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Full text of "Mi diario"

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Digitized  by  the  Internet  Archive 

in  2010  with  funding  from 

University  of  Toronto 


http://www.archive.org/details/midiariogambOOgamb 


MI  DIARIO 


POR   EL   MISMO  AUTOR: 


Del  Natural.  Esbozos  Contempor&neoB,  K.  G^mez 
«le  la  ruonte,  editor,  3a.  edición,  México,  1915, 
( •>,non )    1   volumen 

Apariencias,  J.  Peusor,  editor,  fíucnoa  Aires,  1892, 

(-.••••O)     EROUd» 

Impresiones  y  Recuerdos,  A.  Mocn,  editor,  Buenos 

.\iris,  1SÍ)3,  (2,000) agotada 

Suprema  Ley,  Vda.  de  Ch.  Bourot,  editor,  París- 

M.'xico.     1S9R.     (Ti.OOO) n»rotada 

Metamorfosis,  (iiiatt-mnln,  1899,  (4,000) acotada 

Santa,  K.  (ióine/.  do  la  Puente,  editor,  5a.  edición, 

M^xi.o,  IIMJ».  (30,000) 1   volumen 

Reconquista,  K.  (iómez  do  lu  Puente,  editor,  Ma- 

dri.l  Móxico.  1}»0S.  (2,000) 1    volumen 

Mi  Diario:  Intimidados,  literatos  y  literatura, 
"La  Gaceta  de  Guadalajara,"  editor,  1er.  to- 
mo de  la  la.  serio,  190M,  (4,000) 1  volumen 

Mi  Diarlo,  K.  Gúmoz  de  la  Puente,  editor,  México, 

l'.'iO,  2(1.  tomo  do  la  la.  serio,  (2,000) 1    volumen 

La  Llaga,  K.  Gónu*/  do  la  Puente,  editor,  Mndrid- 

M.'xiro,  ISM.I,  (4.000) 1   volumen 

La  Novela  Mexicana,  Conferencia,  R.  Gomos  de 

la   Puente,  editor,   1914,    (1,000)....... 1  folleto 

TEATRO: 

La  Señorita  Inocencia,  arrollo  tl<-l  vaude\  illeope- 

n  f.i  ' '  M:»iii/ 'llr  Nitouiho,"  México,  1888....   af^otada 

La  Moral  Eléctrica,  arrollo  del   vaudeville  "Lo 

Fiarr.-    117."  (iuatomala,   1KS9 n){otadn 

La  Ultima  Campaña,  comedia  original  en  tren  ac- 
tos y  <n  prosa,  México,  1894,  2u.  edición,  Gun- 
tomála.  ll'iHi agotada 

Divertirse,  monólogo  en  prosa,  original,  México, 

I  s'.H agotada 

La  VengaBsa  de  la  Gleba,  drama  original  en  tres 
:t<  tox  y  m  prona,  WAshington,  I).  C.  (G.  U. 
.!.•  A. »  lili'  \ agotada 

A  Buena  Cuenta,  drama  original  en  tres  actos  y  en 

prona.   Han    Sal\»d<ir,   «".    A.,    1907 1    vcdumen 

PRÓXIMO  A  PUBLICARSE: 

MI   Di&rlo,    lor.    tomn    «le    In   noguiida    mrir  I    volumen 

EN  PREPARACIÓN: 
La  Confesión  de  un  Palacio.  Kii!ta.\<i  noltro  Histo- 
ria Nacional 3  vojúma. 

Todas  esta»  obras  se  hallan  do  venta  en  las  principales  li- 
hroría»:  para  podido»  ni  por  mayor,  dirigirse  n  la  casa  edito- 
rial de  Ensebio  Gomas  de  la  Puente.  Apartado  PoHtal  C>9  bis. 
•D  1a  ciudad  de  México,  o  a  las  de  *"•>  •  orr.  m>.  ixulra  /  Agen 
tes  en  U  Rrpábliea  y  en  el  Kxt«ri<  ■ 


FEDERICO  GAMBOA 

C.  DE  i^  Bbal  Acaokmia  BspaSoi^ 


MI  DIARIO 


PRIMERA  SERIE— III 


" ......no  te  enojes  si  algunos  tuvie- 

*'ren  tnala  opinión  de  tí,  y  dijeren  lo 
"que  no  quisieras  oír. —  Tú  debes 
sentir  de  ti  peores  cosas,  y  tenerte  por 

el  más  flaco  de  todos " 

Tomás  de  Kempis 


MÉXICO 

EUSEBIO   GÓMEZ  DE  LA   PUEÍSITE,    EDITOR 

/•:;-:.<;..-:>- ;    í  .      ±kJ^\^  _  ,     ?,-     ;."o."}b    CCrs    f.*):,-: 


Quedan    asegurados  los  derechos   de 
propiedad,  conforme  a  la  ley. 


NOTA   l»iri.  Al'TOH:    Kl   j.r. 
hmtm    rinoo    •&«• ;    mi    «xpalrUr 


a  r  •«  I  il  o 


MÉXICO 

1901 


1.°  DE  ENERO. — Eu  el  preciso  instante  en  que  cohe- 
tes, dianas,  repiques  de  templos  y  silbatos  de  máqui- 
nas atruenan  los  aires  saludando  a  este  primer  año 
del  siglo  XX ;  cuando  vibra  todavía  la  campanada  úl- 
tima de  las  12  de  la  noche  que  ha  muerto,  mi  mujer 
y  mi  hermana  hanse  prosternado  a  rezar  las  viejas 
plegarias  de  las  casas  católicas,  que  desde  niño  uno, 
viene  escuchando  en  las  fechas  memorables  y  sa- 
cras ....  Las  beso  a  las  dos,  y  me  llego  a  la  cama  de 
mi  hijo,  que,  sin  dársele  un  ardite  dentro  de  sus  die- 
cisiete meses  de  vida  el  que  los  siglos  vayan  y  vengan, 
duerme  apacible  y  filosóficamente.  Cuidando  de  no 
despertarlo,  besólo  también,  y  lo  bendigo,  convencido 
de  que  las  bendiciones  o  maldiciones  de  los  padres,  al- 
canzan a  los  hijos ! . .  . 

¡  Cuánto  bien  le  deseo ;  cómo  anhelaría  acumular 
sobre  su  rubia  cabecita,  dicha,  dicha,  siempre  dicha, 
la  que  a  muy  duras  penas  disfrutan  los  afortunados 
de  veras! 

¡Dios  sólo  sabe  lo  que  será  de  este  pedazo  de  mi 
alma ! 

Yo  apetezco  que,  así  sufra  mucho,  sea  ante  todo  ca- 


5  — 


F.  GAMBOA 

ballero,  caballero  a  toda  costa,  auu  a  costa  de  la  muer- 
te. Pero  no  caballero  del  cuño  corriente,  nó;  caba- 
llero a  la  antigua,  a  la  aiitiquísiina,  de  los  que  ya  na- 
da más  van  íjuedando  borrosos  y  vagos  en  el  recuer- 
do de  los  descendientes  de  las  familias  linajudas,  y 
en  los  cuadros  vetustos  de  los  museos  y  catedrales. 
Que  su  propia  coneieneia  ¡lo  unieo  in.sohornable!  sea 
su  juez  y  su  puía ;  y  que  el  día  que  se  considere  irre- 
vocablemente honorable  y  honrado,  cuando  crezca  y 
llegue  a  hombre,  si  yo  estoy  muerto,  piense  en  mí,  y 
mis  flaquezas,  a  él  en  fortalezas  se  le  tornen,  y  escar- 
miente en  mis  penalidades,  y  no  incurra  en  mis  de- 
fpctas  e  imi)erfee(iones;  y  en  compensación  de  lo 
»iue  yo  he  sufrido  y  luchado,  él  luche  y  sufra  lo  me- 
nos posil)le.  Si  rsloy  vivo  para  mtonces.  (jue  me  pa- 
gue rstos  Im'sos  <|ue  a  modo  de  aguinaldo  y  de  présta- 
mo deposito  en  sii  frente  inmaci^lada  de  ángel  que  ig- 
nora el  pecado,  las  pasiones  y  los  vicios,  con  réditos 
de  réditos,  como  druíior  de  una  inmen.sa  deuda  usu- 
raria y  sin  saldo. .  . 

Luego,  me  acuesto;  y  a  obscuras  me  río  de  lo  que 
anhelaba  des<le  muchacho  alcanzar  e.sta  vigésima  cen- 
turia. ¡Ya  sucedió!  ¡y  qué?...  pues,  nada;  lo  mis- 
mo que  euídquiera  otra  noche  de  cualquier  mes  y  de 
enabjuier  año.  ¡La  transición  ha  sido  meramente  sub- 
jetiva! 

4  OK  KNKBo. —  Kn  el  viejo  castillo  de  Chapultepec, 
invitado  a  un  almuerzo  con  que  el  Presidente  de  la 
R<'pública  ob8c<|uia  al  Cuerpo  diplomático  ettranjero. 

¡  Día  intcrcHante ! 

\a  cofia  comienza  desde  abajo,  desde  la  gruta  bia- 

—  6- 


MI  DIARIO 

tóriea  en  que,  es  fama,  una  loba  dentro  de  eila  es- 
condida, devoró  a  dos  pequeños  hijos  de  un  jardine- 
ro que  moraba  en  el  alcázar,  quienes  en  ahorro  de 
distancia  y  tiempo,  por  la  gruta  se  aventuraron ;  to- 
da una  leyenda  de  hace  muchos  años,  cuando  Santa 
Anna  o  cuando  Maximiliano :  la  madre,  muerta  tam- 
bién entre  las  ensangrentadas  fauces  de  la  fiera,  por 
haberse  lanzado  al  rescate  de  los  chicos  que  tanto  tar- 
daban ;  el  padre,  luego,  en  singular  combate  con 
el  animal,  en  plenas  tinieblas,  armado  de  un  mal  cu- 
chillo . , .  Hoy,  vense  lacayos,  vidrieras  grabadas  y 
giratorias,  "mar(iuesa"  de  cristales  apagados;  en  el 
corredor  subterráneo,  pasillo  muelle,  de  yuto,  ilumi- 
nación eléctrica,  estufas  encendidas,  tintineo  de  cam- 
panillas, y,  a  los  fondos,  ascensor  de  lujo  en  cuyos 
interiores  harmouízanse  el  apagado  tono  de  un  pélu- 
che  rojo,  la  opacidad  metálica  de  les  rejas  caladas,  y 
la  broncínea  color  del  criado  de  uniforme,  reverente 
y  mudo,  que  maneja  la  infantil  maquinaria  del  apa- 
rato. De  improviso,  inundación  de  luz  cenital,  y  el 
ascensor  detiénese  muy  blandamente  en  una  terraza 
esmaltada  de  flores,  con  fuente  a  su  mitad,  y  hasta 
media  docena  de  servidores  enfracados  que  nos  des- 
pojan de  abrigos  y  sombreros. 

No  conocía  yo  la  residencia,  antójaseme  sencilla- 
mente imperial ;  me  explico  las  preferencias  de  que 
la  han  hecho  objeto  todos  nuestros  gobernantes,  de 
los  aztecas  acá.  ¡  Qué  lontananzas !  Todo  el  valle,  to- 
do nuestro  valle  soberano  y  profundamente  melancó- 
lico a  pesar  de  su  sol:  allá,  los  volcanes;  allá,  la  me- 
trópoli erizada  de  torres  que  se  esfuman ;  allá,  en  emi- 
nencia verdegueante,  Dolores,  la  necrópoli,  la  rival 


/'.  (ÍAMBOÁ 

i\v  la  urho  viva,  a  la  que  ya  se  habría  trapeado  si  no 
fuera  por  las  reservas  que  de  otras  partes  la  llegan  ; 
af|uí  y  allí,  los  árboles  que  lardean  las  calzadas  o  se 
agrui)au.  lejos,  en  los  puebleeillos  suburbanos,  pare 
cen  j)roeesiones  místicas  d»*  quinu''rie.oR  i^erepriiios 
que  caminaran  lenta  y  majestuosanunte,  vestidos  il.' 
hojas  y  ramas,  en  busca  del  agua  que  suspira  en  los 
canales  indios  y  en  los  lagos  distantes  y  azides,  que 
alguna  vez  han  de  apagar  la  sed  de  la  popidosjí  ciu 
dad  colonial,  la  de  los  recuerdos  de  oro.  .  . 

Hemos  sido  de  los  prinuTos.  I^a  esj>08a  del  Presi- 
dente. ('arnu>lita, — y  conste  (pie  si  la  nu'iiciono  con 
llaneza  tanuiña,  débese-  a  que  nadie  la  denomina  de 
otro  modo,  es  un  diminutivo  afectuoso  con  (pie  el  pú 
blico  j)rcMna  sus  bondades  y  virtudes, — L'armelitA  nos 
recibe  y  .s;iluda  con  su  moilcsta  distinción  y  su  sin 
par  dulzura.  En  su  voz  suave  y  melódica  d«'  copa  de 
baccarn  vacía,  el  nombre  de  mi  mujer  y  <•!  apellido 
mío  me  suenan  gratamente. 

El  Oeueral,  Herio  siempre,  siempre  en  su  papel ; 
sin  sonrisas,  sin  inclinaciones  de  su  cuerpo  alto  y 
fuerte;  su  rostro,  ipie  nunca  lo  traiciona,  en  el  «pie 
nadie  puede  descubrir  cuándo  está  contento  y  cuan 
do  di.sgu.stado.  per|>ettmmente  enigiiuitico.  (liarla 
breves  inst4iiites  con  Liiiiantour  y  conmigo,  de  nada, 
futesas  que  deletrea  «lespacio,  s«Miiivuelto  al  panora 
ma  dclicio.so. 

Y  yo  me  bago  una  wrie  de  preguntas,  lo  tpie  me  he 
preguntado  desde  la  vez  |M'imera  que  le  hablé : 

— 4 Cómo  se  las  coini)ondrá  para  engendrar  aiei- 
ton,  n-futos.  no  las  adidacioiH's  y  los  ri'spctos  o  mié 
dos  egoístas  y  facticios  con  «pie  lo  tratan  y  w  le  acor- 

—  8  — 


MI  DIARIO 

can  los  que  se  proclaman  sus  amigos,  sus  partidarios, 
— léase,  las  tres  cuartas  partes  de  los  pobladores  de 
la  República?.  . . — ¿Cómo  se  las  compondrá?. .  . 

— ¿Habrá  alguien,  o  algo,  que  lo  haga  vibrar? 
¿  Tendrá  expansiones,  intimidades  ? .  . . 

Paj-a  formar  mi  juicio,  no  me  basta  con  la  emotivi- 
dad de  que  en  ocasiones  da  muestras,  sobre  todo  si 
Iiabla  en  público ;  ello  tiene  que  reconocer  una  neuro- 
sis pasajera  y  resultante  del  surménage  en  que  de 
continuo  vive  a  causa  de  lo  mucho  que  trabaja.  Yo 
querría  saber  de  sus  amores,  de  sus  debilidades,  de 
sus  pequeneces.  ¿En  lo  íntimo,  en  lo  muy  íntimo, 
será  diverso  ? .  .  .  ¿  cómo  amará  a  sus  hijos,  cómo  los 
habrá  amado  cuando  fueron  pequeños  ? .  .  .  ¿  Cómo 
amaría  a  su  primera  esposa,  y  hoy  a  Carmelita,  que 
es  mucho  más  joven  que  él,  más  afinada,  tan  cauti- 
vante y  dulce  ? . . . 

Las  "Memorias"  que  del  General  corren  publica- 
das, no  bastan,  ni  dan  la  fisonomía  interior  de  este 
hombre  a  quien  Emerson  habría  considerado,  por  sus 
múltiples  merecimientos  a  favor  y  en  contra,  entre 
los  "  representantivos. '  ■  Porfirio  Díaz  es  una  gran 
afirmación  y  todo  un  carácter.  Su.  misma  idea  fija  de 
llegar  al  solio  presidencial, — que  fué  el  norte,  la 
orientación  de  su  vida  entera, — su  propósito,  (clara- 
mente exteriorizado  por  cierto,)  de  no  abandonar  el 
poder,  están  revelando  una  voluntad  poco  común  en- 
tre los  originarios  de  nuestra  América, — enferma  des- 
de su  independencia,  y  aun  desde  antes,  de  anarquía 
medular  y  abulia  superaguda.  El  General  Díaz  ofre- 
ce características  y  rasgos  que  a  perpetuidad  lo  colo- 
can por  encima  de  casi    todos  nuestros    gobernantes 


F.  GAMBOA 

sus  antecesores,  y  quizáis  de  muchos  que  veupan  tras 
él;  ptios  no  í's  fn'(Mi«'nto  vtr  reunidas  en  un  solo 
hombre  tantas  y  tan  vaiias  calidades.  Todo  en  él  re- 
viste forma  -extraordinaria :  desde  sus  estudios  (sus 
hióprafos  afirman  (jue  cursó  principios  de  jurispru- 
dencia, lo  (pie  en  aquel  entonces,  y  dada  su  condición 
social,  es  de  tomar  en  cuenta),  hasta  la  austeridad  de 
su  vida;  <jue  austero  ha  sido  siempre,  aun  a  pesar  de 
sus  hijos  naturales.  Acerca  de  est»*  imj>ortantísimo 
capítulo  ¡sean  rendidas  a  Dios  infinitas  pracias!  pues 
si  llepa  a  poseer  tpmi)eramento  sensual  y  amoroso, 
con  su  voluntad,  que  es  de  roca,  y  nuestro  servilismo, 
que  ha  sido  sin  límites  ¡  vayan  ustedes  a  saber  los  es- 
tragos (pie  sus  ansias  no  habrían  causado  on  todas  las 
esferas  sociales,  y  lo  que  habríamos  disculpado,  y  aun 
aplaudido,  dt'smanes  tamaños!...  Dichosamente,  es 
un  casto,  i)arti<lario  y  practicante  «le  los  bopares  le- 
gítimos, de  las  existencias  familiares  y  prolíficas;  su 
condueta  privada  no  tiene  tacha,  es  modelo  y  ejemplo. 

Sin  duda  por  ser  lo  que  es,  una  afirmación,  ha  do- 
meñado a  México  tan  com¡)letamente:  México  hállase 
poblado  por  inmensji  mayoría  de  individuos  franca- 
mente negativos,  y,  lo  que  es  ]te(tr.  ]>(»r  individuos  va- 
eilantí's  y  plegadizos. 

Kl  (teneral  Díaz  es  el  tipo  clásico  del  "caudillo  " 
iberoamericjíuo ;  aunque  atentas  sus  características  sa- 
lientes Sí-  singulariza  y  supera  a  sus  congéneres,  ocu- 
pa lugar  espeeialísimo  en  la  larga  l«H)ría ;  también  en- 
tre loa  "caudillos"  los  hay  positivos  y  negativos. 

Son  positivos:  Quirogn  y  liosas,  en  la  Argentina. 
lU)  obstante  su  ineurable  salvajismo  cruel ;  Portales. 
en    Chile;  (.'aatilla,  en    el  Perú;  Mosíjuera    \   Rafael 

—  10-- 


MI  DIARIO 

Núñez,  en  Colombia ;  García  Moreno,  en  El  Ecuador, 
mal  grado  su  república  teológica  "del  Sagrado  Co- 
razón de  Jesús " ;  el  Doctor  Francia,  en  el  Paraguay ; 
en  el  Uruguay,  Artigas;  Páez,  en  Venezuela,  y  en 
cierto  modo,  también  Guzmán  Blanco ;  en  el  Imperio 
del  Brasil,  el  P.  Feijó;  en  Centroamériea,  Morazán.  .  . 
Los  demás,  y  cuenta  que  no  escasean,  son  negativos 
más  o  menos,  pero  negativos  al  fin. 

Ahora  bien,  la  pluralidad  y  continuidad  del  fenó- 
meno, debe  de  llamar  la  atención.  ¿Por  qué  en  las 
Américas  los  dictadores  y  déspotas  nacen  con  esa  pro- 
fusión, se  multiplican,  afirman  nacionalidades,  con- 
suman progresos  incuestionables,  y  a  su  desapareci- 
miento,— por  derrocación,  crimen  o  muerte  natural, 
— sus  herederos  salen  equivocados,  ideólogos  y  hasta 
nocivos  a  las  vegadas?.  .  . 

La  respuesta  se  impone  por  sí  sola :  porque  la  Re- 
pública,— hablo  de  la  ideal,  la  que  representa  la  su- 
prema aspiración  de  los  pensadores  y  altruistas,  la 
que  simboliza  una  suma  perfección,  la  que  tal  vez 
pueda  alcanzarse  al  cabo  de  muchos  siglos, — la  Re- 
pública nos  resultó,  cuando  no  una  aberración,  una 
•equivocación  trascendental  que  sólo  ha  producido  los 
gobiernos  desatentados  y  trágicos  que  con  aquel  nom- 
bre venimos  fabricándonos  en  el  Continente,  de  la  In- 
dependencia acá.  .  .  Ya  yo  sé,  por  supuesto  que  lo  sé, 
que  el  día  que  estas  páginas  se  asomen  por  ahí  a  ver 
la  luz,  a  mí  me  harán  ver  todas  las  estrellas  d^  la  Vía 
Láctea,  los  de  casa  y  los  vecinos,  con  las  catilinarias  y 
filípicas  que  me  disparen  en  castigo  de  mi  afirma- 
ción, por  otra  parte  incontrovertible.  Pero  así  como 
el   movimiento    se    demuestra    andando,    con    hechos 

—  11  — 


F.  GA^ÍBOA 

¡res,  non    vrrba!,  demostraré    la  iucontrovortibilidail 
(¡qué  palabraza ! ^ ,  de  mi  afirmacióu. 

i  De  dónde  prtK'edemos  unos  y  otros,  los  de  las  tres 
Américas,  es  decir,  los  ^\lU'  de  indios  y  cspañoleii  des- 
cendemos t 

l*u«s.  de  indios,  iberos  y  africanos;  y  de  africanos, 
dos  veces,  por  lo  mueho  que  los  ib»*ros  tienen  de  Áfri- 
ca, y  i)or  los  negros  imi>ortados  «K-  alh'i.  d>jnint«*  la 
( 'olonia. 

J)es<le  entonces,  eran  ios  iberos  un  pro<liicto  di-  ra- 
zas divrrsiis:  ft-nieios  y  eartaffinescs.  los  fundadores 
de  la  ?]s)>afia  marítima;  berelx-res,  los  abuelos  d«'  los 
españoles  del  Mediodía ;  almobades,  los  responsabh^s 
de  la  r«*<'oneil¡ae¡ón  entre  áraÍM-s  y  cristianos. 

Lt)«    indios,   nuestros    ancestros,  ¿de  cuántas  ra/as 
no  provenían?...    La  ojeada  más   superficial  y  pro 
faiui  a  la  Carta  Etnojfráííca  de  México,  <|ue  ncompa- 
ñii  a  la  obra    maj^istral  "(ieografia  de  las  Iy<*n(^uas*' 
de  don  Manuel  Oroyx'o  y  Berra, — \y  vaya  «pie  en  ma- 
t«TÍas   talrs   «-s   autoridad    n-spetabilísima ! — turulatos 
nos    d«-ja  «n    cuanto  a   pluralidad  de   ra/jis  al)ori(^ 
ntti. . .    £1  mismo  autor  noa  enseña  en  el  texto  del  li- 
bro citaílo   (capítulo  XII,  "Tabla    (frneral  «b*  clasifi 
cación"»,  qu<'  subsisten  hoy,  basta  once  familias  «lis- 
tintaa  y  esparcidas  |)or  laa  anchuras  de  nuefttro  terri- 
torio.   Copio  a  la  btra:    Mexií-ana;  Otbomí;  Hiuixte- 
ra-Maya-C¿»ncbé;  Mixteca-Za|>oteca  ;  Matlatzinca  ;  Ta- 
rasca; (^pata-Tarahumar-Fima;  Apache;   Seri:  Üuai- 
cura,  y  Co<*himí .  .  . 

¿Cómo,  aobrv  cimientos  bi'mejantes,  cdiíiear  una  n- 
pública f. . . 

Aparte  la  mo«icolan7.a  étnica,  arraigad ÍHimos  traía 

—  12- 


MI  DIARIO 

mos  usos  y  prácticas  de  la  sumisión, — y  aun  servilis- 
mo,— más  perfecta  y  acabada. 

Por  el  lado  indio,  que  es  el  mayor,  un  imperio  feu- 
dal con  monarca  absoluto,  y  porción  de  caciques,  go- 
bernadores de  provincias  dilatadas  cual  otros  tantos 
reinos ;  un  despotismo  rudo  y  bárbaro,  al  decir  de  va- 
rios escritores,  harto  inferior  al  de  los  Incas,  en  el 
Perú ;  un  despotismo  ebrio  de  sangre  humana,  con 
un  Huitzilopoxtli,  que  en  nada  la  cede  a  Moloch. 
¿Prácticas?. .  .  tan  monárquicas  y  suntuosas,  que  los 
Conquistadores,  habituados  al  esplendor  de  su  corte 
hispana,  no  daban  crédito  a  sus  ojos: 

— ' ' . . .  de  que  vimos  cosas  tan  admirables  no  sa- 
''bíamos  qué  nos  dezir,  o  si  era  verdad  lo  que  por  de- 
''lante  parecía.  .  .  " — exclama  Bernal  Díaz  del  Casti- 
llo en  su  "Historia  Verdadera  de  la  Nueva  España." 
Y  cuando  describe  el  recibimiento  que  hiciérales 
Moctezuma  en  la  ciudad  de  ^léxico,  la  sola  lectura 
nos  maravilla  y  suspende,  pues  antojase  ceremonia 
babilónica,  artístico  embuste  de  Marco  Polo  o  cuento 
de  hadas  y  hechicería : 

— "  . . .  desde  allí  se  adelantaron  el  Cacamaci,  Sé- 
'  ñor  de  Texcoco ;  y  el  Señor  de  Ixtapalapa ;  y  el  Se- 
'  ñor  de  Tacuba ;  y  el  Señor  de  Coyoacán  a  encon- 
'trarse  con  el  Gran  Moctezuma,  que  venía  cerca  en 
'ricas  andas,  acompañado  de  otros  grandes  señores 
'y  caciques  que  tenían  vasallos.  Ya  que  llegábamos 
'cerca  de  México,  adonde  estaban  otras  torrecillas, 
'se  apeó  el  Gran  Moctezuma  de  las  andas,  y  traían- 
'lo  de  brazo  aquellos  grandes  caciques  debajo  de  un 
'palio  muy  riquísimo,  a  maravilla,  y  la  color  de  plu- 
'mas  verdes  con  grandes  labores  de  oro,  con  mucha 


13 


F.  GAMBOA 

"argentería  y  perlas,  y  piedras  chalohivis  que  colga- 
"ban  (le  unas  como  bordaduras,  que  hubo  mucho  que 
"mirar  en  ello.  Y  el  Gran  Moctezuma  venía  muy  ri- 
"caniente  ataviado,  según  su  usanza;  y  traía  calza- 
"dos  unos  como  eotaras,  que  así  se  dice  lo  (pie  se  cal- 
"zan,  hiH  suelas  de  oro,  y  muy  preciada  pedrería  por 
"encima  en  ellas.  E  los  cuatro  señores  que  le  traían 
"de  brazo  venían  con  rica  manera  de  vestidos  a  tu 
"usanza,  (pie  parece  ser  se  los  tenían  aparejados  en 
"el  camino,  para  entrar  con  su  Señor;  (|ue  no  traían 
"lo.s  vestidos  con  los  (jue  nos  fueron  a  recibir.  K  ve- 
"nían,  sin  a(piellos  cuatro  señores,  otros  cuatro  gran- 
"des  caei(pies  que  traían  el  palio  sobre  sus  cabezas; 
"y  otros  muchos  señores,  (pie  venían  delante  del 
"Gran  Moctezuma,  barriendo  el  suelo  por  donde  ha- 
"bía  de  pisar;  y  le  ponían  manta.s,  ¡wrque  no  pisase 
"la  tierra.  Todos  estos  señores  ni  ¡wr  pensamiento 
"le  miraban  en  la  cara,  sino  los  ojos  bajos  e  con  raii- 
"cho  acato;  excepto  aquellos  cuatro  deudos  e  sobri- 
"nos  suyos,  que  lo  llevaban  de  brazo.  K  como  Cortí'ís 
"  vi(')  y  entendic).  .  .  " 

('on  esa  leche  estaban  amanuintados  los  indios;  y 
por  la  parte  (\spañola  se  la  mediaron  a  ellon  y  a  los 
(•ri(»llos,  con  las  siguientes  leccioni's  objetivas  (Je  de- 
mocracia y  liberalismo:  Corte,  Virrey  repreí*entante 
absoluto  de  un  monarca  absoluto,  infalible  y  cuíisi  di- 
vino, (pie  en  la  Colonia  asuiuia  y  n>onop(^lizaba  t(Hlos 
los  poíleres,  mu>'  por  arriba  de  tribunah»,  Xía'xvX  Au- 
diencia, tropa,  rtc,  etc.,  sostí'n  y  amparo  de  la  Iglo- 
sia.  Durante  tres  siglos,  cursamos  años  y  años  (!<• 
|K)mpaii  y  deMpotisniOH  inauditos,  de  abusos  e  irres- 
IKinsAbilidadeH:   opima   preparaeií'»n    para    la   existen- 

— lAi — 


MI  DIARIO 

cia  republicana !  Los  blancos,  de  amos  de  los  de  tues- 
te más  subido,  léase,  de  la  gran  masa.  (Este  respeto 
al  color  blanco,  ha  persistido ;  dígalo,  si  no,  la  pre- 
ponderancia que  tan  pronto  adquieren  los  extranje- 
ros en  nuestro  suelo,  así  sean  unos  maulas  y  buenos 
para  nada ...  Es  la  tradicional  profecía  que  doble- 
gó a  Moctezuma :  de  los  mares  vendrán  a  sojuzgarnos 
hombres  blancos  y  barbados!) 

Lo  peor  es  que  también  hayan  venido  y  continúen 
viniéndonos  con  idénticos  propósitos,  de  allende  el 
Bravo;  río  limítrofe  que,  para  lo  mal  que  ha  ciunpli- 
do  su  misión  de  estorbar  el  paso  de  intrusos  con  avie- 
sos fines,  mejor  debiera  de  apellidarse  el  "Manso".  .  . 

Únicamente  la  Iglesia,  a  poco  de  la  conquista,  se 
impuso  por  igual  a  caciques  indios  y  a  virreyes  go- 
dos, gracias  a  las  convincentes  razones  que  esgrimía : 
excomuniones,  azotes,  exilios,  autos  de  f e .  . .  Unos 
cuantos  santos  varones,  los  Las  Casas,  los  Gantes,  se 
preocuparon  y  defendieron  a  los  indios,  a  los  niños; 
sin  ellos,  se  declara  y  trata  a  los  conquistados  con 
menos  miramientos  que  a  las  bestias .  .  . 

O  yo  no  entiendo  palotada,  o  con  antecedentes  de 
ese  jaez  se  funda  cualquier  cosa,  excepto  una  repú- 
blica. 

¡  Pero  nosotros  sí  la  fundamos,  y  nos  fundimos  con 
la  tal  fundación! 

Ya  Bolívar,  en  su  clarividencia  de  genio,  (y  conste 
que  respetándolo  cuanto  se  merece,  lo  quiero  menos 
que  a  su  rival  San  Martín,  y  aun  téngolo  por  menos 
grande,  siéndolo  tanto ; — el  renunciamiento  de  San 
^lartín,  a  raíz  de  la  nunca  conocida  conferencia  de 
ambos    en  Guayaquil,  ni  tuvo    modelo    ni  ha    tenido 

—  15  — 


F.  GAMBOA 

par!)  ya  Bolívar,  y  otros  que  tal.  liaMaion  t-laro  on 
pI  asunto,  st'giin  lo  puntualiza  t'l  .sot-iúlogo  prruano 
F.  García  Calderón  m  su  bien  escrita  obra  "Las  De- 
mocracias Latinas  de  Anirriea".  Belprano,  quería 
una  monarquMi  ntodi  rada :  Bolívar,  a  los  principios, 
monanpiías  constitucionales  eon  príncipes  extranje- 
ros, a  KíT  |>osil)le  e.sto  último;  Iturbide.  nuestro  liber- 
tador pi-si'  a  (juicn  pese,  una  uioiuirquía  dependiente 
de  la  española,  si  después  optó  por  ser  él  el  monarca, 
no  lo  eidpemo.s.  eulpémonos  a  nosí^tros  tjue  ya  des- 
puntábamos deeiílidos  partidari»)s  de  rendir  pleito  ho- 
menaje a  un  Señor.  Oti*08  libertadores  proi>onían  tu- 
telajes,  mediadoi-es.  piotiH'tt)res  y  vigilantes.  Kl  maf?- 
no  acaecimi»'nto  de  la  indepen<leneia  continental,  asus- 
tó a  sus  propios  antori>H  (pie  no  sabían  lo  «pie  iría  a 
resultarles.  L«et«iras  ineendiarias.  mal  tliperidas  v 
inapli('al)l«'s  a  nuestra  eoiulieión  de  aquellos  días,  nos 
arrojaron  a  la  República;  y  la  ¡mbrecilla  no  nos  (|ue 
<ló  a  la  medida,  nos  vino  ^'raiide.  y  nos  echamos  a  an- 
dar a  trompicones,  aquí  me  descalaln-o.  allá  matrúllo- 
nie,  más  acá  sangro: 

— ¡La    historia    desffarra«lor}i    «le   la    nuti    llauuida 
.\mérica  latina! 

Por  el  29,  Bolívar  rectificó  ruando  escrÜM'  a  cierto 
tninistro  colond>iano,  que  ya   no  Hpet<>ce  reví^  euro- 
peos, sino  pn  sidt  luias  pitjulmis  jf  fUalicias,  aterro- 
rÍ7.ado  frente  a  laa  tleMnicílidas  anibicionus  de  sus  lu 
(fartenientes  y  al  «lespobierno  que  ve  venir: 

— "  .  .  .  ninfi^tn  príncipe  t'Xtranjero  querría  i>or  pa 
"trimonio  un  principado  anárquico  y  sin  garantías; 
"las  deudas  nacionales  y  la  |>obreza  de  los  país**  no 
"consienten  el  Hontenimietifo  de.-or(»so  tie  un  monar- 

—  16  — 


MI  DIARIO 

"  ca  y  su  corte ;  las  clases  inferiores,  temerosas  de  la 
''desigualdad  y  preponderancia  de  la  aristocracia, 
"los  generales  y  los  ambiciosos,  no  se  conformarían 
"con  la  idea  de  verse  privados  del  mando  supremo; 
"la  flamante  nobleza,  indispensable  a  toda  monarquía, 
"saldría  de  la  masa  del  pueblo  con  todas  las  envidias 
"y  codicias,  por  una  parte,  con  todos  los  orgullos  e 
"intolerancias,  por  la  otra.  Nadie  toleraría  aristo- 
"cracia  tan  miserable,  revestida  de  ignorancias  y  po- 
' '  brezas,   animada   de   pretensiones  ridiculas ..." 

La  vida  de  Bolívar,  y  sus  opiniones  sobre  todo,  son 
grandes  enseñanzas  que  convendría  propagar  para 
escarmiento  y  ejemplo;  con  ello  se  habría  apartado 
de  los  constituyentes  de  nuestra  América,  la  espesa 
venda  que  a  ellos  ios  cegó  y  a  nosotros  nos  ha  liecho 
desgraciados  ¡Dios  sabe  por  cuánto  tiempo! 

Ejerció  Bolívar  la  dictadura;  creyó  en  los  benefi- 
cios de  las  presidencias  inamovibles.  Enamorado  de 
Juan  Jacobo  Rousseau,  el  nocivo  ideólogo  enfermizo, 
juraba  que  "la  voluntad  del  pueblo  es  el  tínico  po- 
"der  que  existe  sobre  la  tierra",  a  reserva  de  corre- 
gir más  tarde  enormidad  tamaña  y  declarar  que  "la 
"soberanía  popular  no  puede  ser  ilimitada".  Desde- 
ñó las  pompas  imperiales;  le  ofrecieron  una  corona, 
que  se  rehusó  a  ceñir ;  paladeó  los  acíbares  de  la  trai- 
ción y  la  revuelta ;  Páez  y  Santander  se  le  rebelaron, 
y  en  tierra  de  Colombia,  a  los  47  años,  murió  prema- 
turamente. Entre  muchas  virtudes,  poseyó  la  adivi- 
nación :  como  palpara  de  lo  que  es  capaz  el  carác- 
ter (?)  americano, — ¡y  vaya  si  sería  sastre  conocedor 
del  paño,  él,  que  cortó  nada  menos  de  cinco  sayos  pa- 
ra otras  tantas  nacionalidades  que  le  deben  el  ser.  .  .  ! ; 

— 17  — 


F.  (íAMI.o  Y 

— y  a  raíz  de  sus  triunfos  viese  asomar  la  fa/  tofva 
(le  la  anarquía  medular  íjue  nos  aflipe,  formuló  pro- 
f«'cías,  <|u«'.  a  causa  de  la  verdad  irndniíral»!»'  que  las 
aninuí,  nos  asustan  y  desconsuelan : 

— "La  perman<'ncia  en  el  poder  de  un  inism<t  indi 
"viduo,  frecuentemente  da  al  traste  con  los  j;obiernos 
"democráticos.  . .  " 
pero : 

— "La  libertad  indefini<Ia.  la  democracia  absoluta 
"son  los  escollos  en  que  zozobran  las  mejores  espe- 
ranzas republicanas.  .  .  '' 

— "Los  (¿l'K    SKRV1.M0S  \   LV     ('.M'S.\   DK  L.\     l.NDKPEN- 

"dencia  amkrican.\,  hemos  auado  en  el  makü!.  . . " 

— "Xi  «'11  las  naciones  ni  en  los  bombn-s  i\t'  Aiihtí- 
"ca  anida  la  fe:  sus  convenios,  son  pap»les  mojados; 
"sus  constituciones,  letra  muerta:  stis  elecciones,  pe- 
"leas  y  batallas:  sii  libertad.  anar(|UÍa,  y  h\\  vida,  un 
"tormento  sin   termino.  .  .  " 

— "  .  .  .  considen»  a  América  en  í-stado  de  crisáli- 
"da:  sufíirá  «n  la  c.xi.stfíicia  física  de  sus  pobladores 
"una  metamorfosis;  alguna  vez  habrá  en  ••lia  una 
"nueva  casta,  resultante  de  la  mezcla  <le  to<las  las  ra- 
"zas,  <|uc  i»roduz«'a  la  liomof/iiieidail  del  pueblo..." 

— "  Abantloncmos  lo  del  Triunvirato  del  Poder  Kje- 
"cutivo,  y  rcconcentn*mo«  é«te  en  \iri  Presidente,  al 
"(pn»  uuff iremos  con  la  a\itoriílad  necesaria  para  íp»c 
"lojfre  numti'nenic  en  el  nuindo.  .  .  " 

Por  último,  y  en  lo  que  a  México  se  contrae.  I.'o  en 
el  libro  arriba  citn«Io  <le  (Jarcia  ('al<len>n  que  lie  ve- 
nido  extractando: 

— *'Por  la  naturaleza  de  su  localidad,  riqueza»,  po- 
"blación  y  carácter  de  los    mexicanos, — habla  el   Li- 

—  1«  — 


MI  DIARIO 

"bertador, — imagino  que  al  principio  intentarán  el 
"restablecimiento  de  una  república  representativa, 
"en  la  que  disponga  de  grandes  atribuciones  el  poder 
"ejecutivo  reconcentrado  en  un  solo  individuo,  quien, 
"si  gobierna  con  justicia  y  cordura  llegará,  casi  na- 
' '  turalmente,  a  conservar  una  autoridad  inamovible ! ' ' 

¡  Es  la  anunciación  de  Porfirio  Díaz ! 

Y  la  condenación  de  la  República,  no  por  culpa  de 
(día,  sino  por  no  hallarnos  suficientemente  prepara- 
dos para  alcanzarla.  ¡  Aun  nos  faltan  quién  sabe  cuán- 
tas dictaduras!  dado  que  por  otra  parte,  acaecimien- 
tos posteriores  y  trascendentales  proclaman  que  la 
idea  monárquica  en  América,  no  es  viable  ni  se  acli- 
mata tampoco :  Iturbide,  Maximiliano  de  Austria  y 
hasta  Pedro  II  del  Brasil  son  elocuentísimas  pruebas. 
Sin  duda  ninguna  que  nosotros  en  el  Norte,  los  del 
Centro  y  los  del  Sur  rumbo  a  la  República  camina- 
mos ;  aquí  y  allí,  creeríase  que  excepeionaluiente  ya 
alguien  la  afianzó.  Hay,  pues,  esperanzas,  fundadas 
esperanzas, — certidumbres,  diría  yo, — de  que  llegare- 
mos todos;  pero  para  la  mayoría  de  nuestras  nacio- 
nalidades, apenas  si  la  vislumbramos,  allá,  muy  allá, 
como  suprema  conquista  y  recompensa  suprema .  .  . 
Antes  tenemos  que  recorrer  muchas  leguas,  muchísi- 
mas, y  más  morales  que  materiales;  tenemos  que  pu- 
rificarnos, que  enmendarnos  siquiera  segando  orti- 
gas, abriendo  surcos,  enderezando  tallos,  seleccionan- 
do simientes;  tenemos  que  realizar  so])reh uníanos  es- 
fuerzos, porque  el  daño  es  milenario  y  hondo .  .  . 

Porfirio  Díaz  es  sólo  una  resultante  fatal, — no  con- 
fundir este  vocablo  con  funesto,  según  suele  hacerse, 
— y  ¡  ya  quisiéramos   que  los   muchos  dictadores   que 


19 


F.  (iAMIiOA 

dosdichadaineiite  tcwlavía  han  de  polMTiíainos,  so  pe- 
na, si  no,  de  (ju»'  la  anan|uía  má-s  iucah'ulal>K'  y  es- 
pantosa nos  jranfrrrnr  y  ultiiiu',  sean  por  A  estilo  su- 
yo! A  pesar  de  sns  deteetos,  y  defectazos,  (pie  a  po- 
rrillo atesora,  hállase  mny  distante  de  ser  un  perni- 
eioso  o  un  negativo.  Por  eneiiin»  de  todo,  ««s  un  eons- 
tnietor;  y  eso  es  de  lo  (pie  liabenios  menester,  de 
constrnetores,  ya  (pie  con  motivo  de  nuestra  juven- 
tud o  nuestra  desgracia,  por  eonstruir  lo  tenemos  easi 
todo;  sin  duda  a  e.iusa  de  esta  síntesis  g<>nial,  eonte- 
iiida  en  una  carta  (pie  Alejandro  de  IIund>oldt  escri- 
bi('»  en  fraiKM's  desde  Saiis  Souci,  a  2()  de  octubre  de 
1844.  a  William  Ilickling  Prescott,  en  Boston,  autor 
de  la  "Historia  de  la  Compiista  de  M('»xieo".  México 
tuvo  la  iuili  ¡H  iith  ncia  (iitl<s  ijm  h>s  flanrntus  de  la 
Ubi  rtad  civil .  .  . 

Y  sin  libertad  civil  ;,  (pié  independencia  puede  ser 
provechosa  ? . .  . 

Cunndo  Portírio  Díaz  muera, — digo,  cuando  muera 
eorporalmente.  pues  de  otro  modo,  en  tanto  exista 
^lí'xieo  o  un  recuerdo  de  Mt'xico,  el  noudire  y  la  obra 
de  Díaz  sobrevivirán  el  mismo  tiempo  (pie  sobrevivan 
la  nacionalidad  o  el  recuerdo  de  ('sta, — <Miaudo  mue- 
ra, en  el  poder  probablemente,  y  el  períoílo  justicie- 
ro de  las  reetificaeiones  eomienee  a  desmenuzarlo, 
eausará  gran  asombro  su  labor  terca  y  magna:  ¡x'gar 
y  remendar  una  tierra  destrozada,  hasta  no  darle  uni- 
tlad,  y  unidad  n'spetable.  ¿C^ue  saldrán  entonces  sus 
manchas  a  la  superficie T  ;No  habian  de  salir,  si  s<)lo 
SI'  trjita  de  obra  de  vanuí  y  no  d»;  semidi('>s  o  super- 
hombre, M'giin  hoy  se  apoila  a  aiiuélloa!...  ¡Seamot 
justos  I   Si   el  Sol.  «pie   I-sel    Sol, — para    aplicarle    la 

—  20  — 


311  DIARIO 

iinica  palabra  que  le  es  aplicable, — ostenta  manchas 
¿cómo  se  ha  de  pretender  que  individuo  de  carne  y 
hueso  no  las  ostente,  v  en  número  mucho  mayor  del 
conveniente  ? .  . . 

¡Sí!  el  General  Díaz  ha  derramado  sangre  huma- 
na, de  hermanos  y  de  extraños;  ha  conculcado  dere- 
chos ¡  sí ! ;  ha  mutilado  libertades  ¡  sí ! ;  ha  perpetrado 
porción  de  cosas  censurables  ¡  sí ! .  . .  pero  ¿.  en  qué 
rincón  de  la  tierra  ha  habido  nunca  hasta  hoj',  un  go- 
bernante limpio  de  tales  culpas,  y  conste  que  meto  en 
la  colada  hasta  a  los  reyes  apodados  santos,  como  San 
Luis?  (1)  ¿cuál  es  la  tierra  bienaventurada  que  lo 
poseyó?  ¿cuál  es  el  nombre  de  ese  gobernante  fénix?... 

Y  a  México,  Porfirio  Díaz  ¿qué  le  ha  dado  en  cam- 
bio ? . .  .  i  Ah !  no  cabe  en  estas  páginas  la  enumera- 
ción de  beneficios  reales,  tangibles,  perdurables  varios 
de  ellos,  por  más  que  la  mayoría  haya  sido  impuesta 
a  la  fuerza.  Diversamente,  no  habrían  sido  acepta- 
dos. Y  aquí  viene  que  ni  de  molde,  aunque  al  pron- 
to paradoja  parezca,  el  que  asiente  yo  algo  que  de 
años  há  está  escarabajeándome : 

— ¡  Con  ser  tanto  lo  que  ha  hecho,  el  General  Díaz 
es  y  será  más  grande  todavía  por  lo  que  espontánea- 
mente ha  dejado  de  hacer! 

¿  Qué  nó  ? 

Veámoslo.  Llámese  a  juicio  secreto  y  personalísi- 
mo  cada  uno  de  los  lectores  mexicanos  que  la  suerte 
me  depare,  y  así  nunca  externe  sus  respuestas,  respón- 
dase en  lo  íntimo  al  siguiente  interrogatorio  que   re- 


(1). — Según  el  historiador  Joiuville,  fué  el  rey  San  Luis  quien 
dijo:  "Cuando  discutas  sobre  Teología  con  alguieu,  no  trates  de  con- 
vencerlo:   ¡traspásalo  con  tu  espada!" 


21 


F.  (iAMItOA 

(luzco  a  sus  proporciones  mínimas,  aunque  tola  y 
asunto  sobren  para  jtrolongarlo  indefinidamt'ute: 

— ¿Después  de  afirmarse  en  el  solio,  ha  po<lido  o  uó 
el  General  Díaz  gobernar  pasando  ])or  encima  de  le- 
yes, congresos,  gabinetes,  magistrados,  soberanía  de 
los  Estados,  etc.,  etc.,  etc.?. .  . 

— i  Es  o  nó  cierto  de  toda  notoiicdad.  (pir  en  lugar 
de  ello  ha  gobernado. — hasta  donde  la  estricta  ol)ser- 
vancia  de  leyes,  decretos,  ordeiiannentos  y  costum- 
bres no  ha  pugnado  con  su  política  reconstructora, 
vasta  y  durísima, — respetando  las  formas  y  procu- 
rando revestir  sus  actos,  aun  algunos  baladít's,  de  le- 
galidad y  rectitud?... 

— i  Es  o  nó  de  asegurar,  que  hasta  en  el  supuesto 
de  que  se  hubiese  iMicastillailo  en  el  más  odioso  tic  los 
despot isnios,  a  los  próximos  y  remotos,  a  los  menes- 
terosos de  pan — ¡el  estómago  vence  siempre  a  la  ver- 
güenza, y  hasta  jtara  <pie  el  cerebro  y  la  voluntad  fun- 
cionen reclama  lastre  previo  y  continuado! — a  los  me- 
nesterosos de  pan  y  a  los  ahitos  y  acaiulalados.  a  lina- 
judos y  plebeyos,  a  políticos  y  iu)lit ieastros — é.stos 
siempre  más  abundantes  que  aquóllos, — a  los  cpie  ¡m)- 
dían  ser  independientes  p<'rpetru»mente  y  a  los  (jue 
para  vivir  tutnn  perpetuanienie  qm-  <lepend«'r  de  au- 
toridades y  gobiernos,  a  usted,  a  mí.  a  a<|U«'l.  a  casi 
todos  en  fin. — salvo  contadas  peisonas.  pon|ue  to<los 
los  denu'is  somos,  según  «•!  fenómeno  si-  consi»lere,  o 
cómplices  o  eoauton's  de  la  actual  situación, — nos  ha- 
brían faltado  manos  para  aplaudir,  labios  para  elo- 
giar, dueiilidail  |>iira  (•(nifuniiMtiios  eon  su  régi- 
men?. . 

— ¿Es  o  nó  vt-rdad  que  al  (¡eneral   Día/,  s»-  lia   ido 

—  22  — 


MI  DIARIO 

dejando  la  resolución  de  lo  público  y  lo  privado;  lo 
mismo  el  aprendizaje  del  latín  y  griego  ({iie  el  uni- 
forme municipal  de  los  cocheros ;  los  divorcios  de  ma- 
trimonios desavenidos  que  los  enlaces  de  las  ricas  he- 
rederas con  extranjeros  más  o  menos  nobles  y  azu- 
les; los  límites  de  los  Estados  y  la  política  con  veci- 
nos y  parientes ;  el  resultado  de  las  cosechas  y  lo  que 
cada  cual  haya  de  comer  en  su  domicilio ;  lo  trascen- 
dental y  lo  infinitamente  nimio? 

Como  la  respuesta  es  crudelísima,  quédese  dentro 
de  los  repliegues  de  las  conciencias  a  que  no  asoman 
nunca  mirares  extraños ;  pero  quede  también  mi  ase- 
veración en  pie : 

— ¡  Con  ser  tanto  lo  que  ha  hecho,  el  General  Díaz 
es  y  será  más  grande  todavía  por  lo  que  espontánea- 
mente ha  dejado  de  hacer ! 


Sigo  examinándolo,  en  la  postura  que  guarda  y  a 
maravilla  cuadra,  según  mi  leal  saber  y  entender,  a 
su  personalidad  y  su  obra :  así,  de  pie  y  descubierto 
frente  al  valle,  desde  las  alturas  de  este  alcázar  asen- 
tado en  rocas  y  secularmente  histórico,  inmensamente 
mexicano ;  semivuelto  al  panorama  elocuente  y  gran- 
dioso hacia  el  cual  apunta  su  brazo  extendido ;  abier- 
ta su  mano  de  sembrador  y  hombre  de  acción ;  firme 
su  pulso,  de  cazador  certero,  en  tanto  continúa  ha- 
blando con  Limantour  y  conmigo,  de  nada,  de  fute- 
sas que  silabea  despacio  por  dificultad  orgánica  de 
elocución,  y  por  recurso,  transmutado  en  hábito,  de 
hombre  astuto  y  cauto  que  vigila  sus  propias  pala- 
bras gráficas  y  tardas,  y  no  les  da  suelta  sino  muy  po- 

—  23  — 


F.  GAMIIOA 

eo  a  jMX'O.  a  fin  de  que  cuando  sus  interloi-utores  y 
oyentes  his  «Icsfiguren  al  repetirlas  y  propagarlas,  ni 
desfiffuradas  vayan  a  tener  aleanee  muy  (liv«*rso  del 
que  él  U's  imprimió  entre  sus  labios  pálidos,  |>or  dí»s- 
gra<-ia  poi-o  pnati»*antes  df  la  sonrisa.... 

Sijfü  t  xaminándolo.  ha^fo  nu-ntales  eomparacione«, 
pieu.so  en  sus  m«'tamorfosÍ8,  en  sus  virtudes  y  defectos. 

Su  físico  promete  longevidad  incal<\dal)lr.  «"s  un 
físico  casi  de  vegetal,  de  encina  o  roblr  tallado  a  ha- 
cha, triunfador  de  vendaval»*s  y  hura«*an«'s;  fiihies- 
to,  macizo,  ancho  de  espaldas.  Imantado  de  t<'trax:  el 
mirar,  felino,  con  irisaciones  »lc  ágata,  medio  escondi- 
do bajo  las  cejas  emblan(|uecidas.  tras  los  párpados 
despestañados,  pero  inquieto  y  acerado;  allá,  muy  en 
el  fondo  de  las  pupilas  iu'uneda.s.  <'omo  que  )>alpitaran 
implacabilidades  agazapadas  y  prisioneras  dulzuras... 

Repa.so  su  vida...  ¡admirabli>!  Honradez  acriso- 
lada >  nata,  de.s«h'  obscuro  guerrillero;  dominio  ab- 
soluto sobre  sí  mismo;  rara  facultad  de  disimula<'i«ui ; 
profumlo  conocimiento  ilel  prójimo,  de  sus  flacos 
priní'ipalmente,  «pie  con  habilidail  lutda  «-omún  ha 
sabido  explotar  y  utilizar;  una  flexibilidad,  un  inxler 
de  adaptación  y  una  paciencia  ¡Mírtentosos ;  tin  ego- 
ti.smo  hii»ereHtesijido.  y,  sin  embargo,  domeñado  y 
oculto;  un  a|»arentc  olvido  hacia  las  ingratitudes  y 
las  injurias  cometidas  coutra  h\\  persona.  .  . 

Ant<'»jas4'me,  qu<-  eolnuida  su  incurable  ambición  de 
mando  alwoluto  sin  n'striccioni's  ni  trabas.— como 
quizás  no  lo  disfrutaron  los  Hajáes  y  Sultan<s  de  (jue 
8»'  guarda  memoria. — ya  en  el  iKxIer  Hoña»l<».  lo  inva- 
dió la  idea-matriz  <|Uo  hoy  lo  animn  y  mueve.  Y  como 
bajo  ¡M-na    de  la  vida  ha    seguido  soñando,    supuesto 

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MI  DIARIO 

que  vivir  es  soñar,  este  hombrazo.a  quien  con  el  cri- 
terio canónico  habría  que  bautizar  de  "hombre  pro- 
videncial", al  despertarse  dentro  de  la  realidad  del 
poder  máximo  que  ejercita,  se  ha  puesto  a  soñar  un 
nuevo  sueño,  más  alto  y  difícil  de  llevar  a  cabo  que 
el  primero :  ;  reedificar  una  Patria  ! 

Empresa  tal,  ardua  en  cualquiera  latitud,  en- 
tre nosotros  sube  de  punto  hasta  lo  inconmensurable, 
por  causa'  de  orígenes  históricos  y  étnicos,  de  rebel- 
días nativas,  de  vicios  heredados  y  vicios  adquiridos, 
de  temperamento,  de  clima,  de  ignorancia,  de  abu- 
lia..  .  Y  para  su  lenta  reconstrucción,  ha  tenido  que 
causar  innúmeros  daños  individuales  y  pasajeros. 
La  materia  prima,  reacia  y  hostil,  hubo  que  golpear- 
la, que  cortarla  en  lo  vivo  de  la  carne,  en  los  anhelos 
e  ideales — que  son  lo  vivo  del  espíritu !  Por  lo  impe- 
rativo de  las  amputaciones  indispensables,  hubo  que 
verter  sangre,  que  desoír  lementaciones  y  protestas 
de  los  que  era  fuerza  desposeer  y  mutilar :  fué  preciso 
cometer  injusticias  del  momento,  oprimir  para  ama- 
sar, aplicar  cauterios  sin  hilas  ni  bizmas,  propinar 
drogas  amarguísimas,  apelar  a  extremos  recursos. 
Muchas  lágrimas  han  quedado  sin  enjugar,  muchos 
derechos  con  las  manos  tendidas,  cual  si  en  vez  de 
ser  derechos  fuesen  mendigos ...  ¡  No  es  tarea  senci- 
lla la  de  edificar  patrias !  Y  escarbando  en  los  cimien- 
tos de  las  más  grandes,  civilizadas  y  prósperas,  eso 
se  encuentra  en  todos :  sangre  y  llanto ;  que  sin  llanto 
y  sangre,  nada  grande  y  humano  se  realiza  ¡  ni  la  vi- 
da misma,  sólo  producida  a  costa  del  sin  igual  dolor 
augusto  de  los  alumbramientos,  con  el  que  la  madre 
rescata  el  placer  de  la  fecundación  de  la  liembra ! .  .  . 

—  25  — 


(¿por  qu»'  tilas  na«la  más,  y  no  también  nosotros,  (juc 
compartimoK  fl  deleite ?. . .  ^ 

Es  que  el  asunto  no  tiene  renutlio.  ;  l'ara  llegar  a 
las  rientí*s  orillas  de  las  Tierras  de  Promisión, — ya  la 
frase  Sí'  ha  vuelto  lugar  común,  <le  puro  sobada, — 
antes  <'s  fuerza  surcar  las  ondas  implacables  de  los 
Mares  Rojos! 

