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Full text of "Memorias y noticias para servir á la historia antigua de la Republica Argentina"

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SA 5-0 18,6 5.0 



HARVARD COLLEGE LIBRARY 

SOUTH AMERICAN COLLECTION 




THE CIFT OF ARCHIBALD CARY COOLIDGE, *87 
AND CLARENCE LEONARD HAY, *o8 



IN REMEMBRANCE O 
SANTIAGO 



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TIFIC CONGRESS 
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BIBLIOTECA 



DELilREYISTADEBlJENOS AIRES. 



TOMO ÚNICO. 



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PHORUS T HOTICIAS 

PARA SERVIR A LA HISTORIA ANTIGUA 

DE LA 
REPÚBLICA AROCNTinTil. 

COMPIUDAS Y PUBLICADAS POR LOS FUNDADORES 

DE liA 

REVISTA DE BUENOS AIRES. 



*- tm- 



BUENOS AIRES 

ÍMP. DB Mato, Momno 243» 

1865. 



SA sroi^kíT.^ 



Harvard Colleíta Library 

Gift of 

Archibald Carv Coolidge 

and 

Clarenoe Loonard Hay 

Aprll 7, 1909. 



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ADVERTENCIA. 



Guando establecimos la Siiüoteca de la Revista [de Bue- 
nos Aires fué con el propósito de publicar aqueliaé memo- 
rias históricas que por su estension no entrasen en las con- 
diciones de los artículos de un periódico. Empezamos su 
publicación sin haber compilado y clasificado previamente 
los materiales que debian formar este volumen, y no tu- 
vimos otro sistema sino limitarnos á la historia antigua 
durante la conquista y la época colonial. Por esta razón 
hemos ido reuniendo los materiales sin un plan precon- 
cebido, sino á medida que venían á nuestro conocimiento. 
Hacemos esta advertencia para evitar la critica que con 
justicia podría hacérsenos como compiladores sin mé- 
todo. 

Mas tarde creímos poder dar á la Biblioteca mayor 
desarrollo convirtiéndola en una publicación que alternase 
cada quince dias con la Revista^ y para esto nos preparaba- 



'M 



— VI — 

mos recojiendo documentos y clasificándolos. íbamos] á sal- 
var por este medio preciocisimos datos sobre la historia 
colonial y la patria; pero la dificultad de dar vida á publica- 
ciones serias sin una protección muy especial del público, 
nos hah echo renunciar por ahora á nuestro intento. 



■^ 



BIBLIOTECA 



DE LA REVISTA DE BUENOS AIRES. 



ME moría 

SOBRE EL ORIGEN DE LOS INDIOS QUERANDIS Y ETNOGRAFÍA DÉLA 
COMARCA OCCIDENTAL DEL FLATA AL TIEMPO DE LA CONQUISTA 

POR 

Manuel Ricardo TrelUs, 
f. 

Los conquistadores dd Rio de la Plata, pocos en numero 
y rodeados de atenciones vitales, no pudieron ocuparse en 
observaciones directas sobre el origen, idioma, usos y eos- 
lumbres de los bárbaros que habitaban esta región, observa- 
ciones que, por otra parte eran agenasá su condición y á sus 
objetos. 

Por eso, al consultar los historiadores de la conquista 
tendremos que contentarnos con pequeños rasgos sobre los 
indios Querandis;losque, sin eml)argo, tienen mucha impor- 
tancia por lo mismo que aparecen trazados sin proposito de- 
terminado. 

A las pocas noticias que sobre ellos nos legaron los cro- 
nistas, se debe, sin duda, que haya prevalecido, hasta aho- 
ra, la opinión que adelantó Azara y adoptó Angelis, sobre la 
dirección en que debieron alejarse esos indígenas, después 
que los españoles aseguraron su domin^icion en el territo- 
rio que ellos ocupaban. • 

Azara espr.sa,que, no pudiendo resistirá los espafio- 
los, se retiraron al Sud, y. al tiempo que oscribia, á fines 



_ 2 — 

del siglo pasado, cree que se distinguían con el nombre de 
Puelches y otros mas porque, dice, cada división de esta na- 
ción tiene un nombre distinto. Todo lo demás que escribe 
este autor sobre el particular, es en el supuesto de que Pam- 
pásy QuvTandis eran una misma cosa. (1) 

Angelis, en el índice Histórico Geográfico con que ilus- 
tró lax\rgentina de Rui-Diaz do Guzman, artículo Queran- 
dis, espresa que, «poco a poco se fueron retirando hacia el 
«Sud, tomando otros nombres, según 'a costumbre que 
«prevalece entre estos indios de denominarse por los parages 
«que ocupan, como Puelches, gente del Este; Guilliches, gente 
«del Oeste; Pehuenches, gente de los piñales; Ranqueles, gen- 
«te de los cardales, etc. Estas tribus, continiia, y todas las 
«que pueblan las pampas, desde el mar hasta la gran Cordi- 
«ilera de Chile, son de origen distinto de los indios del Para- 
«guay, de quienes se hallaban separados por el Rio de la Pia- 
da. El idioma que hablan las castas meridionales, cuando 
«no es puro araucano, tiene una estrecha analogía con él; y 
«basta este indicio para considerarlas como ramificaciones 
«de la raza chilena; para quien debió ser mas fácil superar 
«lascumbres nevadas de los Andes, que no lo fué para los 
<'guaranis atravesar un gran rio.» 

Se vé pues, que, Angelis como xVzara, escribía sobre los 
Querandis en la suposición de que eran los mismos Pampas. 
Pero es una simple aseveración sin fundamento, la que 
espresan estos escritores, al decir que los indios Querandis, 
no pudiendo resistir á los españoles se retiraron al Sud; y es 
una ligera suposición el manifestar que, al retirarse, cam- 

(1) Viajes en la América Meridional, paj. l/i7, edic. del Comercio 
del rlata. 



— o 



biaron su nombre por el de Puelches, pues sirviendo esto 
nombre, según Angehs, para designarla gente del Este, uá 
claro que los Querandis se habrían llamado Puelches al tiem- 
po de la conquista, habitando como habitaban al listo, y no 
habrían esperado á tomar ese nombre, precisamente cuandv) 
abandonaban el Este y se retiraban al Sud. 

Son tan efímeros los fundamentos que maniííesla Ango- 
lis, dominado por la autoridad de Azara, que parece que re- 
nunc.ó entonces al uso de la razón para rendir un ciego Ik;- 
menage á su predecesor, 

Y en efecto, al estend(ír los renglones que dejamos tras- 
criptos, el escritor'olvidó todos l)S datos de (|ue poJia dispo- 
ner [ara evitar tan notables errores. 

Olvidó, casi completamente, la geografía del pais, pues 
solo se presentaron á su imaginación en aquel momeiito, v\ 
gran rio de la Plata j la gran Cordillera de los Andes; y mas 
fácil encontró para los araucanos el superar las cumbres nc 
vadas de la cordillera, que no para los guaranís atravesar ( I 
anchuroso rio. 

Olvidó que para dejar á su espi.lda el l{¡o de hi Piala, no 
necesitaban los guaranis utiavusailo, pues sobrados pasos h s 
ofrecia en sus angosturas el Rio Paraná; y (|ue, para haeiM- 
ese pasaje, contaban con canoas en que podían trasportarse 
liasta veinte individuos en ada una, según el testimonio de 
Schuiidel ó con pequeñas canoas, según Azara. 

Olvidó que, á falta de ese recurso, los guaranis nadaban 
tan admirablemente, que el mismo xVzara llegó á persuadirse 
que nacían dispuestos para el efecto; error que justamente 
le reprobó Walcknear. 

Y oh ido, sobre todo, que al tiempo de la conquista, ya 
losindios guaranis habían atravesado el Paraná, cuyas islas 



poblaban, cómo también una considerable parle déla tierra 
íirme occidental á dicho rio. 

Tan ciegamente y tan sin criterio había adoptado Ange- 
Jis la infundada aseveración de Azara! 

Ni estos escritores, ni autor alguno, hasta ahora, ha li- 
jado la atención sobre la armonía y composición, incuestio- 
iiablemente guaraní, del nombí^ de la parcialidad ó tribu 
que ocasiona estas observaciones. Schmidel la llamó, Ca- 
rendí) Centenera, Cherandi y Querandi; Rui-Diaz de Guzman 
solamente QueranJi, y de este modo los demás autores. 

Fundado, sin duda, en la costumbre de leer siempre 
Qaerandi, en los escritores modernos, fué que Angelisse cre- 
yó autorizado para corregir á Schmidel, pero afortunada- 
mente, advirtió la corrección. (í) Puede ser lambien que, 
al publicar el poema de Centenera, corrigiese en parte el 
modo como habia representado ese nombre el autor, porque 
debe presumirse que este lo escribiría siempre igual, al me- 
nos en las radicales; pero esta observación no es segura por 
lo que vamos á espresar. 

Con frecuencia hemos encontrado en los documentos 
estendidos en aquella época, palabras que se escribían de 
dos, tres y mas modqs, no solo en instrumentos procedentes 
de diferentes personas, sino también en los escritos por un 
solo individuo. Cualquiera que examine esa clase de instru- 
mentos, tendrá ocasión, de verificar que parecía indiferente 
entonces escribir, doscientos ó ducientos; corsario ó cosarios 
ansí ó asi; temé ó tendré; espirmentado ó esperimentado; re- 
munerar 6 renmmrar; practica, pratica opiática; concesión ó 
concepción etc. 

Muchos otros ejemplos podríamos citar de la variedad 

(1) Discurso preliminar ala publicaci'n del viaje de Sclinriidel. 






con que se escribía gran número de palabras, pero solo a. re- 
garemos una por ser de las mas notables. Para nombrar 
cierta clase de buques, escribían: phelipote, plipote, felizbote, 
filíboley filisbote, es decir, de cinco modos diferentes, cada 
uno de los cuales podría dar lugar á una diferente eliraolo* 
gia. 

Y, si esto sucedía escribiendo el idioma propio, que es- 
traño es que, al representar los nombres indígenas, so co- 
metiesen errores! 

Y se cometían^ en efecto, como es fácil «íoncebirlo, con 
mas frecuencia que en el idioma propio. 

En el tomo 2, ® del Registro Estadístico de 1860, paji- 
nas 34 y 36, hemos insertado dos documentos en que se en- 
cuentra evidenciado el hecho del modo mas concluyente Se 
ven en ellos repetidos, dos y tres veces, los mismos nombr(ís 
indígenas, y cada vez esciitos con alguna diferencia. El 

nombre del caciquede nación Suscay, por ejemplo, se repre- 
sentó de estos tres modos: — Tueligua^ Tugueliguay TitmeS" 

fieligua. 

Es por eso que no hemos encontrado fundada la cor- 
rección hecha porAngelisá Schmidel; y por lo mismo serio 
demasiada pretensión el querer decidir quien rei^resentó me- 
jor el nombre de nuestros indios. 

Por nuestra parte^ si algún juicio estuviésemos obliga- 
dos á emitir sobre el particular, diriamos que nonos parece 
exacto ninguno de los tres modos con que ha sido represen- 
tado hasta ahora, sino que, en lugar de Careudi^ Cherandi ó 
Querandi, debió ser mas bien Caronctat, palabras del idioma 
guaraní que significa palma-, y que ese nombre lo adquirió la 
tribu porque se formó ó habitó algún tiempo en los palmares; 
¿por tenerla singularidad de construir de palma los arcos 



— G - 

do sus flechas, (carandaí git'rapá);ó porque se llamaba así 
su cacique, por ser alto y enhiesto á manera de palraa. 

En apoyo de esta última congetura, ademas de lo que 
dice Azara sobre las tribus guaranis— que lomaban el nombre 
desús caciques ó de los lugares que ocupaban— tenemos e! 
testimonio de Barco Centenera, que, al dar cuenta del par- 
lamento en que los indios comarcanos resolvieron atacar a 

Biienos Aires, después de la muerte de Caray, dice: 
En la junta concluyen, que conviene 

Que guerra á Buenos Aires hagan luego. 

Que si un punto la guerra se detiene, 

Sugetos quedarán á pecho y ruego. 

El Yamandú les dice: «porque suene 

«En España la fama, á sangre y fuego, 

«Perezca la memoria del cristiano, 

«Sin que dejemos del un hueso sano.i^ 

De aqueste parecer es QuemnáelOy 

Con el valiente viejo Tan¡mbalo„ 

Ayuda les ofrece Tabobelo, 

Yaguatalí, Ter 'i con Manoncak), ete. 
Se vé por estos vei*sos que entr6 en la liga contra Bufó- 
nos Aires un cacique que se llamaba Querandí, cuyo nombro 
varió el autor en la lerminacion, por no poder concertarlo^ 
con Ta boba, que convirtió en Tabobelo como al otro en 
Querandelo 

Pero, aun prescindiendo de esto, cualquiera que fuese 
}a razón inmediata del nouibre de to tribu, nunca po«l.rá 
desconocerse su origen guaraní, sea del modo como lo es- 
cribió Schmidel ó como se representó después. 

Nada importa, por otra parte, que analizada la palabi^a, 
no se le encuentre significación; pues, aun que el idioma 



guaraní procura por lo general, en la composición de sus 
dicciones, describir ó definir los objetos, es también evidente 
que este propósito no pudo llenarse en todos los casos, pues 
ni aun los mismos maestros han llegado á esplicar la etimo- 
logía de todas las palabras compuestas del idioma. Basta 
echar una ojeada sobre el tesoro de la lengua en que su au- 
tor puso tanto esmero en esplicar esa composición, para con- 
vencerse de esta verdad, 

La misma denominación deese idioma y déla gran na-- 
cion que lo usaba, es objeto de dudas y congeturas hasta el 
presente. Algunos han creido que era una corrupción de la 
palabra guaranij que significa guerra; y Angelis apartándo- 
se de esa opinión, descompuso la palabra en gitá, pin tura; ra 
manchado, y m, señal de plural, según él; é interpretó que 
quería decir, «los manchados de pintura,» ó «los que se 
pintan,» aludiendo, también según él, «á la costumbre de 
estos pueblos de pintarse el cuerpo. » (1) 

Esta interpretación podría ser Objeto de observaciones 
que omitimos por no alargar demasiado esta digresión, li- 
mitándonos á espresar que, el resultado que obtuvo Ange- 
lis, es diametralmente contrarío a loque se ha observado en 
los indios guaranis. Hablando de ellos especialmente Aza- 
ra dice:— «Usan en la cabeza una gran tonsura semejante á 

la Je nuestros clérigos; pero no se piulan el cuerpo ^y* ;y 

ningún autor conocemos que asegure lo contrarío. (2) 

(1) Ind. Geog. Híst. á la Argentina de Hui-Diaz de Giizman, artículo 
guaranis* 

2 Barco Centenera dice: Guaraní significa una mosca muy importuna 
que hay en aquella tierra, ala manera de tábano, que chupa la sangre, y 
por serles tan importuna la guerra á los indios, la llaman del nombre de 
esta mosca. ^Nota 13, pajina 8, edición de Angelis. 



— 8 — 

Esto advertirá con coanta prudencio debe prooederse 
en materia de interpretaciones sobre el significado de las 
palabras de ese idioma, «compuestas generalmente de par- 
tículas de diferentes sonidos, y de sipificacion no menos 
variada y á veces contradictoria, » como fundadamente lo es- 
presa el doctor don Juan M. Gutiérrez en sus interesantes 
apuntaciones sobre el idioma guaraní (1\ 

A esto debe agregarse lo que espresa el P. Antonio Ruis, 
en la introducción á su Tesoro, « Toda esa lengua, dice, está 
«llena de figuras y metáforas, que los muy versados en ella 
«se ven mochas veces , atajados, por no caer fácilmente en la 
« traslación ó metáfora, y asi se ba procurado todo lo posi • 
c ble poseer el uso de ellas. De donde saldrá no juzgar fa- 
«cilmente por no lengua, ó por no usado el vocablo que no 
« se entiende. » 

La falta de significación, pues, ó mas bien dicho, nues- 
tra ignorancia del significado de la palabra querandi, de nin- 
gún modo destruye la analogía de so estructura con infinitos 
vocablos déla lengua guaraní— analogía que no tiene con los 
otros idiomas americanos. 

Nos hemos detenido, talvez mas de lo qoe correspon- 
día, sobre la sola denominación dada á ios indios de esta co* 
marca. Pero la opinión que hemos emitido acerca de so 
origen, no se funda solamente en las consideraciones que 
preceden. Ella reconoce bases mas sólidas en el testimonio 
indirecto de los historiadores, y en los documentos auténti- 
cos contemporáneos á la conquista. 

II. ' 

Dos veces solamente figuran como actores en nuestra 

1 V. en la páj. 32/í del torno 1. ® de )a segunda edicioo de La Histo- 
ria Argentina, pur Domínguez. 



— 9 — 

historia los indios Querandis:— en la primera fundación de 
Buenos Aires, y después déla muerte de Garay. Luego de- 
saparecen completamente; y no pudiendo los escritores mo- 
dernos esplicaresa ausencia, se han visto obligados á presu- 
mir que se retiraron al Sud, y mudaron su nombre por el 
* de Puelches y otros. 

Schmidel, cuyo testimonio merece toda consideración 
por haber sido testigo presencial de los sucesos, después de 
referir la marcha de la espedicion de Mendoza hasta este 
puerto, dice: 

« Hallamos en esta tierra otro pueblo de casi tres mil 

«indios llamados Carendies, con sus mujeres é hijos, que 

« andan como los Charrúas: nos trajeron carne y pescado. 

« Estos Carendies no tienen morada fija; vagan por la tierra 

« como gitanos. Cuando caminan en verano, que suele ser 

c á mas de treinta leguas, sino hallan agua ó la raiz de los 

« cardos, que comida quita la sed, matan el siervo ó la fiera 
«que encuentran y beben la sangre, y sino lo hicieran aca- 

«so murieran de sed. Catorce dias trajeron peces y carne 
«t al real, etc. 

Luego, dando cuenta de la batalla que tuvo lugar á po- 
cos dias de llegada la espedicion, espresa, refiriéndose á los 
indios: « Peleamn fuerte y animosamente con sus arcos y 
« dardos, género de laneiila, á modo de media lanza, con 
<' punta de pedernal aguzada, y tres puntas en forma de tri- 
« sulco. Tienen unas bolas de piedra, atadas á un cordel 
«largo, como las nuestras de artillería: échanlas á los pies 
' de los caballos, ó de los siervos cuando cazan, hasta hacer- 
« los caer; y con estas bolas mataron á nuestro capitán y á 
" los hidalgos referidos; y á los de á pié con sus dardos: lo 
« cual vi yó. Pero no obstante su resistencia, los vencí- 



^ 10 ^ 

« nios y entramos á su pueblo, aunque no pudimos coger vi- 
«vo ninguno, ni aun mujeres y niños, porque antes de lle- 
« gar los habian llevado á otro lugar. En el pueblo balla- 
« raos pieles de nutrias, mucho pescado, harina y manteca de 
« peces. Detuvímonos tres dios en él, y volvimos al real, 
« dejando allí cien hombres que en el Ínterin pescasen con 
alas redes de los indios, para abastecer la gente, » etc. 

Se encuentran reunidos en esta relación, signos carac- 
terísticos de los indígenas de la Pampa, y signos caracterís- 
ticos de la raza guaraní. En vano se pretendería probar, 
por ejemplo, el uso de las flechas y el egercicio de la labran- 
za entre los pampas; y no sería fácil demostrar el délas bo- 
las arrojadizas, entre los guaranís, ó la costumbre de beber 
la sangre de los cuadrúpedos para mitigar la sed. 

Esos signos, desde luego indican que, cuando Schmidel 
pudo hacer sus observaciones, se encontraban reunidas, con- 
tra el enemigo común, las tribus de ambas razas que á la sa- 
zón se hallaban inmediatas á la nueva ciudad. Y nada tie- 
ne de estraño que un observador de pocos días, como Schmi- 
del, ignorante del idioma de los indios, comprendiese á to- 
dos los que encontró reunidos, bajo la denominación que 
correspondía solo ala parte predominante, cuando han pa- 
sado tres siglos y todavía subsiste el mismo error, admitién- 
dose como un hecho, que los pampas de nuestros días son los 
representantes de los antiguos querandís. Pero nada hay 
mas inexacto. 

En el asiento de los indios, después de la batalla, entre 
otros objetos se encontró harinaj según la relación de Schmi- 
del; y ese producto indica que los guardadores se ejercitaban 
en la labranza, lo que no puede decirse de los pampas, como 
puede probarse de los querandís. 



- II — 

Yon cfcclo, Barco Centenera, en el contó XII de su 
poema, refiriendo los pormenores de cierto viaje que hacía 
Paraná arriba, espr. sa: 



Llegamos á una gente Cherandiana, 
Salieron á nosotros prestamente, 
Que eu esto de rescate están cursados. 
Delante de nosotros diligente, 
Pescaba cada cual muchos pescados: 
Ninguno en los vender era inocente. 
Que son en el vender muy porfiados. 
Después, mucho ma'z, en abundancia, 
Trajeron por gozar de la ganancia. 

No es pues, el único dato para probar que los queran- 
dis eran labradores, la harina problemática de que Rizo rela- 
ción Schmidel, sino también el mucho maiz, en abundancia, 
que presentaron al rescate en la ocasión á que se refiere 
Centenera. 

Pero, antes de pasar adelante, debemos tomar en con- 
sideración lo que sobre este particular espresa Rui- Díaz de 
Guzman; porque de ello podría hacerse uso en contra de lo 
que acabamos de probar. 

Hablando de los querandis, asegura este autor que »o 
eran labradores: pero, de lo demás que espresa sobre ellos, 
se deduce que solo se refiere á una parle de los indígenas que 
habitaban la comarca al tiempo de la conquista, y que esa 
parte era la que en ella representaba á los que boy llamamos 
pampas. 

« Estos indios, dice, fueron repartidos con los demás de 
*' la comarca, á los vecinos de la Trinidad, puerto de Buenos 



- 12 - 

* Aires» • • • • « Corren desde Cabo Blanco, hasta el Rio de las 
<« Conchas» que dista de Buenos Ai res cinco leguas arriba, » etc. 
Se vé, pues, que la denominación general de querandis, 
dada equivocadamente por otros autores á todos los ind^'ge- 
nas de la banda occidental del Plata, Rui*Diaz de Guzman 
la circunscribe, y la aplica solo á la fracción de esos indios 
que provenia de distinto origen del que corresponde álos 
verdaderos querandis: pero equivocó el nombre de los indios 
de que se ocupaba; porque prevalecía entonces, como aho- 
ra, el error en que se retiraron Schmidel y sus compañeros 
de la espedicion de Mendoza. 

Y en efecto, el principal asiento de los querandis, no se 
encontraba en la zona que marca Ruiz Diaz de Guzman, si« 
nó á inmediaciones de la fortaleza de Gaboto, cerca de los 
indios TimbúSt á pocas leguas abajo de la ciudad de Santa Fé, 
como consta del canto 11 del poema de Centenera y de otros 
lugares de la misma obra. Los indios á que se refiere Rui 
Diaz, eran los pampas y no los querandis. Luego se verá 
confirmada auténticamente la exactitud del aserto de Cen- 
tenera. 

Entretanto tomemos en consideración otros hechos que 
nos han trasmitido los historiadores. 

Schmidel y Barco Centenera, nos han dejado constancia 
de 4as alianzas celebradas por los querandis, para rechazar 
la dominación española. Después de esperimentar el pri- 
mer contraste, buscaron la ayuda de los vecinos; y sus alia- 
dos, puede decirse sin trepidar, fueron todos de origen 
guaraní. 

«Estuvimos juntos un mesen Buenos Aires, dice Schmi- 
«del, con gran necesidad, esperando se previniesen los na- 
« víos; en cuyo intervalo se pusieron sobre la ciudad 23,000 



— 15 — 

«IncRos valientes, cuyo número lo componían las cuatro na- 
« clones Querandís, Bartenes, Charrúas y Timbués, con in- 
« tención de acabarnos. » etc. 

Es conocido el origen guaraní de los indios Timbús y 
Charrúas. De los Bartenes no se ha conservado sino el nom- 
bre; pero la liga en que figuran parece indicar un origen 
igual al que atribuimos á los Querandís. 

No fue esa la única vez que tuvieron necesidad de unir- 
se con los indios limítrofes. Animados con la muerte de 
Garay se confederaron nuevamente, para sacudir el yugo a 
que los dejaba uncidos el invencible capitán. Entonces sus 
aliados fueron también miembros déla raza guaraní, según 
pu de colegirse por los nombres de las parcialidades y de 
los caciques que figuran en las octavas correspondientes del 
canto XXIV del poema de Centenera; y, parece de mas, es- 
presar que, esas alianzas, arrojan un fuerte indicio sóbrela 
comunidad de origen entre los aliados. 

Sin embargo de esto, lejos de rechazar la idea de que 
las tribus pampas, vecinas á Buenos Aires, tomasen parte 
contra el enemigo común, somos de opinión, en vista de los 
hechos, que la tomaron en efecto; pero, no en el carácter 
de iniciadoras, sino sometidas á la influencia de la raza gua- 
raní, que, representada sobre la margen occidental del Para- 
ná j del Plata, por los Timbús, los Querandís, los Charrúas, 
los Curucas y otras muchas divisiones, estendía 5U domina- 
ción desde la altura de Santa Fé hasta veinte y mas leguas de 
Buenos Aires al Sud. 

Este es el resultado que ofrecen los datos que nos han 
trasmitido los historiadores, y los documentos que pasamos 
ú considerar bajo el punto do vista etnográfico, desde el cual 
no han sido examinados hasta el presente. 



~ 14 - 

III. 

KI lenitMite GeneralJiíaii de Garay fundó á Buenos Ai- 
res en 1580. Hizo el repartimiento de solares en la traza 
de la eiudad, y esearmentó á los indígenas que osaron eon- 
ínndirlo con su predecesor. Pudo entonces hacer la distri- 
bución de suertes para chacras y estancias en los alrededo- 
res; y entre los diferentes puntos en que lo verilicó, fué uno 
el «Valle de Santa Ana» que poco después se denominó «Pa- 
go de la Magdalena», y hoy comprende el partido de este 
nombre y el de la Ensenada. 

Entre las suertes que se distribuyeron en dicho valle, 
fué una la adjudicada al alcalde Rodrigo Ortiz de Zarate, so- 
bre la cual espresa el repartimiento: — •< ha de empezar des- 
« de una isla que llamamos la Isla de los guarqnis, y ha de 
« entrar la dicha isla eubU suerte, y correr hacia el rio por 
« los asientos que íenian los guaranis, y desde allí ha de cor- 
« rer hacia la ciudad. » 

Al Sud de Buenos Aires, pues, al tiempo de la funda- 
ción de esta ciudad, en el que se llamó entonces «Valle de 
Santa Ana», hoy partido de la Magdalena, tenían los guara- 
nis algunos desús asientos, y los españoles daban el nom- 
bre de esos indios á la isla á que se refiere la partida tras- 
cripta. 

Si Angelis hubiese encontrado allí esos asientos, como 
los encontró Garay, indudablemente, no habria creído que 
los guaranis habían atravesado á volapié el Rio de la Plata, 
sino que les habria supuesto un pasage mas cómodo. 

Debemos hacer aquí rectificación de un error cometido 
por Azara, cuya autoridad ha inducido también en error á 
otros escritores. 



— IS — 

El suponed «Valle de Santiago» siliiaJo al Norte de hi 
^ciudad de Buenos Aires, en el parage que hoy forma el par- 
tido de las Conchas; y, sin embargo, por el repartimiento, 
consta que ese valle se encontraba al Sud, comprendido en 
el de Santa Ana, ó sea en el partido actual de la Ensenada. 

El no tener conocimiento exacto de la situación del Va- 
lle de Santiago, hizo cometer á Azara y a los que le han se- 
guido, otro error que era consiguiente, considerando que 
los indios pampas se tocaban con los guaranis siete leguas al 
norte de Buenos Aires, cuando debieron hab.r dicho, doce 
leguas al sud, por lo menos. 

El hecho solo de encontrarse los guaranis en pacífica 
posesionad Valle de Santa Ana, con el Rio de la Plata á sus 
espaldas, y las tribus pampas al frente, bastarla para demos- 
trar su preponderancia en esta comarca. 

Escalonados desde ese punto hasta Santa Fe, y aun mas 
allá, sobre la margen derecha del Plata y del Paraná, el he- 
cho por sí solo manifiesta que imponían respeto, y tal vez obe- 
diencia á las pocas tribus de distinto origen que habitaban 
entonces la Pampa. 

Haciendo la descripción de la parle occidental del Plata, 
Rui-Diazde Guzman, entre otros pormenores, dice que era 
depx>cas naturalezas; y éste aserto parece comprobarlo Aza- 
ra, cuando manifiesta su creencia de que, los Aucas y otras 
naciones de la Pampa, habitaban antiguamente la cordille- 
ra de Chile, y bajaron al pais donde residen al presente, 
cuando el ganado salvaje se estendió por esos oam pos. 

En La Argentina de Barco Centenera, se encuentra, ade- 
mas, un pasaje que manifiesta bien claramente la importan- 
cia de los ^'uaranís en esta parte. Después de refeiür la lle- 
gtída de la espedicion de Garay á Buenos Aires, dice; 



— 16 - 

El ffwaraní penoso está mirando 

La cosa como pasa, y determina, 

En el pasado tiempo imaginado^ 

El pnebh) deshacer con cruda ruina. 

La guerra por la tierra pregonando, 
1 La gente se juntó circunvecina, 

Y dieron á los nuestros grande guerra. 

Los unos por la mar, otros por tierra, {i) 
Pero, tenemos un documento, que prueba del modo 
mas terminante, lo que ya queda probado; sobre la prepon- 
derancia de la raza guaraní respecto de la araucana en la 
margen derecha del Plata 

Volvemos á abrir el libro de la fundación de Buenos Ai- 
res, y, examinando el repartimiento de los indios, que hizo 
Garay á los primeros pobladores, encontramos veinte y nue- 
ve tribus de incuestionable origen guaraní; siete del mismo 
origen probable, y las veinte y nueve restantes de naciones 
desconocidas. Indudablemente entre estas últimas se en- 
cuentran los progenitores de los que ahora llamamos pam- 
píís, que según Rui-Diaz, fueron repartidos con los demás de 
la comarca; y la estructura de los nombres de algunas de 
estas tribus y sus caciques, no deja la menor duda sobre el 
particular. 

Esta es la ocasión de hacer notar una circunstancia muy 
remarcable en el documento de que nos ocupamos. Para 
nada, absolutamente, figura en él el nombre de los indios 
qucrandis. Y ¿cómo es que no aparecen en el repartimien- 
to, si fueron repartidos á los vecinos de Buenos Aires, segnn 
líui-Diaz? ¿Cómo podría decirse seriamente, que Garay 
y los demás pobladores, no conocían el nombre de esos famo- 

1. Octava cuarta del Canto A XL 



— 17 — 

Rui Diaz designó equivocadamente ü los pampas con el nom- 
bre de los querandís; pues, si este hubiese sido el verdade- 
ro, no lo habría omitido Garay, como no omitió en aquel 
acto el de otras naciones menos conocidas. 

Y, para que no quede duda alguna á este respecto, diré- 
mos, que los indios querandís no figuran en el repartimien- 
to citado, porque no correspondían a la jurisdicción de la 
<íiudad de Buenos Aires sino a la de Santa Fé; y se hallaban 
en el lugar en que las encontró é indicó varias veces Barco 
Centenera, es decir, en rumbo diametralmente opuesta al 
que indicaron Azara y Angelis, y allí debieron ser repartidos 
por Garay álos pobladores de aquella ciudad. 

Hasta ahora es completamente desconocido ese reparti- 
miento: pero, un siglo después déla fundación de las ciuda- 
des de Santa Fé y Buenos Aires, se hizo, por orden del virey 
<JelPerii, una relación de todas las encomiendas existentes 
•en la jurisdicción del gobierao del Rio de la Plata. 

En el Archivo General se conservan los documentos 
<íorrespondientes, cuya copia anexamos; fl) y de ellos resul- 
ta que, entre las trece pequeñas encomiendas que entonces 
se contaban en el distrito de Santa Fé, seliallaban tres, de 
las cuales una era de puros quirandiSy (2) otra de chañas y 
-quiranJis, y la tercera de quirandis y guaranis, agregados á 
otros indios cuyo nombre no se espresa. 

Pero, en la relación de las veinte y ^)cho encomiendas 

1 Estos documentos y los demás que apareceián con «sta memoria, 
en la sección de Etnografía que hemos abierto eu el Registro Estadístico de 
Buenos Aires, podrán consultarse^ dentro de poco tiempo, en el tomo !• ^ 
«de esa publicación correspondiente al año de 1S62, que se «stá impri- 
«niendo. 

2 Cuarto modo como apai'ccc escrita esta palabra* 



— 48 — 

del distrito de la ciudad de Buenos Aires» no figura ninguna 
do indios querandís. 

Estos documentos vienen pues á confirmar todo lo que 
dejamos dicho, sobre las erradas ideas que, por el espacio 
de tres siglos, han prevalecido acerca de estos indios, con- 
fundiéndolos con los habitantes délas pampas bonaerenses. 

Solo el Arcedeano Barco Centenera ha hablado cou 
exactitud, en lo que ha dicho acerca de ellos. 

Terminaremos aquí esta memoria, espresando que los 
datos en ella consignados, prueban sobre todo y hasta la 
evidencia, que el imperio de la raza guaraní, se estendia sin 
oposición hacia el sud, sobre la margen occidental del Plata, 
cuando fué detenida en sus progresos por la conquista es- 
pañola; y que, á juzgar por los débiles ragtros que dejó im- 
presos en esta parte del territorio argentino, su dominación 
en ella no era de época remota. 

Manuel Ricardo Trelles. (1) 

Agosto de 1863, 

1 La premura del tiempo no permitió revisar el pliego anterior: por 
loque se han deslizado las siguientes erratas 

p2\j. — línea — dice — léase — 

6 20 yaguatalí yaguatatí 

7 12 guaraní guarinf 

9 17 siervo ciervo 

9 28 siervos ciervos 

13 2!i Charrúas Chañas 



15 
16 



:¿4 Cbarruas enanas 

23 de pocas naturalezas de pocas naturales 

3 imaginado imaginando 



■* Hti *- 



INFORME 

Del obispo Moscoso al rey sobre su obispado. 

[Trabajado por Funes.] 

Señor: 

Los gloriosos títulos de protector y Patrono délas Iglesias 
de América, fundaron el derecho áV. M. para declarar por su 
real cédula de 1760 que en cuanto á la relación del estado 
material y foriDal de las Iglesias, cumplían los Prelados de 
estos dominios con el juramento hecho al tiempo de sa con- 
sagración sobre este punto, con la que debian remitir á V. M. 
Al paso que esta relación es de tanta consecuencia por cuan- 
iodebe reputarse como un suplemento de la distancia en que 
nos hallamos de la Metrópoli, y como una luz que facilita 
al católico celo los medios de emplearse, como siempre, 
en utilidad de estas Iglesias, es también una de las opera- 
ciones mas difíciles de ejecutar en toda su amplitud con 
aquella exactitud, pureza y discernimiento, en que debe con- 
sistir todo su mérito. La suma estencion de este Obispado 
esconde á la vista mas perspicaz no pocos objetos propios de 
este empeño, y doja casi burlados los conatos mas eficaces- 



Con todo, después de una prolongada visita pracíicada por mi 
mismo en la mayor parte de este Obispado, y después de ha- 
ber recogido las noticias mas verídicas, concernientes ala 
situación de estas Iglesias, creo hallanne en estado de de- 
sempeñarlo con el éxito que permiten las circunstancias. A 
este fin dirijo á las reales manos de V. M. este informe, en 
que he procurado ceñirme al orden de materias que pres- 
cribe la in&truccion mandada formar por el Papa Benedic- 
to XIII. 

Estado iviaterul de las Iglesias de este Ovispado 

DEL TüCüiMAN. 

Institución del Obispado. 

Rabian corrido 28 años poco mas ó menos desde el des- 
cubrimiento del Tucuman y sus primeras conquistas por don 
Diego Rojas su primer gobernador, cuando ya se echaba me- 
nos la presencia de un Obispo de cuyo cargo fuese levantar 
el edificio de la Fé sobre cimientos mas sólidos que los que 
puede darle el celo, muchas veces mal dirigido, de los que se 
ejercitaron en las funciones del Apostolado. El Rey don 
Felipe II, siempre mas atento á esiender el imperio de la 
religión que el de su dominación temporal, interpuso su real 
autoridad para con el Papa Pío V, que á la sazón goberna- 
ba la iglesia universal, y le pidió la creación de un nuevo 
Obispado en esta Provincia del Tucuman. Su Santidad no 
podía menos de acoger una solicitud, en que tanto se intere- 
saba la gloria de su causa de que estaba encomendado. Por 
su Bula que empieza: Super specula militantes Eclesia^^ dada 
en Roma en 1S70, vino en la instalación de esta útil prelatu- 
ra. — Por acelerados quefuesen los pasos que se daban en el 
efectivo cumplimiento de una obra tan deseada, no faltaron 



— 21 — 

occidentes que retardaron su curso. Ijx humUdad de Fray 
GerónimoVillacarrilIo, religioso de San Francisco y primer 
obispo electo, hizo que renunciase «na mitra, que parecia 
buscarlo entre las ocupaciones domésticas del claustro. Re- 
emplazado por don Fray Gerónimo Albornos del mismo há- 
hito, noporeso pudo alentarse el establecimiento de esta cá- 
tedra Episcopal. 

Habiendo sido consagrado en España, y embarcándose 
para esta América, tuvo el sentimiento de ver, con el fin de 
su navegación el de sus dias. Su muerte, que acaeció en Lima, 
previno sus esperanzas todas: aun sin darle tiempo para po- 
ner mano á la elección confiada á su mano. 

Estaba reservada esta empresa á su digno sucesor don 
Fray Francisco de Victoria de la orden de predicadores, por- 
tugués de nación. Este varón esclarecido por la rectitud de 
sus intenciones, firmeza de su ánimo, y eficacia de su celo, 
pasó á España con los poderes de su orden, y le fué fácil ga- 
narse la estimación con que el señor Rey don Felipe II sa- 
bia distinguir el mérito. 

S. M. lo propuso para Obispo de esta diócesis, y obte- 
nidas sus Bulas, no solo recibió el carácter de la consagración, 
sino que sin malograr instantes, procedió á formalizar el do- 
cumento de erección, en uso de sus facultades con que para 
ello se balita autorizado por la cabeza de la Iglesia y por el 
Rev. 

La data de este instrumento creo es, Sevilla el año de 
1578. A su regreso fijó su silla en la ciudad de Santiago del 
Estero, capital entonces del gobierno, y su iglesia quedó erigi- 
da Catedral. 

Privilegios. 

Las reglas y principios, que han servido de base á la 



22 

constitución de este piadooo establecimiento, son los mismos 
qi^ prescribe el derecho común de Indias. No hay título so- 
bre que pueda Iisongearse de ser una iglesia privilegiada. 
Es verdad que en la Bula de Erección se le conceden las mis- 
mas inmunidades, privilegios y gracias, que gozan las de- 
mas Catedrales de España; pero fácil es advertir que en esta 
generalidad no pueden abrazarse aquellos, que teniendo una 
directa oposición con los cánones y las leyes, se necesitaban 
fuesen específicos y claros. Acaso por un efecto de 
inadvertencia incidió esle Cabildo, como otros muchos del 
reino, en el error de nombrarse adjuntos, continuando esta 
práctica hasta el a^o 1635. Pero ella se abolió en lo sucesi- 
vo, ó porque cotejada con la disposición del Tridentino, se 
echó de ver su repugnancia, ó porque atajaron su curso otras 
muchas resoluciones á que dieron lugar las competencias so- 
bre este artículo Si algún privilegio puede alegar esta 
iglesia, es el de que se divida la masa común en tres porcio- 
nes iguales, como se halla prevenido en su erección, y contra 
la distribución cuatripartita que hace la ley del reino. De 
estas tres porciones, una toca al Prelado, otra al Cabildo, y 
de la última salen los novenos reales y beneficíales. Eñ su 
origen disfrutó esta iglesia también del privilegio concedido 
por su erección, en cuanto á diezmar la cal y ladrillo que se 
construía en el obispado, pero el no usó ha derogado esta 
práctica. • 



Por la corografía de este obispado se echa de ver que 
esta ciudad se encuentra entre los 22 y 55 grados de latitud 
austral, no obstante que su estension austral, digo territorial 
y efectiva de sur á norte, no baja de 400 leguas poco mas ó 
menos, y de ISO de oriente aponiente. Confina al oriento 
con el gran Chaco; al occidente con la provincia de Cuyo, 



— 23 — 

perteneciente al obispado de Chile; al norte, al noroeste y 
al nordeste con las provincias de Charcas, y al su r, parte con 
la provincia de Buenos Aires y parte con tierra de infieles, 
su figura es semejante á la de un codo, cuya punta se avanza 
al Trópico, y cuya baza puede tener cosa de 130 leguas de 
oriente á poniente. Tomó su nombre este obispado de la 
primera nación que se conoció viniendo del Perú. 

Este obispado comprende en toda su estension 7 ciuda- 
des, que por el orden de su fundación, son las siguientes. 

Santiagodel Estero — fundada por don Francisco de Agqir- 
re en 1S62, á los 28 grados 10 minutos de latitud y 300 de 
longitud. Está situada á la ribera de un gran rio de aguas 
dulces y saludables, pero en un terreno arenoso, que hace 
sus suelos estériles por la mayor parte de su jurisdicción; 
bien que á beneficio de las inundaciones del rio en tiempos 
de verano, adquieren la fertilidad proporcionada á los fru- 
tos propios de su temperamento. Este es ardiente en es- 
tvemo á causa de los vientos nortes que reinan con frecuen- 
cia. La cera, el trigo, la grana, son sus producciones mas 
espontáneas. Asciende el número de su población á la de 
5,220 almas, sin contar con las de su partido que llegan á 
19,722. Sus edificios son pocos, desagradables á la vista, 
y de mala construcción. En lo que se advierte la lentitud 
con que camina, apesar de su antigüedad, y de hallarse en la 
carrera del tráfico y negociación. No es menos tardía sn 
cultura en el moral, pero á mas de notarse estilos que des- 
dicen de la civilización, conserva la lengua quichua-carí, por 
idioma dominante de todos sus vecinos. Los títulos que mas 
le ennoblecen, son el haber sido en otro tiempo, cabeza del 
obispado y del gobierno civil, como el haber sido asiento del 
glorioso San Francisco Solano, de quien aun se conservan 



— 24 — 

aígunos pocos monumentos; pertenece al gobierno de Salla. 
Es la ciudad limítrofe del gobierno de Córdoba. 

San Miguel del Tucuman—lm tenido varias situaciones, 
y no obstante lo que dicen algunos escritores, acaso es la 
ciudad mas antigua del obispado, principalmente sí es cier- 
to, que su primer establecimiento en el valle de Calchaquí 
fué hecho por el fi:obernador don Juan Nufiez de Prado. 
Otros dicen que fué fundada por don Diego Villarroel en el 
oño de 1564, y trasladada al sitio en que actualmente se ha- 
lla en el de 168o por el gobernador don Fernando de Men- 
doza, está á la altura de 27 grados 10 minutos de latitud, 
313 grados 48 minutos de longitud. Todas las ventajas de 
la naturaleza concurren á acreditar la buena elección que se 
hizo de este lugar privilegiado* Esta edificada esta ciudad 
sobre una llanura dominante, que siempre ofrece á la vista 
en sus agradables prados un objeto variado, ameno y deli- 
cioso. Su temperamento es suave aunque algo ardiente, y 
se deja conocer en las benéficas influencias de su aire, los 
buenos hálitos que le suministra el reino vegetal. La pró- 
diga mano de la naturaleza anduvo algo escasa en orden á 
sus aguas, por cerca de la ciudad corre un arroyo corto y 
salobre: se proveen sus habitantes de otro dulce que se halla 
á alguna distancia. Está bastante poblada de edificios, cuya 
forma y estructura dan á conocer que no está muy distante 
del buen gusto. La ciudad consta de 3,640 almas, en quie- 
nes se advierte trato, decencia y urbanidad. Su jurisdicción 
es habitada de 20,014 almas. Los principales artículos de 
su comercio activo son maderas, arroz, ganados y suelas: á 
qué se deben agregar los ingresos de la esportacion de efec- 
tos de Castilla, en que se ejercitan muchos de sus vecinos. 
En lo civil y político pertenece al nuevo gobierno de Salta. 



— 2o — 

Fué fundada la ciuiaide ScLlta en 15S2 por don Gonzalo 
Abreu y Figueroa ene! Valle de Siancas, donde hoy llaman 
pueblo viejo con el título de San Clemente de la Nueva Sevi- 
lla. El Gobernador don Hernando de Lerma, la trasladó al 
sitio en que se halla hoy, y le dio el titulo de San Felipe de 
Lerma, 'su latitud son 24 grados y 2V y su longitud 31 i gra- 
dos 38\ Las continuas invasiones de los indios de que se 
vio oprimida esta población en sus principios, hizo que se 
prefiriese un sitio cenagoso circundado de cauces, donde re- 
cogidas las aguas le servían de muralla. Unido á esto la 
pesadez de una atmósfera por lo común cargada de vapores 
acuosos fué causa deque su temperamento se tuviese por mal 
sano. De facto se propagó en lo antiguo un mal de lepra lla- 
mado el San Lázaro, y no fué estrafio verse otras perni- 
ciosas consecuencias, queson efectos naturafes délas exhala- 
ciones nocivas. De aquí provenia también un cierto embo- 
tamiento de potencias que se advertía en sus naturales, á falta 
de aqueJla elasticidad, que comunica á las fibras un aire pu- 
ro y templado. No se puede negar que este pueblo ha me- 
jorado mucho en su constitución física, y que son \isibleslos 
efectos por la parte que el temperamento puede influir en lo 
Dioral. Casi cegados los cauces de su circunferencia y en- 
lozadas las veredas de sus calles, ^se vé preservada de esa hu- 
medad nociva, común origen de sus males. Desapareció el 
mal de San Lázaro hasta no encontrarse sino uno u otro to- 
cado de esta terrible enfermedad, y los espíritus han reco- 
brado su energía natural. El valle de Salta es una de las 
llanuras mas agradables que ha formado la naturaleza. Co- 
ronado de montañas, se precipitan de ellas muchos arroyos, 
que con su riego y su pesca, parece se han propuesto pagar el 
tributo de su descenso. Su terrenoes sumamente fértil á 



— 26 — 

baneücío de las continuas aguas que lo foctindan. Dase to- 
da especie de frutas comunes, aunque no es fácil comerla» 
en sazón, porque las corrompe «na putrefacción anlicipíida. 
En años pasados llegó á fabricarse el añil y aunque no fué 
muy acerlado su éxito, hay fundadas esperanras de que corre- 
gidos los defectos, se logre perfeccionar este importante ar- 
ticulo déla América. Elirigo, el maiz y las papas no son 
allí escasos; se cosecha también el tabaco, y de allí se provee 
toda su intendencia, aunque no es de muy buena calidad. 
La población de esta ciudad asciende á 5003 almas, y la de 
su jurisdicción a 8433. Sus edificios son de regular cons- 
trucción, de bastante aseo y limpieza; la obra de sus casas ca- 
pitulares, aunque de mucha capacidad, es de muy mal gusto, 
sin elegancia ni proporción. Es capital del gobierno de este 
nombre, tiene cajas reales, y es centro del comercio de muías 
que hacen estas provincias con el Perú^ habiendo llegado á 
poco mas de cuarenta mil las de la presente feria que se 
(¡ibrió á 15 pesos 7 reales por cabeza. Tiene toda la civiliza- 
ción que han debido introducir estas notables circunstancia» 
y el genio dulce, amable y festivo de sus naturales. 

La ciudad de Jujuí situada á la boca de una quebrada, 
viene á ser por esta circunstancia como un puerto preciso 
que abre la comunicacioa de estas provincias con las del Pe- 
rú. Fué fundada algunos años antes que Salta, en 23 grados 
38* d-e latitud y5i4 grados 10^ de longitud. Pero invadida de 
lof^iiídios omoucas logroron verla destruida en dos ocasio- 
nas. Restablocióla últimamente eu el mismo tugaren 1395 
don Francisco Árgano ras y Jiurgía por orden del gx)bernador 
don Juan Ramírez do Velazco. >.o es fácil descubrir las cau- 
sas d^'l atraso de esta ciudad; principalmente cuando por su 
misma si tiiarioa dcbia haber toiji^ado un vuelo mas rápidi> 



— 27 — 

que las demás. Acaso la inmediación ó Salla que desde su» 
principios alrajo la concurrencia con el celo del comecio, 
unid^) al carácter oscuro y melancólico que como análogo á 
su temperamento lia sido hereditario á los jujeóos, ha retar- 
dado el progreso de su cultura. Su población llega á 4460 
almas á las que deben agregarse 13729 que abraza su parti- 
do. Sus ediOcios son lúgubres y de mal gusto; hay poca so- 
ciedad en líisgentes, por lo que leina en la ciudad un silen* 
cío sepulcral á escepcion de los domingots y dias festivos, e» 
que altera su reposo la concurrencia de los indios y sus con- 
lí%uas borracheras. Lo hacen muy desagradable lascontinu»$ 
lluvias, con que se inunda el pais, y son causa de* que el Sol no 
comunicfue aquel calor y movimiento que anima la naturales 
za. En la estension de su jurisdicción varía eoormemeal<í 
el clima, y son diversos los frutos que produce. En la parte 
de sierra la terciana se deja ver aquí co:\ íxkIossus síntomas; 
hacia los valles se cria en abundancia el ganado, y báci?i los 
mas aidientes se han puesto modernos plantíos de caña dul- 
ce, cuyos productos llevan la esperanza á un punto de pros- 
peridad muy abultada. Está sujeta esta ciudad al gobierno 
de Salta. 

Córdoba fué fundada por el gobernador don Gerónimo 
Luis de Cabrera en i375 á los 31 grados 20' de latitud y 312 
de longitud. Habitaban en este asiento los indios comechin- 
gonesá la ribera de un río que hoy se llama Pucará — En lo 
íindguo padeció terribles inundaciones por la parte de una ca- 
ñado, que recogiéndolas aguas de los altos y de una célebre la- 
guna sita al Poniente, se desboronaba sobre la ciudad, y aso- 
laba sus edificios. En la actualidad se halla preservada de 
este contratiempo, ya porque la defiende una muralla de cal 
▼ piedra á la que sr han continuado otras obras tie terrnplfu^ 



— 28 — 

ya porque habiendo lasnguas profundizado su canee, tiener; uo 
giro menos libre, y ya finalmente porque agotada del lodo la 
laguna á causa (s(»gun secongetura) de algún terremoto, son 
mucho menos las aguas que se recogen en el seno de esta caña- 
da. No fué muy acertada la elección que se hizo de su situa- 
ción local. 

Levantada sobre un plano profuado, al que circunda 
una cadena de lomas harto elevadas, carecen sus vistas de 
aquel desahogo y libre esparcimiento, que recrea el ánimo^ 
y contribuye no poco á su salud. Acaso movió á esta prefe- 
rencia el deseo de ponerla al abrigo de los vientos norte* y 
sur, que con un curso periódico se suceden diariamente, y la 
combalen con tesón. Siendo estos vientos de calidades opues* 
las» se alternan súbitamente el frió y el calor, de que provie- 
nen las destemplanzas del temperamento, á que muchos atri- 
buyen las continuas muertes repentinas que llora una funes- 
ta esperiencia. Por lo demás el clima es sano, y sus suelos 
enriquecidos de la fertilidad que exige la abundancia. Esta 
es sin duda considerable apesar de muchas pLigas, que de- 
bian causar la esterilidad. Este principio de reproducción 
ayudado de la industria, es seguramente la causa de su rápido 
y considerable aumento. Es máxima averiguada muy bien, 
que la medida de la subsistencia es la medida déla población. 
Por eso es que abundando esta ciudad de bastimentos de pri- 
mera necesidad, debia propagarse respectivamente la especie 
humana. En la relación que hizo el año de 1750 el Reve- 
rendo obispo don Pedro M gucl de Argandoña, solo le dá á 
esta ciudad dos mil habitantes. Por los registros público» 
tiene en el dia 11,500, y su jurisdicción 40,300. Asentados 
estos datos se colige que de veinte en veinte años casi ha ve- 
nido á duplicarse su población. Tiene eii sus iumediacio- 



— 29 — 

ifips caleras abundantes, montes pingües, aunque no de nía* 
deras finas, y todo lo necesario a la construcción de los edi- 
ficios. 

Deaqui es que en breve tiempo se ha formado una de 
las ciudades mas lucidas del reino, donde parece, que quiere 
hacer su cimiento el gusto y la decencia. Sus casas capitula* 
res se diseñaron y empezaron sin arte; pero se han corregi- 
do en lo posible sus defectos y quedará una fábrica de mérito. 

Ha contribuido rauchoá su esplendor el marques de So- 
bremonte, quien en el tiempo de su gobierno emprenciíó 
algunas obras dignas de la atención de un magistrado; taks 
son la iluminación de la ciudad con faroles de cristal, dos 
fuentes públicas, y un espacioso receptáculo de aguas corrien- 
tes, á cuyo beneficio se templa la ardentía de la atmósfera, y 
reciben muchos suelos un riego saludable. 

Se cuenta al contorno del pueblo cerca de 60 quintas ó 
Inierlasde legumbres, árboles frutales, jardines y cercos de 
rosas, coa los que ia naturaleza se presenta con toda su gala, 
y sirve de recreo y comodidad al público. Debe reputarse 
esta ciudad por una délas mas mercantiles de estas pro- 
vincias. 

Sus vecinos son los principales dueños del comercio de 

raulas, en el que se han hecho fortunas bastante rápidas; 
provee de ganado á las provincias de Chile, y de cueros cru- 
do?, curtidos, lienzos de algodón, y otros tejidos d« lana á 
los vecinos. Estas ventajas la hicieron acreedora á ser ca- 
bexa de este obispado, cuya silla fué trasladada desde Santia- 
go por el Reverendo obispo don Fr. Manuel de Mercadillo, 
con facultad que para ello tuvo del papa Inocencio XII, y la 
4jue concedió el Rey por cédula de 1699. También es cabeza 
de provincia . Después que se dividió el antiguo gobierno del 



— 50 — 

Tücuman, so erigieron dos, que son el de Saita y esle de Cór- 
doba. A este trastorno fué consiguiente, el establecimiento 
de las cajas reales, las que sirven dos rainistros principales 
de real Hacienda. Los indios pampas por el sur, y los del 
Chaco por el norte, I:an hostilizado en muchas ocasiones este 
partido, llevando la consternación hasta el centro de la ca- 
pital, A fuerza de puro valor y constancia,- han sido escar- 
mentados estos inüeles; seis fortalezas avanzadas acabaron de 
afianzarla pública seguridad. Estos son por el sur el fuerte 
tlel Saladillo, el del Sauce, el de Concepción, el délas Tu- 
nas, y el de Santa Catalina; y por eí norte el del Tío. De es- 
tos el del S3uce y el de Concepción, se han erigido en villas, 
á solicitud del marques de Sobremonte, y prometen ser ea 
adelante unas poblaciones de entidad. 

La ciudad de Catatnarca ha sufrido según parece treS' 
tralslaciones. Fundada en su principia en el valle de Coman- 
do, se le dio eí nombre de Londres en honor de dona Mari» 
reina de Inglaterra, esposa del seuor rey don Felipe IL E» 
1635 pasó de aquí al valle de Poman, donde se creyó ma^ 
defendida de las invasione&de los indios» Últimamente en 
1683 se fijó en el valle de Calamarca* «Su latitud es de 2& 
grados lá", y su longitud de 3H grados. Este es un vallear- 
dieate por su misma situación: al occidente corre una serra- 
nía, en cuyas faldas hay vanas haciendas de sembrados, ^ 
ganados mayores y menores; hacia el norte siguiendo la ser- 
ranía de Ambato se halla el cerro de Anconquija, cubierto 
siempre de nieves; corro por el valle un rio, que en otro 
tiempo fué bastante caudaloso: de aquí se sacan las acequias 
para regar los machos plantios que hay en él. 

Las cosechas principales de este partido son el rigodón y 
elají» de las que íormasu comercio coa las provincias vecinas. 



— si- 
se coge también toda clase de frutos, y hay crias de ganada 
que solo sirven al comercio. La ciudad no tiene aquella 
íarma regular que era de desear; porque interpoladas las ca- 
sas con los huertos, no puede liaber un todo ordenado y 
simétrico. Ck)nsta su población de 5,971 almas, y tiene en 
sn jurisdicción hasta lS,í>4á. Es común en ella y su parti- 
do la terciana. Se halla sujeto su gobierno en lo civil al de 
Salla. 

Rloja— Fundó la ciudad de Rioja el gobernador don Juan 
Ramírez de Velazco en 1391 á las inmediaciones de un cerro 
que se halla á su ocaso, y con una llanura de mucha estén- 
sion; su latitud es de 29 grados 12', y su longitud de 307 gra- 
dos 40*. El temperamento aunque seco, es benigno porque 
lo templan aires frescos y saludables, que reciben la humedad 
de otras regiones por donde pasan. El terreno es fértil y 
convida la mano del labrador donde no falta el fomento c^el 
riego. La población camina con bastante lentitud en esta 
ciudad: consta en el dia de 2,92t almas. Parece que las 
causas de este atraso son-, la escasez de alimento que en ella 
se esperimenta: las carnes no abastecen próvidamente al ve- 
cindario: los animales y el maiz, aunque pudieran ser abun- 
dantes en razón de las cosechas de su jurisdicción, no con- 
curren bastantemente a la ciudad por la contingencia de su 
despacho. Sucede pues que el principal abasto de frutos es 
el que recf^e cada vecino en los inmediatos terrenos de su 
propiedad. Estos ea realidad son pocos porque las escasas 
aguís del rio no sufren muchos regadíos. De aquí resulta 
otra causa de atraso en la población: no pudiendo hallar las 
gentes terlrenos eoa riego adyacentes á la clBddd, donde ase- 
giiirar sa existencia, 9e emigran á otros parajes de la misma 
jorisáicdon. Las artes de «(mi profesión fija y sedentaria 



— 52 — 

pudieran retenerlas, sí por nn estilo general de estas provin-- 
cías no estuvieran abandonadas las ma? de ellas, á la clase 
de plebeyos, que forman los mulatos y negros. Su cooier-* 
cío es de poco momento. El activo se reduce á la con- 
fección de vinos y aguardientes que se dan de escelente ca- 
lidad; pero debiéndose hacer su esportaciou enlomo de bes- 
tias, y á plazas distantes como las capitales de Córdoba y Salta, 
es corta la ganancia que deja; al de muías que tiene un in- 
greso mas efectivo aunque todas nacen en la jurisdicción de 
Córdoba; al de salitres que espendía en el reino de Chile, y 
le produjo bastante utilidad, pero parece que al presente ba 
decaído este ramo; el de otros frutos como la naranja cbi* 
na, el poroto, y las pasas casi no sufi'agan el costo. El de 
géneros europeos tiene un valor proporcionado al común de 
1q ciudad y su partido. Se han descubierto minas de plata 
en el curato de Guardacol, y parece que son dignas de aten- 
ción. Siendo tan corta la población de aquella, y hallándose 
situada en tanto estravio de las otras del reino, claro estaque 
sus edificios deben ser pocos y de ninguna decoración: y que 
el estilo de sus gentes debe estar bastante distanto de la cul- 
tura y civilización que engendra ti trato. En recompensa 
puede gloriarse de tener ingenios claros, y de acompañarles 
á sus patriotas aquellas gracias nativas con que se hace reco- 
mendable la sencilla naturaleza. 

La jurisdicción de esta ciudad está mas poblada; tiene 
en el día 10,572 almas. Pertenece al gobierno de Córdoba. 

Catedral de Córdoba. 

Hay íundaraentos para creer que gobernando esta dió- 
cesis el Reverendo obispo don Fr. Nicolás Hurtado de Ulloa, 
décimo en el orden de sus prelados, se abrieron los cimieo- 



— 55 — 

tos de esta iglesia catedral, a los diez ó doce años de su tras*^ 
lacion. 

Los anales de este obispado atestiguan que los fondos 
de esta costosa obra, no han sido otros, sino la piedad de los 
fieles, el zelo de sus prelados y la liberalidad de los reyes. 
Los vecinos de Córdoba dieron un ejemplo meníiorable de su 
religiosidad; cargapdo á favor de esta fábrica un impuesto 
proporcionado sobre los efectos de su consumo ó comercio 
por el dilatado espacio de diez años. Dejaron también muy 
señaladas en este punto su solicitud pastoral algunos de sus 
predecesores, y principalmente los Reverendos Obis; os don 
Juan de Sarricolea y Olea, don José Antonio Gutiérrez y Ce- 
vallos, y don Pedro Miguel de Argandoña. Los reyes cuya 
gloria mas inmortal, es la de promover el culto del Señor, 
han desempeñado sus títulos de un modo digno de su poder. 
A mas de haber aplicado hasta su conclusión el noveno y me- 
dio de hospital, le concedió á esta iglesia vuestro augusto pa- 
dre un donativo de doce mil cuatrocientos pesos, cuya suma 
sella invertido en su interior decoración y algunas obras pre- 
cisas. Hállase situada esta iglesia en la plaza principal. 

