo  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  relaciones  di- 
rigió á  D.  José  María  Montoya  encargado  de  negocios  de 
nuestra  república,  un  despacho  é  instrucciones  para  que  por 
los  medios  usados  y  en  amigable  conferencia,  solicitase  y  ob- 
tuviese el  retiro  del  señor  plenipotenciario  Poinssett,  cuyos 
antecedentes  y  conducta  obligaban  á  llevar  á  cabo  esta  re- 
solución, según  se  dice  en  el  propio  despacho  y  puede  verse 
á  la  letra  en  el  citado  lugar  de  la  obra  dicha,  donde  el  repe- 
tido autor  así  se  explica: 

"  El  siguiente  documento  nos  lo  ha  franqueado  el  mismo 
que  lo  extendió  y  suscribió  como  secretario  de  Estado  en  el 
despacho  de  relaciones  exteriores  en  1829.  Su  contenido  hará 
eterno  honor  á  la  imparcialidad  y  patriotismo  de  un  compa- 
ñero y  amigo  de  nuestra  primera  estimación. 

"Estados  Unidos  Mexicanos. — Primera  secretaría  de  Es- 
tado.— Departamento  del  exterior. — Sección  1? — Núni.  1. — 
Palacio  nacional  de  México,  á  1?  de  julio  de  1829. — Aunque 
desde  la  llegada  del  Exmo.  Sr.  J.  E.  Poinssett  á  esta  repú- 
blica han  sido  vistos  sus  procedimientos  con  poca  confianza, 
y  aún  con  recelo  positivo  por  algunos  mexicanos,  el  gobier- 
no general,  sin  desatender  la  expresión  indicada,  ha  conside- 
rado también  que  no  ha  faltado  á  favor  de  dicho  señor  mi- 
nistro distinción  y  aprecio  por  parte  de  otros  ciudadanos. 

"  Pero  ha  llegado  el  caso  de  que  la  opinión  pública  se  ha 
pronunciado  contra  S.  E.  el  Sr.  Poinssett  de  la  manera  más 
terminante,  general  y  decidida,  como  lo  manifiesta,  á  no  po- 
derlo dudar,  el  sinnúmero  de  escritos  que  se  publican  dia- 
riamente casi  en  todos  los  Estados  de  la  federación. 


19 

"  En  tales  circunstancias  estrechísimas  el  gobierno  me- 
xicano había  querido  no  dar  paso  que  pudiera  calificarse 
ajeno  de  la  consideración  con  que  mira  las  disposiciones  de 
Washington,  porque  ha  cuidado  y  cuida  mny  particularmen- 
te de  guardar  la  mejor  armonía,  siendo  tan  estrechos  los 
vínculos  que  los  unen;  mas  en  el  tiempo  presente  es  ya  pre- 
ciso explicarse  en  este  asunto  con  decisión  y  verdad. 

"El  clamor  público  contra  el  Sr.  Poinssettha  llegado  ya 
hoy  á  generalizarse  en  México,  no  sólo  entre  las  autoridades 
públicas  y  hombres  de  política  é  instrucción,  sino  aún  entre 
la  gente  vulgar;  no  sólo  entre  los  individuos  que  desde  an- 
tes le  recelaban,  sino  aún  entre  muchos  de  los  que  se  mani- 
festaban á  su  favor. 

"Al  Sr.  Poinssett  se  atribuyen  los  males  que  ha  experi- 
mentado la  Eepública,  y  aun  equivocadamente  se  le  ha  su- 
puesto directa  influencia  y  muy  eficaz  en  las  disposiciones 
del  supremo  gobierno,  y  por  esta  circunstancia  se  reciben  en 
el  público  sin  toda  la  deferencia,  fuerza  y  respetabilidad  que 
corresponden. 

"Por  la  indicada  desconfianza  general  que  se  tiene  del 
referido  señor  plenipotenciario  no  se  han  hecho  los  progre- 
sos que  pudieran,  y  eran  muy  naturales,  en  nuestras  relacio 
nes  con  esos  Estados,  no  habiéndose  podido  concluir  todavía 
nuestros  tratados  de  amistad,  navegación  y  comercio  y  el  de 
límites,  á  pesar  de  los  extraordinarios  esfuerzos  del  ejecuti- 
vo al  intento,  pudiendo  asegurarse  prudencialmente,  que 
todo  procede  de  hallarse  poca  ó  ninguna  disposición  en  todo 
aquello  en  que  interviene  un  agente  que  ya  perdió  la  con- 
fianza y  opinión. 

"  En  este  estado  de  cosas  entiende  el  gobierno  mexicano, 
que  ya  hoy  no  sería  excusable  su  silencio  en  este  particuiar, 
y  en  consecuencia  me  manda  S.  E.  el  presidente  prevenga 
á  V.  S.,  como  lo  hago,  pida  desde  luego  al  Exmo.  Sr.  secre- 
tario de  negocios  extranjeros  en  esa  república,  una  audiencia 


20 

privada  para  tratar  asuutos  de  interés  á  ambas  repúblicas, 
y  que  eu  ella,  después  de  protestarle  V.  S.  los  sinceros  deseos 
que  animan  al  gobierno  de  México  de  mantener  con  el  de 
esos  Estados  la  armonía  y  aún  fraternidad  que  demandan 
las  diversas  simpatías  y  analogías  que  existen  entre  ambos 
países,  como  son  su  situación  dentro  del  mismo  continente 
americano,  la  vecindad  inmediata,  la  cansa  común  de  inde- 
pendencia de  las  respectivas  metrópolis,  la  identidad  de  ins- 
tituciones, etc.,  y  de  indicarle  que  por  estos  principios  fra- 
ternales se  ha  guiado  siempre  en  toda  su  conducta  política 
hacia  aquel  gobierno  y  señai adámente  eu  la  condescenden- 
cia que  ha  tenido  hasta  el  grado  que  le  ha  sido  posible  con 
respecto  á  la  conservación  del  Sr.  Poinssett  dentro  del  terri- 
torio de  la  república,  manifieste  V.  8.  al  mismo  señor  secre- 
tario en  los  términos  más  propios  y  comedidos,  lo  que  se  ha 
expuesto,  para  que  se  sirva  hacerlo  á  su  gobierno,  encare- 
ciéndole lo  mucho  que  importa  á  los  iutereses  de  aquella  y 
esta  república  y  á  la  progresiva  marcha  de  sus  mutuas  rela- 
ciones, la  separación  de  México  del  citado  Sr.  Poinssett  para 
lo  que  este  gobierno  expone  desde  luego  el  indisputable  de- 
recho que  al  efecto  le  dan  las  leyes  universales  de  gentes,  y 
sobre  todo,  el  estrecho  deber  en  que  está  de  obsequiar  la  opi- 
nión general,  según  que  así  lo  exige  como  primera  base  el 
sistema  representativo  popular  de  ambas  repúblicas,  instru- 
yendo Y.  S.  al  mismo  tiempo  al  expresado  señor  secretario 
de  negocios  extranjeros  de  que  si  el  curso  de  las  ocurrencias 
llega  á  exigir  la  separación  del  Sr.  Poinssett  con  tal  ejecu- 
ción que  no  permita  esperarse  el  recibo  de  la  contestación 
de  aquel  gobierno,  el  de  esta  república,  en  uso  de  su  dere- 
cho y  en  cumplimiento  de  sus  deberes,  se  verá  en  el  doloro- 
so pero  indispensable  caso  do  expedir  el  correspondiente  pasa^ 
porte  al  mencionado  señor  plenipotenciario,  confiando  desde 
luego  que  un  gobierno  como  el  de  los  Estados  Unidos  del 
Xorte,  que  se  caracteriza  por  la  razón,  imparcialidad  y  libe- 


21 

ralidad  de  principios  é  instituciones,  no  podrá  llevar  á  mal 
un  paso  de  esta  naturaleza,  y  que  debería  dar,  y  sin  duda 
daría  él  mismo,  cuando  se  bailara  en  la  misma  situación  y 
en  iguales  circunstancias.  Dios  y  libertad  (Firmado)  Boca- 
negra. — Sr.  encargado  de  negocios  de  la  república  en  los 
Estados  Unidos  del  Norte." 

La  fecha  del  despacho  del  ministerio  de  relaciones  diri- 
gido al  representante  de  México  en  Washington  es  como  se 
ha  visto  del  día  1?  de  Julio  de  1829,  es  decir,  tres  días  antes 
del  convite  y  magnífico  banquete  con  que  en  el  palacio  ar- 
zobispal de  Tacubaya  se  celebró  el  aniversario  cincuenta  y 
dos  de  la  independencia  de  los  Estados  Unidos  de  América 
por  el  referido  señor  plenipotenciario.1 

Este  incidente  molestó  después  mucho  al  Sr.  Poinssetty 
quejándose  con  su  íntimo  amigo  el  Sr.  Zavala  le  dijo:  "  En 
"  todo  lo  ocurrido  sobre  mi  retiro  de  este  país  nada  siento 
"  más,  ni  nada  me  hace  más  impresión,  que  el  no  haber  po- 
"  dido  penetrar  el  secreto  del  paso  dado  por  Bocanegra  en 
"  nombre  de  su  gobierno:  sintiéndolo  tanto  más  cuanto  que 
"  recuerdo  que  brindó  conmigo  en  el  banquete  del  aniversa- 
u  rio  del  día  4  del  mismo  julio  sin  traslucirse  indicio  alguno." 

Efectivamente  cuidé  mucho  de  que  no  llegase  á  noticia 
de  los  diestros  Poinssett  y  Zavala  la  resolución  del  gobierno 
mexicano,  hasta  con  anterioridad  empeñando  la  palabra,  dig- 
nidad y  reserva  del  presidente  do  la  república  general  Gue- 
rrero, y  manejando  el  negociado  en  la  secretaría  del  despa- 
cho con  las  más  serias  precauciones.  Por  esto  se  logró  el  fin 
del  secreto  y  el  objeto  del  retiro.  En  cuanto  al  brindis  que 
dije,  y  que  recordaba  el  señor  plenipotenciario,  entiendo 
que  en  nada  comprometía  los  intereses  y  respetos  de  las  na- 
ciones amigas  de  que  se  trataba,  ni  el  que  esto  escribe  se 
ligaba  con  obligación  ni  vínculo  alguno  para  hacer  ó  dejar 

1  Documento  núm.  1. 


22 

de  hacer  lo  que  conviniera.  Los  términos  del  indicado  brin- 
dis fueron  los  siguientes:  "La  unión  de  los  jefes  supremos 
u  de  las  repúblicas  limítrofes  y  amigas  Washington  y  México' 
"  La  estabilidad  del  sistema  federal.  La  felicidad  de  ambos 
"  países."  ? 

Creyó  sin  duda  el  Sr.  Poinssett,  que  los  mexicanos  no  te- 
nemos patria;  pero  no  creyó  que  sin  embargo  de  no  haber 
cursado  y  practicado  los  manejos  y  artes  diplomáticos  con 
la  extensión  y  antigüedad  de  S.  E.,  procuramos  empero  el 
sostén  y  defeusa  de  nuestra  nacionalidad  y  derechos. 

El  gobierno  de  los  Estados  Unidos  de  América,  obse 
quiando  lo  pedido  por  México  otorgó  el  retiro  de  Mr.  J.  E. 
Poinssett,  y  en  consecuencia  nombró  en  su  lugar  al  Sr.  D. 
Antonio  Butler  con  el  carácter  de  encargado  de  negocios 
que  era  el  que  tenía  en  aquella  república  nuestro  represen- 
tante D.  José  María  Montoya.  Posteriormente  en  fines  del 
año  de  1829  se  nombró  al  Sr.  D.  José  María  Tornel  y  Men- 
dívil  ministro  plenipotenciario  y  enviado  extraordinario  cer- 
ca del  gobierno  de  aquellos  Estados,  cuya  elección,  aunque 
desagradó  á  los  que  pensaban  con  Zavala,  no  fué  reprobada 
y  ni  aún  expresamente  reclamada.  Desempeñó  su  misión  con 
la  inteligencia  y  patriotismo  que  podían  desearse;  principal- 
mente al  tratarse  de  la  independencia  nacional  é  integridad 
de  nuestro  territorio,  según  el  que  esto  escribe  lo  tiene  ya 
asentado  cuando  se  trató  de  la  colonización  de  Zavala  y  so- 
cios, y  de  las  ventas  de  territorio  proyectadas  por  el  mismo 
y  por  D.  Antonio  Mejía. 

El  gobierno  de  Washington  se  manifestó  al  hablar  del 
retiro  de  Poinssett  no  sólo  deferente  por  obsequiar  á  los  le- 
gales principios,  sino  que  se  explicó  en  los  términos  más  fran- 
cos que  aseguraban  la  buena  y  sólida  amistad  que  corres- 
pondía existiese  entre  dos  naciones  vecinas,  que  bajo  todos 

1  Está  unido  este  brindis  á  otros  referidos  en  un  artículo  impreso  en  aquel  tiempo 
en  el  periódico  oficial.  Véase  el  documento  núm.  1. 


23 

aspectos  han  debido  procurar  y  conservar  sinceras  relacio- 
nes por  su  mutua  prosperidad;  y  olvidando  por  consiguien- 
te, la  inclinación  y  tendencias  de  usurpación  y  dominación 
reprobadas  por  los  comunes  principios  del  derecho  conocido, 
y  por  las  expresas  y  señaladas  máximas  del  ilustre  fundador 
de  aquellos  Estados. 

Oigamos  al  presidente  de  aquella  república  que  en  su 
mensaje  del  día  8  de  diciembre  de  1829  dirigido  al  congre- 
so de  aquellos  Estados  Unidos,  se  explicó  hablando  de  este 
suceso  y  diciendo: 

"  Es  de  mi  deber  informaros  que  las  preocupaciones  que 
ha  mantenido  largo  tiempo  una  parte  de  los  habitantes  de 
México  contra  el  enviado  extraordinario  y  ministro  plenipo- 
tenciario de  los  Estados  Unidos,  han  tenido  una  influencia 
desagradable  en  los  negocios  de  amias  naciones,  y  han  disminui- 
do la  utilidad  que  debíamos  prometernos  de  los  talentos  y 
el  celo  de  este  funcionario.  A  esta  causa  debe  atribuirse  en 
mucha  parte  el  malogro  de  varias  medidas  igualmente  ven- 
tajosas á  los  dos  países,  y  particularmente  la  negativa  del 
gobierno  mexicano  á  ratificar  un  tratado  negociado  y  con- 
cluido en  su  propia  capital  y  á  su  vista.  En  estas  circuns- 
tancias pareció  conveniente  dejar  á  Mr.  Poinssett  en  libertad  de 
volverse  ó  de  permanecer,  según  juzgase  y  lo  exigiesen  los  inte- 
reses de  su  patria,  y  se  previnieron  las  instrucciones  á  este 
efecto;  mas  antes  que  pudiesen  ser  despachadas,  se  recibió 
una  comunicación  del  gobierno  mexicano  trasmitida  por  su  en- 
cargado de  negocios  aquí,  en  que  pidió  que  se  llamase  á  nuestro 
ministro.  Esta  demanda  tuvo  pronto  efecto,  y  se  ha  nombrado 
un  representante  de  un  rango  correspondiente  al  del  agente  di- 
plomático de  México  cerca  del  gobierno.  Nuestra  conducta  hacia 
esta  república  jamás  ha  dejado  de  ser  de  las  más  amistosas,  y 
habiéndose  alejado  el  último  obstáculo  que  se  alegaba  contra  la 
buena  armonía,  tengo  motivo  para  esperar  que  se  hará  un  cam- 
bio ventajoso  en  nuestras  relaciones^ 


24 

El  22  de  enero  (1830)  verificó  su  embarque  eu  el  puerto 
de  Tampico  de  Tamaulipas  para  su  país  el  ex-ministro  Poin- 
ssett,  y  el  día  29  su  sucesor  D.  Antouio  Butler,  cou  el  carác- 
ter de  encargado  de  negocios  de  los  Estados  Unidos  del 
Nbrté<  fué  presentado  en  la  forma  d*e  ley  y  de  estilo,  y  ma- 
nifestó los  mejores  deseos  de  su  gobierno  para  cultivar  con 
México  las  relaciones  más  amistosas.  Fué  contestado  con  la 
cortesía  y  recíprocas  protestas  que  por  parte  de  nuestra  re- 
pública y  de  su  ejecutivo  correspondían. 

Este  incidente,  grave  sin  duda,  en  nada  complicó  las  re- 
laciones de  nuestro  país  con  anterioridad  establecidas  con 
las  naciones  extranjeras,  quedando  como  existía  en  la  repú- 
blica el  cuerpo  diplomático  extranjero  compuesto  por  Cen- 
tro América  D.  José  María  del  Barrio;  por  Inglaterra  D 
Eicardo  Packenau;  por  la  Holanda  Mr.  Grott;  y  Mr.  Poin- 
ssett  basta  no  ser  relevado  por  Mr.  Butler,  y  sin  ser  todavía 
sustituido  por  Colombia  el  Sr.  Santa  María. 

Se  siguieron  dictando  providencias  muy  eficaces  paracon- 
tiuuar  los  trabajos  de  la  comisión  de  límites  encargada  al 
general  D.  Manuel  Mier  y  Terán,  y  se  fomentó  esta  comi- 
sión en  su  ejercicio,  y  se  auxilió  del  modo  más  amplio  y  po- 
sitivo. 

Se  ratificaron  y  publicaron  diversos  tratados  que  pusie- 
ron á  México  en  recíproca  amistad  con  varias  potencias  del 
continente  europeo.  Fueron  recibidos  los  Señores  Cocbe- 
let  y  David  como  representantes  consulares  del  gobierno  de 
Francia,  esperándose  al  mismo  tiempo  de  recibirse  estos 
agentes  la  llegada  del  cónsul  general  de  Prusia  y  nombrán- 
dose por  nuestra  parte  iguales  funcionarios  para  aquellos 
países,  siendo  D.  Manuel  Eduardo  Gorostiza  encargado  de 
negocios  acreditado  cerca  de  S.  M.  B. ;  D.  Sebastián  Mercado 
con  igual  carácter  cerca  del  rey  de  los  Países  Bajos;  y  per- 
maneciendo en  Eoma  y  los  Estados  Unidos  los  representan- 
tes que  en  su  respectivo  lugar  quedau  ya  referidos. 


25 

Hubo  por  estos  días  la  ocurrencia  notable  de  que  habien 
do  nombrado  la  Francia  á  Mr.  Bresson  con  el  mismo  carác- 
ter con  que  vinieron  los  primeros  representantes  de  Ingla- 
terra, y  estando  en  los  Estados  Unidos  del  Norte  para  di- 
rigirse á  nuestra  república,  cambió  de  dirección  este  comi- 
sionado y  en  lugar  de  venir  para  México  se  dirigió  á  Colom- 
bia, diciéndose  entonces  por  unos  que  el  cambio  de  dirección 
había  sido  intencional  y  directamente  resuelto,  porque  se  tra- 
taba de  fomentar  las  ideas  monárquicas  que  se  inspiraban 
á  Bolívar,  y  se  repelían  en  nuestro  país  principalmente  en 
aquella  época  que  fué  la  del  movimiento  revolucionario  de 
1828.  Decían  otros,  que  precisamente  este  suceso  había  sido 
la  verdadera  causa  impulsiva  del  cambio  de  su  dirección. 
Lo  cierto  del  caso  es  que  Bresson  no  vino  á  México  como  se 
intentó  desde  el  principio  acompañado  del  duque  de  Monte- 
bello;  y  se  dijo  que  obraba  de  acuerdo  con  García  de  Me- 
dina que  fué  desterrado  de  Colombia.  El  pasaporte  y  lo  ocu- 
rrido en  los  Estados  Unidos  de  América  con  otros  anteceden- 
tes de  este  asunto,  obran  en  la  secretaría  de  relaciones. 

Marchaba  la  república  procurándose  consolidar  y  dar  es- 
tabilidad á  la  administración  que  la  regía,  dictándose,  como 
se  dictaron,  serias  providencias  para  reponer  lo  perdido  por 
anteriores  conocidas  desgracias,  haciéndose  empeño  eficaz 
para  restablecer  el  crédito  nacional  bajo  todos  conceptos  y 
en  todos  sus  ramos.  No  fué  posible  coronar  de  buen  éxito 
estos  deseos,  ni  pudieron  realizarse;  y  por  el  contrario  se 
presentaron  circunstancias  que  sólo  anunciaban  pérdidas  y 
desolación  para  México;  teniendo  en  esto  la  principal  parte 
el  espíritu  de  partido  que  se  propagaba  en  vez  de  aniquilar- 
se. La  división  era  cada  día  más  grande,  y  nada  útil  podía 
hacerse. 

Por  esta  mala  situación,  y  sin  embargo  de  haberse  con- 
ducido el  general  D.  Vicente  Guerrero  en  su  gobierno,  des- 
arrollando los  más  sanos  principios  de  orden,  libertad  y  jus- 

Tomo  II.— 4 


26 

ticia;  y  sin  embargo  también  de  no  haberse  presentado  en 
el  período  trascurrido  de  abril  á  julio  de  1829  ningún  suceso 
que  seriamente  le  inquietase,  se  hizo  inevitable  y  tuvo  lugar 
la  invasión  española,  que  es  sin  duda  alguna  el  aconteci- 
miento más  grave  y  señalado  en  nuestra  historia,  porque 
afecta  y  compromete  en  sí  mismo  y  en  sus.  consecuencias, 
nada  menos  que  la  nacionalidad  y  existencia  política  de 
nuestro  país. 


CAPITULO  III. 

La    iuvnsión    española  y  sus  consecueueias. 

En  27  de  julio  do  1829  se  verificó  en  Cabo  Kojo,  á  doce 
leguas  de  Tampico  el  Viejo,  el  desembarco  de  los  españoles, 
que  mandados  por  el  brigadier  D.  Isidro  Barradas,  invadie- 
ron á  la  república  mexicana,  apoderándose  del  mencionado 
punto,  obligando  á  retirarse  al  corto  número  de  mexicanos 
que  lo  resguardaban;  pues  que  siendo  muy  considerable  la 
fuerza  de  los  españoles  que  arribaron  á  nuestras  costas  en 
veinticinco  lanchas,  á  más  de  doce  buques  que  estuvieron  á 
la  vista,  no  era  posible  ni  prudente  la  resistencia  que  sólo 
daría  por  resultado  un  sacrificio  estéril  de  personas  y  segu- 
ramente el  deshonor  de  las  armas  nacionales. 

El  número  total  de  los  invasores,  según  unos,  era  el  de 
cuatro  á  cinco  mil  hombres,  y  según  otros,  menos.  Lo  cierto 
lo  explican  los  partes  y  detalles  que  con  otros  documentos 
conducentes  y  oficiales,  inclusa  la  capitulación,  se  circularon, 
y  conviene  leer  y  meditar:  1  y  tanto  más  conviene,  y  es  ne- 
cesario tener  á  la  vista  estos  documentos,  cuanto  que  ellos 
dan  fe  y  testimonio  de  brillantes  acciones  de  patriotismo, 
de  valor,  y  sobre  todo  de  inteligencia  y  bizarría  en  los  gene- 

1  Documento  núni.  2. 


27 

rales  Santa-Auna  y  Teráu,  que  en  esta  jornada  llevaron  las 
armas  de  México  hasta  obtener  una  espléndida  victoria  que 
honrará  por  siempre  á  la  nación,  así  como  á  los  generales  y 
ejército  que  supieron  conducirse  con  el  saber,  valor,  honor, 
y  patriotismo  que  tanto  los  recomienda.  Esta  jornada  es  una 
página  de  oro  en  nuestra  historia,  como  lo  son  y  han  sido 
en  todas  las  naciones  acontecimientos  semejantes. 

Los  Sres.  Zavala  y  Suárez  Navarro  han  explicado  en  sus 
respectivas  obras  los  acontecimientos  particulares,  movi- 
mientos y  acciones  militares  en  esta  expedición,  deteniéndo- 
se el  primero  en  la  narración  de  los  hechos  desde  la  foja  177 
hasta  la  193  del  "Ensayo  histórico  de  las  revoluciones  en 
México;"  y  el  segundo  desde  la  foja  140  hasta  la  160  del  pri- 
mer tomo  de  la  "Historia  de  México  y  del  general  Santa- 
Auna." 

Por  consiguiente,  el  quo  escribe  estas  Memorias  ha  creí- 
do mejor  y  más  conducente,  guardando  su  programa,  el  re- 
mitirse á  dichos  autores  en  los  lugares  citados  para  la  am- 
plificación de  los  sucesos  que  tuvieron  lugar  en  la  repetida 
gloriosa  jornada  de  Tampico.  Se  transcriben,  sin  embargo, 
según  queda  indicado,  los  partes  y  documentos  que  no  han 
sido  asentados  en  las  historias  referidas,  y  tanto  más,  cuau- 
to  que  ellos  presentan  la  verdad  de  lo  sucedido  y  nada  menos 
que  en  tan  vital  y  esencial  punto  como  es  el  de  presentaT 
ante  la  nación  y  ante  el  mundo  tal  cual  fué  la  administra- 
ción gubernativa  de  aquel  tiempo,  que  ha  sido  sin  meditación 
y  por  espíritu  de  partido,  acusada  de  indolencia,  apatía  y 
aún  abandono.  ¡Qué  injusticia  y  qué  ingratitud! 

Por  esta  circunstancia  y  en  obsequio  de  la  verdad  de 
los  hechos  que  forma  un  dato  histórico,  se  transcriben  en  un 
extracto  oficial  de  la  secretaría  de  relaciones  interiores  y  ex- 
teriores de  aquella  época,  las  constancias  y  noticias  referen- 
tes á  la  invasión  española,  así  como  las  providencias  dicta- 
das por  el  supremo  gobierno  para  rechazarla.  Datan  las  no- 


28 

ticias  desde  el  día  22  de  junio  de  1829,  basta  principios  del 
mes  de  septiembre  en  que  se  obtuvo  el  triunfo. 1 

Este  extracto  da  y  ofrece  constancias,  órdenes,  providen- 
cias y  documentos  oficiales  que  contienen  y  explican  las  dis- 
posiciones del  gobierno,  que  con  previsión,  celo  y  energía 
movió  la  fuerza  armada  preparando  eficazmente  y  escalo- 
nando las  tropas.  El  modo  con  que  en  el  cortísimo  período 
de  cuarenta  y  siete  días  que  mediaron  desde  27  de  julio  de 
1829  hasta  11  de  septiembre  del  mismo  año,  considerando 
la  invasión  y  la  victoria,  se  movieron  y  marcharon  las  tro- 
pas hasta  fo ;mar  un  ejército  que  impuso  al  enemigo,  hace 
que  no  pueda  negarse  racionalmente  que  ya  con  las  accio- 
nes de  guerra,  y  ya  con  las  noticias  ciertas  que  recibía  de 
su  aproximación  y  número,  vaciló  el  invasor  sabiendo  que 
de  Veracruz,  de  México,  de  San  Luis  Potosí,  de  Zacatecas 
y  de  Jalisco,  simultáneamente  se  dirigían  muchos  y  bien  for- 
mados cuerpos  militares,  decididos  á  pelear  por  el  sostén  de 
la  independencia  y  libertades  de  la  nación. 

Dos  mil  hombres  de  Tamaulipas  que  existían  allí  y  for- 
maron dos  divisiones:  mil  doscientos  de  Veracruz  oportuna 
y  bizarramente  conducidos  por  el  general  Santa- Auna:  mil  y 
quinientos  que  del  Estado  y  Distrito  de  México  se  conduje- 
ron por  el  general  Velázquez  aumentaron  las  fuerzas;  y  en 
fin,  cerca  de  tres  mil  hombres  del  Estado  de  San  Luis  Poto- 
sí ¡il  mando  del  inspector  D.  José  Márquez  llegaron  á  batir- 
se, quedando  en  marcha  las  divisiones  de  Zacatecas  y  Ja- 
lisco eon  el  resto  de  algunas  fuerzas  del  Estado  de  México: 
siendo  de  notarse  que  aun  las  tropas  de  los  Estados  más  re- 
motos como  Sonora,  emprendieron  la  marcha  con  dirección 
al  enemigo  cubriendo  los  lugares  que  desocupaban  las  fuer- 
zas más  próximas. 

En  este  tiempo  ocurrió  un  incidente  muy  notable,  fué 

1  Documento  núui.  3. 


29 

haberse  aprehendido  y  remitido  por  el  cónsul  mexicano  en 
la  Habana  D.  Luis  Valle,  al  general  Santa-Auna,  la  lista  de 
los  individuos  á  quienes  vino  dirigido  bajo  cubierta  el  "Al- 
cance al  Español  de  Nueva  Orleaus  de  ltí  de  julio"  del  mismo 
año,  en  que  se  insertó  la  proclama  del  capitán  general  de 
Cuba,  dada  con  motivo  de  la  expedición  que  desembarcó  en 
Cabo  Rojo.  Lo  más  importante  en  su  línea  fué  la  correspon- 
dencia que  vino  con  oficio  de  5  de  agosto  con  expresión  de  lo 
que  contenían  las  cartas  y  de  los  que  las  dirigían  y  á  quié- 
nes: manifestando  uno  y  otro  documento  importante,  lo  mu- 
cho que  se  trabajaba  en  contra  de  la  república.  Pueden  ver- 
se con  cuidado  tanto  la  lista  como  el  índice  de  la  correspon- 
dencia en  el  primer  tomo  de  la  "Historia  de  México  y  del 
general  Santa-Anua,"  desde  la  página  4L5  hasta  la  424  en 
el  apéndice  y  correcciones  de  dicha  obra.  Yo  tuve  el  gusto 
de  franquearlo  todo  á  su  autor. 

Aquí  se  permitirá  decir  en  honor  del  que  suscribe  estas 
Memorias,  que  como  manifiestan  las  notas  que  se  transcri- 
ben, no  se  quiso  obrar  arbitrariamente  en  la  averiguación  y 
diligencias  practicadas  en  este  asunto,  sino  con  sujeción  á 
las  leyes,  sin  embargo  de  hallarse  el  gobierno  investido  de 
facultades  omnímodas.  Esto  quiere  decir  que  el  liberal  ver- 
dadero, para  serlo,  debe  primero  ser  justo.  Las  comunicacio- 
nes son  las  siguientes: 

"Gobierno  del  distrito  federal. — Sección  primera. — Re- 
servado.— Exmo.  Sr. — Acompaño  á  V.  E.  original  el  dicta- 
men del  Sr.  diputado  Lie.  D.  Vicente  Guido  de  Guido  ex- 
tendido á  consecuencia  de  la  suprema  comunicación  de  22 
del  actual  que  le  pasé  para  que  se  me  consultase  lo  que  es- 
timare conveniente.  El  Exmo.  Sr.  presidente  en  vista  de  la 
opinión  del  Sr.  Guido,  con  que  me  he  conformado,  resolverá 
lo  que  tenga  á  bien. — Dios  y  libertad.  México,  Agosto  29  de 
1829. — José  María  Tornel. — Exmo.  Sr.  secretario  del  despa- 
cho de  relaciones." 


30 

"  Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  inte- 
rior.— Sección  1? — Reservado. —  He  dado  cuenta  al  Exmo. 
Sr.  presidente  con  el  oficio  de  V.  E.  de  29  de  agosto  último, 
á  que  acompañó  original  el  dictamen  dado  por  el  Sr.  dipu- 
tado D.  Vicente  Guido,  y  decreto  de  conformidad,  á  conse- 
cuencia del  extracto  de  las  cartas  de  la  Habana  y  Nueva 
Orleans  á  la  república,  y  que  se  remitió  á  V.  S.  con  suprema 
orden  de  22  de  agosto  citado;  é  im puesto  de  todo,  S.  E.  me 
manda  decirle  que  aunque  aprecia  como  es  debido  el  juicio- 
so, patriótico  y  bien  fundado  dictamen  del  Sr.  Guido,  S.  E. 
queriendo  economizar  en  lo  posible  el  uso  de  las  facultades 
extraordinarias  que  se  le  ban  concedido  de  que  cree  no  haber 
actualmente  necesidad  en  el  caso  de  que  se  trata,  ha  dispuesto 
se  obre  por  ahora  lo  que  corresponda  con  respecto  á  la  co- 
rrespondencia aprehendida,  con  total  arreglo  á  las  leyes  y  dis- 
posiciones vigentes;  á  reserva  de  que  en  caso  necesario  pueda 
hacer  el  uso  conveniente  de  dichas  facultades. — Dios  y  li- 
bertad. México,  septiembre  11  de  1829. — Bocanegra.—  Sr.  go- 
bernador del  distrito  federal." 

Diversas  circulares  y  manifiestos,  continuadas  excitati- 
vas se  expidieron  con  anterioridad1  á  la  invasión  española 
desde  que  fué  anunciada.  Se  dieron  todos  los  auxilios  de  ar- 
mas, víveres,  pertrechos  y  dinero  que  se  necesitaban  y  que 
en  efecto  fueron  ministrados  por  el  gobierno 2  y  puestos  en 
camino  con  dirección  al  teatro  de  la  guerra,  violentándose 
las  marchas  en  distancias  tan  considerables  y  extensas  qite 
no  era  posible  vencer  ni  practicar  como  obra  del  momento, 
ni  era  dado  al  poder  humano  el  variarlas  naturalmente. 

La  administración,  como  ya  antes  he  notado  y  vuelvo  á 
decir,  en  cuarenta  y  cinco  días  que  mediaron  del  27  de  julio 
al  11  de  septiembre  no  pudo,  á  la  verdad,  ser  más  diligente, 

1  Circulares  de  22  de  junio,  7,  15  y  18  de  julio. — Véanse  en  el  Apéndice  bajo  el 
núm.  2  anteriormente  citadas. 

2  Véase  el  extracto  citado  de  providencias  en  el  Apéndice  con  el  núra.  3. 


31 

empeñosa  y  activa  que  lo  que  fué,  ni  haber  dado  más  auxi- 
lios que  los  que  dio  según  acreditan  los  partes  ya  citados  y 
la  exposición  del  general  D.  José  Velázquez  sobre  la  mate- 
ria, exposición  *  que  debe  considerarse  mucho  y  leerse  con 
detención  y  examen,  pues  que  para  unos  es  prueba,  es  decir, 
para  los  que  uiegan ;  y  para  otros  es  respuesta,  esto  es,  para 
los  que  impugnan.  Al  ministerio  tocó  necesariamente  una 
parte  muy  principal  y  laboriosa.  No  debo  yo  calificarla  ni  aún 
decirla.  Algún  día  se  hará  justicia;  óá  lómenos  se  consagrará 
al  ministerio  un  recuerdo  siquiera  por  los  mexicanos! 

El  congreso  general  que  participaba  y  se  había  afectado 
de  la  división  política  de  partido,  se  mostró  casi  hostil  al  go- 
bierno dificultando  por  lo  mismo  los  recursos  que  podrían 
haberse  tenido  con  más  amplitud  y  oportunidad;  pero  al  fin 
la  realidad  de  los  hechos  quitó  los  pretextos  aunque  ya  tarde. 

En  25  de  agosto  del  misino  año  2  autorizó  al  ejecutivo 
para  adoptar  todas  las  medidas  necesíirias  á  la  conservación 
de  la  independencia,  forma  de  gobierno  y  tranquilidad  pú- 
blica, sin  que  pudiese  el  gobierno  disponer  de  la  vida  de  los 
mexicanos  ni  expelerlos  del  territorio  de  la  república,  cesan- 
do la  autorización  luego  que  el  congreso  se  reuniera  en  se- 
siones ordinarias,  cerrándose  las  extraordinarias  luego  que 
se  publicase  la  ley;  y  con  obligación  de  manifestar  en  enero 
próximo  al  congreso,  el  uso  que  luciese  de  las  facultades  con- 
cedidas. 

Aunque  se  quiso  declarar  festividad  nacional  el  día  11  de 
septiembre  como  aniversario  del  triunfo  de  Tampico,  y  se 
inició  en  el  cuerpo  legislativo  esta  disposición,  vino  atener 
efecto  hasta  el  día  G  de  septiembre  de  1843.  3  Cuidó  el  go- 
bierno con  el  mayyr  esmero  de  la  conservación  del  orden 

1  Exposición  dol  general  Velázquez  del  día  4  de  noviembre  de  829.  Véase  el  Docu- 
mento núm.  4. 

2  Decreto  de  25  de  agosto  de  1829.  Véase  el  documento  núm.  5. 

3  Véase  el  decreto  de  6  de  septiembre  de  43  en  el  Apéjidice  núm.  6. 


32 

en  lo  interior  de  la  república,  y  de  su  mejor  concepto  en  el 
exterior,  dictándose  y  ejecutándose  acuerdos  muy  saludables 
y  oportunos,  sobre  tranquilidad  pública,  guerra,  hacienda  y 
relaciones,  sin  olvidar  las  medidas  políticas  y  convenientes 
de  conciliación,  y  las  que  la  naturaleza  misma  demarcaba 
como  la  extinción  de  la  esclavitud,  amnistía  y  término  de  las 
causas  criminales. 


CAPITULO  IV. 

Acto»  ciduiiiiiatratM  os  y  acontecimientos  públicos  de  la  ¿poca. 

En  otro  lugar  queda  indicado  que  á  más  del  principio  de 
justicia  y  obsequio  debido  á  la  naturaleza,  á  la  política  del 
país  y  á  sus  circunstancias  fué  no  sólo  conveniente,  sino  acaso 
bien  indicada  la  disposición  legislativa  de  declarar  como  se 
declaró  abolida  la  esclavitud;  siendo  por  consiguiente  libres 
los  que  se  habían  considerado  esclavos  en  la  república  me- 
xicana y  estableciendo  indemnización  á  los  propietarios  para 
evitar  el  perjuicio  de  tercero. 1 

Aunque  el  Sr.  Alamán  y  otros  escritores  han  tenido  por 
innecesaria  y  aun  extravagante  esta  disposición  filantrópica 
y  otras  que  de  igual  naturaleza  se  dictaron  también,  ha  ha- 
bido por  el  contrario  quienes  aprecien  y  estimen  en  su  valor 
unos  actos  benéficos  y  políticos.  Por  lo  que  mira  al  decreto 
de  abolición  de  la  esclavitud  mencionado,  y  para  el  mejor 
apoyo  de  esta  disposición,  de  que  he  sido  en  verdad  autor, 
y  legal  conducto,  parece  conducente  transcribir  la  parte  del 
decreto  que  fundó  la  resolución.  Dice  así: 

"Deseando  señalar  en  el  año  de  1829  el  aniversario  de  la 
independencia  con  un  acto  de  justicia  y  de  beneficencia  na- 
cional, que  relluya  en  beneficio  y  sostén  de  bien  tau  apre- 

1  Vcaso  el  Apéndice  núm,  7. 


33 

ciable;  que  afiance  más  y  más  la  tranquilidad  pública;  que 
coopere  al  engrandecimiento  de  la  república,  y  que  reinte- 
gre á  una  parte  desgraciada  de  sus  habitantes  en  los  dere- 
chos sagrados  que  les  dio  naturaleza  y  protege  la  nación  por 
leyes  sabias  y  justas,  conforme  á  lo  dispuesto  por  el  art.  30 
de  la  acta  constitutiva." 

Las  otras  disposiciones  de  amnistía  en  general  y  en  par- 
ticular, concedidas  á  los  mexicanos  que  por  el  decreto  de  15 
de  abril  de  1828,  fueron  expatriados  por  la  revolución  de 
Montano,  permitiéndoseles  regresar  á  su  patria  con  el  goce 
de  sus  empleos  y  derechos,  se  recomiendan  por  sí  mismas, 
por  su  materia  y  por  su  propio  objeto.  Lo  mismo  debe  decir- 
se del  establecimiento  de  la  casa  nacional  de  inválidos  y  del 
decreto  de  legaciones  y  consulados  que  se  dictó  en  31  de  oc- 
tubre, considerando  ser  el  dicho  arreglo  uno  de  los  medios 
más  eficaces  para  afianzar  y  conservar  la  independencia  na- 
cional, fijando  de  una  manera  sólida  y  por  medio  de  tratados 
en  su  caso,  las  relaciones  diplomáticas  y  comerciales  que 
supuesta  la  existencia  política  de  México,  deben  existir  tam- 
bién entre  ella  y  las  demás  potencias  del  mundo.  Igualmen- 
te fueron  dictadas  órdenes  y  providencias,  las  más  eficaces, 
para  el  establecimiento  de  minería,  conservación  del  museo 
y  para  crear  un  periódico  en  ISTueva  Orleans  que  sostuviese 
á  la  administración  en  aquella  parte  del  extranjero. 


CAPÍTULO  V. 

£>eyea  de  imprenta  y  misión  secreta  para  la  república  de  Haití 

La  libertad  de  imprenta  que  tanto  daña  y  sirve  á  las  na- 
ciones por  el  abuso  ó  buen  uso  que  de  ella  se  haga,  llamó 
justamente  la  atención  del  gobierno,  por  haber  tocado  hasta 

Tomo  II.— 5 


34 

el  extremo  los  abusos  que  de  tan  precioso  derecho  y  de  bien 
tan  apreciable  se  cometían,  hasta  el  grado  de  que,  como  en 
otro  lugar  hemos  visto,  se  asentase  la  proposición  verdadera- 
mente escandalosa  y  antipatriótica  de  que  "primero  debía 
acabarse  con  el  gobierno  que  con  los  invasores." 

No  se  respetaba  ni  la  moral,  ni  la  autoridad,  ni  las  per- 
sonas, ni  garantía  alguna  en  realidad,  ni  derecho  ninguno; 
esto  hizo  necesaria  una  enérgica  medida  y  se  expidió  por 
lo  mismo  un  decreto  en  5  de  septiembre  (1829)  previnien- 
do que  en  los  Estados,  en  el  Distrito  y  Territorios,  se  pro- 
cediese gubernativamente  por  la  autoridad  política  contra 
los  autores,  editores  é  impresores  guardándose  las  preven- 
ciones que  contenía  dicho  decreto.  Esto  motivó  muy  com- 
prometidas y  serias  contestaciones  con  algunas  autoridades 
de  los  Estados,  que  no  solamente  representaban,  sino  que 
dejaban  de  publicar  y  cumplir  la  disposición  expresada.  Za- 
catecas en  particular  la  combatió  fuertemente  por  medio 
de  su  legislatura  y  ejecutivo,  y  llegó  hasta  el  caso  de  des- 
obedecer al  gobierno  general.  Con  tal  motivo  se  dictó  y  se 
dirigió  la  resolución  y  comunicación  siguiente,  que  como  ex- 
plicatoria  debe  leerse,  y  en  su  vista  se  hará  justicia  al  gobier- 
no comprometido  y  combatido  por  todas  partes.  La  resolu- 
ción dice:  "He  dado  cuenta  al  Exmo.  Sr.  presidente  con  la 
"  carta  de  V.  SS.  de  24  de  septiembre  último,  en  que  se  sirven 
"  manifestar  la  resolución  de  esa  honorable  legislatura  sobre 
"  no  dar  cumplimiento  á  los  decretos  de  4  y  11  del  referido 
"  mes,  en  que  se  dictaron  por  S.  E.  en  virtud  de  las  faculta- 
"  des  con  que  se  halla  revestido,  varias  providencias  para 
"  evitar  los  abusos  de  la  libertad  de  imprenta.  Y  enterado 
"  de  cuanto  V.  SS.  exponen  para  fundar  la  inconstituciona- 
"  lidad  que  en  el  concepto  de  ese  honorable  congreso  euvuel- 
"  ven  dichas  providencias,  ha  dispuesto  diga  á  V.  SS.  para 
"  que  se  sirvan  ponerlo  en  conocimiento  de  la  misma  hono- 
rable legislatura,  que  al  expedir  los  decretos  citados  tuvo 


35 

"  cuidado  el  supremo  gobierno  de  no  comprender  en  ellos 
"  ninguna  medida  ó  disposición  de  las  que  el  derecho  llama 
" preventivas,  á  saber:  las  referentes  á  licencia,  revisión  ó 
"  aprobación  anterior  ala  publicación  del  escrito,  que  son  las 
"  únicas  que  conforme  á  las  doctrinas  comunes,  atacan  la 
"  libertad  de  imprenta,  habiéndose  limitado  como  se  ve  en 
"  dichos  decretos,  á  medidas  expresivas  ó  de  restricción  y  de 
"  responsabilidad  después  do  verificada  la  impresión  del  es- 
"  crito,  las  cuales,  según  todos  convienen,  de  ningún  modo 
"  la  atacan,  sino  sólo  la  arreglan  en  términos  más  ó  menos 
"amplios  ó  estrechos;  dándose  así  por  supuesto  aún  en  la 
"  misma  acta  constitutiva  que  se  objeta,  cuando  en  el  art.  31 
"dice  en  términos  expresos:  "bajo  las  restricciones  y  res- 
"  ponsabilidades  de  la  ley,7'  por  lo  que  no  puede  decirse  que 
"  por  este  aspecto  se  haya  obrado  inconstitucionalmente. 
"  Que  tampoco  puede  asentarse  haberse  infringido  la  cons- 
"  titución  federal  en  cuanto  á  la  división  de  poderes  por  co- 
"  meterse  dichos  delitos  á  las  autoridades  políticas  la  apli- 
"  cación  gubernativa  de  las  penas;  ya  porque  realmente  son 
"  imcompatibles  una  y  otra,  aún  en  el  curso  ordinario  del 
"sistema,  como  se  verifica  en  lo  respectivo  á  jefes  políticos 
"  que  por  las  mismas  leyes  y  con  especialidad  por  la  de  13 
"  de  junio  de  813,  tienen  autoridad  en  muchos  casos  y  sobre 
"varios  delitos  para  aplicar  penas  gubernativamente;  ya 
"  porque  el  mismo  congreso  que  dio,  y  por  consiguiente  debe 
"  suponerse  que  entendió  mejor  que  nadie  la  constitución, 
"  al  explicar  las  facultades  extraordinarias  que  había  conce- 
"  dido  al  ejecutivo,  dijo  terminantemente  "aún  cuando  sero- 
"  cen  con  las  facultades  de  otros  poderes"  siendo  de  advertir 
"  que  aunque  entonces  todavía  no  se  había  dado  la  cousti- 
9  tución  federal  mexicana,  se  tenía  ya  adoptada  la  española 
"  y  estaba  establecido  el  sistema  representativo  que  es  el 
"  que  exige  la  división  de  poderes. 

"  Por  último,  que  no  es  cierto  que  los  legisladores  no  pue- 


36 

"  den  disponer  nada,  fuera  de  los  límites  prescritos  en  la 
"  constitución,  cuando  á  su  juicio  lo  demande  así  la  conser- 
"  vación  de  la  independencia  ó  existencia  política  nacional, 
"  pues  esta  es  la  ley  suprema  natural  de  toda  sociedad,  y  la 
"  base  principal  siempre  que'  se  establece  su  constitución, 
"  cualquiera  que  sea:  por  la  que  en  semejantes  casos  no  se 
"  obra  verdaderamente  en  contra,  sino  en  favor  de  ésta,  cuyo 
"  principio  es  más  claro  con  respecto  á  la  constitución  fede- 
"  ral  de  la  república,  que  en  la  parte  31  del  art.  50  faculta 
"  absolutamente  al  poder  legislativo,  para  dictar  todas  las 
"  leyes  y  decretos  que  sean  conducentes  á  llenar  los  objetos 
"  de  que  habla  el  art.  49,  siendo  uno  de  estos  la  conserva- 
"  ción  de  la  independencia;  por  lo  que,  y  habiendo  autori- 
"  zado  el  congreso  al  gobierno  para  que  por  sí  mismo  dictara 
"  dichas  disposiciones,  claro  es  que  éste  pudo  dar  las  que  se 
"  expresan  en  los  mencionados  decretos,  supuesto  que  las  ca- 
"  lificara,  según  lo  hizo,  como  comprendidas  en  la  citada 
"  parte  31  del  art.  50;  robusteciéndose  aún  todavía  más  lo 
"  expuesto  con  la  observación  ya  hecha  de  que  el  mismo  con- 
"  greso  y  los  mismos  representantes  que  habían  dado  y  fir- 
"  mado  la  constitución  de  octubre  de  824,  y  que  por  consi- 
"  guíente  entendían  su  verdadero  sentido,  á  los  dos  meses  y 
"  días,  sin  destruirla,  facultaron  extraordinariamente  al  eje- 
"  cutivo  para  que,  en  el  caso  de  conveniencia  y  sin  exigirse 
"  el  de  necesidad,  dispusiese  hasta  cierto  punto  de  la  liber- 
<£  tad  de  los  ciudadanos,  sin  embargo  de  ser  ésta  una  de  las 
"  garantías  individuales  que  sirven  de  fundamento  radical 
"  á  toda  asociación  libre,  y  sobre  las  que  la  constitución  me- 
"  xicana  restringe,  no  por  indicación,  sino  expresamente  en 
"  el  art.  112,  parte  segunda,  las  facultades  del  ejecutivo. 

"  En  consecuencia,  el  gobierno  creyó  estar  no  sólo  en  sus 
"  facultades,  sino  en  sus  obligaciones  las  más  estrechas  y 
"  ejecutivas  el  dictar  la  disposición  de  que  se  habla,  por  ha- 
"  ber  llegado  el  abuso  de  la  libertad  de  imprenta  á  un  gra- 


37 

"  do  el  más  escandaloso,  y  que  amenazaba  precisamente  á 
"  la  conservación  de  la  paz,  orden  y  unión  interior,  al  tiem- 
"  po  mismo  que  se  atacaba  la  independencia  dentro  del  te- 
"  rri torio  de  la  república  por  los  invasores,  á  quienes  por  otra 
"  parte  se  protegía  indirecta,  pero  muy  eficazmente,  habién- 
"  dose  avanzado  algún  periodista  á  estampar  estas  expre- 
"  siones  en  extremo  subversivas,  "que  antes  de  destruir  d  los 
"  españoles  era  necesario  destruir  á  nuestras  autoridades? 

"  En  tal  virtud,  y  habiéndose  visto  apoyados  los  mencio- 
"  nados  decretos  por  todos  los  Estados  que  hasta  la  fecha  han 
"  contestado  el  recibo,  á  excepción  del  de  Zacatecas,  y  son 
"  los  de  México,  Puebla,  Veracruz,  Jalisco,  Guanajuato,  Mi- 
"  choacán,  San  Luís  Potosí,  Durango,  Qnerétaro  y  Oaxaca, 
"  el  Gobierno  está  en  el  caso  de  no  prescindir  de  su  ejecu- 
"  ción  hasta  que  las  circunstancias  que  estrecharon  á  dictar- 
"  los  y  han  variado  ya  notablemente,  acaben  de  mudar  de 
"  aspecto,  en  términos  que  se  haga  innecesaria  la  expresada 
"  medida,  lo  cual  afortunadamente  parece  será  muy  breve, 
"  y  S.  E.  lo  espera  con  el  más  vivo  deseo  para  seguir  la  inar- 
"  cha  natural  y  ordinaria;  prometiéndose  entretanto  de  la 
"  acreditada  prudencia,  patriotismo  y  amor  al  orden  que 
"  caracteriza  á  las  autoridades  supremas  de  ese  Estado,  que 
"  penetradas  de  la  necesidad  de  evitar  principalmente  en 
"  estos  días  cualquiera  paso  de  división,  ó  desorden  interior 
"  que  nos  privase  del  grande  provecho  y  utilidad  consiguien- 
"  te  al  glorioso  triunfo  adquirido  sobre  los  invasores,  harán 
"  desde  luego  se  observe  una  resolución  propia  y  exclusiva 
"  actualmente  del  gobierno  general,  que  sólo  se  dictó,  según 
"  queda  sentado,  por  considerarse  indispensable  en  la  crisis 
"  presente  de  la  república. 

"  Aprovecho  la  oportunidad  para  ofrecer  á  V.  SS.  las  pro- 
"  testas  de  mi  distinguida  consideración  y  aprecio." 

"  Y  tengo  el  honor  de  trasladarlo  á  V.  E.  como  contes- 
"  tación  á  su  nota  de  17  de  septiembre  último  sobre  este 


38 

"  asunto,  según  le  ofrecí  en  26  del  mismo,  reiterándole  las 
"  protestas  de  mi  consideración  y  aprecio. — Dios  y  libertad, 
"México,  Octubre  7  de  1829. — Bocanegra. — E.  Sr.  goberna- 
"  dor  del  Estado  de  Zacatecas." 

Como  se  ve  por  la  fecha,  esto  coincidía  con  el  glorioso 
triunfo  deTampico,  ocurrido  precisamente  en  aquellos  días, 
lo  cual  cambió  naturalmente  el  estado  público  de  los  nego- 
cios y  la  crisis  política  tomó  otra  dirección  y  aspecto. 

Se  moderó  con  prudencia  y  previsión  el  cumplimiento 
del  decreto  represivo,  y  se  moderaron  también  los  contra- 
dictores de  los  Estados  en 'su  opinión:  quedó  sin  embargo, 
vigente  el  principio  de  que,  si  la  libertad  de  imprenta  es  útil 
y  benéfica  también  es  reprensible  su  abuso,  y  no  debe  con- 
fundirse el  bueno  con  el  mal  uso  de  la  libertad. 

Los  mismos  Estados  hacían  oposición  á  la  ley  de  contri- 
buciones, y  señaladamente  al  decreto  del  día  15  de  septiem- 
bre (1829)  que  creó  un  fondo  destinado  exclusivamente,  con 
los  arbitrios  que  señaló,  para  atender  á  los  gastos  de  la  gue- 
rra contra  los  españoles,  y  demás  que  exigían  las  circunstan- 
cias extraordinarias  de  la  nación.  Muy  fuerte  y  general  fué 
la  oposición  que  en  aquella  época  se  hizo  á  esta  disposición 
legislativa  que  fué  derogada  sustituyéndose  con  la  asigna- 
ción que  se  hizo  como  contingente:  notándose  ya  desde  en- 
tonces que  estos  cuerpos  morales  traspasaban  los  límites  y 
el  círculo  de  sus  deberes,  avanzándose  aún  á  dictar  providen- 
cias no  sólo  fuertes  y  decisivas  sino  realmente  contrarias  al 
sistema  mismo  que  regía,  pues  que  llegaron  á  desconocer  la 
autoridad  suprema  del  ejecutivo  general;  causando  con  la 
práctica  de  estos  principios  y  de  estas  máximas,  el  verdadero 
y  lamentable  mal  de  que  girando  casi  en  disolución  los  Es- 
tados llegaron  á  abandonar  al  centro  de  la  unión,  negándole 
auxilios  y  debilitando  el  poder  y  la  fuerza  que  la  ley  le  daba, 
erigiéndose  casi  en  absoluto  cada  uno  de  ellos. 


39 

Llegó  por  esto  en  aquellos  días  el  caso  comprometido  y 
peligrosísimo  de  haberse  decretado  una  liga  de  Estados  bajo 
el  pretexto  de  precaver  con  sus  acuerdos  y  disposiciones  la 
pérdida  de  nuestra  independencia. 

Jalisco  invitó  á  ella  con  motivo  de  la  expedición  española 
y  por  comunicaciones  del  gobierno  de  San  Luis  Potosí,  al 
mismo  Estado  de  San  Luis  y  á  los  de  Zacatecas,  Guanajuato 
y  Michoacán;  pero  le  hicieron  cambiar  y  variar  de  acuerdo 
las  ocurrencias  y  circunstancias  públicas  del  tiempo  en  que 
esto  pasaba,  y  las  observaciones  de  D.  José  Ignacio  Cañedo, 
gobernador  del  mismo  Estado,  que  convencido  por  el  ejecu- 
tivo general  por  medio  de  las  notas  que  se  cambiaron,  délas 
equivocaciones  en  que  incurrían,  y  los  graves  males  que  se 
causarían  sin  duda,  con  la  coalición  proyectada,  se  desistió 
de  ella  y  quedó  sin  efecto  felizmente. 

La  situación  comprometida  y  circunstancias  aflictivas  de 
la  república,  al  tiempo  mismo  de  anunciarse  y  aún  de  verifi- 
carse la  invasión  española,  demandaron  del  ejecutivo  provi- 
dencias eficaces  y  salvadoras  que  pusiesen  á  cubierto  nues- 
tranacionalidad,  nosólo  amagada,  sino  atacada  por  el  extran- 
jero con  sus  miras  y  hostilidades  pronunciadas,  y  por  los 
nacionales  con  el  espíritu  constante  de  partido  tan  exaltado 
que  no  sólo  debilitaba  la  fuerza  pública,  siuo  que  realmente 
la  destruía,  fomentando  la  desunión  y  discordia  cuyo  mal 
por  sí  solo  basta  para  acabar  con  las  más  grandes  naciones 
de  la  tierra. 

El  gobierno  después  de  muy  detenidas  y  serias  medita- 
ciones, y  después  de  haber  consultado  al  consejo  de  minis- 
tros y  al  de  otras  muchas  personas  ilustradas,  prácticas  y  de 
patriotismo  acreditado,  y  procurando  pouer  en  acción  todos 
los  medios  de  defensa  de  nuestra  nacionalidad  que  peligra- 
ba, se  resolvió  á  dirigir  cerca  del  Gobierno  de  Haití  una  mi- 
sión secreta,  cuyo  objeto  fuese  entablar  las  relaciones  conve- 
nientes con  dicha  república,  considerando  ser  ella  uno  de  los 


40 

puntos  más  inmediatos  á  la  Habana,  cuartel  general  de  los 
invasores. 

El  medio  natural  y  propio,  ya  designado  el  lugar  y  co- 
nocido el  objeto,  fué  el  de  enviar  de  facto  un  comisionado  con 
las  instrucciones  y  carácter  consiguiente,  y  conforme  á  las 
miras  y  circunstancias  del  gobierno  mexicano.  Así  lo  hizo 
y  nombró  al  coronel  D.  José  Ignacio  Basadre,  agente  secreto 
cerca  del  gobierno  de  Haití,  con  facultades  é  instrucciones 
ad  hoc,  y  con  calidad  de  desplegar  su  carácter  como  agente 
público  si  fuese  conveniente.  Las  instrucciones  fueron  ver- 
bales y  esta  circunstancia  produjo  después  del  triunfo  de 
Jalapa  la  ocurrencia  que  veremos  adelante  como  digna  de 
referirse. 

Los  vencedores  y  partidarios  del  movimiento  de  Jalapa, 
que  referiremos  después,  trataron  de  llevar  á  efecto  sus  ideas 
y  reacción  contra  un  gobierno  que  habían  destruido  y  des- 
conocido, sobreponiéndose  alas  autoridades  establecidas,  por 
medio  de  la  sublevación  y  asonada  conducida  al  término  de 
hacer  uso  de  las  armas  y  derramar  la  sangre  en  nombre 
de  la  ley.  Establecieron  sobre  esta  base  la  desobediencia  y 
provocaron  la  revolución  que  produjo  el  desconocimiento 
como  ellos  decían,  del  gobierno  establecido;  ó  lo  que  es  lo 
mismo,  llamaron  ilegítimo  al  orden  existente,  para  quitarlo  y 
crear  ellos  propios  el  suyo,  que  sí  tuvieron  y  reconocieron  por 
legítimo,  siendo  sus  propios  autores  y  creadores. 

Declararon  formal  persecución  y  presentaron  en  el  senado 
proposiciones,  para  que  se  exigiese  la  responsabilidad  al  que 
esto  escribe,  pidiendo  á  la  secretaría  de  Estado  respectiva,  el 
expediente  y  antecedentes  todos  del  negocio  de  Haití.  Se 
remitieron;  y  cuando  creían  los  acusadores  hallarse  con  apo- 
yo, datos  y  fundamentos  para  sostener  y  fundar  sólidamen- 
te su  acusación  y  hasta  con  amplificación,  según  entendieron 
y  querían,  sólo  hallaron  la  convicción  triste  de  que  previsto 
el  lance  y  conocido  el  negocio,  supo  el  ministro  obrar  de  ma- 


41 

ñera  que  no  se  le  pudiese  atacar  y  perseguir  injustamente 
valiéndose  de  sus  propios  actos  y  batiéndolo  con  sus  propias 
armas. 

En  efecto,  leído  y  visto  el  expediente  en  pleno  senado, 
resultó  que  en  la  parte  principal  y  que  con  tanto  ahinco  se 
buscaba  para  fundar  y  apoyar  la  acusación,  que  eran  precisa- 
mente las  instrucciones  que  se  hubiesen  dado  al  agente  del 
gobierno,  hallaron  por  toda  materia  esta  proposición  "Las 
instrucciones  verbales."  Desapareció  por  consiguiente  la  tor- 
meuta  como  el  humo;  retiraron  los  acusadores  sus  proposicio- 
nes; devolvieron  al  ministro  los  documentos  con  el  expedien- 
te; y  el  negocio  quedó  concluido  con  el  desengaño  triste  para 
ellos  que  les  dio  el  suceso  contrario  á  lo  que  esperaban. 

Nuestro  ministro  en  Londres  D.  Vicente  Rocafuerte,  cu- 
yos talentos  y  experiencia  son  bien  acreditados,  hablando  de 
esta  misión  á  Haití,  dice  en  una  nota  lo  siguiente: 

uEl  mejor  modo  de  prepararnos  á  defender  nuestro  territo- 
rio, en  caso  de  invasión,  es  en  efecto,  combinar  nuestras  fuer- 
zas con  la  cooperación  de  Colombia  y  Santo  Domingo;  la  pru- 
dencia nos  aconseja  poneruos  de  acuerdo  con  esos  gobiernos, 
y  tenerlos  gratos,  para  sacar  de  ellos  las  ventajas  que  pue- 
dan exigir  los  futuros  acontecimientos.  Sauto  Domingo  es 
el  terror  de  la  Isla  de  Cuba:  aprovechemos,  pues  la  alianza 
que  se  puede  formar  con  Boyer  para  tomar  una  actitud  ame- 
nazadora, y  hacer  entender  á  los  españoles  de  la  Habana,  que 
si  nos  invaden,  también  serán  invadidos;  que  si  vienen  á 
México  á  poner  término  á  la  anarquía,  como  dicen,  nosotros 
iremos  á  Cuba  á  poner  término  á  la  esclavitud  de  los  negros; 
que  si  nos  molestan  por  algún  tiempo  en  nuestro  territorio, 
nosotros  arruinaremos  el  suyo  para  siempre,  y  sacaremos  de 
ellos  la  venganza  que  merece  su  orgullo,  su  obstinación  y 
falta  de  previsión. 

"No  son  los  españoles  los  que  alarman  mi  patriotismo: 
mis  inquietudes  por  ia  prosperidad  de  la  república  nacen  del 

Tomo  II.— 6  A 


42 

estado  de  nuestros  partidos,  del  carácter  de  nuestros  agita- 
dores, de  la  desconfianza  general  que  se  observa  por  todas 
partes,  y  sobre  todo,  de  la  falta  de  crédito:  es  más  difícil  ha- 
cerlo revivir  que  aniquilar  á  todos  los  españoles." 

El  editor  del  Amigo  de  Jas  leyes,  El  Argos  y  La  Abeja,  pe- 
riódicos de  Nueva  Orleans,  Mr.  Renato  Perdranville  que 
acompañó  al  general  Hedvuville  en  el  desempeño  de  su  mi- 
sión en  Santo  Domingo  en  el  año  de  1799,  en  calidad  de  co- 
misario general  de  la  república  francesa,  se  explica  así  al 
intento: — "Las  circunstancias  críticas  en  que  hoy  (1829)  se 
halla  la  república  mexicana  exigen  medidas  que  sin  duda 
tiene  ya  previstas  el. gobierno.  Una  de  ellas,  y  cuya  impor- 
tancia no  se  le  había  escapado  y  que  requiero  pronta  ejecu- 
ción, es  mandar  cerca  de  Haití  un  agente  secreto  y  acredi- 
tado. Patente  es  la  utilidad  que  hay  de  establecer  ó  estrechar 
relaciones  amistosas  con  aquel  gobierno,  y  empeñarse,  si  no  á 
favorecer  ostensiblemente  la  causa  de  una  independencia 
común,  al  menos  á  hacer  movimientos  ó  demostraciones  que 
inquietando  al  gobierno  de  Cuba,  le  pongan  en  la  imposibili- 
dad de  disponer  de  todas  las  fuerzas  de  la  Isla  para  dirigirlas 
contra  el  continente."' 

Basadre  partió  al  desempeño  de  su  comisión  con  los  re- 
cursos pecuniarios  que  las  circunstancias  permitían  fran- 
quearle; con  las  cifras  necesarias  para  dirigirse  en  su  corres- 
pondencia con  el  gobierno,  y  también  otras  para  comunicarse 
en  país  extranjero  con  algunos  individuos  combinados,  y  con 
las  instrucciones,  en  fin,  dadas  verbalmente  y  propias  de  su 
encargo.  Dio  sucesivamente  cuenta  de  sus  operaciones,  si- 
tuándose en  los  Estados  Unidos,  y  estableciendo  sus  rela- 
ciones con  la  Habana  y  otros  puntos,  obrando  en  el  sentido 
do  su  misión  cuanto  fué  posible. 

Ella  á  su  tiempo  produjo,  con  sola  su  enunciación,  el  efec- 
to de  que  alarmado  el  capitau  general  Vives  desde  que  supo, 
seguramente  por  comunicaciones  de  México,  la  resolución 


43 

de  dirigirse  nuestra  agencia  á  Haití,  dispuso  y  estableció  una 
vigilancia  cuidadosa  y  estrecha,  y  dictó  providencias  las  más 
eficaces  para  que  ningún  buque  de  la  Isla  de  Santo  Domingo 
fuese  á  la  Habana,  sin  ser  antes  escrupulosamente  examina- 
do y  vigilado  por  los  buques  españoles. 

La  fragata  "Casilda"  fué  separada  déla  escuadra,  á  pe- 
sar de  bailarse  consignada  á  la  conducción  de  las  tropas  de- 
signadas para  nuestras  costas,  y  se  mandó  dirigir  á  Haití  con 
órdenes  reservadas  y  ocultando  en  la  Habana  la  causa  y  mo- 
tivos que  el  comandante  general  tenía  para  disponer  aquel 
viaje  inesperado. 

Estos  movimientos  y  las  providencias  que  se  siguieron 
dictando  por  el  gobierno  de  aquella  Isla,  así  como  las  noti- 
cias que  llegaron  sobre  la  misión  y  miras  de  México,  que 
cuidadosamente  se  hicieron  saber  por  medio  de  personas 
interesadas  en  la  independencia  de  Cuba,  despertaron  ta- 
les ideas,  y  causaron  inquietudes  al  gobierno  español,  que 
recibía  en  esto  una  justa  represalia,  pues  que  atacada  nues- 
tra nacionalidad  é  invadido  nuestro  territorio,  la  administra- 
ción debió  ocuparse,  y  se  ocupó  no  solamente  de  preparar,  de 
arreglar  y  de  unir  sus  medios  materiales  de  defensa;  sino  que 
obró  igualmente  con  previsión  y  patriotismo,  llevando  sus 
disposiciones  y  proyectos  al  grado  é  importancia  de  la  exi- 
gencia en  que  pusieron  á  México  las  medidas  hostiles  y  peli- 
gros efectivos  que  se  realizaban  en  contra  de  la  seguridad  é 
independencia  de  la  nación. 

Debe  saberse  que  aunque  por  el  ramo  de  guerra  se  habi- 
litó á  Basadre  para  que  en  caso  necesario  pudiese  dar  paten- 
tes de  corso,  nada  tuvo  que  ver  este  incidente  con  la  misión 
de  Haití:  y  preciso  es  decir  que  el  sólo  anuncio  de  esta  me- 
dida inquietó  bastante  al  enemigo.  Los  partidos,  por  el  espí- 
ritu parcial  que  los  dirigía  y  animaba,  exageraron  extraor- 
dinariamente esta  ocurrencia,  y  se  valieron  de  ella  pintándola 
de  diversos  modos  y  con  falsas  apriencias  para  hacer  odiosa 


44 

más  y  más  á  la  administración  que  hacía  frente  á  sus  enemi- 
gos por  su  natural  derecho,  y  porque  procuraba  fortificar  á 
un  gobierno  nacional  que  sus  contrarios  quisieron  de  todos 
modos  debilitar. 

Zavala  se  queja  en  su  "Ensayo  Histórico"  de  que  no  se  le 
hubiese  dado  conocimiento,  como  ministro,  de  la  misión  de 
Haití;  pero  es  contestado  satisfactoriamente  por  el  autor  de 
la  Historia  de  México  y  el  general  Santa  Anna,  diciendo: 

"Como  Zavala  era  íntimo  amigo  y  confidente  de  Mr. 
"  Poiilssett,  el  Si'.  Bocanegra  lo  ocultó  cuidadosamente  el  ob- 
u  jeto  de  la  misión  secreta  de  Basadre,  pues  de  otra  manera, 
"  el  gobierno  de  los  Estados  Unidos  lo  habría  sabido,  y  el 
"  prestigio  y  misterios  de  la  tal  misión,  hubiera  perdido  en 
"  fuerza;  por  esto  Zavala  habló  con  tanta  inexactitud  al  cen- 
"  surar  la  misión  de  Basadre,  y  también  por  esta  causa  se 
"expresa  con  tanta  vehemencia  contra  el  Sr.  Bocanegra. 
"  El  secreto  y  la  clase  del  odio  de  Zavala  á  Bocanegra,  estaba 
"  en  la  expulsión  de  Poinssett:  los  deslices  del  mismo  histo- 
"  riador  contra  el  general  Santa  Auna,  también  reconocían 
'un  origen  innoble." 

ÜSTo  puede  decirse  más  sobre  este  punto. 

A  poco  tiempo  del  suceso  importante  de  Tampico,  la  le- 
gislatura del  Estado  de  México,  en  formal  decreto  declaró 
hallarse  expedito  el  Sr.  D.  Lorenzo  Zavala  para  reasumir  el 
mando  de  su  gobierno,  luego  que,  ajuicio  del  congreso  cesa- 
sen las  circunstancias  políticas  que  le  impedían  moralmente 
que  se  le  abonase  el  sueldo  desdeel  día  en  que  le  fué  admitida 
la  renuncia  de  la  secretaría  de  hacienda  :  que  todo  acto  con 
trario  á  esta  disposición  sería  reputado  como  atentatorio  á  la 
soberanía  del  Estado,  y  corno  tal  se  castigaría:  que  el  vice- 
gobernador conservase  el  gobierno,  y  asegurase  la  tranquili- 
dad pública  dictando  aun  providencias  extraordinarias,  á 
cuyo  efecto  se  le  facultaba  ampliamente.  Se  dirigió  el  Sr. 
Zavala  al  gobierno  general  con  la  iuserción  del  mencionado 


45 

decreto  en  su  correspondiente  nota  quejándose  da  la  reunión 
do  Poderes  con  que  .ve  obraba  por  los  del  Estado  de  México, 
y  asegurando  se  había  cometido  un  atentado  contra  la  cons- 
titución y  las  leyes;  y  dice  que  había  protestado  contra  dis- 
posición semejante,  teniendo  dicha  resolución  como  de  mero 
hecho,  y  pidiendo  se  obrase  por  el  gobierno  general  en  contra 
de  aquellas  autoridades. 

El  que  esto  escribe,  considerando  la  posición  del  gobier- 
no, las  circunstancias  públicas,  y  cumpliendo  con  el  acuerdo 
del  presidente  de  la  república,  dio  la  siguiente  contestación: 

"Excelentísimo  Señor. — Recibí  el  oficio  de  V.  E.  de  ayer 
en  que  inserta  el  decreto  de  la  honorable  legislatura  del  Es- 
tado de  México;  y  habiendo  dado  cuenta  al  Exmo.  Señor 
presidente,  me  manda  diga  á  V.  E.  en  contestación,  como 
tengo  el  honor  de  ejecutarlo,  que  luego  que  se  reciba  el  re- 
ferido decreto,  se  le  dará  el  giro  correspondiente." 

A  esto  contestó  el  Sr.  Zavala  en  los  siguientes  términos: 

"El  oficio  de  V.  E.  de  16  del  corriente,  me  da  á  entender 
que  el  Exmo.  Señor  presidente  no  ha  tenido  por  suficiente- 
mente oñcial  la  comunicación  que  le  hago,  insertándole  el 
acuerdo  de  la  legislatura  de  Tlalpam,  sobre  no  darme  pose- 
sión del  destino  de  gobernador;  pues  que  en  ella  me  dice  que 
se  espera  para  resolver  la  comunicación  de  aquel  Gobierno: 
sólo  quiero  saber  para  aquietarme,  si  S.  E.  el  presidente  no 
considera  bastante  mi  comunicación  oficial  para  poder  resol- 
ver, ó  si  sólo  ha  querido  eludir  la  cuestión.— Tengo  el  honor, 
etc." 

En  tal  estado  quedó  este  incidente,  que  teniendo  conexión 
como  la  tiene  con  la  renuncia  que  Zavala  hizo  del  ministe- 
rio de  Hacienda,  parece  oportuno  transcribir  dicha  renun- 
cia y  su  contestación.  La  primera  dice: 

"Habiendo  la  legislatura  del  Estado  de  México,  del  que 
soy  gobernador  constitucional,  revocado  el  acuerdo  de  18  de 
abril  último,  por  el  que  me  concedió  permiso  para  pasar  á 


46 

hacerme  cargo  del  ministerio  de  hacienda  que  V.  E.  tuvo  á 
bien  confiarme,  espero  que  V.  E.  se  sirva  admitirme  la  dimi- 
sión que  hago  de  esta  delicada  comisión,  para  pasar  á  desem- 
peñar aquel  encargo.  Al  retirarme  del  lado  de  V.  E.  le  pro- 
testo que  llevo  las  más  profundas  impresiones  de  gratitud 
por  la  justicia  que  lia  hecho  á  los  sacrificios  de  un  hombre, 
que  ha  tenido  la  desgracia  de  haber  sido  difamado  por  per- 
sonas, que  por  no  conocer  ni  las  reglas  que  deben  servir  para 
juzgar  á  los  hombres  públicos,  ni  el  valor  de  la  reputación 
de  los  buenos  ciudadanos,  han  obrado  con  ligereza  ó  con  ma- 
lignidad.— Permita  Y.  E.  este  desahogo  á  un  ciudadano  me- 
xicano, que  ha  consagrado  su  existencia  al  servicio  de  la  pa- 
tria constantemente  desde  su  juventud,  y  (¡ue  ha  dejado 
pruebas  indestructibles  de  sus  acciones  que  han  excitado  la 
gratitud  pública  en  donde  quiera  que  ha  servido. — Dios  etc. 
México,  9  de  octubre  de  1820. — Lorenzo  Zavala. 

En  respuesta  se  le  dijo  lo  siguiente: — "Exmo.  señor:  Se 
ha  enterado  S.  E.  el  presidente  de  la  nota  de  V.  E.  fecha  9 
del  corriente,  en  que  hace  renuncia  de  la  secretaría  del  des- 
pacho de  hacienda,  por  haber  revocado  la  legislatura  del 
Estado  de  México  el  permiso  que  concedió  á  V.  E.  para  que 
desempeñase  la  mencionada  comisión,  y  me  manda  decirle: 
que  si  al  hacer  V.  E.  la  referida  dimisión  explica  los  mejores 
sentimientos,  no  son  ciertamente  menores  los  que  animan  á 
S.  E.  al  verse  en  el  caso  de  no  tener  arbitrio  para  negarse 
á  la  admisión  de  una  renuncia  apoyada  en  el  sólido  funda- 
mento que  la  motiva;  dando  á  V.  E.  las  gracias  por  sus  ser- 
vicios á  la  patria,  y  lisonjeándose  de  que  los  continuará  en 
el  alto  destino  que  vuelve  á  desempeñar. — Así  tengo  el  ho- 
nor de  manifestarlo  á  Y.  E.  reiterándole  las  protestas  de  mi 
consideración  y  aprecio. — Dios  etc. — México,  12  de  octubre 
de  1829. — Bocancgra. — Exmo.  Sr.  D.  Lorenzo  Zavala. 

Por  estas  ocurrencias  y  por  las  circunstancias  anterior- 
mente referidas,  quedó  separado  del  despacho  de  la  secreta- 


47 

ría  de  hacienda  el  Sr.  Zavala.  Por  su  separación  y  después 
de  haber'  servido  yo  interinamente  este  encargo,  se  me  con- 
fió en  propiedad  la  misma  cartera  de  hacienda,  que  admití 
verdaderamente  por  honor  y  delicadeza,  conociendo  el  com- 
promiso de  tan  grave  ó  importante  comisión.  Recibí,  pues, 
interinamente  el  día  15  de  octubre  (1829)  y  traté  como  era 
natural  y  de  mi  obligación  de  saber  el  estado  real  y  efectivo 
en  que  recibía  el  ministerio,  principalmente  con  respecto  á 
la  existencia  de  caudales,  y  resultó  por  el  estado  de  la  teso- 
rería general  y  por  su  corte  de  caja  la  demostración  siguien- 
te, que  publicó  la  prensa  oficial. 

Importa  el  cargo $  37.007.  4.02 

ídem  la  data $  37,007.  4.02 

Igual $  00.000.  0.00 

México,  octubre  12  de  1829. — Jiménes. — Anclonaegui. 

Así  recibida  la  hacienda  pública  de  México,  es  decir,  "sin 
un  peso"  y  sin  más  elementos  qnemi  resolución  firme  por  el 
buen  servicio  y  la  mejor  intención  para  desempeñarlo  en  to- 
das las  funciones  correspondientes  y  propias  de  tan  intere- 
sante ramo  de  la  administración  pública,  me  dediqué  al  ins- 
tante con  el  mayor  empeño  á  tan  interesantes  labores  sin 
perdonar  fatiga  ni  desvelo:  y  con  la  circunstancia  de  que  ni 
la  situación  de  la  república,  ni  los  particulares,  favorecían 
una  marcha  por  senda  tan  espinosa,  y  complicada  principal- 
mente por  la  división  de  los  ciudadanos,  y  por  la  exaltación 
de  los  partidos  que  en  todas  direcciones  ponían  obstáculos 
conforme  lo  exigían  sus  respectivos  intereses  de  aspiran  tis- 
mo,  reacciones  y  venganzas.  Sin  embargo,  como  ya  dije,  me 
resolví  hasta  el  sacrificio  de  reputación,  y  personal  respon- 
sabilidad, por  exigirlo  así  las  circunstancias  y  compromisos 
en  que  me  veía  colocado. 


48 

Me  abstengo  de  ser  yo  el  relator  de  esta  primera  é  ines- 
perada época  de  hacienda  en  mi  carrera  política,  y  me  pare- 
ce mejor  que  hablen  y  sean  oídas  personas  que  ya  no  exis- 
ten, que  son  imparciales,  y  sobre  todo,  que  obrando  en  razón 
de  oficio  se  explican  como  funcionarios  públicos,  no  por  su 
propia  opinión,  sino  por  los  hechos,  datos  y  constancias  en 
que  descansa  su  dicho,  explicándose  realmente  como  órga- 
nos legítimos  y  con  la  voz  de  ia  ley. 

Tal  es  la  tesorería  general  de  la  nación,  contestaudo  mi 
nota  del  día  3  de  Agosto  que  dice:  —  "Mi  honor  y  mi  res- 
ponsabilidad me  obligan  á  poseer  justificantes  que  acrediten 
el  modo  con  que  me  he  conducido  en  los  diversos  cargos  pú- 
blicos con  que  se  me  ha  honrado. — El  ministerio  de  hacien- 
da ha  sido  uno  de  ellos,  y  en  el  que  ciertamente  me  he  visto 
más  comprometido,  .y  por  lo  mismo  suplico  á  Y.  S.  se  sirva 
extender  un  documento  en  que  manifieste  cuanto  le  consta 
relativo  á  la  situación  en  que  recibí  la  hacienda  pública  á  mi 
ingreso  en  15  de  octubre  del  año  próximo  pasado,  cuál  ha 
sido  mi  desempeño  en  el  encargo,  y  cuál  el  estado  en  que  la 
entregué. — Todo  lo  comunico  á  V.  S.  al  objeto  indicado;  pro- 
testándole mi  consideración  y  aprecio. — Dios  etc. — México, 
agosto  3  de  1830. — Bocanegra. 

He  aquí  la  contestación  á  la  nota  anterior: 
"Tengo  la  satisfacción  de  acompañar  á  Y.  E.  la  certifi- 
cación que  se  sirvió  pedirme  por  su  oficio  de  3  del  corriente, 
de  las  sensibles  circunstancias  en  que  se  hallaba  el  erario 
federal  cuando  se  hizo  Y.  E.  cargo  de  la  secretaría  del  des- 
pacho de  hacienda  en  15  de  octubre  del  año  próximo  pasado; 
de  cuál  fué  su  desempeño,  y  del  estado  en  que  entregó  el 
mismo  erario  á  su  salida  del  ministerio. 

"  He  procurado  indicar  en  ella  los  hechos  de  su  adminis- 
tración (pie  me  han  parecido  más  remarcables  entre  losde  que 
hago  memoria,  y  lo  he  verificado  con  la  sinceridad  y  verdad 


49 

que  reclaman  la  buena  fé  y  mi  conciencia. — No  sé  si  habré 
omitido  algo  sustancial.  Si  así  fuere,  ruego  á  V.  E.  tenga 
á  bien  manifestármelo  francamente,  devolviéndome  la  cer- 
tificación para  reformarla,  persuadido  de  que,  testigo  pre- 
sencial por  razón  de  mi  empleo  de  las  operaciones  de  V.  E. 
en  el  ministerio,  creo  que  es  de  mi  estrecho  deber  deponer 
en  todo  tiempo  y  de  la  manera  más  solemne,  sobre  la  impar- 
cialidad, tino  y  sabiduría  que  eran  el  norte  de  todas  ellas 
no  menos  que  de  sus  felices  resultados. — Dios  y  libertad. — 
México,  agosto  6  de  1830. — Solo  por  fallecimiento  de  mi  com- 
pañero, Simón  Andonaegui. —  Exmo.  Sr.  D.  José  María  de 
Bocaiiegra." 

"El  ciudadano  Simón  Andonaegui,  intendente  honorario 
y  ministro  tesorero  general  de  la  federación. — Certifico:  que 
cuando  el  Exmo.  Sr.  D.  José  María  de  Bocanegra  se  hizo 
cargo  de  la  secretaría  del  despacho  de  hacienda,  que  fué  el 
15  de  octubre  del  año  próximo  pasado,  se  hallaba  el  erario 
federal,  por  consecuencia  de  los  continuos  trastornos  que 
había  sufrido  la  república,  y  extraordinarias  erogaciones  que 
tuvo  necesidad  de  impender  para  repeler  la  invasión  espa- 
ñola, en  situación  tan  deplorable  que,  á  más  de  no  haber  en 
la  tesorería  general  existencia  de  un  solo  peso,  adeudaba  á 
la  lista  civil  y  militar  sumas  considerables  y  tenía  desaten- 
didos otros  objetos  de  grande  importancia,  al  paso  que  sobre 
las  aduanas  marítimas  y  del  Distrito,  principal  recurso  del 
gobierno  de  la  Unión,  pesaba  un  gravamen  enorme;  que  la 
renta  del  tabaco,  tan  pingüe  en  otro  tiempo  estaba  extin- 
guida, sin  tener  que  producir  más  que  cincuenta  mil  pesos 
durante  algunos  meses,  por  resto  del  valor  de  las  últimas 
existencias  vendidas,  y  que  los  demás  ramos,  siempre  de  es- 
casos rendimientos,  lo  eran  entonces  más  por  el  funesto  in- 
flujo de  las  causas  que  se  han  indicado:  que  el  mismo  día  en 
que  se  posesionó  del  ministerio,  se  sirvió  llamarme  con  el 
objeto  de  imponerse  del  estado  de  la  tesorería  y  cantidad  que 

Tomo  II.  —7 


50 

podría  ser  suficiente  para  cubrir  sus  deudas  más  urgentes, 
con  cuya  ocasión  le  manifesté  las  angustiadas  circunstan- 
cias en  que  se  hallaba  por  su  absoluta  falla  de  recursos;  pre- 
ferencias de  muchas  de  sus  atenciones  é  inmoderación  de 
no  pocos  de  los  acreedores,  que  reducidos  á  extrema  miseria 
no  podían  resignarse  á  esperar  por  más  tiempo,  no  bastando 
para  acallarlos  en  lo  pronto  la  considerable  suma  de  tres- 
cientos mil  pesos:  que  S.  E.  me  ofreció  proporcionármela 
dentro  de  algunos  días,  previniéndome  dijese  á  dichos  acree- 
dores que  el  nuevo  ministro  se  ocupaba  eficazmente  en  ali- 
viar sus  padecimientos,  proporcionándoles  prontos  socorros: 
que  en  efecto  la  energía,  rectitud,  sabiduría  y  prudencia  de 
sus  medidas  pudieron  en  breve  restablecer  la  confianza  pú- 
blica hasta  el  termino  de  negociar  un  empréstito  de  dos 
millones  ciento  ochenta  mil  pesos,  bajo  condiciones  mucho 
más  favorables  al  erario  que  las  que  se  habían  estipulado  en 
cuantos  contratos  de  la  misma  especie  se  celebraron  en  la 
época  anterior  y  que  más  se  aproximaban  á  las  bases  esta- 
blecidas por  la  ley  que  gobernaba  en  aquel  negociado:  que 
á  más  de  procurar  á  la  tesorería  este  arbitrio,  logró  se  rea- 
lizara en  el  momento  el  entero  de  la  cantidad  de  setenta  y 
cinco  mil  pesos,  que  á  virtud  de  dos  préstamos  contratados 
por  el  sefior  secretario  su  antecesor,  debía  satisfacerse  en 
uno  hasta  los  dos  meses  y  en  el  caso  de  (pie  al  prestamista 
conviniese  llevar  á  cabo  el  negocio,  y  en  otro  hasta  la  amor- 
tización de  la  mitad  de  las  órdenes  que  se  expidieron  á  vir- 
tud de  él :  (pie  sin  hacer  uso  de  la  nutofulad,  á  lo  que  daban 
lugar  la  urgencia  de  las  circunstancias  y  los  vicios  de  (pie  ado- 
lecían los  contratos,  respetando  la  buena  fé  de  éstos  y  va- 
liéndose únicamente  del  suave  medio  de  la  persuasión,  obtu- 
vo de  los  interesados  su  consentimiento  mira  disponer  (pie 
en  lugar  de  admitirse  en  su  totalidad  las  órdenes  procedentes 
de  dichos  negocios  se  amortizasen  en  las  aduanas  en  sólo  uu 
68  por  ciento  de  derechos,  debiéndose  entregar  en  numerario 


51 

el  32  restante,  con  cuya  medida  pudo  ya  la  tesorería  contar 
para  sus  ordinarias  y  urgentes  atenciones  con  un  fondo  per- 
manente y  seguro  que  vino  á  servir  de  grande  auxilio  á  la 
actual  administración  en  los  momentos  de  ma\oies  apuros: 
que  con  estos  y  otros  arbitrios  cuidó  con  celo  y  escrupulosa 
economía  de  (pie  fueran  oportunamente  atendidos  los  objetos 
de  mayor  preferencia,  sin  olvidar  al  menesteroso  pensionista 
ni  á  la  viuda  infeliz  (pie  subsiste  á  expensas  del  erario;  y  fi- 
nalmente que  la  moderación  é  imparcialidad,  que  eran  el 
carácter  peculiar  de  sus  actos,  y  la  dulzura  y  deferencia  con 
que  á  todos  recibía  y  escuchaba  en  las  audiencias  públicas 
y  privadas,  le  granjearon  la  benevolencia  y  respeto  de  todas 
las  clases  y  aún  de  todos  los  partidos.  Y  para  los  efectos  á 
que  haya  lugar,  doy  la  presente  á  pedimento  del  mismo  Se- 
ñor Excelentísimo,  en  México  á  seis  de  agosto  de  mil  ocho- 
cientos treinta. — Solo  por  fallecimiento  de  mi  compañero. — 
Simón  Andonaegui." 

Oigamos  también  al  intento  el  juicio  de  la  prensa,  que 
puede  muy  bien  llamarse  en  la  época  á  (pie  se  refiere,  de  opo- 
sición por  ser  el  periódico  titulado  "Registro  Oficial"  del 
año  de  1831  número  73  del  lunes  14  de  marzo  que  confirman- 
do lo  expuesto  por  la  tesorería  general,  honra  al  que  esto  es- 
cribe diciendo: — "Entiéndase  que  en  todo  cuanto  digamos 
en  este  número,  y  en  todos  los  de  nuestro  periódico  acerca 
de  administración  de  hacienda,  hacemos  abstracción  de  las 
pocas  semanas  en  que  estuvo  á  su  cabeza  el  Sr.  Bocanegra. 
Este  ministro  recomendable  no  sólo  se  condujo  con  pureza, 
sino  que  comenzó  á  poner  orden  en  el  increíble  despilfarro 
en  que  encontró  este  ramo.  Sus  esfuerzos,  sin  embargo,  no 
pudieron  tener  todo  el  efecto  deseado,  porque  no  podía  obrar 
con  la  libertad  que  era  menester,  á  causa  del  desorden  que 
había  eu  las  demás  oficinas." 


52 


CAPITULO  VI. 


Pronunciamiento  de  Yacatfiu  por  centralismo. 

Muy  poco  tiempo  había  pasado  del  triunfo  nacional,  cuan- 
do el  mes  de  noviembre  (1829)  por  la  predisposición  en  que 
estaban  los  ánimos,  por  las  combinaciones  y  cálculos  de  los 
paludarios  y  por  ejecutar  verdaderamente  una  reacción,  por 
cuyo  medio  se  verificase  un  cambio  de  cosas  y  personas,  re- 
sultó que  la  guarnición  del  Estado  de  Yucatán  se  alzase  pro- 
clamando el  establecimiento  del  centralismo  y  la  ruina  del 
sistema  de  federación  que  existía.  Indicóse  con  este  hecho 
la  existencia  del  principio  adoptado  por  nuestros  enemigos, 
de  que  conviene  tener  en  continuas  revoluciones  á  la  nación 
mexicana,  para  ni  dejarla  constituirse,  ni  progresar,  ni  efec- 
tuarse el  desarrollo  de  los  grandes  elementos  que  por  natu- 
raleza tiene  y  que  han  servido  para  conservarla  á  despecho 
de  sus  contrarios. 

Se  separó  en  efecto  Yucatán  del  resto  de  la  república, 
dirigidos  los  alzados  y  acaudillados  por  D.  José  Segundo 
Carvajal,  bajo  el  pretexto  de  escaseces  y  de  sostener  la  inde- 
pendencia. El  congreso  general  y  el  ejecutivo  de  la  unión 
sostuvieron  los  intereses  públicos  así  como  su  dignidad  ofen- 
dida por  una  subversión  injusta  y  temeraria,  y  se  procuró 
por  cuantos  medios  fueron  «adoptables,  sostener  la  opinión 
general  y  evitarla  seducción  y  que  cundiese  el  mal,  dictando 
providencias  represivas  por  una  parte  y  de  conciliación  por 
otra. 

En  consecuencia  se  nombró  al  Sr.  D.  Lorenzo  de  Zavala 
en  comisión,  para  que  dirigiéndose  al  expresado  Estado  de 
Yucatán,  su  patria,  y  donde  tenía  parientes  y  amigos,  pro- 


53 

curase  el  término  pacífico  y  honroso  que  exigían  las  cir- 
cunstancias de  la  república,  convaleciente  apenas  de  los  pa- 
decimientos causados  por  la  invasión  extranjera.  ¡Prueba 
terrible  que  había  sufrido!  El  carácter  que  se  dio  á  la  comi- 
sión de  Zavala  para  hacerla  efectiva  y  fructífera,  fué  el  de  un 
comisionado,  ó  agente  para  el  extranjero;  pretendiendo  que 
como  de  tránsito  pudiese  obrar  en  Yucatán  llevando  á  efecto 
los  fines  propuestos  de  negociar  el  término  pacífico  de  la  re- 
volución que  sesosteuía  bajo  las  bases  y  plan  adoptados.  x 

Nada  se  consiguió  con  esta  medida  prudente  de  conci- 
liación y  de  paz,  porque  el  gobierno  revolucionario  de  Yu- 
catán impidió  por  medio  de  anteriores  providencias  las  más 
enérgicas,  que  Zavala  entrase  en  el  Estado,  y  previno  la  auto- 
ridad oficialmente  que  sin  embargo  del  pasaporte  que  había 
manifestado  y  del  deseo  que  indicaba  de  ver  á  su  familia,  se 
le  prevenía  continuase  su  viaje  á  Europa  en  el  propio  buque 
en  que  venía  sin  que  tocase  en  tierra,  y  quedase  en  espera  de 
alguna  embarcación  extranjera  que  lo  condujese  á  su  desti- 
no, y  se  le  hicieron  además  prevenciones  tan  fuertes  que  has- 
ta se  le  dijo  sufriría  la  última  pena  si  pisase  las  playas  de 
Yucatán.  Tuvo  por  consiguiente  la  necesidad  Zavala  de  re- 
gresar á  México,  como  lo  hizo,  dejando  á  los  de  Yucatán  en 
la  misma  carrera  que  habían  emprendido,  y  que  en  efecto 
siguieron  practicando  hasta  tocar  el  desengaño  que  de  nece- 
sidad los  obligó  á  la  unión  nacional  de  que  se  habían  sepa- 
rado por  malignidad  propia  ó  de  seducción,  como  parece  ha- 
berlo sido  por  la  conducta  que  guardaron  en  el  curso  de  su 
revolución. 

Este  cáncer  mortal  se  presentó  siempre  contra  el  gobier- 
no pero  bajo  otro  aspecto  en  la  villa  de  Jalapa  los  primeros 
días  del  mes  de  diciembre  de  1829.  Existía  en  dicha  villa  el 
ejército  que  se  había  creado  con  el  nombre  de  Reserva  al  tiem- 

1  Véaae  el  Apéndice  núra,  8. 


54 

po  de  verificarse  la  invasión  espafloln,  y  estaba  puesto  por  el 
gobierno  del  general  Guerrero  á  las  órdenes  del  general  vice 
presidente  de  la  república  D.  Anastasio  Bustamaute,  y  co- 
mo segundo  el  coronel  D.  Antonio  Fació. 

Mucho  se  trabajó  en  impedir  este  arreglo  por  personas 
que  conocieron  los  elementos  de  la  reacción  que  se  prepara- 
ba con  sólo  los  dichos  nombramientos,  ¡mes  que  valiéndose 
de  la.  respetable  fuerza  que  se  ponía  á  las  órdenes  de  Bus- 
tamaute y  Fació,  sería  atacada  y  destruida  la  administra- 
ción por  el  ejército  mencionado. 

Se  hizo  presente  al  presidente  general  Guerrero  en  los 
términos  más  claros  y  convincentes,  (pie  ponía  las  armas  de 
la  nación  en  manos  de  los  enemigos  de  su  gobierno  y  lo  des- 
truirían sin  duda  deponiéndolo  y  acaso  sacrificándolo.  ¡Dig- 
na fué  de  un  patriota  tan  acreditado  la  respuesta  que  dio  á 
esta  fundada  insinuación! 

"Yo,  dijo,  nada  deseo  para  mí  ni  para  el  sosten  de  mi 
gobierno  en  lo  personal;  sea  de  esto  lo  (pie  fuere,  lo  que  im- 
porta es  que  los  dignos  hijos  de  México  y  los  militares  acre- 
ditados puestos  al  frente  de  las  valientes  tropas  nacionales, 
batan  á  nuestros  enemigos  y  los  arrojen  de  nuestro  país." 


CAPITULO  VIL 


Pronunciamiento  y  plan  de  Jnlnpn. 


Siguió  por  tanto  practicándose  cuanto  estaba  anunciado 
y  dispuesto  con  respecto  al  ejército  de  reserva,  y  al  fin  se  ve- 
rificó el  pronunciamiento  publicándose  el  día  4  de  diciem- 
bre de  1829  un  plan  con  los  nueve  artículos  siguientes: 


55 

"1?  El  ejército  fie  reserva  ratifica  el  juramento  solemne 
qne  ha  prestado  «le  sostener  el  pacto  federal,  representando 

Ja  soberanía  de  los  Estados  y  conservando  su  unión  indiso- 
luble. 

"2?  El  ejército  protesta  no  dejar  las  armas  de  la  mano 
basta  ver  restablecido  el  orden  constitucional  cou  la  exacta 
observancia  de  las  leyes  fundamentales. 

"3?  Para  este  fin,  el  primer  voto  que  pronuncia  en  ejerci- 
cio del  derecho  de  petición,  es  que  el  supremo  poder  ejecu- 
tivo dimita  las  facultades  extraordinarias  de  que  está  inves- 
tido, pidiendo  inmediatamente  la  convocatoria  para  la  más 
pronta  reunión  de  las  augustas  cámaras,  á  fin  de  que  éstas 
se  ocupen  de  los  grandes  males  de  la  nación  y  de  su  eficaz 
remedio,  como  lo  consultó  el  consejo  de  gobierno,  oyendo  á 
la  vez  las  peticiones  que  los  mexicanos  tengan  á  bien  diri- 
girle sobre  las  reformas  que  deban  establecerse,  para  que  la 
república,  libre  de  abusos  en  la  administración  de  todos  sus 
ramos  pueda  marchar  á  su  felicidad  y  engrandecimiento. 

"  4?  El  segundo  voto  es  que  se  renueven  aquellos  funcio- 
narios contra  quienes  se  lia  explicado  la  opinión  pública. 

"5?  El  ejército,  al  manifestar  sus  fervientes  votos  para 
el  pronto  remedio  de  los  niales  que  afligen  á  la  república, 
lejos  de  pretender  erigirse  en  legislador,  protesta  la  más  cie- 
ga obediencia  á  los  supremos  poderes,  y  reconoce  á  todas  las 
autoridades  legítimamente  constituidas  en  orden  civil,  ecle- 
siástico y  militar,  en  lo  que  no  se  oponga  á  la  constitución 
federal. 

"6?  El  ejército  promete  que  procurará  conservar  á  toda 
costa  la  pública  tranquilidad,  protegiendo  las  garantías  so- 
ciales, y  persiguiendo  á  todos  los  malhechores,  para  mayor 
Seguridad  de  los  caminantes  y  pueblos  por  donde  transiten. 

"  7?  Para  llevar  á  cabo  este  plan,  hemos  acordado  que  se 
remitan  ejemplares  de  él  con  atento  oficio  al  supremo  go- 
bierno general,  á  las  honorables  legislaturas,  á  los  Excelen- 


56 

tísimos  señores  gobernadores  de  los  Estados,  á  los  coman- 
dantes generales  y  demás  jefes  políticos  y  á  los  prelados 
eclesiásticos.  Que  se  invite  por  medio  de  una  comisión  á  los 
ilustres  vencedores  de  Jr.chi  y  Tampico  ciudadanos  genera- 
les Bustamaute  y  Sauta-Anna,  para  que  poniéndose  á  la 
cabeza  del  ejército  pronunciado,  y  de  todos  los  mexicanos 
que  se  adhieran  á  este  plan,  sin  distinción  de  épocas  y  par- 
tidos, los  dirijan  en  las  operaciones  á  la  mayor  y  más  pronta 
consecución  de  los  objetos  indicados. 

"  8?  Bu  el  caso  no  esperado  que  los  expresados  genera- 
les se  negaren  á  un  deseo  tan  laudable,  tomará  el  mando  el 
más  graduado  de  los  jefes  pronunciados. 

"  9?  Se  invitará  igualmente  á  la  guarnición  de  Campeche, 
para  que  abjurando  su  pronunciamiento,  se  una  al  presen- 
te, y  contribuya  al  establecimiento  del  imperio  de  las  leyes 
vigentes,  de  cuya  infracción  proceden  los  males  generales 
de  la  república,  y  las  grandes  miserias  que  aquejan  al  ejér- 
cito mexicano. — Es  copia.  Jalapa,  4  de  diciembre  de  1829. 
— Juan  María  AzcárateP 

Este  plan  fué  acompañado  de  proclamas  y  manifiestos 
del  general  en  jefe,  del  general  Múzquiz,  del  general  Inclán 
y  de  otros  del  ejército  de  reserva  que  se  tituló  "protector  de 
la  soberanía  de  los  Estados,"  explicándose  el  primero  en  estos 
términos: 

"  Compañeros,  vuestro  pronunciamiento  es  digno  de  ciu- 
dadanos libres,  pues  que  pedís  la  observancia  de  la  consti- 
tución, depósito  sagrado  de  nuestra  verdadera  libertad. 

"  Fieles  á  vuestros  juramentos,  que  hoy  habéis  ratificado, 
queréis  conservar  ileso  el  pacto  federal  y  ver  restablecido  el 
imperio  de  las  leyes:  deseáis  el  remedio  de  los  males  que  hoy 
aquejan  á  la  república  y  que  se  evite  su  total  ruina  ponién- 
dose término  á  los  abusos  del  poder,  y  estableciéndose  aque- 
llas reformas  que  parezcan  más  convenientes  para  que  mar- 
che á  su  prosperidad  y  engradecimiento. 


57 

"¡Conciudadanos!  mis  votos  están  en  consonancia  con 
los  vuestros,  y  el  ilustre  vencedor  de  Tampico,  tampoco  po- 
drá ver  con  indiferencia  los  males  de  una  patria  por  cuya 
libertad  acaba  de  prestar  tan  distinguidos  servicios. 

"Yo  os  ofrezco  hacer  cuanto  esté  de  mi  parte  para  el  lo- 
gro de  tan  laudables  fines,  y  espero  que  los  supremos  pode- 
res generales  y  los  particulares  de  los  Estados,  se  dedicaráu 
al  más  pronto  remedio  de  las  calamidades  públicas. 

"  ¡Soldados!  vuestras  miserias  que  han  afectado  tanto  mi 
corazón,  me  lisonjeo  que  terminarán  pronto. 

"Defensores  de  la  ley:  yo  acepto  vuestra  invitación  per- 
suadido de  la  justicia  de  la  empresa,  y  de  que  no  os  separareis 
jamás  de  la  senda  del  honor  y  de  la  disciplina. 

"  ¡Oamaradas!  sed  tan  virtuosos  como  habéis  sido  hasta 
aquí,  haciéndoos  dignos  de  la  admiración  y  gratitud  nacio- 
nal: contad  siempre  con  el  bien  merecido  aprecio  de  vuestro 
compañero  y  amigo. — Jalapa,  diciembre  5  de  1829. — Anas- 
tasio Bustamante." 

Las  demás  proclamas  citadas  se  redactaron  poco  más  ó 
menos  en  iguales  términos  pues  que  los  jefes  eran  conducidos 
por  iguales  principios  y  llevaban  las  propias  miras.  La  verdad 
era  que  al  tomar  las  armas  los  pronunciados  de  Jalapa  ve- 
rificaban una  reacción  por  el  suceso  desgraciado  de  Tulan- 
cingo,  y  porque  sin  embargo  de  las  repetidas  protestas  de 
orden  y  desinterés,  aspiraban  á  la  dominación  y  á  sobrepo- 
nerse á  todos,  proclamando  por  supuesto  amor  a  la  patria  y 
no  á  los  puestos  y  empleos  que  quitaban  sin  embargo  á  los 
que  no  les  eran  favorables,  sin  detenerse  en  los  hechos  ni  en 
los  medios;  auuque  sí  por  supuesto  llamándolos  legales  á 
estos  últimos,  porque  sabido  es  que  cuando  un  partido  domi- 
na al  otro,  todo  lo  del  dominador  es  arreglado  y  legítimo,  y 
lo  del  dominado  es  desconocido  y  nulo.  Por  esto  el  plan  de 
Jalapa  lo  declararon  nacional  sus  autores  mismos,  y  por  este 
el  que  era  vicepresidente,  creado  por  la  misma  elección  que 

Tomo  II.— 8 


58 

había  hecho  presídeme  al  supremo  magistrado  que  se  des- 
conocía y  se  destituía,  era  considerado  como  de  diverso  ori- 
gen legal,  cuando  tanto  el  presidente  como  el  vicepresiden- 
te renonocían  un  mismo  principio  electoral  y  unas  mismas 
circunstancias  de  ejercicio,  reconocimiento  y  ratihabición 
nacional.  Por  esto  se  tuvo  que  ocurrir,  como  veremos  ade- 
lante en  el  período  respectivo,  á  declaraciones  absurdas  y 
parciales. 

Aquel  mismo  vicepresidente  de  la  república,  D.  Anas- 
tasio Bustaniante,  al  marchar  á  su  destino  y  al  desempeño 
que  la  confianza  ilimitada  del  primer  jefe  de  la  nación  ha- 
bía depositado  en  su  persona,  prefiriendo  el  ser  de  la  nación 
al  propio,  oyó  al  general  Guerrero  que  le  dijo:  "Conoce  vd. 
¡o  grande  y  noble  de  la  empresa  y  con  esto  lo  digo  á  vd.  todo. — 
Eespondióle  Bustaniante:  "La  independencia  nacional  y  el 
supremo  jefe  de  la  república  serán  para  mí  el  norte  de  mis 
operaciones,  y  lo  serán  de  mi  conducta  en  el  ejército  de  re- 
serva. Jamás  desenvainaré  mi  espada  contra  el  general  Gue- 
rrero." ¡¡Este  mismo  vicepresidente  fué  el  caudillo  de  la 
sublevación  de  Jalapa!! 

Verificada  la  proclamación  del  plan  del  ejército  de  reser- 
va, la  guarnición  de  Yeracruz  levantó  una  acta  contraída  á 
pedir  la  dimisión  de  las  facultades  extraordinarias  y  la  re- 
moción del  ministerio.  Comisionó  al  efecto  Veracruz  á  dos 
oficiales  que  condujesen  á  México  dicha  acta;  pero  esto  no 
tuvo  efecto  por  inconvenientes  que  se  les  presentaron  en  el 
camino  con  motivo.de  los  sucesos  de  Puebla,  ocurridos  des- 
pués que  unida  al  pronunciamiento  hacía  se  obrase  en  el 
sentido  de  él,  y  por  lo  mismo  se  conformaron  los  enviados 
con  remitir  el  acta  al  gobierno. 

Este,  creyendo  cumplía  con  sus  deberes  evitando  los  ma- 
les consiguientes  á  la  discordia  civil,  pulsó  hasta  lo  último 
los  medios  de  conciliación  y  do  paz,  y  nombró  una  comisión 
compuesta  de  los  Señores  diputados  D.  Francisco  Landa, 


59 

general  D.  José  Mendívil  y  Dr.  D.  José  María  Castañeda 
para  tratar  con  el  general  Bustainante  y  acordar  los  medios 
que  se  considerasen  más  eticaces  y  de  más  importancia  para 
restablecer  el  orden  público  destruido  al  proclamarse  "cons- 
titución y  leyes."  No  dio  la  comisión  el  resultado  que  se  de- 
seaba y  volvió  á  México  aún  sin  llegar  á  Puebla,  porque  las 
fuerzas  pronunciadas  tenían  ocupados  los  dos  Estados  de 
Veracruz  y  Puebla,  y  se  dirigían  ya  en  marchas  forzadas  so- 
bre la  capital,  obligando  estos  movimientos  á  que  se  obrara 
por  la  administración  del  modo  más  enérgico  y  decisivo.  Por 
esto,  y  porque  se  creyó  lo  mejor  y  más  conveniente  que  el 
mismo  jefe  del  Estado  se  pusiese  al  frente  de  las  tropas  que 
le  estaban  subordinadas,  así  se  resolvió  á  hacerlo;  y  en  uso 
de  las  facultades  extraordinarias  cou  que  estaba  investido, 
expidió  el  decreto  de  su  marcha  y  dictó  otras  providencias 
consiguientes,  poniéndose  al  frente  del  ejército  y  dando  co- 
nocimiento de  todo  al  congreso  general  reunido  en  sesiones 
extraordinarias.  El  congreso,  conforme  á  lo  que  se  hallaba 
dispuesto  en  el  art.  97  de  la  constitución  que  regía,  y  proce- 
diendo conforme  al  95,  verificó  la  elección  de  presidente  in- 
terino que  recayó  en  el  que  esto  escribe  '  y  cuyo  período 
quedará  en  su  lugar  redactado. 

Concluyo  haciendo  uso  de  los  propios  conceptos  y  pala- 
bras del  Sr.  Alamán,  explicándose  como  escritor  y  como  mi- 
nistro, pues  que  bajo  uno  y  otro  aspecto  ha  definido  con 
exactitud  cuál  fué  la  revolución  de  Jalapa,  y  cuál  el  desem- 
peño de  la  administración  que  sirvió  de  objeto  y  pretexto  al 
levantamiento  ó  insubordinación  militar.  Dice  á  la  página 
847  del  tomo  5?  de  su  Historia  de  México,  en  cuanto  á  lo 
primero:  "El  general  Bustamante  aunque  había  sido  noni- 
"brado  vicepresidente  por  los  yorquinos  no  pertenecía  al 
"  partido  y  se  había  separado  de  ellos;  con  cuyo  motivo,  y  te- 

1  Decreto  de  16  de  diciembre  de  1829,  Colección  de  Gfalván. 


60 

"  niendo  por  secretario  al  coronel  D.  José  Antonio  Fació  que 
"era  de  los  escoceses,  se  decidió  á  ponerse  al  frente  de  una 
"reacción,  proclamandoelrestablecimientodelaconstitucióa 
"y  de  las  leyes  violadas  con  la  concesión  de  las  facultades 
"  extraordinarias;  pero  estas  palabras  significaban  la  destitu- 
"ción  de  Guerrero  y  un  cambio  en  el  partido  que  prevalecía 
"  en  el  gobierno.  Este  fué  el  objeto  del  plan  de  Jalapa,  y  en- 
cendiéndolo así  Guerrero  se  propuso  resistirlo  para  lo  que 
"  convocó  al  congreso  á  sesiones  extraordinarias  1  citándolas, 
"señalando  el  11  de  diciembre  para  la  reunión,  y  habiéndo- 
"se  dirigido  Bustamante  á  Puebla,  salió  a  su  encuentro  con 
"  toda  la  tropa  que  pudo  sacar  de  México,  dejando  el  gobier- 
"no  en  manos  del  presidente  interino  D.  José  María  Boca- 
"  negra  nombrado  á  este  fin  por  el  congreso.'' 

En  cuanto  á  lo  segundo,  esto  es,  como  ministro,  en  su 
Memoria  del  año  de  1830,  se  explica  no  solo  no  haciendo  car- 
gos á  la  administración  que  le  había  precedido,  sino  que 
"confiesa  haber  sido  ella  conducida  por  la  voz  pública  en  graves 
asuntos  y  en  lo  general  siempre  guiada  de  la  buena  féy  del  deseo 
del  acierto.11 

El  que  esto  escribe  no  puede  menos  de  llamar  la  atención 
á  dicho  documento  de  Estado,  porque  ciertamente  el  mejor 
y  más  imparcial  testimonio  que  puede  presentar  un  ex-mi- 
nistro,  es  el  juicio  de  su  sucesor,  principalmente  cuando  me- 
dian movimientos  políticos  que  colocan  en  posición  desfavo- 
rable al  que  no  ejerce  el  poder.  El  Sr.  Alamán,  cuyas  cuali- 
dades y  circunstancias  son  bien  conocidas,  presenta  con  la 
rectitud  que  no  han  tenido  otros,  los  sucesos  de  la  época  en 
su  repetida  Memoria  do  1830,  y  con  la  crítica  imparcial  que, 
honrando  á  otros,  le  honra  á  él  mismo;  sirviéndonos  de  apoyo 
y  texto  para  terminar  la  narración  de  los  hechos  que  tuvie- 
ron lugar,  durante  el  tiempo  que  desempeñó  el  poder  eje- 

1  Decreto  do  10  de  diciembre  de  1829.  Colección  de  Galrán. 


61 

cutivo  el  general  D.  Vicente  Guerrero,  segundo  presidente 
constitucional  de  la  república  mexicana. — Terminamos  dan- 
do la  brevísima  noticia,  en  lo  general  ofrecida. 

El  día  12  de  Enero  de  1820  fué  declarado  el  general  D. 
Vicente  Guerrero  por  el  congreso  de  la  unión,  presidente  de 
la  república  mexicana.  Tomó  posesión  solemne  y  formal- 
mente el  día  1?  de  abril  del  mismo  año.  En  11  del  mes  de 
junio  el  general  D.  Anastasio  Bustamante  que  fué  electo  en 
la  misma  forma,  vicepresidente,  prestó  el  juramento  esta- 
blecido por  ley  y  quedó  también  en  posesión  de  su  cargo  di- 
cho de  vicepresidente.  Se  autorizó  al  presidente  por  decre- 
to de  16  de  diciembre  para  mandar  en  persona  el  ejército, 
saliendo  por  consecuencia  á  campaña  el  día  18  del  propio 
mes.  En  este  período  tuvo  lugar  la  expedición  española  que 
por  el  puerto  de  Tampico  invadió  á  la  república  mexicana  á 
las  órdenes  del  Brigadier  D.  Isidro  Barradas,  que  sucum- 
biendo el  día  11  de  septiembre  de  1829  en  el  citado  puerto 
de  Tampico,  consignó  uno  de  los  más  brillantes  aconteci- 
mientos de  nuestras  armas,  de  nuestra  patria  y  de  nuestra 
historia  que  ha  grabado  los  nombres  de  Santa-Anna,  Terán, 
Mejía,  Ortega,  Esparza,  Tamariz,  Jáuregui,  tennis,  Iberri, 
Mellado,  Woll,  Audonelli,  Quijano,  Landero,  Stáboli,  Be- 
rea  y  Beneski. 


11 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1829  abril  1?      D.  José  M?  de  Bocanegra.   2  novbre.  1829 
„  Dovbre.  3      D.  Agustín  Viesca 8  dicbre.     „ 


JUSTICIA, 

abril  1?      D.  Joaquín  de  Iturbide  O. 

M.  E 7    abril 

abril  8  Dr.  D.  José  Manuel  He- 
rrera   18  dicbre. 


ii 


ii 


ii 


GUERRA  Y  MARINA. 
„      abril  1?      D.  Francisco  Moctezuma.  18  dicbre. 

HACIENDA. 

„      abril  1?      D.  Bernardo  González  Án- 
gulo  13    abril  „ 

„      abril  14      D.  Francisco  Moctezuma.  17     abril  „ 

„      abril  18      D.  Lorenzo  Zavala 2  novbre.  „ 

„   novbre.  3     D.  José  M*  de  Bocanegra..  17  dicbre.  „ 


APÉNDICE  AL  TITULO  V. 


Documento  Núm.  1. 


Diario  Oficial,  México,  5  de  Julio  de  1829. 

Ayer  se  ha  celebrado  en  el  palacio  arzobispal  de  Tacubaya,  el 
aniversario  cincuenta  y  dos  de  la  independencia  de  los  Estados  Uni- 
dos de  América:  el  Exmo.  Sr.  D.  J.  R.  Poinsett,  dio  en  aquel  local 
un  magnífico  banquete  á  que  asistieron  infinitos  de  sus  conciudada- 
nos y  un  número  considerable  de  mexicanos  distinguidos  por  su  ca- 
rácter público  y  por  su  patriotismo.  Los  Exmos.  Sres.  vicepresiden- 
te de  los  Estadas  Unidos  Mexicanos  y  secretarios  de  los  despachos 
de  relaciones,  hacienda  y  justicia,  concurrieron  á  este  acto  con  toda 
la  afabilidad  de  su  carácter  republicano,  y  de  cuantas  ideas  los  ador- 
nan en  bien  del  continente  americauo.  Los  cónsules  y  vicecónsules 
de  Francia,  Suiza,  de  las  Ciudades  Anseáticas,  y-otros  varios  extran- 
jeros de  distinción  amenizaron  esta  lucida  concurrencia,  identificán- 
dose en  principios  con  los  deseos  de  todo  americano.  Una  banda 
militar  vestida  de  gala,  y  tocando  alternativamente  las  marchas  pa- 
trióticas del  Norte  América,  México  y  Francia j  la  alegría  y  entusias- 
mo de  todos  los  concurrentes;  el  decoro  y  lo  bien  servido  del  banque- 
te por  su  gusto  fino  y  abundancia,  hicieron  este  acto  uno  de  aquellos 

Tomo  II.— 9 


66 

más  agradables  en  los  países  libres,  y  que  en  toda  ocasión  parecida 
deben  repetirse  en  obsequio  de  la  amistad  y  de  las  instituciones. 
Copiamos  á  continuación  los  brindis  más  interesantes  y  que  fueron 
saludados  con  vivas  aclamaciones,  únicos  que  han  llegado  á  nuestras 
manos,  por  sernos  imposible  haber  los  infinitos,  que  muy  bien  espre- 
sados en  su  sentido  patriótico,  se  pronunciaron  en  el  convite  que 
concluyó  á  las  seis  de  la  tarde  en  medio  de  mil  vivas  á  Washington, 
Jackson,  Guerrero,  Santa-Auna,  Zavala,  á  las  instituciones  federa- 
les, á  la  actual  administración  de  nuestra  república,  y  á  su  perpetua 
amistad  con  la  de  nuestros  hermanos  del  Norte  América. 

El  Exmo.  Sr.  vicepresidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos. — A  la 
memoria  del  primer  héroe  de  la  América,  el  inmortal  Washington: 
su  conducta  sirva  de  modelo  á  cuantos  dirigen  los  destinos  de  los 
pueblos  del  Nuevo  Mundo. 

El  Exmo.  Sr.  ministro  de  los  Estados  Unidos  de  América. — El  día 
que  celebramos  el  acta  magnánima  de  nuestros  antecesores,  firmada 
el  4  de  julio  de  1776,  ha  sido  el  día  más  glorioso  en  sus  resultados 
de  cuantos  conoce  la  historia:  dio  independencia  y  libertad  á  este 
hemisferio  y  ser  á  las  grandes  repúblicas  del  Norte  y  Sur  de  Amé- 
rica. En  todas  partes  donde  se  ama  la  libertad  y  en  donde  habitan 
hombres  libres,  debe  celebrarse  este  día  con  gratitud  y  entusiasmo. 

El  mismo  señor. — El  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos 
y  el  de  los  Estados  Unidos  de  América,  ambos  han  sido  campeones 
de  la  independencia  de  su  país;  ambos  han  sostenido  las  libertades  de 
América,  y  ambos  darán  pruebas  á  sus  conciudadanos,  de  que  bajo 
el  gobierno  libre  é  instituciones  federales,  se  puede  fiar  con  seguri- 
dad la  administración  de  las  leyes  á  jefes  militares. 

El  Exmo.  Sr.  ministro  de  relaciones. — La  unión  de  los  dos  jefes  de 
las  dos  repúblicas  limítrofes,  amigas  y  hermanas,  Washington  y  Mé- 
xico: la  estabilidad  del  sistema  federal  en  ambas:  la  felicidad  de 
ambos  países. 

El  señor  ministro  de  los  Estados  Unidos  de  América. — El  rey  de 


67 

Francia  y  el  grande  y  heroico  pueblo  que  gobierna,  fueron  los  pri- 
meros amigos  de  la  libertad  en  América,  y  cada  americano  se  acuer- 
da con  profunda  gratitud,  del  auxilio  generoso  que  nos  prestaron  en 
los  momentos  de  nuestro  peligro. 

El  Exmo.  Sr.  ministro  de  hacienda. — Señores:  No  brindo  como 
ministro,  sino  por  simpatías  como  Lorenzo  de  Zavala:  por  los  Esta^ 
dos  Unidos  de  América  y  por  la  Francia  que  por  principios  y  senti- 
mientos deben  unirse  á  nosotros. 

El  Sr.  Masón,  secretario  de  la  legación  de  los  Estados  Unidos  de  Amé- 
rica.— Por  Guerrero,  por  Santa-Anna,  por  Zavala,  constantes  ami- 
gos-de  la  libertad  de  los  pueblos,  implacables  enemigos  de  la  tiranía. 
Una  unión  entre  ellos,  tan  íntima  en  sentimientos  y  en  acción,  que 
las  calumnias  ó  intrigas  de  la  facción,  jamás  puedan  destruir  ó  ener- 
var, será  la  garantía  de  la  paz  y  felicidad  de  su  patria. 

El  mismo  señor,  mirando  á  las  banderas  americana  y  mexicana,  que 
estaban  adornadas  con  ramas  de  olivos. — A  las  banderas  listadas  de  la 
libertad.  ¡Oh!  que  eternamente  tremolen  en  la  tierra  de  los  libres  y 
en  el  hogar  de  los  valientes. 

El  teniente  coronel  J.  A.  Mejía. —  Por  el  ilustre  general  Santa- 
Anna,  amigo  del  general  Guerrero  y  terror  de  los  tiranos. 

Monsieur  de  CocJielet,  cónsul  general  de  S.  M.  cristianísima. — A  la 
prosperidad  siempre  en  aumento  de  los  Estados  Unidos  del  Norte 
América,  cuyas  instituciones  han  probado  que,  un  gobierno  fundado 
sobre  la  estricta  ejecución  de  leyes  sabias  y  sobre  la  moral  pública» 
ha  sabido  crear  prodigios  en  la  industria,  el  comercio  y  laagricultu_ 
ra.  Al  ilustre  general  Jackson  presidente  de  la  república,  cuya  sabi 
duría  defenderá  las  instituciones  de  su  país,  como  su  valor  la  defen- 
dió con  su  espada. 

Mr.  Parrott. — Los  gobiernos  de  los  Estados  Unidos  del  Norte  y 
México,  unidos  en  principios  é  intereses:  que  su  marcha  franca 


68 

y  amistad  recíproca,  sea  tan  duradera  como  el  tiempo,  por  más  que 
inventen  los  enemigos  del  pacto  federal. 

£V.  Bagley. — El  día  2L  de  noviembre  de  1828:  el  día  en  que  la 
España  perdió  el  último  pedazo  de  tierra  en  la  república  mexicana. 

Dr.  Boardman,  cirujano  de  la  escuadra. — Los  héroes  de  la  revolu- 
ción que  intrépidamente  se  batieron  y  copiosamente  derramaron  su 
sangre,  que  sea  su  destino  el  cielo. 

Mr.  de  David,  vicecónsul  de  S.  M.  cristianísima. — A  la  gloria  que 
han  adquirido  el  general  Lafayette  y  sus  compañeros  de  armas,  com- 
batiendo por  la  independencia  de  la  Améiúca  del  Norte:  que  el  re- 
cuerdo de  esta  gloria  adquirida  mutuamente,  pueda  perpetuar  la 
amistad  entre  las  dos  naciones. 

El  teniente  coronel  Mariano  Arista. — Porque  acabe  de  llegar  la  ex- 
pedición de  los  esclavos  del  tirano  de  Madrid,  y  se  desengañen  que 
es  imposible  arrebatarnos  nuestra  independencia  y  libertad. 

El  Sr.  Lie.  D.  Manuel  Zozaya. — Porque  si  llegan  á  querer  inva- 
dirnos los  enemigos  naturales,  apellidemos  al  general  Guerrero  el 
Jackson  mexicano  que  arrojó  de  su  patria  á  los  invasores  de  ella. 

El  Sr.  comodoro  D,  David  Borier. — Por  la  libertad  civil  y  por  los 
derechos  del  hombre,  bien  entendidos  y  bien  defendidos. 

El  señor  comisario  general  de  México  brindó  por  la  libertad  y  por 
el  señor  general  Guerrero;  pero  no  recordamos  las  expresiones. 

El  Sr.  D.  José  I.  Esteva. — Que  el  congreso  en  sus  sesiones  ex- 
traordinarias, que  ya  parecen  indispensables,  acabe  de  afianzar  las 
relaciones  entre  los  Estados  Unidos  de  América  y  los  Mexicanos,  y 
que  la  alianza  de  estas  dos  naciones  sea  estrecha  y  perpetua. 

El  Sr.  diputado  Zcrecero. — Por  el  orden:  que  éste  se  conserve  in- 
alterable en  la  nación  mexicaua  á  pesar  de  los  esfuerzos  de  los  mol- 


G9 

vados:  que  por  él  se  consoliden  y  progresen  nuestras  instituciones 
y  que  lleguemos  á  celebrar  el  año  52  de  nuestra  independencia  y  48 
de  nuestra  federación,  con  el  mismo  placer  con  que  celebramos  hoy 
el  aüo  52  de  la  de  los  Estados  Unidos  de  América. 

El  mismo  señor, — Por  el  general  ciudadano  José  Lámar,  valiente 
defensor  de  la  libertad  de  la  república  peruana  contra  sus  opresores. 

El  señor  cónsul  de  Suiza. — Porque  la  independencia  y  la  libertad 
mexicana  duren  tanto  como  la  república  Suiza. 

El  señor  gobernador  del  distrito  federal. — Por  Hidalgo  el  16  de  sep- 
tiembre de  1810:  su  heroico  pronunciamiento  llenó  de  espanto  á  los 
tiranos  y  de  gloria  á  los  mexicanos. 

El  mismo  señor. — Porque  el  comodoro  Porter,  cuando  sea  preci- 
so, lleve  eí  pabellón  mexicano  á  las  costas  enemigas,  como  el  de 
Norte  América  á  Puerto  Rico. 

El  Sr.  diputado  Gondra. — El  4  de  julio  en  Washington:  el  16  de 
septiembre  en  México. 

El  ciudadano  J El  glorioso  grito  de  San  Salvador  en  Gua- 
temala, que  mantuvo  las  instituciones  federales,  y  cuya  victoria  las 
consolidó,  fué  precursor  del  grito  de  la  Acordada  en  México  que 
arrancó  al  tirano  de  la  nación  mexicana,  confundió  y  avergonzó  á 
los  facciosos. 

El  mismo, — Los  carbonarios  de  Italia,  los  templarios  de  Rusia, 
los  jacksonistas  del  Norte  América,  y  los  yorkinos  de  México,  enemi- 
gos de  los  tiranos. 

El  mismo. — Los  últimos  caudillos  de  la  Europa  oriental,  Alejan- 
dro y  Demetrio  Ipsilanti,  sostenedores  de  los  derechos  del  pueblo 
contra  la  opresión. 

El  señor  ministro  de  hacienda. — El  espíritu  de  libertad  que  anima 


70 

al  presidente  Vicente  Guerrero,  y  que  influye  tanto  en  cuantos  le 
rodean,  se  esparza  por  todo  el  ámbito  de  la  república  mexicana. 

El  mismo  señor. — La  virtud,  el  valor,  la  constancia;  cualidades 
que  adornan  al  vicepresidente  de  la  república,  general  Bustamante. 

El  señor  gobernador  del  distrito. — Al  gran  capitán:  al  profundo  po- 
lítico: al  sabio  legislador  Napoleón  Bonaparte:  sus  cenizas  están  en- 
terradas en  un  peñasco  de  la  Isla  de  Santa  Elena;  pero  su  fama  está 
en  la  inmortalidad. 

El  señor  ministro  de  los  Estados  Unidos  de  América. — Por  el  general 
Lafayette:  el  primero  de  los  valientes  franceses  que  se  reunió  al  re- 
dedor del  estandarte  de  la  libertad  en  el  Nuevo  Mundo:  sus  esfuer- 
zos á  favor  de  los  derechos  de  los  pueblos,  en  ambos  hemisferios,  lo 
hacen  digno  de  ser  un  ciudadano  americano  y  su  nombre  será  siem- 
pre asociado  por  sus  compatriotas,  con  el  de  Washington. 

El  mismo  señor. — Por  el  único  que  sobrevive  de  los  que  firmaron 
el  acta  de  la  independencia  el  4  de  julio  de  1776,  Carlos  Carroll  de 
Carrolton;  y  por  los  oficiales  y  soldados  que  sobreviven  de  los  ejér- 
citos de  la  revolución  de  los  Estados  Unidos  de  América.  Que  vi- 
van muchos  años,  para  ser  testigos  de  la  prosperidad  y  gloria  de  su 
patria,  á  que  tanto  han  contribuido  por  su  heroico  valor  y  sacrificios. 

Mr.  Keatings,  ciudadano  americano. — La  constitución  federal  de 
México,  el  paladión  de  la  felicidad  nacional. 

El  mismo  señor. — La  voz  de  los  pueblos:  único  origen  de  los  go- 
biernos legítimos. 

Mr.  Scbring,  ciudadano  americano. — Los  esfuerzos  del  género  hu- 
mano extendidos  por  el  mundo  entero,  causa  de  la  libertad,  que  sean 
iguales  á  los  de  los  héroes  que  celebramos  en  este  día. 

M.  A.  Comte,  ciudadano  americano. — Por  el  valiente  ejército  me- 
xicano, cuyas  espadas  han  sido  el  azote  del  ibero. 


71 

El  mismo  señor. — Al  desembarco  de  los  españoles:  porque  con  él 
y  las  fuerzas  irresistibles  de  los  mexicanos  se  consolidará  para  siem- 
pre la  independencia. 

El  capitán  West,  americano. — A  los  hijos  de  la  libertad;  que  siem- 
pre recuerden  agradecidos  el  día  feliz  del  nacimiento  de  ella. 


Documento  Núm.  2. 


Circulares  á  los  gobiernos  de  los  Estados,  Distrito  y  Territorios 
sobre  expedición  espnüoln. 

Primera  secretaría  de  Estado.  —  Departamento  del  interior. — 
Sección  Ia — Exmo.  !ár. — Por  comunicaciones  que  se  acaban  de  re- 
cibir de  Veracruz,  referentes  á  la  declaración  tomada  al  capitán  del 
bergantín  goleta  americano  "Bevan,"  procedente  de  Cayo-Hueso,  y 
por  otras  contestes  que  se  habían  recibido  anteriormente  por  diver- 
sos conductos,  ha  sabido  el  supremo  gobierno  que  para  el  25  del  co- 
rriente se  prepara  en  la  Habana  la  salida  de  una  expedición  españo- 
la, según  pai'ece  á  las  costas  de  Yucatán,  compuesta  de  dos  navios, 
cuatro  fragatas,  cuatro  bergantines  y  cuarenta  embarcaciones  mer- 
cantes, conduciondo  considerable  art  illería,  provisiones,  y  cuatro  mil 
hombres  de  tropa. — Aunque  el  Exmo.  Sr.  presidente  está  bien  pe- 
netrado de  que  todos  los  gobiernos  y  autoridades  supremas  de  los 
Estados  emplearán  sus  recursos  para  conservar  y  defender  la  inde- 
pendencia nacional  y  forma  actual  de  gobierno,  me  ha  prevenido 
sin  embargo,  que  por  extraordinario  se  comunique  á  V.  E.  esta  no- 
ticia, así  para  su  conocimiento,  como  para  excitarlo  con  este  motivo 
á  que  desde  luego  se  proceda  por  paite  del  Estado  al  pago  de  las 
sumas  que  por  contingente  y  tabacos  adeuda  al  supremo  gobierno 
general,  según  consta  de  las  adjuntas  notas. — La  suma  escasez  en 


72 

que  se  baila  el  erario,  y  la  que  muy  particularmente  padece  la  co- 
misaría de  Veracruz,  de  donde  anteriormente  venían  cuantiosos  ve- 
cursos  á  la  federación,  hace  absolutamente  indispensable  que  los 
Estados  apuren  sus  arbitrios  para  el  pago  de  las  deudas  indicadas; 
en  el  concepto  de  que  el  supremo  gobierno  cuenta  con  esta  suma 
para  sus  gastos  más  ejecutivos,  y  los  que  tendrán  que  erogarse  en 
libertar  á  la  república  del  riesgo  que  le  amenaza.  Se  liaría  agravio 
al  celo  y  patriotismo  de  V.  E.  con  recomendarle  más  un  negocio  que 
por  su  naturaleza  es  de  tan  grave  importancia,  y  que  por  la  relación 
que  tiene  con  la  independencia  nacional  y  forma  actual  de  gobierno, 
debe  llamar  tan  preferentemente  la  atención  de  todos  los  mexicanos. 
— El  supremo  gobierno  no  duda,  en  consecuencia,  que  V.  E.  excitará 
á  los  habitantes  de  ese  Estado,  para  que  según  lo  exigieren  las  cir- 
cunstancias presten  todos  los  auxilios  que  les  sean  posibles  para 
impedir  la  invasión  española,  y  que  en  armonía  con  ese  gobierno  y 
aun  con  sacrificio  de  sus  intereses  y  personas  en  caso  necesario,  se 
preparen  á  defender  la  independencia  nacional  é  instituciones  actua- 
les.— Al  hacer  á  V.  E.  esta  comunicación,  tengo  el  honor  de  reite- 
rarle las  seguridades  de  mi  particular  aprecio. — Dios  y  libertad.  Mé- 
xico, 22  de  junio  de  1829. — Bocanegra. — Circular  á  los  gobiernos  de 
los  Estados. 


Exmo.  Sr. — Por  informes  contestes  que  ha  recibido  el  supremo 
gobierno  del  Estado  de  Veracruz  con  referencia  al  capitán  de  un  bu- 
que llegado  de  la  Habana;  por  avisos  de  autoridades  subalternas 
instruidas  por  cartas  particulares  dirigidas  á  vecinos  de  esta  capital; 
por  partes  de  comandantes  militares  de  algunos  puertos,  y  por  co- 
municaciones de  nuestros  agentes,  recibido  todo  con  posterioridad 
á  la  circular  de  esta  secretaría  del  mes  próximo  pasado,  se  ha  con- 
firmado la  noticia  comunicada  en  ella,  diciéndose  que  en  efecto  en 
aquella  isla  se  hacían  lo-  aprestos  necesarios  para  llevar  al  cabo  el 
proyecto  de  mandar  una  expedición  á  nuestras  costas,  y  que  debería 
emprender  su  viaje  á  fines  del  último  junio. — El  Exmo.  señor  pre- 
sidente en  desempeño  de  sus  deberes  con  la  patria,  y  en  prueba  de 
la  franqueza  y  buenos  deseos  que  lo  animan  en  tan  interesante  asun- 


73 

to,  me  manda  poner  en  conocimiento  de  V.  E.  esta  noticia,  ofrecién- 
dole que  lo  mismo  se  hará  con  cuantas  de  la  misma  clase  se  reciban 
en  lo  sucesivo,  para  que  dándole'V.  E.  la  publicidad  conveniente, 
sepan  los  mexicanos  los  conatos  de  los  enemigos  de  la  independen- 
cia, y  se  presten  gustosos  á  la  defensa  de  tan  inestimable  bien.  S.  E. 
no  duda  que  ese  gobierno  hará  efectiva  la  cooperación  ofrecida  tan- 
tas veces,  y  que  no  perderá  ni  un  instante  en  comunicar  lo  que  su- 
piere de  importancia  en  este  punto. — Dios  y  libertad.  México  julio 
7  de  1829. — Bocanegra. 


Gobierno  del  Distrito  Federal. — Sección  primera. 

El  Exmo.  Sr.  secretaiño  del  despacho  de  relaciones  en  circular  de 
18  del  corriente  me  dice  lo  que  copio. 

"Circular. — El  gobernador  del  Estado  de  Veracruz  en  comuni- 
cación de  fecha  16  del  corriente,  que  se  ha  recibido  á  las  diez  de  esta 
noche,  me  dice  lo  que  copio. 

"Exmo.  Sr. — En  esta  fecha  digo  á  los  señores  secretarios  de  las 
cámaras  del  honorable  congreso  lo  siguiente. — Desde  las  nueve  de 
esta  mañana  fueron  tocadas  tres  velas,  que  favorecidas  por  la  brisa 
reinante  se  dejaron  observar  á  la  vista  natural  antes  de  las  diez,  co- 
nociéndoles el  pabellón  francés  y  descubriendo  ser  una  fragata,  una 
corbeta  y  un  bergantín  de  guerra, — Las  dos  primeras  se  mantuvie- 
ron voltejeando  en  consonancia  con  el  último,  que  acercándose  á  la 
Canal  del  norte  disparó  dos  cañonazos  en  señal  de  pedir  práctico. — 
Como  ningún  motivo  había  hecho  consentir  en  la  venida  de  esta  es- 
cuadrilla, la  plaza  y  el  castillo  se  mantuvieron  en  observación  á  re- 
serva de  que  fuese  un  disfraz  del  enemigo,  hasta  que  á  las  tres  de 
esta  tarde,  mirando  desprenderse  un  bote  del  bergantín,  salió  otro 
del  puerto  con  las  correspondientes  precauciones  y  dos  oficiales  á 
encontrarlo,  y  resultando  venir  en  él  también  un  oficial  francés  se  lo 
hizo  venir  á  mi  presencia. — Interrogado,  expuso  ser  los  buques  ex- 
presados la  estación  que  se  hallaba  en  la  Habana,  de  donde  salieron 
hace  seis  días,  y  que  también  navegaba  ya  la  expedición  española 
con  dirección  á  nuestras  costas. — Nada  más  pudo  conseguirse  que 
declarase.  Mas  según  una  carta  que  con  anterioridad  llegó  aquí  de 

Tomo  II.— 10 


74 

la  Habana,  esta  flotilla  debía  seguir  las  aguas  de  la  expedición  á  pro- 
teger los  intereses  de  los  subditos  de  su  nación. — En  virtud  de  esta 
ocurrencia  parece  que  no  admite  duda  que  el  enemigo  se  halla  en  el 
seno  mexicano,  y  muy  breve  hará  sus  incursiones  á  los  puntos  que 
venga  destinado.  Así  lo  manifiesto  en  esta  fecha  al  supremo  gobierno 
general,  haciendo  lo  mismo  al  honorable  congreso  por  conducto  de 
V.  S.  para  que  si  lo  tuviese  á  bien  esa  respetable  asamblea  facilite 
al  gobierno  los  recursos  de  que  carece  en  tan  críticas  circunstancias, 
según  le  tengo  manifestado  con  anterioridad,  y  dictar  además  cuan- 
tas medidas  crea  necesaiñas.  Queda  entretanto  mandada  poner  so- 
bre las  armas  toda  la  milicia  nacional  de  caballería  de  este  cantón, 
y  situada  en  Santa  Fe  para  operar  sobre  la  costa  á  la  primera  or- 
den, y  la  infantería  de  la  misma  demarcación  en  esta  ciudad. — Ten- 
go el  honor  de  renovar  á  V.  S.  con  este  motivo  mi  alta  considera- 
ción y  aprecio." — Tengo  el  honor  de  trasladarlo  á  V.  E.  para  que  se 
sirva  elevarlo  al  conocimiento  del  Exmo.  Sr.  presidente." 

"  Y  lo  trascribo  á  V.  S.  de  orden  del  Exmo.  Sr.  presidente  para  su 
conocimiento  y  en  consecuencia  de  lo  ofrecido  en  circulares  anterio- 
res; añadiéndole  que  también  se  acaban  de  recibir  partes  que  mani- 
fiestan haberse  avistado  desde  la  villa  de  Lerma  en  el  Estado  de 
Yucatán  trece  velas,  y  una  fragata  desde  Campeche,  que  manifies- 
tan ser  de  guerra. 

"  Con  este  motivo  espera  S.  E.  que  ese  gobierno  no  perdonará 
medio  alguno  para  lograr  que  tanto  los  enemigos  de  la  independen- 
cia y  glorias  de  la  nación,  como  los  que  tal  vez  quisiesen  intentar  el 
más  ligero  trastorno  del  sistema  adoptado  y  jurado  por  todos  los  me- 
xicanos, hallen  en  cada  uno  de  los  Estados  una  fuerza  irresistible  y 
decidida  á  contener  su  ser  político  y  la  unión  federal  de  todos. — 
Dios  y  libertad.  México,  18  de  julio  de  1829. — Bocanegra. — Sr.  go- 
bernador del  Distrito  Federal." 


Exmo.  Sr. — En  circulares  de  22  de  junio  último  y  de  7  del  pre- 
sente mes  tuve  el  honor  de  comunicar  á  V.  E.  los  informes  que  el 
supremo  gobierno  había  recibido  hasta  entouces,  relativos  á  la  ex- 
pedición que  se  prepara  para  invadir  el  territorio  de  la  república: 


75 

posteriormente  han  llegado  noticias  de  Europa  que  confirman  la  de- 
cisión del  gabinete  de  Madrid  sobre  acelerar  sus  esfuerzos  para  el 
logro  del  indicado  fin. 

Lo  mismo  han  declarado  dos  buques  que  arribaron  á  Veracruz 
en  principios  del  corriente;  y  algunos  comandantes  de  las  costas  de 
sotavento  y  barlovento,  han  agregado  haberse  avistado  velas,  cuyas 
maniobras  y  otras  circunstancias  les  han  hecho  sospechar  que  per- 
tenecen al  enemigo. 

Esta  continuación  de  avisos  sobre  la  expresada  invasión,  llama 
desde  luego  la  atención  de  todo  mexicano,  y  con  especialidad  la  de 
las  autoridades  encargadas  de  sostener  la  independencia  é  integri- 
dad del  territorio  nacional.  En  consecuencia,  y  cumpliendo  con  lo 
que  se  ofreció  á  V.  E.  en  la  iiltima  de  las.comunicaciones,  me  man- 
da S.  E.  el  presidente,  como  lo  ejecuto,  poner  en  su  conocimiento  lo 
que  queda  referido,  esperando  tome  ese  gobierno  en  la  parte  que  le 
toca,  las  medidas  correspondientes  á  la  conservación  de  la  indepen- 
dencia, del  sistema  que  nos  rige,  y  del  orden  público. 

Siendo  de  toda  importancia  tener  una  noticia  circunstanciada  de 
los  términos  en  que  se  halla  actualmente  la  milicia  cívica  de  la  re- 
pública, dispone  S.  E.  el  presidente  se  sirva  V.  E,  remitir  la  respec- 
tiva á  la  de  ese  Estado,  especificando  el  armamento,  vestuario,  fuer- 
za, número  de  jefes,  oficiales,  soldados,  etc.,  que  tenga  dicha  milicia, 
como  lo  ha  hecho  ya  el  de  Yucatán,  cuya  milicia  se  halla  en  el  res- 
petable pie  de  16  batallones  de  infantería  con  18,468  hombres  de 
fuerza. 

Dios  y  libertad.  México,  15  de  julio  de  1829. — Bocanegra. — Cir- 
cular á  los  gobiernos  de  los  Estados,  Distrito  y  Territorios. 


Documento  Nám.  3. 


Secretaría    fie   reine-iones. 

Copia  del  extracto  formado  por  las  constancias  que  existen  en  ella,  referen- 
tes á  noticias  sobre  invasión  española,  ¡/providencias  dictadas  por  él 
supremo  gobierno  para  rechazarla,  desde  22  de  junio  hasta  2  de  sep- 
tiembre de  1S20. 

Junio  22  de  1829. — Con  esta  fecha  remite  el  ministerio  de  la  gue- 
rra copia  de  la  declaración  que  produjo  el  capitán  del  bergantín  ame- 
ricano "Bevan,"  que  arribó  á  Veracruz  la  noche  del  18.  En  ella  ex- 
puso que  el  25  del  mismo  debían  salir  de  la  Habana  para  las  costas 
do  Yucatán,  dos  navios,  cuatro  fragatas  y  cuatro  bergantines  de 
guerra  españoles,  y  sobve  cuarenta  embarcaciones  mercantes  de  va- 
rias naciones,  conduciendo  porción  de  artillería,  provisiones  y  cuatro 
mil  hombres  de  tropa;  y  que  aunque  no  sabían  el  nombre  del  jefe  que 
mandaba  la  expedición,  oyó  que  le  llamaban  el  loco;  y  que  todos  es- 
taban descontentos  con  él.  En  la  misma  fecha  remitió  el  ministerio  de 
hacienda  igual  copia  excitando  muy  eficazmente  á  este  ministerio  pa- 
ra que  exija  de  los  gobiernos  de  los  Estados  lo  que  adeudan  por  con- 
tingente y  tabacos  según  la  noticia  que  acompaño.  En  el  propio  día 
se  circularon  por  extraordinario  á  quince  Estados  y  á  los  restantes 
y  territorios  por  el  ordinario  las  noticias  recibidas  y  la  excitación  in- 
dicada; y  se  comunicó  también  á  los  demás  ministerios  para  que  por 
su  parte  dictasen  las  providencias  correspondientes  á  expeditar  to- 
dos los  medios  de  defensa.  Todas  las  contestaciones  que  se  han  re- 
cibido de  los  Estados,  se  han  trasladado  respectivamente  á  los  mi- 
nisterios de  hacienda  y  guerra  por  la  parte  que  les  ha  tocado:  En 


77 

consecuencia,  pidió  el  gobierno  verbalmente  al  consejo  acordase  la 
reunión  del  congreso  en  sesiones  extraordinai'ias. 

Julio  Io — Con  esta  fecha  inserta  el  gobernador  del  Estado  de  Ve- 
racruz  un  oficio  del  jefe  del  departamento  del  mismo  nombre,  en  que 
le  participa  que  el  22  de  junio  se  avistó  un  buque  grande  de  cruz 
en  el  puerto  de  Lechuguillas  tan  aterrado  que  hasta  la  gente  se  per- 
cibía ;  y  el  24  se  avistaron  dos  en  el  puerto  del  Morro  y  participa  ha- 
ber tomado  las  providencias  convenientes.  En  7  de  julio  se  le  con- 
testó de  enterado,  y  que  se  esperaba  la  continuación  -de  noticias  en 
la  materia  por  ser  de  suma  importancia  y  por  las  razones  que  se  ex- 
pendían en  la  circular  de  la  fecha. 

Julio  5. — Con  esta  fecha  remitió  el  gobernador  del  Estado  de  Ve- 
racruz  copia  de  la  declaración  que  produjo  el  comandante  de  la  fraga- 
ta americana  "Hércules,"  el  4  del  mismo,  que  arribó  á  aquel  puerto 
procedente  de  la  Habana,  y  de  una  carta  particular  escrita  en  aque- 
lla isla.  En  ésta  se  dice  que  el  28  de  junio  salía  la  expedición  para 
Campeche,  compuesta  de  3,400  hombres  de  infantería  y  caballería  á 
las  órdenes  de  los  generales  Barradas  Miranda  y  Arredondo,  y  que 
las  tropas  estaban  en  buena  salud  decididas  y  listas  para  marchar. 
El  comandante  de  la  "Hércules"  declaró  que  del  26  al  28  de  junio 
debía  salir  la  expedición,  según  se  decía,  con  dirección  á  Campeche 
con  cosa  de  5,000  hombres :  que  todos  los  buques  estaban  provistos 
de  víveres  y  aguada;  y  que  en  los  mercantes  que  son  cosa  de  treinta 
ó  cuarenta,  no  se  habían  puesto  provisiones  de  guerra:  que  ignora  el 
nombre  de  los  jefes  que  vienen  y  sólo  sabe  del  comodoro  Laborda, 
el  cual  se  decía  tenía  cartas  de  México  asegurándole  no  encontraría 
resistencia;  y  que  en  la  Habana  se  aguardaban  por  momentos  auxi- 
lios de  España  con  un  príncipe  de  la  sangre  real  que  esperará  allí  el 
éxito  de  la  expedición.  En  7  de  junio  se  acordó  acusar  el  recibo  con 
referencia  al  acuerdo  puesto  al  oficio  de  1?  del  actual. 

Julio  4. — En  carta  particular  de  esta  fecha  escrita  á  los  Sres.  La- 
querene  y  Bourdel  se  confirman  las  noticias  dadas  por  el  comandan- 
te de  la  "Hércules,"  en  la  que  se  concluye  presumiendo  que  la  expe- 
dición viene  á  Veracruz. 

Julio  7. — Con  esta  fecha  inserta  el  ministerio  de  la  guerra  el  parte 
que  ha  recibido  del  comandante  militar  de  Tampico  de  Tamaulipas, 
y  copia  do  una  carta  de  N.  Orleans  en  que  se  confirma  la  noticia  de 


78 

la  venida  de  la  expedición,  diciendo  que  saldría  para  el  25  de  junio 
compuesta  de  7,000  hombres  con  dirección  á  Campeche,  á  establecer 
un  cuartel  general.  En  7  de  julio  se  acordó  acusar  el  recibo- 
Julio  7. — Con  oficio  de  esta  fecha  remitió  el  ministerio  de  ha- 
cienda la  declaración  que  produjo  el  comandante  de  la  fragata  ame- 
ricana "Hércules"  y  copia  de  una  carta  escrita  de  la  Habana,  cuyas 
noticias  quedan  extractadas.  En  7  de  julio  se  acusó  el  recibo. 

Junio  17. — Con  esta  fecha  el  agente  secreto  D.  Feliciano  Monte- 
negro participa  ser  cierta  la  salida  de  la  expedición  compuesta  de  8 
á  9,000  hombres,  añadiendo  que  se  decía  venía  á  Yucatán;  y  con 
este  motivo  dice  que  es  tiempo  de  atacar  á  Cuba  y  para  ello  pide  au- 
xilios. 

Junio  18. — El  agente  secreto  Montenegro,  con  esta  fecha  inserta 
dos  párrafos  de  cartas  que  ha  recibido  de  la  Habana:  el  uno  sólo 
dice  que  la  expedición  se  realizará;  y  el  otro  que  será  de  5,000  hom- 
bres: que  se  aguardan  de  España  3  ó  4,000  más  para  reunirlos:  que 
todos  los  oficiales  llegados  con  Barradas  son  conocidos  por  los  ma- 
les que  hicieron  en  Caracas,  Barcelona  y  :  que  se 
han  contratado  cuatro  mil  barriles  de  carne  y  otros  tantos  de  harina: 
que  se  dice  desembarcará  la  expedición  en  Yucatán;  y  que  trae 
5,000  fusiles,  3,000  lanchas,  8  piezas  de  campaña  y  víveres  para  cua- 
tro meses. 

Julio  7. — En  esta  fecha  se  pasaron  al  consejo  de  gobierno  en  doce 
copias  todas  las  noticias  recibidas  y  que  justifican  la  probabilidad 
que  manifestó  el  gobierno  de  la  venida  de  la  expedición  española, 
cuando  pidió  la  reunión  del  congreso  á  sesiones  extraordinarias,  las 
que  se  hacen  más  urgentes  por  necesitar  el  gobierno  de  auxilios  indis- 
pensables, lo  cual  manifestaba  en  desempeño  de  sus  deberes;  espe- 
rando la  resolución. 

En  esta  misma  fecha  se  circuló  á  los  gobiernos  de  los  Estados, 
Distritos  y  Territorios  un  extracto  de  las  noticias  recibidas  sobre  ex- 
pedición; ofrece  comunicarles  cuantas  se  reciban  en  prueba  de  la 
franqueza  del  gobierno,  que  espera  la  confirmación  tantas  veces  ofre- 
cida y  de  cuya  realización  no  puede  dudarse;  añadiendo  á  los  litora- 
les que  no  pierdan  un  instante  en  comunicar  cuantas  noticias  adquie- 
ran sobre  este  punto. 

Julio  9. — Con  esta  fecha  inserta  el  ministerio  de  la  guerra  la  co- 


79 

inunicación  que  dirige  á  los  comandantes  generales  de  los  Estados, 
excitándolos  á  rectificar  el  espíritu  público  en  las  tropas  de  su  mando, 
y  que  estén  listas  y  en  perfecta  disciplina  para  la  primera  orden  de 
marcha.  En  11  de  julio  se  trasladó  por-circular  á  los  gobiernos  de  los 
Estados,  indicándoles  que  se  procederá  á  disponer  de  la  milicia  cí- 
vica con  arreglo  al  decreto  de  11  de  mayo  del  año  anterior. 

Julio  15. — Con  esta  fecha  remite  el  ministerio  de  la  guerra  copia 
de  una  comunicación  recibida  del  comandante  general  de  Cartage- 
na de  Colombia  (que  es  igual  á  la  remitida  por  el  Sr.  Rocafuerte)  y 
dos  partes:  uno  del  comandante  del  punto  de  Aguadulce  en  Al  va- 
rado, fecha  3  de  julio,  en  que  avisa  haberse  avistado  seis  buques, 
dos  de  los  cuales  parecen  ser  fragatas:  y  otro  del  comandante  de 
Papantla  en  que  avisa  que  el  2  del  mismo  se  han  avistado  en  la  ba- 
rra de  Tecolutla  un  bergantín  y  una  goleta  que  parecen  ser  ene- 
migos. 

Mayo  20. — Con  esta  fecha  anuncia  el  señor  encargado  de  nego- 
cios de  la  república  en  Inglaterra,  en  términos  generales,  la  proximi- 
dad de  una  expedición  española  según  las  noticias  de  Madrid. 

Mayo  20. — El  mismo  señor  encargado  de  negocios,  refiriéndose  á 
las  noticias  recibidas  de  Madrid  por  el  ministerio  de  Colombia,  co- 
munica ser  ciertos  los  preparativos  de  una  gruesa  expedición  bajo 
el  plan  de  presentarse  como  amigos  proclamando  la  independencia 
bajo  el  gobierno  del  infante  D.  Francisco  de  Paula, 

Julio  12. — Con  esta  fecha  remite  el  gobernador  del  Estado  de 
Veracruz,  general  Santa- Anna,  copias  de  las  últimas  noticias  que  ha 
recibido  relativas  á  la  expedición,  que  nada  adelantan  á  lo  extracta- 
do. Con  este  motivo  se  lamenta  de  que  á  su  llegada  á  aquella  plaza 
no  se  ha  encontrado  otra  cosa  que  miserias  y  disgustos  en  la  tropa 
por  las  escaseces  de  la  comisaría,  hasta  el  extremo  de  haberse  pro- 
ducido unos  soldados  del  9o  batallón  en  sentido  de  pasarse  al  ene- 
migo. Con  este  motivo  excita  á  que  se  tomen  providencias  eficaces 
para  remediar  aquellos  males.  En  15  de  julio  se  le  contestó  de  en- 
terado de  las  noticias  que  comunica,  asegurándole  que  el  gobierno 
se  ocupa  con  toda  la  actividad  y  celo  que  demanda  la  suma  impor- 
tancia de  este  negocio,  en  dictar  las  disposiciones  convenientes  á  fin 
de  que  no  falte  ninguna  clase  de  auxilios  para  la  defensa  de  nuestro 
territorio,  especialmente  álos  puntos  más  amenazados;  pero  circuns- 


80 

cribiéndose  como  es  debido  á  la  esfera  de  sus  atribuciones  constitu- 
cionales, sin  avanzar  ni  en  un  ápice  á  medidas  extrañas  de  ellas,  y 
que  se  espera  con  la  mayor  seguridad  de  aquel  gobierno,  de  quien 
se  tiene  la  particular  confianza  que  justamente  ha  merecido,  hará 
cuanto  esté  de  su  parte,  circunscribiéndose  también  á  sus  facultades 
en  el  mismo  interesante  asunto,  sin  perder  instautes  en  comunicar 
cuanto  vaya  ocurriendo  subsecuentemente. 

Julio  15. — Con  esta  fecha  se  acordó  comunicar  á  los  gobiernos 
de  los  Estados  las  noticias  recibidas  hasta  la  fecha  sobre  expedición 
española,  excitándolos  á  tomar  las  medidas  correspondientes  para 
asegurar  la  independencia  y  forma  de  gobierno,  y  pidiéndoles  una 
noticia  del  estado  en  que  se  halla  la  milicia  cívica,  indicándoles  el 
pié  en  que  está  la  de  Yucatán :  que  se  saquen  copias  de  los  partes 
recibidos  y  se  remitan  á  los  periódicos,  y  que  igualmente  se  remitan 
al  consejo  de  gobierno  en  prosecución  del  expediente  sobre  sesiones 
extraordinarias,  copias  de  todos  los  documentos  recibidos  inclusas ~ 
las  notas  del  encargado  de  negocios  en  Londres. 

Julio  17. — Con  esta  fecha  se  acordó  que  de  todas  las  proclamas 
que  se  hayan  recibido  y  reciban  en  lo  sucesivo  sobre  prepararse  con- 
tra la  expedición  española,  se  remitan  copias  al  Espíritu  público. 

Julio  16. — Con  esta  fecha  participa  el  gobernador  del  Estado  de 
Veracruz  haber  llegado  á  aquel  puerto  tres  buques  franceses  que 
según  las  noticias  anteriores  vienen  con  objeto  de  proteger  el  comer- 
cio de  su  nación,  y  que  un  oficial  que  vino  á  tierra  sólo  quiso  decla- 
rar que  la  escuadra  española  había  salido  ya  de  la  Habana.  En  18 
de  julio  se  trasladó  este  oficio  por  circular  á  los  gobiernos  de  los  Es- 
tados, Distritos  y  Territorios,  en  consecuencia  de  lo  que  seles  tiene 
ofrecido,  añadiéndoles  que  se  espera  no  perdonen  medios  para  lograr 
que  tanto  los  enemigos  de  la  independencia  y  glorias  de  la  nación, 
como  los  que  tal  vez  quisiesen  intentar  el  más  ligero  trastorno  del 
sistema  federal  adoptado  y  jurado,  hallen  en  cada  uno  de  los  Esta- 
dos una  fuerza  irresistible,  y  decidida  á  sostener  su  ser  político  y  la 
unión  de  todos.  También  se  les  avisó  que  se  han  recibido  partes  que 
manifiestan  haberse  avistado  desde  la  villa  de  Lerma  en  Yucatán 
trece  velas,  y  desde  Campeche  una  fragata  que  parece  ser  de  guerra. 
En  el  mismo  día  se  contestó  al  gobierno  de  Veracruz  manifestándo- 
le que  se  ha  dispuesto  la  marcha  á  aquel  Estado  do  los  cuerpos  del 


81 

ejército  de  que  se  ha  podido  disponer,  y  que  su  exposición  se  circuló 
á  los  Estados.  En  el  referido  día  se  ofició  al  Exmo.  Sr.  presidente  del 
consejo  de  gobierno  para  que  se  sirviese  mandarlo  citar  para  el  si- 
guiente antes  del  medio  día,  á  tomar  en  consideración  el  asunto  de 
que  informaría  el  ministerio. 

Julio  19. — Con  esta  fecha  remitió  el  ministerio  de  guerra  copias 
de  los  partes  recibidos  de  los  comandantes  generales  de  Veracruz  y 
Yucatán  sobre  expedición,  y  en  el  mismo  día  se  acusó  recibo  y  se 
pasaron  originales  al  consejo  de  gobierno. 

Julio  16. — Con  esta  fecha  dirige  el  congreso  del  Estado  de  Ve- 
racruz una  exposición  muy  enérgica  pidiendo  el  remedio  de  las  es- 
caseces que  sufre  aquella  comisaría  para  el  socorro  de  las  tropas  y 
sostén  de  la  independencia.  En  21  de  julio  se  trasladó  de  toda  pre- 
ferencia á  los  ministerios  de  hacienda  y  guerra  encargándoles  que 
la  resolución  sea  á  la  mayor  brevedad  por  la  gravísima  importancia 
del  asunto:  el  de  guerra  contestó  en  22  haber  tomado  ya  las  provi- 
dencias oportunas:  el  de  hacienda  en  la  misma  fecha  dijo  que  en  el 
propio  día  22  de  julio  remitía  $30,000,  y  continuaría  esforzando  sus 
recursos,  y  en  la  referida  fecha  se  comunicó  á  la  legislatura  de  Vera- 
cruz  como  resultado. 

Julio  23. — Con  esta  misma  fecha  traslada  el  ministerio  de  hacien- 
da un  oficio  del  comisario  general  de  Oaxaca  relativo  á  haber  corri- 
do voces  en  Tehuantepec  de  haber  desembarcado  españoles  en  la 
barra  de  Coatzacoalcos.  En  25  del  mismo  se  trascribió  al  gobierno 
do  Oaxaca  para  que  tome  las  providencias  que  por  su  parte  corres- 
ponden, y  avise  á  vuelta  de  correo  lo  que  hubiere  hasta  el  día,  y  en 
lo  sucesivo  sin  pérdida  de  momento  lo  que  fuere  ocurriendo. 

Julio  28.  Se  puso  nota  por  extraordinario  al  gobierno  de  Centro 
América  comunicándole  las  noticias  recibidas  sobre  expedición  es- 
pañola, protestándole  la  buena  disposición  del  gobierno  de  México 
para  auxiliarlo  en  cuanto  esté  á  su  alcance  en  caso  de  que  ella  se  di- 
rija á  aquella  república,  y  excitándole  á  obrar  con  relación  con  éste. 
De  esta  comunicación  se  remitió  duplicado  por  conducto  del  gobier- 
no de  Chiapas. 

Julio  29. — Con  fecha  16  del  corriente,  trasladó  el  ministeri  de 
hacienda  oficio  del  comisario  de  San  Luis  Potosí,  con  que  remite  co- 
pia de  otro  del  subalterno  de  Béjar  en  que  participa  tener  noticias 

Tomo  II.—  11 


82 

de  que  D.  José  Lara  ha  reclutado  400  hombres  en  Nueva  Orleans 
por  comisión  del  gobierno  de  la  Habana,  y  continúa  haciéndolo;  y 
que  en  diferentes  puntos  de  los  Estados  Unidos  fronterizos  á  la  re- 
pública, se  están  almacenando  víveres,  apostando  tropas,  y  discipli- 
nando la  milicia  cívica  aun  en  los  días  de  fiesta.  En  29  de  julio  se 
trasladó  al  ministerio  de  guerra  y  gobierno  de  Coahuila  y  Texas  para 
los  efectos  correspondientes,  añadiendo  á  este  último  que  procure 
adquirir  cuantas  noticias  pueda  y  las  comunique  sin  pérdida  de  tiem- 
po: al  cónsul  en  Orleans  para  que  haga  las  averiguaciones  corres- 
pondientes, participando  el  resultado  al  encargado  de  negocios  en 
aquellos  Estados  y  á  este  ministerio;  y  al  encargado  de  negocios  ci- 
tado para  que  según  lo  que  le  comunique  el  cónsul  y  lo  que  resulte 
de  las  averiguaciones  que  por  sí  practique,  haga  sus  reclamaciones 
á  aquel  gobierno  y  avise  á  este  ministerio.  Al  señor  ministro  pleni- 
potenciario de  aquellos  Estados  se  le  pasó  nota  poniendo  en  su  co- 
nocimiento los  hechos  indicados,  para  que  si  son  ciertos,  su  gobier- 
no tome  las  providencias  correspondientes  á  la  neutralidad  que  le 
pertenece  observar,  pues  que  deben  reputarse  como  un  auxilio  á  la 
expedición  española,  y  que  en  caso  de  ser  falso,  lo  manifieste  para 
que  el  gobierno  de  México,  descansando  en  su  contestación,  fije  su 
concepto  para  las  providencias  que  le  convenga  dictar. 

Julio  31  de  1829. — Con  esta  fecha  traslada  el  E.  S,  ministro  de 
guerra  un  oficio  del  comandante  principal  de  Pueblo  Viejo  de  Tam- 
pico,  en  que  (á  las  diez  y  media  del  día  25)  participa  que  en  el  ante- 
rior y  aquel  día,  se  habían  avistado  al  frente  de  la  aguada  doce  bu- 
ques: que  no  duda  sean  españoles:  que  cuenta  para  repeler  á  los 
enemigos  con  la  decisión  de  aquellos  habitantes;  y  que  sólo  siente 
no  poder  atender  al  sustento  de  todas  las  tropas  que  pueda  reunir; 
pero  que  confía  en  que  la  nación  responderá  de  estos  cargos. 

1?  de  agosto  de  1829. — Con  esta  fecha  trascribe  el  mismo  minis- 
terio de  guerra  el  parte  que  había  recibido  del  comandante  de  la  di- 
visión de  operaciones  de  ambos  Tampicos,  relativo  á  que  el  oficial  de 
cívicos  que  se  hallaba  en  "  Cabo  Rojo"  tuvo  que  abandonarlo  á  las 
once  del  día  27  por  haberse  apoderado  de  él  un  número  considerable  de  es- 
pañoles que  arribaron  en  2ó  lanchas,  y  que  á  más  de  los  doce  buques 
que  se  hallaban  á  la  vista,  llegó  otro  que  se  incorporó  con  aquellos, 
y  luego  volvió  á  hacerse  á  la  vela,  hasta  perderse  de  vista.  El  co- 


83 

mandante  de  la  4a  sección,  al  participar  esto  al  de  ambos  Tampicos, 
le  avisa  que  en  el  momento  va  con  toda  su  fuerza  sobre  los  españo- 
les, y  éste  al  insertarlo  remite  tres  ejemplares  dé  las  proclamas  que 
tiró  el  enemigo,  y  protesta  que  aunque  la  fuerza  con  que  cuenta  es 
pequeña,  cumplirá  con  su  deber  hasta  el  último  esfuerzo.  Con  el  ofi- 
cio extractado  remitió  el  ministerio  de  guerra,  aunque  sin  expresar- 
lo, copia  de  un  oficio  fecha  25  de  julio,  del  comandante  militar  de  Tam- 
pico  dirigido  al  general  de  aquellos  Estados,  dándole  parte  de  haberse 
avistado  los  buques,  y  pidiéndole  auxilios,  y  otra  de  oficio  del  comi- 
sario subalterno  de  Tampico  de  Tamaulipas  de  la  propia  fecha,  en 
que  dice  ser  17  los  buques  avistados. 

En  el  mismo  día  Io  de  agosto  se  recibió  por  extraordinario  oficio 
del  ayuntamiento  de  Pueblo  Viejo,  fecha  27  de  julio,  á  la  una  de  la 
noche,  avisando  el  desembarco  de  los  españoles  en  Cabo  Rojo  en  24  lan- 
chas, acompañando  dos  proclamas  de  las  que  arrojaron  los  españo- 
les á  la  playa,  y  asegurando  que  todo  el  cantón  ha  corrido  á  las  ar- 
mas. En  el  propio  día  y  también  por  extraordinario  se  contestó  al 
ayuntamiento  de  enterado,  apreciando  el  patriotismo  y  decisión,  así 
del  ayuntamiento,  como  de  las  tropas  que  se  preparaban  á  batir  al 
enemigo:  que  con  tal  motivo  se  han  librado  por  el  conducto  corres- 
pondiente las  órdenes  necesarias  para  facilitar  toda  clase  de  auxi- 
lios; y  que  el  gobierno  queda  en  la  confianza  de  que  no  la  seducción, 
ni  el  engaño,  ni  las  promesas,  ni  aun  aquello  que  pueda  halagar  más 
el  corazón  del  hombre,  sea  capaz  de  hacer  que  los  mexicanos  dejen 
de  ser  independientes,  libres  y  federalistas;  pues  han  conocido  ya 
que  la  libertad  individual  y  la  de  la  patria,  no  pueden  cambiarse  por 
la  esclavitud  y  sujeción  á  los  caprichos  de  un  déspota,  que  si  bien 
se  presenta  con  el  carácter  de  la  dulzura  y  del  halago,  es  sólo  porque 
en  algún  delirio  ha  creído  que  puede  sorprender  por  este  medio  para 
asegurar  su  soñado  triunfo. 

En  el  referido  día  se  puso  tercera  circular  á  los  gobiernos  de  los 
Estados,  Distrito  y  Territorios,  extractándoles  las  noticias  recibidas 
y  concluyendo  en  los  términos  que  concluye  la  anterior  contestación 
dada  al  ayuntamiento,  añadiendo  al  gobierno  de  San  Luis  Potosí,  que 
ponga  á  disposición  del  comandante  general  del  mismo  los  cuerpos  de 
milicia  local  que  le  pida :  al  de  México  que  ponga  á  disposición  del  go- 
bierno supremo  un  batallón  de  milicia  cívica  de  los  del  rumbo  del 


84 

norte,  el  que  esté  más  orgauizado,  y  que  avise  quién  es  su  jefe  para 
entenderse  con  él:  á  los  de  Guanajuato  y  Zacatecas  que  preparen 
sus  cuerpos  respectivos  de  milicia  cívica  para  que  sirvan  á  primera 
orden  en  los  puntos  convenientes,  según  que  en  oportunidad  se  les 
comunicai'á:  al  de  Sonora,  que  pudiendo  el  gobierno  verse  en  nece- 
sidad de  destinar  la  tropa  permanente  que  existe  en  aquel  Estado 
para  la  defensa  de  la  patria,  tenga  en  disposición  la  milicia  cívica 
del  mismo  para  la  conservación  del  orden  público  del  Estado,  y  de- 
más objetos  que  aquella  ha  tenido  hasta  hoy:  al  de  Tamaulipas,  que 
tenga  pronta  su  milicia  cívica,  y  esté  muy  á  la  mira  por  estar  ame- 
nazadas próximamente  sus  costas,  y  que  habiéndose  recibido  más 
noticias  por  conducto  distinto  del  suyo,  se  espera  no  deje  de  avisar 
con  oportunidad  cuanto  ocurra  en  tan  interesante  asunto,  como  está 
prevenido  en  circulares  anteriores. 

También  se  acordó  el  mismo  día  remitir  al  consejo  de  gobierno 
copias  de  todos  los  partes  recibidos  por  guerra;  pero  habiendo  este 
cuerpo  acordado  el  día  de  hoy  la  reunión  del  congreso  general  para 
sesiones  extraordinarias,  se  mandó  suspender  la  remisión. 

Agosto  5  de  1829. — Con  esta  fecha  inserta  el  gobierno  del  Esta- 
do de  México  cinco  proposiciones  aprobadas  por  aquel  congreso,  fa- 
cultando al  gobierno  para  gastar  todo  lo  que  sea  necesario  para  el 
pronto  arreglo  de  la  milicia  cívica^  para  auxiliar  al  gobierno  gene- 
ral: para  obrar  por  sí  en  su  caso  para  sostener  la  independencia;  y 
para  gravar  en  caso  necesario  las  rentas  del  Estado.  Con  este  moti- 
vo manifiesta  que  estos  son  los  sentimientos  de  que  se  hallan  ani- 
mados todos  los  habitantes  del  mismo  Estado,  y  pregunta  si  se  le 
podrán  vender  los  fusiles  que  necesita  para  la  milicia  cívica.  En  C 
de  agosto  se  acordó  contestar  de  enterado,  y  que  el  gobierno  ha  vis- 
to con  particular  aprecio  y  satisfacción  esta  extraordinaria  demos- 
tración de  generosidad  y  patriotismo,  por  la  que  desde  luego  se  dan 
á  aquella  legislatura  las  más  expresivas  gracias,  esperando  haga  efec- 
tivas sus  promesas:  que  se  trasladase  á  guerra;  y  se  remitiese  copia 
al  Espíritu  Público. 

Con  fecha  4  del  mismo  comunicó  la  legislatura  directamente  su 
acuerdo  citado,  y  con  este  motivo  manifestó  su  sentimiento,  porque 
ni  á  ella,  ni  al  gobierno  del  Estado,  se  hubiesen  comunicado  noticias 
sobre  el  desembarco  de  la  expedición  española.  En  7  de  agosto  se 


acordó  contestar  en  los  términos  que  se  hizo  al  gobierno,  añadiendo 
en  cuanto  al  reclamo  que  hace  de  comunicaciones,  que  se  han  hecho 
al  gobierno  y  no  á  la  legislatura  por  no  ser  lo  arreglado  y  conforme 
á  la  práctica  establecida. 

En  10  de  agosto  contestó  el  ministerio  de  la  guerra,  que  el  go- 
bierno del  Estado  de  México,  podrá  disponer  de  .r)00  fusiles  para  la 
milicia  nacional;  y  en  el  mismo  día  se  trasladó  por  extraordinario 
al  citado  gobierno. 

Agosto  5  de  1829. — Con  esta  fecha  avisa  el  gobierno  del  Estado 
de  México,  que  conviniendo  con  las  patrióticas  ideas  del  prefecto  de 
Tulanciugo,  ha  mandado  que  cuanto  antes  se  fortifique  aquel  lugar. 
En  7  de  agosto  se  trasladó  al  ministerio  de  la  guerra  para  los  efectos 
correspondientes;  y  se  dijo  así  en  contestación. 

7  de  agosto  de  1829. — A  las  dos  de  la  mañana.  Con  esta  fecha 
inserta  el  gobierno  del  Estado  de  México  una  comunicación  del  pre- 
fecto de  Tula,  y  dos  copias  de  cartas  particulares  en  que  se  anuncia 
que  el  28  de  julio  anterior  desembarcaron  por  Tampico  de  Tamau- 
lipas  un  mil  españoles,  y  que  quedaban  á  la  vista  más  de  doce  em- 
barcaciones. Con  este  motivo  el  mismo  gobierno  indica  que  no  ha 
mandado  poner  á  disposición  del  gobierno  general  las  milicias  de 
Tula  por  no  complicar  el  plan  de  defensa,  que  ya  el  gobierno  debe 
tener  combinado.  En  el  mismo  día  se  trasladó  al  ministerio  de  la 
guerra,  y  se  le  dijo  así  en  contestación. 

7  de  agosto  de  1829. — Con  esta  fecha  inserta  el  gobierno  del  Es- 
tado de  México  un  oficio  del  prefecto  de  Huejutla  en  que  participa 
que  á  consecuencia  de  habérsele  pedido  auxilio  de  Tantoyuca,  y  no 
teniendo  facultades  para  hacer  marchar  la  milicia  cívica,  excitó  al 
vecindario  para  que  voluntariamente  se  alistasen  á  marchar  los  que 
gustaran,  de  que  resultó  la  formación  de  una  partida  de  más  de  cien 
hombres,  que  socorridos  por  medio  dé  una  suscrición,  marcharán  in- 
mediatamente. En  8  del  mismo  mes  se  trasladó  al  ministerio  de  la 
guerra  con  nota  de  toda  preferencia,  para  que  acordase  lo  convenien- 
te para  comunicar  la  resolución  por  un  extraordinario  que  espera. 

7  de  agosto  del  mismo  año. — Con  esta  fecha  inserta  el  mismo 
gobierno  otro  oficio  del  propio  prefecto,  relativo  á  que  según  las  no- 
ticias que  ha  recibido,  los  enemigos  progresan  sobre  las  costas  por 
la  poca  fuerza  con  que  se  cuenta  para  desalojarlos ;  y  que  aunque  se 


86 

le  piden  auxilios,  no  está  en  posibilidad  de  prestarlos,  pero  que  es- 
tando reuniéndose  en  Tulancingo  el  batallón  de  Metztitlán,  sería  muy 
del  caso  que  á  marchas  dobles  pasase  á  socorrer  aquellos  puntos. 
En  8  del  propio  se  trasladó  al  ministerio  de  guerra  en  los  mismos 
términos  que  el  anterior. 

7  de  agosto  de  1829. — En  esta  fecha  inserta  el  propio  gobierno 
otro  oficio  del  referido  prefecto,  participando  haber  recibido  noticias 
de  que  entre  los  puntos  de  Tamaulipas  y  Altamira  desembarcaron 
mil  españoles  entre  el  27  y  28  del  pasado;  y  añade  que  todos  los  pue- 
blos están  en  la  mejor  disposición  para  batir  al  enemigo.  Con  tal  ob- 
jeto dice  el  gobierno  de  México  que  ha  mandado  á  Huejutla400  fu- 
siles. En  8  del  propio  se  trasladó  á  guerra  en  los  mismos  términos 
que  el  anterior. 

7  de  agosto  del  mismo  año.  A  las  once  y  media  de  la  noche. — El 
gobierno  del  Estado  de  México,  con  esta  misma  fecha,  inserta  oficio 
del  alcalde  de  Tantoyuca  que  dice  habér-sele  presentado  el  subtenien- 
te retirado  D.  Juan  Romero  y  el  corneta  Yabra  dispersos,  diciendo 
que  nuestra  división  se  halla  sitiada  por  el  enemigo  en  la  Barra,  y  que 
éste  ha  tomado  á  Tampico  el  Alto.  Al  concluir  añade  haber  tenido 
noticia  de  que  el  enemigo  se  dirige  á  aquel  punto.  En  8  del  propio 
se  trasladó  á  guerra  en  iguales  términos  que  los  anteriores. 

A  las  cuatro  comunicaciones  anteriores  contestó  el  ministerio  de 
guerra  el  mismo  día  8  estar  ya  tomadas  todas  las  providencias  co- 
rrespondientes, y  en  9  se  trasladó  esta  contestación  al  gobierno  de 
México  como  resultado  de  las  suyas,  añadiéndole  que  el  gobierno 
descansa  en  su  acreditado  celo  y  actividad,  para  que  por  su  parte, 
y  en  la  órbita  de  sus  facultades,  proporcione  todos  los  recursos  ne- 
cesarios para  lograr  que  el  servicio  se  verifique  sin  la  menor  demora, 
y  que  las  tropas  de  la  nación  hallen  los  auxilios  que  necesitan  para 
lograr  la  destrucción  del  enemigo.  En  el  mismo  día  se  pidió  á  gue- 
rra la  específica  resolución  de  los  puntos  á  que  se  contraen  las  notas 
del  gobierno  del  Estado  de  México,  y  señaladamente  la  que  habla  so- 
bre el  batallón  de  Metztitlán  y  jefe  que  deba  mandar,  para  que  aquel 
gobierno  pueda  con  conocimiento  dirigir  sus  operaciones.  También 
se  pidió  la  resolución  de  las  armas  que  se  solicitan.  Al  mismo  tiem- 
po se  comunicó  al  propio  gobierno  esta  providencia,  ofreciéndole 
participarle  las  resultas.  En  10  de  agosto  contestó  el  ministerio  de 


87 

guerra  que  ya  ha  dispuesto  que  el  batallón  de  Metztitlán,  marche  á 
ponerse  á  las  órdenes  del  general  D.  José  Velázquez,  que  es  quien 
manda  en  jefe  la  división  mandada  situar  en  Zacualtipán,  y  á  quien 
debeu  reconocer  todas  las  milicias  que  vayau  á  aquel  rumbo,  en  con- 
cepto que  de  municiones  se  proveerán  en  la  división.  En  el  mismo 
día  se  trasladó  al  gobierno  de  México. 

6  de  Agosto  de  1829. — Con  esta  misma  fecha  remite  el  gobierno 
del  Estado  de  San  Luis  Potosí,  copia  de  un  parte  que  le  dirigió  el 
comandante  D.  Domingo  And  con  fecha  Io  del  actual,  avisándole  que 
á  las  siete  y  media  de  aquella  mañana,  había  roto  el  fuego  el  enemi- 
go en  número  de  más  de  dos  mil  hombres  en  el  Paso  de  las  Animas 
sobre  una  guerrilla  nuestra,  y  que  aunque  no  puede  dar  parte  cir- 
cunstanciado, los  dispersos  anuncian  que  la  partida  del  enemigo  ha 
sido  considerable,  y  que  nuestra  tropa  perdió  un  cañón.  Añade  que 
si  no  llegan  pronto  los  auxilios,  teme  verse  muy  comprometido;  pero  ' 
que  está  resuelto  á  sostenerse  hasta  que  se  lo  permitan  las  circuns- 
tancias. Con  este  motivo  el  gobierno  de  San  Luis  pronostica  que  los 
enemigos  atravesarán  el  Estado  de  Tamaulipas,  por  falta  de  fuerzas 
que  los  resistan  y  de  plan  de  defensa.  Añade  que  mil  caballos  de  la 
milicia  cívica  del  Estado  y  mil  seiscientos  infantes  formarán  la  di- 
visión con  que  marcha  el  señor  general  Valdivielso:  que  los  recur- 
sos del  Estado  costean  por  ahora  los  movimientos;  pero  que  como 
la  guerra  no  acabará  muy  pronto  y  la  hacienda  federal  está  tan 
exhausta,  ha  excitado  á  los  gobiernos  de  Michoacán,  Guanajuato, 
Jalisco  y  Zacatecas  para  que  con  aquel  formen  una  masa  de  rentas 
y  arbitrios  y  paguen  el  ejército  de  operaciones;  y  concluye  enco- 
miando el  patriotismo  que  reside  en  aquel  Estado  y  apuntando  las 
providencias  que  debeu  tomarse. 

En  oficio  separado  de  la  misma  fecha  indica  también  la  necesi- 
dad de  sistemar  una  división  de  operaciones  contra  el  enemigo:  in- 
dica la  posición  del  general  Garza  que  nada  puede  obrar;  y  concluye 
pidiendo  que  en  la  división  del  general  Valdivielso  marche  como  2? 
jefe  el  inspector  de  aquella  milicia  cívica  D.  José  Márquez,  y  de 
3?  el  coronel  retirado  D.  Esteban  Moctezuma.  En  9  del  mismo  agos- 
to se  trasladaron  á  guerra  dichas  notas:  en  el  propio  día  se  contestó 
excitando  á  que  se  den  las  más  expresivas  gracias  á  aquel  gobierno 
por  su  patriotismo,  y  que  se  le  asegure  que  el  de  la  Unión  se  empe- 


fia  fuertemente  en  arbitrar  medios  para  remitir  prontamente  los  au- 
xilios necesarios  al  ejército  de  operaciones;  y  en  el  referido  día  se 
trasladó  al  gobierno  de  San  Luis  Potosí  la  resulta  de  sus  comuni- 
caciones, aprobando  todas  sus  providencias,  y  asegurándole  estar 
dadas  las  órdenes  para  que  so  llenen  los  deseos  que  lia  manifestado 
relativamente  á  los  coroneles  Márquez  y  Moctezuma. 

10  de  agosto  de  1829. — Con  esta  fecha  avisaron  los  señores  se- 
cretarios del  senado  haber  acordado  la  cámara  que  en  el  mismo  día 
informe  el  gobierno  sobre  el  estado  de  la  guerra  contra  los  españo- 
les. En  el  propio  día  se  contestó  que  habiendo  dispuesto  el  gobierno 
con  anterioridad  se  diese  cuenta  á  las  cámaras,  de  las  últimas  ocu- 
rrencias sobre  invasión  española,  al  recibirse  este  oficio  se  estaba  ya 
cumpliendo  lo  acordado  por  medio  de  los  señores  secretarios  del 
despacho  de  guerra  y  hacienda. 

Agosto  9. — Con  esta  fecha  participa  el  gobierno  del  Estado  de 
México  que  á  consecuencia  de  oficios  que  inserta  de  autoridades  su- 
bulternas  del  Estado  en  que  piden  auxilios,  ha  mandado  poner  sobre 
las  armas  las  milicias  cívicas  de  Huichapan  y  Jilotepec  para  que  es- 
tén prontas  á  marchar  á  Huejutla,  ó  al  punto  á  que  se  destinen  por 
el  supremo  gobierno,  al  cual  suplica  se  sirva  nombrar  el  jefe  que  debe 
mandarlas,  en  el  concepto  de  que  va  á  remitir  400  fusiles  para  Hue- 
jutla y  ha  dispuesto  todo  lo  necesario  para  que  no  falten  los  auxilios 
correspondientes.  En  el  mismo  día  se  trasladó  al  ministerio  de  la 
guerra  para  la  resolución  correspondiente:  en  el  propio  contestó  de 
enterado  y  se  trasladó  la  contestación  al  gobierno  de  México,  aña- 
diéndole que  el  supremo  se  ocupaba  de  proporcionar  toda  clase  de 
auxilios,  y  dándole  gracias  por  sus  acertadas  providencias;  se  le  ex- 
citó á  continuar  dictando  las  que  correspondiesen. 

Agosto  4. — El  subprefecto  de  Chicontepec  inserta  oficio  que  re- 
cibió del  alcalde  de  Tantzina,  manifestándole  los  auxilios  de  tropa 
que  necesita  el  comandante  principal  de  Pueblo  Viejo,  ó  indican- 
do que  en  la  mañana  del  2  estaban  oyéndose  muchos  cañonazos  se- 
gún dice  el  alcalde  de  Ozuluama;  pero  que  nada  más  sabía.  En  9  de 
agosto  se  trasladó  al  ministerio  de  guerra  para  la  resolución  corres- 
pondiente: en  el  mismo  día  contestó  diciendo  que*ya  marchaban 
tropas  suficientes  sobre  Tampico  para  escarmentar  al  enemigo;  y  en 
el  propio  se  trasladó  al  gobierno  del  Estado  de  México  en  resulta 
del  oficio  del  subprefecto. 


89 

Agosto  9. — Con  esta  fecha  dice  el  gobierno  del  Estado  de  México, 
que  sin  embargo  de  la  petición  que  ha  hecho  al  gobierno  general 
de  que  nombre  jefe  que  mande  las  milicias  de  Jilotepec  y  Huicha- 
pan,  estrechando  las  circunstancias  ha  puesto  á  la  cabeza  de  ellas  al 
inspector  del  Estado,  mandándole  marchar  al  rumbo  de  Huejutla, 
para  que  obre  de  acuerdo  con  los  jefes  que  el  gobierno  tenga  nom- 
brados. En  9  de  agosto  se  trasladó  al  ministerio  de  la  guerra  para 
la  resolución  correspondiente:  en  el  mismo  día  contestó  diciendo: 
que  el  inspector  del'Estado  de  México  con  las  milicias  que  manda, 
se  ponga  á  las  órdenes  del  comandante  D.  José  Velázquez  que  se 
halla  en  Zacualtipán;  y  en  el  propio  se  trasladó  en  resulta  al  go- 
bierno. 

Agosto  11. — Con  esta  fecha  comunica  el  gobierno  del  Estado  de 
México,  refiriéndose  al  prefecto  de  Tula,  y  éste  al  de  Huejutla,  que 
los  enemigos  se  han  apoderado  de  Tampico  el  Alto  y  Pueblo  Viejo, 
y  se  adelantan  rápidamente  para  el  interior  de  la  Huasteca;  y  en 
consecuencia  de  esto,  y  de  los  auxilios  que  le  piden,  ha  mandado 
poner  sobre  las  armas  las  milicias  delxmiquilpan  y  Zimapán,  y  que 
incorporándose  á  las  que  manda  el  inspector  del  Estado,  queden  á 
las  órdenes  del  general  Velázquez.  En  12  se  trasladó  á  guerra  para 
los  fines  que  correspondan,  y  al  gobierno  del  Estado  se  le  dijo  esta 
providencia  en  contestación;  añadiéndole  que  ya  se  le  ha  dicho  que 
por  aquel  ministerio  se  han  dictado  las  providencias  convenientes. 

Agosto  11. — En  esta  fecha  traslada  el  ministerio  de  hacienda  un 
oficio  del  vicegobernador  del  Estado  de  México,  en  que  pide  que  los 
quinientos  fusiles  que  se  le  han  destinado,  se  entreguen  al  inspector 
del  Estado  D.  Félix  Ma  Aburto.  En  12  se  trasladó  á  guerra  para  que 
dispusiese  la  entrega  de  las  armas. 

Agosto  7. — El  gobierno  de  Zacatecas  con  esta  fecha  avisa  que  ha 
mandado  situar  en  la  hacienda  de  San  Jacinto,  entre  aquella  ciudad 
y  Aguascalientes,  450  hombres  de  infantería  de  la  milicia  cívica  del 
Estado,  y  muy  en  breve  se  les  unirán  200  caballos  de  la  misma  cla- 
se, todo  á  disposición  del  gobierno,  entretanto  se  arregla  y  disciplina 
el  resto.  ¡Se  trasladó  á  guerra  el  14  del  mismo. 

En  igual  fecha  de  7  de  agosto,  el  general  Santa-Anna,  avisa  que 
en  esta  misma  fecha  marcha  á  la  costa  de  barlovento  á  la  cabeza  de 
la  división  de  operaciones  que  ha  de  batir  á  los  españoles.  Designa 

Tomo  II.— 12 


90 

los  puntos  por  donde  se  le  puede  mandar  la  correspondencia.  Se 
contestó  de  enterado  el  15. 

Agosto  9. — El  gobierno  de  San  Luis  reitera  que  de  aqu^l  Estado, 
todos  cívicos,  marchan  1 ,600  infantes  y  1,400  caballos,  municiona- 
dos, equipados  y  socorridos:  que  1,000  hombres  estaban  ya  á  diez  y 
ocho  leguas  de  Tula:  que  el  día  siguiente  marchaba  el  activo  de 
Guanajuato  con  el  general  Valdivielso:  que  según  las  noticias  con 
que  se  hallaba,  continuaba  el  fuego  con  actividad  haciendo  mucho 
daño:  que  el  enemigo  había  tomado  á  Tampico  el  Alto  y  Pueblo 
Viejo;  y  que  su  escuadra  se  hallaba  á  dos  leguas  del  puerto.  Se  con- 
testó de  enterado  el  15. 

Agosto  11. — El  jefe  político  de  Tlaxcala  comunica  que  el  coro- 
nel Serrano  ha  echado  mano  de  las  compañías  de  milicia  de  Taxco 
y  Huamantla  sin  comunicarle  las  órdenes  que  tenga  al  efecto  del 
gobierno:  pide  se  le  comuniquen.  Se  trasladó  á  guerra  el  15. 

Agosto  13. — El  ministerio  de  la  guerra  avisa  haber  mandado  po- 
ner sobre  las  armas  las  compañías  de  milicia  activa  de  artillería,  de 
Acapulco,  Tabasco,  San  Blas,  Oaxaca,  Puebla,  Alvarado  y  Tampico. 
Se  avisó  á  los  gobernadores  de  los  respectivos  Estados  el  15  de 
agosto. 

En  14  del  mismo,  el  ministerio  de  la  guerra  manda  que  se  pongan 
sobre  las  armas  las  compañías  de  milicia  de  caballería  de  Chilapa, 
Iguala,  Chilpancingo,  Tiatlá  y  Tepecoacuilco,  reuniéndose  en  este 
último  punto.  Se  comunicó  al  Estado  de  México  el  15,  quien  en  16 
contestó  no  tener  noticia  de  que  de  dicha  arma  existan  tales  compa- 
ñías. Se  comunicó  á  guerra  el  17.  El  mismo  día  contesta  se  reúna 
de  cualquier  arma. 

Agosto  15 Se  ordeua  al  Distrito  que  el  2?  batallón  y  la  brigada 

de  artillería  local,  queden  desde  este  día  á  disposición  del  gobierno 
general  para  el  servicio  de  campaña.  En  la  misma  fecha,  el  ministe- 
rio de  la  guerra  manda  que  se  pongan  estos  cuerpos  á  las  órdenes 
del  general  Bustamante.  Se  comunicó  al  Distrito. 

En  igual  fecha,  el  mismo:  que  debiendo  formarse  un  ejército  de 
reserva  á  las  órdenes  del  general  Bustamante,  y  debiendo  componer 
parte  de  él  toda  la  milicia  de  las  tres  armas  de  Puebla  se  den  las  ór- 
denes al  efecto.  Se  comunicó  á  Puebla  en  el  mismo  día. 

En  la  propia. fecha,  el  mismo:  que  se  ponga  á  las  órdenes  del 


91 

comandante  general  de  Jalisco  toda  la  milicia  cívica  del  Estado  para 
que  con  ella  marche  á  situarse  á  San  Luis.  Se  comunicó  al  goberna- 
dor del  Estado  en  la  misma  fecha. 

En  igual  fecha,  la  misma  orden  para  toda  la  milicia  de  Micho  a- 
cán  para  marchar  al  mismo  San  Luis.  Se  comunicó  al  gobierno  de 
aquel  Estado  el  mismo  día. 

Agosto  15. — El  mismo  ministerio  de  la  guerra  avisa  que  ordena  al 
comandante  general  de  Sonora  que  con  toda  la  tropa  permanente  y 
un  batallón  de  la  cívica  y  otro  de  Duran go  que  pedirá  al  paso,  se  si- 
tuará en  Zacatecas.  Se  comunicó  á  los  gobiernos  respectivos.  En  la 
misma  fecha,  y  en  oficio  circular,  se  dio  á  reconocer  como  oficial  el 
boletín  publicado  últimamente. 

En  la  propia  fecha  se  comunicó  á  los  agentes  de  la  república  en 
el  exterior  y  á  los  gobiernos  de  las  naciones  donde  no  hay  agentes, 
la  invasión  española  y  las  medidas  del  gobierno  para  repelerla.  Se 
incluyeron  boletines  oficiales  hasta  la  fecha,  ofreciendo  hacerlo  de 
los  demás. 

Agosto  16. — El  gobierno  del  Estado  de  México  incluye  copias  de 
comunicación  del  prefecto  de  Huejutla  y  otras  de  Ozuluama,  que 
contienen  los  movimientos  enemigos  hasta  el  7  en  que  ocuparon  á 
Tampico  de  Tamaulipas;  la  perfidia  con  que  rompieron  los  fuegos 
sobre  la  división  del  general  Garza  antes  de  la  hora  convenida:  la 
retiraJia  de  éste  á  Altamira;  noticias  recibidas  de  la  aproximación 
del  general  Santa-Anna,  etc.  En  extracto  se  dio  razón  á  guerra  el 
17  avisando  el  recibo. 

Agosto  14. — El  gobierno  del  Estado  de  México  acompaña  partes 
en  que  se  detallan  las  operaciones  del  enemigo  hasta  el  4  del  mismo  ■ 
alarma  que  algunos  falsos  avisos  ocasionaron  en  Huejutla;  providen- 
cias tomadas  por  aquel  prefecto;  tranquilidad  que  se  observó  con  las 
noticias  posteriores,  etc.  Con  tal  motivo  avisa  el  gobierno  del  Esta- 
do las  disposiciones  que  ha  dictado  á  fin  de  que  de  las  haciendas  y 
ranchos  del  partido  de  Huejutla,  se  internen  y  oculten  las  bestias  y  se- 
millas, hasta  que  el  enemigo  sea  desalojado  de  los  puntos  que  hoy 
ocupa.  No  se  contestó  por  estar  ya  hecho  con  anterioridad  sobre  el 
asunto. 

Agosto  17. — El  gobierno  del  Estado  de  Zacatecas  incluye  par- 
tes que  han  llegado  á  sus  manos  de  la  toma  por  los  enemigos  de  Tam- 


92 

pico  de  Tamaulipas,  retirada  del  general  Garza,  etc.  Hace  reflexio- 
nes inculpando  la  conducta  de  éste  en  dicha  operación,  y  sobre  el 
uso  que  debe  hacerse  de  la  milicia  cívica.  Se  trasladó  á  guerra  en 
21  de  agosto,  quien  en  22  contestó  que  el  gobierno  tomaría  en  con- 
sideración tales  reflexiones  que  había  visto  con  agrado.  Se  trasladó 
el  mismo  día  al  gobierno  de  Zacatecas. 

Agosto  18. — El  gobierno  del  Estado  de  México  inserta  parte  del 
prefecto  de  Huejutla  eu  que  avisa  la  verdadera  pérdida  que  tuvie- 
ron nuestras  tropas  al  evacuar  Tampico  de  Tamaulipas.  Se  contes- 
tó de  enterado  el  21. 

Agosto  25. — El  gobierno  del  Estado  de  México  inserta  comuni- 
cación del  prefecto  de  Huejutla  con  otras  copias  que  detallan  todas 
las  operaciones  del  enemigo  desde  su  desembarco  hasta  la  toma  de 
Tampico  de  Tamaulipas.  Se  le  contestó  en  26  que  dé  gracias  expre- 
sivas á  dicho  funcionario,  por  su  celo  en  esta  parte  y  por  los  auxi- 
lios dados  á  una  división  de  caballería  que  se  halla  al  frente  de  Tam- 
pico el  Alto,  fecha  26. 

Agosto  19. — El  gobierno  del  Estado  de  Zacatecas  dice  que  la  di- 
visión de  que  habló  en  su  comunicación  de  7  de  este  mes,  la  había 
hecho  marchar  á  San  Luis  Potosí,  cuyo  movimiento  se  comunicó  á 
guerra. 

Agosto  28. — Al  jefe  político  de  Colima  se  le  recomienda  esté  á 
la  mira  del  puerto  del  Mauzanillo  y  avise  de  cuanto  ocurra  con  mo- 
tivo de  que  se  sabe  recorre  el  mar  del  sur  una  escuadrilla  descono- 
cida. 

Agosto  30. — Circular  á  los  Estados  en  que  con  motivo  del  triun- 
fo primero  del  general  en  jefe  del  ejército,  se  excita  á  los  Estados 
para  que  digan  con  qué  cantidades  pueden  auxiliar  al  gobierno  ge- 
neral de  pronto  y  periódicamente  con  cargo  á  la  federación ;  pues  el 
presidente  aspira  á  que  se  eleve  el  nombre  de  la  república,  no  sólo 
por  sus  proezas  militares,  sino  al  mismo  tiempo  por  su  religiosidad 
en  cubrir  sus  compromisos  pecuniarios. 

Agosto  30. — Excitativa  á  los  gobiernos  do  México,  Querétaro  y 
Distrito  para  que  procuren  un  donativo  de  caballos  para  el  ejército. 

En  la  misma  fecha. — Al  gobierno  del  Estado  de  México  orden 
para  que  reúna  cuantas  semillas  pueda  y  con  la  mayor  prontitud  las 
haga  marchar  á  disposición  del  general  en  jefe  del  ejército. 

En  la  misma  fecha. — Al  de  Puebla:  que  preste  todos  sus  auxilios 


93 

al  comisario  del  Estado  que  tiene  orden  de  proveer  de  víveres  las 
fortalezas  que  se  le  han  designado. 

En  la  misma  fecha  al  de  San  Luis,  que  ponga  en  uso  todos  sus 
recursos  para  auxiliar  las  tropas  que  marchan  sobre  el  enemigo  á 
Tampico  de  Tamaulipas:  que  sus  subalternos  procuren  y  den  noti- 
cias exactas. 

Agosto  25. — En  este  día  expidió  un  decreto  el  congreso  general 
facultando  al  ejecutivo  para  adoptar  cuantas  medidas  sean  necesa- 
rias á  la  conservación  de  la  independencia  del  sistema  actual  de  go- 
bierno y  de  la  tranquildad  pública,  no  entendiéndose  por  esto  auto- 
rizado para  disponer  de  la  vida  de  los  mexicanos  ni  expelerlos  del 
territorio  de  la  república.  Estas  facultades  cesarán  luego  que  el  con- 
greso se  reúna  en  cesiones  ordinarias,  cerrándose  las  actuales  ex- 
traordinarias. Se  cerrarán  luego  que  se  publique  esta  ley. 

Setiembre  2. — Con  esta  fecha  se  hace  extensiva  á  los  demás  Es- 
tados de  la  federación  la  excitativa  de  donativo  de  caballos  para 
remonta  del  ejército,  que  se  hizo  á  los  de  México,  Querétaro  y  Dis- 
trito en  30  del  próximo  pasado. 


Documento  Núm.  4. 


Exposición  del  ciudadano  general  José  Velázquez  sobre  su  cunee  luí   ii 
Tampico  y  regreso  A  esta  capital, 


Mexicanos :  cuando  un  ciudadano  es  distinguido  entre  los  demás 
que  ocupan  la  vasta  república  de  los  anahuacenses  por  comisión  del 
supremo  gobierno,  nada  hace  con  manifestaros  y  daros  cuenta  de 
sus  operaciones  en  tan  delicada  empresa,  que  si  bien  se  confió  á  mis 
débiles  hombros  una  parte  de  ella,  y  tiene  tendencia  con  los  demás 
generales  que  cooperaron  al  triunfo  más  ó  menos,  según  los  colocó 
la  circunstancia,  á  mí  confieso  que  no  debí  rehusarla  con  el  pretexto 
de  mi  insuficiencia,  no  prometiéndome  por  solas  mis  fuerzas  el  buen 


94 

éxito,  sino  á  efecto  de  las  sabias  medidas  del  que  dirigía  empresa 
tan  ardua:  ya  sabemos  que  éste  fué  un  supremo  Guerrero,  y  ejecu- 
tada por  el  joven  experto  Santa-Auna  y  esforzado  Terán  con  todos 
los  maniobrantes,  como  bien  lo  saben;  pero  que  á  mí  no  me  tocaba 
más  que  obedecer  y  desempeñar  con  el  tino  que  estuviese  á  mi  al- 
cance. 

Por  un  favor  especial  del  genio  que  protege  Ta  suerte  de  los  libres 
mexicanos,  he  vuelto  con  felicidad  á  ocupar  el  seno  de  la  sociedad  en 
que  me  habéis  admitido,  teniendo  la  lisonjera  satisfacción  de  repe- 
tiros el  abrazo  de  fraternidad,  el  que  os  ruego  eucarecidamente  no 
desatéis  jamás  de  mí,  pues  lo  he  procurado  confirmar  más  y  más  con 
aquellos  por  cuya  inspiración  vivo,  y  por  quienes  nunca  he  dudado 
deber  consagrar  mis  afanes,  afectos  y  sacrificios. 

Debo  presentarme  al  mundo  político  con  la  sinceridad  que  me  ca- 
racteriza, purificando  el  honor  y  buen  nombre  que  distinguen  á  todo 
republicano,  especialmente  de  mi  clase,  según  la  investidura  militar 
que  acaso  indignamente  poseo:  para  esto  os  podré  dar  la  prueba  que 
me  parece  más  incontrastable,  y  es,  que  á  mi  ingrero"en  esta  fede- 
ral dirigí  el  parte  oficial  que  incluye  todas  mis  funciones  militares 
en  la  expedición  á  Tampico,  al  Exmo.  Sr.  ministro  de  la  guerra,  cuyo 
parte  y  su  contestación  no  dejarán  duda  á  vuesti'a  curiosidad  respe- 
table, quo  vela  sobre  las  operaciones  de  los  hombres;  os  llenará  (si 
os  congratuláis  conmigo)  de  la  más  elegante  satisfacción,  y  será  una 
prueba  inconcusa  de  cuanto  os  aseguro  para  satisfaceros,  y  confun- 
dir á  los  enemigos  del  orden  y  de  nuestro  actual  sistema,  por  lo  que 
os  recomiendo  su  interesante  lectura;  sí,  interesante,  porque  ésta 
abre  á  los  que  se  sacrifican  por  la  causa  común,  puerta  franca  en  el 
pecho  del  magnánimo  presidente  para  la  entiada  al  santuario  de  su 
gratitud,  que  desea  con  el  más  ardiente  celo  y  conato  premiar  en 
grado  superabundante  á  aquellos  que  de  algún  modo  cooperaron  á 
la  aseguración  de  la  patria  en  el  memorabilísimo  combate  de  Tam- 
pico. 

PARTE  OFICIAL. 

Exmo.  Sr. — Dos  objetos  bastante  delicados  me  hacen  tomar  la 
pluma  para  describir  las  operaciones  de  mi  comisión  sobre  la  expe- 
dición de  Tampico:  el  primero  es  el  deber  sagrado  que  me  impone 


95 

la  profesión  militar,  y  decoi'o  que  debemos  á  las  leyes  que  nos  go- 
biernan: el  segundo  para  satisfacer  á  la  numerosa  sociedad  á  que 
tengo  el  honor  de  pertenecer,  por  los  equivocados  conceptos  que  he 
sabido  se  han  formado  del  comportamiento  de  la  división  que  tuve 
el  distinguido  honor  de  mandar  durante  mi  marcha  hasta  llegar  al 
combate,  y  desde  éste  hasta  el  ingreso  á  esta  capital. 

Increíble  me  sería,  señor  excelentísimo,  si  no  hubiera  sido  el  con- 
ductor y  comandante  de  una  tropa  que  no  había  probado  los  rigores 
de  la  guerra  en  tanto  grado  (hablo  principalmente  de  los  cívicos  de 
esta  federal,  cuyo  ejercicio,  ocupaciones  y  género  de  trato  es  incom- 
patible con  el  de  un  riguroso  soldado).  ¿Quién  ignora  que  los  cívi- 
cos, separados  del  arte  de  la  guerra  por  las  distintas  ocupaciones  á 
que  los  llaman  las  distintas  clases  del  Estado,  no  poiían  ni  debían 
haber  llenado  las  funciones  de  los  que  para  la  campaña  y  sólo  á  la 
campaña  son  destinados?  Lo  cierto  del  caso  es,  que  los  vieron  los 
pueblos  por  donde  pasé  con  ellos  hasta  Pueblo  Viejo,  guardando  la 
mejor  subordinación  y  orden,  sin  ofender  las  propiedades  y  garan- 
tías de  los  ciudadanos,  antes  contrayéndose  la  amistad  y  benevolen- 
cia de  todos  éstos,  por  cuya  causa  se  disputaban  las  rancherías  y 
lugares  el  empeño  en  darnos  todos  los  auxilios  de  que  eran  capaces, 
sin  omitir  diligencia  por  interesante  que  fuese. 

Yo  creo,  señor,  que  no  habrá  un  solo  individuo  que  tenga  el  valor 
de  levantar  queja  la  más  mínima  contra  mí  y  mi  esforzada  división; 
que  si  hubiese  uno  solo  (cosa  difícil)  saldrían  á  desmentirlo  los  bene- 
méritos prefectos,  subprefectos,  ayuntamientos  y  pueblos,  entre  los 
que  se  hicieron  un  lugar  muy  distinguido,  y  á  quienes  toda  la  ilustre 
república  mexicana  deberá  vivir  reconocida,  Pachuca,  Zacualtipán, 
Huejutla,  Tantoyuca  y  Chuluama,  cuyos  capitalistas  se  condujeron 
con  el  mayor  patriotismo:  y  en  conclusión,  hasta  los  más  infelices 
se  prestaban  á  porfía  con  sus  brazos,  personas  é  intereses,  franquean- 
do los  que  podían,  cantidades  de  novillos,  semillas,  dineros,  aloja- 
mientos, y  todos  los  recursos  de  que  tanto  necesitábamos,  sin  exigir 
de  mí  lo  más  leve,  ni  aun  recibo  las  más  veces.  ¡Oh,  señor!  protesto 
á  V.  E.  que  si  esta  gente  virtuosa  no  estuviera  ya  tan  hallada  en  el 
uso  de  sus  derechos,  cuya  fruición  les  hace  poner  la  más  vigorosa 
resistencia  á  los  usurpadores  de  su  libertad,  sin  perdonar  por  tama- 
ño bien  ni  sus  más  caras  existencias,  no  fuéramos  sin  duda,  hoy  li- 


96 

bres  é  independientes:  estos  solos,  sin  otros  auxilios,  nos  lian  ayu- 
dado á  salvar  segunda  vez  á  la  patria.  Ni  se  lastime  V.  E.  de  esta  ver- 
dad; porque  por  más  que  el  supremo  gobierno  dictara  enérgicas  pro- 
videncias, haciendo  á  un  lado  el  mal  genio  de  los  que  envidian  nuestra 
libertad,  que  tal  vez  se  mezclaría  con  los  que  secundan  las  órdenes; 
prescindiendo  de  éste,  como  digo;  las  lluvias,  los  caudalosos  ríos,  y 
demás  intemperies  que  trae  la  estación,  hacían  inaccesibles  é  inefi- 
caces las  providencias  que  al  efecto  ordenase  á  fin  de  que  llegásemos 
al  deseado  campo  de  la  más  justa  de  las  luchas.  Por  otra  parte,  to- 
dos saben,  y  los  mexicanos  principalmente,  la  violencia  y  precipita- 
ción con  que  salimos  de  este  Distrito  porque  así  lo  demandaba  la 
empresa,  y  que  esto  no  dio  lugar  á  más;  pero  que  sin  embargo  vimos 
logrados  nuestros  designios  á  fuer  de  mis  esfuerzos  y  auxilio  de  los 
pueblos  respecto  de  la  fuerza  de  mi  mando. 

En  fin,  llegamos,  señor,  en  tiempo  oporbuno  para  la  campaña,  ín- 
tegra la  fuerza  que  salió  de  esta  capital;  no  como  aseguran  algunos 
escritores  famélicos,  que  sin  zozobra  ni  temor  charlan  en  los  cafés; 
y  hoy  particularmente  he  visto  un  folleto  titulado:  "Proyectos  de 
la  gran  logia,  etc.,"  en  que  dice  y  estampa  lo  que  ha  oído  decir  de  ce- 
rebros desconcertados,  que  ni  vieron  la  campaña,  ni  tienen  un  dato 
fijo  más  que  la  libertad  de  infamar  á  su  salvo-conducto  á  los  que  se 
presentan  en  la  palestra,  y  obran  más  bien  que  hablan.  A  este  escri- 
tor temerario  yo  lo  escarmentaré  por  lo  que  dice  que  mis  tropas  se 
evaporaron  y  no  llegaron  á  la  campaña  como  salieron  de  esta  capi- 
tal: que  llenó  de  miseria  á  los  pueblos,  cuando  ellos  le  dieron  el  ejem- 
plo á  este  mordaz  y  á  otros  de  su  calaña;  y  de  que  estoy  seguro;  se- 
ñor excelentísimo,  que  no  habrá  uno  que  levante  queja  contra  mí,  y 
ni  aun  contra  un  solo  soldado. 

Para  confusión  del  folletista  V.  E.  sabe  la  fuerza  que  mandó,  y 
que  conduje  íntegra  desde  esta  capital,  siendo  de  más  de  350  cívicos, 
113  dragones  del  3?  permanente  y  80  y  tantos  cívicos  de  Tulancin- 
go;  habiendo  anticipado  su  marcha  300  y  tantos  del  activo  de  Metz- 
titlán.  Este  era  el  total  de  mi  división,  sin  contar  con  400  cívicos  de 
Huejutla  á  las  órdenes  del  teniente  coronel  D.  Juan  Adán,  y  los  del 
7o  batallón  permanente,  como  también  el  resto  del  3o  de  caballería, 
y  las  tropas  del  Sr.  Espinosa,  que  no  se  reunieron  á  mí  por  las  cau- 
sas bastante  entendidas,  que  privaron  á  estos  beneméritos  de  haber 


97 

partido  con  los  míos  la  gloiia  de  ser  vencedores  del  que  nos  quería 
reuticir  al  yugo.  Sólo  que  éstos  sean  los  que  se  evaporaron,  según 
afirma  el  que  jamás  sabrá  lo  que  es  amor  á  la  patria,  pues  no  sabe  los 
efectos  de  la  guerra  en  semejantes  condiciones;  ó  lo  dirá  porque  en 
el  parte  del  detall  del  >Sr.  general  Santa- Anua  que  da  á  V.  E.  expre- 
sa haber  llegado  al  combate  no  más  GO  de  los  cívicos,  sin  advertir  la 
equivocación  que  puede  haber,  ó  de  parte  de  los  que  lo  hayan  pues- 
to por  comisión  de  dicbo  señor  general,  ó  por  error  de  imprenta, 
pues  yo  podré  probar  con  listas  de  revista  y  otros  datos,  que  mi  di- 
visión se  halló  destinada  en  todos  los  puntos  que  la  juzgó  necesaria 
el  señor  general  en  jefe,  con  lo  que  V.  E.  quedará  satisfecho,  y  con- 
fundida la  audacia  del  ignorante  que  escribe  sin  formar  un  criterio 
de  verdad. 

En  este  concepto,  mi  división,  como  que  llegó  en  tiempo  oportuno  a 
ponerse  á  las  órdenes  del  ¡Sr.  general  Santa-Auna,  tomó  toda  la  par- 
te que  debía  en  el  triunfo;  así  es  que  el  de  Metztitlán  quedó  cubrien- 
do el  punto  de  la  Barra:  el  3o  permanente  pasó  destacado  ala  Mesa: 
y  habiéndose  retirado  después  de  la  capitulación  de  los  españoles, 
el  piquete  de  Tulancingo,  se  me  previno  restituir  á  esta  capital  el 
batallón  do  los  cívicos,  dando  á  su  coronel  las  instrucciones  necesa- 
rias, á  más  de  su  actividad  y  erudición,  para  que  lo  condujese  con 
el  mayor  cuidado  por  los  enfermos  y  demás,  que  necesitaban  de  jor- 
nadas cortas,  buenos  alojamientos  y  asistencias. 

Para  concluir,  señor  excelentísimo,  debo  decir,  que  la  hipótesis 
de  que  mi  división  no  hubiera  entrado  en  acción,  como  falsamente 
han  asegurado  los  genios  díscolos,  no  por  eso  se  despojaran  del  mé- 
rito que  contrajeron  los  que  realmente  llegaron  á  las  manos  de  sus 
enemigos.  A  la  verdad,  no  habrá  quien  solivie  los  principios  de  que 
el  que  presta  servicios  que  están  á  su  alcance;  el  que  no  omita  dili- 
gencia ni  fatiga  por  ardua  que  sea;  el  que  dirige  todas  sus  acciones 
al  fin  que  se  propone  arrostrando  poligros,  no  deba  reputarse  como 
el  primero  en  la  campaña,  cuando  no  pueda  hacer  otra  cosa,  ni  sa- 
lirse de  la  órbita  que  lo  prescriben  sus  deberes.  Luego  ¿por  qué  se 
ha  de  deprimir  el  mérito  de  los  que  en  nada  se  rehusan,  y  sí  obser- 
varon con  la  más  admirable  puntualidad  las  órdenes  de  sus  jefes? 

Quisiera  que  V.  E.  hubiera  presenciado  mi  entrada  á  Pueblo  Vie- 
jo, batiendo  marcha  al  compás  del  eco  armonioso  de  la  música  del 

Toao  II.— 13 


98 

batallón :  creería,  sin  duda,  que  aquellos  soldados  y  su  oficialidad  bien 
ordenada,  acababan  de  salir  de  esta  capital:  no  hubo  quien  manifes- 
tara cobardía:  todos  se  disputaban  con  entusiasmo  á  competencia 
la  primacía  en  querer  ser  los  primeros,  y  mandar  á  V.  E.  y  á  sus 
conciudadanos  el  ramo  de  la  oliva  que  les  deparara  el  triunfo.  Por 
esta  causa  es  de  mi  deber  en  un  análisis,  aunque  informe,  recomen- 
darlos muy  encarecidamente  á  V.  E.  De  tal  modo,  señor,  propinó 
mi  comisión  las  voluntades  de  los  pueblos,  que  aun  antes  de  mi  lle- 
gada á  ellos,  los  prefectos,  subprefectos  y  ayuntamientos  se  antici- 
paban á  recibirme  con  el  mayor  placer,  apurando  todos  sus  arbitrios 
para  auxiliarme.  Pachuca,  Zacualtipán,  Huejutla,  Tantoyucay  Ozu- 
luama,  deben  ser  eternos  en  la  gratitud  de  V.  E.  quo  en  la  actuali- 
dad responde  por  toda  clase  de  servicios  que  se  prestan  á  la  patria, 
pues  no  excederán  en  su  tanto  otras  ciudades  de  más  riqueza  y  abun- 
dancia; igualmente  á  los  capitalistas  y  hacendados  que  nos  circun- 
dan en  aquellos  puntos,  porque  muchos  de  ellos  no  esperaban  á  que 
se  les  invitase,  sino  que  por  el  contrario  nos  ofrecían  sus  auxilios 
tanto  pecuniarios  como  personales  y  demás  de  que  sabían  estábamos 
necesitados.  Es  digno  de  la  consideración  y  aprecio  de  V.  E.  por  sus 
esfuerzos  y  padecimientos,  el  Sr.  coronel  D.  Pedro  Mayor  Valle,  su 
teniente  coronel  Orozco  (ejemplo  de  hombre  de  edad  provecta)  co- 
mo igualmente  su  mayor,  y  en  general  oficiales,  sargentos,  cabos  y 
soldados,  especializándose  con  los  músicos,  que  prescindiendo  de  su 
contrata,  se  han  portado  como  buenos  mexicanos:  el  comandante  de 
Metztitlán  D.  Lino  Acosta,  oficiales  y  tropa:  losde  Tulancingo:  co- 
mandante del  3o  permanente  D.  Francisco  González  Pavón,  oficiales 
y  dragones,  dignos  todos  del  más  alto  elogio  y  aprecio,  por  haber 
llagado  al  punto  de  Pueblo  Viejo  con  toda  la  fuerza  sin  tener  una  sola 
baja,  y  con  la  caballada  en  el  mejor  estado,  dejando  que  admirar  á 
los  que  pelean  por  su  libertad,  el  arrojo  del  ciudadano  primer  ayu- 
dante N.  Leal,  y  capitán  N.  Magaña,  que  se  echaron  río  abajo  en  un 
mediano  chalupón,  á  todo  despecho,  por  no  poder  pas»r  los  ríos  tan 
crecidos,  ansiosos  de  llegar  á  mi  división  que  se  hallaba  ya  en  Pue- 
blo Viejo,  cuya  precipitación,  que  los  pudo  haber  sepultado  en  el 
mar  la  violenta  corriente,  los  hizo  navegar  más  de  cincuenta  leguas. 
Estas  son,  señor,  las  obras  que  deben  premiarse:  estas  son  las 
que  tienen  el  mérito  entre  los  sensatos;  y  aun  creo,  en  mi  concepto» 


99 

son  más  atendibles  que  las  maniobras  en  campaña,  porque  éstas  son 
del  momento,  y  dependen  tal  vez  de  la  casualidad;  pero  aquellas  son 
de  una  premeditada,  intención  que  el  hombre  puede  despreciar  si 
quiere.  De  este  género  son  los  servicios  á  que  decididamente  se  pres- 
taron, no  sólo  los  beneméritos  que  tuve  el  honor  de  mandar,  sino 
todos  los  que  adornaron  las  demás  falanges  acaudilladas  por  los  de- 
nodados generales  D.  Manuel  Mier  y  Teráu  y  D.  Zenón  Fernández. 
En  fin,  á  todos  me  tomo  la  libertad  de  recomendar  á  ese  supremo 
gobierno,  porque  fui  un  testigo  ocular  de  todos  y  cada  uno.  Es  cuan- 
to puedo  exponer  á  V.  E.  con  la  sinceridad  que  me  caracteriza,  sin 
hacer  uso  de  fiases  que  no  conocen  mis  cortas  luces,  y  repitiéndome 
el  más  exacto  obediente  á  sus  superiores  órdenes. 

Dios  y  libertad.  México,  Noviembre  4  de  1829. — José  Velázquez. 
— Extno.  señor  ministro  de  guerra  y  marina,  D.  Francisco  Mocte- 
zuma. 

CONTESTACIÓN. 

Secretaría  de  guerra  y  marina. — Sección  central. — Con  mucho 
agrado  ha  visto  el  Exmo.  señor  presidente  los  servicios  que  prestó 
V.  S.  con  la  división  de  su  mando  en  su  marcha  de  esta  capital  á 
Tampico,  según  la  exposición  que  hace  de  ellos  en  su  oficio  de  4  de 
este  mes.  Por  ellos  S.  E.  á  nombre  de  la  patria,  da  á  V.  S.  las  más 
expresivas  gracias:  en  el  concepto  de  que  el  gobierno  supremo  que- 
da completamente  satisfecho  del  buen  comportamiento  que  observó 
V,  S.  en  sus  marchas  desde  e<ta  capital  hasta  Tampico,  acreditando 
que  ni  las  fatigas  y  padecimientos  que  tuvo  en  ellas  le  arredraron 
para  verificarlas  con  el  entusiasmo  propio  de  un  general  mexicano» 
que  desea  sacrificarse  por  sostener  nuestra  independencia  y  libertad. 
También  da  S.  E.  las  gracias  á  los  jefes,  oficiales  y  demás  individuos 
que  compusieron  la  división  que  V.  S.  tuvo  á  sus  órdenes,  á  quienes 
les  manifestará  el  aprecio  con  que  el  supremo  gobierno  ha  visto  sus 
servicios  y  padecimientos  por  salvar  á  la  patina:  asegurando  V.  S. 
á  los  que  ha  recomendado,  que  el  Exmo.  Sr.  presidente  los  tendrá 
muy  presentes  para  los  premios  y  recompensas  á  que  se  han  hecho 
acreedores. — Tengo  el  honor  de  comunicarlo  á  V.  S.  de  orden  de 
S.  E.  para  su  satisfacción. — Dios  y  libertad.  México,  7  de  Noviem- 
bre de  1829. — Moctezuma. — Sr.  general  D.  José  Velázquez. 


100 


Documento  Núm.  5* 


Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  de!  interior. — Sec- 
ción Ia 

El  Excmo.  Sr.  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos  se 
ha  servido  dirigirme  el  decreto  que  sigue: 

"El  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos  á  los  habitan- 
tes de  la  república,  sabed:  Quo  el  congreso  gener¿il  ha  decretado  lo 
siguiente: 

"  Art.  Io  Se  autoriza  al  ejecutivo  do  la  federación  para  adoptar 
cuantas  medidas  sean  necesarias  á  la  conservación  de  la  indepen- 
dencia, del  sistema  actual  de  gobierno  y  de  la  tranquilidad  pública. 

"2o  Por  el  artículo  anterior  no  queda  el  gobierno  autorizado  para 
disponer  de  la  vida  de  los  mexicanos,  ni  para  expelerlos  del  territo- 
rio de  la  república. 

"3?  Esta  autorización  cesará  tan  luego  como  el  congreso  general 
se  reúna  en  sesiones  ordinarias. 

"4"  Las  actuales  sesiones  extraordinarias  se  cerrarán  luego  que 
se  publique  esta  ley. 

"5o  El  gobierno  manifestará  al  congreso  en  su  reunión  ordinaria 
del  próximo  enero,  la  necesidad  que  ha  tenido  en  los  casos  en  que 
ha  hecho  uso  de  las  facultades  que  le  concede  el  artículo  primero.— 
Pedro  Muría  Anuya,  presidente  de  la  cámara  de  diputados — Valen- 
Un  Gómez  Farías,  presidente  del  senado. — Manuel  Aguilera,  diputa- 
do secretario — Agustín  Viesca,  senador  secretario." 

"Por  tanto,  mando  se  imprima,  publique,  circule  y  se  le  dé  el  de- 
bido cumplimiento.  Palacio  del  gobierno  federal  en  México  á  25  de 
agosto  de  1820. — Vicente  Guerrero, — A  D.  José  María  de  Bocanegra." 

Y  lo  traslado  á  V.  para  su  inteligencia  y  efectos  correspondientes. 

Dios  y  libertad.  México  25  de  agosto  de  1829. — Bocanegra. 


101 


Documento  Núm.  6. 


Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  interior. — Sec- 
ción. 

El  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos  á  los  habitantes 
de  la  república  sabed:  Que  para  trasmitir  á  la  posteridad  la  más  gra- 
ta memoria  del  glorioso  triunfo  que  el  11  de  septiembre  de  1829  lo- 
graron las  armas  mexicanas  sobre  los  españoles  invasores,  y  por  el 
honor  que  resulta  á  la  causa  de  la  independencia  de  la  patria,  en  uso 
de  las  facultades  extraordinarias,  etc.,  etc. 

Io  Se  declara  el  11  de  septiembre  día  de  festividad  nacional. 

2"  Se  anunciará  la  solemnidad  desde  el  dia  10  del  mismo  mes  á 
las  diez  de  la  mañana,  hora  en  que  se  rompió  el  fuego  contra  los  in- 
vasores. 

3?  Siendo  la  casa  nacional  de  inválidos,  el  lugar  destinado  para 
la  conservación  de  los  trofeos  de  la  victoria,  y  para  asilo  de  los  va- 
lientes que  fueron  inutilizados  en  la  guerra,  lo  será  asimismo  para 
que  en  ella  se  dicten  las  disposiciones  que  preparen  y  arreglen  la 
festividad  referida. 

4"  En  el  campo  de  batalla  donde  se  obtuvo  la  victoria,  se  erigirá 
un  monumento  con  la  correspondiente  inscripción  en  que  se  expre- 
se el  día  del  triunfo  así  como  los  nombres  de  los  generales  y  cuerpos 
del  ejército  mexicano  que  concurrieron  á  la  acción. 

(Del  6  de  septiembre  de  1843.) 


102 


Documento  Núm.  7. 


Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  interior. — Sec- 
ción 11 — El  Exmo.  Sr.  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos 
se  ha  servido  dirigirme  el  decreto  que  sigue: 

''El  presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos  á  los  habitan- 
tes de  la  república,  sabed: 

"  Que  deseando  señalar  en  el  año  de  1829  el  aniversario  de  la  in- 
dependencia con  un  acto  de  justicia  y  de  beneficencia  nacional  que 
refluya  en  beneficio  y  sostén  de  bien  tan  apreciable:  que  afiance  más 
y  más  la  tranquilidad  pública:  que  coopere  al  engrandecimiento  de 
la  república;  y  que  reintegre  á  una  parte  desgraciada  de  sus  habi- 
tantes en  los  derechos  sagrados  que  les  dio  naturaleza  y  protege  la 
nación  por  leyes  sabias  y  justas,  confoime  á  lo  dispuesto  por  el  ar- 
tículo 30  de  la  acta  constitutiva;  usando  de  las  facultades  extraor- 
dinarias que  me  están  concedidas,  he  venido  en  decretar: 

"1?  Queda  abolida  la  esclavitud  en  la  república. 

"2?  ¡Son  por  consiguiente  libres  los  que  hasta  hoy  se  habían  con- 
siderado como  esclavos. 

"3?  Cuando  las  circunstancias  del  erario  lo  permitan  se  indem- 
nizará á  los  propietarios  de  esclavos  en  los  términos  que  dispusieren 
las  leyes. 

"Y  para  que  todo  lo  contenido  en  este  decreto  tenga  su  más  cabal 
cumplimiento,  mando  se  imprima,  publique  y  circule  á  quienes  co- 
rresponda. 

"Dado  en  el  palacio  federal  de  México  á  15  de  septiembre  de 
1820. — Vicente  Gurrero. — A  D.  José  María  de  Bocanegra." 

Y  lo  comunico  á  vd.  para  su  inteligencia  y  efectos  consiguientes- 
Dios  y  libertad.  México,  15  de  septiembre  de  182t>. — Bocanegra. 


103 


Documento  Núm.  8. 


Acta  del  pronunciamiento  de  la  guarnición  de  Campeche  por  la  forma 
de  gobierno  de  república  central. 


Reunidos  en  la  habitación  del  señor  comandante  de  las  armas  los 
jefes  de  los  cuerpos,  oficiales  de  la  guarnición,  marina  y  empleados 
de  la  federación,  después  de  haberse  declarado  en  junta,  dijo  el  pri- 
mero: Que  habiéndole  manifestado  los  comandantes  de  los  batallo- 
nes 6  y  13  permanentes,  artillería  y  2?  activo  de  infantería,  el  pro- 
nunciamiento unifoime  que  éstos  habían  hecho  por  la  forma  de  go 
bierno  central,  en  bien  de  la  independencia  y  seguridad  de  la  nación, 
constantemente  amenazadas  por  las  peligrosas  oscilaciones  de  que 
ha  sido  y  es  combatida  bajo  el  sistema  federal,  por  la  desorganiza- 
ción en  que  se  hallan  el  ejército  y  la  hacienda,  por  el  inminente  riesgo 
en  que  se  ha  visto  en  la  reciente  invasión  de  las  huestes  españolas, 
y  por  el  descontento  general  con  que  en  sus  más  caros  hijos  la  mi- 
ran marchar  al  término  de  la  nulidad,  notando  enervados  los  gran- 
diosos elementos  que  deberían  conducirla  á  la  cima  de  su  engrande- 
cimiento; deseaba  que  la  junta,  manifestando  públicamente  su  sen- 
tir, se  ocupase  de  establecer  las  bases  que  debían  de  organizar  y  lle- 
var á  cabo  el  referido  pronunciamiento:  y  en  consecuencia  de  todo, 
después  de  una  detenida  discusión,  se  acordaron  por  unanimidad  de 
votos  los  artículos  siguientes: 

1?  Que  pronunciados  los  cuerpos  de  esta  guarnición,  como  lo  han 
hecho,  por  el  gobierno  central,  la  junta  se  decide  por  aquel  propósi- 
to, poniendo  por  base  esencial  mantener  la  independencia  á  toda 
costa,  como  objeto  de  mayor  interés  para  todo  mexicano. 


104 

2?  Se  reconoce  la  autoridad  del  actual  presidente  de  la  repúbli- 
ca, en  todo  lo  que  no  se  oponga  á  este  pronunciamiento,  y  siempre 
que  lo  adopte  en  favor  del  bien  de  la  nación. 

3?  Se  declara  convocante  el  actual  congreso  general  para  el  fin 
de  reunir  otro  que  arregle  la  forma  de  gobierno  de  república  central, 
estableciendo  por  base  de  él,  la  reunión  del  mando  político  y  militar, 
en  los  que  actualmente  se  denominan  Estados. 

4?  Que  en  consecuencia  del  artículo  anterior,  desde  luego  reuni- 
rá ambos  mandos  el  comandante  general  como  todo  lo  relativo  á  los 
ramos  de  hacienda  tanto  de  la  federación  como  del  Estado. 

5?  Se  declara  sin  ejercicio  en  sus  funciones  al  congreso,  senado 
y  gobernador  del  Estado,  porque  se  hallan  en  contradicción  con  el 
sistema  del  pronunciamiento. 

G°  Se  conservarán  en  el  desempeño  de  sus  atribuciones  los  tri- 
bunales de  todas  clases;  exigiéndoles  el  juramento  de  adoptar  el  sis- 
tema nuevamente  establecido. 

7?  Se  concede  al  comandante  general  ó  á  quien  le  suceda,  en  caso 
de  no  aceptar  el  primero,  la  facultad  de  arreglar  provisionalmente  el 
gobierno  interino  de  los  pueblos,  del  modo  más  conforme  al  bien  ge- 
neral. 

8?  Los  individuos  comprendidos  en  este  pronunciamiento,  no  po- 
drán ser  separados  de  esta  plaza  hasta  tanto  se  arregla  la  forma  de 
gobierno  que  han  proclamado. 

9o  A  todos  los  empleados  se  les  exigirá  el  juramento  do  soste- 
nerla y  conservarla  á  toda  costa,  y  el  que  así  no  lo  hiciere,  cesará  en 
el  ejercicio  de  sus  funciones:  protestando  los  cuerpos  que  lo  han  ve- 
rificado, no  dejar  las  armas  de  la  mano,  hasta  haber  conseguido  el 
objeto  que  so  propusieron. 

Con  lo  cual  se  concluyó  esta  acta  que  firmaron  los  componentes 
de  la  junta,  acordando  se  remita  un  ejemplar  al  señor  comandante 
general  «le  las  armas  de  este  Estado,  para  que  se  sirva  contestar  in- 
mediatamente si  la  adopta,  y  se  suscribe  á  este  pronunciamiento, 
elevándose  otro  ejemplar  en  la  primera  oportunidad,  al  Encino,  Sr. 
presidente  de  la  república,  para  los  fines  consiguientes. 

Plaza  de  Campeche,  G  de  noviembre  á  las  tres  de  la  mañana,  de 
1829. — Comandante  de  las  armas,  Ignacio  de  la  Boca. — Comandante 
del  13  permanente,  Francisco  Toro. — Comandante  principal  de  arti- 


105 

Hería,  Francisco  Javier  Berna. — Comandante  del  6  permanente,  José 
Ignacio  de  Castro. — Comandante  del  2?  activo,  Sebastián  López  de  Yer- 
go. — Coronel,  Ángel  de  Toro. — Comandante  de  marina,  Manuel  de  Za- 
ra.— Comandante  de  la  tropa  do  artillería,  Leandro  de  Poblaciones. — 
Mayor  de  plaza,  Félix  López  de  Toledo. — Como  mayor  del  13  perma- 
nente, Bartolomé  Arzamendi. — Como  mayor  del  6°  permanente,  José 
María  Villalvázo. — Como  mayor  del  2?  activo,  Rafael  de  Traba. — Como 
comandante  de  los  fuertes  de  barlovento,  Jesús  María  Frayre. — Ad- 
ministrador principal  de  correos  y  comisario  de  esta  plaza,  Norberto 
de  Molina. —  (Siguen  78  firmas). 


+9*> 


Tomo  II. — 14 


SEXTO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  SEXTO. 

» 

D.  José  María  de  Bocanegra. — Presidencia  interina  desde  el  17  de 
diciembre  de  1829  á  23  del  mismo  mes, 


CAPITULO  I. 

Elección  y  mi  antecedentes. 

Hemos  visto  ya  que  reunido  el  congreso  de  la  Unión  en 
sus  dos  cámaras,  eligió  al  segundo  presidente  constitucional 
D.  Vicente  Guerrero.  Y  siguiendo  el  orden  de  los  aconteci- 
mientos debe  saberse  que  éste  bizo  oportunamente  dimisión 
de  las  facultades  extraordinarias,  que  le  fueron  concedidas 
por  decreto  de  25  de  agosto,  con  la  sola  reserva  que  expli- 
caron las  iniciativas  que  se  dirigieron  al  congreso,  contraidas 
la  uua  á  que  mandase  en  persona  el  ejército  saliendo  á  la 
campaña,  y  la  otra  á  nombrar  en  comisión  un  ministro  de 
la  suprema  corte  de  justicia  para  un  negociado  de  mucha 


108 

importancia  y  gravedad.  Ninguna  de  ellas  se  discutió  ni  se 
resolvió,  por  la  fuerte  y  abierta  oposición  que  hizo  la  cámara 
del  senado.  Nada  tampoco  se  resolvió  sobre  los  demás  pun- 
tos de  la  administración  pública  que  mucho  importaban,  y 
todo  quedó  paralizado  en  su  marcha. 

Tal  conducta  dio  el  necesario  resultado  que  podía  espe- 
rarse, esto  es,  que  el  senado  desde  luego,  de  un  modo  abso- 
luto y  violento,  acordase  por  sí  la  cesación  de  las  facultades 
extraordinarias. 

Pero  tanto  por  la  constitución  que  regía  cuanto  por  ex- 
presa negativa  de  la  cámara  de  diputados  á  dicho  acuerdo, 
quedó  éste  sin  serlo  del  congreso  general  y  sin  ponerse  en 
práctica  por  lo  mismo;  resultando  que  no  hallándose  confor- 
mes los  dos  cuerpos  colegisladores,  seguía  vigente  y  sin  de- 
rogarse el  decreto  de  25  de  agosto  que  concedió  las  faculta- 
des extraordinarias.  La  cámara  de  diputados,  en  el  paso  de 
su  negativa,  al  darlo,  consideró  que  no  se  podía  ni  se  debía 
obrar  de  otro  modo  en  tales  circunstancias,  y  que  no  se  po- 
día tampoco  ver  con  indiferencia  el  muy  interesante  punto 
de  que  con  la  discordia  realmente  se  quitaban  en  vez  de  dar- 
le recursos  al  gobierno,  al  tiempo  preciso  y  solemue  de  tener 
sobre  sí  la  revolución  de  Jalapa  con  todos  sus  efectos  de  hos- 
tilidades, amagos  y  desorden.  Se  creyó,  por  tanto,  que  la  cá- 
mara de  senadores  quería  destruir  la  administración  que  re- 
gía, y  sostener  el  referido  levantamiento  armado. 

Cuando  el  ejecutivo  concurrió  en  la  forma  de  costumbre 
á  las  sesiones  del  cuerpo  legislativo  en  su  apertura,  con  toda 
verdad  y  decente  firmeza  explicó  el  presidente  Guerrero  su 
voluntad  conforme  y  consecuente  á  lo  que  iniciase,  apoyán- 
dose en  los  fundamentos  de  las  iniciativas  mismas,  termi- 
nando con  protestar  del  modo  más  expreso  y  claro,  no  usaría 
del  poder  extraordinario  sino  como  se  tenía  dicho,  única- 
mente para  que  el  presidente  constitucional,  saliendo  á  cam- 
paña, maudase  en  persona  el  ejército,  por  juzgar  iudispeusa- 


109 

ble  y  de  toda  necesidad  que  estando  á  su  cabeza  procuraría 
conservar  toda  la  moralidad  y  fuerza  del  mismo  ejército,  su 
disciplina,  y  también  conservar  la  firmeza  que  necesariamen- 
te se  daba  á  la  administración  pública,  y  el  apoyo  que  tanto 
se  necesitaba  en  circunstancias  difíciles,  bien  comprometi- 
das, públicas  y  delicadas. 

Se  expidió  en  consecuencia  por  el  presidente  constitucio- 
nal, en  16  de  diciembre,  un  decreto  que  decía  hallarse  pene- 
trado de  la  urgente  necesidad  en  que  estaba  de  mandar  por 
sí  mismo  el  ejército  y  ponerse  á  su  cabeza  como  lo  hacía, 
comunicando  por  tanto  esta  resolución  á  la  cámara  de  dipu- 
tados para  que  procediese  á  hacer  el  nombramiento  de  la 
persona  que  había  de  gobernar  interinamente  á  la  república 
por  el  tiempo  que  fuese  el  de  su  ausencia. 

Impuesta  la  cámara  de  diputados,  contestó  "de  enterado." 
Procedió  desde  luego  á  hacer  el  nombramiento  de  presiden- 
te interino  por  el  tiempo  de  la  ausencia  del  propietario  y 
conforme  á  lo  dispuesto  en  la  constitución. 

La  elección  se  verificó,  recayendo  á  favor  del  que  esto 
escribe.  Así  lo  contiene  y  acredita  la  siguiente  acta: 

"  Se  procedió  á  la  elección  por  Estados,  de  presidente 
temporal,  con  sujeción  al  artículo  129  del  reglamento,  y  re- 
sultó electo  el  Sr.  D.  José  María  de  Bocanegra,  actual  mi- 
nistro de  hacienda,  por  el  voto  de  los  diez  y  seis  Estados  si- 
guientes, y  con  arreglo  á  lo  que  dispone  el  artículo  97  de  la 
constitución. 

Estado  de  Ohiapas. — Sres.  Aguilera.— A  viles. 

Chihuahua. — Sr.  Oyarzu. 

Coahuila  y  Texas. — Sr.  Campos. 

Durango. — Sr.  García  Tato. 

Guanajuato. — Sres.  Rodríguez,  Anaya  (D.  J.  M.) 

México. — Sres.  Guido,  Herrera,  Zerecero,  Anaya  (D.  P« 


110 

M.),  Primo  Tapia,  Díaz,  Valle,  Quintana  Roo,  Escudero, 
Ortiz  de  León. 

Michoacán. — Sres.  Castañeda,  Al  monte. 

Oaxaca. — Sres.  Miranda,  Schiafino,  Moreno  (Bustaman- 
te  al  Sr.  Rayón ). 

Puebla. — Sres.  Ordáz,  Bazo,  Guadalajara,  Moral,  Gar- 
niendia,  Moreno,  Díaz. 

Querétaro. — Sres.  López  de  la  Plata,  Ugalde. 

San  Luis  Potosí. — Sres.  Bermúdez,  Salvatierra. 

Sonora. — Sr.  Espinosa  al  Sr.  Rayón. 

Tabasco. — Sr.  Alpuche. 

Tamaulipas. — Sr.  Arcos. 

Jalisco. — Sres.  Duque,  Castillo  Portugal. 

Yucatán. — Sres.  Requena,  Ortiz  y  Díaz,  Carbajal,  Valie 
(D.  F.) 

Zacatecas. — Sr.  Ulloa." 

Este  resultado  motivó  el  decreto  siguiente: 
"  Secretaría  de  la  cámara  de  representantes.— Exmo.  Sr. 
— Hallándose  esta  cámara  en  el  caso  que  expresa  el  art.  97 
de  la  constitución  federal,  procedió  conforme  al  96  á  hacer 
la  elección  de  presidente  interino  de  la  república,  por  Esta- 
dos; y  de  diez  y  siete  que  sufragaron,  uno  sólo  lo  hizo  por 
el  Sr.  general  D.  Ignacio  Rayón  y  los  demás  en  favor  del 
E.  S.  D.  José"  M?  de  Bocanegra. — Tenemos  el  honor  de  par- 
ticiparlo á  V.  E.  para  que  se  sirva  ponerlo  en  conocimiento 
del  actual  E.  S.  presidente  y  del  que  en  su  ausencia  ha  de 
desempeñar  las  funciones  de  la  primera  magistratura. — Dios 
y  libertad.  México,  16  de  diciembre  de  1829. — Francisco  del 
Moral,  diputado  secretario. — Manuel  López  de  la  Plata,  dipu- 
tado secretario. — Exmo.  Sr.  secretario  del  despacho  de  re- 
laciones." 

El  senado  que  se  había  declarado  sin  ningún  disimulo  ni 
disfraz  por  el  plan  de  Jalapa,  hacía  una  terrible  y  decidida 


111 

oposición  á  la  cámara  de  diputados  y  al  gobierno,  y  entabló 
por  medio  de  sn  vicepresidente  D.  Antonio  Pacheco  Leal ' 
las  más  comprometidas  contestaciones,  que  se  dirigían  en  úl- 
timo resultado  á  la  disolución,  negándose  á  reunirse,  bajo  el 
pretexto  especioso  de  que  se  debían  haber  cerrado  las  sesio- 
nes; sin  advertir  que  este  punto,  con  la  negativa  de  la  cá- 
mara de  diputados  estaba  declarado  y  resuelto  coustitucio- 
nalmente,  sin  que  el  senado  fuese  competente  para  resolver 
por  sí  solo  auu  cuando  hubiese  verdadera  duda.  Pero  como 
su  plan  era  inventar  y  acumular  obstáculos  para  sostener  el 
de  Jalapa,  se  resistió  á  todo  acto  que  no  fuese  conforme  á 
sus  ideas  y  principios,  obligando  y  estrechando  también  con 
esta  conducta,  en  momentos  muy  comprometidos,  á  que  el 
ejecutivo  diese  el  decreto  siguiente: 

"Siendo  muy  urgente  la  salida  del  E.  S.  presidente  á 
"  mandar  en  persona  el  ejército  que  marcha  contra  los  pro- 
"  nunciados,  me  manda  lo  manifieste  á  V.  E.  con  el  objeto 
"  de  que  se  sirva  citar  á  sesión  de  la  cámara  para  las  cinco 
"  de  la  tarde  de  hoy,  á  fin  de  que  preste  el  juramento  corres- 
"  pondiente  el  E.  S.  D.  José  María  de  Bocanegra,  nombrado 
"  para  encargarse  interinamente  del  gobierno  supremo. — 
"  Dios  y  libertad.  México,  17  de  diciembre  de  1829. — A.  Vies- 
"  ca. — E.  S.  presideute  de  la  cámara  del  senado. n 

En  consecuencia  y  por  igual  oficio,  el  E.  S.  presidente  de 
la  cámara  de  diputados  verificó  la  cita  para  su  respectiva 
reunión;  y  resistiéndose  el  Sr.  Pachecho  Leal,  en  nombre 
del  senado  como  vicepresidente  en  ejercicio,  á  concurrir;  obli- 
gando y  estrechando  por  otra  parte  las  circunstancias  y  ocu- 
rrencias públicas,  como  queda  referido,  se  puso  al  presidente 
de  la  república  en  el  caso  de  dictar  otro  decreto  que  dice: 
"  Siendo  urgente  mi  salida  á  mandar  al  ejército,  mandó  exci- 

1  Lo  era  contra  el  art.  17  del  reglamento  de  las  cámaras  que  prohibía  su  reeleccid» 
7  por  consiguiente  su  representación  era  nula. 


112 

"  tar  á  las  cámaras  del  congreso  general  para  que  ante  ellas 
"  prestase  el  juramento  correspondiente  el  presidente  que  du- 
"  rante  mi  ausencia  ba  de  ejercer  el  supremo  poder  ejecutivo, 
"y  no  habiéndose  reunido  más  que  la  eámaráde  diputados, 
"  he  tenido  á  bien  decretar  en  uso  de  las  facultades  extraor- 
dinarias: 

"El  presidente  interino  prestará  el  juramento  que  pre- 
"  viene  la  constitución,  ante  la  cámara  de  representantes. 

"  Por  tanto,  mando  se  imprima,  publique,  circule  y  se  le 
"dé  el  debido  cumplimiento. 

"Palacio  del  gobierno  federal  en  México,  á  17  de  Di- 
ciembre de  1829. — Vicente  Guerrero. — A  D.  Agustíu  Viesca." 

Obsequiando  este  decreto  y  abierta  la  sesión  extraordi- 
naria la  noche  del  día  17  de  diciembre,  prestó  con  las  solem- 
nidades de  ley  el  juramento  prevenido  en  la  constitución, 1 
así  comunicándolo  al  gobierno  la  secretaría  déla  cámara  de 
representantes  por  la  nota  que  pasó  á  la  del  despacho  de  re- 
laciones la  de  la  cámara  de  diputados,  refiriendo  haber  teni- 
do efecto  el  juramento  que  se  previno  se  prestase  ante  la 
misma  cámara  por  las  razones  que  ya  quedan  expuestas  y 
por  las  ocurrencias  que  dieron  lugar  á  que  así  lo  dispusiese 
el  ejecutivo  en  uso  del  poder  extraordinario  que  ejercía,  y  en 
cuya  virtud  se  dirigió,  como  queda  dicho,  la  nota  siguiente: 
"  En  consecuencia  del  oficio  de  Y.  E.  fecha  de  ayer,  en  que 
"se  sirve  acompañarme  el  decreto  dado  por  el  E.  S.  presi- 
"  dente  de  la  república,  en  uso  de  las  facultades  extraordi- 
"  narias,  relativo  á  que  esta  cámara  sola  pudiese  recibir  el 

1  Se  nombró  la  comisión  para  recibir  al  señor  presidente  interino,  compuesta 
de  los  Sres.  Oyarzu,  Guadalajara,  Almonte,  Bustamante,  Quintana  Roo,  Alpucbe, 
Valle  (D.  F.)  Mañero,  Schiafino,  Carbajal,  Moral  y  Plata. 

A  las  nueve  y  cuarto  se  presentó  el  Exmo.  Sr.  D.  José  M?  de  Bocanegra  y 
prestó  el  juramento  en  los  términos  que  previene  el  decreto  de  que  ya  se  ba  becbo 
mención.  Concluido  este  acto  y  retirado  el  E.  S.  presidente  se  levantó  la  sesión. 
— Véase  la  acta  del  congreso  del  mismo  día. 


113 

"juramento  del  presidente  interino,  se  presentó  el  E.  S.  D. 
"José  María  de  Bocauegra  y  lo  ha  prestado  en  los  términos 
"  que  previene  el  artículo  101  de  la  constitución.  Lo  que  te- 
"  nemos  el  honor  de  avisar  á  V.  E.  para  la  debida  constan- 
"  cia.  Dios  y  libertad.  México,  diciembre  18  de  1829. — Fran- 
" cisco  del  Moral,  diputado  secretario. — Manuel  López  déla 
"Plata,  diputado  secretario. — E.  S.  secretario  del  despacho 
"de  relaciones." 


CAPITULO  II. 


Gobierno  interino  y  sucesos  públicos  en  su  tiempo. 


Quedó  ya  en  posesión  el  presidente  interino  y  consiguien- 
temente organizó  su  ministerio  dejando  en  el  despacho  de 
relaciones  á  D.  Agustín  Viesca;  en  el  de  justicia  y  negocios 
eclesiásticos,  al  Dr.  D.  José  Manuel  Herrera;  en  el  de  guerra 
al  general  D.  Francisco  Moctezuma;  y  nombró  de  nuevo  para 
el  de  hacienda  á  D.  Ildefonso  Manían,  jefe  del  departamen- 
to de  cuenta  y  razón,  de  antiguos  conocimientos  hacenda- 
dos y  de  las  circunstancias  más  recomendables. — Continuó 
con  la  comandancia  general  el  general  D.  Pedro  María  Ana- 
ya,  y  en  el  gobierno  del  distrito  D.  José  Ignacio  Esteva. 

Así  constituido  el  gobierno  se  expidieron  las  comunica- 
ciones y  se  dirigieron  las  circulares  consiguientes  y  de  estilo. 
Eecibió  las  felicitaciones  de  costumbre  y  de  ley  hechas  por 
las  corporaciones  civiles  y  militares.  El  reconocimiento  de 
los  Estados  inmediatos  fué  también  hecho  por  México,  Pue- 
bla, Querétaro  y  Michoacán,  cuyas  autoridades  se  dirigieron 
en  los  términos  acostumbrados  y  satisfactorios  al  gobierno. 

Tomo  II.— 15 


114 

Habló  el  presidente  interino  en  los  siguientes  términos  á  la 
nación. 

"  El  ciudadauo  José  María  de  Bocanegra  á  sus  compa- 
triotas: 

"  Decidido  á  todo  género  de  sacrificios  por  la  salud  de  la 
"  patria,  he  aceptado  por  esta  causa,  sin  vacilar,  el  encargo 
u  de  presidente  interino  á  que  se  me  ha  llamado  en  la  crisis 
"  más  peligrosa.  El  digno  jefe  á  quien  se  encomendaran  los 
"  altos  destinos  de  la  república,  durante  el  período  constitu- 
"  cional,  ha  creído  de  su  deber  tomar  personalmente  el  man- 
"  do  del  ejército,  y  lo  ha  tomado  en  efecto,  usando  de  la  am- 
"  plia  autorización  con  que  fué  investido  por  el  decreto  de 
"  25  del  último  agosto.  La  cámara  de  representantes, en  cum- 
"  plimiento  de  los  artículos  9G  y  97  de  nuestro  código  funda- 
"  mental,  me  nombró  en  consecuencia  paca  desempeñar  en- 
"  tretanto  las  funciones  del  supremo  poder  ejecutivo  de  la 
"  unión,  y  ante  la  misma  cámara  he  jurado  no  apartarme  un 
"  ápice  de  nuestra  sagrada  carta. 

"  ¡Mexicanos!  Yo  os  debo  decir  que  han  desaparecido 
"  los  motivos  de  nuestras  disensiones.  El  congreso  general 
"  está  reunido;  las  facultades  extraordinarias  han  cesado, 
"  porque  el  gobierno  las  ha  dimitido  sin  esperar  el  término 
"  designado,  y  porque  en  el  santuario  de  la  representación 
"  nacional  ha  protestado  reiteradamente  que  no  las  quiere 
"  ni  las  ha  de  ejercer  en  adelante.  Si  alguno  ó  algunos  de  los 
"  funcionarios  públicos  no  han  correspondido  á  vuestra  con- 
"  fianza,  los  tribunales  están  abiertos  y  expeditos  para  ad- 
"  mitir  vuestras  acusaciones  y  q\ie  la  cuchilla  de  la  justicia 
"  cargue  sobre  las  cabezas  de  los  delincuentes.  La  imprenta 
"  no  puede  ser  más  libre  para  que  nuestros  sabios  expliquen 
"  francamente  sus  opiniones  políticas,  indicando  las  refor- 
"  mas  útiles  que  debida  y  fundadamente  convenga  hacer. 
"  ¿Qué  más  se  pide?  ¿Qué  otra  cosa  se  exige?  ¿Aspiramos 
"  de  buena  fe  á  vivir  bajo  el  imperio  de  las  leyes?  Camine- 


115 

"  mos,  pues,  ajuarándonos  á  las  reglas  que  ellas  líos  prescri- 
"  ben.  No  desnaturalicemos  el  suave  sistema  que  uos  rige: 
u  terminemos  francamente  nuestras  diferencias  domésticas: 
"  escuchemos  la  voz  de  la  razón ;  y  reservemos  el  movimiento 
"  estrepitoso  de  las  armas  para  abatir  y  humillar  el  orgullo 
"  de  nuestros  verdaderos  enemigos. 

"  El  ciudadano  Vicente  Guerrero  marcha  al  frente  de  las 
"  tropas,  no  para  destruir  y  exterminar,  sino  para  reconci- 
'•  liar  los  ánimos  divididos,  restablecer  el  orden  y  afianzar  la 
"  pnz  alterada  con  mengua  del  honor  de  los  mexicanos,  ó 
"  incalculables  perjuicios  de  los  intereses  públicos  y  particu- 
"  lares.  ¡Quiera  el  cielo  derramar  sus  bendiciones  sobre  la 
"  empresa  de  este  ilustre  caudillo,  que  tantas  veces  nos  ha 
"  salvado  de  los  horrores  de  la  anarquía! 

"  De  mi  parte,  conciudadanos,  os  ofrezco  los  deseos  más 
"  ardientes  y  más  puros  por  vuestra  sólida  felicidad,  y  un 
"  trabajo  incesante  en  promoverla  por  todos  los  medios  que 
"  las  leyes  ponen  á  mi  alcance.  El  peso  de  mis  obligaciones 
"  es  muy  superior  á  lo  que  cabe  en  la  esfera  de  mi  posibili- 
"  dad;  mas  contando  con  vuestra  cooperación  nada  temo. 
"  Busquemos  de  todas  maneras  el  orden,  la  conciliación  y 
"  la  paz.  Seamos  fieles  á  nuestros  juramentos.  No  demos 
"  más  escándalo  al  mundo,  y  hagamos  en  fin,  hasta  el  úlfci- 
"  mo  sacrificio  en  las  aras  de  la  patria  por  conservar  la  fe- 
"  deración.  Estos  son  los  sentimientos  que  animan  á  vues- 
"  tro  conciudadano  y  amigo. — José  María  de  Hocanegra." 

Este  gobierno  interino  de  la  república  continuó  su  mar- 
cha por  una  senda  comprometidísima,  erizada  de  dificulta- 
des y  llena  de  obstáculos  y  peligros.  No  obstante,  siguió 
por  medio  de  sus  providencias  el  camino  recto,  llevando  por 
norte  y  guía  el  orden  público,  la  seguridad  del  Estado  y  la 
conservación  de  las  garantías  sociales.  La  situación  cada 
día  y  aun  cada  minuto  que  pasaba  era  más  y  más  difícil.  Los 
recursos  y  la  fuerza  del  poder  se  debilitaban  necesariaiueu- 


116 

te  á  proporción  que  progresaba  el  plan  de  los  pronuncia- 
dos; pero  no  por  esto  se  olvidó  ni  se  desatendió  la  seguri- 
dad pública,  ni  dejó  de  consultarse  el  honor  nacional;  y  se 
cuidó  mucho  y  con  buen  éxito  que  no  se  reprodujesen  los 
desórdenes  del  motín  de  la  Acordada,  que  había  sido  una 
triste  lección. 

En  tan  crítico  estado  partió  á  la  campaña  el  presidente 
Guerrero,  y  marchó  también  al  mando  del  general  D.  Igna- 
cio Mora  una  fuerte  división,  quedando  casi  sin  fuerza  pú- 
blica la  ciudad.  El  presidente  se  dirigió  al  pueblo  de  Aya- 
capiztla  al  sudeste  de  la  ciudad  de  México;  y  aunque  se 
esperaba  hubiese  alguna  función  de  armas  con  las  fuerzas 
pronunciadas  al  inando  del  vicepresidente  Bustamante,  no 
fué  así;  y  el  general  Guerrero  se  internó  á  los  pueblos  del 
Sur. 

Súpose  en  esos  mismos  días  que  en  el  Estado  de  Vera- 
cruz  fué  llamado  el  general  D.  Antonio  López  de  Santa- 
Anna  al  mando  político  y  militar  del  propio  Estado,  en  ra- 
zón de  que  no  sólo  por  las  ocurrencias  de  Jalapa  así  se  creía 
necesario,  sino  también  porque  el  coronel  D.  Antonio  Here- 
dia,  jefe  del  5?  batallón  de  línea,  y  el  comandante  interino  de 
las  armas,  coronel  D.  Antonio  Juille  y  Moreno  se  habían 
opuesto  al  plan  referido  de  Jalapa  y  hacían  resistencia  á  las 
armas  pronunciadas. 

Púsose  en  efecto  al  frente  del  gobierno  y  Estado  de  Ve- 
racruz  el  general  Santa-Anua  y  proclamó  nuevamente  con 
la  dignidad  y  energía  que  le  son  propias,  que:  "El  general 
Guerrero  era  el  presidente  legítimo  de  la  nación:  porque  al 
tiempo  de  su  nombramiento  no  protestó  en  contra  ni  un  sólo 
representante  de  los  que  componían  las  cámaras  de  la  unión: 
porque  se  efectuó  en  el  término  que  previene  la  constitución ; 
habiendo  renunciado  con  anterioridad  el  que  obtuvo  la  ma- 
yoría de  votos  de  los  Estados,  en  vista  de  la  repuguaucia 
que  advertía  por  parte  de  éstos,  á  que  rigiese  la  república: 


117 

porque  los  Estados  se  conformaron  con  el  expresado  nom- 
bramiento, y  la  patria  celebró  con  entusiasmo  el  ascenso  del 
benemérito  ciudadano  Guerrero;  y  finalmente  por  otras  cau- 
sales de  igual  peso  que  obran  en  su  ánimo. 

"  Anular  esa  elección  equivale  á  separar  de  la  presiden- 
cia al  general  predilecto  que  ha  estado  ya  cerca  de  un  año 
en  posesión  de  su  destino,  sin  que  haya  habido  reclamación 
alguna:  este  hecho  servirá  sólo  para  atraer  sobre  la  repúbli- 
ca un  cúmulo  de  males  mayores  que  los  que  desean  aparen- 
temente evitar  los  que  están  animados  de  aquellas  intencio- 
nes: quedará  la  nación  acéfala,  ó  cuando  menos  será  presa 
de  un  poder  militar  que  la  oprimirá  privándola  de  su  amada 
libertad. 

Este  suceso  reanimó  las  esperanzas  de  los  que  eran  com- 
batidos por  los  pronunciados  de  Jalapa,  pues  que  cuando 
nadie  se  oponía  á  estos  conjurados,  vieron  públicamente  con- 
trariada su  revolución  y  conducta,  por  aquel  mismo  jefe  que 
se  había  sostenido  contra  la  arbitrariedad  de  Pedraza,  y 
que  contestando  á  los  muy  amplios  y  lisonjeros  ofrecimien- 
tos de  Múzquiz,  había  dicho  que:  "si  bien  estaba  por  todo 
acto  de  buen  orden  y  conveniencia  pública,  no  aprobaba  el 
modo  ni  las  medidas  estrepitosas,  las  vías  de  hecho  que  son 
por  lo  general  origen  de  funestos  choques  que  encendiendo 
los  ánimos  exaltados  terminan  en  la  guerra  civil.  Que  puede 
temerse  un  resultado  semejante,  es  muy  obvio:  el  supremo 
gobierno  luego  que  se  i m [tonga  de  lo  acontecido  y  del  plan 
de  ese  ejército  pronunciado,  se  considerará  atacado:  presen- 
tará quizá  oposición,  y  he  aquí  encendida  la  primera  chispa 
de  una  conflagración  que  pueda  fácilmente  extenderse  por 
todo  el  territorio  de  la  república. 

"No  nos  desentendemos  de  lo  que  nos  demuestra  la  ex- 
periencia que  nosotros  mismos  hemos  adquirido  en  largos 
años.  Las  revoluciones  son  verdaderos  males  de  fatal  tras- 
cendencia, y  ya  venza  este  partido,  ya  el  otro,  la  nación  re- 


118 

siente  graves  perjuicios.  Aquellas  se  forman  con  los  más  sa- 
nos deseos,  mas  no  hay  quien  pueda  demostrar  fijamente 
cuál  sea  el  curso  que  seguirán,  ó  su  precisa  conclusión.  Ha- 
blo de  esto  con  datos,  y  por  tanto,  estoy  resuelto,  sí,  muy 
resuelto  á  no  volver  á  acaudillar  jamás  otra  revolución. 

"  No  bien  se  han  recibido  noticias  del  pronunciamiento 
de  Campeche  por  el  extraordinario,  cuando  se  forma  en  este 
Estado  el  de  ese  ejército  de  reserva  sin  conexión  con  el  an- 
terior. ¿Qué  dirán  de  esto  las  naciones  extranjeras!  ¿Qué 
nuestros  naturales  enemigos?  Desmerecerá  infinitamente 
nuestra  opinión,  porque  nos  consideran  en  estado  de  perpe- 
tua revolución.  ¿Y  será  posible  que  en  unos  momentos  en 
que  pudiéramos  con  muy  poca  cordura  en  nuestros  pasos, 
recuperar  nuestro  crédito,  queramos  sacrificarlo  y  mancillar 
de  ese  modo  nuestras  glorias?  En  tal  caso,  nuestros  bellos 
triunfos  en  Tampico  contra  los  invasores,  habrían  sido  in- 
fructuosos, y  nulas  las  ventajas  que  ellos  pudieran  reportar- 
nos. Estas  consideraciones  no  merecen  ser  desechadas." 

A  pesar  de  tan  halagüeños  anuncios  y  de  tan  buenos  ele- 
mentos, marchaban  los  pronunciados  de  Jalapa  con  su  ejér- 
cito de  reserva  reunido  en  Veracruz  y  Puebla,  y  doblando 
sus  marchas  se  dirigían  sobre  la  capital  con  tanta  rapidez, 
que  aun  impidieron  con  sus  movimientos  que  tuviese  efecto 
la  combinación  militar  que  se  formó  para  que  uniéndose  la 
división  del  general  Mora  á  otras  fuerzas  inmediatas  á  Pue- 
bla, y  algunas  del  mismo  interior  de  la  ciudad,  hiciesen  una 
vigorosa  oposición  á  los  sublevados.  Fué,  pues,  inútil  esta 
medida,  porque  la  brevedad  del  tiempo  que  mediaba  impidió 
se  realizasen  las  miras  y  órdenes  del  gobierno.  La  misma 
estrechez  de  tiempo  impidió  igualmente  se  cumpliesen  otras 
disposiciones  dadas  para  que,  tropas  del  Estado  de  Michoa- 
cán  á  las  órdenes  de  D.  Juau  J.  Codallos  y  el  mixto  de  Queró- 
taro  forzando  sus  marchas,  viniesen  en  auxilio  de  la  capital, 
que  como  se  ha  dicho,  quedó  casi  indefensa  con  la  formación 


119 

y  salida  de  la  división  del  general  Mora,  puesto  todo  bajo  el 
mando  del  presidente  Guerrero. 

Precipitados  los  sucesos  y  en  aumento  la  revolución,  ex- 
tendiéndose casi  por  toda  la  república  como  efecto  necesa- 
rio de  tramas,  agencias  y  combinaciones  con  anterioridad 
meditadas,  se  presentaron  los  naturales  y  propios  aconteci- 
mientos. 

Fué  uno  de  ellos  y  como  principal,  no  sólo  desconocer 
sino  destruir  revolucionariamente  al  gobierno  general  exis- 
tente, y  cuya  ruina  estaba  jurada  desde  el  triunfo  de  Tulan- 
cingo.  Juntas,  imprentas,  acusaciones  y  basta  imposturas 
se  pusieron  en  acción,  manejándose  por  supuesto  los  medios 
y  armas  de  las  asonadas,  esto  es,  la  seducción,  el  interés  y 
el  aspirantismo.  Existía  todo,  y  todo  lo  conocía  el  gobierno 
del  presidente  interino,  de  manera  que  si  no  logró  sobrepo- 
nerse á  los  conjurados,  no  fué  ni  por  carecer  de  energía,  ni 
por  absoluta  falta  de  recursos,  sino  realmente  por  no  baber 
fidelidad  y  firmeza  en  personas,  que  guardando  un  carácter 
doble,  aseguraron  con  su  conducta  el  triunfo  de  los  pronun- 
ciados. 

El  Sr.  Zavala  hace  cargo  al  que  esto  escribe,  diciendo  que 
tuvo  él  noticia  y  me  la  comunicó,  de  que  el  día  22  de  di- 
ciembre por  la  noche  debería  haber  un  movimiento  en  la 
capital,  cuyo  objeto  sería  proclamar  el  plan  de  Jalapa;  y  ase- 
gura con  ironía  que  por  mi  parte  y  por  toda  providencia  se 
dictó  únicamente  la  de  que  el  gobernador  D.  Ignacio  Esteva 
dijese  el  estado  que  guardaba  la  tranquilidad  pública.  IS"o  es 
así  la  verdad  y  es  tiempo  de  decirla;  pero  aun  cuando  hu- 
biera sido,  en  aquellos  precisos  momentos,  ya  de  crisis  para 
la  revolución,  no  eran  las  simples  noticias  las  que  se  hacían 
necesarias,  pues  sobraban,  y  muy  exactas,  sino  lo  que  era 
preciso,  y  puntualmente  lo  que  faltaba  eran  fidelidad,  valor 
y  fuerza.  Sin  la  pretensión  de  ser  Casio  ni  Bruto  el  que  esto 
escribe,  se  le  hallará  siempre  resuelto  á  todo  género  de  sa- 


120 

orificios  por  la  patria;  ni  volvió  la  espalda  al  peligro,  ni  dejó 
de  esperar  y  resistir  los  acontecimientos  todos  y  el  ataque 
mismo  con  serenidad  y  honor.  El  resultado  y  los  sucesos  ex- 
plican la  verdad  mejor  que  las  palabras.  Veamos  las  ocu- 
rrencias del  día  23  de  diciembre. 


CAPÍTULO  III. 

Proiitiucinmiciito  y  ocurrencias  del  día  23  cíe  diciembre  de  1829. 

La  llamada  guarnición  de  México,  para  derribar  al  go- 
bierno existente  invocando  la  ley  que  atacaban,  se  pronun- 
ció adoptando  el  plan  de  Jalapa  y  publicando  el  siguiente: 

"  En  la  capital  de  México,  á  23  de  diciembre  de  1829, 
reunidos  los  jefes  y  oficiales  que  suscriben  y  teniendo  pre- 
sente: 

"  Que  sus  juramentos  como  ciudadanos  y  como  soldados 
de  la  patria  los  llaman  á  salvarla; 

"  Qne  el  ejército  de  reserva  ha  protestado  solemnemente 
sostener  el  sistema  representativo  popular,  federal,  adopta- 
do por  la  nación  en  sus  leyes  fundamentales,  y  restablecer 
en  consecuencia  el  orden  constitucional  alterado  por  la  es- 
candalosa transgresión  de  las  mismas  leyes; 

"  Que  este  mismo  es  el  voto  de  los  Estados  y  el  del  pueblo 
de  esta  capital,  y  que  si  permaneciese  en  silencio  la  guerra 
civil  podría  ser  el  resultado  de  una  opinión  no  pronunciada; 

"  Que  no  existe  reunido  el  congreso  nacional,  por  haber 
acordado  cerrar  sus  sesiones  extraordinarias  el  10  del  corrien- 
te, cuyo  decreto  debió  ser  cumplido  por  el  ejecutivo,  y  no 
devuelto  con  observaciones  por  prohibirlo  el  artículo  73  de 
la  constitución  federal,  y  en  virtud  del  cual  se  puso  de  hecho 
en  receso  la  cámara  de  senadores: 


121 

"  Qne  tampoco  existía  el  congreso  cuando  la  de  diputa- 
dos nombró  para  ejercer  el  poder  ejecutivo  al  Sr.  D.  José  M* 
de  Bocanegra,  cuyo  nombramiento  es  por  lo  mismo  nulo  y 
por  haber  recaído  en  un  representante; 

"  Que  aun  cuando  fuese  legal,  el  Sr.  Erocanegra  no  po- 
día ejercer  el  ejecutivo  por  no  baber  prestado  el  juramento 
ante  las  cámaras  reunidas  con  arregio  al  artículo  101  de  la 
constitución; 

"  Que  esta  solemnidad  de  la  ley  fué  dispensada  por  el 
ejecutivo  en  virtud  de  las  facultades  extraordinarias  que  ba- 
bía  recibido  de  las  mismas  cámaras  y  de  que  babía  protesta- 
do no  bacer  uso,  sobreponiéndose  así  al  poder  legislativo  y 
á  la  constitución  misma; 

"  Que  á  pesar  de  aquella  protesta  becba  sólo  para  des- 
lumbrar  á  los  pueblos,  se  continúan  ejerciendo  las  faculta- 
des omnímodas  para  bacer  criaturas  y  prodigar  empleos; 

"  Que  el  general  que  ejercía  el  poder  ejecutivo  salió  de 
esta  ciudad  para  ponerse  á  la  cabeza  de  una  división  contra 
el  ejército  de  reserva,  provocando  la  guerra  civil  por  un  in- 
terés personal;  y  que  por  la  nulidad  del  nombramiento  y 
ejercicio  del  Sr.  Bocanegra,  la  nación  se  baila  sin  el  gobier- 
no constitucional  y  legítimo  que  debe  regirla.  Que  esta  ace- 
falía  amenaza  de  un  momento  á  otro  con  rompimientos  es- 
trepitosos y  trastornos  que  comprometerían  la  seguridad  y 
el  orden  público. 