Kl  Cteneral  I)ia/  ¿(pié  putlría  aud>iciouar.  si  no, 
cuando  ya  lo  i>os«'e  totlo:  prest ií^io  e  imán  cerca  do 
las  multitudes.  <pu*  vitoreámlolo  dí'stio  años  há. — lo 
mismo  a  las  victorias  que  a  las  derrotas  y  la  muerte; 
lo  mismo  a  luchar  contra  invasor«*s  extraños  (pie  con- 
tra regímenes  constituidos  y  más  o  menos  legales, — 
lo  han  seguido  deslumbradas,  hipnotizadas  ]>or  la  re- 
soiumcia  <le  su  iiombn"  atrayente  y  hanm'iiiico  a  cau- 
sa <le  sus  muchas  vocah»s  suaves?.  ...  Su  estrella,  in- 
negable, no  ])res<'nta  probabili<lades  <le  apagan*»- ;  ne- 
gras nubes  hanla  eclipsado  a  las  veces,  para,  a  |>o- 
co,  dejarla  (pie  brille  en  toda  su  pl(>nitud.  La  muer- 
te, que  es  la  insobornable  i>or  excelencia,  creeríaüc 
(pie  lo  respeta  y  ayuda:  en  sus  muchas  campañas,  lo 
ha  herido  afienas:en  su  larga  presidcMU'iada,  le  lia  sega- 
do las  vidas  (pie  pudieron  ha(*erl«>  sombra,  o  desviar 
sus  planes,  o  ent<»r|M'»'er  su  política,  y  a  »''l  lo  deja  vi- 
vir no  olH<taiit«>  nuestro  clima,  lo  saca  indemne  de  ac- 
cidentes y  atentados,  lo  salva  de  endemias  y  epide- 
mias, le  ahuyenta  achaipu's.  le  alig«*ra  la  pesadiiiilbre 
letal  de  los  años,  y  antes  préntale  aalud  e  iiiauditaa  re- 
si-  V  cual  si  con  él  con  Tabulada  |H)r  ignorado 
|.,:  iiíico.  esjM-re  para  Ih-viit-seln  a  (pie  haya  n-- 
matado  su  gigiintonra  enipres;> 

Y   «'"I,   tal    vez  Hii|M)niéndoM'   <t«  rno.    permaiKcr    mi- 

—  26  — 


Mi  DIARIO 

pasible,  sin  sonreír  nunca.  ¡Es  la  Esfinge,  hasta  por 
su  color  y  por  su  origen,  es  la  Esfinge ! 

Avaro  de  la  idea  que  lo  anima — (¿cuál,  a  ciencia 
cierta?...)— a  nadie  se  la  muestra;  y  porque  psico- 
lógicamente pertenece  a  los  reconcentrados  y  solita- 
rios, ha  de  recrearse  a  sus  solas  con  ella,  como  todos 
los  avaros. 

La  serie  portentosa  de  sus  transformaciones, — ¡  aun 
en  lo  físico  es  otro ! — ¿  se  deberá  a  influjo  conyugal 
o  a  un  autodominio  jamás  visto  antes? 

Porfirio  Díaz  es  un  epóuimo :  ha  dado  nombre  a  un 
pueblo  y  a  una  época. 

¿  Creerá  en  Dios  ? .  .  . , 


Por  inesperada  asociación  de  ideas,  viénenseme  a 
las  mientes  dos  inolvidables  reminiscencias  que  a  pro- 
pósito de  él  conservo  muy  guardadas,  de  infancia  la 
primera,  de  juventud  la  segunda,  que  en  este  propio 
instante  se  levantan  y  toman  forma. 

Corría  septiembre  del  1876,  y  en  mi  casa —  núm.  4 
de  la  2a.  calle  del  Reloj — los  sucesos  políticos,  a  gran- 
des y  chicos  nos  traían  con  marcada  inquietud  y  des- 
asosiego. A  nosotros  los  rapaces,  decididamente  se 
nos  expulsó  de  los  conciliábulos  que  la  familia,  alle- 
gados y  simpatizadores  de  la  causa  celebraban  fre- 
cuentísimamente,  a  puerta  cerrada,  en  los  dos  salones 
de  la  vivienda,  en  el  despacho  de  mi  padre  y  en  las 
antesalas,  que,  todavía  ésta  es  la  hora  en  que  no  me 
explico  por  qué  las  llamaríamos  "galerías."  A  causa, 
sin  duda,  de  mis  doce  años  de  valle  de  lágrimas,  po- 
co se  me  dio  de  desconfianza  tamaña,  ¡  al  contrario ! 


F.  GAMBOA 

resultaba  yo  más  dueño  de  la  casona,  rpie  enfocaba 
lineo  (le  sus  diez  balcones,  en  la  calle  de  San  Ildefon- 
so, frente  al  ruinoso  templo  de  Santa  Catalina  y 
a  un  flamante  cuartel  de  Infantería. 

Ha  lie  haber  sido  parte  a  (|ue  nuestra  casa  eonvir- 
tiérase  en  foco  central  dt'l  "Ijílesismo"  o  "Le^rali- 
dad,"*  el  «jue  mi  padre  era  herujano  j)olítico  de  don 
José  María  Iglesias  e  íntimo  amigo  suyo,  y  además 
de  su  experiencia  y  jfrado  militar  facultativo,  lle- 
vaba años  de  un  absoluto  alejamiento  de  la  cosji  pú- 
blica, trabajando  en  el  F.  (".  Mexicano  como  Ingenie- 
ro, y  esto  acentuaba  su  inde|)endencia  j)ei-sonal.  lo 
mismo  de  los  gobiernos  que  caían  que  de  los  qtie  pu- 
dieran levantarsí».  De  ahí,  el  entrar  y  síilir  de  eoiijn- 
rallos  y  damas;  los  apartamientos  y  runrunes  jxir 
rincones  y  pasillas;  el  golpear  de  puertas  y  el  azotar 
de  nniebles:  el  divisjir  manos,  que  sin  »hieño  visible. 
»«  alzaban  ilesde  los  huecos  de  ventanas  y  balcones 
abiertos,  cual  si  algo  demandaran  de  las  lejanías  azu- 
les de  los  cielos:  la  alteracit'»n  más  perfecta  en  el  ré- 
gimen famiiiai-.  trastornadas  las  horas  de  las  comi- 
das y  del  reposo,  (piebrantadas  las  consignas  a  |>or- 
tcros  y  fámidos.  las  noches  en  vela,  los  rostros  des- 
conocidos, y  en  los  rostros  amados,  muchas  desconoci- 
das expresiones:  de  esi>eranza,  de  ansiiMlad.  de  con- 
goja, de  ineertidíunbre,  de  alegría...  La  «'a.sa  ente- 
ra,— en  la  que  mi  tía,  mis  primos,  la  esposa  de  Joa- 
quín M.  Alcalde,  y  qué  w'»  yo  cuántos  más  m-  pa.saban 
las  horas. — palpitaba  al  unísono  vow  los  deudos  que 
andaban  |»or  Salanuuica.  tratando  tlel  triunfo.de  su 
causa.  Nosotros  los  chicos,  al  fin  contamina<los  por  la 
gravedad  <le  las  circunstancias,  ¡wr  el  aml>icnte  do- 

—  28  — 


.1//  DIARIO 

méstico,  medio  iios  dábamos  cuenta  de  la  situación 
atando  fragmentos  de  frases,  examinando  fisonomías, 
interrogando  a  emisarios  y  "propios"  que  en  la  coci- 
na restaurábanse.  Tras  de  las  puertas  y  cortinas  po- 
níamonos  a  escuchar,  y  a  atisbar  por  los  ojos  de  las 
llaves.  ...  Y  así  me  percaté  de  cómo  en  la  parte  baja 
de  los  dos  pianos  verticales  que  teníamos,  por  entre 
los  gruesos  alambres  de  los  pedales  fué  escondida  la 
edición,  húmeda  todavía  y  oliente  a  imprenta,  del 
primer  manifiesto  de  mi  tío ;  con  tan  buena  suerte, 
que  la  tarde  del  cateo  de  nuestra  casa,  escaparon  las 
hojas  a  las  pesquisas  policiales,  y  en  tiempo  y  sazón 
pudieron  ser  distribuidas.  Así  me  enteré  de  que  mi 
tío  se  había  partido  de  México,  sigilosamente,  en  aquel 
septiembre  tan  movido  y  dramático,  y  refugiádose  en 
algún  lugar  del  Estado  de  Guanajuato,  apoyado  por 
el  gobernador  Gral.  Antillón,  que  más  tarde  recono- 
ciéralo  por  suprema  autoridad  legal ;  y  de  que  los  mis- 
nos  "  porf iristas, "  también  lo  reconocieran  y  aun  en- 
traran en  arreglos  con  él. .  .  . 

Nuestra  casa  continuaba,  exteriormente,  de  sospe- 
chosa y  vigilada  por  la  policía,  en  tanto  el  Gobierno 
del  señor  Lerdo  vacilaba,  vacilaba  más  cada  día,  has- 
ta parecer  casi  fuera  de  su  centro  de  gravedad,  co- 
mo la  torre  de  Pisa.  Interiormente,  continuaba  vibran- 
do con  las  noticias,  con  los  rumores  ora  halagüeños, 
ora  adver.sos:  Porfirio  Díaz  reconocería  a  su  vez  la 
autoridad  legítima  de  José  ]\Ia.  Iglesias.  Persistían 
los  conciliábulos,  las  precauciones,  el  entredicho  dic- 
tado contra  la  gente  menuda ....  Y  se  vino  encima 
noviembre,  a  aumentar  la  ansiedad ;  la  victoria  de 
Tecoac,  precediendo  a  la  rendición  de  Puebla,  apre- 

—  29  — 


F.  GAMBOA 

suraba  la  solución  anhelada:  el  regi-eso  triunfal  de  la 

"Legalidad" 

Y  el  día  21,  amanecimos  sin  Presidente;  la  víspe- 
ra í*n  la  nochf.  el  señor  L«'rdo  — ¡ídolo  ayer! — única- 
mente acompañado  de  los  señores   Romero   Rubio   y 

G.  Paz,  y  de  los  Generales  Mejía  y  Escobedo,  sin  otro 
equipaje  que  des«'n{;años  y  amarguras,  había  tendido 
»'l  vuelo,  a  Toluea  por  lo  pronto.  i)ara  de  ahí  enea- 
minarse  a  Miehoacán  y  Guerrero,  y  al  cabo  embarcar- 
se en  Aeapulcc»  a  fines  de  enero  del  77,  rundx)  al  des- 
tierro que  él  uiismo  prolongaría  hasta  su  muerte,  ocu- 
rrida en  la  ciudad  de  Nueva  York  el  día  21  «le  abril 
de  lHt<;> 

Aquella  nmñana  del  21  dv  noviembre  w  me  grabd  a 
perpetuidad,  sobre  que  desde  nuestros  balcones  de  la 
calle  del  R«'loj.  tan  <lesierta  y  asustada  como  el  n-sto 
de  la  metrópoli. — también  las  ciudades  reflejan  en  las 
calles,  (pie  son  su  semblante,  los  estados  de  aliiui  por 
que  atraviesan:  las  calles  empalidecen.  s«'  anemian 
por  la  carencia  de  transeúntes;  ríen  y  lloran;  apbm- 
den  y  silban  ;se  arrepienten  y  anhelan  ;8e  ensombrecen 
e  iluminan ;  perdonan  y  condenan  ;  callan  y  aturden. 
BUS  puertas  y  ventanas,  sus  fachadas  ad(|uieren  per- 
sonalidad, hablan.  tem«'n.  confían, — des<le  niK'stros 
balcones  «leí  Reloj  pudimos  pres<'nciar  cuándo  los  sol- 
dados que  daban  guanlia  en  la  "Puerta  Mariana"  del 
Palacio  desertaron,  y  tiran<lo  tiros  lan/.árons»-  |H)r  ahí. 
en  plena  revuelta A  piedra  y  lo<lo  mandaron  ce- 
rrar los  balcones  y  el  zagtián  «le  casa,  y  a  mí  trunca- 
ronm»'  «.sa  segunda  l«'«'«'ión  «pn»  por  el  sistt'nuí  objetivo 
se  encarfpiban  de  «lanm*  los  a«'onteciniientoH,  aoTca 
«le  nu«*«tro  respeto  a  la  b-y.  «lemrx'racia  prá«*ti«'a.  eul- 

—  80  — 


MI  DIARIO 

to  por  la  libertad,  por  el  orden,  y  otras  zarandajas 

parecidas ¡  Valiérame  haber  recibido  la  primera 

cuando  tenía  yo  siete  años !  ¿  Somos  o  no  somos  tro- 
picales y  precoces? 


La  jiriiuera  lección,  me  la  dieron  la  tarde  y  noche 
del  lo.  de  octubre  del  71,  con  el  pronunciamiento  en 
la  Cindadela  de  los  Generales  Toledo,  Cosío  Pontones, 
Carrillo,  y  Negrete  dijeron  entonces  que  también,  con- 
tra el  Gobierno  del  señor  Juárez,  autor  principal  de 
la  2.''  independencia  nacional  y  acreedor  a  varias 
gratitudes.  A  costa  de  no  poca  sangre  sofocó  esa  rebe- 
lión el  Gral.  D.  Sostenes  Rocha, — lustros  más  tarde 
íntimo  y  muy  querido  amigo  mío,  a  pesar  de  los  ídem 
que  nos  distanciaban, — quien  fusiló,  entre  otros,  al 
joven  Subteniente  don  Benjamín  Andrade.  El  des- 
venturado de  Benjamín  era  mi  íntimo,  deslumhrában- 
me su  uniforme,  su  espada,  su  condición  de  hombre 
formal  si  a  mí  comparábalo ;  por  lo  que  la  noticia  de 
su  trágico  y  prematuro  fin  me  afligió  de  veras,  has- 
ta donde  las  infancias  se  afligen  con  la  muerte.  Pe- 
reció, asimismo,  el  Gobernador  del  Distrito,  Coronel 
don  José  Ma.  Castro,  y  nada  se  diga  de  las  muchas 
víctimas  menores  y  anónimas  que  en  funciones  tales 
se  multiplican  y  que  los  propios  filántropos  estadis- 
tas acostumbran  a  enumerar  por  cantidades  alzadas 
y  aproximativas :  ciento,  doscientas,  mil  bajas,  que 
bajan  a  los  sepulcros  y  los  olvidos,  sin  que  nadie  ma- 
yormente se  preocupe  de  los  desamparos,  viudeces 
y  orfandades  que  con  su  opaco  desaparecimiento  se 
originan.   /Quién  les  manda   carecer  de  entorchados, 

—  31  — 


/'.  (.AMUtLi 

de  [11  rsitmilulad,  y  iin-icisc  a  símtíIíchi-  sus  vitlas  úti- 
les i»ara  que  los  pastores  del  n-baño  y  un  pufiado 
más  de  cosas  inútiles  continúen  ju-osperautlo y .  .  . 

El  famoso  pronuneiamiento  coineidió, — así  suflen 
eoineiilir  los  fastos  (|U»'  importan  a  unos  i-uantos.  i-ctn 
los  que  importan  a  totla  una  conmnidad, — eon  la  '  sa- 
ca-a-misa'' de  mi  heiniana  mayor,  (piien  euareiita  días 
antes  había  dado  a  lu/  a  su  primogénita.  A  la  hora 
que  KO  levantaban  los  nuuiteles,  tibio  el  ((Miwdoi-  con 
los  brindis  por  la  dielia  de  la  reei«'n  iuiei«la.  iiizo  irrup- 
ción un  tlipiitado  suialoense,  Castellanos  «le  nombre 
y  corpulento  y  regocijado  de  oi<linario  como  unas 
castañu«'las,(pu'  m«'  inspiraba  horror  invencible,  a  cau- 
sa de  los  seis  dedos  (pie  adornaban  su  iiwino  derecha, 
siendo  el  sexto  uno  rechoncho  y  pcípu-fnn,  de  uña  y  to- 
do, añadido  al  pulpar,  con  el  (pie  me  pellizcaba  \  a}¿[re- 
día.  Tn'-mulo  y  d«*sencajado,  eomunie»'»  el   notiei('tn: 

— ¡Se  lia  pronunciado  la  Cindadela  I.  .  . 

Yo  no  sabía  entonces  lo  (pie  es  un  proiuinciamien- 
to,  ni  (pié  era  la  (iudadela;  |hm'o  de  advertir  el  efec- 
to que  causaba  la  noticia  destructora  de  nuestra  fies- 
ta  d(>  hof^ar,  mi  mentalidad  infantil  (piedó  deforma- 
da para  siempre  sobre  puntos  esenciales  e  im|>ortau- 
tísimos  de  historia  patria,  y  diputé  el  succilido  ))or 
peeaminoso  y  vitando,  (¿ui/á  si  me  hubiese  sido  dable 
oír  y  ver  a  los  señores  pronunciados,  lo  habría  teni- 
do |>or  acto  plausible  y  benéfico:  todo  eH  sef^úii  el 
color  del  cristal  eon  (pie  w  mira... 

¡Vaya  una  noche  la  (pi«*  |)a.s4'-!  A  cada  ruido  anor- 
mal, corría  yo  a  los  vidrios  de  los  balcones,  y  medio 
adivinaba  el  marchar  apresurado  |)or  la  calle  en  tinie- 
blas, de  las  tropas,  con  «•««•  ritmo  peculi"»-  «I'-  «-m»^  /a- 

-82  — 


MI  DIARIO 

patones  sobre  el  empedrado ;  el  huir  de  vecinos,  pe- 
gándose a  los  muros,  refugiándose  en  los  vanos  de  las 
puertas  cerradas.  La  caballería  pasó  al  galope,  con 
repique  de  sables  y  estribos,  los  bridones  arrancando 
chispas  de  guijarros  y  adoquines ;  y  la  artillería,  que 
iba  al  trote  de  las  muías  azotadas,  hacía  retemblar  los 
edificios,  sonaba  fatídicamente  a  cadenas  y  hierros, 
a  máquina  pesada  y  torpe  que,  dando  tumbos,  camina- 
ra a  ciegas  azuzada  por  los  hombres.  .  .  De  tiempo 
en  tiempo,  escuchaba  voces  de  mando,  despóticas  y 
roncas,  que  estrellábanse  contra  los  cristales  que  me 
defendían,  y  que  por  instantes  se  posaban  en  mis  oidos 
inocentes  y  ávidos: 

—"Más  de  prisa,  ajo,  péguenle  a  las  muías!...," 
' '  ¡  Ajíúrenle,  muchachos,  apiirenle ! , "  "  ¡  Guar- 
den silencio !...." 

Y  sin  cornetas  ni  parches,  en  la  penumbra  de  las 
calles  hundíase  el  fantástico  desfile,  para  a  poco  re- 
comenzar con  los  refuerzos  nuevos. 

¡  Cuánto  me  sorprendió  que  hiciese  luna ! .  .  .  ¿  No 
tendría  miedo,  como  yo?  ¿cómo  sería  que  viendo  los 
sucesos  derramara  su  luz  de  plata,  apacible  e  indife- 
rente ? 

Tan  medroso  andaba,  que  mi  madre  me  llevó  a  su 
cama,  la  ancha  cama  matrimonial  de  altas  columnas 
y  corona  de  bronce,  en  la  que  los  vastagos  sólo  aeos- 
tábamonos  con  motivo  de  señaladas  y  excepcionalísi- 
mas  circunstancias.  El  corazón  no  se  me  aquietaba  y 
mis  labios  no  paraban  de  balbucir  preguntas,  hasta 
que  bien  arropado,  sintiendo  que  mi  madre  junto  de 
mí  me  acariciaba,  explicábame  los  acaecimientos  con 
explicaciones  a  mi  alcance,  más  por  sus  caricias  que 

—  33  — 


F.  GAMBOA 

por  sus  explicaciones  me  volvió  el  alma  a  su  almario 
y  por  iiivuliifrahlc  túvcnu'  i  qué  le  puede  a  uno  suce- 
der al  latió  «le  su  madre. ui  quien  es  c^paz  de  osar  ata- 
carnos, si  ella  nos  defiende  y  ampara?...  ¡Ya  podían 
reb«'larse  y  caer  todas  laü  cindadelas  del  mundo!... 
De  fijo  que  los  pronunciados  <|U«'  en  aquel  punto  y 
hora  estarían  muriendo,  hallaríanse  lejos  de  la  suya 
y  |K)r  est)  morían.  ...  Y  cuanto  a  los  soldados  <|ue  los 
mataltan,  taniMén  andarían  lejos  de  s»i  niatire.  (|\ie 
si  no,  uo  matarían  ! .  .  . . 

— ¿Verdad,   iiiamáf —  iiiquiii    iieilio   dormido, 

aunque  sin  stiltarme  de  su  mano. 

Y  todavía  paréceme  que  o'\go  su  respuesta,  ti«'rna- 
mente  melaneóliea : 

— Pídele  a  Dios  j)or  todos,  y  duénuete.  .  .  pero  pide 
más  por  las  i)obres  madres  que  mañaim  amanecerán 
sin  hijos 

Cum¡)liiio  el  piadoso  encargo,  me  dormí  tan  tran- 
quilo, para  despertar  al  cabo  de  las  horas,  sobrej>alta- 
do  con  los  f^ritos  que  subían  (l<>s<ie  la  c-alle: 

— "¡Viva  el  Supr«'mo  (Jobierno! "  *';\'iva  el 

Presidente  de  la  Kepública!. . .  .  ' 

Kraii  las  ti-(qias  leales  (pie  rejfrc.saban  triunfantes 
lie  la  fratricida  hecatomlH*,  y  ahora  rciutegralmn  sus 
cuarteles  sin  curarse  de  ruidos  ni  de  alarmar  al  vecin- 
dario, lan/andn  a  los  airt-s  la  buena  nueva  de  su  victo- 
ria win^rienta  y  rápida.  . .  . 

St'ii>ose, — «lespués, — que  a  cierto  curioso  que  se  aso- 
mó a  verlos  pasar  des»lc  su  balcón  y  que  st'jicfró  a  vi- 
torear al  "Supremo,"  me  lo  iuibían  dejado  wco  de  un 
tiro,  doblado  sobre  el  barandal  donde  el  cadáver  que» 
dó  oscilante  y  tráfico. 

—  34  — 


MI  DIARIO 

— ¿Por  qué  gritan?.  .  .  . — le  pregunté  a  mi  madre 
en  voz  baja,  sin  desasirme  de  ella. 

— Porque  ya  se  acabó  todo .  .  .  — me  repuso  muy  que- 
do. 

— Y  a  los  de  la  Ciudadela  ¿qué  les  habrán  he- 
cho?... 

— Duérmete,  duérmete,  y  reza  por  ellos.  . .  . 

De  entonces  a  hoy, — i  y  cuenta  que  ha  llovido ! — 
nunca  he  gritado  vivas  a  gobernantes  ni  gobiernos,  así 
se  haya  tratado  de  los  de  casa  o  de  los  de  fuera ;  ni  lo 
haré  jamás,  supuesto  que  en  aquella  primera  lección 
aprendí  que  para  que  vivan  cualesquiera  gobierno  y 
gobernantes,  fuerza  es  que  mueran  sus  opositores  y 
enemigos. 

* 
*     * 

Encerrados,  pues,  dentro  de  casa  el  21  de  noviem- 
bre de  1876,  pude  darme  cuenta  de  que  en  la  plana 
mayor  de  la  familia  y  entre  los  partidarios  de  la  "Le- 
galidad" que  nos  frecuentaban,  principiaba  a  descon- 
fiarse del  reconocimiento,  por  el  General  Díaz,  de  los 
dej'echos  que  reclamaba  don  José  María  Iglesias.  Ha- 
bía ya  barruntos  en  contrario,  sospechosos  indicios, 
probabilidades  de  mala  catadura 

El  22  hubo  más,  la  certidumbre  del  rompimiento,  la 
víspera  consumado  en  una  hacienda  del  distrito  de 
Querétaro,  nombrada  ''La  Capilla,"  en  la  cual  ce- 
lebraron reservadísima  conferencia  el  Presidente  de 
la  Suprema  Corte  de  Justicia  y  el  triunfante  caudillo 
revolucionario,  con  resultados  del  todo  negativos.  Los 
expertos  en  esta  clase  de  lides,  atribuían  la  ruptura 
de  las  negociaciones  a  maquiavelismo  de  don  Justo 

—  35  — 


F.  (iAMltOA 

It.iiíti'z.  pri'sunto  autor  de  la  reforma  de  Palo  Hlaneo 
al  jílaii  original  df  Tuxtep»'f.  Ufcíau  los  oráculos.  <me 
en  la  cuestión  tumlauíental  de  interinidad  del  Ejecu- 
tivo, en  el  plan  de  Tuxtepec  s*'  declaraba  ejecutivo  in- 
terino al  eiudadjino  fju«'  ol>tuvi«'se  la  mayoría  <le  votos 
de  las  (fol)ernadores  de  los  Estados;  y  en  la  refornia 
de  Palo  Blanco,  se  reconocía  en  aquel  supremo  carácter 
al  Presidente  de  la  Suprenia  forte  di*  .lusticia  (i>on- 
jfo  nroHocía.  poripie  el  artículo  constitucional  relati- 
vo no  enmentlado  entonet»8,  así  lo  mandaba  \  siempre 
qii»  aceptara  en  todos  sus  puntos  y  conuis  el  plan  «le 
Tiixtepee,  y  a\in  así  lo  deelararn  i>or  la  prensa  dentro 
de  un  mes.  contado  a  partir  de  la  feclm  de  su  publi- 
cación en  la  í-apital  de  la  Hepúbliea.  Para  el  evento 
lie  silencio  o  nej;ativa  de  est«'  alto  funcionario,  asu- 
n|iría  aquel  carffo  el  jefe  <le  las  anuas,  léase  el  (lene- 
ral  Díaz.  Don  Jjisto  P»'nítez,  o  el  aiitor  de  la  reforma, 
debió  pnwimir  q\ie  atento  el  retiro  o  alnlicación  <lel 
Sí-ñor  licnlo.  el  Pn*sidente  de  la  Suprema  Corte  de 
.lusticia  K<'  encarjraría  «le  la  Presitb-ncia  d»'  la  H«'públi- 
ca  por  minist«'rio  d«-  la  b'y,  y.  eonsijf\n«*ntement«'  d«*s- 
«•onoí'ería  el  plmi  «le  Tiixt«*pee.  Y  ni  pie  t\v  la  letra,  eso 
ocurrió. 

Era  «Ion  Just<»  ll.iiitez  int«'lijfent«-  aUi^fado  oaxa«pie- 
fio  ••  íntinu)  amijfo  «l.l  ({«-ní-ral  Día/..  c<in  «|ui«'n  bawta 
eautiverio  compartió  en  Puebla,  cuando  el  Imperio; 
era.  a«lemás.  una  d«-  las  principales  cabeyjjs  «!••  la  re- 
volución. 

I>e  "liH  (*a|Mlla,'  mi  tío  ae  retiró  a  Silao.  a  ef«'e- 
to  «b-  «pi«'  las  tropas  «pie  dcfen«lían  su  Ie|ritimi<lad  se 
a|H-r«-ibieran  a  librar  batalla,  la  «pu-  al  mes  siifuien- 
te,  en  el  «itio  denomina«lo  la  Vuum  de  los  A<lob«ii,  ape- 

—  86  — 


MI  DIARIO 

ñas  si  llegó  a  escaramuza.  Luego,  con  su  grupo  de  fie- 
les,— mi  hermano  político  Eamón  Alcalde,  en  cuenta, 
— mi  tío  habría  de  emprenderla  desde  el  Estado  de 
Guana juato  hacia  Guadalajara,  por  lo  pronto,  y  lue- 
go a  Manzanillo,  donde  todos  ellos  se  embarcarían  en 
el  vapor  ''Granada"  de  la  Mala  del  Pacífico,  el  17 
de  enero  del  77,  rumbo  a  San  Francisco  de  Califor- 
nia. .  . 

El  General  Díaz,  regresó  de  "La  Capilla''  a  la  ciu- 
dad de  México,  en  la  que  st-  incautó  del  poder,  sin 
rivales  ni  tropiezos. 

El  día  23,  como  si  se  hubiese  roto  alguna  presa,  des- 
de temprano  dio  principio  la  inundación  de  esta  bue- 
na metrópoli  virreinal  por  las  fuerzas  '"regenerado- 
ras:"' millares  y  millares  de  serranos, — principalmen- 
te zacapoaxtlas, — que  no  paraban  de  desfilar  por  las 
calles,  de  anegarlo  todo,  cuarteles,  escuelas,  plazas,, 
atrios.  .  .  No  era  tranquilizador  su  aspecto;  mal  ves- 
tidos, calzados  de  ''huaraches"  que  producían  des- 
apacible ruido  en  su  roce  contra  los  adoquines;  arma- 
dos de  rifle,  bayoneta  y  repletas  cartucheras ;  confun- 
didos los  oficiales  con  "clases"  y  soldados;  torvos, 
callados,  siniestros.  ¡  La  horda  ! 

Cerró  el  comercio  sus  aparadores  y  tiendas;  el  ve- 
cindario se  atrincheró  dentro  de  sus  domicilios,  y  por 
las  calles  persistía  el  inacabable  desfile,  aquel  rumor 
de  agua  embravecida  y  suelta  que  subía,  subía  sin  des- 
canso, venida  de  montes  y  sierras  con  quién  sabe  qué 
apetitos,  qué  hambres  atrasadas,  qué  propósitos  si- 
niestros. .  . 

Frente  a  las  tremendas  interrogaciones,  apoderá- 
ronse del  ánimo  de  los  moradores  pacíficos  y  asusta- 


F.  (¡a.mhoa 

dizos  de  la  capital, — la  pran  mayoría, — la  ineortidnm- 
bre  y  la  angustia,  a  pesar  de  que  se  echó  a  volar  la 
especie  de  que  el  Gral.  D.  Juan  N.  Méndez,  segundo 
en  jefe  de  la  revolución,  respondía  por  aquellos  an- 
gelitos. Mas  lo  que  se  preguntalmn  todos  ¿cuál  sería 
su  respuesta  y  de  qxié  serviría  en  un  caso  grave!.  .  . 

Hasta  después  de  anochecido  continuó  la  inunda- 
ción, y  la  ciudad,  <|ue  rebasaba  d<*  "regeneradores," 
simulaba  improvisa<lo  campamento.  Oraeias  que,  no 
obstante  ese  hacinamiento  do  ciudadanos  qíie  no  sa- 
bían leer  ni  j-scribir,  no  se  registró  mayor  novedad. 

Según  mis  recuerdos,  al  día  siguiente  24.  o  ha.sta  el 
26  según  lo  aseveran  diveiNos  historiadores,  se  efec- 
tuó la  triunfal  entrada  del  caudillo  victorioso,  don 
Porfirio  Díaz,  en  esta  asendereada  ciudad  de  México, 
que  las  lleva  vistas  de  varios  colores,  y  Vargas  ave- 
rigüe las  que  por  ver  le  queden  to<lavía. 

Al  amparo  de  \in  pariente  mad\iro  y  cauto,  me  per- 
mitieron salir  a  la  calle  y  presenciar  la  entrada.  Ins- 
talámonos  tras  un  cristal  de  "La  Concordia."  pictó- 
rica de  curio.sí)s,  pues  la  vía  pública  hervía  de  entu- 
siastas y  gritones,  de  energúmenos  y  plebe.  Y  con  es- 
tos ojos  "que  »■  ha  de  comer  la  tierra"  {rrfi^rome  a 
Uts  mios\,  vi  al  hombre  que  a  contar  de  entonces  se 
adueñó  de  los  destinos  nacionales,  y  ha  sabido  guiarlos 
con  singular  maestría  y  ¡wco  común  acierto. 

V\U'  Mun  visión  rápida,  de  Hpot«H>sis,  en  nunlio  de 
aiilausos  y  vivas,  al  imponente  clamoreo  de  los  repi- 
ques de  los  templos,  bajo  la  cnida  luz  viví.sima  de  nues- 
tro cielo.  .  .  l'iui  dewubierta  de  jinetí's  bien  montados; 
luego,  en  la  testera  tie  un  carruajillo  yan(|ui,  acom- 
pañado di"  no  recuerdo  «piién.  el  ('audillo.  grave,  de»- 

—  38  — 


MI  DIARIO 

cubierto, — su  sombrero  charro  reposaba  en  la  ban- 
queta frontera  del  vehículo, — semi  inclinado  hacia  ade- 
lante, en  traje  de  camino,  contestando  y  agradeciendo 
la  ovación.  .  .  Yo,  que  no  lo  conocía,  que  por  prime- 
ra vez  lo  miraba,  durante  esos  pocos  instantes  logré 
examinarlo  y  se  me  fijó  para  siempre ;  según  se  nos 
fijan  las  impresiones  tempranas  que  por  una  causa 
u  otra,  sacuden  y  agitan  nuestra  infancia....  Des- 
tacábase el  busto  macizo,  de  vastas  espaldas  y  cuello 
fuerte;  la  cabeza,  erguida,  virilmente  encajada  en  los 
hombros ;  muy  quemada  la  tez  pálida ;  el  bigote  ne- 
gro y  gacho ;  la  mirada  dominante,  profunda  y  resuel- 
ta, clavada  en  la  mesa,  en  las  calles,  en  los  edificios; 
el  ceño,  ligeramente  rugoso ;  las  cejas  pobladas ;  el  ca- 
bello abundante  y  bravio ;  nerviosa  la  nariz  pronun- 
ciada, cual  olfateando  el  medio  circundante ;  la  frente 
amplia,  y  acentuada  la  mandíbula  inferior ;  las  orejas, 
de  probable  longevo,  grandes  y  rojas.  .  .  .  Un  acabado 
tipo  de  masculino,  que  en  un  momento  perdí  de  vista, 
al  que  no  volvería  a  ver  en  mucho  tiempo.  .  .  . 

Moralmente,  no  me  resultaba  "persona  grata,"  de- 
bido a  la  atmósfera  familiar  de  los  últimos  días.  En 
vez  de  haber  sido  el  mantenedor  de  los  derechos  de 
mi  tío,  era  su  enemigo,  el  que  se  le  interponía,  el  que 
lo  alejaba  de  la  suprema  magistratura,  porque  dis- 
ponía de  fuerzas  y  elementos  mayores.  .  . 

Y  por  una  lógica  meramente  infantil,  me  di  a  con- 
siderarlo como  el  enemigo  de  todos  y  cada  uno  de  nos- 
otros; nos  había  arrebatado  algo,  y  me  amohinaba  no 
poder  precisar  qué  sería  lo  que  a  mí  en  lo  personal  me 
habría  quitado ...  ¡Ni  siquiera  ilusiones,  pues  las 
tiernísimas  que  hubieran  debido  ir  creciendo  a  par 


89 


F.  (JAMliOA 

de  mis  |>üí-os  años,  habiamela.s  tronclunlo  de  raíz,  la 
tragedia,  i)ara  mí  imperecedera,  del  proiiuiieiamieuto 
de  la  Cindadela ! 

Ya  era  yo  estudiante  tle  segundo  cui*so  de  politiea 
vernácula. .  .  .    ¿Asistiré  a  un  tercero? 


La  reminiscencia  s(>gunda,  es  de  orden  más  íntimo. 

A  iinHÜaílos  de  septiembre  del  83,  sucumbía  mi  pa- 
dre a  vieja  lesión  cardíaca  insospechada,  «mi  unas  cuain- 
tas  lloras.  No  lie  de  consi^rnar  aquí  nuestro  dolor,  esa 
ela.se  «le  <lolor»*«  se  prostituyen  cuando  se  hacen  del  do- 
minio público. .  .  . 

Falleciílo  la  noche  del  14.  no  lo  st'pultamos  ha.sta  la 
tarde  del  16.  Eramos  un  puñado  de  deudos  y  amigos 
<le  veras,  pues  los  entierros  de  persona  pobre,  sue- 
len verse  e.scasameiite  «'oneurridos ;  no  hay  nada  (pie 
alcanzar  en  ellos. 

Kn  los  momentos  «pie  nos  ilisponiítiiios  a  .sacar  el 
cuerpo,  es  decir,  en  momentos  que  nue.stra  p«'na-He 
acrecentaba  lo  increíble  con  ese  comienzo  tle  la  sepa- 
ración absoluta. — mi  pa<lre  había  muerto  de  visita  en 
la  mo«le.sta  ea.sji  de  mi  hi-rnuino.  entonees  juez  de  lo 
Correccional, — tocpies  militares  rompieron  el  silencio 
y  (piietiid  «le  la  calle.  .  . 

A  j>oco.  fuimos  avisados  «h-  <|\ie  p«>r  onh»n  «le  la  Se- 
cretaría di>  (hierra,  presentaba ns*-  tropas  d<>  línea  a 
tributar  al  «-adáver  <!«•  mi  pa<lri-  los  honon*s  debidos 
a  su  gra«lo  «b-  (icneral  «le  Urigaila ! .  .  .  .  Nuestra  es- 
tupefacción no  tuvo  límites.  .  .  Mi  padre  había  si- 
<lo  im|N'rialÍNta.  <li'S|)U«'>s  «le  qu«*.  id  i^'ual  «h»  otros  mu- 
«'ho«  «pie  siiriiii-ron  en  su  «'-.xodo  al  (iobierno  de  Juárez, 

—  40  — 


MI  DIARIO 

hasta  San  Luis  Potosí,  en  San  Luis  les  declaró  solem- 
nemente el  Presidente  de  Bronce  (¡por  el  temple  y 
por  la  raza!)  : — ''La  República,  exhausta,  no  puede  con- 
tinuar pagando  a  todos  sus  servidores  y  tampoco  pue- 
de, en  consecuencia,  imponer  sacrificios  imposibles: 
los  que  de  vosotros  puedan,  a  su  vez,  ir  adelante  con 
sus  propios  recursos  hasta  donde  nos  lleve  el  azar  que 
nos  empuja,  sed  bien  venidos ;  los  que  no  puedan  hacer 
lo  mismo,  vayan  en  paz  y  con  la  conciencia  tranqui- 
la." Y  así,  autorizados  de  una  parte  y  compelidos  de 
otras  imperativas  e  íntimas,  ahí  dispersáronse  a  su  pe- 
sar, una  porción  de  hombres  honrados  y  tan  mexica- 
nos como  el  que  más.  A  la  caída  del  Imperio,  púsose 
a  buscar  la  la  vida  en  cuanto  salió  libre  de  la  prisión  de 
"La  Enseñanza,''  (nombre  de  edificio  que  más  parecía 
entonces  el  de  un  escarmiento  para  los  imperialistas 
¡  qué  enseñanza,  en  efecto,  tan  inolvidable ! )  trabajan- 
do con  su  profesión  de  Ingeniero  ;  y  pasó  mil  vicisitudes 
hasta  no  ser  admitido  en  el  Ferrocarril  ]\Iexica no  de  Ve- 
racruz,  en  cuya  construcción  participó  y  en  el  que  llegó 
a  ocupar  el  puesto  de  director.  Después  de  varios  años, 
perdió  el  empleo,  y  de  nuevo  cruzó  todos  los  calvarios 
ineonfesados  que  en  nuestro  país  recorren  las  personas 
decentes  y  desprovistas  de  bienes  de  fortuna,  de  súbi- 
to privadas  de  recursos.  .  .  .  Durante  este  cruel  perío- 
do, en  el  que  bajamos  sin  cesar  él,  mi  hermana  la  me- 
nor y  yo,  me  alcanzó  a  mí  la  juventud,  gracias  a  la 
cual  no  me  hicieron  mayor  mella  las  innúmeras  pri- 
vaciones que  escoltan  a  la  pobreza ;  si  en  ocasiones  ve- 
níanseme  á  la  boca  los  acíbares  y  hieles  de  las  priva- 
ciones y  anhelos  defraudados,  pronto  la  risa  y  la  es- 
peranza los  vencían,  prometíanme  todas  las  compen- 

—  41  — 


F    HAMHOA 

s;;eion»'s.  me  brindabíiii  pocos  baratos,  los  (|iu'  después 
¡ay!  no  se  logran  ni  con  los  niillonesde  todos  los  ma|?- 
nátes;  poseía  yo  salud,  esbozos  de  novias,  realidades 
de  besos  y  caricias,  brazos  inquietos  y  fuertes  con  los 
que  estrechaba  (piimeras  y  soñaciones.  .  .  Ijo  que  para 
mi  padre  fuera  una  tortura,  fué  para  mí  un  deslum- 
bramiento y  un  hechizo:  acjuel  éxodo  niicstro  a  Nue- 
va York,  del  (pie  harto  hablo  en  mis  IMPRESIONES 
Y  HE('rEKl)()S,<pie  son, en  realidad,  los  |>r»>cursores 
de  MI  DIARIO.  Al  cabo  de  dos  años,  también  ese 
destino  se  desmoronó, — era  la  representacií'm  del  (lO- 
bierno,  conjuntamentí*  desempeñada  por  mi  padi-e  y 
un  señor  Ibarrondo,  cerca  de  la  jiuíta  directiva  del 
ferrocarril  de  Trhuantepec,  radicada  en  la  metrópoli 
yancpii, — y  hul)o  (pie  regresiu*  a  México,  a  recomenzar 
la  ingrata  brega.  Ello  di6  al  trasto  con  las  energías 
nunca  desmentidas  de  mi  padre,  dobló  las  manos  y 
sin  díH'írnoslo,  yo  estoy  cierto  «le  i\\\v  k«^  leconoció  to- 
talmente vencido  y  empezó  a  disponer  el  último  via- 
je, que  al  fin  emprendió  casi  a  los  «los  años  de  su  vuel- 
ta. 

Varias  veces  propusiéronle  (pir  se  b-  rí*conocería, 
com(t  a  tantísimos  otros,  sti  grado  en  el  Ejército.  Pe- 
ro, lo  (pn-  él  me  d*'c¡a  rii  las  pláticas  con  (pi«-  trataba 
de  que  su  experiení'ia  y  su  ancianida*]  aleccionaran 
a  mi  juventud,  lo  (pn-  él  me  decía: 

— "No  debo  aceptar,  porqtie  nada  hay  nu'is  justo 
que  pagar  íntegramont«'  las  eipiivocaeioneH  que  cam- 
bian para  siempn*  el  curso  de  una  vi<la.  .  .  " 

Ix)  quf  s«'  callaba,  pero  quf  yo  be  po<lido  «lencubrir 
¡y  con  cuánto  orgullo!  conforme  me  eiitert»  de  la  tota- 
lidad de  Hu  existencia,  lo  que  se  callaba  era  que  la  cau- 

—  42  — 


MI  DIARIO 

sa  de  su  oposición  radicaba  en  la  honradez  de  que  nun- 
ca se  apartó  un  punto ;  mi  padre  fué  un  rectilíneo  en 
todos  y  cada  uno  de  sus  actos  y  de  sus  pensamientos. 
¡  Plegué  a  Dios  que  mi  hijo  diga  de  mí  otro  tanto ! .  .  . 
Y  en  esos  dos  años  del  81  al  83,  mi  padre  vio  algu- 
nas ocasiones  al  Gral.  Díaz,  con  quien  tendría,  supon- 
go, relaciones  antiguas  y  más  o  menos  superficiales. 
Y  lo  supongo,  porque  hasta  creo  que  medió  entre  ellos 
un  episodio  estrictamente  militar,  allá  en  los  maldeci- 
dos años  en  que  andábamos  a  la  greña  los  hijos  de  es- 
ta tierra  nuestra  tan  ensangrentada.  No  lo  afirmaría, 
mas  paréceme  que  de  labios  de  mi  padre  escuché  la  na- 
rración pormenorizada  del  sucedido.  (1). 


(1). — Con  el  fin  de  cerciorarme  de  aquel  hecho,  y  supuesta  mi 
relativa  proximidad  con  el  Gral.  Díaz,  voluntariamente  e.xpatria- 
do  en  París,  hoy  que  en  el  mes  de  noviembre  del  1912  alisto  en  la 
ciudad  de  Bruselas  estos  materiales  para  el  tomo  III  de  la  primera 
serie  de  "MI  DIARIO,'  firme  en  mi  propósito  de  no  hablar  de  acae- 
cimientos y  personas  hasta  después  de  transcurridos  diez  años  por  lo 
menos,  aquí  reproduzco  dos  cartas  que  al  asunto  se  refieren.  La  res- 
puesta del  Gral.  Díaz  es,  además,  prueba  palpable  de  lo  admira- 
blemente que  conserva,  a  pesar  de  la  edad,  sus  extraordinarias  fa- 
cultades  mentales: 

— Señor   General    de    División,    D.    Porfirio    Díaz, 
etc.,  etc.,  etc., 

París. 

Mi    siempre    muy   respetado    señor   General: 

Terminada  y  ya  en  prensa  mi  novela  LA  LLAGA, — de  la  que  al 
igual  de  mis  libros  anteriores  he  de  ofrecer  a  Ud.  uno  de  los  pri- 
meros ejemplares, — me  he  puesto  a  alistar  los  originales  para  el  to- 
mo III  de  MI  DI.-VRIO,  que  aparecerá.  Dios  mediante,  en  junio  o 
julio  del  año  venidero. 

Mucho  me  ocupo  de  Ud.  en  esas  páginas,  pero  encuéntrome,  en- 
tre otros  hechos  que  no  recuerdo  con  la  precisióón  que  quisiera,  un 
suceso  que  se  relaciona  íntimamente  con  Ud.  y  el  señor  Gral.  D. 
Manuel   Gamboa,   mi  padre. 

He   aquí    el   suceso : 

Durante  una  de  nuestras  tantísimas  guerras  nacionales  en  que 
Ud.  cayó  prisionero,  estuvo  bajo  la  custodia  de  mi  padre,  y  él  pudo 
prestar  a  Ud.  un  servicio  que.  entre  militares  hidalgos,  se  ha  registra- 
do más  de  uua  vez,  aunque  qiiien  lo  solicita  y  quien  lo  presta  figu- 
ren en  filas  enemigas:  unos  instantes  de  libertad  para  ir  y  ejecu- 
tar algo  urgente  y  personalísimo,  sin  más  garantía  que  la  palabra 
de  honor  que  el  prisionero  empeña  de  volver  en  tiempo  oportuno. 
y  así  no  sacrificar  al  hermano  de  armas  que  con  riesgo  de  la  propia 
vida   facilita   la    suelta    momentánea    y   secreta. 

i  Querría    Ud..    señor,    precisarme    sitios    y    fechas? 

Me    permito    anticipar    que    mi    pregunta    y    la    respuesta     de    Ud. 


43 


f.   (JAMUOA 

Sea  tle  ello  lo  que  fuere,  nosotros  cupimos  i\\u'  ii(\\\e- 
llo«  houon-s  póstumoH  al  cailávor  de  mi  padre,  -que 
de  habiTlos  »''l  pn-visto.  le  liuhicran  endui/atlo  sus  úl- 
timos momento». — i'l  Oral.  I).  Manuel  González.  Pre- 
sident»'  entonees  de  la  KejUlbliea.  habíalos  coiiei'didn 
a   iiistaiieias  del   (iral.    Día/. 

Y  los  tales  honore.s.  operaron  el  j>rodinrio  de  atar 
por  siemprf  mi  ^rratitiid  lineia  el  homhrr  que  los  pro- 
<-uró. 

Kn  ocasiones,  he  censurado  de  palabra  y  d»-  p«Misa- 
iniento  muchos  a«tos  «l»*l  gobernante,  que.  ante  la  indo- 
p«-ndeMi'ia  de  mi  crilt'fio.  han  merecido  cfusura  ;  pero 
al  homl>if.  a  Porfirio  Día/,  no  he  dejado  «le  quererlo, 
ni  mtMios  d«'  affrad«'«'erle  a(piclla  muestra  de  conside- 
ración a  los  «lcs|Hijos, — ¡para  mí  sa^jrados  y  benditos! 
—de  un  viejo  soldado  muerto  «n  el  apartamiento  y  el 
olvido. 

lyos  invitados  »\  jdimi»r/.o  lU  <  jiapidtepec.  en  tan 


Mrin    publirada*.    xgán    «tic»    umita,    en    el    Irrrrr    tomo    dr    MI    PÍA 
RIO 

l>r»4r    lurgo,     millnnr*    lir    icriirma.     y,    romo    mifiipr».     mi    •f«etwo 
•(■ima   }'   rrapvtuoaa  arfhraión 


Brúcela*     II    de   nitvhre    <lr    l'M. 
"Mr  K-Q    (iamlMMi,    Hruaria* 


(f  )    r    (lamlKM 


I    .i       .!.■     >kv.-r       ai.l..  ii.ániliilr     iiii>     acra 

no- 

.    U 

de 

i'-iue    loa 

'iue   por 

..ti    qaa 

.n 

^cr 

- ..t»- 

''<le4i<iaU  m*  AM«aa 


I  r  <    rorftrio  DUi ' 


44  — 


MI  DIARIO 

to,  han  ido  llegando ;  todos  los  miembros  del  Gabinete, 
con  sus  esposas,  excepto  la  de  Limantour,  que  no  con- 
currió ;  todos  los  miembros  del  Cuerpo  Diplomático 
extranjero,  con  las  suyas.  Apenas  si  yo  conozco  a  na- 
die. 

Muéstranme  al  señor  don  Ramón  Corral,  nuevo  Go- 
bernador del  Distrito  recién  salido  de  Sonora,  de  don- 
de es  oriundo  y  donde  ha  sido  personaje,  hasta  pri- 
mera autoridad.  Agréganme  que  ha  sido  periodista, 
y  físicamente  no  me  resulta  antipático ;  lo  hallo  joven, 
con  aspecto  sano  y  ademanes  resueltos,  quizá  un  tan- 
to lugareños. 

Son  indudablemente  mucho  más  provincianos  los 
modales  y  palabras  del  señor  Gral.  Mena,  Secretario 
de  Comunicaciones,  un  hombrazo  recto  y  honrado  a 
carta  cabal,  enemigo  jurado  de  chanchullos,  trampan- 
tojos, adulaciones  y  bajezas,  al  que  le  tiemblan  todos, 
por  su  manía  de  decir  la  verdad  desnuda  a  quien  le 
mueve  la  lengua ;  cuéntanse  de  él,  a  este  respecto,  anéc- 
dotas de  feroz  implacabilidad:  a  uno,  le  rehusó  un 
abrazo,  a  otro  no  le  tendió  la  mano,  al  de  más  allá  le 
puntualizó  las  barrabasadas  de  su  progenitor.  .  .  Al 
Gral.  Díaz,  con  quien  cultiva  añosa  amistad  íntima, 
lo  trata  con  gran  franqueza,  y  no  tolera,  cuando  lo 
descubre  a  tiempo,  que  se  arruine  o  perjudique  a  al- 
guien con  las  arteras  armas  de  la  calumnia,  tan  em- 
pleadas en  los  ambientes  palaciegos. 

El  Gral.  don  Manuel  González  Cosío,  Secretario  de 
la  Gobernación,  es  un  liberal  de  antigua  cepa,  de  los 
que  guerrearon  contra  los  franceses. 

El  Lie.  García  Peña,  Subsecretario  de  Justicia  e 
Instrucción  Pública,  de  puro  modesto,  se  pierde,  no 

—  45  — 


F.  GAMBOA 

se  le  ve;  por  lo  que  yo  me  le  acerco  más  tle  una  vez, 
pues  siempre  me  ha  dispensado  benevolencia  y  no  se 
me  ol villa  que  fué  maestro  de  mi  lu-rnumo,  en  la  Es- 
cuela de  Derecho. 

Kl  Inpi'uiero  don  Leandro  KtTííániU'Z,  flamante  Mi- 
nistro lU'  Fomento,  es  tipo  muy  especial.  Goza,  y  en- 
tiendo que  muy  merecidamente,  de  envidiable  reputa- 
ción como  técnico  y  como  individuo.  |>ero  tiene  sus 
vistas  a  filósofo  pesimista,  con  sus  ribetes  de  misán- 
troiK);  no  gusta  de  relumbrones  ni  vanidades,  no  se 
afana  porijue  sei)an  (pie  es  Ministro,  ni  ponpje  lo  vean 
cerca  del  Presidente:  gasta  pocas  palabras  y  menos 
amigos:  tiende  a  la  austeridad  y  a  la  reserva;  suele 
mostrarse  cáustieo  y  aun  agresivo  en  las  respuestas, 
con  las  (pie  ni  a  sí  mismo  se  indulta:  eorre  por  ahí  la 
que  diera  un  día  a  persona  (pie  se  informaba  del  esta- 
do de  Sidud  de  su  familia: 

— ''La  familia  de  Zarco,  (pierría  l'd.  decir  l'ues, 
se  halla  sin  novedad " 

Es  de  advertir  que  ea.s(')  con  la  viuda  del  inolvida- 
bl(*  orador  parlaiiu'Utario  don  Franeiseo  Zarco;  (jue 
ha  sido  un  pa«lre  para  los  hijos  de  éste,  y  (jue  él,  Fer- 
nande/,  eareee   de  sucesión. 

Del  s«*ñ()r  -Mariseal  y  de  su  esjwsji  ¡(pié  he  de  opinar 
qu<-  no  redunde  en  su  elogio T 

Faltan  en  lista  los  señores  Limautour  y  (iral.  don 
Ucrnardo  U«yts,  uno  de  los  cuales, — a  creer  en  zidio 
íte»  y  oráculos  iwlíticoB, — será  el  Presidente  déla  Repéi- 
bliea.  Hoy  por  hoy.  sin  vacilar  votaría  yo  a  favor  del 
primero,  aunque  no  MU|»onga  a  ninguno  de  los  dos  |k}- 
seedor  de  los  grandes  mereeimientos  que  para  aspi- 
rar a  puesto  tamaño  debierun  de  atenorarse ;  mas,  bien 

—  46  — 


MI  DIARIO 

mirado,  lo  propio  ocurre  eu  todas  las  naciones  del  glo- 
bo, igual  en  la  vieja  y  cultísima  Inglaterra,  en  Fran- 
cia, Rusia,  Alemania  o  Estados  Unidos,  que  en  Ecua- 
dor, Bolivia  o  Nicaragua.  En  unas,  suben  los  prínci- 
pes por  sus  méritos  dinásticos — cuando  las  dinastías 
los  poseen —  aunque  personalmente  luzcan  más  vicios 
y  máculas  que  los  combatidos  por  fray  Luis  de  Grana- 
da en  su  "  Guía  de  Pecadores, "  y  en  las  otras,  los  hom- 
bres suben  a  virtud  del  imbécil  e  inmoral  sufragio  uni- 
versal; o  gracias  al  fraude,  a  la  corrupción,  a  la  violen- 
cia ...  ¡  Qué  le  hemos  de  hacer ! . . .  .  Lo  importante 
es  que  una  vez  arriba,  honradamente  se  preocupen  por 
lo  poquísimo  bueno  que  es  dable  alcanzar  en  este  mun- 
do. ¿  Méritos  ? . . .  ¡  Qué  contados  son  los  que  se  encum- 
bran debido  a  ellos;  en  la  íntegra  ^^ Historia  Univer- 
sal/' pueden  enumerarse  con  los  dedos  de  una  sola 
mano. . .  En  cambio,  abundan  los  que  los  adquieren 
en  las  alturas  y  desde  las  alturas  los  aplican.  Se  com- 
prende, pues  basta  y  sobra  con  la  rectitud  de  espíri- 
tu para  labrar  felicidades,  si  a  discreción  dispónese 
de  enorme  suma  de  poder  y  de  poderes,  y  de  enorme 
suma  de  elementos. 

En  el  caso  actual,  no  sé,  quizá  mi  preferencia  de- 
penda de  simpatía  personal.  Mi  candidato  es  Liman- 
tour,  salvo  que  andando  el  tiempo  me  lo  descompon- 
gan o  se  me  descomponga  él  solo. 

El  banquete,  tan  desaborido  y  tedioso  como  todos 
los  de  su  especie,  dondequiera  que  los  sirven. 

Después  del  café  y  los  licores,  apurados  eu  los  salo- 
nes de  desahogo  y  en  el  billar,  audición  de  un  octeto 
godo,  cuyo  director  me  suelta  cada  vuecencia,  que  ni 

—  47  — 


F.  GAMBOA 

on  rl  inisiiiísimo  sitio  yví\\  áv  Aranjin-z  se  han  do  oír 
más  (It'lt'trt'íulos  y  sonoros. 

Muy  sjitisfcrho  salgo  <lo  la  |>alatina  fiesta,  eonfiado 
t'M  <|iit'  la  generación  a  <}ue  mi  hijo  pertenece  no  se  pa- 
rezca en  nada  a  la  nuestra,  tan  plagada  de  defec- 
tos, tan  sin  voluntad,  tan  poco  estimahir.  cívieaniente 
hablando. 

Comien/a  <•!  hosinii-  a  ensonihi'eeersc.  todo  se  ve  som- 
l>río,  hasta  las  eahelh-ras  de  heno  (pie  euelgan  de  los 
ahiiehiiet«*s  venerables,  los  viejos  druidas  mtidos.  pero 
eoii  alma  y  up-moi-ia.  (pie  tanto  han  presenciado... 
Sí,  nuestros  hijos  y  los  (pie  les  sigan,  titiu  n  ^\\u-  ser 
más  educados,  más  dignos,  más  hombres  «pie  nosotros 
(pie  S('»l()  hemos  sido  los  interme<iios  entre  los  pn'teeres 
y  los  In'-roes  de  nuestras  dos  iiidi'i».Miil<Mii-ias.  \  filos. 
los  de  mañana 

Salimos  del  bos(pie  y  entramos  en  el  l'a.s«'o  de  la 
Keforma,  (pie  hoy  i)or  hoy  es  símbolo  y  anhelo. 

— ¡Reforma!  pero  bien  eiitedida.  .  .  .  y  el  país 
reaccionará.  Poco  importa  (pie  la  evohici»'>n  tarde  al- 
gimn  años,  muchos  años;  para  la  vida  de  los  pueblos, 
el  tiempo  no  cuenta  lo  mismo  (pie  para  la  vida  de  los 
hombres. 