Por la erección de esta iglesia debe haber en ella seis 
dignidades, es a saber: deán, arcediano, chantre, maestre- 
escuela, tesorero y archi-presbitero; diez canónigos, seis ra- 
cioneros, otros tantos medio-racioneros, ocho capellanes de 
coro, seis acólitos, un sacristán: un organista, un pertigue* 
ro, un ecónomo, un secretario de Cabildo, y finalmente un 
caniculario. Las tenues rentas de esta iglesia, principal- 
mente en sus principios, no permitieron mas dotación que 
para las cinco primeras sillas, á las que está reducido todo 
este cuerpo capitular, pero con la diferencia que hasta el año 
de 1757 fueron todas dignidades con los títulos que espresa 



- 54 — 

la erección, en cuyo tiempo fuí servido el Rey por real cédala 
de dicho año, rebajar á canonjía de oposición con el título 
de nodgistral la dignidad de tesorero, y á la de canonjía de 
merced la de maestre- escoela. Dio motivo á este trastorno 
un recurso hecho por el Reverendo Obispo don Pedro Miguel 
Argandoña, en qnc representó á S. M. que con prelesta d^ 
estar todas las sillas del coro erigidas en dignidad rebirsabao 
diaconizar en los días de pontifical; por lo que se veía pre- 
cisado á emplear clérigos particulares para el uso de esta 
fuucioR aognsta. En cuanto á los demás oficios prevenidos 
por la erección, solo existen en la actualidad, un c»pellan de 
coro, dos sacristanes mayores, el organista, seis acó li tos ^ en- 
trando en estos tres seminaristas que s^irvcn por su tttmo, 
el mayordomo de fábrica y el secretario de cabildo. La erec- 
ción de esta iglesia pasa en silencio el oficio de sochantre, 
pero su necesidad hizo advertir, que no podia esciisarse k 
creación de esteempleo. De tiempo inmemorial se halla Ib* 
troducido, y es á quien toea la canturía en la celebridad de 
los divinos oficios; se deja percibir fácilmente que reducida 
á un solo individuo, no podia dar dignidad al culto, ni pro* 
ducir aquellas emociones de piedad para que fué instituida. 

En efecto, las solemnidades de esta iglesia eran indeco- 
rosas por esta parte, á pesar de la buena disposición del ac- 
tóal sochantre, y de la exactitud con que siempre ha procu- 
rado llenar sus deberes. Deseando poner remedio á este 
mal, y procediendo de acuerdo con mi cabildo, dispuse se 
agregasen dos cantores mas, dotados con una mediana agig- 
nación. 

Ademas de la Catedral hay en esta ciudad otra iglesia ó 
eapilla public^a dedicada á la virgen del Pilar. Fuiídóla do- 
ña Jacinta Sobradiel, y aunque por la escasez de sus faculta* 



- 35 — 

des corrieron muchos años siaque se concluyese, logróse al 
fin por la devoción del sargento mayor de asninblea don Fer- 
nando labro. 

Número de conventos de religiosos y religiosas, con espresionds 

los que están bujetos al Ordinario. 

Los conventos de regulares en todo en este obispado sin 
contar con dos hospicios, son diez y seis: cuatro dominicos, 
siete franciscanos, ycinco mercedaríos; Santiago yTucnman 
lo mismo, menos el hospicio: Salta y Jujui solo de francisca* 
ios y mercedarios: Rioja de dominicos y franciscanos: Ca- 
tamarca de franciscanos y sa hospicio de mercedaríos. El 
número total de religiosos que abrazan estas comunidades 
llega poco mas ó meóos á 253. Estos regulares gozan de 
exenciones concedidas á sus órdenes, menos el hospicio de 
Bethlemitas que por reales disposiciones debe rendir visita ai 
Ordinario. 

Hay también en esta capital monasterios de monjas, el 
una de dominicas y el otro de carmelitas. Fondo el prime- 
ro doña Leonor de Tejada natural de esta ciudad, viuda 
de don Manuel Fonseea» el año 1613, dotólo en cantidad de 
3£l,500 [vesos á que ascendió el importe de sus bienes, y cuya 
cesión hi¿o sin reserva bajo el concepto de profesar en el mis- 
mo monasterio, como lo veri&có puntualmente, siendo su 
primera prelada, eoQ el aombre de sor Catalina de Seoa. 
Aun no satisfecha la piedad de esta alma yerdadet*»mente 
heroica, promovió con toda eficacia la fundación de las Car- 
melitas. A sos ruegos cedió dócibaenta don Juan de Teja- 
da su hermano» y eonsasrando sus bienes á este olijeto, ia- 
iQorlalizó su hombre. Precedidas Uá licencias necesarias, 
dio principio & esia fundaciont en 1627. Para dio pasó do' 



— 36 - 

de las domín'cas la misraa sor Catalina de Sena con otras 
dos de su convonto á entablarla vida monástica enlrt* estas 
nueve monjas qno contaban por compañeras, de la familiai 
del fundador. Ambos monasterios se hallan sujetos alOrdi- 
nario, no obstante de la viva solicitud con que ei de domini- 
cas pretendió substraerse de esta jurisdicción. 

Hospitales. 

Por los registros antiguos se echa de ver hubo en esta 
capital uno de hombres con el título de Santa Olaya, Hace 
muchos años que se destruyó, y solo ha quedado un corto resi- 
duo de sus principales, que se halla aplicado al que actual- 
mente existe. Este es el de Bethlemitas fundado el año 1766 
por el Dean don Diego Salguero, Obispo que después fué de 
Arequipa: al que por novísima real cédula de i798 se le ha 
agregado una sala para mujeres con doce camas. Por mas 
que este piadoso fundador guiado de un celo santo tiró to- 
das sus medidas y lo doló en cantidad de cincuenta mil i)esos,. 
estuvo á punto de frustrarse esta laudable empresa. Una 
serie de contradicciones á que por lo común se hallan es- 
puestos los establecimientos, y principalmente un ruidoso li- 
tigio con los herederos del fundador, que después de haber 
ocupado los tribunales con notable menoscabo del fondo, fué 
preciso cortarlo., cediendo en gran parle de los bienes, la hi- 
cieron ya de difícil éxito. La religión se bailaba sin iglesia por 
la ruina que amenazaba la de San Roque, sin casa capaz para 
las funciones del minislerio; y sin arbitrios para levantar la 
que por la ley de fundación debia construirse contigua á otra 
iglesia. En esta crítica y apurada situación obtuvo de la 
piedad de vuestro augusto padre la casa llamada * 'Noviciado 
viejo", que antes fué de los regulares expulsos. Aquí puede 



— 37 -^ 

deeirseque realmente disfrutó el público las ventajas de esta 
fundación. Pero el tiempo vino á alterar con sus perpetuas 
vicisitudes la posesión que se gozaba. Por una parte los cla- 
mores del vecindario me pusieron en la necesidad de repa- 
rarla iglesia deSan Roque, com) en efe to se hizo de un 
modo capaz de remover sospecha de ruina. Con este moti- 
vo se aumentó este nuevo objeto á las atenciones del hospi- 
tal, quien por la misma fundación reconoció el gravamen de 
su asistencia: y debiendo hacerlo á la larga distancia en que se 
hallaba situada, le eran inevitables muchos gastos é incomo- 
didades. Por otra parle el Noviciado viejo, obra antiquísima 
de mala forma y de muy débil construcción, se había mante- 
nido á fuerza de reparos, y la injuria de los tiempos lo tenia 
puesto casi en vísperas de su entera desolación. A no con- 
sentir el hospital en la desgracia de verse envuelto en las 
ruinas debiste edificiíi, era forzoso pensase en la construcción 
de otra casa; pero este era un empeño muy superior ó sus 
fuerzas. El recurso á la caridad del pueblo no podía alen- 
tar mucho su esperanza, porque aunque sea cierto que las lu- 
ces del Evangelio inspiraron sentimientos mas dignos de la 
humanidad, y que los fieles que habían [precedido consagran- 
do en otro tiempo sus bienes al alivio de los enfermos, abrie- 
ron esos asilos de la piedad, que desconoció el paganismo, 
también lo es, que ya pasó la época de este fervor. Con to- 
do, sin renunciar de este ausilio y contando sobre las faculta- 
des del hospital, pero principalmente sobre el producto que 
dejase la venta del Noviciado viejo, cuyo derecho acaba de de- 
clarar vuestro virey de Buenos Aires, se emprendió la fábrica 
del nuevo hospital, bajo un plan ajustado á obras de esta cla- 
se, y concluidas las mas precisas oficinas, se verificó la tras- 
lación. Las rentas de este hospital, según las resultas de 



— 58 — 

« 

esta última Wsita por loque respecta á los productos de sos 
haciendas, y á los réditos de ios principales puestos a censo, as- 
cienden á mil setecientos pesos. No habiendo en este obispado 
otro hospital, se le aplicó también por la real cédula de su 
fundación, no solo el noveno y mediode su parroquia que por 
Ity le correspondía, sino también el de toda la Diócesis, que 
por real cédula anterior gozaba la Catedral. No obstante 
esta aplicación continua la iglesia en su goxe en virtud de otra 
real cédula de 1774, eu consideración de no haber puesto la 
última mano á sus obras, pero finalizado estas cómo loes- 
tan. Es verdad que esto no se le ha devuelto integramente 
porque estando muy adelántela fundación di^ otro hospital 
en la ciudad de Salta, y siendo muy necesario este establecí- 
miento como informé ó V. M. el año pasado de 1800, me pare- 
ció muy conveniente mandar retener en calidad de depósito 
la parte del noveno y medio correspondiente á los diezmos de 
aquella intendencia, entretanto quese digne V. M. resolver 
si ha detener efecto la propuesta separación . 

Por lo dicho se colige que ascendiendo la parle del no- 
veno devuelto en el presente estado de los diezmos á la can- 
tidad de 1,104 pesos unida esta partida á la anterior de 107 
mil setec^lenlos pesos, montan las rentas de este hospital á la 
suma de 2,800. Dije arriba, que se hallaba muy adelantada 
la fundación del hospital de Salta, y que todo conour ría á per- 
suadir su necesidad. Hecha la visita de aquella iglesia, en- 
contré diez mil posos existentes puestos á réditos, cuyo des- 
tino no es oliH), que el de poner en ejecución este piadoso es- 
ta'blecimiíínlo. No es esto lo mas, sino que convenidos los 
vecinos de aqui^I pueblo en su absoluta necesidad, habian ya 
prompvido con aí%dor la fábrica miíler"al de e.^la casa, te- 
niendo coiieluidívsníiichas do !ns prificipales ofician?. Aun- 



— 59 - 

qtie estos ausilios no bastaban en la realidad para lograr los 
iraporlantes fines de este laudable pensamiento, ellos lo 
aproximaban á su término, y me imponíanla obligación de 
darle aquel f)men toque podía exigir de mi propio minisíe- 
rio. No pudiendo mirar con indiferencia esta obra de tanta 
conveniencia para la humanidad en un pueblo numeroso r 
amenazado de terciana á mas de otras comunes enlVrmeda- 
des, apliqué mi atención a ella, haciendo avanzar con algu- 
nos arbitrios, lafábrca material, y aumentando su fondo con 
un donativo de cinco mil pesos que le cedí de mis rentas, y á 
los que después agregué otros cinco mil. Si os verdad que 
aun asi no alcanzan los productos de estos principales á cu« 
brir los gastos mas ordinarios de esta obra dispendiosa, tam- 
bién lo es que, ayudados del noveno y medio de aquella in- 
tendencia, cuya suma asciendo en el día á 1,226 pesos anua- 
les, pueden soportarlos fácilmente. Aunque será indispen- 
sable separar la resolución que V. M. se dignó tomar, no por 
eso se alejó de mi pensamiento tentar otros medios condu- 
centes á su exigibilidad, antes bien tomando este asunto 
como uno de los principales fines de mi segunda visita he de- 
seado vivamente regresará la ciudad de Salta esperando que 
con mi presencia se aientarian los ánimos á un esfuerzo ca- 
paz de perfeccionar esta importante empresa. Mis enfer- 
medades no me han permitido basta ahora er»le viaje; pero 
lograda mi reparación, no lo dilataré por mas tiempo. 

Colegios. 

El ardiente celo de nuestros católicos monarcas por in 
trodueir la cultura en este nuevo mundo y hacer se formasen 
de sus naturales, ministros útiles á la rdigi'on y al Estado, no 
podía monospreeiord medio déla educación pi'»blicT, taa 



-« 40 — 

dichosamente cumplida en la institución do loscoleglos. Sñ- 
bian muy bien vuestros augustos predecesores, que estos son 
unos santuarios, en que estrechándose h)s jóvenes, con la ne- 
cesidad de tratarse mutuamente adquieren una esperiencia 
anticipada de lo que son los hombres en sociedad; que el 
choque do sus disputas desarrolla los talentos y los encami- 
na á satisfacer ti voto que formó la naturaleza, inspirándo- 
nos deseos de sal)er,y en fin, que puesta aquí la juventud, ba- 

m 

jo la dirección de maestros esclarecidos, y aprendiendo por su 
influjo la practica de las virtudes públicas adquieren las virtu- 
des su pureza primitiva, el honor su lucimiento, y las leyes su 
vigor. No en vano vemos pues, que en el año 1609 estando 
la Iglesia Catedral en Santiago se espi.üóya la real cédula pa- 
ra la fundación del colegio llamado comunmente del rey, cu- 
yo peculiar deslino es el servicio de la catedral según la men- 
te del Concilio de Trento. En su virtud quedó erigido este 
colegio con el título de Santa Catalina Virgen y Mártir, cons- 
tando de seis plazas dotadas, que a distinción de las pagadas, 
cuyas becas debian ser encarnadas, trajeron las suyas azules 
á imitación de los de Santo Toribio de Lima. El fondo asig- 
nadoá la subsistencia de esta casa fué el tres por ciento; que 
pordispcsicionps canónicas y reales, cargan los beneficios 
eclesiásticos de esta Diócesis. Pero no alcanzando este ra- 
raoá la cantidad de 2,000 pesos, dispuso S. M, por otra real 
cédula de fundación se completase esta suma. 

Reales novenos. La escasez de maestros hábiles, y aun 
mas el crédito de los jesuítas instruidos por instituto en el ar- 
te de manejar las pasiones de los jóvenes, hizo que el R. Obispo 
Fr. Fernando de Trejo, conformándose con lo que insinuaba 
la real cédula, le encomendase á su prudencia. Lacondi ion 
exigida por estos directores de no poderse mezclar en su go- 



— 41 — 

bier»o los prelados diocesanos, no era la mas á propósito 
paransegurarles su perpetuidad. En efecto, los sucesores 
del señor Trejo vieron con disgusto una disposición que de- 
rogaba sus mas sólidos derechos, y no aviniéndose los Jesuí- 
tas á esta dependencia que reclaman, eligieron el partido di» 
ceder el gobierno al clero secular. Poco después de la fun- 
dación de este colegio, erigió otro el mismo prelado en esta 
de Córdoba con el título de San Francisco Javier al que apli- 
có la renta del de Santiago obligándose á recompensársela 
de las suyas. Estuvo también al cuidado de los Jesuítas. Pa - 
rece muy pei^suasible que trasladada la Iglesia Catedral, se es- 
tinguió el de Santa Catalina virgen y mártir y suscitada lu 
competencia éntrelos prelados y los jesuítas perdió con ella 
el de San Javier este su antiguo título, y fué conocido en ade- 
lante como es al presente por el colegio de Loreto ó del Rey. 
Entonces también abolida la distinción de becas azules y en- 
carnadas, vistiendo uniformemente los alumnos de esta casa 
la del primer coloren que traen el escudo de plata con las 
armas de V. Al. No alcanzamos con que motivo se rebajó la 
dotación de las seis plazas primitivas á la cantidud de seis mil 
seiscientos pesos anuales, que no cubriendo aun el íres por 
ciento de los beneficios, los enteraba la rearHacienda. A 
mas de este ingreso tiene el eventual de ochenta pesos que 
contribuyen los colegiales que pagan y llega toda su renta 
á la cantidad de tres mil quinientos pesos. El número actual 
de estos alumnos pasa de cuarenta. 

El doctor don Ignacio Duarte y Quiros natural de esta 
ciudad, honor de su patria y del estado eclesiástico, hizo eter- 
na su memoria fundando en esta ciudad el año 1686 el famo- 
so colegio de Monserrat tan distinguido en los fastos de esti 
obispado y tan recomendable por los frutos que ha proluci- 



— 42 - 

do. Obtuvo para ello licencia del rey la que se le concedió 
por Real cédula el año anterior. Dotólo en cantidad de Irelnla 
mil pesos que importan todos sus bienes y de que hizo absolu- 
ta donación. De estos subsiste aun la Hacienda deCaroya, 
poblada de huertas, sementeras, esclavos y ganados. A es- 
pensas de estos bienes debían mantenerse seis colegiales 
acreedores á esta gracia por su pobreza, habilidad y juicio, 
pagando los demás ciento y diez cada año. 

La insignia distintiva de este colegio es una veea encar- 
nada, en que cuelga un escodo de plata, con las armas del 
rey, bajo cuyo real patronato se fundó. Estuvo bajo la di- 
rección inmediata de los jesuítas de quienes debió su mayor 
reputación, y la sostuvo con dignidad. Después de la espul^ 
sion, recayó en los regulares de San Francisco, en cuyas ma^- 
nos ha tenido muchas vicisitudes. En el dia se halla en de- 
cadencia por 1 as causas que espondré á Y. M. Por lo regular 
se' mantienen en este colegio sesenta alumnos poeo mas ó me- 
nos. Sus rentas con^slen en la contribución anual que es- 
tos hacen en razón de alimentos. Ja que por constitución es de 
ciento diez pesos, auuque en el dia se halla bastantemente re- 
bajada, yen los produotosde la Hacienda de Garoya. Tieuees- 
ta finca 12>O0O y mas cabezas de ganado vacuno, de cuya cría 
morcan cada año mas de 5,000 terneras, y se recogen cuan- 
tiosas sementeras que con los frutos de seis huertas abaste- 
cen al colegio de lo necesario. Los esclavos que sirven en 
esta casa y en la Hacienda de Garoya pasan de 200. 

Colegio de Huérfanas. 

Éntrelos establecimientos mas útiles de este Obispado 
debe contarse el colegio ó casa de niñas funda Ja en esta capí- 
tal de Córdoba con las licencias necesarias el año de 1783, 



V 

t 



> 



— 43 — 

por el R. obispo don José Antonio San Alberto. Por sus 
constituciones no debe pasar de 40 el número de sus educan - 
das, y se hallan estas plazas repartidas con proporción entre 
las siete ciudades del Obispado, Aunque la mayor parte de 
ellas las ocupan huérfanas pobres y desvalidas, hay algunas 
que teniendo facultades contribuyen con la moderada cuota 
de 30 pesos por año. Uno de los ramos de su subsistencia 
consiste en la asignación de 600 pesos pesos cargados por mi- 
tad entre la mitra de este obispado y el ramo general de va- 
cantes, pero aunque la Real cédula de aprobación le asigna 
otro tanto mas, siendo estoen suposición de existir otro co- 
legio de huérfanos que nunca tuvo efecto, quedó reducida la 
pensión á la cantidad espresada. No bastando estos arbitrios 
á su completa dotación, y deseando su piadoso fundador re- 
cubar los resultandos de este capital inconveniente, tuvo la ge- 
nerosidad de hacerle un donativo de doce mil pesos, que ase- 
gurados sobre fincas raic*ís le producen el rédito del 5 por 
ciento. L<»s felices efectos de que ya se aprovecha el estado 
por medio de esta institución merecían un testimonio dot 
aprecio con que la miró. Creo haberme desembarazado de 
este empeño comprando a beneficio de esta casa en cantidad 
de seis mil pesos, unos molinos de agua ventajosamente si- 
tuados, cuyos productos asegurándole el paso, han remedia- 
do en lo posible las comunes necesidades de que s«n no es- 
taba á cubierto. Él gobierno interior de este colegio síc ha- 
lla en las manos de djce beatas de las que preside wna en ca- 
lidad de Rectora, ejerciendo las demás los ministerios de la 
enseñanza, y los oficios de la economía doméstica. En todo 
está sujeta á la jurisdicción episcopal. 



_ 44 — 

Universidad. 

Por gran dicha de este Obispado se fundó en esta capital 
una universidad que ha sido la causa mas sólida de su adelan- 
tamiento, el único refugio de las provincias circunvecinas, y 
uno de los monumentos que han ^ado no poca celebridad á 
este reino. Debió su origen al inmortal celo del R. obispo 
don fr. Fernando Trejo y Sanabria, quien con un desprendi- 
miento verdaderamente apostólico consagró lodos sus bienes 
á este piadoso objeto. Aunque esta cesión fué reservada, 
por disposición suya para después de susdias, verificó antes 
de su muerte á favor de los jesuítas una donación de 40,000 
ps. que debian ser la dote de estos esludios. Con este ausílio 
se dio principio ala eriseñanza déla juventud, abriendo en 
1613, escuelas de latinidad, artes y teología. Pero hasta el de 
1622, no tuvieron el sello de la autoridad pública. Los papas 
GregorioXV yürbano YUI y los señores royes don Felipe III y 
IV le franquearon sucesivamente sus licencias hasta elevarlas 

al orden de Universidad en que fuese permitido recibir la 
condecoración de grados académicos en las facultades de ar- 
tes y teología. Por novísima Real cédula de 1795 aprobó la 
del derecho civil introducida cuatro años antes con licencia 
de vuestro vireyde Buenos Aires, concediendo V. M. su real 
beneplácito para que puedan conferirse los grados de bachi- 
ller y de doctor. Las cátedras erigidas para esta enseñanza 
pública son diez, es á saber: la Sagrada Escritura, la de Dog- 
mática, la de Escolástica, la de Cánones, la de Moral, dos de 
instituía civil con una Pasantía de esta facultad y dos de artes. 
Hay ademas dos escuelas de latinidad y una numerosa de pri* 
meras letras. 

En la donación del R. obispo Trejo no pudo compren- 



-• 48 — 

derse el estudio del derecho civil, y por lo mismo solo (uvic- 
ron acción á este beneficio, las demás facultades de que se ba 
hecho mención. El total déla cantidad á que ascendía, lo 
percibieron los Regulares de la estinguida Compañia, & cuyo 
efecto corrieron los estudios hasta el tiempo de la espatria- 
cion. Con este suceso quedaron confundidos los derechos 
en el globo de temporalidades. Instaurada demanda por la 
universidad, solo pudo recuperar 20,000 pesos de los 40,000 
que hacian la donación, siguiéndose espediente sobre el todó^ 
cuya resolución pende ante vuestro Consejo de Indias. A los 
antiguos preceptores precedieron con derecho esclusivo inte- 
rinamente por vuestro gobernador de Buenos Aires los Re- 
culares de San Francisco en cuya posición precaria se han 
mantenido hasta el presente^ contra las intenciones de V. M. 
y en notable perjuicio del clero y del bien público como es- 
pondré con mas estension en otro lugar de este informe. En 
esta virtud son dichos regulares los únicos que gozan los 
frutos de los indicados veinte y un mil pesos, que puestos á 
réditos producen un cinco por ciento. Sobre estos réditos 
gozan los maestros y catedráticos las asignincioiies siguieD|es. 
El de escritura y el de prima i50 pesos, el de vísperas 125, 
el de moral 120, el de cañones 115, los dos de artes 100 ea- 
dauno, los de latinidad y bellas letras GO respectivamente. 

Para la dotación del derecho civil se meditaron arbitrios 
faltos de equidad cuyos efectos siente de lleno la facultad dó 
teología, quien á espensasde sus intereses mas bien adquiri- 
dos la sostiene apesar suyo. Tendré lugar adelante de d«^s- 
cubrir áV. M. el origen de este procedimiento tan estraño; 
pero ahora bástame decir, que á beneficio de estos arbürios 
tiene la primera cátedra de instítuta los 500 pesos anuales; 
la segunda 200 y la pasante otroa tantos. 



— 46 — 

Asistencia de los canónigos al coro. 

Vanada en mucha parte la antigua disciplina á cerca de 
las obligaciones originarias de los cabildos eclesiásticos, ha 
venido á ser la asistencia de los canónigos al coro la princi- 
pal obligación de su ministerio. Cumplen los prevendados 
y demás á qu ienes toca con esta obligación. Además de to- 
das las horas canónicas que constantemente se rezan ó se 
cantan en esta catedral según la solemnidad del rezo, se dice 
también misa capitular ó conventual. Esta debía ser siem- 
pre cantada, pero siendo muy escasa la renta de los Diáconos,, 
que por no haber en esta iglesia racioneros ó medios racio- 
neros son clérigos particulares, ha sido precioso na gravarlos 
sino los j nevos y dias festivos, resultando de aquí que por 
falta de ministros solo en estos es cantada y en los demás re- 
sada aplicada por el pueblo. 

Por la erección de esta iglesia y leyes del reino deben 
celebrarse á mas de esta misa, otras tres en el primer lunes, 
viernes y sábado de cada mes aplicándose la primera por las 
¿nimas del Purgatorio; la segunda en sufragio de los señores 
reyes don Carlos V y don Felipe II y sus sucesores ya difun- 
tos, y la tercera en honor de la soberana Virgen María, por 
la salud del monarca reinante. El corto número de capi- 
tulares que como se ha dicho, no pasan de cinco, díó mérito 
para que sp declarase en el segundo Sínodo de este obispado,, 
que si en la semana había misa de obligación por sus raages- 
lades ó por las ánimas del Purgatorio, se complia con la ca- 
pitular aplicándose^ estas intenciones. 

Por varios decretos pontificios?, y en especial, parla San- 
tidad de Paulo V, está mandado que los conventos de regula- 
res, en que no se hallan á lo menos ocho religiosos de conti- 
nua y precisa asistencia, están sujetos á la jurisdicción del 



— 47 - 

obispo, no solo en visita, sino también fuera de ella. Aquel 
«spíritu de insubordinación á la potestad nata de los obispos 
que desde el Concilio de San León ha hecho buscará los regu- 
lares esceptiones odiosas con que constituir una especie de 
nueva gerarquía, no fué menos activo paraeludir la fuerza de 
esta constitución pontiflcia. Dos Breves de Clemente XI y 
de Clemente XK vinieron en ausilio de sus pretensiones; de- 
rogando el derecho de Paulo V. Apesar de esto la corte, 
siempre invariable en sus principios k) sostuvo, y por Real 
cédula de 1739 en que se renovaron otras anteriores se man- 
dó su inviolable ejecución. En real decreto de i 786 man- 
dó vuestro augusto padre quedasen suprimidos los conventos 
de Mercedarios en que no hubiesen ocho religiosos, y aunque 
otra real orden del año posterior suspendió su cumplimiento 
entre tanto los prelados diocesanos informaron sobre las 
ventajas ó perjuicios de la supresión, siendo esto referente a 
lasóla orden de mercedarios, es fuera de duda que en cuanto 
á las demás quedaron en todo su vigor y fuerza los decretos 
pontificios y cédulas reales de que se ha hecho mención. Na- 
da seria mas conveniente á este obispado como el que por 
este medio so minorasen los conventos de regulares (de cual- 
quiera orden que sean) que una devoción indiscreta introdujo 
en algunas ciudades. No pretendo recordar á V. M. los gran- 
des motivos que ban erigido en máxima fundamental del Es- 
tado noadmitir mas número de religiosos, que los que per- 
mite su constitución. Es cierto queen fuerza de este princi^ 
pió deberían quitarse en mayoría de razón los conventos que 
tuviesen ocho religiosos, ó pasasen de este númeao, porque 
esto mismo los hace menos soportables; pero como para la 
extinción premeditada parece, que no tanto se tiene presente 
este gravamen délos pueblos cuánto la inobservancia de la 



— 48 — 

disciplina claustral, solo he creído de raí obligación indicar 
que con este principio fundamental concurre lambien aquel. 
Hablando también de las ciudades de «este Obispado ya deja, 
nios dicho que la de Santiago del Estero consta solo de 4,025 
almas, y que apesar de esto hay en ella tres conventos. I^ 
do Rioja de 5,651 con otras tantas casas religiosas. La de' 
Tucuman 4,550 con igual número de ellas á las que se les agre- 
ga un hospicio. Para la subsistencia de estas casas no hay 
que buscar otros fondos que las manos de los fieles: porque, 
ó no ios tienen, ó son de tan escaso ingreso, que no pueden 
sufragar el gasto que ellas exigen. Juzgue V. M. si será justo 
que 5,600 individuos, á quienes nada sobra, mantengan ^res 
conventos á quienes todo les falta. La mendicidad en e;Btas 
circunstancias viene á ser una especie de coacción, porque 
dirigiéndose á [iocos, yesos necesitados, es mas de presumir 
influya menos en la limosna la caridad, que la importunidad 
del ruego, el respeto del hábito, y la industria de la persona. 
Así puntualmente sucede por lo general. No encontran4o los 
religiosos en los conventos ausilios á sus necesidadeis, se es- 
tienden parios pueblos y los hostigan sin medida, al paso que 
no puede ser muy fructuosa una modesta y modera- 
da solieí tilden t re quienes llevan como ellos con trabajo el 
yugo de la indigencia, procuran con rebajado su estado cap- 
tar las voluntades por medio de la llaneza ineircunspecta, la 
d¡re<;ciqn de conciencias, y algunas veces el manejo de lo 
temporal. Aun esto no es bastante. Las funciones mas 
augustas del sacerdocio han sido preciso vengan á ser materia 
de la negociación, y que sobre los altares se viesen por inte- 
rés unos dones que solo debió poner la caridad. 

Quien puede negar que esto ha contribuido á que gene- 
ralmente se digan oprobios de la Religión, que las misas son 



— 49 — 

el arto de ganar el pan . Lo cierto es que no hay cosa por vil 
y despreciable que sea, que á cambio do sacrificios no tengo 
pronta yespedita salida. Ellos se ofrecen de un modo tan 
liberal, que aun se hace sospechoso su cumplimiento. Alo 
menos ya llega el caso que no pudiendo una comunidad des- 
cargarse del crecido número de misas á que se halla obliga- 
da, obtuvo un rescripto déla corte Romana para que con una 
sola quedara el débito chancelado. La raiz de estos y otros 
muchos males, no es otra que la multiplicidad de conventos 
en lugares que no los sufren. Es cierto que casi todos los 
que se han indicado en esta parte del informe no tienen los 
ocho conventuales, que piden las reales cédulas: pero siendo 
bastantes los que hay en ellos para causar los referidos ma- 
les, esta circunstancia no hace mas que añadir un nuevo de- 
sorden. 

De las monjas. 

Ya queda asentado en otra parte que en este obispado so- 
lo hay dos monasterios de monjas establecidos en esta capi- 
tal, el uno de Dominicas y el otro de Carmelitas descalzas. 
Aunque ambos sujetos á la jurisdicción ordinaria, la diversi- 
dad de conducta religiosa que se echa de ver entre ellos, pide 
hablar con separación* Rara es la institución humana que 
tarde ó temprano no decaiga de aquel «'spiritu que la animó 
en sus principios. De este tributo general que paga la flaque- 
za de nuestra condición, no ha estado exento el Monasterio 
de las Dominicas. Hace muchos años que se mitigó aquel 
austero espíritu que en nada sabe condescender con las pa* 
siones y que es tan necesario para mantener en vigor una 
constitución que se dirijo al beneficio ó veucimiento de ellas. 
En^ el mismo origen de este establecimiento es necesario bus- 



- 50 — 

car la semilla de su desarreglo. Un celo precipitado á que 
cooperó de muy buena fé el R. Obispo Trejo, con tal de ver 
cuanto antes asegurado su logro, hizo que bajo de una misma 
profesión se concillasen dos institutos diversos. A falta de 
una regla aprobada de la gloriosa santa Catalina de Sena, cu- 
yo espíritu y vocación se intentaba seguir, eligieron el medio 
de que se profesase el de santa Teresa de Jesús con alguna 
corta supresión de estatutos a que se subrogaron otros de 
Jesuítas. Este accidente no embarazó a los principios el 
fruto tan deseado: porque como todos los institutos aproba- 
dos son unos en el fondo; y el Señor no sujeta sus consejosal 
rigor de las fórmulas, sino a la disposición del sentimiento 
ni tiene otra medida de sus gracias, que nuestra correspon- 
dencia; era consiguiente saliese al encuentro de estas esposas 
fieles por cualquier camino que lo buscasen. En efecto, en 
los primeros años fué este monasterio un lugar de paz, de 
fervor y de edificación, en que el Señor derramó á manos lle- 
nas sus misericordias. Con todo, la intención de seguir un 
instituto con la profesión de otra regla, era una levadura que 
fermentaba en secreto, y habia de manifestarse á su tiempo. 
Este era aquel en que el fervor empezase á mitigarse. En los 
primeros momentos de tibieza, entró la duda sobre el valor 
de la profesión; duda, que acojida 5)or el tedio, concebida 
de una vida austera y fomentada por una odiosa rivalidad de 
los Dominicos contra los Jesuítas» introdujo en fin la relaja- 
ción y el desorden. Paulo V declaró válida la profesión; pe- 
ro no restituyó los ánimos á su antigua tranquilidad. Gre- 
gorio XY les comunicó todos los indultos, privilegios y gra- 
cias que gozan los monasterios de la orden dominica; pero 
dejando á las monjas bajo la orden profesada no satisfizo sus 
deseos de pasar á la de su propio instituto^ ni hizo renacer 



— SI - 

el primitivo fervor. En fio, Urbano VIH condescendió en la 
subrogación de la regla, pero aunque calmólas inquietadesy 
dejó en pié aquella mayor dificultad que siempre ha de ha- 
cer gustar las delicias espirituales, á quien llegó una vez á 
ponerse de su partido. Lo cierto es que desde entonces no ha 
vuelto ese monasterio á aquel estado floreciente en que la his- 
toria lo pinta. Aunque es verdad que de los tres votos en 
que consiste la esencia de la profesión religiosa, los de obe- 
diencia y castidad se observan con la mas escrupulosa exacti- 
tud, también lo es que el de pobreza no está en aquel grado 
de perfección incompatible con los derechos de mxo y iuyOj 
que introducen los peculios. Para salvar este concepto no es 
preciso que tomemos las voces en todo el rigor de la espresion, 
ni es este nuestro ánimo, pues confesando de buena fe que la 
relajación de este voto no ha llegado á hacer propietarias^ 
solo queremos decir que ha dado lugar á ese uso peculiar de 
muchas cosas, que como dice San Agustín, está muy vecino 
cuando menos á la propiedad de afecto. Así \ es forzoso su- 
cediese, desde que la religión se desvió de su antigua exacti- 
tud, y se abolió en gran parte el estatuto fundamental de la 
vida común. Ya seria tolerable este desorden, sino fuese 
origen fecundo de otros muchos. Dionisio Carturiano ha- 
cia descender de él todos los males, y yo con respecto á la 
comunidad de que se trata, veo con dolor ser la causa de que 
no floresca su disciplina monástica. 

El R. Obispo don Fr. JManael Aladillana, acometió la era- 
presa de establecer en ella la vida común; y desde luego fue- 
ron muy felices sus primeros pasos, pero el tiempo la desva- 
rató, y entraron las cosas al estado en que se hallaban . Una 
porción de almas felices, timoratas y amantes de la perfec- 
ción susipiran por este deseado beneficio que tanto contribuye 



— S2 — 

«1 logro de su vocación; pero otra, roas por un capricho for^ 

fificado por la costumbre, y por corrupción de corazón, lo 

resiste. Ya hubiera yo hecho inclinar la balanza á favor de 

la mayor parcialidad, si las rentas del Monasterio se hallasen 

en un piécapaz de soportarla. Para lograrlo ha sido preciso 

tiempo, paciencia, y diligencia, recuperados por muchos me- 
dios los principales, casi pprdidos, cálculos que ya estamos en 

el caso de poderse introducir la vida común. Este es uno de 
ios asuntos que mas ocupa mi atención, y el que fiado en la 
misericordia de Dios, espero concluir con felicidad; pero co- 
mo diré á y. H. en el lugar que corresponda no es posible 
en el dia contar sobre este fondo para la consecución de este 
designio. El arbitrio de no admitir mas religiosas que las 
que pueden mantener las rentas de la casa, tan sabiamente 
prevenido por el Tridentino, no es muy adoptable en las cir* 
cunstancias de este Obispado; donde no habiendo para todo 
él, y otras provincias vecinas, mas Monasterios que los dos 
de esta capital, cualquiera limitación redundaría en perjuicio 
de muchas almas, que quieren poner en salvo su salud al 
abrigo de estos Puertos. 

Aunque la práctica de admitir en los monasterios, niñas 
educandas, es muy antigua en la Iglesia como lo hace ver el 
Papa Benedicto XIV en la instrucción 29, no puede dejar de ser 
muy perturvatiba del buen orden sino se ejecuta con pruden- 
cia. Díctale esta que viviesen en habitación separada del 
resto déla comunidad, y ala dirección de una maestra, que 
presidiese á su enseñanza. La falta de este arreglo es una 
de las causas que han influido no poco en la inobservancia de 
las constitucienes de este monasterio. Puestas las niñas 
que han entrado, al cuidado de las Religiosas particulares, 
han sido ocasión deque se distraigan sus atenciones, y se al- 



— 53 — 

tere mas de una vez la tranquilidad de los ánimos. Este de- 
fcelo se halla remediado, desde que erigido el colegio de ni- 
ñas huérfanas es muy rara la antrada de estas educandas. 

El dote que se paga en estos monasterios al ingreso de 
cada religiosa no es de la misma cuantía. En el de Domini- 
cos, asciende al dedos mil y quinientos pesos, y en el de Car- 
melitas al de dos mil. La causa de esta diversidad parece no 
ser otra que,siendo mucho menor el número de estas últimas, 
era forzoso dar algún mayor aumento á la dote, para 
que fuese suficiente el fondo de subsistencia. Ellas se 
pagan puntuíümente y sin esta circunstancia no síria ase- 
quible su recepción. Por estatuto y por máxima acreditada 
de la esperiencia nunca se echa mano de los principales 
pi^ra el sustento de la comunidad, y debiendo estos salir do 
sus réditos, lo arraigan sobre fincas de particulares que los 
toman con el interés corriente de un 5 p.§ alano ó se cons- 
truyen edificios rentables en suelos del Monasterio. El esta- 
do en que actualmente se encuentran estas rentas pone muy 
distante de que sea simoniaco el gercibo de las dotes, aun 
cuando debiese prevalecer la opinión de que los Monasterios 
opulentos no pueden en este vicio recibirlas. El desarreglado 
manejo con que se han administrado en lo antiguo, aceleró 
casi su total ruina. Hasta el auo nc 1756 llevaba perdido el 
^ Monasterio de Dominicas 2300 pesos y el de Carmelitas á 
proporción de sus haberes, llegó tiempo en que las necesida- 
des tocaron sus estremos; y se vio este último en la precisión 
de desnudar sus imágenes para vestir su comunidad. Esta 
esperiencia funesta hizo buscar las causas del menoscabo, y 
avivó el deseo de corregirlas. Consistían estas en la mala 
vei-sacion de los Síndicos ó Ecónomos, que siendo por lo co- 
mún gentes fallidas, aspiraban á este empleo para salvar sus 



— 54 — 

quiebras á espensasde estos intereses : en la poca seguridad 
de los arraigos, ó por que las fincas no eran de \alor cor- 
respondiente á los principales impuestos, ó porque se halla- 
ban gravadas con réditos anteriores-y de mayor prelacion,* y 
por fin con el descuido con que las Preladas y Prelados mi- 
raron este ramo tan esencial de un gobierno. En tiempo de 
mi predecesor el R. Obispo don José Antonio de San Alberto 
empezó el nuevo sistema de administración en que se toma ron 
las medidas convenientes para atajar este daño, el tiempo y 
la ocacion han descubierto otros de que aprovechándome 
oportunamente ha venido á perfeccionarse este plan. Sus 
réditos son los que en el dia tienen el Monasterio de Domi- 
nicas, cien mil ciento veinte y cinco pesos puestos á censo; 
cuyos réditos ascienden anualmente á la cantidad de cinco mil 
y seis pesos, y el de Carmelitas á cincuenta mil trescientos 
ochenta con el rédito de dos mil quinientos nueve pesos, que 
así estos principales como sus intereses, tienen todas las segu- 
ridades de que son suscepcibles por su naturaleza, y que mane- 
jados porraanos fieles, activas é interesadas en su conserva- 
don y aumento, las comunidades se ven mucho mejor asistí* 
das, y tienen una fundada esperanza de que esta preciosa ad- 
ministración cubrirá las quiebras de la antigua. 

Seminario. 

Aunque este capítulo de la instrucción solo se contrae al 
Seminario conciliar, la analogía de las materias y el deseo de 
no incidir en fastidiosas repeticiones me estimulan á tratar 
también en él, délo que concierne á esta Real Universidad y 
al Colegio Acadéínico de Monserrat que omití en el capítu- 
lo 1^. En este íugar espuse á V. M. que esta Universidad de 
Córdoba fué establecida en el Colegio Máximo que tuvieron los 



— ss - 

Jesuítas; á quienes por la intención de su piadosísimo fundado^ 

le fué encomendada no solo la enseñanza pública, sino también 
todo el régimen y gobierno desús aulas. Los catedráticos eran 
Jesuitasy el Rectordel Colejio Máximo,lo era también déla 
üniveridad. Ilabian corrido pocos años de su apertura, que re- 
gresando este ilustre Prelado de la ciudad de Santiago del 
Estero con el ün de dar los primeros hábitos á las monjas del 
monasterio de Dominicas, tuvo la sólida corap'acencia de ver 
estos estudios en el pié que prometía sostener una fábrica 
muy elevada. La celebridad á que llegaron hasta el tiempo 
de laespuision es el mejor garante de sus sabias constitucio- 
nes, y del tesón infatigable con que estos hombres memora- 
bles desempeñaron su confianza. Un|muluo, rígido y apurado 
trabajo, que teniendo siempre en ejercicio las facultades inte- 
lectuales no daba al ocio mas lugar que el preciso para res- 
tablecer su vigor, fué el que desde luego se adoptó. A be- 
neficio suyo, y de su observancia austera contra la cual ja- 
más pudo prevalecer el favor, el respeto, ni el fuego, hicieron 
un progreso tan rápido, que llamó la concurrencia hasta de 
las partes mas remotas del reino. A nadie engañaron sus 
esperanzas. Llenos de esa noble emulación que es el prin- 
cipio mas activo de los grandes esfuerzos, y que sabia cultivar 
diestramente la habilidad de los maestros, adquirieron todos 
los conocimientos útiles de que es capaz la juventud, y per- 
mitían las luces del tiempo. La instrucción del clero secu- 
lar de que debían salir los pastores y conductores de los pue- 
blos era sin duda el principal objeto de esta enseñanza; y de 
aquí esquela latinidad, la fiiosofia, la teología, la moral y los 
cánones, formaban todo el curso de estas tareas literarias. 
Tan peculiar de este clero se reputaba este estudio, que para 
obtener los grados académicos, debía preceder juramento de 



— 56 ~ 

solicitar las órdenes, y en el raisoio hecho de seguir cualquier 
otro instituto, se le consideraba tscluido de este gremio. A 
este estudio público, ayudado de tan poderoso estimulo, de- 
bió no solo esta iglesia del Tucuman, sino también sus cir- 
cunvecinas, un copioso número de sacerdotes hábiles, ins- 
truidos, virtuosos, y capaces de ejercer con dignidad las fun-^ 
eiones de su cargo. Es preciso confesar que aplaudiendo es- 
ta academia-, no pretendo que en su método y ejercicios siem- 
pre ganase la verdad. Sé muy bien que ella tuvo su naci- 
miento en uno de los periodos en que el mal gusto, el Peri- 
paso y la Escolástica, entretenían los ingenios con disputas 
vanas y sobre palabras vacías de sentido. Pero vicio fué ge- 
neral á. todas las escuelas; desde que los hombres perdieron 
la senda de la verdad, y dejaron de respetar los derechos d« 
la razón. Cuando ellas se fastidiaron de sutilezas, y distin- 
ciooes impertinentes, igualmente para defender el pro y el 
contra; y cuando también se cansaron de buscar inútilmente 
el porque de los misterios que para humillar nuestra razón 
escondió Dios en lo mas oculto de sus consejos, entonces se 
llegó la vez áesta Universidad bajo aquellos preceptores para 
reformar su enseñanza en cuanto lo permitían los estatutos 
de la Compañía, y eonvei:tir la aplicación á cosas mucho mas 
ventajosas, como eran el estudio de la naturaleza, el cono- 
cimiento del dogma y la noticia de la disciplina. Seis ó siete 
años antes de la espulsion salieron ya cursos y materias, que 
no desdeñarla el. buen gusto. 

Por esta época recayó su gobierno juntamente como la 
enseñanza en la religión de San Francisco, no porque estas 
fueran las intenciones del rey, sino porque un orden de suce- 
sos, aunque contrarios á la causa del clero, ha favorecido 
hasta aquí las intenciones de esta orden. En efecto, persua. 



— S7 — 

dido nuestro augusto Padre, que nada era mas conveniente» 
como que el clero secular entrase en posesión de sus dere« 
ehos originarios, y adquiriendo luces fuese un firme apoyo 
de la monarquía, apenas hubo espelido de sus dominios á 
los jesuítas, cuando mandó, que el cl^ro secutarlos reempla- 
zase en las cátedras y puestos que ocupaban en las universi- 
dades y colegios. Estas reales órdenes se comunicaron al go- 
bierno de Buenos Aires don Francisco Bucareli, quizá á tiem- 
po, que por un remedio pronto babia echado mano de los re- 
gulares de San Francisco. Gobernaba esta Diócesis á la sa- 
zón tel reverendo obispo don fr. Manuel Azadilluna, monje 
premostratense y declarado de los ^esuilas. Su impulso, y 
otras maniobras subterráneas hicieron temer al gobierno 
consecuencias perniciosas de confiar esta universidad á los 
que hablan mandado su doctrina. Esto bastó para embara- 
zar el cumplimiento de dichas reales órdenes* Sucedió ert 
esta silla episcopal el reverendo don Juan Manuel Moscoso, y 
promovió con empeñólos intereses de su clero hasta obtener 
de vuestro augusto padre una rí^al orden en 1777 para que 
con total esclusion de los regulares se le entregase esta uni- 
versidad. Apesar de esto, las inteligencias secretas de los 
regulares, pudieron mas en el ánimo de vuestros vireyes de 
Buenos Aires, quienes en o;)osicion de las mas bien fundadas 
quejas del clero, y lo que es mas, del beneficio público, los 
continuaron en su posesión precaria á pretestos de no haber 
fondos para la dotación de las cátedras. Claro está que este 
fué un motivo imaginario, pero casi al mismo tiempo apare- 
cieron dotadas esas mismas cátedras para el cuerpo favoreci- 
do de regulares, y no fué imposible encontrar fondos para 
dotar después la de instituía con la misma substancia del 

clero, 

5 



h 






— 58 — 

No es pequeña gloria de este gremio^ que invontándiíse 
tantos raolivos íalsos para justificar su eschision áe haya res- 
petado su suficiencia actual, y no se haya puesto en duda, si 
confijndole la enseñanza gana algo la causa pública. Esta 
hubiera sido una cuestinn que apenas merecería respuesla. 
Es cosa indubitable que este clero auineutaria con la univer- 
sidad el caudal de sus conocimientos, y que habría en él mu- 
chos mas hombres de letras, al paso que sin ella, concluía la 
carrera de sus estudios y debe ser lánguida su aplicación. So- 
bre este principio resaltan ya los intereses del público. Las 
ciencias son benéficas al Estado: por consiguiente cuanta 
mas sea la instrucción de los que tienen un influjo directo 

' en la sociedad, tanto será mayor su beneficio. Los de este 
influjo directo son seguramente los individuos del clero, no 
los regulares, cuyo oficio^ dice San Gerónimo, no es en$eñar 
sino llorar. 

Apesar de todo, los regularos de San Francisco se apo- 
deraron de todo lo que pertenece á la universidad, y desde 
que entr6 en sus manos ha sido tan varia su suerte como el 
carácter los que la han gobernado. En los primeros añas 
d6 su período fueron tales sus descuides que estuvo un 
dedo distante de su ruina: en los meses siguientes del recto- 
rado de Barrien tos hasta su retirada subió á un grado de 
prosperidad que pudo comp^^tir con sus dias mas brillantes: 
después acá ha ido cayendo por grados hasta llegará un re- 

' vés en que sise mantiene esa fuerza de cordiales. Apenas 
hay estatuto que no se haya variado, sus honores académicos 
ya no son siempre prueba del mérito; sino muchas veces del 
favor. Sus rentas son ciertas en la entibada, menos en la 
distribución, en fin á su nombradla va no le basta todo el fa- 
vor de la prescripción. OfA todo, debemos confosar que aun 



en lodo este tiempo ba tcHÍdí) esta universidad catedráticos 
muy beneméritos; á cuya enseñan/a le son deudores de su 
aprovechamiento, un no pequeño número de jóvenes hábiles, 
instruidos y dignos de competir con los antiguos. 

La agregación del estudio de leyes, creyó que le daba á 
«sta universidad un nuevo ser mus glorioso que el antiguo; 
pero ha sucedido loconlraria Esta agregación ha sido una 
<le las causas de su otrazo. I.a- novedad de este estudio, el 
nuciente de poder concluir una carrera mucho mas laborio- 
sa, y la esperanza de poder conseguir por este medio una for- 
tuna brílbnte, y acomodada al genio de la juventud, arras « 
tro una gran parte á sus aulas con menoscabo de las de teo*. 
lagía. Hdsti aquí no era mayor el perjuicio de la universi- 
dad; pero lo fué muy grande cuando se vio que esa misma ju- 
ventud ó desf»speradade su aprovechamiento ó. mejor adver- 
tida de que era ilusorio el bien a que se aspiraba en algunos 
lugares, donde apenas se puede sostener m\ Ic^rado^ se malo- 
gró su instrucción por el abandono que hizo de cUa« No son 
tan pocos los que han obtenido el grado de bachiller, pero 
es muy raro el que no haya desertado al comercio como pro- 
fesión masa propósito para la subsistencia de las familias. 
Esta es|K^riencia ha puesto en tal descrédito la institu^ia que 
en todo osle {.resente año y el pasado, a¡^enas han sido dos 
ó tres los estudiantes cursantes de esta facultad. Pero no 
es esía la única causa de este mah £1 mtmstruoso desgreño 
en que se halla este estudio de esta noble facultad también ha 
contribuido á infundir este desaliento. Seria cosa muy pe- 
sada referir en menudo detalle los defectos de esta enseñan- 
7,a» todo esta comprendido diciéndose, que se procede en ella 
sin mas orden ni método, asignación de autores y calidad de 
ejercicios, que el que abiertamente quiere el rector y cato- 



- 60 — 

dráiicos, según la matricula de este presente año, asciende 
el número de estudiantes de esta universidad en todas facul- 
tades á 181, que divididos en sus clases son como se siguen: 
Pasantes 15, teólogos 51, filósofos 41, juristas 9, gramáti- 
eos 67. 

Monserrate. 

Este colegio se encomendó desde su nacimiento á los je- 
suítas; y todo el tiempo que lo gobernaron correspondió per- 
fectamente para lo que fué instituido. Todo lo que la pru- 
dencia puede dictar á favor de la l/uena educación fué com- 
prendido en los estatutos de esta casa. Sus miras princi- 
pales se dirigiím á preservar el corazón de los vicios, y el 
entendimiento de los errores. Para conseguir el logro de* 
estos importantes fines en unos jóvenes que sin el socorro de 
la dirección, se abren fácilmente á todo loque alhaga las pa- 
siones, y adaptan con gusto las ideas de una felicidad facticia, 
se procuró siempre fomentar el broto de las virtudes y el de 
sofocar el de sus vicios. Aquellos se pusieron en sumo apre- 
cio por todo lo que les podia bacer valer una recompensa 
honesta, y estos en vilipendio por lo que la infancia puede re- 
traer una alma noble. 

Nada se omitió para fortificar con instrucciones y ad- 
vertencias diarias esa conciencia que siendo un principio 
innato de justicia, debia darles un cabal discernimiento en- 
tre las buenas y malas acciones. No se anhelaba tanto á que 
adquiriesen como cimientos de virtudes, cuanto á que supie- 
sen practicarlas. Eran continuos esos ejercicios, que ha- 
ciéndoseles familiares debian producir.esos hábitos que tan- 
to facilitan su ejecución. Nunca podian causar estragos la 
seducción y el mal ejemplo, asi interior como esterior, lo 



. »'.».i-j — 




— 61 — 

Mño se precavía cortando la comunicación familiar, de los 
grandes con los chicos, y espulsando á los incorregibles^ los 
otro prohibiendo las evasiones en el colegio por cualquiera 
causa que fuese, y aun la entrada de los de afuera. Al mismo 
nivel caminaba el cultivo del entendimiento. La dulzura en 
los maestros, la afabilidad, la paciencia, debían mas fuena 
ala autoridad que la que podían darle los castigos mas seve- 
ros. Sabían estos maestres esclarecidos que el amor y la 
religión eran las dos grandes bases de los estados, y que edu- 
cando á los que debían formar las costumbres públicas, nada 
conducía tanto como valerse de los medios que engendran 
virtudes religiosas y sociales y no de los que acostumbran una 
larga certidumbre que sujetando los cuerpos pueden dejar re- 
velar el corazón. No quiero decir por esto que las penas 
aflictivas y moderadas no tuvieran tugaren este sistema de 
educación^ pero sí, que según sus principios, era la mayor 
de todas el pesar que quedaba de haberlas merecido. 

De lo que pertenece á este pueblo. 

Las leyes y la religión son las fuentes principales de don* 
de nacen las costumbres púl)licas. Por este principio las de 
este obispado como las demás de todo el reino, debían ser 
las mas ajustadas á la razón, las mas bcnéfícas á la saciedad, 
y las mas dignas á los ojos de Dios. Pero como estas dos 
grandes causas en tanto influyen sobre las costumbres, en 
cuanto son manejadas por aquellos á quienes se confia su 
ejecución, bajo unas leyes rectas y una religión santa, pue- 
den los vicios mantenerse en su vigor. La serie de las coa- 
cumbres de estas provincias, tiene sus épocas, que es nece- 
sario distinguir, para comprender mejor su estado actual, 
respecto á que los sucesos de un siglo preparan los del veni- 



— 62 — 

dero. Kn los primeros tiempos de sa conquista, y ann raa* 
allá, presentan un teatro bien humillante, que acredita aque- 
lla verdad. Las leyes perdieron su fuerza en la larga dis- 
tancia que divide los mundos y cedieron su plaza á la volun- 
tad de unos conquisladores irritados con todo el furor de las 
pasiones. Las injusticias, las venganzas, las violencias, Ib 
kscivia, era forzoso inundaran la tierra habitada de tmos 
hombres que caminaban asólas con su naturaleza. Desde 
eJ gobernador Francisco Aguirre empezaron las encomiendas 
de los indios y con ellas la tiranía. La insaciable sed de ri- 
quezas soft)ca en J(ks encomenderos todo sentimiento de com- 
pasión, y se violaron para con los indios los derechos mas 
re$peü)bles de ia humanidad. En estas pri)vincias no habia 
oro; ^ pero un lujo de fecundidad las hacia codiciables. Sus 
n^ttarales lo despreciaban; porque unos salvajes siempre tie- 
nen pocas necesidades, y contentos con satisfacerlas, miran 
con indiferencia !o ntil y lo superfluo; los nuevos dueños 
pretendieron suplir la falti de oro, con las riquezas del ter- 
reno. Para lograrlo suplieron los brazos de los indios po- 
niéndolos en la dura contribución de saciar la avaricia ajena, 
d« sacar con su sudor 1» mismo que despreciaban, y de pa- 
gar G(m sil esclavitud la ingrata fertilidad de su patria. El 
gobernador don Gonzalo Abren tiró á cortar el curso de es- 
tos males, pero obligado de la necesidad dejó en sus orde- 
mioiías muchos de ellos* EicMolico celo de Felipe II bien 
pudo mirar con indignación estos ultrajes de Inhumanidad, 
pero no tuvo ia entera complacencia de quitarlos fie la vista 
(te 88 reinado. 

La religión de süyo era un poderoso medio para refor^ 
mar las costumbres, ella no alcanza donde no penetran las 
kifcs. Con todo, en el estado en queso hallaba no ppdia 



— 65 — 

«ervir de mucho ausilio por la penaría de sus ministros. 
Pasando ó gobernar este Obispado ol reverendo obispo don 
fr. Gerónimo de Albornoz Invo orden de traer provistas las 
sillas de so iglesia en religiosos de sn orden, y hasta el año 
de 1386 apenas se encontraba en toda su vasta estension cin- 
co ó seis sacerdotes seculares y algunos pocos religiosos. No 
era á la verdad suficiente este número para avivarlos gritos 
de esa conciencia que atormentando al hombre culpable, de- 
Ja en el gusto una secreta consolación; y aun mucho menos 
para esforzar entre una multitud de infieles la voz casi estin- 
guida de la naturaleza que debia distinguirles su criador. La 
ignorancia era estremosa en todas las clases y á su abrigo 
debieron necesariamente atrineherarse todos h»s vicios. 

Vuestros augustos progrenitores siempre sensibles á es- 
tos desastres y caminando constantemente ante los pasos de 
estos sus vasallos» para guiarlos á la felicidad, nada omitie- 
ron de cuanto podía conducir á ella. Por medio de magis- 
trados incorruptibles y zelosos, recuperaron el honor de su 
justicia. Las ciudades ylas campañas se proveyeron de sa- 
cerdotes de uno y otro clero, que entregados á las penosas 
funciones del ministerio Santo, y dirigidos por máximas muy 
sabias nada menos se propusieron que trastornar el imperio 
de las pasiones, y derramar la luz de la verdad .en un 
profundo caos de ignorancia. Después de haber luchado 
largo tiempo con las costumbres depravadas de los sub- 
yugadores, después de haber dado á las verdades de la 
religión aquel tono imperioso á que nadie puede resistir, y 
después de haber mostrado á los infieles que las preocupa- 
ciones de la educación, el ejemplo de sus mayores, y las cos- 
tumbres generales eran otras tantas cadenas en que 
gemia la razón, ellos consiguieron al fin, que atentos 



— 64 — 

aquellos á tan varias lecciones entrasen en todos los senti- 
mientos, que inspira la virtud, y que ganados estos con el 
halago, la paciencia y el sufrimiento, tuviesen la docilidad su- 
ficiente para dejarse convencer. Desde que el Rdo. Obispo 
Victoria, empezó á manifestar el ministerio Episcopal, loque 
á beneGc'.ode estos pueblos podia esperarse de su influencia; 
la Iglesia, las órdenes religiosas, la universidad, los colegios, 
las escuelas, la educación, todas estas institucionesj al paso 
que se fueron perfeccionando llegaron á dar solidez y deco- 

« 

ración al edificio público de las costumbres. 

Gobernando la Provincia de Salta el brigadier don Ra- 
món García Pizarro, fundó el año de 1795 la ciudad de San 
Ramón de Nueva Oran, hacia la parte Oriental de Jujuy en el 
íértil valle do Ceuta á los 22 grados 49' de Ijlitud austral y 
314 grados 42 minutos de Longitud que aun se hallan en su 
curva, pero no puede tener toda la formalidad quele^ ha ad- 
quirido á otras de esta clase el tiempo. Tiene según elre- 
partimient!) que se hizo de terrenos 181 pobladores. Pare- 
ce ser muy alto el terreno para el plantío de cañaverales* 
Es muy espuesto á la terciana, á causa de la ardentía del 
terreno y de las muchas humedades. Una de las principales 
ventajas de esta población es que hallándose fronteriza álos 
indios del Chaco, puede contribuir mucho á impedir sus in- 
vasiones. Desde luego fué preciso erigir en esta población 
un nuevo curato, pero recelándome que acaso no estaba en 
estado de sufragar con los emolumentos queexijiala con- 
grua subsistencia del Párroco tuve la precaución de estable- 
cerle de manera que en este evento solo se tuviese como un 
anejo de alguno de los circunvecinos. La esperiencia acre- 
ditó que fué fundado este temor. 



— 65 — 
De las obligaciones anejas á mi ministerio Pastoral. 

Cuando por la gracia de Dios y la Real beneficencia de 
V, M. tomé sobre mis hombros ol pesado yugo del Obispado, 
tuve muy présenle que según el pensamiento de un Padre de 
la Iglesia habia entrado en el Orden de los Vicarios del amor 
<le J. C. para con una porción de su iglesia de la que debia 
ser esposo, Padre y Pastor. Me era forzoso ver en estos 
tres títulos intimada la ley de la residencia, eñ tanta mayor 
claridad, cuanto es notorio que un esposo, que un Padre, no 
puede abandonar sus propios hijos, y que un pastor debe ser 
la guarda de su rebaño. Penetrado de eslas comunes, pero 
sólidas máximas, y persuadido que en adelante pertenecía 
mas á los intereses de mi pueblo que á los de mi individuo, 
en nada pensé con mas anhelo, que en Gjar mi residencia en 
esta Diócesis. De hecho tomado el tiempo preciso para mi 
consagración emprendí mi viaje ó esta desde el pueblo de 
Jarata etc. 

Nada hace ver tanto como las ausencias de esta especie, 
que el Obispodo es una honrosa servidumbre. Si las nece- 
sidades de la Iglesia nos obligan á residir, solo ellas pueden 
ser la única causa que justifiquen su falta, viniendo á ser asi 
la presencia como la ausencia, no tanto prerrogativas de la 
dignidad cuanto obligaciones de su servidumbre. 

Aunque sea cierto que la visita Episcopal, y la celebra- 
ción de la Sinodo Diocescsana corrían en un tiempo á un 
mismo nivel en el lenguaje de los Cánones; aunque también 
sea constante que, conociendo el Concilio de Trento» manda 
da observar por la ley Real de Indias, la necesidad de unas 
Asambleas Religiosas en que solo tienen derecho de sufra- 
gio, la instrucción, la verdad y la esperiencia, insistió sobre 



— 66 — 

las huellas (le los siglos precedentes ordenando áe celebrasen 
todos lósanos; es cosa indubitable que la constitución de la 
Iglesia del Tucnman no pernnite ni aun con mucho el cum- 
plimiento de este precepto en toda su estension. Pulsando 
otra diOcultad de este género dispuso ya el Papo Gregorio 
XIII á instancia de Sanio Toribio fuesen bienales las SinodoB 
de su Arzobispado de Lima y á esto alude uno de mis prede- 
cesores, el Rewrendo Tri'jo en su Sínodo de 1597 queriendo 
que aquel indulto especial fuese comprehensi?o a todas las 
Iglesiasdel Rnino. No me avanzaré á decir otro tanto, que 
siendo la necesidad, superior á la ley y estando aquella de 
manifiesto respecto de esta Iglesia en razón de su enorme es- 
tension, no solo es impracticable la celebración bienal de 
las Sínodos sino que debe diferirse un tiempo mucho mas 
dilatado. El provecho de los Sínodos es manifiesto pero si este 

se consigue á espensas de la residencia de las Párrocos, sien- 
do forzoso hacer largas y repelidas ausencias de sus Iglesias y 
con notable perjuicio de sus escasas rentas, serian sin duda 
los males mucho mayores que la utilidad. Asentado es^e 
principio no debe estrañar V. M, me haya abstenido de ce- 
lebrarla teniendo las prudentes consideraciones que hau di- 
rigido el celo Pastoral de los mas de mis predecesores cuyas 
ideas aviva constantemente la esperiencia con ocasión de los 
trabajosos concursos á curatos. Es verdad que nada de 
esto estorbó á mis antecesores y los Reverendos Obispos 
don Fernando Trejo, don Fr. Mercadillo y don Pedro 
Miguel Argandoña para que las tuviesen en tres distintas 
ocasiones el primero, y en dos los segimdos, pero sin dismi- 
uuir el mérito de estos respetables Prelados siempre hay lu ^ 
gar para decir que siéndome envidiable su zelo no he tenido 
por conveniente el imitarlos. La dificultad de estos congre- 



— 67 — 

sos es (lo mayor entidad respecto de los Sínodos Provinciales, 
como justamente lo advirtió el citado Papa Gregorio XIII fi- 
jando su celebración de seis en seis años. Aun pasados estos 
no se ha tenido en la metropolilana de Charcas ninguna, á la 
que está sujeto este Obispado. (1) 

i. El precedente escrito e s tomado de los M, S. del canónigo, doctor 
don Saturnino Seguróla, quien asevera que es redacción del deán Funes» 



i 



•** 



DESCRIPCIÓN DE LA CIUDAD DE MENDOZA, 

I. 