"  Todo  bien  meditado  y  animados  de  los  más  puros  de- 
seos del  bien,  acuerdan  unánimemente: 

"  1?  Adoptar  el  plan  que  para  el  restablecimiento  del 
orden  constitucional  y  del  libre  ejercicio  de  la  soberanía  de 
los  Estados,  proclamó  el  ejército  de  reserva  en  la  villa  de  Ja- 
lapa el  4  del  corriente,  renovando  en  consecuencia  el  jura- 
mento de  sostener  la  constitución  federal  y  leyes  existentes. 
"  2?  Elevar  sus  votos  al  consejo  de  gobierno  para  que 
escucbando  la  voz  de  los  pueblos  y  en  ejercicio  de  las  f'uii- 

Tomo  II.— 13 


122 

ciones  que  le  atribuye  la  constitución,  llame  á  encargarse 
del  supremo  poder  ejecutivo  al  presidente  de  la  corte  supre- 
ma de  justicia,  nombrando  á  los  dos  individuos  que  deben 
asociársele  conforme  al  artículo  97. 

"  3?  Eespetar  y  proteger  á  todas  las  autoridades  legíti- 
mamente constituidas,  en  el  libre  ejercicio  de  sus  atribu- 
ciones. 

"  4?  Que  permanecerá  reunida  la  guarnición  de  esta  ca- 
pital basta  la  llegada  del  ejército  de  reserva,  sin  mezclarse 
en  ningún  acto  administrativo;  pero  conservando  á  toda  cos- 
ta el  orden  y  la  pública  tranquilidad,  y  oponiéndose  á  la  en 
trada  de  cualquiera  otra  fuerza  que  se  dirija  á  impedir  el 
presente  pronunciamiento. 

"  5?  Que  esta  acta  se  circule  á  las  honorables  legislaturas 
y  gobernadores  de  los  Estados. — General,  Luis  Quintanar. 
— General,  Ignacio  Rayón. — General,  Ramón  Rayón.—  Gene- 
ral, Pedro  Terreros. — General,  Miguel  Cervantes. —  General, 
Pedro  Sarzoza. — Por  el  cuerpo  de  artillería,  José  Manuel  Diez. 
— Por  el  tercer  batallón,  Aniceto  Arteaga. — Por  el  7?,  J.  Quin- 
tana.— Por  el  batallón  de  ju válidos,  Cristóbal  Gil  de  Castro. 
— Por  el  activo  de  Toluca,  José  María  Castro. — Director  de 
ingenieros,  Coronel  Ignacio  Mora. — Coronel,  Cirilo  Gómez 
Anaya. —  Coronel,  Antonio  Castro. —  Coronel,,  Juan  Domín- 
guez— Coronel,  Joaquín  Correa. — Coronel,  Guadalupe  Pala- 
fox. — Coronel,  Manuel  Barrera. — Coronel,  Carlos  Bcnesqui. — 
Coronel,  Manuel  Alfar  o. — Coronel,  Manuel  María  Tillada. — 
Coronel,  Ignacio  Gutiérrez. — Teniente  coronel,  Mariano  Ta- 
gle. — Teniente  coronel,  Alvaro  Muñoz. — Teniente  coronel; 
Felipe  Palafox. — Teniente  coronel,  Nicolás  Condell. — Tenien- 
te coronel,  Ignacio  Leal. — Por  la  clase  de  capitanes,  José 
María  García  Conde,  Litis  Antepara. — Por  la  de  Tenientes, 
José  María  Pinezo,  José  Manuel  Alfaro,  Manuel  Noriega. — 
Por  la  de  alféreces,  José  Nicolás  Tellez. — Por  la  de  cadetes, 
Ignacio  Madrid. " 


123 

Las  bases  y  objeto  de  este  plan,  su  combinación  local,  el 
conocimiento  de  las  personas,  de  sus  reuniones  y  hasta  de 
sus  deliberaciones  estuvieron  al  alcance  del  gobierno  inte- 
rino; pero  relajados  los  resortes  de  la  obediencia,  y  sobrepo- 
niéndose la  desmoralización  al  orden,  volvieron  ineficaces 
los  recursos  de  la  administración  gubernativa,  basta  el  grado 
que  casi  diariamente  y  aun  por  instantes  se  recibían  partes 
de  las  defecciones;  aunque  no  faltaron  tampoco  excepciones 
recomendables. 

Entre  ellas  dignas  son  de  referirse  y  de  consignarse  en 
este  lugar  las  ofertas  y  la  firmeza  de  algunos  generales  y 
jefes,  las  de  varias  autoridades  que  no  traicionaron  sus  de- 
beres y  cumplidamente  los  guardaron. 

Debe  saberse  y  no  olvidarse  que  los  señores  generales  de 
división  D.  Miguel  Barragán  y  D.  Ignacio  Rayón  se  presen- 
taron solicitando  voluntariamente  una  entrevista  con  el  que 
esto  escribe,  en  el  momento  de  encargarse  del  gobierno,  pro- 
testando el  primero  del  modo  más  cortés,  sincero  y  leal,  que 
jamás  estaría  en  contra  de  una  administración  humanitaria 
y  justa,  que  le  había  dado  patria  restituyéndolo  á  ella  alzán- 
dole el  destierro  En  efecto,  permaneciósiempre  este  general 
unido  al  gobierno  y  sin  tomar  parte  con  los  sublevados.  El 
segundo  aseguró  con  franqueza  que  si  sus  ideas  y  sus  com- 
promisos lo  llevaban  á  obrar  en  contra  del  orden  de  cosas 
establecido,  sostendría  por  sí  y  por  sus  compañeros,  sin  em- 
bargo, al  que  estaba  al  fíente  del  gobierno,  porque  así  se  lo 
dictaba  su  deber  y  conciencia,  convencido  de  qne  individual- 
mente se  obraba  bien.  Dijo,  que  ya  no  era  posible  contener 
los  progresos  de  la  revolución  y  aun  hizo  algunas  indicacio- 
nes más  amplias,  más  exactas  y  anticipadas  y  de  mejores 
luces  que  las  que  el  Sr.  Zavala  tanto  preconiza  en  su  obra; 
pero  al  mismo  tiempo  aseguró  con  datos  el  Sr.  Rayón,  que 
no  era  posible  ya  poner  dique  al  torrente  revolucionario. 

Y  en  efecto,  inutilizadas  las  providencias  del  gobierno 


124 

por  las  cansas  referidas,  á  qne  se  agregaba  el  nspirantismo, 
se  procuró  asegurar,  según  queda  dicho,  la  tranquilidad  pú- 
blica, las  propiedades,  y  la  dignidad  y  honor  del  gobierno,  á 
cuyo  fin  las  autoridades  pusieron  en  acción  su  celo  y  vigi- 
lancia por  medio  de  guardias,  retenes  y  patrullas,  resguar- 
dando también  los  caudales  públicos1  que  existían  en  la  te- 
sorería general,  y  de  que  se  apoderaron  á  viva  fuerza  los  que 
invadieron  el  palacio  nacional  el  rlía  23  de  diciembre  de  1829. 

Este  día  á  las  tres  de  la  mañana  se  rompió  en  la  plaza 
principal  el  fuego  por  una  sección  que  el  general  D.  Luis 
Quin tañar,  pronunciado  á  esa  misma  hora  y  puesto  á  la  ca- 
beza de  la  guarnición  sublevada,  destacó  á  las  órdenes  del 
coronel  Benesqui  sobre  el  palacio  nacional  con  el  objeto  de 
sorprender  á  las  tropas  que  lo  guarnecían.  El  comandante 
general  D.  Pedro  M?  A  naya,  y  el  teniente  coronel  D.  Ma- 
riano ToIsíi,  que  vigilantes  y  resueltos  guardaban  su  puesto, 
no  sólo  evitaron  la  sorpresa  que  se  intentó  hacer  hasta  en 
las  puertas  del  mismo  edificio,  sino  que  después  de  batirse 
con  denuedo  y  constancia,  hicieron  replegar  á  gran  distan- 
cia á  los  agresores.  Pasó  un  corto  espacio  de  tiempo,  y  sus- 
pendidos los  fuegos,  se  anunció  la  llegada  de  una  comisión 
que  se  recibió  con  las  debidas  precauciones.  La  comisión  era 
enviada  por  el  referido  general  Quin  tañar,  caudillo  de  la 
asonada,  y  cuya  misión  era  la  de  intimar  de  palabra  la  ren- 
dición del  palacio  en  que  se  sostenía  el  gobierno.  Se  le  con- 
testó también  de  palabra  con  la  negativa  más  expresa. 

Eetirada  la  comisión,  se  dirigieron  inmediatamente  las 
respectivas  comunicaciones  á  las  cámaras  y  á  las  autorida- 
des todas,  en  los  términos  siguientes: 

1  Quedaron  existentes  más  de  ciento  veinte  mil  pesos  con  su  distribución  hecha  para 
pagos  en  aquellos  días  del  pronunciamiento.  Quedó  también  igual  ó  mayor  cantidad  dis- 
ponible en  las  casas  de  los  Síes.  Agüero  González,  Fagoaga  y  Barrio:  quedaron  asimismo 
órdenes  y  libranzas  cobrables.  Todo  lo  conservó  y  entregó  el  Sr.  D.  Ildefonso  Mániau  que 
fué  continuado  en  las  funciones  de  ministro  por  los  pronunciados. 


125 

"  Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  in- 
terior.—  Exmo.  Sr. — El  bien  de  la  patria,  la  conservación  del 
sistema  y  del  orden  público  demandan  imperiosamente  que 
se  reúna  el  congreso  general  para  deliberar  en  sesión  ex- 
traordinaria de  esta  misma  mañana,  sobre  objetos  de  la  ma- 
yor importancia  y  trascendencia. — Por  tanto,  el  E.  S.  presi- 
dente me  ordena  dirigirme  á  V.  E.  con  el  fin  de  que  se  sirva 
citar  á  la  cámara  que  preside,  en  los  términos  de  urgencia  que 
van  indicados. — Dios  y  libertad.  Diciembre  23  de  1829,  á  las 
cinco  y  inedia  de  la  mañana. —  E.  S.  presidente  de  la  cámara 
de  dipotados. — Igual  al  presidente  de  la  cámara  de  senado- 
res." 

El  de  la  primera  cámara  contestó  que  mandaba  citarla 
inmediatamente;  pero  el  0.  Pacheco  Leal,  vicepresidente  de 
la  de  senadores,  de  quien  ya  liemos  hablado  anteriormente, 
dijo  que  no  era  presidente  ni  vicepresidente  del  senado;  por 
lo  que  devolvía  cerrado  el  pliego,  que  segunda  vez  se  volvió 
á  remitir;  pero  nada  se  supo  ya  del  resultado,  por  no  per- 
mitirlo la  urgencia  y  estrechez  de  las  circunstancias. 

En  tal  situación,  se  previno  al  gobierno  del  Distrito,  por 
conducto  del  ministerio  respectivo,  informase  en  el  momento 
del  estado  (pie  guardaba  la  tranquilidad  pública,  diciéudole 
el  ministerio  de  relaciones  lo  siguiente: 

"  Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  in- 
terior.— El  E.  S.  presidente  manda  que  Y.  S.  informe  del 
estado  de  la  tranquilidad  pública,  do  los  sucesos  que  han 
ocurrido,  según  hubiesen  llegado  á  su  noticia,  manifestando 
su  opinión,  y  en  suma,  que  venga  V.  S.  á  este  palacio  á  fin 
de  conferenciar  y  acordar  lo  necesario  al  restablecimiento 
del  orden  y  conservación  del  sistema.  Dios  y  libertad.  Mé- 
xico, diciembre  23  de  1829. —  Viesca." 

Su  contestación  fué: 

"  Exmo.  Sr. — Serían  cerca  de  las  dos  de  la  mañana  cuan- 
do estando  en  esta  casa  administración  general  de  correos 


126 

con  el  señor  jefe  de  seguridad  pública,  llamó  nuestra  aten- 
ción el  tiroteo  de  palacio.  En  la  incertidumbre  del  modo  y 
las  fuerzas  que  se  batieron,  dedicamos  nuestra  vigilancia  á 
examinar  álos  que  por  las  calles  inmediatas  transitaban:  el 
primero  fué  un  soldado  que  con  dos  fusiles  se  dirigía  á  la  calle 
de  San  Francisco,  y  las  armas  y  él  quedaron  detenidos.  En 
seguida  se  presentó  un  hombre  á  caballo,  que  reconocido, 
fué  el  señor  coronel  Balderas,  á  quien  tanto  por  el  Sr.  Tolsa 
como  por  mí  se  le  advirtió  la  precaución  con  que  debía  di- 
rigirse á  su  cuartel  (la  Cindadela)  por  habérsenos  informa- 
do de  que  tal  vez  en  aquella  hora  debería  estar  tomado,  pues 
tal  nos  habían  dicho  algunas  partidas. — En  seguida  mandó 
á  la  Diputación  al  teniente  D.  Antonio  Gutiérrez,  para  que 
con  las  precauciones  que  pedía  el  caso  viese  al  comandante 
de  la  fuerza  que  allí  había  y  me  trajese  noticia  de  lo  ocurri- 
do. Tardaba  Gutiérrez,  y  habiendo  mandado  en  su  busca  á 
un  oficial  que  para  servir  de  ayudante  se  me  presentó  esta 
misma  noche  por  el  supremo  gobierno,  el  expresado  oficial, 
ni  me  trajo  respuesta  ni  ha  vuelto  á  parecer.  Eegresó  Gu- 
tiérrez y  con  él  mandé  al  E.  S.  presidente  el  parte  verbal  de 
todo  lo  ocurrido  y  de  seguir  cumpliendo  la  suprema  dispo- 
sición que  me  comunicó  el  ayudante  de  palabra.  Pasé  á  la 
Diputación  en  donde  sólo  encontré  al  jefe  2?  de  la  seguridad 
pública,  quien  dijo  que  se  ocupaba,- sin  hacer  hostilidad  al- 
guna, en  cuidar  los  intereses  del  comercio  principal,  alicien- 
te de  algún  desorden.  En  efecto,  hasta  esta  hora  no  tengo 
noticia  de  que  se  haya  cometido  el  más  leve,  y  si  se  exceptúa 
la  alarma  que  produjeron  los  tiros,  la  tranquilidad  pública 
se  conserva  inalterable.  No  sé  si  ahora  que  está  amanecien- 
do podré  contar  con  algunas  patrullas  que  la  aseguren  más; 
pero  cumpliendo  con  lo  que  Y.  E.  me  previene,  en  medio  de 
que  mis  enfermedades  se  han  reagravado,  pasaré  á  palacio 
á  recibir  las  órdenes  de  S.  E.— Dios  y  libertad.  Diciembre 
23  de  1829.— Jostí  Ignacio  Esteva.— E.  S.  ministro  de  rela- 
ciones." 


127 

Se  hizo  también  al  comandante  general  la  siguiente  pre- 
vención : 

"Secretaría  del  despacho  universal. — El  E.  S.  presidente 
ordena  que  V.  S.  proceda  inmediatamente  á  reunir  á  sus  ofi- 
ciales, procure  uniformar  su  opinión  y  le  informe  del  estado 
en  que  se  baila  la  fuerza  con  que  cuenta  el  supremo  gobier- 
no; la  defensa  que  puede  hacer,  y  todo  lo  demás  que  sea 
conducente  para  conocer  la  situación"  en  que  se  encuentra, 
á  fin  de  obrar  con  el  acierto  debido. — Dios  y  libertad.  Di- 
ciembre 23  de  1829,  á  las  sois  y  media  de  la  mañana. — Agus- 
tín Viesca. — Señor  comandante  general." 

En  la  misma  hora,  que  serían  las  cinco  de  la  mañana  del 
propio  día  23,  y  después  de  las  ocurrencias  referidas,  se  ci- 
taron á  junta  á  los  ministros  del  gobierno,  al  gobernador  y 
al  comandante  general;  de  ios  primeros  solo  concurrió  el  de 
relaciones  D.  Agustín  Viesca;  y  por  consiguiente  quedó  á 
su  cargo  el  despacho  de  las  demás  secretarías  para  expedi- 
tar  los  negocios  y  acudir  á  cuanto  del  momento  exigíau  las, 
circunstancias.  Estas  se  estrechaban  más  y  más  por  el  pro- 
nunciamiento que  el  general  D.  Luis  Quintanar  verificó  en  el 
cuartel  inmediato  al  palacio,  ocupándolo  con  el  número  3  de 
infantería,  el  cuerpo  de  inválidos  y  varios  piquetes  de  otros 
cuerpos,  posesionándose  también  de  otros  puntos  dominan- 
tes al  palacio. 

Se  repitieron  las  citas  á  las  cámaras,  al  gobernador  y  al 
comandante  general,  y  en  consecuencia  concurrieron  unidos 
á  otras  personas  notables:  se  celebró  una  sesión  de  gabinete, 
en  la  cual  dijo  D.  José  Ignacio  Esteva  como  gobernador  del 
Distrito,  escribiendo  y  dictando  por  sí  mismo  por  habérsele 
así  prevenido,  "  que  hasta  el  momento  en  que  el  supremo 
gobierno  le  mandó  venir  qpu  el  Sr.  Tolsa  y  su  ayudante  á 
palacio,  ningún  accidente  había  padecido  la  tranquilidad  en 
punto  á  excesos  de  ninguna  clase,  y  que  la  había  recomen- 
dado á  la  fuerza  de  seguridad  que  había  en  la  Diputación, 


128 

á  quien  encargó  que  á  toda  costa  no  permitiese  ningún  des- 
orden en  las  casas  de  comercio  inmediatas,  y  que  respecto 
á  las  fuerzas  con  que  debía  contar  el  gobierno  para  resistir, 
de  ello  hablaría  el  señor  comandante  general,  teniendo  pre- 
sente que  si  la  cindadela  estaba  pronunciada  se  contase  con 
que  el  mayor  número  y  calibre  de  sus  piezas  inutilizarían 
los  fuegos  de  palacio." 

El  comandante  general  D.  Pedro  M^  Anaya,  escribiendo 
también  por  sí  mismo,  como  el  Sr.  Esteva,  manifestó:  "Que 
para  la  defensa  de  palacio  sólo  cuenta  el  supremo  gobierno 
con  trescientos  hombres  escasos,  mal  vestidos,  mal  alimen- 
tados y  sin  ninguna  disciplina;  de  que  resulta  que  no  se 
puede  hacer  uso  ninguno  de  esta  fuerza,  porque  además  de  la 
mala  calidad  de  esta  tropa,  que  carece  también  de  oficiales, 
no  hay  en  palacio  ni  una  gota  de  agua  ni  una  torta  de  pan; 
pero  ni  tampoco  los  medios  de  satisfacer  estas  necesidades: 
que  aunquecuenta  con  algunas  piezas  de  artillería  no  tiene 
soldados  de  esta  arma  para  servir  más  (pie  una;  pero  aun 
cuando  tuviera  toda  la  necesaria,  minea  se  podría  oponer 
una  gran  resistencia,  por  estar  la  cindadela  en  poder  de  los 
pronunciados,  en  donde  había  artillería  más  gruesa  y  mejor 
servida;  por  lo  que  era  claro  que  los  esfuerzos  que  se  hicie- 
sen no  durarían  mucho  tiempo,  en  el  supuesto  de  (pie  es  infe- 
rior todo  lo  de  palacio.  Por  todas  .estas  consideraciones,  el 
comandante  general  opina  que  debe  acordarse  la  suspensión 
de  armas  que  piden  los  pronunciados,  y  especialmente  por 
los  enormes  perjuicios  (pie  en  hostilidades  de  esta  naturale- 
za resienten  siempre  las  grandes  poblaciones,  y  en  obvio 
también  de  la  efusión  de  sangre  que  ya  desgraciadamente 
ha  habido  y  que  debe  pesar  mucho  en  la  consideración  de 
todo  mexicano.  Agrega  más:  que  el  supremo  gobierno  con 
la  resistencia  que  ha  opuesto  hasta  aquí,  ha  dejado  bieu 
puesto  su  honor  y  nunca  se  lo  podrá  inculpar,  pomo  haber 
podido  resistir  á  fuerzas  muy  superiores,  mucho  menos  cuau- 


129 

do  en  estos  momentos  está  experimentando  grande  deser- 
ción de  los  que  ha  poco  le  acompañaban.  Agregó  de  pala- 
bra, que  si  fuera  necesario  se  batiría,  como  se  habia  batido. 
Estos  informes  existen  origiuales  y  se  han  tenido  á  la  vista 
para  transcribirlos  á  la  letra  como  se  ha  hecho  en  estas  Me- 
morias. 

El  gobernador  del  D'strito,  qne  por  poco  tiempo  se  había 
separado  de  la  junta,  para  observar  según  dijo,  el  estado  (pie 
guardaba  la  tranquilidad  pública,  volvió  é  informó  que  el 
cuerpo  de  gendarmes  con  que  se  contaba  se  había  pronun- 
ciado, y  que  por  las  noticias  que  tenía,  juzgaba  haber  sucedi- 
do lo  mismo  en  todos  los  puntos  qne  estaban  por  el  gobierno 
y  habían  secundado  ya  el  movimiento  revolucionario  que 
en  la  madrugada  había  verificado  la  cindadela,  arrestando 
al  comandante  de  artillería  cívica  y  de  aquel  punto,  coronel 
D.  Lucas  Balderas;  asegurando  en  fin,  que  las  defecciones  se 
multiplicaban,  dejando  confiada  la  defensa  a  los  piquetes  de 
tropa  y  guardia  que  guarnecían  el  palacio. 

En  estos  momentos,  eran  las  ocho  de  la  mañana,  los  pro- 
nunciados reunidos  volvieron  á  romper  sus  fuegos  y  dirigie- 
ron el  ataque  al  palacio  con  el  mayor  ardor  y  decisión.  Se 
les  contestó  por  las  tropas  que  mandaba  el  general  Anaya, 
y  empeñada  una  verdadera  acción  de  guerra,  en  medio  de 
ella  se  anunció  nuevamente  otra  comisión  del  general  Quiu- 
tanar;  siendo  de  notarse  que  este  aviso  vino  á  darlo  y  lo 
dio  el  ministro  de  la  guerra  Moctezuma,  que  no  había  con- 
currido á  las  juntas  de  gobierno  ni  contestado  A  las  citacio- 
nes que  se  le  hicieron.  ¡Juzgue  de  esta  Conducta  e!  lector 
i  m  parcial! 

Se  suspendieron  ios  fuegos  por  una  y  otra  parte  y  se 
presentó  al  gobierno  la  comisión  anunciada,  compuesta  de 
los  señores  coronel  D.  Juan  Domínguez,  y  los  tenientes  co- 
roneles D.  Guadalupe  Palafox  y  D.  Mariano  Pérez  Tagie. 
Dijo  de  palabra  su  misión  que  se  redujo  á  pedir  se  suspen 

Tomo  II,— 17 


130 

diesen  las  hostilidades  hasta  que  se  diese  contestación  al 
pliego  que  dejaron  en  manos  del  presidente,  quien  lo  recibió 
ofreciendo  se  contestaría;  luego  se  retiraron.  El  pliego  en- 
tregado por  la  comisión  decfa  lo  siguiente: 

"  Exino.  Sr. — De  parte  de  ese  palacio  se  ha  roto  el  fuego, 
en  virtud  del  cual  se  derrama  la  sangre  mexicana,  de  lo  que 
está  111113'  distante  la  tropa  reunida  y  á  cuya  cabeza  estoy. 
Su  fuerza  es  superior  á  la  que  se  halla  á  disposición  de  V.  E. 
y  se  ha  de  defender  usando  de  su  superioridad.  La  tranqui- 
lidad pública  puede  peligrar  con  estos  movimientos,  lo  que 
se  evitará  con  que  V.  E.  disponga  (pie  por  su  parte  se  sus- 
penda el  fuego,  como  yo  lo  haré  por  la  mía.  Si  así  no  se  ve- 
rificare, habré  cumplido  con  manifestará  V.  E.  mi  disposi- 
ción y  la  de  la  tropa  que  está  á  mis  órdenes,  pava  evitar 
la  efusión  de  sangre,  y  conservar  la  tranquilidad  pública;  y 
todo  y  cualquiera  mal  que  se  origine  será  de  la  responsabi- 
lidad de  V.  E. — Dios  y  libertad.  México,  diciembre  23  de 
1829.  —  Luis  Quintanar. —  E.  S.  presidente  de  la  república 
D.  José  M?  de  Bocauegra." 

Se  contestó,  diciendo: 

"  E.  S. — El  gobierno  supremo  de  los  Estados  Unidos  Me- 
xicanos ha  mandado  citar  á  las  cámaras  del  congreso  gene- 
ral á  sesión  extraordinaria,  para  que  deliberen  en  esta  mis- 
ma mañana  sobre  las  ocurrencias  de  la  noche  anterior,  y 
obrar  conforme  á  su  resolución;  mandando  suspender  los 
fuegos  por  parte  de  las  tropas  que  lo  obedecen;  esperando 
que  V.  E.  hará  lo  mismo  por  la  de  las  que  tiene  á  su  dispo- 
sición. Si  la  voz  del  gobierno  se  ha  de  escuchar,  si  se  ha  de 
respetar  la  ley  como  se  promete  en  el  plan  de  Jalapa,  110  du- 
da el  E.  S.  presidente  que  accederá  V.  E.  á  lo  indicado. — 
Dios  y  libertad.  Diciembre  23  de  1829. — A.  las  nueve  y  me- 
dia de  la  mañana. — Agustín  Viesca.'1'' 

Casi  sin  dar  lugar  á  la  contestación,  y  apenas  retirada  la 
comisión  de  los  pronunciados,  rompieron  ellos  de  nuevo  sus 


131 

fuegos  sobre  el  palacio,  qne  ya  en  aquellas  Loras  solo  era  de- 
fendido por  la  guardia  y  por  el  valor  y  fidelidad  del  coman- 
dante general  I).  Pedro  María  Anaya,  acompañado  del  dis- 
tinguido jefe  D.  Mariano  Tolsa  que  constantemente  con  su 
persona  y  tropa  desempeñó  cuantos  encargos  se  le  hicieron, 
atendiendo  cuantos  puntos  se  le  encargaron  para  la  defensa. 
La  tropa,  como  el  mismo  comandante  general  dijo  en  su  in- 
forme, comenzó  á  desertar  en  gran  número,  á  pesar  de  que 
poco  antes  se  sostenía  y  acompañaba  á  sus  jetes,  guardan- 
do los  puestos  que  Je  estañan  confiados,  y  por  lo  mismo  su- 
cedió lo  que  era  natural  sucediese,  esto  es,  que  las  fuerzas 
superiores  se  sobrepusiesen  á  las  inferiores.  Ocuparon  los  su- 
blevados el  palacio  disparando  sus  tiros  por  todo  el  edificio, 
penetrando  basta  el  interior  de  las  piezas  de  habitación.  Yo 
en  estos  momentos  me  retiré  á  un  lugar  privado  del  jardín 
del  misino  palacio,  donde  permanecí  hasta  las  seis  de  la  tar- 
de, procurando  evitar  los  insultos  personales  que  temía;  pero 
confieso  en  verdad  que  ni  se  intentaron  ni  se  me  hicieron. 
Concluyó  así  en  México  el  motín  que  proclamó  constitución 
y  leyes. 

Ketirado  á  mi  casa  tuve  la  satisfacción  de  recibir  prue- 
bas del  mayor  aprecio  de  mis  amigos  y  de  toda  clase  de  per- 
sonas como  lo  muestra  la  siguiente  carta: 

"  Sr.  D.  José  María  de  Bocanegra.— Muy  señor  mío  y  de 
mi  aprecio.  Mi  amistad  se  resiente  de  saber  que  teniendo  vd. 
conocimiento,  de  que  por  mi  desgracia  y  contra  mi  voluntad 
é  inclinación  he  sido  comprometido  á  tomar  parte  en  el  go- 
bierno actual,  creyese  vd.  necesario  estar  oculto:  habiéndo- 
nos dicho  <pje  estaba  vd.  en  casa  de  la  señora  Guerrero,  es- 
tuvimos los  Síes.  Fagoaga,  Barrio  y  yo  á  buscar  á  vd.  dán- 
dole las  seguridades  de  (pie  nada  tenía  que  temer.  Las  repito 
á  vd.  confiado  en  lo  (pie  he  oído  á  los  Sres.  Vélez  y  Quinta- 
nar  y  en  general  á  todo  el  mundo;  agregando  que  si  no  se 
juzga  vd.  seguro  en  su  casa  (á  pesar  de  lo  que  digo)  tiene 


132 

vd.  la  mía  á  su  disposición  por  si  gusta  disponer  de  ella,  así 
como  de  todo  cuanto  pueda  su  atento  s.  s.  q.  b,  s.  m.  Lúea* 
Alarman" 

La  contestación  que  di  es  la  que  copio: 

"  Sr.  D.  Lúeas  Alamáii. — México,  diciembre  25  de  1829. 
—Muy  señor  mío  y  de  mi  aprecio.  Hoy  que  he  vuelto  á  esta 
su  casa,  be  recibido  la  grata  de  vd.  en  que  se  sirve  manifes- 
tarme los  más  finos  sentimientos  de  amistad.  Yo,  reservando 
el  favor  de  vd.  para  el  caso  necesario,  le  agradezco  sobrema- 
nera las  ofertas  y  expresiones  con  que  me  honra;  y  por  todo 
le  protesto  mi  sincera  gratitud,  repitiéndome  su  atento  s.  s. 
q.  b.  s.  m.  José  María  de  Bocanegra." 

En  el  "Ensayo  histórico  de  las  revoluciones  de  México," 
á  la  pág.  217  del  2?  tomo,  D.  Lorenzo  Zavala,  hablando  de 
la  elección  de  presidente  interino  de  la  república,  á  falta  del 
propietario  que  salía  con  tropas,  y  del  vicepresidente  que  se 
había  rebelado  contra  el  primer  jefe  de  la  nación,  dice: 

"  La  elección  para  este  destino  recayó  en  D.  José  M?  de 
Bocanegra.  No  se  necesitaba  de  tantos  errores  para  «acabar 
de  echar  á  pique  al  general  Guerrero.  Esta  elección  equiva- 
lía á  muchos.  En  aquellas  circunstancias  hubiera  sido  á  pro- 
pósito un  Casio,  un  Bruto;1  se  echó  mano  de  un  abogado  sin 
valor-  ni  prestigio.  El  espíritu  de  vértigo  se  había  apodera- 
do de  aquel  partido  y  era  necesario  ya  que  la  nación  lo  aban- 
donase." 

ÍTo  opinaron  así  otros  individuos  respetables  de  mejor 
criterio  ó  imparcialidad  y  puede  decirse  ni  aun  la  generali- 
dad de  los  mexicanos.  La  prensa  ofrece  un  testimonio  irre- 

1  Traición,  conspiración  y  suicidio  forman  la  gloria  de  estos  dos  célebres  romanos, 
enemigos  de  Octavio  y  de  Antonio. 

2  Cuando  huían  del  palacio  á  la  casa  de  moneda  por  una  puerta  excusada,  el  Sr. 
Zavala  en  compañía  de  D.  Manuel  C.  Rejón,  de  D.  R.  Valle  y  otros  entusiastas  ciudada- 
nos, yo  me  conservé  guardando  hasta  el  último  momento  mi  posición  y  mi  deber,  sujeto 
al  azar  de  la  acción  de  armas  y  al  furor  de  la  venganza  sin  volver  la  espalda  al  peligro, 
cerno  queda  referido. 


138 

tragable  de  esta  verdad.  Y  como  me  he  propuesto  no  ser 
creído  por  mi  propio  dicho,  me  refiero  entreoíros  periódicos 
y  escritores  de  la  época,  á  los  dos  principales  que  sostenien- 
do su  respectiva  representación  é  intereses,  defendían  con 
decisión  su  propia  causa,  propugnando  y  defendiendo  cada 
uno  sus  principios;  y  por  lo  mismo  al  que  esto  escribe  más  le 
honran  y  favorecen  sus  dichos;  pues  que  sin  embargo  de  ser 
y  obrar  como  de  opuestos  bandos  entre  sí,  hacen  justicia  y 
vienen  á  coincidir  y  conformarse  en  lo  esencial,  en  el  punto 
mismo  que  el  autor  del  "Ensayo  histórico,"  hasta  con  inju- 
ria, ha  negado  Oigamos,  pues,  al  Hórreo  de  la  federación  y 
al  Sol 

Dice  el  primero  entre  otros  muchos  artículos  que  pueden 
verse  como  respuesta  á  Zavala,  y  á  otros  que  han  impugnado 
la  elección,  desde  el  número  602  hasta  el  614,  de  los  días  17 
al  30  de  diciembre  lo  siguiente: 

"  Está  demostrado  hasta  el  último  punto  de  evidencia, 
que  es  incongruente  la  cita  del  art.  73  de  la  constitución 
para  argüir  concluyendo  la  legitimidad  del  receso  en  ambas 
cámaras;  por  consiguiente,  si  la  de  senadores  se  consideró 
en  este  caso,  su  separación  fué  solo  de  hecho,  ó  para  decirlo 
más  claro,  fué  uua  verdadera  deserción,  tanto  más  criminal, 
cuanto  más  espinosas  fueron  las  circunstancias  de  la  patria. 
Pero  dejando  aparte  la  calificación  que  se  merezca  la  mayo- 
ría del  senado,  parece  incuestionable  que  la  cámara  de  di- 
putados estaba  constitucionalmente  en  el  ejercicio  de  sus 
atribuciones,  no  sóa  >or  la  inconducencia  del  repetido  ar- 
tículo 73,  y  válida  subsistencia  de  los  mencionados  103  y 
106,  sino  también  por  haber  faltado  la  solemnidad  para  la 
clausura  de  sesiones,  prevenida  por  ley  y  tantas  veces  prac- 
ticada. 

"  De  aquí  es  que  el  Sr.  Bocanegra  fué  electo  constitu- 
cionalmente sustituto  al  poder  ejecutivo,  sin  que  valga  de- 
cir de  nulidad  en  su  elección  porque  recayó  en  un  represen- 


134 

tante.  La  ley  en  esta  parte  despide  un  torrente  de  luz,  que 
es  necesaria  una  ceguera  voluntaria  para  no  percibir  toda 
su  claridad.  "  En  caso  que  el  presidente  y  vicepresidente  (se 
lee  en  el  art.  97)  estén  impedidos  temporalmente,  sebarálo 
prevenido  en  el  artículo  anterior;  y  si  el  impedimento  de 
ambos  acaeciere  no  estando  el  congreso  reunido,  el  supremo 
poder  ejecutivo  se  depositará  en  el  presidente  de  la  corte  su- 
prema de  justicia,  y  en  dos  individuos  que  elegirá  á  plura- 
lidad absoluta  de  votos  el  consejo  de  gobierno.  Estos  no  po- 
drán ser  de  los  miembros  del  congreso  general,  y  deberán 
tener  las  cualidades  que  se  requieren  para  ser  presidente  de 
la  federación." 

il  Ha  sido  necesaria  la  transcripción  literal  del  artículo, 
para  que  se  conozca  en  todo  su  aspecto  la  infidelidad  con 
que  procedió  el  abogado  autor  de  la  acta  que  suscribieron 
los  ciudadanos  que  aparecen,  á  la  verdad  no  sabemos  si  por 
exceso  de  ignorancia,  ó  por  espíritu  de  facción.  Dos  partes 
tiene  el  artículo;  en  la  primera  supone  la  ley  (pie  el  impedi- 
mento temporal  del  presidente  y  vice,  recae,  estando  el 
congreso  en  sesiones,  y  para  este  caso  se  contrae  precisa- 
mente á  lo  dispuesto  en  el  artículo  anterior,  es  decir,  al  96, 
donde  deja  en  libertad  á  la  cámara  de  diputados  para  elegir 
presidente  sin  poner  la  limitación  que  se  intenta  en  todo 
evento:  léase  este  último  artículo.  Mas  en  la  segunda,  es 
decir,  cuando  el  impedimento  de  ambos  altos  magistrados 
acaeciere  no  estando  el  congreso  en  sesiones,  entonces  y  sólo 
entonces  elegirá  el  consejo  de  gobierno  dos  asociados  al  pre- 
sidente de  la  suprema  corte  de  justicia,  que  no  deberán  per- 
tenecer al  congreso  general.  El  último  período  acaba  de 
quitar  toda  duda,  cuando  usa  de  la  palabra  éstos,  refirién- 
dose á  los  individuos  asociados. 

"  Se  ha  dado  por  sentado  que  el  congreso  general  no 
existía,  cuando  la  cámara  de  diputados  nombró  á  S.  E.  para 
ejercer  el  poder  ejecutivo,  y  que  aun  cuando  fuese  legal  este 


135 

nombramiento,  el  Sr.  Bocanegra  no  podía  ejercer  su  encar- 
go, por  no  haber  prestado  el  juramento  ante  las  cámaras;  y 
en  fin,  que  esta  elección  es  nula  por  haber  recaído  en  un  in- 
dividuo del  poder  legislativo.  He  aquí  todo  el  apoyo  de  la 
junta  de  generales,  jefes  y  oficiales  de  esta  guarnición,  y  de 
los  procedimientos  del  consejo  de  gobierno  el  23  del  co- 
rriente. 

"  En  primer  lugar  nada  es  más  falso  que  el  que  no  exis- 
tiese congreso  general  cuando  se  bizo  la  elección  del  Sr.  Bo- 
canegra  para  presidente  interino,  porque  aun  suponiendo 
que  las  sesiones  se  debiesen  cerrar  el  16,  como  lo  acorda- 
ron ambas  cámaras  en  ese  mismo  día,  y  antes  de  verificar- 
se la  clausura  con  las  formalidades  legales,  se  procedió  á 
hacer  su  nombramiento  y  se  comunicó  al  poder  ejecutivo. 
¿Podrá  decirse  que  el  día  en  que  se  cierran  las  sesiones  no 
puede  trabajar  el  poder  legislativo?  ¿En  qué  artículo  de  la 
constitución  ó  en  qué  ley  se  prohibe  tal  cosa?  ¡No  hemos  vis- 
to repetidas  veces  al  congreso  general  dar  leyes  y  decretos  el 
mismo  día  de  la  clausura  de  las  sesiones?  Pues  ¿porqué  se 
supone  que  las  cámaras  se  hallaban  en  receso  en  la  mañana 
del  16,  que  fué  cuando  se  hizo  la  elección  del  Sr.  Bocanegra, 
y  por  lo  mismo  se  le  niega  á  la  de  diputados  la  facultad  de 
hacer  ese  nombramiento?  Desengañémonos,  mientras  no 
hubiese  pasado  el  día  designado  para  la  clausura  de  las  se- 
siones, ó  ésta  no  se  hubiese  verificado  con  las  formalidades 
prescritas  por  el  reglamento, el  congreso  general  puede,  cons- 
titncioualmente,  legislar,  y  las  cámaras  desempeñar  atribu- 
ciones que  á  cada  una  ha  concedido  el  código  fundamental. 
¿Y  había  pasado  por  ventura  el  16,  ó  se  habían  cerrado  las 
sesiones  con  las  formalidades  legales,  cuando  se  hizo  la  elec- 
ción de  presidente  interino?  Nada  de  eso;  luego  se  verificó 
constitucionalmeute,  y  debe  verse  como  un  atentado  del  con- 
sejo de  gobierno  el  nombramiento  de  los  dos  asociados  para 
que  con  el  presidente  de  la  corte  de  justicia  gobernasen  in- 
terinamente la  república. 


136 

"  En  cnanto  al  segundo  argumento,  de  no  haber  presta* 
do  el  Sr.  Bocanegra  el  juramento  ante  las  cámaras  reunidas, 
podía  contestarse  diciendo:  que  el  gobierno  en  uso  de  sus  fa- 
cultades extraordinarias,  cuya  dimisión  no  se  le  admitió,  pu- 
do haber  decretado,  como  lo  hizo,  que  lo  prestase  ante  la  de 
diputados.  Su  amplio  poder  concedido  por  el  decreto  de  25 
del  último  agosto,  ¿no  podía  extenderse  á  tanto?  Pero  de- 
jando á  un  lado  esta  respuesta,  preguntamos:  ¿la  falta  de 
esta  formalidad  constitucional  podía  autorizar  al  consejo  pa- 
ra declarar  insubsistente  la  legítima  elección  hecha  por  la 
cámara  de  diputados?  Si  esta  corporación  conoció  la  lega- 
lidad «le  este  paso,  ¿por  qué  no  llamó  al  Sr.  Bocanegra  á 
prestar  ese  juramento,  supuesto  que  consideraba  al  congreso 
general  en  receso?  Véase  lo  que  para  estos  casos  previene 
la  constitución  federal:  "Artículo  104.  El  presidente  y  vi- 
cepresidente nombrados  constitncionalmente,  según  el  ar- 
tículo 99,  y  los  individuos  nombrados  para  ejercer  provisio- 
nalmente el  cargo  de  presidente,  prestarán  el  juramento  del 
art.  101,  ante  las  cámaras  si  estuvieren  reunidas,  y  no  están- 
dolo,  ante  el  consejo  de  gobierno."  Luego  si  la  elección  del 
Sr. Bocanegra  es  constitucional,  como  queda  demostrado  has- 
ta la  evidencia,  debió  el  consejo  llamarlo  á  prestar  el  jura- 
mento, ya  que  era  ilegal  el  que  había  prestado  ante  la  cámara 
de  representantes.  ¡  Esa  corporación  responderá  á  los  pue- 
blos de  tamaños  atentados! 

"  En  fin,  se  objeta  contra  el  nombramiento  hecho  por  la 
cámara  de  diputados,  que  siendo  individuo  del  poder  legis- 
lativo el  Sr.  Bocanegra,  no  se  le  podía  elegir  para  el  gobier- 
no interino  de  la  república.  ¿Y  en  qué  artículo  de  la  cons- 
titución se  ha  establecido  esta  prohibición?  Solo  la  exalta- 
ción de  las  pasiones  ó  la  mala  fe,  pudo  haber  extendido  la 
prohibición  puesta  al  consejo  para  no  nombrar  por  asocia- 
dos á  los  miembros  del  poder  legislativo,  á  la  elección  de 
presidente  interino  que  haga  la  cámara  de  diputados.  Por 


137 

lo  expuesto,  dígase  si  es  constitucional  el  poder  ejecutivo 
que  nos  ha  dado  la  guarnición  y  el  consejo  de  gobierno." 

Volvemos  á  preguntar  (dice  El  Mensajero  de  Jalapa): 
"  ¿Cuando  se  eligió  al  Sr.  Bocanegra  estaba  reunido  el  con- 
greso general?  Sí  lo  estaba,  responderá  el  pueblo,  pues  que 
hemos  visto  las  discusiones  de  ambas  cámaras,  y  por  la  de 
diputados  quedó  presidente,  según  la  constitución,  el  men- 
cionado Sr/ Bocanegra.  Luego  es  arbitraria,  criminal  y  re- 
volucionaria la  elección  de  los  tres  nombrados,  despojando  á 
aquel,  y  por  consiguiente,  dando  un  paso  atentatorio  contra 
el  E.  S.  general  ciudadano  Vicente  Guerrero:  luego  como  un 
poder  creado  al  antojo  de  las  pasiones,  como  un  poder  intru- 
so, debe  desobedecerse  en  todos  casos." 

Dice  el  Sol  en  su  número  18,  correspondiente  al  lunes  28 
de  diciembre  de  1829,  lo  que  sigue: 

". En  vano  las  buenas  ideas,  los  mejores  sentimien- 
tos y  la  moderada  conducta  del  Sr.  Bocanegra,  intentaron 
paralizar  la  acción  del  descontento  contra  el  Sr.  Guerrero. 
El  Sr.  Bocanegra  sólo  podía  ofrecer  unos  días  de  moderación, 
de  justicia  y  de  orden;  pero  este  interés  momentáneo  sería 
si  se  quiere  un  lenitivo,  mas  nunca  un  remedio  radical;  nun- 
ca subsanaría  la  violación  de  los  principios,  ni  garantiría  los 
derechos  para  lo  venidero,  ni  restauraría  la  gloria  de  los  me- 
xicanos." * 

¿Quiere  más  el  Sr.  Zavala?  ¿Qué  más  podía  dar  un  go- 
bierno que  orden,  paz,  garantías  y  justicia? 

Así  vemos  consignados  por  la  prensa  los  sucesos  en  el 
tiempo  referido;  y  así  también  los  consigna  el  que  esto  es- 
cribe, sin  formar  ni  crítica  ni  comentario  alguno  sobre  unos 
acontecimientos  que  fueron  llevados  hasta  el  caso  extremo 
de  arrebatarme  con  la  fuerza  las  riendas  de  la  administra- 
ción pública,  no  ya  solamente  desconociendo,  sino  en  reali- 
dad derrocando  al  gobierno  existente  por  iridio  de  la  revo- 
lución. Esta  triunfó.  Yo  no  debo  decir  más. 

Tomo  II.— 18 


138 


CAPITULO  IV. 


Gobierno  provisorio   que  resulto  del  pronunciamiento. 

Los  vencedores  ocuparon  y  formaron  el  gobierno,  é  in- 
mediatamente dieron  las  circulares  siguientes  que  á  la  letra 
dicen : 

"  Habiendo  reclamado  la  patria  los  servicios  de  sus  hi- 
jos en  los  males  que  sufría  y  cuyo  colmo  amaga  la  entera 
disolución  del  pacto  social,  me  puse  á  la  cabeza  de  la  guar- 
nición de  esta  capital,  quien  pronunciada  la  noche  de  ayer 
por  el  plan  del  E.  S.  vicepresidente  de  la  república,  hizo  in- 
útiles los  esfuerzos  del  gobierno  ilegal  para  defenderse  desde 
su  Palacio.  Así  es  que  después  de  algunas  horas  de  tiroteo, 
se  rindió  á  la  fuerza  de  la  ley  y  del  orden,  no  habiéndose  al- 
terado la  tranquilidad  pública  en  ningún  sentido.  Tal  suce- 
so me  anima  á  comunicarlo  á  vd.  para  su  inteligencia,  acom- 
pañándole el  manifiesto  y  acta  que  se  ha  formado  al  intento; 
advirtiendo  á  vd.  que  queda  establecido  el  gobierno  que  de- 
signa la  ley  para  el  caso,  presente.  México,  23  de  diciembre 
de  1829. — Luis  Quintanar." 

"  Primera  secretaría  de  Estado. — Departamento  del  in- 
terior.— Sección  1* — Con  esta  fecha  dicen  á  esta  secretaría 
los  señores  secretarios  del  consejo  de  gobierno  lo  siguiente: 
Exmo.  Sr. — Habiendo  procedido  el  consejo  de  gobierno  á  la 
elección  de  los  dos  asociados,  que  con  el  Exmo.  Sr.  presiden- 
te de  la  suprema  corte  de  justicia,  deben  ejercer  el  supremo 
poder  ejecutivo  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos,  según  el 
artículo  97  de  la  constitución,  resultaron  electos  los  Exmos. 
Sres.  ciudadanos  Luis  Quintanar  y  Lucas  Alamán;  y  habien 


139 

do  prestado  el  juramento  prevenido  por  la  ley,  están  expe- 
ditos para  cumplir  con  el  encargo  que  la  misma  constitución 
les  ha  confiado.— Participárnoslo  á  V.  B.  para  los  fines  con- 
siguientes.—Dios  y  libertad.  México,  diciembre  23  de  1829. 
— Ignacio  González,  consejero  secretario. — José  Domingo  M. 
Zurita,  consejero  secretario. — Y  habiéndose  establecido  con- 
siguientemente el  supremo  poder  ejecutivo  en  el  ejercicio  de 
sus  funciones,  de  su  orden  tengo  el  honor  de  comunicarlo  á 
vd.  para  su  inteligencia  y  efectos  correspondientes. — Dios  y 
libertad.  México,  23  de  diciembre  de  1829.— Manuel  Ortiz  de 
la  Torre." 

Por  elección  del  consejo  de  gobierno,  llevando  adelante 
el  falso  principio  de  no  existir  reunido  el  congreso  general, 
fué  constituido  el  ejecutivo  provisional  con  el  personal  de 
los  Sres.  D.  Pedro  Vélez,  D.  Luis  Quintanar  y  D.  Lucas  Ala- 
mán,  apareciendo  estos  dos  últimos  en  la  escena  política  des- 
pués de  haber  permanecido  mucho  tiempo  sin  estar  en  el 
servicio  de  la  nación,  sino  de  un  modo  verdaderamente  pa- 
sivo, y  como  en  asecho  de  las  circunstancias,  que  siéndoles 
favorables  se  pusieron  al  frente  de  la  reacción  que  triunfó. 
Ella,  por  medio  de  combinaciones  y  trabajos  anticipados,  fué 
secundada  en  los  Estados,  con  excepción  del  de  Veracruz. 
Este,  por  medio  de  su  legislatura,  y  dando  un  expreso  de- 
creto, desconoció  al  ejecutivo  que  acaba  de  mencionarse  y  fué 
iustalado  en  México  el  23  de  diciembre,  diciendo  el  expresa- 
do decreto:  "1?  El  Estado  de  Veracruz  no  reconoce  al  go- 
bierno que  contra  la  última  parte  del  artículo  9G  y  primera 
del  97  de  la  constitución  federal,  se  erigió  en  la  capital  de  la 
república  el  día  23  del  corriente. — 2?  En  consecuencia,  se  fa- 
culta al  gobernador  por  el  término  de  treiuta  días,  para  que 
dicte  las  medidas  que  crea  oportunas,  á  fin  de  sostener  la 
forma  actual  de  gobierno,  y  conservar  la  tranquilidad  del 
Estado." 

Se  puso  eu  efecto  al  frente  de  las  tropas  el  general  D. 


140 

Antonio  López  de  Santa-Anna,  y  en  la  villa  de  Jalapa,  el 
día  26  del  repetido  mes  de  diciembre,  levantó  una  acta  pú- 
blica en  unión  de  los  jefes  y  oficiales1  que  la  suscribieron 
y  existían  en  aquel  Estado,  diciendo:  "que  el  plan  de  la  di- 
visión de  reserva,  su  data  en  dicha  villa  el  día  4  del  presente 
diciembre,  á  pesar  de  sus  protestas  en  favor  de  la  constitu- 
ción y  las  leyes,  ha  degenerado  con  infracción  de  éstas  en 
una  persecución  personal  contra  el  E.  S.  presidente  de  los 
Estados  Unidos  Mexicanos,  D.  Vicente  Guerrero,  que  ejerce 
legítimamente  la  presidencia  con  arreglo  á  los  artículos  83 
y  88  de  la  carta  federal. 

"  Que  así  se  comprueba  con  el  procedimiento  de  la  nom- 
brada guarnición  de  México  la  noche  del  23  último;  pues 
que  usando  de  las  armas  cometió  el  paso  atentatorio  de  arro- 
jarse sobre  el  E.  S.  D.  José  María  de  Bocanegra,  que  des- 
empeñaba interinamente  la  suprema  magistratura,  en  virtud 
de  la  elección  hecha  por  la  cámara  de  diputados. 

"  Que  la  referida  elección  de  este  funcionario,  fué  con 
sujeción  al  primer  miembro  del  artículo  97  de  la  constitución 
general,  refiriéndose  al  anterior  96;  porque  estando  impedi- 
do temporalmente  el  E.  S.  general  D.  Vicente  Guerrero,  con 
su  salida  á  la  cabeza  del  ejército,  que  es  el  requisito  que  exige 
el  artículo  97  citado,  se  halló  la  cámara  de  diputados  con  la 
atribución  de  verificar  ese  nombramiento  por  no  estar  en  re- 
ceso el  soberano  congreso  como  se  quiere  hacer  creer,  y  sí 
funcionando,  sin  embargo  de  haberse  decretado  en  ambas 
cámaras  la  clausura,  que  no  pudo  tener  efecto  sin  la  reunión 
de  una  y  otra  y  las  demás  formalidades  legales. 

"  Que  en  tal  virtud,  el  nombramiento  de  las  tres  perso- 
nas que  se  erigieron  en  poder  ejecutivo,  y  entre  las  cuales 
aparece  el  Sr.  general  Quintanar,  que  fué  el  que  conmovió 


1  Véanse  las  firmas  en  el  "Correo  de  la  Federación"  de  2  de  enero  de  1830,  núm. 
617,  en  que  consta  la  acta  á  la  letra. 


141 

á  los  pronunciados,  es  á  tortas  luces  anticonstitucional,  no 
obstante  apelarse  al  segundo  extremo  del  repetido  artícu- 
lo 97  y  atribuciones  del  consejo  de  gobierno  en  el  artículo 
116,  período  7?,  respecto  á  que  el  congreso  soberano  no  se 
hallaba  en  receso,  como  queda  asentado. 

"  Que  por  lo  mismo,  y  habiéudose  significado  bien  clara 
y  terminantemente  por  los  pronunciados  en  México,  su  des- 
conocimiento del  E.  S.  general  presidente  de  la  república  D 
Vicente  Guerrero,  como  se  conoce  cou  la  protesta  de  que  se 
opondrían  á  la  entrada  de  cualquier  otro  que  se  dirigiera  á 
impedir  aquella  asonada,  y  advirtiendo  que  en  este  paso  no 
obraron  más  que  las  armas  que  sostuvieron  ocho  horas  de 
fuego  sobre  el  palacio  federal;  los  jefes  y  oficiales  de  este 
ejército  de  operaciones,  constantes  en  el  juramento  que  tie- 
nen prestado  respectivamente  ante  sus  banderas  por  la  cons- 
titución federal,  convienen  unánimemente  en  desconocer  al 
que  se  dice  poder  ejecutivo  de  México;  en  ratificar  su  reco- 
nocimiento y  obediencia  al  E.  S.  Guerrero;  en  mantener  el 
territorio  del  Estado  de  Veracruz  en  defensa;  en  proteger 
á  los  demás  Estados  de  la  federación,  y  por  último,  en  sos- 
tener el  decreto  de  la  legislatura  dado  eu  26  de  diciembre  de 
1829." 

Lo  mismo  hizo  el  Estado  de  Oaxaca  por  acta  de  la  guar- 
nición, celebrada  el  día  30  del  propio  mes  de  diciembre  y  por 
su  legislatura  en  formal  decreto. 

Pero  como  el  general  Santa-Anna  creyó  que  los  Estados, 
y  generalmente  la  nación,  serían  consecuentes  y  sostendrían 
sus  principios  y  juramentos,  se  decidió  como  hemos  visto  á 
sostener  el  plan  propuesto.  Después,  por  los  mismos  hechos 
se  convenció  de  que  no  se  insistiría  en  sostener  el  orden  le- 
gal, sino  en  llevar  á  cabo  verdaderamente  la  reacción. 

Además,  obraron  en  su  ánimo  para  el  desistimiento  á  que 
se  resolvió  al  fin,  no  sólo  la  ocupación  de  México,  sino  el 
pronunciamiento  de  la  división  del  general  Mora  el  día  27 


142 

del  propio  mes  en  Ayacapiztla,  decidiéndose  este  general  por 
el  plan  de  Jalapa:  y  principalmente  llamó  sn  atención  la 
retirada  del  general  Guerrero  al  interior  del  rumbo  del  Sur, 
que  parece  daba  el  último  golpe  para  el  logro  y  consuma- 
ción de  las  ideas  y  fines  de  los  pronunciados,  que  aparecíau 
ya  sostenidos  y  secundados  en  los  principales  Estados  de  la 
república.  Manifestó  el  general  Santa-Atina,  que  tanto  el 
Estado  como  él  mismo,  quedaban  sujetos  á  las  resoluciones 
del  congreso  general;  terminando  este  movimiento,  cuyas 
causas  se  explicaron  por  el  mismo  general  en  formal  nota 
del  día  3  de  enero  de  1830,  siendo  la  principal  el  obsequiar 
la  voluntad  general  explicada  en  favor  del  general  Guerre- 
ro, que  juzgaba  como  su  primera  obligación,  mientras  no 
hubiese  cumplido  el  período  que  la  ley  señala  para  fuucio- 
nar  en  el  ejercicio  de  la  presidencia. 

Vino  por  fin  á  sellar  la  época  de  sucesos  tan  graves  é  im- 
portantes, el  también  notable  y  grave  de  haberse  recibido  en 
los  momentos  mismos  de  la  crisis  política  explicada,  la  ex- 
posición del  general  Guerrero  dirigida  á  las  cámaras  en  los 
términos  siguientes: 

"  Señor:  situado  en  una  de  las  poblacioues  del  Sur,  ten- 
go el  honor  de  dirigir  mis  letras  á  esas  respetables  cámaras 
para  darles  cuenta  de  mi  conducta  en  los  últimos  aconteci- 
mientos públicos. 

"  Cuando  subí  á  la  silla  de  la  primera  magistratura  de  la 
república  mexicana,  no  me  condujo  á  ella  otra  idea  que  el 
obedecimiento  que  siempre  he  tributado  á  la  voluntad  na- 
cional, delegada  por  los  Estados  y  Territorios  en  sus  dignos 
representantes  colocados  en  ese  santuario. 

"  Las  circunstancias  de  aquella  época  me  obligaban  tam- 
bién á  empuñar  el  bastón,  y  quizá  sin  este  sacrificio  se  hu- 
biera fomentado  la  anarquía,  que  quedó  sofocada  por  un  año. 

"  Me  encargué  del  ejecutivo  sin  hacienda  pública,  sin 
ejército,  sin  vigor  las  leyes,  y  divididos  en  bandos  los  ciuda- 


143 

danos  que  tenían  que  obedecerlas.  Se  presentaron  en  este 
tiempo  los  invasores  en  Tampico  de  Tainaulipas,  y  se  me  re- 
vistió con  facultades  extraordinarias  para  conservar  la  inde- 
pendencia de  México  y  forma  de  gobierno:  usé  de  ellas  con 
la  moderación  (pie  es  pública  y  fueron  repelidos  los  enemi- 
gos. Quedé,  á  pesar  mío,  con  las  facultades  que  el  congreso 
me  transmitió  para  ver  si  podía  contener  varias  revolucio- 
nes que  observaba  el  gobierno,  aunque  cubiertas;  pero  de 
cuando  en  cuando  despedían  centellas.  Al  fiu  brotó  de  los 
escondrijos  el  pronunciamiento  de  Campeche,  y  siguió  el  de 
diversa  naturaleza  en  Jalapa.  Yo  vi  entonces  amagada  mi 
patria  de  una  guerra  horrorosa  ó  interminable  y  trató  de 
obstruir  los  pretextos:  reuní  el  congreso,  dimití  las  faculta- 
des, se  me  volvieron  á  repetir  y  de  nuevo  volví  á  renunciar: 
insisten  los  pronunciamientos  y  me  pongo  á  la  cabeza  de 
una  respetable  división:  al  salir  de  México,  los  pueblos  de  mi 
tránsito  se  reunieron  á  mí  con  sus  fuerzas  y  con  auxilios 
para  hacer  la  guerra,  y  no  hubiera  sido  difícil  acercarme  á 
Puebla  con  seis  ó  siete  mil  hombres;  pero  atacan  en  la  ca- 
pital al  gobierno  en  un  estado  indefenso,  y  creciendo  la  exal- 
tación de  las  pasiones,  era  necesario  obrar  ya  con  la  espada 
desnuda  y  romper  los  diques  de  los  lagos  de  sangre  me- 
xicana. 

u  En  este  caso,  Señor,  ¿sería  cordura  presentarse  en  el 
campo  de  batalla  con  un  ejército  que  se  diría  lo  comprome- 
tía á  obrar  por  defender  mi  causa  propia?  Lejos  y  muy  lejos 
de  mí  tales  ideas,  y  por  consiguiente  debía  retirarme,  como 
me  retiré,  á  aguardar  que  las  augustas  cámaras  se  reunieran 
para  que  decidieran  las  razones  y  las  leyes  lo  que  no  es  dado 
á  las  bayonetas.  Por  esto,  separándome  del  ejército  que  se 
me  encomendó,  dejándolo  al  cargo  del  Sr.D.  Ignacio  Mora,  ine 
retiré  con  una  pequeña  escolta  hasta  este  punto,  en  donde 
permaneceré  hasta  que  la  voluntad  nacional  no  interrumpa 
mi  sosiego.  Yo  no  conozco  más  causa  que  defender,  que  la 


144 

libertad  de  mi  patria,  que  la  soberanía  de  los  Estados  y  que 
el  respeto  á  las  instituciones  juradas  solemnemente;  por  sos- 
tener estos  principios  desenvainaré  mi  espada,  prescindiré 
de  lo  más  caro,  y  acabaré  con  gusto  mi  existencia.  Del  con- 
greso general  y  de  los  particulares  de  los  Estados  soy  sub- 
dito. A  ellos  invoco  y  sólo  de  ellos  espero  preceptos,  sean 
cuales  fueren. 

"  El  bastón  de  presidente  de  la  república  lo  deposito  en 
el  poder  nacional:  sus  representantes  harán  el  uso  que  esti- 
men por  conveniente  de  él,  en  la  inteligencia  que  la  sobera- 
na resolucióu  de  las  augustas  cámaras  sobre  este  particular, 
juro  sostenerla  como  la  verdadera  voluntad  de  la  nación, 
hasta  con  la  última  gota  de  mi  sangre,  pues  no  soy  otra  cosa 
que  un  soldado  de  la  patria. 

"  Señor. — El  último  subdito  de  la  nación.—  Vicente  Gue- 
rrero." 

Aunque  es  verdad  que  este  paso  acreditó  de  un  modo  in- 
dudable lo  recto  de  las  intenciones  del  general  Guerrero  así 
como  su  ardiente  patriotismo,  fué  en  realidad  el  que  por  en- 
tonces, dejó  en  quietud  al  general  D.  Anastasio  Bustamante, 
facilitando  que  entrase  á  la  posesión  del  puesto  que  quería, 
pues  lo  ocupaba  por  los  medios  que  hemos  visto;  y  aunque 
tenía,  si  se  quiere,  la  misma  mancha  ó  nulidad  que  se  pro- 
clamó en  contra  del  presidente  Guerrero,  porque  siendo  Bus- 
tamante el  vicepresidente  de  la  misma  administración  gu- 
bernativa, elegido  y  reconocido  en  un  propio  tiempo, claro  era 
en  buena  lógica  y  en  justicia,  el  decir  de  éste  lo  que  se  decía 
de  aquel.  Empero  los  intereses  y  la  pasión  de  partido  se  so- 
brepusieron á  la  verdad  y  á  lo  justo. 

La  administración  provisoria  se  ocupó  de  dictar  provi- 
dencias y  ejecutarlas  con  bastante  empeño  para  conservar 
la  tranquilidad  pública,  y  conservarse  el  mismo  gobierno  en 
el  período  que  estaba  al  concluir  á  fines  del  año.  Las  cáma- 
ras convocaron  sus  juntas  preparatorias  para  instalarse  el 


145 

día  1?  de  enero  de  1830.  Se  reunieron  en  efecto  con  las  so- 
lemnidades de  reglamento,  aunque  no  sin  obstáculos,  porque 
tuvieron  que  vencer  algunos  de  consideración,  que  emanan- 
do de  un  resuelto  espíritu  de  partido,  ofreció  la  resistencia 
que  algunas  diputaciones  opusieron,  negándose  á  concurrir 
por  no  reconocer  como  legítima  á  la  autoridad  convocante, 
y  sí  tenerla  por  intrusa,  y  como  un  verdadero  resultado  del 
hecho  atentatorio  que  revolucionariamente  destruyó  con  la 
fuerza  al  gobierno  reconocido  y  existente.  Sin  embargo,  todo 
quedó  allanado,  venciendo  el  deseo  de  no  ofender  el  honor 
nacional  y  de  buscar  la  mejoría  de  la  situación  de  la  repúbli- 
ca. Por  todo  esto  se  ve,  que  puesto  á  la  cabeza  del  ejército 
el  presidente  de  la  república  general  D.  Vicente  Guerrero, 
conforme  al  decreto  de  1(>  de  diciembre  de  1829,  fué  en  ese 
mismo  día  elegido  eirla  forma  constitucional  por  Estados  en 
la  cámara  de  diputados,  presidente  interino,  D.  José  María  de 
Bocanegra,  quien  prestó  ante  la  misma  cámara  juramento  y 
entró  al  ejercicio  del  poder  ejecutivo  en  18  del  mismo  mes 
de  diciembre;  terminando  su  administración  por  el  pronun- 
ciamiento de  las  tropas  que  lo  habían  reconocido,  en  la  ciu- 
dad de  México,  en  la  noche  del  23  de  diciembre  del  repetido 
año,  secuudando  el  plan  de  Jalapa. — Sus  enemigos,  ó  ému- 
los, le  hacen  justicia  y  forman  su  mayor  elogio  ellos  mismos. 


^•^ 


Tomo.— II  19 


147 


jri 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

desdi:  hasta 

1829  diübre.  18    D.  Agustín  Viesca 23  (liebre.  1829 


JUSTICIA. 

,,    (liebre.  18    Dr.  D.  José  Manuel  He- 
rrera   ' 23  diebre.    „ 


GUERRA  Y  MARINA. 
,,    diebre.  18    D.  Francisco  Moctezuma.  23  diebre.     „ 

HACIENDA. 
,,    diebre.  18    D.  Ildefonso  Maniau 23  diebre.    „ 


SÉPTIMO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  SÉPTIMO. 

Desde  el  31  de  diciembre  de  1829  hasta  14  de  agosto  de  1832. 
El  general  de  división  D.  Anastasio  Bustamante. 


CAPÍTULO  I. 

Instalación  del  gobierno  del  vicepresidente. 

El  general  D.  Anastasio  Bustamante;  el  vicepresidente 
constitucional  de  la  república,  elegido  para  el  segundo  pe- 
ríodo administrativo;  en  una  palabra,  el  general  en  jefe  del 
ejército  de  reserva,  puesto  á  sus  órdenes  y  con  él  convertido 
en  caudillo  de  la  revolución  vencedora  de  Jalapa,  ocupó  la 
silla  del  segundo  presidente  constitucional,  que  fué  recono- 
cido como  tal,  dentro  y  fuera  de  la  república,  después  de  su 
elección,  que  también  fué  reconocida  y  acatada  generalmen- 
te. Tomó  las  riendas  de  la  administración  pública  en  31  de 
diciembre  de  1829.  Comenzó  á  gobernar,  olvidáudose  de  la 


150 

máxima  asentada  por  los  sabios,  de  que  violar  una  constitu- 
ción, aunque  sea  imperfecta,  es  hacer  un  daño  mucho  mayor 
en  sus  consecuencias  futuras,  que  cualquier  bien  presente 
que  el  infractor  se  figure  alcanzar;  porque  si  se  contraría  ó 
se  olvida  la  veneración  que  debe  profesarse  á  las  leyes,  es 
acostumbrar  á  la  desobediencia  á  los  pueblos,  y  se  da  lugar 
¡i  que  se  sospeche  de  doblez  á  los  que  mandan,  haciendo  que 
para  lo  sucesivo  se  desconfíe  de  cuanto  digan  y  prometan. 

En  1?  de  enero  de  1830,  conforme  al  precepto  constitucio- 
nal, abrió  el  congreso  sus  sesiones,  y  el  general  Bustamante 
siguió  ejerciendo  el  poder  ejecutivo.  Organizó  su  ministerio 
del  modo  siguiente:  D.  Lúeas  Alamán  en  la  secretaría  de  re- 
laciones interiores  y  exteriores:  D.  José  Ignacio  Espinosa, 
en  la  de  justicia:  D.  Eafael  Mangino,  en  la  de  hacienda;  y 
D.  José  Antonio  Fació  en  la  de  guerra  y  marina.  Quedó  eu 
el  gobierno  del  Distrito  D.  José  Ignacio  Esteva,  quien  des- 
pués de  algunos  días  fué  reemplazado  por  D.  Francisco  Mo- 
linos del  Campo,  sustituido  por  D.  Agustín  Pérez  de  Lebrija. 
La  comandancia  general  quedó  á  cargo  de  D.  Felipe  Co- 
dal los. 

En  los  Estados  de  la  federación  permaneció  por  lo  pron- 
to el  orden  establecido  y  las  autoridades  constituidas;  pero 
después  de  poco  tiempo  fueron  asomando  y  dándose  á  cono- 
cer los  efectos  de  la  combinación  del  plan  y  engendro  de 
Jalapa,  principalmente  por  el  contenido  del  artículo  4?  del 
mismo,  que  quería  y  autorizaba  la  destitución  de  todas  aque- 
llas personas  que  no  convenían  ni  á  las  miras  ni  á  los  inte- 
reses de  los  vencedores:  así  es  que,  legislaturas,  gobernado- 
res, y  en  realidad  toda  clase  de  funcionarios  públicos,  fueron 
objeto  de  variaciones  y  trastornos,  que  á  la  verdad  no  podían 
ni  pudieron  existir  sin  conmover  y  agitar  el  orden  social. 

Estallaron  casi  eu  todos  los  Estados,  revoluciones  par- 
ciales, dirigidas  á  la  variación  de  personas,  valiéndose  unas 
veces  del  poder  físico  de  la  fuerza,  y  otras,  siempre  por  me- 


151 

dios  violentos,  de  las  elecciones  que  promovían  y  practica- 
ron con  cálculo  para  verificar  los  cambios  que  les  convenían. 

Naturalmente  resultó  de  esta  conducta  el  choque  y  la 
contradicción,  que  produjeron  los  más  tristes  efectos,  y  que 
causaron  gravísimos  daños  para  el  país,  enervando  su  mar- 
cha y  su  prosperidad. 

Sirvió  de  ejemplo  y  principio  á  este  modo  de  obrar,  la 
conducta  que  guardaron  los  legisladores  en  el  congreso  ge- 
neral, y  particularmente  en  el  senado,  que  se  mostró  siem- 
pre firme  apoyo  del  plan  revolucionario  de  Jalapa,  hasta  el 
grado  de  que,  estando  en  favor  de  él  más  de  dos  terceras 
partes  de  votos,  hizo  que,  á  pesar  de  la  oposición  de  la  cá- 
mara de  representantes,  se  declarasejHsío,  casi  sin  discusión, 
el  referido  pronunciamiento  del  ejército  de  reserva,  verifica- 
do el  día  4  de  diciembre,  secundado  por  la  guarnición  y  pue- 
blos de  varios  Estados,  y  en  la  capital  de  la  república  el  23 
del  referido  diciembre,  bajo  el  pretexto  de  pedir  el  restable- 
cimiento de  la  constitución  y  leyes.1 

Así,  casi  á  la  letra,  lo  dice  el  exravagante  decreto,  dado 
el  día  14  de  enero  de  1830,  firmado  por  D.  José  Manuel  Mo- 
reno, presidente  del  senado;  D.  José  María  Al  puche  ó  In- 
fante, presidente  de  la  cámara  de  diputados,  y  por  los  secre- 
tarios D.  Eafael  Delgado,  senador,  y  D.  Manuel  Carbajal, 
diputado.  Se  sancionó,  como  era  natural,  el  referido  decreto 
por  el  vicepresidente  D.  Anastasio  Bustamante,  dirigiéndolo 
á  D.  Lúeas  Alainán,  secretario  de  relaciones,  para  su  inte- 
ligencia y  efectos  consiguientes. 

Se  dio  otro  paso  notable  y  avalizado,  también  legislativo, 
y  en  apoyo  del  triunfo  de  la  revolución.  Este  paso  fué  otro 
decreto  que  dice: 

"  Primera  secretaría  de  Estado,  etc. — El  vicepresidente 
"  de  los  Estados  Unidos  mexicanos,  á  los  habitantes  d©  la 

1  Documento  n&m.  1. 


152 

'  república  sabed:  Que  el  congreso  general  ha  decretado  lo 
'  siguiente:  —  El  ciudadano  general  Vicente  Guerrero,  tiene 
{  imposibilidad  para  gobernar  la  república. — Pedro  de,  Ocam- 
'2)0,  presidente  del  senado. — Joaquín  Cazares  y  Armas,  pre- 
1  sidente  de  la  cámara  de  diputados. — Rafael  Delgado,  sena- 
1  dor  secretario. — Anastasio  Zerecero,  diputado  secretario. — 
4  Por  tanto,  mando  se  imprima,  publique,  circule  y  se  le  dé 
'  el  debido  cumplimiento. — Palacio  del  gobierno  federal  en 
'  México,  á  4  de  febrero  de  1830. — Anastasio  Bustamante. — 
'  A  D.  Lúeas  Alamán. — Trascríbolo  á  vd.  para  su  inteligen- 
'  cia  y  efectos  correspondientes. — Dios  y  libertad.  México, 
'  febrero  24  de  1830.— Alamán?1 

Y  como  á  disposición  tan  notable  precedieron  algunas 
diligencias  y  trámites,  parece  útil  y  conducente  recordar  los 
dictámenes  respectivos  de  la  comisión,  y  voto  particular  en 
la  cámara  de  diputados,  que  explican  lo  ocurrido  sobreesté 
importante  punto  en  el  congreso.  Obran  en  el  expediente 
general. 

Los  decretos  de  enero  y  febrero  citados  y  transcritos,  ma- 
nifiestan y  convencen  en  sí  mismos,  y  á  su  sola  y  simple  lec- 
tura, los  principios  y  la  marcha  que  seguía  la  administración 
de  la  época,  estableciendo  claramente  y  del  modo  más  ter- 
minante, que  su  política  era  la  de  sojuzgar,  bajo  todos  as- 
pectos, á  los  vencidos.  La  consecuencia  natural  era,  por  tanto, 
prepararse  éstos,  y  aun  promover  las  combinaciones  y  mo- 
vimientos que  los  salvasen,  pues  que  no  sólo  se  tenían  por 
vencidos,  sino  que  se  creían  aun  destituidos  de  toda  garantía. 
Tal  estado  de  necesidad  produjo  empresas,  que  sieudo 
unas  verdaderas  reacciones  aisladas  en  su  principio,  dieron 
por  resultado  al  fin,  una  agitación  casi  general  en  la  repú- 
blica, porque  no  hubo  Estado,  en  aquel  tiempo,  que  no  se 
explicase  en  contra  de  la  política  insinuada,  y  que  llegó  á 
presentarse  sin  embozo,  con  todo  el  carácter  de  la  injusticia. 
Así  fué  que  por  unos,  es  decir,  por  los  que  gobernaban, 


153 

se  anularon  gobiernos,  legislaturas,  empleados  civiles  y  mi- 
litares, estableciéndose  cuanto  convenía  á  sus  miras  de  se- 
guridad en  el  poder;  y  por  otros  se  preparaban  fuerzas  ca- 
paces de  defenderse,  y  hasta  de  triunfar,  aprovechando  las 
circunstancias  que  creyeron  se  presentarían  necesariamente 
por  el  -disgusto,  bajo  un  aspecto,  y  por  otro,  por  mejorar  de 
situación;  considerando  aquella  natural  tendencia  de  los  hom- 
bres, á  aspirar,  no  solo  á  variar,  sino  á  mejorar  su  estado. 

Muchas  disputas  se  promovieron  y  muchas  resistencias 
se  vencieron  para  conseguir  que  se  verificase  la  reunión  del 
congreso  general  en  sus  dos  cámaras.  Estas,  opuestas  entre 
sí,  ofrecían  el  mayor  de  los  obstáculos;  y  el  espíritu  pensa- 
dor preveía  las  consecuencias  fatales  que  produciría  el  cho- 
que y  desacuerdo  de  estos  cuerpos  colegisladores.  Al  fin  ya 
hemos  visto  que  se  reunió  el  congreso  general,  y  entre  otros 
actos  notables,  dieron  por  resultado  sus  sesiones  las  dos  dis- 
posiciones que  quedan  asentadas;  acreditándose  con  estas 
medidas,  (pie  se  buscaba,  sin  detenerse  en  los  medios,  el  mo- 
do de  justificar  y  afianzar  el  levantamiento  de  Jalapa;  aspi- 
rando seguramente  á  una  dominación  que  se  figuraron  per- 
petuar, y  que  en  realidad  trabajaron  para  lograrlo. 

Agitándose  en  el  congreso  las  dos  célebres  cuestiones 
referidas  de  los  dos  decretos,  se  hicieron  valer  máximas  y 
principios  que  respectivamente  favorecían  las  ideas  de  los 
dos  bandos  opuestos;  pero  venció  sin  duda  la  mayoría,  y 
los  decretos  se  dieron  en  los  términos  asentados.  Fué  muy 
bien  recibida  la  opinión  y  discurso  del  Sr.  Quintana  Roo,  con 
relación  á  la  imposibilidad  del  general  Guerrero,  y  por  ella 
se  reformó  el  acuerdo  del  senado,  empleándose  las  solas  pa- 
labras de  imposibilidad,  según  dice  el  decreto,  y  no  como  se 
había  propuesto  por  los  senadores,  la  imposibilidad  moral, 
como  se  fijaba  en  los  términos  del  acuerdo.  Oigamos  por 
tanto  al  referido  Sr.  Quintana,  que  así  se  explica: 

"  ¿Qué  quiere  decir  imposibilidad  moral?  ¿Hemos  de  ha- 
Tono  II.— 20 


154 

"  cer  juez  al  congreso  de  la  capacidad  mental  de  Guerrero, 
"  para  complacer  al  que  le  ha  reemplazado?  Y  ¿cuál  sería  en 
"  este  caso  la  regla,  el  modelo  que  se  propondría  seguir  esta 
"  asamblea  en  semejante  calificación!  ¿No  es  este  el  mismo 
"  Guerrero,  á  quien  la  nación  La  colmado  de  honores;  á 
"  quien  ha  declarado  benemérito  de  la  patria;  á  quien,  los 
"  mismos  que  hoy  pretenden  declararlo  imbécil,  lo  exaltaron 
"  otras  veces  hasta  compararlo  con  los  más  ilustres  perso- 
"  najes  históricos?  ¿Desde  cuándo  ha  perdido  el  uso  de  la 
"  razón?  ¿Qué  alteración  se  ha  notado  en  sus  facultades  mo 
"rales?  ¿Qué  muestras  ha  dado  de  fatuidad?  Y  ¿cómo  se 
"  quiere,  señores,  que  los  representantes  de  los  Estados  Uni- 
"  dos  Mexicanos  pronuncien  un  fallo  semejante,  declarando 
"  demente  al  hombre  que  no  lo  está  en  realidad;  añadiendo 
"  de  esta  manera  á  la  injusticia,  el  insulto  y  la  ignominia! 
"  Pero  ésta  recaerá  sobre  nosotros:  sobre  nosotros  mismos, 
"  que  hace  un  año  lo  nombramos  presidente  de  la  república: 
"  sobre  nueve  Estados  que  le  dieron  sus  sufragios:  sobre  los 
"  otros  que  han  obedecido  tranquilamente  por  ocho  meses: 
"  sobre  el  ejército  que  ha  triunfado  de  los  enemigos  exte- 
"  riores  bajo  su  dominación;  y  por  último,  sobre  la  nación 
"  entera,  que  ha  admirado  su  patriotismo,  y  confesado  sus 
"  servicios  eminentes.  Contentémonos  y  contentemos  al  po- 
"  der  que  domina,  con  decir  que  Guerrero  está  imposibilita* 
"  do  para  gobernar,  sin  meternos  en  el  examen  de  las  causas 
"  de  semejante  imposibilidad." 

En  la  comisión  de  la  camarade  diputados,  encargada  de 
dar  dictamen,  opinó  este  mismo  señor  diputado  del  modo 
que  queda  dicho;  y  la  comisión  también  opinó  de  igual  mo- 
do, diciendo:  "Que  se  aprobase  el  acuerdo  del  senado  con 
la  supresión  de  la  palabra  moral."1  Los  Sres.  Farrera,  sena- 
dor, y  Zerecero,  diputado,  en  sus  respectivos  discursos,  fuu- 

1  Documento  núm.  2. 


155 

daron  cuanto  exigía  la  materia,  para  demostrar  la  injusticia 
del  acuerdo. 

Publicadas  y  ejecutadas  las  disposiciones  referidas,  pro- 
dujeron los  efectos  que  debieron  esperarse,  y  que  en  realidad 
fueron  previstos,  pero  provocados.  El  disgasto  y  la  alarma 
consiguientes  pusieron  de  manifiesto  ante  la  nación,  que  re- 
soluciones semejantes  eran,  como  realmente  fueron,  la  ini- 
ciativa y  principio  de  días  luctuosos,  y  de  acontecimientos 
y  escenas  de  sangre;  porque  con  semejantes  actos  se  daba 
ser,  creces  y  aumento  á  la  discordia  civil.  No  se  mitigaban 
los  odios,  ni  se  consultaba  á  los  mutuos  intereses.  Güelfos 
y  gibelinos,  obraban  siempre  en  la  línea  y  terreno  de  parti- 
do. Se  abrió,  puede  decirse,  una  campaña,  y  se  dio  la  voz 
de  ataque,  estableciéndose  al  mismo  tiempo  la  ofensa  y  la 
defensa. 


CAPITULO  II. 


Rerolucion  del  Sur  de  México.— Coalición  do  Estados. 


El  general  Guerrero,  situado  en  el  rumbo  del  Sur,  y  po- 
niendo en  acción  su  influjo  y  prestigio  en  aquellos  pueblos, 
se  colocó  al  frente  de  uua  revolución  que  llevó  el  nombre 
mismo  de  aquel  rumbo.  Las  funciones  de  armas,  y  puede 
decirse,  la  campaña  toda  hasta  su  término,  se  baila  bien  des- 
crita por  los  escritores  que  me  lian  precedido,  y  que  llenan- 
do el  objeto  que  se  propusieron  como  historiadores,  han  en- 
trado en  materia,  relatando  hechos  y  circunstancias  que  cier- 
tamente son  ajenas  de  estas  Memorias,  que  no  se  ocupan, 
según  su  programa  asentado,  de  otra  cosa  que  de  la  consig- 


156 

nación  de  hechos  y  acontecimientos  notables  qne  sirven  para 
la  historia;  agregando  sí,  lo  qne  directa  y  particularmente 
pertenece  á  la  conducta  política  del  qne  esto  escribe. 

En  el  mismo  tiempo  de  la  revolución  del  Sur,  fué  llamada 
la  atención  del  gobierno  general,  no  solamente  por  ella,  en 
cnanto  afectaba  la  quietud,  orden  y  seguridad  interior,  sino 
también  por  lo  relativo  al  exterior.  Circularon  noticias  pro- 
cedentes de  Europa  y  de  la  Habana,  que  anunciaban  una 
nueva  expedición  española;  pero  el  tiempo  y  mejores  datos 
disiparon  anuncios  semejantes,  que  complicaron  la  situación 
extraordinariamente. 

No  la  complicaron  menos,  sin  embargo,  y  sí  á  la  verdad 
con  más  fuerza,  los  proyectos  de  coalición  que  inició  el  Es- 
tado de  San  Luis  Potosí,  dando  en  13  de  enero  de  1830  un 
decreto1  en  que  se  anuncia  la  unión  de  dicho  Estado  y  el  de 
Guannjuato,  invitando  á  los  otros  á  que  se  reuniesen  para 
sostener  las  instituciones  que  regían  en  la  república.  Con 
efecto,  seis  Estados  resolvieron  formar  esa  que  llamaron  coa- 
lición, y  convinieron,  ó  mejor  dicho,  proyectaron  formar  en 
la  villa  de  León  una  junta  general,  con  el  fin  ó  bajo  el  pre- 
texto de  proveer  lo  conducente  y  necesario  al  sostén  de  las 
instituciones. 

Se  comprometió  sin  duda  el  estado  político  de  la  repú- 
blica con  esta  ocurrencia,  que  hacía  más  difícil  el  remedio 
de  los  males  públicos  que  se  experimentaban;  y  en  verdad 
no  pudo  ser  más  peligrosa  la  ocurrencia  de  los  Estados  que 
se  coligaban,  no  sólo  amenazando,  sino  preparando  una  for- 
mal separación,  cuando  en  Yucatán  y  en  México  se  hacían 
más  difíciles  las  circunstancias  y  se  atacaban  de  diversos  mo- 
dos los  intereses  públicos  y  los  derechos  más  esenciales  y 
sagrados,  fomentando  la  anarquía  y  la  ruina  de  la  nación. 

Los  Estados  coligados  entre  sí,  y  las  juntas  de  oficiales 

1  Documento  núm.  o. 


157 

y  tropa,  erigiéndose  en  cuerpos  deliberantes,  usurpaban  el 
poder  nacional,  y  casi  establecían  una  completa  disolución. 

Por  el  buen  sentido  público,  y  por  las  providencias  adop- 
tadas, pudo  lograrse  que  no  siguiesen  tantos  desórdenes;  y 
se  obtuvo  al  fin  que  continuase  el  orden  establecido,  se  guar- 
dase la  unión  y  marchara  el  sistema  adoptado,  conforme  en 
todo  á  la  ley  fundamental  que  regía. 

No  por  esto  puede  decirse  que  la  república  quedó  en  paz 
y  en  la  marcha  ordenada  que  debía  seguir,  pues  necesario 
es  confesar  que  sucedió  lo  contrario.  Las  agitaciones  públi- 
cas continuaron,  los  pronunciamientos  á  mano  armada  se 
multiplicaron,  y  así  es  que  se  disolvían  congresos,  continuan- 
do el  plan  y  marcha  de  Jalapa,  que  realmente  fué  fortificán- 
dose y  confirmándose  por  el  congreso  de  la  Unión,  dictan- 
do leyes  especiales,  autorizando  con  ellas  los  tumultos  y  le- 
vantamientos contra  las  autoridades  constituidas.  Se  crea- 
ron tropas  y  se  pronunciaron  también  contra  las  ya  creadas, 
y  en  sus  levantamientos  pedían  unos  la  destitución  de  con- 
gresos y  gobierno,  y  otros  la  remoción  de  los  ministros  del 
gobierno  general,  llegando  la  confusión  y  complicación  á  tal 
grado,  que  aun  se  hizo  la  petición  por  el  Estado  de  San  Luis 
Potosfrpara  que  el  congreso  general  trasladara  su  residencia 
de  México  á  otro  punto  en  que  se  considerase  libre  para  de- 
liberar. No  progresó  esta  idea,  y  aunque  provocó  algunas 
discusiones  en  el  congreso  y  por  la  prensa,  al  fin  cayó  en  ol- 
vido. Los  acontecimientos  de  armas  se  multiplicaron  y  exal- 
taron, poniendo  en  el  mayor  conflicto  al  gobierno,  y  causan- 
do gravísimos  males  á  la  nación,  principalmente  cuando  ésta 
carecía  en  lo  absoluto  de  recursos,  por  haber  casi  concluido 
con  su  erario,  y  estableciéndose,  con  motivo  de  la  introduc- 
ción de  los  efectos  de  algodón,  un  sistema  ruinoso  de  agio 
y  contrabando. 

Entre  los  movimientos  armados,  fué  notable  el  plan  de  D. 
Juan  José  Oodallos,  que  así  se  llamó.  Este  jefe  trató  de  dar 


158 

un  programa  y  regularizar  la  revolución;  y  al  efecto  publicó 
en  once  artículos  un  plan  que,  con  el  nombre  de  sostenedor 
de  la  soberanía  de  los  Estados,  los  invitaba  también  á  que  for- 
masen una  coalición  y  creaseu  un  gobierno  provisorio,  bajo 
el  sistema  que  regía  entonces  en  la  república.1 

Como  este  nuevo  caudillo  de  la  revolución  se  mostrase 
inteligente  y  resuelto,  puso  en  cuidado  al  gobierno  de  Mé- 
xico, á  pesar  de  que  triunfando  él  sobre  los  generales  Gue- 
rrero y  Alvarez,  aparecía  firme  y  sostenido. 

Eecorrió  Codallos  los  Estados  de  Jalisco  y  Guanajuato, 
disponiendo  basta  de  sus  capitales;  pero  sin  embargo,  el  go- 
bierno general  se  sobrepuso  y  se  sostuvo  contra  esta  última 
agresión  y  movimiento  armado,  que  por  las  cualidades  del 
jefe  y  por  las  circunstancias  públicas,  se  presentó  alarmante 
y  casi  con  toda  la  opinión  en  su  favor  y  con  auxilios  consi- 
derables. 

Al  mismo  tiempo  se  hallaban  combatidos  y  agitados  otros 
Estados,  como  el  de  Oaxaca  y  México,  continuando  los  de- 
sastres de  la  guerra  civil,  hostilizando  los  pronunciados  al 
gobierno,  y  éste  «á  ellos;  produciendo,  como  era  muy  natu- 
ral, víctimas  y  derramamiento  de  sangre.  Perecieron  en  el 
Sur,  soldados,  oficiales  y  generales,  señalándose  las  acciones 
de  Venta-vieja,  Texca2y  Chilpancingo,  y  causando  la  muer- 
te de  los  valientes  Armijo  y  Maullad,  (pie  sucumbieron  á  pe- 
sar de  su  valor,  pericia  y  obstinada  resistencia. 

La  imprenta,  por  una  parte,  y  por  otra  las  combinacio- 
nes políticas  de  los  interesados  en  sostener  la  oposición  al 
gobierno,  agitaron  fuertemente  la  opinión  pública,  y  compli- 
caron las  circunstancias  hasta  el  grado  de  hacer  que  la  san- 
gre no  sólo  corriese  en  los  campos  de  batalla,  sino  también 
en  los  cadalsos,  por  las  ejecuciones  de  justicia. 

Publicaciones  sueltas  de  la  prensa  y  periódicos  estable- 

1  Documento  núra.  4. 

2  Documento  núm.  5. 


159 

cidos  para  sostener  las  respectivas  opiniones  de  los  partidos, 
hicieron  más  y  más  difícil  la  posición  del  país,  fomentando 
en  realidad  una  guerra  civil  armada  y  casi  en  campaña,  y 
otra  en  las  poblaciones  entre  los  escritores  públicos;  seña- 
lándose por  parte  de  la  administración  el  periódico  oficial 
La  Voz  de  la  Patria,  El  Gladiador;  y  por  la  oposición,  El 
Correo  de  la  Federación  y  El  Atleta;  produciendo  necesaria- 
mente esto  violento  estado,  acciones  represivas  y  aun  ofen- 
sivas y  defensivas,  motivando  también  conspiraciones,  y  en 
consecuencia  prisiones.  Se  hicieron  en  efecto  éstas,  no  solo  de 
ciudadanos  particulares,  sino  también  de  algunos  represen- 
tantes del  pueblo,  notándose  que  se  fingían  conspiraciones  y 
se  aparentaban  cómplices  supuestos  para  hacer  y  admitir  de- 
nuncios falsos,  ofendiéndose  por  supuesto  en  toda  esta  con- 
ducta, la  moral,  la  decencia  y  la  justicia.  Se  llevó  á  tal  punto 
esta  reprobada  conducta,  que  los  calabozos  que  antiguamen- 
te sirvieron  al  Santo  Oficio,  los  llenaba  el  gobierno  con  cons- 
piradores verdaderos  y  supuestos.  No  se  respetaban  las  dig- 
nidades, ni  los  puestos,  y  eran  perseguidos  y  presos,  diputa- 
dos, como  ya  hemos  dicho,  generales}'  también  gobernadores, 
como  el  de  Michoacán  D.  José  Salgado.  La  guerra  civil  del 
Sur,  y  existente  ya  en  otros  puntos  y  en  otros  Estados  como 
los  de  Oaxaca  y  Michoacán,  progresaba  y  se  hacía  con  el  ma- 
yor encarnizamiento,  y  en  consecuencia,  crecía  el  número  de 
víctimas, según  hemos  visto  en  TexcayChilpancingo:  las  ha- 
bía por  medio  de  fingidas  conspiraciones,  y  propiamente  va- 
liéndose del  vil  medio  de  la  traición,  como  se  ve  y  se  acredita 
en  el  Registro  Oficial  del  día  23  de  junio  de  1830,  que  ofrece 
datos  y  consideraciones  en  uno  y  otro  sentido:  las  había  tam- 
bién, además  de  las  que  producían  los  ataques  y  las  acciones 
de  armas,  por  las  personas  que  se  sacrificaban  arbitrariamen- 
te, como  el  coronel  Márquez  y  D.  Joaquín  Gárate,  que  murie- 
ron heroicamente  en  San  Luis  Potosí,  y  el  coronel  D.  Fran- 
cisco Victoria  en  Puebla,  cuya  aprehensión  y  sentencia  eje- 


160 

cutada,  se  calificaron  de  actos  violentos  é  inhumanos:  fueron 
además,  acompañados  de  circunstancias  notables,  como  lo 
es,  entre  otras,  la  de  habérsele  proporcionado  la  fuga,  y  des- 
pués aprehenderlo  por  medio  de  denuncia  y  fusilarlo. 

Para  que  no  faltase,  según  costumbre,  la  parte  de  premio 
á  la  fidelidad  al  gobierno  existente,  y  para  ensalzar  á  los  que 
le  sostenían,  el  congreso  de  la  Unión  decretó  se  diese  una 
espada  de  honor  al  general  D.  Nicolás  Bravo,  y  también  se 
expidió  un  decreto  en  el  día  9  de  febrero  del  mismo  año,  con- 
cediendo escudos  y  pensiones  á  los  combatientes  en  la  gue- 
rra del  Sur. 


CAPITULO  III. 

Itlenioria  del  ministro  Fació,  y  sucesos  importantes  ele  su  época. 

El  general  Fació  era  el  ministro  de  la  guerra.  Quién  fuese 
este  personaje,  cuál  su  carrera  y  sus  servicios,  se  halla  consig- 
nado ya  en  nuestra  historia,  y  aparece  en  la  Memoria  publi- 
cada por  él  mismo  en  l?de  abril  de  1835,  referente  á  los  suce- 
sos ocurridos  durante  su  ministerio  en  México.  Se  da  á  cono- 
cer en  ella,  presentándose  al  público  tal  cual  fué  en  sus  actos 
ministeriales;  pues  que  mostrándose  por  una  parte  descara- 
damente ofensivo  al  buen  nombre  de  su  patria  y  á  sus  com- 
patriotas; descubriendo  un  fondode  ingratitud  y  de  falsedad; 
hace,  por  otra,  muy  importantes  revelaciones  sobre  personas, 
negocios  y  sucesos  que  tuvieron  lugar  en  el  gobierno  de  que 
fué  ministro.  La  Memoria  ha  circulado  con  alguna  profusión 
en  México:  los  escritores  públicos  se  han  hecho  cargo  de  ella, 
y  remitiéndome  yo  á  dicho  escrito  y  á  los  autores  que  de  él 
se  han  ocupado,  hago  recuerdo  y  mención  del  referido  im- 


161 

preso,  porque  á  más  de  presentarnos  bajo  el  punto  de  vista 
más  propio  á  este  personaje,  nos  conduce  á  consignar  dos  he- 
chos importantes. 

Es  el  primero,  la  llegada  del  general  D.  Manuel  Gómez 
Pedraza  al  puerto  de  Veracruz;  y  el  segundo,  la  acusación 
que  el  Sr.  Quintana  Eoo  formuló  contra  el  ministro  Fació, 
por  haber  expedido  la  orden  que  previno  fuese  obligado  á 
reembarcarse  el  general  Pedraza,  por  ser  contrario  su  regre- 
so á  la  tranquilidad  de  la  república. 

Pedraza  verificó  su  vuelta  en  el  mes  de  octubre  del  año 
de  1830,  bajo  la  confianza  de  que,  con  el  plan  triunfante  de 
constitución  y  leyes,  obtendría  la  admisión  en  su  patria,  co- 
mo consecuencia  de  las  garantías  proclamadas.  Se  equivocó, 
como  se  equivocaron  todos  los  que  creyeron  ciertas,  de  hecho, 
las  que  solo  eran  palabras.  Se  reembarcó  por  orden  expresa 
del  gobierno  del  general  Bustamante,  expedida  por  el  mi- 
nisterio de  la  guerra  y  refrendada  por  el  general  Fació.  Pu- 
blicó en  los  Estados  Unidos  un  manifiesto  contra  el  gobier- 
no existente,  y  explicando  la  ocurrencia  desgraciada,  relati- 
va á  su  persona,  por  habérsele  negado  el  abrigo  en  su  mismo 
país,  y  al  que  había  prestado,  entre  otros  muchos  y  buenos 
servicios,  el  de  haber  renunciado,  como  renunció,  en  obse- 
quio de  la  tranquilidad  pública,  los  once  votos  de  las  legis- 
laturas que  obtuvo  para  la  segunda  presidencia  constitucio- 
nal de  la  república. 

Este  acto  administrativo  fué  reclamado,  y  por  él  mismo, 
acusado  el  ministro  responsable,  en  los  términos  enérgicos 
y  fundados  que  se  contienen  en  la  acusación  presentada  el 
día  2  de  diciembre  de  1830,  ante  la  cámara  de  representan- 
tes, refiriendo  el  Sr.  diputado  Quintana  los  motivos  y  prue- 
bas que  apoyan  y  justifican  el  acto  de  acusar  el  hecho  arbi- 
trario y  atentatorio  del  ministro  Fació;1  debiendo  advertir- 


1  Documento  núm.  6. 

Tomo  II.— 21 


162 

se  que  el  resultado  de  la  acusación  fué,  como  debía  espe- 
rarse, contrario  al  diputado  acusador  y  favorable  al  ministro 
acusado.  ¡Tal  era  el  influjo  del  gobierno  sobre  las  cámaras 
y  sus  resoluciones!  Preparó  disgustos,  persecuciones  y  ven- 
ganzas contra  Quintana  Eoo;  pero  este  digno  representante 
guardó  una  conducta  verdaderamente  catoniana.  Lo  persi- 
guieron, sacándolo  de  sus  jueces  naturales,  y  negándole  las 
defensas;  pero  siempre  firme,  triunfó  con  la  ley  y  la  verdad. 


CAPITULO  IV. 


Establecimiento  del  banco  de  avío,  y  plan  de  Ban-agau  en  Jalisco. 

Antes  de  que  pasemos  ¿i  hablar  de  la  nueva  marcha  po- 
lítica y  administrativa,  que  instalado  nuevamente  el  cuerpo 
legislativo  en  enero  de  1831,  siguieron  las  cámaras,  de  com- 
pleto acuerdo  con  el  gobierno,  como  lo  habían  estado  desde 
el  triunfo  del  plan  de  Jalapa,  permítaseme  refiera  una  me- 
dida notable  que  se  tomó  en  la  administración  de  la  época 
de  que  hablamos.  Esta  medida  fué  la  creación  del  que  se 
llamó  banco  de  avío,  indicando  que  su  fin  era  proteger  al- 
gunos objetos  de  la  industria  nacional,  según  lo  explica  el 
decreto  de  16  de  octubre  de  1830, x  Parece  que  más  propia- 
mente debe  llamarse  medida  política  que  industrial,  por- 
que de  todo  el  texto  se  infiere  que  se  quiso  alucinar  á  los 
mexicanos  y  distraerlos,  aunque  con  verdadero  detrimento 
de  la  hacienda  pública,  y  en  circunstancias  muy  compro- 
metidas en  esta  materia  importantísima,  que  pedía  mejor 
su  arreglo  y  conservación,  y  no  su  complicación,  desorden, 
y  tal  vez  dilapidación,  como  de  facto  sucedió,  pues  hablando 

1  Véase  Colección  de  Galván,  tomo  V,  pag.  129. 


163 

en  lo  general,  el  tal  banco  de  avío  no  produjo  más  que  pér- 
didas, cuentas,  reclamaciones,  litigios,  responsabilidades  y 
papeles.  Esta  es  la  verdadera  idea  del  establecimiento,  que 
á  la  verdad  tiene  el  mérito  de  haber  iniciado  el  fomento  de 
un  ramo  tan  vital,  como  es  la  industria  nacional,  y  haberse 
abierto  el  camino  que  ojalá  se  practique  y  llegue  á  producir 
los  efectos  y  el  término  que  se  indicaba.  Afortunadamente 
en  su  lugar  veremos  que  no  se  han  desatendido  en  nuestra 
república,  los  muy  interesantesysaludables  objetos  que  abra- 
za el  ramo  de  la  industria  del  país. 

Otro  acontecimiento  que  debe  conocerse  antes  de  seguir 
el  año  de  1831,  es  el  plan  del  general  Barragán  en  Jalisco,  y 
la  exposición  que  dirigió  al  congreso  general  en  17  de  noviem- 
bre del  año  de  1830,  promoviendo  con  la  mejor  intención  y  por 
medios  los  más  pacíficos,  la  conciliación  y  armonía  entre  los 
mexicanos;  procurando  contrariar,  si  uo  acabar,  los  odios  y 
el  espíritu  de  partido,  que  causaban  y  habían  causado  los  ma- 
yores y  lamentables  desastres  en  la  república.  Decía,  pues, 
este  general,  que  esperaba  ser  oído  en  momentos  sumamente 
críticos,  y  cuando  los  partidos  opuestos  haciéndose  entre  sí 
la  guerra,  hostilizaban  realmente  con  ella  á  la  patria:  que 
no  se  debía  dejar  corriese  la  nación  el  peligro  y  la  triste  suer- 
te que  le  preparaban  la  desunión  y  encarnizamiento  con  que 
se  conducían  los  mexicanos,  derramando  la  sangre  de  sus 
hermanos  y  consumiendo  las  fortunas  y  haberes  públicos  y 
privados:  que  ningún  interés  le  conduce  al  dar  el  paso  que 
ha  dado,  sino  puramente  el  buscar  el  bien  nacional,  y  la  con- 
solidación del  gobierno  y  del  orden  común  de  los  mexicanos: 
que  no  debe  atenderse  á  otro  bien  y  objeto,  que  á  la  conser- 
vación y  aumento  de  la  autoridad  pública:  que  la  situación 
misma  del  país  ponía  á  la  república  en  el  caso  de  que  se  di- 
vidan entre  perseguidos  y  perseguidores:  que  lo  mejor  y  más 
acertado  es,  aspirar  á  una  concordia  nacional,  y  por  eso  so 
dirige  al  supremo  jefe  de  la  nación,  procurando  el  logro  de 


164 

bien  tan  inestimable:  que  con  el  desorden  y  la  guerra  pade- 
cen las  artes,  la  agricultura,  el  comercio,  la  hacienda  públi- 
ca, la  libertad  de  la  prensa,  y  principalmente  la  moral,  en 
todas  sus  relaciones:  que  al  dirigir  su  exposición,  lo  que  con- 
sidera no  es  lo  personal,  sino  las  clases  todas  de  la  sociedad, 
y  consulta  al  resorte  poderoso  de  la  autoridad,  y  por  lo  mis- 
mo propone:  "  que  una  junta  compuesta  de  diez  y  ocho  ciu- 
"  (ládanos,  generalmente  conocidos  por  su  ilustración,  servi- 
"  cios  á  la  patria  y  confianza  á  que  se  han  hecho  acreedores, 
"  los  que  se  nombrarán  de  entre  los  gobernadores  de  los  Es- 
"  tados,  gobernadores  de  las  mitras,  y  de  entre  los  generales 
"  del  ejército,  y  además  tres  suplentes,  á  saber:  los  gober- 
"  n adores  de  Jalisco,  Zacatecas,  Guanajuato,Michoacán,Ve- 
"  racruz  y  San  Luis  Potosí;  y  por  suplentes  los  de  Querétaro, 
"  Tabasco  y  Sonora. — Los  gobernadores  mitrados  de  Méxi- 
"  co,  Jalisco,  Michoacáu,  Puebla,  Oaxaca  y  Yucatán:  por 
"  suplentes  los  señores  doctores  D.  Juan  Cayetano  Portugal, 
<£  D.  Luis  Mendizábal  y  D.  José  María  Santiago. — Los  ge- 
"  nerales  D.  Anastasio  Bustamante,  D.  Vicente  Guerrero, 
"  D.  Nicolás  Bravo,  D.  Ignacio  Kayón,  D.  Antonio  López  de 
"  Santa- Auna  y  D.  José  Segundo  Garba  jal:  suplentes  D. 
"  Manuel  Mier  y  Terán,  D.  Luis  Cortázar  y  D.  José  Fi- 
"  gueroa. 

"  La  junta  conciliadora  se  convocará  por  el  soberano  con- 
"  greso,  y  se  reunirá  en  León,  ó  Lagos,  ó  Aguascalientes,  y 
"  se  disolverá  luego  que  haya  concluido  los  trabajos  de  la 
"  convocatoria,  dirigida  á  que  se  dicten  medidas  conciliador 
"  ras  que  terminen  la  guerra,  y  remedien  los  grandes  males 
"  que  sufre  la  nación,  y  se  indican  en  la  exposición  que  está 
"  muy  distante  de  ser  un  pronunciamiento,  lo  que  tan  sólo 
"  es  una  petición  respetuosa  al  que  representa  la  soberauía 
"  de  la  nación."1 

1  Documento  núiu.  7. 


165 

Esta  es  en  extracto  la  exposición,  que  se  verá  á  la  letra 
en  la  copia  que  obra  en  el  apéndice  de  documentos. 

Hubo  también  iniciativa  de  conciliación,  proponiéndose 
por  el  ministerio  de  la  guerra  una  amnistía  general  en  el 
nombre;  pero  en  realidad  era  una  medida  para  hacer  gracia 
á  algunas  personas  que  convenía  teuer  gratas,  y  castigar  á 
otras  que  se  temían  y  se  odiaban;  y  por  lo  mismo  se  com- 
prendían en  las  muchas  excepciones  de  la  propia  iniciativa 
dirigida  al  congreso. 


CAPÍTULO  V. 


Aprehensión,  juicio  7  muerte  del  general  Guerrero. 

En  esos  mismos  días,  llamado  ó  no  el  genovés  Francisco 
Picaluga,  se  presentó  en  México  como  dueño  del  bergantín 
Colombo,  y  sabiendo  el  gobierno  que  los  pronunciados  del 
Sur  se  servían  del  expresado  bergantín,  propiedad,  corno  he 
dicho,  del  referido  genovés,  que  siendo  capitán  usaba  de  la 
bandera  sarda,  y  bajo  el  conocimiento  en  que  se  hallaba 
la  administración,  de  las  buenas  relaciones  de  amistad,  y  aun 
de  un  formal  ascendiente  ó  influjo  por  sus  servicios  con  los 
pronunciados;  trató  de  aprovecharse  y  valerse  de  este  medio 
para  combinar  y  llevar  á  efecto  las  operaciones  por  la  parte 
de  mar,  con  el  fin  de  recobrar  el  importante  punto  de  Aca- 
pulco. 

Esta  combinación,  dicen  muchos,  que  fué  la  directa  y  ver- 
dadera causa  de  abrir  las  negociaciones  con  Picaluga.  Pero 
otros,  y  no  pocos,  afirman  que  se  trató  y  ajustó  verdadera- 
mente, la  venta  de  la  cabeza  del  general  Guerrero,  ofrecien- 
do el  precio  por  ella  de  cincuenta  mil  pesos,  bajo  el  aspecto 


166 

de  dejar  el  capitán  genovés  su  buque  á  las  órdenes  de  la  re- 
pública, y  quitarlo  del  servicio  de  los  jefes  del  Sur.  El  gene- 
ral Fació,  en  la  página  33  del  manifiesto  ya  citado,  1  y  que 
se  publicó  en  París  en  1835,  al  afirmar  que  pareció  exorbitan- 
te tal  suma,  confiesa  paladinamente  que  el  gobierno  mexi- 
cano de  la  época,  y  de  que  él  era  miembro  en  el  departamen- 
to de  la  guerra,  formó  un  plan  sin  duda  á  los  fines  indicados, 
de  comprar  el  buque  á  su  servicio,  para  con  esta  compra  ha- 
cer la  de  la  vida  del  general  Guerrero,  proporcionando  su 
aprehensión  y  entrega.  Parece  lógico  este  discurso. 

La  ejecución  de  toda  la  trama,  que  al  principio  y  en  su 
origen  fué  un  misterio^  se  fué  poco  á  poco  presentando  como 
un  efecto  de  combinación,  y  no  el  resultado  de  una  casua- 
lidad. Así  se  convence,  ad virtiendo  que  Pical uga  no  obraba 
por  sí  solo,  sino  en  combinación  y  acuerdo  con  otras  perso- 
nas; y  por. esto,  luego  que  celebró  su  contrato  con  el  minis- 
tro Fació,  se  marchó  para  Acapulco,  ó  inmediatamente  el 
ministro  también  hizo  marchar  de  México  al  puerto  de  Hua- 
tulco  una  partida  de  caballería,  á  las  órdenes  del  capitán  D. 
Miguel  González,  que  era  muy  á  propósito,  según  datos  his- 
tóricos, para  lo  que  se  fraguaba.  Además,  se  dispuso  que  el 
buque  mencionado  fuese  recibido  por  una  escolta  de  infan- 
tería y  dragones,  con  anterioridad  mandada  al  efecto. 

Esto  confirma  las  vehementes  sospechas  de  la  combina- 
ción entre  Fació  y  Pical  uga,  porque  si  éste  no  había  esti- 
pulado la  entrega  del  general  Guerrero,  inútil  era  cierta- 
mente y  del  todo  desusado  el  destinar  tropas  para  custo- 
diar un  buque  que  había  de  anclar  á  gran  distancia.  El  in- 
tento era  desde  luego  muy  meditado  y  conocido,  como  se 
advierte  reflexionando  que  el  capitán  González  fué  acompa- 
ñado de  otro  de  su  clase,  D.  José  María  Llaues,  fiscal,  y  del 
subteniente  D.  Margaiito  Gómez,  como  secretario.  ¿Y  no 

1  Véase  el  mismo  manifiesto  para  este  hecho  y  los  demás  citados.  Corre  impreso. 


167 

era  todo  esto  para  asegurar  la  presa?  Ciertamente  sí,  y  mu- 
cho más  se  convence  esta  verdad,  advirtiendo,  según  consta 
del  expediente  que  obra  en  el  ministerio  de  la  guerra,  con 
todo  lo  dicho;  así  como  que  no  faltó  en  el  bergantín  Colom- 
bo  ni  el  papel  sellado,  que  ya  iba  dispuesto  para  actuar  en 
una  causa  criminal. 

Mucho  se  ha  cuidado  de  desfigurar  este  acontecimiento, 
bajo  todos  aspectos  sensible;  pero  como  él  ha  sido  tan  es- 
candaloso y  palpable,  ha  tenido  que  ceder  la  astucia  y  la  fic- 
ción á  la  evidencia  de  los  hechos,  y  á  la  convicción  que  pro- 
duce el  raciocinio,  fundado  en  ellos  mismos. 

En  el  mes  de  enero  de  1831,  reunidos  ya  en  Acapnlco  el 
general  Guerrero  y  Picaluga,  que  había  regresado  de  Mé- 
xico, dio  uu  verdadero  ósculo  de  traición  á  Guerrero,  hacién- 
dole un  amistoso  convite  este  pérfido  genovés,  para  que  pa- 
sase á  bordo  de  su  bergantín  Oolombo,  donde  quería  mani- 
festarle su  aprecio  y  gratitud  por  los  favores  que  le  había 
dispeusado  mientras  residió  en  la  bahía  del  puerto  de  Aca- 
pulco.  Guerrero  aceptó  una  invitación  que  creyó  ser  de  bue- 
na fe  y  un  acto  de  lealtad,  estimulándole  también  el  apro- 
vechar la  oportunidad  para  obsequiar  á  D.  Manuel  Zavala, 
que  era  el  jefe  que  había  enviado  el  general  Barragán,  con 
el  fin  de  comunicarle  el  plan  conciliador  de  17  de  noviembre 
de  1830,  que  ya  queda  asentado.  Con  efecto,  el  día  conveni- 
do, que  fué  á  mediados  del  referido  mes  de  enero,  y  en  com- 
pañía del  administrador  de  la  aduana  marítima  D.  Miguel 
Cruz,  de  D.  Manuel  Primo  Tapia,  y  del  expresado  primer  ayu- 
dante D.  Manuel  Zavala,  concurrió  Guerrero  á  la  mesa  y  con- 
vite á  que  era  llamado.  Comieron,  en  la  apariencia,  con  la  ma- 
yor cordialidad,  hasta  el  extremo  de  haberse  brindado  por  la 
amistad  y  manifestádose  interés  por  aquel  mismo  que  era  ya 
vendido,  y  se  iba  á  entregar  á  los  que  lo  esperaban  en  Hua- 
tulco.  Al  concluir  se  levantó  el  ancla  al  bergantín,  y  se  dio 
á  la  vela  con  dirección  á  las  costas  de  Oaxaca.  En  este  mis- 


168 

mo  momento  la  tripulación  apareció  armada,  haciendo  prisio- 
neros á  los  convidados,  sin  decir  ni  explicar  cosa  ni  palabra 
alguna.  Así  llegaron  conducidos  basta  el  puerto  de  Huatul- 
co,  arribando  en  la  mañana  del  25  de  enero  de  1831. 

¡Qué  oportunidad!  El  capitán  González  se  presenta  en 
el  acto,  y  dispone  que  inmediatamente  pasen  á  bordo  del  Co- 
lombo  el  fiscal  y  el  secretario  que  tenía  preparados,  para  ful- 
minar el  proceso  contra  el  general  Guerrero.  Se  levantó  efec- 
tivamente una  sumaria  averiguación,  titulándola  así:  "con- 
tra el  general  D.  Vicente  Guerrero  y  socios,  por  el  delito  de 
conspiración."  Y  semejantes  actuaciones  se  publicaron  im- 
presas en  Oaxaca,  en  25  páginas,  en  la  imprenta  del  gobier- 
no del  Estado. 

Grande  fué  la  alegría  y  extraordinario  el  entusiasmo  de 
los  enemigos  del  general  Guerrero,  que  había  sido  víctima 
de  su  buena  fe,  y  en  realidad  de  una  traición. 

En  proporción  de  los  festejos  y  solemnidades,  eran  las 
mentiras,  siendo  éstas  tales,  que  en  el  mismo  periódico  oficial 
llamado  El  Registro,  se  fingieron  ocurrencias  y  circunstan- 
cias verdaderamente  inventadas,  para  confundir  y  ofuscar 
lo  cierto,  que  por  más  que  se  ha  querido  desfigurar,  el  tiem- 
po y  la  verdad  que  siempre  triunfan,  han  sancionado  que  la 
muerte  del  general  D.  Vicente  Guerrero,  fué  un  efecto  ne- 
cesario de  las  combinaciones,  ó  mejor  dicho,  de  la  traición 
fraguada  en  México  y  Acapulco,  y  consumada  en  el  puerto 
repetido  de  Santa  Cruz  Huatulco.  ¿Qué  quería  decir  la  an- 
ticipada habilitación  de  fiscal,  secretario  y  hasta  de  papel? 
¡Esto  sí  es  escandaloso,  denigrante á  la  nación,  y  bajo  todos 
aspectos  contrario  á  la  moralidad  de  los  pueblos! 

Conducidos  á  la  ciudad  de  Oaxaca  los  presos,  los  recibió 
el  coronel  D.  Francisco  García  Conde,  comandaute  general 
de  aquel  Estado:  los  consignó,  como  á  su  fiscal,  al  teniente 
coronel  D.  Nicolás  Ooudelle,  que  en  público  era  reputado 
por  enemigo  del  general  preso.  Se  le  encerró  cruelmente,  y 


169 

se  le  trató  con  el  mayor  rigor  en  todo  el  tiempo  de  la  prisión 
á  la  muerte,  que  serían  diez  ó  doce  días. 

La  causa,  como  queda  dicho,  fué  impresa  y  publicada  gu- 
bernativamente, y  por  lo  mismo  ella  es  el  mejor  documento 
y  la  más  irrefragable  prueba  de  que  no  había  delito,  sino 
venganza  en  unos  y  perfidia  en  otros:  así  lo  testifican  los 
que  fueron, examinados  como  testigos,  y  así  también  lo  po- 
nen de  manifiesto  las  actuaciones  mismas  que  en  seguida  se 
copian  como  principales,  sirviendo  para  que  se  juzgue  por 
los  contemporáneos  y  por  la  posteridad,  y  para  que  recaiga 
el  severo  ó  imparcial  juicio  de  la  historia. 


PEDIMENTO  FISCAL. 

Número  3. 


u  Nicolás  Oondelle,  teniente  coronel  de  ejército  y  sargen- 
"  to  mayor  del  4?  batallón  permanente: 

"  Vistas  las  declaraciones,  cargos  y  confrontaciones  con- 
"  tra  Vicente  Guerrero,  me  es  preciso,  por  las  circunstancias 
"  que  concurren  en  este  individuo,  explanar  mi  opinión  con 
"  respecto  á  los  crímenes  de  que  se  le  han  hecho  cargos,  y 
"  por  los  cuales  debe  aplicársele  el  castigo.  Entro,  pues,  en 
"  materia. 

"  Este  proceso  está  formado  con  los  documentos  que  el 
"  reo  tiene  reconocidos  y  confesado  ser  suyos:  bastaría  esto 
"  para  condenarlo;  pero  si  se  cree  que  no  es  suficiente,  me 
"  remito  á  los  hechos  públicos  que  toda  la  nación  ha  visto. 
"  Vicente  Guerrero  fué  aprehendido  en  el  puerto  de  Hua- 
"  tulco,  perteneciente  á  este  Estado  y  procedente  del  de  Aca- 
"  pulco;  es  decir,  del  cuartel  general  de  los  facciosos:  en  él  se 

Tomo  II.— 22 


170 

"  hallaba,  y  se  hallaba  haciendo  por  sostener  la  revolución, 
"  después  de  haber  sido  derrotado  en  la  batalla  de  Chilpan- 
"  cingo.  Dígalo  si  no  la  confesión  del  reo,  que  tiene  dada  á 
"  fojas  9  y  10,  y  la  de  fojas  Gü  hasta  70,  en  las  cuales  no  niega 
"  y  sí  asegura  terminantemente  que  comisionó  al  Sr.  D.  Ma- 
"  nuel  Primo  Tapia  para  que  se  embarcase  en  el  bergantín 
"  sardo  Oolombo,  y  ocurriese  á  Zacatilla  por  un  surtido  de 
"  maíz  y  otros  víveres  para  los  sublevados  de  Acapulco; 
"  de  consiguiente,  con  solo  este  hecho  está  condenado  por 
"  la  ley  1?,  tít.  7,  libro  12  de  la  Novísima  Kecopilación  que 
"  habla  sobre  traidores.  Vicente  Guerrero  ha  dado  impulso 
"  á  la  revolución,  dando  facultades  para  conceder  empleos, 
u  y  concediéndolos  por  sí:  y  aunque  dice  que  tales  órdenes 
"  las  ha  dado  porque  después  de  puestas  se  las  han  hecho 
"¿ir mar,  es  necia  á  todas  luces  esta  disculpa,  pues  hallán- 
"  dose  en  la  sierra  como  él  tiene  dicho,  y  que  allí  le  manda- 
"  ban  á  firmar  los  documentos  que  querían,  ¿quién  le  habría 
"  impedido  internarse  en  ella  sin  riesgo  de  ser  atropellado 
"  por  los  jefes  que  forjaban  las  órdenes?  Nadie,  segura- 
"  mente.  Vicente  Guerrero  ha  dado  órdenes  para  que  los 
"  hombres  que  nombraba  para  el  fin  de  levantar  gente,  dis- 
"  pusiesen  de  los  productos  de  las  rentas  de  la  república,  y 
"  de  los  sujetos  que  sostenían  al  supremo  gobierno,  según 
"  hicieron  en  Texca  y  Acapulco;  y  para  colmo  de  maldades 
"  hay  sospechas  vehementes  que  ha  pedido  dinero  para  se- 
"  guir  la  guerra  contra  el  supremo  gobierno,  como  consta  en 
"  esta  causa  á  fojas  68,  asegurando  su  pago  con  las  proviu- 
"  cias  ó  territorios  de  Texas.  Vicente  Guerrero  se  ha  sus- 
"  traído  abiertamente  de  la  obediencia  que  se  le  debe  á  un 
"  gobierno  establecido.  Vicente  Guerrero,  á  fuerza  de  armas, 
"  ha  faltado  á  la  soberanía  nacional,  atacando  abiertamente 
"  y  con  fuerza  armada  lo  dispuesto  por  ella;  es  decir,  el  ha- 
"  berlo  quitado  legalmente  de  la  presidencia  de  la  repúbli- 
"  ca,  y  conseguir  con  la  guerra  reponerse  en  ella.  Vicente 


171 

"  Guerrero  ha  sublevado  á  los  pueblos  contra  el  soberano  de 
"  la  nación.  Vicente  Guerrero,  en  fin,  ha  sido  la  causado  la 
"  sangre  que  ha  corrido  en  el  territorio  mexicano. 

"  Y  con  los  hechos  públicos  que  acabo  de  indicar,  ¿no 
"  será  bastante  á  convencer  el  ánimo  para  ful  lar  con  arreglo 
"  á  la  lev  ?  ¿Podrá  creerse  que  invocando  todos  los  facciosos 
u  el  nombre  de  Guerrero,  éste  no  supiese  que  el  soberano  de 
"  la  nación  lo  había  depuesto  del  mando  supremo,  cuando 
t*  confiesa  que  anduvo  en  todas  direcciones  por  los  princi- 
"  pales  teatros  de  la  revolución?  ¿  Es  creible  que  obrase  por 
"  fuerza  un  hombre  que,  después  de  saber  las  intenciones 
"  benéficas  del  actual  gobierno,  manifestadas  por  un  comi- 
"  sionado  suyo,  se  presentase  en  la  lid  en  la  batalla  de  Chil- 
"  pancingo?  ¿Podrá  creerse  que  Vicente  Guerrero  obraba 
"  siquiera  indiferentemente  en  la  revolución  promovida  por 
"  su  persona,  cuando  si  así  hubiera  sido  se  habría  podido 
"  estar  oculto  en  la  misma  sierra,  sin  tener  que  andar  con 
"  los  que  invocaban  su  nombre?  Es,  pues,  constante  que  no, 
"  y  es  también  constante  que  sus  hechos  criminales  se  hallan 
"  marcados  públicamente  en  todos  los  ángulos  de  la  repú- 
"  blicn.  ¡Víctimas  inmoladas  en  los  patíbulos  y  campos  de 
"  batalla!  Hablad,  desempeñad  el  cargo  de  fiscal  que  pesa 
"  sobre  mí,  y  entonces  el  hombre  sensato,  el  de  bien  que  ha 
"  perdido  su  fortuna,  la  viuda,  el  huérfano,  y  en  fin,  la  culta 
"  Europa  me  dispensarán  el  honor  de  creerme  justo.  Yo,  por 
"  tanto,  concluyo,  por  la  nación,  á  que  el  criminal  Vicente 
"  Guerrero  sea  pasado  por  las  armas,  con  arreglo  á  la  ley  de 
"  27  de  septiembre  de  1823,  y  el  tratado  8?,  título  10,  ar- 
"  tículos  26  y  27  de  las  ordenanzas  del  ejército. — Oaxaca,  10 
"  de  febrero  de  1831. — Nicolás  Condelle." 


172 


DECLARACIÓN  PREPARATORIA 

Número  i. 

"  Inmediatamente  en  el  puerto  de  Santa  Cruz  Huatulco, 
á  bordo  del  bergantín  Ooloinbo,  en  el  citado  día,  mes  y  año 
(enero  25  de  1831),  en  la  cámara  de  dicho  bergantín,  el  ex- 
presado señor  fiscal,  teniendo  presente  al  Éxmo.  Sr.  general 
D.  Vicente  Guerrero,  le  manifestó  ó  interrogó  si  ofrecía  de- 
cir verdad  en  lo  que  fuere  preguntado,  y  dijo:  sí  ofrezco:  y  ha- 
biéndolo sido  por  su  nombre,  edad,  estado  y  empleo,  dijo:  lla- 
marse como  queda  dicho;  de  edad  de  cuarenta  y  siete  años; 
casado;  su  empleo,  general  de  división  de  la  república  mexi- 
cana. Preguntado  cómo  ha  venido  á  dar  á  este  punto,  dice: 
que  habiendo  despachado  á  su  comisionado  por  un  poco  de 
maíz  y  otras  semillas  en  este  mismo  buque,  al  rumbo  de  Za- 
catilla, al  darle  las  instrucciones  al  comisionado,  respondió 
el  capitán  de  este  buque,  D.  Francisco  Pical uga,  con  una  in- 
vitativa  al  declarante  para  ir  á  tomar  la  sopa  á  bordo,  á  lo 
que  condescendió  movido  de  la  antigua  amistad  qne  han 
profesado;  y  que  estando  á  bordo,  después  de  haber  almor- 
zado, al  despedirse  de  su  amigo  Picaluga,  fué  sorprendido 
por  varios  sujetos,  de  quienes  sólo  conoció  á  D.  José  Meu- 
goy,  oficial  de  cívicos  de  Acapnlco,  y  á  un  tal  Eico,  guarda 
del  mismo  puerto,  ignorando  quiénes  fueran  los  demás.  Que 
inmediatamente  fué  recibido  por  éstos  de  orden  del  mismo 
Picaluga,  y  puesto  en  la  cámara  de  dicho  buque,  donde  se 
halla  preso.  Preguntado  ¿qué  fuerzas  hay  en  el  rumbo  del 
Sur  y  en  Acapulco,  y  qué  jefes  las  mandan?  dice:  que  á  su 
salida  dejó  eu  la  fortaleza  de  Acapulco,  sólo  de  la  costa  chi- 
ca, 180  hombres  que  presentó  el  teuieute  coronel  Bruno,  y 


173 

estos  se  hallaban  al  mando  <le  Fabián  Morales,  comandante 
de  la  plaza:  que  la  fuerza  del  rumbo  del  Sur,  ignora  su  nú- 
mero, á  causa  de  que  habiendo  marchado  sobre  Chilpancin- 
go  2,000  hombres,  en  la  retirada  que  hicieron  para  sus  pun- 
tos, ya,  no  pudo  saber  qué  número  reuniría  el  Sr.  Alvarez. 
Preguntado:  qué  motivo  ha  tenido  para  que  habiendo  dejado 
á  la  resolución  de  las  cámaras  su  asunto,  haya  tomado  las 
armas  para  contrariar  al  gobierno,  dice:  que  por  la  persecu- 
ción horrorosa  que  observó,  bien  en  los  papeles  públicos, 
como  en  la  aproximación  de  tropas,  en  persecución  de  su 
persona,  hacia,  su  finca  en  Tierra  Colorada,  en  donde  se  ha- 
llaba tranquilamente,  tuvo  que  marcharse  para  la  Tierra  Ca- 
liente, sólo  á  la  defensa  de  su  persona;  y  observando  que 
continuaba  la  persecución,  tuvo  que  alarmarse,  reuniéndose 
á  Codal  los,  que  ya  ocupaba  la  Tierra  Caliente,  y  consecuti- 
vamente fueron  sucediendo  las  cosas  que  son  públicas.  Pre- 
guntado: por  qué  ha  tratado  de  sublevar  á  los  indígenas 
contra  la  gente  de  razón,  según  consta  de  documentos  que 
existen  en  el  gobierno,  exhortándolos  á  la  desolación  y  la 
sangre,  dice:  que  enteramente  desconoce  esta  pregunta  cu- 
yos fundamentos  jamás  han  estado  en  su  modo  de  pensar, 
y  lejos  de  eso,  los  ha  inducido  desde  la  época  del  año  de  10 
á  hacerse  independientes  de  la  dominación  española»  Pre- 
guntado qué  comisión  ó  empleos  tienen  por  él  D.  Manuel 
Primo  Tapia,  D.  Manuel  Zavala,  y  paisanos  D.  Miguel  de 
la  Cruz  y  Atie,  de  nación  china,  dijo:  (pie  empleo  ninguno 
tienen  por  él;  que  comisión  no  la  tenía  más  que  D.  Manuel 
Primo  Tapia,  con  el  fiu  de  ocurrirá  Zacutula  por  un  surtido 
de  maíz,  en  el  mencionado  buque,  á  cuya  coaiisióu  lo  man- 
daba como  padre  á  un  hijo,  en  virtud  de  que  su  crianza  y  edu- 
cación le  eran  debidas  al  declarante,  y  que  los  demás  sujetos 
no  se  empleaban  en  comisión  alguna,  á  no  ser  D.  Miguel  de 
la  Cruz,  que  en  la  toma  de  Acapulco  le  encargó  de  la  admi- 
nistración de  rentas  unidas  de  aquel  punto,  por  ser  el  único 


174 

sujeto  capaz  que  allí  se  halló.  Preguntado:  con  qué  fin  le 
dio  en  el  barco  á  D.  Manuel  Tapia  unas  firmas  en  blanco 
que  se  recogieron  en  el  acto  de  su  sorpresa,  dice:  que  de  es- 
tas llevaba  una  con  el  fin  de  dar  parte  al  Sr.  Salgado  de  la 
comisión  que  llevaba,  y  las  otras  para  que  si  se  le  ofrecía 
alguna  recomendación  á  su  nombre,  para  algunos  de  sus 
amigos,  lo  pudiese  hacer:  que  la  cansa  porque  no  se  pusie- 
ron antes,  fué  la  escasez  del  tiempo,  que  solo  le  permitió  esta 
operación.  Preguntado:  si  tiene  algo  que  añadir  ó  quitar  á 
lo  que  lleva  expuesto,  dice  que  no,  y  que  todo  es  la  verdad, 
en  lo  que  se  afirma  y  ratifica;  y  leída  que  le  fué  esta  su  de- 
claración, la  firmó  con  dicho  señor  fiscal  y  el  presente  secre- 
tario.— José  María  Llanes.  —  Vicente  Guerrero.  —  Ante  mí, 
Margarito  Gómez. 


CONFESIÓN  CON  CARGOS. 

Número  2. 


A  los  ocho  días  de  dicho  mes  y  año,  con  asistencia  de  mí 
el  secretario,  pasó  al  convento  de  Santo  Domingo  el  señor 
juez  fiscal,  para  poder  seguir  las  actuaciones  que  en  la  no- 
che anterior  se  paralizaron  por  indisposición  del  reo,  á  quien 
teniéndolo  presente  le  fué  preguntado:  con  qué  derecho  se 
puso  á  la  cabeza  de  la  revolución  de  la  Acordada,  para  so- 
bre las  ruinas  de  la  nación  y  de  los  intereses  de  los  particu- 
lares, erigirse  él  mismo  presidente:  dijo  que  esa  revolución 
fué  promovida  por  el  general  Santa-Auna,  y  que  en  el  mis- 
mo día  que  iba  á  darse  la  voz  en  Jalapa  ó  Veracruz,  tuvo 
carta  el  declarante  de  un  particular,  que  inmediatamente 
pasó  á  mostrársela  al  Sr.  Victoria,  haciéndole  ver  que  se  iba 
á  tomar  su  nombre,  y  que  esto  pasó  delante  del  Sr.  Velasco, 


175 

quien  no  hizo  aprecio  de  este  aviso:  que  aunque  le  fueron  á 
invitar  varios  individuos  armados  para  que  se  pusiese  á  la 
cabeza  de  dicha  revolución,  á  nombre  del  conde  de  la  Cade- 
na, con  quien  nunca  ha  tenido  el  más  leve  conocimiento,  se 
excusó  de  ello  por  hallarse  enfermo  de  calentura,  y  no  tener 
conocimiento  de  nada  de  ello;  y  que  si  verificó  su  venida  á 
México,  fue  al  llamado  del  supremo  gobierno,  quien  le  orde- 
nó se  encargase  del  ministerio  de  la  guerra.  Eecon  venido, 
cómo  dice  no  se  halló  en  los  sucesos  de  la  Acordada,  cuando 
es  público  á  toda  la  nación  que  la  mañana  del  4  de  diciem- 
bre del  año  de  1828,  se  hallaba  eu  el  punto  de  la  cindadela, 
y  que  tanto  los  sublevados  de  este  punto,  como  de  los  de- 
más que  existían  en  la  capital,  voceaban  su  nombre  para  á 
la  sombra  de  él  poder  cometer  todos  los  atentados  que  son 
demasiado  públicos;  dijo  que  el  día  que  se  le  cita  s°i  hallaba 
en  el  pueblo  de  Sau  Nicolás,  eu  compañía  del  general  Ve- 
lázquez,  que  un  día  antes  había  estado  en  el  punto  de  la  ciu- 
dadela,  de  donde  mandó  un  recado  al  Sr.  general  Pedraza, 
con  el  objeto  de  que  se  suspendiese  el  fuego;  pero  habiendo 
contestado  el  expresado  Sr.  Pedraza  que  ya  era  tarde,  se  se- 
paró de  dicho  punto  y  se  fué  por  Ixtapalapa  á  la  hacienda 
de  la  Compañía.  Preguntado:  cómo  después  de  declarado 
por  las  cámaras,  separado  de  la  presidencia,  ha  querido,  con- 
tra esta  ley,  reponerse  á  fuerza  de  armas,  dijo:  que  muy  lejos 
ha  estado  de  eso,  porque  al  separarse  de  las  tropas  que  sacó 
de  México,  supo  en  las  inmediaciones  de  Santa  Clara  que  ya 
se  había  pronunciado  aquella  capital  por  el  plau  de  Jalapa: 
que  entonces  resolvió  retirarse  á  su  casa,  desde  donde  dio 
parte  á  las  cámaras,  de  su  resolucióu,  y  que  hasta  al  cabo 
de  muchos  días  solo  recibió  el  recibo  del  Sr.  Alamán  y  una 
carta  particular,  en  que  le  decía  que  le  parecía  bien  su  reso- 
lución. Preguntado:  cómo  ha  dado  facultades  para  conceder, 
y  ha  concedido  empleos,  abrogándose  las  facultades  del  eje- 
cutivo que  no  ejercía,  dijo:  que  de  resulta  de  que  se  hallaba 


176 

al  lado  de  unos  jefes,  que  si  no  firmaba  lo  que  ellos  querían, 
trataban  de  faltarle,  y  como  no  tenía  más  apoyo  para  exis- 
tir, que  era  estar  en  las  tierras  de  la  costa,  esa  fué  la  causa 
de  proponer  las  comisiones  de  que  se  Lace  mención;  y  como 
hasta  entonces  el  gobierno  de  la  nación  no  lo  había  llamado 
ni  como  jefe,  ni  como  subalterno,  ni  como  ciudadano,  tenía 
que  sufrir  y  hacer  cuanto  aquellos  señores  querían.  Pregun- 
tado: cómo  ha  dado  órdenes  para  tomar  los  intereses  nacio- 
nales, y  no  alcanzando  éstos,  los  de  todos  los  particulares 
que  obedecían  al  gobierno,  graduándolos  delincuentes,  atro- 
pellando  la  constitución  federal,  que  prohibe  para  siempre 
la  confiscación  de  bienes,  dijo:  que  cuando  se  ofrecía  dar  al- 
guna orden,  que  dichos  señores  le  exigían,  lo  primero  que 
le  presentaban,  si  les  convenía,  eran  las  adiciones  del  plan 
del  Sr.  Codallos,  el  cual,  en  uno  de  sus  artículos  decía:  "que 
se  dispusiese  de  los  bienes  de  los  particulares"  pero  el  que 
declara  tuvo  gran  cnidadoque  en  las  inmediaciones  en  donde 
se  hallaba,  no  se  verificara.  Preguntado:  cómo  tenía  armas 
ocultas  en  su  casa,  si  no  es  porque  su  ánimo  fué  siempre  re- 
volucionar para  elevarse  por  sí  propio,  dijo:  que  eran  unos 
veinte  fusiles  viejos,  que  desde  el  año  de  la  independencia 
se  le  habían  quedado  al  ayuntamiento,  á  quien  se  los  dio 
para  sus  milicias;  que  cuando  ya  no  los  necesitaban  los  guar- 
daban en  un  cuarto  de  la  casa  de  quien  habla;  que  ni  auu 
sabía  si  existían  dichas  armas.  Eecon venido:  cómo  dice  que 
no  sabía  que  tales  armas  existían  en  su  casa,  cuando  consta 
en  un  párrafo  de  la  carta  escrita  al  alcalde  de  Sochipala,  de 
fecha  25  de  marzo  de  1830,  en  que  le  dice  que  si  tiene  algu- 
nos hijos  de  confianza,  que  vayan  á  TixthLá  ver  á  su  fami- 
lia, y  saquen  los  fusiles  que  puedan,  de  los  que  hay  en  ella, 
y  se  los  traigan  á  Palacios,  pero  que  sea  con  la  mayor  reser- 
va, dijo:  que  la  mañana  que  fué  despachado  de  Sirándaro 
por  Codallos,  al  irse,  le  exigió  tal  carta  Palacios,  diciendo 
que  allí  había  visto  las  armas,  como  que  vivió  eu  la  misma 


177 

casa,  cuando  el  que  declara  vivía  en  México.  Preguntado: 
cómo  constando  en  su  declaración  que  acaba  de  leérsele,  que 
hallándose  Oodallos  ocupando  la  Tierra  Caliente  se  reunió  á 
él,  cuando  debió  saber  que  los  planes  del  mencionado  Coda- 
líos  eran  contrarios  en  todo,  y  opuestos  á  lo  dispuesto  y  acor- 
dado por  el  supremo  gobierno,  á  quien  debió  obedecer,  dijo: 
que  iba  fugitivo  y  escaso  absolutamente  de  todos  recursos, 
y  que  hasta  aquella  fecha  no  sabía  si  las  cámaras  y  el  congre- 
so habían  dado  por  bueno  el  plan  de  Jalapa,  y  particular- 
mente cuando  el  gobierno  no  le  daba  ninguna  orden,  ni  lo 
llamaba  como  un  subdito  que  era  de  él,  en  caso  de  que  ya 
hubiera  estado  establecido  por  las  cámaras;  que  ese  era  el 
motivo  por  que  huía  y  buscaba  auxilio  el  declarante.  Pre- 
guntado: cómo  dice  en  su  declaración  haber  tomado  las  ar- 
mas sólo  por  la  persecución  horrorosa  que  dice  había  obser- 
vado en  los  papeles,  como  la  aproximación  de  las  tropas 
contra  su  persona,  cuando  marchó  á  la  Tierra  Caliente  sólo 
á  la  defensa  de  ella;  cuando  pudo  haberse  dirigido  al  supre- 
mo gobierno  para  evitar  esa  persecución  que  supuso,  y  cuan- 
do ni  por  la  defensa  de  su  persona  le  es  permitido  á  nadie  el 
derecho  de  insurreccionar,  dijo:  que  es  verdad  que  cuando 
un  gobierno  está  ya  establecido  y  aprobado  por  las  cámaras, 
y  dado  á  reconocer,  es  delincuente  el  que  se  alarma  contra 
él;  pero  que  iguorando,  como  lleva  dicho,  si  ya  estaba  apro- 
bado, tomó  ese  partido,  para  ver  si  de  este  modo  escapaba, 
ínterin  tenía  alguna  resolución  de  las  cámaras,  á  quienes  ha- 
bía ocurrido;  y  que  no  queda  ni  la  más  leve  duda  en  su  per- 
secución, cuando  le  habían  seguido  hasta  la  mina  de  Eivera, 
como  lo  tiene  ya  manifestado,  y  aun  cuando  observó  los  pro- 
cederes del  Sr.  D.  Juan  Codallos,  se  fué  para  la  costa,  en 
donde  todavía  no  había  revolución;  pero  que  desgraciada- 
mente á  su  llegada,  ya  supo  en  Teipa  que  el  Sr.  Alvarez 
estaba  reuniendo  todas  las  tropas  de  la  costa,  y  con  esta  no- 
ticia se  fué  á  la  sierra  de  Piedra  Pintada,  en  donde  perma- 

Tomo  II.— 23 


178 

necio  desde  fines  de  inarzo  hasta  octubre,  distaute  más  de 
cuarenta  leguas,  de  donde  hacía  sus  correrías  el  Sr.  D.Juan. 
Preguntado:  corno  ó  por  qué  teniendo  el  recelo  insinuado  en 
la  anterior  pregunta,  no  se  fugó,  ó  aseguró  su  persona  en  cual- 
quiera otra  parte  ó  lugar,  en  el  que  juzgase  hallarse  seguro, 
y  no  que  tomando  correlaciones  con  aquellos  corifeos  que 
ocupaban  la  Tierra  Caliente,  se  reunió  á  ellos  para  más  ase- 
gurar sus  conocimientos  contra  el  supremo  gobierno  al  que 
debió  en  un  todo  sujetarse,  dijo:  que  la  hambre  y  la  necesidad 
le  hicieron  aproximarse  ó  indagar  también  si  Codallos  había 
entrado  en  relaciones  con  el  congreso  ó  alguna  otra  autori- 
dad, y  por  haberse  frustrado  estas  esperanzas,  tomó  la  reso- 
lución de  irse  á  la  costa,  como  dijo  antes.  Reconvenido:  có- 
mo en  las  anteriores  preguntas  niega  el  tener  parte  en  la 
revolución  del  Sur,  cuando  en  las  cartas  y  documentos  que 
se  le  han  leído,  se  le  encuentran  noticias  tanto  en  lo  particu- 
lar como  oficiales,  que  da  á  Santa  María,  González  y  Bruno, 
dijo:  que  eran  las  mismas  que  le  daba  el  Sr.  Alvarez,  y  que 
no  más  le  mandaba  las  cartas  que  él  necesitaba  para  que  las 
firmara  el  declarante,  y  que  solo  con  este  objeto  tenía  pues- 
to un  oficial  á  su  lado.  Vuelto  á  reconvenir:  cómo  dice  que 
se  estuvo  separado  de  él,  el  mes  de  marzo  hasta  octubre, 
cuando  todos  los  documentos  que  aparecen  firmados  por  él, 
son  con  las  fechas  en  que  dice  se  hallaba  en  la  sierra,  dijo: 
que  á  la  sierra  le  mandó  Alvarez  los  documentos  que  firmó, 
y  son  de  los  que  se  le  habla.  Preguntado:  cómo  constando 
en  su  declaración  que  las  firmas  que  le  dio  en  blanco  á  D. 
Manuel  Primo  Tapia,  solo  fueron  con  el  fin  de  dar  parte  al 
faccioso  Salgado,  de  la  comisión  que  llevaba  el  expresado 
Tapia,  cuando  de  autos  consta  que  el  objeto  con  que  lo  hizo 
fué  el  de  asegurarse  ó  imponerse  de  la  fuerza  con  que  con- 
taba, así  dicho  Salgado,  como  Codallos  y  Moutesdeoca,  dijo: 
que  no  fué  otro  el  objeto  de  las  firmas  en  blanco,  más  que  el 
de  que  tiene  dicho  autes,  que  uno  para  que  supiera  Salgado 


179 

que  estaba  allí  el  buque,  por  si  mandara  algunas  semillas, 
como  antes  tenía  ofrecido  al  Sr.  Alvarez;  que  no  podía  pre- 
venirle antes  nada,  con  respecto  al  Sr.  Montesdeoca,  cuando 
sabía  el  declarante  que  un  día  antes  había  llegado  á  Teipan, 
como  igualmente  el  que  se  estaba  carteando  con  el  supremo 
gobierno.  Reconvenido:  cómo  dice  en  una  de  sus  respuestas 
anteriores  que  el  supremo  gobierno  jamás  lo  invitó,  ni  lo  lla- 
mó por  conducto  ninguno,  cuando  el  señor  diputado  Primo 
Tapia  se  llegó  á  su  persoua  para  proporcionarle,  á  nombre 
del  supremo  gobierno,  que  dejando  las  armas,  saliese  de  la 
república,  eligiendo  el  punto  donde  quisiera  situar  su  resi- 
dencia, pagándole  en  él  sus  sueldos  y  costeándole  su  tras- 
porte, no  adoptó  tau  benéfica  propuesta,  y  sí  se  opuso  á  ella, 
«ontinuando  la  guerra,  dijo:  que  poco  antes  que  marchara 
Alvarez  á  ChilpauGingo,  llegó  el  Sr.  Tapia,  y  como  el  Sr.  Al- 
varez es  quien  manda  las  armas,  tuvo  que  mandarle  el  do- 
cumento que  traía  Tapia,  á  ver  cuál  era  su  resolución,  hasta 
al  cabo  de  días,  que  no  tiene  presente,  dijo:  que  fuera  el  de- 
clarante con  Tapia  para  que  le  contestara,  y  qne  cuando  el 
declarante  y  Tapia  llegaron  á  la  hacienda  de  Buenavista, 
que  era  donde  los  citaba  Alvarez,  ya  había  salido  para  Chil- 
pancingo  que  está  muy  cerca,  y  que  por  el  extravío  que  pa- 
deció el  Sr.  Alvarez  ya  no  se  pudo  contestar.  Preguntado: 
cómo  no  pudiendo  negar  hallarse  declarado  por  imposibili- 
tado de  desempeñar  las  altas  funciones  del  poder  ejecutivo 
de  la  república,  trató  y  ha  tratado  de  oponerse  á  esta  reso- 
lución, haciendo  fuerzas  contra  dicha  declaración,  que  fué 
hecha  por  la  soberanía  nacional,  dijo:  que  nunca  se  ha  opues- 
to, aun  no  sabiendo  que  había  semejante  declaración;  que 
nunca  fué  su  ánimo,  lo  prueba  que  las  tropas  que  sacó  de 
México  las  mandó  de  Sochapa,  y  que  lo  que  temía  y  ha  temi- 
do ha  sido  la  persecución  de  que  ya  ha  hablado.  Reconveni- 
do: cómo  niega  en  lo  absoluto  haber  acaudillado  la  revolu- 
ción, cuando  en  todas  las  acciones  dadas  en  el  Sur,  aparece 


180 

como  el  principal  de  todas  ellas,  como  igualmente  su  firma 
en  todas  las  proclamas  y  documentos  que  le  tienen  mani- 
festados, dijo:  que  es  verdad  que  los  documentos  los  ba  fir- 
mado, segúu  se  lo  ha  exigido  D.  Juan;  pero  que  no  ha  te- 
nido conocimiento  ninguno  de  las  acciones,  ni  de  parar  tro- 
pa, ni  el  más  mínimo  en  ellas;  que  una  de  las  proclamas 
fué  mandada  de  México  al  Sr.  Alvarez  para  que  la  circulara, 
como  lo  verificó,  siendo  una  de  ellas  la  que  se  le  ha  leído. 
Vuelto  á  reconvenir:  cómo  ha  dicho  que  por  hallarse  al  lado 
de  uuos  jefes  que,  si  no  firmaba  lo  que  ellos  querían,  trata- 
ban de  faltarle,  cuando  también  tiene  declarado  que  á  la 
sierra  le  mandaba  Alvarez  los  documentos  que  debía  firmar, 
en  cuyo  lugar  no  estaba  al  lado  de  ninguno  de  ellos,  dijo:  que 
aunque  estaba  en  la  sierra,  siempre  se  hallaba  álavistadeuna 
partida  inmediata,  que  allí  tenía  D.  Juan,  al  cargo  de  un  tal 
Navarrete,  y  que  éste  estaba  á  la  mira  de  sus  movimientos. 
Preguntado:  por  qué  después  de  dada  la  batalla  de  Texca, 
mandó  arrestar,  para  que  fuesen  fusilados,  á  los  oficiales  de 
la  división  del  señor  general  Armijo,  que  marchaban  bajo 
el  seguro  dado  por  Alvarez  y  capitulación  hecha  de  que  se 
les  salvaría  la  vida  y  conservarían  sus  equipajes,  dijo:  que 
absolutamente  se  metió  en  nada  de  lo  que  se  le  pregunta, 
porque  ni  mandaba,  ni  tenía  partida  que  haber  mandado, 
como  lo  podrá  acreditar  el  oficial  Navarro,  que  dicen  está 
prisionero  en  Ohilpancingo.  Preguntado:  por  qué  habiendo 
estipulado  que  la  guarnición  de  Acapulco  saldría  con  armas 
y  vestuario,  siendo  libres  de  quedarse  con  él  los  soldados  que 
quisiesen,  viendo  que  ninguno  se  acomodaba  á  su  partido,  no 
sólo  los  despojó  de  las  armas  y  vestuario,  sino  que  cometió 
la  inhumanidad  de  hacerlos  marchar  casi  desnudos,  sufriendo 
la  inclemencia  del  clima,  vergüenza  y  desabrigo,  hasta  los 
puntos  donde  encontraron  tropas  del  supremo. gobierno,  á 
las  que  se  reunieron,  siendo  esto  causa  de  haber  desarrolla- 
do su  furor  dichos  soldados  en  la  acción  de  Teloloapan,  dijo: 


181 

que  viniendo  de  la  sierra  alcanzó  á  D.Juan  Al  varez  en  el  pun- 
to de  las  Cruces,  y  allí  le  manifestó  que  sus  jefes,  oficiales  y 
tropa  estaban  muy  irritados  contra  los  capitulados  de  Aca- 
pulco,  porque  al  pie  de  dicho  punto  habíau  encontrado  dos  sol- 
dados muertos  del  Sr.  Alvarez;  que  de  resultas  de  eso  estaban 
queriendo  sus  soldados,  como  en  número  de  doscientos,  que- 
darse eu  el  mismo  punto  donde  estaban  los  muertos,  poner- 
se de  emboscada  y  destrozar  allí  á  los  que  tenían  que  salir 
de  Acapulco,  capitulados:  que  entonces  le  manifestó  el  de- 
clarante al  Sr.  Alvarez,  que  de  ningún  modo  consintiese  se- 
mejante cosa,  que  no  le  bacía  ningún  honor;  y  que  entonces 
le  dijo  el  Sr.  Alvarez  que  protestaba  que  las  armas  no  se  las 
llevarían:  que  Alvarez  siguió  su  marcha  para  Acapulco  á  la 
cabeza  de  su  división,  y  en  la  entrada  hizo  alto  y  mandó 
llamar  al  que  habla,  y  le  dijo  que  lo  hablase  á  la  tropa  que 
tenía  que  salir  del  castillo:  llegó  Alvarez  al  frente  del  casti- 
llo y  á  la  cabeza  de  su  división,  y  volvió  íl  llamar  al  expo- 
nente, y  le  dijo  que  ya  iba  saliendo  la  tropa  del  castillo,  que 
la  mandara  llamar  y  que  formase  al  frente  de  él:  que  así  lo 
verificó,  y  luego  que  la  formó  le  habló  á  la  tropa  en  voz  alta, 
para  que  lo  oyeran  aun  las  tropas  de  Alvarez,  para  que  se 
les  quitara  la  incomodidad:  allí  usé  de  la  voz  soldados,  ¿me 
conocen?  todos  respondieron  que  sí,  y  les  dijo  el  declarante: 
á  ustedes  no  les  conviene  llevar  las  armas:  ¿quieren  dejar- 
las? Todos  á  una  voz  dijeron  que  sí,  y  solo  un  sargento  le 
dijo,  que  sí  quería  que  los  sargentos  llevaran  sus  armas,  y 
los  demás  dijeron  que  no,  que  ninguno:  que  entonces  se  arri- 
mó el  Sr.  Alvarez  á  donde  estaban  los  oficiales  y  la  tropa 
tendida,  y  dijo  que  si  dejaban  las  armas  era  porque  en  todas 
sus  partes  había  faltado  Barbabosa  á  la  capitulación:  que 
había  sacado  todos  los  víveres  del  castillo,  que  los  había  ven- 
dido y  regalado  en  la  población,  y  que  había  dado  cuarenta 
fusiles  á  unos  acapulqueños;  y  que  no  hubo  tal  de  quitarle 
á  nadie  ropa,  ni  salidos  á  alcanzar,  pues  aun  les  dio  escolta 


182 

que  mandaba  el  mismo  Navarro,  que  deja  dicho,  quien  fué 
mandado  por  el  Sr.  Alvarez.  Preguntado:  por  quó  habiendo 
venido  á  la  cabeza  de  una  división  á  las  inmediaciones  de 
Chilpancingo,  á  batirse  con  la  del  ejército  nacional,  fué  cau- 
sa para  que  pereciesen  centenares  de  hombres,  de  lo  que  ha 
resultado  la  ruina  de  sus  familias;  y  á  la  vez  á  los  que  le 
seguían  los  estuvo  alucinando  con  hacerles  creer  la  legitimi- 
dad de  su  presidencia,  insinuándoles  al  efecto  que  México  y 
Puebla  lo  reconocían  por  tal,  hasta  el  grado  de  manchar  la 
opinión  del  Exmo.  Sr.  D.  Nicolás  Bravo,  con  insinuarles  que 
se  hallaba  de  acuerdo  con  él,  y  que  sólo  hacía  una  resisten- 
cia aparente,  hasta  dejarlo  entrar  sin  tropiezo  alguno  hasta 
la  capital  de  la  federación,  dijo:  que  no  fué  á  la  cabeza  de  la 
división :  que  el  que  anda  á  la  cabeza  de  la  división  es  Alva- 
rez: que  el  haber  venido  á  alcanzar  á  dicho  Alvarez,  fué  por- 
que tenía  que  contestar  al  gobierno  sobre  la  comisión  que 
para  ellos  había  llevado  Tapia,  y  que  nunca  ha  usado  de  la 
expresión  de  legitimidad  de  presidente,  ni  menos  podría  de- 
cir que  México  y  Puebla  lo  reconocían,  y  que  en  ninguna 
parte  le  habló  á  la  tropa,  y  mucho  menos  que  estaba  de 
acuerdo  con  el  Sr.  Bravo.  Becon venido:  cómo  niega  estuvo 
en  la  acción  de  Chilpancingo,  cuando  en  los  primeros  partes 
dados  por  el  Exmo.  Sr.  general  D.  Nicolás  Bravo  al  supremo 
gobierno,  aparece  que  él  venía  mandando  toda  la  división, 
pues  los  mismos  prisioneros  así  lo  declararon  al  expresado 
Sr.  general  Bravo,  dijo:  que  no  es  cierto  que  él  hubiese  ido 
mandando  la  división;  y  que  si  no;  sobre  el  archivo  que  le 
tomaron  á  Alvarez,  á  ver  si  hay  alguna  orden  del  que  de- 
clara: que  ese  día  de  la  acción  se  salió  muy  temprano,  como 
que  no  tenía  que  mandar  allí,  y  fué  á  hablar  con  un  paisano 
suyo  sobre  el  asunto  de  una  deuda,  en  donde  supo  que  Al- 
varez había  sido  derrotado  y  disperso,  y  de  ahí  resultó  que 
se  fué.  Preguntado:  cómo  ha  pensado  enajenar  parte  del  te- 
rritorio de  la  república,  ofreciéndolo  á  Zavala  y  Poiusset,  en 


183 

pago  de  dinero  para  continuar  la  revolución,  como  consta 
del  documento  que  obra  á  fojas  140  y  141,  dijo:  que  absolu- 
tamente esta  pregunta  la  desconoces:  que  con  ninguno  ha 
tenido  contestación  acerca  de  semejante  asunto.  Pregunta- 
do: si  tiene  alguna  cosa  que  añadir  ó  quitar  á  cuanto  tiene 
expuesto,  dijo  que  no,  y  que  todo  es  la  verdad,  en  que  se 
afirmó  y  ratificó,  leída  que  le  fué  esta  su  declaración,  la  que 
firmó  con  dicho  señor  fiscal  y  presente  secretario. — Nicolás 
Condelle. — Vicente  Guerrero. — Juan  Ricoy,  secretario. 


DICTAMEN  DEL  ASESOR. 
Número  4. 


Señor  teniente  coronel  y  comandante  general  de  las  ar- 
mas de  este  Estado: 

Aun  cuando  el  jefe  fiscal,  en  la  conclusión  de  su  pedi- 
mento, no  lo  fundase  en  la  razón  que  vierte,  de  que  los  tes- 
tigos que  han  informado  en  este  sumario,  sus  dichos  ó  depo- 
siciones no  se  han  dirigido  más  que  á  identificar  la  persona 
del  reo,  pues  de  los  documentos  que  obran  en  autos,  apare- 
ce suficientemente  justificado  y  comprobado  el  grave,  gra- 
vísimo crimen  del  delito  de  lesa-nación  que  ha  cometido; 
bastaría,  para  conformarse  con  su  pedimento,  el  decreto  que 
cita,  y  que  siendo  su  conteuido  tan  notorio  como  constante, 
mediante  á  que  en  virtud  de  lo  que  conoce  de  lo  actuado, 
que  la  práctica  de  ratificaciones  y  careos  son  inútiles  é  in- 
necesarios, mediaute  á  que  teniendo  confesado  ser  de  su  puño 
y  letra  los  documentos  que  lo  convencen  de  sus  crímenes; 
soy  por  lo  tanto  de  concepto,  el  deber  de  V.  S.  declarar,  ser 
de  omitirse  la  práctica  de  esta  ritualidad,  y  en  su  consecuen- 


184 

cia  disponer  vuelva  la  causa  al  fiscal,  á  efecto  de  que  proceda 
á  la  entrega  de  ella  al  oficial  defensor,  para  los  fines  que  son 
consiguientes,  aunque  sí  bajo  la  indispensable  y  necesaria  cir- 
cunstancia, de  deber  formar  su  defensa  en  la  misma  coman- 
dancia general,  mediante  a  que  pudiendo  suceder  un  extra- 
vío en  el  proceso  ó  alguno  de  los  documentos  que  en  él  obran, 
pueda  con  esto  embarazarse  ó  entorpecerse  la  pronta  y  justa 
determinación  que  por  el  consejo  de  guerra  ordinario  se  es- 
pera: este  es  mi  juicio,  y  que  sujeto,  como  siempre,  al  de  V. 
S.,  como  el  mejor. — Oaxaca,  febrero  9  de  1831. — Lie.  Joa- 
quín de  Villasante. 


VOTOS. 

Número   5 . 

Hallándose  convicto  el  reo  Vicente  Guerrero  de  los  crí- 
menes de  que  es  acusado:  convencido  de  que  no  goza  de  los 
fueros  y  preeminencias  de  presidente  de  la  república,  y  que 
puede  ser  juzgado  por  la  ley  de  27  de  septiembre  de  1823, 
como  conspirador,  según  manifiestan  los  artículos  107  y  108 
de  la  constitución,  es  mi  voto  sufra  la  pena  de  ser  pasado 
por  las  armas,  con  arreglo  á  los  arts.  26  y  27  del  tratado  8?, 
tít.  10  de  la  ordenanza  general  del  ejército,  y  á  la  ley  1?,  tít. 
7,  lib.  12  de  la  Novísima  Eecopilación. — Pedro  Quintana. 

Hallándose  el  reo  Vicente  Guerrero  convencido  de  los 
delitos  de  sedición  é  infidencia  de  que  es  acusado,  lo  conde- 
no á  la  pena  de  ser  pasado  por  las  armas,  con  arreglo  á  los 
arts.  26,  27,  42  y  45  del  trat,  8?,  tít.  10,  tomo  2?  de  la  orde- 
nanza general  del  ejército. — Zeferino  G.  Conde. 

Hallándose  el  acusado  Vicente  Guerrero  convencido  de 
los  delitos  de  conspiración,  sedición  ó  infidencia,  según  se 


185 

manifiesta  por  el  proceso  que  se  acaba  de  relatar,  es  mi  voto 
sufra  la  pena  de  ser  pasado  por  las  armas,  con  arreglo  á  los 
arts.  26,  27,  42  y  45  del  tratado  8?,  tít.  10,  tomo  2?  de  la  or- 
denanza general  del  ejército. — Luis  de  la  Barrera. 

Hallándose  el  acusado  Vicente  Guerrero  convencido  del 
crimen  de  conspiración,  es  mi  voto  sea  pasado  por  las  armas, 
con  arreglo  á  los  arts.  26,  27,  42  y  45  del  tratado  8?,  tít.  10 
de  la  ordenanza  general  del  ejército. — Antonio  Rebelo. 

Estando  probado  el  crimeu  de  conspiración  de  que  es  acu- 
sado el  reo  Vicente  Guerrero,  es  mi  voto  sea  pasado  por  las 
armas,  con  arreglo  á  los  arts.  26,  27,  42  y  45  del  tratado  8?, 
tít.  10,  tomo  2?  de  la  ordenanza  general  del  ejército. — José 
Tato. 

Hecho  cargo  de  este  proceso,  contra  el  ex-general  Vicen- 
te Guerrero,  acusado  de  conspirador,  se  deja  ver  la  identifi- 
cación de  su  persona,  con  lo  que  bastaría  para  aplicarle  el 
condigno  castigo  (por  ser  sus  delitos  comunes);  más  los  do- 
cumentos que  se  manifiestan  firmados  y  reconocidos  por  el 
reo,  con  testimonio  de  estar  comprendido  en  tal  delito:  por 
lo  que  es  mi  voto  que  sea  pasado  por  las  armas,  Con  arreglo 
al  tratado  8?,  tít.  10  de  la  ordenanza  general  del  ejército  y  á 
la  ley  1?,  tít.  7?,  lib.  12  déla  Novísima  Eecopilación. — Caye- 
tano Mascareñas. 

Hallando  al  acusado  Vicente  Guerrero  convencido  del 
crimen  de  que  es  comprendido  de  conspiración,  es  mi  voto 
de  que  sea  pasado  por  las  armas,  con  arreglo  á  los  arts.  26, 
27,  42  y  45  del  tratado  8?,  tít.  10  de  la  ordenanza  general 
del  ejército. — José  M.  Borja. 

Hallándose  en  la  causa  comprobado  el  delito  de  sedición 
y  conspiración,  cometido  contra  la  nación  por  el  general  Gue- 
rrero, es  mi  voto  que  sea  pasado  por  las  armas,  según  el  tra- 
tado 8?,  tít.  10,  arts.  26,  27,  42  y  45  de  la  ordenanza  del 
ejército,  y  según  la  ley  1?  de  la  Novísima  Recopilación,  lib. 
12,  tít.  7?— Santiago  Torres. 

Tomo  II.— 24 


186 

Hallándose  convencido  en  este  proceso,  Vicente  Guerre- 
ro, del  crimen  de  sedición,  es  mi  voto  sea  pasado  por  las  ar- 
mas, conforme  á  los  arts.  26,  42  y  45  del  tratado  8?,  tít.  10 
de  las  ordenanzas  del  ejército  que  nos  rigen. — José  Miguel 
Bringas. 

Encontrando  al  acusado  Vicente  Guerrero  confeso  en  el 
delito  de  alta  traición,  según  se  manifiesta  en  el  proceso  que 
con  arreglo  á  la  ley  de  27  de  septiembre  de  1823  se  le  formó 
y  acaba  de  relatar,  es  mi  voto  sufra  la  pena  de  ser  pasado 
por  las  armas,  conforme  á  los  arts.  26,  27,  42,  45  y  66  del 
tratado  8?,  tít.  10  de  la  ordenanza  geueral  del  ejército,  y  la 
1?,  tít.  79,  libro  12  de  la  Novísima  Recopilación. — Francisco 
Guizarnótegui. 

Visto  con  la  reflexión  debida  lo  actuado  en  el  proceso  for- 
mado al  ciudadano  Vicente  Guerrero,  y  apareciendo  en  él 
probado,  reo  de  alta  traición,  contra  la  nación,  por  sedicioso 
y  conspirador,  es  mi  voto  que  el  expresado  ciudadauo  Vi- 
cente Guerrero  sea  pasado  por  las  armas  con  arreglo  al  tra- 
tado 8?,  tít.  10,  arts.  26,  27,  42  y  45  de  las  ordenanzas  que 
nos  rigen,  y  á  la  ley  1?,  tít.  7?,  libro  12  de  la  Novísima  Re- 
copilación, que  cita  la  ley  de  27  de  septiembre  de  1823. — 
Valentín  Canalizo. 


SENTENCIA. 

Vistas  las  declaraciones  que  preceden  con  el  oficio  libra- 
do por  D.  Miguel  González,  como  comandante  del  puerto  de 
Huatulco,  en  ordeu  á  que  el  capitán  D.  José  María  Llaues 
formase  al  faccioso  Vicente  Guerrero  la  correspondiente  su- 
maria, en  averiguación  de  los  diversos  crímenes  por  éste  co- 
metidos, y  en  especial  el  grave,  gravísimo  de  lesa-nacióu: 
visto  igualmente  lo  alegado  por  el  reo,  y  expuesto  por  el  jefe 


187 

fiscal,  de  lo  que  se  hizo  relación  al  consejo  de  guerra,  aun- 
que sin  asistencia  y  presencia  del  reo,  por  haber  renunciado 
este  beneficio,  y  pedido  al  consejo  se  le  excusase  de  hacerlo, 
por  no  tener  que  alegar  cosa  que  fuese  en  su  defensa:  todo 
bien  examinado  con  la  conclusión  del  expresado  señor  jefe 
fiscal,  y  alegado  por  el  defensor  ;  el  consejo  ha  condenado  y 
condena  al  referido  Vicente  Guerrero,  á  la  pena  de  ser  pasa- 
do por  las  armas,  conforme  á  lo  prevenido  en  la  ley  27  de 
septiembre  de  1823,  y  los  arts.  26,  27,  42,  45  y  66  del  tratado 
8?,  tít.  10  de  la  ordenanza  general  del  ejército,  y  á  la  ley  1^, 
tít.  7?,  libro  12  de  la  Novísima  Eecopilación. — Oaxaca,  febre- 
ro 10  de  1831. — Valentín  Canalizo.— Francisco  Guizarnótegui- 
—José  Miguel  Bringas. — Santiago  Torres.— José  María  Borja. 
— Cayetano  Mascareñas. — José  Talo. — Antonio  Rebelo. — Luis 
de  la  Barrera. — Zeferino  García  Conde. — Pedro  Quintana." 


Diligencia  de  baber  entregado  la  causa  al  señor  comandante 

general. 


Incontinenti:  después  de  concluido  el  consejo,  pasó  el  se- 
ñor fiscal  teniente  coronel  D.  Nicolás  Oondelle,  acompañado 
de  mí  el  secretario,  á  la  posada  del  señor  comandante  gene- 
ral, á  entregarle  este  proceso,  y  para  que  conste  por  diligen- 
cia, lo  firmó  dicho  señor  y  el  presente  secretario. — Condelle. 
— Juan  Ricoy. 

Comandancia  general  de  Oaxaca,  febrero  10  de  1831. — 
Pase  al  licenciado  D.  Joaquín  Villasante,  para  que  de  pre- 
ferencia, se  sirva  dictaminar. — Ramírez. 

Señor  comandante  general  de  las  armas  de  este  Estado. 

Siendo  conforme  con  la  ley  lo  determinado  por  el  conse- 
jo de  guerra,  no  pulso  embarazo  para  que  V.  S.  conforme  y 


188 

confirme  lo  por  él  sentenciado. —Oaxaca  y  febrero  10  de 
1831. — Lie.  Joaquín  de  Yillasante. 

Comaudaucia  general  de  Oaxaca,  febrero  11  de  1831. — 
Siendo  el  parecer  del  asesor,  conforme  con  la  sentencia  del 
consejo  de  guerra,  ejecútese  con  arreglo  á  la  ley,  dando  al 
reo  los  auxilios  espirituales. — Ramírez. 


Diligencia  de  haber  devuelto  el  señor  comandante  general  la 
causa  al  fiscal  para  que  se  ejecute  la  sentencia. 


Yo,  el  infrascrito  secretario,  doy  fe  que  hoy,  11  del  refe- 
rido febrero,  ha  vuelto  del  señor  comandante  general  del 
Estado,  al  señor  juez  fiscal,  este  proceso  con  la  aprobación 
de  la  sentencia,  y  para  que  conste  por  diligencia,  lo  firmó 
dicho  señor  conmigo  el  secretario. — Condelle. — Juan  Bicoy. 


Diligencia  de  haber  notificado  al  reo  la  sentencia, 

En  el  citado  día,  el  señor  juez  fiscal,  en  virtud  de  la  sen- 
tencia dada  por  el  consejo  de  oficiales,  y  aprobada  por  el  se- 
ñor comandante  general  de  este  Estado,  pasó  con  asistencia 
de  mí  el  secretario,  al  convento  de  Santo  Domingo  de  esta 
ciudad,  donde  se  halla  preso  el  reo  Vicente  Guerrero,  á  efec- 
to de  notificársela;  y  habiéndolo  hecho  poner  de  rodillas,  le 
leí  la  sentencia  d©  ser  pasado  por  las  armas,  en  virtud  de  la 
cual  se  llamó  á  un  confesor  para  que  se  preparara  cristiana- 
mente; y  para  que  conste  por  diligencia,  lo  firmó  dicho  señor, 
de  que  yo  el  secretario  doy  fe. — Condelle. — Juan  Bicoy. 


189 


Ejecución  de  la  sentencia. 

En  el  pueblo  de  Cuilapa,  á  los  14  días  del  presente  mes 
de  febrero  de  1831,  yo  el  infrascrito  secretario  doy  fe,  que  en 
virtud  de  la  sentencia  de  ser  pasado  por  las  armas,  dada  por 
el  consejo  de  oficiales,  á  Vicente  Guerrero,  y  aprobada  por  el 
señor  comandante  general  de  este  Estado  de  Oaxaca,  se  le 
condujo  en  buena  custodia,  dicho  día,  al  costado  del  curato 
del  expresado  pueblo,  y  en  donde  se  hallaba  el  comandante 
de  la  sección  que  cuidaba  de  la  seguridad  del  reo,  capitán 
D.  José  Miguel  González,  y  juez  fiscal  que  ha  sido  en  esta 
causa,  y  estaban  formadas  las  tropas  para  la  ejecución  de  la 
sentencia;  y  habiéndose  publicado  el  bando  que  previene 
la  ordenanza,  y  leída  la  sentencia  por  mí  al  reo,  puesto  de 
rodillas,  y  en  alta  voz,  se  pasó  por  las  armas  á  dicho  Vicen- 
te Guerrero,  y  luego  se  lo  llevaron  á  enterrar  á  la  iglesia  del 
curato  del  referido  pueblo,  precediendo  antes  de  darle  sepul- 
tura, la  misa  que  se  le  mandó  decir  á  su  alma;  y  para  que 
conste  por  diligencia,  lo  firmó  dicho  señor  con  el  presente 
secretario. — Condelle. — Juan  Ricoy. 


Diligencia  de  pasar  esta  causa  al  comandante  general. 

En  dicho  día,  mes  y  año,  el  señor  fiscal,  acompañado  de 
mí  el  secretario,  entregó  en  mano  propia  al  señor  comandan- 
te general,  esta  causa  compuesta  de  ciento  una  fojas;  y  para 
que  conste,  lo  firmó  dicho  señor  y  el  presente  secretario. — 
Condelle. — Juan  Ricoy. 


190 

Con  razón  ha  dicho  el  general  Fació  "que  él  gobierno  me- 
xicano se  acoderó  del  reo  (según  se  explica  á  la  página  28,  pá- 
rrafo 47  do  la  Memoria  citada,  que  es  su  mejor  acusador  y 
fiscal)  y  abandonó  á  la  censura  pública  la  circunstancia  de  su 
aprehensión."  Podía  el  ministro,  y  verdadero  autor  del  plan 
de  Jalapa,  haber  dicho  que  la  censura  pública  jamás  aban- 
donará ni  olvidará  las  circunstancias  de  una  aprehensión,  en 
que  figuran  y  son  actores  los  mismos  reos  del  delito,  hasta 
el  grado  de  no  haberse  ruborizado  el  infame  genovés  de  apa- 
recer como  testigo,  cuando  había  sido  el  instrumento  y  me- 
dio de  la  traición. 

Con  una  causa  mal  formada  y  bajo  todos  aspectos  ilegal 
y  viciosa,  llegó  á  Oaxaca  el  día  4  de  febrero.  La  causa,  entre 
sus  constancias,  sólo  contiene  documentos  que  deben  consi- 
derarse y  tenerse  por  inconducentes  en  su  mayor  y  principal 
parte,  porque  eran  papeles  impresos  y  publicados  en  México, 
con  proclamas  sobre  los  sucesos  públicos  y  de  la  revolución. 
Lo  que  llama  la  atención,  y  es  de  considerarse  ciertamente 
y  juzgarse  en  buena  crítica,  es  la  circunstancia  agravantísi- 
raa  de  verse  la  minuta  del  oficio  que  contiene  los  cargos, 
escrita  de  puño  y  letra  del  ministro  Fació,  con  la  anteriori- 
dad que  es  de  suponerse;  convenciendo  este  solo  hecho  in- 
negable, que  la  misma  mano  que  escribió  los  cargos,  urdía 
la  trama  y  dirigía  las  operaciones  y  la  máquina  toda,  que 
produjo  la  catástrofe  funesta  que  privó  de  la  existencia  al 
héroe  del  Sur. 

La  sentencia  del  consejo  ordinario  que  se  formó,  fué  á 
muerte  y  previo  un  dictamen  insustancial  y  parcial  del  Lie. 
D.  Joaquín  Villasante:  expidió  su  decreto  de  conformidad 
el  comandante  general  D.  Joaquín  Ramírez  y  Sesma  el  día 
11  del  citado  mes  de  febrero;  y  el  día  14,  en  el  pueblo  de 
Cuilapa,  se  consumó  el  que  muy  bien  puede  llamarse  sacri- 
ficio de  una  víctima  inmolada  por  odio  y  por  venganzas  del 
siempre  funesto  espíritu  de  partido.  Se  faltó  en  este  lamen- 


191 

table  suceso  no  sólo  á  las  fórmulas  de  ley,  á  la  fe  pública  y 
al  derecho  y  sentimientos  de  la  naturaleza,  sino  que  también 
se  ofendieron  los  deberes  sagrados  de  la  confianza  y  la  amis- 
tad, vulnerándose  los  respetos  debidos  á  la  moral  pública,  y 
ultrajándose  hasta  lo  más  sagrado,  como  son  los  sentimien- 
tos y  deberes  religiosos. 

¡Qué  oprobio  y  qué  vergüenza  para  los  mexicanos!  ¡Ra- 
mírez y  Sesma,  González  y  Ooudelle  fueron  premiados  con 
ascensos  y  grados  militares!  Ouilapa  recordará  siempre  la 
injusticia  por  todas  sus  fases  y  en  todos  sus  extremos:  la  me- 
moria del  ilustre  colaborador  de  Hidalgo,  de  Iturbide  y  de 
Morelos,  será  imperecedera,  porque  ni  la  injuria  de  los  tiem- 
pos podrá  destruir  la  firme  estabilidad  de  la  inocencia,  ni 
marchitar  el  inmarcesible  laurel  y  gloria  que  cubren  la  tum- 
ba del  benemérito  general  D.  Vicente  Guerrero.  La  poste- 
ridad la  honrará  y  adornará,  así  como  el  cadalso  que  lo  con- 
dujo á  ella.  También  para  la  gloria  de  México,  han  coronado 
la  freute  del  héroe  de  Cuilapa,  su  viuda  la  Sra.  D*  Guada- 
lupe Hernández  y  su  hija  la  Sra.  D^  Dolores  Guerrero,  con 
acciones  tan  distinguidas  y  heroicas,  como  sou:  primera, 
haberse  negado  á  pedir,  no  ya  venganza,  pero  ni  aun  justi- 
cia ante  la  ley,  contra  el  ministro  de  Jalapa  en  1831,  que  les 
había  quitado  lo  más  caro  en  el  mundo,  esposo  y  padre:  fue- 
ron invitadas  por  los  tribunales  á  pedir,  y  lo  que  pidieron 
fué  favor  para  los  reos.  Segunda:  haber  sido  sentenciado  en 
los  tribunales  de  su  país  (Genova)  el  pérfido  capitán  Fran- 
cisco Picaluga,  y  condenado,  á  más  de  la  muerte,  á  la  pérdi- 
da de  sus  bieues  y  á  que  fuesen  entregados  á  la  familia  del 
general  Guerrero.  Esta  formalmente  notificada,  contestó  que 
nada  quería,  nada  pedía,  ni  nada  recibiría;  pues  que  nada  en 
la  tierra  indemnizaría  la  irreparable  pérdida  del  jefe  de  su 
familia,  el  general  Guerrero.  Que  Picaluga  estaba  perdona- 
do.— Lo  quedó  en  efecto,  por  la  cristiana  y  noble  acción  de 
la  familia  del  general  Guerrero;  pero  la  justicia,  la  moral  y 


192 

la  vindicta  pública,  exigían  se  les  tributase  el  debido  home- 
naje. La  república  de  Genova  cumplió  deberes  tau  sagrados, 
condenando  al  capitán  Francisco  Pical uga  ala  pena  de  muer- 
te, en  los  términos  que  explica  la  sentencia  misma  que  á 
continuación  insertamos  en  los  idiomas  italiano  y  español, 
para  la  satisfacción  de  Genova,  de  México  y  de  la  justicia 
universal. 


SENTENZA. 


SENTENCIA. 


II  R.   consiglio   superiore    di  El  real  consejo  superior  de  al- 

Ammiragliato,  sedente  in  Geno-  mirantazgo,  residente  en  Genova, 

va,  nella  causa  del  regio  fisco  en  la  causa  seguida  por  el  real 

contro:  fisco  contra: 


Piccaluga  Francesco  del  fu  Gi- 
rolarao  d'  anni  44,  nato  é  domici- 
líate á  Boccadasse,  comunne  di  S. 
Francesco  nel  mandamento  di 
S.  Martino  d'Albaro  (Genova), 
capitano  di  2a  classe  della  mari- 
na mercantile,  contumace,  inqui- 
sito: 

Di  esservi  verso  la  fine  del  1830 
nella  cittá  del  Messico  assuuto, 
mediante  una  convenuta  merce- 
de,il  mandato  di  consegnare  nelle 
maní  degli  agenti  del  partito  cola 
allora  dominante,  la  persona  del 
giá  presidente  genérale  Guerre- 
ro, il  quale  si  trovava  alia  testa  de' 
suoi  in  Acapulco  nel  mar  Pacifi- 
co; di  essersi  recato  á  si  reo  di- 


Francisco  Picaluga,  hijo  del  fi- 
nado Gerónimo,  de  edad  de  44 
años,  nacido  y  domiciliado  en  Boc- 
cadasse, municipalidad  de  San 
Francisco,  en  la  jurisdicción  de  S. 
Martín  de  Albaro  ( Genova)  capi- 
tán de  2*  clase  en  la  marina  mer- 
cante, procesado  en  contumacia. 

Por  haberse  comprometido,  ha- 
cia fines  de  1830,  en  la  ciudad  de 
México,  mediante  un  estipendio 
convenido,  á  entregar  en  manos  de 
los  agentes  del  partido,  entonces 
allá  dominante,  la  persona  del  ex- 
presidente general  Guerrero,  el 
cual  se  hallaba  en  Acapulco  puer- 
to del  Pacífico  á  la  cabeza  de  los 
suyos;  por  haberse  dirigido  con 


193 


segno  in  quella  cittá,  ed  ivi  simu- 
lando  obbedienza  e  particolare 
amicizia  verso  il  predetto  gene- 
rale  Guerrero,  e  guada  gnata  in 
tal  modo  la  di  lui  confidenza,  di 
averio,  il  di  14  gennajo  1831,  con 
inganno,  e  sotto  il  pretesto  di  ban- 
chettare  assierne,  attirato  al  bor- 
do del  brigantiuo  il  Colombo  da 
lui  commandato,  e  quindi,  dopo  il 
pranzo,  fatto  daré  improvvisa- 
mente  alie  vele,  di  essersi  impa- 
dronito  della  sua  persona,  é  gi un- 
to il  di  20  del  mese  medesimo  nel 
porto  di  S.  Croce  (ó  Huatulco)  d' 
averio  rimesso  prigioue  nelle  ma- 
ni  de'  suoi  nemici  che  cola  lo  as- 
pettavano,  e  lo  fecero  iu  breve 
tempo  passare  per  le  armi. 

Udita  la  relazione  degli  atti,  é 
le  conclusione  fiscali,  lia  pronuu- 
ciato  doversi  condauuare  in  con- 
tumacia, siccome  condauna  il  sud- 
detto  Francesco  Piccaluga  alia 
pena  di  morte,  all'  indennitá  che 
di  diritto  verso  gli  credi  del  gené- 
rale Guerrero,  ed  alie  spese  del 
procedimento,  dichiarándolo  es- 
posto allá  pubblica  vendetta,  come 
nemico  della  patria,  e  dello  Stato, 
ed  incorso  in  tutte  le  pene  é  pro- 
giudizj  imposti  dalle  Regie  Leggi 
contro  i  banditi  di  primo  catalogo, 
in  cui  manda  lo  stesso  descri- 
versi. 

Manda  la  presente  stamparsi, 
publicarsi,  ed  affiggersi  nei  luo- 

Tomo 


tan  criminal  designio  á  aquellaciu 
dad,  en  donde  aparentando  obe- 
dienciay  particular  amistad  hacia 
el  citado  general  Guerrero,  y  ga- 
nada de  tal  modo  su  confianza, 
hasta  el  grado  de  haberle,  el  día  14 
de  enero  de  1831,  bajo  el  pretesto 
de  un  convite,  atraido  á  bordo  del 
bergantín  el  Colón,  maudado  por 
él,  y  en  seguida,  después  de  la  co- 
mida, mandar  dar  á  la  vela,  apo- 
derándose do  su  persona,  y  llega- 
do al  puerto  de  Santa  Cruz  (ó 
Huatulco)  el  día  20  del  mismo 
mes,  haberlo  entregado  prisione- 
ro en  manos  de  sus  enemigos,  que 
allí  lo  esperaban,  y  lo  hicieron  en 
bx'eve  tiempo  pasar  por  las  ar- 
mas. 

Oida  la  relación  de  los  hechos, 
y  las  conclusiones  fiscales,  ha  pro- 
nunciado deberse  condenar  en 
contumacia,  así  como  condena  al 
susodicho  Francisco  Picaluga  á 
la  pena  de  muerte,  á  la  indemni- 
zación de  derecho  hacia  los  here- 
deros del  general  Guerrero,  y  en 
las  costas  del  proceso,  declarán- 
dolo expuesto  á  la  vindicta  públi- 
ca, como  enemigo  de  la  patria  y 
del  Estado,  ó  incurso  en  todas 
las  penas  y  perjuicios  impuestos 
por  las  reales  leyes  contra  los  ban- 
didos de  primer  orden,  en  la  cual 
manda  se  inscriba  al  mismo. 

Manda  imprimir  y  publicar  la 
presente,  y  fijarse  en  los  modos  y 
II.— 25 


194 

ghi,  e  modi  soliti  prescritti  dalla  parajes  de  costumbre,  prescritos 

legge.  por  la  ley. 

Genova  il  28  luglio  1836.  Genova,  julio  28  de  1836. 

Per  detto  Eccmo.  Consiglio  Su-         Por  dicho  Exmo.  consejo  supe- 

periore  d'  Ammiragliato  rior  de  almirantazgo. 

Brea,  Segr.  Brea,  secretario. 

Genova. — Dai  fratelli  Pagano,  Genova. — Imprenta  de  Pagano 
Stampatori  del  Gobernó  Genera-  hermanos,  impresores  del  gobier- 
le  e  della  R.  Marina,  Canneto  no  general  y  de  la  R.  marina,  Can- 
il lungo,  palazzo  Reggio  n?  800.  neto  el  largo,  palacio  real  n°  800. 

Se  aseguró  en  aquel  tiempo  que  el  reo  condenado  se  ha- 
llaba en  la  Siria,  y  que  se  decía  era  reclamado  por  el  gobier- 
no genovés.  Nada  se  confirmó,  y  nada  hasta  estos  días  he- 
mos sabido. 

Daremos  fin  á  la  materia  de  este  suceso,  haciendo  la  si- 
guiente observación:  Es  notable  que  en  los  documentos  ofi- 
ciales y  propiamente  de  Estado,  como  son  las  memorias  con 
que  por  la  ley  constitucional  dan  cuenta  general  de  las  ope- 
raciones de  la  administración  pública  y  de  las  providencias 
dictadas,  con  el  iuteresante  fin  de  su  conservación,  nada  se 
ha  dicho  ni  consignado  relativamente  al  gravísimo  suceso 
de  la  aprehensión,  juicio  y  muerte  del  general  Guerrero.  Un 
profundo  silencio  y  una  omisión  completa,  se  advierten  en 
la  Memoria  del  ministro  de  relaciones,  leída  en  1832,  que 
debía  explicar  lo  ocurrido  en  febrero  de  1831.  Y  el  ministro 
de  la  guerra  D.  José  Antonio  Fació  tampoco  dijo  ni  una  sola 
palabra  de  negocio  tan  señalado,  grave  y  que  llamó  tanto  la 
atención  pública  y  afectó  extraordinariamente  el  interés  na- 
cional y  buen  nombre  de  la  república.  Ni  aun  la  Memoria 
que  debió  formar,  fué  presentada  al  cuerpo  legislativo,  y  sólo 
dio  cuenta  con  una  exposición  sobre  las  cuestiones  de  Jalis- 
co; de  manera  que  este  silencio  es,  en  buena  crítica,  una  prue-^ 


195 

ba  de  ser  cierto  el  delito  y  la  complicidad  que  se  atribuye  al 
ministerio. 

ÜSTo  sólo  se  uota  la  falta  indicada,  sino  también  se  advier- 
te uua  completa  omisión  en  la  causa,  de  puntos  muy  esen- 
ciales, que  debieron  tenerse  presentes.  Y  sobre  todo,  se  pre- 
senta propiamente  como  un  cargo,  y  muy  severo,  la  festina- 
ción combinada  con  que  procedían  el  fiscal,  los  jueces,  el 
asesor,  los  comandantes  militares,  los  testigos  y  basta  el  de- 
fensor mismo,  que  llevando  este  nombre,  fué  en  realidad  un 
acusador.  No  hay  remedio:  en  esta  causa  célebre  y  desgra- 
ciada, no  existe  ni  una  letra  en  arreglo  y  verdad,  y  por  lo 
mismo  nada  contiene  en  justicia;  y  han  sido  tan  desgracia- 
dos sus  autores,  que  omitiendo  lo  que  debían  haber  dicho  y 
tenido  presente,  sólo  se  han  hecho  cargo  de  especies  y  ma- 
terias que,  siendo  extrañas  al  proceso,  convencen  solamente 
la  predisposición  que  se  tuvo  para  aglomerar  cargos  sin  dis- 
creción ni  discernimiento. 

Por  esto  es  por  lo  que  aparece  la  observación  que  quisie- 
ron llamar  cargo,  y  que  en  realidad  no  lo  fué  ni  lo  hicieron. 
Tal  es  el  de  suponer  que  existía  entre  el  general  Guerrero  y 
D.  Lorenzo  Zavala,  acuerdo  y  liga  para  gravar  y  aun  enaje- 
nar los  bienes  é  intereses  de  la  nación;  pues  que  faltándoles 
no  sólo  la  prueba,  que  á  la  verdad  no  podía  existir,  siendo 
falso  el  hecho,  éste  apareció  tan  ridiculamente  presentado, 
que  se  hizo  consistir  tan  sólo  en  el  simple  relato  del  párrafo 
de  una  carta,  que  se  supuso  haberse  visto  de  un  sujeto  in- 
cógnito é  innominado. 

Con  razón  se  ha  visto  con  poco  aprecio  este  incidente» 
que  si  se  hubiera  indagado  y  sujetádose  á  examen  y  análi- 
sis, habrían  tenido  que  avergonzarse,  y  deberían  haber  con- 
fesado ser  cierto  lo  contrario  de  lo  que  decían,  como  en  efecto 
lo  es,  y  queda  ya  no  sólo  dicho,  sino  fundado  en  otro  lugar 
de  estas  Memorias,  cuando  se  ha  hablado  de  las  ocurrencias 
habidas  con  el  que  esto  escribe,  sobre  los  proyectos  reproba- 


196 

dos  con  que  intentaron  Zavala  y  Poinsset  sorprender  la  bue- 
na fe  del  general  Guerrero. 

Fúudanse  también  la  respuesta  victoriosa  y  cierta,  que 
dan  por  sí  mismas  y  por  su  propio  contenido  las  cartas  de 
Tornel  á  Zavala1  escritas  en  Baltimore  el  día  5  de  febrero 
de  1831,  y  de  Terán  á  Alamán,  en  Matamoros,  el  7  de  abril 
del  mismo  año. 


CAPITULO  VI. 


Muerte  de  í'oilal  los,  y  cuál  era  tu  1832  el  cuerpo  legislativo  y  el  estado  del 
país.— Colonización  y  cuestión  de  Texas.— Leyes  relativas. 


En  el  mes  de  julio,  no  apagándose  la  sed  de  sangre,  fué 
condenado  D.  Juan  José  Codallos  y  sus  cómplices  á  la  pena 
de  muerte,  que  sufrieron  en  la  ciudad  de  Pátzcuaro  el  día 
11  de  dicho  mes.  Acabó  también  este  otro  caudillo  valiente, 
de  inteligencia  y  patriotismo,  sin  que  tantas  víctimas  satis- 
ficiesen á  la  constitución  y  leyes  proclamadas,  y  verdade- 
ramente olvidadas. 

Seguimos  considerando  y  señalando  los  sucesos  más  im- 
portantes de  la  época  en  que  nos  ocupamos,  y  por  lo  mismo 
debe  recordarse  que  el  cuerpo  legislativo,  en  sus  cámaras, 
desde  1829  hasta  1832,  no  fué  otra  cosa  que,  el  origen  ó  el 
apoyo  de  proscripciones  para  unos  y  de  recompensas  para 
otros,  y  con  el  nombre  de  ley  y  derechos  del  pueblo,  sacrifi- 
caban uno  y  otro,  y  entronizaron  una  inmoralidad,  que  Dios 
quiera  no  siga  de  generación  en  generación.  ¡La  injusticia 
produce,  al  fin,  la  ruina  de  las  naciones! 

1   Véase  la  pág.  550,  tomo  I,  de  estas  Memorias. 


197 

Tuvo  principio  en  el  gobierno  del  vicepresidente  D.  Anas- 
tasio Bnstainante,  la  siempre  atendible  ó  importante  cues- 
tión de  Texas:  se  expidió  una  ley  en  6  de  abril  de  1830, l  com- 
prendiéndose en  ella  varias  disposiciones  relativas  á  la  colo- 
nización en  general  y  particular  del  referido  Texas.  Esta 
disposición  legislativa  causó  los  efectos  contrarios  de  lo  que 
se  propusieron  sus  autores;  y  no  obstante  las  limitaciones 
que  contiene  el  texto  de  la  ley,  se  quisieron  llevar  á  efecto 
las  empresas  y  contratos  anteriores,  celebrados  desde  el  tiem- 
po del  gobierno  español  con  Moisés  Austin,  y  posteriormen- 
te con  su  hijo  Esteban  Austin,  que  fué  el  sucesor  del  privi- 
legio y  del  empresario  por  la  muerte  de  éste,  acaecida  en  10 
de  junio  de  1821.  El  hijo  heredero  ocurrió  el  año  de  1822  al 
gobierno  imperial  de  lturbide,  pretendiendo  la  confirmación 
de  sus  concesiones.  Obtuvo  su  solicitud  en  los  términos  que 
lo  deseaba,  con  muy  pocas  modificaciones.  Siguieron  en  la 
república  varios  acontecimientos  políticos  que  suspendieron 
y  aun  pudieron  haber  acabado  con  la  concesión;  pero  tam- 
bién en  abril  de  1823  se  dio  una  disposición  el  día  14  por  el 
poder  ejecutivo,  y  por  la  cual  fué  ratificada  y  sostenida  la 
concesión,  aprobáudose  para  que  siguiese  como  la  había  ob- 
tenido y  poseído  el  primer  colono  Moisés  Austin,  bajo  cuyas 
seguridades  continuó  el  hijo  E.  Austin  en  la  posesión  y  goce 
de  las  tierras  concedidas,  y  nuevamente  aseguradas,  como 
hemos  visto  por  las  disposiciones  referidas. 

En  el  año  de  1824  se  estableció  la  primera  población  de 
la  colonia  con  el  nombre  de  San  Felipe  de  Austin,  por  cuya 
circunstancia,  y  por  la  de  haberse  adoptado  por  la  nación, 
en  ese  mismo  tiempo,  el  sistema  federal,  vino  á  formar  Te- 
xas una  parte  integrante  del  Estado  de  Ooahuila,  llevando 
el  nombre  de  Coahuila  y  Texas.  Y  así,  siguiendo  el  tiempo, 
y  siguiendo  también  el  aumento  de  población,  llegó  á  subir 

1  Colección  de  Galván,  tomo  5?,  pág.  100.  Documento  núm.  8. 


198 

ésta  al  censo  de  más  de  50,000  almas,  de  toda  clase  de  hom- 
bres ocupados,  útiles  y  aun  vagos;  queriendo  la  desgracia 
que  en  muy  poco  tiempo  se  volvió  un  país  de  contrabatido, 
perjudicial,  por  lo  mismo,  á  la  hacienda  pública  de  México. 

Fué  preciso,  en  situación  semejante,  dictar  enérgicas  pro- 
videncias, y  entre  ellas  la  de  comisionar  al  general  D.  Ma- 
nuel Mier  y  Terán,  para  el  reconocimiento  y  arreglo  de  los  lí- 
mites de  esta  república  con  los  de  los  Estados  Un  idos  del  Nor- 
te. Procediendo  el  general  Terán  á  desempeñar  su  comisión, 
y  teniendo  presentes  las  disposiciones  que  ya  hemos  recorda- 
do sobre  la  materia;  guiado  por  las  instrucciones  recibidas, 
comenzó  á  nombrar  empleados  y  á  organizar  la  administra- 
ción pública,  fijando  restricciones  hasta  proyectar  el  estable- 
cimiento de  una  colonia  mexicana,  que  fuese  el  apoyo  de  las 
reformas  y  el  origen  de  una  buena  y  verdadera  colonización; 
advirtiendo  que  la  existente  que  se  llamaba  tal,  no  era  en  rea- 
lidad sino  la  continuación  de  reales  y  efectivas  usurpaciones 
que  preparaban  no  sólo  el  aumento  de  hostilidades  que  ya 
se  indicaban  contra  México,  sino  una  escisión  é  independen- 
cia, que  Terán  conoció  y  quiso  evitar,  distinguiendo  y  de- 
clarando los  contratos  y  las  posesiones  legales,  de  las  que 
subsistían,  contraviniendo  á  estos  principios. 

Siguió  á  esta  conducta  la  natural  consecuencia  de  que 
alarmada  nuestra  vecina  república  con  la  prohibición  abso- 
luta de  que  la  colonia  se  poblase  con  sus  naturales,  tomase 
la  resolución  y  el  camino  de  hostilizar,  valiéndose  de  diversos 
medios.  Uno  de  ellos  fué  el  de  sostener  á  D.  Francisco  Ma- 
dero, que  fundó  un  pueblo  que  tituló  la  Libertad.  Siguieron 
sublevaciones  varias,  desobediencia  á  las  autoridades  mexi- 
cauas,  y  los  colonos  presentaban  en  octubre  de  1831,  una 
sociedad  desorganizada,  y  verdaderamente  una  reuuióu  de 
hombres  dispuestos  á  hacer  la  guerra  al  país  que  los  había 
admitido  en  su  seno,  y  les  había  dado  no  sólo  asilo,  sino  pro- 
piedad y  hasta  comodidad.  Tenían  agitadores  y  protectores : 


199 

se  ministraban  auxilios  de  toda  especie,  sin  que  faltasen  ar- 
mas y  municiones,  y  toda  clase  de  pertrechos. 

Se  armaron,  en  fin,  los  colonos,  y  se  sublevaron  en  Bra- 
soria,  y  teniendo  á  su  cabeza  á  Mr.  Juan  Austin,  crecieron 
en  su  rebelión  en  términos  que  los  que  antes  eran  prepara- 
tivos armados,  se  convirtieron  ya  en  hostilidades  formales 
en  un  pronunciado  alzamiento,  atacando  en  Anáhuac  al  co- 
mandante militar,  después  á  otras  fuerzas  en  Velasco,  has- 
ta llevar  sus  ataques  ó  irrupciones  á  tal  extremo,  que  sin 
ceder,  y  sí  exagerando  sus  miras  decididamente  hostiles  y 
aun  rebeldes,  permanecieron  en  una  verdadera  rebelión,  lle- 
gando al  extremo  de  dar  por  resultado,  después  de  algún 
tiempo,  que  se  aclarasen  los  iutentos  y  se  publicasen  los  pla- 
nes de  usurpación  y  alzamiento  contra  México,  que  los  ha- 
bía admitido  de  tan  buena  fe,  á  formar  parte  de  nuestra  so- 
ciedad. 

Ellos  no  la  quisieron,  ni  eran  esos  sus  planes:  descubrie- 
ron, en  fin,  los  que  tenían  en  realidad,  y  en  el  año  de  1835, 
como  se  verá  al  llegar  á  esa  época,  consumaron  la  separa- 
ción que  tenían  tan  indicada  y  prevenida.  Con  efecto,  el 
dicho  año  de  35  se  rebelaron  contra  México,  aparentando 
adhesión  y  respeto  por  muy  breve  tiempo,  olvidándoseles 
después  esta  deuda  de  justicia. 

Estaba  escrita  esta  pérdida  en  el  libro  de  nuestros  erro- 
res, y  no  hay  que  atribuir  á  otra  causa  la  proclamación  de 
la  independencia  texana,  sino  á  nosotros  mismos,  por  nues- 
tra bueua  fe,  y  la  ninguna  precaución  cou  que  procedimos, 
en  lo  general,  pues  no  faltaron  algunos  previsores  que  te- 
mieron siempre,  por  la  franqueza  y  liberalidad  cou  que  abri- 
mos las  puertas  del  país,  á  gentes  que  saben  aprovecharse 
de  los  momentos. 

Quedan  ya  separados  de  México  los  texanos  por  su  pro- 
clamación de  independencia,  ó  mejor  dicho,  por  su  subleva- 
ción. Este  suceso,  con  los  que  lo  prepararon,  pertenecen  al 


200 

período  de  que  nos  ocupamos,  y  por  tanto,  dejamos  aquí,  en 
tal  estado,  este  punto  de  la  historia,  reservando  tratar  cuan- 
to más  le  pertenece  y  corresponde  para  su  tiempo  y  lugar. 
Así  lo  hacemos,  y  lo  recordaremos  al  hablar  parcialmente  de 
los  acontecimientos  de  San  Jacinto  y  demás  sucesos  impor- 
tantes ocurridos  en  tiempo  del  gobierno  provisional  de  1841 
á  1844,  en  la  presidencia  del  general  Santa- Anua,  en  que 
bajo  el  aspecto  político  y  diplomático  se  agitó,  y  tuvo  esta 
cuestión  un  lugar  muy  principal  ó  interesante. 

El  cuerpo  legislativo,  en  la  época  en  que  nos  ocupamos, 
era  el  regulador,  y  propiamente  el  arbitro  absoluto,  puede 
decirse,  de  los  destinos  del  país.  Las  cámaras,  y  en  especial 
la  de  senadores,  ya  hemos  visto  que  han  sido  el  foco  y  apo- 
yo de  los  vencedores  de  Jalapa;  pero  al  fin,  en  su  mismo 
seno,  se  levantó  la  oposición,  que  dio  á  conocer  quiénes  eran, 
y  cuáles  sus  miras  y  tendencias.  Entró,  y  se  manifestó  la 
desconfianza,  no  sólo  en  las  discusiones  parlamentarias,  sino 
en  lo  público,  y  entre  las  personas  más  influentes,  que  se  lle- 
garon á  convencer  de  la  mala  administración  gubernativa 
del  general  Bustamaute.  Se  fortificó  la  opinión  y  fuerza  mo- 
ral que  ella  produce,  llegando  hasta  el  grado  de  establecerse 
la  necesidad  de  refrenar  y  contener  los  excesos  de  los  par- 
tidos, y  refrenar  los  avances  de  las  facciones. 

En  efecto,  aparecieron  unas  que  llamaron  modificacio- 
nes, y  consistían  en  organizarse  de  nuevo,  como  lo  hicieron, 
llamándose  unos  "Amantes  del  Orden"  y  otros  "Progresistas:" 
acreditando  en  esto  que  como  no  hay  nada  nuevo  bajo  el  sol, 
reproducíamos  aquí  lo  mismo  que  ha  existido  y  se  ha  obra- 
do en  Europa;  pero  de  un  modo  más  disimulado,  aunque 
siempre  diciendo  libertad  uuos,  legitimidad  otros.  La  causa 
de  ésta  llegó  á  tomar  un  aspecto  tan  serio,  que  fué  procla- 
mado el  principio  de  que  el  gobierno  existente  lo  era  de  he- 
cho, y  se  combatía  cuanto  ól  obraba,  señalándose  la  oposi- 
ción de  un  modo  notable  al  tratarse  de  la  espada  concedida 


201 

al  general  Bravo,  por  los  hechos  de  armas  en  el  Sur;  y  el 
diputado  D.  Juan  de  Dios  Cañedo,  recordando  el  asunto,  se 
explicó  en  estos  términos :  "La  concesión  de  una  espada  al 
11  general  Bravo,  debe  reputarse  como  impolítica  y  peligrosa 
"  á  las  libertades  publicas:  cuando  se  trata  de  conseguir  la 
"  paz,  se  deben  evitar  las  memorias  ominosas.  Si  en  el  Sur 
"  ha  habido  los  estragos  que  á  cada  momento  se  uos  incul- 
"  can,  y  á  estos  males  ha  puesto  un  término  el  general  Bra- 
"  vo,  ellos  no  sólo  no  legitiman  la  administración  actual,  sino 
"  que  la  hacen  responsable  por  no  haberlos  evitado:  esas  ca- 
"  lamidades  no  habrían  tenido  lugar,  si  el  gobierno  de  he- 
"  cho  que  tenemos  hubiera  sido  un  poco  desprendido,  dejan- 
"  do  el  puesto  que  no  le  pertenece." 

Este  diputado  era  oído  con  satisfacción  y  cuidado,  por  su 
propio  mérito  y  fuerza  de  sus  discursos,  y  asimismo  por  la 
circunstancia  de  presentarse  con  todo  el  carácter  de  impar- 
cialidad y  justificación,  que  le  daba  haber  sido  el  primer  se- 
cretario de  Estado,  que  sucumbió  víctima  de  los  aconteci- 
mientos públicos  que  recordaba. 


CAPITULO  VIL 


Separación  de  ITucatáu. 

Yucatán  seguía  sustraído  del  común  de  los  otros  Estados 
de  la  federación,  y  su  separación,  á  la  verdad,  se  fué  familia- 
rizando en  términos  de  que  no  considerándose  ni  hablándose 
ya  en  público  de  la  separación  referida  de  este  Estado,  y  des- 
echadas las  comisiones  negociadoras  y  pacíficas,  parece  que 
había  venido  ya  á  establecerse  una  verdadera  conformidad 
ó  aquiescencia  sobre  un  acontecimiento  que  por  su  natura- 

Tomo  II.— 26 


202 

leza  era  grave.  Hasta  el  gobierno  misino,  como  han  obser- 
vado algunos  escritores,  contribuía  á  la  sanción  del  indife- 
rentismo con  que  se  veía  la  separación  de  Yucatán:  confor- 
mándose el  ministerio  con  decir  oficialmente,  al  dar  cuenta 
en  sus  Memorias  anuales,  esta  sencilla  proposición:  "El  Es- 
tado de  Yucatán  continúa  separado  del  resto  de  la  república." 
Se  creyó  por  éste  y  por  otros  hechos,  que  la  administra- 
ción del  vicepresidente  no  era  contraria  á  los  pronunciados 
de  Yucatán.  Se  confirmó  más  esta  idea  y  aun  se  hizo  valer 
en  público  por  la  prensa,  por  haberse  desechado  completa- 
mente en  las  cámaras  la  proposición  que  hizo  el  senador  D. 
Crescendo  Rejón,  pidiendo  informes  sobre  el  estado  que 
guardaba  la  separación  de  Yucatán,  y  excitando  á  que  se 
dictasen  las  providencias  más  enérgicas  y  decisivas  para  qne 
volviese  á  la  unión  de  los  demás  Estados.  Se  llegó  casi  á 
confirmar  tal  concepto,  con  la  invitación  que  el  gobierno  ge- 
neral, en  sus  graves  conflictos,  dirigió  á  Yucatán,  pidiendo 
auxilio,  que  en  efecto  le  prestó  este  Estado,  separado  de  la 
unión  desde  el  año  de  1829,  como  ya  hemos  visto. 


CAPÍTULO  VIII. 

Sucesos  de  Guatlalajara:  general   Inclan  é   impresor  Brauíbila. 

Casi  extinguida  la  guerra  del  Sur,  después  de  haber  co- 
rrido á  torrentes  la  sangre,  y  en  el  cadalso  la  de  Guerrero, 
Codallos,  Rosains,  Victoria,  Márquez,  Gárate  y  otros  mu- 
chos, se  hallaba  la  república  no  solo  debilitada  por  los  acon- 
tecimientos de  armas,  sino  también  disgustada  y  dividida, 
en  términos  de  no  poderse  asegurar  que  existía  una  verda- 
dera opinión  nacional.  En  tan  crítica  situación,  vino  á  sus- 


203 

citar  nuevas  dificultades  y  aun  nuevos  trastornos  un  aconte- 
cimiento, común,  si  se  quiere,  en  su  origen,  pero  muy  grave 
por  su  trascendencia  y  por  sus  efectos. 

En  Guadalajara,  el  mes  de  noviembre  de  1831,  tuvo  lu- 
gar una  ocurrencia  que,  siendo  en  su  origen  un  hecho  par- 
ticular, vino  á  ser  realmente  principio  y  motivo  de  una  ver- 
dadera revolución,  aunque  parcial,  pero  de  tal  condición  y 
naturaleza,  que  motivó  una  verdadera  y  formal  crisis  en  la 
república;  porque  afectándose  los  intereses  públicos  y  nacio- 
nales, se  enlazaron  de  mauera  las  cosas,  que  siendo  al  prin- 
cipio como  hemos  dicho,  lo  que  se  versaba,  un  asunto  par- 
ticular y  de  venganza  personal,  conmovió  á  la  nación  ya  tra- 
bajada por  anteriores  y  sangrientas  desgracias. 

El  general  D.  Ignacio  Inclán  fué  nombrado  comandante 
general  de  las  armas  de  Jalisco,  considerando  el  gobierno 
que  este  individuo  era  el  que  convenía  á  aquellas  poblacio- 
nes en  el  estado  en  que  estaban,  de  hallarse  hostilizados  sus 
habitantes,  así  como  los  de  los  Estados  limítrofes,  por  mu- 
chos de  los  dispersos  que  al  terminarse  la  guerra  del  Sur,  se 
dirigieron  hacia  aquella  parte,  donde  contaban  con  el  apoyo 
y  auxilio  de  Montenegro,  que  tenía  grande  influjo  en  aque- 
llos pueblos.  Fué  tan  feliz  esta  determinación,  que  sin  ha- 
cer nada  el  nuevo  jefe,  y  al  tiempo  mismo  de  su  llegada,  se 
encontró  con  la  noticia  de  que  los  sublevados  habían  desis- 
tido de  sus  intentos,  é  imploraban  el  perdón. 

Esta  posición,  el  tener  instrucciones  superiores  para  obrar 
con  energía,  y  ser  naturalmente  muy  parecido  Inclán  á  Fa- 
ció, auxiliado  de  fuerza  militar  respetable,  rodeado  del  pres- 
tigio y  cortejo  que  aparece  y  desaparece  con  el  mando,  con- 
virtió á  Guadalajara  en  un  lugar  que,  más  bien  parecía  una 
importante  plaza  de  armas,  que  no  la  capital  de  un  Estado 
de  la  federación  mexicana.  Con  tal  motivo  se  fué  creando 
poco  á  poco  el  disgusto  que  al  fin  produjo  la  ocurrencia  que 
indiqué  al  comenzar  á  hablar  de  este  asunto. 


204 

De  distintos  modos,  y  por  diversos  caminos,  después  de 
haber  puesto  en  rigurosa  observancia  la  ominosa  ley  de  27 
de  septiembre  de  1823,  se  explicaban  los  habitantes  de  Ja- 
lisco contra  su  comandante  general,  y  como  era  muy  natu- 
ral, haciendo  un  primer  papel  la  prensa  del  Estado,  se  publi- 
có un  impreso  con  este  título:  "  Oiga  el  tirano  sus  proezas: 
vea  el  inmoral  sus  hazañas.  " 

Por  solo  el  título  se  viene  en  conocimiento  de  cuál  sería 
el  contenido  total  del  impreso,  pues  que  recordaba  la  carre- 
ra política  de  Inclán,  presentándolo  voluble  y  hasta  infiel; 
y  en  la  segunda  parte  de  la  proposición  asentada,  extendía 
sus  ataques  hasta  invadir  la  vida  privada  y  el  hogar  do- 
méstico. 

Apenas  había  sido  publicado  el  impreso,  verdaderamen- 
te injurioso,  cuando  Inclán,  acompañado  de  algunos  oficia- 
les, se  presentó  en  la  imprenta,  llamando  á  la  persona  en- 
cargada de  ella,  que  era  D.  José  M.  Brambila,  como  admi- 
nistrador del  establecimiento. 

Concurrió  al  llamamiento  Brambila,  y  presentado  ante 
Inclán,  fué  por  éste  tratado  con  la  mayor  dureza,  expresán- 
dose muy  ofendido  y  con  tanto  furor,  que  apenas  podía  pro- 
nunciar estas  palabras:  "me  ha  de  entregar  vd.  al  responsa- 
ble, autor  del  impreso  en  que  tanto  se  me  injuria."  El  impre- 
sor se  defendía  y  excusaba  con  la  obligación  en  que  estaba 
de  guardar  el  más  riguroso  sigilo,  con  arreglo  á  las  leyes,  y 
sólo  presentar  la  responsiva  en  el  orden  y  términos  que  és- 
tas lo  disponen. 

De  ninguna  manera  conforme  Inclán  con  esta  respuesta, 
condujo  él  mismo  preso  al  administrador  Brambila,  dición- 
dole  estas  palabras:  "será  el  último  papel  que  vd.  imprima." 
Se  allanó  la  imprenta;  se  registraron  los  libros  en  busca  del 
autor  responsable;  se  desbarataron  las  plantan,  que  aun  es- 
taban formadas,  y  se  tiraron  á  la  calle:  regresando  el  co- 
mandante general,  se  dirigió  al  palacio  del  gobierno,  y  pre- 


205 

senté  D.  José  Ignacio  Cañedo,  gobernador  del  Estado,  y 
otras  autoridades,  fulminó  Inclán  verbalmente,  la  sentencia 
de  muerte  á  Brambila,  previniendo  que,  previos  los  auxilios 
espirituales,  se  ejecutase  la  sentencia  en  el  término  de  tres 
horas. 

En  seguida,  y  alarmado  ol  gobernador  Cañedo,  le  dirigió 
un  oficio  al  comandante  general,  reclamándole  enérgicamen- 
te sus  providencias  y  conducta;  haciéndolo  responsable  de 
todo  ante  el  gobierno  general  y  ante  la  nación,  por  las  in- 
fracciones notorias  en  que  incurría,  no  sólo  desobedeciendo, 
sino  hollando  las  leyes.  No  fué  bastante  para  contener  los 
atentados,  y  el  comandante  general  siguió  su  marcha  arbi- 
traria, agregando  la  circunstancia  de  que  Inclán  negó  al  go- 
bernador la  respuesta  que  debió  darle  á  sn  primera  comu- 
nicación. 

Tan  empeñado  lance,  y  comprometida  la  tranquilidad  pú- 
blica de  la  ciudad,  se  extendió  á  todas  las  clases  y  aun  per- 
sonas, de  manera  que  llegó  el  caso  de  tomar  parte  en  las 
ocurrencias  individualmente.  Pudo,  por  esta  causa,  conte- 
nerse la  consumación  del  atentado,  y  ya  por  intervención  y 
gestiones  respetables  de  autoridad,  comenzando  por  el  go- 
bierno del  Estado,  y  también  ya  por  empeños  personales, 
tomó  el  negocio  el  giro  de  someterse  á  la  resolución  supre- 
ma, y  dándose  cuenta,  se  previno  á  Inclán  obrase  sin  pre- 
venciones ni  exaltación,  y  con  total  arreglo  á  las  leyes.  Así 
se  aquietó  en  parte  el  disgusto  general,  mas  no  tanto  que 
concluyese  la  inquietud  y  la  alarma.  La  junta  legislativa  de 
Jalisco  se  trasladó  á  Lagos.  Allí  se  dirigió  por  medio  de  un 
manifiesto  y  providencias  consiguientes,  á  los  pueblos,  hacién- 
doles saber  que  vivían  sin  garantías,  y  que  no  había  consti- 
tución ni  leyes,  como  se  proclamaba,  aunque  no  se  practica- 
ba. Siguieron  las  comunicaciones  y  contestaciones  entre  los 
gobiernos  particular  y  general;  pero  sin  más  éxito  favorable, 
eu  verdad,  que  haber  obtenido  el  relevo  de  Inclán  por  Gó- 


206 

inez  Anaya  en  28  de  diciembre,  es  decir,  después  de  un  mes 
y  seis  días  de  los  acontecimientos. 

Estos  fueron  ciertamente  la  inmediata  y  próxima  causa, 
aunque  no  la  primera,  que  motivara  los  posteriores  intere- 
santes sucesos,  no  sólo  en  Jalisco,  sino  en  toda  la  república. 
Una  formal  reacción  se  obró  realmente,  si  se  advierte  que 
simpatizando  ya  los  Estados  entre  sí,  y  principalmente  Za- 
catecas con  Jalisco,  sostenían  y  apoyaban  la  idea  ó  princi- 
pio de  contener  los  excesos  de  la  administración  gubernativa 
de  la  época  de  Jalapa,  promoviendo  de  nuevo  la  restitución 
del  orden  legal  y  renovación  de  los  poderes  públicos. 

Aunque  el  congreso  general,  en  sus  dos  cámaras,  tenía 
las  facultades  necesarias  para  contener  y  castigar  al  debido 
tiempo  las  aberraciones  del  ejecutivo,  no  era  así,  y  propia- 
mente este  poder  sojuzgaba  al  legislativo,  hasta  el  extremo 
de  no  obedecer  sus  disposiciones  y  acuerdos;  llegando  el  ca- 
so de  negarse  los  ministros  á  concurrir  cuando  se  les  llamaba 
á  informar  lo  que  conviniese  sobre  la  cosa  pública  y  sobre 
las  ocurrencias  que  conmovían  la  sociedad.  Se  hallaba  ésta 
combatida  por  todas  partes  y  por  fuerzas  contrarias  entre  sí. 
Había  mucha  presunción  en  el  bando  que  se  llamaba  del 
progreso,  y  mucha  indiferencia  ó  egoísmo  en  el  que  se  decía 
del  orden:  uno  y  otro  se  equivocaban,  porque  seguían  res- 
pectivamente la  senda  de  las  exageraciones  y  de  los  extre- 
mos, pues  los  primeros  gritaban  adelanto  y  reforma,  sin  obrar 
en  lo  más  ligero  el  bien  real  y  efectivo,  y  mucho  menos  sin 
causar  males  y  desgracias;  y  los  segundos  mantenían  un  es- 
tado de  inercia  que  ni  á  ellos  mismos  les  servía. 

Resultó  lo  que  era  natural,  esto  es,  que  la  nación,  por  sí 
y  valida  de  su  propia  fuerza,  que  es  la  opinión,  irresistible 
cuando  es  verdadera  y  justa,  levantase  su  voz  pidiendo,  ó 
mejor  dicho,  declaraudo  que  no  era  su  voluntad  siguiese  el 
orden  gubernativo  que  existía. 


207 


CAPITULO  IX. 


Plnn  de  Verncriiz  en  enero  de   1S32. 

En  Veracruz,  el  día  2  de  enero  de  1832,  siendo  coman- 
dante general  D.  Ciríaco  Vázquez,  se  reunieron,  con  su  co- 
nocimiento, en  la  casa  del  coronel  D.  Pedro  Laudero,  las  dos 
guarniciones  de  la  plaza  y  del  castillo:  se  tomó  en  conside- 
ración el  estado  político,  verdaderamente  agitado,  en  que  se 
hallaba  la  república:  se  hizo  presente  que  en  realidad  exis- 
tía uua  revolución  ya  pronunciada,  y  cuyo  resultado  sería  la 
anarquía,  pues  que  los  Estados  de  la  federación  preparaban 
ya  movimientos  que  vendrían  á  ser  desastrosos:  que  la  ad- 
ministración del  general  Bustamante  y  sus  ministros,  se  ha- 
llaba generalmente  sin  prestigio,  y  la  voluntad  pronunciada 
era  la  de  que  cesasen  en  el  gobierno,  porque  se  desconfiaba 
en  tal  extremo  de  sus  personas,  que  habían  ocurrido  ó  invi- 
tado al  general  Santa-Anua  para  que,  poniéndose  al  frente 
de  la  opinión  y  de  la  fuerza  física  que  existía,  se  procurase 
salvar  de  tan  comprometida  situación  á  la  república,  susti- 
tuyendo á  una  administración  ilegal,  sin  fuerza  y  sin  presti- 
gio, otra,  que  por  el  contrario,  reuniese  dichas  cualidades. 

Todo  esto,  no  solamente  se  decía,  sino  que  fué  amplifi- 
cado y  fundado  en  la  junta  de  generales,  jefes  y  oficiales  que, 
hallándose  todos  en  una  misma  opinión  y  en  las  propias  con- 
vicciones, se  uniformaron  y  convinierou  que  trascribiéndose 
lo  ocurrido  y  acordado,  se  consignase  todo  en  una  acta  y 
plan, *  como  en  efecto  se  verificó. 

1  Documento  mim.  9. 


208 

Los  artículos  que  contuvo  el  plan,  fueron  cuatro:  siendo 
el  primero  el  de  protestar  y  ratificar  la  guarnición  de  Vera- 
cruz  su  juramento  á  la  constitución  y  leyes:  el  segundo,  pi- 
diendo la  remoción  del  ministerio,  por  considerarlo  enemigo 
de  la  libertad  civil  y  de  los  derechos  del  hombre,  y  adicto  al 
sistema  central:  el  tercero,  invitando  al  general  Santa- Anua 
á  que  conformándose  con  el  plan,  aceptase  el  mando  del  ejér- 
cito; y  el  cuarto  protestando  sujeción  y  obediencia  á  las  au- 
toridades de  la  federación,  de  los  Estados  y  del  mismo  gene- 
ral Santa- Auna.  Todos  conformes  cou  lo  que  va  expuesto  y 
expresado,  firmaron  la  acta  y  artículos,  como  se  ve  en  el  cita- 
do documento,  que  en  realidad  uniformaba  la  opinión  de  los 
Estados,  y  abrió  una  campaña  que  ofrece  notables  funciones 
de  armas. 

Las  ocurrencias  de  Veracruz  presentaban  á  México  en 
situación  tan  infeliz  y  desgraciada,  que  podía,  como  dijo  muy 
bien  el  sabio  y  respetable  diputado  D.  Francisco  Manuel 
Sánchez  de  Tagle,  en  la  sesión  en  que  se  dio  cuenta  al  con- 
greso de  tales  ocurrencias,  aplicársele,  por  los  frecuentes  vai- 
venes que  se  le  hacían  sufrir,  el  célebre  epitafio  de  Auso- 
nio  á  la  ruina  de  Oartago:  "Infeliz  Dido  nulli  ~be)únupta 
marito. 

Y  también  es  cierto,  como  se  ve  en  la  fingida  renuncia 
ministerial,  que  la  república  padecía  por  el  decidido  espíritu 
de  partido  que,  desquiciándolo  todo,  desfigura  hasta  la  ver- 
dad, según  se  advertía  puntualmente  en  la  propia  sesión, 
motivada  por  la  renuncia  que  hizo  el  ministerio  el  día  11  de 
enero,  asegurando  los  ministros  que  la  hacían  verdadera- 
mente por  las  circunstancias,  y  no  por  temor  ni  por  dudar 
de  lo  recto  de  sus  actos  públicos;  acreditaudo  con  esto  solo 
ellos  mismos,  que  no  se  apartaban  de  la  senda  emprendida 
en  su  administración  gubernativa,  sino  que  cedían  en  reali- 
dad á  la  fuerza:  diciendo  asimismo  que  si  tuviesen  apoyo, 
no  renunciarían  ni  verificarían  su  separación ;  y  daudo  á  eu- 


209 

tender,  finalmente,  al  jefe  del  gobierno,  qne  no  debía  acce- 
der á  una  dimisión  á  que  eran  verdaderamente  violentados. 

El  congreso,  que  entendió  bien  la  táctica  que  se  mane- 
jaba, se  opuso,  en  sus  dos  cámaras,  á  la  renuncia,  diciendo 
la  de  diputados,  que  era  un  acto  de  debilidad  ó  miedo,  y  la 
del  senado  se  explicó  diciendo  aun  mucho  más,  estoes,  que.... 
se  había  sorprendido  por  la  renuncia  intempestiva  de  los  mi- 
nistros, cuya  aceptación  sería  un  paso  peligroso  para  la  obser- 
vancia «le  la  constitución  y  de  las  leyes.  No  se  admitió  por 
el  general  Bustamante  la  dimisión  de  los  secretarios  del  des- 
pacho, y  por  el  momento  quedó  todo  lo  mismo  que  estaba 
antes  de  la  estudiada  renuncia,  hacha  más  bien,  svgún  pa- 
rece, para  mejor  asegurar  la  posición,  y  para  hacer  en  cierto 
modo  ostentación  de  un  triunfo,  como  el  obtenido  con  laño 
admisión  de  la  renuncia,  llevando  esta  idea  á  tal  grado,  que 
lo  presentaron  apoyado  en  felicitaciones  y  representaciones 
de  corporaciones  y  de  personas  que,  en  semejantes  sucesos, 
salen  al  frente  para  darse  importancia  y  lograr  también  cada 
uno  sus  miras  y  pretensiones.  Llegaron  á  negar  la  existen- 
cia indudable  de  actos  pasados  y  ciertos,  como  las  muchas 
ejecuciones  sangrientas,  verificadas  sin  las  fórmulas  prescri- 
tas por  ley  y  razón ;  el  destierro  arbitrario  y  violento  que  se  le 
impuso  á  Pedraza  al  regresar  á  su  patria,  bajo  la  salvaguar- 
dia proclamada  de  constitución  y  leyes;  la  muerte  combina- 
da, meditada  y  cruel  que  se  impuso  al  presidente  Guerrero, 
poniendo  á  precio  su  cabeza;  los  atentados  y  arbitrarieda- 
des de  Incláu  en  Jalisco,  y  de  otros  comandautes  militares; 
pero  no  pudieron  sofocar  la  voz  de  la  verdad,  y  tuvierou  que 
ceder  al  fin,  á  la  evidencia  de  los  hechos,  y  practicaron  lo 
que  ya  hemos  visto,  al  hacer  su  dimisión,  aunque  fingida. 

Siguieron  la  marcha  emprendida,  y  con  más  empeño  des- 
pués, comenzaron  á  reforzarse,  acogiéndose  al  poder  de  las 
armas,  y  animaron  la  guerra.  Primero  pulsaron  la  fuerza  de 
su  enemigo,  y  le  dirigieron,  por  medio  de  enviados,  propo- 

Touo  II.— 27 


210 

siciones  de  desistimiento  en  sus  planes  y  tendencias.  Los 
Sres.  Couto  D.  Bernardo  y  D.  Vicente  Segura,  se  encarga- 
ron de  la  misión  de  paz  cerca  del  geueral  Santa-Anna,  cau- 
dillo de  la  revolución  de  Veracruz.  "Nada  consiguieron  de  lo 
que  deseaban,  y  después  de  algún  tiempo,  obtuvieron  por 
toda  respuesta  y  resultado,  que  el  expresado  general  se  po- 
nía á  la  cabeza  de  las  fuerzas  pronunciadas  para  dirigir  la 
empresa,  hasta  remover  á  los  ministros  del  general  Busta- 
mante,  sin  prescindir  por  motivo  alguno  de  su  idea,  pues 
había  de  verse  completamente  realizada  la  remoción. 

Como  queda  indicado,  los  sucesos  de  los  Estados  del  in- 
terior, y  después  los  de  Veracruz,  iniciaron  una  campaña, 
realmente,  con  sus  providencias  y  disposiciones.  El  gobier- 
no general  secundaba  y  seguía  la  misma  marcha.  En  con- 
secuencia, al  terminar  el  mes  de  enero,  estaban  tomadas  to- 
das las  disposiciones  para  abrir  la  campaña  con  toda  clase  de 
aprestos  de  gente,  armas,  artillería,  municiones,  y  nombra- 
dos jefes,  entre  los  cuales  el  general  D.  José  Calderón  había 
sido  designado  para  obrar  sobre  Veracruz. 

El  ministro  Fació,  que  era  uno  de  éstos,  se  situó  en  Ja- 
lapa trabajando  contra  los  pronunciados  de  cuantos  modos 
pudo.  Uno  de  sus  proyectos  fué  proponer  la  rendición  y  en- 
trega del  castillo  de  Ulúa,  á  los  mismos  que  defendían  la  for- 
taleza, y  tuvo  en  efecto  el  atrevimiento  de  dirigirse  directa- 
mente al  jefe  D.  José  María  Flores  el  día  25  de  enero,1  no 
solo  haciendo  una  indicación,  sino  una  expresa  propuesta  de 
traición  á  su  honor  y  palabra,  con  la  muy  degradante  cir- 
cunstancia de  ofrecer  empleos,  consideraciones  y  dinero  por 
su  cambio  y  entrega  del  fuerte  que  mandaba.  Calderón  se- 
cundó la  misma  idea;  escribió  y  trató  de  persuadir  la  defec- 
ción; pero  ambos  quedaron  burlados. 


1  Consta  el  oficio  á  la  letra,  en  el  periódico  "  El  Censor  de  Veracruz,  "  del  30  de  ene- 
ro de  1832,  y  lo  mismo  el  que  también  escribió  el  general  Calderón  con  igual  intento. 


211 

No  por  esto  se  detenían  las  tropas  en  su  marcha  sobre  la 
plaza  de  Veracruz,  aunque  avanzando  con  tanta  lentitud, 
que  casi  necesitaron  un  mes  para  llegar  de  Jalapa  á  Santa 
Fe.  El  23  se  reunió  el  ejercito  de  operaciones,  á  las  inmedia- 
tas órdenes  de  Calderón,  como  general  en  jefe,  situándose 
las  trepasen  el  referido  punto  de  Santa  Fe,  y  quedando  ya 
en  disposición  de  batirse  los  generales  Calderón  y  Santa- 
Anua.  Por  consiguiente,  ya  desde  el  1?  de  marzo,  habiendo 
salido  de  Veracruz  el  general  Santa-Anua,  y  avanzando  á 
distancia  de  cinco  leguas  de  la  [daza,  se  apoderó  de!  convoy 
de  dinero,  víveres  y  municiones  que  de  México  se  remitían 
al  general  Calderón,  y  comenzaron  realmente  bis  hostilida- 
des, produciendo  primeramente  la  acción  de  Tolmné,  cuyo 
éxito  fué  favorable  á  las  armas  del  gobierno,  quedando  por 
Calderón  el  campo  de  batalla. 

Fuó  muy  celebrado  este  triunfo,  hasta  el  grado  de  expli- 
carse el  gobierno  en  su  periódico  oficial  "Registro,"  en  estos 
términos:  "Toda  la  población  ha  visto  este  hecho  de  armas 
"  con  veneración,  y  ha  bendecido  la  mano  de  Dios,  que  iih- 
"  poniendo  un  justo  castigo  sobre  los  malvados,  ha  libertado 
"  á  los  buenos  de  una  inmensa  calamidad.  Tendremos  paz 
"  y  orden  por  este  suceso  y  por  los  del  Sur."  Hubo  por  su- 
puesto premios,1  recompensas,  grandes  festejos,  y  toda  la  ex- 
pansión que  dan  á  sus  triunfos  los  vencedores. 

Volvieron  á  Veracruz  los  pronunciados  y  siguió  la  cam- 
paña, mudando  de  posición,  pues  Santa- Aun  a  quedó  for- 
tificado dentro  de  la  plaza,  y  Calderón  batiéndolo  como  si- 
tiador. Siguieron  por  tanto  los  sucesos  propios  de  un  sitio, 
y  fueron  enlazándose  los  acontecimientos  particulares  y  lo- 
cales del  Estado  de  Veracruz,  con  los  de  otros  Estados,  y 
generalmente  con  los  de  toda  la  nación:  mediando  por  su- 
puesto funciones  de  armas  y  acciones  de  guerra,  por  hallar- 

1  Documento  núm.  10. 


212 

se  conmovida  la  república  y  ocupada,  no  solo  en  combina- 
ciones y  planes  políticos,  sino  en  la  creación,  sostén  y  arre- 
glo de  divisiones  armadas. 

No  es  mi  intento,  en  estas  Memorias,  detallar  las  accio- 
nes y  funciones  de  armas  que  mejores  plumas  han  descrito, 
y  por  lo  mismo,  después  de  la  memorable  acción  de  Tolomó 
de  3  de  marzo,  recuerdo  tan  solo  la  decisión  por  el  plan  de 
Veracruz,  del  general  D.  Esteban  Moctezuma,  y  las  opera- 
ciones que  tuvieron  lugar  en  los  Estados  de  Tamau lipas  y 
San  Luis  Potosí.  Así  se  verá  que  simultáneamente  se  obra- 
ba con  la  fuerza  física  y  con  la  opinión.  La  primera  preparó 
el  deseulace  general  de  la  ruina  del  gobierno  de  Jalapa,  me- 
diando acciones  de  guerra  bien  importantes  en  Veracruz, 
San  Luis  Potosí,  México  y  otros  Estados. 

El  general  Moctezuma,  en  Tanipico,  el  20  de  marzo,  pu- 
blicó su  adhesión  al  pronunciamiento  de  Veracruz,  levantan- 
do formal  acta,  de  conformidad  con  Tamaulipfts  y  varias  au- 
toridades, en  que  se  declaraban  contra  el  gobierno  de  Méxi- 
co y  se  ponían  á  las  órdenes  del  general  Santa-Auna.  Lo 
mismo  hicieron  otras  muchas  poblaciones  y  auu  Estados, 
llegando  al  extremo  de  que  Jalisco,  Zacatecas  y  San  Luis, 
unidos  con  apoyo  de  las  armas,  declararon  el  completo  cam- 
bio del  orden  de  cosas  existente. 


CAPÍTULO  X. 


General    Terrin.    Sn    muerte. 

El  general  Terán  ciertamente,  fué  en  sus  operaciones  y 
combinaciones,  muy  desgraciado  en  esta  época.  Lo  fué  asi- 
mismo en  el  modo  con  que  el  día  3  de  julio  de  1832,  tn  vieron 


213 

fin  sus  días  en  Padilla.  Eeferiré  su  muerte,  con  algunas  cir- 
cunstancias que  precedieron  á  ella,  porque  el  suceso  y  la 
persona  pertenecen  á  la  historia. 

Siempre  animado  de  patriotismo  este  mexicano  distingui- 
do, procuraba  dar  á  la  nación  orden  y  respetabilidad.  Sabía 
muy  bien  que  sin  legalidad  y  justicia,  era  imposible  alcanzar 
tales  bienes,  y  para  esto  trató  de  hacer  volver  la  república  á 
la  senda  constitucional.  Trabajó  mucho  por  conseguirlo:  se 
dirigió  á  las  personas  más  influentes  para  reducirlas  y  llamar- 
las á  sus  ideas  y  principios;  pero  no  era  oído  ni  se  escuchaba 
tampoco  su  voz,  en  medio  del  grito  de  los  partidos.1 

Oigamos  al  periódico  titulado  Columna  de  la  Constitución 
en  su  número  17  del  día  11  de  julio  de  1832:  "El  general  de 
división  D.  Manuel  de  Mier  y  Teráu,  dice,  ha  muerto  de  una 
manera  verdaderamente  trágica.  Se  suicidó  con  su  misma 
espada  en  la  plaza  de  Padilla  á  poca  distancia  del  lugar  en 
que  fué  fusilado  el  héroe  de  Iguala.  Después  de  haberse 
aseado  y  vestido,  salió  para  el  lugar  eu  que  puso  término  á 
su  vida.  Colocó  la  guarnición  de  su  espada  contra  una  pa- 
red, y  poniéndose  la  punta  al  pecho,  se  arrojó  sobre  ella, 
atravesándose  el  corazón.  ¡Su  muerte  será  siempre  sensi- 
ble!" 

El  gobernador  del  Estado  de  Zacatecas,  al  dirigir  al  de 
San  Luis  Potosí  el  decreto  memorable  de  10  de  julio,  sobre 
la  presidencia  constitucional  de  D.  Manuel  Gómez  Pedraza, 
que  después  veremos,  y  contestando  el  oficio  de  dicho  go- 
bierno de  San  Luis,  de  fecha  7  del  mismo  mes,  sobre  auxi- 
lios pedidos,  se  explica  diciendo: 

"  La  noticia  funesta  que  eu  el  citado  oficio  se  sirve  V.  E. 
comunicarme,  de  la  muerte  violenta  del  E.  S.  general  D.  Ma- 
nuel Mier  y  Teráu,  acaecida  el  citado  día  3  del  presente,  me 

1  Documento  núm.  11,  en  que  se  explican  las  combinaciones  y  pasos  que  dio  dicho 
general,  en  bien  de  la  república,  antes  de  su  desgraciada  muerte,  cuyas  circunstancias  sa 
refieren. 


214 

ha  sido  tanto  más  sensible,  cnanto  qne  tenía  datos  positivos 
para  esperar  que  aquel  digno  general  y  benemérito  patriota, 
obraría  muy  pronto  y  eficazmente  en  favor  de  la  causa  de  la 
libertad,  y  para  hacer  cesar  la  actual  revolución.  " 

La  historia,  dicen  los  editores  del  Cometa  de  Zacatecas,  juz- 
gará un  día  con  severidad,  á  los  grandes  hombres,  y  coloca- 
rá á  cada  uno,  im parcialmente,  en  el  lugar  que  le  correspon- 
da en  justicia.  Así  lo  dice  también  el  que  esto  escribe;  y 
recordando  no  solamente  los  extravíos,  sino  también  las  glo- 
rias del  general  Terán,  desea  que  descauseen  paz,  señalando 
el  suelo  de  Padilla,  con  sus  restos,  como  un  lugar  de  memo- 
ria imperecedera  por  su  muerte,  y  por  el  sacrificio  del  liber- 
tador de  México  D.  Agustín  Iturbide.  Sigamos  los  aconte- 
cimientos de  San  Luis. 


CAPÍTULO  XI. 


Sucesos  de  San  I^nis   Potosí  en  1832. 


El  general  Moctezuma,  sin  acción  ni  resistencia,  se  diri- 
gió violentamente  á  Sau  Luis,  y  en  la  hacienda  llamada  Pozo 
del  Carmen,  llegando  en  principios  de  agosto,  se  vio  en  la 
necesidad  de  hacer  alto,  porque  se  dirigieron  á  atacarlo  deci- 
didamente el  coronel  D.  Pedro  Otero  con  Ramírez  y  Sesma, 
Montoya  y  otros  jefes.  Se  verificó  el  ataque,  y  se  empeñó 
una  reñidísima  acción  de  guerra  con  el  uso  y  manejo  de  to- 
das armas.  Duró  la  acción  más  de  tres  horas:  fué  sangrien- 
ta porque  llegaron  á  atacarse  mutuamente  con  la  arma  blan- 


215 

ca,  y  el  éxito  fué  contra  Otero,  en  lo  general  por  la  derrota 
y  dispersión  que  sufrió,  y  en  lo  particular  por  haber  muerto 
él  mismo,  acribillado  de  heridas,  hasta  quedar  tendido  en  el 
campo.  La  división  resultó  completamente  desordenada  co- 
mo resulta  siempre  toda  fuerza  militar  constituida  en  de- 
rrota. 

En  consecuencia,  el  vencedor  tomó  la  vanguardia,  y  di- 
rigió sus  órdenes  á  ocupar  la  capital  del  Estado.  El  coman- 
dante general  D.  Zenón  Fernández  y  las  autoridades  todas, 
se  retiraron.  Moctezuma  previno  á  las  fuerzas  de  Zacatecas 
que  se  habían  puesto  á  sus  órdenes,  que  marchasen,  y  en 
efecto,  el  día  5  entraron  en  la  ciudad,  á  las  órdenes  del  ins- 
pector de  las  milicias  del  Estado  de  Zacatecas,  D.  Mariano 
del  Castillo.  Quedó  San  Luis  Potosí  por  la  revolución:  se 
levantó  la  acta  correspondiente  del  ayuntamiento,  manifes- 
tando su  adhesión  á  la  causa  proclamada,  y  propiamente  á 
los  vencedores,  pues  bieu  sabido  es  que  se  canta  siempre  la 
victoria  y  se  procura  humillar  al  vencido,  persiguiéndolo  y 
aniquilándolo  si  se  puede. 

Siguió  el  orden  de  los  acontecimientos  políticos,  y  el  Es- 
tado de  San  Luis  se  comenzó  á  ocupar  en  orgauizarse  sobre 
las  bases  de  la  revolución.  Se  declaró  nula  la  elección  de  Bus- 
tamante,  y  se  reconoció  á  Pedraza  como  presidente  legítimo 
constitucional;  y  en  fin,  se  llamó  al  ejercicio  de  sus  funcio- 
nes á  la  legislatura  que  fué  disuelta  por  el  motín  de  Jalapa. 
Así  quedó  San  Luis  Potosí  en  el  referido  mes  de  agosto  de 
1832,  y  debemos,  por  lo  mismo,  suspender  aquí  los  sucesos 
posteriores,  para  continuar  su  narración  cuando  hayamos  re- 
ferido los  que  ocurrieron  en  esta  misma  época  en  el  Estado 
de  Veracruz. 


216 


CAPÍTULO  XII. 


*  Sucesos  de  Veracrnz  eu  1833, 

Permítasenos  volver  al  armisticio  de  Corral  Falso,  y  de- 
más ocurrencias  notables  de  la  revolución  en  aquel  Estado, 
recordando  antes,  sin  embargo,  la  ley  de  25  de  abril,  que 
concedía  amnistía,  aunque  nominal,  en  favor  de  los  pronun- 
ciados. 

Muí  lio  ruido  se  hizo  con  esta  ley:  se  celebraba  la  clemen- 
cia de  la  administración,  y  aunque  era  muy  limitada,  mez- 
quina y  aun  tiránica  la  tal  disposición  1  se  la  quiso  elevar  al 
rango  de  las  más  celebradas  en  países  clásicos  y  civilizados. 
A  pesar  de  todo  el  empeño  que  se  tomó  para  hacer  valer  la 
amnistía,  produjo  más  bien  males  que  bienes,  ya  por  el  mo- 
do con  que  se  condujeron  los  agentes  del  gobierno,  y  ya  tam- 
bién por  el  contenido  de  la  ley  misma,  que  estaba  muy  lejos 
de  desempeñar  el  título  y  recomendación  que  se  le  daba  con 
extraordinaria  pompa  y  ruido  de  palabras,  haciéndose  muy 
semejantes  á  los  que  para  mejor  oprimir,  proclaman  ¡li- 
bertad ! 

Precedieron  muchos  incidentes  y  se  practicaron  combi- 
naciones, dirigidas  todas  á  terminar  la  guerra;  pero  como 
esto  se  quería,  salvando  los  intereses  incombinables  de  los 
bandos  contrarios  que  disputaban  encarnizadamente,  se  ha- 
cía impracticable  el  resultado.  Sin  embargo,  en  13  de  junio 
del  citado  año  de  832,  fué  ratificado  un  plan  6  convenio  en 

1  Documento  núm.  12. 


217 

los  campos  de  Corral  Falso.1  Tuvo  por  objeto  ostensible  la 
suspensión  de  armas  y  de  toda  clase  de  hostilidades;  pero 
se  volvió  ineficaz  lo  practicado  en  el  llamado  armisticio  de 
Corral  Falso,  porque  el  general  Santa-Auna,  con  la  energía 
que  formaba  su  carácter,  reclamó  en  29  del  propio  mes  de  ju- 
nio, los  procedimientos  como  se  referían,  y  los  resultados  co- 
mo se  asentaban,  explicando  que  para  no  agraviar  la  jus- 
ticia y  verdad,  debía  decirse  que  cuanto  se  había  practicado 
era  una  formal  equivocación,  y  por  lo  mismo  declaraba  sin 
efecto  el  llamado  armisticio  de  Corral  Falso,  que  solo  valdría 
en  el  sentido  explicado.  Se  vio  ya  con  frialdad  este  paso,  y 
redujo  á  uua  posicióu  desfavorable  al  gobierno,  llevándolo 
al  extremo  de  no  saber  qué  hacer,  pues  advertía  que  la  opi- 
nión, con  transacciones  ó  sin  ellas,  favorecía  á  los  pronun- 
ciados. 

Sin  duda  alguna,  los  Estados,  y  principalmente  los  de 
Zacatecas  y  Jalisco,  se  esforzaban  de  día  en  día  para  llevar 
á  término  favorable,  las  ideas  y  principios  de  legitimidad, 
envolviéndose  sin  duda  en  este  concepto  el  llamar  al  gobier- 
no de  la  república  á  la  persona  que,  con  arreglo  á  la  cons- 
titución, debía  desempeñar  el  poder  ejecutivo. 

Y  como  la  revolución  existía  ya  con  toda  la  fuerza  mo- 
ral que  da  la  opinión  uniformada,  fácilmente  se  realizaron 
las  miras  de  los  Estados  y  de  las  personas  que  trabajaban 
por  restablecer  en  la  república  el  orden  constitucional  per- 
dido. 

En  5  de.  Julio,  en  la  ciudad  de  Veracruz,  el  general  D# 
Oiriaco  Vázquez  levantó  una  acta"  y  plan,  que  explican  la 
decisión  y  ratificación  de  las  guarniciones  de  Yeracruz  y  de 
Ulúa,  declarando  en  consecuencia,  separada  del  poder  eje- 
cutivo la  persona  que  lo  ejercía  entonces,  reemplazándosele 


1  Documento  núm.  13. 

2  Documento  núm.  14. 

Tomo  II.— 28 


218 

de  conformidad  con  los  artículos  97  y  98  de  ia  constitución, 
mientras  ocupaba  el  puesto  el  presidente  elegido  constitu- 
ción alíñente. 

Esta  nueva  ocurrencia  excitó  de  una  manera  extraordi- 
naria las  ideas,  y  después  de  conferencias,  armisticios  y  com- 
binaciones entre  comisionados  elegidos  por  parte  del  gobier- 
no existente,  y  de  los  pronunciados  en  su  contra,  vino  á  tener 
el  término  que  se  apetecía,  y  se  había  proclamado  en  Vera- 
cruz  el  día  2  de  enero.  Los  ministros  hicieron  efectiva  la 
dimisión  de  sus  respectivas  carteras,  y  les  fué  admitida,  que- 
dando el  despacho  de  los  negocios  á  cargo  de  los  oficiales 
mayores. 

Los  Estados,  y  á  La  cabeza  de  ellos  Zacatecas,  seguían 
animando  y  sosteniendo  los  principios  proclamados  y  secun- 
dados ya  en  Jalisco,  San  Luis  Potosí,  Tamaulipas,  Nuevo 
León  y  Durango,  en  lo  esencial  de  la  cuestión.  Era  real  men- 
tó el  llamamiento  de  Pedraza  lo  que  se  quería,  y  esto  con- 
tenían los  pronunciamientos  pacíficos  y  armados,  pues  que 
en  todos  los  Estados  se  sostenía  el  principio  de  legitimar  al 
gobierno  de  la  república. 


CAPÍTULO  XIII. 


Uniforme  opinión  de  ia  república,  por  ¡n  legitiiuidnd  del  gobioruo 
que  debia  regir  mis  destino». 


Se  dio,  eu  fin,  un  paso  que  sirvió  para  uniformar  la  opi- 
nión, hasta  el  punto  de  haberse  logrado  la  unión  de  la  fuerza 
armada  que  obraba  en  Veracruz  y  otros  puntos  importantes. 
Zacatecas,  el  día  10  de  julio,  sancionó  y  publicó  un  decreto 


219 

célebre1  y  bien  combinado,  como  efecto  y  resultado  natural 
de  la  revolución  y  sus  principios.  Keconocía  el  Estado  de  Za- 
catecas por  presidente  de  la  república  á  D.  Manuel  Gómez 
Pedraza.  Subsistiría  este  reconocimiento  aun  cuando  no  se 
verificase  la  calificación  de  votos,  por  ser  incuestionable  ha- 
ber ven  nido  la  mayoría.  El  Estado  obraría  conforme  á  esta 
resolución,  y  la  sostendría  con  todos  sus  recursos. 

Quedaron  ya  uniformados  los  pronunciamientos,  y  con 
los  hechos  se  declaró  ser  verdadera  voluntad  de  la  nación, 
que  el  poder  público  se  ejerciese  legal  mente,  aunque  no  fal- 
taban contradicciones  y  observaciones  propias  de  la  situa- 
ción de  algunos  Estados,  que  aspiraban  á  obtener  arreglos  y 
ventajas  para  sus  respectivas  localidades. 

Ocurrieron  algunas  diferencias  entre  varios  jefes  que 
mandaban  fuerzas  militares;  pero  esta  misma  divergencia 
produjo  utilidad  y  ventajas  para  México,  como  sucedió  prác- 
ticamente con  el  acuerdo  que  tuvieron  D.  Mariano  Guerra 
Manzanares  y  D.  José  Antonio  Mejía  en  el  Estado  de  Ta- 
maulipas. 

El  coronel  D.  José  Antonio  Mejía,  después  de  varias  ten- 
tativas, se  apoderó  del  puerto  de  Matamoros  en  Tamaulipas, 
uió  su  ocupación  hasta  hacerse  también  del  Brazo  de 
Santiango  y  de  todos  los  ramos  de  la  aduana  marítima.  El 
día  25  de  junio  desembarcó  en  dicho  punto  de  Santiago,  y 
siendo  el  jefe  militar  D.  Mariano  Guerra  Manzanares,  fué 
invitado  con  la  mayor  previsión  y  viveza,  á  una  entrevista, 
en  que  expusiese  Mejía  y  conferenciasen  los  dos  cuál  posi- 
ción y  actitud  debían  guardar  en  circunstancias  de  haber 
interceptado  comunicaciones  que  contenían  las  noticias  más 
importantes  sobre  Texas,2  cuyos  habitantes  se  habíau  decla- 
rado contra  México.  No  se  verificó  la  reunión,  y  Guerra,  te- 


1  Documento  núin.  15. 

2  Documentó  núm.  16. 


220 

raiendo  la  proximidad  de  Mejía,  ni  auu  le  contestó,  y  se  re- 
tiró desde  luego  hasta  la  villa  de  Presas,  abandonando  á 
Matamoros,  que  era  lo  que  pretendía  Mejía.  Xo  obstante, 
debe  considerarse  como  un  rasgo  de  patriotismo,  el  haber 
prescindido  de  las  propias  aspiraciones  é  intereses,  por  con- 
siderar preferentemente  el  bien  público  y  de  la  nación,  al 
ver  que  se  tramaban  planes  y  conspiraciones  para  ocupar  el 
territorio  mexicano.  El  tratado,  pues,  ó  convenio  que  cele- 
braron Mejía  y  Garza  parece  laudable,  atendiendo  á  que 
Guerra,  por  no  apoyar  pretensiones  extranjeras,  con  hacer 
pública  su  oposición,  y  aun  declararse  hostil  á  Mejía,  pres- 
cindió de  sus  operaciones  de  campaña;  y  Mejía  queriendo  au- 
xiliar al  general  Moctezuma,  que  era  el  jefe  de  la  revolución 
de  México,  obró  también  bajo  la  inspiración  del  patriotismo 
con  que  creyó  dar  aumento  á  las  fuerzas  de  dicho  general, 
que  no  pudo  recibir  este  refuerzo  proyectado,  por  haberse 
internado  con  su  división,  hasta  ocupar  la  capital  y  Estado 
de  San  Luis  Potosí,  en  los  términos  referidos  ya,  y  en  pro- 
vecho de  la  revolución. 


CAPÍTULO  XIV. 


<  onvocnloi  ia  para  5a  reunión  del  congreso  gciieral,  el  3  de  ngosto. 


En  principios  del  mes  de  agosto  del  mismo  año  de  1832, 
se  inició  otro  punto  importante  y  de  grave  trascendencia  en 
política,  consideradas  las  circunstancias  en  que  la  república 
se  hallaba.  Quiso  recurrirse  al  congreso  general,  en  sesiones 
extraordinarias.  El  gobierno  del  vicepresidente  sostenía  este 
paso,  y  aun  se  cree  que  prestó  todo  auxilio  para  obtener  el 


221 

resultado  de  la  reunión  de  las  cámaras,  hasta  llegar  á  inti- 
midar á  éstas  por  medio  de  la  prensa.  Se  recuerda  aún  la 
publicación  que  se  hizo  de  un  impreso,  el  día  19  de  julio,  en 
que,  asentándose  principios  disolventes,  se  incitaba  á  los  mi- 
litares á  que  se  hiciese  un  escarmiento  (así  decía  el  escrito) 
que  sirviera  de  espanto  alas  generaciones  futuras,  y  de  lec- 
ción saludable  á  las  asambleas.  Suscrito  por  varios  milita- 
res, se  circuló  por  toda  la  república,  y  por  supuesto  en  todas 
las  secretarías,  oficinas  y  corporaciones. 

Con  estos  antecedentes,  y  vencidas  muchas  dificultades 
y  contradicciones,  se  dio  la  convocatoria  para  el  día  3  del 
citado  agosto,  creyendo  que  por  este  medio,  y  con  pretextos 
honrosos,  se  podría  separar  del  gobierno  al  general  Busta- 
mante;  se  lograría  que  la  revolución  de  los  Estados,  y  puede 
decirse  ya  de  los  pueblos  y  de  las  personas,  cesase,  pues  que 
naturalmente  las  secretarías  del  despacho,  que  hasta  esta 
fecha  permanecían  todavía  vacantes,  se  llenarían,  y  ocupán- 
dolas nuevas  personas,  desaparecería  la  causa  de  la  revolu- 
ción; creían  por  último  legalizar  el  gobierno  con  el  nombra- 
miento de  un  presidente  sustituto.  El  cuerpo  legislativo  se 
reunió  en  efecto,  y  no  descouoció  que  su  convocatoria  y  reu- 
nión habían  sido  hechas  bajo  combinaciones  y  planes,  dirigi- 
dos á  los  objetos  indicados.  Quiso  el  congreso  dominar  la  si- 
tuación, y  se  figuró  que  restablecería  la  tranquilidad  pública, 
dando  las  dos  disposiciones  siguientes.  Primera:  que  se  fa- 
cultaba al  general  Bustamante  para  mandar  el  ejército;1  y 
segunda:  que  se  facultaba  al  ejecutivo  para  que  pudiese  ne- 
gociar un  nuevo  préstamo  de  dos  millones  de  pesos,  y  sellar 
quinientos  mil  en  moneda  de  cobre,  representando  un  valor 
nominal.  Una  y  otra  medida  habían  sido  con  anterioridad 
tomadas;  pero  sin  llevarlas  á  efecto  hasta  que  urgidos  por  la 
situación,  fué  preciso  volver  á  tocar  los  mismos  resortes,  priu- 

1   Decreto  de  7  de  agosto  de  1832. 


222 

cipal mente  cuajado  la  administración  había  llegado  al  extre- 
mo que  el  mismo  vicepresidente  explica  en  su  discurso  de 
apertura  de  las  sesiones  extraordinarias  diciendo  así: 

"  La  nave  del  Estado  se  halla  á  pique  de  fracasar:  las 
"  oscilaciones  irregulares  de  la  máquina  social,  hacen  temer 
"  la  disolución:  por  unas  partes  descuella  el  egoísmo  mássór- 
"  dido,  ataviado  con  los  nobles  arreos  del  santo  amor  á  la 
"  patria:  por  otras  pululan  los  sediciosos,  que  consumen  las 
"  horas  del  día  y  del  sueño,  en  meditar  ia  ruina  de  las  institu- 
"  ciones;  por  otras,  en  fin,  algunas  autoridades  respetables, 
"  degradando  su  carácter  y  abusando  de  las  leyes  tutelares, 
"  promueveu  la  anarquía  y  preparan  las  cadenas  ominosas 
"  de  un  despotismo  feroz,  exhibiendo  pésimos  ejemplos  de 
"  insubordinación,  y  fomentando  la  llama  devoradora  de  la 
"  guerra  civil.  Ocupados  los  principales  puertos  de  larepú- 
"  blica  por  facciosos,  las  reutas  generales  se  han  disminuido 
"  notablemente,  y  el  erario  carece  de  medios  suficientes  para 
"  cubrir  sus  urgentes  atenciones." 

No  obstante  lo  ocurrido,  seguían  desgraciadamente  los 
sucesos  sangrientos  de  la  guerra,  batiéndose  en  el  Estado  de 
Veracruz  las  fuerzas  militares,  dándose  ataques  hasta  dentro 
de  las  poblaciones,  y  ocupándose  á  la  bayoneta  los  pueblos, 
como  sucedió  en  Teziutlán.  Los  jefes  Rniz  y  Torres  que  acau- 
dillaban la  fuerza  de  dicho  pueblo,  se  internaron  en  la  sierra, 
y  el  coronel  Merino,  que  dirigió  el  movimiento  citado,  se  re- 
plegó á  Pero  te  sin  perseguirlos. 

Permanecía  el  general  Santa- Auna  ocupándose  de  la 
guarnición  y  defensa  de  la  plaza  de  Veracruz  y  Puente  Na- 
cional, concentrando  sus  fuerzas  en  Orizaba,  probablemente 
para  después  dirigir  sus  operaciones  sobre  Puebla.  El  gene- 
ral Fació  marchó  á  San  Andrés  Chalchicomula,  por  la  cañada 
de  Ixtapau,  porque  temió  un  movimiento  estratégico  en  su 
contra,  principalmente  cuando  advertía  que  las  tropas  pro- 
nunciadas crecíau  en  auxilios,  en  disciplina,  y  en  gente,  con 


223 

solo  el  transcurso  mismo  del  tiempo,  y  la  aceptación  que  do 
día  en  día  conquistaban  los  principios  de  la  revolución.  El 
general  Mejía,  que  como  hemos  visto,  emprendió  su  marcha 
al  puerto  de  Tampico,  llegó  á  Veracruz  con  sus  fuerzas,  y 
se  incorporó  á  las  tropas  acampadas  en  Orizaba,  reforzando 
por  consiguiente  la  división  del  general  Santa- Anua,  quien, 
con  su  actividad  conocida  y  con  el  prestigio  que  siempre  ha- 
bía tenido  en  Veracruz,  y  poniendo  en  acción  todos  sus  cono- 
cimientos, logró  regularizar  sus  tropas  y  disponerlas  á  obrar 
sobre  las  del  general  Fació  que  se  hallaba  situado  en  San 
Agustín  del  Palmar,  la  Trasquila,  cerro  de  Ohaltepecy  des- 
filaderos de  Ixtapan,  doude  lo  dejaremos,  para  seguir  el  or- 
den de  los  acontecimientos,  referentes  al  respectivo  período 
administrativo. 

Este,  por  lo  que  respecta  al  vicepresidente,  general  D. 
Anastasio  Bustamante,  terminó  realmente  el  día  14  de  agos- 
to de  1832,  porque  en  virtud  de  las  muy  difíciles  circunstan- 
cias, de  la  situación  en  que  dicho  jefe  se  halló,  le  fué  pre- 
ciso ponerse  á  la  cabeza  del  ejército,  convencido  ya  de  que 
la  causa  pública  exigía  diverso  giro  en  los  negocios,  y  un 
cambio  necesario  en  la  administración.  Por  esto,  sin  duda 
alguna,  le  fué  tan  fácilmente  concedida  la  licencia  para  el 
referido  mando,  festinándose  el  despacho  y  acuerdo  en  tér- 
minos de  expedirse  cou  tanta  prontitud  y  uniformidad,  que 
ni  aun  siquiera  precedieron  dictamen  y  discusión  para  ello. 
Salió,  pues,  á  campaña,  cesando  en  la  administración  esta- 
blecida por  el  plan  de  Jalapa,  que  tuvo  principio  en  23  de 
Diciembre  de  1829,  en  virtud  del  pronunciamiento  verifica- 
do por  la  guarnición  de  México  que  secundó  dicho  plan,  y 
creó,  después  de  haber  cesado  en  la  presidencia  interina  D. 
José  M?  de  Bocanegra,  la  provisional  compuesta  del  presi- 
dente de  la  suprema  corle  de  justicia  D.  Pedro  Vélez,  asocia- 
do del  general  D.  Luis  Quin tañar  y  D.  Lucas  Alamán,  nom- 
brados al  efecto  el  mismo  día  por  el  consejo  de  gobierno, 


224 

conforme  á  lo  dispuesto  en  el  artículo  97  de  la  constitución 
federal,  hasta  el  31  del  citado  diciembre,  en  que  como  queda 
ya  referido  entró  al  ejercicio  del  supremo  poder  ejecutivo  el 
general  D.  Anastasio  Bustamante  como  vicepresidente  de  la 
república,  con  arreglo  al  decreto  de  12  de  enero  del  mismo 
año,  habiendo  en  11  de  julio  prestado  el  correspondiente  ju- 
ramento y  comenzado  su  administración  en  1?  de  enero  de 
1830. 

En  este  tiempo,  como  hemos  visto  ya,  tuvo  efecto  la  cri- 
minal combinación  que  dirigió  el  ministro  de  la  guerra  1). 
Antonio  Fació,  de  acuerdo  con  el  oficial  marino  genovéa 
Francisco  Pical uga,  quien  de  un  modo  verdaderamente  pro- 
ditorio, condujo  en  el  bergantín  Colombo,  al  general  Guerrero 
hasta  el  puerto  de  Huatulco,  donde  ya  por  la  misma  com- 
binación esperaba  el  tenient®  coronel  D.  Miguel  González 
para  llevar  la  víctima  á  Oaxaca  y  verificar  el  sacrificio  del 
confiado  general,  que  según  con  extensión  hemos  referido 
fué  ejecutado  en  Cuilapa  la  mañana  del  14  de  febrero  de 
1831.  El  gobierno  mexicano  pagó  en  oro  cincuenta  mil  pesos 
á  Picaluga,  como  precio  de  su  traición. 

El  día  14  de  agosto  de  1832  dejó  la  presidencia  de  la  re- 
pública el  general  D.  Anastasio  Bustamante,  habiéndose  des- 
pachado en  su  tiempo  los  ministerios  del  modo  siguiente. 


225 

SEUIM  DI  ESTADO  I  DEL  DESPACHO  EN  ESTE  PEÍDO. 


KELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1830  enero    1?    D.Manuel  OrtizdelaTorre, 

O.  M.  E 11  enero  1830 

,,        „        12     D.  Lucas  Alamán 20  mayo  1832 

1832  mayo  21     D.  José  Mf  Ortiz  Monaste- 
rio, O.  M.  E 14  agosto     „ 


« 


JUSTICIA. 

1830  enero  1  ?    D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  E 7  enero  1830 

„  „       8     D.  José  Ignacio  Espinosa.  17  mayo  1832 

1832  mayo  18    D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  E 14  agosto     „ 


GUERRA  Y  MARINA. 


1830  enero  1?     D.  Francisco  Moctezuma..    13  enero  1830 

„         „        14     D.  Antonio  Fació ....   19      „       1832 

1832  enero  20     D.  José  Cacho,  O.  M.  E...  14  agosto    „ 


HACIENDA. 

1830  enero  1?     D.  Ildefonso  Maniau 7  enero  1830 

„        „  8     D.  Rafael  Mangi no 14  agosto  1832 

Tomo  II.— 2» 


227 


APÉNDICE  AL  TITULO  VIL 


Documento  Niím.  1. 


n<rlnnici*ii   «obre  el    pronunciamiento   del   ejército  n>  re»erT« 

en    jHlnpiii 


Se  declara  justo  el  pronunciamiento  del  ejército  de  reserva  en 
Jalapa,  el  4  del  último  diciembre,  secundado  por  la  guarnición  y  pue- 
blos de  varios  Estados,  y  en  esta  capital  el  23  del  referido  diciembre, 
pidiendo  el  restablecimiento  de  la  constitución  y  leyes. — José  Maniiel 
Moreno,  presidente  del  senado. — José  María  AJpuche  é  Infante,  presi- 
dente de  la  cámara  de  diputados. — Rafael  Delgado,  senador  scretario. 
— Manuel  Carvajal,  diputado  secretario. 

México,  14  de  enero  de  1830 — A  D.  Lucas  Alamán. 


228 


Documento  Núm.  2. 


Dictamen  de  la*  comisiones  unidas  de  gobernnciiín  r  punte*  conilitncie- 
nalc»,  presentado  en  la  sesión  del  din  14  de  enero. 


¿Tiene  la  nación  mexicana  un  derecho  incontestable  para  pro- 
veer á  su  conservación  y  prosperidad?  ¿Ha  señalado  ella  misma  el 
modo  con  que  quiere  sean  consultados  estos  dos  interesantes  obje- 
tos? ¿Sus  leyes  fundamentales  son  bastantes  á  cumplirlos?  De  6stas 
tres  cuestiones  partirán  las  comisiones  unidas  para  resolver  la  muy 
importante  que  hoy  ocupa  la  atención  de  la  augusta  cámara.  Los  de- 
rechos que  corresponden  á  siete  millones  de  habitantes,  son  la  suma 
total  de  los  que  pertenecen  á  todos  y  cada  uno  considerado  en  par- 
ticular. Las  comisiones  unidas,  no  solamente  desconocen,  pero  aun 
creen  verdaderamente  imposible  haya  en  todas  las  vastas  campiñas 
del  Anáhuac,  uno  solo,  quien  honrándose  con  el  título  de  mexicano 
no  esté  dispuesto  á  arrostrar  los  más  dolorosos  sacrificios  por  con- 
servar las  libertades  de  su  país  natal  y  cooperar  al  engrandecimiento 
de  él.  Los  mexicanos  de  1830  no  son  diversos  de  aquellos  que  en 
1821,  en  desigual  y  sangrienta  ludia,  consiguieron  romper  el  ominoso 
yugo  de  colonos  para  elevarse  al  rango  sublime  de  nación  libre  é 
independiente:  el  mismo  fuego  patrio  que  inflamó  sus  corazones  en 
aquella  época  gloriosa,  inextinguible,  arde  hoy  en  su  pecho,  y  nunca 
el  curso  dilatado  de  los  tiempos,  será  bastante  para  apagarlo.  A  la 
faz  del  mundo  se  ha  proclamado  para  siempre  libre  ó  independiente 
del  gobierno  español  y  de  cualquiera  otra  potencia.  Tan  solemne  y 
glorioso  juramento  sería  muy  fácil  fuese  desmentido  si  los  pueblos 
no  percibieran  utilidades  muy  grandes  y  palmarias,  rigiéndose  por 
sus  propias  leyes  y  creando  sus  funcionarios.  ¡No  les  basta  ser  in- 
dependientes, sino  que  á  más  quieren  gozar  porque  lo  son!  Si  la 
prosperidad  y  bienestar  nacional  se  ha  de  considerar  como  una  con 
secuencia,  es  tan  estrechamente  unida  con  aquel  antecedeute,  que 


229 

la  misma,  mano  que  derribase  ésta,  echará  también,  por  tierra  á  la 
primera:  ¡al  compás  que  crece  el  número  de  los  que  gozan,  se  au- 
menta también  el  de  los  brazos  que  defienden!  La  independencia  de 
las  naciones  corre  muy  grave  peligro,  cuando  los  jefes  supremos  en- 
cargados de  dirigirlas,  ó  reconcentrados  dentro  de  sí  mismos,  nunca 
vuelven  los  ojos  hacia  los  pueblos  que  les  han  dado  el  ser,  ó  desnu- 
dos de  aquellos  conocimientos  que  tanto  deben  brillar  en  sus  altas 
dignidades,  ignoran  el  arte  de  gobernar.  ¿En  qué  se  distingue  un 
gobernante  perverso  de  un  ignorante?  El  primero  con  estudio  se 
aparta  del  sendero  que  lo  debe  guiar,  y  el  segundo  no  sabe  ni  aun 
por  dónde  se  ha  de  conducir.  Yerra  aquel  por  voluntad,  y  el  según 
do  por  una  inevitable  necesidad.  ¡Triste  condición  de  los  pueblos, 
si  éstos  no  pudieran  mejorar  cuando  hubierau  tocado  extremos  tan 
funestos!  El  derecho  natural  de  conservación  los  llevará  á  buscar 
en  los  extraños,  auspicios  que  no  hallarán  en  sí  mismos.  Los  pue- 
blos mexicanos  temieron  por  su  conservación,  cuando  vieron  que  se 
formaba  de  cadáveres  la  escala  por  donde  se  ascendía  á  la  dignidad 
suprema,  y  llegaron  á  desesperar  de  su  dignidad  y  bienestar,  advir- 
tiendo que  los  primeros  pasos  dejaban  estampada  una  huella  de  crí- 
menes y  horrores.  ¿Pudiera  haberse  conservado  la  nación  sometida 
á  sufrir  repetidas  leyes  de  proscripción?  ¿Habría  prosperado  extin- 
guida la  confianza  pública,  asaltada  la  propiedad  y  perseguida  la  se- 
guridad individual?  ¿Tendrá  el  pueblo  mexicano  derecho  de  reco- 
brar estas  garantías? 

Que  la  nación  ha  establecido  el  modo  con  que  quiere  conservar- 
se y  prosperar,  está  probado  eon  el  pacto  sancionado  en  1824.  Este 
es  el  fin  de  las  constituciones  y  el  grande  objeto  que  los  pueblos  se 
proponen,  reuniéndose  en  sociedad  y  acordando  las  reglas  con  que 
se  quiere  gobernar.  El  sistema  de  gobierno  popular  federal,  consa- 
grado en  las  páginas  de  nuestro  código  fundamental,  fué  el  principio, 
solemnemente  establecido,  en  cuyo  derredor  quiso  la  nación  girasen 
todas  sus  autoridades,  armándolas  de  todo  el  poder  necesario  para  con- 
servar este  pacto,  base  en  que  debía  descansar  su  conservación  y  feli- 
cidad: ninguna  de  estas  dos  condiciones  tan  esenciales  y  que  carac- 
terizan á  un  buen  gobierno,  pudieron  escaparse  á  la  penetración  del 
congreso  constituyente,  cuando  resolviendo  el  punto  más  interesante, 
conocía  bien  iba  á  decidir  sobre  la  suerte  presente  y  futura  de  un 


230 

numeroso  pueblo.  Las  comisiones  unidas  nunca  tendrían  la  temeri- 
dad de  acusar  de  ligereza  á  la  augusta  asamblea  constituyente,  y 
menos  cuando  advierten  el  general  contento  en  que  rebosa  el  nume- 
roso pueblo,  viendo  restablecerse  el  orden  constitucional  que  había 
sido  interrumpido  muy  á  su  pesar. 