10  DK  ENF.Bo. — ¡  Ix)  propio  aca<H!eme  en  todos  mis  re 


gr»»H08 


En  cuanto  me  cercioro  de  c('mio  andamos  política,  so- 
cial e  individualmente,  me  ataca  una  morriña  sin  lí- 
mitefl  y  doy  de  bruces  en  un  pesimismo  enfermizo. 

Con  mis  repetidas  y  largas  ausencias  h/iseme  aumeii 
tado  hasta  la  idolatría  el  hondo  amor  (jue  i>or  naci 
miento   y   raza    nutro   desde    pcfpieño   hacia    Mí'xico. 

—  48  — 


MI  DIARIO 

Cuando  a  él  he  vuelto  de  países  que  a  todas  luces  le 
son  superiores,  Europa,  los  Estados  Unidos,  la  Argen- 
tina en  ciertos  aspectos,  he  llegado  con  la  ilusión  de 
hallármelo,  si  no  a  la  par  de  lo  ajeno,  sí  aproximán- 
dosele, con  probabilidades  positivas  de  igualar  a  lo 
que  por  mil  razones  y  causas —  de  que  no  somos  direc- 
tamente responsables — nos  queda  tan  por  encima.  Y 
cuando  a  México  he  vuelto  de  países  que  como  los  cin- 
co Estados  de  Centroamérica  le  son  innegablemente 
muy  inferiores,  hame  reanimado  la  certidumbre  de 
que  a  cada  día — salvo  un  cataclismo  político  o  social — 
les  quedamos  más  adelante,  más,  más 

¡  Menudo  que  ha  sido  el  desengaíío  en  aquéllas  y 
en  estas  ocasiones! 

Cierto  que  continuamos  a  ventajosa  distancia  de  las 
trágicas  repúblicas  centroamericanas ;  pero  cierto  tam- 
bién que  Europa  y  los  Estados  Unidos,  considerados 
en  su  conjunto  y  a  pesar  de  sus  sendas  imperfecciones 
majaisculas,  a  cada  instante  van  dejándonos  más  a  su 
zaga.  Y  allá  vamos  \  Dios  sabe  a  dónde !  dolientes,  sin 
orientación  ni  ideal,  sin  curarnos  de  pasados  ni  futu- 
ros, superficiales,  indiferentes,  viciosos;  sólo  preocu- 
pados de  tesaurizar  coute  que  coute,  de  proporcionar- 
nos, según  los  temperamentos,  el  mayor  número  de 
placeres  y  comodidades,  a  trueque  del  menor  trabajo 
y  del  esfuerzo  menor ;  sin  nada  noble,  ni  alto,  ni  eter- 
no!  

Si  dice  usted  que  cree  en  Dios,  las  clases  directoras 
(?)  y  las  pensantes  ( ?),  por  obligación  administrati- 
va y  jacobinismo  indigesto,  se  le  ríen  en  las  barbas, 
o  en  la  cara  si  uno  es  lampiño.  Nos  la  damos  de  na- 
ción atea,  y  por  ende,  adelantadísima;  sin  reflexio- 

—  49  — 


F.  dAMIíOA 

nar  que  ninguna  de  las  que  valen  y  ¡)osan,  ¡¡¡ni  una 
sola!!!  alardea  de  error  tamaño,  al  eontrario,  todas 
son  ereyentes,  to<las  invocan  a  Dios  para  el  mejor  lo- 
gro de  cualquiera  de  sus  empresas.  ...  No  sabemos 
leer,  nos  hemos  olvidado  de  rezar;  somos  espíritus 
fuertes  (¡  !)  que  no  creen  en  Dios, — quédese  tal  pue- 
rilidad para  hembras  y  rapaces, — pero  en  retorno,  de 
tanto  creer  en  el  (Jeneral  Días  hoy,  en  Tturbide.  San- 
ta Anna,  Juárez  y  Lerdo  ayer,  y  mañana  en  el  (pie 
venga,  sea  quien  fuere,  casi  en  vez  de  hablarle,  le  reza- 
mos, casi  de  rodillas  osamos  acercárnosle,  y  a  fin  de 
no  desmentir  de  nuestros  ancestros  indios,  ]>oco  nos 
falta  i)ara  no  sentirnos  dignos  ni  de  mirarlo  a  la  ca- 
ra, según  es  fama  nadie  miraba  a  .Moctezuma  el  Di  vi 
no. . . . 

Si  dice  usted  que  cree  y  espera  en  el  Arte,  sus  es- 
casísimos y  discutibles  sacerdotes  y  monagos  lo  negj»- 
rán  a  usted,  o  lo  nu>rderán  vivo  hasta  no  dejarle  roído 
el  e8t|ueIeto;  y  el  público,  la  masa,  la  turba,  lo  bauti- 
zará de  vago  mal  entretenido  y  pernicioso.  .  . 

Si  hai)la  ustetl  de  lil)ertades,  de  vida  propia  y  res- 
petable ;  si  pregiinta  qué  planes  hay  para  lo  porvenir, 
para  eonjiirar  el  peligro  i>erp«'tuo  <le  nuestros  bien- 
inti'neiona<los  vecinos  del  Norte,  e.sos  hunos  más  te- 
mibles que  los  otros,  porque  aquéllos  murieron,  y  és- 
tos viven  sin  tra/as  de  extinguií-se  ni  de  variar  de  pro- 
pósitos; si  pregunta  cuahpiicr  cosa  puesta  en  razón, 
como  nacionalmente  nos  hallamos  en  crónico  período 
de  sinrazón,  le  sti|)riinir;'in  a  usted  «-I  saludo,  lo  amena- 
zarán con  inmediata  pénlida  <le  empleo  y  total  sus- 
pensión de  víveres,  lo  denunciarán  a  las  autoridades, 
o.  «i  buen  año  alcanza,  lo  de<'lararán  despechado,  en- 

—  50  — 


MI  DIARIO 

vidioso,  selenita  y  antipatriota ;  a  una  lo  llamarán  po- 
co práctico,  locución  que  de  grandísima  boga  disfru- 
ta, porque  escuda  porción  de  contemporizaciones  y  elas- 
ticidades inconfesables.  Y  no  se  diga  que  es  culpa  del 
General  Díaz,  por  ser  quien  hoy  se  encuentra  arriba; 
con  sus  predecesores  ha  sido  la  misma  tonada,  la  cual, 
de  tanto  tocarla,  raya  en  perfecta,  y  nosotros,  los  eje- 
cutantes, pues,  rayamos  en  virtuosos 

Esperemos  que  a  mi  regreso  venidero,  note  yo  sig- 
nos de  aliviólo  se  me  quite  la  manía  de  escribir  jere- 
miadas inoportunas  que  a  la  mayoría  de  los  comprado- 
res de  "MI  DIARIO,"  quizás  los  incomoden  o  con- 
traríen. Y  como  entre  ellos  los  puede  haber  extraños, 
y  aun  malquerientes  de  México,  que  batirían  palmas 
de  que  un  mexicano  legítimo  dé  a  la  estampa  porida- 
des  tantísimas,  pongo  punto  al  abundante  capítulo, 
me  embozo  en  aquello  de  que  "al  buen  callar  llaman 
Sancho,"  y  en  memoria  a  los  refranes  del  famoso  es- 
cudero, aquí  imprimo  uno  que  si  no  lo  fuese,  merecía 
serlo : 

— "¡La  ropa  sucia,  SQ^lava  en  casa!" 

15  DE  ENERO. — ¿Influjo  irresistible  del  medio  o 
influjo,  más  irresistible  todavía,  de  la  abulia  que  me 
aflige  y  en  México  se  exacerba  ? .  .  .  . 

En  buen  amor  y  compaña  con  uno  de  mis  muchos 
"hermanos,"  corro  la  borrasca  número  primero,  es- 
coltada de  su  correspondiente  destrozo  en  salud  y  cau- 
dales. 

Proyecto  de  una  temporada  en  el  balneario  de  Te- 
huacán,  y  proyecto  de  no  reincidir  en  nuevas  calave- 
radas. . . .  Veremos  a  ver  cuál  de  los  dos  se  realiza. 

—  51  — 


F.  GAMBOA 

26  DK  FKBRKRO. — Un  mes  de  mala  ratailura.  y  con- 
fornic  a  las  Partidas,  do  ''malos  fechos"  roiisii^ii {«entó- 
rnente, tirado  a  las  cuatro  estjuinas,  dejándome  llevar 
de  pasiones  y  debilidades;  mucho  más  loco  yo  que  el 
mismísimo  fchroro,  a  posar  de  su  fama.  Lo  i>rincip¡/' 
con  dolencia  física  que  me  tumbó  en  la  cama. 

Me  admitieron  como  socio  subscriptor  en  el  Casino 
Nacional,  el  primero  de  nuestros  centros  sociales  des- 
pués del  Jockey  Club,  que  es  nuestro  centro  aristo- 
crático y  exquisito.  Este  otro,  nó;  presume  de  \n8tas 
más  arapliíus  y  liberales,  se  entra  en  él  con  facilidail 
mayor,  y  su  fisonomía  no  carece  de  interés  y  varie- 
dad. 

En  cierto  modo,  es  un  club  político,  no  ponpie  en 
las  sesiones  de  su  directiva,  de  política  se  trate,  sino 
porque  una  buena  parte  do  sus  miembros,  políticos 
son,  y  militantes  y  de  enjundia  muchos  de  ellos.  Curio- 
sísimo resultaría  un  catálogo  biojfráfico  de  sus  com|)0- 
nentes.  Hay  (Jenerales  ile  verdad  y  de  méritos,  y  (h'- 
nerab^s  do  i)effa,  unos  cuantos  rezapados  de  nui'straK 
é|)ocas  turbulentas  y  turbias:  hay  Senadores  y  Dipu 
tados  pro|)ietarios,  suplentes,  en  a^^raz  y  en  sidmue- 
ra ;  Ciobernadon*s  de  antecedentes  limpios  y  de  an- 
tecedentes sucios;  (lobernadores  que  han  sido  y  Oo- 
bcnunlores  que  lo  serán:  Maffi.stra<los  de  la  Corte,  del 
Tribunal ;  Jueces  Civiles,  Penales,  Correccionales  y  <lo 
Distrito;  hacendados  y  terratenientes,  domiciliados  <» 
de  vaeacioni*s  en  la  iiietr<'»poli ;  extranjeros  con  nu'ts 
humos  que  floresta  incendiada  ;  Corredores  de  Minaji-  - 
«•Mpiritualmente  bauti/Jidos  de  "Coyotes"  en  el  habla 
familiar  de  la  «-iudad — numirrotOH  o  cautos  wf^ún  an- 
dan las  lH>nanzas  de  sus  acciones  y  corretaj»*»* :  wño- 

—  52  — 


MI  DIARIO 

ritos  y  vejetes,  viciosos  y  ociosos;  en  suma,  el  abiga- 
rrado total  que  pulula  en  todos  los  círculos  donde  se 
juega.  Porque  a  este  respecto,  el  Casino  corre  parejas 
con  el  Jockey :  hay  haccara  y  poker,  tresillo  y  malilla ; 
"paco  monstruo,"  y  otra  porción  de  monstruosidades 
naipescas. 

He  resultado  concurrente  asiduo,  y  tal  asiduidad 
nada  bien  me  presagia.  Soy  de  los  que  casi  siempre 
pierden,  y  lo  que  es  peor,  de  los  que  quieren  desqui- 
tarse. 

De  tiempo  en  tiempo,  la  cariñosa  voz  de  Jesús  Con- 
treras,  me  predica  y  aconseja  la  abstención;  pero 
¡  quiá !  estoy  muy  herido  y  necesito  restañarme  la  san- 
gre de  las  heridas  que  yo  mismo  me  causo. 

Y  mis  modestísimas  economías,  mis  sueldos  casi  ín- 
tegros se  me  escurren  y  liquidan  por  manera  alar- 
mante. 

29  DE  MARZO. — Continúo  en  el  vórtice,  a  un  punto 
tal,  que  ni  en  este  MI  DIARIO  vuelco  ya  las  ideas 
e  impresiones  que  prójimos  y  sucesos  me  producen. 

Conocí  en  la  Subsecretaría  de  Relaciones  Exteriores, 
a  Francisco  A.  de  Icaza,  primer  Secretario  de  nuestra 
Legación  en  España,  y  poeta  bastante  distinguido. 
Ha  venido  a  México,  al  cabo  de  años  de  ausente,  en 
uso  de  licencia  y  trae  consigo  su  "Examen  de  Críti- 
cos, ' '  recién  publicado  en  Madrid,  en  el  que  trata  muy 
acerbamente  a  doña  Emilia  Pardo  Bazán. 

Nos  presentan,  y  cruzamos  poquísimas  palabras ;  las 
suyas,  pronunciadas  totalmente  a  la  española. 

10  DE  MARZO. — Invitado  por  Jesús  E.  Valenzuela, 
—  53  — 


F.  GÁMIiOA 

director  de  la  "Revista  Moderna"  aetualmeute  ins- 
talada en  una  de  las  muchas  viviendas  en  que  se  ha 
suhylividido  el  antiguo  y  monumental  palacio  levan- 
tado en  la  es<iuina  de  San  P'rancisco  y  Coliseo. — por 
aquel  don  Manuel  de  la  Borda,  de  argentífera  memo- 
ria, minero  afortunado,  que,  es  fama  tendió  desde  las 
])uertas  de  su  morada  hasta  las  del  Sagrario  Metro 
politano  doble  ringlera  de  barras  de  plata  el  día  del 
bautizo  de  su  primogénito,  para  que  dentro  de  ellas 
caminaran  las  carro/as  de  la  comitiva, — leí  ayer  los 
capítulos  I  y  II  de  "Santa,"  mi  novela  en  prepara- 
ción ;  y  dentro  de  unos  días,  leeré  el  III. 

Hallábanse  presentes  casi  todos  los  de  la  redacción 
y  aun  algunos  extraños  a  ella. 

Buena  idea  la  de  "Tute,"  estas  lecturas  y  reunio- 
nes, inatiguradas  por  Jesús  TIrueta  poco  ha,  con  el  bri- 
llantísimo víM-bo  que  le  es  propio.  Jesús  Urueta,  que 
acaba  de  regresar  de  Europa,  a  la  que  fué  pensionado 
particularmente  por  un  rico  banquero  de  Chihuahua. 
Enrique  C.  Creel,  según  me  cuentan,  se  halla  en  es- 
tos momentos,  si  no  en  la  plenitud  de  su  talento,  que 
es  mucho  y  time  de  dar  todavía  en  los  años  que  le 
<|uedan  por  dchuite  y  que  yo  le  deseo,  mayores  y  me- 
jor .sazonados  frutos, — salvo  qu»;  su  salud  (pie  no  es 
buena  se  lo  estorbe,  o  que  su  temperamento,  que  allú 
s«'  las  disputa  con  su  sjilud.  lo  d«'srarríe. — sí  se  halla 
en  la  cúspide  de  la  popularidad  y  «le  la  fama.  No  8<'>lo 
habla  de  perlas,  sino  que  ha  traído  de  ultramar  una 
maiura  de  accionar  y  de  decir,  que  cautiva  y  arran 
ea  aplausos,  casi  siempi-e  ovacion<»M;  no  hace  uso  de 
la  tribuna,  ni  siquiera  la  consiente,  va  y  viene  jwr  el 
tablado,  ae  aproxima  o  aleja  de  su  auditorio,  modula 

—  64  — 


MI  DIARIO 

muy  bien,  declama,  dispone  de  inesperados  arranques, 

la  voz  es  agradable,  su  figura  juvenil  lo  ayuda 

vamos,  que  es  un  actor  de  genio. 

Comienzan  a  llamarlo  "el  divino"  y  "el  griego," 
y  él  se  rie,  se  alza  de  hombros,  pero  en  el  fondo  ha  de 
sentirse  halagado.  La  juventud  intelectual  está  for- 
mándole aura  envidiabilísima. 

Dicen  que  trae,  escrito  en  Europa,  un  prólogo  del 
que  se  cuentan  maravillas,  intitulado  "Dulcinea."  Se 
espera  con  ansia  que  lo  publique,  y  sobre  todo,  que 
acabe  el  libro  que  ha  de  seguirlo. 

20  DE  MARZO. — Camino  de  casa,  dentro  de  un  simón, 
advierto  todos  los  preparativos  oficiales  qvie  las  au- 
toridades y  el  Ayuntamiento  han  hecho  para  recibir 
al  Presidente,  que  hoy  debe  de  regresar  de  un  viaje 
al  Balsas,  Huitzuco  y  Cuernavaca,  en  el  que  por  poco 
no  sucumbe  después  de  una  de  sus  acostumbradas  ca- 
cerías. Enfermó  gravemente  del  estómago,  a  tal  pun- 
to, que  los  políticos,  alarmados,  cuéntase  que  se  acer- 
caron al  General  don  Bernardo  Reyes,  Ministro  de  la 
Guerra  y  uno  de  los  dos  candidatos  a  la  Presidencia 
de  la  República,  con  el  fin  de  saber  lo  que  haría  en  el 
supuesto  de  que  el  Gral.  Díaz  falleciera .... 

Muy  elocuente  ha  estado  la  fisonomía  de  la  ciudad 
durante  todos  estos  días  en  que  la  muerte  ha  amena- 
zado al  Presidente:  ha  habido  cabildeos  y  reuniones, 
ansiedad  y  congojas,  ambiciones  que  ya  no  se  disimu- 
laban, inquietudes,  pronósticos,  censuras,  alabanzas.  . 
¡  qué  sé  yo  lo  que  no  ha  habido  ! , . . 

Contra  lo  que' sí  protesto  es  contra  la  palabra  "trai- 
ción," que  algunos,  los  archigobiernistas,  han  lanza- 

—  55  — 


/'.  (i  A  uno  A 

do  a  manera  de  anatema  sobro  la  cabeza  de  los  que  se 
llegaron  al  (Jral.  Keyes  en  demanda  de  su  persona  pa- 
ra el  evento  de  una  acefalia.  i  Por  qué  traición  ? . . .  . 
lia  tal  maniobra,  easo  de  haber  existido, — lo  que  yo 
no  dudo, — podría  justificarse  i)lenamente,  dado  (jue 
llevóse  a  cabo  bajo  el  supuesto  de  que  el  General  Díaz 
sucumbiría;  y  no  sé  (|Ue  haya  traición  para  con  un 
muerto.  Traiciónase  a  los  vivos,  cuando  si*  trata  de 
arrebatiu'les  lo  que  tienen  o  de  desposeerlos  de  jerar- 
•  juías  y  alturas.  A  lo  sinno,  podrá  liabci*  habido  ¡ire- 
mura,  apresuramiento,  festinación,  pero  nada  más. 

Sea  como  (piiera,  ya  se  habla  de  castigos  y  escarmien- 
tos a  ingratos,  ambiciosos  y  descastados;  y  por  lo  pron- 
to, la  ciuilad  mírase  colgada  de  trofeos,  banderas  y 
guirnaldas,  con  tropas  tendidas  a  lo  largo  de  las  ca- 
lles del  tránsito,  con  focos  y  farolitos  suplementarios 
que  la  iluminarán  con  exceso  en  cuanto  la  noche, — 
(|Uo  no  tarda, — la  cobije  del  todo. 

Frente  a  la  conmoción  real  que  ha  cmbargaiio  a  la 
metrói)oli  y  buena  parte  del  país,  mientras  la  vida  del 
President»'  pmilió  de  un  hilo,yo  me  preguntoi(|ué  será 
de  veras  de  nosotros,  el  día  que  el  ('audillo  de.sa|)arez- 
caT.  .  .  .  Comprendo  y  reconozco  que  es  inmoral  y  fal- 
sii  la  teoría  de  los  hombrea  indisp«'n.sables;  que  los  tles- 
tinos  de  un  pueblo  no  deben  depender  de  lo  efímero 
de  una  existencia  humana,  por  prolongada  y  bmefi- 
ciosíi  (|ue  resulte,  pero.  .  .  lo  cierto  es  (jue  a  juzgar  <le 
apariencias  e  indicios,  Porfirio  Díaz,  si  no  indispen- 
.sablf  <'n  lo  absoluto,  sí  es  necesarísimo  a  la  trancjuili- 
dad  y  progreso  de  México.  Ocurre  con  él,  lo  que  según 
Goethe  ocurría  con  NajMjleón  el  Grande: 

— "(ycst   un  ctr(  <¡'onfrr  siipi'rií  ur.  .M<iis  la  cdusc 

—  56  -^- 


MI  DIARIO 

''principóle  de  sa  puissance,  c/est  que  les  hommes 
" sont  surs,  soiis  ses  ordres,  d'arñver  a  leur  htit.Voila 
' ' po2irqiioi  ils  se  rapprochaient  de  lui,  comme  de  qui- 
'' conque  leur  inspirera  une  certitude  pareille." 

31  DE  MARZO. — Domingo  de  Ramos  hoy,  que  para 
mí  se  ha  anunciado  pésimo:  al  despertar  mi  hijito 
esta  mañana,  nos  lo  lleva  su  cuidadora  Juventina,  alar- 
mada de  notarlo  jadeante  y  con  luia  tos  muy  sospe- 
chosa. . .  . 

Por  puro  instinto  paternal,  diagnostico  desde  lue- 
go que  se  trata  de  pulmonía;  y  el  doctor  Licéaga,  a 
quien  acudimos  en  el  acto,  desdichadamente  confirma 
mi  diagnóstico  aventurado.'  Es,  en  efecto,  una  pulmo- 
nía, y  seria,  su  principal  foco  se  halla  en  la  base  del 
pulmón  derecho .... 

Un  mazazo  en  la  mismísima  nuca  me  habría  pro- 
ducido menor  aturdimiento .... 

Licéaga  no  podrá  tratar  el  caso,  pues  debe  partir  a 
Guanajuato  por  el  tren  de  la  tarde ;  nos  enviará  a  un 
doctor  que  suele  hacer  sus  veces  y  en  quien  tiene  él 
máxima  confianza 

4  DE  ABRIL. — Jueves  Santo. 

Mi  hijo,  en  una  gravedad  suma,  una  gravedad  es- 
pantosa, la  de  los  niños  que  todavía  ni  a  las  derechas 
hablan,  ni  nada  saben  de  vidas  y  muertes.  .  .  .  Tum- 
bado en  su  camita,  amodorrado  con  la  altísima  fiebre 
que  lo  consume,  apenas  si  se  queja ;  sólo  habla  para  lla- 
mar a  su  mamá  y  para  pedir  agua  y  más  agua . .  .  He- 
mos pasado  unos  días,  que  únicamente  los  que  sean 
padres  sabrán  avalorar .  . .  Anteayer,  como  el  médico 


0/ 


F.  GAMBOA 

de  cabecera  tardaba  y  mi  hijo  so  nos  pusiera  peor, — 
una  de  las  tantas  alternativas  de  la  pulmonía, — »!ulo- 
quecidos  llamamos  a  un  facultativo  de  las  cercanías, 
que  hoy  qued()  en  volver ;  y  hoy  se  han  encontrado  él 
y  el  de  cabecera,  a  quien  no  oculté  la  aparente  incon- 
secuencia. Después  de  que  juntos  y  separados  exami- 
naron a  nuestro  enfermito.  de  que  leyeron  sus  mutuas 
recetas,  reúneuse  a  hablar,  a  solas,  y  cuando  coniilu- 
yen  su  conciliábulo  ¿saben  Uds.  lo  que  me  comunican 
entrambos?...  ¡<|U0  ni  uno  ni  otro  pui'dc  seguir  <'u- 
rando  al  niño,  supuesta  mi  desconfianza  cu  su  ari.M-to 
y  conocimientos  profesionales! 

^le  dejan  mudo,  con  vivos  deseos  de  írmeles  enci- 
ma, espantado  de  que  pueda  haber  individuos  que  así 
se  comporten  en  un  caso  grave  que  reclama  ttk'nica 
asistencia  incesante.  ...  De  nada  sirven  mis  instan- 
cias, nuestra  infinita  congoja.  . . .  Los  dos  se  despiden, 
entre  aspavientos  y  frases  que  no  percibo  a  las  cla- 
ras; los  dos  s(í  marchan,  al  propio  tiempo,  a  tomar  sus 
sendos  carruajes  y  a  seguir  ejerciendo  su  augusto(  ?í) 
ministerio!!!  (asi  me  vi  tentado  de  llamar  a  un  gfu- 
darme,  para  (pie  los  detuviera  y  se  los  llevara  presos 
como  a  dos  criminales  que  se  fugan.  .  .  . 

Mi  hijo  unicho  peor,  es  la  de  hoy  una  do  las  no<h«'s 
de  nuiyor  peligro.  .  .  . 

El  único  médico  constante  que  no  nos  ha  abandona- 
do desde  un  principio,  es  Manuel  Zubieta.  «pu'  vive 
al  lado;  hijo  de  un  justo,  don  José,  de  quien  he  de 
intentar  un  retrato  moral  en  estas  páginas. 

f)  PK  ABKiL. — Viernes  Santo. 

En  el  (íolmo  rlc  la  deaesperación,  me  lanrx)  cu  bxm- 

—  58  — 


MI  DIARIO 

ca  de  un  médico  que  me  salve  a  mi  hijo,  si  es  que  Dios 
ha  de  permitir  que  salve  de  ésta.  Las  calles,  hasta  el 
centro  de  la  ciudad,  pletórieas  de  gente  que  recorre  los 
templos. 

No  doy  con  Gregorio  Mendizábal,  que  es  amigo  mío ; 
pero  en  la  calle  de  Montealegre  inteinimpo  la  lectura 
o  estudio  de  José  Terrés,  quien  luego  de  oírme,  no  sólo 
no  se  niega  a  hacerse  cargo  de  mi  hijo,  sino  que  me 
añade : 

— "Yo  no  tengo  que  saber  si  otros  médicos  lo  han 

visto.  Ud.  quiere  que  yo  lo  vea,  y  eso  me  basta 

¡Vamos!".... 

¡No  son  bendiciones  las  que  mentalmente  le  prodi- 
go! ¡Le  besaría  los  pies,  vaya  si  se  los  besaría ! 

Mi  hijito  casi  ha  agonizado  esta  noche,  materialmen- 
te vi  que  la  muerte  nos  lo  arrebataba  cuando  íbamos  a 
meterlo  en  el  baño .... 

7  DE  ABRnj. — i  Bendita  mil  y  mil  veces  sea  esta  Pas- 
cua de  Resurrección  en  que  Dios  quiso  hacerme  el  in- 
menso milagro  de  que  mi  hijo  también  resucitara ! .  .  . 

La  pulmonía  ha  cesado . . . 

Y  la  frase  que  un  buen  amigo,  de  los  varios  que  nos 
han  acompañado  durante  la  durísima  prueba,  me  for- 
muló noches  atrás,  a  guisa  de  consuelo,  por  dondequie- 
ra la  veo  centellear,  sobre  todo  por  cima  de  la  camita 
de  mi  hijo  que  ya  nos  pide  la  mano  con  las  suyas  fla- 
quísimas y  diáfanas : 

. — "¡Dios  se  lleva  rara  vez  a  los  hijos  únicos!" 

Que  así  sea,  es  lo  que  imploro  con  todas  las  veras 
de  mi  alma.  No  apetezco  nada,  nada,  nada  fuera  de 
mi  hijo,  i  Es  mi  tesoro,  la  flor  y  el  fin  de  mi  \ada! 


59 


/'.  GAMBOA 

9  DE  ABRIL. — Llevamos  dos  días  de  iniciada  la  conva- 
lecencia; mi  hijito  pn  una  debilidad  tal,  que  diríase 
que  el  más  tenue  de  los  soplos  podía  derribarlo.  No 
atina  a  tenerse  en  pie;  y  con  el  enflaquecimiento  y  la 
extrema  palidez,  sus  ojos,  sus  ojazos  han  adquirido 
unas  proporciones  extraordinarias.  Quietecito  se  es- 
tá las  horas  de  las  horas,  frente  a  un  montón  de  ju- 
fj^etes  que  contempla  más  que  como  niño,  cual  si  fue- 
ra fabricante  de  ellos  o  esperara  descubrirles  secretos 
y  misterios Y  cuando  nos  mira  a  nosotros,  cuan- 
do se  medio  ríe,  especialmente,  hay  un  no  sé  qu»'*  en 
su  mirada  y  en  su  sonrisa  que  a  su  madre  y  a  mí  nos 
enternece  hasta  las  lágrimas.  . . . 

11  i)K  .\HKiL. — No  cede  el  mal... A  cierta  hora,  no 
hay  poder  humano  que  me  estorbe  el  ir  y  sentannc  al 
baccara  del  Casino.  Durante  el  día,  hago  la  resolución 
de  no  tlaípiear,  de  apartarme  de  este  hábito  condena- 
do que  nunca  padecí  a  extremo  tan  alarmante ;  y  en 
cuanto  cae  la  tarde,  invento  pretextos,  esquivo  com- 
promisos, rehuso  invitaciones,  y  me  encamino  al  des- 
pluraadero 

Luego,  en  las  madrugadas,  contrito  y  maltrecho, 
impónense  los  derivados  de  existencia  semejante:  so 
va  uno  a  cenar  y  a  beber  a  las  fondas  nocturnas  y  de 
pelea,  a  sufrir  vecindades  abochornantes,  a  codearse 

con  toda  clase  de  gente Y  por  remate,  los  regresos 

al  hogar,  presa  de  remordimientos  e  iracundias,  de 
anhelos  y  tristezas,  ni  más  ni  menos  que  un  delincuen- 
te que  ha  escapado  d«*  la  jtolicía,  pero  (pie  no  acierta 
a  eKcai)ar  de  su  propia  conciencia 

Ansias  secretaa  de  que  alguien  o  algo  venga  a  sa- 

—  60  — 


MI  DIARIO 

carnos  de  la  inmunda  ciénaga  que  va  tragándonos  y 
tragándonos  mientras  más  multiplicamos  los  esfuerzos 
por  libertarnos  de  sus  zarpas  despiadadas  y  visco- 
sas  

4  DE  MAYO. — Arreglada  por  Jesús  Contreras,  la  no- 
che de  hoy  dio  Francisco  A.  de  Icaza  en  la  Sala  "Wag- 
ner  de  la  calle  de  Zuleta,  una  conferencia  sobre  ' '  Cam- 
poamor  íntimo." 

No  concurrí. 

Y  la  noche  de  hoy  ¡la  noche  de  hoy!  yo  me  la  he 
pasado  con  Ana  Radcliffe,  Hoffmann  y  Poe,  en  una 
pesadilla  imborrable,  que  quién  sabe  si  no  me  dejará 
lacrado  para  siempre. . . 

1.°  DE  JULIO. — Después  de  estos  dos  meses  en  que  no 
he  tenido  ánimo  para  asentar  en  MI  DIARIO  porción 
de  sucesos  infaustos  y  gratos,  ni  impresiones,  ni  na- 
da; dos  meses  que  seguramente  me  cuentan  por  dos 
décadas  lo  menos ;  dos  meses  durante  los  cuales  he  po- 
dido palpar  satisfacciones  dulcísimas  de  verdadera 
amistad, — díganlo  principalmente  Antonio  de  la  Pe- 
ña y  Reyes,  y  Alfredo  de  la  Portilla,  que  no  me  han 
desamparado  un  solo  instante ;  mi  hermano  Pepe,  que 
me  ha  mostrado  una  fraternidad  amorosa  y  poco  co- 
mún ;  el  señor  Mariscal,  que  si  mi  padre  hubiese  sido 
no  se  comportara  mejor  (aun  le  oigo  sus  profundas 
frases  en  nuestra  íntima  y  solemne  conferencia  de  des- 
pedida en  su  casa  de  Tacubaya:  "Todos  olvidarán, 
lo  que  importa  es  que  Ud.  no  olvide  nunca! . .  ." 
— ^y  amarguras  y  decepciones  hondo  grabadas,  en 
unión  de  mi  mujer  y  de  su  hermano  Rafael,  de  mi 

—  61  — 


¥.  GAMBOA 

hijito  y  de  su  aya,  parto  a  las  9  de  la  noche,  j>or  el  Fe- 
rrocarril Mexicano,  rumbo  a  Vcracniz.  y  a  Oiiatema- 
la  por  la  tercera  vez.  En  cambio,  es  la  prinu^ra  que 
no  experimento  el  gran  dolor  que  siempre  nif»  origi- 
na partirme  de  mi  tierra.  ...  ¡Al  coiitrariol  anhelaba 
salir,  anhelo  no  regresar  en  varios  años.  .  .  Que  las 
misericordias  del  tiempo  caigan  y  caigan  sobre  las  me- 
morias y  las  maloílicencias.  .  . 

Lleno  el  paradero:  mi  hermano,  mis  gontes,  mis 
íntimos,  un  indiferente  que  otro  cuya  silueta  enf unía- 
se en  el  conjunto  de  afectuosa  simpatía  que  a  aus«'n 
tarmeestimúlainc.  Los  muchos  bnizos  que  me  estrechan 
fh  verdad,  las  lágrimas,  que  al  aproximarst*  nuestros 
rostros  para  iiuiiiiiurar  las  pahibras  truncas  y  emocio- 
nadas de  los  adioscs  sinceros,  se  (ntifiiiiiliii  r.m  bw 
mías;  todo  me  alienta  y  reanima. . 

Y  cuando  el  tn>n  se  hunde  en  la  noche  \  nosotros 
en  nuestras  yacijas,  la  carrera  del  monstnio,  las  som- 
bras negras  que  contemplo  al  travíV»  del  cristal  de  mi 
ventanillo  me  reconfortan  y  alegran;  no  duermo,  nó. 
ruego  mentalmente  qtie  el  tren  corra  más,  que  corra 
mucho,  mucho,  hasta  donde  no  me  alcancen  mis  pro- 
pios pensamientos 

Por  (.'órdoha  despierto,  en  plena  gloria  de  una  ma 
nana  i-ostcña,  el  aire  que  dejo  penetrar  a  sus  anchas, 
me  htiele  a  monte  y  a  gardenias 

;  Qtié  inmenso  pr'>  '  ■"'     I  <!♦'  la  vida! 

2  DK  .H'ijo. — En  Venicniz  des<le  temprano,  con  tem- 
p»'ratnra  sofocante  y  muy  justificados  temores  de  que 
la  fiebre  amarilla — implaral)le  este  año — ataque  a  al- 
guno de  los  míon.  Sin  que  ellos  lo  adviertan,  a  cada 

—  «2  — 


MI  DIARIO 

momento  paso  revista  muda  de  sus  semblantes,  y  me 
tranquiliza  el  no  descubrirles  nada.  Mi  hijo,  a  quien 
la  pulmonía  me  lo  ha  dejado  muy  desmedrado  y  fia- 
cucho,  ríe  de  lo  que  suda,  de  lo  que  contempla,  prin- 
cipalmente del  falderillo  de  la  casa,  persi^iendo  a 
saltos  y  ladridos  unas  "canicas"  que  le  arrojan  las 
chicas  de  Manuel  S.  Iglesias — en  cuya  casa,  según 
uso  y  costumbre,  hemos  parado  hoy, — un  veracniza- 
no  por  acaso,  desde  hace  doce  años  que  \ano  a  fijar 
su  residencia  en  este  puerto  tres  veces  heroico.  En  la 
actualidad,  no  nada  más  ejerce  su  profesión  de  médi- 
co, sino  que  es  el  delegado  del  Consejo  Superior  de 
Salubridad  y  catedrático  en  la  Escuela  Naval. 

El  día  entero  se  nos  pasa  en  muy  íntimo  charloteo, 
por  lo  que  hemos  dejado  de  vernos  y  por  lo  que  dejare- 
mos, durante  esta  nueva  ausencia  mía ;  pues  a  Manuel 
y  a  mí  nos  ocurre  el  fenómeno  harto  frecuente  de  ser, 
desde  chicos,  más  amigos  que  parientes,  a  pesar  de 
que  el  parentesco  es  ya  de  suyo  demasiado  próximo: 
primos  hermanos. 

A  la  tarde,  camino  del  muelle,  nos  entramos  en  la 
Parroquia,  a  cristianar  el  hasta  ahora  últimogénito  de 
Manuel,  a  quien  yo  tendré  en  la  pila  de  parte  de  Fer- 
nando Iglesias  Calderón,  otro  primo  nuestro.  La  cere- 
monia ritual,  rápida,  con  escaso  interés  fuera  del  in- 
trínseco que  es  enorme ;  solos  el  párroco  y  nosotros,  y 
una  pobre  vieja  que  se  deshace  en  augurios  por  la  di- 
cha futura  del  recién  nacido. 

Y  a  las  5  en  punto,  a  bordo  del ' '  Yucatán, ' '  inmun- 
do barquichuelo  nacional  de  los  armadores  godos  Ro- 
mano y  Barreteaga,  levamos  anclas. . . . 

—  63  — 


F.  GAMBOA 

3  DK  jiMO. — En  Coat/at^oaU'Os. 

El  calor,  tan  inteuso  o  má.s,  «i  cabe,  que  el  de  Ve- 
racruz;  pero,  eii  retorno,  ni  en  el  "Colón"  ni  en  su 
rival  el  "Tabas(|ueño''  hay  liahitacioncs  ilisponihle.s. 

¿Dónde  paso  yo  la  noche  con  mi  tribu?....  Ni  el 
recurso  de  ii"8e  a  la  playa  en  busca  de  fresco,  pues 
por  aíjuí  abundan  los  paludi.sinos,  los  mosquitos  y  otra.s 

alimañas  mayores Sin  embargo,  no  nos  movemos 

de  junto  a  nuestros  etjuipajes,  para  nu'nos  sudar  si- 
quiera. .  .  Al  eal)o  (le  Dios  te  ^fuarde,  el  astur  proi)ie- 
tario  del  "Colón"  nos  anuncia  un  par  de  cuarto.s,  a 
eual  ¡Híor,  pero  (jue  antójansenos  rejfios  eámarinos. 

4  DK  JULIO. —  En  (,'oatzacoalcos. 

Día  de  inmovilidad  y  poca  ropa,  «le  nuuho  abani- 
co y  gran  copia  de  limonadas  y  tamarindos  helados.  .  . 

En  la  tarde,  cuando  el  "Astro-Rey"  ¡vaya  un  rei- 
nado! se  liundc  tras-os-niontcs  despu»^  de  habernos 
iicliicharrado  sin  mi.sericordia,  de.scul)ro  a  mi  hijo  en 
brazos  d(?  Juvcntina,  entregado  a  un  pa.satiompo  <|uc 
al  pronto  me  horroriza :  .sentados  a  la  .sombra  en  el  pi.so 
de  vigas  que  forma  el  delantero  del  hotel,  sí;  entre- 
tienen, Juventina,  en  hostigar  por  los  intersticios  d« 
la  madera  al  sinnúmero  de  cangrejos  de  di.stintos  ta- 
maños, que  al  cabo  salen  a  luz,  enfurecidos  y  lívidos, 
sus  antena-s  erectas,  caminando  <le  lado,  con  rapi<lez 
paxmosa  y  agresiva  ;  y  mi  hijo  en  reír,  en  reír  sin  tre- 
gua frente  al  hervidero  de  los  bichos  odio.sos,  frente 
a  8UH  carreras  y  movimientos  dcsconii)a.«iado8;  hasta 
se  le  conocen  las  ganas  de  aprisionarlos  entre  sus  de- 
ditos  Honrosados 

El  que  un  cangrejo   vivo   pueda  w  r  equiparado  n 

—  64  — 


MI  DIARIO 

•« 

un  juguete,  da  al  traste  con  porción  de  ideas  hechas 
y  aceptadas.  Será  cuestión  de  latitud  y  clima ;  quizá 
los  niños  costeños,  al  igual  de  mi  hijo,  jueguen  de 
veras  con  los  repugnantes  y  antipáticos  animaluchos. 
Por  más  que  lo  procuro,  no  hallo  huellas  que  pue- 
dan evocar  en  esta  villa  de  "  Guazaeualco "  la  menor 
memoria  de  su  ilustre  regidor  don  Bernal  Díaz  del 
Castillo,  mi  grande  y  dilecto  amigo. 

5  DE  JULTO. — Casi  catorce  horas  de  tortura  en  el  in- 
quisitorial ferrocarril  que  cruza  este  istmo  de  Tehuan- 
tepec  desde  Coatzacoalcos,  hasta  Salina  Cruz,  donde 
Dios  mediante  habremos  de  embarcarnos  rumbo  a 
Guatemala. 

Parece  que  debemos  de  darnos  con  un  canto  en  los 
pechos:  no  hemos  descarrilado  ni  una  sola  vez;  caso 
raro  en  la  línea, — que  se  encuentra  en  reconstrucción 
total  por  la  firma  británica  de  Pearson  &  Son, — en 
la  que  era  de  ordenanza  descarrilar  lo  más  posible, 
y  detenerse  en  medio  de  los  bosques,  y  mal  dormir  a 
bordo  de  los  coches,  en  deliciosa  y  antihigiénica  pro- 
miscuidad los  pasajeros  de  1.",  2.*  y  3.^  clases,  con 
mutua  prestación  de  mantas  y  abrigos,  con  recípro- 
cas dádivas  y  probaduras  de  provisiones,  fiambres  y 
panes  desmigajados. .  . 

Tehuantepec  al  atardecer.  Invasión  del  convoy  por  la 
brigada  móvil  de  vendedoras  indias ;  casi  todas  bellas, 
altas  y  bien  fonnadas,  frescas,  agresivos  los  senos  tras 
los  sueltos  y  policromos  corpinos  gráciles,  acentuados 
los  muslos  mórbidos  y  las  duras  caderas  amplias  de 
hembras  fecundas  y  prolíficas,  capaces  de  repoblar  los 
mundos;  las  dentaduras,  que  potíen  al  descubierto  las 

—  65  — 


F.  GAMBOA 

* 
sonrisas  y  los  pregones  de  frutas  y  flores,  como  perlas 
iguales  y  vivísimas;  las  gargantas  de  j^alonia.  colga- 
das de  collares  con  ainuU'tos,  medallas  y  momulas  lias- 
ta  de  oro;  las  sayas  estrechas,  pegándose  a  las  curvas 
tentadoras  de  sus  nubiles  cuerpos  femeninos,  que  hue- 
len a  limpio;  los  ojos,  expresivos  y  rasgarlos,  de  ga- 
cela ;  las  crenchas  de  azabache,  trenzadas  con  cintas 
de  colores,  o  medio  ocultas  dentro  de  las  albas  cofia» 
tradicionales  (pie  iisan  de  siglos...  Alguims  son 
blancas,  con  carnaciones  a  la  moda  de  Flandes,  como 
las  que  pintal)a  Kubens. ...  V  todas,  hasta  las  ehiqui- 
llas  j)reeoees  que  en  otros  climas  todavía  no  fueran 
mujeres,  todas  son  provocativas  y  voluptuosas,  se  arri- 
man al  eoni|)rador  y  consienten  (píe  éste  las  jtalpe, 
para  «'nardecerlo,  todas  m*  ofrecen  con  sus  adeinaues  y 
mirares  de  animal  en  celo;  ninguna  propuesta  las  ru- 
boriza,  ningún   trato   rechazan,   ningún   contacto   las 

acobarda Kíen   de  todo,   de   fras«»8  y   manoseos. 

ríen  del  hombre  que  las  codicia,  (pie  las  respira,  (pie  ¡i 
diario  pa.sa  eii  el  tn-n  sin  cpie  a  ellas  les  impoite  de 
dónde  viene  ni  a  dónde  va,  (pie  a  las  veces,  dominado, 
humilde  y  pedigüeño,  opta  por  pernoctar  en  el  pueblo, 
con  ellas,  entre  sus  brazos  tropicales,  bebiendo  en  sus 
labios  húnK'dos  y  rojos  el  filtro  de  su  lascivia  atávi- 
ca, con  la  que  nacen,  viven  y  mueren  victorioHas  d(íl 
macho,  ignorantes  «piizás  de  (pie  pecan,  inconscientes 
de  su  amonilidad.  contentas  y  sanas,  lucas  bamadría 
das  de  la  tierra  caliente. . . . 

Mientras  dura  la  provcK'ación,  por  el  anden  discu- 
rren individuos  .sospechosos  que  han  de  ratificar  los 
contratos  infames  y  rápidos,  cuyos  precios  cobran  aíie- 
lantadn,  y  que  se  esfuman,  calles  dentro,  precedien- 


66 


MI  DIARIO 

do  a  las  parejas  enlazadas  y  mudas  que  comienzan  a 
amarse 

Desde  los  ventanillos  del  tren,  el  pueblo  divísase 
enano,  coronado  de  palmeras,  de  alonas  torres,  de 
arboledas  rumorosas  y  perfumadas,  con  ambiente  ará- 
bigo     Sigue  obscureciendo,  hay  luciérnagas  que 

se  encienden  y  apagan  en  la  atmósfera  cálida;  llega 
rumor  de  risas,  de  los  que  se  marcharon  asidos  a  las 
tehuanas ;  la  paz  crepuscular  principia  a  extenderse 
blandamente ;  se  adivina  una  tierra  erótica,  sensual  y 
brava ....  Ya  prendieron  las  luces  de  los  coches,  y  pa- 
labras guturales,  en  inglés,  de  los  empleados  yanquis, 
rompen  el  hechizo Partimos 

De  Tehuantepec  a  Salina  Cruz,  cierra  la  noche  y  se 
abren  las  cataratas  del  cielo  ¡  qué  diluvio  el  que  azo- 
ta a  nuestro  tren ! . .  . .  Para  evitarnos  una  natación 
extemporánea  y  porque  los  ferrocarrileros  se  suponen 
que  hemos  de  ser  personajes  muy  empingorotados — 
traigo  recomendaciones  de  la  ciudad  de  México  hasta 
para  que  nos  instalen  en  la  mejor  casa  de  las  de  la 
compañía  contratista  del  camino  de  hierro  y  de  las 
obras  del  puerto ! —  no  nos  bajan  en  la  estación,  sino 
que  remolcado  por  una  máquina  ' '  de  patio ' '  conducen 
el  carro  especial  en  que  hemos  viajado,  hasta  los  pro- 
pios frentes  del  edificio  que  será  nuestro  alojamiento, 
y  mozos  con  linternas  y  paraguas  nos  ayudan  a  apear- 
nos, nos  alumbran  las  gradas  que  hay  que  subir,  nos 
abren  las  puertas 

¡  Un  palacio,  para  Salina  Cruz !  Es  una  casona  de 
madera,  yanqui  por  sus  cuatro  costados,  lo  cual  quie- 
re decir  que  es  cómoda,  amplia,  ventilada  y  muy  lim- 
pia. Como  a  mayor  abundamiento,  en  ella  se  hallan 

—  67  — 


F.  GAMBOA 

establecidas  las  oficinas  superiores,  la  superintenden- 
cia o  cosa  así,  y  en  ella  viven  dos  o  tres  empleados 
principales,  y  en  ella  paran  los  gros  boncts  de  México 
cuando  por  aquí  aportan,  el  misino  Míster  Pearson  y 
su  secretario  particular  Carlos  de  Lauda  y  Escandón, 
— que  es  a  quien  yo  debo  la  merced  de  semejante  alo- 
jamiento,— dicho  se  está  que  el  mobiliario  es  confor- 
table y  hasta  elefante — para  estas  alturas,  babilónica- 
mente suntuoso! — con  magníficas  camas  aseadísimas, 
armarios  de  luna,  rocking-chnirs  a  porrillo,  alumbrado 
eléctrico,  agiia  caliento  y  fría  a  voluntad,  baño,  ¡  ¡  ¡  W. 
C.  automático ! ! !,  y  servidumbre  oriunda  de  Tien- 
tsin,  Shanghai,  Pe-tchi-li  y  Chan-toung,  silenciosa,  di- 
ligente, vivaz  y  do  pocas  palabras.  ...  en  castellano. 
En  el  Parlar  (el  idioma  inglés  os  el  que  aquí  domina), 
descubro  hasta  novelas  y  magazines,  y  en  el  Diyiing 
Ronm,  en  la  mesa  ataviada  con  vajilla  de  parcelana, 
cuchillería  refulgente,  cristal  de  St.  Louis  Mo.,  y  man- 
teles nítidos,  nos  aguarda  la  cena  humeante...  No 
eroenios  en  nuestra  dicha,  máxime  reeordando  el  Ho- 
tel del  Pacífico  en  que  pasamos  una  noche  hace  sois 
meses,  i  Qué  sería  de  nosotros  si  a  él  hubié.semoR  lle- 
garlo?. .  .  La  misma  lluvia,  que  no  escampa,  nos  obli- 
ga a  más  estimar  y  más  agradecer  esta  vivienda  civi- 
lizada y  gratuita  a  que  nos  ha  empuja<lo  la  benevo- 
lencia de  un  amigo.  lyo  único  de  sentir  es  que  la  comi- 
da corra  parejas  con  la  nacionalidad  de  los  fámulos: 
también  ea  china,  comi)lica<la  y  «le  lal)oriosa  digestión ; 
la  salsa  del  pollo,  parece  prófuga  del  "Jardín  do 
los  Suplicios."  I>a  fruta,  on  cambio.  riquísimH,  legiti- 
ma de  la  tierra. 

ArrtiHado«  j>or  el  aguacíTo,  fjue  oje<'ut«  mai*cÍAlei 

—  W  — 


MI  DIARIO 

redobles  en  techos,  paredes  y  persianas,  como  unos 
bienaventurados  nos  dormimos. 

6  DE  JULIO. — Principio  de  nuestra  villeggiatura  sali- 
naerucense. 

Si  no  fuera  por  los  rigores  del  clima,  resultaría  agra- 
dabilísima una  permanencia  aquí  de  dos  o  tres  meses. 
La  situación  de  la  casa  es  ideal.  Desde  los  cuatro  vas- 
tos corredores  que  la  circundan,  disfrútase  de  pano- 
ramas poco  comunes,  sobre  todo  del  corredor  que  que- 
da al  Poniente,  de  cara  al  mar. 

El  espectáculo  que  presenciamos  durante  el  día,  no 
puede  ofrecer  mayor  interés:  a  los  pies  de  la  casa  di- 
rectorial, — enclavada  sobre  leve  eminencia, — hay  un 
espacio  libre,  a  modo  de  plazoleta,  en  cuyos  extremos  se 
levantan  dos  garitones  que  algún  objeto  tendrán.  De 
las  oficinas  de  los  bajos,  apenas  si  percíbese  un  sofoca- 
do tecleo  de  máquinas  de  escribir,  de  vez  en  cuando 
apagado  tintineo  del  aparato  telefónico.  Sus  morado- 
res son  invisibles ;  sábese  que  existen,  por  el  eco  de  sus 
pasos  cuando  suben  la  escalera  o  cuando  ambulan  en 
sus  habitaciones  arcanas.  Recortan  la  especie  de  pla- 
zoleta, dos  esteros,  por  encima  de  cuyas  aguas  inertes 
centellean  los  paralelos  listones  de  acero  de  varias  vías, 
sin  cesar  recorridas  por  locomotoras  de  movimiento, 
acarreando  furgones  cargados  de  materiales,  de  pe- 
druscos  enormes  con  reverberaciones  en  sus  cuarzos  y 
sílices;  plataformas  colmadas  de  operarios;  cahooses 
embanderados;  convoyes  despaciosos  con  dinamitas  y 
otros  explosivos  terroríficos,  a  los  que  desde  lejos,  hom- 
bres apostados  junto  a  curvas  y  cambios,  hacen  señas 
de  moderar  la  marcha,  agitando  los  brazos  en  el  aire 

—  69  — 


F.  GAMBOA 

de  fuego,  nial  si  fuera  a  protluciree  un  pran  sinies- 
tro   Hay  trozos,  en  (|ue  los  esteros  so  t rapan  los 

rieles,  que  reaparecen  más  allá,  hasta  perderse  en  las 
Iontanan/.a8  pétreas  de  los  cerros 

A  la  dertvha  de  mi  observatorio, —  fl  corredor  <lel 
frente, —  a  mediana  distancia,  una  sucesión  de  morros 
calvos  hunden  sus  faldas  en  las  olaK  que  los  a)>ofetean 
y  escupen  iracundas,  despedazándose  y  transmután- 
dose en  cataratas  de  espumas,  irífuiéndos*'  cnanto  nu'is 
pueden  erguirse,  hasta  simular  catapidtas.  pero  cata- 
pultas impotentes  para  herir  al  cerro  (pie  se  deja  em- 
papar y  les  permite  (pie  lo  alcancen  en  sus  ])lanos  y 
filos  rocallosos,  donde  el  líquido  se  d(*Hmenuza :  que  in- 
diferente las  mira  venir  embravecidas  y  llamando  a 
otras  olas  que  con  las  asaltantes  se  enroscan  y  mez- 
clan, p  insensible  observa  cómo  se  retiran  después  del 
asalto  irifniefnoso,  mutiladas  y  hechas  añicos,  bra- 
matxlo  Dios  sjil)e  euántas  maldiciones  «le  agonía,  cuán- 
tas tremendas  amenazas  que  en  el  acto  se  convierten 
en  desesperadas  realidades,  en  ataípies  niu'vos  eter- 
namente inofensivos El  cerro,  durante  las  breves 

t naguas,  se  enjuga,  sacude  el  agua  que  por  sus  flan- 
eos  n»sbala  en  hilos  delgados  y  ípifbra«l¡zos.  romo  lá- 
grimas. ...  Y  que  la  pelea  es  implacable  y  recia,  de 
odio  de  milenios,  pregónalo  el  fragor  que  a  i>e8ar  de 
los  kilómetros  que  me  s(>para  de  ella,  un  tarjto  dismi- 
nuido vieiH-  a  mis  oídos:  se  oyen  rctumlws  de  rañona- 
K08  ciclói>eoR,  de  rahiosna  moHfpietcrías  y  caineneos 
amctrallamientos;  es  la  perpetua  lucha  entre  el  Agua 
y  la  Piedra! 

Pero  1a  Piedra,  victorio«a  del  Mar.  es  la  vencida 
del  Hombre. 

-7p- 


MI  DIARIO 

A  intervalos,  atruena  el  espacio  una  explosión  for- 
íuidable;  de' los  flancos  del  cerro,  despréndense  volu- 
tas de  humo  que  se  deshacen  a  poco  en  la  atmósfera 
densa  y  clara,  y  vese,  abajo,  entre  polvos  y  lascas,  pe- 
dazos de  morro,  disformes  bloques  agresivos  y  grises, 
de  afiladas  aristas  irregulares  que  en  su  caída  siguen 
desgajándose,  hasta  no  parar  en  los  suelos,  que  se  es- 
tremecen a  su  peso,  cual  la  montaña  se  estremeció  en 
el  instante  de  la  brutal  amputación. . .  Y  en  los  sue- 
los, dan  los  tumbos  postrimeros,  ebrios  del  dolor  y 
del  descenso  rápido,  y  como  que  cavaran  sus  propias 
sepulturas,  según  se  hincan  tierra  adentro ....  El  ce- 
rro, después  de  la  explosión  y  de  la  quemadura,  mueve 
a  lastima  ;  las  huellas  del  estrago,  simulan  llagas  abier- 
tas en  ser  sensible ;  las  estrías  carbonizadas,  las  venas 
y  las  vetas  diríase  que  van  a  sangrar,  creeríase  que 
la  mole  recia  fuera  a  quejarse. .  -  . 

Armados  de  palas  y  picos,  los  hombres  que  segun- 
dos antes  de  la  explosión  pusiéronse  en  cobro, — una 
fuga  enloquecida,  por  grupos, — en  cuanto  aquella  pa- 
sa, en  cuanto  el  humo  y  el  polvo  se  disipan,  \Tielven 
contra  el  mutilado  flanco  del  cerro  por  el  que  se  dise- 
minan y  en  el  que  clavan  sin  misericordia  sus  herra- 
mientas que  cabrillean  al  sol,  y  rematan  la  lenta  y  par- 
cial destrucción,  siguen  incansables,  diminutos,  frági- 
les y  despreciables  como  insectos,  siguen  destruyendo 
y  destruyendo  al  gigante  que  triunfó  del  Mar,  siguen 
devorándolo  a  pedazos,  con  tenacidad  de  hormigas,  con 
voracidad  de  gusanos;  que  eso  es  lo  que  parecen  des- 
de donde  yo  los  contemplo,  eso,  gusanos  y  hormigas; 
lo  que  en  realidad  somos,  a  pesar  de  jactancias  y  va- 
nidades. . . 

—  71  — 


F.  GAMBOA 

Encima  de  la  cumbre  de  la  cordillera,  se  alza  la  to- 
rre del  faro,  aislada,  .solitaria,  valieiitr.  resistiendo  e.s- 
tos  soles,  ensordecida  eon  ol  frapor  de  las  ola.s  que  des- 
de abajo  la  maldicen. 

Sobro  el  mar  casi,  las  frrúas  poderosísimas,  jrirato- 
rias,  caladas,  recoíriendo  de  los  suelos  pesados  bloques 
de  piedra,  qtie  vuelcan  automáticamente  en  el  seno 
de  las  olas;  tal.  musculados  brazos  (pie  ya  no  pudieran 
con  las  peñas  (pie  levantan  y  lardan  de  improviso, 
cual  si  agotado  el  enonne  esfuerzo,  los  bloques  se  les 
salieran  y  por  sal  írseles  cayeran  sin  orden  ni  concier- 
to, según  las  salpicaduras  .se  yerguen  y  doblan  con- 
tra las  arenas  de  la  playa  y  contra  la  escollera  que 
trabajosamente  comienza  a  dibujarsi-  a  flor  de  las 
aguas.  .  . 

A  la  izíjuierda  de  mi  observatorio,  el  panorama  es 
apacible:  la  ea.sa  de  empleados,  muy  más  grande  de 
la  (pie  nos  asila,  pintada  de  eaf(*,  de  varios  pisos,  en 
el  inferior  abiertas  las  ventanas  del  va.sto  refectorio, 
cuyos  interiores  s»*  divisan  claramente.  Más  allá,  cam- 
pando cada  cual  i>or  sus  respetos,  con  jardinillo  al 
frente  y  corral  a  los  fondos,  ristieñas  "villas" — cot- 
iagcs,  para  bablar  al  uso  de  la  región, —  en  las  que 
moran  algunos  altos  empleados  y  uno  que  otro  pionctr 
adinerado  de  la  ciudad  futura.  .  .  . 