Su fundación y nombre. 

La fundacioi) de esta ciudad no debe fijarse en el año de 

t559ymucho menos en el ano de 1593, como dice el Ex- 
Jesuita Coleti, sino afines de 1560 en que don Garcia Hur- 
tado de Mendoza, Marqués de Cañete, y presidente del reino 
<de Santiago de Cbile por haber terminado en dicho año de 
60, con la batalla de Quipeo, las célebres guerras de Araúco, 
según consta déla historia de aquel reino, determinó man- 
dar en dicho año á poblar sus tropas, que ya se hallaban del 
todo desembarazadas de la guerra, y para la de Mendoza 
mandó á don Pedro del Castillo con otros oficiales y sóida- 
dos; y efectivamente á fines de dicho año, fundó ó esta cia- 
dad como consta de documentos de este archivo que se ven 
firmados del mismo fundador don Podro del Castillo, quien 
con respecto al nombre de dicho señor presidente, le puso á 
esta ciudad el de Mendoza. 

II. 

Su situación. 
Su situación es hermosa y agradable, y muy templado 



— 69 — 

so temperamento por hallarse situada ó la pnrte Oriental de 
la gran Cordillera de los Andes en el dilatado llano que sigue 
á sus faldas S"" 28' al Este de la ciudad de Santiago de Chile, 
y á los 32® y 45\de latitud austral, según las últimas obser- 
vaciones, que á su tránsito por esta ciudad practicó don José 
Espinosa, oQcial de la marina real destinado por S. M. á ha- 
cer observaciones en el mar Pacifico. 



m. 



Su estension y Umiíes. 

Se estiende 'esta ciudad según la comprchension de sus 
dilatadas fincas de campo, estancias, minas, lagunas, y al- 
gunos despoblados las distancias siguientes: 30 leguas ha- 
cia el Norte hasta el Mineral ó '^ alie de Uspallata, y Lagunas 
de Guanacache, que la dividen de la ciudad de Saii Juan por 
el oriente 46 leguas, que se cuentan hasta el Desaguadero, 
que la divide de la ciudad de San Luis. Por el poniente 27 
leguas, que se regulan poco ma^ ó monos hasta la cima de 
la Cordillera, término divisorio con d reino de Santiago de 
Chile. Por el Sur, se puede decir que no tiene limites fijos 
porque á virtud de la total sujeción, que el valeroso esfuerzo 
de estas milicias han logrado conseguir de los Indios fronte- 
rizos Peuenches, Huilichfs, Puelches, etc, que antes hostili- 
zaban, estas y las domas fronteras con-provinciales del vi- 
reinato y camino de Buenos Aires, se avanza esta ciudad 
cuanto quiere hacia el sur, ó tierra de estas infieles: donde 
son obedecidas sus órdenes, y donde las gentes de las estan- 
cias se internan, ya mas ya menos, según exijen las circuns- 
tancias del mayor desvio ó estension de sus ganados, sin re- 
cibir el mas ;leve perjuicio de dichos indios, á «luienes coa-» 



— 70 — 

tiene el (emor del pronto castigo con que taben serán escar- 
alentados sus insultos. 

IV. 

« 

Actual estado y plan de su población. 

So población consta de buenos ediOciosé iglesias, que en 
el día se van cada vez mejorando, con ocasión de residir en 
ella cuatro buenos arquitectos, á saber: los dos hermanos 
catalanes don Jaime y don Ramón Roquer, y los dos roma- 
nos don Santiago y don Cayetano Ayroldi, bajo cuya direc- 
ción se han construido, y se continúan formando de nuevo 
otros edificios y templos al estilo moderno do la mas bella 
«rquiteclura, con preciosos portadas, cornisas y antepechos, 
que presentan al público un delicioso aspecto. La iglesia 
parroquial es bii-n espaciosa y de regular fábrica. Hay cinco 
conventos de las religiones de Santo Domingo, San Francis- 
co, San Agustín, de la Merced, y hospicio de Betlemitas» y un 
convento de monjas de la enseñanza, y el colegio y templo 
famoso, que fué de losespulsos Jesuítas, que boy poseen per- 
mutado por su convento los religiosos de San Francisco: 
con todos estos edificios, y casas particulares hay la como- 
didad y recreo de jardines, huertas de árboles y legumbres: 
cuyo apreciable cultivo les proporciona la abundante provi- 
sión de aguas de regadío, que estracn sus vecinos del cauda- 
loso rio de su nombre, y que por medio de acequias la hacen 
correr, no solo por todos los sitios de la ciudad sino también 
por todo el largo espacio demás de 50 leguas, que compren- 
den enarca sus dilata as fincas ó haciendas en que hay edifi- 
cios tan buenos como en la misma ciudad. Tiene tambirn 
repartidas en ellas diez capillas con los nombres de Ktra. Sra, 



•^ 71 — 

de Buen Viajo, de Nuestra Señora de Nievo, de San Miguel, de 
San José, de San Nicolás, de San Francisco, de Nuestra Se- 
ñora de Mercedes, de San Vicente, y Nuestra Señora de Lu- 
jan, de las cuales las dos últimas son vice-|:>arroquias. Tiene 
fuera de la población tres cúralos, uno de las Lagunas de 
Guanacache, otro de Corocorto y el otro en el fuerte de San 
Carlos, ó valle de Uco. Su vecindario se compone de 17 á 
18 mil almas, cuya mayor parte se emplea en la agricultura, 
crianza de ganados y en el giro de carretas y arrias que con- 
ducen al comercio que se trafica para el vireynato de Bue- 
nos Aires y para el reino de Santiago de CUile de quien esta 
ciudad es paso preciso. 

V. 

Calidad de los terrenos y susproduceiones. 

Su terreno y .principalmente el que comprenden sus 
fincases ferlilisirao, por medio del abundante riego, con quí3 
le abastece su caudaloso rio. Produce en abundancia toda 
especie de grano y fruta de superior calidad; y hay tierras de 
tan estraordinaria fertilidad, que en las cementeras de trigo 
producen mas de ciento por uno. Sus principales fincas con- 
sisten en viñas que les producen infinito vino y en potrenjs 
de alfalfares ó prados artificíales cercados do pared, en que 
mantienen en engorde considerable porción de ganados, pa- 
ra proveerde carnes á esta plaza. De modo que aun en años 
de esterilidad y flacura en las estancias, no le falta á esta ciu 
dad carne gorda para el común abasto. Ademas de esto 
terreno que es el que rodea de fincas y chacras á esta ciudad, 
sigue á la parte del sur el rio de Mendoza al dilatado valle 
do Uco que se estiende cincuenta leguas hacia el sur hasta las 



- 72- 

tierras de los indios y otras tantas al oriente. En cuyos pas- 
tosos canipos, abnirdnntcs arroyos, y con especialidad á ori- 
llas del rio Timuyan se hallan establecidas las principales po- 
blaciones de estancias en que estos vecinos mantienen, mas 
de cuarenta mil cabezas de ganado vacuno, mucha caballada 
y crecidas majadas de ganado menor, que no bastando esta 
ciudad, ni la de San Juan para su consumo, no hallan ya que 
hacer de sus ganados estos vecinos por falla de espendio. 
Podría decirse algo en este lugar acerca de sus producciones 
minerales respecto á las muchas y diferentes vetas que se 
manifiestan en su serranía de los metales de plomo, cobre, 
plata y oro; pero en vista de haberse abandonado luego su 
trabajo, y que aun los iras afamados del mineral deUspalla** 
ta, que tanto en otro ti^*mpo, como en lósanos pasados se 
trabajaron con algún tirdor é incremento, en el dia se hallan 
casi en el todo abandonadas, se omite por lo mismo hacer 
mas esprcsion acerca de ellas. 



VI. 



Sus rios y lagunas. 

Tres son los rios que atraviesan el distrito de esta po- 
blacion. Primero el rio de Mendoza, cuyo origen es en la 
misma cordillera formado de los muchos arroyos que des- 
cienden de ella y a poco trecho de su curso, y cérea del ca- 
mino de Santiago de'Chilcse vé formado naturalmente el 
célebre Puente del Inca de que se hace una hermosa descrip- 
ción aunque no deja de notarse en ella algo de exajeracion; 
porque en primer lugar la formación del puente no es por el 
encuentro de un monte que hayan taladrado las aguas, como 
se dice, sino en un gran peñasco escavado por debajo, ni tam- 



~ 75 ~ 

poco tiene la amplitud de poder pasar por él tres carretas á 
un tiempo, como también se áice, pues es visto que apenas 
la tiene para el tránsito de una sola, en todo lo demás cómo 
de estar adornada de figuras; puntas y flores de tína piedra á 
modo de sal que filtra la humedad, formando una vista de- 
liciosa — que su pavimento es de piedra, y que brotan de él 
rarios arroyos de agua salobre hirviendo, está puntual y con- 
forme la estación á lo que realmente se inspecciona en dicho 
puente. Bareza de la nateraleza, c(iie aun ceñida asi á «us 
iimités deja siempre lugar bastante á lé admiración. Desd# 
allí sigue el rio con precipitado curso hasta desembocar eü 
el valle de Mendoza y atravesándolo en astension de algunas 
leguas hacia el oriente, inclinase en fin al nor-este y juntán- 
dose con el rio de la ciudad de San Juan, que lleva el nnismo 
nombre, forma las Lagunas de Huanaeaehe. — Estas se «s- 
tienden encadenadas mas de 25 leguas al oriente y rebalsan- 
do ordinariamente en la estación de invierno, corren sus 
ag«as en un ancho cauce que llaman rio Desaguadero, pa- 
sando cerca del pueblo de Corocorto — Mas adelante este rio 
se une con el Tunuyany y de su confluencia se forman los 
bañados y lagunas del Bebedero. 

Las Lagunas de Huanaeaehe producen infinito pescado 
— Truchas y peje-reyes, con que abastecen en fresco á toda 
la provincia de Cuyo, y principalmente á las ciudades de 
Mendoza y San Juan. En su circunferencia hay situados al- 
gunos pueblos de indios con su párroco y vire parroquia y 
hay. muchos ganados y sal, que con la pesca hacen el fondo de 
su subsistencia. 

El segundo es el rio Tunuyan, no menos caudaloso, 

que desciende también de la Coidillera, y atravesando de 

Poniente á Oriente por medio de las estancias del Valle de 

6 



— 74 — 

UcOy vá á dar agua en parte del camino quesedirije ala ciu- 
dad de San Luis, acortando su travesía, primeramente en el 
camino nuevo, donde también le presenta el jiro de carretas 
lagran ventaja de proporcionarla en su pastosa costa la opor- 
tunidad de seguras invernadas» con que reponen y dan des- 
canso á sus fatigadas boyadas, en una distancie de su carrera 
la mas necesitada de este alivio. 

El tercero y el último rio, es el Diamante, que en otro 
tiempo fué territorio divisorio con los indios bárbaros. — 
Desciende también de la Cordillera y corre al oriente por 
tierra de dichos infieles, dejando en sus márjenes abundantes 
concreciones de la mejor sal, de que se abastece con prefe- 
rencia esta ciudad y forma por lo mismo el principal ramo 
de comercio de los indios con ella. 

«EUSEBIO VlDELA.» 

Mendoza y diciembre 2i de 180J • 

(El Telégrafo mercantil 1801.) 



^«t*^ 



Relación histórica 

BE LA PROVINCIA DE SAN FELIPE DE LERMA EN EL 

VALLE DESALTA. 

Vireynato de Buenos Aires y trinsito preciso á% este Puerto k las provincias 

d«I Períi— Estado antiguo de la provincia de Tucuman, Juries, y Dia- 

gMtas, d« donde se4e6membró la referida de San Felipe. (1) 

L 

La antigua pro? incía del Tacuman, Jurles y Diaguíta'S, 
:se componía de las ciudades de Santiago del Estero su capi- 

1« Consagrado este tomo de la Biblioteca de la Revista de Buenos 
Aires i á la historia antigua de la Repiiblica en la época de la conquista y 
de la colonia, hemos creído de grande utilidad y de indisputable mérito 
histórico compitar y reproducir todas las noticias que á este respecto se pu- 
blicaron cu el Telégrafo Mercantil, Empezamos por la Descripción de la 
ciudad de Mendoza, y seguiremos una serie de noticias histéricas de inte- 
rés, 

Al hablar de la provincia de Salta debemos recordar que en La Re- 
vista del Paraná páj. 301^ se rejistra uu artículo bajo el rubro fundación 
de la ciudad de Salta y una serie de documentos históricos, entre los cuales 
está la acta (le fundación, que complementan las noticias que hoy publicamos. 

y. G. Q. 



— 76 — 

tal; de la deTalavcrade Madrid de Esleeo: la Concepción: 
Guadareasar: Rioja: Londres: San Fernando: Valle deCa- 
tamarca: Córdoba: San Clemente de la nueva Sevilla: San 
Miguel: la nueva Es teco: San Felipe de Lerma: y San Salva- 
dor de Jujui: y de muchos pueblos y reducciones de Indios, 
teniendo por limites á la parte del norte las provincias de 
Santiago de Cotagaita, Tarija y Sinti: á taparte delsud la 
provincia de Cuyo: á la parte del Orient« la provincia d« 
Buenos Aires, y el terreno del Gran Chaco Gualamba de In- 
dios infieles confinantes con las provincias del Paraguay y la 
referida de Sinti: y por la parte del Poniente con las provin- 
cias de Atacama y Lipis, y los valles d« Calehaqui, San Car- 
los y Santa María habitados de indios inGeles, y estos y las 
muchas naciones del Gran Chaco y la de los Pampas, y las 
inmediatas á la ciudad de Santa Fé, combatiau á las ciudades 
y pobladores de esta dilatada provincia gobernada por un 
gobernador y capitán general, con el vice-patronato real, 
real aduana establecida en la dicha de Córdoba, y la cate- 
dral y obispado en la citada de Santiago del Estero; y conti- 
nuando las invasiones é irrupciones de los indios bárbaros 
infieles se fundaron algunos fuertes en las fronteras, á es- 
pensas de los vecinos, por no haber ramo de guerra destina- 
do para la conservación de estos fuertes y sin embargo de 
ellos destruyeron los dichos indios infieles las ciudades refe- 
ridas de San Clemente déla nueva Sevilla, Talavera de Ma- 
drid de Esteco, la Concepción y Guadareasar: de estinguió (1) 
la ciudad de Londres, y se arruinó con un terremoto la ciu- 
dad de la nueva Esteco; ganaron dichos infieles mucho ter- 
reno, quedando reducidos los habitantes á la corta distancia 

1. Se trasladó al VaUe de Catamarca« 



— 77 — 

ú^ chacras y estancias inmediatas á las ciudades de Santiago 
del Estero, Córdoba, San Miguel, Rioja, Gatamarca, Salta y 
Jujui, únicas siete ciudades que quedaron en dicha provincia 
deTucuroan. Se trasladó la catedral con su obispado á la 
ciudad de Córdoba y la real aduana que estaba en esta á la 
de San Salvador de Jujuí: y mas osados y atrevidos dichos 
infieles interrompian é impedían la comunicación del referi- 
do camino real, que gira desde Buenos Aires á las provincias 
peruanas y los vecinos pobladores bacian la guerra á su cos- 
ía y mención continuamente con las armas en la mano, pa- 
ra dejar libre dicho camino, y para este efecto los goberna- 
dores tomaron por cabecera la dicha ciudad de San Felipe 
deLerma, (i) donde residían de continuo para rebatirla 
guerra de los dichos indios bárbaros del Gran Chaco por la 
parte del Oriente y por la del Poniente los de los referidos 
ralles de Calehaqui, San Garlos, Santa Maria, viéndose obli- 
gados á hacer una entrada general para sojuzgar á estos in- 
dios hasta que consiguieron con orden del rey desnatnrali- 

1. Es sabido que los hietoriadores do están de acuerdo sobre quien 
faé el verdadero fundador de esta eiada4« pues unos suponen que iné don 
<;onialo Abreu de Figneroa, y otros como don Pedro de Angelis, que el 
licenciado Hernando de Lerma la trasladó simplemente. Según el deán 
Funes,Gonzalo Abreu de Figueroa levantó una pequeña población que en 
embrión fué destruida por los indios, fundando posteriormente Lerma la 
actual ciudad á poca distancia de la antigua, sin que por esto pueda de- 
cirse que fué trasladada. La acta de fundación que boy publicamos,^ esta- 
blece de un modo incontestable que el 17 de abril de 1582 el Vceaciado 
Hernando de Lerma fundé con todas las solemnidades de ley y en presencia 
del Uustrisimo Obispo y pobladores, la actual ciudad, repartió solares y co- 
locó el rc^/Zo ó árbol de justicia, ceremonial prescripto en las fundaciones. 
La nueva población se llamó ciudad de Lerma. (\ Ícente G. Quesada — 
Revista del Paraná, articulo Fundación de ta ciudad de Salta.) 



— 78 — 

zarlos de sus patrios suelos, y traerlos al valle de Salla, y 
disíribüirlos en encomiendas y dejar franco y libre el ca- 
mino á las provincias del Perú y. reino de Chile, quedando 
l>end¡ente la guerra que hasta el presente subsiste contra las^ 
muchas y varias naciones, del referido Chaco Gualamba 
q^e habitan alas orillas del Rio- Grande ó Bermejo, y el de 
Tarija en la confluencia coa este. Así permanecía la dicha 
provincia de Tucuman,^ sirviendo las ciudades de ella de an- 
temural para ponerá cubierta el dicho camino real con la 
fundación de los fuertes en los parajes y fronteras de mas 
peligro, hasta que se resolvió, para mantener dichos fuertes^ 
formar un cabildo provincial, poniéndose á la pensión los 
mismos vecinos en los frutos de sa comercio, de formar un 
ramo con el nombre de sisa en que se pagase seis reales por 
cada muía quédela dicha provincia de Tucnman, saliese 
para las del Perú: tres reales por cada cabeza de ganado 
vacuno: doce pesos por cada carga de aguardiente de los que 
se espenden en dicha provincia, y pase por ella: de cada 
tercio de yerba camiui treinta reales y por la de palos vein- 
te reales y al jabón que se interna al Perú, lo que ha sido de 
costumbre, lo que se aprobó por el real acuerdo de Lima en 
2G de abril del ano de setecientos cuarenta, formándose un 
reglamento para mantener en dichos fuertes los soldados 
partidarios, y se confirmó por real cédula de veinte y dos 
de abril de setecientos sesenta y ocho; por otro reglamea- 
io, suplemento del anterior formado por dicho real acuer- 
do el año de sesenta y seis, se mandó que el dicho ramo de 
sisUj ó de guerra se administrase por los ministros de real 
hacienda y posteriormente se agregó á este ramo el de cru- 
zada destinado parala guerra contra el indio infiel; y se ade- 
lantaron dichos fuertes hacia el dicho Chaco Gualamba^ 



— 79 — 

ganándoles á los indios mucho terreno del que habían qui- 
tado a las poblaciones españolas, construyéndose los referi- 
dos fuertes en la capital de San Felipe, y sus fronteras, que 
] irán mas de doscientas leguas, donde se hallan estableci- 
dos los de San Lorenzo de Tacopunco en la frontera de San- 
tiago del Estero: Los de San Luis de los Pitos y San Fer- 
nando en la frontera de dicha capital: y en la jurisdicción 
de Jujijiy, Ledesma, Santa Bárbara: y en la frontera de la 
ciudad de Nueva Oran el fuerte Pizarro; y en la frontera del 
Rio 4. ^ de Córdoba, el de las Tunas, y el Sauce par^i la 
defensa, y cubrir el camino real de dicho puerto de Buenos 
Aires á la provincia de Cuyo y Reyno de Chile: y el fuerte 
que llaman de Tío en el camino de Córdoba á Santa Fé pa- 
ra resguardo de este camino* 

Por real orden de veinte v ocho de enero de setecien- 
tos ochenta y dos se dividió la dicha provincia de Tucuman 
agregada á la de Cuyo, que se componía de las ciudades de 
Mendoza, San Juan y San Luis de la Punta de la Goberna- 
ción de Chile, en dos gobiernos é intendencias, nombrando 
por capitales de ellas, á la ciudad de Córdoba, con las ciu- 
dades de Cuyo, y Rioja; quedando por capital de la otra 
provincia la ciudad de San Miguel y las de Santiago del Es- 
tero, Valle de Catamarca, San Felipe de Lerma, y San Sal- 
vador de Jujuy, á que ha añadido la referida de la Nueva 
Orleans y por otra real orden de cinco de agosto del año de 
ochenta y tres, se declaró fuese capital la dicha ciudad de 
San Felipe de Lerma, y que en ella residiese el intendenle 
gobernadory capitán general de esta provincia, tomando el . 
nombre de su capital; y que se trasladasen á ella las cajas 
reales que estaban en ladiicha de Jujuy, lo que asi se prac- 
ticó: y en esta inteligencia pasoá hacer relación de las ciu- 



dádes de que se compone la dieba pronneia de Sdn Felipe 
de Lerma ea el Valle deSalta^ los frutos que producen, su 
coniemo y veeindarítí^ inclusive 9Usjuri$idieciooes» y ]a es- 
teiisiondela mi^ma provincia coula» reducciones y púíe- 
blos de ladios^ milicias y tribunales, con lo demás concern 
níente á dar una clara idea die la actual situación de la pro-- 
pia provincia. 

11. 

9ÁM ^JELIPE DE LERIÍIA. 

Es capital de la dilatada provincia de sú nombreí eníst 
distancia de doscientas ocho leguas por el camino real del 
correo, Norte Sqr; y de Poniente á Oriente duplicada distan- 
cia teniendo la que corresponde á su pri.mittva jurisdicción 
sesenta leguas por el dicho canáino real y de Oriente á Po- 
niente triplicada distancia; y se halla poblada en lo mas ba^ 
jo del Valle de Salta, resguardada su población con serra- 
nía, de los vientos Este y Oeste y entre los ríos que llaman 
de Arias y de Siancas. Hizo esta población el gobernador 
y capitán general de esta provincia Hernando de Lerma en 
16 de abril de mil quinientos ochenta y dos, para que sir- 
viese de antemural por la parte del Poniente á las naciones 
bárbaras de los Gafallates, Colombones, Uraeataus, Guafi- 
nes, Calchaquies y otras que ocupaban sus mas fértiles ter* 
renos, é impedían el tránsito y comunicación del citado 
camino real por estar situadas dichas naciones en el mismo 
Valle de Salta, el de Perico, el de Jujuy, Guaehipas, San 
Carlos, Santa María, Belén, y hasta lindar con las provin- 
cias de Atacuma y Sipes; disponiendo dicho gobernador se 
fundase por su teniente otra ciudad en el dicho Valle de Ju- 
juy para que fuese transitable el referido camino desde la 



~ 81 — 

Villa de Potosí al puerto de Buenos Aires, formándose la 
planta de dicha capital de ciento veinte y cuatro solares por 
los pobladores, con doscientos veinte pies geométricos en 
cuadro no incluyéndose una cuadra de cuatrocientos cuaren- 
ta pies geométricos para la iglesia mayor, palacio obispal, y 
c(degío, conforme al Santo Concilio; y otra cuadra para pla- 
za> y otra cuadra para casas de cabildo y cárcel, y una eua^ 
dra para el convento de San Francisco; y que el anchor de 
las calles fuese de treinta y cinco pies geométricos; asignan- 
do á esta población, égidos correspondienies, y señalándole 
los límites de su jurisdicción, desde el asiento de Minas de 
Calaolio; y se han agregado á la jurisdicción de esta capital 
los terrenos de Talavera de Madrid, de Esteco, la Goncep^ 
cion y la del nuevo Esteco, por haberse destruido estas tres 
ciudades; nombrando regidores, alcaldes, ordinarios y otros 
oficios concejiles: Y al presente hay ocho regidores, dos 
propietarios y seis suplentes; dos alcaldes ordinarios, dos 
alcaldes principales de la Santa Hermandad: siete alcaldes 
partidarios en los siete curatos de su jurisdicción: un pro- 
curador síndico general. Y está dividida su población en 
cinco cuarteles con cinco alcaldes de barrio y entre los di- 
chos regidores están distribuidos los oficios concejiles de al- 
férez real interino, defensor de menores y pobres, superin- 
tendente de obras públicas, mayordomo de las fiestas voti- 
vas, diputados para la junta de propios y arbitrios, un re- 
gidor diputado para entender con los ministros de real Ha- 
cienda en la cobranza y administración del ramo de sisa, ó 
guerra, y de afuera se etije un mayordomo del hospital, juez 
deaguas« y el portero de Cabildo tasador de costas que lo es 
propietario. 



— 82 — 



III. 



Cabicter de los habitantes del valle de Lerma en la 

INTENDENGU DE SaLTA . 

Los hombres oriundos de este suelo son por lo regular 
de buen aspecto, bien apersonados y de un injenío bastante 
regular, aunque la falta de cultiyo no deja conocer toda la 
estension de que son capaces. 

La benignidad del temperamento que disfrutan, la fru- 
galidad de sus viandas, su buena calidad y la del agua de que 
se sirven les proporcionan una vida tan robusta de salud, 
como dilatada, siendo muy frecuentes los que llegan á contar 
los cien años de edad: y aun en estos últimos tiempos he- 
mos visto á uno de los fundadores del pueblo de Santo Do- 
mingo Soriano, que alcanzó á los ciento treinta, sin que tan 
envejecida edad le impidiese leer sin anteojos, montar á ca- 
ballo con agilidad y caminar á pié sin ningún ausilio: con- 
tribuyendo seguramente, á fortificar mas el continuado ejer- 
cicio de caballo, en cuyo manejo son diestrisimos, mediante 
á que lo mas del dia lo pasan cabalgando, con motivo de los 
diarios pastoreos de sus ganados, y otras faenas que les son 
indispensables para la conservación de sus estancias. 

Las mujeres son aquí escesivamente fecundas y dificul- 
lo haya otro pais donde sean tan frecuentes los partos me- 
llizos. Libre que sea este distrito del único obstáculo que 
se opone directamente á los progresos de su población, pros- 
perará este con la mayor rapidez. Estas son por lo regular 
dotadas de singular hermosura, de trato afable y airaso sin 
descompostura, hablan con elegancia la lengua castellana, 
único idioma en esta gobernación, haciendo ostentación en 
leerla y escribirla con la mayor perfección. Sus vestuarios 



— 83 — 

7 el de los hombres, es en todo igual al que se acostumbra 

en España. 

{El Telégrafo Mercanlil — tomo IL) 



APÉNDICE DE ESTA EDICIOK. 

DOCUMENTOS HISTÓRICOS. 

Auto de la fundación de Salta. 

En el valle de Salta en las (1 j • • • • el rio que dicen de losr 
Sauces •*•; Siancas á tres dias del roes de abril de 1582 
años • • • • Ilustre señor Licenciado Hernando de Lerma, go- 
bernador y justicia mayor de estas provincias de Tucumao, 
Xuries, y Diaguitas, é Comechiogootes**-* Su Magestad, 
etc. dijo: que por cuanto su señoría ha venido á este dicho 
asiento para poblar en nombre de Su Magestad una ciudad y 
para dicho efecto ha llegado á él hoy dicho dia con todo su 
campo y gente de guerra que trae en su compaña y debajo de 
su bandera, que parece por reseña que su Señoría hizo en 
las ciudades de Santiago del Estero y de nuestra Señora de 
la Vera y al presente toda está junta, y asentado el real en 
este dicho asiento á que se refiere, demás de otras personas 
que se han allegado que no se hallaron en la dicha reseña, y 
el[fructo de esta dicha por •• •• son el muy notorio, así por- 
que los naturales vengan á polecia é conocimiento de las co« 
sas de nuestra fée católica que tanto se pretende como el bien 
que de ella resultará, siendo Dios en allanarlos passos y ca- 
minos, que están en guerra de indios y revelados contra -Su 
Magestad que han empedido cada dia — contrato y comer- 
cio de esta provincia con • • • • Perú sobre qué han hecho 

i. Los pantos suspensíTOs es por que el M. S« es ilegible. — Y. G. <>• 



— 84 — 



• • • « 



iDUchos caminos» y porque con su señoría y todo su tá 
ha gastado muchas ••- • mediante lo cual y temer* •* nú^ 
mero de gente que ya • • • • tiene en ese real de • • • • para ami- 
nistrarlos • • • • Esta dicha población • • • • Orden en confor- 
midad - • • • Magestad se ha movido ver • • • « y seria de mu- 
cho en convenir al servicio de Su Magestad en esta •• •• es- 
tando como su señoría está, y todo su campo asentado en 
tierra de guerra que ninguna personase huyese ni ausen- 
tase de su campo é compañía sin licencia suya, é asi mismo 
que hubiese tratos ó contratos, amotinando ó descaminando 
la gente de guerra para huir y ausentarse, ó no asentar é 
poblar en este dicho asiento por las causas susodichas. Por 
tanto su Señoría mandaba é mandó que ninguna persona de 
ios que al presente estáif y adelante estuvieren en este dicho 
real, sea osado á huir y ausentarse con armas ni sin ellas de 
estecaiDpo ó compañía de su señoría sin licencia suya, so 
pena de muerte. Y otro sí, no sea osado á amotinar para 
huir, ni con palabras de caminar á ninguna persona, para 
que no asiente ni pueble en este dicho asiento, so pena de 
vergüenza pública. Y otro si, ninguna persona salga á caza, 
ni en otra manera alguna aunque sea para volverse al real, 
so pena de diez noches de velas ó centinela; y les apercibió 
que en manera alguna no vayan contra lo susodicho porque 
ejecutará su Señoría las dichas penas luego que lo contrario 
iiicieren en sus personas con todo rigor, porque así con- 
viene al servicio de Su Magestad y subsistencia de este 
pueblo; y para que venga á noticia de todos se manda prego- 
nar públicamente. Y porque no hay escribano en este cam- 
po ante quien • • • • vuestro que su Señoría hiciere ó prove- 
yere • • • • A presente daba é dio poder y oomision • • • • á mí 
Rodrigo Pereyra para que autorizase dicho auto, como to- 



— 8S — 

dos los deiiiá& que su Señoría • • • • pasan ante mi, é dé fé dc^ 
todo ello y crédito •••• Y asi lo proveyó, é mandó, é fir- 
mó — Licenciado, Hernando de ¿erma— ante mi-^Rodrigo 
Perq/ra^-escribano público. 

Folio cinco, comienza la real cédula de so gobierno en 
estas provincias, y las presentaciones y obedecimientos; fa- 
cultades reales: Y luego al folio 1 i del mismo libro 1 .*, 
en testimonio, continúa lo signieate: 

E después de lo susodicho, en este otro dia á 16 dias del 
mes de abril de dicho año de 1582 estando su Señoría el se*- 
iior gobernador en el dicho asiento en preseñcid de todo su 
campo^ capitanes y soldados, dijo: que por cuanto es notorio 
en esta gobernación y provincias del Tucuman, su Señoría el 
señor gobernador ha venido ú este dicho valle ó asiento con 
campo formado, gente de guerra é la conquista de \ús natu- 
rales de este valle de Salta, Jujuí, Calchaquí, Fulares, Cocbi- 
noca, Omahuaca, é todos los demás circunvecinos é comar^ 
canos, que están de guerra, ó rebelados contrae} servicio 
de Su Magestad é para poblar en su real nombre una ciu- 
dad é pueblo de españoles, para que su real corona vaya 
en acrecentamiento y los dichos naturales vivan en Polecia, 
é tengan doctrina, reconocimiento de la palabra del santo 
Evangelio, é cosas de nuestra Santa Fé Católica, é reciban el 
Sacramento del Santo Bautismo, é cesen los robos, mueríes é 
daños que hasta ahora han hecho, ó cometido impidiendo los 
passos é caminos, y otros muchos inconvenientes de notable 
daño é perjuicio para estagobernacion; especialmente que por 

* 

estar los caminos de guerra para dar aviso á Su Magestad ya 
sus reales Audiencias del estado de esta tierra, es necesario 
armada y juota de gente. Y asi mismo para que vaya en es- 
colla y guardia de las mercaderías de la fiorra qnc salen al 



~ 86 — 

Perú, que es d« mucha — Y molcslia para los vecinos de 
estas provincias que acostumbran salir y salen con ellas 30 y 
40 leguas, para asegurar los pasos de mas de la perdición de 
los naturales que están de paz ó en servidumbre, que vaa 
siempre para su despacho y aviamiento, que no vuelven á su 
natural por cuya causa ó haberse quedado mucha cantidad 
de ellos en las provincias del Perú, ha renido y cada dia vie- 
ne esta gobernación en gran diminución; y finalmente no se 
puede tratar ni contratar libremente de estas provincias por 
las del Perú, y todo cesa y repara con esta población. Y 
habiendo su Señoría el señor gobernador llegado á este 
dicho valle é visto curiosamente con sus capitanes é ve- 
cinos, é soldados de estas provincias que trae en su compa- 
ñia, é debajo de su bandera cual seria el lugar ó parte mas 
cómoda é conveniente, é mejor asiento de este dicho valle 
para poblar la dicha ciudad: Ha aparecido á todos los que 
en compañia de su Señoría le vieron é pasearon unánimes é 
conformes, ser este en donde ^1 presente, su Señoría el se- 
ñor gobernador está todo su campo, el sitio mas cómodo é 
conveniente é mejorasiento para asentar é poblar esta dicha 
ciudad; asi por la mucha abundancia de tierras fértiles para 
estancia é sementeras, pastos, viñas é güertas de recrea- 
ción, que parece tener; como por estar entre los dichos dos 
ríos, y prometer otras muchas é buenas esperanzas. Por 
tanto su Señoría el dicho señor gobernador conformándose 
con el dicho parecer mandó hacer é se hizo un hoyo en esto 
dicho asiento, donda cerca de él estaba un palo puesto, y di- 
jo que en nombre de la Santísima Trinidad, Padre, Hijo, y 
Espíritu Santo, tres personas é un solo Dios verdadero; y de 
la gloriosísima Virgen su bendita Madrt, y del Apóstol San- 
tiago Cruz y Espejo de las Españas: E en nombre de Su Ma - 



— 87 — 

gestad del señor rey Felipe li, como su gobernador é capitán 
general, é justicia mayor de estas dichas provincias del Tu- 
cuman» como leal criado, é vasallo suyo, é por virtud de sus 
reales poderes, é instrucciones fque por su notoriedad no 
van aquiinsertas) mandaba é mandó poner, é puso el dicho 
palo para picota en el dicho hoyo que así está hecho, el cual 
fué fijado é puesto en alto según, como se ha hecho é acos- 
tumbrado hacer en las demás ciudades de estas provincias, 
reinos, é señoríos de Su Majestad en su real nombre^ como 
mero y mixto imperio ó entera jurisdicción. Donde dijo 
que señalaba é señaló que fuese la plaza pública de esta 
dicha ciudad, é el medio de la cuadra de la dicha plaza: Y 
que de hoy dicho dia en adelante para siempre jamas se 
nombre é llame esta dicha ciudad, lá ciudad de Lerma en el 
Valle de Salta, provincia del Tucuman; é que así se ponga 
en todos los autos, escrituras que se ofreciesen, y el campo 
entre los dos ríos dichos se nombre el campo de Tablada: é 
que en dicho rollo ó picota se ejecute justicia publicamente 
contra los delincuentes ó malhechores: Y ninguna persona 
sea osada de lo quitar, mudar ni remover de dicho lugar so- 
las penas en derecho, pragmáticas é leyes del reino esta- 
blecidas contra los que lo contrario hicieren; E mandaba é 
mandó sea el nombre é advocación de la iglesia mayor de es-- 
ta dicha ciudad> cuyo sitio quedará señalado en la traza de 
ella, Resurrección, por cuanto hoy dicho dia, segundo dia 
de pascua de Resurrección se ha fundado é establecido esta di- 
cha ciudad. E estando su Señoría el señor gobernador en este 

dicho acto echó mano á la espada, y haciéndolas ceremonias 
acostumbradas, echó tajos é reveces, é dijo en voz alta; si 
habia alguna persona que contradijese el dicho asiento ó 
fundación!" é no hubo contradicción: todo lo que dicho es, 



— 88 — 

por mandato de so señoría el Señor gobernador se leyó eá 
progonó publicamente en alta é ínielijible voz por Rodrigo 
de Carmona Pregonero é en señal de possesion, en nombre 
d« Su Majestad se dispararon arcabuces, é tocaron trompe- 
tas, tambores y cajas, siendo testigos que se bailaron pre- 
sentes, el reverendísimo señor Obispo don Fray Francisco 
de la Victoria de estas prrvincias édon Francisco Salcedo, 
Dean de la Catedral de Santiago del Estero de estas provin- 
cias, édon Pedro Pedroso deTrejo, Chantre de la Santa 
Iglesia, é Fray Nicolás Gomes, comendador de la orden de 
nuestra señora de las Mercedes de estas provincias, é Fray 
Juan Bartolomé de la Cruz, del orden del señor San Fran- 
cisco; é el capitán Juan Pérez Moreno, é el capitán Alonso 
Abad, é el capitán Juan Rodríguez Pinacoé el capitán Geró- 
nimo Garcia déla Jara, éel capitán Lorenzo Rodríguez, el 
capitán Bartolomé Valero, é otros muchos vecinos, solda- 
dos, caballeros que presente de hallaron, á esta gobernación , 
é de como así pasó, su Señoría el señor gobernador lo pidió 
por testimonio á mi el presente escribano para informar á 
Su Majestad, é á su Virrey del Perú, é Real Audencia é lo fir- 
mó de nombre— B/ Licenciado Hernando de ierma— Ante 
mi-— Rodrigo Pcrctra— Limt»tes jurisdicción, ejidos, y cua- 
dras de esta ciudad, véase al folio 135.) 

Auto de repartimiento de Solares. 

En la ciudad de Lerraa en el Valle de Salta provin- 
cia del Tueuman, en dialTde abril de este año de 1582, 
el muy ilustre señor licenciado Hernando de Lerma, go- 
bernador é capitán general é justicia mayor de las pro- 
vincias de Tueuman, Juries y Diaguitas por Su Majestad 
ele. Dijo que en nombre deSu Mnjestad, é por virtud de 



— 89 — 

stis reales poderes •••• hacia é hizo raercod á los vecinos y 
soldados, y á cada uno de ellos contados en la traza de esta 
dicha ciudad, de un solar, según y por la forma y orden con- 
tenido en la dicha traza, de manera que sea y deba ser, y en- 
tenderse que á<;ada uno toca é perteneced solar de la cuadra 
cuyo nombre queda escrito y asentado en el dicho solar; y 
que cada solar ba de tener de medida y frente doscientos y 
veinte pies, y cada pié tercia de vara, y cada cuadra cuatro- 
cientos cuarenta; y de ancho de calle de entro cuadra á cua- 
dra treinta y dnco pies de los sosodichosy toda dicha traza, 
como por ella parece, sacados dos solares que ante. todas co- 
sas, quedan señalados, parala iglesia mayor de esta ciudad; 
é dos solares junto á los de dicha iglesia para el reverendí- 
simo señor obispo de estas provincias, don fray Francisco de 
la Victoria^ é la cuadra de la plaza, y la de su señoría el se- 
ñor gobernador, é casas de cabildo y cárcel, que así mismo 
están señaladas; y una cuadra para casa é convento del se- 
ñor San Francisco, quedan ciento veinte é cuatro solares: Y 
es declaración que cada uno de les dichos vecinos é solda- 
dos, á quien su señoría ha hecho la dicha merced, y repar- 
'timiento de solares en nombre de Su Majestad, ha de ser, y 
sea obligado á cercar el dicho solar dentro de un año de la 
fecha de esta: é quien si dentro d<4 dicho año hiciere ausen- 
cia de esta ciudad, é no dejase persona que á él asista en la 
dicha su casa é solar, sin licencia ó con ella del gobernador 
que es, ó por tiempo fuese de estas provincias, por el mismo 
hecho hayan perdido é pierdan los dichos solares, é queden 
vacuos para darlos, é repartir á quien é como mas convenga 
al servicio de Su Majestad. E por esto no se entienda que 
ninguna persona se ha de ir sin licencia; ni porque el señor 

gobernador fundador de esta ciudad le quedan ligados los 

7 



— 90 - 

medios para no proveer otra coea oerea de estas dos declara- 
ciones de suso y referidas si viere quo conviene, porque so 
intento y motivo es, que esta ciudad se sustente é que Su Ma- 
jestad se sirva* Y asilo proveyó, é firmó de que doy fé — 
El licenciado^ Hernando de Lerma-nnte mi-— Rodrigo P«- 
reirá — escribano público. 

Primera ordenanza de limiten de Salta, 

A catorce de abril de mil quinientos ochenta y dos, pro- 
v%;yó auto el señor li^^enciado Hernando de Lerma gober- 
nador. Olro si: su señoría el dicho señor gobernador dijo: 
Que señalaba y señaló y en su nombre de Su Majestad hacia 
merced á esia dicha ciudad por término é jurisdicción de 
elia, desde el asiento ó Caiahoya, hacia á esta ciudad, que es 
cinco leguas, de Talina y cuarenta y cinco do esta ciudad y 
otras tantas leguas en circuito por aquella parte, en que se 
han de incluir é incluyen para repartir y encomendar en 
nombre de Su Maejstad en vecinos de esta ciudad, todos los 
naturales que están de guerra y rebelados contra el servicio 
de Su Majestad dentro de los dichos términos y especialmen- 
te los indios de este valle de Salta, é del valle de Calchaqui, 
Tafi, Chícuana, Fulares, Gochinuca, Casavindo, Emaguaca, 
Jqjuté los demás que caen dentro de los dichos terminóse 
jurisdicción: E por la parte de la ciudad de nuestra señora de 
la Talavera de estas dichas provincias, hastalajunta que dicen 
de los caminos, que en veinticuatro leguas de esta ciudad é 
otras tantas leguas en circuito y redonda por aquella parte 
co •• •• (ilijible) no entren los indios que están de paz, y al 
pré — (ilijible) á los vecinos de la dicha ciudad de Talave- 
ra é por la - - (iJijible) de la ciudad de San Miguel de Tu- 



— 91 — 

cuman de estas dichos provincias otras veinticuatro leguas 
en que se han de incluir é incluyen los indios de Choromo- 
ro, con que asi mismo no se entiendan los indios que están 
de paz é al presente sirven á la dicha ciudad de San Miguel 
del Tucuman. 

Nota— Habiéndose destruido la ciudad de Talavera de 
Esteco situada de la banda de allá del rio del Pasage, en el 
terremoto y temblor del año de mil seiscientos noventa y 
dos, se adjudicó á esta ciudad la jurisdicción que tenia la 
dicha del Esteco, como consta de varias mercedes de tierra 
y otros instrumentos que se hallan en el ai^hivo del gobier- 
no de esta provincia (f. 21 del libro primero de la fundación). 

Ejidos de esta capiíuL 

En diez y seis de abril de mil quinientos ochenta y dos, el 
referido señor fundador de esta ciudad, proveyó en el auto de 
fundación que consta ú fojas veintidós del libro número pri- 
mero una ordenanza del tenor siguiente. — ítem, asimismo 
dijo su señoría que señalaba y señaló por ejidos y pasto común 
de esta diehaciudad, desde la angostura que está pasado el ar- 
royo, quedicen Tagarete, de esta parte del riodelos Sauces de 
esta ciudad, hasta una legua el rio abajo sin pasar el rio, y lo 
que dice de circuito y redondo con queno entre casa alguna del 
campo de Tablada, y ténganse por mojones, de donde lia 
de comenzar el dicho ejido, desde los paredones de piedra 
del Inga, que están en la dicha angostura para abajo, y así 
dijo su señoría el señor gobernador que lo ordenaba y lo or- 
denó, proveía y proveyó y hacía merced á esta dicha ciudad 
en nombre de Su Majestad con protestación de ordenar y 
proveer las demás ordenanzas que pareciere convenir para 



— 92 - 

el gobierno de esta ciudad y sus términos y jurisdicción y 
declarar las de suso referidas en caso de duda y de todo in- 
formar á Su Majestad para que sea servido de las confirmar 
y de Iiacer merced á los vecinos y pobladores de esta dicha 
ciudad conforme á sus servicios y trabajos, y asi lo proveyó, 
mandó y firmó— El licenciado Hernando de Lerma — Ante 
mí -^Rodrigo Pereira^ escribano publico. 

Aulo de ejidos nuevos. 

Ln la ciudad de Lerma del valle de Salta á doce dias del 
mes de junio de mil quinientos ochenta y seis: el muy ilus- 
tre señor Juan Ramírez de Yelazco, gobernador capitán ge- 
neral, y justicia mayor en estas provincias del Tucuman por 
Su Majestad, dijo: Que por cuanto el gobernador licencia- 
do Hernando de Lerma, su antecesor, al tiempo y razón que 
repartió las tierras, chacras, é estancias é caballerías, efun- 
do esta ciudad é dio, é señaló por ejido de esta dicha ciudad 
un pedazo de tierra de una legua en largo, la cual dicha es 
muy útil y provechosa para los • • • • (ilijible) • • • • por cuanto 
del rioá la sierra hay muy poca tierra y es muy angosto res- 
pecto de lo cual su señoría dijo: Que hacia é hizo merced en 
nombre de Su Majestad á esta dicha ciudad, del llano que 
ella mantiene de tablada, que es desde las cabezadas de las 
chacras de la acequia vieja hasta el rio de Siancas, así y de 
Jii manera que estuviese, hasta lindar con todos los linderos 
de terrenos que en el dicho rio de Siancas, lomas y cerros, 
que están dadas; y asi hecha esta merced, daba y dio por va- 
cuo el dicho ejido que así tiene' señalado en esta ciudad y 
rio abajo, que es desde los paredones y angosturas, que está 
de csla otra parte de Tagarete hasta la estancia denominada 



*^ 



— 93 — 

de Juana Pízarro» el cual dicho pedazo de tierras su seño- 
ría corno vaco repartirá en chacras á los pobladores y be- 
neméritos y asi dijo que hacia é hizo la dicha merced en 
nombre de Su Majestad. É asi lo proveyó é firmó de so nom- 
bre — Juan Ramírez de Fcía^co— ante mí, Francisco diAguir- 
re, escribano público y de Cabildo. 

A fojas doscientos veintitrés vuelta, consta se presentó 
el procurador de esta ciudad diciendo: que habia llegado á su 
noticia que el capitán Bartolomé Valero, dio y repartió es- 
tancias y chacras á algunos vecinos en la dehesa que por 
merced de Su Majestad tiene esta ciudad, sin poderlo hacer 
y que se anulasen las mercedes hechas por dicho Yelazco. Y 
con efecto se proveyó, dando por nulas dichas mercedes, y 
mandando que los referidos vecinos no labrasen nibenefi- 
ciasen la dicha dehesa, so pena de quinientos pesos de oro 
pat*a la cámara de Su Majestad. 

(Revista del Par ana J 



^tm *- 



ORiJEir rFONDACrOWDELA QÜDADDELA CONCEPCIOW 

DEL URUGUAY. 

Documentos importantes para su historia. 

La historia de la mayor parte de laa ciudades, yillas, y 
pueblos de la Coiifederaeioa es bastante oscura. En las 
guerras civiles que ban seguido á la emancipación del do- 
minio español, la mayor parte de los documentos de funda- 
ción se ban perdido; los arcbivos públicos han desapare- 
cido, ó ban sido llevados á otra parte, donde yacen sepulta- 
dos en el polvo de bibliotecas que casi nadie visita . Es pues, 
una verdadera buena fortuna encontrar algunas indicacio- 
nes que puedan servir á ilustrar la historia primitiva de 
pueblos llamados á un magniflco porvenir y que vendrán á 
ser un dia ciudades tan importantes como las que hermo- 
seait ahora las márjenes del Mississippi, del Ohio y de San 
Lorenzo en la América del Norte. 

Hemos sido bastante felices pera proporcionarnos, mer- 
ced á la bondad del señor cura Céspedes, unos pergaminos 
antiguos donde hemos encontrado los documentos que da- 



— 93 — 

mosá contínuticiony que sod los mejores datos sobre la 
fandaeion de esta ciudad. 

■ 

Sega» se ve por ellos, los primitivos habitantes de este 
partido, llamado Arroyo de la China, eran unas familias es- 
pañolas é indijenas que vivian en los campos de Garcia del 
otro lado del rio Gualeguaychíi, y en el partido del pueblo de 
este nombre, que había sido fundado un poco antes que la 
Concepción, aunque Azara, asigne la misma fecha, 1780, á 
estas dos ciudades. Estas familias fueron arrojadas del cam- 
po de García en 1770 y vinieron entonces a establecerse cer- 
ca de la boca del arroyo de la Chii>a. Habiendo crecido la 
población, los habitantes en 1778, dirijieron una súplica á 
Buenos Aires para tener una capilla y un cura; lo que con- 
siguieron en el acto, bajo el gobierno del virey Ceballos, y 
asi se estableció una iglesia servida por un teniente cura. Al- 
ganos anos después, en 1781, este pueblo se erijió en villa 
y parroquia), bajo el nombre de la Purísima Concepción de 
Nuestra Señora. Esta parroquia era muy estensa, pues 
compremdia los departamentos actuales de Villaguay, Con- 
cordia y Mandisobi, es decir, hasta la frontera de Corrientes. 
En 1804 y 1805 tuvieron lugar dos visitas pastorales del 
Obispo de Buenos Aires, don Benito de Lúe y Riega; y se 
permitieron establecer dos capillas dependientes de esta par- 
roquia; una en Villaguay y otra en las puntas del Guayquira- 
rá; en fin, 1809, el mismo obispo permitió la erección de 
otra capilla en el Palmar, costeada por el vecino don Cris- 
tóbal Espino, y cuyo primer cura fué el padre Fray Joaquiu 
deOliden. En los primeros treinta años la población de 
estos partidos habia crecido bastante, pues Azárala avalúa 
en 5,500 í^raas al principio de 1800, siendo de 11,600 la de 
todo el Entre-Bios, dividido entonces en los cincos distritos 



— se- 
de Gualeguajchú, Gualeguay, Nogoyá, la Bajada y Arroyo de 
la China. Después de la capilla del Palmar, se edificó la de 
Mandisobí, (hoy Federación) al rededor de la Concordia; y 
algunos años después, en 1840, Villaguay fué erijida en par- 
roquia separad!. La parroquia de la Concepción se redujo 
entonces á sus limites actuales, que son todaria muy estén- 
sos, pues tiene cerca de 23 leguas de N. á S. y 12 de E. á O. 

Es fácil ver por los cuadros estadísticjs, que damos mas 
abajo y que abrazan casi 80 años de la existencia de la ciu- 
dad del Uruguay, el incremento lento> pero continuo, que ha 
tenido esta parte d^l Entre-Rios y cuan rápido ba sidoea 
estos últimos años; pues á pesar de la separación de la Con- 
cordia, de Mandisobi, y de Villaguay en parroquias parti- 
culares, la cifra de los bautismos ha seguido siempre una 
marcha ascendiente. 

Hemos considerado los rejislros déla parroquia como la 
mejor fuente para documentos sóbrela ley de la población; 
pues son el único archivo regular que existe desde la funda- 
ción del Uruguay, y que puede suministrar datos auténticos 
sobre la historia de este pueblo. 

Aqui siguen las piezas relativas á la fundación de la ciu- 
dad y de la parroquia. 



Documentos médiíos sobre la fundación de la ciudad de la 

Concepción del Uruguay. 

Ilustrisimo Cabildo, Sede vacante. 
Don León Almiron, juez comisionado del partido que 
llaman Arroyo de la China, en la otra banda de este rio de la 
Plata, y márjenes del que llaman Uruguay, por mi y á nom- 



— 97 ~ 

bre de los individuos mas visibles qiíe componen aquel vecin- 
dario, que ascienden á mas de treinta familias españolas y 
otras tantas de los naturales, ante V, S.S. con el mayor ren» 
dímiento parezco y digo: Que hay mas de ocho años que 
aquellos vecinos se establecieron en dicho partido Jdel arroyo 
de la China, después que violentamente fueron lanzados por 
don E^steban García de Zúñiga, del partido que llaman del 
Gualeguaychú, donde tenian elprimer establecimiento; y en 
todo este espacio de tiempo han carecido aquellas familias 
del sustento espiritual, asi en la administración de los Sa- 
cramentos como en la instrucción de nuestros sagrados dog- 
mas, escepto algunas pocas veces que por el arribo del que 
sabia ser cura de Gualeguaychú, lograban este consuelo, aun- 
que por la gran distancia que hay de uno á otro partido, se 
puede reputar por ninguno.- Pero de dos años á esta parte, 
carecen absolutamente aquellos infelices de tan necesario 
pasto espiritual. 

De tal suerte que aunque sea cierto que algunos pueden 
lograr el cumplimiento del anual precepto con ocurrir á las 
capillas mas próximas que distan mas de 20 leguas, también 
es cierto que otros muchos no pueden, y aunque casi todos 
lograren este bien anual, de ninguna suerte logran el oir mi- 
sa, ni instruirse de la doctrina cristiana. 

Y ¿qué diré, excelentísimo señor, de los que por natu- 
ral ó accidental enfermedad mueren en aquel partido? No 
hay la menor duda que aunque cuando los últimos actos sean 
los mas apetecibles, es sumamente sensible se despidan de 
ésta vida á la otra sin el pan de vida eterna, ni siquiera con 
aquellas protestaciones y exhortaciones apostólicas. 

Movido, pues, por una parle de un celo cristiano, y por 
otra de los clamores y súplicas de este vecindario, ocurro á 



— os- 
la integridad de V. S. S. coiisti luyéndome fiador áa sa cons- 
laneia en ío que solicitan; y principal ejecutor, á fin de que 
se digne concedernos el permiso de construir en dicho par- 
tido una capilla, y licencia de que en ella se pueda celebrar 
misa y ejercer las demás funciones de párroco que deberá 
ser por un capellán que desde luego solicitaremos á nuestra 
costa y mención para los fines propuestos, y que nos dirija 
con su intelijencia y nos estimule al mas bre?e cumplimiento 
de lo que prometemos y deseamos con el favor y ansia que 
exíje nuestra necesidad, como lo esperamos del santo celo 

de V. S. S* y es gracia y justicia etc. etc. etc Leen 

Almiron, 

DECIÍETO. 

Concédese la licencia que pide para la construcción de la 
capilla que espresa, teniéndola también del Exmo. señor vi- 
rey, como vice-real patrono; y concluida que sea, nos dará 
cuenta, para que se conceda la colocación con lo demás que 
solicita. 

Doctor Andujar -doctor Riglos. — Picasarri — doctor Ma- 
ziel ^doctor González de Leiva. 

« 

— Proveyó y firmó el decreto que antecede, el muy 
iluslrísimo y venerable Dean y Cabildo de esta catedral, sede 
vacante, en Buenos Aires, á doce de Mayo de mil setecientos 
setenta y ocho— Ante mí, Antonio de Jíerrcra, notario ma- 
yor y secretario; en Buenos Aires dicho día, mes y año. 

Yo, el infrascripto notario, hice saber el decreto ante- 
cedente á don León Almiron en su persona. — Doy té —Her- 
rera. 

Pedimento. 

Don León Almiron, juez comisionado del partido qué 



— 99 — 

llaman Arroyo déla China en ta otra banda de este rio y 
mérjenes occidentales del Uruguay, ante V. E. con el mayor 
reodiralento, dice:— Que por la necesidad urjen te en que se 
halla aquel vecindario del pasto espiritual, sin tener nosolo 
quien les diga misa é instruya en la doctrina cristiana; pero 
ni quien los conGese á lómenos, una vez al año, ocurrió el su- 
plicante por si y por dicho vecindario al ilusf risimo Cabildo, 
Sede vacante, solicitando se le concediese licencia para cons- 
truir ana capilla en dicho partido, á que se sirvió consentir 
con la circunstancia que así mismo se obtuviese de la supe- 
rioridad de V. E. por lo que respecta al real patronato, y 
que, concluida que fuese dicha capilla, se diese parto parala 
colocación y demos que se solicita como lodo consta del do- 
cumento, que con la venia necesaria exhibo. 

En cuya atención ocurre el que suplica á la justificación 
de V. E.á fin de qiíe no solo conceda su superior permiso co- 
mo vice-real patrono, para la construcción de la referida ca- 
pilla« sino también que atendida la miseria de aquellos vecinos 
espulsados de su primer domicilio y arrinconados sin el ¡con- 
suelo de pasto espiritual, que tanto claman, influya con su 
notoria caridad al mejor éxito delfín propuesto. —Favor y 
justicia que espera de V. E-*«* — León jlímtron— Bueno* 
Aires, mayo catorce de mil setecientos sesenta y ocho. 

Decreto. 

Vista al abogado que hace de fiscal -Ceballos— Casa- 
mayor — Hay una rúbrica. 

Pedimento. 

Bxmo. señor: 
El abogado que hace de fiscal, en vista del antecedente es- 



— 100 — 

crito y licencia del Cabildo Eclesiástico^ que acompaña don 
liCon Almiron, Juez comisionado del partido que llaman 
Arroyo de la China, parafundary construir una Capilla 
en aquel paraje, solicitando la que áY. E. corresponde im- 
petrar, como vice-real patrono, dice: — que siendo esta una 
obra tan santa aceptar á Dios y á sus santos, y benéfica á todo 
el vecindario que espresa, para que pueda asistir al santo 
Sacrificio de la misa en losdias de precepto, y sea socorrido 
con losSacram entos, cuyos beneficios espirituales no pueden 
participar sin el ausilio de dicha capilla y capellán que asis- 
ta en ella, por la gran distancia que media entre el paraje 
del Arroyo de la China y de Gualeguaychú, donde está fundada 
otra capilla, no se le ofrece al fiscal reparo sobre queV. E. 
difiera, si fuere de su superior agrado, á la ejecución, con 
calidad de que haya de quedar sujeta al real patronato en 
los efectos que haya lugar. — Buenos Aires y mayo diez y nue- 
ve de mil setecientos sesenta y ocho.— docíor Pacheco, 

DECRETO. 

Buenos Aires — Mayo veinte y siete de rail setecientos 
sesenta y ocho. — Concédese á don León Almirou la licencia 
que solicita para fundarse una capilla en el paraje que espre^ 
sa, sin perjuicio del derecho del real patronato. — Ceballos. 
— Casa mayor. — Hay una rúbrica. 

DECISIÓN. 

Nos el doctor don José de Andujar, dignidad de Dean de 
la Santa Iglesia Catedral, comisario apostólico, subdelegado 
general de la Santa Cruzada, provisor y vicario general de 
este obispado del Rio de la Plata, Sede vacante, etc. etc. 

^Por cuanto, por parte de don León Almiron se nos 



— 101 — 

ha representado, que hace dos años que los vecinos de aquel 
partido del Arroyo de la China, están careciendo del ausilio 
pspirilual pomo haber en aquellas inmediaciones capilla ni 
parroquia de donde puedan ser socorridos; pues las de Gua- 
leguaychú, que es la mas cercana, dista muchas leguas, ha- 
biendo en el medio un caudaloso rio que solo puede pasarse 
á nado; por cuyo motivo, movido por una parte de un celo 
cristiano, y por otra do los clamores y súplicas de aquel ve- 
cindario, se resolvió á construir una capilla que les sirviese 
de parroquia, á cuyo fin tiene sacadas las licencias necesa- 
rias; pero para que, en Ínterin se concluya, no esperimen- 
ten los fieles la continuación de las necesidades espirituales, 
nos pidió hahili tasemos al reverendísimo padre fray Pedro 
de Goitia, ex- definidor de la seráfica observancia de esta 
provincia, que existe en dicho paraje, con permiso áv sus 
prelados, para que ejerciese con ellos las funciones parro- 
quiales—Por tanto, siendo esta necesidad tan urjente, y de- 
seando, nos, por cuanto estuviese de nuestra parte, reme- 
diarla, conforme á nuestra obligación tan encargada por el 
celoso ánimo de nuestro gobierno, que Dios guarde, y te- 
niendo como tenemos entera satisfacción en la prudencia y 
apostólica instrucción de dicho reverendísimo Padre ex-de- 
finídor. Fray Pedro de Go\tia, por el tenor de las presentes, 
loelejímos, nombramos y dipulamos por teniente cura por 
todo el partido del Arroyo de la China y le concedemos todas 
las facultades parroquiales para la administración délos san- 
tos Sacramentos y demás oficios y fiincioees eclesiásticas, que 
como tal le Qorresponden con los cargos, cargas, gravámenes 
y obligaciones conjprendidas y espresadas en el ritual Roma- 
no de Paulo V. á las que se añade la novísimamente declara- 
da por la santidad de Benedicto XIV, de aplicar por todos los 



— 102 — 

feligreses las misas de los domingos y fiestas de precepto — 
Eq consecuencia délo cual, mandamos á todos nuestros sub- 
ditos de cualquier estado y condición que sean, hagan y ten- 
gan al referido reverendisimo padre Fray Pedro de Goitia, 
por tal teniente cura de todo el territorio que comprende el 
enunciado partido del arroyo de la China, accediéndole con 
las primicias y demás emolumentos y subvenciones que sean 
debidos según arancel. 

En cuyo testimonio damos la presente de nuestra mano, 
sellada con el sello del Iluslrísimo y venerable Cabildo de 
esta Santa Iglesia Catedral, y refrendada del notario mayor 
deesteobÍ£pado,en Buenos Aires á 3 de junio de 1778. 