La  nación,  al  sancionar  su  pacto  federal,  consignó  las  reglas  á  que 
quiso  estuvieran  irrevocablemente  sujetos  sus  mandatarios;  reser- 
vándose á  sí  misma  pronunciar  el  fallo  definitivo,  tanto  sobre  las  ope- 
raciones de  éstos,  cuanta  sobre  la  aptitud  de  aquellas  para  llenar  los 
grandes  fines  que  se  propuso.  ¿Con  qué  autoridad  decidió  el  poder 
ejecutivo  en  puntos  cuya  resolución  estaba  reservada  á  todo  el  pue- 
blo mexicano?  ¿Ignoraba  por  ventura  que  no  era  dado  á  su  autoridad 
designar  las  condiciones  con  que  debía  mandar,  sino  que  respetuoso, 
debía  esperarlas  del  pueblo  que  le  cometía  el  poder?  La  nación,  desde 
aquel  momento,  reasumió  en  sí  toda  la  autoridad  que  babía  delegado, 
negándose  el  poder  á  cumplir  conformé  á  las  reglas  dadas,  las  altas 
atribuciones  que  eran  propias  de  su  dignidad.  La  independencia  no 
se  podía  conservar  sin  suspender  el  orden  constitucional.  Este  modo 
de  raciocinar,  en  concepto  de  las  comisiones,  no  prueba  otra  cosa, 
sino  que  las  naciones  para  ser  independientes,  han  de  prescindir  de 
los  derechos  del  hombre  libre,  ó  más  bien,  que  el  presidente  no  po- 
día conservar  la  independencia  sino  en  un  pueblo  de  esclavos.  ¿Pu- 
do inventarse  modo  de  juzgar  más  absurdo?  Si  los  juicios  son  el 
resultado  de  las  percepciones  y  modos  de  sentir  ¿se  podrá  estimar 
idóneo  para  í'egir  á  un  pueblo  libre,  quien  juzga  incompatible  la  li- 
bertad del  ciudadano  con  su  independencia?  En  cualquiera  clase  de 
empleo,  y  aun  en  los  oficios  domésticos,  por  los  hechos  se  juzga  de  la 
capacidad  de  los  hombres  para  desempeñarlos.  ¿Qué  juicio  se  for- 
maría de  aquel  general  que  siempre  fuera  vencido?  ¿  Cuál  la  de  aquel 
jurisconsulto  á  cuya  dirección  se  perdieran  todas  las  causas?  ¿Qué 
se  diría  de  aquel  juez  en  cuyo  tribunal  se  vejara  continuamente  la 
justicia?  ¿Por  qué  no  se  admiten  á  deponer  en  juicio  los  beodos, 
insensatos  y  negados?  La  loy  sabiamente  ha  previsto,  que  auu  cuan- 
do se  versen  los  intereses  de  un  solo  hombre,  no  se  deba  escuchar 
el  testimonio  de  aquel  que  está  privado  de  la  aptitud  necesaria  para 
combinar  la  serie  de  los  hechos,  y  considerarlos  bajo  su  verdadero 
punto  de  vista.  Eu  aquellos  gobiernos,  donde  es  hereditaria  la  suce- 


231 

sión  al  mando  supremo,  las  leyes  han  determinado  la  edad,  antes  de 
la  que  no  puede  el  heredero  encargarse  de  las  riendas  del  gobierno: 
¿en  qué  fundamentos  podrán  apoyarse  estas  resoluciones?  Suponen 
sin  duda  que  hasta  cierta  época  de  la  vida,  no  se  verifica  el  desarrollo 
total  de  las  fuerzas  indispensables  para  llevar  aquella  especie  de  car- 
gas que  son  consiguientes  en  los  que  gobiernan  las  naciones.  Esta 
fuerza,  sin  duda,  no  es  aquella  que  dimana  de  la  robustez  de  la  mus- 
culatura, sino  más  bien  una  fuerza  intelectual,  y  de  aquí  la  distin- 
ción de  aptitud  física  y  moral,  siendo  la  primera  destinada  á  los  ejer- 
cicios propios  del  cuerpo,  y  la  segunda  para  llenar  las  funciones  que 
exclusivamente  pertenecen  al  alma.  Nuestra  constitución  misma,  á 
cuya  norma  primitiva  se  deben  sujetar  todas  las  resoluciones  que  fue- 
ren secundarias,  ministra  razones  en  que  fundar  sólidamente,  que  en 
la  edad  buscó  el  desarrollo  necesario  de  la  fuerza  intelectual  para 
encargarse  de  la  magistratura  suprema,  argumento  que  se  corrobora 
mucho  más,  haciendo  notar,  que  á  proporción  que  se  haya  de  tener 
mayor  ingerencia  en  el  desempeño  de  las  obligaciones  anexas  al  su- 
premo funcionario,  se  requiere  una  edad  más  madura,  y  esta  es  siu 
duda  la  razón  que  se  tuvo  presente  para  pedir  en  el  senador  la  edad 
de  treinta  años  cumplidos  al  tiempo  de  su  elección,  y  en  el  presidente 
la  de  treinta  y  cinco,  considerándolo  como  el  foco  ó  el  punto  céntrico 
de  donde  debieran  partir  las  más  arduas  ó  difíciles  resoluciones. 

La  misma  constitución,  en  su  art.  75,  habla  de  imposibilidad  física 
ó  moral,  ó  lo  que  es  lo  mismo,  de  un  impedimento  que  afectando  in- 
mediatamente al  cuerpo,  lo  priva  de  las  funciones  que  le  son  pro- 
pias, y  de  otro,  que  residiendo  exclusivamente  en  el  alma,  le  quita 
aquella  aptitud  necesaria  para  distinguir  con  exactitud  y  precisión 
lus  ejes,  en  derredor  de  los  cuales  rueda  la  complicada  máquina  de 
bien  y  mal  político.  ¿Quióu  ha  dudado  nunca  ser  la  ignorancia  una 
enfermedad  exclusiva  del  alma,  que  le  impide  verificar  tales  ó  cua- 
les actos  de  que  nunca  se  ha  formado  idea?  ¿Quién  iguora  que  á  la 
falta  de  percepciones  es  consiguiente  la  de  juicios,  ó  que  éstos  se  vi 
cian  por  el  defecto  de  aquellas?  Sería  muy  extravagante  y  absoluta- 
mente ajeno  del  común  sentir,  si  las  comisiones  supusieran  que  la 
fuerza  corporal  ó  aptitud  física,  suponían  consigo  buena  disposición 
moral.  ¿Y  cómo  pudieran  exigirse  de  un  hombre  actos  que  exceden 
su  capacidad?  Al  niño  no  se  le  encomiendan  ejercicios  propios  de  un 


232 

joven  ;  á  éste  no  se  le  cometen  empeños  propios  de  la  edad  viril,  y  ésta 
no  se  encarga  délos  oficios  déla  vejez:  el  débil  no  emprende  las  obras 
propias  del  fuerte,  ni  se  encarga  el  ignorante  de  los  oficios  reserva- 
dos para  el  sabio.  Aquel  tiene  posibilidad  física,  éste  posee  facultad 
moral.  ¿El  C.  Vicente  Guerrero,  tiene>  esta  segunda  para  llenar  los 
deberes  del  alto  empleo  que  ocupaba?  Esta  es  la  cuestión,  en  cuya 
resolución  se  deben  aplicar  los  principios  que  antes  han  sentado  las 
comisiones. 

Sin  hacer  mérito  ni  llamar  á  la  memoria  los  primeros  pasos  de 
su  niñez;  sin  recordar  la  educación  de  su  juventud,  las  comisiones 
sólo  llamarán  la  atención  á  los  hechos  con  que  ha  marcado  su  admi- 
nistración en  el  espacio  de  ocho  meses  y  días  que  ha  regido  los  des- 
tinos nacionales.  ¿Son  ellos  el  argumento  de  una  buena  administra- 
ción? ¿Son  los  que  más  se  conforman  con  el  carácter  de  nuestras 
instituciones?  Fué  preciso  no  solamente  desmentirlas,  sino  anona- 
darlas desde  los  primeros  días  de  su  gobierno,  y  sepultarlas  muy 
poco  después  en  el  más  completo  olvido,  no  sabiendo  conducirse  sino 
libre  de  las  trabas  que  le  imponía  la  ley:  con  este  acto  verificó  que 
no  era  para  gobernar  conforme  á  las  reglas  establecidas.  ¿Qué  es- 
pecie de  imposibilidad  es  ésta?  ¿Reside  en  las  leyes  constituciona- 
les, ó  más  bien  en  el  poder  que  ha  de  v<-lar  sobre  su  cumplimiento? 
Si  la  imposibilidad  es  de  aquellas,  se  deben  derogar,  y  si  afecta  al 
segundo,  se  debe  remover.  La  nación  ha  dictado  sus  leyes  conforme 
á  las  que  quiere  sea  consultada  su  conservación  y  prospei'idad :  ella 
las  ha  juzgado  á  propósito,  y  quiere  que  sus  mandatarios  las  cumplan 
y  observen:  la  inobservancia  arguye  malicia  en  unos,  falta  de  apti- 
tud en  otros.  ¿En  qué  extremo  se  puede  colocar  al  Sr.  Guerrero  á 
vista  de  un  ejército  desorganizado,  de  un  erario  exhausto,  de  una 
administración  de  justicia  paralizada  é  interrumpida,  y  en  fin,  de  un 
vilipendio  tan  acabado  en  todo  el  orden  constitucional?  Las  comi- 
siones no  quieren  refutar  á  aquel  general  como  á  un  obstinado  de- 
lincuente, sino  más  bien  como  á  un  hombre  que  echó  sobre  sí  una 
carga  que  superaba  mucho  á  sus  fuerzas  naturales.  Consiguientes 
con  estos  principios  proponen  al  juicio  de  la  cámara  el  siguiente  ar- 
tículo: 

"El  ciudadano  general  Vicente  Guerrero  tiene  imposibilidad  mo- 
ral para  gobernar  la  república. 

"México,  enero  14  de  1830. — Francisco  Coronel. — Tomás  Vargas. 
— Isidro  Huarle. — Antonio  Pacheco  Leal. 


23Í 


Dictamen  de  In  comisión  de  In  cáuinrn  de  diputado!  «obre  el  ncnerdo  del 
•  finido,  relntiro  n  declnrnr  ni  gnu-ml  Guerrero  imposibilitado  "  mo- 
ralmeute"  para  "  gobernar"  la  república. 


Los  trabajos  de  esta  comisión  especial  han  correspondido  á  la 
delicadeza  del  negocio;  y  si  bien  pudiera  ilustrarlo  de  una  manera 
difusa,  no  cree  ni  conveniente  ni  necesario,  encargarse  menudamen- 
te de  reflexiones,  que  ellas  mismas  pudieran  confundir  la  cuestión, 
como  que  el  flujo  y  reflujo  de  los  partidos,  no  permite  se  vea  por  to- 
dos bajo  su  verdadero  punto  de  vista.  El  senado  se  acoge  á  una  im- 
posibilidad moral  por  parte  del  Sr.  general  D.  Vicente  Guerrero,  que 
otros  creen  tan  falsa  como  antipolítica  é  injuriosa  á  su  persona.  La 
comisión  no  deja  de  sentir  el  enorme  peso  de  esta  cuestión,  que  si 
á  la  vez  sería  delicada,  podría  ser  para  lo  sucesivo  un  ejemplo  funes- 
to de  que  debemos  huir.  La  ley,  no  hay  duda,  autoriza  al  congreso 
general,  y  lo  que  es  más  remarcable,  aun  al  consejo  de  gobierno  para 
esta  clase  de  deliberaciones;  pero  no  presentándose  la  imposibilidad 
moral  bajo  un  aspecto  notorio,  capaz  de  comprenderse  por  todos, 
¿qué  de  dificultades  no  ofrecería  la  calificación  del  grado  de  incapa- 
cidad, y  qué  lugar  no  se  daría  á  la  arbitrariedad  en  semejantes  ca- 
sos? Lejos,  pues,  de  la  comisión  el  ingerirse  en  un  punto  que  en 
efecto  refluiría  sobre  la  reputación  del  Sr.  Guerrero,  que  no  se  trata 
de  atacar. 

Ni  hay  necesidad,  dicen  otros,  de  ocurrir  á  este  medio  bochorno- 
so, cuando  se  presentan  otros  caminos  que  conducen  al  mismo  fin. 
Claro  es  para  ellos  el  que  fué  nula  la  elección  de  aquel  jefe,  como 
obra  exclusiva  de  la  horrorosa  escena  de  la  Acordada;  pero  también 
repara  la  comisión  en  los  inconvenientes  de  esta  medida  justa  para 
muchos;  pero  peligrosa  para  los  más.  Eran  consiguientes  mil  cues- 
tiones subalternas,  en  que  se  iba  á  provocar  la  exaltación  de  los  par- 
tidos, pensando  quizá  en  el  escollo  de  nuevas  elecciones,  origen  cier- 
to en  las  circunstancias,  de  una  anarquía  y  guerra  civil  desastrosa. 

Otros  recuerdan  el  que  en  todas  épocas,  en  toda  clase  de  papeles 
públicos,  por  toda  clase  de  gentes,  se  ha  sacado  el  elogio  del  héroe 
del  Sur,  del  mismo  carácter  moral  que  acompaña  á  sus  gloriosas 

Tomo  II. — 30 


234 

heridas;  y  en  efecto,  tal  enfermedad  habitual  despoja  á  este  hombre 
de  aquella  fuerza  indispensable  para  dedicarse  con  tesón  á  las  ar- 
duas y  penosas  tareas  del  supremo  gobierno.  El  mismo  ¡Sr.  Guerre- 
ro ha  representado  varias  veces  el  estado  decadente  de  su  salud,  y 
no  puede  menos  que  serle  incompatible  con  la  agitación  de  tan  alto 
destino,  y  hacerlo  como  acreedor  al  goce  de  reposo  á  que  lo  llama 
ya  la  constante  fatiga,  consiguiente  á  sus  antiguos  y  patrióticos  ser- 
vicios. 

Por  otra  parte,  no  faltan  hombres  pensadores,  que  dando  cierta 
clase  de  subdivisión  á  la  imposibilidad  moral,  comprendan  en  ésta 
el  caso  de  no  poderse  verificar  ó  continuar  un  acto  á  que  resiste  de 
un  modo  insuperable  la  conveniencia  pública.  Todas  las  naciones, 
dicen,  sean  regidas  bajo  el  sistema  monárquico,  federal  ó  cualquiera 
otro,  sea  despótico  ó  libre,  deben  tener  por  necesidad  su  razón  de 
Estado,  como  que  ésta  viene  á  ser  muchas  veces  un  triste,  pero  ne- 
cesario resultado,  de  acontecimientos,  que  no  es  dado  evitar  al  más 
sabio  legislador.  ¿Y  quién  duda  que  la  vuelta  del  Sr.  Guerrero  á  la 
silla  presidencial  está  á  la  vez  en  contradicción  con  el  bien  de  la  Re- 
pública? La  guerra  civil  sería  inevitable,  y  de  su  resultado  no  podría 
salir  garante  el  hombre  más  previsor.  La  comisión  no  fijará  cuál  de 
las  anteriores  razones  sea  la  más  atendible,  más  directa  ó  más  legal, 
para  apoyar  la  imposibilidad  que  sin  duda  tiene  aquel  jefe  para  to- 
mar las  riendas  del  gobierno;  pero  no  por  esto  deja  de  confesarla, 
aunque  no  conviene  en  que  la  moral  sea  la  que  deba  imputarse  al 
Sr.  Guerrero,  y  por  eso,  modificando  el  acuerdo  del  senado  en  cuanto 
á  esta  parte,  cree:  "que  debe  aprobarse  con  la  supresión  de  la  palabra 
moral; ■'  y  es  lo  que  la  comisión  somete  al  ilustrado  juicio  de  la  cá- 
mara.—  México,  2tí  de  enero  1830. —  Domínguez. —  Ortiz  de  León. — 
Landa. — Quintana  Roo. — Requena. 


Voto  particulnv  tlrl  Sr.  Qiiintnnit. 

He  suscrito  el  dictamen  de  la  comisión,  no  porque  lo  crea  ente- 
ramente á  cubierto  de  los  inconvenientes  que  necesariamente  debe 
producir  cualquiera  resolución  que  se  adopte  en  materia  tan  espi- 


235 

nosa  como  la  presente;  sino  porque  á  mi  entender,  en  la  difícil  y  en- 
marañada situación  de  las  cosas,  es  menos  peligroso  el  partido  que 
en  dicho  dictamen  se  propone,  que  el  que  con  notable  imprevisión 
y  ligereza  se  tomó  en  el  senado,  con  el  solo  objeto  de  salir  material- 
mente del  paso,  sin  calcular  la  trascendencia  de  las  resultas  que  se- 
mejante medida  debe  producir  para  lo  futuro.  La  puert  a  queda  abier- 
ta á  los  más  funestos  abusos,  si  á  un  hombre  que  notoriamente  se 
halla  en  el  uso  cabal  de  sus  sentidos,  se  le  declara  incapaz  de  ejer- 
cerlos, que  es  la  idea  natural  que  envuelve  el  acuerdo  del  senado, 
sólo  porque  carece  de  aquel  grado  de  ilustración  que  á  juicio  de  los 
calificadores  es  necesario  para  desempeñar  el  mando  de  la  república. 
Como  no  se  fija  ni  sea  posible  dar  la  exacta  medida  de  este  grado  de 
ilustración,  cada  uno  lo  entenderá  á  su  modo,  y  llegado  el  caso  de  que 
no  se  presente  otro  camino  para  salir  de  algún  atolladero,  el  texto 
del  senado  da  materia  á  copiosos  comentarios,  que  pueden  muy  bien 
alcanzar  á  los  mismos  fundadores  de  la  doctrina.  Por  incapacidad 
moral,  en  el  sentido  que  se  aplica  esta  calificación  al  general  D.  Vi- 
cente Guerrero,  no  se  ha  entendido  hasta  ahora  otra  cosa  en  el  mun- 
do, sino  aquel  estado  de  enajenación  total  de  la  razón,  que  priva  al 
hombre  aún  de  la  facultad  de  manejar  sus  propios  negocios;  y  en  los 
juicios  civiles,  en  que  sólo  se  trata  de  los  privados  intereses  de  los 
ciudadanos,  las  leyes  prescriben  á  los  tribunales  la  circunspección 
con  que  deben  proceder  en  tales  declaraciones,  alejando  cuanto  sea 
posible  el  influjo  del  interés  que  suele  mezclarse  en  estos  asuntos. 
Aun  cuando  la  notoriedad  del  hecho  deja  poco  ó  ningún  lugar  á  la 
duda,  se  hace  preceder  el  reconocimiento  de  facultativos,  y  jamás  se 
da  por  loco,  mentecato  ó  desmemoriado  á  un  hombre,  sólo  porque  no 
tenga  un  gran  talento  para  conducirse  en  la  sociedad.  La  mayor  ó 
menor  extensión  de  capacidad  en  los  hombres,  se  ha  dejado  hasta 
ahora  al  juicio  y  discreción  de  cada  uno,  y  no  se  ha  sujetado  á  reglas, 
porque  está  fuera  de  la  naturaleza  de  las  cosas. 

Pero  no  hay  otro  arbitrio,  se  dice,  para  consolidar  el  orden  actual 
de  cosas  y  sacar  al  gobierno  de  la  falsa  posición  en  que  se  halla.  Es- 
te, en  mi  concepto,  es  un  error,  que  dimana,  como  otros  muchos  de 
nuestra  inexperiencia  en  el  manejo  de  los  negocios  públicos.  El  po- 
lítico sagaz  á  toda  prueba,  va  derecho  á  su  objeto,  procurando  sofo- 
car las  pasiones  que  pudieran  embarazai'lo  en  su  marcha :  si  es  ne- 


236 

eesario,  transige  con  ellas,  las  contenta  hasta  cierto  punto,  cede  en 
todo  lo  que  no  le  perjudica,  y  se  guarda  muy  bien  de  suscitarse  obs- 
táculos voluntarios  que  pudieran  retardar  ó  impedir  la  consecución 
de  sus  fines.  Nosotros,  al  contrario,  en  los  asuntos  que  piden  más 
tino  y  discreción,  empezamos  siempre  irritando  las  pasiones,  alar- 
mándolas contra  las  medidas  más  saludables,  multiplicando  las  difi- 
cultades y  dando  un  aspecto  tan  odioso  á  las  mejores  providencias, 
que  más  que  producir  el  bien,  parece  que  solo  tratamos  de  satisfa- 
cer sentimientos  particulares  ó  saciar  deseos  de  venganza. 

¿De  qué  se  trata  en  la  presente  cuestión?  De  adoptar  una  medi- 
da que  .sirva  como  de  título  á  la  legitimidad  del  actual  gobierno,  ce- 
rraudo  para  siempre  al  general  Guerrero  la  vuelta  á  la  presidencia 
de  la  república.  Declarar  la  nulidad  de  su  nombramiento,  sería  ex- 
ponerse á  la  peligrosa  consecuencia  de  igual  defecto  en  el  que  se 
hizo  de  su  segundo:  nuevas  elecciones  serían  ahora  muy  aventura- 
das, y  tal  vez  contrarias  á  los  fines  délos  interesados.  Pues  cerran- 
do los  ojos  á  todos  los  acontecimientos  futuros,  salgamos  de  la  pre- 
sente dificultad,  declarando  que  Guerrero  está  loco:  que  aunque  fué 
buena  su  elección,  en  el  tiempo  de  su  mando  le  sobrevino  incapaci- 
dad-moral, y  que  con  tal  que  no  vuelva  á  pensar  en  la  silla,  lo  dis- 
pensamos de  la  residencia  en  San  Hipólito.  Esto,  más  que  discurrir 
en  política,  es  mostrar  toda  la  frivolidad  del  espíritu  de  partido,  que 
sacrifica  al  vano  placer  de  inventar  pueriles  artificios,  la  esencia  de 
las  cosas  y  la  seguridad  de  los  resultados. 

La  revolución  que  privó  del  mando  al  general  Guerrero,  se  opo- 
ne con  toda  su  fuerza  á  que  vuelva  á  él :  la  buena  administración  del 
Estado  pedía  una  mudanza,  que  se  verificó  con  todos  los  síntomas  de 
estar  apoyada  en  la  opinión  general.  Aquí  está  el  término  del  cual 
no  debe  pasarse,  si  se  quiere  sacar  todo  el  provecho  posible  de  tan 
favorable  estado  de  cosas.  Esas  declaraciones  que  se  hacen  después 
de  las  revoluciones,  como  dudando  de  su  estabilidad  y  permanencia, 
producen  por  lo  general  muy  malos  resultados,  porque  abren  campo 
á  disputas  interminables,  que  deben  evitarse  en  las  resoluciones  de 
una  autoridad,  de  cuyos  juicios  no  se  admite  apelación,  y  por  esto 
la  razón  ha  sancionado  la  práctica  de  que  los  tribunales  superiores 
no  funden  sus  sentencias. 

Si  la  situación,  pues,  de  la  república  pide,  como  yo  lo  creo,  que 


237 

continúe  el  vicepresidente  en  el  mando,  hasta  que  llegue  el  período 
de  las  nuevas  elecciones,  ó  hasta  que  Dios  fuere  servido,  la  prudencia 
dicta  limitarse  á  declarar!  >  así,  más  bien  que  alarmar  con  un  decre- 
to que  deja  en  falso  la  posición  de  todos  los  que  entren  á  mandar  en 
lo  sucesivo,  y  que  ofendiendo  en  lo  más  vivo  de  su  honor  á  un  hom- 
bre que  puede  hacer  mucho  daño,  se  le  obliga  en  cierto  modo  á  po- 
nerse en  actitud  hostil  contra  el  actual  orden  de  cosas,  cuando  con 
más  prudencia  y  miramiento  sería  fácil  convertirlo  en  uno  de  sus  más 
firmes  apoyos,  interesando  su  misma  gloria  en  su  separación  del  man  - 
do,  á  que  no  dudo  se  prestaría  por  un  principio  de  patriotismo,  de 
que  ha  dado  tan  relevantes  pruebas;  y  con  esto  está  conseguido  el 
objeto  sin  estrépito,  sin  escándalo  y  sin  ninguno  de  los  inconvenien- 
tes que  precisa  el  acuerdo  del  senado. 

Con  estas  explicaciones  que  he  creído  de  mi  deber  exponer  á  la 
consideración  de  la  cámara,  apruebo  el  dictamen  de  la  comisión.  Ene- 
ro 25  de  1830. — Quintana  Roo. 


Dlacarso  del  senador  I>.  Joié  Fariorn. 

A  dos  puntos  pienso  reducir  mis  observaciones  sobre  la  importan- 
te cuestión  de  que  hoy  se  ocupa  la  augusta  cámara. — Primero.  ¿Com- 
pete á  la  cámara  de  senadores  la  calificación  de  aptitud  ó  insuficiencia 
del  general  D.  Vicente  Guerrero  para  gobernar  la  república? — Se- 
gundo. Aun  suponiendo  que  le  corresponda  este  derecho,  ¿podrá  pro- 
nunciar dicho  fallo  por  solo  lo  hasta  aquí  practicado? — He  aquí,  señor, 
dos  problemas  que  trato  de  analizar,  para  que  aun  cuando  mis  razones 
no  convenzan  ó  no  merezcan  apoyo,  por  lo  menos  servirán  de  funda- 
mento al  voto  que  he  de  emitir,  y  que  siempre  será  negativo,  á  no 
ser  que  se  aleguen  otros  principios  á  más  de  los  expuestos  hasta  aquí, 
ó  mejor  diré,  si  no  se  retracta  la  inducción  que  se  hace  de  ellos. 

Entro  en  materia.  Cuando  en  Io  de  septiembre  del  año  de  1828, 
se  hacían  las  elecciones  de  los  candidatos  que  habían  de  ocupar  la 
silla  presidencial  de  la  república,  yo  era  uno  de  los  miembros  que 
componían  la  legislatura  de  Chiapas :  en  dicho  tiempo,  por  aquella  vez, 
y  hallándome  en  aquel  puesto,  me  creí  con  bastante  poder,  y  asimis- 


238 

mo  facultado  por  el  artículo  79  de  la  constitución  federal,  para  ca- 
lificar á  los  eligendos  y  graduar  la  aptitud  y  demás  circunstancias  que 
se  requieren  para  el  fungimiento  en  tan  alta  dignidad.  A  virtud  de 
ello  fué  que  di  mi  voto  por  los  generales  D.  Manuel  Gómez  Pedraza 
y  D.  Melchor  Múzquiz,  y  no  quise  hacerlo  en  la  persona  de  I).  Vi- 
cente Guerrero;  pero  ahora,  señor,  que  ya  ha  transcurrido  más  de  un 
año,  y  que  no  pertenezco  á  la  legislatura  de  un  Estado,  sino  que  lo 
represento  en  la  cámara  de  senadores  del  congreso  de  la  unión,  mis 
deberes  son  muy  distintos,  y  no  puedo  ingerirme  en  una  declaración, 
que  á  mi  entender  sólo  corresponde  en  su  vez  á  los  congresos  de  los 
Estados  y  á  la  cámara  nacional  de  diputados. 

Dice  el  artículo  81  de  la  constitución:  "El  día  6  de  enero  próxi- 
mo se  abrirán  y  leerán  en  presencia  de  las  cámaras  reunidas  los  tes- 
timonios de  que  habla  el  artículo  anterior,  si  se  hubieren  recibido  los 
de  las  tres  cuartas  partes  de  las  legislaturas  de  los  Estados."  El  82  : 
"Concluida  la  lectura  de  los  testimonios,  se  retirarán  los  senadores 
(llamo  aquí  la  atención)  y  una  comisión  nombrada  por  la  cámara  de 
diputados,  y  compuesta  de  uno  por  cada  Estado  de  los  que  tengan  re- 
presentantes presentes,  los  revisará  y  dará  cuenta  con  su  resultado. 
Se  retirarán  los  senadores,  dice  la  ley  constitucional,  para  que  en 
seguida  por  los  diputados  se  proceda  á  calificar  las  elecciones,  y  á  la 
enumeración  délos  votos."  Quiere  decir,  que  aun  en  tiempo  señalado 
para  dicho  acto,  no  solo  no  permite,  sino  que  prohibe  nuestra  inter- 
vención, pues  que  nos  manda  separar,  y  no  tomar  conocimiento. 

Pero  leamos,  señor,  el  artículo  84:  "El  que  reuuiere  la  mayoría 
absoluta  de  votos  de  las  legislaturas,  será  el  presidente."  Su  texto  es 
preventorio,  y  no  nos  deja  arbitrio:  por  manera,  que  si  el  capitán  San- 
tamaría (ese  fatuo  que  anda  por  las  calles)  hubiese  reunido  mayoría 
absoluta  de  votos  de  las  legislaturas,  y  la  cámara  de  diputados  uo  lo 
hubiera  reputado  inepto  (mal  que  nos  pesara)  él  debía  ser  nuestro 
presidente.  Mas  ya  oigo  que  se  me  vaá  impugnar  diciendo:  ¿Y  có' 
mo  los  mexicanos  habíamos  de  sufrir  ser  regidos  por  un  enajenado 
y  ente  nulo?  Yo  contestaré  í-azonando  en  esta  parte,  de  conformidad 
con  las  comisiones  que  han  dictaminado:  si  el  defecto  es  de  la  ley,  de- 
rogarla. Así,  pues,  según  la  calificación  de  nueve  legislaturas  y  de  la 
cámara  actual  de  diputados,  Guerrero  es  suficiente  y  tiene  aptitud  pa- 
ra gobernar:  en  consecuencia,  no  podemos  contrariar  aquel  concepto. 


239 

si  no  es  barrenando  la  constitución.  Ni  se  diga  que  nos  hallamos  en 
el  caso  del  artículo  99,  porque  el  impedimento  que  se  cuestiona,  no 
es  un  accidente  que  haya  sobrevenido  á  Guerrero  después  de  su  elec- 
ción: lejos  de  eso,  algo  ha  de  haber  adelantado  en  la  ciencia  de  go- 
bierno, con  ocho  meses  de  administración;  y  según  las  comisiones 
discurren,  la  ineptitud  la  deducen  por  los  extravíos,  y  ya  se  sabe  que 
cualquier  desvío  de  la  ley,  por  parte  de  un  gobernante,  es  un  delito : 
juzgúese,  pues,  por  este  aspecto. 

Pasemos  ahora  al  segundo  punto.  Supongo  al  senado  en  este  mo- 
mento con  autorización  para  fallar  la  sentencia  que  despoje  al  general 
Guerrero  de  la  silla  que  ocupó  ocho  meses,  y  que  además  lo  privará 
del  derecho  de  optar  á  ella.  ¿  A.  dónde  está  el  expediente  que  se  ha 
formado,  aunque  no  sea  para  más  que  justificar  nuestro  procedimien- 
to"? Yo  no  veo  otra  cosa  sobre  la  mesa,  sino  una  larga  exposición  de 
las  comisiones  unidas  de  puntos  constitucionales  y  gobernación,  cu- 
yo discurso  acicalado,  si  bien  le  decoran  frases  sublimes  y  otras  no- 
ciones de  política,  en  la  sustancia  carece  de  pruebas  y  principios 
alusivos.  ¿  Pues  qué,  será  bastante  la  pública  voz  y  fama  que  procla- 
ma los  extravíos  del  gobierno  de  Guerrero,  á  quien  unos  reputan 
simple  y  otros  en  extremo  malicioso?  ¿Podremos  aplicar  una  pena 
sin  conocimiento  legal  de  los  hechos?  ¿Y  así  se  procede  cuando  se 
decanta  el  restablecimiento  de  las  leyes?  ¡  Alto,  señor!  ¡  Circunspec- 
ción !  No  vaya  á  ser  que  este  hecho  precipitado  ennegrezca  la  repu- 
tación que  justamente  ha  merecido  el  senado  mexicano  de  1830.  Pro- 
cédase  á  f orinar  el  proceso,  aunque  sea  en  papel  de  sobrescritos, 
óigase  al  acusado,  y  de  sus  contestaciones  resultará:  ó  bien  un  hom- 
bre que  echó  sobre  sí  una  carga  que  superaba  mucho  á  sus  fuerzas 
naturales,  y  entonces  lo  perdonaremos;  ó  tal  vez  aparecerá  ser  un 
obstinado  delincuente;  y  en  este  caso,  á  pesar  de  la  indulgencia  de  las 
comisiones  unidas,  yo  pediré  su  escarmiento,  aunque  no  sea  más  que 
para  ejemplo  de  los  que  le  sucedan.  Mientras  no  se  practique  lo  in- 
dicado, suspendo  mi  juicio. 

Vayan  otras  reflexiones.  ¿Con  qué  carácter  deberá  considerarse 
la  declaratoria  de  que  se  trata?  ¿Será  con  el  de  ley  ó  de  sentencia? 
¿Qué  me  responden  á  esto  las  comisiones  unidas?  Yo  creo  que  la  de 
gobernación  por  lo  menos,  y  si  es  consecuente  con  su  opinión,  recor- 
dará lo  que  dictaminó  con  fecha  6  de  marzo  último  sobre  igual  acae- 


240 

cimiento  con  el  gobernador  de  occidente.  Entonces  nos  consultó  que 
la  resolucióu  de  aquel  congreso  impropiamente  se  llamaba  decreto, 
pues  que  de  suyo  y  por  la  naturaleza  del  asunto,  era  una  pena  parti- 
cular que  sólo  podría  imponerla  el  poder  judiciario.  Así  fué,  que  en 
9  del  mismo  mes  se  sancionó  lo  siguiente:  "El  decreto  número  97 
de  20  de  diciembre  de  1828,  expedido  por  la  honorable  legislatura 
del  Estado  de  Occidente,  declarando  á  L>.  Francisco  Iriarte  inhábil 
para  los  empleos  de  gobernador  y  vicegobernador,  es  contrario  al 
artículo  157  de  la  constitución  federal."  El  caso  que  hoy  se  versa  es 
idéntico,  y  las  bases  de  división  de  poderes,  debe  regir  no  solo  en  los 
Estados  sino  estrictamente  en  toda  la  federación. 

Se  ha  dicho  por  un  señor  senador  que  no  conviene  esperar  las 
formalidades  de  un  juicio,  y  que  debo  elegirse  el  camino  más  corto, 
pues  que  las  circunstancias  así  lo  requieren.  Ese  ya  es  otro  cantar- 
y  pues  si  las  circunstancias  lo  requieren,  transeat.  La  ley  se  dará,  y 
entonces  protesto  que  la  respetaré  de  buena  voluntad,  y  haré  que  se 
cumpla;  y  puedo  asegurar  que  el  mismo  Guerrero,  aunque  sea  mor- 
diendo el  ajo,  como  suele  decirse,  la  obedecerá  sumiso. 


Discurso  cundo  por  «1  diputndo  D.   *  nnstnaio  Zerecero, 

Señor: — Una  revolución  se  ha  consumado,  y  el  éxito  legitima 
todas  bis  revoluciones.  El  día  4  de  diciembre  de  1829,  una  parte  del 
ejército  de  la  república,  que  formaba  el  de  reserva  destinado  á  repe- 
ler á  los  españoles,  se  pronunció  en  Jalapa  por  un  plan  en  que  se 
proclamaba  la  federación,  y  se  pedían  reformas  de  la  constitución 
federal  vigente  y  de  la  administración,  en  la  que  se  creía  notar  abu- 
sos. El  pronunciamiento  fué  luego  secundado  por  algunas  tropas  per- 
manentes y  activas,  y  aun  por  la  milicia  nacional  de  algún  Estado: 
la  legislatura  de  un  Estado  se  pronunció  también,  y  el  fuego  revo- 
lucionario se  propagó  como  la  electricidad.  En  tan  críticas  circuns- 
tancias se  creyó  que  sólo  el  ilustre  general  Guerrero,  presidente  de 
la  república,  podría,  poniéndose  ala  cabeza  de  uua  división,  sofocarla 
revolución  con  el  prestigio  de  su  nombre.  Auimado  de  estas  ideas  el 
general  Guerrero,  abandona  sus  comodidades  en  la  capital,  abando- 


241 

na  sus  comodidades  en  la  capital,  abandona  su  casa  y  familia,  y  des- 
ciende de  la  silla  presidencial  para  volver  á  ocupar  un  lugar  en  las  fi- 
las, Marcha  con  efecto  al  frente  de  una  divisióu  que  se  aumentaba 
todos  los  días,  y  que  él  esperaba  presentar  bajo  un  pie  muy  respeta 
ble  al  frente  de  los  pronunciados,  para  ver  si  podía  reducirlos  al  orden 
por  los  medios  de  la  persuasión  y  la  prudencia,  sin  disparar  si  fueso 
posible  un  solo  tiro.  Tales  eran  sus  intenciones,  y  así  lo  manifestó 
más  de  una  vez  en  los  pueblos  por  donde  pasaba.  Pero  mientras  él 
marchaba  con  dirección  al  Estado  de  Puebla,  se  pronuncia  la  guarni- 
ción de  esta  capital  en  la  noche  del  día  23  de  diciembre:  el  gobierno  que 
existía  es  atacado  en  el  mismo  palacio,  y  al  fin  se  ve  obligado  á  sucumbir. 

La  revolución  tomó  entonces  un  aspecto  que  antes  no  tenía.  Los 
pronunciados  en  Jalapa  y  los  que  los  habían  secundado,  sólo  habla- 
ban de  constitución  y  reformas:  los  pronunciados  de  México  tocaron 
la  cuestión  sobre  ser  ó  no  constitucional  la  elección  del  general  Gue- 
rrero para  presidente  de  la  república.  Se  le  notician  oficialmente  los 
acontecimientos  de  la  capital,  y  él  reúne  entonces  la  oficialidad  de 
su  divisióu,  para  mauif estar:  que  aunque  contaba  con  aquella  divi- 
sión, y  además  con  el  auxilio  de  los  pueblos,  y  recursos  abundantí- 
simos que  le  hacían  esperar  con  mucha  probabilidad  un  feliz  resul- 
tado si  llegaba  á  ponerse  al  frente  de  las  tropas  del  Sr.  Bustamante, 
que  ya  estaban  muy  inmediatas,  no  quería  de  ninguna  manera  sostener 
ya  con  las  armas  una  cuestión  en  que  se  le  creía  interesado  personalmente, 
ni  que  la  posteridad  pudiese  decir  que  se  había  derramado  una  sola 
gota  de  sangre  mexicana  por  sostener  las  pretensiones  personales 
del  C.  Vicente  Guerrero. 

Tan  generoso  desprendimiento,  si  bien  cubrirá  de  eterna  gloria 
al  héroe  del  Sur,  fué  un  motivo  para  que  los  sostenedores  de  su  cau- 
sa no  se  creyeran  más  obligados  á  defenderla  que  lo  estaba  él  mis- 
mo; y  el  general  Santa- Auna,  que  al  frente  de  una  reunión  de  tro- 
pas, era  el  apoyo  de  más  esperanza  de  una  contrarevolución,  cedió 
de  su  intento  y  disolvió  las  tropas  que  había  reunido;  y  cediendo  á 
las  circunstancias,  reconoció  el  nuevo  orden  de  cosas.  Posteriormen- 
te se  han  ido  pronunciando  aun  los  que  estaban  decididos  á  no  ha- 
cerlo, y  la  revolución  se  ha  generalizado  completamente. 

¿Que  podrá  hacer  el  congreso  de  la  unión  en  tales  circunstancias? 
¿Se  pretenderá  contrariar  la  revolución,  sin  elementos  para  ello  y  sin 

Tomo  11—31. 


242 

esperanzas  de  éxito?  Esto  sólo  serviría  para  que  perdiera  su  fuerza 
moral;  y  los  congresos  cuando  una  vez  la  han  perdido,  sólo  son  ya 
una  reunión  numérica  de  hombres,  fácil  de  atacarse  por  un  número 
un  poco  mayor.  Si,  pues,  no  podemos  resistir  ya  al  torrente  de  la  re- 
volución, póngase  el  congreso  al  frente  de  ella:  tome  la  dirección,  y 
vea  que  hasta  ahora  no  ha  producido  los  males  que  se  podían  temer: 
evitemos  que  los  produzca  en  lo  sucesivo.  Los  pronunciados  defie- 
ren en  el  congreso  la  decisión  de  sus  pretensiones:  el  general  Guerre- 
ro apela  á  su  fallo:  la  nación  toda  tiene  fija  su  atención  en  el  congre- 
so. ¡Satisfaga  el  congreso  á  la  expectación  nacional.  Las  revolucio 
nes  degeneran  de  sus  principios,  y  la  revolución  actual  va  degene- 
rando como  todas.  En  Jalapa  sólo  se  hablaba  de  constitución  y  layes  : 
en  México  se  avanzó  á  proclamar  la  inconstitucionalidad  de  la  elec- 
ción del  Sr.  Guerrero;  la  división  que  éste  mandaba  cuando  se  pro- 
nunció en  Ayacapixtla  se  adelantó  á  reconocer  el  poder  ejecutivo  es- 
tablecido en  México  en  23  de  diciembre.  En  Querétaro  se  avanzaron 
los  pronunciados  á  deponer  las  autoridades  constitucionales  de  aquel 
Estado.  Todo  manifiesta  que  arrebatándose  unos  á  otros  la  dirección 
de  la  revolución,  van  variando  poco  á  poco  su  curso,  y  que  al  abrigo 
del  plan  de  Jalapa  cada  uuo  ha  pretendido  lograr  sus  miras  persona- 
les y  satisfacer  sus  particulares  resentimientos,  y  como  no  es  fácil 
conciliar  los  intereses  personales  de  todos,  el  choque  de  ellos  debe 
producir  la  más  horrorosa  anarquía,  que  sólo  puede  evitar  el  augusto 
congreso  de  la  unión,  tomando  la  dirección  de  la  revolución  para  re- 
gularizarla. 

Los  pronunciados  de  Jalapa  proclamaron  constitución  y  reformas ; 
se  temió  que  ocultasen  otras  miras;  y  por  acuerdo  de  esta  cámara  so 
pidió  que  el  gobierno  informara  sobre  el  verdadero  objeto  del  plan: 
el  gobierno,  á  cuya  cabeza  se  halla  el  Sr.  Bustamante,  ha  repetido 
que  no  se  pretende  más  que  sostener  el  sistema  federal  con  las  refor- 
mas que  se  creen  convenientes.  Si  se  quiere  engañar  con  esto  á  la 
nación,  la  nación  sabrá  vengarse:  el  congreso  debe  creerlos  de  bue- 
na fe;  y  pues  que  ellos  proclaman  federación,  y  estos  son  nuestros 
principios,  proclamemos  todos  federación;  juremos  de  nuevo  la  ob- 
servancia del  pacto  federal,  y  sea  este  juramento  en  señal  de  nuestra 
reconciliación  y  nuestra  alianza:  olvidemos  mutuamente  nuestros 
errores:  démonos  un  abrazo  de  fraternidad,  y  unidos  todos  procure- 


243 

mos  el  bien  y  sólida  felicidad  de  la  nación.  He  aquí  los  objetos  que 
abrazan  las  proposiciones  que  tengo  el  honor  de  presentar  á  la  cáma- 
ra, y  que  someto  á  su  deliberación. 

1*  Se  aprueba  el  plan  por  el  que  se  pronunció  en  Jalapa,  el  ejér- 
cito de  reserva,  el  día  4  de  diciembre  de  1§29,  según  el  tenor  literal  de 
sus  artículos. 

2*  En  consecuencia,  conforme  á  los  artículos  Io,  2?  y  3?  del  mis- 
mo plan,  se  sostendrá  y  conservará  á  toda  costa  la  forma  de  gobier- 
no representativo  popular  federal,  adoptada  por  la  nación,  guardán- 
dose escrupulosamente  la  constitución  sancionada  en  4  de  octubre 
de  1824. 

3*  Las  legislaturas  de  los  Estados  se  ocuparán  inmediatamente 
de  iniciar  las  reformas  que  estimen  convenientes  en  la  constitución 
federal,  reuniéndose  al  efecto  las  que  no  estuviesen  reunidas.  El  eje- 
cutivo hará  también  en  la  administración  las  reformas  que  estime 
convenientes,  iniciando  las  leyes  ó  decretos  que  al  efecto  necesitare, 
y  excitará  á  los  sabios  para  que  escriban  sobre  reformas  constitucio- 
nales. 

4a  En  todos  los  Estados,  distritos  y  territorios  se  volverá  á  jurar 
solemnemente  la  observancia  de  la  constitución  federal  del  año  de 
1824. 

5a  El  ejecutivo  de  la  unión  reglamentará  la  solemnidad  del  jura- 
mento por  lo  respectivo  al  distrito  y  territorios.  En  los  Estados  la 
reglamentarán  los  gobernadores.  El  ejército  prestará  también  el  mis- 
mo solemne  juramento  haciéndolo  cada  cuerpo  al  frente  de  sus  ban- 
deras ó  estandartes. 

6a  Ninguno  será  molestado  ni  perjudicado  por  las  opiniones  po- 
líticas que  hubiere  manifestado  de  palabra,  por  escrito  ó  por  hechos 
hasta  la  publicación  de  esta  ley. 


244 


Documento   Núm.    3 


Eíínrto  de  Sau  JLtji»  VotouS. 

El  gobernador  del  Estado  á  sus  habitantes,  sabed:  que  el  hono- 
rable congreso  constitucional  se  ha  servido  decretar  lo  siguiente: 

El  congreso  constitucional  segundo  del  Estado,  se  ha  servido  de- 
cretar lo  siguiente: 

Art.  1?  En  el  caso  que  las  instituciones  federales  sean  atacadas, 
los  Estados  de  San  Luis  Potosí  y  Guanajuato  procederán  unidos  á 
su  sostenimiento  y  conservación. 

Art.  2?  Ambos  no  reconocerán  otras  reformas  en  la  constitución, 
que  las  que  se  hagan  en  la  forma  y  modo  que  ella  previene. 

Art.  3?  Por  las  legislatm*as  de  San  Luis  y  Guanajuato  se  excita- 
rá á  las  de  los  otros  Estados,  remitiéndose  copia  de  los  antecedentes 
artículos,  suplicando  se  adhieran  á  ellos. 

Lo  tendrá  entendido  el  poder  ejecutivo  del  Estado,  y  lo  hará  pu- 
blicar, circular,  cumplir  y  obedecer.  San  Luis  Potosí,  enero  13  de 
1830. — José  Antonio  Gutiérrez,  presidente. — Mariano  de  Borja,  dipu- 
tado secretario. — Domingo  Alday,  diputado  secretario. 

Por  tanto,  ordeno  se  cumpla  y  ejecute  el  pi'esente  decreto,  y  que 
todas  las  autoridades  lo  hagan  cumplir  y  guardar,  y  al  efecto  se  im- 
prima, publique  y  circule  á  quienes  corresponda. 


245 


Documento  Niim.  4. 


I'lau  de  Codallos. 

El  jefe  y  oficiales  que  suscriben,  vieudo  que  algunos  militares,  ba- 
jo el  pretexto  de  constitución,  leyes  y  opinión  pública,  se  han  conver- 
tido con  impunidad  en  atentadores  contra  la  soberanía  de  los  Estados, 
declarando  ilegitimidad  en  sus  honorables  legislaturas  y  gobernado- 
res, sin  otra  facultad  que  la  ministrada  por  las  bayonetas;  palpando 
la  felonía  con  que  se  ha  sorprendido  la  buena  fe  de  los  pueblos,  que 
celosos  del  pacto  nacional  celebrado  en  824  fueron  engañados  con 
el  plau  de  Jalapa,  que  les  parecía  garantizaba  dicho  pacto;  pero  ha- 
biendo sido  desenvuelto,  han  conocido  que  cuando  sus  autores  no 
pueden  llegar  al  fin  que  se  propusieron,  bajo  los  auspicios  de  la  cons, 
titución  y  leyes,  al  tiempo  de  proclamarlas  se  ultrajan  estas  mismas- 
apelándose  á  la  opinión  pública  y  erigiéndose  por  sí  en  sus  regula- 
dores; siendo  constante  que  cualquiera  atrevido  en  logrando  sedu- 
cir algunas  tropas  aconstumbradas  á  la  sublevación,  ó  á  la  parte  del 
pueblo  incauto  y  afecto  á  las  innovaciones  que  tal  vez  ni  entiende,  se 
sobrepone  á  las  autoridades  despojándolas  de  sus  destinos,  obser- 
vando igualmente  que  ninguna  medida  enérgica  se  toma  para  con- 
servar la  integridad  de  la  federación,  acometida  en  las  interesantes 
Californias,  en  los  fértiles  terrenos  de  la  hermosa  Texas,  y  en  la  pe- 
nínsula de  Yucatán,  es  demostrado  que  los  actuales  gobernantes  tie- 
nen parte  en  estos  acontecimientos,  ó  por  lo  menos  que  pesa  más 
sobre  sus  intereses  el  temor  de  perder  su  presa,  que  la  independen- 
cia nacional,  y  la  forma  de  gobierno  adoptada  y  jurada  libremente 
por  todos  los  pueblos:  en  fin,  convencidos  íntimamente  que  bajo  este 
orden  de  cosas  la  nación  se  encuentra  en  el  momento  crítico  de  per- 
der su  existencia  política  que  tantos  y  tan  grandes  sacrificios  ha  cos- 
tado á  los  mexicanos,  nos  hemos  resuelto  decididamente  á  sacrificar- 
nos en  las  aras  de  la  patria,  sosteniendo  á  todo  tranco  el  siguiente 
plan. 


246 

Art.  1?  Las  honorables  legislaturas  de  los  Estados,  sus  gobernan- 
tes y  demás  funcionarios  públicos  que  hayan  sido  despojados  en  sus 
destinos  desde  el  4  de  diciembre  último,  serán  inmediatamente  res- 
tituidos á  sus  puestos  según  existían  en  aquella  fecha. 

Art.  2?  El  augusto  congreso  general  con  arreglo  á  la  constitución, 
no  conocerá  de  las  cuestiones  que  se  hayan  suscitado  ó  puedan  sus- 
citarse acerca  de  la  validez  de  los  diputados  y  gobernadores  de  los 
Estados,  por  pertenecer  estos  asuntos  á  su  gobierno  interior,  y  sólo 
cuidará  de  que  los  actos  de  éstos  no  se  opongan  á  las  leyes  generales. 

Art.  3?  El  gobierno  general  prestará  con  energía  todos  los  auxi- 
lios de  su  resorte  á  los  Estados,  para  que  tengan  su  debido  efecto 
los  artículos  anteriores,  y  de  no  verificarlo  se  juzgará  á  los  responsa- 
bles como  traidores  al  sistema  de  la  federación. 

Art.  4o  Del  mismo  modo  serán  juzgados  todos  los  empleados  pú- 
blicos que  á  la  vista  de  este  plan  obren  en  sentido  opuesto. 

Art.  5?  El  augusto  congreso  de  la  unión,  tan  luego  como  se  halle 
nbre  de  la  coacción  con  que  ha  dado  leyes  y  decretos  ajenos  de  sus 
principios,  y  anticonstitucionales,  resolverá  sobre  la  persona  que  legí- 
timamente debe  subir  á  la  silla  presidencial;  y  si  juzgare  de  absoluta 
necesidad  para  la  salud  del  pueblo,  hacer  nueva  elección  de  presi- 
dente, podrá  verificarlo. 

Art.  6?  Luego  que  la  soberanía  nacional  adopte  el  presente  plan- 
parte  del  ejército  permanente  será  destinado  á  Yucatán,  Tesas  y  de- 
más fronteras  de  la  república,  para  sostener  su  integridad,  y  la  otra 
parte  será  retirada  de  la  capital  á  los  puntos  donde  crea  convenien 
tes  el  soberano  congreso,  para  que  sus  deliberaciones  sean  entera- 
mente libres. 

Art.  7?  Hasta  que  los  cuerpos  del  ejército  se  hallen  á  la  distan- 
cia necesaria  á  juicio  del  congreso  general,  deliberará  su  soberanía, 
sobre  la  persona  que  deba  ser  el  presidente  legítimo,  ó  acerca  de  la 
nueva  elección. 

Art.  8?  Inmediatamente  que  se  presente  á  sostener  este  plan  un 
jefe  de  mayor  graduación  ó  más  antiguo  que  el  que  suscribe,  mere- 
ciendo toda  la  confianza  de  la  tropa  pronunciada,  le  será  entregado 
el  mando  de  las  armas. 

Art.  9o  El  ejército  sostenedor  de  la  soberanía  de  los  Estados,  se 
denominará:  "Federal  mexicano,"  el  que  respetará  las  autoridades. 


247 

las  personas  y  propiedades  de  los  ciudadanos,  castigando  severamen- 
te á  los  que  atentaren  contra  ella. 

Art.  10?  ¡Si  como  no  es  de  esperar,  el  gobierno  de  la  unión  no 
adopta  este  plan,  los  Estados  formarán  una  coalición  para  sostener 
su  soberanía,  estableciendo  un  gobierno  provisional  hasta  que  sea 
planteado  el  sistema  de  federación  en  toda  su  pureza. 

Art.  11?  Se  remitirá  un  ejemplar  de  este  plan  á  las  augustas  cá- 
maras de  la  unión,  al  Exmo.  8r.  vicepresidente,  á  las  honorables 
legislatui'as  de  los  Estados,  á  sus  dignos  gobernadores,  á  los  coman- 
dantes generales  y  de  división,  para  que  mereciendo  su  aprobación 
se  adhieran  á  él. 

Cuartel  general  en  la  fortaleza  de  Santiago  (á)  Barrabás,  marzo 
11  de  1830. — Tuan  José  Codallos. — (Siguen  las  firmas). 


Documento  Núm.  5. 


Parte  oflcinl.—  ÍSobieruo  general. — ftegiatro  oficial  número  4, 
<!<•!  «lia  4  de  mayo  de  IS30. 


División  del  Sur. — Exmo.  Sr. — Laa  armas  imponentes  del  supre- 
mo gobierno  acaban  de  dar  un  día  glorioso  á  la  patria  con  la  derrota 
y  dispersión  del  titulado  ejército  protector  do  la  soberanía  de  los 
Estados.  Como  anunció  á  V.  E.  en  mi  anterior  oficio,  sin  haber  por 
mi  parte  roto  el  fuego,  vino  á  atacarme  á  este  punto  el  coronel  Al- 
varez  con  una  fuerza,  según  los  informes  de  los  prisioneros,  de  mil 
y  doscientos  hombres,  compuesta  de  los  batallones  activo  de  Aca- 
pulco,  Zacatula,  compañía  veterana  del  mismo  Acapulco  y  cívicos  de 
varios  pueblos,  por  medio  do  una  sorpresa  efectuada  á  las  cuatro 
de  la  mañana  del  día  de  ayer.  Yo  había  ocupado  este  punto  la  vís- 
pera después  de  medio  día,  colocando  en  la  altura  que  lo  domina  una 


248 

partida  del  batallón  de  Ometepec;  eii  otra  más  baja  el  de  Chilpan- 
cingo; á  la  derecha,  en  la  pequeña  llanura  del  campo,  la  división  del 
Sr.  Berdejo;  á  la  izquierda  el  piquete  del  11  de  caballería,  el  de  Chil- 
pancingo,  y  en  el  centro  el  batallón  primero  activo  de  esa  capital  y 
piquete  del  segundo  de  la  misma,  quedando  á  retaguardia  la  caballe- 
ría, que  en  terreno  tan  escarpado  le  era  imposible  maniobrar.  El 
enemigo  atacó  en  la  oscuridad  con  toda  su  fuerza  la  cumbre,  que  no 
tuvimos  tiempo  de  fortificar,  y  por  lo  mismo  hizo  replegar  la  com- 
pañía de  Ometepec  que  se  unió  á  las  de  Chilpancingo  y  Chilapa  que 
se  hallaban  más  próximas  á  la  falda,  y  que  resistieron  todo  su  em- 
puje. Entonces  dirigió  todos  sus  ataques  sobre  el  centro  ó  izquierda; 
y  siendo  ya  dueño  de  las  alturas  empezó  á  batir  desde  ellas  horro- 
rosamente á  nuestra  división,  que  resistió  sus  fuegos  sin  perder  la 
línea  que  cubría.  Las  fuerzas  de  Chilpancingo,  Chilapa,  Ometepec  y 
Jamiltepec,  tres  veces  emprendieron  reñida  y  ardorosamente  des- 
alojar al  enemigo  de  las  alturas,  y  cada  vez  fué  un  obstinado  y  san- 
griento ataque,  en  que  peleando  cuerpo  á  cuerpo  con  un  valor  no 
comiín,  disputaron  cada  paso  con  arroyos  de  sangre;  mas  desmayan- 
do un  poco  esta  fuerza  por  la  posición  del  enemigo  y  mayor  número 
que  le  cargaba,  ordenó  que  diese  una  carga  á  su  frente  el  primer  ba- 
tallón activo,  lo  que  ejecutó  con  el  mayor  orden  y  denuedo,  trepando 
por  la  escabrosidad  de  la  montaña,  y  despreciando  el  fuego  terrible 
de  los  enemigos,  y  esto  fué  suficiente  para  tomarles  á  fuego  y  bayo- 
neta la  primera  cumbre.  Al  resto  de  su  fuerza,  que  aun  se  hallaba  en 
la  llanura,  mandó  atacarlo  con  la  caballería,  y  estos  dos  movimien- 
tos tan  oportunos  decidieron  completamente  la  victoria  á  nuestro 
favor.  El  enemigo  entonces  lleno  de  pavor,  huyó  cobardemente  so- 
bre las  lomas  de  las  mismas  alturas  á  los  puntos  del  Veladero  y  Tex- 
ca  con  los  pequeños  restos  que  pudo  reunir,  y  el  espectáculo  las- 
timoso de  muertos  y  heridos  de  que  se  hallaba  cubierto  nuestro  cam- 
po, me  comprimió  el  ánimo/  en  términos  de  no  mandar  la  caballería 
en  su  persecución,  que  sin  duda  hubiera  aumentado,  ya  sin  objeto, 
el  número  de  víctimas  sacrificadas  al  engaño  y  perfidia  de  los  jefes 
de  la  facción.  Nuestra  pérdida  admirable  en  su  cortedad,  según  nues- 
tra posición  desventajosa,  y  después  de  tres  horas  y  media  del  más 
vivo  fuego,  se  redujo  á  veintiocho  muertos  y  sobre  ochenta  y  cinco 
heridos.  Entre  los  muertos  se  cuentan  con  dolor  el  teniente  gradúa- 


249 

do  de  capitán  D,  Lucas  Vélez,  del  batallón  de  Chilpanciugo;  el  te- 
niente de  el  de  Chilapa,  D.  Antonio  Moctezuma;  el  teniente  de  la  ve- 
terana de  Acapulco,  ayudante  del  Sr.  Berdeja,  D.  José  Vázquez, 
cuyas  familias  recomiendo  al  supremo  gobierno. 

Entre  los  heridos  está  el  valiente  general  D.  Nicolás  Catalán, 
atravesado  un  brazo  de  un  balazo:  del  primero  activo  los  bizarros 
capitán  D.  Ignacio  de  la  Peza  y  teniente  D.  José  González:  del  se- 
gundo activo,  el  teniente  D.  José  Martínez:  del  batallón  local  de  Chi- 
lapa, los  subtenientes  D.  José  M*  Herrera,  D.  José  M*  León  y  D. 
Joaquín  Vela:  de  los  batallones  de  Jamiltepec  y  Ometepec,  el  te- 
niente D.  José  Ma  Casarrubias  y  los  subtenientes  D.  Juan  José  Va- 
lencia, D.  Manuel  Castilla  y  D.  Saturnino  Callejas,  imponiendo  á 
vd.  el  pormenor  de  ello  la  relación  nominal  que  de  cada  cuerpo  tengo 
el  honor  de  acompañarle. 

La  pérdida  de  los  enemigos  no  puede  saberse  con  precisión,  pues 
habiéndose  sepultado  ya  más  de  cien  cadáveres  suyos,  aun  se  están 
encontrando  otros  en  las  barrancas  cercanas,  y  otros  que  morían  en 
el  camino,  quedaban  ocultos  en  los  breñales:  en  el  mismo  campo  que- 
daron muertos  el  teniente  coronel  D.  Manuel  Aybar  y  Galeana  y  el 
capitán  Ramírez,  y  heridos  muchos  oficiales,  entre  ellos  el  teniente 
coronel  Polanco  y  el  nombrado  D.  José  M*  Gallardo. 

Los  revolucionarios,  Exmo.  Sr.,  no  podrán  en  ningún  tiempo  acu- 
sar ni  quejarse  de  las  medidas  pacíficas  y  conciliadoras  del  supremo 
gobierno:  ellos  hau  sido  invitados  por  mi  conducto  repetidas  veces 
para  que  deponiendo  las  armas  se  acojan  á  la  geuerosidad  de  un  go- 
bierno justo;  ellos  han  procurado  con  engaños  aumentar  su  revolu- 
ción, y  aún  tener  la  villanía  de  proponerme  una  composición  ó  sumi- 
sión á  la  suprema  autoridad  para  atacarme  en  el  mismo  día;  y  ellos, 
por  último,  sin  esperar  las  operaciones  hostiles  de  esta  división,  han 
venido  á  buscarme  creyendo  un  triunfo  seguro. 

Haría  un  agravio  á  esta  bizarra  división,  si  recomendase  en  par- 
ticular á  algún  cuerpo  ú  oficialidad  para  las  recompensas  que  estime 
justas  el  supremo  gobierno:  todos,  todos,  Exmo.  Sr.,  se  han  portado 
con  tal  valentía  y  entusiasmo,  que  á  la  verdad  no  pueden  tener  pre- 
ferencia ni  los  cuerpos  activos  ni  los  cívicos,  ni  los  de  caballería, 
pues  ninguno  dejó  de  cumplir  honrosamente  con  su  deber,  ansiando 
con  porfía  á  la  vista  de  la  muerte,  singularizarse  en  la  acción;  sin  em- 

Tomo  II.— 32 


250 

bargo,  la  fuerza  de  la  justicia  me  obliga  á  presentar  los  reelevantes 
servicios  de  este  día,  hechos  por  los  Sres.  generales  D.  Nicolás  Ca- 
talán y  D.  Francisco  Berdejo,  el  Sr.  coronel  D.  Mariano  Barbabosa, 
el  capitán  del  2?  regimiento  D.  Tomás  Moreno,  el  comandante  del 
batallón  de  Chilpancingo  D.  José  Viguri,  y  el  teniente  del  mismo  D. 
Eduardo  Guevara. 

Sírvase  vd.  ponerlo  todo  en  conocimiento  del  E.  S.  vicepresidente, 
admitiendo  al  mismo  tiempo  las  congratulaciones  por  este  suceso 
que  tengo  el  honor  de  presentar  á  vd.,  reproduciéndole  mis  conside- 
raciones. 

Dios  y  libertad.  Venta  Vieja,  á  cuatro  leguas  de  Acapulco,  25  de 
abril  de  1830. —  Nicolás  Bravo.  — Exmo.  Sr.  secretario  del  despacho 
de  la  guerra. 

Es  copia.  México,  mayo  3  de  1830. — Fació. 


Documento    Núm.    6. 


Acusación  del  Br.  Quintann. 


Por  el  ministerio  de  la  guerra  se  expidió  una  orden  cuya  copia 
es  adjunta,  para  que  el  general  D.  Manuel  Gómez  Pedraza,  en  caso 
de  presentarse  en  algún  puerto  de  la  república,  fuese  obligado  á 
reembarcarse  por  no  couvenir  á  la  tranquilidad  de  ella  el  regreso  de 
dicho  general  en  las  circunstancias  actuales.  Esta  orden  ha  surtido 
ya  todo  su  efecto;  pues  en  virtud  de  ella,  habiendo  arribado  á  Vera- 
cruz  el  Sr.  Pedraza  en  el  paquete  francés  n?  5,  procedente  de  Bur- 
deos, ha  sido  forzado  á  salir  inmediatamente  para  Nueva  Orleans  en 
la  goleta  "Osear,"  que  dio  la  vela  de  aquel  puerto  el  13  del  corriente. 

Si  alguna  infracción  de  nuestra  ley  fundamental,  puede  cometer- 


251 

se,  sin  el  más  leve  pretexto  de  razón  que  pueda  hacerla  disimulable, 
es  ciertamente  la  que  ha  expelido  del  territorio  de  la  república  á  un 
ciudadano  mexicano,  en  el  pleno  uso  y  ejercicio  de  sus  derechos  po- 
líticos y  civiles,  de  los  cuales  no  debe  ser  despojado  sino  por  senten- 
cia judicial  pronunciada  con  arreglo  á  las  leyes,  por  tribunal  compe- 
tente. El  artículo  112  de  la  constitución — restricción  2 — establece 
terminantemente:  "No  podrá  el  presidente  privar  á  ninguno  de  su 
libertad,  ni  imponerle  pena  alguna."  Lo  es  y  de  las  más  graves  y  acer- 
bas, la  de  expatriación  dada  contra  el  general  Pedraza:  la  autoridad 
de  que  ha  dimanado,  es  notoriamente  y  á  todas  luces  incompetente: 
el  modo  con  que  se  ha  pronunciado  no  puede  ser  más  despótico  y  ar 
bitrario.  Sin  juicio,  sin  previa  justificación  de  los  motivos  que  haya 
podido  dar  el  general  Pedraza  para  tan  dura  providencia,  el  minis- 
tro de  la  guerra  en  un  tono  sultánico,  capaz  de  excitar  una  subleva- 
ción en  la  misma  Constantinopla,  se  contenta  con  decir:  "Se  le  pre- 
vendrá al  general  Pedraza,  que  se  retire  adonde  más  le  convenga." 
Si  para  legalizar  tan  escandalosos  atentados,  puede  alegar  el  subter- 
fugio de  la  tranquilidad  pública,  puede  muy  bien  asegurarse,  sin  te- 
mor de  ser  desmentidos,  por  los  hechos,  que  no  habría  un  sólo  ciu- 
dadano que  debiese  contar  con  un  instante  de  tranquilidad  en  su  casa. 
En  el  momento  que  al  gobierno  se  le  ocurriese  calificar,  que  uno  ó  mil 
comprometían  la  tranquilidad  pública,  ya  habría  dei*echo  para  expe- 
lerlos: y  entonces,  ¿á  qué  vendrían  á  reducirse  las  garantías  constitu- 
cionales, que  no  pueden  subsistir  sin  las  saludables  restricciones 
impuestas  al  poder  ejecutivo?  Se  dirá  tal  vez  que  el  ejemplo  del 
general  Pedraza  sólo  debe  alarmar  á  los  que  obtengan  mayoría  de 
sufragios  para  la  presidencia  de  la  república;  pero  esto  en  vez  de  dis- 
minuir, agrava  la  infracción,  como  que  se  comete  contra  un  ciudada- 
no á  quien  las  leyes  dan  más  medios  de  defensa,  por  lo  mismo  que 
está  más  expuesto  á  los  ataques  de  la  arbitrariedad.  Además,  el  ar- 
tículo citado  de  la  constitución,  no  pone  ninguna  excepción  para  el 
cijso  de  que  se  trata.  Dice  absolutamente:  "No  podrá  el  presidente 
privar  á  ninguno  de  su  libertad,  ni  imponerle  pena  alguna."  No  mo- 
difica esta  disposición  general,  añadiendo,  como  era  preciso:  "pero 
si  el  tal  presidente  llegare  á  serlo  por  medios  desconocidos  en  la  cons- 
titución, entonces  podrá  echar  al  que  pueda  perturbarle  en  la  pose- 
sión del  mando."  No  conteniendo  ni  pudiendo  contener  el  artículo 


252 

semejante  modificación,  es  preciso  estar  á  la  letra  de  su  disposición 
general,  y  convenir  en  que  la  negativa  absoluta  de  ningún  modo  com- 
prende al  general  Pedraza. 

Pero  hay  todavía  que  reflexionar  que  el  pretexto  de  tranquilidad 
pública,  en  que  quiere  motivarse  la  orden,  es  extensivo  áinnumerables 
casos  que  puede  inventar  la  arbitrariedad  del  gobierno,  pues  no  sólo 
puede  perturbar  la  tranquilidad  pública  el  que  ha  obtenido  mayoría 
de  sufragios  para  la  presidencia,  sino  otros  muchos  á  quienes  el  go- 
bierno no  puede  por  esto  desterrar,  sino  los  tribunales  que  los  juz- 
guen. Y  si  no  ¿quién  contestaría  á  este  argumento  del  poder  ejecuti- 
vo, cuando  se  le  reconviniere  de  haber  procedido  del  mismo  modo  con 
otro  ciudadano?  ll  Yo  desterró  á  Gómez  Pedraza,  porque  creí  que  con 
su  presencia  comprometía  la  tranquilidad  pública:  nadie  se  metió  á 
preguntarme  los  motivos  de  mi  creencia:  las  cámaras  aprobaron  tá- 
citamente mi  conducta,  en  el  hecho  de  no  exigirme  la  responsabili  lad, 
con  que  estoy  autorizado  para  valerme  de  los  mismos  medios  siem- 
pre que  á  mi  juicio  lo  pida  así  la  tranquilidad  pública.  Pues  la  con- 
servación de  esta  traquilidad  es  incompatible  con  la  presencia  del 
ciudadano  fulano.  Afuera  el  ciudadano  fulano,  y  tras  él  cuantos  se- 
gún mi  leal  saber  y  entender,  puedan  buscarnos  una  pelotera." 

Tales  serían  las  indefectibles  consecuencias  de  la  impunidad  del 
ministro  que  firmó  la  escandalosa  orden  de  proscripción  del  general 
Pedraza.  A  todos  nos  amenaza  tan  pernicioso  ejemplo.  Si  antes  de 
alarmar  con  él  á  toda  la  nación,  se  hubiese  dignado  el  gobierno  con 
sultar  al  cuerpo  legislativo  para  saber  lo  que  debía  hacer  en  tan  crí- 
tica coyuutura,  pudiéramos  tranquilizarnos,  porque  á  lo  menos  ten- 
dríamos una  prueba  de  que  deseaba  acertar,  y  se  iba  con  tiento  en 
materias  tan  delicadas  como  lo  son  todas  las  que  tienden  á  infringir 
la  constitución.  Pero  cuando  estamos  palpando  que  sin  ningún  mi- 
ramiento á  la  diguidady  supremacía  del  congreso,  á  quien  únicamente 
tocaba  acordar  en  el  caso  una  medida  conveniente,  se  arroja  el  gobier- 
no á  echarse  sobre  sí  la  responsabilidad  de  actos  de  tanta  trascenden- 
cia, es  preciso  que,  usaudo  de  las  atribuciones  que  nos  ha  confiado 
la  nación,  para  que  velemos  sobre  la  conservación  de  sus  libert  ades, 
opongamos  un  dique  al  torrente  de  arbitrariedades,  que  amaga  su- 
mergir á  la  república  en  un  piélago  insondable  de  calamidades  y  des- 
gracias. La  materia  de  proscripciones  es  ya  la  más  esclarecida  en 


253 

el  día.  Nadie  duda  que  las  constituciones  no  tienen  otro  objeto  que 
poner  freno  á  los  ataques  del  poder,  que  hacen  precaria  la  suerte  de 
los  pueblos  bajo  los  gobiernos  absolutos.  Entre  nosotros  se  ha  visto 
con  tal  escrupulosidad  este  punto,  que  á  pesar  de  las  poderosas  ra- 
zones que  hay  para  considerar  autorizado  al  gobierno  á  fin  de  poder 
expeler  á  un  extranjero  no  naturalizado,  aun  no  ha  recaído  resolu- 
ción sobro  esta  materia  ¿Quién  dudará,  pues,  que  no  reside  gn  el  po- 
der ejecutivo  la  facultad  de  desterrar  á  un  ciudadano  como  lo  es  el 
general  Pedraza?  Cuando  se  concedieron  facultades  extraordina- 
rias á  la  administración  anterior,  se  tuvo  buen  cuidado  de  expresar, 
que  no  se  lo  autorizaba  para  expeler  á  un  ciudadano  del  territorio 
do  la  república.  Este  decreto  que  ha  servido  de  texto  á  declamacio- 
nes y  censuras  interminables,  respetó  más  las  garantías  sociales,  que 
el  actual  gobierao,  tan  inclinado  á  atropellarlas,  sin  estar  investido 
de  tales  facultades,  que  nunca  se  otorgaron  tan  amplias,  como  las  que 
está  ejerciendo,  al  mismo  tiempo  que  presenta  como  el  más  grave 
capítulo  de  acusación  contra  sus  antecesores,  el  abuso  de  dichas  fa- 
cultades. Esto  parece  un  enigma;  pero  ya  Tácito  lo  descifró  con  su 
aconstumbrada  maestría:  TIt  imperium  evertani  libcrtatem prafentnt,  si 
imperaverint  liberlatem  ipsam  aggrcdiuntur. 

Acuso  por  tanto  en  debida  forma  al  señou  ministro  de  la  guerra, 
de  quien  aparece  suscrita  la  orden  mencionada,  y  pido  se  pase  esta 
exposición  á  la  sección  del  jurado  para  la  instrucción  del  expedien- 
te.— México,  octubre  20  de  1830. — Andrés  Quintana  Roo. 


Adición  A  la  parte  expositiva. 

No  habiendo  podido  presentarse  el  día  de  su  fecha  la  antecedente 
acusación  por  haberse  destinado  la  sesión  secreta  á  un  asunto  par- 
ticular, promovido  por  un  señor  diputado,  fué  fácil  que  se  trascen- 
diese la  noticia  de  que  estaba  preparado  este  paso  para  el  siguiente 
día.  El  gobierno,  ansioso  de  evitar  sus  resultados,  tomó  el  mayor 
empeño  en  frustrarla,  y  con  este  objeto  se  dirigió  en  persona  el  E. 
S.  vicepresidente  al  convento  de  San  Fernando,  donde  está  alojado 
el  señor  diputado  D.  Juan  Cayetano  Portugal,  para  suplicarle  que 
inmediatamente  pasase  á  mi  casa  con  el  fin  de  hacerme  desistir  del 


254 

intento,  asegurando  que  dentro  de  breves  días  sería  removido  del  mi- 
nisterio de  la  guerra  el  coronel  D.  José  Antonio  Fació.  El  Sr.  Portu- 
gal, cuya  sensatez  y  prudencia  me  son  tan  conocidas,  como  su  ardien- 
te amor  á  la  patria  y  deseos  de  ver  terminadas  las  desgracias  que  nos 
aquejan,  en  las  cuales  lia  tenido  tanta  parte  la  intervención  que  se  ha 
querido  dar  en  nuestros  negocios  al  hombre  menos  apto  para  dirigir- 
los, me  hizo  presente  que,  consiguiéndose  sin  estrépito  el  fin  de  la 
acusación,  sería  conveniente  omitirla  para  no  dar  pretexto  á  nuevas 
alteraciones,  que  podrían  ser  trascendentales  ala  cámara  de  diputa- 
dos, contra  la  cual  se  había  trabajado  en  excitar  la  animosidad  de 
una  parte  de  la  guarnición.  Cedí  sin  la  menor  repugnancia  á  las  jui- 
ciosas reflexiones  del  Sr.  Portugal,  y  contento  con  obtener  por  vías 
pacíficas  y  conciliatorias  el  objeto  de  la  acusación,  no  me  consideré 
obligado  á  formalizarla;  pues  si  como  hombre,  como  ciudadano,  como 
representante  del  pueblo,  debía  contribuir  con  todos  mis  esfuerzos 
á  impedir  la  efusión  de  sangre  causada  eu  gran  parte  por  las  atroces 
medidas  del  Sr.  Fació,  no  me  creí  en  la  obligación  de  aspirar  á  este 
bien  precisamente  por  medios  ruidosos  y  compulsivos,  si  las  circuns- 
tancias me  los  ofrecían  suaves,  benignos  y  decorosos  al  gobierno,  y 
tal  vez  de  un  efecto  más  pronto  y  seguro  que  los  primeros. 

Tranquilo  con  esta  persuasión,  aguardaba  en  silencio  el  cum- 
plimiento de  la  promesa  del  Exmo.  Sr.  vicepresidente,  cuando  un 
artículo  publicado  en  el  "Sol"  del  3  del  pasado,  vino  á  inquietar  la 
confianza  que  hasta  entonces  había  tenido  de  la  buena  fe  del  gobier- 
no. Viendo  pagada  mi  deferencia  con  provocaciones  irritantes  he- 
chas en  un  periódico  notoriamente  ministerial,  cuyos  autores,  en 
contacto  inmediato  y  continuo  con  los  agentes  del  poder,  no  podían 
ignorar  lo  que  á  éstos  importaba  callar  en  el  caso,  trató  de  vindicar- 
me no  por  medio  de  la  prensa,  pues  este  conducto  me  estaba  ente- 
ramente cerrado,  sino  refiriendo  la  ocurrencia  en  papeles  manuscri- 
tos, que  pensaba  fijar  en  las  esquinas  y  parajes  más  concurridos,  para 
instrucción  y  desengaño  del  público.  Llegó  inmediatamente  esta  no- 
ticia á  oídos  del  gobierno,  y  por  segunda  vez  el  E.  S.  vicepresidente, 
valiéndose  de  la  interposición  del  presbítero  D.  Pedro  Fernández, 
me  hizo  desistir  del  intento,  añadiendo  á  la  promesa  de  la  remoción 
del  Sr.  Fació,  las  seguridades  más  positivas  de  la  disposición  en  que 
t>e  hallaba  el  gobierno  do  iniciar  dentro  de  poco  tiempo  una  ley  de 


255 

amnistía,  en  cuyo  favor  se  pidió  mi  voto,  que  ofrecí  con  la  mayor 
complacencia,  siempre  que  aquella  medida  fuese  propuesta  á  las  cá- 
maras con  intenciones  francas  y  sinceras  de  conciliar  los  ánimos  des- 
avenidos, y  no  ocultase  miras  siniestras  y  hostiles,  como  la  que  an- 
teriormente se  había  dirigido  por  el  ministerio  de  justicia,  tan  daña- 
da en  su  espíritu  y  sentido,  como  absurda  y  desatinada  en  su  letra, 
lenguaje  y  estilo. 

Debió  el  E.  S.  vicepresidente  recibir  esta  contestación  por  el 
■  mismo  conducto  que  me  había  transmitido  su  recado:  todos  los  me- 
dios que  puede  exigir  la  más  cauta  prudencia  para  no  ser  sorprendi- 
da con  vanas  y  falaces  promesas,  me  parecieron  asegurar  el  cumpli- 
miento de  la  palabra  del  señor  vicepresidente.  El  primer  magistrado 
de  la  república,  que  por  dos  veces  y  por  la  mediación  de  dos  distin- 
tos sujetos,  se  compromete  espontáneamente  á  un  hecho  reclamado 
por  la  justicia  y  el  clamor  público,  ofrece  cuanta  garantía  puede  ape- 
tecer el  ánimo  más  receloso  para  descansar  en  aquella  buena  fe,  do 
cuya  seguridad  no  cabe  en  la  suspicacia  humana  desconfiar.  ¿Qué 
motivos  podrían  inducir  al  señor  vicepresidente  á  retroceder  del  paso 
que  había  dado?  ¿La  dignidad  de  su  empleo?  Ya  ésta  se  había  com- 
prometido en  la  indecorosa  negociación  á  que  se  había  humillado;  y 
el  mejor  medio  de  salvar  siquiera  las  exterioridades,  era  cumplir  lo 
ofrecido  y  no  hablar  más  del  asunto.  ¿Debiera  yo  temer  que  la  re- 
trajese el  temor  de  cometer  una  injusticia  separando  del  ministerio 
al  Sr.  Fació?  Ninguna  ley  le  obligaha  á  sostenerlo  en  él,  y  el  interés 
de  la  nación,  la  primera  ley  impuesta  á  todo  gobernante,  exigía  alejar 
cuanto  antes  de  todo  influjo  en  los  negocios,  al  funcionario  más  in- 
capaz de  dirigirlos  con  acierto.  Por  otra  parte,  consideraba  yo  que 
persistiendo  el  gobierno  en  la  obstinación  de  mantener  en  el  puesto 
al  Sr.  Fació,  se  exponía  á  que  la  actual,  ó  la  siguiente  legislatura,  le 
lanzase  vergonzosamente  de  la  silla,  exigiéndole  la  responsabilidad 
de  sus  escandalosos  procedimientos.  De  todo  concluía  que  el  interés, 
la  dignidad,  el  honor  del  Sr.  vicepresidente,  debían  asegurarme  de  la 
realidad  de  sus  promesas.  Fiado  en  estas  reflexiones,  esperaba  con 
impaciencia  el  deseado  momento  de  ver  libre  á  la  república  de  la  ma- 
yor de  sus  calamidades :  cuando  últimamente  he  recibido  el  más  tris- 
te desengaño  sobre  las  disposiciones  de  que  creía  animado  al  gobier- 
no; pues  sin  consideración  á  sus  reiterados  comprometimientos,  y 


256 

añadiendo  el  escarnio  á  la  violación  de  su  palabra,  me  ha  hecho  sa- 
ber por  el  mismo  Sr.  Portugal,  que  podía  yo  proceder  á  la  acusación, 
de  la  cual  nada  teme  el  >Sr.  Fació,  á  quien  el  Sr.  vicepresidente  esta- 
ba resuelto  á  conservar  en  el  ministerio. 

Otro  más  tímido,  ó  menos  penetrado  de  la  gravedad  de  sus  obli- 
gaciones, se  habría  llenado  de  espanto  con  este  nuevo  recado;  y  aco- 
bardado con  los  innumerables  ejemplares  de  pi'ocesos  seguidos  por 
denuncias  calumniosas,  preparados  en  los  conciliábulos  del  ministe- 
rio, se  retraería  de  los  peligros  de  atraerse  sus  venganzas,  atacando 
la  persona  del  primer  instrumento  del  despotismo;  del  más  duro  é 
ignominioso  despotismo,  que  oprime  y  afrenta  á  la  nación.  Pero  yo 
que  nada  temo  cuando  defiendo  la  justicia;  yo  que  por  diez  años  em- 
pleó los  débiles  recursos  de  mi  voz  en  combatir  la  tiranía  española, 
afianzada  en  cimientos  al  parecer  indestructibles;  yo,  que  reducido  á 
la  clase  de  último  ciudadano,  vi  cara  á  cara  al  gigante,  ¿huiré  despa- 
vorido al  aspecto  de  un  fantasma  que  ya  no  espanta  ni  á  los  niños?  No 
lo  espere  el  ministerio;  mi  resolución  está  ya  tomada;  morir,  si  fuere 
necesario,  en  defensa  de  la  libertad  y  del  honor  de  la  patria. 

Jamás  ha  sido  más  necesaria  que  en  el  día  esta  consagración  de 
los  buenos  mexicanos  en  obsequio  de  la  república.  La  más  descarada 
tiranía  usurpando  el  sacrosanto  nombre  de  las  leyes,  ensangrienta  dia- 
riamente los  patíbulos;  el  espionaje  acecha  hasta  nuestros  suspiros. 
En  San  Luis,  después  de  los  horrorosos  asesinatos  cometidos  en  las 
personas  de  los  virtuosos  Márquez  y  Gárate;  después  de  la  prisión  de 
más  de  cien  ciudadanos  distinguidos  y  beneméritos,  se  ha  prohibido 
bajo  pena  de  la  vida  hablar  á  favor  de  ellos.  En  Puebla  se  dio  orden 
para  que  no  se  consultase  con  letrados  en  las  causas  del  Lie.  Rosains 
y  otros.  Antonio  Colín  siendo  conducido  de  Chalco  para  cumplir  su 
condena  de  seis  años  de  presidio,  fué  fusilado  en  el  llano  de  ¡San  Marti, 
nito.  Escoltado  por  veinte  dragones  y  atado  de  pies  y  manos  en  una 
muía,  es  imposible  que  hubiese  intentado  fuga  en  un  llano,  como  ha 
querido  persuadir  el  gobierno;  y  sobre  todo  hay  testigos  oculares  que 
deponen  de  la  falsedad  de  tales  conatos  de  fuga.  La  imprenta  callada 
en  medio  de  tales  horrores,  grita  con  su  mismo  silencio  que  se  ha 
empleado  la  fuerza  física  para  comprimir  y  sofocar  su  vo-3.  Pero  ¿á 
qué  alegar  argumentos  negativos?  Yo  mismo  he  recorrido  las  im- 
prentas, y  dando  mi  firma  y  mayores  seguridades  que  las  exigidas 


257 

por  la  ley,  no  he  podido  encontrar  donde  publicar  mis  escritos.  ¿Y  qué 
es  de  la  libertad  cuando  se  ha  echado  por  tierra  su  más  firme  y  sa- 
grado antemural?  Así  es  que  el  gobierno  camina  sin  contradicción 
por  la  senda  de  la  tiranía:  el  cuadro  de  su  conducta  no  puede  ahora 
desenvolverse  por  entero,  sólo  he  bosquejado  los  rasgos  que  condu- 
cen á  mi  propósito,  reducido  á  manifestar  la  necesidad  en  que  nos 
hallamos  de  salvar  á  la  nación,  oponiendo  el  dique  de  las  leyes,  al  to- 
rrente de  las  arbitrariedades  que  nos  inundan. 

"Con  este  objeto  presento  la  acusación  que  me  habían  hecho  sus- 
pender las  intrigas  del  gobierno;  y  refiriendo  los  motivos  que  nue- 
vamente han  ocurrido  para  llevar  adelante  este  paso,  añado  esta  razón 
más  á  las  que  por  si  mismo  ofrece  el  asunto,  para  que  la  cámara  so 
digne  mirarle  con  la  consideración  é  interés  que  merece  su  impor- 
tancia.— Diciembre  2  de  1830. — Andrés  Quintana  Roo" 


Documento  Niim.  7 


Signe  la  rxpotiriún  de  Bm-ragriii,  de  17  »le  noviembre  de  1§30. 


Señor:  sin  otro  móvil  que  el  amor  de  la  patria,  ni  más  apoyo  que 
el  ascendiente  de  la  razón,  un  simple  ciudadano  eleva  su  voz  al  seno 
de  la  representación  nacional  con  la  confianza  de  ser  oido  en  la  cri- 
sis amenazante  que  se  prepara  á  la  república.  Cuando  los  males  pú- 
blicos han  llegado  al  incremento  que  presentan  en  la  actualidad,  for- 
mando en  el  seno  de  la  nación  dos  partidos  beligerantes  que  se 
disputan  el  vencimiento  á  fuerza  de  sangre  y  devastación,  todos  los 
ciudadanos  que  desean  la  libertad  nacional,  el  imperio  exclusivo  de 
las  leyes  y  la  prosperidad  del  común,  se  hallan  en  el  deber  de  inmolar 
su  tranquilidad  para  conseguir  por  los  medios  pacíficos  que  señala 

Tomo  11—33. 


258 

©1  derecho  público,  aquellos  bienes  sociales  que  el  progreso  de  la  gue- 
rra civil  y  de  la  anarquía  alejan  de  la  sociedad,  substituyendo  en  su 
defecto  todos  los  horrores  del  resentimiento  encarnizado  de  los  par- 
tidos. 

México  parecía  caminar  á  su  natural  engrandecimiento,  no  obs- 
tante los  tropiezos  insuparables  de  un  pueblo  recién  emancipado,  que 
se  afana  en  consolidar  y  dar  organización  á  sus  nuevas  instituciones, 
y  todos  mirábamos  como  un  favor  especial  de  la  naturaleza,  la  con- 
servación de  nuestra  paz  interna,  entretanto  que  las  demás  repúbli- 
cas nuestras  hermanas  consumían  su  sangre  y  sus  recursos  naciona- 
les en  el  fuego  de  la  guerra  intestina.  Mas  esta  plaga  funesta  del 
cuerpo  social  ya  gangrena  las  entrañas  de  nuestra  república,  pone  los 
símbolos  de  su  mutua  destrucción  en  manos  de  los  conciudadanos,  y 
hace  que  la  vida  del  mexicano  se  familiarice  con  la  muerte  de  su  pa- 
tria. Tal  es  el  carácter  de  ferocidad  á  que  vemos  precipitarse  el  pue 
blo  más  humano  y  envidiable  de  la  tierra. 

Los  genios  avezados  al  negro  resentimiento  de  partido  y  predis- 
puestos á  indiscretas  recriminaciones,  graduarán  la  conducta  mía 
como  depresora  de  la  autoridad  del  gobierno  y  ofensiva  á  la  fuerza 
pública:  mas  los  que  miran  las  cosas  con  los  ojos  de  una  razón  lumi- 
nosa y  en  el  punto  exacto  de  vista  que  sugiei'e  el  interés  nacional, 
deducirán  por  consecuencia  necesaria  que  mis  intenciones  tienden 
directamente  á  consolidar  el  gobierno  y  á  los  mexicanos  en  general 
considerados  en  todas  las  clases  del  orden  público. 

Cuando  la  guerra  civil  va  progresando  de  momento  en  momento 
en  la  misma  razón  que  los  esfuerzos  que  se  hacen  para  reprimirla,  sin 
que  hayan  bastado  los  terribles  ejemplares  de  muchos  ciudadanos  que 
por  espacio  de  diez  meses  han  perecido  en  virtud  de  la  fuerza  em- 
pleada en  su  exterminio,  debemos  concluir  racionalmente  que  los  me- 
dios comunes  para  contener  el  mal,  sólo  conspiran  á  ponerle  de  con- 
dición más  alarmante,  porque  es  incuestionable  que  todo  el  aumento 
que  reciben  los  descontentos  resulta  en  perjuicio  de  la  pública  auto- 
ridad. 

Es  consiguiente,  además,  que  el  gobierno  en  el  estado  de  irrita- 
ción á  que  han  llegado  las  cosas,  y  siguiendo  el  sistema  que  hasta  aquí, 
se  halla  en  la  dura  necesidad  de  redoblar  su  energía  á  fin  de  ame- 
drentar á  los  muchos  descontentos  que  pueden  producir  la  lucha  en 


259 

que  nos  hallamos.  Se  deduce  de  esta  conducta,  que  el  gobierno,  mal 
de  su  grado  y  contra  la  inclinación  natural  de  los  que  le  formau,  va 
á  adquirir  el  carácter  de  opresor:  los  perseguidos  por  su  inobe- 
diencia se  reputarán  como  oprimidos,  y  lo  que  es  más  alarmante,  como 
mártires  de  la  libertad.  En  esta  emergencia  de  las  cosas  públicas,  se 
formará  uua  opinión  contra  el  gobierno,  atribuyéndole  transgresiones 
de  los  límites  señalados  al  poder,  y  los  del  partido  contrario,  apare- 
ciendo como  defensores  de  una  causa  popular,  se  hallarán  en  estado 
de  proseguir  uua  guerra,  cuyo  desenlace  llena  de  asombro  á  todo  el 
que  desee  de  buena  fe  el  restablecimiento  del  orden  y  el  dominio  es- 
table de  las  leyes. 

Iguales  juicios  á  los  ya  indicados,  pero  afectando  tomar  los  in- 
tereses de  la  revolución,  formarán  los  espíritus  exaltados  que  buscan 
su  provecho  en  la  demolición  de  la  sociedad:  miraráu  con  desdén 
esta  apertura  conciliatoria,  la  calificarán  de  extemporánea,  no  dirán 
que  pretendo  hacer  la  iniciativa  á  una  restauración  social  que  debe 
sancionarse  por  la  razón  de  todos  los  mexicanos,  sino  que  trato  de 
paralizar  los  efectos  de  una  revolución  ya  generalizada,  cuyo  triunfo 
creen  ellos  indudable.  Pero  se  engañan  en  sus  juicios,  y  ofenden  gra- 
tuitamente la  sinceridad  de  mis  intenciones.  El  gobierno,  contra 
quien  pugnan  los  del  partido  opuesto,  cuenta  con  todos  los  recursos 
del  poder  público,  se  halla  apoyado  por  los  demás  gobiernos  parti- 
culares de  la  federación,  y  en  la  capacidad  de  llevar  adelante  una 
guerra  tenaz,  imponente  ó  indefinida.  La  revolución,  aunque  triun- 
fante, dejaría  subsistentes  todos  los  elementos  de  una  reacción  progre- 
siva, que  renovaría  la  efusión  de  sangre  mexicana  y  la  continuación 
del  desorden.  Esto  es  precisamente  lo  que  aspiro  á  evitar,  oponiendo 
la  saludable  resistencia  de  todos  los  amigos  de  la  paz,  que  es  la  ma- 
sa inmensa  de  toda  la  república.  Por  otro  lado,  ¿qué  más  gloria  para 
los  mexicanos  que  la  de  haber  sacrificado  sus,  resentimientos  parti- 
culares á  una  concordia  nacional  en  que  identifican,  cuanto  sea  po- 
sible todas  las  pretensiones  discordantes? 

En  medio  de  esta  litis  armada  que  ensangrienta  la  nación  ó  im- 
plica la  inseguridad  de  todas  las  cosas  públicas  y  privadas,  el  liberti- 
naje se  propaga  y  se  desmoralizan  las  constumbres  á  px*etexto  de 
hostilizarse  los  partidos  contendientes.  De  aquí  es  que  la  profana- 
ción, el  pillaje,  la  violación  se  llegan  á  mirar  como  una  represalia 


260 

justa:  el  ciudadano  pacífico  prorrumpe  en  acentos  de  indignación 
contra  sus  agresores,  y  lleno  de  amargura  y  de  despecho  por  las  in- 
jurias que  experimenta,  no  sabe  á  quién  atribuir  la  causa  de  su  des- 
gracia, y  sólo  suspira  en  su  tribulación  por  el  renacimiento  de  la  con- 
cordia. 

La  agricultura  padece  y  la  educación  de  las  familias;  porque  los 
labradores  y  los  ganados  que  debieran  dedicarse  al  fomento  de  las 
labores  campestres,  son  distraídos  de  sus  objetos,  causando  perjui- 
cios trascendentales  á  todas  las  poblaciones. 

El  comercio  se  arruina,  porque  con  el  temor  de  nuevos  saqueos 
á  que  da  lugar  la  relajación  del  orden  judicial  y  el  desarrollo  de  la 
licencia,  los  comerciantes  se  circunscriben  á  los  giros  más  necesarios, 
y  la  riqueza  pública  padece. 

La  autoridad  se  envilece,  y  pierde  aquel  prestigio  que  le  es  tan 
esencial  y  necesario,  sea  porque  las  pasiones  prevalecen  en  los  jui- 
cios de  los  magistrados,  ó  sea  porque  las  mismas  pasiones  caracte- 
rizan de  tiránicos  los  procedimientos  que  en  circunstancias  pacíficas 
se  graduarían  en  el  orden  de  la  justicia.  Y  esto  sucede  porque  la 
persecución  política  llevada  al  extremo,  produce  el  efecto  de  fortifi- 
car aquello  mismo  que  pretende  destruir,  aunque  no  traspase  los  lí- 
mites que  prescribe  el  terror  saludable  de  la  ley. 

La  hacienda  pública  pierde  su  equilibrio  con  los  gastos  extraor- 
dinarios de  guerra  y  comunicaciones  interiores,  y  se  hace  sumamente 
dificultosa  su  administración  en  un  pueblo  en  que  como  el  nuestro, 
es  insuficiente  aún  en  tiempo  de  paz,  y  en  donde  su  organización  es 
tan  viciosa  y  tan  embarazosa  que  parece  calculada  para  proteger  las 
dilapidaciones. 

El  ejército  se  desorganiza  con  la  deserción  ó  indisciplina  á  in- 
flujo de  una  especie  de  guerra  en  que  el  soldado  llega  á  vacilar  entre 
el  contraste  inevitable  del  temor,  la  obediencia,  y  sus  afecciones  per- 
sonales. 

La  libertad  de  imprenta  se  convierte  en  licencia,  con  que  se  ca- 
lumnian las  mejores  intenciones,  se  apura  la  razón  para  desfigurar 
la  verdad,  se  sacan  á  la  asta  pública  todas  las  debilidades  humanas, 
lo  ofendo  el  pudor  de  la  sociedad  y  termina  en  provocar  la  persecu- 
sión  de  la  autoridad  con  detrimento  del  baluarte  más  seguro  de  las 
libertades  públicas. 


261 

Consideraciones  tan  aflictivas  son  las  que  me  dirigen  á  buscar  el 
remedio,  en  el  seno  de  la  única  autoridad  facultada  para  contener 
nuestros  males  en  su  origen  y  progresos,  sin  verse  en  la  desespera- 
da necesidad  de  comprimirlos  en  sus  efectos. 

El  augusto  congreso  nacional,  el  supremo  gobierno,  las  honora- 
bles legislaturas  de  los  Estados,  los  respetables  magistrados  encar- 
gados de  la  administración  de  justicia,  el  venerable  clero,  los  gene- 
rales del  ejército,  el  hacendado,  el  comerciante,  el  simple  ciudadano, 
todos  verán  iniciados  en  este  paso  sus  intereses  recíprocos  ó  indivi- 
duales, como  que  á  la  estabilidad  de  todos  es  radicalmente  indispen- 
sable la  paz  de  la  sociedad  y  la  concordia  de  todos  sus  individuos,  á 
fiu  de  concurrir  ansiosos  á  hacer  respetable  la  gran  México  y  á  bur- 
lar las  miras  insidiosas  de  los  que  se  complacen  en  nuestra  ruina. 

Pero  para  la  consecución  de  un  objeto  de  tan  alto  interés,  sea- 
me  permitido  someter  mis  débiles  ideas  á  la  sabiduría  del  congreso 
mexicano,  suplicándolo  las  acoja  como  dimanadas  de  una  recta  in- 
tencióu,  y  las  fortifique  coíi  aquella  abundancia  de  luces  y  de  patrio- 
tismo que  tan  notoriamente  distinguen  á  tan  augusta  asamblea. 

Como  este  negocio  en  sus  principios  está  muy  distante  de  tener 
un  carácter  legislativo,  sino  solamente  un  deseo  de  conseguir  la  paz 
por  aquellos  medios  que  son  dables  al  ciudadano,  he  concebido  que  na- 
da será  más  conducente  para  discutir  estos  mismos  medios,  que  una 
junta  compuesta  de  diez  y  ocho  ciudadanos  generalmente  conocidos 
por  su  ilustración,  servicios  á  la  patria  y  confianza  á  que  se  han  he- 
cho acreedores,  los  que  se  nombrarán  de  entre  los  gobernadores 
de  los  Estados,  de  entre  los  gobernadores  de  las  mitras  y  de  entre 
los  generales  del  ejército,  y  además  tres  suplentes,  á  saber:  los  go- 
bernadores de  Jalisco,  Zacatecas,  Guanajuato,  "vlichoacán,  Veracruz 
y  San  Luis  Potosí,  y  por  suplentes  los  de  Querótaro,  Tabasco  y  So- 
nora. Los  gobernadores  mitrados  de  México,  Jalisco,  Michoacán, 
Puebla,  Oaxaca  y  Yucatán,  y  por  suplentes,  los  señores  doctores  D. 
Juan  Cayetano  Portugal,  D.  Luis  Mendizábal  y  D.  José  Ma  Santia- 
go. Los  generales  del  ejército  D.  Anastasio  Bustamante,  D.  Vicen- 
te Guerrero,  D.  Nicolás  Bi-avo,  D.  Ignacio  Rayón,  D.  Antonio  López 
de  Santa- Auna  y  D.  José  Segundo  Carbajal,  y  por  suplentes  D.  Ma- 
nuel de  Mier  y  Terán,  D.  Luis  Cortázar  y  D.  José  Figueroa. 

Esta  junta  conciliadora  deberá  ser  couvocada  por  el  soberano 


262 

congreso,  y  su  reunión  se  podrá  verificar  cómodamente,  y  bajo  las 
garantías  más  terminantes,  en  las  ciudades  de  Aguascalientes,  La- 
gos ó  León,  sin  que  haya  asomo  de  sombra  que  inspire  el  menor  te- 
mor á  la  libertad  de  sus  discusiones  y  de  sus  acuerdos.  Y  desde  luego 
que  estos  trabajos  hayan  sido  terminados,  la  junta  quedará  disuelta, 
y  aquellos  se  someterán  á  la  deliberación  del  congreso  nacional. 

Y  para  inspirar  mayor  confianza  en  este  acto  de  tanta  solem- 
nidad, y  allanar  en  cuauto  se  pueda  sus  felices  resultados,  sería  de 
incalculable  conveniencia,  que  el  sobei*ano  congreso  arbitrase  los  me- 
dios más  asequibles  para  conseguir  una  suspensión  de  armas,  entre- 
tanto el  mismo  augusto  congreso  deliberase  definitivamente.  Una 
medida  de  esta  naturaleza,  que  se  puede  mirar  como  eminentemente 
benéfica,  incliuará  los  ánimos  al-  mayor  deseo  de  la  uuión. 

Esta  augusta  asamblea  habrá  concluido  por  mi  exposición  que 
estoy  distante  de  incidir  en  el  sistema  de  pronunciamiento:  que  esta 
respetuosa  petición  sólo  tiene  por  principio  y  por  objeto  la  paz  de  la 
república  y  la  fusión  de  todos  los  intereses  nacionales  y  de  partido : 
que  está  muy  lejos  de  tener  por  apoyo  la  fuerza  armada:  que  sólo 
habla  al  convencimiento  público:  que  no  tiene  más  carácter  legisla- 
tivo ni  ejecutivo,  que  el  que  se  diguen  darle  el  congreso  y  el  gobier- 
no supremo;  y  últimamente,  que  este  bosquejo  de  la  cosa  pública, 
trazado  rápidameute,  indica  la  grandeza  del  mal,  el  exceso  del  des- 
orden y  la  subvei*sión  que  amenaza  á  todos  los  principios,  si  el  con, 
greso  nacional  no  aplica  oportunamente  su  poderoso  influjo  en  bien 
de  los  pueblos  que  representa.  Yo  sé  bien  y  me  es  muy  constante- 
que  si  cada  uno  de  los  mexicanos  mete  la  mano  en  su  pecho,  sentirá 
como  yo,  que  los  latidos  de  su  corazón  le  anuncian  la  amargura  que 
inspira  la  guerra  entre  hermanos,  y  la  necesidad  imperiosa  de  sofo- 
carla. 

San  Pedro,  noviembre  17  de  1830. — Señor. — Miguel  Barragán. 

No  se  contentó  el  general  Barragán  con  remitir  esta  exposición 
al  congreso  general,  sino  que  al  mismo  tiempo  envió  un  comisionado 
al  general  D.  Vicente  Guerrero,  para  que  por  su  parte  se  allanasen 
las  dificultades  y  se  abriese  un  camino  á  la  conciliación.  Esta  medi- 
da no  tuvo  ningún  resultado. 


263 


Documento  Niím.  8. 


Permiso  de  introducir  géneros  prohibidos  «le  algodón  por  el  término  qnc 
■rexprean.  Destino  de  Ion  derechos  que  produzcan.  Tartas  providen- 
cia» relativas  ú  la  colonización  y  conservacicn  de  Texas. 


Art.  1?  Se  permite  la  entrada  eu  los  puertos  de  la  república,  de 
los  géneros  de  algodón  prohibidos  en  la  ley  de  22  de  mayo  del  año 
anterior  hasta  el  día  Io  de  enero  de  1831,  y  por  los  puertos  del  mar 
del  Sur  hasta  fin  de  junio  del  mismo  año. 

2?  Los  derechos  que  adeuden  dichos  efectos  se  invertirán  en  sos- 
tener la  integridad  del  territorio  mexicano,  formar  el  fondo  de  reser- 
va para  el  caso  de  una  invasión  española,  y  fomentar  la  industria 
nacional  eu  el  ramo  de  tejidos  de  algodón. 

3?  El  gobierno  podrá  nombrar  uno  ó  más  comisionados  que  vi- 
siten las  colonias  de  los  Estados  fronterizos;  que  contraten  con  sus 
legislaturas  la  compra  á  favor  de  la  federación  de  los  terrenos  que 
crean  oportunos  y  suficientes  para  establecer  colonias  de  mexicanos 
y  de  otras  naciones:  que  arreglen  con  las  colonias  establecidas  ya,  lo 
que  crean  conveniente  para  la  seguridad  de  la  república;  que  vigi- 
len á  la  entrada  de  nuevos  colonos,  el  exacto  cumplimiento  de  las 
contratas,  y  que  examinen  hasta  qué  punto  se  han  cumplido  ya  las 
celebradas. 

4?  El  ejecutivo  podrá  tomar  los  terrenos  que  considere  á  propó- 
sito para  fortificaciones  ó  arsenales,  y  para  las  nuevas  colonias,  in- 
demnizando á  los  Estados  su  valor  por  cuenta  de  sus  adeudos  á  la 
federación. 

5o  De  los  presidiarios  destinados  á  Veracruz  y  otros  puntos,  po- 
drá el  gobierno  hacer  conducir  á  las  colonias  que  establezca,  los  que 
creyere  útiles,  costeando  el  viaje  de  las  familias  que  quisieren  ir  con 
ellos. 

6o  Los  presidiarios  se  ocuparán  en  las  construcciones  de  las  for- 


264 

tificaciones,  poblaciones  y  caminos  que  creyere  necesarios  el  comi- 
sionado, y  concluido  el  tiempo  de  su  condena,  si  quisieren  continuar 
como  colonos,  se  les  darán  tierras  ó  instrumentos  de  labranza,  conti- 
nuándoles sus  alimentos  el  primer  año. 

7?  Las  familias  mexicanas  que  voluntariamente  quieran  coloni- 
zar, serán  auxiliadas  para  el  viaje,  mantenidas  por  un  año/  dándoles 
tierras  y  demás  útiles  de  labor. 

8?  Los  individuos  de  que  hablan  los  artículos  anteriores,  se  sujeta- 
rán á  las  leyes  de  colonización  de  la  federación  y  Estados  respec- 
tivos. 

9?  Se  prohibe  en  la  frontera  del  Norte  la  entrada  á  los  extranjeros 
bajo  cualquiera  pretexto,  sin  estar  provistos  de  un  pasaporte  expe- 
dido por  los  agentes  de  la  república,  en  el  punto  de  su  procedencia. 

10°  No  se  hai*á  variación  respecto  de  las  colonias  ya  establecidas, 
ni  respecto  de  los  esclavos  que  haya  en  ellas;  pero  el  gobierno  gene- 
ral, ó  el  particular  de  cada  Estado,  cuidarán  bajo  su  más  estrecha 
responsabilidad,  del  cumplimiento  de  las  leyes  de  colonización,  y  de 
que  no  se  introduzcan  de  nuevo  esclavos. 

11?  En  uso  de  la  facultad  que  se  reservó  el  congreso  general  en 
el  artículo  7?  de  la  ley  de  18  de  Agosto  de  1824,  se  prohibe  colonizar 
á  los  extranjeros  limítrofes  en  aquellos  Estados  y  territorios  de  la 
federación  que  colindan  con  sus  naciones.  En  consecuencia,  se  sus- 
penderán las  contratas  que  no  hayan  tenido  su  cumplimiento  y  sean 
opuestas  á  esta  ley. 

12°  Será  libre  por  el  término  de  cuatro  años  para  los  extranjeros 
el  comercio  de  cabotaje,  con  el  objeto  de  conducir  los  efectos  de  lals 
colonias  álos  puertos  de  Matamoros,  Tampico  y  Veracruz. 

13°  Separante  la  introducción,  libre  de  todo  derecho,  délas  casas 
de  madera,  y  toda  clase  de  víveres  extranjeros,  en  los  puertos  de 
Galveston  y  Matagorda  por  el  término  de  dos  años. 

14?  Se  autoriza  al  gobierno  para  que  pueda  gastar  en  la  construc- 
ción de  fortificaciones  y  poblaciones  en  las  fronteras,  conducción  á 
ella  de  presidiarios  y  familias  mexicanas,  su  mantención  por  un  año, 
útiles  de  labranza,  gastos  de  comisión,  conducción  de  tropas,  y  pre- 
mios á  los  agricultores  que  se  distingan  entre  los  colonos,  y  todos  los 
demás  ramos  de  fomento  y  seguridad  que  comprenden  los  artículos 
anteriores,  hasta  la  cantidad  de  quinientos  mil  pesos. 


265 

15?  Para  proporcionar  de  pronto  la  mitad  de  la  suma  anterior, 
podrá  el  gobierno  negociar  sobre  los  derechos  que  causen  los  géne- 
ros ordinarios  de  algodón,  un  préstamo  con  el  premio  de  un  tres  por 
ciento  mensual,  reintegrable  al  vencimiento  de  los  plazos  que  fija  el 
arancel. 

16°  La  vigésima  parte  de  los  mencionados  derechos  se  empleará 
en  el  fomento  de  los  tejidos  de  algodón,  comprando  máquinas  y  tela- 
res, asignando  pequeños  fondos  de  habilitación,  y  todo  lo  demás  que 
crea  oportuno  el  gobierno,  quien  repartirá  estos  auxilios  á  los  Esta- 
dos que  tengan  esta  clase  de  industria,  quedando  dicha  cantidad  á 
disposición  del  ministerio  de  relaciones,  para  dar  cumplimiento  á  tan 
interesantes  objetos. 

17?  Igualmente  del  producto  de  los  referidos  derechos  se  desti- 
narán trescientos  mil  pesos  para  la  formación  de  un  fondo,  que  se 
depositará  en  la  casa  de  moneda,  bajo  la  más  estrecha  responsabili- 
dad del  gobierno,  quien  sólo  podrá  usar  de  él  en  caso  de  una  invasión 
española. 

18?  El  gobierno  reglamentará  el  plan  de  las  nuevas  colonias,  pre- 
sentará á  las  cámaras  dentro  do  un  año  la  cuenta  de  los  ingresos  y 
egresos  que  se  establecen  por  esta  ley,  y  le  manifestará  los  aumentos 
y  estados  de  las  nuevas  poblaciones  de  las  fronteras. — José  Domín- 
guez, presidente  de  la  cámara  de  diputados. — Miguel  Duque  de  Estra- 
da, presidente  del  Senado. — Juan  Vicente  Campos,  diputado  secreta- 
i*io. — Eafael  Delgado,  senador  secretario. 

México,  6  de  Abril  de  1830. — A.  D.  Lucas  Alamán. 


Documento  Núm.  9. 


Acta  7  plan  de  Verncrnz  tic  2  de  enere  de  1833,  «obre  remoción 
del  ministerio, 

En  la  heroica  ciudad  de  Veracruz,  á  los  dos  días  del  mes  de  ene- 
ro de  mil  ochocientos  treinta  y  dos,  reunidos  los  Sres.  jefes  y  oficia- 
les de  esta  guarnición  y  de  la  fortaleza  de  Ulúa,  en  la  casa  del  Sr. 

Tomo  II.— 34 


266 

coronel  D.  Pedro  Landero,  previa  citación  del  Sr.  comandante  gene- 
ral D.  Ciríaco  Vázquez,  tomando  en  consideración  la  situación  polí- 
tica de  la  república,  amagada  de  la  más  sangrienta  revolución  por 
los  notorios  y  repetidos  actos  de  los  enemigos  de  nuestras  institucio- 
nes y  garantías  individuales,  y  la  triste  y  peligrosa  alternativa  de  ser 
espuesta  la  federación  á  sufrir  el  yugo  más  ominoso  ó  resentir  los 
horrores  de  la  anarquía,  y  particularmente  esta  plaza,  alarmada  jus- 
tamente por  las  insidias  de  la  ambición,  convinieron:  que  es  constan- 
te la  protección  dispensada  por  el  ministerio,  ya  en  sus  periódicos, 
y  ya  de  otros  modos  ostensibles,  á  los  atentados  cometidos  contra  la 
constitución  y  garantías  públicas  ó  individuales,  y  que  muy  pronto 
consumarían  la  ruina  del  sistema  los  agentes  de  los  ministros,  tan 
luego  como  sucumbiese  esta  plaza  á  sus  intrigas,  pues  la  llegada  de 
ellos  estaba  por  desgracia  próxima,  y  en  ese  caso  serían  tal  vez  en 
vano  los  sacrificios  de  los  mexicanos  libres:  que  por  otra  parte  la  re- 
volución espantosa  que  se  preparaba  en  diversos  Estados  de  la  fede- 
ración, para  la  cual  se  invitaba  al  E.  S.  general  D.  Antonio  López  de 
Santa-Ana,  y  otros  jefes  de  esta  guarnición,  sería  tanto  más  terrible, 
cuanto  que  se  extendía  á  toda  la  administración  actual,  lo  cual  pro- 
duciría ciertamente  el  aumento  de  los  males  en  lugar  de  cortar  ó  mo- 
dificar los  que  resentíamos:  que  era  evidente  que  el  ministerio  estaba 
odiado,  y  que  la  opinión  pública  se  hacía  oír  por  todas  partes  en  con- 
tra de  sus  manejos,  sin  que  se  lograse  otra  cosa  que  la  persistencia 
de  estos  funcionarios  en  sus  errores  é  injusticias:  pero  que  también 
era  sabido  que  S.  E.  el  vicepresidente  se  había  manifestado  firme  en 
medio  de  estas  vicisitudes  á  favor  del  sistema  quo  nos  rige,  y  había 
evitado  muchas  veces  los  avances  de  las  pasiones  del  ministerio:  que 
si  S.  E.  no  había  removido  á  sus  secretarios,  debía  considerarse  el 
estado  de  aislamiento  á  que  las  maniobras  ministeriales  lo  hubiesen 
reducido,  respecto  á  que  se  le  hacía  creer  que  el  partido  del  minis- 
terio era  solamente  con  el  que  contaba  la  actual  administración,  y 
que  despojados  de  sus  sillas  los  secretarios,  no  tendría  apoyo  el  vioe 
presidente,  al  paso  que  los  anarquistas  envolverían  la  patria  en  el  más 
desastroso  desorden :  que  para  acudir  al  remedio  de  tan  enormes  y  ex- 
traordinarios males,  debía  esta  guarnición  buscar  un  medio  entre  los 
extremos,  renovando  sus  protestas  do  sostener  á  toda  costa  la  cons- 
titución y  las  leyes  proclamadas  en  el  plan  de  Jalapa,  y  al  actual  vice- 


267 

presidente,  á  quien  se  pediría  enérgicamente,  conforme  al  artículo  4n 
de  dicho  plan,  la  remoción  de  un  ministerio,  contra  quien  se  ha  pro- 
nunciado la  opinión  pública,  y  que  sólo  inspira  desconfianza  á  los  ami- 
gos del  orden  constitucional  y  de  los  derechos  individuales :  y  que  en 
fin,  era  conveniente  que  S.  E.  el  general  Santa-Anna  fuera  invitado 
á  ponerse  cá  la  cabeza  de  esta  guarnición,  si  adoptaba  estos  principios, 
con  lo  cual  calmarían  las  zozobras  de  los  Estados  y  de  todos  los  me- 
xicanos, exaltados  justamente  al  ver  próximo  el  día  funesto  en  que 
se  les  reduzca  á  la  más  afrentosa  esclavitud,  ó  en  que  se  les  precipite 
al  abismo  de  la  anarquía;  pues  repuesto  el  ministerio  con  hombres 
de  prestigio  y  probidad,  se  restablecerá  la  calma  en  los  espíritus,  la 
confianza  en  los  pueblos,  la  fuerza  moral  en  el  gobierno  y  el  respeto 
á  la  constitución  y  á  las  leyes,  única  áncora  que  podrá  salvarnos  de 
las  revoluciones  y  desgracias  consiguientes  á  ellas  en  el  año  presente, 
q\\e  ha  de  renovarse  el  magistrado  supremo  de  la  república;  época 
siempre  llena  de  agitaciones  en  todas  las  naciones  en  que  el  poder 
público  es  electivo.  Y  estando  conformes  unánimemente  en  todo  lo 
manifestado  los  jefes  y  oficiales  que  suscriben,  y  después  de  expla- 
nados muy  por  menor  los  fundamentos  de  estos  principios,  acorda- 
ron : 

Artículo  Io  La  guarnición  de  Veracruz  renueva  las  protestas 
hechas  por  el  plan  de  Jalapa,  de  sostener  á  todo  trance,  sus  juramen- 
tos por  la  observancia  de  la  constitución  federal  y  las  leyes. 

2n  Pide  al  Exmo.  Sr.  vicepresidente  la  remoción  del  ministerio, 
á  quien  la  opinión  pública  acusa  de  protector  del  centralismo  y  tole- 
rador  de  los  atentados  cometidos  contra  la  libertad  civil  y  los  dere- 
chos individuales. 

3?  Dos  jefes  de  esta  guarnición  serán  comisionados  para  presen- 
tar esta  resolución  al  E.  S.  general  D.  Antonio  López  de  Santa-Anna, 
y  suplicar  á  S.  E.  que,  conformándose  con  ella,  se  digne  venir  á  esta 
plaza  y  tomar  el  mando  de  las  armas. 

4?  En  tal  caso,  la  guarnición  se  abstiene  de  dirigir  ocurso  alguno, 
y  de  dar  ulteriores  pasos  á  esto  respecto;  pues  S.  E.  el  general  Santa- 
Anna  deberá  dirigir  esta  actaylas  exposiciones  que  juzgue  convenien- 
tes, al  E.  Sr.  vicepresidente  y  demás  autoridades  de  la  federación  y 
los  Estados,  dictando  las  demás  providencias  que  sean  oportunas 
para  que  se  verifiquen  los  laudables  deseos  de  los  que  suscriben. 


268 

Y  habiéndose  todos  conformado  con  los  espresados  artículos,  se 
nombraron  para  presentarlos  al  E.  S,  general  Santa- Amia,  al  teniente 
coronel  del  segundo  batallón  permanente  D.  Eamón  Hernández,  y 
al  Sr.  coronel  primer  ayudante  del  noveno  batallón  permanente  D. 
Juan  Andonaegui;  y  lo  firmaron  los  referidos  jefes,  y  de  los  oficiales 
uno  por  clase,  conmigo  el  secretario  nombrado  para  el  efecto. —  El 
comandante  general  de  la  plaza,  Ciríaco  Vázquez. —  Segundo  batallón 
permanente :  como  teniente  coronel,  comaudante  de  este  cuerpo,  lla- 
món Hernández. —  Por  la  clase  de  capitanes,  Ensebio  Flores. —  Por  la 
de  tenientes,  Mariano  Veitia, — Por  la  de  subtenientes,  Mariano  Mon- 
tes de  Oca. —  Segunda  brigada  de  artillería ;  el  comandante  interino, 
José  Ma  Mora.  —  El  mayor  interino,  Felipe  de  Montero. —  Por  la  clase 
de  capitanes,  José  Gregorio  Munguía. —  Por  la  clase  de  tenientes,  Juan 
Gama. —  Por  la  de  subtenientes,  Laureano  Fatiga. —  Noveno  batallón 
permanente ;  el  coronel  Pedro  Landero. —  Primer  ayudante,  Juan  An- 
donaegui.—  Por  la  clase  de  capitanes,  Faustino  de  Molina, —  Por  la  de 
tenientes,  Juan  Valero. —  Por  la  de  subtenientes,  Luis  Gutiérrez.^- 
Capitán  comandante  accidental  del  primer  escuadrón  del  duodécimo 
regimiento  permanente,  Felipe  Díaz. — Escuadrón  activo  de  esta  pla- 
za, comandante,  coronel,  Mariano  Cenobio. — Primer  aj  udante,  Sebas- 
tián Betancourt. — Por  los  capitanes,  Mariano  Jaimes. — Por  los  tenien- 
tes, José  Villasante. — Por  los  alféreces,  Pedro  Rodríguez. — El  coman- 
dante de  la  fortaleza  de  Ulúo,  José  María  Flores. — El  mayor  de  plaza, 
Miguel  de  Castilla. — Secretario,  Miguel  Medina. 

Es  copia.  Jalapa,  enero  6  de  1832.  —  J.  M.  Guevara,  secretario. 


269 


Documento  Núm.  10. 


Decreto  del  Congrego  gcut-:-n9  de  S5  de  Marzo  de  1M33 


El  vicepresidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos,  en  ejercicio 
del  supremo  poder  ejecutivo,  á  los  habitautes  de  la  república  sabed  : 
Que  el  Congreso  general  ha  determinado  lo  siguiente: 
Art,  1?  Se  concede  un  escudo  de  honor  tá  todos  los  individuos  que 
se  hallaron  en  la  acción  de  Tolome,  con  el  siguiente  lema: 

"Por  la  constitución  en  Tolome  él  3  de  Marzo  de  1832." 

2?  A  los  jefes  y  oficiales  que  se  hayan  distinguido  en  dicha  acción, 
se  les  concede  además  el  grado  inmediato,  y  á  los  sargentos,  cabos, 
soldados  y  tambores  que  se  hallen  en  igual  caso,  se  concederá  una 
pensión  proporcionada  á  su  clase,  y  la  de  los  servicios  con  que  se  hu- 
biere distinguido. 

3o  A  todos  los  individuos  de  dicha  división,  de  sargento  abajo,  se 
les  dará  prest  doble  por  una  semana. 

4?  Para  conceder  las  gracias  que  acuerda  el  artículo  2?  el  gobier- 
no se  arreglará  precisamente  á  la  mayoría  que  resulto  de  los  infor- 
mes del  general  en  jefe,  mayor  general,  y  comandantes  de  los  cuer- 
pos; y  con  respecto  á  éstos  iuformará  el  jefe  de  la  sección. 


270 


Documento  Núm.  11. 


Párrafos  de  cflrta  del  general  Ternu  ni  Kxíko.  Sí-,  gobernador  del  Estado 
de  Zacatecas,  fecha  en  A  E tatuara  :',  22  de  nioyo  de  1832. 


"Yo  voy  á  trabajar  sobre  un  plan  para  estar  en  disposición  de 
sostener  á  las  representaciones  nacionales,  las  porticulares  de  los  Es- 
tados y  la  general  in  statu  quo:  porque  no  se  borre  la  forma  consti- 
tucional, lo  que  si  sucede  somos  perdidos,  porque  nadie  la  restauraría, 
y  ni  es  probable  que  haya  quien  pueda  establecer  cualquiera  sistema 
de  orden  público.  No  cuento  con  conexiones  particulares:  crea  vd. 
que  es  el  único  gobernador  con  quien  me  explico:-  tengo  el  auxilio 
de  otros,  pero  se  funda  en  el  concepto  que  tienen  de  mí,  y  en  lo  ge- 
neral y  en  lo  más  de  oficio  se  mantienen  en  relación  conmigo:  en  las 
legislaturas  no  tengo  ni  aun  conocidos,  fuera  de  esta  de  Tamaulipa?, 

"  No  me  meto  á  juzgar  si  el  gobierno  pudo  ó  no  evitar  que  se  lle- 
gase á  este  término  horrible:  lo  que  es  cierto,  es  que  en  el  día  el  eje- 
cutivo no  tieno  ya  ese  recurso;  este  mal  no-es  un  pronunciamiento 
en  la  voz  común;  es  una  revolución  que  no  admite  aquel  medio  de 
transacción. 

"No  creo  que  leerá  vd.  con  fastidio  esta  larga  carta,  y  auu  me 
atrevo  á  reclamarle  que  la  agradezca,  porque  me  ha  costado  mucho 
trabajo  tomar  tiempo  para  ponerla.  ¿Qué  se  quiere  en  Zacatecas?  No 
dudo  que  constitución  y  libertad;  pues  que  no  se  equivoquen  los  me- 
dios de  defenderla:  dígaseme  cuáles  son." 

("El  Fénix"  núm.  70,  del  día  28  do  julio  de  1832.) 


Párrafo*  de  olrn  carta  fechn  en  el  Cojo,  28  de  mayo. 

"Compañero,  amigo  y  señor  de  toda  mi  estimación:  varias  consi- 
deraciones de  que  solamente  á  vd.  puedo  imponer,  me  han  determi- 


271 

nado  á  hacer  el  movimiento  do  Altamira  á  este  punto  sin  el  menor 
impedimento.  Desde  que  comenzó  la  revolución,  opiné  por  el  cambio 
del  ministerio,  y  lo  insinué  en  lo  particular  al  ¡3r.  vicepresidente,  anun- 
ciándole quo  al  fin  se  vería  en  la  precisión  de  tomar  esa  medida.. . . 

"Yo "he  anunciado  que  no  hago  la  guerra  porque  haya  tales  mi- 
nistros, sino  porque  haya  gobierno  con  la  forma  constitucional:  no  la 
hago  ni  aun  por  notnbramiento.de  las  personas  del  gobierno;  sino 
porque  me  fue  pi'eciso  rechazar  la  revolución  en  el  lugar  mismo  en 
que  yo  estaba 

"Ai  llegar  á  esta  hacienda  vino  en  efecto  un  extraordinario  con 
el  aviso  de  la  renuncia  admitida  de  los  ministros:  á  los  que  tratan 
de  ello  se  agrega  la  carta  particular1  que  remito  á  vd 

"Para  merecer  toda  la  confianza  de  vd.  le  comunicaré,  que  no  he 
obrado  por  alucinamieuto  hacia  el  término  de  la  revolución:  comu- 
niqué á  tiempo  que  la  causa  del  gobierno  era  impopular,  aplicada  so- 
lamente al  ministerio,  á  lo  menos  en  el  lugar  en  que  me  hallaba  y  en 
sus  inmediaciones.  He  obrado  y  obraré,  porque  en  mis  principios  el 
que  es  general  se  debe  sacrificar  por  el  gobierno  á  quien  sirve  pú- 
blicamente. Las  naciones  están  vendidas  de  otro  modo;  lo  débil  de 
las  instituciones  se  ha  de  defender,  pues  á  la  parte  fuerte  los  aspi- 
rantes que  buscan  fortuna,  le  hacen  incontrastable.  Muchos  de  los 
quo  contribuyeron  al  plan  de  Jalapa  se  hacen  ahora  el  honor  de  ata- 


1  Exnio.  Si'.  D.  Manuel  de  Mier  y  Terán. — Villerías. — México,  mayo  18  de 
1832.— Compañero  y  amigo  muy  estimado. —  Sin  embargo  de  que  no  creía  conve- 
niente que  los  secretarios  del  despacho  se  separasen  de  sus  respectivos  encargos, 
antes  de  que  los  pronunciados  volviesen  al  orden,  por  las  razones  que  manifieste  á 
vd.  en  una  de  mi3  anteriores,  habiendo  insistido  de  nuevo  dichos  secretarios  en  la 
dimisión  que  tenían  hecha,  no  pude  menos  que  admitírselas  según  verá  vd.  en  los 
impresos  que  se  le  remiten. 

Como  vd.  ha  opinado  que  dado  este  paso  se  separarían  de  la  revolución  algu- 
nos que  han  entrado  en  ella  de  buena  fe,  y  los  que  desean  salir  del  compromiso  ó 
apuros  en  que  se  hallan,  estimó  oportuno  se  comunicase  á  vd.  este  aviso  por  extraor- 
dinario, para  que  del  modo  que  á  vd.  mejor  le  parezca  pueda  hacerlo  entender  á  los 
de  Tampico,  á  fin  de  que  se  sometan  á  la  obediencia  del  gobierno,  y  no  dudo  que  la 
política  y  talento  de  vd.  sacarán  de  dicho  aviso  grandes  ventajas. 

Por  no  detener  el  correo,  y  sin  otra  ocurrencia  que  comunicar  á  vd.,  concluyo 
repitiéndome  como  siempre  su  compañero  y  muy  adicto  amigo  que  le  desea  la  mejor 
salud  y  triunfo  más  completo.—  Anastasio  Bustamante. 


272 

car  la  obra  de  sus  manos:  gritan  que  la  constitución  no  sirve;  por  lo 
que  hace  á  mí,  si  no  me  da  otra  la  nación,  hasta  que  tenga  fuerza  me 
bato  por  la  última  hoja.  Busco  á  la  parte  sana  de  la  nación  para  obrar 
con  ella,  si  la  falta  de  gobieno  me  hace  carecer  de  orden. 

"Al  enemigo  que  me  toca  hacer  frente,  lo  tengo  reprimido;  si 
fuera  guerra  yo  la  acabara  en  ocho  días  en  Tampico;  pero  es  revo- 
lución de  un  pueblo  libre,  y  siendo  la  parte  que  he  abrazado  por  mi 
destino  la  defensa  de  sus  leyes,  debo  ser  el  que  menos  se  desemba- 
race de  ellas. 

"Acompaño  á  vd.  un  plano  de  Texas,  formado  sobre  mis  obser- 
vaciones, y  si  muero  en  esta  frasca  téngalo  vd.  como  mi  testamento, 
y  la  última  memoria  de  un  amigo. 

"Hacienda  del  Cojo,  junio  4  de  1832. —  Mi  juicio  sobre  el  para- 
dero de  esto,  es  que  todo  se  trastorna  y  quedan  masas  de  hombres 
armados  batiéndose  por  su  propia  defensa,  y  que  la  revolución  absor- 
be la  mayor  parte.  Mi  situación  so  hace  crítica  por  lo  que  pasa  en 
otras  partos.  Yo  correré  mi  suerte:  hasta  que  me  sea  posible  me  co- 
municaré con  vd.  para  que  si  es  practicable  restauren  lo  que  se  va 
á  perder. 

"Hacienda  del  Cojo,  junio  7  de  1832. —  Compañero  y  amigo  de 
mi  particular  aprecio:  acabo  de  recibir  la  grata  de  vd.  de  30  del  pa- 
sado, y  en  vista  de  ella  he  propuesto  como  mío,  parte  de  lo  que  vd. 
me  dice  en  ella,  esto  es,  que  se  pida  ó  se  declaro  el  impedimento  del 
presidente  y  vicepresidente,  y  se  proceda  á  lo  que  prescribe  el  artí- 
culo 96  de  la  constitución,  haciendo  que  la  elección  recaiga  en  vd. ]  en 
otro  sería  inútil  y  arriesgado,  ínterin  vd.  se  presenta,  que  se  haga  lo 

1  Se  le  contestó,  que  el  gobernador  del  Estado  no  aceptaría  jamás  el  nombra- 
miento que  se  biciera  de  su  persona  para  presidente  provisional  de  larepiibliea,  y 
mucbo  menos  si  llegaba  á  tomar  parte  en  la  revolución.  Que  á  más  do  esto  no  era 
constitucional  dictar  á  la  cámara  la  persona  qu©  había  de  elegir.  Y  que  finalmente 
quedarían  subsistentes  las  mismas  nulidades,  y  los  mismos  pretextos  para  conti- 
nuar la  revolución,  gi  de  una  vez  no  se  resolvía  llamar  al  legítimo  pesidente  de  la 
república,  para  lo  cual  sí  debía  contar  con  todos  los  recursos  del  Estado.  No  se  re" 
cibió  contestación  á  esta  carta.  Las  nuevas  operaciones  que  tuvo  que  emprender 
el  general  y  su  desgraciada  muerte  lo  impidieron. 


273 

que  dice  el  97.  Que  al  vicepresidente  y  á  los  ministros  se  les  pida  del 
Estado  de  Zacatecas  un  auxilio  para  garantizarlos  de  procedimientos 
ilegales. 

"Ingenuamente  se  lo  digo  al  Sr.  Bastamante,  porque  me  ha  dado 
ocasión  para  ello  preguntando  mi  opinión,  y  en  tales  términos  le  con- 
testo. 

"No  conviene,  á  lo  menos  por  ahora,  indicar  siquiera  lo  del  Sr.  Pe- 

draza,  pues  al  fin  está  impedido  por  ausente 

"En  fin,  este  es  otro  paso  que  no  es  del  momento,  porque  el  indi- 
viduo está  ausente,  y  no  sabemos  si  bueno  ó  malo,  con  ganas  de  vol- 
ver ó  sin  ellas 

"Verá  vd.  que  no  es  perder  tiempo  contestar  á  la  media  hora  la 
apreciable  de  vd.  y  fijarle  proposiciones;  espero  en  contestación  que 
me  diga  vd.  si  serán  sostenidas  ó  propuestas  por  ese  Estado  yaque  lo 
son  por  la  opinión  de  vd. 

"Hacienda  del  Cojo,  junio  17  de  1832. —  Se  nos  censura  á  vd.  á 
mi  y  á  Múzquiz  que  no  tengamos  un  partido  á  quien  servir,  ó  más 
bien,  á  quien  invocar,  cuando  los  dos  que  se  hacen  la  guerra  han  me- 
nester un  tercero.  He  aquí  probado  que  se  han  menester  hombres 
imparciales,  y  que  la  desgracia  es  que  sean  pocos,  si  fueran  muchos 
no  habría  guerras,  las  ilegitimidades  se  subsanarían,  ó  por  la  aquies- 
cencia y  legalidad  posterior,  ó  porque  no  habría  disputa  sobre  la  le- 
galidad de  la  autoridad  existente. 

"De  la  revolución  presente  no  resultan  seguramente  los  partidos 
conocidos  hasta  aquí:  habrá  más  ó  menos  según  la  conclusión:  ppra 
la  política,  la  revolución  va  hasta  donde  la  terminen  los  obstáculos: 
comprende  al  ejecutivo  general,  al  congreso,  la  dictadura  y  lo  que 
es  más  cierto,  la  anarquía  y  la  disolución. 

"Me  han  invitado  para  una  coalición  de  Estados;  aceptaría  si  es- 
tuviera en  contacto;  pero  necesito  para  ir  allá  separarme  de  este 
país,  y  á  consecuencia  se  perdería:  las  ventajas  que  yo  pudiera  ob- 
tener para  ella  no  compensarían  estas  pérdidas  y  quedaría  con  la  ig- 
nominia de  haber  huido  de  las  terribles  dificultades  que  me  cercan. 
"Conozco  al  Sr.  G.  F.,  no  he  tenido  relaciones  con  él,  porque  gra- 
tuitamente no  se  han  ofrecido,  ha  sido  hombre  de  influencia  y  me 
causaba  rubor  solicitarlo,  porque  no  se  me  censurara  por  él  mismo, 
pues  tiene  rigidez.  A  hombres  tales  pondría  de  ministros:  el  gobier- 

Tomo  II.— 35 


274 

no  se  perderá,  dirán;  pero  se  perderá  gradualmente  por  operaciones 
que  pueden  ser  detenidas  por  transacciones,  que  penden  de  eventos 
casuales,  y  sobre  todo  son  más  pacíficos  que  la  guerra  actual:  se 
pierde  ya  en  la  revolución  el  hilo  de  la  legitimidad,  y  por  eso  dice  C, 
que  es  necesaria  una  convención,  ¿quién  la  reúne? 

"En  prueba  de  la  confianza  que  hago  á  vd.  le  envío  en  lo  reserva- 
do esas  copias1  y  sirva  de  prevención.  Sirva  también,  y  es  el  fin  de 

1  Reservadísimo.  —  Comandancia  general  é  inspección  de  los  Estados  internos 
de  Oriente. — Núm.  172. —  Por  contestaciones  que  he  dirigido  al  Sr.  general  D  Juan 
José  Zenón  Fernández,  he  dado  á  conocer  el  estado  político  y  militar  de  esta  de- 
marcación, encargándole  que  le  diera  conocimiento  al  Exmo.  Sr.  vicepresidente  de 
la  república;  pero  no  teniendo  contestaciones  oportunas,  tengo  el  honor  de  hacerlo 
á  vd.  saber  para  que  se  sirva  darle  cuenta. 

He  comunicado  los  motivos  militares  que  tuve  para  salir  de  Villerías,  pero 
también  debo  añadir,  que  el  más  poderoso,  aunque  subordinado  á  los  primeros  por 
ser  puramente  políticos,  fue  el  de  la  noticia  anticipada  que  tuve  de  la  admisión  de 
la  renuncia  de  los  Sre3.  ministros,  entendiendo  que  esta  medula  era  una  verdadera 
transacción  política  con  que  se  contendría  la  guerra  civil,  cuyo  primer  ol>jero  supu- 
se que  sería  la  orden  para  suspender  las  acciones  decisivas  capaces  de  cambiar  el 
estado  de  la  cuestión.  Para  apreciar  este  motivo  se  necesita  tener  presente,  que 
colocado  Tampico  entre  México  y  esta  división,  los  pronunciados  de  aquella  ciudad 
sabían  primero  que  yo  aquel  cambio,  y  podían  sacar  de  él  ventajáis  revolucionarias, 
eu  contra  del  gobierno  y  la  nación,  que  no  eran  evitables  á  la  inmediación  de  sus 
puntos  fortificados. 

D  sde  el  veinticuatro  del  próximo  pasado  tomó  esta  posición  á  propósito 
para  cubrirá  los  Estados  de  San  Luis  y  Tamaulipas  de  las  fuerzas  militares  de  la 
revolución,  y  hasta  cierto  punto  de  la  influencia  de  ella  por  cerrar  las  comunica- 
ciones principales;  pero  la  revolución  tiene  por  la  Huasteca  y  por  otras  vías  do  Ta- 
maulipas,  imposibles  de  obstruir,  por  donde  propagarse  al  rededor  de  mi  posición, 
particularmente  en  Victoria,  cuyas  autoridades  y  poderes  están  en  la  mas  crítica 
posición,  pues  penden  en  su  existencia  legal  del  éxito  de  la  guerra,  y  contó  indivi- 
duos están  relacionados  de  diversos  modos,  ya  con  el  gobierno,  yacon  la  revolución; 
siendo  este  el  obstáculo  más  insuperable  que  se  ha  ofrecido  ág-neral  alguno  en  todo 
el  mundo,  pues  por  las  insti  tu -iones  adoptadas,  no  espera  órdenes  de!  gobierno  que 
lo  relacionen  sólidamente  con  ¡o*  poderes  del  Estallo  á  seguir  con  decisión  el  plan 
riguroso  de  la  guerra,  ni  aún  cuando  vinieran  otras  órdenes  tendrían  efecto  más 
allá  de  lo  que  es  constitucioi  al :  de  manera  que  en  el  Estado  de  Tamaulipas  aislado, 
la  ley  marcial  sería  el  remedio  precario  que  exigiría  la  revoluci  n,  pero  en  nues- 
tras leyes  no  existe  tal  ley  y  si  se  quiere  darla  hoy  en  el  mismo  T  tmaulipas  y  en 
todas  partes  de  la  federación  produciría  tan  funestos  resultados,  que  no  es  del  caso 
considerar,  porque  á  primera  vista  es  un  imposible,  y  yo  como  general  debo  decir 
que  pido  en  el  caso  mi  relevo. 


275 

dejar  tales  documentos,  que  defiendan  mi  memoria1  sí  perezco  en 
esta  contienda. 

"Por  conducto  de  D.  Zenón  Fernández  envió  á  vd.una  comuni- 
cación2 de  que  espero  respuesta. 

"Queda  de  vd.,  etc." 


Terfín. 

Se  nos  ha  mandado  de  fuera  del  Estado,  un  comunicado  contra 
este  señor  desfacedor  de  leyes,  calumniador  déla  guarnición  de  Tam- 
pico,  dictador  de  los  Estados  internos  de  Oriente,  y  último  sostene- 
dor de  la  usurpación.  Sentimos  no  poder  insertar  íntegro  d'u-ho  co- 
municado, pero  lo  extractaremos. 

Su  motees:  "El  bien  mayor  que  demandan  nuestros  paisanos  es 
hacerles  sentir  las  revoluciones  en  todo  su  peso,  para  curarlos  de  esa 

inquietud  característica,  por  la  que  nunca  serían  felices 

Un  pueblo  en  continua  revolución  para  residenciar  á  sus  gobernan- 
tes ¡qué  felicidad  para  el  género  humano!  "  (párrafo  de  una  carta  del 
Sr.  Terán,  inserto  en  el  Registro  de  30  de  marzo  último.) 

Es  bueno  repetir  con  frecuencia,  que  el  general  Teián  quiere  cas- 
tigar á  la  nación  con  hacerle  sufrir  el  peso  de  las  revoluciones;  idea 
que  por  lo  sanguinario,  es  digna  de  Nerón,  y  que  por  lo  servil,  parece 
salida  del  cerebro  de  algún  déspota  do  derecho  divino,  que  se  mira 
como  amo  absoluto  de  las  naciones.  El  Sr.  Terán  no  conoce  la  época 
en  que  vive. 

En  tales  circunstancias,  y  en  la  estrecha  en  que  rae  hallo  de  considerar  la  po- 
lítica, así  como  la  guerra  por  las  relaciones  con  los  poderes  de  este  Estado,  que  no 
están  ni  previstas  ni  demarcadas  en  ninguna  ley,  debe  permitirme  el  supremo  go- 
bierno que  le  trate  de  ambas,  y  en  este  concepto  diré,  que  la  renuncia  de  los  Sres. 
secretarios  no  detiene  el  curso  de  la  revolución,  quizá  porque  no  es  un  ciimbio 
verdadero,  cual  yo  lo  he  entendido,  y  conmigo  lo  entendieron  otros  muchos  que  pre- 
vén y  obran,  á  falta  de  conocimientos  imposibles  en  la  distancia  ó  incomunicación 
en  que  me  hallo,  perlas  sugestiones  materiales  y  que  aprueban  la  buena  fe. 

Dios  y  libertad.— Buenavista,  junio  17  de  1832.  —  Manuel  de  Mier  y  Terán.  -  Sr. 
oficial  m%yor  encargado  de  la  secretaría  de  guerra  y  marina. 

1  Para  cumplir  con  este  encargo  se  publica  este  artículo,  y  los  documentos  que 
le  acompañan. 

2  La  anterior  á  ésta. 


276 

Un  pueblo  en  continua  revolución  para  residenciar  á  sus  gober- 
nantes, sería  un  grandioso  espectáculo,  y  un  ejemplo  provechosísimo 
para  la  especie  humana,  por  más  que  al  dictador  Terán  le  parezca 
ridículo.  Preguntamos  al  mismo  ¡3r.  Terán,  si  su  casa  estaría  bien 
servida,  si  él  mismo  no  vigilara  constantemente  la  conducta  de  sus 
dependientes.  La  nación  también  tiene  apoderados,  dependientes  y 
criados,  y  uno  de  ellos  es  el  mismo  Terán,  que  no  deja  de  costamos 
muchos  miles.  Si  la  nación  quiere  ser  bien  servida,  es  preciso  que 
vigile  sin  cesar  la  conducta  de  sus  dependientes;  y  para  que  éstos 
hagan  algún  caso  de  su  vigilancia,  es  preciso  que  la  nación  esté  siem- 
pre eu  actitud  de  hacerles  sentir  todo  el  peso  de  su  indignación.  Esto 
le  pesa  al  Sr.  Terán;  porque  él  creía  que  con  sólo  hacer  doblar  la  ro- 
dilla á  cuatro  diputados  amedrentados  con  el  aspecto  de  las  bayone- 
tas, bastaba  para  que  toda  la  nación  lo  reconociera  como  dictador 
encargado  de  castigarla. 

Sigue  el  comunicado,  echando  en  cara  al  Sr.  Terán,  la  disolución 
del  congreso  de  Chilpancingo,  que  verificó  á  mano  armada,  y  la  pri- 
sión de  su  jefe  Rosains.  Sólo  los  déspotas  se  atreven  á  disculpar  es 
tos  actos  escandalosos  de  violencia;  pero  los  pueblos  libres,  siempre 
estampan  la  infamia  en  la  frente  de  sus  feroces  perpetradores. 

Se  acusa  á  Terán  de  haber  entonces  querido  prender  á  Morelos, 
para  evitar  el  castigo  que  temía  le  impusiera  este  héroe  por  su  aten- 
tado de  Chilpancingo. 

Se  le  acusa  de  haber  entregado  el  fuerte  de  Cerro  Colorado,  y 
haber  hecho  perecer  en  él  multitud  de  independientes. 

Se  acusa  al  general  Terán  de  haberse  sometido  servilmente  al  go- 
bierno español;  haberle  ofrecido  bajamente  sus  servicios,  y  de  haber 
aceptado  un  empleo  en  el  tabaco,  de  los  mismos  que  asesinaban  á  sus 
compañeros  de  armas. 

El  general  Terán,  dice  el  autor  del  comunicado,  entró  en  las  filas 
de  los  primeros  independientes,  únicamente  por  la  sed  brutal  del  man- 
do que  lo  devoraba,  y  cometió  mil  desacatos  y  atentados  para  sobre- 
ponerse á  los  jefes;  y  no  habiendo  podido  conseguirlo,  no  pensó  más 
quo  en  servir  á  los  españoles  en  aquello  en  que  se  dignaron  ocuparlo. 
Esta  fué  la  conducta  de  Terán  en  la  primera  época  de  nuestra  inde- 
pendencia. La  que  ha  tenido  en  la  segunda  es  absolutamente  crimi- 
nal.   Contribuyó  á  la  caída  de  Iturbide  para  asegurarse  del  poder 


277 

para  sí  mismo.  Se  declaró  enemigo  acérrimo  de  la  federación,  como 
consta  de  sus  escritos  y  de  sus  hechos.  Pero,  lo  que  más  claramente 
muestra  su  ambición  y  la  horrible  ferocidad  de  su  alma,  es  el  oficio 
que  escribió  á  D.  Felipe  de  la  Garza,  dándole  las  gracias  por  haber 
fusilado  al  desgraciado  Iturbide.  Lo  transcribimos. 

"Aunque  el  supremo  poder  ejecutivo  ha  visto  con  mucha  satisfac- 
ción por  los  partes  de  V.  S.  de  17  y  19  del  corriente,  en  que  me  avisa 
el  desembarco  y  muerte  de  D.  Agustín  Iturbide,  el  grande  servicio 
que  V.  ¡3.  ha  hecho  á  la  nación,  preservándola  de  una  guerra  civil  por 
un  sólo  acto  decisivo,  por  lo  cual  ha  merecido  la  gratitud  de  todos  los 
patriotas  mexicanos;  ha  reparado  sin  embargo  la  irresolución  en  que 
lo  puso  algunos  momentos  sobre  el  cumplimiento  de  la  ley,  la  falsa 
sumisióu  con  que  el  referido  Iturbide  se  preseutó  á  cometer  el  de- 
signio más  desastroso  para  nuestra  patria,  reputando  por  dureza  una 
ley  tan  saludable  y  preservativa  del  soberano  congreso,  que  manifies- 
ta la  sabiduría  y  previsión  con  que  trató  de  evitar  la  ruina  de  la  nación. 

Asimismo  me  manda  S.  A.  S.  que  á  su  nombre  dé  á  V.  S.  las  de- 
bidas gracias  y  le  manifieste  que  será  ascendido  á  general  de  brigada 
efectivo,  en  el  momento  que  haya  una  vacante,  que  ahora  falta,  por 
estar  completo  el  número  de  esta  clase  que  designa  la  ley;  y  en  cum- 
plimiento de  dicha  superior  orden,  lo  comunico  á  V.  S.  para  su  in- 
teligencia y  satisfacción.  Dios  y  Libertad.  México,  28  de  julio  de 
1824.—  Terán." 

¡Reprochar  algunos  momentos  de  irresolución  cuando  se  trata  de 
fusilar,  sin  formación  de  causa,  á  una  víctima  como  Iturbide!  Sólo 
Terán  es  capaz  de  tan  refinada  crueldad.  Esto  pronosticaba  á  la  re- 
pública, la  larga  serie  de  atentados  que  él  mismo  acaba  de  cometer 
en  Tamaulipas. 

Se  acusa  á  Terán  de  haber  contribuido  á  fomentar  las  carnicerías 
que  la  actual  usurpación  ha  cometido  contra  los  antiguos  patriotas; 
y  de  esto  es  una  prueba  bastante  concluyente,  la  máxima  proclamada 
por  este  bárbaro  dictador:  liacer  sentir  al  pueblo  todo  el  peso  de  las  re- 
voluciones. 

Asienta  el  autor  del  comunicado,  que  fueron  necesarias  las  ins. 
tancias  y  aún  la  autoridad  de  Santa-Auna  para  que  Terán  tomara 
parte,  en  Tampico,  en  el  ataque  contra  los  españoles.  Eludió  en  esta 
ocasión  las  órdenes  de  su  jefe  inmediato,  que  era  Santa-Auna,  lo  que 


278 

sucediendo  al  frente  del  enemigo,  es%un  crimen  que  se  castiga  con  el 
último  suplicio. 

Se  acusa  al  general  Terán  de  haber,  como  digno  amigo  de  Fació 
y  Alamán,  imitado  su  administración  picalugana,  comprando  en  una 
canongía  de  Monterrey  y  doce  mil  pesos,  al  clérigo  Grárcía,  quien 
había  promovido  el  decreto  de  escisión  y  vendió  á  sus  compañeros 
por  la  canongía  y  los  doce  mil  pesos. 

Terán,  al  marchar  contra  Tampico,  decía  que  iba  á  ahorcar  y  ex- 
terminar átodoslos revolucionarios.  Al  efecto, trató  de  sorprenderlos; 
pero  no  habiendo  podido  conseguirlo,  se  ha  retirado  á  cuarenta  leguas, 
fuera  de  todo  peligro,  con  el  único  objeto  de  conservar  sus  fuerzas 
para  capitular  en  caso  de  que  caiga  la  usurpacióu,  y  evitar  así  el  cas" 
tigo  de  sus  crímenes. 

El  comunicado  termina  recomendando  á  las  legislaturas  el  que  no 
elijan  á  Terán.  Esta  recomendación  nos  parece  inútil:  si  triunfa  la 
usurpación,  seremos  esclavos;  pero  si  triunfa  la  libertad,  podemos 
asegurar  que  el  general  morirá  políticamente,  así  como  todos  los  de- 
más Inclanes  de  la  república. 

(Periódico  de  Zacatecas  titulado  "El  Cometa,"  número  51  del  día  5  de  julio  de  1332). 


Gobierno  supremo  del  Estado  libre  de  Zacatecas. —  El  Exmo.  ¡Sr. 
gobernador  del  Estado  de  San  Luis  con  fecha  7  del  corriente,  me  dice 
por  extraordinario  llegado  anoche  lo  que  sigue. 

"Hoy  mismo  he  recibido  del  Sr.  comandante  general  del  Estado 
el  oficio  que  tengo  el  honor  de  acompañar  á  vd-  en  copia  bajo  n°,  1,  y 
asimismo  los  documentos  adjuntos  marcados  con  el  2  y  3  que  instrui- 
rán á  vd.  de  la  muerte  violenta  del  Exmo.  Sr.  general  D.  Manuel  de 
Mier  y  Terán,  ocurrida  en  Padilla  el  día  3  del  corriente;  y  asimismo 
de  la  situación  crítica  en  que  se  halla  el  Estado  de  mi  mando,  á  punto 
de  invadirse  por  los  disidentes  de  Tampico,  con  notorio  peligro  de 
que  su  tranquilidad  se  altere;  y  que  siendo  trascendental  el  movi- 
miento hasta  esta  capital,  venga  por  fin  á  envolverse  todo  el  Estado 
en  la  revolución,  y  la  suerte  de  la  república  se  comprometa  en  la  más 
desastrosa  anarquía. 


279 


Necrología. 


Tenemos  el  pesar  de  anunciar  la  muerte  del  general  Terán.  La 
historia  juzgará  un  día  con  severidad  á  los  grandes  hombres  que  han 
figurado  en  la  escena  de  nuestras  revoluciones,  y  colocará  á  cada  uno 

imparcialmente  en  el  lugar  que  le  correspondiere  de  justicia 

Nosotros,  sus  contemporáneos,  cuando  nos  vemos  obligados  á  exa- 
minar los  hechos  de  su  vida,  podemos  resentir  todavía  la  influencia 

de  pasiones  que  perturban  el  corazón  y  ciegan  el  espíritu 

Al  considerar  que  el  general  Terán  ha  exhalado  el  último  aliento, 
agobiado  por  la  adversidad  do  su  destino:  que  sus  restos  descansan 
ya  en  aquella  tierra  que  cubre  las  cenizas  venerables  de  Iturbide, 
olvidamos  sus  extravíos,  y  solo  nos  acordamos  que  peleó  con  gloria 
y  con  denuedo  por  la  independencia  de  su  patria. —  L.  E. 

(Periódico  de  Zacatecas  titulado  "El  Cometa."  número  52  del  día  9  de  julio  de  1832.) 


Gobierno  supremo  del  Estado  libre  de  Zacatecas. —  Exmo.  Sr. — 
Por  la  adjunta  copia  del  decreto  que  hoy  mismo  se  ha  servido  expe- 
dir la  honorable  legislatura  de  este  Estado,  se  servirá  V.  E.  imponer- 
se de  cuál  os  la  parte  que  el  Estado  ha  tomado  en  la  presente  revo- 
lución, y  por  consiguiente  se  convencerá  V.  E.  que  no  le  es  posible 
al  mismo  Estado  franquear  á  V.  lí.  los  auxilios  que  se  sirve  pedirme 
en  su  atento  oñ<;io  de  7  del  corriente. 

La  noticia  funesta  que  en  el  citado  oficio  se  sirve  V.  E.  comuni- 
carme, de  la.  muerte  violenta  del  Exmo.  Sr.  general  D.  Manuel  de 
Mier  y  Terán,  acaecida  en  Padilla  el  día  3  del  presente,  me  ha  sido 
tanto  más  sensible,  cuanto  que  tenía  datos  positivos  para  esperar  que 
aquel  digno  gem  ral  y  benemérito  patriota,  obraría  muy  pronta  y  efi- 
cazmente en  favor  de  la  causa  de  la  libertad,  y  para  hacer  cesar  la 
actual  revolución. 


280 

Tengo  el  honor  de  reproducir  á  V.  E.  las  seguridades  de  mi  apre- 
cio y  atenta  consideración. 

Dios  y  Libertad.  Zacatecas,  julio  10  de  1832. — Francisco  García. 
—  Manuel  G.  Cosió. —  Exmo.  Sr.  gobernador  del  Estado  de  San  Luis 
Potosí. —  Es  copia. —  Cosío. 

(Periódico  de  Zacatecas  titulado  "El  Cometa. "  número  53  del  día  12  de  julio  de  1832.) 


Documento  Núm.  12. 


Ley  de  25  de  abril  de  1S32. 


El  vicepresidente  de  los  Estados  Unidos  mexicanos,  en  ejercicio 
del  supremo  poder  ejecutivo,  á  los  habitantes  de  la  república  sabed: 
Que  el  congreso  general  ha  decretado  lo  siguiente. 

Art.  1?  Quedan  libres  de  las  penas  á  que  estaban  sujetos  por  las 
leyes  comunes,  todos  los  mexicanos  por  nacimiento  que  hayan  incu- 
rrido en  delitos  políticos,  en  cualquiera  parte  de  la  república,  bajo  los 
términos  y  con  las  excepciones  siguientes. 

2o  Los  que  permanezcan  sustraídos  de  la  obediencia  del  gobierno 
en  el  Estado  de  Veracruz,  disfrutarán  do  esta  gracia  con  tal  que  se 
presenten  al  general  en  jefe  de  la  división  de  operaciones,  en  el  tér- 
mino que  señalare  el  gobierno. 

3o  Los  jefes  de  superior  graduación  que  tomaron  parte  en  la  aso- 
nada del  día  2  de  enero  de  este  año  en  la  plaza  de  Veracruz,  y  los 
que  hallándose  fuera  de  aquel  Estado  han  marchado  á  engrosar  las 
filas  de  los  sublevados,  de  cualquiera  graduación  que  sean,  gozarán 
la  gracia  del  artículo  1?  sujetándose  á  residir  fuera  de  la  república 
por  el  espacio  de  cuatro  años,  en  punto  que  no  exceptúe  el  gobierno. 


281 

4o  No  se  comprenden  en  el  artículo  Io  á  los  que,  en  virtud  de  sen- 
tencia de  tribunal  competente  estén  cumpliendo  sus  condenas,  ni 
los  que  por  disposición  del  gobierno  se  hallen  fuera  del  lugar  de  su 
residencia,  por  efecto  de  la  ley  de  11  de  marzo  del  año  de  1831. 

5o  Los  que  en  cualquiera  otro  punto  de  la  república  han  tomado 
las  armas,  sea  para  adherirse  al  pronunciamiento  de  Veracruz,  sea 
con  cualquiera  otro  objeto,  serán  comprendidos  en  la  misma  gracia, 
presentándose  á  las  autoridades  militares  de  las  respectivas  demar- 
caciones, en  el  término  qne  señalare  el  gobierno. 

6o  La  gracia  concedida  en  el  artículo  Io,  se  hace  extensiva  á  los 
prisioneros,  de  sargento  abajo,  pudiendo  el  gobierno  destinarlos,  an- 
tes ó  después  de  terminada  la  revolución,  á  juicio  del  mismo,  para 
que  continúen  prestando  sus  servicios  á  la  república,  en  los  cuerpos 
y  puntos  á  que  más  convenga  para  la  seguridad  exterior,  y  tranquili- 
dad interior.  Los  paisanos  que  se  hallen  prisioneros,  serán  también 
destinados  al  servicio  militar  donde  convenga. 

7o  Los  jefes  y  oficiales  prisioneros  quedan  indultados  de  la  pena 
capital,  sujetos  á  salir  de  la  república,  por  el  espacio  de  cuatro  años 
y  residir  en  un  punto  que  no  exceptúe  el  gobierno.  Durante  este  tér- 
mino, disfrutarán,  de  capitán  inclusive  abajo,  una  pensión  igual  á  la 
mitad ;  y  de  capitán  arriba,  la  tercera  parte  del  sueldo  correspondien- 
te á  los  empleos  que  obtenían,  y  que  han  perdido  por  la  ley  de  22  de 
febrero  último. 

8o  Los  individuos  actualmente  presos  por  delitos  de  conspiración, 
serán  indultados  de  la  pena  capital,  si  conforme  á  las  leyes  hubieren 
de  sufrirla,  y  no  podrá  imponérseles  otra  mayor  que  la  de  destierro 
por  cuatro  años  conforme  al  mérito  de  las  causas. 

9o  Las  viudas  é  hijos  de  los  sublevados  que  murieron  en  la  ac- 
ción de  Tolome,  y  los  de  los  demás  que  hayan  perecido,  durante  el 
tiempo  que  permanezcan  sustraídos  de  la  obediencia  del  gobierno 
disfrutarán  del  montepío  que  según  reglamento  correspondía  á  los 
empleos  que  sus  esposos  y  padres  obtenían,  antes  del  día  2  de  enero 
de  este  año. 

10?  Se  concede  amnistía  absoluta  á  los  que  á  satisfacción  del  go- 
bierno hayan  prestado  ó  presten  servicios  importantes  al  restableci- 
miento de  la  paz  y  del  orden. 

íflojio  11—36. 


282 


Documento  Núm.  13. 


El  armisticio  celebrado  en  Corral  Falso,  fué  el  siguiente: 
"En  los  campos  de  Corral  Falso,  á  los  trece  días  del  mes  de  junio 
de  mil  ochocientos  treinta  y  dos,  reunidos  los  jefes  comisionados  por 
parte  de  D.  Antonio  López  de  Santa-Anna  y  general  1).  José  María 
Calderón,  entre  los  dos  campos  que  ambos  ocupan  uno  al  frente  del 
otro,  siéndolo  por  parte  del  primero  D.  Juan  Arago  y  D.  José  María 
Vidal,  y  por  la  del  segundo  el  teniente  coronel  I).  Félix  Merino  y  pri- 
mer ayudante  D.  José  García  Conde,  para  acordar  las  medidas  con- 
venientes á  fin  de  evitar  la  efusión  de  sangre,  entretanto  se  verifica 
la  presentación  de  los  Exmos.  ¡Sres.  general  de  división  D.  Guadalupe 
Victoria,  y  gobernador  de  este  Estado  D.  Sebastián  Camacbo,  comi- 
sionados que  deben  intervenir  como  mediadores  en  la  cuestión  que 
actualmente  agita  á  la  república,  y  sobre  cuyo  punto  espera  el  E.  S. 
gobernador  de  este  Estado  contestaciones  de  S.  E.  el  vicepresidente 
D.  Anastasio  Bustamante,  según  la  comunicación  presentada  al  Sr. 
general  Calderón  por  D.  Juan  Carraza,  vecino  de  Jalapa,  quien  pi- 
dió una  suspensión  de  armas  á  los  señores  comandantes  en  jefe  de 
ambas  fuerzas;  bailándose  para  ello  como  facultado  por  dicho  Exmo. 
Sr.  gobernador  del  Estado,  ínterin  llegaba  á  Jalapa  la  enunciada  con- 
testación: los  referidos  comisionados,  después  de  haber  conferencia- 
do según  los  poderes  respectivos,  convinieron  en  ella,  sujetándose  á 
los  siguientes  artículos: 

Io  Que  para  hacer  efectivas  las  disposiciones  pacíficas  en  que  se 
encuentran  ambas  partes,  y  considerándose  indispensable  la  evacua- 
ción de  los  puntos  que  cada  uno  está  ocupando,  las  fuerzas  del  Plan 
se  retirarán  al  Puente,  las  del  Sr.  general  Calderón  regresarán  al  En- 
cero, y  las  del  Sr.  Santa-Anna  á  Paso  de  Ovejas. 

2o  Los  movimientos  del  Plan,  se  efectuarán  el  día  de  mañana,  los 
del  Sr.  Calderón  el  día  de  hoy,  y  los  de  Santa-Anna  luego  que  éste 
sepa  el  movimiento  de  los  del  Plan. 


283 

3?  El  Puente  Nacional  quedará  evacuado  por  las  tropas  que  lo 
ocupan  y  se  considerará  como  neutral,  siendo  el  punto  designado  pa- 
ra la  reunión  de  los  comisionados  que  deben  conciliar  las  medidas  de 
paz  de  que  ya  se  ha  hablado  arriba. 

4?  Para  facilitar  el  cumplimiento  del  artículo  anterior,  la  división 
del  Sr.  Calderón  del  punto  del  Encero  ó  de  cualquiera  otro  de  arriba 
que  le  convenga,  protegerá  con  los  auxilios  necesarios  á  la  guarni- 
ción del  Puente  para  retirar  los  enfermos,  artillería  y  pertrechos  exis- 
tentes en  aquel  punto. 

5?  Concluida  la  operación  de  que  trata  el  artículo  que  precede,  se 
retirarán  las  tropas  del  mando  del  general  Calderón  á  Jalapa,  donde 
permanecerán  hasta  la  resolución  definitiva  del  supremo  poder  eje- 
cutivo. 

6?  La  división  de  D.  Antonio  López  de  Santa  -Anna,  ejecutará 
su  marcha  según  queda  indicado,  debiendo  hacer  su  primera  jornada 
al  Plan,  y  la  segunda  al  Paso  de  Ovejas,  pasando  por  el  Puente  Nacio- 
nal, para  cuyo  objeto  se  comunicarán  al  Sr.  coronel  comandante  de 
aquel  punto,  las  órdenes  respectivas,  quedando  obligado  el  Sr.  Santa- 
Auna  á  dar  el  salvo-conducto  al  portador  de  estas  órdenes. 

7o  Las  tropas  procedentes  de  Orizaba,  que  de  un  día  á  otro  espera 
D.  Antonio  López  de  Santa-Anua,  podrán  incorporarse  á  la  fuerza 
que  camina  á  Paso  de  Ovejas,  dándoles  aviso  de  este  convenio  en  ca- 
so de  encontrarse  con  la  división  del  general  Calderón,  iguorantes  aún 
de  lo  pactado. 

8?  Las  fuerzas  pronunciadas  por  la  acta  de  Veracruz  en  el  mismo 
Estado,  uo  podrán  ser  molestadas  en  manera  alguna  por  las  del  ge- 
neral Calderón,  ni  éstas  por  aquellas  ínterin  dura  este  convenio. 

9?  El  Sr.  coronel  Rincón,  cumplirá  por  su  parte  el  presente  con- 
venio, de  modo  que  entre  unas  y  otras  tropas  no  haya  al  pasar  por  el 
referido  Puente,  motivo  para  la  más  ligera  diferencia. 

Y  estando  convenidos  en  los  artículos  anteriores,  cuyo  cumpli- 
miento descansa  en  el  honor,  buena  fe  y  probidad  de  las  partes  con- 
tratantes, sin  exigirse  los  rehenes  de  costumbre,  lo  firmaron  en  di- 
cho día. —  Félix  Merino. — JuanArago. — José  García  Conde. —  José  M* 
Vidal. —  Ratifico  el  presente  convenio,  fecha  ut  supra. — Antonio  Ló- 
pez de  Santa-Anna. —  Es  copia. —  José  M*  Bonilla, —  Es  copia.  México, 
19  de  junio  de  1832.—  Cacito. 


284 


Documento  Núm.  14. 


En  la  heroica  ciudad  de  Veracruz,  á  los  cinco  días  del  mes  de  ju- 
lio de  mil  ochocientos  treinta  y  dos,  reunidos  los  señores  jefes  y  ofi- 
ciales de  esta  guarnición,  y  la  de  la  fortaleza  de  Ulúa,  en  la  casa  del 
señor  comandante  militar,  coronel  D.  Ciriaco  Vázquez,  con  el  objeto 
de  fijar  sus  opiniones  sobre  los  medios  que  sean  más  análogos  para 
que  tenga  verificativo  el  restablecimiento  de  la  constitución  y  leyes, 
pedido  por  las  referidas  guarniciones  el  memorable  2  de  enero  últi- 
mo, y  á  fin  de  que  pueda  cimentarse  la  paz  en  la  república  sobre  ba- 
ses sólidas  é  indestructibles,  entraron  á  tratar  tan  interesante  asunto 
con  el  detenimiento  que  requiere.  Convinieron  unánimemente,  en 
que  para  que  se  restablezca  el  imperio  de  la  constitución  y  leyes,  de 
un  modo  positivo,  opuesto  por  consiguiente  al  que  siguieron  los  au- 
tores dej  plan  de  Jalapa,  que  con  la  más  inaudita  perfidia  invocaron 
tan  sólo  estos  sagrados  nombres  para  revestirse  del  poder,  saciar  sus 
venganzas,  haciendo  correr  á  torrentes  la  sangre  mexicana  en  los 
campos  y  en  los  patíbulos,  repartir  los  empleos  públicos  entre  sus 
favoritos,  y  sistemar  la  más  dura  y  oprobiosa  tiranía,  es  indispensa- 
ble que  se  legalice  el  ejecutivo  conforme  á  los  sanos  principios  que 
sostienen  estas  guarniciones  y  las  demás  tropas  y  pueblos  que  se  han 
adherido  á  su  pronunciamiento.  Convinieron  asimismo,  en  que  esta 
medida  es  tanto  más  necesaria  y  urgente,  cuanto  que  el  poder  tirá- 
nico y  usurpador  que  se  llama  gobierno,  se  precipita  cada  día  á  nue- 
vos atentados  contra  las  libertades  públicas  y  gai'antías  individuales. 
Sobre  este  particular  se  tuvo  presente  el  medio  criminal  que  adoptó 
el  referido  poder  usurpador,  para  contestar  á  la  justa  petición  del  2 
de  enero,  empleando  únicamente  los  recursos  reservados  á  la  tiranía, 
que  son  el  acero  y  el  cañón,  por  cuyo  medio  ha  renovado  la  guerra 
civil,  ocasionando  nuevos  menoscabos  en  las  fortunas,  nuevos  derra- 
mamientos de  sangre,  nuevos  lutos  y  lágrimas  en  las  familias,  y  nue- 
vos malos  de  toda  especie  en  la  sociedad,  de  mayor  y  más  funesta 


285 

trascendencia  que  los  que  se  experimentaron  por  la  guerra  del  Sur: 
se  tuvo  también  presente,  que  la  mala  fe  ó  inmoralidad  del  mismo 
poder  usurpador  son  cada  día  más  ostensibles,  de  cuya  verdad  es 
una  prueba  la  aparente  remoción  del  ministerio  con  que  ha  preten- 
dido tan  sólo  tender  un  lazo  á  los  imbéciles  y  á  los  incautos,  porque 
lejos  de  formarlo  nuevamente  con  personas  que  merezcan  la  confian- 
za pública  por  su  aptitud  y  conocido  amor  á  la  independencia  ó  ins- 
tituciones federales,  ha  dejado  uno  de  los  antiguos  secretarios,  y 
están  desempeñando  las  demás  secretarías  los  oficiales  mayores,  para 
que  de  este  modo  continúe  sin  alteración  la  política  maquiavélica  y 
la  marcha  tortuosa,  sistemada  por  aquellos:  se  hizo,  finalmente,  una 
reseña  de  los  nuevos  ataques  dados  á  la  libertad  de  imprenta,  de  las 
persecuciones,  intrigas  infames,  y  otros  actos  proditorios  que  son  de 
pública  notoriedad,  cometidos  por  el  repetido  poder  usurpador  del 
2  de  enero  á  la  fecha;  y  convencidos  íntimamente  de  la  realidad  de 
todo  lo  expuesto,  acordaron  hacer  nueva  manifestación  de  sus  sen- 
timientos para  que  el  E.  S.  general  en  jefe  D.  Antonio  López  de 
Santa-Anna,  se  sirva  tomarla  en  consideración  para  la  próxima  con- 
ferencia que  debe  tener  en  el  Puente  Nacional  con  los  Exmos.  Sres. 
D.  Guadalupe  Victoria  y  D.  Sebastián  Camacho,  y  cuyos  sentimien- 
tos se  contienen  en  los  artículos  siguientes : 

Io  Las  guarniciones  de  Veracruz  y  de  Ulúa,  reiterando  la  pro- 
testa que  hicieron  en  2  de  enero  de  este  año,  nuevamente  por  su  fiel 
observancia,  y  porque  tengan  el  más  pronto  efecto  sus  artículos  84 
y  85. 

2?  Que  en  consecuencia,  quede  inmediatamente  separada  del  po- 
der ejecutivo  la  persona  que  lo  ejerce  en  el  día,  entrando  á  funcio- 
nar las  designadas  por  la  misma  constitución  en  los  artículos  97  y 
98,  entretanto  toma  posesión  de  su  destino  el  legítimo  presidente. 

Y  habiéndose  acordado  en  conclusión,  que  se  nombrase  en  el  acto 
una  comisión  de  cinco  individuos  de  esta  junta  para  poner  en  las  su- 
periores manos  del  Exmo.  Sr.  general  en  jefe  un  ejemplar  del  pre- 
sente documento,  y  suplicarle  á  la  vez  que  no  condescienda  á  que  se 
altere  en  cosa  alguna  el  sentido  de  los  precedeutes  artículos,  porque 
además  de  que  en  su  exacto  cumplimiento  se  interesa  el  bien  procu- 
munal,  demuestran  de  un  modo  inequívoco  la  pureza  de  intenciones 
que  animan  así  á  S.  E.  como  á  todos  sus  subordinados,  recayó  el  in- 


286 

dicado  nombramiento  en  el  coronel  D.  Cristóbal  Tamariz,  tenientes 
coroneles  D.  José  María  Flores,  D.  Ventura  Mora  y  D.  Juan  Soto,  y 
capitán  D.  José  Antonio  Guzmán;  y  firmaron  esta  acta  los  señores 
jefes  do  ambas  guarniciones,  y  de  los  oficiales  uno  por  clase,  conmi- 
go el  secretario  nombrado  para  el  efecto. —  (Siguen  las  firmas.) 


Documento  Núm.  15. 


Francisco  García  gobernador  del  Estado  libre  de  Zacatecas,  á  sus  habitan- 
tes, sabed: 

Que  los  CC.  diputados  secretarios  del  honorable  congreso  del 
mismo  Estado,  con  esta  fecha,  me  han  comunicado  el  decreto  si- 
guiente: 

Secretaría  del  cougreso  del  Estado  libre  de  Zacatecas. —  Exmo. 
Sr. —  El  honorable  congreso  constitucional  del  Estado  libre  de  Zaca- 
tecas, considerando: 

Primero. —  Que  cuando  los  Estados  adoptaron  el  plan  proclama- 
do en  Jalapa  por  el  ejército  de  reserva,  fué  bajo  el  concepto  de  que 
por  él  se  restablecería  el  orden  constitucional  en  la  república: 

Segundo. —  Que  el  general  Bustamante,  lejos  de  restablecer  el  or- 
den constitucional,  como  lo  había  prometido  en  su  pronunciamiento, 
ocupó  inconstitucionalmente  la  silla  presidencial,  y  que  para  soste- 
nerse en  ella  se  ha  violado  repetidas  veces  la  carta  fundamental : 

Tercero. —  Que  para  conseguir  la  remoción  de  su  ministerio  ha 
sido  necesaria  una  guerra  civil  que  ha  causado  estragos  lamentables : 

Cuarto. —  Que  la  guerra  no  puede  cesar  sino  dando  al  gobierno  un 
carácter  constitucional,  y  que  no  puede  tenerlo  sino  reconociendo  por 
legítimo  presidente  al  Exmo.  Sr.  D.  Manuel  Gómez  Pedraza,  que  ob- 
tuvo en  septiembre  do  1828  la  mayoría  absoluta  de  votos  de  los  Es- 


287 

tados,  y  que  ha  sido  llamado  ya  por  el  general  Santa- Anua  y  muchos 
jefes  y  oficiales  á  tomar  posesión  de  su  destino,  para  concluir  el  pe- 
ríodo constitucional  en  que  ha  debido  funcionar,  decreta: 

"1?  El  Estado  de  Zacatecas  reconoce  por  legítimo  presidente 
constitucional  de  la  república  al  E.  S.  D.  Manuel  Gómez  Pedraza. 

"2?  Este  reconocimiento  subsistirá  aún  cuando  la  cámara  de  di- 
putados del  congreso  general  no  haga  la  calificación  de  los  votos  emi- 
tidos por  las  legislaturas  de  los  Estados  el  año  de  28,  por  ser  incues- 
tionable que  el  general  Pedraza  reunió  la  mayoría  absoluta  de  dichos 
votos,  y  tuvo  ios  requisitos  constitucionales  al  tiempo  de  la  elección  ¡ 
y  por  considerar  á  los  representantes  actuales  de  la  nación  sin  la  liber- 
tad necesaria  para  ocuparse  de  este  asunto. 

"o?  El  gobierno  del  Estado  obrará  en  sus  relaciones  exteriores 
de  conformidad  con  este  decreto,  y  para  sostenerlo  podrá  disponer 
hasta  de  seis  mil  hombres  de  la  milicia  cívica  y  hacer  todos  los  gas- 
tos que  al  efecto  juzgare  necesarios." 

Lo  tendrá  entendido  el  gobierno  y  dispondrá  se  imprima,  publi- 
,  que,  circule  y  se  le  dó  su  debido  cumplimiento. 

Dado  en  el  salón  de  sesiones  del  honorable  congreso  de  Zacatecas 
á  los  diez  días  del  mes  de  julio  de  mil  ochocientos  treinta  y  dos. — 
Antonio  Eugenio  de  Gordoa,  diputado  presidente. — Pedro  Sanromán,  di- 
putado secretario. — José  Luis  del  Hoyo,  diputado  secretario. —  Exmo. 
Si*,  gobernador  de  este  Estado. 

Y  para  que  llegue,  etc. — Francisco  García. — Manuel  G\  Cosío. 


(Periódico  de  Zacatecas  titulado  "El  Cometa."  número  53  del  día  12  de  julio  de  1832). 


288 


Documento  Núm.  16. 


Nueva  York,  diciembre  28  de  1830. —  Reservado. —  Al  Sr,  coro- 
nel Mejía. — Muy  Sr.  nuestro. —  Con  éste  le  acompañamos  á  vd.  un  po- 
der que  dieron  los  Sres.  Zavala.  Vehlein  et  Burnet,  al  Lie.  Anthony 
Dey,  William  H.  Sumner  y  George  Curtis,  y  como  dicho  documento 
contenga  cláusula  de  sustitución,  la  que  hemos  hecho  en  vd.  para  que 
en  su  vista  tenga  á  bien  obrar  en  la  materia  según  las  instrucciones 
siguientes. 

Ya  está  vd.  enterado  de  las  medidas  que  se  han  tomado  tocante 
á  las  diferentes  contratas  de  tierras  baldías  que  hizo  el  gobierno  me- 
xicano en  favor  de  los  ISres.  Zavala,  Vehlein  y  Burnet,  y  con  estas 
instrucciones  recibirá  vd.  también  copias  certificadas  del  acta  que 
nombra  á  los  fidei-comisarios  de  la  compañía  y  del  acta  de  asociación, 
estando  acompañada  cada  una  de  dichas  de  una  traducción  en  cas- 
tellano. 

Desenvuelven  los  dichos  documentos  el  plan  de  operación  que  de- 
berán seguir  los  fidei-comisarios  ó  agentes  de  la  compañía  estable- 
cida para  la  cultura  de  las  tierras  cercanas  de  la  bahía  de  Galveston. 
en  la  provincia  de  Texas,  á  fin  de  llevar  á  éxito  la  colonización  de  di- 
chos terrenos;  y  como  prueba  incontestable  de  nuestras  intenciones 
de  establecer  las  colonias  cuanto  antes,  hemos  despachado  este  mis- 
mo día  para  dicha  bahía  la  goleta  "Angélica,"  la  que  va  cargada  de 
víveres  y  de  instrumentos  agriculturales,  á  más  de  los  agentes  de  la 
compañía  y  de  algunos  emigrados  suecos  y  alemanes,  los  que  deberán 
empezar  un  establecimiento  en  el  dicho  punto,  construyendo  casas  y 
otros  abrigos  prontos  á  recibir  á  otros  emigrados  que  aguardamos  de 
Europa,  ó  á  los  que  á  su  llegada  á  estos  Estados  estén  dispuestos  á  em- 
barcarse para  establecerse  sobre  las  tierras  de  la  compañía  en  Texas, 

El  envío  de  esa  goleta  nos  costó  cerca  de  4,000  pesos.  Ya  está 
vd.  impuesto  de  que  el  Sr.  Zavala  ha  salido  para  Francia  con  el  en- 


289 

cargo  de  proporcionar  cuanto  antes  emigrados  europeos  que  debe- 
rán dirigirse  de  dicho  reino  á  la  bahía  de  Galveston. 

Se  han  tomado  también  otras  medidas  á  fin  de  proporcionar  fami- 
lias de  Inglaterra,  de  Escocia  y  de  Irlanda,  y  no  dudamos  de  que  si  la 
gran  liberalidad  y  energía,  las  que  hasta  ahora  han  tan  eminentemente 
distinguido  al  gobierno  mexicano,  en  lo  que  respecta  á  las  tierras  bal- 
días de  su  territorio,  se  extendiesen  en  nuestro  favor,  según  hemos 
solicitado,  que  podrá  nuestra  compañía  establecer  en  dichas  tierras 
una  población  muy  numerosa,  la  que  de  aquí  á  muy  pocos  años  no 
dejará  de  aumentar  á  un  mismo  tiempo  las  fuerzas,  los  recursos,  y 
por  consiguiente  las  riquezaas  de  la  república. 

Se  conseguirá  indudablemente  este  fin  con  sólo  muy  poco  de  es- 
píritu de  empresa,  teniendo  nuestra  compañía,  como  no  lo  ignora  vd. 
(si  se  consiguieren  los  privilegios  que  tienen  solicitados)  amplios  re- 
cursos para  que  se  haga  Texas  una  porción  muy  interesante  del  te- 
rritorio mejicano. 

En  este  particular,  pues,  contamos  con  que  vd.  haga  sus  mayores 
esmeros  para  que  se  coronen  de  suceso  todos  nuestros  deseos. 

Ya  se  ha  pasado  tiempo  bastante  desde  que  vd.  vino  á  residir  en 
los  Estados  Unidos,  para  que  vd.  haya  observado  la  gran  diferencia 
que  existe  entre  un  pequeño  terreno  bien  cultivado,  situado  en  estos 
países,  y  un  sitio  de  tierras  en  México  bajo  la  dirección  de  un  labra- 
dor mexicano.  Una  haciendita  en  estos  Estados  del  Norte,  constando 
de  poco  más  de  media  medida,  está  siempre  en  tan  buen  estado  de 
cultura,  que  no  solamente  mantiene  al  propietario  y  á  su  familia,  co- 
munmente numerosa,  sino  que,  á  más  de  eso,  saca  de  ella  mucha  uti- 
lidad para  la  venta  de  una  parte  de  sus  productos.  Según  este  prin- 
cipio, pues,  nuestra  compañía  se  propone  introducir  á  muchos  emi- 
grados, quienes  de  una  medida  de  terreno  situado  en  las  fértilísimas 
regiones  de  Texas,  sacarán  más  utilidad  (tanto  para  ellos  mismos, 
como  para  el  Estado )  de  la  que  saca  el  labrador  mexicano  de  un  te- 
rreno considerable. 

Convengo,  sin  embargo,  en  que  sería  bastante  difícil  el  hacer  en- 
tender lo  que  acabo  de  decir,  á  un  hacendado  mexicano  que  no  hu- 
biese estado  en  estos  Estados.  Es,  no  obstante,  mucha  verdad,  y  no 
dudo  de  que  las  observaciones  propias  de  vd.  le  hayan  proporciona- 
do la  facultad  de  juzgar  de  la  exactitud  de  lo  que  digo. 

Tomo  II.— 37 


290 

Está  en  el  poder  de  una  compañía  organizada  como  lo  está  la 
nuestra  (si  nos  diere  el  gobierno  mexicano  el  grande  y  generoso  apo- 
yo que  está  á  su  alcance)  el  establecer  nuestra  colonia  sobre  el  pie 
más  respetable,  mientras  tanto  puede  obrar  el  gobierno  de  modo  á 
inutilizar  nuestros  esfuerzos  y  aniquilar  nuestras  esperanzas.  En 
cuanto  confesamos  francamente  que  nuestro  objeto  es  el  ganar  di- 
nero, y  que  si  hacemos  todas  las  diligencias  y  los  sacrificios  de  dine- 
ros necesarios  para  mejorar  y  enriquecer  un  terreno,  es  muy  justo 
el  que  saquemos  las  utilidades  correspondientes  á  nuestros  riesgos 
y  desembolsos. 

Cuide  vd.  que  no  se  suponga  por  un  solo  instante  el  que  un  pu- 
ñado de  individuos,  como  los  que  forman  nuestra  compañía,  tengan 
proyectos  de  política  que  llevar  á  éxito,  ó  el  que  tengan  el  más  mí- 
nimo deseo  de  establecer  ó  de  tener  en  Texas  oíro  gobierno  que  el 
de  México,  pues  conforme  al  manifiesto  que  hemos  dado  á  luz,  debe 
vd.  hacer  creer  no  solamente  ser  nuestro  interés  que  quede  la  colo- 
nia sujeta  á  las  leyes  mexicanas,  sino  que  todo  emigrado  que  vaya 
allá  debe  estar  persuadido  que  disfrutará  de  ventajas  mucho  mayo- 
res bajo  aquellas  leyes  que  bajo  las  de  los  Estados  Unidos  del  Norte, 
ó  las  de  un  gobierno  separado  é  independiente. 

El  interés  propio  es  la  pasión  más  fuerte  del  hombre;  basta,  pues, 
el  hacer  nacer  en  él  ese  sentimiento,  para  que  se  deje  dominar  por 
ello,  y  que  haga  todos  sus  esfuerzos  para  procurar  satisfacerlo  :  bajo 
este  principio  debemos  persuadir  de  que  este  gobierno  no  tiene  nin- 
guna intención  hostil  contra  el  de  México,  ni  tampoco  el  menor  de- 
seo de  desmembrar  su  territorio  por  medios  ilegales  ó  injustos;  su- 
plicamos á  vd.  dirija  sus  mayores  esfuerzos  en  conseguir,  por  todos 
los  medios  posibles,  la  revocación  de  tal  parte  de  la  ley  de  coloniza- 
ción del  6  de  abril  de  1830,  que  prohibe  que  se  establezca  en  Texas 
ningún  natural  de  los  Estados  Unidos  del  Norte.  Interesa  sobera- 
namente á  todo  país,  y  sobre  todo  á  un  Estado  nuevo,  el  tener  por 
habitantes  á  hombres  quienes  al  mismo  tiempo  que  sean  de  buenas 
costumbres,  sean  también  muy  adictos  á  la  industria;  en  fin,  á  hom- 
bres que  estén  acostumbrados  á  cultivar  sus  campos  según  los  me- 
jores principios  de  agricultura;  tales  son  los  que  vd.  habrá  visto  prac- 
ticarse con  tanto  provecho  en  estos  Estados. 

Nos  ocupamos  en  este  momento,  como  vd.  no  lo  ignora,  en  tomar 


291 

las  medidas  necesarias  para  establecer  en  nuestras  contratas,  colo- 
nias de  americanos  y  europeos.  Sin  desear,  pues,  sacar  distinciones 
envidiosas  en  favor  de  un  pueblo  con  perjuicio  de  otro,  creo  que  vd. 
convendrá  con  toda  franqueza,  en  que  los  labradores  de  los  Estados 
de  la  nueva  Inglaterra,  serían  de  todos  los  pueblos  los  más  á  propósi- 
to para  formar  las  colonias  de  que  se  trata.  Es  gente  de  costumbres 
excelentes,  de  empresa  y  de  una  industria  inacabable,  y  se  puede 
decir  con  justicia  que  ha  esparcido  la  abundancia  y  la  dicha  en  cual- 
quier país  en  que  haya  ido  á  establecerse;  en  fiu,  se  ha  visto  hacer 
florecer  lugares  que  jamás  antes  había  pisado  el  hombre. 

Según  las  leyes  actuales  de  México,  no  podemos  introducir  á  esta 
gente  en  las  contratas,  aunque  sería  fácil  establecerla  á  mucho  me- 
nos costo  que  á  cualquiera  otra,  y  por  estos  medios  poblar  el  terri- 
torio en  la  mitad  del  tiempo  de  lo  que  lo  podríamos  hacer  con  euro- 
peos. 

Creemos  habernos  extendido  sobre  este  particular  para  que  haga 
vd,  lo  posible  á  fin  de  conseguir  la  revocación  de  esta  parte  de  la  ley 
de  colonización. 

NOTAS. 

1*  Siendo  intención  de  la  compañía  el  colonizar  todo  el  terreno 
señalado  dentro  de  los  límites  de  las  contratas  transferidas  á  los  fi- 
deicomisarios ó  agentes  de  la  sociedad,  ante  todo,  lo  creemos  á  pro- 
pósito y  aun  de  la  mayor  importancia  el  que  vd.  obtenga  del  E.  S. 
gobernador  de  Coahuila  y  Texas  otra  contrata  para  la  colonización 
de  mil  familias  sobre  las  dichas  tierras  sobrantes. 

Tenga  vd.  presente  que  para  efectuar  eso,  basta  con  la  sola  au- 
toridad del  gobernador  de  dicha  provincia:  y  así  como  este  es  el  pri- 
mer paso,  así  es  que  el  efectuarlo  es  de  la  mayor  consideración,  por- 
que de  este  modo  tendremos  derecho  al  término  de  seis  años  para 
colonizar  el  todo,  lo  que  esperamos  llevar  á  efecto  sin  dificultad. 

2*  Se  hizo,  algunos  años  hace,  á  un  tal  Leftioich  la  concesión  de 
unas  tierras  que  están  cercanas  á  las  nuestras:  este  sujeto,  según 
se  dice,  las  vendió  á  unos  individuos  de  Xashville,  quienes  estable- 
cieron una  compañía  que  fue  reconocida  por  el  gobierno  de  México. 

Pensamos  el  que  resultarían  á  nuestra  sociedad  ventajas  muy 


292 

grandes,  si  el  gobernador  de  Coahuila  y  Texas  hace  la  contrata  nue- 
va para  el  establecimiento  de  las  mil  familias  en  favor  de  los  fidei- 
comisarios ó  agentes  de  la  compañía,  siendo  éstos  el  Lie.  Anthony 
Dey  William,  S.  S.  ÍSumner  y  George  Curtís;  y  no  siendo  esto  posi- 
ble, que  se  haga  esta  contrata  á  favor  de  Zavala,  "Wehleim  y  Burnet. 

Después  será  menester  que  vd.  procure  conseguir  del  congreso 
del  Estado  de  Coahuila  y  Texas,  el  que  reconozca  nuestra  compa- 
ñía, bajo  el  mismo  pie  (ó  si  se  puede  con  condiciones  más  ventajo- 
sas) que  el  que  se  estipuló  con  la  compañía  de  Nashville. 

No  prevemos  ningún  inconveniente  á  que  se  nos  hagan  directa- 
mente (como  á  empresarios)  las  dichas  contratas,  habiéndonos  ce- 
dido los  anteriores  todos  sus  derechos  y  privilegios,  como  á  fideico- 
misarios ó  agentes,  tanto  de  ellos  como  de  sus  socios. 

3*  Interesaría  mucho  á  la  compañía  el  que  se  consiguiera  del  go- 
bernador de  Coahuila  y  Texas  á  favor  de  dichos  fideicomisarios,  sus 
herederos  ó  sustitutos,  una  concesión  de  tierras,  con  feudo  simple, 
á  condición  de  que  estableciese  sobre  ella,  á  épocas  señaladas,  un 
número  estipulado  de  familias,  teniendo  vd.  cuidado  que  se  extien- 
da lo  más  posible  el  término  para  la  colonización,  de  dicha  concesión, 
siendo  al  mismo  tiempo  las  familias  que  se  deban  proporcionar  en 
menor  número  posible. 

Sírvale  á  vd.  de  gobierno  el  cálculo  siguiente:  Quinientos  emi- 
grados en  dos  años,  otros  quinientos  en  cuatro  años,  otros  quinien- 
tos en  seis  años,  igual  número  en  ocho  años,  y  otros  tantos  en  diez 
años,  siendo  dichos  números  mayores  de  los  que  prescriben  las  leyes 
de  colonización, .por  una  extensión  de  terreno  como  la  que  se  halla 
dentro  de  los  límites  de  nuestras  contratas;  y  en  caso  que  no  se  haya 
introducido  en  las  épocas  señaladas  el  número  de  emigrados  contra- 
tado, que  se  pague  al  gobierno  una  cierta  cantidad  por  cada  emigra- 
do que  no  se  haya  establecido  por  la  compañía. 

Convenimos  en  que  se  haga  dicha  contrata  bajo  todas  las  condi- 
ciones y  restricciones  que  acostumbi'a  estipular  el  gobierno;  y  si  no 
se  pudieren  conseguir  dichas  condiciones  sin  fianza  de  nuestra  par- 
te, ó  si  se  exige  una,  autorizamos  á  vd.  á  firmar  por  la  sociedad  los 
documentos  necesarios  á  ese  efecto,  los  que  serán  ratificados  por  la 
compañía  lo  más  pronto  posible. 

Por  lo  que  respecta  al  coronel  Austin,  creemos  que  se  debenín 


293 

tomar  las  medidas  para  explicarle  nuestras  miras,  á  fiu  de  que  tenga 
presente : 

1?  Los  esfuerzos  que  se  van  á  hacer  por  vd.  para  introducir  un 
gran  número  de  emigrados  en  nuestras  contratas,  lo  que  no  podrá 
menos  que  aumentar  mucho  el  valor  de  su  colonia. 

2?  El  deseo  que  tenemos  de  cooperar  con  él  en  vender  nuestras 
tierras  á  un  precio,  el  cual  deberá  convenirse  por  ambas  partes  á  fin 
de  que  sean  nuestros  precios  uniformes. 

En  razón  del  buen  concepto  que  hemos  formado  tanto  del  coro- 
nel como  del  espíritu  de  empresa  que  le  anima,  no  dudamos  de  que 
se  haya  convencido  de  las  ventajas  que  le  resultarán  de  las  opera- 
ciones de  nuestra  compañía,  llamando  la  atención  del  mundo  entero 
á  un  sitio  tan  favorecido  de  la  Providencia  como  lo  es  Texas,  siendo 
cierto  que  si  conviniere  el  coronel  en  señalar  un  precio  fijo  conforme 
nuestra  intención,  no  tardará  en  hacerse  el  hombre  más  rico  de  la 
provincia.  Entre  las  muchas  é  importantes  consideraciones  que  vd. 
debe  tener  presentes,  es  la  del  nombramiento  de  un  comisionado  pa- 
ra posesionar  á  los  colonos  de  sus  tierras  segúu  la  ley  de  coloniza- 
ción. 

►Si  el  coronel  Mejía  pidiese  su  retiro  con  intención  de  fijar  su  re- 
sidencia en  la  provincia  de  Texas,  sería  de  mucho  interés  á  nuestra 
compañía  el  que  él  quisiese  aceptar  dicho  nombramiento.  Le  supli- 
camos dar  á  la  materia  la  consideración  que  merece,  á.fin  de  que 
procure  efectuar  un  arreglo  que  tanto  deseamos. 

Nuestros  agentes  en  la  provincia  y  en  México  le  proporcionarían 
todos  los  medios  posibles  para  el  desempeño  de  los  deberes  de  su 
comisión. 

Se  espera  que  acompañará  al  coronel  Mejía  el  Sr.  Emvard  Cur- 
tís, quien  le  dará  toda  la  asistencia  que  esté  á  su  alcance. — ( Aquí 
hay  una  firma  de  un  individuo,  que  no  se  ha  podido  entender  por  la 
pésima  escritura.) — Geo.  Curtís,  secretario. 

Por  traducción  conforme  al  original  escrito  en  lengua  inglesa. — 
Nueva  York,  Febrero  2  de  1831. — Edén  Alien,  profesor  y  traductor 
de  lenguas,  número  4.  Broad  Street. 


OCTAVO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  OCTAVO. 

El  general  D.  Melchor  Múzquiz  presidente  interino  desde  14  de  agosto 
á  24  de  diciembre  de  1832, 


CAPÍTULO  I. 


Situación  en  que  se  hallaba  In  república  en  fines  de  1  §32. —Grandes  nc« 
ciones  de  guerra  tiiuy  notables,  con  otros  sucesos  de  importancia, 


Fatigada  la  república  mexicana,  puede  decirse,  desde  que 
se  proclamó  su  independencia  allá  en  el  pueblo  de  Dolores, 
lia  ido  marchando  desgraciadamente  por  sendas  muy  difíci- 
les. Ha  tenido  que  sufrir  transiciones  no  comunes,  siempre 
peligrosas,  y  propias  para  concluir  con  su  ser  político  has- 
ta poder  ser  borrado  su  nombre  en  el  catálogo  de  las  na- 
ciones. 

La  Providencia  divina  ha  querido  conservar  la  naciona- 


296 

lidad  de  México;  pero  nos  deja  pasar  al  mismo  tiempo  de  uro 
modo  peligroso  por  la  prueba  y  por  el  camino  por  donde  han 
pasado  casi  todos  los  pueblos  de  la  tierra.  La  discordia  y  la 
guerra  civil,  la  falta  de  hacienda  y  de  recursos  nos  han  afli- 
gido antes  del  año  de  1821,  y  también  en  poco  más  de  dos 
lustros,  que  comprenden  las  respectivas  épocas  de  los  perío- 
dos administrativos,  que  sirveu  de  materia  á  estas  Memo- 
rias, hasta  1832. 

En  lo  que  dejamos  escrito  asentamos  que,  á  mas  de  lo 
desgraciado  que  ha  sido  nuestro  país  en  lo  político  y  hacen- 
darlo, ha  sido  mucho  mayor  el  mal  causado  por  el  encarni- 
zamiento de  la  guerra  fratricida,  que  ha  acabado  casi  con  la 
tranquilidad  pública,  con  los  intereses  y  personas  de  mexi- 
canos beneméritos  y  hasta  con  la  población. 

Puntualmente  son  éstos,  en  nuestro  concepto,  los  auspi- 
cios bajo  que  entra  á  gobernar  el  presidente  interino,  gene- 
ral I).  Melchor  Múzquiz.  La  cruel  y  desastrosa  guerra  del 
Sur  de  México;  los  cadalsos  de  Padilla,  Ohilapa,  San  Luis 
Potosí,  Puebla  y  de  otros  puntos,  así  como  las  últimas  ac- 
ciones de  guerra  en  Tampico,  Pozos  de  San  Luis,  Tezuitlán 
y  Tolomé,  presentan  al  nuevo  presidente  un  país  de  males- 
tar y  un  suelo  empapado  en  sangre. 

Mucho  tiene  que  hacer  el  gobierno  interino  que  sucede 
al  vicepresidente  de  la  república,  por  hallarse  obligado  á  po- 
nerse á  la  cabeza  del  ejército,  para  procurar  contrariar  los 
avances  de  la  revolución  que  puede  asegurarse  fué  la  volun- 
tad nacional.  Tiene  el  ejecutivo  que  dirigir  su  administra- 
ción con  el  gabinete  y  extender  su  influjo  y  resorte  á  toda 
la  república  para  beneficio  de  ella  misma. 

Al  intento,  el  día  19  del  propio  mes  de  agosto,  formó  el 
presidente  interino  su  ministerio,  nombrando  para  las  secre- 
tarías del  despacho  á  las  personas  siguientes:  para  relacio- 
nes á  D.  Francisco  Fagoaga;  para  justicia  y  negocios  ecle- 
siásticos á  D.  Juan  Ignacio  Godoy;  para  hacienda  á  D.  Ig- 


297 

nació  Alas,  y  para  la  de  guerra  y  marina  á  D.  José  Ignacio 
Ibeni. 

No  será  el  que  esto  escribe  quien  califique  la  referida 
elección  de  personas,  recomendables  ciertamente,  y  sólo  sí 
aseguramos  que  los  hechos  de  los  ministros  en  el  desempeño 
de  las  carteras,  y  no  las  palabras  y  elogios  de  impugnado- 
res ó  de  adictos,  deben  acreditar  y  calificar  de  buenos  ó  ma- 
los sus  nombramientos. 

Eecordamos  que  el  último  acto  de  la  administración -de 
Bus  turnante,  fué  el  crear  y  dar  empleos  militares  desde  la 
más  superior  hasta  la  unís  inferior  clase;  y  justo  es  decir  que 
por  primera  providencia  de  Múzquiz,  fué  retirada  del  sena- 
do la  propuesta  (pie  se  acababa  de  hacer  en  su  favor  para  ge- 
neral de  división. 

Siguieron  los  acontecimientos  públicos  explicándose  y  te- 
niendo efecto  conforme  á  los  antecedentes,  existentes  y  pre- 
parados en  la  época. 

La  marcha  y  operaciones  del  general  presidente  sobre  los 
Estados  del  interior,  y  lo  encendido  y  animado  que  se  halla- 
ba el  fuego  de  la  revolución  en  los  Estados  del  Oriente,  pro- 
dujeron naturalmente  el  efecto  que  era  de  esperarse,  esto  es, 
combates  y  sangre. 

En  septiembre  tuvieron  lugar  en  los  Estados  del  Norte 
y  del  Oriente  algunas  acciones  parciales  de  guerra.  Hubo 
otras  muy  señaladas  é  importantes  por  sus  circunstancias 
particulares  y  principalmente  por  sus  resultados,  que  afec- 
taron no  sólo  intereses  individuales  muy  señalados,  sino  los 
generales  de  la  nación:  el  Gallinero,  el  Palmar  y  el  rancho 
de  Posadas  se  recordarán  siempre  y  se  llorarán  por  los  me- 
xicanos. La  tranquilidad  pública,  los  intereses  de  personas 
y  de  la  nación,  el  buen  nombre  de  la  república,  su  estabili- 
dad y  aun  su  existencia,  fueron  comprometidos  y  librados 
al  triste  azar  de  la  guerra  y  al  rudo  poder  de  las  armas. 

Después  de  graudes  y  costosos  preparativos  de  campaña, 

Tomo  II. —38 


298 

tuvo  efecto  en  el  puerto  del  Gallinero  el  día  18  del  referido 
mes  de  septiembre,  el  choque  de  las  fuerzas  del  gobierno  ge- 
neral con  las  de  los  Estados,  particularmente  de  el  de  Zaca- 
tecas. 

Fueron  derrotados  los  pronunciados  contra  el  gobierno 
por  las  tropas  del  mismo  en  dicho  punto,  adonde  se  dirigió 
primeramente  el  general  Moctezuma,  pretendiendo  ocuparlo 
con  la  muy  considerable  fuerza  que  mandaba.  Se  propusie- 
ron uno  y  otro  general  observar  sus  movimientos  respecti- 
vos, y  tanto  el  vicepresidente  como  Moctezuma  creían  haber 
penetrado  las  combinaciones  é  intenciones  de  su  respectivo 
enemigo.  Nombraron  sus  secciones  militares;  eligieron  sus 
jefes  y  señalaron  sus  rumbos;  resultando  que  el  general  Aris- 
ta, en  la  mañana  del  18  del  referido  septiembre  ocupase  el 
citado  puerto  del  Gallinero,  presentándose  Moctezuma  po- 
cas horas  después  con  la  misma  pretensión,  y  en  el  momeuto 
que  llegó  rompió  el  fuego  sobre  las  fuerzas  que  mandaba  el 
coronel  D.  José  Vicente  Miñón,  obligando  con  este  paso  de 
hostilidatl  decidida,  al  general  Bustamante,  á  que  combinase 
y  dirigiese  sus  operaciones,  como  lo  hizo,  generalizando  el 
combate,  y  de  un  modo  que  no  estaba  previsto. 

Moctezuma  dispuso  sus  fuerzas  para  atacar  á  su  contra- 
rio; batiendo  la  línea  que  ocupaba  Bustamante  pretendió 
arrollar  por  el  centro  la  división;  pero  en  vez  de  conseguir 
el  triunfo  resultó  una  verdadera  y  formal  derrota,  cargándo- 
le las  fuerzas  de  todas  armas  hasta  replegarlo  á  su  reserva, 
después  de  sufrir  muy  grande  y  sensible  pérdida,  sin  que 
pudiese  rehacerse,  como  lo  intentó,  para  renovar  el  ataque, 
pues  las  fuerzas  de  Bustamante  flanquearon  las  de  Mocte 
zuma  y  consumaron  su  derrota.1 

Esta  fué  tal,  que  puede  decirse  que  como  el  humo  des- 
apareció la  brillante  división  que  mandaba  Moctezuma,  y  que 

1  Documento  nata.  1. 


299 

preparada  por  el  patriotismo,  había  costado,  con  especialidad 
á  Zacatecas,  tiempo,  empeño,  afanes  y  dinero.  Dispersión, 
persecución  y  muerte  fué  el  resultado  de  esta  sangrienta  jor- 
nada, que  si  bien  ofrece  ejemplos  y  lecciones  de  valor,  pre- 
senta igualmente  pérdidas  y  desgracias  que  pueden  calcular- 
se por  el  número  de  los  que  murieron.  Novecientos  sesenta 
y  nueve,  dice  el  párroco  de  Dolores,1  fué  el  número  de  los 
que  recibieron  sepultura  en  su  parroquia,  advirtiéndose  que 
los  dispersos  fueron  perseguidos  y  acuchillados  hasta laha- 
cienda  de  Trancas.2  Quedaron,  pues,  batidas  y  dispersas  las 
fuerzas  militares  de  los  Estados  del  interior. 

Pero  en  el  Palmar,  y  en  el  propio  mes  de  septiembre,  tu- 
vo lugar  otro  brillante  hecho  de  armas,  cuyo  desenlace  y 
término  fué  de  victoria  para  los  pronunciados.  Y  como  casi 
á  un  tiempo  pasaban  estos  dos  grandes  acontecimientos  de 
la  revolución,  el  Gallinero  y  el  Palmar,  fueron  entre  sí  mis- 
mos de  tal  naturaleza  contrarios,  que  al  destruir  el  uno  al 
otro  produjeron  necesariamente  resultados  contrarios;  sien- 
do lo  más  notable  que  causaron  estas  dos  acciones  una  ver- 
dadera confusión  y  mezcla  de  ideas,  y  aun  de  principios,  que 
llegaron  á  confundir  al  gobierno,  á  las  autoridades  locales, 
á  los  particulares  y  aun  á  los  mismos  pronunciados. 

Viós?,  en  consecuencia,  que  los  Estados  interesados  en 
sostener  el  movimiento  revolucionario,  comenzaron  á  con- 
fundirse y  aun  á  variar,  en  términos  de  que  allá  por  el  mes 
de  octubre  se  notaron  debilidades,  retractaciones,  proyectos 
de  pacificación  y  otras  muchas  providencias  y  actos  de  au- 
toridades y  de  particulares,  que  indicaban  y  aun  probaban 


1  Documento  núm.  2. 

1  Pueden  verse  los  números  del  periódico  "El  Sol"  correspondiente í  los  días  28  de 
ieptiembre  á  i  de  octubre  de  1832,  donde  con  extensión  constan  detalladas  en  los  respec- 
tivos partes  militares  las  noticias  y  pormenores  que  acreditan  lo  empeñado  de  la  acción 
del  Gallinero  y  lo  glorioso  de  la  jornada  para  loa  beligerantes,  por  el  valor,  pericia  y  de" 
•isión  que  respectivamente  acreditaron. 


300 

la  ninguna  esperanza  que  se  tenía  del  éxito  final  de  la  revo- 
lución, sin  que  faltasen  humillaciones  y  miedo,  pues  que  de 
todo  hubo  en  San  Luis,  en  Zacatecas  y  en  otros  Estados; 
notándose  una  espectativa  verdaderamente  maquiavélica  en 
Jalisco,  en  Micboacán  y  en  Gunnajuato,  á  pesar  del  ensanche 
que  hauía  tenido  la  opinión  y  de  que  eran  ya  nueve  listados 
los  comprometidos.  Contribuía átodo  esto  y  aun  al  desalien- 
to público,  la  ocupación  que  efectuó  el  general  Bustamante 
de  los  Estados  de  Querétaro,  San  Luis  y  Zacatecas,  regresan- 
do después  del  triunfo  del  Gallinero  á  la  capital  de  San  Luis. 

Situado  allí  Bustamante,  por  sus  combinaciones  y  provi- 
dencias se  fueron  explicando  naturalmente  y  resintiéndose 
los  efectos  de  la  pérdida  del  Gallinero.  Se  desorganizó  el 
gobierno  del  Estado  de  San  Luis,  que  después  de  la  acción 
de  los  Pozos  había  creado  la  revolución.  El  gobernador  D. 
Vicente  Romero,  con  las  autoridades  y  «algunas  tropas,  se  re- 
fugió en  Zacatecas,  donde  fué  bien  recibido  al  pronto;  pero 
pasados  algunos  días,  y  habiendo» 3  acercado  Bustamante 
á  la  capital  de  este  Estado  llegando  hasta  Salinas,  logró  con 
sus  manejos  introducir  desconfianzas  entre  autoridades  ó  in- 
dividuos, y  pudo  desvirtuar,  aunque  muy  poco,  la  fuerza  de 
la  opinión.  Se  trató,  por  último,  de  promover  la  derogación 
del  decreto  memorable  de  10  de  Julio;  y  aunque  semejante 
idea  y  tentativa  se  encontró  con  grandes  resistencias,  no  de- 
jó de  germinar  un  poco,  apareciendo  en  lo  público  y  osten- 
sible el  gobernador  García  como  seducido,  intimidado  ó  dé- 
bil. Causó  una  grande  sensación  esta  inesperada  ocurren- 
cia, y  por  todos  caminos  llegaron  al  gobernador  las  mani- 
festaciones más  enérgicas  y  expresas  del  disgusto  público  y 
general,  al  advertir  que  parecía  un  cambio  de  conducta  y  de 
principios  de  política  la  que  se  quería  establecer  de  nuevo, 
después  de  la  desgracia  del  Gallinero. 

La  presencia  de  las  autoridades  de  San  Luis,  y  la  decidi- 
da opinión  en  favor  de  las  ideas  y  principios  de  la  revolu- 


301 

ción,  y  hasta  de  los  intereses  creados  por  ella,  agitaban  de 
un  modo  enérgico  los  procedimientos  del  gobierno;  pero  al 
mismo  tiempo  tení:i  éste  qne  considerar  y  pulsar  inconve- 
nientes no  sólo  en  lo  general  de  mi  orden  común,  sino  los 
qne  producía  en  el  territorio  la  existencia,  aproximación  ó 
internación  del  vicepresidente,  que  pisaba  ya  y  amagaba  las 
poblaciones  del  Estado  y  aun  de  los  limítrofes. 

Tuvo,  pues,  García  la  necesidad  no  de  cambiar  efectiva- 
mente sus  planes  y  principios  proclamados;  pero  sí  se  vio 
obligado  á  obrar  de  una  manera  qne  parecía  contraria  á  la  re- 
volución, en  términos  de  que  como  ya  indicamos  eu  otro 
lugar,  llegó  á  creerse  que  vacilaba  y  acaso  temía  el  prose- 
guir sus  operaciones  y  marchar  por  la  senda  que  estaba  tra- 
zada, tanto  por  el  Estado  de  Zacatecas  como  por  los  de  Ja- 
lisco, Durango,  Tamau lipas,  Veracruz  y  otros,  fuera  de  mu- 
chas poblaciones  que  estaban  comprometidas  por  claras  y 
expresas  manifestaciones  de  la  opinión  de  sus  habitantes. 

La  ocupación  que  verificaron  las  tropas  del  gobierno  de 
algunos  lugares  del  Estado  de  Zacatecas  y  de  algunos  otros 
Estados,  y  principalmente  la  necesidad  eu  que  se  hallaba 
García  no  sólo  de  llenar  las  obligaciones  que  tenía  respecto 
del  Estado,  sino  también  respecto  á  los  intereses  generales 
de  la  nación,  lo  presentaron  dentro  y  fuera  de  su  mismo  te- 
rritorio como  vacilante,  y  auu  acaso  opuesto  ya  á  las  ideas 
y  plan  proclamado, 

En  estas  comprometidas  circunstancias,  viéndose  comba- 
tido aun  por  sus  propios  amigos,  entre  otras  providencias 
dispuso  la  reunión  de  una  junta  consultiva,  que  en  lo  parti- 
cular, con  presencia  de  antecedentes  y  con  su  informe,  le 
diese  dictamen  para  obrar  del  modo  más  seguro  y  prudente, 
sin  contrariar  la  voluntad  manifiesta  del  Estado,  y  ya  nacio- 
nal, eu  aquellos  días  en  que  aparecía  uniforme  la  opinión  en 
favor  de  reivindicar  y  sostener  la  estabilidad  del  gobierno 
legítimo  de  la  república. 


302 

Reunióse  la  junta  compuesta  del  mismo  gobernador  Gar- 
cía, del  gobernador  Romero,  de  San  Luis,  de  un  diputado 
que  lo  fué  D.  Valentín  Gómez  Farías,  y  del  que  esto  escribe, 
como  ministro  del  tribunal  de  justicia  del  Estado.  Entramos 
en  conferencia  amplia  y  reflexiva,  discutiendo  seriamente  los 
puntos  más  arduos,  y  con  particularidad  el  de  fijar  la  marcha 
política  que  se  debía  seguir  sin  variación  y  con  la  mayor  fir- 
meza. Resultó  unánimemente  convenido  que  en  nada  se  va- 
riase cuanto  antes  se  había  acordado  y  dispuesto  para  hacer 
efectivo  el  cumplimiento  de  las  resoluciones  dictadas  en  sos- 
tén de  la  legitimidad  del  gobierno  general,  y  en  apoyo  y 
cumplimiento  del  decreto  de  10  de  Julio  que  debería  hacer- 
se efectivo  por  cuantos  medios  estuviesen  al  alcance,  y  en 
poder  de  los  Estados  comprometidos:  que  marcharía  el  go- 
bernador de  San  Luis  bajo  tales  principios,  y  situándose, 
como  en  efecto  se  situó,  en  punto  propio  para  hacerse  res- 
petar y  ser  restituido  al  mando  de  su  Estado,  volviese  á 
restablecer  el  orden  que  había  faltado  por  algunas  defec- 
ciones. 

Así,  y  con  auxilio  del  Estado  de  Zacatecas,  se  verificó 
todo,  y  rehaciéndose  las  fuerzas  perdidas  continuó  la  revo- 
lución su  marcha.  San  Luis  Potosí  recobró  su  poder  y  se  co- 
locó en  el  punto  que  había  perdido;  Zacatecas  también  alzó 
la  frente;  se  hizo  respetar,  y  sin  embargo  del  revés  azaroso 
del  Gallinero,  siguió  con  firmeza  y  resolución  la  empresa  he- 
roicamente acometida. 

Dos  sucesos  importantes  vinieron  con  oportunidad  á  ser- 
vir directamente  de  estímulo  á  los  comprometidos  en  la  re- 
volución que  ya  parecía  muy  combatida  y  contrariada.  El 
primero  fué  la  renuncia  que  el  vicepresidente  Bustamante 
hizo  al  siguiente  día  de  la  acción  del  Gallinero,1  pues  que 
en  este  paso  sin  duda  mostró  aspiran tismo  ó  debilidad,  y 

1  Documento  núm.  8. 


303 

fuese  uno  ó  fuese  otro,  siempre  le  deshonraba  y  favorecía  á 
sus  contrarios.  El  otro  acontecimiento  fué  la  victoria  que  pa- 
samos á  referir. 

En  San  Agustín  del  raimar,  después  de  operaciones  di- 
versas, estableció  Fació  sn  cuartel  general,  sin  que  mejora- 
se su  situación,  porque  cuando  los  pronunciados  aumenta- 
ban bajo  todos  aspectos,  él  disminuía  en  número  y  discipli- 
na de  sus  tropas.  Y  como  el  tiempo  transcurría  y  el  general 
Santa— Anna  no  perdía  oportunidad  ni  momento;  y  como  por 
su  eficacia  y  empeño  había  logrado  tener  á  su  división  en 
el  estado  más  brillante,  aprovechándose  por  una  parte  del 
modo  ineficaz  y  lento  con  que  obraba  su  contrario,  y  por 
otra  parte  de  los  exactos  y  prácticos  conocimientos  que  tenía 
del  terreno  en  que  obraba  y  en  que  pasaban  las  funciones 
de  armas,  tomó  dicho  general  decididamente  la  ofensiva  con- 
tra Fació,  y  el  día  29  de  septiembre  del  repetido  año  de  1832, 
cuando  creía  el  general  que  mandaba  las  fuerzas  del  gobier- 
no que  estaba  muy  bien  situado  y  defendido,  no  sólo  por  sus 
muy  estudiadas  posiciones,  sino  porque  la  fragosidad  de  las 
cuestas  de  Maltrata  lo  resguardaban,  fué  burlado  en  térmi- 
nos de  que  sin  haber  sido  obstáculo  los  desfiladeros  y  las 
cuestas,  apareció  Santa-Anna  frente  al  cerro  de  Chaltepec, 
que  está  casi  á  la  vista  del  Palmar  y  que  se  hallaba  ocupa- 
do militarmente.  Fació,  que  había  dividido  sus  fuerzas  si- 
tuando una  de  sus  secciones  en  el  Palmar,  bajo  las  órdenes 
del  general  Azeárate,  y  dejando  la  otra  á  las  suyas  inme- 
diatas en  el  referido  punto  ocupado,  se  quedó  en  él,  y  la  par- 
te que  había  emboscado  en  la  hacienda  de  la  Trasquila,  se 
vio  en  cierto  modo  separada  del  cuerpo  de  la  división. 

Observadas  estas  operaciones  por  el  general  Santa-Anna, 
y  tomando  en  consideración  los  movimientos  y  planes  de  su 
contrario,  dispuso  que  presentándose  su  caballería  en  aptitud 
de  atacar  á  Chaltepec,  cargase  una  fuerte  sección  ó  colum- 
na sobre  los  que  defendían  á  San  Agustín  del  Palmar.  Se 


30á 

verificó  el  ataque;  no  bubo  tal  flanqueo  en  la  Trasquila,  y 
aunque  el  general  Azcárate  con  valentía  y  honor  defendió 
su  puesto,  fué  vencido,  y  en  tan  poco  tiempo,  que  no  llegó 
á  una  hora  el  ataque  que  coronó  con  la  victoria  á  los  corone- 
les Mejía  y  Jarero,  perdiendo  Azcárate  después  de  desaloja- 
do y  batido,  su  artillería,  parque,  trenes  y  cuanto  tenía  la 
división, quedando  en  el  campo  muy  cercade  quinientos  hom- 
bres entre  oficiales  y  tropa.  Fació,  sin  batirse,  huyó  precipi- 
tadamente para  la  sierra  con  la  vergüenza  de  la  derrota  que 
había  sufrido,  después  de  gastos  crecidos,  combinaciones  y 
tiempo;  derrota  «pie  se  hizo  extensiva  á  sus  auxiliares,  pues 
el  general  D.  Juan  José  Andrade,  gobernador  y  comandan- 
te general  de  Puebla,  que  en  combinación  con  Fació  marcha- 
ba por  Tepeaca  en  su  auxilio,  al  saber  el  infausto  suceso  re- 
trocedió á  Puebla,  desertando  é  incorporándose  al  partido  de 
la  revolución  más  de  dos  terceras  partes  de  su  fuerza. 

Con  este  espléndido  triunfo  expedito  el  general  Santa- 
Auna  sus  operaciones  y  su  marcha:  la  huida  de  Fació  dejó 
libre  el  camino  para  Puebla.  Este  fué  injusto  para  con  el  bi- 
zarro general  Azcárate,  porque  como  se  ve  en  el  parte  de  su 
derrota1  !a  atribuyó  á  desobediencia,  que  no  existió;  pues 
dice  que  le  es  tanto  más  sensible  este  suceso,  cuanto  que  sólo 
la  imprudencia  del  general  Azcárate,  le  había  privado  de  la 
satisfacción  de  participar  que  Santa-A  una  había  quedado  re- 
ducido á  la  nulidad.  ¡Qué  descaro  y  qué  audacia  del  que  ver- 
daderamente había  sido  nulo  en  sus  operaciones  y  en  sus 
resultados!  Pudo  llegar  á  México  por  rodeos  y  por  medios 
que  debían  avergonzarle.  Por  el  contrario,  el  general  ven- 
cedor marchó  rápidamente  sobre  Puebla  sin  encontrar  resis- 
tencia, con  una  respetable  fuerza  militar,  morigerada  y  bien 
instruida. 

El  día  3  de  octubre  en  la  mañana  intimó  la  rendición  á 

Documento  núm.  4, 


305 

la  plaza;  y  aunque  el  general  D.  Juan  Andrade  que  la  man- 
daba se  decidí  s  á  la  defensa,  le  fué  imposible  lograrla,  y  des- 
pués de  establecer  y  ocupar  puntos  para  batirse  en  la  ciudad, 
apenas  pudo  oponer  alguna  débil  resistencia  por  tres  horas 
á  lo  más,  pues  todo  lo  perdía.  Capituló,  en  fin,  mediando  el 
general  Calderón,  que  accidentalmente  residía  en  Puebla  en 
esos  «lías.  Se  convino  en  la  capitulación:  1?,  que  las  tropas 
que  formaban  la  guarnición  de  Puebla,  se  retirarían  á  la  ciu- 
dad federal  con  sus  armas  y  con  dos  únicos  cañones  que  con- 
servaban. 2?,  que  el  general  Santa-Anua  ocuparía  los  for- 
tines luego  que  saliera  de  la  ciudad  Andrade,  quien  no  se 
uniría  á  ninguna  fuerza  en  el  camino  hasta  llegará  México. 
El  convenio  fué  ratificado  y  cumplido.  Andrade  continuó, 
pero  en  desgracia,  pues  que  en  su  marcha  de  retirada  sufrió 
la  humillación  de  que  lo  abandona.se  su  tropa,  tomando  par- 
tido por  la  revolución,  y  tuvo  que  presentarse  sólo  y  sin  más 
que  una  nota  oficial  en  que,  con  fecha  25  de  octubre  del  ci- 
tado año  de  1832,  da  cuenta  de  las  ocurrencias  tristísimas  y 
verdaderamente  desastrosas  de  su  gobierno  y  campaña. 

Ocupada  la  ciudad  de  Puebla  se  presentó  la  revolución 
no  sólo  imponente,  sino  ya  casi  victoriosa,  pues  que  su  triun- 
fo era  ya  presagiado  con  el  suceso  importante  de  la  ocupa- 
ción de  Puebla.  Bu  efecto,  esta  noticia  voló  por  toda  la  repú- 
blica por  medio  de  las  comunicaciones  y  noticias  dadas  por 
personas  parciales  é  imparciales  como  por  medio  de  la  prensa. 


'Tomo  11—38. 


3CG 


CAPÍTULO  II. 


Aumento  y  progresos  de  I"  revolución.— Conflictos  del  vicepresidente 
general  cu  jefe. 


Los  Estados  que,  aunque  no  habían  seguido  la  causa  de 
la  revolución,  que  eran  Puebla,  México,  Qiierótaro,  Michoa- 
cán  y  Guanajuato,  vacilaron;  pues  conocieron  que  la  posi- 
ción política  de  la  república  era  tan  comprometida  y  tan  pe- 
ligrosa, (pie  si  no  se  procuraba  uniformar  el  espíritu  y  la 
opinión  nacional  dirigiéndolo  todo  á  su  fin,  que  era  el  de  la 
conservación,  podía  llegar  el  caso  de  disolverse  la  sociedad. 

Los  Estados  pronunciados  experimentaron  una  anima- 
ción extraordinaria  porque  en  los  momentos  en  (pie  se  habían 
llegado  hasta  cierto  punto  á  debilitar  sus  ideas  y  resortes,  les 
vino  á  dar  el  acontecimiento  de  Puebla,  consiguiente  de  lo 
del  Palmar,  una  que  puede  decirse  nueva  vida.  Asi  es  que 
Jalisco  con  sus  divisiones  militares,  mandadas  por  los  jefes 
Cuesta  y  Duque,  siguió  la  marcha  de  la  revolución,  uniendo 
sus  esfuerzos  á  los  de  otros  Estados  comprometidos.  San  Luis 
Potosí,  con  el  activo  D.  Vicente  Romero  á  la  cabeza,  reorga- 
nizó su  administración  pública  y  también  siguió  los  pasos  de 
la  revolución,  y  la  reforzó  de  tal  modo  que,  con  Du rango,  Ta- 
maulipas  y  los  demás  Estados  del  interior,  vino  á  formarse 
un  sor  compacto,  tan  imponente,  que  el  vicepresidente  Bus- 
tamante,  que  obraba  en  campaña,  queriendo  sofocar  el  espí- 
ritu público  y  destruir  las  fuerzas,  se  vio  obligado  á  tocar  una 
violenta  retirada  sobre  la  capital  do  México,  dejando  libre 
el  interior  de  la  república  y  señaladamente  el  Estado  de  Za- 
catecas, que  era  el  principal  objeto  de  sus  tiros  y  de  sus  com- 


307 

lunaciones,  como  que  también  era  el  que  de  acuerdo  con  los 
otros  tantas  veces  referidos,  había  presen tádose  de  frente  y 
á  la  vanguardia,  expidiendo,  publicando  y  sosteniendo  el  cé- 
lebre decreto  de  10  de  julio  de  1832. 

Bnstamante  con  su  división,  después  de  haber  ejecutado 
en  San  Luis  cuanto  convenía  á  sus  intereses  y  miras,  y  á  igua- 
les objetos  del  gobierno  de  México,  había,  penetrado  ya  en 
el  Estado  de  Zacatecas,  dividiendo  sus  tropas  para  la  ocupa- 
ción que  practicaba  hasta  llegar  á  la  muy  corta  distancia  de 
cinco  leguas  y  aun  menos  de  la  capital  del  referido  Estado, 
avanzando  una  sección  á  las  órdenes  del  general  D  Maria- 
no Arista. 

Zacatecas,  por  tanto,  esperaba  la  declarada  hostilidad  de 
las  armas  del  vicepresidente.  El  Estado  y  su  gobierno  con 
todas  sus  autoridades,  tenían  la  resolución  firnie  y  formada 
de  resistirle  y  de  no  variar  sus  resoluciones  y  decretos.  Así 
se  había  latineado  por  los  poderes  del  mismo  Estado,  y  así 
se  había  convenido  y  resuelto  en  consecuencia  de  los  princi- 
pios proclamados,  y  de  lo  acordado  resueltamente  en  la  junta 
consultiva,  que  ya  hemos  visto  reunió  el  gobernador  García, 
para  arreglar  sus  procedimientos  y  conducta  administrativa; 
componiéndose,  como  ya  se  ha  dicho  en  otro  lu^ar,  del  mis- 
mo gobernador,  del  de  San  Luis,  del  diputado  Gómez  Earías, 
y  de  Bocanegra,  ministro  de  aquel  supremo  tribunal  de  jus- 
ticia. 

En  este  estado  de  cosas,  la  madrugada  del  referido  día 
que  se  esperaba  fuese  el  aciago  para  Zacatecas  y  para  la  na- 
ción, recibió  el  que  esto  escribe,  en  su  casa,  al  coronel  D.  Jo- 
sé López  Acevedo,  que  del  modo  mas  urgente  conducía  la 
respectiva  comunicación  que  le  dirigían  los  señores  D.  Juan 
Rodríguez  Puebla,  D.  Mariano  Kiva  Palacio  y  D.  Manuel 
C.  Et-jón,  acompañándole  los  impresos  en  que  constaba  la 
entrada  del  general  Santa-Anua  en  Puebla. 

Al  momento  mismo  de  recibir  tan  plausible  noticia  fué 


303 

puesta  originalmente  en  conocimiento  del  gobernador  Gar- 
cía. Este,  que  con  la  ciudad  vigilaba  esperando  la  agresión, 
usando  de  prudencia  dictó  sus  órdenes  de  seguridad  y  otras 
también  de  exploración  para  indagar  el  estado  del  enemigo. 
Kesultó  de  todo,  que  las  avanzadas  de  Bustamante  y  él  mis- 
mo  habían  desaparecido  y  contramarchaban  dirigiéndose  á 
México,  donde  se  bacía  necesaria  su  presencia  y  de  donde  era 
llamado.  Todo  se  hizo  público  ya  entonces.  La  prensa  dio 
á  luz  la  noticia  y  los  partes  del  general  Santa-Auna  victo- 
rioso on  Puebla  y  que  dirigía  su  marcha  sobre  la  capital  de 
la  república.  La  ciudad  antes  agitada  en  confusión  y  en  lu- 
to, se  ofreció  á  los  ojos  de  todos  en  orden,  en  tranquilidad  y 
en  alegría;  recibiéndose,  como  era  natural,  en  los  siguientes 
días  y  de  los  demás  Estados  comprometidos,  los  partes  y  no- 
ticias (pie  acreditaban  hallarse  todos  reanimados,  unidos  y 
en  la  misma  situación  en  que  se  hallaba  Zacatecas. 

Doblando  sus  marchas  siguió  su  camino  el  vicepresiden- 
te, intentando  dar  auxilio  á  México,  y  por  comunicaciones 
con  el  gobierno  supremo  convinieron  seguramente  en  ga- 
nar tiempo,  buscando  el  oportuno  para  que  Bustamante  pu- 
diese con  su  división  obrar  contra  el  general  Santa-Auna, 
impidiéndole  la  rapidez  y  logro  de  sus  triunfos.  Quisieron 
también  evitar  los  efectos  de  la  reorganización  que  habían 
podido  verificar  los  Estados  pronunciados,  y  trataron  de  im- 
pedir se  aumentase  la  fuerza  moral  con  los  de  Qu  eré  taro  y 
Guanajuato,  que  ya  se  preparaban  en  fuerza  de  los  sucesos 
mismos. 

El  congreso  general,  conociendo  la  situación,  adoptó  un 
dictamen  de  la  comisión  de  gobernación  que  consultó  se  fa- 
cultase al  ejecutivo  extraordinariamente  para  que  obrara  en 
lo  gubernativo  y  militar  según  lo  exigieran  los  peligros  y 
las  circunstancias;  declarándose  las  cámaras  en  receso.  Esta 
verdadera  dictadura,  que  uo  tenía  ciertamente  la  circunstan- 
cia de  ser  la  primera,  pues  por  desgracia  de  México  siempre 


309 

se  ha  regido  y  gobernado  por  la  férula  de  un  poder  omnímo- 
do, baya  ó  no  haya  constitución,  produjo  la  desconfianza  y 
el  desaliento  cayendo  en  debilidad  la  administración,  y  vio- 
lentó ciertamente  la  caída  del  orden  establecido,  porque  to- 
davía entonces  no  se  habían  familiarizado  los  mexicanos  con 
el  embrollo  y  las  mentiras  como  ha  sucedido  después,  y  con- 
servaba horror  al  despotismo  aunque  fuese  paliado.  Múzquiz 
creyó  conveniente  dar  un  paso  político  haciendo  proposicio- 
nes de  avenencia,  para  ó  bien  lograr  un  arreglo  público  y  de 
interés  general,  ó  á  lo  menos  diferir  las  operaciones  y  dar 
lugar  á  que  se  arreglasen,  se  situasen  utilmente  y  se  convi- 
niesen las  operaciones  contra  los  pronunciados,  proporcio- 
nando al  general  Bustamante  el  tiempo  necesario  para  que 
practicando  sus  marchas  sobre  Puebla,  lograse  no  solamente 
el  poder  atacar  á  Santa-Auna,  sino  principa! mente  el  au- 
xiliar á  la  capital  fuertemente  amagada.  Se  pulsaron,  aun- 
que sin  efecto,  los  comunes  medios  de  comisiones  y  pláticas 
de  paz;  todo  fué  inútil,  y  el  general  Santa-Anua,  hábil  y  ex- 
perimentado, deshizo  todo  ese  aparato,  descubriendo  las  ver- 
,  dadoras  tendencias,  que  eran  las  de  demorar  para  poder  ven- 
cer. Sin  embargo,  oyó  las  proposiciones  (pie  se  le  hicieron  y 
consultó  á  personas  inteligentes  y  de  experiencia,  resultando 
de  todo  que  no  podían  suspenderse,  ni  se  suspendieron,  las 
operaciones  de  guerra,  y  que  no  se  admitía,  dijeron,  más  prin- 
cipio ni  más  avenencia  que  legitimar  al  gobierno  según  es- 
taba proclamado  y  aun  sancionado  por  voluntad  expresa  de 
la  nación.  Las  cámaras  se  negaron  á  toda  conciliación,  y 
decidieron  se  llevase  adelante  la  guerra. 


310 


CAPÍTULO  III. 


Inclliu,   Bulderns  y  González. 


Aunque  sea  en  este  lugar,  debe  consignarse  el  pronun- 
ciamiento del  general  ínclán  el  mes  de  abril  en  Lerma,  aso- 
ciado de  los  jefes  Balderas  y  González,  proclamando  loa  mis- 
mos principios  de  los  Estados  y  por  supuesto  pidiendo  la 
sujeción  y  obediencia  al  gobierno  de  D.  Manuel  Gómez  Pe- 
draza  como  presidente  legítimo  de  la  república,  desconocien- 
do al  que  regía. 

Una  fuerza  insignificante  sostenía  la  tal  empresa;  y  aun- 
que no  daba  gran  cuidado  al  gobierno,  éste  que  conocía  su  po 
sición,  procuró  quitarse  estorbos  y  dificultades,  y  por  medio 
de  ofertas  y  protestas  lisonjeras  logró  que,  depusiesen  las 
armas,  sin  siquiera  atreverse  á  hacer  frente  á  la  muy  corta 
fuerza  de  doscientos  hombres  que  á  las  órdenes  de  Arista  se 
destinaron  para  batirlos.  Oficialmente  al  comunicarse  este 
acontecimiento  y  su  resultado,  se  decía: 

"El  general  ínclán,  primer  origen  de  la  revolución  por 
"su  conducta  en  Guadal  ajara,  se  halla  de  parte  de  los  ene- 
amigos  del  gobierno  y  lo  ha  puesto  en  nuevos  compromisos." 

No  pasó  de  aquí  esta  ocurrencia;  pero  ella  servirá  para 
conocer  nuestra  historia  bajo  todos  aspectos,  y  amenizar  la 
lectura  de  nuestras  páginas. 


311 


CAPITULO  IV. 


(  oiitinú ¡i ii  los  sncenos  iisílitiii'CN  de  lu  revolución. 


Las  tropas  de  Puebla  comenzaron  á  moverse  en  18  de  oc- 
tubre, aproximándose  á  México  con  tanta  rapidez  que  antes 
de  tres  días  se  bailaban  en  Venta  de  Uórdoba  y  Ayotla  las 
avanzadas  que  se  componían  de  dos  primeras  bridadas  de 
la  división  del  general  Santa-Anua.  En  San  Martín  Tex- 
melucan  quedó  la  división  del  general  Valencia.  El  gobierno 
dp  México,  como  era  natural,  viéndose  amagado  de  fuerzas 
militares  que  indicaban  la  proximidad  de  hostilidades  y  ase- 
dio que  preparaban  el  sitio,  declaró  á  ésta  en  la  forma  y  con 
las  solemnidades  de  costumbre  en  tal  estado,  librando  la  de- 
fensa y  dando  el  mando  en  jefe  al  general  D.  Luis  Quintanar 
para  (pie  lo  desempeñase  en  los  términos  que  la  ordenanza 
militar  previene.  En  consecuencia,  se  suprimió  la  libertad 
de  imprenta;  se  vigilaban  las  personas  en  términos  de  prohi- 
bir toda  clase  de  reunión  de  ellas  aun  en  el  número  más  in- 
significante; se  dictaron,  en  fin,  providencias  tan  rigorosas 
y  estrechas,  que  vino  á  establecerse  una  verdadera  opresión, 
mientras  que  las  tropas  del  asedio  ocupaban  todos  los  puu- 
tos  que  les  convenían  para  llegar  al  caso  de  que  el  gene- 
ral sitiador  intimase  la  rendición  de  la  ciudad  en  los  térmi- 
nos más  enérgicos  y  expresivos.  En  efecto,  el  día  primero 
de  noviembre  el  general  Santa-Auna  se  di  "igió  al  general 
Quintanar,  previniéndole  que  por  el  bien  mismo  de  la  po- 
blación que  defendía,  rindiese  la  plaza,  nombrando  antes 
personas  que  pudiesen  ajustar  á  las  leyes  de  la  guerra  una 


312 

honrosa  capitulación.  Se  dirigió  también1  á  la  municipali- 
dad manifestándole  los  términos  en  que  intimaba  la  rendi- 
ción al  jefe  militar  de  la  plaza,  llamando  la  atención  de  la 
propia  municipalidad  á  lo  muy  útil  y  conveniente  que  era  el 
evitar  en  beneficio  público  los  males  y  desgracias  que  debe- 
rían seguirse  siempre  (pie  el  general  en  jefe  no  cediese  á  las 
circunstancias  (pie  favorecían  al  sitiador,  moral  y  físicamen- 
te, por  la  opinión  y  por  las  armas.  Se  estableció  el  sitio;  pero 
á  poco  tiempo  se  advirtieron  manejos  y  tendencias  que  se 
dirigían  á  consolidar  un  plan  entre  los  generales  Bustainan- 
te  y  Quin tañar,  que  diese  por  resultado  el  entretenimiento 
de  las  fuerzas  sitiadoras  por  una  parte,  y  por  otra  que  ei  ge- 
neral Bustamante  forzando  sus  marchas  hiciese  un  movi- 
miento capaz  de  ocupar  a  Puebla  por  la  superioridad  de  su 
división. 

Conocido  este  plan,  reunió  sus  fuerzas  militares  el  gene- 
ral Santa-Anua,  y  levantó  el  sitio,  sin  dar  lugar  á  que  con 
batallas  parciales  en  el  Valle  de  México  se  perjudicase  el 
plan  que  tenía  combinado,  cuya  base  descansaba  en  Pue- 
bla, y  de  cuyo  punto  partían  todas  sus  operaciones  y  com- 
binaciones, dirigidas  no  á  un  punto  sólo,  sino  á  casi  toda  la 
república,  puede  decirse,  por  hallarse  todo  el  país  conmovido, 
resuelto  y  pendiente  de  los  movimientos  y  resultados  que 
ofreciera  el  ejército  llamado  libertador,  en  todas  sus  acciones, 
y  en  cuanto  obrase  para  sacar  avante  y  hacer  triunfar  el  prin- 
cipio de  la  legitimidad  del  gobierno  de  la  república. 

Con  este  fin  había  sido  ya  de  diversos  modos  llamado  D. 
Manuel  Gómez  Pedraza  desde  los  meses  de  julio  y  agosto, 
invitándolo  á  que  regresase,  asegurándole  por  escrito  exten- 
samente y  por  medio  de  comisiones  que  la  situacióu  de  Mé- 
xico clamaba  como  único  remedio  por  su  regreso.  El  licen- 
ciado D.  Anastasio  Zerecero  en  Pensilvauia  y  como  coini- 

1  i, El  Sol, i,  número  1,223  do  4  de  noviembre  do  1832. 


313 

sionado,  dirigió  á  Pedraza  una  comunicación  oficial  muy 
esforzada,  en  que  le  decía  hallarse  resuelta  la  nación  me- 
xicana, representada  en  todas  sus  autoridades  y  aun  en 
numerosas  masas  de  ciudadanos,  á  insistir  en  el  llamamien- 
to que  se  le  tenía  hecho  para  ocupar  la  presidencia  constitu- 
cional en  virtud  de  la  elección  verificada  el  año  de  1828.  Dijo 
también  que  en  virtud  de  autorización  del  general  Santa- 
Auna,  caudillo  del  movimiento  nacional,  y  por  su  encargo, 
manifestaba  sus  credenciales  como  lo  hacía,  y  le  aseguraba 
la  existencia  del  voto  público,  uniforme  y  decidido  de  la 
nación  mexicana,  según  lo  acreditaban  los  documentos  ofi- 
ciales de  la  legislatura  y  gobierno  de  Zacatecas;  decretos 
expedidos  en  Jalisco  y  otros  Estados;  actas  de  ayuntamien- 
tos; impresos  y  otros  datos  que  ponía  en  sus  manos,  para  que 
euterado  y  meditando  el  bien  que  producía  su  regreso,  con- 
siderara que  haría  cesar  la  guerra  civil. 

Fué  contestada  la  comunicación  por  Pedraza  en  térmi- 
nos muy  satisfactorios  y  expresivos,  resolviéndose  á  aceptar 
el  llamamiento. 

"Piérdase  todo,  dijo,  pero  jamás  se  diga  que  un  egoísmo 
criminal  me  hizo  anteponer  mi  amor  propio  al  bien  de  la 
patria.  Partiremos  sin  la  menor  dilación  para  Nueva  Orleans, 
y  puede  informarse  á  S.  E.  el  general  Santa-Anua  quedar 
cumplidos  sus  deseos  y  satisfecho  el  objeto  de  la  misión  con 
que  quiso  honrar  á  vdes.,  que  en  venir  hasta  aquí  sufriendo 
las  molestias  de  un  camino  penoso,  con  los  riesgos  de  atra- 
vesar uua  atmósfera  contagiada  de  la  epidemia  reinante,  han 
dado  uua  prueba  de  honor  y  de  civismo."1 

Con  esta  resolución  que  se  deseaba  para  terminar  los  de- 
sastres de  la  encarnizada  guerra  civil,  y  obtenida  la  deferen- 
cia de  Pedraza  que  él  mismo  dijo:  "le  afligía  demasiado  el 
pronunciar  un  sí  irrevocable,"  se  dirigió  á  su  patria  al  llaina- 

1  Documento  núm.  5. 

Tomo  II.— 40 


314 

miento  de  ella  misma,  y  al  pisar  el  suelo  nacional  manifestó 
del  modo  más  ingenuo,  que  procuraría  á  costa  de  cualquier 
sacrificio  el  bien  general.  Dio  avisos  públicos,  dirigió  comu- 
nicaciones debidas,  y  en  19  de  noviembre  expidió  una  cir- 
cular á  los  Estados  en  que  protestando  su  decisión  por  la 
paz  fijó  estos  conceptos:  "Dos  partidos  han  luchado  hace 
"tiempo  con  obstinación,  y  cada  uno  ha  sido  alternativa- 
"mente  vencedor  y  vencido:  el  que  ha  logrado  el  tiiuufo 
"se  ha  apropiado  la  dirección  exclusiva  de  los  negocios,  se- 
"  parando  de  ellos  á  cuantos  no  han  pertenecido  á  sus  filas; 
"  el  que  ha  sucumbido  bajo  los  golpes  de  su  adversario,  se  ha 
"retirado  á  reclutar  prosélitos  y  á  organizarse  para  presen- 
"tar  nuevo  combate:  tal  es  la  triste  alternativa  en  que  se 
"ha  visto  la  nación  y  que  se  producirá  otra  vez  y  otras  cien- 
"  to,  si  no  se  adoptan  remedios  radicales,  reformando  las  le- 
¿'yes  que  dan  lugar  á  los  abusos,  y  empeñando  solemne- 
"  mente  á  los  hombres  á  jamás  infringir  sus  compromisos 
"con  la  patria. 

"Yo  no  dudo  un  momento  de  las  rectas  intenciones  de 
"los  que  sostienen  y  dirigen  la  actual  revolución,  porque 
"  ella  tiene  un  carácter  de  nacionalidad,  de  que  han  carecido 
"las  otras,  y  porque  entre  sus  sostenedores  se  encuentran 
"hombres  ilustres  de  todas  opiniones  y  ajenos  de  partidos; 
"  pero  como  las  revoluciones  son  una  serie  de  anomalías,  no 
"sería  difícil  que  los  vencedores,  reclamando  el  botín  de  la 
"  victoria,  pretendieran  repetir  la  desgraciada  escena  de  que 
"  tantas  veces  han  sido  víctimas  y  testigos,  y  que  también 
"intentaran  convertirla  en  un  instrumento  de  venganzas,  eu 
"azote  perseguidor  de  los  vencidos.  Perseguido  seis  años  y 
"de  ellos  cuatro  desterrado  por  esas  mismas  facciones  que 
"  han  afligido  á  la  patria,  parece  que  hay  razón  para  creerme 
"extranjero  á  sus  maquinaciones,  y  esta  observación  puede 
"considerarse  como  una  garantía  de  la  buena  fe  de  los  pro- 
nunciados que  han  suscrito  á  mi  llamamiento,  ó  mejor  di- 


315 

"cho,  debe  inferirse  de  aquella,  que  los  que  hoy  atacan  la 
"arbitrariedad  del  despotismo  no  son  moralmente  los  pro- 
"  movedores  de  las  desgracias  de  1828." 

Era  natural  y  consiguiente  á  estos  principios  y  s.nas 
máximas,  el  procurar  que  tan  saludables  elementos  no  fue- 
sen estériles,  sino  que  se  procurase  su  positivo  y  erica/  «Íes- 
arrollo.  Por  esto,  seguramente,  se  debieron  reunir  en  Puebla 
los  caudillos  de  la  revolución  para  tratar  y  acordar  el  mejor 
y  más  prudente  medio  de  concluir  la  revolución  y  sus  males 
por  medio  de  acomodamientos  y  arreglos;  contando  con  el 
buen  sentido  y  recomendables  disposiciones  de  los  Estados 
que  se  apresuraban  en  el  mismo  sentido  á  terminar  la  gue- 
rra; teniendo  muy  presente  los  males  y  desgracias  sin  nú- 
mero que  ella  había  causado  y  causaba.  Oon  este  fin  salu- 
dable los  Estados  comprometidos  y  que  habían  abrazado  el 
partido  de  la  revolución,  buscando  la  unidad  y  la  fuerza  con- 
siguiente á  ella,  dieron  leyes  y  disposiciones  en  que  procla- 
mándose á  D.  Manuel  Gómez  Pedraza  legítimo  presidente 
de  la  república,  mandaban  se  le  obedeciese  en  todo  y  se  tu- 
viesen por  firmes  sus  órdenes  y  decretos,  que  desde  luego  se 
dirigirían  al  logro  de  las  ideas  proclamadas,  y  á  buscar  el 
término  de  la  administración  gubernativa  que  existía  en  la 
república  como  consecuencia  de  los  movimientos  políticos 
que  habían  precedido,  y  especialmente  los  que  ocurrieron 
en  1828. 


316 


CAPÍTULO    V. 


Acciones  de  guerra. 

Ed  este  tiempo,  es  decir,  en  el  mes  de  noviembre,  el  Va- 
lle de  México  fué  el  teatro  de  la  guerra.  Santa-Anua  ocu- 
pándolo y  Bustamante  aproximándose  á  él  con  auxilios  de 
la  ciudad  federal,  formaron  en  realidad  con  sus  divisiones 
una  situación  militar,  que  por  combinaciones  de  sus  respec- 
tivas fuerzas  y  como  unos  verdaderos  beligerantes,  se  hosti- 
lizaron hasta  producir  acciones  de  guerra  y  combates  cuya 
descripción  no  es  de  mi  intento.  Fueron  los  de  la  hacienda 
de  Casa  Blanca  por  Huehuetoca;  hacienda  de  San  Lorenzo 
en  los  Llanos. y  la  muy  sangrienta  de  Posadas,  que  fué  pro- 
vocada por  Bnstamantey  aceptada  por  Santa-Auna?,  habien- 
do por  supuesto  marchado  del  Valle  las  dos  divisiones,  for- 
zando marchas  hasta  haberse  situado  en  los  suburbios  de 
Puebla  y  cerro  de  San  Juan  el  general  Bustamante,  estando 
ya  con  anterioridad  colocado  el  general  Santa-Anua  en  el 
Puente  llamado  de  México  y  casa  del  nombrado  Sancho  de 
Posadas.  El  día  6  del  citado  noviembre,  al  amanecer,  estaban 
las  divisiones  colocadas  en  los  referidos  puntos,  y  como  á  las 
ocho,  según  consta  de  los  partes,  se  provocó  por  Bustamante 
la  acción  de  un  modo  decidido  y  vigoroso  atacando  al  gene- 
ral Santa-Anua,  sosteniéndose  éste  hasta  obligar  al  vicepre- 
sidente, que  en  persona  atacaba,  á  que  se  retirase  con  gran 
pérdida;  siendo  en  verdad  esta  batalla  tan  empeñada  y  san- 
grienta como  lo  fué  la  del  Gallinero;  sufriendo  mucho  ambas 
divisiones. 

Pasado  este  terrible  choque  se  replegaron  las  tropas  de 


317 

Bustamante  al  cerro  de  San  Juan  y  á  otros  puntos  de  Pue- 
bla, cuya  ciudad  estaba  encargada  para  su  defensa  al  mis- 
mo D.  Manuel  Gómez  Pedraza,  que  en  aquellos  días  había 
llegado  á  ella.  Dirigió  en  efecto  este  general  las  hostilidades 
convenientes  contra  Bustamante,  impidiendo  tuviera  efecto 
la  línea  militar  que  trató  de  establecer  en  la  población. 

Esta  jornada  influyó  eficazmente,  como  la  acción  del  Pal- 
mar, produciendo  grande  entusiasmo  y  las  mayores  esperan- 
zas en  los  Estados,  animando  á  las  secciones  militares  que 
obraban  en  sus  respectivos  territorios  y  bajo  las  órdenes  de 
jefes  acreditados  como  Cuesta,  Woll  y  Duque. 

El  general  D.  Luis  Cortázar  con  una  fuerte  división  se 
había  situado  entre  Lagos  y  Aguascalientes  para  imponer 
y  aun  sojuzgar  si  pudiese  á  Zacatecas,  halagándose  con  la 
esperanza  ó  ilusión  de  aprovechar  la  división  interior  de  opi- 
niones que  se  había  supuesto  existía  entre  el  gobernador 
García  y  las  autoridades  y  personas  del  Estado,  creyendo  que 
podría  derogarse  el  decreto  de  10  de  julio  y  aun  reconocerse 
al  supremo  gobierno  de  México.  Todo  resultó  falso  y  des- 
apareció el  concepto  halagüeño  que  animó  las  operaciones 
de  las  tropas  de  México,  recibiendo  el  desengaño  á  media- 
dos del  citado  mes  de  noviembre,  de  que  Zacatecas  en  nada 
había  variado  ni  derogaba  sus  decretos,  y  siempre  proclama- 
ba y  sostenía  el  nombramiento  de  Pedraza  como  presidente 
constitucional  de  la  república. 

Confirmóse  este  mismo  concepto  de  subsistencia  y  firme- 
za del  Estado  de  Zacatecas  y  su  gobierao,  con  el  hecho  so- 
lemne, importante  y  decisivo  de  que  siendo  el  mismo  mes  de 
noviembre  la  época  en  que  debía  hacerse  la  elección  de  go- 
bernador, se  procedió  quieta  y  pacíficamente  y  en  la  forma 
constitucional  establecida,  á  un  acto  que  por  su  naturaleza 
daba  á  conocer  la  opinión  pública  y  la  voluntad  del  Estado. 
Con  efecto,  verificándose  el  día  20  de  noviembre  la  elección 
de  gobernador  y  teniente  gobernador  del  Estado,  fueron  re- 


318 

conocidas  y  examinadas  las  ternas  propuestas  por  los  ayun- 
tamientos, dando  el  resultado  que  manifiesta  el  acta  del 
congreso  del  Estado,  de  la  sesión  del  día  20  del  referido:1  te- 
niendo yo  el  honor  de  haber  obtenido  la  postulaeióu  de  nue- 
ve ayuntamientos,  según  expresa  el  acta  referida  que  con- 
tiene el  resultado  de  la  elección  que  produjo  el  decreto  del 
citado  día.  Desaparecieron  con  este  acto  algunos  disgustos 
y  ligeras  diferencias  que  nunca  faltan  aun  en  las  familias 
particulares;  pero  que  no  eran  de  la  entidad  y  trascendencia 
que  se  habían  figurado  los  adictos  á  los  principios  del  go- 
bierno que  regía  en  la  ciudad  de  México. 


CAPÍTULO  VI. 

Continua  progresando  la  revolución  y  sus  principios  en  los  datados. 

Los  Estados  de  Tamaulipas,  Durango  y  Chihuahua,  aun- 
que decididos  por  la  revolución,  tuvieron  algunas  diferencias 
y  cuestiones  manifestadas  en  movimientos  públicos  y  arma- 
dos: se  agitaron  en  su  interior  por  las  divisiones  militares 
que  operaban  en  su  respectivo  territorio;  pero  al  fin  unifor- 
mada la  opinión,  siguió  ésta  invariable  y  sostenida. 

Jalisco  y  Zacatecas  también  continuaron  su  marcha  em- 
prendida sin  variación,  á  pesar  de  pequeñas  diferencias.  San 
Luis  Potosí,  rehecho  en  su  administración  pública,  estable- 
cidas sus  autoridades  y  sostenidas  por  el  general  Moctezuma 
con  la  respetable  división  de  tropas  que  nuevamente  logró 
reunir  después  del  suceso  desgraciado  del  Gallinero,  conti- 
nuó también  la  marcha  de  la  revolución  como  la  había  em- 

1  Documento  núni.  6. 


319 

prendido,  lográndose  que  el  expresado  Moctezuma,  después 
de  algunos  días  de  sitio  sobre  la  ciudad  de  San  Luis,  obliga- 
ra á  Condelle  á  rendírsele,  pronunciándose  por  el  plan  pro- 
clamado y  poniéndose  á  sus  órdenes.  Querétaro,  defendido 
por  el  general  García,  no  resistió  á  la  división  de  Cuesta, 
Mejía  y  Reyes  Yeramendi  unidos,  y  se  rindió  en  1?  de  Di- 
ciembre (1832)  por  medio  de  una  capitulación  favorable  en 
todo  al  vencedor,  entregando  cuanto  tenía  la  plaza,  que  cier- 
tamente era  de  consideración,  en  artillería,  armamento  y  mu- 
niciones. Las  autoridades  que  habían  sido  depuestas  en  1830 
volvieron  á  funcionar.  La  legislatura  se  reunió  extraordina- 
riamente y  expidió  un  decreto  en  las  primeras  sesiones,  re- 
conociendo como  legítimo  presidente  de  la  república  á  D. 
Manuel  Gómez  Pedraza,  adhiriéndose  eu  consecuencia  á  la 
revolución,  que  ya  formaba  un  verdadero  voto  nacional. 

El  Estado  de  México  fué  también  restituido  al  goce  de 
sus  derechos  usurpados,  y  habiéndose  dictado  por  el  general 
Santa-Anua,  cuando  se  hallaba  en  el  Valle  de  México,  la 
providencia  más  estrecha  para  que  los  poderes  y  autorida- 
des depuestas  en  1830  fuesen  restauradas  y  restituidas  al 
ejercicio  de  sus  legítimas  funciones,  fué  cumplida  y  ejecuta- 
da por  el  general  Valencia,  ocupando  la  capital  del  Estado 
con  los  coroneles  Arago  y  Mejía,  y  reasumiendo  D.  Lorenzo 
Zavala  el  mando  y  gobierno  del  Estado  de  que  había  sido 
destituido  á  consecuencia  de  la  revolución  de  Jalapa.  Mi- 
choacáu,  Oaxaca  y  los  Estados  internos  de  Oriente  y  Occi- 
dente, conservaron  su  administración  tal  cual  la  tenían,  re- 
conociendo al  gobierno  general.  Sólo  Guauajuato  fué  el  que 
se  distinguió  por  la  singular  y  peregrina  neutralidad  en 
que  quiso  constituirse  y  en  que  se  mantuvo  bajo  el  poder  é 
influencia  del  general  D.  Luis  Cortázar,  que  habiendo  hostili- 
zado á  Zacatecas  y  después  de  haberse  retirado  por  el  triunfo 
del  general  Santa-Auna  en  Puebla,  permaneció  eu  la  actitud 
política  que  había  tomado,  hasta  que  los  acoutecimieutos  pú- 


320 

blicos  y  los  sucesos  de  armas  presentaron  de  bulto  el  formi- 
dable poder-de  la  revolución  como  irresistible. 

El  pronunciamiento  á  favor  de  Pedraza  y  de  su  restau- 
ración también  tuvo  eco  en  el  rumbo  del  Sur. 

Se  ofrecieron  varias  acciones  de  guerra  aunque  parciales 
en  Tecpac,  Taxco  y  Za cual  pan,  batiéndose  en  contradicción 
de  opiniones  y  principios  Alvarez  y  Bravo,  y  alternando  las 
pérdidas  y  los  triunfos,  aunque  no  de  grande  importancia, 
vinieron  estos  dos  jefes  á  reunirse  en  Tixtla  el  mes  de  Di- 
ciembre, levantaudo  una  acta  que  dio  á  conocer  las  miras, 
fin  y  objeto  de  esta  repentina  é  inesperada  reconciliación  y 
concordia.1 

Dice  el  acta:  que  desisten  de  la  guerra  civil  tan  perjudi- 
cial á  los  pueblos  en  obsequio  de  los  mismos:  que  se  sosten- 
dría á  todo  trance  los  intereses  nacionales  estando  por  éstos 
y  por  las  personas:  que  se  comprometen  los  jetes  y  sus  fuer- 
zas á  una  perpetua  unión  :  que  se  olvida  todo  lo  pasado:  que 
se  pondrán  en  libertad  los  presos  por  opiniones  políticas: 
que  se  levantarán  los  campos  militares,  se  retirarán  las  fuer- 
zas, serán  libres  para  vivir  en  sus  pueblos:  que  se  cuidará 
del  comercio  libre  y  seguridad  de  los  caminos:  que  se  con- 
servará el  convenio  con  que  se  ligaban,  sin  que  pueda  al- 
terarse, si  no  es  por  detenido  y  mutuo  acuerdo:  que  en  el 
Sur  no  se  reconocerá  otro  jefe  que  al  general  Bravo,  y  que 
el  convenio  sería  observado  puntual  y  religiosamente.  Claro 
es  que  el  Sur  y  sus  caudillos,  no  pudiéndose  oponer  al  voto 
público,  y  no  pudiendo  tampoco  apoyarlo  con  la  fuerza,  pues 
que  carecían  de  ella,  se  decidieron  por  esperar  los  resultados, 
suspendiendo  entretanto  la  acción  y  estrépito  de  las  armas. 
Quisieron  ver  quién  vencía.  Quisieron  dar  abrigo  á  una  reac- 
ción. 

Pasaron  algunos  días  después  del  último  y  más  notable 

1  Documento  núrn.  7- 


321 

suceso  sangriento  de  Posadas.  El  disgusto,  el  desaliento  y 
la  desconfianza  tomaban  incremento  por  instantes.  La  re- 
flexión y  el  temor  del  porvenir  agitaban  los  espiritas,  y  mien- 
tras más  se  meditaba  por  los  pensadores  el  triste  estado  y  la 
posición  difícil  de  la  república,  deseaban  con  mayor  ahinco 
poner  término  á  la  guerra,  cuyos  males,  no  sólo  eran  los  con- 
siguientes al  choque  de  las  armas,  sino  los  que  se  seguían 
por  el  carácter  y  naturaleza  de  la  discordia,  que  siendo  civil, 
producía  toda  clase  de  desgracias,  hasta  conducir  á  la  nación 
á  su  total  ruina.  Afortunadamente  el  general  Cortázar  se 
resolvió  á  dar  un  paso,  que  siendo  para  él  de  eterna  Hombra- 
día, fué  para  la  sociedad  un  bien  inestimable,  como  lo  es 
siempre  la  paz,  principalmente  cuando  ésta  hace  cesarla  gue- 
rra, y  todavía  más  apreciable  cuando  esta  guerra  por  des- 
gracia tiene  lugar  entre  hermanos. 


CAPITULO  VIL 


Arreglo  flnnl  de  la  revolución  y  plan  de  Znrnlelo. 

Resuelto  el  referido  general  Cortázar  á  no  perdonar  me- 
dio para  lograr  el  término  de  las  hostilidades,  puso  en  prác- 
tica el  de  pedir  á  los  generales  Santa- Auna  y  Pedraza  una 
audiencia  para  conferenciar  sobre  negocios  que  interesabau 
al  bien  público:  se  la  otorgaron,  y  eu  ella  expuso  y  fundó 
con  decisión,  verdad  y  patriotismo,  lo  mucho  que  importaba 
á  México  terminar  cuanto  antes  una  guerra  fratricida  tan 
cruel  y  sangrienta  como  se  veía  en  lo  pasado  y  era  de  temer- 
se eu  lo  futuro.  Los  generales,  penetrados  de  lo  importante 
y  grave  del  asunto,  convencidos  de  lo  horroroso  y  temible 
de  los  males  consiguientes  á  la  guerra  civil,  y  muy  incliua- 

Tuao  11—41. 


322 

dos  á  poner  en  práctica  medios  pacíficos  para  terminar  ca- 
lamidad tan  grande,  se  prestaron  á  los  deseos  del  general 
Cortázar,  según  lo  explica  Pedrazaen  el  discurso  que  pro- 
nunció1 el  día  20  de  diciembre  en  que  tomó  posesión  de  la 
presidencia  para  que  había  sido  llamado.  Oigamos  sus  pa- 
labras: 

"  La  guarnición  pidió  se  removiesen  los  ministros:  ella 
"para  defender  y  asegurar  el  sistema  constitucional  repre- 
" sentó  con  viveza  las  demasías  del  poder;  ella  interpuso  la 
"mediación  respetable  del  soldado  del  pueblo,  del  ilustre 
"  Santa— Anna,  y  este  genio  singular,  tomando  á  su  cargo  el 
"arbitraje  augusto  de  la  humanidad,  en  su  sacro  nombre 
"pide  la  variación  de  los  ministros;  pero  este  proceder  pru- 
"  dente  y  justo  se  considera  como  crimen  de  Estado;  las  cá- 
"  niaras  se  oponen  á  que  el  general  Bustamante  siga  los  con- 
" sejos  de  su  razón;  se  desoyen  los  clamores  de  la  naturaleza 
"oprimida  y  se  levanta  contra  ella  el  sangriento  estandarte 
"de  la  guerra;  se  dispara  el  cañón,  y  se  lanzan  contra  los 
"inocentes  el  exterminio  y  la  muerte.  Olvidaba  sin  duda  el 
"ministerio  que  la  denegación  de  la  justicia,  y  aun  las  afec- 
tadas dilaciones  para  obsequiarla,  disculpan  la  cólera  de 
"un  pueblo;  y  que  la  opresión  grave  y  mauitiesta,  justifica 
"  su  levantamiento. 

"  La  guerra  desde  entonces  se  hizo  justa  por  parte  de  los 
"libres,  empeñados  solamente  en  salvar  su  independencia, 
"sus  garantías  y  sus  leyes  fundamentales:  sin  embargo,  el 
"ministerio  los  trató  como  á  traidores  y  rebeldes;  violó  los 
"  principios  reconocidos  por  todos  los  pueblos  civilizados;  lle- 
"  nó  las  cárceles  de  ciudadanos;  sembró  el  terror  en  las  po- 
blaciones é  inundó  desangre  los  campos:  pero  los  protiun- 
"  ciados  redoblan  su  cólera  y  su  energía;  el  sentimiento  se 
"generaliza;  la  revolución,  justa  y  razonable  en  sus  motivos, 

1  Documento  núm,   8. 


323 

"toma  un  nuevo  carácter  de  nacionalidad  y  se  hace  por  úl- 
11  timo  constitucional,  proclamándome  el  ejército  pronuncia- 
dlo y  los  Estados  soberanos  del  interior,  presidente  de  la 
"  república,  conforme  á  la  voluntad  nacional  manifestada  en 
"la  mayoría  absoluta  de  once  legislaturas,  que  espontanea 
"y  libremente  sufragaron  á  mi  favor.  Mas  como  si  en  este 
"paso  se  hubiera  cometido  un  nuevo  crimen,  el  ministerio 
"y  las  cámaras  atizan  el  voraz  incendio;  aumentan  las  fuer- 
"  zas  militares;  multiplican  las  expediciones;  hacen  la  guerra 
"á  los  Estados  soberanos,  y  á  la  misma  nación  que  ha  ex- 
plicado categórica  y  solemnemente  su  voluntad. 

"  El  gobierno  de  México,  acobardado  después  con  las  vic- 
torias sucesivas  que  reportara  el  libertador  en  los  campos 
"del  Palmar  y  en  la  toma  de  esta  ciudad,  propone  negocia- 
ciones de  paz  y  envía  en  comisión  á  los  ciudadanos  Lemns 
"  y  Castrillóu :  el  general  Santa- Auna  escucha,  desea  la  paz, 
"se  decide  y  nombra  en  comisión  á  los  ciudadanos  Ramos 
"  Arizpe,  González  Ángulo  y  Vizcaíno:  éstos  tienen  en  Mó- 
"xico  largas  discusiones  con  el  gobierno,  y  nada  adelantan 
"siu  embargo  de  haber  apurado  las  cuestiones  hasta  el  últi- 
"  mó  término.  El  ejecutivo,  siguiendo  su  plau  de  afectadas 
"  dilaciones  mientras  llegaba  en  su  auxilio  el  general  Busta- 
"  man  te,  dirige  en  última  comisión  á  los  señores  Molinos  del 
"Campo,  Quintero  y  Mora,  autorizados  plenamente  para 
"ajustar  los  tratados.  El  libertador  los  recibe  en  una  junta 
"de  notables  á  que  concurrieron  también  las  autoridades  de 
"esta  capital  y  sus  anteriores  enviados;  se  entra  en  sesión  y 
"detenida  discusión,  y  por  último,  se  conviene  y  determina 
"  con  los  comisionados  del  gobierno,  lo  que  ellos  misinos  pro- 
"  pusieron,  á  saber:  la  no  admisión  de  la  renuncia  á  la  pre- 
sidencia que  hice  en  diciembre  de  1828  y  mi  consiguiente 
"llamamiento:  se  da  cuenta  á  las  cámaras  para  su  aproba- 
"ción,  y  ellas,  obrando  como  por  un  plan  meditado,  nada 
"examinan,  nada  discuten,  y  en  un  solo  día  todo  lo  desechau, 


324 

"  suspenden  sus  sesiones  y  se  niegan  á  toda  conciliación  y  aco- 
"  modamiento  razonable,  llevando  adelante  la  guerra  de  una 
"  fracción  de  la  sociedad  contra  el  pueblo  soberano  de  quien 
"se  han  vuelto  enemigos  obstinados. 

"Cenados  así  los  caminos  felices  de  la  p;tz,  la  cosa  pú 
"blica  debía  decidirse  por  el  filo  de  la  espada;  el  numeroso 
"ejército  de  los  libres,  deseando  economizar  la  sangre,  creía 
"  reportar  el  triunfo  por  la  sola  impresión  moral;  pero  entre- 
"  tanto  se  aproximaban  una  á  otra  las  fuerzas  beligerantes, 
"y  la  nación  aguardaba  el  éxito  que  parecía  cifrado  en  una 
"sola  batalla  decisiva.  En  tal  estado  de  cosas  piso  las  pla- 
"yas  de  Veracruz,  y  desde  aquel  momento  me  ocupo  de  la 
"  paz;  manifiesto  á  mis  paisanos  y  al  Sr.  Múzquiz  las  fuertes 
"  razones  que  reiteradamente  se  me  expusieron  para  obligár- 
onle á  venir;  mi  decisión,  mis  miras,  mis  deseos:  invito  á 
"  los  mexicanos  pensadores  á  que  me  auxilien  en  la  empresa; 
"procuro  inútilmente,  por  la  interceptación  de  los  caminos, 
"relacionarme  con  las  legislaturas  y  supremos  magistrados 
"del  interior  de  la  república;  me  dirijo  á  todos;  pido  conse- 
" jo;  hago  de  mi  fe  política  la  profesión  más  clásica;  pulso  la 
"obstinación  y  capricho  de  algunos;  pero  esfuerzo  la  razón 
"para  convencerlos:  nada  me  retrae,  nada  me  arredra,  niu- 
"gún  tiempo  estimo  por  perdido  en  llamar  a  los  hombres  á 
"  los  principios:  el  noble  objeto  de  mi  misión  ha  sido  la  paz, 
"  y  ésta  no  es  cara  á  ningún  precio.  Hombres  cuyo  elemento 
"es  la  discordia  y  cuyos  corazones  arden  en  deseos  de  ven- 
"ganza:  impugnad  mi  conducta,  puesto  que  sois  libres  para 
"hacerlo;  pero  sabed  que  la  filosofía  me  defiende  de  vues- 
"  tras  invectivas,  y  que  si  logro  completar  la  obra  comenza- 
"da,  mi  nombre  pasará  á  la  posteridad  y  pasará  sin  mau- 
"cha. 

"  Anuncio  al  libertador  desde  Veracruz  mi  veuida  á  esta 
"  ciudad  memorable;  resuelve  aproximarse  á  ella  con  su  ejér- 
"cito;  el  del  enemigo  le  sigue  en  su  marcha;  sucede  entre 


325 

'ellos  un  fuerte  encuentro;  la  sangre  corre  á  torrentes;  la 
'  heroica  Puebla  resiste  un  ataque  por  tres  «lías  de  continua- 
dlo fuego;  en  el  mismo  teatro  me  toca  ser  testigo  deesce- 
'  ñas  sangrientas  y  horrorosas  representadas  por  hijos  <le  una 
'  misma  patria,  idénticos  en  intereses, en  costumbres,  en  idio- 
1  nía,  en  religión:  la  humanidad  gime  bajo  del  azote  de  las 
'pasiones;  la  civilización  huye  de  nosotros  asustada  de  los 
'  estragos  que  causa  la  discordia;  la  población  se  disminuye; 
'  la  agricultura  es  abandonada;  el  comercio  y  la  industria  se 
'  paralizan,  y  sobre  todo,  la  educación  de  la  juventud  se  co- 
'  rrompe,  pervirtiéndose  la  moral  pública,  sin  la  cual  ningún 
'  pueblo  puede  ser  dichoso. 

"  A  vista  de  tan  deplorable  cuadro,  la  sensibilidad  reco- 
'  bra  sus  derechos.  Hagamos  justicia  á  la  naturaleza,  hacién- 
'  dola  igualmente  á  la  verdad.  El  Bxmo.  general  Luis  de 
'Cortázar,  ciudadano  recomendable  y  poseido  de  las  virtu- 
'  des  que  houran  al  género  humano,  solicitó  una  entrevista 
'á  que  me  presté  gustoso;  manifestó  su  decisión  por  la  paz, 
'y  el  general  libertador,  que  ha  «lado  reiterados  testimo- 
'  nios  de  desearla  sinceramente,  se  adunó  conmigo  en  senti- 
'mientos:  entramos,  pues,  en  conversaciones  con  varios  je- 
'  fes  del  ejército  de  S.  E.  el  general  Bustamante,  y  movidos 
'  todos  por  un  espíritu  patriótico;  convencidos  «le  que  el'mi- 
'nisterio  y  la  mayoría  de  las  cámaras  habían  querido  con- 
'  vertirlos  en  tiranos  de  su  patria,  sacrificándolos  á  miras 
'  personales,  se  deciden  á  fraternizar  con  sus  compañeros  de 
'armas  y  á  reconocerme  como  presidente  constitucional, 
'conviniendo  por  último  en  el  armisticio  firmado  á  nueve 
'  del  presente  mes  en  el  cuartel  general  en  el  Puente  de  Mó- 
'  xico." 

Oigamos  también  al  vicepresidente  que  como  general  en 
jefe  «le  las  tropas  «leí  gobierno  y  de  conformidad  con  las  ideas 
pacíficas  asentadas,  uice: 

"Mi  alma  se  inunda  de  placer  al  anunciaros  el  término 


326 

"ele  vuestras  fatigas  y  de  los  males  que  afligen  á  la  patria 
"á  consecuencia  de  la  guerra  civil.  Vosotros  os  habéis  ilus- 
"trado  por  vuestro  coraje:  por  aquel  noble  ardimiento  que 
"es  el  signo  de  las  almas  generosas.  Mas  el  aspecto  de  las 
"cosas  públicas  ha  variado  esencialmente.  La  mayoría  de 
"los  Estados  quiere  que  sus  votos  desechados  abiertamen- 
"  te  en  829,  sean  satisfechos;  y  habiendo  regresado  á  la  re- 
"  pública,  por  el  Llamamiento  de  varias  legislaturas,  el  ciu- 
"  dadano  que  mereció  la  confianza  de  regir  sus  destinos  en  el 
"  poder  ejecutivo,  nada  es  más  justo  que  el  obsequiar  esta 
"soberana  voluntad. 