Ix)  mismo  que  en  nuestra  casa,  en  la  de  los  emplea- 
dos y  cottagc»,  domina  la  servidiunbre  de  cbinos;  chi- 
nos vcnse  por  dondecpiiera,  enmandilados,  sueltas  sus 
trenzas,  m<'»viles  y  vivaces  loa  ojillos  ratoniles,  mon- 
dando legimibres,  preparando  condumios  y  comistra- 
jos, fumando  largas  pipas  metálicas.  Las  lenguris.  más 

—  72  — 


MI  DIARIO 

sueltas  que  las  trenzas,  escupen  charlas  ininteligibles 
de  su  idioma  hermético  y  monosilábico. 

Atrás  de  nuestra  casa,  vislúmbrase  a  lo  lejos  el  pue- 
blo que  nace,  se  columbran  edificios  y  toldos,  se  escucha 
desvanecido  rumor;  anoche,  y  así  ha  de  ser  todas  las 
noches,  veíanse  luces,  oíanse  músicas,  armonías  erra- 
bundas de  acordeones,  organillos  y  guitarras ....  De 
entre  el  caserío,  señálase  la  estación  del  ferocarril,  y 
no  advierto  indicio  de  templos. .  . 

Hacia  todos  los  rumbos,  movimiento  febril,  continuo 
ruido  de  avispero,  un  laborar  casi  enfermizo,  ansia 
manifiesta  de  ganar  dinero  dentro  de  este  clima  inhos- 
pitalario y  homicida.  Se  escucha  distintamente  el  ja- 
dear humano,  más  fuerte  y  angustioso  que  el  de  mo- 
tores, máquinas  peregrinantes,  plataformas  y  carros. 
Huele  a  sudor,  los  anhelos  vibran,  los  tóraces  hume- 
decidos se  hinchan  y  contraen  a  ojos  vistas. ...  Y  el 
sol  ¡  este  sol !  cayendo  a  plomo,  como  fuego  derretido, 
como  maldición  bíblica,  como  castigo  primitivo  y  per- 
durable. ... 

Vamos  de  suerte:  hemos  conseguido  al  mediodía 
una  nodriza  excepcional  para  mi  liijito,  obliga- 
do a  sólo  alimentarse  con  leche  esterilizada  que 
hay  que  prepararle  empleando  porción  de  aparatos 
y  utensilios,  todo  un  alambique  doméstico.  Quiso  nues- 
tra buena  fortuna  que  hayamos  asegurado,  sólo  para 
él,  una  vaca  joven,  a  la  que  por  su  color  y  mansedum- 
bre su  dueña  apellida  "La  Azucena."  Pasta  todo  el 
día  de  Dios  por  los  aledaños  de  la  casa,  atada  con  lar- 
ga cuerda  a  una  estaca  movediza  que  según  pega  el 
sol  van  clavando  aquí  y  allí,  acompañada  del  recen- 

-^73  — 


F.  GAMBOA 

tal,  hermano  de  leche  a  partir  de  hoy,  de  mi  pobre- 
cito  convaleciente. 

Poco  antes  de  ponerse  el  sol, — qtie  a  la  inversa  de 
N'eracruz,  pónese  ín\\n  de  frente  al  puerto  en  proyec- 
to,— not«''  inusitado  movimiento  en  empleados  y  ope- 
rarios. Del  coche  del  papador.  llegado  esta  mañana  y 
detenido  frente  a  la  vivienda,  en  una  vía  de  escape, 
muy  escoltailo  <1»'  Rurales  y  puardas  de  la  C'onípañía. 
han  estado  extrayendo  sacos  y  sacos  de  pesos  para  li- 
ípiidar  a  los  trabajador*^  la  semana  í|ue  hoy,  sábado, 
concluye.  Y  a  eso  de  las  5,  instálanse  en  los  garitones 
de  la  plazoleta  sendos  i)aff adores,  previo  (h-spliepiie  en 
rededor  dr  los  nfdiculum,  de  la  policía  del  hipar  y  de 
la  de  la  Compañía,  atinados  de  revólver  o  rifle,  d»- 
bastón  de  castigo.  Muy  próximos  a  los  pagadores,  los 
capataces  se  alinean  rou  sus  planillas  en  la  mano,  y. 
en  las  planillas,  los  nombres  de  los  trabajadores,  el 
miraero  de  horas  que  han  trabajado,  y  jeroglíficos  sólo 
para  ellos  descifrables. 

La  "raya"'  va  a  principiar.  En  dilatada  extensión 
fueron  llegamlo  dos  filas  dobles  de  hombres, — una 
para  caíla  garitón, — sin  grandes  vo<'es.  en  marcha 
lenta  y  grave  íel  Dinero  y  la  Miierte  imprimen  gra 
vedad),  fumando  y  conversando  entre  sí;  cual  un  reba- 
ño cnriMtdo,  de  vuelta  al  a[»risco  y  detenido  jtnito  a 
las  rejas.  A  una  orden  cimsi  militar,  dieron  media 
melta  y  se  formaron  frente  a  los  depósitos  de  nume- 
rario, f|u«'  e!i  los  interiores  de  Ins  garitas  repirpietea- 
ba  a  causa  de  los  recticnlos. 

Y  contempb''  a  mis  anchas  esos  don  puña<los  densos 
de  «emejnntes  míos.  .  .  .   ¡  Pa-naban  de  trojí  mil!  Había 

—  74  — 


MI  DIARIO 

todos  los  trajes,  todos  los  tipos,  todas  las  razas ;  des- 
de el  rubio  de  miel  hasta  el  negro  de  ébano,  dominan- 
do el  color  amarillento-cobrizo  de  los  asiáticos  y  de 
nuestros  indios  y  mestizos.  Oía  yo  exclamaciones  y  pa- 
labras de  varios  idiomas,  ruso,  inglés,  francés,  espa- 
ñol, este  Tiltimo  con  diversidad  de  entonaciones  y  de- 
jos, según  los  orígenes  de  quienes  lo  hablaban.  Yi 
individuos  atléticos  y  hercúleos,  otros  encanijados  y 
pálidos ;  con  vivos  mirares  los  de  aquí,  y  mirares  mor- 
tecinos los  de  allá.  Los  rostros  y  cráneos  hubieran  he- 
cho las  delicias  de  un  antropologista :  no  se  hallaban 
dos  iguales,  y,  sin  embargo,  todos  eran  rostros  huma- 
nos, de  bases  y  principales  lincamientos  análogos.  Los 
hermosos,  formaban  la  excepción ;  los  feos,  la  mayoría. 
Dominaban  las  juventudes,  y  los  raros  tipos  de  edad 
provecta  o  edad  avanzada,  unos  cuantos,  disimulando 
los  años  o  las  alifafes,  detonaban  en  el  conjunto  de 
virilidad  y  de  fuerza.  Aquello  daba  una  idea  de  los 
constructores  de  la  Babel — y  ¿  qué  cosa  son  las  teme- 
rarias empresas  modernas,  sino  otras  tantas  torres  de 
Babel  que  sólo  por  prodigio  se  mantienen  erectas  y 
utilizables  ? .  . . — adivinábase  que  la  sed  de  lucro  y 
la  imperiosa  necesidad  de  vivir,  había  empujado  hasta 
este  rincón  mexicano,  todavía  hostil  y  mortífero,  aque- 
lla pluralidad  de  hombres  valientes,  resueltos,  sin  fa- 
milia, de  poca  conciencia,  estoicos  y  ávidos,  enfermos 
y  sanos,  sin  patria  fija  o  con  patria  prohibida  por 
las  maldades  de  ellos  o  las  crueldades  de  sus  destinos, 
resueltos  a  todo,  a  lo  bueno  y  a  lo  malo,  sin  creencias 
ni  esperanzas,  rodando  como  guijarros  de  país  en 
país,  llenos  de  rencores  y  de  lacras,  endurecidos  los 
brazos  con  las  fatigas,  y  los  corazones  con  las  ingrati- 

•—  75  — 


/'.  ÜAMliOA 

tudes  y  las  desigualdades,  temibles,  necesarios,  sin  rey 
ni  ley .  .  .  Descubrí  en  todos,  aun  en  los  más  comuni- 
cativos y  alegres,  un  manifiesto  fondo  de  incurable 
melancolía,  cual  si  se  supieran  desahuciados  y  enfer- 
mos de  un  mal  sin  remedio, .  .  . 

¡  Con  qué  orden  desfilaron,  conforme  sus  apellidos 
caían  de  los  labios  de  los  capataces  impasibles!  ¡  Cómo, 
en  el  angosto  alféizar  de  los  garitones,  tendían  las  ga- 
rras sarmentosas  o  exangües,  araarfiladas  o  berme- 
jas, venosas  o  velludas,  todas  ])ercudidas  en  i>oros  y 
uñas  de  esa  porquería  inquitable  con  que  los  trabajos 
rudos  marcan  para  siemj)re  las  manos,  y  cómo  en  cuan- 
to los  pesos  y  pesetas  caían  en  las  palmas  morenas 
y  lisas,  palmas  de  gorila,  se  contraían  los  músculos 
a  fin  de  ocultar  el  tesoro  tan  duramente  coníjuista- 
do! 

El  sol  reposaba  ya,  amortajado  en  la  aterciopelada 
tersura  de  los  liorizontes  divinamente  azules  del  Pa- 
cífico. ...  De  la  tierra,  de  las  cordilleras,  de  los  Ik)»- 
(jucs,  llegaban  las  .sombras  y  adu»'ñában.s4'  con  silen- 
cios criminales  e  imponentes  rapideces,  de  todos  loe 
ámbitos.  ...  El  faro  se  encendió,  comenzó  a  girar,  7 
el  haz  luminoso,  flamígero  casi,  de  sus  rayos,  azota- 
ba la  superficie  quieta  de  las  aguas,  rítmicamente. . . 
El  pueldceillo,  allá,  lejos,  se  iluminó  a  su  vez,  de  súbi- 
to, porción  de  lucecitas  que  palpitaban,  como  cocu- 
yoH Y  los  ilotas,  adinerados,  alejábanse,  hundían- 
se en  sombras  y  meandros,  por  entre  hocinos  y  alco- 
res, rumbo  al  pueblo  que  los  llamaba  con  la  palpita- 
í'ión  de  sus  luces,  el  olor  de  sus  fritangas  y  las  destem- 
pladas armonías  de  sus  acordeones.  Allá  iban,  al  al- 
cohol, a  la  baraja,  a  los  brazos  tibios  y  mórbidos  de 


76 


^  MI  DIARIO 

las  tehuanas,  que,  en  las  noches  de  "raya"  déjanse 
venir  a  Salina  Cruz,  imantadas  por  el  dinero  de  los 
machos  fatigados  y  sin  ventura,  a  los  que  chupan  el 
metal  maldito,  dándoles  en  cambio  las  flores  sangui- 
nolentas y  húmedas  de  sus  bocas  carnosas  y  un  poco 
de  olvido  y  anonadamiento  con  sus  cuerpos  duros, 
lascivos  y  sabios. . . . 

Era  la  maldición,  la  maldición  eterna  e  implacable : 
— "¡Ganarás  el  pan  con  el  sudor  de  tu  rostro!..." 

A  nosotros,  los  chinos  nos  anunciaron  que  la  cena 
estaba  servida ;  y  por  cierto  que  si  a  sudar  vamos,  har- 
to ganada  que  la  teníamos,  pues  no  habíamos  parado 
de  sudar  ni  un  solo  minuto. 

8  DE  JULIO. — En  plena  estación  diluviana,  los  cie- 
los se  vienen  abajo  día  con  día,  todos  los  terrenos  cir- 
cundantes se  anegan,  y  en  cuanto  la  lluvia  escampa, 
sube  de  ellos  gran  bochorno,  salvo  en  las  noches  en 
que  el  ' '  terral ' '  nos  orea  cuerpos  y  espíritus.  En  mate- 
ria de  rayos,  toda  la  gama. 

Hoy  debíamos  de  haber  partido ;  pero  el  agente  de  la 
Compañía  Subdamericana  de  Vapores,  me  anunció 
plácidamente  que  el  "Tucapel"  viene  muy  retrasado, 
y  habremos  de  esperar  unos  ocho  o  nueve  días. 

Otro  funcionamiento  de  los  garitones :  de  ahí  distri- 
buyen tarde  a  tarde  a  los  veladores,  provistos  de  cara- 
bina y  linterna,  los  que,  diseminados  por  estos  andu- 
rriales, se  pasan  la  noche  al  raso  vigilando  la  ciudad 
en  gestación  y  a  sus  moradores  adormilados.  ¿Ten- 
drán dónde  refugiarse  de  los  aguaceros  ? . . . . 

10  DE  JULIO.— ¡Oh,  las  faunas  diminutas  e  inocen- 
tes dé  los  países  cálidos!      -    •  ■   /^-^  ..^;^:íLí  U  ¿*.; 


/'.  GAMBOA 

Abundan  en  Salina  Cruz,  aun  dentro  de  nuestra 
vivienda  lujosa  y  aseadísima,  unas  avispas  (jue  aquí 
llaman  "horcadoras" — ahorcadoras,  quieren  decir, 
— {)oniue  su  picadura  determina  la  sensación  del  es- 
trangulanüento.  .  . 

V  lo  que  es  la  fuerza  del  hábito,  ya  no  nos  preocu- 
pa iimjs  eon  (\\U'  crue»'!!  estancias  y  eorredores,  a  cor- 
tísima distaiK'ia  (le  nuestros  individuos. 

12  1)L  Jl  Llu. —  Después  de  cenar,  euaiido  tumbado 
en  una  mecedora  fumo  mi  puro,  de  cara  al  cielo,  oyen- 
do los  tumbos  del  mar,  los  murmullos  erráticos  que 
llefjan  del  pueblo,  y  dando  rienda  suelta  a  e-speran- 
zas,  planes  y  anhelos,  suben  a  anunciainn'  visitas.  .  . 
Se  me  figura  que  he  oído  mal : 

— ¿Visitas?. . . . 

Sí,  unos  jóvenes  que  preguntan  si  podré  recibirlos. 
¡No  había  de  poder!  Que  pa.sen.  serán  bien  venidos.  .  . 

Mis  visitantes  me  resultan  ha.sta  cuatro  buenos  mu- 
ehaclios,  lie  Mé.xico,  emi>leados  de  IVarson  &  Son,  y  por 
sus  negras  destlichas  domiciliados  en  Salina  Cruz  para 
ípiién  sabe  cuánto  tiempo.  Supieron  de  mi  arribo,  han 
leí<lo  mis  libros,  uno  de  ellos  fué  mi  discí|)ulo  en  la 
Pre|»aratoria,  y  actúa  de  Maestro  de  Ceremonias  pre- 
sí'iitándome  a  los  demás,  que  (juerían  conocerme.... 

Todos  .son  prófugos  de  las  aulas,  espíritus  aventu- 
reros (jue  prefirieron  lanzarse  en  busca  de  su  vida,  a 
profM'guir  sus  estudios  y  ganar  un  título.  Me  afirman 
(pie  nada  los  arredra,  (pie  viven  contentos  en  la  sole- 
dad ('"sta,  que  realizan  economías  con  las  (pm  empren- 
derán viajes  dilatados:  quién  a  (California,  (piién  hiis- 
ta  el   Japón  nada  monos.  .  .  .    Lucen  delgado  barniz 

—  78  — 


MI  DIARIO 

de  letras,  que  sacan  a  relucir  como  para  predisponer- 
me en  favor  suyo ;  habíanme  de  Acuña,  de  Juan  de 
Dios  Peza,  se  saben  versos  de  Luis  ürbina,  de  Othón, 
de  Manuel  Gutiérrez  Nájera,  que  me  recitan  según  el 
palique  se  formaliza. . . ,  Uno  de  ellos,  confiésame  que 

en  ocasiones  lo  visitan  las  Musas 

Dos  horas  deliciosas,  sus  juventudes  reanimándo- 
me ;  su  conversación  interrumpiendo  la  monotonía  me- 
ditativa de  mis  noches 

A  poco  de  dormirme,  nos  despierta  sobresaltados  un 
estruendo  inexplicable  y  extraño. 

Al  acostarnos,  llovía  que  daba  miedo;  pero  estamos 
ya  tan  acostumbrados  al  rumor  de  las  cataratas  celes- 
tes, y  por  otra  parte,  me  ha  sido  siempre  tan  grato 
que  el  golpetear  de  la  lluvia  contra  el  techo  que  me 
cobija  y  las  ventanas  de  mi  estancia,  me  acompañe 
mientras  leo,  y  arrulle  mi  sueño,  que  antes  me  he  fe- 
licitado de  que  aquí  rara  sea  la  noche  en  que  no  dis- 
frute de  música  semejante.  . . . 

Pero  hoy,  no  es  nada  más  la  lluvia,  que  furiosamente 
vapulea  a  la  casa,  nó,  es  algo  fantástico,  un  formida- 
ble sonido  sin  precedentes  en  mi  memoria,  que  sue- 
na a  cataclismo,  a  desventura  contra  la  que  nada  pue- 
den nuestra  miseria  humana  ni  nuestras  flacas  fuerzas 
individuales.  .  .  .  Ya  bien  despierto,  me  echo  fuera  de 
la  cama,  instintivamente  requiero  el  revólver,  y  me 
acerco  a  las  persianas  corridas  que  se  estremecen  con 
las  embestidas  del  viento  y  de  la  lluvia .  .  . 

Nada  distingo,  ni  a  la  luz  intermitente  de  los  re- 
lámpagos que  rayan  las  sombras. . .  Por  instantes,  an- 
tó jáseme  que  se  aproximaran  a  Salina  Cruz  legiones 


F.  GAMBOA 

de  pfíiorrt'ros  })árbaros,  al  horrísono  son  do  atábalos  y 
earat'ok's  aztecas,  como  los  que  sobrecogían  a  los  esfor- 
zados Conquistadores  en  la  Noche  Triste.  .  .  .  Luego, 
imagino  que  monstruos  marinos  so  han  adueñado  d»^ 
la  costa,  y  avanzan  hacia  el  caserío ;  o  (ju»'  estarán  con- 
sumándose positivas  hecatombes,  es  decir,  degollan- 
do a  centenares  de  bueyes ;  o  que  las  trompetas  de  Je- 
ricó  vuelven  a  sonar,  para  castigo  d«»  nuestros  peca- 
dos. ...  El  rumor  es  mugido,  rugido,  «pieja,  maldición, 
lamento ;  ensordece,  asusta,  llena  el  espacio,  pone  los 
pelos  de  punta ¿Será  el  nuir?.  .  .  . 

Y  no  resisto,  cijmicamente  embutido  dentro  del  ca- 
misón que  no  alcanza  a  cubrir  la  ridicula  flacura  de 
mis  pantorrilias  huérfanas  de  iiu'isculos,  empuñando 
mi  disforme  revólver  Colt  44,  desbarrancóme  escale- 
ras abajo  y  no  paro  hasta  tropezar  con  el  velador  del 
vestíbulo,  (pie  duerme  lo  mismo  (jue  un  justo.  .  .  .  Tar- 
da en  recobrar  el  sentido  y  en  identificarme  con  aque- 
lla indumentaria,  medio  incorporado  en  su  estera: 

— 4 Qué  pasi»,  me  (piiere  Ud.  dar  razón T  ¿qué  ruido 
f «  ése  ? . . . . 

— i  De  pasiir,  no  pasa  nada,  está  lloviendo!. .  .;  V  h>s 
sapos  cantan ! . . . . 

— Eso  que  .se  oye  ¿es  canio  de  sapos?.  .  .  Tendrían 
que  ser  onornuís,  y  muchísimos.  .  . 

— Son  uM  hervidero,  jefe, — me  contt»8ta  risueño  y 
despero/ándo.se, — y,  con  perdón  do  iisted.  del  tamaño 
de  un  lechoncito 

El  concertante  de  los  batracios,  continúa  a  toda  or- 
fjtioírta.  quizá.H  más  formidable  que  antís.  porque  <■! 
a^^iHcoro  ha  cesa<lü  y  la  luna  está  pugnando,  allá  arri- 


MI  DIARIO 

ba,  por  abrirse  paso.  Durmámonos  nosotros,  al  ingra- 
to compás  del  canto  de  estos  sapos  antediluvianos.  .  . 

13  DE  .JULIO. — Sábado.  Segunda  tarde  de  "raya" 
que  me  toca  presenciar;  y  como  la  he  observado  con 
mayor  calma  y  mejor  preparación, — he  tomado  len- 
guas acerca  de  nacionalidades  y  tipos, — resúltame  más 
interesante  que  la  primera. 

14  DE  -JULIO. — Despedazada  por  distante  acordeón, 
me  trae  el  viento  fragmentos  de  la  ^Marsellesa .  .  .  Al- 
gún francés  expatriado,  que  celebrará  el  aniversario 
de  la  toma  de  la  Bastilla,  tomándose  él  un  par  de  ajen- 
jos falsificados . , ,  Y  empenachando  un  ' '  casebre, ' ' 
que  diría  en  su  lengua  el  maestro-novelista  Eea  de 
Queiroz,  ondean  al  sol  los  tres  colores  de  la  repúbli- 
ca que  los  "titanes  de  la  Convención"  apellidaron 
una  c  indivisible. 


15  DE  .JULIO. — Falsa  alarma.  Por  lo  que  tardaban 
en  regresar,  creímos  que  mi  hijito  y  su  nana  Juventi- 
na  se  hubiesen  extraviado ....  Nos  echamos  en  su  bus- 
ca, y  los  hallamos  tan  tranquilos,  a  la  sombra,  sobre 
el  césped,  despidiéndose  de  la  "Azucena." 

jMañaiía  nos  iremos. 

16  DE  JULIO. — A  eso  de  las  6  de  la  tarde  y  muy  bien 
instalados  a  bordo  de  este  barco  chileno  que  ha  de 
conducirnos  hasta  San  José  de  Guatemala,  levó  sus 
anclas  el  "Mapoeho, "    (substituto  del  "Tucapel"). 

Después  de  la  comida,  todavía  alcanzamos  a  ver 
por  breve  espacio,  las  luces  del  faro  de  Salina  Cruz, 
tragada  ya  por  el  ]Mar  Pacífico. 

—  81  —  i 


F.  GAMBOA 


GUATEMALA 

19  DE  JULIO. — Arribo  a  San  .ios»',  tfiiipraiio  en  la 
mañana. 

Luis  Kicoy  y  Carlos  Trejo  vinitTon  a  encontramos 
hasta  el  puerto. 

Almuerzo  en  P^.seuintla. 

A  las  5  en  ])unto.  llegamos  al  apeadero  de  la  ciu- 
dad de  Santiago  de  los  Caballeros,  mi  vieja  conocida. 

20  DE  .jiLii». — Hoy  en  lu  nodu',  un  ^'i-iipo  de  amigos 
mexicanos  y  guatemaltecos  me  obsequiaron  ««on  una  se- 
renata j)or  mi  regreso  a  este  país.  El  eliaparrón  que 
s«'  desaló  un  poco  antes  de  la  hora  de  la  cita,  deshu'ió 
el  acto,  y  la  orquesta  de  Germán  Alcántara  hubo  de 
guarecerse  «lentro  de  la  Legación. 

La  señora  doña  Antonia  Zaldívar  dt-  lUanco.  dama 
de  cierta  importancia  política  por  "estos  reynos, *'  don- 
de todo  es  |>olítica;  hermana  de  don  Rafael  Zaldívar. 
Presidt'Ute  «jue  fué  de  El  Salvador,  y  buen  amig«»  mío 
a  su  paso  por  México  hace  bastante  tiempo;  8alva«lo- 
leña  ella  misnm,  y  viu<la,  eon  Iwuidadowi  insistencia, 
no  obstante  (juc  nuestras  relacion«'s  han  sido  siempre 
superficialísimas,  se  sirve  invitarme  a  una  comida  (pie 
ofrecerá  mañana  cu  la  noch»-  a  la  I*r«*nKa  (fuatemal 
teca,  en  el  rrstaunint  de!  (Jran  Ilotel...  ;  Que  será 
eso? 

21  DE  .iiLio. — Puntual  prewntom»'  a  la  invitación, 
y  ya  doña  Antonia  se  encuentra  dando  la  bienvenida 
a  sus  comensales,  (|uc  no  hemos  resultado  tantos:  o 

—  82  — 


MI  DIARIO 

el  personal  presentable  de  la  prensa  "chapina"  es  har- 
to reducido,  o  no  se  dignaron  todos  acudir  al  llamado, 
o  la  señora  de  Blanco  hizo  su  selección  pues,  por  más 
que  cuento,  no  me  pasan  de  cuatro.  .  .  .  Dichosamente, 
asistió  también  Enrique  Martínez  Sobral,  un  chico 
muy  despejado  que  viene  dando  a  luz  preciosas  nove- 
las, a  pesar  de  su  profesión  de  abogado  y  de  su  empleo 
de  juez  en  la  Antigua ;  es  hijo  de  un  antiguo  Ministro 
de  Relaciones  Exteriores  de  Guatemala,  que  se  llamó 
como  él,  que  no  quiso  a  México  mucho  que  se  diga, 
y  que  figuró  cuando  yo  vine  aquí  la  primera  vez  ¡  en 
el  1888 !  los  buenos  tiempos  de  la  presidencia  rústico- 
patriarcal  de  don  Manuel  Lisandro  Sarillas,  el  inol- 
vidable y  para  mí  muy  querido  ' '  Brocha, ' '  según  ene- 
migos y  aun  amigos  lo  apodan  en  censura  a  su  bigote 
recortado  y  erizo,  y  a  su  democrático  oficio  original, 
ya  ilustrado  por  San  José  y  otros  varones  de  harta 
menor  prosapia. 

Martínez  Sobral  me  presenta  a  José  Santos  Choca- 
no,  el  bardo  del  Perú  tan  conocido  en  nuestra  Améri- 
ca, que  ha  venido  a  recalar  en  Guatemala  con  no  sé  qué 
cargo,  consular  si  no  oigo  mal.  Un  guapo  mozo  este 
Chocano,  corpulento,  rubio,  de  grandes  bigotazos  y  mar- 
cial continente,  de  fácil  decir,  con  la  risa  pronta  y 
franca,  respirando  salud  y  ambiciones;  la  voz  no  en 
consonancia  con  sus  hechuras  corporales. 

Nos  sentamos  a  la  mesa,  previo  ingerimiento  de 
cock-tails  bravos. 

La  comida,  gargoUesca,  igual  a  la  de  todos  los  res- 
taiirants,  con  antipasto,  pollo  a  la  Mediéis  y  helado 
al  chocolate.  La  charla  general,  superior  al  menú,  y 
doña  Antonia,  a  cuya  diestra  colocáronme,  no  exenta 

—  83  — 


F.  GAMBOA 

de  espnt  ni  de  sátira,  cuando  es  menester.  A  los  pos- 
tres,— durante  la  comida  me  repitió  que  conoce  y  ha 
visitado  al  Gral.  Díaz,  «jue  si  su  obra  es  así  y  es  asá. 
que  ella  lo  admira,  y  lo  aplaude,  et  sic  de  coeteris. — 
nos  lanza  un  discui'so  en  toda  forma,  con  sus  {juiños 
históricos,  y  sus  citas  pei-tinentes,  y  algunas  valen- 
tías de  palabra  y  de  pensamiento ;  hasta  la  sacra  ma- 
jestad de  don  Felipe  II  vamos  a  parar  en  una  de  las 
l»arrat'adas.  .  .  Aplausos  y  ehampafia  (pu'  apuramos 
por  la  raza,  los  pueblos  hermanos,  los  gobernantes  con 
vergüenza  torera  :  todo  el  arsenal  de  lugares  comunes 
(pn;  es  de  rigor  en  tales  circunstancias. 

^lutiplícanse  los  brindis  menores;  pero  la  dosis  de 
champaña,  después  de  cada  uno  de  rllos,  <»s  invariabli- 
y  fija:  a  copa  por  barba  y  a  copa  i>or  brindis. 

José  Santos  Chocano,  improviwi  y  autografía  en  el 
reverso  de  mi  mnn't  la  composición  (pie  sigue,  recitada 
por  ti  poeta  en  j>ersona : 

A    MKXICO 

Ya  te  vijnos  luchar:  m  la  jxlea 

te  ceñiste  los  hiuros  de  la  gloria, 

y   duermes  lioy   tus  su«'ños  de   victoria 
en  los  brazos  de  Palas  Atenea. 

Digno  dfl  canto  el  (pie  coudiata  sea; 

p<'ro  más  huella  dejará  en  In   Historia 
quien,  ciml  tú,  con  los  jíies  venció  la  escoria. 

/ 

Quien   dt'sput'H  del  acero  de   \n  e.spHih) 
—  84  — 


MI  DIARIO 

supo  blandir  el  hierro  de  la  reja, 
es  digna  del  blasón  de  ser  cantada ; 

Porque  es  más  grande  en  su  entusiasta  exceso 

que  quien  un  rastro  en  las  batallas  deja, 
i  quien  lo  deja  en  las  luchas  del  Progreso! 

Como  se  trata  de  versos,  los  aplausos  redoblan,  y 
las  copas  de  champaña  imitan  a  los  aplausos. 
Y  se  levantó  la  sesión.  No  hubo  heridos. 

22  DE  JULIO. — En  substitución  de  mi  condiscípulo 
Luis  Ricoy,  transladado  a  París,  ha  llegado  como  se- 
gundo Secretario  interino,  en  realidad  de  tercero, 
el  poeta  Efrén  Rebolledo,  un  parnasiano  por  la  cas- 
ticidad de  su  factura,  que  comienza  a  llamar  la  atención 
en  nuestro  reducido  círculo  intelectual  de  México. 
Cuenta  apenas  24  años,  y  se  muestra  algo  huraño,  muy 
nostálgico  por  nuestra  Escuela  de  Jurisprudencia,  qué 
acaba  de  abandonar  con  el  título  de  abogado.  Llega 
en  compañía  de  la  señora  su  madre,  con  la  que  se 
instala  en  riente  casita,  de  la  que  amuebla  con  marca- 
das predilecciones  su  gabinete  de  trabajo,  el  primero 
sin  duda  que  en  su  vida  instala.  Es  un  reconcentra- 
do, de  pocas  palabras  y  menos  sonrisas.  Ahondán- 
dolo, le  bullen  proyectos  de  obras  futuras,  prosas  y 
poemas  que'  se  promete  publicar  después  de  mucho 
pulimentarlas,  por  su  casi  morboso  culto  de  la  for- 
ma. Y  me  habla  del  futuro,  tan  incierto  y  traicione- 
i'o,  con  la  confiada  arrogancia  de  que  todos  hemos 
padecido  cuando  jóvenes.  Distribuye  y  manosea  los 
años  por  venir,  con  aplomo  y  certidumbre  envidia- 


85 


F.  GAMBOA 

bles,  como  si  la  vida  lo  hubiera  abierto  un  arcón  col- 
mado de  lustros  y  autorizádolo  a  disponer  do  ellos 
a  su  guisa: 

— ' '  ¡  Aduéñate  de  los  que  quieras  y  arréglatelos 
a  tu  gusto !...." 

30  DE  JULU». — Carta  de  mi  hermano,  contándome 
gozosísimo  cómo  al  fin  realizo  su  anhelo,  que  man- 
tuvo muy  oculto  durante  mi  permanencia  en  México, 
de  salir  de  la  Subsecretaría  de  Relaciones  Exteriores, 
en  la  que  nunca  estuvo  satisfecho  y  que  le  significó  un 
gran  descalabro  monetario,  porque  por  atenderla,  hubo 
de  clausurar  su  floreciente  bufete  de  abogado  en  el 
que  ganaba  lo  (jue  quería. 

Desde  el  :{  de  junio  fué  nombrado  Enviado  Extraor- 
dinario y  Ministro  Plenipotenciario  en  las  Kepúbliea« 
suramericanas;  lo  (jue  le  permitirá  consiunar  un  via- 
je prolongjulo  y  agradabílisimo,  con  8<')lo  que  las  visite 
una  a  una,  según  tendrá  que  hacerlo.  Lleva,  primero, 
la  misión  confidencial  de  visitar  en  Estocolmo  al  rey 
de  Sueeia  y  hacerle  entrega  de  un  retrato  del  Oral. 
Díaz,  quien  retribuye  a  aquel  monarca  el  retrato  con 
(|ue  oKM^quiáralo.  Después,  Pepe  permanecerá  algi'in 
tiempo  en  Europa,  y  se  embarcará  en  Cherburgo.  rum- 
Ih)  a  Buenos  Airea.  Confiésame  en  su  carta.  <|ue  In 
Subsecretaría  le  resultó  odiosa,  y  llama  mi  atención 
liacia  el  hrcho  ile  «pie  serán  los  dos  hermanos  (íamboa 
los  represciutantí-s  diplomáticos  «li-  México  para  toda 
la  América  Latina:  él.  en  las  njiúblicas  del  Sur,  y 
yo.  «11  las  ilol  Centro. 

ir>  r>K   vííosTt). — i  uiiK'ii/o  lii   i'iii'  anual  de  Jocote- 
—  86  — 


MI  DIARIO 

nango,  vieja  de  muchos  lustros  y  saturada  de  carácter 
colonial,  mezclado  lo  místico  a  lo  profano,  perduran- 
do con  sus  añejos  usos,  no  obstante  el  entronizamien- 
to,— de  Rufino  J.  Banúos  acá  sobre  todo, — del  calum- 
niado partido  liberal  que  aflige  a  tantos  países  ame- 
ricanos. 

La  tal  feria,  en  sus  orígenes  esencialmente  gana- 
dera, ha  conservado  esa  característica,  y  así  míran- 
se  hatos  y  aun  hatajos  de  ganado  mayor  y  menor,  pa- 
ciendo las  gramas  de  los  baldíos  del  rumbo ;  partidas 
de  caballos  y  mulos,  en  su  mayoría  oriundos  de  Méxi- 
co, El  Salvador  y  Honduras ;  tipos  curiosos  de  cha- 
lanes y  mayorales,  con  sus  trajes  regionales;  se  oyen 
dejos  extranjeros,  entre  los  que  domina  el  de  nues- 
tros rancheros  y  caballistas  del  Bajío,  de  Jalisco,  de 
Chiapas;  hay  muchos  sombreros  charros  y  disformes; 
cueras  abiertas  que  ponen  al  descubierto  los  calzones 
de  manta  gris  de  polvos  de  los  largos  caminos  y  de 
la  poca  frecuencia  con  que  se  la  mudan  sus  dueños  y 
portadores;  arcaicas  chaparreras  clásicas,  de  chivo, 
y  modernas  de  venado,  con  hebillas ;  chaquetas  de  ga- 
muza, bordadas  de  plata,  que  las  intemperies  han  en- 
mohecido, de  pita  maltratada  por  los  años  y  las  bre- 
gas con  animales  y  jaras.  Los  chalanes  vernáculos, 
discurren  en  sus  caballerías  lujosamente  enjaezadas, 
a  las  que  encabritan  y  buscan  los  bríos  con  la  espuela 
y  el  "chilillo,'"  en  chapín,  "cuarta"  en  mexicano,  y 
látigo  en  español. 

En  las  inmediaciones,  aspecto  de  verbena:  pues- 
tos y  toldos  donde  venden  bebidas,  frutas,  comistrajos 
de  mayor  entidad  y  fritos  al  aire  libre,  dentro  de  las 
sartenes. 


/'.  GAMBOA 

Una  especialidad:  los  "liurulfs, "'  sTral»a«los  al  fjus- 
to  del  coinpiaílor.  cu  su  pres^-ncia  ;  son  los  tales,  obra 
de  arte  primitivo  y  bárl)aio.  al|i?o  dulcificado  con  el 
correr  de  los  siprlos:  unas  calabazas  ahuecadas,  de  ta- 
pa. .V  cuidadosaiiiriitc  barnizadas  con  ti  barniz  indí- 
gena tan  parecido  a  la  laca  asiática.  A  cuchillo,  la- 
bran g^recas,  orlas  y  dibujos  en  la  bruñida  suiM-ríi 
cié.  nombres  o  iniciales,  hasta  leyendas  alusivas  y  de 
ortografía  imposible,  corazones  traspasados.  ángel(>s 
y  bestias. 

De  las  eiiraniadaa  de  las  tiendas  rú.stieas.  cuelgan 
i-osarios  de  frutas,  con  los  que  es  de  práctica  cnizar 
las  gargantas  y  eneuentros  de  los  caballos. 

Aquí  y  allí.  d«'spluma«lei-os:  ndetas,  loterías,  "car- 
Xcanianes"  sentados  en  la  yerba,  aobre  el  sarape  o  la 
tilma  extendida,  los  cobres  tentadores  y  las  tres  car- 
tas  latlr«»na>.   en    círcido   bxs   "compadres"'   y    "gan- 
chos. 

Las  da.vs  altas,  han  convertido  la  vetusta  eostum- 
bre  en  pa.s«'o  de  carruajes  y  jinetes;  los  niños  sobre 
todo,  en  estos  tres  días  es  fuerza  que  cabalguen  en 
animales  propios  o  i)restados.  V  el  desfile  .s»*  prohui- 
ga,  a  l«>  largo  de  la  Avenida  ilel  Hip«>dr(»mo.  luiata 
las  niisniaa  n'jas  de  ««te,  en  cuj'O  centro  w  alza, — 
a?iacronismo  censurable, — ••!  eacar«'ado  Templo  de  Mi- 
nerva, de  aspti'to  helénico,  dondi'  a  partir  del  18!»".» 
.se  consuma  el  i'dtimo  domingo  de  oetubr«  de  cada  año, 
la  "celebraci«'»n  de  uiui  solemne  tiesta  popular  y  gene- 
"rnl  en  to«Ia  la  Hepública,  cx>nHagrada  cxclusivamcn- 
"te  a  ensal/^r  la  nlucación  de  la  juventud...,"  w- 
gún  manda  el  «leoreto  relativo  del  I*n*si«lenle  Est ra- 
lla Cabrera. 

—  88  — 


MI  DIARIO 

El  principal  encanto  de  la  Feria  de  Jocotenango, 
finca  en  la  belleza  incomparable  de  este  cielo,  de  este 
clima,  de  los  horizontes  casi  paradisiacos  que  por  don- 
dequiera que  se  vuelva  la  vista,  ofrece  y  regala  esta 
privilegiada  tierra  de  Guatemala. ;  .  ;  ¡Oh,  montañas 
que  circundan  el  valle  y  que  se  divisan  más  allá  del 
Hipódromo  y  del  templo  pagano !..... 

De  estudiantes,  según  unos,  y  de  conspiradores,  se- 
gún otros,  el  hecho  es  que  el  domingo  se  registró  en 
la  Plaza  de  Toros  un  escándalo  magno,  si  principal- 
mente se  atiende  a  que  los  rijosos  resistieron  a  la  po- 
licía, cosa  que  aquí  acaece  rarísima  vez. 

El  suceso  obedece  a  este  descontento  perpetuo  de 
que  los  guatemaltecos  sufren  por  los  rigores  de  su 
Gobierno.  Hoy,  como  ayer  y  como  siempre,  flota  en 
la  atmósfera  aire  de  fronda.  Dícese  que  si  sucederá 
esto  o  aquello,  que  si  el  pueblo  se  cansó  ya  de  tira- 
nías más  o  menos  disfrazadas,  que  si  pronto  estallará 
un  movimiento.  .  .  .  Los  decires  continuos  que  obli- 
gan, al  Gobierno,  a  estrechar  sus  rigores,  a  que  el  es- 
pionaje y  la  delación  supriman  la  tranquilidad  indi- 
vidual, a  que  no  se  oiga  sino  lamentaciones  y  que- 
jas, y  a  que  hasta  nosotros,  los  extranjeros,  contami- 
nados del -medio,  vivamos  amargados  de  zozobras  por 
la  suerte  de  amigos  y  conocidos,  posibles  víctimas  ma- 
ñana de  una  represión  o  un  atropello. 

.  .  . — De  vuelta  de  las  Carreras  de  Caballos,  nos 
encerramos  en  mi  gabinete  de  trabajo  Rafael  Spínola 
y  yo,  a  que  lea  Rafael  en  voz  alta  el  capítulo  II  de 
' '  Santa. ' ' 

A  la  noche,  asisto,  yo  solo,  al  baile  del  Club  Guate- 

—  89  — 


F.  GAMIiOA 

mala,  en  e\  (jue.  pulsando  opiniones  de  éste  y  aquél, — 
me  vanaglorio  do  que  conmigo  depongan  su  reserva 
los  muchos  desafectos  al  Gobierno,  no  obstante  que 
aquí,  (t  pour  cause,  son  maestros  en  disimulo  y  re- 
serva,— convénzome  de  que  vibra,  en  efecto,  una  sorda 
enemiga  contra  Estrada  Cabrera,  alarmante  por  lo 
intensa  y  generalizada. 

.  . . — Banquete  y  baile,  anoche,  obsequio  de  don 
José  Ma.  Lanlizábal,  el  dueño  de  la  s<'gunda  libre- 
ría de  la  capital,  al  Pn*sidente  de  la  Kipública,  con 
quien  yo  me  hallo  en  excelentes  términos  personales, 
a  pesar  d«'  <jue  la  Legación  de  México  y  el  Gobierno 
<le  Guatcjiíala.  mientras  las  cosas  sigan  como  van  des- 
de hace  muchos  años,  no  pue»len  mantener  entre  sí 
cordiales  relaciones.  Allá,  a  los  comienzos  de  la  repú- 
bli<*a  liberal  de  Guatemala,  en  los  buenos  tiemi>os  de 
I).  .Miguel  García  Granados,  y  muy  en  los  albores  de 
la  aíliniíiistraeión  dura  y  sombría  de.D.  Justo  Rufino 
Barrios,  fué.  al  contrario,  signo  de  progn-so  en  los 
mandatarios  y  de  patriotifmio  en  los  ciudadanos, 
e.xteriorizíir  una  profunda  amistad  hacia  México, 
sus  hombres  y  sistemas.  I'n  guatemalteco  respeta- 
ble y  amigo  dileetisimo  mío.  testigo  presencial  de 
lo  que  hoy  pasaría  por  itmudito  proiligio.  me  ha  con- 
tado que  i'l  propio  Barrios  ponía  a  México,  entre 
sus  funcionarios  y  gobi>rnados,  como  el  único  mode- 
lo digo  (Je  imitar...  Pro<lujérons<'  acontíH-imien- 
tos  poNterion-s  que  todos  eonooenios,  y  la  brújula 
eainbi)!  de  ruml>os.  no  |kh*o  a  imk'o.  sino  de  golp<-.  lias- 
tn  coloca nw  donde  hoy  i»or  hoy, — y  dewie  hace  varios 
lustros. — la  tienen  fija  y  sujeta  los  directorías  de  la 

—  90  — 


MI  DIARIO 

opinión  y  los  conductores  del  -país.  Ahora,  lo  patrióti- 
co, lo  conveniente,  lo  saludable  es  hacer  gala  en  actos 
y  palabras,  de  una  mexicofobia  superaguda,  que  na- 
turalmente tradúcese  en  muy  marcada  hostilidad  pa- 
ra con  los  mexicanos  que  por  aquí  aportan, — y  se 
cuentan  a  millares, — lo  mismo  labriegos  o  artesa- 
nos, que  diplomáticos  y  cónsules:  una  falacia  de  ge- 
neralización. Reconozco  y  concedo  que  no  todos  mis 
excelentísimos  conterráneos  que  a  Guatemala  trans- 
plantan  sus  reales,  o  sus  mañas,  son  precisamente  unos 
espíritus  puros  ¡  quiá ! .  . .  los  hay  de  arder  en  un  can- 
dil ;  pero  los  otros,  los  que  si  no  son  excepciones  de 
bondad  suma, — ¡  que  algunos  ha  habido  ! — son  lo  rela- 
tivamente bueno  que  se  da  en  la  fruta  humana,  y  que 
solemos  llamar  buenísimos  a  falta  absoluta  de  los  que 
merecieran  de  veras  dictado  tan  envidiable,  ésos,  los 
normales, — entre  los  que  no  es  presuntuoso  ni  inmo- 
desto que  yo  meta  a  mis  predecesores  y  colegas, — ¿  por 
qué  son  víctimas  también  de  la  enemiga  nacional  ? .  .  . 
¡Ah,  es  que  estos  odios  instintivos  entre  los  países 
limítrofes,  son  implacables  y  eternos ! . .  .  . 

De  ahí,  que  el  mexicano  arribeño,  cualquiera  sea  su 
condición,  venga  lleno  de  desconfianzas  y  prejuicios, 
con  sus  miajas,  o  quintales,  de  menosprecio  y  superio- 
ridad, porque  somos  o  nos  creemos  más  grandes,  más 
fuertes,  más  prósperos,  más  libres;  la  porción  de  fra- 
ses hechas,  de  teorías  y  vanidades  que  a  todos  alcan- 
zan, como  las  monedas,  y  que  como  las  monedas,  al 
cabo  del  tanto  pasar  de  mano  en  mano,  llegan  sucias 
y  con  sus  leyendas  borrosas  a  poder  de  los  ignoran- 
tes, de  los  que  las  deletrean  sin  entenderlas  en  toda 
su  alteza,  pero  que  las  arrojan  con  el  mismo  ademán 

—  91  — 


F.  GAMBOA 

que  8i  arrojaran  oro  piiro Por  lo  demás,  este 

fenómeuo  (jiie  ocurre  con  los  pueblos,  ocurre  ipual- 
meiitt'  con  los  individuos:  individuos  y  pueblos  son 
o  se  creen  siempre  por  cima  del  individuo  o  del 
pueblo  a  que  se  acercan.  En  los  individuos,  puedí*  cstu 
díarsi'le  con  mayor  tletalle,  a  poco  -<|Ut'  s«'  observe  la 
actitud  respectiva  de  los  interlocutores.  ¡Cuánto  se 
marcan  entonces  las  supcrioridad«*s  realfs  y  ficticias 
que  a  la  fuérzalos  diíer»*nfian  y  distancian  !  Sobre  que. 
aquí  (|ue  nadie  nos  oye,  al  ijfual  mío,  oh  lector  amado, 
tú  y  yo  nos  diputamos,  de  ci«»n  veces  noventa  y  nueve, 
superiores  al  <}ue  nos  trata  y  habla:  y  puede  (pie  en 
muchas  lo  s«*amos  realmente,  pero  en  las  noventa  y 
nueve  mairnificamos  la  cosa;  somos  superiores,  en  úl- 
timo analísi.s,  hasta  en  lo  (pie  menos  es  de  ahpiitarar 
a  ojo  de  buen  cubero:  en  inteliífencia.  en  moral,  en 
intencioní-s. 

Y  los  pueblos,  padecí'U  de  achacpie  idéntico.  V  hay 

•  piien  afirme  que  ello  es  bueno!...  Los  que  pn^'oni- 
zan  la  superioridad  de  la  r¡i/a  sajona,  |>or  ejemplo: 
con  lo  <pie  por  lo  pronto  s«>  ha  obtenido  (pie  los  señores 
sajones  nos  desprecien  individual  y  colectivamente. 
Y  fpie  nosotros,  por  no  ser  menos,  d»»spn*ciemoK  a  nues- 
tra vez  a  negros  y  amarillos. 

No  bien  el  mexicano  ha  cruzado  la  frontera,  <pié 
di>ro  tropieza,  ehoi-a  eontra  idénticos  si  no  más  en- 
conados prejuicios  y  desconfianzas  que  de  muy  atrás 
bullen  aquende,  atizados  por  quienes  debieran  de  apa- 
(rarloN.  Y  con  el  chofpie  eontinuo  y  >f«'iniinaniente  cai- 
n<*sco,  se  prodiu-e  un  nunnou  d«'  harmonía,  del  famoso 
concierto  de  las  iiacion<>N:  concierto  <|ue  lleva  trazas 

•  le   no   i>oners4'  nunca  al   unísono.   Por  supuesto,  que 

—  92  — 


3/7  DIARIO 

siendo  el  fingimiento  y  la  mentira  las  piedras  angula- 
res en  que  descansan,   inconmovibles,  las  relaciones 
entre  prójimos,  semejantes  y  hermanos,  el  odio  aquel, 
donde  se  advierte  más  a  las  claras,  sin  tapujos  casi, 
es  entre  los  componentes  de  las  capas  inferiores,  que 
se  lo  demuestran  brutalmente  con  la  injuria,  la  riña 
y  el  homicidio.  De  tejas  arriba,  conforme  se  ascien- 
de, el  odio  se  enmascara  y  disfraza,  mas  no  disminu- 
ye, ni  un  ápice.  En  la  escuela,  almáciga  de  futviros 
afectos  y  ayudas  perdurables, — los  niños,  que  todavía 
no  son  totalmente  malos,  porque  no  son  todavía  to- 
talmente hombres,  como  fueron  amamantados  en  ese 
odio,  ya  se  coligan  contra  el  recién  venido  "del  otro 
lado,"  y  se  le  echan  encima,  lo  torturan  con  las  mil  y 
una  torturas  de  que  dispone  la  infancia,  le  hacen  sentir 
su  calidad  de  extraño  aunque  hable  la  misma  lengua  y 
parta  de  un  mismo  origen,  y  la  frontera  sea,  en  ocasio- 
nes, una  línea  arbitraria  e  irreal.  Luego,  por  su  orden, 
los  hombres  de  pensamiento  ( ? ) ,  también  metemos  nues- 
tra cucharada,  y  ¡  ay  del  intruso  que  se  permita  dispu- 
tarnos notoriedad,  aplausos  o  cuartos ! ;  lo  primero  que 
se  nos  viene  a  la  boca  es  enrostrarle,  in  mente  si  no 
podemos  de  modo  más  eficaz  y  tangible,  su  condiei(5u 
de  extranjero,  así  se  haya  naturalizado  con  todas  las  de 
la  ley  y  haya  resultado  más  servicial  y  útil  que  noso-- 
tros ;  esto  último  redunda  en  agravante.  De  los  gobier- 
nos y  gobernantes,  ni  qué  hablar,  pues  por  oficio  e  ins- 
tinto de   conservación  son  los  que  más  mienten  en 
todas  partes.  ¿Y  nosotros,  los  "honorables  diplomá- 
ticos," pseudo  mensajeros  uniformados  de  paz  y  con- 
cordia,   aunque   con    espadín — última    ratio — al    cin- 
to?     Los  discursos  de  entrega  de  credenciales  y 

—  93  — 


F.  GAMBOA 

las  respuestas  de  los  "Jefes  de  Estado."'  ¡qué  rara 
vez  llegan  a  expresar  la  verdad !  Por  lo  eomún,  move- 
rían a  risa,  a  risa  homérica,  o  sardónica,  o  histérica, 
a  risa  esdrújula,  si  no  movieran  a  compasión  y  triste- 
za a  los  espíritus  rectos  y  pensadores,  que  han  de 
asombrarse  de  que  con  solemnidad  tantísima  pueda 
mentirse  tan  descaradamente.  .  .  . 

JSólo  la  mujer,  adorable  quinta  est-ncia  de  la  fragili- 
dad, nacida  y  creada  para  que  se  j>erpetiie  la  e-specie. 
— perpetuación  cuya  utilidad  a  nadie  será  dable  nun- 
ca poner  en  claro, — se  ríe  de  odios,  fronteras,  inva- 
siones y  enemistades  étnicas  o  enanas;  se  entrega  y 
aprisiona,  acepta  y  se  ofrece  sinceramente,  amorosa- 
mente, eternamente,  para  que  los  hijos  que  nazcan 
de  esas  uniones  vayan  borrando,  muy  a  la  larga,  la 
estala  de  los  odios  milenarios. 

Porque  esa  es  la  única  unión  que  cuenta  y  que  per- 
«lura,  la  del  hombre  y  la  mujer,  a  condición  de  que 
produzca  el  hijo.  Las  uniones  que  estériles  resultan, 
aparte  que  la  naturaleza  las  rechaza,  si  acaso  subsis- 
ten es,  no  por  amor,  sino  ¡x)r  la  costumbre,  por  la  mu- 
tua estima,  por  la  repugnancia  y  pereza  de  voluntad 
y  de  cuerpo,  que  nos  obliga  a  no  alterar  el  curso  de 
los  acontecimientos,  aunque  el  tal  contraríe  nuestra 
conveniencia  y  nuestros  gustos,  véase  lo  máximo  y  lo 
mínimo :  por  qué  no  truncamos  una  amistad  que  nos 
|H*rjudica,  {wr  qué  no  cerramos  una  puerta  que  nos 
molesta. 

Cuanto  a  mi,  prefiero  que  así  s«'a.  en  malrria  "xe- 
nofóbica"  sobre  toilo;  pu«-s  a.sí  siendo,  mayor  con- 
fianza inspíranme  los  afectos  y  amistades  de  determi- 
nados guatemaltecos; precisamente  por  haberse  coloca- 

—  94  — 


MI  DIABW 

do  arriba  de  la  ''xenofobia,"  no  cabe  dudar  de  su 
sinceridad. 

Quedamos,  pues,  en  que  mis  relaciones  personales 
con  Estrada  Cabrera,  aparentemente  son  lo  mejor  de 
lo  bueno.  Y  en  prueba,  anoche,  cuando  el  baile  del 
señor  Lardizábai  hattaif  son  plcin.  cediendo  a  mis  ins- 
tancias, el  Presidente  echó  su  cuarto  a  espadas,  digo, 
que  bailó  una  mazurca,  "La  Bella  Guatemala,"  de 
autor  nacional,  y  muy  en  boga.  Hubo,  luego,  repetidos 
tientos  a  la  bota,  o  séase.  otras  tantas  apuraciones 
de  champañas  y  ponches,  con  brindis  mudos  y  locuaces, 
y  por  remate,  muy  tarde  ya,  el  ^linistro  de  los  EE. 
UU.,  el  Dr.  1).  Francisco  A.  Reyes,  íntimo  amigo  mío 
e  importante  hombre  público  de  El  Salvador. — de  pa- 
so aquí,  camino  de  México  a  donde  va  como  uno  de  los 
delegados  de  su  país  a  la  2.^  Conferencia  Panamerica- 
na que  el  mes  entrante  habrá  de  reunirse  allá. — y  al- 
gunas personalidades,  ¡  yo  en  cuenta  !,  nos  marchamos, 
in\átados  suyos,  nada  menos  que  a  la  mismísima  ha- 
bitación privada  del  Presidente  de  Guatemala,  ubi- 
cada hoy  frente  al  nuevo  Palacio  Nacional  edificado 
en  la  época  del  malaventurado  Reyna  Barrios. 

El  ^Ministro  de  la  Gran  República  se  nos  eclipsa  du- 
rante el  trayecto. 

Entre  ríos, — no  el  de  la  Argentina,  sino  de  cham- 
paña,— plácidos  y  optimistas  los  ánimos,  tu\'imos  el 
gusto  de  saludar  al  sol,  que,  no  obstante  su  grandeza, 
por  entre  las  rejas  de  las  ventanas  abiertas,  para  go- 
zar de  la  tibieza  de  estas  noches  divinamente  tropi- 
cales, se  asomó  y  nos  puso  en  fuga .  .  . 

A  Reyes  y  a  mí,  fueron  a  dejarnos  en  nuestros  domus 
respectivos,  los  landcoux  presidenciales. 

—  95  — 


F.  GAMBOA 

¡  Estamos  en  el  mejor  de  los  mundos ! 

... — Racha  de  festejos.  Amo<-1i«'  tii\iiii<is  li.in.ni.i-" 
oficial  en  el  Gran  Hotel. 

Observé  que  Reyes  estaba  preoeupadísimo,  a  pesar 
de  sus  esfuerzos  por  no  revelarlo.  Y  en  euanto  logra- 
mos un  aparte,  me  puso  al  cabo:  la  Legación  ile  El 
Salvador  nombró  Agregado  suyo  a  un  |)ublieista  nica- 
ragüense, don  Manuel  Mejía  Barcenas  (1).  en  la  ac- 
tualidad en  pésimos  términos  con  Estrada  C'al»rera. 
sin  embargo  de  <jue  Mejía  Barcenas  lia  vivid^  en  (iua- 
temala  porción  de  veces,  de  <jue  algunos  de  sus  libros 
de  enseñanza  son  textos  en  las  escuelas,  y  de  que  a  últi- 
mas fojas  hasta  taehábas»'le  de  demasiado  parcial  para 
personas  y  actos  de  la  atlministraeión.  Y  hoy,  a  jirima 
noche,  por  motivos  reales  o  ficticios  ¡  Vargas  lo  averi- 
guará!  ha  sido  preso  con  flagrante  t'.seainio  df  su  con- 
vencional inmunidad  dii)lomátiea. 

Y"  como  la  perpctuamentr  •  mleble  y  »|Ut'i)radi/.a 
amistad  guatemalteco-.salvadoreña  atraviesa  por  grave 
crisis,  teme  Reyes  fundadísimamente  <pie  el  (Jral.  Re- 
galado, en  uno  de  sus  "i)rontos"  dé  al  traste  con  la 
pacifista  labor  de  entrambas  cancillerías,  y  se  deje 
venir  en  s<'»n  de  guerra.  ¡  El  conflicto  es  serio!.  .  .  . 

Las  instrucciones  de  mi  (íobierno,  a  e.ste  respecto, 
son  de  públi(>a  notorie<lad  y  consisten  en  procurar 
por  <MiHMtos  medios  (|ucden  a  mi  alcanc»'  el  <|uc  estos 
países  no  lleguen  a  un  rompimiento.  De  otro  lado,  Re- 


II     n«rio 
I  r    y    dn 

'••    fnn 


T    propleot :     entiendo.     jK'rojDO    ■  •"*'|>' 


rúaM>    Pl    c«rro    At>    Prpuideiiip    dr    la    T:  lur 

T>pnnit*   «aperar    qu«   •Ifún    di*    U   guiiii-iM» 
rn    ronaoladora   realidad    rnalra   a   convpmrM. 