Don José Andújary (hay un sello)— Por mandado del se- 
ñor provisor y vicario general, sede vacante, Antonio de Bfer- 
rera^ notario mayor. 



Curas de la parroquia de laPurisima Concepción del Uruguay, 

1778— Primer cura nombrado de la capilla que habia 
de erijirse en el año siguiente. El reverendísimo padre fray 
Pedro de Goitia, relijií^so franciscano. La parroquia no se 
inauguró, sino el 1**. de noviembre de 1781 en que se reci- 
bió de primer cura propietario: 
1781 —setiembre, don Antonio Mariano Alonso. 
1783 — ^julio, fray Juan Donoso (interino). 

1783—diciembre, fray Juan Tomás Churruca. 
1784— febrero, fray Nicolás Jimenes. 
1783— julio, don José Basilio López. 

1791 —marzo, don Manuel José de Palacios. 
4796— enero, fray Mariano Agüero (interino). 



\ 



— 105 — 

1796— octubre, fray Feliciano Ciibrera (interino). 

4797 — ^junio, don Manuel José de Palacios. 

« 

1801 — febrero, don Feliciano Puirredon. 

1801 — setiembre, don José Basilio López. 

1802 — febrero, don Juan Pedro Videla. 

1802— mayo, doctor don José Bonifacio Redruello, cura 

colado. 

1811— marzo, don Basilio López. 

1815— enero, doctor don Juan José Castarxer. 

1816— marzo, don Jqsé Basilio López. 

1818— agosto, fray Joaquin Pérez Petinto. 

1820— mayo, doctor don Juan José Castañcr. 

1822 — julio, fray don José Manuel Funes. 

1824 — marzo, doctor don Juan José Castañer. 

1828 — enero, don José Joaquin Palacios. 

1828— abril, don Solano García (interino). 

1829-~enero, don José Joaquin Palacios (en comisión). 

1829— diciembre, don Manuel Salinas de Lima. 

1830— marzo, don Agustín de los Santos. 

1840 — setiembre, don Francisco Tcrroba. 

1840— octubre, don Mariano Guerra. 

1841 -junio, don Ramón Navarro (interino). 

1847— enero, don José Sanategui, fen comisión). 

1848 — enero, don José Benito Cotelo, 

18S1— agosto, don Gregorio Céspedes. 

De todos estos curas el único quehaya tenido la institución 
canónica, fué el doctor don José Bonifacio' Red ruello; todos 
losotros fueron interinos y muchos, particularmente los regu- 
lares, pertenecientes á alguna órJen religiosa, no estuvieron 
sino algunos meses en este pueblo. Varias veces el cura 
propietario fué asistido de un teniente; esta falta de un ayu- 



i. 



— 104 — 

dante contribuyó mucho, en que hubiese alguna oscuridad en 
varias partidas de los libros de Parroquia. Así durante la 
larga enfermedad del cura don Mariano Guerra, las partidas 
de 1842 á 1847 de los fallecimientos, faltan completamente; 
porque no se hizo sacar copia del borrador, el cual ha desa- 
parecido. Asi también, la partida del año 1798 y otra de 
1799 es incompleta. Pero á pesar de estos vacios se puede 
sacar una consecuencia importante de esta serie de cifras 
que comprenden las tres cuartas partes de un siglo. 

Nolade matrimonios f bautismos y falleciniientos desde la fun- 
dación déla parroquia déla Concepeion del Uruguay en 
1781, hasta e/ 1855. {Sacada délos libros del archivo 
de la parroquia; —7 i años,) 



Años. 


Matrimonios. 


Bautismos. 
6 


Fallecimientos. 


1781 


« 


« 


1782 


« 


39 


3 


1783 


13 


39 


31 


1784 


11 


44 


51 


178S 


3 


¿1 


13 


1786 


14 


. 49 


29 


1787 


14 


39 


32 


1788 


19 


60 


2p 


1789 


26 


71 


28 


1790 


14 


80 


35 


1791 


18 


78 


45 


1792 


10 


94 


44 


1793 


23 


98 


52 


1794 


lá 


118 


129 


1795 


14 


111 


5J 



i I 



IOS — 



k 



Afios. 


Matrimonieti. 


Bautismos. 


Failecintieatos. 


179G, 


24 


79 


42 . 


1797 


22 


145 


46 


1798 


19 


101 


IC 


1799 


17 


75 


8 


1800 


32 


121 


40 


1801 


18 


95 


47 


1802 


50 


127 


59 


1803 


52 


125 


141 


1804 


42 


129 


78 


180S 


42 


142 


102 


180C 


36 


144 


98 


1807 


36 


157 


80 


1808 


52 


185 


86 


1809 


42 


174 


99 


1810 


39 


152 


93 


1811 


6 


159 


219 


1812 


12 


128 


63 


1815 


3 


101 


42 


1814 


10 


158 


58 


1815 


45 


152 


76 


1816 


23 


163 


101 


1817 


26 


153 , 


97 


1818 


12 


163 


79 


1819 


25 


231 


83 


1830 


28 


244 


104 


1821 


29 


236 


75 


1832 


47 


248 


47 


1823 

1 


46 


221 


59 

■ * 


1824 


35 


255 


138 


4825 


39 


178 


65 



8 



■.}*r 



— 106 — 



Aftos. 


Mttiimoaios. 


Bautismos. 


Falledmiemos. 

• 


1826 


29 


177 


66 


182T 


21 


192 


61 


1828 


23 


106 


17 


ld29 


8 


189 


«8 


1830 


24 


203 


95 


1831 


32 


196 


104 


1832 


62 


183 


71 


1833 


38 . 


196 


50 


1834 


45 


168 


.65 


183a 


43 


251 


66 


1836 


38 


256 


85 


1857 


50 


208 


77 


1838 


22 


192 


101 


183» 


6 


186 


121 


1840 


12 


158 


78 


1841 


14 


158 


86 


1842 


2 


132 


70 


1843 


3 


78 


43 


1844 


1 


122 


35 


1845 


1 


102 


«. 


1846 


15 


179 


« 


1847 


23 


184 


fC 


1848 


17 


191 


79 


1849 


43 


263 


113 


1850 


39 


246 


108 


1851 


29 


221 


109 


1852 


15 


224 


169 


1863 


66 


242 


177 


1854 


64 


297 


112 


74 


1799 


11204 


j(183 



Oitnpensando ios vados» llegaremos fi las cifras re- 
dondas de 1800 matrimonios, 11200 nacimientos y 5800 
fallecimieotos* Aumentamos este último guarismo por dos 
mptivos; INTimero, porque nos foltan cuatro aoos« Según-» 



4év por qnetodosrlosrfáHiscIroienteS' fio eMn émmáúióÉ tí 
Ut Pamroqiiia; fii0di«is párfofospppméipulmei^tef so eíitk^rotí' 
donde mtiereD^ ; por ^tra parte las distandos en cftféifaliée^- 
iviríos MivMlmr kxipiéaft «piense Uev>en al cementerio; de 
5]ierte ^^ el numero de muertos es realmente mayor de lo 
ijfs^ parece. Sin emtorgo, á pesor de esta ii^^iilaridüd cpie 
se encuentra en casi todas las Parroquiais de Id Confede- 
ración y que es debida á la inmensidad doi (eiTéno y á I»s 
distancias eu qm te vid» pastoril oolo(» necesariainenée á 
los ^upos de familia, se \^ qfiie eí númciro de los nacimien- 
tos es casi el diiplo dei de los faUeeiaiiefiítos. Hemos en- 
contrado igualmente esta ley en la Banda Orie«taiy regís- 
tmodo los libros de diversas parroquias en una serie de 5S 
años de 1^0 á i834, y es probat)le qw elia'es genperat^en io- 
dos loi^paisesdel Piala, así en «ina generación (30 años) por 
sisóla, la poMacion debe doMar. En Europa, aunque el n4- 
merode nacimientos sea superior ai de los faileeimlentos, <^$- 
ta pix)porcÍ9a es muy superior á la qoese vé en lasdos Atíaéri- 
^asi La Providencia ba c^erido queéideslidrto se poblase con' 
osas rapidez fueiospaisesqj»e tienen stt-ea#lidad^fieien te de^ 
haKtontes. 

Etí estos gmrtsmos, seiís blj^s eorrespofiden áú» ma4rj- 
Doonio, pero deduciendo los faijos nat^iirales, ia propoifeimí 
serediM*e áeinco, lo que es<Ia <>Kra mediana ^n *é PlaiOv 
Gomoeo todas partes, se \^é kr influencia qué loS4ic(mteGÍ- 
mientos políticos tienen sobre íat población, pu^ «o 191*3 y 
i4y4Ípoca de la* guerra de la iiidepeúdencia:, Aay solamente^ 
13 matrimonios; en 1839, época de la guerra contra el> 
Brasil, 8; en^in, ielSl'i á 184^ enioslieispos 4e la guten^^ 
ra civil y estrangera en^Iü Bandas Oiienlal y todas las cosbi^s^ 
4el Plata, 7 eii' 4 aíiosi -««'La guerra y Its reV43lm*id««S' 



— 108 — 

tieucu esta influencia sóbrela población que no solamente 
la destruyen directamente por los combates y las pasiones 
malas, sino que limitan también la reproducción. 

xideraas de estas indicaciones que deducidas del estu- 
dio de la población pueden subministrar datos de suma im- 
portancia para la administración y el cáleuloMe los recurso» 
futuros del pais, hay otras interesantes observaciones que 
sacar también con resi>ecto ó la hijicne pública. Se sa- 
be que las epidemias de fiebres eruptivas, como la virue- 
la, la escarlatina y el sarampión son las únicas que se estien- 
den con bastante intensidad en estos paises, cuya salubri- 
dades, y con razón, provervial. Pues bien, por el, estudio 
de estos cifras vemos que los años 1784, 1794,1803, 18H, 
1820, 1824, 1851; 1856, 1842; 1852, 1855, han tenido una 
mortandad muy superior á la de los otros años. Por los 
datos que tenemos, y por lo que hemos presenciado, en eslos 
úitimos veinteaños, sabemos que la escarlatina en 1856,1a 
viruela en 184i y en 1855; elsarampion en 185á han azotado 
las márjenes del Plata, del Paraná, y del Uruguay. Los 
íalleoimíentos producidos por estas enfermedades tienen 
lugar en el otoño y el invierno, particularmente en los meses 
de mayo y junio. El examen de los años 1784, 91, 1805, 
11, 20, 24^ 51, nos demuestra que, la principal parte de la 
mortandad ha ocurrido en estos mismos meses, y que por 
consiguiente es sumamente probable, hayan intervenido las 
mismas cansas. Resulta, pues, que cada ocho ó diez años, 
estos paises esperimentan una epidemia de viruela, cuyo 
desenvolvimiento favorece la negligencia con que se ad- 
ministra la vacuna en muchas partes La escarlatina y el 
sarampión menos graves aparecen también en épocas perió- 
dicas, como la viruela; pero sin deju' en pos de sí tantas 



— 109 — 

víclitnae, y por consiguiente sin influir tanto sobre la cifra dé 
mortandad. 

Martin de Mocssy. 
{El Uruguay.) 



I 



**^ 



\ 



KOTICIAS PARA SERVIR A LA HISTORIA DE LA PROVIPfCIA 

DE SANTA-FÉ. 

Acta dr funáñcimí jI$ la aindad de Svaia-Fé. 

Yo Jua» de Garaje Capila» y Justicia Mayor en esta con- 
quista y población de £1 Paraná y Río de la Plata. — Digo que 
en el nombre de la Santísima Trinidad y de la Yirgen Santai 
María y déla Universidad de todos los Santos y en nombre de 
ta Real Magestad de el Rey D. Felipe nuestro» señor y de el' 
muy ilustre Señor Juan Ortiz de Zarate gobernador y capitaa 
general y alguazil mayor de todas las provincias del dicho Rio* 
de la Plata y i)or virtud de los poderes qine para ello tengo de 
Martin Suarez de Toledo teniente de gobernador que al pre- 
sente reside en la ciudad de la Asonpeion, drgo e» el dicho» 
hombre y forma que tengo, fundo y asiento y nombro esta ciu- 
dad do Santa Fé en esta provincia de Gakhines y mocoretae& 
por parezerme que en ella ay las Partes y Cosas que combienen 
para la perpetuasion de dicha Ciudad, de Aguas y Leña y Pas* 
tos que querrá, Y Gasas y Tierras y Estancias para los veei- . 



nos f moradores ie ella y repartirles cothó sti Magéstdd Lo 
mandayasieiitólay puéblólá^éon AdUafAiento (fui) tóflais tas 
Tézés que pareciere ó "sé haDar^e otro aáietfto ittad combefilen- 
le y provechoso para la perpetuidad Lo pu^da hatet tsoñ 
aqaerdo y parecer de Et Cabildo y }tiái€ia qtte^D ie^ta Ciudad 
hubiere eoino pareciere ({ue al s^tbicio del)li9isy éeiluMá^ 
gestad mas eombengti y porque su Mageslad, manda á los Go* 
bernadoires y Capilane» que tsú poMaseuy fundasen tiUebos 
pueblos ó Ciudades y tes da poder y ComissioD para que pue- 
da ñomhrar eti su Real nombre Alcaldes y Rexidores pera 
que tengan en justicia y buen Gobiierno y l^oütía Las tales 
Ciudades ó {pueblos— assi yo en tiómbre de ^ü Mtrgcsítád y d^ 
El dicho Gobernador— nombro y pénalo por Ateaídefe á Ju&u 
de Espinoza y á HorduAo de Arbilló» y por Rexidoresá Benito 
de Morales y á Bernardo deZalas, y á Mátbeo Gil y á Dle^o 
Ramírez y á Lázaro de Venialbo y á Juan de Santa^Cruz; y 
anssien nombre de sü ttágestad y del dilsho Señor Goberna- 
dor tes doy poder y facultad para qué ussett y exerssaii lo^ di* 
cbos oñcios de Alcaldes y tlelidorcs en aquellas cáUS&as y 
cossas combenientes y á ellos tocantes coñforiklé á las hor^ 
denanzas que su Magestad tiene hechas pat'á ía Gitldad y 
Pueblos de las Indias para que ussen asá de Alcaldes hordi'> 
narioscomo de la tíermandad en lodos \m negocios á Ellos 
tocantes y no obstante que Sil Magéstad por sus reales pro'- 
Yiziones úiandá que Sean c^da año elejidos. Y ássi cumplien- 
do yo sus Reales Mandamientos por Tales Los nombro y Sé*- 
ñalo — pero pareziendomé que la eleccioa que sea dé acos- 
tumbrar hazer sea un dia señalado como es usso y costumbre 
en todas las Ciiidades y Refnos de su Hagestad^Digo que tes 
doy j)oder y facultad en nombre de su Mageatád para que 
eúnan y ussen l(»s dicbós oácios y cargos desdé el dia de U 



— H2 — 

fecha de esta basta ''el dia de El ano nuevo que Yerna que ei 
el principio, del año que reina dfi Mili y quinientos y setenta 
y cinco; y assi mando y por ordenanza que aquel dia antes dé 
mí^sa todos los años tengan de costumbre de Junttarsse en 
^ Cabildo los Alcaldes y Rexidores con El Escrivano de Ca- 
bildo y bazer su nombramiento y elección como Dios mexor 
J-es diere á enttender y a la manera y forma que se acostum* 
bra en lodos Los Reynos de El Peru-rOtrossi mando á los 
•Alcaldes y Rexidores Bayan conmigo y en el conmedio de la 
Pjaza de esta Ciudad me ayuden á alsar y enarbolar un Palo* 
Para Rollo para allí en nombre de su Magestad y de el Señor 
Gobernador Juan Orliz de Zarate se pueda executar la Justi- 
cia en los delincuentes conforme á las Leyes y Hordenanzas 
Reales— O trossi nombro y señalo por Jurisdicción de esta 
Ciudad por la parte del camino del Paraguay hasta el cavo de 
los anegadizos chicos y por el Rio avaxb camino de Buenos 
Aires, veinte y cinco leguas mas avaxo de Santí Espíritus y 
assia las partes del Tucuman cinquonta leguas á la tierra 
adentro desde las barrancas de este Rio y de la otra parte 
de El Paraná, otras cinquenta — Otrossi mando que el asien-^ 
to y repartimiento de los solares cassas de los vezinos de 
esta Ciudad se ediGquen y assienten y se guarden confor- 
me á las Trazas que tengo señaladas en un pergamino que 
es fecho en este assiento y Ciudad de Santa Fée oy Do- 
mingo a quinu de Noviembre de mili y quinientos y setenta y 
Ares años — Otrossi en la tierra de esta Ciudad tengo señalados 
dos solares para Iglesia mayor la qual nombro la Adboca- 
eion de tudos los Sancttos --Testigos que á todo Lo dicho fue- 
ron presentes Francisco de Zierra Maestre de campo de 
esta conquista y Antonio Thomas y (ininteligible) Sánchez, 
(echa, dia, mes y año— Juan do Caray— por testigo fran- 



— .Í<3 — 

dsco de Zierra—por testigo Antonio Thomas—por testigo 
-(ininteligible) Sanchéa;— por mandato del Señor Capitán- 
Pedro de Espindola Escribano nombrado por la Justicia. 

Exmo. Sr, Gobernador: 

Correspondiendo ¿ la distinción que me dispensó el Ex- 
mo. Gobierno, encargándome con fecha 9 del ppdo* de infor- 
mar sóbrela posición actual del territorio de esta Provincia, 
paso á evacuarlo en la forma siguiente. 

Santa Fé debe su fundación ala necesidad de asegurar 
fl tránsito, comunicación, y comercio del Paraguay, conol 
•Perú y Chile. Era moralraente imposible transitar por el 
dilatadísimo territorio que separan las aguas del Paraná de 
la Provincia del Tucuman, mucho mas cuando estaba pobla- 
do de innumerables tribus salvajes. Con este objeto vino 
del Paraguay D. Juan de Garay á conquistar la provincia de 
tos indios Calcbines, y Colastines. El dia 50 de Setiembre 
de 1573 tomó puerto, y la docilidad de estos indios, como la 
de sus vecinos ios Mocoretas, y Pairíndis, le facilitaron la 
empresa de modo, que el 1* de Noviembre elijió ya el sitio 
donde debiera construir la Ciudad. Enarboló en Cayastá la 
bandera Española, y la Santa Cruz, y autorizó la Ciudad con 
el nombre de Santa Fé, de la Vera-Cruz, poniéndola bajo el 
tutelar amparo del Máximo Dr. San Gerónimo. Trazó en un 
pergamino el plano de la Ciudad, y el 15 del mismo mes le- 
vantó el acta de su fundación, cuya copia encabeza este espe- 
diente. Esta acta señala un terrilorio para la Provincia, y 
es el título de su propiedad. Mantiene su posesión civil; y su 
posesión natural le ha estendido á veces hasta los mismos 
términos en la acta señalados; á veeés se ha limitado en los 
suburvios de esta Ciudad. 
~ Cincuenta y dos años estuvieron los españoles gozí^ido 



(3e todo el terrirório, coDseinranáo i los indios, 7 tm par em» 
ellos. Pero en éste tiempo los Oalctmquis, unidos con los 
Mogosnas, Ñaucas, Caliagaes y Abipones* destruyeron la 
GíudiOid de la Concepción de Buena Efif^ranzo fofldada por los 
«ipaaoles sobre el rio Bermejo, y vinieron sobre Santa Fé, á 
la que hostilisaroa tanto, y iaüatrazoieiite» que D. Mendo de 
jh Citevñ y Benavidez Gobernador y Capitán General déla 
Provincia de Buenos Ayres^terniaó mandar uaa espedid- 
«ion ea su socorro, que logró «oy-eotarloSt y les bizo tres- 
•oiemlosi prnioae^ros, Pero íuego que se retiraron á Buenos 
.Aii«s las fuerzas auxiliarits» volvieron losiudios 00a tal furia, 
^utí obligaroví al vecindario á trasladar la Ciudad al lugar 
•doode b^' se baila. £sto slieediód a¿o de 1653 en que se 
dio principio á la obra, y bahiera sidolmposiblellevarla^ ca- 
bo si el Maestre de campo, D. Juan Arias de Saavedra aoba- 
biera logrado triunfar sobre los indios en 4657, y obligado á 
baeer las pases á los Calcbaquis, con que se logró dar la á la 
traslación de lá Ciudad ea 1660, eu «pie rontaba ochenta y 
«iete años de su primera población, de ios qae treíata y seis 
babiapasado en continua guerra. 

La paz con los indios, y la protección del Rey de España, 
que por Real Cédula del Zl de Oetabro de 1682 declaró al4e 
esta Ciudad puerto ánioo y preciso de tes embareaeioftes qae 
navega^ieo ei Paraná; los vecinos de esta Ciudad restaUecte-* 
ron sus perdidas comodidades y baciendas. Los iadios 
eran fieles é sus promesas» y progresaba el país notablemente. 
1^ progreso bubiera sido mas rápido: pero encargado, 
por el Gobernador y Capitán General de Buenos Aires D. lo- 
sé de Garro, el Maestre de Campo D. Antonio de VeraMujiea 
Comandante de estas Milicias, de hacer ^desalojar de los Por- 
tufttnes las islas de S. Gabriel taroViaeíaorUizarliis mUicias 



ton Ito'flie 'aoatfipó «n ta Biirfa OriefiM m ^ paref^ qM 
düeqde «ntonces se llamé 4 áeiri Ae ^^eni, donde remiió el «eí^ 
<ilo«^pftft0l, CQQ'elqaa asal4^ y coDicluyóiBoo Jes ^rl^guese» 
al !BMiA(» dd general don AiKlomo ManMl deLobo 4^)7 de 
agaslo de »680. 

Despaed de«ste trinólo fi^;res6 el se&or V^ra Miigioa é 
«sia cuidad, qoeeefaaltobalibre déla perseeMcioii deJosíift- 
Aas, Eotenees se le eneomendó á este señor ln eooqaiste 
ddCbaeo:por«llIuc«tttian, cuya empresa 00 i^w efeetoifor 
las enalacíones del gobierna de flqyeUn provincia. Per^ 
era tella traaqiiaidad de Santa Fé, qiie seguí) una memaHn 
escrita el año de 1780, baláa mas de trekiia kgves si Norte 
de esta ciudad jH>Wadas de pingües estimcias de las que 
sacaban haciendas á millares para las poblaciones del inte- 
rior,, Corrientes» y el Paraguay^ y aun se conocen propieda- 
des departiculares ó esa altura. 

Pero el indio Motivire (á quien el P. Lozano llama 
famoso caudillo de numerosa parcialidad de la Nación Moco- 
yi, que babitaba la parte del Chaco que linda con las fron- 
teras de Salta ylnjui, cuyo atrevimiento había llegado, has- 
la atacar la misma ciudad de Salta, poderosamente persegui- 
do por los españoles abandonó aquellas comarcas, y per- 
suadió á los aquilotes de las ven tajas de esta transmigración, 
y con dios se vino al pais de los Abipones fronterizos de 
esta ciudad trayendo consigo gran número de caballos de 
las estancias de los españoles. Unidos estos, y aprovechán- 
dose de la distancia en que se hallaban los tercios de Santa 
Fé y Corrientes, que al mando de don Francisco de Tera 

Mujtca, hijo del referido don Antonio, fueron en una espe- 

* 

dicson general, destinados & seguir el rio Calman basta la 
asolada cindad déla Concepción de Buena Esperanza, prin- 



- H6 - 

€ipidrDn6usbo$tí1jdade$» y^n 1711 bideroQ gran mortao* 
dad de estancieros y pobladores de la campada • 

Los santafecinos con sus fieles y valientes aliados los 
ealchaquís, defendieron Id ciudad, hasta que el 4 de marzo 
de 1718, cincuenta santafecinos pelearon en el Cululú, ca«^ 
toree leguas de esta ciudad, á trescientos indios, de los que 
solo dos escaparon. Pero en el mismo año hubo una peste 
general en la provincia que casi concluyó con los calchaquis 
y diezmó nuestros soldados. Con esta calamidad, empeza* 
ron los indios nuevamente sus hostilidades, y redujeron es- 
ta población á los límites de la ciudad, que fué preciso guar- 
dar con paredes y fosos. 

Elgobernador y capitán general de Buenos Aires don 
Bruno Mauricio de Zabala, con largueza á este vecindario, 
mandó tropas auxiliares, armas, y municiones; y en 1726 
vino en persona á prestarle su amparo en el paso de Santo 
Tomé. Antes de pisar S. £. esta orilla, fué acometida por los 
indios su comitiva, la que ayudada de la gente del Fuerte que 
alli existía, y de varios santafesínos que á nado pasaron en 
su auxilio, mantuvieron un largo combate hasta que los 
indios fueron derrotados dejando muchos cadáveres, como 
los habia de los nuestros. 

Entre las medidas tomadas por el señor Zabala, la mas 
acertada fué la del nombramiento de teniente gobernador que 
hizo en la persona del ilustre santafecino don Francisco Ja«^ 
vier de Echagüe y Andias. Nunca los indios tuvieron un ene- 
migo mas constante ni mas valiente. Introdujo en ellos el 
terror, y después de haberlos quebrado con su valor, mandó 
á uno de los muchos prisioneros, que tenía en esta ciuda4 
atendidos generosamente, á proponerles paces, las que que- 



— H7 - 

dtton concluidas en i 742, compronielténdose los indios á 
reducirse en los pueblos que les establecieran. 

No pudo el magnánimo señor Echagüe cumplir con lo 
que habia prometido á los indios, por que le tomó la muer^ 
te; pero su digno sucesor don Francisco de Vera Mujica 
Giimpiió fielmente con cuanto aquel les habia prometido, 
estableciendo el pueblo de S. Francisco Javier eu 1745 
donde hoy se conserva, destinado desde entonces á los in- 
dios Mocovis: en 1747 el del rey, ó San Gerónimo, á ochen- 
ta leguas de esta ciudad, para los Avipones, que el año de 
1824 fueron trasladados al Sauce donde residen; y después el 
de S. Pedro para los aguiloles que son los que hoy residen en 
el Cantón S. Pedro, terreno de propiedad del finado señor 
Caudiolí, á ocho leguas de esta ciudad. 

No quedaron mas indios sin reducirse, que partidas 
sueltas por los montes de Ispin, las que á finés del siglo pa - 
sado el teniente gobernador don Prudencio Maria de Gasta- 
ñaduy, redujo á un pueblo pacifico con el nombre de Ispin. 
1^ provincia poseia otra vez todo su territorio: quedó ase- 
gurado el tránsito para el interior por el camino de los Sún- 
chales y Mar Chiquita, y tanto por este, como por el del Que- 
bracho Herrado se viajaba sin el menor peligro, hallándose 
nuestra campaña poblada de inmensas haciendas. Así per- 
maneció hasta el año de i8H en que con motivo de haber el 
general Belgranoen su ejército contra el Paraguay Uevádose 
la tropa que guarnecía nuestra frontera, empezaron los in~ 
dios como ladrones, á robar hacienda de las estancias mas 
inmediatas á ellos. Luego, con motivo de hallarse en la bo« 
ca de nuestro rio una escuadrilla española, temiéndose, un 
desembarco, se trageron los indios á esta ciudad para que 
ayudasen á su defensa, y seles impuso en nuestra itrvolu* 



dea, lo <|ti0ées^iá8it ii«eioMli(M; y mbm se eoaci4em^: 

ron con derecbor, por Iridíieiwii, p^r» invadir nuestras eata»-. 
«ias^ üjímo etiipezaroB á hacerla, robattla 1^6 badéndas; qpm 
^ mocha parto vendían eo et Fsi^gnay, M re(irar$e de^fr* 
<a eiu&d áiefoB piriftcipo á sos robos k «ara demrikierftr, 
^^Mando UM tropa» d^ carretas e» el mqnte de Noguer», 
fue iba para Santiago^ y ecMrííadaron en siis robos, sin ma- 
tar^ ni eautiif ar á» nadie. Has el año de < 8i4 se arregló nuil 
^nipaJk.iade bis ndengues para contener tosipdios ladrones, 
yse colocó al mando de ella á un capitán López, que babia^ 
desertado de las tropas del gcnerai Ai^tigas, quien luego qtie- 
salJó á eanapaoa empezó á matar los indios que encontraba, 
daiHk) principio con los que se bailaban de peones é agre- 
gados en la estancia de Abechuco y en la de Candioti en el. 
Hincan de D&vila. Desde entonces empezaron los indios á 
matar y cafutívar» y con tanto encarnizamiento, q«e á fines 
ée^seaño^liabían arrasado tpdoel distrito de^soochin- 
g9s^ y parte del Rineoa de San Jo^é; y de la otra banda det 
Salado basta ta estancia ie Iriondo. 

Los fuertes, qoeeada Hoode ellosx^ra ya un pueblo que 
por si se defendía, quedaron aislados, lo que oliligó á sor 
vecinos á abandonarlos y retirarse ala ciudad, con to que 
fueros completapente destruidos, y nuestra «ampana á dis^ 
ifrecion de i^s Indios. Aú fué, que el 16 de Febrero d^ 
1815 iavadiepon ba^a la chácara «le wikndino dos^ lógnas^e 
<>s!ta Ciudad,, y se llevaron ooanta bacienda^ babia basta esa' 
distancia,. El 21 dol ntiism^ taes ayancaron bastía el^Talu^ el^ 
17 de Marco basta la<::atí«da:deirf4](os: «)£t besla el lüontb 

4ñ los Padresjestaaeia de Candioti; y «oalinuaroA sas invasión 

« 

aest con afganos iatérvalos, «a el O^epar lamento do €oi^a-f 
da. basta lle|;ár al paesito^ da O, Cayetano Torimt 



~ 119 — 

EtS4.de Marzo del mismo año, se declaró esta Provin- 
eta independiente de su antigua Capital, depuso al Teniente 
gobernador D. Eustoquio Diaz Yelez y nombró Gobernador 
intendente á D.Francisco Antonio Gandioti. — Desde entonces 
principió la guerra de esta Provincia con Buenos Aires, que 
terminó el año de 4820 por los tratados del Pilar. No obs- 
tante esto, ese mismo año, hubo nueva guerra con Buenos 
Aires, f otros tratado&de paz con su Gobierno, que se con** 
servaron ba^a fines del año de 1838. En virtud de estos 
tratados ftié, que el Gobierna dé Santa Fe, por si soto, sostu- 
rola gnerrt eofi' ef General Ramircz; y lof terminó en San 
Fl^aneisco, P)rovinciade Córdovael 1€ de Julio dé 1821. lie di- 
dropor si sota, porque este General ya había derrottido 
complietamente ef &4de Mayo en las Barraneasal Ejército d€ 
Buenos Aires al mando del General Lamadrid. 

Esto guerra dé siete a<ño9, y la que sesuscitóá fines del año 
ie f 828, que terminó eaGórdbva en ef añt) de 18Sf , hizo que 
él Gobierno de Santa Fé dispensase á ios indios Ir mayortole^ 
rmcia, poeséDn vez le servían de soldados; pero termíTiadar 
eomo be dtc6o, se contrajo^ d Gobierno^ á contenerlos' y re-» 
ducirlos; yemperó á asaftarlos ea sus tolderías. . Con esté 
motivaaereumeron. todosJosIodioSvy ^ 4i5 de Ncñ^iembre 
de l]8S9iofvadiero& Hasta las; quiatas detesta CHidad, y esta' bet 
siiú l&iávasjkm. masifaorroi^snv que de lus indios ha padecir 
dwttstft ciadad. Pen» el General Lopes tomxk tal empeñot en 
escannentorloS) qu^enel año^de tSSS estaba establecida 
kiltaec lia fronte» dondb bey sehalld, y lo^slndios de Seo 
lanev; yt San Pedro rsdii0idos«n^ losCalehiaes^ y etGantoii 
4& Di Mélcbor. 

(Smedoron después dé esto los Indios Mbntarace», que en 



.••»■ 



— 120 — 

partidas corlas no dejan de hacer daño escondiéndose en los 
montes, viviendo errantes, y llenosde zozobra; y que no pue- 
den impedirqae cincuenta horabiesse paseen por toJo el 
Chaco; y es notorio, que veinte colonos con sus escopetas, 
van á trabajar las ricas maderas que en él se [encuen- 
tran, 

r 

Me he ocupado de esto, E. S., porque encargado de V. 
E. de informar sobre la posesión actual natural y civil de la 
Provincia, he creido oportuno mostrar las causas porquo 
tan fácilmente se ha estrechado, ó estendido esa posesión 
natural. Dos compañías de blandengues bastaban para ase- 
gurarun inmenso territorio; y el retiro de estas han traído 
á veces los limites de la Provincia á lossuburvios de la ciu^ 
dad. 

Después de esta ligera noticia, que be estudiado en 
documentos muy antiguos y autorizados, y de lo que yo 
mismo he visto, voy á determinar la estension de territorio 
jietualmente poblado en la Provincia. Esto es fácil. La 
linea do frontera lo limita de aquel lado del Salado; y de 
este las colonias indígenas, y la continuación de la Jínea. 

£1 territorio de la Provincia actualmente poblado, se 
limita por el Sud por el Arroyo del Medio, y Melincuc á 
veinte leguas del Rosario. Al Oeste por la Esquina á trein- 
ta leguas de la misma ciudad; por Romero á diez y seis le- 
guas de osla ciudad; y por la Colonia Esperanza y cantón de 
Ino()4o, á ocho, Al Norte los cantones Narvaja y San Pedro 
á ochó leguas. AI este hacia la coista del Paraná Calehines, y 
Cayastá á doce leguas de esta ciudad, siendo el Río Paraná el 
limite natural por este rumbo. Últimamente» el Pueblo de 
San Javier á cuarenta leguas al Nort-Este. 



— 121 — 

Estoes E. S. cuanto puedo informar sobre el partí 
ciliar. 

Santa Fé, Febrero 28 de 1863. 

Urbajo de Iriondo. 



\ 



--«i^i- 



t. 



fí 



RELACIÓN HISTÓRICA 



DEL PUEBLO Y JLRiSDICGlON DEL ROSARIO DE LOS ARROYOS, EN EL 
GOBIERNO DE SAINTA-FE PROYINCÍA DE BUENOS AIRES. 



Este lug^v de Nuestra Señora del Rosario de los Arro- 
yos, que por ser ya un pueblo bastante crecido, se avergüen- 
za de que se le trate con el nombre de Capilla, está setenta 
leguas de i?weno« ^tres sóbrela barranca del gran Paraná 
á la banda del Sur, en los 52 grados y cincuenta y seis minu- 
tos de latitud, y en los 318 poco mas ó menos de longitud de 
la Isla de Ilierro, El sitio que ocupa es muy delicioso por 
la vista que tiene, pues domina á las aguas de estemagestuo- 
so rio, y á las tierras de las bandas del Norte desde la altura 
de veinte y dos varas, que es la elevación de estas barrancas 
sobre el nivel del agua, cuando el rio esta en su estado me- 
dio. Su jurisdicción, no contando mas de ¡oque enoldia esta 
poblado de estancias, es de veinte leguas en cuadro, cuyos lí- 
mites son: al Norte el Paraná: al i'udocslc el Arroyo del 



— 123 — 

Medio ó I L jurisdicción del pueblo de San Nicolás: el sndoostc 
las Pa íipas, peroen este rambo esindeünida su jurisdicción 
y en él se encuentra el fueríe de Melicúe: y al Nordeste el rio 
Carácar aaña. 

El Paraná, y todos los rios que entran en él, loraan sus 
nombres dc4 idioma Guaraní: Zarcaraña, ni Carcarañal na- 
da significan en dicho idioma, y caracará-afia si, porque es 
nombre compuesto de dos perfectamente Guaranis, que 
quiere decir carancho diablo. 

Y si de algún pais se debe hacer memoria distinguida 
con pn^fereucia en la Imloriadc la argcníina, lo mereoí^ sin 
disputo este, en que so halla situado este pueblo; pues parece 
que desdo el principio del deseubriaiieijto d;'l rio de la Piale . 
) hastí) ahora, la prudencia ha orJeiíado de inleüto los ac()ii - 
tecimientos para ensenaríios, que el hombre cisiiizado que 
habite en esta tierra nada echará menos de cuanto ?)iieda ny.v - 
tecer parasu consuelo, comoJidnd y delicias. 

Cerca de este lugar fué donde en esta provincia se eiiar- 
boló por primera vez el estandarte de nui stra redención, pi^es 
por aqui fué donde en el ano de \o2*), Si'hasíian de Gabcdo 
levantó la primera fortaleza en nombre del .■ ey de España á 
la que llamó de Sanlispirilus; sin duda poríjue desde (¡ue r-m- 
i)ocó con sus navios por el rio de la Piala (liasía eriíoiiees (!(' 
Solis) no ene ntró paraje mas agí'adable pai'a el designio de, 
poblar: que aunque primero arribó al rio de San Salvador e:i la 
banda del Norte del déla Plata, y allí se fortificó, p;i;VC{* ([[ir 
no llevó mira de poblar aíli, sino de resguardar |{)s ikivích 
(¡uedejaba mientras que iba á descuíirir Paraná ar;i!)a, e^ío 
se iníierede(¡ue aquella fortaleza no le dión(m:ibre, sino so- 
lamente al rio, y á esta si que no solo tuvo el de Safidspiriius 
.sino también td de (íaí>o/o, nombre qrc hasta el áh\ de iiuy 



— 124 — 

conserva el lugar en que estuvo dicha fortaleza, y cuyas rui- 
nas aun se reconocen. 

Aesla circuus ancia digna de perpetua atención, de haber 
sido este pais la primera tierra agradable á los primeros des- 
cubridores del gran Paraná, se debe agregar, con reflexiones 
^ignas del caso, la de haber salido á este mismo parage Fran- 
cisco de Mendo a y los suyos en el año de 1346 viniendo al 
descubrimiento dec¿ tas tierras desde el Peiú; de manera, que 
en esta provincia del lUo de la Plata, estj es el primer suelo 

que señalaron, tanto losprimeíos que vinieron á ella de le- 
vante como los primeros que vinieron de poniente. Es- 
to?^ acíintecimientos, que yo atribuyo á las sabias disposi- 
ciones de la divina providencia, se comprenderá que no son 
acasos si se com!)inaii coa los sucesos recientes, que en núes- 
ti'os días llenan de gloria á este territorio; pues en élse hallan 
lí)s documentos mas tiernos de nuestia religión. 

Primeramente en la milagrosa imagen de la virgen del 
Hosario, patrona íitular de este pueblo. Esta Santa imagen 
la hizo traer de Cádiz en el año de 1 775 el doctor don Fran- 
cisco ds Cosió y Tcran, que fué el segundo cura que ha te- 
nido esta parroquia. Los reverendos Padres de Santo Do- 
mingo (!o r>uí?nos Aires, hicieron venir otra imagen del Rosa- 
rio en el mismo tiempo, ambas de manos de un mismo artí- 
fice: se dice que intentaron los Padres ver si la imagen, que 
venia dosíinada para este pueblo, era tan bella como la suya, 
y que no pudiíí'an satisfacer su curiosidad, porque no se pu- 
do desclavar el rajón en que venia acomodada; pero que 
cuando llegó aquí, á !a menor diligencia se levantó la tapa. 
Lo cierto es que este pueblo goza patentemente de la 
protección de su soberana patrona. En el año de 1776 (sino 
voy en'adv.) hubo por estiiS campañas una enfermedad pcsti- 



lente tan mortífera, que no obstante las piadosasdisposiciones 
del Gobierno de Buenos Aires en enviar médicos, medicinas, 
y sacerdotes por todas partes en auxilio de los enfermas, que- 
daron desoladas familias enteras al rigor de la peste; pero en 
la jurisdicción de este pueblo Tueron pocos los apestados, y de 
estos solamente dos murieron. 

En elafio 1779 entró de improviso por los términos de 

este pueblo una muchedumbre de indios pampas. Bien sabi- 
das son ¡as crueldades, é inhumanidades atroces que en se- 
mejantes irrupciones han cometido estos indios en los parti- 
dos de Areco, Lujan, la Magdalena, y otras partes; pero aquí, 
pasaban por junto iascasas diciendo: al Rosario no hemos ve- 
nido á malar ni d llevar cautivos: y se fueron sin causar mas 
daño que el de llevarse un poco de ganado. Siempre se acuer- 
dan con admiración de estepasaje los que aun viven y lo pre- 
senciaron. 

El dia i9 de Octubre de este auo el capitán de milicias y 
alcalde actual de este partido Don Pedro Moreno salió al cam- 
po acompañado de seis hombres á prender tres fasinerosos, 
quienes lejos de huir de la justicia como era regular, mas 
bien le esperaron unidos cara á cara, y tan resueltos y desal- 
mados, que al intimarles el alcalde se diesen presos por el 
Rey, le respondieron con tres Irabucasos á quema ropa, á cu- 
yo tiempo, también al alcalde descargó contra ellos sus dos 
pistolas, que arabas erraron fuego, y fué, que no quiso la 
virgen d^l Rosario que aquí hubiese otra desgracia que la de 
haberle escoriado una bala a alcalde la mejilla derecho, y 
hecho un boquerón en su sombrero. ¿No es esto un verda- 
dero prodijio? En fin tuvofortuna]el alcalde en prender dos 
de estos infelices, á quienes luego despachó á las reales cár- 
celes de la capital: el otro se escapó á beneficio de su caballo; 



— 12G — 

qiiesiemprc eslo3 malévolos andan en los mejores que cl cam- 
po tiene. Debo anotar que dicho alcalde y los que ivan en su 
auxilio han acreditado su devociun para con María Santísima 
en la obra de la Iglesia nueva que se va á hacer en este puebla 

en honor do su patrona. 

Estos, y otros raros sucesos que á mi no me toca per- 
suadir como milagrosos, la piedad los debe al menos reco- 
nocer como unas señales de protección de la Santísima vir- 
gen dadas á los que saben cuantí) pueden esperar en ella. 

A mas de este beneíicio celestial aun liay otro con que 
Dios ha singularizado este rincón déla provincia de Buenos 
Aires que es el seminario edlücativo de Padres misioneros, ó 
colegio apostólico de propaganda íide, cuya fundación fué en 
esta forma. El Padre Fr. Juan Matud mis¡í>nero apostólico 
de la provincia de Aragón, se hallaba de comisario de mi- 
siones en el colegio de Chillan, y como el promover nuevas 
erecciones de colegios es incumbencia característica del co- 
misario de misiones, según las bulas apostólicas, vino á Bue- 
nos Aires con el fin de fundar un nuevo colegio. Tuvo mucha 
contradicción; pero favorecido délos respetos del señor Go- 
bernador Don Juan José Vertiz consiguió de la Junta muni- 
cipal de Santa Fé, y de la provincial de Buenos Aires que se 
aplicase para colegio la capilla de la estancia llamada de San 
Miguel sita en esta jurisdicción del Rosario, que había sido 
de los expatriados Jesuítas, juntamente con informes muy 
favorables de las dos dichas juntas, y del cabildo de Buenos 
Aires con cuyos documentos luego que se presentó la súplica 
al Rey N. S, por medio de su Supremo Consejo de Indias se 
consiguió, y se expidió la real cédula en Aranjuez á i4 de 
Diciembre de 1775 la que el consejo remitió al cabildo de 
Buenos Aires quien luego dio aviso al Padre Matud para que 



— 127 -- 

viniese á tomar posesión. Ilallábasecn la misión de Valdi- 
via dicho Padrx» y sin detención se puso en camino, separán- 
dose del colegio de Chillan donde ya habia estado mas de 
quince años. En Buenos Aires encontró á su primer favo- 
recedor el Exelentisimo Señor Don Juan José Vertiz, v con 
SU patrocinio consiguió luego que le hiciesen la entrega de la 
capilla, casa, y ornamentos de la dicha estancia; y de facto. 
tomó la posesión en el dia i. ^ de enero de i 780, acompañado 
de dos sacerdotes y un lego. Pero como en toda fundación 
la primera elección de prelado y demás oficios se hace por 
creación de los superiores, y esta se retardó mas de cinco 
años, se conservó en este tiempo, no como colegio, sino como 
mero hospicio, hasta que el Reverendisimo comisario gene- 
ral de Indias comisionó al reverendísimo Padre ex-custodio 
Fr. Francisco AUolaguirre, que se hallaba en Msdrid, el co- 
lectar, y conducir una misión de diez sacerdotes, y tres legos 
para este nuevo colegio de San Carlos, y dicho Padre AUola- 
guirre ejecutó, y díó la última perfección a su comisión en el 
dia 27 de Julio de 1786, en cuyo día, hallándose ya en el colé- 
jio, publicó la creación de primer guardián, y demás oficios, 
y se dio principio á la vida moiiástica. Estos religiosos ha- 
llándose descontentos, así por el estado ruinoso en que se ha 
Haba la casa, como por lo que en ella no podian ej rcer los 
actos de comunidad con aquel rigor y perfección que exigen 
sus constituciones, hicieron varias diligencias para poderse 
trasferir á la Colonia, a Areco ó á otra parte; pero Dios no 
permitió que este pueblo del Uosario tuviese el desconsuelo 
de quedarse sin tan santo propiciatorio, porque lo mas que 
alcanzaron del gobierno los Padres misioneros fué facultad 
para levantar un nuevo colegio en sitio mas cómodo dentro 
de la misma estancia; en cuya virtud, a orillas del Paraná 



— láS — 

en sitio muy agradable, donde tienen buen pescado, rica 
agua, lefia, y todo lo necesario han levantado los padres un 
patio cuadrilongo, y un lienzo con altos; á donde se tras- 
ladaron el dia 7 de mayo de 1797 y siempre van edificando, 
de modo, que según la planta que se han formado será este 
colegio en estando concluido uno de los mas bellos conventos 
de toda esta provincia. En el dia hay pocos religiosos; pero 
el P. fray Miguel Guaraz individuo de este colegio, que pasó 
á España en solicitud de una misión, escribe á los Padres 
desde Madrid con fecha de 8 de abril de este año que ya tiene 
concedida la real gracia para traer 22 religiosos costeados de 
cuenta déla real hacienda, que á nuestro católico soberano 
en medio de los inmensos cuidados dispendiosos que en el 
dia le circundan, nada le embaraza, cuando se trata de fo- 
mentar nuestra sagrada religión. 



HISTORIÓGRAFO. 

COiNTllNÜA LA RFXACIOX mSTÓRICA DEL PUEBLO Y JURISDICCIOIS DEL 
ROSARIO DE LOS ARROYOS, EN EL GOBIERNO DE SANTA-FE, 

PROVINCIA DE BUENOS AIRES. 

Después de estas relaciones, en que por obstentar las 
glorias de este pais, como es debido, tal vez habré incurrido 
en la nota de misterioso, falta saber, si en lo físico condice 
con ellas la naturaleza de este territorio; pero primero ha- 
blaré de su población, aunque sea con el sentimiento de 
no encontrar las luces que yo quisiera, por que desde que se 
desamparó, y arruinó el fuerte de Gabolo, sin duda porque 
no le vinieron de España á tiempo los socorros que envió 



— '129 ~ 

pedir para poderse sostener en sus descubrimientos, no en- 
cuentro sino relaciones inconexas de lo que fueron estos 
campos por el espacio de dos siglos que mediaron desde el 
tiempo deGaboto hasta que se encuentra población en ellos. 
Y es asi: en lo remoto nada se descubre, y al acercarnos á 
los tiempos de las primeras poblaciones tampoco se ve otra 
cosa notable fuera de una cimarronada de yeguas, potros, 
vacas, y toros, que en virtud déla feracidad de estos campos 
sehabia multiplicado en ellos portentosamente. 

Ilaeia el año de 1725 se descubre el principio de este 
pueblo que íué en esta forma. ílabia por las fronteras del 
Chaco una nación de indios reducidos, pero no bautizados 
todavía, llamados los Calchaquies ó Calchaquiles á quienes 
hacían guerra, é incomodaban mucho los Guaycurús, na- 
ción brava y numerosa. Era de los Calchaquies muy amigo 
don Francisco Godoy, y por libertarlos de estas cslorciones 
los trajo á estos campos, que esíSban defendidos délos Guay- 
curús por el rio Caracará aña, que les sirve como de barre- 
ra. Don Francisco Godoy se vino con ellos, ycon su familia 
á quienes siguió la casa de su suegro que se llamaba don Nico- 
lás Martinez. Este fué el principio de este pueblo; y no se- 
ria mucho si entre sus glorias hiciese vanidad de tener su 
origen en un personaje que tenia el ilustre apellido de Godoy. 

Tras estos no tardaron en venir otras familias, que en- 
tablaron estancias; porque á lo agradable de estos campos, se 
les juntábala conveniencia de tener subordinados, ó diré 
aliados á los Calchaquies, que er.m guapos y conducidos por 
los Españoles defendían estas tierras contra todo insulto de 
los indios infieles: de forma, que ya fué preciso fundar aquí 
un curato, y efect vamenteenel año de 1751 s-e colocó por 
primer cura de este pueblo don Ambrosio Azoga ray. 



— loO — 

Un rancho pequeño cubierto de paja fué la primera ca- 
pilla, que sirvió de parroquia, en cuyo altar se puso una ima- 
gen de nuestra Señora de la Concepción. Los indios Cal- 
chaquies tenían en su toldería una imagen del Rosario, que 
aunque de escultura ordinaria, le pareció al dicho señor cu- 
ra, era mas decente que la déla Concepción; por lo que hizo 
emp^nio en trocarla por la del Rosario, y habiéndolo conse- 
guido de los indios, no sin muchos ruegos, y sagacidad, la co- 
locó en su parroquia, y desde entonces se llama este lugar la 
capilla del Rosario. 

Tenían los Colchaquies su toldería en distancia de cua- 
tro ó seis cuadras de !a capilla de los españoles; pero luego 
que se fué aumentando este vecindario, ya no era posible que 
españoles é indios habitasen en un mismo lugar; y fué pre- 
ciso destinarlos á estos la costa del Caracará-aña, en donde 
se les hicieron habitaciones, y porque allí se bautizaron se 
les hizo también su oratorio, y fué su cura el padre fray Pa- 
blo de la Cuadra, religio o franciscano. Estos indios, en 
Jugar de aumei^tarse se fuer«)n acabando poco á poco, de 
manera que en él apenas hay memoria de ellos. 

Habiéndose arruinado la primera capilla de los españo- 
les, fué preciso hacer otra, que es la que actualmente existe. 
Se concluyó en el año de 17G2, siendo ya cura el doctor don 
Francisco de Cosío y Teran, que conforme á aquellos tiempos 
la hicieron de tapial y sin cimientos; por lo que esta amena- 
zando ruina: y por esto, de necesidad, se halla empeñado es- 
te pueblo en el dia, como queda insinuado, en hacer iglesia 
nueva, que se fabricará con toda la solidez y belleza que sea 
posible á proporción de las limosnas con que quieran con- 
currir los devotos de esta milagrosa señora del Rosario, reí 
na y patronadel gran Paraná. 



— 131 — 

Esle vecindario se ha ido aumenlando al paso que han 
lomado estimación las haciendas de la campaña, y por osla 
razón se ha incrementado considerai)lementc desde que el 
renglón de muías tiene estimación. El número de habitan- 
tes, que se halla en las veinte leguas cuadradas á que se han 
estendido hasta el presente las estancias, con inclusión de los 
que vivea en ochenta entre casas y ranchos que componen el 
lugar que se llama la Capilla, es el que se espresa en la razón 
siguiente, que con distinción de edades, sexos y castas, está 
formada con toda la exactitud que ha sido posible. 

Españoles, 

Desdóla menor edad hasta 15 años, varones G93, 

hembras 678 i ,57 1 

Desde 15 años hasta GO, varones 1, 94o, hembras 

1,575.. 5,520 

De GO a mayor edad, varones 107, hembras 156 • • • • 245 

Indios de ambos sexos v de todas edades 597 

« 

Pardos libres id. id. 274 

Morenos libres id. id. 9 

Esclavos pard(>s, varones 84, hembras 55 159 

Esclavos morenos id., varones 59, hembras 67 126 

Total de almas — 5,879 

A mas del colegio de padres misioneros, hay en esta 
.jurisdicción cuatro oratorios, que en todos se puede decir 
misa. Hay en ella ochenta y cuatro estancias, fuera de mu- 
chos mas ranchos de gente pobre. Délas dichas estancias 
se saca de diezmo anualmente al pie de ochocientas muías, y 
mas de tres mil cabezas de ganado vacuno, sin hacer cuenta 
del ganado lanar, que es mucho el que hay en toda la juris- 



— <52 — 

dicción; pero comn apenas tiene estimación, por que ó la la- 
na no hemos sabido hasta ahora darle todo el valor de 
que es susceptible, ni se puede el gvinado lanar contar por 
riqueza. 

El clima, ó temperamento de este lugar puede compa- 
rarsecon el de Buenos Aires, aunque ca algunas considera- 
ciones le hace ventaja; porque estando en la eminencia, que 
resulta del declive del Paraná en las 70 leguas, que corre des- 
de aqui á Buenos Aires, y apartado de los vapores del mar, 
no es tan húmedo; y por esto no se ve aquí la almósfera tan 
cargada de nublados; pues aqui raro es el dia que deja de 
verse el Sol. 

Puedoaflrmar, que en el número de los senectarios déla 
antecedente razón, se incluyen á lo menos mas de veinte y 
cinco, que pasan de ochenta anos de vida. Cinco peisonas 
han muerto aquí de diez años á esta parle, que en sentir de 
todos, vivieron mas de 100 años, entre ellas Maria Moreyra 
de quien afirman sus parientes que cuando murió tenia 120 
años. Pascual Zavala se enterró á principios de Octubre de 
este año que fué uno de los primeros que vinieron á poblar- 
se en esta tierra, y tenia ya entonces nietos casados, y los mas 
ancianos, sacan por cuenta que ha muerto de 130 años, con 
la circunstancia de quedos meses antes de morir montaba 
con la ajilidad de un mozo en caballos briosos, y no se puede 
dar mejor prueba de la benignidad de este temperamento, que 
la larga vida, que aquí han gozado estas personas. 

Sin embago, hemos de confesar, que en este lugar se 
experimentan tormentas muy terribles de vientos furiosos, 
truenos y rayos, que vienen por lo regular en Noviembre de 
la parte delSudoestc cuando después de mucha seca ha sopla- 
do algunos dias seguidos el Norte. Pero que admiración 



OO — 

cíjusan cuando llegan á enfrentar con el Paraná tslas tormén- 
las! parece que se sorprenden llenas de respeto hacia la ma- 
gestad de este rio. Remolinan las nubes, y á cual mas dis- 
paran ?u artillería, por saludar al Paraná con cañonazos. 
¿Que analojias habrá entre los meteoros, y las aguas de un 
caudaloso rio? Kstas tormentas espantosas han cesado, gra- 
cias á Dios, de ocho anos á esta parle. También los mos- 
quitos de trompetilla á veces incomodan, por febrero regu- 
larmente, pero no todos lósanos, y esto solamente por la cos- 
ta del Paraná. 

El terreno de su naturaleza es liberal, franco y genero- 
so, de manera, que no solamente hasta ahora por sí solo so 
ha tomado el cuidado, digámoslo asi, de sustentará sus ha- 
bitantes, sino que promete al hombre incalculables riquezas 
siempre que con su sudor se las pida; de cuya certeza son tes - 
timonios los cortos ensayos, que hasta ahora ha hecho el la- 
brador de los tesoros que podrán sacar de esto terreno sus 
fatigas. 

El trigo, siendo el ano bueno, y estando la tierra bien 
cultivada, ha habido ejemplares que dé cincuenta por uno, 
la cebada lo mismo, y maíz mas que todo: garbanzos y toda 
legumbre, y toda hortaliza se crian en esla tierra con mara- 
villosa li.zania: es apta para algodón; porque cuando por 
casualidad har. caído semillas donde han podido arraigar, 
han dado las plantas abundantes y hermosos capullos: par- 
rales y todo árbol fruta! délos que hasta ahora enriquecen 
esta provincia, y cuyo origen es de España prevalectn tam- 
bién con frondosidad. Pv ro por desgracia, lodo árbol fru- 
tal, menos la Ijignera, y toda planta que pertenece á huertas 
y jardines, tienen en esta tierra un enemigo terrible en el 
mas aborrecible de los insectos. La hormiga negra digo, ese 



— lU — 

vicho vil, que porque su nalga y cabeza so parecen en figura, 
y colorí! los granos de pólvora, se quiere apostar con ella á 
hacer estragos, es quien totlo lo devora y arruina. En aque- 
llas plantas en que el hombre pone su mayor cuidado, allí es 
propiamente donde tiene mayor inclinación de hacer destro- 
zos: de suerte, que contraía hormiga negra, ninguna pre- 
caución es suficiente. Después que el hombre se ha esme- 
rado en criar una parra, un granado, una planta de rosa, y 
otras cincuenta cosas para su regalo y recreo, la hormiga, 
que como los ladrones, se aprovecha déla noche, da un avan- 
ce a los encantos del mundo, se los destruye, y adiós delicias 
y conveniencias! Esta plaga, que según creo es general en 
toda la provincia, debería ocupar la atención del gobierno, 
obligando á cada vecino á destruir dos ó tres hormigueros al 
año, hasta que se estinguitsen, si posible fuese; bajóla pena 
de diez pesos que se aplicarían para premiar á aquellos, que 
á mas de los que destruyesen por obligación, se aplicasen a 
destruir otros. 

x\l pie de las barrancas del Paraná hay varias praderas, 
que nunca las cubre el agua de las crv^cientes. En ellas siem- 
pre hay verdor, porque siempre tienen humedad, y los vapo- 
res del rio las defienden de las heladas. Lo mismo sucede en 
los campos q.ieen las islas, quedan libres de las crecientes, 
Y sí en estas tierras se sembrasen cánamo y lino, uie parece 
que no se habia de malograr el trabajo. Mas digo: me pa- 
rece, que si en ellas se plantasen morales para alimento de 
ios gusanos, que crian la seda, habían de prevalecer mejor 
que en parle alguna de esta provincia: la razones, porque 
el temperamento de estas praderas y campos de las islas es 
templado, y se asemeja mas que otro, al de Valencia, y 
Murcia. 



oo — 

En las veinte leguas cuadrades, que hasta el presente 
están pobladas de estancias en esta jurisdicción, como queda 
dicho, se hallan un rio, y siete arroyos, que todos entran en 
el Paraná con dirección de Sudoeste, a Norte. La distancia 
do los unos a h)S otros es esta. Desde el rio que es el Cara- 
cará-aña, y siguiéndola corriente del Paraná á las cuatro 
leguas se halla el arroyo llamado de San Lorenzo, y aquí 
esiá el colegio de los 'padres misioneros: después á tres le- 
guas se sigue el arroyo de Salinas que tiene buen puerto para 
las embarcaciones del Paraná: sígnese el Saladillo á distan- 
cia de dos leguas en cuya mediación está la capilla del Ro- 
sario: pasado el saladillo á [una legua, el arroyo de Frías: 
dos leguas mas allá el arroyo Seco: pasado este á las cuatro 
leguós el arroyon de Pabon: y otras cuatro desde Pabon al 
arroyo del Medio, que divide la jurisdicción de Santa Fé con 
la de Buenos Aires. 

Estos arroyos, á quienes impropiamente se ha dado ei 
nombre de arroyos, no son otra cosa que unos barrancones 
que ha formado el desagüe de los campos cuando llueve, de 
manera, que entre tanto arroyo se mueren de sed estos cam- 
pos; pues no hay mas agua en ellos donde poder abrevar los 
ganados, que la que se recoge en algunas lagunas, ó mas bien 
* charcos, que en dejando de llover un mes, se secan lagunas y 

arroyos. 

■I 

En casi todos los veranos se padece seca en este pais; y 
por esto \o¡, labradores chacareros, (jue son los que siembran 
maíz, zapaüos, melones, y sandías, se temen sembrar por 
octubre que es el tiempo mas oportuno para estas siembras, 
por no esponerlas, antes que los frutos sazonen, ála seca de 
enero que la tienen por infalible todos los años. Pero la 
mayor calamidad está en la dorrola, que padecen las hacien- 



— 156 -• 

das del campo, sedientas en busca de agua. Al Paraná es 
donde se abocan, y también centenares de avestruces y ve- 
nados que vienen ciegos de sed de adentro de Jas pampas. 
En siendo grandes estas secas, hay mucha mortandad de ga- 
nados, por la flacura que padecen, que como están sujetos á 
rodeo, no se les dá licencia de ir en busca de agua sino á es- 
trema necesidad. Cuando han vuelto ó coger agua los cam- 
pos, como los ganados se han revuelto los de unos rodeos con 
los de otros, no atinan con sus querencias; y aquí es cuando 
los estancieros tienen un trabajo inmenso en recogerlos, en 
que siempre tienen pérdidas: porque los ladrones cuatreros 
se aprovechan de estas ocasiones para hacer sus tiros. 

Y si los moradores de este considerable territorio viesen 
queesláen su mano el remedio de esta calamidad: si compren- 
diesen que con facilidad, y sin mayores costos pueden tener, 
no solo aguadas permanentes para abrevar sus haciendas, 
sino también para regar sus campos: mas, para poner moli- 
nos, y otros ingenios: ¿Cual debería ser el reconocimiento 
con que deberían en este caso tributar gracias al autor de la 
naturaleza, que les proporciona estas conveniencias? Pues 
el punto está en que pueden disfrutar de ellas, ó jo estoy 
ciego: voy á esplicar lo que concibo en el caso. 

He dicho, que este territorio forma un cuadro de veinte 
leguas por frente, y que sus cuatro frentes son el Paraná, el 
arroyo del Medio, la frontera de las pampas, y el rio Cara- 
cará-aua. Su superficie es llana, sin mas desigualdades, 
que las que causan las lomas, las cuales están rodeadas de 
valles y cañadas. Las lomas son de pequeña elevación y to- 
das tienen dirección de sudoeste á norte, que es el mismo 
rumbo que traen las aguas por las cañadas de que se fonnan 
los arroyos hasta que entran en el Paraná; luego la mayor 



— 137 — 

elevación de la superficie del cuadro, como lo enseaan las 
corrientes, es la parte dé Acia donde yienen los arroyos, 
que es el frente que mira á las pampas, paralelo al Pa* 
rauá. 