"En  circunstancias  tan  imperiosas,  y  cuando  la  nación 
"  parecía  precipitarse  á  su  desorganización  general,  este  ilns- 
"  tro  ciudadano  nos  propone  una  ingenua  conciliación  entre 
"  ambas  fuerzas  beligerantes.  Esta  apertura  es  admitida;  ce- 
"sa  el  estruendo  de  las  armas,  y  se  da  lugar  á  la  calma,  para 
"ocuparnos  en  varias  conferencias,  que  han  tenido  por  re- 
bultado un  feliz  avenimiento,  que  combinando  el  supremo 
"interés  de  la  sociedad  con  el  particular  de  los  individuos, 
"realiza  las  esperanzas  de  todos  los  mexicanos. 

"  ¡  Compañeros  de  armas!  Así  como  habéis  cumplido  con 
"  los  deberes  del  honor  militar,  me  prometo  de  vuestro  acen- 
"  drado  civismo,  que  deponiendo  todo  resentimiento  innoble, 
"respecto  de  nuestros  hermanos,  contra  quienes  lidiábamos 
"hace  poco,  conspiremos  de  consuno  á  una  paz  sólida  y  per- 
"  manente,  sin  cuyo  bien  inapreciable  jamás  podremos  ser 
"  felices.  Los  amigos  de  la  república  se  han  dado  la  palabra 
"  para  la  fijación  de  los  principios  ojie  aseguran  la  unión  y 
"  la  pública  libertad:  y  ¡vive  Dios!  que  en  sentimientos  tan 
"  sublimes,  nada  hay  que  sea  superior  al  ejército  de  mi  mando. 

"¡Ciudadanos  militares!  Para  conseguir  tan  santos  fines, 
"  para  que  nuestra  concordia  sea  perdurable,  marchemos  in- 
variablemente por  la  senda  de  las  leyes  y  de  las  virtudes 
"  sociales,  huyendo  prudentemente  del  influjo  funesto  de  los 


327 

"  partidos.  Mas  si  por  desgracia  el  genio  del  mal  contrariase 
"  nuestros  esfuerzos;  si  nuestra  independencia  y  libertad  se 
"  aventurasen  á  nuevos  peligros,  allí  nos  verá  la  patria  ate- 
"  rrar  á  sus  enemigos. 

"  Cuartel  general  en  Cholula.   Diciembre  20  de  1832. — 

"  Anastasio  BustamanteP 

Estas  manifestaciones  patéticas,  tan  enérgicas  como  pa- 
trióticas, por  una  y  otra  parte,  revelan  el  odio  profundamen- 
te justo,  que  sin  embargo  de  disputarse  consideraciones,  in- 
tereses y  mando,  tenían  los  caudillos  de  los  opuestos  bandos. 
Por  esto  lograron  con  sus  resoluciones  y  medidas  pacificar 
al  país,  alejar  la  guerra  por  entonces  y  abrir  el  camino  para 
que  la  nación,  alzando  la  frente,  marchase  libre  de  azares  y 
desgracias,  y  promoviese  su  felicidad,  poniendo  en  acción 
y  movimiento  los  resortes  que  dan  ser  y  fuerza  á  la  ilustra- 
ción, al  comercio  é  industria  en  todos  sus  ramos;  que  forman 
los  elementos  de  la  riqueza  pública.  Apareciendo  tanto  más 
recomendable  el  modo  de  obrar  de  los  contendientes,  si  se 
advierte  que  su  conducta  y  procedimientos  eran  contradi- 
chos y  aun  reprobados  del  modo  más  resuelto  por  sus  corre- 
ligionarios, y  principalmente  por  los  representantes  del  pue- 
blo en  sus  dos  cámaras. 

Recibieron  éstas  el  armisticio  y  Jas  lasos  que  debían  ser- 
vir para  un  convenio  deíinitivo  de  paz1  y  cuyos  anteceden- 
tes se  pusieron  en  conocimiento  del  congreso,  por  haberlo  así 
convenido  los  beligerantes,  consultando,  entre  otras  cosas,  á 
la  posición  del  general  B  lista  man  te,  que  debía  considerar  y 
aun  respetar  al  gobierno  de  que  dependía  y  á  quien  tenía 
que  sujetarse. 

En  el  mismo  mes  de  diciembre  (día  12)  partieron  de  Pue- 
bla los  Sres.  Cortázar  y  Gil  Pérez,  por  parte  del  vicepresi- 
dente, y  los  Sres.  Auaya  y  Basadre  por  la  de  los  generales 

1  Documento  núm.  9. 


328 

Santa-Auna  y  Gómez  Pedraza,  conduciendo  los  acuerdos  y 
convenios  que  contenían  el  armisticio  y  las  bases  del  [dan 
que  debería  concluir  con  la  guerra  y  establecer  la  paz.  El 
presidente  interino,  dando  cuenta  al 'congreso  y  remitiéndole 
todos  los  documentos  conducidos  y  presentados  por  la  comi- 
sión, sujetó  todo  el  negociado  á  su  examen  y  resolución  defi- 
nitiva. ¡Grande  fué  el  debate  y  fuerte  la  oposición! 

La  cámara  de  diputados  y  el  senado  reprobaron  el  prin- 
cipal artículo,  que  era  el  sexto  del  armisticio,  y  también  re- 
probaron las  bases  que  deberían  servir  al  plan  de  pacifica- 
ción. Por  supuesto  los  que  formaban  la  oposición  decían:  el 
congreso  por  sí  solo  es  nada  y  únicamente  puede  obrar  por 
la  constitución,  pues  que  por  ella  vive:  nada  puede  bacer 
sino  aquello  que  la  constitución  le  permite,  y  en  el  momento 
mismo  en  que  sancione  cualquiera  cosa  que  sea  en  contra  de 
ella,  lo  haría  perjuro,  usurpador  y  responsable,  y  no  debería 
ser  obedecido. 

Los  que  sostenían  la  necesidad  y  conveniencia  de  los  pac- 
tos y  arreglos  de  los  beligerantes  para  dar  término  á  la  gue- 
rra civil  y  abrir  una  era  de  paz,  decían:  "el  furor  de  los  par- 
tidos hizo  que  se  introdujera  en  el  poder  ejecutivo  un  ser 
heterogéneo  y  desconocido  por  nuestras  leyes:  este  mal  ver- 
daderamente grave  se  repitió  y  se  hizo  extensivo  al  cuerpo 
legislativo.  La  arbitrariedad  se  sustituyó  á  las  leyes,  y  pro- 
clamando orden  se  levantó  el  estandarte  de  la  anarquía.  El 
poder  ejecutivo  se  ostentaba  absoluto  y  las  cámaras  contem- 
plaban en  silencio  tantas  aberraciones  cuantas  apenas  se  ha- 
bían visto  antes.  ¿Es  contra  la  constitución  declarar  presi- 
dente al  general  D.  Manuel  Gómez  Pedraza?  ¿Es  contra  la 
constitución  la  renovación  de  las  legislaturas!  ¿Cuántas  han 
sido  renovadas  por  decreto  del  congreso?  ¿Y  estos  actos 
comparados  cou  la  ley  fundamental  pueden  llamarse  cons- 
titucionales?" 

Triunfó  la  oposición  y  se  reprobaron  el  armisticio  y  las 


329 

bases,  haciéndose  y  publicándose  por  formal  decreto  esta  re- 
probaoión.  Ella  y  las  circunstancias  públicas  del  país,  im- 
parcialmente  meditadas  y  á  la  luz  de  la  razón  pesadas,  obli- 
garon al  general  Bnstamante  á  resolverse  por  el  extremo 
que  favorecía  realmente  á  la  nación,  y  juzgándose  autoriza- 
do por  la  necesidad  imperiosa  de  obrar  el  bien,  lo  hizo  por 
sí,  y  en  consecuencia  ambos  ejércitos  se  convinieron  y  resul- 
tó el  plan1  consiguiente  al  armisticio  y  á  las  bases  de  pacifi- 
cación referidas. 

-La  hacienda  de  Zavaleta  se  halla  situada  en  los  subur- 
bios de  la  ciudad  de  Puebla,  y  el  día  21  de  diciembre  (1832) 
se  reunieron  en  dicho  lugar  con  el  general  D.  Anastasio  Bns- 
tamante y  principales  jefes  de  la  división  de  su  mando,  los 
Síes.  Pedraza,  Santa-Anua,  Eamos  Arizpe  y  González  Án- 
gulo con  el  fiu  de  conferenciar,  reduciendo  á  artículos  una 
comisión  nombrada  al  efecto,  las  bases  anteriormente  acor- 
dadas. El  día  23  se  ratificó  la  transacióu  ó  tratado  que  lleva 
comunmente  el  nombre  de  plan  de  Zavaleta,  como  hemos 
dicho. 

Al  tratarse  en  las  cámaras  del  interesante  punto  de  pa- 
cificación de  la  república,  se  presentó  el  incidente  saludable 
de  la  derogación  de  la  ley  de  27  de  septiembre  de  1823  y  sus 
concordantes  de  6  de  abril,  4  de  junio  de  1824  y  3  de  octubre 
de  1825.  Se  verificó  en  efecto  y  se  sancionó  el  término  de 
unas  disposiciones  legislativas  que  solamente  sirvieron  para 
armar  á  los  partidos  y  apoyar  venganzas,  ó  á  lo  menos  daban 
lugar  á  ellas;  y  lo  que  sí  ciertamente  hicieron  fué  el  obligar 
y  estrechar  á  los  funcionarios  públicos  y  jueces,  á  que  tal  vez 
contra  sus  convicciones,  inclinaciones  y  deseos  particulares, 
obrasen  como  ejecutores  de  la  ley  poniéndola  en  ejercicio  y 
acción  sin  tener  arbitrio  para  lo  contrario,  pues  que  juzgan- 
do, no  se  obra  como  legislador.  ¡  Ocurrencia  feliz  tal  dero- 
gación ! 

1  Documento  núm.  10. 

Tomo  II.— 42 


330 

También  lo  fué  el  que  el  presidente  llamado  por  voto  de 
la  nacióu,  prestase  el  juramento  como  tal  magistrado  en  la 
ciudad  de  Puebla  para  que  funcionara  y  evitase  la  acefalía 
del  gobierno  ó  que  la  república  fuese  gobernada  por  dos  pre- 
sidentes á  la  vez.  El  20  de  diciembre  (1832)  estando  ya  uni- 
dos los  dos  ejércitos  beligerantes,  y  en  presencia  del  gober- 
nador del  Estado,  que  presidía  un  consejo  de  gobierno,  ha- 
ciendo las  veces  de  representantes  de  la  nación,  tuvo  efecto 
el  acto  referido  del  juramento,  pronunciando  el  general  D. 
Manuel  Gómez  Pedraza  un  discurso  franco  y  patriótico,  que 
en  iguales  términos  le  fué  contestado  por  el  presidente  de  la 
junta,  y  publicó  por  suplemento  al  número  27  de  diciembre 
el  periódico  de  Puebla  titulado  la  "Aurora."  Siguieron  las 
felicitaciones  y  solemnidades  qiie  eran  debidas,  y  en  aquellos 
días  y  momentos  fueron,  no  una  rutina,  sino  expresióu  iuge- 
nua  y  entusiasta  que  produjo  el  más  decidido  patriotismo. 

A  pesar  de  éste  y  de  que  aparecía  sin  duda  alguna  uni- 
forme en  toda  la  república,  no  faltó  motivo  para  que  se  aci- 
barasen aquellos  momentos  de  crisis  y  de  transición  nacio- 
nal. Los  Estados  de  San  Luis  Potosí  y  Zacatecas  indicaron 
disgusto  por  el  plan  deZavaleta  y  rehusaban  admitirlo.  Sin 
embargo,  se  unieron  porque  la  cuestión  fue  resuelta  por  los 
pueblos. 

La  guarnición  de  la  capital  de  México  turbaba  empero 
la  satisfacción  de  la  victoria  obtenida  por  los  principios  de 
legalidad  y  justicia:  se  quería  obrar  de  un  modo  hostil  con- 
tra el  gobierno  interino  de  Múzquiz,  reconociendo  y  procla- 
mando la  autoridad  de  Gómez  Pedraza;  pero  el  comandante 
general  D.  José  Joaquín  Herrera,  trató  de  uniformar  la  opi- 
nión y  unir  la  voluntad  é  intereses  de  los  generales,  jefes  y 
particulares.  Lograda  la  uniformidad  apetecida,  tuvo  efecto 
el  pronunciamiento  que  verificó  la  guarnición  el  día  27  del 
citado  diciembre,  y  se  logró  la  adhesión  de  todos  al  plan  pro- 
clamado. 


331 

Fué  consiguiente  la  reuuucia  de  Múzquiz,  que  por  tres 
veces  había  beclio  de  la  presidencia  y  dirigido  al  congreso, 
el  cual  ni  la  Labia  tomado  en  consideración  antes,  ni  mucho 
menos  pudo  hacerlo  en  tan  angustiados  momentos,  ni  en  las 
circunstancias  á  que  había  llegado  la  cosa  pública  por  los  su- 
cesos di  timos  de  Puebla,  y  por  la  acta  levantada  por  la  guar- 
nición de  México,  uniéndose  al  resto  de  la  república. 

El  general  Herrera,  á  la  cabeza  de  la  guarnición,  comu- 
nicó al  general  Múzquiz  la  ocurrencia,  y  el  movimiento  po- 
lítico ejecutado.  Se  retiró  dócilmente  el  presidente  entregan- 
do el  puesto  á  D.  Ignacio  Martínez,  gobernador  del  distrito, 
para  que  lo  conservase  hasta  la  llegada  de  la  autoridad  crea- 
da por  la  revolución  y  en  Puebla,  como  queda  referido.  Vol- 
vió á  la  vida  privada  lo  mismo  que  los  secretarios  del  des- 
pacho; notándose  que  el  Sr.  Godoy,  como  tal  ministro,  se 
había  retirado  antes  por  medio  de  su  formal  dimisión,  y  sólo 
cesaron  con  el  presidente  interino  los  otros  tres  el  repetido 
día. 

El  general  D.  José  Antonio  Fació,  también  se  retiró,  muy 
deseugañado,  sin  duda,  de  que  sus  servicios  en  la  campaña, 
así  como  en  el  gobierno,  no  eran  de  aquellos  que  necesitaba 
la  patria,  y  después  de  las  derrotas  que  sufrió  en  el  camino 
de  Puebla  á  Veracruz,  desapareció  no  sólo  de  la  escena  po- 
lítica y  militar,  sino  hasta  de  la  república  misma.  Se  trasla- 
dó al  extranjero.  Publicó  en  1835  el  manifiesto  de  que  he- 
mos hecho  mención  varias  veces.  Murió  en  París  la  noche 
del  día  5  de  mayo  de  1836,  repentinamente,  habiéndose  acos- 
tado á  dormir  sin  novedad  conocida,  se  le  encontró  muerto 
el  día  siguiente  6  del  citado  mes  de  mayo.  Fué  muy  varia 
la  impresión  que  causó  este  acontecimiento  en  nuestro  país; 
y  auuque  todos  hablaron  del  suceso  fuuesto,  no  todos  lo  la- 
mentaron. La  prensa  se  explicó  en  su  contra  ó  guardando 
un  silencio  profundo.  Díjose:  el  mismo  Fació  tuvo  un  fin 
pésimo:  murió  fuera  de  su  patria  sin  tener  á  su  lado  ni  un 


332 

paisano,  ni  un  pariente,  til  un  sacerdote,  ni  un  amigo.  Y  nos- 
otros decimos  ahora:  ¡Cuánto  significa  todo  esto  en  nuestra 
historia!! 

Llegó  en  fin  á  la  ciudad  de  México  á  principios  del  mes 
de  enero  de  1833,  el  presidente  constitucional,  cuya  adminis- 
tración veremos  en  el  título  siguiente;  concluyendo  éste,  re- 
lativo al  presidente  interino  nombrado  en  7  de  agosto  de 
1832,  por  haber  obtenido  licencia  el  mismo  día  el  vicepresi- 
dente de  la  república,  general  D.  Anastasio  Bustamaute.  El 
presidente  interino  juró  y  entró  al  gobierno  el  día  14  del  re- 
ferido mes  de  agosto,  hasta  el  día  24  de  diciembre  del  mis- 
mo año  de  1832,  desempeñándose  las  secretarías  del  despa- 
cho del  modo  siguiente- 


333 


I  DEL  DES 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1832  agosto  14    D.José  María  Ortiz  Monas- 
terio, O.  M.  B 19  agosto  1832 

,,        „        20    D.  Francisco  Fagoaga 24  (liebre.     „ 


JUSTICIA. 

1832  agosto  14    D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  E 19sepbre.  1832 

,,    sepbre.  20     D.  Juan  Ignacio  Godoy. . .     3  diebre.     ,, 
,,     diebre.    4     D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.B ". 24       „ 

GUERRA  Y  MARINA. 

1832  agosto  14     D.  José  Cacho,  O.  M.  E. . .  20  oebre.  1832 
,,     oebre.  21     D.  Cirilo  Gómez  Auaya,  O. 

M.  E 24dicbre.     „ 

HACIENDA. 

1832  agosto  14     D.  Rafael  Mangino 19  agosto  1832 

,,         „       20     D.  Tgnacio  Alas 24  diebre.     „ 


335 


APÉNDICE  AL  TÍTULO  VIII. 


Documento  Niím.  1. 


Parte  del  inspector  «le  milicia  nacional  de  Zacatecas,  í>.  Mariano 
del  ('astillo,  referente  ¡\  la  acción  del  Gallinero. 


Zacatecas,  27  de  septiembre  de  1832. — Cuerpo  de  operaciones 
del  Estado. — Exrno.  Sr. — La  segunda  división  del  ejército  liberta- 
dor al  mando  del  Sr.  general  de  brigada  D.  Esteban  Moctezuma,  la 
del  Estado  de  Jalisco  dirigida  por  el  teniente  coronel  D.  Francisco 
Duque,  y  el  cuerpo  de  mi  mando,  cuya  fuerza  total  ascendía  á  cua- 
tro mil  doscientos  hombres,  ha  sufrido  uno  de  aquellos  accidentes 
funestos  de  la  guerra,  el  18  del  presente,  según  tengo  el  sentimiento 
de  comunicar  á  V.  E.,  lo  que  haré  por  menor  para  su  superior  cono- 
cimiento. 

De  los  movimientos  del  enemigo  hasta  Veuta  Vieja,  al  cruzar 
por  la  izquierda  de  nuestra  posición  en  las  alturas  de  San  Miguel  de 
Allende,  tengo  dado  parte  á  V.  E.,  y  ahora  no  me  resta  participarle 
sino  que  se  dirigió  á  la  villa  de  Dolores  de  Hidalgo,  para  donde  mar- 
chamos el  16  en  su  alcance:  el  17  nos  avistamos  porque  estaban  for- 
madas las  tropas  del  usurpador,  entre  Dolores  y  el  punto  de  Galli- 
nas; maniobramos  por  la  izquierda  de  ellas,  haciendo  noche  en  la 
hacienda  del  Rincón  de  Espejos,  y  el  18  á  la  madrugada  emprendi- 
mos la  marcha  hacia  el  llano  de  Trancas,  habiéndose  adelantado  el 
Sr.  general  Moctezuma  con  toda  la  caballería,  y  colocándose  como 
á  las  siete  de  la  mañana  á  tiro  de  cañón  del  enemigo,  que  ya  ocupa- 
ba el  mencionado  puerto  de  Gallinas,  y  se  nos  presentó  de  frente 


336 

Al  instante  le  dirigimos  algunos  cañonazos  y  granadas,  en  vista  de 
lo  que  con  toda  la  infantería  rae  encaminé  al  mismo  punto,  en  el  cual 
se  formó  la  línea  de  batalla  á  vanguardia  de  la  caballería,  sostenien- 
do desde  luego  el  fuego  del  cañón  por  ambas  partes  y  avanzando  los 
del  Sr.  Moctezuma  que  cubrían  el  centro,  como  150  á  200  pasos  de 
la  línea  de  batalla.  Entonces  dispuse  que  de  mi  cuerpo  de  operacio- 
nes ocupase  la  derecha,  para  evitar  que  por  ella  se  nos  flanquease, 
el  2?  batallón,  un  cañón,  las  compañías  de  cazadores  de  los  batallo- 
nes Io  y  2o,  el  piquete  de  zapadores,  una  mitad  de  granaderos  del 
primer  batallón  y  del  primer  regimiento,  á  las  órdenes  todo  del  Sr. 
coronel  D.  Luis  Pinzón:  en  el  centro  quedó  el  primer  batallón  con 
tres  piezas,  y  el  activo  de  Pueblo- Viejo,  con  cuatro.  La  izquierda 
se  cubrió  con  los  segundos  batallones  de  San  Luis  y  Jalisco,  dos  ca- 
ñones y  el  segundo  regimiento  de  San  Luis,  á  las  órdenes  del  Sr. 
coronel  Estávoli.  Para  reserva  se  dejó  mi  batallón  y  escuadrón  de 
este  nombre,  y  á  más  el  resto  de  la  caballería  del  Sr.  Moctezuma; 
habiendo  escoltado  los  equipajes  todos  los  asistentes  y  el  piquete  de 
caballería  de  Jalisco,  que  tenía  38  dragones. 

El  enemigo,  en  número  de  3,000  y  pico  de  hombres,  tres  obuses  y 
seis  cañones,  se  extendía  desde  el  puerto  de  Gallinas  donde  apoyó  su 
izquierda  con  un  reducto  hacia  la  falda  del  cerro  que  establecía  su  de- 
recha con  otro.  En  este  punto  se  empeñó  la  acción  como  á  las  once  y 
media  de  la  mañana,  hora  en  que  el  Sr.  Moctezuma  me  pidió  lo  auxi- 
liase con  un  batallón  y  tres  piezas,  y  al  efecto  mandé  el  Io;  pero  pocos 
momentos  antes  de  que  llegase  á  reunirse  con  las  tropas  de  la  izquier- 
da, determinó  el  expresado  señor  general  cargar  sobre  el  reducto, 
por  cuyo  motivo  mi  batallón  y  piezas,  tuvieron  que  apresurar  el  paso 
para  alcanzar  á  la  izquierda,  que  había  avanzado  sobre  el  enemigo; 
resultando  que  al  llegar  á  tiro  de  pistola  de  él,  no  pudo  obrar  la  ar- 
tillería porque  la  infantería  se  hallaba  á  su  vanguardia.  La  carga  se 
verificó  por  dicha  infantería  con  el  mayor  denuedo  y  entusiasmo; 
pero  no  así  desgraciadamente  por  la  caballería  de  Estávoli,  quien 
por  cobardía  ó  traición,  contramarchó  en  buen  orden  á  la  cabeza  de 
ella,  fugándose  de  1h  línea  que  dejó  absolutamente  descubierta  en 
el  instante  mismo  de  tomarse  el  reducto,  introduciendo  asi  la  confu- 
sión y  el  desorden,  que  dio  lugar  á  que  cargase  la  infantería  y  caba- 
llería enemiga  sobre  nuestra  infantería,  la  que  por  haber  disparado 


337 

simultáneamente,  se  quedó  sin  fuegos,  excepto  el  2o  batallón  de  Ja- 
lisco, que  pudo  sostenerlo  graneado  como  ocho  ó  diez  minutos. 

Tan  fatal  ejemplo  dado  por  Estávoli,  cundió  en  el  resto  de  aque- 
lla caballería;  y  la  del  3  enemiga,  aunque  con  mucha  pérdida,  pene- 
tró hasta  el  batallón  de  reserva,  que  lo  rechazó  completamente  por 
dos  ocasiones;  pero  observando  que  se  le  dirigía  el  enemigo  con  fuer- 
zas que  no  podía  resistir,  ordenó  su  retirada,  que  habría  verificado 
en  buen  orden  á  no  ser  por  la  poca  tropa  que  tenía,  en  razón  de  ha- 
ber auxiliado  con  tres  compañías  al  maudo  del  teniente  coronel  Es- 
calada, al  Sr.  Pinzón,  para  hacer  más  respetable  el  punto  que  ocu- 
paba. 

La  derecha  de  nuestra  línea  se  portó  bizarramente :  tres  veces  se 
lanzó  sobre  las  compañías  de  cazadores  y  el  cañón  que  mandaba  el 
primer  ayudante  D.  José  Rafael  Andrade,  un  grueso  trozo  de  caba- 
llería, que  se  dijo  ser  del  2  del  enemigo,  y  no  dejándoselos  llegar, 
los  hizo  retirarse  precipitadamente  el  primer  escuadrón  del  primer 
regimiento,  compuesto  de  las  valientes  compañías  de  San  Pedro  y 
Tlaitenango,  á  las  órdenes  del  Sr.  coronel  D.  Rafael  Vargas. 

Esta  línea  de  la  derecha,  que  no  tenía  por  objeto  más  que  evitar 
una  carga  de  flanco  por  el  enemigo,  y  entretenerlo  con  las  compa- 
ñías de  cazadores,  avanzó  hasta  ponerse  bajo  sus  fuegos  á  menos  de 
tiro  de  fusil,  luego  que  por  el  movimiento  de  la  izquierda  se  hizo  la 
acción  general:  y  habría  tomado  el  puerto  sin  duda,  si  no  se  inutili- 
za el  cañón  que  lo  apoyaba,  y  no  hubiera  tenido  que  atender  á  su 
espalda  para  donde  se  inclinó  el  tiroteo  del  enemigo,  quien  penetró 
hasta  ese  punto,  donde  los  cazadores  lo  contuvieron  un  buen  espa- 
cio de  tiempo,  hasta  que  se  dispersaron,  después  de  que  la  caballe- 
ría del  primer  regimiento  hizo  su  retirada  en  el  mejor  orden. 

Cuando  estaba  empeñado  en  combatir  mi  segundo  batallón,  se 
presentó  un  oficial  de  los  enemigos  solicitando  que  se  suspendiera 
el  fuego,  lo  que  dispuso  su  comandante,  y  habiendo  salido  á  hablarle, 
le  dijo,  que  decía  el  vicepresidente  que  formase  pabellones;  que  to- 
dos eran  unos:  que  no  se  derramase  más  sangre  mexicana,  y  que  se 
les  garantizaba  sus  vidas  y  empleos,  como  cediesen:  alo  que  el  se- 
ñor comandante,  teniente  coronel  D.  José  María  Esparza  y  Peredo, 
se  negó  absolutamente,  diciéndole  no  se  hallaba  facultado  para  ello, 
y  volvió  á  maudar  romper  el  fuego. 

Tomo  11—43. 


338 

El  Sr.  coronel  Pinzón  recibió  un  balazo  en  la  chapa  de  su  cintu- 
rón  que  le  libró  de  ser  clareado,  y  también  le  hirieron  su  caballo. 

El  capitán  de  artillería  D.  Casimiro  Cenoz,  avanzó  su  cañón  has- 
ta que  se  le  inutilizó,  y  después  lo  retiró  con  permiso  del  primer  ayu- 
dante Andrade,  como  á  una  legua  del  campo,  donde  ordenó  que  lo 
dejase  por  ser  imposible  conducirlo  adelante,  y  porque  el  enemigo 
nos  perseguía:  en  todo  esto  manifestó  Cenoz  la  más  sobresaliente 
serenidad.  Es  digno  de  todo  elogio  el  piquete  de  caballería  de  Jalis- 
co, que  estando  en  las  cargas,  lo  hizo  avanzar  el  teniente  coronel  D. 
Claudio  Vanegas,  y  chocó  con  el  enemigo  hasta  sacrificarse;  pues 
de  treinta  y  ocho,  quedaron  con  gloria  en  el  campo  del  honor  veinte 
y  tantos  dragones,  vendiendo  caras  sus  vidas,  según  me  ha  informa- 
do su  comandante. 

En  general,  las  tropas  se  batieron  con  bizarría;  y  la  pérdida  que 
lamentamos  es  debida  á  la  defección  de  un  jefe  que  mereció  las  ma- 
yores confianzas  del  Sr.  Moctezuma,  y  mandaba  la  mayor  parte  de 
su  caballería. 

Debería  recomendar  á  V.  E.  acciones  de  valor  hechas  por  jefes, 
oficiales  y  tropa;  pero  no  lo  considero  oportuno,  porque  de  los  que 
están  presentes  se  hallan  dispuestos  á  repetirlas  en  el  riesgo,  y  bla 
sonarlas  en  el  triunfo;  y  de  otros,  sólo  sería  acibarar  el  dolor  que 
causa  sensiblemente  el  que  no  existan  ó  estén  prisioneros. 

El  enemigo  ha  sufrido  una  pérdida  considerable,  calculándola  en 
el  calor  de  la  acción  aun  mayor  que  la  nuestra:  sus  viles  y  prodito- 
rias acciones  le  han  lisonjeado  momentáneamente.  ¡  Felices  nosotros 
si  enorgullecidos  nos  atacan,  porque  hoy  la  venganza  nacional  pesa 
más  que  nunca  sobre  sus  cabezas  criminales,  y  es  indudable  que 
como  la  espada  de  la  justicia  se  vibrará  tronantemente  sobre  ellos! 

Si  me  es  sensible  hacer  á  V.  E.  este  detall,  no  me  es  vergonzo- 
so, porque  uada  tengo  que  temer  de  la  censura  pública.  Yo  respon- 
dería gustoso  en  juicio  á  cuantas  objeciones  pudiera  ella  hacerme; 
y  en  tal  concepto  tengo  el  honor  de  presentar  á  V.  E.  mis  respetos  y 
consideración  muy  distinguida. 

Dios  y  libertad.  Zacatecas,  24  de  septiembre  de  1832. — Mariano 
del  Castillo. — Exmo.  Sr.  gobernador  de  este  Estado. 


339 


Documento  Núm.  2. 


Oncio  del  cura  de  la  villa  de  Dolores  Hidalgo,  en  que  da  noticia  del  nú- 
mero de  muertos  que  ae  sepultaron  en  su  parroquia,  después  de  la  ac- 
ción del  Gallinero. 


Hasta  hoy  he  podido  lograr  las  últimas  razones  de  los  muertos 
que  se  han  sepultado  en  distintos  lugares  de  las  haciendas  y  ranchos 
próximos  al  paraje  donde  fué  la  batalla,  y  que  por  la  distancia  de 
las  diferentes  direcciones  que  tomaron  en  su  fuga  y  se  les  persiguió» 
no  había  podido  contestar  á  V.  S.  con  la  brevedad  que  deseaba,  á  su 
oficio  fecha  20  del  mes  presente,  en  que  V.  S.  se  sirve  comunicarme 
los  deseos  del  Exmo.  Sr.  general  en  jefe,  para  tener  un  conocimien- 
to cierto  del  número  de  los  que  murieron.  Según  las  noticias  adqui- 
ridas del  alcalde  comisionado,  del  sacerdote  que  destiné  para  la  ben" 
dición  del  campo  y  de  varios  caudillos  y  mayordomos,  y  otras  que 
he  podido  adquirir,  llegan  los  enterrados  en  el  campo  á  novecientos 
veinticuatro,  y  los  sepultados  en  esta  parroquia  de  mi  cargo,  muer- 
tos de  las  resultas  de  las  heridas,  cuarenta  y  cinco:  por  todos,  nove- 
cientos sesenta  y  nueve,  no  siendo  posible  alcanzar  el  número  fijo 
por  hallarse  á  largas  distancias,  según  se  dice,  otros  cadáveres  que 
no  se  han  podido  recoger.  Es  cuanto  puedo  decir  á  V.  S.,  etc. 

Dios  y  libertad.  Curato  de  Dolores  Hidalgo,  23  de  septiembre  de 
1832. — Ignacio  Moctezuma. — ¡Sr.  mayor  general  D.  Manuel  Gil  Pérez. 


340 


Documento  Núm.  3. 


Renuncia  «leí   general   Biiatnuiaiite. 


Ejército  federal. — Señor. — Coronadas  con  el  triunfo  que  he  re- 
portado ayer  contra  los  enemigos  de  la  constitución,  las  fatigas  de 
esta  apreciable  parte  del  ejército  que  se  halla  á  mis  inmediatas  órde- 
nes, en  consecuencia  del  permiso  que  para  ello  obtuve  de  los  dignos 
representantes  de  la  Nación,  me  he  resuelto  á  dar  un  paso  que  había 
omitido  porque  no  se  atribuyese  á  cobardía,  y  es  el  de  la  formal  di- 
misión que  hago  á  vuestra  soberanía  de  la  suprema  magistratura,  ó 
sea  de  los  derechos  que  á  ella  me  ha  dado  el  libre  -sufragio  de  los 
pueblos  y  la  ley  fundamental. 

Es  de  pública  notoriedad  que  desde  1829  dirigí  á  la  augusta  cá- 
mara de  diputados  de  aquella  legislatura,  una  representación  que 
corre  impresa  en  los  periódicos,  renunciando  ese  derecho,  y  lo  es 
también  que  con  repugnancia  me  separé  do  las  filas  del  ejército  para 
desempeñar  las  funciones  que  como  vicepresidente  me  competían; 
y  si  accedí  á  dejar  aquellas,  prescindiendo  de  mi  primer  propósito  y 
de  mi  aversión  al  fausto  y  peligrosos  atractivos  del  mando  supremo, 
fué  porque  creí  hacer  en  esto  un  servicio  á  mi  adorada  patria,  aun- 
que fuese  con  sacrificio  de  mis  inclinaciones  naturales  y  aun  de  mi 
propia  vida:  empero,  veo  con  dolor  que  aun  separado  del  ejercicio 
del  poder,  los  anarquistas,  ó  sean  mis  enemigos  personales,  llevan 
adelante  esta  guerra  desastrosa,  y  no  quiero  que  mi  nombre  sirva 
por  más,  tiempo  de  pretexto  para  la  continuación  de  los  males  de  la 
república,  á  pesar  de  que  está  demostrado  á  todas  luces  la  constitu- 
cionalidad  de  mi  elección,  y  de  que  mi  conciencia  se  halla  tranquila 
en  orden  á  las  falsas  imputaciones  y  calumnias  con  que  la  envidia  y 
maledicencia  se  han  empeñado  en  detractarme. 

En  tal  concepto  y  por  los  motivos  expuestos,  pido  á  vuestra  so- 


341 

beranía  con  el  más  alto  respeto,  que  por  el  bien  procomunal  de  mis 
conciudadanos,  y  en  obsequio  de  mi  reputación  bastantemente  vul- 
nerada ya  por  los  enemigos  del  reposo  público,  se  digne  admitir  la 
expresada  renuncia  que  hago  con  toda  la  espontaneidad  de  que  es 
capaz  un  ciudadano  libre,  y  un  soldado  que  jamás  sucumbió,  ni  ce- 
derá á  los  amagos  de  la  fuerza,  y  que  sólo  mira  el  bien  de  la  patria, 
objeto  predilecto  de  sus  servicios  y  desvelos. 

Cuartel  general  en  Dolores  de  Hidalgo,  septiembre  19  de  1832. 
— Señor. — Anastasio  Bustamante. — Exmos.  Señores  secretarios  de  la 
cámara  de  diputados. 


Documento  Núm.  4. 


Parte  oficial  de  la  derrota  que  sufrieron  las  fuerzas  ni  mando 
de  D.  Antonio  Fació, 


División  de  operaciones. — Exmo.  Sr. — Anoche  hice  alto  con  to- 
da la  fuerza  de  mi  mando  en  la  hacienda  de  Buenavista,  como  á  un 
cuarto  de  legua  de  San  Agustín  del  Palmar,  donde  se  hallaba  Sau- 
ta-Anna  con  su  gavilla,  y  como  al  amanecer,  descubriese  que  éste 
hacía  movimiento  por  el  camino  que  conduce  á  Puebla,  determiné 
interponérmele  en  su  tránsito  tomando  el  cerro  de  Chaltepec,  y  al 
efecto' destiné  la  brigada  de  vanguardia  y  el  batallón  de  Toluca  al 
mando  del  Sr.  general  D.  José  Rincón;  mas  á  pesar  de  la  notoria 
actividad  de  este  jefe  infatigable,  llegó  á  dicho  cerro  al  propio  tiem- 
po que  una  fuerza  enemiga,  compuesta  de  mil  hombres  de  caballería, 
según  han  manifestado  los  prisioneros:  con  este  motivo,  la  posesión 
del  punto  se  disputó  por  una  y  otra  parte  con  el  mayor  tesón ;  pero 
al  fin  el  Sr.  Rincón  cargó  sobre  los  facciosos  que  defendían  el  terre- 
no á  palmos,  y  logró  desalojarlos  de  las  alturas  que  ya  ocupaban. 


342 

Ya  en  la  falda  del  propio  cerro  intentó  el  enemigo  rehacerse,  mas 
habiéndole  yo  cargado  con  la  brigada  de  caballería,  logré  ponerlo  en 
una  dispersión  absoluta,  haciéndole  algunos  prisioneros,  y  de  muer- 
tos un  número  considerable,  quedando  en  consecuencia  el  campo  to- 
do por  las  tropas  del  supremo  gobierno,  después  de  haber  alcanzado 
el  más  completo  triunfo. 

Antes  de  que  el  Sr.  Rincón  principiara  el  combate,  el  Sr.  gene- 
ral D.  Juan  María  Azcárate,  á  quien  había  dejado  con  una  parte  de 
la  brigada  de  su  mando,  la  de  caballería  y  dos  piezas  de  artillería 
para  que  cubriese  la  retaguardia  y  cuidase  nuestro  cargamento,  en 
vez  de  llenar  este  encargo  y  cumplir  con  las  instrucciones  que  ver- 
balmente  le  había  dado,  empezó  á  tirar  cañonazos  sobre  algunos  gru- 
pos de  gente  que  se  divisaban  en  las  azoteas  de  las  casas  de  San 
Agustín,  lo  que  advertido  por  mí  le  mandé  diferentes  órdenes  para 
que  violentara  su  marcha  siguiendo  el  movimiento  de  la  vanguardia, 
sin  dejar  cosa  alguna  por  detrás;  mas  en  lugar  de  obedecerme  conti- 
nuó haciendo  fuego,  sin  moverse  del  lugar  en  que  estaba:  repetíle 
otras  ocasiones  la  misma  orden,  con  el  agregado  en  la  última  de  que 
la  caballería  se  adelantase  á  todo  por  serme  necesaria  en  Chaltepec, 
y  también  me  desobedeció,  mandándome  sólo  la  caballería. 

No  bien  se  había  adquirido  el  triunfo  que  dejo  detallado,  cuando 
oí  un  fuego  muy  vivo  de  cañón  y  fusil  á  retaguardia,  y  no  dudando 
que  era  el  Sr.  Azcárate,  mandé  en  su  auxilio  la  caballería  y  la  pri- 
mera brigada;  pero  aunque  el  movimiento  se  hizo  con  la  mayor  ce- 
leridad, ya  era  tarde:  el  referido  jefe,  que  con  solo  200  y  pico  de 
hombres  de  su  batallón,  30  del  de  Gruanajuato  y  10  artilleros  con  dos 
piezas  ligeras,  tuvo  la  temeridad  de  atacar  al  pueblo  de  San  Agus- 
tín, donde  sabía  estaba  fortificado  el  enemigo,  había  sido  violenta  y 
completamente  envuelto  por  más  de  800  hombres  de  infautería. 

Este  suceso  es  tanto  más  sensible,  cuanto  que  sólo  la  impruden- 
cia del  Sr.  Azcárate,  y  sólo  ella,  me  ha  privado  de  la  satisfacción  de 
participar  hoy  á  V.  S.  que  Santa- Auna  con  los  suyos  habían  queda- 
do reducidos  á  nulidad,  cuando  no  del  todo  exterminados,  pues  la 
victoria  era  segura,  muy  particularmente  después  de  la  alcanzada  en 
Chaltepec. 

En  ésta  no  tuvo  la  división  otra  pérdida,  que  dos  soldados  muer- 
tos: y  heridos,  el  subteniente  del  batallón  de  Toluca  D.  Gerónimo 


343 

Calatayud,  cinco  soldados  del  batallón  tercero  permanente,  y  activos 
de  Mextitlán  y  Toluca,  habiendo  sacado  una  contusión  el  capitán 
del  último,  con  grado  de  teniente  coronel,  D.  José  María  Barreda; 
la  del  enemigo  excede  de  100  muertos,  32  prisioneros,  entre  éstos  el 
francés  Enrique  Maillet  y  el  cabecilla  Juan  Luna,  que  se  titulan  co- 
roneles; más  de  150  caballos,  la  mayor  parte  muertos,  y  número  con- 
siderable de  armamento. 

Tengo  el  sentimiento  de  no  saber  con  seguridad,  hasta  las  nueve 
de  esta  noche,  la  suerte  que  le  ha  cabido  al  Sr.  Azcárate :  su  conduc- 
ta en  el  lamentable  suceso  mencionado,  le  arrastró  á  la  que  ha  teni- 
do con  los  bravos  que  le  seguían,  y  expuso  á  toda  la  división  á  ser 
batida  en  detall,  lo  que  no  aconteció  por  la  cobardía  é  ineptitud  de 
Santa- Anna,  unidas  á  las  acertadas  disposiciones  y  á  la  actividad  de 
los  señores  general  D.  Antonio  Gaona  y  coronel  D.  Félix  Merino, 
que  pusieron  en  marcha  sin  dilación  todo  lo  que  había  abandonado 
el  Sr.  Azcárate,  para  esta  hacienda,  donde  nos  hallamos  cubriendo  el 
camino  de  Puebla  en  observación  del  enemigo,  que  aun  permanece 
en  San  Agustín,  y  sin  riesgo  alguno,  pues  si  Santa -Anna  cometiere 
la  indiscreción  de  atacarme,  sería  sin  duda  alguna  batido  entera- 
mente. 

Faltaría  á  la  justicia,  si  como  testigo  presencial  de  su  bizarra  con 
ducta,  no  recomendase  al  supremo  gobierno  á  los  señores  general  D. 
José  Rincón,  coronel  graduado  D.  Albino  Pérez,  y  á  los  jefes,  oficia- 
les y  tropa  que  componen  la  brigada  de  caballería  de  su  mando,  que 
nombraré  en  lista  separada  con  más  despacio  y  cuando  el  Sr.  Rin- 
cón me  dé  el  parte  circunstanciado  de  los  individuos  que  se  distin- 
guieron en  la  sección  que  mandó,  lo  haré  de  todos  aquellos  que  lo 
merecieren. 

Con  tal  motivo  felicito  muy  cordialmente  al  supremo  gobierno, 
por  el  triunfo  que  sus  armas  han  adquirido,  pues  lo  sucedido  al  Sr. 
Azcárate,  aunque  es  doloroso,  no  influye  sobre  la  suerte  de  la  divi- 
sión de  mi  mando,  que  firme  en  sus  principios,  y  animada  por  el  va- 
lor que  distingue  á  los  que  la  componen,  siempre  será  el  terror  de 
los  perturbadores  del  orden. 

Dígolo  á  V.  S.  para  que  se  sirva  manifestarlo  al  E.  S.  presiden- 
te, á  quien  igualmente  que  á  V.  S.  reproduzco  las  seguridades  de  mi 
distinguida  consideración. 


344 

Dios  y  libertad.  Cuartel  general  en  la  hacienda  de  San  Juan,  á 
1?  de  octubre  de  1832. — José  Antonio  Fació. — íár.  oficial  mayor  en 
cargado  de  la  secretaría  de  guerra. 

Periódico  titulado  "El  Sol."  Número  1,152,  del  5  de  octubre  de  1832. 


Documento  Núm.  5. 


Comunicación  del  Lie.  D,  Anastasio  Zcrrcrro,  á  D.  IVIanuel  Góiuez 
Pedrazn,  y  contestación  de  éste  sobre  su  regreso  á  la  república. 


"Exmo.  Sr, — La  nación  mexicana,  representada  por  las  honora- 
bles legislaturas  de  varios  Estados,  gobernadores,  ayuntamientos  y 
otras  autoridades,  al  mismo  tiempo  que  por  numerosas  masas  de  ciu- 
dadanos reunidos  en  diversos  puntos,  ha  acordado  llamar  á  V.  E.  á 
ocupar  la  silla  presidencial,  para  cuyo  destino  fué  legítimamente  elec- 
to el  año  de  1828,  y  su  señoría  el  general  D.  Antonio  López  de  Sau- 
ta-Anna,  en  virtud  de  la  autorización  que  al  efecto  ha  recibido,  nos 
ha  comisionado  cerca  de  la  persona  de  V.  E.,  según  manifiestan  las 
credenciales  adjuntas,  para  hacerle  entender  el  voto  nacional,  mani- 
festado en  las  notas  oficiales  de  la  legislatura  y  gobierno  de  Zacatecas, 
decreto  expedido  por  la  de  Jalisco,  actas  de  los  ayuntamientos,  im- 
presos y  demás  documentos  que  tenemos  el  honor  de  acompañarle. 

La  lectura  de  ellos  impondrá  á  V.  E.  de  que  la  nación  toda  cla- 
ma por  su  vuelta,  y  de  que  su  presencia  en  el  país  es  el  único  medio 
de  hacer  cesar  los  males  de  la  guerra  civil,  estableciéndose  en  su 
persona  un  gobierno  á  todas  luces  legitimo  y  constitucional,  bajo  cu 
yos  auspicios  se  legalizarán  también  las  elecciones  que  deben  hacer- 
se de  la  persona  que  haya  de  ocupar  la  primera  magistratura  eu  el 


345 

próximo  período  constitucional,  así  como  de  las  que  han  de  llenar  los 
asientos  en  el  congreso  de  la  unión  y  en  los  de  los  Estados  á  quienes 
hoy  toque  su  renovación. 

Hace  tiempo  que  la  nación  dividida  por  dos  facciones  é  impelida 
en  direcciones  opuestas,  ha  tenido  que  ceder  al  impulso  de  su  torren- 
te, siendo  víctima  de  las  pasiones,  de  los  caprichos  é  injusticias  de 
cada  una  de  ellas  á  su  vez.  Sacudiendo  hoy  el  yugo  de  ambas,  y  se- 
parándose de  las  torcidas  sendas  por  donde  cada  una  de  ellas  preten- 
diera extraviarlas,  ha  entrado  en  el  libre  goce  de  sus  derechos,  vol- 
viendo al  camino  marcado  por  la  constitución  y  las  leyes,  como  el 
único  que  puede  conducirla  á  su  prosperidad  y  engrandecimiento,  y 
el  primer  paso  que  da  en  tan  recta  vía,  es  legitimar  su  gobierno  lla- 
mando al  que  la  ley  destina  á  ejercerlo,  del  injusto  destierro  que  le 
impusiera  la  tiranía  de  una  facción,  que  sólo  por  la  fuerza  de  las  ba- 
yonetas pudo  adquirir  y  conservar  el  poder. 

La  república  mexicana  al  dar  este  paso,  manifiesta  de  un  modo 
evidente  el  buen  juicio  que  hoy  dirige  sus  resoluciones;  rinde  un  ho 
menaje  debido  á  la  virtud  perseguida,  y  presenta  un  ejemplo  de  jus. 
tificación  que  pocos  originales  tiene  en  la  historia.  V.  E.  no  puede 
ser  insensible  á  una  declaración  tan  solemne  de  la  voluntad  de  la  na- 
ción que  hoy  ratifica  los  votos  emitidos  en  su  favor  en  828;  y  cuan- 
do es  indudable  que  su  tranquilidad  depende  de  V.  E.,  nos  persua- 
dimos de  que  no  se  negará  á  hacer  este  último  ó  importante  servicio 
á  nuestra  cara  patria,  pasando  con  nosotros  al  puerto  de  Nueva  Or- 
leaus,  donde  hemos  dejado  el  bergantín  de  guerra  nacional  general 
¡Santa-Anna  (á)  Bello-Judío,  que  está  á  disposición  de  V.  E.,  con 
el  objeto  de  conducir  con  el  decoro  debido  al  primer  magistrado  de 
la  república. 

Permítame  V.  E.  en  conclusión,  darle  los  más  sinceros  parabie- 
nes, porque  cada  día  se  hace  más  acreedor  á  la  confianza  nacional, 
unir  nuestros  votos  y  humildes  ruegos  á  los  do  la  nación  toda,  por  su 
inmediato  regreso,  y  protestarle  nuestra  más  distinguida  considera- 
ción y  respetuoso  aprecio. 

Dios  y  libertad.  Belford-Springs.  Pensilvania,  21  de.septiembre 
de  1832. —  Anastasio  Zerecero. — Juan  de  Soto. —  Exmo.  Sr.  presiden, 
te  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos,  general  D.  Manuel  G-ómez  Pe- 
draza."  i 

Tomo  II.— 44 


346 


CONTESTACIÓN. 

"Ya  S.  E.  el  general  Antonio  López  de  Santa- Auna,  por  medio 
del  C.  Joaquín  María  del  Castillo,  me  había  invitado  en  julio  ante- 
rior á  trasladarme  á  la  república  y  ocupar  la  primera  magistratura 
para  la  que  obtuve  la  mayoría  de  votos  en  828,  y  después  de  haber 
meditado  las  circunstancias  políticas  de  la  nación  y  las  mías  parti- 
culares, me  resolví  á  no  aceptar  el  llamamiento  que  se  me  hacía,  y 
en  ese  sentido  fué  concebida  mi  respuesta  á  las  comunicaciones,  en- 
tonces. Hoy  por  conducto  de  ustedes,  insta  de  nuevo  el  mencionado 
general  y  apoya  su  instancia  en  el  decreto  de  la  honorable  legislatu- 
ra de  Zacatecas,  en  los  pronunciamientos  unísonos  de  los  Estados 
de  Jalisco,  Sonora,  Durango,  Tabasco  y  Sinaloa;  en  la  declaración  de 
varios  ayuntamientos  y  muchos  lugares  de  San  Luis,  Querétaro  y 
México;  en  la  mayoría  del  ejército;  y  por  último,  en  la  probabilidad 
de  la  declaración  sucesiva  de  las  legislaturas  restantes  y  demás  au- 
toridades de  la  federación.  Estos  datos,  el  oficio  de  ustedes  de  hoy 
á  que  contesto,  y  las  conferencias  verbales  que  hemos  tenido,  no  me 
dejan  duda  de  que  la  voz  pública  me  llama  al  seno  de  la  patria,  para 
cumplir  y  hacer  cumplir  los  decretos  augustos  de  la  nación. 

Nada  puede  imaginarse  más  placentero  para  un  ciudadano,  que 
merecer  la  aceptación  del  pueblo  a  que  pertenece ;  pero  esa  ventura 
se  vuelve  inestimable  cuando  el  que  la  logra  ha  sido  víctima  del  in- 
fortunio y  de  la  injusticia.  En  medio  de  la  persecución  jamás  vaciló 
mi  fe,  porque  la  idea  que  tengo  de  la  generosidad  de  mis  compatrio- 
tas es  noble  y  grande;  pero  cualesquiera  que  fueran  mis  esperauzas, 
nunca  pude  figurarme  que  la  satisfacción  fuera  tan  completa,  tan 
extremada:  la  nueva  deuda  que  he  contraído  hacia  los  mexicanos  es 
inmensa,  y  como  los  sentimientos  del  corazón  tienen  tal  límite  que 
no  es  dado  traspasar,  de  ahí  es  que  aunque  mi  gratitud  sea  inexpli- 
cable, nunc,a  será  proporcionada  al  tamaño  del  honor  que  se  me  dis- 
pensa. 

Desgraciadamente  al  contraer  nuevas  obligaciones  no  adquiero 
nuevos  medios  de  corresponderías,  y  tiemblo  al  considerar  el  grave 


347 

compromiso  eu  que  me  pone  el  destino:  mucho  se  espera  de  mí,  y 
como  es  imposible  satisfacer  las  exageraciones  de  la  imaginación,  es 
muy  factible  que  al  probarse  mi  insuficiencia  resulte  el  disgusto  con- 
siguiente á  la  esperanza  frustrada.  Esta  reflexión  corrobora  los  mo- 
tivos que  me  determinaron  á  no  aceptar  la  primera  propuesta  del 
general  Santa-Anna,  y  me  aflijo  demasiado  al  pronunciar  un  sí  irre- 
vocable. 

En  todas  las  acciones  de  mi  vida  he  proeurado  seguir  los  dictá- 
menes de  mi  razón,  y  ésta  no  me  persuade  que  mi  presencia  en  la 
república  baste  á  cortar  la  guerra  civil  y  á  restablecer  el  imperio  de 
la  ley;  pero  autoridades  respetables  me  aseguran  lo  contrario,  y  yo 
debo  someter  mi  juicio  al  voto  ajeno;  de  otra  manera  mi  conducta 
aparecería  ridiculamente  presuntuosa.  Quizá  el  hado  siniestro  va 
á  exponerme  á  perder  la  reputación  que  no  me  quitó  el  infortunio; 
pero  eso  importa  poco  si  obedezco  á  la  nación  de  que  soy  subdito. 
Piérdase  todo;  pero  jamás  se  diga  que  un  egoísmo  criminal  me  hizo 
anteponer  mi  amor  propio  al  bien  de  la  patria. 

En  tal  virtud,  partiremos  sin  la  menor  dilación  para  la  Nueva 
Orleans,  y  pueden  si  gustan  informar  á  S.  E.  el  general  Santa-Auna, 
de  quedar  cumplidos  sus  deseos,  y  satisfecho  el  objeto  de  la  misión 
con  que  quiso  honrar  á  ustedes;  que  en  venir  hasta  aquí  sufriendo 
las  molestias  de  un  camino  penoso,  con  los  riesgos  de  atravesar  la 
atmósfera  contagiada  de  la  epidemia  reinante,  han  dado  una  prueba 
de  honor  y  de  civismo. 

Dios  y  libertad.  Manantiales  de  Belford  en  la  Pensilvania,  sep- 
tiembre 21  de  1832. — Manuel  Gómez  Pedraza. — Sres.  Anastasio  Ze- 
recero  y  Juan  de  Soto,  ciudadanos  mexicanos  comisionados  por  el 
general  Antonio  López  de  Santa-Auna." 


348 


Documento  Niim.  6. 


K  lección  de  gobernador  y  teniente  gobernador  del  ¡Estado  de  Zacateca*. 


Congreso  del  Estado.  —  Sesión  del  20  de  noviembre  de  1832. — 
Presidencia  del  Sr.  Márquez. — Comenzó  por  secreta,  y  abierta  la  pú- 
blica, el  señor  presidente  dijo:  que  siendo  hoy  el  día  señalado  por 
la  constitución  para  elegir  el  gobernador  y  teniente  gobernador  del 
Estado,  el  honorable  congreso  había  cumplido  ya  con  lo  prevenido 
en  el  artículo  100,  reconociendo  las  ternas  propuestas  por  los  ayun* 
tamientos,  y  cuyo  resultado  era  el  siguiente: 

El  Extno.  Sr.  D.  Francisco  García  reunió  24  votos  de  los  ayun- 
tamientos, 9  D.  José  María  Bocanegra,  l  D.  Manuel  Garcés,  5  D. 
Domingo  Velázquez,  1  D.  Ignacio  Gutiérrez  de  Velasco,  1  D.  Ma- 
nuel González  Cosío,  7  D.  Pedro  Ramírez,  3  D.  Luis  de  la  Rosa,  1 
1).  Justo  Corro,  1  D.  Santiago  Ruiz  de  Villegas,  2  el  Dr.  D.José  M* 
Castillo,  2  D.  Vicente  Dozal,  1  D.  Vicente  Plores  Alatorre,  4  D.  Jo- 
sé MB  Rojas.  1  D.  Guadalupe  García  Rojas,  2  D.  Antonio  Eugenio 
de  Gordoa,  2  D.  Juan  Vélez,  1  el  Dr.  D.  Rafael  Dionisio  Riostra,  1 
1).  Luis  Gordoa,  1  D.  Mariano  del  Castillo,  1  D.  Francisco  García 
Rojas,  2  D.  Pedro  López  de  Nava,  1  D.  Tomás  Pimentel,  1  D.  José 
María  Braeho  y  1  D.  Francisco  Arrieta. 

En  seguida  manifestó  el  presidente  que  se  iba  á  proceder  al  cum- 
plimiento de  los  artículos  101  y  102  de  la  misma  constitución,  que- 
dando excluidos  para  la  votación,  por  no  tener  las  calidades  que  la 
ley  requiere,  los  Sres.  D.  Luis  de  la  Rosa,  D.  Luis  Gordoa  D.  José 
¡VIa  Guzmán,  D.  Rafael  Riestra,  D.  Francisco  Flores  Alatorre  y  D. 
Justo  Corro. 

Se  procedió  a  la  elección  de  gobernador  por  escrutinio  secreto  y 
resultaron  nombrados  el  Sr.  D.  Valentín  Gómez  Farías  con  4  votos, 


349 

el  Exmo.  ¡Sr.  D.  Francisco  García  con  5  y  el  Sr.  D.  Mariano  del  Cas- 
tillo con  1. 

No  habiendo  reunido  ninguno  de  los  señores  expresados  la  plu- 
ralidad absoluta  de  votos,  se  repitió  la  votación  entre  los  señores 
García  y  Farías,  y  quedó  electo  el  primero  con  5  votos  por  4  que 
reunió  el  Sr.  Farías. 

Se  procedió  á  la  elección  de  teniente  gobernador,  y  en  el  primer 
escrutinio  obtuvo  5  votos  el  Sr.  Farías,  l  el  Sr.  Castillo,  3  el  Sr.  Bo- 
cauegra  y  1  el  Sr.  Dr.  Castillo. 

No  habiendo  resultado  elección,  se  repitió  el  escrutinio  entre  los 
Sres.  Farías  y  Boeanegra,  y  quedó  electo  el  primero  por  7  votos,  por 
2  que  reunió  el  segundo. 

Se  anunció  por  el  señor  secretario  más  antiguo  que  quedaba  elec- 
to para  gobernador  dnl  Estado  por  los  dos  años  que  permite  la  cons- 
titución en  su  artículo  101,  el  Kxmo.  Sr.  ü.  Francisco  García,  y  para 
teniente  gobernador  el  Sr.  diputado  D.  Valentín  Gómez  Farías. 

En  cumplimiento  del  artículo  103  se  acordó  que  se  pasara  al  go- 
bierno el  nombramiento  que  se  acababa  de  hacer,  y  se  levantó  la  se- 
sión. No  asistió  el  Sr.  Rosa  por  hallarse  en  comisión  del  gobierno. 

(Gaceta  del  gobierno  supremo  de  Zacatecas  del  día  27  de  noviembre  de  1832.) 


Ternas  propuestas  por  los  ayuntamientos. 

1. — Zacatecas.  2. — Sombrerete. 

Del  frente 28 

D.  Francisco  García. 24     D.  Francisco  García. 

„  Vicente  Dozal 2      „  José  M*  Boeanegra 9 

„  José  María  Castillo 2      „  Manuel  García * 1 

Al  frente....  28  A  la  vuelta . . . .  38 


350 


9. — Juchipila. 


Del  frente. 
D.  Francisco  García. 
„  Valentín  G.  Farías. 
„  Luis  de  la  Rosa 


10. — Ahualulco. 
D.  Francisco  García. 


11. — Jalpa. 

D.  Justo  Corro 

„  Santiago  Villegas. 
,',  Pedro  Ramírez. 


3. — Aguascalientes. 

Do  la  vuelta. . .   38 
D.  Francisco  García. 
„  José  Ma  Bocanegra. 
„  Valentín  Gómez  Farías . .     7 

4. — Chalchihuites. 

D.  Francisco  García. 

„  José  M?  Gozmán 4      „  José  Ma  Bocanegra 

,,  José  M*  Bocanegra.  „  Valentín  G.  Farías. 

5. — Nieves. 

D.  Francisco  García. 
„  Valentín  G.  Farías. 
„  José  Ma  Bocanegra. 

6. — Rincón  de  Romos. 

D.  Domingo  Velázquez 5 

„  Ignacio  Gutiérrez  Velasco.     1 
„  José  Ma  Bocanegra. 

7. — Angeles. 

D.  Francisco  García. 
„  José  Ma  Bocanegra. 
„  Pedro  Ramírez 7 

8.— Pinos. 

D.  Francisco  García. 

„  Manuel  G.  Cosío 1 

„  Valentín  G.  Farías. 

Al  frente 63 


63 


12.— Fi 


illo. 


D.  Francisco  García. 
„  José  Ma  Guzmáu. 
„  D.  José  Ma  del  Castillo. 

13.— Saín  Alto. 

D.  Francisco  García. 
.,  José  Ma  Boeauegra. 
„  Valentín  Gómez  Farías. 

14.— Calvillo. 

D.  Francisco  García. 
„  Francisco  Flores  Alatorre.     1 
„  Pedro  Ramírez 

Al  frente 68. 


351 

15. — Vetagrande.  21. — Tlaltenango. 

Del  frente 69                            Del  frente 79 

D.  Francisco  García.  D.  José  M?  García  Rojas. 

„  Vicente  Dozal.  „  Rafael  Riestra   1 

„  Pedro  Ramírez.  „  Luis  Gordoa 1 

16.— Villanueva.  22.— Tepechitlán. 

D.  Francisco  García.  D.  Francisco  García, 

„  José  31"  Guzmán.  „  Valentín  G.  Farías. 

„  José  Ma  García  Rojas.  5      ,,  Mariano  del  Castillo 1 

17. — Ríogrande.  23. — Nochistlán. 

D.  Francisco  García.  D.  Domingo  Velázquez. 

„  José  M*  Bocanegra.  ,,  Francisco  García  Rojas..     1 

„  Luis  de  la  Rosa.  „  Antonio  Eftgenio  Gordoa. 

18. — Guadalupe.  24. — Atolinga. 

D.  Francisco  García.  D.  Francisco  García. 

„  Guadalupe  G.  Rojas 1      „  Pedro  L.  de  Nava 2 

„  Antonio  Eugenio  Gordoa.  2      „  José  Ma  García  Rojas. 

19. — Monte-Escobedo.  25. — Tabasco. 

D-  Francisco  García.  D.  Tomás  Pimentel 1 

„  José  M*  Guzmán.  „  Pedro  José  L.  de  Nava. 

„  Juan  Vélez 2      „  Domingo  Velázquez. 

20. — Asientos.  26. — Tepetongo. 

D.  Francisco  García.  D.  Francisco  García. 

„  Domingo  Velázquez.  „  José  M"  Bracho 1 

„  Pedro  Ramírez.  „  José  Ma  G.  Rojas. 

Al  frente 79                           A  la  vuelta ....  87 


27. — Jerez. 

De  la  vuelta. 
D.  Francisco  García. 
„  Juan  Vélez 
„  Pedro  Ramírez. 


28.— Valparaiso. 

D.  Francisco  García. 
„  Pedro  Ramírez. 
„  Francisco  Arriata. 


Al  frente. 


352 

29. — San  Cosme. 

87  Del  frente 87 

D.  Francisco  García. 
„  Luis  de  la  Rosa. 
„  Domingo  \relázquez. 

Suman 87 

por  personas  y  29  por  ayunta- 
mientos. 

Son  ayuntamientos. .    . .   29 

Multiplicados  por 3 

1  — 

—  Resultan 87 

87  — 


Ternas  propuestos  por  los  ayuntamientos  del  Estado 
para  gobernador  del  mismo. 

Ayuntamiento*.  Personan. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Zacatecas <  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

(  Dr.  José  Ma  del  Castillo. 

(  CC  Manuel  González  Cosío. 

Aguascalientes <  Justo  Corro. 

(         Lie.  Santiago  R.  de  Villegas, 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Valparaiso <  Marcos  de  Esparza. 

(  Francisco  Arrieta. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Guadalupe <  José  Bejarano. 

(         José  María  Romero. 


353 


Ayuntamientos.  Personas. 

(  CC.  José  M1?  Romero. 

Panuco <  Lie.  Domingo  Velázquez. 

(  Manuel  del  Riego. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Vetagrande <  Dr.  José  Ma  del  Castillo. 

(  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

(  CC.  Lie.  José  Ma  Boeanegra. 

Sombrerete <  Manuel  González  Cosío. 

(  Marcos  de  Esparza. 

(  CJC.  Manuel  González  Cosío. 

Fresnillo )  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

(  José  Antonio  Ulloa. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Asientos 2  Lie.  Luis  de  la  Rosa. 

(  Tomás  López  y  Pimentel. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Jerez <  Lie.  Juan  Francisco  Veloz. 

(  Lie.  Domingo  Velázquez. 

(  CC,  Lie.  Juan  Francisco  Vélez. 

Tlaltenango <  Guadalupe  García  Rojas. 

(  Pedro  José  López  de  Nava. 

(  CC.  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

Tabasco <  Vicente  Dozal. 

(  Felipe  Nieto. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Chalchihuites i>:  <  Antonio  García. 

(  Marcos  de  Esparza. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Juchipila <  Marcos  de  Esparza. 

(  Antonio  García. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Pinos <  Guadalupe  García  Rojas. 

(  Antonio  García. 

Tomo  11—45. 


354 


Ayuntamiento».  Personas. 

(  CC.  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

Angeles <  Manuel  González  Cosío. 

(  Antonio  García. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Ahualulco <  Marcos  de  Esparza. 

(  Javier  Barron. 

(  CC.  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

Villanueva <  Guadalupe  García  Rojas. 

(  Pedro  José  López  de  Nava. 

(  CC.  Lie.  Ignacio  Gutiérrez  de  Velasco. 

Rincón  de  Romos <  Pedro  García  Rojas. 

(  Juan  de  Dios  Belauuzarán. 

(  CC.  Lie.  José  Ma  Boeanegra. 

Ríogrande.  -  - <  Manuel  González  Cosío. 

(  Antonio  García. 

í  CC  Lie.  Juan  Francisco  Vélez. 

Tepetongo <  Lie.  José  Ma  Bracho. 

(  Antonio  Eugenio  Gordoa. 

(  CC.  Lie.  Luis  de  la  Rosa. 

Tepechitlán <  Dr.  José  Ma  del  Castillo. 

(         Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

(  CC.  Antonio  García. 

Nieves <  Marcos  de  Esparza. 

(  Manuel  González  Cosío. 

(  CC.  Lie.  Santiago  R.  de  Villegas. 

Villa  de  Calvillo <  Lie.  Teodosio  Lares. 

(  Pedro  Joüé  López  de  Nava. 

(  CC  Manuel  González  Cosío. 

Atolinga <  Antonio  Eugenio  de  Gordoa. 

(         Lie.  José  Ma  de  la  Campa. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Sain-Alto <  Antonio  García. 

(         Lie.  Juan  Francisco  Vélez. 


355 


Ayuntamiento*. 


Personas, 


(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

San  Cosme <  Marcos  de  Esparza. 

(  Lie.  Domingo  Velázquez. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Villa  de  Escobedo <  Antonio  González. 

(  Vicente  Barragán. 

(  CC.  Manuel  González  Cosío. 

Nochistlán <  Marcos  de  Esparza. 

(  Antonio  García. 

SCC.  Manuel  González  Cosío. 
Marcos  de  Esparza. 
Antonio  García. 


Documento  Núm.  7. 


Entrevista  para  acordar  las  medidas  de  paz,  celebrada  en  el  pnnto  de  Tix- 
tla,  entre  los  señores  generales  D.  Nicolás  Itniro  y  D.  Juan  Airares. 


Las  circunstancias  que  circundan  y  afligen  á  la  república,  y  el 
porvenir  amargo  que  la  amenaza  por  la  división  que  la  devora,  pro- 
vocó una  entrevista  que  tuvieron  en  el  día  de  hoy  el  señor  general 
en  jefe  D.  Nicolás  Bravo  y  el  señor  coronel  D.  Juan  Alvarez  en  los 
suburbios  de  Tixtla;  después  de  hallarse  avistadas  las  fuerzas  de  uno 
y  otro  jefe  desde  el  13  del  actual,  y  convinieron  solemnemente  en 
obsequio  de  la  paz  y  de  que  no  se  derrame  sangre  mexicana,  en  los 
artículos  siguientes: 

Artículo  Io  Siendo  el  ahinco  y  único  objeto  de  ambos  jefes,  ve- 
lar por  los  verdaderos  intereses  nacionales  bajo  la  forma  democrá- 


356 

tica,  popular,  federal,  y  considerando  que  la  continuación  de  la  gue- 
rra civil  en  el  Sur  los  perjudica,  desisten  de  ella  en  obsequio  común 
de  los  pueblos. 

2?  En  tal  virtud,  el  Sur  sostendrá  á  todo  trance  los  verdaderos 
intereses  nacionales,  estando  por  éstos  y  por  las  personas. 

3?  Se  comprometen  ambos  jefes  ala  unión  perpetua  de  sus  fuer- 
zas y  las  del  Sur  en  general,  comprendiéndose  las  del  señor  gene- 
ral D.  Isidro  Montesd.eoca,  á  quien  se  le  dirigirán  documentos  ori- 
ginales del  convenio,  por  dos  oficiales,  uno  de  cada  campo  para  las 
instrucciones  convenientes. 

4?  Se  corre  un  velo  á  todo  lo  pasado':  á  nadie  se  perseguirá  por 
opiniones  políticas,  y  por  todas  partes  se  reintegrarán  á  sus  respec- 
tivos dueños  las  propiedades  que  se  hayan  embargado  ó  detenido. 

5?  Uno  y  otro  jefe  se  obligan  á  poner  inmediatamente  en  liber- 
tad á  los  individuos  que  estén  presos  por  las  referidas  opiniones  po- 
líticas. 

6?  Ambos  jefes  levantarán  su  campo  en  un  mismo  día,  ocuparán 
sus  respectivas  comandancias,  y  las  fuerzas  que  los  hayan  posterior- 
mente acompañado,  serán  libres  para  quedar  en  sus  respectivos  pue- 
blos ó  disponer  de  sus  personas. 

Io.  El  comercio  seguirá  su  libre  curso  que  hasta  aquí  se  había 
interrumpido,  y  ambos  jefes  responderán  de  la  seguridad  de  los  ca- 
minos, sin  que  haya  pretexto  que  los  ponga  á  cubierto  de  la  más  li- 
gera falta. 

8?  Ni  uno  ni  otro  jefe  podrá  separarse  de  la  liga  y  fraternidad  á 
que  se  sujete  el  Sur,  sin  que  antes  se  persuadan  mutuamente  de  los 
poderosos  motivos  que  los  obliguen  á  contrariarla,  por  medio  de  una 
entrevista. 

9?  El  Sr.  Alvarez  se  compromete  á  no  reconocer  otro  jefe  en  el 
Sur  que  al  Sr.  general  D.  Nicolás  Bravo,  y  cooperará  por  los  medios 
posibles  á  que  lo  reconozca  igualmente  el  Sr.  general  D.  Isidro  Mon- 
tesdeoca. 

10.  Se  transmitirá  este  convenio  á  las  autoridades  y  personas  que 
convenga,  para  su  inteligencia  y  cumplimiento  en  la  parte  que  les 
corresponda,  librándose  las  órdenes  conducentes  para  hacer  cesar 
la  guerra  en  todos  los  puntos  del  Sur. 

Guerrero,  diciembre  18  de  1832. — Nicolás  Bravo. — Juan  Alvarez. 


357 


Documento  Niim.  8. 


Discurso  pronunciado  por  el  O.  LTlauuel  Gómez  Pedraza  al  tomar 
posesión  de  la  presidencia  de  los  (Estados  Uuidos  mexicanos. 


Entre  los'sucesos  felices  de  la  vida,  ninguno  proporciona  al  hom- 
bre goces  más  puros  que  el  regreso  á  la  patina,  después  de  un  largo 
y  penoso  destierro.  La  tierra  natal,  la  vista  de  los  amigos,  de  los  pa- 
rientes, de  los  conciudadanos;  los  dulces  recuerdos  de  la  infancia, 
la  presencia  súbita  de  objetos  halagüeños,  la  memoria  de  aconteci- 
mientos plausibles,  y  la  alegría  que  produce  el  recobro  de  los  víncu- 
los de  amistad,  sangre  y  paisanaje,  vivifican  eL  corazón,  lo  arrebatan, 
lo  enajenan  y  lo  inundan,  por  decirlo  así,  de  una  fruición  de  gloria. 

Pero,  ¡  qué  pronto  se  acibaran  ó  se  disipan  las  felicidades  de  la 
tierra!  Yo  he  retornado  al  seno  de  mi  patria;  estoy  ya  en  los  brazos 
de  mis  amigos  y  compatricios;  mas  extiendo  la  vista  por  nuestro 
vasto  continente,  y  sólo  veo  las  huellas  sangrientas,  los  funestos  ves- 
tigios de  una  guerra  fratricida  que  en  un  trienio  nos  ha  arrebatado 
multitud  de  ciudadanos,  tesoro  el  más  precioso  de  una  nación.  La 
sombra  funesta  del  duque  de  Alva,  parece  que  vaga  entre  nosotros, 
como  en  los  Países-Bajos,  pidiendo  veinte  mil  víctimas  que  sacrifi- 
car. ¿A  quién  no  desazona,  abate  y  extremece  un  espectáculo  tan 
lúgubre  y  sangriento? 

Cesaron  en  el  ¡Sur  las  calamidades  de  la  guerra  con  el  sacrificio 
de  tina  víctima  ilustre,  de  un  ciudadano  sostenedor  de  la  independencia 
desde  las  primeras  reacciones,  y  guardián  perpetúo  de  la  libertad:  él  con- 
servó en  los  desiertos  la  chispa  patriótica  que  en  821  inflamó  el  corazón  de 
Iffs  mexicanos,  ¿y  ese  hombre  fué  condenado  á  una  muerte  ignominiosa  por 
un  ministerio  terrorista  y  cruel!  Ese  suceso  sirvió  como  de  señal  de 
alarma  á  todos  los  libres,  y  los  derechos  ofendidos  del  hombre  y  del 
ciudadano  fueron  reclamados  por  la  valiente  guarnición  de  la  heroi- 


358 

ca  Veracruz,  Ella  pidió  la  remoción  de  los  ministros;  ella,  para  de- 
fender y  asegurar  el  sistema  constitucional,  representó  con  viveza 
las  demasías  del  poder;  ella  interpuso  la  mediación  respetable  del 
soldado  del  pueblo,  del  ilustre  Santa- Anna,  y  ese  genio  singular,  tomando 
á  su  cargo  el  arbitraje  augusto  de  la  humanidad,  en  su  sacro  nombre  pide 
la  variación  de  los  ministros;  pero  este  proceder  prudente  y  justo  se 
considera  como  crimen  de  Estado;  las  cámaras  se  oponen  á  que  el 
general  Bustamante  siga  los  consejos  de  su  razón ;  se  desoyeu  los 
clamores  de  la  naturaleza  oprimida,  y  se  levanta  contra  ella  el  san- 
griento estandarte  de  la  guerra,  se  dispara  el  cañón  y  se  lanza  con- 
tra los  inocentes  el  exterminio  y  la  muerte.  Olvidaba  sin  duda  el 
ministerio  que  la  denegación  de  la  justicia,  y  aun  las  afectadas  di- 
laciones para  obsequiarla,  disculpan  la  cólera  de  un  pueblo:  y  que 
la  opresión  grave  y  manifiesta,  justifica  su  levantamiento. 

La  guerra  desde  entonces  ha  sido  justa  por  parte  de  los  libres, 
empeñados  solamente  en  salvar  su  independencia,  sus  garantías  y 
sus  leyes  fundamentales:  sin  embargo,  el  ministerio  los  trató  como 
traidores  y  rebeldes;  violó  los  principios  reconocidos  por  todos  los 
pueblos  civilizados;  llenó  las  cárceles  de  ciudadanos;  sembró  el  te- 
rror en  las  poblaciones,  é  inundó  de  sangre  los  campos.  Pero  los  pro- 
nunciados redoblan  su  cólera  y  su  energía;  el  sentimiento  se  gene- 
raliza; la  revolución  justa  y  razonable  en  sus  motivos,  toma  un  nuevo 
carácter  de  nacionalidad,  y  se  hace  por  último  constitucional,  pro- 
clamándome el  ejército  pronunciado,  y  los  Estados  sobei*anos  del 
interior,  presidente  de  la  república,  conforme  á  la  voluntad  nacional 
manifestada  en  la  mayoría  absoluta  de  once  legislaturas,  que  espon- 
tánea y  libremente  sufragaron  á  mi  favor:  mas  como  si  en  este  paso 
se  hubiera  cometido  un  nuevo  crimen,  el  ministerio  y  las  cámaras 
atizan  el  voraz  incendio,  aumentan  las  fuerzas  militares,  multiplican 
las  expediciones,  hacen  la  guerra  á  los  Estados  soberanos  y  á  la  mis- 
ma nación  que  ha  explicado  categórica  y  solemnemente  su  voluntad. 

El  gobierno  de  México,  acobardado  después,  con  las  victorias  su- 
cesivas que  reportara  el  libertador  en  los  campos  del  Palmar,  y  en  la 
toma  de  esta  ciudad,  propone  negociaciones  de  paz,  y  envía  en  co- 
misión á  los  ciudadanos  Lemus  y  C'astrillón:  el  general  Santa-Anna 
escucha,  desea  la  paz,  se  decide,  y  nombra  en  comisión  á  los  ciuda- 
danos liamos  Arizpe,  González  Ángulo  y  Vizcaíno:  éstos  tienen  en 


359 

México  largas  discusiones  con  el  gobierno,  y  nada  adelantan,  sin  em- 
bargo de  haber  apurado  las  cuestiones  hasta  el  último  término.  El 
ejecutivo,  siguiendo  su  plan  de  afectadas  dilaciones,  mientras  llega- 
ba en  su  auxilio  el  general  Bustamante,  dirige  en  última  comisión 
á  los  íSres.  Molinos  del  Campo,  Quintero  y  Mora,  autorizados  plena- 
mente para  ajustar  los  tratados.  El  libertador  los  recibe  en  una  jun- 
ta de  notables,  á  que  concurrieron  también  las  autoridades  de  esta 
capital,  y  sus  anteriores  enviados;  se  entra  en  seria  y  detenida  dis- 
cusión, y  por  último,  se  conviene  y  determina  con  los  comisionados 
del  gobierno  lo  que  ellos  mismos  propusieron,  á  saber:  la  no  admi- 
sión de  la  renuncia  á  la  presidencia  que  hice  en  diciembre  de  1828, 
y  mi  consiguiente  llamamiento:  se  da  cuenta  á  las  cámaras  para  su 
aprobación,  y  ellas,  obrando  como  por  un  plan  meditado,  nada  exa- 
minan, nada  discuten,  y  en  un  sólo  día  todo  lo  desechan;  suspenden 
sus  sesiones  y  se  niegan  á  toda  conciliación  y  acomodamiento  razo- 
nable, llevando  adelanto  la  guerra  de  una  fracción  de  la  sociedad  con- 
tra el  pueblo  soberano,  de  quien  se  han  vuelto  enemigos  obstinados. 
Cerrados  así  los  caminos  felices  de  la  paz,  la  cosa  pública  debía 
decidirse  por  el  filo  de  la  espada;  el  numeroso  ejército  de  los  libres, 
deseando  economizar  la  sangre,  creía  reportar  el  triunfo  por  la  sola 
impresión  moral;  pero  entretanto  se  aproximaban  una  á  otra  las  fuer- 
zas beligerantes,  y  la  nación  aguardaba  el  éxito,  que  parecía  cifrado 
en  una  sola  batalla  decisiva.  En  tal  estado  de  cosas,  piso  las  playas 
de  Veracruz,  y  desde  aquel  momento  me  ocupo  de  la  paz;  manifies- 
to á  mis  paisanos  y  al  Sr.  Múzquiz  las  fuertes  razones  que  reiterada- 
mente se  me  expusieron  para  obligarme  á  venir;  mi  decisión,  mis  mi- 
ras, mis  deseos :  invito  á  los  mexicanos  pensadores  á  que  me  auxilien 
en  la  empresa;  procuro  inútilmente,  por  la  interceptación  de  los  ca- 
minos, relacionarme  con  las  legislaturas  y  supremos  magistrados  del 
interior  de  la  república;  me  dirijo  á  todos;  pido  consejo;  hago  de  mi 
fe  política  la  profesión  más  clásica;  pulso  la  obstinación  y  capricho 
de  algunos;  pero  esfuerzo  la  razón  para  convencerlos:  nada  me  re- 
trae, nada  me  arredra,  ningún  tiempo  estimo  por  perdido  en  llamar 
á  los  hombres  á  los  principios:  el  doble  objeto  de  mi  misión  ha  sido 
la  paz,  y  ésta  no  es  cara  á  ningún  precio.  Hombres  cuyo  elemento 
es  la  discordia,1  y  cuyos  corazones  arden  en  deseos  de  venganza: 
1  Se  habla  á  la  facción  de  México. 


360 

impugnad  mi  conducta,  puesto  que  sois  libres  para  hacerlo:  pero  sa- 
bed que  la  filosofía  me  defiende  de  vuestras  invectivas,  y  que  si  logro 
completar  la  obra  comenzada,  mi  nombre  pasará  á  la  posteridad,  y 
pasará  sin  mancha. 

Anuncio  al  libertador  desde  Veracruz  mi  venida  á  esta  ciudad 
memorable;  resuelve  api'oximarse  á  ella  con  su  ejército;  el  del  ene- 
migo le  sigue  en  su  marcha;  sucede  entre  ambos  un  fuerte  encuen- 
tro; la  sangre  corre  á  torrentes;  la  heroica  Puebla  resiste  un  ataque 
por  tres  días  de  continuado  fuego;  en  el  mismo  teatro  me  toca  ser 
testigo  de  escenas  sangrientas  y  horrorosas,  representadas  por  hijos 
de  una  misma  patria,  idénticos  en  intereses,  en  costumbres,  en  idio- 
ma, en  religión:  la  humanidad  gime  bajo  el  azote  de  las  pasiones; 
la  civilización  huye  de  nosotros  asustada  de  los  estragos  que  causa  la 
discordia;  la  población  se  disminuye;  la  agricultura  es  abandonada; 
el  comercio  y  la  industria  se  paralizan,  y  sobre  todo,  la  educación  de 
la  juventud  se  corrompe,  pervirtiéndose  la  moral  pública,  sin  la  cual 
ningún  pueblo  puede  ser  dichoso. 

A  vista  de  tan  deplorable  cuadro,  la  sensibilidad  recobra  sus  de- 
rechos. Hagamos  justicia  á  la  naturaleza,  haciéndola  igualmente  á 
la  verdad.  El  Exmo.  Sr.  general  Luis  de  Cortázar,  ciudadano  reco- 
mendable y  poseído  de  las  virtudes  que  honran  al  género  humano, 
solicitó  una  entrevista  á  que  me  prestó  gustoso,  manifestó  su  deci- 
sión por  la  paz,  y  el  general  libertador,  que  ha  dado  reiterados  tes- 
timonios públicos  de  desearla  sinceramente,  se  adunó  conmigo  en 
sentimientos.  Entramos,  pues,  en  conversaciones  con  varios  jefes  del 
ejército  de  S.  E.  el  general  Bustámante,  y  movidos  todos  por  un  es- 
píritu patriótico,  convencidos  de  que  el  ministerio  y  la  mayoría  de 
las  cámaras,  habían  querido  convertirlos  en  tiranos  de  su  patria,  sa- 
crificándolos á  miras  personales,  se  deciden  á  fraternizar  con  sus 
compañeros  de  armas,  y  á  reconocerme  como  presidente  constitucio- 
nal, conviniendo  por  último  en  el  armisticio  firmado  á  9  del  presente 
mes,  en  el  cuartel  general,  en  el  Puente  de  México. 

Bl  proyecto  de  pacificación  presentado  al  ejército  del  general  Bus- 
támante, por  el  Sr.  Santa- Anua  y  por  mí,  se  ha  dado  al  público,  y 
cualquiera  que  atentamente  lo  haya  leído,  confesará  que  sus  bases 
son  la  buena  fe  y  la  justicia;  el  respeto  á  la  soberanía  nacional  en  su 
misma  esencia  y  origen;  y  el  deseo  de  una  justa  libertad  en  los  au- 


361 

gustos  aotos  electorales:  aquellos  jefes  y  oficiales  se  penetraron  de 
luego  á  luego  de  la  conveniencia  del  proyecto;  y  en  efecto,  ¿quién 
uo  desea  el  término  de  una  guerra  civil,  siempre  desastrosa?  ¿Qué 
mexicano  no  conoce  el  confuso  laberinto,  y  la  discusión  irritante  é 
inútil  á  que  conduciría  el  examen  de  los  actos  electorales  del  preté- 
rito lustro! 

Sin  embargo  de  estas  consideraciones  poderosas,  los  generales, 
jefes  y  oficiales  de  la  referida  división  quisieron  antes  de  determi- 
narse, tributar  á  las  cámaras  y  al  gobierno  un  nuevo  homenaje  de 
respeto  y  subordinación,  y  remitieron  el  proyecto  en  cuestión,  á  Mé- 
xico, con  el  fin  de  que  los  poderes  existentes  en  aquella  capital  se 
ocupasen  de  él;  pero  poseidos  aquellos  hombres  de  un  vértigo  funes- 
to, sin  meditar  en  la  angustiada  situación  de  la  república,  reprobaron 
pl  proyecto,  calificándolo  de  inconstitucional:  ese  decreto  equivalía 
á  declarar  irremediables  nuestros  males,  y  á  condenar  á  la  nación  á 
una  muerte  lenta  é  infalible:  entonces  los  militares  que  acaudilla  el 
general  Bustamante  cortaron  denonadamente  el  nudo  gordiano,  de- 
cidiéndose por  la  santa  causa  de  la  libertad,  y  dando  á  la  patria  un 
día  de  gloria.  En  ese  proceder  verán  los  pueblos  cultos  de  la  Euro- 
pa, qne  nuestros  soldados  son  filósofos,  y  que  bajo  del  morrión  y  la 
coraza  se  ocultan  almas  pensadoras,  que  escuchando  la  voz  de  una 
inmensa  mayoría,  los  preceptos  y  voluntad  de  un  pueblo  soberano, 
se  han  pronunciado  por  sus  sagrados  derechos  y  por  su  libertad.  En 
esa  noble  resolución  se  palpa  el  civismo  más  puro,  y  la  circunspec- 
ción y  mesura  con  que  hasta  el  extremo  se  ha  conducido  aquella  por- 
ción recomendable  del  ejército. 

El  artículo  3o  del  proyecto  que  habla  de  la  renovación  total  de 
los  funcionarios  elegibles  por  el  pueblo,  ha  alarmado  á  algunos  hom- 
bres que  están  en  posición  de  disponer  de  esos  destinos  como  de  un 
patrimonio;  ellos  temen  perder  la  presa  en  las  nuevas  elecciones,  y 
de  ahí  deriva  el  empeño  de  combatir  un  plan  que  no  halaga  sus  in- 
tereses; pero  precisamente  ese  artículo  es  el  más  importante  del  prD- 
yecto,  y  sin  él  la  revolución  no  habría  producido  otro  resultado  que 
la  muerte  de  los  ilustres  defensores  de  la  libertad.  Al  recobrar  los 
pueblos  los  derechos  imprescriptibles  que  les  habían  usurpado,  justo 
es  que  entren  en  posesión  de  su  soberanía,  eligiendo  libre  y  espon- 
táneamente á  sus  mandatarios.  Encendida  la  guerra,  irritados  los 

Tomo  II.— 46 


362 

partidos  y  exaltadas  las  pasiones,  ha  sido  imposible  que  la  calma,  la 
prudencia  y  el  juicio,  tan  necesarios  para  el  acierto,  pudieran  presi- 
dir las  elecciones  populares.  Los  pueblos,  conforme  nuestro  sistema 
feliz,  deben  ejercer  estos  actos  en  plena  libertad.  Hombres  elegidos 
con  madurez,  escogidos  por  el  buen  sentido  del  pueblo  libre,  y  es- 
carmentados del  ciego  furor  de  los  partidos  que  nos  han  precipitado 
á  la  vez,  serán  sin  duda  los  que  hagan  la  felicidad  de  la  nación. 

Un  congreso  formado  de  tales  hombres  salvará  á  la  república  del 
naufragio  que  la  ha  amenazado:  los  enemigos  implacables  del  siste- 
ma conocen  esta  verdad,  y  hoy  que  son  impotentes  para  resistir  al 
torrente  impetuoso  de  la  opinión,  maquinan  pérfidamente  para  frus- 
trar el  glorioso  resultado  de  nuestros  afanes. 

Ciudadanos  que  me  escucháis;  generales,  jefes  y  oficiales  del  ejér- 
cito que  habéis  prodigado  vuestras  vidas  en  el  campo  del  honor;  go- 
bernadores de  los  Estados,  legisladores  de  los  pueblos,  mexicanos 
todos:  sabed  que  se  forma  un  plan  liberticida  para  envolver  á  la  na- 
ción dentro  de  breve  en  el  caos  espantoso  de  la  anarquía.  Ese  plan 
se  reduce  á  indisponer  entre  sí  á  los  amigos  de  la  libertad,  y  á  impe- 
dir las  elecciones  prevenidas  en  el  articulo  3o  del  plan  de  pacifica- 
ción, para  dejar  al  gobierno  aislado,  y  á  la  federación  sin  la  asam- 
blea legislativa  que  regularice  la  marcha  constitucional  desde  Io  de 
abril  en  adelante.  Yo  desde  el  alto  y  peligroso  puesto  á  que  hoy  me 
ha  elevado  el  destino,  levanto  mi  voz  como  guardiáu  de  las  liberta- 
des patrias,  y  os  anuncio  las  maquinaciones  de  nuestros  enemigos: 
aun  es  tiempo  de  eludirlas  identificando  nuestras  opiniones  y  procu- 
rando caminar  acordes  y  unidos  hacia  un  mismo  fin:  ese  fin  queda 
indicado  en  el  plan  de  pacificación,  que  circula  ya  por  todos  los  Es- 
tados; un  extravío  de  opinión  nos  perdería  sin  remedio,  y  yo  al  anun- 
ciaros la  calamidad  que  nos  prepara  la  perfidia,  cumplo  con  la  más 
sagrada  de  mis  obligaciones. 

Esos  maquinadores  de  que  es  hablo,  son  aquellos  que  desprecian 
los  derechos  y  clamores  de  un  pueblo  rey;  los  que  le  abaten  y  com- 
primen; los  que  han  violado  la  constitución  y  conculcado  las  leyes, 
y  los  que  querrían  hacer  nadar  por  un  siglo  á  los  restos  de  sus  her- 
manos en  el  mar  de  sangre  de  una  anarquía  sin  término:  pocos  son 
ciertamente,  aunque  bárbaros  y  tenaces;  pero  conocidos  del  pueblo,  y  con- 
tra ellos  se  hará  únicamente  la  guerra,  y  sobre  sus  cabezas,  si  no  se  humi- 


363 

lian  á  la  voluntad  soberana  de  la  nación,  descargará  la  justicia  su  brazo 
inexorable. 

Para  dirigir  la  marcha  de  uu  gran  pueblo,  he  sido  llamado  del 
destierro:  y  si  entonces  hubiera  escuchado  solamente  los  dictámenes 
de  mi  razón,  nunca  me  habría  prestado  á  encargarme  de  la  supre 
ma  magistratura  de  que  acabo  de  tomar  posesión ;  pero  convencido 
de  que  la  nación  me  imponía  sus  órdenes  soberanas,  fué  preciso  obe" 
decer,  y  obedecer  sin  réplica.  Desde  este  momento  os  presido,  mexi" 
canos,  y  ese  tremendo,  aunque  augusto  encargo,  durará  por  tres  me- 
ses; en  ellos  seré  el  blanco  del  ciego  furor  de  las  pasiones-;  tendré  que 
luchar  contra  enemigos  astutos  é  implacables;  pero  siendo  mi  divisa 
la  concordia  y  la  paz,  no  desmayaré  en  el  noble  designio  de  reconci- 
liar á  todos:  he  aquí  mi  misión  y  mi  principal  objeto,  que  no  puede 
envolver,  en  medio  de  los  azares,  de  los  compromisos  y  de  los  peli- 
gros, ninguna  mira  personal:  hasta  hoy  el  generoso  carácter  de  mis 
paisanos  ha  favorecido  mis  esfuerzos:  pero  nunca  más  que  ahora  me 
es  necesaria  la  eficaz  cooperación  de  todos  los  patriotas  en  tan  glo- 
rioso empeño,  contraido  puramente  á  salvar  las  libertades  patrias,  á 
hacer  respetar  la  soberanía  de  los  Estados,  á  engrandecer  la  federa- 
ción mexicana,  á  afianzar  la  independencia  nacional,  y  á  consolidar 
la  paz  de  una  manera  perdurable. 

Puebla,  diciembre  26  de  1832. — Manuel  Gómez  Pedraza. 

(Se  halla  en  los  números  10  y  11  de  los  días  7  y  8  de  enero  da  1833,  del  periódico 
titulado  "El  Fénix  de  la  Libertad.") 


364 


Documento  Niim.  9. 


Convenio  del  Puente  de  México. 

Ejército  federal. — División  del  interior. — Reunidos  en  un  punto 
intermedio  entre  el  Puente  de  México  y  el  cerro  de  San  Juan,  inme- 
diaciones de  la  ciudad  de  Puebla,  los  señores  general  D.  Juan  Pablo 
Anaya  y  coronel  D.  José  María  Jarero,  comisionados  por  parte  de 
S.  E.  el  general  en  jefe  D.  Antonio  López  de  Santa -Auna,  y  los  se- 
ñores generales  D.  Antonio  (iaona  y  D.  Mariano  Arista,  por  parte 
de  ¡3.  E.  el  general  en  jefe  D.  Anastasio  Bustamaute,  para  acordar 
un  armisticio  que  debe  existir  entre  ambas  fuerzas  mientras  resuelve 
el  gobierno  federal :  suficientemente  autorizados  al  efecto,  y  después 
de  haber  canjeado  sus  respectivos  poderes  hallados  en  debida  for- 
ma, han  convenido  en  los  artículos  siguientes: 

1?  Se  suspende  el  uso  de  las  armas  y  toda  suerte  de  hostilidades 
entre  todas  las  fuerzas  existentes  en  la  república  mexicana  que  obe 
deceu  á  los  Exmos.  Sres.  generales  D.  Antonio  López  de  Santa- 
Auna  y  D.  Anastasio  Bustamaute,  hasta  la  resolución  de  las  cama 
ras  de  la  Unión  y  gobierno  general,  sobre  el  proyecto  de  paz  que  el 
Exmo.  Sr.  general  Bustamaute  remite  á  aquellas  autoridades,  y  que 
fué  propuesto  á  S.  E.  por  los  Exmos.  señores  generales  Pedraza  y 
Sauta-Anna. 

2?  Las  fuerzas  del  ejército  que  manila  el  Exmo.  Sr  general  Bus- 
tamaute, pasarán  á  ocupar  la  ciudad  de  Huejotzingo,  y  podrán  ex- 
tenderse, si  no  bastare  el  recinto  del  pueblo  á  darles  alojamiento 
hacia  las  haciendas  y  pueblos  inmediatos,  menos  por  el  lado  de  San 
Martín  Texmelucau,  cuyo  pueblo  y  camino  de  la  capital  deberán  que- 
dar neutrales. 

3?  Ambas  fuerzas  podrán  usar  de  las  escoltas  necesarias  para 
proporcionai'se  víveres  y  demás  recursos  indispensables  á  un  ejército. 

4o  Las  fuerzas  que  estén  en  marcha  por  ambas  partes  la  suspen- 


derán  en  el  punto  donde  las  encuentre  este  convenio,  que  irá  acom- 
pañado de  la  orden  del  jefe  respectivo,  por  extraordinario. 

5o  No  están  comprendidos  en  el  artículo  auterior,  mil  hombres 
de  infantería  procedentes  de  Yucatán,  que  de  un  momento  á  otro 
deberán  llegar  á  la  plaza  de  Veracruz;  y  esas  fuerzas,  por  no  expo- 
nerlas á  la  influencia  de  aquel  clima  malsano,  se  trasladarán  á  las  vi  - 
Has  de  Córdoba,  Orizaba  y  pueblo  de  Coscomatepec. 

6?  Aun  cuaudo  el  gobierno  y  las  cámaras  de  la  Unión  reprueben 
el  proyecto  de  paz  de  que  habla  el  artículo  1?,  no  por  eso  se  rompe- 
rán las  hostilidades;  y  antes  bien,  entonces  lo  tomará  en  considera- 
ción el  ejército  de  S.  E.  el  general  Bustamante. 

7o  La  división  del  general  Bustamante  emprenderá  su  marcha 
en  cumplimiento  del  artículo  2",  por  el  Puente  de  Cholula,  y  preven- 
tivamente se  convendrá  en  las  disposiciones  conducentes  al  efecto. 
8o  La  división  mandada  por  S.  E.  el  general  ¡Santa-Anna,  ocu- 
pará la  ciudad  de  Puebla  luego  que  la  de  S.  E.  el  general  Bustaman- 
te desaloje  las  posiciones  que  ocupa. 

9o  y  último.  Los  Exmos.  Sres.  Santa-Anna  y  Bustamante,  gene- 
rales en  jefe  de  todas  las  fuerzas  beligerantes  de  la  república,  y  los 
generales,  jefes  y  oficiales  pertenecientes  á  las  tropas  que  existen 
en  este  momento  en  la  ciudad  de  Puebla,  sus  suburbios  y  egidos,  se 
comprometen  bajo  su  palabra  de  honor  á  hacer  cumplir  y  observar 
religiosamente  todos  y  cada  uno  de  los  artículos  anteriores  compren- 
didos en  este  armisticio.  Y  lo  firmaron  los  señores  comisionados  re- 
feridos, en  el  campo,  á  los  once  días  del  mes  de  diciembre  de  mil 
ochocientos  treinta  y  dos. — Juan  Pablo  de  Anaya. — Antonio  Gaona. 
— Mariano  Arista. — José  María  Jarero. 

Cuartel  general  en  el  Puente  de  México,  Diciembre  once  de  mil 
ochocientos  treinta  y  dos. — Apruebo  el  anterior  convenio. — Antonio 
López  de  Santa-Anna. — Aprobado. — Anastasio  Bustamante. 

Es  copia.  Garira*de  México  en  Puebla,  diciembre  11  de  1832. — 
Juan  Nepomuceno  Pérez,  secretario  interino. 


366 


Documento  Núm.  10. 


Plan  de  /,nnililíi. 

Reunidos  en  la  hacienda  de  Zavaleta  los  señores  generales  D. 
Antonio  Graona,  D.  Mariano  Arista,  y  coronel  D.  Lino  Alcorta,  co- 
misionados por  parte  del  Exmo.  Sr.  general  en  jefe  D.  Anastasio 
Bustamante;  y  los  señores  generales  D.  Juan  Pablo  Anaya,  D.  Ga- 
briel Valencia  y  D.  Ignacio  Basadre,  por  parte  de  los  Exmos.  ¡Sres. 
presidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos,  D.  Manuel  Gómez  Pe- 
draza  y  general  en  jefe  D.  Antonio  López  de  Santa-Anna,  para  acor- 
dar lo  conveniente  acerca  del  proyecto  propuesto  por  los  dos  últimos 
generales  mencionados,  el  día  9  del  presente  mes,  al  Esmo.  Sr.  ge- 
neral D.  Anastasio  Bustamante,  y  á  los  generales,  jnfes  y  oficiales 
de  la  división  de  su  mando,  vistos  y  canjeados  sus  respectivos  po- 
deres, hallados  en  debida  forma,  y  después  de  haber  leído  el  decreto 
del  congreso  general  del  8  del  corriente  mes,  que  ni  aprueba  ni  apro- 
bará el  contenido  del  referido  proyecto;  y  en  cumplimiento  del  ar- 
tículo 6o  del  armisticio  celebrado  en  11  del  presente,  entre  las  divi- 
siones beligerantes,  y  usando  de  la  facultad  de  modificar,  reformar, 
añadir  ó  quitar  lo  que  juzgasen  conveniente  y  útil  al  bien  público, 
han  convenido  en  virtud  de  los  plenos  poderes  con  que  se  hallan 
investidos  y  de  mutuo  consentimiento,  en  los  artículos  siguientes: 

Artículo  Io  El  ejército  protesta,  en  prueba  de  buena  fe,  sostener 
en  toda  su  integridad  y  pureza,  el  sistema  republicano  representati- 
vo-popular  federal,  consignado  en  la  acta  constitutiva,  constitución 
federal  y  particulares  de  los  Estados. 

2o  Quedan  cubiertos  para  siempre  con  el  manto  soberauo  de  la 
patria,  todos  los  actos  de  elección  popular,  dirigidos  á  nombrar  re 
presentantes  para  el  congreso  general  y  legislaturas  de  los  Estados 


367 

ocurridos  en  la  federación  mexicana  desde  el  Io  de  septiembre  de 
1828  hasta  el  día  de  la  publicación  de  este  plan:  y  en  consecuencia 
no  se  tratará  más  de  su  legitimidad  ó  ilegitimidad. 

3o  Los  gobernadores  de  los  Estados  y  jefes  políticos  de  los  terri- 
torios que  funcionan  en  este  día.  quedan  autorizados  para  adoptar 
cuantas  providencias  crean  conducentes,  á  fin  de  que  los  pueblos  de 
sus  respectivas  demarcaciones,  en  uso  de  su  soberanía  y  para  nacio- 
nalizar indudablemente  al  gobierno,  procedan  á  todos  los  actos  elec- 
torales necesarios  á  verificar  en  su  totalidad  una  nueva  elección  de  re- 
presentantes en  sus  legislaturas,  diputaciones  de  territorio  y  congre- 
so general;  arreglándose  en  cuanto  sea  posible,  á  lo  que  prescriben 
la  constitución  federal,  constituciones  particulares  y  leyes  de  los  Es- 
tados que  están  en  vigor  hasta  la  fecha  de  este  plan,  entendiéndose 
que  por  solo  esta  vez  elegirán  en  su  totalidad  el  número  de  repre- 
sentantes, por  deberse  hacer  una  renovación  general  para  que  la  na- 
ción vuelva  incuestionablemente  al  régimen  federal,  siguiéndose  en 
adelante  lo  dispuesto  para  casos  ordinarios. 

4o  Todas  las  legislaturas  deberán  estar  instaladas  y  en  sesiones 
abiertas  para  el  15  de  febrero  de  1833,  ó  antes  si  se  pudiere,  y  todas 
y  cada  una  procederán  el  día  Io  de  marzo  siguiente  á  elegir  por  esta 
vez  dos  senadores,  y  dos  personas  para  presidente  y  vicepresidente, 
mandando  las  actas  de  la  elección  de  estas  dos  personas  á  la  secre- 
taría de  relaciones,  y  dando  sus  credenciales  á  los  senadores  nom- 
brados para  que  éstos  y  los  diputados  estén  en  la  capital  de  la  fede- 
ración el  día  20  de  marzo. 

5o  El  25  del  mismo  mes  se  instalarán  las  cámaras  de  la  Unión; 
el  26  se  reunirán  ambas  para  abrir  los  pliegos  de  las  actas  de  la  elec- 
ción de  presidente  y  vicepresidente,  y  se  procederá  en  lo  demás  con 
arreglo  á  la  constitución  federal,  de  modo  que  la  elección  quede  ca- 
lificada y  publicada  el  30  de  marzo  á  lo  más  tarde. 

6?  El  ciudadano  Manuel  Gómez  Pedraza,  será  reconocido  presi- 
dente legítimo  de  la  república  hasta  el  Io  de  abril,  en  cuyo  día  deben 
terminar  las  funciones  del  supremo  magistrado  de  la  nación,  confor- 
me á  la  ley  fundamental. 

7?  Como  podrá  suceder  que  á  la  fecha  de  este  plan  haya  algunos 
Estados  en  los  que  se  encuentren  dos  gobernadores  á  la  vez,  las  atri- 
buciones que  el  artículo  o°  concede  á  esos  funcionarios,  deberán  ejer- 


368 

cerse  por  el  magistrado  reconocido  por  la  mayoría  de  los  pueblos  del 
Estado  que  preside. 

8°  Se  harán  por  el  órgano  legal  á  la  futura  representación  nacio- 
nal, luego  que  abra  sus  sesiones,  las  iniciativas  siguientes:  Ia  Que 
el  congreso  general  sancione  con  su  respetable  autoridad  este  plan, 
aprobando  la  necesidad  y  conveniencia  de  las  medidas  extraordina- 
rias que  se  han  adoptado  para  salvar  á  la  nación  de  la  crisis  peligro- 
sa en  que  se  encuentra,  para  legitimar  las  autoridades  de  elección 
popular,  y  para  regularizar  constitucionalmente  al  gobierno  general 
en  el  cuatrienio  venidero.  2a  Una  amnistía  ú  olvido  de  todo  cuanto 
ha  ocurrido  desde  el  1?  de  septiembre  de  1828  hasta  el  presente  día: 
por  esa  amnistía,  todos  los  que  han  adoptado  este  plan  ó  lo  adopta- 
ren dentro  del  plazo  que  señalará  uno  de  los  artículos  siguientes, 
quedarán  en  sus  derechos  legales  que  hoy  obtengan;  y  por  ningún 
caso  ni  acontecimiento  de  esos  años  podrán  ser  perjudicados  eu  los 
que  obtenían  antes  de  ser  publicado  este  plan,  y  mientras  se  concede 
esa  amnistía,  aquellos  á  que  se  refiere  este  artículo  conservarán  la 
posición  en  que  se  hallan  en  el  día,  sin  la  menor  innovación.  3*  Las 
que  el  gobierno  juzgue  convenientes  á  fin  de  que  el  ejército  sea  reem- 
plazado en  ley  orgánica  decretada,  y  sus  necesidades  prevenidas,  y 
cuanto  sea  conducente  á  que  la  fuerza  armada  concurra  á  asegurar 
la  independencia,  á  afianzar  la  libertad  y  á  hacer  observar  religio- 
samente el  régimen  establecido.  4a  La  renovación  de  los  decretos 
de  12  de  octubre  de  este  año  sobre  facultades  extraordinarias:  el  de 
27  de  septiembre  de  23  sobre  conspiradores,  sometidos  á  la  jurisdic- 
ción militar,  y  el  de  14  de  abril  de  24  acerca  de  oficiales  desertores. 

9?  Se  sujetan  á  la  aprobación  de  la  autoridad  competente  los  em- 
pleos y  grados  dados  por  los  Exrnos.  señores  generales  en  jefe  de 
ambas  fuerzas  beligerantes. 

10°  Entretanto  se  otorga  la  amnistía  de  que  habla  la  parte  se- 
g\inda  del  artículo  8?,  nadie  será  molestado  por  los  servicios  presta- 
dos y  opiniones  manifestadas  durante  la  revolución. 

11?  Todos  los  individuos  del  ejército  y  empleados  de  la  federa- 
ción adoptarán  el  presente  plan  de  paz;  cualquiera  contravención  se 
tendrá  por  atentatoria  al  bien  común  de  la  nación;  y  los  oficiales  ge- 
nerales y  particulares,  con  sueldo  del  erario  público,  que  á  los  cual 
tro  días  después  de  aproximadas  á  la  distancia  de  seis  leguas  de- 


369 

punto  de  su  residencia,  las  fuerzas  que  lo  sostienen,  no  se  reunieren 
á  ellas,  quedarán  privados  de  sus  empleos  conforme  á.la  excepción 
que  se  hizo  de  ellos  en  el  artículo  8o 

12?  Los  retirados,  jubilados  y  pensionistas  que  no  debe  conside- 
rárseles en  actitud  de  poderlo  efectuar  por  haber  cerrado  su  carrera, 
serán  diguos  de  igual  pena  si  después  de  pasados  los  cuatro  días  con- 
tinúan prestando  servicios  de  cualquiera  clase  al  gobierno  existente 
en  México. 

13?  S.  E.  el  presidente  y  los  Exmos.  señores  generales  en  jefe  de 
ambas  fuerzas,  circularán  el  presente  plan  á  todas  las  autoridades 
así  civiles  como  militai'es  para  su  exacto  cumplimiento. 

Y  para  constancia,  los  generales  y  el  coronel  mencionados  arriba 
firmaron  dos  ejemplares  de  este  convenio,  y  los  remitieron  á  los  res- 
pectivos generales  en  jefe  de  ambas  divisiones  para  su  ratificación. 

Hacienda  de  Zavaleta,  diciembre  23  de  1832. — Antonio  Gaona. — 
Mariano  Arista. — Lino  Atcorta.  -  Juan  Pablo  de  Anaya. — Gabriel  Va- 
lencia.— José  Ignacio  de  Basadre. 

Siguen  las  ratificaciones  suscritas  por  los  generales  en  jefe  res- 
pectivos y  por  todos  los  generales,  jefes  y  oficiales  de  ambos  ejér- 
citos. 


Tomo  II.— 47. 


NOVENO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  NOVENO. 


El  general  D.  Manuel  Gómez  Pedraza,  como  presidente  constitucional 
desde  24  de  diciembre  de  1832  hasta  1?  de  abril  de  1833. 


CAPÍTULO  I. 


El  nuevo  gobierno  de  Zavalcta  y  algunas  ocurrencias  públicas. 

Se  verificó  la  entrada  solemne  y  casi  triunfal  del  presi- 
dente ü.  Manuel  Gómez  Pedraza,  el  día  3  de  enero  en  la 
capital,  acompañado  del  caudillo  del  ejército  libertador  D. 
Antonio  López  de  Santa-Auna:  recibieron  ambos  las  mani- 
festaciones y  felicitaciones  más  expresivas  y  lisonjeras  y  del 
modo  con  que  se  tributan  siempre  al  vencedor. 

Se  procuró  organizar  luego  la  administración  gubernati- 
va, y  en  consecuencia,  se  nombró  el  ministerio  siguiente: 


372 

Para  relaciones,  D.  Bernardo  González  Ángulo:  para  jus- 
ticia y  negocios  eclesiásticos,  D.  Miguel  Ramos  Arizpe:  para 
hacienda,  D.  Valentín  Gómez  Parías,  y  para  guerra,  D.  José 
Joaquín  Herrera.  Y  como  se  había  convocado  por  disposi- 
ción formal  del  presidente  un  consejo  compuesto  de  comi- 
sionados por  cada  uno  de  los  Estados  que  supliese  al  que  la 
constitución  establecía  como  de  gobierno,  y  que  no  podía 
reunirse,  así  como  en  realidad  tampoco  podía  hacerlo  el  su- 
pletorio hasta  pasado  algún  tiempo,  se  llamó  interinamente 
á  una  junta  bajo  el  nombre  de  consejo  privado,  compuesta 
dicba  junta  de  dos  individuos  naturales  de  cada  Estado;  con 
el  doble  fin  de  que  residiendo  en  México,  auxiliaran  inmedia- 
tamente con  sus  luces  al  ejecutivo  en  la  difícil  marcha  «pie 
emprendía,  y  cuidaran  al  mismo  tiempo  de  la  existencia  del 
buen  orden  y  bien  general  del  país,  no  menos  que  de  con- 
sultar en  los  casos  graves  que  desde  luego  deberían  presen- 
tarse. 

Y  en  efecto,  ocurrió  que  el  artículo  3?  del  plan  de  Zava- 
leta  fué  el  primer  objeto  y  materia  de  muy  detenidas  discu- 
siones y  de  esforzados  debates.  Se  decía  que  al  tratarse  de 
que  tuvieran  efecto  las  nuevas  elecciones,  y  de  asegurar  el 
orden  y  régimen  interior  de  la  república,  se  temía  mucho  pe- 
ligrase el  sistema  de  gobierno  adoptado.  Estas  ideas  y  prin- 
cipios progresaron  hasta  ser  sostenidos  por  parte  de  algunos 
Estados  como  Zacatecas,  Jalisco,  Durango,  Querétaro  y  San 
Luis  con  el  proyecto  que  sólo  indicaron  de  reunir  una  con- 
vención nacional,  para  que  haciéndose  ella  cargo  de  la  po- 
sición política  del  país,  dictase  y  expidiese  las  disposiciones 
necesarias  y  que  diesen  por  resultado  la  mejor  organización 
social,  sin  exponerse  á  los  peligros  y  malos  resultados  que 
eran  de  esperarse  como  propios  y  consiguientes  á  los  actos 
electorales  que  prevenía  el  artículo  3?  del  plan  adoptado. 
Por  otra  parte,  se  temía  la  novedad  del  propuesto  medio  y 
las  consecuencias  desastrosas  tal  vez  que  produciría  y  que 


373 

harían  la  ruina  de  la  propia  nación  que  se  trataba  de  salvar 

Por  fortuna,  y  por  el  influjo  de  personas  sensatas,  con 
más  reflexión  desistieron  de  sus  ideas  y  pretensiones  los  que 
parecían  opuestos  al  convenio  de  Zavaleta:  manifestaron  su 
conformidad,  y  unidos,  como  veremos  adelante,  desapareció 
el  temor  y  el  peligro. 

Para  mayor  satisfacción,  ocurrió  al  mismo  tiempo  de  aquie- 
tarse los  disturbios  políticos,  el  suceso  plausible  de  que  los 
generales  Bravo  y  Alvarez  en  el  Sur,  adoptasen  el  nuevo 
orden  de  cosas,  desistiendo  por  lo  mismo  y  abandonando  su 
plan  de  hostilidades.  Quedó,  pues,  uniformemente  estable- 
cida la  opinión  de  la  república,  sin  temor  de  algunos  tras- 
tornos, hasta  el  grado  de  que  en  febrero  se  había  ya  verifi- 
cado una  elección  general  en  los  Estados  para  la  renovación 
de  los  supremos  poderes  de  hi  federación. 

El  general  Santa-Anua,  á  los  pocos  días  de  haber  entra- 
do en  México,  dejó  la  capital,  y  al  retirarse  de  ella  publicó  un 
manifiesto  á  la  nación,  dando  cuenta  de  cuanto  había  ocu- 
rrido en  la  anterior  época  de  la  guerra.  Y  parece  que,  pre- 
sintiendo la  existencia  de  nuevos  males,  insistía  en  lo  mucho 
que  interesaba  la  unión  y  tolerancia.  Dijo  y  consignó  estas 
memorables  palabras  en  su  dicho  manifiesto:  "Indulgencia 
"con  los  errores  de  opinión,  no  más  rencores,  y  bórrese  de 
"  la  memoria  la  palabra  venganza.  Así  alcanzareis  el  objeto 
"de  vuestros  deseos  y  sacrificios  por  la  libertad:  correspon- 
"  ded  á  mis  votos.  Toda  mi  ambición  se  limita  á  trocar  la 
"espada  por  el  arado.  Si  alguna  mano  volviese  otra  vez  á 
"turbar  la  paz  pública  y  el  orden  constitucional,  no  os  olvi- 
"  deis  de  mí;  volaré  á  vuestro  llamamiento,  y  haremos  ver 
"de  nuevo  al  mundo  que  ya  no  puede  haber  tiranos  y  opre- 
sores del  pueblo  en  la  república  mexicana." 

Se  retiró  en  efecto,  como  queda  dicho,  á  su  hacienda  de 
Manga  de  Clavo,  recibiendo  las  manifestaciones  más  expre- 
sivas de  amistad  y  respeto.  Continuó  su  marcha  administra- 


374 

tiva  el  gobierno  establecido,  y  el  jefe  supremo  de  la  nacióu, 
comprometido  en  los  términos  más  explícitos  para  hacer  el 
bien  y  felicidad  de  ella,  según  que  lo  había  prometido  y  ex- 
plicado en  sus  comunicaciones  y  discursos  en  los  momentos 
más  solemnes  que  ya  quedan  asentados,  siguió  también  obran- 
do de  manera  que  no  contrariara  sus  protestas  y  juramentos. 

Sin  embargo  de  esta  conducta,  comenzó  á  explicarse  el 
disgusto  público  que  se  fomentaba  por  los  descontentos,  va- 
liéndose de  las  armas  comnues  de  la  prensa  como  prepara- 
toria, de  la  falta  de  recursos,  de  ofensas  al  interés  de  tercero, 
y  al  fin  de  una  revolución  pronunciada.  Aprovecharon  para 
la  oposición  algunas  disposiciones  dePedraza,como  fueron  la 
que  destituía  de  sus  empleos  á  los  generales  que  no  jurasen 
el  plan  de  Zavaleta,  y  la  que  expulsaba  por  segunda  vez  á 
los  españoles  por  disposición  del  día  16  de  enero  de  18->3,  sin 
que  en  cuanto  á  lo  primero  sirviesen  á  Pedraza.  sus  protestas 
ante  el  congreso,  ni  en  cuanto  á  lo  segundo  ¡a  evasiva  de  que 
usó  diciendo  que  esta  sugunda  expulsión  no  era  nueva,  sino 
que  era  tan  sólo  el  ejecutar  la  ley  que  faculta  al  gobierno 
para  dar  pasaporte  á  los  extranjeros  perjudiciales  á  la  repú- 
blica. Fué  atacado  por  tres  periódicos  que  se  crearon  sólo 
con  este  objeto,  y  aun  fué  necesario  que  se  apelase  al  recur- 
so de  promover  y  sostener  la  verdadera  inteligencia  de  la  pa- 
labra amnistía,  (pie  se  concedía  por  el  plan  de  Zavaleta. 

Se  pulsó  este  medio  para  tranquilizar  al  público,  aprove- 
chándose la  circunstancia  de  haberse  aquietado  enteramente 
los  Estados  que  habían  juzgado  perjudicial  el  plan,  porque 
querían  ensanche  y  latitud  en  sus  atribuciones,  pretendiendo 
con  el  nombre  de  soberanía  ó  independencia  una  verdadera 
separación  que  llegaría  á  formar,  no  una  federación  de  enti- 
dades morales  que  reconociendo  siempre  un  centro  de  unidad 
y  autoridad,  sólo  los  dejase  libres  para  poner  en  acción  y  ejer- 
cicio todo  cuanto  fuese  necesario  y  conveniente  á  sus  intere- 
ses locales,  sino  una  confederación  de  naciones;  desuaturali- 


375 

zando  así  el  sistema  republicano  federal,  y  aspirando  los  Es- 
tados disidentes  al  grado  de  querer  ser  representados  por  ple- 
nipotenciarios. 

"  Subsistirán,  decían,  los  gérmenes  de  nuestra  discordia, 
"  mientras  la  nación  no  se  reorganice,  nombrando  al  efecto 
"sus  representantes  especialmente  autorizados  para  decidir 
"definitivamente  sobre  las  cuestiones  del  momento,  y  refor- 
"  mar  la  constitución,  haciendo  en  ella  las  variaciones  y  me- 
"  joras  que  la  experiencia  ha  hecho  necesarias." 

La  amnistía  prometida  en  la  segunda  parte  del  artículo 
8?  del  referido  plan,  ofreció  garantías  sin  límite  á  las  perso- 
nas, y  sin  limitación  tampoco  respecto  á  los  delitos  políticos. 
Los  más  exaltados,  aunque  conformes  con  el  plan,  resistían 
que  pasase.de  una  transacción,  y  querían  siempre  que  fuese 
revisado  en  el  congreso.  Kesistian  igualmente  la  indicada 
segunda  parte  del  artículo  8?,  y  no  querían  que  se  adoptase, 
de  manera  que  se  complicaban  las  circunstancias  públicas; 
preparando  los  males  consiguientes  á  la  división  y  discordia, 
tanto  más  peligrosas,  cuanto  que,  como  queda  referido,  que- 
rían ciertas  legislaturas,  no  sólo  reformas  que  arregladas  se- 
rían un  bien,  sino  peligrosas  novaciones  tan  esenciales  que  en 
realidad  importaban  una  completa  variación  y  trastorno  ge- 
neral, hasta  tal  extremo,  que  desde  entonces  habría  llegado 
México  á  la  anarquía. 

Felizmente  los  generales  Santa- Anna  y  Pedraza,  em- 
pleando el  prestigio  que  tenían,  contrariaron  las  ideas  de 
reunir  la  asamblea  extraordinaria  ó  convención,  que  con  el 
nombre  de  constituyente  quisieron  fuese  formada  de  repre- 
sentantes de  los  Estados:  y  á  la  verdad  habría  sido  formada 
esta  asamblea  de  representantes  de  los  partidos,  y  por  con- 
siguiente sus  resoluciones  no  llevarían  el  carácter  y  fuerza 
que  da  la  nacionalidad  verdadera,  sino  que  vendrían  á  ser 
preceptos  interesados  y  producto  de  pasiones  exaltadas. 

"  Yo,  decía  Pedraza,  como  ciudadano,  como  particular  y 


376 

"  como  magistrado  supremo  protesto  que  de  insistir  en  llevar 
"  adelante  tal  pretensión  ( la  convención ),  la  patria  reportaría 
"  perjuicios  del  mayor  tamaño,  y  nos  envolveríamos  en  la  más 
"desastrosa  anarquía;  y  es  muy  de  notar  el  contraste  sensi- 
"  ble  que  presentan  esas  legislaturas  y  el  ejército  permanente: 
"éste,  cediendo  honrosamente  en  el  furor  del  combate  a  la 
"  voz  de  la  razón  para  asegurar  los  intereses  nacionales',  pro- 
"  testando  ser  su  más  firme  apoyo,  y  aquellas,  proponiendo 
"  medidas  que  es  muy  posible  comprometan  esos  mismos  in- 
tereses; y  no  sólo  eso,  sino  que  de  esa  manera  inciden  las 
"indicadas  legislaturas,  por  un  deseo  noble  de  llegar  al  op- 
"timismo,  en  otro  más  triste  caso,  cual  es  de  hacer  suyo  y 
"  pedir  como  tal  el  propio  plan  propuesto  por  los  enemigos 
"declarados  de  la  libertad,  y  á  que  hice  referencia  en  un 
"discurso  pronunciado  en  Puebla  al  tiempo  de  prestar jura- 
"  mentó  al  plan,  segregando  seis  Estados  de  la  federación  en- 
torpecería las  funciones  principales  del  congreso  general 
"de  la  unión.  Sobre  todo,  yo  estoy  resuelto  a  no  ocupar  el 
"  poder  ni  un  día  más  de  lo  que  prescribe  la  constitución, 
"que  es  hasta  el  1?  del  próximo  abril:  si  para  entonces  no 
"estuviere  hecha  la  elección  del  supremo  magistrado  que 
"  debe  relevarme,  se  deberá  proceder  á  lo  que  para  tal  even- 
"  to  previene  aquella,  y  se  hallaría  que  no  existía  ni  poder 
"ejecutivo,  ni  representación  nacional,  ni  consejo  de  gobier- 
"  no  que  nombrase  los  asociados  al  presidente  de  la  corte  de 
"justicia,  con  lo  que  la  nación  quedaría  acéfala;  y  se  ofre- 
"cería  además  otro  inconveniente  gravísimo  en  ateución  de 
"  que  el  que  actualmente  ocupa  ese  puesto  en  la  referida  cor- 
"  te  no  es  mexicano  de  nacimiento:  de  aquí  podrán  V.  SS.  iu- 
"  ferir  el  cúmulo  de  males  inmenso  y  gravísimo  que  se  a  trae - 
"  ría  sobre  la  infeliz  nación." 

El  presidente  Pedraza,  no  satisfecho  con  lo  que  por  su 
parte  hacía  y  explicaba,  quiso  é  hizo  que  el  ministro  respec- 
tivo, por  los  medios  acostumbrados,  manifestara  del  modo 


377 

más  expreso  y  terminante,  cuáles  eran  las  intenciones  y  mi- 
ras del  ejecutivo  al  sostener  el  plan  que  había  terminado  la 
guerra. 

El  general  Santa-Auna,  que  tenía  tanta  parte  y  tan  prin- 
cipal en  esta  gloria,  estuvo  de  absoluto  acuerdo  con  las  ideas 
manifestadas,  obrando  por  sí  mismo,  y  aleccionado  por  los 
sucesos  ocurridos  al  atravesar  las  épocas  difíciles  que  le  ha- 
bían conducido  y  condujeron  á  la  nación  misma  á  una  crisis 
que  por  su  propia  naturaleza  exigía  calina,  sosiego  y  despren- 
dimiento en  el  obrar,  así  como  juicio,  meditación  y  espera  en 
el  pensar;  recordando  que  sin  la  prudencia  y  la  conciliación, 
.seguiría  la  república  en  sus  convulsiones  y  desordenes,  sin 
qne  lo  pasado  sirviese  y  produjese  el  saludable  efecto  que 
debe  producir  en  lo  presente  y  para  lo  futuro. 

El  resultado  de  los  esfuerzos  referidos,  y  que  hicieron  el 
presidente  y  el  caudillo  reconocido  por  libertador,  fué  el  de 
hacer  desistir  de  sus  propósitos  á  los  que  habían  emprendido 
la  marcha  de  novadores  bajo  el  pretexto  de  constituir  á  la 
nación  conforme  á  sus  intereses  y  por  medio  de  una  conven- 
ción ó  asamblea  general  extraordinaria;  pero  por  desgracia, 
si  bien  terminó  la  cuestión  considerada  bajo  un  aspecto  pú- 
blico y  por  los  principios  generales,  no  sucedió  así  en  el  todo 
de  ella;  porque  quisieron  distinguir  lo  que  pertenecía  á  la  na- 
ción y  sus  derechos,  que  tenían  por  arreglados,  y  lo  que  co- 
rrespondía á  las  acciones  ó  individuos  particulares,  que  que- 
rían se  arreglase  de  manera  que  no  se  favoreciese  la  impuni- 
dad; y  decían  que  "al  comprometerse  á  olvidar  los  perjuicios 
recibidos  por  la  violencia  de  las  pasiones,  se  dejasen  en  hora 
buena  á  salvo  los  derechos  de  la  nación;  pero  que  de  ningu- 
na manera  quedasen  impunes  acciones  y  crímenes  atroces." 
Querían  en  sustancia  suscitar,  concluida  la  cuestión  general, 
una  particular  y  de  personas,  que  más  bien  podía  llamarse 
promover  venganzas.  Queríau  perseguir,  comenzando  por 
los  que  habían  desempeñado  las  secretarías  del  despacho  du- 

Tomo  II.— 48 


378 

rante  la  administración  del  vicepresidente;  y  bajo  el  nombre 
de  cómplices,  aspiraban  á  saciar  personalmente  sus  odios  y 
resentimientos  particulares.  Apelaban  aun  á  las  épocas  más 
remotas  de  nuestra  independencia,  y  recordaban  horribles  he- 
chos, como  el  destierro  y  muerte  del  libertador  de  México  D. 
Agustín  Iturbide,  y  los  asesinatos  en  Tepic,  en  el  Sur  de  Mé- 
xico, en  San  Luis  Potosí,  en  Puebla  y  otros  puntos  de  la  re- 
pública; exponiéndose  los  que  así  obraban,  á  que  en  respues- 
1a  se  les  presentasen  iguales  crímenes  cometidos  por  el  parti- 
do que  llevando  el  nombre  de  liberal,  niveló  su  conducta  en 
el  tiempo  de  su  dominación,  con  la  que  han  seguido  los  (pie 
profesan  contrarios  principios. 

Lo  cierto  es  que  en  la  dominación  de  tirios  y  troyanos  la 
república  es  la  que  ha  sufrido,  y  que  muy  bien  puede  llamar- 
se víctima  sacrificada  por  la  injusticia  y  furor  de  los  parti- 
dos. Si  bien  alternaron  algunos  bienes  y  males  por  una  y 
por  otra  parte,  no  por  esto  mejoraron  las  circunstancias  pú- 
blicas, y  siempre  se  recordará  que  los  bandos,  procurando 
salvar  sus  respectivas  miras  ó  intereses,  olvidaban  y  se  des- 
entendían del  procomunal  de  la  república.  Quisieron  los  par- 
tidos explotar  la  transacción  misma  de  Zavaleta;  pero  divi- 
diéndose la  opinión  al  ejecutarse,  sobrevinieron  gravísimos 
males,  que  debieron  evitarse  por  el  buen  juicio  y  experien- 
cia de  los  mexicanos,  si  por  desgracia  no  hubieran  olvidado 
las  sensibles  lecciones  de  la  experiencia, 

Sin  embargo  de  conocerse  por  genios  pensadores  los  pe- 
ligros que  presentaba  á  la  vista  el  estado  político  de  la  na- 
ción, se  dividieron  en  fracciones  los  mismos  partidos,  mar- 
cándose y  creándose  de  nuevo  una  tercera  entidad  que  se 
llamó  de  moderados.  No  soy  yo  quien  ha  de  formar  la  página 
que  contenga  la  historia  y  los  hechos  del  partido  moderado, 
porque  ni  es  de  mi  propósito,  ni  en  estas  Memorias  puede 
decirse  otra  cosa,  sino  cuál  fué  el  origen  de  tal  partido.  Sus 
personas,  su  política,  su  objeto,  sus  planes,  sus  combinacio- 


379 

ues,  su  aspiración,  sus  responsabilidades,  sus  tareas  y  servi- 
cios serán  referidos  por  mejores  plumas,  y  en  otra  época. 
Baste  indicar  aquí,  que  por  común  sentir  de  los  mexicanos, 
este  partido  jamás  se  presenta  á  cara  descubierta,  ni  lucha 
sobre  terreno  fijo  y  conocido:  tiene  mucho  amor  propio,  y  su 
elemento  es  despreciar  á  cuantos  no  cuadran  con  sus  ideas: 
quieren  dirigirlo  todo,  y  sojuzgarlo  todo  por  ambición  ó  so- 
berbia; pero  siempre  sin  ver  de  trente,  pues  ó  bajan  ó  tuer- 
cen la  cabeza  al  hablar  de  sus  compatriotas,  que  juzgan  te- 
ner muy  en  poeo.  ¡Nueva  desgracia  á  la  verdad,  pues  que 
cuando  debía  haberse  procurado  destruir  el  espíritu  de  fac- 
ción, vino  á  crearse  un  nuevo  estorbo  que  serviría  para  difi- 
cultar y  retardar  el  paso  á  ia  común  felicidad! 

Ha  sido  así:  y  cuando  ia  nación  mexicana  en  once  años 
de  independiente,  con  grandes  elementes  concedidos  por  la 
mano  benéfica  de  la  Providencia;  sin  faltarle  educación,  ilus- 
tración y  patriotismo,  debería  ocupar  entre  las  demás  nacio- 
nes un  lugar  distinguido;  fuerza  es,  aunque  sensible  decirlo, 
que  apenas  tiene  un  ser  político,  combatido,  no  sólo  por  inte- 
reses extraños,  sino  lo  que  es  más  triste,  por  los  mismos  que 
debían  conservarlo,  y  que  en  vez  de  destruir  los  elementos  de 
desunión  y  discordia,  los  fomentan  incesantemente  sin  per- 
douar  lo  más  sagrado,  hiriendo  las  fibras  más  delicadas  bajo 
pretextos  especiosos,  y  con  el  halagüeño  nombre  de  refor- 
mas, trastornan  lo  que  se  halla  sólido  y  firmemente  estable- 
cido. Dicen  algunos,  acabemos  con  todo  lo  antiguo,  y  hagá- 
moslo todo  de  nuevo;  pero  estos  tales,  con  mala  inteligencia, 
ó  mejor  dicho  con  mala  fe,  no  hacen  otra  cosa  que  destruir, 
hasta  el  extremo  de  no  respetar  á^Dios  ni  á  los  hombres. 


380 


CAPÍTULO  II. 


Continuación  de  los  actos  do  Pedraza  en  su  gobierno. 

Sigamos  nuestra  relación,  suspendida  al  referir  que  el  plan 
de  Zavaleta  esperaba  la  sanción  del  congreso  general,  que 
conforme  al  mismo  plan  debía  reunirse.  Pero  antes,  y  como 
hechos  de  la  administración  del  general  Pedraza,  diremos 
que  la  libertad  de  imprenta  fué"  suprimida  por  bando  de  17 
de  octubre  de  1S32  en  la  administración  anterior,  y  Pedraza 
la  restableció  poniendo  en  vigor  las  disposiciones  legales  que 
daban  esta  verdadera  garantía  social. 

El  artículo  5?  del  plan  de  Zavaleta  fijó  el  día  25  de  marzo 
(1833)  para  la  instalación  de  la  cámara  de  representantes  y 
senado  de  la  Unión,  estableciendo  que  el  26  se  reunirían  los 
diputados  y  senadores,  para  que  instalado  el  congreso  se  pro- 
cediese desde  luego  á  abrir  los  pliegos  que  contenían  las  ac- 
tas de  la  elección  de  presidente  y  vicepresidente  de  la  repú 
blica,  para  que  dicha  elección  <pieda.se  hecha,  una  vez  enu- 
merados y  calificados  los  votos,  y  publicada  el  día  30  del 
propio  mes  á  lo  más  tarde. 

Aunque  en  todos  los  Estados  se  procedió  oportunamente 
á  la  elección  de  individuos  de  las  cámaras,  el  congreso  ge- 
neral no  pudo  instalarse ,en  el  día  señalado;  pero  al  fin,  el 
día  23  quedó  instalada  la  cámara  de  representantes,  y  el  28 
se  instaló  el  senado,  procediéndose  á  la  solemne  apertura  do 
las  sesiones  del  congreso,  que  tuvo  lugar  en  el  piso  bajo  del 
edificio  del  palacio  municipal,  en  un  lugar  conocido  con  el 
nombre  de  "Lonja  del  Comercio." 


381 

Las  elecciones,  aunque  verificadas  en  el  tiempo  señalado, 
no  fueron  ni  tan  uniformes  y  totales  que  pudiesen  evitar  al- 
gunas dificultades  que  surgieron  y  que  al  fin  fueron  supera- 
das hasta  lograr  la  reunión  de  las  cámaras. 

Al  celebrarse  las  juntas  preparatorias  se  presentaron  tam- 
bién dificultades,  ya  respecto  á  las  personas,  de  los  elegidos, 
y  ya  también  respecto  á  las  elecciones  mismas.  Mucho  se 
dispensó  en  uno  y  en  otro  concepto,  como  sucede  siempre  en 
este  punto,  porque  como  se  tiene  por  principal  y  acaso  por 
único  objeto  el  que  haya  cuerpo  legislativo,  sea  como  fuere, 
pocos  escrúpulos  y  dificultades  no  se  vencen,  cediendo  todos 
al  imperio  de  las  circunstancias,  según  el  modo  común  de 
aplicarse  en  esta  materia.  Yo  que  no  me  lie  propuesto  ha- 
blar de  personas  y  de  actos,  circunstanciadamente,  ni  hacien- 
do detalles  y  calificaciones,  me  abstengo  de  referir  circuns- 
tancias particulares  en  las  elecciones,  y  conceptos  y  noticias 
que  recaigan  sobre  las  personas  de  los  que  compusieron  el 
mencionado  congreso  general.  Transcribiré  sin  embargo  en 
este  punto  la  opinión  del  Dr.  D.  José  Luis  Mora,  que  es  un 
escritor  nada  sospechoso  á  los  hombres  y  á  las  cosas  de  aquel 
tiempo. 

En  la  página  80  de  su  "Revista  política,"  dice:  "La  nue- 
"  va  elección  (de  Zavaleta)  en  lo  general  era  toda  del  partido 
"  vencedor:  la  menor  parte  consistía  en  hombres  notables 
"  por  sus  virtudes  y  talentos,  y  la  mayor,  como  sucede  siera- 
"  pre,  era  vulgo,  compuesto  fie  hombres  ardientes,  atolon- 
"  drados,  y  de  poca  delicadeza  en  ciertas  líneas;  pero  en  nada 
u  participaban  del  carácter  pérfido,  solapado  y  embustero  del 
"  personal  que  constituía  la  mayoría  de  los  funcionarios  en 
"la  administración  anterior." 

Dejemos  ya  instalado  el  congreso  y  pasemos  á  ocuparnos 
de  la  elección  de  presidente  y  vicepresidente  de  la  república. 

Todos  conocemos  el  tiempo,  modo  y  circunstancias  en 
que  se  procedió  á  elegir  á  los  primeros  funcionarios  y  supre 


382 

mos  magistrados  de  la  nación.  La  opinión  pública,  formada 
por  los  hechos  que  habían  pasado,  estaba  unida  y  acorde  fi- 
jándose en  las  personas  que  puede  muy  bien  decirse  habían 
dominado  la  situación,  tanto  por  sus  personas  mismas,  cuan- 
to por  el  color  ó  intereses  que  representaban. 

Pedraza  no  se  olvidó  de  este  puuto  tan  importante,  y  des- 
de luego  dirigió  todos  sus  esfuerzos  para  que  las  legislatu- 
ras, (pie  por  la  constitución  que  regía  formaban  el  cuerpo  elec- 
toral para  estas  supremas  magistraturas,  sufragaran  á  favor 
de  los  mexicanos  que  por  antecedentes  muy  conocidos  y  re- 
comendables, parecían  designados  á  ocupar  estos  puestos 
eminentes.  El  nombre  verdaderamente  histórico  y  los  servi- 
cios del  general  Sauta-Anua  lo  llamaban  á  la  presidencia  de 
la  república,  y  las  garantías  al  partido  democrático  parece 
fijaban  la  vicepresidencia  en  D.  Valentín  Gómez  Farías:  am- 
bos mexicanos  eran  apoyados  por  la  opinión  general  y  en 
ellos  recayó  en  efecto  la  elección;  pues  que  con  excepción 
de  los  Estados  de  Chihuahua  y  Guana j nato,  los  demás  eli- 
gieron á  D.  Antonio  López  de  Santa-Anua  presidente  cons- 
titucional para  el  período  que  comenzaba  en  1?  de  abril  de 
1833,  y  para  vicepresidente  á  D.  Valentín  Gómez  Farías.  Así 
resultó,  hecha  en  el  congreso  instalado  la  apertura  de  los  plie- 
gos que  contenían  los  votos  de  las  legislaturas  de  los  Esta- 
dos. Se  declaró  haber  sido  electo  para  presidente  de  la  repú- 
blica el  general  Santa -Auna  por  diez  y  seis  votos  de  diez  y 
ocho  legislaturas  que  votaron;  y  que  era  vicepresidente  D. 
Valentín  Gómez  Farías,  por  haber  obtenido  once  votos. 

Al  haberse  hecho  y  publicado  esta  declaración,  estaba 
ausente  en  su  hacienda  el  general  Santa-Anna,  y  no  podía 
por  lo  mismo  tomar  posesión  inmediatamente,  y  hacerse  car 
go  del  gobierno  como  se  pedía  por  ley.  Se  dispuso  por  tan- 
to por  el  gobierno  que  regía,  que  el  vicepresidente  Gómez 
Farías,  durante  la  ausencia  del  presidente,  se  encargase  de 
la  administración  pública  en  el  período  constitucional  que 


383 

debía  comenzar  el  día  1?  de  abril  del  corriente  año.  Efecti- 
vamente, quedó  á  su  cargo  en  dicho  día  la  primera  magistra- 
tura de  la  república.  Ya  veremos  adelante  cómo  fué  gober- 
nada ésta,  y  cuáles  hayan  sido  en  su  período  los  aconteci- 
mientos sobre  que  ha  de  recaer  el  severo  ó  imparcial  juicio 
de  la  historia. 

Y  como  la  república  fué  grave  y  generalmente  conmovi- 
da casi  en  sus  cimientos  en  los  años  anteriores  á  1832  y  1833, 
y  aun  en  estos  mismos,  es  indudable  que  sufrió  nuestro  país" 
trastornos,  alteraciones,  variaciones  y  desgracias,  no  parece- 
rá fuera  de  propósito  ni  ajeno  de  mi  intento  el  recorrer  los 
más  de  los  Estados  de  la  federación,  para  consignar  en  ge- 
neral cuál  era  la  situación  «le  la  república  mexicana  en  las 
épocas  y  tiempo  que  vengo  refiriendo. 

Zacatecas,  Jalisco,  San  Luis  Potosí,  Tamaulipas,  Nuevo 
León,  Qnerétaro  y  Durango  en  lo  interior  de  la  república,  y 
Ghianajuato  á  pesar  de  la  neutralidad  en  que  quiso  sostener- 
se, manifestaron  aun  con  movimientos  armados,  sus  ideas  y 
miras  políticas  unidas  al  principio  de  legitimidad  que  pro- 
clamaron y  apoyaban  en  la  constitución  misma,  reclamando 
el  cumplimiento  de  ella  en  el  esencial  punto  de  elecciones, 
y  con  especialidad  en  la  del  presidente  de  la  república  para 
el  segundo  período  constitucional. 

Veracruz  enérgicamente,  Puebla,  Oaxaca,  Tabascoy  auu 
Ohiapas  y  Yucatán,  también  explicaron,  y  con  poca  diferen- 
cia, de  igual  modo  que  los  Estados  del  interior,  las  tenden- 
cias referidas.  Resultó  por  tanto,  uniformada  la  opinión  pú- 
blica, llegando  á  ser  verdaderamente  nacional. 

Zacatecas,  San  Luis  Potosí,  Tamaulipas  y  Durango,  die- 
ron la  primera  voz,  reclamando  la  legitimidad  de  la  elección 
de  Pedraza,  y  casi  al  mismo  tiempo  el  Estado  de  Veracruz 
promovió  la  destitución  del  ministerio  del  vicepresidente 
Bustamante,  progresando  unas  y  otras  miras  hasta  el  extre- 
mo de  haberse  expedido  en  Zacatecas  el  día  10  del  mes  de 


384 

julio  el  memorable  decreto  que  en  su  lugar  queda  consigna- 
do, siendo  verdaderamente  el  que  formó  la  unión  y  sirvió  de 
centro  y  punto  de  apoyo,  para  que  descansando  en  él  la  opi- 
nión pública,  produjese  los  efectos  que  cambiaron  verdade- 
ramente la  situación  del  país  en  lo  legal,  dejando  á  las  loca- 
lidades, en  cuanto  á  su  posición  natural,  en  los  términos  y  del 
modo  que  se  hallaba  cada  Estado.1 

Los  del  Oriente,  que  así  pueden  llamarse  los  de  Vera- 
cruz  y  Puebla,  ya  por  el  pronunciamiento  que  se  verificó  para 
la  remoción  del  ministerio,  y  ya  también  por  haberse  unido 
á  los  Estados  del  interior  sosteniendo  el  plan  de  legitimidad, 
fueron  teatro  de  la  guerra  en  acciones  sangrientas,  así  como 
lo  fueron  igualmente  los  del  interior,  formando  un  todo  que, 
con  fuerza  unida,  produjo  el  bien  de  que  la  nación  volviera 
al  orden  constitucional  y  siguiese  el  camino  de  la  ley. 

No  fué  así  por  desgracia  admitido  este  concepto,  ni  mu- 
cho menos  duradero  en  la  inteligencia  que  debía  habérsele 
dado,  si  no  hubiese  tenido  lugar  el  espíritu  de  partido.  Este, 
aprovechando  la  crisis  nacional  que  apenas  pasaba,  puso  al 
presidente  Santa-Anna,  nuevamente  elegido,  en  situación 
muy  comprometida,  como  nos  ha  dicho  un  escritor  contem- 
poráneo. El  acababa  de  derrocar  á  un  partido  fuerte  y  ver- 
daderamente oligárquico,  que  en  todas  épocas  se  había  mos- 
trado su  más  decidido  contrario;  y  por  supuesto,  de  creerse 
era  que  habían  de  ser  de  mayor  encono  y  eficacia  sus  accio- 
nes dirigidas  siempre  á  vencer  al  que  los  había  vencido,  hu- 
millando á  sus  prohombres  y  notabilidades  celebradas,  que- 
riendo también  resguardarse  y  defenderse  para  lo  futuro. 
Publicaban  los  enemigos  del  presidente,  para  comprometerlo 
é  introducir  la  discordia,  que  es  la  mejor  arma  aunque  no  la 
más  pronta  en  política,  que  le  debían  las  consideraciones 
mayores,  y  prodigaban  elogios  exagerados  hasta  formar  apo- 

1  Documento  núm.  1. 


385 

feméis  que  lo  hiciesen  más  y  más  sospechoso,  advirtiendo  que 
el  misino  antes  execrado  era  ya  objeto  de  sus  esperanzas  y 
encomios.  Les  parecía  muy  fácil  atraerlo  á  sus  ideas  y  par- 
tido, para  con  este  mismo  hecho  lograr  la  ruina  del  que  los 
había  vencido  y  de  los  que  lo  seguían;  reservándose  darle 
el  pago  que  acostumbran  dar  los  partidos,  como  que  siem- 
pre son  injustos. 

Por  el  bando  llamado  liberal  se  le  hostilizaba  también  al 
presidente,  exigiéndole  protección  á  la  demagogia,  y  decisio- 
nes dirigidas  á  perseguir  determinadas  clases  de  la  sociedad. 
Se  temía  el  ascendiente  que  tenía  sobre  el  ejército;  pero  re- 
conociendo al  mismo  tiempo  su  prestigio,  obraron  respecto 
á  él  de  tal  modo  que,  apareciendo  rendidos  y  obsequiosos, 
eran  realmente  enemigos  (pie  aspiraban  ó  á  vengarse  de  quie- 
nes ellos  querían  hacerlo,  ó  si  no,  destruir  al  que  no  se  pres- 
taba á  ser  instrumento  de  depravadas  miras.  Estaban  pre- 
parados los  partidarios  á  hostilizar  al  gobierno  que  ellos  mis- 
mos habían  creado,  de  tal  modo  que,  llamados  continuamen. 
te  sus  ministros  al  seno  de  la  representación  nacional,  fuesen 
molestados  con  repetidas  interpelaciones  y  residencias,  has- 
ta comprometerlos  á  (pie  fuese  destruido  cualquier  elemento 
que  pudiera  servirle  de  apoyo  para  libertarse  del  yugo  que 
le  había  impuesto  la  situación  ee  el  período  transcurrido  de 
cuatro  meses  después  de  haberse  terminado  la  revolución 
que  le  había  colocado  al  frente  del  gobierno.  ¡Cuan  breve 
fué  el  período  entre  la  revolución  apagada  y  la  unión  de 
combustibles  para  un  nuevo  incendio!  A  pesar  de  todo,  el 
presidente  tuvo  que  continuar  la  marcha  que  había  empren- 
dido para  dar  cumplimiento  á  sus  compromisos  y  poder  ha- 
cer el  bien  de  que  tanto  se  necesitaba,  á  fin  de  lograr  la  quie- 
tud y  felicidad  pública. 

Siguiendo,  por  tanto,  el  orden  constitucional,  y  guardán- 
dose la  época  del  período  administrativo,  veremos  cómo,  au- 
sente el  presidente,  se  desempeñaron  los  deberes  de  la  ma- 

Toho  II.— 49 


386 

gistratura  ejecutiva,  principiando  el  día  1?  de  abril  del  año 
de  1833. 

Sin  dar  principio  á  la  parte  que  comprende  el  período  res- 
pectivo, y  al  terminar  la  sección  presente,  seame  lícito  refe- 
rir que,  cumpliendo  con  lo  (pie  he  ofrecido  en  estas  Memorias, 
recuerde  la  houra  que  se  me  dispensó  eu  la  época  que  vengo 
narrando. 

En  el  Estado  de  San  Lnis  Potosí,  por  decreto  expreso  de 
su  legislatura,  se  hallaba  facultado  el  gobierno  del  mismo 
para  poder  dar  carta  de  ciudadano  potosinen.se  á  los  que  con- 
siderase dignos  de  ella  y  hubiesen  contribuido  de  un  modo 
eficaz  á  sostener  la  causa  de  la  libertad;  declarando  también 
por  otro  decreto,  en  el  goce  de  los  derechos  de  natural  del 
Estado,  al  que  se  hallara  en  el  caso  del  decreto  anterior.  Se 
me  dispeusó  este  honor  y  se  me  expidió  la  respectiva  carta 
de  ciudadano  potosinense  en  31  de  diciembre  de  18321  eu 
los  términos  (pie  explican  los  respectivos  documentos  que  se 
.citan. 

Entre  ellos  figuran  las  comunicaciones  respectivas  á  la 
elección  de  senador  que  se  sirvió  hacer  á  mi  favor  la  legis- 
latura de  San  Luis  el  día  l?  de  marzo;  ad virtiendo  que  tam- 
bién por  el  Estado  de  Zacatecas  y  el  propio  día  se  me  dis- 
pensó igual  honor;  quedando  con  la  representación  de  este 
último  Estado  en  la  cámara  de  senadores,  según  aparece  en 
sus  actas. 

Concluyo  diciendo  que  D.  Manuel  Gómez  Pedraza  quedó 
en  la  presidencia  de  la  república  en  la  ciudad  de  Puebla, 
como  efecto  del  plan  y  convenios  de  Zavaleta,  en  21  de  di- 
ciembre de  1832.  Vino  á  México  el  día  3  de  enero  de  1833, 
y  desempeñó  la  presidencia  hasta  1?  de  abril  del  mismo  año; 
desempeñándose  las  secretarías  del  despacho  como  sigue: 

1  Documento  n«m.  2. 


EELACIONES  INTEEXOEES  Y  EXTEEIOEES. 

DESDE  HASTA 

1832  dicbre.  26    D.  Bernardo  González  Án- 
gulo   1?    abril    1833 


JUSTICIA. 

1832       „       24     D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  E 25  diebre.  1832 

„         „       26     D.  Miguel  Ramos  Arizpe..   1?    abril    1833 


GUEEEA  Y  MAEINA. 

1832  „      24    D.  Cirilo  Gómez  Anaya...     7  enero  1833 

1833  enero     8     D.  Juan  Pablo  Anaya 30       „         „ 

„    febrero  1?    D.  Joaquín  Parres 1?    abril      „ 

HACIENDA. 

1832  diebre.  24    D.  Ignacio  Alas 4  enero  1833 

1833  enero     5     D.Miguel  Ramos Arizpe,  E.  1?  febrero    „ 
„     febrero  2     D.  Valeutin  Gómez  Farías.    31  marzo    „ 


389 


APÉNDICE  AL  TITULO  IX. 


Documento  Núm.  1. 


Antes  de  pasar  á  la  narración  de  los  disturbios  ocurridos  en  este 
año,  daremos  una  rápida  ojeada  sobre  el  estado  que  guardaban  las 
provincias,  con  relación  á  las  miras  políticas  y  á  las  peripecias  del 
drama  que  representaban  las  cámaras,  el  presidente  y  el  vicepresi- 
dente. 

El  Estado  de  Chiapas,1  antes  provincia  perteneciente  á  la  capita- 
nía general  de  Guatemala,  se  incorporó  al  imperio  mexicano,  por  vo- 
luntad de  sus  habitantes,  el  3  de  septiembre  de  1821 ;  y  la  junta  so- 
berana provisional  confirmó  el  hecho  por  decreto  de  12  de  noviembre 

1  Ya  que  vamos  á  ocuparnos  de  cada  uno  de  los  Estados,  aprovecharemos  la 
ocasión  para  decir  algo  de  su  situación  geográfica,  población  y  rentas.  Todos  los 
datos  que  existen  para  formar  esta  clase  de  noticias,  en  su  mayor  parte  son  inexac- 
tos y  contradictorios:  puede  decirse  sin  exageración,  que  hasta  hoy  el  gobierno 
mexicano  no  sabe  con  exactitud  ni  cuáles  son  sus  rentas,  ni  qué  número  de  habi- 
tantes tiene  el  país.  Cálculos,  más  ó  menos  aproximados  á  la  verdad,  es  lo  único 
que  existe  entre  nosotros  en  materia  de  estadística  Recientemente  ha  publicado 
el  Sr.  D.  Miguel  Lerdo  de  Tejada,  un  Cuadro  sinóptico  de  la  República  Mexicana, 
formado  en  vista  de  los  últimos  datos  oficiales  y  otras  noticias  fidedignas,  y  cuya  obra 
ha  sido  aprobada  por  la  "  Sociedad  mexicana  de  geografía  y  estadística."  Parecía, 
pues,  que  ese  trabajo  debía  reputarse  como  el  más  perfecto,  supuesto  que  él  había 
pasado  por  el  examen  de  una  sociedad  científica,  donde  se  han  reunido  las  grandes 
capacidades  que  tenemos  en  ciencia  y  letras.  Desgraciadamente  el  tal  Cuadro  sinóp 
tico,  hormiguea  de  errores  tan  garrafales,  que  sería  muy  aventurado  apoyarse  en 


390 

de  1821.  Desde  entonces  la  antigua  intendencia  de  este  nombre,  ha 
figurado  como  parte  integrante  de  la  nación,  participando  de  sus 
glorias,  infortunios  y  desgracias.  Separado  Chiapas  de  la  capital  de 
México  por  centenares  de  leguas,  de  caminos  casi  intransitables,  el 
fuego  revolucionario  apenas  ha  podido  llegar  allá,  y  cuando  esto  ha 
sucedido  sus  estragos  han  sido  muy  pasajeros.  Debido  á  su  situación 
lejana,  escasa  población  y  pobreza,  en  nada  ha  influido  respecto  á 
la  marcha  política  de  la  república,  puesto  que  sus  elementos  le  han 
forzado  á  seguir  el  impulso  de  los  diversos  partidos  que  han  gober- 
nado en  la  metrópoli.  En  la  época  presente,  sus  autoridades  se  de- 
clararon por  los  demócratas,  reconocieron  los  efectos  del  plan  de  Za- 
valeta,  y  unieron  su  voz  á  la  de  los  demás  Estados,  pidiendo  la  re- 
forma del  estado  eclesiástico  y  la  del  ejército  permanente. 

Las  vicisitudes  que  allí  habían  ocurrido,  no  pasaban  de  cuestio- 
nes de  familia,  sin  grandes  consecuencias,  pues  nunca  se  perturbó 
seriamente  la  tranquilidad  del  Estado.  Cuando  se  consumó  la  revo- 
lución contra  el. ministerio  Alamán,  funcionaba  de  gobernador  D. 
Joaquín  Miguel  Gutiérrez,  persona  de  medianos  alcances,  pero  muy 
afecto  al  nuevo  orden  de  cosas. 

Las  revoluciones  que  agitaban  á  los  Estados  centrales,  perturba- 
ban muy  poco  á  los  departamentos  lejanos.  La  antigua  provincia  de 
Nueva  Vizcaya,  se  dividía  en  intendencias,  llamadas  la  de  Chihua- 
hua y  la  de  Durango:  cada  una  de  éstas  tomó  el  título  de  Estado  al 

sus  aseveraciones.  La  Sociedad  de  geografía,  ciertamente  no  leyó  el  trabajo  que 
corre  con  la  nota  de  su  aprobación. 

Entre  tanta  incertidumbre;  nos  bemos  resuelto  á  seguir  en  ouanto  al  censo  de 
los  habitantes  de  la  república,  los  trabajos  de  D.  Antonio  José  Valdés,  publicados 
en  1832:  en  materia  de  rentas,  las  Memorias  de  los  Estados  y  las  del  gobierno  ge- 
neral ;  y  en  punto  á  noticias  geográficas,  copiamos  las  publicadas  por  el  Sr.  Lerdo. 
por  haber  sido  informados  de  su  autenticidad. 

Con  referencia  á  la  provincia  de  Chiapas,  diremos,  que  por  un  estado  incluso 
en  la  Memoria  leída  de  orden  del  gobernador,  en  el  congreso  de  aquel  Estado  el 
día  10  de  febrero  de  1831,  consta  que  su  población  total  ascendía  á  118,775  habi- 
tantes, distiibuidos  en  nueve  partidos.  Según  la  misma  Memoria  las  rentas  con 
que  se  contaba  para  sus  atencioues,  ascendían  cada  año  á  52,328  pesos,  y  sus  gastos 
á  67, 114  pesos. 

Chiapas  tiene  una  superficie  de  2,298  leguas  cuadradas;  su  latitud  septentrio- 
nal, 16°  34'  55";  longitud  E.  y  O.  del  meridiano  de  México,  6o  29'  0". 


391 

constituirse  la  nación  bajólas  fórmulas  republicanas.  Chihuahua1  ha- 
bía permanecido  en  paz,  hasta  1829  que  entró  en  la  carrera  de  los  mo* 
tines,  aunque  de  una  manera  menos  desastrosa  de  como  lo  habían 
hecho  los  principales  Estados  de  la  confederación.  Los  pocos  ele- 
mentos  de  riqueza  que  tenía  en  giro,  solo  le  permitían  ocuparse  en 
mal  resistir  las  continuas  depredaciones  de  que  era  víctima,  por  las 
incursiones  de  los  indios  bárbaros;  le  era,  pues,  indiferente  la  mar- 
cha de  los  negocios  en  México.  No  le  fué  posible  permanecer  mucho 
tiempo  sustraída  del  maléfico  influjo  de  los  partidos:  allí,  como  en 
todas  partes,  los  habitantes  do  las  grandes  poblaciones  se  dividieron 
en  diversos  partidos,  luchando  entre  sí  para  sobreponerse  el  uno 
al  otro,  á  fin  da  ejercer  el  poder  alternativamente.  Mas  estas  que- 
rellas nunca  han  sido  sangrientas,  porque  la  generalidad  de  la  po- 
blación no  ha  tomado  parte  en  las  cuestiones  abstractas  de  la  polí- 
tica. La  adopción  del  sistema  federal  ha  causado  la  ruina  de  aquel 
Estado,  y  la  codicia  é  indolencia  del  gobieruo  de  la  capital  de  la  re- 
pública le  ha  orillado  á  su  disolución.  Entregado  el  Estado  á  sus 
propias  inspiraciones,  y  abandonado  en  la  lucha  que  sostiene  día  á 
día,  con  un  enemigo  tan  temible  como  son  las  tribus  salvajes  que  lo 
circundan,  sus  moradores  han  contraído  un  odio  profundo  á  las  au- 
toridades de  la  Unióu,  porque  los  deja  desamparados  en  tan  terrible 
trance. 

La  creación  de  los  funcionarios  que  requiere  el  orden  adminis- 
trativo de  un  Estado  soberano,  consume  sus  pobres  rentas  y  faltan 
medios  con  que  mantener  las  tropas  que  son  necesarias  para  la  se- 
guridad de  sus  fronteras.  No  obstante  estos  males,  si  hemos  de  juz- 
gar por  los  impresos  de  la  época,  los  chihuahuenses  se  conforman 
con  sus  penas,  por  haber  trocado  la  seguridad  de  sus  vidas  ó  inte- 
reses,  por  el  título  de  "Estado  soberauo,  libre  ó  independiente." 

1  Cuando  en  1823  nombró  el  Estado  de  Chihuahua  sus  diputados  al  congreso 
general,  fué  dividido  el  territorio  en  once  partidos,  cuya  población  ascendió  á 
112,694  habitantes.  Según  los  datos  estadísticos  que  contiene  una  Memoria  de 
aquel  Estado  publicada  en  1833  por  D  José  Agustín  Escudero,  la  población  as- 
cendía entonces  á  145, 182  habitantes.  Las  rentas  de  Chihuahua  ascendían  anual- 
mente á  172,427  pesos,  y  sus  gastos  á  187,965.  La  superficie  de  esta  provincia  es 
de  13,493  leguas  cuadradas.  Latitud  septentrional  28°  35'  10".  Longitud  E.  y  O 
del  meridiano  de  México  6o  17'  0". 


392 

Bajo  la  administración  del  general  Bustamante,  este  Estado  se 
mostró  su  más  adicto  y  fiel  amigo;  destruidas  las  autoridades  loca- 
les que  allí  gobernaba'.),  por  el  cambio  político  ocurrido  á  principios 
del  preseute  año,  fué  nombrado  gobernador  D  José  Isidro  Madero. 
La  legislatura  rehusó  tomar  parte  en  el  cambio  y  expidió  un  decre- 
to el  13  de  enero,  declarando  que  cesaba  en  sus  funciones:  así  se  dio 
lugar  á  que  los  demagogos  se  apoderaran  de  los  destinos  públicos. 
Chihuahua,  pues,  figuraba  también  entre  los  poderes  auxiliares  del 
vicepresidente;  pero  como  no  tenía  ni  tropas,  ni  recursos,  sólo  pudo 
aprontar  su  contingente  de  decretos,  proclamas  y  artículos  de  pe- 
riódicos, contra  la  tiranía,  los  aristócratas  y  las  clases  privilegiadas. 

Casi  en  la  misma  posición  se  hallaba  el  Estado  de  Coahuila  y 
Texas.1  Esta  provincia,  como  más  cercana  al  teatro  de  los  sucesos, 
había  sido  conmovida  por  las  revoluciones  de  Tamaulipas  y  Nuevo 
León.  Los  inmensos  terrenos  que  poseía  á  la  izquierda  del  Río  Bra- 
vo, influían  mucho  para  que  se  le  mantuviera  bajo  la  tutela  de  los 
especulizadores  en  aquellas  tierras,  ü.  Lorenzo  de  Zavala,  por  me- 
dio del  gobernador  del  Estado,  D.  José  María  Viezca,  su  confidente 
y  amigo,  había  propagado  la  fracmasonería  bajo  el  rito  de  York.  Du- 
rante muchos  años  estuvieron  sus  autoridades  sujetas  á  este  fatal 
influjo,  y  entonces  fué  cuando  la  legislatura  y  el  gobernador  Viezca 
hicieron  inmensas  donaciones  de  terrenos  á  los  norteamericanos  en 
la  antigua  provincia  de  Texas,  con  pretextos  de  colonización. 

Sometido  el  gobierno  de  Coahuila  á  la  dirección  de  Zavala,  allí 
se  hacía  todo  lo  que  él  ordenaba:  de  aquí  es,  que  el  Estado  siempre 
figuró  á  la  vanguardia  de  las  sediciones  que  promovía  ó  fomentaba 
el  partido  democrático.  Luego  que  estalló  la  revolución  contra  el 
ministerio  Alamán,  se  ha  visto  cómo  se  declaró  por  ella,  proclaman- 
do la  restauración  del  general  Pedraza.  Triunfante  ésta,  se  estable- 
ció un  gobierno,  cuyo  personal  eran  los  restos  del  antiguo  partido 

1  La  constitución  de  Coahuila  y  Texas,  divide  su  territorio  en  tres  departa- 
mentos, que  contienen  veintitrés  municipalidades  con  una  población  de  77,795  in- 
dividuos. Las  rentas  del  Estado  suben  á  35,792  pesos  anuales,  y  sus  gastosa  50, 724. 
La  superficie  de  este  Estado  es  de  7,86á  leguas  cuadradas.  Su  latitud  septentrio- 
nal 25°  15'  30".  Longitud  Io  31'  30" 

En  el  cómputo  de  la  población  de  este  Estado,  no  incluimos  los  colonos  de  Te- 
xas, que  bien  pueden  computarse  en  25,000  habitantes. 


393 

yorkino.  A  la  cabeza  del  nuevo  orden  de  cosas  se  hallaba  el  gober- 
nador D.  Juan  Martín  de  Yeramendi,  y  los  diputados  D.  Agustín 
Viezea  y  D.  Dionisio  Elizondo,  todos  ellos  decididos  á  secundar  la 
marcha  política  de  los  supremos  poderes  de  la  federación. 

Mientras  en  México  no  se  habían  organizado  los  liberales  por  me- 
dio de  los  clubs  masónicos,  el  Estado  de  Durango1  permaneció  tran- 
quilo, y  las  autoridades  ejercieron  sus  funciones  sin  ningún  tropiezo; 
pero  apenas  fué  trasplantada  allí  la  secta  yorkina,  cuando  comenza- 
ron las  conspiraciones  y  los  motines  á  mano  armada. 

El  primer  acontecimiento  desgraciado  que  tuvo  lugar  en  aquella 
provincia,  fué  la  conspiración  do  4  de  agosto  de  1826,  ahogada  en  el 
momento  de  estallar,  por  laperfidia  de  dos  individuos  complicados 
en  la  revolución.  Sabedor  el  comandante  general  D.  Facundo  Mel- 
gares, del  punto  en  «pie  se  reunían  los  sediciosos,  comisionó  al  te- 
niente coronel  D.  Pedro  Corral  para  que  sorprendiera  y  aprisionara 
á  los  conspiradores;  lo  hizo  así,  y  en  el  parte  de  este  suceso  dice: 
"  Conforme  á  la  orden  que  V.  ¡á.  se  sirvió  conferirme,  he  sorprendi- 
do la  casa  de  D.  Jesús  Loza  á  las  ocho  de  esta  noche  con  quince  ar 
(¡Uleros  y  siete  cívicos,  de  cuya  fuerza  distribuí  siete  centinelas  ex- 
teriores, y  con  el  resto  penetré  al  interior  de  dicha  casa,  en  la  que 
fui  recibido  á  vivo  fuego,  el  que  contestó  mi  valiente  partida  con 
orden.  Fué  el  fruto  tomar,  con  no  poco  peligro,  treinta  y  tres  hom- 
bres que  comprende  la  adjunta  lista,  entre  los  cuales  hay  varios  de- 
sertores del  duodécimo  de  infantería,  trece  fusiles  y  carabinas,  trece 
ó  catorce  libras  do  balas  sueltas,  veinticinco  paquetes  de  cartuchos, 
y  treinta  y  tres  puñales." 

Desde  este  acontecimiento,  no  volvió  á  haber  paz  ni  tranquilidad 
en  Durango. 

El  partido  Cucha  que  era  el  dominante,  desplegó  después  de  este 
amago  gran  severidad  contra  los  numerosos  cómplices  de  Losa,  agen- 

1  El  Estado  de  Durango  se  compone  de  once  partidos,  cuya  población  es  de 
149,121  habitantes,  según  las  noticias  estadísticas  comunicadas  al  gobierno  gene- 
ral, en  diciembre  de  1S:_9,  por  las  autoridades  del  Estado.  La  superficie  de  éste  es 
de  6744  leguas  cuadradas:  su  latitud  septentrional  24c  -'  50",  longitud  E.  y  O.  del 
meridiano  de  México,  4o  53'  50". 

Las  rentas  de  Durango  en  el  período  de  que  hablamos  ascendían  anualmente 
á  314,214  pesos,  y  sus  gastos  á  398, '"19. 

Tomo  11—50. 


394 

te  ó  instrumento  del  partido  llamado  Chirrines. '  El  clero  comenzó  á 
sufrir  rudos  golpes,  y  los  españoles  y  sus  afectos,  que  notoriamente 
habían  tomado  parte  en  la  intentona,  fueron  perseguidos  terriblemen- 
te. Este  cruel  proceder,  dio  por  resultado  una  reacción,  acaudillada 
por  un  hombre  insignificante,  apellidado  González,  quien  disolvió  á  la 
legislatura  y  aprisionó  á  otras  autoridades.  Ya  se  ha  referido,  cómo 
logró  restablecer  el  orden,  el  general  D.  Joaquín  Parres,  el  10  de 
abril  de  1827:  mas  nada  hemos  dicho  referente  á  los  subsecuentes 
disturbios. 

Cada  día  iban  estos  en  aumento  por  la  deserción  que  sufrían  los 
chirines  6  escoceses,  en  virtud  de  la  instalación  de  las  logias  masóni- 
cas. Se  hallaba  á  la  cabeza  del  partido  cucha  ó  yorkino  D,  Santiago 
Baca  Ortiz,  persona  de  gran  talento  y  energía.  En  menos  de  un  año 
logró  reunir  bajo  su  bandera  á  toda  la  juventud,  y  á  los  muchos  tráns- 
fugas que  abandonaban  á  los  chirrines  atraídos  por  la  novedad  del 
nuevo  rito.  Baca  Ortiz  consiguió  sobreponerse  á  sus  contrarios;  la 

1  Al  imprimirse  este  tomo,  ha  llegado  á  nuestras  manos  un  opúsculo,  titula- 
do :  Noticias  históricas  y  estadísticas  de  Durango,  por  D.  José  Fernando  Ramírez.  Este 
autor,  dando  á  conocer  los  diversos  partidos  que  se  han  hecho  la  guerra  en  aquel 
Estado,  da  razón  del  origen  que  tuvieron  los  nombres  con  que  se  distinguían  las 
facciones  que  se  disputaban  el  poder.  Creemos  conveniente  reproducir  de  este  es- 
crito la  parte  que  hace  relación  á  nuestro  intento,  porque  siendo  el  Sr.  Ramírez 
una  persona  erudita,  miembro  del  partido  cacha,  y  testigo  de  los  acontecimientos, 
sti  dicho  merece  entero  crédito.  He  aquí,  pues,  la  nota  que  se  lee  á  la  página  62 
de  la  obra  citada. 

"  Quiero  ahorrar  al  que  escriba  la  historia  de  Durango,  la  pena  que  todavía  se 
toman  los  filólogos  para  desentrañar  la  etimología  ú  origen  del  nombre  con  que  las 
facciones  horriblemente  célebres  de  gaelfos  y  gibelinos,  ensangrentaron  la  Italia  y 
la  Alemania.  Chirria  era  el  apodo  de  un  hombre  pacífico  y  sin  letras,  pero  con  pre- 
tensiones de  gran  señor  y  literato,  que  llamaba  al  sueño  Morfeo  y  que  se  desper- 
taba cuando  Febo  con  sus  luminosos  rayos  comenzaba  á  asomar  por  los  balcones  del  orien- 
te. Este  personaje  fué  el  tipo  que  el  partido  cucha  encontró  más  adecuado  para 
caracterizar  y  ridiculizar  á  su  contrario,  compuesto  principalmente  de  estudiantes 
y  de  toda  la  juventud  de  Durango,  por  lo  que  también  se  le  llamó  el  partido  délos 
muchachos.  Estas  denominaciones  se  glosaban  con  todas  sus  numerosas  y  ridiculas 
variantes.  Cucha  era  un  mendigo  crapuloso,  entre  simple  y  bellaco,  que  ganaba  su 
villa  haciendo  reír  con  su  llanto  y  lágrimas  fingidas,  siendo  por  lo  mismo  el  ludi- 
brio y  desprecio  del  pueblo.  Tal  fué  el  personaje  que  los  chirrines  escogieron  para 
simbolizar  á  su  enemigo;  expresión  del  odio  y  la  venganza,  que  distaba  mucho  da 
la  realidad.'' 


395 

legislatura,  cuya  mayoría  pertenecía  á  éstos,  fué  dispersa;  y  de  tal 
hecho  se  derivaron  tantos  desastros,  que  muy  en  breve  las  autorida- 
des do  Duran  go  perdieron  el  hilo  de  la  legitimidad.  Desde  1828  no 
han  cesado  allí  los  disturbios:  el  congreso  general  se  ha  ocupado  va- 
rias veces  de  estas  querellas,  pero  sus  resoluciones  nunca  han  ter- 
minado la  lucha  de  los  partidos. 

La  revolución  de  Jalapa  restableció  en'el  poder  á  los  chirrines,  y 
el  pronunciamiento  verificado  en  consonancia  del  grito  de  Veracrüz 
en  1832.  derrocó  al  gobernador  1).  José  Antonio  Peséador,  y  volvió 
á  poner  en  el  puesto  supremo  á  D.  Francisco  Elorriaga,  una  de  las 
notabilidades  del  partido  opuesto,  que  había  sustituido  á  Baca  Or- 
tiz,  muerto  en  la  prisión  á  que  le  condujeron  sus  desbarros  y  el  fu- 
ror de  sus  enemigos. 

Elorriaga1  había  sido  ofendido  y  humillado  por  la  administración 
de  Bustamante:  por  venganza  abrazó  la  causa  que  proclamaron  los 
Estados,  invocando  el  nombre  de  Pedraza,  como  medio  de  recupe- 
rar el  poder  y  de  destruir  el  partido  regenteado  por  Alamán.  Con- 
sumada la  revolución  y  establecidas  las  autoridades  constituciona- 
les, el  gobierno  de  Durango  se  mostró  liberal  hasta  la  anarquía,  así 
como  el  más  entusiasta  sostenedor  de  toda  providencia,  que  tendiera 
á  hostilizar  al  clero  y  á  la  milicia  permanente.  Registrando  los  pa- 
peles oficiales  de  esta  época,  causan  rubor  las  adulaciones  y  las  li- 
sonjas que  prodigó  D.  Francisco  Elorriaga,  al  general  Santa-Anua, 
á  Farías  y  á  los  suyos.  Pero  este  entusiasmo  no  era  sincero,  ni  des- 
interesado, según  se  verá  al  historiar  los  diversos  sucesos  en  que  ha 
figurado  Elorriaga,  como  instrumento  de  partidos  esencialmente  dis- 
tintos y  enemigos. 

Se  ha  indicado  ya  la  conducta  observada  por  el  Estado  de  Gua- 
najuato,  durante  la  última  revolución;  mas  nadase  ha  dicho  respec- 
to á  la  que  ha  guardado  en  los  diversos  períodos  en  que  la  república 
ha  estado  envuelta  en  los  horrores  de  la  guerra  civil.  Esta  provincia 
por  su  situación  y  riqueza,2  debió  haber  ejercido  un  provechoso  in- 

1  En  ocasión  más  oportuna  referiremos  los  antecedentes  y  cualidades  de  este 
individuo,  puesto  que  ha  hecho  un  papel  notable  en  los  vaivenes  políticos. 

2  Respecto  á  la  población  de  este  Estado,  no  podemos  seguir  los  cálculos  del 
Sr.  Valdés,  porque  son  muy  inexactos.  Según  la  Memoria  presentada  á  la  legisla- 
tura de  Guanajuato  por  el  gobernador  D.  Lorenzo  Arellano,  el  censo  de  su  pobla- 


396 

flujo  en  la  marcha  de  los  negocios  públicos;  pero  causas  accidenta- 
les y  singulares  le  han  hecho  aparecer,  en  la  escena  política,  desde 
1821,  como  sujeta  alas  inspiraciones  privadas  de  un  pequeño  núme- 
ro de  individuos,  los  que  se  han  propuesto  seguir  el  curso  de  los 
acontecimientos,  sin  tomar  una  parte  activa  en  las  grandes  cuestio 
nes  que  agitan  á  la  república. 

Consumada  la  independencia  nacional,  las  autoridades  y  habitan- 
tes de  (ruanajuato  se  dedicaron  exclusivamente  á  reparar  los  inmen- 
sos quebrantos  que  habían  sufrido  su  agricultura  y  minería  durante 
la  guerra  llamada  de  insurrección.  Poco  ó  ningún  aprecio  se  hizo 
allí  de  la  creación  del  imperio,  de  la  proclamación  del  sistema  repu- 
blicano, y  de  las  innovaciones  consiguientes  á  estos  cambios  de  go- 
bierno. Cuando  el  partido  yorkino  comenzó  á  regularizarse,  se  esta- 
blecieron en  la  capital  del  Estado  algunas  logias,  que  fueron  muy 
poco  concurridas,  por  la  general  aversión  con  que  eran  vistos  los  ri- 
tos masónicos  y  todo  cuanto  no  tendía  á  restaurar  los  antiguos  há- 
bitos, ó  la  prosperidad  individual  de  sus  habitantes.  En  las  ruidosas 
das  habidas  entre  escoceses  y  yorkinos,  Guanajuato  permaneció 
neutral  é  indiferente,  y  sólo  en  fuerza  de  los  acontecimientos,  hubo 
de  secundar  las  inicuas  leyes  de  expulsión  de  españoles,  no  obstante 
qu<  éstos  contaban  con  el  valimiento  y  patrocinio  de  las  familias  más 
influentes  en  todo  el  Estado.  En  ningún  punto  de  la  república  se  han 
arraigado  más  las  ideas  y  las  preocupaciones  de  los  peninsulares, 
como  en  esta  provincia,  verdaderamente  excepcional,  bajo  cualquier 
to  que  se  le  considere.  Cierto  que  casi  todas  sus  grandes  po- 
blaciones han  sido  el  teatro  de  acontecimientos  más  ó  menos  nota- 
durante  nuestros  disturbios  civiles:  mas  esto  ha  sido  por  su  si- 
tuación central,  y  abundancia  de  recursos,  en  pos  de  los  cuales  han 
los  revolucionarios;  pero  no  porque  los  habitantes  del  Es- 
tado, ó  las  autoridades,  hayan  iniciado  jamás  un  cambio,  ó  una  me- 
dida que  tendiera  á  variar  el  aspecto  de  la  república. 

oión  en  1849,   es  de  713.583;  lo  que  da  un  aumento  considerable  respecto  á 
5U0,000  habitantes  qiie  le  calculó  el  Sr.  Valdés  en  1832. 

La  superficie  de  Guanajuato  en  leguas  cuadradas,  es  de  1,755.  Latitud 
tentrional  21°  o  50",   Longitud  E.  y  O.  del  'ueri<iia:io  ..le  México  1°  49'  2".  Nin- 
gún Estado  de  la  Federad  anas  >rvarsusren  '  ruanajuato.  En' 
idían  ésta*  anualmente  á  537,420  pesos,  y  sus  gastos  á  4Ü5.71S. 


397 

El  enigma  que  encierra  esta  conducta,  le  encontraremos  obser- 
vando atentamente  el  carácter  de  las  personas  que  allí  han  domina- 
do. Aparece  entre  éstas,  como  el  principal,  un  individuo  de  antece- 
dentes honrosos  en  la  carrera  de  las  armas,  y  cuya  habilidad  en  punto 
á  couservar  el  equilibrio  político,  se  ha  hecho  proverbial.  El  arbitro 
absoluto  de  los  destinos  de  Guauajuato,  era  el  general  D.  Luis  Cor- 
tazar,  rico  propietario  y  natural  del  mismo  Estado.  El  ascendiente 
que  supo  adquirir,  desde  que  había  sido  teniente  coronel  del  regi- 
miento de  dragones  de  Moneada,  sosteniendo  la  causa  del  rey  contra 
los  primeros  patriotas,  se  aumentó  extraordinariamente,  cuando  en 
16  de  marzo  de  1821,  secundó  en  el  pueblo  de  los  Amóles  el  grito 
de  Iguala.  Cortázar  era  valiente  é  instruido,  como  lo  prueban  la  ra- 
pidez de  sus  movimientos  y  la  destreza  con  que  obró  para  forzar  á 
Salamanca,  Celaya  y  Valle  de  Santiago,  á  que  adoptaran  el  plan  de 
independencia.  El  caudillo  de  Iguala,  agradecido  á  estos  servicios, 
que  realmente  fueron  la  base  de  sus  subsecuentes  operaciones,  le 
distinguió  de  mil  maneras,  encargándole,  no  sólo  las  empresas  más 
difíciles,  como  la  rendición  de  los  coroneles  realistas  D.  Pedro  Pé- 
rez San-Julián  y  D.  Ramón  Bracho,1  sino  aun  aquellas  que  reque- 
rían suma  confianza,  y  una  adhesión  muy  especial  á  su  servicio:  por 
tal  puede  reputarsH  la  disolución  del  primer  congreso  nacional,  em- 
presa confiada  á  Cortázar.  Este,  y  otros  hechos  en  que  figuró  como 
ciego  instrumento  del  emperador,  no  paralizaron  su  carrera,  ni  le 
ocasionarou  los  disgustos  á  que  se  vieron  sometidos  los  amigos  y 
confidentes  del  ilustre  Iturbide;  por  el  contrario,  desde  entonces  Cor- 
tazar  se  hizo  hombre  de  importancia,  y  los  partidos  alternativamente 
emplearon  su  espada  y  nombre,  para  la  consecución  de  sus  miras. 
A  todos  los  bandos  políticos  servía,  con  tal  que  le  dejaran  en  quieta 
y  pacífica  posesión  del  departamento  donde  se  había  constituido 
como  un  bajá.  Y  no  se  crea  que  el  general  Cortázar  era  hombre  de 
profundos  conocimientos,  merced  á  los  que  había  adquirido  esa  pre- 
ponderancia en  Guanajuato,  y  la  respetabilidad  con  que  le  veían  los 
partidos:  su  instrucción  no  pasaba  de  vulgar;  pero  tenía  gran  talen- 
to natural,  y  un  carácter  que  fácilmente  se  acomodaba  á  todas  las 

1  Aunque  el  general  D.  José  Antonio  Echávarri  mandaba  en  jefe  la  expedición 
destinada  á  batir  á  San-Julián  y  á  Bracho,  Cortázar  fué  el  que  verdaderamente 
alcanzó  la  victoria  de  equella  i"endición  singularísima  en  los  anales  militares. 


398 

circunstancias  y  á  todas  las  opiniones.  Ni  conocía  las  teorías  de  nin- 
gún gobierno,  ni  menos  tenía  fe  en  ellas;  así  es  que,  el  sistema  fe- 
deral, no  era  más  que  un  fantasma  tras  del  cual  ejercían  sus  criatu- 
ras el  pleno  y  puro  despotismo. 

Los  adelantos  materiales,  en  los  diversos  ramos  de  la  adminis- 
tración, que  obtenía  el  Estado  bajo  su  influencia,  eran  los  títulos  de 
su  poder:  su  egoísmo  pava  ser  un  simple  espectador  en  todo  movi- 
miento revolucionario,  le  hacía  aparecer  como  amigo  del  orden  y  de 
la  paz;  en  fin,  su  docilidad  para  seguir  las  huellas  del  vencedor,  le 
daban  todo  el  ascendiente  de  que  gozaba,  aun  en  las  ocasiones  en 
que  pudo  hacer  crisis  su  influjo  en  la  sociedad. 

Se  ha  visto  la  política  bastarda  que  usó,  durante  la  revolución 
contra  el  gobierno  del  vicepresidente  Bustamaute,  y  su  cooperación 
al  tratado  de  Zavaleta,  por  el  que  este  general  todo  lo  perdió  entre- 
gándose casi  á  discreción  de  los  vencedores.  Luego  que  terminaron 
estas  escenas,  se  retiró  Coi-tazar  á  Guanajuato,  é  hizo  que  la  legis- 
latura adoptara  el  nuevo  pacto,  y  que  se  procediera  conforme  al  te- 
nor de  su  artículo  3o  á  la  renovación  de  los  funcionarios.  Las  elec- 
ciones para  diputados  á  la  legislatura,  recayeron  en  individuos  cuyas 
opiniones  no  eran  las  del  partido  exaltado:  también  el  nombramien- 
to de  gobernador  resultó  en  el  mismo  sentido.  El  general  Cortázar, 
por  medio  de  D.  José  P.  Marañón,  que  desempeñaba  las  funciones 
del  poder  ejecutivo,  fué  el  que  hizo  estos  nombramientos.  El  licen- 
ciado D.  Manuel  Baranda,  amigo  íntimo  de  Cortázar,  sustituyó  á 
Marañón,  encargándose  del  gobierno  en  abril  de  1833.  Este  indivi 
dúo  por  sus  opiniones  y  antecedentes,  no  pertenecía  al  bando  demo- 
crático: hombre  de  talento,  instruido,  intrigante,  calculista  y  vani- 
doso, no  era  de  esperarse  que  secundara  la  marcha  política  de  los 
demás  Estados,  ni  que  se  comprometiera  á  llevar  á  efecto,  en  la  pro- 
vincia de  su  mando,  los  proyectos  de  reforma  que  estaban  en  boga. 

Si  Guanajuato  se  presentaba  como  una  excepción,  supuesto  que 
allí  no  pudieron  triunfar  los  demagogos,  no  era  así  en  el  Estado  de 
Jalisco,  cuyos  destinos  habían  caído  completamente  bajo  el  dominio 
de  los  jóvenes  más  exaltados.  Desde  los  primeros  días  de  nuestra 
existencia  como  nación  independiente,  había  distinguídose  esta  pro 
vincia,  por  sus  marcadas  tendencias  hacia  la.s  innovaciones  del  siglo, 
bajo  un  sistema  de  gobierno  liberal  y  republicano. 


399 

Los  jalicienses  habían  gozado  en  tiempo  de  la  dominación  espa- 
ñola, de  todas  aquellas  franquicias  y  beneficios  que  eran  compatibles 
con  el  régimen  colonial.  Erigida  la  provincia  en  capitanía  general, 
tenía  lo  mismo  que  la  ciudad  de  México,  su  jefe  supremo,  su  audien- 
cia, universidad,  colegios,  bibliotecas,  hospitales  y  otras  fundaciones 
de  beneficencia,  debido  á  la  filantropía  de  los  varones  esclarecidos 
que  residieron  en  su  territorio.  La  educación  que  recibían  sus  habi- 
tantes, estaba  en  armonía  con  la  enseñanza  que  se  daba  á  la  juven- 
tud en  la  metrópoli,  y  por  esto  Jalisco,  en  nada  era  extraño  al  grado 
de  ilustración  en  que  pudieran  hallarse  los  mismos  peninsulares. 
Hombres  eminentísimos  en  ciencias  y  letras,  formados,  ya  en  estos 
establecimientos,  ya  por  sí  mismos,  propagaron  allí  el  estudio  de  las 
lenguas  extranjeras,  muchos  años  antes  que  se  consumara  la  inde- 
pendencia.1 Al  operarse  los  grandes  cambios,  como  consecuencia  de 
ésta,  la  Nueva-Galicia  se  encontraba  en  una  posición  superior  al  res- 
to de  las  provincias,  por  lo  que  debía  ejercer  un  dominio  decisivo  en 
la  política  del  país. 

Jalisco  fué  el  primer  Estado  que  se  declaró  por  el  sistema  fede- 
ral, desconociendo  las  bases  del  plan  de  Iguala  y  tratado  de  Córdo- 
ba: por  su  ejemplo,  las  demás  provincias  obligaron  al  congreso  de 
1822  á  que  se  declarara  convocante:  á  su  imitación  se  organizaron 
los  poderes  locales  de  los  otros  Estados:  baste  decir  que  la  mayor 
parte  de  los  acontecimientos  ocurridos  en  nuestro  suelo,  ya  sean  fa- 
vorables ó  adversos  á  la  república,  todos  han  tenido  origen  en  dicho 
departamento,  el  más  adelantado  en  civilización.2 

1  No  nos  es  posible  citar  todos  los  nombres  de  las  personas  que  trabajaron 
constantemente  en  aquellos  tiempos  en  difundir  las  luces  y  los  conocimientos  úti- 
les, en  la  ciudad  de  Guadalajara:  nos  contentaremos  con  mencionará  los  eclesiás- 
ticos, doctores  Gómez  Yillaseñor,  Sierra.  Maldonado,  Arroyo  de  Anda,  Vélez(D. 
Juan  José),  Iriarte ;  los  religiosos  franciscanos  Andrade,  Haro  y  Navarro;  los  li- 
cenciados Gil,  Fuentes,  López  Portillo,  Campa,  Arroyo  [D.  Apolonio]  y  otra  mul- 
titud de  personas  eruditas.  El  que  quiera  formar  idea  del  adelanto  en  que  estaban 
las  ciencias  políticas  y  sociales  en  Jalisco,  cuando  se  proclamó  el  plan  de  Iguala, 
debe  leer  un  escrito  publicado  por  el  Dr.  Maldonado,  cuyo  título  es  :  "  Contrato  de 
asociación  para  la  república  de  los  Estados  Unidos  de  Anáhuac.  Año  de  1821."  Un 
opúsculo  del  Dr.  Arroyo,  titulado:  l'Idea  del  gobierno  que  conviene  al  imperio  mexi- 
cano. Año  de  1822."  Extenso  sería  el  catálogo,  si  puntualizáramos  todos  los  escritos 
que  salieron  á  luz  sobre  estas  materias,  en  los  años  de  1821  á  1824. 

2  Conforme  á  la  estadística  formada  en  Jalisco  por  el  año  de  1825,  había  en- 


400 

Las  doctrinas  que  el  presente  siglo  ha  sancionado  como  dogmas 
políticos,  han  sido  acogidas  por  la  juventud  del  Estado,  con  el  ma- 
yor entusiasmo  y  aun  puede  decirse  con  frenesí.  Preparados  los  áni- 
mos para  recibir  las  nuevas  teorías,  fácil  fué  á  los  hombres  que  allí 
dirigían  los  negocios,  darles  un  impulso  extraordinario.  El  rito  yor- 
kino  se  extendió  y  propagó  rápidamente  bajo  la  dirección  de  D.  Pris- 
ciliano  Sánchez,  D.  José  María  Corro,  D.  Juan  Nepomuceno  Cum- 
plido y  otros  individuos  menos  notables.  Las  logias  masónicas  fue- 
ron dispersas  y  desconcertadas,  por  sus  diferencias  entre  sí,  y  más 
que  todo,  por  la  persecución  sorda,  pero  eficaz,  que  les  hizo  el  estado 
eclesiástico,  á  cuya  cabeza  se  hallaban  los  canónigos  Dr.  D.  Toribio 
González,  Dr.  D.  José  María  Riva  y  Rada,  y  dos  clérigos,  llamados 
D.  Juan  María  Corona  y  Dr.  D.  Manuel  Covarrubias;  todos  ellos  de 
prestigio,  profunda  instrucción  y  más  enemigos  de  la  independencia 
que  de  las  teorías  modernas.  ¡Sin  embargo  de  la  animadversión  con 
que  el  clero  veía  la  francmasonería,  nunca  logró  su  total  descrédito, 
ni  menos  pudo  extinguir  el  germen  de  sus  doctrinas.  Obra  de  éstas 
fueron  las  continuas  agitaciones  que  sufrió  el  Estado,  durante  los 
años  de  1827  á  1829. 

La  restauración  del  general  Pedraza  ocasionó  en  Jalisco  un  cam- 
bió completo  en  el  personal  de  su  administración.  En  Julio  de  1832, 
había  separádose  del  gobierno  D.  José  Ignacio  Cañedo,  fastidiado 
de  los  negocios,  de  las  intrigas  de  los  partidos,  y  huyendo  de  los  com- 
promisos consiguientes  á  una  época  tempestuosa.  El  vicegoberna- 
dor D.  José  Ignacio  Herrera,  entró  á  desempeñar  el  poder  ejecutivo, 
y  á  su  sombra,  la  facción  victoriosa  logró  posesionarse  de  todos  los 
empleos.  La  legislatura  también  fué  renovada  conforme  alas  inspi- 
raciones del  momento.  Los  sufragios  del  pueblo  se  hicieron  recaer 
en  jóvenes  instruidos,  entusiastas,  y  muy  resueltos  á  llevar  adelante 
los  proyectos  de  regeneración  universal  que  calentaban  las  cabezas 
de  nuestros  bulliciosos  republicanos.  Los  diputados  que  más  se  dis- 

tonces  656,830  habitantes,  distribuidos  en  los  ocho  cantones  que  forman  su  divi- 
sión política.  Algunos  datos  oficiales  más  recientes,  hacen  subir  su  población  en 
1833,  á  750,628.  Las  rentas  de  este  Estado  Ascienden  á  500,000  pesos  anuales,  y 
los  gastos  á  600,000  pesos.  La  superficie  de  Jalisco  en  leguas  cuadradas,  es  de 
6,758.  Su  latitud  septentrional  20°  41'  10".  Su  longitud  E.  y  O.  del  meridiano 
de  México  4°  15'  26" 


401 

tinguían  por  su  celo  reformadoi',  eran  D.  Jesús  Camarena,  D.  Fran- 
cisco Seinería,  D.  Pedro  Zubieta,  D.  Joaquín  Ángulo  y  D.  Pedro 
Nolasco  Millán,  todos  amigos  sinceros  de  la  libertad,  animados  de 
las  mejores  intenciones;  pero  inexpertos,  sin  cálculo  ni  prudencia, 
un  tanto  inquietos  y  arrogantes.  Figuraban  en  pos  de  éstos,  otros 
que  no  tenían  su  ardiente  fe  política,  ni  su  talento:  hombres  oscu- 
ros, demócratas  por  interés,  y  cuyo  papel  estaba  reducido  á  emitir 
sus  votos  conforme  á  la  voluntad  del  partido  de  que  eran  arlequines, 
ó  del  ejecutivo  que  sabía  emplear,  ora  su  fatuidad,  ora  su  ambición  Ó 
arrojo.  A  esta  multitud  de  arlotes  pertenecían  los  diputados  D.  Lu- 
cas Toledano  y  D.  Crispiniano  del  Castillo,  á  quien  se  verá  figurar 
más  adelante  en  altos  puestos. 

La  administración  de  D.  Ignacio  Herrera,  estaba  al  expirar,  cuan- 
do se  realizaron  en  toda  la  extensión  de  la  república  los  cambios 
operados  por  la  revolución;  así  es  que,  los  titulados  liberales,  redo- 
blaron sus  intrigas  para  ganar  la  elección  de  gobernador  y  vice:  se 
disputaban  el  triunfo,  como  candidatos,  D.  José  María  Hijar,  D. 
Juan  Nepomuceno  Cumplido  y  U.  Pedro  Tames.  La  fortuna  y  la 
opinión  se  decidió  por  el  último,  como  el  partidario  más  querido  del 
nuevo  personal  que  dominaba.  Este  individuo,  de  profesión  médico, 
había  sabido  formarse  un  círculo  de  admiradores  entre  los  jóvenes 
sus  correligionarios;  su  gran  capacidad  ó  instrucción,  unidas  á  sus 
modales  cortesanos,  le  grangearon  el  aprecio  aun  de  sus  enemigos 
políticos.  Tames  profesaba  los  principios  republicanos,  y  era  uno  de 
esos  demagogos  que  son  liberales  en  abstracto  y  déspotas  en  la  prác- 
tica. ¡Sus  actos  gubernativos  llevaban  impreso  el  sello  de  la  arbitra- 
riedad más  desenfrenada;  su  política  parecía  basada  sobre  aquella 
sentencia  de  Maquiavelo,  que  dice:  "Los  hombres,  queriendo  liber- 
tarse del  terror,  lo  inspiran  á  otros,  y  arrojan  sobre  sus  conciuda- 
danos el  mal  de  que  procuran  resguardarse;  de  manera,  que  parece 
inevitable  hacer  mal  ó  recibirlo."  Quizá  las  circunstancias  de  la  épo- 
ca, las  exigencias  de  partido  á  quien  debía  su  elevación,  ó  "la  idea 
de  hacer  un  mal  que  puede  producir  un  bien,"  era  lo  que  le  impelía 
á  proceder  desatentadamente.  Puede  ser  que  en  tiempos  pacíficos, 
él  no  se  hubiera  atrevido  á  cargar  con  la  responsabilidad  de  los  he- 
chos que  luego  referiremos. 

Sometido  el  ejecutivo  á  la  voluntad  y  capricho  de  las  personas 
Tomo  II.— 51. 


402 

más  exaltadas,  y  dominado  el  congreso  del  vértigo  de  la  época,  am- 
bas potestades  desde  sus  primeros  pasos  comenzaron  á  hostilizar  á 
determinadas  clases  y  personas.  Contra  el  estado  eclesiástico  se  for- 
mularon leyes  que  tendían  á  menoscabar  su  influjo,  á  disminuir  su 
poder,  y  á  despojarlo  de  sus  riquezas:  intentóse  también  desacredi- 
tarlo por  medio  de  escritos  acres,  calumniosos  y  virulentos.  De  las 
prensas  del  gobierno  salían  á  luz  periódicos  consagrados  á  herir  al 
clero,  y  á  propagar  las  ideas  y  doctrinas  más  irreligiosas  y  anárqui- 
cas. Entre  éstos,  hacíase  notable,  por  la  desenvoltura  de  su  lenguaje, 
uno  titulado  "El  termómetro,"  redactado  por  el  gobernador  Tames 
y  los  diputados  Semería  y  Millán.  Unas  veces  sus  autores  usaban  el 
lenguaje  austero  de  la  virtud  y  de  la  moral,  para  reprender  supues- 
tos crímenes;  otras,  se  inculpaba  á  los  eclesiásticos  por  la  rigidez 
de  sus  leyes  y  doctrinas,  y  casi  siempre  las  amenazas  y  los  apostro- 
fes más  rudos  eran  el  preludio  de  ¿as  providencias  arbitrarias  con 
que  querían  reformar  la  Iglesia  y  sus  ministros.  Como  una  muestra 
del  descomedimiento  con  que  escribía  el  ''Termómetro/'  presenta- 
remos los  párrafos  siguientes:  "Está  probado,  se  decía  en  la  parte 
editorial  del  número  15,  que  los  ministros  de  Jesucristo  no  son  la 
Iglesia;  y  podrá  probarse  que  los  clérigos  y  frailes  de  Guadalajara, 
generalmente  hablando,  no  sou  ministros  de  Jesucristo.  Jesús  dijo: 
"¡Sed  mausos  y  humildes."  Los  sacerdotes,  por  lo  general,  sou  so- 
berbios y  orgullosos.  Jesús  dijo:  "Mi  reino  no  está  en  este  mun- 
do." A  sus  falsos  discípulos  les  importa  bien  poco  que  exista  el  rei- 
no de  los  cielos,  si  no  participan  de  las  comodidades  de  los  reinos  de 
la  tierra.  Jesús  dijo :  "  Id,  y  predicad :  si  no  os  creyeren,  salios  y  sacu- 
did el  polvo  de  vuestros  zapatos."  Los  clérigos  y  frailes,  lejos  de  sa- 
cudir sus  zapatos,  se  hacen  dueños  del  polvo  de  las  ciudades,  y  con  él 
fabrican  suntuosos  palacios  y  lucrativas  habitaciones.  Jesús,  con 
cinco  panes  y  dos  peces,  alimentó  á  una  inmensa  multitud  que  lo 
seguía  al  desierto  por  oír  su  doctrina:  los  clérigos,  arrebatan  el  sus- 
tento á  los  cristianos  más  menesterosos  y  desvalidos,  cual  son  los 
agricultores.  Los  ministros  malos  de  Jesús,  siempre  fueron  incon- 
secuentes con  las  respetables  máximas  y  espinosos  ejemplos  del  ¡Sal- 
vador; mas  no  ha  sucedido  lo  mismo  con  las  que  refluyen  en  su  pro- 
vecho, pues  á  pie  juntillas  defienden  el  dicho  del  apóstol  de  las 
gentes:  "El  que  sirve  al  altar,  debe  comer  del  altar."  Y  no  debemos 


403 

escandalizarnos  los  seglares  de  ver  á  uno  y  muchos  sacerdotes  ro- 
deados de  hijos,  porque  el  Eterno  dijo  en  el  instante  de  la  creación: 
"Creced  y  multiplicaos."  Señores  clérigos  y  frailes,  la  dulce  doctrina 
del  ¡Salvador  del  mundo,  no  os  ha  servido  más  que  de  pretexto  en- 
gañoso, ya  para  esquilmar,  ya  para  prostituir  al  pueblo  cristiano;  ¿y 
tenéis  valor  aún  de  citarnos  testos  y  concilios  en  favor  de  vuestros 
bienes  temporales?  Vosotros  valdríais  bien  poco,  si  el  despotismo  no 
hubiera  fomentado  la  ignorancia  y  el  fanatismo  de  los  hombres.  Así, 
cuando  los  pueblos  adelanten  en  el  conocimiento  de  sus  derechos, 
retrogradareis  vosotros  sobre  el  camino  de  vuestra  ambición.  Cuan- 
do todos  sepan  que  el  dogma  no  es  más  que  la  revelación  de  las  ver- 
dades de  Dios;  y  que  el  dogma  no  ordena  mantener  con  suntuosidad 
y  profusión  á  una  caterva  de  holgazanes;  entonces  vosotros  tendréis 
que  sacudir  el  polvo  de  vuestros  zapatos." 

El  cifro,  que  escuchaba  esta  grita  frenética,  y  que  conocía  el  ob- 
jeto y  tendencias  de  sus  enemigos,  se  apresuró  á  volver  golpe  por 
golpe,  usando  de  la  imprenta  con  circunspección  y  decencia.  Desde 
luego,  los  eclesiásticos  más  instruidos  tomaron  á  su  cargo  la  labo- 
riosa empresa  de  refutar  aquellas  publicaciones  que  vulneraban  la 
independencia  y  los  derechos  de  la  Iglesia.  "El  Defensor  de  la  re- 
ligión," periódico  redactado  por  los  doctores  D.  Pedro  y  su  hermano 
D.  Francisco  Espinosa,  y  D.  Pedro  Barajas,  sostuvo  con  dignidad 
y  acierto  la  controversia,  marcando  los  límites  á  que  debiera  circuns- 
cribirse la  autoridad  civil  en  los  negocios  eclesiásticos.  El  Dr.  D. 
Manuel  Covarrubias  se  consagró  á  combatir  en  folletos  anónimos 
las  calumnias  con  que  se  atacaba  á  todo  el  clei'o  mexicano,  y  á  de- 
mostrar los  graves  errores  ó  equivocaciones  de  los  que  intentaban 
usurpar  los  bienes  eclesiásticos,  y  nulificar  las  prerrogativas  canóni- 
cas y  civiles  del  sacerdocio. 

Entre  los  defensores  del  clero,  figuró  un  escritor  de  muy  esca- 
sos conocimientos;  pero  sumamente  audaz  é  insolente,  y  cuyas  pu- 
blicaciones tenían  por  objeto  ofender  y  ridiculizar  al  partido  liberal 
y  al  gobierno.  Este  folletinista  apellidábase  Castañeda,  de  ejercicio 
cantor  en  el  coro  de  la  catedral,  y  como  dependiente  de  los  canóni- 
gos, á  ellos  se  atribuían  sus  virulentas  publicaciones.  Los  demago- 
gos se  llenaban  de  furor  cada  vez  que  un  papelucho  de  Castañeda 
los  ponía  en  evidencia,  usando  ya  de  sarcasmos,  ya  de  sátiras,  ó  em- 


404 

pleando  las  groserías  más  insultantes.  Tales  polémicas,  sólo  dieron 
por  resultado  agriar  los  ánimos,  y  precipitar  á  los  diputados  á  la 
adopción  de  medidas  represivas  de  la  prensa,  y  á  hacerlos  elevar  al 
carácter  de  ley  sus  amenazas  y  sus  proyectos  de  reforma. 

La  fuerza  armada  era  también  otra  de  las  instituciones  contra 
quien  se  habían  declarado  los  poderes  ejecutivo  y  legislativo.  Para 
ellos,^  el  ejército  permanente  había  venido  á  ser  la  reunión  de  hom- 
bres inútiles,  gravosos  á  la  sociedad,  y  perniciosos  en  todas  líneas. 
La  extinción  de  Jos  cuerpos  reglados,  era  una  providencia  urgente, 
pues  que  sin  ella  la  república  no  tendría  orden  ni  libertad.  Queríase 
que  la  milicia  cívica  reemplazara  al  ejército,  porque  estos  batallones 
se  organizaban  á  la  voluntad  y  á  la  elección  délos  gobiernos  provin- 
ciales, por  cuya  circunstancia  eran  los  más  á  propósito  para  servir  á 
las  miras  interesadas  de  los  tiranuelos  dispersos  en  los  Estados  de 
la  federación.1  Consecuente  el  gobernador  Tames  á  estas  exigencias 

1  Para  que  el  lector  conozca  el  espíritu  que  animaba  á  los  cívicos,  bueno  será 
que  presentemos  una  nota  oficial  del  hermano  del  gobernador,  agraciado  con  el 
empleo  de  coronel,  quizá  sin  conocer  ni  el  nombre  de  las  piezas  de  un  fusil.  El  celo 
y  el  ahinco  de  ostentar  el  uniforme  militar  los  nuevos  agraciados,  motivó  la  si- 
guiente nota : 

Primer  batallón  cívico  del  Estado  de  Jalisco—Algunos  individuos  que  fueron 
oficiales  de  la  milicia  cívica  de  Jalisco,  y  que  dejaron  de  serlo  por  la  organi 
nueva  que  se  dio  á  los  cuerpos  del  Estado,  aun  se  permiten  la  licencia  de  portar 
imifortre,  como  si  fueran  tales  oficiales.  Yo  mismo  he  visto  en  el  día  11  de  este 
mes,  vestido  de  militar  á  D.  Jacobo  María  Vallejo.  D.  Ignacio  Calderón  también 
porta,  cuando  le  parece,  el  traje  cívico,  y  así  se  vio  en  la  Semana  Santa  próxima 
pasada.  D.  Juan  González,  hijo  de  D.  Miguel  González,  que  tenía  arrendada  la 
hacienda  de  la  Capacha,  porta  divisas  de  capitán  era  noches  de  retreta,  sin  pertene- 
cer á  cuerpo  alguno,  y  contesta  cuando  es  reconvenido,  que  es  del  primer  batallón, 
ó  de  algún  otro,  según  la  persona  con  quien  traía  Los  dos  primeros,  dejaron  de 
ser  cívicos,  y  no  pueden  alegar  que  son  del  ejército,  porque  además  de  ser  muy 
cuestionable  si  el  gobierno  general  puede  dar  ascenso  á  los  cívicos  de  los  Estados, 
la  ley  que  lo  permitía  fué  derogada  en  el  año  pasado.  Los  propios  soldados  perma- 
nenl  es  y  activos,  se  han  sujetado  á  ella,  sin  exceptuarse.  A  pórfido  general  Bravo, 
que  era  uno  de  los  llamados  agraciados  ó  premiados  por  las  matanzas  y  perfidias 
que  causó  en  la  guerra  del  Sur;  y  no  son  ciertamente  comparables  en  méritos  y 
servicios  aquellos  tres  señores,  con  este  infortunado  general.  Su  condiciones  muy 
inferior.  -  Las  leyes  de  Jalisco  han  querido  y  quieren  que  porten  insignias  milita- 
res, aquellos  ciudadanos  á  quienes  ha  confiado  las  armas  para  defensa  de  su  liber- 
tad y  del  sistema  federal,  y  no  ha  querido  que  la  disfruten  los  particulares  que  no 


405 

de  partido,  levantó  diversos  cuerpos,  nombró  jefes  y  oficiales  esco- 
giéndolos del  número  de  sus  adictos  y  aduladores,  y  confió  el  mando 
de  las  milicias  del  Estado,  con  el  carácter  de  inspector  general,  á  D. 
José  María  Mellado,  hombre  sin  antecedentes,  sin  instrucción  ni  me- 
recimientos; pero  que  estaba  absolutamente  consagrado  á  seguir  cie- 
gamente la  voluntad  de  sus  benefactores. 

Los  hechos  que  tuvieron  lugar  en  Jalisco,  dieron  origen  á  las 
grandes  cuestiones  que  agitaron  al  país.  El  ejecutivo  de  la  unión 
apoyaba  todo  cuanto  se  hacía  en  Guadalajara;  y  las  cámaras  no  ex- 
pedían una  ley  que  afectara  los  intereses  generales  de  la  confedera- 
ción, sin  esplorar  previamente  la  opinión  de  los  diputados  y  gobier- 
no del  Estado.  A  su  debido  tiempo  se  verá  cómo  Jalisco  iba  siem- 
pre á  la  vanguardia  de  las  innovaciones,  iniciando  y  poniendo  en 
ejecución  las  pi'oyectos  más  liberales  y  exajerados.  Por  ahora,  de- 
mos un  vistazo  á  los  acontecimientos  de  otro  Estado,  tan  poderoso 
como  influente  en  la  marcha  política  de  la  república. 

Los  grandes  y  extraordinarios  sucesos  ocurridos  en  el  vasto  te- 
rritorio conocido  antiguamente  con  el  nombre  de  "  Intendencia  de 
México,"1  merecían  les  consagrásemos  un  capítulo  especial,  pues  que 
siendo  tantos  y  tan  numerosos,  parecía  necesario  detenerse  en  pun- 
tualizarlos, lo  cual,  no  es  posible  hacerlo  en  la  breve  reseña  que  nos 
ocupa;  pero  ya  que  no  podemos  presentar  minuciosamente  la  serie 
de  todos  los  acontecimientos  verificados  en  cada  provincia,  seguire- 
mos fielmente  el  plan  que  nos  hemos  propuesto,  de  referir  sólo  aque- 
llos hechos  que  tienen  relación  inmediata  con  la  historia  de  nuestras 
vicisitudes  políticas. 

le  sirven,  y  que  por  un  un  capricho  ó  un  insolente  é  insultante  orgullo,  las  portan,  con 
vilipendio  de  las  disposiciones  de  la  materia  y  de  las  autoridades  que  las  dictan. 
— Este  mal,  parece  que  demanda  el  remedio  conveniente,  y  á  este  fin  dirijo  á  V.  S. 
este  comunicado  para  que  llegue  al  conocimiento  de  la  superioridad  á  quien  co- 
rresponde, protestándole  las  consideraciones  del  respeto  y  aprecio  que  le  tributo. 
— Dios,  libertad  y  federación.  Abril  18  de  1834. — Juan  José  Tames. — Señor  inspec- 
tor general  de  la  milicia  cívica  del  Estado,  ciudadano  José  Maria  Mellado. 

1  Al  consumarse  la  independencia  nacional,  comenzó  á  desmembrarse  el  te- 
rritorio que  erigió  en  intendencia  la  ordenanza  real  de  1786.  Hacia  el  Occidente 
de  México,  había  una  demarcación  conocida  con  el  nombre  de  Corregimiento  de  Que- 
rétaro:  este  distrito  fué  declarado  Estado  soberano,  por  el  congi"eso  constituyente 
de  1824,  y  con  cuyo  título  figura  aún  en  la  confederación  mexicana. 


406 

El  Estado  de  México,  el  primero  de  la  federación  por  su  riqueza, 
población  y  cultura,1  ha  sido,  durante  un  largo  período  de  años,  el 
teatro  de  las  intrigas,  el  campo  de  batalla  de  los  partidos,  y  la  ma- 
driguera donde  se  han  reunido  todos  los  aspirantes,  que  han  consi- 
derado y  consideran  las  instituciones  democráticas  como  un  medio 
para  vivir  y  gozar  á  expensas  de  la  ignorancia  del  pueblo.  Apenas 
se  había  consumado  la  independencia  nacional,  cuando  los  grandes 
propietarios,  el  clero,  los  españoles,  los  abogados  y  los  estudiantes, 
que  residían  en  la  antigua  corte  de  los  virreyes,  se  dividieron  en  dos 
grandes  partidos,  y  comenzaron  á  pelear  por  obtener  el  mando  y  la 
influencia,  á  fin  de  que  la  organización  constitucional  del  país  fuese 
basada  sobre  sus  creencias  é  intereses.  En  la  ciudad  de  México  re- 
sidían los  hombres  más  notables  de  ambos  partidos;  y  como  enton- 
ces era  superior  el  número  de  los  escoceses,  que  sostenían  los  hábi- 
tos, doctrinas,  fueros,  privilegios  y  establecimientos  civiles  y  mona- 
cales del  régimen  monárquico,  pudieron  con  facilidad  sobreponerse 
al  pequeño  número  de  los  yorkinos,  que  no  querían  respetar  los  usos, 
los  hábitos  y  las  concesiones  hechas  á  determinadas  clases  durante 
el  gobierno  del  rey.  Mientras  no  se  sancionó  la  constitución  federal, 
estos  partidos  no  tuvieron  un  plan  para  obrar;  mas  luego  que  vieron 
incrustados  en  la  ley  fundamental  algunos  artículos  de  su  fe  políti- 
ca, se  decidieron  á  disputarse  la  victoria  que  no  habían  podido  al- 
canzar en  el  parlamento  constituyente. 

México  estaba  destinado  á  ejercer  un  valimiento  prepotente  so- 
bre los  otros  Estados.  La  capital  virreinal,  fuerza  era  que  descollara 
sobre  todas;  su  población,  sus  riquezas  y  sus  notabilidades,  debían 
servir  de  obstáculo  á  los  titulados  liberales,  que  deseaban  ejercer  el 
mando  sin  trabajo  y  sin  resistencia.  Concentrando  allí  el  foco  de  las 
aspiraciones  del  clero  y  de  sus  naturales  aliados  los  hombres  viejos, 
convenía  á  las  miras  de  los  demócratas,  y  á  las  de  los  patriotas  aven- 
tureros de  las  demás  provincias,  erigir  un  distrito,  á  semejanza  de 

1  El  Estado  de  México  está  compvendido  entre  los  paralelos  de  19°  40'  y  20° 
10'  de  latitud  Norte;  y  entre  los  meridianos  de  Io  5'  al  Oriente,  3o  36'  al  Poniente. 
Su  superficie,  calculada  por  la  carta  plana  d«l  Sr.  Moral,  es  de  ñ,6S9  leguas  cua- 
dradas. La  población  del  Estado  en  1833,  era  de  1.039,758  habitantes.  En  ese  mis- 
mo año  se  computaban  sus  reutas  en  42.5.194  pesos,  y  los  gastos  de  la  administra- 
ción en  498,540,  lo  que  daba  un  deficiente  de  73,346  pesos. 


407 

lo  que  se  hizo  en  los  Estados  Unidos,  desmembrando  los  territorios 
de  Virginia  y  Mariland,  pava  crear  la  ciudad  de  Washington,  donde 
pudieran  encerrar  el  poder  y  ascendiente  de  la  aristocracia  mexica- 
na. Así  se  creía  que  quedaría  el  resto  del  Estado  entregado  á  las 
maquinaciones  de  los  clubs:  así  la  mayor  parte  de  su  población,  ig- 
norante, desnuda  y  miserable,  sería  el  instrumento  del  partido  que 
fuese  más  audaz  en  apoderarse  de  los  derechos  políticos  de  trescien- 
tos mil  ciudadanos,  que  no  conocían,  ni  aun  conocen  las  letras  del 
alfabeto.  Mientras  las  clases  opulentas  del  Estado  de  México,  tuvie- 
ron arbitrios  para  sobreponerse  á  las  intrigas  del  partido  yorkino, 
sus  autoridades  fueron  escogidas  del  círculo  de  la  facción  escocesa; 
pero  una  vez  declarado  por  ley  de  18  de  noviembre  de  824,  que  Mé- 
xico era  la  ciudad  federal,  y  que  los  funcionarios  del  Estado  debe- 
rían residir  fuera  del  distrito,  mansión  exclusiva  de  los  supremos 
poderes  de  la  Unión,  aquel  partido  perdió  la  posesión  del  poder,  en 
razón  de  que  sus  principales  agentes  fueron  privados  de  los  elemen- 
tos de  conservación  que  les  daba  una  ciudad  tan  importante  como 
la  capital  de  la  república.  Mas  esta  circunstancia,  no  fué  únicamen- 
te la  que  ocasionó  este  cambio  de  personas:  la  causa  eficiente  de 
esas  mutaciones,  tuvo  origen  en  la  ambición  de  D.  Loreuzo  de  Za- 
vala,  que  eligió  el  Estado  de  México  para  teatro  de  sus  proezas.  Un 
genio  emprendedor  como  el  suyo,  debía  buscar  un  ancho  campo  don- 
de luchar  sin  intermisión  y  sin  descanso  con  sus  enemigos  políticos, 
así  como  los  medios  de  prodigar  las  riquezas  á  sus  adeptos  y  bande- 
rizos. 

Los  escoceses  penetraron  las  intenciones  de  sus  contrarios,  y  se 
apresuraron  á  intercalar  en  la  ley  constitucional,  "que  gozarían  de 
los  derechos  de  ciudadanos  del  Estado  de  México,  y  serían  elegibles 
para  todos  los  cargos  públicos,  los  que  poseyeran  en  él  cualquiera 
propiedad  raíz:"  de  esta  manera  creyeron  aquellos  legisladores  que 
su  partido  podría  interveuir  eficazmente  en  los  futuros  destinos  de 
dicho  Estado.  Semejante  invención  fué  de  todo  punto  ineficaz,  por- 
que para  los  patriotas  baldíos  esas  condiciones  no  eran  difíciles  de 
cumplirse,  cuando  contaban  con  un  caudal  inmenso  de  aud  icia  y  des- 
vergüenza, con  lo  que  podrían  comprar  fingidos  títulos  de  propiedad 
territorial. 


408 


Documento  Núm.  2. 


Gobierno  del  Estado  libre  y  soberano  de  San  Luis  Potosí. — Cir- 
cular.— Núm.  102. — El  gobernador  del  Estado  á  sus  habitantes,  sa- 
bed: que  el  H.  congreso  constitucional,  ha  expedido  el  decreto  que 
sigue : 

El  congreso  constitucional  del  Estado,  se  ha  servido  decretar  lo 
siguiente : 

Se  faculta  al  gobierno,  para  que  pueda  dar  cartas  de  ciudadano 
potosinense,  á  los  que  contemple  dignos  y  hayan  contribuido  de  un 
modo  eficaz,  á  la  causa  de  la  libertad. 

Lo  tendrá  entendido  el  poder  ejecutivo  del  Estado  y  lo  hará  pu- 
blicar, circular,  cumplir  y  obedecer.  San  Luis  Potosí,  diciembre  vein- 
ticuatro de  mil  ochocientos  treinta  y  dos. — Mariano  José  Noriega, 
presidente. — /.  Francisco  Guevara  Maciel,  diputado  secretario. — Ma- 
riano de  Borja,  diputado  secretario. 

Por  tanto  ordeno  se  cumpla  y  ejecute  el  presente  decreto,  y  que 
todas  las  autoridades  lo  hagan  cumplir  y  guardar,  y  al  efecto  se  im- 
prima, publique  y  circule  á  quienes  corresponda. 

San  Luis  Potosí,  diciembre  25  de  1832.  —  Vicente  Homero. —  Por 
ausencia  del  secretario,  Jesús  Hernández  Soto,  oficial  mayor. 


Gobierno  supremo  del  Estado  libre  y  soberano  de  San  Luis  Po- 
tosí.— Con  satisfacción  acompaño  á  V.  S.  la  carta  que  he  expedido 
para  que  se  reconozca  por  ciudadano  potosinense  á  consecuencia  de 
los  buenos  servicios  que  ha  prestado  á  la  causa  de  la  libertad. 

Dios  y  libertad.  San  Luis  Potosí,  diciembre  31  de  1832.  —  Vicente 
Romero. — Por  ausencia  del  secretario,  Jesús  Hernández  Soto,  oficial 
mayor. — Señor  magistrado  D.  José  María  Bocauegra. 


409 

Estado  libre  de  San  Luis  Potosí. — El  ciudadano  Vicente  Rome- 
ro, gobernador  constitucional  de  San  Luis  Potosí. — Usando  de  la 
facultad  que  me  concede  el  decreto  de  25  de  diciembre  de  1832,  y 
atendiendo  á  los  buenos  servicios  prestados  á  la  causa  de  la  librtad 
por  el  ciudadano  magistrado  José  María  Bocanegra,  he  tenido  á  bien 
concederle  carta  de  ciudadano  potosinense,  y  por  ésta  disfrutará  de 
los  derechos  que  la  constitución  y  leyes  conceden  á  los  ciudadanos 
potosinenses  y  vivirá  seguro  bajo  la  protección  de  ellas.  Dado  en 
San  Luis  Potosí  á  31  de  diciembre  de  1832. — Vicente  Romero. — Por 
ausencia  del  secretario,  Jesús  Hernández  Soto,  oficial  mayor. 


Exmo.  Sr.: 

Con  la  mayor  satisfacción  he  recibido  la  atenta  nota  de  V.  E.  á 
que  se  sirve  acompañar  la  carta  de  ciudadano  potosinense  que  ha 
tenido  V.  E.  la  dignidad  de  expedir  á  mi  favor  en  uso  de  las  facul- 
tades que  concede  el  decreto  de  la  H.  legislatura  de  25  del  próximo 
pasado  diciembre  de  1832. 

Yo  doy  á  V.  E.  las  debidas  gracias,  estimando  en  el  grado  de 
aprecio  que  merece  la  muy  distinguida  que  sólo  por  bondad  ha  po- 
dido dispensárseme.  Protesto  al  Estado  de  San  Luis,  y  á  V,  E.,  mi 
eterna  gratitud  por  un  honor  que  me  es  muy  estimable  por  muchos 
títulos. 

Dios  y  libertad.  Zacatecas,  3  de  enero  de  1833. — José  María  Boca- 
negra. 


Gobierno  del  Estado  libre  y  soberano  de  San  Luis  Potosí. — Cir- 
cular.— Núm.  9. — El  gobernador  del  Estado  á  sus  habitantes,  sa- 
bed: que  el  H.  congreso  constitucional,  ha  expedido  el  decreto  que 
sigue: 

El  congreso  constitucional  del  Estado,  se  ha  servido  decretar  lo 
siguiente : 

Tomo  II.—  52 


410 

Todo  mexicano  que  obtenga  carta  de  ciudadanía  por  el  Estado, 
entrará  en  el  goce  de  los  nacidos  en  él. 

Lo  tendrá  entendido  el  poder  ejecutivo  del  Estado  y  lo  hará  pu- 
blicar, circular,  cumplir  y  obedecer.  San  Luis  Potosí,  febrero  vein- 
tidós de  mil  ochocientos  treinta  y  tres. — José  Salvatierra,  presidente. 
— Antonio  de  Arce,  diputado  secretario. — José  Velarde,  diputado  se- 
cretario. 

Por  tanto,  ordeno  se  cumpla  y  ejecute  el  presente  decreto,  y  que 
todas  las  autoridades  lo  hagan  cumplir  y  guardar,  y  al  efecto,  se  im- 
prima, publique  y  circule  á  quienes  corresponda. 

San  Luis  Potosí,  febrero  22  de  1833. — Vicente  Romero. — Por  falta 
de  secretario,  Jesús  Hernández  Soto,  oficial  mayor. 


Sr  D.  José  María  Bocanegra. — San  Luis  Potosí,  marzo  2  de  833. 
Estimadísimo  amigo: 

Ayer  eligieron  á  vd.  primer  senador  por  este  Estado  por  unani- 
midad de  votos  del  honorable  congreso,  y  acompaño  la  credencial 
para  que  sin  pérdida  de  tiempo  se  pouga  en  camino  y  esté  en  Mé- 
xico el  15.  Salvatierra  fué  el  segundo,  y  para  presidente  y  vice  los 
Sres.  Santa-Anna  y  Farías,  también  con  todos  los  votos. 

El  día  4  salen  de  ésta  los  diputados  y  senador,  les  doy  escolta 
hasta  México,  y  si  se  pudieran  reunir  en  Querétaro  irían  más  á  gusto 
y  seguros. 

Incluyo  esa  carta  para  el  Exmo.  Sr,  gobernador  suplicándole  en- 
tregue á  vd.  quinientos  pesos  para  viáticos,  pues  aunque  esa  comi- 
saría podía  facilitarlos  conforme  á  la  circular  del  gobierno,  temo  no 
tenga  numerario  y  haya  demora. 

Sin  tiempo  para  más  quedo  por  su  amigo. —  Vicente  Romero. 


411 

Enterado  con  el  debido  aprecio  por  el  oficio  de  vdes.  de  2  del 
corriente  de  la  bondad  con  que  el  honorable  congreso  se  sirvió  ele- 
girme el  día  1?  para  senador  nicas  antiguo  al  congreso  general,  ma- 
nifiesto á  vdes.  para  que  tengan  á  bien  hacerlo  presente  al  mismo 
congreso,  que  quedando  muy  reconocido  por  el  honor  que  sin  mér- 
to  se  me  ha  dispensado,  protesto  con  sinceridad  hacer  cuanto  alcan- 
cen mis  débiles  fuerzas  para  ver  si  logro  llenar  los  deberes  que  úl- 
timamente se  me  imponen  en  representación  de  un  Estado  que  brilla 
con  tanta  gloria  entre  los  de  la  federación  mexicana. 

Dios  y  libertad.  Zacatecas,  marzo  4  de  1833. 

Ciudadanos  diputados  secretarios  del  honorable  congreso. 


Con  la  más  grata  satisfacción  he  recibido  la  nota  de  W.  SS.  de 
2  del  corriente,  en  que  se  sirven  participarme  el  nombramiento  de  se- 
nador más  antiguo  al  congreso  general,  con  que  sin  mérito  me  ha 
honrado  ese  honorable  congreso.  Tengan  vdes.  la  dignación  de  ma- 
nifestar á  la  misma  augusta  asamblea  mi  más  sincero  reconocimien- 
to, protestándole  á  mi  nombre,  que  siempre,  y  como  un  verdadero  y 
fiel  potosino,  empeñaré  mis  débiles  alcances  para  ver  de  qué  manera 
puedo  corresponder  en  algún  modo  las  distinciones,  y  honra  con  que 
me  favorece  el  virtuoso  y  respetable  Estado  de  ¡San  Luis. 

Con  tal  motivo  protesto  á  W.  SS.  toda  mi  consideración  y  res- 
petuoso afecto. 

Dios  y  libertad.  Marzo  7  de  1833. 

Sres.  secretarios  del  H.  congreso  de  San  Luis  Potosí. 


DÉCIMO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  DÉCIMO. 

General  D.  Antonio  López  de  Santa- Anna,  presidente,  y  vicepresiden- 
te í).  "Valentín  Gómez  Farías;  desde  Io  de  abril  de  1833  hasta  24 
de  abril  de  1834. 


CAPÍTULO  I. 


Instalación  de   lo*  poderes  constitucionales  y  sn  programa 
administrativo. 


El  período  décimo  administrativo  que  yo  llamo  de  tran- 
siciones, comprende  la  época  del  gobierno  constitucional, 
que  comenzó  en  1?  de  abril  de  1833;  recibiendo  el  cargo  de 
la  suprema  magistratura  de  la  república,  el  vicepresidente 
D.  Valentín  Gómez  Farías,  por  haber  comunicado  su  i  tupo 
sibilidad  temporal  el  presidente,  General  D.  Antonio  López 
de  Santa-  Anna. 

Excusado  es  decir,  por  ser  muy  sabido?  que  los  días  de 


414 

entrada  al  mando  supremo  son  por  costumbre  y  aun  por  ley, 
de  mucha  agitación  y  gran  ruido,  en  términos  de  ponerse  en 
movimiento  casi  general  las  poblaciones.  Hay  festejos;  hay 
anuncios  públicos  y  proclamas;  hay  convite*;  hay  discursos; 
hay  arengas  y  felicitaciones;  y  por  último,  hay  promesas  y 
esperanzas. 

Todo  esto  hubo  á  su  tiempo  el  citado  día  1?  del  mes  de 
abril;  y  además  hubo  el  juramento  del  jefe  supremo  del  Es- 
tado al  encargarse  del  gobierno  de  la  república. 

Guardadas,  pues,  las  solemnidades  y  fórmulas  el  referido 
día,  y  ante  las  cámaras  reunidas,  el  vicepresidente  dijo,  pa- 
ra concluir  la  solemnidad  y  ceremonia  del  acto,  lo  siguiente: 

"  He  jurado,  señores,  ejercer  fielmente  el  encargo  que 
"  se  me  ha  confiado  de  guardar  y  hacer  guardar  la  constitu- 
"  ción  y  leyes  generales,  y  este  juramento  será  cumplido. 
"La  esperanza  de  que  se  observe  la  ley  fundamental,  y  la 
"de  gozar  de  la  felicidad  tantas  veces  prometida,  es  nece- 
"  sario  que  no  sea  ilusoria  por  mis  tiempo.  Baste  ya  de  ofro- 
"  cimientos  falaces;  que  el  pueblo  sienta,  que  experimente  el 
"  bien,  que  mejore  de  suerte.  Por  fortuna  se  puede  todavía 
"  establecer  una  buena  administración.  Sucediendo  la  calma 
"  á  la  exaltación  de  los  ánimos  que  ha  debido  producir  la 
"  guerra  civil ;  redoblando  los  trabajos,  y  presidiéndolos  la  ra- 
"  zón,  los  males  desaparecerán  y  serán  reemplazados  por  bie- 
"  nes  positivos,  ISTo  basta,  es  verdad,  el  respeto  y  la  observan- 
"  cia  del  pacto  social  para  hacer  el  bien  de  los  pueblos;  son 
"  necesarias  además  leyes  .secundarias:  el  ramo  de  hacienda 
"  demanda  reformas  eti  las  que  lo  arreglan;  demanda  que  se 
"completen  las  que  le  faltan;  que  se  adopte  una  economía 
"  prudente,  y  que  haya,  pureza  y  fidelidad  en  el  manejo  de 
"  los  caudales. 

"  La  enseñanza  primaria,  que  es  lo  principal  de  todo,  es- 
"  tá  desatendida,  y  se  le  debe  dispensar  toda  protección  si 
"  se  quiere  que  en  la  república  haya  buenos  padres,  buenos 


415 

"  hijos,  buenos  ciudadanos,  que  conozcan  y  cumplan  sus  de- 
"  beres. 

"La  administración  de  justicia  se  halla  por  desgracia  eu 
"  un  estado  lamentable,  y  de  este  grave  mal  se  resentirá  nues- 
"  ira  sociedad,  mientras  dependa  aquella  eu  gran  parte  de  le- 
u  yes  antiguas  y  modernas,  inaplicables  unas,  y  otras  de  di- 
"  fícií  aplicación  en  nuestras  instituciones;  mientras  nuestros 
"  códigos  cumulosos  se  compongan  de  leyes  dadas  para  una 
"  monarquía  absoluta  y  paya  una  monarquía  moderada;  para 
"  una  colonia  y  para  una  nación  independiente ;  para  un  go- 
"  bienio  central  y  para  una  república  federativa.  Este  caos 
"  de  legislación  da  lugar  fácilmente  al  espíritu  de  embrollo, 
"  eterniza  los  procesos  y  confunde  la  justicia.  Es,  pues,  de 
"  suma  necesidad  la  reforma  de  este  ramo,  no  por  leyes  sino 
"  por  códigos  completos.  La  empresa  es  ardua,  pero  es  me- 
"  nester  arrostrarla;  dése  principio  á  ella,  aunque  se  deje  á 
"  otros  la  gloria  de  acabarla. 

44  Grande  es  la  importancia  de  las  materias  que  he  tocado, 
"  y  no  lo  es  menos  la  de  colonización  de  terrenos  inmensos, 
u  que  esperan  la  mano  del  cultivador  para  enriquecer  á  nues- 
1,1  tro  país  con  innumerables  y  preciosas  producciones,  que  pre- 
"  porcio narían  la  subsistencia  y  la  comodidad  de  muchas  fa- 
"  Luilias,  que  sumergidas  en  la  miseria  y  entregadas  tal  vez 
"  contra  su  voluntad  á  la  holgazanería,  son  inútiles  ó  perju- 
"  diciales  á  su  patria.  Otra  ventaja  de  mucho  interés  resul- 
"  taría  de  la  colonización,  y  es  la  de  conservar  la  integridad 
"  del  territorio  mexicano,  cubriendo  con  pobladores  sus  fron- 
"  teras  casi  desiertas;  perp  me  extiendo  inútilmente,  cuando 
"  los  dignos  representantes  de  la  nación  conocen  mejor  que 
"  yo  sus  necesidades,  y  los  elementos  de  felicidad  y  de  gran- 
"  deza  que  hay  por  desarrollar." 

Contestó,  eu  términos  generales,  el  presidente  del  con- 
greso, Eodríguez  Puebla,  lisonjeándose  de  que  no  serían  ilu- 
sorias las  esperanzas  de  la  nación. 


416 

Por  supuesto  que  el  discurso  fué  pronunciado  solemne- 
mente en  el  seno  mismo  del  congreso  general.  Este,  después 
de  constituidas  las  cámaras,  que  á  pesar  de  varias  dificul- 
tades pudieron  al  fin  reunirse,  conforme  á  la  ley,  el  día  29  de 
marzo,  quedó  instalado  el  referido  día;  diferenciando  muy 
poco  del  que  se  fijó  en  el  artículo  5?  del  plan  de  Zavale- 
ta,  para  que  se  abriesen  los  pliegos  que  conteníau  las  actas 
de  elección  de  presidente  y  vicepresidente  de  la  república. 
Tal  solemnidad  y  requisito  tuvo  efecto  el  30  del  mismo  mes 
de  marzo;  teniéndolo  también  el  citado  artículo  5?  del  plan  de 
Zavaleta,  pues  que  después  de  observadas  las  ritualidades 
de  ley,  se  acordaron  los  dos  artículos  siguientes: 

1?  Es  presidente  de  la  república  en  el  cuatrienio  que  em- 
pieza eu  el  presente  año  de  1833,  el  General  de  División  O. 
Antonio  López  de  Santa -Auna. 

2?  Es  vicepresidente  para  el  mismo  período  de  tiempo 
el  C.  Valeutín  Gómez  Parías. 

En  la  misma  sesión  la  cámara  de  diputados  eligió  para 
presidente  de  la  suprema  corte  de  justicia  á  D.  Tomás  Sal- 
gado; y  para  vice  á  D.  Pedro  Vélez.  También  eligió  la  pro- 
pia cámara  para  su  presidente  y  viee  á  D.  Juan  Kodríguez 
Puebla  y  á  D.  Juan  García  Tato,  en  la  misma  sesión  en  que 
se  declaró  constituida  la  expresada  cámara  al  termiuanar 
sus  juntas  preparatorias. 

El  vicepresidente,  en  ejercicio  de  la  presidencia,  dio  un 
mauifiesto  á  la  nación  explicando  el  programa  y  fijando  los 
principios  de  su  administración  y  los  términos  eu  que  se  pro- 
ponía desempeñar  los  deberes  en  que  se  hallaba  constituido; 
ofreciendo  al  mismo  tiempo  tener  por  guía  y  norte  única- 
mente la  voluntad  nacional:  observar  estrictamente  las  le- 
yes como  fundamento  del  bien  social  y  de  la  verdadera  fe- 
licidad de  los  pueblos.  Ofreció,  en  fin,  marchar  por  la  senda 
del  progreso,  y  con  sólo  esto  dijo  á  la  verdad  cuanto  podía 
decirse  en  muchas  páginas.  Pero  ciertamente  esto  mismo  in- 


417 

dicó  ya  desde  entonces  lo  que  en  lo  sucesivo  debía  suceder 
y  experimentarse,  esto  es, la  contradicción,  las  dificultades,  la 
divergencia  de  opiniones,  y  sobre  todo  el  choque  de  los  parti- 
dos. Notándose  que  el  vicepresidente  Gómez  Farías  fijaba  es- 
te programa  y  política  administrativa,  sin  haberse  puesto  de 
acuerdo  con  el  presidente  constitucional  que  debía  por  ley 
Henar  el  período  de  tiempo  que  ella  designaba,  se  temieron 
las  ocurrencias  desagradables,  y  fatales  consecuencias  que 
en  efecto  sobrevinieron.  El  vicepresidente  siguió  su  marcha, 
y  habiendo  á  fines  del  mes  de  abril  dejado  de  funcionar  los 
secretarios  del  despacho  nombrados  por Pedraza,  fueron  nom- 
brados para  los  ministerios  de  hacienda  y  relaciones,  el  que 
esto  escribe^ue  desempeñaba  el  cargo  de  seuador  y  D.  Car- 
los García,  que  era  diputado;  quedando  en  el  de  justicia,  Ka- 
mos  Arizpe;  y  desempeñando  temporalmente  el  de  guerra, 
su  oficial  mayor  D.  Francisco  Gómez  de  Parada,  hasta  poco 
tiempo  después  en  que  fué  dada  la  cartera  de  este  ramo  al 
General  D.  José  Joaquín  Herrera. 

Así  constituido  el  gabinete,  continuó  el  gobierno  general, 
nombrando  á  D.  Ignacio  Martínez  para  el  del  distrito,  por 
haberse  encargado  á  Herrera  el  ministerio  antes  referido. 
Muy  recientes,  y  casi  presentes  estaban  los  sucesos  que  ha- 
bían creado  la  administración  de  Santa- Auna  y  de  Gómez 
Farías.  La  nación  esperaba;  pero  los  ánimos  se  exaltaban. 
Los  partidos,  si  callaban,  no  prescindían  de  sus  miras  y  res- 
pectivos intereses;  se  observaban  mutuamente  y  aun  prepa- 
raban ocasiones  y  lances  favorables. 

El  vicepresidente  Gómez  Farías  se  decidió  verdaderamen- 
te á  procurar  y  en  poco  tiempo  á  verificar  un  cambio  en  la  re- 
pública, que  variando  su  aspecto  político,  preparase  elemen- 
tos que  desarrollándose  después  sirviesen  al  logro  de  sus  mi- 
ras y  combinaciones  meditadas.  Estas  en  realidad  no  eran 

1  Apéndice  de  documentos  número  1. 

Tomo  II.—  53 


418 

otras  que  las  de  establecer  los  principios  democráticos.  Orga- 
nizó desde  luego  un  consejo  privado  compuesto  de  personas 
que  profesaban  sus  ideas,  y  como  los  individuos  elegidos  fue- 
ron de  las  cámaras  y  empleados  públicos,  se  dio  á  este  consejo 
privado  la  respetabilidad  y  reputación  consiguiente  al  buen 
nombre  que  tenían  los  elegidos.  Y  adviértase  que  esta  reu- 
nión de  personas  escogidas  por  el  jefe  del  Estado,  fué  en 
realidad  no  para  consultar  sus  providencias,  sino  más  bien 
para  robustecer  su  acción  y  darle  fuerza  con  el  prestigio  y 
luces  de  los  nombrados,  estimulándolos  á  adquirir  fama  y  glo- 
riosa remembranza  por  medio  «le  intentos  y  planes  de  refor- 
mas, que  era  siempre  el  espíritu  dominante  en  la  clase  de 
personas  que  servían  de  consejo  privado  y  directivo.  Se  qui- 
zo influir  y  aun  dirigir  al  congreso  bajo  el  sistema  de  estas 
ideas  y  principios,  consistentes  en  palabras  halagüeñas,  y  no 
en  obras  buenas  y  útiles  á  la  sociedad. 

No  fué  asunto  de  gran  dificultad  el  ganar  ascendiente  en 
el  congreso.  Porque  esta  asamblea,  repitiendo  aquí  lo  que 
dice  el  Dr.  Mora,  fué  el  resultado  de  la  nueva  elección 
que  "  en  lo  general  fué  el  pnrtido  vencedor;  la  menor  parte 
"  consistía  en  hombres  notables  por  sus  virtudes  y  talentos, 
"  y  la  mayor  como  sucede  siempre,  era  vulgo,  compuesto  de 
"  hombres  ardientes,  atolondrados,  y  de  poca  delicadeza  en 
"  ciertas  líneas;  pero  en  nada  participaban  del  carácter  pér- 
*'  fido,  solapado  y  embustero  del  personal  que  constituía  la 
"  mayoría  de  los  funcionarios  en  la  administración  anterior." 

Otro  escritor  contemporáneo,  Suárez  Navarro,  sobre  este 
mismo  punto  dice:  "  La  calificación  del  Dr.  Mora  (la  asen- 
tada) es  de  todo  punto  exacta,  y  debe  añadirse  una  cir- 
"  cunstancia  digna  de  particular  mención,  y  es,  que  entre  los 
"  miembros  de  ambas  cámaras,  no  había  cincuenta  que  pose- 
"  yesen  un  capital  con  que  vivir  honestamente.  La  totalidad 
"de  ellos  se  componía  de  hombres  presuntuosos,  de  educa- 
ción y  conocimientos  muy  medianos;  de  cobachuelistas  y 


419 

1  abogados  sin  negocios  y  sin  bufete,  y  de  hombres  obscuros 
'ó  inmorales,  que  sólo  habían  llamado  la  atención  por  sus 
'  fervorosas  peroraciones  en  los  clubs,  sosteniendo  los  princi- 
'  píos  democráticos.  A  vista  de  tan  odioso  conjunto,  bien 
'  puede  repetirse  lo  que  un  escritor  inglés  decía  hablando  de 
( la  asamblea  legislativa  de  Francia  (1791).  "  Si  algún  espí- 
'  ritu  maléfico  se  hubiese  propuesto  elegir  una  corporación 
'  que  hubiese  de  servir  para  precipitar  á  una  sociedad  en  su 
'ruina,  no  habría  sabido  formar  mejor  reunión  para  llegar 
1  á  la  consecución  de  su  objeto."  ¡  Cuan  sensible  es  que  se 
repitan  estos  ejemplos,  digo  yo,  y  tauto  más,  considerando 
que  unas  mismas  causas  producen  uuos  mismos  efectos! 

Conociendo  el  citado  Suárez  Navarro  mis  priucipios  y  los 
del  Sr.  D.  Carlos  García,  que  fué  llamado  al  despacho  déla 
secretaría  de  relaciones,  se  explica  con  relación  á  uno  y  á 
otro  del  modo  siguiente,  que  espero  se  me  disimule  lo  trans- 
criba aquí,  en  razón  de  mi  objeto  y  plan  en  estas  Memorias: 
"  Bocanegra  y  García  eran  muy  acreedores  á  la  confianza 
"  que  se  les  dispensaba;  mas  su  elección  era  desacertada  en 
"  las  circunstancias  en  que  iba  á  colocarse  el  vicepresiden- 
"  te.  Para  convencerse  de  esta  verdad,  bastará  una  rápida 
"  ojeada  sobre  las  cualidades  y  antecedentes  de  estos  dos 
"  funcionarios. 

"  Bocanegra  comeuzó  á  figurar  el  año  de  1822  como  di- 
"  putado  por  Zacatecas  al  primer  congreso  nacional  en  la  cla- 
M  se  de  letrado.  Desde  entonces  mostró  talento,  juicio  é  ideas 
"  republicanas.  Pocos  hombres  bay  como  este  individuo,  que 
íl  hayan  recorrido  con  aceptación  y  en  poco  tiempo  la  escala 
"  de  todos  los  empleos  públicos.  Comenzando  por  los  cargos 
"  más  insignificantes,  hasta  obtener  la  primera  magistratura 
"  de  la  nación,  todo,  todo  lo  ha  desempeñado  Bocanegra, 
"  con  aquella  mesura  que  caracteriza  sus  discursos  y  opinio- 
"  nes  publicados  en  los  periódicos,  en  impresos  sueltos  y  en 
iS  los  diarios  de  las  sesiones. 


420 

"  Se  le  ha  visto  despachando  varias  veces  los  ministerios 
"de  relaciones  y  hacienda,  especialmente  el  año  de  1829, 
"tiempo  calamitoso.  Estos  antecedentes  y  su  buen  manejo 
"le  llevaron  en  esta  vez  á  la  secretaría  de  hacienda.  Boca- 
"  negra  había  sabido  granjearse  las  simpatías  de  todos  los 
"  partidos,  y  su  nombre  era  respetado  generalmente.  A  su 
"  buen  carácter,  reúne  la  experiencia  que  dan  las  vicisitudes 
"  de  la  fortuna  y  el  trato  de  los  hombres:  tiene  más  conocí  - 
"  mientos  de  los  que  descubre:  en  los  actos  como  funcionario 
"se  sobrepone  con  facilidad  á  sus  opiniones  privadas,  to- 
"  mando  siempre  por  norte  en  sus  acuerdos  el  espíritu  y  la 
"voluntad  más  general  de  la  nación.  Cuando  contraría  al- 
"  guna  providencia,  ó  resiste  adoptar  alguna  medida  admi- 
"  nistrativa,  nunca  lo  hace  chocando  al  primer  ímpetu,  sino 
"  por  medios  indirectos  hasta  conseguir  su  objeto.  Este  mo- 
"  do  de  tratar  los  negocios  es  el  signo  característico  de  Bo- 
"  canegra.  De  tales  cualidades  resulta,  que  ni  por  su  genio, 
"  aspiraciones  y  tendencias,  era  un  ministro  á  propósito  pa- 
"  ra  lanzarse  atrevidamente  en  la  vía  de  los  hechos:  seme- 
jante persona,  ciertamente  que  no  convenía  para  un  gabi- 
nete que  debía  ser  eminentemente  revolucionario. 

"  El  diputado  Lie.  D.  Carlos  García,  hombre  pacífico, 
"  que  reunía  la  probidad  á  la  instrucción,  nunca  había  figu- 
11  rado  en  los  primeros  puestos;  porque  su  natural  apático  le 
"alejaba  de  los  negocios.  Dos  veces  había  representado  á 
"la  provincia  de  Puebla  en  el  congreso  general,  en  cuyo 
"puesto  se  había  granjeado  la  estimación  de  los  partidos, 
"  por  su  carácter  condescendiente,  afable  y  reposado.  García 
"no  poseía  grandes  talentos,  ni  tenía  el  valor  civil  necesa- 
"rio  para  entrar  en  empresas  peligrosas.  Tales  circunstan- 
"  cias  le  hacían  aparecer  en  el  gabinete,  como  un  hombre 
"inútil,  y  hasta  cierto  punto,  como  un  estorbo  á  la  marcha 
"de  la  administración.  Este  ministro,  por  temperamento  y 
"  por  carácter  debía  oponerse  á  toda  providencia  ruidosa 


421 

"  y  que  en  algo  comprometiera  su  persona.  Para  tiempos 
"  tranquilos  y  bonancibles,  no  hay  duda  que  García  hubiera 
"sido  un  excelente  secretario  de  Estado. 

"  Aunque  la  permanencia  del  vicepresidente  en  ejerci- 
"  ció  del  poder  ejecutivo  debía  ser  eventual,  él  se  disponía 
"  á  obrar,  cual  si  estuviera  seguro  de  que  el  General  Santa- 
"  Auna  no  había  de  entrar  en  el  ejercicio  de  sus  funciones. 
"  Para  nada  contaba  con  su  aquiescencia,  y  ni  aun  había  te- 
"  niilo  la  prudencia  de  sondear  su  ánimo  para  averiguar  si  se- 
"  cundaría  ó  no  los  planes  que  se  fermentaban  en  las  cabezas 
"  de  los  exaltados.  Gómez  Farías  obraba  con  tal  independen- 
"  cia,  que  á  juzgarlo  por  el  aplomo  de  sus  procedimientos,  se 
"  creería  que  de  hecho  y  de  derecho  él  era  el  supremo  magis- 
trado, y  no  el  regente  accidental,  investido  del  poder  efí- 
"  meramente.  Los  males  que  se  derivarían  de  esta  falta  de 
"  armonía  entre  el  presidente  y  su  substituto,  debían  ser  muy 
"terribles,  tanto  para  el  país  y  sus  instituciones,  como  per- 
sonalmente para  los  dos  altos  funcionarios." 

Debe  concluirse  de  lo  dicho,  que  precisamente  la  que  apa- 
recía como  una  esencial  discordia,  y  acaso  una  contradicción 
entre  las  personas  de  la  administración,  fué  el  principio  de 
conservación  y  de  regularidad  en  ella,  porque  se  procuró  ale- 
jarla de  los  extremos,  estableciendo  el  orden  y  desechando 
cuanto  pudiera  perturbarla  en  su  carrera  natural  para  hacer 
el  bien  á  la  nación,  volviendo  la  espalda  á  los  partidos,  y 
abriendo  el  libro  maestro  de  la  experiencia.  Ya  se  verá  ade- 
laute  cómo  se  pusieron  en  práctica,  y  cómo  sirvieron  las  má- 
ximas asentadas. 

Se  fijó  el  plan  administrativo,  que  para  establecerse  y  mu- 
cho más  para  practicarse,  ofreció  muchas  y  delicadas  cuestio- 
nes dentro  y  fuera  del  gabinete.  Los  principios  que  trataba 
de  conquistar  y  establecer  el  partido  triunfante,  aunque  en 
sí  mismos  fuesen  buenos,  como  el  introducir  reformas  y  arre- 
glar la  división  territorial  y  la  enseñanza  pública,  iban  acom- 


422 

panados  de  ideas  exaltadas  que  conducían  al  precipicio;  y 
por  esto  un  gran  número  de  los  mismos  partidarios  aspiraba 
á  que  enhorabuena  se  siguieran  los  referidos  principios,  y  se 
conquistasen  los  más  que  se  pudiera  y  fuesen  conducentes  al 
progreso;  pero  que  la  marcha  que  se  adoptara  fuese  mesu- 
rada, procurando  el  bien  y  felicidad  de  la  nación  sin  condu- 
cirla á  abortos  que  causasen  su  ruina.  Estas  máximas  dicta- 
das por  la  experiencia  fueron  calificadas  de  verdadero  statu 
quo,  y  bajo  tal  concepto,  impugnadas  por  unos  y  otros,  cau- 
sando necesariamente  el  disgusto  que  siempre  produce  la 
contradicción,  hasta  el  grado  de  suscitarse  una  división,  que 
afortunadamente  fué  cesando  al  uniformarse  la  opinión  pú- 
blica en  vista  de  los  acontecimientos  que  ocurrían  y  de  los 
que  se  anunciaban  como  efectos  propios  de  la  época.  Si- 
guiendo el  orden  de  los  sucesos  he  dividido  el  período  pre- 
sente en  tantos  capítulos,  cuantas  fueron  las  transiciones  por- 
que pasaron  en  1833  las  administraciones  de  Santa- Auna  y 
de  Gómez  Farías. 


CAPÍTULO  II. 


Desde  1?  de  nbril  hasta  16  de  mayo  de  1S33  se  hace  cargo  del  gobierno  el 
vicepresidente  D.  Valentín  Gómez  Parias. —  Sucesos  de  esta  época. 


Por  enfermedad  y  ausencia  del  presidente  General  San- 
ta-Anna,  hemos  visto  que  se  halló  al  frente  de  la  adminis- 
tración pública  D.  Valentín  Gómez  Farías  como  vicepresi- 
dente de  la  república,  desde  1?  de  abril  hasta  16  de  mayo.  En 
este  tiempo  tuvieron  lugar  uno  que  otro  acontecimiento  gra- 
ve; y  más  bien  puede  decirse  que  fueron  preparados  los  que 
debían  seguir  y  referiremos  en  particular,  comenzando  des- 


423 

de  luego  por  dar  á  conocer  el  estado  que  guadaba  el  ramo 
interesante  de  la  hacienda  pública. 

Notable  es  á  la  verdad,  que  habiendo  sucedido  al  que  esto 
escribe,  en  el  ministerio  el  año  de  1830,  D.  Eafael  Mangino, 
refiriendo  éste  y  presentando  á  la  nación  el  estado  de  la  ha- 
cienda pública  en  aquel  tiempo,  teuga  yo  que  hacer  lo  mis- 
mo respecto  á  su  época  y  administración.  Oigamos,  pues,  lo 
que  uno  y  otro  hemos  dicho  eu  nuestros  respectivos  docu- 
mentos. Dice  Mangino  en  22  de  enero  de  1831,  lo  siguiente 
en  su  Memoria: 

"  Mas  por  desgracia  mía  y  de  la  república,  ni  me  es  dado 
"  el  lisonjearme  de  haber  ejecutado  cuanto  exige  la  deplo- 
M  rabie  situación  en  que  encontró  la  hacienda  federal,  ni  he 
w  conseguido  todavía  varias  disposiciones  legislativas,  nece- 
"  sarias  á  mi  juicio,  para  corregir  los  abusos  y  desórdenes 
"  que  se  advierten  en  la  administración,  sistemándola  de  un 
"  modo  conveniente  á  los  intereses  públicos;  y  de  aquí  es  que 
"  aún  subsisten  algunos  males,  que  no  debo  ocultar  en  esta 
"  ocasión. 

"  Los  explicaré  con  verdad  y  franqueza,  á  fin  de  que  la 
"  sabiduría  de  las  cámaras,  pueda  aplicar  el  remedio  oportu- 
"  no;  patentizando  al  mismo  tiempo  las  ventajas  de  no  pe- 
u  quena  magnitud,  que  por  esfuerzos  del  actual  gobierno  se 
u  han  alcanzado  en  valores  de  las  reutas,  en  el  cumplimiento 
"  de  las  obligaciones  del  erario,  y  en  el  crédito  exterior  ó  in- 
"  terior." 

En  15  de  mayo  de  1833  sobre  el  mismo  asunto  digo  yo 
en  mi  Memoria:  "  Tengo  el  sentimiento  de  que  mi  informe 
"  sobre  el  estado  de  la  hacienda  pública,  no  presenta  unas 
11  ideas  lisonjeras;  sino  que,  por  el  contrario,  manifiesta  la 
"  necesidad  en  que  se  halla  el  congreso  general  de  ocuparse 
"  en  proporcionar  el  arreglo  y  sistema  debidos  á  ramo  tan 
"importante,  cuyos  adelantos  y  más  felices  resultados  de- 
"  pendeu  esencialmente  de  la  parte  legislativa;  porque  si 


424 

u  bien  existen  leyes  relativas  á  la  hacienda  pública,  son  ais- 
"  ladas,  y  falta  en  lo  general  aquella  organización  que  es  el 
"  espíritu  vital  de  este  ramo. 

"  Es  sabido  que  la  nación  sostuvo  una  lucha  firme  y  du- 
"  radera  en  todo  el  año  anterior,  causando  por  consiguiente 
"  la  guerra  todos  los  males  y  perjuicios  que  resultan  siempre 
"  de  ella  al  comercio  interior  y  extranjero.  Las  circunstan- 
"  cias  en  que  se  encontró  la  nación,  produjeron  la  necesidad 
"  de  paralizar  los  giros  y  aun  de  variar  el  orden  establecido 
"  en  las  aduanas  marítimas,  disminuyéndose  por  tanto  el  prin- 
"  cipal  ingreso  del  erario. 

"  Por  otra  parte,  los  recursos  extraordinarios  de  que  se 
"  valió  la  administración  anterior  para  sostener  la  guerra, 
"  gravaron  considerablemente  las  rentas  de  la  nación,  con  la 
"  circunstancia  de  no  haber  podido  cubrir  sus  gastos.  Al  co- 
"  ineuzar  el  gobierno  en  enero  del  presente  año,  halló  que  en 
"  esta  ciudad  los  empleados  civiles,  muchos  militares  retira- 
"  dos,  ios  sueltos  y  con  licencia  ilimitada,  los  cesantes  y  pen- 
"  sionistas  llevan  siete  meses  de  no  percibir  sus  pagas  y 
"pensiones,  notándose  que  en  otros  puntos  de  la  república 
"  había  también  atrazo  mayor  ó  menor  en  esta  clase  de  pa- 
"  goS)  y  QNtf  aun  lo  había  en  el  de  varias  tropas  de  aquellas 
"que  servían  á  las  órdenes  del  anterior  gobierno:  éste  era 
"  responsable  de  una  muy  grande  suma  que  debía  por  baga- 
jes y  por  libranzas  de  dinero  dado  para  las  tropas  en  varios 
"  puntos  de  la  república;  pero  aunque  no  es  posible  dar  una 
"  noticia  exacta  de  lo  que  importan  las  deudas  de  esta  natu- 
H  raleza,  el  estado  que  presento  con  la  letra  J  servirá  sin  em- 
"  bargo  para  manifestar  los  pagos  que  se  han  hecho  en  esta 
"ciudad  para  cubrir  parte  considerable  de  ella." 

En  la  misma  Memoria  páginas  11  y  12,  hablando  de  los 
préstamos  nacionales,  consta  que: 

"  En  los  últimos  seis  meses  del  año  de  1832,  se  celebraron 
"varios  contratos,  en  virtud  de  las  autorizaciones  coucedi- 


425 

"  das  al  ejecutivo,  por  las  leyes  de  9,  17  y  29  de  marzo  de 
"  dicho  año.  Por  la  primera  se  autorizó  al  gobierno  para  enii- 
"  tir  letras  basta  por  la  cantidad  de  un  millón  de  pesos,  pa- 
"  gaderos,  con  inclusión  del  premio  mensual  que  estipulase, 
l<  bien  fuese  en  dinero  efectivo,  ó  en  descuento  de  derechos 
"directos  ó  indirectos,  causados  ó  por  causar  en  la  aduana 
"de  esta  capital,  y  también  conforme  á  la  segunda  de  las 
"  citadas  disposiciones,  por  la  tesorería  general,  en  compen- 
"  sación  de  derechos  de  importación  ó  indirectos  de  segundo 
"  plazo,  vencidos  ó  por  vencer.  Por  la  última  de  dichas  leyes 
"  se  le  volvió  á  autorizar  para  celebrar  uno  ó  más  contratos  de 
"  empréstito  hasta  por  cantidad  de  cuatro  milloues  de  pesos 
"  en  numerario,  con  las  condiciones  en  que  conviniese  con  los 
"  prestamistas.  A  cuenta  de  estos  cinco  millones  se  coutra- 
"  taron  en  el  período  citado  1.542,230  pesos,  de  cuya  canti- 
"  dad,  con  sus  premios  que  abordaron  á  cosa  de  320,000  pe- 
"  sos,  debía  satisfacer  la  mitad,  sobre  poco  más  ó  menos,  en 
"  la  aduana,  tesorería  general  y  casa  de  moneda  de  esta  ca- 
"  pital,  y  el  resto  en  las  aduanas  marítimas  en  dinero  efec- 
"  tivo  ó  en  compensación  de  derechos  de  primero  y  segundo 
"  plazo.  Por  lo  dicho  se  advierte  que  el  costo  de  los  expre. 
"  sados  préstamos,  ascendió  á  un  veinte  por  ciento  mensual 
"  en  los  diez  meses  en  que  la  mayor  parte  debió  satisfacerse. 
"  Pasado  el  año  económico,  los  préstamos  continuaron 
"  haciéndose  en  virtud  de  las  expresadas  autorizaciones;  pe- 
"  ro  dificultándose  de  día  en  día  el  numerario,  y  creciendo 
"  las  angustias  de  la  administración  pasada,  se  le  facultó  en 
"  11  de  agosto  del  mismo  año  de  1832  para  admitir  créditos 
"  reconocidos  contra  la  nación,  en  cuenta  de  los  enteros  que 
u  se  hiciesen  en  tesorería  á  virtud  de  los  contratos  y  emprós- 
11  titos  que  se  celebrasen  según  el  decreto  de  29  de  marzo, 
"  prefiriendo  los  de  pensiones,  sueldo^ de  empleados  y  mon- 
"  tepíos,  y  admitiendo  éstos  como  dinero  efectivo.  Eu  con 
"  secuencia  de  todas  las  disposicioues  referidas,  ascendió  el 

Tomo  II.— 54 


426 

\  importe  de  los  préstamos  hechos  en  el  año  pasado  á 

'8.204,714  pesos,  4  granos,  á  que  agregados  515,183  pesos 
'  7  granos  que  importaron  los  premios  convenidos,  hicieron 
'  subir  el  total  monto  de  la  deuda  á  8.719,897  pesos  11  gra- 
'  nos. 

"  Las  especies  en  que  se  verificaron  los  préstamos,  con- 
sistieron en  3.304,305  pesos  1  real  5  granos,  enterados  en 
'  numerario  en  esta  tesorería  general;  en  828,415  pesos  2 
'  reales  7  granos,  que  deben  considerarse  de  la  misma  clase 
'  por  proceder  del  costo  efectivo  de  las  acciones  de  tabaco, 
'  de  libranzas  de  las  comisarías  de  Michoacán,  división  de 
'  operaciones,  de  la  de  Jalapa,  sub- comisarías  de  Tulancin- 
'go,  Acapulco  y  pagadurías  de  Iguala,  donde  se  recibió  su 
'  importe  en  dinero,  de  lo  exhibido  en  esta  capital  por  el  prés- 
'  tamo  forzoso  del  mismo  año,  de  certificados  de  auticipacio- 
'  nes  de  derechos  de  segundo  plazo,  de  los  pagos  mandados 
'  hacer  al  Estado  de  Chihuahua,  y  por  último,  de  letras  res- 
1  paldadas  en  Tampico,  Matamoros  y  Soto  la  Marina:  de 
'suerte  que  puede  decirse  que  el  numerario  ascendió  ver- 
'  daderameute  á  4.132,720  pesos  4  reales  7  granos;  sobre  cu- 
'  ya  cantidad  se  recibieron  en  créditos  posteriores  á  la  inde- 

'  pendencia  y  en  documentos  de  los  mismos  préstamos. 

'  314,586  pesos  3  reales;  en  pensiones  y  sueldos  de  empleados 
'  y  montepíos  que  privilegió  la  citada  ley  de  11  de  Agosto, 
'  1.288,248  pesos  3  reales;  y  finalmente,  en  créditos  recono- 
'  cidos  anteriores  á  la  independencia,  2.4G9,058  pesos  5  reales 
'  9  granos,  deduciéndose  de  todo  que  el  verdadero  gravamen 
'  que  se  impuso  á  la  nación  con  dichos  préstamos,  fueron  los 
'515,183  de  los  premios,  y  el  compromiso  de  satisfacer  an- 
'  ticipadamente  los  expresados  2.409,058  pesos  5  reales  9  gra- 
'  nos  de  créditos  antiguos. 

"  Para  arreglar  el  actual  gobierno  el  pago  de  la  meucio- 
'  nada  deuda,  tuvo  que  entrar  en  el  examen  de  las  precitadas 
'  leyes  y  de  los  expedientes  respectivos;  y  estrechado  ya  por 


427 

"  los  interesados,  ya  por  las  urgencias  del  erario,  que  no 
"  podía  cobrar  sin  aquel  requisito  las  obligaciones  que  por 
"  razóu  de  derechos  marítimos  había  pendientes  en  la  teso- 
"  rería  general,  reconoció  por  decreto  de  12  de  febrero  aute- 
"  rior  los  cinco  primeros  millones,  conviniendo  en  que  sería 
"  satisfecha  la  parte  que  decía  relación  á  derechos  de  prime- 
"  ros  y  segundos  plazos  de  importación  marítima,  admitieu- 
"  do,  cuando  éstos  tuviesen  que  pagarse,  un  cuarenta  por 
u  ciento  en  documentos  de  los  que  representasen  el  todo  ó 
u  parte  de  dichos  cinco  millones,  y  exhibiendo  el  sesenta  por 
"  ciento  restante  en  numerario. 

"  Sucesivamente  se  arregló  el  pago  de  lo  que  gravitaba 
"  sobre  la  aduana,  casa  de  moneda  y  tesorería  de  esta  capi- 
"  tal  en  los  términos  eu  que  pudo  mejor  conciliarse  la  justi- 
"  cia  é  intereses  de  los  prestamistas  con  las  necesidades  y 
"  urgencias  del  erario;  y  por  último,  se  ha  reconocido  el  res- 
"  to  de  la  deuda  con  una  amortización  de  tres  por  ciento 
"  mensual  respecto  de  los  que  presenten  al  efecto  una  terce- 
"  ra  parte  de  las  órdenes  ó  libramientos  comprendidos  en 
"  los  expresados  cinco  millones,  y  los  dos  restantes  en  los  que 
"no  lo  están;  ó  con  sólo  una  amortización  de  dos  por  den- 
oto si  la  presentación  se  limitase  á  estas  últimas. 

"  Por  cuenta  del  total  importe  de  los  repetidos  préstamos, 
11  se  han  amortizado  hasta  fin  del  año  pasado  954,721  pesos 
"  3  reales  3  granos:  un  millón  sobre  poco  más  ó  menos  queda 
11  satisfecho  hasta  fin  de  abril  en  la  tesorería,  aduana  y  casa  de 
"  moneda  de  esta  capital;  y  siendo  seguro  que  no  debe  bajar 
"  de  otro  medio  millón  de  pesos  lo  que  en  el  mismo  tiempo 
"  han  amortizado  las  aduanas  marítimas,  se  puede  decir  que 
"  la  repetida  deuda  está  reducida  á  poco  más  de  seis  millones 
"  de  pesos.  Las  ventajas  de  los  tórmiuos  acordados  para  su 
"  satisfacción  son  muy  perceptibles,  porque  sobre  acreditar 
"  la  religiosidad  y  buena  fe  de  la  administración  actual,  sir- 
"  ven  de  impulso  para  que  se  verifiquen  oportunamente  los 


428 

"  ingresos  del  erario,  y  aun  para  que  se  aumenten  considera- 
"  blemente  las  importaciones,  y  con  ellas  el  producto  de  los 
"  derechos  marítimos." 

He  asentado  y  transcrito  lo  conducente  de  mi  Memoria 
y  lo  relativo  á  préstamos  nacionales,  para  satisfacer  en  este 
punto  las  observaciones  que  con  respecto  á  ellos  y  casi  en 
general  se  hicieron  en  la  Memoria  del  año  de  831  por  el  Sr. 
Mangino.  Ahora  también  y  con  el  mismo  fin,  y  más  propia- 
mente para  cumplir  con  mi  propósito  y  satisfacer  mi  oferta, 
asentaré  lo  que  dije  en  la  conclusión  de  mi  Memoria  repetida, 
pues  creo  que  con  lo  expuesto  allí  y  con  la  presencia  del  es- 
tado y  noticia  oficial  de  la  tesorería  general  que  la  acompa- 
ña, llenaré  rni  objeto.  Dice  así: 

"  Tal  es  en  compendio  la  historia  de  los  ramos  de  hacien- 
"  da  pública,  especialmente  con  relación  al  año  económico 
u  que  terminó  en  junio  del  año  pasado.  Ya  al  tratar  de  cada 
"  una  de  las  partidas  de  la  cuenta  general  de  valores,  dejo 
"  insinuados  los  principales  puntos  que  en  concepto  del  go 
"  bienio  merecen  la  atención  de  las  cámaras;  pero  para  que 
"  éstas  puedan  proceder  en  ellos  con  conocimiento  del  último 
"  estado  de  las  rentas  federales,  les  haré  presente  que  según 
"  se  advierte  del  marcado  con  la  letra  J,  quedaron  existentes 
u  por  fin  del  año  pasado  de  1832  en  to  las  las  oficinas  distri- 
"  bui doras  de  la  federación  272,819  pesos  0  granos,  á  cuya 
"cantidad,  agregado  el  ingreso  que  ha  habido  desde  1?  de 
"  cuero  hasta  30  de  abril  último,  resulta  el  total  de  4.9/49,705 
"  pesos  7  reales  3  granas;  de  los  que  se  han  distribuido  en  el 
"  mismo  tiempo  según  las  constancias  que  obran  en  esta 
"  tesorería,  general,  4.529,562  pesos  3  reales  10  granos,  que- 
'*  .lando  una  existencia  de  420, 14S  pesos  3  reales  5  granos 
"  en  las  precitadas  oficinas. 

"  Lo  dicho  manifiesta  que  después  de  haberse  cubierto  las 
"  atenciones  indispensables  de  la  federación,  y  los  compro- 
u  misos  todos  del  gobierno,  en  que  está  comprendido  el  pago 


429 

i  • 

"  de  una  parte  considerable  de  la  deuda  que  dejó  la  adminis- 
"  tración  anterior,  resultó  un  sobrante  casi  duplo  respecto 
"  de  lo  que  se  recibió  en  principios  de  año,  lo  cual,  unido  á 
"  las  obligaciones  pendientes  de  cobro  en  esta  tesorería  ge- 
"  neral,  y  á  las  que  existen  en  las  aduanas  marítimas,  cuyo 
"  importe  pasa  de  dos  millones  de  pesos, es  suficiente  por  aho- 
"  ra  para  seguir  desempeñando  con  regularidad  las  mismas 
"atenciones  y  compromisos  del  erario;  sin  que  esto  quiera 
"  decir  que  sus  ingresos  los  cubran  todos,  pues  siempre  hay 
"  necesidad  de  limitarse  en  los  gastos  á  los  de  que  no  se  pue- 
"  de  prescindir,  dejando  un  deficiente  que  al  fin  será  preciso 
"  cubrir  con  otros  arbitrios,  según  dejo  insinuado  en  el  pá- 
"  rrafo  relativo  al  presupuesto  general. 

"Mi  insuficiencia,  la  premura  del  tiempo,  el  muy  corto 
"  que  he  tenido  personalmente  para  imponerme  de  los  vas- 
"  tos  y  complicados  negocios  de  la  secretaría  de  hacienda,  y 
"  la  falta  de  varias  noticias  y  documentos  que  no  ha  sido  po- 
"  sible  reunir  á  causa  de  los  embarazos  y  desorden  produci- 
"  dos  por  las  conmociones  del  año  pasado,  han  impedido  dar 
"  á  esta  Memoria  toda  la  extensión  de  que  es  susceptible; 
"  mas  creo  que  lo  expuesto  es  suficiente  para  que  las  cámaras 
"tengan  la  dignación  de  dar  por  cumplida  en  orden  á  los 
"  negocios  de  hacienda,  la  obligación  «pie  impone  en  general 
"  á  los  secretarios  del  despacho,  el  artículo  J20  de  la  consti- 
"  tución  federal." 