—  96  — 


MI  DIARIO 

yes  me  pide  la  interposición  de  mis  buenos  oficios;  a 
fin  de  no  llamar  la  atención  de  los  circunstantes  con 
un  cabildeo  prolongado,  nos  citamos  para  el  Club,  den- 
tro de  una  hora ;  y  cuenta  que  ya  es  más  de  media  no- 
che. 

Al  filo  de  la  una,  se  nos  junta  Anguiano :  no  ha  po- 
dido esclarecer  quién  ha  ordenado  la  detención  de 
Mejía  Barcenas,  que,  en  realidad  se  halla  cautivo, 
aunque  "con  toda  clase  de  consideraciones"  en  una 
Sección  de  Policía.  Opina  porque  mañana,  en  extra- 
ordinaria audiencia,  Reyes  pida  a  Cabrera  la  suelta 
inmediata  del  Agregado  aprehendido,  pues  siendo 
ahora  tan  tarde,  cree  inadecuado  cualquier  otro  arbi- 
trio. Confía  en  que  todo  se  arreglará  de  satisfactoria 
manera  y  quedando  a  salvo  hasta  la  negra  honrilla .  .  . 

Reyes  preferiría  que  la  entrevista  se  celebrara  des- 
de luego,  a  efecto  de  contrarrestar  algún  telegrama 
que  ya  hayan  podido  dirigir  a  Regalado, — con  el  avieso 
fin  de  que  la  situación  se  embrolle, — los  opositores  de  Es- 
trada Cabrera.  Y  se  resuelve,  por  lo  bien  que  estoy  en 
el  ánimo  del  Presidente,  que  yo  provoque  el  contac- 
to apetecido ¡  Hombre !  a  las  2  de  la  madruga- 
da! ...  .  ¿  y  el  Protocolo,  qué  dirá  ? .  .  .  . 

Telefónicamente  póngome  al  habla  con  el  Gral.  D. 
Félix  Plores,  Jefe  del  Estado  Mayor,  que  de  costum- 
bre pernocta  en  el  Palacio  Presidencial: 

— ¿Sería  posible,  sin  mayor  molestia,  que  el  Presi- 
dente nos  recibiera  en  seguida,  para  tratar  de  asunto 
urgentísimo,  al  Dr.  Reyes  y  a  mí  ? .  .  . 

¡  Pausa  larga ! . . .  La  noche  continúa  envejeciendo 
y  los  camareros  del  Club  descabezan  sueñecicos  en 
apartados  divanes  y  poltronas .... 

—  97-^ 


F.  GAMBOA 

Repiquetea  el  teléfono: 

— "Que  el  Presidente  accede  a  recibirnos  y  nos  es- 
pera. ..." 

\  hétenos  en  marcha  a  Reyes  y  a  mí,  rumbo  al  Pa- 
lacio, cuya  reja  se  abre  exclusivamente  para  nosotros, 
con  grande  extrañeza  por  parte  de  centinelas  y  retén 
de  guardia.  El  Gral.  Flores  en  persona,  baja  a  encon- 
trarnos y  nos  acompaña  escaleras  arriba,  el  edificio  a 
obscuras,  ha.sta  rl  salón  principal  y  de  estilo  scnumo- 
risco,  de  balcones  a  la  calle,  en  el  que  nos  quedamos 
solos  unos  cuantos  instantes ;  el  Presidente  se  nos  apa- 
rece abrigado  en  una  capa  española,  como  si  acal»:ira 
de  levantarse,  i)cro  cortés  y  sonriente. 

— i  Qué  nos  lleva  tan  a  deshoras?.  .  .  ¿qué  es  lo  (jue 
nos  ocurre  T. .  ,  . 

Deslindo  situaciones: 

A  mi,  por  fortima,  no  me  ocurre  nada,  el  negocio 
es  con  »'l  Dr.  R<'ye.s,  que  s<'  lo  puntualizará  amplia- 
mente. Y  para  (pie  la  explicación  sea  todo  lo  amplia 
6  intima  que  se  requiere,  a  pesar  de  que  ambos  se  opo- 
nen, yo  insisto  y  al  fin  las  dejo  a  solas.  . .  Voy  y  rae 
siento  en  la  antewda,  a  charlar  «ofi  I'Mnr»^  \  oír.»  je- 
fe  que  por  ella  discurre. . .  . 

La  entrevista  se  Im  prolongado  y  ha  de  haber  sido 
interesante,  a  juzgar  por  los  murnuillos  «pie  nos  llega- 
ban. De  |»ronto.  Key«'s  sale  a  llamarme,  (Mintentísimo, 
y  presencio  las  órdenes  finales  que  zanjan  el  conflicto: 
\\oT  teléfono  s«*  manda  al  Comi.sario  <le  Policía  <pie  en 
el  acto  ponga  en  libertad  a  Mcjía  liárccniui.  . . 

Todavía  Estrada  Cabrera  lleva  su  hospitalidad  has- 
ta brindarnos  con  tina  copa,  "contra  la  trannocha- 

—  98  — 


MI  DIARIO 

da,"  y  nos  sirven  tequila  legítimo,  de  Jalisco,  que 
de  regalo  le  acaban  de  enviar  al  Presidente. 

Muy  plausible  es  que  se  haya  evitado  quizá  una 
guerra ;  pero  convengamos  en  que  la  manera  cómo  ello 
se  ha  logrado,  no  deja  de  ser  anormal  e  insólita.  Re- 
cursos de  esta  naturaleza,  no  sé  yo  que  los  preconice 
ni  mencione  ningún  internacionalista. . . 

En  fin  de  cuentas,  nul  hien  sans  peine. 

31  DE  AGOSTO. — Si  fuese  yo  comerciante  y  tuviera 
que  hacer  el  balance  del  mes  que  hoy  termina,  creería- 
me  amenazado  de  inminente  bancarrota.  .  . 

Pérdidas  en  el  Club ;  prodigalidades  de  salud,  cual 
si  en  casa  poseyera  huchas  de  repuesto;  contaminado 
de  la  melancolía  ambiente  de  este  país  trágico,  siem- 
pre llorando  desgracias  recientes,  malestar  actual  y 
futuras  sacudidas  terrestres  o  políticas,  muy  más  in- 
tensas éstas,  que  aquéllas  con  serlo  tanto.  .  . 

Hasta  con  "Santa"  he  andado  esquivo:  el  24  de  ju- 
lio ¡  a  los  seis  meses  y  seis  días  cabales  de  interrum- 
pida! escribí  aquí  unos  renglones  del  capítulo  IV  de 
la  primera  parte;  y  de  entonces  acá,  el  9,  el  14  y  el 
22,  otras  cuántas  líneas,  para  el  propio  capítulo  que 
se  me  resiste. 

De  vez  en  cuando,  he  ido  a  refugiarme  al  estudio  de 
Justo  de  Gandarias,  quien  a  fuerza  de  vicisitudes  y  des- 
engaños, ya  no  es  nada  más  escultor  de  genio  y  pin- 
tor de  humorada,  sino'un  filosofazo  de  tomo  y  lomo, 
cuyo  trato  me  estimula  y  consuela ;  a  pesar  de  lo  ava- 
ro que  es  de  palabras  y  de  lamentaciones,  todo  lo  sobre- 
lleva con  una  resignación  ejemplar.  Ahora  mismo,  sus 
vicisitudes  hanlo  compelido  a  distribuir  dentro  de  un 

—  99  — 


F.  (iAMIiOA 

cano  n-partidor  que  en  pei-sona  ^lía.  una  marca  de 
cigarrillos  que  le  dejó  de  herencia  un  mal  negocio. 
V  mueve  a  lástinu»  encontrárselo  por  ahí,  en  algu- 
na esquina,  a  la  vera  de  un  estanco,  presenciando  desde 
su  pescante  cómo  el  mozo  que  lo  acompaña  entrega  la 
mercancía  y  se  guarda  los  cobres  (¡ue  le  pagan... 
Pero,  él,  Justo,  no  se  queja,  ál/^se  de  hombros,  y  con 
las  propias  manos  delicadas  e  inteligentes  (pie  han 
sabido  plasmar  tanta  belleza.  em|)uña  las  riendas  gro- 
s<ras.  restalla  el  látigo  por  cima  de  los  lomos  de  la  ca- 
ballería, y  quién  sabe  si  no  mentalm(>nte.  también  lo 
restalle  por  cima  de  las  injusticias  (pie  sobre  su  cabe- 
za pensadora  de  monje  asceta,  se  han  desencadenado 
y  lu'chole  añicos  las  ilusiones  y  esperanzas  que  cifra- 
ría en  nuestra  América  embustera,  y  a  las  veces  tan 
ingrata  ••  inhosiiitalaria  como  cualquier  naciím  euro- 
pea. 

Todavjji  liíilla  espacio  para  pintar  alguna  mancha, 
algún  bosquejo  (pie  insensiblemente  va  tornándose 
cuadro. 

Su  casa,  coge  el  alma:  todo  revuelto,  todo  nevado 
de  polvo,  transido  de  abandono:  aquí  y  allí,  detalles 
artí.sticos,  restos  de  talleres  antiguos.  ad«|UÍsiciones 
recientes  de  liierros  viejos,  graltados  coloniales,  una 
campana  de  bronce  y  con  inscripciones  latinas  que  ha 
sepultado  debajo  de  la  mesa  disforme  en  (pie  se  aprie- 
tan dibujos,  peiióíiicos  ilustrados,  carteras  con  pro- 
yectos, un  maremágnum  tan  i)«lvonento,  que  quita  las 
ganas  de  tocarlo  De  los  muros,  de  las  ventanas  que 
nunca  S4*  cierran,  cuelgan  unos  estrilH)s  de  algi'in  Con- 
quistador, espadas,  hachas,  "bucules"  y  rosarios,  cua- 
dros y  yesos,  torsos,  vientres,  máacaras.  Junto  a  la  ven- 

—  100  — 


MI  DIARIO 

tana,  el  caballete,  siempre  con  algún  lienzo  enfunda- 
do ;  en  uno  de  los  rincones,  sobre  los  embutidos  áureos 
de  una  mesa  de  Boule,  que  perteneció  al  asesinado 
Presidente  Reyna  Barrios,  de  entre  abigarrado  con- 
junto de  objetos  se  destaca  la  Poesía  Lírica,  el  célebre 
bronce  de  Gandarias  que  fundió  en  París  el  año  de 
1883  y  que  luce  su  nombre  completo,  como  perdura- 
ble prueba  del  talentoso  artista,  hoy  inconocible  y  ve- 
nido a  menos.  .  .  Y  a  mí  se  me  van  los  ojos  tras  él, 
de  bonísima  gana  se  lo  compraría  si  él  quisiera  ven- 
dérmelo ;  pero  no  quiere,  cuando  de  ello  hemos  habla- 
do le  he  oído  que  como  no  le  han  de  pagar  lo  que  tal 
bronce  vale,  prefiere  guardarlo,  y  verlo  a  sus  solas, 
según  suele  verlo,  para  consuelo  y  estímulo.  .  . 

En  el  vano  de  una  de  las  puertas,  sobre  trípode  de 
madera  fina,  la  Japonesa  original  del  propio  Justo, 
en  mármol,  vuelta  a  su  poder  por  puro  acaso ;  már- 
mol luminoso  hasta  cuando  la  tarde  va  cayendo.  Es 
la  última  claridad  del  estudio,  en  estos  crepúsculos 
guatemalteses  rápidos  y  dulcísimos.  . .  Yo  prefiero 
el  barro  de  su  Chula  Madrileña,  medio  desportilla- 
do, encima  del  estante  de  los  libros,  truncos  los  flecos 
del  mantón  que  circunda  y  acaricia  las  curvas  pro- 
vocativas de  la  hembra  ondulante.  . . 

Y  ni  una  sola  vez  se  me  ha  mostrado  Justo  plañi- 
dero ni  apocado  ¡  que  nó !  búrlase  de  sus  desventuras, 
me  comunica  sus  planes,  unos  planes  largos  que  re- 
claman lustros  y  lustros,  y  que  Gandarias  se  antici- 
pa cual  si  él  no  hubiese  pasado  del  medio  siglo.  Con- 
fía en  que  la  suerte  ha  de  cambiar  y  él  ha  de  enrique- 
cer, de  resucitar  las  épocas  muertas,  cuando  era  es- 
cultor de  cámara  del  Rey  de  España,  cuando  poseía 

— 101  — 


F.  (¡AMIiOA 

en  los  Madriles  un  famosísimo  estudio  que  frecuenta- 
ban colegas,  músicos  y  escritores. ...  Su  principal  es- 
peranza fúndala,  no  en  que  le  liquiden  alguna  vez  la 
indemnización  a  que  tiene  legítimo  e  inmgahle  dere- 
cho contra  el  Gobierno  de  (fuatemala.  nó.  la  funda  en 
poder  vender  las  varias  telas  de  que  ha  venido  adue- 
ñándose, desde  España,  y  que  él  atribuye  a  grandes 
maestros;  calcula  que  su  tesoro  valdrá  muehos  miles 
de  pesetas,  lo  cuida  más  que  a  las  niñas  de  sus  ojos  y 
no  lo  deja  ver  del  primer  venido.  .  .  En  ocasiones,  a 
sus  solas,  se  da  un  hartazgo  de  contemplación  muda, 
de  avaro.  .  .  Y  aunque  yo  fío  lo  indecible  en  su  ta- 
lento y  en  su  pericia,  a  las  veces  asáltame  la  duda  de 
si  en  realidad  sus  viejas  telas  serán  el  tesoro  que  Justo 
quiere  que  sean .... 

16  DE  RKiTiEMimi:. — Celebración,  en  casa,  del  91." 
aniversario  «le  niiestra  independencia  nneional,  den 
tro  de  mi  carácter  <le  representante  diplomátieo. 

Aunque  s"  hace  lo  de  siempre,  lo  <le  siempre  en  estas 
oca.siones  es  también  siempre  nuevo  y  siempre  gra- 
to. 

De  las  tres  partes  en  que  la  celebración  se  divide, 
prefiero  la  eeremonia  <le  la  mañana,  cuando  los  me- 
xicanos trabajadores,  los  mexicanos  pobres,  s<'  rí'únen 
y  reunidos  vienen  a  saludar  a  "su  Ministro.  .  .  "  Sus 
discursos,  muy  trabaja<los.  dichos  con  gran  esfuer/X) 
y  marcado  encogimiento,  me  connnieven  hondamente, 
por  lo  mncerod  que  son.  i>or  lo  que  la  abstracción  de 
patria  palpita  en  palabras  enrevesadas  y  a<lcmaneB 
zurdos.  Luego,  trinco  con  ellos,  a  ea«la  uno  le  estre- 
cho la  mano,  y  ellos  y  yo  nos  separamos  tan  conten- 

—  102  — 


MI  DIARIO 

tos,  queriéndonos  de  veras,  unos  instantes  a  Ib  me- 
nos ....  Después . .  .  .  ¿  qué  importa  que  ellos  y  yo  mu- 
tuamente nos  echemos  en  olvido,  si  de  olvidos  está 
llena  la  existencia  ? . .  .  Nos  quisimos  unos  instan- 
tes, y  sobra;  hasta  el  año  próximo,  si  Dios  y  las  ase- 
chanzas de  luiestras  vidas  respectivas  lo  consienten. 
A  la  noche,  la  serenata  de  ritual  por  la  banda  ^a- 
temalteca,  a  la  que  asiste  la  élite  de  la  colonia.  El  edi- 
ficio de  la  Legación  iluminado  eléctricamente ;  nues- 
tro himno  ascendiendo  a  los  astros  y  sacudiéndonos 
antes  una  porción  de  fibras  recónditas ;  la  bandera  me- 
xicana meciéndose  con  la  brisa  tibia  de  esta  tierra 
privilegiada,  en  la  que,  por  una  injusticia  moral  y  una 
exigencia  geográfica,  no  se  nos  ama.  ¿  Quién  nos  man- 
da ser  país  limítrofe  y  más  fuerte?.  .  .  , 

30  DE  SEPTIEMBRE. — Al  cabo  dc  siete  sesiones  áspe- 
ras, del  19  acá,  pude  al  fin  dar  término  al  cap.  lY 
de  la  primera  parte  de  "Santa." 

7  DE  OCTUBRE. — Los  contadísimos  intelectuales  mili- 
tantes de  "estos  rey  nos, "  en  periódicos  y  corrillos  se 
han  puesto  un  tanto  hoscos  contra  el  modernismo  ex- 
cesivo de  Rebolledo,  que  ha  publicado  una  novela 
corta  "El  Enemigo",  y  algunos  versos,  impecables  en 
su  mayoría,  en  los  dos  principales  diarios  de  Guate- 
mala. Y  aunque  también  contra  Chocano  hay  su  mar 
de  fondo,  como  Chocano  no  es  de  México  sino  del  Pe- 
rú, la  hostilidad  resulta  harto  menor,  no  obstante  que 
noches  atrás  hasta  contendieron  literariamente  en  el 
"Excelsior,"  el  propio  Chocano  y  Enrique  Martínez 
Sobral.  Pero  Chocano,  que  cuenta  aquí  con  decididos 

— 103  — 


F.  GAMBOA 

adeptos,  piu'ile  si  quiore,  contribuir  a  que  la  cincelada 
labor  (le  Rebolledo  vaya  siendo  mejor  aeepUtla  y  com- 
prendida. 

Por  eso  la  noche  de  hoy  los  reuní  a  comer  en  casa, 
y  se  pasó  una  velada  agradable ;  el  acercamiento  de 
los  vates  parece  sincero. 

Chocano  escribió  en  páginas  de  mi  álbum  de  autó- 
grafos, la  siguiente  improvisación: 

"A  B^EDERICO  GAMBOA: 

"Tienes  un  hijo  como  yo:  mi  lira 
•"que  en  las  discordias  de  la  lid  se  inspira, 
"busca  un   regazo  en  el  hogar  prolijo; 
"y  por  lo  mismo  que  al  amor  aspira, 
"no  se  eonsiigra  a  ti  ¡sino  a  tu  hijo! 

"Al  besar  a  tu  hijo,  al  mío  beso; 

"y  cree  tú  (pie  el  arte  (jue  te  encinnbra 
"os  cual  el  mío,  frágil  como  el  yeso; 

"pero  tu  amor,  como  ósti'  (pif  me  alumbra, 
"es  de  verdad  :  no  es  arte, escarney  hueso! 

■  •  I  )t>spn'ciemos  los  dos  la   falsa  gloria ; 

"pero  eso  sí,  aprendamos  de  memoria, 

"de  dos  hijos  al  par  en  la  tern<v.a, 

"(pie  hay  del  artista  al  arte  igual  historia 
"(pie  la  tpK'  hay  d«*l  amora  labelb'/a !..." 

.  .  , — ruánto  me  lia  pcxlido  el  fallecimiento  d«'  lla- 
fael  Spínola.  ...  Se  le  hizo  entierro  olicial,  «-on  asis- 
tencia d.  Kstrnda  Cabrera.  El  cadáver  8<»  hallaba  ex- 
pueiito  en  el  Ministerio  de  Fomento;  edificio  íjue  fué 

—  104  — 


MI  DIARIO 

de  M^'xico,  en  e^  que  yo  hice  mis  primeras  armas  en  la 
Carrera,  a  fines  del  1888,  y  que  por  lo  mismo  evócame 
puñados  de  recuerdos  multicolores,  predominando  los 
juveniles  y  los  venturosos. 

No  estará  mal,  de  paso,  censurar  a  mi  Gobierno, 
que  consintió  el  abandono  de  un  inmueble  que  no  tie- 
ne rival  en  toda  Centroamérica.  Su  primer  dueño,  el 
Ministro  guatemalteco  don  Martín  Barrundia,  que  al- 
canzó trágicQ  fin  (la  tragedia  en  Centroamérica,  con 
excepción  de  Costarrica  de  algunos  años  acá,  es  per- 
manente), a  bordo  de  un  paquete  de  la  Pacific  Mail, 
el  "Acapulco. "  Véase  para  más  detalles  del  incalifi- 
cable y  proditorio  asesinato,  el  tomo  segundo  de  "MI 
DIARIO,"  a  págs.  94  y  95.  Cuando  aquellos  sucesos, 
era  Presidente  de  Guatemala  el  Sr.  D.  Manuel  Lisan- 
dro  Barillas. 

Del  difunto  Barrundia  se  cuentan  periquitos;  fué 
figura  de  gran  relieve  en  la  administración  terrorista 
y  sanguinaria  de  Justo  Rufino  Barrios ;  una  especie 
de  ministro  universal  y  omnipotente ;  acúsasele  de 
innúmeros  desafueros  y  delitos;  se  le  tacha  de  cruel 
y  déspota.  .  .  .  Una  hoja  de  servicios  bien  negra. 

En  los  días  de  su  mayor  poderío  y  privanza,  Ba- 
rrundia edificó  la  casa,  y  consiguientemente,  se  fabri- 
có un  verdadero  palacio,  que,  repito,  carece  de  igual 
en  toda  Centroamérica,  por  lo  que  respecta  a  magni- 
tud, comodidad,  etc.  Sólo  patios,  posee  cuatro,  y  el 
principal  hasta  con  juegos  de  agua  en  las  fuentecillas 
de  su  jardín.  Ostenta  detalles  inusitados:  plafones 
de  estuco  y  madera,  cristales  grabados,  en  sus  vidrie- 
ras, herrajes  de  cobre  importados,  salones,  baños  de 
azulejos,  vastos  corredores,  belvedere  en  el  techo,  con 

—  105  — 


F.  CAMllOA 

cuatro  (|uetzales  de  bronce  en  los  cuatro  ángulos  de 
su  baran<la. 

Esto  quetzal,  pájaro  emblemático  y  sagrado,  muy 
parecido  en  belleza  al  ave  del  Paraíso,  es  fama  que 
muere  antes  que  soportar  cautiverio,  y  forma  el  mo- 
tivo principal  del  escudo  eruatemalteco  ¡como  sím- 
bolo de  libertad!.  a<|uí,  dond»-  la  libertad  es  tan  esca- 
samente conocida.  .  . 

(  iiauíio  «Ion  Eduardo  Garay  fué  Ministro  de  Mé- 
xico, tuvo  a  las  comienzos  de  su  misión  un  largo  perío- 
do de  luna  de  miel  con  el  Presidente  de  riuateinala; 
pues  tal  Ini  sido  la  regla  invariable  con  cuantos  liemos 
venido  de  representantes:  al  pronto,  luna  de  miel,  que 
a  la  corta  o  a  la  larga. — más  a  la  corta  <|ue  a  la  lar- 
ga,— en  luna  de  hiél  se  trueca  y  transüuitíí.  i^icut  erai 
in  principio...  Eii  la  luna  de  niicl  «b-  (taray,  pues, 
y  ya  Harrundía  <le  capa  caída,  por  lo  (pie  ustedes 
gusten  saeaion  a  remate  su  jialacio.  El  l'residcnte  Ha- 
rillas  externó  el  agrado  con  que  vería  <|ue  el  edificio 
pa.sasp  a  ser  propiedad  de  .México,  y  los  demá.s  pos- 
tores cedieron  el  campo  a  nuestro  Ministro,  (juit-n  en 
baratísimo  precio  adquirió  para  nuestro  Gobierno  una 
propiedad  inmejorable,  y  la  Legación  Mexicana  se 
instaló  en  casa  de  su  propÍPda<l,  con  visos  de  no  aban- 
donarla nunca...  Transcurrieron  algunos  años  (yo 
andaba  por  Iludios  Aires),  y  allí  su|»e  (pie  México  ba- 
bía  retrovendido  a  (íuatcmala  el  magnílico  inmueble, 
con  una  ventaja  en  el  precio,  mezquina  para  un  par- 
ticular e  irrisoria  i»ara  un  gobierno.  ¿Por  (piéT.  .  . 

Ponpic  el  (icneral  don  Ignacio  R.  yMatorrc,  en 
aquella  época  nuestro  Ministro,  y  en  aquella  época 
también,  en  las  dulzuras  de  su  luna  de  miel  con  el 

—  106  — 


MI  DIARIO 

Presidente  Reyna  Barrios,  (que  en  su  patente  afán 
por  embellecer  la  capital  de  su  República,  venía  codi- 
ciando la  casa  de  Barrundia  para  destinarla  como  des- 
de entonces  quedó  destinada,  a  albergar  el  Ministerio 
de  Fomento  y  la  Dirección  del  Ferrocarril  del  Norte), 
le  ofreció  trabajar  en  el-  ánimo  de  nuestro  Gobierno 
al  efecto  de  que  consintiera  en  la  retroventa.  Y  nues- 
tro Gobierno  consintió,  y  perdimos  por  siempre  aque- 
lla propiedad ....  En  cambio,  el  erario  se  benefició 
cx)n  le  enorme  diferencia  de  unos  ¡  ¡ ;  veinte  mil  pe- 
sos ! ! !  si  no  me  engaña  mi  memoria.  Un  negocio  re- 
dondo. 

Hoy  que  vengo  a  ella,  para  asistir  a  los  funerales 
de  un  amigo  y  de  un  amigo  intelectual  de  valía,  la 
murria  que  desde  que  no  es  nuestra  me  ha  atacado 
las  raras  ocasiones  que  he  transpuesto  sus  umbrales, 
mucho  se  acrecentó  en  intensidad .  .  . 

Me  señalaron  puesto  muy  próximo  a  Estrada  Cabre- 
ra, que  preside  el  duelo.  La  ceremonia,  a  pesar  de  dis- 
cursos y  panegíricos,  hueca,  cual  huecas  son  todas  las 
ceremonias  oficiales,  lo  mismo  si  se  trata  de  un  entie- 
rro, que  de  un  comelitón  o  de  un  sarao.  Apenas  si  es- 
cuché las  galas  oratorias  y  fingidas ...  O  resucitaba 
al  muerto,  con  el  que  me  ligó  cordial  simpatía,  o  evo- 
caba los  días  juveniles  que  se  me  consumieron  dentro 
de  estas  paredes,  que  algo  saben  de  mi  vida .... 

Hasta  el  cementerio,  en  carruaje.  Un  cementerio, 
éste  de  Guatemala,  tan  risueño  y  dulce,  tan  podero- 
samente poético,  que  poetiza  y  embellece  hasta  la  mis- 
ma muerte ... 

Más  discursos  en  el  salón  de  la  derecha ;  lento  desfile 
de  funcionarios,  deudos  y  amigos,  camino  de  la  fosa 

—  107  — 


F.  UAMIWA 

recií'n  abierta.  La  inhuiiiación,  las  paletadas  ilcspacio- 
sas  voleamlo  su  coiitenitio  sobro  el  ataúd,  con  ruido 
siniestro  y  sofocado,  hasta  no  colmar  la  fosa,  despia- 
dadamente, con  secreto  afán  de  <jue  los  vivos  per- 
damos de  vista  a  los  muertos,  y  ya  no  nos  rubori- 
ce perderlos  luego  de  la  memoria. . .  Despedidas,  con 
Semblantes  y  frases  de  eireunstaneias,  en  la  reja;  el 
regreso  de  los  que  toilavía  vivimos  y  por  emle  nos 
suponemos,  si  no  invulnerables,  si  sanos  y  rozagan- 
tes, aun<|ue  nos  aflijan  innúiin'ros  alifafes  y  telacii- 
ñas.  De  los  circunstantes  enlutados,  (pie  se  distri- 
buyen en  los  carruajes,  {)ocos  acusan  un  sentimiento 
sincero:  se  encienden  ciffarrillos,  se  ayuntan  amigos 
y  conocidos  para  regresar  de  charla  y  de  bronm :  son 
los  indiferentes...  Descubro  una  pareja  de  bracero, 
que  sí  ha  de  haber  sentido  de  veras  la  ida  de  Spí no- 
la :  Juan  .1.  Ortega,  el  talentoso  galeno,  y  José  Joa- 
quín I^alma,  el  tierno  banlo  cubano  que  ha  hecho 
de  fjuateuiala  su  segunda  j)atria;  aml)OS  querían  en- 
trañablemente al  muerto.  .  . 

22  DE  (K'TrHKK. — Iloy  ilel)e  de  haberse  inaugurado 
en  México  la  sí-gunda  Conferencia  Intcrnacioniil  Tan- 
americana. 

Convencido  úv  la  inútil i«lad  de  ella,  viéneme  a  las 
mientes  el  t>spiritual  retruécano  de  un  "pelado"  me- 
xicano,— nuestros  voifoim. — (|ue  al  enterars**,  cuando 
comenuiron  a  nnimciar  la  reunión  de  semejante  con- 
greso, de  que  si»  ef^Kítuaría  en  México  y  de  que  se  pre- 
paraban grandes  f»>st«'jos,  exclamé»: 

— 4  Y  pa  qué  nos  van  a  dar  de  ese  pan  americano, 
8Í  nototron  lo  que  comemos  es  pan  bazo!... 

—  108  — 


MI  DIARIO 

Exclamación  que,  analizada,  resulta  profunda  y 
filosófica. 

28  DE  OCTUBRE. — Se  acabó  el  último  capítulo  de  la 
primera   parte   de   "Santa." 

Progresan  mis  amistades  con  el  joven  abogado.  Aca- 
démico Correspondiente  de  la  Real  Española  y  nove- 
lista guatemalteco,  Enrique  Martínez  Sobral.  Se  ha 
hecho  costumbre  que  venga  a  verme  los  domingos 
a  la  tardo,  y  que  algunas  noches  nos  acompañe  a  co- 
mer. 

]\[e  fué  presentado  por  el  profesor  mexicano  don 
Rafael  Aguirre  Cinta,  a  los  principios  del  1899,  poco 
antes  de  que  diera  a  la  estampa  su  primer  libro 
"Prosas" — prologado  por  otro  escritor  inteligentí- 
simo, don  Rafael  Pineda  de  Mont,  h., — y  que  tuvo  ex- 
traordinaria aceptación  para  lo  raquítico  del  movi- 
miento literario  giiatemalteco.  En  "Prosas",  consa- 
gró Martínez  Sobral  un  juicio  crítico  benévolo  y  en- 
comiástico, sobre  mi  "Suprema  Ley,"  y  de  ahí  datan 
nuestras  buenas  relaciones,  más  gratas  mientras  más 
van  afianzándose. 

Después,  bajo  el  título  general  de  "Páginas  de  la 
Vida,"  hasta  ahora  divididas  en  dos  series,  lleva  pu- 
blicadas cuatro  novelas:  "Los  de  Peralta,"  "Hu- 
mo," "Su  Matrimonio"  y  "Alcohol,"  y  se  halla  en 
prensa  la  quinta  "Inútil  Combate,"  dedicada  a  mí 
en  los  términos  más  halagüeños,  véase  si  no : 

— "Al  señor  Don  Federico  Gamboa 

' '  Mi  querido  amigo : 

"A  Ud.,  el  primer  novelista  de  la  América  españo 
"la,  va  encomendado  este  libro  mío,  que  alguien  lla- 

—  109  — 


F.  GAMBOA 

'*niará  libro  de  duda  y  que  yo  califico  de  libro  de  cer- 
" adumbre,  por  creer  que  de  él  resulta  establecida  la 
"conclusión  de  que  ningún  hombre,  en  orden  alguno 
"de  la  existencia,  tiene  el  derecho  de  aniíjuilar  la 
"personalidad  (jue  del  Creador  recibió  con  destino 
"al  cumplimiento  de  altísimos  fines. 

"A  IM.  que,  en  METAMORFOSIS,  más  que  en 
"SUPREMA  LEY,  ha  cantado  el  himno  triunfal  del 
"amor,  corresponde  mejor  que  a  nadie  la  dedicatoria 
"de  este  mi  INÚTIL  UOMHATE,  en  el  cual  canto, 
"a  mi  manera,  si  bien  con  voz  destemplada  v  inse- 
"gura,  estrofas  de  ese  himno  sublim«>. 

"Acepte  Vá.  «lue  hoiut-  la  |>riinera  i)ágina  de  esta 
''norrio  corta,  con  su  nombre,  (pie  es  alto  nombre. 

"Así  tendrá  mérito  este  engendro  de  ([uirn  le  (piie- 
"re  y  le  admira, 

"E.  M.  S. 

"Guatemala,  10  de  Dieiembro  .]-  lüOO."  — 

La  parcialidad  manifiesta  de  dfdiratoria  semejan 
te,  védame  calificar  la  ya  considerable  labor  de  Mar- 
tínez Sobral ;  pues  lo  mucho  bueno  que  diría  yo  de 
ella,  a  la  fuerza  se  interpretaría,  por  maleantes  y  mos- 
quitos literarios,  como  forzado  agradecimiento  y  cual- 
si  él  y  yo  i>erteneciéramos  a  la  vasta  asociación  de  Elo- 
gios Mutuos,  con  matrices  en  París  y  Madrid,  y  sucur- 
sales dondequiera  (pie  alienta  gente  de  pluma.  Y  por 
Dios  que  lo  siento,  atimpíc  de  .sobra  me  consuela  lo 
que  sus  libros  van  vendiéndose  por  estos  nnnbos,  re- 
fractarios a  empre-sas  de  letras  (fuera  de  bus  de  cam- 
bio, que  las  transacciones  del  café  ¡  d  L'iano  de  oro! 

—  llü  — 


MI  DIARIO 

originan),  y  recompensando  al  autor  con  larga  y  no 
usurpada  fama. 

Cuando  él  era  un  adolescente  y  yo  un  joven, — en  el 
1888, — conocí  a  Enrique  Martínez  Sobral,  en  una  fin- 
ca de  Chinautla,  donde  veraneaba  con  su  padre.  Mi- 
nistro a  la  sazón  de  Relaciones  Exteriores  eíi  el  Ga- 
binete de  don  Manuel  Lisandro  Barillas.  Tendría 
Martínez  Sobral  unos  diecisiete  años,  la  edad  más  o 
menos  de  su  amigo  y  camarada  Enrique  Gómez  Ca- 
rrillo, este  último  ya  escritor  desde  entonces.  (Aun 
guardo  entre  mis  recortes  un  juicio  crítico  de  Gómez 
Carrillo,  sobre  "El  Mechero  de  Gas" — el  primero  de 
los  cinco  cuentos  que  publiqué  en  volumen  titulado 
DEL  NATURAL,— aparecido  en  "El  Imparcial"  de 
Guatemala,  en  diciembre  del  89.  Ya  despuntaba  la 
personalidad  que  ha  resultado  después  Gómez  Carrillo, 
en  buen  decir  incisivo  y  castizo.  El  juicio  de  que  se 
trata,  tiene  valentías  increíbles  en  un  muchacho;  til- 
dábame de  "afrancesado,"  rompía  lanzas  por  el  es- 
pañol y  por  todos  los  españolismos,  principalmente 
los  de  lenguaje,  y  saladísimamente,  atenta  su  corta 
edad,  a  vueltas  de  cargos  y  censuras  contra  el  na- 
turalismo, me  llamaba  joven,  siendo  él  casi  un  niño) 
Apenas  si  paré  mientes  en  Gómez  Carrillo — que  se 
firmaba  sólo  Enrique  Gómez — y  en  Martínez  Sobral ; 
mi  amistad  radicaba  en  sus  padres  respectivos :  oficial, 
con  el  Ministro  de  Relaciones  Exteriores,  estrecha  y 
muy  cariñosa,  con  don  Agustín  Gómez  Carrillo,  el 
atildado  historiógrafo  con  quien  todavía  me  unen  la- 
zos bien  atados  de  recíproco  afecto. 

Mi  ausencia  de  Guatemala,  que  se  prolongó  dos  lus- 
tros cabales,  hízome  naturalmente  perder  de  vista  a 

—  m  — 


F.  GAMBOA 

^laiiínoz  Sobral;  pero  al  acercarnos  Apuirrc  Cinta, 
sucedió  i[\n'  mis  brazos  se  abrieron  sin  esfuerzo  jiara 
brindar  al  actual  novelista  muy  cordial  bienvenida. 
Hasta  de  físico  es  agradable,  por  más  qve  gusta  de 
variar  de  fisonomías  a  modo  de  actor  en  ejercicio : 
ora  se  deja  toda  la  barba,  con  lo  que  adquiere  muy 
legítimo  aspecto  moruno,  ora  luce  bigote  nada  más.  ora 
se  presenta  afeitado  como  una  rodilla.  Habla  con  mar- 
cado ceceo  godo;  es  fumador  imj)enitente  de  cigarri- 
llos: sus  nervios  lo  traen  a  mal  traer,  y  así  no  está 
nunca  quieto  ni  callado.  Su  charla  es  fácil  y  chispean- 
te, con  sus  ribetes  de  cáustica  ;  se  ha  recibido  de  aboga- 
do en  (luatemala  y  en  Santiago  de  (iiile,  de  donde 
g\)arda  plácidos  recuerdos  (jue  a  cada  pa.so  saca  a  que 
se  oreen  y  conozcan;  ha  sido  juez  en  la  Antigua,  abo- 
gado postídante  en  toda  la  Rí'públiea,  y  hoy  diputado 
a  la  Asamblea  Legislativa;  es  casado  y  varias  veces 
padre,  con  muy  fundadas  probabilidades  de  que  su 
paternidad  s«'  multipli(|Uc  aun  hasta  la  docena  de  vas- 
tagos ctwuido  menos. 

Sospechóme  (pie,  no  obstante  su  investidura  legis- 
lativa, no  las  tiene  todas  consigo  y  funda«lamente  se 
teme  qiie  en  cuabpiier  momento  se  desencadenen  en  su 
contra  las  formidabh's  y  tortuosiis  iras  presi<lenciales. 
No  me  lo  ha  dicho  a  las  elaras, — es  rarísimo  «pie  a(pií 
nadie  S4'  confiese  a  las  claras  personalidad  poco  gra- 
ta al  (lobiirno. — pero  sí  llámelo  dado  a  entender,  y 
mucho  insiste  en  manif«*stars«^  desí'osísimo  de  tran.s- 
ladar  a  Mí^xieo  stis  penates  y  bártidos  por  toda  una 
eternidad. 

27  DK  NovuRE. — 1)1  termnio  al  capitulo   I   d»-  In  se- 
—  112  — 


MI  DIARIO 

gunda  parte  de  "Santa,"  comenzado  desde  el  día  4. 

La  situación  política,  continúa  amenazante  y  tur- 
bia ;  y  este  descontento  ambiente  que  se  respira  en 
Guatemala, — eco  de  lágrimas,  fragmentos  de  confi- 
dencias dolorosas,  narraciones  susurradas  de  atrope- 
llos y  desafueros  que  quedan  en  la  sombra  y  en  la 
impunidad,  odios  acumulados,  anhelos  destructores 
y  homicidas :  toda  la  gama  que  resuena  sof ocadamente 
en  los  países  despotizados! — le  amarga  a  uno  la  vida, 
aunque  no  le  toquen  de  cerca  sus  horrores.  .  . 

11  DE  DICIEMBRE. — HacB  un  año  que  partimos  rum- 
bo a  México. 


12  DE  DICIEMBRE. — Acabé  hoy  la  lectura  de  ''Paroles 
d'un  Homme  Libre''  de  Tolstoi,  y  me  encuentro  con 
que  el  gran  novelista  ruso,  en  cierta  época,  muy  arrai- 
gado tuvo  el  vicio  del  juego ! .  .  .  ¡Lo  mismo  que  Dos- 
toievsky  ! .  . . 

13  DE  DICIEMBRE. — Llégame  de  Chiapas  un  número 
de  "La  Revista  de  Soconusco,"  en  la  que  me  atacan 
ruda  y  ruinmente. 

14  DE  DICIEMBRE. — Coucluído  el  capítulo  II  de  la 
segunda  parte  de  "Santa;"  lo  he  escrito  en  doce 
días. 

22  DE  DICIEMBRE. — Cumplí  37  años. 

31  DE  DICIEMBRE. — Cou  el  año  se  terminó  el  cap.  III 
de  la  2.-''  parte  de  "Santa." 

— 113  — 


1902 


1."  DE  ENERO. — ¡Año  Nuevo ! 

Válgame  el  que,  por  malas  que  sean  sus  intencio- 
nes en  mi  contra,  jamás  será  peor  <}ue  el  (jue  ha  ex- 
pirado apenas. 

12  DE  ENERO. — Nutrido  correo  de  México. 

Probabilidades  remotas,  pero  encantadoras,  de  que 
me  transladen  a  Londres.  ¿De  veras  se  pensará  en 
sacarm»»  de  mi  prolongado  destierro  guatemalen.se T... 
Sólo  sentiríalo  por  los  cuantos  amigos  que  aquí  deja- 
ría sin  amparo. 

16  DE  ENERO. — En  busca  de  fortaleza  para  mi  hi- 
jo, que  liarto  la  ha  menester,  y  de  un  restahlfcimien- 
to  para  mí,  harto  inválido  y  descuach'rnado  después 
de  la  enfermedad  de  estómago  que  por  poco  no  me 
li(|uida  «'11  los  tn-s  meses  que  llevo  <le  padecerla,  la 
emi)rendimos  hoy,  dentro  de  carruaje  al<|uil<')n  con 
vistas  a  diligencia,  hasta  una  finca  llamada  "Villa- 
lol)O.H, "  i)ropi<'dad  «le  la  familia  Samayoa,  y  Imnda- 
dosamente  pu«'sta  a  nuestras  órdenes. 

Tnas  dos  horas  de  camino,  cuesta  bajo  casi  siem- 
pre, a  partir  del  Guarda  Viejo.  El  camino,  delicioso, 

—  114  — 


MI  DIARIO 

delicioso,  delicioso,  como  todos  los  de  esta  hechicera 
Centroamérica.  "Villalobos"  queda  en  el  fondo  de 
una  hoya  natural,  emparedada  por  montañas  gigan- 
tes y  verdes ;  a  cortísima  distancia  de  Villanueva,  un 
pueblecillo  con  cura  párroco,  autoridades  laicas,  y, 
a  los  medios  de  su  plaza,  una  robusta  ceiba,  la  ceiba 
infaltable  de  estas  regiones,  copuda,  centenaria,  segu- 
ro domicilio  de  pájaros,  de  recuerdos,  de  cierta  me- 
lancólica poesía. 

Para  entrar  en  la  finca,  hay  que  cruzar  el  cauce  de 
un  regato  y  dejar,  a  sus  entrambos  lados,  enanas  ran- 
cherías humeantes,  de  cerca  florida,  en  que  moran  los 
peones,  que  aquí  se  llaman  mozos.  (A  su  tiempo  se 
hablará  del  inhumano  tráfico  de  que  son  víctimas). 
Una  última  vuelta,  a  la  izquierda,  y  bajo  oliente  bó- 
veda tupida  de  hojas  y  ramas,  hollando  tierra  ne- 
gra de  puro  vegetal,  el  carruaje,  flanqueado  de  árbo- 
les añosos  que  a  modo  de  centinelas  impávidos  guar- 
dan y  hermosean  la  heredad,  el  carruaje  avanza  con 
lentitudes  forzadas,  a  causa  de  la  enfurecida  jauría  de 
mastines  que  se  tiran  a  las  muías  y  a  las  llantas  de 
las  ruedas  polvorientas.  .  .  Al  fondo  de  la  calzada 
magnífica,  se  alzan,  la  vivienda  y  las  dependencias 
de  la  finca,  edificios  en  ruinas  casi,  roídos  de  lepras 
y  de  soles:  trojes  almenadas,  restos  de  una  fábrica  de 
cerámicas,  una  antigua  capilla. . .  Al  final  de  la  cal- 
zada, divísanse  un  fragmento  de  los  corrales,  caballos 
sueltos,  más  perros  que  ladran  a  los  intrusos.  .  .  Por 
dondequiera,  árboles  y  flores  y  plantas  y  hojas;  tras- 
cienden la  salud  y  la  vida,  respirase  paz ...  El  ma^ 
yordomo,  su  familia,  los  mozos,  nos  aguardan  descu- 
biertos y  sonrientes,  respetuosísimos,  con  el  respeto 

—  115  — 


F.  X  i  AMBO  A 

heredado  (jue  distingue  a  los  campesinos  autóctonos 
de  nuestra  América.  Hasta  la  dulzura  de  la  luz  que 
desmaya,  son  las  5  dadas,  contribuye  a  realzar  el  sa- 
bor geórgico  del  conjunto;  todo  es  verdad  y  belleza, 
hasta  aquí  tal  vez  no  alcance  la  maldad  humana.  Y 
mi  idolatría  incurable  por  el  campo,  me  corta  el  ha- 
bla, miro  y  miro,  sin  hartarme  de  mirar.  .  . 

La  vivienda,  tal  cual ;  hay  un  colgadizo  o  corredor 
techado  y  con  columnas  sencillas,  al  (jue  se  baja  por 
cinco  gradas:  a  su  frente,  espacioso  cuadro  con 
árboles,  tapizado  de  césped ;  adivínan.se  lontananzas 
gratas,  so  delata  una  cocina,  se  oye  muy  débil  la  ro- 
manza del  agua ;  más  allá,  los  montes,  sus  enormes 
mol(»s  de  paíiuidermos.  bebiendo  los  postrimeros  es- 
tri'inecimientos  de  la  tarde.  A  la  izípiierda  d«*l  ancho 
corredor,  las  habitaciones,  primero  la  sída,  con  mue- 
bles de  Viena,  un  j^iano.  v\  piso  cul>i<'r1o  de  esteras, 
cortinas  de  punto  en  la  puerta  y  en  sus  dos  ventanas 
de  Itatientes  de  madera  sin  cristales:  después,  dos 
dormilorios.  (|ue  se  comunican,  con  todos  los  menes- 
teres indispensables:  luego,  el  comedor,  estreclio  y  de 
una  sola  pueti;i.  Kn  el  extremo,  la  capiUa  nueva,  pe- 
({ueñina,  con  pocos  afeites  y  muy  esca.sji  de  imágenes; 
en  su  único  altar,  hi  pintura  imprecisa  de  una  imagen 
milagrosa,  »ic  la  \'irgen  «le  la  Candelaria,  qtie  vienen 
a  adorar  desde  algunas  leguas  a  la  redonda.  Toda  la 
capilla  tiembla  y  vaeHa.  por  culpa  de  los  parpadeos 
d«'  la  lamparilla  de  aceite  (pie  la  alumbra,  pentliente 
del  te<'ho.  .  .  . 

Salimos  a  «-onoeer  los  inti'riores;  al  cabo  d»-  un  pa- 
sillo, del  Otro  lado  de  las  habitacion(>8,  nuevo  colgadi- 
zo, una  iKxlega  a  la  izquienla,  el  guarnicionero,  junto 

—  116  — 


MI  DIARIO 

a  su  puerta  un  poyo  desgastado,  desde  donde  señoras 
y  caballeros  alcanzan  el  estribo  los  días  de  cabalgatas. 
Transpuesto  este  segundo  cobertizo,  una  cocina,  "la 
de  los  amos,"  lavaderos  bajo  techado,  y  el  corral, 
con  puerta  de  cantería  a  la  izquierda,  y  a  los  fondos, 
tranquera  que  incomunica  de  la  ordeña,  del  abrevade- 
ro de  las  bestias,  y  de  unos  campos  cercados  en  los  que 
hay  algunos  plantíos  de  caña  de  azúcar  y  unos  arbola- 
zos  venerables.  A  los  centros  del  corral,  el  bramadero, 
y  todo  el  testero  de  los  fondos,  ocupado  por  mache- 
ros  y  caballerizas  para  los  animales  finos,  de  silla  y  de 
tiro. 

A  la  izquierda  de  la  ordeña,  y  del  abrevadero  que 
se  ase  al  muro  de  las  caballerizas,  restos  de  un  moli- 
no, una  gran  rueda  dentada  que  se  oxida  inútil  y  aban- 
donada ;  digo,  no  tan  inútil,  que  más  de  una  gallina 
con  cría  la  frecuenta  y  aprovecha.  Enmarañada  y  ca- 
prichosa topografía.  A  los  frentes  de  la  vivienda,  más 
allá  de  la  cocina  del  mayordomo,  escondido  entre  las 
frondas,  tazón  desconchado  que  se  llena  a  voluntad 
y  que  sirve  de  baño.  .  .  hasta  lo  limita  un  banco  rús- 
tico, curvo  y  resabioso  a  siglo  XVIII ;  evoca,  dentro 
de  su  fisonomía  de  ruina,  ora  un  rinconcito  de  Tria- 
nón,  ora  una  decoración  de  teatro.  . .  Por  dondequie- 
ra, tonalidades  verdes,  ramazones  y  árboles,  y  a  los 
fondos  de  todos  los  paisajes,  montañas  y  más  mon- 
tañas, próximas,  remotas,  azules,  verdegueantes,  color 
de  esmeralda.  De  todos  los  rumbos,  en  el  dulce  atar- 
decer que  va  acentuándose,  rumor  de  vida :  zumban 
las  abejas,  gorjean  y  trinan  los  pájaros,  muge  el  ga- 
nado, tañen  esquilas,  resuenan  cantares  campesinos, 
ladran  canes    r-elinchan  caballerías,  flotan  perfumes 

—  117  — 


F.  GAMBOA 

desmayados  de  plantas  silvestres,  de  rosales  y  viole- 
tas. .  .  Es  Arcadia,  una  Arcadia  diminuta  y  escondi- 
da, lejos  de  las  revoluciones  y  de  los  odios  de  los  hom- 
bres. . . ,  Con  las  sombras  de  la  noche  que  se  acerca 
sin  ruido,  aquello  adquiere  una  idealidad  que  me  sub- 
yuga, que  me  fuerza  a  detenerme  aquí  y  allí,  sin  otro 
objeto  que  prolongar  mis  contemplaciones,  saturarme 
de  quietud  y  de  paz.  las  que  mis  nervios  enformos  me 
reclaman...  Y  como  de  súbito  estalla  a  distancia  la 
risa  de  plata  de  mi  hijo,  que  tanto  alegra  y  alivia  a 
mi  ánima  enferma,  .seguro  de  que  no  me  ve  nadie,  en 
amante  comunión  con  la  Naturaleza,  agradecido  de 
vi^^^  y  de  que  ría  mi  hijo,  dibujo  en  la  diafanidad 
de  la  atmósfera  una  amplia  bendición  casi  sacerdotal 
que  lo  abarca  todo,  para  después  sepultarse  en  las 
agonías  crepusculares  y  en  las  iniciales  vibraciones 
de  la  noche.  í|ue.  igual  a  los  s«'n»s  y  a  las  cosas,  empie- 
za a  cobijarnos. 

15  DE  ENERO. — Muy  a  menudo  nos  trasladamos  a  la 
vecina  Villanueva,  en  carruaje,  y  más  generalmente  a 
caballo,  ¡>or  la  ancha  carretera  que  s«'rpenteando  sil- 
be ha.sta  el  pueblecillo. 

lian  comenzado  las  amistades  con  los  villanovensos: 
unas  .si'ñoras,  pro|)ietarias  de  la  tienda  mejor  surtida; 
la  lavandera  y  su  crecida  prole;  la  autoridad,  encogi- 
da y  lios«*a.  pon|ue  siendo  nosotros  mexicanos,  con  des- 
confianza hay  que  tratarnos;  la  ehiquillería  de  la  es- 
cuela del  (íobierno  ubicada  en  la  plaza,  a  la  que  las 
gargantas  infantiles  lanzan  su  «lelicioso  canturriar 
cuando  deletrean  «'1  silabario;  y  el  cura  párroco  de 
Villanueva  y  Petapa,  don  .1.  Antonio  Roldan,  un  »e- 

—  118- 


MI  DIARIO 

sentón  cenceño  y  recio,  espigado  de  cuerpo,  varón  de 
más  experiencia  que  ciencia  y  con  lindes  hacia  el 
buen  humor ;  creyente  a  macha  martillo,  hasta  con  sus 
ribetes  de  agresivo  e  intransigente,  enemigo  de  libe- 
rales y  franc-masones, — que  para  él  son  en  el  fondo 
sinónimos, — testigo  de  muchos  horrores  centroameri- 
canos y  guatemaleses  más  particularmente,  que  gusta 
de  repetir  y  aun  de  comentar  cuando  ya  cobró  con- 
fianza en  sus  interlocutores;  humanista  a  las  veces  y 
partidario  siempre  de  frases  rotundas  y  bien  parladas ; 
aseadísimo  de  rostro,  cuerpo  y  sotana ;  tocado  de  jipi- 
japa albo  y  arriscado ;  de  pañuelo  de  seda  al  cuello ; 
y  fumador  impenitente  de  cigarrillos  de  hoja.  Es  ji- 
nete consumado  y  no  carece  de  arrestos  varoniles. 

El  curato, — que  por  estas  tierras  se  nombra  el  con- 
vento, aunque  nada  más  lo  habite  una  sola  persona,— 
se  halla  pegado  al  templo,  en  sí  mismo  enano  e  in- 
expresivo, muy  dado  de  cal,  con  atrio  florido  y  cercado, 
puerta  de  reja  y  macetones  de  ladrillo  en  sus  bardas. 
Al  curato  súbese  por  cinco  escalones  de  aristas  des- 
gastadas por  los  pies  descalzos  de  los  feligreses  que 
hace  siglos  lo  frecuentan ;  en  su  fachada,  figuran  tam- 
bién dos  ventanas,  una  a  cada  lado  de  la  puerta,  con 
visillos  que  fueron  blancos  y  vidrios  legañosos  y  opa- 
cos. Transpuestos  los  dinteles,  hay  un  pasillo  provis- 
to de  dos  poyos  enjalbegados,  y  se  penetra  en  la  ha- 
bitación principal  de  la  vivienda,  que  es  a  la  vez  ofi- 
cina parroquial,  comedor  y  dormitorio,  por  lo  que 
adviértese  gran  mescolanza  en  el  mobilario  ;  hay  un  es- 
critorio con  libros  y  papeles,  los  registros  parroquia- 
les ;  mesa  ahulada,  para  los  ágapes  parcos  del  cura 
de  almas;  catre  y  mesa  de  noche,  en  uno  de  los  án- 

— 119  — 


F.  GAMIiOA 

gulos;  percha  de  madera  con  colgaderos  ocupados;  ar- 
mario y  cómoda ;  diminuta  biblioteca  en  tablas  que 
con  cordeles  se  agarnin  del  muro;  un  reclinatorio  a  los 
pies  de  Crucifijo  de  mediano  tamaño  y  factura  no 
mala;  santos  y  santas  en  litografía  y  en  cromo;  lam- 
parilla suspendida  tle  otra  pared,  y  sillas,  una  meco- 
dora,  un  taburete ;  arrumbados  en  un  rincón,  ciria- 
les en  desuso,  restos  de  candeleros  presbiterialeü  apo* 
Hilados.  .  .  El  piso,  cubierto  de  esteras,  y  a  trtHíhos 
asomando  el  maderamen  fregoteado  y  caduco. 

En  el  lienzo  frontero  al  de  la  entrada,  puerta  con 
escalera  que  cae  al  corral,  huerto  y  jardín  del  "con- 
vento," y  que  comunica  con  una  de  las  entradas  la- 
tcrah's  de  la  iglesia.  Des<le  la  ««tancia  divísaiisí»  al- 
gunas horlali/as,  »'l  iimchero  en  (jue  haliitan  las  dos 
muías  del  dueño  de  la  casa,  los  lavaderos,  las  gallinas 
que  van  y  vien»'n  con  cría  y  sin  ella;  m  pos  de  un  sul- 
tán tle  cresta  sonrosada,  variopinto  de  jtlunuije  y  de 
crecidos  espolones.  El  guardián,  lanudo  y  negro,  tum- 
bado al  sol,  duerme  profundamente. 

l'oncluí«lo  el  negocio  «pie  me  llevaba  al  curato  (ver 
si  el  I*.  Roldan  puetle  decirnos  misa  domingos  y  fies- 
tas en  la  capilla  de  la  "finca,"),  despiit'-s  de  una  ins- 
pección ocular  en  el  templo,  donde  me  enamoro  de  un 
viejo  cuadro  místico  con  nmrco  de  talla,  después  de 
una  charla  promete«lora  de  buenas  relaciones,  aupados 
por  el  sacristán,  <|ue  no  ignora  los  oficios  tb-  espoli- 
que y  mozo  de  estribo,  al  apresurmio  y  sabroso  andar 
de  las  bestias,  ganamos  nuestros  prestados  dominios, 
liaif»  lili  sol  <-apM/  lie  t»)starle  los  sesos  al  más  |»intado. 

18  i)K  KNKKO. — Fuert«  y  prolongado  lenddor  a  las 
—  120  — 


MI  DIARIO 

5  y  45  de  la  tarde,  que  mi  hijo  festeja  con  risas  y  ca- 
rantoñas, por  ignorante  de  sus  peligros  posibles. 

20  DE  ENERO. — Pronto  he  normalizado  mi  vida. 

Voy  a  Guatemala  dos  veces  por  semana,  caballero 
en  una  muía  episcopal,  si  a  sus  excelencias  y  comodísi- 
mos  andares  ha  de  atenderse.  Pasa  de  las  siete  cuartas 
en  su  alzada,  es  ancha  de  encuentros  y  redonda  de 
ancas,  muy  metida  de  cola  y  muy  fina  de  remos,  gru- 
lla de  color,  las  orejas  acaballadas  y  móviles,  vivos  y 
negros  los  ojos,  amiga  de  galopes  y  enemiga  de  resa- 
bios, blanda  al  freno  y  nada  asustadiza,  de  mucha 
vergüenza  para  tolerar  látigo  ni  espuela ;  un  porten- 
to de  muía,  como  sólo  suelen  verse  en  Centroamérica, 
donde  lo  suizo  de  sus  caminos  obliga  a  que  se  las  pre- 
fiera a  los  bucéfalos.  El  cabalgar  en  ellas  me  resul- 
ta un  deleite  y  juego  de  chicos  las  tres  leguas  y  me- 
dia de  ida  y  las  otras  tantas  de  vuelta,  que  tengo  de 
tragarme  en  mis  excursiones  bisemanales. 