Después de esto, pongamos la mira en el rio Caracará-aña 
que viene de las sierras de Córdoba y trae el nombre de rio 
iércero, hasta que en el paraje nombrado la esquina de la 
4¿ruz Alta entrando en esta jurisdieeion del Rosario lo muda 
«Q el de Caracará-a»á, y desde alli es uno de los frentes de 
^te cuadro^ como qae<hkdicbo. Ahora, pues, figuremos que 
entre este rio y el Paraná fbi;;;^)an un número 7 como efecti- 
vamente es asi, ó mas bien, un ángulo recto, cuyos lados son 
de 20 leguas cada uno, que es la dimensión que corresponde 
i cada frente, por los cuales lados corre el agua progresiva- 
mente empezando el Caracará-afká, para nuestro caso, la 
corriente desde la esquina de la Cruz Alta, que es punto en 
que empieza á ser frente de nuestro cuadro, basta lacón- 
*iuencia ó vértice que forma con el^Paraná que es el otro la- 
do de dicho ángulo, desde donde continúa la corriente por 
otras 20 leguas, hasta el Arroyo del Medio, que forma otro 
frente paralelo al Caraeará-añá; luego, atendiendo á la de- 
dinacion de estos rios el punto mas elevado está en la esqui < 
nádela Cruz Alta, por donde empieza el agua á descender 
por los lados del ángulo. 

Déla primera deducción tenemos que en la superficie de 
este cuadro hay declive general desde el frente que mira á las 
Pampas haísta el Paraná respecto á que los arroyos traen 
«n vertiente desde aquel frente á este. De la segunda deduce 
cion tenemos que el punto mas elevado de esto cuadro está 
en la esquina de la Cruz alta; y para confirmación de esto 

10 



— 1.^8 — 

espongo, que el Arroyo del Medio y el de Pavón, que son 
los arroyos que mas distan de la esquina de la Cruz Alta, y 
que como los demás se forman dentro de los términos de es- 
te cuadro por el desagüe de los campos, son los que traea 
mas agua que los otros arroyos; lo cual es una prueba eviden- 
te de que hacia los Arroyos del Medio y de Pavón tienen 
estoscampos la mayor declinación; luego, no hay ni puede 
haber duda en que el punto mas elevado de toda la superfi- 
cie de este cuadro esta en la esquina de la Cruz Alta, en don- 
de toca el Caracará-añá al venir de Córdoba . 

Este rio por verano que es cuando padecen seca estos 
campos, siempre viene crecido: y ya no necesito decir mas 
para que se comprenda que de él se puede sacar cuanta agua 
se quiera por acequias y conducirla por todas partes hasta 
traerla á la capilla, y en el Salto de las barrancas del Paraná 
ibrma molinos y otros ingenios. Ninguna insuperabilidad 
se presenta a este importantísinoo proyecto-. El Caracará- 
aSa no tiene barrancas en la esquino de la Cruz Alta, que es 
muy en abono del proyecto y al pasar por allí se derrama 
por los campos cuando viene muy crecido; como quien dice 
pueblo de! Rosario— ¿porque no nae llamas? ¿No ves que de- 
seo visitar tus tierras, y hacerte feliz? Ábremela puerta. Si 
te ofreciese clavar palizadas para hacer represas, ó puestos 
para atravesar las acequias^ los montes de Santa Fé tienen 
cuanto ñandubay se necesite, cuya iTKidera debajo del agua 
primero se petrifica que se pudre: y sino, en cualquiera par- 
te se hacen ladrillos, y para argamazas el Paraná tiene iufi- 
iiitu arena, y Córdoba da4'á toda la cal que se quisiese á cam- 
balache de ganado vacuno del que en breve no cabria en es- 
tos canjpos si se verificase el proyecto. 

ÜUo proyecto me ocurre también dtfgrau conveniencia* 



— 159 — 

Los primeros que aquí se poblaron erraron en la elección de 
sillo; porque una legua hacia donde se bolla el arroyo de Sa^- 
linas es mejor lugar por varios títulos, especialmente, por 
el boea puerto que allí hay para las embarcaciones del Para- 
ná, requisito esencialisimo que no tiene este lugar donde es- 
tá la capilla; y porestb no tiene comercio con los dichas em- 
barcaciones, pucsrara es la que aquí arriba. Es de tal for- 
ma desamparada esta pUiya que no se pupden asegurar en 
ella siquiera canoas; porque las suestadas alborotan al Para- 
ná á lo infinito,.y las olas las hacen pedazos contra la tierra, 

I Pero por fortuna hay remedio, y se puede hacer un puerto 

tan seguro como el m^jor del Paraná. 

Al pe de estas barrancas se encuentra infinidad de pie- 
dras, muchas de taimóle, que seria preciso barrenos pa- 
ra despedazarlas Estas piedras á las que todos desprecian 

¡ por inútiles en su concepto, yo, no obstante, las miro con 

estimación, porque pueden servir para cimientos de edificios, 
y sobre todo por que me consta que son calcarías. Pero 
mientras no se los da otro destino hagamos uso de ellas pa- 
ra formar una isleta artificial en frente de estíi capilla^de for- 

\^ ma, que entre lo islet i y la parte de tierra quede una canal 

donde puedan entrarembarcaciones paraestaral reparo de 
todos vientos. Esta obra no seria muy costosa, pues con 
una ó dos balsas formadas de canoas se traería por el mis- 
mo rio de la distancia de menos de cuatro cuadras cuanta 
piedra fuese menester para levantar la dicha isleta. Cuan- 
do el Paraná está bajo seria la ocasión mas oportuna para 
hacer esta obra, porque entonces hay mas piedras descubier- 
tas, y también entonces á la canal se podría dar escavacio- 
nes para hacerla mas profunda, cuyos escombros se irían 
acumulando sobre la misma isleta, en la qv^ taqibien se cía- 



— 140 — 

r9ívia estaqueria de sauce verde, que luego prenderían y se- 
rian otros tantos sauces. 

Pedro Toeixa. 

XI Telégrafo Mercantil, toara Ifl 1101. 



- mi -»- 



AESCRIPaON HISTÓRICA Y GEOGRÁFICA 

M LA CICBAI) BE SAN JUAK DE \ERA lOB LAS SIVrE CORftIENTiS, 

Sm términoi y /urtadtccton que hago ye el itutesíre de Cam* 
po don JBemardino López Lugarteniente de gobernador^ /ti5- 
iieia Mayor y capitán dguerra de ella en virtud de orden y 
mandato deH Exmo. Señor don Pedro de Zeballos^ Comenda- 
dor deLuonay Senethen la &rden de Santiago, Teniente Gene- 
ral de los reales ejércitos de 5. M. en Gobernador y Capitán 
General de estas provincias del Rio de la Plata y ciitdaá de 
Muenos Áires^ arreglado d la insirucciony que se sirvió m- 
municarme el mismo señor Exmo. fecha en esta ciudad d 12 
de Febrero de 4 760 -(Inédito)— 



f)e»er\pcion Geogréfica de la ciudad de San Juanee Veraás 

las Siete Corrientes. (1) 

4 . ^ La ciudad de San Joan de Vera de las Siete €or- 
i. Al publicar te relación inédita sobre Corrientes escrita por Lopeí Ln- 



— 142 — 

ricntes está situada en 27° y 50' de altura Austral» confina 
por el Oriente y Nordeste con tierras de los pueblos de las 
Misiones de Guaranis, por el Sur con la jurisdicción déla 
ciudad de Santa Fé, su situación es sobre la ribera Oriental 
del gran Rio Paraná en frente de la boca del rio del Para- 
guay, el que habiendo corrido la distancia de 80 leguas á 
rumbo derechodesde la ciudad de la Asunción incorpora sus 
aguas en frente de la ciudad de Corrientes en el Rio Paraná, 
formando los dos rios una alegre^ hermosa y dilatada playa. 

2.® El distrito y jurisdicción de la ciudad se estiende 
por el Este siendo su mayor estension sesenta leguas hasta 
las estancias de los pueblos de Misiones de Guaranis, y por el 
Sur la de setenta leguas hasta la jurisdicción de Santa Fé, que 
divide el Rio Corrientes; por los otros vientos no tiene es- 
tencion alguna la jurisdicicon por dividirle el Rio Paraná; 
por el Norte délas tierras que tienen los pueblos de Misio- 
nes Guaranis, y por el Poniente de las fierras, que ocupan 
en el Chaco losinfieles: esceptuándose la nueva reducción de 
Abipones, nombrada San Fernando, situada en el mismo 
Chaco á las bandas occidentales de dicho rio Paraná. 

5.^ Sus caminos reales á las provincias inmediatas, 

jan, hemos creído con?euiei]te agregarle los documentos que se verán em 
el apéndice relativos al reparto de los indios. De este modo cualesquiera 
que quiera hacer un estudio serio sobre Corrientes^ no tiene sino ocurrir á 
Lá Revista del Paraná donde publicamos el reparto de tierras hecho por 
los conquistadores, y «ste antecedente unido al del reparto de los indios, 
arroja luz sobre aquella época de la conquista. En esa misma Revista 
publicamos muchas otras noticias sobre esta importante provincia, con 
siguiendo de este modo reunir preciosos antecedeútes sobre su historia an- 
tigua. 

V. G. Q.. 



— 143 — 

con el primero para la ciud£íd de Santa Fé tomando el rum- 
bo derecho al Sur, y costeando el Río Paraná; el segundo á 
las Misiones de Guaranis, con el rumbo derecho al Este y 
siguiendo lu misma costa del Rio Paraná arriba; y el tercero 
que vá á lu Provincia del Paraguay, se toma desde la ciudad 
de Corrientes basta el pueblo de Ytati, distante y transitan- 
do por tierras de las Misiones de los Guaranis, y jurisdicción 
de la Provincia del Paraguay. 

4.^ Fundó la sobredicha c¡4] dad el adelantado licen- 
ciado Juan de Torres de Vera y Aragón, gobernador y capi* 
tan general de las provincias del Rio de la Plata, y con el títu- 
lo y nombre de ciudad el año del Señor de 1588 dia 3 de 
Abiil domingo de la Resureccion de Lázaro, dando princi- 
pio á la fundación por un fuerte que fabricaron asi para la 
defensa délos mismos pobladores como para el resguardo 
y refresco délas embarcaciones que navegan los dos dilata- 
dos ríos Paraguay y Paraná desde el puerto de Buenos Ai- 
res al de la Asunción. De el mismo adelantado Juan de Tor- 
res de Vera tomóla ciudad el nombre y el apellido, llaman « 
dose desde entonces la ciudad de San Juan de Vera, y se aña- 
dió el segundo de las Siete Corrientes por las que forman el 
rio Paraná estrellando sus aguas en los siete puntos que le 
entran de (ierra. Su primer teniente capitán general y Jus- 
ticia Mayor fué Don Alonso de Vera y Aragón, nombrado por 
el mismo adelantado. 

5.® Sus titulares y patronos son el primero y princi- 
pal el glorioso precursor San Juan Bautista que lo es también 
de toda la jurisdicción. El segundo Nuestra Señora de las 
Mercedes: el tercero el glorioso Mártir San Sebastian, á 
quien estuvo dedicada la primer hermita, que hoy tienen 
convertida en iglesia los religioisos déla compañía de Jesús, y 



— 144 — 

el cuasto el glorioso íjan Roqae. Tiiene por armas según la ca- 
iDua Iradidon, aunquenobay instrumento jurídico que la jus- 
tifique, una cruz en can^po de fuego por el milagro de la &)n- 
ta Cruz obrado en beneficio de los españoles de que se ha- 
blará después. 

0. ® £1 r^men pdilíco de la dicba ciudad consiste en 
uu Cabildo compuesto de justicia y regimiento, de dos Alcal- 
des ordinarios, Alférez Real, Alcalde Provincial con voz y 
asiento eq el Cjabildo; pero su jurisdicción la tiene estramo- 
ros de la ciudad el Alguacil Mayor Gel ejecutor y dos rejidp- 
res, á quienes precide un tenienle de Gobernador, Justicia 
Mayo^ y capitán á guerra, cuyo nonibramiento pertene al 
Gobierniule las Provincias del Río de la Plata^ Ademas d^ 
los individuos espresados se nombran otros do$ alcaldea de 
la Santa Hermandad al princio del año, los que so)o tienen 
lurisdiccion en el campo. Los dichos dos alcaldes no tienen 
voz en Cabildo: pero si asiento, como también el Procurador 
Genei*al de Ciudad, electo asi mismo al principio pecada 
año. 

El régimen militar, para la guardia y custodia do la pla- 
za, se compone de un sargento mayor; de un co|»andante y 
ayudante general y los dos primero» son superiores á todos 
los sargentos mayores y demás cabos y oíkiale» subalternos 
de los^ partidos, corriendo á su cargo al montarla guardia, 
y ordenar las rondas y contra rondas; para esto tiene forma- 
das cuatro compañías llamadas de el número, fcrinadas de la 
gente de la ciudad y pagos comarcanos, montando la guardia 
por semanas el dia Domingo por la tarde, paseando la plaza 
principal: asila compciñia que entró, como la que sale de 
guardia, en el piquete ó cuartel, que está en la misma plaza, 
y en las casas capitulares. Hay asi mismo otras compañías 



- US — 

qne llaman escuadra formada de los sargentos mayorefft 
capitanes y oficiales reformados que entra en la misma con- 
formidad por no ser mas obligados que á rondar denocfa^ 
ala primera ronda. Todas estas nrilicias y las del campo 
son de caballería ligera montada,' porque infantería no la 
hay. Militares sin sueldo menteniendo á su costa los caballo» 
y las armas, y proveyéndose de municiones cuando son con- 
ducidos á la guerra contra infieles. 

8- ® La sobredicha ciudad de Corrientes tiene una 
sola iglesia parroquial, cuyo titular es el glorioso príncipe 
de los apóstoles San Pedro perteneciente á la Diócesis del 
Obispado de Buenos Aires. En ella ejercitan los ministerios^ 
parroquiales dos curas, clérigos presbíteros uno de españo- 
leS| otro de indios: al primero le fructifica de dieznios y 
obencionesla cantidad de cuatro cientos pesos de plata poca 
mas ó menos cada año, y al segando por no tener ramo en 
los diezmos, le fructifican las obeneiones basta cien pesos Í9 
plata cuando mas. 

9.® Dentro de los muros déla cíodad hay un con- 
vento de San Francisco que fué el priniero que se fupdó en 
ella, aunque se ignora el ines ▼ el aiío ^e su fundación como 
tainbten la cédula Re^I ó licencia, en virtud de la cual se 
fandaron Qstos religiosos ^oponiéndola haber y estar guardada 
en el archivo de provincia según la razón dada por el dicho 
convento, cuyo titular de iglesia es San Antonio de Padua. 
Mantiene hasta diez religiosos con la limosna de los fieles, y 
para mantener las del ganado del gasto, tiene una chacaríta 
á seis leguas de la ciudad, y diez y nueve esclavos de ambos 
sexos, para el servicio del convento. 

10. El convento de nuestra Señora de la Merced fun- 
dado despujes de la religión de San Francisco, aunque asi 



— 146 — 

niismose ignora el tiempo de su fundación y la licencia ó 
cédula de Su Majestad por no hallarse el original ni el testi- 
monio en el archivo del convento, suponiendo estar en el 
de provincia: su titulares San Pedro Pascual de Valencia. 
Maatiene hasta doce religiosos con los donativos de los mis- 
mos fieles, Y parte con lo que le reditúa una estancia y la- 
branza que tienen en el paso de Caa-cati,.y 6tra de ganados 
vacunos en el Rio de Empedrado, y costa del Rio Paraná y 
cincuenta y ocho esclavos de hombres y mujeres que asis- 
ten al servicio y obras del convento* Percibe asi mismo la 
renta de cinco capellanías de ^ta ciudad, y de otra en d 
convento de Buenos Aires. 

El colegio de Ja sagrada Cempañia de Jesús fundado él 
ano de 1690 á instancia de los señores obispos y gobernador 
de Buenos Aires y á petición del cabildo de esta ciudad, con 
cédula del señor don Carlos Segundo (de gloriosa memoria) 
y con licencia del Reverendo padre general de dicha orden, 
como todo consta del acuerdo capitular celebrado en el 
mismo año, aunquela data de la cédula y licencia no consta^ 
por noliaber dejado testimonio. La liermita de San Sebas- 
tian se trasladó á su iglesia y su titular es el mismo San Se- 
bastian , Mantiene de ocho á diez religiosos con la que fructi- 
fica una estancia en la otra banda del Rio Santa Lucia coa 
Jas crias de caballos, muías y ganado vacuno y ovejuno: una 
estancia cerca de la ciudad en que tiene el ganado del gasto 
mas inmediato, una chácara y mas otra chácara para las la- 
branzas y el servicio de diez y siete familias de esclavos que 
4islsteR á los ministerios y obras del colegio. 

12. El hospicio de Santo Domingo fundado el año pa- 
sado de 1728 con solas licencias de los señores obispos y go- 
bernadores de Buenos Aires, y consentimiento de este Ca- 



— 147 — 

bildo, esperando licencia de Su Majestad para intitularse 
convento. Tiene iglesia y su titular es San Pedro 5. ® Man- 
tiene basta cuatro religiosos con las limosnas de los fieles y 
COR los frutos de una chácara, y con algún ganado que tie- 
nen en la estancia y pago de las Saladas, y con la renta de 
cinco capellanías fundadas en su iglesia: asisten al servicio y 
labranzas tres esclavos y algunos libres. Estos son los con- 
ventos y colegios según la antigüedad de su fundación. 

13. Estramuros de la ciudad en distancia de dos cuadras 
desús arrabales se halla una iglesia, y en ella un santuario' 
de la Santísima Cruz llamada del milagro, por el que obró 
Dios Nuestro Señor en defensa de los pobladores, según la 
común y constante tradición. Fué el caso que haciendo los 
dichos pobladores un fuerte para su defensa en la costa del 
Rio Paraná, poco mas abajo del lugar en que hoy se halla la 
ciudad, fué asaltado de ios indios infieles y sitiado, apretado 
con mucho rigor el cerco y persuadiéndose que no era posi- 
ble mantenerse mucho tiempo los españoles, sin rendirse 
por la escasez de víveres, determinaron no levantar el sitio. 
Tenian los mismos españoles colocada una cruz á determi- 
nada distancia fuera del fuerte y atribuyendo los indios ala 
misma Santa Cruz la constancia con que se mantenían en el 
fuerte, acercaron leña con determinación de quemarla; y qí 
efecto pusieron en práctica su determinación, arrimándola por 
todos lados tanta leña que pudiese en breve el fuego consumir- 
la; pero quiso Dios Nuestro Señor que ardiendo la hoguera 
veintecuatro horas no quemase en tan dilatado espacio ni 
una astilla del Sagrado leño, quedando intacta y sin lesión 
alguna la Santísima Cruz, prodigio que visto por los infiele^ 
hizo que se retirasen como lo efectuaron quedando libres 
los españoles. No se sabe fijamente el dia y año que sucedió 



este portento, pero se supone haber sucedido en el año mis- 
mo de la fundación de la ciudad. Se trasladó esta milagro- 
sa Cruz del lugar antiguo, que tenia al nuevo que ahora tie- 
ne el año de 1730 á 10 de Marzo. Su fiesta la celebra «sta 
ciudad el Sábado antes del Domingo de Rainos. 

Tiene Ja ciudad de Corrientes, su comarca y jurisdic- 
ción^ el número de 1»053 familias, en las cuales se com- 
prenden 6,430 perdonas de uno y otro seso de todas edades» 
incluyéndose en este númerp 1,072 soldados milicianos de 
res^rya; entrando en el citado número los ocupados en pues- 
tos y pecios públicos, y los impedidos <;on enfermedades in- 
€D;ra})l)^Sy que llegan á cerca de 100. De todas estas familias 
y vecinos los mas residen en la campaña en sus granjas, potril 
atender á sus labranzas, haciendas y ganados de varías espe^ 
cies ({iie mantienen en ellas» Pero vienen á la plaza de Jp 
ciudadlos soldadas de la$ partidas inmediatas, segpnseba- 
llaü alistados en sus compaiíias, así del núoiero, pomo di^ 
rj^Torzadps á^usguardia$ ordinarias. 

Ijíay ptra compañiA que llaman de naturales^ cooopu^sta 
de negrps y mulatos libres en la que nuiperan para reserva 
40; pero no hacen guardia, inclusos estos cofi sus mii|.ere8, 
hijos y mulatas solteras de todas edades, hac^n el número de 
i»971 personas. Hállanse a^re^dos á la dicha compaiíia 
los iqdiQ$ paturales llamados asi ppr no estar ea redoccííiMi 
sino ep servicio de los espapoles, qae para reseño y p94rop 
s^ pqmeran 47 y con sus mujeres é hijos así spUeros coqso 
csisadps, h^cen la cantidad de ciento Irefnta y sipte personas, 
incluyéqdose ep este número $5 persogas del pueblo ^A 
Ofj^oipa destruido los años pasados por los infieles. El 
númerp de esclavps de negros y mulatos de ambos sexos ^ue 
«listen al sprvipio de los sghredicbos vecinos, compre adiieaf 



— 149 — 

do los que sirven en los conventos hacen la cantidad de 500 
personas. 

Hállanse en la jurisdicción de la ciudad de Corrientes 
tres sargentos mayores entre distintas partidas cotí superio*- 
rídad en materia de guerra á todos los cabos y soldados mi- 
licianos, seguu la división de su jurisdicción sin poderse en^ 
trometer eu la guerra sin orden superior. El primero está 
en el partido de la Ensenada, teniendo su guardia y presidio 
ei) el pueblo de indios de Itati; el segundo en el partido 
nombrado las Lagnnas Saladas, con presidio en la frontera 
donde bacen sus guardias ordinarias los soldados; y el ter- 
cero reside en el partido de Caa-cati con un presidio en el 
camino real^ que vá á las Misiones donde hacen sus guardias 
ordinarias. Todas estas milicias observan en los dichos 
partidlos y sus respectivos presidios asi en jsl monjtar la guar- 
dia y sacar la formación de compañías del numero y refor- 
mados, como en rondas y contra rondas, la misma orden y 
forma que se observa en la ciudad. 

En el nominado paso de las Saladas distante 25 leguas 
de la ciudad, hay una igleia parroquia) cuyo titular es el 
religioso patriarca San José, con un cura clérigo, á quien le 
rentan las obenciones del i^urato hasta trescientos pesos de 
plata: pertenece asi poismo á la Diócesis del obispado de 
Buenos Aires. En el paso de Caa-cati hay otra iglesia con 
la advocación de Nuestra Señora del Socorro, es parroquia 
perteneciente al curato d^ las Saladas, de quien dista 50 
legUQs y actualmente la sirve un religioso de Nuestra Señora 
déla Merced, á quien apenas le dan con que mantenerse las 
obenciones, por no ser muchos mas sus feligreses y tienen 
pocos medios. 

En la jurisdicción déla ciudad de Corrif^ntes solo hay 



— i50 — 

dos pueblos de Qoetrinas de Indios, que corren á cargo da 
los religiosos de Nuestro Señor Padre San Francisco, que 
son, el primero de la Purísima Concepción de Ytati y el se- 
gundo el de Sania Lucía de los Altos. El espresado pueblo 
de Itati es de nación guaraní esceptuando tal cual familia que 
se ballaagregada de otras naciones y castas. Hállase situado 
el dicho puebla á la pendiente oriental de la ciudad, en dis- 
tancia de diez y seis leguas inmediato á la costa del Paraná. 
Está formado el pueblo con cuadras á cordel, con plaza y en 
ella las casas de Cabildo y cárcel pública también para los 
huéspedes y peregrinos y un convento para los religiosos, 
con todas las oficinas necesarias, y en la misma plaza está la 
iglesia mayor del pueblo. Su régimen y gobierno se compo- 
ne de un cabildo que se renueva cada año, eligiendo uncor** 
regidor, alcaldes, regidores, procurador, mayordomo, y es** 
cribano cuya elección aprueba.y confirma el teniente genera! 
del distrito; la jurisdicción que tienen,, no se estiende á mas 
que á lo que previenen las leyendas indianas, 

Hállanse en el dicho pueblo cinco encomiendas en que 
está dividido y repartido: la primera es la que pone en se- 
gunda vida por Francisco Javier de Casafus, menor. Diví- 
dese en diez parcialidades compuestas de caciques, 53 indios 
de taza al presente, además de los fujitivos y ausentes en 
servicio del rey que unos y otros hacen 42 personas. De 
todos los sobredichos y de los indios casados, viudas y solte- 
ras, muchachas y muchachos, que no llegan al término de 
pagar taza, se compone la encomienda y su número llega á 
432 personas. I^ segunda que se halla vacante por muerte 
de don Gregorio Cazafús se compone de cuatro parcialidades 
con 19 caciques, teniendo al presente diez indios de taza, seis 
jubilados, doce entre fujitivos y ausentes, y en todo 165 



personas en la conformidad espresada. La tercera que per- 
tenece, y esto puesto en cabeza del pueblo, es una parcialidad 
la que tiene caciques, 56 indios de taza, fujitivos y ausentes, 
y noventa en lá (Jicha conformidad. La cuarta que pertenece 
aloGcio de la Real hacienda y es de una parcialidad con 
dos caciques, dos indios de taza, un fujitivo, quei^n todo 
hacen 27 personasen la forma dicha. I^ quinta que vacó 
por muerte de Baltazar Máziel y se mandó suspender su taza 
por ef superior gobierno de esta provincia, se compone de 
dos parcialidades con dos caciques, ocho indios dé taza y 
cinco entre ansentesy fujitivos, dos fusilados, que con sus 
familias componen el numero de 80 personas en la forma 
referida. La suma totol entre ausentes y existentes en el 
dicho pueblo llega al' numero de 8,088 personas. Eñ este 
número se incluyen ciento noventa y cinco soldados de rese- 
ña escluidos, siete fusilados. 

Los indios de dicho^ pueblo gozan- tierras de reparti- 
miento donde hacen y labran sus chacras, y sus productos 
los convierten asi mismo á su voluntad. No hay cajas de 
comunidad, solo si que tienen sus bienes comunes, que ad- 
ministra el- cura con tituló administrador, y los que al 
presente goza el pueblo, son ia estancia de la Cruz, la de 
San Antonio y puerto de San Bernardíno y en ellas como en 
las chácaras 11,452 cabezas de ganado vacuno, 2,890 yeguas 
de cria, 486 entre caballos mansos y redomones, 170 muías, 
510 bueyes entre mansos y redomones, 580 ovejas. Tiene 
asi mismo el susodicho pueblo todas herramientas necesarias 
para sus obras: como también un bote y canoas con los de- 
mas aparejos para el paso y navegación del rio déla Plata. 

Hállase en el referido pueblo y en su iglesia un milagro- 
so santuario de la Purísima y Limpia Concepción de Mariá 



— 182 — 

Señora Nuestra, cuya imájen es común tradición de todos; 
babiéndola traído los conquistadores de Esp.ma juntamente 
con la de Lujan de Buenos Aires y Capiata del Paraguay. — 
Esta dicha imájen colocada en el altar mayor con la mayor 
decencia y enriquecida con muchas preces de oro y plata y 
pedrería, que le ha tributado la devoción de los fieles, por 
los muchos favores v beneficios que continuamente se reciben 
de la divina Señora en este santuario milagroso. Además 
delasjoyas^ alhajas de oro y plata, tiene así mismo la sa- 
grada imájen una estancia con 8,000 cabezas de ganado 
vacuno, doscientos diez caballos entre mansos y redomones, 
1,056 yeguas, sesenta bueyes y ochenta y nueve ovejas. 

El pueblo y doctrina de Santa Lucia de los Altos, distan- 
te de la ciudad rumbo al sud 40 leguas* está formada en 
cuadras, tiene una plaza y en ella las casas del Cabildo, car- 
cel y la de tambo, tjene asi mismo iglesia decente, cuyo titu- 
lar es la^Gloriosa Virgen y Mártir Santa Lucia, y contiguo 
í^ la dicha iglesia, el convento donde residen el cura y su 
compañero coa los almacenes y oficinas necesarios. El 
gobierno político es en la misma conformidad que el pueblo 
de Ytati, componiéndose el CabiJdo de los mismos oficiales y 
ministros que el de dicho pueblo. Compónese e) dicho pue- 
blo de 58 familias, qur coq las viudas, hacen el número de 
doscientas y seis personas de todas edades, son de nación 
Guaycurú, escepto algunas familias agregadas, que no pasan 
de once. Tiene indios de armas de reserva 57, incluyendo 
en este número el corregidor y Cabildo, con once agregados. 
Los dichos indios y familias, gozan tierras de r '«^^rtimienta 
en que tienen sus labranzas, con lasque se «iiantienen y 
sustentan, como también algunos otros de sus oficios de 
herrería y carpintería; á escepcionde 70 personas que las 



X 



— t53 -^ 

sinanüene el pueblo. Los dichos son libres para disponer á 
Sil voluntad y sin impedimeato alguno de los bienes que po- 
seen y tienen por suyos. No hay cajas de comunidad, pero 
se tienen bienes comunes admiilistrados en la misma confor- 
midad que los de Jtati, por el cura, y los que al presente go- 
zan, se cocaponen de 5,406 cabezas de ganado, 400 yeguas, 
para cria de potros y de muías, 24 burros, 20 caballos ma- 
chos, 20 bueyes. Los tributos que pagan los indios de dichos 
dos pueblos á S. M. y único encomendero que hay en el pue- 
blo de Itátí porque el de Santa Lucíase halla incorporado en 
la corona real, son conforme á las ordenanzas de don Fran*» 
cisco de Alfaro, su visitador. Los sobredichos dos curas re- 
ligiosos franciscanos no tienen sínodo, y se mantienen ellos 
y sus compañeros de los bienes comunes del puebla, ni tara- 
poco tienen ni cobran obenciones algunas; pertenecen di- 
chas.dos doctrinas á la diócesis de Buenos Aires. 

£1 pueblo de indios de Santa Ana de las Guacaras dista 
deja ciudad cinco leguas hacia la parte (yrientaL, se halla sin 
iglesia ni forma de pueblo: están al cargo del cura de Natu- 
rales que les administra los Sacramentos y demás ministe- 
rios parroquiales en la ciudad. No tiej:ien cajas de comuni* 
dad, ni bienes coiouhes sino que cada uno trabaja en sus la- 
branzas para mantenerse y vestirse á sí y á su familia/ con 
libre distribución lo que agencian. No pagan tributos á S. 
M. ni encomendei:ps, por no haberlos de tiempo inmemorial 
y no dándose Ja caiiga de esta escepcion. Tiene un corregi- 
dor, cuya elección pertenece al teniente-goberaador^ sin otro 
mini^ro ni.Gabitdo. Tiene indios de armas, incluso el di* 
cho corregidor, 29 personas, y con los individnos de sus 
familias c'omponen el número de ciento cgarHita y nueve 
persoda^-de jtqcK^s edades y sexos« 



— 154 — 

La nueva <5onversioB, y reducion del pueblo de San Fer- 
n^udo de Iqdios AJ^ipones» está situada á la. parte occidental 
de Corrientes de Ja otra banda del rio Pjaraná .y ea .distancia 
dedos. I.eguas de.su costa y cinco de la ciudad, enJa provincia 
del Gran Chaco. Tiene, sujgl^sia»^ cuyo titularles San Juan 
Francisíco. Regis: está á^cargo de los padres de la Compaoia 
de Jesusy teniendo aj^ignado de sínodo 200.p^sos>de>plata.qae 
se cobranen las reales cajffs, de Buenos Aires. Compónese 
todo el p^eblQ.de .76iamilias, cuyos individuos hacen el njíh- 
mero de 544 personjois de todas edades» denlas cuales 3 se ba- 
ilan casados, in fasae eclesisB; cristianos adultos . quince, y 
párbulos 76; los demás son catecúmenos^ Tiene el dicho 

pueblo de bienes comunes para su manutención unajeslancia 

♦ 

llamada las Gprzas, de la banda de la ciudad de Corrientes, 
en la. que mantienen hasta dos mil,cabczas de ganado incln* 
yéndose en este número 600 cabezas qu,e acaba de hacerle, 
gracia y donación el escele.ntisimo señor don Pedro de Ceba- 
Jlos: tienen 9si mismoen la sobredicha estancia l^Oyeguas, ^0 : 
caballos y 500 ovejas, no pagan, tributo alguno por no tener 
de que y sin nueva conversión, sin haber mas misión, con- 
v(;rsion ni nuevas reducciones que las espre^adas. 

Entre los rios que bañan la jurlsdiccioa de la ciudad de 
Corrientes, el primero y . principal es el gran rio Paraná, el i 
que la encara parte por el Píorte y la mayor, parte por el -, 
Poniente,^su jorigen lo tiene en el Brasil (perteneciente á.la 
corona de Portugal): contribuyen á su grandeza multitud de 
nos y arroyos que le entran pQr-una y otra costa: surumboes 
de Oriente á Poniente hasta la ciudad de loa Siete Corrientes, 
donde toma el rumbo derecho al Sur hasta la ciudad de • 
Rueños Aires donde entra en la mar. 

El rio nombra(^o R||acbuelo, tíenesu origen de Esteros,., 



I 



— 15S ~ 

püsadaltati, eD el lago de Garabata,* corríéndü rumbo al 
Doniente, y desemboca en el Paraná. 

El riodel Empedrado llamado^ontíguemente de Santiago 
Sánchez^ tiene so origen asi mi^mo de va-río s^ esteros inme- 
diatos al Garabata y corre también rumbo al Poniente yen- 
Ira en el Paraná en distancia diez leguBs. 

El rio de San Lorenzo tiene su origen de los esteros y 
cañadas del Pago de Maloya, de la ' jurisdieeion, y corriendo 
el mismo rumbo entra en el Paraná' en distancia de 1*6 le - 
goas. 

El rio nombrado Ambrosio tiene también su"o rigen de 
varios esteros y cañadas en el partido de Caa-cati^el que cor- 
re con rumbó asi mismo al Poniente y entra en el Paraná, 
en diez y niveve leguas. 

Ei Rio Santa Lucia, que pasa-inmediato ni pueblo de es- 
te nombre, mas es continuado entero, que trayendo su ori- 
gen do las cañadas del bacgua, perteneciente á los pueblos 
de x\Iislones y recibiendo en si las aguas, que le tributan mu- 
chos otros y otra costa corre, asi mismo con el rumbo al Po- 
niente y desemboca en el Paraná en distancia de cuarenta 
leguas do la ciudad, Rio aba jo. El nombrado el Batel tiene 
el origen en los esteros y cañadas del Pago llamado Rincón 
de Luna y corriendode Oriente á Poniente entra en el Pat- 
raña en distancia de 50 leguas de la ciudad. 

El rio Corrientes formase y tiene su origen del estero ó 
laguna llamada Ibera, el que tomando el mismo rumbo en- 
tra en el Paraná en distancia de 70 leguas, siendo este rio el 
que sirve de división central de las dos jurisdicciones de Cor- 
rientes y Santa Fé. Todos los sobre dichosrios, que bañan 
la jurisdicción por su mayor parte no son mas que esteros y 
se formalizan rios, á determinadas distancias del rio Paraná^ 



.'i 



r^ i56 — 

que en unos es de dos para tres y en otros de 5 para 4 leguas: 
recogen bastantes golpes de agua en tiempo de lluvias, y ep 
las crecientes del rio Paraná se llenan sus márjenes de ma- 
nera, donije ya tienen el nombre de rios, <jue se ponen á na^ 
do en sus ordinarios pasos. 

Las lagunas, que en toda to jurisdicción ofrecen sus 
aguas para el sul tentó asi de los vecinos como de los ganados 
son dulces, que las salobres, con advertencia que no son tan 
salobres, que no beben de ellas los animales^ sin que esperi- 
menten en si daño alguno. La mayor magnitud de dichas 
lagunas es de legua y media de eircMnferencia, ópocomas, 
siendo muy pocas las que llegan á este término y las mas se 
componen demedia legua y de un cuarto de legua y otras 
de menor circuasferencia. En los espresados rios y lagunas 
ae hallan algunos pescados de poca consideración como $on 
vogas, palometas, sábalo, pacús, pescado que apenas tiene 
espinas: también se halla en algunas lagunas y rios abundaur 
cia de capivaras, que es especie de puerco, y muchos yacarés, 
lagartos ó caimanes. El rio Paraná en toda la jurisdicción 
de Corrientes que baña, tiene además de los espresados pescad- 
dos, dorados,, paeúes, lambies, salmones, mangunuyes, de 
mas de dos varas .de ^argo con él grueso correspondiente, 
patis, bagres, armado, algunos pejereyes, anguilas, rayas, 
tortugas, cangrejos, y otras varías e$pecies de peces, como 
también lobos marinos^ de distintas cla^s, chicos y grandes. 

Los montes que se hallan en la jurisdicción son los sir 
guienles: £1 monte Pinuy una legpa á distaiicia de la ciudad 
al Este, con yeinte de largo teniendo diíerentcb' abras que 
sirven de poti:ei'Ojs y tránsito, con las maderas y árboles de 
Espinjllo para leña, y quebracho blanco y colorado y algarro^ 
bos que si rven para fábricas <^e ca$as. 



— 157 — 

Hay otro monte de la banda del Riachuelo hasta llegar 
al rio del Empedrado de 8 leguas de ancho con diferentes 
abras: sus maderas son las mismas que quedan espresadas y 
además de ellas tiene palmas, para hacer teja. 

Otro monte se halla déla otra banda del rio Paraná, di- 
go Empedrado, de ocho leguas de ancho y de ki rgo siguiendo 
la costa del rio, todo lo que alcanza la jurisdicción con dife- 
•rentes abras y los mismos p'^.Ios y p3lna« o? pr *^sados. 

Desde el partido de las lagunas Saladns y Santa Lucia, se 
continúan muchas colas de montes en larga distancia con 
palos de Timbó para tablazón, palo amarillo» que sirve para 
diferentes ministerios, Palomona, Lapacho y Guiales para 
fábricas de carretas. 

Desde el partido de mi barraca hasta Caa-catí, hay otro 
monte de palmeras frutales de 15 leguas de largo, y cuatro de 
ancho con abras y caminos desde su principio á la ciudad, 
distante SO leguas por caminos pantanosos que en tiempos 
de agua son intransitables, rodeándose muchas leguas para 
ir a dichos partidos. 

De la otra banda del pueblo de Santa Lucía basta dar 
con tierras del pueblo de la Trinidad del cargo de la compañía 
de Jesús y Rincón de Sierra, rumbo del Este, se compone de 
varios palmares con diferentes abras y aguadas permanentes 
asi de los frutales, como para hacer teja y de otras diferentes 
y varias maderas para carretas y otros ministerios. 

Los campos de la jurisdicción de la ciudad de Corrien* 
tes son fértiles, amenos y deliciosos, asi por las muchas la- 
gunas que en si contiene y le bañan, como por los muchos 
montes y frondosos bosques que hay en ellos con aguadas 
permanentes de buen sabor y soludables, mas no se aprove- 
chan los labradores de las referidas aguas para regadios: por 



— 1S8 — 

que los frutos que se eojen son todos de seguro resultados, 
produciendo el terreno lo que en él se siembra eon abun- 
dancia bastante para la manutención de los naturales y yeeí- 
nos. Pero como en esta jurisdicción no corre plata, y su 
moneda es municipal, es maginaria, no hay emulación en los 
labradores y sUr trabajo solo se estiende á cultivar la tierra 
y sembraren ella lo preciso y necesario para el sustento y 
comodidad humana. 

Hállanse asi mismo en la jurisdicción de Corrientes 
muchos árbole$ fnitaies de naranjos dulces y agrios, limas 
dulces y agrias, toronjas, sidras, limones reales y sutiles, hi- 
gueras, granados, duraznos, melocotones, manzanos, parra- 
les, pacobus, pinas y guayabas, con otros muchos árboles 
silvestres de diferentes frutas. 

De yerbas medicinales son muchas las que hay en la di- 
cha jurisdicción, como son la chicoria, romero, ruda, sepa 
caballo, manzanilla, eapiycati, que son unas raices olorosas, 
que se sacan de debajo de tierra, su virtud es muy cálida, al- 
tamisa, duraznillo, lechecuerna, cardos, santo Payco (yerba), 
buena borraja, orégano, peregil, culantro, Uanten-hinguenillo, 
yerba del pollo, viñas, rosas, rosa mosqueta, yerba, de Santa 

María y de Santa Lucia, zarza parrilla, parietaria, malvas, 
hinojo, eneldo, salbia, y salbilla, oreja de gato (yerbaj, mo^ 

na, agenjos, verdolaga, lopasaine y varias clases do lechugas 
de raices, hay el orozús, la raiz decharrisa y de granillo, me- 
choacan, nardo y lirio, limón y calabazas de diferentes clases. 
Hay asi mismo algunos árboles medicinales, como el laurel, 
guayacan que equivale al palo santo, sangre de drago, y el 
piñón, la cual quitada la cascara y tomada por si sola ó to- 
mada con alguna vianda es una purga fuerte y violenta, que 
produce generalmente en vómitos y siendo el «nico reme- 



— 159 — 

dio para atajarlos tomar ua poco de vino tibio. 

Produce el espresado terreno grano de maiz con abuhdaín^ 
icia, pudiéndose coger muchos años dos cosechas, una en ve- 
rano y olra en invierno, que es el mas abundante y regular 
mantenimiento que se^ usa^ produce asi mismo el trigo como 
también la cebada, cuan'do se siembran se producen judias, ó 
porotos, de varias layas y especies, alberjas, garbanzos Chi- 
lenos, como tamtien él arroz como se hizo la espériencia eti 
d ano pasaÜo de'175d; dan asi mi^mo el maricón en abun- 
dancia^la mandioca dedos layas y la batata; cógese' también 
otra semilla, cuya Bor, por' la semejanza que tiene, Uamaíi 
azafrán: cógese asi miBmo el algodón baslaótéfneñte' y con 
abundancia el año que es fértil, como tambien'la caña dulce, 
de que se fábrica la miel, y azúcar, aunque poea por no de- 
dicarse á beneficiarla: de verduras produce asi mismo de to- 
das clases, si se tiene la curiosidad de semt)raí'las. 

Produce el dicho territorio con bastante abunfdancia lc>s 
ganados vacunos, caballar y macho de cabrío aunque poco; 
délas carnes se mantiene toda la jurisdicción y las tanas la 
dedican para las fábricas de ponchos y oíros ministerios 
usuales, del mismo ganado, se hacen las boyadas que sirven 
para las labranzas como también para el comercio. El diez 
mode cada año de dicho ganado, llega al número de 4,000 
cabezas, del mismo ganado salen las vacas lecheras deque se 
hallan en la ciudad hasta el número de loOO y de cuya leche 
se mantienen los vecinos y moradores de la ciudad, especial- 
mente los pobres. Es muy particular la mansedumbre de 
estas vacas, que habiéndoles sacado la leche por la mañana 
se salen ellas mismas al campo á buscar el pasto, y al fin de 
la tarde se vuelven sin tenei* pastoi% ni persona alguna íque 
,as guie y cuide, cada una de su respectiva casa donde üeja- 



— f 60 -- 

ron sos hijo9> sin que en todo el camino dentpo y fuera de 
la ciudad se alboroten ellas ni causen temor á los mora- 
dores. 

Asi mismo pruduce el mismo territorio y con bastante 
abundancia caballos, y muías sin que falten también algunas 
crias de burros^ Los caballos son ordinariamente fuertes 
de bastante cuerpo y de mucho aguante: su diezmo hace el 
numero de 400. Las muías aunque también son buenas y 
fuertes para el tragin, son pocas pero que no las usan en la 
jursidiecion para sus labores y ministerios y solo se valen de 
ellas los vecinos para venderlas: su diezmo hace el número de 
23 y el de burros la cantidad de 10. En la misma jurisdicción 
y en sus inmediaciones hay innumerables yeguas alzadas, de 
donde se proveen los moradores de abundancia de potros, 
que después de mansos les sirven para sus tratos y contratos^ 
reservando para su uso los caballos que se hallan buenos y 
sobresalientes. 

De animales silvestres, feroces, y de caza, se hallan lo& 
tigres con mucha abundancia, pues entran hasta la misma 
ciudad, leopardos, osos, gatos monteses, siervos, venados, 
zorros y zorrinos, quirquinchos, como también conejos, ja- 
balíes y raposas. Hay así mismo víboras y culebras, de va- 
rias layas, y en abundancia y de veneno muy activo. De 
aves terrestres, hay muchas gallinas, pavo real, pavas y gran- 
des gallinetas, avestruces, loros, jabalines y otras muchas y 
distintas especies de aves y pájaros de agradable canto y de 
colores hermosísimos. Crianse así mi^mo muchos paereo» 
domésticos y también lo& hay simarrones y án dueiio de la 
misma especie. 

Las haciendas que tíeñeo los eapanolesy todas se reduero 
á las crias de yacas, cabaUos y labransEas de sos tierra»^ ipcro 



— 161 — 

tan moderados en casi todos que solo les dan lo necesario y 
preciso, asi para el vestuario como para el mantenimiento de 
sus casas y familias y servicios del rey, como se verá por la 
corta cantidad que monta su comercio regulada prudencíai-c 
mente. 

Los comercios de los españoles y naturales de la ciudad 
de Corrientes son en si y con verdad de muy poca monta, a 
causa de no correr plata sellada por no haber emulación entre 
sus vecinos, y por este motivo se conleníasi solamente con 
sembrar y agenciar lo necesario para la manutención y re- 
verencia moderada de sus casas y familias. El algodón que 
es uno de sus efectos se consume regularmente casi todo en 
la fábrica de lienzo y de ponchos con que se visten y se cu- 
bren particularmente los pobres y labradores. La miel y 
maní se consume asi mismo la mayor parte en la ciudad y 
su jurisdicción, siendo muy poca la cantidad que sale para 
otras partes. Los cueros de gorra ordinariamente se hacen 
sacar de las reses y ganados que nuevamente se mata para el 
abasto de la gente. También se tiene para modo de comisión 
los caballos y muías, los que regularmente tienen salida para 
la provincia del Paraguay siendo el mayor interés de este co- 
mercio la yerba-mate, tabaco y sal para el abasto de los ve 
cinos por carecer de estos efectos su jurisdicción. Hay otro 
género de comercio que consiste en la fábrica de ponchos 
de lana y algodón, fajas, sobre medias, cinchas y pellón, pan- 
nos de manos y paños de barba de algodón, y algunas otras 
obras, las cuales se emplean en comprar los efectos del Pa- 
raguay para mantenerse y géneros de Ca9tílla de la tierra pa- 
ra vestirse. De manera que por ia razón dada por el Teniente 
de oficiqles reales de los dicho? que adeqdan los comer** 
cianea al Real ramo y derecho de AloabalOi el año que 



— 162 — 

menos ha montado ha llegado al número de 135 pesos/ y él 
que mas no ha pasado de 211 pesos» que son otras tantas varas 
de lienzo de algodón ¿ peso la vara; * contribuyendo á este 
ramo que pagan los comerciantes el dos por ciento, no sólo 
los vecinos sino también los forasteros que vienen de las 
provincias inmediatas, y es de notar que los que vienen con 
despachos con acuerdo de Real Hacienda, viene tazada la al- 
cabala á razón de doce reales plata pieza en que traen los 
géneros y en este caso se abona la vara de lienzo á cuatro 
reales plata. 

Este ha parecido el medio y modo mas prudente para 
inferir la cantidad que tiene y goza en su comercio la ciudad 
de Corrientes, pues no se halla otra regla mas fija en que po- 
der fundar regulación; de manera que el vecino que tiene 
en sus labranzas los tres sobredichos efectos de miel, algodón 
y maní, aun los años de mejor cosecha y conducidos á las 
provincias de abajo para venderlos, no sacaría la cantidad de 
1,000 pesos de plata con los costos de su trasporte, aun in- 
cluyendo en esta cantidad los bueyes producidos de sus ha- 
ciendas y los demás géneros y ramos de comercio que se pue- 
den haber y con que se puede agenciar sin adeudar Alcabala: 
lo que comprueba el que habiendo en la ciudad no mas que 
cinco embarcaciones para la navegación del Rio, siendo el 
mas acomodado tráfico, apenas hallan suficiente carga de los 
frutos y esquilmos, que produce la tierra para emprender la 
navegación, siéndoles necesario ir á buscarla á la provincia 
del Paraguay. 

Es corregimiento ó Tenencia de Gobierno pertenecien- 
te al de las Provincias del Rio de la Plata: por ser su juris- " 
dicción de costa por bañarla como la baña por la mayor par- 
te de su territorio el gran rio Paraná y en la misma ciudad 



— 16S — 

de Corrientes, hay bastantes, puertos ó/ caletas y puertos aeo^ 
modados para los mismos desembarcos sin la menor opo- 
sición. Los barcos que pueden abrigar ó navegar ^regu- 
larmente por el río en tiempo de su mayor baja, son lanchas 
y bergantines, y en tiempo de creciente bien pueden llegar, 
basta fragatas, porque las embarcaciones con que ahora se 
trafica y navega desde la provincia del Paraguay en todos 
tiempos, son de doce mil y mas arrobas de carga y de ah^ 
abajo de diferentes portes y antiguamente se navegaba con 
embarcaciones de 20 á 50,000 arrobas de buque y carga, 
€uyo género de embarcaciones se dejó por lo dificultoso de 
la vuelta. 

De tradiciones verídicas y monumentales de la anti- 
güedad no hay que el prodigioso milagro de la Santísima 
Cruz, obrado en favor y defensa de los españoles conquista- 
dores en la forma que queda espresado; de monumentos del 
tiempo de la gentilidad de sus adoratorios y otras cosas, no 
ha quedado ni se conoce alguno ni por noticia ni por tradición. 
Con lo cual concluyo esta descripción geográfica, recopi- 
lándose en ella con la mayor certeza todo lo sustancial y con- 
teniente según los capítulos, ó puntos déla instruccion»con to- 
do lo demás que ha parecido digno de la noticia del gobier- 
no: advirtiéndosc, que no se habla sobre el punto de las minas 
por no conocerse, ni haberlas en la jurisdicción y por las mis- 
mascausas tampoco se traía del origen de los rios que entran 
en el Rio Paraguay, y en el Rio Paraná 4e la banda del Chaco, 
por hallarse en tierra de infieles y no corresponder á la juris- 
dicción de Corrientes, aunque por haberse descubierto nueva- 
mente algunos de ellos en la es pedición que se hizo al Chaco el 
año próximo pasado de 17S9, se ha tenido por conveniente 
describirles, espresándolos como van espresos en el plano 



— 464 — 

mapa qne se halla al principio de esta descripción y con el 
Rio de los Lobos: llamado asi por la abundancia que hallaron 
de dichos animales. El Rio de S. Miguel llamado asi por ha- 
ber llegado el ejército á sus márjenes el dia déla adoración de 
este glorioso arcángel. Los demás Rios eran ya conocidos 
aunque su origen no está del todo descubierto, ni averigua- 
do, por hallarse como está dicho en tierra de los infieles. 

Bernardimo López Lujan. 



--« ttii »'- 



APÉNDICE Á LA RELACIÓN SOBRE CORRIENTES. 

Reparto de indios en encomiendas^ practicado en la ciudad de 
San Juan de Vera de las Siete Corrientes en el año de su 
fundación 1588, y siguientes hasta el de 1593, según el 
Padrón que existe original en el archivo de dicha ciudad. 

En la ciudad de Vera en dos días del mes de noviembre 
áe mil quinientos ochenta y ocjio años: Alonso de Vera y 
Aragón, Capitán General, y justicia mayor en esta dicha ciu 
dad, y provincias del Paraná, Uruguay, y Tapé, hasta la mar 
del norte, San Francisco y Viasa, y Guayrá, por el Adelanta- 
do Juan de Torres de Vera y Aragón, Gobernador Capitán Ge- 
neral y Justicia mayor, y alguacil mayor -en todas estas pro- 
vincias del Rio de la Plata, por S. M. etc. Por cuanto convie- 
lie al servicio de Dios nuestro Señor: y de S, M. y al aumento 
conservación y utilidad de esta diqba ciudad, y usando de los 
poderes que para ello tengo, que por su notoriedad, no van 

aqui insertos, guardando y cumpliendo la instrucción de S. 

• • . ■' ' ' 

M: Yo en nombre de S. M. encomiendo los pueblos, caci- 
ques y principales, é indios á ellos sujetos, con todas sus tier- 
ras, montes, aguadas, pesquerías, y cazadores, poi* tres 



— 16© — 

ndas, como S.M. lo manda, á los pobladoi^es, y conquista- - 
dores, en las poblaciones nuevas de- estas provincias, con^ 
que sean obligados á darles doctrina suficiente, f*& tener 
casa formada en esta dichadudad de \%ra, armas, y^ caballos ^ 
para la conquista, pacificación, y sustentación de ella, y para > 
las cosas qije convinieren al servicio de S. M. con cargo, y ' 
gitavámen qqe el que se fuese dé esta dicha ciudad dentro de 
cinco^auos,- sin licencia del Juez Superior de ella, y el que la^ 
llevare, y no volviera dentro el término de la licencia que 
llevare, queden los indios vacos para encomendarlos á las 
personas que sirvieren dicha vecindad y encomienda;, y asi 
lo firmé de mi nombre, en presencia del presenté Escriba- 
no. Alonso de VeruyAragon.rr^Vdi^ó ante mi. Nicolás de 
Villanuevay Esoribano público y Gobernación. 

Encomenderos— 1S88 en 2 de Octubre— Encomiendas. . 

A S. M. Elf ueblo Viquis,.y la nación Rayará, con todos 
los caciques y principales^ que tuviere, y los indios a ellos 
sujetos, y remanentes, y pertenecientes, con todas sus tier- 
ras, montes, aguadas; etc. 

El Adelantado. El Tape con* todos lós pueblos, caci- 
ques, y principales que en el hubiere, por cualesquiera nom- 
bres que tuvieren con todos los indios á eUos sujetos. 

El general Juan de Torres Navarrele. La nación Evi- 
rayará, y el pueblo ó nación Heilayá, que estuvieren ^en los 
términos de esta ciudad, con tódos-lós caciques é indios á 
ellos sujetos, etc. 

El general Alonso de Vera. El pueblo Caeauchin con 
los caciques Tupahabai, Anatusipaau, el pueblo Moasas, con 
el cacique Silcan, el [Dueblo ACupes, con los caciques Esnin- 
goco, Octeclas, Súmale, el pueblo Toronocombes, con los 
caciques Tóronocombes y Aseso; el pueblo Aguarúcacrabá, . 



— 167 ~ 

y el pueblo Gacotap, coa el cacique Aoatú, y asi mismo los^ 
caciques ApasuU Ycarey, Aracayú, Aracay, Apererá, Yagua- 
rea-capú, Cupaberá, Tápucá, Táparaey, Gueraguatú, Corasi- 
guasú, Aceyté de la nación Guaraní, y la nación Ghiquis, con 
todos los pueblos^ caciques yjpriñcipales, y los indios á ellos 
sujetos, etc. 

Diego Ponce. de León. El cadque Tunco, el pueblo 
Yguará con el cacique Yguaaá, y los caciques Taícó, Guazam- 
baré, Yovaré, el pueblo de Enem con los caciques Opínoes, 
Güaeguac, Yócoley, la nación Dáris, y la Lichimon con 
lodos los caciques, é indios á ellos sujetos. 

Martin de Alonso Velazco. El cacique Alasti de íá nación 
qué fuerecon todos los indios á él sujetos, remanentes y per- 
teneientes con todas las tierras,- etc. 

Héctor Rodríguez. El pueblo Iguacú con ios caciques. 
Apa, Cele,el pireblo Calapistisla con todos los caciques y 
principales que en los dichos pueblos hnbiere, con todos los 
los indios á ellos jHijetos remanentes y pertenecientes. 

Esteban Ballejo. El pueblo Asuslep con los caciques 
Cohechos, Asquichis con todos los indiosá ellos sujetos. 

Diego Rodríguez de Naresa. 

Francisco González de Santa Cruz — El pueblo Tapillfte, 
y el pueblo ó nación Cupecala con el cacique Chilepo, y to- 
dos los demás caciques principales, etc. 

Nicolás de Villanueva. La nación Yops, con el cacique 

Gochips, el pueblo Conchí, con los caciques Guaniapá, AyrauJ, 

Talocomé, el pueblo Canireotap, con el cacique Chanveq, 

■ »-■■ 

con todos los indios a ello& sujetos. . ^ 

Gerónimo de Ibarra. El pueblo Hóhuyllaylxte, con lo- 
dos los caciques, y principales que en él hubiere con todos 
los indios á ellos sujetos. . 



— 168 — 

Francisco de Ésquivel Cabrera, La nación Zocobos con 
todos sus caciques, y principales con todos los indios á ellos 
sujetos. 

Pedro Alvarez Gaytan. El pueblo Latisbisla, ó Cola- 
tisbisla con los caciques Quisipioni, Apa, Chalaoco, con to- 
dos los indios á ellos sujetos. 

Diego Martínez de la Orla. La nación Necopilte con ei 
cacique Chimpé, con todos los indios á él sujetos. 

Francisco de Burgos-^El cacique Lacamanconá de la 
nación Beguá con todos los indios á él sujetos. 

Francisco Ortiz de Lejíuísamo— El pueblo Savanche con 
todos los caciques y principales que en él hubiere, con todos 
los indios á ellos sujetos. 

Alomo de Medina ^E\ pueblo Tacumehep, con todos sus 
caciques y principales, é indios á ellos sujetos. 

Juan Rodriguez Barcalero de Soto- Mayor — La nación 
Nani con los caciques Chilquiguox, Quisquís, Yeyé, con to- 
dos los indios á ellos sujetos. 

Alomo Cabrera — El pueblo Taqta-Charaacú con todos los 
caciques y principales que en él hubiere y todos los indios á 
ellos sujetos. 

Juan Voz Mediana-^El pueblo Quice-palastá con el ca- 
cíqne Cupialé, el pueblo T^má, con todos los indios á ellos 
jsujetos. 

Diego de Sandoval —El pueblo ;í¡yniurs con ei cacique 
Sacuy, con todos los denlas caciques que en dicho pueblo hu- 
biere con todos los indios. - ' 

Antón Martin-^El pueblo Soeslepi con el cacique Cay- 
cha, y el pueblo Uruayguá con todos los caciques é íQd!ps á 
ellos sujetos. 

flernandodela Cueva -El pueblo Panapiscon ej cacique 



CNípítían, con todés tos;indk)s y caciques pért6iieeiente& ft 
dficño ptijebk). 

Juan Romero. El ptiefetd Ghoeocten e&Qi tdcbfd Ids eaci-t 
quesr y prmelpdles é indios á ello$ sujetos;. 

Diego Chráen. El daoiqíie Enimbohe con; Mos los iQ«- 
dios á él sujetos. 

Martin d^ Rápalo. Et poebla Simoel, lioii ei cacique 
Isiscui y todos los demás eaciqítés y el pueUoi ó cacique Qaíi- * 
san, con todos !os cdci<{{ie8 é indi^ & elios^pettfiffieek^ates. 

Pedro Lopeí de Énciso', £1 pKei>io is los Carada^rás con 
el cacique Choque y et cacique Dagtiayij»ei) paebto^y ^cique 
Taracuy con todos tos demás caciques é iadiósá ellos sujetos. 

Sebastian^ de la Baba. El pueblo Gaadoio con toios los 
caciques é indios á él pertenecientes. 

Lms Ramírez. El pueblo Ghoyoguá con ^1 cacique Ala- 
cumá con todos los indios á él sujetos. 

Francisco de Medina. El pueblo {Jiiinaautíp coa el ca - 
cique SqiBat con todos los indios. 

Francisco- Veru. El pueblo Cala t&yogaá con todos lo5 
caciques, principales é indios á él pertenecientes. 

Rafael Farel. El pueblo Catámalo y dlpUebloEstaese- 
te con todos los caciques é indios á ellos sujetos^ 

Juan Gutiérrez. El cacique Chicanisla^on ti> Jos los in r 
dios á él sujetos. 

Alonto Sanches Moreno. El pueblo Cuy tú can el caeiqu e 
Bineman con todos los indios á él sujetos. 

Ambrocio de Acosta. Los indios Eaiemis c®» bs indios 
y caciques que tuvieren. 

Simón de Meza. El pueblo Buis con los eacíqoes é in- -k 

dios á él pertenecientes. 

Juan González. El pueblo Cholo¿{uás y el Biocú con 

1^ 



— 170 — 

todos sus caciques^ principaks é indios á ellos sujetos. 

Vicente Rolon. Los caciques Moy, Apatuhix, Aguancae- 
tá con todos tos indios á eUos sujetos. 

Hernando Pola. La casa eaclii con tos caciques Adin* 
boapinan, Ctumaocha^ Yad¡n> con todos los indios áeltos su- 
jetos. 

Juan de Estigarríciu. El pueblo Astol con el cacique 
Escalaton con todos tos indios á él sujetos. 

Diego de Soia. El pueblo Elxtoylito con el cacique Tias, 
y todos los demás caciques c indios á eltos pertenecientes. 

Bernabé Delgado. El cacique Cuamicuá y todos los de- 
más caciques á él sujetos con todos sus indtos. 

Diego Garda. El cacique Inoconchy con todos tos ín- 
dios é él sujetos. 

Melchor Fernandez. El pueblo Calastayoan con todos 
los caciques é indios que en él hubiere. 

Francisco Arias de Mansilla. Los pueWcs Sésté y Sipü- 
tiguará con todos los caciques é indios que tuviesen. 

Juan Gauna. £1 pueblo Siplsgui con todos sus caci- 
ques é indios. 

Martin de Irrazaval. El pueblo Esctaya con sus caci- 
ques é indios. 

Marlin de Velaico. El cacique Quichi con todos los in- 
dios á él sujetos. 

Juan Juárez. El cacique Machicatisla con todos los in- 
dios á él sujetos. 

Pedro Esquivel. El cacique Calamoconá con lodos los 
indios. 

Juan Bemol Cuenca. El pueblo Honha con todos tos 
caciques y principales que en él hubiere y los indios á ellos 
sujetos. 



— 171 — 

Luisas de ArceM cacique Coleoxi con todos los indios 
á él sujetos. 

Esteban Alegre. El pueblo Salal con los caciques Isti* 
quichi-yucuun con todos los indios á ellos sujetos rema- 
nantes. 

Tomás González. El pueblo Yaguacas con todos sus ca- 
ciques y principales, é indios á ellos sujetos. 

Juan Bernal. El pueblo Linitinylxte con todos los ca « 
ciques y principales, é indios á ellos sujetos. 

Antón Figueroa. El pueblo.Tancuro con todos los ca- 
ciques y principales, é indios á ellos sujetos. 

Marcos Noguera. El pueblo Yasusaca con todos id. id. 
é Ídem. 