Si  se  leyesen  íntegras  ambas  Memorias,  como  parece  na- 
tural hacerse,  se  hallaría  constante  la  verdad  matemática  de 
haber  yo  dejado  en  la  tesorería  general  considerables  fondos, 
según  manifiesta  ella  misma  en  sus  respectivos  estados  y  no- 
ticias; advirtiendo,  que  tanto  en  1829  como  en  1833  aparece 
el  mismo  buen  resultado.  Por  consiguiente,  hecha  la  compa- 
ración que  por  los  datos  debe  hacerse,  del  efectivo  haber  que 
dejaron  á  sus  sucesores  los  respectivos  ministros  en  las  ad- 
ministraciones de  30,  31  y  32,  29  y  33,  aparece  la  demostra- 
ción á  favor  del  que  esto  escribe. 


430 

* 

De  lo  explicado  en  una  y  otra  Memoria,  y  considerados 
los  fundamentos  oficiales  en  que  descansan  ellas,  se  iufiere 
que  nos  quejamos  del  gobierno  que  nos  precedió  los  dos  mi- 
nistros de  hacienda,  refiriéndonos  á  la  respectiva  época  ad- 
ministrativa; pero  hay  la  diferencia  de  que  si  tanto  el  uno 
como  el  otro,  sin  culpa  propia,  y  sólo  por  efecto  necesario  de 
las  difíciles  circunstancias  del  tiempo  en  que  obramos,  nos 
vimos  envueltos  en  dificultades,  y  constituidos  en  gravísi- 
mos conflictos,  mayores  fueron  ciertamente  para  el  que  es- 
to escribe;  ad virtiendo  y  recordando  aquí,  como  en  otro  lu- 
gar se  ha  dicho  y  repito  ahora,  que  yo  nada,  nada  recibí,1  y 
por  el  contrario,  sí  dejó  al  retirarme  el  caudal  suficiente  en 
la  tesorería  y  tan  en  efectivo  que  lo  distribuyó  desde  lue- 
go la  misma  tesorería. 

Quedó  también  el  treinta  y  dos  por  ciento  que  establecí, 
tomándose  por  convenio  de  los  créditos  á  que  estaban  afec- 
tas las  aduanas  marítimas:  más  de  quinientos  mil  pesos  dis- 
ponibles por  el  último  contrato  y  préstamo  celebrado  en  2 
de  diciembre  de  dicho  año,  y  que  en  efecto  estuvo  percibien- 
do el  gobierno  de  Jalapa  hasta  que  le  convino  suspender  los 
efectos  de  este  negociado.  Asimismo  quedaron  los  ingresos 
ordinarios  que,  uniéndose  á  las  entradas  anteriores,  dieron 
fondos  suficientes  para  poder  llenar  las  atenciones  de  la  ad 
ministracióu  por  el  tiempo  suficiente,  y  principalmente  por 
el  que  se  necesitaba  para  poder  consultar  y  expedir  todas  las 
resoluciones  que  le  convinieron  á  fin  de  establecer  economías 
y  arreglos. 

1  Véase  ol  corte  do  caja  de  la  tesorería  general  inserto  en  el  capítulo  5?,  página  47 
que  dice : 

Importa  el  cargo §   37,007  4  2 

ídem  la  data $   37,007  4  2 

Igual... $   00,000  0  0 

México,  Octubre  12  do  1829. — Jiménez. — Andonacgut. 


431 

Yo  pagué  las  deudas  anteriores;  respetó  los  compromi- 
sos y  los  pactos;  distribuí  los  caudales  entre  todos  los  acre- 
edores del  erario  sin  distinción;  y  al  fin  el  día  del  triunfo  de 
la  revolución  en  diciembre  de  1829,  entregó  la  tesorería  ge- 
neral un  considerable  haber,  y  lo  suficiente  en  el  acto  de 
ocupar  el  palacio  y  la  oficina  para  pagar  las  listas  militar  y 
civil  y  otros  gastos  extraordinarios.  Por  el  contrario,  el  mi- 
nistro Maugino,  después  de  aprovecharse  en  su  entrada  al 
ministerio,  de  la  existencia  que  efectivamente  recibía,  se  uegó 
á  todo  pago,  y  lo  que  fué  más  notable,  negoció  é  hizo  cuanto 
fué  posible  en  el  congreso  para  obtener  la  reprobación  de 
aquellos  mismos  contratos  que  habían  dado  los  recursos  y 
fondos  de  que  tan  á  su  placer  había  dispuesto  y  en  momen- 
tos los  más  comprometidos.  Lo  dicho,  pues,  acredita  de  un 
modo  indudable,  cómo  ha  recibido  y  cómo  ha  entregado  el 
que  esto  escribe  la  hacienda  pública  en  las  dos  épocas  seña- 
ladas de  su  cargo.  Sirva  por  tanto  de  satisfacción  y  respues- 
ta á  unos,  y  de  positivo  desengaño  á  otros;  ad virtiendo  al 
intento  y  en  confirmación  de  nuestro  dicho,  que  por  la  prensa 
y  en  su  tiempo  se  dilucidó  ampliamente  esta  propia  materia; 
concluyendo  en  1830  un  impreso  titulado  "  reflexiones  contra 
el  acuerdo  del  senado  sobre  cesación  del  préstamo  celebrado 
el  2  de  diciembre  del  año  de  1829"  con  las  proposiciones  si- 
guientes: 

"  ¿Puede  el  senado  ó  el  congreso  cogerse  lo  ajeno  con- 
"  tra  la  voluntad  de  su  dueño!  ¿  Se  quebranta  ó  se  cumple 
"  la  constitución  con  este  paso?  ¿Por  qué  hau  dejado  entre- 
"  gar  la  cuota  de  tres  meses,  y  van  resultando  escandaliza- 
"  dos  después  de  haber  gastado  cuatrocientos  cincuenta  mil 
"  pesos  en  reales  efectivos?  ¿Qué  gobierno  ha  disfrutado  del 
"  empréstito?  |No  es  notorio  que  el  auterior  apenas  recibió 
"  cuarenta  y  pico  de  mil  pesos,  cuando  la  actual  administra- 
"  ción  ha  dispuesto  tranquilamente  de  más  de  cuatrocientos 
"  mil?  ¿Con  qué  facultades  el  legislador  le  dice  al  ejecutivo, 


432 

"  no  pagues  lo  que  has  gastarlo,  y  no  cumplas  la  obligación 
"  que  contrajiste?  ¿Por  qué  tanto  celo  en  el  deshacer  el  mejor 
"  contrato  celebrado  desde  que  hay  república,  habiéndose 
"despreciado  las  públicas  dilapidaciones,  y  las  condiciones 
"  torpísimas  de  los  empréstitos  que  corrieron  por  otras  ma- 
il  nos,  y  que  aun  todavía  no  se  olvidan  por  las  muy  marca- 
"  bles  señales  que  les  acompañau  de  vestidos  viejos,  torpe- 
"  dos  (Michelena )  y ? 

"  Sin  duda  alguna  conocieron  estas  verdades  los  gobier- 
"  nos  anteriores,  y  sean  cuales  fueren  sus  aberraciones  y  de- 
"  fectos,  jamás  alteraron  los  convenios:  cumplieron  lasprome- 
"  sas,  dieron  garantías  á  sus  acreedores,  y  no  desconocieron 
"  la  persona  moral  del  ejecutivo  de  la  unión.  ¿Y  no  debemos 
"esperar  igual  conducta  en  la  administración  actual,  cuya 
"  divisa  es  constitución  y  leyes,  y  cuya  probidad  y  sensatez 
"  aplaudimos?  Si  así  no  fuese,  se  formaría  un  contraste  cier- 
"  tamente  desfavorable  entre  las  anteriores  y  la  actual  ad- 
"  ministración,  pues  se  diría:  los  gobiernos  que  precedieron 
"  entraron  á  funcionar  sin  haciemla,  sin  recursos  y  con  gra 
"vísimos  empeños:  lucharon,  y  en  medio  de  desgracias  y 
"  contradicciones  cumplieron  sus  compromisos  y  no  faltaron 
"  á  la  fe  pública;  notándose  que  el  actual  gobierno  no  ha  re- 
"  cibido  únicamente  los  cargos  y  gravámenes,  sino  que  por 
"el  contrario  ha  recibido  al  mismo  tiempo  lo  útil  y  lo  one- 
"  roso;  ha  dispuesto  de  más  de  cuatrocientos  mil  pesos,  y  se 
"han  amortizado  iguales  sumas;  ha  llenado  sus  atenciones 
"  con  el  dinero  del  préstamo,  y  no  ha  corrido  la  miserable 
"  suerte  de  los  anteriores  gobiernos,  que  no  recibieron  ni  un 
"grano  y  pagaron  algunas  sumas. 

"  ¡Padres  del  pueblo!  Vuestra  es  la  causa,  porque  es  de 
"la  nación  que  representáis  dignamente.  Conservadle  el 
"  buen  nombre  que  merece,  respetando  la  propiedad  del  ciu- 
"  dadano,  evitando  su  violento  despojo,  alejándose  Infinita- 
"  mente  la  confusión  de  poderes,  y  de  la  falta  de  fe  y  cuui- 


433 

"  plimiento  en  los  pactos.  Así,  y  sólo  así,  tendremos  patria 
"  y  federación.  Guardemos,  pues,  los  principios  que  se  guar- 
"  dan  y  respetan  en  todos  los  pueblos  cultos  de  la  tierra." 

Hemos  hablado  de  la  haoieuda  pública  según  su  estado 
en  la  época  á  que  hemos  hecho  referencia;  y  aunque  quisié- 
ramos, no  podemos  hacer  lo  mismo  respecto  de  los  demás  ra- 
mos de  la  administración  pública,  por  no  ser  este  nuestro 
objeto;  y  si  bien  nos  detuvimos  un  poco  en  el  referido  de  ha- 
cienda que  volveremos  á  tocar,  y  lo  trataremos  todavía  des- 
pués al  referir  algunas  hostilidades  del  cuerpo  legislativo  al 
ejecutivo  en  fines  del  año  de  33,  es  porque  debo  según  mi  plan 
y  como  tengo  ofrecido,  dar  exacta  razón  y  cuenta  de  mi  con- 
ducta pública  en  materias' y  puntos  tan  vitales  como  el  que 
acabamos  de  mencionar.  Consideremos  empero  la  situación 
política  del  país  en  lo  general,  y  veremos  se  hallaba  en  el  es- 
tado en  que  se  halla  un  lidiador  después  de  uua  fuerte  y 
esforzada  lucha;  esto  es,  se  hallaba  fatigada  la  república 
y  descansando;  pero  siempre  obligada  á  volver  á  la  contien- 
da y  preparándose  á  ella  aunque  débil  y  disgustada. 

En  efecto,  se  hallaba  así  la  república  en  un  verdadero  mal- 
estar, y  se  notaba  un  disgusto  casi  general:  viniendo  á  la 
vez  no  sólo  á  aumentar  los  males  públicos  los  anuncios  de 
la  invasión  de  la  epidemia  del  cólera  morbus,  sino  que  direc- 
tamente influyó  en  la  situación  del  país  este  terrible  azote 
de  la  humanidad. 

Por  el  espacio  de  seis  meses  se  fijó  en  la  república  é  hizo 
grandes  estragos  en  la  población,  y  llenó  de  terror  y  de  luto 
á  las  familias  de  todos  los  lugares  grandes  y  pequeños,  ca- 
pitales y  aldeas.  El  ejército  en  campaña  ofreció  gran  número 
de  víctimas,  y  la  ciudad  de  México,  en  el  memorable  día  15  de 
agosto,  sufrió  una  gran  mortalidad  en  sus  habitantes  sin  dis- 
tinción de  personas  ni  de  edades.1 

1  Documento  número  2. 

Tomo  II— 55 


434 

El  gobierno  que  redobló  fatigas  y  esraeros,  se  ocupó  se- 
riamente de  este  asunto:  dictó  disposiciones  enérgicas  y  be- 
néficas con  relación  á  médicos,  métodos  curativos,  precios 
equitativos  en  los  víveres,  prohibiéndose  alterasen  y  cuidan- 
do de  su  buena  calidad  en  el  expendio. 

Pasó  en  fin,  aunque  con  grandes  sacrificios  en  el  gobierno 
y  en  el  público,  el  triste  período  epidémico  del  cólera  asiá- 
tico, cuyos  efectos  he  indicado  en  general  en  este  lugar,  an- 
ticipando en  cierto  modo  las  épocas  para  evitar  repeticiones. 
Continúo  ya  mi  naración  contraída  á  los  sucesos  que  tuvieron 
lugar  en  su  respectivo  tiempo.  Voy,  por  tanto,  á  referir  la 
cesación  primera  en  el  mando  del  vicepresidente,  y  la  entra- 
da también  primera  del  presidente  de  la  república. 


CAPÍTULO   III. 


Se  hace  cargo  del  gobierno  el  presidente  General  Nimia  -  Anua,  desde  16 
de  mayo  hasta  2  de  jnnio  de  1S33.  —  Sucesos  públicos  en  dicho  tiempo. 


Cesó  el  vicepresidente  Gómez  Farías  el  día  16  de  mayo 
del  repetido  año  de  33.  El  presidente  Santa- Anua  tomó  po- 
sesión en  dicho  día  ante  el  congreso  de  la  unión  con  las  ri- 
tualidades y  solemnidades  de  estilo,  Dirigió  al  mismo  con- 
greso y  en  el  propio  acto  solemne,  un  extenso  discurso,  eu 
que  manifestando,  no  sólo  el  programa  de  su  administración 
gubernativa,  sino  respondiendo  á  cuanto  se  había  dicho  en 
contra  de  los  sucesos  que  le  habían  conducido  á  aquel  lugar, 
concluye  con  los  notables  siguientes  términos:  "  ¡Represen- 
"  tantes  de  la  soberanía  de  la  nación!  Mi  fe  política  es  sen- 
"  cilla  y  rectas  mis  intenciones.  Amparadme  con  vuestras 
"  luces  y  el  favor  del  pueblo  de  que  sois  la  porción  escogida, 


435 

"en  el  empeño  de  promover  á  costa  de  la  misma  vida,  su 
"  libertad  y  su  ventura."  Contestó  el  presidente  del  congreso» 
protestando  la  conformidad  más  sincera,  con  los  sentimientos 
manifestados  por  el  ejecutivo,  asegurando  que  su  administra- 
ción sería  aun  más  grande  por  el  saber,  que  por  el  esplendor 
de  sus  victorias.  Quedó  así  posesionado  el  presidente  de  la 
república.  Siguieron  los  festejos  y  demostraciones  públicas 
acostumbradas,  y  siguieron  también  los  actos  administrati- 
vos de  los  poderes  generales. 

Fué  nombrado  en  20  de  mayo  secretario  de  la  guerra  D. 
José  Joaquín  Herrera  por  el  presidente  y  por  el  congreso: 
fueron  declarados  completa  y  absolutamente  libres  del  juicio 
de  residencia  secreta,  los  bienes  del  ex- virrey  D.  José  de 
Iturrigaray  por  lo  respectivo  á  la  hacienda  pública  de  la  na- 
ción; sin  que  se  hiciesen  eu  su  testamentaría  el  descuento  y 
la  retención  de  que  habló  el  decreto  de  23  de  Octubre  de  1823» 
subsistiendo  por  lo  demás  en  su  vigor  y  fuerza.  Así  se  co- 
municó por  la  secretaría  de  hacienda  á  quienes  correspondía 
y  eu  los  términos  siguientes: 

"  Secretaría  de  hacienda.  —  Sección  segunda. — El  Bxmo. 
"señor  presidente,  etc.  —  El  presidente,  etc. — Sobreseyén- 
"  dose  completa  y  absolutamente  en  el  juicio  de  residencia 
"secreta  del  finado  ex- virrey  D.  José  Iturrigaray,  por  lo 
"  respectivo  á  la  hacienda  pública  de  la  nación,  no  se  harán 
"  en  su  testamentaría  el  descuento  y  retención  de  que  habla 
"  el  decreto  de  23  de  octubre  de  1823,  subsistiendo  por  lo 
"  demás  en  su  vigor  y  fuerza. — José  J.  de  Herrera,  diputado 
"  presidente. — José  Ignacio  de  Basadre,  presidente  del  sena- 
"  do. — Vicente  Guido  dé  Guido,  diputado  secretario. — Joaquín 
"  García  Luna,  senador  secretario. — Por  tanto,  mando,  etc. — 
"  Palacio  del  gobierno  federal  en  México,  á  25  de  mayo  de 
"  1833. —  Antonio  López  de  Santa- Auna. —  A  D.  José  María 
"  de  Bocanegra." 

Apenas  pasaron  unos  días  después  de  haberse  verificado 


436 

el  advenimiento  al  mando  del  General  Santa- Anua,  y  de  ha- 
berse declarado  qne  se  aprobaban  las  disposiciones  acorda- 
das en  el  convenio  de  Zavaleta,  dirigidas  al  restablecimien- 
to de  la  paz  y  orden  constitucional  en  toda  la  república, 
cuando  se  recibió  la  noticia  del  pronunciamiento  que  el  día 
26  de  mayo  verificó  en  Morelia  el  primer  ayudante  D.  Igna- 
cio Escalada. 

La  noticia  de  esta  ocurrencia  fué  publicada  el  28  del  ci- 
tado mes  de  mayo  de  un  modo  oficial  por  parte  del  gobierno 
y  también  por  la  prensa  particular.  El  primero  expidió  pro- 
clamas y  circulares  reprobando  como  era  debido  el  movimien- 
to de  Escalada  con  toda  la  energía  con  que  debía  reprobarse 
asonada  semejante.  Puede  notarse  que  la  reprobación  pública 
se  manifestó  en  la  capital  y  en  los  Estados  contra  el  subleva- 
do, sin  embargo  de  que  habían  causado  gran  disgusto  la  san- 
ción de  la  ley  que  dispuso  de  los  bienes  del  duque  de  Mon- 
teleone,  y  la  que  se  expidió  autorizando  al  ejecutivo  para 
destituir  á  los  empleados  en  las  secretarías  del  despacho. 

El  jefe  pronunciado  publicó  con  la  correspondiente  pro- 
clama él\plan2  que  en  cinco  artículos  explicaba  el  objeto  que 
se  proponía  sostener,  y  era  según  decía,  defender  la  religión 
y  los  fueros:  declarar  protector  de  esta  causa  al  supremo  jefe 
de  la  nación:  anular  los  actos  gubernativos  y  últimas  elec- 
ciones del  Estado  de  Michoacán :  establecer  un  nuevo  orden 
provisional  gubernativo  del  Estado;  y  concluía  protestando 
respeto  á  las  garantías  y  opiniones  políticas.  Se  firmó  en  Mo- 
relia el  día  26  de  mayo  de  1833  á  las  dos  y  tres  cuartos  de  la 
mañana  por  el  dicho  primer  ayudante  Escalada,  quedando 
por  única  autoridad  él  mismo  en  lo  militar  y  político,  pues 
que  se  desconocieron  las  autoridades  existentes  y  desapare- 
cieron. 


1  Documento  número  3. 

2  Documento  número  4. 


437 

El  día  1?  de  junio  se  abrieron  las  sesiones  extraordinarias 
del  congreso  general  con  his  solemnidades  y  discursos  de 
costumbre;  anunciándose  por  el  ejecutivo  que  el  congreso 
volvía  á  sus  tareas  legislativas  dando  cumplimiento  al  con- 
venio de  Zavaleta,  para  el  arreglo  que  exigían  la  hacienda 
y  crédito  público,  así  como  la  administración  de  justicia,  in- 
tegridad del  territorio  y  aprobación  de  los  tratados  pendien- 
tes con  las  naciones  amigas. 

En  este  mismo  día  saltó  á  la  arena  en  el  pueblo  de  Tlal- 
pam  (Sau  Agustín  de  las  Cuevas)  otro  campeón,  el  General 
D.  Gabriel  Duran.  Este,  de  una  manera  embozada,  aunque 
en  realidad  se  descubriesen  sus  intenciones,  dirigió  una  carta 
al  presidente  de  la  república,  protestando  que  él  y  sus  com- 
pañeros se  habían  reunido  no  para  conspirar,  sino  para  dar 
valor  y  firmeza  á  los  convenios  que  habían  terminado  la  gue- 
rra civil  y  no  se  habían  cumplido,  decía  él,  quejándose  de  que 
un  partido  se  apoderase  de  las  asambleas  legislativas,  y  die- 
se leyes  formadas  con  parcialidad  y  sin  examen,  chocando 
con  ideas  y  principios  arraigados  de  siglos  atrás,  y  que  invo- 
caba la  libertad  para  ahogarla  con  la  licencia.  Concluía  di- 
ciendo, que  remitía  un  plan  que  era  sustancialmente  el  mis- 
mo de  Escalada,  y  todo  lo  sometía  á  la  resolución  y  al  sostén 
de  S.  E.  el  presidente  General  Santa-  A.n na,  quien  con  fe- 
cha 2  del  mismo  junio  contestó  diciendo  que  había  recibido 
con  mucho  disgusto  sus  comunicaciones:  que  reprobaba  su 
conducta,  llamándole  al  orden  que  debía  guardar  no  sólo  co- 
mo ciudadano  y  general,  sino  como  comprometido  en  soste- 
ner los  convenios  de  Zavaleta  que  habían  frustrado  los  pro- 
yectos de  intervención  extranjera  sobre  México,  y  que  po- 
drían aparecer  de  nuevo  por  medio  ue  la  discordia  que  con 
el  sistema  de  pronunciamientos  se  establecería,  sin  que  pu- 
diese siempre  combatirse  como  se  había  procurado  hacer  pa- 
ra auiquilar  un  elemento  de  verdadera  destrucción  para  el 
país.  Se  acompañó  la  siguiente  proclama  dirigida  al  ejórci- 


438 

to,  en  la  que  manifestaba  que  lo  hecho  merecía  toda  su  re- 
probación : 

"  Soldados:  algunos  genios  turbulentos  que  no  están  ave- 
"  nidos  con  el  reposo  de  que  tanto  necesita  la  nación,  pre- 
"  tenden  seduciros  y  apartaros  de  la  obediencia  á  las  leyes. 
"  Para  que  seáis  instrumentos  pasivos  de  sus  perversas  mi- 
"  ras,  invocan  á  la  religión  que  todos  hemos  jurado  defen- 
"  der;  los  fueros  de  la  iglesia  que  la  constitución  garantiza, 
"  y  las  consideraciones  que  se  os  deben  y  á  que  nunca  se  fal- 
"  tara.  Estos  son  pretextos  para  turbar  la  paz,  renovar  nues- 
"  tras  disensiones  domésticas  y  ejercer  sangrientas  vengan - 
"  zas. 

"Acaso  se  invocará  mi  nombre  para  envilecerlo.  Yo  os 
"juro  que  repruebo  todo  conato  que  se  dirija  á  destruir  la 
"  constitución,  y  que  moriría  primero  que  aceptar  otro  poder 
"  que  el  designado  por  ella.  Cerrad  los  oídos  á  estas  crimina- 
"  les  sugestiones,  y  confiad,  como  tantas  veces  lo  hicisteis,  en 
"  la  firmeza  con  que  sostengo  mis  propósitos.  El  mío  más  de- 
"  cidido,  es  defender  sin  la  vacilación  más  pequeña  la  cons- 
"  titución,  como  nos  la  dieron  nuestros  representantes  en 
"  1824. 

"¡Soldados!  ¡amigos!  ¡compañeros!  La  patria  que  os  es 
"  deudora  de  tantos  bienes,  espera  que  consolidéis  la  paz, 
"que  cubráis  con  vuestro  pecho  las  instituciones  federales* 
"  Aguardad  sus  recompensas,  contad,  contad  con  mi  decisión 
"  para  sostener  á  vuestro  lado  la  ley,  y  no  más  la  ley. 

"  ¡Viva  la  constitución!  México,  junio  1?  de  1833. —  An- 
"  tonio  López  de  Santa- Auna." 

En  esta  situación  política,  y  calculándose  el  porvenir,  se 
hizo  necesario  poner  en  acción  todos  los  medios  y  tocar  to- 
dos los  resortes  propios  y  conducentes  á  sofocar  en  su  naci- 
miento las  agitaciones  y  disturbios  que  nuevamente  encen- 
derían el  fuego  de  la  guerra  civil  si  no  se  impedia  el  progreso 
revolucionario,  y  al  efecto,  el  congreso  general  en  el  referí- 


439 

do  día  1?  de  juuio,  expidió  formal  decreto1  en  que  se  auto- 
rizaba al  presidente  de  la  república  para  mandar  en  persona 
el  ejército;  habiendo  antes  expedídose  otro  decreto  para  que 
se  pudiesen  hacer  los  gastos  necesarios  á  la  conservación  de 
la  tranquilidad  pública  si  lo  consideraba  así  conveniente. 

Con  esta  autorización  el  General  Santa- Anua,  procu- 
rando seguir  la  máxima  de  atacar  eficazmente  los  males  al 
principio,  se  puso  luego  en  marcha  el  día  2  del  propio  junio 
con  una  lucida  división,  dirigiéndose  sobre  Tlalpam  donde 
existían  los  pronunciados.  Tal  acontecimiento  motivó  el  que 
por  segunda  vez  ocupase  el  lugar  del  presidente  de  la  repú- 
blica el  vicepresidente  de  ella  D.  Valentín  Gómez  Farías. 


CAPÍTULO  IV. 


Desde  i  de  junio  hasta  17  del  mismo,  vuelve  el  vicepresidente 
al  gobierno. 


Volvió  á  encargarse  del  gobierno  general  el  vicepresiden- 
te, el  día  ya  referido,  en  que  marchó  á  campaña  el  presidente. 
Dio  un  manifiesto  inspirando  la  mayor  confianza  y  protes- 
tando la  decisión  más  completa  á  mantener  la  tranquilidad 
y  el  orden  durante  el  período  de  su  mando,  mientras  regre- 
saba el  presidente  de  la  república  que  había  marchado  á  res- 
tablecer el  orden  momentáneamente  alterado. 

El  referido  día  2  de  junio  comunicó  oficialmente  el  pre- 
sidente, que  como  dos  horas  antes  de  su  llegada  á  Tlalpam, 
lo  desocuparon  los  pronunciados,  dirigiéndose  en  número  de 
trescientos  para  Ouernavaca.  Decía  también  el  General  San- 

1  Colección  de  Galván,  tomo  7?,  página  52. 


440 

ta-  Anna  que  maliciosamente  se  habían  hecho  correr  las  vo 
ees  alarmantes  de  haberse  pronunciado  la  capital  y  de  ha- 
llarse seducidas  las  tropas. 

Los  Estados  manifestaron  satisfactoriamente  su  opinión» 
y  se  prestaron  á  auxiliar  al  gobierno  general  para  sostener 
la  campaña  contra  el  plan  de  Escalada  y  los  que  lo  secunda- 
sen. Michoacán  reunió  considerable  número  de  tropas  loca 
les,  uniéndolas  á  las  de  lúea  que  franqueó  Querétaro:  el  Ge- 
neral Cortázar  con  fuerzas  del  gobierno  general  y  también  el 
General  Valencia,  se  dirigieron  sobre  Morelia  con  el  mismo 
fin.  El  de  Guanajuato  de  igual  modo  obraba  de  acuerdo  con 
el  gobierno  civil.  El  General  Victoria  y  el  Estado  de  Puebla, 
según  comunicó  el  General  Lemus,  abundaban  en  deseos  de 
batir  á  los  pronunciados,  y  hasta  en  Tlaxcala  espontánea- 
mente se  armó  la  milicia  nacional.  Observado  todo  esto  por 
Duran,  y  temiendo  las  combinaciones  y  movimientos  que  en 
sólo  dos  días  había  efectuado  el  General  presidente,  abando- 
nó  Ouernavaca,  donde  tampoco  encontró  auxilio  ni  abrigo. 

Sería  muy  difuso  y  ciertamente  muy  extraño  de  mi  inten- 
to el  referir  campañas,  jornadas  y  movimientos  militares;  me 
limito  por  lo  mismo  aquí  y  en  lo  siguiente,  á  señalar  los  he- 
chos prominentes  que  llenen  mi  objeto  fijado  desde  el  prin- 
cipio. 

Juzgo  tales  los  sucesos  que  ocurrieron  después  de  la  fu- 
ga que  Duran  verificó  por  la  persecución  segura  y  activa  que 
le  hacía  el  presidente,  quien  dejando  según  se  ha  dicho  el 
rumbo  referido,  tomó  el  que  conducía  al  pueblo  de  A  meca, 
que  seguramente  creyó  el  más  á  propósito  para  estar  á  la 
mira  y  observación  de  las  ocurrencias,  principalmente  de  los 
Estados  de  México  y  Puebla. 

En  este  rumbo,  y  desde  el  día  6  del  repetido  junio  en  ade- 
lante, habiéndosele  incorporado  con  su  regimiento  el  coronel 
D.  Pedro  María  Auaya,  tuvieron  lugar  acontecimientos  muy 
notables,  tales  fueron  la  combinación  pérfida  de  Arista  y  de 


441 

Duran,  que  causó  el  escandaloso  pronunciamiento  de  la  di- 
visióu  qne  marchaba  bajo  las  inmediatas  órdenes  del  gene- 
ral presidente,  proclamándolo  "Supremo  Dictador?1  al  mismo 
tiempo  que  el  jefe  D.  Tomás  Moreno  con  una  notificación 
irrespetuosa  desarmó  aj  presidente  por  sorpresa  y  del  modo 
más  inesperado,  declarándolo  prisionero  por  orden  de  sus  je- 
fes los  Generales  Arista  y  Duran.  Lo  condujeron  escoltado  á 
Yautepec  victoreándolo  los  que  lo  custodiaban  y  rodeándolo 
de  centinelas  en  el  lugar  mismo  en  que  lo  alojaban. 

El  plan  bajo  que  se  pronunciaron  á  las  diez  de  la  maña- 
na en  el  pueblo  de  Ameca  el  día  6,  comprende  unos  cinco  ar- 
tículos muy  'análogos  al  plau  de  Escalada  en  Morelia,  y  la 
parte  expositiva  del  plan  que  fué  el  publicado  en  la  ciudad 
de  Hnejocingo,  y  las  comunicaciones  de  los  pronunciados  di- 
rigidas al  general  presidente,  explican  los  principios  que  en 
realidad  eran  uniformes  con  los  proclamados  en  Morelia;  y 
fijando  unas  mismas  miras  y  un  propio  objeto,  concluyen  cou 
decir  que  se  proclamaba  el  único  arbitrio  para  hacer  cesar  el 
aspirantismo  y  el  despotismo  de  los  demagagos.1 

Esta  ocurrencia  produjo  combinaciones  y  movimientos 
militares  entre  las  tropas  del  gobierno  y  fuerzas  de  los  pro- 
nunciados, primeramente  en  los  lugares  ya  señalados,  y  con 
posterioridad  hasta  en  lo  interior  de  la  república,  según  ve- 
remos adelante,  al  referirse  la  campaña  que  tuvo  lugar  seña- 
ladamente en  el  Estado  de  Guanajuato. 

Por  ahora,  siguiendo  la  narración  del  suceso  que  nos  ocu- 
pa, esto  es,  de  la  prisión  y  dictadura  del  presidente  Santa- 
Anna,  consultando  las  constancias  de  la  prensa  y  docmentos 
oficiales,  debe  saberse  qne  el  presidente  emprendió  con  su  di- 
visión la  marcha  desde  Tenango  Tepopula  para  Ouautla  de 
Amilpas;  y  en  las  alturas  de  Juchi  se  desprendió  casi  á  esca- 
pe una  partida,  á  cuya  cabeza  venía  el  coronel  D.  Tomás  Mo- 

Documonto  rnim.  5. 

Tomo  II.— 56 


442 

reno.  Llegó  este  jefe  al  lugar  mismo  en  que  se  hallaba  el 
general  presidente  y  le  dirigió  la  palabra  diciéndole:  "La 
"  división  se  ha  pronunciado,  proclamando  a  V.  B.  "  Supre- 
"  dio  Dictador."  En  el  momento  dijo  el  General  Santa- An- 
ua: "  Si  se  supone  mi  voluntad  se  han  equivocado;  yo  soy 
"  fiel  á  mis  juramentos:  todo  lo  he  cifrado  y  hecho  consistir 
"  en  promover  el  bien  de  los  mexicanos;  no  he  de  traicionar 
"  á  lo  que  se  me  ha  coufiado."  Moreno  se  volvió  al  coman- 
dante de  la  escolta,  teniente  coronel  Guzmáu,  intimando  le 
proclamase  en  los  términos  asentados  y  se  cumpliese  la  vo- 
luntad de  los  pronunciados,  y  las  órdenes  que  tenía  de  en- 
cargarse de  su  persona,  que  fué  verdaderamente  declarada 
y  tratada  en  términos  que  anunciaban  una  catástrofe  y  el 
sacrificio  del  presidente.  En  Yautepec  fué  alojado  el  Gene- 
ral Santa-Anna  en  la  casa  del  alcalde  de  aquellla  villa  y 
custodiado  por  una  guardia  destinada  al  efecto.  El  día  9  se 
trasladó  el  presidente  siempre  prisionero  á  la  hacienda  de 
Buenavista,  donde  por  las  circunstancias  en  que  se  hallaba, 
se  vio  obligado  á  decidirse  y  se  decidió  á  verificar  su  fuga; 
aunque  algunos  jefes  no  aprobaron  este  paso  del  momento 
y  se  reservaron  el  opinar  para  después. 

Se  recibieron,  dice  el  principal  ayudante  D.  Manuel  Fer- 
nández Oastrillón,  comunicaciones  importantes  de  Arista, 
Duran,  González  y  Martínez  de  Navarrete,  acompañándole 
la  acta  y  plan  de  Huejocingo  que  ya  hemos  referido;  y  suje- 
tándolo todo  á  la  variación  y  enmienda  del  mismo  presiden- 
te, emplazándolo  á  una  entrevista  en  el  pueblo  de  Chalco, 
suplicándole  los  salvase  y  salvase  á  los  individuos  de  la  di- 
visión. Esto  se  cree  que  avivó  la  indicada  resolución  de  la 
fuga  que  verificó  en  efecto  el  general  presidente  con  el  ob- 
jeto de  ponerse  al  frente  de  la  división  que  mandaba,  y  con 
la  seguridad  de  que  toda  la  tropa  que  tenía  á  sus  órdeues 
Arista,  se  le  uniría  porque  estaba  engañada.  Todo  lo  asegu- 
ra así  oficialmente  el  General  Bustamaute,  en  parte  que  da 


443 

al  gobierno  el  día  12  de  junio  en  Tepopula,  diciendo:  que  sa- 
bía con  certeza  había  marchado  el  presidente  de  incógnito 
acompañado  únicamente  de  nn  individuo:  que  por  lo  mismo, 
Bnstamante  contramarchaba  con  el  sentimiento  de  que  si 
bien  el  presidente  se  había  salvado,  no  había  logrado  poner- 
se en  libertad  con  las  consideraciones  debidas  á  su  alta  in- 
vestidura. 

El  congreso  general  en  estas  circunstancias,  y  por  las 
ocurrencias  mencionadas,  había  expedido  dos  decretos,  con- 
cediendo el  uno  facultades  extraordinarias  al  gobierno,  limi- 
tándolas en  su  ejercicio  á  señalados  objetos  del  bien  público 
y  por  sólo  el  término  de  cuatro  meses,  y  el  otro  declarando 
acto  de  patriotismo  heroico  poner  eu  libertad  al  presidente 
de  la  república  D.  Antonio  López  de  Santa- Auna,  ofrecien- 
do recompensas  pecuniarias  y  de  honor:  y  en  el  mismo  con- 
greso se  trató  de  declarar  que  el  vicepresidente  Gómez  Fa- 
rías  había  merecido  bien  de  la  patria  por  la  libertad  del 
presidente,  y  en  los  términos  que  el  gobernador  Elorriaga, 
de  Duran go,  oficialmente  lo  había  iniciado. 

Los  días  del  12  al  17  de  junio,  fueron  de  agitación  en 
México,  en  Puebla,  en  todos  los  lugares  inmediatos,  y  aun 
puede  decirse  que  en  toda  la  república,  considerando  que,  en 
esos  mismos  días  recibió  el  supremo  gobierno  comunicacio- 
nes multiplicadas,  que  por  el  gran  suceso  le  dirigíau  las 
legislaturas,  los  gobiernos  civiles  y  eclesiásticos,  las  coman- 
dancias generales,  individuos  y  jefes  particulares,  ofreciendo 
por  supuesto,  la  cooperación  y  auxilios  respectivos. 

Todo  por  entonces  quedó  concluido  con  la  libertad  del 
general  presidente,  que  habiendo  llegado  á  la  ciudad  de  Pue- 
bla el  día  13  de  junio,  verificó  su  entrada  en  la  capital  el  día 
17  del  mismo  en  la  noche,  siendo  recibido  y  saludado  del 
modo  más  solemne,  público  y  expresivo  que  puede  figurarse 
y  aun  apenas  creerse.  Se  dispuso  continuasen  los  regocijos 
públicos  por  el  feliz  regreso  del  general  presidente,  y  las  que 


444 

antes  habían  sido  súplicas  y  plegarias  por  su  libertad,  se  con- 
virtieron eu  acciones  de  gracias  por  ella;  distinguiéndose  el 
vicepresidente  eu  las  demostraciones  de  obsequio  y  aten- 
ción, y  poniendo  ese  mismo  día  en  sus  manos  el  gobierno  de 
la  república. 


CAPÍTULO    V. 


Pende  17  de  junio  de  1833  hasta  ÍO  de  julio  del  mismo,  en  qne  toI  vía  á  sa- 
lir el  presidente  con  el  ejército  á  campa  ña. 


Pocos  fueron  los  días  del  anterior  período  transitorio; 
pero  muy  serios  y  notables  los  acontecimientos  que  tuvieron 
lugar  en  él,  acompañados  de  circunstancias  muy  delicadas  y 
difíciles,  que  prepararon  consecuencias  gravísimas  para  la 
nación.  Fuerza  es  decir  aquí,  que  para  los  funcionarios  que, 
como  el  que  esto  escribe,  se  vieron  obligados  á  estar  en  el  fo- 
co de  la  lucha,  y  envueltos  en  la  agitada  situación  que  cau- 
saban á  cada  instante  los  hechos  más  imprevistos,  fueron 
todavía  más  urgentes  y  excepcionales  las  ocurrencias,  en 
razón  de  que  por  ellas  mismas,  y  por  el  carácter  de  las  per- 
sonas que  mandaban,  se  vieron  colocados  en  un  tórculo  cruel 
y  en  un  continuo  compromiso  de  amarga  prueba,  de  ningún 
buen  resultado  firme  y  duradero  en  bien  de  la  patria;  y  ni 
aun  siquiera  de  gratitud  reconocida,  ni  mucho  menos  recom- 
pensada. 

Hubo  en  la  capital  el  día  7  de  junio  un  movimiento  revo- 
lucionario, causado  por  el  pronunciamiento  pasajero  qne  hi- 
zo la  tropa  que  ocupaba  un  cuartel  inmediato  al  palacio  del 
gobierno;  manifestándose  los  sublevados  adictos  á  la  revolu- 


445 

ción;  pero  enérgica  y  prontamente  contrariados  por  la  fuerza 
pública,  se  volvió  ineficaz  el  movimiento.  Sin  embargo,  fué 
un  indicante  del  estado  que  guardaba  la  opinión  pública; 
acreditando  que  uo  faltaban  contrarios  al  gobierno,  ni  adic- 
tos á  los  dicidentes. 

Así  lo  acreditaban  también  las  noticias  y  excitativas  de 
los  Estados;  aunque  explicando  el  espíritu  que  dominaba,  y 
la  opinión  decidida  en  contra  de  las  asonadas  y  motines, 
pricipalmente  cuando  de  su  incremento  podría  resultar  la 
reprod lición  de  las  discordias  civiles,  que  con  sentimiento 
nacional  y  en  los  próximos  anteriores  años,  produjeron  el 
triste  efecto  de  hacer  correr  á  torrentes  la  sangre  mexicana 
y  causar  males  siu  cuento.  Todo,  sin  embargo,  acreditaba  de 
uu  modo  indudable  la  existencia  de  una  verdadera  división 
anárquica. 

La  había  ciertamente  por  más  que  se  haya  dicho  en  con- 
trario; y  ella  produjo,  como  era  natural,  la  disposición  legis- 
lativa conocida  comunmente  con  el  nombre  de  "  Ley  del 
caso,"  dada  en  23  del  repetido  junio,  y  en  los  términos  que  se 
lee  en  la  colección  de  Galváu,  tomo  7,  página  55;  compren- 
diéndose en  la  expulsión  y  castigo,  á  los  individuos  señala- 
dos en  el  texto  mismo,  á  los  que  expeliesen  los  Estados,  y 
como  por  adición  á  los  religiosos  españoles.   > 

Nótese  que,  si  no  todos  los  designados  en  la  ley,  la  mayor 
parte  sin  duda,  era  compuesm  de  personas  recomendables 
y  de  mérito  distinguido  individualmente  por  su  rango,  cien- 
cia, virtudes,  y  por  sus  señalados  servicios  prestados  á  la  na- 
ción, cuya  circunstancia  cooperó  eficazmente  á  que  la  tal 
disposición  fuese  recibida  y  calificada  por  la  prensa,  en  lo 
privado  y  de  todos  modos,  como  notoriamente  arbitraria  y 
casi  bárbara,  ya  por  ser  contraria  á  los  principios  de  justicia 
universal,  como  también  por  las  particulares  circunstancias 
indicadas.  Puede  haberse  pretendido  hacer  un  bien  tal  vez; 
pero  fué  sin  considerar  que,  querer  que  haya  "  libertad,  paz 


446 

"  y  seguridad,  sin  que  haya  justicia,  es  lo  mismo  que  querer 
"felicidad  pública,  bajo  el  imperio  de  la  iniquidad. n 

Al  hablarse  de  la  historia  de  esta  ley  "  del  caso,"  debe  sa- 
berse que,  en  verdad  fué  un  acto  revolucionario,  y  su  forma- 
ción fué  ordenada  y  llevada  á  cabo,  no  por  la  vía  y  trámites 
expresamente  establecidos  por  las  leyes  y  por  los  reglamen- 
tos parlamentarios,  sino  por  caminos  extraviados,  como  jun- 
tas particulares  de  confabulación  en  las  cámaras  colegislado- 
ras, y  en  juntas  también  privadas,  ante  el  ejecutivo,  á  las 
que  concurrieron  muchos  individuos  de  ellas. 

No  hubo,  pues,  un  procedimiento  legal  en  la  formación 
de  la  dicha,  ley  de  23  de  junio.  Los  acuerdos  de  las  cámaras 
fueron  informales,  sin  orden  constitucional  celebrados,  sin 
los  intervalos  y  requisitos  establecidos,  sin  discusión  ordena- 
da, y  mucho  menos  con  la  publicidad  que  debió  dárseles  en 
sus  discusiones,  satisfaciendo  á  la  expectación  pública,  para 
que  si  se  quería  hacer  la  aplicación  personal,  constasen  los 
principios  y  los  fundamentos  de  la  disposición  legislativa,  y 
fuesen  patentes  á  todos  y  muy  claramente  manifestados,  de- 
biendo huir  de  lo  que  no  huyeron  los  autores  de  la  ley,  esto 
es,  del  señalamiento  de  personas;  porque  aunque  esto  fuera 
necesario,  hollando  la  división  de  poderes  y  la  justicia,  nun- 
ca el  legislativo  pudo  ejercer  un  acto,  que  indudablemente 
era  en  buen  orden,  del  judicial,  como  aplicador  de  la  ley  por 
esencial  base  constitucional,  y  por  principio  umversalmen- 
te reconocido. 

No  hubo  tampoco  verdadera  ni  libre  sanción  por  el  fun- 
damento explicado;  y  todo  faltó  en  realidad,  pues  que  fal- 
tando como  faltaban  la  imparcialidad  y  la  justicia,  se  pre- 
sentaba todo  fuera  de  regla  y  desquiciado,  como  se  conocerá, 
advirtiendo  y  considerando  lo  ocurrido  en  este  punto  según 
acabamos  de  indicarlo.  Pasada  la  ley  que  había  formádose 
como  un  acto  confabulado  y  revolucionario,  según  se  dijo 
antes,  el  ejecutivo,  con  tales  precedeutes,  se  vio  compróme- 


447 

tido  y  colocado  en  situación  tan  difícil,  como  era  ó  publicar 
la  ley,  ó  chocar  y  ponerse  en  pugna  abierta  y  declarada,  no 
sólo  con  el  congreso  general,  sino  con  las  ideas  é  intereses 
que  ellas  representaban,  y  que  agitaban  los  que  deberían 
moderarlas. 

Por  esto,  yo,  que  fui  testigo  presencial,  declaro  en  este 
lugar  como  hecho  histórico  y  por  lo  que  tocarme  pueda,  la 
repetida  formación  de  la  ley  dicha,  fijando  cómo  fué  ei  acto 
de  la  sanción,  en  los  términos  siguientes: 

Dada  cuenta  en  junta  de  gabinete,  con  todos  los  antece- 
dentes y  con  el  acuerdo  de  las  cámaras  del  día  23  de  junio, 
sobre  la  expatriación  de  varias  personas,  y  de  cuantas  estu- 
vieran en  su  caso;  discutido  el  punto,  y  teuieudo  en  conside- 
ración las  circunstancias  en  que  se  obraba,  verdaderamente 
sin  libertad,  dijo  el  presidente  de  la  república,  dirigiéndose 
á  sus  ministros.  "  Ya  se  sabe  que  el  señor  vicepresidente  es- 
"  tá  conforme  con  el  proyecto;  y  por  lo  mismo  el  contrariarlo 
"daría  funestos  resultados.  Publíquese,  por  tanto,  la  ley; 
"  porque  como  ya  se  ha  considerado  y  fundado  en  el  seno 
"  mismo  del  gabinete,  no  hay  otro  arbitrio;  y  el  tiempo  pro- 
"  ducirá  el  desengaño." 

El  ministro  del  ramo,  que  lo  era  el  de  relaciones  interio- 
res y  exteriores,  recibió  el  acuerdo  y  le  dio  su  debido  curso. 
Este  acto  debe  recordarse,  según  dice  el  ilustre  Chateau- 
briand, como  se  recuerdau  los  excesos  revolucionarios  que 
sirven  siempre  de  obstáculo  al  establecimiento  de  la  libertad. 

Eu  23  de  junio  fué  dada  esa  terrible  ley,  y  por  resolución 
circular  publicada  el  24  también  de  junio  del  año  de  1834, 
es  decir,  al  año  de  su  publicación,  se  suspendió  en  sus  efec- 
tos y  se  dejaron  en  libertad  los  desterrados  para  regresar  al 
seno  de  sus  familias,  notándose  que  el  clamor  público,  con 
bastante  energía  y  casi  en  todos  los  pueblos  se  explicó,  re- 
probando una  medida  que  causó  la  desolación  en  el  seno  de 
innumerables  familias  mexicanas. 


448 

Hay  otra  ley  que  es  la  de  8  del  mismo  mes  y  consta  en  la 
citada  colección,  tomo  7,  página  54,  concediendo  facultades 
extraordinarias  al  gobierno  general;  autorización  que  causó 
grandes  males,  coufo  los  causa  siempre  el  poder  absoluto.  El 
congreso  dio  un  manifiesto  en  la  misma  fecha  exhortando  á 
los  mexicanos  para  que  se  uniesen  al  gobierno;  recordándo- 
se las  manifestaciones  que  el  vicepresidente  de  la  república 
dirigió  á  la  nación  en  los  siguientes  términos: 

"  El  vicepresidente  de  los  Estados  Unidos  Mexicanos,  á 
"  sus  compatriotas: 

"¡Mexicanos!  ¡Quisiera  en  esta  vez  dirigiros  la  palabra, 
U  como  me  lo  indicaban  el  día  de  ayer  los  sucesos  públicos  de 
"  Moreliay  (Jhalco!  ¡Cuánto  siento  hablaros  del  último  acou- 
"  tecimieuto  de  Ameca!  Sabed,  mis  amigos,  que  faltando  á 
"  sus  juramentos  y  más  solemnes  compromisos  algunos  irre- 
"flexivos  ó  mal  intencionados  militares,  se  han  substraído 
"  de  la  obediencia  del  gobierno  de  la  unión,  y  de  la  inmedia- 
"  ta  que  debíau  á  S.  E.  el  general  presidente:  han  formado 
"  una  asonada,  y  proclamado  el  poder  absoluto,  conculcaron 
"  y  ultrajaron  escandalosamente  nuestras  leyes,  y  acabaron 
"  con  la  constitución  sauciouada  y  sostenida  por  los  pueblos. 

"  El  geueral  presidente  no  se  sabe  haya  autorizado  tan 
"  escandaloso  perjurio,  y  segurameute  mostrará  á  los  mexi- 
"  nos  y  al  mundo,  que  sabe  cumplir  sus  deberes  del  modo 
"  más  honorífico  y  terminante. 

H  Muy  pronto  sabremos  cuanto  ha  ocurrido;  pero  entre- 
"  tanto,  yo  me  lisonjeo  fundadamente  del  triunfo  final  de 
"  la  razón  y  de  las  leyes." 

ií  ¡  Militares!  Vuestras  espadas  y  vuestro  honor  sostienen 
"el  de  esta  patria,  tantas  ocasiones  combatida:  acreditad 
íj  nuevamente  que  sois  diguos  de  la  confianza  que  se  ha  de- 
"  positado  eu  vosotros. 

"  Estrechaos  más  y  más  con  el  pueblo,  y  haciendo  sin  du- 


449 

"  da  la  felicidad  pública,  recibiréis  las  bendiciones  de  vues- 
"  tros  hijos  y  de  la  posteridad. 

"  A  sus  conciudadanos: 

M  Os  anuncio,  mexicanos,  una  maldad  digna  sólo  de  los 
"  que  compraron  la  cabeza  ilustre  del  General  Guerrero.  El 
"presidente  de  la  república  ha  sido  preso  en  Juchi,  por  los 
"  mismos  traidores  que  para  lisonjear  al  ejército  lo  procla- 
"  maban  dictador.  Lo  mantienen  con  centinela  de  vista  en 
"  el  pueblo  de  Yautepec.  Atentado  tan  horrible,  será  casti- 
"  gado  ejemplarmente  por  la  nación,  la  que  no  puede  olvi- 
M  dar  el  mérito  y  gloria  del  vencedor  de  los  españoles. 

"  Acabóse  la  seducción  que  se  pretendía  escudar  con  ese 
"  nombre  ilustre.  Los  buenos  soldados  de  la  patria  y  todos 
"  los  mexicanos,  se  armarán  para  el  castigo  de  delito  tan 
"  execrable.  Así  han  correspondido  á  la  magnanimidad  del 
11  héroe  de  Tampico.  No  puede,  no,  darse  treguas  á  los  opre- 
"  sores  de  la  patria.  ¡Guárdense  los  infames  de  atentar  con- 
ü  tra  la  vida  del  presidente!  Yo  les  juro  que  se  les  volverá 
"sangre  por  sangre,  y  que  el  escarmiento  será  del  tamaño 
"  del  crimen. 

"¡Mexicanos!  Tenemos  constitución,  poderes  designa- 
"  dos  por  ella,  valor  y  firmeza  para  sostener  nuestros  dere- 
"  chos  y  vengar  los  agravios  nacionales." 

Nadie  duda  ya  que  las  dos  citadas  disposiciones  legisla- 
tivas fueron  producto  de  las  combinaciones  formadas  por  los 
que  dirigían  la  revolución,  que  llamándola  del  progreso  y  de 
la  reforma,  llegaron  al  extremo  de  atacar  lo  mismo  que  pro 
clamaban  que  era  "Libertad."  Todo  existía  menos  ésta;  y 
las  cárceles  de  la  Inquisición  se  abrieron  de  nuevo  para  los 
mismos  que  con  justo  motivo  condenaban  institución  tan  de- 
testable. El  distinguido  General  Bustamante  reducido  á  for- 
mal prisión,  fué  una  de  las  víctimas  de  tan  escandalosa  ar- 
bitrariedad. 

Tomo  II.— 57 


450 

"Llegó  también,  dice  D.  Lucas  Alamán,  en  su  Historia 
"  de  México  (tomo  5?,  página  860)  en  esta  vez  el  fin  de  la  pri- 
"  mera  de  las  garantías  del  plan  de  Iguala:  la  conservación 
"  de  la  religión.  Hasta  entonces,  por  uua  especie  de  tradi- 
"  ción  nacida  en  aquel  plan,  el  primer  artículo  de  todos  los 
"  que  se  proclamaron  en  las  revoluciones  sucesivas,  había 
"  sido  siempre  la  conservación  de  la  religión;  pero  ahora  se 
"  dirigieron  contra  su  disciplina  é  instituciones  tres  géneros 
"  de  ataque:  el  primero,  contra  la  jurisdicción  de  la  Iglesia, 
"  mandando  proveer  los  curatos  en  la  forma  que  lo  hacían  los 
"  virreyes  en  uso  del  patronato,  y  anulando  la  provisión  de 
"  prebendas  que  se  había  hecho  canónicamente;  el  segundo, 
"  contra  sus  rentas  y  bienes,  dejando  el  pago  de  los  diezmos 
"  á  sólo  la  conciencia  de  los  causantes,  sin  obligación  alguna 
"civil,  y  tratando  de  apoderarse  de  todos  los  bienes  ecle- 
"  siásticos  y  de  fundaciones  piadosas;  y  el  tercero,  contra 
"  los  institutos  monásticos,  creyendo  destruirlos  del  todo  con 
"suprimir  la  coacción  civil  del  cumplimiento  de  los  votos; 
"  declarando  libres  para  abandonar  los  conventos  ó  perma- 
"  uecer  en  ellos,  á  todos  los  individuos  de  ambos  sexos  liga- 
"  dos  con  profesión  religiosa. 

"  Los  obispos  y  cabildos  eclesiásticos  resistieron  decidi- 
"  damente  el  primero  de  estos  ataques,  y  aunque  amenaza- 
"  dos  con  multas,  pérdida  de  temporalidades  y  extrañamien- 
"  to,  se  resolvieron  á  sufrirlo  todo,  antes  que  renunciar  á  sus 
"  principios  y  faltar  á  sus  deberes.  Eu  cuanto  al  segundo, 
"los  inventores  de  este  plan  anti-religioso,  se  prometían 
"  que  suprimida  la  coacción  civil,  cesaría  del  todo  el  pago 
"  de  los  diezmos,  y  que  con  esto  el  esplendor  del  culto  pú- 
"  blico  en  las  catedrales  habría  de  acabarse  y  los  individuos 
"  de  los  cabildos  eclesiásticos  quedarían  sin  rentas;  mas  si 
"  bien  muchos  propietarios  de  fincas  rústicas  han  cesado  de 
"  pagar  aquella  contribución  ó  han  disminuido  considerable- 
"  mente  su  cuota,  los  miís  la  continúan  satisfaciendo  en  todo 


451 

"  ó  en  parte,  y  de  aquí  ha  resultado  que  sin  causar  el  mal 
"  que  se  trataba  de  hacer  á  la  Iglesia,  se  ha  perjudicado  á 
"  los  agricultores,  estableciendo  entre  ellos  una  notable  des- 
igualdad, y  se  ha  causado  un  desfalco  muy  considerable 
"  en  las  rentas  públicas,  que  han  dejado  de  percibir  la  parte 
u  que  les  tocaba  de  los  mismos  diezmos.  í*or  lo  que  hace 
"  á  los  bienes  eclesiásticos,  hubieran  sin  duda  desaparecido 
"  sin  el  cambio  que  en  las  cosas  hubo,  siendo  lo  más  notable 
u  que  el  mismo  licenciado  D.  Juan  José  Espinosa  de  los 
"Monteros,  que  como  hemos  visto,  tuvo  con  Iturbide  tanta 
"  parte  en  la  formación  del  plan  de  Iguala,  cuyo  objeto  era 
"  preservar  estos  bienes  de  la  ruina  de  que  estaban  ainena- 
"  zados,  pasando  de  un  salto  de  la  monarquía  al  extremo 
"sansculotisino,  fuese  el  que  redactó  el  dictamen  de  la  cá- 
"  mará  de  diputados,  y  el  proyecto  de  decreto  para  la  usur- 
"  pación  de  los  propios  bienes.  De  nada  se  prometían  los  au- 
"  tores  de  las  reformas  un  resultado  tan  seguro  y  estrepitoso, 
"  como  de  la  libertad  concedida  á  los  frailes  y  á  las  monjas 
"  para  dejar  los  claustros,  y  suponiendo  que  muchos  indivi- 
"  dúos  y  hasta  los  prelados  habían  de  aprovecharse  de  esta 
"  franquicia,  estaba  prevenido  en  el  decreto  el  modo  de  ocu- 
"  rrir  á  su  falta;  todo,  sin  embargo,  quedó  sin  notable  alte- 
ración, y  en  muchos  conventos  de  monjas  respondieron  á 
"  la  invitación  de  abandonarlos,  renovando  los  votos  que  las 
"  obligaban  á  la  clausura. 

"  El  gran  golpe  dirigido  contra  la  religión,  fué  la  exclu- 
"  sión  completa  del  clero  de  la  enseñanza  pública;  habién- 
"  dose  establecido  una  direccióu  de  ésta  y  los  reglamentos 
11  en  que  se  fijó  el  orden  de  los  estudios,  quedando  suprimí- 
"  da  la  Uuiversidad  y  sujetos  al  nuevo  plan  todos  los  cole- 
"  gios  y  aun  hasta  cierto  puuto  los  seminarios  conciliares. 
"  El  excluir  la  iufluencia  eclesiástica  de  la  instrucción  de  la 
"juventud,  había  sido  objeto  muy  preferente  para  los  filó- 
"  sofos  del  siglo  anterior  y  uno  de  los  más  poderosos  moti- 


452 

u  vos  de  la  extinción  de  los  jesuítas,  pues  bien  conocían  que 
"  éstos  habían  sido  el  grande  antemural  de  que  la  DivinaPro- 
"  videncia  se  sirvió  para  contener  el  protestantismo,  lo  que 
"  habían  logrado  especialmente  por  medio  de  la  educación 
"  de  la  juventud,  de  que  se  habían  apoderado,  para  formarla 
"  desde  su  principio  en  máximas  y  opiniones  religiosas.  Pa- 
"  ra  la  dotación  del  nuevo  cuerpo  de  enseñanza,  que  era  no 
"  poco  costoso  por  los  sueldos  de  los  directores  y  uuevas  cá- 
"  tedras  establecidas,  se  aplicarou  diversos  fondos  y  entre 
"  otros,  los  bienes  del  duque  de  Terrauova  y  del  hospital  de 
"  Jesús,  que  fueron  nuevamente  ocupados  y  que  habían  ido 
"  siguiendo  las  vicisitudes  políticas  en  odio  de  su  origen, 
"  que  sin  embargo  debía  hacerlos  tan  respetables  para  la 
"  raza  española,  que  no  tiene  otro  título  para  existir  en  el 
"  país  que  el  que  estos  bienes  tuvieron  en  su  principio." 

La  revolución  de  Arista  y  Duran  con  los  movimientos  y 
operaciones  militares  de  los  sublevados,  siguió  causándolos 
estragos  de  la  guerra,  porque  hubo  necesidad  de  emprender 
una  formal  campaña,  multiplicándose  los  acontecimientos 
consigueutes  á  la  actitud  hostil  que  tomaron  los  generales 
pronunciados  contra  el  gobierno. 

Los  Estados  de  México,  Puebla,  Queretaro,  Michoacán, 
San  Luis  Potosí  y  Guanajuato,  fueron  teatro  de  acciones 
militares,  que  sin  dar  el  triunfo  á  los  pronunciados,  origina- 
ron muchos  y  graves  males  á  los  pueblos,  introduciendo  en 
ellos  y  en  las  tropas  la  desmoralización,  ó  impidiendo  los 
bienes  que  produce  la  paz  en  los  ramos  todos  que  forman  la 
existencia,  felicidad  y  adelantos  de  una  sociedad  bien  cons- 
tituida. 

Como  escribimos  en  tiempo  y  en  circunstancias  que  guar- 
dan completa  analogía  con  los  sucesos  del  año  de  1833,  he- 
mos creído  útil  y  hasta  necesario,  hacer  los  recuerdos  que 
dejamos  hechos  de  nuestras  lamentables  revueltas.  Ni  pode- 
mos ni  entra  en  nuestro  plan  el  detallar  las  operaciones  de 


453 

campaña,  ni  explicar  minuciosamente  las  acciones  militares 
que  forman  la  materia  del  período  en  que  nos  ocupamos:  es- 
to es  muy  difuso  y  sólo  propio  de  la  pluma  que  escriba  al- 
gún día  las  guerras  civiles  de  México,  y  no  para  el  que  única- 
mente forma  apuntamientos  que  pueden  servir  al  historiador 
de  nuestro  país. 

Sigamos,  pues,  el  orden  de  los  acoutecimientos  desde  el 
punto  en  que  se  hallaba  al  volver  al  frente  del  gobierno  de 
la  república  el  vicepresidente  de  ella  D.  Valentía  Gómez 
Farías. 


CAPITULO  VI. 


Continúa  la  revolución  de  Arista  y  Duran. —  Sucesos  públicos  importan» 
tes  desde  10  de  julio  á  Ü7  de  octubre  de  1833. 


El  día  10  de  julio  salió  al  frente  de  una  lucida  y  fuerte 
división  el  general  presidente  sobre  los  pronunciados  Arista 
y  Duran,  que  se  dirigían  á  los'Estados  del  interior  de  la  re- 
pública. Ya  hemos  indicado  que  Querétaro  y  Michoacáu  en 
aquellos  días  sufrieron  los  terribles  efectos  de  la  discordia 
civil;  pero  al  fin  en  uno  y  en  otro  Estado  triunfó  el  orden 
legal.  En  Puebla  se  restableció  la  obediencia  al  gobierno,  y 
el  general  presidente  con  tal  ocurrencia,  y  para  evitar  que 
los  pronunciados  que  sitiaban  á  Puebla  tomasen  en  su  de- 
rrota y  dispersión  el  camino  para  esta  capital,  se  situó  en 
Chalco,  impidiendo  así  cualquier  iutentoua,  que  en  efecto 
se  evitó;  pues  á  este  movimiento  y  á  la  energía  y  disposicio- 
nes del  vicepresidente,  así  como  al  buen  desempeño  de  las 
autoridades  y  empleados,  y  al  espíritu  público  decididamen- 
te explicado,  se  debió  que  Arista  no  penetrase  en  la  ciudad  y 


454 

únicamente  se  colocase  á  las  puertas  de  ella  asediándola  por 
más  de  cuarenta  y  ocho  horas;  marchándose  después  rum- 
bo del  Estado  de  Querétaro,  á  cuya  capital  llegó  el  general 
presidente  el  día  21  de  julio.  Duran  avanzó  hasta  San  Luis 
Potosí,  y  unidos  después  ocuparon  el  Estado  y  capital  de 
Gnanajuato;  y  por  lo  mismo  el  presidente  formó  y  dirigió 
su  plan  de  campaña  para  perseguirlos  y  batirlos  hasta  ex- 
terminarlos. 

Escalada,  el  caudillo  de  Morelia,  fué  batido  y  derrotado 
completamente  por  el  General  D.  Gabriel  Valencia  en  el 
Monte  de  las  Cruces  inmediato  á  Lerma  el  día  14  del  mismo 
mes  de  julio  de  33;  y  tuvo  el  triste  desengaño  de  sólo  haber 
conseguido  que  por  último  resultado  fuese  después  aprendi- 
do, sumariado  y  sentenciado  á  muerte,  indultándosele  pos- 
teriormente de  esta  pena.  Concluyó  su  empresa,  sin  ofrecer 
en  la  historia  de  sus  hechos  otra  cosa  más,  que  el  dejarla  con 
sus  planes  á  cargo  de  Arista  y  de  Duran,  que  la  adoptarou 
y  siguieron  con  poco  éxito. 

Las  cámaras  continuaron  legislando  entretanto  sobre 
los  principales  ramos  administrativos,  á  pesar  de  los  gran- 
des, sensibles  y  generales  estragos  que  hacía  el  cólera  mor- 
bus  en  toda  la  república,  que  á  la  par  sufría  las  terribles 
plagas  de  la  peste  y  de  la  guerra.  ¡  Qué  días  tan  aciagos  pa- 
ra todos;  pero  principalmente  para  los  que  mandaban,  pues 
resentían,  á  más  de  los  males  comunes,  la  responsabilidad 
pública  y  personal!  ¡Qué  conflictos  para  el  ministro  de  ha- 
cienda! 

El  general  presidente,  continuaudo  sus  operaciones  mili- 
tares, se  situó  primeramente  en  la  ciudad  de  San  Miguel 
Allende,  llegando  después  con  su  división  eu  el  mes  de  sep- 
tiembre á  la  hacienda  de  Cuevas,  cerca  de  tres  leguas  de 
Gnanajuato;  entrando  en  sus  combinaciones,  la  de  tener 
dispuestas  para  moverse  á  su  tiempo,  las  divisiones  de  San 
Luis,  Zacatecas  y  Tamaulipas. 


455 

No  faltó  por  supuesto  la  medida  de  coalición  de  Estados 
á  que  por  lo  común  se  ocurre  cuando  se  conmueven  los  pue- 
blos por  los  movimientos  revolucionarios;  pues  ya  es  sabido 
que  en  nuestros  dramas  aparece  siempre  el  episodio  de  coa- 
lición de  Estados.  El  de  Veracruz,  el  de  Oaxaca  y  el  de  Pue- 
bla, bajo  ciertas  medidas,  se  declararon  en  liga  por  decreto 
de  19  de  julio  del  propio  año  de  33,  y  sin  reducirse  á  la  prac- 
tica, quedó  la  coalición  puramente  decretada,  como  siempre. 

En  el  Estado  de  México  y  al  Sur  del  mismo,  sufrió  tam- 
bién la  revolución  no  sólo  íeveses,  sino  completa  ruina;  por- 
que desembarazadas  las  fuerzas  militares  del  General  Valen- 
cia, impidió  con  destreza  los  progresos  á  que  aspiraban  en 
dicho  rumbo  del  Sur  los  partidarios  de  Arista  y  de  Duran. 

Debe  no  olvidarse,  que  entre  las  providencias  dictadas 
por  el  vicepresidente  para  conservar  la  tranquilidad  pública, 
fué  una  la  de  mandar  poner,  y  se  puso  de  facto,  en  uno  de  los 
salones  de  palacio,  una  caja  pequeña  con  el  nombre  de  "Bu- 
zón," para  que  todo  ciudadano  depositase  en  aquel  lugar  los 
pliegos  que  se  creyesen  oportunos  para  comunicar  toda  no- 
ticia de  utilidad  pública  y  bien  nacional  que  se  juzgase  con- 
veniente llegara  al  conocimiento  del  gobierno.  A  la  verdad 
tuvo  que  quitarse  la  tal  caja,  porque  no  produciendo  el  buen 
efecto  propuesto,  más  bien  tuvo  el  mal  resultado,  de  que  se 
la  convirtiese  en  un  centro  de  calumnias,  queriendo  también 
con  este  objeto  obligar  á  la  autoridad  á  que  desplegase  un 
sistema  de  persecución  y  de  venganzas.  Así  se  acreditó  en 
varios  casos  y  en  varios  lances  preparados  por  el  "Buzón," 
que  afortunadamente  se  hizo  desaparecer,  dando  oído  á  la 
razón  y  al  buen  juicio. 

Ya  hemos  dicho  que  el  general  presidente  se  situó  en  San 
Miguel  de  Allende,  formando  sus  combinaciones  y  planes 
para  concluir  con  la  revolución.  Los  caudillos  de  ella,  Arista 
y  Duran,  quisieron  establecer  correspondencia  con  el  presi- 
dente y  aun  con  otras  autoridades  civiles  y  militares,  con  el 


456 

objeto  principal  de  dividir  é  introducir  la  desconfianza  para 
lograr, las  ventajas,  según  dijo  el  misino  presidente,  que  de 
otra  manera  jamás  podían  alcanzar  por  su  impotencia  física 
y  moral;  agregándose  á  estas  cansas  generales  el  desconcep- 
to en  que  habían  caído  por  el  uso  frecuente  que  hacían  de  la 
calumnia,  aun  valiéndose  de  la  falsificación  de  firmas.  Fue- 
ron rechazados  en  todas  partes,  como  merecían,  los  que  cau- 
saban tantos  males,  ofreciendo  bienes.  El  gobernador  del 
Estado  de  Guanajuato,  con  algunos  diputados  y  autoridades, 
se  trasladaron  á  San  Miguel  de  Allende,  esperando  que  tal 
vez  pudiese  reorganizarse  allí  el  congreso  y  gobierno  del  Es- 
tado, cuyo  hecho  no  llegó  á  tener  efecto;  y  todo  siguió  guar- 
dando el  mismo  orden  establecido. 

A  mediados  del  mes  de  septiembre,  dejó  el  ministerio  de 
justicia  y  negocios  eclesiásticos  D.  Miguel  Eamos  Arizpe,  y 
se  encargó  de  este  despacho  D.  Andrés  Quintana  Roo. 

Muy  conveniente  parece  consignar  aquí  por  notable,  la 
contestación  que  D.  Juan  Ignacio  Godoy  dio  cuando  fué  in- 
vitado para  reunirse  con  sus  compañeros,  los  uombrados  por 
el  gobierno  de  los  pronunciados,  para  componer  la  diputa- 
ción provincial  que  se  creó  en  Guanajuato.  Dijo  este  distin- 
guido y  recomendable  ciudadano,  que  entre  otras  atendibles 
razones  no  podía  admitir  la  elección  que  se  hacía  de  su  per- 
sona, por  tener  presente  que  "  siempre  honra  al  candidato  la 
"  elección  que  se  hace  con  plena  libertad,  lo  obliga  civilmen- 
"  te,  y  aun  lo  compromete  de  otra  manera  si  es  pundonoro- 
"  so,  á  que  prescinda  de  otros  intereses  personales  por  servir 
"  el  cargo  á  que  fué  elegido;  no  sucede  así  con  la  elección 
u  que  la  punta  de  una  lanza  manda  hacer  en  los  pueblos  iner- 
"  mes.  Hay  además  en  todas  partes  hombres  que  por  amor 
11  á  la  probidad,  al  honor,  á  la  buena  reputación,  desean  no 
"  faltar  á  sus  precedentes  obligaciones,  en  ciertos  puntos,  en 
"  que  el  menor  descuido  es  muy  vituperable;  sabe  vd.,  y  es 
u  público  y  notorio,  que  yo  las  tengo  contraídas  de  toda  es- 


457 

"  pecie  eu  obsequio  de  la  libertad,  y  quiero  ser  uno  de  tantos 
"  que  en  la  nación  mexicaua  pospusieron  su  interés  indivi- 
"  dual  para  cumplir  sus  deberes. 

"  Careciendo,  pues,  la  elección  de  validez  en  sí  misma, 
"  no  estando  yo  obligado  á  servirla,  y  siendo  muy  vitupera- 
"  ble  la  falta  que  cometería  eu  hacerlo,  sírvase  vd.  recibir  es- 
"  te  oficio  como  un  aviso  de  que  no  voy  á  su  llamado  en  cía* 
"  se  de  eso  que  nombra  vd  diputado  provincial,  y  de  que  he 
"entrado  á  esta  contestación,  porque  exigiéndome  vd.  un 
"  recibo  de  su  nota  oficial,  la  urbanidad  y  las  singulares  obli- 
"  gaeiones  que  á  vd.  debo,  me  estrecharon  á  decir  uu  poco 
"  de  lo  mucho  que  hay  en  la  materia." 

Tuvo  además  este  célebre  magistrado  la  energía  y  dig- 
nidad suficientes,  no  sólo  para  despreciar,  como  hemos  vis- 
to, la  elección  referida,  sino  para  retirarse  á  los  bosques,  su- 
friendo, como  sufrió  por  muchos  días,  las  penalidades  con 
que  en  lo  físico  era  mortificado,  y  los  pesares  que  afligían  su 
espíritu  por  la  suerte  de  la  patria.  ¡Patriotismo  digno  de  no 
olvidarse  y  de  ser  imitado! 

Marchó  de  San  Miguel  de  Allende  el  general  presidente, 
el  día  23  de  septiembre  para  dar  principio  á  las  operaciones 
militares  que  debían  terminar  la  campaña,  diciendo,  como  ge- 
neral en  jefe,  que  situado  el  ejército  en  la  hacienda  de  Cue- 
vas, se  hicieron  algunos  prisioneros;  que  se  previno  á  las  di- 
visiones de  San  Luis,  Zacatecas  y  Jalisco,  se  dirigiesen  á  Si- 
lao;  y  por  lo  mismo,  para  evitar  ataques  parciales,  marchó 
el  ejército  casi  á  la  vista  del  enemigo,  y  fueron  alojadas  las 
tropas  en  la  mencionada  villa  de  Silao.  Sorprendido  Arista 
con  la  aproximación  dicha  llamó  á  gran  prisa  á  Duran,  que 
había  salido  con  el  intento  de  batir  á  Moctezuma.  Siguieron 
algunasoperaciones  de  campañahasta  haber  tocado  el  desen- 
gaño de  que  á  pesar  de  sus  intentos  les  era  imposible  sorpren- 
der ó  atacar  al  ejército,  que  á  más  de  su  fuerza  física,  tenía 
la  del  apoyo  que  le  daba  el  entusiasmo  del  soldado  y  de  los 

Tomo  II.— 58 


458 

pueblos;  con  la  circunstancia  de  que  se  reunían  en  aquellos 
momentos  mismos  y  de  conformidad  con  las  disposiciones  da- 
das, las  divisiones  de  los  Estados,  ya  poco  antes  nombrados. 

Procuró  D.  Fernando  Chico,  como  autoridad  civil  de 
Guauajuato,  el  evitar  los  horrores  y  males  consiguientes  á 
la  ocupación  de  la  ciudad  á  viva  fuerza,  según  estaba  indi- 
cado y  debería  próximamente  verificarse.  Pidió  una  entre- 
vista al  presidente,  quien  se  la  otorgó  bajo  la  precisa  calidad 
y  condición  de  qne  ningún  arreglo,  capitulación  y  procedi- 
miento había  de  verificarse  sin  la  sujeción  á  lo  que  se  dispu- 
siese por  el  supremo  gobierno  de  la  nación. 

Las  operaciones  continuaron,  y  también  continuaron  las 
eutrevistas  aun  con  los  mismos  jefes  de  los  pronunciados, 
llegando  al  resultado  de  que  Arista  dijese  en  la  última  con- 
ferencia, que  confesaba  lo  monstruoso  de  la  revolución  que 
habían  emprendido;  que  la  opinión  general  les  era  contraria; 
que  conocía  estas  y  otras  circunstancias,  para  no  continuar 
por  la  senda  emprendida;  pero  que  se  consideraba  obligado 
á  salvar  á  los  comprometidos.  Pidió  por  tanto,  una  amuistía 
para  todos  aquellos  que  se  pusiesen  inmediatamente  á  dis- 
posición del  supremo  gobierno,  el  cual  la  otorgó;  pero  fué 
rehusada  y  á  los  tres  días  dirigió  Arista  al  general  presiden- 
te una  comunicación  suplicando  se  suspendiesen  los  fuegos 
que  continuaban,  y  diciendo,  que  sus  compañeros  se  habían 
negado  á  admitir  el  perdón  ofrecido;  pero  que  él  y  sus  gene- 
rales, jefes,  oficiales  y  tropa  que  tenía  á  sus  órdenes,  se  po- 
nían á  las  del  supremo  gobierno,  esperando  se  conviniera  en 
los  tres  puntos  siguientes:  primero,  la  indicada  sujeción  á 
las  órdenes  supremas;  segundo,  que  se  garantizara  la  vida 
de  los  comprometidos;  tercero,  que  el  general  presidente,  ad- 
mitidos los  dos  anteriores  artículos,  garantizara  también  en 
nombre  del  supremo  gobierno  á  los  individuos  no  militares 
comprometidos  en  Guauajuato. 

La  capital  del  Estado  al  fin  fué  ocupada  el  día  9,  triun- 


459 

fando  las  armas  de  la  nación,  llevándose  á  efecto  las  resolu- 
ciones anteriores,  inclusa  la  del  otorgamiento  de  la  garantía 
de  la  vida  ofrecida  á  los  sublevados.  Debía,  dice  el  general 
presidente  con  fecha  15,  siempre  esperarse  el  mismo  resul- 
tado de  las  operaciones  militares  del  ejército,  y  asegura  que 
el  triunfo  en  Guanajuato  producirá  como  efecto  necesario  el 
térmiuo  de  la  revolución,  principalmente  cuando  según  se 
había  previsto,  el  cabecilla  Duran,  con  violentas  marchas 
se  había  fugado  con  dirección  á  Oaxaca:  que  el  general 
Moctezuma  ocupaba  á  Querétaro:  que  el  Estado  mismo  de 
Guanajuato,  á  donde  se  restituían  ya  sus  autoridades  locales, 
se  reorganizaba,  y  muy  en  breve  continuaría  pacíficamente 
el  orden  constitucional,  quedando  verdaderamente,  puede 
decirse,  en  situación  pacífica  todo  el  interior  de  la  república, 
como  una  consecuencia  necesaria  del  prominente  hecho  de 
la  victoria  eu  Guanajuato.  Esta  fué  comunicada  y  solemni- 
zada, felicitando  al  supremo  gobierno,  por  un  acontecimien- 
to tan  plausible,  los  Estados,  corporaciones  y  el  público  en 
geueral. 

El  presidente  dirigió  una  proclama  á  los  guanajuateu- 
ses,  asegurándoles  que  volvían  á  ser  libres;  y  á  los  legisla- 
dores les  decía:  "  Os  restituyo  á  los  augustos  asientos  en  que 
"  os  colocó  la  voluntad  de  vuestros  conciudadanos; "  y  con- 
cluyó diciendo:  "  sed  justos  y  dad  las  leyes  que  demanda  el 
"  estado  actual  de  civilización.  Recibid  las  gracias  que  os 
"  tributo  por  el  entusiasmo  ardiente  con  que  me  habéis  au- 
xiliado en  la  campaña  para  reconquistar  vuestra  libertad: 
u  contad  con  que  admiraré  siempre  vuestras  virtudes  cívicas, 
"  y  nunca  olvidaré  la  generosa  acogida  que  el  ejército  fede- 
"  ral  ha  recibido  de  vosotros." 

En  la  capital  de  la  república,  siguiendo  su  marcha  la  ad- 
ministración del  vicepresidente,  se  publicaron  las  importan- 
tes resoluciones  que  extinguieron  el  Colegio  de  Santos  el 
día  12,  y  la  Universidad  el  día  19  del  propio  mes  de  octu- 


460 

bre,  dándose  nuevo  orden  á  la  instrucción  pública.  El  cólera 
continuó  haciendo  víctimas,  contándose  entre  ellas  y  entre 
otras  persouas  notables,  la  del  presidente  de  la  corte  de  jus- 
ticia, D.  Tomás  Salgado,  y  la  del  oficial  mayor  del  ministe- 
rio de  hacienda,  D.  Juan  de  D.  Rodríguez,  ambos  dignos 
del  más  grato  recuerdo. 

Se  organizó  la  legación  mexicana,  cerca  de  S.  M.  el  Rey 
de  los  franceses,  nombrando  ministro  plenipotenciario  de  la 
república  á  D.  Lorenzo  de  Zavala,  en  26  del  repetido  octu- 
bre; secretario,  á  D.  Agustín  Escudero,  y  oficial  á  D.  Loren- 
zo Zavala  y  Correa. 

Se  publicaron  los  tratados  de  amistad,  comercio  y  nave- 
gación, y  el  de  límites  con  los  Estados  Unidos  de  América; 
el  de  la  república  de  Chile,  el  de  la  república  del  Perú  y  el 
celebrado  entre  la  república  mexicana  y  Sajorna.  Fué  reci- 
bido como  ministro  plenipotenciario  nombrado  por  S.  M.  el 
rey  de  los  frauceses,  cerca  del  gobierno  de  la  república,  el  ba- 
rón Deffaudis. 

El  presidente,  después  del  triunfo  en  Guauajuato,  y  ha- 
biéndose verificado  la  reorganización  del  gobierno  particu- 
lar del  Estado,  quedando  en  el  gobierno  civil  D.  Mauuel 
Baranda  y  en  el  militar  D.  José  Antonio  Heredia,  y  resta- 
bleciéndose también  la  quietud  pública  en  aquellos  lugares, 
emprendió  su  marcha  para  la  capital.  Llegó  á  ella  á  las  dos 
de  ia  tarde  del  día  27  de  octubre,  siendo  recibido  con  ver- 
dadero entusiasmo  público,  y  en  medio  de  una  general  acla- 
mación fué  también  recibido  en  el  gobierno,  con  todas  las 
solemnidades  debidas  y  acostumbradas,  y  con  las  demostra- 
ciones más  expresivas.  Cesó  en  el  mando  de  la  república  el 
vicepresidente  de  ella,  y  quedó  al  frente  de  la  administra- 
ción pública  el  primer  magistrado  D.  Antonio  López  de  San- 
ta-Anna. 


461 


CAPÍTULO  VIL 


Desde  2 7  de  octubre  a  15  de  diciembre  de  1833  permaneció  en  el  gobierno 
el  presidente  Santa- Auna.  Se  retirá  con  licencia  después  de  los  acon- 
tecimientos del  Sur  de  México  y  Guanajuato. 


La  falta  de  acuerdo  y  armonía  entre  los  dos  jefes  del 
Estado,  presidente  y  vicepresidente  de  la  república,  forzoso 
es  decirlo,  aunque  sensible,  causó  la  peligrosa  y  continua 
variación  de  mando,  como  hemos  visto,  dentro  de  una  mis- 
ma época  constitucional  administrativa.  Han  sido  casi  tran- 
sitorios los  períodos  que  hasta  aquí  hemos  enumerado.  El 
presente,  v.  g.,  comprende  tan  sólo  cincuenta  días  hasta 
el  15  de  diciembre,  en  que  según  se  dirá  vuelve  á  reasumir  el 
mando  el  vicepresidente  de  la  república. 

No  sólo  causó  esta  división  el  mal  de  las  transiciones, 
sino  otros  muchos  y  muy  graves  en  la  dirección  y  despacho 
de  los  negocios;  no  siendo  de  poca  consideración  la  tortura 
que  se  hizo  sufrir  á  los  secretarios  del  despacho,  como  agen- 
tes primeros  y  más  inmediatos  de  la  administración. 

Pocos  sucesos  de  gravedad  ofrecen  los  días  del  período 
que  nos  ocupa;  porque  el  triunfo  de  Guanajuato  y  los  par- 
ciales de  Cueruavaca  y  Michoacáu,  Querétaro  y  Tamauli- 
pas,  absorbieron  de  tal  modo  la  atención  pública,  que  niu- 
gún  asunto  se  consideraba  en  lo  general  digno  de  discutirse. 

Fué  tal  el  entusiasmo  que  este  acontecimiento  causó,  que 
el  congreso  constitucional  del  Estado  de  Guanajuato,  por  de- 
creto expreso,  mandó  se  erigiese  un  monumento  que  conser- 
vase la  memoria  del  triunfo.  Declaró  benemérito  del  Estado 
en  grado  heroico  al  General  D.  Antonio  López  de  Santa- 
Anna;  beneméritos  á  Moctezuma,  Arago,  Mejía,  Cuesta, 


462 

Valdivieso,  Woll,  Palafox,  Tolsa,  Barragán  y  Mellado;  ó 
igualmente  declaró  beneméritos  á  los  gobernadores  de  Zaca- 
tecas, San  Luis  y  Jalisco,  García,  Romero  y  Tames;  por  úl- 
timo, fueron  declarados  ciudadanos  gnanajuatenses,  todos 
los  jefes,  oficiales  y  soldados  del  ejército  victorioso.  Se  hi- 
cieron otras  declaraciones  y  gracias  que  coutiene  extensa- 
mente el  mencionado  decreto  dado  en  7  de  noviembre  de 
1833. x 

El  presidente  de  la  república,  en  los  primeros  días  del 
mes  de  noviembre,  con  las  iniciativas  que  dirigió  al  cuerpo 
legislativo,  desmintió  los  conceptos  y  noticias  que  maliciosa- 
mente propagaron  hombres  de  mala  intención:  fijó  los  prin- 
cipios de  su  gobierno,  y  siguiendo  éste  su  marcha,  procuró  el 
cumplimiento  de  las  leyes.  Refiriéndose  á  ellas  por  tanto  en 
su  manifiesto  dirigido  á  la  nación  el  día  14  de  octubre,  dice: 
"  Las  leyes  han  provisto  á  todas  las  necesidades  y  emergen- 
cias políticas;  déjeselas  obrar  y  el  crimen  no  será  impune, 
11  no  será  la  inocencia  hollada  ni  oprimida.  Las  revoluciones 
"dividen  los  ánimos  y  convierten  en  bandos  enemigos  á 
"  fracciones  de  una  misma  sociedad.  La  tolerancia  es  el  úni- 
"  co  bálsamo  que  puede  curar  las  heridas  abiertas  por  las  di- 
"  sensiones  civiles.  Ella  forma  el  carácter  distintivo  de  las 
"  naciones  libres,  y  eleva  á  sus  gobiernos  sobre  la  esfera  de 
"  pasiones  turbulentas  y  atroces." 

En  noviembre,  por  renuncia  que  hizo  de  la  cartera  de 
guerra  y  marina  el  General  D.  José  Joaquín  Herrera,  fué 
nombrado  para  reemplazarlo  el  General  U.  Miguel  Barra- 
gán; y  el  día  19  de  dicho  mes  prestó  el  juramento  de  estilo 
y  tomó  posesión  del  ministerio;  encargándose  también  el 
mismo  dia,  del  gobierno  del  distrito,  el  General  D.  José  Ma- 

1  Véase  El  Telégrafo,  periódico  oficial  del  día  20  do  noviembre,  núm.  72,  y  el  núm. 
60  del  mismo  periódico  del  8  del  mismo  mes,  en  que  se  contiene  el  detalle  de  las  opera- 
ciones del  ejército  sobre  Ghianajuato,  y  el  interesante  juicio  de  la  prensa  formado  sobre 
este  hecho  de  armas. 


463 

ría  Toruel,  que  había  desempeñado  la  secretaría  de  la  gue- 
rra, como  oficial  mayor  de  ella.  Así  continuó  la  administra- 
ción. 

El  congreso  general  expidió  un  decreto  memorable  el  día 
3  del  citado  noviembre  declarando:  "  Que  la  nación  mexi- 
'  cana,  tan  justa  cuando  castiga  la  usurpación  de  sus  dere- 
'  chos,  como  cuando  recompensa  las  grandes  acciones  de 
1  sus  hijos,  reconoce  como  á  uno  de  los  principales  autores 
'  de  su  independencia  á  D.  Agustín  Iturbide:  que  sus  ceui- 
'--zas  sean  conducidas  á  la  capital  y  conservadas  en  la  urna 
'destinada  á  los  priucipales  héroes  de  la  independencia: 
1  que  regresen  al  territorio  de  la  república,  su  viuda,  hijas  é 
'  hijos,  exceptuándose  el  primogénito  que  se  halla  empleado 
1  en  una  comisión  diplomática,  y  que  contiuúeu  disfrutando 
'  la  pensión  que  les  está  señalada  por  la  ley."  ¡El  sacrificio 
del  libertador  es  indeleble  mancha  en  las  páginas  de  nues- 
tra historia:  ella  puede  disminuirse,  pero  nunca  borrarse! 
Justo  es,  sin  embargo,  que  se  honre  la  memoria  del  héroe. 

Aunque  por  el  rumbo  del  Sur  de  México  se  quiso  conser- 
var el  fuego  revolucionario,  acaudillando  todos  los  movi- 
mientos hostiles  el  General  D.  Nicolás  Bravo  y  el  Coronel 
D.  Ángel  Pérez  Palacios,  que  publicaron  formales  planes1 
y  expidieron  manifiestos  y  proclamas  que,  con  las  ideas  más 
lisonjeras,  convidaban  y  excitaban  á  la  revolución,  apenas 
lograron  mantenerse  por  algún  tiempo  en  su  actitud  de  opo- 
sición, rindiendo  al  fin  los  dos  caudillos  mencionados  sus  ar- 
mas á  las  victoriosas  del  gobierno  mandadas  por  los  Gene- 
rales Victoria,  Alvarez  y  Mejía  (D.  Antonio).  El  General 
Bravo  en  Ohilapa,  Chilpauciugo  y  Petlanca,  y  el  jefe  Pérez 
Palacios  en  la  hacienda  del  Puente,  rumbo  á  Iguala,  capitu- 
laron y  confesaron  su  error  en  términos  los  más  claros,  que 
manifiestan  uua  sincera  y  verdadera  sumisióu  á  la  autoridad 

1  Documento  niim.  6. 


464 

suprema  de  la  república,  y  declaran  que  la  verdadera  conci- 
liación y  la  paz  consisten  en  respetar  á  las  autoridades  y  obe- 
decer la  ley. 

También  el  Coronel  Ponce  que  estaba  pronunciado,  se 
rindió  y  puso  á  disposición  del  gobierno  supremo  la  plaza  de 
Zacapoaxtla,  que  era  reputada  como  un  firme  apoyo  de  los 
sublevados.  Tabasco  quedó  en  tranquilidad  después  de  sofo- 
cada la  asonada  que  tuvo  lugar  en  Ounduacán  y  San  Antonio 
de  dicho  Estado,  y  Huimanguillo  del  de  Veracruz;  quedando 
en  seguridad  los  más  de  los  pronunciados  con  excepcióu  del 
principal,  Evaristo  Sánchez,  que  no  fué  aprehendido. 

En  Chiapas  igualmente  terminó  la  sublevación  que  se 
intentó,  proclamándose  un  plan  bajo  los  misinos  principios 
contenidos  en  los  anteriores.  Los  principales  caudillos  del 
desorden  fueron  castigados. 

Entre  los  asuntos  que  sirvieron  de  objeto  á  la  discusión 
y  produjeron  disposiciones  legislativas,1  tuvieron  lugar  los 
relativos  á  diezmos,  canongías,  votos  monásticos,  mutuo  usu- 
sario  y  patronato.  Se  ejecutaron  las  leyes  dadas  con  relación 
á  estos  delicados  puntos;  y  aunque,  como  era  natural,  sufrie- 
ron contradicción  y  réplica  por  la  parte  eclesiástica,  tuvieron, 
sin  embargo,  cumplimiento,  sin  definirse  por  entonces  las  fa- 
cultades propias  y  naturales  de  cada  potestad,  civil  y  ecle- 
siástica. El  tiempo  y  las  circunstancias  que  han  ido  sobrevi- 
niendo, según  se  han  presentado  los  priucipios  en  su  época, 
han  causado  conflictos  y  disgustos  graves,  alternando  con 
movimientos  é  inquietudes  públicas  que,  formando  verdade- 
ras revoluciones,  han  producido  los  males  consiguientes  á 
ellas;  y  si  se  quiere,  puede  decirse  que  hau  luchado  y  luchan 


1  Colección  de  Galván,  tomo  6?,  pág.  66,  ley  de  27  de  octubre  de  1833.  ídem  ídem, 
decreto  de  3  de  noviembre.  ídem  ídem,  decreto  de  6  de  ídem.  El  Telégrafo,  núm.  84  del 
2  de  diciembre.  Decreto  del  28  de  noviembre  de  1S33  sobre  mutuo  usurario,  derogado  con 
posterioridad.  £1  dictamen  puede  verse  allí  mismo. 


465 

los  mismos  principios,  guardando  sus  respectivas  posicioues. 
¡Dios  salve  á  la  república! 

El  General  Victoria,  con  su  división  en  el  Estado  de  Oa- 
xaca  en  persecución  de  los  fugitivos  Duran  y  Canalizo,  des- 
pués de  la  derrota  que  sufrieron  en  Tehuautepec,  da  parte 
de  su  entrada,  que  verificó  el  día  11  de  noviembre,  ocupando 
la  capital  del  referido  Estado  de  Oaxaca,  y  refiere  que  Duran 
y  Canalizo  continuaban  su  marcha  para  Jamiltepec,  siguién- 
dolos muy  de  cerca  el  General  Moctezuma,  Al  siguiente  día 
comunica,  que  la  revolución  había  concluido  feliz  y  comple- 
tamente, debieudo  salir  de  la  república  Duran  y  Canalizo. 
Refiere  que  Olvera,  comisionado  por  Duran,  se  presentó  en 
su  marcha  al  General  Moctezuma,  proponiendo  su  sumisión 
al  gobierno  y  entrega  de  todas  las  fuerzas  de  su  mando,  con 
la  sola  condición  de  que  á  los  dos  caudillos  mencionados,  Du- 
ran y  Canalizo,  se  les  diese  pasaporte  para  la  república  de 
Centro  América  al  primero,  y  al  segundo,  para  la  de  Colom- 
bia; se  expidieron  en  efecto  los  pasaportes,  y  las  fuerzas  mi- 
litares quedaron  sujetas  al  gobierno,  terminando  en  aquel 
rumbo  la  revolución. 

Los  Estados  de  Jalisco,  Zacatecas,  Guanajuato,  San  Luis 
Potosí,  Durango  y  Querétaro  formaron,  bajo  un  plau  de  va- 
rios artículos,  una  coalición,  á  la  que  se  adhirió  Puebla  con 
Oaxaca,  anteriormente  coaligados  entre  sí.  Resultó  que  el 
plan,  el  objeto  y  la  resolución  se  abrazaron  por  los  referidos 
Estados,  proclamando  sostener  las  instituciones  de  la  repú- 
blica contra  las  facciones  que  las  atacaban;  y  resultó  igual- 
mente que  siendo  extraordinaria  y  de  circunstancias  del  mo- 
mento, esa  medida  fué  temporal,  como  lo  fué  la  causa  que  la 
motivaba;  y  por  lo  mismo,  se  acordó  cesase  el  decreto  á  que 
había  dado  origen  la  coalición,  que  en  realidad  había  sido 
infeliz  y  sin  objeto. 

Por  la  secretaría  del  interior  y  con  fecha  18  de  noviem- 
bre de  1833,  el  General  presidente  Santa- Anua,  de  acuerdo 

Tomo  II.— 59 


466 

con  sus  ministros  y  con  aplauso  público,  hizo  dimisión  for- 
mal de  las  facultades  extraordinarias1  que  fueron  concedi- 
das al  gobierno  por  la  ley  de  7  de  junio,  y  prorrogadas  por 
la  de  3  de  octubre  del  mismo  año.  El  dictamen  de  la  comi- 
sión relativo  á  este  asunto,  se  aprobó  en  la  sesión  secreta  del 
día  18  de  noviembre,  cuyo  día  fué  el  de  la  iniciativa  que  pro- 
movió la  disposición  de  que  cesase  el  ejercicio  de  un  poder 
absoluto,  que  siendo  siempre  terrible  en  .sí  mismo,  era  inne- 
cesario en  el  favorable  estado  que  guardaba  la  república,  la 
cual  se  hallaba  en  paz,  y  sin  compromisos  dentro  ni  fuera  del 
país. 

Esta  circunstancia  placentera,  y  lo  mucho  que  yo  había 
padecido  por  el  espacio  de  ocho  meses  que  tuve  á  mi  cargo  el 
despacho  de  la  secretaría  de  hacienda,  en  que  ocurrieron  com- 
promisos que  no  pueden  ni  aun  referirse,  y  ni  mucho  menos 
valorarse  sino  por  aquel  que  inmediatamente  los  veía,  expe- 
rimentando sus  desagradables  efectos,  me  decidieron  á  se- 
pararme. 

Tres  veces  había  renunciado  formalmente  el  encargo,  ha- 
biendo recurrido  al  arbitrio  eu  una  de  las  renuncias,  para  no 
volver  al  despacho,  de  sólo  pedir  una  licencia  temporal;  pe- 
ro aun  ésta  me  fué  negada,2  y  continué  con  la  cartera  hasta 
el  día  13  de  diciembre,  en  que  insistiendo  en  mi  renuncia, apo- 
yándola en  los  ostensibles  fundamentos  que  explica  mi  co- 
rrespondiente nota,3  me  fué  admitida  cou  las  manifestaciones 
más  honoríficas,  que  se  contienen  en  la  respectiva  comunica- 
ción del  ministro  de  la  guerra  D.  Miguel  Barragán.4 

Para  dar  razón  del  modo  con  que  me  conduje  en  épocas 

1  Véase  en  El  Telégrafo,  periódico  oficial  del  5  de  diciembre,  núra.  87,  la  iniciati- 
va, el  dictamen,  el  proyecto  do  ley,  y  lo  relativo  á  la  revisión  de  los  actos  del  gobierno, 
emanados  de  las  facultades  extraordinarias. 

2  Documento  número  7. 

3  Documento  número  8. 

4  Documento  número  9. 


467 

tan  delicadas,  difíciles  y  azarosas,  como  fueron  las  que  aca- 
bo de  referir,  debo  declarar:  que,  entre  otras  causas,  tuvo  una 
muy  principal  parte  en  mi  resolución,  la  ingratitud  y  perse- 
cución que  asomaban  contra  mí,  y  se  indicaban  en  el  cuerpo 
legislativo,  desconociéndoselos  servicios  prestados,  y  provo- 
cando residencias,  tales  como  las  que  á  propuesta  de  D.  Lo- 
renzo Zavala  se  provocaron  en  dos  acuerdos  de  la  cámara  de 
representantes,  y  en  uno  de  la  de  senadores. 

Todo  esto  se  contiene  y  puede  verse,  así  como  mi  plena 
satisfacción  y  respuesta,  circunstanciadamente  explicado 
en  mi  exposición  documentada  que  publicó  la  prensa  y  fué  di- 
rigida á  las  cámaras  colegisladoras,  satisfaciendo  los  tres 
acuerdos  que  con  grande  aparato  y  ruido  se  promovieron; 
pero  que  con  verdad  y  con  pruebas  fueron  contestados,  no 
ya  en  el  estrechísimo  tiempo  de  tres  d;as  que  me  fijaron,  ni 
contrayéndome  tan  sólo  á  los  puntos  y  materias  que  señala- 
ron los  acuerdos  de  las  cámaras,  sino  extendiéndose  el  mi- 
nistro que  esto  escribe,  á  todo  el  tiempo  de  su  administra- 
ción; y  en  cuanto  al  término  prefijado,  anticipándose  casi 
un  día.1  Obtuve,  permítaseme  por  mi  propio  honor  y  defensa 
natural  el  decirlo,  un  triunfo  parlamentario.  Confírmalo  el 
mismo  presidente  de  la  asamblea  D.  Lorenzo  Zavala,  que 
casi  en  formal  retractación  y  en  sesión  pública,  manifestó  lo 
siguiente:  "  Acta  del  congreso.  —  Cámara  de  representan- 
"  tes. — Dijo  el  Sr.  Z?vala: —  Hice  una  moción  el  sábado  pa- 
"  ra  que  el  señor  secretario  de  hacienda  presentase  á  la  cá- 
"  mará,  por  escrito,  una  cuenta  de  todos  los  contratos  que 
"  había  celebrado,  estando  muy  distante  de  la  mezquina  idea 
"  de  creer  alguna  cosa  en  contra  de  la  honrada  conducta  de 
*'  S.  S.,  tanto  porque  el  gobierno,  en  virtud  de  facultades  ex- 
"  traordinarias  estaba  facultado  para  celebrarlos  como  le  pa- 
"  reciese,  como  porque  estoy  persuadido  de  la  honradez  de 

1  Documento  número  10. 


468 

"  dicho  señor  ministro;  pero  quise  que  se  impusiera  la  cáma- 
"  ra  del  estado  en  que  se  halla  el  erario  nacional,  con  el  ob- 
"  jeto  de  saber  si  estamos  libres  de  una  bancarrota;  y  es  ne- 
"  cesario  convenir  en  que  á  pesar  del  delicado  manejo  que  ha 
"  tenido  el  señor  ministro  de  hacienda,  habiendo  sido  un  fiel 
"y  excelente  administrador,  no  por  eso  deja  de  amenazar 
"  una  desgracia  á  la  nación,  que  estamos  en  el  caso  de  evi- 
"  tar,  dictando  las  medidas  propias  al  efecto;  mas  reservo 
"  para  mañana  presentar  á  la  cámara  un  proyecto,  que  si  no 

'  remedia  del  todo  sus  necesidades,  á  lo  menos  se  alivia- 
"  rán  en  gran  parte,  por  lo  cual  haré  ahora  una  proposición. 
"  (La  leyó).  Yo  veo  que  esta  proposición  envuelve  muchas 
"  dificultades,  y  que  la  comisión  se  encontrará  embarazada 
"en  su  despacho;  pero  es  necesario  desengañarnos  deque 

'  algún  día  se  deben  conocer  los  males  para  poder  apelar  á 
"  los  remedios;  éstos  son  difíciles,  ¿pero  de  qué  manera  lo 
"  podemos  hacer,  si  no  examinamos  las  causas  de  donde  pro- 
"  vienen?  El  resultado  es  que  de  nueve  millones  de  ingreso 
"  que  debía  tener  la  nación,  apenas  ingresarían  cuatro,  ápe- 
11  sar  de  los  contratos  ventajosos  que  ha  celebrado  el  actual  minis 
11  tro,  contratos  que  confesaré  francamente  no  los  celebré  tan 
11  ventajosos  cuando  estuve  de  ministro,  merced  á  las  circuns- 
"  tandas  de  tener  á  los  españoles  en  las  costas,  y  también  á 
"  la  necesidad  de  prestar  auxilios  del  momento,  por  lo  cual 
"  fué  necesario  hacer  grandes  sacrificios.  Concluyo,  pues, 
"  con  suplicar  á  la  cámara  que  admita  mi  proposición  de  que 
11  se  nombre  mía  comisión  que  examine  el  mencionado  proyec- 
"  to  que  presentaré  mañana." 

En  confirmación  del  concepto  asentado  sobre  la  oposi- 
ción, y  el  ataque  que  se  proyectaba  contra  el  (pie  esto  escribe, 
ó  mejor  dicho,  fijándose  por  los  autores  del  artículo  las  miras 
al  puesto  que  ocupaba,  que  quería  dejar  y  á  que  ellos  aspi- 
raban, debe  saberse:  que  á  muy  poco  tiempo  de  haber  dejado 
el  ministerio  se  descubrió  todavía  un  rasgo  que  revelaba  el 
plan  perseguidor  privadamente  combinado. 


469 

Un  periódico  titulado  JEl  Martillo  de  los  Cíclopes  se  ocupó 
desde  luego  en  su  primer  número  de  dedicarme  un  pequeño 
artículo  injurioso  y  sin  pruebas,  declamatorio  y  opuesto  en 
todo  á  lo  que  favorablemente  había  ocurrido  en  las  cámaras; 
y  descargó  un  golpe  de  herrero,  que  explicó  sin  disimulo  su 
despecho,  encono  y  venganza  con  todos  los  caracteres  de 
uua  calumuia  verdadera.  El  mismo, en  su  número  segundo, 
quiso  rebajar  su  ofensa,  aunque  siempre  hiriendo.  Después, 
en  los  números  siguientes  concluyó  el  periódico  con  asentar 
la  pública  y  terminante  satisfacción  que  califica  de  reclama- 
da por  la  justicia,  y  dice: 

"Satisfacción  que  reclama  la  justicia. —  En  el  número 
"  1?  de  este  periódico,  en  un  artículo  sobre  hacienda,  en  el 
"  concepto  equívoco  de  que  el  ciudadano  Bocanegra  se  había 
"retirado  de  la  dirección  de  aquella,  sin  dar  ninguna  espe- 
"  cié  de  cuenta  de  su  administración,  se  estamparon  algunas 
"  especies  que  pudieran  lastimar  la  bien  merecida  reputación 
"  y  buen  concepto  á  que  la  conducta  pura  y  desinteresada 
"  de  aquel  digno  ciudadano  le  han  hecho  acreedor. —  Habieu- 
"  do  visto  después  el  autor  de  aquel  artículo,  la  exposición 
"  documentada  que  leyó  en  la  cámara  el  día  19  de  noviem- 
"  bre  del  año  pasado  dicho  Sr.  Bocanegra,  cree  de  su  deber, 
"  en  honor  de  la  verdad  y  de  la  justicia,  deshacer  aquel  equí- 
"  voco,  llamando  la  atención  de  sus  conciudadanos  á  un  do- 
"  cumento,  que  por  estar  apoyado  en  datos  oficiales  incon- 
"  testables,  debe  dar  más  fe,  y  la  da  en  efecto,  del  acertado 
"  manejo  del  Sr.  Bocanegra,  en  la  administración  de  la  ha- 
"  cienda  federal,  cuyos  gravámenes  alivió,  disminuyendo  los 
"  réditos  que  causaba  la  deuda,  por  medio  de  la  amortización 
"  de  los  créditos. —  Qui  pro  innocente  dícit,  satis  est  eloquens 
"  silet." 

Otro  periódico  (el  Fénix  del  día  18  de  diciembre)  uníso- 
no y  conforme  con  las  ideas  expresadas,  se  explica  á  la  letra 
del  modo  siguiente: 


470 

"  Un  miserable  famélico  se  ha  metido  en  estos  días  á  pro- 
"  fetizar  á  los  Sres.  Santa- Anna  y  Gómez  Farías,  para  con 
"tal  pretexto  ultrajar  la  reputación  de  un  hombre,  que  por 
"  la  primera  vez  se  ha  visto  calumniado  en  el  desempeño  de 
"los  altos  destinos  con  qne  lo  ha  distinguido  la  república. 
"  El  íntegro  y  virtuoso  Sr.  Bocanegra  ha  sido  siempre  respe- 
"  tado  de  amigos  y  enemigos:  cuando  unos  y  otros  han  tó- 
"  mado  su  nombre,  es  para  tributarle  merecidos  elogios;  así 
"  es  qne  el  Sr.  Bocanegra  reunió  siempre  la  opinión  de  todos 
"  los  partidos  por  su  acreditada  probidad ;  ya  se  sabía  que  no 
"  torcería  la  vara  de  la  justicia,  aun  tratándose  de  su  más 
"  irreconciliable  enemigo,  y  que  el  tesoro  público  tendría  un 
"  fidelísimo  administrador. 

"  Cuando  el  Sr.  Bocanegravredobló  sus  esfuerzos,  fué  es- 
pecialmente en  estos  últimos  días  que  los  agiotistas  deja- 
"  han  exánime  la  nación,  y  eran  los  únicos  dueños  de  sus  ren- 
"tas;  trabajando  infatigablemente  para  cortarles  el  vuelo 
"  sin  descrédito  ni  perjuicio  de  la  nación,  consiguió  del  con- 
"greso  general  la  última  salvadora  ley  que  nos  ha  dado  ha- 
"  cienda,  y  que  impulsará  mucho  la  marcha  de  la  nación  con 
"  sólo  un  poco  de  paz.  El  Sr.  Bocanegra,  que  recibió  un  teso- 
"  ro  exhausto,  cubrió  en  el  poco  tiempo  de  su  ministerio  to- 
11  dos  los  enormes  gastos  de  la  guerra,  con  los  productos  or- 
11  din  arios,  y  muy  lejos  de  gravar  en  ello  á  la  nación,  tuvo  la 
"  grande  satisfacción  de  reducir  la  deuda  nacional  á  poco 
"  más  de  cinco  millones,  siendo  así  que  la  recibió  con  más  de 
"siete.  ¿Quién  ha  hecho  esto  de  los  anteriores  ministros? 
"¿Y  todavía  se  tendrá  la  insolencia  de  decir  que  protegió 
"  el  agio,  cuando  S.  E.  fué  quien  le  dio  el  mayor  y  más  mor- 
"  tal  golpe? 

"  Pero  el  autor  miserable  del  folleto  que  nos  ocupa,  es  un 
"  obscuro  soldadón,  que  no  logrando  del  Sr.  Bocanegra  que  le 
"  hiciera  un  pago  injusto,  apeló  al  arbitrio  de  deturparlo,  pro- 
"  digaudo  excesivos  elogios  al  Sr.  Corral,  para  por  este  me- 


471 

"  dio  ver  si  logra  el  pretendido  pago:  este  es  realmente  el 
"  estado  de  la  cuestión,  y  los  pueblos  juzgarán  del  patriotis- 
"  uio  y  rectas  intenciones  del  profeta;  ¡qué  arbitrios  tan  rui- 
"  nes  ó  indignos! 

"  El  Sr.  Bocauegra,  descansando  en  el  testimonio  de  una 
"  conciencia  pura,  y  en  el  buen  concepto  que  merece  á  toda 
"  la  nación,  espeíamos  desprecie  las  insolentes  diatribas  de 
"  folletistas  tan  obscuros.  Los  pueblos  deben  estar  persuadi- 
"  dos  que  el  Sr.  Bocauegra  ios  ha  salvado  de  un  peligro  in- 
"  mineute  con  que  los  amenazaba  una  bancarrota,  y  por  la 
"  estrechez  de  nuestras  columnas  no  hemos  publicado  docu- 
"  mentos  intachables  que  existen  en  la  imprenta,  sobre  el 
"  manejo  del  dicho  señor  ministro  en  el  ramo  de  hacienda; 
"ellos  contestan  á  cualquier  imputación;  ellos  acrisolan  la 
"  conducta  del  hombre  virtuoso,  cuya  defensa  tomamos, 
"  aunque  su  bien  sentada  reputación  no  necesita  de  pruebas 
"  tan  irrefragables,  porque  ninguna  gente  de  forma  le  hace 
"  cargos." 

El  ministro  de  relaciones  D.  Carlos  García,  renunció  tam- 
bién la  cartera  que  en  este  ramo  le  estuvo  confiada.  Ambos 
nos  separamos  y  volvimos  á  la  respectiva  cámara  en  que 
ocupábamos  asiento;  quedaron  encargados  del  despacho  en 
los  dos  ministerios  respectivos,  los  oficiales  mayores,  D. 
Francisco  Lombardo,  de  relaciones,  y  D.  Juan  Corral,  de  ha- 
cienda, formando  por  consiguiente,  el  gabinete  los  dos  ex- 
presados Lombardo  y  Corral,  con  los  ministros  Quintana 
Roo,  de  justicia,  y  Barragán  de  guerra  y  mariua. 

Se  supo  oficialmente  haber  salido  de  la  república  Arista  y 
demás  expulsos,  conforme  á  lo  acordado  y  dispuesto  en  este 
punto.  El  General  presidente  Santa- Auna  pidió  y  obtuvo 
del  congreso  licencia  por  seis  meses  por  decreto  del  día  10 
del  repetido  diciembre,  con  el  objeto  de  restablecer  su  salud 
en  el  lugar  que  quisiese.  Eligió  su  hacienda  Manga  de  Clavo, 
á  donde  marchó,  después  de  haber  dirigido  uua  proclama  á 


472 

la  nación,  en  que  se  despide  de  sus  conciudadanos  en  los  tér- 
minos tan  explícitos  y  recomendables,  que  para  no  desvirtuar 
su  mérito,  nos  remitimos  á  la  alocución  misma,  que  entre 
otros  periódicos,  publica  El  Fénix  del  día  16  de  diciembre  en 
su  número  138. 

Quedó  al  frente  del  gobierno  el  vicepresidente  D.  Valen- 
tín Gómez  Farías.  Veamos  su  gobierno  y  las  ocurrencias 
públicas  en  el  capítulo  siguiente. 


CAPÍTULO  VIII. 


Dcade  15  de  diciembre  de  1833  hasta  31  de  mayo  de  1834. —  Nuevo* 
íiiiiiiNiiOM  y  huilón  acontecimientos. 


Volvió  el  vicepresidente  de  la  república  el  día  15  de  di- 
ciembre ( 1833)  reasumiendo  el  mando  como  hemos  dicho.  Se 
formó  el  gabinete  de  las  personas  que  acabamos  de  referir. 
Posteriormente  fueron  nombrados  secretarios  del  despacho 
en  propiedad:  Lombardo,  de  relaciones,  y  D.  Antonio  Garay 
de  hacienda;  continuando  en  el  gobierno  del  Distrito  D.  Jo- 
sé María  Tornel,  quien,  como  él  mismo  decía,  parecía  había 
nacido  para  este  puesto,  que  desempeñaba  con  la  aptitud  y 
eficacia  que  le  eran  características,  acreditándolo,  entre  otras 
cosas,  el  empeño  con  que  promovió  la  prohibición  del  comer- 
cio al  menudeo  á  los  extranjeros;  pues  que  con  este  hecho 
acreditó  que  extendía  su  vista  más  allá  de  los  límites  ordi- 
nariamente fijados  á  la  autoridad  local  que  ejercía,  y  aprove- 
chando su  experiencia  y  práctica,  oportunamente  llamó  la 
atención  sobre  un  punto  verdaderamente  nacional,  aunque 
parece  mezquino  á  primera  vista. 


473 

La  tranquilidad  publica  se  consolidaba;  iban  desapare- 
ciendo por  todas  partes  los  trastornos  y  los  movimientos  re- 
volucionarios. El  cuerpo  legislativo  continuó  expidiendo  va- 
rias disposiciones  basta  el  día  30  de  diciembre  en  que  cerró 
sus  sesiones;  siendo  notables  por  su  gravedad  é  importancia 
las  referentes  á  la  provisión  en  propiedad  de  todos  los  cura- 
tos vacantes  ó  que  vacasen  en  toda  la  república;  á  la  prohi- 
bición de  que  se  ocupasen  ó  enajenasen  los  bienes  de  manos 
muertas,  sin  la  determinación  del  congreso;  á  la  autorización 
al  gobierno  para  que  pudiese  arreglar  la  amortización  de  ór- 
denes contra  las  aduanas  marítimas;  y  á  la  derogación  en  el 
distrito  y  territorios  de  las  leyes  que  prohibían  el  mutuo 
usurario,  dejándose  éste  sujeto  á  lo  que  se  conviniese  en  los 
contratos,  sin  que  la  imposición  de  capitales  de  obras  pías  y 
capellanías  se  entendiese  derogada. 

El  congreso  general  abrió  sus  sesiones  ordinarias  en  la 
forma  legal  y  acostumbrada,  y  con  los  discursos  de  estilo,  el 
día  1?  de  enero  de  834;  y  sin  embargo  del  favorable  aspecto 
que  prometía  afianzar  el  término  de  la  revolución  en  el  país, 
aparecieron  síntomas  indicantes  de  nuevas  conmociones. 

El  General  Bravo,  á  pesar  de  las  esperauzas  que  daba 
para  no  creerse  que  insistiría  en  sus  anteriores  planes,  y  á  pe- 
sar también  de  que  realmente  en  la  república,  era  el  único 
sublevado,  aunque  encerrado  en  Ohilapa,  sin  inspirar  gran- 
des y  trascendentales  temores,  se  hallaba  hostilizado  por  cer- 
ca de  cinco  mil  hombres,  á  las  órdenes,  como  en  otra  parte 
hemos  dicho,  de  los  Generales  Victoria,  Alvarez  y  Mejía,  ha- 
ciéndole entender  que  la  insisteucia  y  perseverancia  en  la  re- 
belión le  había  de  ser  contraria;  y  couveucido  sin  duda  de 
que  no  podía  ser  vencedor  el  único  pronunciado  que  queda- 
ba, después  de  los  sucesos  de  Arista,  Duran  y  Escalada,  vino 
á  terminar  en  su  empresa  á  fines  del  mes  de  marzo,  cesan- 
do las  hostilidades,  de  acuerdo  y  por  las  gestiones  del  Gene- 
ral Barragán,  poniéndose  á  disposición  del  supremo  gobierno 

Tomo  II.— 60 


474 

de  la  república.  El  vicepresidente,  en  principios  del  mes  de 
abril,  manifestó  á  las  cámaras  este  snceso  como  el  resultado 
de  las  negociaciones  en  que  con  su  autorización  entraron 
Bravo  y  Barragán,  y  por  un  decreto  del  día  24  del  propio  mes, 
se  facultó  al  gobierno  para  terminar  ese  negocio,  aun  conce- 
diendo gracias  y  como  mejor  conviniese  al  bien  general. 

Canalizo,  que  seguía  la  causa  de  Bravo,  sufriendo  cons- 
tante persecución  y  continuadas  derrotas  en  los  Estados  de 
Oaxaca,  Veracruz,  México,  Michoacán  y  Guanajuato,  fué 
hostilizado  hasta  llegar  á  ser  destruido  por  el  General  Moc- 
tezuma. 

Barragán  prestó  servicios  importantes  con  la  lealtad  que 
tanto  lo  recomendaba;  así  como  con  el  valor  y  firmeza  que  no 
vaciló  en  manifestar,  mostrándose  reconocido  al  General 
Guerrero,  según  en  otra  parte  queda  ya  explicado. 

El  decreto  arriba  indicado  dice  á  la  letra:  "  Se  faculta  al 
"  gobierno  para  que  por  medidas  de  lenidad,  ponga  término 
"  á  la  guerra  del  Sur  del  Estado  de  México,  haciendo  á  D. 
"Nicolás  Bravo  y  á  los  individuos  que  acaudilla  por  aquel 
"  rumbo,  las  concesiones  que  juzgue  convenientes." 

Se  exceptuaron  en  las  concesiones  á  los  individuos  que 
debían  salir  de  la  república  por  el  decreto  conocido  con  el 
nombre  "del  caso;"  á  los  reincideutes  en  los  pronunciamien- 
tos, y  a  los  que  después  del  17  de  marzo  hubiesen  hostilizado 
á  los  pueblos  y  tropas  de  la  nación. 

La  cámara  de  diputados,  votando  por  Estados,  declaró  el 
día  11  de  abril  ser  ministro  de  la  suprema  corte  de  justicia 
D.  Andrés  Quintana  Eoo,  en  lugar  de  D.  Tomás  Salgado, 
y  D.  José  Sotero  Castañeda,  para  cubrir  la  vacante  de  D. 
Jacobo  Villaurrutia;  siguiendo  sus  trámites  la  otra  elección 
pendiente  por  la  vacante  de  D.  Isidro  Yáñez,  que  se  mandó 
repetir  varias  veces,  por  no  haberse  podido  reunir  las  legis- 
laturas de  los  Estados,  á  consecuencia  de  la  revolución,  de 
la  epidemia  del  cólera  y  de  otras  causas  locales. 


475 

Apareció  el  día  2  fie  febrero  en  el  pueblo  de  Ecatzingo 
un  plan,*  que  aunque  llevaba  el  nombre  de  pacificación,  no 
era  en  realidad  sino  de  fomento  á  la  revolución.  Ni  por  su 
objeto,  ui  por  sus  tendencias  y  autores,  tuvo  dicbo  plan  otro 
resultado  que  el  desprecio  público  y  general  de  la  nación. 
Cayó  en  ridículo,  y  al  fin,  puede  decirse,  que  este  suceso  sin 
consecuencias,  murió  en  su  origen  mismo.  Dio  lugar  empe- 
ro, á  que  excitando  el  patriotismo,  se  avivase  el  espíritu  pú- 
blico, notándose  grande  empeño  en  combatir,  no  sólo  las  ten- 
dencias de  dicho  plan,  sino  que  se  quería  la  más  enérgica 
persecución  y  exterminio  de  los  dos  curas  sus  autores,  D.  Gar- 
los Tepistoco  Abad  y  D.  Epigmenio  de  la  Piedra,  que  como 
secretario  lo  autorizó  en  Chicontla.  Se  distinguieron  en  la 
manifestación  de  ideas  y  principios  contrarios  á  los  procla- 
mados en  el  plan,  todos  los  gobiernos  de  los  Estados,  y  con 
particularidad  el  de  Jalisco,  á  cuyo  frente  estaba  D.  Pedro 
Tames,  de  muy  grata  memoria,  como  lo  lia  sido  siempre  su 
familia  y  su  hermano  D.  Juan  José  Tames,  que  en  todas  épo- 
cas ha  prestado  distinguidos  servicios  á  la  patria  en  la  tribu- 
ua,  en  las  armas,  en  la  prensa  y  en  diversas  comisiones  que 
se  confiaron  á  su  aptitud  y  patriotismo. 

Debiendo  ausentarse  por  negocios  personales  D.  Miguel 
Barragán  á  Burdeos,  volvió  al  despacho  del  ministerio  de  la 
guerra  y  prestó  el  juramento  el  día  13  del  citado  febrero,  e' 
General  D.  José  Joaquín  de  Herrera,  y  en  esos  días  obtuvo 
el  gobierno  un  triunfo,  derrotando  á  Solórzano  en  Colima 
y  pacificando  aquel  rumbo.  Lo  mismo  sucedió  en  Veracruz  y 
Jalapa,  con  la  rendición  obtenida  por  el  sargento  Leonardo 
Mondragón;  siendo  notable  que  este  sargento  del  batallón 
activo  de  Toluca,  sorprendiese  y  redujese  á  prisión  á  los  ofi- 
ciales y  tropa  que  se  sublevaron  en  contra  de  la  disciplina, 
por  cuya  falta  se  había  perturbado  la  tranquilidad  pública. 

1  Documento  núra.  11. 


476 

Tal  acontecimiento  influyó  no  poco  en  contener,  y  casi  so- 
focar, los  conatos  bien  explicados  de  excitar  y  promover  por 
cuantos  medios  y  caminos  podían  ponerse  en  acción,  la  dis- 
cordia y  desconfianza  mutua  de  los  gobernantes. 

Como  un  helio  histórico,  y  como  un  suceso  del  período  que 
nos  ocupa,  referiré  brevemente  la  acusacióu  que  la  legislatu- 
ra del  Estado  de  México  hizo,  quejándose  de  la  1*  sala  de  la 
suprema  corte  de  justicia,  exigiendo  ante  el  gran  jurado  de 
la  cámara  de  diputados,  á  sus  ministros,  la  responsabilidad 
por  haber  fallado  y  resuelto  dos  juicios  de  competencia,  con- 
traviniendo, según  decía  la  legislatura,  al  artículo  182  de  la 
constitución  particular  del  Estado. 

Me  abstengo  de  lo  que  dijo  la  prensa  y  de  los  alegatos  y 
fundamentos  jurídicos,  señalando  únicamente  la  resolución 
definitiva  de  la  cámara,  dada,  después  de  oído  el  dictameu 
extendido  por  la  sección  del  gran  jurado.  Concluyó  ésta  ma- 
nifestando: que  habiéndose  quebrantado  por  la  1*  sala  de  la 
suprema  corte  de  justicia  "  el  artículo  citado  de  la  constitu- 
"  ción  de  México,  había  lugar  á  la  formación  de  causa,"  y  asi 
se  declaró  el  día  10  de  Marzo,  por  dos  tercios  de  votos,  contra 
D  Pedro  Yélez,  D.  Manuel  de  la  Peña  y  Peña,  D.  Juan  Guz- 
mán,  D.  José  Antonio  Méndez  y  D.  Juau  José  Flores  Ala- 
torre. 

Siguió  el  negocio  sus  trámites;  se  salvaron  algunas  difi 
cultades  que  se  ofrecieron  sobre  la  organización  y  procedi- 
mientos del  tribunal  que  conocía  de  la  causa;  y  para  no 
dividir  la  presente  materia,  permítaseme  que  auticipeel  des- 
enlace satisfactorio  y  público  que  tuvo  este  asunto,  vindicán- 
dose honrosa  y  fundadamente  los  magistrados,  que  volvieron 
al  ejercicio  de  las  funciones,  que  siempre  desempeñaron  dig 
ñámente,  y  les  fueron  restituidas  del  modo  más  honorífico  en 
el  inmediato  cambio  de  gobierno  que  ofrecieron  las  circuns- 
tancias políticas  del  país.1 

1  Véase  El  Telégrafo  del  13  de  agosto  de  1834,  núm.  127. 


477 

La  materia  y  cuestiones  indicadas  y  promovidas  con  el 
mayor  calor  y  entusiasmo  en  el  Distrito  y  en  muchos  Esta- 
dos de  la  federación;  el  arreglo  del  crédito  público,  iniciado 
bajo  diversos  aspectos,  formándose  proyectos  en  varios  sen- 
tidos y  por  distintas  empresas  y  dictámenes,  que  dividieron 
en  parte  pública  y  en  parte  secreta  la  disposición  legislativa 
proyectada,  y  no  llegó  á  publicarse  por  la  divergencia  misma 
de  su  iniciativa  y  discusiones;  la  extinción  de  fueros;  el  arre- 
glo del  patronato;  la  ocupación  de  bienes  de  manos  muertas, 
y  la  de  los  del  duque  de  Monteleone  y  Terrauova,  que  fueron 
puestos  en  administración  pública,  así  como  los  de  las  misio- 
nes de  Filipinas,  Californias  y  San  Camilo;  la  reducción  de 
conventos  y  la  provisión  de  curatos  vacantes  y  otras  muchas 
reformas  de  igual  naturaleza,  ocuparon  preferentemente  la 
atención  de  legisladores  y  gobierno,  y  llenaron,  según  queda 
indicado,  casi  todo  el  espacio  del  período  que  por  la  alterna- 
tiva del  mando  entre  Santa- Anna  y  Gómez  Parías,  debió 
concluir  en  24  de  abril. 

No  fué  así,  como  se  referirá  después,  porque  disueltas  las 
cámaras  en  31  de  mayo,  se  fijó  naturalmente  el  período  ad- 
ministrativo como  si  se  abriese  una  nueva  era,  que  principia- 
ba en  el  referido  31  de  mayo  y  terminaba  con  el  año  mismo; 
dando  principio  el  otro  período  en  1?  de  enero  de  1835.  Por 
consiguiente,  concluye  aquí  el  capítulo  décimo,  que  compren- 
de un  período  de  exaltación  en  que  se  intentaron  reformas 
y  efectuaron  transiciones  en  la  administración  alternativa 
entre  el  presidente  y  vicepresidente  de  la  república;  adminis- 
tración que  comenzó  en  1?  de  abril  de  1833  y  terminó  en  ene- 
ro de  1835.  Por  consiguiente,  siendo  tan  vario  dicho  período, 
también  fué  muy  variada  la  elección  de  los  secretarios  del 
despacho,  según  se  ve  en  el  cuadro  siguiente: 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1833  abril    1?  D.  Bernardo  González  Án- 

gulo  26    abril     1833 

„         „       27  D.  Carlos  García 11    enero    1834 

1834  enero  11  D.  Francisco  María  Lom- 

bardo  24    abril        „ 

JUSTICIA, 

1833  abril    1?  D.  Miguel  Ramos  Arizpe..  17  agosto  1833 
„    agosto   17  D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  B 14   stbre.      „ 

„     stbre.   14  Andrés  Quintana  Roo 27  octubre     „ 

GUERRA  Y  MARINA. 

1833  abril    1?  D.  Joaquín  Parres 27    abril     1833 

„         „      28  D.Francisco  Gómez  Parada, 

O.  M.  E 20    mayo      „ 

„    mayo    21  D.  José  Joaquín  Herrera. .     5  nvbre.      „ 
„  nvbre.     6  D.  José  María   Tornel,  O. 

M.  E 19   nvbre.      „ 

„       „        20  D.  Miguel  Barragán 13  febrero  1834 

HACIENDA. 

1833  mayo  16  D.  José  María  de  Bocanegra  12  dicbre.  1833 
„  dicbre.    16  D.  Juan  José  del  Corral,  O. 

M.  E 1?    enero    1834 

1834  enero     2  D.Antonio  Garay 23    abril       „ 


APÉNDICE  AL  TÍTULO  X. 


Documento  Núm.  1. 

Ministerio  de  justicia  y  negocios  eclesiásticos. 
Excmo.  Sr. : 

El  Excmo.  Sr.  vicepresidente,  que  siempre  ha  estado  penetrado 
de  los  sentimientos  patrióticos  y  verdaderamente  federales  de  V.  E., 
así  como  de  su  ilustración  y  genio  económico  y  de  su  incorruptibili- 
dad,  previo  el  permiso  de  la  cámara  del  senado,  de  que  es  individuo 
V.  E.,  ha  tenido  á  bien  nombrarlo  secretario  de  Estado  y  del  despa- 
cho de  hacienda,  bien  confiado  de  que  con  sus  luces,  pureza  y  acti- 
vidad natural,  dará  á  este  grave  negociado  el  ordenado  y  fuerte  im- 
pulso que  reclama  la  patria. 

Al  comunicar  á  V.  E.  esta  resolución  del  Excmo.  vicepresidente, 
tengo  el  houor  de  anunciarle  que  le  espera  mañana  á  las  nueve  para 
recibirle  el  juramento  constitucional,  aprovechando  esta  ocasión  pa- 
ra reproducir  á  V.  E.  mis  antiguos  sentimientos  de  aprecio  y  consi- 
deración particular. 

Dios  y  libertad.  México,  abril  25  de  1833. — R.  Arizpe. —  E.  S.  D. 
José  Ma  Boeanegra. 


480 


CONTESTACIÓN. 


Excmo.  Sr. : 

Quedo  enterado  por  la  apreciable  nota  de  V.  E.  de  este  día,  de 
que  el  Excmo.  Sr.  vicepresidente  de  la  república,  no  obstante  lo  que 
oportunamente  expuse  en  lo  verbal  á  S.  E.,  se  ha  servido  con  previa 
licencia  de  la  cámara  del  senado  á  que  tengo  el  honor  de  pertenecer, 
nombrarme  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  hacienda.  Confie- 
so con  sinceridad  que  se  me  honra  de  un  modo  distinguido  y  que  no 
merezco,  asegurando  francamente  que  si  estuviera  yo  á  mi  propio 
juicio  no  debería  admitir  un  encargo  que  siempre  he  considerado  su- 
perior á  mis  fuerzas, 

Pero  entendiendo  que  no  debo  oponer  más  resistencia  al  honor 
que  S.  E.  el  vicepresidente  me  hace  con  la  elección  verificada  ya  en 
mi  persona,  sólo  me  queda,  al  aceptar  la  comisión,  el  arbitrio  de  pro 
testar,  que  si  bien  no  ofrezco  un  desempeño  satisfactorio  y  cumplido, 
espero  sin  embargo  no  omitir  paso  alguno,  ni  sacrificio  de  ninguna 
clase  en  servicio  de  la  patria,  y  para  corresponder,  en  lo  posible,  á 
la  confianza  y  distinción  con  que  sin  mérito  se  me  ha  honrado. 

Cuanto  se  servirá  V.  E.  decirlo  al  Excmo.  Sr.  vicepresidente  ó 
igualmente  que  estaré  á  prestar  el  juramento  constitucional  el  día 
de  mañana  en  el  lugar  y  hora  que  me  cita. 

Esta  ocasión  me  ofrece  la  muy  estimable  de  reiterar  á  V.  E.  con 
todo  aprecio,  las  protestas  más  ingenuas  de  mi  distinguida  conside- 
ración. 

Dios  y  libertad.  México,  25  de  abril  de  1833. —  J.  M.  de  Bocanegra. 
— Excmo.  Sr.  Secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  Justicia  y  nego- 
cios eclesiásticos  D.  Miguel  R.  Arizpe. 


481 


Documento  Núra.  2. 


ESTADO 


Que  manifiesta  el  número  de  individuos  de  ambos  sexos  que  murieron  del  cólera 
en  el  arzobispado  de  México  el  año  de  1833. 


Caratos.  Hombres.        Mujeres.        Total. 


Sagrario  Metropolitano 723 

Sarita  Veracruz 273 

Señor  San  José 85 

Santa  Cruz  y  Soledad 430 

San  Sebastián 238 

Santa  Ana 92 

San  Antonio  de  las  Huertas 33 

San  Pablo 206 

Santa  Cruz  Acatlán 38 

San  Miguel 144 

Osolotepec 187 

Pachuea 1 

Pueblo  Viejo 135 

Sinacantepec 177 

San  Miguel  Coathinchan 19 

San  Cristóbal  Ecatepec 54 

San  Ángel 121 

San  Bartolomé  Naucalpan 37 

San  M  iguel  Acatlán 19 

San  Bartolomé  Hucypa 1 

Toluca 886 

Giquipilco 36 

Gilotepec 139 

Tomo  II— 61 


800 

1,523 

319 

592 

8G 

171 

530 

969 

342 

580 

0 

92 

26 

59 

298 

504 

56 

94 

209 

353 

177 

364 

1 

2 

127 

262 

177 

354 

21 

40 

34 

88 

144 

265 

19 

56 

26 

45 

0 

1 

853 

1,739 

51 

87 

138 

277 

482 

Curatos.  Hombres.  Mujeres.  Total. 

Jalatlaco 101  143  244 

Lerma 208  226  434 

Sacualpan 77  83  162 

Metepec 257  280  537 

Pasatepec 468  360  828 

Milpa  Alta 0  0  0 

Malaeatepec* 118  123  241 

Malinalco 148  152  3C0 

Ocuila 0  0  0 

Ocoyoaoac 0  0  0 

Salto  del  Agua 155  184  339 

Santa  María  ía  B edouda 76  97  173 

Santo  Tomás  la  Palma 83  106  189 

Santa  Catarina  iV;  ártir 0  0  0 

Ayateugo ....    71  58  129 

AmécaAmeca 901  867  1,768 

Almoloya 163  142  305 

Acúleo 44  57  101 

Asunción  de  Malacatepec 210  108  318 

Ametepec 107  180  287 

Coyoacán 74  80  154 

Casas  Viejas ■ 33  40  73 

Calotenango 78  66  144 

Calimaya 242  267  509 

Capuluac 124  134  258 

Chimalhuacau 57  41  98 

Chapatongo 50  55  105 

Chalco  Santiago 71  81  152 

Chiana  de  Mota 50  67  117 

Huehuetoca 75  67  142 

Huisquiluca 51  56  107 

Huejutla 20  18  38 

Huichapan 84  97  181 

Isumpan 122  107  229 

Ixtapaluca 63  45  108 


483 

Curatos.  Hombres.  Mujeres.  Total. 

Ixcareo 78  85  163 

Ixtacalco 42  35  77 

Ixtlahuaca 282  311  593 

Tacubaya 57  38  95 

Tesontepec 21  22  43 

Tasquillo 78  92  170 

Temascaltepec 147  176  323 

TepejidelRío 119  157  276 

Tescapan 25  28  53 

Temascalcingo 133  139  272 

Temamatla 89  100  189 

Texcoco 10  19  29 

Tepexpan 15  18  33 

Tampico  el  Alto .• .  50  45  95 

Tepetlastoc 5  7  12 

Tulancingo 180  195  375 

Tecama 36  32  68 

Tenango  del  Valle 72  79  151 

Tenaloyo 89  101.  190 

Tenancingo 0  0  0 

Tepexoxuca 94  101  195 

Tescaliacac , 0  0  0 

Teuioaya 106  102  208 

Villa  del  Valle 226  208  434 

Villa  de  Tula 193  191  384 

Villa  del  Carbón 56  64  120 

EXTRACTO. 

Hombres 10.628 

Mujeres 11.174 

Total 21,802 

Tomado  del  periódico  oficial  de  4  de  junio  de  184:9. —  Núm.  42, 
tomo  I. 


484 


Documento  Núm.  3. 


LEY 

Se  aprueban  las  disposiciones  acordadas  en  el  convenio  de  Zava- 
leta,  dirigidas  al  restablecimiento  de  la  paz  y  orden  constitucional 
en  toda  la  república.— Mayo  27  de  1833. 


DECRETO 

Del  consejo  de  gobierno  sobre  convocar  al  congreso  general  para  sesiones 
extraordinarias. 

El  consejo  de  gobierno,  en  uso  de  la  atribución  tercera  del  ar- 
tículo 116  de  la  constitución  federal,  ha  tenido  á  bien  acordar  los 
artículos  siguientes: 

1?  Se  convocará  al  congreso  general  á  sesiones  extraordinarias. 

2?  Estas  se  abrirán  el  día  Io  de  junio,  siendo  la  primera  junta 
preparatoria  el  31  del  corriente. 

3?  En  ellas  se  tratarán  los  asuntos  siguientes: 

Las  iniciativas  y  proposiciones  que  se  hagan  para  asegurar  las 
instituciones  federales,  y  proveer  á  la  seguridad  y  tranquilidad  de  la 
república. 

Todo  lo  relativo  á  la  hacienda  federal  y  al  crédito  público. 

Los  proyectos  que  se  hallen  pendientes  en  las  cámaras  y  que 
sean  de  utilidad  pública. 

Las  observaciones  que  haga  el  gobierno  sobre  las  leyes  y  decre- 
tos que  se  le  hubiesen  comunicado  antes  de  la  clausura  de  las  sesio- 
nes ordinarias  de  este  año. 

Lo  relativo  á  relaciones  exteriores  y  arreglo  de  límites  con  las 
naciones  vecinas. 


485 

Las  iniciativas  dirigidas  al  poder  legislativo  en  las  últimas  me- 
morias de  los  secretarios  del  despacho. 

Los  proyectos  que  estén  pendientes  ó  de  nuevo  se  presenten  so- 
bre colonización. 

Arreglo  de  la  administración  de  justicia. 

Iniciativa  sobre  el  viaje  científico  propuesto  por  el  Dr.  Chavert» 
y  todo  lo  conducente  á  la  salud  pública. 

Arreglo  de  la  administración  pública  y  de  los  establecimientos 
científicos. 

Las  proposiciones  é  iniciativas  que  se  hagan  sobre  apertura  y 
mejoras  de  caminos,  y  sobre  industria  agrícola,  mercantil  y  fabril. 

Lo  relativo  á  la  facultad  duodécima  del  congreso  general. 

Resolver  sobre  la  estancación  ó  libertad  de  las  salinas. 

Las  funciones  económicas  de  las  cámaras. —  Lo  decimos  á  V.  E. 
para  que  se  sirva  darle  el  curso  correspondiente. —  Mayo  29  de  1833. 


Documento  Núm.  4. 


PLAN  DE  ESCALADA, 

Io  Esta  guarnición  protesta  sostener  á  todo  trance  la  santa  reli- 
gión de  Jesucristo  y  los  fueros  y  privilegios  del  clero  y  del  ejército, 
amenazados  por  las  autoridades  intrusas. 

2?  Proclama  en  consecuencia  por  protector  de  esta  causa  y  por 
supremo  jefe  de  la  nación,  al  ilustre  vencedor  de  los  españoles,  Ge- 
neral D.  Antonio  López  de  ¡Santa-Auna. 

3o  Son  nulos  todos  los  actos  de  los  gobernadores  intrusos  Ames- 

cua  y  Salgado,  así  como  Jas  últimas  elecciones  hechas  en  el  Estado. 

.  4?  Este  quedará  regido  por  un  jefe  político  nombrado  por  una 


486 

junta  de  los  vecinos  honrados  de  esta  capital,  y  que  durará  hasta 
que  la  mayoría  de  la  nación  designe  las  bases  de  la  regeneración  po- 
lítica de  la  república. 

5?  A  nadie  se  molestará  por  opiniones  políticas  que  haya  tenido, 
y  en  consecuencia  serán  escrupulosamente  respetadas  la  seguridad 
.individual  y  las  propiedades. 

Morelia,  mayo  26  de  1833. —  A  las  dos  y  tres  cuartos  de  la  ma- 
ñana.— Ignacio  Escalada. 


Documento  Núm.  5. 


Plan  del  General  Arista,  en  Huejocingo. 

En  la  ciudad  de  Huejocingo,  á  los  ocho  días  del  mes  de  junio 
de  1833,  reunidos  todos  los  señores  jefes  y  oficiales  del  ejército  pro- 
tector de  la  religión  y  fueros  en  el  alojamiento  de  su  general  en  jefe, 
el  Sr.  D.  Mariano  Ai'ista,  á  efecto  de  rectificar  el  pronunciamiento 
que  las  fuerzas  de  que  se  compone  verificaron  á  la  entrada  de  Ame- 
ca  el  6  del  corriente,  tomó  la  palabra  dicho  señor  general  é  hizo 
presente  á  la  junta  las  tristes  circunstancias  en  que  se  encuentra  !a 
nación,  á  virtud  de  que  el  congreso  general  se  ha  decidido  abierta- 
mente contra  la  religión  y  el  ejército.  Escuchadas  las  razones  de 
fundamento  que  expuso,  virtieron  su  sentir  todos  los  individuos 
de  ella,  apoyándose  de  la  manera  siguiente: 

La  injusticia  con  que  ha  sido  atacada  la  religión  de  nuestros 
mayores,  luego  que  los  falsos  filósofos  tuvieron  cabida  en  los  des- 
tinos de  la  nación  mexicana,  y  á  que  no  los  condujera  la  virtud  y  el 
merecimiento,  sino  el  obrar  conforme  sus  patronos,  mueven  el  de- 
ber de  todo  mexicano  para  acudir  á  salvar  la  patria,  según  la  pres- 
cripción de  la  sagrada  religión  por  quien  deben  sacrificarse.  ¿Cómo 


487 

podrá  negarse  el  que  se  pretende  su  ruina,  cuando  no  se  escuchan 
otros  razonamientos  que  los  que  tienden  á  su  exterminio  en  el  con- 
greso general!  Una  ligera  ojeada  al  proceder  de  esta  asamblea  bas- 
ta para  conocer  el  objeto  de  sus  miras  y  la  facilidad  con  que  ha  creí- 
do arrancar  de  los  mexicanos  la  alhaja  que  les  destinó  la  Providen- 
cia, de  cuyas  manos  han  recibido  tantos  bienes.  Irrespetuosidad  de 
tal  tamaño  quédese  para  los  desnaturalizados,  que  ó  no  conocen  los 
bienes,  ó  su  propensión  al  mal  los  conduce  á  la  desgracia. 

Las  pruebas  de  este  aserto  las  tenemos  prácticamente  en  querer 
la  disminución  de  la  creencia,  procurando  introducir  el  tolerantismo 
fatal,  y  que  nos  condujera  á  los  errores.  El  quitar  los  bienos  á  los 
eclesiásticos,  como  se  ha  practicado,  y  negando  la  obediencia  en  lo 
concerniente  á  lo  sacramental  al  Santo  Padre  de  la  Iglesia,  produce 
las  consecuencias  de  fácil  especulación. 

¿A  quién  acudir  en  unas  circunstancias  que  no  admiten  más  tér- 
minos que  decidirse,  ó  sucumbir  á  perder  la  preciosa  margarita  que 
la  Providencia  nos  donó?  Al  hombre  de  las  virtudes,  al  que  en  todas 
épocas  y  acontecimientos  ha  respetado  la  religión  y  sus  ministros, 
al  que  verá  las  leyes  con  el  respeto  que  se  requiere,  al  General  de 
división  D.  Antonio  López  de  Santa- Anna,  que  igualmente  mirará 
en  los  soldados  los  hombres  que  dieron  independencia,  y  á  quienes 
se  ha  correspondido  con  proposiciones  para  destruirlos,  despoján- 
dolos de  sus  goces,  negáudose  á  su  fomento  y  conservación,  y  pro- 
curando por  todos  aspectos  su  ruina. 

Una  ley  fundamental  abraza  la  conservación  de  la  religión  pura 
y  sin  mezcla  de  otra  alguna,  y  á  la  vez  que  debía  considerarse,  se 
atacan  y  despojan  las  propiedades  de  que  subsiste  su  culto  y  minis- 
tros y  se  provocan  á  la  creencia  de  la  falsa  filosofía- 
Estado  tan  desgraciado  requiere  el  pronto  remedio;  y  acudiendo 
á  la  áncora  que  puede  salvarnos  en  naufragio  tan  deshecho,  no  que- 
da otro  recurso  que  elegir  al  soldado  de  la  fortuna  para  que  llame 
al  deber  á  cuantos  con  maledicencia  se  desvían,  y  los  contenga  en  la 
órbita  de  sus  deberes. 

Diez  años  de  una  experiencia  práctica  han  dado  á  conocer  las  ven- 
tajas del  sistema,  que  examinado  en  su  teoría,  no  podría  mejorarse; 
pero  pugnando,  como  está  demostrado,  con  las  costumbres,  educa- 
ciones y  circunstancias  de  la  nación,  no  ha  hecho  más  que  abrir  el 


488 

campo  á  su  ruina,  siendo  así  que  debe  ser  la  primera.  ¿Cuál  es  la 
ventaja  de  la  diversidad  de  convulsiones  habidas,  si  no  el  exterminio 
de  sus  mejores  hijos  y  servidores?  ¿Ha  llegado  alguna  vez  á  consoli- 
darse la  nación  en  el  sistema  que  adoptó!  Respondan  los  políticos, 
y  hagan  la  regulación  de  si  será  conforme  á  las  costumbres  reinan- 
tes, un  sistema  para  quien  está  proscrita  la  educación  y  el  conoci- 
miento de  derechos  que  debe  saber  el  hombre. 

Al  proclamar  el  ejército  mexicano  el  representativo  popular  fe- 
deral, hizo  la  dimisión  mayor  de  sus  privilegios,  sujetándose  al  sim 
pie  derecho  de  ciudadanos.  ¿Cuál  ha  sido  la  recompensa  de  esta  ac- 
ción incalculable?  Las  miras  de  destruirlo,  aniquilarlo,  confundien- 
do á  aquellos  hombres  que  dieron  independencia  y  libertad.  Esta 
ingratitud  sin  térmiuo  no  se  menciona  sino  por  el  principio  de  que 
al  alcance  de  toda  la  nación  estén  los  sacrificios  de  los  que  no  han 
dudado  prestarlos  por  la  felicidad  procomunal.  Guiados  de  estas  cir- 
cunstancias, y  protestando  que  los  intereses  nacionales  y  no  reaccio- 
nes de  partidos  que  tanto  han  arruinado  la  nación,  nos  impulsan  á 
obrar  conforme  á  sus  deberes;  la  buena  fe  con  que  proceden  es  la 
garantía  más  segura  que  pueden  presentar  á  sus  compatriotas. 

Por  tan  poderosas  razones,  ó  impelidos  de  principios  nobles,  ago- 
biada la  nación,  como  lo  está,  por  un  porvenir  nada  lisonjero,  cou- 
vieue  la  parte  reunida  del  ejército  que  aquí  se  encuentra,  en  procla- 
mar á  la  faz  de  la  nación  los  artículos  siguientes: 

1?  El  ejército  protege  y  defenderá  la  religión  de  sus  mayores, 
conservándola  ilesa,  y  al  clero  secular  y  regular  todos  los  fueros, 
preeminencias  y  propiedades  que  siempre  han  disfrutado. 

2?  Proclama  supremo  dictador  al  General  D.  Antonio  López  de 
Santa-Anna,  para  que  remedie  los  males  que  hoy  sufre  la  nación, 
hasta  que  él  mismo  la  ponga  en  el  goce  de  su  verdadera  felicidad. 

3o  El  ejército  conservará  en  toda  su  plenitud  los  fueros  y  goces 
que  tiene  concedidos,  su  fuerza  en  tiempo  de  paz  ó  guerra  conforme 
está  detallado  por  ley,  sin  que  en  ningún  caso  pueda  disminuirse  la 
que  aquella  le  señale. 

4o  Protesta  el  mismo  ejército  á  la  nación,  que  no  tiene  miras  de 
establecimiento  de  la  tiranía  de  ninguna  clase,  que  siempre  sosten- 
drá su  independencia  y  libertad,  cuyos  bienes  los  han  adquirido  con 
su  sangre. 


489 

5?  No  se  admitirá  ni  se  protegerá  de  ningún  modo  á  individuos 
que  por  crímenes,  males  á  la  nación  ú  otro  motivo,  se  hallen  pen- 
dientes de  algún  tribunal. 

De  quedar  así  acordado,  se  procedió  al  juramento  de  la  tropa, 
que  fué  verificado  con  todas  las  formalidades,  firmándose  por  todos 
los  jefes  y  oficiales  del  ejército,  según  que  así  lo  pidieron,  y  un  sar- 
gento, cabo  y  soldado  por  cuerpo,  en  la  ciudad  referida  dicho  día, 
mes  y  año. 

Brigada  de  zapadores  ó  ingenieros:  Teniente  Coronel  Ignacio 
La  Bastida.  Teniente  Coronel  José  Mónico  Villa.  Teniente  José  R. 
Frías.  Teniente  J.  María  Carrasco.  Por  la  clase  de  sargentos,  Ma- 
riano Román.  Por  la  clase  de  cabos,  Hipólito  Jurado.  Por  la  clase 
de  zapadores,  Tomás  Almeida. 

Décimo  batallón  permanente:  Teniente  Coronel  José  María  Ro- 
mero. E.  C.  D.  D.  Lorenzo  Arcos.  Ayudante  en  comisión,  Gorosti- 
za.  Capitán  Teodoro  J.  Peñalva.  Capitán  agregado  José  María  Ve- 
lasco.  Teniente  Mariano  Pepín.  Teuiente  Pedro  Alvarado.  Teniente 
Ignacio  Morales.  Subayudante  Juan  Achagaray.  Subteniente  Fran- 
cisco Nava.  Subteniente  Pedro  Euríquez.  Subteniente  Luis  Flores. 
Subteniente  Máximo  Torres.  Subteniente  Luis  Martínez.  Subte- 
niente Florencio  Dena.  Teniente  agregado  Manuel  Herrera.  Por  la 
clase  de  sargentos,  Antonio  Rubín.  Por  la  de  cabos,  Felipe  Candía. 
Por  la  de  soldados,  Victoriano  Trejo.  Como  comandante  de  artille- 
ría, Pedro  José  de  Herrera. 

Segundo  Batallón  de  México:  como  comandante  accidental,  pri- 
mer ayudante  José  Salazar.  Segundo  ayudante  Manuel  Valdez.  Ca- 
pitán José  Penabade.  Capitán  de  granaderos  José  Mendoza.  Capitán 
José  Joaquín  Morales.  Capitán  Felipe  Ordóñez.  Capitán  de  cazado- 
res José  María  Cadena.  Capitán  Víctor  Estrada.  Capitán  Vicente 
de  Aristi.  Capitán  Gregorio  de  Medina  Flores.  Capitán  agregado 
José  D.  Romero.  Capitán  agregado  Ignacio  Hernández.  Teniente 
Agustín  Márquez.  Teniente  José  María  Facha.  Teniente  Juan  Echa- 
varría.  Teniente  Bruno  Ordóñez.  Como  agregado,  Pedro  Maiúa  de 
Navarrete.  Subteniente  Tomás  Pérez.  Subteniente  José  María  Ru- 
perto. Subteniente  José  María  Pinzón.  Subteniente  Francisco  Mar- 
tínez de  Castro.  Subteuiente  Apolinario  Alvarado.  Por  la  de  cabos 
Nicolás  Paredes.  Por  la  de  soldados,  Mateo  Guerrero. 

Tomo  II.  —  62 


490 

Batallón  activo  de  Toluca:  Comandante  Eulogio  González.  C.  E. 
del  D.,  Luis  Dorantes.  Teniente  coronel  capitán  de  granaderos,  Ca- 
yetano López.  Capitán  Miguel  Velázquez.  Capitán  José  María  Lom- 
bardini.  Capitán  José  María  Macotela.  Teniente  Joaquín  Herrera. 
Teniente  José  María  Martínez.  Teniente  Jesús  Ballesteros.  Tenien- 
te José  María  Montañez,  Teniente  Juan  de  la  Peza.  Teniente  José 
María  de  Rivera  Meló.  Teuiente  Severiano  Venses.  Subteniente  Ig- 
nacio Guzmán.  Subteniente  José  María  Ortega.  Subteniente  Ilde- 
fonso Vega.  Subteniente  Ignacio  Garduño.  Subteniente  Jo.^é  María 
López.  Subteniente  Bonifacio  Fuentes.  Subteniente  Miguel  Camar- 
go.  Subteniente  Antonio  Maturana.  Subteniente  Vicente  Hernán- 
dez. Subteniente  Carlos  Cabrales.  Subteniente  Ignacio  Bacail.  Por 
la  clase  de  sargentos,  José  María  Escobar.  Por  la  clase  de  cabos, 
Juan  José  Mucientes.  Por  la  clase  de  soldados,  Ignacio  Arcundia. 

Segundo  regimiento  permanente:  Comandante  Panfilo  Galindo. 
C.  E.  D.  D.,  Sostenes  Gallardo.  Capitanes,  Ignacio  Uyate,  Manuel 
Estoves,  Lino  Bobadilla,  José  María  Martínez.  Segundo  ayudante 
Cayetano  Montero.  Tenientes  Julián  Luja,  Ignacio  Peña,  Andrés 
Mena.  Alféreces  Roberto  Soria,  Catarino  Sánchez,  Trinidad  Bernal, 
José  María  de  la  Fuente.  Capellán  Br.  Mariano  Guerra  Manzanares. 
Cirujano  Roque  J.  Morón.  Por  la  clase  de  sargentos,  Juan  Benavi- 
des.  Por  la  clase  de  cabos,  Margarito  Gómez.  Por  la  de  soldados, 
Pedro  Aunsolio. 

Cuarto  regimiento  permanente:  Teniente  coronel  con  grado  de 
coronel  Francisco  Pardo.  Primer  ayudante  Nicolás  Castañeda.  Co- 
mo primer  ayudante  con  grado  de  teniente  coronel  Francisco  Gutié- 
rrez de  la  Lama.  Capitán  Francisco  Suárez.  Capitán  Joaquín  Linar- 
te.  Capitán  Miguel  La  Bastida.  Ayudante  Mariano  Frías  Guerrero. 
Teniente  Germán  Araujo.  Teniente  José  Barbarena.  Teniente  Gre- 
gorio Vázquez.  Alférez  Miguel  Rayón.  Alférez  Benito  Portu.  Al- 
férez Antonio  Murcia.  Alférez  Pedro  Pulet.  Alférez  Antonio  Soto. 
Alférez  Cristóbal  González.  Por  los  sargentos,  Antonio  Barrera.  Por 
la  clase  de  cabos,  Vicente  Morales.  Por  la  de  soldados,  Pascual  Ve- 
lázquez. 

Regimiento  Activo  de  México:  Teniente  coronel  graduado,  capi- 
tán Manuel  María  Carmona.  Alférez  Miguel  Zúñiga.  Sargento  se- 
gundo Vicente  Yáñez.  Por  la  de  soldados,  Vidal  Dávalos. 


491 

Escuadrón  de  seguridad  pública:  Teniente  coronel  comandante 
del  escuadrón,  Cirilo  Tolsa.  Con' grado  de  teniente  coronel,  capitán 
Manuel  Quintanar.  Con  grado  de  capitán,  teniente  ayudante  Dioni- 
sio Tolsa.  Teniente  Antonio  Osorno.  Teniente  Vicente  Canseco. 
Teniente  Pedro  Villanueva.  Alférez  Juan  Luyando.  Alférez  Pedro 
Güitrovo.  Por  la  clase  de  sargentos,  Juan  María  Sánchez.  Por  la  de 
cabos,  Mariano  Uribe.  Por  la  de  soldados,  Juan  N.  Navarrete. 

Milicia  cívica  de  Jalpan:  Alférez  Isidoro  Santa- Anna.  Alférez 
Fernando  Moronez.  Alférez  Felipe  Gómez.  Sargento  primero  Igna- 
cio Terrazas.  Cabo  Lino  Montiel.  Dragón  Albino  Barrera. 

Artillería  á  caballo:  Teniente  Pedro  Ortiz.  Alférez  Dolores  Ra- 
mírez. Por  la  clase  de  sargentos,  Clemente  Castro.  Por  la  clase  de 
cabos,  Zeferino  Rodríguez.  Por  la  de  soldados,  Secundino  Rojas. 

Estado  mayor:  Mayor  General  de  la  división,  Martín  Martínez  de 
Navarrete.  Ayudante  del  señor  general  en  jefe,  teniente  coronel  Ga- 
briel María  Osorio.  Ayudante  de  ídem,  Enrique  Mayllet.  Ayudante 
de  ídem,  capitán  José  Arago.  Ayudante  de  ídem,  coronel  graduado 
Miguel  Domínguez.  Como  teniente  suelto  Manuel  Ortiz.  General  en 
jefe,  Mariano  Arista. 

Es  copia,  Osorio. 


Documento  Núm.  6. 


PLAN  DE  CONCILIACIÓN. 

1?  Se  establecerá  una  asamblea  nacional  con  el  objeto  de  conso- 
lidar la  marcha  del  gobierno  y  transar  las  contiendas  domésticas. 

2o  Para  conciliar  en  lo  posible  los  intereses  varios,  las  distincio- 
nes sociales,  así  como  las  voluntades  comprometidas  en  la  actual  lu- 
cha, se  ocurrirá  por  esta  vez  al  arbitrio  de  un  sorteo  de  cuatro  in- 


492 

dividuos  por  cada  Estado  y  territorio,  quienes  reunidos  en  el  paraje 
escogido  para  este  fin,  formarán  la  citada  asamblea  nacional. 

3?  Esta  asamblea  será  revestida  del  carácter  de  soberanía  por  el 
tiempo  de  su  duración,  que  deberá  ser  de  noventa  días  útiles  desde 
su  instalación,  y  los  miembros  que  la  compongan  serán  inviolables 
mientras  durare  su  misión  legislativa. 

4o  Los  cuatro  individuos  sorteados  en  cada  Estado  y  territorio, 
se  compondrán  de  un  militar  cuya  graduación  sea  de  capitán  arriba, 
de  un  cura  párroco,  de  un  letrado  ejerciendo  y  de  un  propietario, 
cuyos  bienes  raíces  limpios  asciendan  á  $25,000  excluyendo  de  estas 
cuatro  clases  de  individuos  á  los  que  tienen  una  parte  activa  en  la 
actual  revolución. 

5?  Los  Estados  asignarán  á  los  miembros  de  la  asamblea  respec- 
tivamente las  dietas  que  tengan  á  bien  suministrarles. 

6?  Para  efectuar  el  citado  soi'teo,  en  cada  Estado  y  territorio  se 
formarán  listas  de  todos  los  individuos  vecinos  radicados  en  él,  que 
pertenecen  á  cada  cual  de  las  cuatro  clases  expresadas,  y  en  cada 
capital  se  hará  el  sorteo  públicamente. 

7o  Respecto  al  tiempo  y  lugar  de  la  comisión  de  la  asamblea  na- 
cional, las  partes  beligerantes,  admitiendo  este  plan  de  conciliación, 
convendrán  en  el  día  y  lugar;  las  formalidades  de  su  instalación  las 
arreglará  el  actual  congreso  general. 

8?  Admitiendo  el  presente  plan,  las  partes  beligerantes  cesarán 
inmediatamente  las  hostilidades.  El  poder  ejecutivo  se  depositará, 
durante  el  tiempo  de  !a  permanencia  de  la  asamblea  nacional,  en  el 
presidente  de  la  suprema  corte  de  justicia,  y  el  legislativo  actual  sus- 
penderá sus  sesiones. 

9?  Se  promulgará  una  amnistía  general  para  todos  los  delitos  po- 
líticos, volviendo  su  propiedad  á  los  despojados  por  esos  motivos. 

10°  En  el  hecho  de  adherirse  á  este  plan  de  conciliación,  los  pro- 
nunciados á  favor  de  cualquiera  otro,  deberán  desistir  absolutamen- 
te de  sus  anteriores  compromisos. 

Compatriotas:  Es  tiempo  de  pensar  seriamente  en  salvar  ala 
patria;  sus  dolencias  son  muchas;  debemos  atender  á  su  alivio;  de- 
sistamos francamente  de  tantas  pretensiones  egoístas  que  nos  cie- 
gan, y  volvamos  á  la  senda  de  la  justicia  y  de  la  razóu.  Ya  es  hora 
de  poner  un  término  á  la  arbitrariedad,  á  la  osadía  y  á  los  excesos  de 


493 

un  gobierno  extraviado  en  caminos  inicuos;  ya  ha  llegado  el  momen- 
to de  pedir  cuentas  severas  á  los  atrevidos  profanadores  de  nuestras 
instituciones;  oíd  la  voz  de  un  veterano  de  la  libertad;  acojeos  á 
las  banderas  de  la  religión,  de  la  ley  y  de  la  experiencia.  ¿No  estáis 
cansados  de  tantas  vejaciones,  de  tantas  tribulaciones?  Seguid  el 
ejemplo  de  mis  compañeros  de  armas  en  su  decisión  y  patriotismo. 
¡Si  ellos  me  honran  con  su  confianza,  llamándome  espontáneamente 
al  mando  en  jefe  de  sus  operaciones,  ¿mereceré  acaso  menos  de  vos- 
otros? No  temáis  á  los  tiranos;  pronto  recibirán  el  justo  premio  de 
sus  atentados  contra  el  altar  y  la  patria.  ¡A  las  armas,  militares  hon- 
rados y  valientes !  ¡A  las  armas,  varones  patriotas !  y  vosotros  todos, 
ciudadanos  amantes  de  la  verdadera  libertad,  enemigos  del  desorden 
y  de  la  confusión,  venid  á  auxiliarnos  á  derribar  el  espectro  de  la 
anarquía;  os  convido  á  la  obra  grande  de  la  regeneración,  de  la  paz 
y  de  la  gloria. 

Pero  si  conducidos  por  saludables  inspiraciones,  nuestros  orgu- 
llosos opresores  tratasen  de  cooperar  al  restablecimiento  de  la  paz 
con  buena  fe  y  garantías,  abjurando  su  jefe  sus  criminales  miras, 
conteniendo  el  furor  de  los  demagogos  que  cobija  su  sombra,  y  ad- 
mitiendo llanamente  la  conciliación  propuesta,  entonces  yo,  mis  com- 
pañeros y  todos,  envainaremos  la  espada,  y  la  patria  agradecida  pro- 
clamará deberle  un  día  de  gloria,  que  podrá  tal  vez  borrar  tantas 
páginas  de  su  historia,  ensangrentadas  por  su  ciega  ambición ;  y  si 
¡oh  desgracia!  sus  destinos  soberbios  lo  hacen  sordo  á  nuestra  fra- 
ternal invitación,  que  su  acero  homicida  encuentre  en  nuestros  pe- 
chos murallas  inexpugnables  que  abriguen  á  la  patria,  ó  que  si  el 
cielo  irritado  lo  ha  escogido  por  instrumento  de  sus  justicias,  que 

reine .  pero  sobre  ruinas  y  cadáveres.  ¡  Glorioso  será  el  morir 

mártires  á  un  tiempo  por  la  fe  de  Jesucristo  y  por  la  libertad  de  la 
patria ! 

Chichihualco,  día  2  de  diciembre  de  1833. — Nicolás  Bravo. 


494 


Documento  Nám.  7. 

Secretaría  de  guerra  y  marina. —  Sección  central. 
Excmo.  Sr. : 

He  dado  cuenta  al  Excmo.  Sr.  presidente  con  la  nota  que  V.  E. 
tuvo  á  bien  dirigirme,  en  que  insiste  en  pedirle  licencia  por  treinta 
días  por  los  motivos  que  le  había  expuesto  verbalmente;  y  S.  E.,  que 
hace  tan  alta  estimación  de  la  probidad  y  conocimientos  que  V.  E. 
ha  manifestado  en  el  desempeño  de  la  secretaría  de  hacienda  en  tiem- 
pos verdaderamente  difíciles  y  comprometidos,  me  manda  decirle 
que  no  puede  acceder  por  ahora  á  su  solicitud,  esperando  que  se  sir- 
va continuar  por  todo  el  tiempo  que  demande  el  interés  de  la  patria, 
en  el  despacho  del  ministerio  de  su  cargo. 

Y  al  disfrutar  el  honor  de  transmitir  á  V.  E.  la  resolución  del  ge- 
neral presidente,  tengo  el  particular  placer  de  protestarle  la  más  al- 
ta consideración  y  afecto. 

Dios  y  Libertad.  México,  noviembre  14  de  1833. — José  María 
Tornel. —  Excmo.  Sr.  secretario  de  hacienda  D.  José  María  de  Boca- 
negra. 


Documento  Núm.  8. 


Excmo.  Sr. : 

Con  anterioridad  he  manifestado  al  Excmo.  Sr.  presidente  las  ra- 
zones en  que  he  fundado  la  dimisión  que  tengo  hecha  do  la  secreta- 


495 

ría  de  Estado  y  del  despacho  de  hacienda,  puesta  á  mi  cargo  desde 
25  de  abril  del  corriente  año. 

Ahora  que  en  lo  general  la  nación  disfruta  de  orden  y  de  paz,  in- 
sisto en  mi  separación  y  por  tanto  mereceré  á  V,  E.  se  sirva  dar  cuen- 
ta al  Excmo.  ¡8r.  presidente  con  este  oficio,  asegurándole  que  ya  no 
me  es  posible  continuar  en  la  referida  secretaría  y  que  en  tal  virtud 
espero  tenga  á  bien  admitirme  la  formal  renuncia  que  reitero  de  ella 
cuando  mejor  pueda  convenir  al  mismo  supremo  gobierno,  protes- 
tándole mi  más  sincera  adhesión,  y  que  si  en  algo  considerare  algu- 
na vez  útiles  mis  servicios,  los  prestaré  gustoso  en  cualquier  tiem- 
po, con  tal  de  que  no  sea  en  la  mencionada  comisión. 

Al  tener  el  honor  de  dirigirme  á  V.  E.  con  el  objeto  expresado, 
disfruto  la  satisfacción  de  reproducirle  mi  distinguido  aprecio  y  con- 
sideración. 

Dios  y  libertad.  México,  diciembre  13  de  1833. — José  María  de 
Bocanegra. —  Excmo.  Sr.  secretario  de  la  guerra. 


Documento  Núm.  9. 


Secretaría  de  guerra  y  marina. —  Sección  5* 
Excmo.  Sr.: 

Con  el  mayor  sentimiento  ha  oído  S.  E.  el  presidente  la  dimisión 
del  encargo  de  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  hacienda  que 
V.  E.  le  hace  por  mi  conducto  en  carta  de  este  día,  porque  á  ello  ha 
dado  lugar  el  exacto  desempeño  de  V.  E.  tan  á  satisfacción  del  su- 
premo gobierno. 

S.  E.  no  obstante,  deseoso  de  obsequiarlos  deseos  de  V.  E.,  se  ha. 


496 

servido  admitirle  la  renuncia  en  virtud  de  las  razones  en  que  se  fun- 
da, y  por  todo  me  manda  manifestarle  el  mucho  aprecio  con  que  ve 
sus  distinguidos  servicios  y  la  consideración  que  le  merece. 

En  consecuencia,  ha  resuelto  que  el  Sr.  oficial  mayor  D.  Juan  Jo- 
sé del  Corral  quede  encargado  de  su  despacho. 

Dígnese  V.  E.  admitir  de  mi  parte  las  protestas  de  adhesión  y 
consideraciones  que  le  reitero. 

Dios  y  libertad.  México,  diciembre  13  de  1833. —  M.  Barragán, 
—  Excmo.  Sr.  secretario  de  hacienda  D.  José  María  de  Bocanegra. 


Documento  Núm.  10. 


EXPOSICIÓN  DOCUMENTADA 

Que  José  María  de  Bocanegra,  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  hacienda, 
leyó  en  la  cámara  de  diputados  el  día  19  de  Noviembre  de  1833,  á  consecuen- 
cia del  acuerdo  de  la  misma  del  día  16  del  propio  mes,  sobre  dar  cuenta  con  los 
contratos  celebrados  en  los  tres  últimos  meses. 

Secretaría  de  hacienda. —  Sección  1" — Ejecutivo. 
Con  esta  fecha  me  dicen  los  Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cáma- 
ra de  diputados  lo  siguiente: 

"Secretaría  de  la  cámara  de  diputados. — Excmo.  Sr. — Esta  cáma- 
ra en  la  sesión  de  hoy  ha  tenido  á  bien  acordar  que  V.  E.  envíe,  den- 
tro de  tercero  día,  una  razón  de  los  contratos  que  se  han  heoho  los 
últimos  tres  meses,  explicando  en  la  totalidad  de  las  cantidades,  la 
parte  de  dinero  efectivo,  créditos,  sus  clases  y  proporción  de  cada 
uno,  según  se  han  librado  las  órdenes  contra  las  aduanas  marítimas 
y  constancias  de  la  secretaría. 


497 

Tenemos  el  honor,  al  comunicarlo  á  V.  E.,  de  reproducirle  nues- 
tra consideración  y  aprecio. 

Dios  y  libertad.  México,  16  de  noviembre  de  1833. —  Manuel  Cas- 
tro, diputado  secretario. — Vicente  Prieto,  diputado  secretario. — Excmo. 
Sr.  secretario  del  despacho  de  hacienda." 

Y  lo  traslado  á  V.  SS.  de  orden  del  Excmo.  Sr.  presidente,  con 
prevención  de  que  la  noticia  que  se  pide  en  el  inserto  oficio,  ha  de 
ser  extendida  por  esa  tesorería  general  ea  el  día  de  hoy  y  mañana, 
concurriendo  al  efecto  á  ella  la  sección  respectiva,  y  pasándose  á 
esta  secretaría,  aunque  sea  en  la  noche  de  mañana,  con  el  informe 
correspondiente,  la  mencionada  noticia,  comprensiva  de  todos  los 
contratos  que  se  han  celebrado  desde  el  mes  de  mayo  último  hasta 
octubre  anterior,  distinguiendo  los  caudales  que  han  entrado  á  vir- 
tud de  los  contratos  en  numerario:  en  órdenes  contra  las  aduanas 
marítimas,  clasificándolas  según  su  mayor  ó  menor  estimación  en 
la  plaza  por  su  origen;  las  libranzas  que  se  han  recibido  como  dinero 
efectivo  por  serlo,  así  como  el  préstamo  forzoso  y  sueldos  de  em- 
pleados que  se  han  amortizado,  citando  expresamente  las  leyes  an- 
teriores que  lo  previenen;  y  por  último,  la  cantidad  y  calidad  (es 
decir,  con  causa  de  réditos)  de  los  créditos  anteriores  á  la  indepen- 
dencia que  ,se  han  recibido,  explicando  la  parte  y  tiempo  en  que  se 
han  admitido,  distinguiendo  las  partidas  en  los  contratos  que  han 
comprendido  numerario,  órdenes  y  créditos  anteriores,  haciendo 
abstracción  de  la  segunda,  y  comparando  la  primera  con  la  tercera, 
para  deducir  cuánto  ha  sido  el  numerario  entrado  en  efectivo  y  cuál 
el  valor  total  de  los  créditos,  porque  las  órdenes  no  pueden  conside- 
rarse en  esta  clase  última,  en  razón  de  que  no  se  ha  hecho  más  que 
cambiarlas,  con  utilidad  mutua  en  el  mismo  heeho  de  percibir  el  nu- 
merario con  anticipación,  informando  en  fin,  esa  propia  tesorería  ge- 
neral, con  presencia  de  todo,  lo  que  se  le  ofrezca,  explicando  bajo  su 
responsabilidad  las  infracciones  que  por  parte  de  esta  secretaría  ha- 
ya notado,  y  las  observaciones  que  á  ella  haya  dirigido  sobre  sus 
providencias  en  el  asunto.  Todo  lo  que  de  orden  de  ¡3.  E.  digo  á  V. 
SS.  para  su  cumplimiento. 

Dios  y  libertad.  México,  16  de  noviembre  de  1833. — Bocanegra. 
— Señores  ministros  de  la  tesorería  general. 

Tomo  II.  —  63 


498 

Tesorería  general  de  la  federación. — Sección  de  correspondencia. 

Excmo.  Sr.: 

Conforme  á  lo  que  se  sirve  V.  E.  prevenirnos  en  suprema  orden 
de  ayer  librada  á  esta  tesorería  en  virtud  del  acuerdo  de  la  cámara  de 
diputados,  por  el  que  tuvo  á  bien  disponer  le  remitiese  V.  E.  una  ra- 
zón de  los  contratos  que  se  han  hecho  en  los  últimos  tres  meses,  pa- 
samos ámanos  deV.  E.,  marcada  con  el  número  1,  la  noticia  compren- 
siva de  enero  del  presente  año  á  esta  fecha,  de  los  términos  en  que 
se  ha  celebrado  cada  uno  de  ellos,  que  incluye  la  relación  de  todas 
las  libranzas  que  en  su  consecuencia  se  han  girado  contra  las  adua- 
nas en  compensación  de  derechos;  con  el  número  2,  otra  contraída 
á  los  en  que  se  estipuló  la  admisión  de  una  parte  de  su  importe  en 
créditos  anteriores  y  posteriores  á  la  independencia  que  tuvieron 
principio  en  septiembre  último;  y  con  el  número  3,  otra  de  la  amor- 
tización que  se  ha  hecho  en  lo  corrido  de  este  año,  así  por  cuenta  de 
los  libramientos  expedidos  en  él,  como  de  los  que  quedaron  pendien- 
tes en  el  año  próximo  pasado.  A  la  primera  va  agregado  el  resumen 
de  los  cuatro  meses  de  enero  á  abril;  el  de  cada  uuo  de  los  siete  me- 
ses siguientes  que  ha  tenido  V.  E.  á  su  cargo  la  secretaría  del  des- 
pacho de  hacienda  y  su  respectivo  resumen  general. 

Consideramos  que  estas  noticias  aunque  ejecutadas  con  dema- 
siada premura  para  que  llenen  satisfactoriamente  los  objetos  que  V. 
E.  se  propone,  contienen  datos  más  que  suficientes  para  patentizar 
que  V.  E.  en  este  negociado  importante,  ha  procurado  ajustarse  á 
las  bases  establecidas  por  las  leyes  que  lo  han  arreglado  en  otras 
épocas,  obteniendo  economías  y  ventajas  mayores  aún  que  las  que 
las  mismas  leyes  quisieron  proporcionar  al  erario,  y  esto  cuando  en- 
contrándose el  gobierno  en  la  más  peligrosa  crisis  é  investido  de  fa- 
cultades extraordinarias,  pudo  sin  sujetarse  á  ley  alguna  obrar  co- 
mo mejor  hubiera  creído  convenir  á  la  pronta  consecución  de  los 
auxilios  que  necesitaba  y  que  la  exhausta  tesorería  no  podía  miuis- 
trarle. 

Por  el  resumen  general  do  lo  contratado  desde  mayo  hasta  la  fe- 
cha, aparece  que  el  total  importe  de  los  libramientos  expedidos  en 
este  tiempo  por  la  tesorería,  ascieude  á  4.885,577  pesos  6  granos, 


499 

que  comparados  con  los  4.901,203  pesos  4  reales  9  granos  que  física 
y  virtualmente  ingresaron  en  ella,  dan  una  diferencia  á  favor  del 
erario  de  15,626  pesos  4  reales  3  granos,  de  los  que  14,385  pesos  3 
reales  4  granos  se  recibieron  en  numerario  como  procedentes  de  pre- 
mios de  cambio  pagados  á  la  tesorería.  Resulta  igualmente  que  sólo 
731,160  pesos  8  granos  que  es  menos  de  la  sexta  parte  del  total  in- 
gresado, se  admitieron  en  capitales  con  causa  de  réditos  previamen- 
te reconocidos  y  calificados  por  la  sección  de  crédito  público  de  la 
contaduría  mayor,  enterándose  en  metálico  la  cantidad  de  2.140,734 
pesos  3  reales  un  grano;  la  de  1.129,840  pesos  4  reales  medio  grano 
en  libramientos  mandados  pagar  por  la  aduana  de  esta  ciudad  con 
inclusión  de  su  quince  y  veinte  por  ciento  de  premio,  á  virtud  de  la 
ley  de  9  de  marzo  de  1832;  en  otros  girados  contra  las  marítimas  á 
consecuencia  de  las  de  29  del  mismo  mes  y  1L  de  agosto  del  propio 
año,  y  algunos  otros  expedidos  en  el  presente,  todos  los  cuales,  su- 
puesto el  reconocimiento  que  ha  hecho  de  ellos  el  gobierno,  aunque 
con  diferentes  condiciones,  deben  considerarse  como  dinero  efec- 
tivo, y  finalmente,  la  de  731,468  pesos  4  reales  11  y  medio  granos 
en  créditos  de  pago  corriente,  procedentes  de  dietas  y  viáticos  de 
los  miembros  de  las  cámai'as,  de  sueldos  de  militares,  empleados  en 
las  legaciones  y  otras  oficinas;  de  montepíos  y  pensiones,  de  dere- 
chos de  segundo  plazo,  anticipados  en  el  año  de  31,  de  dinero  reci- 
bido por  el  gobierno  del  Estado  de  San  Luis  Potosí  para  gastos 
propios  de  la  federación,  de  órdenes  del  préstamo  de  4.000,000  ne- 
gociado en  829,  de  conocimientos  de  las  conductas  ocupadas  y  de 
certificaciones  de  los  préstamos  forzosos  establecidos  en  821,  829  y 
832,  todos  los  que  atendida  ya  su  naturaleza,  ya  sus  disposiciones 
legales  vigentes  entre  otras  las  de  4  de  marzo  de  830,  24  de  mayo  y 
11  de  agosto  de  32,  se  deben  también  reputar  como  numerario;  por 
manera  que  sin  gravamen  alguno  del  erario,  antes  bien  proporcio- 
nándosele un  premio  de  no  despreciable  consideración  y  con  sólo  la 
amortización  de  731,160  pesos  8  granos  de  créditos  antiguos,  ingresó 
en  la  tesorería  por  los  negocios  hechos  en  los  últimos  siete  meses  la 
suma  de  4.170,043  pesos  4  reales  un  grano,  con  la  que  ha  podido  sub- 
venir á  sus  más  urgentes  atenciones. 

Si  se  fija  la  consideración  en  los  contratos  celebrados  en  los  úl- 
timos tres  meses  y  lo  corrido  del  actual  á  que  se  contrae  la  noticia 


500 

numero  2,  que  son  en  los  que  se  ha  recibido  con  el  dinero  libramien- 
tos del  año  anterior  y  otros  créditos  privilegiados  con  una  parte  en 
antiguos,  se  observará  que  haciendo  abstracción  de  los  segundos  que 
son  de  pago  corriente  debido  hacer  por  la  tesorería,  y  comparando 
los  últimos  con  el  primero,  ha  excedido  el  numerario  recibido  á  los 
créditos  amortizados  en  91,600  pesos  6  reales  7  granos.  A  esta  can- 
tidad debe  agregarse  la  de  50,000  pesos  que  so  admitió  á  algunos 
deudores  de  créditos  posteriores  á  la  independencia  como  premio 
del  cambio  que  por  suprema  orden  del  21  del  último  septiembre  se 
les  permitió  hacer  de  los  expresados  créditos  por  anteriores  á  la  mis- 
ma, reconocidos  y  calificados  que  importasen  igual  cantidad,  lo  que 
hace  subir  aquel  exceso  sobre  los  créditos  á  141,600  pesos  6  reales 
7  granos. 

Hemos  creído  conveniente  acompañar  á  las  anteriores  noticias 
la  de  la  amortización  verificada  en  el  presente  año  para  que  por  ella 
se  vea  que  importando  los  negocios  hechos  en  los  últimos  siete  me- 
ses 4885,577  pesos  6  granos,  se  ha  amortizado  por  cuenta  de  los  li- 
bramientos expedidos  á  virtud  de  ellos  y  de  los  que  quedaron  pen- 
dientes en  las  épocas  anteriores,  6.634,517  pesos  7  reales  2  granos, 
y  que  reportando  el  erario,  al  ingreso  de  V.  E.  en  el  ministerio,  el 
gravamen  de  7.102,764  pesos  7  granos  por  razón  de  esta  clase  de  ne- 
gocios, hoy  se  halla  reducido  á  5.353,823  pesos  un  real  11  granos, 
habiéndose  por  tanto  disminuido  el  gravamen  en  1.748,941  pesos  6 
reales  8  granos,  cantidad  demasiado  alta,  atendido  el  corto  período 
que  comprende  este  cálculo,  y  que  si  bien  se  considera  las  circuns- 
tancias que  han  rodeado  al  gobierno  durante  él,  que  como  ya  hemos 
indicado  forman  la  crisis  más  peligrosa  en  que  hasta  ahora  se  había 
encontrado  la  república,  basta  para  justificar  plenamente  y  poner  á 
cubierto  de  todo  reproche  la  administración  actual  en  el  despacho 
del  ramo  de  hacienda. 

Penetrados  nosotros  de  todo  esto,  no  hemos  hecho  observacio- 
nes sobre  las  órdenes  relativas  á  los  negocios  meucionados  que  se 
ha  servido  V.  E.  comunicarnos,  pues  aunque  facultado  el  gobierno 
extraordinariamente,  no  estaba  la  tesorería  eu  el  caso  del  artículo  22 
de  la  ley  de  16  de  noviembre  de  824,  nuestro  celo  y  el  especial  en- 
cargo de  V.  E.  para  que  le  dirijamos  cuantas  juzguemos  conducen- 
tes al  acierto  de  sus  resoluciones  nos  imponía  el  deber  de  hacerlas. 


501 

Con  lo  expuesto  creemos  dejar  cumplida  la  referida  suprema  or- 
den de  fecha  de  ayer  en  los  diferentes  puntos  que  abraza,  pero  si 
V.  E.  deseare  mayor  ampliación  sobre  alguno  de  ellos,  puede  ser- 
virse prevenírnoslo  para  desde  luego  ejecutarlo. 

Dios  y  libertad.  México,  17  de  noviembre  de  1833. —  Simón  An- 
donaegui. — José  Govantes.  —  Exorno.  Sr.  secretario  del  despacho  de 
hacienda  D-  José  María  de  Bocanegra. 


NUMERO  1. 


RESÚMENES  parciales  del  importe  de  los  negocios  hechos  desde  mayo 

del  presente  año. 

MAYO. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería..  121,408  4  0 
En  reales  por  premio  de  cambio  del 

dinero  recibido  en  la  tesorería-. .        5,327  0    4 

Sueldos  de  las  legaciones 5,000  0     0 

Dietas  corrientes 537  4     9 

Créditos  posteriores 13,981  6     3 

Documentos  del  préstamo  de  832, 

mandado  admitir  por  orden  de  12 

de  febrero  de  1833,  por  compen- 
sación de  derechos  en  su  40  por 

ciento 55,158  2     9 

íd.  del  id.  id.  mandado  admitir  por 

id.  en  Veracruz,  por  íd.  de  íd.  en 

su  íd 6,800  0    0       208,213  110 


A  la  vuelta 208,213  1  10 


502 
De  la  vuelta 208,213  1  10 

JUNIO. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería.  357,345  7  0 
Libranzas  pagadas  en   M o  relia  y 

Querótaro 31,000  0     0 

Libranzas  del  general  Moctezuma  .  8,000  0  0 
En  reales  por  premios  de  cambio  del 

dinero  recibido  en  la  tesorería...        8,818  3     0 

Sueldos  y  pensiones  corrieutes 720  0     0 

Certificados  del   préstamo   forzoso 

de  832 14,795  0    0 

Documentos  del  préstamo  de  832, 

mandado  admitir  por  orden  de  12 

de  febrero  de  833,  por  compensa- 
ción de  derechos  de   su  40  por 

ciento 87,867  2     1 

íd.  id.  en  Veracruz 11,893  2     8       520,439  6     9 

JULIO. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería.  375,643  6  4 

En  íd.  recibidos  en  Pueblo  Viejo..  11,175  0  0 
Libranzas  de  la  comisaría  de  Queré- 

taro 1,000  0  0 

Libranzas  del  General  Moctezuma.  5,000  0  0 

Id.  pagadas  en  Puebla 13,700  0  0 

En  reales  por  premio  del  cambio  del 

dinero  recibido  en  tesorería 150  0  0 

Sueldos  y  pensiones  corrientes 74,955  6  5 

Dietas  y  viáticos  corrientes 6,388  4  0 

Certificados   del    préstamo   forzoso 

de  32 8,333  2  8 

¡Sueldosdelas  compañías presidiales.  11,052  7  3 


Al  frente 507,399  2    8       728,653  0    7 


503 

Del  frente 507,399  2    8       728,653  0    7 

Créditos  posteriores 128,028  6     8 

Certificaciones  de  anticipaciones  de 
derechos  de  segundo  plazo  del  año 
de831 7.450  0    0 

Documentos  del  préstamo  de  832, 
mandado  admitir  por  orden  de  12 
de  febrero  de  833,  por  compensa- 
ción de  derechos  en  su  40  por 
ciento 90,222  0  11 

Documentos  del  préstamo  de  832, 
mandado  admitir  por  orden  de  12 
de  julio  de  833,  por  compensación 
de  derechos  en  20  por  ciento 84,281  0     0 

Libranzas  de  los  contratos  celebra- 
dos eu  833 15,000  0    0       832,3812    3 


AGOSTO. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería..    247,508  4     4 

En  id.  por  premios  de  cambio  del  di- 
nero recibido  en  id 90  0     0 

Sueldos  y  pensiones  corrientes 42,727  6     0 

Créditos  posteriores 13,350  6     7J 

Sueldos  de  las  compañías  presidíales.        7,532  3     0 

Documentos  del  préstamo  forzoso 
de  821 150  0     0 

Certificaciones  del  id.  id.  de  29 1,000  0    0 

Id.  del  id.  id.  de  832 2,950  0    0 

órdenes  del  préstamo  de  cuatro  mi- 
llones de  829 4,350  0    0 

Pagarés  de  un  millón  de  pesos  del 

préstamo  de  832 3,208  0     0 

Documentos  del  préstamo  de  832, 
con  el  abono  de  15  y  20  por  cien- 
to de  premio 21,783  0  10 


A  la  vuelta 344,650  48¿    1.561,034  2    10 


504 

De  la  vuelta 344,650  48¿    1.561,034  2    10 

Id.  del  id.  mandado  admitir  por  or- 
den de  12  de  febrero  de  833,  por 
compensación  de  derechos  en  su 
40  por  ciento 89,234  2     0 

Id.  del  id.  mandado  admitir  por  or- 
den de  12  de  julio  de  833,  por  com- 
pensación de  derechos  en  su  20 
porciento 120,980  2    4£     554,865  1     2 


SEPTIEMBRE. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería 
general 409,592  1     0 

En  libranzas  de  la  comisaría  de  Que- 

rétaro 1,000  0     0 

En  libranzas  pagaderas  en  Morelia.        7,500  0     0 

Sueldos  y  pensiones  corrientes 82,449  0     1 

Libranzas  pagaderas  en  San  Luis..      10,300  0     0 

Certificaciones  de  la  comisaría  de 
San  Luis 5,000  0    0 

Id.  del  gobierno  del  Estado  de  id. . .      10,500  0    0 

Conocimientos  de  la  conducta  depo- 
sitada en  el  cerro  de  Loreto  el  año 
de  829  4,206  3    7 

íd.  de  las  conductas  dePerote  de 822.       2.900  0    0 

Sueldos  de  las  legaciones 10,212  0     0 

Créditos  posteriores  ala  independen- 
cia      21,149  2    9 

Certificaciones  del  préstamo  forzoso 
de  829 3,665  4  10 

Id.  del  íd.  de  832 500  0    0 

Sueldos  de  las  compañías  presidíales.        6,000  0     0 

Créditos  anteriores  á  la  independen- 
cia     227,257  2    6 


Al  frente 802,2316     9    2.115,899  4    0 


505 

Del  frente 802,2316  9    2.115,899  4    0 

Documentos  del  préstamo  de  832, 

con  el  abono  de  15  y  20  por  ciento.  22,948  3  1 

Id.  del  id.  del  40  por  ciento 72,828  5  4 

Id.  del  id.  del  20  por  ciento 211,624  6  3     1.109,633  5    5 


OCTUBRE. 

En  reales  efectivos  en  la  tesorería 
general 376,796  7    8 

En  libranzas  de  la  comisaría  general 

de  Querétaro 2,946  1     0 

En  libranzas  de  la  subcomisaría  de 

Cuantía 2,000  0     0 

En  libranzas  de  Oaxaea  y  la  división 

del  Excmo.  Sr.  presidente 3,276  0     0 

En  libranzas  y  saeldos  de  legaciones.      10,114  4     0 

En  libranzas  de  la  división  del 
Excmo.  Sr.  presidente  y  premios  de 
cambios  de  sueldos  de  legaciones.      12.734  0     0 

En  sueldos  y  pensiones  corrientes..      48,315  0     0 

En  créditos  posteriores  á  la  indepen- 
dencia      89,759  2    6 

En  conocimientos  de  la  conducta  de 

Perote 4,300  0    0 

En  id.  de  la  de  Loreto 4,300  0    0 

En  certificaciones  contra  el  gobier- 
no del  Estado  de  San  Luis 18,300  0    0 

En  créditos  anteriores  á  la  indepen- 
dencia     393,202  6    2 

En  documentos  del  préstamo  de  832, 

con  el  abono  de  15  y  20  por  ciento.      13,023  3     6 

En  id.  del  40  por  ciento 61,963  2     8 

En  id.  del  20  por  ciento 268;857  4     6     1.309,889  0    0 


A  la  vuelta 4.535,422  1    5 

Tono  II.— 64 


506 

De  la  vuelta 4.535,422  1     5 

NOVIEMBRE. 

En  reales 98,220  1  1 

Créditos  posteriores 17,201  3  9 

Sueldos  posteriores 63,322  3  2 

Préstamos  forzosos 2,125  0  0 

Créditos  de  conductas 7,291  5  4 

Id.  antiguos 110,700  0  0 

Documentos  del  15  por  ciento 12,500  0  0 

ld.del20íd 32,666  5  4 

ld.del40íd '. 6,666  5  4 

Libranzas  contra  esta  tesorería. —  15,081  3  4       365,781  3     4 

4.901,203  4    9 
SE  DEDUCEN. 

Los  premios 14,385  3  4 

Lo  cedido  al  erario 1,241  0  11         15,626  4    3 

Importe  de  los  negocios  hechos  des- 
de mayo  último  hasta  el  día  de  la 
fecha  4.885,577  0    6 


507 


RESUMEN  general  de  lo  contratado  desde  mayo  del  presente  año 
hasta  el  día  de  la  fecha. 

Dinero  efectivo. 

En  la  tesorería  general 1.986,521  7     5 

En  la  comisaría  general  de  Puebla.      13,700  0     0 

En  la  id.  id.  de  San  Luis 15.300  0     0 

En  las  id.  id.  de  Morelia  y  Queré- 
taro 43,446  1     0 

En  la  subalterna  de  Cuautla 2,000  0     0 

En  la  aduana  marítima  de  Pueblo 

Viejo 11,175  0     0 

Por  libranzas  giradas  por  diversas 
oficinas  y  divisiones  contra  la  te- 
sorería general 54,205  7     4 

En  reales  recibidos  en  la  tesorería 
por  premio  de  cambio  del  dinero 
introducido  en  ella 14,385  3     4  2.140,734  3 

Créditos  posteriores. 

Sueldos  de  las  legaciones 15,212  0  0 

Dietas  y  viáticos  corrientes 6,926  0  9 

Sueldos  y  pensiones  corrientes 312,489  7  8 

Certificaciones  del  préstamo  forzoso 

de  821 150  0  0 

Id.  id.  id.  de  829 4,665  4  10 

Id.  id.  id.  de  832 18,245  0  0 

Conocimientos  de  las  conductas  de 

Perotede822 -      7,200  0  0 

Id.  id.  de  Loreto  de  829 8,506  3  7 


A  la  vuelta 373,395  0  10     2.140,734  3 


508 

De  la  vuelta 373,395  0  10    2.140,734  3  1 

Id.  id.  de  ambas  conductas 7,291  5    4 

Ordenes  del  préstamo  de  cuatro  mi- 
llones en  829 4,350  0    0 

Certificaciones  de  préstamos  for-. 

zosos 2,125  0    0 

Id.  de  derechos  anticipados  de  segun- 
do plazo  del  año  de  831 7,450  0     0 

Diversos  créditos  posteriores  á  la  in- 
dependencia     283,471  4    6¿ 

Sueldos  de  las  compañías  presidiales.      24,585  2     3 

Certificaciones  de  dinero  recibido 
por  el  gobierno  del  Estado  de  San 
Luis  Potosí 28,800  0    0     731,468  4  HJ 


Letras  de  amortización. 

Pagarés  del  préstamo  de  un  millón 
de  pesos  de  832 3,208  0  0 

Letras  mandadas  pagar  por  la  adua- 
na de  esta  capital  con  inclusión  de 
su  15  y  20  por  ciento  de  premio, 
por  la  ley  de  29  de  marzo  de  832.      70,254  7  5 

Documentos  de  los  préstamos  de 
832  mandados  admitir  por  el  40 
por  ciento  en  compensación  de  de- 
rechos por  orden  de  12  de  febrero 
de  833 490,967  2  2 

Id.  id.  id.  mandado  admitir  por  el  20 
por  ciento  en  compensación  de 
derechos  por  orden  de  12  de  julio 
de  833 718,410  2  5¿ 

Letras  de  los  contratos  de  833 15,000  0  0     1.297,840  4    0¿ 


Al  frente 4.170,043  4    1 


509 

Del  frente 4.170,043  4    1 

Créditos  anteriores  á  la  independen- 
cia cou  causa  de  réditos 731,160  0    8 


Valor  total  recibido 4.901,203  4    9 

Se  deducen. 

Por  premios  de  cambio  abonado  al 
erario 14,385  3    4 

Por  créditos  de  sueldos  de  las  com- 
pañías presidíales  vencidos  con 
anterioridad  á  la  independencia, 
cedidos  igualmente  á  beneficio  del 
erario 1,241  0  11       15,626  4    3 


Líquida  cantidad  librada 4.885,577  0 


NOTAS. 

1*  No  se  especifican  los  créditos  de  la  partida  13  porque  aún  no 
se  ha  verificado  su  entrega  aunque  está  afianzada  á  satisfacción  de 
la  tesorería. 

2a  Desde  25  de  abril  último  en  que  ingresó  al  ministerio  el  Exorno. 
Sr.  Bocanegra,  hasta  4  del  siguiente  mayo  no  se  hizo  negocio  alguno. 

Tesorería  general  de  la  federación.  México,  17  de  noviembre  de 
1833. — Andonaegui —  Govantes. 


510 


NUMERO  2. 


NOTICIA  de  los  contratos  celebrados  con  dinero,  créditos  antiguos,  letras 
sobre  las  aduanas  y  otros  de  pago  preferente  en  los  meses  de  septiem- 
bre, octubre  y  noviembre  de  1833. 


Fecha  de  !as  órdenes, 


Wilson 

Lasquetty ..  . . 

ídem 

ídem 

ídem 

ídem 

Arce 

ídem 

Lasquetty.. .. 
ídem 


Julio  30. 
Stbre.  9. 
Id.  17... 
Id.  23..-. 
Id. 26... 
Id. 27... 
Id. 27... 
Id- 27.... 
Id. 28.... 
Id.  30 


Valle Id.  27. 


Vitalva 

Monterola. .  . 
Lasquetty..  . 

ídem 

Wilson 

Lasquetty..  . 
ídem  ... 

ídem 

ídem 

Vitalva 

Lasquetty.. 


Id. 30.... 
Id. 30.... 
Octubre  2. 
Id. 3.... 
Id. 3.... 
Id. 5.... 
Stbre.  27 
Otbre.  12. 
Id.  14. 
Id. 12. 
Id.  16.. 


Pardo ¡  Id.  16  y  17 


Lasquetty 

ídem 

Monterola.. 

Arce 

Monterola.. 

Al  frente. 


Id. 17.... ' 
Id. 18.... I 
Id.  17.... 

Id.  J8 ! 

Id. 18.... I 


I  Letras  sobre  las  aduanas 

y  créditos  de  pajo 

prelerentes. 


2,2*10  0 

58,800  0 

4.250  0 

10,000  0 

9,500  0 

84.000  0 

10,000  0 

8,000  0 

1 1,000  0 

15,500  0 

7,500  0 

49,967  0 

11,494  0 

3.735  0 
13,334  0 
15,600  0 

8.736  4 
6,066  5 

39,100  0 
3,360  0 

83,448  2 

10,000  0 
8,600  0 

16,700  0 
6,500  0 
3,276  0 
7,000  0 

10.114  4 


1,800  0 
31,200  0 

2,500  0 
22,600  0 

2,000  0 
81.000  0 
12,000  0 

6,0u0  0 

3,0(  i0  0 
25,924  0 


Créditos  antiguos  con 
causa  de  réditos. 


0    46.398  5 
0    10,819  0 
10;      3,735  0 
0    i 3,333  0 
0    15,600  0 
0|     8,736  4 
4,     6  666  5 
o;  39,100  0 
0      3,360  0 
Oj  123,448  2 
O!    20,000  0 
8,600  0 
43,300  0 
6,500  0 
3,276  0 
7,000  0 
10,114  4 


1,241  0 
30.000  0 
2.250  0 
8,000  0 
8,500  0 
85,000  0 
8,000  0 
6,000  0 
11,000  0 
20,712  0 
7,5,0  0 
2h,801  2 
11,494  0 

3.735  0 
13,333  0 
15,600  0 

8.736  4 
6,666  5 

36,80«)  0 
3,280  0 

93.103  4 
9,500  0 
7,800  0 

20,000  0 
5.000  0 
3,0S4  0 
6,000  0 
9,771  0 


11 

0 

0 

0 

0 

0 

0 

0 

0 

0 

0 

6 

0 

10 

0 

o 
o 

4 
0 
0 
0 
0 
0 

o 
o 
o  . 

0  ' 

o 


518,382  0    2(558,011  5    81470,908  1     7 


511 


Fecha  de  las  órdenes. 


Del  frente.. 
Lasquetty ..  . . 

Arce 

Rivera 

Monterola..  . . 

Amáis 

Lasquetty..  . . 

Llem 

ídem 

ídem 

ídem 

Sierra  

A  i  tal  va 

Lasquetty..  . . 

Rivera  

Valle 

Lasquetty 
D.    Agustín 

Prado  


Id. 22. 
Id.  19. 
Id.  21. 

Id. 21. 
Id.  24 
Id. 25. 
Id. 26. 
Id. 29. 
Id.  31 . 
Id. 31. 
Id.  24. 
Nvbre. 
Id. 7.. 
Id.  6.. 
Id. 6.. 
Id.  tí.. 


Id.  11 


518,^82  0 
25,100  0 

5/  00  0 
14.6  0  0 
14,000  0 
20,0;  10  0 
53,870  0 

1,7 (JO  0 
16,150  0 
10,300  0 
24,000  0 

2,5(10  0 
50,(0' i  0 
20,000  0 
16,0  0  0 
18,000  0 
11,0U0  0 


Letras  sobre  las  aduanas 

y  créditos  de  pago 

preferentes. 


2  558.011  5 
0  15,100  0 


5,000  0 
14,600  0 
14,000  0 
20,000  0 
53,870  0 

1,700  0 


0  16,150  0 


10,300  0 
24,000  0 
2,500  0 
0¡  50,0-0  0 
0!  20,(  00  0 
0  16,000  0 
0  18,000  0 
0  11,000  0 


2,500  0  0 


2,500  0  0 


82:1102  0    2  852,731  5     8  732,401  1     7 


Créditos  antiguos  con 
causa  de  réditos. 


470,908 
13.S00 

4,000 
11,800 
11,833 
14,000 
46,260 

1,600 
15,100 

9,400 
23,000 

1,600 
45,000 
19.000 
15,500 
17,300 
10,000 


1  7 
0    0 

0    o 

o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o  o 
o   o 

O     0 

o  o 
o  o 
o   o 


2,300  0    0 


Comparación. 

Recibido  en  reales 823  102  0  2 

Id.  en  créditos  antiguos 732  4011  7 

Excedieron  ios  reales  en 90  700  6  7 


NOTAS. 

Primera:  los  1,241  0  11  que  hay  de  diferencia  entre  la  partida 
de  créditos  antiguos  de  esta  noticia  y  la  de  los  mismos  créditos  del 
resumen  general  de  lo  contratado  desde  mayo  hasta  la  fecha,  con- 
sisten en  la  primera  partida  de  ella  procedente  de  créditos  cedidos 
al  erario,  que  se  dedujo  en  el  resumen,  y  que  se  han  comprendido 


512 

en  esta  noticia  con  sólo  el  objeto  de  fijar  el  monto  de  los  créditos  an- 
tiguos amortizados. 

Segunda:  los  negocios  comprendidos  en  la  anterior  noticia  son 
los  únicos  que  se  han  hecho  con  créditos  antiguos  en  todo  este  año. 

Tesorería  general  de  la  federación.  México,  17  de  noviembre  de 
1833. — Andonaegui. —  Govantes. 


NUMERO   3. 


NOTICIA  de  la  amortización  hecha  por  cuenta  de  los  libramientos  sobre 
las  aduanas  que  quedaron  pendientes  en  el  año  próximo  pasado,  y  de 
los  expedidos  en  el  actual. 

Quedaron  pendientes  en  fin  de  1832  por  valor  de 7.824,929  2     7 

Importan  los  expedidos  en  virtud  de  los  contratos  ce- 
lebrados desde  1?  de  enero  á  24  de  abril 1.012,413  6     0 

8.837,343  0    7 
Cantidades  que  se  amortizaron  en  igual  tiempo 1.734,579  0    0 

Gravamen  con  que  recibió  el  erario  el  Sr.  Bocanegra, 

por  razón  de  dichos  libramientos  pendientes 7.102,761  0     6 

Importan  los  girados  á  consecuencia  de  los  negocios 

que  ha  celebrado 4.885,577  0    7 

11.9s8,341  1    1 
Importa  lo  amortizado  en  su  época, 

según  las  noticias  ya  recibidas  ..4.634,517  7     2 

ídem  lo  que  se  calcula  resultar  ya 

amortizado  de  las  que  aún  no  se 

han  recibido 2.000,000  0     0     6.634,517  7     2 

Gravamen  actual  por  razón  de  los  mismos  libramien- 
tos   5.353,823  1    11 


513 


NOTA. 


Las  noticias  aún  no  recibidas  de  amortizaciones  hechas,  que  apro- 
ximadamente se  han  calculado  en  dos  millones,  son  la  de  la  casa  de 
moneda  y  aduana  de  esta  ciudad  que  se  han  devuelto  para  su  recti- 
ficación, la  de  octubre  y  noviembre  de  la  marítima  de  Tampico  de 
Tamaulipas,  la  del  último  mes  de  Veracruz,  y  las  otras  de  varias 
aduanas  marítimas,  ya  de  todo  el  año,  ó  ya  de  parte  de  él. 

Tesorería  general  de  la  federación.  México,  noviembre  17  de 
1833. —  Andonaegui. —  Govantes. 


Secretaría  de  hacienda. —  Sección  1? 
Excmos.  Sres.: 

Tengo  el  honor  de  acompañar  á  V.  EE.,  en  cumplimiento  del 
acuerdo  de  esa  augusta  cámara,  de  16  del  actual,  la  exposición  que 
hago  en  esta  fecha,  relativa  á  los  puntos  que  abraza  el  mencionado 
acuerdo. 

Con  este  motivo  protesto  á  V.  EE.  mi  consideración  y  respecto. 

Dios  y  libertad.  México,  19  de  noviembre  de  1833. — José  María 
de  Bocanegra. —  Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados. 

EXPOSICIÓN. 


En  cumplimiento  del  acuerdo  de  esta  cámara  en  sesión  del  día 
16,  que  se  me  comunicó  la  tarde  del  mismo,  sobre  que  remitiese  la 
secretaría  de  mi  cargo  dentro  de  tercero  día  una  razón  de  los  con- 
tratos que  se  han  hecho  los  últimos  tres  meses,  explicando  en  la  to- 
talidad de  las  cantidades  la  parte  de  dinero  efectivo,  créditos,  sus 
clases  y  proporción  de  cada  uno  según  se  han  librado  las  órdenes  con- 

Tomo  II.— 65 


514 

tra  las  aduanas  marítimas,  tengo  el  honor  de  poner  en  conocimiento 
de  la  augusta  cámara  de  representantes,  no  sólo  la  razón  contraída 
á  los  últimos  tres  meses,  sino  la  comprensiva  de  todo  el  tiempo 
que  por  dignación  del  supremo  gobierno  general  ha  estado  á  mi  car- 
go el  ramo  de  hacienda. 

El  restablecimiento  del  orden  constitucional  en  el  mes  de  enero 
del  presente  año,  la  estricta  observancia  de  las  leyes,  la  buena  £e  en 
los  actos  de  la  administración  pública,  y  en  fin,  el  goce  en  que  llegó 
á  estar  la  nación,  de  una  paz  que  anunciaba  toda  clase  de  bienes  á 
la  federación  mexicana,  pusieron  al  gobierno  en  estado  de  que  pudie- 
ra lisonjearse  no  sólo  de  adquirir  el  remedio  de  muy  antiguos  males, 
sino  de  adelantar  en  la  consecución  de  positivas  creces,  así  en  lo  po- 
lítico como  en  lo  administrativo  de  sus  rentas. 

Creí  por  consiguiente  el  27  de  abril  en  que  me  hice  cargo  de  la 
secretaría  de  hacienda,  que  consagrándome  con  aplicación  y  empeño, 
y  sin  perdonar  trabajo  al  despacho  de  mi  ramo,  conseguiría  que  pro- 
gresase de  manera  que  el  erario  federal  proveyese  á  las  cuantiosas 
erogaciones  de  la  nación,  sin  necesidad  de  recurrir  al  establecimien- 
to de  arbitrios  que  de  algún  modo  perjudicasen  los  intereses  pú- 
blicos. 

Reanimado  en  aquella  época  el  giro  comercial;  vigorizada  la  con- 
fianza y  fe  pública;  robustecido  el  crédito  y  subsistente  la  paz,  de- 
bía esperarse  que  el  erario  federal  llegara  á  verse  con  la  suficiencia 
necesaria,  para  llenar  sus  obligaciones  y  aun  amortizar  paulatina- 
mente la  deuda  enorme  que  hace  mucho  tiempo  gravita  sobre  la  na- 
ción, y  de  que  no  ha  podido  libertarse,  merced  á  las  desgracias  y 
trastornos  públicos. 

A  este  fin  el  gobierno,  después  de  largas  y  detenidas  discusiones 
en  que  examinó  bajo  todos  aspectos  la  interesante  cuestión  de  amor 
tizar  la  deuda  pública,  dictó  en  12  de  febrero  la  resolución  más  con 
veniente  á  los  intereses  nacionales  y  á  la  conservación  de  la  confian 
za  que  ha  procurado  siempre  mantener,  con  espíritu  vivificador 
pues  reconoce  que  con  ella  se  adquieren  y  conservau  los  caudales, 
y  sin  ella  casi  desaparecen  éstos,  aun  cuaudo  existan. 

Por  esta  resolución  se  reconocieron  los  cuatro  primeros  millones, 
y  se  convino  en  que  las  órdenes  ó  libranzas  dadas  sobre  las  aduanas 
marítimas,  conforme  á  las  leyes  de  29  de  marzo  y  11  de  agosto  de 


515 

832,  fuesen  admitidas  en  pago  de  derechos  de  importación,  recibién- 
dose un  cuarenta  por  ciento  de  éstos  en  aquellas  órdenes  ó  libran- 
zas, y  el  sesenta  por  ciento  restante  en  dinero  efectivo;  y  se  ofreció 
el  pago,  distinguiendo  respectivamente  las  condiciones  con  que  fue- 
ron emitidas  las  letras  con  referencia  á  los  derechos  del  primer  plazo 
ó  segundo,  para  que  así  se  pagaran,  y  ampliando  las  que  hubiesen 
sido  expedidas  sobre  toda  clase  de  derechos,  haciendo  admisibles  és- 
tas por  las  de  primero  ó  segundo  plazo;  todo  en  los  términos  que  ex- 
presa la  mencionada  orden  de  12  de  febrero  del  corriente  año,  que 
fué  después  ampliado  arreglando  el  pago  de  lo  que  estaba  consigna- 
do sobre  la  aduana  del  distrito,  casa  de  moneda  y  tesorería  general 
en  los  mejores  términos  que  se  pudo,  conciliando  la  justicia  ó  in- 
terés de  los  particulares  con  las  necesidades  del  erario,  y  se  reconoció 
el  resto  de  la  deuda  en  20  de  abril  y  9  de  mayo  del  corriente  año, 
ofreciendo  para  su  amortización  un  tres  por  ciento  mensual  por  las 
órdeues  que  primeramente  se  reconocieron  á  propuesta  de  D.  Eduar- 
do P.  Wilson,  y  un  dos  por  ciento  á  las  que  no  estuviesen  compren- 
didas en  la  orden  de  12  de  febrero. 

De  este  modo  concluyó  un  asunto  de  tanta  gravedad  y  que  por 
falta  de  resolución  tenía  paralizados  los  ingresos  que  debía  haber 
por  las  aduanas,  porque  no  se  podían  cobrar  las  obligaciones  ó  fian- 
zas que  por  razón  de  derechos  estaban  pendientes  en  tesorería  ge- 
neral, obteniéndose  al  mismo  tiempo  la  ventaja  de  impulsar  los  pa- 
gos que  debían  hacer  los  deudores,  y  se  dio  aliento  y  fuerza  á  las 
empresas  mercantiles,  aumentando  el  comercio  interior  y  exterior. 

Así  era  que  en  el  mes  de  mayo  y  siguientes  hasta  julio,  tuve  la 
satisfacción  de  ver  que  muchos  individuos  tomasen  letras  contra  las 
aduanas  marítimas,  abonando  el  premio  de  dos  hasta  cinco  por  cien- 
to á  favor  del  erario,  aumentando  por  consiguiente  en  no  poca  can- 
tidad los  productos  de  las  rentas  y  los  ingresos  en  la  tesorería  gene- 
ral; todo  debido  á  las  circunstancias  que  acabo  de  exponer,  y  por 
ellas  contaba  el  gobierno  en  el  predicho  tiempo  con  lo  necesario  no 
sólo  para  atender  á  sus  gastos  comunes  y  ordinarios,  sino  aun  para 
satisfacer  parte  de  lo  pasado.  Todo  presentaba  un  porvenir  halagüe- 
ño, y  apenas  se  respiraba  y  se  comenzaban  á  desenvolver  los  recur- 
sos naturales  del  gobierno,  cuando  los  enemigos  de  la  paz  pública  y 
del  sistema  federal  lanzaron  el  grito  de  guerra  y  exterminio  que 


516 

puso  en  alarma  á  toda  la  nación.  Conmovido  el  edificio  social  tan 
repentina  y  fuertemente,  fué  preciso  y  consiguiente  que  todos  los 
ramos  y  giros  participasen  del  común  trastorno.  La  hacienda  fede- 
ral como  tan  en  contacto  con  los  intereses  públicos,  sintió  un  terri- 
ble sacudimiento  al  tiempo  mismo  en  que  comenzaba  á  entrar  en  el 
arreglo  de  que  la  alejaron  sucesos  bien  notorios  en  la  república. 

Por  esto  ya  en  junio  si  bien  obtuvo  el  gobierno  que  varios  capi- 
talistas tomasen  letras  sobre  las  aduanas  marítimas,  abonando  pre- 
mio de  dos  hasta  cuatro  por  ciento,  también  hizo  uso  del  citado 
decreto  emitiendo  otras  en  la  proporción  del  cuarenta  y  sesenta  por 
ciento  que  aquel  previno,  para  hacer  efectivo  el  cobro  de  los  dere- 
chos de  importación,  y  para  obtener  las  anticipaciones  que  por  el 
aumento  extraordinario  de  gastos  y  preparativos  para  la  guerra  em- 
pezaba ya  á  necesitar,  y  admitió  una  décima  parte  de  la  totalidad  de 
las  órdenes  emitidas  y  reconocidas  legalmente.  En  estos  términos 
se  siguieron  librando  las  citadas  órdenes  hasta  el  mes  de  julio,  por- 
que las  escaseces  se  hacían  sentir  más  y  más  cada  día  que  pasaba, 
por  la  natural  razón  de  que  las  erogaciones  iban  en  aumento  á  con- 
secuencia de  la  revolución.  En  este  período  los  capitalistas  se  re- 
sistían abiertamente  á  la  anticipación  de  derechos  por  las  razones 
que  son  de  muy  obvia  comprensión,  considerando  el  estado  de  agi- 
tación y  alarma  en  que  se  hallaba  la  república.  Hacían  proposicio- 
nes, queriendo  obligar  al  gobierno  á  que  les  admitiese  en  sus  antici- 
paciones una  parte  de  créditos  anteriores  á  la  independencia,  pero 
constantemente  se  les  repelió  hasta  llegar  el  caso  de  sufrir  en  más 
de  diez  días  las  mayores  escaseces,  porque  no  entrando  ni  un  sólo 
peso  en  la  tesorería  general,  se  carecía  aún  de  lo  más  preciso  antes 
que  admitir  condiciones  perjudiciales  y  ruinosas.  Pasado  este  tiem- 
po hicieron  al  fin  otra  clase  de  proposiciones  los  capitalistas,  fran- 
queándose á  las  anticipaciones  de  derechos  sin  incluir  créditos  ante- 
riores á  la  independencia,  y  con  la  única  condición  de  que  la  amorti- 
zación del  sesenta  en  numerario  que  se  practicaba,  fuese  convertida 
en  un  cincuenta  y  cinco,  admitiéndose  en  la  parte  de  papel,  créditos 
no  sólo  posteriores  á  la  independencia,  siuo  privilegiados  de  pago 
corriente  por  expresa  ley. 

Estrechado  el  gobierno  por  las  circunstancias  públicas,  así  como 
por  la  falta  de  recursos  que  se  agotaban  insensiblemente,  y  sin  otro 


517 

remedio  que  el  de  procurar  el  término  de  la  guerra  que  originaba 
semejantes  males,  que  sólo  pueden  graduarse  palpándolos;  conside- 
rando por  otra  parte  que  era  un  arbitrio  sin  gravamen  el  poner  en 
giro  el  caudal  que  quedó  suspenso  é  improductivo,  por  orden  de  19 
de  mayo,  y  teniendo  presente  que  los  interesados  se  retraían  y  no  que- 
rían celebrar  ningún  contrato  si  no  se  hacía  efectiva  la  amortización 
de  aquellas  órdenes  suspensas,  resolvió  en  12  de  julio,  en  virtud  de 
las  facultades  extraordinarias  de  que  se  hallaba  investido,  que  las 
órdenes  dadas  sobre  las  aduanas  marítimas  fueran  admitidas  en  pa- 
go de  derechos  de  importación,  recibiéndose  un  veinte  por  ciento  en 
ellas  y  el-  ochenta  restante  en  numerario ;  é  igualmente  que  las  ór- 
denes referidas  se  expidiesen  solamente  por  derechos  de  primer  pla- 
zo ó  sólo  sobre  los  de  segundo,  y  no  se  admitiesen  más  que  por  los 
derechos  de  que  hablaba;  que  las  órdenes  fuesen  previamente  cali, 
ficadas  para  su  admisión  por  la  tesorería  general;  y  en  fin,  que  los 
individuos  que  debiesen  entregar  créditos  como  comprendidos  en 
sus  anteriores  contratos,  lo  verificasen  ejecutivamente  y  sin  más  tér- 
mino que  el  de  ocho  días.  Así  se  pusieron  en  circulación  grandes  ca- 
pitales, cuyo  movimiento  refluía  sin  duda  en  beneficio  de  las  em- 
presas mercantiles  y  de  la  hacienda  pública. 

Por  consiguiente  desde  el  citado  12  de  julio  continuó  la  emisión 
de  órdenes  contra  las  aduanas  marítimas,  admitiéndose  en  las  anti- 
cipaciones una  parte  de  ellas,  y  se  celebraron  contratos  compren- 
diéndolas como  en  una  tercera  parte;  y  como  se  recibía  el  cincuen- 
ta por  ciento  en  metálico  y  en  el  otro  cincuenta  se  comprendían  las 
órdenes,  considerándolas  como  dinero  efectivo,  pues  que  realmente 
su  carácter  es  de  libranzas  contra  las  aduanas,  presentan  estos  ne- 
gocios un  aspecto  que  aunque  se  haga  aparecer  desfavorable  á  pri- 
mera vista,  no  lo  es  en  la  realidad,  porque  se  recibían  casi  más  de  las 
tres  cuartas  partes  en  dinero  y  lo  restante  en  créditos,  que  aunque 
de  diversas  clases,  todos  eran  de  corriente  pago. 

El  gobierno  para  sus  contratos  siguió  el  mismo  orden  de  los  acon- 
tecimientos. Observó  estas  mismas  bases  en  el  citado  mes  de  julio, 
en  el  de  agosto  y  parte  de  septiembre;  siu  embargo  de  ver  apurados 
los  recursos  al  mismo  tiempo  que  crecían  las  atenciones  de  la  ha- 
ciendo, por  el  aumento  de  las  divisiones  militares  que  obraban  en 
diversos  puntos;  por  el  necesario  y  pronto  equipo  y  apresto  de  los 


518 

efectos  indispensables  para  la  guerra;  por  la  violenta  petición  y  re- 
mesa de  cuantiosas  sumas  para  la  habilitación  y  pago  de  las  tropas 
que  obraban  en  distintas  direcciones;  por  el  auxilio  que  se  ha  dado 
y  da  á  todas  las  comisarías  generales  cou  los  objetos  expresados;  y 
por  último,  por  las  crecidas  erogaciones  que  originó  la  invasión  del 
cólera  morbus,  que  vino  á  aumentar  y  á  hacer  más  graves  nuestros 
males,  obstruyendo  á  la  par  que  la  guerra,  todas  las  comunicaciones 
y  reduciendo  á  la  ciudad  federal  casi  á  su  círculo,  y  en  el  mismo  cau- 
sando, como  de  notoriedad  consta,  desgracias  que  todos  presencia- 
mos, retrayendo  al  común  de  las  gentes  de  toda  clase  de  ocupación, 
que  dejó  casi  solas  las  oficinas,  que  hizo  cerrar  el  comercio  y  que 
puso  á  los  habitantes  del  Distrito,  así  como  en  lo  general  á  todos  los 
de  la  federación,  en  la  situación  más  melancólica  y  desgraciada,  cau- 
sando, especialmente  para  la  hacienda,  el  mayor  mal,  cual  es  el  de  la 
absoluta  paralización  de  giros. 

Como  mientras  más  se  prolongaba  la  guerra,  mayores  eran  las 
necesidades,  más  urgentes  y  generales  los  pedidos  y  mas  estrechas 
las  órdenes  para  los  pagos,  agregándose  que  el  atender  al  pago  de 
la  lista  militar  entorpecía  por  otra  parte  el  de  la  civil,  vino  á  hallar- 
se el  gobierno  en  situación  todavía  más  aflictiva  que  la  que  vengo 
de  referir  hasta  aquí.  En  el  mes  de  septiembre,  después  de  pasados 
muchos  días  sin  proposiciones  ni  negocios  á  causa  de  no  convenir 
el  ministerio  con  las  pretensiones  las  más  veces  avanzadas  de  los 
negociantes,  fué  preciso  admitir  algunas  propuestas  á  que  estrechó 
la  necesidad  inevitable.  Fué  preciso  por  no  hallarse  recurso  de  otra 
especie,  el  arreglar  por  entonces  los  contratos,  concediendo  la  cuarta 
parte  en  créditos  anteriores  á  la  independencia,  reconocidos  y  que 
causan  réditos;  la  mitad  del  todo  en  dinero  efectivo,  y  la  otra  cuarta 
parte  en  sueldos  de  empleados  y  órdenes  de  las  antes  libradas  con- 
tra las  aduanas  marítimas.  El  resultado  de  estos  negocios  en  reali- 
dad venía  á  hacer  el  establecer  una  proporción  de  75  eu  numerario 
y  25  en  créditos ;  pues  que  los  sueldos  de  empleados  y  las  órdenes 
sobre  las  aduanas  marítimas  por  su  propia  naturaleza  eran  de  pago 
corriente,  y  por  lo  mismo  consideradas  como  dinero  efectivo;  de  for- 
ma, que  sólo  una  cuarta  parte  podía  considerarse  como  papel,  y  si 
bien  se  admitió  la  otra  cuarta  parte  en  créditos  anteriores  á  la  inde- 
pendencia, puede  también  considerarse  el  exceso  que  se  calcule  se- 


519 

gún  su  precio  en  el  mercado,  como  un  premio  cedido  á  favor  del 
importador  por  la  anticipación  con  que  satisfacía  unos  derechos  que 
no  estaba  obligado  á  pagar  sino  hasta  los  cuarenta  y  ochenta  días 
después  de  causados;  á  esto  se  agrega  la  utilidad  que  resultaba  in- 
concusamente al  erario  de  amortizar  parte  de  una  deuda,  que  sea 
cual  fuere,  está  reconocida  con  anterioridad  por  la  nación. 

No  parece  fuera  del  caso  hacer  en  este  lugar  una  ligera  reseña 
para  conocimiento  de  la  cámara,  del  cálculo  que  debe  formarse  acer- 
ca del  interés  del  negociante  y  la  pérdida  del  gobierno,  consideran- 
do el  valor  de  los  diferentes  créditos  que  se  han  admitido  por  lo  ge- 
neral en  los  contratos.  Se  puede  graduar  que  los  especuladores  en 
las  órdenes  emitidas  por  el  gobierno,  se  arreglaban  al  descuento,  y 
por  consiguiente  al  valor  estimativo  que  han  tenido  en  el  mercado, 
y  conforme  á  él  es  casi  cierto  que  la  utilidad  en  los  contratos,  aun 
suponiendo  el  más  ventajoso  para  ellos,  no  habrá  excedido  por  lo  co- 
mún de  un  8  á  un  diez  por  ciento,  porque  es  constante  que  el  valor 
nominal  de  las  órdenes  sobre  las  aduanas,  sufre  pérdidas  y  descuen- 
tos, ya  respecto  al  negociante,  y  ya  con  relación  á  los  introductores 
ó  causantes  de  los  derechos,  pues  la  utilidad  que  reportaban  éstos 
en  la  compra  de  órdeues  para  sus  pagos,  sufría  pérdidas  en  la  con- 
siguiente alteración  que  se  hacía  á  los  precios  de  los  efectos;  de  que 
resulta  que  los  contratos  hechos  por  el  gobierno,  á  más  de  haber  faci- 
litado el  medio  de  atender  á  las  necesidades  urgentes  y  del  momento 
que  incesantemente  ocurrían  por  causa  de  la  revolución,  proporcio- 
naron ventajas  al  erario,  tales  como  la  disminución  del  contrabando; 
la  considerable  introducción  de  efectos  en  la  república  que  aumenta 
los  ingresos,  y  la  cuantiosa  amortización  de  la  deuda  nacional,  me- 
diante á  que  puede  decirse  que  la  admisión  de  órdenes  en  las  adua- 
nas en  compensación  de  derechos,  equivale  para  el  introductor  á 
una  baja  de  ellos  que  debe  dar  por  resultado  los  indicados  bienes, 
Y  es  de  tenerse  muy  presente  en  este  punto,  que  si  no  se  hubiese 
entablado  el  giro  de  letras,  no  serían  tan  considerables  las  introduc- 
ciones, y  acaso  no  habrían  llegado  á  la  mitad  de  las  que  ha  habido  y 
aun  se  esperan,  con  motivo  de  hallarse  los  negociantes  en  la  preci- 
sión de  hacer  pedidos  á  Europa  y  los  Estados  Unidos  para  realizar 
las  órdenes  que  fuaron  fruto  de  los  contratos;  y  se  puede  asegurar 
que  si  el  gobierno  no  se  hubiera  visto  en  la  precisión  de  contratar 


520 

sobre  sus  ingresos,  tendría  ciertamente  menor  entrada  el  tesoro  pú- 
blico, porque  si  ésta  boy  se  ve  considerable,  es  por  efecto  de  las 
causas  que  quedan  referidas,  y  sólo  babría  tenido  de  otro  modo  las  in- 
troducciones ordinarias  y  comunes. 

Para  concluir  en  este  punto,  voy  á  presentar  á  la  cámara  un 
ejemplo  que  sirva  de  confirmación  y  prueba  á  lo  que  acabo  de  ex- 
poner, sobre  el  interés  y  pérdidas  en  los  contratos  según  que  éstos 
se  celebraron.  El  3  de  julio  fué  convenido  el  siguiente: 


En  dinero  efectivo 5,000  5,000 

En  órdenes  del  40  y  60 4,000  á  55  por  ciento. . . .  2,200 

En  préstamo  forzoso 1,000  á  70  por  ciento..  -  -  700 

En  4  por  ciento  premio  sobre 

el  efectivo 150  150 


órdenes 10,150  8,050 

Utilidad  del  contrato 20  por  ciento. 

Valor  en  la  plaza 14  por  ciento.  )  Descuento  por  correr 

>      las  órdenes  al  80  de 

Líquida  utilidad 6  por  ciento.  )      pago. 


En  31  de  octubre. 


♦ 


En  dinero  efectivo 16,000  16,000 

En  órdenes  y  decretos  privi- 
legiados       16,000  al  40  por  ciento . .  -       6,400 

En  créditos  antiguos  que  cau- 
sen réditos 15,000  al  11  por  ciento . . .       1,650 


órdenes 47,000  24,050 

Utilidad  del  contrato 47¿  por  ciento. 

Valor  en  la  plaza 44    por  ciento.  )  Descuento  por  correr 

>     las  órdenes  al  56  de 

Utilidad  líquida 3¿  por  ciento.  )      pago. 


521 

Estos  dos  contratos,  á  pesar  de  no  ser  de  los  celebrados  con  la 
ventaja  que  otros  á  favor  del  erario,  manifiestan  sin  embargo  que 
las  utilidades  para  el  negociante,  no  han  sido  las  que  á  primera  vista 
pueden  creerse,  y  también  prueban  que  el  gobierno  al  celebrarlos  y 
admitirlos  estuvo  al  alcance  de  las  alteraciones  y  precios  del  mer- 
cado, proporcionando  al  comerciante  la  única  ventaja  que  fuese  ca- 
paz de  por  una  parte  facilitar  la  anticipación,  y  por  otra  no  negarse 
al  estímulo  que  podía  tener  para  facilitar  su  haber;  porque  sería 
ciertamente  un  error  el  creer  que  se  abrirían  las  arcas  de  los  nego- 
ciantes sin  esperar  utilidad  alguna. 

Queda  de  manifiesto  en  mi  concepto  que  la  marcha  de  los  nego- 
cios en  la  secretaría  de  mi  cargo,  ha  sido  guiada  y  conducida  por  el 
curso  do  los  movimientos  públicos,  y  que  la  combinación  y  cálculo 
para  evitar  el  perjuicio  de  la  nación,  han  tenido  aquel  lugar  que  ha 
podido  darles  la  variedad  y  el  capricho  siempre  destructor  de  la 
guerra.  Esta  apareció  por  desgracia  nuevamente  en  el  suelo  mexi- 
cano en  el  mes  de  mayo,  y  con  sólo  su  aparición  se  produjo  otra  vez  el 
germen  de  antiguas  y  recientes  calamidades.  Creía  el  gobierno  que 
reinando  la  tranquilidad  y  la  paz  cubriría  sus  obligaciones  cumplida- 
mente por  el  ramo  de  mi  cargo,  poniendo  el  honor  y  crédito  nacio- 
nal, en  el  grado  á  que  debe  naturalmente  aspirar;  pudo  rayarla  au- 
rora de  esta  felicidad  como  queda  asentado;  pero  las  turbulencias  y 
agitaciones  que  indispensablemente  ha  producido  la  revolución,  y  el 
ciego  conato  de  los  enemigos  de  nuestras  instituciones,  originaron 
las  necesidades  y  desgracias  que  á  todos  constan,  haciendo  cambiar 
de  dirección  á  cada  paso  las  combinaciones,  y  no  permitiendo  la  es- 
tabilidad de  aquel  orden  que  es  fruto  de  la  paz  y  que  siempre  ha 
destruido  la  guerra. 

No  debe  olvidarse  que  en  circunstancias  menos  angustiadas  para 
el  erario,  y  cuando  el  gobierno  se  ha  visto  menos  agoviado  por  el  peso 
de  los  acontecimientos  públicos,  se  han  practicado  y  por  expresas 
leyes,  las  mismas  ó  semejantes  operaciones,  al  necesitar  de  que  se 
anticipen  los  derechos  para  ocurrir  á  las  atenciones  de  la  adminis- 
tración pública;  y  tampoco  debe  olvidarse  que  la  época  desde  junio 
hasta  el  presente  tiempo,  ha  sido  tanto  más  crítica  y  angustiada, 
cuanto  que  la  nación  acababa  de  salir  de  la  prolongada  lucha  que 
sostuvo  con  gloria  para  recuperar  la  libertad  y  derechos  que  había 
perdido. 

Tomo  II.— 66 


522 

Queda  la  satisfacción  de  haberse  podido  conseguir  que  los  con- 
tratos no  envuelvan  la  ruina  y  perjuicio*  que  podrían  acaso  haberse 
causado  al  erario  público. 

Si  se  recorren  tiempos  anteriores,  se  advertirá  mejor  el  resultado 
de  las  determinaciones  del  gobierno  y  de  los  actos  ministeriales.  En 
otras  épocas  se  realizaron  por  lo  general  los  contratos  con  menos 
utilidad  pública  ciertamente.  Los  celebrados  desde  junio  hasta  el 
último  convenido,  presentan  una  diferencia  muy  notable,  y  ésta  aun 
entre  sí  mismos,  por  manera  que  los  celebrados  en  aquel  mes,  se 
consiguieron  con  el  premio  que  ya  queda  sentado,  y  las  exhibiciones 
que  se  hicieron  en  lo  general  fueron  de  40  por  ciento  en  órdenes  re- 
conocidas y  mandadas  pagar,  y  60  por  ciento  en  plata  efectiva;  pue 
de  pues  decirse  que  era  una  totalidad  de  dinero,  porque  realmente 
en  el  papel  sólo  había  un  cambio  que  suspendía  y  modificaba  el  tiem- 
po del  pago.  En  el  siguiente  mes  alterada  la  emisión  de  letras  por 
las  causas  manifestadas  y  notorias,  se  verificaron  los  enteros  en  45 
por  ciento  en  numerario  y  55  en  órdenes.  Posteriormente  se  reali- 
zaron los  contratos  admitiéndose  una  parte  en  dinero  efectivo,  otra 
en  órdenes  anteriores  y  de  que  trataron  los  referidos  decretos  de  12 
de  febrero  y  12  de  julio,  que  según  es  dicho  deben  considerarse  co- 
mo dinero  á  virtud  de  que  sólo  se  altera  en  ellas  el  tiempo  de  un 
pago  que  debió  ser  efectivo,  y  la  restante  siempre  inferior,  en  cré- 
ditos reconocidos  y  con  causa  de  réditos  aunque  anteriores  á  la  in- 
dependencia, resultando  que  estos  negocios  aparecían  sobre  un  66  ó 
70  en  plata  y  el  resto  en  créditos. 

Su  resultado  lo  acredita  el  informe  de  la  tesorería  general  á  que 
me  refiero,  llamando  la  atención  de  la  cámara  tanto  en  esta  parte 
como  en  todo  lo  demás,  por  deber  obrar  unido  este  documento  á  la 
exposición  presente.  Se  ve  en  la  noticia  que  bajo  el  número  2  acom- 
paña la  tesorería,  que  excedió  el  dinero  efectivo  á  los  créditos  en 
cerca  de  100,000  pesos  considerando  en  su  totalidad  los  contratos;  y 
con  razón,  porque  entresacando  algunos  y  formando  argumentos  par- 
ciales, resultaría  el  inconveniente  y  la  falta  de  buena  lógica  en  que 
se  incide  cuando  se  discurre  aisladamente.  Se  ve  asimismo,  que  pro- 
porcionando además  la  amortización  que  pone  de  manifiesto  el  do- 
cumento número  3,  acreditando  que  siendo  la  deuda  desde  fines  del 
año  de  832  de  más  de  7.000,000  de  pesos,  y  que  aumentada  hasta 


523 

cerca  de  12  millones,  hoy  tengo  el  gusto  de  anunciar  que  está  redu- 
cida á  5  353,823  pesos  1  real  11  granos,  según  aparece  de  la  citada 
constancia  de  la  tesorería  general;  pero  advierto  que  en  cuanto  ala 
partida  de  la  amortización  que  se  calcula  y  está  ya  hecha,  sin  em" 
bargo  de  que  aun  no  se  han  recibido  las  noticias  pedidas,  se  ha  pro- 
cedido por  dicha  oficina  sentando  un  cálculo  demasiado  bajo  en  mi 
concepto,  ya  se  atienda  á  las  noticias  que  tiene  el  ministerio  de  las 
últimas  y  muy  considerables  introducciones,  ya  si  se  advierte  que 
las  que  faltan  son  de  las  más  importantes  oficinas,  como  la  aduana 
y  casa  de  moneda  del  Distrito,  las  marítimas  de  Veracruz  y  Tam- 
pico  de  Tamaulipas,  y  otras  varias  cuyos  datos  no  han  podido  llegar 
con  oportunidad. 

De  todo  resulta  que  á  pesar  de  las  cuantiosas  erogaciones  que  se 
ha  visto  precisado  á  hacer  el  gobierno,  casi  siempre  del  momento, 
se  han  logrado  ventajas  en  beneficio  de  la  hacienda  pública,  y  cuan- 
do la  necesidad  y  las  circunstancias  estrechaban  alejando  más  y  más 
los  recursos;  teniendo  no  obstante  la  satisfacción  el  que  habla  á 
pesar  de  la  enorme  suma  que  se  ha  librado  respectivamente  por  to- 
das las  secretarías  del  despacho  conforme  á  sus  presupuestos  y  con 
causa  de  la  guerra  y  de  la  epidemia,  se  ha  verificado  la  muy  consi- 
derable amortización  que  queda  referida,  sin  haber  demorado  mu- 
chas veces  ni  aun  horas,  el  cumplimiento  de  las  órdenes  libiadas 
para  el  servicio  público. 

Lo  expuesto  demuestra  que  los  negocios  de  que  se  trata  fueron 
adoptados  por  la  más  imperiosa  ui'gencia,  y  como  único  medio  para 
adquirir  en  lo  pronto  los  fondos  indispensables;  que  se  ha  procedi- 
do por  principios  y  combinaciones,  que  si  no  pueden  dar  un  resulta- 
do del  todo  lisonjero,  tampoco  han  sido  unas  bases  inmutables;  aun- 
que sí  entiendo  que  no  se  han  causado  los  perjuicios  y  menoscabos 
que  ha  experimentado  la  hacieuda  federal  en  otros  tiempos  menos 
apurados  y  difíciles. 

Para  convencerse  hasta  la  última  evidencia  de  estas  verdades, 
bastarán  dos  obvias  y  sencillas  reflexiones.  La  primera  consiste  en 
recordar  que  aun  durante  las  épocas  de  paz  y  tranquilidad,  que  es 
cuando  por  una  necesaria  consecuencia  de  tan  inestimables  bienes 
se  aumentan  los  ingresos  del  erario,  al  paso  mismo  que  se  han  dis- 
minuido los  gastos,  se  han  hecho  también  mayores  sacrificios  y  el 


524 

erario  ha  sufrido  quebrantos  bien  considerables.  Los  préstamos  ex- 
tranjeros, los  nacionales  y  las  anticipaciones  por  derechos  con  des- 
cuentos y  premios,  son  la  prueba  más  decisiva  y  terminante  de  que 
existe  una  diferencia  favorable  á  los  últimos  contratos  de  que  se  ha- 
bla; siendo  de  notar,  que  el  ú'timo  arbitrio  sentado,  es  por  su  natu- 
raleza de  un  positivo  é  imprescindible  gravamen  que  no  produce  cier- 
tamente la  amortización  de  créditos,  porque  ésta  envuelve  sólo  el 
verificativo  de  pagos  justos,  legales  y  recomendables  á  veces. 

La  segunda  reflexión  más  importante  y  eficaz,  y  que  por  lo  tan- 
to nunca  debe  perderse  de  vista,  consiste  en  advertir  la  crítica  posi- 
ción en  que  se  ha  hallado  el  gobierno  en  casi  todo  el  tiempo  de  los 
negocios  de  que  se  habla,  ocurriendo  á  ellos  por  la  urgentísima  exi- 
gencia con  que  debió  atenderse,  como  se  atendió,  al  desempeño  de 
objetos  y  obligaciones  los  más  interesantes  y  sagrados.  Se  cubrie- 
ron las  atenciones  del  servicio;  jamás  se  dejó  éste  de  prestar  con 
utilidad  pviblica,  y  se  guardaron  constantemente,  no  sólo  los  princi- 
pios fundamentales  de  nuestras  instituciones  y  el  respeto  debido  á 
los  derechos  y  goces  de  los  ciudadanos  de  la  república,  sino  que  aun 
se  evitó  el  establecimiento  de  exacciones  y  gabelas,  y  no  se  ocurrió 
ni  al  menor  aumento  de  los  impuestos  existentes.  En  una  palabra, 
se  desempeñó  el  deber  sin  el  uso  de  la  coacción  y  la  violencia.  Pue- 
de pues,  decirse,  que  ha  sido  una  fortuna  el  no  recurrir  en  circuns- 
tancias tales  como  las  que  han  pasado,  á  otros  arbitrios  verdadera- 
mente onerosos,  para  lograr  los  fondos  necesarios  á  las  diversas  y 
vastas  atenciones  del  gobierno,  y  es  satisfactorio  á  éste  decir,  que 
en  medio  del  conflicto  conservó  la  confianza  pública  y  el  crédito  na- 
cional. 

Confieso  que  ni  mis  conocimientos,  y  si  se  quiere  ni  aun  mis  incli- 
naciones, pueden  llenar  cumplidamente  el  difícil  puesto  que  ocupo; 
conozco  que  si  en  lo  expuesto  he  referido  resultados  favorables  al  era- 
rio, sólo  habré  tenido  en  ellos  la  pequeña  parte  de  haber  ejecutado  con 
fidelidad  y  empeño  las  disposiciones  del  gobierno  supremo  de  la 
unión,  y  puedo  asegurar  que  en  cuanto  se  ha  obrado  ha  habido  le- 
galidad, buena  fé  y  deseo  el  más  vivo  del  acierto  para  proporcionar 
utilidades  al  erario,  no  obtenidas  otras  veces,  y  que  acaso  no  podrán 
lograrse  siempre. 

Podría  haber  limitado  demasiado  esta  manifestación,  sin  dejar 


525 

por  esto  de  cumplir  con  el  acuerdo  de  la  cámara  que  se  me  comuni- 
có hace  dos  días;  pero  la  franqueza  de  mi  carácter  y  el  deseo  de  ha- 
cer público  mi  manejo  en  el  importante  negocio  á  que  me  contraigo, 
me  ha  decidido  á  exponer  cuanto  ha  ocurrido  en  él,  llevando  también 
la  mira  de  que  el  cuerpo  legislativo  tenga  á  1a  vista  datos  que  creo 
conducentes  para  sus  ulteriores  disposiciones. 

México,  19  de  noviembre  de  1833. — José  María  de  Bocanegra. 


Secretaría  de  la  cámara  de  diputados. 


OTRO   ACUJbCRDO. 


Excmo.  Sr. : 

Esta  cámara  en  sesión  de  hoy  se  ha  servido  aprobar  la  siguiente 
proposición  del  Sr.  Zavala: 

"  Art.  Io  Que  se  requiera  al  señor  secretario  de  hacienda,  se  sir- 
va consultar  á  la  cámara  dentro  de  tres  días,  sobre  aquellas  medidas 
que  prometió  en  su  Memoria  proponer  á  su  debido  tiempo,  y  asimis- 
mo proponga  el  arreglo  y  sistema  que  dice  en  su  Memoria  ser  debido. 

"2o  Que  inicio  algunas  medidas  sea  de  economías  ó  de  recursos 
en  orden  á  sacar  á  la  hacienda  pública  de  los  apuros  ruinosos  en  que 
se  halla  sumergida,  tales  que  puedan  ofrecer  alguna  probabilidad  de 
poder  en  lo  sucesivo  evitar  los  males  que  nos  han  mantenido  hp.sta 
ahora  en  una  crisis  perpetua  de  bancarrotas  y  de  revoluciones." 

Tenemos  el  honor  de  transcribirlas  á  V.  E.  para  su  conocimien- 
to y  efectos  consiguientes,  protestándole  con  este  motivo  nuestra 
distinguida  consideración. 

Dios  y  libertad.  México,  25  dn  noviembre  de  1833. —  Ignacio  Al- 
varado,  diputado  secretario. —  Vicente  Prieto,  diputado  secretario. — 
Excmo.  Sr.  secretario  del  despacho  de  hacienda. 


526 


CONTESTACIÓN. 


Secretaría  de  hacienda. —  Sección  de  cuenta  y  razón. 
Excmos.  Sres.: 

He  recibido  la  comunicación  de  W.  EE.  de  ayer  en  que  se  sirven 
insertarme  la  proposición  del  Sr.  diputado  Zavala  que  tuvo  á  bien 
aprobar  esa  cámara,  contraída  á  que  yo  consulte  en  el  término  de 
tres  días  aquellas  medidas  que  indiqué  en  la  última  Memoria  para 
su  debido  tiempo;  que  proponga  asimismo  el  arreglo  y  sistema  que 
dije  ser  debido  á  la  hacienda,  é  inicie  algunas  medidas,  sea  de  eco- 
nomías ó  de  recursos,  en  orden  á  sacar  al  erario  público  de  los  apu- 
ros en  que  se  halla  sumergido,  tales  que  puedan  ofrecer  alguna  proba- 
bilidad de  poder  evitar  en  lo  sucesivo  los  males  que  nos  han  mante- 
nido hasta  ahora  en  una  crisis  perpetua  de  desgracias  por  las  revo- 
luciones. 

Yo  desearía  cumplir  ampliamente  y  desde  luego  con  lo  dispuesto 
por  esa  cámara,  pero  debo  manifestarle  que  no  es  posible  el  hacerlo 
hoy,  porque  como  el  objeto  de  toda  medida  ha  de  ser  precisamente 
el  de  poner  á  los  ramos  que  forman  el  tesoro  federal,  en  el  comple- 
to sistema  que  corresponde,  sería  aventurar  demasiado  el  éxito  de 
medidas,  que  tal  vez  se  resentirían  de  la  prontitud  con  que  se  cal- 
culasen, y  que  se  festinarían  por  faltar  aún  la  resolución  del  congre- 
so general  sobre  las  iniciativas  que  hay  pendientes  y  hacen  relación 
al  arreglo  de  los  puntos  cardinales,  que  son  la  base  para  sucesivas 
determinaciones  que  deben  ser  de  total  conformidad  con  aquellos,  y 
producirían  por  consecuencia  necesaria  males  muy  trascendentales 
en  lugar  de  los  bienes  que  iban  á  buscarse.  Por  tanto,  todas  cuantas 
medidas  convenga  adoptar  en  tan  interesante  punto,  y  supuesto  ya 
el  arreglo  principal,  debe  aconsejarlas  además  la  experiencia,  sin  la 
cual  nada  se  adelantaría  con  solidez  y  con  fruto. 

Penetrado  yo  de  esta  verdad,  así  como  creo  lo  están  los  dignos 
representantes  de  la  nación,  no  limitó  en  la  Memoria  del  ramo,  á 
tiempo  determinado,  aquel  en  que  deberíau  dictarse  las  providencias 


527 

de  que  hablo,  porque  entonces  no  podía  prever  cuáles  serían  las 
que  ocurriesen  como  necesarias  en  lo  sucesivo,  y  según  lo  que  re- 
solviera el  congreso  general  acerca  de  las  que  están  pendientes;  por- 
que aunque  á  nadie  se  le  oculta  que  la  administración  de  nuestra 
hacienda  pública  en  general  exige  reformas  muy  importantes,  tam- 
poco se  ignora  que  para  proponerlas  es  necesario,  según  he  dicho 
antes,  examinar  con  mucho  tiento  cuáles  son  los  males  que  deben 
corregirse  á  virtud  de  saludables  reformas,  y  luego  que  por  una  ex- 
periencia constante  se  hubiera  averiguado  el  origen  ó  principio  de 
'aquellos,  de  forma  que  las  medidas  que  se  adoptaran  recayeran  pre- 
cisamente en  los  puntos  que  lo  necesitaran  para  que  sus  efectos  co- 
rrespondieran á  las  esperanzas.  Entonces  las  providencias  cederían 
en  utilidad  pública,  y  no  antes,  si  no  se  quería  que  en  lugar  de  ven 
tajas  ó  creces,  sólo  se  lograra  por  resultado,  daños  muy  perjudicia- 
les á  la  nación  y  al  erario,  como  fácilmente  podría  suceder  deján- 
dose llevar  de  primeros  impulsos. 

Con  anterioridad  el  gobierno  tiene  hechas  las  iniciativas  que  se 
han  creído  conducentes  para  la  estabilidad  y  mejora  de  los  princi- 
pales ramos  y  para  ordenar  la  administración  de  ellos,  y  que  cierta- 
mente son  de  la  más  alta  importancia,  como  que  interesan  direc 
tamente  á  la  organización  y  sistema  de  hacienda. 

Tales  son  la  del  arreglo  de  las  aduanas  marítimas  cuyos  produc. 
tos  constituyen  la  principal  renta  del  erario,  y  en  la  actualidad  no 
rinden  cuanto  deben  producir  á  virtud  de  las  causas  que  ya  se  han 
manifestado  repetidas  veces;  porque  aunque  se  ha  facultado  al  eje- 
cutivo para  en  alguna  manera  extinguir  el  desorden,  jamás  podrá 
lograrse  en  su  totalidad,  porque  sólo  el  establecimiento  definitivo  y 
fijo  de  este  ramo,  puede  de  una  manera  sólida  librarlo  de  los  defec- 
tos que  hoy  se  experimentan,  y  hacerlo  producir  los  aumentos  de 
que  es  susceptible;  la  de  la  dirección  general  de  rentas  y  tesorería 
general  que  son  demasiado  importantes,  como  que  en  el  estado  en 
que  hoy  se  hallan  estas  oficinas,  no  pueden  desempeñar  sus  trabajos 
con  toda  aquella  exactitud  y  orden  que  está  prevenido  por  la  notable 
falta  de  mauos;  pues  aunque  á  primera  vista  se  crea  que  no  son  de 
primera  entidad  estos  dos  puntos,  bastará  para  desvanecer  este  con- 
cepto reflexionar  solamente,  que  siendo  las  citadas  oficinas  el  centro 
común  á  que  deben  reconocer  las  de  recaudación  y  de  distribuoión, 


528 

nunca  podrán  metodizarse  las  labores  de  éstas  si  no  lo  están  aquellas 
que  deben  ser  su  norte  y  que  se  consideran  como  las  fuentes  de  don- 
de han  de  recibir  las  luces  necesarias  para  obrar  con  acierto,  y  no 
consiguiéndose  éste,  ni  pueden  esperarse  los  progresos  de  las  rentas, 
ni  la  fiel,  justa  y  económica  distribución  de  aquellas. 

Con  la  misma  Memoria  que  tuve  el  honor  de  leer  en  esa  cámara 
en  15  de  mayo  de  este  año,  acompañé  la  iniciativa  que  el  gobierno 
tuvo  á  bien  consultar  para  el  arreglo  de  la  importante  renta  de  co- 
rreos, habiendo  manifestado  á  la  vez  el  estado  en  que  hoy  se  halla, 
y  la  indispensable  necesidad  de  reformar  su  administración.  Lo  mis- 
mo expuse  con  respecto  á  las  aduanas  del  Distrito  federal,  territorios, 
frontera  ó  interiores,  cuyos  aumentos  serán  considerables  si  se  atien- 
de como  es  debido  á  su  organización.  ¡Se  hallan  también  pendientes 
las  de  la  reforma  de  aranceles,  pauta  de  comisos,  casa  de  moneda  y 
otras  muchas  según  consta  á  la  comisión  de  hacienda  de  la  misma 
cámara- 
Basta  lo  expuesto  para  que  se  vea  que  el  ministerio  no  ha  olvida- 
do aquellas  reformas  que  son  necesarias  para  mejorar  el  estado  de 
la  hacienda  pública  y  para  satisfacer  á  los  deseos  manifestados  en 
el  acuerdo  mencionado,  expresando  cuántas  y  cuan  interesantes  ini- 
ciativas están  aun  pendientes  sin  culpa  de  nadie  y  sólo  por  causa  de 
la  continua  agitación  en  que  se  ha  querido  mantener  á  la  república, 
fomentando  el  desorden,  la  división,  y  haciendo  por  lo  mismo  que 
nada  pueda  consolidarse,  ni  se  perciban  los  bienes  y  adelantos  que  só- 
lo producen  el  orden  y  la  paz.  «^ 

El  supremo  gobierno  por  conducto  del  que  habla  ha  ocurrido 
siempre  que  lo  ha  considerado  necesario  á  las  augustas  cámaras  de 
la  unión,  como  origen  de  donde  deben  emanar  aquellas  disposiciones 
legislativas  que  remuevan  los  obstáculos  que  se  presentan  para  los 
adelantos  en  todos  los  ramos  del  erario.  Su  deber  como  ejecutor  de 
las  leyes  lo  ha  desempeñado,  y  el  que  le  impone  nuestro  sagrado  có- 
digo de  iniciar  á  su  vez  lo  que  tuviere  por  conveniente  al  bien  de  la 
sociedad,  lo  ha  cumplido  igualmente  en  cuantos  casos  lo  ha  juzgado 
preciso.  Si  por  sí  hubiera  mandado  ejecutar  lo  que  sólo  podía  ini- 
ciar, invadiría  las  facultades  del  congreso  y  se  erigiría  en  absoluto, 
despreciando  la  constitución;  y  no  se  le  podrá  hacer  la  injusticia  de 
creer  que  una  sola  vez  haya  salido  de  la  órbita  de  sus  atribuciones. 


529 

Por  eso  dije  en  la  propia  Memoria  en  su  parte  expositiva,  que  el 
estado  de  la  hacienda  pública  manifestaba  la  necesidad  en  que  se 
halla  el  congreso  general  de  ocuparse  en  proporcionar  el  arreglo  y 
sistema  debido  á  ramo  tan  importante,  cuyos  adelantos  y  más  feli- 
ces resultados  dependen  esencialmente  de  la  parte  legislativa;  de 
modo  que  según  expuse  entonces,  y  repito  ahora,  la  sabiduría  de  las 
cámaras  puede  sola  ocurrir  á  los  inconvenientes  que  se  han  manifes- 
tado reiteradas  veces  poniendo  el  remedio  conducente;  y  como  al 
asentar  aquel  concepto,  nada  prometí  de  parte  del  gobierno,  no  creo 
que  he  caído  en  la  falta  á  que  se  contrae  el  segundo  punto  del  art. 
1?  de  la  proposición  del  señor  Zavala  que  tuvo  á  bien  aprobar  la 
cámara. 

Cuando  el  gobierno  ha  estado  investido  con  facultades  extraor- 
dinarias, ha  hecho  uso  de  ellas  para  proporcionar  algunas  economías 
al  erario,  y  sistemar  diversos  ramos.  La  experiencia  acreditó  que 
ciertas  comisarías  generales  estaban  dotadas  con  más  número  de 
empleados  del  que  necesitaban,  y  las  suprimió  substituyéndolas  con 
subcomisarías,  y  en  otras,  uno  de  los  contadores  tesorero,  según  el 
decreto  de  que  tuve  la  honra  de  acompañar  á  VV.  EE.  ejemplares 
Con  esta  medida  se  ahorran  al  erario  79,000  pesos  anuales,  que  aun- 
que no  se  verifique  en  tanta  cantidad  por  los  sueldos  que  deben  pa- 
garse á  los  subcomisarios  y  á  los  empleados  que  se  jubilen,  siempre 
se  disminuye  el  gasto  en  una  suma  bien  considerable. 

El  resguardo  de  la  aduana  de  esta  ciudad  se  hallaba  sin  arreglo 
desde  el  año  de  1794-,  adoleciendo  en  lo  general  de  vicios  que  hacían 
poco  menos  que  infructuoso  su  instituto,  y  á  virtud  del  decreto  que 
se  expidió  al  efecto,  y  de  que  también  pasó  ejemplares  á  esa  cama, 
ra,  se  le  dio  nueva  forma,  se  asignaron  los  sueldos  que  habían  de  dis. 
frutar  sus  iudividuos,  se  metodizaron  sus  trabajos  y  se  nombraron 
dependientes  de  acreditada  honradez  y  demás  circunstancias  nece- 
sarias para  el  buen  servicio;  con  lo  cual  se  promete  el  gobierno,  que 
disminuyéndose  el  fraude  en  esta  ciudad,  aumentarán  considerable- 
mente los  iugresos  de  la  aduana  del  Distrito. 

Se  presentaron  varias  casas  de  comercio,  y  expusieron  los  per- 
juicios que  se  les  seguían  con  tener  que  remitir  sus  platas  pastas 
desde  Oaxaca,  Sonora,  Sinaloa  y  Chihuahua  á  las  casas  de  moneda 
para  su  acuñación,  y  teniendo  presente  el  gobierno  la  suma  facilidad 

Tomo  II.  —  67 


530 

que  había  de  exportarlas  furtivamente,  con  particularidad  en  aque- 
llos remotos  puntos,  defraudando  de  este  modo  los  derechos  naciona- 
les, les  concedió  la  libertad  por  seis  meses  de  extraerlas  por  los  puer- 
tos de  Veraeruz,  Mazatlán  y  Guaymas,  pagando  el  siete  por  ciento 
como  un  equivalente  de  todos  los  derechos  de  amonedación  y  expor- 
tación que  debían  satisfacer,  evitando  así  el  contrabando,  que  de  lo 
contrario  debía  verificarse.  Con  el  citado  decreto  di  cuenta  á  esa 
cámara,  y  él  sólo  manifiesta  bastantemente  la  conveniencia  de  esta 
medida.  ¡Se  decretó,  aun  antes  de  las  facultades  extraordinarias  y 
por  expresa  iniciativa  del  gobierno,  el  desestanco  del  tabaco  como 
vínico  remedio  de  los  perjuicios  que  se  resentían  por  la  absoluta  nu- 
lidad y  mal  estado  á  que  había  venido  esta  renta.  Se  arreglaron  las 
aduanas  marítimas,  en  cuanto  á  sus  empleados,  conforme  á  la  ley  de 
la  materia  del  mes  de  abril  último;  cuya  providencia  aunque  no  pro- 
vee en  su  totalidad  del  remedio  que  necesitan  porque  sólo  puede 
dárselo,  como  he  manifestado  ya,  el  arreglo  definitivo,  ha  producido 
alo  menos  el  evitar  el  progreso  de  la  desmoralización  que  se  advertía 
en  algunos  empleados  con  daño  enorme  de  los  intereses  nacionales. 
Se  establecieron  correos  en  varias  direcciones  para  beneficio  del  pú- 
blico y  fomento  del  comercio  de  Tampico  con  lo  interior  de  la  re- 
pública. 

Se  dictó  el  muy  importante  decreto  de  cerrar  para  el  comercio 
extranjero  los  puertos  de  Pueblo  Viejo  y  Soto  la  Marina,  con  lo  cual 
se  aumentan  las  introducciones  en  el  de  Tampico,  concentrándolas  en 
uh  sólo  punto  respecto  á  que  por  la  poca  distancia  en  que  se  hallan 
aquellos  del  último,  y  estar  todos  en  una  misma  rada,  no  eran  nece- 
sarios. Se  mandó  considerar  como  jubilados,  á  los  españoles  suspen- 
sos de  sus  destinos  para  que  no  abonándoseles  más  sueldo  que  el 
que  les  correspondiera  según  el  tiempo  de  servicios,  cesara  el  mayor 
haber  que  estaban  disfrutando.  También  se  dispuso  que  á  los  reti- 
rados y  pensionistas,  no  se  les  satisficiesen  sus  mesadas,  entretanto 
no  acreditasen  haber  permanecido  fieles  al  gobierno  sin  tomar  parte 
en  los  planes  revolucionarios;  para  que  cesando  el  pago  de  los  que 
no  se  hallasen  en  este  caso,  se  ahorrase  su  importe  al  erario,  con  tan- 
ta más  justicia,  cuanto  que  por  otra  parte  era  fuera  de  razón  el  seguir 
satisfaciendo  á  individuos  que  peleaban  por  derrocar  el  sistema 
adoptado  por  la  nación  y  se  consideraban  como  enemigos  de  ella. 


531 

Igualmente  se  arreglaron  los  almacenes  generales;  y  por  último,  se 
hicieron  otras  economías  aunque  parciales,  según  los  casos  que  ocu- 
rrieron en  el  propio  período  de  facultades  extraordinarias.  El  arre- 
glo de  la  casa  de  moneda  de  esta  ciudad,  está  muy  adelantado  para 
darse  por  decreto,  como  consta  á  la  comisión  respectiva  de  esta  cá- 
mara, á  la  que  se  devuelve  para  la  mayor  perfección  y  para  que  si 
lo  tuviere  á  bien  el  congreso  general  se  sirva  aprobarlo.  Esta  empre- 
sa producirá  graudes  bienes,  porque  si  hasta  ahora  ha  sido  este  es- 
tablecimiento gravoso  al  erario,  como  se  ha  demostrado  en  todas  las 
Memorias  anteriores,  con  el  arreglo  que  se  haga  en  él,  se  converti- 
rá en  productivo,  proporcionando  algunos  ingresos  en  lugar  de  las 
pérdidas  que  hoy  ocasiona. 

Esto  se  ha  practicado  y  se  ha  resuelto  por  el  gobierno  al  hallar- 
se con  las  facultades  extraordinarias  con  que  el  congreso  general  se 
sirvió  investirlo,  y  teniendo  en  consideración  que  por  las  causas  no- 
toriamente justas  que  están  al  alcance  y  conocimiento  de  todos  los 
ciudadanos  de  la  república,  suspendió  el  mismo  congreso  general 
sus  sesiones  hasta  el  mes  de  octubre  anterior  en  que  las  continuó. 

En  la  tocante  al  ramo  de  guerra  se  han  hecho  también  economías 
de  bastante  consideración,  ya  relativas  al  ejército,  y  ya  retirando 
muchos  cuerpos  de  milicia  activa  y  local,  reduciéndose  cuanto  es  po- 
sible los  gastos  del  erario.  Las  demás  medidas  que  ocurran,  se  ma- 
nifestarán al  congreso  general,  muy  próximamente,  en  la  Memoria 
con  que  se  le  debe  dar  cuenta  en  el  inmediato  mes  de  enero,  según 
lo  prevenido  en  el  artículo  120  de  la  constitución,  y  de'  cuyos  traba- 
jos ya  se  ocupa  este  ministerio,  por  lo  respectivo  á  los  ramos  y  pro- 
videncias de  su  cargo. 

En  cuanto  á  proporcionar  recursos  para  llenar  cumplidamente  las 
atenciones  de  la  hacienda  pública,  también  interesan  sobre  manera 
las  iniciativas  pendientes,  cuya  importancia  no  me  cansaré  de  reco- 
mendar, entre  otras  razones,  por  la  de  que  no  debiendo  salir,  en  mi 
concepto,  el  caudal  para  los  gastos,  de  otra  parte  que  de  la  masa  de 
la  nación,  traería  tal  vez  malas  consecuencias  actualmente  la  impo- 
sición de  contribuciones,  que  á  más  de  ser  en  sí  odiosas,  siempre  re- 
caeu  en  la  parte  consumidora  é  industriosa,  cooperándose  con  ellas 
en  otro  sentido  á  la  paralización  de  los  giros  que  ya  se  nota  como 
consecuencia  del  estado  de  agitación  en  que  se  ha  encontrado  la  re- 


532 

pública.  El  legislador  y  el  gobierno  deben  sin  duda  en  la  presente 
crisis  fomentar  respectivamente  al  comercio  y  á  la  industria,  como 
que  del  aumento  de  la  riqueza  en  comúu  pende  también  el  del  erario. 

Yo  entiendo  de  buena  fe  que  la  consolidación  de  la  paz,  de  este 
bien  inestimable  á  cuya  sombra  todo  prospera,  y  lejos  de  la  cual  na- 
da se  contempla  seguro  y  subsistente,  según  expuse  con  más  exten- 
sión en  el  escrito  que  tuve  el  honor  de  leer  en  esa  augusta  cámara 
el  19  del  presente  mes,  al  dar  cuenta  de  los  contratos  celebrados  des- 
de mayo  en  adelante,  es  el  mejor,  más  seguro  y  acaso  el  único  recur- 
so útil  y  cierto  para  que  desaparezcan  las  desgracias  de  nuestra  pa- 
tria, tan  de  diversos  modos  combatida.  La  confianza  se  consolidará, 
se  respetará  la  fe  pública,  y  la  riqueza  nacional  tendrá  el  ser  y  cre- 
ces que  sólo  por  una  plaga  revolucionai'ia  ha  podido  dejarse  de  dis- 
frutar entre  nosotros. 

Así  se  ha  dicho  ya  hasta  el  fastidio,  y  aun  es  necesario  repetir 
que  sin  paz  nada  se  podrá  adelantar  en  los  ramos  de  la  riqueza  na- 
cional, porque  la  agricultura,  la  industria  y  el  comercio,  permane- 
ciendo en  la  inercia  y  aun  en  el  abatimiento  en  que  se  ven  á  conse- 
cuencia de  las  conmociones  que  hemos  experimentado,  no  pueden 
prometer  racionalmente  que  los  fondos  públicos  acrezcan,  como  que 
su  existencia  y  progresos  penden  muy  directamente  de  la  riqueza  ó 
miseria  de  los  particulares.  Cesando  las  divisiones  y  trastornos  en 
que  por  desgracia  nos  hemos  visto,  se  reanimarán  los  giros,  tomarán 
el  incremento  de  que  son  susceptibles  y  pondrán  á  la  nación  en  el  es- 
tado de  opulencia  y  esplendor  á  que  naturalmente  la  llaman  sus  pro 
pios  recursos.  Entonces  el  erario  también  se  verá  floreciente  y  libre 
de  los  grandes  gastos  y  cuantiosas  erogaciones  que  hoy  sufre,  así 
por  el  sostenimiento  necesario  de  las  divisiones  militares  que  obran 
en  campaña  contra  los  enemigos  del  sistema,  como  por  los  aprestos 
de  guerra  á  que  hay  que  atender  con  la  total  preferencia  que  requie- 
re su  importancia,  y  por  los  trastornos  y  dilapidaciones  á  que  da  lu- 
gar el  mismo  estado  turbulento  de  las  cosas. 

La  sabiduría  de  los  dignos  representantes  de  la  nación  en  la  au- 
gusta cámara  de  diputados,  disimulando  mis  yerros  y  defectos,  sa- 
brá formar  muy  bien  el  juicio  que  corresponde  sobre  la  antecedente 
manifestación. 

Concluyo,  en  fin,  con  la  satisfacción  de  haber  hecho  cuantos  es- 


533 

fuerzos  han  estado  á  mi  alcance  en  circunstancias  bien  difíciles;  y 
al  tener  el  honor  de  dejar  contestada  con  todo  lo  dicho  la  nota  de 
VV.  EE.,  disfruto  la  complacencia  de  reiterarles  mi  distinguida  con- 
sideración y  aprecio. 

Dios  y  libertad.  México,  noviembre  26  de  1833. — José  María  de 
Bocanegra. —  Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados. 


Secretaría  del  senado. 

ACUERDO   DEL    SENADO. 


Excmo.  Sr.: 

Esta  cámara  en  sesión  de  hoy  ha  tenido  á  bien  aprobar  la  siguien- 
te proposición :  "  Habiendo  sabido  la  cámara  de  senadores  que  el  go- 
bierno ha  enajenado  cuatro  y  una  octava  acción  de  la  compañía  ex- 
tinguida del  tabaco  al  comerciante  Agüero,  con  perjuicio  notable  del 
erario  federal,  el  secretario  del  despacho  de  hacienda  informará  por 
escrito  á  esta  cámara  de  lo  que  haya  en  este  particular." 

Lo  transcribimos  á  V.  E.  para  los  efectos  que  en  ella  se  expresan. 

Dios  y  libertad.  México,  25  de  noviembre  de  1833. — Antonio  Pa- 
checo Leal,  senador  secretario. —  Vicente  Romero  Embides,  senador  se- 
cretario.—  Excmo.  Sr.  secretario  del  despacho  de  hacienda. 


534 

Secretaría  de  hacienda. —  Sección  1' 

CONTESTACIÓN. 


Excmos.  Sres. : 

A  consecuencia  de  lo  acordado  ayer  por  esa  augusta  cámara  de 
senadores,  acerca  de  que  informe  sobre  el  contrato  que  celebró  el  su- 
premo gobierno  con  la  casa  de  Agüero,  González  y  compañía,  tengo 
el  honor  de  manifestar  á  VV.  EE.,  para  que  se  sirvan  ponerlo  en  co- 
nocimiento de  la  propia  cámara,  que  la  citada  casa  propuso  al  mis" 
mo  supremo  gobierno  entregar: 

En  órdenes  sobre  las  aduanas  marítimas  de  las  de  que 
trata  el  decreto  de  12  de  julio  de  este  año,  amor- 
tizables  en  un  ochenta  por  cientoen  dinero  y  20  en 
abono  de  derechos 309,375  0  0 

En  dinero  efectivo,  mitad  en  plata  y  mitad  en  cobre..      30,000  0  0 


Suma 339,375  0  0 


\ 

Esta  suma  la  ofreció  en  cambio  dicha  casa  de  cuatro  una  octava 
parte  acciones  de  la  compañía  de  la  renta  del  tabaco,  pertenecientes 
al  supremo  gobierno,  en  esta  forma: 

lf  partes  de  acción  dé  la  compañía  de  la  renta  del  ta- 
baco, pertenecientes  á  D.  Eduardo  P.  Wilson,  por  un 
negocio  que  hizo  el  año  anterior  con  el  supremo  s^o- 
hierno,  que  aunque  las  introdujo  con  calidad  de  de- 
volución, prescinde  por  este  coutrato  de  dicha  con- 
dición      121,875  0  0 

1A  acciones  de  D.  Guillermo  Bates  y  Manning  y  Mar- 
shall,  que  no  es  de  devolverse  por  estar  amortizadas 
sus  órdenes 112,500  0  0 

Al  frente 234,375  0  0 


535 

Del  fren  te 234,375  O  O 

£  acción  del  negocio  de  Ai'ellano,  que  por  no  tener  con- 
dición alguna  puede  el  gobierno  disponer  de  ella. . .      18,750  0  0 

:l  partes  de  acción  del  mismo  individuo  que  se  halla  en 

iguales  términos  que  la  partida  anterior 56,250  0  0 

4¿ que  valen 309,375  0  0 


La  expresada  casa  convino  en  dejar  á  favor  del  supremo  gobierno 
las  utilidades  que  puedan  producir  las  mencionadas  acciones,  des- 
pués de  reintegrada  del  total  de  los  309,375  pesos  arriba  explicados, 
y  dé  cualquiera  otro  desembolso  que  en  lo  sucesivo  tuviere  que  ha- 
cer para  sostenimiento  de  la  compañía  y  pagos  del  mismo  supremo 
gobierno. 

La  simple  lectura  de  la  propuesta  de  que  se  trata,  podría  ser  bas- 
tante para  convencer  que  no  ha  producido  perjuicio  al  erario;  pero 
muy  distante  de  exponerla  aisladamente  á  la  cámara,  cumplieudo 
con  el  acuerdo  de  ella,  explicaré  los  fundamentos  que  se  tuvieron 
presentes  para  admitirla. 

Las  órdenes  que  la  casa  repetida  entregó  por  este  contrato,  son 
de  las  que  el  supremo  gobierno  tiene  mandadas  admitir  en  la  propor- 
ción de  un  ochenta  por  ciento  en  dinero  efectivo,  y  un  veinte  por 
ciento  en  abono  de  derechos  en  las  aduanas  marítimas. 