Si  el  viaje  a  Guatemala  lo  realizo  con  la  parienta 
y  fel  vastago,  el  sistema  de  locomoción  se  altera  y  mu- 
da ;  entonces  la  emprendemos  dentro  de  un  sulky  tira- 
do por  corpulenta  y  mansa  yegua  californiana,  de  tro- 
te largo  y  sostenido,  que  apura  las  distancias  con  las 
mismas  ganas  que  embodega  piensos. 

En  Guatemala  almuerzo,  cumplo  compromisos  so- 
ciales y  despacho  asuntos  oficiales,  y  a  eso  de  las  5, 
"a  mis  soledades  vuélvome, "  a  tiempo  que  el  sol,  el 
insolente  y  despiadado  sol  de  los  trópicos,  principia 
su  descenso  y  sus  breves  ocultaciones  intermitentes 
tras  los  picachos  y  crestas  de  la  sierra,  hasta  su  final 
zampuzo,  allá,  al  Poniente  que  se  incendia  y  ornamen- 

—  121  — 


F.  GAMBOA 

ta  con  gualdas,  nácares  y  perlas,  en  tanto  los  últi- 
mos rayos  luminosos  y  flamíf?eros  se  extienden  por 
los  ciclos  a  modo  de  frustrado  ca.stigo,  de  amenaza 
perpetua  de  que  si  esta  tarde  nó,  alguna  otra  ha  de 
acabar,  a  pesar  de  sus  bellezas,  con  este  orbe  pecador 
y  empedernido..  .  . 

Retardo  d  arribo:  ensíirto  la  charla  con  mi  espoli- 
(pic — un  mozo  ehai>ín.  a  hon-ajadas  en  "recado"  ver- 
náculo, (pie  siiele  despotricar  conmigo,  porípie  ya  so- 
mos de  confianza;  interrogo  arrieros  y  caminantes, 
cuando  ellos  lo  consienten,  (pie  es  casi  siempre  Mos 
humildes  de  aquí  son  ¡tnttdfis  miitandis  como  los  humil- 
des nuestros,  vale  decir.  (|ue  en  cuanto  se  cercioran 
de  ípie  a[>}irentem<»nte  no  se  les  sigue  mal  ninguno, 
86  franquean  hasta  ci«'rto  punto,  a  reserva  de  encon- 
chante cuando  sus  refinadas  y  recónditas  malicias 
creen  ail vertir  riesgos  o  responsabilidades  con  sus  res- 
puestas) ;  det engome  en  cierto  rancho  ubica<lo  mitad 
sobre  el  abismo  y  mitad  al  borde  de  la  carretera,  cu- 
yos dueños  venden  tistr,  friitas  y  tabaco  a  boyeros  y 
viandantes,  y  perfef-eiono.  sin  llegar  a  ajustarlo,  un 
contrato  de  compra-venta:  ando  deseosísimo  de  adqui- 
rir un  guarda-barranco,  canora  cspe<'ie  exclusiva  de 
estas  eonuircas.  (pu*  «-n  sí  misma  reinn-  nnielii»  di-  nues- 
tro clarín  y  de  nuestro  jilguero 

Y  al  capricho  de  mi  nuda,  si^'o  peñas  abajo,  a  la 
media  luz  del  crepú.sculo  instantáneo  (pie  viste  de  cen- 
dales los  contomos.  Cuando  la  cuesta  da  fin  y  que  los 
easeoH  de  la  bestia  w  empapan  en  d  regato  murmu- 
rante que  por  este  lado  deslinda  la  finca,  penetro 
en  plena  ranchería  j>or  la  ancha  vereda  que  separa 
a  las  apreta<las  casucas  de  los  mozos,  cercadas  de  flo- 

—  122  — 


MI  DIARIO 

res.  precedidas  de  jardinillos  descuidados,  respalda- 
das de  corrales  diminutos  en  los  que  pavos  y  gallinas 
han  enmudecido,  y  los  verracos  y  lechones  todavía  si- 
guen hozando  los  desperdicios  y  los  lodos;  de  algún 
corral,  se  alcanza  a  ver  la  silueta  de  jamelgo  flaco,  des- 
cansando sobre  las  cuatro  patas,  el  pescuezo  ligeramen- 
te inclinado  hacia  la  tierra,  como  si  reflexionara  en  lo 
ruin  y  contrario  de  su  sino ....  De  las  entrañas  de  las 
viviendas,  salen  humos  que  huelen  a  modestos  yanta- 
res, ecos  de  voces  adultas  y  de  lloros  infantiles,  res- 
plandores  ígneos  que  se  recuestan  un  instante  en  el 
polvo  de  la  vereda;  apoyados  en  las  jambas  de  las 
puertas  o  posada  una  mano  en  las  cercas  vegetales, 
los  hombres  piensan  y  fuman  a  sus  solas,  o  charlan 
en  parejas  y  grupos  que  tienden  a  borrarse;  los  chu- 
chos, exagerando  sus  iras,  salen  disparados  y  se  tiran 
a  los  corvejones  de  mi  macha,  que  algo  se  inquieta  y 
solivianta.  .  .  .  En  el  cielo  se  han  encendido  los  astros, 
y  la  finca,  iluminada,  acribilla  a  las  sombras  sin  cesar 
en  aumento.  .  .  Llego,  repartienda  "buenas  noches" 
a  porción  de  sombreros  tremolados  en  lo  obscuro  y  a 
porción  de  labios  amigos,  cual  si  fuese  yo  un  obispo 
de  regreso  a  su  sede.  .  .  Entro  por  último,  en  la  calza- 
da de  la  finca,  la  bordeada  de  árboles  centenarios, 
hasta  la  que  se  adelanta,  festejosa,  la  cuadrilla  de  pe- 
rros bravos  que  la  guardan.  Y  al  apearme,  cansadí- 
simo, en  la  boca  del  corredor,  un  mozo  ase  las  bridas 
de  la  muía,  y  mi  mujer  y  mi  hijo  me  dan  la  bienve- 
nida. 

Casi  reñimos  hoy  el  Ministro  de  Relaciones  Exterio- 
res, Juan  Barrios  M.,  y  yo. 

—  123  — 


/'.  (;AMi:nA 

Principié  los  arreglos  para  la  impresión  de  "San- 
ta." 

21  PE  ENERO. — Surmtnage  por  mis  dos  caminatas  a 
caballo,  que  fiu'rzaine  a  pasar  la  mañana  ocioso  y  tum- 
bado en  la  cama,  sumido  en  un  profundo  mara.smo. 

Hasta  eso  de  las  4  de  la  tarde  no  pude  ponerme  a 
e.scribir  en  mi  libro. 

Los  .sábados  solemos  tener  visitas  a  dormir,  Rafael 
mi  cuñado,  los  Bégueri.sse  o  los  León,  Rebolledo  y  Ro- 
dríguez Parra,  (jue  con  no.sotros  pernmneeen  basta 
el   lunes  siguiente. 

El  domingo  último,  bice  con  Béguerisse,  una  ex- 
cursión liípica  a  Amatitlán,  la  del  lago.  En  Amati- 
tlán  di.scurrimos  proveernos  de  frutas  y  pollos,  quo 
atamos  a  los  tientos  de  las  sillas,  aunque  con  tan  mala 
fortuim  para  los  |)ollos.  (|ue  dos  llegaron  abogados, 
a  causa  del  calor,  probablemente,  o  de  (jue  venían  col- 
gados de  las  patas.  Sentimiento  grandísimo  para  mi 
bijo.  la  doble  defunción  accidental ;  el  mucbacbo  está 
sidicndome,  y  yo  .se  lo  fomento,  anliente  simjiat i/ador 
de  toda  cla.s4>  de  animales,  los  domésticos  sobre  todo: 
de  abí.  a  (|uerer  a  sus  semejantes,  jkkío  qué  andar  ba  «le 
quedarle. 

22  m:  k.nerü. — Curioso  lo  que  varían  las  prácticas 
y  costinnbres  en  cada  pueblo.  A(juí,  por  ejemplo,  en 
plena  finca  <le  camino,  la  ordeña  es  a  las  8  do  la  ma- 
ñana ;  en  la  ciudad  dr  Q\inuhtnnn¡an.  el  mercado  ábn»- 
se  cerca  de  las  10;  la  Pla/a  de  Toros,  tiene  uim  calle 
praclicable,  que  separa  In  contrabarrera  de  las  pri- 
meras gradas,  y  el  Hipódromo  carece  de  paseo  frente 

—  124  — 


MI  DIARIO 

a  las  tribunas. , .  Aquí  debió  de  haber  escrito  Huys- 
mans  su  Au  rehours. 

24  DE  ENERO. — Estuve  ayer  en  Guatemala;  y  con 
motivo  de  los  sucesos  actuales:  conjuras,  represiones, 
atropellos,  cómo  salta  a  la  vista  la  miseria  del  Go- 
bierno y  la  miseria  de  los  gobernados ;  la  de  éstos  muy 
más  disculpable  que  la  de  aquél.  El  Presidente  de  la 
República,  a  quien  tanto  pido  en  obsequio  de  mis  pai- 
sanos y  los  suyos,  perseguidos  por  igual,  es  hoy  la 
segunda  vez  que  niégase  a  recibirme,  alegando  un 
mal  grave  de  anginas.  'Me  rehusé  a  tratar  con  su  Sub- 
secretario de  la  Guerra,  comisionado  para  escucharme 
en  su  nombre. 

•  Decididamente,  el  campo  me  serena  y  embelesa. 
Ojalá  que  hoy  no  me  interrumpan,  y  pueda  dar  punto 
al  penúltimo  capítulo  de  ''Santa." 

26  DE  ENERO. — Malas  noticias,  ayer,  de  mi  herma- 
na enferma. 

Arribó  hoy  a^  Guatemala  el  Presidente  de  Costarri- 
ca,  ü.  Rafael  Iglesias,  con  quien  me  liga  muy  buena 
amistad  privada,  amén  de  la  oficial ;  esperemos  fes- 
tejos, es  decir,  esperemos  tedios. 

Mi  señora  doña  Antonia  Zaldívar  de  Blanco,  mi  an- 
fitrión de  ha  poco,  por  suponerme  gratuitamente  pro 
tector  de  unos  ricos  conterráneos  suyos,  con  quienes 
litiga  en  los  tribunales,  rompe  lanzas  conmigo  y  en- 
derézame una  epístola  por  demás  injuriosa.  Y  por  si 
esto  no  fuera  bastante,  la  tía  de  un  mexicano  homici- 
da, para  quien  logré  un  indulto,  me  pone  de  asco,  a 
causa — dice — de  que  no  le  saqué  indemnización  (!!!); 

— 125  — 


F.  GAMBOA 

un  periódico  de  Chiapas,  tíldame  de  porción  de  cosas; 
un  compatriota,  propóneme  «'n  carta  un  cohecho  de 
$  6,000.00;  un  cantinero,  rae  hace  responsable  de  lo 
que  le  adeuda  "por  traaos"  el  escribiente  tic  la  Lepa- 
cióu,  al  (pie  propino  una  jabonadura  oral,  y  en  la  ca- 
lle, camino  ya  de  la  finca,  sostengo  altercado  agrio 
con  un  Don  Nadie. 

Hay  día.s  aciagos.  ¡Jr  ni'en  veux  a  moi-mcmc! 

27  DK  ENP-KO. — Invitailos  a  comer  en  el  curato,  en 
debida  y  protocolar  reciprocidad  por  parte  del  1*.  Kol- 
dán.  compañero  de  nuestra  mesa  en  dos  o  tres  ocasio- 
nes, el  palique  se  fornuiliza  de  súbito  y  se  nos  escapa 
por  teosofías  y  ocultismos.  Cuéntanos  de  un  milagro 
patente  ocurrido  cuando  la  muerte  de  la  señora  su 
madre,  allá  en  Guatemala,  hace  diez  o  doce  años.  Era 
la  señora,  devotísinuí  de  la  \'irgen  del  Carmen,  ads- 
cripta  a  una  de  tantas  cofradías  de  esa  advocación, 
portadora  del  escapulario  respectivo  y  fiel  obsí-rvante 
de  cuanto  al  propósito  ordena  y  nmnda  la  Bula  Sa- 
batina, en'  cuenta,  rezar  el  Oficio  Parvo,  no  obstante 
sus  longitudes.  Tí'uía  encargado,  para  después  de 
fallecida,  que  se  revistiera  su  cuerpo  coij  el  hál)ito  de 
la  Virgen.  Falleció  en  viernes,  y  la  noche  del  silbado, 
que  el  velorio  continuaba,  fatigado  el  I'.  Hohb'in  de  la 
trasnochada  de  la  víspera,  fué  y  se  recostó  en  un  ga- 
binete próximo  a  la  sala  en  que  yacía  el  ca<láver.  no 
sin  recomendar  í|ue  lo  <lespertas<>n  a  «Icterminada  ho- 
ra para  reanudar  preces  y  acompañamiento  piado- 
so a  los  despojos  maternos.  .  .  El  gabinete  tenía  otra 
puerta  que  daba  al  corredor  de  la  casíi.  muy  recogida 
y  silenciosa  a  consecuencia  del  triste  acaecimiento.  Con 

—  126  — 


MI  DIARIO 

sueño  de  piedra  durmióse  en  seguida,  y  minutos  an- 
tes de  la  hora  señalada,  oyó  que  llamaban  en  los  cris- 
tales del  corredor.  Se  incorpora  y  divisa  a  una  monja 
carmelita — el  hábito  es  inconfundible — que  le  apunta- 
ba hacia  la  sala  primero,  y  hacia  el  cielo  después.  . . 
Muy  impresionado  y  sin  pizca  de  sueño,  se  encaminó  a 
la  vidriera,  la  abrió,  y  no  halló  a  nadie;  el  corredor, 
lo  mismo  que  la  casa  toda,  persistía  en  su  silencio 
y  en  su  recogimiento.  .  .  Más  impresionado  todavía, 
interroga  a  los  demás  familiares,  a  la  servidumbre : 
¿quién  había  llamado  a  una  monja  carmelita,  y  dón- 
de estaba  ?  ¿  quién  le  había  abierto  el  zaguán  ? . . .  Sor- 
presa general  y  general  negativa :  nadie  había  llama- 
do a  monja  ninguna,  ni  monja  ninguna  estaba  en  la 
casa  tampoco .  . . 

¡  Era  el  milagro ! 

Y  me  puntualiza  éste.  Es  fama  que  a  los  devotos 
de  la  Virgen  del  Carmen,  los  que  portan  el  escapulario 
y  piden  para  sus  cuerpos  el  hábito,  al  primer  sábado 
después  del  fallecimiento,  la  Virgen  se  digna  aparecer- 
seles  y  salvarles  el  alma. .  .  . 

Dícemelo  con  una  fe  tan  honrada  y  profunda,  con- 
tribuye tanto  el  marco  que  nos  encierra,  el  atardecer, 
el  pedazo  de  huerto  que  desde  la  estancia  se  columbra, 
la  esquila  de  la  torre  que  comienza  a  tocar  a  Ora- 
ciones, la  figura  medianamente  ascética  del  Padre, 
que  los  escepticismos  se  esconden  quién  sabe  dónde, 
callamos  todos,  vuelta  la  memoria  a  infancias  y  pu- 
rezas muertas  también,  y  se  registra  una  pausa  lar- 
ga, un  silencio  piadoso  que  antójaseme  sufragio  men- 
tal de  todos,  y  mío  muy  principalmente,  por  nues- 
tros padres  muertos. . . . 

—  127  — 


F.  GAMBOA 

Encienden  el  curato. 

Y  la  j)lática  ahora,  toma  otros  rumbos.  El  P.  Rol- 
dan, hasta  hace  unos  cuantos  meses,  nunca  habíase 
sei)arado  del  cadáver  de  su  madre,  con  el  que  viajó 
por  toda  la  República,  de  curato  en  curato.  Es  que, 
por  un  prodigio  que  los  médicos  más  afamados  de 
Guatemala  i»udieron  comprobar,  el  cadáver  se  momi- 
ficó maravillosamente,  sin  adtpiirir  el  repugnante  e 
inexpresivo'  aspecto  de  las  momias,  antes  con  frescura 
tal,  con  tal  apariencia  de  vida,  de  sueño  mejor  dicho, 
que  a  nadie  provocaba  ascos,  y  al  hijo  menos  que  a  na- 
die. Entre  otras  rarezas,  el  cuerpo  guardó  relativa 
rigidez  cadav«'>rica.  Y  aquí  da  principio  lo  macabro: 
el  P.  Roldan  no  sólo  cargaba  con  su  muerta  adonde- 
quiera que  iba,  sino  que  la  mudaba  de  traje,  lavába- 
la, la  sacaba  al  sol....  Nos  puntualiza  sus  excursio- 
nes por  serranías  y  valles.  |)or  i)ucbl08  y  aldeas,  sin 
confesar  lo  que  llevaba  dentro  de  aquel  cajón  de  ma- 
dera, cuidadosiímente  atornillado  y  de  contornos  re- 
gulares para  no  llamar  la  atención,  el  ataúd  dentro 
de  la  caja  trasportada  a  lomo  de  muía  por  caminos 
y  vericuetos;  y  cuamlo  menos  una  vez  a  la  s<'mana, 
la  exhumación,  el  ttt(-á-trt(  funerario,  el  aseo  d«'l  cuer- 
po venerado,  con  todo  linaje  de  miramientos,  las  ora- 
ciones musitadas  en  voz  baja,  como  si  le  hablara .  .  . 
Luego.  í'l  encajonamiento,  la  colocación  del  ataú»l  en 
sitio  preferente  de  la  «b-snuda  alcoba  monacal,  la  vida 
en  común  con  los  despojos  empeñados  en  conservarse 
intactos. . . 

Hasta  que  la  cosa,  al  fin  del  dominio  público  y  del 
científico,  llegó  a  oídos  del  Arzobispo,  quien  ordenó  al 
deudo  la  sepultación  definitiva  de  la  muerta  trasbu- 

—  128  — 


MI  DIARIO 

mante ;  aparte  la  irreverencia,  había  el  peligro  de  que, 
fallecido  el  P.  Roldan,  el  pobre  cadáver  insepulto  pa- 
rara Dios  sabe  dónde .... 

Y  el  P.  Roldan  enterró  a  su  madre  en  el  cemente- 
rio de  Guatemala.  Y  esta  segunda  separación  le  fué, 
quizá,  más  dolorosa  que  la  de  la  muerte. 

31  DE  ENERO. — Entregué  ayer  en  Guatemala,  a  la  ti- 
pografía de  Arturo  Síguere,  la  primera  parte,  ya  reco- 
piada  a  máquina,  de  "Santa."  La  impresión  comen- 
zará en  seguida.  ¡  Dios  vaya  con  ella  y  con  el  libro, 
por  cuyo  asunto  nutro  serios  temores !  No  hago  la  edi- 
ción en  la  Tipografía  Nacional,  como  hice  la  de  "Me- 
tamorfosis," para  no  tener  con  este  Gobierno  más  li- 
gas que  las  oficiales.  El  papel  que  en  muestras  me  ha 
enseñado  Síguere,  magnífico  por  cierto,  lo  introduciré 
libre  de  derechos,  gracias  a  mi  prerrogativa  diplomá- 
tica. 

A'^agos  rumores  de  que  se  me  condecorará  con  la  Le- 
gión de  Honor. 

1.°  DE  FEBRERO. — Banquete  en  la  residencia  presi- 
dencial de  La  Aurora,  sitio  incomparable,  escondido 
más  allá  del  Paseo  de  la  Reforma,  tras  una  vieja 
arquería  colonial,  las  tapias  de  uno  de  sus  lados,  las 
ventanas  de  su  "altillo"  y  una  de  sus  entradas,  recos- 
tadas sobre  ancha  carretera  que  al  Guarda  Viejo  con- 
duce ;  es  finca  y  huerta,  jardín  y  bosque ;  sus  habita- 
ciones, más  que  aceptables,  ideal  su  temperatura,  y  a 
una  distancia  mínima  de  la  ciudad.  De  mí  sé  decir, 
que  gusto  tanto  de  ella  como  de  nuestro  alcázar  de 

—  129  — 


r 


F.  GAMllüA 

Chapultej)ee,  a  tal  extremo,  que  así  cotno  si  un  día 
llegara  yo  a  Presidente  de  mi  tierra, — lo  ijue  nunca  se- 
rá, y  por  nunca  serlo  anticipo  y  rindo  a  Dios  gracias 
infinitas! — ni  con  frailes  descalzos  me  harían  salir 
de  L'hapultepec  en  estación  alguna  creada  o  por  crear, 
así  también  caso  que  pudiera  yo  ser  Presidente  de  Gua- 
temala,— y  anticipo  y  rindo  a  Dios  gracias  nu'is  in- 
finitas todavía,  de  que  ello  no  ha  de  realizarse  en  ja- 
más de  los  jamases! — nadie  sacaríame  de  La  Aurora, 
durante  mi  gobierno. 

Después  tlel  baiKjuete,  parloteo  frivolo — tntsct'n- 
dental  con  don  Rafael  Iglesias,  acerca  de  Presidentes 
centroamericanos  (tle  los  (pie  poco  bueno  prométese 
mi  ilustre  interlocutor,  si  han  de  seguir  en  lo  general 
como  hasta  hoy, — y  él,  Iglesias,  modestamente  se  me- 
te el  primero  en  la  colada),  y  acerca  de  la  reciente 
conferencia  pacificadora  de  esta  epiléptica  región  ist- 
meña — en  obsccjuio  a  la  justicia  ha  de  declararse  aíjuí, 
que  Costarrica  es  la  excepción  destle  hace  algún  tiem- 
po, el  mirlo  blanco,  como  si  dijéramos! — celebrada  en 
el  puerto  nicaragüense  de  (^orinto  entre  los  cinco  Pre- 
sidentes, menos  Estrada  Cabrera,  asistidos  de  conseje- 
ros y  Ministros  de  Relaciones  Exteriores.  (Opinan 
los  nudeantes  <jue  Estrada  Cabrera  no  concurri('),  a 
pesar  de  lo  formal  y  solemne  del  compromiso  inter- 
nacional, por  temores  a  un  atentado  posible  contra  su 
persona  durante  la  ida  o  durante  la  vuelta;  él.  c.vcu- 
8<)8c  a  última  hora  so  pretexto  de  que  en  el  airtual 
momento  político  de  (tuatemala,  su  pn'scncia  «th  aquí 
indisi)cnsíd)lej.  Parece  {\\n\  el  Gral.  R«'galado  iX^^yt 
algo  qué  desí'nr  por  su  comiíortamiento  pasablemen- 
te impulsivo.  .  . . 

—  130- 


MI  DIARIO 

Deshice  el  trato  con  Síguere :  la  impresión  de  ' '  San- 
ta" saldría  costándome  unos  $3,000.00  guatemaltecos, 
y  no  abundo  en  ese  percal.  Recogí  mis  originales. 

2  DE  FEBRERO. — Fiesta  de  la  Candelaria,  patrona  de 
la  finca. 

En  lo  general,  fisonomía  análoga  a  nuestras  fies- 
tas mexicanas  de  naturales,  y  a  las  españolas,  rusas, 
flamencas,  etc.,  etc. ;  domina  en  ella  la  idolatría,  agra- 
vada de  alcoholismo  superagudo.  La  humanidad,  en 
sus  capas  inferiores  sobre  todo,  apenas  si  deja  conocer 
que  lleva  ¡  veinte  siglos !  de  caminar  rumbo  a  la  ci- 
vilización :  71CC  varietur. 

Fuera  de  esos  dos  linearaientos  generales,  no  cen- 
surables en  lo  absoluto,  a  pesar  de  que  en  sí  lo  son 
ambos,  la  fiesta  abundó  en  color  y  en  carácter.  (Vaya 
Ud.  a  invitar  para  los  ilotas  y  parias  del  universo 
entero,  un  sucedáneo  del  alcohol,  que  como  el  alcohol, 
siquiera  sea  por  instantes  y  a  trueque  de  la  salud  mo- 
ral y  material  de  las  razas,  borre  las  penas,  ahuyen- 
te los  dolores,  y  con  espejismos  morbosos  ponga  la 
dicha, — esta  picara  dicha  que  todos  perseguimos  y 
que  a  todos  nos  es  indispensable  intermitentemente 
cuando  menos ! — al  alcance  de  la  mano,  obsequie  con 
asequibles  quimeras,  brinde  con  el  olvido,  que  es  el  su- 
premo bien  para  los  qué  sufren .  .  . ) .  La  lucha  contra 
el  alcoholismo  la  encuentro  admirable,  pero  incomple- 
ta, le  falta  la  lucha  en  favor  de  la  abolición  de  las 
desigualdades  en  el  reparto  y  goce  de  los  bienes  te- 
rrenales. Y  cuenta  que  entre  las  clases  favorecidas, 
directoras,  y  demás  tituladas,  escasean  los  abstemios 
y  temperantes,  a  pesar  de  que  siendo  poseedores  de 

—  131  — 


F.  GAMBOA  ^ 

otra  porción  tle  compensaciones,  debieran  de  ser  ejem- 
plo y  no  escándalo.  Clamemos  contra  el  alcoholismo, 
combatámoslo  con  todas  las  armas  y  todos  los  medios, 
mas  ofrezcamos  algo  en  cambio,  a  los  alcohólicos,  nues- 
tra enmienda  siíjuiera.  A  ver  quiénes  se  curan  pri- 
mero, si  ellos  o  nosotros.  .  . 

La  fiv-'sta,  decía  yo,  abundó  en  color  y  en  carácter, 
lástima  que  comenzara  antes  del  alba,  con  unos  ca- 
marazos  capaces  de  arrebatarle  el  sueño  al  mismísi- 
mo Polifemo  antes  de  perder  su  ojo.  Ya  (h'sde  días 
atrás,  andábamos  atareados  en  los  preparativos  del 
ornato:  escogimiento  de  ramas  frescas,  di-  Hores,  eolo- 
eaeión  de  guirnaldas  de  papel  picado,  alzadura  de 
templetes  y  edificación  de  arcos.  Desde  la  vísjjcra  ha- 
bían dormido  en  dominios  de  la  linca,  á  la  hcUc  ¿toUv, 
los  dueños  de  tinglados  y  puestos,  y  aun  algo  velaron 
para  levantar  é.stos  a  t'ntram])os  lados  de  la  calzada 
tlel  ingreso. 

La  mañana  se  nos  fué  en  prácticas  religiosas:  misa 
de  tres  padres,  con  sermón  y  desfile.  Los  oficiantes, 
almorzaron  con  nosotros.  La  tard»',  tuvimos  repre.sí'u- 
tación  de  cuadros  alusivos,  algo  así  como  pastorela,  con 
danzas  de  indios  disfrazados  y  liorripilantes,  al  .son 
de  ehirimías  y  alambon'.s.  La  noche,  hubo  iluminación 
de  antorchas,  de  brea  en  cajuelas,  baile  y  vendimias. 
Duranlf  rl  día  íntfgro.  lo  menos  dos  millones  de  co- 
hetes de  todos  los  calibres,  (pie  a  las  j)ersonas  nos  pu- 
sieron sordas  de  tanto  oírlos,  y  a  los  perros  roncos 
de  tanto  aullarles. 

La  capilla,  víó.m'  nmy  frecuentada  de  fieles  venitlos 
de  porción  de  rumbos  próximos  y  remotos,  que  ofren- 
daron ceras,  flores  y  cx-votos.  que  no  pararon  de  re- 

—  132  — 


MI  DIARIO 

zar  en  voz  baja,  en  voz  alta,  con  sollozos,  con  lágrimas 
silenciosas,  con  cantos  y  con  prosternaciones,  según 
los  temperamentos  y  penas  de  cada  cual.  El  baile  y  los 
fuegos  artificiales,  viéronse  honrados  con  la  asistencia 
de  las  familias  y  de  las  autoridades  de  Yillanueva : 
aquéllas,  endomingadas,  alardeando  de  su  superiori- 
dad sobre  los  indios,  y  éstas,  hoscas,  de  bota  y  látigo, 
de  revólver  al  cinto,  mirándonos  de  reojo  a  nosotros, 
que,  por  mexicanos,  les  resultábamos  intrusos  y  doble- 
mente extranjeros. 

La  verbena,  se  prolongó  hasta  las  mil  y  quinientas; 
esclavos  del  protocolo,  sin  despedida  nos  entramos  a 
acostarnos.  • 

3  DE  FEBRERO.— ^Caballeros  en  sendas  muías  y  escol- 
tados por  el  sacristán,  ahora  en  funciones  de  mozo 
de  estribo,  nos  encaminamos  el  P.  Roldan  y  yo  ha.s- 
ta  Petapa,  donde  también  ejerce  jurisdición. 

Es  de  veras  impresionante  en  esta  Guatemala,  có- 
mo a  pesar  de  la  soberana  belleza  de  sus  campos,  los 
pueblos  y  ciudades  se  hallan  saturadas  de  profunda 
melancolía,  mayor  quizá  de  la  que  ensuelve  a  ]Méxi- 
co. 

¿Provendrá  de  que  el  grueso  de  sus  pobladores, 
aquí  y  allá,  es  netamente  indio,  y  el  indio,  por  razones 
históricas  y  raciales,  es  un  desheredado  de  la  dicha 
y  de  la  alegría  ? .  .  . 

El  curato  de  Petapa, — el  "convento," — sin  impor- 
tancia ;  unas  cuantas  habitaciones  destartaladas,  un 
huerto  mustio,  un  templo  paupérrimo. 

El  villorrio,  ni  fu  ni  fa ;  su  plaza,  sus  portales, 
su  ceiba,  inmensa,  añosa,  copuda. 

—  133  — 


F.  GAMJiOA 

')  DK  FKUKKRo. — A  lus  dioz  y  iiu'dia,  ¡iitcrnunpo  mi  es- 
Cí'itura  el  P.  Roldan,  (luo  viene  a  almorzar  eonmigo. 
Malas  noticias  de  mi  marco  churrigueresco:  tuvo  el 
Padre  que  solicitar  autorización  del  Arzobispo  de  (iua- 
temala  para  cedérmelo,  y  nada  h'  contestan  ;  proba- 
blemente, mi  limosna  a  la  parroquia, — léase,  precio 
del  marco, — habrá  (pie  cargarla  a  i)érdidas  y  ganan- 
cias. 

Cuando  regresaba  de  dejar  al  1*.  Koldán  en  su  •'con- 
vento" de  Villanueva,  puse  mi  muía  al  galoi)e,  «pie 
toda  mi  vida  hame  significado  placer  físico  el  galopar 
a  caballo.  Y  sin  duda  cogí  algún  enfriamiento,  por- 
que mi  neurastenia  saca  las  uñas  y  tengo  (pie  inte- 
rrumpir mi  libro ;  imposible  escribir  dos  líneas  segui- 
das: vértigos  y  fobias,  con  sus  coros  y  comparsiis.  Ni 
leer  puedo,  acostado  ya;  gáname  miedo  de  sufrir  un 
ataíjuc  al  cerebro. 

6  DE  FEBRERO. — Día  abominable.  Jaípieca.  tos,  mal 
de  garganta.  Ni  me  acerco  a  mi  mesa  de  trabajo,  no 
hago  nada  absolutamente,  a  sjil)ii'ndas  de  (pie  la  ocio 
sidad  me  empeora;  nunca  me  surtió  conceder  asueto  a 
"la  loca  de  la  casa."  lo  rpio  pienso  es  dislocado,  poco 
grato,  sin  ideología.  .  . 

Algo  mejórame,  a  la  noche,  presenciar  el  baño  de  mi 
hijo. 

7  DE  FEBRERO. — AHviado,  al  cabo  de  diez  horas  de 
sueño  de  cal  y  canto.  A  trabajar.  .  .  unos  instantes  tan 
8<')lo,  pues  ofrecí  ir  a  ver  la  empacadora  de  heno,  re- 
cién instalada  en  la  finca,  allá  en  sus  lindes. 

Arxia  de  malas  este  capítulo  último  de  "Santa." 

—  134  — 


MI  DIARIO 

Recado  escrito  del  P.  Roldan:  el  Arzobispado  ne- 
gó la  licencia  de  cederme  el  marco,  que  "tal  vez  haya 
que  presentarlo  en  alguna  exposición!!!"    (sic). 

Siempre  me  atrajeron  las  consejas  y  preocupaciones 
del  vulgacho,  porque  en  su  fondo  encierran  mucho 
de  cierto  y  no  menos  de  poético  y  sentimental.  Lo 
digo  a  propósito  de  lo  que  me  ha  ocurrido  aquí  con 
"El  Cadejo,"  importantísimo  personaje  fantástico, 
señor  y  dueño  de  los  campos  y  fincas  guatemaleses. 

"El  Cadejo,"  según  viejos  y  honorables  campesi- 
nos, es  un  monstruo  mitad  buco  y  mitad  demonio,  que 
aullando  sus  desventuras  y  las  ajenas,  recorre  en  galo- 
pes desatentados,  a  eso  de  la  media  noche,  los  altoza- 
nos, bajíos,  cimas  y  barrancos,  huertos,  bosques  y  fin- 
cas de  la  República.  Arremete  contra  cuanto  se  le 
opone  a  su  correr  enloquecido,  sea  cosa  o  individuo, 
y  dondequiera  deja  tristes  huellas  de  su  paso  y  de  su 
ira.  Hay  quien  pretende  que  luce  larga  pelambrera 
obscura,  tirando  a  rojiza,  y  que  de  ésta,  de  las  pezu- 
ñas y  de  la  cornamenta  se  desprenden  espantables  fos- 
forescencias, aunque  menores  de  las  que  despiden  sus 
ojazos  garzos.  Son  contados  los  que  han  sobrevivido 
a  la  terrorífica  visión,  al  demoníaco  encuentro,  so- 
bre que  quien  con  él  tropieza,  es  de  rigor  que  se  quede 
en  el  sitio,  sin  habla  ni  vida,  o  si  bien  le  va,  arrastran- 
do después  del  acaecimiento,  breve  y  vuletudinaria 
existencia  que  al  fin  apágase  entre  torturas  de  todos 
géneros,  más  morales  que  físicas.  A  los  supervivien- 
tes del  maleficio,  es  a  quienes  se  debe  el  aproximado 
retrato  de  la  bestia. 

Y  el  mayordomo, — persona  seria  si  las  hay,  de  co- 

— 135  — 


F.  GÁMJiüA 

rajudos  antecedentes  (fué  soldado,  y  valiente,  de  la 
época  de  J.  Hufíuo  Barrios),  honrado  y  buenazo,  amén 
de  sano  y  corpulento, — con  quien  charlo  del  fenóme- 
no a  la  sombra  de  una  de  las  ceibas  de  la  huerta  in- 
terior de  la  finca,  fumando  cigarrillos  de  hoja,  me 
afínna  "bajo  su  i)alabra,"  que  el  animal  existe  y  que 
ni  los  mozos  más  arrestados  son  capaces  de  buscarlo  o 
de  enfrentársele ;  de  perseguirlo,  no  hay  ni  (|ue  hablar, 
pues  en  su  cuero  endiantrado  y  recio  embótanse  las  ba- 
las y  postas  de  rémingtous  y  escopetas,  los  filas  de  los 
más  acerados  machetes  y  los  colmillos  de  los  masti- 
nes más  bravos.  Nada,  que  lo  único  prudente  cuando 
se  le  oye  a  lo  lejos,  y  las  siembras  se  estremecen,  y 
los  ganados  huyen,  y  los  perros  gimen,  es  encerrar- 
se y  peilir  a  Dios  (pie  la  alimaña  pas<*  de  bngo  y  s«' 
pierda  en  las  profundidades  de  la  noche  bruja.  .  .  . 

La  charla  vino  con  motivo  de  los  tra.stornos  noc- 
turnos <|ue  vienen  repitiéndose  en  la  finca.  Vo  acos 
tumbro  a  leer,  ya  entre  sábanas,  ha.sta  media  noche 
corrida,  y  llevamos  tres  o  cuatro  en  (pie  poco  antes 
de  (pie  apague  la  luz,  se  aU>orota  la  jauría  y  sale  la- 
drando furiosa  hasta  los  medios  de  la  calzada,  y  d«' 
súbito  re|)liégas4*  a\dlando  en  el  |>ortal  frontero  de 
nuestras  habitacioncí*,  donde  gruñe  como  amedrentada 
frente  a  peligro  invencible  e  inminente.  A  poco,  to 
dos  los  ímiíiialc-s  de  los  maebcros  relinchan  y  cocean, 
tiran  de  las  cadenas  y  cuerdas  que  los  sujetan  a  las  pe- 
sebreras, se  agitan  lo  mismo  que  cuando  se  asustan 
en  los  caminos.  .  .  La  ])rimern  noche,  al  estallar  el 
alboroto  entre  perros  y  caballerías,  instintivamente 
me  eché  fuera  de  la  cama  y  entreabrí  la  ventana,  que 
es  de  dos  batientes  de  madera,  sin  cristales,  pero  con 

—  136  — 


MI  DIARIO 

algo  de  polilla  en  la  juntiira  de  sus  tableros .  .  .  Es- 
cudriñé las  sombras  del  portal,  y  de  divisar  a  los  pe- 
rros agrupados  y  trémulos,  brillantes  las  pupilas  di- 
latadas, erectos  los  pelos  de  sus  espinazos,  entre  las 
piernas  los  rabos,  y  gruñendo  por  lo  bajo,  muy  que- 
jumbrosamente ;  de  sentir  que  las  caballerías  paula- 
tinamente se  aquietaban  lanzando  rezongos  nasales 
de  desconfianza,  cual  si  ''El  Cadejo"  o  lo  que  fuera, 
ya  se  hubiese  alejado,  la  verdad  es  que  interrumpí 
mis  pesquisas  y  volví  a  la  tibieza  del  lecho,  prome- 
tiéndome para  mejor  ocasión  el  apurar  la  inquisi- 
tiva .... 

Ocasipn  que  se  presentó  a  poco,  la  noche  del  siguien- 
te sábado  que  en  la  finca  pernoctaron  Rebolledo,  Ro- 
dríguez Parra  y  Rafael  mi  cuñado.  Muy  apercibidos 
hasta  con  revólver  en  mano,  aguardamos  la  hora  clá- 
sica de  los  vestiglos ;  y  en  cuanto  la  algazara  se  pro- 
dujo, hétenos  en  persecución  de  la  fiera  invisible.  Re- 
gistramos los  corrales,  en  los  que  las  bestias  tembla- 
ban y  resoplaban  todavía ;  por  más  halagos,  no  obtu- 
vimos que  los  perros  nos  siguieran,  y  aunque  cami- 
namos por  largo  espacio,  no  dimos  con  el  demoníaco 
"Cadejo"  ni  con  huellas  ningunas  de  su  paso.  .  .  Mas, 
lo  que  me  argumentaba  el  mayordomo : 

— ¿  Cómo  explicar  el  pánico  de  los  animales  ? . .  . 

Prefiero  dejar  la  cosa  de  tal  tamaño,  a  efecto  de 
no  restarle  el  encanto  que  respira,  así,  en  nebulosa,  en 
los  lindes  de  la  verdad  y  la  ficción,  sin  que  nadie  pue- 
da afirmar  si  es  conseja,  o  leyenda  campesina,  o  fe- 
nómeno natural  pero  inexplicado.  .  .  Quédese  "El 
Cadejo"  dueño  de  sus  dominios,  regando  maleficios, 
sembrando  terrores,  provocando  fiebres  y  muertes,  re- 


137 


F.  GAMBOA 

zos  y  conjuros,  aumentando  más  aún  la  poesía  de  es- 
tos camj)Os,  (jue  sólo  son  poesía.  .  . 

No  conocí  a  "El  Cadejo,"  pero  en  retorno  llevóme 
en  mis  recuerdos  una  It-yenda  más.  Y  vayase  lo  uno 
por  lo  otro. 

10  OK  fp:brp:ro. — El  casí-abeleo  de  un  puayín  inte- 
rrumpe mis  soliloquios  con  "Santa,"  y  como  no  aguar- 
damos visitas,  todos  salimos  a  averiguar  quién  i)0- 
drá  caernos  a  la  improvista. 

Es  Rafael  mi  cuñado,  mostrándonos  destle  lejos  un 
papel  en  su  mano;  en  cuanto  se  halla  a  tiro,  nos  gri- 
ta la  nueva : 

— ¡Cable!.  .  .  .  ¡de  Mr.xirol.  .  .  ¡f.'  llaman  de  la  Se- 
cretaría ! . .  . 

Estupefacción  y  júbilo...    ¿qu»''  será  ello?... 

Agrupados,  leemos  y  releemos  el  lacónico  mens;ije: 
"Venga  en  comisión,  luego  que  reciba  viáticos." 

Sofoco  mi  júbilo  y  el  de  mis  gentes;  hay  que  acla- 
rar el  enigma.  Y  nada  mejor  ocúrreme  rpie  preguntar, 
también  í)or  el  telégrafo,  si  deberé  llevar  conmigo  n 
mi  familia;  i)ueK  según  sea  el  sentido  de  la  resj)uesta 
colegiré  si  el  llamado  es  temporal  o  si  (h'íinitivamen- 
te  se  me  saca  de  Guatemala.  Y  después  «leí  almtier- 
zo,  en  su  propio  guayín  despachamos  a  liafacl,  con 
encargo  de  ípie  tra.smita  el  \m\t\v  a  sti  d<*stino. 

12  DE  FKüKKRO. — Anuirgado  el  aniversario  de  niies- 
tro  casamiento,  con  la  respuesta  telegráfica  de  Rela- 
ciones, que  nos  deja  \x\i\s  hundidos  en  las  cavilaeio- 
nes  que  nos  originó  con  su  llamado  de  anteayer:  "que 
deberé  llevarme  familia. . .  " 

—  138  — 


MI  DIARIO 

Póngome,  sin  descanso,  a  terminar  "Santa,"  teme- 
roso de  que  con  el  trastorno  que  me  echan  encima, 
la  novela,  que  anda  ya  por  sus  finales,  se  me  quede 
inconclusa. 

14  DE  FEBRERO. — Al  filo  del  medio  día,  alcanzó  tér- 
mino y  remate  la  novela  de  mi  pobre  pecadora  ' '  San- 
ta." Si  a  augurios  vamos,  el  libro  vivirá.  ]\Iire  us- 
ted que  es  mucho  sol  éste,  y  mucho  cielo  azul,  y  mucha 
naturaleza  exúbera,  y  mucha  belleza  la  del  rincón 
agreste  que  ¡  Dios  sabe !  si  no  volveremos  a  ver  nun- 
ca... . 

Notificada  mi  mujer  de  la  terminación  de  mi  obra, 
va  hasta  mi  mesa,  sirve  dos  copas,  y  solos  ella  y  yo, 
brindamos  porque  "Santa"  llegue  a  vieja,  y  con  la 
narración  de  su  endiantrado  "sávir  nos  agencie  mon- 
tañas de  pesos,  toda  la  cordillera  de  que  habernos  me- 
nester para  que  subsistamos  sin  servir  a  Reyes  ni 
Roques. 

15  DE  FEBRERO. — Partimos  de  "Villalobos..."  Y 
como  todas  las  partidas,  también  ésta  nos  resulta  me- 
lancólica. 

Hay  revista  de  servidumbre, — desde  hace  dos  días  se 
comenta  en  sementeras,  rancherías,  fogones  y  cuadras 
que  nos  ausentamos, — deseos  burdos  y  sinceros  por- 
que nos  vaya  bien,  regalos  de  última  hora,  de  frutas 
y  flores,  abrazos  encogidos  y  con  relentes  de  sudores, 
apretones  de  manos  ásperas  y  color  de  canela,  terque- 
dades de  mi  hijo, — dentro  de  sus  tres  años  no  caba- 
les,— por  cargar  con  Cirilo,  un  granuja  algo  mayor 
que  él,  su  inseparable  y  secretario.  . . 

—  139  — 


/'.  GAMBOA 

El  cura  de  Villamieva,  estuvo  a  despedirse,  tem- 
prano en  la  mañana,  después  de  su  misa.  .  . .  Anuncia- 
nos  el  mayordomo  que  el  síilky  está  listo,  y  que  el  gua- 
yin  (|ue  ha  de  trasportar  a  los  criados  acaba  de  lle}?ar. 
Restallo  la  fusta,  y  a  todo  el  trote  de  la  noble  yegua 
californiana,  salimos  de  la  finca...  Delicioso  paseo 
de  hora  y  media,  con  escala  en  el  Guarda  Viejo,  y  a 
las  cercanías  de  las  cinco  de  la  tardf.  t'utraila  en 
nuestra  casa  de  Guatemala. 

22  DE  FEBRERO. — Oclio  días  de  ajetreo,  levantando 
la  tienda,  guardando  efectos,  libros,  etc. ;  cercados  de 
maletas  y  baúles.  Ello  no  obstante,  heme  dado  tiempo 
para  terminar  a  máíjuina  la  puesta  en  limpio  del  ca- 
pítulo I  de  la  2."  parte  de  SANTA  ;  la  \mrtc  prime- 
ra, ya  lo  estaba.  Y  a(pií  la  dejo,  quédese  el  resto  i)ara 
ser  terminado  en  Mé.xieo  o  donde  me  envíen,  que  se- 
rá, según  cartas  particulares,  en  El  Haya,  como  Encar- 
gado de  Negocios,  o  de  primer  Secretario.  {¿ encoré  f) 
en  Bruselas,  Berlín  o  Londres,  pero  de  todos  modos 
Europa.  Europa  al  fin.  después  tic  perseguirla  los  años 
de  los  años,  desde  que  entrv  en  la  Carrera,  emprendiila 
princi[)alinente  con  ese  objeto.  ('ontraríam»>,  sin  em- 
bargo, (pie  i'Utre  las  probables  y  futuras  residencias 
también  figure  Santiago  de  ('hile,  porque,  y  perdónen- 
me los  chilenos,  de  América  ya  estoy  servido,  y  si  en 
ella  he  de  |>ermanceer,  reclamo  mi  México,  todavía  no 
lo  suficientemente  conocido  por  mí  en  su  pasjulo  princi- 
palmente, a  pesar  de  lo  (pie  me  interesa  y  de  lo  <|ue  lo 
idolatro. 

De  ser  cierto  mi  traslado  a  Europa,  resultaría  la 
prueba  millón  y  tantas,  de  la  benevolencia  divina... 

—  140  — 


MI  DIARIO 

E  invádenme  olas  de  piedad  mística,  mis  fervores  in- 
fantiles se  y erguen  y  eércanme  y  es  un  retorno  a  mi 
fe  de  niño,  la  que  no  razona,  ni  duda,  ni  desconfía ; 
la  que  sólo  bendice  y  espera.  .  .  Siento  que  vuelve  a 
amanecer  dentro  de  mí,  que  mi  alma  sumérgese  en 
claridades  aurórales,  los  nublados  del  espíritu  de  la 
época  y  de  lecturas  mal  sanas,  desvanécense . . . 

¡  Creo  ! .  .  .  .  ¡  creo  !!!...  Apenas  si  hay  que  arrancar 
ortigas  menudas,  que  aun  persisten  en  creer  y  reprodu- 
cirse; por  suerte,  son  enemigas  de  imperfecciones  del 
clero  y  minucias  del  culto;  pero  el  Dogma,  lo  funda- 
mental e  inconmovible,  impera  y  reina,  me  ha  recon- 
quistado   

Es  tiempo  ya  de  principiar  RECONQUISTA. 

5  DE  MARZO. — No  he  podido  disimular  el  júbilo  que 
mi  inminente  partida  rae  proporciona ;  cuantos  se  me 
acercan,  lo  descubren  y  publican. 

La  molestia  de  los  baúles,  el  tráfago  de  deshacer  mi 
espléndido  gabinete  de  trabajo, — dentro  del  que  me 
emparedé  con  los  manuscritos  de  SANTA  para  comba- 
tir tenaces  tristezas  y  nostalgias  hondísimas, — la  ner- 
viosidad precursora  de  cualquier  viaje,  todo  lo  conllevo 
de  buen  talante,  encantado  de  irme.  .  .  de  irme !!!... 

A  la  media  noche,  daume  mis  amigos,  bajo  los  bal- 
cones, una  magnífica  serenata  de  marimbas  y  música 
de  cuerda.  Estas  marimbas,  esencialmente  centroame- 
ricanas, son  xilófonos  dulcísimos  que  en  la  alta  no- 
che adquieren  resonancias  de  juventud  y  amores. 

Mi  neurastenia  encabritase  y  me  hinca  sus  más  filo- 
sas garras. 


141 


F.  (jAMllOA 

7  PK  MARZO. — Con  qui»''n  sabe  cuántas  toneladas  de 
equipaje  y  con  media  (Juateniala  en  la  estación  del  fe- 
rrocarril, a  bordo  de  coche  especial  ofrecido  por  las 
autoridades,  a  las  8  de  la  mañana  emprendemos  la 
marcha.  ¡  Adiós,  sí ! .  .  .  ¡  adiós  por  siempre,  tal  vez ! .  . . 
A  elevarme,  a  refinar  mi  pobre  espíritu  de  literato 
en  otros  mundos,  en  ciudades  superiores,  en  tierras 
viejas  de  cultura . . . 

El  paradero  y  el  caserío,  se  empequeñecen,  van  bo- 
rrándose y  borrándose.  .  . 

Nos  aproximamos  a  Escuintla,  estación  de  almuer- 
zo, y  con  mi  hijito  en  los  brazos  apercí borne  a  saltar 
al  andén.  .  .  En  el  andén,  embísteme  un  t,'ranuja  porta- 
dor de  cabltgnnun  cerrado...  i  de  dónde?...  i  de 
quién?.  .  . 

— "¡¡¡Para  usté,  don  Federico!!!" — díceme  son- 
riente y  en  espera  de  su  propina. 

Por  pura  corazonada  le  atirmo  a  Rafael  mi  cuña- 
do, que  es  un  cable  de  México  prohibiéndome  salir. 
Rompo  el  sobre,  y  deletreo  espantado: 

— "Aunque  haya  ncibido  viáticos,  no  salga  hasta 
recibir  instrucciones.*^ 

¡  Menor  efecto  causi'irame  el  dernimbamieuto  del 
Volcán  de  Agua,  (pie  s<'  alza  en  «•!  horizonte!.  .  .  ¿No 
partir  cuando  ya  casi  estábamos  embarcados! 

Vacilo,  hay  pelea  intrrna.  <ntre  el  deber  y  el  deseo; 
inclinóme  a  ceder  a  las  instancias  que  se  me  hacen 
de  continuar  el  viaje  emprendido...  Pero  ¿y  esta 
orden  nmda  que  me  quema  las  manos,  di'l  Oobicrno 
que  me  paga  y  al  que  yo  repn'wntoT.  .  .  ¡Triunfó  el 
deber!  Y  lo  mismo  que  si  voluntariamente  me  enca- 
minara a  un  cautiverio,  perdiendo  los  gastos  hechos, 

—  142  — 


MI  DIARIO 

privado  de  equipaje  que  ha  de  ir  llegando  al  puerto, 
regreso  a  la  ciudad  de  Santiago  de  los  Caballeros,  de  la 
que  telegrafío  a  México,  para  caer  después  en  un  ma- 
rasmo que  me  alarma. 

Guatemala,  al  pronto,  se  ha  sobrecogido  con  mi  vuel- 
ta inexplicable;  después,  aplaude  {¡plaudite  cives!), 
sucédense  las  visitas  de  enhorabuena,  me  alegan  que 
he  liberado  prisioneros,  salvado  vidas,  procurado  con- 
suelos. .  .  Y  yo,  anonadado,  casi  ni  las  gracias  doy, 
cual  si  de  veras  mereciera  los  afectuosos  elogios. 

A  mis  solas,  maldigo  de  mi  suerte,  mascullo  filoso- 
fías baratas  y  cursis :  el  grueso  de  un  cabello,  el  trans- 
curso de  un  minuto  habrían  alterado  los  hechos;  la 
casualidad. .  .  el  hado. .  .  mi  estrella. .  .  Y  reconstru- 
yo mentalmente  el  proceso  de  mi  mala  sombra :  si  aquí 
no  violaran  toda  clase  de  correspondencia,  igual  la 
postal  que  la  telegráfica,  el  Presidente,  o  quien  haya 
sido,  no  se  hubiera  impuesto  del  malhadado  mensa- 
je, ni  mandado,  como  estoja  seguro  de  que  mandó,  que 
se  me  entregara  a  medio  camino.  Por  otra  parte,  si 
de  México  no  me  hubiesen  dirigido  contraorden  tan 
extemporánea, — ¡  al  mes  de  habérseme  ordenado  salir 
de  Centroamérica ! — o  el  mensaje  me  lo  remiten  es- 
crito en  clave,  dado  que  yo  no  he  de  andar  con  la  ci- 
fra en  la  memoria  o  debajo  del  brazo,  sin  desobedecer 
mandamiento  tan  inopinado,  encontraríame  ahora 
dando  tumbos  en  el  Pacífico.  .  .  . 

8  DE  MARZO. — Persistió  mi  atonía  hasta  la  noche  de 
hoj^,  que  cedió  el  puesto  al  paroxismo :  Perico  de  Ca- 
rrere  y  Lembeye,  Ministro  de  España  en  Centroamé- 
rica y  ayer  desembarcado  de  México,  barre  con  sus 

— 143  — 


/•'.  GAMJiOA 

confidencias  la  fábula  <1<'  la  LiH-hcra  que  había  yo  veni- 
do adaptando  a  mi  individuo:  no  se  me  enviará  a  Eu- 
ropa ni  a  ninguno  otro  punto  del  globo:  si  acaso,  se 
me  favorecerá  con  opaca  coniisioncilla  en  el  Ministe- 
rio. . .  Corre  en  mis  lares  la  torpe  especie  tle  (pie  yo 
perpetré  aquí  magno  escándalo  en  aiH)stnítos  de  mozas 
del  partido,  y  de  que  en  cierta  alborada,  instalado 
ya  en  las  viñas  del  Señor,  fui  y  desperté  a  Estrada 
Cabrera,  al  grave  propósito  internacioiuil  de  que  me 
obsequiara  con  ana  copa  de  cualquier  líquido  embria- 
gante!!!... Y  que  el  General  Díaz  está  indignadísi- 
mo. . . 

¡Hay  para  privarse! 

i  Quién  será  el  autor  de  la  burda  conseja?.  .  .  Ahora 
más  (jue  nunca  ansio  llegar  a  sincerarme  o  a  sufrir, 
en  el  imposible  supuesto  de  que  se  me  compruebe  la 
culpabilidad  mínima,  todas  las  penas  conocidas,  y  las 
desconoci«laK  ¡>or  añadidura.  .  . 

Por  lo  pronto  y  como  a  seguro  refugio,  torno  a  la 
máquina  de  escribir;  póngome,  estoicamente,  a  conti- 
nuar la  copia  de  los  manuscritos  de  mi  SANT.^. 

10  DK  MARZO. — Recibí  esta  noche,  del  Ministerio  de 
Mé.xico,  mensaje  {>é*simamente  cifrailo:  (pie  in.HÍsta  yo 
en  una  reclamación  wcundaria.  .  .  No  s<'  alu«le  a  mi 
exccMO  de  di.sciplina,  ni  se  me  anuncia  palabra  acer- 
ca de  mi  futtiro.  .  . 

I'ara  no  aumentar  tristuras,  sigo  co¡uando  manus- 
criptos  de  SANTA,  tecleo  día  y  noche,  haiita  no  rendir- 
me. .  . 

Insomnios  y  presagios  poco  gratos. 

—  144  — 


MI  DIARIO 

20  DE  MARZO. — Periódicos  de  México.  "El  Irapar- 
cial"  y  "El  País"  despejan  la  incógnita;  según  ellos, 
he  sido  nombrado  jefe  de  la  sección  Consular. 

27  DE  MARZO. — Telegrama  de  Nueva  York  anun- 
ciándome situación  de  fondos,  y  telegrama  correla- 
tivo de  México  con  la  noticia  de  que  se  me  ha  manda- 
do pagar  este  mes  de  marzo  y  el  entrante  de  abril ; 
lo  que  en  romance  significa  que  hasta  principios  de 
mayo  no  hay  que  pensar  en  viajes  ni  regresos. 

2  DE  ABRIL. — Procedente  de  San  Salvador,  aunque 
impreso  en  San  José  de  Costarrica,  me  llega  un  libro 
intitulado  PAGINAS,  cuj'o  autor,  don  Salvador  Cal- 
derón, mucho  elogia  mi  METAMORFOSIS  en  el  ca- 
pítulo último  del  volumen.  Llevaba  yo  tantos  días  de 
sólo  almacenar  noticias  pésimas,  que  infantilmente 
póngome  a  leer  y  releer  las  alabanzas  del  benévolo 
escritor  centroamericano. 

Cartas  de  México,  de  casa,  puntualizándome  con 
copia  de  detalles,  la  tempestad  en  mi  contra  desata- 
da. Parece  que,  mis  amigos  sobre  todo,  hanme  desga- 
rrado a  más  y  mejor;  parece  que  corrí  riesgo  positi- 
vo de  que  por  cable  se  me  destituyera  (¿sin  oírme 
previamente,  según  lo  previenen  nuestros  reglamentos 
y  leyes.  .  .  ?)  y  parece  por  último,  que  mis  amigos,  mis 
enemigos  y  los  indiferentes,  ya  relamíanse  de  gusto 
por  tamaños  rigores. . . 