Ánsebne Gonsaln, £1 pueblo Tunuquis con todos idj 
id. é id. 

Francisco de Acuña. El cacique Yocaca del pueblo Cu- 
laycho, y la nación Yagua, y la Inividi con todos los caciques 
é indios. 



Antón Roberto. El pueblo Chachilyte con todos los ca- 
ciques y principales que tuviere, con todos los indios á ellos 
sujetos. 

i 589— Mayo 10. Juan González Torquemada. El pue- 
ble Copecelo • • • • id • • • • id. 

Noviembre 15. Cristóbal de Xelaustegui. El pueblo 
Chumulxhilxte con • • • • id • • • • id • ♦ • • id. 

Diciembre 14. Juan Brabo. El pueblo Necapelem y 
el pueblo Coceps • • • • id • • • • id • • • • id. 

1 590 —Enero 50. Capitán Juan de Espinosa Belmente. 
El pueblo Inipusco con el cacique Inipusco, con todos los de- 
más caciques, principales é inJios é ellos sujetos. 



— 172 — 

Sancho Ñeherlo. El pneblo Gamitxte, y el Talomaguá, 
y el Ibodecel con todos • • • • id • • • • id • • • • id. 

Jíian de Ccfírabajal. Los pueblos Ghdsletole, Ttú con el 
cacique Tiiíbalguacá d6 la nación Guaraní, y la nación Es « 
toyubuq, con todos losindios. 

Sebastian de Carabajal. El< pueblo Boknchis» Tayp» 
contados los caciques príadpales, é ímüos aellas suJ4)toj», etc. 

Bfoy^ Si. G9umU>. de Alearan. Et Estapuá een id*, id. id. 

Mayo 30. BernandadelaCueva Enciso. Loslturguay 
PiQdotí coa todos los caiques prineipaleSf e indios á ellos 
sujetos. 

Capitoné Diego áe Falma CarrUh^, Loe^ pueblos Guyicay- 
len en la provincia de los Escayaes, Guacuen, Huybo'yxlte 
Gbjas, YayUte, Uhuylte, y Cacoqueslep^ eon el eaeíque Gobe- 
chon, y demás caciques principales, é indios que en los ¿icáos 
pueblos bubiere. 

Hayo 6. Iimnt Rodríguez ffarcáÍ0FodeSoto^Mayor. La 
nación Utalá y la Gomoquepcon los caciques, principales é 
indios, que en las dichas dos. nacioaes bubieir^i. 

Francisco Méndez Ca/frasQQ. Elpu^eblo Gairiguariy el 
Alisticon con id. id. id. 

Juan deÁcosta. Los caciques Aba tiqui, Xurcurbá de la 
nación Guaraní con todos los indios á ello^ sujetQ6., 

Junio 8. Pedro Grande de Norgales. El caci(|ue Cara- 
guayú, con su pueblo, y los demás caciques y priucipales coa 
todos los indios á ellos sujetos. 

25. Blas de Venecia. La nación Gurú,, con todos ca- 
piques y principales, é indios á ellos sujetos. 

Francisco Mmdez Carrasco. El {pueblo Inipusco, y el 
Estayeremert con todos los caciques, y principales é indios 
á ellos sujetos. 



— 173 — 

Agosto 6* Diego Martin de la Borla. Los pueblos Me- 
piguá y Acilte, y los caciques Tema y el Yambaquíti con todos 
los indios á ellos sujetos. 

16. JuanGaona. El cacique Yaguarundí con todos los 
caciques é indios que hubiere en el |>uebIo de dicho cacique^ 

Setiembre 6. Cristóbal Cano Barciga. El puebk) Cu- 
tajsyslte con todos los caciques y principales, é indios a ellos 
sujetos. 

9. Simón de Mesa. Los pueblos Acuis, Lucumftooe, 
Silicbis y el de Eucolontapata con el cacique Escuidá con 
todos los indios á ellos etc* 

Capitán Juan de Cumarraga y Barquecen. Fl pueblo 
Coseslep ó Casuslep con los caciques Ghamoes, Yayagen, y el 
pueblo Guecoylgut con el cacique Asiesle, difunto, por cuya 
causa están los indios de dicho pueblo sin cacique, y el pue*- 
blo Itapuá con los caciques Garaguayú, Ibucú, Igambá, con 
todos los caciques é indios que en los dichos pueblos hubiere^ 

i9, i)ommgo Miño. El pueblo Oysoyrroque con sus 
caciques é indios á ellos sujetos. 

Blas de Leys. El pueblo Nauran coú id. id» 

Gairkl de EsquiveU El pueblo Anam con id. id. 

Felipe Diex. El pueblo Guinaguep, con todos sus caci^ 
ques é indios, y el cacique Machio con los suyos. 

Gonzalo de Mendoza. El pueblo Usua con los caciques 
Cachimalca y Abasuan, con todos los indios á ellos sujetos. 

26. Diego de Sandoval. El pueblo Yaab con los acer- 
ques Gamaratiguá, Quisníqueo, y Yagualo con todos los in- 
dios á ellos sujetos. 

Diciembre 17. Martin Martínez. El pueblo Tapextelp, 
y el de Estoy lem, con todos los caciques y principales é in- 
dios que tuvieren. 



— 174 — 

Alonzo Riiiz de Rojas. £1 pueblo Gocoistel, y el pueblo 
Escuela, y el cacique Gberobaii con todos los indios á ellos 
pertenecientes. 

1592— Enero 4. Pedro de Rodas. Los pueblos Elado, 
Guanucia, Luslcocb, y Egrin, con todos sus caciques é indios* 

Rodrigo Esterlin. El pueblo Casotap con los caciques 
Guastina, Castaqui, el pueblo Escalatahuypitia, y Esli, con ^s 
caciques é indios. 

Hernando Polo. Los pueblos Pacurey, Gobaor, y Gode- 
po con todos los caciques, é indios que tuvieren. 

Hernando de Sosa. Los pueblos Dapacuma, y Dayguá 
con todos id. id. 

7. Bernardo de Rápalo. Los pueblos Niesculon, Boti- 
guara, Goyeps, con todos sus caciques é indios, y el cacique 
Ambara con los suyos. 

Hernando de la Cueva. El cacique Yagua, Dinicaa, 
Obapix con todos los indios á él sujetos. 

JuanBernal Cuenca- Los pueblos Ibacacbas con el ca- 
cique Gayberera, y el pueblo Ghinemon. 

Diego Pérez Plapalo. El pueblo Maymoyque con todos 
los caciques y principales, que en él hubiere^ e indios á ellos 
sujetos. 

Pedro Fernandez. El pueblo Egualo con el cacique Sa- 
co, Pilsibio, y el pueblo Golatibisla con el cacique Saslouu, 
con los indios á ellos sujetos. 

28. Juan Ramos de Vera. El pueblo Yaques con los 
caciques Oesaguino, Guca, y Sumusa con todos los indios á 
ellos sujetos. 

JuanBorábo. El pueblo Irubutin con todos los caci- 
ques, y principales é indios á ellos sujetos.^ 

Juan Bernal. El pueblo Baba id. id. id. 



— 175 — 

1595— Enero 27. Gabriel de EsqumU El pneblo 
Turchibudon con el cacique Iguacú, é indios á él sujetos, y 
d pueblo Enaguacia con todos los caciques, etc. 

Francisco Ortiz de Legisamo. El pueblo Suhieboch con 
todos los caciques y principales, é indios que en él hubiere. 

2S. Rodrigo Diaz. Los pueblos Aguaayú, y Ilahay 
id. id. id. 

Febrero 8. Martin Alomo de Velazco. El cacique Is- 
chi, y el pueblo Mbohoc con todos los caciques, principales, 
é indios que tuviere. 

Francisco López Pardo. El pueblo Noconabooc con 
todos sus caciques, principales, é indios, y el cacique Tasari- 
rá de la nación Guaraní con sus indios, etc. 

Julián Nuñez. Los caciques Araguayrá, Caxacara, y 
Beatobix de la nación Guaraní, con todos los indios á ellos 
sujetos. 

Nicolás de Villanueva . El pueblo Hebeacú con los ca- 
ciques Cobooc, Tatute, Toquesevi, Molopilem, con todos los 
indios de dicho pueblo y los caciques Papaguacú, Aguaráyoa- 
pi de lo nación Guaraní con todos los indios á ellos sujetos. 

Mayo 28. Francisco Colman. El pueblo Casin con 
todos sus caciques é indios, y el cacique Azazarey con todos 
los indios á él sujetos. 

Alonso de Peralta, Los pueblos Araguipé, Boyocii, Bili- 
moc, con todos los caciques y principales que en ellos hubie- 
re é indios á ellos sujetos. 

Matías Martinez. El pueblo Cuylem con todos los ca- 
ciques, y principales que tuvieren con todos los indios á ellos 
sujetos y pertenecientes. 

Agustín Sánchez. El pueblo Ipabiguará id. id. id. 

51. Juan Saichez Gutiérrez. El cacique Yaguarnm 



— 176 — 

<»ii ipclop los indios á él ^aJQtos, remaftentes y ipepteDecien- 
tes. 

Diego deSi^nq. El €9eique Yaguareeapi de la nación 
Guaraní eon todos los indios á él snjetos. 

El General Alomo de Vera y Aragón. El pueblo ó na- 
ción Patés con todos los ciaciques y principales, é indios á 
ellos sujetos. 

Don Pedro de Vera. pueblo ó nación Cbabacás con 
todos id. id. id. y el cacique den Juan de la nación Carisp» 

Gabriel Bernal. «Este diebo día, mes, y año susodicho 
«Ireinta y un días del mes de mayo de mil quinientos no- 
« venta y tres años, Su merced del dicbo General en pre- 
«sencia de mi el presente Escribano, nombró y señaló en 
«nombre de S. M. por encomienda y merced á Gabriel Ber* 
« nal d cacique Síbiche con todos los indios á él sujetos, rt> 
«manentes, y pertenecientes, con todas sus tierras, montes, 
«aguadas, pesquerías y cazaderos, por tres vidas como S. M; 
«lo manda, jcon quesea obligado á darles doctrina suficien- 
« te, y á enseñarles la Publicia de nuestra ley natural, y le 
«encarga el buen tratamiento de ellos, que con él, descaiga 
«la co;)ciencia de S. M., y la suya: con que no lleve mas tri • 
«butos y aprovechamientos, que honestamente pudieran dar, 
«conforme la tasa, reservando á los caciques, mujeres é hi- 
« jos; y lo firmó de su nombre — Alonso de Vera y Aragón — 
«pasó ante mí — Nicolás de Yillanuevay escribano público y 
(«Gobernación.» (1) 

1. Telégrafo Wercaníí/— lomo IIÍ, páí. 2íi9 á 258. Número 17 — 
año de 1802. Domingo 25 de abril. 



FUNDACIÓN DE BUENOS AIRES. 



El testimonio del repartimiento ¿e tierras que hizo el 
fundador Juan de Caray en el valle de Santa Ana, que inser- 
tamos en seguida, es el primer documento auténtico relativo 
á la fundación de Buenos Aires, que vé la luz pública. 

Las copias que anteriormente se han publicado de actas 
referentes á la misma fundación, no merecen fé en juicio, oi 
fu«ra de él, sino es comprobándolas por otros documentos. 

Cinco son las celias publicadas. Tres sobre el reparto 
de ctiadras y solares en la ciudad, una de las chacras y estan- 
cias y otra sobre el repartifoiento de indios, á saber: 

La primera publicada por el presbítero don Bartolomé 
Muñoz, en hoja suelta, Buenos Aires 1822, representando la 
traza déla ciudad. 

La segunda, por don Pedro de Angelis, en su «Colección 
de obras y documentos»» tomo 3. ® , Buenos Aires 4836, so- 
bre chacras y estancias. 

La tercera por el mismo, en el mismo libro. Reparti- 
miento de Indios. 



— 178 — 

La cuarta por el doctor don Pc|dro José Agrelo, eu la 
«Colección Lamas», Montevideo 1849, sobre la traza de la 
ciudad* 

La quinta, también sobre la traza, en el tomo 1. ^ del 
Registro Estadístico de 1838. 

Ninguna de las copias mencionadas se refiere á origina- 
les, ó testimonios fehacientes, que puedan consultarse eu los 
archivos públicos; y las diferencias que se notan entre las 
relativas á la traza, son suficientes par^i no dar entero crédi- 
to á su contenido. Además, en las copias de Muñoz y Agre- 
lo, se ha cometido el muy notable error de poner como ca- 
bildo nombrado por Garay, al que estableció Mendoza cua- 
renta y cinco años antes, en la primera íundacÍQja^4e^enos 
Aires, lo que prueba que los origínales que sirvieron para la 
publicación no pasaban de malas copias simples, con agre- 
gados por cuenta y riesgo del copista. 

El repartimiento de chacras y estancias quetníblieó An- 
geHs, merece menos crédito todavía. Basta observar el de- 
sorden que reina en él y en los documentos á él referentes. 

En consecuencia, todo dato revestido de autenticidad 
que venga á comprobar ó corregir esas publicaciones, no 
puede menos de apreciarse como corresponde. 

A ese número pertenece el testimonio que ocasiona estas 
observaciones, del cual, haciendo uso de la acción popular, 
pediremos á la autoridad competente, haga sacar copias 
autorizadas en debida forma, que se conserven en los archi- 
vos públicos, para los casos que puedan ocurrir. 

Considerado bajo otro punto de vista, nuestro documen- 
to viene á confirmar lo que espresamos en el tomo primero 
4lel Registro Estadístico de 1859, comentando la acta de la 



— 179 — 

fundación de Buenos Aires, con motivo del juicio <|ue Angelís 
habia formado acerca <fe ella. 

Y en efecto, estudiando las diferentes piezas de que se 
compone el instrumento que ahora publicamos, ^e vé que 
don Francisco Velazquez Melendez pidió testimonio Ad re- 
parto que hizo de las tierras del pago de la Magdalena el gene- 
ral Juan de Garáy como consta del libro de la fun- 
dación CON PIES Y CABEZA DEL DICHO LIBRO. 

Mandado dar el testimonio, como $e pedia, el escribano 
compulsó del Libro de la Fundación de esta ciudad, que está 
£n el Cartorio del oficio de Cabildo^ el Padrón de las estancias y 
tierras que repartió el fundador de esta ciudad, en el payo que 
llaman de la Magdalena, que su tenor ^ cois fié t cabeza es co- 
mo se sigue: 

Transcribe luego el auto del gobernador don Fernando 
de Zarate, de 14 de febrero de lo9i, por el cual mandó al 
escribano Mateo Sánchez, en virtud de petición del Cabildo 
para que viese y confirmase la fundación de esta ciudad, que 
sacase la dicha fundación en limpio, en este libro en blanco, 

SEGÜIV Y COMO SE CONTIENE EN LA DICHA FCNDAGION, para qU€ asi 

sacado provea conforme á derecho, etc, 

Mateo Sánchez, en cumplimiento de lo mandado, yá 
continuación del auto, en el libro en blanco en que había sido 
estendído, dice- saqué este traslado bien y fielmente sacado de 
LOS AUTOS DE LA FüNDAcioN fccha por el General Juan de Caray, 
jquees del tenor que se sigue: — y continúa: 

Fundación— /itan deOaray, Teniente de Gobernador, etc. 

No es necesario advertir que el escribano de Cabildo 
debió copiar todos los autos de la fundación que aparecían 
encabezados por la acta de la misma. Pero, como no se 
trata aqui, desgraciadamente, de toda esa transcripción, sino 



— 180 — 

ú^l testimionio de una parte, con pié y cabeza del tod(>; y co-' 
0)0 á esa parte, por ser del reparto de tierras fuera de la 
ciudad, no correspondía lo que en la acta no hiciese relación 
á ellas, creemos que el escribano de registros que dio el tes- 
timonio en 1644, suprimió déla acta lo que ella debia con- 
tejper, sobre advocación de la ciudad, jjacíon de términos, 
nombramiento de alcaldes y regidores^ etc., transcribiendo 
solamente las cláusulas generales sobre la fundación, y pa- 
sando por alto lo demás, hasta encontrar el periodo en (fue 
se espresa la causa del reparto de tierras inmediato á la ciu^ 
dad, que principia así: — Y porque conviene^ por el riesgo que 
4il presente hay délos naturales alterados^ etc. 

Y nos afirma todavía mas en la opinión que acabamos 
de manifestar, el tenor de la acta de la fundación de la ciu- 
dad de Santa-Fé, recientemente publicada en la ^Biblioteca 
de la Revista de Buenos Aírese ^ en que Garay hace relación de 
los diferentes actos á ella referentes, los mismos que debie- 
ron tener lugar en Buenos Aires, sin que la parte de acta que 
hasta ahora conocemos los mencione. 

Dispuso Garay, el dia de la fundación de Santa-Fé, que, 
el repartimiento de tierras en aquella ciudad, se hiciese con- 
forme a las trazas que tengo señaladas en un pergamino; y 
otro tanto debió disponer en Buenos Aires, pues también se- 
ñaló la traza de esta ciudad en un pergamino, que se conser- 
vaba en el archivo del Cabildo el ano de 1766, como consta 
del acuerdo de esa corporación de 20 de octubre de di- 
cho año. 

**Tambien se trató sobre haberse encontrado en el ar- 
' 'chivo, el mapa puesto en pergamino, del repartimiento de 
^'cuadras en la traza de esta ciudad, que, según se reconoce, 
''es de la fundación de esta ciudad; y estando por la anti- 



— 181 — 

I 
■ ■ ■ ' f ' ' . ' 

**güeda(l, casi ea estado de no poderse leer, para que no se 
' 'pierda un tan precioso documento déla antigüedad,, (jue., 
**puede servir de regla, así para aclarar las dificultades^ quí^* 
^^diariamente se ofrecen, por lo quebaceá la traza de estar 
* 'ciudad, como para el égido, se acordó se copie en perga** 
*'mino como estaba, y se ponga en una taWa^ debajp^ de ví- 
*'drieiras, y se guarde en el archivo de este Cabildo; y sijendo,, 
''para el asunto de ponerlo en limpio, muy á propósito don 
' 'Pablo Thompson, vecino de esta ciudad, por su notoria 
"probidad, curiosidad, intelijcncia en letras antiguas y en 
''el dibujo, se le encarga esta comisión, enviándole recado 
"de política de parte de este Cabildo, que le llevará junto 
"con el padrón el presente escribano, con lo que se cerró e^- 
'•te acuerdo", etc. 

Otra circunstancia que contribuye á hacer creer que la 
acta de la fundación de Buenos Aires está incompleta, es el 
encontrarse sin fecha la que hasta ahora conocemos, lo que 
parece indicar que en los testimonios que se dieron, con ca- 
beza y pié, referentes á tierras en la campaña, se suprimió 
todo lo que no hacia relación al objeto para que se daban, 
siendo esos testimonios, ó copias de ellos, lo que tenemos 
hasta el presente, á mas de la traza del reparto en la ciudad, 
que se hizo aparte, en el pergamino de que damos noticia, 
á la que agregarían los copistas la acta incompleta, tomada 
de algún testimonio de los que hemos hablado, como le agre- 
garon el Cabildo que nombró Mendoza, en lugar del nombra- 
do por Garay. 

Como no perdemos la esperanza de encontrar otros da- 
tos que nos proporcionen fundamentos mas sólidos sobre el 
particular, cerramos estas observaciones, espresando que las 
palabras que aparecen en el documento con caracteres itá- 



— 182 — 

lieos, indican sus diferencias con la copia de la Colección de 
AngeliSy algunas de las cuales acooipañamos de notas para 
mayor claridad. 

Cumplamos ahora con el deber de dar públicamenta las 
gracias al señor don Joaquín Hornos, por habernos propor* 
clonado este importante documento, que, con tanto esmero 
y merecido aprecio, conserva en su archivo particular. El 
público estimará, como nosotros, su distinguido proceder. 

Manuel Ricardc^ Trelles. 



PADRÓN DEL REPARTIMIENTO DE TIERRAS, 

HECHO POR EL FUNDADOR DE BUENOS AIRES EN EL VALLE DE 
• SANTA ANA. (i) 

Don Francisco Velazquez Melendez, vecino y alcalde or- 
dinario en esta eiuddd^ dijo: que á mi derecho conviene sa- 
car un testimonio de la partición que hizo de las tierras del 
pago de la Ifagdalena el general Juan de Garay á los vecinos 
de esta ciiidad en nombre de Su Majestad como consta del li- 
bro de la fundación de esta ciudad que está en poder del pre- 
sente escribano mayor de gobernación. 

A V. Uereed suplico mande dar el dicho testimonio coo 
pies y cabeza del dicho libro al presente escribano en formo 
qne haga fé^ interponiendo Y. Merced su autoridad y judicial 
decreto: pide justicia» y en lo necesario, etc. 

Don Frmcisco Velazquez Melendez, 

En la ciudad de la Trinidad, puerto de Buenos Aires, en 
veinte días del raesde}nnio de mil y seiscientos y cuarenta y 

1. Solo la palabra padrón, con que principia el encabezamiento, 
pertenece al original, que se encuentra en él puesta al margen de la prime- 
ra pVina. 



~ 184 — 

cuatro años, ante el Almirante don Luis de Aresti, teniente 
general de gobernador habiéndola oido mandó se saque un 
tanto del libro de la fundación de esta ciudad de las merce- 
des de tierras hechas en el pago de la Magdalena y se le dé 
con pié y cabeza autorizado en pública forma y manera que 
haga fé como lo pide, en el cual Su Merced interponía é in- 
terpuso su autoridad^ judicialdecreto» tanto cuanto puede 
y ha lugar en derecho; y asi lo proveyó y firmó, por ante el 
presente escribano por estar enfermo Alonso Águeda de 
Vercara que despacha el ofició de Cabildo — Don Lufs D8 AreSt 
TI — Ante mi, Jitan Antonio CalvOy Escribano de Su Magestad. 
Yo Juan Antonio Calvo de Arroyo, «cribano de Su 
Magestad de Registro y Hacienda Real en esta ciudad de la 
Trinidad, puerto de Buenos Aires par el Rey Niiestro Señor, 
en cnmplimieDtó de lo mandado por el Ahnirante doa Lhís 
deArestí, teniente general de gobernador, Justieiaf Mayor y 
capitán á guerra en estas Provincias del Rio de k Plata, por 
Su Magestad, hice sacar del libro de te fundaeioo' de esta 
ciudad quie está en el eartnrio^del oficio de Cabildo*, el padrón 
de las estancias y tierras quo repartió el fundador desta ciu- 
dad, en el pago que llaman de la Matlatetra, que m tcDor con 
pié y cabella es^ cotUa se sigue : 

Auto— Don Fernando Zarate, Caballero del Hábito de 
Santiago, Gobernador, Teniente de Viiso Rey,Capitan General, 
Justicia Mayor destas Provincias dPel Rio de la Plata y Tucu- 
mau, per Su Magestaíd: — Por cuanto por pai^tedel Cabildo 
^esta dudad de la. Trinidad me ha sido pedido viese la 
fundación desta ciudad y condiciones della, y la confir- 
mase y aprobase, ó como mejor viese que convenia; por lo 
cual, babieudota visto, mando al Escribano de Cabildo desta 
ciudad que saque la dicha fundación en limpio en este libro 



— 183 — 

en blanco^ á la letra, según y como se contiene en la dicha 
fundación; para que asi sacado, provea conforme á derecho, 
lo que mas convenga al bien y aumento de esta dicha ciudad, 
y lo firmé, que es fecho í catorce días del mes de febrero de 
mil y quinientos y noventa y cuatro años — Don femando de 
Zdrate-^Ante mi, Mateo Sánchez^ Escribano de Cabildo. 

E yo, Mateo Sánchez, Escribano de Cabildo desta ciudad 
de la Trinidad, en cumplimiento de lo mandado por Su Se- 
ñoría, saqué este traslado, bien y fielmente sacado de los au^ 
tos de la fundación fecha por el General Juan de Garay, que 
es del tenor que se sigue: 

Fundación —Juan de Garay, Teniente de Gobernador, 
Capitán General en todas estas provincias del Rio de la Plata, 
por el mui Ilustre Señor Adelantado Juan de Torres de Vera, 
Adelantado y Gobernador, y Capitán General, y Justicia Ma- 
yor, y Alguacil Mayor de todas estas Provincias, conforme á 
las capitulaciones que el mui ilustre Señor Adelantado Juan 
Ortiz de Zarate, que haya gloria, hizo con la Magestad Real 
del Rey Don Felipe, (1) Nuestro Señor; y ansi por virtudes 
de sus poderes reales^ y el dicho Adelantado Juan de Torres 
de Vera me tiene dados sus poderes^ para que, en nombré suyo 
y de Su Magestad, yo gobierne estas Provincias y haga en 
ellas las poblaciones que me pareciere ser convenientes, pa- 
ra ensalzamiento de nuestra Santa Fée Católica, y para au- 
mento de la Real Corona de Castilla y de León; y así como 
tal Teniente, y Capitán General, y Justicias Mayor, he sido 
recebido en todas las ciudades que están pobladas en esta di- 
cha gobernación, ansf por mi persona como por mis pode- 
res he sido recebido en ellas, y puesta^ las justicias de mi 

i. La copia de Angeiis agrega: (fuéelllde este nombre) lo que no 

corresponde al documento sino al copista que lo agregó. 

43 



— Í86 — 

mano, y egercido y usado los dichos poderes, debajo de los^ 
cuales en todo este tiempo, después que fui recebido, he hecho 
todo lo que me ha parecido ser cosa conveniente y necesaria 
para el bien de esta gobernación^ ansí en pacificar los natu- 
rales alterados, como en otras cosas que se han ofrecido, y 
ansí por virtud de los divhos poderes y en nombre de Su 
Magestadyo levanté estandarte real en la ciudad de la Asun 
clon, y publiqué y mandé publicar la población de este puerto 
de Santa María de Buenos Aires, tan necesaria y conveniente 
para el bien de toda esta gobernación y de Tueuman, y para 
que de aquí se estienda y se predique nuestra Santa Fé Cató- 
lica entre todos los indios naturales que hay en estas pro- 
vincias, y así, con celo de servirá Dios, nuestro Señor, y á 
la Magestad Real del Rey nuestro Señor, so asentaron en la 
ciudad de la Asunción sesenta soldados, y se metieron deba- 
jo del estandarte Real, y vinieron y están conmigo susten- 
tando esta dicha población; habiendo hecho muchos gastos 
de sus haciendas, y pasado muchos trabajos en cosas que se 
han ofrecido; y así usando de los poderes reales que Su Ma- 
gestad el Rey Don Felipe Nuestro Señor dio al mui ilustre 
Señor Adelantado Juan Ortizde Zarate, que haya .gloria, para 
él y para 8U sucesor y sus capitanes, yo en nombre de Su 
Magestad empezado á repartir y les reparto á los dichos po- 
bladores y conquistadores tierras y caballerías y solares y 
cuadras en que puedan tener sus labores y crianzas de todos 
ganados; las cuales dichas tierras y estancias, y solares y 
gfiertas y cuadras les doy y hago merced en nombre de Su 
Magestad y del dicho Señor Gobernador, para que, como cosa 
propia suya puedan en ellas edificar, ansí casas como corra- 
les, y poner cualesquíer ganados, y hacer cualesquier labran- 
za que quisieren y por bien tuvieren, y poner cualesquier 



— 187 — 

plantas y arboledas que quisieren y por bien tuvieren, sin 
que nadie se lo pueda perturbar, como si lo hubieran here- 
dado de su propio patrimonio; y como tal lo puedan dar y 
vender y enagenar y hacer lo que por bien tuvieren; con tal 
que sean obligados á sustentar la dicha vecindad y población 
cinco años, como Su Magestad lo manda por su real cédula, 
sin faltar della sino fuere con licencia del Gobernador ó 
Capitán que estuviere en la dicha población, enviándoles á 
cosas que convengan, y que sean obligados ó acudir, confor- 
me rezare la tal licencia; donde no lo sustentaren en esta, 
ó pueda el Capitán ó Gobernador repartirlo y encomendarlo 
de nuevo en las personas que sustentaren la dicha población 
y sirvieren en ella á Su Magestad. Y porque conviene por 
el riesgo que al presente hay de los naturales alterados, que 
para hacer sus labores mas seguras, y con menos riesgo de 
sus personas y de sus simenteras que cada vecino y poblador 
desta ciudad de la Trinidad y puerto de Buenos Aires» tengan 
un pedazo de tierra, donde con facilidad lo puedan labrar y 
visitar cada dia; y ansí en nombre de Su Magestad y de la 
manera y forma que dicho tengo, le señalo y hago merced, en 
nombre de Su Magestad, y en la forma que dicho tengo, sen- 
dos pedazos de tierra por la vera del gran Paraná arriba, en 
la forma siguiente: 

Otrosí prosigo y señalo y hago merced en nombre de 
Su Magestad, á los dichos vecinos, en la forma susodicha, 
para que con mas voluntad sustenten la dicha población, y 
atento sus gastos y trabajos, de otras sendas suertes, en la 
forma siguiente:— Primeramente en el Valle de Santa Ana,- 
que «s hacia la parte de Tubichaminí — Primeramente á Pe- 
dro Rodríguez, en el Valle de Santa Ana, á la otra banda, 
tres mil varas de medir de frente, y han de ir á frontar con 



— 188 — 

d gran Paraná, y ha de correr estia suerte, y todas las dema^ 
que señalare, donde quiera qu'e las señalare de aquí adelante, 
legua y media por la tierra adentro; y ésto sino fuere to- 
pándose algunas suertes por estar dadas por otros valles y 
qiiebradas diferentes, y venirse á encontrar, hán«e de partir 
por medio las tief ras que hubiere entre las dos dichas suer- 
tes, como no puedan gozar de fo dicha legua y media cada 
¿üérte. 

Otrosí á Pedro Isbran, á la otra banda de su linde, otras 
tres mil varas. 

Desta otra banda, bacía la ciudad, en el dicho valle, á 
Pedro Moran, (1) tres mil varas. 

Luego Miguel Navarro, otras tres mil varas. 

Euego Juan de Basualdo, otras tres mil varas de frente^ 

Luego Miguel del Gorro, otras tres mil varas de frente. 

Luego Gerónimo Pérez, otras tres mil varas de frente. 

Luego Pedro Luis, otras tres mil varas de frente. 

Luego hade empezar Pedro Fernandez, desta otra ban- 
da del Valle de Santiago, que por otro nombre llaman los 
indios la isla de las Conchas, y ha de tener tres mil varas de 
frente. 

Lnego Miguef Gómez, can otras tres mil varas de frente. 

Luego Francisco Bernal, con otras tres mil varas de 
frente. 

Luego Bernabé Veneciano» otra^ tres mil varas de frente^ 

Luego Miguel López Madera, otras tres mil varas de 
frente. 

Luego el Alcalde Rodrigo Ortiz de Zarate, ba de empe- 
zar desde una isla que llamamos la Isla de los Guaraais, y ba 

i» £d la copia de Aagelis se ha puesto equivocadamente Montes ea 
I ugar de Moran, que es el verdadero apellido de uno de los fundadores. 



— 189 — 

de entrar la dicha isla en su suerte, y correr hacia eírto por 
los asientos que tenían los Guaraníes, y desde allí hade 
correr hécia la ciudad tres mil varas de frente. 

Luegohade entrar Pedro Al va rezGay tan, con tres mil 

varas de frente. 

Luego, fta de entrar Yictor Casco, con tres mil varas de 

frente. 

Luego ha de empezar Diego de Labarrieta, desde la isla 
que llamamos la Isla del Gato, la cual ha de entrar la dicha 
isla en su suerte, con tres mil varas de frente. 

Luego Juan Fernandez de Enciso, con tres mil varas de 
frente. 

Luego, Alonso de Escobar, con tres mil varas de frente, 
y han de tener en medio Alonso de Escobar y Antón Higue^ 
ras, una aguada grande, que está en el camino por do pa- 
samos. 

Luego Antón de Higueras, con tres mil varas de frente,^ 
digo, que entre Juan Fernandez de Encisp y Alonso de Es- 
cobar ha de entrar Baltazar de Carabajal, y lo demás no val- 
ga, fl) 

Luego, pjslevan flwíz, Gristoval Altamírano, con tres 

mil varas de frente. 

Luego, Juan Fernandez de Zarate, con tres mil varas de 

TRENTE. (2) 

Luego, Alonso Gómez, con tres mil varas de frente. 
Luego, Antón Roberto, con tres mil varas de frente. 
Luego, Izarra, con tres mil varas de frente. 
Luego, Pedro de Quiróz, con tres mil varas de frente. 

1. En la copia de An¿(elis figuraa las dos suertes que se declararon 

no Yaler. 

2. Esta suecie no 6gara en la publicación de Angelis. 



— 190 — 

Luego, Pedro de GereZy [í) con tres mil varas de frente. 

Luego, Luis Gaytan, lia de empezar desde una punta que 
está como legua y media del pueblo, y ha de tener, con tres 
rail varas de frente. 

Luego, desde aquella punta ha de empezar el Señor 
Adelantado Juan de Torres de Vera, y ha de correr hacia el 
río, digo, hacia el Paraná, á dar en unos asientos y labores 
que están allí de los naturales; y desde allí ha de correr por 
frente hasta dar en la boca del Riachuelo del puerto de Santa 
María de Buenos Aires, y con aquel anchor y por aquel de- 
recho ha de correr la tierra adentro, legua y media. 

Otrosí señalo por tierras del capitán Alonso de Vera, 
en el dicho Riachuelo del puerto, d la banda de la ciudad 
desde cien varas de medir mas arriba de donde está una nao 
perdida en el Riachuelo, mil varas de frente por el Riachuelo 
arriba la tierra adentro, hasta dar en el égido. 

Digo y declaro, yo, el General Juan de Garay, que ha 
sido y es siempre mí voluntad del señalamiento de todas es- 
tas tierras, que, entre cada dos suertes, quede siempre un 
camino pue vaya corriendo desde el camino principal hacia 
los ríos y aguadas; y así lo mando que se cumpla; y el cami- 
no ha de tener doce varas de medir de ancho— Juan de Ga- 
BAY— Por mandado del Señor General— Pedro Fernandez, 
Escribano Público. 

E así sacado el dicho traslado, fué corregido y concer- 
tado con el original de donde se sacó» por mí el dicho Escri- 
bano, gue queda en mi poder, con el cual vá cierto y verda- 
dero; V de mandamiento áe Su Señoría del Señor Goberna- 
dor, saqué este dicho traslado, en esta ciudad de la Trinidad, 

1. En la copia de Angelis se ha puesto Pedro Pérez en lugar de Pedro 
de Gerez, que es el verdadero nombre de uno de los fundadores. 



— 191 — 

en quince días del mes de febrero de mil y quinientos y no- 
venta y cuatro años; y fice mi firma que es tal. En testimo- 
nio de verdad— ifcfa/eo Sánchez, Escribano de Cabildo. 

CoNFiUMACiON— Don Fernando de Zarate, Caballero del 
Hábito de Santiago, Gobernador, Teniente General de Viso 
Rey, Capitán General y Justicia Mayor destas Provincias del 
Rio de la Plata yTucuman, por Su Magestad; habiendo visto 
la fundación desta ciudaa y condiciones della, mando que se 
guarde y cumpla y egecute así la dicha fundación y condiciones 
della, agora y para siempre jamás; porque yo desde luego la 
confirmo, apruebo y ratifico, para que sean firmes y valede- 
ras; y mando nadie no las quebrante, ni vaya contra ellas, 
ni parte dellas, so pena de quinientos pesos de oro para la 
Cámara de Su Magestad, en los cuales desde luego doy por 
«condenados á los que lo contrario hicieren; sobre lo cual di 
«ste, firmado de mi nombre, en esta ciudad de la Trinidad, 
en 16 de febrero de mil y quinientos y noventa y cuat o años 
— Don Fernando de Záuate— Ante mi^ Mateo Sánchez, Escri- 
bano de Cabildo ~Fd entre renglones-^ Pedro Fernandez, 
vale. 

Como consta y parece del dicho padrón original de dón- 
de le saqué, que está en el oficio de Cabildo desta ciudad, en 
un libro intitulado de la Fundación de las tierras de la otra 
banda del Riachuelo hasta la isla de Santiago y todas las de- 
más desta ciudad y puerto de Buenos Aires, que dio y re- 
partió Juan de Garay, fundador, y confirmadas por los de • 
más gobernadores: quedó en el dicho oficio á que me refiero; 
y para que del lo conste del dicho pedimiento y mandamiento 
del dicho Teniente General, doy el presente con declaración 
que en la cuarta foja del dicho padrón y repartimiento ori- 
ginal está la partida que dice, Estevan Ruiz, enmendada, y 



— 192 — 

el Ruiz entre i*eoglones y borrado como dos dedos del ren« 
gloD, que no se puede leer lo que decía; y así lo advierto pa- 
ra que conste— Que es fecho en la ciudad de la Trinidad, 
puerto de Buenos Aires» á veinte y dos días del mes de junio 
de mil y seiscientos y cuarenta y cuatro años; testigos, Ro- 
drigo de Narvaez y Juan de Avorda, vecinos desta ciudad; y 
en fée dello, lo signo é firmo en papel común, que es el que 
corre por haberlo asi mandado pdir auto el Gobernador de 
la Provincia hasta que venga otro sellado— En testimonio de 
verdad — Juan Antonio Calvo^ Escribano de Su Magestad. 

Yá en cuatro fojas con esta, con la petición, y no llevé 
derechos. 



f^ 



; 



RELACIÓN HISTÓRICA DE LA CIUDAD DE CORRIENTES, 

Señalamiento primero de jurisdicción que se hizo d esta ciudad 

en orden á limites en sus confines^ y se dá idea de la de- 

marcación que podría hacerse en su estado presente. (1) 

No es fácil darse idea que manifieste con claridad los 

limites de la jurisdicción de esta ciudad en el estado actual 

de confusión en que se halla; pero lo interesante del asunto 

me conduce á tratarlo, trayendo desde su orijen las noticias 

que he visto conducentes al efecto» persuadido no se dará 

cosa mas precisa á una república que el saber esta la parte de 

terreno que le corresponde, y jurisdicción de su cargo, bajo 

prefijados limites para conservarlo y defenderlo como una 

propiedad en que funda su quietud, y la subsistencia de sus 

individuos. 

El Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, que 
como está dicho era Gobernador, Capitán Jeneral y Justicia 
Mayor de todas estas provincias del Rio de la Plata, autori- 
zado con las correspondientes facultades por S. M. para ade- 
lantar estas poblaciones y conquistas, inmediatamente que 

1. Véase la pajina 77. 



— 194 — 

dio los primeros pasos á la fundación de esta ciudad, auto- 
rizó á su Teniente inmediato, poniendo ¿ su cargo la conti- 
nuación de su población y conquista de estos territorios con 
el señalamiento, división y limites de jurisdicción, que ma- 
nifiestan los títulos que adornaban su empleo en las actúa' 
clones anexas á su gobierno, que orijinales se leen en varios 
documentos en que decia: Alonso de Vera y Aragón, Capitán 

Jeneral, Justicia Mayor de esta ciudad de Vera, provincias de 
las siete Corrientes, Paraná, Uruguay, Tape, hasta la mar 
del Norte, San Francisco Viazá y Guayra: que es decir, se 
señalópor entonces jurisdicción de esta ciudad. La tierra 
firme que media entre el Paraná y Uruguay en que se com- 
prendían los territorios en que después se establecieron los 
pueblos de Misiones. La mar del Norte, según el espíritu 
del Acta Capitular de 17 de mayo de 1595, que queda citada 
en el capitulo 2, debe buscarse á la otra banda de este rio 
Paraná, que llama la espresada acta tierra de los Mares, de 
modo que habiendo sido la situación de la Guayrá en aque - 
líos tiempos una población ó ciudad de españoles paraguayos 
á mucha distancia sobre el río Paraná arriba en las inme- 
diaciones al gran salto del mismo nombre, con porción de 
pueblos ó reducciones de indios Guaranis, entre los que se 
infiere incluirse San Francisco y Viazá, que acosados unos y 
otros de los Portugueses de aquel continente, y de los indios 
Yobuces, caribes que se alimentaban de carne humana, des- 
truidos y derrotados los españoles de Guayrá se establecieron 
en la Villa Rica y Curuguati, de cuyo principio conservan 
hasta hoy la denominación de Guayreños, y de los demás 
pueblos de indios se formaron algunos de los del departa- 
mento de Candelaria y Santa Rosa en Misiones. 

Divididas después estas dos provincias le declaró S. M. 



— 195 — 

por límites á la de Buenos Aires hasta el rio Tivícuari (1) que 
deslinda, ó debe deslindarla con la del Paraguay; pero co- 
mo este territorio llamado Gurupaiti que media entre los 
rios Paraná y Tivicuari, sobre el del Paraguay, invadido 
últimamente del indio infiel Guaycurú, sirviéndole de tránsito 
para sus robos y hostilidades á aquella provincia y pueblos 
del departamento de Santa Rosa (2) en el año de 1778 del 
siglo pasado se trató por encargo de la Capitanía Jeneral de 
la población del espresado terreno de Gurupaiti entre el se-- 
ñor don Pedro Meló de Portugal, (en ocasión que pasaba á 
recibirse del gobierno de aquella provincia) el Teniente Go- 
bernador de esta ciudad, que lo era don Juan García de Cos- 
sio, conviniendo en que se hiciese entre esta y aquella ciudad; 
en su consecuencia en Acta Capitular de 18 de enero del año 
siguiente, se trató por el Ilustre Cabildo, á presentación del 
Procurador de ciudad, se pasase al reconocimiento delespre- 

1. Retazo de Acta Capitular del año de 1663. 

!2. Nota — Dije últimamente porque según tradición desde los princi- 
pios y por muchos años después hicieron uso de este terreno los primer( s 
pobladores, según documentos que he visto posteriormente (y con bastante 
fundamento me persuado fuese el mismo h quien decían Tierra de los Ma- 
res, por los inmensos esteros que contienen aquellos campos) en que consta 
tenían en él sus labranzas como que en acuerdo capitular de 8 de enero de 
1593, se resolvió para una conducción de palmas para cubrir la Santa 
Iglesia Matriz, se usase de las carretas y bueyes, que se tenian en la otra 
banda del rio Paraná: en otro de 1¿¡[ de junio de 160Zt se acordó en vista de 
la escasez de granos echar mano de las trojas que tenia el mismo jeneral 
Alonso de Vera en la misma banda para subvenir á las urjencias de algu- 
nos individuos, que teniendo las tierras dispuestas carecían de semillas pa- 
ra sus siembras, con cargo de retorno, ó satisfacerlas al justo precio, cu- 
yos documentos y que maníGeslael nombre de Pedro González su antiguo 
poseedor que aun conserva, acredita la antiguada posesión de aquella par 
te de terreno por este vecindario, en que funda su representación el proca- 



— <«6 — 

sado terreno, diputando para ello al mismo Procurador 
quien coD cincuenta soldados pasó á verificarlo, y de cuyo 
cumplimiento, situación y conveniencias para la formación 
de una Villa, dá razón en Cabildo abierto y junta de los Pa- 
dres de República de 9 de marzo del mismo auo, en que se 
resolvió iQstablecer un fuerte coa destacamento de milicias 
para asegurar de los asaltos de los infieles del Chaco, y que 
al logro de la población se franqueasen tierras á los vecinos 
que quisiesen establecerse en aquel paraje con referencia á 
lo pactado entre el gobernador del Paraguay y el teniente de 
esta el año anterior, arbitrando al mismo tiempo la pensión 
entre el vecindario para la manutención de los milicianos 
que debían asistir en el nuevo destacamento, como el apron- 
to de herramientas y otros utensilios para construir el fuerte 
encargado para todo por el Teniente Gobernador (que se ha- 
llaba ausente), el Maestre de Campo, y actual Alcalde de 
primer voto don Juan Benitez de Arrióla, quien según hizo 

rador de ciudad en pedimento visto en acuerdo de 27 de abril de 1779, re- 
mitiéndose sobre el dereclio de esta ciudad desde su fundación, á aquellos 
terrenos, á otro acuerdo capitular de i/i de junio de 1673; pero como con 
el tiempo se esperimentasen las invasiones, hostilidades y acometimientos 
grandes por todas partes de la frontera de los indios Guaycurüs que se con- 
ducían de aquella banda, los Payaguas, que ocupando el mismo Paraná 
acosaban también sus costas, y los Charrúas el centro de la campaña, como 
todo queda manifestado, no pudiendo resistirlos en todas partes, se vieron 
precisados á abandonar según las circunstancias sus mas retirados estable* 
cimientos para ocurrir con todas sus fuer2ias á lo principal de las poblacio- 
nes y fronteras de los enemigos; en cuya operación, como tránsito preci- 
so, se seguía por consecuencia la quietud y sosiego de los establecimientos 
interiores, quedando estos vecinos imposibilitados por este hecho á la con- 
servación de sus pertenencias mas distantes, y continuación de poblaciones 
en otras, y espnestos por todas partes á las disputas suscitadas después en 
materia de jurisdicción por las mismas provincias beneficiadas. 



— 197 — 

presenie en Acta Capitular de 22 de mai*zo, pasó á efectuarlo 
con milicias, algunos pobladores y demás necesario, deposi- 
tando el cargo de Alcalde ene! Rejidor que correspondia. 
Eia otra de M de abril con asistencia del Teniente Goberna- 
dor, hizo este presente haber sido avisado del comandante 
de las milicias destinadas á k población de los campos del 
Giirupaiti, con fecha del dia 3 de bailarse cumplidas todas las 
órdenes que se le habían comunicado al efecto. En otra de 
24 del mismo espuso el espresado Teniente que acababa de 
recibir carta con fecha 13 de marzo del gobernador del Pa- 
raguoy, en que le reconvenía retirase aquellas milicias que 
mantenía esta ciudad en los campos de Gurgpaiti, haciéndolo 
respoQsable de las consecuencias q^e resultasen de no hacerlo; 
en so vista de los antecedentes, y pactado en S de febrero del 
año anterior entre ambos, de que en nada se había exedído 
esta ciudad, se resolvió: Que en atención á haber dado 
cuenta al superior gobierno esperase su resolución y se con- 
testase ésto mismo al dicho señor gobernador. En Acta 
Capitular del 31 de mayo se recibió un oficio del exmo. se- 
ñor virey don Juan José de Yertiz con fecha 13 de abril de 
1779, que dice: «En el mismo correo que Y. S. ha solici- 
tado aprobación para estaUeoer una Yilla en el terreno nom-* 
brado Curupaiti, avisa el gobernador del Paraguay su dispo- 
sición de poblarlo, 4:on el fin de contener por esta pártelas 
insorrecciones de los indios infieles; y esta concurrencia de 
pretensioiies ha sorprendido la resolución, é induce á que se 
trate en respectivo espediente, de cuya resulta impondré á 
V. S. » 

En Acuerdo Capitular de 12 de junio se trató largamen- 
te sobre el despojo intentado por la provincia del Paraguay 
á estos vecinos en las poblaciones que tenían en dicho para- 



— 198 — 

je, y se determinó formar espediente en forma sobre todo lo 
acaecido, que remitido á S. E. mandó, según oGcio de i3de 
junio del mismo año: Que se escribiese carta orden a) go- 
bernador de dicha provincia para que no alterase, y suspen- 
diese todo procedimiento en la materia, basta la resolución 
del particular, advirtiendo á esta ciudad nombrase procura- 
dor que en aquella capital hiciese su personería. En pra- 
videncia de 13 de setiembre acompañada de oficio^de la mis- 
ma fecha comunica el mismo señor excelentísimo haber con- 
cedido á la provincia del Paraguay el permiso para la funda- 
ción de la Villa de Neembucú, en virtud del convenio, en 
que debía ocupar la mitad de aquellos terrenos. Ultima- 
mente por oficio recibido por el Cabildo en Acuerdo de 29 
de noviembre del mismo año 1779 en vista de los varios re- 
cursos hechos por esta ciudad y la del Paraguay, sobre los 
terrenos de que se trata, comunicó la superioridad la reso- 
lución siguiente: «La disputa suscitada acerca del terreno, 
que teniendo por frente el rio Paraguay, media entre los 
nombrados Paraná, Guazú y Tevicuary; y con esta ocasión 
sobre los que fueron antiguos limites de las províiv^^ias del 
Rio de la Plata y del Paraguay, he tenido por conveniente 
que no se continué por el perjuicio común que de ello se 
orijina; y en Qste concepto haciendo cesar todo estrépito ju- 
dicial he mandado por providencia de 9 del corriente que 
aquel terreno se divida en dos partes iguales, y que se adju- 
dique á cada uno la que le sea contigua ó Inmediata, comi- 
sionando para esta división y dilijencia, cuyos costos habrá 
de satisfacer esta ciudad y la del Paraguay, al gobernador 
interino de los pueblos de Misiones: y en la intelíjeiicia 
también queá estos no se les ha de perjudicar en los terre- 
nos que les sean necesarios para su estension, estancias. 



— i99 — 

chacras y sementeras, eóulos montes precisos para cortes 
de leña y maderas; y anticipo á Y. S. esta noticia de que mas 
cstensamente le instruirá la misma providencia á tiempo de 
la citación que debe preceder, según la misma providencia: 
Dios guarde á Y. S. muchos años. Buenos Aires, noviembre 
13 de 1779— /uan José de Veríiz — Al Cabildo de la ciudad de 
Corrientes. « Y no habiéndose verificado hasta hoy dicho 
deslinde, se conoce provisionalmente por divisorio el arroyo 
hondo, situado entre la Yilla de Neembucú de aquella pro- 
vincia y la capilla de Nuestra Señora del Rosario de nues- 
tra pertenencia, quedando por este medio asegurados en el 
centro dichos establecimientos y hecho transitable el camino 
para aquella provincia con ventajas de su cercanía. (í) 

Guando se fundó esta ciudad y se le hizo el señalamiento 
primero de jurisdicción no habia aun establecimiento de 
Misiones, porque sus naturales en la mayor parte fueron los 
perseguidores de estos pobladores, quienes contribuyeron en 
mucho á su efectuación y logro. Estos indios con sus doc 
trineros los espatriados se contrajeron en los principios á es- 
tablecer sus posesiones y estancias en los terrenos que le 
eran contiguos, y después sucesivamente fueron estendiéndo 
se á mucha distancia» á proporción que las ocasiones y su vi 
gilancia en hacerse de las mejores disposiciones se lo permi- 
tía. En la fundación de la reducción de Nuestra Señora de 
la Concepción de Itatí, desde esta jurisdicción se les dio por 
la ciudad porción de terrenos, costa del Paraná arriba de 

1. Nota — Para intelijeacia de este tratado se hace preciso advertir 
que el rio Paraná trae su corso de Este á Oeste desde los pueblos de Misio- 
nes, hasta las inmediaciones de esta ciudad, en que, agregándosele el del 
Paraguay, y que viene del Norte, siguen incorporados rumbos al Sud> 
hasta desembocar en el rio de la Plata. 



— 200 — 

esla banda al Este, en razón del feudo que le contribuían, en- 
tre ellos se comprendían los terrenos de Mbaccua, en que 
después se estableció una de las estancias de aquellos pueblos, 
bajo de arrendamiento, que contribuyeron en un tiempo á 
dicho pueblo delta tí (1). Después se internaron al parage 
de Gurupaiti (que en el dia posee el pueblo de Corpus) siluado 
á la parte del Poniente, á no poca distancia hacia el centro de 
esta jurisdicción sobre el rio Corriente (este rio tomando su 
orijen de la laguna Ibera, sigue rumbo al poniente por el cen- 
tro de esta jurisdicción, hasta desaguar en el Paraná) por 
medio de contrato que hicieron con uu vecino de esta ciudad 
llamado Diego Ruiz: estendiéronse después á los rincones de 
Santa Ana y Ayuen sus iumediaciones á la parte del poniente, 
ocupándolos el pueblo de Trinidad, hasta que en el año de 
1751, procurando introducirse al rincón de Medina, noti- 
cioso este Cabildo por representación que hizo el Procurador 
de ciudad, comisionó inmediatamente un individuo Capitular 
para que pasase á intimarles la suspensión, escribiendo al 
mismo efecto al Padre Bernardo Nusdorfez, Superior de las 
Doctrinas de Misiones, quien en carta de 6 de abr 1 del mismo 
ano, después de tratar el asunto y solicitud del pueblo de San 
Carlos al espresado rincón de Medina, confesando cuanto 
mas lo quería disimular el ajeno derecho á aquellos territo- 
rios, concluye suplicando: Que si fuese posible, que su Se- 
ñoría ó cualquiera otro particular que pueda tener algún de* 
recho á este rincón de Medina, y lo probase auténticamente, 
se sirva ceder y transferir el derecho, posesión y compra le^ 
jítima ó cualquiera otro convenio ó traspaso, en lo cu»l el 
dicho pueblo recibirá favor; previniendo ai mismo tiempo se 
tratase el asunto con el Padre Rector de est¿ CoIejio> y en su 

1. Acta Capitular de 26 de abril de 1751. 



— 201 — 

consecuencia se resolvió por el Ilustre Cabildo (1) coa re- 
ferencia al dereoho de la ciudad y su jurisdicción: Qué 
en cuanto á la población que se pretendía en dicho paraje 
y los demás de esta banda del rio Corrientes, de niaguna 
manera permitían se efectuase; ni podian consentir en el 
convenio que se les proponía por resultar en grave per- 
juicio de este vecindario^ acordando al mismo tiempo, qué 
los depósitos de tierra que se pidiesen por los vecinos 
en aquellos parajes, fuese su concesión con la precisa cir- 
cunstancia de no poderlos enajenar ni vender á otro que no 
fuese vecino^ sin la misma condición, bajo la nulidad en 
lo contrario; exhortando para ello al Teniente Gobenador 
á quien era peculiar conceder estos depósitos; se determinó 
despachar carta exhortatoria al Padre Superior de dichas 
Doctrinas de Misiones, para que mandase al pueblo ó 
pueblos que hubiesen poblado el rincón de Ayúen (según 
noticia que tenia el Cabildo) despoblasen y dejasen libres 
como cualquiera otro que estuviese poblado de esta banda 
del rio Corrientes, eseepto el Curupaiti, por el derecho que 
les constaba tenian á él. 

En él año de 1760 con motivo de haberse presentado al 
ilustre Cabildo don Juan de la Cruz Silva con un despacho y 
merced del rincón de Ayúen, que se le habia concedido por 
decreto de 27 de agosto de 1755 y confirmádose por el exmo. 
señor don Francisco Andouaegui en decreto librado en el 
acampamento del Salto-Chico á 9 de setiembre de 17S4, con 
la espresion y circunstancia (entre otras) de que nunca haya 
de pasar dicho Rincón amano muerta, haciendo también 
presente dicho Silva: que el pueblo de Trinidad quería incul- 
car derecho al mismo campo, y haciendo oposición formal 

1. Acta Capitular de 26 de abril de 1751. 

14 



— 203! — 

contra las «lili jencias de reconocimiento y mensura, que se* 
acababa de hacer de parte del pueblo de Trinidad por don 
Bernardo López, teniente gobernador de esta misma ciudad^ 
en su consecuencia acordó el Cabildo en Ajcta Capitular de 
dos de junio del mismo año, se diese traslado a I Procurador 
de ciudad; para que en vista de los antecedentes espusiese, j 
asi mismo se diputó al alcalde áe%^ voto y un Regidor, 
para que con copia de las dilijencias anteriores pasasen ex- 
horto ai teniente gobernador solicitando las que habia prac- 
ticado, como lo hicieron en seis de junio, que se le fué notí* 
ficado en siete del mismo, y contestó declarando por no juez 
competente al Cabildo sobre el asunto, esponiendo: que 
apuella dilijencia practicada en aquellos terrenos de Curu- 
paiti habia hecho en tierras que el gobernador don Baltazar 
Garda Ros con consentimiento de este Cabildo habia dado al 
pueblo de Trinidad» escusándos^ entregar las dilijencias que 
había practicado, reservando dar cuenta con ellas al señor 
gobernador para lo que pidió un tanto del exhorto y demás 
dilijencias. El Procurador de ciudad en vista de (odo hizo 
su representación, haciendo presente el derecho de la ciudad 
á aquellos territorios, situados dentro su jurisdicción, contra 
el cual habia sido la posesión dada por el teniente sin cita- 
ción de la parte, y de la ciudad; haciendo formal contradic- 
ción en lo respectivo á los rincones de Santa Ana y Ayíica, 
como no inclusos en el de Curupaiti, no solamente con per- 
juicio de la ciudad en lo jurisdiccionaL sino que hace pre-' 
senté también los daños, muertes y atrocidades que ejecuta* 
ban, ó habían ejecutado los indios Guaranis en las estancias 
de esta jurisdicción y el perjuicio que se irrogaban en que se 
aproximasen, pidiendo en conclusión se ocurriese con todo 
al superior gobierno; lo que asi se resolvió por el Cabildo 



: 



— 205 — 

como el escribir al cura de Trinidad suspendiese la posesión 
del terreno. En vista de todo se espidió por el gobierno la 
providencia de 15 de agosto de 1760, dada por el exmo. señor 
don Pedro de Ceballos en el pueblo de San Borja, en que con • 
firma las dilijencias practicadas por el teniente en la posesión 
que dio al pueblo de Trinidad del terreno de Gurupaiti, en 
que espresa incluir el rincón de Santa Ana .con referencia á 
citarlas poseyendo dicho pueblo desde el año 1T15 concón* 
sentimiento de esta ciudad, dado en 7 de octubre del mismo 
año, y en otro de 26 de abril de 1751 reconociendo el mismo 
derecho: en su conformidad, en Cabildo en 9 de setiembre 
del mismo año se le dio el debido obedecimiento dejando á 
la ciudad su derecho á salvo, respecto á no hallarse en este 
Archivo ni en sus libros Capitulares razón de que para dicha 
posesión hubiese consentido esta ciudad y su Procurador. 

Lo cierto es que, con estas poblaciones, tan distantes de 
los pueblos que las poseen como internadas en el centro de 
la jurisdicción de esta ciudad, no solo se adquirieron la po* 
sesión particular de aquellos territorios y demás que median 
entre ellos y Alhacenas, situados á esta banda oriental de la 
Laguna Ibera, sino que se abrogaron lo jurisdiccioual ejer* 
ciendo todos sus actos con perjuicio de estas justicias; nom- 
brando jueces comisionados, y percibiendo los diezmos, por 
cuya razón se ha visto en estos años anteriores coa motivo 
de haber pasado aquellos pueblos á la Intendencia del Para 
guay, ejercerse igualmente todas estas funciones por aquel 
gobierno en unos parajes tan remotos y distantes de él con 
perjuicio en lo jurisdiccional; no solo de esta ciudad sino de 
la misma Capitanía de Buenos Aires y su Santa Iglesia Cate- 
dral en sus rentas decimales, como lo demostró don Gonzalo 
de Doblas, teniente gobernador que fué del departamento de 



— 20i — 

Concepción en Misiones y actual ayudante mayor de su go^- 
bierno, en informe que evacuó en 2 de julio de 1800 por 
mandado déla Junta superior de diezmos, que en uno do sus 
capítulos dice así: «De esta demarcación ó señalamiento de 
limites entre los dos obispados, resulta que en los ten'^nos 
del de Buenos Aires están situadas las estancias dé siete pue^- 
blbs de los del Paraguay, que son los de Itapua, Candelaria^ 
Santa Aha, Sanlgnacio Miní, Corpus y Trinidad, en algunos 
de estos terrenos bay bastantes pobladores españoles, partí-» 
cularmante en los de los cuatro últimos, situados al oeciden* 
te del Estero nombrado Ibera, cuyas cuatro estancias están 
en términos de Corrientes; pero ios pob ladores reconocen 
por sus curas párrocos á los de los pueblos de indios, á que 
corresponden en lo temporal y pagan ios diezmos al Para^ 
guay: estas estancias distan de sus respectivos pueblos de 
cuareuta á cincuenta leguas, y sin embargo obligan los curas 
á los pobladores españoles, á que vayan en ios respectivos 
pueblos á cumplir las obligaciones espirituales, sin permir 

tirks lo verifiquen en el curato de Caacati, que está inmedia*- 
to á dichas estancias y corresponde á Corrientes, y por con- 
siguiente á este obispado.» 

El espresado curato de Caacatí, cuya parroquia está si- 
tuada de e^ta banda del Estero del rio Santa Luda, coor- 
prende en su feligresía la otra costa oriental de dicho ñOy^ 
basta un arroyo que de aquel desagua al Paraná, (retornán- 
doselas este du|)licados en sus crecientes) en los confines de 
los eamp<>s que en el dia ocupa Itatí, y por la costa del rio 
Corrientes on la misma cuchilla se estienden las posesiones 
de aquellos pueblos á mucha distancia al Poniente hasta el 
arroyo Ayúen (este desagua al rio Corrientes y sus puntas se 
injieren con el Batel, que sigue al Poniente entre aquellos 



dos ríos) en donde ocupan toda la latitud de la cuchiUa de 
Sur á Norte, desde el Corrientes en el dieho paraje Ayuen, 
basta el de Caimán sobre el de Santa Lucia, en que compren- 
dieron porción de terreno del que en merced real se habia 
dado por el señor don Agustin Robles, caballero del hábito 
de Santiago, siendo gobernador y capitán general de estas 
provincias por despacho librado en la ciudad de Buenos Ai- 
res en 15 de julio de t699 a favor de don Gabriel de Toledo, 
sarjento mayor y vecino feudatario de esta ciudad en virtud 
á los méritos y servicios que espresa el mismo despacho; de 
cuyos terrenos tomó posesión en dilijencia de 28 de marzo de 
4701 y los tuvo poblados, hasta que después de su falleci- 
miento recayeron por compra real en el colejio délos padres 
«X- jesuítas de esta ciudad, de que tomaron posesión solem- 
fie sin contradicción alguna en 10 de setiembre de 1758. Des 
pues de ellos, y cuando so trataba la venta de sus tempora- 
lidades, siendo presidente de esta Junta Municipal don Juan 
García de Cossio, pasó el año de 1772 al reconocimiento de 
este terreno, y siguiendo su mensura en busca de la isla de 
los naranjos, que era su lindero divisorio ala parte del Este, 
tropezó, cuando faltaban cuatro leguas al completo del ter- 
reno, en un mojón de piedra sobre la laguna Caimán, y ad- 
vertido ser puesto por parte del pueblo de Trinidad, sus- 
pendió la dilijencia con reserva de citarlo, que verificado, 
pasó de nuevo á practicar la dilijencia el Regidor don Sebas- 
tian Casafuz el año de 1774 con comisión para ello, quien 
habiendo dado con el mismo tropiezo, y seguido buscando 
las cuatro leguas quefaltaban> se completaron en la misma 
isla de los naranjos (que le fué mostrada por un indio lla- 
mado Mariano Chara, caporal del puerto de San Miguel) y 
habiendo concurrido el indio Procurador del pueblo de Tri- 



— 206 — 

nidad, Gavino Yabie con su secretario Felipe Yepoisi, espa- 
so que desde el Caimán hasta dicha isla conocian por propio 
de su pueblo desde el año 1 715 en virtud de merced que le 
hizo el señor don BaltazarGarcia Ros de resultas de haber 
contratado con Diego Ruiz que estaba poblado en el Curu- 
paití, el cual saliendo á poblaren otra parte el pueblo lecos^ 
tearia su mudada con todas sus haciendas y le baria su po- 
blación, con cuya contrata habian ocurrido solicitando dicha 
merced, á que replicó el comisionado fentre otras cosas) la 
antelación del derecho de Toledo transferido al colejio con 
reconocimiento y posesión que este habia tomado sin con- 
tradicción alguna el año de 1758, en cuyo particular parece, 
(según noticias) haberse formado jestion por dicho pueblo 
de Trinidad, y la Junta de Temporalidades decidiese por ol 
gobierno, á pedimento del administrador general á favor de 
aquel pueblo. 