Sea  cualquiera  el  precio  que  en  el  mercado  tengan  dichas  ór- 
denes, al  gobierno  nunca  le  estaría  bien  considerarlo  para  entraren 
los  negocios  que  tratasen  de  hacerse  con  ellas,  porque  además  de 
que  esto  sería  desacreditarlas  el  mismo  que  las  expidió,  al  fin  han 
de  ser  cumplidas  por  ser  realmente  unos  libramientos  contra  las 
rentas  federales. 

Los  30,000  pesos  en  dinero,  cuyo  ingreso  se  logró  por  medio  del 
negocio  que  me  ocupa,  se  necesitaban  y  no  pudieron  venir  más  á 
tiempo  que  en  el  día  en  que  se  enteraron  en  la  tesorería  general, 
pues  en  él  se  carecía  en  lo  absoluto  de  numerario,  á  la  vez  que  las 
erogaciones  que  debían  cubrirse  eran  del  momento  y  de  sumo  in- 
terés, tales  como  facilitar  18,000  pesos  para  la  división  que  momen- 
táneamente marchaba  para  el  Sur  á  las  órdenes  del  General  D.  José 
Autouio  Mejía,  y  10,000  pesos  para  socorrer  la  del  mando  del  Gene- 


536 

ral  D.  Gabriel  Valencia,  destinada  á  rendir  á  los  pronunciados  del 
rumbo  de  Zacapoaxtla;  y  he  aquí  un  fundamento  más,  y  si  se  quiere 
el  más  fuerte,  para  haber  entrado  en  el  contrato. 

Aunque  es  cierto  que  por  él,  el  gobierno  se  ha  desprendido  de  cua 
tro  una  octava  parte  de  acciones  de  la  compañía  de  la  renta  del  tabaco 
de  que  es  socio,  y  como  tal  debe  estar  á  las  pérdidas  y  ganancias 
que  ella  tenga,  también  es  verdad  que  mediante  el  contrato  mencio- 
nado, sin  exponerse  á  las  primeras,  queda  vigente  su  acción  para 
disfrutar  de  las  segundas,  con  la  notable  circunstancia  de  que  no  se 
aumenta  gravamen  alguno,  porque  como  queda  dicho,  la  casa  de 
Agüero,  González  y  Compañía  ha  de  reportar  cualquiera  desembolso 
que  sea  necesario  para  el  sostenimiento  de  la  del  tabaco  y  todas  las 
responsabilidades  y  pérdidas  que  ofreciere  el  curso  de  la  negociación 
en  compañía,  cuando  el  gobierno,  liquidadas  que  sean  las  utilidades, 
en  las  que  como  socio  y  según  las  bases  de  la  misma  compañía,  le 
corresponde  una  mitad  de  ellas,  y  además  ha  de  percibir  las  que  to- 
quen á  las  citadas  cuatro  una  octava  parte  de  acciones,  cuyas  utili- 
dades, según  ha  informado  la  dirección  general  de  rentas,  con  cuyo 
consentimiento  y  ocurrencias  se  celebró  el  contrato  de  que  se  habla, 
no  bajarán  de  16,000  pesos  por  cada  una  acción. 

Aparece,  pues,  de  lo  expuesto,  que  el  contrato  referido  no  ha 
causado  el  perjuicio  que  se  dice  en  el  mencionado  acuerdo,  sino  que 
por  el  contrario  ha  proporcionado  la  ventaja  de  cambiar  unas  letras 
dadas  por  el  gobierno  contra  las  aduanas  marítimas,  cuyo  valor  de- 
bía amortizarse  en  la  proporción  expresada  del  veinte  y  ochenta  por 
ciento  por  unas  acciones  en  la  compañía  de  la  renta  del  tabaco,  cu- 
yas utilidades  ha  de  percibir  el  erario  sin  estar  expuesto  á  los  des- 
embolsos y  pérdidas  que  ocurran  en  la  misma,  y  por  último,  ha  lo- 
grado un  auxilio  de  30,000  pesos  en  dinero  efectivo,  con  el  cual  pudo 
en  parte  cubrir  las  muy  ejecutivas  atenciones  que  quedan  indicadas, 
sin  haber  expedido  ninguna  orden  que  recargue  en  nada  la  deuda 
interior  de  la  república. 

Para  la  mejor  instrucción  de  la  cámara,  y  al  mismo  tiempo  para 
la  manifestación  más  franca  de  que  el  contrato  repetido  no  ha  cau- 
sado ruina  ni  perjuicio  al  erario,  llamo  la  atención  del  senado  á  que 
hasta  en  un  segundo  resultado  se  ha  logrado  utilidad,  pues  habien- 
do ocurrido  en  19  del  corriente  al  gobierno  D.  Juan  Manuel  de  Las- 


537 

quetty,  proponiendo  que  en  lugar  de  los  300,009  pesos  valor  de  las 
órdenes  entregadas  por  la  casa  de  Agüero,  Gou  zález  y  Compañía,  pon- 
dría en  la  tesorería  general  igual  suma  en  créditos  anteriores  á  la  in- 
dependencia reconocidos  que  causen  réditos  y  además  36,900  pesos 
en  dinero  efectivo,  fué  admitida  dicha  propuesta. 

Como  se  percibe  de  su  sencilla  exposición,  ella  no  es  otra  cosa 
que  un  cambio  de  créditos  por  el  cual  aunque  quedan  vigentes  las 
órdenes  á  que  se  contrae,  se  amortiza  una  deuda  que  gravita  sobre 
la  hacienda  pública,  y  que  diariamente  crece  en  razón  á  los  réditos 
que  van  venciendo  los  capitales,  habiéndose  conseguido  la  baja  en 
su  valor  de  cerca  de  un  doce  por  ciento,  pues  casi  á  él  llega  la  can- 
tidad de  36,100  pesos  recibidos  en  numerario,  sin  que  haya  sido  ne- 
cesario expedir  ninguna  orden  ni  dictar  providencia  alguna  que  grave 
á  la  nación,  pudiéndose  asegurar  que  en  el  total  de  ambos  negocios 
el  erario  ha  logrado  un  auxilio  de  66,900  pesos,  sin  perjuicio  ni  nue- 
vo gravamen  de  la  hacienda  pública,  como  está  ya  manifestado,  ha- 
biéndose ejecutado  todo  en  uso  de  las  facultades  extraordinarias  con 
que  el  gobierno  se  hallaba  investido. 

Con  lo  expuesto  creo  haber  cumplido  el  acuerdo  de  la  cámara  de 
senadores  que  VV.  EE.  se  sirven  transcribirme  en  su  comunicación 
de  ayer,  suplicándoles  tengan  la  bondad  de  ponerlo  todo  en  conoci- 
miento de  la  misma  augusta  cámara,  admitiendo  las  protestas  de  mi 
aprecio  y  consideración. 

Dios  y  libertad.  México,  noviembre  26  de  1833. — José  María  de 
Bocanegra. — Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  senadores. 


CONCLUSIÓN. 


Los  tres  acuerdos  que  preceden  motivaron  las  contestaciones  que 
también  quedan  insertas.  Ellas  manifiestan  con  arreglo  á  sus  datos 
que  el  gobierno  mexicano  ha  conservado  el  crédito  nacional  y  la  con- 

Tomo  II.  —  68 


538 

fianza  pública,  á  pesar  de  las  circunstancias  verdaderamente  cala- 
mitosas que  le  han  rodeado,  y  no  obstante  las  dificultades  que  ofre- 
cen las  crisis  políticas  para  la  marcha  y  prosperidad  de  las  naciones 
qae  por  desgracia  se  ven  envueltas  en  ellas. 

Se  necesitaron  é  invirtieron  grandes  sumas,  cuyo  monto  verá  el 
público  cuando  se  acabe  de  formar  la  cuenta  general  de  la  época  en 
que  ha  estado  á  mi  cargo  la  secretaría  de  hacienda,  la  que  no  se  pue- 
de dar  de  pronto  por  resistirlo  la  premura  del  tiempo  para  la  reu- 
nión de  datos  necesarios  al  efecto,  como  que  por  comprender  parte 
del  9?  año  económico  que  concluyó,  y  otra  del  10°  que  gira,  no  ha 
sido  posible  á  todas  las  oficinas  ministrarlos.  Se  trabaja  no  obstan- 
te hasta  lograr  el  resultado  que  se  desea,  en  cuyo  tiempo  se  ma- 
nifestará también  que  no  sólo  no  se  ha  aumentado  la  deuda  pública, 
sino  que  su  amortización  ha  sido  incontestablemente  cuantiosa  en 
medio  de  la  más  angustiada  crisis,  y  cuando  por  días  y  aun  por  mo- 
mentos urgían  las  necesidades  ala  par  que  se  escaseaban  los  recursos. 

No  podrá  decirse  que  se  tocó  en  la  perfección  y  que  se  hizo  lo 
mejor;  pero  tampoco  se  negará  que  se  practicó  cuanto  permitieron 
las  angustias  mismas  de  la  patria.  Hoy  en  la  serenidad  y  la  calma 
podrá  discurrirse  y  obrarse  de  un  modo  más  satisfactorio  y  más  com- 
pleto, sin  embargo  de  que  por  esto  no  debe  negarse  que  antes  no  so 
perdonó  fatiga  ni  se  omitió  trabajo  en  busca  así  del  acierto,  en  lo  que 
se  practicaba,  como  de  las  ventajas  que  pudieran  lograrse  en  utili- 
dad de  la  nación  y  de  su  libertad;  ésta  se  salvó,  y  respetándose  re- 
ligiosamente el  derecho  sagrado  de  la  propiedad,  no  faltaron  recur- 
sos, sin  haberse  ocurrido  á  otros  medios  que  los  que  pueden  llamar- 
se naturales  y  propios  para  evitar  el  uso  siempre  triste  de  la  violen- 
cia y  de  la  fuerza.  Sobre  todo  caerá  el  inexorable  juicio  de  la  opinión. 

México,  29  de  noviembre  de  1833. —  José  María  de  Bocanegra. 


NOTA. 

Se  ha  omitido  la  impresión  del  cuaderno  número  1,  que  compren- 
de el  pormenor  de  los  contratos  desde  enero  en  adelante,  la  rela- 
ción de  todas  las  libranzas  giradas  y  los  resúmenes  parciales  de  los 
cuatro  primeros  meses  del  año  que  citan  los  señores  ministros  de  la 


539 


tesorería  general  en  su  oficio  del  día  17,  porque  á  más  de  su  volumen 
se  considera  innecesario,  pues  basta  con  los  resúmenes  parciales  de 
los  meses  de  la  época  á  que  se  contrae  la  exposición  y  el  general 
de  toda  ella  que  obran  bajo  el  número  1. 


Documento  Núrn.  11. 


Plan  de  los  curas  D.  Carlos  Tepistoco  Abad  y  D.  Epigmenio 
de  la  Piedra. 

Art.  Io  La  nación  mexicana  adopta  para  su  gobierno,  el  monár- 
quico moderado  por  una  constitución  que  se  formará  al  efecto. 

2o  La  convocatoria  al  congreso  constituyente  se  hará  por  los  ge- 
nerales sostenedores  de  este  plan,  y  estos  mismos  garantizarán  la  li- 
bertad legal  en  las  elecciones. 

3o  El  número  de  diputados  al  congreso  constituyente,  será  co- 
rrespondiente á  uno  por  cada  cien  mil  almas  de  población,  y  en  igual 
número  de  indios  que  de  las  otras  clases. 

4?  El  congreso  constituyente  se  ocupará  exclusivamente  de  la 
formación  de  la  constitución  de  la  monarquía,  que  deberá  estar  con- 
cluida á  los  seis  meses  de  su  instalación,  y  de  la  elección  del  empe- 
rador y  creación  del  consejo  de  Estado,  que  deberán  hacerse  dentro 
del  mismo  término. 

5o  El  congreso  constituyente  elegirá  doce  jóvenes  célibes  naci- 
dos y  actualmente  existentes  en  el  territorio  mexicano,  de  los  que 
acrediten  competentemente  ser  más  inmediatos  descendientes  del 
emperador  Moctezuma;  de  entre  ellos  se  sacará  por  suerte  el  que  la 
Divina  Providencia  destine  para  emperador. 

6o  El  que  la  suerte  designare,  será  inmediatamente  coronado  por 


540 

el  congreso,  prestando  antes  juramento  de  sosteuer  la  religión  cató- 
lica, apostólica  romana,  en  la  integridad  y  pureza  que  la  recibimos 
de  nuestros  mayores,  sin  permitir  nunca  el  ejercicio  público  de  nin- 
guna otra;  de  guardar  y  hacer  guardar  la  constitución  del  imperio; 
conservar  y  sostener  la  libertad  justa  é  igualdad  ante  la  ley,  y  la  in- 
tegridad del  territorio  nacional. 

7o  El  emperador,  dentro  de  seis  meses  después  de  su  elección, 
deberá  estar  casado,  si  fuere  indio,  con  una  blanca,  y  si  fuere  blan- 
co con  una  pura  india. 

8o  Habrá  un  consejo  de  estado  permanente,  compuesto  de  dos 
individuos  electos  por  cada  provincia,  de  los  cuales  uno  será  indio, 
y  otro  de  las  otras  clases,  de  cuarenta  años  de  edad. 

9?  Ni  el  congreso  constituyente,  ni  el  emperador,  ni  el  consejo 
de  Estado,  podrán  variar  los  artículos  de  este  plan  que,  no  son  pro- 
visionales. 

10?  Cesan  desde  este  momento,  ó  no  reconoce  la  nación  por  este 
plan,  las  comisiones,  destinos  ó  empleos  de  origen  popular;  pero  el 
ramo  de  justicia  continuará  interinamente  en  el  estado  actual. 

11?  En  cada  capital  de  las  provincias,  que  se  llaman  Estados,  y 
las  de  los  territorios,  se  pondrá  interinamente  un  jefe  político  ;  en  las 
del  distrito  ó  demarcación,  un  prefecto;  en  las  de  partido  un  subpre- 
fecto;  y  en  todo  pueblo,  un  agente  de  policía,  cesando  en  sus  fun- 
ciones los  ayuntamientos. 

12°  Los  indios  elegirán  inmediata  ó  interinamente  su  gobernador 
y  república  en  los  pueblos  en  que  los  había  antes  del  sistema  cons- 
titucional, y  sus  atribuciones  y  facultades  serán  las  mismas  que  en- 
tonces. 

13?  Los  prefectos  y  subprefectos  ejercerán  las  funciones  que  an- 
tes los  subdelegados  y  tenientes. 

14?  El  ejército  nacional  constará,  por  ahora,  de  sesenta  mil  hom- 
bres; y  para  proveer  sus  plazas,  seráu  atendidos  los  que  primero  se 
adhieran  á  este  plan,  según  su  aptitud  é  idoneidad,  y  con  preferen- 
cia los  individuos  del  actual  ejército  permanente  y  milicias  que  lo 
adoptaren. 

15?  Los  individuos  del  ejército  permanente,  dentro  de  tres  me- 
ses á  lo  más,  que  no  se  adhieran  á  este  plan,  no  tendrán  opción  á 
empleo  ó  ascenso  do  ninguna  clase,  en  caso  de  triunfo. 


541 

16°  Los  primeros  que  reunieren  más  de  dos  mil  hombres  arma- 
dos, tendrán  por  ese  sólo  hecho  el  nombramiento  de  generales  de  di- 
visión; y  luego  que  lleguen  á  seis,  se  reunirán  ó  nombrarán  apode- 
rados para  elegir  el  primer  jefe. 

17?  Los  respectivos  diocesanos  arreglarán  el  sostén,  aumento,  es- 
plendor y  gastos  del  culto  y  sus  ministros,  de  modo  que  para  cada 
mil  almas  de  población  haya  un  sacerdote  que  les  administre  los  sa- 
cramentos, colocado  en  el  punto  más  conveniente. 

18°  Para  los  gastos  del  culto  se  destinarán  los  diezmos,  que  re- 
caudarán los  mismos  ministros  de  él,  según  lo  reglamente  la  autori- 
dad eclesiástica,  y  se  pagarán  con  total  integridad  y  pureza,  paralo 
que  franqueará  los  auxilios  necesarios  la  autoridad  civil,  y  suplirá 
de  sus  fondos  el  deficiente  en  caso  que  los  productos  de  los  diezmos 
no  alcancen  para  su  objeto. 

19?  Tan  luego  como  se  haga  el  arreglo  de  que  habla  el  artículo 
anterior,  el  ai'ancel  para  misas,  funciones  y  pompas  en  los  funerales, 
dejarán  de  pagarse  los  derechos  parroquiales. 

20°  Todas  las  piezas  eclesiásticas,  así  como  los  destinos  subalter- 
nos, se  distribuirán  con  igualdad  entre  los  indios  y  castas  más  idó- 
neos. 

21?  Quedan  extinguidas  las  aduanas  interiores,  y  no  se  impon- 
drán  por  ahora  otras  contribuciones  civiles  que  las  siguientes:  El 
que  gane  de  un  real  hasta  cuatro  diarios,  ó  tuviese  algún  giro,  em- 
pleo, comisión  ó  destino  que  le  produzca  hasta  quinientos  pesos  anua- 
les, dará  seis  reales  cada  año;  los  que  por  los  mismos  medios  tuvie- 
ren una  renta  que  llegue  á  mil  pesos,  pagarán  el  duplo;  los  dueños 
de  casas,  cuyo  valor  exceda  de  veinticinco  pesos,  pagarán  con  la  mis- 
ma proporción  que  los  anteriores;  los  propietarios  de  casas  ó  cauda- 
les, cuyo  valor  pase  de  mil  pesos,  pagarán  el  dos  por  cada  mil;  los 
propietarios  de  fincas  rústicas,  darán  anualmente  el  4  por  1,000  so- 
bre el  valor  de  terreno  que  cultiven,  y  el  8  por  1,000  sobre  el  valor 
de  terreno  que  no  cultiven.  Estas  contribuciones  se  recaudarán  fiel- 
mente por  los  gobernadores  y  agentes  de  policía,  que  tomarán  el  5 
por  ciento  para  gastos  y  premio. 

22?  Continuarán  las  aduanas  marítimas,  y  los  efectos  que  se  in- 
troduzcan por  ellas,  pagarán  un  20  por  ciento  más  de  lo  que  actual- 
mente pagan. 


542 

23?  Continuarán  los  ramos  del  papel  sellado,  correos,  loterías  y 
otros,  bajo  el  pie  en  que  se  hallan. 

24°  Por  este  plan  se  reconocen  y  aprueban  los  empleos,  grados, 
condecoraciones,  sueldos,  destinos  y  pensiones  concedidos  por  los 
gobiernos  anteriores;  y  los  que  acrediten  legalmente  haber  sido  des- 
pojados, serán  repuestos,  si  fuere  posible,  ó  indemnizados  oportuna 
y  debidamente,  y  lo  mismo  los  que  se  supriman  por  este  plan;  pero 
los  que  no  admitan  los  nuevos  destinos  que  se  les  dieren,  no  ten- 
drán derecho  á  nada. 

25?  Todos  los  empleos  civiles,  eclesiásticos  y  militares,  se  darán 
en  lo  sucesivo  con  igualdad  entre  los  indios  y  demás  clases. 

26?  Se  reconoce  la  deuda  nacional  á  los  extranjeros,  contraída 
hasta  esta  fecha;  pero  no  se  reconoce  ni  se  pagará  la  que  se  contrai- 
ga en  adelante,  ni  ningún  otro  contrato  de  cualquiera  género  que 
pueda  celebrarse  con  extranjeros  ó  mexicanos;  pero  los  pactados 
hasta  aquí,  serán  fielmente  cumplidos. 

27°  Saldrán  dentro  de  tres  meses  del  territorio  mexicano  todos 
los  no  nacidos  en  él,  menos  los  hijos  de  mexicano,  los  enviados 
diplomáticos,  los  eclesiásticos  aprobados  por  los  respectivos  dioce" 
sanos,  los  que  tengan  sesenta  años  de  edad,  mujeres  ó  hijos  mexi- 
canos, bienes  raíces  del  valor  de  40,000  pesos,  25  años  de  residencia 
en  el  país;  y  probaren  competentemente  que  profesan  la  religión  ca- 
tólica, apostólica,  romana. 

28°  Los  que  en  virtud  del  artículo  anterior  tengan  que  salir  del 
territorio  mexicano,  no  podrán  sacar  más  que  una  tercia  parte  de  su 
haber  en  oro  ó  plata;  pero  lo  restante  deberá  ser  en  géneros,  efectos 
ó  productos  del  país. 

29°  Queda  reducido  el  comercio  extranjero  á  nuestros  puertos  y 
al  cambio  de  nuestros  géneros,  frutos  ó  efectos,  menos  la  plata  y  oro, 
que  ni  en  pasta  ni  labrada  deberán  extraerse  del  territorio  mexicano. 

30°  Ni  por  cambio  podrán  introducirse  los  géneros,  frutos  ó  efec- 
tos que  se  manufacturen,  produzcan  y  haya  en  cantidad  suficiente 
para  el  consumo. 

31°  Los  individuos  de  otras  naciones  no  pasarán  de  nuestros 
puertos  al  interior  sin  expresa  licencia  al  gobierno,  que  podrá  con- 
cedérseles por  tiempo  limitado. 

32?  Por  ningún  delito  se  podrá  expeler  del  territorio  mexicano  á 


543 

ninguno  de  sus  hijos,  y  todos  los  que  han  sido  expulsos  podrán  vol- 
verse inmediatamente. 

33?  A  todos  los  pueblos  que  no  tengan  el  terreno  suficiente,  ni 
el  agua  necesaria  con  respecto  á  su  población,  se  les  dará  de  ésta  la 
conveniente,  y  de  aquel  mil  varas  á  cada  viento;  y  por  uno  y  otro  se 
indemnizará  justa  y  oportunamente  á  los  propietarios  de  quienes 
se  tomare. 

34?  A  los  militares  que  sirvieren  en  esta  empresa,  y  después  de 
lograda  pidieren  su  i*etiro,  se  les  dará  una  área  cuadrada  de  cincuen- 
ta varas,  en  el  pueblo  que  elijan  para  su  residencia,  el  terreno  de  pan 
llevar  en  que  quepa  una  media  hanega  de  sembradura,  una  yunta  de 
bueyes  aperada,  y  á  más  de  sus  alcances,  cien  pesos  en  reales  y  un 
escudo  de  honor. 

35°  A  ninguno  se  molestará  de  ninguna  manera  por  los  procede- 
res ú  opiniones  anteriores;  pero  al  que  se  opusiere  al  logro  de  esta 
empresa,  se  quitará  irremisiblemente  la  vida. 

36?  Se  restablecerán,  luego  que  sea  posible,  los  religiosos  hospi- 
talarios que  fueron  suprimidos. 

37?  Se  sepultarán  los  cadáveres  de  los  fieles  en  los  lugares  y  tér- 
minos que  se  practicaba  antes  del  sistema  constitucional. 

38?  Todo  mexicano  está  autorizado  para  fomentar  y  proteger  es- 
ta empresa  por  cuantos  medios  le  dicte  su  patriotismo  y  le  propor- 
cionen las  circunstancias;  mas  los  propietarios  que  se  rehusaren  á 
prestar  los  auxilios  necesarios,  serán  tratados  como  enemigos  de  la 
causa  nacional. 

39?  Por  ahora  hace  de  primer  jefe  el  que  suscribe  este  plan;  mas 
luego  que  sea  adoptado  de  buena  fe  por  algún  general  acreditado  del 
ejército,  él  será  reconocido  como  primer  jefe,  Ínterin  se  practica,  lle- 
gado el  caso,  lo  prevenido  en  el  artículo  16. 

Ecatzinco,  Febrero  2  de  1834. —  Carlos  Tepistoco  Abad. — Epigme- 
nio  de  la  Piedra,  secretario. —  Chicontla.  1834. 


■*  •♦»  » 


UNDÉCIMO  PERÍODO  ADMINISTRATIVO 


TITULO  UNDÉCIMO. 

El  General  D,  Antonio  López  de  Santa- Anna,  sin  el  cuerpo  legislativo, 
desde  Io  de  junio  de  1834  hasta  28  de  enero  de  1835,  en  que  se 
instaló  el  sexto  congreso. 


CAPÍTULO  T. 


Trabajos  de  los  partidos  político». —  Sucesos  que  motivaron  y  planes  que 
■e  formaron,  Meítalndaiuente  el  de  Cuerna  vaca.— Mu  triunfo  y  sus  con- 
secuencias notables. 


Aunque  el  decreto  que  concedió  al  presidente  de  la  repú- 
blica D.  Antonio  López  de  Santa-Anna,  licencia  para  repo- 
ner su  salud,  fijó  el  tiempo  de  seis  meses,  quedó  la  resolución 
en  esta  parte  sin  efecto,  y  el  presidente  volvió  á  la  capital 
el  día  24  de  abril.  Los  sucesos  que  tuvieron  lugar  y  hemos 
referido,  de  diciembre  á  abril,  en  el  capítulo  anterior,  violen- 
taron el  regreso  del  General  Santa-Anna. 

Ya  hemos  visto  que  la  opinión  pública  fué  agitada  por 

Tomo  II.— 69 


546 

el  espíritu  dominante  de  reformas  que,  á  todo  trance  quisie- 
ron hacerse,  y  que  en  efecto  se  hicieron  en  parte,  más  bien 
por  novedad  que  por  convencimiento. 

Los  partidos  maniobraron  cada  uno  según  sus  principios. 
Se  promovió  y  aun  de  algún  modo  se  logró  la  desunión  y 
discordia,  no  sólo  entre  los  generales  y  divisiones  militares, 
sino  también  entre  los  ciudadanos  particulares;  siendo  más 
de  notarse  y  de  sentirse  que,  bajo  el  aspecto  de  oposición, 
se  introdujo  el  espíritu  de  desconfianza  entre  los  dos  jefes 
supremos  de  la  república. 

De  esto  resultó  la  muy  grave  incidencia  que  ocupó  la 
atención  de  las  dos  cámaras  respectivamente  en  la  sesión  del 
día  16  de  abril,  que  en  realidad  vino  á  preparar  la  posición 
política  en  que  á  poco  tiempo  fué  colocada  la  república,  por 
la  ocurrencia  de  haberse  recibido  en  México  unas  cartas  del 
General  D.  Antonio  Mejía,  que  en  cierto  modo  probaban  el 
desacuerdo  del  General  Santa-Auna  y  Gómez  Farías.  Las 
cartas  fueron  leídas  ante  el  cuerpo  legislativo;  se  presenta- 
ron los  secretarios  del  despacho,  y  el  de  relaciones  con  tal 
motivo  dio  cuenta  con  una  comunicación  del  General  presi- 
dente, contraída  á  manifestar  la  falsedad  de  las  especies  que 
se  habían  hecho  correr  en  aquellos  días,  acerca  del  rompi- 
miento y  discordia  entre  el  presidente  y  vicepresidente  de  la 
república. 

Quedaron  por  supuesto  mal  dispuestos  y  en  división  los 
ánimos  de  personas  influentes  en  política,  extendiéndose 
propiamente  un  espíritu  revolucionario  que  viniese  á  dar  el 
resultado  que  en  realidad  dio,  cual  fué  el  de  costumbre,  esto 
es,  los  pronunciamientos. 

Los  hubo  en  Puebla,  en  Orizaba,  en  Oaxaca  y  en  Cuer- 
uavaca.  El  primero  proclamó  en  la  misma  ciudad  de  Puebla 
el  día  11  de  mayo  un  plan  que  sirvió  después  á  Orizaba 
con  el  mismo  objeto,  y  en  Jalapa  también  al  mismo  fin  y  bajo 
otro  plan  que  el  día  15  de  mayo  se  publicó  y  fué  reproducido 


547 

después  en  la  ciudad  de  Oaxaca  el  día  23  del  referido  mes 
y  año,1  uniformándose  en  ideas  y  objeto,  que  era  la  anula- 
ción de  las  disposiciones  todas  (pie  habían  destruido  ó  refor- 
mado las  leyes  anteriormente  reconocidas  y  guardadas  so- 
bre materias  eclesiásticas  y  reformas. 

En  25  del  propio  mayo,  y  en  la  villa  de  Cuernavaca, 
apareció  otro  plan,  que  reuniendo  los  principios  contenidos 
y  manifestados  en  los  anteriores,  agregaba  la  proclamación 
ó  sea  la  declaración  manifiesta  en  favor  del  gobierno  del 
presidente  Santa- Anua,  añadiendo  que  la  proclamada  y 
pretendida  anulación  recayese  también  sobre  las  leyes  de 
proscripción,  y  sobre  cuantas  se  hubiesen  dictado  por  el  po- 
der legislativo  general,  ó  por  los  particulares  de  los  Estados, 
con  infracción  de  las  garantías  propias  del  hombre  y  del  ciu- 
dadano. 

Puede  decirse,  que  este  último  plan,  consumó  los  inten- 
tos de  los  del  Sur  en  Chilpaucingo  y  Chilapa,  y  realizó  las 
miras  y  tendencias  de  los  que  pusieron  en  acción  las  manio- 
bras de  discordia  para  dividir  y  triunfar. 

Efectivamente,  el  plan  de  Cuernavaca,  á  pesar  de  que  se 
contradijo  y  contrarió  con  hechos  y  por  medio  de  personas  y 
autoridades  tan  respetables,  como  fueron  los  gobernadores 
de  algunos  Estados  y  legislaturas  de  ellos,  llegó  á  adquirir 
no  sólo  aceptación  combinada  ó  espontánea,  como  se  quie- 
ra, sino  una  general  opinión  ó  aura  popular,  manifestada  por 
medio  de  públicos  pronunciamientos,  hasta  el  extremo  de 
poderse  asegurar  que  ellos  fueron  innumerables,  y  casi  no 
hubo  rincón  en  la  república  donde  no  se  oyese  la  voz  de 
Cuernavaca.  Esto  quiere  decir,  que  se  combinó  y  obró  per- 
fectamente una  verdadera  reacción,  dando  ella,  por  tanto,  el 
resultado  de  acontecimientos  notables. 

Aunque,  como  acabamos  de  referir,  se  hizo  manifiesta  la 

1  Documentos  números  1,  2,  3  y  4. 


548 

oposición  de  algunos  Estados  de  la  república  á  la  conducta 
que  guardó  y  explicó  el  presidente  General  Santa- Anua  eu 
su  últiuio  regreso  de  abril,  también  le  favorecieron  y  aun 
apoyaron  principales  autoridades  de  ellos,  como  lo  fué,  entre 
otros,  el  muy  estimable  ciudadano  García,  gobernador  de 
Zacatecas,  que  contestando  á  la  circular  respectiva,  en  que 
se  da  razón  de  los  acontecimientos,  asienta  las  siguientes 
memorables  palabras:  "Los  males  públicos  son  el  resultado 
"necesario,  aunque  funesto,  de  ciertas  medidas  legislativas 
"  que  por  no  haberse  dictado  con  el  consejo  de  la  razón  ó  con 
"el  apoyo  de  la  opinión,  aparecen  como  el  fruto  de  ideas 
"exaltadas,  que  por  una  desgracia  harto  lamentable,  influ- 
"  yeron  de  una  manera  decisiva  en  las  deliberaciones  del  po- 
"  der  legislativo." 

¡Notables  fueron  á  la  verdad,  las  indicadas  resoluciones, 
así  como  lo  es  la  aceptación  que  Zacatecas  hizo  del  plan  de 
Ouernavaca!  Dijo  este  Estado  que:  "  no  sólo  considera  na- 
"cional  el  plan  de  Cuernavaca  por  el  (pie  se  ha  decidido  la 
"  mayoría  de  los  habitantes  de  la  república,  sino  que  decla- 
"  ra  además:  que  acepta  para  la  reorganización  de  ella,  las 
u  bases  y  medidas  que  acepte  la  mayoría  de  la  nación,  califi- 
"  cadas  por  el  supremo  gobierno." 

"  Cada  día,  dice  el  mismo  gobernador  García,  se  hace 
"  más  digna  de  la  gratitud  pública  la  conducta  del  Excino, 
"  Sr,  presidente,  pues  su  celo  por  conservar  el  sagrado  depó- 
"  sito  de  la  constitución,  casi  no  tiene  igual,  atendidas  las 
"circunstanciasen  que  lo  ejerce  con  tan  noble  decisión  y 
"energía.  En  este  Estado  se  han  verificado  las  elecciones 
"  de  diputados  para  las  legislaturas  particular  y  general,  en 
"los  días  y  con  las  formalidades  legales;  por  manera,  que 
"  no  se  ha  interrumpido  el  orden  constitucional,  y  los  actos 
"  electorales  uo  tienen  ni  aun  siquiera  presunciones  de  ile- 
11  gitimidad." 

El  congreso,  continuando  la  revolución,  se  disolvió  por 


549 

orden  gubernativa  del  día  31  de  mayo  que  transcribiremos 
después,  firmada  por  el  ministro  de  relaciones  D.  Francisco 
María  Lombardo.  Este  memorable  acto  dio  una  lección  prác- 
tica para  enseñ;¡r  que  los  proyectos  y  combinaciones  que  se 
dirigen  á  establecer  y  seguir  el  camino  recto  de  la  verdad 
y  de  la. justicia,  deben  siempre  marcarse  sin  apelar  á  medi- 
das débiles,  paliadas  y  estudiadas,  que  sólo  sirven  para  pro- 
vocar males  sin  remedio  como  el  de  la  providencia  del  día 
14  de  mayo  repetido,  dictada  por  las  mismas  cámaras,  y  en 
el  (pie  se  mandó  la  suspensión  de  sus  sesiones,  preparando 
con  esta  medida  y  otros  antecedentes,  la  disolución  del  quin- 
to congreso  constitucional.  ¿Qué  importa  fuese  la  disolu- 
ción lamentada  después  sin  fruto  y  estérilmente  impugna- 
da, aunque  con  valentía  y  buenos  fundamentos,  apelando  á 
los  principios  y  olvidando  el  poderoso  agente  de  las  circuns- 
tancias, (pie  si  muchas  veces  es  malo  obrar  por  ellas,  peor 
es  olvidarlas  y  desatenderlas'?  En  la  época  del  vicepresiden- 
te, bueno  es  recordar  que  se  agitaron  y  pusieron  en  boga 
teorías  halagüeñas,  que  embelesando  y  divirtiendo  por  una 
parte,  dieron  lugar  por  otra  á  (pie  en  contrario  se  obrase,  no 
con  ilusión,  sino  en  realidad  y  con  eficacia.  Oigamos  en  prue- 
ba de  esto  la  disposición  del  día  31  de  mayo.  Ella  dice: 

"  Excmo.  Sr.: 

"  S.  E.  el  presidente  juzga  que,  habiendo  expirado  el 
"tiempo  en  que  las  cámaras  pudieran  constitucionalmeute 
"reunirse,  éstas  no  pueden  legal  mente  funcionar  en  las  se- 
"  siones  que  habían  suspendido;  y  eu  consecuencia,  me  pre- 
"  viene  manifestar  que  el  gobierno  no  reconocerá  los  actos 
"  que  emanen  de  la  reunión  de  los  señores  individuos  de  esa 
"  cámara  que  dignamente  preside  Y.  E. 

"  Y  de  suprema  orden  lo  digo  á  Y.  E.  para  su  conoci- 
"  miento. 


550 

"  Dios  y  libertad.  México,  31  de  mayo  de  1834. — Fran- 
u  cisco  María  Lombardo. —  Excino.  Sr.  presidente  de  la  cáina- 
"ra  de  senadores." 

Debemos  repetir,  que  estas  ocurrencias  y  cuestiones  con- 
siguientes ocuparon  la  atención  de  la  república.  Los  Esta- 
dos, sus  autoridades,  los  particulares  y  la  prensa  se  sostuvie- 
ron y  explicaron  del  modo  más  enérgico  sobre  tan  graves 
acontecimientos.  La  última,  consignando  los  hechos,  forma 
un  juicio  muy  severo,  y  lo  emite  acompañado  de  una  sentida 
crítica  que  revela  lo  intenso  y  profundo  de  la  sensación  que 
causó  en  el  público  la  disposición  mencionada  ya  transcrita. 
Se  impugna  con  fundamentos  constitucionales,  no  sólo  con- 
siderando el  acto  de  disolver  las  cámaras,  aunque  ellas  lo 
quisieron  y  prepararon,  sino  también  atendiendo  y  recordan- 
do que  este  hecho  emanaba  de  aquella  otra  señalada  provi- 
dencia del  día  14,  ya  referida,  y  en  que  se  obró  tan  ligera- 
mente. Aunque  en  verdad  la  consecuencia  de  aquel  acto  fué 
establecer  el  poder  arbitrario,  pues  que  se  obró  cerrando  aun 
materialmente  las  puertas;  cuando  no  había  facultades  no 
ya  para  esto  que  es  un  mal  extremo,  sino  ni  aun  para  impe- 
dir siquiera  el  ejercicio  de  las  funciones  del  cuerpo  legisla- 
tivo, expresamente  resguardado  en  esta  parte  por  las  leyes 
fundamentales  de  la  república,  que  habían  sido  por  todos  ju- 
radas y  acatadas. 

De  este  modo,  dicen  los  escritores  de  aquel  tiempo,  que- 
dó el  ejecutivo  sin  los  saludables  frenos  que  la  constitución 
le  tiene  puestos  con  la  ley,  y  nadie  es  capaz  de  calcular  los 
males  que  se  pueden  seguir  del  arbitrario  poder  (pie  se  ejer- 
ce de  modo  tan  violento  y  extraño  á  la  justicia. 

Se  apuró  el  ingenio  y  el  discurso,  trabajando  mucho  y 
multiplicando  sus  circulares  el  ministro  Lombardo,  para  pro- 
bar la  deserción  y  abandono  de  las  cámaras.  Por  otros  se 
explicaba  que  la  supresión  de  sesiones  pudo  ser  decretada 


551 

por  el  congreso.  Lo  cierto  es,  que  la  ley  fundamental  no  fué 
guardada  y  la  nación  quedó  sin  esa  garantía.  Protestaron 
contra  los  actos  del  ejecutivo,  y  reprobaron  expresamente 
tunebos  de  los  Estados  su  conducta. 

Sin  embargo,  el  plan  de  Cuernavaca  y  los  pronunciamien- 
tos caminaron  en  progreso,  pudieudo  decirse  que  el  período 
en  que  nos  ocupamos  fué  realmente  de  reformas  intentadas 
por  unos,  y  de  pronunciamientos  logrados  por  otros.  Se  ge- 
neralizó tanto  el  último  de  Cuernavaca,  que  al  fin  lo  abra- 
zaron todos  los  Estados;  de  manera  que  en  el  mes  de  julio 
se  ejecutaban  y  cumplían  las  disposiciones  gubernativas,  in- 
clusa la  muy  importante  sobre  elecciones,  que  mandaron  ba- 
cerse  y  de  facto  se  hadan  ya  en  aquel  tiempo  para  que  se 
verificase  la  reunión  de  un  congreso  que  legislase  desde  el 
año  de  1835.  Se  quería  poner  un  dique  al  torrente  de  la  exal- 
tación de  los  partidos. 

Los  presidentes  de  las  cámaras  disueltas,  Escanden  y  Ca- 
sares, y  el  presidente  de  la  república,  publicaron  sus  res- 
pectivos manifiestos,  explicando  cada  uno  á  su  modo  los. 
acontecimientos  de  suspensión  de  sesiones  los  unos,  y  de 
clausura  del  congreso  los  otros;  pero  desentendiéndose  del 
importantísimo  punto  de  baberse  el  congreso  mismo  suici- 
dado, dando  causa  á  un  efecto  necesario  en  su  contra,  esta- 
bleciendo una  voluntaria  y  abierta  pugna  entre  las  sutilezas 
y  el  poder.  ¿Qué  babía  de  producir  el  precedente  de  la  re- 
solución del  día  14  de  mayo?  Todo  se  remitió  á  la  nación, 
que  por  último  entró  y  siguió  el  camino  trazado,  pues  que 
pacíficamente  practicó  sus  elecciones,  á  pesar  de  que  algunos 
gobernadores  indicaron  al  principio  la  más  resuelta  oposi- 
ción. Nada  se  bizo;  el  plan  fué  efectivamente  cumplido  aun 
por  los  que  se  presentaron  como  sus  más  resueltos  contra- 
rios, en  Jalisco  y  en  San  Luis  Potosí. 

En  esta  situación  el  General  D.  José  Joaquín  Herrera  re- 
pitió su  renuncia,  que  le  fué  admitida,  sucedióndole  el  Ge- 


552 

neral  D.  Ignacio  Mora  y  Villamil,  y  quedando  por  consi- 
guiente compuesto  el  gabinete,  en  mediados  de  agosto,  de 
Lombardo  en  relaciones,  el  obispo  de  Michoacán  en  justicia, 
Mora  y  Villamil  en  guerra,  y  en  hacienda  D.  Javier  Echeve- 
rría, que  se  encargó  de  esta  cartera  el  6  de  mayo. 


CAPITULO  II, 


Se  desconoce  al  vicepresidente  de  la  república  O.  Valentiu  Gómez  Pa- 
rlas.—  Nombramiento  de  ministros  y  coutiuuaciún  y  efectos  del  plan  de 
C'ueraiavaca. 


El  vicepresidente  Gómez  Farías  dirigió  una  difusa  nota 
al  presidente  de  la  república,  por  la  secretaría  de  relaciones, 
que  fué  contestada  como  después  se  dirá.  Se  Queja  en  ella 
de  un  modo  enérgico  y  expresivo  de  la  conducta  y  modo  cou 
que  se  le  trataba,  refiriendo  varios  hechos  y  circunstancias 
en  confirmación  de  su  dicho;  y  por  último,  recuerda  que  en 
el  mes  de  junio  se  había  tolerado  uu  movimiento  popular 
en  su  contra. 

Cierto  es  que  eu  aquel  día  ocurrieron  los  hechos  que  el 
vicepresidente  refiere,  y  fueron  consiguientes  á  la  acta  adi- 
cional de  Cnernavaca,  relativa  á  desconocer  la  vicepresiden- 
cia  de  la  república  en  D.  Valentín  Gómez  Farías,  como  de 
facto  sucedió,  dándose  un  decreto1  al  efecto  en  27  de  Enero 
de  1835.  También  por  desgracia  es  cierto,  (pie  se  llegó  á  es- 
tablecer el  desacuerdo  y  falta  de  armonía  entre  los  dos  pu- 
nieres magistrados  de  la  nación,  hasta  el  grado,  bien  sensible, 
de  negarse  aun  á  comunicarse  entre  sí,  rehusaudo  respec- 

1  Véase  la  colección  de  Gal  van,  tomo  7?,  pag.  326. 


553 

tivatneute  los  actos  que  podían  servir  de  fuudamento  para 
declararse  unidos  y  no  hostiles  como  aparecieron,  en  térmi- 
nos de  no  admitir  cosa  alguna  que  pudiera  establecer  entre 
ellos  concordia  y  benevolencia. 

Basta  leer  la  nota  oficial  del  ministro  Lombardo,  fecha 
1?  de  agosto,  y  la  citada  de  Gómez  Farías,  para  conocer  lo 
cierto  y  evidente  de  los  asertos  antes  asentados,  pues  las 
expresadas  comunicaciones  convencen,  sin  dejar  lugar  á  du- 
da, que  la  armonía  y  confianza  se  habían  perdido. 

Léase  el  "  Periódico  Oficial  "  del  día  6  de  agosto  nú- 
mero 120,  y  otros  periódicos  de  la  época,  y  se  hallará  la 
prueba  de  lo  dicho. 

Todo  fué  efecto  de  la  dominación  del  último  plan  adop- 
tado, porque  sabido  es  que  triunfando  el  programa  de  un 
pronunciamiento,  viene  éste  á  ser  la  suprema  ley  del  Estado. 
Concluyeron  Jalapa  y  Zavaleta,  y  siguió  imperando  Cuer- 
na vaca. 

Por  este  principio,  en  Puebla,  en  las  villas  del  norte,  en 
Durango,  en  San  Luis  Potosí,  en  Jalisco  y  generalmente 
en  la  república,  al  cesar  la  guerra,  se  experimentó  al  fin  el 
bien  de  la  paz;  cediendo  aun  los  Estados  que  tenían  ó  apa- 
rentaban dificultades  para  seguir  el  orden  administrativo, 
fruto  de  la  última  revolución.1 

El  General  Mora  y  Villamil,  en  15  de  agosto  recibió  la 
cartera  de  guerra  y  marina,  del  General  Herrera;  D.  Joaquín 
Lebrija  ocupó  el  ministerio  de  hacienda;  y  por  renuncia  del 
Sr.  Portugal,  obispo  de  Michoacán,  recibió  interinamente  la 
cartera  de  justicia  y  negocios  eclesiásticos,  D.  Joaquín  Itur- 
bide,  oficial  mayor  del  propio  ministerio. 

La  renuncia  fué  acompañada  de  una  exposición  en  que 
el  Sr.  Portugal  expresa  verdadero  sentimiento  por  no  ha- 


1  Es  interesante  é  instructivo  el  leer  desde  la  página  12  basta  la  23,  la  Memoria  del 
secretario  de  Estado  en  el  despacho  de  relaciones  el  año  de  1836. 

Tomo  II.— 70 


554 

berse  sostenido  por  el  gobierno  ciertas  providencias  en  ma- 
terias eclesiásticas,  y  principalmente  sobre  la  provisión  de 
vacantes  en  la  catedral  de  Ohiapas;  y  aunque  por  conducto 
del  ministerio  respectivo  hizo  el  presidente  una  extensa  y 
satisfactoria  manifestación  de  sentimiento  por  la  reuuucia, 
y  da  explicación  en  cuanto  á  los  puntos  que  en  ella  se  tocan, 
siempre  fué  admitida  con  las  seguridades  y  protestas  no  sólo 
de  urbanidad  y  atención,  sino  de  verdadera  cordialidad  y 
convicción.  El  ministerio  de  hacienda  sufrió  después  varia- 
ción, encargándose  de  dicha  secretaría  D.  Pablo  Valdez,  por 
reuuucia  de  D.  Joaquín  Lebrija. 

Aquí  conviene  recordar  un  hecho  consignado  en  una  de 
las  diversas  crisis  ministeriales  ocurridas,  y  es,  que  el  Sr. 
Quintana  Roo,  al  hacer  la  dimisión  de  la  cartera  en  23  de 
junio,  á  más  de  renunciar  tal  encargo,  renunció  también,  aun- 
que no  le  fueron  admitidos,  cuantos  empleos  y  encargos  te- 
nía, y  hasta  la  magistratura  de  la  corte  suprema  de  justicia. 
Motívase  todo  esto,  según  parece,  en  mala  inteligencia  y 
disgustos  ocurridos  en  las  cámaras  por  haberse  circulado  gu- 
bernativamente la  suspensióu  de  las  leyes  de  proscripción, 
y  de  las  respectivas  á  materias  eclesiásticas. 

También  parece  oportuno  llamar  la  atención  de  nuevo  so- 
bre un  grave  suceso,  que  no  carece  de  ejemplar  en  posteriores 
tiempos,  y  es  el  de  haberse  suspendido  y  juzgado  á  cinco 
ministros  de  la  suprema  corte  de  justicia  por  la  acusación  que 
hizo  la  legislatura  del  Estado  de  México.  Esta,  en  16  de  Oc- 
tubre de  1834,  decretó  lo  siguiente: 

"  El  congreso  del  Estado  de  México  se  desiste  de  la  in- 
"  justa  acusación  hecha  por  la  anterior  legislatura  ante  la 
"cámara  de  diputados  del  congreso  general,  contra  los  mi- 
"  nistros  de  la  1?  sala  de  la  suprema  corte  de  justicia,  por 
"  haber  decidido  en  favor  del  juez  de  letras  del  Distrito  fe- 
"  deral,  las  competencias  suscitadas  entre  éste  y  los  jueces 
"  de  Morelos  y  üueruavaca." 


555 

La  corte  suprema  recibió  un  formal  decreto  de  8  de  agos- 
to,1 en  que  se  dispone  la  restitución  de  los  ministros  perse- 
guidos en  juicio.  Se  manda  la  cesación  de  los  suplentes  crea- 
dos, y  efectivamente  en  11  de  agosto  volvieron  los  ministros 
y  todas  las  cosas  al  estado  que  tenían.  Fué  muy  aplaudi- 
do y  celebrado  este  acto  de  justicia  dentro  y  fuera  del  tribu- 
nal supremo  de  la  nación. 

Los  magistrados  particularmente  se  dirigieron  al  presi- 
dente, diciendo:  "Tenemos  el  honor  de  presentarnos  á  V. 
u  E.,  los  cinco  individuos  de  la  suprema  corte  de  justicia  á 
"  quienes  mandó  encausar  la  cámara  de  diputados  el  día  10 
"de  Marzo  último.  V.  E.  ha  tenido  la  bondad  de  disponer 
"  por  su  decreto  de  8  de  este  mes,  que  seamos  restituidos  al 
"  ejercicio  de  nuestros  destinos,  de  que  nos  lanzó  la  más  vil 
"  venganza  y  el  espíritu  de  partido  de  la  facción  que  dispo- 
"  nía  de  la  suerte  de  la  república.  Esa  facción  parricida,  para 
"  llevar  á  cabo  sus  planes  de  desorganización  general,  subs- 
"  tituyóal  tribunal  designado  por  la  constitución,  un  tribu- 
"  nal  desconocido  por  ella  misma,  y  compuesto  de  individuos 
"á  propósito  para  realizar  aquellos  planes.  V.  ID.,  corno  en - 
"  cargado  de  la  conservación  y  observancia  de  la  ley  funda- 
"  mental  de  la  nación,  no  pudo  permitir  esos  atentados  y 
"  dispuso  la  cesación  de  este  tribunal  revolucionario,  previ- 
"  niendo  al  mismo  tiempo  que  nosotros  volviéramos  á  ejercer 
"  nuestros  cargos.  La  patria  recordará  siempre  con  placer 
"  este  hecho,  entre  otros  muchos,  para  reconocer  en  V.  E.  el 
"  sostenedor  de  su  constitución  y  leyes,  así  como  lo  procla- 


1  Véase  "El  Telégrafo,"  periódico  oficial  del  día  9  de  agosto,  núm.  123,  donde  obra 
este  documento  con  su  parte  expositiva,  y  la  resolutiva  que  dice : 

Art.  1?  Se  separan  inmediatamente  los  suplentes  que  hoy  funcionan  en  las  salas  de 
la  suprema  corte  de  justicia. 

Art.  2?  Los  ministros  de  ese  supremo  tribunal  que  han  estado  suspensos,  volverán  á 
ejercer  su  cargo. 

De  suprema  orden  lo  comunico,  etc. 


556 

"  ma  el  defensor  de  su  independencia  y  libertad.  Nosotros 
"  en  lo  particular  damos  las  más  expresivas  gracias  por  el 
"  buen  concepto  que  le  merecemos,  según  lo  manifiesta  su 
"citado  supremo  decreto;  y  reconocidos  á  esta  distinción, 
11  protestamos  á  V.  B.  que  nos  empeñaremos  cada  vez  más 
"  y  más  para  corresponder  mejor  á  la  confianza  con  que  nos 
"  honró  la  nación  al  nombrarnos  magistrados  de  la  suprema 
11  corte  de  justicia." 

¡Onán  injusto  y  ciego  es  siempre  oi  espíritu  de  partido! 

Los  actos  electorales  se  verificaron  en  los  Estados,  como 
era  natural,  y  conforme  lo  previnieron  las  disposiciones  dic 
tadas  al  efecto.  Los  diputados,  con  arreglo  á  las  leyes  de  los 
respectivos  Estados,  fueron  elegidos  en  el  número  que  exi- 
gía la  base  de  población  y  para  el  tiempo  señalado  á  la  reu- 
nión del  sexto  congreso  constitucional.   Las  legislaturas  par 
ticulares  también  eligieron  los  dos  senadores  que  correspon- 
dían á  cada  Estado;  por  consiguiente,  elegidos  ios  miembros 
de  cada  cámara,  quedaron  dispuestos  para  la  reunión  ó  ins 
talación  del  cuerpo  legislativo  que  debía  funcionar  en  enero 
de  1835. 

Yo,  al  tocar  esta  materia,  y  cumpliendo  ini  propósito,  de- 
bo manifestar  que  en  este  tiempo  recibí  del  Estado  de  Za- 
catecas el  honor  y  nueva  prueba  de  confianza  que  me  dio, 
reeligiéndome  para  su  representante  en  la  cámara  de  sena- 
dores; siendo  esta  vez  la  quinta  elección  popular  con  que  se 
me  distinguía  por  el  pueblo  zacatecauo. 


557 


CAPÍTULO  III. 


JBiienn  posición  política  de  la  unción  en  1835. —  Nuevo  ministerio. —  Ins- 
talación del  sexto  congreso  general. —  Iiiceucia  concedida  al  presiden- 
te de  la  república,  sin  admitirle  la  renuncia  que  hizo. 


En  1835,  al  principiar  el  año,  presentaba  la  república  un 
satisfactorio  estado  de  tranquilidad  y  auguraba  una  buena 
posición  política,  por  haber  cesado  la  discordia  civil  arma- 
da, y  por  lo  menos,  dejaba  de  correr  la  sangre  mexicana  en 
los  campos,  siendo  tan  lisonjera  la  situación,  que  hasta  los 
sucesos  de  la  fortaleza  de  San  Juan  de  Ulna  que  tuvieron 
lugar  en  fines  del  mes  de  febrero,  terminaron  en  10  de  mar- 
zo, sometiéndose  los  promotores  de  la  sublevación  á  la  obe- 
diencia del  gobierno. 

Verificadas  por  las  cámaras  en  diciembre  del  año  ante- 
rior las  juntas  preparatorias  de  ley,  abrió  sus  sesiones  y  se 
declaró  instalado  el  sexto  congreso  general  de  la  federación 
mexicana.  Importantes  fueron  los  discursos  de  apertura  y 
las  comunicaciones  que  le  precedieron,  cambiadas  entre  el 
presidente  de  la  república  y  algunos  Estados,  pudiendo  ver- 
se con  extensión  en  el  periódico  oficial  titulado  "El  Telé- 
grafo." 

En  enero  de  1835  se  verificaron  diversos  cambios  en  los 
ministerios.  Se  hicieron  cargo  respectivamente  de  las  carte- 
ras de  guerra,  hacienda  y  justicia,  D.  José  María  Tornel,  D. 
Mariano  Blasco  y  D.  Agustín  Torres  Guzmán;  salió  Lom- 
bardo de  relaciones  y  entró  Gutiérrez  Estrada.  Lombardo 
fué  al  tribunal  de  guerra,  y  volvió  Ortiz  Monasterio  á  la  ofi- 
cialía mayor.  Eu  varios  Estados  cambiaron  los  gobernado- 
res, y  en  el  de  Zacatecas  fué  muy  sentida  la  separación  de 


558 

García,  aunque  le  sucedió  D.  Manuel  González  Cosío,  que 
fué  su  secretario  en  el  período  constitucional  que  concluyó. 
Seguramente  fué  para  García  mny  satisfactoria  y  muy  gra- 
ta la  manifestación  pública  que  al  separarse  del  gobierno  en 
lo  particular  y  por  la  prensa  se  hizo  para  perpetuar  la  me- 
moria de  su  administración,  según  se  consignó  en  la  "Gace- 
ta del  Estado,"  tributándole  la  mayor  consideración  y  apre- 
cio por  sus  servicios. 

Queda  ya  dicho  que  en  27  del  propio  mes  de  enero  se  des- 
conoció por  formal  decreto  el  gobierno  de  D.  Valentín  Gómez 
Farías.  Algunos  Estados  se  anticiparon  é  hicieron  esta  mis- 
ma declaración  por  su  parte.  Verificaron  diversos  cambios 
en  lo  personal  de  sus  gobernadores,  separándose  unos  por 
haberse  cumplido  el  período  constitucional,  y  otros  por  re- 
nuncia. 

ÍTo  ofreció  la  época  administrativa  en  que  nos  ocupamos 
otros  hechos  notables  que  los  mencionados.  Hubo,  sin  em- 
bargo, y  son  de  considerarse,  las  indicaciones  esforzadas  y 
representaciones  enérgicas  de  considerable  número  de  ciu- 
dadanos, que  publicó  la  prensa  de  la  república,  pidiendo  la 
variación  de  la  forma  de  gobierno.1  Hubo  en  7  del  mes  de 
septiembre,  y  se  publicó  un  decreto  expreso  del  gobierno  en 
que  se  previno  la  solemne  festividad  del  día  11  del  propio 
mes,  aniversario  de  la  victoria  de  Tampico,  que  tanto  honor 
y  lustre  dio  á  las  armas  de  México,2  y  cuya  solemnidad  se 
había  desatendido;  y  hubo,  en  fin,  la  exposición  y  renuncia 
que  hizo  el  general  presidente  el  día  22  de  enero,  que  pro- 
dujeron la  concesión  de  una  licencia  sin  admitir  la  renuncia. 
Dirigió  el  presidente  al  congreso  general  con  tal  motivo  la 
importante  alocución  que  dice: 

"  Al  retirarme  del  gobierno  á  disfrutar  de  la  licencia  que 


1  Véase  "El  Tiempo,"  periódico  del  día  5  de  septiembre,  núin.  65. 

2  Véase  el  mismo  periódico,  núm.  67. 


559 

"  tuvo  á  bien  concederme  el  congreso  nacional,  he  preveni- 
"  do  á  los  secretarios  del  despacho  que  presenten  á  mi  norn- 
"  bre  á  los  ilustres  representantes  del  pueblo,  el  cuadro  que 
"  recuerda  las  glorias  que  los  valientes  soldados  de  la  patria 
"  obtuvieron  en  Tampico  sobre  los  enemigos  de  la  indepen- 
"  dencia. 

"  Ruego  á  las  augustas  cámaras  que  lo  manden  colocar 
"  en  uno  de  los  salones  de  sus  sesiones,  para  que  sirva  de 
"  testimonio  á  cuantos  concurran  á  escuchar  los  oráculos 
"  de  su  sabiduría,  de  que  los  mexicanos  saben  pelear,  vencer 
"  ó  morir  en  defensa  de  sus  sacrosantos  derechos. 

"  Satisfago  así  á  lo  que  debo  á  la  gloria  de  mis  compa- 
"  ñeros  de  armas  en  once  de  septiembre  de  mil  ochocientos 
"  veintinueve,  y  á  lo  que  exige  mi  reconocimiento  á  los  pa- 
"  dres  y  representantes  de  la  nación. 

"  Protesto  de  nuevo  á  las  augustas  cámaras  mi  más  pro- 
"  fundo  respeto  y  adhesión." 

En  la  sesión  siguiente  veremos  cómo  se  cumplió  con  la 
entrega  del  cuadro  de  la  victoria  de  Tampico,  cuya  donación 
acabamos  de  mencionar.  Veremos  acontecimientos  impor- 
tantes que  ya  se  traslucen  al  considerar  las  indicaciones  y 
representaciones  de  que  poco  ha  hemos  hablado,  pues  que 
se  anuncian  en  ellas  los  sucesos  mismos,  con  posterioridad 
confirmados. 

Baste  lo  dicho  en  este  lugar  y  sigamos  expresando,  que 
el  congreso  concluyó  la  interesaute  discusión  sobre  conceder 
una  amnistía  amplia  y  general  que  llegó  á  ser  ley  y  regir 
como  tal,  favoreciendo  á  muchos  desgraciados. 

El  General  D.  Miguel  Barragán,  fué  electo  presidente  in- 
terino el  día  28  de  enero  ya  citado  en  la  forma  constitucio- 
nal, y  habiendo  prestado  el  juramento,  entró  al  ejercicio  del 
supremo  poder  ejecutivo  de  la  nación. 

Antes  de  pasar  adelante,  y  consecuente  con  mi  plan  pro- 
puesto, séanie  lícito  referir  que  en  la  sesión  de  la  cámara  de 


560 

diputados  del  día  17  del  repetido  enero,  y  en  la  acta  respec- 
tiva, consta  lo  siguiente: 

"  Se  dio  segunda  lectura  y  puso  á  discusión,  el  dictamen 
"  de  la  comisión  revisora  de  las  actas  de  elección,  hecha  por 
"  las  legislaturas  de  los  Estados  para  cubrir  la  vacante  del 
"  Sr.  Yáñez  en  la  suprema  corte  de  justicia.- 

La  proposición  con  que  termina  dice  así:  "  El  ciudadano 
"José  María  de  Boeanegra,  está  elegido  en  la  forma  cons- 
"  titucioual  para  cubrir  en  la  suprema  corte  de  justicia  de  la 
"federación  el  lugar  en  ella  vacante,  por  la  muerte  del  Sr. 
"  D.  José  Isidro  Yáñez. 

"  Suficientemente  discutido,  hubo  lugar  á  votar  en  vota- 
"  ción  económica,  y  del  mismo  modo  fué  aprobada." 

Se  publicó  y  circuló  en  la  forma  acostumbrada  ei  decreto1 
expedido  el  día  de  la  elección,  publicado  también  en  bando 
del  21  del  repetido  mes  de  enero.  Verifiqué  por  consiguiente, 
mi  separación  de  la  cámara  del  senado,  y  pasé  á  la  corte  su- 
prema de  justicia,  entrando  en  el  desempeño  de  la  magistra- 
tura con  que  me  honró  el  voto  unánime  del  cuerpo  electoral 
de  la  nación,  que  como  es  sabido,  lo  formaban  los  congresos 
particulares  de  los  Estados.  Todos  los  que  se  reunieron  vo- 
taron por  unanimidad  en  mi  favor,  con  la  circunstancia  es- 
pecial de  que  no  habiéndose  podido  reunir  las  legislaturas 
en  el  número  legal,  dos  veces  que  fueron  convocadas  al  efec- 
to, se  repitió  por  tercer  decreto  la  convocatoria  y  la  elección, 
y  en  las  tres  obtuve  siempre  la  unanimidad  de  las  que  vota- 
ban, hasta  llegar  en  la  última  á  reunir  el  número  de  las 
quince  siguientes:  Yucatán,  San  Luis  Potosí,  México,  Oaxa- 
ca,  Zacatecas,  Jalisco,  Ooahuila,  Sinaloa,  Nuevo  León,  Sono- 
ra, Veracrnz,  Querétaro,  Durango,  Michoacán  y  Puebla;  ad- 
virtiendo por  mi  propio  honor,  que  no  sólo  fué  unánime  el 
voto  general  de  las  legislaturas,  sino  el  individual  de  los  di- 

1  Véase  la  recopilación  de  Arrillaga,  tomo  de  enero  á  diciembre  de  1835,  pág.  29. 


561 

putados  que  las  componían,  según  aparece  de  las  actas,  que 
para  evitar  difusión  se  omiten.  En  la  postulación  y  candi- 
datura á  mi  favor  me  honró  la  prensa  en  general  y  los  pe- 
riódicos en  particular.  La  primera  publicó  dos  impresos,  pre- 
sentando al  público  y  recomendando  mi  carrera  literaria  y 
pública,  y  los  segundos  en  número  de  diez  y  seis  que  se  pu- 
blicaban en  la  época,  también  tomaron  á  su  cargo  y  en  todos 
los  Estados  el  promover  y  sostener  que  la  vacante  del  Sr. 
Yáñez  se  llenase  con  el  que  esto  escribe.  Así  fué  como  ya 
queda  explicado. e  Entremos  al  siguiente  título,  dando  noti- 
cia de  las  personas  que  tuvieron  á  su  cargo  en  la  época  men- 
cionada las  secretarías  del  despacho. 

1  Candidato  dalos  federalistas.  —  Recuerdos á  las  legislaturas.  —  Periódicos  "Gaceta 
de  Zacatecas." — "Bandera  de  Guadalajara." — "El  Fénix," — "El  Demócrata." — "El  Cen- 
sor de  Veracruz." — "La  Sombra  de  Washington,"  de  Morelia. — "Gaceta  de  Tampico." 
— "La  Aurora  de  la  Libertad." — "La  Lima  de  Vulcano." — "El  Reformador." — "El  Ba- 
luarte de  la  Libertad." — "El  Baluarte  de  la  ley." — "El  Termómetro." — "La  Atalaya." 
— "Gaceta  de  Coahuila  y  Texas." — Documento  núm,  5,  en  el  cual  se  insertan  varias  pie- 
zas relativas  á  esta  elección. 


Tomo  II.— 71 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1834  abril    24  D.  Francisco  María  Lom- 

bardo  22    enero    1835 

1835  enero  23  D.  José  María  Gutiérrez  Es- 

trada   27    enero    1835 


JUSTICIA. 

1834   abril    24  D.  Andrés  Quintana  Boo..  1?    julio     1834 

„  julio  2  Sr.  obispo  D.  Juan  Cayeta- 
no Portugal 25  nvbre.      ,, 

„  nvbre.    26  D.  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.  B 27   enero   1835 


GUERRA  Y  MARINA. 

1834    abril    24  D.  José  Joaquín  Herrera. .  16  agosto  1834 

1834  agosto  17   L>.  Ignacio  Moray  Villamil, 

O.  M.E 1?  dicbre.  1834 

„     dicbre.   2  D.  José  María   Tornel,   O. 

M.E 2    enero    1835 

1835  enero     3  El  mismo,  como  ministro 27    enero   1835 


563 


HACIENDA. 

1834  abril    23  D.  Juan  José  Corral,  O,  M.E.    4    mayo    1834 
„    mayo      5  D.  Javier  Echeverría 1?    stbre.       „ 

„     stbre.      2  D,  Joaquín  Lebii ja 13  octubre     „ 

„  octubre  14  D.  Pablo  Gómez  Valdez...  1?  (liebre.      „ 
„    diebre.     2  D.Francisco  María  Lombar- 
do  31       „  „ 

1835  enero  1?  D.  José  Mariano  Blasco...  27    enero    1835 


APÉNDICE  AL  TITULO  XI. 


Documento  Nám.  1. 


Protesta  que  hace  la  guarnición  de  Puebla  de  sostener  ilesa  y  sin  tolerancia 
de  otra  alguna,  la  religión  católica,  apostólica,  romana,  así  como  la  for- 
ma de  gobierno. 


La  parte  expositiva  contiene  los  fundamentos  que  sirven  para 
deducir  los  artículos,  y  consisten:  en  protestar  la  sencilla  verdad  de 
sostener  los  objetos  y  fines  del  plan  sin  proteger  los  defectos  y  las 
faltas;  en  que  las  reformas  se  intentaron  extemporáneamente  y  con- 
trariando la  voluntad  nacional ;  y  en  fin,  en  que  peligraba  la  existen- 
cia de  la  forma  de  gobierno  adoptada  por  la  república. 

Art.  1?  Las  brigadas  de  artillería  de  á  pie  y  de  á  caballo,  con  los 
batallones  primero,  segundo,  veinte  y  veinte  y  seis  de  la  milicia  cí- 
vica de  esta  capital,  ratificau  solemnemente  el  juramento  que  tienen 
prestado,  de  sostener  ilesa  y  sin  tolerancia  de  otra  alguna,  la  reli- 
gión católica,  apostólica,  romana  que  adoptaron  la  nación  y  el  Estado 
en  los  artículos  terceros  de  sus  respectivas  cartas  fundamentales. 

2o  Del  mismo  modo  reiteran  el  de  conservar  y  defender  á  todo 
trance  la  forma  de  gobierno  de  república  representativa  popular  fe- 
deral, sancionada  también  por  los  referidos  códigos  en  sus  artículos 
4?  del  general  y  25?  del  particular. 

3?  En  consecuencia,  resistirán  toda  ley,  decreto,  providencia  ú 
orden  que  tienda  á  alterar  el  dogma  ó  la  disciplina  de  la  iglesia  tal 


566 

cual  hasta  el  día  se  conserva,  ó  á  trastornar  de  cualquiera  manera  el 
sistema  de  gobierno  indicado. 

4o  Por  estos  mismos  principios  protestan  respetar,  sostener  y 
obedecer  á  los  supremos  poderes  de  la  federación  y  del  Estado  en 
todas  sus  deliberaciones,  que  no  choquen  con  las  bases  de  este  plan, 
y  á  las  demás  autoridades  legítimamente  constituidas. 

5o  Los  cuerpos  que  lo  suscriben,  y  los  más  que  lo  adopten  en  el 
Estado,  se  sujetarán  á  las  órdenes  del  Ex.cmo.  Sr.  gobernador  y  Co- 
mandante General  D.  Cosme  Fúrlong,  á  quien  se  excitará  por  todos 
los  medios  que  dicte  la  felicidad  común,  á  recibir  su  mando,  con  los 
demás  encargos  que  á  él  son  anexos. 

6?  Por  conducto  del  mismo  Sr.  Excmo.  se  agenciará  de  las  au- 
gustas cámaras  y  legislatura  del  Estado,  una  medida  que  ponga  fin 
al  torrente  de  innovaciones  eclesiásticas,  que  bajo  el  nombre  de  re- 
formas se  agitan  en  sus  senos,  bajo  el  seguro  de  que  tan  luego  como 
se  consiga,  los  cuerpos  pronunciados  cesarán  en  su  actitud  hostil  de- 
fensiva, y  prestarán  cuantos  servicios  se  les  exijan  para  el  sostén 
de  los  objetos  proclamados,  como  hasta  aquí  lo  han  hecho. 

7o  Como  no  dudan  los  expresados  cuerpos,  de  la  uniformidad  de 
sentimientos  que  en  esta  materia  animan  á  los  ayuntamientos,  au- 
toridades del  Estado  y  resto  de  su  milicia  cívica,  se  les  dirigirán  por 
extraordinario  violento  las  correspondientes  excitaciones,  para  que 
lo  secunden  en  todas  sus  partes ;  y  por  el  correo  ordinario  se  remi- 
tirán copias  de  este  plan  á  los  demás  Estados  de  la  federación  para 
su  conocimiento. 

8?  Los  empleados  del  Estado,  así  civiles  como  militares,  y  de 
cualquiera  nombramiento,  que  no  se  adhieran  á  este  plan,  tan  justo 
cuanto  lo  demuestran  los  artículos  1?  y  2o,  seráu  depuestos  de  sus 
empleos  y  extrañados  del  Estado. 

9?  Siendo  tan  sano  el  fin  á  que  se  dirige  su  combinación,  sin  re- 
lación á  personas,  sino  sólo  á  los  priucipios  que  quedan  sentados,  se 
desconoce  el  pronunciamiento  de  Orizaba  y  Córdoba,  y  cualquiera 
otro  que  tienda  á  los  mismos  objetos,  mientras  no  se  restituyan  las 
autoridades  depuestas  y  se  emprenda  la  marcha  que  determina  este 
plan. 

10?  Si  así  no  fuere,  se  comprometen  los  cuerpos  que  suscriben, 
según  lo  que  tienen  ofrecido  en  el  artículo  6°.,  á  cumplir  por  su  parte 


567 

las  disposiciones  de  esta  honorable  legislatura,  relativas  á  la  restitu- 
ción de  la  tranquilidad  en  el  Estado  de  Veracruz. 

13°  La  guarnición  de  la  capital  y  demás  puntos  del  Estado  en 
que  sea  necesario  para  conservar  su  paz  y  quietud  interior,  ahora  y 
en  todo  tiempo  continuará  cubriéndose  y  exclusivamente  por  su  mi- 
licia cívica,  y  pagándose  do  sus  fondos  como  se  ha  hecho  hasta  hoy, 
desde  que  así  lo  dispuso  el  supremo  gobierno  federal  por  su  circular 
de  6  de  noviembre  último. 

12?  Los  jefes  y  oficiales  sueltos  del  ejército  permanente  que  se 
hallen  en  el  Estado  á  la  fecha  de  este  pronunciamiento,  y  los  demás 
empleados  de  la  federación,  si  no  lo  secundasen  dentro  de  doce  horas, 
saldrán  de  él  en  el  término  de  veinte  y  cuatro. 

13?  Este  pronunciamiento  en  nada  coarta  la  libertad  de  la  hono- 
rable legislatura  y  del  Excmo.  consejo  para  ocuparse  de  sus  delibe- 
raciones ulteriores. 

Puebla,  11  de  mayo  de  1834. — El  inspector  de  la  milicia  cívica, 
José  Mariano  García  Méndez. — Teniente  Coronel  Comandante  de  la 
Brigada  de  á  pie,  José  Cayo  Navarro. — Primer  Ayudante,  Joaquín 
Feytal,  Director  general  del  parque. — Como  encargado  del  detall, 
José  María  Alvarez. — Por  la  clase  de  Capitanes,  Juan  Torre. — Por 
la  de  Tenientes,  Manuel  Domínguez. — Por  la  de  Subtenientes,  Luis 
Azomosa. — Por  la  de  sargentos,  José  Crespo. — Por  la  de  cabos,  José 
Martínez. — Por  la  de  soldados,  José  Pérez. — Primer  Ayudante  de 
la  de  á  caballo,  Francisco  R.  Alvarado. — Por  la  clase  de  Capitanes, 
Tomás  Macías. — Por  la  de  Tenientes,  Joaquín  Ochoa. — Por  la  de  Al- 
féreces, Agustín  Ortiz. — Por  la  de  sargentos,  José  María  Lozada. — 
Por  la  de  cabos,  Alejandro  Sevilla. — Por  la  de  soldados,  Manuel  As- 
torga. — Teniente  Coronel  Comandante  del  primer  batallón,  José  An- 
tonio Grajales. — ("orno  encargado  del  detall,  Joaquín  Ureña. — Por 
la  clase  de  Capitanes,  Joaquín  María  Bahamonde. — Por  la  de  Tenien- 
tes, Aparicio  Saavedra. — Por  la  de  Subtenientes,  José  Mariano  Saa- 
vedra. — Por  la  de  sargentos,  Albino  Campos. — Por  la  de  cabos,  José 
de  Jesús  Jiménez. — Por  la  de  soldados,  Mariano  Zerón. — Coronel 
del  segundo  batallón,  José  Rafael  Isunza. — Primer  Ayudante,  José 
María  Espino. — Por  la  clase  de  Capitanes,  José  Mariano  Esparza. — 
Por  la  de  Tenientes,  José  Mariano  Arroyo. — Por  la  de  Subtenientes, 
José  de  Jesús  García. — Por  la  de  sargentos,  Tomás  Bárrales. — Por 


568 

la  de  cabos,  Cayetano  Campia. — Por  la  de  soldados,  José  María  Fa- 
ció.— Coronel  del  batallón  vigésimo,  Manuel  Kero. — Teniente  Coro- 
nel, Agapito  Casasola. — Como  encargado  del  detall,  Gregorio  Enci- 
nas.—  Por  la  clase  de  Capitanes,  Mariano  Romero.  —  Por  la  de 
Tenientes,  José  María  Amaro. — Por  la  de  Subtenientes,  José  María 
Arredondo. — Por  la  de  sargentos,  Francisco  Gaona. — Por  la  de  ca- 
bos, Doroteo  Lascari. — Por  la  de  soldados,  José  Reyes. — Coronel 
del  batallón  vigésimosexto,  José  Várela. — Teniente  Coronel,  José 
Mariano  Ortiz.— Primer  Ayudante,  Francisco  Murillo. — Por  la  clase 
de  Capitanes,  José  María  Calderón. — Por  la  de  Tenientes,  José  Mu- 
rillo.— Por  la  de  Subtenientes,  Pedro  Astorga. — Por  la  de  sargentos, 
Miguel  Chávez. — Por  la  de  cabos,  Paulino  Valero. — Por  la  de  solda- 
dos, Antonio  Vargas. — Teniente  Coronel  Comandante  de  la  Briga- 
da de  á  caballo,  José  Francisco  Aspiroz,  secretario. 


Documento  Nám.  2. 


Acta  celebrada  en  Jalapa  á  consecuencia  del  pronunciamiento  del  pueblo  jalapeño, 
unido  con  el  de  Coatepec  y  otros  de  las  inmediaciones. 


La  junta  popula!*,  reunida  ayer  en  la  sala  capitular,  compuesta  do 
la  mayoría  de  individuos  del  ayuntamiento,  del  señor  cura  párroco, 
del  comandante  de  la  sección  militar,  del  individuo  nombrado  por  el 
pueblo  para  interlocutor  en  sostener  el  pronunciamiento  hecho  en 
el  mismo  día,  de  las  personas  nombradas  en  comisión  por  el  mismo, 
de  los  jefes  de  las  oficinas,  asesor  del  cantón  y  de  otras  personas 
respetables  de  prestigio  público  que  invitó  el  ayuntamiento,  todos 
bajo  la  presidencia  del  jefe  del  departamento,  eligieron  de  común 
acuerdo  cinco  individuos  de  su  seno  para  redactar  los  artículos  con- 


569 

venientes  que  deben  observarse  de  hoy  en  adelante  á  efecto  de  man- 
tener la  tranquilidad  pública  y  buen  orden,  quedando  reconocidas 
las  autoridades  en  quienes  desde  hoy  deposita  el  pueblo  su  confian- 
za, cuyos  artículos  han  de  formarse  sobre  las  bases  del  pronuncia- 
miento, que  están  en  consonancia  con  el  de  Orizaba,  desconociendo 
toda  ley  publicada  por  el  congreso  de  la  unión  ó  del  Estado,  que  ata- 
que á  la  constitución  en  materia  de  la  religión  católica,  apostólica, 
romana  que  profesamos,  y  el  desconocimiento  también  de  los  fun- 
cionarios públicos  marcados  por  el  pueblo  por  su  desafección  á  es. 
tos  principios  y  el  aborrecimiento  general  á  que  se  hayan  hecho 
acreedores. 

La  comisión  nombrada,  después  de  haberse  mantenido  cuatro 
horas  en  combinar  los  derechos  sagrados  del  pueblo,  sin  barrenar  la 
constitución,  única  áncora  de  nuestra  salvación  política,  con  las  pro- 
videncias necesarias  del  buen  orden  para  mantener  el  público  sosie- 
go, presentó  los  artículos  siguientes: 

Io  Se  reconocerá  como  protector  de  la  religión  católica  apostólica 
romana  al  Escmo.  Sr.  General  presidente  de  la  república  D.  Antonio 
López  de  Santa- Anua,  según  lo  previene  la  constitución  en  su  ar. 
tículo  3?  y  el  4o  de  la  acta  constitutiva. 

2?  En  consecuencia,  se  le  suplica  al  ciudadano  presidente  de 
la  república  que  en  uso  de  sus  facultades  inicie  á  las  cámaras  de  la 
unión  la  revocación  de  todos  los  decretos  que  intenten  contrariar 
la  religión  que  profesamos,  quedando  entretanto  sin  efecto. 

3?  Como  los  precedentes  artículos  no  son  más  que  una  emanación 
de  la  constitución  general  de  la  república,  previniendo  ésta  en  su  de- 
creto núm.  163,  que  todo  funcionario  público  antes  de  tomar  posesión 
de  su  destino  debe  prestar  juramento  de  guardar  esta  constitución, 
ja  comisión  cree  que  el  ayuntamiento,  en  cumplimiento  de  su  deber, 
no  puede  en  alguna  manera  contrariarlos,  quedando  en  el  caso  con- 
trario á  la  deliberación  de  la  junta. 

4o  El  pueblo  jalapeño  se  obliga  á  sostener  estos  artículos. 

Los  que  fueron  aprobados  sin  discusión  con  aplauso  general  del 
mismo  pueblo  que  concurrió  á  la  galería,  menos  el  que  trata  de  que 
sigan  funcionando  la  municipalidad  toda  y  el  alcalde  primero,  sobre 
quien  especialmente  está  prevenida  la  generalidad  del  pueblo  j  pi- 
diendo los  concurrentes  á  la  galería  con  festinación  y  clamores  de 

TomoII.  — -72 


570 

irritación,  que  si  se  despreciaban  sus  esfuerzos  petitorios  sobre  este 
particular,  acaso  se  precipitarían  á  mayores  excesos  con  los  indivi- 
duos aborrecidos  que  están  en  la  municipalidad. 

No  bastando  las  persuasiones  del  señor  cura  párroco  que  explicó 
así  al  pueblo  con  recomendable  elocuencia,  ni  las  expresiones  de 
convencimiento  del  ciudadano  Rafael  Navarrete  para  aplacar  la  fes- 
tinación, después  do  hacer  dimisión  de  sus  destinos  en  obsequio 
de  la  tranquilidad  el  alcalde  primero  y  regidores  presentes,  se  puso 
en  frente  de  la  multitud  el  jefe  político,  pidió  aclaración  sobre  si  re- 
conocía su  autoridad,  contestando  afirmativamente  el  pueblo  con 
gritos  generales  de  aprobación,  le  interrogó  que  explicasen  ¿si  to- 
dos los  individuos  de  la  municipalidad  les  eran  sospechos?  A  que 
contestaron :  que  á  excepción  de  los  tres  alcaldes  segundo,  tercero  y 
cuarto,  no  tenían  confianza  de  los  demás  capitulares. 

Como  único  medio  de  restablecer  el  orden  y  que  permaneciese 
el  sosiego  público,  ofreció  el  jefe  gubernativo  que  desde  luego  que. 
daban  separados  los  capitulares  marcados,  y  que  por  el  orden  legal 
se  relevarían,  encargándoles  se  retiraseu  guardando  el  mejor  or 
den,  como  lo  ejecutaron  inmediatamente,  manifestando  con  repiques 
de  campanas  y  con  vivas  su  regocijo,  sin  observarse  la  menor  altera- 
ción en  el  resto  de  la  noche. 

En  consecuencia,  se  fijarán  hoy  los  anuncios  oportunos  para  pro- 
ceder á  la  elección  popular  de  ayuntamiento  en  dos  juntas  que  se 
celebrarán  el  16  y  el  18  del  corriente. 

Se  remitirá  copia  de  esta  acta  directamente  al  Excmo.  Sr.  Gene- 
ral presidente,  duplicándosela  por  conducto  del  gobierno  del  Estado, 
y  se  publicará  en  este  día  eu  forma  de  bando,  fijándose  un  ejemplar 
en  el  paraje  más  público. 

Se  comunicará  esta  acta  á  todos  los  pueblos  del  departamento 
y  á  las  autoridades  de  Orizaba. 

El  señor  comandante  militar,  invitado  y  comprometido  por  el  pue- 
blo jalapeño,  ha  unido  sus  votos  á  los  de  los  ciudadanos  pronuncia 
dos,  bajo  la  inteligencia  de  dar  cuenta  inmediatamente  por  extraor- 
dinario al  Excmo.  Sr.  presidente  de  la  república,  á  quien  se  le 
suplicará  se  digne  acordar  quede  mandando  á  todas  las  fuerzas  de 
esta  ciudad  dicho  señor  comandante  militar,  y  su  segundo  eu  jefe  el 
Sr.  coronel  graduado  que  fué  del  octavo  regimiento  D,  Rafael  Na- 
varrete, á  quien  la  junta  ha  investido  de  este  carácter. 


571 

Con  lo  que  se  concluyó  esta  acta,  que  firmaron  todos  los  señores 
presentes. 

Jalapa,  Mayo  15  de  1834.  —  Dionisio  Camacho. — José  A.  To- 
rrens. —  Gabriel  Palacio.  —  Sebastián  Camacho. — Juan  Francisco 
Barcena. — Antonio  Baez. — Antonio  M.  Priani. — José  María  Bonilla. 
— Dionisio  Martínez. — Juan  Franco. — Luis  Uríbarri. — José  Cór- 
dova. — Francisco  Rosas. — Rafael  Navarrete. — Mariano  Campillo, 
Secretario. 

Es  copia  que  certifico.  Jalapa,  Mayo  16  de  1831. — Pedro  Llera, 
Secretario. 


Documento  Núm.  3. 


Acta  del  pronunciamiento  del  Estado  de  Oaxaca. 


¡Viva  la  federación,  la  religión  y  el  General  Santa- Anna! 

En  la  capital  del  Estado  libre  de  Oaxaca,  á  veinte  y  tres  de  Mayo 
de  mil  ochocientos  treinta  y  cuatro,  reunidos  en  el  convento  de  San- 
to Domingo  los  jefes  y  oficiales  de  la  guarnición  y  multitud  de  ciu- 
dadanos voluntarios  de  la  patria,  y  tomando  en  consideración  los 
graves  males  que  agobian  á  la  nación  mexicana  y  el  peligro  en  que 
se  halla  de  perder  su  religión  y  paz  para  siempre,  hubieron  de  con- 
venir unánimemente : 

1?  En  adoptar  el  plan,  que  para  el  sostenimiento  de  la  religión 
católica,  apostólica,  romana  y  de  nuestra  constitución,  se  proclamó 
en  Puebla  el  día  11  del  presente  mes. 

2?  Eu  proclamar  al  heroico  General  Santa -Anna  por  sostene- 
dor de  nuestra  religión  y  libertades  patrias. 

3?  En  desconocer,  como  que  contraría  la  voz  pública,  á  toda  cor- 


572 

poración,  jefe  ó  autoridad  que  se  oponga  al  presente  pronuncia- 
miento. 

4o  En  reconocer  y  obedecer  como  jefe  de  los  pronunciados  en 
esta  capital  al  teniente  coronel  D.  Andrés  Laflor. 

5o  E a  invitar  al  Sr.  General  de  brigada  D.  Antonio  de  León,  pa- 
ra que  haga  igual  pronunciamiento,  y  en  caso  que  así  sea,  reconocer- 
lo por  jefe  superior  de  todos  los  pronunciados  en  el  Estado. 

6?  En  respetar  y  proteger  las  autoridades  legítimamente  cons- 
tituidas que  adopten  este  plan. 

Io.  En  no  atentar  de  modo  alguno  contra  la  propiedad,  seguridad 
personal  y  opiniones  políticas  de  los  mexicanos. 

8o  En  oficiar  atenta  y  sumisamente  al  Excmo.  Sr.  presidente  de 
la  república,  poniéndonos  á  sus  respetables  órdenes,  para  que  como 
nos  ha  librado  tantas  veces  del  despotismo,  nos  libre  de  la  irreligio- 
sidad. 

9?  Que  esta  acta  se  circule  á  los  gobernadores  de  los  Estados  y 
legislaturas. 

Fuerte  de  Santo  Domiugo.  Dios,  federación  y  Santa- Auna. 

Oaxaca,  mayo  23  de  1834. — Andrés  Laflor. — Manuel  Lazo,  Te- 
niente Coronel. — José  María  Hernández,  primer  ayudante.  —  Co- 
mandante General,  Teniente  Coronel  de  Caballería,  Ignacio  Ortiz. 
— Como  mayor  de  Plaza,  Capitán  ciudadauo  José  Mariano  de  Toro. — 
Capitán  de  artillería  permanente,  Pedro  Ortiz. — Capitán  permanen- 
te, Manuel  Silva. — Teniente  permanente,  Lorenzo  Zamora. — ídem, 
Juan  Várela. — ídem,  Ángel  Vergara. — ídem,  José  María  Castellanos, 
del  batallón  activo  de  Oaxaca. — ídem,  Joaquín  Várela. — ídem,  José 
María  González,  del  batallón  de  Oaxaca. — Subteniente,  Pedro  Diez 
Bonilla. — ídem,  José  Ignacio  Labastida. — ídem,  Juan  Saturnino 
Callejas. — ídem,  Rafael  Herrera  y  Sovato. — ídem,  Miguel  Acevedo. 
— Teniente,  Trinidad  Franco. 

Es  copia  del  original.  Fuerte  de  Santo  Domingo.  Oaxaca,  mayo 
23  de  1834. — Andrés  de  Laflor. — Como  secretario,  Juan  Nepomuceno 
de  Toro. 


573 


Documento  Núin.  4. 


Acta  del  plan  de  pronunciamiento  de  la  villa  de  Cuernavaca. 


Sumergida  la  república  mexicana  en  el  caos  más  espantoso  de 
confusión  y  desorden  á  que  la  han  sujetado  las  medidas  violentas 
con  que  los  cuerpos  legislativos  han  llenado  este  período  de  sangre 
y  lágrimas,  desplegando  los  atentados  de  una  demagogia  absoluta 
sobre  la  destrucción  de  la  carta  fundamental  que  tantos  sacrificios 
ha  costado,  es  indispensable  manifestar  expresamente  la  realidad 
de  los  votos  que  emiten  los  pueblos,  para  que  se  apliquen  remedios 
exactos  y  positivos  que  basten  á  calmar  los  males  y  destruir  la  exis- 
tencia de  las  logias  masónicas,  que  producen  el  germen  de  las  divi- 
siones intestinas. 

Considerando  igualmente  que  el  espíritu  de  reclamación  es  gene- 
ral y  unísono  en  todos  los  ángulos  de  la  república,  y  que  para  expre- 
sar este  concepto  á  que  da  lugar  la  conducta  de  las  legislaturas,  no  se 
necesario  pormenorizar  hechos  que  por  su  misma  naturaleza  han 
producido  la  dislocación  general  de  todos  los  vínculos  sociales;  la 
villa  de  Cuernavaca,  animada  de  las  más  sanas  intenciones,  y  con  el 
deseo  de  abrir  uua  nueva  era,  echando  un  velo  á  los  acontecimien- 
tos pasados,  manifiesta  libre  y  espontáneamente  sus  votos  por  me- 
dio de  los  artículos  siguientes: 

1?  Que  su  voluntad  está  en  abierta  repugnancia  con  las  leyes  y 
decretos  de  proscripción  de  personas,  las  que  se  han  dictado  sobre 
reformas  religiosas,  la  tolerancia  de  las  sectas  masónicas  y  con  to- 
das las  demás  disposiciones  que  traspasan  los  límites  prescritos  en 
la  constitución  general  y  en  las  particulares  de  los  Estados. 

2o  Que  es  conforme  á  esta  misma  voluntad  y  al  consentimiento 
del  pueblo,  que  no  pudiendo  funcionar  el  congreso  general  y  legis- 
laturas particulares  sino  en  virtud  de  las  facultades  que  les  prescri- 


574 

ben  sus  respectivas  constituciones,  todas  las  leyes  y  providencias 
que  han  dictado  saliéndose  notoriamente  fuera  de  aquel  círculo,  de- 
ben declararse  nulas,  de  ningún  valor  ni  efecto,  y  como  si  hubieran 
emanado  de  alguna  persona  privada. 

3?  Que  el  pueblo  reclama  respetuosamente  la  protección  de  estas 
bases  justas  y  legales  al  Excmo.  Sr.  presidente  de  la  república  D  • 
Antonio  López  de  Santa- Auna,  como  única  autoridad  que  hoy  se 
halla  en  la  posibilidad  de  dispensarla. 

4o  El  pueblo  declara,  que  no  han  correspondido  á  su  confianza 
los  diputados  que  han  tomado  parte  en  la  sancióu  de  las  leyes  y  de- 
cretos referidos;  y  espera  que  así  ellos,  como  los  demás  funcionarios 
que  se  han  obstinado  en  llevar  adelante  las  resoluciones  de  esta 
clase,  se  separen  de  sus  puestos  y  no  intervengan  ni  en  contra  ni  en 
favor  de  esta  manifestación  hasta  que  la  nación  representada  de  nue- 
vo, se  reorganice  conforme  á  la  constitución  y  del  modo  más  con- 
veniente á  su  felicidad. 

5?  Que  para  sostenimiento  de  las  providencias  que  dicte  el 
Excmo.  Sr.  presidente,  de  conformidad  con  las  ideas  que  van  expre- 
sadas, se  le  ofrece  la  eficaz  cooperación  de  la  fuerza  que  tiene  aquí 
reunida. 

Estos  artículos  han  sido  proclamados  por  el  pueblo  en  masa,  y 
otorgados  por  la  junta  que  al  efecto  se  ha  celebrado  por  el  ayunta- 
miento y  principales  vecinos  de  esta  villa;  por  lo  que  se  da  cuenta 
inmediatamente  al  Excmo.  Sr.  primer  magistrado  de  la  república, 
para  que  este  plan  obre  sus  efectos  en  su  superior  conocimiento. 

Cuernavaca,  25  de  mayo  de  1834. — Excmo.  Sr.  Ignacio  Echeverría. 
— José  Mariano  Campos,  secretario. 


575 


Documento  Núm.  5. 


"EL  CIUDADANO  RAMÓN  RAYÓN,  General  de  brigada  y  gober- 
viador  del  Distrito  federal. 

"  El  señor  oficial  mayor  de  la  secretaría  de  justicia  y  negocios  ecle- 
siásticos, encargado  de  su  despacho,  me  dice  en  oficio  de  10  del  co 
rriente  lo  que  sigue: 

"  El  Exorno.  Sr.  presidente  de  los  Estados  Unidos  mexicanos  se 
ha  servido  dirigirme  el  decreto  que  sigue: 

"  El  presidente  de  los  Estados  Unidos  mexicanos,  á  los  habitan- 
tes de  la  república,  sabed:  que  el  congreso  general  ha  decretado  lo 
siguiente: 

"  El  día  catorce  del  corriente  se  reunirán  las  dos  cámaras  del  con- 
greso general  para  abrir  las  actas  de  elecciones  hechas  por  las  legisla- 
turas de  los  Estados,  á  fin  de  cubrir  la  vacante  del  Sr.  D.  José  Yáñez 
en  la  suprema  corte  de  justicia. — José  Cirilo  Gómez  y  Anaya,  dipu- 
tado presidente. — Epigmenio  J.  Villa-nueva,  presidente  del  senado. — 
Lie.  Pedro  de  Ahumada,  diputado  secretario. — Manuel  Miranda,  sena- 
dor secretario." 

Por  tanto,  mando  se  imprima,  publique  y  circule  y  se  le  dé  el 
debido  cumplimiento.  Palacio  del  gobierno  federal  en  México,  á  10 
de  enero  de  1835. — Antonio  López  de  Santa- Anna. — A  D.  Joaquín  de 
Iturbide." 

Y  tengo  el  honor  de  comunicarlo  á  V.  S.  para  su  inteligencia. 
Dios  y  libertad.  México,  10  de  enero  de  1835. — Joaquín  de  Iturbi- 
de.— Sr.  gobernador  del  Distrito  federal." 

Y  para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  mando  se  publique  por  ban- 
do, en  esta  capital  y  en  la  comprensión  del  Distrito,  fijándose  en  los 
parajes  acostumbrados,  y  circulándose  á  quienes  toque  cuidar  de  su 
observancia. 


576 

Dado  en  México,  á  12  de  enero  de  1835. — Eamón  Bayón, — José 
Francisco  de  Alcántara,  secretario. 


La  comisión  nombrada  por  la  cámara  para  la  revisión  de  las  actas 
de  las  legislaturas  en  el  día  21  de  abril  del  año  próximo  pasado,  .se- 
ñalado por  el  gobierno  para  cubrir  la  vacante  que  ha  resultado  en  la 
suprema  corte  de  justicia,  por  la  muerte  del  Sr.  D.  José  Isidro  Yáñez, 
las  ha  examinado  con  la  detención  é  imparcialidad  que  demanda  la 
confianza  que  se  le  ha  dispensado,  y  en  su  desempeño  procede  á  dar 
cuenta  de  su  resultado. 

Ellas  son  quince  que  importan  tanto  como  las  tres  cuartas  partes 
de  su  totalidad,  y  aunque  una  de  ellas,  que  es  la  de  Sinaloa,  sufragó 
el  8  de  julio  siguiente,  dos  meses  y  días  después  del  señalado  por  el 
gobierno,  ni  esto  vició  el  acto  de  la  solemne  apertura,  de  los  pliegos, 
ni  después  sirve  de  estorbo  para  calificar  la  elección  y  numerar  ló* 
votos. 

No  vició  aquel  primer  acto  porque  las  tres  cuartas  partes  que  con- 
forme al  artículo  129  de  la  carta  deben  concurrir  para  la  apertura, 
legalmente  intervinieron,  como  que  hasta  entonces  se  trata  sólo  de 
pliegos  cerrados  de  las  legislaturas  en  sus  tres  cuartas  partes,  como 
lo  son  indispensablemente  quince,  respecto  de  las  veinte  que  hasta 
hoy  forman  la  federación  mexicana. 

Tampoco  vicia  aquel  defecto  la  clasificación  y  numeración  de  los 
votos,  porque  para  este  acto  posterior,  ya  el  artículo  siguiente  132 
sólo  requiere  la  mayoría  absoluta  de  los  sufragantes,  computada  por 
el  núu.ero  total  de  las  legislaturas;  y  como  aun  supuesto  aquel  vicio 
de  la  de  Sinaloa,  quedan  catorce  que  todas  uniformemente,  sin  vi- 
cio conocido  en  su  sesión,  votaron  en  el  día  señalado  por  el  gobierno 
al  Sr.  D.  José  María  Bocanegra,  es  muy  claro  que  la  comisión  ha 
debido  pasar  á  encargarse  de  las  calidades  personales  del  individuo. 

Las  reúne  de  público  y  notorio;  es  un  letrado  instruido  en  ia 
ciencia  del  derecho,  mayor  de  treinta  y  cinco  años  y  nativo  del  Es- 
tado de  Zacatecas,  donde  y  en  esta  capital  ha  vivido  constantemente 


577 

y  se  mantiene  hasta  hoy  en  el  legal  ejercicio  de  los  derechos  de  ciu- 
dadano. 

En  tal  concepto  la  comisión  concluye  poniendo  á  la  deliberación 
de  la  cámara  la  siguiente  proposición: 

"  El  ciudadano  José  María  Bocanegra  está  elegido  en  la  forma 
constitucional  para  cubrir  en  la  suprema  corte  de  justicia  de  la  fe- 
deración, el  lugar  en  ella  vacante  por  la  muerte  del  Sr.  D.  José  Isidro 
Yañez." 

México,  16  de  enero  de  1835. — Valentín. — Ahumada. — Lope. — 
Requena. — Moreno. — Picó.  —  Oyarzábal. — Dávila.  —  Escoto.  —  Var- 
gas.—  Cortina.  —  Carlos  María  Bustamante.  —  Castillo.  —  Vejo. — 
Anzorena. 

Es  copia. — Bocanegra. 


* 


Ministerio  de  justicia  y  negocios  eclesiásticos. 

Los  Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados  en  nota 
de  esta  fecha  me  dicen  lo  que  copio: 

"  Calificada  por  esta  cámara,  votando  por  Estados,  la  elección  he- 
cha por  las  legislaturas  de  ellos  en  21  de  abril  de  1834  para  llenar  la 
vacante  del  Sr.  D.  José  Isidro  Yáñez  en  la  suprema  corte  de  justicia 
de  la  federación,,  resultó  que  el  Sr.  D.  José  María  Bocanegra  obtuvo 
la  mayoría  absoluta  de  sufragios,  declarando  en  consecuencia  dicha 
cámara,  que  éste  último,  está  elegido  en  la  forma  constitucional,  pa- 
ra cubrir  la  expresada  vacante.  Y  tenemos  el  honor  de  comunicarlo 
á  V.  S.  para  los  fines  consiguientes." 

Y  Ib  traslado  á  V.  S.  para  su  satisfacción  y  á  fin  de  que  se  pre- 
sente á  prestar  el  juramento  de  estilo. 

Dios  y  libertad.  México  19  de  enero  de  1835. — Joaquín  de  Itarbide. 
— Sr,  Lie.  D.  José  María  Bocanegra. 


Tomo  ¿I.  —  73 


578 


Excinos.  Sres.: 

Por  el  ministerio  de  justicia  se  me  ha  dirigido  con  fecha  de  ayer 
la  comunicación  siguiente: 

"  Los  EE.  SS.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados,  etc." 

Tengo  el  honor  de  transcribirlo  á  VV.  EE.  para  que  elevándolo 
por  su  respetable  conducto  á  esa  augusta  cámara,  ella  se  digne  no 
llevar  á  mal  que  por  obsequiar  debidamente  lo  dispuesto  en  el  ar- 
tículo 134  de  nuestra  carta  fundamental,  me  separe  de  su  seno  á  fin 
de  prestar  el  juramento  y  tomar  posesión  del  empleo  de  ministro  de 
la  suprema  corte  de  justicia  de  la  federación,  según  así  se  me  dice 
en  la  preinserta  nota. 

Sírvanse  VV.  EE.  asegurar  á  la  cámara  mis  altos  respetos,  y  ad- 
mitir VV.  EE.  en  lo  particular  los  testimonios  más  distinguidos  de 
mi  sincero  aprecio  y  consideración.  Dios  y  libertad.  México,  20 
de  enero  de  1835. — José  María  Bocanegra. —  Excmos.  ÍSres.  secreta- 
rios de  la  cámara  de  senadores. 


Instruido  de  la  atenta  comunicación  de  ayer  en  que  se  sirve  vd. 
participarme  la  declaratoria  que  hizo  la  augusta  cámara  de  diputa- 
dos del  congreso  de  la  unión,  de  haber  recaído  en  mi  persona  la  elec- 
ción constitucional  de  ministro  de  la  suprema  corte  de  justicia  de  la 
federación,  y  que  en  consecuencia,  me  presente  á  prestar  el  jura- 
mento de  estilo,  manifiesto  á  V.  S.  tenga  la  bondad  de  avisarme  el 
día  y  hora  en  que  haya  de  concurrir  á  tan  respetable  acto. 

Con  este  motivo  logro  la  satisfacción  de  renovar  á  V.  ¡3.  las  se- 
guridades de  mi  particular  aprecio  y  consideraciones. 

México,  20  de  enero  de  1835. — José  María  Bocanegra. — Sr,  oficial 
mayor  encargado  de  la  secretaría  de  justicia. 


579 


"  EL  CIUDADANO  RAMÓN  RAYÓN,  general  de  brigada  y  goberna- 
dor del  distrito  federal. 

"El  señor  oficial  mayor  de  la  secretaría  de  justicia  y  negocios 
eclesiásticos,  encargado  de  su  despacho,  me  dice  en  oficio  de  19  del 
corriente  lo  que  sigue: 

"  Los  Excmos.  ¡Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados  en 
nota  de  esta  fecha  me  dicen  lo  que  copio. 

"  Calificada  por  esta  cámara,  votando  por  Estados,  la  elección 
hecha  por  las  legislaturas  de  ellos  en  21  de  abril  de  1834  para  llenar 
la  vacante  del  !Sr.  D.  José  Isidro  Yáñez  en  la  suprema  corte  de  jus- 
ticia de  la  federación,  resultó  que  el  Sr.  D.  José  María  Bocanegra 
obtuvo  la  mayoría  absoluta  de  sufragios,  declarando  en  consecuen- 
cia dicha  cámara  que  éste  último  está  elegido  en  la  forma  constitu- 
cional para  cubrir  la  expresada  vacante.  Y  tenemos  el  honor  de  co- 
municarlo á  V.  S-  para  los  fines  consiguientes." 

Y  lo  traslado  á  V.  S.  para  su  inteligencia  y  efectos  correspon- 
dientes. 

Dios  y  libertad.  México,  19  de  enero  de  1835. — Joagiún  de  Iturbide. 
— Sr.  gobernador  del  Distrito  federal. 

Y  para  que  llegue  á  noticia  de  todos,  mando  se  publique  por  ban- 
do en  esta  capital  y  en  la  comprensión  del  Distrito,  fijándose  en  los 
parajes  acostumbrados  y  circulándose  á  quienes  toque  cuidar  de  su 
observancia. 

Dado  en  México,  á  21  de  enero  de  1835.— Ramón  Rayón. —  José 
Francisco  de  Alcántara,  secretario. 


Secretaría  de  la  cámara  de  diputados. —  Sección  2? 

Hemos  dado  cuenta  á  la  cámara  á  que  tenemos  el  honor  de  per- 
tenecer, con  la  atenta  nota  que  V.  S.  se  sirvió  dirigirnos  en  20  del 
que  rige,  reducida  á  hacerle  presente  su  reconocimiento,  por  la  decla- 
ratoria de  haber  recaído  en  su  favor,  la  elección  constitucional  para 


580 

ministro  de  la  suprema  corte  de  justicia  de  la  federación,  y  acordó 
en  consecuencia  se  contestase  á  V.  S.  haberla  oído  con  agrado,  como 
tenemos  la  satisfacción  de  ejecutarlo,  manifestándole  por  nuestra 
parte  la  complacencia  que  nos  ocupa,  de  que  en  el  supremo  poder 
judicial  de  la  nación,  se  aumente  con  V.  S.  el  número  de  sus  dignos 
miembros  y  ocupe  un  lugar  debido  á  sus  relovantes  luces  y  honradez. 

Sírvase  V.  S.  aceptar  la  retribución  á  las  consideraciones  par- 
ticulares de  aprecio,  con  que  se  digna  honrarnos. 

Dios  y  libertad.  México,  22  de  enero  de  1835. — Lie.  Pedro  de  Ahu- 
mada, diputado  secretario. —  Lie.  Luis  González  Movellar,  diputado 
secretario.  —  Sr.  D.  José  María  Bocanegra,  ministro  de  la  suprema 
corte  de  justicia  de  la  federación. 


Excmos.  Sres.: 

Por  el  ministerio  de  justicia  se  me  ha  participado  con  fecha  de 
ayer  la  declaratoria  hecha  por  esa  augusta  cámara  de  diputados 
de  haber  recaído  en  mi  persona  la  elección  constitucional  de  minis- 
tro de  la  suprema  corte  de  justicia  de  la  federación. 

Yo  tributo  las  debidas  gracias  y  protesto  mi  sincero  reconoci- 
miento á  una  declaratoria  que  sin  mérito  de  mi  parte  consigua  en 
mí  tan  relevante  confianza;  mas  puedo  asegurar  que  en  justa  retri- 
bución á  ella,  procuraré  observar  inviolablemente  las  obligaciones 
que  me  impone. 

Dígnense  W.  EE.  ponerlo  así  en  conocimiento  de  la  misma  cá- 
mara, á  quien  protesto  mis  sumisos  respetos  y  aceptar  W.  EE.  en 
lo  particular  mi  verdadero  aprecio  y  consideración. 

Dios  y  libertad.  México,  20  de  enero  de  1835. —  José  María  Bo- 
canegra.—  Excmos.  Sres.  secretarios  de  la  cámara  de  diputados  del 
congreso  do  la  unión. 


581 


Candidato  de  los  federalistas  para  la  vacante  en  la  suprema  corte  de  justicia.— José 
María  de  Bocanegra,  natural  de  Zacatecas. 

México,  marzo  8  de  1833. 


La  noticia  llegada  á  nosotros  por  casualidad,  de  que  las  honora- 
bles legislaturas  de  los  estados  van  á  sufragar  eu  breve  para  la  va- 
cante que  dejó  en  la  suprema  corte  de  justicia  la  muerte  del  Sr.  D. 
Isidro  Yañez,  nos  ha  decidido  por  el  amor  solamente  del  mérito  dis- 
tinguido, tanto  como  notorio,  del  Sr.  D.  José  María  de  Bocanegra,  á  re- 
comendarlo como  conviene  al  honor  de  la  magistratura,  al  interés  de 
la  patria  y  á  la  imparcial  administración  de  justicia. 

Deseosos  de  presentar,  aunque  en  bosquejo,  los  méritos  literarios 
y  patrióticos  de  uno  de  nuestros  mejores  ciudadanos,  hemos  bus- 
cado y  adquirido  la  relación  jurídica  y  testimoniada  que  al  fin  se  in- 
serta. En  ella  aparece  que  los  buenos  talentos  del  Sr.  Bocanegra, 
su  aplicación  constante  á  la  ciencia  del  derecho,  su  estudio  profundo 
de  las  materias  que  más  directamente  influyen  en  la  suerte  y  mejo- 
ra de  las  sociedades,  y  su  adhesión  sobre  todo  á  la  noble  causa  de 
las  libertades  públicas,  le  han  proporcionado  que  brille  en  el  foro; 
que  sus  decisiones  en  los  tribunales  se  hayan  considerado  como  ema- 
nadas de  la  boca  de  la  justicia;  que  en  la  tribuna  nacional  se  respe- 
tase siempre  su  voto,  y  que  en  los  primeros  destinos  de  la  nación 
apareciesen  juntamente  la  virtud  y  el  saber,  la  moderación  y  la  ener- 
gía, la  tolerancia  filosófica  de  los  hombres  y  el  horror  de  los  delitos. 
El  juicio  honorífico  que  los  hombres  de  todos  los  partidos  han  for- 
mado á  su  vez  del  Sr.  Bocanegra,  aun  en  los  momentos  más  borras- 
cosos, á  la  par  que  manifiesta  la  notoriedad  de  sus  buenas  acciones, 
es  un  testimonio  del  poder  que  dichosamente  goza  la  virtud  sobre 
los  corazones  generosos  de  los  mexicanos.  El  arte  de  conquistar  la 
voluntad,  el  de  conciliar  el  amor  con  el  respeto  de  los  subditos,  perte- 
nece al  Sr.  Bocanegra,  en  un  grado  que  solamente  conocen  los  que 
han  servido  á  sus  órdenes.  Activo,  inteligente,  modesto  no  ha  sido 
en  los  diversos  puestos  que  ha  ocupado  órgano  de  pasiones  propias 


582 

ni  agenas :  la  ley  fué  su  norte,  la  estimación  pública  es  su  recom- 
pensa. 

Sus  amigos  han  sido  cuantos  amaron  el  bien  público.  No  podrá 
avergonzársele  con  la  memoria  de  infracciones  de  las  leyes,  con  la 
del  desprecio  de  los  principios,  con  la  de  persecuciones  innobles. 
La  naturaleza  lo  ha  dot^o  de  un  corazón  recto  y  sensible:  los  mo- 
dales del  Sr.  Bocanegra  son  francos  é  insinuantes.  Bocanegra  es  de 
la  clase  de  aquellos  hombres  á  quienes  los  griegos  autiguos  podían 
señalar  con  el  nombre  de  justos. 

En  tiempos  turbulentos  son  necesarios  hombres  como  el  Sr. 
Bocanegra  en  los  tribunales;  hombres  tolerantes  en  las  afecciones 
políticas,  hombres  imparciales  que  sepan  distinguir  á  las  leyes  de  las 
circunstancias,  hombres  en  una  palabra,  rectos,  como  la  divina  As- 
trea,  compasivos  y  humanos.  Este  es  el  Sr.  Bocanegra.:  ¿hay  quien 
ponga  en  duda  la  filantropía  de  sus  intenciones? 

Por  estas  consideraciones  presentamos  al  Sr.  Bocanegra,  natural 
del  Estado  de  Zacatecas,  como  candidato  para  la  plaza  vacante  de  la 
suprema  corte  de  justicia.  Tales  son  los  votos  de — Los  amantes  de 
la  justicia,  del  talento  y  del  mérito. 


Relación  de  méritos  del  C,  José  María  de  Bocanegra. 

Yo  el  infrascrito  escribano  certifico  y  doy  fé  en  testimonio  de 
verdad,  que  el  día  25  de  este  mes  el  Sr.  diputado  D.  José  María 
de  Bocanegra,  magistrado  del  tribunal  supremo  de  justicia  del  Es- 
tado de  Zacatecas,  pidió  por  escrito  al  Sr.  Licenciado  D,  Cayetano 
Ibarra,  juez  de  letras  en  esta  ciudad  federal,  se  le  diese  certificación 
relativa  de  lo  sustancial  de  los  documentos  que  acompañó  en  57  fo- 
jas útiles,  y  contienen  su  carrera  literaria,  méritos  y  servicios,  según 
todo  consta  más  larga  y  circunstanciadamente  de  ellos;  pidiendo 
asimismo  se  le  devolviesen  originales.  Y  habiendo  accedido  á  la  ex- 
presada solicitud  por  auto  del  mismo  día,  en  debido  cumplimiento 


583 

procedí  á  su  ejecución  certificando  en  todo  forma  de  derecho  que  lo 
que  de  dichos  documentos  consta,  es  en  extracto  lo  siguiente: 

Comenzó  el  Sr.  D.  José  María  de  Bocanegra  su  carrera  literaria 
á  los  quince  años  de  edad,  vistiendo  la  beca  del  ¡Seminario  de  Gua- 
dalajara  en  el  Estado  de  Jalisco,  á  principios  del  año  de  1802.  Con- 
cluyó el  estudio  de  gramática  y  retórica  en  agosto  de  1804-,  habién- 
dose ejercitado  en  traducir  así  en  prosa  como  en  verso,  los  autores  de 
mejor  nota,  logrando  en  todas  las  cátedras  el  desempeñar  con  luci- 
miento examen  público  y  ser  nombrado  para  la  oposición  de  las  que 
llamuu  de  mérito ;  siendo  además  recomendado  por  su  aplicación  y 
aprovechamiento. 

En  octubre  de  1805  pasó  á  estudiar  filosofía,  y  corridos  dos  años 
escolares  en  este  estudio,  recibió,  previas  las  funciones  y  formalida- 
des de  estatuto,  la  media  hora  de  lección  latina  y  demás  cargos,  el 
grado  de  bachiller  por  la  Universidad  de  Guadalajara,  aprobándolo 
nemine  discrepante,  los  doctores  s.ñalados  para  su  examen,  y  decla- 
rándolo hábil  para  el  estudio  de  cualquier  ciencia. 

Cuando  estudió  la  filosofía,  siendo  en  la  cátedra  de  los  más  apro- 
vechados, fué  electo  el  primer  año  del  curso  para  sustentar  un  acto 
público  de  lógica  y  metafísica,  y  en  el  segundo  para  otro  igual  de  fí- 
sica. Manifestó  su  aprovechamiento  en  los  ejercicios  de  la  cátedra, 
y  desempeñó  con  honor  en  su  colegio  exámenes  públicos  que  le  co- 
rrespondían ;  mereciendo  que  al  fin  del  curso  de  artes  al  graduarse  el 
mérito  de  los  concurrentes,  se  le  nombrase  en  primer  lugar  in  recto. 

Pasó  á  vestir  la  beca  del  nacional  y  más  antiguo  colegio  de  San 
Ildefonso  de  México,  con  el  fin  de  estudiar  jurisprudencia,  y  perma- 
neció en  dicho  colegio  hasta  recibir  el  grado  de  bachiller  en  cánones 
en  la  Universidad  de  la  referida  ciudad.  Este  grado  lo  obtuvo  de  la 
misma  unánime  aprobación  que  el  grado  en  artes. 

En  el  tiempo  de  cursante  jurista,  y  en  cumplimiento  délos  debe- 
res que  como  á  tal  le  correspondían,  sufrió  cuatro  exámenes  de  ma- 
terias selectas  de  derecho  civil,  dos  por  obligación  y  dos  á  que  se 
sujetó  voluntariamente,  logrando  en  todos  que  se  le  honrase  por  los 
sinodales  con  las  mejores  calificaciones. 

Tuvo  el  mérito  de  haber  desempeñado  el  acto  de  estatuto  de  la 
cátedra  de  decreto  de  la  referida  Universidad,  que  le  confió  su  ca- 
tedrático el  Dr.  D.  José  Félix  Flores  Alatorre.  Defendió  en  esta  fun- 


584 

ción  pública  todas  las  materias  de  contratos,  cuasi  contratos  y  distrac- 
tos, según  las  trata  Amoldo  Vinnio,  y  las  seis  cuestiones  de  la  causa 
catorce  del  decreto.  Obtuvo  la  calificación  siguiente:  Satisfizo  su  car- 
go con  el  mayor  lucimiento,  respondió  especialmente  bien  todas  las  dificul- 
tades  que  se  le  propusieron. 

Al  separarse  de  sus  dos  referidos  colegios  fué  honrado  con  do- 
cumentos que,  hablando  de  su  talento,  conducta  y  aplicación,  le  re- 
comiendan de  un  modo  particular  y  distinguido  que  le  hacen  un 
honor  no  común. 

Pasó  al  estudio  práctico  de  la  jurisprudencia,  y  después  de  co- 
rridos dos  años  diez  meses,  pretendió  dispensa  del  tiempo  restante 
para  examinai'se  de  abogado;  y  habiéndose  previamente  pedido  por 
el  regente  de  la  audiencia  informe  al  rector  del  ilustre  colegio  de 
abogados,  lo  extendió  muy  satisfactorio  su  mismo  maestro  de  prác- 
tica el  Lie.  D.  Mariano  Primo  de  Rivera,  que  era  entonces  rector  del 
colegio  referido,  y  certificó  de  un  modo  honorífico  y  con  extensión 
sus  adelantos  y  aptitud,  por  todo  lo  que  se  le  dispensó  más  de  un 
año  del  tiempo  prescrito  para  este  estudio. 

En  el  mes  de  marzo  de  1813,  previos  los  trámites  de  estilo,  sufrió 
el  primer  examen  en  el  expresado  ilustre  colegio  de  abogados, 
desempeñando  los  cargos  de  estatuto  con  todo  lucimiento.  Fué 
aprobado  por  todos  los  catorce  abogados  que  concurrieron  á  su  exa- 
men; y  lo  fué  también  después  por  la  audiencia,  previo  examen  que 
le  hizo  este  superior  tribunal,  y  lo  declaró  abogado  el  día  29  del  re- 
ferido mes  de  marzo  de  1813. 

Se  dedicó  inmediatamente  al  ejercicio  de  su  facultad,  y  en  poco 
tiempo  de  ejercerla  tuvo  la  suerte  de  lograr  la  mejor  aceptación;  y 
consta  que  desde  el  año  de  814  hasta  el  de  20  que  residió  en  San  Luis 
Potosí,  á  más  del  despacho  en  su  estudio  como  abogado,  fué  nom- 
brado asesor  por  el  ilustre  ayuntamiento,  intendencia,  juzgados  or- 
dinarios y  comandancia  general,  desempeñando  esta  confianza  en 
negocios  graves  y  delicados.  Se  grangeó  el  concepto  y  estimación 
pública;  de  manera  que  en  virtud  del  buen  desempeño  de  su  profe- 
sión, y  por  su  acreditada  conducta,  ya  como  asesor,  ya  como  patrono, 
le  han  recomendado  en  formales  documentos  las  diversas  autorida- 
des y  tribunales  expresados  antes,  calificándolo  de  un  letrado  útil 
al  público;  exponiendo  por  fundamento  en  los  certificados  sus  cono- 


585 

ciclas  luces  y  talento,  su  laboriosidad  y  particularmente  el  desinte- 
rés, pulso,  juicio,  moderación  y  tino  con  que  se  ha  conducido  en  su 
ejercicio  de  abogado. 

En  5  de  junio  de  1821  fué  nombrado  juez  de  letras  del  partido 
de  Aguascalientes  en  el  Estado,  entonces  provincia  de  Zacatecas, 
y  aunque  se  le  niandó  dar  posesión  de  su  destino,  procuró  el  intere- 
sado que  se  omitiera,  reteniendo  en  su  poder  el  nombramiento  por 
la  razón,  según  me  ha  expuesto,  do  no  desempeñar  un  empleo  que 
le  confiaba  el  gobierno  español,  cuando  puntualmente  se  trabajaba 
por  lograr  nuestra  emancipación,  cuya  causa  había  abrazado,  sostenía 
y  defendía,  haciéndole  buenos  servicios  y  exponiéndose  aun  á  las  re- 
sultas de  un  juicio*. 

En  enero  de  1822  le  honró  su  Estado  de  Zacatecas,  eligiéndolo 
por  primera  vez  diputado  en  la  clase  de  letrado  para  el  primer  con- 
greso constituyente  mexicano.  Se  presentó  en  las  juntas  preparato- 
rias el  día  22  de  febrero  del  referido  año  de  822.  Fueron  aprobadas 
sus  credenciales,  y  habiendo  prestado  juramento,  entró  á  desem- 
peñar su  cargo  en  el  congreso,  permaneciendo  en  él  constantemente 
por  el  espacio  de  un  año  y  ocho  meses  hasta  el  día  que  cerró  sus 
sesiones. 

Estas,  señaladamente  en  los  momentos  de  crisis  que  angustiaron 
a  los  representantes  del  pueblo,  acreditan  su  conducta,  y  sus  discur- 
sos y  opiniones  publicadas  en  los  periódicos,  en  impresos  sueltos  y 
en  los  diarios  de  las  mismas  sesiones,  manifiestan  que  siempre  y  se- 
gún pudo  siguió  por  norte  el  espíritu  y  voluutad  más  general  en  la 
nación. 

Fué  nombrado  para  las  comisiones  ordinarias  y  especiales  más 
arduas  y  de  más  delicado  desempeño;  fué  primer  secretario  el  perío- 
do señalado  en  el  reglamento  interior;  fué  hasta  concluir  las  sesio- 
nes individuo  del  tribunal  del  congreso,  y  actuó  en  él  en  varias  causas 
que  ocurrieron  contra  algunos  señores  diputados,  sin  reclamo  pú- 
blico ni  de  parte. 

Así  también  ha  ejercido  en  lo  general  su  profesión,  matriculado 
en  el  ilustre  y  nacional  colegio  de  abogados  de  esta  ciudad  federal 
sin  que  eu  muy  cerca  de  diez  y  ocho  años  que  hasta  la  fecha  cuenta 
de  abogado  se  le  haya  suspendido,  multado,  apercibido,  y  ni  aun  li- 
gerameute  extrañado  en  su  ejercicio  cosa  alguna  por  ningún  tribunal 
ni  juzgado. 

Tomo  II.— 74 


586  ^ 

Ha  sido  uno  de  los  individuos  nombrados  por  la  cámara  de  di- 
putados, con  arreglo  al  artículo  139  de  la  constitución,  para  juzgar 
á  los  magistrados  de  la  suprema  corte  de  justicia  en  el  bienio  de 
1825  y  26. 

El  mismo  año  de  25  en  el  certamen  literario  que  el  colegio  de 
San  Ildefonso  de  esta  ciudad  convocó  y  dedicó  á  su  antiguo  alumno 
el  primer  presidente  de  la  república,  obtuvo  el  referido  Si\  Bocane- 
gra  el  premio  ofrecido  á  una  disertación  en  apología  de  la  naturaleza 
y  ventajas  del  sistema  federal,  cuya  pieza  con  las  demás  premiadas 
corre  publicada  por  la  imprenta.  Se  reimprimió  por  disposición  del 
supremo  gobierno,  previniendo  por  orden  de  8  de  abril  de  1826,  que 
por  medio  de  los  gobernadores  de  los  Estados  se  repartiese  á  los 
ayuntamientos,  escuelas  y  particulares.  Se  reimprimió  también  en 
diversos  periódicos  de  varios  Estados  de  la  república. 

En  mayo  de  1825  fué  nombrado  magistrado  de  la  segunda  sala 
del  tribunal  supremo  de  justicia  de  Zacatecas.  En  14  de  junio  del 
propio  año  obtuvo  el  mismo  honroso  nombramiento  por  el  honorable 
congreso  del  Estado  de  Chihuahua,  y  también  recibió  igual  distinción 
del  congreso  y  gobierno  del  Estado  de  Durango  en  31  de  julio  del 
año  de  1826.  Aceptado  el  primer  empleo,  lo  ha  desempeñado  desde 
dicho  tiempo  á  satisfacción  pública  y  sin  reclamo  alguno,  sin  em- 
bargo de  los  muy  importantes  negocios  que  se  han  decidido  en  la 
expresada  segunda  sala. 

En  el  mismo  Estado  es  individuo  de  la  sociedad  patriótica  de 
amigos  del  país,  y  en  esta  corporación  obtuvo  los  encargos  de  primer 
conciliario  y  curador  de  escuelas.  Fué  electo  orador  para  la  función 
de  aniversario  con  que  dicha  sociedad  celebró  el  día  16  de  septiem- 
bre de  1826,  y  pronunció  un  discurso  cívico,  que  corre  impreso  y  pu- 
blicado por  la  misma  sociedad. 

Fué  nombrado  por  el  supremo  gobierno  de  dicho  Estado  en  los 
términos  más  honoríficos,  visitador  del  colegio  de  San  Luis  Gonzaga 
de  la  ciudad  de  Zacatecas,  para  que  remediándose  algunos  defectos 
que  se  notaban  en  dicho  establecimiento,  se  procurasen  sus  adelan- 
tos; todo  se  practicó  con  el  resultado  más  satisfactorio.  Fué  asocia- 
do á  la  comisión  de  justicia  del  honorable  congrego  del  Estado  para 
la  formación  de  proyectos  de  leyes,  muy  interesantes  en  el  mismo 
ramo  de  justicia. 


587 

Ea  octubre  del  citado  año  de  1826  fué  electo  primer  diputado  al 
congreso  de  la  unión  por  el  mismo  Estado,  y  en  oportuno  tiempo  se 
trasladó  á  la  ciudad  federal  á  desempeñar  el  honroso  cargo  que  por 
segunda  vez  se  le  cou fiaba,  habiendo  recibido  al  separarse  los  testi- 
monios más  honoríncos  del  supremo  tribunal  á  que  pertenece.  Exa- 
minada su  credencial  eu  las  juntas  preparatorias  de  reglamento,  fué 
aprobada;  y  al  verificar  la  cámara  la  primera  elección  de  oficios, 
fué  electo  presidente  en  28  de  diciembre,  teniendo  por  tanto  el 
honor  de  haber  presidido  la  apertura  de  las  sesiones  del  congreso 
general  en  la  segunda  legislatura  constitucional,  pronunciando  el 
discurso  análogo  que  corre  impreso.  Durante  esta  comisión  ha  des- 
empeñado muchas  de  gravedad  ó  importancia. 

En  20  de  enero  de  1827  fué  nombrado  por  el  supremo  gobierno 
de  la  república  individuo  de  la  junta  encargada  de  formar  el  plan  de 
instruccióu  pública  para  el  Distrito  y  territorios  de  la  federación, 
cuyo  cargo  desempeñó,  en  unión  de  sus  demás  compañeros,  hasta 
presentar  el  proyecto  del  mencionado  plan,  que  después  tuvo  el  ho- 
nor de  dirigir  como  iniciativa  á  la  cámara  de  representantes,  siendo 
secretario  del  despacho  de  relaciones. 

Es  socio  de  la  Compañía  Lancasteriana  de  México,  académico  de 
número  de  la  academia  de  legislación  y  economía  política  de  la  mis- 
ma ciudad;  fué  el  primer  vicepresidente  de  la  junta  de  caridad  del 
hospicio  de  pobres  en  su  restablecimiento,  y  se  le  declaró  al  cesar 
en  este  encargo,  miembro  honorario  de  dicha  junta;  es  también  so- 
cio honorario  del  Instituto  de  ciencias  y  artes  y  de  número  en  el  Ins- 
tituto federal. 

Ha  sido  asesor  del  gobierno  del  Distrito,  y  ha  consultado  en 
cuantos  expedientes  se  le  remitieron  al  efecto;  y  también  ha  prac- 
ticado lo  mismo  con  la  comandancia  general,  sin  excusarse  jamás  á 
ningún  servicio,  sin  embargo  de  su  ocupación  en  los  cargos  públicos. 

En  el  mes  de  mayo  de  1828,  habiendo  obtenido  permiso  de  su 
cámara,  fué  nombrado  por  el  supremo  gobierno  general,  miuistro  ple- 
nipotenciario y  enviado  extraordinario  para  Roma,  cuyo  nombramien- 
to antes  de  que  recayese  la  aprobación  del  senado,  lo  retiró  el  go- 
bierno, manifestando  tenía  que  confiar  al  nombrado  otra  importante 
comisión. 

En  octubre  del  mismo  año  fué  tercera  vez  electo  diputado  por  su 


588 

Estado  de  Zacatecas  para  la  legislatura  de  1829  y  830,  en  la  que  á 
más  de  otras  comisiones,  tuvo  también  el  honor  de  haber  sido  electo 
presidente  de  su  cámara  en  julio  del  año  de  830. 

En  24  de  enero  de  1829  fué  nombrado  ministro  de  Estado  y  del 
despacho  de  relaciones  interiores  y  exteriores  por  el  primer  presi- 
dente constitucional  de  la  república,  y  previa  la  licencia  de  la  cá- 
mara, pedida  y  otorgada  el  mismo  día,  desempeñó  este  encargo  con 
cuanto  cuidadoso  esmero  le  fué  posible,  y  con  la  laboriosidad  y  em- 
peño que  él  exige  por  su  naturaleza;  habiendo  tenido  la  satisfacción 
de  que  en  su  tiempo,  á  pesar  de  las  muy  difíciles  y  críticas  circuns- 
tancias en  que  se  halló  la  nación,  no  sufriesen  demérito,  sino  antes 
bien  aumento  las  relaciones  con  los  gobiernos  extranjeros  y  con  los 
varios  agentes  que  de  ellos  residen  cerca  del  de  la  república;  acredi- 
tándose esto,  entre  otras  cosas,  con  los  diversos  tratados  que  se  can- 
jearon y  se  publicaron  en  dicha  época,  con  los  agentes  extranjeros 
que  se  recibieron,  y  con  la  constante,  mutua  y  satisfactoria  corres- 
pondencia que  notoriamente  se  sostuvo  en  lo  exterior  el  referido 
tiempo.  Y  por  lo  que  respecta  á  lo  interior,  entre  otros  servicios  re- 
lativos al  despacho,  cuenta  el  de  haber  cooperado  por  su  parte  con 
cuanto  empeño  y  dedicación  pudo  al  siempre  glorioso  triunfo  nacio- 
nal obtenido  contra  la  invasión  española  el  mencionado  año  de  829. 

En  13  de  octubre  del  mismo,  reteniendo  el  ministerio  de  relacio- 
nes, se  le  encargó  interinamente  el  de  hacienda,  y  desempeñó  ambos 
despachos  hasta  el  5  de  noviembre.  En  este  día  prestó  el  juramento 
debido,  como  secretario  de  hacienda,  para  que  fué  nombrado,  dejan- 
do aquel  día  por  lo  mismo  el  despacho  de  relaciones. 

Después  de  desempeñar  el  ministerio  de  hacienda  por  más  de 
dos  meses,  en  medio  de  una  escasez  antigua,  extrema  y  entonces  ab- 
soluta, luchando  entre  contradicciones  sumamente  graves,  logró  es- 
tablecer de  al  gil  n  modo  el  crédito  nacional,  y  pudo  proporcionar  re- 
cursos al  erario  por  medio  de  algunas  providencias  y  contratos 
piíblicamente  bien  recibidos,  y  en  términos  de  hacer  marchar  ya  al 
gobierno,  cubriendo  en  muy  principal  parte  sus  importantes  aten- 
ciones, y  estableciendo  las  economías  y  órdenes  que  tanto  interesa- 
ban, según  todo  aparece  en  los  periódicos  de  aquel  tiempo  y  los  ya 
citados. 

Consta  en  acta  del  día  16  de  diciembre  del  citado  año,  que  la  cá- 


589 

mará  de  diputados,  hallándose  en  la  necesidad  de  nombrar  presiden- 
te interino  de  la  república  por  haber  llegado  el  caso  del  artículo  97 
de  la  constitución,  eligió  para  este  encargo  al  Sr.  Bocanegra,  cuyo 
nombramiento  se  hizo  notable  y  más  honroso  por  la  circunstancia 
de  que  la  elección  fué  tan  unánime  por  diputaciones  de  Estados  y 
por  individuos,  que  sólo  faltó  el  voto  de  Sonora,  de  16  Estados  que 
votaron,  y  dos  diputados,  de  44  que  componían  la  cámara. 

Sobre  cómo  se  haya  conducido  en  los  tres  puestos  referidos,  y 
cuál  haya  sido  su  conducta,  es  de  advertir,  que  sin  embargo  de 
haberse  hallado  á  su  cargo  once  meses  las  secretarías  de  Estado  en 
los  despachos  de  relaciones  y  hacienda  en  circunstancias  muy  difí- 
ciles, no  comunes  y  aflictivas,  consta  de  documentos  que  no  ha  sido 
acusado,  ni  se  le  ha  exigido  en  ninguna  de  las  dos  cámaras  respon- 
sabilidad alguna;  y  también  consta  que  ni  aun  por  la  imprenta  se  le 
ha  denunciado  señaladamente  ó  siquiera  designado  infracción  alguna 
de  ley;  y  por  el  contrario,  ha  recibido  testimonios  públicos  á  su  favor 
en  periódicos  de  diversas  opiniones.  Sobre  todo,  se  refiere,  según  ha 
pedido,  al  juicio,  imparcialidad  y  justicia  de  sus  conciudadanos. 

Y  para  que  conste  y  surta  los  efectos  que  haya  lugar  en  derecho, 
pongo  la  presepte  por  duplicado,  que  coucuerda  con  los  documentos 
originales  que  he  tenido  á  la  vista  y  devolví  á  la  parte  á  que  me  re- 
mito, y  va  en  6  fojas  con  ésta,  todas  del  sello  tercero  corriente,  en 
la  ciudad  de  México,  á  16  de  diciembre  de  1830;  siendo  testigos  D. 
Mariano  Cabeza  de  Vaca,  D.  Claudio  Velarde  y  D.  Juan  de  Dios 
Selma,  de  esta  vecindad. — Doy  fé. — Francisco  Colapiz,  escribano  pú- 
blico. 

NOTA. — En  el  año  de  1831  fué  reelecto  el  Sr.  Bocanegra  para 
la  magistratura  que  obtenía  en  Zacatecas,  y  que  ha  desempeñado 
dignamente.  En  el  mes  de  noviembre  de  1832  sufragaron  por  él  nue- 
ve ayuntamientos  del  Estado  de  Zacatecas  para  que  obtuviese  el 
gobierno  del  Estado.  Y  posteriormente  ha  sido  declarado  ciudadano 
potosinense  en  los  términos  más  honoríficos  y  satisfactorios. 


590 


Recuerdo  á  las  honorables  legislaturas  de  los  Estados. 


En  8  de  marzo  del  presente  año  publicaron  varios  amigos  de 
Excmo.  Sr.  D.  José  María  Bocanegra  una  noticia  de  su  carrera  po- 
lítica y  literaria,  recomendándolo  para  la  próxima  elección  de  mi  • 
nistro  de  la  suprema  corte  de  justicia,  que  debe  hacerse  por  muerte 
del  Sr.  D.  Isidro  Yáñez.  Como  no  se  puede  formar  juicio  de  la  ap- 
titud y  méritos  de  un  ciudadano  por  los  destinos  que  ha  ocupado, 
pu»es  hemos  visto  optarlos  á  hombres  desnudos  de  toda  clase  de  bue- 
nas cualidades,  los  que  escribimos  este  recuerdo  nos  proponemos  dar 
á  conocer  á  nuestro  candidato  por  sus  obras. 

Con  respecto  á  su  carrera  literaria,  baste  decir  que  profesa  cou 
honor  y  crédito  la  jurisprudencia  desde  el  año  de  1813;  que  de  en- 
tonces á  la  fecha  ha  desempeñado  las  plazas  de  asesor  del  ayun- 
tamiento, intendencia,  juzgados  ordinarios  y  comandancia  general 
de  San  Luis  Potosí;  que  igualmente  ha  sido  asesor  del  gobierno  del 
Distrito  federal,  y  obtuvo  el  nombramiento  de  juez  de  letras  de 
Aguascalientes.  Los  Estados  de  Zacatecas,  Durango  y  Chihuahua 
lo  nombraron  magistrado  de  sus  tribunales  supremos  de  justicia,  y 
aceptando  el  primer  nombramiento,  lo  desempeñó  hasta  el  año  de 
1831,  en  que  fué  reelecto  para  la  misma  magistratura,  continuando 
en  su  ejercicio  hasta  principios  del  presente  año  en  que  salió  electo 
senador.  El  Sr.  Bocanegra  durante  el  período  de  veinte  años  en  la 
carrera  forense,  ni  bajo  los  diversos  aspectos  de  abogado,  asesor  y 
juez,  ha  sufrido  apercibimientos,  suspensiones,  multas  ni  tampoco  se 
le  ha  exigido  la  menor  responsabilidad;  estas  circunstancias  prue- 
ban su  instrucción  en  el  derecho  y  su  acrisolada  honradez. 

Para  continuar  sus  méritos  literarios,  añadiremos,  que  en  1827 
fué  nombrado  por  el  supremo  gobierno  de  la  república  para  formar 
el  plan  de  instrucción  pública,  encargo  que  desempeñó  satisfactoria- 
mente con  sus  otros  colegas.  En  1825  obtuvo  el  premio  de  una  di- 
sertación que  escribió  sobre  las  ventajas  del  gobierno  federal,  que 
impresa  por  orden  del  gobierno  se  mandó  repartir  á  los  ayuntamieu- 


591 

tos  y  escuelas  de  primeras  letras.  Fué  nombrado  visitador  del  colé, 
gio  de  Zacatecas  para  remediar  los  abusos  de  este  establecimiento, 
y  se  le  asoció  á  la  comisión  de  justicia  del  honorable  congreso  para 
la  formación  de  leyes  muy  interesantes  en  el  mismo  ramo.  Redactor 
de  algunos  periódicos,  se  hizo  un  lugar  bien  distinguido  en  el  Amigo 
del  pueblo,  que  tan  brillante  y  sólidamente  defendió  las  libertades 
públicas. 

Es  individuo  de  la  sociedad  de  Amigos  del  país  de  Zacatecas,  de 
la  Compañía  laucasteriana  de  México,  del  M.  I.  Colegio  de  abogados» 
académico  de  número  de  la  Academia  de  legislación  y  economía  po- 
lítica de  la  misma  ciudad;  obtuvo  la  vicepresidencia  de  la  Junta  de 
caridad  del  Hospicio,  y  se  le  declaró  al  terminar  sus  funciones,  miem- 
bro honorario  de  ella;  es  igualmente  socio  honorario  del  Iustituto 
de  ciencias  y  artes  y  de  número  del  Instituto  federal. 

La  carrera  política  del  Sr.  Bocanegra  es  de  las  más  brillantes  y 
honrosas  que  puede  presentar  uu  mexicano.  Nombrado  por  el  Es- 
tado de  Zacatecas  diputado  á  los  congresos  constituyente,  segundo 
y  tercero  constitucionales  de  la  federación,  en  todos  acreditó  sus 
buenos  principios  y  rectas  ideas;  actualmente  individuo  de  la  cámara 
de  senadores,  tuvo  la  doble  satisfacción  de  verse  electo  simultánea- 
mente para  el  mismo  encargo  por  los  Estados  de  Zacatecas  y  San 
Luis,  quien  además  lo  declaró  ciudadano  potosinense  en  los  términos 
más  honoríficos. 

La  conducta  del  Sr.  Bocanegra  como  representante  del  pueblo, 
se  halla  plenamente  justificada  en  las  discusiones  de  los  congresos 
á  que  ha  pertenecido:  de  los  muchos  elogios  que  se  le  lian  hecho, 
sólo  citaremos  como  tal  las  palabras  de  un  escritor  contemporáneo 
que  á  nadie  ha  perdonado  en  materia  alguna:  "Bocanegra  (dice)  re- 
clamó constantemente  contra  las  demasías  del  gobierno  imperial,  y 
debe  decirse  que  su  honradez  no  se  manchó  con  ningún  acto  de  servidum- 
bre, %3F*ni  mucho  menos  hizo  tráfico  con  la  libertad  de  sus  comitentes,"  ^gj 
¿Qué  más  puede  decirse? 

En  1828  fué  nombrado  el  Sr.  Bocanegra  ministro  plenipotencia- 
rio y  enviado  extraordinario  cerca  de  la  corte  de  Roma,  cuyo  encar- 
go no  desempeñó  por  considerarse  en  aquellas  circunstancias  más 
importantes  sus  servicios  en  la  república.  En  efocto,  ocupó  poco 
tiempo  después  el  ministerio  de  relaciones  interiores  y  exteriores,  y 


592 

con  retención  de  éste  el  de  hacienda,  desempeñando  ambos  con 
sumo  tino  y  honradez  en  una  de  las  más  difíciles  circunstancias  de 
la  república. 

Cuando  la  asonada  de  Jalapa  obligó  al  infortunado  Sr.  Guerrero 
á  dejar  el  gobierno  para  ponerse  al  frente  del  ejército,  el  Sr.  Boca- 
negra  fué  promovido  á  la  primera  magistratura,  por  unanimidad  de 
los  quince  Estados  repi'esentados  en  la  cámara  de  diputados. 

En  aquella  época  aciaga  para  la  libertad  y  para  sus  amigos,  cuan- 
do la  imprenta  desencadenada  no  perdonó  la  virtud  y  el  mérito; 
cuando  la  persecución  se  había  puesto  en  la  orden  del  día  y  la  segu- 
ridad huyó  de  todos  los  hogares,  no  hubo  uno  sólo  de  tantos  folletis- 
tas asalariados  para  deturpar  la  reputación  de  los  liberales,  que  se 
descomidiera  á  tocar  la  del  Sr.  Bocanegra.  Su  inmaculada  conduc- 
ta, especialmente  en  el  ministerio  de  hacienda,  que  ha  sido  nuestra 
roca  Tarpeya,  cerró  la  boca  del  calumniador,  que  ni  se  atrevió  á  ha- 
cerle imputaciones.  El  Sr.  Bocanegra  al  descender  de  la  primera  ma- 
gistratura, lo  hizo  con  honor,  fué  respetado  en  su  caída,  hasta  reci- 
bir órdenes  del  nuevo  gobierno  para  no  salir  de  la  capital,  porque  se 
le  destinaba  á  una  misión  diplomática.  Sería  imposible  exhibir  do- 
cumentos más  irrefragables  en  honor  del  Sr.  Bocanegra;  documen- 
tos que  apenas  puede  presentar  otro  en  los  días  de  calamidad  y  an- 
gustia que  afligieran  á  la  patria. 

Cuando  el  Excmo.  Sr.  D.  Valentín  Gómez  Farías  entró  en  ejer- 
cicio del  supremo  poder  Ejecutivo  por  la  ausencia  del  Excmo.  Sr. 
D.  Antonio  López  de  Santa-Auna,  comprometió  de  la  manera  más 
honrosa  al  Sr.  Bocanegra  para  que  desempeñara  el  difícil  ministerio 
de  hacienda;  no  siéndole  ya  posible  rehusarse  á  sus  instancias,  acce- 
dió, y  los  periódicos  de  la  oposición  hicieron  un  grande  elogio  de  i 
acierto  del  gobierno  en  la  elección  del  Sr.  Bocanegra,  como  puede 
verse  en  "  La  Antorcha." 

El  Sr.  Santa-  Anna  entró  al  poder  ejecutivo,  dejando  en  su  pues- 
to al  Sr.  Bocanegra,  que  ha  continuado  hasta  hoy  sin  la  menor  re- 
clamación. En  medio  de  tantas  angustias  pecuniarias  y  con  los  in- 
mensos gastos  que  se  erogan  en  la  presente  revolución,  el  honrado 
y  laborioso  ministro  de  hacienda  ha  provisto  al  ejército  de  dinero, 
vestuarios,  calzados,  muuiciones  y  cuanto  ha  necesitado;  la  lista  ci- 
vil se  ha  cubierto  con  la  oportunidad  que  permiten  tan  inmensos 


593 

desembolsos,  y  hasta  ahora  lo  ha  hecho  todo  con  los  productos  na- 
turales de  las  rentas,  sin  extorsionar,  y  lo  que  aun  es  más,  sin  haber 
gravado  á  la  nación  en  un  sólo  octavo. 

Su  constancia  en  el  trabajo,  su  afabilidad  y  franqueza  con  cuan- 
tos tienen  asuntos  en  la  secretaría;  la  popularidad  con  que  recibe  á 
todos  sin  distinción  de  clases,  justamente  le  han  granjeado  el  apre- 
cio y  respeto  de  sus  conciudadanos. 

Tantas  virtudes  republicanas,  un  mérito  tan  distinguido  en  su 
carrera  política  y  literaria,  reclaman  justamente  la  atención  de  las 
legislaturas,  que  harán  un  importante  servicio  á  la  nación,  se  adqui- 
rirán un  distinguido  renombre  y  acreditarán  que  saben  recompensar 
el  distinguido  mérito  de  sus  conciudadanos,  sufragando  para  minis- 
tro de  la  suprema  corte  de  justicia  al  Exemo.  Sr.  D.  JOSÉ  MARlA 
BOCANEGRA. 


Postulación  hecha  por  dos  impresos.— Candidato  de  los  federalistas 
y  recuerdo  á  las  legislaturas. 


"Mensajero  Federal." 

"  Gaceta  del  Gobierno  de  Zacatecas." 

"  La  Bandera  Negra  "  de  Guadalajara. 

"  El  Fénix." 

"  El  Demócrata." 

"  El  Censor  "  de  Veracruz. 

"  La  Sombra  de  Washington  "  de  Morelia. 

"  Gaceta  de  Tampico." 

"  La  Aurora  de  la  libertad." 

"  El  Reformador." 

"El  Baluarte  de  la  Libertad." 

"  La  Lima  de  Vulcano." 

"  El  Baluarte  de  la  Ley." 

Tomo  II.—  75 


594 

"  El  Termómetro." 

"  La  Atalaya." 

"  Gaceta  de  Coahuila  y  Texas." 


Recomendación. 

Diez  cartas  de  diversas  personas  sobre  recomendación. 

Estados  que  eligieron, 

Yucatán,  San  Luis  Potosí,  México,  Oaxaca,  Zacatecas,  Jalisco, 
Coahuila,  Siualoa,  Nuevo  León,  Sonora,  Veracruz,  Querétaro,  Du- 
rango,  Michoacán,  Puebla. 

Quince  legislaturas  que  sufragaron  por  unanimidad  de  votos  aun 
de  los  diputados  que  las  componían. 


m  «tu  » 


DUODÉCIMO  PERIODO  ADMINISTRATIVO 


título  duodécimo 

El  General  D.  Miguel  Barragán  como  presidente  interino  desde  28  de 
enero  de  1835,  hasta  27  de  febrero  de  1836. 


CAPITULO  I. 


Con  licencia  temporal  del  congreso  se  retiró  el  presidente  para  reponer  an 
salnd,  y  entró  al  ejercicio  del  poder  ejecutivo  el  General  Barragán, 
electo  interino. —  Su  gabinete. —  Pronunciamientos  armados  y  otros  su- 
cesos públicos. 


Continuando  el  período  constitucional  del  presidente  Ge- 
neral Santa-Anna,  y  habiendo  éste  obtenido  del  congreso 
general  licencia  para  restablecer  su  salud,  salió  de  México 
el  día  29  de  enero  de  1835  para  su  hacienda  de  campo  en  el 
Estado  de  Veracruz.  El  día  28  anterior  prestó  el  juramento 
con  las  solemnidades  de  ley  y  de  costumbre  el  General  de 
División  D.  Miguel  Barragán,  que  fué  electo  presidente  in- 
terino de  la  república  por  la  cámara  de  representantes  en  la 


596 

forma  legal,  en  la  sesión  del  día  27  de  enero  de  dicho  año, 
y  en  la  misma  que  se  aprobaron  las  proposiciones  que  con- 
tenía el  decreto  de  ceremonial  que  debía  observarse  cuando 
los  presidentes  interinos  de  la  república  prestasen  el  corres- 
pondiente juramento. 

El  General  Santa-Auna,  al  retirarse,  dejó  dispuesta  y  se 
verificó  la  entrega  del  cuadro  que  existe  en  la  cámara  de  di- 
putados. Este  representa  la  acción  de  guerra  dada  en  Tam- 
pico  á  los  españoles  que  en  aquel  tiempo  invadieron  á  Mé- 
xico, y  sirve  para  recordar  la  gloriosa  victoria  obtenida  por 
las  armas  de  la  república. 

El  General  Barragán  posesionado  ya  y  hecho  cargo  del 
gobierno,  se  dirigió  el  31  del  propio  mes  de  enero  á  la  na- 
ción, manifestando  que  realmente  el  programa  de  su  gobier- 
no, durante  la  auseucia  del  presidente  constitucional,  con- 
sistía en  protestar  y  ofrecer  á  los  pueblos  que,  teniendo  por 
norte  y  guía  la  ley  de  sus  deberes,  se  consagraría  absoluta- 
mente al  cumplimiento  de  ellos  con  las  intenciones  más  pu- 
ras y  desinteresadas,  y  con  los  deseos  más  sinceros  de  obrar 
el  bien,  empeñándose  en  buscarlo  y  sostenerlo  con  la  mayor 
energía.  Explicó  la  situación  del  país,  teniéndola  como  de 
las  más  lisonjeras  esperanzas  para  el  porvenir,  y  muy  favo- 
rable en  lo  presente  considerando  á  la  nación  en  lo  interior 
y  exterior  de  ella.  Se  encargó  del  despacho  de  la  secretaría 
de  justicia  y  negocios  eclesiásticos  D.  Agustín  Torres  y  Guz- 
inán,  prestando  en  la  forma  debida  el  juramento  en  el  mismo 
día.  Quedó  por  tanto,  formado  el  gabinete  de  los  mismos  in- 
dividuos que  lo  componían  al  tiempo  de  encargarse  el  Gene- 
ral Barragán  del  gobierno  de  la  república,  ocurriendo  tan  sólo 
la  modificación  dicha  en  el  nuevo  secretario  de  justicia.  Si- 
guieron pues  en  relaciones  interiores  y  exteriores,  Gutiérrez 
Estrada,  en  justicia  Torres  y  Guzmán,  en  hacienda  Blasco 
y  en  guerra  y  marina  Toruel;  continuando  también  D.  Ra- 
món Rayón  en  el  gobierno  del  Distrito. 


597 

Fueron,  sin  duda,  varias  y  de  gravedad  las  ocurrencias 
de  la  época  que  vamos  á  referir.  Empero,,  los  sucesos  más 
notables  y  en  realidad  prominentes  en  el  período  adminis- 
trativo de  que  hablamos,  son:  el  nuevo  levantamiento  y  plan 
de  D.  Juan  Alvarez,  al  Sur  del  Estado  de  México,  en  la 
Villa  de  Texca;  la  modificación  y  arreglo  de  la  milicia  cívica, 
indicándose  sus  consecuencias  graves  y  lamentables  en  sí 
mismas  y  en  sus  efectos;  los  pronunciamientos,  iniciativas 
y  realmente  la  revolución  contra  el  sistema  federal  que  tuvo 
principio  en  Orizaba  y  Toluca,  hasta  llegar  al  caso  de  que  se 
legislase  seriamente  sobre  variaciones  y  reforma  constitu- 
cional ;  los  preliminares  y  pasos  preparativos  para  entablar  y 
seguir  debidamente  las  negociaciones  diplomáticas  que  tu- 
viesen por  resultado  el  reconocimiento  de  la  independencia 
del  país  por  su  antigua  metrópoli. 

Al  darse  cuenta  en  la  cámara  de  diputados  por  los  secre- 
tarios del  despacho,  que  se  presentaron  en  ella  á  instruirla 
del  estado  que  guardaban  los  negocios  públicos  en  el  mes 
de  marzo,  hablaron  los  agentes  del  gobierno,  de  los  aconte- 
cimientos más  graves  y  notables  que  en  la  época  ocurrían, 
como  el  referido  y  otros  que  veremos  en  su  lugar. 

D.  Juan  Alvarez  en  el  Sur,  con  fecha  23  del  referido  mar- 
zo en  la  villa  de  Texca,  dirigió  la  respectiva  comunicación  al 
ministro  de  la  guerra,  anunciando  su  pronunciamiento1  en  fa- 
vor de  un  plan  que  acompañaba  y  que  en  nueve  artículos  que 
contenía,  llevaba  por  fin  y  objeto  no  reconocer  el  gobierno  del 
General  Santa- Anna;  restablecer  las  autoridades  federales 
que  hubiesen  sido  destituidas;  la  devolución  de  los  empleos 
civiles  y  militares,  y  éstos  considerados  en  todos  sus  goces; 
y  por  fin,  la  concesión  de  una  amnistía  que  aunque  amplísi- 
ma, excluyese  al  General  Santa- Anna  por  la  disolución  del 
congreso,  y  á  los  ministros  por  los  actos  que  hubiesen  auto- 
rizado contra  la  constitución  y  las  leyes. 

1  Documento  núm.  1. 


598 

Se  dijo  al  principio  que  el  General  Bravo  estaba  de  acuer- 
do con  el  General  Alvarez,  y  que  auu  se  negaba  á  tener 
mando  en  aquel  rumbo  del  Sur.  No  fué  cierto  este  rumor, 
sino  antes  bien,  avisó  Bravo  al  supremo  gobierno  que,  ha- 
biendo sabido  el  pronunciamiento  de  Alvarez,  se  ponía  en 
movimiento  contra  él  con  una  fuerza  respetable.  Duraron 
poco  las  operaciones  militares  de  los  beligerantes  en  el  Sur, 
pues  que  vino  á  terminar  la  revolución  completamente,  con- 
viniendo Alvarez  con  Bravo  en  que  saldría  fuera  de  la  repú- 
blica; conforme  con  las  proposiciones  que  el  mismo  General 
Alvarez  hizo  en  30  de  abril  y  en  5  de  mayo,  en  que  ofrecía 
disolver  sus  fuerzas,  y  pedía  se  nombrasen  comisionados  pa- 
ra acordar  los  términos  de  su  sumisión  al  gobierno,  la  cual 
en  efecto  fué  acordada  de  la  manera  y  en  los  términos  que 
quedan  dichos. 

También  el  vicepresidente  Gómez  Farías,  como  en  otro 
lugar  se  ha  dicho,  pidió  lo  mismo  y  le  fué  otorgado  á  conse- 
cuencia de  los  movimientos  populares  que  se  observaron  en 
su  contra  el  mes  de  junio  de  1834  por  las  peticiones  y  decre- 
tos que  con  relación  á  su  persona  tuvieron  lugar  como  una 
adición  al  plan  triunfante  de  Ouernavaca.  El  vicepresidente 
salió  en  efecto  de  la  república  el  día  15  de  agosto,  fijando 
su  residencia  en  la  vecina  de  los  Estados  Unidos  del  Norte, 
trasladándose  con  su  muy  estimable  y  virtuosa  familia,  y  su- 
friendo con  ella  los  padecimientos  consiguientes  al  destierro, 
que  ya  sea  voluntario  ó  decretado,  siempre  causa  el  mal  de 
carecer  de  los  bienes  y  abrigo  de  la  patria,  y  mortifican  ne- 
cesariamente los  recuerdos  del  suelo  natal,  aun  cuando  se 
disfrute  de  las  comodidades  que  desgraciadamente  faltaron 
á  D.  Valentín  Gómez  Farías. 

Se  tocó  la  delicada  fibra  de  nacionalidad  y  se  expidió  la 
ley,  que  conforme  á  los  principios  del  derecho  internacional, 
permite  la  expulsión  de  extranjeros  perniciosos.1  Se  promo- 

1  Véase  la  colección  de  Arrillaga,  pág.  27,  años  de  32  y  33. 


599 

vio  y  aun  se  discutió  la  cuestión  relativa  á  restringir,  permi- 
tir ó  negar  la  facultad  de  comerciar  á  los  extranjeros.  El 
Estado  de  San  Luis  Potosí,  que  iniciaba  inconsiderada  é  im- 
prudentemente estas  medidas  represivas,  odiosas. é  irrealiza- 
bles en  sí  mismas  por  su  propia  naturaleza  y  porque  la  prác- 
tica, el  uso  y  la  experiencia  condenaron  al  desprecio  y  al 
olvido,  fué  tristemente  desengañado.  San  Luis  Potosí,  sin 
embargo,  arrojó  de  su  territorio  á  los  extranjeros;  pero  su 
vecino  de  Zacatecas  aprovechó  esta  falta  política,  los  acogió 
en  su  territorio  y  se  vieron  progresar  las  poblaciones,  con  es- 
pecialidad Aguascalientes.  Quedó  establecido  de  uu  modo 
indudable,  que  ni  es  verdadera  ni  popular  la  opinión  contra 
extranjeros;  y  también  es  cierto,  que  ni  las  leyes  de  la  repú- 
blica, ni  las  providencias  administrativas,  han  apoyado  ni 
mucho  menos  sancionado  los  absurdos  principios  que  en 
aquella  época  quiso  establecer  el  Estado  de  San  Luis  Potosí. 
Habría  sido  un  agravio  para  la  ilustración  nacional  el  que 
hubiera  fomentado  semejante  alarma,  que  deshonrándonos, 
habría  causado  gravísimo  perjuicio  al  comercio  y  á  la  indus- 
tria nacional;  porque  si  bien  la  nación  en  ejercicio  de  su  so- 
beranía y  conforme  á  las  leyes  fundamentales  del  país,  ha 
podido  y  puede  arreglar  su  comercio  interior  y  dictar  las  dis- 
posiciones todas  que  á  este  fin  conduzcan,  y  del  modo  que 
lo  practican  las  naciones  de  todo  el  mundo,  no  era  útil,  pru- 
dente ni  arreglado  á  derecho  el  adoptar  las  violentas  medi- 
das practicadas  en  San  Luis  Potosí,  tan  contrarias  á  la  justi- 
cia y  á  la  conveniencia  públicas. 

Ya  veremos  en  su  lugar  cómo  sostuvo  en  1843  el  que 
esto  escribe,  los  principios  admitidos  y  practicados  sobre  es- 
ta materia  sin  contradicción,  y  puede  decirse,  en  todos  los 
países. 

Volvamos  á  los  pronunciamientos  del  Sur  de  México.  En 
un  pequeño  pueblo  de  la  costa  grande,  se  sublevó  el  Tenien- 
te D.  José  María  Gallardo,  con  el  pretexto  de  pedir  la  expul- 


600 

sión  de  los  ingleses  porque  habían  introducido  una  máquina 
para  escarmenar  algodón. 

Afortunadamente  fué  desoído  este  grito  de  barbarie,  y 
tan  despreciado,  que  ni  en  los  pequeños  destacamentos,  ni 
mucho  menos  en  lo  general  de  la  población,  tuvo  eco  una 
sublevación  que  siendo  en  sí  misma  de  ninguna  importancia, 
era  en  su  objeto  de  grande  ofensa  á  los  mexicanos  y  perju- 
dicial á  sus  propios  intereses.  Por  esta  sola  razón  se  dijo 
oficialmente  que  quedaría  ahogado  en  su  cuna  este  grito, 
procurándose  el  escarmiento  de  los  incorregibles  de  aquel 
rumbo.  Dio,  sin  embargo,  motivo  para  recordar  al  congreso 
general  y  recomendar  el  pronto  despacho  de  una  amnistía  y 
entero  olvido  de  todos  los  crímenes  políticos  que  se  hubie- 
sen cometido  desde  1821  hasta  el  día  en  que  se  concediese. 
Eecomendable  es  la  circular  del  ilustrado  ministro  Gutiérrez 
Estrada,  que  en  esta  materia  y  cou  el  referido  objeto,  diri- 
gió en  4  de  febrero  de  1835  á  los  gobernadores  de  los  Esta- 
dos y  jefes  políticos  de  la  nación. 

A  pocos  días  de  su  sublevación,  el  Teniente  Gallardo  se 
.dirigió  á  las  autoridades  de  Acapulco  y  se  presentó  pidiendo 
perdón  y  olvido  de  su  extraviada  conducta,  disculpando  su 
yerro  y  sometiéndose,  en  lo  absoluto,  ala  autoridad,  manifes- 
tando que  en  él  había  obrado  la  seducción  de  genios  inquie- 
tos. Se  le  otorgó  el  perdón,  se  tomaron  precauciones  y  quedó 
en  quietud  aquel  rumbo.  El  gobierno  general  continuó  su 
marcha  cumpliendo  con  el  ofrecimiento  de  no  hacer  retroce- 
der las  instituciones  liberales,  y  se  ocupó  de  la  iustruccióu  pú- 
blica, dirigiendo  al  cuerpo  legislativo  iniciativas  para  el  arre- 
glo de  tan  importante  ramo,  y  creando  fondos  que  lo  sostu- 
viesen. Creó  asimismo  las  importantes  academias  literarias 
de  la  historia  y  de  la  lengua,  y  previno  se  diese  principio  á 
los  trabajos  de  que  debía  ocuparse  el  instituto  de  geografía 
y  estadística,  creado  en  18  de  abril  de  1833,  y  cuyos  resul- 
tados se  esperaron  como  de  la  mayor  importancia  para  la 


601 

prosperidad  de  la  nación.  Y  eu  efecto,  hoy  mismo  se  confir- 
ma esta  proposición  con  los  adelantos  y  útiles  tareas  de  la 
que  lleva  actualmente  el  nombre  de  "Sociedad  Mexicana 
de  Geografía  y  Estadística,"  que  da  honor  y  utilidad  á  la  re- 
pública. 

En  18  de  febrero  se  circuló  á  los  gobernadores  de  los  Es- 
tados un  programa  de  gobierno  considerando  afirmada  la  paz 
en  toda  la  república,  prometiendo  ocuparse  de  todo  lo  con- 
ducente al  buen  orden  y  seguridad  pública  y  de  dictar  cuan- 
tas providencias  útiles  y  necesarias  exigiese  la  suprema  ley 
de  la  sociedad,  ofreciendo  que  la  administración  protegería 
la  libertad  del  pueblo  y  sostendría  la  expresión  de  su  verda- 
dera voluntad. 

En  10  de  marzo  terminó  en  el  castillo  de  San  Juan  de 
Ulúa  el  motín  militar  que  tuvo  lugar  en  aquella  fortaleza  el 
día  25  de  febrero,  lográndose  un  feliz  resultado  por  las  acer- 
tadas providencias  del  Comandante  del  mismo  Ulúai^D.  José 
María  Flores;  y  quedando  guarnecido  el  castillo,  se  entre- 
garon los  sublevados  en  segura  prisión  á  la  autoridad  com- 
petente para  ser  juzgados  y  castigados  en  debida  forma,  y 
el  Estado  de  Veracruz  siguió  ya  sin  interrupción,  disfrutan- 
do de  tranquilidad. 


CAPÍTULO  II. 


Arreglo  de  la  milicia  cívica. —  Sus  efectos  y  los  acontecimientos  de  Zacate- 
cas, que  forman  una  verdadera  crisis  política. 


En  el  Estado  de  Jalisco  se  auunció  la  alteración  del  or- 
den y  de  la  paz  pública,  en  términos  de  haberse  presentado 
al  congreso  general  la  iniciativa  con  que  se  dio  cuenta  en  la 

Tomo  II. — 76 


602 

cámara  de  diputados  en  la  sesión  del  27  de  febrero  sobre  ex- 
tinción de  la  milicia  cívica  que  se  pedía.  Estaba  esto  confor- 
me con  los  principios  de  modificar  y  reformar  esta  institución, 
que  habían  comenzado  á  explicarse  y  auu  agitarse  y  resol- 
verse conforme  á  ellos  en  el  cuerpo  legislativo,  sirviendo  de 
estímulos  y  dando  impulso  á  este  negociado. 

Por  ley  de  fines  del  mes  de  marzo  de  1835,  se  declaró  que 
la  milicia  cívica  en  todos  los  Estados  y  territorios  de  la  fede- 
ración, se  redujera  á  una  base  dada  de  población,  y  que  se 
organizase  la  local  conforme  á  las  leyes  vigentes  en  la  ma- 
teria, distribuyéndose  y  haciendo  el  servicio  según  lo  dispu- 
siesen los  gobiernos  de  la  unión  y  particulares  de  los  Esta- 
dos, todo  conforme  á  la  constitución  que  regía  entonces  en 
el  país,  y  con  arreglo  á  la  cual  debería  hacerse  el  servicio, 
disminuirse  la  fuerza  ó  aumentarse,  con  el  acuerdo  del  poder 
legislativo  general,  recogiéndose  el  armamento  que  resulta- 
ra excediente  por  la  reducción  y  reformas  decretadas. 

Muchas  y  muy  graves  fueron  las  dificultades  y  cuestio- 
nes que  se  suscitaron,  señaladamente,  entre  el  gobierno  ge- 
neral y  el  particular  del  Estado  de  Zacatecas.  El  primero, 
escudándose  con  las  facultades  que  le  daba  la  constitución 
de  la  república,  y  haciendo  uso  de  las  atribuciones  que  ella 
designaba  con  relación  al  ramo  de  la  milicia  cívica,  se  defen- 
día de  las  inculpaciones  que  el  segundo  le  hacía,  llamándole 
atentatorio  y  enemigo  de  las  instituciones.  Agriada  la  cues- 
tión, llegó  al  extremo  de  presentarse  en  hostilidad  y  en  ar- 
mas el  Estado  con  sus  autoridades  á  la  cabeza,  contra  el 
presidente  y  el  gobierno  de  la  federación,  sin  que  se  hubiese 
podido  lograr  el  aquietar  los  áuimos,  deshaciendo  las  equi- 
vocaciones en  que  respectivamente  se  incurrió,  y  sin  que 
tampoco  hubiesen  tenido  un  resultado  feliz  los  pasos  conci- 
liadores que  se  dieron,  representándose  con  energía  y  verdad 
para  obtener  la  derogación  ó  enmienda  de  la  citada  ley  de 
reducción  y  reforma.   Quien  esto  escribe,  recibió  el  honor 


603 

de  ser  nombrado  para  representar  en  los  términos  que  expli- 
ca la  siguiente  nota  oficial: 

"  Por  noticias  fidedignas  que  ha  tenido  este  gobierno  y 
"  por  una  copia  que  llegó  á  sus  manos  del  decreto  aprobado 
u  en  esa  cámara  de  diputados  en  sesión  secreta  de  14  del  pre- 
"  senté  mes,  relativo  é  un  nuevo  arreglo  de  las  milicias  cí- 
"  vicas  de  los  Estados,  se  ha  impuesto  con  sorpresa  de  los 
"  artículos  que  abraza  y  de  las  consecuencias  que  va  á  oca- 
"  sionar  si  se  quiere  llevar  á  efecto  su  prevención. 

"  Puede  asegurar  este  gobierno  que  de  aquí  resultaría  la 
"  completa  disolución  de  este  Estado,  que  es  acreedor  á  mil 
u  consideraciones  por  su  juicioso  comportamiento  en  las  dis- 
"  tintas  revoluciones  que  han  agitado  á  la  república,  y  que 
"  ha  prestado  generosamente  al  gobierno  general  en  todas 
"  épocas  y  circunstancias  cuantos  recursos  se  le  han  pedido. 
"  Sería  muy  difuso  enumerar  uno  por  uuo  los  trastornos  que 
"  deben  seguirse  en  el  Estado  con  el  decreto  en  cuestión, 
"  pues  no  pueden  ocultarse  á  los  dignos  representantes  del 
"  mismo,  como  que  se  hallan  al  alcance  de  sus  circunstan- 
"  cias  locales  y  de  la  amalgamación  de  intereses  íntimamen- 
"  te  unidos  con  el  establecimiento  de  su  milicia. 

"  Por  lo  mismo,  este  gobierno  espera  del  bien  conocido 
"  patriotismo  de  V.  S.  y  dignos  compañeros,  se  servirán,  aso- 
"  ciados  del  Sr.  ministro  de  la  alta  corte  D.  José  María  Bo- 
"  canegra,  cuyas  virtudes,  moderación  y  conocidos  servicios 
"  deben  dar  más  influencia  á  este  paso,  representar  al  Excmo. 
"  Sr.  presidente  interino,  todos  los  males  que  va  á  ocasionar 
"  el  referido  decreto,  redactado  sin  cálculo  y  aprobado  sin 
"  la  meditación  que  exigía  lo  grave  y  trascendental  de  sus 
"  prevenciones. 

"  Con  esta  ocasión  reproduzco  á  V.  S.  las  consideraciones 
"de  mi  particular  aprecio. 

"  Dios,  libertad  y  federación.  Zacatecas,  febrero  24  de 


604 

"1835. — Manuel  González  Cosío. — Javier  Barron.  —  Sr.  Lie. 
"  D.  Julián  Bivero,  diputado  en  el  congreso  general." 

Dilatadas  conferencias  hubo  y  por  muchos  días  estuvi- 
mos reunidos  ante  el  presidente  de  la  república,  los  de  las 
respectivas  comisiones  de  ambas  cámaras,  los  secretarios  del 
despacho  y  la  diputación  de  Zacatecas  con  mi  incorporación 
á  ella,  como  se  previene  en  la  nota  transcrita;  pero  absoluta- 
mente nada  conseguimos  acordar  favorablemente  en  utili- 
dad del  bien  público,  al  intento  de  evitar  las  tristes  conse- 
cuencias que  produciría  llevar  á  efecto  la  citada  ley  de  31  de 
marzo,  que  reducía  y  reformaba  la  milicia  local  como  se  ha 
dicho.  Quedaron  las  cosas  en  el  estado  que  tenían,  después 
de  mucho  hablar,  reflexionar,  alegar  y  hasta  gestionar  em- 
peñosamente por  que  se  modificase  siquiera  la  disposición 
referida;  pero  fué  todo  en  vano,  y  las  cosas  marcharon  des- 
graciadamente por  la  senda  emprendida,  constituyéndose 
ya  de  una  y  otra  parte  en  la  clase  y  posición  de  ofensor  y 
ofendido.  Se  resolvieron  á  las  hostilidades,  se  comenzaron  los 
preparativos  y  alarmas,  y  todo  anunciaba  el  triste  porvenir 
de  la  guerra,  en  momentos  en  que  la  república  necesitaba  de 
orden  y  de  paz,  por  lo  que  acababa  apenas  de  pasar  sin  ex- 
tinguirse. Debió  meditarse  lo  muy  grave  que  se  temía,  con 
respecto  á  los  negocios  y  cuestiones  del  exterior. 

Sin  embargo,  todo  fué  adelante,  siguiendo  la,  administra- 
ción y  los  poderes  públicos  en  el  uso  y  práctica  de  sus  fun- 
ciones; nombró  el  pobierno  en  fines  de  marzo  á  D.  Justo  Co- 
rro ministro  de  justicia  y  negocios  eclesiásticos,  por  renuncia 
de  D.  Agustín  Torres  y  Guzmán.  Fueron  recibidos  un  agen- 
te diplomático  de  Prusia,  Mr.  Güero!  tt,  los  cónsules  de  Fran- 
cia y  de  Sajonia,  y  se  despidió  temporalmente  y  con  licencia 
Mr.  Butler,  encargado  de  negocios  de  los  Estados  Unidos  de 
América  cerca  de  nuestro  gobierno,  dejando  las  relaciones 
de  amistad  en  el  mejor  estado.  Bl  congreso  decretó  en  9  de 


605 

abril  la  derogación  de  la  ley  de  833  y  la  devolución  de  bie- 
nes al  duque  de  Monteleone.  En  mayo  se  concedió  amnistía 
y  olvido  absoluto.1  En  la  corte  suprema  de  justicia  se  falló 
definitivamente  el  día  17  de  marzo  de  18352  la  causa  de  los 
ex-ministros  de  Bustamante  en  favor  de  los  acusados,  y  en  el 
mismo  supremo  tribunal  se  llenaron  las  vacantes  de  los  Sres» 
Domínguez  Manzo  y  Flores  Alatorre,  habiendo  obtenido  la 
elección  constitucional  para  la  primera  D.  Pedro  Martínez 
de  Castro,  y  para  la  segunda,  por  la  jubilación  del  Sr.  Flo- 
res Alatorre,  D.  A.  Suárez  y  Peredo. 

Es  de  notarse  aquí  que  por  ese  tiempo,  en  el  propio  mes 
y  casi  en  los  mismos  días,  ocurrieron  tres  desgraciados  suce- 
sos notables.  Tuvo  lugar  el  primero  en  los  pueblos  de  Es- 
cuinta  y  Tapacbula,  de  Soconusco,  donde  hizo  estragos  de 
consideración  el  volcán  nombrado  Cerro  de  Cacuyaba;  el 
segundo  en  los  extramuros  de  la  ciudad  de  Zacatecas,  por 
haberse  incendiado  el  laboratorio  de  pólvora  que  allí  existía; 
y  el  tercero,  más  grave  y  sensible,  al  estallar  en  el  mismo 
Estado  la  revolución  que  produjo  no  sólo  males  y  desgracias 
sin  cuento,  sino  que  puede  decirse,  que  causó  la  ruina  de 
Zacatecas. 

Las  diferencias  que  hemos  asentado  y  los  hechos  que  he- 
mos referido,  ocasionaron  una  verdadera  crisis  política.  Ella 
obligó  sin  duda  al  General  presidente  Santa-Anna  á  dejar 
la  habitación  de  su  hacienda  é  interrumpir  el  período  de  la 
licencia  que  disfrutaba.  Llegó  á  México  la  noche  del  día  11 
de  abril  de  dicho  año  para  ponerse  á  la  cabeza  del  ejército 
que  se  disponía  á  marchar  para  el  interior  de  la  Eepiiblica 
y  especialmente  sobre  Zacatecas,  que  como  hemos  visto  ya, 
se  hallaba  en  un  verdadero  estado  de  alarma,  y  había  dado 
un  carácter  hostil  á  sus  operaciones,  manifestándose  resuel- 


1  Véase  la  colección  de  Galván,  tomo  7?,  pág.  345. 

2  "Diario  Oficial"  del  día  13  de  abril  de  1835,  núm.  63. 


606 

to  á  sostener  sin  variación  ni  reforma  alguna  la  organización 
de  la  milicia  local. 

El  Comandante  general  Heredia  se  retiró  de  la  capital 
del  Estado;  la  legislatura  decretó  la  autorización  amplia  del 
gobierno  del  mismo  Estado  con  todas  las  facultades  necesa- 
rias para  poner  sobre  las  armas  toda  la  milicia  cívica,  y  para 
hacer  uso  de  todos  los  fondos  de  su  respectivo  erario;  la  preu- 
sa  tomó  por  supuesto  á  su  cargo  este  asunto,  y  recordaudo 
con  el  mayor  fuego  y  entusiasmo  los  campos  militares  don- 
de habían  brillado  las  armas  de  los  milicianos  zacatecanos, 
los  excitaba  á  pelear  contra  los  poderes  generales,  diciendo 
les,  entre  otras  muchas  frases,  las  siguientes:  "  ¿Consentiréis 
"  en  que  se  arruine  el  sistema  del  hombre  libre,  el  único  en 
"  que  podemos  vivir  felices?  No.  Nada  os  detendrá,  milicia- 
"  nos,  corred  al  campo  de  la  gloria." 

Así  los  animaban  y  del  modo  más  resuelto  proclamaban 
en  estos  términos: 

"¡Autoridades  supremas  del  Estado!  Los  zacatecanos 
"  queremos  libertad,  queremos  federación ;  vuestro  principal 
"  deber  es  el  de  respetar  nuestra  soberana  voluntad.  ¡No  lo 
"  olvidéis!" 

Apesar  de  tan  patrióticas  y  exaltadas  ideas,  se  advirtió 
que  en  el  Estado  no  era  general  la  opinión  que  se  le  atribuía, 
sino  de  los  que  mandaban  en  su  capital,  y  por  esto,  no  sólo 
se  separaron  de  su  causa  muchos  individuos,  sino  también 
muchas  poblaciones  importantes.  Siguieron  no  obstante  las 
hostilidades,  en  términos  de  que,  habiendo  sido  desechada 
por  el  congreso  general  la  iniciativa  que  se  le  dirigió  para  la 
derogación  ó  reforma  de  la  ley  de  31  de  marzo,  marchó  con 
sus  tropas  el  día  18  de  abril  el  General  presidente  Santa- 
Auna,  y  comenzando  las  operaciones  militares  en  priucipios 
del  mes  de  mayo,  quedó  cortada  toda  comunicación  con  la 
capital  de  la  república. 

Zacatecas  alistó  sus  milicias;  puso  á  la  cabeza  de  ellas 


á  su  antiguo  gobernador  D.  Francisco  García,  dándole  el 
mando  militar  de  las  fuerzas.  Se  estableció  á  una  legua  ó 
poco  más  de  distancia  de  la  ciudad,  en  los  campos  de  Gua- 
dalupe, el  campamento  general.  Continuaron  los  preparati- 
vos, se  repetían  los  anuncios  y  noticias  sobre  la  resistencia  á 
las  tropas  del  gobierno  general.  García,  en  30  de  abril  diri- 
gió una  proclama  á  los  habitantes  todos  del  Estado,  anun- 
ciando que  se  hallaba  bien  seguro  de  que  los  elementos  con 
que  contaba  para  resistir,  eran  muy  superiores  á  los  medios 
que  se  desarrollaban  para  invadir  á  Zacatecas.  Un  ejército 
de  dos  mil  quinientos  hombres,  decía,  cualquiera  que  sea  la 
habilidad  con  que  se  conduzca,  no  puede  sujetar  á  un  pue- 
blo de  trescientos  mil  habitantes  que  quieren  conservar  su 
independencia.  La  guerra,  repetía,  es  impopular  por  parte 
de  los  enemigos,  y  la  injusticia  con  que  se  hace  la  invasión 
es  notoria.  Desplegaré  llegada  la  vez  los  medios  sobrados 
que  tengo  para  destruir  un  ejército  de  doble  fuerza  del  que 
nos  invade,  contando  con  el  patriotismo  de  los  milicianos. 

El  general  presidente  también  expidió  sus  proclamas  en 
el  cuartel  general  de  Aguascalientes  el  día  6  de  mayo,  y 
decía  á  su  ejército,  que  ni  por  un  momento  dudaba  se  diri- 
girían todos  los  que  lo  componían,  no  á  destruir,  sino  á  con- 
servar la  tranquilidad  haciendo  se  cumpliesen  las  leyes,  cu- 
yo objeto  era  el  de  su  misión  sobre  Zacatecas;  deseando  se 
sometiesen  los  que  resistían,  dóciles  á  la  razón  para  que  la 
república  lograse  la  paz  y  ventura  de  que  tanto  necesitaba. 

Los  Estados  de  la  federación  se  manifestaron  por  el  cum- 
plimiento de  la  ley,  pues  la  resistencia  ponía  en  peligro  para 
lo  futuro  á  la  nación,  y  en  gran  conflicto  á  los  pueblos  que 
eran  víctimas  y  resentían  los  efectos  siempre  lamentables  de 
la  guerra.  Esta,  sin  embargo,  continuó  desarrollándose,  y 
los  ejércitos  beligerantes  situaron  sus  campos,  tomaron  sus 
posiciones  y  dieron  en  fin,  orden  para  el  ataque,  habiendo 
precedido,  aunque  sin  efecto  favorable,  algunas  negociado- 


608 

lies  dirigidas  á  obtener  una  conciliación  que  evitase  los  ma- 
les públicos  y  el  derramamiento  de  sangre  mexicana.  Quien 
esto  escribe,  se  abstiene,  consecuente  con  su  propósito,  de 
dar  detalles  y  explicaciones  sobre  los  choques  y  funciones 
de  armas,  y  mucho  menos  se  ocupa  en  hablar  de  personas 
ni  de  particulares  sucesos,  cuya  narración  queda,  como  en 
otros  lugares  se  ha  dicho,  á  las  mejores  plumas  que  escriban 
nuestra  historia,  pormenorizando  los  hechos  y  analizando  las 
acciones.  Cierro  esta  materia  con  el  triste  resultado,  para  la 
nación,  que  produjo,  por  interés  ó  por  amor  propio,  el  des- 
acuerdo de  los  poderes  de  la  federación  con  los  del  Estado  de 
Zacatecas.  Tal  resultado  fué  la  victoria  del  día  11  de  mayo, 
alcanzada  por  el  ejército  de  los  primeros  sobre  los  segundos, 
y  que  tuvo  lugar  en  los  campos  de  Guadalupe. 

Según  dijimos,  precedieron  á  la  acción  campal  del  día  11 
y  á  la  violeuta  ocupación  de  la  capital  del  Estado,  negocia- 
ciones que  podían  haber  evitado  desastres  y  desgracias  la- 
mentables. El  General  presidente,  á  10  del  citado  mayo 
(1835),  en  un  lugar  llamado  "Laguna  de  Pasillas,"  dirigió 
al  gobernador  D.  Manuel  González  Cosío,  una  enérgica  co- 
municación en  que  le  intimaba  que  entregase  la  capital  del 
Estado,  pues  de  lo  contrario  habría  de  ocuparla  por  la  fuer- 
za. El  gobernador,  al  acabar  de  recibir  la  expresada  nota  la 
contestó, haciendo  una  reseña  de  los  antecedentes  que  habían 
creado  la  situación  difícil  en  que  se  hallaban;  se  quejaba  de 
los  poderes  de  la  unión  y  del  general  en  jefe  que  dirigía  las 
hostilidades  contra  el  Estado.  Este,  al  fin,  fué  vencido  por 
las  armas  de  la  unión,  el  repetido  día  11,  en  los  términos  que 
explica  el  detall  del  día  24l  en  que  aparecen  las  operaciones 
militares  minuciosamente  explicadas  desde  la  marcha  em- 
prendida en  la  villa  de  León  por  las  fuerzas  del  gobierno 
general  hasta  el  día  de  la  victoria.  Las  notas  cambiadas  en- 

1  Véase  el  "Diario  Oñcialn  del  día  31  de  Mayo,  núm.  31. 


609 

tre  el  general  presidente  y  el  gobierno  supremo  de  la  repú- 
blica abundaron  en  congratulaciones  y  entusiasmo,  hasta  los 
momentos  de  emprender  el  General  Santa-  Anna  su  regre- 
so, dejando  establecidas  las  autoridades  en  Zacatecas,  y  en 
cuanto  á  los  prisioneros,  sin  embargo  de  haber  sido  muy  con- 
siderable su  número,  se  redujo  prudente  y  equitativamente 
al  menor  posible,  acortando  el  tiempo  á  aquellos  que  fueron 
extrañados  del  Estado. 

El  suceso  que  acaba  de  ocuparnos  absorbió  la  atención 
pública,  de  tal  manera,  que  se  haría  muy  difuso  quien  es- 
to escribe,  si  refiriese  todas  y  cada  una  de  las  notas  de  feli- 
citación dirigidas  al  supremo  gobierno  y  al  general  en  jefe. 
Puede  asegurarse  que  los  poderes  públicos  generales  y  par- 
ticulares, las  autoridades  todas  del  orden  civil,  eclesiástico 
y  militar,  aplaudían  y  proclamaban  como  un  golpe  decisivo  y 
glorioso  el  triunfo  obtenido  en  los  llanos  de  Guadalupe,  ven- 
ciendo á  los  valientes  milicianos  de  Zacatecas.  ¡  Feliz  el  que 
no  olvide  y  sepa  apreciar  estas  lecciones  y  desengaños ! 

Habría  más  que  decir  si  nos  ocupásemos  de  impugnará 
ciertas  gentes  que  gritan  contra  el  vencido,  piden  su  ruina 
y  no  cesan  de  clamar  hasta  el  exterminio.  Y  también  nos 
ocuparíamos  demasiado,  considerando  por  el  extremo  con- 
trario á  los  que  cantaban  himnos,  quemaban  incienso  y  con 
baja  adulación  aplaudían,  no  por  verdadero  patriotismo,  si- 
no por  conocido  interés.  A  unos  y  á  otros,  y  para  concluir, 
recordaremos  lo  que  en  el  libro  tercero  de  sus  Anales  nos  dejó 
escrito  el  célebre  Oornelio  Tácito,  diciendo  que:  uno  se  deben 
levantar  altares  á  la  venganza,  ni  se  deben  hacer  demostraciones 
y  signos,  que  sólo  se  suelen  consagrar  por  las  victorias  ganadas 
á  los  extraños,  pues  que  los  males  de  casa  deben  cubrirse  con  la 
tristeza.^ 

El  congreso  general  cerró  sus  sesiones  según  costumbre 
y  con  las  formalidades  de  ley  el  día  23  de  mayo,  habiendo 

Tomo  II.— 77 


610 

antes  declarado  benemérito  de  la  patria1  al  General  presi- 
dente D.  Antonio  López  de  Santa-Auna,  en  los  términos 
que  el  mismo  decreto  expresa.  Se  hizo  cargo  y  recibió  la  car- 
tera de  justicia  y  negocios  eclesiásticos,  D.  José  Justo  Co- 
rro, y  fué  recibido  D.  Ricardo  Pahennam,  con  el  ceremonial 
de  estilo,  como  ministro  plenipotenciario  de  S.  M.  B.  cerca 
del  gobierno  de  la  república.  Henunció  la  cartera  de  relacio- 
nes D.  José  María  Gutiérrez  de  Estrada;  y  aunque  por  lo 
prouto  no  se  le  admitió  y  se  le  concedió  una  licencia  tem- 
poral, después  hizo  efectiva  su  separación,  quedando  el  ofi- 
cial mayor,  Ortiz  Monasterio,  encargado  del  despacho  hasta 
el  8  de  julio  en  que  D.  Manuel  Diez  de  Bonilla  fué  nombrado 
para  tal  encargo. 

Después  de  los  sucesos  del  Sur  de  México,  de  Zacatecas, 
de  Durango  y  de  algunos  otros  puntos  en  que  aparecieron 
inquietudes  y  movimientos  públicos,  presentaba  el  país  so- 
siego, orden  y  ofrecía  un  porvenir  halagüeño.  Pero  tan  bue- 
na perspectiva  duró  muy  poco. 


CAPITULO   III. 


Nuevo»  pronunciamientos  y  nuevos  planes  proclamando  el  cambio  del  »i«- 
teina  federal.— Sucesos  consiguientes. 


En  la  ciudad  de  O  rizaba  del  Estado  de  Veracruz,  y  en  la 
de  Toluca  de  el  de  México,  el  repetido  mes  de  mayo  de  835, 
aparecieron  planes,  que  declararon  cómo  voto  nacional  el 
cambio  absoluto  de  sistema  federal  en  central,  según  expli- 
can los  mismos  documentos  que  obran  en  el  respectivo  apén- 

1  Colección  de  Galván,  tomo  7?,  pág.  355. 


611 

dice  de  estas  Memorias.1  En  uno  y  otro  pronunciamiento 
tomaron  parte  y  ios  secundaron  con  generalidad  las  autorida- 
des y  personas  de  los  pueblos,  en  términos  de  que,  puede  de- 
cirse, que  no  sólo  no  hubo  oposición,  sino  que  más  bien  hubo 
adhesión. 

En  este  tiempo  el  ejecutivo  expidió  una  formal  circular, 
reprobando  todo  pronunciamiento  contra  el  sistema  federal 
que  regía  á  la  nación.  Decía  el  gobierno,  que  para  contener 
cualquier  movimiento  que  con  el  ejemplo  de  los  de  Orizaba  y 
Toluca  pudiera  tener  lugar,  y  debiendo  impedir  que  la  fuer- 
za armada  se  mezclase  en  cosa  alguna  que  perteneciese  al 
pueblo,  se  prohibía  expresamente  que  el  ejército  tomase  par- 
te ninguna  en  los  movimientos  ocurridos  y  que  ocurrieran, 
principalmente  cuando  la  fuerza  armada  debía  servir  para 
contener  y  aun  destruir  cualquier  desorden  que  pudiera  so- 
brevenir con  ocasión  de  los  pronunciamientos;  concluyendo 
con  decir,  que  las  tropas  guiadas  por  sus  autoridades  y  jefes 
no  atendiesen  á  otros  deberes  que  los  que  la  ordenanza  les 
marcaba. 

No  obstante,  los  pronunciamientos  siguieron  en  las  ca- 
pitales y  pueblos  de  los  Estados  todos,  aun  de  los  más  deci- 
didos federalistas,  como  Zacatecas  y  Jalisco,  notándose  que 
con  muy  pocas  variaciones,  se  reproducían  los  planes  de 
Toluca  y  Orizaba,  proclamando  decididamente  el  cambio 
de  las  instituciones.  Sostenían  tales  principios  y  subscribie- 
ron las  actas  y  proclamas  todos  los  funcionarios  públicos  y 
un  número  increíble  de  ciudadanos,  pudiéndose  asegurar  que 
pedían  el  cambio  de  la  forma  de  gobierno  que  regía  en  la 
república,  Estados,  corporaciones  y  personajes,  cuyos  nom- 
bres asombra  ver  en  los  documentos  publicados  por  la  pren- 
sa, considerando  que  hombres  que  persiguen  y  sostienen  con 
la  mayor  serenidad  máximas  opuestas,  reprueben  mañana 

1  Documentos  núms.  2  y  3, 


612 

lo  que  hicieron  hoy.  ¡  Ábranse  los  libros  que  conservan  los 
documentos  históricos  de  la  prensa  periódica,  y  se  hallará  un 
catálogo  de  inconsecuencias!  Quien  esto  escribe,  si  tal  hu- 
biese sido  su  propósito,  formaría  un  registro  y  bien  extenso; 
pero  la  severidad  de  la  historia  y  el  imparcial  juicio  de  la 
posteridad  los  condenará,  presentando  á  los  hombres  y  á  las 
cosas  tales  como  fueron. 

El  gobierno  general  tuvo  que  dirigir  su  atención  in- 
mediatamente al  movimiento  que  agitaba  á  la  república, 
porque  el  día  12  de  junio  en  la  noche,  en  la  misma  capital, 
residencia  de  los  supremos  poderes,  se  reunieron  grandes 
masas  de  ciudadanos  en  diversas  secciones,  y  acordaron  di- 
rigir y  de  facto  dirigieron  la  petición  que  uniformaba  sus  sen- 
timientos y  principios  con  los  manifestados  casi  general- 
mente. 

El  presidente  volvió  á  México  y  fué  recibido  con  el  mayor 
entusiasmo,  regresando  después  de  la  expedición  de  Zacate- 
cas á  su  hacienda  de  Manga  de  Clavo,  y  continuando  en  el  uso 
de  la  licencia  que  le  había  sido  concedida.  Se  consideró  que  la 
facultad  dada  al  presidente  de  la  república  por  el  decreto  de 
9  de  abril,  no  convenía  que  cesase  por  la  crisis  en  que  se 
hallaba  la  nación;  y  por  tanto,  el  presidente  interino  Barra- 
gán dejó  al  General  Santa- Anua  la  investidura  y  carácter 
de  general  en  jefe,  para  que  por  sí  mismo  dictase  todas  las 
medidas  que  convinieran  en  cualesquiera  ocurrencias  ó  tras- 
tornos que  comprometiesen  la  tranquilidad  pública,  cuya 
conservación  es  el  primer  bien  de  la  sociedad. 

Por  este  principio,  y  por  haber  advertido  el  General  San- 
ta-Auna, con  la  penetración  que  le  era  propia,  lo  difícil  y 
delicado  de  la  situación,  aspirando  á  remediarla,  convocó  una 
junta  que  se  reunió  en  el  palacio  arzobispal  de  Tacubaya, 
proponiendo  el  objeto  de  conferenciar  sobre  varios  asuntos 
de  interés  general,  y  principalmente  sobre  la  situación  que 
guardaba  la  república.  La  citación  se  hizo  en  dichos  tér- 


613 

minos  por  el  secretario  de  relaciones  D.  José  Ortiz  Monas- 
terio,1 dispensando  el  honor  de  llamar  á  quien  esto  escribe  á 
la  junta  para  la  mañana  del  viernes  19  de  junio.  Fui  en  efec- 
to al  lugar  y  á  la  hora  que  se  desiguaba.  Se  reunió  un  con- 
siderable número  de  personas  notables  para  la  junta  indica- 
da. Abrió  la  discusión  el  general  presidente  con  un  discurso 
bastante  animado  y  que  explicaba  lo  comprometido  de  la 
situación  por  los  sucesos  públicos  y  temores  consiguientes 
de  futuras  desgracias.  Se  discurrió  difusamente  en  la  junta 
sobre  lo  que  convenía  hacerse,  y  dichos  y  oídos  diversos 
pareceres,  vino  á  concluirse  en  que  hallándose  notablemente 
conmovida  y  alterada  la  opinión  pública,  convenía  de  pronto 
observarla  para  obrar  al  fin  en  el  sentido  que  la  mayoría  de 
la  nación  fijase. 

Yo,  por  mi  parte,  debo  decir  y  consignar  aquí  con  verdad 
y  franqueza  cuál  fué  en  la  citada  asamblea  mi  opinión. 

Después  de  haber  reseñado  las  ocurrencias  públicas  de 
aquella  actualidad  y  las  que  habían  pasado,  haciendo  uso 
de  algunas  doctrinas  de  publicistas  que  me  parecieron  del 
caso,  concluí  fijando  las  siguientes  proposiciones:  Primera. 
Que  por  medio  de  unas  elecciones  imparciales,  se  reuniera 
una  convención  ó  asamblea  extraordinaria  con  el  tiempo  fijo 
que  no  excediese  de  noventa  sesiones,  y  sin  que  se  ocupase 
de  más  asunto  que  el  de  declarar  cuál  sería  la  forma  de  go- 
bierno más  conforme  al  voto  de  la  nación.  Segunda.  Que  con 
arreglo  al  resultado  se  formase  la  ley  fundamental  del  país, 
sujetándola  á  la  sanción  nacional  en  la  forma  y  tiempo  que 
se  señalara.  Tercera.  Que  el  número  de  la  convención,  el  ré- 
gimen gubernativo  iuterino  y  todas  las  providencias  de  or- 
den y  seguridad,  se  contuviesen  y  se  explicasen  en  un  decre- 
to especial  redactado  al  efecto  por  una  comisión. 

Quedó  acordado  el  voto  de  la  mayoría  y  se  disolvió  la 
reunión. 

1  Cita  por  carta  particular. 


614 

El  congreso  general  que  existía  se  reunió  el  día  19  de 
julio  en  sesiones  extraordinarias.  El  fin  principal  fué  to- 
mar en  consideración  el  estado  político  de  la  república,  por 
hallarse  ésta  perturbada  con  los  pronunciamientos  de  las 
poblaciones  más  importantes,  que  pedían  las  reformas  de  la 
constitución  vigente  y  la  supresión  del  sistema  federal.  ¡Ob- 
jeto á  la  verdad  el  más  vital  para  el  estado  y  felicidad  de  las 
naciones!  Una  ley  fundamental  contraria  á  la  voluntad  ge- 
neral, produce  la  ruina  del  pueblo  mismo  que  se  quiere  favo- 
recer y  conservar,  y  por  el  contrario,  siendo  la  constitución 
del  país  la  expresión  de  la  mayoría,  logrará  su  prosperidad, 
atendiendo  á  que  seguramente  el  pueblo,  que  juzga  por  sen- 
timiento, ó  lo  que  es  lo  mismo,  por  el  bien  que  recibe,  no 
aprueba  en  su  mayoría  ni  con  sus  obras,  todo  aquello  que  es 
en  su  perjuicio.  Por  esto  es  tan  delicado  querer  constituir  á 
un  país  eligiendo  extremos  y  consultando  á  partidos  sin  aten- 
der á  las  necesidades,  hábitos,  costumbres  y  hasta  preocupa- 
ciones de  los  pueblos,  que  sabido  es  aspiran  á  conservarse 
consultando  á  su  prosperidad,  y  por  lo  mismo,  se  necesita  de 
tanta  mesura  y  pulso  en  este  punto,  que  se  debe  huir  sobre 
todo  y  principalmente,  de  obrar  con  precipitación  y  jamás 
por  intereses  particulares,  ni  por  venganzas,  y  mucho  menos 
por  espíritu  de  bandería,  ni  por  individual  conveniencia.  Por 
esto  se  dice,  y  con  verdad,  que  la  ley  y  principalmente  la 
constitución,  es  la  expresión  de  la  voluntad  general. 

El  congreso  se  ocupó  en  el  examen  que  exigía  la  cosa  pú- 
blica en  la  delicada  crisis  política  á  que  había  venido  la  na- 
ción. Y  como  no  era  constituyente,  se  vio  en  la  necesidad 
de  considerar  su  investidura  en  este  punto,  declarando  pri- 
meramente que  exigiendo  la  situación  de  la  república  se  re- 
formase la  constitución,  se  unieran  las  dos  cámaras  para  que 
así  deliberasen  y  obrasen  legislativamente  sobre  la  reorga- 
nización de  la  república. 

En  efecto,  reunido  el  congreso,  dio  un  decreto  que  explicó 


615 

el  carácter  que  asumía  y  modo  con  que  obraba.1  Después  en 
3  de  octubre2  expidió  otro  decreto  notable  á  la  verdad,  por- 
que realmente  consumó  la  revolución,  legitimando  los  pro- 
nunciamientos y  planes  de  reforma,  que  produjeron  la  crisis 
política,  extendiéndose  el  cuerpo  legislativo  hasta  ocuparse 
en  discutir  las  bases  de  la  constitución. 

Como  al  mismo  tiempo  de  darse  por  los  legisladores  y 
cumplirse  por  los  pueblos  las  resoluciones  legislativas  y  cons- 
tituyentes, seguía  la  discusión  pública  sobre  la  bondad  relati- 
va de  sistemas  políticos  para  México,  nos  hemos  visto  obliga- 
dos á  seguir  la  época,  del  mismo  modo  en  que  se  agitó  esta 
cuestión,  atendiendo  á  los  sucesos  referentes  á  ella,  lleván- 
dola hasta  su  término,  que  fué  en  27- de  octubre,3  en  que  se 
dispuso  la  publicación  y  cumplimiento  de  las  bases  constitu- 
cionales, que  fueron  publicadas  por  un  solemne  bando  nacio- 
nal para  su  observancia  y  cumplimiento,  jurándose  por  to- 
dos, desde  el  presidente  de  la  república,  y  teniéndose  ya  por 
un  nuevo  pacto. 

Siguió  el  congreso  ocupándose  en  la  formación  de  las  le- 
yes constitucionales,  cuyo  código  ha  sido  conocido  comun- 
mente con  el  nombre  de  "las  siete  leyes"  que  rigieron  por 
algún  tiempo,  según  se  dirá  en  su  lugar  y  en  el  período  ad- 
ministrativo siguiente  á  que  corresponde. 

1  Véase  la  colección  de  tíalván,  tomo  7",  pág.  361. 

2  ídem  ídem,  tomo  7?,  págs.  361  y  362. 

3  ídem  idem,  tomo  7?,  págs.  368,  69  y  70. 


616 


CAPITULO  IV. 


Breve  resella  de  México,  cómo  se  presenta  eu  sus  anales,  y  el  tratado 
entre  México  y  España. 


Lo  referido  nos  conduce  á  dar  una  rápida  y  general  ojea- 
da á  nuestra  historia.  Eecorriendo,  pues,  muy  eu  breve  por 
el  ordeu  cronológico  nuestros  más  graves  y  señalados  acon- 
tecimientos, bailamos  que  se  puede  muy  bien,  sin  temor  de 
equivocarse,  asentar  la  siguiente  proposición,  que  puede 
servir  de  útil  recuerdo  de  lo  pasado  y  de  lección  para  lo  fu- 
turo. 

La  nación  mexicana  se  presenta  en  sus  anales  después  de 
su  emancipación  política,  ya  gobernada  por  una  junta  lla- 
mada soberana  y  una  regencia  electiva;  ya  imperial,  bajo  el 
mando  del  Libertador  sacrificado  ingrata  y  vilmente  eu  Pa- 
dilla, y  ya  ceutral  republicana,  con  un  triunvirato  ejecutivo 
hasta  el  día  4  de  octubre  de  1824,  en  que  se  dio  la  primera 
constitución  federal,  que  fué  destruida  por  los  movimientos 
populares  y  por  los  medios  que  hemos  visto,  pasando  después 
por  las  variaciones  violentas  y  cambios  políticos  que  resen- 
timos y  que  explican  las  diversas  crisis  sufridas  hasta  con 
peligro  de  perder  la  nacionalidad. 

Esta  no  sólo  se  constituía  en  el  período  administrativo 
que  nos  ocupa,  sino  que  se  logró  asegurarla  permanentemen- 
te, restableciendo  las  relaciones  de  amistad  y  buena  armonía 
que  deben  existir  entre  México  y  España,  por  los  vínculos 
naturales  de  identidad  de  religión,  origen  y  recíprocos  inte- 
reses. Así  se  consigna  y  establece  en  el  tratado  definitivo 
firmado  en  Madrid  el  día  28  de  diciembre  de  1836. 


617 

Quien  esto  escribe  ha  creído  muy  propio  y  natural,  para 
no  dividir  la  materia  de  que  se  trata,  unir  los  distintos  tiem- 
pos en  un  sólo  período,  aunque  hayan  pasado  los  sucesos  en 
las  épocas  diversas  que  ellos  explican.  Hablaremos  por  tan- 
to, y  con  esta  advertencia:  primero,  de  los  preliminares  al 
tratado  y  reconocimiento  de  la  independencia;  segundo,  de 
la  celebración  del  mismo  tratado:  tercero,  de  la  aprobación 
del  congreso  general;  y  cuarto,  de  su  canje  y  publicación. 

En  cuanto  á  los  preliminares  del  tratado  y  reconocimien- 
to de  la  independencia,  ningún  dato  ni  noticia  puede  ser  más 
legal  y  auténtico,  que  la  Memoria  de  la  secretaría  de  esta- 
do y  del  despacho  de  relaciones  de  nuestra  república,  pre- 
sentada al  cuerpo  legislativo  y  publicada  en  marzo  de  1835. 
Este  documento  oficial  dice: 

"  Al  fin  llegó  el  día  en  que  la  España  reconociese  los  ver- 
"  daderos  principios  de  la  razón  y  de  la  justicia,  y  lo  que  el 
"  tiempo  y  los  sucesos  habían  sancionado,  sin  que  poder  hu- 
"  mauo  alguno  pudiera  destruirlos.  La  nueva  administración 
"que  rige  en  España  desde  el  advenimiento  al  trono  de  la 
"  reina  D?  Isabel  II,  adoptando  medidas  más  liberales  que 
"  las  del  gobierno  anterior,  deponiendo  las  preocupaciones 
"  que  por  tantos  años  lo  dirigieron  y  teniendo  la  debida  con- 
u  sideración  á  los  intereses  bien  entendidos  de  la  península, 
"  se  ha  manifestado  dispuesta  á  tratar  con  las  repúblicas  de 
"América,  bajo  la  base  del  reconocimiento  de  la  indepen- 
dencia y  sin  exigir  retribución  alguna  de  ninguna  clase. 
"  Desde  12  de  junio  de  1834,  el  Sr.  ministro  de  estado  D. 
"  Francisco  Martínez  <le  la  Rosa,  comunicó  al  señor  encar- 
"  gado  de  negocios  de  los  Estados  Unidos  del  Norte  en 
"  M;nlrid,  que  por  parte  del  gobierno  de  S.  M.  0.  no  había 
"  embarazo  alguno  para  negociar  con  los  de  América,  trata- 
dos de  mutua  utilidad  y  conveniencia.  El  embajador  de 
"España  en  Londres  hizo  la  misma  comunicación  al  señor 
"  ministro  plenipotenciario  de  Venezuela  en  aquella  corte, 

Tomo  II.  —  78 


618 

y  de  orden  del  gabinete  de  Madrid,  le  expidió  el  pasapor- 
te y  salvo  conducto  correspondientes  para  que  pudiera  tras- 
ladarse á  España.  El  señor  duque  de  Frías,  embajador  de 
esta  potencia  en  París,  manifestó  igual  buena  disposición 
al  Sr.  D.  Lorenzo  Zavala,  nuestro  ministro  plenipotencia- 
rio cerca  de  S.  M.  el  rey  de  los  franceses,  y  se  visitaron  mu- 
tuamente en  su  calidad  oficial  de  ministros  diplomáticos. 
En  el  estamento  de  procuradores  se  hizo  expresa  petición 
para  el  reconocimiento  de  la  independencia,  y  en  la  sesión 
de  9  de  diciembre  se  repitió  por  parte  del  gobierno  que  es- 
taba pronto  a  tratar  con  las  que  antes  habían  sido  sus  co- 
lonias. 

"  En  vista  de  tales  antecedentes,  y  deseoso  el  gobierno 
mexicano  de  aprovechar  tan  favorables  circunstancias; 
convencido  por  otro  lado  de  que  el  reconocimiento  de  nues- 
tra independencia  y  un  tratado  con  la  España  nos  son  su- 
mamente ventajosos,  y  podrán  reparar  en  algún  modo  los 
males  causados  por  leyes  imprudentemente  dadas  en  me- 
dio del  calor  de  los  partidos,  acordó  autorizar  al  Sr.  D. 
Miguel  Santa  María,  nombrado  ministro  plenipotenciario 
cerca  de  S.  M.  B.,  para  que  entrando  en  relaciones  con  el 
gobierno  de  S.  M.  0.,  negociase  el  reconocimiento  de  la  in- 
dependencia y  los  tratados  subsiguientes  á  que  él  diese  lu- 
gar. En  las  instrucciones  que  se  le  han  dado,  se  ha  tenido 
presente  la  ley  de  11  de  mayo  de  1826,  y  sólo  b;ijo  las  ba- 
ses que  ella  expresa  se  entrará  en  negociaciones.  Si  se  con- 
servan las  buenas  disposiciones  del  gobierno  de  España, 
es  de  esperar  que  dichas  bases  no  ofrezcan  dificultad  para 
su  adopción,  y  que  el  reconocimiento  de  la  independencia 
se  conseguirá  sin  gravamen  de  ninguna  clase  para  la  re- 
pública. Este  suceso  colmará  los  bienes  que  la  Providen- 
cia nos  ha  dispensado  últimamente  con  mano  muy  liberal. 
La  independencia,  que  es  un  hecho  tan  necesario  como  in- 
mutable, quedará  proclamada  igualmente  de  derecho  y 


619  • 

"  adquirirá  este  título  más  á  su  eterna  permanencia.  Las 
"  relaciones  amistosas  con  España  nos  deben  ser  sumamente 
"  ventajosas  bajo  muchos  conceptos,  y  la  conveniencia  será 
"  mutua  para  los  dos  países." 

Santa  María,  como  ministro  plenipotenciario  de  México, 
dirigió  una  extensa  carta  con  fecha  14  del  mismo  junio  al 
presidente  del  consejo  de  ministros  de  España.  Explica  en 
ella,  detenida  y  circunstanciadamente,  el  objeto  importante 
de  su  misión,  asegurando  que  cumplirá  en  la  órbita  de  sus 
atribuciones  y  con  total  arreglo  á  sus  instrucciones,  que  de- 
talla, y  son  las  que  antes  se  han  referido  en  la  parte  trans- 
crita de  la  Memoria;  ofrece  también  marchar  á  la  corte  de 
Madrid  muy  confiado  en  la  benévola  disposición  del  gobier- 
no de  S.  M.  C,  manifestada  por  los  representantes  de  aquel 
gobierno  en  las  cortes  de  Inglaterra  y  Francia,  asegurando 
que  se  hallaba  dispuesto  á  que  bajo  la  base  del  reconocimien- 
to de  la  independencia,  se  celebrasen  los  tratados  más  fran- 
cos y  se  estableciesen  las  relaciones  favorables  á  los  mutuos 
intereses  de  España  y  México. 

Con  efecto,  y  precediendo  los  requisitos  y  solemnidades 
que  el  derecho  de  gentes  prescribe,  se  celebró  el  tratado1  el 
referido  día  28  de  diciembre  de  1836,  conviniendo  en  los  ar- 
tículos que  ajustaron  y  firmaron,  por  el  gobierno  de  España, 
el  presidente  del  consejo  de  ministros  D.  José  María  Oala- 
trava,  y  por  México  D.  Miguel  Santa  María,  ministro  pleni- 
potenciario residente  cerca  de)  gobierno  británico  y  espe- 
cialmente nombrado  para  la  celebración  del  tratado,  que 
fué  aprobado  por  decreto  del  congreso  general  mexicauoen 
3  de  mayo  de  1837,2y  ratificado  y  aceptado  en  28  de  febrero 
de  1838,  publicándose  por  bando  nacional  el  día  4  de  marzo 
del  mismo  año.3 

1  Véase  la  colección  de  Arrillaga,  tomo  del  año  de  1838,  pág.  67, 

2  Véase  la  colección  de  Qalván,  tomo  7o,  pág.  209. 

3  Véase  la  colección  de  Arrillaga,  tomo  de  838,  pág.  67  ja  citada. 


620 

Quedó  así  concluido  tan  grave  negocio.  Sin  embargo, 
permítaseme  en  lo  individual  que  ocupe  todavía  sobre  el 
mismo  asunto,  una  ó  dos  páginas  más  para  consignar  en 
ellas  los  documentos  que  siendo  relativos  á  lo  mismo,  forman 
parte  de  mi  carrera  pública. 

Un  billete  diplomático  de  citación  que  recibí,  dice:  "  J.  M. 
"  Gutiérrez  Estrada  saluda  con  particular  gusto  al  Sr.  D. 
"  J.  María  Bocanegra,  y  deseoso  de  hablar  con  él  acerca  de 
"  un  asunto  interesante,  le  suplica  tenga  á  bien  acercarse  á 
"  la  secretaría  de  relaciones  hoy  á  las  dos  de  la  tarde. 

"  Jueves  9  de  abril  de  1835." 

Antes  de  quiuce  días  y  después  de  haber  concurrido  y 
conferenciado  con  el  señor  secretario  de  relaciones,  pasó 
quien  esto  escribe  un  Memorándum  que  ofreció,  para  dar 
una  respuesta  definitiva  sobre  admitir  la  legación  que  debía 
encargarse  del  interesante  negociado  relativo  al  reconoci- 
miento de  la  independencia  de  México  por  la  España,  con 
cuyo  nombramiento  se  le  honraba. 

El  Memorándum  contenía  los  seis  puntos  siguientes:  Pri- 
mero. Demorar  un  poco  de  tiempo  la  marcha  por  el  mal 
tiempo  de  Veracruz,  principalmente  en  los  días  que  se  habla- 
ba, considerando  también  el  preciso  arreglo  de  algunos  asun- 
tos particulares.  Segundo.  Que  se  considerase  por  el  supre- 
mo gobierno  el  estado  político  en  que  se  hallaba  España, 
presentando  aun  temores  de  que  por  la  guerra  civil  y  de 
sucesión  que  existía,  faltasen  garantías.  Tercero.  Que  la  le- 
gación mexicana  podría  residir  previamente  en  algún  punto 
de  Francia,  con  instrucciones  y  facultad  para  dirigirse  en 
oportunidad  y  con  presencia  de  las  ocurrencias  á  Madrid. 
Cuarto.  Que  habiendo  dicho  S.  E.  el  ministro  de  relaciones 
que  compondrían  la  legación  á España  tres  ministros,  parecía 
conducente  saber  cuál  era  el  carácter  que  se  daría  á  los  nom- 
brados; cómo  procederían  entre  sí  mismos  y  en  los  asuntos. 
Quinto.  Que  acreditando  la  experiencia  el  olvido  con  que  se 


621 

trata  á  las  legaciones  para  sus  haberes,  se  hacía  presente 
esta  circunstancia  para  que  la  de  México  no  apareciese  de- 
gradada y  aun  ridicula,  principalmente  considerando  que  se 
acreditaba  cerca  del  gobierno  de  su  antigua  metrópoli.  Sex- 
to. Que  se  pidiera  al  cuerpo  legislativo  la  dispensa  de  ley 
para  ser  empleado  por  el  gobierno  por  ser  miuistro  de  la  su- 
prema corte  de  justicia. 

El  señor  secretario  de  relaciones  dijo  el  día  6  de  mayo 
lo  siguiente: 

"  Allanados  en  la  conferencia  que  últimamente  hemos 
"  tenido  V.  S.  y  yo,  algunos  de  los  puntos  que  toca  en  el  Me- 
"  morándum  que  se  sirvió  dirigirme  en  22  de  abril  último, 
"  acerca  del  nombramiento  que  S.  B.  el  presidente  interino 
"  ha  dispuesto  hacer  de  V.  S.  para  miuistro  plenipotenciario 
"  en  la  corte  de  Madrid,  y  debiendo  quedar  los  otros  en  las 
"  instrucciones  que  se  le  daráu  para  el  desempeño  de  tan 
"  importante  misión,  no  queda  otra  cosa  que  hacer,  sino  re- 
"  cabar  del  congreso  de  la  unión  el  correspondiente  permiso 
"  para  que  el  supremo  gobierno  pueda  emplear  las  conoci- 
"  das  luces  de  V.  S.,  su  patriotismo  y  celo  por  el  bien  de  su 
"  patria,  y  habiéndose  dirigido  hoy  á  la  cámara  de  diputa- 
"  dos  la  nota  respectiva  con  aquel  objeto,  disfruto  la  honra 
"  de  comunicarlo  á  V.  S.  para  su  conocimiento  y  satisfacción, 
"  y  renovándole  á  la  vez  las  protestas  de  mi  distinguida  con- 
"  sideracióu. 

"Dios  y  libertad.  México,  mayo  6  de  1835.  —  Gutierres 
"  Estrada. — Señor  magistrado  de  la  suprema  corte  de  justi- 
"  cia,  D.  José  María  Bocanegra." 

La  cámara  de  diputados  pasó  á  la  comisión  respectiva  la 
comunicación  del  gobierno  en  que  se  pedía  la  dispensa  del 
reglamento  de  la  corte  suprema  de  justicia.  Opinó  en  con- 
tra dicha  comisióu,  diciendo  terminantemente  y  por  funda- 


622 

méritos  muy  comunes  y  generales,  cuales  son  los  que  hacen 
relación  á  la  independencia  de  los  poderes  constitucionales, 
que:  "No  ba  lugar  á  la  dispensa  del  artículo  46  de  la  ley 
"de  14  de  febrero  de  1820,  que  ba  solicitado  el  gobierno  pa- 
"  ra  ocupar  al  Sr.  D.  José  María  Bocanegra."  Y  aunque  for- 
mó el  Sr.  Montoya  voto  particular  en  contra,  diciendo  que 
se  biciese  en  aquel  caso  lo  que  todos  los  días  se  bacía,  con- 
cediendo iguales  dispensas  de  ley  y  permisos  dados  aun  á  los 
individuos  del  cuerpo  legislativo,  la  votación  del  dictamen 
que  suscribieron  los  Sres.  Lope  y  Moreno,  fué  favorable  á 
éste  por  treinta  diputados  que  lo  aprobaron  contra  catorce 
que  lo  reprobaron. 

El  gobierno  supremo,  en  consecuencia,  me  dirigió  como 
resultado  el  día  21  de  mayo  la  comunicación  siguiente: 

"  El  Excmo.  Sr.  presidente,  que  atento  siempre  á  promo- 
"  ver  todo  aquello  que  debe  ser  benéfico  á  la  república,  se 
"  había  fijado  en  V.  S.  para  que  la  representase  cerca  de  la 
"  corte  de  Madrid  en  las  negociaciones  que  van  á  tener  lugar 
"  sobre  reconocimiento  de  nuestra  independencia  por  la  Es- 
"  paña,  ha  tenido  el  sentimiento  de  que  el  congreso  general 
"haya  declarado  que  no  puede  dar  la  dispensa  del  artículo 
"  46  de  la  ley  de  14  de  febrero  de  1826,  que  el  gobierno  soli- 
"  citó  para  emplear  á  V.  S.  en  la  referida  comisión.  Así  me  lo 
"  participan  en  nota  de  18  del  actual  los  Excmos.  Sres.  secre- 
"  tarios  de  la  cámara  de  diputados,  y  por  esta  causa  S.  E.  el 
"  presidente  se  ve  en  la  necesidad  de  renunciar  á  la  idea  de 
"  que  V.  S.  preste  sus  importantes  servicios  en  la  misión  di- 
"  plomática  á  que  deseaba  destinarlo,  y  de  los  cuales  se  pro- 
"  metía  las  mayores  ventajas  en  favor  de  los  intereses  nació- 
"  nales,  por  la  ilustración,  patriotismo  y  demás  recomeuda- 
"  bles  circunstancias  que  en  V.  S.  concurren. 

"  Por  mi  parte  puedo  asegurar  á  V.  S.  que  me  es  también 
"  muy  sensible  este  suceso;  y  al  comuuicarle  lo  expuesto  de 


623 

"  orden  de  S.  E.  el  presidente  interino,  disfruto  la  honra  de  re- 
"  producir  á  V.  S.  las  seguridades  de  mi  distinguida  conside- 
"  ración  y  aprecio  á  su  persona. 

"  Dios  y  libertad.  México,  21  de  mayo  de  1835. —  Gutié- 
"  rrez  Estrada. — Señor  magistrado  de  la  suprema  corte  de 
"justicia  D.  José  M?  Bocauegra." 

En  su  vista  contesté  de  la  manera  siguiente: 

u  Excmo.  Sr.:  Quedo  enterado  de  la  muy  atenta  y  apre- 
"  ciable  nota  de  V.  S.  del  día  de  ayer,  en  que  se  sirve  comu- 
"  nicarme  de  orden  de  S.  E.  el  presidente  interiuo,  el  acuerdo 
"  de  la  cámara  de  diputados  que  niega  la  dispensa  del  art. 
"  46  de  la  ley  de  14  de  febrero  de  1826,  pedida  por  el  supre- 
"  mo  gobierno  á  consecuencia  de  haberse  servido  desiguar- 
"  me  para  que  representase  á  los  Estados  Unidos  Mexicauos 
"  cerca  de  la  corte  de  Madrid,  en  las  negociaciones  que  van 
"  á  tener  lugar  sobre  el  reconocimiento  de  uuestra  indepeu- 
"  cia  por  la  España. 

"  Aunque  el  mismo  supremo  gobierno,  y  en  particular 
"  cada  uno  de  los  señores  que  dignamente  lo  componen,  se 
"  hallan  con  algunos  datos  suficientes  para  juzgar  de  la  sin- 
"  ceridad  de  mis  intenciones  y  del  constante  anhelo  que  en 
"  todo  tiempo  he  tenido  por  el  bien  y  felicidad  común,  estoy 
"  muy  lejos  de  creerme  con  la  aptitud  y  conocimientos  que 
"  se  requieren  pava  desempeñar  satisfactoriamente  los  muy 
"interesantes  negocios  que  se  me  confiaban. 

"  Confieso  sin  rubor,  que  únicamente  el  buen  deseo  de 
"  servir  á  mi  patria  en  cuanto  pueda  y  alcance  lo  débil  de  mis 
"  fuerzas,  ha  podido  hacer  ésta  y  otras  veces  que  jamás  por 
"  mi  parte  se  ponga  obstáculo  alguno  á  las  determinaciones 
"  en  que  honrándoseme,  como  no  merezco,  ha  librado  en  mí 
"  su  coufianza  el  jefe  supremo  de  la  república. 

"  Mucho  agradezco  la  consideraciones  que  con  la  mayor 


624 

"  generosidad  se  me  han  dispensado  por  el  supremo  gobier- 
"  no  y  por  V.  S.,  y  siento  del  modo  más  expresivo  no  poder 
"  retribuir  tanta  bondad  sino  es  asegurando  mi  gratitud  eter- 
"  na,  así  como  mi  disposición  sin  límites  al  servicio  de  lana- 
"  cióu  en  el  muy  pequeño  círculo  de  mi  posibilidad. 

"  Así  suplico  á  V.  S.  se  sirva  manifestarlo  á  S.  E.  el  pre- 
"  sidente  interino  con  la  expresión  de  gracias  más  ingenua, 
"y  con  las  protestas  más  sinceras  de  mi  reconocimiento;  re- 
cibiendo V.  S.  igualmente  las  mismas  seguridades  de  toda 
"  mi  consideración  y  del  antiguo  aprecio  de  su  persona." 

En  testimonios  de  gratitud  y  para  constancia  del  honor 
que  se  me  ha  dispensado,  quedan  hechas  las  transcripciones 
asentadas;  agregando  por  el  mismo  motivo  mi  reconocí 
miento  á  la  prensa  periódica  oficial  del  Distrito  y  de  los  Es- 
tados, por  haberse  ella  manifestado  á  favor  de  mi  nombra- 
miento, cuando  se  hizo,  y  con  sentimiento  cuando  no  se  me 
dispensó  la  ley;  omitiendo,  por  evitar  la  difusión,  el  trasla- 
dar á  estas  Memorias  los  artículos  que  en  el  sentido  dicho  se 
publicaron  en  varios  periódicos  y  diversos  impresos  de -aquel 
tiempo.1 


CAPÍTULO   V. 

Texas.  —  Muerte  del  General  Barragán 

La  sublevación  ó  independencia  de  Texas,  proclamada 
en  1?  de  abril  de  1833,  fué  fecunda  en  sucesos  y  desgracias 
desde  que  tuvo  serio  y  formal  principio,  cuando  reunidos  los 

1  Pueden  verse  el  "Diario  del  Gobierno,,  de  los  días  14  y  23  de  mayo.  "La  Gaceta 
de  Zacatecas,,  del  28  del  mismo.  "La  Oliva  de  la  Paz,,,  del  Estado  de  México,  del  26  tam- 
bién del  mismo.  "Todos  en  honor  de  Bocanegra,  y  sintiendo  no  se  le  dispensase  la  ley. 


625 

colonos  en  la  fecha  indicada,  formaron  una  convención  con 
el  objeto,  al  parecer,  de  la  erección  de  Texas  en  Estado  de  la 
federación  mexicana,  separado  de  el  de  Ooahuila.  Se  fundó 
y  apoyó  esta  iniciativa  en  la  conveniencia,  y  ann  justicia, 
decían  los  colonos,  para  no  continuar  la  unióu  con  Ooahuila, 
ya  por  su  derecho  natural  y  propio  para  organizarse,  ya  por 
poner  en  acción  los  elementos  (pie  al  efecto  tenían,  y  en  fin, 
porque  la  unión  con  el  otro  Estado  había  sido  provisional,  y 
mientras  no  hubiese  lo  necesario  para  existir  por  sí  solo. 

En  otros  lugares  de  estas  Memorias,  quien  las  escribe,  ha 
indicado  lo  bastante  para  dar  á  conocer  las  miras  é  intentos 
extranjeros  sobre  el  territorio  de  Texas;  pero  como  en  dichos 
lugares  ha  sido  esta  materia  tocada  someramente,  limitán- 
donos al  tiempo  y  al  orden  de  los  acontecimientos,  seremos 
ya  un  poco  más  extensos  en  el  período  administrativo  pró- 
ximo y  en  el  correspondiente  ai  del  gobierno  provisional  lla- 
mado de  las  Bases  de  Tacubaya,  exponiendo  en  el  primero 
los  hechos  históricos,  y  refiriendo  en  el  segundo  lo  conducen- 
te á  la  parte  diplomática  que  afecta  y  corresponde  á  la  cues- 
tión de  Texas  desde  su  origen. 

Por  ahora  baste  decir,  que  fué  siempre  la  adquisicióu  te- 
rritorial objeto  de  especulación,  en  que  anduvieron  compli- 
cados intereses  nacionales  y  extranjeros.  Ha  originado  con- 
flictos en  el  gobierno,  fomentando  la  discordia  civil,  llegando 
el  espíritu  ambicioso  de  adquirir  tierras  hasta  el  extremo  de 
haber  dado  días  de  luto  á  la  república,  y  de  abrir  uua  tumba 
iguominiosa  á  ilustres  mexicanos  que  en  mejores  circunstan- 
cias debieron  ser  ornamento  de  su  patria. 

Sépase  también,  que,  descubiertas  las  maniobras  de  usur- 
pación de  los  texanos,  se  hizo  preciso  llamar  á  la  nación 
mexicana  por  circular  del  ministerio  de  la  guerra  del  día  31 
de  octubre  de  1836,  para  defender  en  justa  guerra  su  honor 
y  propiedad  ofendidos  claramente  por  haberse  levantado  en 
la  colonia  el  estandarte  de  la  rebelión. 

Tomo  II.  —  79 


626 

Aunque  se  respondió  á  esta  voz,  de  conformidad  y  con  el 
mayor  entusiasmo  por  los  mexicanos,  en  términos  de  no  ha- 
blarse en  aquel  tiempo  de  otro  asunto,  haciéndose  prepara- 
tivos de  toda  especie,  organizando  un  ejército  que  reivindi- 
case derechos  ultrajados,  el  éxito  no  fué  feliz,  ni  la  uación 
volvió  al  goce  y  uso  de  esos  mismos  derechos. 

Volviendo  á  los  sucesos  del  presente  capítulo,  diremos 
que  si  bien  entonces  la  república,  algo  descansaba  de  auti- 
guos  y  graves  padecimientos,  pronto  fué  de  nuevo  agitada, 
pues  á  más  del  grave  suceso  de  Texas,  ocurrió  en  fines  del 
mes  de  enero  un  motín  militar,  acaudillado  en  la  fortaleza 
de  Acapulco  por  el  Capitán  Juan  Hernández  y  algunos  sar- 
gentos, motín  que  desapareció  en  muy  pocos  días  debido  al 
feliz  éxito  de  las  providencias  del  supremo  gobierno  y  fiel 
desempeño  de  sus  agentes. 

"  Es  muy  difícil  (decía  el  autor  del  juicio  i m parcial,  Za 
"  vala,  sobre  los  acontecimientos  del  año  de  828  en  México, 
"y  puede  aplicarse  á  la  época  de  que  tratamos)  la  posición 
"  de  los  que  tienen  la  desgracia  de  estar  al  frente  de  estos 
"  nuevos  Estados,  en  que  existen  más  elementos  de  revolu- 
il  ción  que  de  orden;  en  que  las  relaciones  sociales  están  por 
"  decirlo  así,  interrumpidas;  en  (pie  los  ciudadanos  se  han 
lí  declarado  unos  contra  otros  en  estado  de  hostilidad,  y  en 
"  donde  ha  llegado  á  ser  un  problema  si  el  interés  de  la  co- 
"  municidad  es  el  mantenimiento  de  la  tranquilidad  y  el 
"respeto  debido  á  las  leyes;  por  último,  en  donde  los  que 
"  tienen  pelean  para  mandar,  y  los  que  no  tienen  para  ad- 
quirir." 

Pero  para  continuar  nuestra  narración  en  el  orden  gene- 
ral que  hemos  seguido  hasta  aquí,  manifestaremos  que  la  ad- 
ministración gubernativa  hasta  noviembre  de  1835  sufrió  las 
variaciones  siguientes:  ¡Se  encargaron  del  ministerio  de  ha- 
cienda D.  Vicente  Segura  y  D.  Antonio  Vnllejo.  Sucedió  eu 
el  gobierno  del  Distrito  al  General  D.  Ramón  Eayón,  D. 


627 

José  María  Gómez  de  la  Cortina;  salió  D.  Manuel  Diez  de 
Bonilla  á  servir  la  legación  de  Boina. 

El  general  presidente  por  los  graves  acontecimientos  pú- 
blicos dejó  su  hacienda  y  llegó  á  México  el  día  15  de  noviem- 
bre, pasándose  en  derechura  á  Tacubaya.  Su  objeto  fué  dis- 
poner todo  lo  necesario  para  el  arreglo  de  una  fuerte  división 
militar,  que  debía  dirigirse  sobre  los  colonos  sublevados. 

La  cuestión  de  Tejas  y  la  formación  de  las  nuevas  leyes 
constitucionales  comenzaron  á  ser  objeto  de  discusión  en  el 
congreso  general,  en  la  prensa  periódica,  y  aun  en  la  opinión 
particular;  porque  estos  asuntos  eran  de  grande  interés  para 
la  nación. 

En  fines  del  mes  de  febrero  (1836)  el  presidente  interino 
Barragán  se  vio  atacailo  de  una  fiebre  tifoidea,  que  se  fué 
agravando  sucesivamente  en  términos  de  perderse  toda  es- 
peranza de  recobro.  Prepáresele  con  todos  los  auxilios  y  dis- 
posiciones cristianas,  administrándosele  los  sacramentos  con 
la  solemnidad  y  decoro  correspondientes  al  carácter  y  digni- 
dad del  enfermo,  que  al  fin  murió  á  la  una  y  media  de  la  ma- 
ñana del  día  1?  de  marzo.  Este  acontecimiento  fué  sentido 
hondamente  por  los  mexicanos,  quienes  por  la  bella  índole 
y  recomendables  circunstancias  del  finado,  lo  apreciaron  en 
grado  extremo,  siendo  tan  numerosas  las  manifestaciones  pú- 
blicas que  no  sería  posible  referirlas.  A  nuestro  intento  sólo 
toca  decir  que  el  período  administrativo  constitucional  sufrió 
un  nuevo  cambio  con  la  muerte  del  vencedor  de  Ulúa,  Gene- 
ral Barragán,  pues  como  hemos  dicho  hallábase  ausente  y 
en  campaña  el  general  presidente,  circunstancia  que  hizo  se 
procediera  á  reemplazar  al  interino  menciouado.  Veamos  el 
resumen  de  los  ministros  que  en  este  período  desempeñaron 
el  despacho  de  las  secretarías  de  Estado  desde  el  día  28  de 
enero  de  1835,  en  que  fué  electo  presidente  el  General  D. 
Miguel  Barragán,  y  tomó  posesión  de  su  encargo,  hasta  el 
27  de  febrero  de  1836  en  que  se  separó  del  mando  por  su  en- 
fermedad. 


JIM 


RELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 

DESDE  HASTA 

1835  enero  28  D-.  José  María  Gutiérrez 

Estrada 1?    junio    1835 

,,  junio  2  D.  José  María Oitiz Monas- 
terio, O.  M.  E 8    julio    •    „ 

„  „         9  D.  Manuel  Diez  de  Bonilla.  28  octubre     „ 

„  octubre  29  D.  José  María Oitiz Monas- 
terio, O.  M.  E 27  febrero  1836 


JUSTICIA. 

1835  enero  28  D.  Agustín  Torres 31    marzo   1835 

„       abril    1?  D.  José  Mariano  Blasco,  E.  17    mayo       „ 
„      mayo   18  D.  José  Justo  Corro 26  febrero  L836 


GUERRA  Y  MARINA. 

1835  enero  28  D.  José  María  Torne!,  O. 

M.  B 27  febrero  1836 


629 


HACIENDA. 

1835  enero  28  D.  José  Mariano  Blasco.. .  28  agosto  1835 
„     agosto  29  D.  Manuel  Diez  de  Bonilla.  16    stbre.      „ 

,,      stbre.  17  D.  Vicente  Segura 30       „  „ 

,,    octubre  1?  D.  Juan  José  del  (Jorral,  O, 

M.  E 12  octubre     „ 

„         „       13  D.  Antouio  Vallejo 2  febrero  1836 

1836  febrero    3  D.  Eafael  Mangino 27       „  „ 


APÉNDICE  AL  TITULO  XII. 


Documento  Niim.  1. 


Plan  de  Texca. 

Art.  Io  No  se  reconoce  en  el  General  D.  Antonio  López  de  San- 
ta-Anna  derecho  á  ejercer  el  gobierno  de  la  república  en  calidad  de 
presidente  de  ella,  mientras  no  se  justifique  de  haber  impedido  á  la 
representación  nacional  el  ejercicio  de  sus  funciones,  ante  jueces 
competentes  que  obten  fuera  de  la  influencia  de  sus  armas. 

Art.  2?  Se  repondrán  las  autoridades  de  la  federación,  y  de  los 
Estados  que  aún  no  hubiesen  cumplido  el  tiempo  de  sus  respectivos 
encargos,  y  que  hubiesen  sido  removidas  en  virtud  de  asonadas,  ó 
motivos  apoyados  en  el  plau  de  Cuernavaca. 

Art.  3?  Los  gobernadores  y  legislaturas  cuyo  tiempo  hubiere  ya 
expirado,  sólo  se  repondrán  para  regir  sus  Estados,  entretanto  se 
elija  á  los  ciudadanos,  que  con  arreglo  á  sus  constituciones  particu- 
lares, hayan  de  reemplazarlos. 

Art  4o  Conforme  vayan  quedando  los  Estados  y  Territorios  libres 
de  la  opresión  del  General  Santa-Anna,  y  del  gobierno  anticonsti- 
tucional que  dejó  organizado  en  México,  se  irán  haciendo  las  elec- 


632 

ciones  de  diputados  y  senadores  para  el  congreso  general,  evitaado 
que  ellas  sean  el  resultado  de  los  esfuerzos  de  las  facciones. 

Art.  5?  Habrá  un  olvido  absoluto  de  todo  lo  pasado,  y  á  nadie 
se  hará  cargo  por  delitos  cometidos  á  consecuencia  de  las  disensiones 
políticas  que  han  agitado  á  la  república  desde  que  se  hizo  la  inde- 
pendencia hasta  la  fecha. 

Art.  6?  Esta  amnistía  no  comprenderá  al  General  D.  Antonio 
López  de  Santa- Atina,  quien  deberá  ser  juzgado  por  haber  impedi- 
do al  congreso  general  el  ejercicio  de  sus  funciones,  ni  á  sus  minis- 
tros que  responderán  de  las  comunicaciones  oficiales  autorizadas  por 
ellos  contra  la  constitución  y  las  leyes. 

Art.  7?  ¡Se  devolverán  todos  los  empleos  civiles  y  militares  que 
habiéndose  dado  en  propiedad,  se  hubiesen  después  quitado  por  di- 
ferencias de  opiniones,  con  tal  que  la  revolución  en  que  hubiesen 
tomado  parte  los  despojados,  no  hubiese  tenido  por  objeto  atacar  la 
independencia  política  de  la  república. 

Art.  8o  Los  cuerpos  del  ejército,  oficiales  sueltos  y  retirados 
serán  considerados  en  todos  sus  goces,  como  lo  exigen  la  justicia  y 
la  utilidad  que  resulta  á  la  nación  de  sus  servicios. 

Art.  9?  Como  el  triunfo  de  este  plan  será  sin  duda  alguna  el  de 
la  constitución  y  de  los  principios,  y  como  que  de  su  adopción  depen- 
de el  establecimiento  de  una  paz  sólida  y  permanente,  se  premiarán 
ios  servicios  que  se  presten  á  su  favor,  á  la  vez  que  se  exigirá  la  res- 
ponsabilidad al  que  de  cualquiera  modo  lo  contraríe. 

Texca,  23  de  marzo  de  1835. — •/.  Alvares. — Manuel  Primo  Tapia, 
secretario. 

Son  copias. — México,  marzo  30  de  1835. — Juan  L.  Vélázquez  de 
León. 


633 


Documento  Núm.  2. 


Pronunciamiento  de  Orizaba  por  ei  sistema  central. 

Primero.  La  ciudad  de  Orizaba  desea  se  varíe  el  sistema  federal 
por  que  se  rige  la  nación,  adoptándose  otra  forma  de  gobierno  más 
análoga  á  sus  necesidades,  exigencias  y  costumbres,  y  en  la  que 
mejor  se  garantice  la  independencia,  paz  interior  y  religión  católica 
que  profesamos. 

Segundo.  Desea  asimismo  que  S.  E.  el  General  presidente  D. 
Antonio  López  de  Santa-  Anna  dispense,  como  se  lo  suplica,  su  al- 
ta protección  á  la  emisión  libre  y  espontánea  de  los  votos  de  los  pue- 
blos en  favor  del  cambio  del  sistema,  y  que  llegado  el  caso,  dicte 
cuantas  medidas  sean  conducentes  para  la  realización  de  sus  deseos. 

Tercero.  Se  elevará  una  copia  de  esta  acta  al  mismo  Excmo.  Sr. 
presidente,  á  S.  E.  el  presidente  interino  de  la  república  y  al  Excmo. 
Sr.  gobernador  del  Estado,  á  efecto  de  que  se  dignen  interponer  sus 
altos  respetos  ante  quien  corresponda,  para  que  sean  escuchados  y 
atendidos  los  patrióticos  deseos  de  los  habitantes  de  Orizaba. 

Sala  capitular  del  ayuntamiento  de  Orizaba,  mayo  diez  y  nueve 
de  mil  ochocientos  treinta  y  cinco. —  Miguel  Fernández,  jefe  del  de- 
partamento.—  José  Miguel  Castillo,  presidente  del  ilustre  ayunta- 
miento.— Como  comisionado  del  ilustre  ayuntamiento  del  pueblo 
Mariano  Mendizábal,  síndico  primero. — Joaquín  Limón,  síndico  se- 
gundo.—  Prebendado  Manuel  María  Fernández. — José  Miguel  Al- 
varez. — Juan  Monterde,  regidor  secretario  interino. 


Tomo  II.  —  80 


634 


Documento  Núm.  3. 


Pronunciamiento  de  Toluca,  capital  del  Estado  de  México, 
por  el  sistema  central. 

1?  Que  conformando  sus  deseos  con  los  de  la  nación,  manifesta- 
dos ya  de  una  manera  inequívoca,  desea  que  la  forma  de  gobierno, 
como  más  conveniente  á  su  felicidad,  sea  la  de  popular  representa- 
tivo republicano  central. 

2?  Que  en  la  constitución,  que  al  efecto  se  haya  de  establecer,  se 
incluyan  como  bases  esenciales  las  de  la  religión  católica,  apostólica 
romana  exclusivamente,  la  independencia  de  la  nación  en  la  integri- 
dad de  su  territorio  actual,  la  división  de  poderes  y  la  libertad  legal 
de  la  prensa. 

3o  Que  por  los  heroicos  sacrificios  y  nobles  sentimientos  en  fa- 
vor de  la  libertad  de  la  patria,  tributados  tan  generosamente  por  el 
ilustre  y  benemérito  de  ella  General  D.  Antonio  López  de  ¡Sauta- 
Anna,  se  le  continúe  reconociendo  como  presidente  y  jefe  supremo 
de  la  nación,  y  protector  de  sus  votos  libremente  expresados. 

4?  Que  para  la  conservación  del  orden  público,  entretanto  se  arre- 
gla la  constitución  centra!,  continuarán  en  ejercicio  las  autoridades 
actuales,  con  sujeción  á  lias  leyes  administrativas,  que  tienen  por  ob- 
jeto la  conservación  de  la  paz  pública  y  el  mantenimiento  de  las  ga- 
rantías individuales,  quedando  separadas  de  sus  funciones  únicamen- 
te las  que  manifestaren  oposición  á  este  plan. 

5?  Que  á  fin  de  que  ni  se  altere  la  paz  pública,  ni  se  coarte  la  ex- 
presión libre  y  espontánea  de  la  voluntad  nacional,  se  pida  respetuo- 
samente al  supremo  gobierno  de  la  i*epública,  dicte  las  medidas  que 
al  intento  juzgue  convenientes. 

ü"  Que  para  evitar  toda  dificultad  que  pueda  embarazar  las  re- 
soluciones más  prontas  y  eficaces  al  logro  de  esta  grandiosa  empre- 


635 

sa,  se  reproducen  los  votos,  por  los  cuales  en  el  plan  de  Cuernavaca 
y  últimos  actos  electorales,  se  dieron  facultades  á  los  actuales  repre- 
sentantes de  la  nación  para  cambiar  hasta  la  forma  de  gobierno,  si 
se  calificaba,  como  hoy  se  califica  ya,  de  una  exigencia  pública  y  de 
común  utilidad,  supliendo  al  presente  las  facultades  que  por  aque- 
llos se  hubiese  creído  faltar. 

7?  Se  remitirán  copias  de  este  plan  y  precedente  exposición  álos 
supremos  poderes  de  ln  nación  y  del  Estado,  á  efecto  de  que  cada 
uno  en  lo  que  le  corresponda,  disponga  los  medios  más  adecuados  á 
la  completa  realización  del  primero. 

Toluca,  mayo  29  de  1835. —  Siguen  muchas  firmas  que  por  la  pre- 
mura del  tiempo  no  se  ponen. 

Es  copia.  Toluca,  29  de  mayo  de  1835.—  Várela. 


^  •»  » 


DECIMOTERCERO  PERIODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  TKECE 

D.  José  Justo  Corro,  presidente  interino  desde  27  de  febrero  de  1836, 
hasta  19  de  abril  de  1837, 


CAPÍTULO  I. 

Instalación  del  gobierno  interino  y  situación  política  de  la  república. 

La  administración  general  de  la  república  mexicana,  cie- 
rra el  período  constitucional  que  tuvo  principio  el  1?  de  abril 
de  1833,  con  la  época  de  que  vamos  á  ocuparnos.  Ella  com- 
prende la  particular  del  presidente  interino  D.  José  Justo 
Corro,  que  comenzó  el  día  27  de  febrero  de  836,  por  la  sen- 
tida y  sensible  muerte  del  General  D.  Miguel  Barragán,  y 
concluye  en  19  de  abril  de  837.  Siguió,  por  consiguiente,  co  - 
mo  se  verá  en  el  título  catorce,  el  régimen  central. 


638 

En  sesión  del  día  27  del  citado  febrero,  acordó  el  congreso 
general  que  mientras  durara  la  enfermedad  del  presidente 
interino  de  la  república,  y  para  el  caso  de  faltar,  lo  substitu- 
yera en  su  encargo  D.  José  Justo  Corro.  Obtuvo  la  mayoría 
de  cincuenta  y  un  sufragios  en  la  elección  que  en  dicha  se- 
sión se  verificó  al  efecto.  Igualmente  se  acordó  que  el  nuevo 
presidente  interino  se  presentase  en  la  misma  sesión  á  pres- 
tar el  juramento  de  estilo.1  Así  se  verificó. 

La  nación,  exceptuándose  los  colonos  sublevados,  se  ba- 
ilaba en  orden  y  tranquila,  prometiendo  sosiego  y  felicidad. 
Así  lo  prueban  los  datos  y  partes  oficiales  de  los  goberna- 
dores de  los  Estados  y  de  los  comandantes  generales  de 
los  mismos;  justificándose  el  buen  sentido  de  la  mayoría 
de  los  mexicanos,  con  haber  rechazado  enérgica  y  resuelta- 
mente los  conatos  y  pronunciamientos  revolucionarios,  no 
sólo  aquellos  que  ya  quedan  referidos  y  que  en  realidad  for- 
maron una  crisis  política,  sino  también  algunas  intentonas 
que  aparecieron  como  la  de  Acapulco,  que  igualmente  he- 
mos referido.  De  manera  es,  que  los  grandes  acontecimien- 
tos de  la  memorable  jornada  sobre  el  Estado  de  Zacatecas  y 
el  cambio  del  sistema  federal  en  central,  si  bien  causaron 
males,  puede  decirse,  que  fueron  bajo  cierto  aspecto,  prin- 
cipio de  sosiego  y  bienestar  para  la  república. 

La  prensa,  en  fines  de  1835  y  principios  de  1836,  ocupán- 
dose de  las  ocurrencias  públicas,  cotí  firma  el  buen  estado 
que  hemos  dicho  ofrecía  el  país  en  general.  El  cuerpo  legis- 
lativo de  la  unión  se  ocupaba  en  discutir  con  empeño  las  le- 
yes constitucionales,  principalmente  la  segunda  que  esta- 
blecía un  cuarto  poder  supremo  llamado  conservador. 

Idea  tan  nueva,  dice  un  escritor  público,  en  los  términos 
que  se  presentó  al  congreso,  fué  muy  fecunda  en  defensas  y 
en  impugnaciones,  dividiendo,  como  era  natural,  á  los  legis- 

1  Decreto  de  27  de  febrero  de  1836. — Colección  de  Galván,  tomo  8?,  pág.  10. 


639 

ladores  constituyentes,  en  términos  de  que  la  primera  vo- 
tación en  lo  general  del  proyecto,  sólo  se  decidió  á  favor  de 
dicho  poder  conservador  por  un  voto,  y  el  primer  artículo, 
por  cuatro.  Así  fué  discutida  también  y  aprobada  con  pe- 
queñas diferencias,  la  segunda  indicada  ley  constitucional; 
habiéndose  publicado  la  primera,  que  fijaba  los  derechos  y 
deberes  de  los  mexicanos,  el  día  16  de  diciembre  del  citado 
año  de  1835. 

Las  elecciones  que  debieron  hacerse  para  instalar  cons- 
titucionalmente  las  respectivas  municipalidades  de  la  capi- 
tal y  de  los  departamentos,  se  verificaron  en  efecto  ordena- 
damente, y  ¡sin  que  de  ningún  modo  padeciese  la  tranquilidad 
pública,  considerándose  por  lo  mismo  bien  atendida  la  segu- 
ridad individual  y  garantida  la  propiedad. 

El  nuevo  presidente  organizó  su  ministerio,  confiando  el 
despacho  de  relaciones  y  justicia  á  los  oficiales  mayores  D. 
José  María  Oitiz  Monastirio  del  primero  y  D.  Joaquín  Itur- 
bide  del  segundo.  Quedó  por  tauto,  compuesto  el  gabinete, 
de  los  individuos  expresados  en  las  dichas  secretarías,  y  de 
D.  José  María  Tornel  eu  guerra,  y  D.  Rafael  Mangiuo  en 
hacienda,  no  sin  observaciones  de  la  prensa,  sobre  no  haber- 
se nombrado  secretarios  efectivos  para  los  departamentos 
de  relaciones  y  justicia;  esforzándose  más  este  concepto  por 
haber  renunciado  definitivamente  la  oficialía  mayor  de  gue- 
rra D.  José  María  Tornel,  y  habérsele  admitido  dicha  renun- 
cia en  12  de  marzo  del  mismo  año. 


640 


CAPÍTULO  II. 

Campaña  de  Texas.  —  Acontecimientos  y  acciones  de  guerra  en  1836. 

En  2  de  enero  de  1836,  marchó  el  General  presidente  D. 
Antonio  López  de  Santa-Auna,  de  la  ciudad  de  San  Lnis 
Potosí,  donde  se  hallaba,  al  trente  de  una  división  que  debía 
obrar  sobre  los  colonos,  quienes  con  su  desleal  conducta  obli- 
garon á  México  á  que  apelase  al  triste  recurso  de  la  guerra 
para  rechazar  la  agresión  de  los  texanos,  sublevados  contra 
una  metrópoli  que  los  había  acogido  en  sn  seno  del  modo  más 
leal  y  franco,  esperando  formar  vínculos  tan  naturales,  como 
los  que  existen  entre  los  individuos  de  una  misma  familia. 

Abierta  la  campaña  de  Texas,  y  después  de  algunos  acon- 
tecimientos y  funciones  de  armas,  fuóBéjarel  punto  prime- 
ro donde  el  ejército  de  operaciones  comenzó  á  obtener  ven- 
tajas sobre  los  colonos  sublevados.  El  día  23  de  febrero  de 
1836,  el  General  Santa- Anua  ocupó  la  dicha  ciudad  de  Bé- 
jar  con  parte  de  las  fuerzas  de  su  división;  y  los  sublevados 
se  refugiaron  en  el  fuerte  del  Álamo,  que  aunque  bien  forti 
ficado  y  con  víveres,  fué  también  ocupado  por  las  tropas 
mexicanas. 

Basta  leer  el  parte  del  General  en  jefe  D.  Antonio  López 
de  Santa -Anua,  para  formarse  una  idea  exacta,  aunque 
muy  triste,  de  la  sangrienta  acción  de  guerra  que  precedió  á 
la  dicha  ocupación  del  expresado  fuerte  del  Álamo.  Dice  el 
general  mexicano,  el  día  6  de  marzo  de  1836  en  su  cuartel 
general  de  Béjar,  que  emprendido  el  asalto  á  las  cinco  de  la 
mañana,  se  experimentó  de  parte  del  enemigo  tejauo  una 


641 

resistencia  obstinada,  que  obligó  hasta  emplear  la  reserva 
en  la  lucha,  que  duró  más  de  hora  y  media. 

El  cuadro  de  esta  lucha,  asegura  en  su  parte  el  General 
Santa-Auna,  fué  extraordinario;  las  piezas  de  la  artillería 
enemiga  en  número  de  21  jugaban  con  toda  destreza;  el  vivo 
fuego  de  fusilería  iluminaba  el  interior  de  la  fortificación; 
los  fosos  y  murallas  no  fueron  obstáculo  para  los  impávidos 
mexicanos.  Quedó  en  fin,  la  fortaleza  en  poder  de  éstos,  con 
todos  sus  despojos,  sepultados  los  defensores  del  Álamo  en 
sus  fosos  y  atrincheramientos.  Entre  los  cadáveres  se  encon- 
traron el  primero  y  segundo  jefe  de  los  texanos,  Bouwie  y 
Travis,  y  los  demás  jefes  y  oficiales  que  portaban  despachos 
de  la  convención  texana.  ¡Horrible  espectáculo  que  sugiere 
sensibles  reflexiones!  Yo  me  abstengo  de  hacerlas,  así  como 
de  entrar  en  detalles  sobre  lo  ocurrido,  porque  ya  he  mani- 
festado no  ser  ni  por  mi  capacidad  ni  por  mi  objeto,  quien 
escriba  la  historia  de  mi  patria;  dejaré  sí  unas  apuntaciones 
que  puedan  servir  al  indicado  objeto. 

La  historia  de  Texas  ha,  sido  escrita  por  nacionales  y  ex- 
tranjeros, y  aun  por  militares,  actores  y  testigos  presenciales 
de  la  campaña.  El  General  de  división  ü.  Vicente  Filisola, 
y  la  prensa  «le  México  y  de  los  Estados  Unidos  de  América, 
nos  han  dejado  noticias  y  datos,  en  mi  concepto  suficientes 
para  los  historiadores,  y  para  que  la  memoria  de  los  grandes 
sucesos  se  conserve  en  las  generaciones  futuras. 

Anticipadamente,  el  2  de  Marzo,  se  había  reunido  en  las 
colonias  una  asamblea  de  representantes  de  todas  ellas  para 
declarar,  como  declararon  solemnemente,  su  absoluta  sepa- 
ración é  independencia  de  México;  y  queriendo  dar  un  ca- 
rácter de  odiosidad  á  la  causa  nacional,  fingieron  imposturas 
ridiculas,  suponiendo  que  los  mexicanos  habían  celebrado 
con  algunas  tribus  bárbaras,  tratados  y  alianzas  para  que 
militando  á  favor  de  México,  ofendieran  á  los  Estados  Uni- 
dos del  Norte  y  á  sus  nacionales;  pero  semejante  calumnia 

Tomo  II.— 81 


642 

quedó  sólo  escrita  y  publicada  por  la  prensa  de  Nueva  Or- 
leans. 

La  lectura  de  tal  declaración1  basta  para  convencer  de 
que  ese  documento,  no  es  otra  cosa  que  un  tejido  estudiado 
de  falsedades;  y  prueba  á  la  vez  que  en  la  fecha  de  su  redac- 
ción los  colonos  estaban  ya  separados  de  México  por  su  pro 
pía  voluntad  y  sin  justificada  causa. 

Siguiendo  las  operaciones  militares  de  la  campaña  con- 
tra los  puntos  fortificados  y  defendidos  por  los  colonos,  las 
armas  de  México  obtuvieron  señalados  triunfos  en  Goliat, 
Llano  del  Perdido,  Cópano,  Victoria,  San  Patricio  y  otros 
lugares,  á  las  órdenes  de  jefes  distinguidos  como  Filisola, 
Urrea,  Morales  y  Garay,  rindiendo  a  resueltos  defensores  de 
aquellos  puntos,  como  lo  fueron  J.  W.  Fauning  en  Goliat,  y 
antes  Bouwie  y  Travis  en  el  Álamo. 

Al  hablar  del  jefe  texano  Fanning  y  de  las  rendiciones  ya 
indicadas,  creemos  conveniente  recordar  algunas  notables 
circunstancias  que  ocurrieron  en  aquellos  sucesos  de  armas, 
sin  ocuparnos  de  detalles  ni  de  impugnaciones,  que  como 
siempre  aparecen  parciales. 

Sea  una,  que  no  en  todos  los  puntos  militares  de  los  co- 
lonos se  sostuvieron  sus  fuertes  con  decisión  y  constancia, 
sino  que  á  veces  los  abandonaban  desesperados,  entregando 
á  las  llamas  las  poblaciones,  haciendo  que  el  fuego  las  con- 
sumiese y  arrasase.  Sea  otra,  la  de  que  usaron  de  ardides 
reprobados,  como  el  de  haber  construido  en  una  de  sus  for- 
talezas una  máquina  infernal,  que  situaron  á  la  entrada  de 
sus  rastrillos,  máquina  compuesta  de  sesenta  y  ocho  caño- 
nes de  fusil  que  á  la  vez  y  movidos  por  un  sólo  impulso  de- 
bían dispararse.  Sea  otra,  la  de  que  alguna  vez,  pidiendo 
parlamento  y  fijando  una  bandera  blanca,  cambiaban  de 
propósito  y  obraban  sin  hacer  el  menor  aprecio  de  estas  de- 

1  Documento  número  1. 


643 

mostraciones;  aunque  es  verdad  que  no  por  esto  dejaron  de 
acreditar  decisión  y  valor,  según  entre  otros  pasajes  y  docu- 
mentos se  halla  consignado  en  la  firme  defensa  del  fuerte  del 
Álamo  y  en  partes  consiguientes  dados  por  sus  jefes,  parti- 
cularmente el  del  día  3  de  marzo  de  1836,  en  que  con  la  an- 
tefirma de  ¡victoria  ó  muerte!  explica  Travis  del  modo  más 
enérgico  la  resolución  y  firmeza  con  que  se  sostuvo,  y  que 
sea  cual  fuere  la  justicia  de  la  causa  que  defendía,  siempre 
le  hará  honor,  como  valiente. 

Después  de  las  acciones  de  guerra  indicadas  y  de  algu- 
nas parciales  que  les  precedieron,  como  las  de  Thompson  en 
San  Patricio,  Grant  en  Aguadulce  y  los  destacamentos  de- 
rrotados por  Urrea,  siguieron  otros  encuentros  entre  mexi- 
canos y  texanos,  sin  resultado  final  para  los  beligerantes,  y 
en  tal  situacióu,  queriendo  el  General  en  jefe  Santa- Auna 
aprovechar  el  tiempo,  dictó  con  su  genial  actividad  las  pro- 
videncias conducentes  para  la  continuación  de  la  campaña 
y  persecución  del  enemigo. 

Dispuso  con  este  fin  la  marcha  para  San  Felipe  de  Aus- 
tin,  y  dejando  instrucciones,  previas  las  órdenes  necesarias 
para  la  distribución  y  orden  de  mandos  y  para  la  misma 
marcha,  verificó  su  salida  en  31  de  marzo,  y  entró  en  la  ex- 
presada villa  de  San  Felipe  de  Austin,  capital  de  las  colo- 
nias sublevadas,  el  día  7  del  mes  de  abril,  encontrándola 
toda  incendiada:  siguiendo  su  marcha  llegó  á  Harrisburg  el 
día  15,  allí  recibió  la  noticia  de  que  en  la  mañana  de  ese 
mismo  día  habían  salido  para  Galveston,  Zavala  y  otros  per- 
sonajes del  gobierno  de  Texas.  Dirigióse  el  general  en  jefe 
con  su  división  á  New  Washington,  donde  permaneció  poco 
tiempo  y  tuvo  que  moverse  con  toda  precipitación  por  léaber 
recibido  el  parte  de  que  el  General  texauo  Samuel  Houston, 
se  hallaba  muy  inmediato  sobre  la  retaguardia  de  las  tropas 
mexicanas.  Se  estableció  por  éstas  el  campamento  á  la  orilla 
del  río  de  San  Jacinto,  para  estar  preparados  contra  el  ene- 


644 

migo,  y  en  la  tarde  del  día  21  del  mismo  abril  de  36,  dice  un 
escritor,  testigo  presencial,  que:  "  en  medio  de  una  gritería 
"espantosa,  haciendo  un  fuego  vivo  á  metralla,  de  fusil  y 
"de  rifle,  avanzó  decisivamente  sobre  el  campo  mexicano, 
"  una  batalla  muy  prolongada  en  ala,  es  decir,  un  solo  hoin- 
"  bre  de  frente  ó  de  fondo,  llevando  en  el  centro  la  bandera 
"  de  Texas,  y  dos  cañones  ligeros  bien  servidos  á  los  flancos, 
"  ocupando  su  caballería  el  frente  del  campamento  y  exten- 
"  diéndose  hasta  su  izquierda,  lograron  sorprender  y  triun- 
í:  faron." 

Por  natural  efecto  de  la  sorpresa  y  de  la  acción  en  el  men- 
cionado lugar  de  San  Jacinto,  fueron  hechos  prisioneros  y 
muertos  en  la  clase  y  número  que  explican  los  diversos  par- 
tes y  comunicaciones  comprendidos  en  el  documento  uúm.  2. 

Muchos  datos  históricos  y  oficiales  explican  muy  clara- 
mente que  la  desgracia  de  San  Jaciuto,  lamentable  para  los 
mexicanos,  fué  un  efecto  necesario  de  la  mucha  confianza  de 
los  jefes,  y  poca  disciplina  y  obediencia  de  los  subordinados. 
Sólo  por  estas  causas  ó  tal  vez  por  un  equivocado  plan  de 
campaña,  pudo  el  ejército  mexicano  ser  sorprendido  y  batido 
como  lo  fué,  considerando  que  los  texanos,  apoderados  del 
país  en  que  se  practicaban  las  operaciones  de  guerra,  ha- 
bían de  ser  astutos,  emprendedores  y  atrevidos  en  su  defen- 
sa, y  también  en  buscar  los  medios  y  los  lauces  de  hostilizar 
y  destruir  á  su  contrario.  La  prensa  particular  y  oficial,  la 
nacional  y  extranjera  contienen  observaciones  extensas  y 
análogas  á  las  indicaciones  que  dejamos  hechas;  resultan- 
do que  después  del  desgraciado  suceso  de  San  Jacinto,  y 
á  consecuencia  de  los  movimientos  de  exploración,  se  iban 
aprehendiendo  oficiales  y  tropa  de  los  dispersos. 

El  General  Santa-  Auna,  según  consta  y  él  mismo  refie- 
re, hallándose  en  la  situación  antes  dicha,  tomó  el  camino 
para  el  paso  de  Thompson,  creyendo  poderse  incorporar  á 
las  fuerzas  que  estaban  á  las  órdenes  del  Geueral  Filisola, 


645 

esperando  salvarse  por  este  medio  del  fnror  de  sus  contrarios; 
pero  fué  en  vano,  y  saliéndole  fallidas  sus  esperanzas,  cayó 
en  manos  de  sus  perseguidores  y  lo  aprehendieron,  á  pesar  de 
haber  usado  de  las  precauciones  posibles,  entre  ellas,  la  del 
disfraz  del  vestido  y  de  haber  montado  el  caballo  del  ayu- 
dante D.  Juan  Bringas,  que  como  el  general  dice,  le  fué  pro- 
porcionado por  la  noble  franqueza  de  un  criado  que  no  se 
nombra  y  sólo  se  afirma  que  lo  era  del  dicho  ayudante  Brin- 
gas. Fué  presentado  como  prisionero  el  día  22  al  General 
texano  Samuel  Houston,  que  se  portó  con  decencia  y  caba- 
llerosidad, á  pesar  de  que  pedían  los  vencedores  venganza 
por  la  sangre  derramada  en  Goliat  y  al  Álamo. 


CAPÍTULO  III. 


morimientos  militares  á  consecuencia  de  los  sucesos  á  que  dio  lugar 
la  acción  de  San  Jacinto. 


Como  necesaria  consecuencia  del  desastre  del  día  21  de 
abril,  sufrió  el  ejército  mexicano  no  sólo  los  males  que  pro- 
duce siempre  una  derrota  parcial,  sino  que  se  resintió  en 
tanto  grado  que,  puede  decirse,  vino  á  causar  aquella  des- 
gracia un  cambio  completo  en  las  operaciones  de  campaña 
y  una  variación  total  de  planes  y  de  personas. 

El  General  Filisola,  que  era  el  segundo  del  ejército  de 
operaciones  sobre  Texas,  quedó  al  frente  de  este  cuerpo  ya 
desorganizado,  y  que  no  pudo  volver  al  vigor  y  fuerza  de 
acción  que  tan  importantes  le  eran.  Fuertes  compromisos 
por  una  parte,  grandes  escaseces  por  otra,  y  principalmente 
la  falta  de  uniformidad,  redujeron  á  las  fuerzas  militares  de 
México  á  obrar  de  un  modo  tan  ineficaz  y  lento,  que  no  podía 


646 

ni  pudo  tener  la  vida  y  movimiento  que  tanto  se  necesitaban 
en  situación  tan  solemne  y  comprometida.  Sin  embargo,  Fi- 
lisola  obró  casi  sin  voluntad  y  obligado  por  las  circunstan- 
cias, en  los  términos  que  lo  explica  su  parte  dado  en  Guada- 
lupe Victoria  el  día  14  de  mayo  del  mismo  año. 

Emprendió  la  retirada  replegando  las  tropas  gradual- 
mente, hasta  la  derecha  del  río  Colorado,  pensando  que  así 
salvaba  la  existencia  del  general  presidente  y  aun  la  de  las 
tropas  del  ejército  de  operaciones,  confiado  en  que  andando 
el  tiempo  y  recibiendo  recursos  y  refuerzos,  podría  vengarse 
la  sangre  y  el  honor  que  se  habían  perdido. 

No  se  creyó,  en  lo  general  entre  mexicanos  y  extranjeros, 
que  semejante  modo  de  obrar  fuese  conveniente,  y  puede 
decirse,  que  un  juicio  universal  reprobó  esta  conducta,  aun- 
que con  posterioridad  fué  explicada  por  el  mismo  general, 
quien  escribió  y  publicó  unas  Memorias  vindicándose  y  res 
pondiendo  ante  la  ley  en  la  causa  que  se  le  formó  y  en  la 
cual  fué  absuelto;  recibiendo  después  la  declaración  favo- 
rable del  gobierno  que  lo  rehabilitó  en  virtud  de  nuevo  nom- 
bramiento para  volver  á  hacerse  cargo  del  mando  en  jefe 
que  se  había  confiado  á  consecuencia  de  su  destitución  al 
General  D.  José  Urrea,  y  como  segundo  al  de  igual  clase  D- 
Juan  José  Andrade. 

La  prensa  en  aquellos  días,  hablando  de  la  derrota  que 
el  21  de  abril  sufrió  la  división  de  vanguardia  del  ejército  de 
operaciones  en  Texas  y  de  la  prisión  del  general  en  jefe,  re- 
probó en  general  la  ciega  deferencia  de  Filisola  á  las  ór- 
dones  que  se  le  comunicaron  arrancadas  por  la  necesidad  y 
la  violencia;  y  que  ni  fueron  ni  podían  tenerse  como  una 
resolución  dictada  libremente.  Se  fijó  en  público  como  un 
aserto  indudable  el  siguiente,  que  en  sus  términos  trans- 
cribimos: "  Si  bien  pudo  (se  dijo)  el  General  Filisola,  apro- 
"  vecharse  del  armisticio  para  mejorar  su  situación  en  el 
"  caso  desventajoso  de  San  Jacinto,  será  siempre  extraño  y 


647 

"  siempre  reprensible,  no  se  ocupase  de  otra  cosa  que  de  una 
"  retirada,  que  los  enemigos  equivocarán  con  la  fuga.  Y  lo 
"  peor,  sin  duda  es,  que  el  General  Filisola,  prestase  su  con- 
u  sentimiento  á  tratados  formados  por  la  astucia  del  ene- 
"  migo,  y  arrancados  con  la  amenaza  de  muerte.  Vergüenza 
"  es,  en  fin,  se  retirase  y  abandonase  el  suelo  de  Texas,  sin 
"  una  nueva  acción  que  pudiese  reparar  lo  perdido  en  otra.'» 

Ta  dijimos,  que  estos  y  semejantes  cargos,  fueron  hechos 
á  Filisola  con  toda  la  severidad  que  exigían  la  dignidad  del 
gobierno  y  la  gravedad  del  asunto.  Lo  cierto  es  que  el  re- 
ferido general  fué  vindicado,  y  aun  contra  su  voluntad  vol- 
vió al  mando,  como  veremos  adelante  en  su  respectivo  lugar, 
ocupándonos  ahora  del  gravísimo  punto  de  la  celebración  y 
aceptación  de  tratados  entre  vencedores  y  vencidos,  con- 
siderando este  hecho  como  un  efecto  natural  de  los  aconte- 
cimientos de  la  campaña  de  Texas,  y  como  causa  impulsiva 
de  la  propia  retirada,  sin  que,  como  dijo  el  fiscal  de  la  causa 
D.  Eulogio  Villaurrutia,  pueda  inculparse  á  Filisola  por  ha- 
ber manifestado  al  general  en  jefe  prisionero,  que  se  retiraba 
por  su  mandato;  porque  debiendo  verse  por  los  texanos  esas 
comunicaciones,  era  prudente  usar  de  aquel  lenguaje. 

Trasladaremos  en  seguida  el  convenio  y  actos  oficiales 
consiguientes,  remitiendo  al  Apéndice  las  notas  oficiales  de 
14  y  31  de  mayo,  para  que  los  tres  partes  oficiales  de  Santa- 
Anua,  Houston  y  Filisola,  examiuados  y  entendidos,  fijen 
los  conceptos  y  manifiesten  la  verdad,  asegurando  el  juicio 
de  la  historia  sobre  la  imprevisión,  violencia  y  desmoraliza- 
ción de  que  tanto  y  tan  fuertemente  se  ha  hablado.  Los  con- 
venios son  los  siguientes. 

"Ejército  de  operaciones.  —  Excmo.  Sr.:  Adjunto  á  V. 
11  E.  el  convenio  que  he  celebrado  con  S.  E.  David  G.  Bur- 
"  net,  presidente  de  la  república  de  Texas,  para  que  impues- 
"  to  de  su  contenido  se  sirva  darle  en  todo  su  debido  cum- 


648 

"  plimieuto,  sin  dar  lugar  á  reclamaciones  que  produzcan  un 
"rompimiento  inútil. 

"  Espero  que  V.  E.  se  servirá  darme  su  contestación  por 
"  el  mismo  conducto,  sin  dilación  alguna,  recibiendo  á  la  vez 
"mi  consideración  y  aprecio. 

"Dios  y  libertad.  Puerto  de  Velasco,  mayo  14  de  1836. 
"  — Antonio  López  de  Santa-  Anna. —  Excmo.  Sr.  General  de 
"  división  D.  Vicente  Filisola." 


Artículos  de  un  convenio  celebrado  entre  S.  E.  el  General  en  jefe  del  Ejér- 
cito de  operaciones,  presidente  de  la  república  mexicana  D.  Antonio 
López  de  Santa- Anna,  por  una  parte,  y  S.  E.  el  presidente  de  Texas, 
D.  David  G.  Burnet,  por  la  otra  parte. 

"  Art.  1?  El  General  Antonio  López  de  Santa-Auna 
"  conviene  en  no  tomar  las  armas,  ni  influir  en  que  se  tomen 
"  contra  el  pueblo  de  Texas,  durante  la  actual  contienda  de 
"  independencia. 

"  Art.  2?  Cesarán  inmediatamente  las  hostilidades  por 
"  mar  y  tierra  entre  las  tropas  mexicanas  y  texanas. 

"  Art.  3?  Las  tropas  mexicanas  evacuarán  el  territorio  de 
"  Texas,  pasando  al  otro  lado  del  río  grande  del  Norte. 

"  Art.  4?  El  ejército  mexicano,  en  su  retirada,  no  usará 
"  de  la  propiedad  de  ninguna  persona  sin  su  consentimiento 
"  y  justa  indemnización,  tomando  solamente  los  artículos 
"  precisos  para  su  subsistencia,  no  hallándose  presentes  los 
"  dueños,  y  remitiendo  al  general  del  ejército  texauo  ó  á 
"  los  comisionados  para  el  arreglo  de  tales  negocios,  la  no- 
"  ticia  del  valor  de  la  propiedad  consumida,  el  lugar  donde 
"  se  tomó  y  el  nombre  del  dueño,  si  se  supiere. 

"  Art.  5?  Que  toda  propiedad  particular,  incluyéndose  ga- 
"  nado,  caballos,  negros  esclavos  ó  gente  contratada  de  cual- 
"  quiera  denominación,  que  haya  sido  aprendida  por  una 


649 

u  parte  del  ejército  mexicano,  ó  que  se  hubiese  refugiado  en 
"  dicho  ejército  desde  el  principio  de  la  última  invasión,  se- 
"  rá  devuelta  al  Comandante  de  las  fuerzas  texanas  ó  á  las 
"  personas  que  fueren  nombradas  por  el  gobierno  de  Texas 
"  para  recibirla. 

"  Art.  6?  Las  tropas  de  ambos  ejércitos  beligerantes  no 
"  se  pondrán  en  coutacto,  y  á  este  fin  el  general  texano  cui- 
"  dará  que  entre  los  dos  campos  medie  una  distancia  de  cin- 
"  co  leguas  por  lo  menos. 

"  Art.  7?  El  ejército  mexicano  no  tendrá  más  demora  en 
"  su  marcha,  que  la  precisa  para  levantar  sus  hospitales,  tre- 
"  nes,  etc.,  y  pasar  los  ríos,  considerándose  una  infracción  de 
"este  convenio,  la  demora  que  sin  justo  motivo  se  notare. 