Por  dicha,  todo  se  estrelló  ante  la  altitud  de  es- 
píritu del  señor  Mariscal,  quien,  una  vez  más,  logró 
sacarme  avante  y  conjurar  la  tormenta.  Y  así  ha  de 
ser,  supuesto  que  en  el  correo  oficial  de  hoy  siguen 

—  145  — 


F.  GAMBOA 

como  siempre  "aprobando  mi  conducta,"  y  en  deter- 
minada respuesta  emplean  el  clisé  burocrático  de  "Im- 
puesto con  interés...";  fórmula  que  ecjuivale  a  "lo 
ha  hecho  usted  divinísimamente  bien." 

7  DE  AHKiL.— Espigo  CU  el  ZAKATHOUSTRA  de 
Nietzsche,  para  epígrafe  de  .MI    DIARIO: 

— "...mi  pasado  rompió  su  tumba  ¡cuánto  dolor, 
"enterrado  vivo,  se  liespertó!. . .  "  "  . .  .pensamientos 
"venidos  de  mi  abismo,  no  he  osado  hasta  hoy  llamaros 
"a  la  superficie;  hame  bastado  llevaros  dentro  de  mí! 
"No  he  sido  ha.sta  hoy  lo  suficientemente  fuerte  i)ara 
"la  última  audacia  del  león,  para  la  temeridad  úl- 
"tima.  \'uestio  peso  me  ha  sido  si('mi)re  tt-rrible:  pero 
"un  día,  quiero  encontrar  la  fuerza  y  la  vo/.  del  bMWi 
* '  para  haceros  subir  a  la  superficie ..." 

Anda  revoloteándome  el  argumento  de  un  drama 
al  que  ya  puse  título:  RESL'HUEXIT. 

í)  i)K  .VHUIL. — Terminé  la  copia  a  má(|uina  de  toila 
SANTA.  Y  sin  duda  por  culpa  de  cuanto  me  acaece, 
notóme  con  harto  menor  entusia.smo  del  que  siempre 
me  acarreó  la  conclusión  de  libros  anteriores. .  . 

Tampoco  deci<lo  principiar  «'1  drama;  lleno  de  incer- 
tidumbre  como  estoy,  mi  biblioteca  empacada  y  en 
el  puerto  hace  más  de  un  mes,  asediado  de  "mundos" 
y  maleta.s,  no  nu*  sit'uto  dispuesto  a  enfniscarme  en 
labor  intelectual  de  algún  aliento.  Necejiito,  de  urgen- 
cia... un  ])uñado  de  cosas  que  no  a.soman  todavía, 
y  me  sobra  tanto,  pero  tanto. . . 

¿(¿uién  editará  SANTA,  Halh\scá  o  Bourel T 

—  146  — 


MI  DIARIO 

11  DE  ABRIL. — Honda  desilusión  la  que  sufro  con 
la  lectura  de  BOUVARD  ET  PECUCHET,  obra  pos- 
tuma de  mi  admiradísimo  Gustavo  Flaubert.  Creo  en 
mi  ánima,  que  si  la  novela  luciese  firma  distinta,  po- 
cos leeríanla  y  menos  aplaudiríanla.  Vaya  un  libro 
más  tedioso  y  más  estrafalario  y  más  feúcho.  Asegu- 
ra el  autor,  en  su  CORRESPONDENCIA,  que  para 
poder  escribirlo  hubo  de  echarse  al  coleto  unos  cinco 
mil  volúmenes.  . .  ¡  Qué  lástima  que  lectura  tanta  pro- 
dujese un  hermano,  a  mi  juicio  monstruoso,  de  las 
magistrales  y  deliciosas  BOVARY  y  EDUCATION 
SENTIMENTALE ! 

Periódicos  de  México  entéranme  de  la  fundación, 
allá,  de  una  Sociedad  de  Autores,  Escritores  y  Artis- 
tas. Con  tal  que  haya  nacido  a  las  derechas  y  no  se 
transmute  en  centro  adulatorio  o  camarilla  agresi- 
va.. . 

A  la  zaga  del  ZARATIIOUSTRA,  heme  leído  EL 
REY  y  EL  PERIODISTA  del  dramaturgo  escandina- 
vo Bjórnstjerne  Bjórnson,  (pronuncie  Ud.  las  jotas 
como  íes,  o  renuncie  a  llamar  por  su  nombre  a  este 
caballero ) . .  .  ¡  Qué  literatura  delirante  y  rara !  Toca, 
como  fundamental,  la  propia  tecla  que  Nietzsche : 
¡que  Dios  ha  muerto! .  .  .  Entrambos  autores  déjan- 
me  idéntica  impresión  que  los  locos  semilúcidos  de  los 
manicomios:  piedad  y  miedo. 

Doy  a  los  dos  por  Heurik  Ibsen. 

15  DE  ABRIL. — Visión  rápida,  en  la  calle,  al  atar- 
decer, del  Almirante  británico  Bickford,  hoy  llegado 
a  San  José,  a  bordo  de  formidable  acorazado,  e  inme- 

—  147  — 


F.  (¡AMIiOA 

diatamente  venido  a  Xelajú.  (Rumorase  qut»  il  tal 
acorazado,  en  unión  de  naves  guerreras  galas  y  tudes- 
cas que  no  han  de  tardar,  preparan  una  "demostra- 
ción naval"  a  estos  gobernantes  chapines,  algo  atra- 
sados en  el  pago  de  su  deuda  con  los  de  extranjis). 

Válgame  Dios  y  qué  rostro  se  gasta  el  señor  de  Bick- 
ford,  duro,  despótico,  implaeal)le!  Sólo  su  cara  es  ya 
por  si  misma,  una  demostración ...  De  corrido  léese 
en  ella  bombardeos,  abordajes,  órdenes  de  de^strueeión 
y  aniíjuilaiiiieiito ;  toda  la  cultura  inglesa:  biblia,  whis- 
key  y.  .  .  ¡irogreso  a  gran  orquesta,  como  en  Egipto, 
Transval  y  demás  gente  ordinaria.  Los  ojos  del  Almi- 
rante, fríos,  acerados,  despiadados  a  pesar  de  su  color 
dulcemente  azul,  ocultos  bajo  unas  cejius  bravias  y 
entrecanas,  han  de  haber  contemplado  muchas  ago- 
nías y  nuielios  incendios  y  niuclia  saiigi-e  hiiniana,  en 
las  posesiones  inconfoniies  con  el  suave  yugo,  <pie  por 
el  orbe  entero  impone  la  rubia  Rritania.  .  . 

Acompáñanlo  dos  señoras;  los  transeúntes  lo  nñran 
y  se  dicen,  dándose  de  codo : 

— "¡Ahí  va  el   Almirante  inglés!..." 

Y  puede  (pie  en  el  fondo  sea  un  excelente  sujeto. 

18  dp:  .muul.— -Noche  horrenda,  un  venladero  cata- 
eli.smo  del  <pie  por  milagro  escapamos. 

A  eso  de  las  5  de  la  tarde,  que  leía  yo  en  tina  mece- 
dora, en  la  terraza,  aleé  casualmente  los  ojos  al  cielo, 
t(»do  él  plomizo,  cual  «i  se  aveeirmra  alguna  tormen- 
ta de  las  que  por  aquí  abundan  cuando  como  en  este 
año  la  temporada  de  lluvias  se  adelanta.  Anocheció 
a  poco,  y  <lespejós»'  el  firmamento. 

Minutos  ílespués  de   laj*  7,   inopinadamente,   debió 


148 


MI  DIARIO 

de  caer  muy  cerca  de  casa  una  formidable  descarga 
eléctrica,  cuyo  estruendo  nos  ensordeció  y  cuya  luz  vi- 
vísima y  cárdena  nos  dejó  medio  ciegos.  Y  de  las  nu- 
bes, se  dejó  venir  un  diluvio  que  mal  año  para  el  del 
abuelo  Noé. . . . 

Era  llegada  la  hora  del  baño  de  mi  hijo,  quien  ha 
dado  en  la  idea  de  que  yo  lo  acompañe,  lo  saqué  de 
la  artesa,  y  sentándomelo  en  los  muslos,  le  enjugué 
su  cuerpecillo.  Nos  encerramos  en  la  estancia,  su  ma- 
dre y  yo ;  su  nana  y  su  alter  cgo  Pancho, — un  arrapie- 
zo natural  y  vecino  de  Guatemala,  vastago  de  la  co- 
cinera y  objeto  de  grandes  quereres  de  mi  muchacho, 
— y  nuestra  perra  "Diana,"  ejemplar  perfecto  y  pre- 
cioso de  la  raza  pointer.  Pasó  el  baño  con  su  acompaña- 
miento de  risas,  espumas,  salpicaduras  y  pataleos ; 
concluido  el  acto,  se  envió  a  la  nana  al  piso  bajo  en 
busca  de  la  leche  para  nuestro  heredero.  .  . 

De  súbito,  comenzó  un  terremoto  espantoso,  que  sa- 
cudía la  casa  y  la  ciudad  entera,  con  reconcentrada 
extrahumana  fuerza  devastadora  ;  algo  horrible  y  nun- 
ca antes  sentido...  Mi  mujer  cae  de  hinojos;  Pan- 
cho grita,  y  la  perra  "Diana"  aulla  fatídicamente.  .  . 
Al  pronto,  quedóme  inmóvil,  con  mi  hijo  desnudo  en- 
tre mis.  brazos,  sus  grandes  ojos  de  criatura  inteli- 
gente, mirándome  despavorido.  .  . 

Sin  disminuir  en  su  intensidad  espantable,  el  terre- 
moto continúa. .  . 

Al  cabo  de  siniestros  parpadeos,  la  luz  eléctrica  se 
apaga ;  estamos  en  piso  alto,  en  tinieblas,  sin  esperan- 
za de  salvación. .  .  Repican  las  arañas  de  cristal,  cru- 
jen muebles,  puertas  y  techos.  .  .  . 

Continúa  el  terremoto 

—  WJ  - 


/'.  (i  AMBO  A 

Sit'inpre  con  mi  liijo  en  los  brazos,  trabajosamente 
rae  levanto  de  la  silla,  A'acilo  como  un  beodo  o  ataca- 
do de  vértigo ;  a  tientas  y  con  no  menores  trabajos, 
abro  la  puerta,  y  en  sus  umbrales  coloco  a  mi  mujer 
arrodillada  y  a  Pancho;  "Diana,"  sin  dejar  de  aullar, 
me  planta  sus  manos  en  mis  espaldas,  que  yo  hinco 
en  la  jamba.  .  .  . 

El  terremoto  continúa  saeutiiéndonos  en  la  tiniebla. 

Reza  mi  mujer  en  voz  alta  y  trémula,  entreverada 
de  sollozos;  mi  hijito,  cual  si  a  mí  me  fuese  dable  ata- 
jar el  fenómeno,  susúrrame  de  vez  en  cuando,  muy 
quedo,  en  su  infantil  media  lengua: 

— "¡Ya,  Papá,  ya!, .  .  ¡Nene  tiene  miedo!.  .  .  " 

Rezo  yo  a  mi  vez;  pero  en  vista  de  que  el  temblor 
no  cesa,  pienso  en  que  las  resistencias  tienen  su  lími- 
te, y  en  que,  si  Dios  no  nos  salva,  estamos  perdidos, 
irremisiblemente  perdidos. .  .  Entonces,  no  por  tran- 
quilizar a  mi  mujer,  sino  por  propia  y  honrada  con- 
vicción, la  exhorto  a  que  se  resigne: 

— Si  Dios  no  nos  ayuda,  confórmate,  hija,  (\no  si- 
quiera la  muerte  nos  lle\ar;i  a  to<los  juntos.  .  . 

Al  fin,  el  sismo  se  aplaca  lentamente,  y  para. . .  En 
los  primeros  instantes  de  respiro,  mi  mtijer  no  me  per- 
mite ni  <|ue  vaya  yo  a  encender  iina  luz.  .  . 

Nuevo  temblor  rápido...  La  repetición  rae  alar- 
ma, y  resuelvo  nuestro  traslado  al  piso  bajo,  a  obscu- 
ras tínlavía.  .  .  V  cuando  j»r()fe<líaMios  eotí  los  sirvien- 
tes, tan  aterrorizados  como  nosotros,  a  bajar  colcho- 
nes y  ropa  de  rama,  arríbame  de  Méxieo  un  telegrama 
eon  la  lie»»neia  para  embarcarme  el  pr<'»xim()  22.  .  . 

En  el  resto  de  la  noche,  que  nos  pasamos  en  vela, 
siete  sacudidas  más.  Narración  que  me  hace  mi  cu- 

—  IftO  — 


MI  DIARIO 

nado,  del  pánico  que  en  cafés  y  calles  originó  el  des- 
comunal terremoto . . . 

21  DE  ABRIL. — Persisten  los  sacudimientos,  la  ciu- 
dad presenta  una  fisonomía  de  pavura  indescriptible. 
Han  principiado  a  venir  las  noticias  de  los  Departa- 
mentos: la  ciudad  de  Quezaltenango,  casi  totalmen- 
te destruida  y  con  unas  mil  vidas  de  menos ;  Eseuintla 
y  Amatitlán,  medio  arrasadas ;  todo  el  Occidente,  per- 
judicadísimo ;  centenares  de  fincas  de  café  y  de  caña, 
por  los  suelos :  una  calamidad  nacional. 

Don  Cayetano  Romero, — ascendido  a  Ministro  y  de- 
signado para  sucederme  en  Centroamérica, — me  tele- 
grafió desde  Acapulco  anunciándome  que  arribará  a 
ésta  el  jueves  24. 

No  han  parado  los  temblores,  y  ya  vamos  familiari- 
lüándonos  con  ellos ;  es  una  sensación,  por  lo  continua, 
como  la  que  se  experimenta  a  bordo  de  navegante  bar- 
co. 

Noches  atrás,  registróse  un  pánico  harto  justificado 
a  causa  del  estado  de  nuestros  ánimos:  ignórase  quién 
lanzó  la  especie  de  que  había  llegado  aviso  telegrá- 
fico del  Observatorio  de  San  Francisco  de  California, 
sobre  una  tremenda  catástrofe  que  amenaza  a  Guate- 
mala; que  sólo  el  Presidente  y  yo  sabíamos  la  cosa,  y 
que  no  se  propalaba  ésta,  a  fin  de  evitar  una  locura 
colectiva;  pero  que  si  no  el  fin  del  mundo,  lo  que  es 
el  fin  de  Guatemala  sí  era  indubitable  y  próximo ! .  . . 

Mucha  gente  estuvo  viéndome  y  rogándome  la  saca- 
ra yo  de  dudas ;  a  un  punto,  que  hasta  llegué  a  dudar 
si  sería  cierto  lo  del  aviso.  E  hice  que  interrogaran  de 


151 


F.  GAMIiOA 

mi  parte  a  Estrada  Cabrera,  para  calmarlos  a  ellos 
y  calmarme  yo  mismo. 

Que  todo  era  una  torpe  conseja,  que  ninguna  catás- 
trofe, amén  de  la  (jue  ya  teníamos  encima,  amapaba 
a  la  comarca,  (¡ue  apaciguara  yo  a  los  incjuietos  y  asus- 
tados. . .  Aunque  lo  procuré,  esa  noche  sin  eml)arffo, 
aumentó  el  éxodo  en  tranvías  y  carruajes  particulares 
a  las  afueras  de  la  ciudad,  donde  varias  familias  han 
mal  dormido  durante  varias  noches  de  alarnui. 

24  DE  .\i5RiL. — Hemos  seguido  padeciendo  de  mal  de 
san  Vito;  «'I  día  (|ue  menos,  cuatro  o  cinco  temblores 
ligeros. 

A  la  tarde,  llegó  con  dos  de  sus  hijos, — una  señori- 
ta y  un  mocetón, — el  Ministro  don  Cayetano  Romero, 
único  hermano  superviviente  de  nuestro  memorable 
I).  Matías,  (pie  tan  lucido  papel  desempeñó  cuando  la 
Intervención  y  el  Imperio. 

25  DE  AHRiii. — Mi  despedida  del  Presidente  de  Guate- 
mala, cordial  al  parecer;  nos  protestamos  amistad  nm 
tua  y  duradera. 

26  DE  .\nniL. — Segunda  manifestación  social  en  la  es- 
tación ;  despídenos  media  capital.  Mi  siicesor  no  da 
créílito  a  su  vi.sta  (i qué  tal  si-rá  lo  que  en  mi  contra 
m^  liabrá  dicho  en  Mé.xico?.  .  . ). 

¡Bendito  sea  Dios!  Sano  y  salvo  con  t<Hla  mi  fa- 
milia, duenuo  esta  noche  a  bordo  del  vapor  alemán 
"Serapis"  de  la  línea  "Kosmos."  Zarparemos  maña- 
na. 

28  DE  ABRIL. — Invitado  por  Mr.  Siiiart.  l'actor  de 
—  152- 


MI  DIARIO 

la  Compañía  de  Agencias  en  este  puerto  de  Cham- 
perico,  saltamos  a  tierra  e  instalémonos  en  la  casa  de 
la  empresa. 

Paseo  vespertino,  por  la  playa;  quiere  Stuart  mos- 
trarme la  enorme  grieta  de  más  de  ¡  i  ¡  800  pies  de 
longitud  y  de  un  decímetro  de  anchura ! ! !  que  en  la 
apretada  arena  causó  el  terremoto  del  día  18.  .  . 

Y  a  guisa  de  despedida  de  esta  tierra  ístmica  y 
epiléptica,  a  la  media  noche,  dos  últimos  temblores, 
de  intensidad  mediana,  que  nos  truncan  el  sueño .  .  . 

30  DE  ABRIL. — De  regreso  a  bordo,  para  emprender- 
la rumbo  a  Ocós. 

Larga  plática,  comentada,  con  Enrique  Martínez 
Sobral,  a  quien  logré  sacar  aunque  con  muchísimas 
dificultades,  de  su  país,  donde  a  pesar  de  su  carácter 
de  diputado  a  la  Asamblea  Legislativa,  corría  ries- 
gos positivos  de  que  Estrada  Cabrera  lo  encarcelara 
cuando  muy  menos.  . ,  Una  heroicidad  la  aventura 
de  Enrique  :  sin  bienes  de  fortuna  y  padre  de  crecida 
prole,  se  lanza  a  ^México  en  busca  de  bienestar  y  pa- 
tria. .  .  Arregló  su  partida  a  la  chita  callando,  en 
tanto  yo  ablandaba  a  Estrada  Cabrera,  renuente  a 
los  principios  a  dejarlo  salir.  Y  en  un  tris  estuvo  que 
no  saliera.  Llegó  con  nosotros  hasta  el  puerto  de  San 
José,  debidamente  autorizados  para  embarcarse  él  y  los 
suyos.  Mas  como  la  práctica  es  que  además  del  pasa- 
porte, el  Capitán  de  Puerto  pregunte  por  el  telégra- 
fo si  los  portadores  de  tal  documento, — firmado,  se- 
llado y  contrasellado, — pueden  en  efecto  ahuecar  el 
ala,  sucedió  que  las  horas  corrían  y  la  anhelada  res- 
puesta afirmativa  no  parecía.  Al  telegrama  del  Capi- 

—  153  — 


b\  GAMIiOA 

táii.  Oriofre  Bono,  (nicaragüense  de  antecedentes  y 
consecuentes),  se  sumó  uno  mío  recordando  al  Presi- 
dente su  promesa  de  llevarme  conmigo  a  Sobral,  y 
primero  nos  alcanzó  la  noche  <pie  la  licencia,  alomen- 
tos  antes  de  zarpar,  se  nos  juntó  Enrique,  con  legí- 
timas aprensiones  de  que  de  Champerico  o  de  Ocós, 
lo  desembanjuen  do  orden  su|)Prior.  .  .  Ha  venido  ta- 
citurno y  receloso,  avaro  de  palabras  y  i-ico  ib'  ]»i('sa- 
gios  desagradables.  .  .  . 

1."  DK  MAYO. — Frente  a  Ocós;  día  insípido  y  de  calor 
sofocante. 

2  DE  MAYO. — Frente  a  San  B»'nito. 

Martínez  Sobral  ha  vuelto  a  ser  lo  (pie  era.  jovial 
y  conversador.  De  sentirse  en  aguas  mexicanas,  char- 
la hasta  por  los  codos,  ve  halagüeño  su  porvenir,  me 
invita  a  un  cocktail,  él.  (pie  es  abstemio  convencido. 

Llévannos  a  bordo  periódicos  y  noticias  acerca  del 
temblor  del  18,  que  por  estas  regiones  fué  también 
extraordinario  y  de  cuidado. 

3  DE  MAYO. — Frente  a  Tonalá. 

Gáname  un  humor  negro,  una  sensación  de  des- 
aliento y  tristeza;  téngome  por  caído,  y  me  acobarda 
estar  en  lo  justo.  Todavía  hoy.  los  empleados  de  la 
aduana  venidos  a  bordo,  me  llaman  "wñor  Minis- 
tro. .  .  ";  todavía  hoy,  la  bandera  mexicana  enarbola- 
da  en  el  tope  de  los  mástiles,  ondea  vn  mi  honor.  .  .. 
y  dentro  «le  algunas  lioras.  .  .  "  K4'cuenla,  hombre,  (pie 
polvo  eres  y  en  polvo  has  de  convertirte."  Entendido, 
pero  es  (lurillo. 

—  154  — 


MI  DIARIO 

4  DE  MAYO. — Desembarco  en  Salina  Cruz,  puerto 
que,  resueltamente,  me  es  hostil.  Desde  luego,  por  po- 
co no  me  ahogan,  gracias  al  patrón  de  la  falúa  que 
galantemente  puso  a  mi  disposición  la  aduana,  y  que 
por  hallarse  en  estado  de  ebriedad, — el  patrón,  se  en- 
tiende,—  rodó  conmigo  entre  las  olas,  en  el  corto  tra- 
yecto que  es  fuerza  andar  a  lomo  humano  mientras 
no  haya  un  desembarcadero  en  este  emporio  de  "tan- 
to porvenir..."  Pataleando  nos  alcanzó  un  tumbo 
mugidor  que  nos  cubrió  del  todo ;  y  como  el  patrón  no 
queíña  soltarme  ni  yo  quería  perecer,  hube  de  apretar- 
le el  pescuezo  hasta  que  aflojó  y  yo  logré  desasirme, 
poniendo  mi  individuo  a  salvo,  mis  pies,  en  tierra  oa- 
jaqueña  y  proveedora  de  presidentes,  y  en  manos  se- 
guras la  maletilla  que  guarda  nuestro  ¡tesoro!  unos 
$  800  mexicanos  y  las  muy  modestas  alhajas  con  que 
durante  tres  años  he  ido  obsequiando  a  mi  parienta. 
En  una  casucha  de  la  playa,  friccionóme  con  alcohol, 
cambio  de  ropa  y  declaro  simbólico  mi  chapuzón:  he 
estado  a  punto  de  ahogarme,  pero  no  me  ahogué ;  hay, . 
pues,  esperanzas  de  que  tampoco  me  ahogue  por  las  al- 
tas esferas  del  Gobierno. . . 

Segundo  percance :  agrio  altercado  con  celadores. 
Vistas  y  Administrador  de  la  aduana,  que  se  emperran 
en  que  mis  equipajes  han  de  ser  examinados,  no  obs- 
tante mis  alegaciones,  cita  de  la  ley  respectiva,  etc. 
Y  diplomático  y  todo,  quedo  por  debajo  de  extranje- 
ros, toreros  y  cómicos  que  conmigo  vienen  de  Guatema- 
la y  a  los  que  apenas  por  fórmula  se  les  molesta.. . 

Con  mi  humillación  a  cuestas,  ya  anochecido,  atra- 
vieso a  pie  un  estero  que  conocí  casi  navegable ;  es 
un  progreso !  Entrevi  viviendas  de  operarios ;  llamara- 

—  155  — 


F.  ÜAMIIOA 

das  (U'  f^randcs  fratjiias :  chimeneas  humeantes  cual  si 
acabaran  de  disparar  contra  los  áureos  astros  del  cre- 
púsculo pálido ;  escuché  jadeo  de  máquinas  en  reposo, 
maitilleos  lejanos,  cantos  anónimos,  vocablos  ininte- 
ligibles de  lenguas  extrañas;  y  rendido,  sudoroso,  lle- 
gué a  un  fementido  hotelucho  en  el  que  por  singu- 
lar merced  y  rara  fortuna,  habíase  conseguido  aloja- 
miento para  mis  deudos  y  para  mí;  una  venta  menos 
que  cervantesca,  con  habitaciones  aborrecibles,  sospe- 
chosas vecindades  y  una  comida  (jue  ni  para  chuchos... 

5  dp:  mayo. — Bajo  este  sol  sudanés  y  sudando  yo  la 
gota  gorda,  arreglé  nuestra  partida.  Mañana  habrá 
tren. 

6  DE  M.\YO. — Camino  de  Coatzacoalcos,  sobre  la  vía 
herrada  del  Istmo.  , .  Catorce  horas  de  zarandeo, 
aun(|ue,  contra  moda  y  costumbre  cu  la  línea,  sin 
retraso  ni  accidentes. ... 

Kn  Coatzacoalcos. 

Empresa  de  rojuanos  tratar  de  hospedarse.  Damos 
con  nuestros  huesos,  harto  molidos,  en  godo  parador 
inverosímil,  donde  rccíbennos  con  la  gratísima  nueva 
de  f|ue  hay  fif-lin*  aiiuirilla.  .  . 

->  in.  .MWii. —  \  pascar  |ior  la  pla_\ii,  <juc  fs  a<jm  liíi- 
dísinuí,  en  cuanto  d  .sol  m-  pone.  Vam«>s  solos  los  tres, 
mi  mujer  y  mi  hijo  y  yo,  de  la  mano. .  .  Vimos  ])eH- 
car ;  correr,  oblicuamente,  cangrejos  y  jaÜNis;  dibu- 
jamos monstruos  y  (b-satinos  en  la  arena;  atlrcde  nos 
mojamoH  los  pies  con  agua  salobre,  conchas  y  espu- 
mas; mi  hijo  w  reía  a  carcajadas  de  que  no  obstante 

—  156  — 


MI  DIARIO 

sus  grandes  gritos  yo  no  lo  oyera,  por  culpa  de  las 
enormes  reventazones  que  parecían  írsenos  encima  y 
sin  embargo  nos  daban  alcance  empequeñecidas  y  man- 
sas, como  gozques,  y  como  gozques  nos  lamían.  .  . 

Y  el  mar  rebramaba ;  y  mi  hijito,  envalentonado 
de  aspirar  sus  emanaciones,  engallaba  su  diminuta 
estatura  y  enfrentándosele,  remedábalo,  citábalo  con 
sus  manecitas  menudas  a  un  combate  descomunal,  que 
ya  sabía  él  no  era  realizable .  .  . 

9  DE  MAYO. — A  las  5  de  la  tarde  nos  embarcamos 
a  bordo  del  inmundo  vapor  "México",  de  la  flotilla 
mercante  de  Romano  y  Barreteaga. 

Noche  de  las  que  ha  de  haber  recetado  el  filántropo 
don  Pedro  de  Arbués:  nadie  ha  comido,  porque  la 
comida  no  se  ha  dejado,  y  porque  "México"  se  revuel- 
ve y  corcovea  según  corcoveaba  cuando  la  Guerra  de 
Tres  Años;  hay  persona  que  asegura  haber  desaloja- 
do hasta  la  papilla  del  bautismo. 

A  causa  del  exceso  de  pasaje,  fueron  asaltados  los 
pocos  camarotes  por  los  que  se  embarcaron  antes,  y 
aunque  yo  muestro  mis  billetes  de  primera  clase,  el 
Sobrecargo  me  hace  palpar  la  imposibilidad  de  guare- 
cerme bajo  techo ;  la  misma  cubierta,  simula  el  en- 
trepuente de  algún  trasatlántico  con  emigrantes,  tal 
es  la  suma  de  prójimos  y  prójimas  que  en  ella  yacen 
hacinados  y  cubiertos  de  mantas  y  otros  abrigos.  .  . 
Movido  a  piedad,  cédeme  su  propia  cabina  para  mi 
costilla  y  mi  vastago.  Rafael  y  yo,  la  pasaremos  al  fres- 
co, sin  metáfora,  un  fresco  legítimo  que  cala  los  hue- 
sos. 

Para  colmo,  un  marinero   valenciano,  fierabrás  y 

— 157  — 


/•'.  GAMBOA 

caseariabias,  por  quítame  allá  osa.s  pajas,  la  empren- 
de coumigo  y  me  vierte  cuanta  insolencia  figura  en 
el  Diccionario,  y  aínda  maif;,  rétame  a  riña  para  los 
médanos  veracruzanos.  .  . 

En  silla  de  lona,  al  parecer  mostrenca,  apereíbome 
a  pasar  la  noche,  y  falto  de  abrigo,  habilito  de  tal 
un  sillón  plegadizo.  Heciio  una  etcétera,  me  acomodo 
en  lecho  tan  ingrato,  y  amanezco  entumecido  y  dueño 
de  un  torticoli  de  patente.  . . 

10  DK  MAYO. — Poco  antes  de  las  5  avistamos  Vera- 
cruz.  .  .  Está  amaneciendo  y  hace  un  frío  impropio 
de  estas  costas.  Todo  magullado,  incorporóme  en  mi 
sillón ;  a  las  descoloridas  claridades  del  alba,  diviso 
en  derredor  mío  a  los  inuclios  pa.sajeros  (pie  como  yo 
durmieron  a  la  intemperie.  . .  van  enderezándose  su- 
cesivamente, rugosos  los  i)árpados,  desencajadas  las 
facies,  j)ero  sonrientes  frente  a  la  tierra  <|ue  a  distancia 
esbózase  y  hacia  la  cual  nos  avecinamos. . .  Enorme  e 
ígneo,  coronado  de  diaih'nm  í'áTdeiia.  surge  el  sol,  de 
las  omlas,  y  pónese  a  pincelar  con  sus  oi-os,  haciendo 
añicos  los  ópalos  y  esmeraldas  de  las  nubes,  los  perfiles 
y  contornos  de  sierras,  edificios,  espadañas  y  torres.  .  . 
Veraciuz  se  precisa. .  .  . 

Las  luces  de  la  entratla  del  puerto  reformado,  no 
las  apagan  to<lavía,  y  aun  reverberan  con  livideces  de 
estrellas  muy  <listaiites;  de  la  iiiaiisedumbre  azul  <le 
la  baliía,  en  la  )|ue  acabamos  de  entrar,  los  vapores 
negruzcos,  los  biupics  de  vela  con  sus  palos  escuetos, 
las  embarcaciones  pe<jueñas  y  cabeceantes,  el  ca.sti- 
llo  de  Ulúa,  todo  se  yergue  confuso  y  poético,  todo 
68  incierto  y   vago  «lentro  de  Ihs  tonali<lades  grises 


158 


MI  DIARIO 

del  amanecer.  .  .  El  "México"  ha  disminuido  sus  an- 
dares, y  se  asea ;  oigo  el  correr  del  agua  y  los  escoba- 
zos del  baldeo ;  iza  la  bandera  nacional,  a  su  popa, 
y  balanceándose,  recoge  a  su  bordo  al  práctico  jarocho 
que  ha  de  darnos  acomodo. . . 

En  mi  interior,  lo  de  siempre  ala  hora  de  los  abando- 
nos y  de  los  regresos :  honda  emoción  secreta  e  ín- 
tima ;  la  Patria,  cariñosa  y  muda,  recibiéndome  entre 
sus  múltiples  brazos  invisibles  de  recuerdos,  afectos 
y  adoraciones.  .  .  Corro  a  despertar  a  los  míos,  a  car- 
gar a  mi  hijo,  junto  a  mi  pecho,  para  que  sólo  él  ad- 
vierta, si  es  que  ya  puede  advertirlos,  los  latidos  que 
muy  adentro  me  da  este  borrico  enfermo,  este  mi  co- 
razón que  no  escarmientan  ni  le  hacen  mella  durade- 
ra las  injusticias  y  las  ingratitudes.  .  . 

A  las  7,  el  desembarco ;  y  a  esperar  luego,  con  Manuel 
S.  Iglesias  y  su  familia,  las  horas  que  faltan  para 
que  sigamos  a  Drizaba.  Hay  mucho  vómito. 

En  Drizaba,  al  obscurecer.  Llueve,  aquí  llueve  siem- 
pre, sobre  que  es  la  "Pluviosilla"  de  Rafael  Delgado. 
Y  ¡  vaya  un  apellido  ni  mejor  hallado  ni  más  justo ! 

Es  la  primera  noche  de  todo  el  viaje  que  experi- 
mentamos, con  la  bondad  y  limpieza  de  las  camas  del 
"Hotel  de  France, "  inenarrable  bienestar  físico  al 
acostarnos.  Mi  muchacho  aplaude  a  su  catre,  se  le  tira 
vestido  y  en  el  instante  duérmese ;  convertido  en  un 
tronco,  lo  desnudamos. 

11  DE  MAYO. — Mis  sobrinos  Rafael  y  Pepe,  llegan 
de  México  a  encontrarnos. 

Después  de  comer,  Pepe  y  yo  charlamos  de  indivi- 
duos, sucesos  y  literatura,  en  la  que  él  ya  milita  no 

—  159  — 


F.  OAMliOA 

obstante  sus  24  años.  Confírmame  buena  parte  de 
mis  temores:  hay  viento  de  fronda  en  mi  contra; 
hasta  colegas  y  "hermanos"  me  desuellan  por  mis 
inventadas  fazañas,  y  clavan  los  colmillos  en  mis  li- 
bros, en  mis  frases,  en  mi  progresivo  encumbra- 
miento administrativo.  ...  Se  me  imputan  i)erre- 
rías  sin  cuento,  se  me  declara  responsable  de  porción 
de  depravaciones;  cual  si  mis  juzgadores  y  críti- 
cos fuesen  puritanos.  ...  La  pul)lioaei('tn  de  SANTA, 
inspira  a  Pepe  miedo  grandísimo ;  ha  escuchado 
campanudos  pareceres  de  ípie  me  hundiré  definiti- 
vamente si  libro  tan  vitando  acierta  a  ver  la  luz.  .  .  . 
¡la  historia  de  una  ])rostituta !.  .  .  Le  han  añadi- 
do, que  por  liaber  pintado  yo  en  METAMORFOSIS  el 
convento  del  Sagrado  Corazón,  de  México,  nuestra 
aristocracia  y  nuestros  pudientes,  pusiéronme  en  en- 
tredicho. .  .  . 

Desvanezco  los  miedos  de  Pej)e  contándole  a  gran- 
des rasgos  la  alteza  de  mi  SANTA,  y  para  mis  ¡iden- 
tros  felicitóme  de  que  me  aguarden  tantas  enemista- 
des. .  .  Pláceme  regresar  así,  eahnnniado  y  atacado 
de  varios,  áo  tnuchos,  de  todos;  y  yo.  solo,  con  mi  hijo, 
mi  mujer  y  mis  libros,  con  los  ¡mcos  (pie  de  veras  me 
aman  como  este  barbilampiño  de  Pepe.  <|ue  es  casi 
otro  hijo  mío...  ¡Mejor  que  haya  guerra,  y  g\ierra 
anónima,  solapada,  tortuosji!  Seguiré  arrojaiulo  al 
ro.stro  del  público,  libros  y  libros,  oldigándolo  a  que 
los  compre  y  a  que  los  lea. . . 

12  DE  MAYO. — Nuestro  arrÜM)  a  México. 

En  Otumba  y  en  Buena  Vi.sta,  los  leales,  los  «pie 
me  importan;  lágrimas  y  abrazos  del  resto  de  la  fa- 
milia; mi  ciuda<l  natal,  besándome  con  sus  auras  suti- 

—  160  — 


MI  DIARIO 

les,  y,  embrazado  a  iiiaiiera  de  escudo  invulnerable,  mi 
hijo,  que  lo  examina  todo  con  una  inteligente  descon- 
fianza de  niño  precoz  y  mimado.  .  . 

Falto  en  la  estación  mi  pobre  hermana  mayor,  cru- 
cificada por  el  cáncer. .  .  Fui  yo  quien  voló  en  busca 
suya,  a  su  casa:  y  me  recibió  encamada,  rígida,  pre- 
sa de  dolores  atroces,  y  sin  embargo,  l)endiciendo  a 
Dios,  porque  volvió  a  reunimos.  .  . 

14  DE  MAYO. — En  la  Secretaría  de  Relaciones  Ex- 
teriores, a  rendir  infinitas  gracias  al  señor  ^Mariscal 
por  la  noble  y  desinteresada  defensa  que  hizo  de  mi 
individuo. 

Recibido  en  el  acto,  con  interés  y  afecto  innega- 
bles exígeme  la  verdad  ])ura  ¿  qué  fué  lo  que  hice  ? 
¿  por  qué  el  Gobierno  de  Guatemala  comisionó  a  su 
Ministro  aquí,  don  Antonio  Lazo  Arriaga, — hondure- 
no de  oi'igen, — para  que  solicitara,  cetra-oficio,  mi  re- 
tiro de  allá?.  .  .  Hay  cargos  furibundos,  el  señor  Ma- 
riscal me  concreta  los  dos  principales:  "Que  cierta 
"madrugada,  en  amor  y  compaña  del  ^Ministro  salva- 
"doreño,  me  aventuré  a  despertar  al  Presidente  Es- 
"trada  Cabrera,  al  reprobado  propósito  de  pedirle  una 
"copa  !!!...""  "Que  una  noche,  pistola  en  inano  según 
"unos,  con  la  espada  del  Director  de  la  Policía  según 
'  ■  otros  ( ¿  por  (pié  nunca  los  tratadistas  se  pondrán 
"de  acuerdo?...),  obligué  al  ama  de  casa  pecamino- 
"sa  e  infame,  a  que  me  abriera  su  altruista  estable- 
"  cimiento  y  sacara  a  relucir  lo  mejorcito  de  su  gana- 
"do,  a  fin  de  que  yo,  ti-ansmutado  en  sultán  o  sátiro, 
"le  arrojara  el  pañuelo  a  la  odalisca  que  más  me  con- 
'  ■  viniera !!!..."' 

—  161  — 


F.  (i  A  M  no  A 

El  propio  señor  Mariscal,  con  el  csprit  que  lo  sin- 
gulariza, termina,  por  vía  «le  comentario: 

— Lo  defendí  a  l'd.  de  entrambos  ear«;os,  a  jirinri. 
por(|iie  de  ser  ciertos,  resultarían  pecailo  de  cretinis- 
mo. .  .  Ni  el  último  de  los  alcohólicos  acude  a  pedirle 
una  co|>a  a  un  .Jefe  de  Estado,  así  se  ti-ate  de  la  Repú- 
blica de  Andona  o  de  la  de  San  Marino.  .  .  Pero  a<|UÍ. 
en  su  tieri'a  de  l'd.,  a  mi  «Mitcuder  nudiciosjimeute.  sí 
líasele  dado  asenso  a  patrañas  tan  burdas.  .  .  ¿  Xo  tiene 

l'd.    idea    *h-   <|lliénes    pue<|cn    Ser  SUS   eUemigOS  ? .  .  . 


— Pues,  cuídese,  amigo  mío,  <'uí(iese.  .  .  Por  lo 
pronto,  la  tonnenta  se  conjuró  haciendo  valer  las 
f>artidas  (pie  tiene  í'd.  a  favor.  .  .  Hasta  los  meicadc- 
res  en  quiebra  poseen  algo  en  su  activo...  Y  según 
oferta  del  señor  Presidente,  se  procurará  cpie  venga 
Ud.  a  la   Cámara  de  Diputados... 

Guardóme  de  exteriorizar  el  ningún  entusiasmo  (pie 
la  noticia  me  provoca:  pero  no  me  stnluce  ni  un  po- 
quito, calculai-me  de  mani(|uí  votante  y  plegadizo,  arre- 
llenado en  una  poltroiui  ilel  extinguido  Ti-atro  de  Ittir- 
bide.  Nuestro  CueriK)  L«'gislativo.  salvo  contadas  y 
honrosas  excepciones,  cuando  no  c»>.sa  peor,  es  un  ce- 
menterio de  energía.s,  uiui  tumba  de  indepentlencias 
individuales,  un  mausob'O  <lel  decoro:  cuna  de  eon- 
temi>orizaciones  inconfesables,  de  <'omplaecncias  cri- 
minosjis,  de  abulias  íra.sceud«*nteK.  V  no  por  razones 
ningunas  especiabas  o  privativas,  sino  porque  tal  es 
la  n»gla  en  tollos  los  parlamentos,  aun  de  los  fpie  w 
precian  y  consideran  los  primeros  del  mundo.  Lue- 
go, (pie  ]>or  nada  me  resigno  a  <pie  me  trunquen  mi 
carrera  diplomática:  única  <pie  me  permite  ensanchar 

—  162  — 


MI  DIARIO 

horizontes,  afinar  mi  espíritu,  producir  libros  y  elevar 
mis  pensamientos,  que  bien  lo  necesitan.  Detesto  la 
política,  y  más  la  política  hispanoamericana,  enana  y 
sucia  de  suyo,  más  aun  de  lo  que  ya  lo  es  la  política 
3'anqui  y  europea.  Y  es  que,  como  atinadamente  opina 
Joaquim  Nabuco.  .  .  :  "una  gran  vida  pública,  al  igual 
"de  la  arquitectura  de  Ruskin,  requiere  ser  alumbra- 
' '  da,  entre  otras,  por  las  lámparas  del  sacrificio,  de  la 
"verdad,  de  la  imaginación,  de  la  belleza  y  de  la  obe- 
"diencia.  .  .  "  Y  yo  suplico  a  Uds., — señalando  a  mis 
lectores, — que  se  digan  cuántos  hombres  públicos  co- 
nocen alumbrados  por  lámparas  semejantes.  .  .  Cono- 
cerán muchos  alunibrados,  pero  no  por  lámpara  ningu- 
na de  Ruskin,  sino  por...   ¡Mejor  no  meneallo! 

El  señor  Mariscal  asegúrame  que  no  saldré  de  la 
carrera ;  que  lo  que  el  Presidente  quiere  es  tenerme 
en  observación ;  que  seguiré  con  mi  sitio  en  el  escala- 
fón, y  que,  desde  luego,  para  que  no  me  devoren  len- 
guaraces, báseme  extendido  nombramiento  honroso 
y  de  confianza :  alistar  antecedentes  y  papeles  en  el 
litigio  por  el  ' '  Fondo  Piadoso  de  las  Californias, ' '  que 
en  breve  hemos  de  ventilar  con  los  EE.  UU.  de  Amé- 
rica, ante  el  Tribunal  Permanente  de  Arbitramento 
de  El  Haya. 

¿  Con  qué  palabras  agradecer  interés  tanto  ? .  .  . 
De  ahí  que  calle,  a  fin  de  ocultar  mi  emoción.  Adivi- 
nándola el  señor  Mariscal,  festivamente  reclámame 
detallada  narración  de  los  recientes  temblores  de  Gua- 
temala : 

— ¿.  Conque  por  poco  no  nos  obliga  Ud.  a  ir  y  ex- 
traerlo de  los  escombros  ? .  .  . 

Salgo  del  Ministerio  queriendo  más  y  más  a  este  an- 

—  163  — 


F.  GAMBOA 

ciano  venerable,  que  se  ha  propuesto  sacarme  avante 
<!♦•  todas  mis  dificultatles.  Solioitaráme  en  l)reve.  una 
au<lieuc'ia  i)rivada  del  Presidente: 

— Para  que  lo  escuche,  vale  que  no  i)tMa  IM.  de  si- 
lencioso. .  .  . 

15  r>K  MAYO. — Sin  preámbulos  ni  eufemismos,  en 
plena  calle,  Jesús  E.  Valenzuela  me  dispara  ht  fú- 
nebre noticia : 

— Julián  Montiel  ha  mii<ito  ¡moche,  y  mañana  será 
el  entierro  ¿no  irás?.  .  .  . 

¡  Xo  había  yo  de  ir!  Kl  >íoli>e  es  rudo,  <|Ut'ria  yo 
nnicho  al  muerto,  con  quien  tuve  intimidad  estrtH.'hí- 
sima,  no  obstante  el  puñado  de  lustros  (|Ui'  hubiera 
debido  de  distanciarnos. 

\jO  conocí,  allá  por  las  media«los  del  S6.  cuando  aun 
no  era  í)iputa»lo  y  vivitimhn,  trabajosa  pero  valiente- 
mente, sin  pe<lir  nada  a  nadie,  «lado  el  hidalgo  or^idlo 
con  que  se  cobijaba. 

Envuelto  en  sus  añoranzas  polifornies  y  policromas, 
ami^  <ie  totlos.  archivo  pintoresco  y  viviente  {\v  con- 
tem|K)ránea  historia  nacional,  blasfemo  y  detilengua- 
do  ¡mur  i'pattr  h  bntn-f/rnis,  f^alante  y  valiente,  idóla- 
tra de  cuanto  al  teatro  se  retier»-.  liberal,  manirroto, 
romántico  y  pítela,  n'sultaba  Julián  un  supervivien- 
te de  los  aplaudidores  del  "Ilernani,"'  un  rezafjado 
volteriano  y  un  tipo  muy  nuestro,  de  la  |)lévad«'  de 
inteb'ctuales  qu«'.  a  raí/  de  la  n'stauración  de  la  He- 
pública,  sentó  sus  reales  en  esta  buena  Tenoc'htitlán, 
a  la  {\ue  ha  lio  asustaron  eon  sus  excesos  d<'  palabra 
y  (if  obra. 

(ttiHtavo  Ba/  nos  pres^-niara,  en  la  clásica  farmacia 

—  164  — 
\ 


MI  DIARIO 

de  Francisco  Llamas ;  desde  luego  simpatizamos,  y  en 
la  misma  botica,  a  diario  dimos  en  vernos.  .  . 

Torné  de  Guatemala  por  primera  vez,  y  nos  vimos 
apenas ;  los  dos  meses  de  permanencia  en  México  no 
me  bastaron  para  cumplir  con  éste  ni  otros  muchos 
deberes  gratos.  Pero  a  fines  del  93,  que  regresé  cesante 
de  la  América  del  Sur  y  de  Europa,  gracias  a  peregri- 
na ocurrencia  de  D.  ]\Iatías  Romero,  de  suprimir  por 
economía,  únicamente  la  Legación  de  México  en  8ur- 
américa,  y  no  las  del  Jap(Sn  y  Rusia  (!),  mi  intimi- 
dad con  Julián  alcanzó  su  grado  máximo.  ¡  Cuánto  nos 
tratamos  y  qué  cerca  vivimos  uno  del  otro!  Tanto  lle- 
gamos a  conocernos,  que  hasta  flaquezas  y  defectos 
entraron  en  la  colada  de  las  confidencias,  y  ¡  qué  rego- 
cijados andábamos  ambos  con  haber  descubierto  y 
afianzado  una  amistad  legítima  y  sincerísima ! .  .  . 

Interesante  fisonomía  la  de  Julián,  así  en  lo  físico 
como  en  lo  moral. 

Era,  en  lo  físico,  erguido  y  alto ;  de  anchas  espal- 
das y  pecho  levantado ;  la  color  broncínea,  muy 
broncínea,  y  el  rostro  inteligente  y  vivaz ;  pequeños 
y  expresivos  sus  ojos  garzos,  despejada  la  frente,  po- 
bladas las  cejas,  gruesa  la  nariz,  sensuales  los  labios, 
alba  y  completa  la  dentadura,  a  pesar  de  lo  mucho 
que  había  mordido  los  frutos  permitidos  y  prohil)i- 
dos  del  árbol  de  la  vida .  .  .  ;  el  bigote  y  la  pera,  sedeños 
y  canos ;  en  la  quijada  diestra,  excrecencia  carnosa  de 
la  que  él  se  reía,  y  que  resultaba  más  emparentada 
con  las  verrugas  que  con  los  lunares.  El  cráneo,  to- 
talmente ^iicateco,  sobre  que  Julián  era  meridano ; 
la  melena  que  cubríaselo,  blanca  y  copiosísima,  a  la 
moda  de  1830,  una  auténtica  melena  romántica.  Las 

—  165  — 


F.  CAMIiOA 

orejas,  grandes,  de  longevo;  con  una  flaqueza,  sua 
pies,  chicos  (le  verdad  y  bien  conformados,  que  él  ciii- 
ilara  con  prolijo  esnu-ro  inconfrsado.  Cualidail  domi- 
nante, su  extremado  aseo  tle  pei-sona  y  de  pergeño,  ün 
arcaísmo:  sus  perfumes  favoritos  fueron  los  que  pri- 
vaban en  su  niñez,  t-I  ajrua  dr  Florida  y  la  de  Colo- 
nia 

En  lo  nioi-al,  l'ué  Julián  alto  de  miras  y  er^ruido  de 
earácter;  de  amplio  eora/»'»n  y  levantados  aidielos; 
puntilloso  y  «juijote;  muy  cumplido  con  los  (pie  amó, 
pero  muy  exi>í«'nte  al  |>ropio  tiempo;  (pieria  tpio  lo 
pagaran  en  la  misma  moneda  (pie  «'-1  dilapid<'i  i>ntre  sus 
afectos;  prinligo  hasta  rayar  en  víctima,  lo  suyo  era 
de  sus  amigos,  igual  cuando  los  monises  sobraban 
(pie  cuando  escaseaban,  mas  con  una  limitaci/m  :  (pie 
no  sospechase  Julián  que  s*»  pensaba  explotarlo,  |>or- 
(pie  entonces  encrespábase,  y  en  vez  de  cuartos  sol- 
taba temos.  Había  sido  un  amoroso  y  continuaba  sien- 
<lo  un  apasionado:  no  podía  tratar  mal  a  mujer  al- 
guna,—  cuahpiiera  fue.s»-  su  condici('»n. — y  sí  trataba 
]M'*simamente  al  más  pintado  de  los  varones,  si  a  jui- 
cio de  él  merecíalo.  Por  su  hermano  don  Isidro  Mon- 
tiel  y  Duarte,  cons«'rvaba  Julián  iin  respeto  filial  casi; 
y  por  todas  las  mujeres  (pie  lo  amaron,  culto  respe- 
tuoso y  tierno.  Solía  decir,  que  a  su  hermano  le  debía 
la  vida,  y  a  sus  amantes  la  dicha  de  haberla  vivido. 

l*or  Angela  Peralta,  su  esposíi,  iiu(>stra  alondra  na- 
cional, nutría  recuerdo  idolátrico  que  día  a  día  au- 
inentábast-,  y  (pie,  a  poco  de  removerlo,  trocado  en  na- 
rraciones, elogios,  encomiásticas  reminiscencias  y  lá- 
griinaa  que  no  disimulaba,  salía  a  la  superficie.  Ate- 
soraba de  la  artista  laureada,  sus  diplomas  italianos. 

—  166  — 


MI  DIARIO 

alhajas,  coronas,  flores  mustias  de  trapo,  y  polvo  de 
flores  naturales,  sus  retratos,  sus  ropas,  sus  partitu- 
ras, las  cartas  en  que  felieitáranla  admiradores  y  ma- 
estros, las  cartas  que  él,  Julián,  recibió  de  ella  cuan 
do  las  ausencias  y  las  separaciones,  y  hasta  un  me- 
chón de  pelo,  cortado  al  cadáver  de  Angela .... 

¡Qué  de  ocasiones  no  proyectamos  escribir  y  publi- 
car la  existencia  triunfal  de  la  artista  y  la  existencia 
desdichada  de  la  mujer!.  .  .  Mas,  el  tal  libro  se  quedó 
por  escribir,  como  se  quedan  tantos  ¡  los  mejores,  qui- 
zá! 

Puede  decirse  que  Julián  y  yo,  durante  largo  pla- 
zo, tuvimos  vida  casi  común,  veíamonos  a  mañana, 
tarde  y  noche ;  juntos  comíamos  a  menudo,  y  más  a 
menudo  juntos  cenábamos :  juntos  en  el  Teatro  Prin- 
cipal, noche  a  noche,  en  el  palco  de  la  empresa  y  en 
el  escenario — fué  Julián  impenitente  teatrófilo — y 
juntos  en  ésta  y  aquella  calaverada  mínima  o  máxima ; 
que  de  todo  había  en  nuestro  A'ivir. 

Con  ocasión  del  estreno  de  mi  comedia  "La  Ultima 
Campaña,"  Julián  no  quiso  felicitarme  a  la  hora  de 
los  abrazos  anónimos  y  sin  substancia ;  pero  luego,  a 
solas,  me  obsequió  con  pluma  de  oro  y  ébano  que  él 
tenía  usada  muchísimos  años,  y  que  yo  iiso  todavía .  . . 

Precióme  de  conocer  su  novelesca  existencia  como 
nadie :  lo  de  su  plagio  cuando  criatura,  sus  tribulacio- 
nes y  luchas,  sus  múltiples  conflictos  sentimentales, 
sus  altos  y  bajos,  sus  triunfos  y  caídas.  .  . 

Resístome  a  ir  y  ver  su  cadáver  ¿para  qué?  a  él 
de  nada  ha  de  servirle  y  a  mí  me  enfermaría  de  fijo. 
Prefiero  rumiar  el  recuerdo  de  nuestra  entrevista  pos- 

—  167  — 


F.  (i  AMBO  A 

triinera,  »*1  mismo  día  de  mi  partida  a  Guatemala, 
después  de  mi  ps»*udo-oatástrof»'  nialdrcid:! : 

— ''Hijo, — díjouu'  eoiimovido  hasta  las  láfriimas. — 
mucho  cuidado  ¡  ix)r  Dios!.  .  .  *' 

Laconismo  (iu«*  sólo  yo  podía  eoiiipi'«'inl«M\  y  (pie  lia- 
df  haljer  jtaifcido  áiabe  a  los  extraños  (pie  nos  acom- 
pañaban. 

16  i>K  .MAYd. — En  la  casa  mortuoria.  ifuipraiK».  Sa- 
ludo a  las  dos  lii.jas  de  Jidián,  a  su  \«'rno.  a  varios 
Diputados  y  a   un   j>uñatlo  de  amibos  míos. 

Xo  s(''  a  (piién,  o  (pM*  cosa  aguardamos,  ello  es  (pit- 
ia espera  proltíngase,  y  en  el  ínterim.  p<'ingome  men 
talmente  a  reconstruir  la  vivienda  de  Julián,  scífúii 
la  conocí  a  los  eomienzos  de  nuestra  amistad.  Ahora 
ha  variado  d»-  aspecto,. gracias  a  tliversos  muebles  niO- 
«Itinos  (pif  su  hija  ea.sada.  y  su  yt-ino.  paulatinamen- 
te fueron  regalándole. 

La  morada  |>ostrera  de  Julián  fué  una  de  las  mu- 
chas viviendas  en  (pie  .se  sul)divide  el  va.sto  y  colonial 
inmueble  mareado  con  el  número  Jl  en  el  callej<in 
de  Hetlemitas.  La  tal  casona,  siempre  me  ha  sido  es- 
p(>eialmente  simpática,  y  la  habitación  de  Julián,  más 
aún,  «pie  en  elhi  a])rendí  las  |)rimeras  letras,  allá 
por  el  71  >  el  T'J.  en  un  colegio  de  niñas — "Amiga," 
segi'in  entre  nosí>tros  apodáronse  antaño  esos  plante- 
les femenino.s — «pie  regenteaba  viuda  honesta,  gua- 
pa y  decentísima.  ¡  Ali,  el  sinnúmero  de  condiseípu- 
las,  hoy  ya  cisadas  y  muy  s<»ñoras  mías,  «pie  tuve 
entonces!.  .  .  Hasta  la  «sposa  de  un  Presidente,  nada 
menos.  De  ahí  que  la  ]>rimera  vez  (pie  Julián  me  lle- 
vó a  Nii  casa,  yo  entrara  en  muda,  pi^^-sa  de  inmensa 

—  16H  — 


311  DIARIO 

ternura ;  como  que  al  trasponer  los  umbrales,  se  me 
amontonaron  en  el  corazón  bandadas  de  recuerdos  in- 
fantiles, y  toda  mi  niñez,  feliz  y  alba,  resucitó  má- 
gicamente ....  ¡  Pobres  de  nosotros,  y  pobres  infan- 
cias nuestras  que  se  van  por  siempre,  j)ara  tornar, 
acaso,  transmutadas  en  reminiscencias  instantáneas 
que  apenas  si  se  posan  breve  espacio  en  los  aleros  del 
cerebro,  apretado  ya  de  pasiones,  odios,  enconos  y 
hieles,  los  huéspedes  siniestros  de  las  edades  adultas! 

De  coro  sabíame  el  edificio  entero,  y  así  se  lo  pun- 
tualicé a  Julián  en  cuanto  volvióme  el  habla :  En  la 
vivienda  de  al  lado,  habitó  mi  padrino  de  bautismo, 
don  Paulino  María  Oviedo,  santo  varón  casado  dos 
ocasiones  y  genitor  de  crecida  prole,  que  vivió  y  mu- 
rió en  el  temor  de  Dios  larga  y  venerable  existencia 
patriarcal,  virtuoso  cual  un  eremita,  trabajador  como 
una  hormiga,  benévolo  com^  un  justo,  devoto  de  las 
buenas  obras  y  de  los  ágapes  y  reuniones  familiares, 
pronto  a  reír  hasta  las  lágrimas — que  enjugaba  con 
amplio  paliacaie  de  yerbas,  por  ser  gran  consumidor 
de  rapé, — así  tratárase  de  su  propia  pobreza,  con  risa 
sonora  y  franca  de  persona  de  limpia  conciencia  ;  apos- 
tólica la  testa,  partidas  en  dos  mitades  las  abundosas 
guedejas  de  plata,  y  el  rostro,  ligeramente  cetrino  y 
cariancho,  exornado  de  imponente  barba  fluvial,  de 
cejas  bravias  y  de  ojos  pequeños  y  limpios,  heraldos 
de  la  pureza  de  sus  costumbres.  De  más  a  más,  edu- 
cador y  enamorado  de  los  niños,  para  los  que  escri- 
biera una  media  docena  de  textos  didácticos  y  elemen- 
tales, que  muchos  señorones  han  de  rememorar  todavía. 