Estos campos como se ha espresado median (á la parte 
del Este) entre la laguna Ibera y el Paraná, en aquella parte 
que mas se aproximan una á otra, y vienen del Poniente entre 
los ríos Corrientes y Santa Lucia, hasta dar con el Ayúen 
(conGnante con el partido de Yaguareté-Corá del curato de 
San Roque) son por su naturaleza y situación recomendables 
y aparentes para criaderos de ganados, y en muchas partes 
se hallan vacos y escuetos, pues aunque se comprenden en 
ellos las referidas cuatro estancias y algunos pobladores es- 
pañoles, estos no tienen fundamento de consideración, de- 
hiendo creerse que algunos se valen de este efuj^.o para eva- 
dirse de las fatigas militares y otras pensiones á que son obli- 
gados en sus vecindarios, y otros estimulados de la imposi- 
bilidad de adquirir terrenos en ellos, cuya dificultad crece 
cada dia al paso que aumentándose el vecindario se limita la 
estension de la campaña. 



- 207 — 

Déla otra parte septentrional del rio Corrientes se halla 
"el rk> Miriñay, que tomando su orijen de la misma laguna 
Ibera, sigue rumbo al sud eou corta variaciocí á sus inme* 
diatos hasta desaguar con el Uruguay, cuyo rio se ha tenido 
por divisorio con los pueblos de Yapeyú y la Cruz, según un 
auto proveído en el año de 1906 por el señor don Alonso 
Juan Valdez Inclau, á pedimento y queja de los Padres Doc- 
trineros de aquellos pueblos, que en testimonio dice asi: 
«En la ciudad de la Trinidad, Puerto de Santa María de Bue- 
nos Aires, en tres días del raes de febrero de mil setecientos 
y seis años. El señor Maestre de campo don Alonso Juan 
Valdez Inclan, Gobernador y Capitán General de estas pro* 
vlncias del Rio de la Plata por S. M., Dios le guarde: A vos 
mi teniente gobernador de la ciudad de San Juan de Vera de 
las siete Corrientes hago saber: que por cuanto me hallo in- 
formado que en la jurisdicción de vuestro gobierno, y ma- 
yormente por la costa del rio Corrientes arriba y costas del 
rio Miriñay, que deslinda vuestra jurisdicción se hacen va- 
querías, sin arregli> á razDu y justicia con perjuicio del dere- 
cho que tiene ese vecindario á los ganados simarrones, sa- 
cándose tropas de ellos para las provincias del Paraguay, con 
riesgo de que acabándose queden esos vecinos espuestos á 
necesidad: He venido en mandar, como os mando, que en 
la distribución de licencias guardéis orden, igualdad, sin 
preferencia, y que tengáis entendido que vuestra jurisdicción 
por la parte de los pueblos de Uruguay solo se estiende hasta 
las costas del rio Miriñay en toda su estension, y desagua al 
rio Uruguay, según las declaratorias que se encuentran de mis 
antecesores en este superior gobierno, á las cuales se arre- 
glan los informes que se me han hecho por los padres Jesuí- 
tas Doctrineros de los pueblos de Yapeyú y la Cruz, quejan- 



— 208 — 

dose de que esos vecinos en sus potreadas pasan á esta banda 
oriental de dicho rio Uíriñay, ocasionándoles desazón y dis-^ 
gusto á sus naturales, de quienes espera toda lealtad y amor 
al rey» de modo que justamente reclaman su perjuicio, y eii 
su reoiedio mando y ordeno ámi dicho lugar- teniente que 
boyes, y en adelante fuere, y á los jueces y justicias déla 
dicha eiudad de San Juan de Vera, que no consientan á sus 
vecinos dominio en los ganados de esta banda orienta] del 
rio Miriñay, bajo las penas en qué incurrirán las contraven- 
tores á este auto, y ellos si lo consintiei^n y permitieren, y 
para noticia se les pasará copia de este auto á dichos Padres 
Doctrineros, que es fecho en este dicho puerto, y en este pa- 
pel común á falta de sellado — Don Alomo Juan de Valdez é 
Jnclan.— Por mandado del señor gobernador y capitán ge- 
neral — Francisco de ^ángítíío— Escribano de S. M.» (1) 

Agrégase á esto la posesión anticuada en que estuvo esto 
ciudad de sus vaquerías en aquellos campos, que median en- 
tre el espresado Miriñay y Mocoreíá, como que habiendo 
concedido el Accionero de la campaña algunas sacas de ga- 
nado á los Doctrineros de aquellos pueblos, se le formó 
cargo sobre ello por el Ilustre Cabildo, y solo clandestina- 
mente pasaban (según algunos antiguos) algunas tropas ala 
otra banda del Urugnay en el paraje que hoy llaman San 
Gregorio en las caldas del Mocoretá. Igualmente fué paciáca*» 
do por este vecindario de los Charrúas, que lo ocuparon, co- 
mo consta de las varias espediciones determinadas á aquellos 
campos, en distintos tiempos y ocasiones. En una de ella» 

1. Nota:— Esta copia es sacada de un testimonio antorizado en ISOO 
por el capitán don Juan Ezteche comandante de la Tilla de Neembucú, co- 
misionado para las pruebas del pleito de límites entre esta ciudad y el pue- 
blo de Yapeyíi» 



— 209 — 

une se resolvió en Acuerdo Capitular y Junta de Guerra de 4 
de marzo de 1735, á las costas del Miriñay y Guayquiraró al 
cargo de don Felipe Romero, que comandó las milicias, se 
le entregaron por Charrúas veinte y cuatro cabezas de indios 
apóstatas de nación Guaraní, que se hallaban entre ellos, en 
que se incluían dos negros fujitivus déla colonia del Sacra- 
mento, y un indio santiagueño con mas de ciento y tantos 
caballos con marcas de estos vecinos, según se dá razón en 
otro Acuerdo de 20 de agosto del mismo año. 

Es común opinión, que durante la existencia de los es^ 
patriados Jesuítas en aquellos pueblos, jamás intentaron es- 
tender sus poblaciones á esta parte occidental del rio Miri* 
ñay, que miraban siempre por territorios de esta ciudad. 
En el año de 1772 en Acta Capitular de tres de diciembre á 
representación del Procurador de ciudad, en que haciendo 
referencia de los terrenos ocupados por los pueblos de lii«* 
siones en esta parte del rio Corrientes, con opresión y perjui- 
cio de estos vecinos destituidos de aquella porción de campos 
para sus estancias, espone también pretendían hacer lo mis-* 
mo de la otra parte de los naturales del pueblo de Yapeyú, 
estendiendo sus poblaciones á esta banda del rio Miriñay, ju« 
risdiccion de esta ciudad: en su vista se determinó exhortar 
al Teniente Gobernador pidiendo despachase sujeto con co- 
misión bastante, á requerir, ó intimar á aquellos naturales 
se retirasen de esta jurisdicción á los términos de la suya^ 
lo que verificaron según* razón que dá el mismo Teniente en 
Acuerdo de 8 de febrero del año siguiente. 

Como estos vecinos nunca pudiesen estender su pobla- 
ción á mucha distancia por el embarazo de los indios infieles 
de quienes estaban perseguidos, al paso que facilitando este 
inconveniente, v se aumentaba el vecindario fueron estén- 



— sio — 

diéndose en sus poblaciones de estancias, como sucedió en 
los campos de que se trataba en número considerable, mu-- 
chos de ellos comprando los terrenos al Real Fisco, con el 
aumento de ganados que promete su calidad en pastos y cir- 
cunstancias apreciables sobre todos los demás, de que se 
compone la jurisdicción ya ocupada de poblaciones en toda^ 
partes; y como con el tiempo hubiesen avanzádose por parte 
de Yapeyú con algunas poblaciones á esta banda del Miriñay, 
y suscitándose disputa sobre pago de diezmos aun entre 
aquellos mismos que se babian poblado con anuencia de este 
Ilustre Cabildo y ocurridose á la Junta Superior de diezmos, 
declaró por entonces corresponder la recaudación de ellos 
hasta el rioMiriñay á los rematadores de esta ciudad, según 
oficio de 12 de noviembre de 1794. Últimamente se suscitó 
pleito por el pueblo de Yapeyú sobre el derecho á aquellos 
territorios ante el superior gobierno quien -en el año pasado 
de 1800 declaró provisionalmente por el gobierno de Yapeyú 
hasta la resolución en lo principal, desde la cuchilla que jira 
de la s inmediaciones del rio Corrientes y Miriñay en sus na- 
cientes del Ibera, hasta la de Guayquiraró y Moeoretá, divi- 
diendo las vertientes de las aguas en aquellos campos, con lo 
que quedaron sujetos á aquel gobierno todos los estableci- 
mientos de aquella banda de dicha cuchilla, en que se com< 
prende la capilla de N. Señora del Pilar del curato de San 
Roque, asistida de un clérigo con jurisdicción espiritual: es- 
tá situada entre los ríos Miriñay y Moeoretá sobre el de Cu- 
ruzucuatiá. 

Por la parte del rio abajo ol sur se estiende esta juris- 
dicción hasta el rio Guayquiraró, pues aunque, según dispu- 
tas suscitadas también con la ciudad de Santa Fé, en donde 
por versículo ajustado por el Adelantado Juan de Torres de 



— 2H — 

Vera y Aragón con el cabildo de aquella ciudad se señalaron 
por divisorios los Anegadizos grandes, según una Acta Ca- 
pitular de IS de junio de 1673 refiriéndose á un certificado 
dado por Gabriel Sánchez, escribano público de dicha ciudad 
€n el auo de 1591, pero no habiendo convenido en la situa- 
ción de estos Anegadizos^ ni tampoco si deben buscarse de 
esta ó aquella banda: no obstante de que estos vecinos han 
interceptado tropas á los de Santa Féen el rio de Antonio 
Tomás, y de que este Paraná en pocas partos deja de ser 
Anegadizos y rios, le tiene y conoce por divisorio de la juris- 
dicción de la Bajada de aquella ciudad el rio Guayquiraró 
cuyas fuentes del centro de la campaña vienen délas inme- 
diaciones de lasdeMocoretá, que jira al Uruguay. 

En conclusión, pendientes todos estos debates, y sin 
que se entienda de manera alguna impugnación á las dispo- 
siciones superiores, que en el particular se tomasen propias 
de su autoridad y mejor acuerdo, con el derecho á salvo, que 
pueda tener la ciudad, parece propio de su jurisdicción, se- 
gún señala la misma naturaleza en la disposición y situación 
del territorio, el que deslinda por la parte del sur los rios 
Guayquiraró y Mocoretá, comprendiendo el ceno, que media 
entre este y el Miriñay, y este en su estension de sur á norte 
hasta su nacimiento en el Ibera, y de este el mismo rumbo 
al Paraná, en que á corta diferencia vendrá á darse con la 
misma división, que se trae por un estero que media entre 
los pueblos de Santiago, Santa Rosa y San Cosme, de los ter- 
renos nombrados Curupaití> en que á la parte del norte lin- 
dan con la provincia del Paraguay, al poniente nada ocupa 
esta ciudad, de la otra banda del rio Paraná, por estar aque- 
llos territorios habitados de indios infieles, aunque tiene su 
sfflalamiento desde la fundación sobre el rio de Puente: es- 



— 212 — 

te es el asunto que me be propuesto trazar aunque con mas 
prolijidad de la que quisiera, no solo para manifestar los con- 
tinuos litijios y debates» á que se ha visto constituida esta 
ciuiad desde muy á sus principios, y cuando mas empeñado 
el vecindfario en contener por todos lados los enemigos co- 
munes, de que es fronteriza, sino por manifestar también la 
pensión en que se halla en asunto á los limites de su juris- 
dicción, cuyo prefijamiento mira como una cosa de las mas 
conducentes á la quietud de su República, precisada diaria- 
meole á formar jestiones con todas las inmediatas en defensa 
de sus derecbos al paso de necesitar mas que otra alguna de 
campos estensivos para la cria de ganados, en que funda su 
principal subsistencia y comercio. (Cires.) 

{El Telégrafo Mercantil) 



• tm - 



EXAMEN CRÍTICO SOBRE LA ÉPOCA DE LA FUNDACIÓN 

DE BUENOS AIRES. 



I. 



Cuando fundamos la Revista, manifestamos nuestro pro-* 
pósito de¡publÍGar todas las noticias históricas que pudiése- 
mos adquirir sobre las provincias arjentinas, bien fuesen 
escritos inéditos ó publicaciones que por su rareza merecie- 
ran ser reproducidas. A esta última clase pertenece Los 
interesantes artículos que bajo el rubro que encabeza estas 
lineas fueron publicados en el tomo II, 111 y lY del Tdégrafa 
Mercantil en los aaos~de 1801 y 18Ú2, en la ciudad de Bue- 
nos Aires. La colección dé aquel periódico ha llegado á ser 
rarísima, y es por esto que, creemos que nuestros lectores 
nos estimarán la reproducción de esos trabajos, llenos de 
erudición, aunque el estilo no sea elegante. 

El escritor que bajo el seudóuimo de Enio Tulio GropCy 
escribió el memorial para rectificar la época de la fundación 
de la ciudad de Buenos Aires, y el que le contestó, han sido 
posteriormente juzgados bajo muy diferentes conceptos. Doa 



— 214 — 

Pedro de Angelisen el discurso preliminar de los documeiilos 
relativos ¿ la fundación dice: 

«Pero sino faltan datos para probar que Juan de Garay 
reedificó á Buenos Aires el dia 11 de junio de 1 580, ninguno 
existe que señale la época de su primera fundación. 

((Por mas ociosa que sea esta invesUgaeion no iia dejado 
de dar materia á una acalorada polémica entre algunos ar- 
gentinos, cuyos debates publicó en El Telégrafo de 1801, el 
coronel don Francisco xVntonio Cavello, primer escritor pe- 
riddico (según se titula) de estas provincias. Nos habíamos 
propuesto reproducir estos articulas, pero hemos advertido 
el poco ó ningún provecho que sacarían de ellos nuestros 
lectores: sobre todo, después que Azara (que tuvo á su dispo- 
sición los archivos de la Asunción y que pudo rejistrar los 
de España) sentó con un laconismo que acredita su conven- 
cí iiiento, que f don Pedro de Mendoza fundó con su armada, 
el dia de la Purificación de 1535, la ciudad de Buenos Aires.» 

El seíior de Angelis miró con desden aquella erudita po- 
lémica, y apesar de este juicio nosotros vamos á reproducirla 
integra por considerarla no solo interesante, sino que dá 
bastante luz sobre el punto materia de la discusión. Los 
reproducimos además porque complementan el primer tomo 
de la Biblioteca de la Revista de Buenos Aires. 

El señor don Luis Domínguez en su Historia Argentina, 
primera edición, asevera que don José Joaquín de Araujo es 
autor del articulo publicado bajo el número IIL 

V. G. QüESADi. 



— 21» — 
II. 

Memorial de la M. N. y M. L. ciudad de Buenos Aires, sobre 
qiíe en Iqs almanaques, y otros documentos donde se está 
cometiendo el anacronismo de establecer la época de la fun- 
dación de esta Mfetrópoli en el año de la era vulgar de 
1536 se subrogue en el de 157S que fué cuando realmente 
se verificó. 

Enio Tullio Grope, por la muy noble y muy leal capital 
de la Argentina dice: que el editor de los almanaques (1) si- 
guiendo en sus cómputos las huellas de un error ya doptado 
contra los verdaderos dalos del descubrimiento y población 
de este pais, ha cometido el anacronismo de establecer la 
época de la fundación de Buenos Aires en el año de la era vul* 
gar de 1536. No (iene duda que el señor don Pedro de Men- 
doza Gentil hombre de Cámara con ejercicio de la Majestad 
de Garlos I y primer adelantado de esta Conquista, recaló á 
este Puerto el citado año con 14 buques y 2,400 hombres de 
tropa, y que su cuñado el capitán don Sancho del Campo ha- 
biendo soltado antes que los demás fué el que le dio el nombre 
á Buenos Aires con la primera palabra que tan justamente 
profirió en esta amenísima y deliciosa tierra. He aqui que 
las poblaciones de la Argentina no fueron casnales, ni de 
privado arbitrio, ni plantificadas por algunos que se despren- 
dieron del Peni y Chile, ni por jente presidario, forajida, va- 
gabunda y de leva como varios han creído por falta de cono- 
cimientos y con notorio agravio de ambas Américas; sino 
por espresa real comisión á mucha costa del erario, contando 
en sus fastos la incomparable gloria de haber venido y arrai- 
gándose en este territorio mucha nobleza de las mejores ca- 

i. Don Juan AUina en su almanaque de Buenos Aires» fol. 2. 



^ 216 — 

sas y ciudades de los reinos de la corona de Castilla, sin que 
á ningún descubrimiento del Septentrión ó del Mediodía hu- 
biesen transmigrado tantos ni tan ilustres caballeros (4), ni 

1. Con e\ señor don Pedro de Mendoza, Gentil hombre de Cámara 
con ejercicio y primer adelantado, Tinieron y se quedaron, su hermano el 
admirante don Diego de Mendoza de la casa y Marquesado de Cobos, su cu- 
ñado el capitán don Sancho del Campo que dio el nombre á Buenos Aires, 
el señor don Francisco de Mendoza de la casa de Medinasidonia^ Gentil 
hombre de cámara con ejercicio del señor don Carlos J, Mayordomo de 
Maximiliano, rey de Romanos y vecino feudatario ó encomendero del Pa- 
raguay, donde también vinieron sus tres hijas casadas con ios maestres 
de campo don Rui Diazúe Melgarejo, don Nuflo de Chaves, y don Her- 
nando de Zalazar, asi mismo el maestre de campo don Juan de Osorio, 
caballero de las doce casas de Avila, capitán de infantería española en la 
guerra de Italia, don Diego de Barba, caballero de la orden de Malta, don 
Cárloé- Dubrin^ hermano de leche del Emperador, el capitán don Luis Pe" 
rez de Ahumada hermano de Santa Teresa de Jesús, don Bernardo Cen- 
turión Quatroalvo de las galeaas del principe Doria, don Juxin de Zalazar 
y Espinosa secretario y Mayordomo del duque de Berganza, fuera de otros 
treinta y seis entre coroneles ó maestres de campo, capitanes de infantería ó 
caballeria, y oficiales subalternos de mar y tierra. Después vinieron varios 
caballeros en el convoy del mando de don Alonso de abrera, y seguida- 
mente recaló el segundo adelantado don Alvar Nuñez Cabeza de Vaca^ 
Tesoiero general de la Florida y nieto del conquistador de las Canarias 
trayendo buena escuadra, mucha tropa y jente de calidad, principalmente 
al maestre de campo don Antonio de Navarrete, vecino feudatario de Cór- 
doba del Tucuman, don Alonso de Fuentes veinte y cuatro de Jeres de la 
Frontera, don Hernando y don Cristóbal de Saavedra hijos del correo ma- 
yor de Sevilla, don Hernando Trejo padre del obispo que fué del Tucu- 
man, con otros veinte y tres entre maestres de campo y capitanes, y muchos 
oficiales subalternos muy distinguidos. Sucedió al tercer adelantado don 
Juxin Ortiz de Zarate, hombre muy rico, caballero de la orden de Santiago 
con escuadra y tropa, y varias personas de clase como el maestre de campo 
don Juan úí« ilíc?/ma. Mayorazgo y familiar de la Inquisición de Madrid, 
vecino feíidataiiode Córdoba del Tucuman, allegándose después á don 



— 247 ~ 

se hubiesen despachado de propósito iguales escuadrones y 
tropas desde que regresó la de crnco Navios del Piloto Se 
bastían Ga&or que supo ponderar de tai manera la ventajas 
del clima^ la hermosura y fertilidad del pais» las riquezas y 
gran suma de naturales de lajs costas del caudaloso /ito Pa- 
raná'Guazú ó de la Plata^ que sucesivamente porfiaban y se 
olrecian á venir por hacer mérito muchos sujetos de primera 
dase. 

Pero aunque el referido adelantado don JPedro de Uen- 
daza mandó fabricar alli una especie de fortaleza de tapias, 
queriendo fundar aquel ano de 4536 un Puerto de arribada 
con el nombre de Sania Maña de Buenos Aires^ los belicosí- 
si mos Naturales le obligaron á retirarse ininediatameiite á 
España^ y los que quedaron sosteniendo aquel puerto acorda- 
ron de abandonarlo por temor á las hostilidades de los nu* 

Garda de Mendoza^ hijo del Virey del Perú, Márquez de Cañete, don Die- 
go de Villamel soi)río9 del Virey Conde de Nieva, y don José de Vera, Oi^ 
dor de la Real Audiencia de Cliarcas, yerno del adelantado don Joan de 
6aray,cuya familia se estableció en Santa Fé. Podían agregstrse otros su- 
jetos de mucha preminencia especialmente el Comendador de la Orden de 
Santiago don Gerónimo huh de Cabrera, relacionado con las casas de Fa- 
ria y Medinaceli, comtí bisnieto del muy poderoso gran maestre de la dicha 
militar Orden de Santiago, según se explica y asegiu*a un Historiador, y 
Fundador de la ciudad de Córdoba la Llana del Tucuman, yerno asi mismo 
del cuarto adelantado don Zuan deGaray, gobernador y capitán general de 
ja Argentina,verdadero fundador de las ciudades C^o. Santa F¿ de Vera Cruz 
y Buenos Aires, con cartas blancas de prevüejio y facultad Real para cuan- 
to hallase por conveniente proveer y disponer, y finalmente los Maestresr 
de campo don Bernabé y don Cristóbal de Garay, hijos del dicho Adelanta- 
do, vecinos feudatarios de la dicha ciudad de Córdo')a, donde como tam- 
bién en el Paraguay se estableció toda esta Nobleza, viniendo muchas seño- 
ras en solicitud de sus niaridos, padres, y parientes, prohibidos de regresar 

i España por sostener esta conquista á toda costa. 

15 



— 2f8 - 

merosos, aguerridos y fuertes bárbaros, verificándolo asi el 
año siguiente dei^57. Reunidos todos losConquistadoresen la 
Fortaleza de la Asunción del Paraguay qaedó arrazada abso- 
lutamente, y ocupada por los naturales ia intentada población 
da Buenos Aires^ basta que el año de 1575, treinta y nueve 
años después, el capitán de caballos don Juan de Garay, hom- 
bre rico, conocido vulgarmente por el hidalgo Yizcayno; luego 
que fundó la ciudad de Santa Fé de Vera Cruz de i573, que fué 
el mismo y en el propio dia que se fundó ia Qudad de Cór- 
doba la llana del Tucuman, arabas bajo del Patronato tutelar 
del glorioso Doctor San Gerónimo, resolvió establecer en el 
antiguo sitio llamado de Buenos Aires una fortaleza donde 
enarboló el Real estandarte el dia colendisimo de la Sanlisi- 
tna Trinidad^ por cuya razón poderosu y convincente le pu- 
so y tiene por primero y principal el nombre de la Ciudad de 
la Sanlisima Irinidad, Puerto de Santa María de Buenos Ai- 
res, donde sucesivamente recalaron mochos Pobladores entre 
los cuules constituyó el Ayuntamiento, demarcándola pobla- 
ción. Consta asi prolijamente de los volumosos papeles ori- 
jinales que existen custodiados en su misma primitiva arquita 
en la ca^a de don José Justo de Garay^ noble vecino feudatario 
de ia Ciudad de Córdoba del Tucuman, único descendiente 
por linea recta viril de aquel memorable fundador de Buenos 
^ tres que después fué adelantado, gobernador y capitán gene- 
ral de toda la Argentina, por mas de treinta ¿ulos, y también 
del Comendador Cabrera y de los conquistadores Alolina y 
Navarrete^ á que se ajusta los fragn^enlos del vx-Jesuila Gue- 
vaia^ cuya escelente historia interceptó la expulsión. Se re- 
miten aquellos papeles á los testimonios envía Jos por triplica- 
do al archivo del Ueal y Supremo Consejo délas Indias, y á las 



— 219 — 

desmientan estas memorias ñique aparezca cosa alguna del 
tiempo del señor don Pedro de Mendoza. \m mayor gloria 
de esta hermosa capital consiste en la admirable rapidez de 
sus progresos, siendo casi la fundación mas moderna, no solo 
de la Argentina sino de una y otra América, calculándose por 
su prodigiosa infancia la competencia que hará con el tiempo 
á las mas numerosos y mercantiles ciudades del Mundo, se- 
gún promete la imponderable sanidad de su clima y alimen- 
tos, y lo trillado de su navegación. ^ Sobre estos infalibles 
hechos implora el representante á las autoridades públicas de 
esta Pretorial ciudad se mande $ubrogar en las almanaques y 
otros cualesquiera monumentos la verdadera época de la fun- 
dación de Buenos Aires en el año de 1575, enmendando aquel 

tnormisimo deseuidoi 

(Telégrafo Mercantil, rural^politico^econó" 

mico é historiógrafo del Rio de la Plata^] 



EXAMEN CRITICO 

t 

1DC L4 ÉPOCi DE LA FUPa)AGIOrf D£ BUENOS AIRIS^ 

Promovido por el memorial de Enio Tollio Grope. 
Todas las naciones que habitan el inmenso espacio del 
Olobo, han tenido la desgracia no solo de verse somerjidas, 
por la falta de Historia, entre las densas nieblas de la igno- 
rancia, sino que también permanecieron mucho tiempo 
desconocidas unas á otras, y aun desconocidas á si mismas, 
hasta que llegó el tiempo en que los Egipcios, los Fenicios, y 
los Caldeos discurrieron el modo de conservar algunos mo- 
numentos de su antigua existencia. Pasados algunos años 



después de Moysés, y de Josué, fué cuando empezó la Historia 
á difundir alguna claridad sombría, por medio de los Poe- 
mas de Homero, sobre la Grecia, sobre la Frigia y sobre las 
costas del Oriente, y aun se pasaren mas de cuatro siglos 
anles que la misma Grecia brillase con mas esplendor. 

Desde entonces empezó ya la Historia á manifestarse co- 
mo un astro cuyos rayos se estendieron sóbrelas rejiones 
mas remotas, y la China y la India transmitieron á la Europa 
las pruebas de aquella antigüedad, anunciada en sus anales, 



— 221 — 

que se pierde después con la oscuridad de los tiempos. Esto 
lamentable pérdida se suplió por algunos jénios atrevidos 
con la invención de mil fábulas y este mal ejemplo' imitaron 
por desgracia los primeros historiadores de todos los pue- 
blos, de manera que á escepcion de la nación Hebrea, ningu- 
na otra puede mostrar monumentos incontestables de su 
primera edad. Esta desgracia también ba alcanzado á la 
fundación de las Provincias Argentinas,^ cuya Historia está 
casi desnuda de primitivos documcnlos que realicen sus ver- 
daderos hechos; porque sin duda los primeros pobladorof; 
debieron posponer su conservación á la de sus individuos, 
dimanando de esto, que los escritores de nuestra conquista 
cada uno haya delirado á su modo, sin manifestarnos con fi- 
delidad muchos acontecimientos, que han dado lugar á tan- 
tas dudas, y ¿ que cada uno opine conforme á sus ideas. 

Por esta causa tampoco es de admirar, que don^ Juan de 
Alsina, como £ditor del Almanak> haya seguido en sus cóm- 
putos las huellas del error adoptado, contra los verdaderos 
datos del descubrimiento y población de este este pais é 
igualmente haya cometido el anacronismo de establecer la 
época de la fudacion de esta Metrópoli, en el año déla Era 
vulgar de i 536; siguiendo sin duda áRuiDiaz de^Guzman, 
ni que el erudito que bajo el pseudónimo de Enio Tullio Gro- 
pe, queriéndolo correjir, se baya también engañado echando 
mano en prueba de su opinión, de que fué el de i 575, de los 
voluminosos papeles orijinales que existen custodiados en su 
misma primitiva Arquita en la casa de don Joseph Justo Ca- 
ray, noble vecino feudatario de la ciudad de Córdoba, único^ 
descendiente por línea recta viril del memorable fundador de 
Buenos Aires. 

Es demostrable que estas épocas no son verdaderas, si se 



^ 



~ 22t — 

ha de dar íé, eomo parece jasto, á los escritores mas fide- 
dignos de nuestra Histaria> conformes con las Acta^ Capi- 
talares y otros recaudos auténticos del Archivo del Ilustre 
Cabildo de esta Capital, sin que por este razonable conato 
pueda menoscabarse el relevante mérito, y grande patriotis- 
mo de J?nto JuIIto, dignamente'aplaudido por todos los Sabios 
Politicos del Pais prendados de la erudición desús rasgos, an- 
tes por el contrario soy de sentir, que>los errores en que ha in- 
currido son absolutamente inculpables por la oscuridad de 
los tiempos á que se refiere, y desde luego le debemos agra- 
decer, que sus primeras indagaciones hayan dado mérito á 
descubrirse la verdad^ y emprender este corto trabajo en 
obsequio de mi Patria. De este modo satisfaré por mi parte 
al justo reproche que á los patricios hace Enio Tullio, cuan- 
do en su papdl contenido en el Numero 10 del segundo To- 
mo del Telégrafo advierte con razón que no es regular que 
por una especie de lijereza se propaguen desde aqui los erro- 
res, y que siendo los Argentinos los primeros que deben es- 
parcir las mejores y rectificadas luces sobre el particular, 
sean los que divulguen ridiculas transposiciones en el regazo 
de su propio suelo. 

En este supuesto manifestaré lo priraero,que se ha pade- 
cido equivocación cuando se afirma, que el Señor Don Pedro 

• 

Mendoza, Gentil hombre de Cámara ie Su Majestad de 
Carlos 1% recaló á este puerto en el año de 1536 con 14 
buques, y 2400 hombres de tropa, al cual error ha dado 
lugar, lo que sobre este particular afirman Rui. Diaz y otros 
varios autores. El citado Rui Diaz fija la salida de Mendoza 
para este destino en> el 24 de Agosto de I53S contra el Padre 
Guevara que la designa en el F de Setiembre dé Í534. Esta 
última fecha es la que se debe seguir por tener a su favor 



— 223 — 

la fe de testigos presenciales. El Padre Lozano siguiendo á 
Vírico Fabro Schimidel, que vino con Mendoza, señala la re- 
ierida época, y es indubitable que debe ser preferible á Rui 
Díaz, que escribió de oidas tantos años después, y como Fa- 
bro es ua autor tan raroque dificilmenle podrá encontrarse, 
cspondró lo que de él refiere Loeano acerca de este punto. 
Dice^ pues, que Ulrico Fabro Schimidel fué bábaro de na« 
<Úon, natural de Straubigen: que escribió los sucesos prin- 
cipales de nuestra conquista con notable dilijencía, hasta que 
dio vuelta á su patria: que se imprimió su obra en latiii en 
la 7.^ parte de la de América, la que costeó Juan Teodoro 
de Bry en Francfort; que la jen te embarcada con Mendoza 
componía el número de 2,500 españoles y 150 alemanes, 
parte de la alta Alemania, parte del. País bajo, parte de Sajo- 
nia, y que los navios eran 14, el uno de ellos alemán, cuyos 
dueños Sebastian Gedhard y Jacome Welser despachaban en 
él por Factor á Enrique Pacime. Asegura después de esto 
con la autoridad de dicho Fabro que la escuadra salió de 
Sevilla el 24 de agosto de 1554, y encaminándose á San Lu- 
cer, no pudosalír de este puerto hasta 1. ® de setiembre del 
mismo año; lo que sin duda debe seguirse, no obstante 
que parezca dificil, si esta fecha se coteja con la que llene 
el asiento hecho por Mendoza, pues asegurándonos el 
erudito don Antonio León Pinelo, natural do Córdoba 
del Tucuman, y Relatopdel Supremo Consejo de Indias, ha 
ber sido en 21 de Mayo de dicho año de 1554 y que su oriji- 
nal se halla en los Archivos del Paraguay, parece que en los 
tres meses corridos desde el espresodo día hasta el 24 de 
Agosto, en que salió la flota de Sevilla, no pudo prevenirse 
el crecido ^ número de aprestos para una navegación taa 
dilatada, y en quB venía tanta gente de.dístincion; pero como 



— 224 — 

lodos los autores nos dicen que esla espedieioii fué la que se 
emprendió con mas ardimiento, de feuertequefaé preciso 
apresurarla para evitar el empeño de muchos avenlu- 
i'eros que se presentaban desocupados ya de las Guer- 
ras de Flandes é Italia, no hay inconveniente en créer, qne 
en los tres meses referidos estuvo todo pronto, principal- 
mente cuando sabemos que Mendoza se aprovechó del vali- 
miento de su cuñado el célebre Cobos, privado ie Carlos V. 
Si como consta el dia^y año en que Mendoza salió de 
España, supiéramos el de su arribó á este Rio, nada nos que- 
daría que desear, siendo muy estraño quePinelo, Barco, Rui 
Oias, Pastor, Lozano, y otros que escribieron particulai^men^ 
te de nuestra Conquista, hayan omitido, como de concierto, 
referirnos el dia en qué Mendoza fundó á Buenos Aires, sin 
embargo de individualizar otras particularidades mucho me- 
nos importantes; mas á pesar de este sensible descuido, como 
esta época interesa tanto, espondré una observación por la que 
se puede venir en conocimiento del verdadero dia de la fun- 
dación de esta Ciudad, 

El citado Padre Pastor refiero, que á los Sesenta dias 
de haber proclamado Mendoza al Emperador Carlos V. y 
puesto en posesión de sus empleos á los Capitulares que ve- 
vian nombrados desde España, cuya razón pongo al fin por 
primera Nota> mandó Mendoza que saliese Juan de Oyólas á 
recorrer las Islas y márjenes del Para*ná, asi para tomar los 
conocimientos necesarios de buscar camino al Perú, que era 
uno de sus principales encargos, como para grangear la amis- 
tad de los naturales, y el acopio de víveres de que ya se sen- 
tía falta. Que salido Oyólas, aunque llevaba orden estrecha 
de volver á los 40 diasv se detuvo mucho mas tiempo, y á los 
cincuenta y cuatro de su viaje, dia de Corpus, fundó un fuer- 



— 225 — 

te, á quien con este motivo le di6.el mismo nombre, y coa- 
traida amistad con los Indios Timbues, que le proveyeron de 
bastimentos, volvió á esta Capital la víspera de SanJua&^en 
circunstancias.de hallarse sitiada, incendiados sus edificios, 
y Navios, y á punto de ser arruinada por los Querandis, 
(Nota 2j que al fin fueron vencidos al siguiente dia de San 
Juan del año de 1535. 

Por estos datos infiero el dia de la proclamación y po- 
sesión de empleos que cita este Autor, lo que ciertamente es 
fundar una Ciudad en lo político, pues esta esencialmente se 
constituye, no por su material población, sino por el estable- 
cimiento de la autoridad y gerarquia, y por la ejecución de 

aquellos actos solemnes, que son los fundamentos del orden 

« 

social y civil, fuera de que sabemos que Mendoza dio inmedia- 
tamente principio á la construcción de un Fuente, y que den- 
tro de su recinto se albergaron los nuevos Pobladores. 

Para deducir, pues, el deseado dia de nuestra fundación 
observo lo siguiente: únanse los sesenta días que mediaron 
después de la proclamación de nuestro Monarca Carlos V. á 
loscineuenfa y cuatro de la fundación del Fuerte de Corpus- 
Gbristi por Oyólas, y se hallará que suman 114 días. Ave- 
rigüese después en que dia se celebró en dicho año de 1555 
la festividad del Corpus, y se encontrará que fué el juevies 27 
de mayo, según las reglas que para esto prescribe el doctor 
Tomas Vicente Tosca en el tomo 9 de su Compendia Materna- 
tico^ Tratado de la Ordenación de los tiempos, á donde remito 
al curioso. Súmense después los días corridos desde i . ® de 
enero hasta^'elS? de mayo, y darán 147, de los que restados 
los 114, sobrarán 33; con lo que diremos, que dándole al 
mes de enero sus 31 días, nos quedan dos, y podemos ya con 
alguna corteza decir, que el J@ de febrero de 1535, dia de la 



— 226 — 

ParíficDcion de Nuestro Señor, fué el de la fundación de esta 
muy noble y muy leal ciudad, y que talvez don Pedro Mendo- 
za esperase á estedia para verificarla, caracterizándola con 
el nombre de Puerto de Sairta María de Buenos Aires» á que 
dio también mérito la espresion de Sancho del Campo, que 
Buenús Aires son los de este suelo. 

He persuado que él señor Eriio convendrá en que no fué 
el año que cita de i 536 el arribo de Mendoza á este Puerto, y' 
que la verdadera fundación fué diclio dia 2 de febrero de 1535, 
poniéndosele en él este Puerto, bajo la protección de Nues- 
tra Señora en su misterio de la Purificación, y dándose á la 
ciudad el nombre civil de Buenos Aires por uno de los com- 
pañeros de Mendoza; y que lo hizo Juan de Garay en virtud 
de los poderes del adelantado fué repoblarla y reedificarla, 
pero no fundarla. Sobre la fecha de esta rectificación pade 
ce también otro error nuestro crítico Enio Tullio cuando la 
refiere el año de i575 como adelante se manifiesta. 

Después de sosegadas las iurbulencias ocasionadas en la 
ciudad de la Asunción por el intrépido Felipe de Cáceres con- 
tra elliustrísimo señor Fray Pedro de Ja Torre, las que se 
omiten por no tener conexión con el asunto de que se trata, 
se comisionó ai inmortal luán de Garay, sugeto, á la verdad, 
digno de cualquier encargo, así por sus hazañas militares 
como por su prudencia, madurez, y cordura, para que con 
86 compañeros saliesen á renovarla destruida fortificación 
de Sancti Spiritus, fundación de Gaboto, cuya pérdida ha 
ejercitado el trágico coturno de nuestros poetas, ó fundase 
alguna ciudad en otro sitio que le pareciese mas convenien 
te. Con este corto ausilio de tropas entró por el Rio Qui- 
lÓasa, y á sus orillas fundó la ciudad de Santa Fé de la Vera 
Cruz el dia 50 de setiembre de 1573, la cual se trasladó des- 



— 227 — 

pues'cerca del Salado en 1660 donde hasta hoy sabdiste. 
Estando, pues Garay en pacífica posesión de aquella 
ciudad, y sosegados los Indios de su Jurisdicción» trató de 
disputarle este territorio el memorable fundador de Córddba 
Gerónimo Luis de Cabrera; pero Garay viéndose con poca 
gente de armas, cedió á sus insinuaciones con la prudencia 
que le era característica, por evitar ruidosas competencias. 
Mo dejó de comprender Cabrera la violencia de la resignación 
de Garay, lo cual le movió á despachar á Nuflo de Aguilar 
. para que le entregase la Tenencia de Santa Fé, de lo que es* 
tando muy distante su fundador le respondió, que de ninguna 
manera lo ejecutarla, por pertenecer todo aquel territorio, 
con el asiento de Gaboto, á los conquistadores del Rio de la 
Plata. 

En estas altercaciones se 'hallaban Garay y Aguilar, 
cuando descubrieron por el Rio Quilóasa tres canoas de In-* 
dios Guaranis que se dirijian á Santa Fé: venia en una de 
ellas Yamandú, Cacique de esta nación, enviado por el Ade- 
lantado Juan Ortiz de Zarate, con pliegos para Garay, en los 
cuales no solo le conferia la .Tenencia de la ciudad y su dis- 
trito, sino que también Je pedia socorro en la amaina situa- 
ción en^ que se hallaba con toda su armada por la gran falta 
víveres. Al instante se embarcó Garay con 50 soldados aguer- 
ridos, y llegando á la Isla de Martin García encontró en ella 
al Adelantado, aliviadas ya sus miserias y calamidades por 
los Guaranis. Juntos ya determinaron, después de vencido 
el valeroso Zapican, fundar una ciudad sobre la boca del Rio 

de San Salvador, á 22 y media leguas al Norte de «sta capital, 
lo que se ejecutó á fines del año de 1574 denominándola con 
el mismo nombró del citado Rio, la que subsistió muy poco 
tiempo por las frecuentes invasiones de los Charrúas, que la 
ileatniyeron, según Guevara, el año de i576. 



— 2Í8 — 

• 

Desde esta ciudad pasó el Adelantado Zarate á la de la 
Asunción, donde se malquistó con los primeros conquista- 
dores, y haciéndose odioso é todos por su áspero carácter, 
se apoderó de su ánimo una profunda tristeza que le ocasionó 
la muerte, á pocos meses de su llegada, el ano de 1575, trans- 
liriendo el Adelantazgo del Bio de la Plata en su hija doña 
Juana Ortiz de Zarate, existente en Chuquisaca, y nombrán- 
dole al mismo tiempo por su tutor á Juan de Garay (Nota ter- 
cera). Con este motivo pasó este á dicha ciudad á evacuar 
varias diligencias concernientes á la Adelantada, y buscarle 
matrimonio competente á su nobleza y cargo, lo que verificó 
con el Licenciado Juan Torres de Vera y Aragón, Ministro 
Togado d€> aquella Real Audiencia, en quien recayó el gobier- 
no de la provincia, y titulo de Adelantado, siendo el primer 
ejercicio de su empleo nombrar á Garay por teniente suyo, y 
despacharle con brevedad á la referida ciudad de la Asun- 
ción para continuar la conquista, en donde después de haber 
dada las mas exactas disposiciones acerca de nuevas pobla- 
ciones y de sujetar la arrogancia y orgullo del célebre Caci- 
que Overa, juntó 60 soldados, y con ellos se trasladó á este 
suelo, en donde restableció nuestra muy noble ciudad, el 
miércoles 11 de junio de 1580 (Nota cuarta.) 

Supuestos estos hechos históricos, y resultando que el 
Adelantado Ortiz de Zarate falleció en el año de 1575dejaudo á 
su hija doña Juana por heredera de este empleo, según los 
Reales Poderes que el señor don Felipe n le habia conferido 
para él y su Sucesor, y por su tutor á Juan de Garay, mal pu^ 
do este en el mismo año partir á la ciudad de ta Plata, cum- 
plir con su tutela, casar á esta señora, ir á el Paraguay, y ve- 
nir á fundar á Rueños Aires. La reedificación de esta ciudad 
no debe dudarse que se verificó en el año de ISSO^eoma 



— 229 — 

«onsta por el testimonio de esta find^cion, que se reconoce á 
foja 16 vuelta del libro número 25 en el Archivo de este ilus* 
tre Cabildo (Nota S). 

Demostrado ya el verdadero día y año de ia fundación 
de Buenos Aires, como también eidia y año de su restableci- 
miento, es preciso concluir, que son apócrifos los documen- 
tos qué ha tenido presentes Eoio Tullio, ó que ha escrito sin 
tenerlos á la vista. Por esto no es estraño que haya también 
incurrido en el yerro de que Juan de Garay fué Adelantado, 
gobernador y capitán general de toda la argentina por mas 
de 50 años. Según el P. Guevara en la Decada 7. parte I. de 
su HistoriayY Barco Centenera Canto 24 de la Argentina, 
después de vencidos y derrotados por Garay en los primeros 
meses del establecimiento de esta ciudad, los aguerridos y 
fuertes Querandís, con la muerte de su famoso caudillo el Ca- 
cique Tobaba, se vieron obligados á pedir la paz por el terri - 
ble destrozo que hizo en ellos nuestro ejército. (Nota 6) Con- 
cedida esta par Garay permaneció después por espacio de tres 
años en esta capital, aplicando todo su conato en el repartí •- 
miento de tierras á los pobladores, fomentando con su 
presencia y dirección las obras, y atemorizando los infieles 
con su valor y fama. 

Coaado Buenos Aires no esperimenlaba las fatalidades 
que anteriormente perseguían á los nuevos pobladores, y los 
Querandís no'daban ya cuidado, determinó Garay visitar la 
pt*ovincia, y en efecto lo verificó* dirijíéodose en un bergan^ 
in ala ciudad de la Abuncion, entrado ya el año de 1584. 
Acompañaban á su general algunos vecinos del Paraguay con 
sus consortes, qqe se restitjuían já sus <?asas,y satisfecho Garay 
de la paz prometida por los infieles saltó una noche en tierra 
con ateiina gente de la que le seguía, y recostados L dormir sin 



— 250 — 

temor alguno de ser iavajidos por los indios, entonces fué* 
cuando el Cadque Míanoa^ que con algunos parciales suyos- 
observaba eoiboscfldo los movimientos de los españoles^ dio 
al amanecer muerte á Garay, con otras 39 personas mas en- 
tre hombres y mujeres. 

Noticioso el Adelantado Juan Torres de Vera de esta 
triste catástrofe^ nombró para gobernar es^as provincias á 
su sobrino Alonso Vera,^ el cual subsistió hasta el año de 
1S91, en que le sucedió el joven Hernán D* Arias deSaave- 
drc'i» natural de estas provincias, por nombramiento de los 
conquistadores, en atención á la renuncia que hizo del Ade- 
la ntazgo el citado señor Torres de Vera, coa el fin de resti- 
tuirse á su patria, Estepa de Andalucía. Siguióse don Fer- 
nando de Zarate, caballero del orden de Santiago, por nom- 
bramiento del virey de Lima, marqués de Cañete, que fué 
quien confirmó la fundación de esta ciudad en 16 de febrero 
de i594, según lo acredita el documento que se halla á fojas 
29 del ya espresado libro número $5 de este ilustre Cabildo, 
(Nota 7) y permaneció hasta el año de 1596, que^ entibó á go- 
bernar interinamente don Juan Ramírez de Velazco, y por 
lleal título Hernán D'Arias de Saavedra, como consta de dor 
furaento. (Nota 8) Este documento prueba que para el año 
de 1398 era muerto Caray, y la serie cronológica de gober- 
nadores hasta este año convence también, que Caray no tu- 
vo el mando de la* provincia por poeo ni mucho tiempo, á es- 
cepcion del que sintió en calidad dé teniente de gobernador,, 
hasta el año de 1684 en que murió.. 

Ct*eo que con estos irrefragables documentos se desen- 
gañará nuestro sabio Enio de los involuntarios errores en 
que ha incurrido, á pesar de su plaubible objeto, y no por 
eso se detendrá en iluslrarnos cada vez mas con la erudición 



i 



— 251 — 

dé sus rasgos^ hijos lejítimos de su elevada talento ysupe^ 
ríores conocimientos, ios que apetecidos de todos los ilustrar 
dos políticos de esta capital, continuará da^ndo á luz nuevas 
materias, con que disipar las imposturas de varios pedantes 
escritores, que han tratado de desacreditar nuestra Améri^ 
ca, haciéndonos oriundos de la hez de la nación y de gente 
presidaria, foragida, vagabunda, y de leba, cuyas calumnias, 
por lo que respecta á estas provincias, vindica en su citado 
memorial, ^.on la noticia de sus ilustres fundadores, y sin 
embargo de las equivocaciones (^e sele han notado en orden 
á la fundación de esta Metrópoli, á que ha dado mérito esta 
literaria contienda, le queda muy reconocida esta muy noble 
ciudad por el encomio que de ella bace al final de su repre* 
sentacion, en que dá las mas inconcusas pruebas de su 
amor patrio, distinguiéndola de las dema& ciudades de Amé- 
rica, por la admirable rapidez de sus progresos/y por la 
competencia que hará con el tiempo á las mas numerosas y 
mercantiles del mundo, por lo trillado de su navegaron, y 
vasto comercio. 

Finalmente, habiéndose descubierto la verdadera época 

de la fundación y restablecimiento de esta muy noble y muy 

leal ciudad, omito contrareslar en el todo la nota puesta por 

don Juan de Alsina á fojas 3 de un almanaque del presente año 

de i802, que al concluir este rasgo llegó á mis manos, resera 

vando esta materia ^como peculiar al señor Enio. Yo solo 

manifiesto lo erróneo de las datas, entre que es intolerable la 

noticia de haber recuperado el Adelantado Zárete á Buenos 

Aires el año de 1581 , no Jiabiendo podido el editor del alma^ 

naque, elegir peor cronista para comprobar su opinion,que al 

autor di 1 Diccionario americano, obra la mas superficial que 

sobre las Américas se ha escrito, liona de errores geográfi- 



— 252 — 

eos y cronológicos en orden á nuestra fundación, y demás 
circunstancias que carecterizan á esta ciudad. 

En vista de cnanto queda referido, concluyo suplicando 
á las autoridades públicas de esta muy noble y leal ciudad, se 
sirvan mandar, que en los espresados almanaques y otros 
cualesquiera documentos, se grave la verdadera época de su 
fundación en el año de 1535 por don Pedro Mendoza, y el de 
su restablecimiento por Juan de Garayenelde 1580, para 
que de esta suerte cesen las diversas opiniones que cor^^en á 
cerca de nuestra conquista, mientras tanto que el testigo de 
los tiempos, la luz de la verdad, la vida de la memoria, la 
escuela de la vida, la mensajera de la antigüedad {*) esto es 
la historia, la verdadera historia graba en sus fastos estos 
irrefragables sucesos, y perpetúa su memoria en la parte que 
interesen. 

Tengo el honor de ser etc. 

Patricio de Buenos A ires ( I) 



NOTAS. * 

I. 

Los individuos que puso en posesión don Pedro Mendo- 

« 

2a, como primer fundador de esta ciudad, de los empleos 
concegiles que S. M. se habia dignado concederles luego que 
se verificase su fanda^ion, fueron los siguientes. 

Alcaldes. 
Juan Pavón —Tomas de Castro. 

Regidores. 
. Francisco López Rincón— Gaspar de Quevedo— Antonio 
de Ayala-^Luis de Hoces—Hernando de Molina»- Antonio de 
Monte Herrera —Juan de Orúe —Tomas de Arroenteros. 

(1) Segan el seuor don Luis DomingQez se atribay'e este escrito á 
don José Joaquín de Araajo, distinguido hijo de Buenos Aires. 



— 233 — 

Alquatil Mayor. 
Juan d^ Siinta Graz. 

ProcuradQf. 

Rodrigo Villalobos» 

Como don Ñuño de Silva» caballero noyili^iipQ^ yini^e 

nombrado para Alcaide de la primera Fortalezci que ise fi^p- 

dtise^ fué también puesto en posesión de su epopleo ^^ )^ ^e 

fsUeapitaL 

n, 

A los 14 diasde verificada la fundación 4p ^st^ ciuijlaiJy 
sucedió que los Querandis (son los indios pampas qye hoy ^ 
conocen) mal bailados con la vecindad de I09 nuevos hyé^pe'* 
des» interrumpieron la contribución de alimentos, con cuyo 
motivo mandó Mendoza que el alcalde Pavón pasase con dos 
ministros de justicia á persuadirlos con el fin de que conti^ 
nuasen el comercio; pero dicho Pavón se portó con tanta al- 
tanería en su requerimiento, ó asi se lo persuadid on los 
bárbaros, ignorantes de estas formalidades, que tomaron 
motivo para incomodarse, y romper después la guerra á los 
españoles. 

m. 

£1 Padre Guevara en la Década 6 parte I. de su ^ístori^ 
manuscrita, y don Martin del Barco Gentenera en su Árg^- 
tim ep y«rso,que se imprimió en li^oa el año de 1601, can- 
to 18, jUnea I, reiSeren unánjw^es, que el s^ñor Adelantado 
Ja«n Orti^ de Zarate, ante^id^ lallecer, itransfirió este einple9 
en su kij9 soKera doña luana >>que .existia en Gbuqnjisaca. Sin 
embaído de amba^ «¿rm^tivas soy de parecer^ que la trasla*^ 
cion de dicho em{)leo no fué obra del Adelantado, por que 
teniendo un hijo varón, denooiinado Rodrigo Ortiz de Zórar 

te, y otra hiia casada (cpn don QoflzajlQ M^r.tel de Quzmajyi 

lü 



- 254 — 

(primeros alcaldes de esta ciudad después de su restablecí- 
mientoj iio es regular dejase el Adelantazgo á una niña sol- 
tera. Lo verosímil es, que el Adelantado Zarate murió po- 
bre« y que sus hijos convinieron en ceder el Adelantazgo al 
señor Oidor Vera para que lo realizase, casando con doña 
JuÉLüa^ y con la calidad de repartirles las grandes suartes que 
les donó, según lo acredita el padrón de aquel tiempo, ejecu- 
tado por Juan de Garay, que existe en este ilustre Cabildo, y 
he tenido á la vista. En lo que si convenimos es, en que el 
Adelantabo Ortiz de Zarate falleció el año de íblH como 
afirma el Padre Guevara en la historia completa que posee- 
mos, y no en fragmentos como supone Enio Tullio. 

IV. 
Espone Enio Tullio al folio 75 del Telégrafo número 1I> 
que luán Garay en el antiguo sitio llamado de Buenos Aires es- 
tableció una fortaleza, donde enarboló el Real Estandarte el 
dia colendisimo de la Santísima Trinidad, por cuya razón po- 
tísiroa y convincente le puso, y tiene por principal el nombre 
de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos 
Aires. Con esto también convienen el padre Lozano y Pí- 
uelo, pero no es en el año, pues Enio dice que fué el de 1575, 
y los citados autores el de 1580. Yo me separo de ambas 
opiniones en cuanto el dia que señalan estos escritores, mas 
lió en el año, y en él todo de loque asegura Enio Tullio, 
con el sólido fundamento de que constando con documentos 
incontrastables que el miércolesll de junio del referido año 
de 1580 fué el dia del restablecimiento de esta ciudad, no 
pudo ser el de la Santísima Trinidad, por celebrarse siempre 
este Sacro Misterio el domingo inmediato á la festividad del 
Corpus; y hallándose la Pascua de Resurrección eu 1580 en 
5 de Qbril según el Calendario antiguo, ó antes de la Cor- 



/ 



— 255 — 

recei^n Gregoriana, añadidos á este dia los CO que por 4vgla 
general se aumentan, sale el del Corpus el 2 de junio, y por 
consiguiente diremos» que la Saifitisima Trinidad fué el do. 
mingo anterior 29 de mayo, seguu las reglas prescriptas por 
el doctor Tosca, que dejo insinuadas, porto que con sobrada 
razón inferiremos, de que si Garay puso este nombre á la 
ciudad, no fué porque en dicho dia hiciese la fundación, «inó 
tal vez porque este fué el nombre ecleciástíco que Mendoza dio 
á la ciudad desde la fundación primera. 

V. 

r 

Documento i.^ Yo Mateo Sanchel: Escribano de Cá- 
bildo de esta ciudad de la Trinidad» en cumplimiento de lo 
mandado por su Señoría saqué este traslado bien y fielmente 
sacado délos autos de la fundación, fecha por el general 
Juan de Garay, que es del tenor que sigue: Juan de Garay> 
teniente de gobernador, capitán general en todas estas pro- 
vincias del Rio de la Plata, por el muy ilustre señor Adelan- 
tado Juan de Torres Vera, Adelantado y gobernador y capitán 
general, y Justicia mayor, y alguacil mayor de todas estas 
provincias, conforme á las capitulaciones que el muy ilustre 
Señor Adelantado Juan Ortiz de Zarate (que baya gloria) hi- 
zo con la Majestad Real del rey don Felipe nuestro señor, y 
ansi por virtudes de sus poderes reales y el dicho Adelantado 
Juan de Torres Vera me tiene dados, para que en nombre 
suyo y de S. M. yo gobierne estas provincias, y haga en ellas 
las poblaciones que me pareciese ser convenientes para en- 
salzamiento de nuestra Santa Fé Católica, y para aumento 
déla Real Corona de Castilla y de León, y ansi como tal 
teniente y capitán general, y Justicia mayor ha sido recibido 
en ellas y puestas las justicias de mi mano, y recibido y usa « 
do los dichos poderes, debajo de los cuales en todo este puis, 



— 236 — 

t 

« 

después que fui recibido, lie hecho todo lo que me ha jNire^ 
€Ído ser conveniente y necesario para el bien de esta go* 
bernaGión^ anái en pacificar los naturales alterados, como 
en otras cosas que se han ofrecid o; y asi por virtud de lo» 
dichos poderes^ y en nombre de S. M. yo levanté Estandarte 
Real en la ciudad de la Asumpcion, y publiqué, y m&ndé pu- 
blicar la población de este Puerto de Santa María de Buenos- 
Aires tan necesaria y conveniente para el bien de esta gober-* 
nación, y deTucuman, y para que Ise estienda y se predique- 
nuestra Santa Fé Católica en todos los indios naturales que 
hay en estas provincias, y ansí con zelo de servir á Muestro 
Señor Dios, y á la Majestad Real del rey nuestro señor se 
asentaron en la ciudad de la Asumpcion sesenta soldados, y 
se metieron debajo del Estandarte Real y vinieron y están 
conmigo, sustentando esta dicha población, habiendo hecho 
muchos gastos de sus haciendas, y pasado muchos trabajos 
en cosas que se han ofrecido; y ansi usando de los poderes 
reales que S. M. el rey don Felipe nuestro señor dio el muy 
Ilustre señor Adelantado Juan Ortiz de Zarate (que haya glo- 
ria) para él y para su sucesor y sus capitanes, yo en nombre 
de S. M. he empezado á repartir, y les reparto á los dichos 
pobladores y conquistadores, tierras y caballerías, solares y 
cuadras en que pueden tener sus labores y crianzas de todos 
ganados, las cuales dichas tierras, y estancias» y huertas, y 
cuadras las doy, y hago merced en nombre de S. M. y del 
dicho gobernador, para que como cosa propia suya, puedan 
en ellas edificar ansi casas, como corrales y poner cualquiera 
ganados, y hacer cualquier labranzas que quisieren, y por 
bien tuvieren, y poner cualesquier plantas, y árboles que 
quisieren, y por bien tuvieren, sin que nadie se lo pueda 
perturbar, como si k) hubieran heredado de su propio pa- 



— 237 — 

trimonio, y como tal lo puedan dar y vender y enagenar, y 
hacer lo que por bien tuvieren, con tal que sean obligados á 
sustentar la dicha recindad, y población cinco años, como 
S. M. lo manda por su real cédula» sin faltar de ella, si no 
fuere con licencia del gobernador y capitán que estuviere en 
la dicha población, en vián Joles á cosas que convengan, y que 
sean obligados á acudir, conforme rezare la tal licencia, don- 
^e jno lo sustentaren en esta, ó pueda e) capitap, ó goberna- 
dor repartirlo, ó encomendarlo de nqevo en Iqs person^^ 
qi^e sustentaren la dicha población, y sirvieren en ella á S. 
M.; y porque conviene por el riesgo que al presente hay d<? 
los naturales aliterados, que para hacer sus labores mas se- 
guras, y con plenos riesgo de sus personas, y de sus semen- 
teras, que cada vecino y poblador dé esta ciudad de la Trip^- 
da(l y puerto de Bqenos Aires, tengan un pedazo de^ tierra 
>dpnde con facilidad lo puedan labrar, y visitpr cada dia, ^ 
ansi en nQnqbre de S. M. y de la manera y íornia que dicIjiQ 
tengo, tes si^nalp, y hago m.erced en nombra de S. T^^Y ^^}fí 
forma que dicho tengo, sus pedazos de tierra por )a vera cid 
gran Paraná arrij}a, en la forma siguiente, etc, etc- ?tc. 

DocumentQ % ® Yo Mateo Sanche?, escribapp p.ub||([j() 
y de Cfibíldo de esta ciudad de la Trinidad, puerto de Buenp^ 
Airea, doy fé y verdadero teslinaonio p los que la nve^^nj^^ 
Yíeren, como por el libro y actas de la fundapipp de e^ 
ciudad, que se pobló, y fupdó el año de 1S80 apos, y á qj^c^ 
dias del mes de junio de dicho año, se Ijizp Ja primera colec- 
ción de Alcaldes, y Rejidores por el general Juan de Gjaray, 
todo lo cual consta por los dichos ^utosde la fundación de 
dicho año, á que me refiero; y de pedimento del Tesorero 
Pedro delüjíontalvo, di este firmado ^e nii nombre e;i esta di- 
cha ciudad de la Trinidad á 11 dias dpi mes de agosto de 15^4 



— 258 — 

afios, y fize mi firma qiie es tal— Eq testimonio de \ferddd-^ 
Uateo Sánchez, escribano de Cabildo —sin derechos— Al re»- 
Tcrso de este documento se halla el estracto siguiente— Tes- 
timonio del año qncsQ^ pobló Buenos Aires: 11 de junio de 
1580 —Miércoles 11 de junio de 1S80 años, se pobló la ciu- 
á^d de Buenos Aires. 

VI. 