"  Art.  8?  Se  remitirá  por  expreso  violento  este  convenio 
"  al  General  de  división  D.  Vicente  Filisola,  y  al  General  T. 
"  J.  Eush,  Comandante  del  ejército  de  Texas,  para  que  que- 
"  den  obligados  á  cuanto  les  pertenece,  y  que  poniéndose  de 
"  acuerdo,  convengan  en  la  pronta  y  debida  ejecución  de  lo 
"  estipulado. 

"  Art.  9?  Qne  todos  los  prisioneros  texauos  que  hoy  se 
11  hallan  en  poder  del  ejército  mexicano  ó  en  el  de  alguna  de 
u  las  autoridades  del  gobierno  de  México,  sean  inmediata- 
"  mente  puestos  en  libertad  y  se  les  den  pasaportes  para  que 
u  regresen  á  sus  casas,  debiéndose  también  poner  en  libertad 
"  por  parte  del  gobierno  de  Texas,  un  numero  correspondien- 
"  te  de  prisioueros  mexicanos  del  mismo  rango  y  graduación, 
"  y  tratando  al  resto  de  dichos  prisioneros  mexicanos  que 
"  queden  en  poder  del  gobierno  de  Texas,  con  toda  la  debi- 
"  da  humanidad,  haciéndose  cargo  al  gobierno  de  México  por 
"  los  gastos  que  se  hicieren  en  obsequio  de  aquellos,  cuando 
"  se  les  proporcione  alguna  comodidad  extraordinaria. 

"Art.  10?  El  Geueral  Antonio  López  de  Santa- Anua, 
será  enviado  áVeracruz  tan  luego  como  se  crea  conveniente. 

"  Y  para  la  constancia  y  efectos  consiguientes,  lo  firman 

Tomo  II.— 82 


650 

"  por  duplicado  las  partes  contratantes  en  el  Puerto  de  Ve- 
"  lasco,  á  14  de  mayo  de  1836. — Antonio  López  de  Santa— An- 
11  na. —  David  Burnet.  —  James  Colliinworth,  secretario  de  Es- 
"  tado. —  Bayley  Ilardeman,  secretario  de  hacienda. — P.  U. 
u  Grayson.  —  Mez  Jinetas. 


"  Excmo.  Sr.:  En  este  momento  en  que  iba  á  emprender 
"  mi  marcha  con  el  ejército  que  tengo  el  honor  de  mandar, 
"  he  recibido  la  comunicación  de  V.  E.,  en  que  me  acompa- 
"  ña  los  convenios  celebrados  por  V.  E.  y  el  jefe  de  las  tro- 
u  pas  texanas;  sin  ellos,  Excmo.  Sr.,  yo  estuve  siempre  dis- 
"  puesto  á  dar  cumplimiento  á  sus  disposiciones  anteriores 
"  que  me  comuuicó  oficialmente;  por  ellas  marchaba  y  mar- 
tl  cho  boj7  mismo  á  darles  cumplimiento,  y  mi  demora  no  se- 
"  rá  otra  que  la  que  demande  la  conducción  de  enfermos,  tre- 
"  nes  y  demás  proyectiles  de  guerra  por  lo  respectivo  á  los 
"  tratados;  ellos  están  con  todas  las  formalidades,  estipula- 
"  dos  y  ratificados  por  V.  E.  como  general  en  jefe  del  ejér- 
"  cito,  cuya  circunstancia  y  la  de  ser  el  presidente  de  la  re- 
íl  pública,  no  deja  á  mi  persona  otro  derecho  ni  lugar  que  el 
"  de  obedecer  y  darles  el  debido  lleno,  como  lo  he  verificado 
"  desde  un  principio,  cumpliendo  religiosamente  cuanto  con- 
"  viene  á  propiedades,  tanto  de  prisioneros  y  pago  de  cuanto 
"  los  dueños  han  proporcionado  al  ejército  para  su  subsis- 
"  tencia.  Igualmente,  y  en  consecuencia  de  los  expresados 
"  tratados,  me  pondré  de  acuerdo  con  el  jefe  de  las  fuerzas 
"  de  Texas,  para  que  por  su  parte  y  la  mía  tengan  el  lleno 
"  que  se  desea,  y  se  hagan  las  reclamaciones  convenientes  si 
"  á  ellas  se  diere  lugar. 

"  Dios  y  libertad.  Goliat,  25  de  mayo  de  1836.—  Vicente 


651 

"  Filisola. — Excino.  Si\  General,  presidente  de  la  república 
"D.  Antonio  López  de  Santa-Auna." 


"  En  el  arroyo  del  Mujerero,  á  los  veintiséis  días  del  raes 
"  de  mayo  del  corriente  año,  habiéndose  presentado  en  el  pa- 
"  bellón  del  Exciuo.  Sr.  General  en  jefe  del  ejército  de  ope- 
raciones mexicano,  D.  Vicente  Filisola,  los  Sres.  Oorouel 
"  del  ejército  de  Texas,  ciudadano  Benjamín  Smitt,  y  capi- 
"  tan  del  mismo,  ciudadano  Henry  Tezl,  entregando  los  ex- 
"  presados  señores  un  pliego  que  por  su  conducto  le  dirigía 
"  á  dicho  General  Filisola,  el  Excmo.  Sr.  General  presidente 
"  D.  Antonio  López  de  Santa- Anua,  manifestando  á  la  vez 
"  el  Coronel  Smitt,  venía  autorizado  competentemepte  según 
"  su  credencial,  que  al  efecto  exhibió,  firmada  por  su  Gene- 
"  ral  Thomas  J.  TUish,  para  ratificar  á  su  nombre  el  cumpli- 
"  miento  de  lo  expresado  en  los  referidos  pliegos  que  contie- 
"  nen  el  tratado  de  armisticio  celebrado  entre  el  General  San- 
"  ta-Auna  y  el  gobierno  de  Texas,  en  14  del  corriente. 

"  En  consecuencia,  el  Sr.  General  Filisola  cuaudo  recibió 
"  estos  documentos,  nombró  para  su  examen  y  aclaración 
"  con  los  comisionados  á  los  Sres.  General  del  ejército  me- 
"  xicano  D.  Eugenio  Tolsa  y  Coronel  D.  Agustín  Amat, 
"  quienes  después  de  haber  cumplido  su  comisión  en  los  tér- 
"  minos  expresados,  dieron  cuenta  á  S.  E.,  quien  después  de 
"  haberles  oido  convino  por  sí  en  cumplir  religiosamente 
"  cuanto  en  los  diez  artículos  de  que  consta  hace  relación  al 
"  ejército,  del  mismo  modo  que  quedan  obligados  por  su  par- 
"  te  el  general  y  ejército  de  los  texanos. 

"  También  convinieron  ambas  partes  contratantes  en 
u  que  se  nombren  por  parte  del  Sr.  General  Eush,  uuos  co 


652 

"  misionados  que  marchen,  bien  sea  con  el  ejército  mexi- 
"  cano,  ó  bien  separados  de  él,  con  el  conocimiento  necesa- 
"  rio  para  que  éstos  puedan  hacer  las  reclamaciones  justas, 
"  conforme  expresan  los  mencionados  tratados;  en  el  con- 
"  cepto,  de  que  se  les  entregará  todo  lo  que  de  ellos  exista 
".en  el  ejército  de  operaciones.  Y  para  constancia  y  cum- 
"  plimiento  de  ambas  partes,  convinieron  en  extender  por 
"duplicado  el  presente  documento  que -firmaron  con  los  co- 
"  misionados  las  dos  partes  beligerantes. 

"  Cuartel  general  en  el  arroyo  del  Mujerero,  á  veintiséis 
"  de  mayo  de  1836. — Eugenio  Tolsa. —  Henry  Tezl. — Agustín 
"  Amat. — Benjamín  Smitt. —  Vicente  Filisola. 

"Son  copias.  Río  de  las  Nueces,  mayo  31  de  1836.— Se- 
11  vero  Ruiz." 


"  Secretaría  de  guerra  y  marina. — Sección  central, — Me- 
"  sa  primera.  —  Excmo.  Sr.:  He  dado  cuenta  al  Excmo.  Sr. 
"  presidente  interino  con  la  comunicación  de  V.  E.  datada 
"  en  su  campo  sobre  la  orilla  derecha  del  río  de  las  Xueces, 
"  en  31  del  mes  próximo  pasado,  y  en  contestación  debo  de- 
"  cirle,  por  orden  suprema,  que  toda  ella  ha  sido  vista  con  la 
"  más  profunda  indignación. 

"  Ante  un  consejo  de  guerra  responderá  V.  E.  de  los  car- 
"  gos  que  le  resultan  por  no  haber  conservado  los  puntos  que 
"  le  previno  el  supremo  gobierno  que  sostuviera  á  todo  tran- 
"  ce;  pero  desde  ahora,  pesa  sobre  V.  E.  el  cargo  gravísimo 
"  de  haber  olvidado  lo  prevenido  en  el  artículo  2,  título  3, 
"  tratado  7  de  la  ordenanza  militar,  por  el  que  recaía  en  V.  E. 
"  el  mando,  y  de  ninguna  manera  podía  considerar  que  con- 
"  tinuaba  en  él  el  general  en  jefe  después  de  prisionero,  y 
'  mucho  menos  funcionando  como  presidente  de  la  repúbli- 


653 

"  ca,  por  estar  impedido  de  ejercer  las  funciones  de  esta  dig- 
"  nidad,  por  no  estar  en  ejercicio  de  ellas,  y  porque  aun  cuan? 
"  do  se  hallase  á  la  cabeza  del  ejecutivo,  ninguna  orden  suya 
"  podía  obedecerse  si  no  era  suscrita  por  el  secretario  respec- 
"  tivo  del  despacho.  Asombra  el  que  V.  B.  haya  podido  asen- 
"  tar  especies  que  condena  hasta  el  sentido  común,  y  que 
{t  suponen  cuaudo  menos  una  crasa  ignorancia  de  lo  prever 
"  nido  en  las  leyes  militares,  y  sobre  todo  de  las  circunstan- 
"  cias  en  que  se  ejerce  el  poder  ejecutivo  en  una  república, 
"y  particularmente  en  la  nuestra. 

"  En  consecuencia,  el  Éxcuio.  Sr.  presidente  interino  re- 
u  prueba  los  convenios  celebrados  en  Velasco  en  14  de  ma- 
"  yo  de  1836,  por  falta  de  libertad  y  autoridad  en  el  general 
<l  que  los  suscribió,  y  reprueba  expresamente  como  atenta- 
"  torio  á  los  derechos  de  la  nación  mexicaua,  el  que  se  haya 
"  dado  el  nombre  de  república  á  la  parte  sublevada  de  uno 
"  de  los  departamentos  de  la  nación,  y  el  título  de  presiden- 
"  te  al  jefe  de  aquellos  bandidos.  Por  última  prevención  del 
"  Excmo.  Sr.  presidente  interino,  manda  á  V.  E.  que  si  no 
"  ha  entregado  el  mando  del  ejército  al  Excmo.  Sr.  General 
"  D.  José  Urrea,  lo  verifique  en  el  acto,  viniendo  á  esta  ca- 
"  pital,  como  está  ordenado,  á  responder  ante  la  ley,  de  su 
"  conducta. 

"Dios  y  libertad.  México,  junio  25  de  1836.— -Tornel— - 
"  Excmo.  Sr.  General  de  división  D.  Vicente  Filisola. 

l<  Son  copias.  México,  Jimio  25  de  1836. — J.  L,  Velázquez 
"  de  León? 

Por  supuesto,  esta  ocurrencia  notable,  este  convenio  ó 
tratado  fué  por  mucho  tiempo  en  nuestro  país  y  aun  en  lo 
exterior  objeto  de  discusión  pública,  abriéndose  una  anima- 
da polémica  periodística.  Cargos  y  disculpas,  por  una  parte, 
y.  por  otra  aspiraciones  de  mando  hicieron  que  cambiaran 
las  operaciones,  que  se  abandouase  el  teatro  de  la  guerra, 
consumándose  la  retirada  poco  á  poco,  hasta  Matamoros. 


654 

Siguieron  diversos  nombramientos  de  general  en  jefe, 
una  vez  retirado  Filisola  á  México,  y  Urrea,  Valencia,  Ama- 
dor y  Bravo,  y  aun  el  General  D.  Anastacio  Bustamante 
fueron  puestos  al  frente  del  ejército  de  operaciones  sobre 
Texas;  pero  todos  con  diferencia  de  tiempo,  y  por  falta  de 
recursos  de  todo  género  renunciaron,  ó  fueron  removidos 
hasta  volver  á  encargarse  del  mando  como  general  en  jefe 
el  mismo  General  Filisola  en  el  año  de  1837. 

Hasta  aquí  hemos  seguido  y  adelante  seguiremos  la  cam- 
paña de  Texas,  considerando  los  sucesos  ocurridos  dentro 
del  período  trece  en  que  nos  ocupamos,  uniendo  los  acon- 
tecimientos sin  dividir  el  asunto,  aunque  no  seamos  exactos 
observadores  de  la  unidad  de  tiempo,  porque  entendemos 
que  es  preferible  unir  siquiera  parcialmente  los  sucesos  por 
su  materia,  sin  embargo  de  no  haber  ocurrido  en  una  misma 
época.  Bajo  tal  concepto  referiremos  los  hechos  que  tuvieron 
lugar,  á  consecuencia  de  la  prisión  del  general  en  jefe  en 
dicha  campaña. 

Este,  permaneció  algún  tiempo  en  el  territorio  de  Texas 
rigurosamente  tratado  como  prisionero  de  guerra.  Se  agitó 
entre  los  funcionarios  públicos  de  los  colonos,  la  cuestión  del 
castigo  que  debería  aplicársele.  Sangre  pedían  unos,  como 
el  ministro  La-Mar,  lleno  de  ira  y  deseo  de  venganza;  y 
otros  como  Houston,  el  vicepresidente  Zavala  y  Rush  minis- 
tro de  la  guerra,  templaban  los  ánimos,  teniendo  por  desgra- 
ciado al  que  los  otros  llamaban  delincuente.  Por  fin,  después 
de  grandes  peligros,  y  de  una  persecución  deshecha,  obli- 
gado Houston  á  retirarse  á  ]S"e\v  Orleans,  para  curarse  la 
herida  que  recibió  en  San  Jacinto,  continuando  sus  buenos 
oficios,  dispuso  marchase  Santa- Auna  en  cumplimiento  de 
los  convenios  celebrados  en  Yelasco.  En  efecto,  marchó  éste 
sufriendo  muy  mal  trato  lo  mismo  que  sus  compañeros  los 
Coroneles  Almonte  y  Núñez,  atormentados  Santa-  Auna  y 
Almonte,  hasta  el  grado  de  hacerlos  llevar  por  más  de  cua- 
renta días  unos  pesados  grillos. 


655 

Austin  tuvo  la  ocurrencia  de  sugerir  al  General  Santa- 
Anna,  la  idea  de  que  escribiese  al  Presidente  Jackson,  so- 
licitando la  intervención  del  gobierno  americano  para  poner 
término  á  la  guerra.  Dirigióse  en  efecto  la  comunicación  que 
fué  contestada  en  términos,  si  bien  de  cortesía,  nada  eficaces 
respecto  de  las  miras  intentadas.  Pueden  verse  una  y  otra 
en  el  apéndice;  quedando  al  buen  sentido  de  los  que  leyeren 
formar  el  juicio  correspondiente  respecto  de  todos  los  puntos 
que  contienen  los  partes  oficiales  y  las  cartas  particulares  que 
hemos  mencionado. 

Por  fin,  después  de  siete  meses  de  cautiverio,  en  23  de 
noviembre  de  1836,  quedó  libre  el  general  presidente  en  el 
territorio  de  Texas,  y  el  día  26  del  propio  mes,  marchó  á  los 
Estados  Unidos  de  América  en  unión  del  Coronel  D.  Juan  N". 
de  Al  monte,  su  constante  compañero.  El  objeto  del  general 
fué  proporcionarse  transporte  por  mar  á  Veracruz,  porque  de 
otro  modo  no  era  prudente. 

Llegó  en  efecto  á  los  Estados  Unidos,  y  después  de  muy 
pocos  días  de  permanecer  en  Washington,  el  presidente  Jack- 
son le  proporcionó  un  buque  que  lo  condujese  á  Veracruz, 
á  donde  llegó  el  miércoles  8  á  las  nueve  de  la  noche,  y  el  día 
siguiente  se  retiró  á  su  hacienda,  acompañado  de  sus  amigos. 

Los  sucesos  mencionados  de  la  campaña  de  Texas,  tuvie- 
ron gran  trascendencia,  y  afectaron  la  política  interior  del 
país,  cambiándose  la  oposición  á  Santa-Anna,  del  terreno 
de  la  guerra  al  terreno  parlamentario. 

En  febrero  de  1837  se  pidió  en  el  congreso  general,  que 
diese  cuenta  el  presidente  como  jefe  del  ejército,  de  su  con- 
ducta después  de  la  acción  de  San  Jacinto,  sin  que,  mientras 
no  se  justificara  pudiese  tener  mando  civil  ó  militar;  que  se 
considerara  como  traidor  á  la  república  á  todo  el  que  directa 
ó  indirectamente  cooperase  á  la  desmembración  del  territo- 
rio nacional.  Hubo  por  consiguiente  comisión,  debates,  y  al 
fiu  acordó  la  asamblea  mexicana  de  aquella  época,  después 


656 

de  variaciones,  adiciones  y  reformas,  que  el  gobierno  exigie- 
se al  General  Santa- Anua  al  llegar  á  la  república,  una  ins- 
trucción documentada  de  los  motivos  de  su  viaje  á  Wash- 
ington, resultados  de  él  y  compromisos  que  pudiese  haber 
contraído  desde  la  acción  de  San  Jacinto;  que  por  el  gobier- 
no se  pasase  al  congreso  dicha  instrucción ;  y  aunque  no  faltó 
quien  pidiese  la  declaración  expresa  de  que  había  dejado  de 
ser  presidente  bajo  el  pretexto  de  haber  sido  publicada  una 
nueva  constitución,  quedaron  las  cosas  todas  en  el  estado 
que  antes  guardaban. 

El  General  Santa  -Anna,  permaneció  tranquilo  en  su 
casa  y  reconocido  en  su  rango  por  el  gobierno,  cuando  tuvo 
la  felicidad  de  volver  al  seno  de  la  república.  Juró  en  9  de 
marzo  la  constitución  que  acababa  de  publicarse.  Dio  al  fin 
el  9  de  mayo  un  manifiesto  documentado  que  vio  la  luz  pú- 
blica en  un  folleto  de  108  páginas,  justificando  su  conducta 
y  sus  operaciones  en  la  campaña  de  Texas,  concluyendo  con 
decir:  w  que  la  historia  al  referir  dicha  campaña,  no  lo  aver- 
"  gonzaría  por  sus  acciones,  á  él  mismo,  á  su  patria  y  á  sus 
"  descendientes." 

El  gobierno  supremo  de  la  república,  no  sólo  quedó  sa- 
tisfecho de  los  servicios  prestados  en  la  campaña  de  Texas, 
sino  que  los  estimó  como  meritorios  eu  el  mismo  General 
presidente,  y  aún  respecto  de  sus  ayudantes,  con  particulari- 
dad en  el  Coronel  D.  Juan  N.  Almoute. 

Sería  ciertamente  obra  de  mucha  extensión,  y  de  gran 
desempeño  para  nosotros  el  referir  circunstanciadamente  la 
guerra  de  Texas.  No  somos  cronistas  ni  en  lo  general  ni  de 
tan  importante  y  delicado  asunto.  Nos  contenemos  en  los  lí- 
mites de  nuestro  intento,  protestado  repetidas  veces  y  actual- 
mente recordado,  asegurando  que  no  nos  ocupa  la  narración 
de  cuanto  ha  ocurrido  eu  la  guerra  de  Texas,  ó  lo  que  es  lo 
mismo,  en  la  reivindicación  de  los  derechos  de  nuestro  país 
ultrajados  por  genios  inconsecuentes  y  desleales.  Tal  empeño 


657 

queda  para  mejores  plumas.  Por  esto,  hemos  distinguido  la 
campaña,  de  la  guerra  de  Texas,  y  referimos  tan  sólo  aque- 
llos hechos  históricos  señalados  de  la  primera  que,  en  nues- 
tro concepto,  afectan  al  interés  general  de  México  y  cuya 
noticia  conviene  dejar  al  conocimiento  de  las  generaciones 
venideras.  Con  tal  propósito,  concluímos  este  capítulo,  pa- 
sando á  ocuparnos  de  otros  hechos  notables  también  y  que 
no  deben  olvidarse.  Pero  séanos  permitido  que  antes  de  de- 
jar esta  época  llamemos  la  atención  de  nuestros  compatrio- 
tas sobre  un  acontecimiento  uotable,  tal  es  la  muerte  de  D. 
Lorenzo  Zavala,  quien  falleció  en  Texas  el  día  25  de  noviem- 
bre de  1836,  desempeñando  la  vicepresidencia  de  aquella  re- 
pública entonces,  y  ahora  Estado  de  la  Unión  Norte  Ame- 
ricana. 

"  No  es  ahora,  dijo  la  prensa,  cuaüdo  la  patria  perdió  á 
"  Zavala,  él  la  había  abjurado  antes  uniéndose  á  los  enemi- 
M  gos  de  ella  y  formando  causa  común  con  los  texanos. 

"México  sin  embargo,  lamenta  sus  extravíos  y  que  ne- 
"  gase  los  servicios  que  pudo  prestarle.  Zavala  era  hombre 
"  de  grandes  talentos  y  no  comunes  conocimientos;  tenía 
"  fino  trato  y  modales  corteses;  escribía  y  hablaba  con  increí- 
"  ble  facilidad;  obraba  siempre  llevado  por  la  fuerza  de  su 
11  viva  imaginación,  aunque  comunmente  sin  plan  alguno, 
"  He  aquí  porque  de  él  se  sabe  tanto  bien  y  tanto  mal.  Fué 
"  sin  duda  Zavala  uno  de  los  hombres  notables  de  México." 

Suscribiendo  nosotros  los  conceptos  de  la  prensa,  corre- 
mos un  velo  sobre  su  tumba  y  colocamos  en  ella  un  recuerdo 
de  grata  amistad. 


Tomo  11—83. 


658 


CAPITULO  IV. 


Legación  extraordinaria  de  México  cerca  del  gobierno  de  los  Estados 
Unidos  de  Norte  América. 


Más  ó  menos  fuertes,  más  ó  menos  poderosas  las  repú- 
blicas de  México  y  los  Estados  Unidos  del  Norte  América, 
se  agitaron  según  sus  fuerzas  eu  el  año  de  1836,  no  sola- 
mente promoviendo  y  discutiendo  derechos  y  reclamaciones, 
sino  lanzándose  á  las  vías  de  hecho. 

La  libre  república  de  Washington,  en  el  mes  de  abril  de 
1836,  justamente  cuando  ocurrió  la  desgracia  de  San  Jacin- 
to, bajo  aquellos  principios,  que  por  su  conocida  política  le 
sirven  comunmente  de  apoyo,  ó  de  pretexto  eu  sus  resolucio- 
nes y  empresas,  como  son  libertad,  tranquilidad  del  país, 
prosperidad  y  seguridad,  así  como  la  defensa  contra  las  tri- 
bus bárbaras,  dictó  órdenes  para  que  el  General  Gaines,  con 
tropas  de  su  ejército,  tomase  una  posición  conveniente  para 
proteger  á  los  Estados  Unidos  y  aun  á  México,  resguardan- 
do los  límites  de  ambas  repúblicas,  diciendo  que  tal  medida 
no  era  iuiciativa  ni  señal  de  intenciones  hostiles,  ni  tampoco 
se  pretendía  establecer  un  derecho  de  posesión,  que  no  fuese 
justificada  por  el  tratado  de  límites;  y  aseguraba  que  si  re- 
sultase una  verdadera  ocupación,  nunca  sería  sino  puramen- 
te precautoria  y  provisional,  ínterin  fuese  señalada  la  línea 
y  determinados  los  límites  tan  luego  como  concluyesen  las 
diferencias  y  disturbios  que  existían. 

México  de  ninguna  manera  aceptó  tales  conceptos  expli- 
cados por  el  ministro  John  Forsyth;  Gorostiza  expuso  que 
las  providencias  del  gobierno  de  Washington,  respecto  al 


669 

General  Gaines,  equivalían  á  una  verdadera  ocupación  mili- 
tar del  territorio  mexicano,  y  á  uua  intervención  directa  en 
asuntos  domésticos. 

El  gobierno  de  nuestra  república,  con  buenos  y  seguros 
antecedentes  y  en  la  situación  expresada,  con  el  conocimien- 
to de  lo  resuelto  por  los  Estados  Unidos,  creyó  necesario  es- 
tablecer, como  lo  hizo,  con  el  carácter  de  extraordinaria,  una 
legación  cerca  de  el  de  aquella  república.  En  febrero  del  re- 
petido año  de  1836  nombró  para  tal  encargo  á  D.  Manuel 
Eduardo  Gorostiza,  quien  marchó*  al  desempeño  de  tan  im- 
portante misión  dirigida  seguramente  á  allanaré  impedir  que 
naciesen  nuevas  dificultades  entre  los  gobiernos  de  México 
y  los  Estados  Unidos;  y  á  bordo  de  la  "  Moctezuma,"  llegó 
en  fines  del  citado  febrero  á  la  ciudad  de  New  York,  acom- 
pañado del  secretario,  D.  Juan- Gamboa,  y  del  agregado  D. 
M.  Espinosa  de  los  Monteros. 

Eecouocido  Gorostiza,  como  enviado  extraordinario  y 
ministro  pleniplotenciaro  de  la  república  mexicana,  siguie- 
ron las  conferencias  y  negociaciones  que  duraron  casi  un  año, 
agitáudose  cuestiones  gravísimas,  pues  que  respectivamen- 
te los  dos  gobiernos  sostenían  derechos  adquiridos  y  apoya- 
dos en  convenios  internacionales. 

En  México,  continuando  el  cambio  de  notas  entre  los 
ministros  de  México  y  de  los  Estados  Unidos,  se  insistió  por 
éstos  en  la  manifestación  que  tenían  hecha  anteriormente 
sobre  los  motivos  y  objeto  del  movimiento  y  posición  militar 
del  General  Gaines,  hasta  situarse  en  Nacogdoches,  asegu- 
rando se  hacía  sin  intención  de  alterar  el  derecho  propio  de 
cada  nación,  y  prometiendo  sujetarse  al  resultado  legítimo 
y  final  que  diesen  las  comisiones  y  tratados  sobre  límites. 
Gorostiza  no  obstante  protestó,  porque  Nacogdoches  no  era 
cierto  perteneciera  al  territorio  de  los  Estados  Unidos  ni  ja- 
más, decía,  se  ha  reconocido  sino  como  perteneciente  al  te- 
rritorio mexicano;  y  por  consiguiente,  los  Estados  Unid  os 


660 

con  la  posición  militar  del  General  Gaines,  cometían  una 
verdadera  y  positiva  violacióu  territorial  contra  México;  y 
por  el  contrario,  el  ministro  americano  redargüía  de  usurpa- 
ción por  parte  de  México  contra  los  Estados  Unidos,  negan- 
do que  el  primero  poseyese  como  poseía  á  Nacogdoches. 

Hubo  también  la  ocurrencia  de  que  se  publicaron  por  la 
prensa  las  instrucciones  dirigidas  por  el  secretario  de  la  gue- 
rra de  los  Estados  Unidos  á  Gaines  el  día  25  de  abril  de  aquel 
año,  diciéudole  eu  ellas  avanzase  con  sus  tropas  hasta  Nacog- 
doches  "  antiguo  fuerte,  dice  el  secretario  de  la  guerra,  que 
"  está  en  los  límites  de  los  Estados  Unidos,  según  reclama- 
"  ciones  del  propio  gobierno."  Se  quejó,  como  era  natural, 
Gorostiza  de  la  publicación  indicada  y  que  se  hizo  el  día  8 
de  mayo  en  un  periódico  titulado  "  El  Globo."  Impugnó  se- 
mejante aserto  el  ministro  mexicano,  apoyándose  en  el  tra- 
tado existente,  que  ligaba  con  vigor  y  legal  fuerza  á  ambas 
naciones,  señalando  especialmente  el  artículo  3?  de  él  y  ne- 
gando toda  inteligencia  y  mucho  más  toda  aplicación  con- 
traria á  la  división  trazada  y  línea  fijada  con  anterioridad 
como  límite  entre  las  dos  repúblicas;  y  negaba  también  la 
existencia  de  reclamaciones,  porque  ciertamente  no  podía 
tenerse  por  tal  la  muy  vaga  que  hizo  Butler  en  su  conocida 
nota  de  20  de  noviembre  de  1834. 

Son  dignas  de  atención  las  respectivas  notas  de  los  mi- 
nistros americauo  y  mexicano;  pues  no  debe  olvidarse,  que 
en  esta  cuestión,  interesante  y  célebre,  en  más  de  ocho  me- 
ses mediaron  comunicaciones  y  conferencias  desempeñadas 
todas  con  energía,  urbanidad  y  firmeza  que  hacen  honor  á 
la  justicia  y  patriotismo  de  ambos  países.  Al  ventilarse  de- 
rechos tan  caros  para  la  nacionalidad  respectiva,  y  al  procu- 
rarse la  reivindicación  de  ellos,  nada  dejó  de  hacerse  en  lo 
esencial,  y  si  los  hechos  fueron  contrarios  á  los  derechos,  hay 
que  atribuirlo  á  la  condición  humana,  en  que  el  interés  y  el 
amor  propio  ofuscan  la  verdad  aunque  no  la  venzan. 


661 


La  legación  extraordinaria  de  México  de  que  venimos  ha- 
blando, fué  un  efecto  de  las  circunstancias  en  que  se  vio  Mé- 
xico el  año  de  1836,  pues  tuvo  por  objeto  atender  especial- 
mente y  cuidar  los  límites  de  la  república;  impedir  la  viola- 
ción de  los  tratados;  no  dar  cabida  á  los  males  de  la  guerra, 
evitando  sus  siempre  lamentables  efectos  y  consecuencias 
desastrosas;  manifestar,  en  fin,  y  hacer  ostensibles  al  mun- 
do la  verdad  y  la  justicia  que  asistían  á  la  república  mexica- 
na, al  verse  perjudicada»,  aunque  por  vías  y  modos  indirectos, 
por  su  veciua  la  de  los  Estados  Unidos  del  Norte,  que  dis- 
pensaba con  su  tolerancia  una  decidida  protección  á  los  te- 
xanos. 

Ttratóse  entre  los  representantes  de  ambos  gobiernos,  del 
interesante  y  vital  punto  que  acabamos  de  indicar,  esto  es, 
de  la  indirecta  protección  dispensada  por  el  gobierno  de  los 
Estados  Unidos  á  los  colonos  de  México;  y  aunque  protestó 
francamente  M.  John  Forsy th  que  nuestro  país  era  atendido 
en  términos  de  que  podía  decirse  no  haber  lugar  á  queja,  los 
hechos  probaban  lo  contrario.  Por  desgracia  el  término  de 
las  negociaciones  fué  cortar  toda  comunicación  entre  ambos 
gobiernos,  retirándose  el  ministro  P.  Ellis  de  México,  y  D. 
Manuel  Eduardo  Gorostiza  de  los  Estados  Unidos,  en  diciem- 
bre de  836  y  enero  de  837,  siendo  el  último  deseairado  en  su 
representación  y  aun  en  su  persona,  hasta  el  extremo  de  ha- 
berse visto  insultado  públicamente  por  gentes  exaltadas  en 
aquella  república. 

Al  volver  de  Washington,  trajo  Gorostiza  el  sentimiento 
de  ver  que  dominaba  aun  en  lo  oficial  del  gobierno  de  los 
Estados  Unidos,  "  el  deseo  bien  conocido  de  los  texanos  de 
"  pertenecer  á  aquella  federación,  »  como  claramente  lo  ex- 
"  plicó  en  su  discurso  de  diciembre  de  1836,  al  abrise  las  se- 
siones de  aquel  congreso,  el  presidente  A.  Jackson,  por  es- 
tas palabras:  «  Veréis  por  los  documentos  aquí  insertos,  que 
"  la  misión  extraordinaria  de  México  no  existe  ya  en  Was- 


11  hingtou,  y  que  el  solo  pretexto  de  esta  especie  de  ruptura 
u  ha  sido  la  necesidad  en  que  este  gobieuo  se  ha  visto  en  vir- 
il  tud  de  un  tratado,  para  conformarse  al  cual  debió  por  sí 
"  mismo  y  por  México,  autorizar  á  un  oficial  de  lds  más  distiu- 
"  guidos  de  nuestro  ejército  con  un  poder  discrecional,  para 
"  avanzar,  si  la  necesidad  así  lo  exigía,  hasta  el  país  recla- 
"  mado,  como  parte  integrante  de  Texas,  á  fin  de  defender 
"  nusetras  fronteras  y  las  de  los  mismos  mexicanos  nuestros 
"  vecinos,  contra  las  irrupciones  de  tos  bárbaros. 

"  En  la  opinión  del  ministro  mexicano  que  acaba  de  irse, 
"  se  insulta  el  honor  de  su  patria,  haciendo  penetrar,  des- 
"  pues  de  unos  tratados  reconocidos  y  los  más  amistosos,  sol- 
"  dados  americanos  en  un  territorio  donde  los  de  su  gobierno 
"  han  sido  derrotados,  y  sobre  el  cual  nosotros  ignoramos 
"  aún  que  él  se  disponga  seriamente  á  restablecer  su  do- 
"  minación. 

"  La  partida  de  este  ministro' se  hace  tanto  más  inconce- 
"  bible,  cuanto  que  él  no  ignora  que  aun  habiendo  contesta- 
"  do  fuertemente  que  los  motivos  alegados  por  el  general 
"  comandante  eran  insuficientes  para  hacer  avanzar  nuestras 
"  tropas,  y  que  este  oficial,  habiendo  tenido  tiempo  de  veri- 
"  ficarlo,  según  la  mayor  ó  menor  exactitud  de  los  partes 
"  que  habían  motivado  su  marcha  sobre  Nacogdocb.es,  debía 
"  situarse  allí  en  virtud  de  los  principios,  cuya  justicia  reco- 
"  noció  el  mismo  ministro  mexicano  en  su  conferencia  con 
"  el  secretario  de  Estado,  ó  que  debía  evacuar  con  sus  tropas 
"  este  punto  con  arreglo  á  las  instrucciones  muy  precisas  que 
"  había  recibido  del  departamento  de  la  guerra. 

u  Nosotros  debemos  esperar  y  creer  que  su  gobierno  con- 
"  siderará  esta  cuestióu  con  más  calma,  y  haciéndonos  jus- 
"  ticia,  no  interpretará  una  simple  medida  de  precaución, 
"  bien  justificable  y  que  demanda  por  otra  parte  su  incapa- 
"  cidad  bastantemente  reconocida  de  defender  sos  fronteras 
"  conforme  á  los  tratados,  por  una  usurpación  de  sus  dere- 
"  chos  ó  i>or  uu  insulto  hecho  á  su  honor  nacional. " 


663 

Con  lo  expuesto  parecen  quedar  bien  señalados  los  más 
notables  sucesos  de  la  campaña  de  Texas,  que  han  servido 
de  materia  á  éste  y  otros  capítulos.  Xuuestro  compatriota 
y  amigo  D."  Agustín  A.  Franco,  publicó  cou  el  título  de 
"  Ojeada  sobre  Texas  "  un  interesaute  escrito,  que  por  su 
mérito  y  utilidad  tomamos  á  la  letra,  sirviéndonos  para 
epilogar  en  este  período  la  dicha  importaute  cuestión  que 
nos  ha  ocupado. 

"Desde  el  momento  en  que  nuestra  imprudente  fran- 
"  queza  dio  benévola  acogida  á  los  colonos  anglo-america- 
"  nos,  que  á  las  órdenes  del  célebre  Anstin  vinieron  cou  me- 
"  ditada  humildad  á  pedirnos  un  asilo,  se  pudo  asegurar 
"que,  seducidos  por  apariencias  engañosas,  nos  íbamos  á 
"  entregar  al  letargo  de  una  peligrosa  tranquilidad.  Auima- 
"  dos  de  la  sinceridad  y  buena  fe,  que  son  inherentes  á  toda 
"  nación  nueva  é  inexperta,  creímos  que  habíamos  dado  un 
"  gran  paso,  introduciendo  en  la  hermosa  comarca  de  Texas 
"  una  raza  perseverante  y  laboriosa;  pero  nos  olvidamos  de 
"  que  esa  misma  raza  tiene  una  insaciable  sed  de  terrenos  y 
"  de  que  los  hijos  emprendedores  de  las  selvas,  que  invaden 
"  con  infatigable  constancia  y  firmeza  las  posesiones  de  los 
"  autiguos  naturales,  y  los  lanzan  de  su  pacífico  hogar  des- 
"  de  las  vastas  praderas  del  Missouri,  hasta  los  bosques  es- 
"  pesos  del  O  regó  n,  no  habían  de  observar  en  nuestro  suelo 
"  una  conducta  distinta. 

"  Nos  olvidamos  de  que  ese  pueblo  es  un  pueblo  de  con- 
"  tradicciones,  y  de  que  muchas  veces  el  orador  mismo  que 
"  mancha  con  sus  labios  el  nombre  sagrado  de  la  libertad; 
"  que  el  hombre  mismo  que  la  preconiza  desde  la  tribuna  de 
"  Washington,  es  el  que  mantiene  en  sus  posesiones  á  cen- 
"  tenares  de  desventurados  negros,  sujetos  al  bárbaro  azote 
"  de  la  esclavitud. 

"  ínos  engañamos,  y  los  sencillos  pobladores  que  habían 
"  venido  con  todo  rendimiento  á  mendigar  nuestra  hos« 


664 

"  pitalidad,  no  tardaron  en  tomar  incremento,  y  en  exigir 
"como  derecho  lo  que  en  un  principio  habían  pedido  como 
"  favor.  Semejantes  á  la  víbora  que  hinca  su  diente  empon- 
"  zonado  en  el  seno  mismo  del  que  la  ha  restituido  á  la  vida, 
"  los  texanos  dirigieron  contra  la  república  aquellos  elemen- 
"  tos  de  poder,  que  de  ella,  y  de  nadie  más  que  de  ella,  ha- 
"  bían  podido  recibir.  ¡  Triste  ejemplo  de  la  ruindad  del  co- 
"  razón  humano!  ¡Escandalosa  muestra  de  ingratitud! 

"En  1821  Esteban  F.  Austiu  comenzó  á  hacer  uso  del 
"  permiso  concedido  á  su  padre  Moisés,  introduciendo  colo- 
"  nos  anglo-americanos,  los  cuales  se  encontraron  allí  cou 
"  varias  poblaciones  mexicanas,  entre  otras  con  las  villas  de 
"  San  Antonio  de  Béjar  y  Bahía  del  Espíritu  Sauto,  después 
"  conocida  con  el  nombre  de  Goliat.  Establecido  el  sistema 
"  federal,  Texas  fué  agregado  á  Coahuila  en  virtud  de  la  ley 
"  de  7  de  mayo  de  1824,  y  las  dificultades  consiguientes  á  la 
"  obra  penosa  de  atender  á  las  diversas  necesidades  de  un 
"  Estado  naciente,  dieron  uu  color  de  justificación  á  las  re- 
"  clamaci'ones  que  los  texanos  comenzaron  á  promover,  y 
"  que  los  Estados  Unidos  pusieron  especial  esmero  en  fo- 
"  mentar.  La  no  interrumpida  serie  de  nuestras  guerras  iu- 
"  testinas,  infundió  mayor  confianza  á  los  colonos,  por  ma- 
"  ñera  que  ya  en  1832  vemos  al  ayuntamiento  de  Béjar,  en 
"  una  representación  elevada  á  la  legislatura  de  Ooahuila, 
"expresarse  en  los  notables  términos  siguientes: 

"  El  pueblo  de  Texas  pudo  haberse  declarado  eu  un  es- 
"  tado  natural,  procediendo  de  luego  á  la  organización  de  un 
"  gobierno  particular,  adecuado  á  sus  necesidades  y  á  su  si- 
"tuación  local;  y  el  no  haberlo  hecho,  teniendo  el  derecho 
"  en  la  mano,  es,  y  debe  ser  una  contestación  satisfactoria  y 
"  concluyente  á  las  inculpaciones  y  calumnias  con  que  algu- 
"  nos  enemigos  de  Texas  hau  intentado  engañar  al  pueblo 
"  mexicano,  esparciendo  rumores  vagos  y  falsos  contra  los 
"  colonos  y  demás  habitantes  del  pafe. 


665 

"  Todos  los  ayuntamientos  de  Texas  representaron  en  el 
"  mismo  sentido,  y  en  particular  el  de  la  villa  de  Goliat, 
"  que  se  espresó  en  términos  mucho  más  enérgicos  que  el  de 
"  Béjar.  La  experiencia  ba  demostrado  que  los  rumores,  ex- 
"  parcidos  en  contra  de  los  colonos,  á  que  aludía  éste  último, 
"  no  eran  ni  vagos  ni  falsos,  y  que  ya  había  personas  que 
11  hubiesen  escudriñado  las  pérfidas  intenciones  de  los  colo- 
"  nos  y  de  sus  protectores  los  anglo -americanos. 

"  En  1?  de  abril  del  año  siguiente  de  1833  se  reunió  una 
"  convención  en  la  villa  de  San  Felipe  de  Austin,  y  en  ella  se 
"  acordó  pedir  no  solamente  las  reformas  y  mejoría  del  go- 
"  bienio  local,  sino  también  la  erección  de  Texas  en  Estado  li- 
"  bre,  soberano  é  independiente  de  Coahuila.  El  jefe  de  los 
"  primeros  pobladores,  Esteban  F.  Austin,  fué  comisionado 
"  para  conducir  á  la  capital  de  la  república  y  presentar  en  ella 
"  al  congreso  general,  la  representación  redactada  con  aquel 
"  objeto.  Austin  llegó  á  México  en  18  de  julio,  y  comenzó  á 
"  trabajar  en  promover  los  puntos  que  abrazaba  su  misión. 
"Su  misión  sufrió  diversas  vicisitudes,  y  le  vemos  dirigir, 
"con  fecha  2  de  octubre  del  mismo  año,  al  ayuntamiento 
"  de  Béjar,  una  comunicación  en  que  lo  excita  para  que  pase 
"circular  á  todas  las  municipalidades,  con  el  fin  de  que  se 
"  reúnan  para  organizar  un  gobierno  local,  independiente  de 
"  Coahuila,  aunque  niegue  el  gobierno  general  su  consenti- 
"  mieuto.  En  esta  comunicación  hay  que  notar  igual meute 
"  el  que  en  vez  de  la  fórmula  acostumbrada  "  Dios  y  Liber- 
"  tad,  "  se  hace  uso  de  esta  otra  "  Dios  y  Texas.  "  Esta  co- 
"  municación,  cuando  llegó  á  noticias  de  la  administración 
"  de  aquella  época,  produjo  la  prisión  de  Austin  en  el  Salti- 
"  lio,  el  3  de  enero  de  1834,  su  conducción  á  México,  y  la 
"  causa  que  se  le  formó. 

"  La  legislatura  de  Coahuila  en  el  mismo  año  atendió  á 
"  muchas  de  las  necesidades  de  Texas,  y  los  colonos  callaron 
u  y  permanecieron  quietos  hasta  la  caída  del  sistema  federa- 

Tomo  II.  —84 


666 

"  tivo  que  produjo  uua  conmoción  general,  particularmente 
"  en  Texas,  en  donde  las  exageradas  creencias  de  los  unos, 
"  y  las  perversas  intenciones  de  los  otros,  motivaron  la  pro- 
"  testa  ó  pronunciamiento  de  E.  H.  Williainson  y  sus  compa- 
"  ñeros,  y  coronaron  los  incesantes  esfuerzos  de  los  Estados 
"Unidos,  dirigidos  con  admirable  asiduidad  al  grande  fin 
"  de  obtener  la  escisión  de  Texas  del  territorio  de  México. 
"  Desde  entonces  basta  la  fecha,  los  Estados  Unidos  no  han 
"  cesado  de  proteger  á  Texas;  le  auxiliaron  con  hombres,  ar- 
"  mas  y  dinero,  en  su  lucha  contra  las  tropas  del  gobierno 
"  mexicano;  la  prensa  del  Norte  vomitó  calumnias  y  deuues- 
"  tos  contra  los  que  se  esforzaban  por  recobrar  nuestro  te- 
"  rritorio  usurpado;  multitud  de  hábiles  especuladores  se  di- 
"  seminaron  por  los  Estados  Unidos,  armados  de  mapas  de 
"  Texas  y  de  halagüeños  proyectos  de  colonización;  tínalmeu- 
"  te,  el  gobierno  misino  prestó  su  connivencia,  dando  orden 
"  al  General  Gaines,  para  que  bajo  un  pretexto  fútil  é  hipó- 
"  crita,  tomase  posición  con  sus  tropas  más  acá  de  nuestras 
"  fronteras." 

La  prensa  de  los  Estados  Unidos  eu  el  New  York  Com- 
mercial  Advertiser  en  el  año  de  1836,  publicó  carta  de  un 
colono  que  dice  cuanto  podía  decirse,  conforme  á  nuestro 
propósito  eu  el  importantísimo  asunto  de  Texas;  y  sucede  lo 
mismo  con  el  fragmento  de  otra  carta  escrita  sobre  la  agre- 
gación de  Texas  y  Californias.  Insertamos  por  tanto  uno 
y  otro  documento  como  siguen  á  la  letra: 


"  Soy  americano,  y  á  menos  de  que  la  providencia  me 
"  haya  privado  de  las  simpatías  que  á  otros  infuude,  estoy  tan 
"  dispuesto  como  cualquiera,  á  amar  á  mis  compatriotas,  sen- 
M  tir  por  ellos,  admirarlos  y  estimar  nuestra  uoble  coustitu- 


667 

"ción;  sin  embargo,  jamás  he  podido  aprobar  la  causa  de 
"  Texas,  y  mucho  menos  al  mirar  el  doblez  con  que  se  está 
"portando  aquí  un  oficial  general  de  los  Estados  Unidos. 

"  Hace  siete  años  que  vine  á  Texas,  creyéndome  posee- 
"  dor  de  títulos  suficientes  á  una  legua  de  tierra  que  compré 
"  en  New  York  á  un  individuo  que  había  vendido  otras  rau- 
"  chas,  según  yo  sabía  perfectamente.  Tan  luego  como  lie- 
"  gué,  me  presenté  al  encargado  especial,  que  debía  ponerme 
"  en  posesión;  mas  me  quedé  bien  sorprendido  al  oir  de  boca 
"  de  éste  que  mis  títulos  nada  valían,  pero  me  informó  al  mis- 
"  mo  tiempo,  de  que  era  yo  bien  venido,  y  que  eligiese  cual- 
"  quiera  terreno  que  estuviese  vacante,  cuyos  títulos  recibiría 
"  mediante  algunas  condiciones  que  me  parecieron  bastante 
"equitativas.  Entré,  pues,  en  posesión  de  una  legua  de  te- 
"  rreno,  juré  sumisión  á  México,  y  he  vivido  aquí  próspera 
"  y  felizmente  hasta  que  estalló  la  revolución  de  Texas,  pues 
"que  desde  entonces  he  tenido  que  sufrir  más  sinsabores, 
"  penalidades  y  amarguras,  que  todas  las  que  me  habían  ca- 
"  bido  en  suerte  en  mi  pasada  vida.  La  misma  declaración 
"  harán  todos  los  americanos  establecidos  en  Texas,  siempre 
"  que  se  vean  libres  de  los  temores  que  ahora  los  hace  en- 
"  mudecer.  Se  debe  entender  que  hablo  de  los  americanos 
"  que  hace  algún  tiempo  se  han  establecido  aquí  y  han  cum- 
"  plido  con  los  requisitos  que  les  dan  un  verdadero  título  á 
"  las  tierras  que  poseen;  y  no  de  los  que  han  venido  con  el 
"  expreso  designio  de  promover  una  rebelión,  organizada  y 
"  madurada  por  los  que  han  forjado  ó  comprado  títulos  falsos 
"con  el  objeto  de  ver  si  de  esta  manera  conseguían  hacerlos 
"  valederos. 

"  Las  especies  que  corren  en  los  Estados  Unidos  de  que 
"  los  mexicanos  oprimen  y  tiranizan  en  Texas  á  los  ciuda- 
"  danos  americanos,  son  otras  tantas  falsedades  infames. 

"  Toda  aseveración  que  se  haga  de  que  el  gobierno  me- 
"  xicano  ha  engañado  á  los  ciudadanos  de  los  Estados  Uni- 


668 

"  dos  por  lo  tocante  á  tierras  prometidas,  es  falsa;  y  desafío 
"  á  cualquiera  que  me  pruebe  que  haya  habido  un  sólo  caso 
"  en  que  se  haya  anulado  un  título,  siempre  que  el  tenedor 
"  de  él  cumpla  con  todas  las  coudicioues  requeridas. 

"  Por  lo  que  respecta  á  la  guerra,  pregunto  á  los  ameri- 
"  canos,  (exceptuando  á  los  especuladores)  ¿cuántas  incur- 
"  siones,  insurrecciones  y  rebeliones  hechas  con  el  notorio 
"  objeto  de  arrancar  á  Texas  de  manos  de  sus  legítimos  due- 
"  ños,  justificarán  el  que  México  lance  de  su  territorio  á  los. 
"  piratas  que  tratan  de  posesionarse  del  país?  Recuérdese 
"  que  estas  revoluciones  jamás  se  han  intentado  por  los  ciu- 
"  dadanos  residentes  en  Texas,  sino  por  hombres  organiza- 
"  dos  en  los  Estados  Unidos  con  este  objeto  determinado. 

"Debemos  convenir  en  que  un  solo  hecho  de  éstos  su- 
"  ministra  una  amplia  justificación.  Pero  Texas,  desde  que 
"se  ajustaron  los  límites  por  Wilkinson  y  Ferrara,  haexpe 
"  ri mentado  siete  ñ  ocho.  ¿Qué  debe,  pues,  hacer  México!  ¿Es 
"  de  esperarse  que  mantenga  en  Texas  un  numeroso  ejército, 
"  solamente  para  rechazar  los  esfuerzos  de  unos  cuantos? 
"Habría  probabilidad  de  que  así  fuera,  tan  sólo  en  el  caso 
"  de  que  los  Estados  Unidos  estuviesen  abatidospor  salva- 
"  jes,  ignorantes  de  esa  equidad  internacional,  de  que  siem- 
"  pre  los  americanos  se  han  jactado.  México,  por  elcontrario, 
"  ha  estado  siempre  en  inteligencia  de  que  jamás  el  pueblo 
"  americano  se  opondría  á  que  castigase  como  es  debido  á 
"  los  bandidos  que  asaltasen  sus  posesiones.  ¿Pero  qué  esta- 
"  do  guardan  los  asuntos  en  la  actualidad?  No  tan  sólo  ha 
"  declarado  Houston  "que  sus  actos  dimanan  de  la  autoridad 
"  más  elevada  que  hay  en  los  Estados  Unidos,"  sino  que  un 
"  general  del  ejército  de  éstos  se  presenta  con  fuerzas  en  la 
"  frontera  mexicana,  manda  que  algunas  tropas  de  los  fuertes 
"  Towson  y  Gibson  ocupen  á  Nacogdoches,  sesenta  y  cinco 
"  millas  más  allá  de  los  límites  de  México;  y  lo  que  es  todavía 
"  peor,  hace  que  estas  tropas  pasen  más  arriba  el  río  Colora- 


669 

"  do,  y  atraviesen  el  país  para  llegar  á  su  destino;  de  tal  raa- 
"  ñera  que  se  internnron  en  el  territorio  mexicano  doscien- 
"  tas  millas  más  allá  de  Nacogdoches,  y  tau  luego  como 
"  llegaron,  se  les  dio  orden  de  levantar  fortificaciones  y  otros 
"edificios.  ¿Se  llama  esto  neutralidad?  Pero  para  que  se 
"  tenga  un  conocimiento  más  pleno  de  nuestros  negocios, 
"  añadiré  los  hechos  siguientes:  Los  americanos  (hablo  de 
"los  regulares)  y  los  texanos  parece  que  se  entienden  per- 
fectamente. fi\  General  Gaines  conserva  la  neutralidad, 
"  permitiendo  que  centenares  y  millares  de  voluntarios  y 
"otros  cuerpos  organizados  pasen  á  Texas  sin  impedimento 
"  de  ninguna  especie;  en  tanto  que  sofoca  todo  esfuerzo  que 
"  hacen  los  mexicanos  ó  los  indios  en  contra  de  los  texanos. 
"  Estos  pueden  hacer  la  guerra  á  una  potencia  amiga  en  te- 
"  rritorio  de  los  Estados  Unidos.  ¡Los  prisioneros  de  guerra 
"  que  hacen  los  texanos,  no  saben  á  punto  fijo  á  quién  están 
"  sujetos! 

"  Hablen  los  americanos,  y  digan  sinceramente  qué  go- 
"  bienio  se  ha  expuesto  jamás  de  un  modo  tan  ridículo,  y 
"  no  sólo  ridículo,  sino  despreciable.  ¿Qué  hombre  honrado 
"  dejará  de  conocer  que  ni  el  General  Gaines,  ni  ninguna 
"  autoridad  que  le  hubiese  revestido  de-facultades  tan  indis- 
"  cretamente  usadas,  jamás  hubieran  soñado  en  hacer  seme- 
"  jante  cosa  respecto  de  un  gobierno  capaz  de  castigar  tal 
"  arrogancia?  ¿Qué  dirá  la  Europa  de  esto?  ¿Qué  dirá  Mé- 
"  xico?  ¿No  habrá  simpatías  de  este  último?" 

2 

Fragmento  de  una  carta  sobre  la  agregación  de  Texas  j  de  Californias. 

"  Ya  comenzaba  yo  á  pensar  últimamente  que  bien  pu- 
"  diéramos  abandonar  por  ahora  la  cuestión  de  Texas,  cuau- 
11  do  contra  lo  que  yo  esperaba,  y  cou  no  poco  disgusto,  me 


670 

"  veo  precisado  á  no  dejar  transcurrir  mucho  tiempo  sin  ha- 
"  blar  á  los  enemigos  de  la  esclavitud,  y  á  la  nación  entera, 
"  de  un  artículo  que  recieutemente  ha  llegado  á  mis  manos. 

"  Hemos  sido  por  tanto  tiempo  y  tan  duramente  moles- 
"  tados,  con  motivo  de  la  cuestión  presente,  que  ora  sea  por 
"  cansancio,  ora  por  enojo  al  ver  la  temeraria  obstinación  de 
"  los  políticos  partidarios  de  la  esclavitud,  yo  tomaría  de  bue- 
",aíi  gana  algún  aliento  y  descansaría  sobre  lo  que  hasta 
"aquí  tenemos  hecho,  si  no  creyese  perjudicial  tal  proceder. 

"  El  artículo  á  que  aludo,  es  una  carta  subscrita  por  To- 
"  más  W.  Gilmer,  representante  por  Virginia,  su  fecha  10  de 
"enero  de  1843,  cuyo  tenor  indica  ser  contestación  á  otra 
"carta,  no  publicada  aún  y  dirigida  á  Mr.  Gilmer  con  el  fin 
"  de  averiguar  si  había  efectivamente  emitido  la  opinión  de 
"que  Texas  sería  agregado  á  los  Estados  Unidos.  El  con- 
"  testa  afirmativamente,  añadiendo  que  no  había  adoptado 
"  este  modo  de  pensar  sin  la  debida  reflexión,  y  sin  observar 
"  atentamente  las  causas  que  según  él,  están  cooperando  pa- 
"  ra  producir  muy  en  breve  semejante  resultado.  No  entra 
"  Mr.  Gilmer  en  ninguna  explicación  sobre  cuáles  sean  tales 
"  causas,  lo  que  naturalmente  era  de  esperarse;  y  abstenién- 
dose de  todo  punto  de  cuanto  sea  tratar  directamente  esa 
"  cuestión  importantísima,  se  pone  desde  luego  á  manifestar 
"  las  ventajas  que  según  él  cree  ó  finge  creer,  resultarían  si 
"  tal  medida  se  tomase. 

"  Con  ella,  asegura  él  "que  se  abrirá  un  mercado,  y  se  lo- 
"  grará  tener  abastecidos  á  los  Estados  del  Este  y  los  atláu- 
"  ticos  que  no  tienen  esclavos,  así  como  al  país  que  se  ex- 
"  tiende  sobre  los  fértiles  valles  del  Ohio  y  el  Mississipí."  No 
"es  mi  ánimo  examinar  la  exactitud,  ni  calcular  la  iinpor- 
"  tancia  de  este  aserto,  por  lo  que  bastará  observar  que  si 
"  Mr.  Gilmer  y  sus  adictos  están  verdaderamente  ganosos 
"  de  abrir  mercados  en  obsequio  de  los  Estados  sobredichos, 
"  hay  un  modo  más  económico  de  conseguirlo  que  el  de  com- 


671 

"  prar  á  Texas,  pagar  su  deuda  nacional  y  aventurarse  á  una 
"  guerra  de  la  Gran  Bretaña  y  México,  y  reconocer  á  Haití 
"  y  celebrar  con  esta  república  tratados  de  comercio.  Pne- 
"  blo  es  este  cuyo  comercio  nos  ritide  diez  veces  más  que  el 
"  de  Texas,  á  pesar  de  las  desventajas  que  hoy  existen,  y  que 
"  con  toda  probabilidad  sería  infinitamente  más  productivo  si 
"  los  obstáculos  fueran  removidos,  lo  que  eu  un  par  de  me- 
"  ses  podría  hacerse  por  medio  de  un  tratado. 

"  Repetidas  veces  y  con  toda  claridad,  asienta  Mr.  Gil- 
"  mer,  que  es  el  destino  de  esta  nación  (y  no  hay  nación, 
"  según  este  filósofo,  que  pueda  sustraerse  á  la  influencia  de 
"su  sino)  usurpar  todo  este  continente,  y  expresamente 
"  señala  á  California  como  límite  de  la  espléndida  carrera 
"  de  infamia  nacional  á  que  con  toda  sangre  fría  nos  convida. 
"  lío  alcanza  la  fuerza  de  ninguna  lengua  para  expresar  cum- 
"  plidameute  todo  el  horror  que  me  inspira  una  depravación 
"  política  tan  descarada,  ni  deja  de  ser  muy  significativa  la 
'•  mención  que  se  hace  de  Californias.  El  mismo  día  en  que 
"aparece  escrita  la  carta  de  Mr.  Gilmer,  llegaron  á  Nueva 
"  York  las  nuevas  de  la  toma  de  Monterrey,  capital  de  la 
"  alta  California,  por  una  escuadra  de  los  estados  Unidos 
"  bajo  el  mando  del  comodoro  Jones,  natural  de  Virginia,  é 
"  interesados  como  todos  ellos  lo  están,  directa  ó  indirecta- 
"  mente,  eu  mantener  subido  el  precio  de  los  esclavos,  y  en 
u  formar  por  consiguiente  nuevos  mercados  donde  éstos  pue- 
"  dan  ser  vendidos,  lo  cuütl  salta  á  los  ojos  si  se  considera 
"  que  como  una  mitad  de  la  propiedad  total  de  Virginia  con- 
"  siste  en  esclavos,  es  decir,  doscientos  millones.  En  1832 
"  asentó  en  la  cámara  de  aquel  Estado  uno  de  los  miembros, 
"  que  cuarenta  y  ocho  horas  después  de  llegada  la  noticia  de 
"  haber  cerrado  sus  puertos  la  Luisiana  al  tráfico  de  esclavos, 
"  bajó  el  precio  de  éstos  en  Virginia  un  25  por  100.  La  aper- 
"  tura  de  un  mercado  por  todo  el  vasto  territorio  de  México, 
M  que  nuestro  gobierno  ha  estado  haciendo  esfuerzos  por  ob- 


672 

"  tener  hace  tanto  tiempo,  y  que  sea  suficientemente  extenso 
"para  que  puedan  formarse  diez  nuevos  Estados  negreros, 
"ciertamente  no  afectaría  menos,  sino  mucho  más,  la  pro- 
"  piedad  de  Virginia,  que  el  abrir  ó  cerrar  el  puerto  de  Nue- 
"  va  Orleans.  Pero  demos  que  el  efecto  fuese  igual  y  no  ma- 
"  yor,  sería  $  50.000,000;  y  para  todos  los  Estados  negreros 
"  reunidos,  nada  menos  $  300.000,000.  Como  base  de  este 
"  cálculo  tomo  el  que  hace  Mr.  Clay  del  valor  de  los  esclavos 
"  en  los  Estados  Unidos,  á  saber:  $  L,200.000,000.  Probable- 
"  mente  sería  mucho  más  aproximado  decir  que  el  efecto  de 
"  la  adquisición  de  Texas  sobre  la  propiedad  de  esclavos  es 
"  el  duplo  de  la  suma  arriba  mencionada,  ó  lo  que  es  lo  mis- 
"  mo,  $  600.000,000.  Pero  se  nos  dirá  que  Texas  está  al  pre- 
"  senté  abierto  al  tráfico  de  esclavos  de  la  América  del  Norte . 
"  Esto  es  cierto,  y  también  que  no  sólo  está  abierto,  sino  que 
"  nominalmente  se  nos  ha  honrado  cou  el  monopolio  de  ese 
"  tráfico,  á  la  manera  que  se  aseguró  á  la  Gran  Bretaña  por 
"  el  tratado  de  Madrid  en  1713,  el  monopolio  de  los  mercados 
"de  la  América  española.  Mas  ¿qué  ventaja  importa  este 
"  privilegio,  si  no  es  la  desgracia  consiguiente  á  ser  el  objeto 
"  de  tan  especial  favor?  Todos  los  puertos  de  Texas  están 
"  abiertos  á  la  importación  de  esclavos  de  África,  y  no  cabe 
"la  más  mínima  duda  en  que  se  lleva  adelante  por  medio 
"  de  la  Isla  de  Cuba,  cubriendo  todos  los  pedidos  de  ese 
"  género. 

"  El  precio  de  un  esclavo  en  Cuba  generalmente  ha  sido 
"  casi  doble  que  en  los  Estados  Unidos,  y  aunque  los  texauos 
"  protegidos  por  su  constitución  han  convertido  el  tráfico  de 
"  esclavos  en  piratería,  excepto  con  los  Estados  Unidos,  no 
"  aparece  por  su  citada  constitución,  ni  por  sus  leyes,  que 
"  hayau  impuesto  á  tal  crimen  pena  alguna.  A  un  tiempo 
"  mismo  intentaban  granjearse  el  honor  de  abolir  el  tráfico 
"  de  esclavos  de  África,  y  la  utilidad  de  dejarlo  abierto.  Poca 
"  era  por  cierto  la  honra  que  pudieran  haber  adquirido  con  la 


673 

"  gente  sensata,  aboliendo  el  comercio  de  esclavos  con  África, 
"  cuando  eu  el  mismo  documento  en  que  tal  declaración  se 
"  hacía,  se  mandaba  que  fuera  perpetuo  con  los  Estados  Uni- 
"  dos.  Por  tanto,  jamás  puede  ser  Texas,  como  mercado  de  es- 
"  clavos,  de  ninguna  importancia  para  los  propietarios  de  ne- 
"  gros  y  los  traficantes  del  Sur,  á  no  ser  que  sea  puesto  bajo 
"  nuestra  propia  jurisdicción,  y  esto  lo  saben  ellos  admira- 
"  blemeute. 

"Creo  que  ahora  se  concederá  que  he  tenido  razón  par'a 
"  suponer  que  el  comodoro  Jones,  como  nativo  de  Virginia, 
"  se  interesa  en  el  tráfico  de  negros.  ífo  diré  que  tiene  cría 
"de  ellos,  ni  un  establecimiento  exclusivamente  destinado 
"al  efecto;  pero  sí  que  en  un  Estado  que  ha  empobrecido 
"  tanto  como  Virginia,  casi  todos  los  propietarios  de  escla- 
"  vos  deben  ser  necesariamente  criadores  ó  traficantes  de  ne- 
"  gros.  Los  más  de  ellos  crían  algunos  para  el  mercado,  pues 
"  de  otro  modo  no  les  tendría  cuenta  conservar  ninguno,  y 
"  el  tráfico  es  consiguiente  á  la  propagación  de  los  esclavos. 
"No  ignoro  que  el  honorable  Andrés  Stevenson,  nuestro  ul- 
"  timo  ministro  eu  el  gabinete  de  San  James,  ha  asentado  á 
"  la  faz  de  la  Europa  que  no  hay  criadores  de  esclavos  en 
"  Virginia  y  que  intentó  sofocar  á  O'  Connell,  pidiéndole  que 
"  probase  lo  contrario.  ¡  Excelente  modo  por  cierto  de  acla- 
"  rar  la  verdad!  Muy  interesado  estaba  en  la  cuestión  Mr. 
"  Stevenson  para  ser  testigo  fidedigno.  Y  repetidas  veces 
"  he  oído  declarar  al  venerable  Isaac  J.(  Hopper,  cuya  hon- 
"  radez  y  veracidad  son  incuestionables,  que  en  cuantos  ca- 
"  sos  relativos  á  esclavos  se  le  habían  presentado,  á  pesar 
"  de  ser  cosa  de  mil,  no  había  eucontrado  un  solo  dueño  de 
"  esclavos  que  titubease  en  recurrir  á  la  falsía,  con  tal  que 
"  pudiese  por  su  medio  recobrar  ó  conservar  su  propiedad 
"  sobre  un  esclavo. 

"Fuerza  es  que  el  capitán  Jones,  tanto  por  inclinación 
"  como  por  interés,  sea  uno  de  tantos  criadores  de  esclavos, 

Tomo  II.— 85 


674 

"  y  que  tenga  el  mismo  empeño  en  la  guerra  y  las  conquis- 
"  tas  en  México,  que  los  Sres.  Upshur  y  Wise,  á  fin  de  abrir 
"  nuevos  mercados  y  hacer  que  se  formen  nuevos  Estados 
"  negreros;  así  es  que  fué  considerado  como  la  persona  más 
"  adecuada  para  hacer  una  expedición  sobre  California;  debo, 
"sin  embargo,  hacer  al  secretario  de  marina  la  justicia  de 
"  confesar,  que  ha  sido  tal  la  parcialidad  con  que  se  han  he- 
"  cho  los  nombramientos  en  el  departamento  de  su  cargo, 
"  que  sería  extraordinario  que  un  buque  cualquiera,  ó  una 
"  escuadra,  fuesen  empleados  en  algúu  servicio  sin  ir  al  man- 
"  do  de  algúu  criador  de  esclavos. 

"La  California  es  un  departamento  de  México,  situado 
"  entre  los  22  y  los  42  grados  de  latitud  boreal;  tieue  1,G00 
"millas  de  longitud,  extendiéndose  más  de  la  mitad  de  la 
"longitud  de  México,  y  200  millas  más  en  dirección  al  Sur 
"  que  cualquiera  territorio  de  los  Estados  Unidos:  contiene 
"  de  400  á  500,000  millas  cuadradas,  y  está  separada  en  su 
"  medianía  del  resto  de  la  república  por  un  golfo.  Su  clima 
"  es  delicioso,  su  suelo  fértil  y  sus  producciones  naturales 
"  de  las  más  ricas  y  variadas.  Tiene  varios  buenos  puertos, 
"  los  únicos  que  merezcan  esta  calificación  eu  la  costa  orien- 
"  tal  del  Océano  Pacífico  del  Norte.  La  adquisición  de  seme- 
jante país  sería  por  consiguiente  importantísima  para  una 
"  potencia  marítima  y  mercantil;  pero  existe  otra  razón  más 
"  fuerte  para  que  lo  hayan  codiciado  los  criadores  de  escla- 
"  vos  y  la  administración  que  los  protege,  y  hace  algunos 
"  años  (pie  se  habló  mucho  sobre  su  compra  por  los  Estados 
"  Unidos.  .No  ha  muchos  meses  que  prevalecía  el  rumor  de 
"  que  había  sido  cedido  efectivamente  á  los  Estados  Unidos, 
"  en  compensación  de  sus  reclamos  contra  México,  y  hacia 
"  el  mismo  tiempo  aparecieron  en  el  Estado  de  Misouri  vas- 
"  tos  proyectos  de  emigración  á  aquel  país,  comenzando  to- 
"  da  la  prensa  americana  á  representarle  como  otro  paraíso, 
"  superior  al  mismo  Texas.  A  esta  sazóu  reclamaba  México 


675 

"  á  nuestro  gobierno,  muy  justamente,  contra  la  constante  y 
"  notoria  violación  de  la  neutralidad  por  nuestra  parte,  al 
"  permitir  se  levantasen  y  reuniesen  en  este  país  tropas  y 
"pertrechos  de  guerra  de  toda  clase,  que  se  remitían  á  los 
"  conspiradores  y  aventureros  de  Texas.  Dio  su  contestación 
"  Mr.  Webster,  y  no  es  fácil  decidir  qué  hay  en  ella  más  vitu- 
11  perable,  si  lo  singular  de  las  razones,  ó  la  arrogaucia  con 
"  que  está  escrita. 

"  México  ha  apelado  al  mundo  entero  contra  nuestra  sis- 
temática infracción  de  los  deberes  de  neutralidad." 

Antes  de  cerrar  el  presente  capítulo  parécenos  convenien- 
te referirnos  á  la  correspondencia  que  medió  entre  la  lega- 
cióu  extraordinaria  de  México  y  el  departamento  de  Estado 
de  los  Estados  Unidos  de  América,  sobre  el  paso  del  Sabina 
por  las  tropas  al  mando  del  General  Gaines,  cuyas  constan- 
cias vieron  la  luz  pública  en  un  folleto  impreso  por  D.  J.  Ma- 
riano Lara,  de  orden  del  supremo  gobierno,  y  que  por  tal 
circunstancia  muy  bien  se  puede  llamar  oficial,  habiéndose 
literalmente  copiado  las  notas  diplomáticas  que  mediaron 
entre  México  y  los  Estados  Unidos,  cuya  inserción  omitimos, 
por  ser  bastante  extensas,  no  haciendo  lo  mismo  con  la  intro- 
ducción de  dicho  folleto,  por  las  noticias,  datos  y  reflexiones 
que  contiene  y  que  juzgamos  conducentes  á  nuestro  objeto. 


CAPÍTULO    V. 


Continúa  la  administración  del  Sr.  Corro.  —  Sucesos  notable* 
que  tu  vieron  lugar  en  su  ticnipo. 


Dijimos  ya  eu  el  capítulo  1?  que  se  organizó  la  adminis- 
tración gubernativa;  que  el  cuerpo  legislativo  se  ocupaba  de 

1  ¿Documento  número  3. 


676 

la  formación  de  las  leyes  constitutivas  del  país;  y  que  la  re- 
pública aparecía  tranquila,  en  el  mes  de  marzo  de  1836.  Con- 
tinuaremos por  tanto  nuestra  narración  de  los  sucesos  nota- 
bles que  deben  servir  de  materia  al  presente  capítulo. 

La  nación  mexicana  ha  sufrido  en  sus  negocios,  casi 
siempre,  un  contraste  lamentable  que  jamás  la  ha  dejado 
prosperar,  sino  que  por  el  contrario  la  ha  perjudicado  de  un 
modo  positivo.  Se  vio,  en  la  época  á  que  nos  referimos,  favore- 
cida y  contrariada  al  mismo  tiempo,  en  lo  que  respecta  á  lo 
exterior  y  á  lo  interior  de  la  república. 

Sus  relaciones  Con  las  potencias  del  continente  americano 
y  de  Europa  adelantaban,  hallándose  en  el  mejor  estado  las 
de  Roma,  y  celebrando  tratados  formales  de  amistad,  comer- 
cio y  navegación,  y  aun  de  límites,  con  los  Estados  Unidos 
de  América;  ajustándose  U>s  primeros  con  Colombia  en  2  de 
diciembre  de  1823,  y  con  los  mismos  Estados  Unidos  en  1832, 
y  con  Inglaterra  en  29  de  octubre  de  1827;  con  los  Países  Ba- 
jos en  28  de  marzo  de  1828;  con  Hannover  en  octubre  de  1829; 
con  Dinamarca  en  la  misma  fecha;  con  Sajonia  en  1833;  con 
Chile  y  el  Perú  en  1833;  con  Prusia  en  abril  de  1836;  con  Es- 
paña en  28  de  febrero  del  misino  año;  con  Francia,  de  paz,  en 
27  de  febrero  de  1840;  y  en  la  misma  fecha  la  convención 
que  puso  fin  á  las  diferencias  que  se  suscitaron  entre  los  dos 
gobiernos  de  Francia  y  México,  ó  ignal  con  los  Estados  Uni- 
dos, y  como  arbitraje,  en  el  año  anterior  dé  1839;  con  las 
ciudades  Anseáticas  en  1842;  sobre  el  tráfico  de  esclavos  con 
Inglaterra,  en  junio  de  1843;  y  con  el  imperio  de  Austria  en 
diciembre  del  mismo  año. 

Advertiremos  que,  á  pesar  de  que  las  diversas  fechas  an- 
teriores manifiestan  que  los  respectivos  tratados  no  pertene- 
cen en  su  totalidad  al  período  en  que  nos  venimos  ocupando, 
los  hemos  reunido  en  un  cuadro  general  que  abraza  anterio- 
res y  posteriores  tiempos,  para  presentar  así  bajo  un  solo  pun- 
to de  vista,  las  relaciones  de  la  república  con  las  potencias  ami- 


677 

gas,  al  referir  el  tratado  de  amistad,  navegación  y  comercio 
con  Prusia,  que  corresponde  precisamente  á  la  época  de  que 
tratamos.  Permítasenos  también  que  con  este  motivo  llama- 
mos la  atención  sobre  la  circunstancia,  que  creemos  favorable 
y  honrosa  para  nosotros,  de  haber  sido  el  que  esto  escribe,  en 
la  tercera  vez  que  estuvo  á  su  cargo  la  Secretaría  de  Relacio- 
nes de  la  república,  el  ministro  ante  quien  fueron  aceptados, 
ratificados  y  confirmados  los  tratados  de  los  Países  Bajos, 
Hannover,  Dinamarca,  ciudades  Anseáticas,  Inglaterra,  con- 
tra el  tráfico  de  esclavos,  y  el  imperio  Austríaco,  de  amistad, 
comercio  y  navegación. 

La  seguridad  y  paz  interiores  padecían  mucho  en  nuestro 
país,  por  sublevaciones  y  trastornos  á  que  dio  lugar  el  espí- 
ritu inquieto  y  revolucionario  de  que  no  ha  podido  librarse, 
bajo  el  pretexto  ó  motivo  de  sostener  el  principio  federativo 
contra  el  centralismo. 

Surgieron  en  efecto,  á  mediados  de  1836,  insurrecciones 
parciales  contra  la  administración  pública,  en  Guadalajara, 
Oaxaca,  Ozuniba,  Huajuapau,  Guauajuato  y  en  algunos 
otros  lugares,  que  causaron  los  males  consiguientes;  pero 
auuque  no  fué  extinguido  el  germen  revolucionario,  dominó 
el  buen  sentido  sin  consecuencias  graves  ni  generales  para  el 
país. 

Eutretanto  continuaba  la  administración,  en  la  cual  se 
verificaron  los  cambios  que  á  continuación  expresamos:  D. 
Ignacio  Alas  se  encargó  del  ministerio  de  hacienda  en  lugar 
de  D,  Rafael  Mangino.  Cesó  en  el  gobierno  del  Distrito  D. 
José  Gómez  de  la  Cortina  y  le  sucedió  D.  Francisco  García 
Conde,  habiendo  desempeñado  interinamente  tal  encargo  D. 
José  Manuel  Fernández  Madrid.  En  cuanto  al  exterior  el 
cónsul  de  los  Estados  Unidos  Sr.  Parrott  fué  sustituido  por 
William  Jones. 

El  congreso  general  terminó  sus  tareas  constituyentes 
con  el  año  de  1836,  decretándose,  sancionándose  y  publican- 


678 

dose  las  siete  leyes  fundamentales  de  la  nación,  previniéndose 
que  fuesen  juradas,  como  en  realidad  lo  fueron,  por  los  su- 
premos poderes,  y  por  todas  las  autoridades  del  orden  civil, 
eclesiástico  y  militar  con  la  mayor  solemnidad,  bajo  la  fór- 
mula siguiente:  ¿Juráis  á  Dios  guardar  y  hacer  guardar  las 
leyes  constitucionales  decretadas  y  sancionadas  por  el  congreso 
nacional  en  el  año  de  1836  f1 

Se  dividió  el  territorio  mexicano  en  departamentos,  pu- 
blicándose en  el  mes  de  enero  de  1837  la  división  en  los  tér- 
minos fijados  por  una  ley  del  día  30  de  diciembre  del  año 
anterior.2 

La  primera  ley  constitucional  contenía  las  disposiciones 
relativas  á  "  derechos  y  obligaciones  de  los  mexicanos  y  ha- 
"  bitantes  de  la  república."  La  segunda,  "  organización  de 
"  un  poder  supremo  conservador.  "  La  tercera,  "el  poder  le- 
"  gislativo,  sus  miembros,  y  cuanto  se  refiere  á  la  formación 
"  de  las  leyes."  La  cuarta,  "  el  poder  ejecutivo  con  su  con- 
"  sejo  y  ministerio."  La  quinta,  "el  poder  judicial  con  su 
"arreglo  de  tribunales  y  procedimientos."  La  sexta,  "di- 
"  visión  del  territorio  de  la  república  y  gobierno  interior  de 
"  los  pueblos.  "  La  séptima,  "  sobre  el  tiempo  y  modo  de  ha- 
"  cerse  las  variaciones  constitucionales." 

El  legislador  en  esta  época,  no  sólo  dictó  las  leyes  fun- 
damentales, sino  que  también  se  ocupó  en  la  formación  de 
las  secundarias,  que  tuvieron  por  objeto,  materias  tan  im- 
portantes como  el  arreglo  de  la  hacienda  pública,  la  aboli- 
ción de  la  esclavitud,  contribuciones  y  entre  ellas  la  de  tres 
al  millar  sobre  el  valor  de  las  fincas  rústicas  y  urbanas;  sus- 
pensión de  hostilidades  con  España,  según  en  otro  lugar  he- 
mos referido  al  hablar  de  los  tratados  con  dicha  nación ; 
arreglo  de  legaciones  y  de  sus  empleados,  fijando  sueldos  y 
pensiones  conforme  al  tiempo  y  mérito  de  sus  servicios. 

1  Recopilación  de  Arrillaga  en  diciembre  de  1836,  págs.  317  y  378  y  el  "Diario  del 
Gobierno, i.  del  viernes  30  del  misino  raes  3'  año,. tomo  6?,  parte  oficial,  pág.  4S1. 

2  Recopilación  de  Arrillaga,  tomo  citado,  pág.  379. 


679 

La  moneda  de  cobre  dio  origen  á  multitud  de  proyectos, 
sobre  su  arreglo,  acuñación,  circulación  6  extiucióu.  Fué 
motivo  también  de  que  la  población  de  la  capital  se  alarmase, 
temiendo  que  las  cosas  llegasen  al  extremo  de  que  se  pro- 
dujera una  verdadera  crisis  política.  No  se  realizó  por  for- 
tuna tan  funesto  resultado,  pero  sí  se  hizo  patente  una  ver- 
dad, que  á  pesar  nuestro  nos  vemos  obligados  á  consignar,  y 
fué  por  un  lado  el  ningún  espíritu  público  de  los  mexicanos 
para  sostener  sus  intereses  y  derechos,  y  por  otro  la  docili- 
dad ó  pasiva  deferencia  para  obedecer  cuanto  se  previene  y 
dispone  por  el  que  manda.  Así  fué  que  para  reducir  el  valor 
de  la  moneda  de  cobre  á  la  mitad  del  que  tenía  y  con  que  cir- 
culaba, bastó  una  disposicióu  legislativa  que  fué  ejecutada, 
obedecida  y  cumplida,  en  pocas  horas,  y  sin  más  desgracias, 
que  unas  cuantas  prisiones  de  personas  del  pueblo,  por  fal- 
tas de  respeto  ó  insubordinación  á  las  autoridades;  notán- 
dose que  un  soldado  bastaba  para  dispersar  grupos  y  reu- 
niones de  pueblo  que  gritaban  contra  una  providencia,  que 
no  necesitaba  para  provocar  el  descontento  de  excitaciones 
ni  proclamas,  pues  era  suficiente  el  hecho  de  tener  en  la  mauo 
un  real,  y  decirse  por  bando  que  era  medio.1  Todo  pasó  tran- 
quilamente, habiendo  tomado  parte  muy  activa  la  prensa,  que 
se  ocupó  en  el  asunto  con  detenimiento,  haciendo  reflexiones 
importantes  ya  sobre  lo  intrínseco  de  la  ley,  y  también  sobre 
la  sanción  que  el  público  mismo  le  había  dado  en  tal  grado, 
que  bien  podía  considerarse  como  efecto  de  la  opinión,  y  de 
la  costumbre  que  había  reducido  el  valor  de  la  moneda  de  co- 
bre al  que  se  le  daba  por  la  ley. 

En  otro  de  los  períodos  siguientes  hablaremos  con  al- 
guna extensión  sobre  este  punto,  porque  las  necesidades 
públicas  y  el  bien  de  la  sociedad  obligaron  al  fin  al  poder  á 

1  Segunda  ley  de  18  de  Marzo  y  primera  de  17  de  Enero  da  1837.  Ambas  constan  en 
bandos  publicados  por  el  "Diario  del  Gobierno"  el  día  18  de  enero,  tomo  7?,  niim.  630  Ja 
primera,  y  la  segunda  en  9  de  marzo  núm.  679  del  mismo  tomo. 


680 

tomar  eu  consideración  un  asunto  que  afectaba  intereses  de 
tanta  importancia.  Causó  efectivamente  una  crisis  la  amor- 
tización y  arreglo  de  la  moneda  de  cobre,  y  en  la  adminis- 
tración provisional  de  la  república,  conocida  con  el  nombre 
de  las  Bases  de  Tacubaya,  quedó  definitivamente  concluida 
cuestión  tan  grave.  Allí  procuraremos  explanar  lo  que  en 
este  lugar  omitimos  para  mejor  orden  y  no  duplicar  con- 
ceptos. 

En  1836  visitó  á  México  el  Dr.  Antomarchi,  conocido  en 
Europa  como  médico  de  Napoleón  I.  Se  publicaron  muchas 
y  muy  especiales  curaciones  debidas  á  este  célebre  profesor. 
Analizó  diversas  aguas  termales  de  nuestro  país.  Practicó 
operaciones  químicas  y  propias  de  su  facultad;  pero  negán- 
dose á  los  exámenes  que  previenen  las  leyes,  se  retiró  habien- 
do regalado  y  vendido  algunos  bustos  del  emperador  de  los 
franceses  que  aun  se  conservan  con  estimación  y  aprecio  de 
los  mexicanos. 

No  faltaron  duraute  aquella  administración  tentativas 
para  trastornar  el  orden  público  con  objeto  de  separar  del 
gobierno  á  D.  José  Justo  Corro  que  lo  ejercía,  y  efectuar  el 
cambio  de  las  instituciones,  en  aquellos  días,  existentes.  To- 
do fué  inútil,  sin  embargo,  porque  el  buen  sentido  triuufó, 
dando  á  conocer  que  aquellos  revolucionarios,  como  todos  los 
de  su  especie,  intentaban  cambios  y  trastornos  más  bien  por 
miras  particulares,  que  por  amor  á  la  causa  pública. 

En  la  capital  fué  descubierta  y  sofocada  una  conspiración 
en  que  se  trataba  de  reproducir  el  día  9  de  diciembre  los  crí- 
menes que  tuvieron  lugar  el  año  de  1828  eu  el  propio  mes  al 
verificarse  el  movimiento  que  lleva  el  nombre  de  la  "  Acor- 
dada; "  pero  la  vigilancia  del  gobierno,  y  el  buen  sentido  de 
la  parte  sana  de  la  sociedad,  impidieron  el  mal,  y  quedaron 
sin  efecto  las  combinaciones  y  conatos  revolucionarios,  afian- 
zándose por  natural  consecuencia  la  resolución  saludable  de 
estar  siempre  dispuestos  los  buenos  ciudadanos  á  impedir 


68  L 

y  contrariar  las  asonadas,  qne  condenan  la  razón  y  la  jus- 
ticia. 

También  fuera  de  la  capital  hubo  movimientos  semejan- 
tes, tal  como  el  del  pueblo  de  Coyusquihui  de  Papantla  en 
el  Estado  de  Veracruz,  encabezado  por  U.  Mariano  Olarte, 
contra  el  sistema  central,  proclamando  la  federación  el  día  20 
de  noviembre  de  1836,  notándose  divergencia  y  aun  contra- 
dicción en  dos  distintos  impresos  que  hemos  mencionado  en 
estas  Memorias;  advirtiendo  que  sin  embargo  de  no  haber 
producido  el  referido  movimiento  efecto  alguno  notable,  cau- 
só alarma  y  fomentó  la  división  ya  existente. 

El  día  2  de  diciembre  de  1836  llegó  a  Veracruz,  condu- 
cido á  bordo  de  la  barca  "  Arago "  D.  Anastasio  Bustaman- 
te,  quien  pasó  á  la  capital  y  fué  en  ella  recibido  y  obsequia- 
do pública  y  particularmente,  el  día  19  del  citado  diciembre, 

Entre  los  sucesos  notables  ocurridos  en  el  año  de».1836. 
mencionaremos  el  fallecimiento  de  la  Sra.  D?  María  Inés 
Jánregui  Aróstegui  de  Iturrigaray,  viuda,  de  D.  José  de 
Iturrigaray,  virrey  que  fué  de  Nueva  España.  Dicha  señora, 
que  fué  constantemente  adicta  á  nuestro  país,  murió  en  la 
ciudad  de  México  el  día  22  de  junio  del  citado  año,  y  su  ca- 
dáver fué  sepultado  por  disposición  de  ella  misma  en  la  pa- 
rroquia de  Tacubaya,  siendo  de  advertir,  que  no  obstante 
haber  sido  su  última  voluntad  que  su  sepultura  fuese  muy 
humilde  y  colocada  en  el  cementerio  público,  sus  dignos  hi- 
jos D.  José  y  D.  Vicente  de  Iturrigaray,  cumplieron  con  la 
voluntad  de  la  señora  su  madre  en  cuanto  á  depositar  sus  res- 
tos en  la  parroquia  de  Tacubaya;  pero  no  en  la  parte  que 
había  dispuesto,  sino  en  una  capilla  de  la  referida  parroquia. 

La  Sra.  de  Iturrigaray,  que  disfrutó  los  halagos  del  poder 
cuando  su  esposo  se  halló  en  el  mando  supremo  de  México, 
sintió  después  todo  el  peso  de  la  adversidad.  Siguió  á  su  es- 
poso á  la  corte  de  Madrid,  donde  fué  condenado  por  senten- 
cia del  día  17  de  febrero  de  1819  en  el  juicio  de  residencia  á 

Tomo  II,— 86 


682 

que  lo  sujetaron  á  pagar  por  multa  la  fuerte  suma  de  cerca  de 
cuatroscieutos  mil  pesos.  La  señora  volvió  después  á  nuestro 
país  donde  se  radicó,  habiendo  obtenido  que  por  expresa  dis- 
posición del  congreso  general,  se  sobreseyese  en  todo  juicio 
y  se  le  devolviese  á  pesar  de  la  dicha  sentencia,  un  capital 
que  reconocía  el  cuerpo  de  minería1  y  con  cuyos  rendimien- 
tos pudo  subsistir  tan  estimable  familia. 


CAPÍTULO  VI. 


Publicación  solemne  y  juramento  de  las  siete  leyes  constitucionales.— 
Elecciones  hechas  conforme  A  dichas  leyes. —  Instalación  de  los  supre- 
mos poderes  de  la  república. 


El  día  29  de  diciembre  de  1836  se  publicó  por  bando  so- 
lemne la  ley  que  con  fecha  de  27  comunicó  la  respectiva  se- 
cretaría al  gobierno  del  Distrito,  con  motivo  de  haber  termi- 
nado el  congreso  sus  trabajos  constituyentes.-'  El  decreto 
prevenía  además  de  la  publicación  de  las  leyes  fundamenta- 
les, que  el  mismo  día  29,  en  sesión  pública  y  en  el  seno  de  la 
asamblea  se  firmasen  por  todos  los  representantes  existentes 
en  la  ciudad,  las  referidas  leyes  en  dos  ejemplares  manuscri- 
tos que  al  efecto  se  habían  preparado;  que  una  comisión  pre- 
sentase al  presidente  de  la  república  uno  de  dichos  ejempla- 
res; que  el  día  1?  de  enero  del  siguiente  año  de  1837  se  jurase 
cumplir  las  leyes  fundamentales  por  el  presidente  del  congre- 
so y  diputados;  que  pasado  este  acto  se  presentase  el  poder 
ejecutivo  con  el  mismo  objeto;  que  en  seguida  el  presideute 

1  Colección  de  Galván,  tomo  7o,  decreto  de  23  de  octubre  de  1823  derogado  por  el 
de  25  de  mayo  de  1833  pág.  50. 

2  "Diario  del  Gobierno,"  tomo  6?  número  610  del  viernes  30  de  diciembre  d«  1836, 


de  la  república  se  dirigiese  á  la  iglesia  matriz  á  dar  gracias, 
cantándose  nn  solemne  Te  Deum;  que  en  la  misma  sesión 
prestase  el  juramento  la  corte  suprema  de  justicia,  y  que  el 
gobierno  de  la  república,  dictase,  en  fin,  las  providencias  más 
eficaces  para  que  en  toda  ella  se  verificase  la  publicación  con 
cuanta  solemnidad  fuese  posible,  prestándose  el  juramento 
que  dejamos  antes  referido.  El  gobierno  dictó  en  efecto  el 
reglamento  respectivo,  advirtieudo  que  ninguna  clase,  cate- 
goría, fuero,  ni  persona  constituida  en  alguna  dignidad  ó 
cargo  público,  dejase  de  otorgar  el  juramento,  como  se  ve- 
rificó, aun  respecto  del  General  presidente  D.  Antonio  López 
de  Santa-Anua,  quien  como  hemos  visto  anteriormente  se 
bailaba  en  Veracruz.  Allí,  según  consta  en  el  periódico  del 
gobierno  general,  juró  el  día  9  de  marzo,  haciendo  una  ma- 
nifestación de  los  patrióticos  sentimientos  que  abrigaba,  y 
de  los  deseos  sinceros  que  tenía  de  ver  sólida  y  definitiva- 
mente constituida  á  la  república  por  una  ley  fundamental 
que  labrase  la  felicidad  de  la  nación. 

Quedó  así  establecido  el  régimen  central  después  de  ha- 
ber transcurrido  poco  más  de  doce  años  desde  que  se  dio  al 
país  la  constitución  federal  del  año  de  1824. 

Procedióse  á  las  elecciones  de  los  individuos  de  los  su- 
premos poderes  constitucionales,  de  que  hablan  las  leyes 
constituyas  de  la  república.  La  iustalación  del  consejo  de 
gobierno'  se  efectuó  el  21  de  enero  de  1837.  El  25,  en  cum- 
plimiento de  lo  que  prescribe  la  cuarta  ley  constitucional,  el 
congreso  formó  la  terna  que  debía  remitirse  á  las  juntas  de- 
partamentales para  que  el  día  27  de  marzo  eligiesen  un  iu- 
dividuo  de  ella  para  presidente  de  la  república.  La  terna 
estaba  compuesta  de  los  Generales  de  división  D.  Anastasio 
Bustamante,  D.  Nicolás  Bravo,  y  del  consejero  D.  Lucas  Ala- 
mán.  El  Distrito  quedó  incorporado  al  departamento  de  Mé- 
xico, trasladándose  en  consecuencia  á  esta  capital  el  gober- 
nador D.  Luis  Gonzaga  Vieyra,  los  tribunales  y  oficinas  que 
existían  en  Toluca,  como  capital  que  era  del  Estado. 


684 

Las  juntas  departamentales  en  ejercicio  de  sus  atribucio- 
nes y  en  el  tiempo  señalado,  verificaron  la  elección  de  pre- 
sidente constitucional  de  la  república;  remitiendo  los  pliegos 
que  contenían  el  acta  y  voto  respectivo  de  la  junta  á  la  se- 
cretaría del  congreso.  Éste  en  sesión  del  día  17  de  abril  abrió 
los  pliegos,  previas  las  formalidades  y  trámites  de  ley,  resul- 
tando que  todos  los  departamentos  sufragasen  por  el  General 
D.  Anastasio  Bustamante,  á  excepción  de  Sinaloa,  que  lo  hi- 
zo por  el  de  la  misma  clase  I).  Nicolás  Bravo,  y  Nuevo  León, 
por  D.  Lucas  A  laman. 

Se  declaró  por  tanto  en  la  debida  forma:  Primero.  "  Es 
u  presidente  constitucional  de  la  república,  el  General  de  di- 
"  visión  D.  Anastasio  Bustamante.  Segundo.  Su  toma  de 
M  posesión  se  verificará  el  día  19  del  presente  mes,  en  cuyo 
"  acto  se  observará  en  lo  posible  el  reglamento  de  30  de  mar- 
"  zo  de  1829  y  la  ley  de  30  del  mismo  mes  de  1830,  ocupando 
"  el  gobernador  y  junta  departamental  el  lugar  que  sigue  de 
11  las  comisiones  del  congreso  y  corte  de  justicia,  cuyos  pre- 
"  sidentes  se  colocarán  á  la  derecha  é  izquierda  de  el  de  la 
''república  por  el  mismo  orden  indicado."  Así  se  publicó 
por  bando  nacional  con  el  reglamento  respectivo  del  gobier- 
no del  departamento  el  día  18  del  citado  abril,  y  el  día  si- 
guiente, como  estaba  prevenido,  el  presidente  prestó  el  jura- 
mento ante  el  congreso  con  toda  solemnidad;  á  cuyo  acto 
asistió  una  brillante  concurrencia. 


SECRETARIOS  DE  ESTADO  Y  DEL  DESPACHO  EN  ESTE  PERIODO. 


EELACIONES  INTERIORES  Y  EXTERIORES. 


DESDE  HASTA 

1836  febrero  27  D.  José  Ortiz   Monasterio, 


O.  M.  E 19    abril     1837 


JUSTICIA. 


„         „        27  D.Joaquín  Iturbide,  O.  M. 

E 19 


>?  >> 


GUERRA  Y  MARINA. 

„         „        27  D.  José  María  Tornel 9    stbre.    1836 

,,      stbre.    10  I).  Ignacio  del  Uorral,   O, 

M.  E 19     abril     1837 


HACIENDA. 

„    febrero  27  D.  Rafael  Mangino 20    stbre.  1836 

„      stbre.    21   D.  Ignacio  Alas 18  dcbre.       ,, 

„     dcbre.    19  D.José  María  Cervantes, 

O.  M.  E 19     abril  1837 


APÉNDICE  AL  TITULO  XIII. 


Documento  Núm.  1. 


Declaración  de  independencia  de  Texas. 

En  la  ciudad  de  Washington,  á  2  de  marzo  de  1836. 

Cuando  un  gobierno  ha  cesado  de  proteger  la  vida,  la  libertad  y 
las  propiedades  del  pueblo,  cuyos  poderes  legítimos  ha  recibido  y  pa- 
ra cuya  felicidad  ha  sido  instituido;  cuando  estos  poderes,  lejos  de 
ser  una  garantía  para  el  goce  de  sus  derechos  inenajenables  é  impres- 
criptibles, se  vuelven  por  el  contrario,  en  manos  de  las  autoridades 
en  un  instrumento  de  tiranía  y  de  opresión;  cuando  la  constitución 
federal  y  republicana  del  país  que  estas  mismas  autoridades  han 
jurado  sostener,  no  tienen  ya  una  existencia  vital,  habiendo  sido 
aniquilada  por  la  violencia,  y  sin  el  consentimiento  de  los  Estados  so- 
beranos, para  dar  lugar  á  un  despotismo  central  y  militar,  á  con- 
secuencia del  cual  se  desconocen  los  intereses  generales,  a  excepción 
únicamente  de  los  del  ejército  y  los  del  clero,  enemigos  eternos  de  la 
libertad  civil,  á  la  vez  que  satélites  é  instrumentos  habituales  de  la  ti- 
ranía; cuando  después  que  la  constitución  ha  sido  hollada,  y  que  ni 
la  moderación  ni  las  representaciones  por  nuestra  parte  han  podido 
obtener  otro  resultado  que  la  prisión  de  los  ciudadanos  encargados 


688 

de  hacer  valer  nuestros  derechos  cerca  del  gobierno  general,  vemos 
invadir  nuestro  territorio  á  ejércitos  mercenarios  para  forzarnos  á 
aceptar  el  gobierno  de  las  bayonetas;  cuando,  en  fin,  en  consecuen- 
cia de  tales  actos  de  malignidad,  vemos  desaparecer  el  antiguo  sis- 
tema republicano,  prevalecer  la  monarquía  y  destruirse  la  sociedad 
civil  en  sus  elementos  primitivos;  en  una  semejante  crisis,  la  primera 
ley  de  la  naturaleza,  el  derecho  de  la  conservación  natural  nos  impo- 
ne el  deber  de  defender  nuestros  primeros  principios  políticos  y  de 
tomar  sobre  nosotros  mismos  el  cuidado  de  gobernarnos  en  nuestros 
propios  negocios.  Impelidos,  pues,  como  por  una  obligación  sagrada 
hacia  nosotros  y  hacia  nuestra  posteridad,  hemos  emprendido  derri- 
bar el  gobierno  que  se  nos  quiere  imponer,  y  crear  otro,  calculado  de 
modo  que  pueda  salvarnos  de  todo  riesgo  futuro,  y  asegurar  nuestra 
felicidad  y  nuestra  prosperidad  venidera. 

Las  naciones  como  los  individuos  son  responsables  de  sus  actos 
ante  la  opinión  del  género  humano:  convencidos  de  esta  verdad,  va- 
mos á  someter  al  juicio  del  mundo  imparcial  una  parte  de  nuestros 
asuntos  y  nuestras  quejas;  vamos  á  procurar  justificar  la  marcha 
peligrosa  pero  inevitable  que  vamos  á  emprender,  al  romper  los  lazos 
políticos  que  nos  unían  al  pueblo  mexicano,  y  la  actitud  indepen- 
diente que  emprendemos  tomar  entre  las  naciones  del  globo. 

El  gobierno  mexicano  por  sus  leyes  de  colonización,  invitó  y  com- 
prometió á  la  república  anglo-americana  de  Texas,  á  colonizar  los 
desiertos  de  este  país,  bajo  la  fe  de  una  constitución  escrita,  en  vir- 
tud de  la  cual  los  colonos  debían  continuar  gozando  de  la  libertad 
constitucional  y  de  las  instituciones  republicanas  á  que  estaban  acos- 
tumbrados en  su  suelo  natal,  los  Estados  Unidos  de  América.  Esta 
esperanza  ha  sido  cruelmente  eludida;  habiendo  aprobado  la  nación 
mexicana  los  cambios  hechos  en  la  forma  de  su  gobierno,  por  el  Ge- 
neral Antonio  López  de  ¡Santa -Anna,  que  ha  trastornado  la  consti- 
tución de  su  país,  este  jefe  no  nos  ofrece  otra  alternativa  que  aban- 
donar nuestros  hogares  adquiridos  á  tanta  costa  y  por  medio  de  tan 
crueles  privaciones,  ó  de  someternos  á  la  más  detestable  de  todas  las 
tiranías,  el  despotismo  militar  y  religioso. 

Nuestra  prosperidad  ha  sido  sacrificada  á  la  del  Estado  de  Coa- 
huila,  y  nuestros  intereses  han  sufrido  constantemente  bajo  una  le- 
gislación tan  celosa  como  parcial  que  se  nos  había  impuesto  por  una 


689 

mayoría  hostil  en  una  lengua  extranjera,  sentada  á  una  gran  distan- 
cia de  nuestro  país.  Se  había  mantenido  este  estado  de  cosas,  á  pesar 
de  las  peticiones  que  habíamos  transmitido  á  las  cámaras,  á  fin  de 
que  se  crease  á  Texas  como  un  Estado  distinto,  y  á  pesar  de  que 
habíamos,  conforme  á  las  disposiciones  de  la  constitución  nacional, 
presentado  al  congreso  general  una  constitución  republicana  que  ha 
sido  rechazada  sin  justa  causa  con  el  más  insultante  menosprecio. 

Uno  de  nuestros  conciudadanos  ha  sido  detenido  en  una  prisión 
por  largo  tiempo,  á  causa  únicamente  de  que  había  trabajado  con  celo 
en  hacer  aceptar  nuestra  constitución,  así  como  nuestra  demanda 
por  la  creación  de  un  gobierno  separado. 

Se  nos  ha  rehusado  el  derecho  del  juicio  por  jurado,  ese  paladión 
de  la  libertad  civil,  esa  garantía  de  la  existencia  de  la  libertad  misma 
y  de  la  propiedad  del  ciudadano. 

Nada  se  ha  hecho  para  establecer  un  sistema  público  de  educa- 
ción, á  pesar  de  que  existen  inmensos  recursos  asignados  por  las 
rentas  públicas,  y  aun  cuando  la  política  haya  consagrado  como  un 
axioma  que  es  inútil  esperar  de  un  pueblo  la  permauencia  de  la  li- 
bertad civil  ó  la  capacidad  de  gobernarse  bien,  á  menos  de  que  no 
esté  ilustrada  por  la  antorcha  de  la  educación  pública. 

Se  ha  permitido  á  los  comandantes  militares  ejercer  actos  arbi- 
trarios de  opresión  y  de  tiranía  sobre  nuestros  conciudadanos;  han 
sido  hollados  los  derechos  más  sagrados  del  hombre  libre,  y  el  poder 
militar  se  ha  sobrepuesto  al  civil. 

El  congreso  del  Estado  de  Coahuila  y  Texas  ha  sido  disuelto  por 
la  fuerza  armada;  nuestros  representantes  han  sido  obligados  á  huir 
para  salvar  la  vida.  Este  acto  de  violencia  nos  ha  despojado  del  de- 
recho fundamental  de  todo  gobierno  constitucional,  del  derecho  de  re- 
presentación. 

El  gobierno  mexicano  ha  exigido  de  nosotros  que  le  entreguemos 
á  muchos  de  nuestros  conciudadanos.  Se  han  enviado  destacamentos 
de  tropas  para  apoderarse  de  los  individuos  designados,  y  conducirlos 
al  interior  para  juzgarlos  á  despecho  de  las  leyes,  de  la  constitución 
y  en  menosprecio  de  las  autoridades  civiles. 

Nuestro  comercio  se  ha  visto  expuesto  á  violencias  y  á  piraterías; 
los  extranjeros  han  sido  autorizados  para  apoderarse  de  nuestros  bu- 
ques, y  para  llevar  la  propiedad  de  nuestros  ciudadanos  á  puertos 
distantes  para  ser  confiscados. 

Tomo  II.  —  87 


690 

El  derecho  de  adorar  al  ¡áér  Supremo,  según  nuestra  coucieneia, 
se  nos  ha  rehusado,  mientras  que  el  gobierno  sostiene  una  religión 
dominante  y  nacional,  cuyo  culto  ha  tenido  más  bien  por  objeto  ser- 
vir á  los  intereses  temporales  de  sus  siervos,  que  á  la  gloria  de  Dios. 

El  gobierno  ha  exigido  de  nosotros  le  entreguemos  las  armas  que 
son  esenciales  á  nuestra  defensa;  que  son  la  propiedad  de  los  hom- 
bres libres,  y  formidables  sólo  para  los  gobiernos  tiránicos. 

Nuestro  país  ha  sido  invadido  por  tierra  y  por  mar  con  la  inten- 
ción de  desolar  nuestro  territorio  y  de  arrojarnos  de  nuestros  hoga- 
res; un  numeroso  ejército  de  mercenarios  se  avanza  para  hacernos 
una  guerra  de  exterminio. 

Se  han  mandado  emisarios  pagados  á  sueldo  por  el  gobierno,  para 
excitar  á  los  salvajes  á  asesinar  á  los  habitantes  de  nuestras  fronte- 
ras, expuestos  sin  defensa  á  la  hacha  y  al  tomahawk  de  esos  bár- 
baros sin  piedad. 

Ese  gobierno,  mientras  duraban  nuestras  relaciones  con  la  repú- 
blica, constantemente  ha  sido  el  ludibrio,  el  juguete  y  la  víctima  de 
las  revoluciones  militares;  amenazado  sin  cesar  en  su  existencia,  él 
se  ha  mostrado  siempre  débil,  corrompido  y  tiránico. 

Estos  agravios  y  otros  más  numerosos  todavía,  han  sido  soporta- 
dos por  el  pueblo  de  Texas,  hasta  que  la  tolerancia  cesó  de  ser  una 
virtud,  fué  cuando  hemos  tomado  las  armas  para  defender  la  cons- 
titución nacional.  En  vano  hemos  llamado  á  nuestros  hermanos  de 
México;  han  corrido  ya  muchos  meses,  y  ninguna  respuesta  nos  ha 
venido  del  interior;  ningún  socorro  se  nos  ha  enviado.  Nos  vemos, 
pues,  obligados  á  concluir  que  el  pueblo  de  México,  habiéndose  so- 
metido al  aniquilamiento  de  su  libertad  y  á  la  dominación  militar, 
es  incapaz  de  ser  libre  y  de  gobernarse  á  sí  mismo. 

La  necesidad  de  nuestra  propia  conservación,  es  una  ley  que  nos 
obliga  á  separarnos  para  siempre  de  él  en  política. 

En  consecuencia,  nosotros  los  delegados  del  pueblo  de  Texas,  te- 
niendo plenos  poderes,  reunidos  en  convención  solemne,  manifesta- 
mos al  mundo  entero:  que  en  virtud  de  la  necesidad  de  nuestra 
situación,  hemos  resuelto  y  declaramos  que  nuestras  relaciones  po- 
líticas con  la  nación  mexicana  están  rotas  para  siempre,  y  que  el  pue- 
blo de  Texas  se  constituye  desde  hoy  en  una  república  libre,  sobe- 
raua  ó  independiente,  investida  de  todos  los  derechos  y  atribuciones 


691 

que  pertenecen  á  las  naciones  independientes;  y  descansando  en  la 
conciencia  y  en  la  rectitud  de  nuestras  intenciones,  remitimos  sin 
temor  y  con  toda  seguridad  el  éxito  de  esta  declaración  á  la  decisión 
del  Arbitro  Supremo  de  los  destinos  de  las  naciones.  —  Ricardo  Ellis, 
presidente.  Municipalidad  de  Austin. — C.  B.  Thos.  Barret.  Brazo- 
ria. — Edvrin  Waller.  James  Collingsworth.  J.  S.  Ryrums.  Asa  Brig- 
ham.  Texas.  —  Francisco  .Ronis.  Antonio  Navarro.  J.  B.  Badget. 
Colorado. — W.  D.  Lacy.  William  Maniüees.  González. — J.  Giecher.  M. 
Caldwell.  Goliat. — William  Morley.  Harisburg. — Lorenzo  de  Zavala. 
Jasper.  ¡3.  H.  Everrett.  Jachson. — Elijah  ¡Stepp.  Jefferson  Claibom 
West.  Wm.  B.  Seates.  M.  Menard.  A.  B.  Hardin.  Mina.— J.  W.  Ben- 
ton.  E.  J.  Gazlay.  R.  M.  Coleman.  Matngorda. — B.  Hardiman.  Mi- 
lam.  L.  C.  Robertson.  Geo.  C.  Childresf.  Nacogdoches. — Robert  Por- 
ter,  Thos.  P.  Rurk.  Pecan  Point.  Rob.  Hamilton.  Collin  M.  Kuig. 
Albert  H.  Latimore.  Refugio. — James  Porrer.  Sara,  Houston.  Davis 
Thomas.  Edward  Conzad.  San  Agustín.  G.  O.  Degand.  Martin  Far- 
me.  S.  M.  Blount.  Sabme.  James  Gaines.  Wm.  Clarcke.  Shelby.  Sy- 
derey.  0.  Peunington.  Wm.  C.  Crawford.  San  Patricio. — John  Tur- 
ner.  B.  B.  Goodrich.  Jesse  Grimes.  J.  G.  Swisher.  G.  W.  Barnett. 
The  Bee  N.  0. 


Documento  Niim.  2. 


Gobierno  ^eueral. 

Secretaría  de  guerra  y  marina. — Sección  central. — Mesa  primera. 
— : Ejército  de  operaciones. 

Excmo.  Sr. : 

El  E.  S.  presidente,  general  en  jefe  de  este  ejército,  salió  el  día 
15  del  presente  de  Hold-Fort  á  la  orilla  izquierda  del  río  Brazos, 


692  • 

para  obrar  sobre  el  enemigo,  llevándose  700  hombres  escogidos  en 
las  divisiones,  con  una  pieza  de  á  6,  y  dejando  en  el  expresado  punto 
de  Hold-  Fort,  orilla  derecha,  el  resto  de  los  cuerpos  que  S.  E.  man- 
daba en  persona.  Yo  llegué  allí  el  16;  el  Sr.  General  Ramírez  y  Ses- 
ma, me  entregó  el  mando,  y  permanecí  acampado  según  las  órdenes 
ó  instrucciones  que  S.  E.  se  sirvió  dejarme  al  marchar.  Estas  fuerzas 
fueron  batidas  el  21  á  las  inmediaciones  de  New  Washington,  poco 
más  adelanta  deHarrisburg;  en  consecuencia,  yo  he  reunido  las  fuer- 
zas del  ejército,  que  se  hallaban  en  diferentes  direcciones,  haciendo 
incorporárseme  á  los  Sres.  Generales  Gaona  y  Urrea;  y  careciendo 
de  bases  de  operaciones,  porque  S.  E.  no  me  había  manifestado  aún 
ninguna,  voy  á  establecerme  sobre  la  orilla  del  río  Colorado,  en  don- 
de podré  recibir  los  auxilios  necesarios,  y  pormenorizar  á  V.  E.  este 
triste  acontecimiento,  al  paso  que  reorganizar  las  fuerzas  para  em- 
prender de  nuevo  las  operaciones  militares.  Sírvase  Y.  E.  ponerlo 
en  conocimiento  del  E.  S.  presidente  interino,  manifestándole  el  sen- 
timiento que  me  ocupa,  así  corno  á  los  dignos  militares  que  me  acom- 
pañan. Reitero  á  V.  E.  las  consideraciones  de  mi  aprecio. 

Dios  y  libertad.  Habitación  de  Madama  Pauli,  á  ciuco  leguas  del 
río  Brazos,  abril  25  de  1836. —  Vicente  Filisola. — Excmo.  Sr.  secreta- 
rio de  guerra  y  marina. 


Excmo.  Sr. :  Hoy  he  recibido  la  comunicación  oficial  y  particular 
del  E.  Sr.  Presidente  D.  Antonio  López  de  Santa- Anua,  que  acom- 
paño á  V.  E.  Como  yo  debía  y  había  comenzado  mis  movimientos 
por  conveniencia  del  mayor  servicio,  según  manifestó  á  V.  E.  en 
nota  de  25  del  presente,  por  esta  razón,  y  por  lo  que  indica  el  Excmo. 
Sr.  General  Santa- Auna,  le  he  contestado  lo  siguiente: 

"Excmo.  Sr. :  Luego  que  llegó  á  mi  conocimiento  por  alguuos 
"  oficiales  y  tropa  dispersa,  el  encuentro  desgraciado  que  V.  E.  me 
"  comunica  en  su  nota  de  22,  hice  los  movimientos  que  me  conve- 
"  nían  para  la  concentración  del  ejército,  y  verificado  esto,  marché 
"  sobre  este  flanco  para  que  descmbai'azado  de  algunas  cosas  iuú- 


693 

"  tiles  y  tíVomosas,  tomar  de  nuevo  la  iniciativa  sobre  el  enemigo: 
"  más  atendiendo  á  la  mencionada  comunicación  de  V.  E. ;  á  las  cir- 
"  cunstancias  que  en  ella  expresa,  y  queriendo  dar  una  prueba  de  mi 
"  aprecio  á  su  persona,  como  á  los  prisioneros  existentes  de  que  V.  E. 
"  me  habla,  voy  á  repasar  el  Colorado,  y  cesaré  las  hostilidades,  siem- 
"  pre  que  el  enemigo  no  dé  lugar  á  continuarlas. 

"  Los  Generales  Gaona,  Urrea  y  Ramírez  Sesma,  con  sus  divisio- 
'  nps,  se  hallan  reunidos  á  mí  como  arriba  digo.  Y.  E.  sabe  bien  las 
"  fuerzas  disponibles  con  que  yo  puedo  obrar  con  estas  divisiones,  y 
"  por  consiguiente,  conocerá  que  ceso  las  hostilidades,  á  pesar  de  mi 
"responsabilidad  con  el  supremo  gobierno,  únicamente,  i'epito,  por 
"la  consideración  debida  á  su  persona  y  á  la  paz  de  la  república; 
"  mas  en  cambio,  quiero  saber  también  que  aquella  y  la  de  los  pri- 
"  sioneros  existentes  serán  enteramente  respetadas,  como  lo  son  las 
"  de  varios  de  los  contrarios  que  tengo  en  mi  poder.  Cesando,  como 
"  digo  á  Y.  E.,  las  hostilidades,  serán  respetadas  también  las  propio- 
"  dades;  se  tomará  sólo  lo  muy  preciso  para  el  ejército,  y  si  su  dueño 
"  comparece,  será  pagado  religiosamente  como  lo  habrían  sido  si  no 
"hubieran  dejado  abandonadas  y  quemadas  la  mayor  parte  de  sus 
"  hal-itaciones.  Algunas  pequeñas  casas  de  madera  han  sido  incen- 
"  diadas  con  indignación  mía  y  de  los  señores  generales  que  vienen  á 
"  mis  órdenes;  este  hecho,  cometido  por  los  merodistas  que  nunca 
"  faltan  en  los  ejércitos,  llamó  nuestra  atención  en  tal  grado,  que  en 
"  consecuencia  impuse  pena  de  la  vida  al  que  lo  repitiese,  aun  antes 
'  de  recibir  la  comunicación  de  V.  E. 

"  Como  V.  E.  me  dice  que  se  ha  acordado  con  el  General  Hous- 
"  ton  un  armisticio,  y  no  me  explica  las  bases  de  él,  pasa  el  General 
"  D.  Adrián  Woll  para  imponerse  de  ellas,  y  que  sea  cumplido  por 
"  nuestra  parte,  y  poder  también  exigir  su  cumplimiento  á  los  con- 
"  trarios.  Con  lo  dicho,  queda  obsequiado  todo  lo  que  V.  E.  me  dice 
"  en  su  ya  citada  nota,  y  yo  tengo  la  mayor  satisfacción  en  reiterarle 
"  mi  aprecio  y  consideraciones." 

Y  lo  aviso  á  V.  E  para  que  se  sirva  dar  cuenta  con  todo  al  E.  S. 
presidente  interino  para  su  superior  resolución ;  en  el  concepto  de 
que  á  más  de  lo  dicho,  le  manifestaré  con  oportunidad,  latamente» 
las  razones  que  he  tenido  para  mis  providencias,  reiterándole  las 
consideraciones  de  mi  aprecio. 


694 

Dios  y  libertad.  Arroyo  de  San  Bernardo,  abril  28  de  1836. —  Vi- 
cente Filisola. — E.  S.  secretario  de  guerra. 


Excmo.  Sr.: 

Habiendo  ayer  tarde  tenido  un  encuentro  desgraciado  la  corta 
división  que  obraba  a  mis  inmediaciones,  he  resultado  estar  como 
prisionero  de  guerra  entre  los  contrarios,  habiéndome  guardado  to- 
das las  consideraciones  posibles;  en  tal  concepto,  prevengo  á  V.  E. 
ordene  al  General  Gaona,  contramarche  para  Béjar  á  esperar  órde- 
nes, lo  mismo  que  verificai'á  V.  E.  con  las  tropas  que  tiene  á  sus  ór- 
denes, previniendo  asimismo  al  General  Urrea,  se  retire  con  su  di- 
visión á  Guadalupe  Victoria,  pues  se  ha  acordado  con  el  General 
Houston  un  armisticio  Ínterin  se  arreglan  algunas  negociaciones  que 
hagan  cesar  la  guerra  para  siempre. 

Puede  V.  E.  disponer  para  la  manutención  del  ejército,  que  desde 
luego  queda  ya  á  las  órdenes  de  V.  E.,  de  los  caudales  llegados  á 
Matamoros  y  víveres  que  deben  existir  en  dicho  punto  y  Victoria, 
además  de  los  20,000  pesos  que  deben  estar  en  esa  tesorería  y  se  sa- 
caron de  Béjar» 

Espero  que  sin  falta  alguna  cumpla  V.  E.  con  estas  disposiciones, 
avisando  en  contestación  de  comenzar  á  ponerlas  en  práctica. 

Dios  y  libertad.  Campo  de  San  Jacinto,  abril  22  de  1836. — An- 
tonio López  de  Santa-  Anna, — E.  S.  General  de  división  D.  Vicente 
Filisola. 

Es  copia.  Arroyo  de  San  Bernardo,  abril  29  de  1836.  —  Filisola. 


695 

Secretaría  particular  del  presidente  de  la  república,  general  en 
jefe  del  ejército  de  operaciones. — E.  S.  General  de  división  D.  Vi- 
cente Filisola. —  Paso  de  San  Jacinto,  abril  25  de  1836. 

Mi  estimado  amigo  y  compañero: 

Como  no  sé  el  tiempo  que  permaneceré  por  aquí,  y  vdes.  tienen 
que  regresar  al  interior,  quiero  me  mande  vd.  mi  equipaje,  el  del 
compañero  Almonte,  el  de  Castrillón,  el  del  compañero  Núñez,  y  un 
baúl  de  mi  secretario  el  Sr.  Caro,  que  se  halla  en  la  sala  junto  con 
los  míos,  cuidando  que  venga  una  persona  de  su  confianza  con  los 
arrieros  conductores  y  guía  que  les  acompañe  hasta  este  campo,  en- 
tregándole el  adjunto  salvo  conducto  para  que  no  haya  tropiezo  en  el 
camino.  Los  demás  equipajes  de  los  jefes  y  oficiales,  mandará  vd. 
se  regresen  para  que  á  su  tiempo  los  reciban  sus  respectivos  dueños. 

Recomiendo  á  vd.  que  cuanto  antes  se  cumpla  con  mis  órdenes 
de  oficio,  sobre  retirada  de  las  tropas,  pues  así  conviene  á  la  seguri- 
dad de  los  prisioneros,  y  en  particular  á  la  de  su  afectísimo  amigo  y 
compañero  Q.  B.  S.  M. — Antonio  López  de  Santa-  Anna. 

Es  copia.  Arroyo  de  San  Bernardo,  abril  27  de  1836. —  Filisola. 

Son  copias.  México,  mayo  19  de  1836.  —  Juan  L,  Velázquez  de 
Jjeón. 


Parte  oficial. —  Gobierno  general.  —  Secretaría  de  guerra  y  ma- 
rina.—  Sección  central. —  Mesa  primera. 

Excmo.  Sr.: 

No  habiendo  podido  dar  cuenta  al  supremo  gobierno  de  los  mo- 
vimientos ejecutados  por  el  ejército  mexicano  que  se  hallaba  á  mis 
órdenes  en  Texas,  después  de  mi  salida  de  la  ciudad  de  San  Anto- 
nio de  Béjar  para  San  Felipe  de  Austin,  á  causa  de  las  rápidas  mar- 
chas que  se  emprendieron  y  del  suceso  desgraciado  de  San  Jacinto, 
lo  verifico  ahora,  remitiendo  con  el  Sr.  Coronel  D.  Juan  Nepomuceno 
Almonte,  el  parte  circunstanciado  de  todo  lo  ocurrido  desde  aquella 


696 

fecha,  según  anuncié  á  V.  E.  en  mi  nota  de  20  del  próximo  pasado. 

Repito  á  V.  E  mi  consideración  y  aprecio. 

Dios  y  Libertad.  Manga  de  Clavo,  marzo  11  de  1837. — Antonio 
López  de  Santa-  Anna. — Excmo.  Sr.  ministro  de  guerra  y  marina. 

Exorno.  Sr. : 

Considerando  la  villa  de  San  Felipe  de  Ausfin  punto  á  propósito 
para  la  buena  dirección  de  las  operaciones  subsecuentes  del  ejército 
de  mi  mando,  determiné  situar  eu  ella  el  cuartel  general,  y  anuncié 
á  V.  E.  mi  salida  de  Béjar  para  el  31  de  marzo  (documento  núm.  1). 

Antes  previne  al  Sr.  General  D.  Joaquín  Ramírez  y  Sesma,  mar- 
chase con  la  división  á  sus  órdenes  á  ocupar  la  insinuada  villa,  (nú- 
mero 2),  operando  en  combinación  con  los  Sres.  Generales  D.  José 
Urrea  y  D.  Antonio  Gaona,  contra  los  enemigos,  molestándolos  sin 
cesar,  ó  impidiendo  su  reunión  en  masas  considerables,  para  lo  cual 
haría  expedicionar  la  sección  que  mandaba  el  Sr  General  D.  Euge- 
nio Tolsa,  y  decía  habérsele  reuuido  sobre  Bolívar  West  Bay,  Cho- 
colate, Halls  Buyon,  Harrisburg,  Linchburg,  hasta  los  ríos  ó  arroyos 
de  San  Jacinto,  Gross  y  Cedar;  en  el  concepto  que  al  Sr.  Urrea  se  le 
había  prevenido  marchase  por  Victoria,  la  Baca,  Carancarray,  Ma- 
tagorda,  Bast,  Madama  Neils,  Brazoria,  Columbia  y  Orizambo,  hasta 
el  río  Brazos  al  Norte  de  San  Bernardo  River;  y  al  Sr.  Gaona,  que 
llegando  á  Nacogdoches,  expedicionara  por  Angelina  Natches,  Lite 
Habama  y  Zavallas,  Ínterin  desembarcaban  en  Galveston  las  tropas 
que  debían  obrar  sobre  Eastbay,  Double,  Bayon  Anahuac  y  Liberty 
(número  3). 

Respecto  del  General  Gaona,  la  necesidad  de  auxiliar  al  General 
Ramírez  y  Sesma  sobre  el  río  Colorado,  me  hizo  variar  su  dirección 
hacia  San  Felipe  de  Austin;  y  para  hacer  el  desembarque  en  Gal- 
veston había  dictado  mis  providencias  á  fin  de  que  la  goleta  de  gue- 
rra General  Bravo,  y  los  buques  mercantes  que  debían  conducir  ví- 
veres de  Matamoros  al  Cópano,  sirvieran  al  efecto. 

Imposibilitada  de  expedicionar  la  brigada  de  caballería  por  haber 
muerto  unos  caballos  con  el  rigor  del  frío  y  encontrarse  otros  inú- 
tiles sin  posibilidad  de  reponerlos,  exceptuándose  los  de  algunas 
partidas  destinadas  á  la  conducción  de  ganados  y  víveres,  dispuse 


697 

que  el  General  que  la  mandaba,  D.  Juau  Andrale,  quedara  con  ella 
en  la  plaza  de  Béjar.  Quedaron  también  varios  piquetes  de  infan- 
tería con  los  depósitos  de  sus  cuerpos,  los  hospitales,  la  artillería  y 
parque  sobrantes,  la  comisaría,  etc. 

En  marcha  hacia  sus  destinos  las  divisiones  de  los  Generales  D. 
José  Urrea,  compuesta  de  más  de  1,300  hombres,  la  de  D.  Joaquín 
Ramírez  y  Sesma  de  1,400,  y  la  de  D.  Antonio  Gaona  de  700,  cada 
una  capaz  de  batir  el  resto  de  las  fuerzas  enemigas,  verifiqué  la  mía 
de  Béjar  al  señalado  con  mi  estado  mayor,  y  una  escolta  de  30  dra- 
gones. Los  estados  de  fuerza  de  estas  divisiones  no  los  incluyo,  por 
el  extravío  que  ha  padecido  parte  de  mi  equipaje  en  que  se  hallaban 
estos  y  otros  documentos. 

Al  tercer  día  alcancé  en  el  río  Guadalupe  frente  á  la  villa  in- 
cendiada de  González,  á  los  batallones  de  zapadores  y  activo  de 
Guadalajara,  que  á  las  órdenes  dal  Sr.  Coronel  D.  Agustin  Amat, 
caminaban  á  reforzar  la  división  del  Sr.  General  Ramírez  y  Sesma. 
Dos  jornadas  á  retaguardia  seguía  el  Teniente  Coronel  D.  Pedro 
Ampudia  con  la  artillería,  herramienta  de  zapa,  sacos  á  tierra,  mu- 
niciones y  víveres  para  la  misma  división. 

Como  el  río  Guadalupe  estaba  crecido,  no  era  posible  que  los 
cuerpos  y  el  tren  referidos  pasaran  con  la  brevedad  necesaria,  sien- 
do indispensable  una  demora  de  tres  á  cuatro  días.  El  parte  (nú- 
mero 4)  que  me  había  dirigido  el  General  Ramírez  y  Sesma  desde 
el  río  Colorado  al  frente  del  enemigo,,  y  que  me  decidió  á  mandar 
dichos  auxilios  como  le  dije  en  contestación  (número  5),  me  tenía 
cuidadoso;  dispuse  por  esto  que  el  E.  S.  General  de  división  D.  Vi- 
cente Pilisola,  que  creí  mejor  me  acompañase  como  mi  seguudo,  por 
dejar  en  Béjar  al  General  D.  Juan  Andrade,  quedase  expeditando 
el  paso,  y  que  á  su  inmediato  mando  continuase  todo  con  la  violen- 
cia posible.  Yo  activé  mi  camino,  y  el  día  5  llegué  al  paso  del  Atas- 
cosito  en  dicho  río.  Encontró  del  otro  lado  la  división  del  General 
Ramírez  y  Sesma,  quien  me  informó  que  habiéndose  retirado  el  ene- 
migo para  el  río  de  los  Brazos,  se  le  había  proporcionado  pasar  sin 
oposición;  y  observando  que  sólo  había  una  canoa,  encomendé  al 
batallón  permanente  de  Aldama,  bajo  la  dirección  del  General  D. 
Adrián  Woll,  la  construcción  de  balsas  para  facilitar  la  marcha  de  la 
sección  que  había  quedado  con  el  General  Filisola. 

Tomo  II.— 88 


698 

Considerando  en  marcha  para  San  Felipe  de  Austin  al  General 
Gaona,  según  su  contestación  desde  Bastrop,  población  situada  en 
la  orilla  oriental  del  río  Colorado,  distante  treinta  leguas  al  Oeste  de 
San  Felipe  de  Austin,  y  al  General  Urrea,  para  la  villa  de  Brazoria, 
que  se  encuentra  al  margen  occidental  del  río  Brazos,  y  á  veinticinco 
leguas  al  Sur  del  mismo  San  Felipe,  continué  el  día  6  con  la  división 
del  General  Sesma  al  arroyo  de  San  Bernardo,  y  el  7  á  la  madrugada 
llegué  á  San  Felipe  de  Austin.  Esta  población,  situada  sobre  la  ori- 
lla occidental  del  río  Brazos,  no  existía  ya  porque  el  enemigo  la  ha- 
bía incendiado  y  había  hecho  internar  á  sus  moradores  como  lo  hizo 
en  González.  Entre  aquellas  ruinas  se  aprehendió  á  un  anglo-ame- 
ricauo  armado,  y  declaró:  "  que  pertenecía  á  un  destacamento  como 
"  de  150  hombres,  situado  al  otro  lado  para  defender  el  paso;  que  las 
"  poblaciones  se  quemaban  para  quitar  los  recursos  á  los  mexicanos 
"  por  mandado  de  su  General  Samuel  Houston,  quien  se  encontraba 
"  en  un  bosque  del  paso  del  Gross,  quince  leguas  distante  de  nuestra 
"  izquierda  con  sólo  800  hombres  que  le  habían  quedado ;  y  que  te- 
"  nía  intención  de  retirarse  al  río  Trinidad,  si  los  mexicanos  atrave- 
"  saban  el  río  Brazos.  " 

Avistadas  nuestras  fuerzas  por  el  destacamento  anunciado,  rom- 
pió el  fuego  desde  un  reducto  que  lo  cubría;  hice  levantar  á  su  fren- 
te una  trinchera,  y  colocando  dos  piezas  de  á  seis,  fué  correspondido 
constantemente  sin  desgracia  alguna  por  nuestra  parte.  Reconocí 
en  seguida  la  orilla  del  río  á  derecha  é  izquierda  hasta  dos  leguas, 
buscando  paso  para  sorprenderlo  en  la  noche;  mas  fué  toda  diligen- 
cia infructuosa;  su  anchura  y  profundidad  es  grande,  estaba  crecido, 
y  ni  una  pequeña  canoa  se  encontraba.  Los  varios  ríos  que  atravie- 
san aquel  país  presentan  grandes  obstáculos  á  un  ejército  expedicio- 
nario; son  caudalosos  y  tienen  frecuentes  avenidas  en  la  primavera, 
ocasionadas  por  las  nieves  derretidas  de  las  montañas,  y  repentinos 
aguaceros,  que  causan  asimismo  cousiderable  atraso  en  los  movi- 
mientos. 

El  día  8  dispuse  la  construcción  de  dos  chalanes  (barcas  chatas), 
para  lo  cual  se  hizo  preciso  traer  maderas  de  las  habitaciones  dis- 
tantes. Ya  en  obra  calculáronse  diez  ó  doce  días  para  su  conclusión 
por  la  escasez  de  carpinteros,  y  tres  ó  más  para  colocarse  donde  de- 
bían servir;  me  pareció  la  pérdida  de  este  tiempo  un  mal  irreparable, 


699 

siendo  tan  importante,  atendidas  las  circunstancias  del  ejército  y  de 
la  república,  la  terminación  de  la  campaña  antes  de  aguas,  como  pron- 
to podré  explicar  á  la  nación. 

El  General  Filisola  no  llegaba  al  río  Colorado,  y  el  General  Gaona, 
debiendo  habérsenos  incorporado,  ni  anunciaba  cuándo  lo  verificaría. 
La  situación  del  jefe  enemigo  no  me  era  ya  desconocida.  Intimida- 
do por  los  triunfos  sucesivos  de  nuestro  ejército,  despavorido  á  la 
vista  de  rápidos  movimientos  sobre  un  terreno  que  naturalmente 
opone  obstáculos  casi  invencibles  á  ellos,  y  sufriendo  deserción  y 
escasez  (número  6),  que  le  impelían  á  buscar  la  salvación  en  la  re- 
tirada que  emprendía,  nada  más  conveniente  que  perseguirlo  y  ba- 
tirlo, antes  de  que  pudiera  reponerse. 

El  río  Brazos  no  lo  podíamos  atravesar  por  San  Felipe,  y  en  vista 
de  tales  antecedentes,  resolví  hacer  un  reconocimiento  hasta  diez  ó 
doce  leguas  por  la  ribera  de  la  derecha,  cuyo  flanco  juzgaba  cubierto 
con  la  división  del  General  Urrea,  que,  como  he  indicado,  se  dirigía 
sobre  Brazoria,  y  al  efecto  marché  de  San  Felipe  el  día  9  con  500 
granaderos  y  cazadores  y  50  caballos,  dejando  al  General  Ramírez  y 
Sesma  con  el  resto  de  su  división,  que  reforzaría  de  un  momento  á 
otro  la  del  General  Gaona.  A  los  tres  días  de  penosas  marehas  y 
contramarchas,  en  uno  de  los  que  hice  á  pie  una  jornada  de  cinco  le- 
guas, me  posesionó  del  paso  de  Thompson,  á  pesar  de  los  esfuerzos 
de  un  corto  destacamento  enemigo  que  lo  defendía,  y  el  que  sólo 
consiguió  herir  á  un  granadero  y  á  un  corneta.  Logró  también  hacer- 
me con  este  extraordinario  movimiento,  imprevisto  por  el  enemigo, 
de  un  hermoso  chalán  y  dos  canoas.  En  esta  jornada  se  condujeron 
los  jefas,  oficiales  y  tropas  con  entusiasmo  y  bizarría.  La  fortuna 
aun  era  propicia.  El  General  Ramírez  y  Sesma,  á  virtud  de  mis  ór- 
denes, se  me  incorporó  el  13.  El  General  Gaona  no  parecía. 

Por  algunos  colonos  presentados,  uno  de  ellos  mexicano,  me  cer- 
cioré de  que  en  la  villa  de  Harrisburg  á  doce  leguas  distante,  situada 
en  la  orilla  derecha  del  balluco  Buffalo,  residía  el  nombrado  gobierno 
de  Texas,  D.  Lorenzo  Zavala  y  los  demás  directores  de  la  revolución, 
y  que  segura  era  su  aprehensión  si  rápidamente  marchaba  alguna 
tropa  sobre  ellos.  La  noticia  era  importante,  y  más  el  movimiento  in- 
dicado, cuyo  buen  éxito  desconcertaría  completamente  la  revolución; 
y  sin  confiarla  á  nadie,  procuró  aprovecharme  de  ella:  hice  trasladar 


700 

al  otro  lado  del  río  á  los  granaderos  y  cazadores  con  que  había  tomado 
aquel  paso,  al  batallón  permanente  de  Matamoros,  á  los  dragones  de 
mi  escolta,  una  pieza  de  á  seis  bien  dotada  y  cincuenta  cajones  de  car- 
tuchos de  fusil,  y  emprendí  marcha  con  esta  fuerza  para  Harrisburg 
el  14  en  la  tarde.  Dejé  en  Thompson  al  General  Ramírez  y  Sesma 
con  la  demás  tropa  de  su  división,  y  unas  instrucciones  en  pliego  ce- 
rrado para  el  General  Filisola. 

Entré  en  Harrisburg  el  15  en  la  noche  alumbrado  por  varias  ca- 
sas que  se  quemaban,  y  sólo  se  encontraron  trabajando  en  una  im- 
prenta un  francés  y  dos  norte- americanos.  Declararon:  "  que  el  ti- 
"  tulado  presidente,  vice  y  otros  individuos  de  suposición  se  habían 
"  marchado  al  medio  día  en  un  barco  de  vapor  para  la  isla  de  Gal- 
"  veston,  á  donde  se  dirigían  las  familias  de  aquellas  habitaciones; 
"  que  el  incendio  que  se  notaba  era  casual,  no  habiendo  podido  ellos 
"  apagarlo;  que  abandonaban  sus  casas  las  familias  por  mandato  del 
"General  Houston,  y  que  éste  se  encontraba  en  el  paso  de  Gross 
u  con  800  hombres  y  dos  piezas  del  calibre  de  á  cuatro. " 

Frustrada  la  aprehensión  de  los  corifeos  de  la  rebelión,  y  sabien- 
do el  paradero  del  enemigo  y  su  fuerza,  para  mejor  combinar  mis  mo- 
vimientos ulteriores,  dispuse  que  el  Coronel  D.  Juan  N.  Almonte,  con 
los  50  dragones  de  mi  escolta,  hiciese  una  descubierta  hasta  el  paso 
de  Lincburg  y  New  Washington.  Desde*  este  punto  me  participó 
dicho  coronel,  entre  otras  cosas:  "  que  varios  colonos  encontrados  en 
"  sus  casas,  aseguraban  uniformemente,  que  el  General  Houston  se 
"  retiraba  para  el  río  Trinidad  por  el  paso  de  Linchburg. " 

Evitar  el  paso  á  Houston,  y  destruir  de  un  golpe  la  fuerza  ar- 
mada y  las  esperanzas  de  los  revolucionarios,  era  cosa  bien  impor- 
tante para  dejar  escapar  la  ocasión.  Concebí  tomar  el  paso  de  Linch- 
burg, antes  de  su  llegada,  y  valerme  de  las  ventajas  del  terreno.  Mi 
disposición  primera  se  contrajo  á  reforzar  la  sección  que  me  acom- 
pañaba, compuesta  de  un  cañón,  700  infantes  y  50  caballos  hasta 
ponerla  superior  en  número  á  la  enemiga,  ya  que  lo  era  en  disciplina, 
y  ordené  al  General  Filisola,  que  suspeudiese  el  movimiento  del  Ge- 
neral Cos,  para  el  puerto  de  Velasco,  que  en  mis  instrucciones  le 
tenía  prevenido,  y  á  su  mando  hiciera  salir  prontamente  500  infantes 
escogidos  para  reunírseme  á  la  mayor  brevedad.  Esta  orden  fué  con- 
ducida con  velocidad  por  mi  ayudante  de  campo,  Teniente  Coronel 
graduado  D.  José  María  Castillo  ó  Iberri. 


701 

Comprometido  el  Coronel  Almunte,  en  el  puerto  de  New  Wash- 
ington, á  orillas  de  la  bahía  de  Galveston,  con  los  buques  enemigos 
que  podían  arribar,  á  la  vez  que  era  necesario  asegurar  la  cantidad  de 
víveres  que  había  logrado  aprehender,  hice  jornada  para  aquel  punto 
la  tarde  del  día  18.  A  mi  llegada  se  hallaba  á  la  vista  una  goleta  que 
por  falta  de  viento  no  podría  alejarse;  intenté  apresarla  para  servir- 
me de  ella  á  su  tiempo  sobre  la  isla  de  Galveston;  pero  cuando  se 
alistaban  los  botes  y  chalanes  de  que  se  había  provisto  también  el 
Coronel  Almonte,  llegó  un  buque  de  vapor  y  le  dio  fuego. 

En  la  madrugada  del  19  mandé  al  Capitán  D.  Marcos  Barragán 
con  algunos  dragones  al  paso  de  Linchburg,  distante  de  New  Wash- 
ington tres  leguas,  para  que  observara  y  me  comunicara  con  opor- 
tunidad la  llegada  de  Houston,  y  el  20  á  las  ocho  de  la  mañana,  se  me 
presentó  participándome  que  Houston  llegaba  á  Linchburg.  Todos 
los  individuos  de  la  sección  oyeron  alegres  la  aproximación  del  ene- 
migo» y  eon  e^  mejor  espíritu  continuaron  la  marcha  que  ya  se  había 
emprendido  para  el  mismo  punto. 

A  mi  llegada  se  encontraba  Houston  posesionado  de  un  bosque  en 
las  orillas  del  baqueo  (sic)  Je  Buffalo,  cuyas  aguas  se  incorporan  allí 
con  el  río  de  San  Jacinto  y  componen  parte  de  las  de  Galveston.  Su 
situación  lo  precisaba  á  batirse  ó  tirarse  al  agua.  Mi  tropa  manifes- 
taba entonces  tanto  entusiasmo,  que  comencé  á  batirle.  Aunque  co- 
rrespondía á  nuestros  fuegos,  no  conseguí  que  abandonase  el  bosque. 
'Quise  atraerlo  al  terreno  que  más  me  convenía,  y  me  retiré  hasta  mil 
varas  sobre  una  loma  que  proporcionaba  ventajosa  posición,  agua  á 
la  retaguardia,  bosque  espeso  por  la  derecha  hasta  la  orilla  de  San  Ja- 
cinto, llanura  espaciosa  por  la  izquierda  y  despejado  el  freute.  Al 
ejecutar  este  movimiento  menudeó  sus  fuegos  de  cañón,  que  hirie- 
ron al  Capitán  D.  Fernando  Urriza.  Salieron  del  bosque  como  100 
caballos,  arrojándose  atrevidamente  sobre  mi  escolta  colocada  á  mi 
izquierda,  en  términos  que  la  arrollaron  por  un  momento,  é  hirieron 
de  gravedad  á  un  dragón;  mandó  dos  compañías  de  cazadores  á  su 
encuentro,  y  fueron  suficientes  para  ponerlos  en  fuga  hasta  su  bos- 
que. Había  salido  también  alguna  infantería;  pero  volvió  á  embos- 
carse al  ver  á  su  caballería  retroceder.  Serían  las  cinco  de  la  tarde, 
y  necesitando  la  tropa  alimento  y  descanso,  empleó  el  resto  del  día 
en  tan  indispensables  objetos.  La  noche  se  pasó  con  vigilancia,  y  me 


702 

ocupé  de  la  mejor  colocación  de  las  fuerzas,  y  de  un  parapeto  que 
hiciera  ventajosa  la  posición  del  cañón  y  lo  cubriera.  Mi  posición 
era  ésta:  tres  compañías  de  preferencia  guardaban  el  bosque  de  la 
derecha,  el  batallón  permanente  de  Matamoros  formaba  en  batalla 
en  el  centro,  y  á  la  izquierda  el  cañón,  protegido  por  la  caballería  y 
una  columna  de  compañías  de  preferencia  á  las  órdenes  del  Tenien- 
te Coronel  graduado  D.  Santiago  Luelmo,  que  hacía  de  reserva. 

A  las  nueve  de  la  mañana  del  21,  á  la  vista  del  enemigo  llegó  el 
General  Cos,  con  cuatrocientos  hombres  de  los  batallones  Aldama, 
Guerrero,  Toluca  y  Guadalajara,  habiendo  dejado  los  100  restantes 
á  las  órdenes  del  Coronel  graduado  D.  Mariano  García,  con  las  car- 
gas en  un  mal  paso  demoradas  eerca  de  Harrisburg,  cuya  incorpora- 
ción no  llegó  á  efectuarse.  A  primera  vista  noté  contravenida  mi 
orden  respecto  de  los  500  infantes  escogidos  que  ella  expresaba  ter- 
minantemente, pues  la  mayor  parte  del  refuerzo  se  componía  de  re- 
clutas que  en  San  Luis  Potosí  y  el  Saltillo  se  repartieron  á  los  cuer- 
pos. Tan  grave  falta  me  causó  en  aquel  momento  el  mayor  disgusto, 
considerando  insignificante  un  auxilio  que  esperaba  impacieute,  y 
con  que  me  prometía  lar  un  golpe  decisivo,  atendidas  las  circuns- 
tancias que  me  hacían  superior  al  enemigo. 

Sin  embargo  de  todo,  intentó  aprovechar  la  sensación  favorable 
que  advertí  en  los  semblantes  á  la  llegada  del  General  Cos;  pero  éste 
me  expuso  "  que  por  forzar  su  marcha  para  llegar  prontamente,  la 
"  tropa  que  traía  no  había  comido  ni  dormido  en  veinticuatro  horas,  y 
"  que  mientras  llegaban  las  cargas,  que  sería  dentro  de  dos  ó  tres 
"  horas,  podía  repararse  y  estar  en  buena  disposición  para  batirse." 
Cedí  á  esta  insinuación,  consintiendo  en  que  descansara  y  comiera. 

Para  observar  al  enemigo  y  proteger  las  cargas  citadas,  situé  mi 
escolta  en  buen  lugar,  reforzándola  con  32  infantes  montados  en  ca- 
ballos de  oficiales.  No  hacía  una  hora  de  esta  operación,  cuando  el 
General  Cos  se  me  presentó  pidiéndome  á  nombre  del  Capitán  D. 
Miguel  Aguirre,  que  mandaba  la  escolta,  "  que  se  le  permitiera  co- 
"  mer  á  su  tropa  y  dar  agua  y  un  pienso  á  los  caballos,  por  no  haber- 
u  lo  hecho  desde  el  día  anterior.  "  El  tono  compasivo  con  que  se  me 
hacían  estas  peticiones  me  hizo  acceder,  advirtiendo  que  satisfecha 
prontamente  la  necesidad,  volviera  al  instante  el  Capitán  Aguirre  á 
ocupar  la  posición  que  tenía,  lo  que  no  habiendo  verificado  contri- 
buyó á  proporcionar  al  enemigo  la  sorpresa  que  logró. 


703 

Fatigado  de  haber  pasado  la  mañana  á  caballo,  y  desvelado  de 
la  noche  anterior,  me  recosté  á  la  sombra  de  unos  árboles  mientras  la 
tropa  alistaba  sus  ranchos.  Hice  llamar  al  General  D.  Mannel  Fer- 
nández Castrillón,  que  funcionaba  de  mayor  general,  y  le  previne: 
que  vigilara  el  campo  y  me  diese  parte  del  menor  movimiento  del 
enemigo;  le  encargué  asimismo  me  recordara  tan  luego  como  la  tro- 
pa hubiese  comido,  porque  era  preciso  obrar  cuanto  antes  decisiva- 
mente. 

Como  el  cansancio  y  las  vigilias  producen  sueño,  yo  dormía  pro- 
fundamente, cuando  me  despertó  el  fuego  y  el  alboroto.  Advertí 
luego  que  éramos  atacados  y  un  inexplicable  desorden.  El  enemigo 
había  sorprendido  nuestros  puestos  avanzados;  una  partida  arrollan- 
do á  las  tres  compañías  de  preferencia  que  guardaban  el  bosque  de 
nuestra  derecha,  se  había  apoderado  de  él,  aumentando  la  confusión 
con  sus  certeros  tiros;  la  demás  infantería  enemiga  atacaba  por  el 
frente  con  sus  dos  piezas  y  la  caballería  por  la  izquierda. 

Aunque  el  mal  estaba  hecho  creí  al  pronto  repararlo.  Hice  re- 
forzar con  el  batallón  permanente  de  Aldama,  la  línea  de  batalla  que 
formaba  el  batallón  permanente  de  Matamoros,  y  organicé  en  ins- 
tantes una  columna  de  ataque  á  las  órdenes  del  Coronel  D.  Manuel 
Céspedes,  compuesta  del  batallón  permanente  de  Guerrero  y  pique- 
tes de  Toluca  y  Guadalajara,  la  que  á  la  vez  que  la  del  Teniente  Co- 
ronel Luelmo,  marchó  de  frente  á  contener  el  principal  movimiento 
del  enemigo;  más  en  vano  mis  esfuerzos:  la  línea  se  abandonó  por 
los  dos  batallones  que  la  cubrían,  no  obstante  el  sostenido  fuego  de 
nuestra  pieza  que  mandaba  el  valiente  Teniente  D.  Ignacio  Arenal 
y  las  dos  columnas  se  disolvieron,  herido  el  Coronel  Céspedes,  y 
muerto  el  Capitán  Luelmo.  El  General  Castrillón,  que  corría  de  uno 
á  otro  lado  para  restablecer  el  orden  en  nuestras  filas,  cayó  mortal- 
mente  herido.  Los  reclutas  formaban  pelotones  y  envolvían  á  los 
antiguos  soldados,  y  ni  unos  ni  otros  hacían  uso  de  sus  armas;  mien- 
tras el  enemigo  aprovechando  la  oportunidad,  continuó  su  carga  rá- 
pidamente con  descompasados  gritos,  y  logró  en  pocos  minutos  la 
victoria  que  ni  imaginar  podía. 

Perdida  toda  esperanza,  escapándose  cada  uno  según  podía,  mi 
desesperación  era  tan  grande  como  mi  peligro,  cuando  un  criado  de 
mi  ayudante  de  campo,  Coronel  D.  Juan  Bringas,  con  noble  franque- 


704 

za  me  presentó  el  caballo  de  su  amo,  y  con  encarecidas  expresiones 
me  instaba  á  que  me  salvara.  Busqué-mi  escolta,  y  dos  dragones  de 
ella  que  ensillaban  con  precipitación,  me  dijeron:  "  que  sus  oficiales 
y  compañeros  iban  á  escape.  "  Recordé  que  el  General  Filisola,  se 
encontraba  á  diez  y  seis  leguas  en  el  paso  de  Thompson,  y  sin  vacilar 
procuré  aquel  camino  por  entre  los  enemigos;  siguiéronme  estos,  y  á 
legua  y  media  en  un  grande  arroyo,  cuyo  puente  encontré  quemado, 
me  alcanzaron.  Perdí  el  caballo  y  con  trabajo  me  oculté  entre  unos 
pequeños  pinos.  La  proximidad  de  la  noche  me  proporcionó  burlar 
su  vigilancia,  y  la  esperanza  de  incorporarme  al  ejército,  y  vindicar 
el  honor  de  las  armas,  me  dio  aliento  para  atravesar  el  arroyo  con  el 
agua  al  pecho  y  continuar  á  pie.  En  una  casa  abandonada  encon- 
tré ropa  y  relevé  la  mía  húmeda.  A  las  once  de  la  mañana  del  22,  al 
atravesar  una  llanura  me  volvieron  á  alcanzar  mis  perseguidores,  y 
he  aquí  la  manera  misma  de  haber  caído  en  sus  manos.  Por  el  traje 
cambiado  me  desconocieron,  y  preguntaron:  ¿¡Si  había  visto  al  Ge- 
neral ¡Santa- Anna?  Yo  les  respondí  "  que  iba  adelante.  "  Esta  opor- 
tuna ocurrencia  me  salvó  de  ser  asesinado,  según  después  llegué  á 
saber. 

Por  lo  expuesto  distinguirá  V.  E.  á  primera  vista,  las  causas 
principales  de  un  suceso  que  con  razón  ha  sorprendido,  y  cuyo  éxito 
se  ha  pretendido  hacer  recaer  sobre  mí  solamente,  creyéndoseme  en 
la  mansión  de  los  muertos  é  imposibilitado  de  presentar  los  hechos  co- 
mo han  sido;  pero  ya  que  oportunamente  conservo  la  vida  y  disfruto 
de  libertad,  estoy  en  el  caso  de  depurarlos  hasta  ponerlos  tan  claros 
como  la  luz  del  día,  para  que  se  pueda  fallar  en  justicia,  porque  es- 
timo demasiado  mi  reputación  adquirida  con  dilatados  y  costosos 
sacrificios,  y  no  consentiré  que  con  impunidad  se  deturpe,  mucho 
más  por  quien  menos  debiera  hacerlo.  Contrayéndome,  pues,  á  las 
faltas  con  que  algunos  de  mis  subordinados  causaron  directa  ó  in- 
directamente la  lamentable  catástrofe  de  que  me  ocupo,  observaré  á 
V.  E.  que  el  General  Filisola  me  mandó  reclutas  en  refuerzo,  cuando 
pudo  enviarme  antiguos  soldados;  á  su  lado  se  hallaba  el  batallón  de 
zapadores,  compuesto  de  buena  tropa,  y  no  mandó  un  individuo  de  és- 
tos; en  lugar  de  las  compañías  de  preferencia  del  activo  de  Guada- 
lajara,  envió  dos  de  fusileros;  y  pudiendo  entresacar  de  los  batallo- 
nes permanentes  de  Guerrero  y  Aldatna,  y  de  los  activos  primeros  de 


705 

México,  Toluca  y  Guadalajara,  los  más  expertos,  no  lo  hizo.  Eludió 
así  los  efectos  de  mi  previsión,  pues  al  expresarle  que  me  mandase 
quinientos  infantes  escogidos,  fué  porque  no  quería  me  enviase  nin- 
guno de  los  reclutas  que  me  constaba  tenían  los  cuerpos;  á  no  ser 
así  habría  usado  otra  frase. 

No  ha  influido  menos  en  este  suceso  el  haberme  mandado  dicho 
general  al  Capitán  D.  Miguel  Bachiller,  con  un  correo  extraordina- 
rio procedente  de  esa  capital,  que  el  supremo  gobierno  me  mandó, 
y  el  que  fué  interceptado,  pues  con  esto  proporcionó  positivas  noti- 
cias al  enemigo,  que  marchaba  en  retirada,  sin  saber  lo  que  haría, 
atónito  con  nuestros  movimientos  y  triunfos;  así  supo  que  ya  me 
hallaba  en  New  Washington,  el  miinero  de  que  se  componía  la  sec- 
ción que  expedicionaba  por  aquel  rumbo,  y  la  situación  de  nuestras 
otras  fuerzas,  saliendo  con  esto  del  estado  confuso  en  que  se  veía, 
teniendo  siempre  encima  y  por  dondo  menos  lo  pensaba  nuestras  fa- 
langes victoriosas.  Con  este  acontecimiento  se  puso  al  cabo  de  cuan- 
to podía  convenirle,  y  saliendo  repentinamente  de  la  situación  dudosa 
que  lo  hacía  caminar  al  Trinidad,  cobró  aliento  como  no  habría  su- 
cedido sin  saber  que  mi  fuerza  era  menor  que  la  suya;  pues  aunque 
vio  llegar  el  refuerzo  del  General  Cos,  supuso  que  era  alguna  partida 
que  había  yo  mandado  salir  en  la  noche  para  hacerla  regresar  á  su 
vista  y  engañarío,  como  posteriormente  lo  supe  por  boca  del  mismo 
enemigo.  Tal  era  el  espanto  que  reinaba  en  todo  Texas,  á  consecuen- 
cia de  las  operaciones  del  ejército  de  mi  mando,  que  para  disminuirlo, 
me  dijo  el  titulado  General  Thomas  J.  Rusk:  "que  funcionando  de 
"  secretario  de  la  guerra  del  presidente  de  Texas,  tuvo  que  marchar 
"  á  donde  se  hallaban  sus  fuerzas  y  predicar  á  todos  que  el  General 
"  Santa- Auna  había  regresado  á  México  á  consecuencia  de  una  re- 
u  volución  en  el  interior  de  la  república,  en  razón  á  que  los  colonos 
"y  muchos  voluntarios  venidos  de  los  Estados  Unidos  se  fugaban 
"  sin  poderlos  contener.  "  Es  de  advertir,  que  el  General  Filisola  no 
tenía  prevención  para  mandarme  la  correspondencia,  y  que  para  ha- 
cerlo con  seguridad,  bien  pudo  remitírmela  después  con  el  General 
Cos;  no  sé  cómo  pudo  ocultársele  la  fatal  trascendencia  que  traería  la 
caída  en  manos  del  enemigo  de  una  correspondencia  tan  interesante. 

El  General  Gaona,  que  no  se  incorporó  con  oportunidad,  y  cuyo 
motivo  de  dilación  ignoro  hasta  ahora,  me  impidió  que  sacara  doble 

Tomo  II.— 89 


706 

fuerza  cuando  salí  del  paso  de  Thompson,  pues  sólo  llevé  700  infantes 
para  dejar  al  General  Ramírez  y  Sesma  la  precisa  en  aquel  punto. 
Así  es  que  para  ponerme  superior  al  enemigo  pedí  el  refuerzo  in- 
dicado. 

El  General  Cos,  desmembró  los  500  hombres,  dejando  100  cerca 
de  Harrisburg,  en  escolta  de  cargas  que  no  sé  por  qué  conducía,  pues 
sólo  previne  al  General  Filisola,  mandase  cincuenta  cajones  de  car 
tuchot,  de  cuyas  municiones  trajo  parte  el  General  Cos,  así  como  las 
cajas  de  los  cuerpos  que  debieron  quedarse  en  Thompson,  pues  á  una 
tropa  que  marchaba  á  la  ligera  de  refuerzo  pedido,  no  se  le  acumu- 
lan estorbos,  cuando  se  sabe  que  los  muchos  bagajes  entorpecen  los 
movimientos;  el  refuerzo  quedó  desmembrado  en  la  quinta  paite. 
y  estos  100  hombres  corrieron  un  riesgo  inminente,  salvándose  por 
casualidad. 

Por  último,  contribuyó  considerablemente  á  la  mencionada  des- 
gracia la  conducta  del  General  Castrillón  y  de  los  jefes  y  oficiales  á 
quienes  estaba  encomendada  la  vigilancia  del  campo  al  frente  del  ene- 
migo. Siento  tener  que  ocuparme  de  un  individuo  que  no  exista  y  a 
quien  siempre  vi  con  aprecio,  y  de  otros  que  aún  viven ;  pero  el  deber 
me  obliga  á  relatar  los  hechos  como  han  sido.  Estoy  biei  informado^ 
de  que  en  el  tiempo  que  yo  dormía  se  ocupó  dicho  general  de  afeitar- 
se, lavarse  y  mudarse  ropa,  y  que  se  hallaba  divertido  en  tertulia  cou 
los  demás  individuos  de  mi  estado  mayor,  cuando  el  enemigo  ace- 
chaba y  sorprendía  nuestras  avanzadas,  sin  haber  visitado  antes  ni 
una  sola  vez  nuestra  línea;  esto  mismo  hicieron  á  su  ejemplo  los 
demás  jefes  y  oficiales;  y  así  parte  de  la  tropa  dormía,  y  los  despier- 
tos entregados  al  abandono,  proporcionaron  al  enemigo  la  sorpresa 
más  completa  que  á  la  media  noche  no  habría  logrado;  siéndole  fácil 
posesionarse  del  bosque  citado  de  nuestra  derecha  con  100  hombres, 
cuando  estaba  cubierta  su  entrada  con  tres  compañías  de  preferen- 
cia en  mayor  número,  que  no  hicieron  resistencia;  de  aquí  el  aliento 
del  enemigo  para  continuar  el  ataque,  y  la  confusión  de  nuestro  cam- 
po, aumentado  con  el  espanto  de  que  estaban  poseídos  los  reclutas, 
hasta  el  extremo  de  no  hacer  uso  de  sus  armas  los  soldados  viejos, 
que  se  dejaban  asesinar  fríamente.  Es  verdad  que  el  General  Cas- 
trillón se  condujo  con  extraordinario  valor  en  los  últimos  momentos, 
según  he  relacionado;  pero  sus  esfuerzos  fueron  inútiles,  y  sus  re- 


707 

mordimientos  no  serían  pocos  antes  de  expirar,  si  recordó  el  aban- 
dono de  su  deber  cuando  mejor  debía  haber  cumplido. 

Mi  carácter  de  general  en  jefe,  no  me  prohibía  que  descansase, 
porque  á  ningún  general  le  es  prohibido,  ni  puede  prohibírsele  que 
sucumba  á  las  necesidades  naturales,  particularmente  en  la  hora  y 
caso  en  que  yo  lo  hice,  confiado,  como  debía  estarlo,  de  que  se  cum- 
plirían mis  prevenciones;  el  general  en  jefe  no  puede  ejercer  las  fun- 
ciones del  jefe  subalterno,  del  oficial,  del  soldado;  á  todas  las  clases 
les  están  consignados  sus  respectivos  deberes  y  atribuciones ;  y  si  al 
superior  no  deben  servirle  de  disculpa  las  faltas  del  inferior,  esto 
tiene  sus  excepciones,  siendo  ciertamente  una  de  ellas  el  caso  de  que 
me  ocupo,  por  las  razones  referidas. 

Acaso  se  ha  intentado  culparme  de  imprudencia  por  no  haber 
marchado  con  todas  mis  fuerzas  reunidas,  haciéndolo  solamente  con 
la  corta  sección  que  lo  verifiqué.  En  primer  lugar  es  menester  ad- 
vertir, para  deshacer  esa  objeción,  que  yo  salí  de  Thompson  á  ejecu- 
tar la  operación  interesente  de  sorprender  y  asegurar  á  los  directores 
de  la  revolución  por  un  golpe  de  mano  á  corta  distancia;  que  tan 
luego  como  descubrí  la  retirada  del  enemigo  por  Linchburg,  pedí  re- 
fuerzo para  quedar  superior  á  él;  y  por  último,  que  no  traía  ventaja 
verificase  el  ejército  su  marcha  por  un  solo  punto,  ni  reunido,  porque 
el  único  enemigo  que  había  que  combatir  después  de  haber  sido 
arrollado  en  todas  partes,  se  hallaba  en  el  punto  y  situación  indicada; 
y  como  la  dirección  que  había  traído  y  llevaba,  mostraba  que  se  re- 
tiraba pasando  el  Trinidad,  y  era  necesario  para  que  no  quedase  quien 
pudiese  tirar  un  tiro  desde  el  río  Bravo  hasta  el  Sabina,  no  picaile 
la  retaguardia,  sino  cortarle  la  retirada  y  batirlo,  un  movimiento  de 
todo  el  ejército  habría  sido  contrario  á  ese  plan  importante  que  deci- 
día la  cuestión  de  un  solo  golpe;  porque  la  lentitud  con  que  precisa- 
mente debía  hacerlo  en  razón  á  su  tren,  bagaje  etc.,  daba  lugar  á  que 
el  enemigo  se  nos  adelantase  sin  que  lo  pudiéramos  alcanzar,  por  los 
obstáculos  que  ya  se  ha  dicho  opone  el  terreno  de  Texas,  y  los  ríos 
caudalosos  que  lo  riegan. 

La  fuerza  que  operaba  á  mis  órdenes  era  superior  en  calidad  á  la 
enemiga;  estaba  provista  de  víveres  y  municiones,  y  en  posición 
ventajosa ;  aquella,  menor  en  número,  cortada  por  el  hayuco  de  Buffa- 
lo  y  río  San  Jacinto,  ocupaba  inferior  posición,  estaba  sin  víveres, 


708 

había  sido  provocada  á  batalla  el  día  anterior  antes  de  recibirse  el 
refuerzo,  y  no  había  aceptado.  ¿Quién  con  estos  antecedentes  habría 
hecho  mover  el  ejército,  perdiendo  para  ello  momentos  preciosísimos? 
¿Quién  dudado  de  la  victoria?  Apelo  al  juicio  imparcial  de  los  inte- 
ligentes, y  estoy  cierto  de  que  lejos  de  fallar,  como  lo  ha  hecho  la 
maledicencia  y  la  envidia,  que  hubo  por  mi  parte  imprevisión  y  pre- 
cipitación, dirá  que  se  hicieron  cálculos  muy  exactos;  con  previsión, 
actividad  y  tino,  y  que  si  no  produjeron  la  victoria  que  era  de  espe- 
rarse, no  dependió  esto  ni  del  plan  ni  de  los  movimientos  de  las  ac- 
ciones del  general  en  jefe. 

Demostrado  como  está,  que  puramente  faltas  é  imprevisiones  do 
algunos  de  mis  subordinados,  y  descuido  de  otros,  causaron  la  catás- 
trofe de  San  Jacinto,  no  me  queda  otra  cosa  que  deplorar  el  haber 
participado  de  ella,  aunque  este  sentimiento  se  mitiga  cuando  con- 
templo que  hice  los  esfuerzos  que  estuvieron  en  mi  poder,  e -cedien- 
do mis  deberes  como  general  en  jefe  para  servir  bien,  no  encontrando 
en  mi  conducta  otro  exceso  que  el  de  mi  celo  por  los  intereses  de  la 
patria,  que  me  hizo  olvidar  los  míos  propios,  y  posponerlo  todo  para 
asegurar  aquellos  y  dar  gloria  á  las  armas  que  se  me  confiaron. 

La  fortuna  me  volvió  la  espalda  en  la  ocasión  en  que  iban  á  co- 
ronarse mis  esfuerzos,  y  con  esto  no  se  ha  llegado  á  conocer  y  me 
he  visto  privado  de  la  satisfacción  de  presentarle  á  mi  nación  un  nue- 
vo laurel. 

Esto  asentado,  continuará  la  relación  de  los  sucesos  ocurridos  du- 
rante mi  cautiverio,  que  tampoco  se  han  exceptuado  de  la  interpre 
tación  maligna,  ni  de  la  más  amarga  acrimonia,  sin  oírseme  y  sin 
consideración  á  la  triste  situación  de  la  patria. 

Conducido  á  presencia  de  Houston  el  día  22  de  abril  que  se  me 
aprehendió,  y  descubierto  quién  era,  fui  recibido  con  señales  de  con- 
sideración; para  celebrar  mi  prisión,  uno  propuso  que  se  hiciera  una 
salva,  y  aquel  repelió  la  idea  manifestando  desagrado.  Principió  en 
seguida  una  conversación  á  la  que  sirvió  de  intérprete  un  hijo  de  D. 
Lorenzo  Zavala  que  funcionaba  de  ayudante  de  aquel  jefe,  y  me  pro- 
puso que  librara  orden  para  que  rindieran  las  armas  las  tropas  más  in- 
mediatas, á  que  me  negué  resueltamente:  después  de  hablarme  de  sus 
recursos  para  independer  á  Texas,  y  de  las  dificultades  de  los  mexicanos 
para  conservar  tan  vasta  extensión  de  terreno,  me  manifestó  su  disposición 


709 

á  un  avenimiento  prudente,  y  que  para  poder  conservar  mi  existencia  y  la 
de  los  demás  prisioneros,  según  su  intención,  se  hacía  indispensable  evitar 
un  choque  entre  mi  tropa  y  la  suya.  Esta  conferencia  fué  en  la  dificul- 
tosa situación  en  que  me  encontraba,  lo  que  es  á  un  caminante  ex- 
traviado en  una  noche  tempestuosa,  la  luz  del  rayo,  á  cuyo  favor  des- 
cubre la  vía.  Temía  que  mi  desgracia  hubiese  producido  desaliento 
en  el  ejército,  y  me  aprovechó  del  que  me  daba  el  razonamiento 
de  Houston,  para  ver  si  impedía  sus  malos  efectos:  anunciando  mi 
existencia,  y  reanimando  los  ánimos  haría  un  esfuerzo  y  se  consegui- 
ría, como  habría  sido  fácil,  la  vindicación  del  honor  de  las  armas.  Tal 
fué  la  causa  de  mis  primeras  órdenes  al  General  Filisola  (números 
7,  8  y  9),  quien  me  contestó  con  el  oficio  número  10,  conducido  por 
el  General  Woll,  que  fué  admitido  como  parlamentario  el  día  30,  de 
biendo  haberse  dirigido  á  Houston,  para  obtener  de  él  una  formal  ga- 
rantía, que  no  proporcionaba  el  acceder  de  plano  á  mis  órdeues,  co- 
mo lo  hizo  sin  intentar  antes  reclamarnos,  ó  dar  algún  paso  en  nues- 
tro favor,  que  quizá  hubiera  sido  coronado  por  un  buen  suceso,  si 
se  atiende  á  las  críticas  circunstancias  en  que  se  hallaba  el  enemigo, 
á  lo  inmediato  que  lo  tenía  y  á  la  superioridad  de  fuerzas  con  que 
contaba.  Entonces  por  lo  menos  nuestras  vidas  hubieran  sido  garan- 
tizadas y  menores  nuestros  padecimientos,  lo  mismo  que  de  los  de- 
más prisioneros  que  no  estarían  como  están  abandonados  á  su  pro- 
pia suerte.  Todo  esto  era  tan  fácil  conseguir,  cuanto  que  el  mayor 
general  Wharton  el  día  23  propuso  á  Houston  que  lo  comisionara 
para  pasar  al  campo  del  General  Filisola,  á  fin  de  convenir  con  él  en 
los  artículos  de  armisticio,  lo  que  no  tuvo  efecto  sin  embargo  de  la 
aquiescencia  de  Houston,  y  otros  jefes  de  los  encarnizados  se  opu- 
sieron á  esta  medida;  pero  ello  prueba  la  disposición  en  que  estaban 
de  asegurarse,  nacida  del  sentimiento  de  su  debilidad,  de  que  no  pu- 
do sacarse  mucha  ventaja.  Grande  fué  mi  sentimiento  cuando  á  la 
llegada  del  General  Woll,  supe  que  á  la  primera  noticia  de  mi  des- 
gracia, bien  común  en  la  guerra,  todo  había  sido  confusión,  y  que  en 
lugar  de  atacar  al  enemigo,  se  emprendía  marcha  retrógrada,  siendo 
la  idea  continuar  hasta  Matamoros. 

Sin  embargo,  como  la  citada  contestación  del  General  Filisola 
aparentaba  dignidad,  á  la  vez  que  el  General  Urrea  anunciaba  el  buen 
espíritu  del  ejército  en  una  carta  que  me  dirigió  (núm.  17),  no  pudo 


710 

Houston  penetrar  la  verdadera  intención  del  General  Filisola;  temió 
á  las  respetables  fuerzas  que  podían  fácilmente  pulverizarlo,  y  re- 
dobló sus  lisonjeras  protestas;  me  mostré  satisfecho  y  firmé  la  orden 
que  sigue  ( núm.  12 )  •  cubría  con  ella  principalmente  el  honor  del  ejér- 
cito, y  complacía  á  los  arbitros  de  la  existencia  de  más  de  quinien- 
tos mexicanos,  y  yo  entre  ellos,  abandonados  á  la  suerte,  y  que  iba 
á  comprometerse,  pues  no  me  era  ya  dudosa  la  conducta  que  se  se- 
guiría. 

El  General  Woll,  que  se  portó  con  la  mayor  dignidad,  y  que  por 
lo  mismo  es  acreedor  á  todo  elogio,  solicitó  regresar  á  sn  campo,  ins- 
truido por  mí  de  lo  que  debía  exponerle  al  General  Filisola,  pai*a  qu9 
sin  embarazarse  por  mis  anteriores  comunicaciones,  obrase  confor- 
me á  sus  deberes,  conduciendo  un  pedazo  de  papel  firmado  por  mí, 
en  que  decía  se  le  diera  crédito  á  cuanto  dijera  /  pero  se  le  detuvo  con 
el  pretexto  de  que  llevara  el  convenio  de  que  se  trataba  para  la  cesación 
de  la  guerra  y  consecución  de  mi  libertad,  porque  temieron  que  mani- 
festara lo  que  eran  los  vencedores. 

Las  atenciones  que  usaba  conmigo  el  General  Houston  en  esos 
momentos,  sus  discursos  y  la  sinceridad  de  que  lo  creí  animado,  pu- 
dieron tanto  en  mi  ánimo,  que  llegué  á  dar  ascenso  á  sus  promesas. 
A  esta  sazón  se  presentaron  el  nombrado  presidente  de  Texas,  sus 
ministros  y  D.  Lorenzo  Zavala,  titulado  vicepresidente,  y  en  varias 
conferencias  se  expresaron  en  igual  sentido.  Trasladáronme  en  su 
stimbot  al  puerto  de  Velasco,  y  me  llevaron  consigo  para  arreglar, 
según  decían,  el  armisticio  ó  convenio  indicado  por  Houston,  permi- 
tiendo me  acompañasen  los  Coroneles  D.  Juan  N.  Almonte,  D.  Ga- 
briel Núñez  y  D.  Ramón  Caro,  amanuense. 

El  General  Houston  se  preparaba  á  marchar  á  New  Orleans  á 
curarse  de  la  herida  recibida  en  la  acción,  y  por  despedida  me  había 
dicho:  "que  el  gabinete  de  Texas  arreglaría  todo  según  sus  deseos,'' 
y  el  mencionado  ministro  de  la  guerra  Thomas  J.  Rusk,  tomó  el  man- 
do del  ejército.  Emprendió  su  marcha  con  cerca  de  800  hombres  y  tres 
piezas  de  artillería,  que  era  la  fuerza  disponible  que  había  entonces 
en  todo  Texas,  habiéndome  visitado  antes,  y  en  cuyo  acto  ratificó 
los  ofrecimientos  de  su  antecesor,  dejándome  en  comprobante  varios 
artículos  escritos  de  su  puño,  que  dijo  le  ocurrían  para  el  convenio. 
Todo  esto  pasó  antes  de  embarcarme  en  el  stimbot. 


711 

En  Velasco  hubo  conferencias  serias  con  presencia  de  los  artículos 
del  citado  Rusk,  hasta  que  en  14  de  mayo  pude  reducir  las  avanza- 
das pretensiones  que  se  me  hicieron  ( número  1 3),  á  lo  que  manifiesta 
el  convenio  que  firmé  en  esa  fecha,  el  cual  por  razones  de  política, 
ó  mejor  dicho,  por  ocultarse  del  conocimiento  del  populacho  y  sol- 
dadesca, que  se  había  convenido  mi  libertad  sin  pérdida  de  más  tiem- 
po, se  dividió  en  público  y  en  secreto,  remitiendo  el  primero  mi  in- 
sinuada libertad  á  cuanto  se  tuviere  por  conveniente ;  y  como  se  ve, 
esos  convenios  analizados  exactamente  sólo  están  reducidos  á  una 
suspensión  de  hostilidades  en  favor  del  ejército;  á  la  libertad  de  los 
prisioneros  y  mía,  que  creía  quizá  equivocadamente  favorable  al  mis- 
mo ejército  y  á  la  nación  y  su  causa,  y  á  halagar  por  último  al  ene- 
migo para  conseguir  estos  objetos,  con  la  esperanza  de  que  influi- 
ría para  que  sus  comisionados  fuesen  oídos  en  las  pretensiones  que 
traían,  y  á  cuyo  éxito,  bueno  ó  malo  para  ellos,  en  nada  contribuía 
mi  ofrecido  empeño  de  que  se  les  oyese  (números  14  y  15).  Al  admi- 
tirlos llevé  además  la  mira  de  que  si,  como  temía,  no  se  restablecía  el 
buen  espíritu  en  el  ejército,  y  se  retiraba  en  no  muy  buen  orden  como 
ya  tenía  noticias,  porque  se  dejaron  hasta  los  enfermos  abaudonados 
(número  16),  el  enemigo,  ligado  por  el  armisticio,  no  lo  persiguiera 
como  lo  quería  hacer,  y  la  catástrofe  fuera  mayor.  El  General  Woll, 
que  había  perdido  la  esperanza  de  conducir  el  mencionado  convenio, 
se  había  marchado  desde  ¡San  Jacinto  con  el  nuevo  General  Rusk 
para  dirigirse  á  su  campo;  pero  á  pocos  días  se  apareció  en  Velasco 
conducido  por  una  escolta  de  Rusk.  Me  sorprendió  el  verlo;  y  ha- 
biéndome impuesto  de  las  tropelías  que  se  habían  hecho  con  su  per- 
sona y  la  de  un  oficial  que  lo  acompañaba,  hasta  ponerlos  presos  como 
prisioneros  de  guerra,  reclamé  oficialmente,  como  acredita  la  copia 
número  17,  al  presidente  de  Texas,  y  conforme  á  la  nota  número  18, 
se  libró  pasaporte  al  General  Woll  para  marcharse.  Su  extraordina- 
ria demora,  que  daba  justas  sospechas,  no  movió  al  general  en  jefe 
á  indagar  su  motivo  ni  á  reclamar  su  persona. 

Eu  consecuencia,  el  día  primero  de  junio  verifiqué  mi  embarque 
en  la  goleta  "  Invencible  "  que  debía  conducirme  á  Veracruz  tran- 
quilamente, á  la  vista  del  pueblo  de  Velasco,  á  quien  cuidé  de  hala- 
gar, dirigiéndole  la  despedida  (número  19)  y  cuya  producción  hizo 
el  efecto  que  deseaba. 


712 

A  los  dos  días  de  embarcado  el  Capitán  del  buque  J.  Brown,  me 
hizo  saber  que  tenía  orden  para  transportarme  á  tierra ;  le  dirigí  en 
seguida  la  nota  número  20,  que  contestó  de  palabra,  manifestán- 
dome su  disposición  á  emplear  la  fuerza  en  cumplimiento  de  lo  que 
le  estaba  prevenido.  Esta  novedad  la  causó  el  haber  llegado  ese  día 
4,  procedentes  de  New  Orleans,  y  á  las  órdenes  del  llamado  General 
Thomas  J.  Green,  130  voluntarios,  que  amotinados  y  con  amenazas 
pidieron  se  pusiese  mi  persona  á  su  disposición. 

Inmediatamente  escribí  al  Sr.  Burnet  el  oficio  número  21,  en  que 
concluí  manifestándole,  que  estaba  resuelto  á  no  salir  sino  muerto,  y 
con  su  respuesta  (número  22),  se  presentaron  á  bordo  varios  indi- 
viduos, asegurándome  que  mi  detención  duraría  pocos  días,  y  mi  per- 
sona indudablemente  sería  respetada. 

Trasladado  á  tierra  y  presentado  en  espectáculo  á  los  móviles  de 
mi  desembarco,  fui  entregado  al  poder  militar  y  reducido  á  prisión, 
custodiado  por  el  Capitán  Guillermo  Patton,  que  de  Victoria  vino  ex- 
presamente comisionado  al  efecto,  el  que  me  trasladó  á  una  pequeña 
casa  inmediata  á  Columbia,  donde  permanecí  mes  y  medio. 

Irritado  con  tal  procedimiento,  protesté  como  se  ve  en  el  docu- 
mento núm.  23,  por  la  falta  de  cumplimiento  de  lo  prevenido  por 
parte  de  los  texanos.  En  consecuencia,  y  prescindiendo  de  los  efec- 
tos de  la  coacción  que  intervino  en  todos  los  actos  posteriores  á  mi 
prisión,  los  convenios  quedaron  nulos  y  yo  entregado  á  mi  suerte. 

La  efervescencia  que  motivó  mi  desembarco  fué  exaltándose  con- 
tra mí,  hasta  el  grado  de  creerse  cada  voluntario  autorizado  para  qui- 
tarme la  vida,  pues  el  27  de  junio  se  me  vino  á  disparar  una  pistola 
desde  una  ventana  inmediata  á  mi  cama,  que  iba  á  causar  la  muer- 
te de  los  Coroneles  Álmonte  y  Núñez.  En  fin,  el  30  de  junio  se  dio 
orden  para  que  se  nos  trasladase  de  Columbia  á  Goliat,  á  ser  fusila 
dos  en  el  lugar  en  que  lo  habían  sido  Paning  y  sus  compañeros.  El 
principal  colono  E.  Austin,  á  quien  había  favorecido  en  México,  com- 
padecido de  su  situación  desgraciada,  empeñado  en  retribuirme  mis 
beneficios,  me  indicó :  "  que  si  escribía  al  General  Jackson  una  car- 
"  ta  que,  aunque  contuviese  sólo  ideas  gratas,  halagase  á  los  texanos, 
"  pues  el  sólo  nombre  de  aquel  magistrado  de  quien  tanto  esperaban 
"  y  á  quien  oían  con  el  mayor  respeto,  contendría  el  furor  popular  y 
"  facilitaría  mi  salvación."  La  pérdida  de  mi  existencia  no  la  consi- 


713 

deraba  absolutamente  necesaria  al  bien  de  la  patria;  no  tenía  espe- 
ranzas de  salvarme,  porque  basta  el  enemigo  conocía  que  el  ejército 
debía  dar  pasos  para  conseguirlo  y  no  lo  bacía;  firmé  la  carta  bajo 
las  ideas  que  indicó  el  mismo  Austin  (núm.  24),  de  que  es  contes- 
tación el  núm.  25,  y  tranquilizados  los  ánimos  con  las  voces  que  se 
hicieron  correr  de  mi  buena  disposición,  pudo  después  el  General 
Houston  realizar  sus  antiguos  deseos  favorables  á  mí,  disponiendo 
que  marchara  para  Washington,  acompañado  de  tres  jefes  texauos, 
para  que  los  exaltados  no  desconfiaran  y  se  repitiera  el  suceso  de  4 
de  junio;  y  aunque  para  mí  era  penosísima  como  lo  fué  semejante 
marcha  en  el  rigor  del  invierno,  tuve  que  conformarme  por  no  ha- 
ber otro  medio  de  salir  del  peligro. 

Antes  se  me  trasladó  á  Orosimba,  donde  á  consecuencia  de  una 
denuncia  de  mi  amanuense  D.  Ramón  Caro,  sobre  un  proyecto  para 
sustraerme  de  la  prisión,  según  se  me  informó  después,  se  me  puso 
el  17  de  agosto,  y  al  Coronel  Almoute  el  18,  una  pesada  barra  de  gri- 
llos á  cada  uno,  que  llevamos  por  espacio  de  cincuenta  y  dos  días. 

La  contestación  del  General  Jackson  se  funda,  como  es  fácil  ad- 
vertir si  se  compara  con  mi  carta,  en  una  mala  inteligencia  de  ella. 
Yo  no  le  indicaba  otra  cosa  sino  que  se  interpusiese  con  los  texanos 
para  que  cumpliesen  con  su  compromiso  de  mi  libertad,  mediante  á 
haber  yo  llenado  los  míos  y  estar  todavía  dispuesto  á  llenar  el  que 
me  faltaba  si  lo  exigían.  Pero  su  respuesta  negativa  de  jó  completa- 
mente concluido  este  punto,  y  mi  libertad  no  fué  á  consecuencia  de 
ella  ni  de  los  convenios  de  14  de  mayo,  sino  como  he  dicho,  obra  de  la 
espontánea  voluntad  del  citado  Houston,  que  si  se  movió  á  ello  es- 
perando por  las  noticias  de  mi  país  que  mi  presencia  en  él  les  haría 
el  beneficio  de  que  estallara  una  revolución,  ni  me  lo  dijo,  ni  alegó 
otro  motivo  que  una  generosidad  que  debo  agradecer  y  no  más. 

Para  mi  marcha  á  Washington,  había  tres  motivos  poderosos,  dos 
de  ellos  en  efecto,  de  necesidad,  y  el  tercero  de  conveniencia  públi- 
ca. Era  preciso  no  alarmar  á  los  texanos,  sino  corroborarles  la  idea 
de  mi  deferencia  á  sus  proyectos,  y  ni  prudente  ni  seguro  dirigirme 
á  Orleans,  no  pudiendo  venir  en  derechura  á  Veracruz  por  falta  de 
comunicación  entre  Texas  y  el  resto  de  la  república;  porque  aquel 
puerto  ha  sido  el  foco  de  la  revolución  de  los  colonos  y  podía  atre- 
pellárseme á  mi  regreso,  y  era  por  fin  muy  conveniente  que  me  apro- 

Tümo  II.— 90 


714 

xiraase  al  gabinete  de  Washington  á  observar  bien  de  cerca  sus  ideas 
relativas  á  nosotros  y  á  Texas. 

En  esto  invertí  los  seis  días  que  allí  permanecí,  y  la  bondad  del 
general  Jackson  me  facilitó  un  buque  de  guerra  que  me  condujera, 
después  de  manifestarme  sus  deseos  de  continuar  las  relaciones  amis- 
tosas que  existen  entre  ambas  naciones.  Muy  poco  hablamos,  y  eso 
por  incidencia  de  la  correspondencia  que  tuvimos  cuando  aun  esta- 
ba ya  prisionero,  manifestándome  que  había  dado  al  Sr.  Gorostiza 
copia  de  las  dos  cartas  suya  y  mía  de  que  se  componía.  En  dicho  bu- 
que llegué  al  puerto  de  Veracruz,  como  oportunamente  comuniqué  á 
V.  E. 

La  precipitación  y  dificultades  que  he  tenido  al  hacer  este  parte, 
no  estando  mi  salud  buena,  y  mis  papeles  trastornados  á  causa  del 
viaje  que  hicieron,  y  de  los  sucesos  ocurridos,  es  fácil  que  hayan  in- 
fluido en  su  incorrección,  que  advertida  corregiré,  indicando  á  V.  E. 
que  no  acompaño  los  documentos  correspondientes  al  tiempo  que 
medió  desde  que  salí  de  Thompson  hasta  el  día  21  de  la  acción,  por- 
que todo  lo  mío  que  llevaba  cayó  en  poder  del  enemigo  y  se  extravió. 

Al  terminar  tan  larga  relación,  creo  de  rigurosa  justicia  recomen- 
dar á  la  justificación  del  supremo  gobierno  al  digno  Coronel  D.  Juan 
Nepomuceno  Almonte,  por  el  buen  comportamiento  que  tuvo  en  la 
campaña,  y  decoro  con  que  se  condujo  en  el  cautiverio,  sirviéndome 
además  de  intérprete  en  cuanto  me  fué  menester,  y  del  más  fiel  com- 
pañero en  los  días  de  amargura. 

Por  mi  parte  he  sufrido  privaciones,  padecimientos,  ultrajes  y 
calumnias ;  la  patria  á  quien  he  servido  en  cumplimiento  de  mis  de- 
beres como  ciudadano,  y  la  posterioridad,  sin  duda  me  harán  justicia, 
que  también  espero  del  supremo  gobierno. 

Sírvase  V.  E.  elevar  al  conocimiento  del  E.  S.  presidente  interino 
lo  relacionado,  para  su  superior  conocimiento  y  fines  consiguientes, 
reiterando  á  V.  E.  mi  consideración  y  aprecio. 

Dios  y  libertad.  Manngn  de  Clavo,  marzo  11  de  1837. —  Antonio 
López  de  Santa- Anna. — Excmo.  Sr.  ministro  de  guerra  y  marina. 


715 

Traducido. —  Parte  de  Houston. —  Cuartel  general  del  ejército. — 
San  Jacinto,  abril  25  de  1836. — A  S.  E.  David  G.  Burnet,  presidente 
de  la  república  de  Texas. —  Sr. :  ¡Siento  infinito  que  la  situación  en 
que  rne  he  hallado  desde  la  batalla  del  día  21  haya  sido  tal,  que  no 
me  haya  permitido  dirigir  á  vd.  mi  parte  oficial  antes  de  ahora  acer- 
ca de  dicha  acción. 

Tengo  el  honor  de  informar  á  vd.,  que  en  la  tarde  del  18  del  co- 
rriente, después  de  una  marcha  forzada  de  55  millas,  que  se  efectuó 
en  dos  días  y  medio,  el  ejército  llegó  al  frente  de  Harrisburg;  esa  tar- 
de se  tomó  á  un  correo  del  enemigo,  por  el  cual  supe  que  el  General 
Santa-  Anna,  con  una  de  las  tres  secciones  de  su  ejército,  había  mar- 
chado en  la  dirección  del  paso  de  Liuchburg  sobre  San  Jacinto;  que- 
mando de  paso  á  Harrisburg.  Se  previno  al  ejército  se  tuviese  listo 
para  marchar  temprano  al  día  siguiente.  En  la  mañana  del  19,  el 
grueso  de  él  efectuó  el  paso  del  Buffalo  Bayon  abajo  de  Harrisburg, 
dejando  á  retaguardia  los  equipajes,  los  enfermos  y  una  suficiente 
guardia.  Continuamos  la  marcha  toda  la  noche,  no  haciendo  más 
que  un  alto  en  el  llano,  muy  corto,  y  sin  tomar  alimento.  Al  romper 
el  día  nos  volvimos  á  poner  en  marcha,  y  á  poca  distancia,  nuestros 
exploradores  se  encontraron  con  los  del  enemigo,  y  recibimos  noticia 
que  el  General  Santa-Auna  se  hallaba  en  New  Washington,  y  que 
aquel  mismo  día  se  dirigía  á  Anáhuac  por  el  paso  de  Liuchburg.  El 
ejército  texano  hizo  alto  como  á  media  milla  del  paso,  en  un  bosque, 
y  se  hallaba  ocupado  en  matar  reses,  cuando  el  ejército  de  Santa - 
Anna  se  descubrió  marchando  en  batalla,  habiendo  levautado  su 
campo  de  la  punta  de  Clopper,  8  millas  más  abajo.  Se  dispusieron 
nuestras  fuerzas  inmediatamente,  y  se  hicieron  preparativos  para  su 
recepción.  Tomó  uua  posición  con  su  infantería  y  artillería  en  el 
centro,  ocupando  un  bosque  aislado;  y  su  caballería  cubría  su  ala  iz- 
quierda. La  artillería  comenzó  entonces  sus  fuegos  sobre  nosotros, 
y  consistía  de  una  pieza  reforzada  de  á  12,  de  bronce.  La  infantería 
en  columna  avanzó  con  el  designio  de  cargar  sobi*e  nuestra  línea; 
pero  fué  rechazada  por  una  descarga  de  metralla  de  nuestra  artillería 
que  se  componía  de  dos  piezas  de  á  G.  El  enemigo  había  ocupado 
un  pequeño  bosque  á  distancia  de  tiro  de  rifle  sobre  nuestra  izquier- 
da, desde  donde  se  contestaban  de  cuando  en  cuando  los  fuegos  de 
la  tropa,  hasta  que  el  enemigo  se  retiró  á  uua  posición  sobre  la  orilla 


716 

de  San  Jacinto,  como  á  tres  cuartos  de  milla  de  nuestro  campo,  y 
comenzó  su  reducto.  Poco  antes  de  meterse  el  sol,  nuestra  gente  mon- 
tada en  número  como  de  85,  bajo  el  mando  especial  del  Coronel  Sher- 
mau,  hizo  una  salida  con  el  objeto  de  hacer  un  reconocimiento  sobre 
el  enemigo.  Mientras  avanzaban,  recibieron  una  descarga  de  la  iz- 
quierda de  la  infantería  enemiga;  y  después  de  una  reñida  refriega 
con  la  caballería  del  enemigo  en  que  la  nuestra  se  manejó  bien  y  des- 
plegó actos  de  un  valor  decidido,  se  retiró  en  buen  orden,  habiendo 
tenido  dos  heridos  de  riesgo  y  varios  caballos  muertos;  al  mismo 
tiempo,  la  infantería  al  mando  del  Teniente  Coronel  Muíanos,  y  Col 
Bush  con  la  artillería,  habían  salido  también  para  cubrir  la  retirada 
en  caso  necesario.  Todos  ellos  se  retiraron  en  buen  orden  á  nuestro 
campo  al  meterse  el  sol,  y  permanecieron  sin  que  hubiese  ninguna 
acción  ostensible  hasta  el  día  21  á  las  tres  y  media  de  la  tarde,  to- 
mando el  primer  alimento  que  hacía  dos  días  no  probaban.  El  ene- 
migo entretanto  extendió  su  flanco  derecho  hasta  ocupar  la  extre- 
midad de  un  corto  bosque  á  la  orilla  de  San  Jacinto,  y  aseguró  su 
izquierda  con  una  trinchera  como  de  cinco  pies  de  alto,  construida 
de  cargas  y  equipajes,  dejando  una  tronera  en  el  centro,  en  la  que 
colocó  su  artillería;  la  caballería  se  hallaba  sobre  su  ala  izquierda. 
*  Como  á  las  nueve  de  la  mañana  del  día  21,  el  enemigo  fué  refor- 
zado per  500  hombres  escogidos,  ai  mando  del  General  Cos,  lo  cual 
hacía  subir  su  fuerza  efectiva  á  más  de  1,500  hombres,  mientras  que 
la  nuestra  no  podía  pasar  en  su  mayor  número  de  más  de  783.  A  las 
tres  y  media  de  la  tarde  mandó  que  los  oficiales  del  ejército  texano 
presentasen  en  revista  sus  respectivas  compañías,  y  mandó  al  mismo 
tiempo  que  el  único  puente  que  había  sobre  el  camino  de  los  Brazos, 
distante  8  millas  de  nuestro  campo,  fuese  destruido,  para  cortar  así 
toda  posibilidad  de  escape.  Nuestras  tropas  se  alistaron  con  prontitud 
y  decisión,  y  se  hallaban  deseosas  del  combate.  El  conocimiento  de 
su  disparidad  numérica  sólo  parecía  aumentar  su  entusiasmo  y  con- 
fianza, y  hacía  más  grande  su  ansiedad  por  el  conflicto.  Nuestra 
situación  me  proporcionó  oportunidad  de  tomar  mis  medidas  prepa- 
ratorias para  el  ataque,  sin  exponer  mis  designios  al  enemigo.  El 
primer  regimiento,  mandado  por  el  Coronel  Burleron,  fué  colocado 
en  el  centro. 

El  segundo  regimiento  al  mando  del  Coronel  Sherman,  formaba 


717 

la  ala  izquierda  del  ejército.  La  artillería  bajo  el  mando  especial  del 
Coronel  George  W.  Hocley,  inspector  general,  se  hallaba  á  la  dere- 
cha del  primer  regimiento,  y  cuatro  compañías  de  infantería  al  man- 
do del  Teniente  Coronel  Enrique  Millard,  sostenían  la  artillería  sobre 
la  derecha.  Nuestra  caballería  en  número  de  sesenta  y  uno,  manda- 
da por  el  Coronel  Mirabeau  B.  Lámar  (cuya  valerosa  y  atrevida  con- 
ducta en  el  día  anterior  le  atrajo  la  admiración  de  sus  camaradas  y 
le  llamó  á  aquel  mando),  se  hallaba  á  la  extremidad  de  nuestra  de- 
recha y  completaba  nuestra  línea.  Nuestra  caballería  fué  primera- 
mente despachada  al  frente  de  la  izquierda  del  enemigo  para  llamarle 
la  atención,  eu  tanto  que  un  bosque  inmediato  nos  proporcionaba  la 
oportunidad  de  concentrar  en  él  nuestras  fuerzas  y  desplegar  desde 
allí,  en  los  términos  que  queda  dicho. 

Todas  las  evoluciones  se  efectuaron  con  rapidez,  avanzando  todo 
rápidamente  en  una  línea  y  en  medio  de  un  llano  descubierto,  sin 
protección  ninguna  para  nuestra  gente.  La  artillería  avanzó  y  se  co- 
locó á  doscientas  varas  de  la  trinchera  del  enemigo,  y  comenzó  un 
fuego  efectivo  de  bala  y  metralla. 

El  Coronel  Sherman,  habiendo  empezado  la  acción  por  nuestra 
izquierda,  toda  la  línea  del  centro  y  la  derecha,  avanzó  á  paso  redo- 
blado pronunciando  la  palabra  guerrera  de  "  recordad  el  Álamo"  y 
recibió  el  fuego  del  enemigo,  habiéndose  adelantado  hasta  ponerse 
á  tiru  de  punto  en  blanco  antes  de  descargarse  una  sola  arma  por 
nuestra  línea.  Esta  avanzó  sin  hacer  alto  hasta  posesionarse  del 
bosque  y  trinchera  enemiga.  La  ala  derecha  de  Burleron  é  izquier- 
da de  Millard,  tomaron  posesión  de  la  trinchera,  mientras  nuestra 
artillería  se  dirigió  denodadamente  sobre  el  cañón  enemigo  hasta 
ponerse  á  distancia  de  setenta  varas,  cuando  fué  tomado  por  nues- 
tras tropas.  El  conflicto  duró  como  diez  y  ocho  minutos  desde  que 
comenzó  la  acción  hasta  que  nos  hallamos  en  posesión  del  campo 
enemigo,  tomando  un  cañón  cargado,  cuatro  banderas,  todos  los 
equipajes  y  demás  útiles  de  campaña.  Nuestra  caballería  dio  una 
carga  y  derrotó  á  la  enemiga  sobre  la  derecha,  y  persiguió  los  fu- 
gitivos hasta  encontrarse  con  el  puente  de  que  he  hablado  antes.  El 
Capitán  Karnes,  siempre  entre  los  primeros  en  el  peligro,  mandaba 
á  los  perseguidores.  La  acción  en  la  trinchera  duró  pocos  momen- 
tos; algunos  de  los  nuestros  pelearon  individualmente,  y  no  teniendo 


718 

la  ventaja  de  las  bayonetas  por  parte  nuestra,  nuestros  rifleros  usa- 
ban de  sus  armas  como  de  masas  de  guerra,  rompiendo  varias  de 
ellas  para  abrir  brecha.  La  derrota  comenzó  como  á  las  cuatro  y 
media,  y  el  alcance  por  el  cuerpo  principal  del  ejército  continuó  has- 
ta oscurecerse.  Entonces  se  puso  una  guardia  para  cuidar  del  cam- 
po enemigo,  y  nuestro  ejército  volvió  con  sus  muertos  y  heridos. 
En  la  acción,  nuestra  pérdida  fué  de  dos  muertos  y  veintitrés  heridos, 
de  los  cuales  seis  mortalmente.  La  pérdida  del  enemigo  fué  de  seis- 
cientos muertos,  entre  los  cuales  se  hallaban  un  general,  cuatro 
coroneles,  dos  tenientes  coroneles,  siete  capitaues  y  tm  cadete.  Pri- 
sioneros, setecientos  treinta;  el  presidente  General  Santa- Auna,  Ge- 
neral Cos,  cuatro  coroneles  ayudantes  del  General  Santa -Auna, 
seis  tenientes  coroneles,  el  secretario  particular  del  General  Santa- 
Auna,  y  el  Coronel  del  batallón  Guerrero,  se  incluyen  en  el  número. 
El  General  Santa- Auna  no  fué  tomado  hasta  el  22,  y  el  General 
Cos  hasta  ayer,  habiendo  escapado  muy  pocos.  Se  han  í'ecogido  co- 
mo seiscientos  fusiles,  trescientos  sables  y  doscientas  pistolas  desde 
la  acción  á  acá;  se  tomaron  igualmente  algunos  centenares  de  muías 
y  caballos,  y  como  doce  mil  pesos.  Por  algunos  días  antes  de  la  ac- 
ción, nuestras  tropas  han  tenido  que  hacer  marchas  forzadas  y  que 
sufrir  fuertes  aguaceros,  con  el  inconveniente  grave  de  caminos  exce- 
sivamente malos,  mal  provistas  de  raciones  y  vestuario.  Sin  embar- 
go, en  medio  de  las  dificultades,  se  han  conducido  con  sufrimiento  y 
resignación;  y  han  verificado  sus  marchas  con  presteza  y  actividad, 
sin  notarse  murmuración  alguna.  Antes  y  después  de  la  acción,  mi 
estado  mayor  se  manifestó  siempre  dispuesto  á  ser  útil,  y  se  hallaba 
llenando  sus  deberes.  En  el  conflicto  se  me  ha  asegurado  que  los  in- 
dividuos que  lo  componen  se  condujeron  de  una  manera  digna  de  per- 
tenecer al  ejército  de  San  Jacinto.  El  Coronel  Thomas  J.  Rusk,  se- 
cretario de  la  guerra,  se  halló  en  el  campo.  Hacía  algunas  semanas 
que  sus  servicios  eran  de  la  mayor  utilidad  al  ejército.  En  la  acción 
se  halló  en  la  ala  izquierda  en  donde  el  Coronel  Sherman  se  encontró 
con  el  enemigo  y  lo  desalojó;  se  condujo  con  denuedo,  y  continuó 
sus  esfuerzos  con  actividad,  permaneciendo  con  los  perseguidores 
hasta  que  cesó  toda  resistencia. 

Tengo  el  honor  de  transmitir  una  lista  de  todos  los  oficiales  que 
se  hallaron  en  la  acción,  que  respetuosamente  pido  se  publique  como 


719 

un  acto  de  justicia  hacia  los  individuos.  Por  lo  que  toca  á  la  particu- 
lar recomendación  del  general  en  jefe,  hacia  la  conducta  de  los  que 
mandaron  en  la  acción,  ó  hacia  los  que  fueron  mandados,  es  cosa 
que  sería  imposible.  El  resultado  de  la  acción  es  una  prueba  con- 
clusiva de  la  intrepidez  y  valor  con  que  se  condujeron;  todos  los  ofi- 
ciales y  soldados  manifestaron  que  eran  dignos  de  la  causa  que  de- 
fendían, en  tanto  que  el  triunfo  recibió  lustre  por  la  humanidad  con 
que  caracterizó  su  conducta  después  de  la  victoria,  y  que  tan  justa- 
mente los  hace  acreedores  á  la  admiración  y  gratitud  de  su  general. 
Tampoco  debemos  omitir  el  tributo  de  nuestro  profundo  reconoci- 
miento hacia  al  Supremo  Ser  que  dh-ige  los  destinos  de  la  nación,  y 
que  en  el  tiempo  más  afligido  nos  concede  detener  el  brazo  de  un 
poderoso  invasor  cuando  se  hallaba  devastando  nuestro  país. 

Tenge  el  honor  de  ser  con  alta  consideración  vuestro  obediente 
servidor.  —  Samuel  Hoaston,  Comandante  en  jefe. 


A  S.  E.  el  General  D.  Andrés  Jackson,  presidente  de  los  Estados 
Uuidos  de  América. — Columbia  (Texas), .julio  4  de  18-36. 

Muy  señor  mió  y  de  mi  aprecio: 

Cumpliendo  con  los  deberes  que  la  patria  y  el  honor  imponen  al 
hombre  público,  vine  á  este  país  á  la  cabeza  de  seis  mil  mexicanos. 
Los  azares  de  la  guerra,  que  las  circunstancias  hicieron  inevitable, 
me  redujeron  á  la  situación  de  prisionero,  en  que  me  conservo,  según 
estará  vd.  impuesto.  La  buena  disposición  del  Si\  D.  Samuel  Iíous- 
ton,  General  en  jefe  del  ejército  texano,  para  la  terminación  de  la 
guerra;  la  de  su  sucesor  el  Sr.  D.  Thomas  J.  Rusk;  la  decisión  del 
gabinete  y  presidente  de  Texas  por  una  transacción  entre  las  dos 
partes  contendientes,  y  mi  convencimiento,  produjeron  los  conve- 
nios de  que  adjunto  á  vd.  copias,  y  las  órdenes  que  dicté  á  mi  segun- 
do el  General  Filisola,  para  que  con  el  resto  del  ejército  mexicano 


720 

se  retirara  desde  este  río  de  los  Brazos,  en  el  que  se  hallaba,  hasta 
el  otro  del  río  Bravo  del  Norte. 

No  cabiendo  duda  que  el  General  Filisola  cumplía  religiosamen- 
te con  cuanto  le  correspondía,  el  presidente  y  gabinete  dispusieron 
mi  marcha  á  México,  para  poder  llenar  allí  los  demás  compromisos,  y 
al  efecto  fui  embarcado  en  la  goleta  "  Invencible,  "  que  debía  condu- 
cirme al  puerto  de  Veracruz;  pero  desgraciadamente  algunos  indis- 
cretos produjeron  un  alboroto,  que  precisó  á  la  autoridad  á  desem- 
barcarme violentamente,  y  á  reducirme  otra  vez  á  estrecha  prisión. 
Semejante  incidente  obstruyó  mi  llegada  á  México  desde  princi- 
pios del  mes  pasado,  y  él  ha  causado  que  aquel  gobierno,  ignorando 
sin  duda  lo  ocurrido,  haya  separado  del  ejército  al  General  Pilisola, 
ordenando  al  General  Urrea,  á  quien  se  ha  concedido  el  mando,  la 
continuación  de  sus  operaciones,  en  cuya  consecuencia  se  encuentra 
ya  este  general  en  el  río  de  las  Nueces,  según  las  últimas  noticias. 
En  vano  algunos  hombres  previsivos  y  bien  intencionados  se  han 
esforzado  en  hacer  ver  la  necesidad  de  moderar  las  pasiones,  y  de 
mi  marcha  á  México,  como  estaba  acordado;  la  exaltación  se  ha  vi- 
gorizado con  la  vuelta  del  ejército  mejicano  á  Texas,  y  he  aquí  la 
situación  que  guardan  hoy  las  cosas. 

La  continuación  de  la  guerra  y  sus  desastres  serán  por  consi- 
guiente inevitables,  si  una  mano  poderosa  no  hace  escuchar  opor- 
tunamente la  voz  de  la  razón.  Me  parece,  pues,  que  vd.  es  quien 
puede  hacer  tanto  bien  á  la  humanidad,  interponiendo  sus  altos  res- 
petos para  que  se  lleven  al  cabo  los  citados  convenios,  que  por  mi 
parte  serán  exactamente  cumplidos. 

Cuando  me  presté  á  tratar  con  este  gobierno,  estaba  convencido 
ser  innecesaria  la  continuación  de  la  guerra  por  parte  de  México. 
He  adquirido  exactas  noticias  de  este  país,  que  ignoraba  hace  cuatro 
meses.  Bastante  celoso  soy  de  los  intereses  de  mi  patria  para  no  de- 
searle lo  que  mejor  le  convenga.  Dispuesto  siempre  á  sacrificarme 
por  su  gloria  y  bienestar,  no  hubiera  vacilado  en  preferir  los  tor- 
mentos ó  la  muerte,  antes  de  consentir  en  transacción  alguna,  si  con 
aquella  conducta  resultase  á  México  ventaja.  El  conveucimieuto  pie. 
no  de  que  la  presente  cuestión  es  más  conveniente  terminarla  por 
medio  de  negociaciones  políticas,  es  en  fin,  lo  que  únicamente  me 
ha  decidido  á  convenir  sinceramente  en  lo  estipulado.  De  la  misma 
manera  hago  á  vd.  esta  franca  declaración. 


721 

Sírvase  vd.,  pues,  favorecerme  con  igual  confianza,  proporcio- 
nándome la  satisfacción  de  evitar  males  próximos,  y  de  contribuir  á 
los  bienes  que  me  dicta  mi  corazón.  Entablemos  mutuas  relaciones 
para  que  esa  nación  y  la  mexicana  estrechen  la  buena  amistad,  y 
puedan  entrambas  ocuparse  amigablemente  en  dar  ser  y  estabilidad 
á  un  pueblo  que  desea  figurar  en  el  mundo  político,  y  que  con  la  pro- 
tección de  las  dos  naciones  alcanzará  su  objeto  en  pocos  años. 

Los  mexicanos  son  magnánimos  cuando  se  les  considera.  Yo  les 
patentizai'é  con  pureza  las  razones  de  conveniencia  y  humanidad, 
que  exigen  un  paso  noble  y  franco,  y  no  dudo  lo  harán  tan  pronto 
como  obre  el  convencimiento. 

Por  lo  expuesto  se  penetrará  vd.  de  los  sentimientos  que  me  ani- 
man, con  los  mismos  que  tengo  el  honor  de  ser  su  muy  adicto  y  obe- 
diente servidor. — Antonio  López  de  Santa- Anna. 


Hermitage,  septiembre  4  de  1836. — Al  General  Antonio  López  de 
Santa- Anna. — Señor. —  Tengo  el  honor  de  acusar  el  recibo  de  la 
carta  de  vd.  fecha  4  de  julio  último,  que  me  ha  sido  transmitida  por 
el  General  Samuel  Houston,  bajo  cubierta  de  una  de  él,  remitida  por 
expreso  violento  por  el  General  Gaines,  Comandante  de  Jas  fuerzas 
de  los  Estados  Unidos  cerca  de  la  frontera  de  Texas.  El  grande  ob- 
jeto de  estas  comunicaciones  parece  ser  el  de  terminar  los  desastres 
que  necesariamente  son  consiguientes  á  la  guerra  civil  que  está  ha- 
ciendo extragos  en  Texas,  y  el  de  pedir  la  interposición  de  los  Esta- 
dos Unidos  para  conseguir  objeto  tan  humano  y  tan  apetecible.  El 
que  faltase  cualquiera  esfuerzo  bien  intencionado  de  parte  de  vd.  en 
la  consecución  de  este  fin,  es  calculado  para  excitar  el  sentimiento  de 
todos  los  que  justamente  aprecian  los  beneficios  de  la  paz,  y  que 
toman  interés  en  las  causas  que  contribuyen  á  la  prosperidad  de  Mé- 
xico y  de  sus  relaciones  interiores  y  exteriores.  El  gobierno  de  los 
Estados  Unidos  se  halla  siempre  dispuesto  á  cultivar  la  paz  y  amis- 
tad de  todas  las  naciones;  pero  procedo  sobre  el  principio  de  que  to- 

Tomo  II.— 90 


722 

das  ellas  tienen  el  derecho  de  alterar,  reformar  ó  cambiar  su  propio 
gobierno  según  disponga  el  poder  soberano,  el  pueblo.  Bajo  este 
respecto,  nunca  interviene  en  la  política  de  otras  potencias,  ni  puede 
permitir  que  se  intervenga  en  la  suya  interior.  Conforme  con  este 
principio,  todo  lo  que  podamos  hacer  para  restablecer  la  paz  entre 
naciones  contendientes,  ó  remover  las  causas  de  sus  desavenencias, 
se  halla  gustosamente  á  la  disposición  de  los  que  quieran  descansar 
ó  fiar  en  nuestros  buenos  oficios,  como  un  amigo  ó  mediador.  Sin 
embargo,  respecto  del  convenio  que  vd.  como  representante  de  Mé- 
xico, ha  hecho  con  Texas,  y  para  el  cual  invita  la  interposición  de  los 
Estados  Unidos,  vd.  verá  desde  luego  que  nos  está  prohibido  por  el 
carácter  de  las  comunicaciones  que  se  nos  han  dirigido  por  el  mi- 
nistro mexicano,  el  tomarlo  en  consideración.  Aquel  gobierno  nos 
ha  notificado  que  mientras  vd.  permanezca  prisionero,  ningún  acto 
suyo  será  considerado  como  obligatorio  para  las  autoridades  mexi- 
canas. Bajo  estas  circunstancias,  vd.  percibirá  fácilmente,  que  la 
buena  fe  debida  á  México,  así  como  el  principio  general  á  que  he 
aludido  antes,  y  que  forma  la  base  de  nuestras  relaciones  con  las  po- 
tencias extranjeras,  no  me  permiten  dar  ningún  paso  semejante  al 
que  vd.  esperaba.  Sin  embargo,  si  México  significare  ó  indicare  de- 
seos de  querer  aprovecharse  de  nuestros  buenos  oficios  para  conse- 
guir los  resultados  deseados  que  vd.  ha  expresado,  nada  podría  dar- 
me más  gusto  que  el  de  dedicar  á  ellos  mis  mejores  servicios.  Ser 
instrumento  en  la  terminación  de  los  males  de  la  guerra  civil,  y  sus- 
tituir en  su  lugar  los  beneficios  de  la  paz,  es  uu  privilegio  divino. 
Todo  gobierno,  y  el  pueblo  de  todos  países,  deberían  considerarse 
muy  dichosos  al  poder  manifestar  de  esta  manera  el  amor  que  se  de- 
ben tener  entre  sí,  y  su  interés  en  los  principios  generales  que  se 
aplican  á  ellos  todos,  como  miembros  de  la  familia  común  del  hombre. 
La  carta  de  vd.  y  la  del  General  Houston,  Comandante  en  jefe 
del  ejército  texano,  serán  la  base  de  una  inmediata  entrevista  con  el 
ministro  de  México  en  Washington.  Ellas  apresurarán  mi  regreso 
á  aquella  ciudad,  para  donde  me  dirigiré  dentro  de  pocos  días,  es- 
perando llegar  á  ella  para  el  1?  de  octubre.  Entre  tanto  espero  que 
México  y  Texas,  sintiendo  que  la  guerra  es  la  mayor  de  las  calami- 
dades, reflexionarán  antes  de  emprender  otra  campaña,  y  de  agre- 
gar á  las  numerosas  escenas  de  sangre  que  han  marcado  ya  el  curso 


723 

de  su  contienda,  y  que  han  causado  tanto  dolor  á  sus  amigos  los  cris- 
tianos de  todo  el  mundo. 

Estase  remite  bajo  cubierta  del  General  Houston,  quien  la  trans- 
mitirá á  vd.  por  conducto  seguro. 

Soy  muy  respetuosamente  de  vd.  su  obediente  servidor. — Andrés 
Jackson. 

Son  copias.  México,  marzo  24  de  1837.  —Ignacio  del  Corral, 


Documento  Núm.  3. 


INTRODUCCIÓN. 

Que  La  Salle  cuaudo  vagaba  en  busca  del  Mississippí  recién  des- 
cubierto, '  haya  ó  no  discurrido  por  aquella  parte  del  territorio  de 
Texas  que  está  situada  entre  el  Guadalupe  y  el  Sabina,  en  tiempos 
todavía  en  que  los  españoles  no  contaban  allí  con  establecimiento 
alguno,  y  que  edificara  ó  no  entonces  un  fuerte  provisional  donde 
abrigarse  momentáneamente,  son  cuestiones  éstas  de  poquísima  im- 
portancia en  el  día;  puesto  que  aun  cuando  pudieran  resolverse  en 
la  afirmativa,  de  nada  aprovecharía  su  solución  á  los  actuales  po- 
seedores de  la  Luisiana,  como  herederos  de  la  Francia.  Cualquier 
derecho  que  esta  misma  Francia  pudo  adquirir  en  tal  hipótesis  sobre 
aquella  parte  de  Texas,  por  ser  La  Salle  su  casual  descubridor  y  su 
primer  ocupante  (si  es  que  lo  fué),  lo  debió  perder  indudablemente 
tan  luego  como  no  lo  hizo  valer  á  tiempo,2  y  cuando  por  el  contrario 

1  Por  el  padre  Marquete  y  un  tal  Joliet  de  Quebec  en  1673. 

2  La  primera  especie  de  protesta  pública  que  recordamos  de  la  Francia  sobre 
los  descubrimientos  de  La  Salle,  fué  la  que  hizo  en  términos  muy  vagos  y  muy 
generales  cuando  se  celebró  el  tratado  de  Aix  la  Chapelle  en  1748  :  allí  hablaba  de 
los  descubrimientos  hechos  por  La  Salle  y  otros  franceses  sobre  los  lagos  superio- 
res, el  Mississippí  y  el  Illinois,  sin  expresar  cuáles  eran. 


724 

dejó  á  España  todo  el  beneficio  de  una  larguísima  prescripción.  Las 
posteriores  transacciones  diplomáticas,  reconociendo  en  seguida 
otros  derechos,  más  nuevos  y  más  positivos,  hubieran  nulificado  en 
todo  caso  aquellos  que  eran  de  fecha  más  remota  y  de  naturaleza 
más  equívoca. l 

La  verdad  es  que  todavía  en  1764  (en  que  la  Francia  cedió  la 
Luisiana  á  la  España)  se  sabía  y  decía  por  todos  que  si  los  franceses 
se  habían  establecido  en  Natchitoches,  lo  habían  hecho  sólo  por  mera 
tolerancia  ó  descuido  de  las  autoridades  españolas.  Los  que  quie- 
ran enterarse  de  este  hecho,  así  como  del  modo  con  que  antes  se 
habían  ido  formando  los  establecimientos  franceses  al  Oeste  del  Mis 
sissippí,  podrán  consultar  una  nota  muy  clara  y  muy  detallada  que 
dirigió  D.  Luis  Onís  el  5  de  enero  de  1818,  al  Sr.  Adams,  secretario 
de  Estado  de  los  Estados  Unidos,  y  la  que  se  ha  impreso  por  Gales 
y  Seaton  en  su  colección  de  documentos  públicos,  en  la  parte  que 
corresponde  á  relaciones  exteriores. 

Ni  tampoco  pudo  el  tratado  de  San  Ildefonso  conferir  después  á 
la  Francia  mayores  ni  otros  derechos;  porque  España  al  devolver  la 
Luisiana,  expresó  terminantemente  que  la  devolvía  tal  como  la  había 
recibido.  En  prueba  de  ello  tenemos  un  dato  notorio;  y  es  que  la  úl- 
tima visita  pastoral  que  el  Obispo  español  D.  Primo  Feliciano  Marín 
hizo  á  Natchitoches,  la  hizo  en  el  año  de  1805. 

Pero  no  menos  la  fundación  del  pueblo  de  Natchitoches  por  al- 
gunos aventureros  fraceses  (cazadores  los  más  de  ellos  ó  traficantes 
en  pieles  con  los  vecinos  indios),  aunque  tolerada  al  principio  por  los 
españoles  de  Texas,  dio  lugar  más  tarde  á  disputas  y  colisiones  entre 
ellos.  Para  evitarlas  en  lo  posible  se  recouoció  por  unos  y  otros  una 

1  En  el  privilegio  perpetuo  que  concedió  Luis  XIV  en  1712  (30  años  después 
del  descubrimiento  de  La  Salle)  á  Felipe  Crozat  y  sus  herederos  de  todas  las  mi- 
nas que  se  hallasen  en  el  país  que  se  llamaba  ljuisiana,  se  describe  así  este  país : 
"  limitado  al  Oeste  por  Nuevo  México,  y  al  Este  por  tierras  de  los  ingleses  de  la 
"  Carolina,  incluyendo  todos  los  establecimientos,  puertos,  ensenadas  y  ríos,  prin- 
"  cipalmente  el  puerto  y  ensenada  de  las  islas  del  Delfín,  antes  llamadas  del  .\í<is- 
"  sacre,  el  río  de  San  Luis  antes  llamado  ti  Mississippí,  junto  con  el  río  San  Feli- 
"  pe  antes  llamado  Ouabache,  y  con  todos  los  lagos  interiores  y  ríos  que  desembo- 
"  quen  en  esta  parte  del  río  San  Luis."  Ahora  bien,  ni  el  Sabina,  ni  el  Colorado, 
ni  el  Guadalupe,  ni  el  Bravo  desembocan  que  sepamos  en  el  Mississippí.  Claro  es 
que  no  se  contaba  con  ellos. 


725 

especie  de  línea  convencional  que  corría  entre  los  ríos  Mermento  y 
Carcasieu,  seguía  por  Arroyo  Hondo,  pasaba  entre  el  Adaes  y  Nat- 
chitockes,  y  concluía  en  el  río  Rojo.  Tal  fué  la  frontera  conocida  de 
la  Luisiaua  por  la  parte  de  Texas  durante  dilatados  años. 

No  se  logró  ni  aún  así  acabar  con  aquellas  disputas;  porque  los 
franceses  de  Natchitoches  violaban  á  cada  paso  la  línea  convencio- 
nal para  acercarse  al  Sabina;  y  porque  los  españoles  de  Nacogdo- 
cb.es,  que  pasaban  diariamente  aquel  río,  los  encontraban  á  medio 
camino,  y  contendían  por  un  terreno  qne  consideraban  como  suyo. 
De  la  repetición  de  estas  escenas  se  derivó  al  cabo  que  se  diera  vul- 
garmente el  título  de  territorio  contestado  ó  disputado  á  todo  el  espacio 
que  mediaba  entre  dicha  líuea  convencional  y  la  orilla  izquierda  del 
Sabina.  Decimos  vulgarmente,  en  razón  á  que  ni  las  autoridades  es- 
pañolas de  la  frontera  reconocieron  jamás  semejante  designación,  ni 
las  francesas  se  sirvieron  tampoco  de  ella  en  ninguno  de  sus  actos. 
Bien  claro  manifestó  lo  primero  el  gobernador  Herrera,  cuando  el 
Coronel  Cushing,  Comandante  de  un  destacamento  americano  le  pre- 
guntó en  1806,  que  porqué  había  pasado  el  Sabina.1 

Los  Estados  Unidos,  sin  embargo,  pretendieron  en  el  referido 
año  de  1806,  y  en  la  ocasión  á  que  se  acaba  de  aludir,  no  sólo  que 
existía  semejante  disputa  de  terreno,  sino  que  este  terreno  les  co- 
rrespondía de  derecho  por  estar  comprendido  en  la  demarcación  de 
Natchitoches.  Por  eso  enviaron  en  aquella  primavera  un  cuerpo 
de  tropas  al  mando  del  General  Wilkinson  con  orden  de  repeler  las 
fuerzas  españolas  que  se  encontraban  ya  con  Herrera  al  Este  del 
Sabina,  considerando  semejante  acto  como  una  violación  de  territo- 
rio. Se  fundaron,  además,  en  que  se  había  iniciado  ya  una  negocia 
ción  con  España  sobre  límites,  y  que  entretanto  debía  de  mantenerse 
por  ambas  partes  lo  que  ellos  llamaban  "  el  statuo  quo."2 

1  "Es  verdad  que  he  pasado  el  Sabina  con  un  cuerpo  de  tropas  del  rey  mi 
"  amo,  y  de  orden  del  capitán  general,  para  proteger  este  territorio  de  todo  hostil 
"  ataque;  porque  pertenece  de  tiempo  inmemorial  al  rey,  habiendo  dependido  siempre  del 
"  yohierno  de  Texas."  Véase  su  carta  fechada  en  la  plantación  de  Mr.  Prudon,  á  6 
"  de  agosto  de  1806,  en  el  apéndice  al  tomo  II  de  las  Memorias  del  General  Wil- 
"  kinson.  " 

2  Carta  del  secretario  de  la  guerra  al  General  Wilkinson. 

Departamento  de  la  guerra,  6  de  mayo  de  1806.  Los  informes  que  recientemen  ■ 


726 

En  cuanto  á  la  causa  é  incidencias  del  movimiento  del  General 
Wilkinson,  nada  podemos  hacer  mejor  para  dar  una  idea  de  ellas  á 
nuestros  lectores,  que  copiar  las  propias  palabras  con  que  el  mismo 
general  las  recuerda  en  el  capítulo  10,  del  tomo  1?  de  sus  Memorias, 
impresas  en  Filadelña  en  1816.  Dice  allí  así:  "  Las  pretensiones  de 
"  ios  Estados  Unidos  respecto  á  la  todavía  mal  determinada  frontera 
"occidental,  indujeron  al  gobierno  español  á  que  adelantase  en  la 
"  primavera  de  1806  una  división  suya,  y  á  que  tomase  con  ella  po- 
"  sesión  de  todo  el  territorio  que  está  al  Este  del  río  Sabina  hasta 
u  Arroyo  Hondo,  pequeño  riachuelo  á  seis  millas  de  Natchitoches,  y 
"  el  que  era,  á  lo  que  decía  el  Comandante  español  Herrera,  el  auti- 
"  guo  límite  de  la  provincia  do  Texas.  Para  repeler  la  invasión  or- 
"  denó  el  presidente  de  los  Estados  Unidos,  que  se  reuniese  en  Nat- 
"  chitoches  un  pequeño  número  de  tropas,  y  allí  las  encontré  yo  mal 
"  preparadas  y  sin  municiones;  pero  tan  luego  como  este  destaca- 
"  mentó  se  equipó  para  combate,  marchó  á  su  cabeza  contra  los  in- 
"  vasores,  quienes  sin  embargo,  previnieron  la  colisión  repasando 
"  con  tiempo  el  ¡Sabina.  Siguióse  á  esto  la  celebración  de  un  conve- 
"  nio  enteramente  pacífico,  y  por  el  cual  se  estipuló,  que  en  tanto 

te  se  han  recibido  de  la  Nueva  Orleans  y  sus  inmediaciones,  arrojas  de  sí  tal  evi- 
dencia sobre  la  hostilidad  de  las  intenciones  que  abrigan  los  oficiales  de  S.  M. 
C.  en  aquella  frontera,  que  ya  se  requiere  la  mas  estricta  precaución  por  parte  de 
los  Estados  Unidos 

Por  lo  mismo,  y  tan  pronto  como  sea  practicable,  se  trasladará  vd.  al  territo- 
rio de  Orleans  ó  sus  inmediaciones  para  tomar  allí  el  mando  de  las  tropas  que  lo 
guarnecen,  así  como  de  las  milicias  ó  voluntarios  que  puedan  llegar  á  necesitarse 
para  la  defensa  del  país.  Y  tratará  vd.,  por  cuantos  medios  estén  á  su  alcaucí',  de 
repeler  cualquier  invasión  del  territorio  de  los  Estados  Unidos  al  Este  del  río  Sa- 
bina, ó  al  Occidente  y  Norte  de  los  límites  de  lo  que  se  ha  llamado  Florida  Occi- 
dental   

Será  conveniente  aprovechar  la  primera  oportunidad  que  se  presente  para  dar 
á  los  gobernadores  de  Florida  y  Texas  una  idea  clara  y  exacta  de  los  principios  que 
dirigen  á  este  gobierno  con  respecto  á  esas  regiones,  á  saber:  que  en  tanto  que  no 
se  terminen  las  negociaciones  que  penden  entre  los  Estados  Unidos  y  España,  nin- 
gún punto  militar  deberá  ser  avanzado  por  ninguna  de  las  dos  partes;  que  sea  cual 
fuere  la  opinión  que  se  pueda  tener  sobre  los  Límites  de  la  Luisiana,  no  se  tomará 
medida  alguna  de  naturaleza  militar  que  pueda  conexionarse  con  la  frontera  defi- 
nitiva; que  los  Estados  Unidos  no  cometerán  ningún  acto  de  hostilidad  contra 
los  subditos  de  S.  M.  C,  á  menos  que  éstos  no  intenten  cambiar  el  existente  es- 


727 

"  que  las  negociaciones  (sobre  límites)  estuviesen  pendientes  entre  los 
"  dos  gobiernos,  ninguno  de  sus  ciudadanos  ó  subditos  podría  ocupar 
"  ó  invadir  parte  alguna  del  territorio  que  yace  entre  el  Sabina  y  Arro  - 
"  yo  Hondo.  Esta  convención  fué  respetada  siempre  desde  entonces 
"  por  los  españoles;  pero  lo  fué  muy  poco  por  los  ciudadanos  de  los 
"  Estados  Unidos,  quienes  subsecuentemente  cometieron  varias  agre- 
"  siones  contra  la  provincia  de  Texas,  si  no  con  anuencia  ostensible 
"  de  nuestro  gobierno,  al  menos  con  su  connivencia,  si  es  que  hemos 
"  de  juzgar  por  los  sucesos  posteriores.  "  Y  como  indicante  también 
de  que  entonces  todo  lo  que  se  quería  por  los  Estados  Unidos  era  ase- 
gurar la  neutralidad  del  mal  llamado  por  ellos  territorio  contestado,  y 
de  que  nadie  tampoco  soñaba  entonces,  de  los  mismos  individuos 
que  componían  el  destacamento  empleado  al  efecto,  en  disputar  á 
España  parte  alguna  del  territorio  de  Texas  que  está  al  Oeste  del 
Sabina,  citaremos  igualmente  un  fragmento  de  la  declaración  jurada 
que  dio  el  Coronel  Burling,  ayudante  del  General  Wilkiuson  en  el  pro- 
ceso de  Burr,  muchos  meses  después  del  suceso  que  nos  ocupa;  sus 
palabras  son  las  siguientes:  "  En  conformidad  con  esta  decisión,  las 
"  tropas  se  movieron  de  Natchitoches,  mandadas  por  el  general  en 
"  persona,  á  quien  por  petición  suya  acompañé  yo  como  ayudante  de 
"  campo.  Pero  habiéndose  sabido  con  evidencia,  y  durante  la  misma 
14  marcha,  que  el  Comandante  español  se  había  retirado  con  sus  tro- 
"  pas  á  la  orilla  derecha  del  Sabina,  esta  noticia  ocasionó  se  mani- 
"  festase  entre  nosotros  cierta  pequeña  divergencia  de  opinión  en 

tado  de  cosas,  tomando  posesión  de  algún  lugar  que  no  hubiera  estado  ya  ocupado 
por  tropas  españolas  cuando  se  entregó  la  Luisiana  á  los  Estados  Unidos;  que  la 
actual  pacífica  posesión  por  los  Estados  Unidos  de  todo  el  territorio  al  Este  del  río 
Sabina  ( con  la  insubstancial  excepción  de  Bayon  Pierre ),  debe  de  considerarse  y 
se  considerará  como  enteramente  comprendida  dentro  de  los  límites  del  país  que 
se  nos  entregó  cuando  tomamos  posesión  de  Natchitoches;  y  que  por  lo  mismo 
cualquier  acto  por  parte  de  los  oficiales  de  S.  M.  C.  que  inquiete  el  actual  esta- 
do de  cosas,  por  tratar  aquellos  de  ocupar  algún  nuevo  puesto  al  Este  del  río  Sa- 
bina ó  al  Occidente  y  Norte  de  los  antiguos  límites  de  lo  que  se  llamó  Florida  Oc- 
cidental, será  considerado  por  los  Estados  Unidos  como  una  actual  invasión  de 
nuestros  derechos  territoriales  y  será  resistida  como  tal. 

Puede  vd.  considerar  esta  carta  como  especialmente  autorizada  por  el  presi- 
dente de  los  Estados  Unidos. — (Firmado),  R.  Dearborn, 


728 

"  cuanto  á  lo  que  se  debía  hacer.  De  una  parte  se  sostenía  que  ya 
"  habíamos  tomado  completa  posesión  del  país  en  disputa,  con  sólo 
"  un  día  de  marcha  desde  Arroyo  Hondo,  y  lo  mismo  que  si  conti- 
"  nuáramos  todavía  hasta  el  Sabina,  tanto  más,  cuanto  que  los  es- 
"  pañoles  habían  abandonado  el  terreno  contestado,  y  se  habían  retirado 
"  dentro  de  sus  indisputables  límites.  Por  otros  se  decía  que  nada 
"  adelantaríamos  á  menos  que  no  llegáramos  al  término  de  la  juris- 
"  dicción  que  reclamábamos  (la  orilla  izquierda  del  Sabina);  que  los 
"  españoles  habían  tomado  posesión  del  país  con  grandes  fuerzas, 
"  y  que  si  se  habían  retirado  lo  habían  hecho  por  su  propia  conve 
"  niencia,  sin  haber  reconocido  nuestro  derecho  en  la  menor  parte; 
"  que  por  el  contrario  continuaban  urgiendo  sus  pretensiones  y  ex- 
presando su  determinación  de  llevarlas  adelante;  que  tan  luego 
"  como  nuestras  tropas  se  retirasen  á  Natchitoches  volverían  ellos  á 
"  pasar  el  Sabina,  y  que  entonces  establecerían  cuantos  puestos  juz- 
"  gasen  necesarios  para  mantener  la  ocupación  de  dicho  terreno.  El 
"  general  se  inclinó  á  este  último  concepto,  y  de  consiguiente  acele- 
ramos nuestra  marcha  cuando  nos  lo  permitieron  el  mal  estado  de 
"  los  caminos  y  nuestros  medios  de  transporte.  "l 

A  esto  se  nos  dirá  quizá,  que  como  los  Estados  Unidos  esperaban 
conseguir  mejores  fronteras  por  medio  de  la  negociación  que  habían 
iniciado  con  España  en  Paris,  se  contentaban  á  la  sazón  con  no  per- 
der en  el  entretanto  lo  que  ya  contaban  como  suyo.  Pero  nosotros 
responderemos  en  primer  lugar,  que  los  Estados  Unidos  mal  podían 
contartodavía  como  suyo  lo  que  ellos  reconocían  aún  estar  en  disputa, 
con  el  hecho  sólo  de  consentir  en  que  se  conservase  neutral ;  y  respon- 
deremos después,  que  lo  que  se  estaba  haciendo  entonces  en  Paris, 
no  era  negociar  con  España  sobre  tal  ó  cual  derecho  determinado, 
sino  tratar  do  ver  cómo  se  podía  arrancar  á  esta  desgraciada  nación 
la  mayor  parte  posible  de  su  provincia  de  Texas,  valiéndose  al  efecto 
del  poder  ilimitado  que  ejercía  sobre  ella  el  emperador  de  los  fran- 
ceses, y  esperando  que  Napoleón  abusaría  al  cabo  de  este  poder  en 
beneficio  de  los  Estados  Unidos.  Era  en  realidad  una  negociación 
con  Napoleón,  no  con  España,  y  por  lo  mismo  se  tuvo  buen  cuidado 

1  Véase  la  declaración  entera  en  el  apéndice  al  tomo  II  de  las  Memorias  de 
Wilkinson  ya  citadas,  documento  nútn.  97. 


729 

de  encargar  á  los  negociadores  americanos,  que  hasta  salir  de  lo  de 
España  no  hablasen  nada  de  las  reclamaciones  pendientes  contra  la 
Francia.1  Se  la  quería  tener  propicia.  Dichosamente  que  Napoleón 
no  era  hombre  á  quien  se  seducía  con  poco,  ni  á  quien  se  ganaba  con 
caravanas. 

El  título  que  los  Estados  Unidos  tenían,  según  ellos,  para  llevar  su 
frontera  occidental  hasta  el  río  Bravo,  no  sabemos  cuál  podía  ser  ; 
pero  suponemos  que  sería  el  mismo  con  que  el  presidente  Jefferson 
se  autorizaba  para  desear  que  aquella  misma  frontera  se  fijase  siquie- 
ra en  el  Guadalupe;  el  de  que  quedara  dentro  de  los  límites  de  los 
Estados  Unidos  el  sitio  en  que  La  Salle  fundó  su  primer  estableci- 
miento.2 Si  lo  era,  no  valía  por  cierto  mucho  el  tal  título. 

Pero  ya  hemos  insinuado  que  la  negociación  de  Paris  se  conclu- 
yó sin  otro  resultado  que  la  venta  de  la  Florida;  y  como  sobrevino 
después  la  guerra  de  la  independencia  española,  fué  preciso  renun- 
ciar á  la  esperanza  de  obtener  mejor  frontera  bajo  los  auspicios  de  la 
Francia,  y  esperar  á  que  la  España  se  viese  libre  de  sus  enemigos 
para  volver  á  tratar  con  ella  de  los  pendientes  límites. 

1  "  Es  falso  que  nuestros  ministros  ( los  que  estaban  en  Francia  tratando  de 
"  tal  negocio)  hayan  propuesto  nunca  abandonar  nuestras  reclamaciones  sobre  los 
"  perjuicios  que  los  españoles  nos  han  causado  (spanish  spoliations)  ni  aun  siquie- 
"  ra  que  hayan  querido  abandonar  las  que  igualmente  tenemos  de  la  misma  na- 
"  turaleza  contra  los  franceses.  En  sus  instrucciones  se  les  prevenía  que  no  nego- 
"  ciaran  tratado  alguno  en  que  no  se  nos  satisficiese  sobre  los  perjuicios  causados 
"  por  España/  y  si  bien  se  tes  permitía  permanecer  callados  en  cuanto  á  los  de  la  Fran- 
"  cia  (french  spoliations  carried  into  spanish  ports),  no  era  esto  facultarles  para 
"  que  los  abandonasen  para  siempre." 

"  No  es  verdad  tampoco  que  nuestros  ministros  consintiendo  en  establecer  el 

"  Río  Colorado  como  nuestra  frontera  occidental,  se  excedieron  de  la  autoridad  que 

"tenían  por  sus  instrucciones.  Aunque  nosotros  tuvimos  por  bueno  nuestro  títu- 

"  lo  para  llegar  hasta  el  Río  Bravo,  todavía  en  proporción  á  lo  que  ellos  pudieron 

"  obtener  al  Este  del  Mississippí,  pudieron  ceder  de  lo  del  Oeste;  y  de  ahí  que  se 

"  hiciesen  sucesivos  sacrificios  de  los  cuales  el  del  Colorado  no  fué  el  último." 

Carta  de  Jefferson  á  Mr.  Burwell. 
Monticello,  17  de  septiembre  de  1806. 

2  "  Con  respecto  á  nuestra  frontera  occidental,  sus  instrucciones  de  vd.  le  de- 
"berán  guiar.  Añadiré  solamente  por  vía  de  comen tario,  que  tenemos  cierto  in- 
"  teres  en  retener  la  Bahía  de  San  Bernardo,  porque  allí  se  fundó  el  primer  esta- 
"  blecimieuto  del  desgraciado  La  Salle ;  porque  fué  la  cuna  de  la  Luisiana,  y  por. 

Tomo  II.— 91 


730 

Esto  no  se  hizo  con  empeño  hasta  principos  de  1818,  ó  por  mejor 
decir,  entonces  sólo  fué  cuando  la  negociación  que  habían  entablado 
en  Washington  los  Sres.  Adams  y  Onís  empezó  á  despojarse  de  mu- 
chas de  las  dificultades  que  la  habían  embarazado  durante  otras  pre- 
sidencias, y  cuando  se  creía  que  el  mejor  modo  diplomático  de  con- 
seguir mucho  coasistía  en  pretender  sin  razón  muchísimo.  En  1818 
no  fué  así:  el  ejecutivo  de  la  Unión  pretendió  sólo  lo  que  podía  ser 
razonable,  y  los  negociadores,  hombres  los  dos  de  mérito  y  de  buena 
fe,  se  entendieron  pronto  y  bien. 

La  historia,  pues,  de  esta  última  transacción,  es  tan  breve  como 
sencilla.  El  Sr.  Onís  propuso  en  23  de  marzo  como  frontera  la  mis- 
ma línea  convencional  que  había  ya  servido  de  frontera  por  espacio 
de  tantos  años.  El  Sr.  Adams  no  pudo  hasta  cierto  punto  aceptar  se- 
mejante proposición,  porque  esta  línea  de  naturaleza  puramente  ar- 
tificial, hubiera  sido  siempre  de  difícil  determinación,  y  hubiera  deja' 
do  en  pie  muchas  de  las  dificultades  que  se  querían  obviar.  De  ahí 
que  no  la  admitiese,  y  que  á  su  vez  propusiese  en  octubre  del  mismo 
año  otra  línea  más  natural  que  arrancaba  del  seno  mexicano  en  la 
embocadura  del  río  Sabina  hasta  el  grado  32  de  latitud,  y  que  desde 
allí  seguía  por  una  línea  recta  al  Norte  hasta  donde  entrara  el  Río  Ro- 
jo de  Natchitoches  ( Red  River,  etc. )  El  Sr.  Onís  aceptó  la  propuesta 
en  16  de  noviembre  con  una  pequeña  modificación  concerniente  á  la 
línea  que  se  proponía  más  allá  del  Río  Rojo.  El  Sr.  Adams  desechó 
en  30  de  aquel  mes  la  modificación,  retirando  al  propio  tiempo  su 
propuesta;  pero  volvió  á  repetir  la  misma  y  en  los  mismos  términos 
en  29  de  enero  de  1819.  El  Sr.  Onís  la  aceptó  entonces  en  1?  de  fe- 
brero sin  condición  alguna,  y  el  tratado  se  firmó  definitivamente  por 
ellos  en  22  del  mismo. 

"  que  con  este  nombre  nos  vino  de  la  Francia  corno  cualquier  otra  porción  de  aquel 
"  territorio.  Lo  conseguiríamos  esto  si  obtuviéramos  por  frontera  el  Guadalupe." 

Carta  de  Jefferson  á  Mr.  Bowdoin,  uno  de  los  negociadores  que  estaban  en  París. 
Washington,  10  de  Julio  de  1806. 

Es  preciso  confesar  que  la  cuna  de  la  Luisiana  se  quedó  bien  lejos  entonces  de 
donde  la  tal  niña  hizo  después  su  primer  pinito.  Y  luego  ¿es  bien  seguro  que  La  Sa- 
lle desembarcó  en  la  Bahía  de  San  Bernardo?  Melish  en  su  mapa  de  1816  dice  que 
lo  hizo  en  la  de  Matagorda;  otros  en  la  de  San  José.  j  A  quién  creer! 


731 

Por  este  tratado  consiguieron  los  Estados  Unidos  grandes  ven- 
tajas, y  una  de  ellas  fué  la  de  adquirir  la  propiedad  de  todo  el  terreno 
contestado ,  que  como  ya  hemos  visto,  nunca  fué  otro  que  el  situado 
entre  Arroyo  Hondo  y  el  Sabina. 

Por  él  también  cedieron  y  reuunciaron  todos  sus  dereclios,  redama- 
ciones y  pretensiones  á  todos  los  territorios  situados  al  Oeste  y  al  Sur 
de  la  nueva  línea. 

Desapareció  de  consiguiente  y  para  siempre  el  terreno  contestado , 
el  disputado,  el  neutro ;  desaparecieron  igualmente  las  pretensiones  y 
los  derechos  que  se  fundaban  en  los  descubrimientos  de  La  Salle,  ó 
en  cualquiera  otra  base. 

Y  México,  por  lo  tanto,  cuando  adoptó  por  suyo  este  tratado, 
cuando  lo  firmó  de  nuevo  con  los  Estados  Unidos  en  12  de  enero  de 
1828,  y  cuando  consiguió  por  fin  que  se  canjeasen  las  respectivas 
ratificaciones  en  5  de  abril  de  1832, x  debió  de  esperar  naturalmente 
que  ya  no  tendría  que  volver  á  ocuparse  de  sus  límites  con  dichos 
Estados,  como  no  fuera  para  cumplir  religiosamente  por  su  parte  lo 
que  se  había  pactado  en  el  artículo  3o  de  la  ya  sellada  estipulación. 
México  por  desgracia  se  equivocó. 

Es  de  admirar  con  todo,  que  en  la  misma  nota  en  que  el  Sr.  Bu- 
tler,  encargado  de  negocios  de  los  Estados  Unidos  en  México,  avi- 
saba al  gobierno  mexicano  en  26  de  julio  de  1832,  que  el  tratado 
ratificado  en  abril  había  sido  publicado  en  Washington,  y  que  se 
cumpliría  por  parte  de  los  Estados  Unidos  como  ley  de  la  tierra,  fuese 
precisamente  en  donde  ya  manifestase  que  en  su  opinión  daría  lugar 
aquel  propio  tratado  por  su  obscuridad  á  muchos  inconvenientes, 
cuando  llegara  el  caso  de  demarcar  los  nuevos  límites,  fuese  también 

1  Tan  renuentes  estuvieron  ya,  sin  embargo  los  Estados  Unidos  en  la  cele- 
bración del  tratado  de  límites  con  México,  qué  fue  preciso  para  avivarlos,  que  el 
congreso  mexicano  á  propuesta  de  los  senadores  Rejón  y  Espinosa  de  los  Monte- 
ros suspendiese  la  discusión  del  Tratado  de  comercio,  que  era  el  que  urgían  más  loa 
Estados  Unidos  y  el  que  les  interesaba  más,  hasta  tanto  que  en  la  primera  de  las 
dos  convenciones  se  determinase  antes  la  misma  frontera  establecida  por  los  Sres. 
Adams  y  Onís.  Verdad  es  que  ya  se  andaba  procurando  por  los  agentes  america- 
nos la  venta  de  Texas,  y  que  ya  por  otra  parte  habían  empezado  los  Estado  Uni- 
dos á  percibir  cuáles  serían  al  cabo  los  efectos  de  la  imprudente  ley  de  colonización 
con  que  México  había  abierto  sus  puertas  á  sus  enemigos  naturales  por  religión, 
lengua  y  costumbres. 


732 

en  donde  propusiese  negociar  otro  tratado,  por  el  cual  se  designasen 
otros  límites  más  naturales  y  precisos,  y  fuese  por  fin  en  donde  anun- 
ciase que  tenía  ya  poderes  al  efecto,  de  su  gobierno.  La  contestación 
del  ministro  de  relaciones  de  México  en  14  de  febrero  inmediato,  se 
redujo  á  acusarle  recibo  de  la  expresada  nota,  noticiándole  de  paso 
que  se  iba  á  proceder  á  los  nombramientos  del  comisario  y  geómetra 
de  que  habla  el  artículo  3o  del  tratado,  y  concluyendo  con  estas  pa- 
labras: "y  considerándose  ya  dicho  tratado  por  estos  Estados  (los 
"  Unidos  Mexicanos),  como  lo  ha  sido  por  el  gobirno  de  V.  S.,  como 
"  una  ley  suprema,  no  se  ocupará  México  de  sus  estipulaciones,  sino 
"  para  hacer  que  tengan  el  más  religioso  cumplimiento.  " 

No  se  desanimó  por  eso  el  Sr.  Butler,  y  en  una  nota  de  22  de  ju- 
nio de  1833,  se  refirió  á  lo  que  ya  dijo  en  26  de  julio  del  año  anterior, 
y  volvió  á  insistir  en  lo  mismo,  asegurando  que  se  le  había  dicho 
varias  veces  verbalmente  por  los  ministros  pasados  "  que  sólo  las 
"  dificultades  de  la  crisis  política  en  que  se  había  hallado  reciente- 
"  mente  México,  habían  sido  la  causa  única  de  que  se  suspendiese  la 
u  acción  de  esta  negociación  entablada;  "  en  otros  términos,  que  sólo 
por  eso  no  se  había  tomado  ya  en  consideración  su  propuesta  de 
negociar  otro  tratado  de  límites.  El  ministerio  mexicano  que  había 
ya  respondido  en  14  de  febrero  sobre  la  tal  propuesta  de  un  modo 
bastante  explícito,  creyó  que  sería  más  prudente  atenerse  en  silencio 
á  lo  que  entonces  había  dicho,  para  no  verse  en  la  necesidad  de  te- 
ner que  contradecir  alguna  de  las  aserciones  del  Sr.  Butler. 

Pero  el  Sr.  Butler  no  entendió  tampoco  la  indirecta;  y  en  6  de  sep- 
tiembre, al  quejarse  de  que  no  se  hubiera  contestado  á  su  nota  an- 
terior, reprodujo  por  tercera  vez  la  misma  proposición  sobre  nego- 
ciar otro  tratado  con  determinación  de  otros  límites,  y  dio  ya  por 
supuesto  que  el  gobierno  mexicano  había  recibido  y  considerado 
( entertained )  aquella  proposición  desde  que  el  Sr.  Butler  la  hizo.  El 
ministerio  mexicano  se  vio  entonces  en  la  necesidad  de  tener  que 
decirle  en  20  del  propio  septiembre:  u  que  nunca  había  recibido  ni 
"  considerado  semejante  proposición  del  modo  que  él  indicaba;  que  le 
"  recordaba  con  este  motivo  lo  que  le  había  manifestado  en  14  de  fe- 
"  brero  de  1832,  y  que  de  ningún  modo  alteraría  por  lo  tanto  el  tra- 
"  tado  existente. " 

Con  tamaño  desengaño  era  ya  preciso  cambiar  de  batería,  si  se 


733 

quería  desalojar  á  México  de  la  posición  en  que  se  había  atrinchera- 
do. Así  se  hizo,  cesando  desde  entonces  de  hablarse  de  las  decan- 
tadas nulidades  del  tratado,  y  urgiendo  por  el  contrario  sobre  que  se 
prorrogase  el  término  que  su  artículo  3o  señaló  para  la  reunión  de  los 
comisarios  en  Natchitoches,  y  el  que  había  caducado,  así  como  había 
sucedido  otro  tanto  con  el  del  primer  artículo  adicional  que  pos- 
teriormente se  había  celebrado  con  el  fin  de  salvar  aquella  temporal 
irregularidad. 

En  la  nota  que  dirigió  el  Sr.  Butler  en  21  de  Diciembre  de  1834, 
con  el  enunciado  objeto,  se  indicaba  ya  sobradamente  que  era  otro 
el  plan  de  campaña  que  se  había  madurado  y  adoptado  desde  las  úl- 
timas hostilidades  diplomáticas.  Allí,  y  como  por  acaso,  se  encontraba 
este  párrafo  notable:  "  Y  observará  tan  sólo  (el  Sr.  Butler)  que  Mó- 
"  xico  se  halla  ocupando  una  gran  parte  de  territorio  que  el  gobierno 
"  del  infrascrito  cree  justamente  pertenecer  álos  ciudadanos  de  los 
"  Estados  Unidos  según  la  construcción  racional  (fair )  de  todos 
"los  tratados  que  se  han  celebrado  sobre  el  particular;  y  como  es 
"  notorio  y  sabido  que  tanto  el  gobierno  de  México  como  los  de  los 
"  Estados,  han  concedido  ya  una  considerable  porción  de  este  terri- 
"  torio  á  varios  nativos  y  extranjeros,  la  pronta  conclusión  de  este 
"  negocio  llega  á  ser  cada  vez  más  urgente." 

Observación  tan  peregrina  hubiera  debido  llamar  mucho  la  aten- 
ción del  gobierno  de  México,  y  le  hubiera  debido  igualmente  impeler 
á  solicitar  inmediatamente  una  explicación  de  lo  que  con  ella  se  le 
había  querido  indicar;  pero  no  se  hizo,  y  fué  una  gran  falta.  Verdad 
es  que  en  aquellos  días  acaeció  en  México  un  cambio  de  ministerio, 
y  que  este  incidente  entorpeció,  como  sucede  siempre,  la  marcha  de 
todos  los  negocios.  Verdad  es  también  que  el  nuevo  ministro  con 
echar  sólo  una  ojeada  sobre  el  mapa  de  Melish  pudo  conocer  el 
ningún  fundamento  de  la  aserción  del  Sr.  Butler,  y  suponer  de  con- 
siguiente que  la  había  arriesgado  con  el  mero  fin  de  esforzar  la  ur- 
gencia que  había,  según  él,  de  redondear  pronto  el  único  negocio 
que  ostensiblemente  le  había  hecho  tomar  la  pluma  en  la  mano. 

Pero  sea  de  esto  lo  que  se  quiera,  lo  cierto  es  que  el  ministerio 
mexicano  tomó  la  nota  del  Sr.  Butler  al  pie  de  la  letra,  y  no  pensó 
en  más  que  en  facilitar  y  acelerar  la  negociación  del  segundo  artículo 
adicional.  Este  se  firmó  en  3  de  abril  de  1835,  se  ratificó  por  el  pre- 


734 

sidente  interino  en  7  del  mismo,  y  habiendo  llegado  á  Washington 
en  junio,  época  en  que  el  senado  estaba  ya  en  receso,  tuvo  allí  que 
aguardar  hasta  que  se  volviera  á  reunir  este  cuerpo,  para  que  con 
su  aviso  y  consentimiento  pudiera  el  presidente  de  los  Estados  Uni- 
dos ratificarlo  á  su  vez. 

Entretanto  la  rebelión  de  Texas  tomaba  incremento;  y  México 
que  veía,  á  no  poderlo  dudar,  los  auxilios  de  todo  género  que  los  ciu- 
dadanos de  los  Estados  Unidos  prestaban  sin  rebozo  á  los  rebeldes; 
que  advertía  los  ningunos  esfuerzos  del  gobierno  americano  para 
contrariar  efectivamente  aquellos  auxilios,  y  que  se  apercibía  del  sen- 
timiento de  disgusto  que  semejante  conducta  iba  necesariamente 
creando  en  el  corazón  de  todos  los  mexicanos,  llegó  á  temer,  y  no 
sin  visos  de  razón,  que  sus  relaciones  de  amistad  con  los  Estados 
Unidos  se  resintiesen  al  cabo  con  el  choque  de  tantas  circunstancias 
reunidas  en  su  daño,  y  se  fuesen  entibiando  gradualmente  algo  más 
de  lo  que  en  realidad  convenía  á  los  intereses  bien  entendidos  de  las 
dos  naciones. 

Para  disminuir  en  lo  futuro  tales  perjuicios;  para  prevenir,  sobre 
todo,  por  parte  de  México  cualquier  motivo  plausible  de  descon- 
fianza ó  de  queja  que  pudiera  comprometer  aquellas  relaciones,  cre- 
yó el  gobierno  mexicano  que  debía  enviar  á  Washington  un  enviado 
extraordinario,  que  se  ocupase  exclusivamente  de  los  asuntos  que 
pudieran  conexionarse  con  las  cuestiones  de  límites  y  Texas,  desem- 
barazando con  esto  al  encargado  de  negocios  que  ya  estaba  allí,  de 
los  compromisos  de  estas  cuestiones,  y  dejando  á  su  acreditado  celo 
y  eficacia  el  cuidado  de  todos  los  demás  cargos  pertenecientes  á  una 
legación  ordinaria.  Del  nombramiento  de  dicho  enviado  y  de  su  ida 
á  Washington  en  las  circunstancias  del  día,  se  iban  á  derivar,  por 
lo  menos,  inmediatamente  dos  buenos  resultados,  aun  cuando  des- 
pués no  se  recogiera  otro  fruto;  el  primero,  manifestar  al  gobierno 
de  los  Estados  Unidos  que  México  tenía  todavía  confianza  en  su 
equidad  y  en  sus  amigables  intenciones;  el  segundo,  calmar  algún 
tanto  la  irritación  pública,  haciendo  ver  á  los  mexicanos  que  su  go- 
bierno esperaba  todavía  que  los  Estados  Unidos  le  harían  justicia. 
El  paquete  americano  que  llegó  á  Veracruz  en  enero  último,  trajo 
además  entre  su  correspondencia  dos  documentos  oficiales  que  aca- 
baron de  decidir  al  gobierno  mexicano  por  la  afirmativa  sobre  la  me- 


735 

dida  en  cuestión ;  uno  de  ellos  era  un  memorándum  de  una  conferen- 
cia que  había  tenido  el  ¡3r.  Castillo  con  el  secretario  de  Estado  á 
principios  de  noviembre  en  Washington ;  el  otro  era  el  mensaje  del 
presidente  Jackson. 

En  la  conferencia  había  dicho  el  Sr.  Porsyth  en  nombre  de  su 
gobierno,  según  constaba  por  el  memorándum  que  el  Sr.  Castillo 
había  escrito  aquel  mismo  día  en  Washington,  "  que  los  Estados 
11  Unidos  estaban  decididos  á  defender  su  frontera  que  consideraban 
"  amenazada  con  motivo  de  la  próxima  campaña  en  Texas;  y  que 
"  para  ello  deberían  reconocer  los  beligerantes  como  neutral  toda 
"  aquella  parte  del  territorio  mexicano  que  podía  corresponder  á  los  Es- 
"  tados  Unidos,  demarcados  que  fuesen  los  límites."  Y  en  el  mensaje, 
refiriéndose  sin  duda  á  esta  comunicación  verbal,  se  encontraba  el 
párrafo  que  sigue:  "  Se  ha  creído  necesario  hacer  saber  al  gobier- 
"  no  de  México  que  nosotros  exigiremos  que  la  integridad  de  nuestro 
"  territorio  sea  escrupulosamente  respetada  por  ambas  partes;  "  sin 
que  el  Sr.  Castillo  hubiera  podido  obtener  del  Sr.  Forsyth  la  expli- 
cación que  deseaba  por  escrito  acerca  de  lo  que  realmente  se  enten 
día  allí  por  territorio  de  los  Estados  Unidos.1 

Indecible  fué,  pues,  la  sopresa  que  causó  al  gobierno  mexicano 
la  lectura  de  ambos  documentos,  y  el  encontrarse  con  la  noticia  im- 
prevista é  inesperada  de  que  una  parte  de  su  actual  territorio  lindan- 
te con  el  teatro  de  la  guerra  podía  alguna  vez  llegar  á  pertenecer  á 
los  Estados  Unidos.  Era  un  verdadero  enigma  para  él,  porque  por 
más  que  registraba  la  pasada  correspondencia,  desde  la  fundación 
de  la  república  de  México,  entre  los  dos  gobiernos,  ni  una  sola  pala- 
bra hallaba  allí  que  le  pudiera  indicar  la  existencia  de  alguna  recla- 


1  Porque  es  cosa  risible  por  cierto  lo  que  sucede  eu  los  Estados  Unidos  respec- 
to á  los  mensajes  del  presidente  y  á  lo  que  imprime  el  Globo.  En  los  primeros  se 
puede  decir  de  los  gobiernos  extranjeros  cuanto  al  presidente  se  le  ocurre  ó  le  con- 
viene, sin  que  ellos  puedan  esperar  otra  explicación  sino  la  de  que  nada  les  incum- 
be ni  les  interesa  lo  que  allí  se  ha  dicho ;  porque  ha  sido  una  mera  alocución  do- 
méstica y  confidencial  que  se  ha  dirigido  sólo  á  los  americanos,  y  que  sólo  habla 
con  éstos.  El  Globo  puede  igualmente  insultarlos  ó  calumniarlos  á  sus  anchas  y  sin 
recelo  de  comprometer  al  gobierno,  cuyo  órgano  es  y  en  cuyas  confianzas  está;  el 
gobierno  se  sale  siempre  por  la  tangente  con  asegurar  que  no  tiene  periódico  oficial, 
y  lo  dicho,  dicho  se  queda. 


736 

mación  de  esta  especie,  á  no  ser  la  ya  citada  observación  de  Butler 
de  21  de  diciembre,  que  por  vaga  é  infundada,  se  había  entonces  des- 
preciado, y  porque  por  más  que  releía  el  tratado,  y  que  consultaba  el 
mapa  de  Melish  que  forma  parte  integrante  del  mismo,  no  se  veía 
cómo  podía  haber  dudas  sobre  un  territorio  que  estaba  separado  del 
territorio  americano  por  un  límite  fluvial,  conocido  por  todos,  y  no 
interrumpido  siquiera  un  momento  en  su  curso  desde  que  llega  al 
grado  32.  ¿Qué  podían  hacer  en  esta  parte  de  la  frontera  comisarios 
ni  geómetras,  que  no  hubiera  hecho  ya  la  natui*aleza?  ¿No  era  el  Sa- 
bina que  servía  ahora  de  frontera;  el  Sabina  que  había  sido  siempre; 
el  Sabina  del  tratado,  el  de  Melish,  el  que  arranca  del  Seno,  el  na- 
vegable, el  mismo  que  trece  años  antes  que  se  celebrase  aun  la  con- 
vención de  1819  entre  España  y  los  Estados  Unidos,  saludaban  ya 
los  Dearborn  y  los  Wilkinson  como  tal  Sabina  y  como  tal  frontera?1 
Repetimos  que  el  gobierno  mexicano  no  podía  atinar  con  el  peligro 
que  le  amagaba;  más  esto  era  precisamente  lo  que  le  daba  más  cui- 
dado. No  podía  saber,  á  la  verdad,  si  lo  que  querían  los  Estados  Uni- 
dos era  utilizarse  de  las  presentes  dificultades  en  que  se  encontraba 
México  para  cercenarle  una  parte  de  su  territorio,  ó  si  era  sólo  hacer 
una  diversión  en  favor  de  los  texanos,  ó  si  querían,  por  fin,  las  dos 
cosas  á  la  vez;  pero  sin  saber  á  punto  fijo  lo  que  querían,  no  podía 
menos  de  conocer  que  querían  algo,  y  que  este  algo  tenía  que  ser 
siempre  á  expensas  y  con  gran  perjuicio  de  México.  Había,  pues, 
necesidad  absoluta  de  indagar  lo  que  ello  era;  y  esta  necesidad,  se- 
gún insinuamos,  acabó  de  decidir  el  nombramiento  del  enviado,  al 
paso  que  precipitó  su  salida  para  los  Estados  Unidos,  embarcándose 
en  Veracruz  el  9  de  febrero,  y  llegando  á  Nueva  York  el  27.  Las 
instrucciones  que  se  le  dieron  fueron,  como  es  de  presumir,  muchas 
y  varias;  pero  todas  ellas  se  dirigían  al  mismo  fin,  el  de  sostener  y 

1  El  geógrafo  americano  Guillermo  Darby,  que  en  1812  había  navegado  el  Sa- 
bina desde  el  grado  32  hasta  el  Seno  Mexicano,  y  que  fué  el  que  dio  á  Melish  todos 
los  datos  sobre  esta  parte  de  frontera  para  su  mapa  de  1816,  rectificado  luego  en 
1818,  escribió  un  artículo  comunicado  con  fecha  12  de  mayo  de  1836,  en  El  Natio- 
nal Intelligencer  que  fija  completamente  la  cuestión,  en  cuanto  al  curso  é  identidad 
de  dicho  río.  En  este  artículo  dice  entre  otras  cosas  Darby,  "  que  si  cuando  él  vi- 
"  sitó  aquella  región,  alguno  hubiera  disputado  allí  que  el  Sabina  no  era  el  límite 
"  entre  los  Estados  Unidos  y  las  provincias  internas,  se  le  hubiera  tenido  por  loco.' 


737 

defender  la  integridad  del  territorio  mexicano,  cualquiera  que  pu- 
diera ser  el  arma  con  que  se  le  quisiera  ofender  y  la  fracción  suya 
que  se  intentara  vulnerar. 

Y  no  bien  puso  los  pies  en  Washington  el  dicho  enviado,  cuan- 
do se  vio  en  efecto  asaltado  por  mil  rumores  alarmantes  sobre  la  se- 
guridad de  la  frontera  mexicana,  y  cuando  empezó  á  recoger  sucesi- 
vos datos  que  en  parte  confirmaban  aquellos  rumores;  ya  refiriéndose 
á  lo  que  se  había  oído  en  cierta  casa  Blanca,  se  le  repetía  que  el  Sa- 
bina no  era  el  ¡Sabina,  y  que  el  verdadero  Sabina  era  el  Noches;1  ya 
se  le  aseguraba  haber  oído  de  labios  muy  respetables  que  existían 
en  Texas  muchos  ríos  con  el  nombre  de  Sabina;  ya  se  le  enseñaba 
un  periódico  de  los  que  más  estaban  en  los  secretos  ó  intereses  del 
gobierno,  y  se  le  hacía  leer  allí:  "  que  entre  dos  diferentes  braz'os 
"  del  Sabina  yacía  un  ancho  territorio  reclamado  al  mismo  tiempo 
"  por  los  Estados  Unidos  y  por  México,  y  el  que  los  Estados  Unidos 
"  consideraban  ya  como  propiedad  suya,  creyéndose  por  lo  tanto  con 
"  la  obligación  de  socorrer  y  proteger  á  sus  habitantes;"  ya  se  le  con- 
ducía á  la  biblioteca  del  congreso,  y,en  ella  se  hacía  que  le  mostra- 
sen un  mapa  manuscrito  que  se  había  hecho  delinear  expresamente 
para  ilustración  de  los  representantes  de  la  nación,  y  en  el  cual  se  habían 
falsificado  impudentemente  localidades  y  nombres  propios  para  co- 
locar la  frontera  en  ese  mismo  Neches. 

Veía  por  otra  parte  en  la  residencia  del  gobierno,  y  en  donde  ex- 
ceptuando alguuos  senadores  y  representantes,  apenas  hay  habitante 
que  no  dependa  directa  ó  indirectamente  <le  aquel,  que  con  todo  eran 
muy  pocos  los  que  no  estaban  interesados  viva  y  materialmente  á  fa- 
vor de  los  texanos;  quién  porque  poseía  tierras  compradas  á  ínfimo 
precio  ó  regaladas;  quién  poique  especulaba  en  esclavos  ó  en  provi- 
siones de  guerra;  quién  porque  contaba  con  un  pariente  ó  un  amigo 
en  las  filas  ó  en  la  administración  de  los  texanos;  quién  porque  creía 
hacer  así  mejor  su  corte,  ó  porque  no  quería  comprometer  el  desti- 
no que  había  ya  obtenido;  quién,  en  fin,  porque  era  nulificador.  Nin- 

1  £1  Neches  es  un  río  de  Texas  apellidado  siempre  así  de  tiempo  inmemorial, 
que  arranca  del  lago  Sabina  (  no  del  Seno  Mexicano  )  y  que  al  llegar  al  grado  30 
de  latitud  se  subdivide  en  una  porción  de  rainales  que  toman  diferentes  direccio- 
nes, aunque  ya  tan  pobres  que  casi  niuguno  de  ellos  merece  luego  que  se  le  lia 
me  río. 

Tomo  II.  —  93 


738 

guno,  pues,  de  éstos  disimulaba  sus  simpatías;  y  si  algún  hombre  de 
bien,  en  el  congreso  ó  por  la  imprenta,  osaba  alzar  la  voz  en  defen- 
sa de  los  principios  más  obvios  de  equidad  y  derecho,  cargaban  to- 
dos al  punto  sobre  él,  y  cuando  menos  le  decían  mal  ciudadano,  ven- 
dido á  México,  ó  que  hablaba  de  aquel  modo  sólo  porque  era  de  la 
oposición. 

¿Qué  podía  inferir  de  todo  esto  el  enviado  mexicano?  ¿Qué  no 
debía  temer? 

¡Sin  embargo,  suspendía  todavía  el  juicio  y  no  llegaba  á  persua- 
dirse, por  más  que  oía,  veía  y  leía  que  los  Estados  Unidos  que  esta- 
ban tratando  con  él  en  aquellos  momentos  precisamente  del  canje 
de  las  ratificaciones  del  segundo  artículo  adicional  al  tratado  de  lí- 
mites sin  haberle  insinuado  todavía  ni  una  sola  palabra  que  pudiese 
indicar  descontento  con  sus  estipulaciones,  abrigasen  ya  en  el  pecho, 
no  obstante,  la  siniestra  intención  de  violarlas  todas. —  Otro  tanto  le 
sucedía  respectivamente  con  relación  á  la  demasiada  aparente  pro- 
tección dispensada  á  los  texanos.  Cuando  aún  resonaban  en  sus  oídos 
las  protestas  de  buen  afecto  hacia  México,  y  de  estricta  neutralidad 
en  la  contienda  con  Texas,  que  había  escuchado  de  los  labios  mismos 
del  presidente  de  los  Estados  Unidos  al  presentarle  sus  respetos,  y 
las  que  le  habían  repetido  después  todos  sus  ministros;  ¿cómo  podía 
acaso  no  prestarles  fe,  en  tanto  que  quedara  lugar  á  la  más  pequeña 
duda? 

Pero  llegó  por  fin  el  20  de  abril,  día  señalado  para  el  canje  de 
las  mencionadas  ratificaciones,  y  apenas  se  firmaron  y  sellaron  los 
instrumentos  respectivos,  cuando  el  secretario  de  Estado  llamó  á 
conferencia  al  enviado  mexicano,  y  le  hizo  la  comunicación  que  ex- 
presa el  memorándum  que  lleva  la  fecha  del  mismo  día;  comunica- 
ción que  empezó  á  rasgar  el  velo  con  que  hasta  entonces  se  había 
ocultado  enteramente  toda  la  fealdad  de  la  ya  delineada  perspec- 
tiva. 

Júntese  á  esto  lo  que  el  enviado  pudo  deducir  de  las  subsecuen- 
tes discusiones  del  congreso  sobre  la  defensa  de  la  frontera  occiden- 
tal y  demás  cuestiones  que  se  conexionaban  con  la  de  Texas,  en  las 
que  los  amigos  de  la  administración,  no  sólo  sostuvieron  de  mil  mo- 
dos diferentes  que  existía  en  efecto  un  territorio  contestado  al  Oeste 
del  ¡Sabina,  sino  que  hicieron  alarde  igualmente  de  su  parcialidad 


739 

hacia  Texas,  de  su  enemistad  hacia  México;1  lo  que  hubo  también 
de  llamarle  la  atención  al  despacho  del  General  Gaines  del  29  de  mar" 
zo,  en  donde  ya  él  mismo  proponía  al  presidente  pasar  con  sus  tro- 
pas la  línea  que  llamaba  supuesta  ó  imaginaria*  con  la  publicación 
casual  é  involuntaria  de  la  contestación  del  secretario  de  la  guerra,  de 
4  de  mayo,  en  que  le  autorizaba  para  llegar  "  hasta  el  viejo  fuerte  de 
"  Nacogdochcs  que  estaba  dentro  de  los  límites  de  los  Estados  Unidos  según 
"éstos  lo  reclamaban ;  "  lo  que  le  dio  á  entender  al  propio  tiempo  la 
carta  del  mismo  Guiñes  á  los  gobernadores  de  los  cuatro  Estados, 
por  decirse  en  ella  que  el  objeto  principal  del  proyectado  movimiento 
era  "  poner  á  cubierto  de  toda  agresión  los  establecimientos  de  los 
"  blancos  situados  en  los  dos  lados  del  Sabina;  "  lo  que  le  explicó  en 
seguida  el  despacho  del  General  Macomb  en  que  se  refería  la  opi- 
nión que  tenía  el  gobernador  de  la  Luisiana  sobre  las  influencias  que 
dirigían  al  mencionado  Gaines;3  lo  que  debió  luego  temer  de  la  con- 

1  En  una  de  ellas  hubo  representante  que  hablando  del  mismo  enviado,  le  lla- 
mó á  boca  llena  hábil  intrigante  y  enemigo  de  los  norteamericanos  ;  porque  siete  años 
antes  y  estando  de  ministro  mexicano  en  Londres,  alarmó  al  gabinete  británico  so- 
bre las  intenciones  que  ya  descubría  en  el  de  Washington,  de  quererse  aprovechar 
de  un  modo  ó  de  otro  de  ese  mismo  territorio  de  Texas  que  ahora  estaba  tan  ame- 
nazado. ¿  Y  prueba  esto  acaso  otra  cosa  sino  que  el  enviado,  con  mucho  celo  por 
los  intereses  de  su  patria,  tenía  además  su  poca  de  previsión? 

2  El  curso  del  Sabina  hasta  el  grado  32  nada  tiene  por  cierto  ni  de  supuesto 
ni  de  imaginario ;  así  sólo  desde  el  grado  32  hasta  el  Eío  Kojo,  es  donde  ha  podido 
hasta  ahora  haber  dudas,  como  lo  prueba  el  hecho  notorio  de  que  dos  condados  en- 
teros de  Arkansas  están  situados  ya  muy  dentro  de  lo  que  será  por  aquel  lado  terri- 
torio mexicano,  marcada  que  sea  la  línea.  Pero  ni  Gaines  hablaba  de  esta  parte  de 
línea,  ni  el  secretario  de  la  guerra  pensaba  en  ella  ciertamente  cuando  le  decía  que 
fuera  á  Nacogdoches;  puesto  que  Nacogdoches  se  halla  situado  30  millas  por  lo 
menos  antes  de  llegar  al  punto  en  que  el  Sabina  deja  de  ser  frontera. 