Esta fué una de las mas célebres acciones que consiguió 
Juan de Garay de las Indianas Huestes. Incomodados los in>« 
dios con la vecindad de los españoles, trataron de impedir 
esta reciente población, convocando otras naciones comar- 
canas, y llamando en su ayuda algunas parcialidades de Gua- 
ranis. Entregaron el mando de su ejército á Tobaba, Caci- 
que de esta nación, y concertando el día que habian de avan - 
zar el nuevo establecimiento, presentaron la batalla, y sepe- 
leo con obstinación por ambas partes, y ciertamente que 
vencieran tos enemigos,. si no hubiera logrado el valiente 
Juan Fernando Enciso cortar la cabeza del general Tobaba, 
cuya muerte fué causa de derramarse precipitadamente el in- 
diano ejército por la campaña, siguiéndoseles al alcance por 
nuestra parte con tanto destrozo y mortandad, que por esta 
causa es conocido ha&ta hoy aquel territorio por el Pago de 
la Matanza^ distante f2 leguas al Sur de esta capital, según 
afirma el P. Guevara, algunos críticos modernos ponian, que 
Garay no pudo conseguir tan completo triunfo, con tan poca 
gente, sin elausilio de muchas parcialidades de los naturales, 
enemigos de lo Querandis, y que sin duda fueron las nacio- 
nes que antiguamente estaban en una especie de encomien- 
das, seguR consta djs las actas capitulares. Estas fueron las 
naciones Guaranis de las Islas, losLoxales, Leuceubes, Cuyu^ 
mexais, Zatoscerebes, Ceremelaguas, Meguais, y Dúleus- 



— 259 — 

cembes» que hicieron luego una nación, que se ha.confnndi- 
do con nosotros, quedando solo enlosQuilmes, y Baradero 
algunas pocas fanailias de aquel origen. 

VII. 
Don Fernando de Zarate, caballero del hábito de San- 
tiago, gobernador, teniente general de Viso Rey, capitán ge- 
neral, y justicia mayor de estas provincias del Rio de la Pla- 
ta, y Tucuman por S. M. — H&biendo visto la fundación de 
esta ciudad, y condiciones de ella, mandé que se guarde, y 
cumpla, y ejecute asi la dicha fundación de esta ciudad, y con - 
diciones de ella, ahora, y para siempre jamas, porque yo 
desde luego las confirmo, apruebo, y raclifico para que sean 
firmes y valederas, y mando nadie los quebrante, ni vaya 
contra ellas, ni parte de ellas, so pena de SOO pesos de oro 
Para la Cámara de S. M. en los cuales desde luego doy por 
condenados á los que lo contrario hicieren, sobre lo cual di 
este, firmado de mi nombre an esta ciudad de la Santísima 
Trinidad en 16 de febrero de lo94 años — Don Fernando de 
Zarate — ante mi Mateo Sánchez^ escribano de Cabildo. 

vni. 

Fernando Arias de Saavedra, gobernador, capitán ge- 
neral,^ justicia mayor de estas provincias, y gobernación del 
Rio de la Plata, por el Rey Nuestro Señor. Por cuanto en la 
visita que hice á esta ciudad de la Trinidad, hallé que el Pa- 
drón de los indios, se repartió á los pobladores de elias el 
general Juan de Garay, primer poblador (que sea en gloria) 
está muy roto y maltratado para que no se pierda, ni oscu- 
rezca lo que les dieron, y repartieron á cada vecino y pobla- 
dor en la dicha población, y que por el dicho padrón se ave- 
rigüe la justi.cia de cada uno, mando al escribano de Cabildo 
de esta dicha ciudad, que lo saque y lo traslade en el dicho 



— 2Í0 — 

libto qu6 están escritas las tierras, y estancias que se le fe^ 
partieron á los dicliós pobladores, y lo autorice de manera 
que haga fé, y que el dicho padrón viejo se inserte juntamen- 
te con el dicho traslado, lo cual mandó asi se haga y cum- 
pla, que es fecho en esta ciudad de la Trinidad á 16 del mes 
de abril de 1598 años — Hernando Arias de SaaDeára— ^Anté 
mí—ilateo Sánchez escribano de Cabildo. 

Telégrafo Hercantih 



V. 
HISTORIÓGKAFO. 

ENIO TCLLTO GROPE. 

Al Anónimo^ y á don Juan de Alsina sobre la fundación de 
Buenos Aires y otros incidentes útiles y curiosos. (1) 

El fanatismo de todos los tiempos ha trabajado terca- 
mente en inventar modos ^e agoviar al entendimiento hu- 
mano. No contento con las especulaciones de la admirable 
naturaleza, que entregó el eterno á las disputas de nuestra 
débil comprensión, se empeñó en remitir á la posteridad 
una increíble multitud de fábulas inverosímiles y monstruo- 
sas. Guando los dias de la vida, ceñidos regularmente al 
breve transcurso de setenta años, como dice el salmista, 
apenas bastan para un tirocinio, sobre las grandes obras de la 
creación, sobre los hechos del hombre en todas las edades y 
rejiones, y sobre los recónditos misterios de la revelación; 
ya eseosayo preciso para la erudición el de las escuelas de 
Mitología. 

Los caldeos, los ejipcios, los fenicios, y mucho mas los 
griegos, trabaron sus historias con innumerables diviuidades 

i. Véase el tomo 3 del telégrafo de Baenos Aires, N. ^ 2, pajina 9 
«1 Almanak de dicha capital para el año de iS02 y el Telég;rafo antecedente. 



— 242 — 

7 héroes mentidos á competencia de su vanidad. Valia mas- 
que no existiera la memoria de ellos, aunque fuera á costa de 
<;arecer de tantos insignes modelos de elocuencia y facundia, 
que se 6an hecho la delicia délos sabios, sin temor de que- 
repugnen por peregrinas y originales estas reflexiones. Es 
incalculable el tiempo usurpado y el perjuicio que han oca- 
sionado á los importantes -y sólidos conocimientos las patra- 
ñas y embustes de los pueblos orientales á cuyo ejemplo se 
resintió la Europa inundada de una multitud de historias en 
que ol amor nacional, se divorció con la crítica y sencillez. 

Contraído á nuestra península dice un elegante escritor 
del dia: «que ninguna nación podrá contar tanto aúmero 
de historias particulares de sus pueblos como España, pues 
se acercan á quinientas no habiendo apenas, no solamente 
ciudad capital, sino villa pequeña, y poco conocida, que no 
tenga la suya. Pero estas historias han sido escritas gene- 
ralmente por naturales de los mismos pueblos, inflamados 
djBl amor á su patria, y escasos de luces para discernir, que 
cosas debían ocupar mas su estudio y dilijencia, y cuales de- 
bían publicar para la mayor utilidad del público. Elojios 
desmedidos del clima, de la fertilidad del terreno, y costum- 
bres de los naturales; ponderadas relaciones de cosas de me- 
nor monta, y largos y las mas veces ridiculos razonamientos 
sobre la etimolojía de sus nombres, blasones y antigüedades, 
son la materia de casi todas ellas. Relaciones exactas y bien 
JQstiiicadas déla población, y frutos y comercio; cotejos de 
los estados antiguos y modernos; cálculos y observaciones 
sobre las causas de la diferencia y alteraciones que han teni- 
do, narraciones científicas de los productos naturales en los 
tres reinos animal, vejetal y mineral; de estas se podrán se- 
ñalar poquísimas.» 



— 243 — 

Nada de esto es de admirar tanto, como lo acontecido . 
en las Indias Occidentales conquistadas*en el siglo de Oro, en 
el siglo prodijioso, en el siglo dominante y en el siglo mas 
ilustrado de España. ¿Quien creyera que unos hombres, que 
venian del territorio de las luces hubiesen incurrido en los 
dos viciosos estremos de la historia cuales son el descuido 
y la exajeracion? Entonces era cuando se estudiaba la escru- 
pulosa corrección de los monumentos de la historia encaro- 
gando el rey católico don Fernando, al doctor Lorenzo Ga- 
lindez de Carbajal, de su Consejo y Cámara, la enmienda y 
publicación de las crónicas, que es lo mismo que el Supremo 
Consejo de Castilla recomendó á fines del propio siglo XVI á 
don Juan Lucas Cortés, Consejero de Indias; fuera del tesón 
que emplearon en rectificar los antiguos HM. SS. y en de^ 
senterrar las fábulas del Beroso, finjido por Juan Nanui' alias 
Ancos, los doctos Zurita, Hurlado, Tamayo, Garibay, Mora- 
les y Mondcjar. Sin embargo de estas lecciones coetáneas, 
sabemos que los historiadores de América se rijieron por lo 
común de unas relaciones, conjeturas y diarios defectaosos^ 
ya en la prolijidad conveniente, ya en la ponderación fasti- 
diosa, ó ya en las miras peculiares de cada conquistador. 

De este poco vigor nació aquella especie de escepticismo 
que han sostenido algunos aun contra las mas notorias, bri- 
llantes glorias de los americanos, disputándoles la superio- 
ridad de talento que les confiesan los circunspectos señores 
Paláfox^ Feijoó, Lafilan y otros muchos; y el estado de muy 
preferente cultura en que los primeros estranjeros conquis- 
tadores eccontraron á los mejicanos y á los peruanos, mas 
civilizados que las demás naciones europeas, aun después de 
la frecuencia de los Fenicios, Griegos, Cartagineses y Roma- 
nos, eomo se esplican Ioí? señores Guillermo Robertsonyel 



— 244 — 

Abate doa Froncisco Javier Clavijero sin que esto admita la 
mas leve coatroversia»* admirando el señor Abate don Juan 
Francisco Masdeu las fábricas maravillosas de sus acueductos, 
canales y puentes; sus mosaicos de plumas tan delicadamente 
tejidos: sus pinturas ó geroglificos qué daban una idea his-r 
tórica y eronolójica de sus anales; el modo de computar los 
tiempos muy cercanos ala exactitud europea, el primor de 
la agricultura, arquitectura, náutica, y en otras varias artef; 
las composiciones dramáticas del Perü que tanto deseaba el 
injenioso Racíne, y sobre todo el gran estableGin)iento de los 
correos para todos los distritos de estos imperios antes de 
haberse conocido ni introducido en la Europa culta. 

Estos concisos y curiosos prolegómenos sobre la historia 
de todos los tiempos, nos llevan como por la mano á la argea-r 
tina porción, la mas preciosa de los católicos dominios, cuyos 
ventajosos progresos se pueden pronosticar casi hasta con 
punto de vista tan infalible, que impulse desde ahora las 
idease intereses del gobierno sobre la suma de grandes es- 
peransBs que promete. Desde el año de mil quinientos quin* 
ce, época del descubrimiento del caudaloso rjio de la Plata, 
principiaron los diarios y relaciones de estas conquistas, mu- 
chas veces según los fines que se proponía cada jefe de espe- 
dicion para engrandecer su mérito y negociar en la corte. 
Juan Diaz de Solís, Sebastian Gabot, Fernando Calderón, don 
Pedro de Mendoza, don Alonso de Cabrera, y los portugueses 
Alesús y Diego García, fueron los que pudieron esparp^r la§ 
primeras luces del gran territorio déla Argén tipa por sus 

apuntamientos y observaciones. El principal paso de Q^ho^ 
fué alucinarse y engañar al ministerio con el oro y la plata 
que creyó ser de las minas del pais, siendo parte del bptin 
que los bárbaros habían quitado á los lusitanos que regre- 
saron del Pei*ú. 



J 



- 245 — 

Esta noticia animó las pretenciones de varios persona- 
jes restituidos del sitio de Roma para emprender la conquis- 
ta. Guando fu straron las imajinadas ríguezas fué inconso- 
lable o\ deliquio de la visona economía política de los 
que no advertían entonces, que no son la plata ó el oro los 
que constituyen la intima prosperidad de un Estado» y que 
sirviendo muchas veces su esceso solo para embotar la razón 
y ensuciar la mano de los avarientos» como dijo agudamente 
Mr. Morin en un discurso leido en la academia de las bellas 
letras é inscripciones de Paris^ no tienen mas destino que el 
de un signo de convención» representativo de las cosas» las 
cuales si abundan por naturaleza del suelo, por primorosa 
industria ó por mas espeditas importaciones y esportaciones». 
arrastran todos los metales» que otras provincias interiores 
y distantes desentrañan á costa de tanto sudor; de suerte que 
este puede ser uno de los argumentos calculativos del futura 
apresurado engrandecimiento de Buenos Aires» por la facili- 
dad de navegación y vastas relaciones de comercio que absor- 
verán todo el oro del Perú, 

Las historias particulares de la conquista y población de 
la Argentina en cuanto cottiprende la provincia de Buenos 
Aires» Paraguay y Tacuman» son harto desconocidas en todo 
el continente de esta América Meridional» sin embargo que 
abrazan pasajes mas peregrinos que los de las novelas, y dig- 
nos de ocupar un elejido lugar en los dramas y poemas.. ISo 
iian sido el embeleso de todos los genios de la Grecia y del 

Lacio, Elena, Lucrecia y Virginia? Como pues el siglo de la 
poesía y de lois eminentes ingenias de la España conquistado- 
ra no ha Iftcido como asuntos de preferente circunstancias, 
d heroism'e de la bella Zagala indiana» Liropey a» y de la 
Española Lucia y el admiraljle suceso de la Maldonado (1), 

1. Véase el Telégrafo. 



— 246 — 

La antigüedad bu dado siempre cierto r«alce á los hechos ra- 
ros que tocados presencialmente entibiaban la súbita admi- 
ración. He aquí] que aproximadas estas memorias á tres- 
cientos años, ya es oportuno invitar á las plumas argentinas 
con tan galanos argumentos que les presta la historia de su 
propio suelo; pues mi musa mas pobre que otra alguna, an- 
ticipó la escusa de sus descuidos con el ejemplo de Cicerón ea 
el.tomo2 númerp 57 pajina 307, y en la canción al buen 
gusto tomo 3 número 5 pajina 35, apurada de una ñocha de 
correo, fuera de las equivocaciones de imprenta, (2) no deja 
ahora de advertir la ingenuidad algunos ápice» defectuosos^ 
muy fáciles de enmendar por losque profesan este pobre ofi* 
cío y apdan á casa de un pié cojo, de un asonante ó de un es- 
drújulo, para improbar lo mas genial y primoroso de un me- 
tro didáctico en la mayor parte sin iraajinaeion libre y casi 
de voces técnicas. 

3. Por decir ía hosca espesa hiedra, subrogo la tosca etc., pues el 
color hosco casi es el propio de las malezas que ea la espesura se pudrea 
con las Dieblas: el mal de las preasas es y será irremediable en toda la 
América hasta que la aplicación y la lüeratara las ejerciten* Ni hay que 
admirarse, pues á principio del siglo anterior se padecia tanto mas en Es- 
paña sobre este punto, que asi lo notaron los autores franceses del nuevo 
diccionario histórico de hombres ilustres, en el artículo Peta vio diciendo, 
que no habla impresores que supiesen estampar dos palabras en latín* • • • 
ni ouvriers qui acusset imprimir deus mots de lalin. Al Exmo. señor don 
Antonio de UUoa, le debemos el admirable estado de las imprentas de Es* 
paña, haciendo venir de los paises donde se hallaban mas adelantadas, las 
noticias necesarias, y conforme á ellas se forUfícd el pape! en capelladas; se 
dispusieron los tipos de metal mas consistente, que el que se usaba; se 
adquirieron matrices para fundirlos; y se perfeccionó la tinta para que 
fuese mas permanente; todo lo cual se ensayó en su Relación Histórica del 
viage ¿ la América Meridional, que sirve de época de las buenas impre- 
siones. 



— 247 — 

Vuelve pues el discurso al desconocimiento de las his- 
torias particulares de la Argentina, en tau logrado que mujr 
pocos tendrán noticia de la organizada completaraeut^ 
por el P. Guevara, que se presumía haber quedado en frag- 
mentos en la hacienda de Santa Catalina, de la jurisdicción 
de Córdoba, donde aseguraban que se estaba escribiendo ai 
tiempo del estrañamiento de los Jesuítas^ y es lástima que no 
se haya costeado su impresión aun que sea por soscripciunes, 
que desde luego merece la tradidon del crédito de este es- 
critor. Tampoco se encuentran las obras del P. Lozano^ ni 
del P. Pastor, ni de Ruiz Diaz de Guzman, antes por la inver- 
so con este motivo se acaba de conseguir á costa de increí- 
bles diligencias en estas remotísimas distancias del antiguo 
Perú á los conOnes de vireinato del Rio dé la Plata, un ejem* 
plardelaescelente colección de historiadores primitivos d» 
las indias Occidentales por el ila3trí8Ímo señor camarista 
don Andrés Gonzales Barcia donde se insertan con buenos 
índices y anotaciones; el diario Historiógrafo, traducido del 
latin de Ulderico Schimidel que bajo el nombre de Urrico 
Fabro Schimidel contempla por autor raro y de dificil ha« 
llazgo el Pseudepigrafo Patricio de Buenos Aires, tomo 5 paji- 
na 1 1 •••• Asi mismo la Argentina, poema en veinte y ocho 
cantos, por el arcediano don Martin del Barco Centenera y los 
comentarios del adelantado del Rio de la Plata Albar Nuñesí, 
Cabeza de Vaca, al parecer por el Exmo. señor Márquez de 
Zorito, de la insigne Orden del Toisón, mucho menos han lle- 
gado á nuestras manos las obras del señor don Antonio León 
Pineio, varón eruditísimo, natural de la ciudad de Córdoba 
antigua capital del Tucuman, que no solo fué Relator del Real 
y Supremo Consejo ile Indias, en que lo deja meramente el 
citado anónimo, sino que para aprovechar los'grandes talen- 



~ 248 ~ 

tos de este vasallo do quiso S. M. destinarlo en propiedad á ^ 
ningún tribunal y sin que saliese de la Corte, le confirió lo$> 
honores de Oidor de la Real Audiencia de contratación de 
Indias, que estuvo en Sevilla, y el empleo efectivo de cronis- 
ta general de Indias con piugiies dotaciones. Asi lo refiere si^ 
coetáneo el celebrrímo señor don Nicolás Antonio en su 
gran Biblioiteca antigua y nueva de escritores españoles, de úl- 
timo magnifica impresión del año de d 788, con la nomen» 
claturade veinte y ocho obras diferentes del señor Pinelo. 
Ck)n vengamos ya en que el miserable ignorante que se dis* 
Iraza bajo de la exactísima anagrama de Enio, Tullio, Grope» 
-cuando remitió el memorial publicado en el tomo 2 de este 
Telégrafo, núm. il pajina 72, no pudo tener otros ausilios 
^e unas remotísimas, confusas, agrupadas especies que fasci«- 
«naroa sus conceptos en algunos incidentes en ^^e de ningún 
modo «n lo sustancial de la .época de la f nndaeion de Buenos 
Aires que fué el único principalisismo propósito intentada 
por lo que recordaba de los apreciaibles y famosos monumen^ 
(tos qte leyó en un incipiente pubertud, y deben existir en la 
casa del caballero don José Justo de Garay Molina, Gabrera y 
Salguero, vecino de la enunciada ciudad de Córdoba. Lo que 
importa eSiaveriguar la verdad atinando lo mejor que se pue- 
da hasta ajustar las opiniones; de suerte que la docilidad de 
Eiüio /se alegra infinito de ios convencimientos con que en 
fltlgimas cosas le ha desengañado el discreto y muy juicioso 
autor del examen crítico, deponiendo de buena gana sus er*^ 
raices como en igual ocasión se espresa M. An tonino por que 

ya 'está muy abominado el bárbaro antiguo escoiásticp rosario 
,de los temáticos sofistas y espresivo diseriar de útil y buen« 
Sé. Lejos de ser bochornoso en el dia la resignación á la 
fuerza del convencimiento, parece que en el hecho mismo se 
reviste uno con los honores de sabio. Newton aquel ingenio 



— 249 — 

de primer orden qoe cou solo el cálculo y teoría desde d re- 
tiro de su gabinete averiguo que la figura de la tierra era 
chata hacia los palos al compás de todas las naciones cultas y 
especialmente la Francia, maestra decantada del Universo, 
después de treinta y seis años de observaciones y medidas 
resolvieron que era prolongada, no se avergonzó de reponer 
en la segunda Edición de sus obras el yerro que le arrastró 
Mr. BornouUe de haber considerado las curbas como polígo 
nosapiícando así sus propiedadades, á la curba rigurosa. 

Para justificar pues algunas especies gloriosas y muy 
honoríficas relativas á la Conquista y pobladores de la Argén 
tina que se han salpicado en los publicados papeles, y aun 
dudan los pocos^ afectos y nada estudiosos se principiará tras- 
cribiendo literalmente lo que dice la Historia General de los 
Viajes, obra demasiado imparcial traducida del Ingles.» Ja- 
amas se ha hecho ninguna empresa para el Nuevo Mundo con 
«mayor aparato. Don Pedro Mendoza, copero mayor del 
«Emperador, fué declarado jefe de ella con el titulo de aden- 
«lantado y gobernador general de todos los países que se des- 
cubriesen ha^ta el Mar del Sur. Es verdad que debía tras- 
portar á su costa en su viaje mil hombres y cien caballos, 
armall municiones, y víveres para un año; pero además de 
un^ pensión vitalicia de dos mil ducados que se le concedía 
por la corte, se le permitían tomar gruesas cantidades sobre 
los frutos de su conquista; era nombrado alcalde y alguacil 
mayor de tres fortalezas que tenia orden de hacer construir, 
y estos dos empleos habían de ser hereditarios en su familia. 
La fama de las riquezas del Rio de la Plata, bien establecida, 
atrajeron tantos aventureros que el primer armamento que 
no debía ser ma* que de quinientos hombres, fué de mil do- 
cientos, entre los cuales se contaban mas de treinta señores, 

17 



— 250 — 

los mas primojenitos de sus casas (1), muchos oficiales y bas-* 
tanles flamencos. Asegurase que ninguna Colonia Espa* 
ñola del Nuevo Mundo tuvo tantos nombres ilustres entre 
sus fundadores, y que la posteridad subsiste todavía en el 
Paraguay, particularmente en la capital de esta Provincia. 

La flota alzó velas en el mes de de agosto de 1535; es- 
tación la mas apropósito para este viaje porque si no se llega 
hasta fin de marzo á la entrada del Rio de la Plata hay el ries- 
go de malograr las brisas del N. y del N. E. y de ser sorpren- 
didos por los vientos del S. y del S, O., que obligarían á in- 
vernar en el Brasil. Mendoza tuvo esta precaución^ pero no 
por eso fué mas feliz. La flota después de haber pasado la 
linea fué cojida de una violenta tempestad sin que pudiesen 
volver á juntar muchos navios hasta el térmieo. El de don 
Diego de Mendoza, hermano de don Pedro y otros pocos, He- . 
garon felizmente á las islas de San Gabriel; pero el adelanta- 
do con todos los demás tuvo que descansar eu el puerto de 
Rio Janeiro. Al llegar al cabo de Santa María supo que su her- 
mano y todos aquellos que habla esparcido la tempestad, es^ 
taban en las islas de San Gabriel y asi no tardó en juntarse 
con ellos • • • • Entonces hallándose reunida toda su flota entre 
las islas de San Gabriel y la orilla Occidental del Rio, elijió 
don Pedro este lugar para su primep establecim¡ent#y en- 
cargó á don Sancho del Campo de escojer un sitio seguro y 
cómodo. Este oficial se determinó por un lugar donde la ori- 
lla no ha vuelto todavía al O. sobre una punta que se Ínter- 
na eu el rio hacia el N. El adelantado hizo trazar iumedia* 

U La gente que embarcó era estremada 
De gran valor y suerte muy subida 
Mayorazgos éliijos de señores 
De Sanüago y San Juan Co^mendadores» 



— 251 — 

lamente allí el plan de una ciudad que se nombró Nra> Sra. 
deBuenos Aires, porque el ayre es alli muy sano. Todos se 
emplearon en el trabajo y muy pronto hubo allí bastantes 
edificios para servir de campo. Después dio orden á su te- 
niente Juan de Oyólas de estender los descubrimientos por el 
riocon tres barcos, y cincuenta hombres, entre los cuales se 
nombra á don Domingo Martínez de Irala y á don Juan Pon- 
cede León, don Carlos Dubrin y don Garlos P^rez, hermano 
de Santa Teresa, según algunas memorias. Encargóles le die- 
sen noticiasen despacio de cuatro meses sino la podian traer 
ellos mismos. No se puede dudar que Oyólas hubiese escrito 
al adelantado para anunciarle sus proyectos, pero sus cartas 
no Tegarop á Buenos Aires y asi se pasaron los cuatro me- 
ses, gste silencio del oficial de la Colonia en quien tenía ^ 
mas confianza el adelantado, y que la merecía mejor, le cau- 
só tanta inquietud que envió muchas personas para descubrir 
que se habia hecho. Ya había formado la intención de vol- 
ver á España y una grave enfermedad que aumentó su disgus- 
to, le hizo apresurar la resolución. Apenas se halló en es- 
tado de resistir el mar,cuando alzó velas con Jaan de Cáseres, 
su tesorero, después de haber nombrado en virtud desús po- 
deres y facultades conferidas por su S. M. al mismo Oyólas 
por gobernador y capitán general de la Provincia. Al fin se 
puso en viaje lleno de desesperación maldiciendo el dia en 
que habia dejado á España para correr tras una quimera y 
perder sus honores en una regiop salvaje. Luego que estu- 
vo en el mar, parece que se conjuraron centra él todas sus 
provisiones, se vio reducida á comer un& perra que estaba 
para parir, y esta carne infestada, junto con sus tristes sobre- 
saltos, le causó un enagenamiento de todos los sentidos que 
€onvirti6 muy pronto en frenesí, y murió en hd aceesa de^ 



— 252 — 

furor. Lib- 7 S. 1 Toin.24pag, 210. Según esto se debería 
concluir que la escuadra del adelantado Ittendoza salió por 
agosto de 1555, y que habiendo recalado á principios del ano 
siguiente, entonces hizo^la atribuida fundación de Buenos Ai- 
res, de donde regreso en el mismo año y falleció en la nave- 
gación, por que esta historia lija la muerte de Mendoza gi- 
rando la época marginal de 1 556: de suerte que si prevalece 
su relación y la de Rui Diaz de Guzñían, citado por el Anó- 
nimo, no tendríamos que variar en los datos públicos que 
adopta la Capital de Buenos Aires y quedarían ajustados los 
cómputos del Almanaque del señor Alsina. 

-- Uulderico Schimidel dice: El año de 1554 sali de Am- 
beres, (su patria al parecer, y no el territorio de Babiera, co- 
mo se remite el anónimo) y llegué á Oádiz y habia en el 
fuerte catorce navios grandes prevenidos para ir al Rio de la 
Plata, 2500 Españoles y 150 Alemanes, Flamencos y Sajones 
con su capitán general don Pedro de Mendoza, y 72 ca- 
ballos. Salimos del puerto dia de San Bartolomé 24 de 
agosto del mismo año,con la armada y llegamos á San Lucas, 
que dista 20 legues de Sevilla, donde nos detuvimos por lo 
tormentoso del mar. El 1.*^ de setiembre sosegado el 
tiempo salimos de San Lucas • • • • Así llegamos felizmente al 
Rio de la Plata el año de 1535, tocando su embocadura de 42 
leguas de ancho, y hallamos allí un pueblo de indios en que 
hablan dos mil llamados y Yechurras^ pero Mendoza mandó 
volviésemos á embarcarnos para pasar al otro lado del Rio, 
" que no tenia alii mas que ocho leguas de anchura: en este si- 
tio hicimos una ciudad que llamamos Buenos Aires por los 
saludables que álli corrían • • • • por que faltaron viveres envío 
Mt'ndoza á Juan Bufan Juez • • • • Fué dividida la gente para la 
obra de la ciudad y la guerra. Empezó á edifica i*se y á le- 



— 253 — 

Yantarse al rededor una cerca de tierra de tres pies de an- 
cho y una lanza de alto, pero lo que se hacia hoy se eaia ma* 
ñaña, y dentro de ella una casa fuerte para el gobernador. 

Estuvimos juntos u<n mes en Buenos Aires con las refe- 
ridas grandes necesidades esperando se previniesen las naves 
para ir á buscar bastimentos, en cuyo intermedio se pusie- 
ron en la ciudad veinte y tres mil indios valientes con inten^ 
cion de acabarnos y lograron enteramente quemar toda la 
ciudad y cuatro navios grandes el dia de San Juan Evangelis- 
ta de 4555.» Sobre la exactitud de esta relación de un indi- 
viduo de la misma armada de don Pedro de Mendoza, parece 
que debe triunfar el anónimo estableciendo la recalada á 
Buenos Aires á principio del año de lSo5. Pero como el de- 
signio deEnio Tullio Grope (1) en su publicado MemoriaL sea 
impugnar únicamente la atribuida fundación de Buenos Aires 
al adelantado Mendoza en cualquiera de los dos años de 1535 
ó 1536, dejando correr por ahora las opiniones de esta época 
arribada con probabilidad á favor del año de 1535, pasa 
á tratar de los derechos de fundador respectivos á don Juan 
de Garay en lo cual jamás podrá ceder sin mucho agravio de 
la razón. 

Son prosupuestos incontravertibles, que los his- 
toriadores convienen en que don Pedro de Mendoza so- 

1. Scgua naestro amigo el doctor Carranza, este nombre anagramo- 
arcaico disfrazaba al cocbabambino don Manael Aniceto Padilla, futuro 
col9hoTdíáorát La Estrella del Sur de Montevideo i807), f efque debia 
ser mas tarde una de las victimas de la Revolución* 

El Dean Funes y don J. I. de Araujo lo hacían también el primero con 
.el á'i Patricio Saliano y el último con el de Patricio de Buenos Aires f 
Siguiendo estas huellas el célebre Injeniero don Pedro Antonio Cervino, 
colaborando en el Semanario de V>eytes, usaba del anagrama — 

Cipriano Orden Retoño, 



j 



— 254 — 

lamente mandó disponer un espacio de fortaleza de ta- 
pial, con alojamiento para la tropa, tan provisionales 
que se arruinaban caia dia sin que los primitivos escri- 
tgres hagan memoria alguna do la proclamación solem- 
ne y posesión de empleos consegiles, asegurada por el 
anónimo con referencia á la despreciable obra del P. Pas- 
tor ú otra semejante, que se lo figuró á su antojo: que 
este adelantado estuvo allí pocos días y se retiró al fuerte de 
Corpus Cristi ó Buena Esperanza, de donde se regresó otra 
vez por Buenos Aires á los cuatro meses y sin desembarcar 
por miedo de la peste y otros motivos de ódio; se pasó á Es- 
pana, como dice Barco en su Argentina, canto 4, viniendo 
después don Pedro en su viaje á España sin haber puesto to- 
mado, etc. Si algún historiador primitivo afirma vulgar- 
mente que se fundó una ciudad denominada '^Buenos Aires, 
como se esplica Schimidel, fué hablando latamente por una 
iniciada población con miras de formalizar después una cin* 
dad, asi como estos mismos llaman ciudad de Lampero muy 
famosa y fortificada, la considerable población que tenian los 
indios donde está hoy la Asunción del Paraguay; porque es 
del todo inverosímil que Schimidel que refiere tantas parti- 
cularidades menudísimas, no hubiese hecho relación y me 
moría del gran dia de la proclamación y constitución del 
Ayuntamiento, que exijia algunas estraordinarias demostra*^ 
clones: constando asi mismo que no hay memorias ni actas 
de aquel tiempo en el archivo de Buenos Aires donde apa** 
rezca la noticia exacta de los Capitulares, que en su primera 
nata pone el anónimo; y que es evidente que el único jues 
Pedáneo nombrado entonces por mero conocimiento para 
celar el buen orden, se llamaba Juan Buhan, como afirma 
Shio^del, sin recordar el inventado Juan Pavón, persoft 



— 2S5 — 

muy circunstanciada que no tdieberia silenciarse si en efecto 
hubiera sido constituido primer cabeza de un Ayuntamiento 
de solemnísima erección. Como es tan falsa la 2. ^ nota 
de que el alcalde Pavón pasó con los ministros de Justicia á 
exijir víveres álos indios, pues todos los antiguos historia 
dores hablan de este primer encargo y requerimiento come- 
tido con trescientos soldados á don Diego Mendoza, que mu- 
rió en la acción justamente con el capitán Lujan', en el ar- 
royo que aun conserva este nombre; también es del todo fa- 
buloso el número de los doce capitulares, que en la pag. 19 
nos ha divulgado el anónimo que cuando es cosa intolerable 
que en ninguna historia de aquel tiempo se haga mención ni 
de uno solo de estos nombres que debía jugar como prin- 
cipales, á menos que se los haya ministrado el P. Pastor ó el 
P, Lozano, cuyos escritos no han corrido por estas provincias, 
pero nos ha informado un sujeto instruido que abundan de 
muchas patrañas y credulidades opuestas á la sinceridad de 
los primitivos. 

Asi es que si el anónimo no nos presenta otra prueba 
para la solemne fundación de Buenos Aires por el adelantado 
Mendoza que su imaginado cuerpo consegil tomado de tan 
despreciables autores, queda redargüido irrefragíiblemente, 
sin recursos contra alegados fundamentos. Se añade otro 
que en la «^ana critica no admite solución, por que si en Bue- 
nos Aires hubo tan formal ayuntamiento, debían existir pre- 
cisamente sus monumentos y act<JS originales en la Asunción 
del Paraguay donde se trasportaron todas las personas y co- 
sas de Buenos Aires, sin dejar lo mas mínimo por orden del 
gobernador Domingo Martínez de Yrala, quedando absoluta - 
mente desamparado aquel puesto. Sí se quiere decir que 
pereció súbitamente todo el archivo en el citado general in- 



— 256 — 

cendio del día de San Juan Evanjelista» 27 de diciembre de 
1 535 • • • • es consiguiente infalible que nada queda que pueda 
existir del tiempo de Mendoza ni de sus operaciones, y que^ 
el ayuntamiento del Padre Pastor ó de otros cualquiera, es 
una qniroera sin auténtica constancia. 

A I anónimo y don Juan de Ahina sobre la fundación de Bue^ 
nos Aires y otros incidentes útiles y curiosos. 

CONCLUSIÓN DEL RASGO ANTECEDFNTE. 

Estaba para axagerar qué sino urgie/a para mañana el 
despacho del correo en que ha de caminar esta precipitada 
contestación, se adelantarían muchos pliegos con inumerables 
valientes fundamentos tomados de la historia de esta con- 
quista, para impugnar la pretendida solemne fundación de la 
ciudad y ayuntamiento de Buenos Aires por don Pedro de 
Mendoza. Lo sensible es que el anónimo no nos haya indi* 
cado la fuente donde bebió estas especies para discurrir y ha- 
cer un critico juicio de la tradición, pero eslá .entendido que 
esta contravercia no es de ahora sino promovida mucho an- 
tes por varios literatos de la Argentina, 

Es notorio que el R. P. Fray Francisco Javier Barsola^ 
cordobés de la regular Observancia Platense, hombre de gran 
tálenlo, erudición y juicio, examinó prolijamente, registran- 
do los archivos del Paraguay,Sanla Fé, Córdoba y Buenos Ai- 
res, concluyó sus pruebas en una memoria M. S. de mucho 
nervio á favor de don Juan Caray calificando qué solo este 
era el verdadero fundador de la ciudad de la Stma. Trinidad 
y qué á Mendoza únicamente se le debia el descubrimiento y 
menos principal nombre del Puerto de Buenos Aires, por un 
puerto provicional que no pudo sostenerse. Sobre todo fal- 
taba el silencio de Hulderico Schimidel y del arcedi&ino Bar^ 
co, autores primitivos á quienes confiesa un preferente eré- 



— 257 — 

dito de la infalibilidad de hechos coetáneos el diestro autor 
del examen critico para reputar por apócrifos los demás ates* 
tados posteriores sobre el particular, aunque sean Lozano, Pi^ 
Helo, Guevara, Pastor y otros muchos, mas si también se agre- 
ga á aquellos dos primeros el absoluto silencio de Rui Díaz 
de Guzínan, como nos acaban de noticiar, habiendo escrito 
este por las memorias y apuntamientos que le dejaron sus 
padres conquistadores de la Argentina. 

Convengamos pues, en que ni hubo tal fundación de ciu- 
dad, ni ayuntamiento hasta que Garay lo constituyó en de- 
bido modo. Pero es digno de admiración el buen manifies- 
to talento del anónimo qué por solo una redundante predilec- 
ción á Mendoza, á quien nada mas le debe Buenos Aires que 
un total abandono y tedio desde que arribó, le quiera atri- 
buir después de la nota 4 aun la adaptación del nombre de la 
Santísima Trinidad, y disputársela á Garay contra la corrien- 
te inconcusa de tantos monumentos y testigos que lo esta- 
Dlecen como sujeto indubitable entre los hechos perculiares 
de este único y verdadero acreedor al público reconocimiento, 
sin el mas lijero motivo; por lo contrarío descuidándose en 
asentar la implicante proposición de inferencia de que si Ga- 
ray puso este nombre á la ciudad no fué por que en dicho día 
hiciese la fundación, sino talvez por que este fué el nombre 
eclísiástico que Mendoza dio á la ciudad desde la fundación 
primera, sin embargo que poco antes acaba de decir que el 2. 
de febrero de 1555, día de la Purificación de N. S., fué la 
fundación de esta muy noble y muy leal ciudad, y que tal vez 
don Pedro de Mendoza esperase á este día para verificarla; 
de suerte que puede reputarse por acaso el que el señor 
Mendoza no le hubiera encajado á la fundación todo el Al- 
inanaque del señor Alsina,para que nadie trabajase allí por el 



— 258 — 

culto de un patronato anual? Que dificultad hallará ninguno 
en afirmar con todos los escritores y papeles auténticos que 
Caray hizo su entrada r^y sentó su Real en Buenos Aires el 
domingo 29 de mayo de la Santísima Trinidad y que en me*- 
moría de esto después que descansó la tropa del trabajo de 
los alojamientos, como es verosímil, hizo con este nombra 
sacratísimo la proclamación y fundación solemne á los trece 
dias- posteriores en el 11 de junio de 1580? Persuacion 
mas cabal no se le puede presentar á la razón, aun sin dete- 
nernos de convenir de buena fé con el cómputo del anónimo 
por'el calendario anterior á la corrección gregoriana que se 
practicó el 5 de octubre de 1582. Bueno seria que un con- 
quistador que llegaba con tantos trabajos, necesidades, y mo- 
lestias no tratase los primeros días en acomodar su gente 
para enarbolar después el Real Estandarte con algunos pre- 
parativos conducentes á un^ acto de tanta solemnidad^ dedica- 
do de justicia al gran dia en que ocupó el suelo. 

Se confiara desde luego el indeliberado enorme error 
cometido en el memorial sobre la época de la fundación de 
Garay, datada allí con el año de 1575 lo que seguramente fué 
ligereza originada de la imposibilidad de encontrar en estas, 
distancias ningún historiador patrio, y del mal concepto que 
nos merecía el Diccionario del señor Alcedo, Pero ya cree- 
mosqué todos quedaran convencidos qué la ciudad de la San- 
tísima Trinidad Puerto de Santa María de Buenos Aires, no 
tiene otro verdadero fundador que el memorable don Juan 
Garay en el dia 11 de junio de 1580, en la fuerza de las apun- 
tadas incontestables reflecciones, las cuales se pueden efor- 
%Bv con otro medio hipotético. 

Negado y permitido por un momento cuanto en favor 
del pretendido fundador don Pedro de Mendoza se ocupa en 



— 239 — 

el Examen Critico ^ queda siempre firme y subsistente el de- 
recho del señor Garay. Sabemos que la fortaleza erigida 
por el señor Mendoza se incendió totalmente en el mismo 
año de su establecimiento, y que el puesto se sostuvo con 
corta guarnición militar que [cada día se iba disminuyendo 
considerablemente sin conocerse orden ni gobierno alguno 
politico-civil, hasta que apoco tiempo se mandódesamparary 
retirarse al Paraguay. En el instante se arrazaron estos 
testos de tapiales por los bárbaros de aquella ribera, qué 
volvieron á ocupar el mismo lugar, sin que por el dilatado 
tiempo de 42 años se contase con Buenos Aires ni se oyese 
mas que una remota memoria del nombre. 

El valeroso don Juan de Garay se animó á la ardua em- 
presa áe levantar á su costa algunas poblaciones en servicio 
de la corona y en beneficio del pais conquistado, y después 
de siete años de haber fundado Santa Fé de Vera-Cruz, re- 
solvió erigir la ciudad de Buenos Aires cou dicho nombre de 
la Santisima Trinidad. Habia de comparecer ahora mismo 
una asamblea muy circunspecta de quinientos vocales con 
sus trabeas senatorias presidida por el gran Catón de Utíca, 
que según Séneca valia mas que trescientos Sócrates; según 
Paterculo mas se asemejaba á los Dioses que á los hombres, 
7 según Salustio era la misma virtud para dirimir esta causa 
en que se interesa la historia y feliz edad de una ciudad ca- 
pital, y al punto condenaría sin remedio á Mendoza y á sus 
ingratos secuaces ala restitución pronta, sin embargo de 
súplica y con costas del usurpado título de fundador, debido 
tan de justicia y razón á don Juan de Garay, declarando por 
punto general que era insufrible error computarle á una jó- 
yen preciosa la edad y año del nacimiento de otra hermana 



— 260 — 

mayor muy distante sio mas motivo que haber nacidp ea 
una propia cuna y tener len parte un mismo nonibre. 

Si alguno con licencia del gobierno se determinase aho- 
ra á fundar á su costa una ciudad en ei punto de la provin- 
cia delTucuman donde estuvo la popular ciudad denominada 
N. S. de Talavera de Esteco, sumerjida totalmente por un 
terremoto, de ningún modo diria la posteridad que el fun- 
dador era el antiguo don Diego de Heredia y Yersocana, ni 
que su época debia contarse desde el año de 1566> á no ser 
que fuera un loco. A este compás la ciudad de Soria en 
Castilla será la verdadera Numancia incendiada y arrasada, 
ó la puente de Garay donde estaba situada en la opinión del 
P. Mariana. También la ciudad de San Felipe en Valencia 
será todavía la antigua Hativá ó será Sajunto incendiada y ar- 
rasada. Estos dos últimos ejemplos aun podian alegar la ra- 
zón de haberse replegado á aquellos lagares inmediatamente 
por la misma gente de la comarca. No vendrá muy ageno 
del propósito aunque de distinta acción, U> que dice Voltaire 
del gran Diccionario Histórico de Luis Moreri, que su obra 
reformada y considerablemente aumentada lleva todavía su 
nombre> pero que ya no es suya y que es una nueva villa le- 
vantada sobre el antiguo plan (a). Si este derecho se le 
quiere negar á quien conserva los primeros fundamentos. 
¿Que se le concediera á Mendoza (|ue no tiene la menor parte 
en la fundación material y civil déla actual ciudad de Bue- 
nos Aires? 

Es preciso pues, que las autoridades públicas se empe^ 
ñen en corregir cuanto antes tamaños errores en sus cómpu- 
tos y monumentos, cuyo igual descuido ha ocasionado mu-' 
chos perjuicios á la pureza de la historia por no haberlo 
practicado á tiempo, fomando con frialdad lo que tanto im- 



— 261 — 

pofta. Ua vano entusiasmo ha preocupado siempre por la 
antigüedad arbitraria de los pueblos con ignominia de sus 
comparados atrazbs, y debe creerse que fué firme que la ma- 
yor gloria de la Argentina son los prodijiosos adelantamien- 
tos de su capital que aspira á un insigne grado en tan juve- 
nil edad, ó en su modernísima vestidura de Metrópoli civil. 
Aun las preocupaciones mas encanecidas se llegan á disipar 
no solo cuando es la realidad, como en este caso, sino tam- 
bién cuando la probabilidad inversa toma un robusto crédi- 
to. 

¡Qué inmemorial ha sido el engaño de que las provin- 
cias de Viscaya, Álava y Guipuscoa, se comprendían en la an- 
tigua Cantabria, hasta que los eruditos Flores, Risesy Coro- 
nel han demostrado sus verdaderos límites dentro del terri- 
torio de las montañas Alta y Baja de Burgos y Costas que 
abrazan San Vicente de la Barqueta, Santander, Larredo y 
Castrourdiales! La historia, dice un sabio, está mucho mas 
oscura por la confusión qu^ han introducido las opiniones 
varias dictadas por pasiones y fines particulares. 

Si se tratara por ejemplo de averiguar si Alicante fué 
la antigua Zucentunij ó Elche la célebre Ilici, admtirian al- 
guna especiosidad de oposiciones y las disputas; pero cuando 
todo consta con evidencia inalterable á favor de Garay en la 
fundación de Buenos Aires sin que Mendoza tenga derecho 
alguno á su actual población, ni su época del año de 1535 
pueda dejar de ser imajinaria y ' ridiculamente adoptada, se 
reputará siempre por un capricho ilusorio l^ permanencia 
de estos datos. Así lo aseguran la autoridad extrínseca é 
intrínseca y la realidad de los hechos que califican las actas 
capitulares ti anscriptas en la nota 5.*^, muy acordes con 
los monumentos que conserva la casa del referido don Joseph 



— £62 — 

Justo de Garay» tan originales y verídicos que ya quisiercr el 
archivo de Buenos Aires tener otros equivalentes. La re- 
miniscencia que podia atinarse de sus particularidades es, 
que abultan unas trescientas pajinas poco mas ó menos: ae- 
tuados bajo de las firmas originales de todos los principales 
conquistadores de aquel tiempo; anotada la remisión de tres 
testimonios al Real y Supremo Consejo de las Indias; cons- 
tan los grandes seri^icios de don Juan de Garay en la Argen- 
tina por mas de treinta aa(vs en calidad de capitán de caba- 
llos en, que vino de España y últimamente en la de capitaa 
general y gobernación del territorio del Rio de la Plab, com- 
binando que sin duda esto ocasionó el error de haberla 
ereido adelaiihdo por el dicho dilatado tiempo: aparecen 
justificados todos sus hechos en las fundaciones de Santa Fé 
y Buenos Aires con la espresion que se tiene muy presente 
de haber exaltado el real estandarte el dia de la Santísima 
Trinidad: su viaje al dislrito de la Real Audiencia de Char- 
cas donde llegó á la sazón de un levantamiento general de 
aquellos naturales y fué nombrado general en gefe de esta 
guerra intestina que admiró sus promesas hasta la pacifica- 
ción, y que luego que se regresó para su gobierno se volvie- 
ron á revelar diciendo en vocería: «ya se fué aquel capitán 
guapo, ahora lo veréis cbn nosotios», cuyas, palabras se ad- 
vierten sub- rayadas en los mismos actuados. ,Que el señor 
virey de Lima lo llamaba repetidamente porque leseaba co- 
nocer á un hombre de tanto crédito que le habia resistido 
muchos inconvenientes: que casó á una hija con el copien- 
dador Cabrera, fundador de Córdoba ó con hijo de este;> 
que la otra casó con el oidor Vera ó con su hijo: que de este 
matrimonio y de otros varios continuaron iguales enlaces 
ñece rectameate la ilustre familia de la euaa. señora vi* 



— 263 — 

reyna doña Rafaela de Vera, cayo difunto padre hizo llevar 
con gran cuidado estos papeles á Santa Fé pidiéndoselos con 
gran instancia á su primo el sargento mayor de la plaza don 
Francisco Javier de Garay para las pruebas del hábito de San- 
tiago y en el Salado ó rio Careara fiá se mojaron por un estre- 
mo que aparece carcomido un poco: consta finalmente todos 
los cuantiosos gastos que hizo á su costa en tantas grandes 
empresas» y el empeño que lo inflamó siempre por formar 
una cpnsiderable ciudad en Buenos Aires; clamando los con* 
quistadores á Santa Mária por los premios que merecía de 
justicia tan celebrado campeón y su familia. Corría tam- 
bién agregado un memorial ajustado é impreso sobre los mé- 
. ritos y servicios del general de Garay y del comendador Ca- 
brera, fundadores y ascendientes paternos del citado don Jo- 
seph Justo de Garay . 

Ya pues habia comprendido el señor don Juan de Alsina 
que el espíritu del memorial no fué otro que el de establecer 
estas verdades y desterrar preocupaciones. Su buena razón 
no debió acalorarse con imprudencia tocando á un desafio 
con armas muy desiguales, pues el almanaque de este año de 
4802 donde estampó su nota corre por las manos de todo el 
vulgo ignorante y de todos tos pueblos que de?a¡ran al que 
no escuchan, y el leUgrafo no es una. lista de santos que to- 
dos lo lea o y cuesta algún dinero mas. Si en este periódico 
hubiera hablado,, alli se le habría contestado y desengbñado 
que no debia creer como tradición apostólica, ni hablar de 
las fábulas de las batuecas como los idiotas pues es tierra 
bien conocida en el centro de España, en el obispado de Co- 
ria. Ya que por decreto del gobierno, según se dice, se le 
mandó suprimir su especie de juicio astrológico sobre el 
tóo, tal vez por aquello de la «Bula de Sixto Y— Etiam si id 



— 264 — 

senoncerte afirmare asseruut aut prostestentur», la tomó 
con el buen Enio Tullio Grope: y mejor estaría que se apli- 
case á imprimir un almanaque y guia del vireynato del Rio 
de la Plata á imitación del señor Moreno en Lima. Si se 
fueran á analizar lod errores del Diccionario Geográfico his- 
tórico de las Indias Occidentales, en solo el articulo Buenos 
Aires no acabaríamos en muchas líneas. No es de admirar 
que el señor Alcedo publicase tantos absurdos en una obra 
que necesita muchísimos años, infinitos preparativos y va- 
rios literatos asociados y corresponsales, debiéndosele á lo 
menos este ensayo. El gran Diccionario Histórico de Mo- 
reli aun no ha podido hallarse purificado de tantos defectos 
en la paTte geográfica, blazon y genealojía; no obstante que 
en Inglaterra, Hplanda, Alemania, Francia y España han 
trabajado para enriquecerlo y corregirlo los señores Coller, 
Bernard, Budeo, Voltaire, Dupin, Cointe> Coujet y Mirabel. 
Véanse los prólogos de Mr. Yosquien y del señor Serna en el 
Diccionario del doctor Laurencio Echard, y se advertirá lo 
que necesitan las obras de esta naturaleza. Después que 
abundan los errores se piensa al fin en los viajes y observa- 
ciones por sujetos hábiles en todos los ramos científicos, 
precediendo entre ellos un genio político para ilustrar con 
sus relaciones al gobierno, que es lo mismo que se ha decla- 
mado en el tomo 2. ® páj. 64 y 307 por lo que se ha de ha- 
cer tarde que se verifique cuanto antes, supuesto TfjSé ya las 
naciones cultas han averiguado que solo este medio es el 
menos falible. La geografia teórica y científica fundada en 
la Astronomía, perspectiva é historia natural, y la parte des- 
criptiva y política exijen muchos años y grandes conoci- 
mientos. ¿Quién no diría que el recinto de España podía 
suministrarse á palmos? Pues todavía no se han vencida 



— 2C5 — 

I 

todas las dificultades ni con las varias postreras comisiones 
y viaj^9 díspaestos por el Ministerio de Marinu para levantar 
las cartas esféricas de las costas de la Peniasula: y liace 
muchos años qse la Acadeniia de la Historia está trabajando 
en el Dieeionarlo Geográfico de España. Ello es evidente 
qfue aun para los dos tomos pablLcados en el año de 1789, 
de mera división y nomenclatura de provincias, partidos 
y pueblos, son increíbles los cuidados que invirtió el exmo. 
señor conde de Floridablanca como se espresa en el prólogo. 
Nada es bastante de cuanto se diga para persuadirlos 
viajesy observaciones, ya que la prensa nos facilita ocasión 
y publicidad, como incidente del asunto de este papel. Pero 
concluyendo aqui con el principal intento, parece ya indis- 
pensable que, se reconozca - por único glorioso fundador de 
la capital. Muy Noble y Muy Leal Ciudad de la Santísima Tri- 
nidad, Puerto de Santa Maria de Buenos Ayres, ai valeroso 
don Juan de Garay adoptando desde el año venidero la építca 
fija del año de 1S80; y en caso de alguna oposición imper- 
tinente, seria muy conveniente que á solicitud del señor 
Síndico Procurador General, se destinase por el Superior 
Gobierno una junta particular de sujetos acreditados quo 
con examen de los papeles publicados, de los historíadoros 
primitivos, y de los archivos de Buenos Ayres y del Piíra- 
guay, resolviesen ta cuestión quedamlo pronto á adelantar 
mucho mas á beneficio de la muy llana y jiistj causa que 

prftiejeei qtie corona el epígrafe. 

De resultas de lá precipitada contestación, que ejorutó 

aeeraa del Ctámen critico de la época de U fundación de 

.^a Metrópoli, y no pudiendoen el corlo espacio de tiempo 

que permiten los dias que intermedian desde la llegada del 

Correo al de su salida, escribir y correjir á úi\ tiempo 

18 



— 2()6 — 

cuanto acerca de este punto manifeslé en el indicado rasgo 
he tenido por conveniente, después de varias reflexiones, 
adicionar, y aumentar lo que adelante espresaré, con el 
fin de llevarlo á su mayor esclarecimiento tari preciso y 
necesario en píspeles delicados, mayormente cuando tien*?o 
la desgracia de formarse en tan larga distancia, perjudican* 
dolos infinito por esta causa la precipitación. 

Eii estos términos advierto, que en el párrafo que á fol. 
54, linea G empieza; Los Caldeos, los Egipcios, los • • donde 
dice: de elocuencia y facundia, se dirá de elocíienciá y 
poesía. 

llií el párrafo que empieza — Vuelve pues el discurso • • • • 
Se borrará al fin con pingües dotaciones. 

En el siguiente párrafo que]em pieza — Convengamos ya en 
que** • -Se dirá Debemos convenir ya en que. 

:ín el párrafo i|ue empieza — Son presupuestos encontró^ 

vertibles donde dice«« ''Con referencia á la despreciable 

obra del P. Pastor que se lo fijuró a su antojo^ se dirá con 
referencia al P. Pastor, ó á otro cualquiera que poética - 
mente se lo figiiró á su antojo •• • • En el mismo párrafo mas 
abajo donde dice de formalizar una Ciudad; asi como es'os 
mismos llaman Ciudad de Lempare. Se dirá de formalizar 
después tma ciudad^ sin que esto pruebe de modo aljuno el 
efectivo ritualizaio establecimiento de ella, porque también 
s'fjue todo el contesto de estas historias y hablando de Buenos 
Aires, como de un lugar ó puerto elejido para acampar ^ donde 
el señor Mendoza apenas permaneció un mes con fastidio y 
mucua desazón, según el otro irrefragable argumento contra 
li supuesta solemne fnndacion^ y los imajinados aparatos 
piiblícos de su Cuerpo Civil. AJ es también que estos mismos 
hisloriadores líami n Ciudad de Lemparé. En el mismo par- 



— 267 — 

rafo mas abajo donde dice — hablando de este primer encargo 
y requirimiento cometido con -500 soldados • • • •So dirá trata- 
ban de este primer encargo y requirimiento cometido al dicho 
Juan Buban, Presbítero Juez provisional, y seguidamente 
con 300 soldados • • • • En el mismo párrafo mas ahajo donde 
dice — que en ningwia historia de aquel tiempo, sv dirá que 
Schimidel á quien han robado y desfigurado los posteriores no 
haga etc. 

En el párrafo que empieza — Estaba para exagerar • • • • 
donde dice — en una memoria M, S. de mucho nervio á favor 
de don Juan deGaray, se dirá en una memoria iL S. de 
mucho nervio que ojalá tuviéramos ahora a la vista en favor 
de don Juan de Garay. 

En el siguiente párrafo que emplem— (convengamos pues 
en que ni hubo • • • • donde dice en Buenos Aires el domingo 29 
de Mayo de la Santísima Trinidad, y que en memoria de esto 
se dirá en Buéios Aires el 29 de Mayo de la Santisima Trini- 
dad, colocando desde el monumento el Pendón en medio del 
Real • • , qv>e después en memoria. 

Entre este mismo párrafo y el que sigue se con fiesa desde 
luego el indeliberado enorme error, se pondrá el siguiente. 

Como callan los historiadores primitivos la imaginada 
solemne fundación de Mendoza, y sea figurado Ayuntamien- 
to; asi por el contrario no hay uno del tiempo de Garay, 
que no refiera estos hechos de constitución formal de una 
ciudad; y todos los juicios críticos saben cuan proderoso y 
excluyante es en la historia el coetáneo silencio, aun'jue des- 
pués lo quieran afirmar, un millón de plumas aficionadas á 
añadir algo de nuevo, y tan poco exactas, que se atreven á 
exornar positivamente los mas delicados hechos con los que 
presumen que convenia, ó podia haber sucedido según su 



— 268 — 

imnginacíon pintoresca, y no lo que en realidad aconteció. 
Lo que Icemos es que Scbinoidel, al único qne conoció póf 
juez que lo llama unas veces Buban; y otros que son losmtfs 
fíaban, en el capitulo 27 lo denomina Juan Baban Présbite^ 
ro, y Escribano Juan Hernández^ que es lo mismo que decir 
qne hacia estos cargos por mera comisión dada á on Eclesiás- 
tico; pues asi como nombra estos, con infinito mayor motivo 
hubiera nombrado ¿ las Justicias -Reales, Alcaldes Ordinarios 
y Regidores que se suponen, y en tal caso tampoco lo babria 
sido un presbítero. Yéase pues que tal Ciudad formalizadff 
donde un Clérigo era un juez fov nuevo {encargo de telar 
el buen órden< Ijo cierto es que el arcediano Barco jamás 
llama ciudad á Buenos Aires en las varias veces qo<) nombira 
su puerto, basta que llega á la fundación de Caray, qoe en- 
tonces es Is primera vez que la intitula Ciudad d$ la Trini- 
dad: y entonces si que se nombraron y se elijieron solefÉne- 
mente Alcaldes Ordinarios, y se constituyó un Cabildo formal 
c('mo indica la Argentina, cauto 21. 

La gente son un pueblo que ba poblado 
Está contenta, alegre y placentera; 
Fl íuei te tienen todo torreado. 
Muy cerca de la Plaza y la Ribera « (a) 
Alegre está este sitio, acomodado. 
De vista y parecer en gran manera; 
Las cosas se dan todas de Castilla, 
Que el templo se semeja al de Sevilla. 
Estando la Ciudad asi poblada» 
La Trinidad por nombre le pusieron,. 
Y la gente en Cabildo congregada^ 
Alcaldes Ordinarios elijieron. 

4 

(a) Donde está boy^ 



r- 269 — 

Eq el párrafo que empieza Ta pues habrá camprmdido 
el señor don Jímn de iilctna» donde dice— donde estampó su va^ 
to corre por las manos de todo el tulgo ignorante y de todos los 
Pueblos que desairan al que nos escuchan, y el Telégrafo no 
es una lista de Santos que todos lo lean^ y cuesta algún di- 
nero mas • • • • se dirá d donde estampó su muy despreciable 
nota^ corre por las manos de todo el vulgo ignorante, y por 
todos tos pueblos que desairan al que no escucha vindicadOp 
y el Telégrafo no es una lista de Santos esparcida con tanta 
facilidad. En el mi^joio párrafo mas abajo después del que 
cierra con la palabra Lima. Se añadirá; Por desgracia ó 
por fot tuna no conocemos al señor Alsina para descubrir si es 
hombre que piensa con iodo el genio que manifiesta en su ridi- 
cula nota^ y ver en que manos está puesto el Magisterio de la 
Nduticay y Matemáticas j pues en estos tiempos ilustrados es ne- 
gocio muy arduo para un hombre solo tamaña confianza, 

Eú el último párrafo donde empieza— iVoda es bastante: 
donde dice: parece ya indispensable que se reconozca por único 
glorioso fundador de la capital M. N. y M. L. Ciudad de la 
Santísima Trinidad* puerto de Santa María de Buenos Aires, 
al valeroso don Juan de Garay, adaptando desde el ano 
venidero la época fija del año de 1580; y en caso de alguna 
oposición se destinase por el superior Gobierno etc. Se dirá 
con letra bastardilla: parece ya indispensable reconocer y 
confesar con obligación de justicia y gratitud, por único glo* 
rioso fundador de la M. N. y M. L. Ciudad Capital de la 
Santísima Trinidad,) Puerto de Santa María de Buenos Aires 
y su ilustre ayuntamiento el valerose don Juan de Caray, 
adaptando desde al año'subsecuente la fija época de fundación 
del año de 1580, y dejando á la memoria de don Pedro de 
Mendoza la nueva satisfacción de haber elejido este puerto 



— 270 — 

de recalada en la conocida costa del Rio de la Plata, con 
facilidad de su anticipado descubrimiento bien trillado por 
Juan Diaz de SolísJ y Sebastian Cabot, cuyo abandono se 
verificó en breve, sin que tampoco llenase un mes la vio- 
lentísima existencia de este jefe; y en caso de alguna obs- 
tinada contradicción será muy conveniente que á solicitud 
del señor Sindico Procurador general, se destinase en ob- 
sequio de la verdad de la historia, y del mas bizarro timbre 
de esta Capital por el superior Gobierno etc. 

El Telégrafo, tomo IV. 



^ 



J 



liidiee General. 



n 



PájíDas 

Introducción 

Memoria sobre el orgíen de los indios Qoerandies y et- 
nografía de la comarca occidental del Plata al 
tiempo de la conquista, por don Manuel Ricardo 
Trelles 1 

Informe al rey, del obispo Moscoso sobre su obispado 
de Córdoba del Tucumau, redactado por el doctor 
don Gregorio Funes •• Í9 

4 

Descripción de la ciudad de Mendoza, por don Ensebio 

Vídela... 68 

Relación histórica de la provincia de San Felipe de Ler« 
ma en el valle deSalta^ con un apéndice de docu- 
mentos relativos á la fundación déla ciudad--** 75 

Origen y fundación de la ciudad de la Concepción del 
Uruguay-^Documentos importantes para su histo- 
ria, por el doctor don V. Martinez Moussy 94 

Noticias para servir á la historia de la provincia de 
Santa -Fé— Documentos históricos -por don Urba- 
no de IriondO'--^» •••• •••• • 110 

Relación histórica del pueblo y jurisdicción del Rosario, 



272 — 



t 



provincia de Santa Fé, por don Pedro Tuella • • • • 1 22 

Descripción histórica y geográfica de la ciudad de San 
Juan de Vera de las Siete Corrientes, por el maes- 
tre de Campo don Bernardino López Lujan •«•••• iál 

Apéndice á la relación histórica sobre Corrientes — Re- 
parto de los indios en encomienda en 1588 hasta 
1593> según el padrón que éxistia original en el 
archivo de aquella ciudad ^ 165 

Fundación de Buenos Aires» por don Hanuel Ricardo 
Trelles 177 

Padrón del reparto de tierras hecho por el fundador de 
Buenos Aires en el valle de Santa Ana 185 

Relación histórica de la ciudad de Corrientes ~ Señala- 
miento de limites y jurisdicción, por Círes 195 

Ex&itten critico sobre la fundación de Buenos Aires • • • • 215 



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