3  "  Está  además  persuadido,  ( el  gobernador  de  la  Luisiana)  que  todo  ello  ha 
"  sido  plan  tramado  por  los  interesados  en  las  especulaciones  texanas  para  hacer 
"  creer  al  General  Gaines,  como  se  lo  han  hacho  creer,  que  las  autoridades  mexi- 
"  canas  estaban  maquinando  ( tamperring )  con  los  indios  de  nuestras  fronteras : 
"  como  también  para  excitar  en  Orleans,  por  medio  de  noticias  inventadas  y  ca- 
"  lumniosas,  las  simpatías  del  pueblo  en  favor  de  los  texanos,  con  el  objeto  de  in- 
"  ducir  á  las  autoridades  de  los  Estados  Unidos  á  que  prestasen  su  auxilio  para 
"  levantar  tropas  compuestas  de  personas  interesadas  que  vayan  á  la  frontera  á  las 
"  órdenes  del  General  Gaines,  y  que  luego  bajo  protestos  falsos,  entren  en  Texas  y 
"  tomen  parte  en  la  guerra  entre  mexicanos  y  texanos,  á  expensas  todo  de  los  Es- 


740 

ducta  posterior  de  este  mismo  Gaines  cuando  le  vio  crédulo  y  pre- 
cipitado correr  hacia  el  Sabina,  sólo  porque  le  presentaron  los  amigos 
de  Texas  unas  cartas  forjadas  que  hablaban  de  una  irrupción  de  me. 
xicanos  é  indios  sobre  Nacogdoches;1  lo  que  le  debió  por  fin  de  cho- 
car la  alegría  poco  mesurada  que  contempló  atónito  en  grandes  y 
pequeños,  en  magnates  y  legisladores,  cuando  se  supo  en  Washing. 
ton  el  resultado  de  la  jornada  de  San  Jacinto;  únase,  pues,  todo  esto, 
repetimos,  á  lo  que  el  memorándum  contenía  ya  de  alarmante  para 

"  tados  Unidos,  y  de  consiguiente  con  la  supuesta  sanción  de  su  gobierno  ;  ins- 
"  pirando  así  al  pueblo  de  Texas  la  esperanza  de  que  puede  contar  con  la  protección 
"  y  ayuda  de  los  Estados  Unidos,  y  ciando  al  gobierno  de  México  positiva  evideu- 
"  cia  de  que  los  Estados  Unidos  estaban  en  la  actualidad  hostilizándole  con  olvido 
"  y  menosprecio  de  los  tratados  existentes.  "  Véase  todo  el  despacho  del  General  Ma- 
comb  en  el  Globo  de  16  de  mayo. 

1  Una  de  las  cartas  que  se  escribieron  con  tal  objeto  fué  la  siguiente  del  lla- 
mado alcalde  de  Nacogdoches,  que  se  prestó  á  autorizar  con  su  firma  tan  insigne 
falsedad. —  Al  General  Masón. —  Nacogdoches,  12  de  abril  de  18-36 — Mi  querido 
señor :  Nos  apresuramos  á  informar  á  vd.  que  se  ha  confirmado  la  noticia  que  llegó 
antes  de  su  salida  de  vd.  ( la  de  la  aparición  de  1,500  mexicanos  é  indios  á  las  inme- 
diaciones de  Nacogdoches  ).  Ellos  acamparon  en  el  Sabina  antes  de  anoche.  Han 
sido  guiados  (piloted)  por  los  caddoes.  Su  fuerza  combinada  es  formidable,  no 
pudiendo  nosotros  asegurar  cuál  es.  Vd.  sabe  cuál  es  nuestra  posición,  enteramen- 
te sin  medios  de  defensa.  Muchas  mujeres  y  niños  serán  víctimas  indudablemente 
de  estos  sanguinarios  enemigos.  Todos  nos  saldremos  hoy  de  aquí  para  refugiarnos 
en  Autognac,  ó  San  Agustín.  —  ( Firmado ),  B.  X.  Irvin,  Com.  interino  de  esta  mu- 
nicipalidad.—Siguen  las  firmas  de  6  testigos  que  responden  de  la  exactitud  del 
hecho. 

En  otra  carta  fechada  en  14  de  abril  en  el  fuerte  Jessup  y  dirigida  al  editor  del 
Boletín  Comercial  de  Nueva  Orleans,  que  da  muchos  detalles  de  este  suceso,  se  nota 
el  párrafo  siguiente :  "El  General  Masón  llegó  aquí  anoche  mismo,  y  el  General 
"  Gaines  con  justa  prontitud  ordenó  que  ocho  ó  diez  compañías  de  esta  guarnición 
"  marchasen  inmediatamente  á  la  orilla  del  Sabina,  á  donde  llegarán  esta  noche  lo 
"  más  temprano  que  puedan.  El  General  Gaines  tomará  el  mando  de  estas  tropas, 
"  añadiendo  así  otro  laurel  á  la  corona  de  gloria  que  ya  ha  adquirido  en  el  Este. 
"  Sonada  pues  la  trompeta  guerrera,  y  habiéndose  empezado  á  marchar  (esto  es,  ha- 
"  biéndose  puesto  ya  en  movimiento  las  tropas  de  los  Estados  Unidos  ),  la  marcha  no  ce 
"  sará,  á  lo  menos  así  lo  espero,  hasta  que  México  sucumba  y  Texas  sea  libre.  A 
"  las  armas,  amigos  de  Texas,  y  que  los  voluntarios  de  la  Florida  á  su  regreso  se 
'•'embarquen  en  los  vapores  y  vengan  á  proteger  á  estos  desdichados  habitantes, 
"etc.,  etc.,  etc.  "  Ambos  papeluchos  los  publicó  el  Globo  en  4  de  mayo,  con  el  mismo 
aire  de  confianza  con  que  hubiera  publicado  los  dos  documentos  más  fidedignos. 


741 

el  enviado  de  México,  y  se  podrá  concebir  entonces  cuáles  fueron 
las  impresiones  que  sucesivamente  fué  recibiendo  durante  el  primer 
período  de  la  correspondencia  que  ahora  se  publica,  y  cómo  ellas 
contribuyeron  después  á  formar  su  convicción  para  haber  obrado  del 
modo  que  lo  ha  hecho;  aun  cuando  los  diplomáticos  de  los  Estados 
Unidos  hayan  tratado  á  la  última  hora  de  cambiar  con  habilidad  el 
terreno  en  que  hasta  entonces  se  había  lidiado,  trasladándose  á  otro, 
si  no  menos  ofensivo  hacia  la  dignidad,  derechos  é  intereses  de  Mé- 
xico, al  menos  más  plausible  á  los  ojos  sobre  todo  del  público  ame- 
ricano. 

Una  parte  de  esta  correspondencia  se  ha  impreso  ya  de  orden 
del  senado  de  los  Estados  Unidos,  y  de  consiguiente  no  se  pulsa  in- 
conveniente alguno,  ni  se  teme  faltar  tampoco  á  la  delicadeza  diplo- 
mática acabando  de  publicar  ahora  la  parte  que  se  escribió  posterior- 
mente; tanto  más  cuanto  que  toda  ella  gira  sobre  una  negociación 
ya  terminada,  y  que  ha  entrado  por  lo  mismo  en  el  dominio  de  la 
historia.  Por  la  razón  contraria,  nos  hemos  abstenido  de  dar  á  la  im- 
prenta muchas  notas  concernientes  á  los  otros  asuntos  de  Texas, 
aun  cuando  hubieran  contribuido  indudablemente  á  ilustrar  mucho 
la  cuestión  del  paso  del  Sabina.  Esperamos  que  el  gobierno  mexicano 
dispondrá  á  su  tiempo  la  completa  publicación  de  todos  estos  docu- 
mentos, si  es  que  le  conviene  alguna  vez  que  se  sepa  lo  que  ha  sido 
hasta  ahora  para  México  la  tan  proclamada  neutralidad  de  los  Estados 
Unidos  en  la  guerra  que  lia  tenido  que  sostener  un  poder  amigo  y  vecino 
contra  los  extranjeros  ingratos  que  había  acogido  en  una  de  sus  más  fér- 
tiles provincias.  ¡Y  estos  extranjeros  eran  todos  norte-americanos, 
como  lo  han  sido  también  todos  los  que  les  han  ayudado  con  sus 
brazos,  con  su  dinero,  con  sus  escritos,  con  sus  consejos  y  con  su 
odio  hacia  México!1 

1  Esto  no  quiere  decir  que  en  los  Estados  Unidos  no  haya  muchos  ciudadanos 
que  de  buena  fe  lamenten  lo  que  ha  pasado  y  pasa  en  su  país  con  motivo  de  la  re- 
belión de  Texas,  y  que  no  deseen  casi  el  triunfo  de  México  por  mero  respeto  á  lo 
que  es  justo  y  equitativo:  todo  lo  contrario,  apenas  hay  negociante  respetable  ni' 
caballero  de  fortuna  independiente,  ni  verdadero  oficial  de  ejército  ó  marina,  ni  pe- 
riodista que  se  respete,  ni  empleado  inamovible,  ni  americano,  en  fin,  de  la  escuela 
de  Washington  y  de  Madisou,  que  no  pertenezca  á  este  número.  ¿Pero  qué  puede 
tan  diminuta  fracción  contra  el  torrente  de  una  masa  necesariamente  ignorante 


742 

que  lo  puede  todo,  y  que  se  deja  llevar  á  ciegas  por  donde  les  acomoda  á  sus  adu- 
ladores inmorales,  ávidos,  sin  nin  guna  especie  de  principios,  y  de  consiguiente, 
sin  barrera  alguna  que  los  contenga?  Nada,  por  desgracia  de  México,  y  también 
por  desgracia  de  los  Estados  Unidos. 

El  enviado  mexicano  no  olvidará  nunca,  sin  embargo,  los  testimonios  de  sin- 
cero interés  que  ha  percibido  en  todos  aquellos  ciudadanos  por  la  causa  que  tuvo 
á  su  cargo  defender,  particularmente  en  la  excelente  é  ilustrada  Filadclfia,  en  Bos- 
ton, en  Baltimore,  y  hasta  en  Nueva  York,  á  pesar  de  ser  este  último  pueblo  el 
cuartel  general  de  los  especuladores  en  tierras  de  Texas.  También  se  aprovecha 
de  esta  ocasión  para  agradecer  á  los  editores  del  National  Intelllgenner,  del  Atlas, 
del  Americano  de  Nueva  York,  etc.,  etc.,  los  nobles  esfuerzos  y  el  talento  con  que 
han  defendido  la  misma  causa,  sin  más  objeto  que  el  de  ilustrar  la  opinión  públi- 
ca en  materia  que  tanto  afecta  la  reputación  de  su  propio  suelo,  y  sin  que  el  en- 
viado haya  tenido  siquiera  el  gusto  de  conocer  ni  aun  de  vista  á  ninguno  de  dichos 
caballeros. 


m  *•—  »■ 


DECIMOCUARTO  PERIODO  ADMINISTRATIVO 


TÍTULO  CATORCE 

El  General  D,  Anastasio  Bustaraante,  primer  presidente  con  arreglo 
á  la  constitución  central  del  año  de  1836,  desde  19  de  abril  de  1837 
hasta  18  de  marzo  de  1839  en  primera  época,  y  en  segunda,  hasta 
22  de  septiembre, 


CAPÍTULO  I. 


Primera  época  de  la  administración  del  Oeneral  O.  Anastasio  Riistn- 
maute. —  Su  posesión  y  juramento  como  presidente  constitucional  de  la 
república  mexicana. —  Acontecimientos  políticos  y  sucesos  notables  que 
tuvieron  lugar  en  el  tifio  y  once  meses  anunciados. 


Cuando  por  fin  del  período  administrativo  anterior  asen- 
tamos que  la  nación  se  hallaba  en  orden  y  tranquilidad,  dis- 
frutando los  bienes  de  la  paz,  al  terminar  el  gobierno  del  Sr. 
Corro,  indicamos  con  claridad,  que  la  situación  pacífica  en 
que  se  hallaba  el  país  al  tiempo  de  entrar  al  ejercicio  del  ré- 
gimen central  por  la  constitución  dada  en  1836,  no  ofrecía 


744 

bienes  positivos  ni  mucho  menos  duraderos,  sino  un  estado 
halagüeño  y  momentáneo  tan  sólo,  como  regularmente  acon- 
tece en  nuestra  infortunada  república,  que  no  ha  gozado  de 
una  verdadera  paz,  ni  ha  visto  en  su  vigor  las  leyes.  Se  ins- 
taló la  administración  del  presidente  constitucional  D.  Anas- 
tasio Bustamante,  quien  fué  declarado  en  17  de  abril,  y  en  la 
sesión  publica  de  aquel  día,  por  el  congreso  general,  presiden- 
te constitucional  de  la  república,  después  de  hecha  la  apertu- 
ra de  pliegos,  de  actas  formadas  por  las  juntas  departamen- 
tales, que  contenían  los  votos  en  mayoría  de  los  departa- 
mentos, y  tomó  posesión  solemne  de  su  encargo  el  17  de  abril 
de  1837,  guardándose  las  ritualidades  de  ley  y  de  costum- 
bre. Juró  ante  el  congreso  nacional,  pronunciándose  los  dis- 
cursos de  estilo;  y  ofreciendo  á  la  nación  el  nuevo  presiden- 
te garantías,  orden  y  paz,  bajo  el  programa  expreso  que 
anuncia  en  su  mencionado  discurso,  y  dice:  "He  ofrecido, 
a  señores,  el  más  solemne  y  delicado  voto  (pie  mis  labios  pu- 
"  dieran  proferir;  voto  que  será  cumplido,  cuanto  me  lo  per- 
"  mitán  el  honor  y  la  conciencia.  Arduo  y  difícil  es  sobrema- 
"  ñera  el  sendero  que  se  abre  ante  mis  ojos;  pero  me  asiste 
"  la  confianza  de  no  quedar  abandonado  en  medio  de  tan 
"  ingentes  obstáculos.  Cuales  seau  éstos,  no  es  la  ocasión 
"  oportuna  para  anunciarlos;  en  otra  muy  próxima  procura- 
"  ré  hacerlo,  por  medio  de  un  manifiesto  dirigido  á  la  nación." 
Electivamente,  el  manitiesto  ofrecido  se  publicó  procla- 
mando los  principios  y  programa  administrativo  antes  enun- 
ciados, y  amplificando  los  conceptos  que  quedan  insertos. 
Aseguró  el  presidente,  que  muy  lejos  de  ambicionar  el  man- 
do cifraba  su  gloria  en  vengar  los  ultrajes  nacionales,  com- 
batiendo contra  los  enemigos  de  la  integridad  del  país;  que 
animado  de  este  deseo  se  piesentaba  para  servir  á  su  patria 
donde  fuese  necesario  y  se  le  ocupase;  que  por  esto  y  por- 
que la  constitución  le  prohibía  renunciar  la  primera  magis- 
tratura cou  que  se  le  había  honrado,  la  aceptaba. 


745 

Procedió  á  la  creación  de  ministerio,  nombrando  prime- 
ramente á  D.  Luis  Gonzaga  Cuevas  para  la  secretaría  de  re- 
laciones exteriores,  y  después  á  D.  Manuel  de  la  Peña  y  Pe- 
ña para  la  de  lo  interior,  á  D.  Mariano  Mj  cheleó  a  para  guerra 
y  á  D.  Joaquín  Lebrija  para  hacienda.  Quedó  con  este  per- 
sonal organizado  el  gabinete  el  23  del  citado  abril,  siendo 
gobernador  del  Distrito  D.  Luis  Gonzaga  Vieyra. 

Cinco  días  antes  de  la  posesión  del  presidente  D.  Anas- 
tasio Bustamaute,  es  decir,  en  los  mismos  momentos  en  que 
se  ocupaba  el  cuerpo  legislativo  en  su  elección,  el  Teniente 
Coronel  de  ejército  D.  Ramón  García  Ugarte  proclamó  el  14 
de  abril  un  plan  cuyo  objeto  era  restablecer  el  sistema  re- 
presentativo popular  federal,  que  había  cesado  por  el  régi- 
men central  vigente. 

Fué  también  alterada  la  tranquilidad  pública  en  algunos 
puntos  de  los  departamentos  de  Yeracruz,  de  Zacatecas  y  de 
Chiapas;  pero  todos  terminaron  felizmente  y  vueltos  al  or- 
den los  pronunciados.  Continuaron  sin  interrupción  los  tra- 
bajos en  el  congreso  y  en  el  gobierno,  dándose  leyes  impor- 
tantes sobre  diversos  ramos,  nombrándose  gobernadores  á 
los  departamentos  con  total  arreglo  á  lo  que  disponía  la  ley 
constitucional  vigente,  y  procedió  el  legislativo  en  sesión  del 
día  8  de  mayo  á  la  elección  de  los  individuos  que  debían 
componer  el  supremo  poder  conservador,  resultando  los  Sres. 
Corro,  Mangino,  Espinosa,  Múzquiz  y  Tagle  propietarios;  y 
suplentes,  los  Sres.  Bustamaute  D,  Carlos,  Gómez  Anaya 
y  Bocanegra.1  Menos  el  primero,  juraron  los  demás  ante  el 
congreso. 

El  principal  y  más  serio  de  los  pronunciamientos  men- 
cionados fué  el  de  García  Ugarte  en  San  Luis  Potosí;  sin 
embargo,  en  pocos  días  terminó  por  la  fuga  que  verificaron 
los  sublevados  rumbo  de  Eíoverde,  ocupándose  en  conse- 

1  Véase  el  acta  inserta  en  el  Diario  del  gobierno  del  día  14  de  mayo  de  1837. 
Tomo  II.— 94 


746 

cnencia  la  capital  del  departamento  por  las  tropas  del  go- 
bierno, á  las  inmediatas  órdenes  del  General  D.  Juan  José 
Andrade,  qne  supo  aprovecharse  de  tal  circunstancia. 

Apareció  luego  como  nuevo  caudillo  del  pronunciamien- 
to el  general  D.  Esteban  Moctezuma,  publicando  su  plan  el 
día  6  de  mayo  en  Río  verde;  pero  fué  perseguido  y  batido, 
sucumbiendo  sin  gloria  y  á  pesar  de  sus  esfuerzos,  el  26  del 
mismo  mes  á  inmediaciones  de  la  citada  villa,  por  el  Gene- 
ral D.  Mariano  Paredes  y  Arrillaga. 

Así  consta  en  los  partes  oficiales  del  General  Paredes,  en 
los  cuales  se  menciona  la  muerte  del  General  D.  Esteban 
Moctezuma,  y  la  capitulación  del  Coronel  D.  Manuel  García 
Ugartey  de  los  demás  jefes  comprometidos  en  los  movimien- 
tos de  San  Luis  Potosí  y  de  Ríoverde. 

El  28  de  abril  presentóse  en  el  congreso  el  ministro  de 
relaciones  exteriores  D.  Luis  Gonzaga  Cuevas,  anunciando 
que  España  había  reconocido  la  independencia  de  México, 
y  que  acababa  de  recibirse  el  tratado  de  amistad  y  alianza 
entre  la  república  mexicana  y  la  nación  española,1  conduci- 
do por  el  Coronel  D.  Rafael  Espinosa  que  llegó  á  Veracruz 
en  el  paquete  inglés  "Pigeon,''  el  día  21  del  citado  mes.  Lla- 
mó el  ministro  la  atención  del  congreso  sobre  que  el  gobier- 
no de  España  "  reconoció  plena,  absoluta  ó  indefinidamente 
"  á  la  república  mexicana  como  nación  libre,  soberaua  é  in- 
"  dependiente,  renunciando  tanto  porsí  como  por  sus  suce- 
"  sores  y  herederos,  á  toda  pretensión  al  gobierno,  propiedad 
"y  derecho  territorial  de  cuanto  forma  su  integridad." 

Felicitó  el  ministro  al  congreto  por  suceso  tan  importan- 
te y  que  establecía  relaciones  amistosas  entre  dos  pueblos 
que  deben  estar  unidos  por  los  vínculos  más  estrechos  de  las 
sociedades.  Concluyó  diciendo:  "que  la  nación  sabrá  apre- 

1  Véanse  las  citas  y  notas  del  título  12,  capítulo  4?  de  estas  Memorias  y  las  inser- 
ciones hechas  en  el  mismo  título.  Todo  concordante  con  la  materia  del  presente  capítulo, 


747 

"  ciar  debidamente  el  pulso  y  tino  con  qne  se  procedió  al 
u  celebrar  tan  solemne  transacción,  sin  perder  de  vista  ni  sus 
"  intereses  ni  su  dignidad." 

La  legación  mexicana  en  Madrid  se  condujo  con  tanto 
acierto  que  fué  no  sólo  bien  recibida,  sino  muy  apreciada  y 
distinguida  por  el  gobierno  y  por  los  españoles.  Se  dieron 
mutuas  pruebas  de  amistad,  y  entre  ellas  aparece  la  siguien- 
te: En  enero  de  1837  dirigió  D.  Miguel  Santa  María,  minis- 
tro mexicano,  al  presidente  del  consejo  de  ministros  D.  José 
María  Calatrava,  una  comunicación  en  qne  manifestando  las 
más  cordiales  felicitaciones  por  el  triunfo  que  obtuvieron 
las  armas  españolas  dentro  y  fuera  de  las  murallas  de  la  he- 
roica Bilbao,  ofrece  y  remite  la  cantidad  de  veinte  mil  rea- 
les de  vellón,  para  que  recibiéndose  por  la  persona  ó  corpo- 
ración que  fuese  conveniente,  como  se  verificó,  se  aplicase  á 
beneficio  de  las  viudas  y  huérfanos  de  los  ilustres  defensores 
de  aquella  fidelísima  villa.  Fué  contestada  dicha  comunica- 
ción por  el  referido  Sr.  presidente  Calatrava,  diciendo  que 
S.  M.  la  reina  gobernadora  había  recibido  con  el  más  dis- 
tinguido aprecio  la  generosa  prueba  de  fraternidad  con  que 
el  señor  enviado  extraordinario  y  la  legación  mexicana  ma- 
nifestaron el  noble  interés  que  tomaban  por  el  triunfo  déla 
causa  de  su  augusta  hija  y  de  la  libertad  de  la  nación  espa- 
ñola, mandando  que  en  su  real  nombre  se  diesen  al  Sr.  San- 
ta María  las  más  expresivas  gracias. 

A.  pesar  del  buen  estado  de  las  relaciones  de  México 
con  España,  hubo  escritores  que  criticaron  los  tratados,  pre- 
tendiendo probar,  aunque  sin  buen  éxito,  que  eran  depresi- 
vos y  humillantes  para  la  nación  mexicana.  Dijeron  que  la 
independencia  no  sólo  se  exponía  á  perderse,  sino  que  real- 
mente se  había  perdido  con  la  celebración  y  aprobación  del 
tratado;  que  se  disminuirían  las  rentas  públicas  de  la  nación 
mexicana;  que  peligraban  las  relaciones  con  otras  naciones 
amigas;  y  que,  en  fin,  la  soberanía  nacional  de  México  se  en- 


748 

vilecía  y  menoscababa.  ¡Tan  ciego  así  se  mostró  el  espíritu 
de  partido,  negando  aun  los  bienes  que  se  palpaban  por  el 
reconocimiento  más  franco  y  absoluto  de  la  soberanía  nacio- 
nal, y  cuando  la  misma  madre  patria  declaraba  la  existencia 
y  ser  político  de  la  nación  mexicana! 

Por  fortuna  un  acontecimiento  tau  grandioso  y  que  rati- 
ficaba la  gloriosa  emancipación  de  México,  fué  aceptado  y 
sostenido  por  el  verdadero  espíritu  nacional,  desoyéndose 
discursos  sofísticos  de  una  bandería  despechada,  que  más 
bien  aspiraba  á  perpetuar  los  males,  que  á  sostener  derechos 
que  nadie  atacaba,  y  por  el  contrario,  eran  sostenidos  cou  el 
tratado  y  reconocimiento  que  uniendo  á  México  y  España, 
se  ligaban  entre  sí,  y  se  ligaban  también  con  los  demás  pue- 
blos de  la  tierra,  pues  que  nuestra  patria  entraba  al  goce  y 
derechos  de  la  gran  familia  de  las  naciones. 

Fueron,  en  efecto,  muy  felices  las  consecuencias  del  tra- 
tado y  de  las  relaciones  establecidas  entre  los  dos  países. 
Continuando  eu  Madrid  la  legación  mexicana  á  cargo  de  su 
secretario  D.  Ignacio  Valdivielzo,  como  encargado  de  nego- 
cios, se  recibió  en  México  con  las  formalidades  debidas  y  de 
costumbre,  el  día  29  de  diciembre  de  1839  al  muy  distingui- 
do caballero  D.  Ángel  Calderón  de  la  Barca,  como  enviado 
extraordinario  y  ministro  plenipotenciario  de  S.  M.  0.  la  rei- 
na de  España  DI1  Isabel  II.  Protestóse  por  ambas  partes,  del 
modo  más  benévolo,  solemne  y  expresivo,  en  los  respectivos 
discursos  pronunciados  en  la  recepción  pública  verificada  en 
dicho  día,  que  sincera  y  cordialmente  se  interesaba  S.  M.  0. 
en  la  prosperidad  de  la  nación  mexicana,  y  en  el  restable- 
cimiento de  la  armonía  que  debe  existir  con  vínculos  in- 
destructibles entre  dos  sociedades  que  tienen  un  mismo 
origen,  una  misma  religión,  un  mismo  idioma  ó  iguales  usos 
y  recuerdos  históricos.  Correspondió  México  asegurando  que 
la  manifestación  hecha  por  el  señor  plenipotenciario  espa- 
ñol, siendo  tan  estimable  y  placentera,  todavía  era  de  mayor 


749 

valor,  considerando  que  el  tratado  de  paz  y  amistad  sancio- 
nado ya,  había  puesto  término  decisivo  á  las  diferencias  que 
por  desgracia  existieron  anteriormente,  y  que  por  su  medio 
se  estrecharía  más  y  más  una  amistad  apoyada  en  las  sóli- 
das garantías  expresadas  y  en  la  buena  fe  de  los  tratados. 
Así  concluyó  la  solemne  ceremonia  con  que  fué  recibido  ofi- 
cialmente el  Sr.  Calderón  de  la  Barca,  cuyos  méritos  y  reco- 
mendables circunstancias  personales  lo  hacían  muy  aprecia- 
ble  á  los  mexicanos,  como  en  realidad  lo  fué  durante  la  época 
de  su  importante  misión  diplomática,  tan  digna  y  satisfac- 
toriamente desempeñada  en  bien  de  ambos  países. 

Cerremos  esta  materia  guardando  en  ella  misma  la  uni- 
dad, aunque  no  la  guardamos  en  el  tiempo  de  los  sucesos. 
Decimos,  por  tanto,  que  el  Sr.  D.  Miguel  Santa  María,  en- 
viado extraordinario  y  ministro  plenipotenciario  de  la  repú- 
blica mexicana,  después  de  haber  concluido  tan  satisfacto- 
riamente como  hemos  dicho  las  negociaciones  y  trarados  de 
paz  y  amistad  cou  España,  murió  el  día  23  de  abril  de  1837, 
es  decir,  casi  á  los  cuatro  meses  de  haber  prestado  los  más 
importantes  servicios  á  su  patria,  á  los  cuarenta  y  ocho  años 
de  edad.  Descansan  sus  restos  mortales  en  el  Cementerio  de 
Fuencarral  en  Madrid,  y  sobre  la  loza  que  cubre  su  sepulcro, 
fué  grabada  una  inscripción  que  recuerda  el  fallecimiento  de 
un  diplomático  hábil,  excelente  ciudadano  y  escritor  tan 
apreciable.  Su  necrología  fué  publicada  por  la  prensa1  para 
perpetuar  su  memoria  y  honrar  su  nombre  y  sus  servicios. 

Las  relaciones  exteriores  siguieron  en  el  mejor  y  más 
conveniente  estado,  siendo  observados  los  pactos  interna- 
cionales, y  enviando  y  recibiendo  representantes  diplomá- 
ticos y  consulares  según  lo  permitía  el  estado  político  de  la 
nación,  que  ofrecía  lisonjeras  esperanzas,  como  lo  aseguró  la 


1  Diario  del  gobierno  de  la  república  mexicana  del  martes  25  de  julio  1837  en  su 
parte  editorial,  tomo  8°,  núm.  817  y  el  de  31  de  agosto  del  mismo  año. 


750 

misma  prensa  extranjera,  especialmente  La  Aleja  de  Nueva 
Orleans,  en  muy  detenidas  consideraciones  que  pnblicó  el 
mes  de  mayo  de  1837  sobre  la  situación  de  México. 

Algunos  acontecimientos,  aunque  aislados,  inquietaron 
la  tranquilidad  pública  en  los  departamentos  de  Sonora, 
Nuevo  México  y  aun  en  Puebla,  tan  inmediato  á  la  capital. 
Se  tramaron  y  estallaron  pronunciamientos  pero  fueron  so- 
focados, quedando  reducidos  á  verdaderas  intentonas,  que 
aspiraban  al  restablecimiento  del  sistema  federativo. 

Estos  movimientos  dieron  cuidado;  pero  más  lo  dio  el 
haberse  advertido  la  poca  ó  ninguna  armonía  que  existía  en 
el  gabinete,  pues  se  notaba  no  sólo  poca  energía,  sino  más 
bien  oposición  entre  las  personas  y  desacuerdo  en  los  actos 
y  providencias  gubernativas.  Por  natural  consecuencia  el  je- 
fe supremo  de  la  nación  se  vio  obligado  á  remediar  para  que 
no  progresase  un  mal  tan  grave,  y  admitió  la  renuncia  que  los 
cuatro  ministros  unidos  D.  Manuel  de  la  Peña  y  Peña,  D. 
Luis  Gonzaga  Cuevas,  D.  Joaquín  Lebrija  y  D.  J.  Mariano 
Michelena,  hicieron  el  día  17  de  octubre,  repitiendo  la  que 
anteriormente  habían  hecho  del  despacho  de  la  secretaría 
que  desempeñaban.  Sefuudaron  para  reuunciaren  que  tenían 
la  convicción  íntima  de  haber  sobrevenido  circunstancias  en 
que  conocían  que,  á  pesar  de  sus  esfuerzos,  no  les  era  posible 
satisfacer  los  deseos  de  la  nación,  aun  cuando  ella  estuviese 
penetrada  de  que  nada  habían  omitido  en  obsequio  del  bien 
público.  Nombróse  nuevo  ministerio  después  de  las  agita- 
ciones, contradicciones  y  consultas  que  siempre  hay  en  esta 
clase  de  crisis  políticas,  en  que  como  de  costumbre  las  afee 
ciones  y  hasta  las  intrigas  de  partido  procuran  intervenir  pa- 
ra obtener  cnanto  interesa  á  sus  miras  y  conveniencias,  más 
bien  que  á  la  felicidad  de  la  nación.  Quedó  definitivamen- 
te compuesto  el  ministerio  en  los  términos  siguientes:  En 
relaciones  exteriores  el  que  esto  escribe,  ministro  de  la  su- 
prema corte  de  justicia;  en  el  interior,  D.  José  Antonio 


751 

Romero,  consejero;  en  hacienda,  D.  Manuel  Pérez,  admi- 
nistrador de  la  aduana  marítima  de  Veracruz;  y  en  guerra 
el  General  D.  Ignacio  Mora  y  Villamil,  quien  para  la  forma- 
ción de)  ministerio,  fué  el  primer  nombrado,  recibiéndose 
por  sil  conducto  los  otros  nombramientos.  Juramos  y  nos 
hicimos  cargo  de  las  respectivas  secretarías  del  despacho  ya 
mencionadas,  en  los  últimos  días  del  citado  mes  de  octubre. 
Pasado  poco  tiempo,  y  en  principios  de  noviembre,  fué  al- 
terado el  orden  personal  del  ministerio,  separándose  el  Ge- 
neral Mora  del  despacho  de  hacienda,  que  interinamente 
desempeñaba,  por  no  haber  aceptado  la  cartera  D.  Manuel 
María  Pérez,  que  había  sido  nombrado  al  principio  y  no  llegó 
á  presentarse  en  México,  recayendo  eu  quien  esto  escribe,  y 
en  términos  los  más  honrosos  y  satisfactorios,  el  nuevo  nom- 
bramiento interino  primeramente,  y  en  enero  de  1838  ya  en 
propiedad  en  hacienda  por  tercera  vez,  reemplazándole  du- 
rante la  comisión  interina  el  oficial  mayor  D.  José  María 
Ortiz  Monasterio,  y  en  la  propiedad  de  la  dicha  secretaría 
del  exterior,  D.  Luis  Gonzaga  Cuevas,  que  recibió  el  día  9 
del  citado  mes  el  nombramiento  del  repetido  despacho  que 
acababa  casi  de  dejar.  Siguió  el  ministerio  procurando  el 
arreglo  y  adelanto  en  todos  los  ramos  de  la  administración, 
particularmente  en  todo  la  relativo  á  ingresos  del  erario  pú- 
blico, orden  y  economía  en  los  egresos,  corrigiéndose  en  lo  po- 
sible todos  los  abusos  que  se  advirtieron;  pero  por  desgracia 
ni  pudo  haber  plan  fijo,  ni  combinación  eficaz  y  meditada, 
porque  circunstancias  particulares  obligaron  al  presidente 
de  la  república  á  no  poder  establecer  un  gabinete  de  unidad 
y  permanencia;  pues  que  apenas  se  organizaba  un  ministe- 
rio, cuando  sobrevenía  una  ocurrencia  desagradable  y  en 
realidad  disolvente.  La  formacióu  y  presentación  de  las  me- 
morias de  guerra  y  marina  por  el  General  D.  Iguacio  Mora 
y  Villamil  como  secretario  del  ramo,  fué  el  hasta  aquí  de  su 
comisión,  porque  sin  embargo  de  haberse  calificado  de  bue- 


752 

ñas  en  junta  de  gabinete,  al  ser  revisadas  constitucional- 
mente  por  el  consejo  de  gobierno,  se  reprobó  el  plan  mi- 
litar que  proponía,  y  la  creación  y  organización  de  milicia 
activa  que  proponía  también;  y  semejaute  paso,  aunque  no 
directo,  fué  la  palanca  que  hizo  dejase  el  lugar  que  ocupaba 
en  el  gobierno  el  Sr.  Mora,  y  no  la  falta  de  salud  que  osten- 
siblemente manifestó  por  causal.  Hizo  dimisión,1  se  le  admi- 
tió y  lo  reemplazó  el  General  D.  José  Moran  en  los  primeros 
días  del  mes  de  febrero  de  1838. 

Por  el  mismo  tiempo  se  presentó  otra  oportunidad  para 
que  yo  también  saliese  del  ministerio.  En  11  de  enero  del 
mismo  año  murió  D.  J.  Ignacio  Espinosa  Liñán,  miembro 
del  supremo  poder  conservador,  y  como  era  yo  suplente  del 
mismo  poder,  se  me  llamó  formalmente  en  estricta  observan- 
cia de  la  ley,  aunque  en  otro  caso  y  en  iguales  circunstancias 
no  se  exigió  tan  exacto  cumplimiento.  Hice  al  gobierno  la 
manifestación  que  me  pareció  debida,  añadiendo  que  aunque 
estaba  dispuesto  á  prestar  mis  servicios  donde  se  me  ocupa- 
se, esperaba  la  orden  del  supremo  gobierno  sobre  la  entrega 
del  ministerio  de  hacienda  que  desempeñaba.  Tuve  por  con- 
testación en  15  de  febrero  lo  siguiente:  "  S.  E.  el  presidente 
*  de  la  república  enterado  de  la  necesidad  que  obliga  á  V.  E. 
1  á  obsequiar  la  ley  constitucional,  y  á  retirarse  por  lo  mismo 
'del  ministerio  de  hacienda,  que  tan  laboriosa  y  útilmente 
'  ha  estado  sirviendo,  me  manda  manifestar  á  V.  E.  en  con- 
'  testación,  que  le  es  muy  sensible  carecer  del  auxilio  de  las 
'  luces  y  eñcaz  cooperación  que  ha  prestado  al  gobierno  en 
'  las  difíciles  circunstancias  de  la  nación,  y  que  sólo  estre- 
'  chado  el  Excmo.  Sr.  presidente  á  cumplir  también  por  su 
1  parte  las  leyes  orgánicas  del  supremo  poder  conservador, 
1  conviene  en  la  separación  de  V.  E.,  esperando  sin  embargo 
'  que  otra  vez  que  el  gobierno  considere  necesarios  sus  im- 

Véase  el  "  Cosmopolita n  del  3  de  febrero  do  1838,  núra.  17. 


753 

"  portantes  y  meritorios  servicios,  no  rehusará  prestarlos  de 
"  nuevo. " 

Me  separé1  el  día  16  de  febrero,  encargándose  el  Sr.  Cue- 
vas interinamente  de  la  secretaría  de  hacienda,  y  realizán- 
dose así,  segúu  parece,  la  combinación  ministerial;  quedando 
sólo  el  Sr.  Homero  hasta  el  siguiente  mes  de  marzo,  en  que 
también  salió,  reemplazándolo  el  Sr.  D.  José  Joaquín  Pesa- 
do, y  ocupando  el  ministerio  de  hacienda  el  Sr.  D.  Manuel 
Eduardo  Gorostiza. 

Organizado  de  esto  modo  el  gabinete,  tuvo  la  necesidad 
de  prestar  sus  servicios  á  la  república  cuando  en  lo  interior, 
y  exterior  de  ella  existían  y  se  anunciaban  graves  é  impor- 
tantes cuestiones,  que  por  su  naturaleza  debían  producir 
conflictos  y  aun  desgracias.  En  lo  interior,  no  sólo  se  anun- 
ciaba, sino  que  efectivamente  se  trataba  de  verificar  la  va- 
riación del  sistema  de  gobierno,  restituyendo  la  constitución 
federal  de  1824,  ó  formándose  otra  sobre  las  mismas  bases  y 
principios,  ó  llamándose  una  convención  que  constituyera  á 
la  nación.  Y  con  respecto  á  lo  exterior,  á  más  de  existir  al- 
gunas diferencias  y  puntos  pendientes  de  arreglo  con  el  go- 
bierno de  los  Estados  Unidos  de  América,  se  preparaban  los 
sucesos  más  importantes,  y  que  debían  tener  lugar  al  verifi- 
carse la  gravísima  cuestióu  con  Francia,  cuyos  anuncios  fue- 
ron al  fin  una  realidad. 

Apareció  en  1?  de  noviembre  de  1837  la  primera  repre- 
sentación en  contra  de  las  leyes  constitucionales  que  regían, 
promoviendo  se  verificara  un  formal  cambio  en  las  institu- 
ciones, restableciendo  las  federales  por  los  fundamentos  y 
cou  el  apoyo  que  los  editores  del  periódico  titulado  "  El  Cos- 
mopolita "  dieron  en  el  difuso  escrito  que  con  el  expresado 

1  Véanse  las  explicaciones,  proyectos  é  iniciativas  en  el  ramo  de  hacienda,  y  sobre 
el  mismo  ramo,  el  juicio  de  la  prensa.  Lo  primero  consta  en  el  "Diario  Oficial m  de  19  de 
enero  de  1838  ;  y  lo  segundo  el  26  de  enero  del  mismo  periódico,  así  como  el  de  13  de  di- 
ciembre de  1837. 

Tono  II.— 95 


754 

intento  publicaron  en  los  números  102  y  103  del  citado  pe- 
riódico. 

Eecordaron  por  principio  de  su  exposición  el  peligro  in- 
mediato que  corría  la  república  de  verse  envuelta  en  los  ma- 
les de  una  revolución  desastrosa,  y  dando  una  ojeada  á  los 
sucesos  políticos  anteriores,  con  el  fin  de  probar  que  sin  em- 
bargo de  haberse  visto  comprometida  la  nación  por  fuertes 
disensiones  civiles,  se  había  sobrepuesto  y  se  hallaba  en  si- 
tuación de  que  progresaría  y  adquiriría  bienes  positivos  si  se 
acertaba  á  constituirla  sin  consultar,  ni  á  los  intereses  del 
poder,  ni  á  las  sordas  maquinaciones  del  espíritu  de  partido. 

Refirieron  los  acontecimientos  importantes  de  diversas 
épocas;  dijeron  que  México,  á  pesar  de  las  aberraciones  de  los 
gobiernos  y  de  las  intrigas  de  las  facciones,  sobreponiéndose 
á  los  males,  se  conservaba  en  un  estado  capaz  de  poder  llegar 
al  goce  de  la  abundancia  y  de  la*  prosperidad;  formaron  en  fin 
una  antítesis  comparando  las  diversas  formas  de  gobierno; 
y  aunque  deprimiendo  las  leyes  constitucionales  que  regían 
en  1837,  confesaron  de  hecho  una  verdad,  cual  es  la  de  ha- 
ber asentado  qne  no  debe  juzgarse  de  lo  bueno  ó  malo  de 
unas  instituciones,  sino  después  de  haberse  experimentado 
en  la  práctica  y  observádose  en  el  curso  del  tiempo,  com- 
parándose los  bienes  con  los  males.  Así  es  que,  los  mismos 
que  representaban  y  dirigían  exposiciones,  se  explicaron  del 
modo  siguiente:  El  establecimiento  del  imperio  y  las  revo- 
luciones de  los  años  de  1828,  29,  32  y  33  pudieron  haber  con- 
sumido á  la  república,  dejándola  en  la  mayor  languidez  por 
el  espacio  de  mucho  tiempo,  si  no  hubieran  seguido  á  las  ins- 
tituciones monárquicas  las  republicanas  qne  siguieron  y  die- 
ron al  país  cinco  años  de  bienes;  á  los  desastres  de  1828  y 
1829,  los  progresos  del  comercio  y  de  las  artes  en  1830  y  1831 ; 
y  á  las  convulsiones  políticas  de  1832  y  1833,  la  paz  vivifi- 
cadora en  los  primeros  meses  del  año  de  1834.  ¡Confesión 
importante  y  cronología  política,  instructiva  y  capaz  de  ser- 
vir de  ejemplo  y  de  escarmiento! 


755 

Por  supuesto  que  tratándose  no  tanto  de  pedir  para  obrar 
el  bien,  sino  de  impugnar  y  hacer  la  oposición  bajo  el  aspec- 
to de  petición,  reunieron  los  peticionarios  una  serie  de  car- 
gos qne  por  sí  mismos  obrarían  contra  cualquier  sistema  de 
gobierno  que  se  suponga  mal  desempeñado  por  bus  funcio- 
narios y  agentes,  y  que  lo  mismo  existen  en  el  centralismo 
que  en  la  federación,  como  es  la  falta  de  moralidad,  de  or- 
den y  de  paz,  de  ejército  y  de  hacienda.  La  conclusión  fué 
solicitar  que  las  autoridades  constituidas  se  manifestasen  en 
contra  de  la  constitución  central,  y  que  lo  hicieran  declaran- 
do altamente  pronunciada  la  opinión  nacional  opuesta  á 
las  instituciones  vigentes.  Esto  mismo,  y  los  propios  con- 
ceptos se  reproducían  en  diversos  lugares  de  la  república, 
en  representaciones  formadas,  subscritas  y  dirigidas  por  in- 
dividuos particulares  y  por  algunas  corporaciones;'  siendo 
de  advertir,  que  las  ultimas  en  su  mayoría  eran  en  el  sen- 
tido y  bajo  el  principio  de  sostener  las  leyes  constituciona- 
les que  regían  en  la  nación,  y  también  debe  saberse  que  las 
peticiones  sobre  cambio  de  forma  dé  gobierno,  no  obstante 
recibirse  por  todas  las  autoridades,  inclusa  la  suprema,  no 
producían  más  efecto  que  guardarse  con  el  acuerdo  de  "re- 
sérvese; "  y  así  se  conservó  un  gran  número  de  ellas  en  de- 
pósito á  cargo  de  la  secretaría  de  lo  interior. 

En  la  memoria  de  dicho  ministerio,  leída  en  las  cámaras 
del  congreso  general,  refiriéndose  á  los  años  de  que  se  habla, 
dice  sobre  este  punto:  "  Hemos  visto  en  estos  días  aparecer 
"  impresos  subversivos,  escudados  con  el  nombre  de  peticio- 
"  nes  y  con  numerosas  aunque  supuestas  firmas,  de  ciuda- 
u  danos  incógnitos  ú  obscuros  en  la  mayor  parte,  y  cuya 
"  suma  apenas  compone  una  miserable  é  infinitésima  frac- 
"  ción  de  los  habitantes  de  la  república.  En  vano  han  pro- 
"  curado  complicar  á  los  representantes  ó  depositarios  de  la 
"  autoridad  de  los  departamentos;  porque  si  algunos  de  ellos 
"  han  tenido  la  debilidad  de  apoyar  ó  promover  tales  pre- 


756 

"  tensiones,  engañados  con  falsas  noticias  que  artificiosa  y 
"abundantemente  se  hacen  circular,  ó  comprometidos  por 
"  consideraciones  de  personas  ó  intereses,  la  mayoría  de  los 
"  gobiernos  y  juntas  departamentales  de  más  influencia  han 
"manifestado  opiniones,  sentimientos  y  resoluciones  con- 
"  trarias.  Los  periódicos  han  publicado  las  constaucias  res- 
"  pectivas  y  varias  declaraciones  en  igual  sentido,  de  diver- 
"  sos  pueblos  y  guarniciones  militares,  así  como  los  reclamos 
"  de  muchos  individuos  que  han  visto  suscritos  sus  nombres 
"  con  equivocación  ó  con  malicia  en  las  referidas  represeu- 
"  taciones. " 

Esta  agitación  política  vino  á  ser  una  verdadera  crisis  en 
la  parte  más  vital  y  necesaria  de  la  república,  esto  es,  en  su 
constitución;  porque  el  modo  de  representar  contra  el  siste- 
ma de  gobierno  establecido,  aunque  fué  llamado  por  algunos 
revolución  filosófica,  pues  sin  el  estrépito  de  las  armas  y  siu 
los  males  de  la  guerra,  se  sostenían  y  reclamaban  los  dere- 
chos y  garantías  que  se  deben  á  toda  sociedad  bien  consti- 
tuida, no  fué  otra  cosa  que  iniciar  é  introducir  el  trastorno  de 
esas  mismas  leyes  fundamentales,  valiéndose  del  medio  de  re- 
presentar contra  ellas,  á  fin  de  llegar  al  cambio  que  se  que- 
ría, y  era  la  idea  dominante  en  los  que  pedían  y  representa- 
ban, para  realizar  por  este  medio  los  planes  que  como  vere- 
mos adelante  fueron  descubiertos  y  puestos  en  ejercicio. 

En  medio  de  estas  ocurrencias  y  de  lo  que  ellas  indica- 
ban, el  congreso  cerró  sus  sesiones  el  día  31  de  diciembre  de 
1837,  abriéndolas  en  1?  de  enero  de  1838.  Gomo  era  natural, 
en  los  discursos  de  los  poderes  legislativo  y  ejecutivo  se  ha- 
bló de  las  circunstancias  en  que  se  hallaba  la  república,  no- 
tándose que  el  gobierno,  á  pesar  de  los  movimientos  armados 
que  se  manifestaron  en  su  contra  del  modo  que  antes  diji- 
mos, al  referir  las  representaciones  hasta  las  vías  de  hecho  en 
algunos  pueblos,  aseguró  que  estaba  resuelto  á  seguir  una 
conducta  suave  y  moderada,  con  el  objeto  de  que  no  se  hi- 


757 

ciesen  víctimas  si  desistían  por  el  convencimiento,  ó  si  por 
el  contrario,  insistiendo  hacían  más  clara  su  temeridad, 
caería  sobre  ellos  el  poder  fuerte  que  le  daban  las  leyes 
para  vindicarlas  y  conservar  la  diguidad  y  el  honor  de  la  na- 
ción. 

Preparada  la  opinión,  como  se  procuró  hacer  por  medio 
de  peticiones  escritas,  resultaron  naturalmente  las  asonadas 
ó  sea  los  pronunciamientos.  En  efecto,  el  General  D.  José 
Urrea  al  concluir  el  mes  de  diciembre  de  1837,  en  la  ciudad 
de  Arizpe,  capital  del  Estado  de  Sonora,  manifestó  al  go- 
bernador de  aquel  Estado,  D.  Manuel  María  Gándara,  de  un 
modo  oficial,  que  al  fin  se  había  resuelto  á  sostener  los  prin- 
cipios federativos  contra  el  régimen  central  vigente  desde  el 
año  de  1836.  Publicó  el  manifiesto  de  costumbre,  apoyán- 
dose en  la.  voluntad  de  los  pueblos  y  asegurándoles  un  feliz 
porvenir.  Acompañó  á  sus  comunicaciones  un  plan  que  con- 
tenía cuatro  artículos  dirigidos  á  convocar  una  asamblea  ge- 
neral extraordinaria,  que  tuviese  por  exclusivo  objeto  refor- 
mar la  constitución  de  1824  para  que  de  este  modo  volviese 
á  regir  en  la  nación;  reconociéndose  al  mismo  presidente 
que  existía  en  el  régimen  central,  D.  Anastasio  Bustamante, 
con  calidad  y  condición  de  que  sus  ministros  quedasen  res- 
ponsables para  ante  el  primer  congreso  constitucional;  que 
convocase  un  congreso  nacional  extraordinario  bajo  la  base 
de  igual  número  en  sus  representantes;  que  las  reformas 
debíau  hacerse  en  el  preciso  término  de  seis  meses;  que  la 
asamblea  no  se  ocuparía  en  ningún  otro  asunto,  y  que  los 
Estados  que  adoptasen  el  plan,  organizarían  desde  luego  su 
gobierno  interior. 

Souora  inmediatamente  y  del  modo  más  general  y  so- 
lemne se  adhirió  al  dicho  pronunciamiento,  organizándose 
en  lo  interior  bajo  la  forma  federal,  levantando  actas  y  ex- 
pidiendo manifiestos  que  amplificaban  y  sostenían  los  prin- 
cipios proclamados  por  D.  José  Urrea. 


758 

Sucedía  lo  mismo  en  otros  varios  lugares  en  que  era  se- 
cundado el  pronunciamiento  de  la  ciudad  de  Arizpe,  de 
manera  que  fructificando  el  movimiento  filosófico  de  la  re- 
volución, formada  por  las  representaciones  peticionarias,  vi- 
nieron á  multiplicarse  también  los  pronunciamientos  arma- 
dos, principalmente  los  que  se  hacían  bajo  1^  espada  de 
Urrea;  pero  sin  embargo  de  la  alterada  quietud  pública  y 
de  una  agitación  casi  constante,  no  dominaba  la  opinión  en 
favor  del  citado  caudillo,  ni  erau  rápidos  los  progresos  de  su 
causa,  á  pesar  de  que  no  faltó  constancia,  ni  cesaban  los 
trabajos  de  los  partidos  para  propagar  y  hacer  triunfar  sus 
ideas. 

Por  esto  sin  duda  antes  de  un  año  apareció  en  Tampico 
de  Tamaulipas  el  corifeo  federalista  de  Sonora,  unido  al  que 
proclamaba  los  mismos  principios,  el  Teniente  Coronel  del 
ejército  D.  Longinos  Montenegro,  quien  el  día  9  de  noviem- 
bre de  1838  se  puso  á  las  órdenes  del  General  Urrea  con  la 
plaza  de  Santa- Anna  de  Tamaulipas.  Coordinaron  ambos 
el  16  de  diciembre  la  formación  y  publicación  de  otro  plan, 
en  el  cual  si  bien  se  adoptaron  los  misinos  principios  federa- 
les, desecháronse  las  medidas  de  los  cuatro  artículos  del  plan 
de  Sonora,  y  se  propuso  otra  organización  del  ejecutivo,  un 
diverso  método  electoral  y  otras  invenciones  y  novedades, 
que  pueden  decirse,  pero  no  practicarse. 

Así  marcharon  los  disidentes  y  asi  también  siguió  la  re- 
volución, obligando  al  gobierno  á  obrar  enérgicamente,  ya 
estrechado  por  los  graves  sucesos  referidos,  y  ya  porque 
quiso  nuestra  mala  suerte  que  se  complicase  la  situación 
del  país  por  la  concurrencia  de  hechos  y  circunstancias  en 
extremo  importantes.  Ocupábase  la  administración  por  una 
parte  en  proveer  al  remedio  y  auxilio  de  loa  pueblos  conmo 
vidos  por  insurrecciones  locales,  que  excitando  la  delicada  fi- 
bra del  amor  á  la  libertad  y  á  las  instituciones  que  parece 
cuadraban  más  al  espíritu  público,  y  por  otra  en  prepararse 


759 

moral  y  físicamente  á  la  defensa  de  la  república,  amagada 
por  el  poder  de  la  Fraucia  que  armaba  y  dirigía  contra  Mé- 
xico la  invasión  que  se  verificó  al  fin,  como  en  su  lugar  ve- 
remos al  ocuparnos  de  esa  memorable  cuestión.  Afligían, 
pues,  á  México  á  un  mismo  tiempo  la  guerra  civil  y  la  guerra 
extranjera. 

El  día  13  de  diciembre  de  1838  ocuparon  los  ministerios 
del  exterior  y  del  interior  D.  Manuel  González  Pedraza,  el 
primero,  y  D.  Juan  Bodríguez  Puebla  el  segundo,  por  haber- 
se separado  D.  Luis  Gonzaga  Cuevas  y  D.  J.  Joaquín  Pesa- 
do; después  recibieron  la  cartera  de  hacienda  D.  José  Gó- 
mez de  la  Cortina,  y  D.  Benito  Quijauo,  con  calidad  de  inte- 
rino, la  de  guerra. 

Cambiado  el  gabinete  se  presentó  al  consejo  de  gobierno 
una  iniciativa  para  que  pasase  al  cuerpo  legislativo,  con  ob- 
jeto de  que  se  dictasen  las  más  serias  disposiciones  dirigi- 
das al  sostén  del  honor  nacional  respecto  del  exterior,  y  en 
cnanto  al  interior  á  salvar  la  existencia,  buen  orden  y  se- 
guridad de  la  república,  no  ya  amagada,  sino  fuertemente 
combatida. 

Pedíase  como  primera  providencia  la  que  se  dirigía  á 
unir  á  los  mexicanos,  cuanto  fuese  posible  y  en  todo  lo  re- 
lativo á  sus  intereses  y  derechos,  así  como  en  obsequio  de  la 
común  felicidad,  considerando  la  situación  política  del  país 
en  circunstancias  tan  comprometidas,  al  hallarse  á  uu  mis- 
mo tiempo  invadido  por  armas  extranjeras,  y  desgarrado 
por  disensiones  domésticas.  Se  quería  y  se  pedía  que  el  con- 
greso general  cesara  en  sus  facultades  y  funciones  legislati- 
vas, teniendo  sólo  la  de  convocar  una  nueva  asamblea  que 
con  el  carácter  de  constituyente,  constituyera  en  efecto  á  la 
nación  en  el  preciso  término  de  seis  meses,  dando  por  ley 
fundamental,  las  instituciones  republicanas  más  conformes 
al  voto  general  de  la  nación.  Que  se  dictaran  además  todas 
las  medidas  convenientes  para  resolver  las  muy  graves  y 


760 

comprometidas  cuestiones  á  que  dieron  lugar  la  invasión 
francesa  y  la  ocupación  de  Texas.  Que,  en  ñn,  se  procurara 
expeditar  y  dar  energía  al  ejecutivo,  libertándolo  de  las  tra- 
bas con  que  decían  se  hallaba  ligado  por  la  constitución  vi- 
gente, y  pudiese  obrar  ampliamente  y  acudir  á  la  defensa 
nacional,  dejando  bien  puestos  la  independencia  y  derechos 
de  México. 

No  creyó  el  consejo  admisible  la  iniciativa,  y  por  lo  mis- 
mo resolvió  no  darle  curso,  quedando  el  gobierno  con  esta 
negativa  comprometido  en  lo  interior  y  económico  de  la 
administración  é  igualmente  en  lo  público,  por  haberse  de- 
clarado ya,  del  modo  más  solemne,  que  el  programa  del  go- 
bierno era  el  iniciado  y  pasado  al  consejo  por  el  miuisterio 
respectivo.  Este,  por  tanto,  quiso  presentar  su  expresada 
iniciativa  á  las  cámaras,  y  pidió  se  le  admitiese  con  tal  ob- 
jeto en  una  inmediata  sesión  extraordinaria;  pero  no  habien- 
do tenido  lugar  ésta  y  sabiéndose  la  negativa  del  consejo,  se 
agitaron  los  ánimos  en  términos  de  que  se  formase  una  ver- 
dadera asonada,  que  causó  el  movimiento  político  del  día  14 
de  diciembre  del  año  de  1838, 

Un  inmenso  concurso  (dice,  en  el  caso,  un  escritor  de  la 
época)  ocupó  los  patios  y  corredores  del  palacio,  ansioso  de 
saber  lo  que  se  resolvía  sobre  la  iudicada  iuiciativa,1  y  á  las 
cuatro  de  la  tarde  que  llegó  á  sospecharse  y  temerse  la  ne- 
gativa de  las  cámaras,  teniendo  ya  por  tal  negativa  haberse 
divulgado  que  no  se  hallaban  de  acuerdo  los  cuerpos  cole- 
gisladores con  el  gobierno,  prorrumpió  la  multitud  en  ví- 
tores y  vivas  á  la  federación,  y  dividiéndose  en  masas  nu- 
merosas, se  dispersaron  por  toda  la  ciudad  recorriendo  las 
calles  en  medio  de  salvas,  repiques  y  cohetes,  pidiendo  la 
restitución  de  la  carta  de  1824;  es  decir,  se  efectuó  en  reali- 

1  Véase  el  número  1330  del  Diario  del  gobierno  del  día  20  de  diciembre  de  1838,  don- 
de consta  la  acta  de  la  sesión  extraordinaria  del  consejo  de  gobierno,  de  la  noche  del  día 
13  del  mismo  mes  y  año. 


761 

dad  el  pronunciamiento  contra  las  autoridades  constituidas, 
muy  de  antemano  predispuesto  y  hasta  explicado  por  la 
prensa  y  con  las  armas. 

El  grito  más  sostenido  y  repetido  era  este:  "  Queremos 
onstictución  sin  cola  y  pura  federación."  De  donde  tuvo 
origen  el  sobrenombre  de  "  puro,"  que  se  ha  dado  en  pos- 
teriores épocas  al  partido  liberal  exaltado,  que  nació  en  el 
período  dicho  del  ministerio  "  de  los  tres  días,  "  que  es  como 
se  llamó,  y  con  cuyo  nombre  es  conocido.  Las  tropas  de  la 
guarnición  permanecieron  en  orden  é  inofensivas. 
■  El  presidente  de  la  república  proclamó  -del  modo  más  pru 
dente  y  suave,  aunque  siempre  sosteniendo  sus  legales  com- 
promisos y  obrando  en  la  órbita  de  sus  deberes.  Proótest 
que  respetaría  los  derechos  sociales;  pero  que  era  preciso  se 
respetasen  también  las  autoridades,  y  se  guardase  el  orden 
público;  pues  de  lo  contrario  el  gobierno  usaría  del  poder 
de  la  ley,  que  no  ofende  y  sí  conserva,  esto  es,  que  sería  se- 
vero sin  ser  tirano.  Así  lo  repitió  y  ratificó  en  resolución  del 
día  17  del  mismo  diciembre,  circulada  por  «1  oficial  mayor 
del  ministerio  del  iuterior,  que  despachaba  por  la  renuncia 
de  D.  Juan  Rodríguez  Puebla,  quien  con  D.  Manuel  Gómez 
Pedraza  se  había  separado  por  iguales  causas,  quedando  va- 
cantes las  carteras  del  exterior  y  del  iuterior  el  16  del  repe- 
tido mes,  por  cuya  circunstancia  se  conoce  y  ha  sido  llamado, 
como  queda  dicho,  "  miuisterio  de  los  tres  días,"  el  que  aca- 
bamos de  mencionar. 

La  situación  del  país  se  complicó  naturalmente  con  estas 
ocurrencias  que  afectaban  los  intereses  generales,  y  los  par- 
ticulares de  partido.  Por  esto  se  encendió  fuerte  discordia 
entre  los  ciudadanos  y  hasta  entre  los  departamentos,  ex- 
plicándose en  contra  de  las  instituciones  que  regían  y  contra 
el  personal  de  la  administración,  haciendo  uso  del  por  des- 
gracia muy  común  y  conocido  modo  de  sublevarse  por  medio 
de  pronunciamientos,  sin  considerar  los  males  que  se  causa- 

Tomo  II.— 96 


7G2 

bau  á  la  nación  cuando  se  hallaba  luchando  con  enemigos 
interiores  y  extranjeros. 

Las  circunstancias  de  la  república,  como  acabamos  de  in- 
dicar, pedían  y  hasta  exigían  medidas  de  conservación,  y 
gran  cuidado  para  contener  los  males  que  se  experimentaban, 
y  los  muchos  y  mayores  que  se  temían,  considerando  el  dis- 
gusto y  aún  desórdenes  á  que  daban  lugar  los  genios  inquie- 
tos, que  esperaban  aprovecharse  de  la  guerra  extranjera  para 
adelantar  en  la  civil  y  conseguir  lo  que  intentaban. 

Se  trató,  por  lo  mismo,  de  que  concluyeran  los  pronun- 
cimientos,  los  planes  y  los  desórdenes  que  existían  por  Tani- 
pico  y  otros  puntos,  contando  para  fin  tan  saludable  con  los 
buenos  elementos  que  existían,  y  con  las  personas  más  ap- 
tas, decididas  y  de  mayor  prestigio,  combinándose  todo  de 
manera  que  en  la  campaña  y  en  el  gabinete  existiera  la  fuer- 
za necesaria  para  restablecer  la  quietud  pública,  hasta  ob- 
tener en  lo  posible  la  paz  sólida  que  tanto  importa  á  las 
naciones,  como  primer  elemento  y  principal  resorte  de  la 
prosperidad. 

Por  estos  principios  y  sobre  estas  bases  se  dispuso  que  el 
General  D.  Anastasio  Bustamante,  presidente  constitucio- 
nal de  la  república,  se  pusiese  á  la  cabeza  del  ejército  para 
abrir  una  campaña  que  diera  por  resultado  el  feliz  término 
de  las  diferencias  domésticas  y  de  los  movimientos  armados 
que  existían,  acaudillados  por  algunos  jefes  del  ejército,  y 
principalmente  por  D.  José  Urrea  y  D.  José  Antonio  Mejía. 

Por  imposibilidad  del  presidente  del  consejo,  y  solicitada 
y  obtenida -la  resolución  del  supremo  poder  conservador  so- 
bre declarar  la  voluntad  nacional,  quedó  electo  presidente 
interino  de  la  república  el  General  ü.  Antonio  López  de 
Santa- Anua,  quien  juró  y  tomó  posesión  el  día  18  de  marzo 
de  1839,  con  arreglo  al  decreto  que  con  fecha  10  expidió  el 
congreso  general.  Continuó  el  misino  personal  del  ministe- 
rio:; pero  pasado  algún  tiempo  tuvo  varias  modificaciones 


763 

y  el  congreso  cerró  las  sesiones  del  segundo  período  cons- 
titucional el  día  27  de  diciembre.  Habló  á  la  nación  el 
presidente  interino  por  medio  de  un  manifiesto  en  que  pro- 
testando gratitud  á  los  mexicanos,  revelaba  las  mejores 
intenciones  de  obrar  rectamente;  fué  bien  recibida  esta  ma- 
nifestación, así  como  su  persona,  y  á  la  verdad,  era  muy  re- 
ciente la^prueba  cruenta  que  acababa  de  dar  en  Veracruz 
para  mostrarse  de  modo  contrario.  Tambióu  dio  su  mani- 
fiesto el  presidente  constitucional  con  igual  patriotismo,  y 
declarando  sus  ideas,  objeto  y  plan  de  pacificación,  ofreció 
no  omitiría  servicio  ni  fatiga  que  sirviesen  al  bien  y  prospe- 
ridad nacional. 


CAPÍTULO  II. 


El  General  D.  Antonio  Xiópez  de  Santa- Anna  como  presidente  interino 
desde  1S  de  marzo  de  1S39  basta  30  de  julio  del  niismo  año.  —  Sucesos 
ocurridos  en  el  referido  tiempo  de  poco  más  de  cuatro  meses,  compren- 
diendo las  diferencias  y  arreglos  con  los  Estados  Unidos  y  la  cuestión 
de  Francia. 


Marchó  el  General  Bustamante  el  día  20  de  marzo,  di- 
rigiéndose á  los  departamentos  del  Norte  y  reuniendo  bajo 
su  mando  todas  las  brigadas,  divisiones  y  partidas  militares 
que  en  aquellos  lugares  existían.  Urrea  y  Mejía  eran  el  blan- 
co de  las  operaciones  del  ejército;  pero  debemos  cousiguar, 
fundados  en  datos  oficiales,  que  el  plan  y  política  de  la  ad- 
ministración contra  los  disidentes,  no  descausaba  sólo  en  el 
poder  de  las  armas,  sino  en  el  suave  imperio  de  la  razón. 
Así  es  que  se  anunció  á  los  sublevados,  que  lo  resuelto  al 
empreuderse  contra  ellos  la  campaña,  era  presentarles  la  oli- 
va de  la  paz,  antes  de  hacer  uso  de  la  fuerza,  y  se  quiso  que 


764 

el  triunfo  fuese  obra  más  bieu  del  convencimiento  que  de  la 
violencia. 

Con  principios  tan  sanos  y  bajo  tan  buenos  auspicios,  se 
abrió  la  campaña,  y  los  acontecimientos  fueron  sucediéndose 
del  modo  más  feliz  y  favorable  al  gobierno. 

Pasada  la  desgracia  militar  de  San  Jacinto,  en  Texas,  y 
después  de  haber  regresado  de  los  Estados  UnidoS|pl  Gene- 
ral Santa-Amia,  se  hallaba  en  fines  del  año  de  1838  en  su 
hacienda  de  Manga  de  Olavo,  casi  enteramente  aislado  y  fue- 
ra del  círculo  de  los  negocios  públicos;  pero  la  guerra  con 
Francia  y  la  pérdida  del  castillo  de  San  Juan  de  Ulúa,  que 
fué  uno  de  los  efectos  de  ella,  demandaron  de  nuevo  sus  ser- 
vicios, y  fué  nuevamente  llamado  á  prestarlos  encargándose 
del  mando  de  las  armas  en  el  mismo  departamento  donde  el  5 
de  diciembre  en  defensa  del  honor  nacional  fué  herido  y  mu- 
tilado. Este  conjunto  de  circunstancias  le  abrieron  de  nuevo 
el  camino  al  mando  como  jefe  supremo  de  la  nación  según 
se  ha  visto  en  el  anterior  capítulo. 

Graves  é  importantes  sucesos  se  precipitaron,  tanto  por 
parte  de  los  disidentes,  como  por  la  de  el  gobierno,  aunque 
el  último  obrase  con  plan,  orden  y  arreglo  en  sus  operacio- 
nes. El  General  D.  Martín  Perfecto  Cos  fué  derrotado  en 
Tuxpan.  Urrea  y  Mejía  hicieron  un  movimiento  rumbo  de 
Veracruz  y  Puebla.  Tampico,  entre  tanto,  permanecía  de- 
fendido por  fuerzas  y  recursos  de  los  disidentes;  pero  el  Ge- 
neral D.  Mariano  Arista  avanzó  sobre  esta  plaza  y  logró 
ocuparla  mediante  capitulación.  Los  Generales  Bustamante 
en  jefe,  Arista  y  Canalizo,  aunque  estorbaron  la  pérdida  y 
ocupación  de  las  poblaciones  más  importantes  de  los  depar- 
tamentos del  Norte,  no  pudieron  impedir  se  verificase  la 
marcha  de  Urrea  y  Mejía. 

En  los  primeros  días  del  mes  de  mayo  de  1839  llegaron  á 
Amozoc  los  sublevados  con  la  fuerza  de  cerca  de  mil  quinien- 
tos hombres  de  infantería  y  caballería  y  una  pequeña  pieza  de 


765 

artillería.  Es  decir,  antes  de  cumplir  cincuenta  días  la  orga- 
nización última  del  gobierno  general  de  la  república,aque- 
llos  pronunciados  se  hallaron  casi  á  las  puertas  de  la  ciu- 
dad de  Puebla;  pero  allí  se  encontraron  con  la  oposición  de 
fuerzas  dobles  mandadas  por  el  General  D.  Gabriel  Valen- 
cia y  Coronel  D.  Juan  Morales,  que  los  derrotaron  después 
de  un  sangriento  y  reñido  combate. 

En  la  época  de  que  hablamos  fueron  dos  las  expediciones 
que  honrarán  al  valor  y  buen  juicio  de  los  mexicanos  por 
haber  encadenado  el  desorden  y  evitado  la  anarquía  que  se 
presentaba  ya  con  todos  sus  horrores.  Las  acciones  de  Aca- 
jete  y  Hacienda  de  San  Miguel  la  Blanca,  Tampico  y  Tux- 
pan  dieron  felices  resultados  para  la  patria,  por  haberse 
impedido  el  progreso  de  la  revolución,  considerando  las  per- 
sonas que  obraban,  su  objeto  y  circunstancias  consiguientes. 
Así  lo  han  confesado  escritores  particulares  y  oficiales. 

Sensible  es  recordar  escenas  de  sangre;  pero  debemos 
hacerlo  para  llenar  nuestro  objeto.  Omitiendo,  pues,  porme- 
nores inconducentes,  transcribimos  de  la  comunicación  ofi- 
cial del  ministro  de  la  guerra  y  marina  D.  José  María  Tornel 
fecha  3  de  mayo  de  1839  en  el  cuartel  general  de  Acajete,  el 
siguiente  párrafo: 

"  Quedando  el  presidente  con  el  más  profundo  y  amargo 
"sentimiento  por  haber  oído  de  boca  de  los  ayudantes  de 
"  campo  del  Sr.  General  Valencia,  que  había  regados  en 
"el  campo  de  batalla  como  seiscientos  cadáveres,  porque 
"fué  obstinada  la  lucha.  Que  la  vindicta  pública  descargó 
"su  brazo  inexorable  sobre  D.  J.  Antonio  Mejía,  haciendo 
"  expirase  en  el  patíbulo  que  había  merecido  por  sus  delitos, 
"y  cuya  pena  fué  consiguiente,  y  de  necesidad  aplicarla." 

Debe  aquí  advertirse  que  el  ministro  de  la  guerra  obra, 
como  en  campaña,  por  razón  de  que  el  día  30  de  abril  salió 
el  presidente  interino  con  dicho  ministro  á  situarse  lo  más 
próximo  posible  al  campo  de  Mejía,  para  dictar  las  provi- 


766 

ciencias  convenientes  á  impedir  no  sólo  el  triunfo  de  las  fuer- 
zas sublevadas,  sino  cortarles  la  retirada  á  Tuxpan.  Por 
esto  y  por  la  muy  corta  distancia  á  que  debía  situarse  y  el 
breve  tiempo  de  la  ausencia,  se  toleró  no  fuesen  guardadas 
las  formalidades  de  ley  para  salir  de  la  capital  y  tomar  el  in- 
mediato mando  de  las  armas,  esperándose  por  todos  los  agen- 
tes del  gobierno  que  volvería  dentro  de  pocos  días.  Regresó 
efectivamente  muy  pronto,  pues  el  día  8  de  mayo  en  la  tar- 
de entró  en  la  capital  en  medio  de  gran  solemnidad,  manifes- 
tándose el  mayor  júbilo  y  entusiasmo  en  la  población,  como 
se  hace  siempre  con  el  vencedor.  Siguieron  las  felicitaciones 
de  costumbre  y  las  funciones  de  aparente  ó  verdadero  rego- 
cijo, sin  que  por  la  prensa  hubiese  discusión  ni  manifestación 
libre,  pues  desde  el  mes  de  abril,  por  medio  de  una  circular 
gubernativa,  se  dictaron  medidas  represivas  á  que  dieron  lu- 
gar los  abusos  que  se  cometen  á  la  sombra  de  la  libertad  de 
imprenta,  que  siendo  en  sí  misma  el  mejor  antemural  de  las 
garantías  del  hombre  en  una  sociedad  morigerada  y  bien 
constituida,  se  convierte  en  instrumento  y  medio  de  fomen- 
tar odios  y  pasiones  bajas,  dirigidas  tal  vez  á  viles  vengan- 
zas. 

La  administración  siguió  su  marcha  conforme  á  sus  prin- 
cipios. Las  secretarías  de  lo  interior  y  de  hacienda  sufrieron 
variación  en  18  de  mayo,  entrando  á  servir  la  primera  D* 
Antonio  Romero,  y  la  segunda  D.  Francisco  María  Lombar- 
do. El  General  D.  Mariano  Paredes  y  Arri llaga  fué  nombra- 
do en  jefe  de  las  armas  que  obraban  en  los  departamentos 
del  Norte,  y  señaladamente  en  Tuxpan  y  Tampico,  donde 
existía  la  revolución  ya  reducida  á  las  fuerzas  que  mandaban 
los  jefes  D.  Pedro  Lemus  y  Lie.  Canales. 

Por  el  mismo  tiempo  en  el  departamento  de  Jalisco  apa- 
reció la  discordia  civil  bajo  el  principio  proclamado  y  soste- 
nido en  los  otros  lugares,  pretextando  reformas  y  libertad. 
Montenegro  y  García  Vargas  atacaron  á  Guadalajara,  capi- 


767 

tal  de  dicho  departamento,  ocuparon  algunos  edificios,  rom- 
piendo las  hostilidades  y  cometiendo  algunos  excesos;  pero 
al  fin  fueron  completamente  derrotados.  Igual  fin  tuvieron 
los  que  defendían  á  Tuxpan  y  Tampico. 

Esta  última  plaza  fué  ocupada  por  el  General  D.  Maria- 
no Arista  con  su  brigada  el  día  5  de  junio  de  1839,  habién- 
dose acordado  en  el  paso  de  Doña  Cecilia,  el  día  anterior,  la 
formal  capitulación,  en  cuya  virtud,  ratificada  que  fué,  de- 
puso las  armas  la  guarnición,  quedando  á  disposición  del 
gobierno  de  la  república  con  cuauto  existía  en  dicha  plaza. 
En  esta  ocasión,  Escalada  mandaba  en  jefe  á  los  pronuncia- 
dos de  Tampico,  por  la  circunstancia  de  haberse  Urrea  reti- 
rado dos  días  antes  para  Tuxpan  por  haberse  visto  no  sola- 
mente desairado  y  aun  despreciado,  sino  hasta  perseguido 
por  los  mismos  suyos,  en  términos  de  no  haberle  quedado 
más  recurso  que  la  fuga.  Pero  habiéndose  unido  á  las  tropas 
del  gobierno  el  día  2  de  junio  el  jefe  de  la  fuerza  útil  de  los 
pronunciados  D.  Tomás  Barbereua,  desconcertó  completa- 
mente sus  planes,  y  sin  poderse  sostener,  fué  consiguiente 
la  rendición  de  Tuxpan  que  se  verificó  el  día  19  del  mismo 
junio,  poniéndose  los  disidentes  á  las  órdenes  del  General 
Paredes  que  mandaba  en  aquel  punto.  Ajustada  y  aprobada 
la  capitulación  de  estampilla,  quedaron  Urrea  y  los  demás 
en  el  pleno  goce  de  garantías  y  empleos. 

El  ejecutivo  por  su  parte  dirigió  en  18  del  repetido  mes 
una  iniciativa  en  la  forma  constitucional,  con  objeto  de  pro- 
mover los  bienes  de  la  paz,  dando  principio  con  uua  amnis- 
tía absoluta  ó  indicándose  la  conveniencia  de  que  en  su 
oportunidad  se  diese  lugar  á  las  reformas  de  la  ley  funda- 
mental que  se  creyesen  necesarias  y  que  corrigiesen  los  de- 
fectos que  como  tales  acreditaba  la  experiencia.  Este  asunto 
tan  importante  llegó  á  ser  materia  de  formal  iniciativa  que 
ocupó  por  mucho  tiempo  al  cuerpo  legislativo,  mediando  de- 
tenidos y  acalorados  debates.  El  gobierno  por  su  parte  ac- 


76B 

tivaba  la  práctica  de  las  reformas  cuya  admisión  él  mismo 
tenía  iniciada,  y  procuraba  prevenir  los  males  que  se  habían 
ya  experimentado  y  se  preparaban  excitando  tumultos  y  des- 
gracias. Pasaron  días  y  se  declaró  por  fin  que  la  voluutad  de 
la  nación  era  manifiesta  eu  favor  de  que  se  procediese  á  re- 
formar las  leyes  constitucionales  sin  esperar  la  época  pre- 
fijada por  ellas  al  efecto. 

Asuntos  de  otro  orden,  aunque  no  de  tanta  importancia, 
ocuparon  á  la  administración,  tales  como  haber  preseutado 
en  18  de  junio  de  1839,  previa  terna  para  el  arzobispado  de 
México,  que  se  hallaba  vacante,  al  Dr.  D.  Manuel  Posada  y 
Garduño,  dignidad  maestrescuelas  de  esta  Santa  Iglesia  Ca- 
tedral, el  cual  fué  aprobado  por  la  silla  apostólica  y  consa- 
grado, como  tal  metropolitano;  y  el  haber  manifestado  el 
gobierno,  por  el  ministerio  de  la  guerra,  que  habiendo  obte- 
nido el  presidente  General  D.  Anastasio  Bastatuante,  por 
donación  del  inmortal  héroe  de  Iguala  libertador  de  México 
D.  Agustín  de  Iturbide,  la  espada  con  que  juró  y  sostuvo  la 
independencia  nacional,  hacía  por  su  parte  el  agraciado,  do- 
nación también  al  congreso  general  de  esa  alhaja  de  precio 
inestimable,  acordándose  eu  la  sesión  del  29  de  mayo,  ca- 
si unánimemente,  que  se  aceptaba  tan  apreciable  donación, 
y  se  previno  se  colocase  la  espada  en  el  salón  de  sesiones, 
archivándose  la  información  con  que  se  acompañó. 

Entretanto  el  General  Santa- Auna  se  resintió  en  su  sa- 
lud por  las  heridas  recibidas  el  mes  de  diciembre  en  Vera- 
cruz,  y  como  la  guerra  había  cesado  en  los  departamentos 
del  Norte  por  las  capitulaciones  y  rendición  que  hemos  re- 
ferido, el  presidente  constitucional  estuvo  expedito  para 
volver  al  ejercicio  del  poder  que  tenía  confiado,  dejando  el 
mando  inmediato  de  las  armas  á  los  Generales  Arista,  Pa- 
redes y  Oaualizo,  en  los  términos  que  explican  los  documen- 
tos oficiales  y  el  manifiesto  dado  á  la  nación,  en  el  cual  el 
mismo  presidente  dio  cuenta  del  resultado  de  sus  plaues  de 


769 

campaña  hasta  la  rendición  y  capitulación  á  que  vinieron 
los  disidentes. 

El  General  Bustamante  fué  llamado  por  el  presidente  in- 
terino, quien  no  obstante  su  falta  de  salud  continuó  en  el 
gobierno,  dejando  al  cuerpo  legislativo  instalado  el  1?  de 
julio,  ocupándose  en  el  interesante  período  de  presupuestos 
y  leyes  de  hacienda;  y  aunque  deseaba  devolver  personal- 
mente el  encargo,  que  había  recibido  hacía  tres  meses,  no  le 
fué  posible  esperar  el  regreso  de  Bustamante,  porque  au- 
mentándose el  mal  estado  de  su  salud,  y  obligándolo  el  voto 
de  los  facultativos  á  retirarse  á  su  país  natal,  partió  para  su 
hacienda  Manga  de  Clavo  el  11  de  dicho  mes,  acompañado 
de  su  muy  recomendable  y  virtuosa  esposa  D*  María  Inés 
García,  que  había  venido  á  México  el  25  de  mayo  al  cuidado 
de  asistirlo  en  su  falta  de  salud,  quedando  encargado  de  la 
presidencia  de  la  república,  Ínterin  llegaba  á  la  capital  el  pre- 
sidente constitucional,  el  General  D.  Nicolás  Bravo,  que  lo 
era  del  consejo  de  gobierno,  y  cuya  administración  será  ma- 
teria del  capítulo  siguiente,  debiendo  antes  referir  los  suce- 
sos relativos  á  los  Estados  Unidos  y  á  Francia. 


ESTADOS  UNIDOS. 

Una  fatalidad  lamentable  ha  acompañado  á  las  relacio- 
nes que  han  existido  entre  las  dos  repúblicas  vecinas  de  Mé- 
xico y  los  Estados  Unidos  del  Norte,  las  que  á  pesar  de  ha- 
berse ligado  con  el  vínculo  de  convenciones  y  tratados,  casi 
siempre  han  estado  discordes.  Muy  pocos  años  pasaron  des- 
pués del  reconocimiento  que  hizo  solemne  y  formalmente  de 
nuestra  nacionalidad  la  república  de  Washington,  sin  que 

Tomo  II.— 97 


770 

tronase  sobre  nosotros  la  terrible  voz  de  "  reclamación. " 
Repetidas  fueron  éstas  en  los  primeros  tiempos  de  nuestra 
independencia,  y  graves  los  sucesos  (pie  afectaron  las  rela- 
ciones entre  los  dos  países,  tratándose  no  ¿sólo  de  intereses 
pecuniarios  que  es  lo  que  más  ha  dominado,  no  obstante  las 
consideraciones  que  parece  han  debido  existir  entre  dos  na- 
ciones amigas  por  vecindad  y  mutua  conveniencia. 

Expuestos  quedan  en  lugares  anteriores  los  sucesos  que 
tuvieron  lugar  con  motivo  de  reclamaciones  diplomáticas. 
Ahora  recordaremos  que  el  gobierno  mexicano  en  1838,  ha 
blando  de  las  reclamaciones  de  los  listados  Unidos  contra 
México,  asienta  en  sus  documentos  de  Estado,  con  toda  im- 
parcialidad y  justificación,  que  en  los  cargos  del  gabinete 
americano  se  advertía  prevención  desfavorable  y  contraria 
á  la  amistad  y  unión  que  debían  exisíir  entre  las  dos  nacio- 
nes; que  casi  no  había  suceso  por  insignificante  que  fuese, 
con  tal  de  referirse  á  un  ciudadano  americano,  que  no  sir- 
viese de  causa  ó  pretexto  para  fundar  una  reclamación;  que 
se  hacía  responsable  á  la  administración  mexicana  de  los  ac- 
tos del  gobierno  español,  ejecutados  en  ejercicio  del  sistema 
de  policía  que  regía  entonces,  contra  algunos  que  se  intro- 
dujeron en  nuestras  fronteras  ó  costas;  que  se  había  exigido 
indemnización  de  las  sumas  que  se  dice  se  facilitaron  á  los 
patriotas  llamados  insurgentes,  auxiliando  la  guerra  prime- 
ra de  independencia;  que  se  exigieron  también  indemnizacio- 
nes por  artículos  declarados  de  comiso  á  algunos  americanos 
que  no  cumplieron  con  las  disposiciones  legales  sobre  el  co- 
mercio extranjero;  que  al  hacer  las  reclamaciones  y  formu- 
larse los  cargos,  se  procede  en  todo  de  un  modo  tan  exage- 
rado, que  si  se  desnudasen  del  ropaje  y  colorido  con  que  se 
presentan  se  vería  la  verdad,  como  ella  es,  y  las  autoridades 
mexicanas  aparecerían  justificadas  y  arreglado  el  desempeño 
de  sus  de  beres;  que  se  hacen  cargos,  no  sólo  sin  justificación 
legal,  sino  lo  más  notable,  sin  presentar  otro  título  que  el 


771 

propio  dicho  del  interesado;  que,  en  fiu,  pocos  de  esos  cargos 
aparecían  fundados  en  la  justicia;  y  sí  los  más  contrarios  á 
ella  y  á  la  buena  amistad  que  eutre  las  dos  repúblicas  debía 
conservarse,  evitando  por  todos  los  medios  posibles  un  rom- 
pimiento. 

Casi  se  provocaba  éste  al  advertirse  que  por  los  Estados 
Unidos  se  reclamabau  á  México  actos  del  gobierno  virreiual 
en  estos  términos: 

"  El  secretario  de  Estado  no  concibe  en  qué  principios  se 
"  pueden  fundar  las  distinciones  que  aluden  á  las  diversas 
"épocas  del  gobierno  español  y  del  independiente;  ni  qué 
"justa  causa  puede  tener  México  para  rehusar  el  pago  por 
"actos  cometidos  dentro  de  su  jurisdicción  territorial  des- 
"  pues  de  la  separación  virtual  de  España  y  México,  estoes, 
"  después  de  la  ocupación  de  España  por  la  Francia  en 
"  1808. " 

¿Puede  ser  más  expresa  la  decisión  hostil  del  poder  más 
fuerte  contra  el  más  débil?  ¿Por  qué  se  nos  quiere  hacer 
responsables  de  lo  que  no  ha  pasado  en  nuestro  tiempo  y 
cuando  no  habíamos  nacido?  ¿Y  por  qué  se  confunden  de 
intento  las  épocas,  las  persouas  y  las  cosas  mismas  de  la  re- 
clamación, si  no  es  porque  se  desea  y  aun  se  busca  la  ruina 
del  reclamado? 

Felizmente  el  gobierno  trató  de  restablecer  en  mejor  es- 
tado las  relaciones  diplomáticas  de  México  y  los  Estados 
Unidos;  y  al  efecto,  se  pusieron  en  práctica  los  medios  que 
mejor  conducían  á  fin  tan  saludable.  Nombróse  ministro  ple- 
nipotenciario á  D.  Francisco  Pizarro  Martínez,  cuya  misión 
era  altamente  difícil,  pues  á  más  de  algunas  ocurrencias  des- 
agradables á  que  dio  lugar  la  estrepitosa  retirada  del  mi- 
nistro americano,  Mr.  Powhatan  Ellis,  y  de  las  reclamaciones 
que  mantenían  en  mal  estado  las  relaciones  eutre  ambas 
repúblicas,  surgía  de  un  modo  grave  la  cuestión  interesan- 
tísima de  la  separación  é  independencia  de  Texas,  que  to- 


772 

maba  un  aspecto  amenazador  con  el  reconocimiento  formal 
de  su  existencia  política,  verificado  por  la  república  de  Wash- 
ington, bajo  el  principio  de  gobierno  de  hecho  que  hizo  re- 
conocer también  por  emperador  del  Brasy  á  D.  Pedro  rey 
de  Portugal,  y  después  á  D*  María  da  Gloria. 

Las  buenas  relaciones  quedaron  por  entonces  restableci- 
das en  los  siguientes  términos  anunciados  por  el  presidente 
Van -Burén  en  su  mensaje  de  diciembre  de  1839,  que  como 
resultado  de  conferencias  celebradas  por  Mr.  Forsytta  minis- 
tro americano  y  D.  Francisco  Pizarro  Martínez  ministro  de 
México,  se  había  convenido  por  ambas  partes  celebrar  una 
convención  ó  tratado  para  terminar  amistosamente  las  difi- 
cultades pendientes  entre  los  Estados  Unidos  y  la  república 
mexicana.  Reducíase  el  tratado  á  que  cada  uno  de  los  refe 
ridos  países  nombrase  dos  comisionados  con  el  indicado  fin, 
remitiéndose  en  caso  de  desacuerdo  sobre  algunos  puntos,  al 
arbitraje  del  rey  de  Prusia,  ó  al  de  los  Países  B;ijos;  que  los 
comisionados  deberían  reunirse  en  la  ciudad  de  Washington 
en  un  tiempo  dado,  después  de  la  ratificación;  que  se  ocu- 
paría la  junta  en  examinar  las  reclamaciones,  y  concluiría 
sus  trabajos  en  término  «le  diez  y  ocho  meses;  que  la  decisión 
de  los  comisionados  ó  del  arbitro,  en  su  caso,  sería  conside- 
rada como  última  y  definitiva;  y  que  México  podría  satisfa- 
cer su  responsabilidad  por  medio  de  pagarés  ó  libranzas  con 
interés  y  admisibles  en  descuento  de  derechos  en  los  puer- 
tos. En  virtud  de  esta  convención  fueron  nombrados  por 
México,  U.  Pedro  Fernández  del  Castillo  y  D.  Joaquín  Ve- 
lázquez  de  León,  y  como  secretario  D.  Lucas  del  Palacio  y 
Magarola,  quienes  recibieron  sus  credenciales  é  instruccio- 
nes y  marcharon  á  su  destino,  lográndose  reunir  la  referida 
junta,  que  trabajó  con  asiduidad  y  patriotismo,  hasta  haber 
en  lo  posible  logrado  los  pacíficos  y  saludables  fiues  de  su 
institución,  eu  los  términos  que  apareceráu  en  su  respectivo 
lugar. 


773 

TI 

FRANCIA. 

Habían  pasado  poco  más  <le  cuarenta  «lías  de  mi  separa- 
ción del  gabinete,  cuando  á  bordo  de  la  fragata  "  Herminia  " 
en  el  fondeadero  de  Sacrificios,  con  fecha  21  de  marzo  de  1838, 
fué  dirigido  por  el  ministro  plenipotenciario  de  Francia,  Ba- 
rón Deffandis,  el  ultimátum  cjue  entre  reclamaciones  y  cargos 
contenía  una  estudiada  declaración  de  guerra  contra  la  re- 
pública mexicana,  conminándola  con  la  resolución  de  que  si 
no  se  accedía  á  los  exajerados  pedidos  de  la  Francia,  tomaría 
venganza  y  haría  por  sí  misma  efectiva  su  demanda. 

Esta  conducta  (pie  siempre  aparecerá  ante  el  mundo  ira- 
parcial  y  civilizado  como  ella  es,  fué  un  acontecimiento  sen- 
sible por  su  naturaleza  y  por  sus  consecuencias;  pero  bajo 
algún  aspecto  favorable  en  lo  personal,  considerando  que 
involuntariamente  y  por  combinación  de  circunstancias,  me 
hallé  libre  de  responsabilidades  por  mi  separación  del  minis- 
terio; sintiendo  sin  embargo,  que  á  haber  permanecido  en  el 
gobierno,  pude  acaso  ser  útil  prestando  mis  servicios  para 
tal  vez  impedir  algunos  males,  supuesta  la  verdad  de  los 
conceptos  explicados  en  el  mismo  ultimátum  cuando  al  con- 
cluir dice:  "  Los  hechos,  actos  y  escritos  del  ministerio  ine- 
"  xicano,  especialmente  los  de  S.  E.  el  Sr.  Cuevas,  son  los  que 
"  sin  mala  intencióu  seguramente  han  provocado  el  couflicto 
"  inminente,''  y  en  la  nota  de  la  legación  de  Francia  de  20 
de  abril  de  1838,  en  que  se  asienta  por  el  señor  plenipotencia- 
rio lo  siguiente: 

"  La  última  nota  escrita  en  este  sentido,  fué  dirigida  el  16 
"  de  noviembre  de  1837  al  Sr.  Monasterio,  encargado  enton- 


774 

"ees  del  despacho  durante  la  ausencia  del  Sr.  Bocanegra, 
"que  no  volvió  al  ministerio.  El  Sr.  Cuevas  sucedió  á  este 
"último,  cuyos  sentimientos  ilustrados  son  sobradamente 
"  conocidos  para  dudar  un  momento  no  quedase  sorprendido 
"  de  la  posición  deplorable  de  los  negocios.  ¿Cómo  contestó 
"  á  esta  nota  el  Sr.  Cuevas,  actual  ministro  de  relaciones  ex- 
"  teriores,  que  se  hallaba  más  que  ningún  otro  en  estado  de 
"  apreciar  la  verdad  de  las  cosas,  á  consecuencia  de  las  fun- 
"  ciones  que  había  llenado  en  Paris?  ¡Con  el  silencio!  " 

Lo  cierto  es,  que  en  el  citado  día  21  de  marzo,  los  anun- 
cios y  los  amagos  contra  México;  las  amenazas  del  rey  de 
los  franceses,  Luis  Felipe,  en  sus  discursos  parlamentarios;  los 
preliminares  y  precedentes  ya  bien  indicados,  se  vio  que  eran 
una  realidad.  La  primera  comunicación  del  gobierno  mexi- 
cano al  ultimátum,  se  contrajo  á  decir  (pie  no  entraría  en  con- 
testación de  ninguna  especie,  mientras  no  se  retirasen  de 
nuestras  costas  las  fuerzas  navales  de  la  Francia,  por  exigir- 
lo así  el  honor  nacional.  Después  se  cambiaron  diversas  no- 
tas; se  hicieron  explicaciones  sobre  lo  justo  ó  injusto  de  los 
puntos  contenidos  en  la  de  la  "  Herminia;  "  pero  todo  siguió 
según  el  plan  propuesto  de  hostilidad.  La  prensa,  publicó  do- 
cumentos importantes,  instruyendo  á  la  nación  sobre  cuanto 
le  convenía  saber,  tratándose  de  la  reivindicación  de  sus  de- 
rechos. Se  analizó  el  ultimátum  en  todas  las  que  llamó  él  mis- 
mo categorías  de  las  reclamaciones,  y  puede  muy  bien  asegu- 
rarse que  fué  victoriosamente  impugnado  en  su  contenido, 
en  su  forma  y  hasta  en  su  estilo;  apareciendo  triunfante  la 
verdad  sobre  la  injusticia,  como  se  acreditó  con  posteriori- 
dad, pues  llegado  el  caso,  tuvo  el  gobierno  francés  que  guar- 
dar y  dejar  sin  reparto  y  aplicación  una  muy  considerable 
suma  de  la  que  pagó  México  de  indemnización,  por  no  haber- 
se hallado  legítimos  acreedores  al  haber.  ¿Puede  decirse,  ni 
probarse  más?  ¿Los  enemigos  de  México  pueden  recibir  me- 
jor respuesta? 


775 

Fondeó  por  fin  el  día  6  de  abril  de  1838  la  escuadra 
francesa,  tan  anunciada,  en  "Antón  Lizardo,"  y  pasado  á 
Sacrificios,  el  comandante  de  ella  capilán  de  navio  D.  V.  L. 
Bazoche,  en  formal  nota  del  día  1G  de  dicho  mes,  declaró  so- 
lemnemente el  estado  de  bloqueo  de  todos  los  puertos  de  la 
república  mexicana.  Notóse  en  este  procedimiento,  no  sólo 
violencia  sino  aun  falta  de  buena  fe,  porque  en  concepto  del 
General  D.  Manuel  Eincóu  que  mandaba  en  jefe  las  armas 
en  Veracruz,  no  era  de  esperarse  tal  comportamiento  en  el 
modo  y  términos  en  que  se  verificó. 

"  La  fuerza  naval  que  se  me  había  anunciado,  dice  el 
"comandante  General  Rincón,  aparentando  conservar  rela- 
ciones amistosas  con  la.  nación  mexicana,  saludó  á  su  pa- 
"bellón,  y  se  le  correspondió.  Franquee  las  puertas  de  la 
"  ciudad  para  que  extrajera  los  víveres  frescos  que  necesita- 
"  ra;  su  jefe,  oficialidad  y  marina  han  recibido  repetidos  tes- 
"  ti  moni  os  de  consideración  de  parte  de  las  autoridades  y 
"  vecinos  de  esta  plaza,  aunque  se  aproximaba  el  15  del 
"  presente  señalado  por  el  Barón  Deffaudis  para  que  tuviera 
"  principio  el  bloqueo  de  nuestros  puertos,  si  el  supremo  go- 
"  bieruo  no  convenía  con  las  condiciones  del  ultimátum.  El 
"  diez  y  seis  á  las  dos  de  la  tarde  recibí  la  declaración  de  ha- 
"  liarse  en  estado  de  bloqueo  todos  nuestros  puertos.  Tres 
"  bergantines  de  guerra  franceses  zarparon  en  la  misma  tar- 
"  de  á  hacer  crucero,  y  lo  verificó  también  una  goleta  de  gue- 
"  rra  americana,  no  sé  con  qué  objeto,  aunque  infiero  sea  con 
"el  de  noticiar  lo  ocurrido,  á  su  gobierno." 

Establecido  el  bloqueo,  siguió  con  todo  la  formalidad  que 
se  quiso  dar  á  este  acto  según  se  usa  entre  las  naciones  con 
los  requisitos  legales.  Produjo  necesariamente  sus  efectos, 
aunque  no  fueron  ciertamente  muy  honrosos  para  la  Fran- 
cia; siguieron  también  las  conferencias  diplomáticas;  siguió 
explicándose  cou  solidez  y  vigor  la  prensa  oficial,  particular 
y  de  los  Estados;  siguió  el  examen  por  la  opinión  pública  de 


776 

las  reclamaciones,  fiándose  sólidas  y  fundadas  respuestas  á 
los  cargos;  siguió  el  cambio  de  notas  entre  la  legación  de 
Francia  y  el  gobierno  mexicano;  siguió  la  publicación  de  do- 
cumentos, y  siguieron  en  fin  las  mismas  circunstancias  y  per- 
sonas, basta  los  últimos  días  del  mes  de  octubre  en  que  ofre- 
ció este  negociado  un  nuevo  aspecto. 

Efectivamente,  en  27  de  dicho  mes  se  presentó  en  Sa- 
crificios el  contra-almirante  de  Francia  Mr.  Carlos  Baudin 
á  bordo  de  la  fragata  la  Nereida,  y  de  nuevo  abrió  la  cues- 
tión en  todas  sus  partes,  bajo  el  pretexto  de  que  no  se  ha- 
bía obtenido  de  México  la  respuesta  directa  y  oficial  que  co- 
rrespondía, cuya  resolución  era  muy  natural,  dadas  la  apro- 
bación que  recibieron  todos  los  actos  del  Barón  Defiaudisy 
la  satisfacción  con  que  fueron  recibidas  las  noticias  relativas 
al  modo  y  términos  con  que  se  obraba  contra  México  por  la 
legación  de  Francia.  El  Conde  Mole  ministro  de  Estado  es- 
cribió  resueltamente  anunciando  "  que  su  gobierno  se  halla- 
"  ba  unánime  y  firme  en  la  resolución  de  obtener  la  plenitud 
"  de  las  satisfacciones  y  reclamaciones  exigidas  por  el  ultima* 
"  f«m,"  agregando  el  mismo  Conde  Molé,áDeffaudis,  que  bien 
podía  añadir  al  repetido  ultimátum  todas  las  reclamaciones 
á  que  hubiese  lugar,  pues  todo  sería  enteramente  aprobado 
por  el  rey.  El  Barón  Deffaudis  no  obstante,  haciendo  uso  de 
una  licencia,  se  alejó  de  la  escena,  recibiendo  la  legación 
de  Saxonia,  y  dejando  la  de  México  en  el  comprometido  es- 
tado en  que  se  bailaban  las  relaciones  diplomáticas  de  las 
dos  naciones,  y  cuya  situación,  puede  decirse,  que  él  misino 
había  creado. 

Sin  duda  (pie  era  muy  grave  y  difícil  la  posición  en  que  se 
hallaba  colocada  la  república  mexicana,  por  los  aconteci- 
mientos públicos  que  vamos  refiriendo,  y  cuya  narración  sus- 
pendemos por  un  momento,  para  consignar  un  hecho  hon- 
roso, que  debe  ocupar  buen  lugar  en  los  anales  de  nuestra 
patria.  Este  hecho  es,  la  instalación  de  una  junta  promovida 


777 

por  D.  José  Garay,  llamada  de  "  auxilios  para  la  guerra  con 
Franela,"  creada  espontáneamente  y  formada  de  ciudada- 
nos particulares,  sin  que  la  autoridad  tuviese  otra  parte  que 
la  de  protección  y  policía.  Más  de  quinientos  mexicanos^de 
las  clases  distinguidas  de  la  sociedad  se  inscribieron,  traba- 
jaron, y  con  toda  especie  de  recursos  auxiliaron  al  gobierno 
en  las  circunstancias  difíciles  en  que  se  hallaba.  Yo,  que  me 
honré  con  ser  uno  de  sus  presidentes,  me  honro  también 
ahora  trayendo  á  la  memoria  ese  brillante  rasgo  del  patrio- 
tismo mexicano. 

Llegado  con  la  escuadra  el  contra- al  mirante  Baudin,  y 
separado  el  Barv'ni  Deffaudis,  como  queda  dicho,  el  gobierno 
mexicano  contestó  al  contra-almirante  por  medio  de  un  co- 
misionado enviado  por  aquel,  que  había  llegado  el  día  L?  de 
noviembre,  regresando  el  4  del  mismo.  El  presidente  de  la 
república  nombró  plenipotenciario  y  enviado  extraordinario 
á  su  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de  relaciones  D. 
Luis  Gonzaga  Cuevas,  manifestando  que  la  administración 
estaba  resuelta  y  con  la  más  buena  fe  á  ocuparse  en  las  con- 
ferencias á  que  se  la  invitaba;  por  lo  cual,  sabiendo  que  el 
día  13  se  hallaría  Mr.  Baudin  en  Jalapa,  lugar  convenido 
para  dichas  conferencias,  se  dirigía  el  plenipotenciario  mexi- 
cano para  el  punto  designado;  quedando  ad  ínterin  el  minis- 
tro del  interior  D.  José  Joaquín  Pesado. 

El  día  17  comenzaron  las  conferencias  diplomáticas,  en  que 
se  trató  de  las  negociaciones  á  que  habían  dado  lugar  el  ulti- 
mátum del  Barón  Deffaudis  de  21  de  marzo,  y  el  que  también 
puede  llevar  el  mismo  nombre  dirigido  por  el  contra-almi- 
rante Baudin  en  '11  de  octubre,  porque  en  esta  nota,  dándose 
á  conocer  como  plenipotenciario  cerca  del  gobierno  mexica- 
no, pedía  la  respuesta  á  la  primera  nota  citada.  Muy  poco 
duraron  estas  conferencias  tenidas  en  Jalapa;  pues  sin  em- 
bargo de  haberse  canjeado  los  respectivos  poderes  por  los 
plenipotenciarios,  y  niauifestádose  las  respectivas  bases  so- 
Tomo  II.— 88 


778 

bre  que  había  de  levantarse  la  convención  ó  tratado  que  se 
pretendía  ajusfar  entre  México  y  Francia,  sólo  duraron  dos 
días,  y  el  19  de  noviembre  notificó  el  plenipotenciario  de 
Francia  al  de  México  que  se  volvería  á  bord*>  de  su  escuadra, 
si  no  se  admitía  el  proyecto  de  arreglo  que,  en  clase  de  defi- 
nitivo, pasó,  proponiendo  realmente  los  mismos  artículos 
que  tanto  se  habían  ventilado  y  explicado  desde  que  por 
desgracia  se  alteraron  las  relaciones  entre  México  y  Francia, 
conteniéndose  la  concesión  sobre  comercio  al  menudeo  en 
que  tanto  empeño  se  tenía,  y  que  ha  sido  la  piedra  de  toque 
en  la  presente  cuestión  y  en  otras  posteriormente  tratadas 
de  que  se  hablará  después. 

Aunque  las  contestaciones  y  explicaciones  por  parte  de 
México,  fueron  amplias,  francas  y  aun  deferentes,  todo  se 
dificultaba,  porque  los  proyectos  de  Francia  no  variaban; 
se  repetían  las  negativas  á  cualquiera  cosa  propuesta  por 
México,  que  no  descansase  en  las  bases  dadas.  Se  retiró  el 
contra-almirante  diplomático  el  21  de  noviembre,  diciendo 
que  á  la  vista  de  Veracruz,  y  hasta  el  día  27  del  citado  mes  á 
medio  día,  esperaría  le  dirigiese  el  ministro  mexicano  la  con- 
vención ofrecida,  declarando  él  por  su  parte:  (pie  si  la  conven- 
ción propuesta  por  México,  no  estaba  concebida  en  términos 
completamente  satisfactorios  para  la  Francia,  es  decir,  en 
los  mismos  que  él  había  iudicado,  consideraría  como  un  de- 
ber, comenzar  inmediatamente  las  hostilidades.  Pedía  que 
en  caso  de  rompimiento  entre  las  dos  naciones,  se  protegie- 
se á  los  franceses  contra  cualquier  movimiento  popular;  y 
desde  luego,  así  quedó  acordado.  Siguieron  tratándose  al- 
gunas incidencias  referentes  al  mismo  negociado,  pero  al  fin 
en  27  de  noviembre,  es  decir,  al  mes  de  comenzadas  las  ne- 
gociaciones, terminó  todo  desgraciadamente  en  guerra  de- 
clarada. 

Así  lo  dice  y  explica  la  nota  siguiente: 

"  Fragata  de  S.  M.  "  La  Nereida,"  delante  do  Veracruz. 


779 

"  27  de  noviembre  de  1838.— Excmo.  Sr. —  He  recibido  vues- 
"  tras  dos  notas  de  esto  díp,  la  una  oficial  y  la  otra  particular, 
"  en  que  me  acompaña  un  pliego  del  Excmo.  Sr.  ministro  de 
"  relaciones  exteriores. 

"  Me  falta  ahora  tiempo  para  responder  al  ministro;  pero 
"  os  suplico  solamente  que  le  hagáis  saber  que  el  término 
"  que  yo  había  acordado,  se  ha  concluido  hoy,  sin  que  se  me 
"  haya  dado  una  contestación  que  satisfaga  á  las  demandas 
"justas,  moderadas  y  honoríficas  de  la  Francia;  así  es  que 
"  me  veo  en  la  necesidad  de  comenzar  las  hostilidades. 

"  Hace  un  raes  que  me  hallo  delante  de  Veracruz  y  he 
"hecho  según  mi  conciencia  y  mis  luces  todo  lo  que  la  ra- 
"  zón  y  la  humanidad  prescriben,  para  evitar  un  rompimien- 
"  to  violento  entre  los  dos  países.  Dios  es  testigo  de  la  sin- 
"  ceridad  de  mis  esfuerzos  para  lograr  ese  fin.  Mi  misión  de 
"  paz  se  encuentra  terminada;  la  de  guerra  va  á  comenzar. 
"  ¡  Ojalá  sus  consecuencias  caigan  únicamente  sobre  los  hom- 
"  bres  que  por  su  iniquidad  y  orgullo  han  procurado  este  re- 
bultado! 

"  Yo  recomiendo  de  nuevo  á  la  humanidad  de  V.  E.,  á 
"  mis  compatriotas  que  quedan  en  Veracruz;  y  le  suplico 
"  admita  la  seguridad  de  mi  estima  y  alta  consideración. 

"  El  contra- almirante  comandante  de  las  fuerzas  Dava- 
"  les  de  Francia  en  el  golfo  de  México,  Carlos  Bandín. — 
"  Excmo.  Sr.  D.  Manuel  Riucón,  comandante  general  de  Ve- 
"  racruz. 

"  Es  co])ia.  Por  ausencia  del  secretario,  Pedro  Milán. 

"  Son  copias  que  certifico.  Ministro  de  relaciones  exte- 
"  riores.  México,  4  de  diciembre  de  1838. — Pesado." 

Parece  que  el  rompimiento  enunciado  y  casi  expresamen- 
te declarado,  estaba  con  anterioridad  meditado  y  resuelto, 
porque  el  día  27  de  noviembre,  al  mismo  tiempo  que  decía 
el  contra-almirante  "la  paz  ha  terminado,  la  guerra  va  á  co- 
"  menzar,"  rompió  el  fuego  coutra  la  fortaleza  de  San  Juan 


780 

de  Ultía,  rompió  también  la  fe  y  amistad  protestadas  en  sus 
comunicaciones  oficiales;  rompió  el  parlamento  bajo  que  se 
hallaba  en  conferencias  con  los  oficiales  Valle  y  Díaz  Mirón, 
de  la  marina  mexicana;  y  rompió,  en  finf  toda  considera- 
ción de  justicia  y  humanidad.  Acoderó  cautamente  los  bu- 
ques de  su  armada,  en  la  cual  se  hallaba  el  principe  de  Join- 
ville,  arrojando  bombas  incendiarias;  dirigió  el  ataque  sobre 
el  castillo  de  UUía,  y  después  de  algunas  horas  de  la  tarde 
del  dicho  día  27,  logró  volar  los  importantes  repuestos,  el 
Caballero  Alto,  y  el  llamado  de  Sai»  Miguel,  ocasionando  la 
muerte  de  muchos  de  sus  defensores,  entre  ellos  el  muy  re- 
comendable jefe  de  artillería  D,  Ignacio  Labastida;  se  des- 
truyeron antiguas  obras  de  fortificación,  negándose  el  con- 
tra-almirante ¿i  la  suspensión  de  los  fuegos  y  remisión  de 
los  heridos  que  le  pidió  el  coronel  mexicano  D.  Manuel  Cela, 
y  á  quien  se  le  dijo  que  sin  capitulación  no  cesaría  el  fuego, 
como  efectivamente  sucedió;  dirigiéndose  ya  no  solamente 
á  Ulúa,  sino  la  mayor  parte  de  bombas  á  la  ciudad,  hasta 
Las  ocho  de  la  noche  en  que  se  verificó  la  capitulación  del 
Castillo,  que  estaba  bajo  las  órdenes  del  comandante  D.  An- 
tonio Gaona. 

La  plaza  de  Veracruz,  al  mando  del  General  D.  Manuel 
Rincón,  capituló  á  su  vez  el  día  28.  El  gobierno  reprobó  am- 
bas capitulaciones,  y  los  jefes  fueron  sometidos  ajuicio,  sien- 
do absueltos  por  la  autoridad  competente  en  atención  á  las 
circunstancias  que  determinaron  aquellos  actos. 

A  consecuencia  de  los  sucesos  referidos,  quedó  la  coman- 
dancia general  y  mando  de  las  armas  del  Estado  de  Vera- 
cruz,  ácargodel  General  D.  Antonio  López  de  Santa- Auna, 
que  desde  su  regreso  de  Texas  residía  separado  con  licencia 
temporal  en  su  hacienda  de  Manga  de  Clavo.  Reprobados  los 
convenios  de  capitulación,  se  hizo  saber  al  contra-almirante 
este  resultado,  así  como  la  declaración  que  por  decreto  ex- 
preso del  cuerpo  legislativo  hacía  la  nación  mexicana,  de  ha- 


781 

liarse  en  guerra  con  Francia  por  las  causas  que  ya  eran  co- 
nocidas. 

Esto  no  obstante,  en  los  primeros  días  del  mes  de  diciem- 
bre se  abrió  un  parlamento  que  diese  lugar  á  la  reflexión  y 
al  mejor  acierto  en  lo  que  se  resolviera;  pero  uu  nuevo  in- 
cidente vino  á  complicar  la  situación. 

Eran  las  cinco  y  media  de  la  mañana  del  5  de  diciembre, 
dice  el  General  Santa -Auna,  cuando  el  contra-almirante, 
á  pesar  de  sus  protestas  y  sin  motivo  ni  provocación  alguna, 
invadió  en  persona  la  plaza  de  Veracruz  á  la  cabeza  de  una 
columna  de  mil  quinientos  ó  dos  mil  hombres,  dirigiéndo- 
se á  la  habitación  del  general  mexicano  para  sorprenderle, 
aprovechando  la  densa  niebla  que  no  permitía  se  distinguie- 
sen los  objetos  ni  á  la  más  corta  distancia.  2To  lograda  la 
sorpresa,  y  burlado  el  intento,  salió  rápidamente  de  su  casa 
el  General  Santa- Anua  por  entre  los  fuegos  enemigos,  y  fa- 
vorecido de  su  guardia  se  sostuvo  en  retirada  basta  llegar  á 
la  línea  de  los  cuarteles,  donde  preparó  ya  la  formal  resis- 
tencia, y  poniéndose  á  la  cabeza  de  una  columna,  batió  con 
decisión  y  glorioso  resultado  al  enemigo,  obligándolo  á  re- 
embarcarse á  punta  de  bayoneta;  quitándole  en  el  muelle 
mismo  una  pieza  de  á  8  que  servirá  para  siempre,  dice,  de 
monumento  del  valor  y  decisión  con  que  se  peleó  y  venció 
aquel  día.  Dice  también,  que  el  pabellón  mexicano  quedó 
triunfante,  aunque  el  mismo  General  en  jefe  fué  herido  gra- 
vemente en  el  último  esfuerzo  que  hizo  con  la  columna  que 
atacó;  que  colocado  el  pabellón  nacional,  flameó  victorioso 
en  los  baluartes,  y  que  siendo  conveniente  y  aun  necesario 
evacuar  la  plaza  por  hallarse  totalmente  indefensa,  estable- 
cieron los  mexicanos  su  campo  á  poco  más  de  uua  legua  de 
distancia  de  la  cifidnd. 

Este  breve  relato  señala  el  memorable  suceso  en  nuestra 
historia  de  haberse  obtenido  un  triunfo  nacional  el  día  5  de 
diciembre  de  1838.  El,  puede  decirse,  constituye  un  recuer- 


782 

do  fie  honor  y  gloria  para  México,  y  de  satisfacción  para  el 
General,  que  á  la  cabeza  de  las  armas  nacionales,  supo  arro- 
jar fuera  de  los  muros  de  la  ciudad  al  enemigó  que  la  atacó 
é  invadió,  faltando  á  la  fe  y  palabra  de  sus* compromisos  an- 
teriores, y  aun  al  parlamento  en  que  se  hallaban  los  belige- 
rantes como  ya  hemos  dicho. 

No  han  faltado,  empero,  impugnaciones  y  contradicciones 
dentro  y  fuera  de  la  república  en  lo  particular,  y  por  la  pren- 
sa, procurando  no  sólo  desfigurar  sino  hasta  negar  la  exis- 
tencia de  los  acontecimientos;  más  á  pesar  de  la  crítica  acre 
y  parcial,  ha  aparecido  la  verdad  triunfante  por  la  evidencia 
misma  de  los  hechos,  y  lo  ha  confirmado  todo  la  constante 
y  pública  tradición  de  ellos;  de  manera  que  en  nuestros  días 
es  ya  un  hecho  histórico  y  glorioso  reconocido,  la  defensa  y 
reivindicación  de  la  plaza  de  Veracruz  por  el  General  Santa- 
Anna  en  la  época  á  que  nos  referimos,  notándose  que  la  plu- 
ma misma  del  contra-almirante  enemigo  ha  sellado  la  ver- 
dad, diciendo  en  sus  propios  documentos:  que  en  las  huestes 
francesas  hubo  muertos  y  heridos;  que  se  trabó  lucha  arma- 
da, y  que  los  franceses  al  fin  de  la  acción  tuvieron  que  salir  de 
la  plaza  de  Veracruz.  Es  claro,  pues,  que  ó  no  pudieron  los 
franceses  continuar  el  combate  y  se  retiraron  dejando  la  pía 
za,  ó  fueron  vencidos,  pues  que  no  la  pudieron  conservar  y  se 
vieron  arrojados  de  ella,  habiendo  el  contra-almirante  ata- 
cado los  cuarteles  de  que  fué  rechazado,  así  como  de  la  casa 
del  General  en  jefe  á  quien  buscaba.  Quedó  en  poder  de  los 
mexicanos  la  pieza  de  artillería  que  les  servía  para  su  defen 
sa  é  igualmente  el  material  y  municiones  que  no  pudieron 
sacar  al  evacuar  la  plaza,  y  sobre  todo,  quedaron  armados  los 
cuarteles  y  aun  parte  de  sus  baluartes.  Adviértase  que  sin 
embargo  de  haber  el  contra-almirante  escrito  y  publicado 
un  impreso  que  se  hace  servir  de  respuesta  ó  vindicación  á  los 
cargos  que  le  resultan  por  la  conducta  que  observó  en  Ulúa 
y  Veracruz,  no  satisface  ni  convence,  por  no  fundar  sus 


783 

contestaciones;  pues  cuanto  asienta  «lesea usa  en  su  simple 
palabra  y  confesando  los  heehos  misinos  que  se  le  citan  en 
contra,  se  contenta  con  decir  á  todo  ¡mentira!  Pero  esfuer- 
za decirle  con  verdad,  que  la  sola  negativa  no  es  prueba,  ni 
lo  puede  ser  cuando  se  conceden  los  antecedentes  y  se  nie- 
ga la  consecuencia,  que  naturalmente  de  ellos  se  deduce  en 
buena  lógica. 

El  congreso  general  honró  y  perpetuó  este  acontecimien- 
to, dando  un  decreto  en  febrero  de  1839  bajo  la  presidencia 
del  General  D.  Anastasio  Bustamante.  En  ese  decreto  se 
dice,  que  tanto  el  General  en  jefe  como  los  oficiales  y  tropa 
de  su  mando  que  el  día  o  de  diciembre  repelieron  á  las  tro- 
pas francesas  que  invadieron  la  plaza  de  Veracruz,  merecieron 
lien  de  la  patria;  y  además,  se  les  premia  con  un  distintivo 
honroso  que  señale  aquella  gloriosa  acción.  La  opinión  y  el 
voto  nacional  también  favorecieron  á  los  vencedores,  de  un 
modo  expreso  y  tan  terminante,  que  el  acontecimiento  de 
diciembre  en  Veracruz  fué  por  el  triunfo  y  por  sus  conse- 
cuencias, un  lazo  de  unión  entre  los  mexicanos,  y  un  prin- 
cipio saludable  no  sólo  para  neutralizar,  sino  para  casi  ex- 
tinguirlos odios  de  los  partidos.  No  fué  duradera  la  bonanza 
es  verdad;  pero  siempre  produjo  grandes  bienes,  y  como 
principal  entre  ellos,  apareció  el  espíritu  público  ilustrado  y 
decidido  por  la  concordia  en  pro  de  la  nación. 

Este  buen  sentido,  y  un  patriotismo  sincero  aleccionado 
y  probado  en  la  adversidad,  así  como  las  buenas  disposicio- 
nes que  al  fin  mostraron  los  invasores,  produjeron  el  efecto 
de  que  se  renovasen  las  negociaciones  diplomáticas  entre 
Francia  y  México,  dirigidas  á  terminar  los  males  de  la  guerra 
y  á  restablecer  del  uredo  usado  entre  las  naciones,  la  paz  y 
armonía  quehabíau  existido  entre  la  república  mexicaua  y  la 
Francia. 

En  efecto,  abriéronse  de  nuevo  las  negociaciones  entre 
el  almiraute  plenipotenciario  por  una  parte,  y  por  la  otra  loa 


784 

Sres.  D.  Manuel  Eduardo  Gorostiza,  ministro  de  relaciones 
exteriores,  y  el  General  «le  división  D.  Guadalupe  Victoria, 
lográndose  concluir,  más  de  tres  meses  después,  el  tratado 
de  paz  á  que  se  aspiraba.  * 

Ajustóse  el  tratado  en  9  de  marzo  de  1839, 1  conteniendo 
en  sus  artículos  y  en  los  de  la  convención  del  mismo  día,  la 
declaración  de  paz  constante  y  amistad  perpetua;  el  some- 
terse á  la  decisión  de  una  tercera  potencia;  pagar  los  seis- 
cientos mil  pesos  del  ultimátum  y  la  declaración  de  (pie  la 
Francia  gozará  las  franquicias,  privilegios  é  inmunidades 
concedidas  ya,  ó  (pie  en  lo  sucesivo  se  concedan  de  cualquier 
modo  á  cualquiera  nación  extranjera  más  favorecida,  y  en 
los  mismos  términos  en  (pie  la  eoneesión  fuese  hecha.  Es  de- 
cir, que  casi  en  igual  fecha  del  ultimátum  del  Barón  Defíau- 
dis,  concluyó  una  cuestión  (pie  dio  lugar  y  produjo  conse- 
cuencias lamentables  en  nuestro  país. 

La  Iuglaterra  que  en  el  mes  de  septiembre  anterior  no 
consiguió  se  aceptase  por  Francia  su  mediación  y  bueuos 
oficios  en  favor  de  México,  logró  se  estableciesen  negocia- 
ciones pacíficas  que  aproximasen  el  restablecimiento  de  la 
paz,  y  pusieran  coto  á  las  desgracias  experimentadas  por  el 
bloqueo,  y  principalmente  á  las  que  se  sufrieron  después  del 
día  26  de  noviembre  y  las  más  (pie  podían  seguir  y  seguirían 
sin  duda,  si  hubiere  de  continuar  el  estado  de  guerra  entre 
las  dos  naciones,  invadida  ó  invasora. 

Después  de  los  acontecimientos  referidos  se  presentó  una 
fuerte  escuadra  inglesa  mandada  por  el  comodoro  Douglas 
de  acuerdo  con  el  ministro  plenipotenciario  Mr.  Ricardo  Pa- 
kenham;  cuya  memoria  será  siempre  grata  para  México  al 
recordar  que  en  el  dilatado  tiempo  (pie  tuvo  á  su  cargo  la 
legación  de  su  país,  fué  siempre  para  el  nuestro  un  bueu 
amigo,  como  de  ello  dio  pruebas  en  las  circunstancias  difí- 

1  Recopilación  de  Arrillaga,  paga.  95  7  97,  tomo.de  1839. 


785 

ciles  del  tratado  de  9  de  marzo,  concurriendo  á  las  conferen . 
cias  que  se  tenían;  abiertas  que  fueron  las  negociaciones 
diplomáticas  mencionadas,  ó  influyendo  eficazmente  basta 
concluir  las  diferencias  que  habían  surgido  y  se  restableció 
la  paz  entre  Francia  y  México. 

Aprobado  constitucionalmente  el  tratado  en  el  mismo 
mes  de  marzo  en  que  se  celebró,  fué  remitido  á  nuestro  minis- 
tro en  Francia,  D,  Máximo  Garro,  quien  el  3L  de  julio  pidió 
audiencia  al  mariscal  Soult,  ministro  de  negocios  extranje- 
ros, y  al  día  siguiente  fué  recibido  de  la  manera  más  cordial 
y  amistosa.  Hablóse  del  canje  del  tratado  para  su  ratifica- 
ción; y  aunque  por  recíprocas  cortesías  cada  uno  de  los  mi- 
nistros quería  que  el  otro  señalase  el  día  para  aquel  acto, 
cedió  al  fin  el  mariscal  Soult  y  propuso  fnese  el  6  de  agos- 
to, como  lo  verificó  en  la  forma  de  estilo,  siguiendo  luego 
los  convites  y  cumplimientos  respectivos. 

Para  concluir  este  punto  diremos  que  el  13  de  febrero  de 
1840  llegó  á  México  el  Barón  Alleye  de  Oiprey,  ministro  ple- 
nipotenciario y  enviado  extraordinario  de  Francia,  el  cual 
fué  recibido  en  audiencia  pública  el  20  del  mismo  mes,  en 
cuyo  acto  se  pronunciaron  los  siguientes  discursos  que  inser- 
tamos para  concluir  como  hemos  dicho. 

"Señor  presidente:  Al  nombrarme  el  rey,  mi  amo,  su 
"enviado  extraordinario  y  ministro  plenipotenciario  cerca 
"  de  la  república  mexicana,  me  ha  encargado  que  manifies- 
"  te  al  presidente  y  al  congreso  de  la  república  las  segurida- 
"  des  de  su  sincera  estimación  y  de  todo  su  afecto.  Es  volun- 
"  tad  de  S.  M.  que  emplee  todos  mis  esfuerzos  en  estrechar 
"  y  mautener  los  lazos  de  amistad  que  subsisten  entre  am- 
"  bos  países.  Me  es  muy  grato,  señor  presidente,  teuer  que 
"  cumplir  semejante  misión.  Si,  como  estoy  persuadido,  los 
"  sentimientos  de  V.  E.  corresponden  á  los  que  me  acompa- 
"  ñau  en  medio  de  nuestros  conciudadanos,  uno  y  otro  con- 
"  curriremos  á  cimentar  la  adhesióu  que  debeu  tener  entre 

Tono  II. —99 


786 

"  sí  dos  naciones  hechas  para  amarse  y  para  apreciar  las  be- 
"  lias  cualidades  que  las  distinguen  recíprocamente." 

El  presidente  contestó:  "  Señor  ministro:  El  feliz  resta- 
"  blecimiento  de  la  amistad  y  bueua  inteligencia  entre  la  re- 
"  pública  mexicana  y  el  reino  de  Francia,  ha  llenado  los  de- 
"  seos  de  sus  gobiernos. 

"  Los  tratados  de  paz  firmados  en  Veraeruz  y  apoyados 
"en  el  honor  y  conveniencia  de  ambos  países,  se  han  cuui- 
u  plido  y  seguirán  observándose  lealinente  por  parte  de  Mé- 
"  xico.  Son  en  consecuencia  muy  satisfactorias,  tanto  la  ho- 
"  norable  misión  del  señor  ministro  plenipotenciario,  como 
"  las  seguridades  que  acaba  de  manifestar  de  los  sentimien- 
"  tos  amigables  de  S.  M.  el  rey  de  los  franceses. 

"  Animado  yo  de  las  mismas  benévolas  afecciones,  y 
"  apreciando  debidamente  el  carácter  y  sentimientos  perso- 
"  nales  del  representante  de  Francia,  no  dudo  que  su  celo 
"  contribuirá  á  consolidar  las  relaciones  que  ya  existen,  y  á 
"  promover  los  intereses  mutuos  de  ambos  pueblos. 

"  Debe,  pues,  contar  el  señor  enviado  extraordinario,  con 
"  cuanto  dependa  del  gobierno  mexicano  para  el  desempeño 
"  de  la  alta  misión  que  se  le  ha  confiado. 

"  Tales  son  los  votos  del  presidente  de  la  república,  que 
"  el  Sr.  Barón  se  servirá  transmitirá  S.  M.  con  las  protestas 
"  de  la  más  sincera  y  cordial  estimación." 


787 


CAPITULO   III. 


El  General  D.  Nicolás  Bravo  como  presidente  del  Consejo  de  Gobierno, 
desempeña  provisionalmente  la  presidencia  de  la  república  desde  11 
hasta  17  de  julio  de  1§39. 


Como  se  recordará,  el  estado  de  revolución  en  que  se  ha- 
llaba el  país,  hizo  que  el  presidente  constitucional  D.  Anas- 
tasio Bustamante  fuese  á  ponerse  á  la  cabeza  del  ejército, 
siendo  nombrado  para  que  durante  su  ausencia  gobernase 
como  presidente  interino,  el  General  D.  Antonio  López  de 
Santa- Auna.  Asilo  hizo  éste  hasta  que  le  fué  imposible  per- 
manecer en  el  gobierno  por  haberse  enfermado  gravemente 
á  principios  del  mes  de  julio  de  1839.  Marchó  por  tal  moti- 
vo á  su  hacienda  de  Manga  de  Clavo,  dando  cuenta  de  su 
administración  en  uu  manifiesto  que  publicó  al  efecto.  Fué 
necesario  en  consecuencia  ocurrir  al  congreso  para  que  con- 
cediese la  licencia  de  separarse  al  que  ejercía  el  poder  ejecu- 
tivo, y  nombrase  otro  individuo  que  le  sustituyese,  hallándo- 
se adornado  de  las  cualidades  que  demanda  tan  importante 
encargo.  Tal  nombramiento  recayó  en  el  presidente  del  con- 
sejo, General  D.  Nicolás  Bravo,  quien  previo  el  juramento 
de  ley  entró  á  ejercer  su  encargo  el  11  de  julio  de  1839,  mien- 
tras se  presentaba  el  presidente  Bustamante  que  marchaba 
ya  para  la  capital,  desembarazado  de  las  atenciones  de  la 
campaña,  debiendo  llegar  para  antes  del  día  20  del  citado 
mes. 

Las  cosas  públicas  y  de  la  administración  en  lo  oficial  y 
personal  no  sufrieron  variación.  Los  sucesos  notables  que 
ocurrieron  en  los  pocos  días  del  gobierno  provisional  del  Ge- 
neral Bravo,  fueron:  la  absolución  del  Coronel  D.  Antonio 


788 

Gaona,  por  la  reudición  del  Castillo  de  San  Juan  de  Ulna; 
el  térmiuo  de  la  ruidosa  causa  seguida  contra  el  Coronel  D. 
Juan  Yáñez,  por  varios  delitos;  y  el  acuerdo,  de  conformi- 
dad con  el  presidente  interino,  sobre  dar  lugar  á  las  reformas 
constitucionales,  antes  de  que  llegase  el  período  para  ellas 
fijado  en  la  misma  constitución. 

Ku  cuanto  al  primero  de  estos  sucesos,  debe  considerar- 
se que  fué  de  gravísima  importancia  y  de  malísimos  efectos 
la  rendición  y  capitulación  de  San  Juan  de  Ulna,  cuya  for- 
taleza había  sido,  aunque  en  pequeño,  el  Gibraltar  ó  el  Se- 
bastopol de  México.  La  necesidad  de  recursos  oportunos  que 
faltaron  á  los  defensores;  la  confianza  que  inspiraban  las  ne- 
gociaciones diplomáticas  entabladas  entre  dos  naciones  ami- 
gas, y  lo  inesperado  del  combate,  con  otros  incidentes  inevi- 
tables, fundaron  la  defensa  del  General  D.  Antonio  Gaona, 
quien  fué  absnelto  el  13  de  julio. 

El  segundo  acontecimiento  merece  recordarse  por  las  cir- 
cunstancias que  en  él  concurrieron.  El  Coronel  D.  Juan  Yá- 
ñez y  sus  principales  cómplices  estaban  tan  bien  recibidos  en 
la  sociedad,  que  no  sólo  alternaban  con  toda  clase  de  perso- 
nas, sino  que  fueron  empleados  al  servicio  de  la  república  en 
diversos  ramos  de  la  administración,  y  además  tenían  esta- 
blecidas relaciones  como  propietarios  por  ser  poseedores  de 
bienes  conocidos.  Yáñez  se  hacía  apreciar  por  sus  buenos 
modales  y  fina  educación,  cuyas  cualidades  lo  recomendaron 
hasta  ser  colocado  al  lado  del  presidente  de  la  república  co- 
mo uno  de  sus  ayudantes. 

En  esta  causa,  célebre  entre  los  mexicanos,  aparecen  al- 
gunos sentenciados  á  la  mayor  pena  y  justificados  los  si- 
guientes cargos:  Aconsejaban  y  dirigían  Yáñez  y  sus  cóm- 
plices á  los  principales  y  famosos  ladrones;  dispensaban  su 
protección  y  auxilio  á  los  malhechores;  ocultaban  las  cosas 
robadas  y  á  los  que  las  robaban,  comprándolas  y  vendiéndo- 
las, comunicándose  para  esto  con  los  mismos  malhechores, 


789 

constando,  especialmente  todo,  en  señalados  y  conocidos  ro- 
bos de  mucha  importancia. 

Terminada  la  causa  el  día  13  de  julio  de  1839,  fueron 
sentenciados  los  criminales,  por  consejo  de  guerra  ordinario, 
á  la  pena  de  muerte,  que  fué  ejecutada  sin  que  hubiese  lu- 
gar al  indulto  que  se  pidió.  En  cuanto  á  Yáñez  quiso  ser  su 
propio  verdugo,  pues  al  síiber  la  negación  del  indulto  y  va- 
liéndose de  algunos  engaños,  intentó  degollarse  con  una  na- 
vaja de  barba;  pero  no  lo  pudo  lograr  á  pesar  de  que  se  hirió 
gravemente  en  la  garganta,  y  corrió  la  suerte  de  sus  cóm- 
plices, bien  auxiliado  temporal  y  espiritualmente. 

Eespecto  de  las  reformas  constitucionales,  origen  ó  pre- 
texto de  las  revoluciones  que  hemos  referido,  puede  decirse 
que  tuvieron  por  objeto  ostensible,  al  menos  al  hacerse  la 
iniciativa,  el  sofocar  los  movimientos  desorganizadores,  que 
aspirando  ó  fingiendo  aspirar  á  dichas  reformas,  causaban 
trastornos  y  positivos  males  á  la  sociedad  con  asonadas  y 
pronunciamientos. 

Grandes  fueron  las  dificultades  que  se  presentaron  y  tu- 
vieron que  vencerse,  no  sólo  para  otorgar  definitivamente  las 
reformas,  sino  hasta  para  arreglar  la  iniciativa  de  la  ley  que 
debería  darse.  Formado  el  proyecto  por  el  gobierno,  previo 
acuerdo  del  consejo  en  todo  y  sobre  los  términos  en  que  de- 
bía redactarse  dicha  ley,  y  felizmente  avenidas  las  autorida- 
des, se  dirigió  la  iniciativa  diciendo,  que  se  excitase  al  su- 
premo poder  conservador  para  declarar  ser  voluntad  de  la 
nación  se  procediese  desde  luego  á  las  reformas  convenien- 
tes de  la  constitución,  sin  esperar  el  tiempo  que  ella  misma 
había  señalado.  Las  cámaras  posteriormente  arreglaron  este 
importante  asunto,  concluyendo  con  la  iniciativa  dicha,  la 
administración  provisoria  del  General  Bravo. 


790 


CAPÍTULO  IV.  * 


Segunda  época  de  la  administración  del  General  I).  Anastasio  Bnstanian- 
te,  desde  17  de  julio  de  1839  hasta  23  de  Septiembre  de  I  §41  en  que  de- 
jó el  gobierno,  recibiendo  el  mando  del  ejercito. 


Vuelto  á  México  el  día  17  de  julio  de  1839,  el  General 
presidente  D.  Anastasio  Bustamante,  después  de  la  jornada 
militar  que  emprendió  en  el  raes  de  marzo  para. restablecer 
el  orden  en  Tanipico  y  en  otros  varios  lugares  de  los  depar- 
tamentos del  interior,  fué  recibido  con  las  demostraciones 
más  lisonjeras.  Las  autoridades,  los  particulares  y  en  gene- 
ral el  público,  explicaron  su  contento  de  la  manera  más  ex- 
presiva, y  que  manifestaba  una  adhesión  sincera  por  los  ser- 
vicios prestados  en  obsequio  de  la  felicidad  general. 

Publicó  un  extenso  manifiesto  en  que  dando  cuenta  de 
sus  operaciones  anteriores,  ofrecía  á  la  nación  llenar  los  de- 
beres de  su  encargo,  prometiendo  sacrificarse  si  necesario 
fuera,  en  obsequio  del  bien  común.  Prometía,  en  fin,  guar- 
dar los  principios  más  severos  de  justicia,  y  hacer  que  entre 
los  mexicanos  se  estableciesen  y  perpetuasen  si  era  posible, 
la  paz  y  la  armonía  que  extiugueu  la  discordia,  y  acaban  con 
el  espíritu  de  partido  que  ha  sido  de  tan  funestas  consecuen- 
cias para  la  nación. 

Nombró  nuevos  secretarios  de  Estado,  organizándose  el 
despacho  del  modo  siguiente:  en  relaciones,  D.  Juau  de  Dios 
Cañedo;  en  justicia  é  interior,  D.  Luis  G.  Cuevas;  en  hacien- 
da, D.  Javier  Echeverría;  y  el  General  D.  Juan  Nepomuce- 
no  Almonte,  en  Guerra.  Publicó  la  prensa  el  programa  mi- 
nisterial, diciendo:  "que  el  nuevo  ministerio,  con  absoluta 
"  conformidad  de  ideas  y  de  opiniones,  se  hallaba  resuelto  á 


791 

"  caminar  siempre  de  acuerdo;  á  sostener  el  orden  y  las  le- 
"yes;  á  conservar  en  toda  su  plenitud  legal  los  derechos  y 
"garantías  constitucionales  del  hombre  y  del  ciudadano;  á 
"  observar  las  reglas  de  la  más  rigorosa  justicia,  de  la  impar- 
"  cialidad  más  completa,  de  la  equitativa  y  más  exacta  dis- 
"  tribución  de  las  rentas  públicas  entre  todas  las  clases  que 
"dependen  del  erario;  á  apoyar  y  sostener  las  reformas  le- 
"  gales  de  la  constitución  que  se  dicten  por  el  cuerpo  legis- 
"  lativo;  á  observar  un  sistema  de  economía  y  reforma  en  los 
"gastos  públicos,  capaz  de  poder  sistemar  nuestro  abatido 
"  erario;  y  por  último,  á  llevar  á  cabo  la  lenidad  y  la  mode- 
"  ración,  al  par  que  la  energía  y  la  decisión  tau  necesariíis 
"en  un  gobierno  representativo  popular."1 

Fijado  solemne  y  formalmente  el  programa  ministerial 
en  los  términos  explicados,  quedó  la  nación  en  espera  del 
desempeño  exacto  y  fiel  de  las  promesas.  Poco  tiempo  duró 
el  sosiego,  sin  las  hostilidades  que  principiaron  con  impug- 
naciones y  críticas  burlescas,  y  acabaron,  como  de  costumbre, 
por  revolución.  Los  principios  asentados  en  el  programa,  su 
aplicación  en  la  práctica  y  los  discursos  del  ministerio,  die- 
ron á  éste  el  nombre  de  "compacto,"  sirviendo  el  tal  título 
más  bien  para  zaherir,  que  para  sostener  á  la  administración. 
Esta,  á  pesar  de  contradicciones  y  obstáculos  muy  graves, 
siguió  su  marcha  constitucional  en  todas  sus  solemnidades 
y  períodos,  arreglándose  al  sistema  establecido;  y  aunque  se 
presentaron  dificultades  que  parecían  insuperables,  pudo  so- 
breponerse á  ellas  y  aun  logró  vencerlas.  Tal  fué  el  resulta- 
do que  tuvieron  los  movimientos  revolucionarios  eu  Nuevo 
León,  Tamaulipas  y  Yucatán,  que  termiuarou  capitulando 
los  sublevados  en  la  frontera  y  eu  Campeche. 

Notable  es  ciertamente  que  en  uu  largo  período  muy  agi- 
tado por  ideas  y  sucesos  que  excitaban  el  espíritu  de  partido, 

1  "Diario  del  Gobiernoii  del  martes  30  de  julio  de  1839, 


792 

valiéndose  de  promover  y  proclamar  reformas  halagüeñas, 
se  hubiese  mantenido  la  tranquilidad  pública,  como  aparece 
justificado  por  documentos  y  partes  oficiales  de  los  mismos 
que  gobernaban  en  diversos  lugares  de  la  república.  Insis- 
tíase en  que  se  restableciese  el  sistema  federal,  empeño  único 
que  se  manifestaba  de  diversos  modos;  pero  siempre  apar- 
tándose de  las  vías  de  hecho  que  tanto  mal  habían  causado, 
y  aun  la  sublevación  de  algunos  departamentos  del  Norte, 
terminó,  reconociendo  los  pueblos  en  formales  actas  á  la  ad- 
ministración existente,  á  pesar  de  que  por  las  leyes  funda- 
mentales (pie  regían,  se  ocupaba  ésta  casi  exclusivamente  en 
instruir  expedientes  para  conceder  indultos  á  los  delincuen- 
tes que  los  solicitaba»]. 

En  el  mes  de  octubre  de  1839,  fué  relevado  del  mando 
militar  de  Veracrnz  el  General  Santa-Anua,  nombrándose 
en  su  lugar  al  General  D.  Guadalupe  Victoria;  y  como  des- 
de que  el  primero  se  separó  del  gobierno  interino,  se  advir- 
tieron síntomas  de  desacuerdo  con  el  General  Bustamante  y 
su  ministerio,  vino  el  relevo  dicho  á  ofrecer  un  dato  que  pa- 
recía confirmar  el  mal  estado  en  que  se  hallaban  las  relacio- 
nes entre  ambos  jefes.  Y  por  esto  la  prensa  publicó  que  el 
"ministerio  compacto"  se  había  descubierto  al  fin  y  dirigía 
sus  persecuciones  contra  el  General  Santa-Anua,  desplegan- 
do su  poder  sin  disfraz.  Así  quedó  por  entonces  la  situación ; 
pero  se  fijaron  en  ella  precedentes  que  andando  el  tiempo 
produjeron  consecuencias  que  ya  veremos  explicadas  más 
adelante. 

Terminó  con  un  decreto  aclaratorio  dado  en  ll1  de  julio 
de  1840,  la  ruidosa  y  muy  empeñada  polémica  que  se  esta- 
bleció entre  los  poderes  ejecutivo  y  conservador  sobre  la  in- 
teligencia genuina  del  artículo  primero  de  la  segunda  ley 
constitucional.  Hubo  con  tal  motivo  extensos  discursos  y  es- 

1  "Diario  del  Gobierno,"  del  martes  14  de  julio  de  1840,  número  1,848. 


793 

critos  notables  de  una  y  otra  parte,  sosteniéndose  la  inicia- 
tiva del  gobierno  de  fecha  5  del  mes  de  junio  y  aprovechán- 
dose por  el  poder  conservador  el  sentido  genuino  del  referido 
artículo  de  la  ley  constitucional;  declaróse  por  el  legislador 
que  la  duda  quedaba  resuelta,  alejándoso  cualquiera  nota  de 
parcialidad.  Restablecióse  por  consiguiente  la  armonía  entre 
los  dos  poderes  que  momentáneamente  se  había  perturbado, 
y  el  gobierno  dirigió,  de  acuerdo  con  su  consejo,  una  inicia- 
tiva á  las  cámaras,  modificando  la  ley  de  13  de  marzo,  re- 
lativa á  ladrones,  de  manera  que  pudiera  lograrse  más  fácil- 
mente el  objeto,  sin  incurrir  en  los  inconvenientes  experimen- 
tados. 

Entre  los  sucesos  notables  de  aquellos  días,  debe  mencio- 
narse la  excitativa  dirigida  por  el  departamento  de  relacio- 
nes á  las  repúblicas  de  la  América  del  Sur  en  agosto  de  1839, 
promoviéndose  la  asamblea  general  americana,  compuesta 
de  plenipotenciarios  para  que  en  ella  se  fijase  un  sistema  de 
derecho  público  peculiar  á  la  América,  y  que  también  diese 
leyes  con  el  objeto  dicho  y  con  el  de  arreglar  el  comercio  in- 
terior y  extranjero,  y  como  principal  fin  se  procurase  propor- 
cionar los  más  eficaces  medios  de  terminar  las  diferencias 
continentales,  sin  necesidad  de  acudir  al  funesto  recurso  de 
las  armas.  Este  negocio  volvió  á  tratarse  por  parte  de  Mé- 
xico en  el  período  del  gobierno  provisional  de  las  Bases  de 
Tacubaya,  como  veremos  en  el  siguiente  título  al  referir  la 
misión  diplomática  especial  que  quien  esto  escribe,  como  mi- 
nistro de  relaciones,  confió  á  D.  Manuel  Crescendo  Rejón  el 
año  de  1842,  y  que  dio  el  buen  resultado  posible  en  las  cir- 
cunstancias. Pasemos  ya  á  la  narración  de  los  graves  acon- 
tecimientos que  tuvieron  lugar  con  el  movimiento  político 
que  forma  época  en  la  república  mexicana  y  es  conocido  con 
el  nombre  siguiente: 

El  15  de  julio  de  1840. — En  este  día  memorable  tuvo  prin- 
cipio una  grave  crisis  política,  fecunda  en  muy  trasceudenta- 

Tomo  II.— 100 


794 

les  consecuencias.  Los  hechos  por  sí  solos  señalarán  al  refe- 
rirlos la  verdad  y  origen  que  se  ha  querido  ocultar  y  desfigu- 
rar, tal  vez  porque  convencen  de  la  perversidad  de  sus  auto- 
res: empero  ellos  mismos  fijarán  los  fundamentos  y  ofrecerán 
los  seguros  datos  que  deben  servir  de  firme  base  á  la  historia 
para  su  i m parcial  juicio. 

En  el  mes  de  octubre  de  1839  el  General  ü.  José  Urrea, 
que  andaba  prófugo  desde  los  sucesos  de  Acajete,  fué  apre- 
hendido en  la  ciudad  de  Zacatecas  por  la  policía,  y  remitido 
á  la  capital  de  la  república,  quedó  por  algún  tiempo  en  pri- 
sión militar.  De  ella  logró  fugarse  la  madrugada  del  día  15 
de  julio  de  1840.  Asegúrase  que  fué  puesto  en  libertad  por 
una  reunión  de  hombres  armados  que  logró  sorprender  la 
guardia  del  edificio  de  la  Inquisición,  que  era  el  lugar  donde 
se  hallaba  preso;  ya  unidos,  se  dirigieron  al  cuartel  de  San 
Hipólito  donde  estaba  acuartelado  el  batallón  número  5,  é  in- 
corporada esta  fuerza  marcharon  todos  al  palacio  nacional, 
y  sorprendida  la  guardia  y  la  del  presidente  de  la  repúbli- 
ca, lograron  apoderarse  de  éste.  Así  fué  que  sin  disparar  un 
tiro  tomaron  posesión  del  edificio.  Urrea  en  persona  intimó 
á  Bustamanto  que  quedaba  arrestado,  corriendo  la  misma 
suerte  el  General  D.  Vicente  Filisola;  no  así  el  General  D. 
Gabriel  Valencia,  quien  tuvo  la  decisión  de  reunir  en  la  Ciu- 
dadela  tropas  en  el  mayor  número  posible,  consiguiendo  po- 
co después  del  suceso  referido,  hacer  frente  á  los  sublevados, 
que  por  su  parte  siguieron  aumentando  en  número,  organi- 
zándose y  ocupando  varias  localidades  en  la  ciudad,  que  en 
pocas  horas  se  convirtió  en  un  teatro  de  guerra.  El  presiden- 
te hizo  la  solemne  y  formal  protesta  siguiente: 

"Señores  ministros:  Protesto  hallarme  completamente 
"  sin  libertad  ni  defensa,  por  haberme  abandonado  las  guar- 
"  dias  de  palacio;  en  tal  concepto,  no  se  obedecerá  ninguna 
"  orden  mía  que  sea  contraria  á  los  deberes  del  puesto  que 
"  ocupo,  pues  aunque  estoy  decidido  á  morir  antes  que  faltar 
M  á  mis  obligaciones,  no  será  difícil  que  falseen  mi  firma. 


795 

"  Hagan  vdes.  entender  esto  al  congreso  y  á  los  genera- 
"  les  y  jefes  que  observen  sentimientos  de  fidelidad  y  honor. 

"Palacio  nacional,  julio  15  de  1840. — Anastasio  Busta- 
"  mante. 

"  Es  copia,  julio  22  de  1840. — Sandoval" 

Esta  resolución  fué  dictada  por  el  presidente  y  conduci- 
da á  los  ministros  por  el  Comandante  de  escuadrón  D.  Mi- 
guel Bachiller,  su  ayudante,  según  se  refiere  por  un  testigo 
presencial,  que  así  se  llama,  en  una  relación  impresa  de  los 
sucesos  acaecidos  en  las  24  horas  de  prisión  del  presidente. 
Tal  impreso  está  conforme  con  cuanto  se  ha  publicado  por 
la  prensa  respecto  á  este  acontecimiento,  y  únicamente  dis- 
crepa en  algunos  detalles  personales,  como  los  diálogos  con 
el  capitán  Marrón,  herido  y  atendido  en  el  palacio,  que  no 
afectan  á  lo  esencial  y  público  del  suceso;  pero  pueden  leer- 
se en  el  número  1,932  del  "Diario  Oficial"  del  sábado  29  de 
agosto  de  1840. 

Puesto  Urrea  á  la  cabeza  de  las  tropas,  dejó  el  gobierno 
civil  á  cargo  de  D.  Valentín  Gómez  Farías,  quien  aceptan- 
do el  puesto,  citó  una  junta  de  varias  personas  designadas 
por  él  mismo,  para  que  reuniéndose  en  el  palacio  nacional, 
se  deliberase  lo  conducente  á  la  conservación  del  orden  y  de 
la  tranquilidad  pública. 

Entretanto,  los  pronunciados,  á  los  que  se  había  unido  el 
populacho,  se  posesionaban  de  las  torres  de  catedral  y  de  al- 
gunos de  los  edificios  más  elevados  del  centro  de  la  ciudad, 
mientras  que  las  fuerzas  que  obedecían  al  gobierno,  ocupa- 
ban los  puntos  más  inmediatos  á  la  plaza  y  al  palacio.  El 
presidente  quedó  en  libertad  que  le  fué  notificada  por  el  mis- 
mo Urrea  la  mañana  del  jueves  16,  y  puesto  á  la  cabeza  de 
las  tropas  fieles,  expidió  un  manifiesto  dando  cuenta  de  lo 
sucedido.  La  libertad  concedida  al  presidente  fué  un  misterio 
que  se  ha  querido  explicar  por  convenios  que  no  se  cumplie- 
ron ;  pero  sea  de  esto  lo  que  fuere,  lo  que  uo  deja  duda  es  que 


796 

pudiéndose  evitar  los  males  de  la  guerra  con  un  acuerdo  pru- 
dente, se  exacerbarou  los  ánimos  convirtiendo  á  la  ciudad 
en  campo  de  batalla,  con  gravísimo  daño  de  los  habitantes 
pacíficos. 

El  plan  que  se  proclamaba  por  los  pronunciados  se  redu- 
cía al  restablecimiento  de  la  constitución  federal  del  año  de 
1824,  proponiendo  su  reforma  por  un  congreso  compuesto 
de  cnn tro  diputados  por  cada  uno  de  los  Estados  por  dicha 
constitución  establecidos,  y  uno  por  cada  territorio.  Esto  es, 
federación  y  convocatoria  para  una  nueva  asamblea  general 
reformadora  y  constituyente.  En  el  apéndice1  se  encontra- 
rán las  comunicaciones  cambiadas  entre  los  beligerantes  du- 
rante aquella  lucha  desastrosa  que  terminó  el  27  del  mismo 
julio  por  la  sumisión  de  los  sublevados. 

El  palacio  nacional  quedó  hecho  una  criba  por  las  balas, 
y  el  baluarte  Sur  destruido;  el  portal  de  mercaderes  arrui- 
nado en  parte  de  sus  esquinas,  cuyos  extragos  se  represen- 
taron en  unas  vistas  litografiadas,  de  estos  edificios,  que  se 
publicaron  en  aquella  época.  Varios  establecimientos  públi- 
cos y  casas  particulares  sufrieron  grandes  deterioros;  murie- 
ron no  pocas  personas  inofensivas  en  las  calles  y  aun  dentro 
de  las  mismas  casas  por  cruzarse  los  proyectiles  en  todas  di- 
recciones, haciendo  general  el  riesgo  y  siu  excepción  de  lo- 
calidades; faltó  el  alumbrado  por  mucho  tiempo,  la  seguri- 
dad y  el  orden  público,  dejando  que  los  malhechores  come- 
tiesen toda  clase  de  fechorías.  En  fin,  México  en  los  trece 
días  mencionados  dio  que  sentir  al  buen  patriota  y  que  me- 
ditar al  pensador  á  la  vista  de  ruinas  y  escombros  que  re- 
cordaban el  estampido  del  cañón  en  las  mismas  calles  de  la 
ciudad  y  las  funciones  de  armas  habidas  en  ellas,  por  la  fe- 
rocidad de  combatientes  en  una  guerra  fratricida.2  Afortu- 
nadamente fueron  sólo  trece  días  los  que  duró  el  movimiento 

1  Documento  núra.  1. 

2  Diario  del  martes  11  de  agosto  de  1840. 


797 

revolucionario  de  julio,  sin  que  se  librase  todo  á  la  suerte  de 
las  armas,  pues  se  buscaron  medios  de  conciliación  eficaces 
en  política,  ocurriendo  de  buena  fe  al  consejo  é  influencia  de 
personas  diestras  y  prudentes,  como  realmente  sucedió.  Se 
abrieron  parlamentos  y  se  concedieron  treguas  hasta  llegar 
al  feliz  momento  de  nombrarse  y  admitirse  comisiones  res- 
petables que  procurasen  el  arreglo  final  y  la  paz. 

En  22  de  julio  D.  José  Urrea  comunicó  oficialmente  al 
Sr.  presidente  D.  Anastasio  Bustamante,  que  el  limo.  Sr.  ar- 
zobispo, el  Excmo.  Sr.  General  D.  J.  Joaquín  Herrera,  el  Sr. 
General  D.  Mariano  Michelena  y  el  Sr.  D.  Bernardo  Gonzá- 
lez Ángulo  se  sirvieron  invitarlo  á  conferencias  en  el  palacio 
arzobispal,  las  que  acababan  de  verificarse  en  los  términos 
y  al  objeto  que  explica  el  documento  respectivo.1 

Terminó  en  fin  como  queda  dicho  un  movimiento  revolu- 
cionario escandaloso  é  inmoral,  que  como  dice  un  recomen- 
dable escritor  de  la  época,  comenzó  por  la  seducción  de  la 
guardia  pública  y  de  la  encargada  de  custodiar  la  persona 
del  primer  magistrado  de  la  nación,  y  continuó  con  la  efusión 
desangre,  la  destrucción  de  algunos  importantes  edificios  de 
la  capital,  durante  doce  días  de  fuego  y  de  alarma  para  la  na- 
ción toda.  ¡Cuan  sensible  es,  por  tanto,  registrar  en  nuestra 
legislación  las  distinciones,  espadas  y  honores  concedidos 
por  el  legislador,  de  un  modo  extraordinario,  como  si  se  qui- 
siera transmitirá  las  futuras  generaciones,  la  memoria  de  ac- 
ciones infames,  dignas  sin  duda  de  eterno  olvido.2 

Por  nuestra  parte  concluiremos  tributando  un  homenaje 
de  gratitud  y  de  respeto  á  los  ilustres  patriotas  que  media- 
ron entre  los  extremos,  y  neutralizando  el  venenoso  espíritu 
de  partido,  consiguieron  llegar  al  feliz  desenlace  que  tuvie- 
ron aquellos  acontecimientos.  Y  como  el  limo.  Sr.  Dr.  D. 

1  Documento  número  2. 

2  Diario  del  23  de  junio  de  1841,  del  12  de  marzo  del  mismo  año  y  del  día  16  d9 
agosto  de  1840. 


793 

Manuel  Posada  y  Garduño,  digno  arzobispo  de  México,  se 
distinguió  por  su  caridad  y  su  política,  particularmente  en  la 
crisis  que  dejamos  indicada,  nos  parece  oportuno  recordar 
que  apenas  habían  pasado  unos  tres  meses  de  haber  recibido 
el  pase  las  bulas  de  su  nombramiento  para  arzobispo  de  Mé- 
xico, cuando  este  prelado  fué  verdadero  iris  de  paz  entre  sus 
paisanos,  impidiendo  se  siguiesen  devorando  entre  sí  por  la 
guerra  civil.  El  Sr.  Posada  fué  el  primer  metropolitano  pre- 
sentado por  el  supremo  gobierno  nacional  como  arzobispo  de 
México,  y  nombrado  tal  por  la  santidad  del  sumo  pontífice 
reinante  Gregorio  XVI. 

Aquí  debemos  mencionar  un  suceso  que  por  aquellos  días 
llamó  fuertemente  la  atención  pública.  D.  José  María  Gu- 
tiérrez Estrada,  persona  de  fina  educación,  buen  talento,  ins- 
trucción y  patriotismo,  natural  de  Yucatán,  empleado  en  la 
primera  Secretaría  de  Estado  y  ex-ministro  de  relaciones, 
publicó  un  impreso  con  el  título  de  "  Carta  dirigida  en  25  de 
"  agosto  de  1840  al  Excmo.  señor  presidente  de  la  república 
"  sobre  la  necesidad  de  buscar  en  una  convención,  el  posible 
11  remedio  de  los  males  que  aquejan  á  la  república,  y  opiuio- 
"  nes  del  autor  sobre  el  mismo  asunto. " 

El  autor  de  la  carta  decía  con  Salustio  "  que  es  uu  aten- 
"  tado  criminal  atraerse  el  favor  del  pueblo  con  menoscabo 
"  y  perjuicio  de  la  república;  pero  cuando  en  un  proyecto  se 
"  conciba  el  bien  público  y  el  particular,  dudar  de  ponerlo 
"  en  práctica  es  una  señal  de  cobardía  y  bajeza."  Asentaba 
que  como  en  sus  publicaciones  combatía  la  adopción  de  la 
dictadura  en  México,  no  por  la  conveniencia  ó  inconvenien- 
cia de  ella,  sino  por  falta  de  personas  capaces  de  desem- 
peñarla dignamente,  se  habían  ofendido  todos  aquellos  que 
se  creían  merecedores  de  autoridad  tan  eminente.  Decía  tam- 
bién, que  al  proponer  en  su  escrito  el  examen  de  la  admisión 
del  principio  monárquico  en  la  república  mexicana,  ocurrien- 
do por  el  príncipe  á  una  monarquía  extranjera,  no  era  de  ex- 


799 

trañarse  el  enojo  de  cuantos  se  creyeran  uo  ofendidos,  sino 
dados  á  conocer  por  sus  propios  hechos.  Desafiaba  para  que 
se  le  probase  su  error,  asegurando  lo  confesaría  si  lo  conven- 
ciesen con  la  existencia  de  grandes  hombres  que  hubiese  en- 
tre nosotros,  y  pudiesen  ser  nombrados,  pues  esto  sólo  bas- 
taría. 

Con  motivo  de  tal  impreso  se  entabló  una  larga  polémi- 
ca entre  personas  notables  por  su  carácter  público,  por  su 
saber  y  por  su  notorio  patriotismo. 

La  prensa  periódica  se  dividió  á  su  vez,  pues  unos,  como 
los  editores  de  la  "  Hesperia,"  defendían  la  carta  de  Gutié- 
rrez Estrada;  mientras  otros,  como  el  "  Diario  del  Gobierno" 
y  el  "Cosmopolita,"  la  impugnaban  con  energía.  Los  escri- 
tos particulares  se  multiplicaron  de  un  modo  no  común,  y  en 
lo  general  aceptable.  Llamó  especialmente  la  atención  pú- 
blica el  Sr.  D.  José  María  Tornel,  quien  escribió  una  dilata- 
da impugnación,  comenzando  desde  el  preámbulo  del  escrito 
de  Gutiérrez  Estrada  hasta  el  fin,  analizando  los  puntos  y 
materias  que  contiene  la  carta,  del  modo  más  lógico  é  impar- 
cial,  como  puede  verse  en  el  "Cosmopolita"  del  día  3L  de 
octubre  de  1840.  En  el  mismo  periódico  pueden  verse  tam- 
bién las  observaciones  que  el  propio  Sr.  Tornel  hizo  á  los  edi- 
tores de  la  "  Hesperia"  sobre  dicho  asuuto,  y  se  publicaron 
el  día  2  de  noviembre  del  citado  año. 

A  la  animación  y  la  generalidad  de  las  impugnaciones 
contra  del  folleto,  hay  que  agregar  los  procedimientos  contra 
su  autor.  Varios  departamentos  por  medio  de  sus  autorida- 
des, algunos  generales  del  ejército,  representaron  en  contra 
de  los  proyectos  contenidos  en  la  carta  de  Gutiérrez  Estra- 
da, y  la  suprema  corte  de  justicia  en  acuerdo  pleno,  maudó 
pasar  el  impreso  á  su  fiscal;  y  aunque  por  su  parte  el  autor 
se  defendió  con  dignidad  y  saber  en  bien  fundados  artículos 
en  el  periódico  oficial,  tuvo  al  fin  que  callar  y  ceder  á  la  fuer- 
za de  la  deshecha  tempestad  que  se  formó  en  contra  de  la 


800 

supuesta  monarquía,  que  no  pudo  sosteuerse.  Fué  acusado, 
aunque  absuelto  también,  el  impresor  D.  Ignacio  Cumplido, 
por  haberse  dado  á  la  luz  pública  en  su  imprenta  la  carta  re- 
ferida. El  mismo  autor,  por  acuerdo  del  gobierno  general, 
fué  puesto  á  disposición  de  la  autoridad  competente  y  acu- 
sado ante  el  gran  jurado  del  cuerpo  legislativo;1  pero  ningu- 
na de  las  providencias  dichas  tuvo  al  fin  resultado  alguno, 
pues  el  responsable  no  pudo  ser  aprehendido  por  haberse 
ocultado,  logrando  salir  de  la  república. 

La  cuestión  de  reformas  apareció  nuevamente  y  muy  ani- 
mada, fundándose  en  los  sucesos  ocurridos,  y  de  los  cuales  se 
trataba  de  deducir  la  necesidad  de  nuevas  instituciones  que 
era  lo  que  realmente  se  quería,  aunque  sólo  se  hablaba  de 
reformar  las  existentes.  Ya  veremos  confirmada  esta  verdad 
por  acontecimientos  posteriores. 

Publicáronse,  en  fin,  las  deseadas  reformas  de  las  leyes 
constitucionales,  conforme  á  un  proyecto  que  formó  la  comi- 
sión especial  nombrada  por  la  cámara  de  diputados,  y  com- 
puesta de  D.  José  María  Jiménez,  D.  Pedro  Barajas,  D. 
Demetrio  del  Castillo,  D.  Eustaquio  Fernández  y  D.  José 
Fernando  Ramírez.  Este  último  disintió  en  varios  puntos  del 
proyecto,  y  publicó  su  voto  particular,  explicando  las  modi- 
ficaciones que  proponía;  pero  unida  la  comisión  presentó  su 
dicho  proyecto,  diciendo  que  la  reforma  se  hacía  por  el  con- 
greso de  la  nación  mexicana,  cumpliendo  la  voluntad  de  ésta, 
manifestada  en  la  declaración  que  hizo  el  poder  conserva- 
dor, á  9  de  noviembre  de  183!),  y  previos  los  requisitos  esta- 
blecidos en  las  leyes  fundamentales. 

Muchas  fueron  las  observaciones  que  se  hicieron,  luego 
que  fué  conocido  el  proyecto  y  durante  su  discusión.  La  pren- 
sa trató  el  asunto  extensamente;  pero  seguía  todo  lo  mismo, 
sin  darse  lugar  ala  variación  eu  la  forma  de  gobierno  como 

1  "Diario  del  Gobiernon  de  23  de  noviembre  de  1840  y  el  mismo  diario  de  2  de  eno- 
ro  da  1841. — Parte  oficial. 


801 

se  pretendía  realmente.  Sin  embargo,  se  prosiguió  la  refor- 
ma de  la  constitución,  conforme  á  lo  que  !a  experiencia  había 
enseñado,  esperando  que  los  tres  poderes  legítima  y  natural- 
mente organizados,  sin  las  trabas  que  les  imponían  las  siete 
leyes  fundamentales,  corregirían  los  abusos  introducidos  eu 
todos  los  ramas  de  la  administración. 

La  opinión  se  fortificaba  entretanto  contra  la  administra- 
ción y  el  orden  de  cosas  establecido,  sin  que  la  tranquilidad 
se  alterase  por  ello  ni  ocurriese  suceso  grave  que  llamase  la 
atención  pública.  Por  el  contrario,  se  advertía  gran  regula- 
ridad en  la  marcha  administrativa,  observándose  en  el  ejer- 
cicio de  los  poderos  públicos  todo  lo  dispuesto  en  las  leyes. 
Los  períodos  constitucionales  de  sesiones  tuvieron  lugar  en 
los  tiempos  prefijados,  así  como  todo  lo  relativo  á  la  parte 
electoral;  y  el  ejecutivo  en  uso  de  sus  atribuciones  natura- 
les, varió  y  modificó  amebas  veces  su  gabinete  por  ocupacio- 
nes y  renuncias  de  los  secretarios  del  despacho.  Cuidó  el 
gobierno  de  (pie  se  tomase  en  consideración  el  interesante 
arreglo  de  la  moneda  de  cobre,  que  como  hemos  visto,  siem- 
pre ha  llamado  ia  atención  pública  para  evitar  el  monopolio, 
la  usura  y  otros  graves  males  que  producía  ia  voraz  codicia 
de  comerciantes  y  especuladores,  que  procuraban,  por  su  in- 
terés particular,  enervar  la  acción  de  la  ley;  pero  no  se  lo- 
gró cuanto  convenía,  sino  únicamente  que  el  cuerpo  legis- 
lativo se  ocupase  con  empeño  en  esta  importante  materia, 
preparando  el  remedio  que  al  fin  se  aplicó  eu  época  poste- 
rior. 

Al  concluir  el  año  de  1840  y  estando  la  república  en  paz, 
no  obstante  la  división  de  las  opiniones,  hubo  mexicanos 
amantes  de  su  patria  que  intentaron  hacer  á  la  nación  cuan- 
to beneficio  les  fué  posible  en  lo  más  importante  que  es  la 
educación  é  instrucción  pública,  favoreciendo  á  las  clases  que 
más  necesitan  de  tan  inestimables  bienes. 

Reunidos  en  11  de  diciembre  de  dicho  año  los  sesenta  y 

Tomo  II.— 101 


802 

cinco  individuos,  cuyos  nomines,  ocupación  y  clase  constan 
en  la  lista  que  se  baila  en  el  apéndice  de  documentos,  deseo- 
sos de  contribuir  del  mejor  modo  posible  al  progreso  de  las 
ciencias  y  de  las  artes  (se  habían  antes  reunido  en  principios 
del  mes  de  Enero)  se  dirigieron  al  gobierno  departamental 
de  México  por  medio  de  atento  oficio1  y  acompañando  un 
reglamento  le  manifestaron  que  estaban  dispuestos  á  esta- 
blecer en  la  capital  una  asociación  de  amigos  con  el  nombre 
de  "Ateneo"  y  cuyo  objeto  era  la  propagación  de  conoci- 
mientos útiles  para  la  clase  menesterosa  y  menos  instruida. 
Pidieron  la  licencia  de  ley,  que  fué  otorgada  en  los  términos 
más  expresivos  y  honoríficos,  acusando  recibo  la  autoridad 
de  los  justificantes  que  se  remitieron  con  el  reglamento.  En- 
tre ellos  se  acompañaron  los  oficios  y  acta  de  elección  de  ofi- 
cios, y  en  los  cuales,  para  honor  del  que  esto  escribe,  consta 
que  desde  las  primeras  elecciones  hechas  por  el  Ateneo  fué 
nombrado  vicepresidente  de  la  sociedad  y  después  'presiden- 
te de  la  sección  de  historia,  publicándose  todo  con  la  respec- 
tiva acta  del  17  de  enero  de!  año  de  1841  que  fué  cuando 
se  verificó  la  instalación  pública  de  la  sociedad,  del  modo 
mas  solemne,  con  numerosa  asistencia  de  socios  y  de  parti- 
culares, siendo  de  notarse  la  parte  tan  principal  que  el  Sr. 
ministro  de  España  D.  Ángel  Calderón  de  la  Barca,  tomó  en 
todo  lo  relativo  á  este  nacional  y  útil  establecimiento,  pues 
á  él  debió  en  gran  parte  su  existencia  y  buenos  elementos 
para  su  duración,  que  superando  las  esperanzas  de  muchos, 
pasó  de  diez  años,  y  dejando  cuando  terminó,  á  causa  de  los 
trastornos  y  revueltas,  no  sólo  una  grata  memoria,  sino  tam- 
bién una  buena  biblioteca,  algunas  obras  literarias  como  tra- 
bajos de  la  sociedad,  y  útiles  y  recomendables  producciones 
en  el  periódico  (pie  con  el  título  de  "El  Ateneo  mexicano  " 
se  publicaba  y  sostenía  por  la  misma  asociación. 

1  Documento  número  3. 


803 

Andando  el  año  de  1841  y  no  extinguido  el  espíritu  re- 
volucionario, ni  mucho  menos  los  odios  y  ambiciones  en  po- 
lítica, se  dejaron  sentir  anuncios  ciertos  de  agitación  y  tras- 
torno en  el  orden  público. 

En  Ohiapas,  el  mes  de  mayo  de  1841,  aunque  sin  buen 
éxito,  se  alteró  la  tranquilidad  del  Estado  por  D.  Juan  Pa- 
blo Anaya  que  acaudilló  una  asonada  bajo  los  pretextos  an- 
teriores de  variación  de  gobierno  y  de  reformas;  pero  fué  ba- 
tido completa  unen  te  en  Comitán  y  se  restableció  el  orden, 
quedando  sin  embargo  un  mal  ejemplo  para  la  fuerza  arma- 
da, al  relajarse  el  resorte  de  la  autoridad  en  el  que  manda,  y 
de  la  obediencia  y  respeto  en  el  que  obedece.  Anaya,  con 
cinco  oficiales  y  veinte  soldados,  se  fugó  rumbo  á  Tabasco, 
aprehendiéndosele  en  el  alcance  á  un  oficial  anglo-america- 
no  y  á  un  soldado  de  los  dispersos. 

En  Orizaba,  aunque  sin  pretexto  político  y  de  una  mane- 
ra pasajera,  se  turbó  la  tranquilidad  pública  el  mes  de  junio 
del  citado  año.  líl  Coronel  D.  Felipe  Romero  con  algunos 
guardas  del  tabaco  y  paisanos,  se  alzó  contra  la  autoridad 
publica,  pronunciándose,  como  ellos  decían,  porque  se  pro- 
hibiese Ja  introducción  de  hilazas,  se  quitase  el  quince  por  cien- 
to que  se  había  impuesto  y  que  se  arreglase  la  contrata  del  ta- 
baco. 

Habiéndoseles  contestado  por  la  autoridad  local  que  su 
petición  podría  hacerse  por  el  ayuntamiento  en  forma  legal, 
sin  el  estrépito  de  las  armas,  se  les  advirtió  que  ellos  mismos 
podrían  firmar  la  exposición  municipal.  Conformáronse  con 
esta  resolución,  depusieron  las  armas  y  se  retiraron  á  sus  ca- 
sas. En  Durango  también  se  manifestó  el  malestar  y  la  in- 
quietud en  política,  aunque  variando  de  medio,  pues  que  to- 
mó el  de  pedir  al  gobierno  general  la  remoción  de  empleados 
públicos.  San  Luis  Potosí  se  agitó  igualmente,  pidiendo  por 
medio  de  su  ayuntamiento,  se  convocase  una  convención  na- 
cional que  reformase  el  sistema  de  gobierno  vigente,  ó  diese 


804 

otra  nueva  constitución  si  así  se  juzgaba  necesario,  hacién- 
dose las  elecciones  para  esta  asamblea  sin  intervención  algu- 
na de  las  autoridades  y  teniendo  todo  ciudadano  el  derecho 
de  votar.  9 

La  repetición  de  estos  hechos,  síntoma  evidente  de  las 
ideas  y  principios  que  agitaban  á  los  departamentos,  hacían 
temer  la  proximidad  de  una  revolución  general,  pues  á  los 
elementos  de  discordia  política  iban  á  unirse  cuestiones 
que  afectaban  al  interés  común,  tales  como  el  impuesto  de 
quince  por  ciento  por  derecho  de  consumo,  la  pauta  de  co- 
misos y  la  ley  de  capitación  que  se  había  recientemente  pu- 
blicado, calificándose  todo  esto  de  un  verdadero  gravamen, 
especialmente  en  el  departamento  de  Jalisco,  cuyo  goberna- 
dor, por  medio  de  un  bando,  quiso  arreglar  el  asunto.  No  lo 
consiguió  sin  embargo,  pues  lejos  de  eso  en  San  Luis,  Za- 
catecas, Veracruz  y  Oaxaca  se  proclamaban  los  principios 
ya  asentados,  y  además  se  proponía  por  todos  ellos,  que  las 
dos  cámaras  unidas  discutiesen  las  reformas  que  debían  ha- 
cerse, teniendo  presentes  los  puntos  esenciales  en  que  es- 
taba conforme  la  mayoría  de  la  nación,  cuya  voluntad  se  ha- 
bía manifestado  por  la  derogación  expresa  del  impuesto  del 
derecho  de  consumo,  reforma  esencial  de  la  pauta  de  comi- 
sos y  quitar  la  contribución  personal,  así  como  establecer 
el  arreglo  justo  que  pedía  el  interesante  ramo  del  tabaco. 
Veracruz  fué  el  más  decidido  atleta  en  defender  estos  pun- 
tos. 

Era,  pues,  la  situación  de  la  república  complicada  y  pe- 
ligrosa al  comenzar  el  mes  de  agosto,  pues  la  agitación  de 
los  departamentos  se  había  extendido  á  la  capital,  á  pesar 
de  la  buena  política  que  se  seguía  para  impedir  en  lo  posi- 
ble la  revolución  y  los  horrores  consiguientes  á  ella.  Pero 
esos  esfuerzos  fueron  inútiles:  la  revolución  estalló  en  Mé- 
xico el  31  del  mismo  agosto,  apareciendo  bajo  las  formas  con 
que  se  había  anunciado  y  se  temía,  uniéndose  las  tendencias 


805 

y  trabajos  de  los  revolucionarios  de  los  departamentos  para 
hacerse  más  fuertes  y  triunfar.  De  esta  manera  el  plan1  de 
la  guarnición  de  Jalisco,  explicado  en  el  manifiesto  y  peticio- 
nes del  día  8  de  agosto,  produjo  el  movimiento  acaudillado 
por  el  General  D.  Mariano  Paredes  y  Arrillaga,  y  sirvió  pa 
ra  que  los  demás  pronunciamientos  parciales  y  anteriores, 
quedasen  resumidos  en  el  que  obrando  de  la  circunferencia 
al  centro,  formase  la  principal  y  verdadera  fuerza,  declarán- 
dose expresamente  por  un  cambio  político  y  por  la  erección 
de  un  gobierno  enérgico  y  expedito,  como  lo  demandábala 
crisis  en  que  se  bailaba  la  república. 

Tal  fué  el  pronunciamiento  que  se  verificó  en  la  Ciuda- 
dela,  sin  que  lo  pudiesen  contener  las  más  prudentes  á  la  vez 
que  enérgicas  providencias  de  la  administración,  aunque  dic- 
tadas fuera  de  tiempo,  como  la  iniciativa  del  día  12  de  sep- 
tiembre que  casi  otorgaba  lo  que  pedían  los  pronunciados.2 
La  primera  comunicación  dirigida  al  supremo  gobierno  por 
el  jefe  del  estado  mayor  General  D.  Gabriel  Valencia,  ponía 
de  manifiesto  que  dicho  general  era  el  caudillo  de  la  revolu- 
ción, puesto  á  la  cabeza  de  las  tropas  sublevadas,  despertan- 
do con  este  paso  el  doloroso  recuerdo  del  15  de  julio  de  1840. 

La  ciudad  de  México  volvió  á  ser  el  teatro  lamentable  de 
una  guerra  sangrienta  y  fratricida,  produciendo  desgracias 
sin  cuento  que  mutuamente  se  echaban  en  cara  los  belige- 
rantes. 

El  General  Valencia  en  su  comunicación  de  4  de  septiem- 
bre formuló  su  plan  en  los  artículos  siguientes:  "Primero,  la 
"  reunión  del  pueblo  como  en  los  antiguos  comicios  de  Ko- 
"  ma,  para  que  se  designase  la  persona  que  había  de  ejercer 
"  interinamente  el  gobierno.  Segundo,  que  este  ejecutivo 
"  convocase  inmediatamente  un  congreso  que  constituyese 
"á  la  nación  con  facultades  amplísimas  para  hacerlo.  Ter- 

mento  número  4. 
2  Boletín  oficial  núin.  20  del  día  15  de  septiembre  de  1841. 


806 

"cero,  que  el  dicho  ejecutivo  provisional  diese  la  convoca- 
11  tpria,  sujetándose  á  la  ley  que  sirvió  al  misino  fin  en  el  año 
"de  1823.  Cuarto,  que  el  congreso  no  se  ocuparía  de  otro 
"  asunto  que  el  de  la  constitución.  Quinto,  que  se  nombrase 
"  11  n  consejo  de  24  ciudadanos  naturales  de  tollos  los  depar- 
11  lamentos.  Sexto,  que  sería  responsable  ante  el  primer  con- 
u  greso  constitucional  el  expresado  ejecutivo,  declarándose 
11  nulo  desde  luego  todo  acto  que  fuese  contrario  á  la  religión, 
"  ala  independencia  y  al  sistema  republicano,  constituyéndo- 
"  se  un  gobierno  liberal,  excluyendo  los  avances  del  despo- 
"  tismo  y  los  desórdenes  de  la  licencia.  Séptimo,  que  el  poder 
"judicial  ejercería  sus  funciones  con  absoluta  independen- 
"  cia  y  con  arreglo  á  las  leyes.  Octavo,  que  el  derecho  inter- 
"  nacional  se  guardaría  hasta  en  sus  últimos  ápices,  sin  in- 
"  tervención  de  ningún  poder  extraño  y  dando  un  fiel  cum- 
"  plimiento  á  los  tratados.'' 

Casi  al  principio  «le  la  revolución  corrió  la  noticia  de  que 
el  Comandante  de  Veracruz,  General  Santa-Auna,  se  hallaba 
de  acuerdo  con  las  ideas  de  los  pronunciados.  Así  lo  indica- 
ban sus  notas  oficiales,  y  señaladamente  aquella  en  que  se 
presentaba  como  mediador  en  principios  de  septiembre,  di- 
ciendo que  hacía  responsable  al  ministerio  ante  la  nación, 
del  derramamiento  de  sangre  por  un  sólo  tiro  que  se  dispa- 
rase, y  por  la  más  pequeña  violencia,  que  se  biciese  al  Gene- 
ral Paredes.1 

Aclaróse  en  efecto  después,  que  seguía  y  fomentaba  la 
empresa  que  tuvo  origen  en  Jalisco  y  fué  apoyada  y  soste- 
nida en  México,  de  manera  que  puede  asegurarse  fueron  los 
autores  y  caudillo  de  la  revolución  que  vamos  refiriendo,  los 
Generales  D.  Mariano  Paredes  y  Arrillaga,  ü.  Gabriel  Valen- 
cia y  D.  Antonio  López  de  Santa -Anua. 

Este  último  dio  á  conocer  sucesivamente  sus  ideas  en  es- 

1  Véase  en  el  "Cosmopolita!!  del  día  6  de  octubre  de  18-11,  núm.  72. 


807 

ta  crisis  política  con  el  pronunciamiento  antes  indicado  de 
Veracruz,  y  con  lo  que  manifestó  respecto  á  la  derogación 
del  derecho  de  consumo,  pauta  de  comisos,  capitación  y  es- 
tanco del  tabaco,  y  al  fin  por  el  acta  publicada  el  9  de  sep- 
tiembre en  la  foitaleza  de  Perote,  desconociendo  al  gobier- 
no supremo,  haciendo  cargos  al  presidente  de  la  república 
y  secundando  en  lo  esencial  el  plan  proclamado  en  la  Cinda- 
dela,1 cuya  acta  generalmente  se  creyó  ser  obra  suya,  sin 
descubrirse,  acaso  por  el  carácter  de  mediador  que  había  to- 
mado. Los  otros  dos  fueron  claramente  pronunciados,  y  apa- 
recieron desde  un  principio  á  la  cabeza  de  las  tropas. 

La  capital  había  sido  declarada  en  estado  de  sitio,  tenien- 
do el  mando  de  las  fuerzas  del  gobierno  el  General  D.  Va- 
lentín Canalizo,  hasta  el  22  de  septiembre  en  que  el  General 
Bustamante  dejó  la  presidencia  para  ponerse  á  la  cabeza  del 
ejército  que  debía  batirá  las  fuerzas  enemigas,  acaudilladas 
por  el  General  Paredes  las  del  interior,  y  las  de  los  departa- 
mentos del  Oriente,  por  Santa-Auna,  quien  al  acercarse  á 
la  capital  se  declaró  jefe  del  ejército  de  operaciones. 

Para  concluir  el  presente  capítulo  diremos  que  la  admi- 
nistración del  General  Bustamante,  no  perdonando  medio 
para  sostenerse,  ocurrió  al  arbitrio  de  promover  un  nuevo 
pronunciamiento  dentro  de  la  misma  capital,  que  sirviendo 
para  sostenerla,  halagase  los  principios  de  la  revolución;  y 
así  sucedió  (pie  las  autoridades  municipales  y  muchos  ciu- 
dadanos proclamasen  el  sistema  de  federación,  publicando 
la  siguiente  petición  con  el  carácter  de  popular. 

"  Se  reunirán  inmediatamente  el  congreso  general,  los 
"particulares  de  los  Estados  y  las  autoridades  todas  que 
"existía?)  el  año  de  18.J2."  Se  conoció  la  astucia  del  tal  pro- 
nunciamiento, quejlando  en  consecuencia,  sin  efecto  alguno; 
repitióse  no  obstante  en  los  siguientes  días,  aunque  también 
sin  éxito  como  se  verá  á  continuación. 

1  Documento  número  5. 


808 


CAPITULO    V. 


Otra  administración  provisional  del  presidente  de  ¡consejo  D.  Francisco 
Javier  Echeverría,  desde  '22  tic  septiembre  hasta  lO  de  octubre  de  1841 
en  que  se  verificó  el  cambio  político  preparado  por  los  acontecimien- 
tos que  tuvieron  lugar  en  todo  el  período  señalado. 


Encargado  el  General  D.  Anastasio  Bustamante  del  man 
do  militar,  entró  á  ejercer  el  poder  ejecutivo  D.  Javier  Eche- 
verría, por  ausencia  del  General  Bravo,  que  era  el  inmedia- 
tamente llamado  por  la  ley  como  presidente  del  consejo. 

Muy  pocos  fuerou  los  actos  administrativos  en  aquel  pe- 
ríodo, pues  toda  la  atención  se  bailaba  concentrada  eu  el  es- 
tado de  guerra  que  afligía  á  la  capital  y  cuyas  peripecias 
continua  reinos  refiriendo. 

El  27  de  septiembre  se  acercaron  á  México  las  fuerzas 
pronunciadas  bajo  las  órdenes  del  General  Santa-Anua,  si- 
tuándose en  Tacubaya,  mientras  las  del  General  presidente 
Bustamante  ocuparon  la  villa  de  Guadalupe.  Desde  luego 
se  mostraron  dispuestos  ambos  caudillos  á  entrar  en  relacio- 
nes con  el  fin  de  procurar  los  medios  para  terminar  la  gue- 
rra civil.1 

Comenzaron  por  celebrar  un  armisticio  en  la  hacienda  de 
los  Morales  el  mismo  día  27.2  El  28  se  reunió  eu  Tacubaya 
una  junta  de  generales,  jefes  y  oficiales  del  ejército  con  asis- 
tencia de  los  tres  generales  en  jefe  Santa-Anna,  Paredes  y 
Valencia,  y  se  acordaron  las  bases  que  debían  servir  para  la 
reorganización  de  la  república  y  para  establecer  el  régimen 
y  arreglo  administrativo  convenientes,  á  fin  de  que  se  cons- 

1  Boletín  oficial  núm.  33. 

2  ídem  ídem  núm  34, 


809 

tituyese  la  nación  conforme  á  la  voluntad  que  manifestase, 
debidamente  representada  en  una  asamblea  general  extra- 
ordinaria que  al  efecto  se  convocara.  Y  como  urgiesen  las 
circunstancias,  y  los  males  públicos,  incluso  el  de  la  anar- 
quía, se  aumentaban,  excitó  el  ministro  de  la  guerra  D.  Juan 
Nepomuceno  Almonte,  al  principal  caudillo  del  ejército  pa- 
ra (pie  remitiese  el  proyecto  que  había  ofrecido  sobre  fijar 
los  principios  y  bases  (pie  sirviesen  al  final  arreglo  de  las  di- 
ferencias políticas,  y  pusiesen  término  á  la  discordia  civil  que 
cundía  en  toda  la  república. 

El  General  Santa-Anua  contestó  en  loi  siguientes  tér- 
minos, acompañando  el  acta  y  las  bases  que  se  insertan  á 
continuación. 

"  Ejército  de  operaciones.  —  General  en  jefe.  —  Excmo. 
"  Sr.:  Habiéndose  ofrecido  algunas  dificultades  para  acordar 
"  los  términos  en  que  debía  celebrarse  el  armisticio  ya  con- 
"  cluído,  no  pudieron  remitirse  antes  á  V.  B.  las  bases  adjun- 
"  tas,  que  acordadas  hoy  por  los  señores  jefes  y  oficiales  del 
"  ejército  reunido,  se  han  adoptado  como  invariables  y  cons- 
"  tan  en  la  acta  que  tengo  á  la  vista. — Y  con  este  motivo 
"reitero  á  V.  S.  las  seguridades  de  mi  aprecio. —  Dios  y  li- 
"  bertad.  Cuartel  general  en  Tacubaya,  septiembre  28  de 
"  1841. —  Antonio  López  de  Santa-  Amia. —  Excmo.  Sr.  Gene- 
"ral  D.  Juan  K  Almonte." 

"  Reunidos  en  el  cuartel  general  de  Tacubaya  el  día  28 
"de  septiembre  de  1841  por  excitativa  del  Excmo.  Sr.  Ge- 
"  neral  en  jefe  del  ejército  de  operaciones,  benemérito  de  la 
"  patria  D.  Antonio  López  de  Santa-Auna,  los  señores  Ge- 
"  aérales  de  las  divisiones,  de  las  brigadas,  y  demás  jefes  del 
"  estado  mayor,  jefes  de  los  cuerpos,  comandantes  de  las  lí- 
"  neas,  y  uno  por  cada  clase  do  los  señores  oficiales,  para 
"  considerar  el  estado  á  que  han  llegado  los  sucesos  en  la 
"  república  desde  el  8  de  agosto,  en  que  el  Excmo.  Sr.  Gene- 
"  ral  D.  Mariano  Paredes  y  Arrillaga  y  la  guarnicióu  del  de- 

Tomo  II.— 102 


810 

"  partaraento  de  Jalisco,  realizaron  el  glorioso  designio  de 
"  poner  un  término  á  los  niales  públicos,  y  que  fué  enérgi- 
camente secundado  en  la  Cindadela  de  México  el  día  31 
"  del  mismo  mes,  se  meditó  larga  y  detenidamente  un  asun- 
"  to  de  tan  vital  interés  para  la  república.  Habiéndose  visto 
"  ésta  necesitada  á  lanzarse  en  la  peligrosa  carrera  de  la  revo- 
"  Ilición,  por  que  se  habían  apurado  ya  los  escasos  arbitrios 
"  legales  que  se  tentaron  con  la  mejor  buena  fe  para  imprimir 
"  á  los  negocios  una  marcha  ordenada,  no  cabe  duda  de  que 
"su  voluntad  soberana  es  conocida,  cuando  la  mayoría  in- 
"  mensa  de  los  departamentos  y  casi  todo  el  ejército  han  nía 
"  infestado  enérgica  y  definitivamente,  que  no  quieren  ni  con- 
"  sienten  la  continuación  de  las  cosas  y  de  los  hombres  (pie 
"  desde  el  año  de  183ü  han  regido  nuestros  destinos.  Adop- 
"  tado  este  principio  por  universal  aquiescencia  de  los  pue- 
"  blos,  era  indispensable  suplir  de  una  manera  provisoria  la 
"  falta  de  las  autoridades  su  [tremas,  cuya  augusta  misión  ha 
"cesado  por  haberles  retirado  el  pueblo  sus  poderes.  Como 
"  la  anarquía,  es  el  mayor  de  los  niales  (pie  pueden  ellos  su- 
"  frir,  no  puede  la,  nación  continuar  acéfala  por  más  tiempo, 
"y  deben  establecerse  nuevas  autoridades,  mientras  (pie 
"reunido  un  congreso  extraordinario,  éste  dicte  libre  y  de- 
"  tenidainente  las  leyes  fundamentales  (pie  sean  de  su  be- 
"  neplácito,  con  entera  libertad,  y  para  marcar  á  todos  los 
"  ciudadanos  sus  derechos  y  sus  obligaciones.  La  nueva  ad- 
"  ministración  será  temporalmente  revestida  del  poder  nece- 
"  sario  para  hacer  el  bien  y  evitar  el  mal  en  todos  los  ramos 
"  de  la  administración  pública.  ]\Ias  como  la  responsabilidad 
"  del  poder  es  una  de  las  primeras  exigencias  de  las  naeio- 
"  nes  civilizadas,  se  establece  la  autoridad  y  la  época  en  (pie 
"  la  responsabilidad  del  ejecutivo  provisional  se  hará  efec- 
"  ti  va.  El  será  asistido  con  las  luces  de  un  consejo,  que  nom- 
"  brarán  los  departamentos,  para  que  en  ningún  tiempo  ni 
"en  ninguna  circunstancia  dejen  de  tener  las  partes  inte 


811 

"  grantes  de  la  república  la  influencia  que  de  derecho  les  co- 
"  rresponde  en  los  negocios  de  estado.  Consúltase  entretanto 
"  á  la  organización  provisional  de  los  poderes  generales  y  de 
"  los  departamentos,  con  un  sólo  correctivo  que  inspira  la  ne- 
"  ce.sidad  de  evitar  que  sea  contrariada  la  voluntad  de  la  na- 
"  ción.  No  podría  llegarse  á  un  término  pacífico  de  las  des- 
"  avenencias  que  desgraciadamente  se  suscitan  en  las  crisis 
"  políticas  entre  los  individuos  de  una  gran  familia,  si  no  se 
"diesen  solemnes  garantías  de  un  perpetuo  olvido  sobre  la 
"  conducta  que  cada  uno  baya  seguido,  por  error  ó  por  ins- 
"  pi ración  de  su  conciencia.  Pero  como  se  constituyen  eu 
"  verdadera  rebelión  las  autoridades  y  personas  que  se  en- 
"  tregan  á  la  culpable  obstinación  de  oponerse  á  la  voluntad 
"  del  pueblo,  se  advierte  que  se  hará  efectiva  la  severa  é  ili- 
"  mitada  responsabilidad  de  cuantos  prolonguen  basta  sin 
"  esperanza  de  suceso  los  males  de  la  patria.  Disentidos  es- 
"  tos  puntos  cardinales  con  madura  detención  y  con  entera 
"y  franca  libertad,  las  siguientes  bases  para  la  reorganiza- 
"  ción  de  la  república, se  adoptaron  por  unanimidad  de  votos: 

"  Primera.  Cesaron  por  voluntad  de  la  nación  en  sus  fuu- 
" ciones  los  poderes  llamados  supremos  que  estableció  la 
"constitución  de  1830,  exceptuándose  el  judicial,  que  se  li- 
"  mi  tara  á  desempeñar  sus  funciones  en  asuntos  puramente 
"judiciales,  con  arreglo  á  las  leyes  vigentes. 

"  Segunda.  No  conociéndose  otro  medio  para  suplir  la 
"  voluntad  de  los  departamentos,  que  nombrar  una  junta 
"  compuesta  de  dos  diputados  por  cada  uno,  nacidos  en  ellos 
"  mismos,  ó  ciudadanos  de  ellos  y  existentes  en  México,  los 
"  elegirá  el  Kxcnio.  Sr.  General  en  jefe  del  ejército  mexica- 
"  no,  con  el  objeto  de  que  éstos  designen  con  entera  libertad 
"  la  persona  en  quien  baya  de  depositarse  el  ejecutivo  pro- 
"  visional. 

"  Tercera.  La  persona  designada  se  encargará  inmedia- 
"  tanieute  de  las  funciones  del  ejecutivo,  prestando  el  jura- 


812 

"  mentó  de  hacer  bien  á  la  nación,  en  presencia  de  la  misma 
"junta. 

"  Cuarta.  El  ejecutivo  provisional  dará  dentro  de  dos  me- 
"  ses  la  convocatoria  para  un  nuevo  congreso,  el  que  facul- 
"  tado  ampliamente  se  encargará  de  constituir  á  la  nación 
"  según  mejor  le  convenga. 

"  Quinta.  El  congreso  extraordinario  se  reunirá  á  los  seis 
"  meses  de  expedida  la  convocatoria,  y  no  podrá  ocuparse  de 
"  otro  asunto  que  no  sea  de  la  formación  de  la  misma  cous- 
"  titución. 

"  Sexta.  El  ejecutivo  provisional  responderá  de  sus  actos 
"  ante  el  primer  congreso  constitucional. 

"  Séptima.  Las  facultades  del  ejecutivo  provisional  son 
"  todas  las  necesarias  para  la  organización  de  todos  los  ra- 
"  mos  de  la  administración  pública. 

"  Octava.  Se  nombrarán  cuatro  ministros:  el  de  relacio- 
"  nes  exteriores  ó  interiores;  el  de  instrucción  pública  é  in- 
"  dustria;  el  de  hacienda,  y  el  de  guerra  y  marina. 

"  Novena.  Cada  uno  de  los  departamentos  nombrará  dos 
"  individuos  de  su  confianza,  para  un  consejo  que  abrirá  dic- 
"  tamen  en  todos  los  negocios  para  que  fuere  consultado  por 
"el  ejecutivo. 

"  Décima.  Mientras  no  se  reúna  el  consejo  nombrado  por 
"  departamentos,  desempeñará  sus  funciones  la  junta  cuya 
"creación  se  establece  en  la  base  segunda. 

"  Undécima.  Entretanto  se  da  la  organización  conve- 
"nienteá  la  república,  continuarán  las  autoridades  de  los 
"  departamentos  que  no  hayan  contrariado  ó  eontraríeu  la 
"  opinión  nacional. 

"  Duodécima.  K\  General  en  jefe  y  todos  los  Generales 
"  y  jefes  del  ejército  se  comprometen  por  el  sagrado  de  su 
"  honor,  á  olvidar  para  siempre  la  conducta  política  que  los 
"  ciudadanos  militares  ó  no  militares  hayan  observado  en  la 
"  presente  crisis,  y  á  no  consentir  persecuciones  de  ninguna 


813 

"  clase,  porque  su  objeto  es  la  más  sincera  reconciliacióu  de 
"  todos  los  mexicanos  para  el  bien  de  la  patria. 

"  Décimatercia.  Si  pasado  el  término  de  tres  días  después 
"de  expirado  el  del  armisticio,  no  fueren  adoptadas  estas 
"bases  por  el  Excmo.  Sr.  General  en  jefe  de  las  tropas  del 
"  gobierno,  se  procederá  desde  luego  á  darles  exacto  cuinpli- 
"  miento;  y  declaramos  á  nombre  de  la  nación,  que  tan  ex- 
"  presamente  ha  manifestado  su  soberana  voluntad,  (pie  se- 
"  rán  responsables  con  sus  personas,  el  expresado  General 
"  en  jefe  y  los  militares  que  lo  siguen  y  todas  las  llamadas 
"  autoridades  (pie  directa  ó  indirectamente  contraríen  aque- 
"  lia  misma  voluntad,  y  contribuyan  á  hacer  derramar  inú- 
"  tilmente  sangre  mexicana,  que  pesará  sobre  sus  cabezas. 
"  — General  en  jefe,  Antonio  López  de  Santa- Anua. —  Gene- 
"  ral  en  jefe  de  la  tercera  división,  Gabriel  Valencia. —  Ge- 
"  neral  en  jefe  de  la  primera  división,  Mariano  Paredes  y 
"  Arrillaga. — Sigue!»  las  tirinas  de  los  demás  jefes  y  oficiales 
"  que  asistieron  á  la  junta." 

Los  documentos  que  van  en  seguida  darán  á  conocer  el 
giro  (pie  tomaron  los  sucesos  hasta  la  terminación  de  aquel 
conflicto. 

"Niíin.  1. —  Ejército  de  operaciones. — General  en  jefe. — 
"  Excmo.  Sr. —  Mi  corazón  se  conmueve  cada  vez  que  me  veo 
"  en  el  caso  de  tener  (pie  hacer  uso  de  las  armas  contra  unos 
"  compañeros  con  quienes  en  otras  épocas  he  militado  por 
"  la  causa  santa  de  la  independencia  y  de  los  derechos  de  la 
"  nación;  y  aunque  con  el  ejército  de  mi  mando,  compuesto 
u  de  nueve  mil  veteranos  (pie  V.  E.  tiene  á  su  frente,  no 
"  puede  ser  dudosa  la  victoria,  atendidas  las  ventajas  que 
"  V.  B.  no  desconoce  en  mi  favor,  sin  embargo,  quiero  aún 
"  extender  una  mano  amiga  á  V.  B.  y  á  cuantos  le  obedecen, 
"  asegurándole  que,  mis  brazos  están  abiertos  para  estrechar 
"  á  mis  antiguos  cantaradas,  echándose  un  velo  sobre  nues- 
"  tras  diferencias,  siempre  que  V.  E.  se  adhiera  á  los  priuci- 


814 

"  pios  que  el  ejército  y  la  nación  entera  proclaman  actual- 
"  mente;  pues  no  es  posible  que  ni  V.  E.  ni  sus  subordinados 
"  puedan  desear  el  entronizamiento  de  la  demagogia  que  al- 
"  gunos  años  hace  ba  combatido  V.  E,,  y  qpie  por  este  servi- 
"  ció  los  representantes  de  la  nación  le  han  condecorado  con 
"  una  cruz  que  lleva  en  el  pecho. 

"  Si  V.  E.,  como  lo  deseo  sinceramente,  admite  mi  propo- 

"  sición,  sírvase  V.  E.  manifestármelo  inmediatamente,  para 

"  en  este  caso  tener  el  gusto,  por  mi  parte,  de  dar  así  un  día 

"de  júbilo  á  todos  los  buenos  mexicanos,  interesados  eu  la 

'"  paz  y  en  la  ventura  de  su  patria. 

"  Campo  en  la  Punta  del  Río,  octubre  5  de  1841,  á  las  sie- 
"  te  y  media  de  la  noche. —  Antonio  Lopes  de  Santa -Anua. 
"  — Exento.  Sr.  General  de  división,  benemérito  de  la  patria 
"D.  Anastasio  Bustamante. —  Villa  de  Guadalupe. 

"  Es  copia.  —  Manuel  M.  Escobar." 

"Ni'uii.  -. —  El  presidente  General  en  jefe. —  Excmo.  Sr. 
"  Abundando  en  los  mismos  sentimientos  (pie  V.  K.  mani- 
"  fiesta  en  su  nota  de  anoche  á  las  siete  y  media,  de  ello,  tan 
"  luego  como  la  recibí,  di  la  orden  correspondiente  para  (pie 
"  se  suspendiese  todo  acto  de  hostilidad  por  parte  de  las  tro- 
"  [tas  (pie  se  hallan  á  mis  órdenes,  entretanto  logramos  por 
"  nuestros  esfuerzos  combinados,  poner  término  á  la  guerra 
"en  que  actualmente  nos  hallamos.  En  tal  virtud,  para  lle- 
"  gar  á  obtener  con  la.  brevedad  posible  el  laudable  fin  (pie 
"  nos  anima,  he  nombrado  dos  comisionados  por  mi  parte, 
"  para  que  reuniéndose  con  los  (pie  V.  15.  tenga,  á  bien  ele- 
"  gir,  pueda  desde  luego  procederse  á  la  celebración  de  un 
"convenio  que  haga  olvidar  para  siempre  nuestras  lainen- 
"  tables  diferencias  políticas;  al  efecto,  podrá  V.  K.  indicar 
"  el  punto  en  (pie  hayan  de  tener  lugar  las  conferencias  co- 
"  rrespon dientes. 

"Dios  y  libertad.  Cuartel  general  en  Guadalupe  Hidal- 
"  go,  octubre  6  de  L811,  á  las  cuatro  de  la  mañana. — Anas- 


815 

"  tasio  Bustamante. — Excmo.  Sr.  General  de  división,  bene- 
"  mérito  de  la  patria  D.  Antonio  López  de  Santa- Auna. 

"  Es  copia. —  Manuel  M.  Escobar." 

"  Nám.  3.  —  Ejército  de  operaciones. —  General  en  jefe. — 
11  Excmo.  Sr. —  Consecuente  con  lo  que  V.  E.  se  sirve  inani- 
"  testarme  en  su  nota  oficial,  fecha  á  las  cuatro  de  la  maña- 
"  na  de  hoy,  tengo  la  honra  de  contestar  á  V.  E.  que  el  inis- 
"  mo  dador  de  la  presente  nota  conducirá  á  los  comisionados 
"  de  V.  B.  al  paraje  que  he  designado  para  las  conferencias, 
"  que  será  en  medio  de  nuestros  campos,  y  en  cuyo  punto  es- 
"  taran  ya  los  que  yo  deba  nombrar  por  parte  de  este  ejér- 
"  cito,  con  el  tín  de  concluir  de  una  manera  favorable  á  la 
"  patria  nuestras  diferencias  políticas. 

"Dios  y  libertad.  Campo  en  la  Punta  del  Río,  octubre  6 
"de  1841,  á  las  once  de  la  mañana. —  Antonio  López  de  San- 
"  ta-Anna  —  Excmo.  Sr.  General,  benemérito  de  la  patria 
"  D.  Anastasio  Bustamante. 

"  Es  copia. —  Manuel  M.  Escobar." 

"Ni'nn.  4. —  Reunidos  en  la  Presa  de  la  Estanzuela  el 
"  Excmo.  Sr.  General  de  división  D.  Valentín  Canalizo  y 
"el  Sr.  General  de  Brigada  D.  Benito  Quijano,  y  los  Sres. 
"  General  de  brigada  D.  José  María  Tornel  y  D.  José  Igna- 
"  ció  Gutiérrez,  comisionados  los  primeros  por  el  Excmo.  Sr. 
"General  de  división,  benemérito  de  la  patria  D.  Anastasio 
"Bustamante,  General  en  jefe  de  las  tropas  situadas  en  la 
"ciudad  de  Guadalupe  Hidalgo;  y  los  segundos  por  el 
"  Excmo.  Sr.  General  de  división,  benemérito  de  la  patria 
"  D.  Antonio  López  de  Santa-Auna,  General  en  jefe  del  ejér- 
"  cito  de  operaciones,  con  el  objeto  de  discutir  y  acordar  los 
"  términos  en  que  pueda  llegarse  al  término  de  la  guerra  ci- 
"  vil,  proporcionando  á  la  generosa  nación  mexicana  los  me- 
"dios  d  •  que  necesita  para  sostener  su  dignidad  y  decoro 
"  entre  las  civilizadas,  y  los  más  seguros  para  la  sincera  y 
"  cordial  reconciliación  de  todos  sus  hijos,  después  de  can- 


816 

"jeados  sus  poderes,  convinieron  en  los  artículos  siguien- 
tes: 

"  Art.  1?  Desde  este  momento  se  restablecen  las  relacio- 
"  nes  íntimas  y  cordiales  que  deben  reinan  entre  todos  los 
"  miembros  de  la  familia  mexicana,  y  ni  ahora  ni  nunca  po- 
drán ser  molestados  por  sus  opiniones  emitidas  de  palabra 
"ó  por  escrito  y  por  sus  hechos  políticos,  tanto  losciudada- 
"  nos  militares,  como  ios  no  militares,  comprometiéndose  los 
"  Excmos.  Síes.  Generales  en  jete  y  las  fuerzas  beligerantes, 
"  á  que  este  olvido  sea  perpetuo  y  sincero. 

"  Art.  2?  Los  actos  del  gobierno  del  lixcmo.  Sr.  General 
"  D.  Anastasio  Bustamanie  y  <lel  <]ue  le  sucedió  interina- 
"  mente,  desde  el  1?  de  agosto  del  presente  año,  de  cualquie- 
"  ra  clase  (pie  sean,  quedan  sometidos  á  la  aprobación  del 
"primer  congreso  constitucional,  así  como  quedarán  sonie- 
"  tidos  al  misino  los  actos  del  ejecutivo  provisional  que  se 
"  instale  con  arreglo  á  las  bases  (pie  ha  adoptado  el  ejército 
"  de  operaciones  del  Excmo.  Sr.  General  D.  Antonio  López  de 
"Santa-Auna. 

"  Art.  3?  Los  Excmos.  Sres.  Generales  en  jefe  de  ambas 
"fuerzas  beligerantes,  quedan  comprometidos  á  interponer 
"  su  respetable  influjo  con  el  gobierno  que  se  establezca,  á  fin 
"  de  que  se  dé  su  retiro  ó  licencia  á  los  Síes,  generales,  jefes 
"  y  oficiales  que  lo  soliciten,  y  su  cesantía  á  jubilación  á  los 
"empleados  que  lo  pretendan. 

"  Art.  4o  Ratificado  el  presente  convenio  por  los  Excmos. 
"  Sres.  Generales  en  jefe  de  las  fuerzas  beligerantes,  las  si- 
"  toadas  en  Guadalupe  se  pondrán  á  las  órdenes  del  Excmo. 
"  Sr.  General  D.  Antonio  López  de  Santa-Anua,  quien  les 
"  dispensará  las  consideraciones  que  merecen  los  soldados  de 
"  esta  parte  del  ejército,  que  tanto  contribuyeron  á  conquis- 
"  tar  la  independencia  de  la  patria,  y  cuyos  brazos  y  denue 
"do  pueden  ser  tan  útiles  en  cualquiera  guerra  extranjera. 

"  Art.  5?  El  presente  convenio  será  ratificado  á  las  tres 


817 

"  horas  de  firmado  por  los  comisionados  de  nna  y  otra  parte. 
''Presa  de  la  Estanzuela,  octubre  (>  de  1841,  á  las  nueve  y 
"  media  de  la  noche. —  Valentín  Canalizo. — Benito  Quijano. — 
u  José  María  Torne!. — José  [(/navio  Gutiérrez. —  Ratifico  es- 
"  te  convenio,  Antonio  López  de  Santa-Anua. —  Ratifico  este 
"convenio,  Anastasio  Bustamante.,) 

En  fines  de  septiembre  y  principios  de  octubre,  mientras 
se  desarrollaban  los  acontecimientos  que  quedan  referidos,  so 
pretendió  hacer  cambiar  do  rumbo  á  la,  revolución,  aunque 
dirigiéndola  siempre"  al  objeto  propuesto  desde  un  principio. 
Con  este  fin  el  vicepresidente  de!  consejo,  encardado  de  la 
administración  publica,  por  conducto  del  ministro  del  inte- 
íior  I).  J.  M?  Jiménez,  se  dirigió  al  General  en  jefe  del  ejér- 
cito reunido,  haciéndole  proposiciones  que  si  bien  eran  muy 
aceptables  en  sí  mismas,  carecían  de  lo  principal  que  era  la 
oportunidad,  pues  ésta  había  pasado  para  lograr  que  unas 
fuerzas  victoriosas  y  unidas  volviesen  á  tomar  el  carácter  de 
sujeción  que  proponía  el  gobierno,  pretendiendo  diesen  por 
perdido  cuanto  habían  logrado  en  la  empresa,  que  se  tenía 
ya  por  consumada.  Nombróse  al  efecto  una  comisión  com- 
puesta de  los  ¡Sres.  D.  Manuel  Eduardo  Gorostiza  y  D.  Ma- 
riano Michelenn,  que  disfrutaban  de  buena  opinión  como 
hombres  públicos,  y  manifestaron  que  el  ejecutivo  deseaba 
se  hicieran  á  las  bases  algunas  modificaciones,  reformando- 
seen  los  puntos  fundamentales,  como  eran  los  (pie  se  dirigían 
á  constituir  á  la  nación;  pues  aunque  no  eran  estos  los  tér- 
minos en  (pie  se  explicaban,  sí  lo  era  la  tendencia  á  esta^ 
blecer  un  verdadero  cambio  desde  luego,  confirmándose  con 
lo  que  proponían  dichos  señores,  y  que  se  reducía  á  que,  su- 
puesta la  admisión  de  la  renuncia,  que  hiciese  de  la  [¡residen- 
cia el  General  Bustamante,  el  gobierno  excitaría  á  las  (tá- 
maras y  éstas  al  poder  conservador  para  que  se  nombrara 
un  presidente  interino  de  mutua  confianza,  declarándose 
convocante  el  congreso  que  existía.  Xada  so  resolvió  desde 

Tumo  II.  —  103 


813 

luego,  difiriéndose  la  continuación  de  las  conferencias  para  la 
mañana  del  30  de  septiembre.  Reuniéronse  en  efecto  aquel 
día  los  dichos  señores  con  el  General  en  jete,  citados  los  ge- 
nerales del  ejército  y  varias  personas  notables  de  diversas 
opiniones  políticas;  pero  apenas  comenzaba  la  discusión, 
cuando  se  escucharon  salvas  y  repiques  en  México,  sabién- 
dose á  poco  tiempo  <pie  se  celebraba  el  pronunciamiento  por 
la  federación;  los  comisionados  protestaron  que  ignorabau 
lo  que  pasaba,  pues  no  tenían  antecedentes;  la  reunión  que- 
dó disuelta  y  continuaron  los  sucesos  en  los  términos  (pie 
liemos  referido,  pues  el  pronunciamiento  de  México  se  re<  1  li- 
jo á  una  reunión  (pie  con  el  nombre  de  asamblea  popular,  se 
verificó  el  1?  de  octubre  en  el  colegio  seminario.  Peroraron 
los  concurrentes,  discutieron,  y  al  fin  acordaron  dirigir  á  la 
nación  el  plan1  que  proclamaba  el  restablecimiento  del  sis- 
tema federal  y  la  constitución  de  1824,  desconociendo  cuan- 
to se  había  antes  acordado  sobre  armisticio,  bases  de  Tacu- 
baya  y  convenios  de  la  lOstanzuela.  Pero  aquel  movimiento 
acabó  por  su  propia-  virtud,  sin  (pie  en  nada  turbara  la  mar- 
cha de  los  acontecimientos. 

El  General  en  jefe  I>.  Antonio  López  de  Santa— Anua  y 
los  generales,  jefes  y  oficiales  de  las  fuerzas  pronunciadas 
y  del  ejército  ya  reunido,  ocuparon  la  capital  el  día  7  de  oc- 
tubre por  la  larde,  tratándose  luego  de  todo  lo  conducente 
á  la  reorganización  de  la  república.  La  primera  necesidad 
que  halda  que  sal  isfacer  era  el  nombramiento  del  jefe  supre- 
mo de  la  nación;  procedióse  pues  á  nombrar  conforme  á  las 
bases  de.  Tacubaya,  para  que  hiciesen  tal  elección,  dos  re- 
presentantes propietarios  y  dos  suplentes  por  cada  departa- 
mento. 

Dichos  representantes  se  reunieron  el  día  í)  en  número 
d  !  cuarenta  y  cuatro,  quedando  electo  presidente  el  General 
Santa-Anua,  por  treinta  y  nueve  votos. 

1  JDocuinciitu  núaieru  (i, 


819 

Como  en  este  período  se  con  tienen  las  respectivas  admi- 
nistraciones de  D.  Anastasio  Bnstainante  hasta  20  de  marzo 
de  1839:  de  D.  Antonio  López  de  Santa-Auna  hasta  10  de 
julio  del  mismo  año:  de  I).  Nicolás  Bravo  hasta  10  del  propio 
mes,  en  que  volvió  á  encargarse  de  la  presidencia  de  la  re- 
pública el  General  I).  Anastasio  Bustamante,  hasta  el  día 22 
de  septiembre  de  1841,  en  que  quedó  encargado  del  gobierno 
supremo  D.  Javier  Echeverría,  como  individuo  más  antiguo 
del  consejo,  hasta  el  día  10  del  mes  de  octubre  siguiente,  eu 
que  entró  á  la  presidencia  de  la  república  D.  Antonio  López 
de  Santa -Auna,  se  hace  preciso  el  reunir  también  el  perso- 
nal de  las  secretarías  del  despacho  correspondiente  á  cada 
período. 


SECRETARIOS  DE  ESTADO  Y  DEL 


General  D.  Anastasio  Bnstamante. 


RELACIONES  EXTERIORES. 


1837 

abril 

19 

>> 

»> 

21 

» 

octubre 

¡27 

>> 

nvbre. 

7 

1838 

enero 

10 

)> 

iivbre. 

14 

» 

dcbre. 

1L 

» 

» 

14 

>) 

?> 

18 

j» 

» 

22 

1839  febrero 

27 

marzo 

14 

HASTA 

D.  José  M*  Ortiz  Monas  te- 

rio,  O.  M.  E 20    abril    1837 

„  Luis  Gonzaga  Cuevas..  26 octubre    ,, 

,,  José  M?  «le  Boca  negra.,     G  nvbre.      ,, 

„  Jo.sé  M?  Ortiz  Monaste- 
rio, O.  M.  E 9  enero   1838 

,,  Luis  G.  Cuevas 13  nvbre.      „ 

„  José  Joaquíu  Pesado,  E.  10  dcbre.      ,, 

„  Manuel  Gómez  Ped raza.  13       ,,  „ 

„  José  M*  Ortiz  Monaste- 
rio, O.  M,  E 17      „  „ 

„  José  G.  de  la  Cortina,  E.  2L       ,,  „ 

„  Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 26  febrero  1839 

„  José  M?  Torne!,  E lo  marzo      „ 

„  Manuel  Eduardo  de  Co- 

rostiza 20       ,,  „ 


822 


INTERIOR, 

DESDE  HASTA 

1837  abril     19  D.  Joaquín  de  Iturbíde,  O. 

M.  E.. 2G    «abril    1837 

„           „        27    „  Manuel  de  hi  Peña  y  Pe- 
fia 24  octubre    „ 

„     octubre  25    „  José  Antonio  Romero..     8  marzo  1838 

1838  marzo     9    „  Luis  G.  Cuevas,  E 2L       „  „ 

22    „  José  Joaquín  Pesado 25  stbre. 

,,  Luis  G.  Cuevas,  E 17  octubre 


stbre.    2G 
octubre  18    ,,  José  Joaquín  Pesado.  ..  12  dcbre. 


dcbre.  13 

»  17 

.i  20 

„  2G 


Juan  Rodríguez  Puebla.  16 


,,  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.E 19       „ 

„  Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 25       ,,  ,, 

,,  Agustín  Pérez  de  Lebri- 

ja 1 20  marzo  1839 


„     octubre  20 


GUERRA  Y  MARINA. 

DESDE  HASTA 

3837     abril     19  D.  Ignacio  del  Corral,  O,  M. 

E... 23    abril    1837 

„  ,,       24    „  Joaquín  Lebrija.. 1.9  octubre    ,, 

,  Ignacio  de  Mora  y  Villa- 
mil 22  nv-bro.     ,, 

,  Ignacio  Mí1  de  la  Barrera.     5  febrero  1838 

,  José  Moran. 1 3  dcbre.      ,, 

,  Mariano  Paredes  y  Arri- 

ll;i«a  12 

,  Benito  Q'iijano,  O.  M.  E.  i  ó'       ,,  „ 

.  José  M;.1  Tornel 20  maizo  1839 


,,      nvbre. 

23 

1838  febrero 

ü 

,,      dcbre. 

4 

>>                    M 

13 

»>                    11 

17 

823 


HACIENDA. 

DESDE  BASTA 

1837     abril     19  D.  José  M*  Cervantes,  E. .  22    abril     1837 
„  ,,        23    „  Joaquín  Lebrija 18  octubre    ,, 

,,  Ignacio  de  Mora,  y  Villa- 
mil,  B Señero    1838 

„  .José  M?  de  Bocanegra. .  18  febrero     7; 

,,  Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 7  nvbre.     „ 

„  Pedro  Echeverría 14  dcbre.     „ 

,,  José  Gómez  de  la  Corli- 

na 20  marzo  1830 


,,     octubre  10 

183S    enero      0 
,,      febrero  10 

,,       nvbre.     8 
dcbre.    15 


General  D.  Antonio  López  de  Sanía-Anna. 


RELACIONES  EXTERIORES. 

DE-DE  HASTA 

1830    marzo  20  D.Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 10    julio    1830 

INTERIOR. 

DESDE  HASTA 

1830    marzo  20  D.  Agustín  Pérez  de  Lebri- 

j;r. 11    abril    1830 

j,        abril     11    ,,  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.B 20       „ 

M  ,,        27    „  Juan  de  Dios  Cañedo...  18   mayo      ,, 

,,       mayo    18    „  José  Antonio  Homero. .  10    julio       „ 


824 


GUERRA  Y  MARINA. « 

DESDE  HASTA 

1839   marzo   20  D.  José  M?  Tornel 10    julio    1839 


HACIENDA. 

DESDE  HASTA 

1830    marzo  20  D.  José  Gómez  de  la  Cor- 

limí 17   mayo   1839 

„       mayo    18    „  Francisco  M?  Lombardo.  10    julio       ,, 


General  D.  Nicolás  Bravo. 


RELACIONES  EXTERIORES. 

DESDE  '  HASTA 

1839    julio    10  D.  Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 19   julio    1839 


INTERIOR. 

DESDE  HASTA 

1839    julio    10  D.  José  Antonio  Romero..  19  julio    1839 
GUERRA  Y  MARINA. 

DESDE  HASTA 

1839     julio     10  D.  José  M?  Tornel 19  julio    1839 


HACIENDA. 

DESDE  HASTA 

1839    julio    10  D.Francisco  Mí1  Lombardo.  19    julio     1839 


825 


General  D.  Anastasio  Bustamante. 


KELACIONES  EXTERIORES. 


DESDE 

1839 

julio 

19 

» 

V 

27 

1840 

ocbre. 

6 

19  D.  Manuel  Eduardo  de  Go- 

rostiza 26    julio    1839 

„  Juan  de  Dios  Cañedo...     5  ocbre.   1840 
„  José  M*  Ortiz  Monaste- 
rio, O.  M.  E 20  mayo   1841 

1841    mayo    21    „  Sebastián  Camacho ....  22  stbre.      „ 


INTERIOR. 

DESDB 

1839  julio     19  D.  José  Antonio  Romero. . 
„  „        27    „  Luis  G.  Cuevas 

1840  enero    13  ,,  Juan  de  Dios  Cañedo,  E 

„  febrero  10    „  Luis  G.  Cuevas 

,,  agosto     4  „  Juan  de  Dios  Cañedo,  E, 

„  stbre.    15    „  José  Mariano  Marín 

„  dcbre.      7    „  José  M?  Jiménez 


HASTA 

26    julio    1839 

12  enero    1840 
9  febrero    „ 
3  agosto     ,, 

14  stbre.      ,, 
6  dcbre.      ,, 

22   stbre.   1841 


GUERRA  Y  MARINA. 

DESDE  HASTA 

1839    julio     19  D.  José  M*  Torne) 27    julio    1839 

„  „        28    ,,  Joaquín    Velázquez    de 

León,  O.  M.  E 8  agosto  1839 

„      agosto     9    „  Juan  N".  Al  monte 22   stbre.   1841 

Tomo  II.— 104 


826 


HACIENDA. 

DESDI  HASTA 

1839    julio     19  D.  Francisco  M?  Lombardo.  26   julio    1839 

„  „        27    „  Javier  Echeverría 23  marzo  1841 

1841    marzo   24    „  Manuel  M*  Canseco 22    stbre.      „ 


D.  Javier  Echeverría. 


RELACIONES    EXTERIORES. 

DESDB  BASTA 

1841    stbre.    22  D.  Sebastián  Oamacho 10  ocbre.  1841 


INTERIOR. 

DESDB  HASTA 

1841    stbre.    22  D.  José  M*  Jiménez 3  ocbre.   1841 

„     octubre    4    „  Joaquín  de  Iturbide,  O. 

M.E 10       „ 


GUERRA  Y  MARINA. 


DESDB  HASTA 

1841    stbre.    22  D.  Juan  N.  /Umonte 10  ocbre    1841 


HACIENDA. 


DESDB  HASTA 

1841    stbre.    22  D.  Manuel  M.  Oanseco 10  ocbre.  1841 


APÉNDICE  AL  TITULO  XIV. 


Documento  Núm.  1. 


Ministerio  de  guerra  y  marina.  —  Art.  1?  —  No  habiendo  sido  la 
intención  del  C.  José  Urrea  y  de  las  fuerzas  de  su  mando,  atacar 
de  ninguna  manera  la  persona  del  presidente  de  la  república,  Ge- 
neral D.  Anastasio  Bustamante,  queda  éste  repuesto  en  el  ejerci- 
cio de  sus  funciones. 

Art.  2o  En  uso  de  sus  facultades  como  tal  presidente  de  la  re- 
pública, hará  cesar  los  fuegos  de  las  tropas  que  actualmente  hosti- 
lizan á  las  del  C.  Urrea.  Este  hará  otro  tanto  por  su  parte. 

Art.  3o  El  referido  señor  presidente,  organizando  un  gobierno 
que  merezca  la  confianza  pública,  se  compromete  á  restablecer  en 
su  observancia  la  constitución  de  1824,  convocando  luego  un  con- 
greso para  el  preciso  efecto  de  reformarla. 

Art.  4o  Bajo  estas  bases  se  restablecerán  la  paz  y  el  orden,  y  nin* 
guno  será  molestado  por  las  opiniones  que  haya  manifestado,  ó  prin- 
cipios que  hubiese  sostenido,  poniéndose  en  libertad  á  los  que  aún 
se  hallaren  presos  por  sus  opiniones  políticas. 


828 

Ministerio  de  guerra  y  marina.  —  Habiendo  manifestado  el 
Excmo.  Sr.  presidente  al  general  en  jefe  de  las  fuerzas  del  supremo 
gobierno  que  operan  sobre  vdes.,  las  bases  sobr%  las  cuales  ofrecen 
deponer  las  armas,  ha  resuelto  que  no  puede  garantizarse  á  vdes. 
más  que  la  vida,  si  dentro  de  cuatro  horas  contadas  desde  las  nueve 
de  esta  mañana,  no  se  ponen  á  disposición  del  supremo  gobierno;  en 
el  caso  contrario,  vdes.  serán  responsables  ante  Dios  y  los  hombres, 
de  los  males  que  puedan  sobrevenir  á  consecuencia  de  las  hostili- 
dades á  que  han  dado  lugar. 

De  orden  del  Excmo.  Sr.  presidente,  tengo  el  honor  de  comuni- 
carlo á  vdes.  para  su  inteligencia  y  fines  consiguientes. 

Dios  y  libertad.  México,  julio  16  de  1840. —  A  las  ocho  de  la 
mañana. — Almonte. —  Sres.  D.José  Urrea  y  D.  Valentín  Gómez 
Farías. 


CONTESTACIÓN. 

Hemos  recibido  la  contestación  que  se  nos  ha  dado  á  las  pro- 
puestas que  hicimos  al  Excmo.  Sr.  presidente,  para  poner  término 
á  los  desastres  en  que  se  halla  envuelta  la  capital  en  medio  de  la 
guerra  civil  que  la  divide.  No  la  debilidad,  pues  contamos  con  gran- 
des recursos,  y  sobre  todo,  con  el  apoyo  de  la  opinión;  sino  el  deseo 
de  evitar  el  derramamiento  de  sangre  entre  hermanos,  fué  lo  que 
nos  obligó  á  tentar  vías  de  conciliación  tan  conformes  á  la  volun- 
tad nacional,  y  tan  razonables  como  honrosas.  La  contestación 
que  se  nos  ha  dado,  cierra  la  puerta  á  toda  avenencia,  no  dejándo- 
nos decisión  sino  entre  dos  extremos  durísimos.  Como  quiera  que 
s<  a,  negociaciones  de  tanta  gravedad  jamás  se  han  tratado  sin  una 
suspensión  de  hostilidades  que  deje  á  las  partes  beligerantes  la 
calma  necesaria  para  resolver;  y  así  creemos  que  debiera  hacerse 
en  la  presente  ocasión;  pero  si  contra  los  usos  establecidos  y  san- 
cionados por  el  derecho  de  la  guerra,  se  continúa  hostilizándonos, 
sufriremos  la  suerl  •  que  nos  toque,  y  Dios  y  la  nación  juzgarán 
quién  es  el  responsable  de  las  desgracias  que  se  originen. 


829 

Dios,   libertad   y  federación.   México,  julio   16  de  1840. — José 
Urrea — Valentín  G.  Farías. — Excmo.  Sr.  ministro  de  la  guerra. 


Ministerio  de  guei'ra  y  marina.  —  El  Excmo.  Sr.  presidente  me 
previene  manifieste  á  vdes.,  que  conforme  á  los  deseos  que  in- 
dican en  sus  comunicaciones  de  esta  fecha,  se  suspenderán  las  hos- 
tilidades desde  la  una  de  este  día  hasta  las  cuatro  de  la  tarde  del 
mismo,  para  que  volviendo  á  tomar  en  consideración  la  comunica, 
ción  que  dirigí  á  vdes.  esta  mañana,  se  sirvan  hacer  las  nuevas  pro- 
posiciones que  gusten  y  sean  compatibles  con  la  dignidad  del  supre- 
mo gobierno,  pues  las  que  sometieron  al  Excmo.  Sr.  presidente  no 
son  admisibles,  ni  en  su  artículo  3o  ni  el  4?,  por  ser  su  resolución  del 
exclusivo  resorte  del  cuerpo  legislativo;  bien  entendidos  que  las 
fuerzas  beligerantes  conservarán  sus  respectivas  posiciones  milita- 
res, siu  avanzar  fuera  de  ellas,  ni  permitirse  comunicación  alguna 
entre  ellas,  pues  que  faltando  este  requisito,  se  hará  uso  de  las  ar- 
mas. 

Sírvanse  vdes.  acusar  recibo  de  esta  nota  para  saber  si  la  sus- 
pensión ha  de  tener  efecto  ó  no. 

Dios  y  libertad.  México,  julio  16  de  1840. — Almonte. —  Sres.  D« 
Valentín  Grómez  Farías  y  D.  José  Urrea. 


CONTESTACIÓN. 

Procediendo  con  la  mejor  buena  fe,  y  animados  del  deseo  de 
terminar  las  desgracias  de  la  guerra  civil,  estamos  dispuestos  á  sus- 
pender las  hostilidades,  suspendiéndose  también  por  parte  de  las 
fuerzas  que  nos  atacan,  y  entonces  entraremos  á  tratar  sobre  los 
términos  más  racionales  y  honrosos  para  ambas  partes  de  termi  - 
nar  la  presente  contienda. 


830 

Dios,  libertad  y  federación.  Julio  16  de  1840. — José  TJrrea. —  Ya 
lentín  Gómez  Farias. 


OXRA. 


Hemos  recibido  la  comunicación  de  V.  E.  en  que  nos  manifiesta: 
que  el  Excmo.  Sr.  presidente,  accediendo  á  las  indicaciones  hechas 
en  nuestra  comunicación  anterior,  ha  dispuesto  que  se  suspendan 
las  hostilidades  desde  la  una  hasta  las  cuatro  de  esta  tarde,  para 
que  entretanto,  volviendo  á  tomar  por  nuestra  parte  en  conside* 
ración  la  comunicación  de  esta  mañana,  hagamos  nuevas  proposi- 
ciones, no  considerándose  admisibles  las  que  eu  la  madrugada  de 
este  día  hicimos  al  Excmo.  Sr.  presidente,  por  creerse  que  la  reso' 
lución  sobre  los  artículos  3o  y  4?  es  del  exclusivo  resorte  del  poder 
legislativo. 

Mucho  había  que  decir  respecto  de  la  razón  que  se  alega  para  no 
admitir  los  artículos  3?  y  4o  de  los  propuestos  por  nuestra  parte  al 
Excmo.  Sr.  presidente;  pero  no  permitiéndolo  la  estrechez  de  una 
nota,  nos  limitaremos  sólo  á  decirle  que  la  comunicación  que  ahora 
nos  ocupa,  está  en  contradicción  con  la  recibida  esta  mañana.  En 
ella,  V.  E.  á  nombre  del  Excmo.  Sr.  presidente  uos  ha  propuesto  que 
nos  salvarán  las  vidas  bajo  la  ominosa  condición  de  rendirnos  á  dis" 
creción,  y  esto  es  nádamenos  que  la  oferta  de  un  indulto  general 
que  es  en  circuntancias  comunes  tan  exclusivamente  del  resorte  del 
cuerpo  legislativo,  como  el  olvido  ó  amnistía  sobre  opiniones,  que 
es  á  lo  que  se  reduce  el  artículo  4o  de  los  propuestos  por  nosotros. 
Por  principios  comunes  del  derecho  de  gentes  y  de  guerra,  los  jefes 
de  cualesquiera  fuerzas  beligerantes  están  autorizados  para  acordar- 
se mutuamente  garantías.  A  V.  E.  no  se  ocultan  estas  verdades,  y 
así  es  que  el  Excmo.  Sr.  Bustamante,  no  como  presidente  de  la  repú- 
blica, sino  como  jefe  de  esas  fuerzas,  ya  que  quiere  tomar  ese  carác- 
ter en  lugar  del  de  conciliador,  con  cuyo  objeto  salió  dé  este  pala- 
cio, puede  muy  bien  acceder  á  lo  que  hemos  solicitado,  debiéndose 
siempre  tener  presente  que  la  palabra  que  da  un  general  y  presiden- 
te ea  esencialmente  inviolable. 


831 

Prescindiendo  de  todo  esto,  repetimos,  se  otorga  por  nuestra  par- 
te la  suspensión  de  hostilidades  en  los  términos  que  se  propone,  y 
durante  ésta  se  nombrarán  tres  comisionados  de  cada  parte,  compe- 
tentemente autorizadas  para  arreglar  en  los  términos  más  conve- 
nientes y  decorosos  lo  más  saludable  á  la  patria  y  análogo  á  la  termi- 
nación de  la  lucha  y  pacificación  de  esta  capital,  de  la  que  depende 
la  de  la  república,  señalándose  en  caso  de  acceder,  un  punto  interme- 
dio entre  uno  y  otro  cuartel  general  para  las  conferencias  de  los  co- 
misionados. 

Dios,  libertad  y  federación.  México,  julio  16  de  1840. —  José 
Urrea. —  Valentín  Gómez  Furias. —  Excmo.  Sr.  secretario  de  la  guerra. 

Sou  copias.  México,  julio  21  de  1840. —  Sandoval. 


Documento  Núm.  2. 


Excmo.  Sr.:  El  limo.  Sr.  Arzobispo,  el  Excmo.  Sr.  General  D. 
José  Joaquín  de  Herrera,  el  Sr.  General  D.  Mariano  Michelena  y  el 
Sr.  D.  Bernardo  González  Ángulo,  se  sirvieron  invitarme  á  una  con- 
ferencia en  el  palacio  arzobispal,  que  acaba  de  verificarse. 

El  carácter  apostólico  del  primero,  no  menos  que  su  acreditado 
civismo,  así  como  el  de  los  tres  señores  restantes,  los  indujo  á  supli- 
carme me  dirigiera  á  V.  E.,  como  lo  hago,  excitándolo  en  nombre  de 
la  patria,  para  que  tenga  á  bien  ordenar  al  jefe  de  sus  fuerzas  sus- 
penda desde  luego  las  hostilidades,  á  fiu  de  que  aprovecháudose  de 
esta  suspensión,  nuestro  dignísimo  prelado  pase  á  conferenciar  con 
V.  E.  sobre  los  medios  más  análogos  á  la  terminación  racional,  jus- 
ta y  conveniente  de  la  guerra  atroz  que  está  devastando  la  primera 
ciudad  de  nuestra  república. 

Dios  y  libertad.  Palacio,  julio  22  de  1840.  —  José  Urrea. — Excmo  . 
Sr.  General  presidente  D.  Anastasio  Bustamante. 


832 


CONTESTACIÓN. 


El  Excmo.  Sr.  presidente  se  ha  enterado  de  lo  que  vd.  expone 
en  su  oficio  de  esta  fecha,  y  en  respuesta  me  manda  decirle:  que  no 
debiendo  vd.  entenderse  directamente  con  ¡3.  E.  en  el  asunto  de  gue- 
rra de  que  se  trata,  sino  con  el  Exmo.  Sr.  General  en  jefe  de  las  tro- 
pas que  operan  contra  las  de  vd.,  puede  dirigirse  al  expresado  Sr. 
General,  quien  sin  duda  oirá  las  proposiciones  que  vd.  guste  hacerle 
á  nombre  de  los  que  obren  bajo  su  dirección. 

Dios  y  libertad.  México,  julio  22  de  1840. —  Almonte.—  Sr.  D.  Jo- 
sé Urrea. 

Son  copias.  México,  22  de  julio  de  1840. —  Manuel  María  de  San- 
doval. 


Gopia  de  las  proposiciones  hechas  por  los  comisionados  de  D.  José  Urrea 

el  día  23. 


1"  Las  fuerzas  de  uno  y  otro  ejército  se  retirarán  á  ocupar  po- 
siciones fuera  de  la  capital, 

2  a  Se  conviene  por  las  fuerzas  beligerantes,  quedar  sin  vigor  las 
leyes  constitucionales  del  año  de  36. 

3  a  Se  convocará  una  convención  que  dé  la  nueva  constitución 
sobre  las  bases  fijadas  en  la  acta  constitutiva,  que  comenzará  á  re- 
gir desde  luego. 

4a  Las  elecciones  de  los  miembros  de  la  comisión,  se  verificarán 
conforme  á  las  leyes  por  las  que  se  eligieron  los  diputados  al  congre- 
so constituyente. 

5*  El  actual  Eycmo.  Sr.  presidente  formará  un  gobierno  provi- 
sional, siendo  él  el  jefe,  hasta  que  empiecen  á  tener  su  efecto  los 
anteriores  artículos. 

6"  A  ninguna  persona  se  molestará  por  las  opiniones  políticas 
manifestadas  desde  el  año  de  821  hasta  el  presente  ;  por  consiguien- 


833 

te,  se  respetarán  las  personas,  empleos  y  propiedades  de  cuantos  ha- 
yan tomado  parte  en  esta  ó  en  las  pasadas  revoluciones. 

7*  Para  que  tenga  efecto  el  primer  artículo,  el  gobierno  facilita- 
rá los  haberes  y  demás  necesario  á  unas  y  otras  fuerzas. 


Ministerio  de  lo  interior. —  Circular  á  los  Excmos.  Sres.  gober- 
nadores de  los  departamentos. —  Excmo.  Sr. :  Las  fuerzas  sublevadas 
se  han  puesto  á  disposición  del  supremo  gobierno,  y  la  tranquilidad 
y  orden  público  se  han  restablecido  de  la  manera  más  satisfactoria 
en  esta  capital. 

En  obsequio  de  sus  habitantes  y  propiedades  que  exigían  el  pron- 
to término  de  esta  revolución  desastrosa,  se  han  concedido  á  los  su" 
blevados  las  garantías  personales  que  han  solicitado;  pero  no  se  ha 
accedido  á  ninguna  de  sus  pretensiones,  quedando  en  consecuencia 
sin  otro  resultado  político  la  conspiración  del  15,  que  el  de  haberse 
manifestado  el  voto  y  decisión  general  en  favor  del  gobierno,  de  las 
leyes  y  autoridades  legítimas. 

Esta  guerra  se  ha  terminado,  y  las  mismas  desgracias  y  graves 
males  que  ha  causado  en  la  capital,  servirán  para  consolidar  cada 
día  más  el  triunfo  del  orden  sobre  la  anarquía,  y  precaverá  nuevos 
desórdenes.  Por  el  correo  próximo  se  remitirán  á  V.  E.  los  documen- 
tos relativos,  y  entretanto  me  apresuro  á  comunicar  á  V.  E.  este  im- 
portante suceso  para  conocimiento  de  ese  departamento  y  sus  auto- 
ridades. 

Dios  y  libertad.  México,  julio  27  de  1840. —  Cuevas. 


Ministerio  de  guerra  y  marina. —  Sección  y  mesa  de  operaciones. 
— Hoy  á  las  seis  de  la  mañana  se  han  puesto  á  disposición  del  su- 
premo gobierno  las  fuerzas  que  alteraron  el  orden  en  esta  capital  el 

Tomo  II.— 105 


834 

* 
15  del  corriente;  las  operaciones  militares  que  se  ejecutaron  sobre 
ellas  han  dado  este  feliz  resultado,  quedando  en  consecuencia  resta- 
blecida la  tranquilidad  y  en  todo  su  vigor  y  fuerza  las  leyes  que  se 
ha  dado  la  nación;  pues  que  á  los  perturbadores  de  la  paz  pública 
no  se  les  hicieron  otras  concesiones  que  las  puramente  personales. 
Tengo  la  satisfacción  de  comunicarlo  á  vd.  para  su  conocimiento  y 
fines  consiguientes,  previniéndole  que  las  tropas  que  tiene  á  su  man- 
do las  mantenga  á  sus  órdenes,  sin  disminuir  su  fuerza  en  manera 
alguna,  hasta  tanto  se  hagan  á  vd.  las  nuevas  prevenciones  de  ÍS.  E. 
por  mi  conducto. 

Dios  y  libertad.  México,  julio  27  de  1840. — Almonte. —  Se  circu- 
ló á  las  autoridades  dependientes  de  este  ministerio. 

Es  copia.  México,  julio  27  de  1840. — Manuel  María  de  Sandoval. 


Documento  Núm   3. 


Excmo.  Sr. :  Los  individuos  comprendidos  en  la  lista  que  tengo 
la  honra  de  acompañar  á  V.  E.,  deseosos  de  contribuir  del  mejor 
modo  posible  al  progreso  de  las  ciencias  y  las  artes,  se  han  reunido 
para  establecer  en  esta  capital  una  sociedad  de  amigos  con  el  nom- 
bre de  Ateneo,  que  tenga  por  objeto  la  propagación  de  los  conoci- 
mientos útiles,  solamente  para  la  clase  menesterosa  y  menos  instrui- 
da; mas  no  pudiendo  verificarlo  sin  recabar  de  V.  E.,  autoridad  polí- 
tica del  departamento,  la  licencia  que  previenen  las  leyes,  la  impe- 
tran por  mi  conducto,  seguros  de  que  sus  deseos  serán  completamen- 
te obsequiados. 

Igualmente  acompaño  á  V.  E.  las  bases  del  reglamento  del  Ate- 
neo, para  que  se  sirva  sancionarlo  con  su  respetable  aprobación. 

Esta  ocasión  me  proporciona  el  placer  de  ofrecer  á  V.  E.  las  se- 
guridades de  mi  distinguida  consideración  y  particular  aprecio. 


835 

Dios  y  libertad.  Méxino,  diciembre  11  de  1840. —  Dr.  Miguel  Va- 
lentín.—  Excmo.  Si1,  gobernador  de  este  departamento. 


Lista  de  los  individuos  que  componen  el  Ateneo. 

Sres.  General  Juan  N.  Almonte,  Luis  Gonzaga  Cuevas,  Ángel 
Calderón  de  la  Barca,  Luis  Gonzaga  Vieyra,  Juan  Nepomuceno  Na- 
varrete,  Andrés  Quintana  Roo,  Juan  Bautista  Morales,  Miguel  Va- 
lentín, Manuel  Moreno  y  Jove,  Joaquín  Román,  Luis  Gonzaga  Mo- 
vellán,  Pedro  Ahumada,  José  M.  González  de  la  Vega,  Guadalupe 
Arrióla,  Agustín  Flores  Alatorre,  José  Gómez  de  la  Cortina,  Pablo 
Vergará,  José  María  CasáSola',  Ignacio  González  Pavón,  Ignacio 
Flores  Alatorre,  Francisco  López,  José  María  Cueras,  Antonio  Fer- 
nández Monjardín,  Lucas  Atamán,  Miguel  Bustamante,  José  María 
Bocanegra,  Manuel  de  la  Peña  y  Peña,  José  María  Tornel,  Luis 
Iturbe,  Cayetano  Ibarra,  Ignacio  Sierra  y  Rosso,  Isidro  Rafael  Gon- 
dra,  Mariano  Domínguez,  Francisco  Arbeu,  Pedro  García  Conde, 
Ramón  Malo,  Francisco  Modesto  Olagúíbélj  Manuel  García  de  Agui- 
rre,  Camilo  Bros,  Mariano  Icaza,  Francisco  Fagoaga,  Juan  N.  Ro- 
dríguez de  San  Miguel,  Dr.  José  Gálvez,  General  Juan  Orbegozo, 
José  Sotero  Castañeda,  Felipe  Néri  del  Barrio,  Juan  Flores,  Manuel 
Escandón,  Francisco  Ortega,  Luis  Várela,  José  de  la  Fuente,  Agus- 
tín Gómez  Eguiarte,  Joaquín  Villa,  Manuel  Carpió,  Urbano  Fonse- 
ca,  Manuel  María  Azcárate,  Benigno  Bustamante,  Vicente  Segura, 
Dr.  N.  Duran,  Miguel  Arroyo,  Felipe  Zaldívar,  Luis  Robles,  Juan 
Matute,  Juan  Pereda,  cónsul  de  Venezuela,  Agustín  Letamendi, 
cónsul  de  España. 


836 


Documento  Núm.  4. 


La  guarnición  de  Guadalajara  se  pronunció  el  día  8  de  Agosto 
de  1841,  y  dando  un  manifiesto,  concluyó  con  el  siguiente 

Primero.  Se  convocará  un  congreso  nacional  extraordinario,  ele- 
gido bajo  las  bases  más  amplias  y  cumplidamente  facultado  para  re- 
formar la  constitución,  y  con  sólo  esta  única  y  exclusiva  atribución. 

Segundo.  Entretanto  la  desempeña,  el  supremo  poder  conserva- 
dor encargará  el  ejecutivo  á  un  ciudadano  de  su  confianza,  como  fa- 
cultado extraordinariamente,  y  dará  cuenta  de  sus  actos  al  primer 
congreso  constitucionel. 

Tercero.  Al  efecto,  el  actual  congreso,  que  se  reunirá  para  estos 
solos  actos,  iniciará,  y  el  supremo  poder  conservador  declarará  la  in- 
capacidad del  actual  presidente  de  la  república;  excitado  el  primero 
por  la  suprema  corte  de  justicia,  iniciará,  y  el  supremo  poder  conser- 
vador declarará  la  voluntad  de  la  nación,  respecto  de  la  persona  que 
haya  de  entrar  al  ejercicio  del  ejecutivo. 

Cuarto.  Este  designará  el  día  de  la  instalación  del  congreso  ex- 
traordinario, la  forma  de  su  elección  y  el  tiempo  que  debe  duraren 
su  encargo. 

Guadalajara,  8  de  agosto  de  1841. 


387 


Documento  Niim.  5. 


Pronunciamiento  de  Perote  desconociendo  al  gobierno  del  General 
Bustamante,  y  secundando  el  plan  de  la  Ciudadela. 

Io  Que  el  Excmo.  Sr.  General  D.  Anastasio  Bustamante,  no  si- 
ga gobernándola  (la  república)  despóticamente  sin  sujeción  á  las  le- 
yes, y  muchomenos  á  la  cabeza  de  las  tropas. 

2  o  Que  por  estarlo  verificando  con  la  más  punible  infracción  de 
la  constitución,  y  contra  lo  dispuesto  por  el  supremo  poder  conser- 
vador, debe  quedar  en  unión  del  ministro  que  ha  autorizado  sus  ac- 
tos, sujeto  al  juicio  establecido  por  las  leyes,  para  hacer  efectiva  su 
responsabilidad. 

3?  Que  el  supremo  poder  conservador  declare  desde  ahora  la  nu- 
lidad de  los  actos  del  presidente  General  en  jefe,  por  ser  contrarios 
á  la  constitución  y  á  las  leyes,  prescribiendo  el  curso  que  deba  dar- 
se á  la  acusación. 

4?  Que  el  presidente  General  en  jefe,  en  vez  de  que  con  la  fuer- 
za y  no  más  cou  la  fuerza  quiera  decidir  la  cuestión,  como  así  lo  ha 
protestado  oficialmente,  queda  separado  del  ejercicio  del  poder  eje- 
cutivo, aun  cuando  pretenda  volver  al  orden  constitucional,  pues  por 
haberlo  violado,  debe  ser  juzgado  con  arreglo  á  las  leyes. 

5?  Que  en  la  crisis  extraordinaria  en  que  hoy  se  halla  la  repú- 
blica, por  la  ineptitud  y  la  arbitrariedad  del  presidente  General  en 
jefe  y  su  actual  ministro  de  la  guerra,  no  se  adopte  otra  medida  de 
salvación,  que  la  sanción  pública  de  las  bases  que  ha  proclamado  en 
su  manifiesto  el  Excmo.  ¡Sr.  General  D.  Gabriel  Valencia,  el  día  4 
del  corriente. 

6?  Que  en  las  doce  atribuciones  que  se  dieron  al  supremo  poder 
conservador  por  el  artículo  12  de  la  2?  ley  constitucional,  no  se  con- 
sidere comprendida  la  de  autorizar  al  poder  supremo  ejecutivo  co- 


838 

mo  lo  ha  hecho,  para  que  use  de  cualesquiera  facultades,  aunque  no 
estén  expresas  en  la  constitución,  como  la  que  ya  ha  puesto  en  prác- 
tica, gobernando  despóticamente  á  la  cabeza  de  las  tropas,  con  el 
título  de  presidente  General  en  jefe. 

Io.  Que  se  conceda  amnistía  é  todos  los  habitantes  de  la  repúbli- 
ca sobre  la  responsabilidad  que  de  cualquier  modo  puedan  haber  con- 
traído en  la  manifestación  de  sus  ideas  políticas,  comprendiéndose 
en  ella  aun  aquellos  que  se  hallen  sentenciados. 

8o  Y  por  último:  Que  todos  los  mexicanos,  dándonos  en  esta 
vez  un  abrazo  de  reconciliación,  ante  el  Dios  de  la  justicia,  echando 
una  profunda  línea  sobre  todos  los  principios  políticos  que  han  dado 
origen  á  nuestra  desunión,  y  á  los  males  públicos  que  todos  lamen- 
tamos, nos  consagremos  sinceramente  á  un  solo  fin:  la  salvación  de 
la  patria. 

Dios  y  libertad.  Fortaleza  de  Perote,  septiembre  9  de  1841. — 
Antonio  López  de  Santa— Amia. —  Excmo.  ¡Sr.  D.  Juan  N.  Almonte. 

Es  copia.  México,  septiembre  17  de  1841. — Luis  de  Ormaechea. 


Documento  Num.  6. 


PLAN  LLAMADO  DEL  SEMINARIO. 

Art.  Io  Se  establecerá  inmediatamente  el  sistema  popular  repre- 
sentativo federal  y  la  constitución  de  1824. 

Art.  2?  Para  el  desempeño  del  supremo  poder  ejecutivo,  se  lla- 
mará inmediatamente,  conforme  al  art.  98  de  la  constitución  fede- 
ral, á  la  persona  que  era  presidente  de  la  suprema  corte  de  justicia 
al  tiempo  de  la  abolición  del  sistema  federal ;  y  en  su  defecto,  la  que 
le  precedió. 

Art.  3o  Inmediatamente,  y  conforme  á  la  convocatoria  dada  en 
1823  sobre  elecciones,  se  procederá  á  elegir  el  congreso  que  deba  ha- 


839 

cer  las  reformas  de  que  habla  el  art.  3o  del  pronunciamiento  de  30 
de  septiembre. 

Art.  4o  Los  Estados  llamarán  á  sus  autoridades  federales,  con- 
forme a  sus  constituciones  respectivas. 

Art.  5?  El  presidente  consultará  con  su  consejo  de  ministros,  en 
todos  los  casos  que  la  constitución  lo  exige. 

Art.  6o  Luego  que  se  instale  el  congreso  general,  nombrará  la 
cámara  de  diputados  un  presidente  interino,  entretanto  se  elige  cons- 
titudionalmente  el  propietario,  votando  por  Estados,  como  lo  previe- 
ne la  misma  constitución. 

Art.  7o  En  los  Estados  en  que  por  cualquier  accidente  no  se  pu- 
diere llevar  á  efecto  este  plan  en  todas  sus  partes,  las  autoridades 
existentes  lo  poudrán  en  práctica  de  la  manera  posible,  arreglándo- 
se hasta  donde  se  pueda  á  la  constitución  federal  y  á  la  particular 
de  cada  uno. —  Lie.  Juan  B.  Morales. —  Manuel  JRionda. — Lie.  Joaquín 
Vargas. — Juan  Duran. —  Manuel  Reyes  Veramendi. — Francisco  Ortega. 


FIN  DEL  TOMO  II. 


ÍNDICE  DEL  TOMO  II. 


Quinto  Período  Administrativo. 


TITTLO  QUINTO. 
Segundo  presidente  constitucíbnal,  General  de  división  D.   Vicente  Guerrero. 


Desde  ll?  de  abril  de  1829  hasta  17  de  diciembre  del  mismo  año. 
en  que  salió  á  mandar. 

Páginas 

Capítulo  I. — Toma  de  posesión  del  segundo  presidente  constitucio- 
nal.—  Su  ministerio.  —  Situación  de  la  república. — 
Opinión  manifestada  pidiéndose  la  sepai'ación  de  los 
secretarios  del  despacho 5 

—  II. — Pasaporte  al  ministro  plenipotenciario  de  los  Estados 

Unidos  de  América  D.  J.  R.  Poinsett. —  Reseña  re- 
lativa á  este  personaje  y  á  las  relaciones  exteriores.  12 

—  III.  —  La  invasión  española  y  sus  consecuencias. 26 

—  IV.  —  Actos  administrativos  y  acontecimientos  públicos  de  la 

época 32 

—  V.  —  Leyes  de  imprenta  y  misión  secreta  para  la  república  de 

Haití 33 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 63 

Tomo  II.— 106 


842 


APÉNDICE  AL  TÍTULO  V. 

Documento  núin.     1. —  Diario  Oficial,  México,  5  de  julio  de   1829 65 

.,              ,,        2. —  Circulares  á  los  gobiernos  de  los  Estados,  Distri- 
to y  Territorios  sobre  expedición  española 71 

,,  ,,        3. —  Secretaría  de  Relaciones. —  Copia  del  extracto  for- 

mado por  las  constancias  que  existen  en  ella, 
referentes  á  noticias  sobre  invasión  española, 
y  providencias  dictadas  por  el  supremo  gobier- 
no para  rechazarla,  desde  22  de  junio  hasta  2  de 

septiembre  de  1 829 7G 

,,  ,,        4. —  Exposición  del  C.  General  José  Velázquez,  sobre 

su  marcha  á  Tampico  y  regresó  á  esta  capital.  93 

5.— 100 

6— 101 

'„        7.— 102 

8.— 103 


Sexto  Periodo  Administrativo. 


TITULO  SEXTO. 

D.  José  María  de  Bocanegra. —  Presidencia  interina  desde  el  17  de  diciembre 
de  1829  á  23  del  mismo  mes. 

Capítulo         I.  —  Elección  y  sus  antecedentes 107 

—  II.  —  Gobierno  interino  y  sucesos  públicos  en  su  tiempo.. ..  113 

III.  —  Pronuuciameuto  y  ocurrencias  del  día  23  de  diciembre 

de  1829 120 

IV.  —  Gobierno  provisorio  que  resultó  del  pronunciamiento ..  138 
Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 147 


843 


Séptimo  Periodo  Administrativo. 


TITULO  SÉPTIMO. 


Desde  el  31  de  diciembre  de  1829  hasta  el  14  de,  agosto  de  1832. 


El  General  de  división  D.  Anastasio  Bustamantc. 

Capítulo         I.  —  Instalación  del  gobierno  del  vicepresidente 149 

—  II.  —  Revolución  del  Sur  de  México.  —  Coalición  de  Estados.  155 

—  III.  —  Memoria  del  ministro  Fació,  y  sucesos  importantes  de 

su  época 160 

IV.  —  Establecimiento  del  banco  de  avío,  y  plan  de  Barragán 

en  Jalisco 162 

—  V.  —  Aprehensión,  juicio  y  muerte  del  General  Guerrero. ..  165 
VI.  —  Muerte  de  Codallos  y  cuál  era  en  1832  el  cuerpo  legis- 
lativo y  el  estado  del  país.  — Colonización  y  cuestión 

de  Texas. —  Leyes  relativas 196 

—  VII.  —  Separación  de  Yucatán 201 

—  VItl.  —  Sucesos  de  Guadalajara:   General  Inclán    é   impresor 

Brambila 202 

IX.  —  Plan  de  Veracruz  en  enero  de  1832 207 

—  X.  —  General  Terán.  —  Su  muerte 212 

XI.  -  Sucesos  de  San  Luis  Potosí  en  1832 214 

—  XII.  —  Sucesos  de  Veracruz  en  1832 216 

—  XIII.  —  Uniforme  opinión  de  la  república  por  la  legitimidad  del 

gobierno  que  debía  regir  sus  destinos 218 

—  XIV.  —  Convocatoria  para  la  reunión  del  congreso  general,  el  3 

de  agosto 220 

Secretarios  de'  Estado  y  del  despacho  en  este  período 225 

APÉNDICE  AL  TITULO  VII. 

Documento  núm.    1. —  Declaración  sobre  el  pronunciamiento  del  ejército 

de  reserva  en  Jalapa 227 

,,  ,,  2. —  Dictamen  de  las  comisiones  unidas  de  goberna- 
ción y  puntos  constitucionales,  presentado  en 
la  sesión  del  día  14  de  enero 228 


844 


Documento  núm.    3. —  Estado  de  San  Luis  Potosí 244 

4.—  Plan  deCodallos 245 

,,              ,,        5.— Parte  oficial.  —  Gobierno  general. —  Registro  ofi- 
cial mimero  4,  del  día  4  de  mayo  de  1830 247 

,,  ,,        6. —  Acusación  del  Sr.  Quintana .'.  250 

,,        7. —  Sigue  la  exposición  de  Barragán,  de  17  de  noviem- 
bre dfi  1830 257 

8.  —  Permiso  de  introducir  géneros  prohibidos  de  al- 
godón por  el  término  que  se  expresa. — Destino 
de  los  derechos  que  produzcan. —  Varias  provi- 
dencias relativas  á  la  colonización  y  conserva- 
ción de  Texas 263 

, ,               , ,        9.  —  Acta  y  plan  de  Veracruz  de  2  de  enero  de  1832,  so- 
bre remoción  del  ministerio.. 265 

10. —  Decreto  del  Congreso  general  de  15  de  marzo  de 

1832 269 

11. —  Párrafos  de  carta  del  General  Teránal  Excmo.  Sr. 
Gobernador  del    Estado  de  Zacatecas,  fecha  en 

Altanara,  á  22  de  mayo  de  1832 270 

,,      12.— Ley  de  25  de  abril  de  1832 280 

..      13.— 282 

,,      14.— 284 

,,      15.— 286 

,,      16.— 288 


TITULO  OCTAVO. 


El  General  l>.  Melchor  Múzquiz,  presidente  interino  desde  14  de  agosto 
á  24  diciembre  de  1832. 


( íapítulo         i.  —  Situación  en  que  se  hallaba  la  república  en  fines  de  1832. 
—  Grandes  acciones  de  guerra  muy  notables,  con  otros 

sucesos  de  importancia 295 

—  II. —  Aumento  y  progresos  de  la  revolución. — Conflictos  del 

vicepresidente  general  en  jefe 306 

III.  —  Inclán,  Báldelas  y  González 310 

IV.  —  Continúan  los  sucesos  militares  de  la  revolución 311 

V.  —  Acciones  de  guerra 316 


845 


Capítulo     VI.  —  Continúa  progresando  la  revolución  y  sus  principios  en 

los  Estados 318 

VII.  —  Arreglo  final  de  la  revolución  y  plan  de  Zavaleta 321 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 333 

APÉNDICE  AL  TITULO  VIII. 

Documento  núm.     1. —  Parte  del  inspector  de  milicia  nacional  de  Zaca- 
tecas, D.  Mariano  del  Castillo,  referente  á  la 

acción  del  Gallinero 335 

,.  ..        2. —  Oficio  del  cura  de  la  villa  de  Dolores  Hidalgo,  en 

que  da  noticia  del  número  de  muertos  que  se 
sepultaron  en  su  parroquia,  después  de  la  acción 

del  Gallinero 339 

3. —  Renuncia  del  General  Bustamante 340 

,,              ..        4. —  Parte  oficial  de  la  derrota  que  sufrieron  las  fuer- 
zas al  mando  de  D.  Antonio  Fació 341 

ó. —  Comunicación  del  Lie.  D.  Anastasio  Zerecero  á 
D.  Manuel  Gómez  Pedraza,  y  contestación  de 

éste  sobre  su  regreso  á  la  república 344 

•     ..  ..        6.- -Elección  de  gobernador  y  teniente  gobernador  del 

Estado  de  Zacatecas .' 348 

7. —  Entrevista  para  acordar  las  medidas  de  paz,  cele- 
brada en  el  punto  de  Tixtla,  entre  los  Sres.  Ge- 
nerales D.  Nicolás  Bravo  y  D.  Juan  Alvarez..  355 
8. —  Discurso  pronunciado  por  el  C.  Manuel  Gómez 
Pedraza  al  tomar  posesión  de  la  presidencia  de 

los  Estados  Unidos  Mexicanos 357 

9. —  Convenio  del  Puente  de  México 364 

10.—  Plan  de  Zavaleta 366 


Noveno  Peuiodo  Administrativo. 


titulo  noveno. 

El  General  I),  Manuel  Gómez  Pedraza,  cono  presidente  constitucional 
desde  24  de  diciembre  de  1832  hasta  1?  de  abril  de  1833. 

Capítulo         I.  —  El  nuevo  gobierno  de  Zavaleta  y  algunas  ocurrencias 

públicas 371 

—            II.  —  Continuación  de  los  actos  de  Pedraza  en  su  gobierno . .  380 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período   387 


846 


APÉNDICE  AL  TITULO   IX. 

Documento  núm.     1. — 389- 

2.— 40J 


Décimo  Período  Administrativo. 


TITULO  DÉCIMO. 

General  D.  Antonio  López  de  Santa-Anna.  presidente,  y  vicepresidente  D.  Valentín 
Gómez  Farías.  desde  1?  de  abril  de  1833  hasta  24  de  abril  de  1834. 

Capítulo         I.  —  Instalación  de  los  poderes  constitucionales  y  su  progra- 
ma administrativo 413 

—  II.  —  Desde  1'.'  de  abril  hasta  16  de  mayo  de  1833  se  hace  car- 

go del  gobierno  el  vicepresidente  D.  Valentín  Gómez 

Farías. —  Sucesos  de  esta  época 42  2 

—  III.  —  Se  hace  cargo  del  gobierno  el  presidente  General  Santa- 

Anna,  desde  16  de  mayo  hasta  2  de  junio  de  1833. — Su- 
cesos públicos  en  dicho  tiempo 434 

—  IV.  —  Desde  2  de  junio  hasta  17  del  mismo,  vuelve  el  vicepre- 

sidente al  gobierno 439 

—  V.  —  Desde  17  de  junio  de  1833,  hasta  10  de  julio  del  mismo 

en  que  volvió  a  salir  el  presidente  con  el  ejército  á 
campaña 444 

—  VI.  —  Continúa  la  revolución  de  Arista  y  Duran. —  Sucesos 

públicos  importantes  desde  10  de  julio  á  27  de  octubre 

de  1833 453 

—  VIL  —  Desde  27  de  octubre  á  1 5  de  diciembre  de  1833,  perma- 

neció en  el  gobierno  el  presidente  Santa-Anna. —  Se 
retiró  con  licencia  después  de  los  acontecimientos  del 
Sur  de  México  y  Guanajuato 461 

—  VIII.  —  Desde  15  de  diciembre  de  1833  hasta  31  de  mayo  de 

1834. —  Nuevos  ministros  y  nuevos  acontecimientos.  472 

Secretarios  de  Estado  y  del  daspacho  en  este  período 478 


847 


APÉNDICE  AL  TITULO  X. 


Documento  núm.    1. — 

,,  ,,  2. —  Estado  que  manifiesta  el  número  de  individuos 
de  ambos  sexos  que  murieron  del  cólera  en  el 
Arzobispado  de  México  el  año  de  1833 

3.- Ley 

4. —  Plan  de  Escalada 

5. —  Plan  del  General  Arista,  en  Huejocingo 

6. —  Plan  de  Conciliación 


9  — - 

10. —  Exposición  documentada,  que  José  María  de  Bo- 
canegra,  secretario  de  Estado  y  del  despacho  de 
hacienda,  leyó  en  la  cámara  de  diputados  el  día 
19  de  noviembre  de  1833,  á  consecuencia  del 
acuerdo  de  la  misma  del  día  16  del  propio  mes, 
sobre  dar  cuenta  con  los  contratos  celebrados 

en  los  tres  últimos  meses 

Número  1. —  Resúmenes  parciales  del  importe  de  I03  negocios  he- 
chos desde  mayo  del  presente  año 

Número  2. — Noticia  de  los  contratos  celebrados  con  dinero,  cré- 
ditos antiguos,  letras  sobre  las  aduanas  y  otros  de  pago  prefe- 
rente en  los  meses  de  septiembre,  octubre. y  noviembre  de  1833. 
Número  3. —  Noticia  de  la  amortización  hecha  por  cuenta  de  los  li- 
bramientos sobre  las  aduanas,  que  quedaron  pendientes  en  el  año 

próximo  pasado,  y  de  los  expedidos  en  si  actual 

Documento  núm.  11. —  Plan  de  los  curas  D.  Carlos  Tepistoco  Abad  y  D. 
Epigmenio  de  la  Piedra 


479 


481 
484 
485 
486 
491 
494 
494 
495 


496 
501 

510 

512 
539 


b48 


Undécimo  Periodo  Administrativo. 


TITULO  UNDÉCIMO. 


El  General  D.  Antonio  López  de  Santa-Auna,  sin  el  cuerpo  legislativo,  desde  V!  de  punto 
de  1834  hasta  28  de  enero  de  1835,  en  que  se  instaló  el  sexto  congreso. 

Capítulo  I.  —  Trabajos  de  los  partidos  políticos. —  Sucesos  que  moti- 
varon y  planes  que  se  formaron,  señaladamente  el  de 
Cuernavaca. — Su  triunfo  y  sus  consecuencias  notables  545 

—  II.  —  Se  desconoce  al  vicepresidente  de  la  república  D.  Va- 

lentín Gómez  Parías. —  Nombramiento  de  ministros  y 
continuación  y  efectos  del  plan  de  Cuernavaca 552 

—  III.  —  Buena  posición  política  de  la  nación  en  1835. —  Nuevo 

ministerio. —  Instalación  del  sexto  congreso  general. 
—  Licencia  concedida  al  presidente  de  la  república, 

sin  admitirle  la  renuncia  que  hizo 557 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 562 

APÉNDICE  AL  TITULO  XI. 

Documento  núm.  1. —  Protesta  que  hace  la  guarnición  de  Puebla  de  sos- 
tener ilesa  y  sin  tolerancia  de  otra  alguna,  la 
religión  católica,  apostólica,  romana,  así  como 

la  forma  de  gobierno 56  5 

,,  ..        2. —  Acta  celebrada  en  Jalapa  á  consecuencia  del  pro- 

nunciamiento del  pueblo  jalapeño.  unido  con  el 

de  Cóatepec  y  otros  de  las  inmediaciones 568 

,,  ,,        3. —  Acta  del  pronunciamiento  del  Estado  de  Oaxaca.  571 

,,        4. —  Acta  del  plan  de  pronunciamiento  de  la  villa  de 

Cuernavaca 573 

5. — 575 


849 


Duodécimo  Período  Administrativo. 


TITULO   DUODÉCIMO. 

El  General  D.  Miguel  Barragán,  como  presidente  interino,  desde  28  de  enero 
de  1835  hasta  27  de  febrero  de  1S36. 

Capítulo  I.  —  Con  licencia  temporal  del  congi'eso  se  retiró  el  presiden- 
te para  reponer  su  salud,  y  entró  al  ejercicio  del  poder 
ejecutivo  el  General  Barragán,  electo  interino. — Su 
gabinete. — Pronunciamientos  armados  y  otros  suce- 
sos públicos 595 

—  II. — Arreglo  de  la  milicia  cívica. — Sus  efectos  y  los  aconte- 

cimientos de  Zacatecas,  que  forman  una  verdadera 

crisis  política 601 

—  III.  —  Nuevos  pronunciamientos  y  nuevos  planes  proclamando 

el  cambio  del  sistema  federal.  — Sucesos  consiguientes  610 

—  IV.  — Breve  reseña  de  México,  cómo  se  presenta  en  sus  ana- 

les, y  el  tratado  entre  México  y  España. 616 

—  V.  —  Texas. — Mnerte  del  General  Barragán ,.  624 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 628 

.  APÉNDICE  AL  TITULO  XII. 

Documento  núm.    1.  —  Plan  de  Texca..    631 

,,  „        2. —  Pronunciamiento  de  Orizaba  por  el  sistema  central  633 

,,  „       3. —  Pronunciamien to  de  Toluca,  capital  del  Estado  de 

México,  por  el  sistema  central 634 


Decimotercero  Periodo  Administrativo. 


titulo  trece. 

D.  José  Justo  Corro,  'presidente  interino  desde  27  de  febrero  de  1»36 
hasta  19  de  abril  de  1837. 

Capítulo         I.  — Instalación  del  gobierno  interino  y  situación  política  de 

la  república 637 

Tomo  II.  — 107 


850 


Capítulo        II. — Campaña  de  Texas. — Acontecimientos  y  acciones  de  gue- 
rra en  1836 

—  III.  —  Movimientos  militares  á  consecuencia  de  los  sucesos  á 

que  dio  lugar  la  acción  de  San  Jacinto 

IV. —  Legación  extraordinaria  de  México  cerca  del  gobierno 

de  los  Estados  Unidos  de  Norte  América 

V.  —  Continúa  la  administración  del  Sr.  Corro. — Sucesos  no- 
tables que  tuvieron  lugar  en  su  tiempo 

—  VI. —  Publicación  solemne  y  juramento  de  las  siete  leyes  cons- 

titucionales. —Elecciones  hechas  conforme  á  dichas 
leyes  — Instalación  de  los  supremos  poderes  de  la  re- 
pública  

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período 

APÉNDICE  AL  TITULO  XIII. 

Documento  núm.    1. —  Declaración  de  independencia  de  Texas 

,,  ,,       2.  —  Gobierno  general 

,.       3. —  Introducción 


640 


645 


658 


675 


682 
685 


687 
69i 
723 


Decimocuarto  Periodo  Administrativo. 


TITULO  CATORCE. 


El  General  D.  Anastasio  Bustamante,  primer  presidente  con  arreglo  á  la  constitución 
central  del  año  de  1836,  desde  lí)  de  abril  de  1837  hasta  18  de  marzo  de  1839,  en 
primera  época,  y  en  segunda,  hasta  22  de  septiembre. 


Capítulo  I. —  Primera  época  de  la  administración  del  General  D.  Anas- 
tasio Bustamante. —  Su  posesión  y  juramento  como 
presidente  constitucional  de  la  república  mexicana. — 
Acontecimientos  políticos  y  sucesos  notables  que  tu- 
vieron lugar  en  el  año  y  once  meses  anunciados 

—  II.  —  El  General  D.  Antonio  López  de  Santa-Arma  como  pre- 

sidente interino  desde  18  de  marzo  de  1839  hasta  30 
de  julio  del  mismo  año. — Sucesos  ocurridos  en  el  re- 
ferido tiempo  de  poco  más  de  cuatro  meses,  compren- 


743 


851 


diendo  las  diferencias  y  arreglos  con  los  Estados  Uni- 
dos y  la  cuestión  de  Francia 763 

Capítulo  III.  —  El  General  D.  Nicolás  Bravo  como  presidente  del  con- 
sejo de  gobierno,  desempeña  provisionalmente  la  pre- 
sidencia de  la  república  desde  11  hasta  17  de  julio 
de  1839 778 

—  IV. —  Segunda  época  de  la  administración  del  General  D.  Anas- 

tasio Bustamante,  desde  17  de  julio  de  1839  basta  22  de 
septiembre  de  1841,  en  que  dejó  el  gobierno,  recibien- 
do el  mando  del  ejército - 790 

—  V. —  Otra  administración  del  presidente  del  consejo  D.  Fran- 

cisco Javier  Echeverría,  desde  22  de  septiembre  basta 
«  10  de  octubre  de  1841,  en  que  se  verificó  el  cambio  polí- 

tico preparado  por  los  acontecimientos  que  tuvieron  lu 

gar  en  todo  el  período  señalado. —  808 

Secretarios  de  Estado  y  del  despacho  en  este  período — .  821 

APÉNEICE  AL  TÍTULO  XIV. 

Documento  núm.    1. — 827 

„       2.— 831 

„      3.- 834 

„      4.— 836 

,,  ,,       5. — Pronunciamiento  de  Perote,  desconociendo  al  go- 

bierno del  general  Bustamante  y  secundando  el 

plan  de  la  Ciudadela 837 

,,              ,,       6.-  Plan  llamado  del  Seminario 838 


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