En  otra  dependencia,  vivió  un  lejano  pariente  nues- 
tro, medio  chiflado  a  consecuencia  de  su  catástrofe 


169 


F.  GAMBOA 

conyugal,  que  consumía  sus  acíbares  sol¡loquean<ío  y 
recorriendo  a  grandes  zancadas  vacilantes,  los  ámbi- 
tos de  su  cuarto  único,  o  plasmando  tíguias  mistieas 
en  jabón,  que  realizaba  luego  entre  beatas  y  sacris- 
tías. Llaiiu'ibase  Felipe,  nunca  se  apeaba  una  capa  es- 
pañola, pasiíbb'mente  astrosa  en  su  esclavina,  y  a  mí 
me  inspiraba  un  miedo  irrazonado  e  inví'ucible. 

En  otra  dependencia,  vivían  dos  sacerdotes;  en 
otra,  la  familia  \'incc)urt,  ilueña  de  uno  <le  los  |)rime- 
ro8  "Gabinetes  de  Lectura"  que  en  la  ciudad  se  es- 
tablecieron..  .  Ila.sta  los  últimos  rincoiu's  sabíame  de 
mt'iiioria  ;  y  como  hiciese  mucho  tiempo  (pu-  no  veía 
por  dentro  el  eílificio,  hubo  de  transcurrir  largo  espa- 
cio para  explicar  a  Julián  el  ponpié  de  mi  mutismo 
y  turbaci<'in:  aparentemente  examinaba  yo  mui'(»s  y 
ventanas,  corredores  y  tránsitos,  ladrillos  de  los  pisos 
y  vigas  de  los  techos;  en  reali«lad,  miraba  más  allá,  lia- 
cia  un  gran  fragmento  de  mi  vida  linnrta.  .  .  . 

La  morada  de  Julián,  t¡m  is|it(ÍHl  y  característica 
eonm  su  dueño.  En  entrando,  la  sala,  y  en  ésta,  canapé 
y  dos  silloms  antiguos;  hasta  seis  u  o<'ho  sillas  di-  cer- 
da ;  en  un  ángulo,  el  piano,  vertical  y  muy  limpio, 
l>or(Hic  Lola, — la  hija  soltera  que  habita  con  .lulián, — 
lo  as4'a  y  pulsa;  en  ángido  frontero,  la  liluería,  em- 
jwlvado  estante  ni  lrav»'s  i\f  cuyos  vitirios  divísnnse 
y  trabajosamente  se  deletrea  el  títido  de  los  volúme- 
nes; en  los  medios,  mesa  "tortuga"  con  car|>«'ta,  s\i8- 
tentando  lámpafa  de  petróleo;  y  tres  pantles  de  la 
habitación, — la  cuarta  inutilízala  el  balcón  <pie  cae  al 
patio. — literalmente  tapizadas  de  «-uailros:  son  los  <li- 
plomas  de  Angela  Peralta,  sus  premio»  eiiropeOH,  Iok 
retratos  de  los  gran<le8  maestros  «le  su  época,  autógra- 

—  170  — 


.1/7  DIARIO 

fos  valiosos  a  ella  dedicados,  y  las  coronas  ganadas 
allende  y  aquende  el  océano  por  la  modesta  y  gloriosa 
artista  mexicana,  rediviva  en  la  vivienda  del  viudo 
intelectual  e  idólatra  suyo,  que  la  ha  trasmutado  en 
amante  museo  íntimo,  exclusivamente  consagrado  a 
la  memoria  de  la  cantatriz.  Por  doquiera  se  la  ve : 
en  fotografías  pequeñas  y  anticuadas,  en  fotografías 
máximas  y  borrosas,  cuando  joven,  cuando  mujer,  en 
traje  de  calle,  en  traje  de  Gilda,  de  Leonora,  de  Aida, 
de  Violeta  de  Yalery .  .  . 

Tras  la  sala,  el  comedor,  con  mesa  baja  para  cuatro 
comensales,  y  algunos  otros  muebles  indefinibles,  en 
cuenta,  magnífica  rinconera  vetusta  de  caoba  maci- 
za. En  uno  de  los  rincones,  alcoba  de  cortinas  ramea- 
das. 

Luego,  a  la  izquierda  y  precursora  de  la  cocina,  es- 
tancia en  la  que  entiendo  se  halla  el  baño.  A  la  dere- 
cha, el  dormitorio  de  Julián,  en  el  que  hay  de  todo: 
catre  de  bronce ;  tocador  de  madera  de  rosa,  con  luna 
biselada,  y  abajo  cómoda  de  cristales,  que  encierra  di- 
versas reliquias  de  Angela ;  secrf  taire  de  marquetería, 
también  de  Angela,  en  el  que  Julián  escribe  y  guar- 
da sus  papeles  reservados ;  mecedoras  de  latón,  per- 
chas vienesas  de  pie  y  de  colgar,  sofás  de  bejuco,  si- 
llas de  rejilla  y  de  tapicería,  mesas  con  cubierta  de 
mármol.  En  las  paredes,  más  retratos  y  diplomas  de 
la  alondra,  más  coronas,  más  recuerdos... 

La  pieza  última,  es  depositaría  de  inmensa  cantidad 
de  vestuario,  atrezzo.  y  archivo  musical  de  los  tiempos 
en  que  Julián  fué  empresario  de  ópera  italiana.  Se- 
guramente que  hay  almacenados  allí  algunos  milla- 
res de  pesos.  Era  curioso  cada  mes,  presenciar  el  aseo 

—  171  — 


F.  GAMBOA 

de  las  ropas,  indispensable  para  que  la  palomilla  no 
las  devore  ;  se  procedía  por  orden,  a  partitura  por  mes: 
hoy,  ''Lucía,''  mañana,  "Rigoletto,"  "llernani"  lue- 
^o.  y  .«c  (le  coeteris.  . . 

¡Ali.  las  horas  gratas  pasadas  ahí,  en  la  morada 
original,  al  sabroso  calor  de  la  anecdótica  charla  de 
Julián,  convencido  de  su  amistad,  de  su  rectitud  y 
de  su  afecto!.  .  . 

Ya  sale  el  ataúd...  dolientes  y  acompañantes  nos 
alineamos  a  su  i)a.so :  nos  metemos,  luego,  en  los  tran- 
vías que  se  echan  a  rodar  desde  la  esquina  de  la  Inde- 
pendencia y  Gante,  hasta  ol  Cíementerio  Ks|»añol. 
más  allá  de  At/.capotzalco. . . 

Quisieron  las  hijas  de  Julián  que  al  cadáver  de  su 
padre  s»'  le  hicieran  honras  religiosas;  por  eso  a  las 
puertas  del  camposanto  nos  recibió  un  clérigo  reves- 
tido de  ro<piete  y  auxiliado  de  acólito  con  cirio  ardien- 
do. Encaminámonos  lentamente  a  la  capilla — harto 
feúcha  i)or  ciei-to. — en  cuyos  \nid)rales  nos  distribii- 
yeron  sendas  ceras  que  aceptamos  todos,  menos  los 
.señores  (pie  integran  la  comisión  (>nv¡ada  por  la  Cáma- 
ra de  Diputados  al  sepelio  del  fallecido  eoh'ga,  (piie- 
nes  también  se  rehuwiron  a  penetrar  en  el  recinto 
del  templo;  jirefirieron  aguardar  afuera,  en  el  tétrico 
jardín.  ¡No  vayamos  a  sos] techa i"l os  «le  espíritus  dé- 
bilea  o  poco  ateos! 

La  tristeza  con  que  regresé  .Id  «•ciiieiiteno  ha  peí-. li- 
rado el  día  entero.  )»onpie  mi  memoria  no  ha  para<h) 
de  evocar  a  Julián :  lo  he  visto  vivo  y  sano,  he  escu- 
chado sti  plátií'a,  sus  ocurrencias,  sus  inti-mperancias 
de  lenguaj»';  he  rememorado  lo  que  me  (piisíj.  y  no  me 
resigno  con  haberlo  perdido,  hoy  menos  «pie  nunca, 

—  172  — 


MI  DIARIO 

hoy  que  tanto  he  menester  de  cariños  ciertos,  para 
contrarrestar  las  malas  voluntades  que  me  amagan  y 
cercan. 

8  DE  MAYO. — A  la  Escuela  Nacional  Pi-ei)aratoria, 
en  busca  de  Luis  G.  Urbina,  actualmente  secretario' 
particular  de  Justo  Sierra,  desde  su  retorno  de  Eu- 
ropa, Subsecretario  de  Instrucción  Pública  y  Bellas 
Artes.  Subsecretaría  recién  creada  en  la  forma  inde- 
pendiente que  hoy  guarda,  y  establecida,  mientras  se 
termina  el  edificio  propio  que  ella  y  la  Secretaría  de 
Justicia  han  de  ocupar  en  el  viejo  palacio  de  la  prime- 
i-a  del  Reloj  y  Cordobanes,  en  el  vetusto  Colegio  de 
San  Ildefonso. 

Llévanme  tres  objetos:  saludar  a  Luis,  y  ver  de  al- 
canzar dos  favores  de  Justo  Sierra,  tan  encumbrado 
e  influyente  en  estos  momentos:  una  recomendación 
suya  para  que  Raoul  Mille,  de  la  librería  de  la  Vda. 
de  Ch.  Bouret  y  editor  de  mi  ''Suprema  Ley,"  o  San- 
tiago Ballescá,  en  defecto  de  Raoul,  edite  mi  novela 
"Santa  "en  las  mejores  condiciones;  y  que  me  conceda 
alguna  cátedra  de  Español,  Litei-atura  o  Geografía 
en  la  Preparatoria,  donde  ya  he  sido  catedrático  y  si- 
nodal el  año  de  1898.  Anímame  a  solicitar  de  Justo 
tal  ayuda,  el  saber  que  está  protegiendo  de  buen  grado 
a  los  que  en  ]\Iéxico  nos  diputamos  por  intelectua- 
les; díganlo  si  no,  José  Juan  Tablada,  el  mismo  Luis 
G.  Urbina,  Amado  Xervo  (de  moda  ahora,  por  su  re- 
ciente regreso  de  Europa),  Jesús  Contreras,  que  de 
sobra  se  lo  merece,  Jesús  Urueta,  Rubén  M.  Campos, 
Leandro  Izaguirre,  y  porción  de  escultores,  pintores, 
músicos  y  literatos  más .  .  .  Luego,  que  valga  o  no  val- 
í—o 
—  lio  — 


F.  GAMBOA 

ga,  yo  le  dediqué  a  Justo  mi  nowla  "METAMOR- 
FOSIS,*' cuaudo  ui  asomos  había  de  que  yo  descen- 
diera de  mi  cumbre  de  representante  de  México ;  y 
Justo  aun  no  me  da  las  gracias,  a  pesar  de  haberme 
prometido  un  artículo  nada  menos,  juzgando  del  libro, 
artículo  impreso  en  el  (pie  habría  de  todo :  agradeci- 
miento, estímulo,  censura  y  aplauso.  De  esto  y  de  más 
le  hablo  a  Luis,  y,  primera  desilusión, — hija  sin  duda 
de  mi  estado  de  ánimo, — paréeeme  notar  (pie  nuestra 
vieja  amistad,  la  (pie  por  años  tantísimos  y  con  tan- 
tísima estn'chi'Z  |)ti-duró  entre  Luis  y  yo,  como  todo 
lo  viejo,  está  eniiiohecida.  Nos  hemos  abrazado,  ¡  no 
íbamos  a  abrazarnos!  ijerorf  ¡i'rst  ¡xis  cu...  él  me  ex- 
plica por  (pié  no  me  lia  buscado:  excelentes  razones 
que  apai-entemente  nos  dejan  satisfechos  a  entram- 
bos. .  .tenemos  silencios  cortos  que  a  los  dos  nos  ape- 
nan. .  .  lo  (pie  siempre  acaece  con  las  plantas  delicadas 
cuyo  cultivo  .se  interrumpe, — ¡y  apenas  hay  planta 
mas  delicada  que  una  ami.stad! — se  marchitan;  y  a 
uno  le  da  pena  inmen.sa  descubrir  roto  su  tallo  y  por 
el  suelo  sus  pétalos.  .  .  . 

— ¡Vienes  a  buscar  a  don  Justo,  venhul?.  .  .  Pa-sa, 
pasa,  para  ti  no  hay  antesalas.  .  .  . 

Ju.sto  Sierra  s<'  halla  con  Manuel  Flons, — nombra- 
do últimamente  director  de  la  Escuela  Nacional  Pre- 
paratoria. Recíbeme  con  su  cordialidad  caracterís- 
tica, con  sus  bromas  de  costumbre  y  una  (pie  otra 
palabraza  costeña,  de  las  que  s(Slo  gasta  cuando  ha- 
bla con  los  íntimos.  Mientras  ellos  t»'rminaii,  Luis  mu* 
hace  los  honores  de  la  ea.sa,  principiando  i>or  .su 
despacho,  que  es  la  piezi»  última  i\o  la  seri»-  «'ii  «pie 
por  este  lado  se  encuentra  instalada  la  .*^ubs«'cretaría 

—  174  — 


MI  DIARIO 

de  Instrucción  Pública  y  Bellas  Artes;  una  habita- 
ción con  ventana  de  vidrios  de  colores  que  cae  a  una 
escalera  interior,  la  cual  lleva  al  patio  del  "Colegio  de 
Pasantes. ' ' 

— Mira, — me  dice  Luis, — aquí  nos  reunimos.  . .  Us- 
tedes, los  que  yo  quiero,  entran  sin  anunciarse,  lla- 
mando a  esta  puertecita .... 

A  poco,  en  efecto,  aparecen,  sucesivamente,  Amado 
Ñervo  y  Jesús  Urueta,  luego,  Carlos  Díaz  Dufóo. 

Inquiere  Luis  el  objeto  de  mi  visita  a  Justo. 

— ¿  Qué  le  quieres  ? .  .  .   ¿  Puedo  ayudarte  ? 

¡  Harto  que  puede !  Le  digo  a  lo  que  voy :  tras  una 
cátedra  y  tras  el  arreglo,  en  remunerativas  condicio- 
nes, con  Raoul  ]\Iille,  de  la  casa  de  Bouret,  o  con  San- 
tiago Ballescá,  para  que  me  editen  SANTA,  previa 
eficaz  recomendación  de  Justo,  quien  yo  sé  ejerce  de- 
cisivo influjo  en  uno  y  en  otro. 

— Para  la  edición  de  SANTA  quizá  no  necesitemos 
acudir  a  don  Justo.  Yo  la  llevo  muy  bien  con  Aralu- 
ce,  ¿  te  acuerdas  de  él  ? .  .  .  es  el  sucesor  de  don  Juan 
de  la  Fuente  Parres,  muchacho  inteligente  y  audaz 
en  su  oficio ;  a  mi  está  editándome  un  tomo  de  cuen- 
tos, y  aquí  has  de  verlo,  viene  a  diario .  .  . 

Justo  me  llama  a  su  despacho  y  da  a  la  entrevis- 
ta un  sello  humorístico: 

— ¿  Qué  viene  usted  a  pedirme,  hombre  de  Dios  ? 
I  es  posible  que  en  cuanto  vuelve  usted  a  ]\Iéxico  me 
ha  de  caer  encima  ?  ¿  por  qué  no  mejor  se  quedó  radi- 
cado en  sus  Guatemalas?.  .  . 

Le  contesto  en  serio,  precisándole  lo  que  persigo: 
una  cátedra,  de  materia  que  se  halle  a  mi  alcance. 
Alego  los  que  yo  considero  antecedentes  atendibles, 


lir) 


F.  (íAMHüA 

y  que  mi  presiipiu'sto  cojea  «lo  entrain])as  piornas, 
que  estoy  iiistaláiuloine  de  nueva  cuenta  y  sin  econo- 
mías ningunas. .  cuanto  se  confía  a  \iii  amigo. 

Y  salimos  con  (jue  las  cáte<lras  sólo  s«'  ganan  ]>or 
oposición,  a  pesiir  tic  lo  que  en  contrario  habíame  ase- 
gurado Balbiuo  Dávalos;  que  no  las  hay  con  el  títu- 
lo de  interinas.  .  .  l.'n  desahucio  en  toda  regla,  (pie 
me  aflige  de  veras  y  me  tieshace  una  esperanza.  .  . 

En  el  cuarto  de  Luis  ya  se  encuentra  Araluce,  quien 
se  apresura  a  venir  a  saludar  a  Justo  no  bien  asoma- 
mos |)or  la  puerta.  Justo  en  persona,  apeándose  de  sus 
jeiarípiías  oficiales,  es  el  que  me  presenta  al  editor 
ibero,  hacieuilo  gala  de  <'.sa  afectuosa  familiaridad  «pie 
lo  di.stiugue;  una  d<'  sus  más  grandes  vii-tu«les  y  la 
clave  lie  su  ])Opularidad  entre  los  estudiant»*s.  princi- 
paU*8  autores,  dígase  lo  (pie  se  quiera,  de  la  m«'reci<la 
y  larga  fama  del  liombn'.  del  catedrático  y  del  litei-a- 
to. 

Araluce  y  yo,  ya  éramas  conocidos;  registrantlo  ai- 
chivos  mentales  ha  aparecido  la  inn»'gabl«'  constancia 
de  (pie  trabamos  relación  en  (pi»'-  .s(''  yo  cuál  juerga  do 
las  mil  y  tantas  que  esmaltan  mi  juventud  y  soltería. 
Desdi"  lui-go  acepta  el  negocio,  (>ditará  SANTA;  y  me 
i'ita  para  cual(|uier  día,  a  |>artir  de  mañana,  en  su  es- 
tablecimiento editorial  del  callejón  de  Santa  Inés.  El 
y  Luis,  (pn-  comen  juntos  una  vez  ]»or  semana,  invítan- 
me  para  su  pn'tximo  ágape.  Kn  cuanto  .Insto  se  des- 
|)¡de,  nos  Kjdimos  los  demás,  en  grupo,  h  tomar  la  clá- 
sica copa  d«'l  m<diodía,  en  una  de  las  cantinas  bara- 
tas del  Itari'io  estudiantil,  tan  grátieann'nle  des<-rito 
.11  rA(n  TILLAS  de  Porfirio  Parra. 

(uiiiino  de  mi  vivif'uda.  es  decir,  de  la  de  mt  brniia- 

—  176  — 


MI  DIARIO 

un,  donde  paramos  mientras  plantamos  tienda  propia, 
acibárame  el  júbilo  de  la  edición  de  SANTA,  el  que 
Luis  difiera  tle  mi  Luis  de  antaño  y  el  (jue  Justo  me 
baya  escatimado  su  ayuda,  con  la  <]ue  yo  tan  ciega- 
mente contaba. 

20  DE  MAYO. — Segunda  visita  a  Luis  Urbiiia.  lioy 
comemos  con  Araluee. 

Malísima  la  noticia  con  (pie  me  recibe :  Jesús  Con- 
treras  ¡el  amigo  sin  par!  perdido  de  .su  cáncer,  está 
l)or  regresar  de  un  momento  a  otro  de  la  ciudad  de 
Puebla,  a  cuyos  baños,  milagrosos  a  las  veces,  lo  ha- 
bían despachado  los  médicos...  Añade  Luis  que  no 
hay  la  menor  probabilidad  tle  que  Jf.sús  pueda  nun- 
ca recuperar  la  salud,  que  se  nos  morirá  sin  reme- 
dio. .  . 

('omimos  en  el  "" Salón  Webei',""  cervecería  alema-  / 
na,  con  su  mucho  de  hrassrrir  literai'ia,  en  la  cual  de 
tiempo  atrás  nos  hemos  reunido  los  intrlectualeís  mi- 
litantes, que,  a  pesar  de  todo,  perdurainos  y  produ- 
cinms.  Precisamente,  el  pobrecillo  de  Jesús  era  uno 
de  sus  clientes  más  asiduos. 

29  DE  .MAYO. — Hoy  (piedó  definitivamente  aregla- 
da  la  edición  de  SANTA. 

Por  acorde  designación  del  editor  y  del  autor,  de- 
jóse al  leal  saber  y  entender  de  Luis  rrbina  la  fija- 
ción de  precio  y  demás  condiciones.  Araluee  deposi- 
ta en  él  sus  intereses  monetarios,  y  yo  los  míos  cere- 
brales. 

Araluee  me  ha  sorprendido  con  la  halagüeña  nue- 
va de  que  en  carta  certificada  le  piden  de  Puerto  Rico, 
muchos  ejemplares  de  mis  ¡¡obras  completas!! 

—  177  — 


/'.  a  A  y  un  A 

— Xo  Se  (jMt'jará  ustc<l  <!•'  los  portorriqueños,  y  ya 
lu'inos  (K'  hablar  <!»•  esais  ¡obras  completas!.  .  .  ;euáii- 
tos  libros  lleva  usted  publicados?... 

Como  la  cuenta  no  es  muy  larga  (pie  se  diga,  sin 
tomar  resuello  le  espeto  los  nombr»>s  de  la  media  do- 
cena dados  a  luz  hasta  la  fecha...  l'ero,  es  igual,  la 
sola  enunciación  de  ¡¡¡obras  completas!!!  me  ha  he- 
cho sentirme  un  cscritorazo  de  los  i)Ocos  en  libra. 
¿Cuándo  cesará  uno  ile  ser  infantil  y  víctima  de  t-s- 
ta.s  vanidades  (pie  a  la  fuerza  acarrea  el  cultivo  de  las 
letras?.  .  . 

:]0  di:  mayo.  —  Mi  entrevista  con  el  Presidente  de  la 
República. 

Raras  ocasione»  m.-  Miiti  dueño  de  más  a|)l()mo  ni 
mayor  trantpiilidad  ;  lo  (pie  mucho  me  regocija,  debi 
do  a  <pie  tanto  me  han  repetido  (pn-  el  Presidente  .se 
halla  muy  pi'edispuesto  en  mi  contra,  (pie  casi  he  lle- 
gado a  ereei'lo.  ayer  soltre  todo,  cuando  el  señor  Ma- 
riscal, sidx'dor  de  mi  audiencia  de  hoy.  eon  su  delicado 
tacto  me  lo  ratificó: 

— No  .sería  de  extrañar  (pie  el  señor  Presidente  le 
manifieste  a  I'd.  su  desagrado.  .  .  SiiuM'rese  con  ('1,  se- 
gún  .se   ha   sineei'ado  conmigo.  .  .  . 

Lejos  d(>  recibirme  con  iracundia,  no  asoma  en  la 
yn  (le  suyo  indescifrable  fa/.  del  (Jeiieral  Díaz,  ni  un 
bariMinto  de  contrariedad  o  prevenci<'»n  :  de  lo  (pie  en 
.seguida  me  aprovecho  para  ponerme  a  wnn  <iis) .  Y  le 
reproduzco  los  alegatos  formulados  ante  d  señor  Ma- 
riscal, con  más.  el  original  de  una  carta  fech:nla  en 
San  Salvador,  del  Doctor  D.  Franeisi-o  A.  HeycM,  ac- 
tual Ministro  de  Kelaciones  Exteriores  de  a(piella  He 

—  17.S  — 


MI  DIARIO 

pública,  en  la  que  se  puntualizan  los  sucesos  que,  adul- 
terados, se  me  imputan,  y  adulterados  sí  que  me  perju- 
dican con  razón  sobrada.  La  hojilla  deleznable  y  ma- 
nuscrita, echa  por  tierra, — con  la  sola  narración  de  los 
sucesos  que  a  Reyes  cónstanle  como  a  testigo  ocular, — 
la  torpe  calumnia  que  corre  por  ahí,  de  que  cierta  ma- 
drugada fui  y  desperté  al  Presidente  de  Guatemala 
para  exigirle  que  nu  obsequiam  ron  inta  copa  de  cog- 
nac!!!... llago  más  aún:  propongo  al  General  Díaz 
que  me  autorice  a  ])reguntar  telegráficamente  y  va- 
liéndome de  su  telegrafista  particular,  al  Presiden- 
te Estrada  Cabrera,  en  lo  oficial  o  en  lo  privado,  si 
es  cierto  el  hecho ;  o  que  sea  mi  sucesor  en  la  Lega- 
ción quien  lo  pregunte,  bajo  todas  las  reservas  canci- 
llerescas, bien  a  Estrada  Cabrera,  bien  a  su  Ministro 
de  Relaciones  Exteriores  de  entonces,  don  Francisco 
Anguiano.  No  puedo  ofrecer  más. 

El  General  Díaz  se  niega  ;  díceme  que  prefiere  cre- 
erme bajo  mi  palabra,  no  obstante  el  fidedigno  conduc- 
to que  le  comunicó  la  noticia. 

-¿ '. 

— El  señor  don  Antonio  Lazo  Arriaga. 

(El  mismo  que  se*  lo  dijo  al  señor  ^Mariscal,  según 
el  señor  Mariscal  me  lo  manifestó  confidencialmente). 

i  Lazo  Arriaga  ! .  .  .  ¿y  por  qué ? .  .  .  Sumérjome  en 
un  mar  de  conjeturas.  .  .  Nunca  le  hice  daño,  antes 
estuve  a  punto  de  prestarle  un  pequeño  servicio  cuan- 
do su  licencia  en  Guatemala,  de  la  que  se  ausentó  sin 
(jue  nos  conociéramos  ni  de  -vista .  .  .  ¡  Enigma  ! 

A  no  ser  que  el  propio  Estrada  Cabrera  ordenara 
a  su  Ministro  en  Washington,  Lazo  Arriaga,  de  paso 
en  México  con  motivo  del  timo  del  Panamericanismo 

—  179  — 


F.  (i  AMBO  A 

(la  2."  Confeiviicia ),  i\\\v  pidit-ra  mi  retiro,  y  lo  pi- 
dió fundado  v\\  lo  (|iu'  de  (iiiatemala  le  poniienoriza- 
ban,  y   lo  obtuvo  por  mis  negras  ilesdiehas. 

Todo  ello,  en  síntesis,  se  lo  explico  al  General  Díaz, 
«|Ue  me  escucha  con  atención  suma...  ;,  De  veras  le 
interesara  mi  caso,  o  su  actitud  será  la  resultante  del 
(•ontraí«lo  hábito  de  simulai-  eoncentrada  ateneión  has- 
ta piíi'a  lo  nías  nimio  que  viein-n  a  eontalr  iiitei-lo- 
iMittHes  de  todos  los  tamaños?.  .  . 

En  la  duda  <le  si  .son  kí'Ik*>-*<  <•  '«^i'  poden«*os.  yo  ex- 
ploto ese  intiMvs' sincero  o  tingi<l(),  y  cm'hnitt  hasta 
donde  |)Ued().  fU  el  ánimo  de  este  disjtcnsador  de  pre- 
mios y  caslitfos.  A  la  mitad  de  mi  disciii-so.  cuando 
luicía  yo  hincapié  m  Iü  tristeza  (pie  me  eausa  la  se- 
paiacii'>ii  <li'  mi  carrera,  <•!  (ieneial  Día/  mt-  iiiterrinM- 
pe: 

— ¿C^uién  le  lia  dielio  a  Id.  ipie  srrá  sepai'ado  Y .  .  . 
Tal  vez  vuelva  al  extranjero,  antes  de  h>  ipie  l'd.  m: 
piense.  ...  si  se  conduce  «-omo  ilebe  eon<lueirse  mien- 
tras lo  tengamos  en  nbs»  rrnrión .  .  . 

— ¿Por  «pié  esa  nhsi  micióii.  .señor. — me  avcnttiro 
a  reclama!"  en  .son  de  bi-oma.— me  considera  l'd.  un 
iiptsta<ln .' .  .  . 

— Apestatlo,  nó,—  í"eplíeame  sm  apearse  de  su  bi'ou- 
eíuea  seriedad,  «pie  en  tan  impoi'taiile  lo  «'onvii'rte. — 

p«Mi)  si  es  Id.  UM  ruso  sospulinst»,  \  ilebr  l'd.  agl'atle- 
«■er  «pie  el  <iobierno  l«>  i>hsrri'i .  e>i  lugar  d*-  maii<larlo 
al  lazareto  por  iiieurable.  .  . 

< 'on  i'l  Has«'o  de  mi  lumiorisnn»  a  «-ui-stas,  persisto 
en  lolfirnii  «h'iitro  «h'l  ánimo  «l«-  este  grande  hombre, 
y  !«•  punluali/o»  |K»r  «pié  <|iiisiii¡t  \ol\.r  h  salir  de 
México  <ruanto  ant»*»: 

—  IMJ  — 


311  DIARIO 

— .  .  .Usted  no  se  figura,  señor,  ni  nunca  podrá  fi- 
gurárselo desde  su  altísimo  puesto,  lo  difícil  que  la 
vida  se  vuelve  en  México  a  individuo  comb  yo,  a  quien 
se  supone  caído  de  la  gracia  de  üd. ;  vive  uno  de  mi- 
lagro, la  gente  cree  que  tratándolo  peor  que  a  can  hi- 
drófobo, a  Ud.  lo  halaga ;  y  por  halagarlo,  vienen  y 
le  cuentan  calumnias  y  chismes,  que  Ud.,  por  buena 
que  sea  su  policía,  jamás  podrá  saber  hasta  dónde 
lo  imputado  es  cierto.  .  .  Estamos  enfermos,  señor,  es- 
tamos enfermos 

El  General  Díaz  me  ha  oído  excesivamente  serio; 
un  instante,  hasta  paréeeme  que  ha  fruncido  el  ceño. 
Y  cuando  yo  callo,  él  me  examina,  fijamente,  uno 
o  dos  segundos ;  pero  yo,  que  estoy  barrenando  mis 
naves,  sostengo  su  mirada,  con  mucho  respeto  y  tam- 
bién con  mucha  entereza. 

— Algo  hay  de  eso, — contéstame, — es  lo  que  les  ocu- 
rre a  todos  los  gobernantes...   Pero  Ud.  exagera... 

— Es  muy  posible,  señor,  y  hasta  que  esté  engañado ; 
mas  como  me  hallo  ahora  en  una  posición  falsa,  com- 
pelido  por  el  instinto  de  mi  conservación  a  proporcio- 
narme todas  las  armas  necesarias  a  mi  defensa,  voy  a 
permitirme  pedirle  una  merced :  que  caso  que  mis 
amigos  intenten  desconceptuarme  ante  Ud.,  viniendo 
a  inventar  o  desfigurar  mis  hechos  y  dichos,  Ud.  se 
sirva  reservar  su  juicio  hasta  no  oírme  a  mí  mismo ; 
en  la  inteligencia  de  que  si  alguna  fe  k-  merecen  mis 
promesas,  yo  le  empeño  mi  palabra  de  honor  de  nun- 
ca negarle  lo  que  haya  dicho  o  hecho,  .-tsí  incurra  por 
ello  en  el  mayor  de  los  escarmientos .  .  .  ¿  quiere  Ud.  ?. . . 

— ¡  Se  lo  ofrezco  ! — me  respondió  el  Presidente. 


181 


F.  C.UJHOA 

Apí-rijido  porcpie  la  aiidii-ncia  s«'  prolon^ja.  lo  ina- 
iiitícsto  así  al  (iral.  Díaz,  y  (A  me  contí'sta  : 

— Lo  h»'  ivcibido  a  IM.  para  n\u-  un*  dijiia  cnanto 
tuvici-a  (|in'  di'finii»' :  de  t-onsijíuicntc,  coucluya  IM. 
sin  reparar  «mi  la  hora.  .  . 

La  convei*sación  salta  a  otros  tenias.  El  Ciral.  Día/ 
nu*  intcrrojja  ai'«*rt'a  d»'  ('('n1r()anit''i'ii'a  y  sns  gober- 
nantes, respecto  a  (|ui<'nes  tiene  iilt'as  e  informaciones 
inny  próximas  a  la  realidatl,  cnando  no  son  la  realidad 
misma. 

A  jfrandes  rasgos,  le  pornu-nori/.o  lo  (pie  yo  })or 
cierto  di|)uto:  (pie  Regalado,  y  Zelaya  muy  espe- 
cialmente, le  profesan  positivo  culto;  Zelaya,  hasta 
retratado  lo  luce  en  su  despacho.  Estrada  Cabrera, 
aunipie  seguramente  ha  ile  adnurarlo,  no  me  parece 
<pie  lo  (piiera  ;  en  cambio,  en  la  sala  d»'  .s»  eas:i  parti- 
eidar,  se  mira  un  i'ctrato  de  Juárez.  ¡V  en  verdad  <pie 
nunca  vi  a  dos  hombres  públicos  <pie  «'utre  sí  prcsíMi- 
icii  memos  puntos  de  contacto! 

(^ui<*n'  .sidx'r  el  ííral.  Díaz  si  no  es  mía  doble  leyen- 
da el  valor  de  Regalado  y  la  virtud  opuesta  en  Es- 
trada Cabrera.  Afirmóle  lo  (pie  sé,  «'sto  e.s,  que  la  va- 
lentía de  R«>galado  raya  en  tenieri«lad.  y  (pie  Estrada 
( "abreía  <'stá  muy  lejos  de  la  cobarilía  ;  es  astuto  y 
cauto,  y  a  «'ste  propósito  1«'  rcjiito  lo  que  algtinn  vez 
oí  de  labios  del  I*resi<lentc  de  (luatemnla,  cuando 
éramos  dos  buenos  amigos: 

— "Mis  malcpierient<*s  algo  «larían  |>or  acabar  con- 
migo, y  si  yo  tanto  me  cui<lo  es  por  probarles  que 
ello  lio  es  empresa  fácil.  .  .  " 

Y  riM'Ogí  esta  gran  fraw  del  (ítal.  Día/ 

— "Siempre    he   cnído    inútil    <pie    los   gcth.iimiites 

—  182  — 


.1//  DIARIO 

nos  rodeemos  de  precauciones  extremadas  para  res- 
guardar nuestra  existencia :  el  día  que  tropezamos 
con  quien  da  vida  por  vida,  perdemos  la  nuestra  con 
pi'ecauciones  y  todo.  .  .  ¡  Por  eso  yo  no  me  cuido  !" 

Muy  esperanzado  salgo  de  la  larga  audiencia,  y  con 
excepción  de  mi  familia  y  del  señor  Mariscal,  a  nadie 
se  la  cuento  en  detalle.  Opto  por  que  sigan  creyén- 
dome náufrago ;  reiré  con  más  gana  y  con  más  asco 
de  actitudes  fugitivas,  de  los  que  no  quieren  compro- 
meterse tratándome,  de  los  que  me  aconsejan  panacas 
y  remedios  para  conjurar  la  tormenta,  de  los  que  me 
han  retirado  el  saludo .  .  .  ¡  infelices ! .  .  .  Y  (pierré  con 
mayor  cariño  a  los  pocos,  poquísimos  que  han  persis- 
tido en  continuar  a  mi  vera,  sin  consejos,  ni  repul- 
gos, ni  temores.  .  . 

5  DE  Ji'Nio. — Hoy  entregué  los  originales  de  mi 
SANTA  en  las  propias  manos  de  su  futuro  editor, 
Ramón  de  San  Nicolás  Araluce. 

Fué  en  el  despacho  de  su  espaciosa  casa  editorial, 
con  imprenta,  taller  de  rayado,  de  grabado,  de  en- 
cuademación .  .  .  Conseguí  que  la  novela  lleve  dos  ilus- 
traciones originales,  que  debo  a  la  galantería  del  pin- 
tor peninsular  Paco  ^las. 

Al  despedirnos,  avísame  del  regreso  de  Jesiis  Con- 
treras;  volvió  ya  de  Puebla,  en  tal  gravedad,  que  se 
espera  un  funesto  desenlace.  .  .  . 

6  DE  .JUNIO. — En  el  saloncito  de  Luis  Urbina,  me 
encuentro  con  Jesús  Urueta  y  Amado  Ñervo:  a  poco, 
Carlos  Díaz  Dufóo. 

Ninguno  de  los  tres  ha  variado  de  fisonomía  moral ; 

—  183  — 


/'.  (.AMÜOA 

físifiíiiifiitr.  Amatlo,  poftjxloi"  sihora  de  barha  a  la 
Uuulangfi'  \  tlf  lili  |)t*rpi*ñü  casi  «'Irpaiitf.  si  si-  le 
compara  a  I<»n  iIc  antaño. 

J«'sús  rrii«-ta.  .sigiu'  daiuio  la  rax/ui  a  su  iiitnUMMi- 
tor,  rrpitiiMido  la  última  |)alal>ra  (U*  vs\v  o  int»ri*alaii- 
(lo  sus  acostuiiiltrados  ■■;piu*s.  ««s  clait)!."  los  tpie  no 
sabe  uno  a  (pu*  atrilmir:  ¿los  formula  |)or(pM'  no  s«> 
di^na  discutir  con  nadie  o  porípu*  nalmcntc  w  «lacla- 
ra c'onviMuido  de  lo  <pu'  escucha,  casi  siempre  con  mar 
cada  desgana?...  Sijíiie  con  sus  au.sencias  de  aten- 
ción, con  sus  raptos  de  entusiasmo,  breves  cual  relám- 
paf^os,  (pie  lo  levantan  del  asiento,  y  lo  hacen  mano- 
tear, y  sacudir  la  melena  ipie  tira  a  rubia:  si^iie  con 
sus  risas  intermitentes,  «le  colegial,  y  «'on  el  hi'ibito  de 
hincar  los  codos  en  las  rodillas  y  la  bM»"b;i  en  las  ina- 
noH,  mienti'as  escucha  :  sigue  juvenil,  lleno  de  proycí*- 
tos  para  obras  futuras,  con  una  <pi  •  otra  llamara- 
da ambicio.sa  (pie  le  ilumina  el  mirar  f''IÍM(»  de  sus  oj(»s 
claroH.  .  .  Díceme  (pie  se  halla  en  visptijis  de  casorio, 
con  una  .sobrina  de  Justo  Sierra. 

Amado.  c(»iitinúa  como  antes  en  peiisimien'os  y  de- 
cires: los  decircK.  lifreraiiHMite  i x-cathnlra,  convencido 
de  su  Kii|Mrinridad  intelectual  (pie  nadie  le  disputa, 
pero  un  tanto  a^rravado  ahora  tal  coti\'M»cimi»'nto  |H»r 
el  rtuftiiii  nii  ul  de  su  viaje  a  Kuropa :  está  de  moda  y 
él  lo  niih*'.  anuípie  *»'  esfuerce  en  af»arentar  (jiie  lo 
ignora.  A  prop('»sito  d»-  su  permaneii(*ia  en  «I  "Viejo 
Mundo" — sobre  la  (pie  publica  en  estos  momentos 
sus  impresiones  en  la  KKVISTA  .MODKHNA.  bajo 
el  título  feliz  d«-  ■■  VA  Kxodo  y  las  Flores  del  ('amin().' 
— tiene  un  th-talle  de  mal  gusto:  se  declara  nostálgi- 
co de  París.  IVn»  es  el  iniMiiio  muchacho  afectuoso  \ 

—  184  — 


MI  DIARIO 

noble,  más  sano  del  espíritu  que  del  cuerpo,  aunque 
aquél  ande  siempre  curioseando  honduras  místicas 
y  tiquis  miquis  escolásticos,  querendón  del  grupo,  sin 
envidias  ni  doblez,  más  reservado  que  comunicativo, 
de  intimidades  sobre  todo.  .  .  Me  confía  su  ambición 
actual :  ir  de  Secretario  a  cualquiera  de  nuestras  Le- 
gaciones europeas ;  parece  que  Joaquín  D.  Casasús, — 
influyente  personaje  contemporáneo  con  legítimo  re- 
lieve, que  alguna  vez  delinearé  en  estas  páginas, — le 
ha  prometido  su  valiosa  ayuda  para  que  lo  realice. 
En  el  pensar.  Amado  sigue  alto,  sentimental,  simbolis- 
ta y  religioso,  con  sus  miajas  de  obscuro.  Me  pregun- 
ta por  SANTA;  me  afirma  que,  prendado  del  nom- 
bre, a  punto  estuvo  ile  apropiárselo  en  no  sé  cuál  de 
sus  composiciones,  y  que  venció  la  tentación  al  recor- 
dar que  era  de  mi  pertenencia.  Yo,  de  todas  veras  lo 
felicito  calurosamente  por  su  poema  magistral  a  la 
HERMANA  AGUA. 

Carlos  Díaz  Dufóo,  también  sin  notable  variación, 
continúa  con  su  esprit  espontáneo  y  mordaz,  a  las  ve- 
gadas forzado,  porque  lo  esgrime  sin  parar.  Se  ha  en- 
tregado a  la  Economía  Política  y  colabora  en  "El 
Economista  Mexicano"  de  Manuel  Zapata  Vera,  Jefe 
de  la  Sección  Consular  en  la  Secretaría  de  Relaciones 
Exteriores.  Nada  quiere  ahora  con  las  Letras  ni  con 
el  periodismo  de  combate  y  de  sátira,  en  el  que  es  pa- 
<lro  y  maestro. 

A  la  noche,  me  encaminé  hasta  el  domicilio  de  Jesús 
Contreras,  una  deliciosa  casita  de  su  propiedad,  ubi- 
cada en  el  naciente  barrio  pi-óximo  al  Paseo  de  la 
Reforma,  que  nuestros  ediles  han  cristianado  de  "Co- 


183 


F.  CAMBO  A 

lonia  Juárez.  "  y  »^1  i)úblifO  (Ifiioniina  "Colonia  Ame- 
ricana."' 

Poco  aguardo  en  la  sala;  no  taitlo  «ii  oír  «1  runioi* 
<U*  pases  pesados  tpic  vienen  a  ra.stras  por  los  parquds 
rianiantcs  y  sin  alfombras,  y  se  me  aparece  Jesús  ai>o- 
yado  en  su  esposa  Carmen,  (piien  lo  conduc»'  y  ^juía  co- 
mo a  niño  torpe  que  aun  no  supie»*  andar.  .  .  su  an- 
tes hermoso  euerpo  de  hombr»'  sjino  y  fuerte,  transmu- 
tado en  una  esj)eei«*  de  guiñapo  (pie  a  durísimas  penas 
camina...  ¡Ali.  «I  trágico  saludo  que.  más  «pie  su 
euerpo  trunco  y  doblegado  por  el  cancel-,  y  «-1  mió  to- 
do trémulo  de  diu'lo  hondo  y  mudo,  s»'  tlan  miestros 
espíritus  (pie  tanto  se  aman  y  comprenden  !.  .  .  En  mis 
brazos  ll«*ga  a  su  sillón,  en  <  1  <pie  como  un  trapo,  res- 
bala \  dóblase.  Ni  él  ni  yo  desju-gauíos  los  labios  ;,  pa- 
ra (pié?...  ("lávame  s»is  ojos  a  punto  de  verter  lá- 
grimas, (pie  al  fin  no  salen  gracias  a  sobrehumano  es- 
fuerzo, y  los  míos  huyen  de  a(piilla  mirada  tiislísima- 
niente  interrogante,  .se  pomn  a  <bt«rminar  tontamen- 
te las  molduras  de  las  chambranas  y  los  dibujos  de 
los  muros  estucados.  .  .  . 

— Ya  ves  en  qué  estado  me  hallas — mniiiuira  luego 
Y  yo  persisto  en  callar,  no  acierto  a  contestarle  |)a- 

labra 

Pa.sadn  la  primera  impresión  (¡(pié  es  lo  (jue  no  pa 
sa  en  esta  vidaT^  comenzamos  a  hablar:  lugares  co- 
mun<*s,  para  engañarnas.  para  alejar  le  pesadilla  de 
su  situación  ;  bromas  sobre  (iuateinala,  sobre  mí  mis- 
mo, sobre  lo  «pie  pienso  hacer.  Ciia  delicadeza  suya: 
— i  Cómo  está  SANTA  T.  .  .  . 

Ahora  verás. — aña<Ie  en  seguida. — si  me  he  olvida- 
do «b-  »1Ih.  de  (pie  me  la  has  dedicado..  . 

—  186  — 


MI  DIARIO 

Y  sale  Carinen  en  busca  de  uno  de  los  cuadernos 
del  artista,  en  los  que  durante  viajes  y  paseos  iba 
apuntando  con  lápiz  proyectos  y  bocetos,  ideas  y  linca- 
mientos de  obras  nonnafas,  fisonomía  de  personas  y  si- 
tios, para  las  esculturas  venideras.  Cuadernos  que  to- 
dos los  pintores  y  escultores  poseen,  en  los  (jue  a  las 
veces  palpitan  sus  inspiraciones  mejores.  Pero  hoy, 
dado  el  estado  de  Jesús,  las  pobres  hojas  antójanse- 
me  de  una  indecible  ironía .  .  . 

— Mira  a  SANTA, — me  dice,  y  no  puede  ni  soste- 
ner el  cuaderno, — en  la  postura  en  que  he  de  escul- 
pirla, cuando  al  desnudarse  en  el  cuai'to  sin  luz,  sus 
manos  tropiezan  con  el  escapulario.  . .  ¿te  gusta?.  .  . 
son  unos  cuantos  lapizazos.  .  . 

Por  divagarlo,  le  pormenorizo  lo  bien  encaminado 
de  la  edición  del  libro;  pero  aunque  él  no  me  lo  diga 
a  las  claras,  los  dos  pensamos,  a  un  tiempo,  el  mismo 
pensamiento  negro  que  se  delata  en  la  manera  de  mi- 
rarnos: la  novela  impresa,  no  ha  de  verla  Jesús.... 
(Cuántas  ocasiones,  y  algunas  qué  solemnes,  realízase 
este  fenómeno  de  pensar  un  mismo  asunto  dos  per- 
nas  que  se  encuentran  hablando  de  otro,  principal- 
mente, cuando  dos  amantes  se  juran  eternidades  en 
su  querer  recíproco,  sabiendo — ¿  cómo  ?  ¿  por  qué  ? .  .  . 
— que  su  querer  ha  de  concluir,  que  tiene  que  con- 
cluir .  .  . ) . 

Nuestra  charla,  desmañada  y  melancólica  a  pesar 
de  lo  que  la  rociamos  de  fingidos  entusiasmos,  nos 
la  interrumpe  Carmen  a  cada  paso,  para  limpiar  la 
boca  de  Jesús,  para  enjugarle  los  labios,  el  sudor  del 
rostro  nazareno  y  barbado,  para  alisarle  la  cabellera 
mohtmaviroisc  y    bravia,    para    montarle    la    pierna 

—  187  — 


F.  (iAMIlOA 

imuTta  sol)!"»'  la  pierna  medio  viva  aún.  |>ara  mover- 
le la  úniea  nmno  y  el  brazo  único  (|ue  le  restan  inertes 
y  rtáeidos.  .  .  Jesús  no  pued»*  ya  reí  izar  el  nuMior 
movimiento.  .  .  . 

Esta  incesante,  aiiiantisini;!  y  adiiiiraMe  devoei<'in 
de  Carmen  por  sn  enfermo,  ¡cuánto  me  connnu've! 
¡qu«'*  mujer  tan  exc»*|)eioíialmente  buena  I  De  ver  oómo 
le  sonríe  a  todo  y  todo  s«*  lo  festeja  ;  cómo  lo  llena  a  un 
tiempo  de  mimos  y  de  esperan/as  didces;  cómo  le  lia 
bla  de  su  alivio,  con  certidund>re  tal.  <|ue.  poi-  momen- 
tos. Jesús  entreabre  sus  ojos  y  también  sonríe  cual 
si  de  veras  ereye.se  baeed»M'0  el  prodiffio  imposible;  esa 
devoción  me  lleva  a  rememorar  la  perpetua  adora- 
ción que  siempn*  nutrió  Carmen  |)or  su  artista  capri- 
choso e  in(piieto,  KU  benevolencia  para  disinudarlc 
escapatorias  y  calavera<las:  su  aimor  inne^^able  para 
este  hond)re-niño  <pie  ha  sido  to<lo  corazón  con  su  fa- 
milia, y  con  sus  amibos,  y  con  cuantos  .s»*  le  acercaron  ; 
para  este  enamorado  de  la  lu/,  del  movimiento  y  de  la 
línea.  .  .  ^"  los  vuelvo  a  ver,  hace  ¡mh'os  años,  vuelvo 
a  recriarme  frente  a  la  frentil  pareja:  Carmen,  vir>{¡ 
nalment»-  bella,  buena  y  didce;  Jesús,  virilmente  her 
moHO,  ¡ironto  a  to<la.s  las  {;eneroNÍdadcs.  manirroto, 
locuaz,  feliz  y  .sano..  . 

Saljfo  de.sf;arrado.  burilado  en  el  cerebro  d  »uadrt» 
doliente,  nmliliciendo  de  estaü  ciiferniedailes  implncn- 
bles  que  nadie  puede  atajar...  Vacilo  entre  volver 
o  nó,  y  resuelvo  regrcHar  mañana,  ya  «pie  sus  ins- 
tantea  ♦•atan  contados.  Y  supuesto  «pn*  no  ««xinte  reme- 
dio humano  para  sus  males,  casi  anhelo  (pie  niicstrn 
entrevista  iKwtriinera  no  m-  halle  lejon.  .  . 

—  188  — 


MI  DIARIO 

7  DE  JUNIO. — A  ver  a  Luis  T'rbiua,  en  la  Preparato- 
ria. 

Al  igual  de  ayer,  llegaron  a  poco  Amado  Ñervo  y 
Jesús  Urueta ;  después  Carlos  Díaz  Duf(3o ;  luego,  Ara- 
luce.  Toda  nuestra  conversación  versó  sobre  el  estado 
de  Jesús  Contreras;  y  sin  embargo,  nos  citamos  pa- 
ra en  la  noche,  a  una  función  de  beneficio  en  el  tea- 
tro del  Renacimiento,  de  una  artista  patrocinada  por 
•'El  Imparcial." 

10  DE  JUNIO. — Tocóme  presenciar,  y  aun  interve- 
nir en  una  de  las  curaciones  crudelísimas  que  un  mé- 
dico alemán,  hoy  de  fama  en  ^léxico,  practicó  en  el 
cuerpo  mártir  de  Jesús  (."ontreras:  inyecciones  hi- 
podérmicas  de  quién  sabe  qué  substancia  brutal,  que 
le  arrancó  gemidos  de  dolor  espantoso,  y  al  fin,  lo  des- 
mayó entre  mis  brazos,  instantáneamente.  .  .  El  gale- 
no teutón  dícese  "especialista"'  nai-a  curar  el  cáncer 
y  me  fuerza  a  escucharle  amplias  explicaciones  técni- 
cas de  sus  específicos,  las  cuales,  según  siempre  acaece, 
resultán  árabe  para  los  legos. 

¡Qué  atroz  espectáculo  esta  incontrastal)le  agonía 
de  mi  pobre  Jesús ! .  .  . 

12  DE  JUNIO. — Esta  noche  hallábase  Jesús  en  apa- 
rente mejoría,  y  despotricamos  respecto  a  nuestra  in- 
mínente  entrada  en  el  Congreso,  como  Diputados.  ( Es 
ya  el  secreto  de  Polichinela,  que  Jesús  Contreras,  Je- 
sús Urueta,  Manuel  Calero — joven  abogado  inteligen- 
te que  comienza  a  surgir,  y  que  es  sobrino  y  yerno  de 
Justo  Sierra, — y  yo,  somos,  o  seremos  elegidos  Padres 
de  la  Patria,  en  la  próxima  hornada) .  .  .    Confíame 

—  189  — 


F.  GAMIIOA 

Jesús,  (jiic  fu»'*  siempr»'  uno  de  sus  Ku«'ños  fi^furar  «-n 
nuestro  ('uer|)o  Iv^pislativo,  y  yo  »•  lo  i^hato,  «ludo 
qiu»  tan  poca  rosa — en  los  tiempos  «|u»*  oorn-n — haya 
si|fnifi«*á<lolf  una  ilusión.  Lo  que  yo  nip  .sosperho  rs 
qiie  en  su  ineonfesado  y  justifieadísiino  afán  «le  vivir. 
♦'1  asunto  dr  s\\  dipiitnción  s«'a  un  pretexto  para  (pie 
no  s«»  1«*  tome  a  puerilida<l.  atento  su  e.stado.  «-I  (pie 
(pilera  sepíiir  viviendo.  .  .  .  Pero  nos  pusimos  a  l)or- 
dar  proyectos:  los  drl  pni])0  nos  soTitaremos  juntos, 
votanMuos  «Ir  acuerdo,  proeuraremas  esto  y  acpiello... 
Ix>  irrealizable,  lo  <pie  es  quimera  alcanzar  dentro  de 
los  ( 'onjrrcsos.  así  Dios  se  di^'nara.  por  \\n  milairro, 
sanar  a  Jesús.  .  . 

Ks  inhumano  que  los  enfermos  (fravi's  y  (h'sahu- 
ciados  hahlcn  »-n  s<'mejantes  términos.  AA  ti«>m|H>  i>or 
llejfar.  cuando  ellos  siihi  n  «pi»-  no  vivirán  para  enton- 
ces. . . 

20  i>K  .irxio. — En  una  oeiositlad  im|M'r¡al.  <l«-  cuan- 
do los  ••mp»*ra<lon»s  no  se  ocupaban  en  nada  8<»rio  y  de 
provc<'lu).  pui's  mi  (pichaccr  en  el  Ministerio,  aunque 
me  abstrae  algunas  horas,  no  basta  a  ñus  aí'tivitlades 

JcKÚN  Contreras,  con  alternativas  en  su  salud.  i>ero 
sin  «pie  el  cáncer  internnu|>a  su  marcha  homicida  e 
implacable. 

W  DK  .irMO. — A  pí'sar  de  mis  viejas  reputfnaneias 
|H»r  to«lo  lo  que  <»M  mentira  y  falsedad.- -y  di's^rnieia- 
damente  no  en  otra  coiw  nuestro  ("uerpo  í/efrislativo 
fen  »*'<o  idéntico  a  casi  to<los  sus  eonjfénen's  del  (Jlo- 
bo.  y  más  pnrtieularnu'nte  a  varios  de  los  de  Hispano 
am^ricn  que  yo  me  af),  por  momentoa  me  da  cierto 

—  IIK)  — 


MI  DIARIO 

alborozo  que  las  elecciones  (?)  de  una  vez  se  consu- 
men, y  yo  me  vea  transmutado  en  padre  conscripto... 

6  DE  JULIO. — Dentro  de  una  semana  sabré  si  mi  po- 
pularidad fué  bastante  a  que  el  pueblo  de . .  .  ¿  vaya 
Ud.  a  saber  de  donde  ?,  me  haya  nombrado  represen- 
tante suyo. .  .  Y  con  intermitencias,  experimento  al- 
go que  se  parece  a  alborozo  porque  así  suceda. 

10  DE  JULIO. — Impetuosa  gravedad  de  Jesvis,  qxie 
nos  hace  esperar  su  muerte  de  un  modo  inminente. 

12  DE  JULIO. — Jesús  lleva  dos  días  de  haber  enmude- 
cido, de  un  golpe,  sin  síntoma  ninguno  previo :  un  ra- 
yo invisible  que  lo  privó  del  habla .  .  . 

Presenta  un  aspecto  espantoso :  encamado,  esque- 
lético, hundidos  y  vidriosos  sus  ojos  antes  expresivos 
y  vivísimos,  inmóvil,  mudo.  .  .  En  ocasiones,  una  an- 
sia inmensa  de  incorporarse  y  hablar,  que  imprime  a 
su  cuerpo  estremecimientos  suaves,  y  a  su  mirada  una 
intensidad  acongojante,  un  brillo  extraño  que  mueve 
a  lástima .  .  . 

Carmen  su  mujer,  interpreta  y  deletrea  a  maravilla 
sus  deseos,  cual  si  los  leyera  en  una  pizarra .  .  .  ¡  Uno 
de  los  mil  prodigios  que  sólo  el  amor  sabe  operar! 

Por  ella  supimos  Luis  Urbina  y  yo,  que  Jesús  que- 
ría hablarnos ;  y  fué  una  escena  dramática :  Luis  y 
yo,  a  entrambos  lados  de  la  cama ;  Jesús,  mirándonos 
alternativamente,  con  ansias  infinitas,  desorbitados 
los  ojos,  tratando  de  levantar  la  cabeza ;  los  labios, 
impotentes  para  formular  palabras,  trémulos  y  páli- 
dos, como  los  de  un  extático  que  musitara  plegarias 


191 


F.  iJAMHOA 

lueiitailt's.  .  .  ^'  al  Hii  iio  piuiimos  ihmkt  i-ii  claro  (|U(* 
«pUTría  (lecirnos:  vaya,  tii  Canneii.  ipn-  vino  ni  mi»*s- 
tro  auxilio.  .  .  Sólo  Dios  y  «'-I  sabrán  si  s»-  trataría  tU' 
eneoinifUilii  iiii|Miriantr,  dr  i-ni'arffos  |>ostrinu'roK,  «li» 
fraws  <]«•  affi'to.  .  .  V  i-nanilo  su  li«'i*inosa  trKta  volvi<'> 
a  caer  en  las  iilntoliatlas,  tic  sus  ojos  cntrc4-crra<ioK 
reshaiaba  llanto.  .  . 

Luis  y  yo  .salimos  tras|iasa<U>s  «le  la  estancia  «ie 
agonía,  y  yo  no  i»aré  basta  ini  cii.s;i.  a  la  que  lleffué 
titulH'aiuio  |M)r  la»  calle.s  <1<'1  tránsito,  pláeidanieiite 
aliinibraiiaN  poi-  l:i  luna  y  por  los  focos  <le  ai'eo.  .  . 

13  I>K  .ii'l.lo. — CiuumIo  llegué  (>Mta  iiiañan:i  a  la  casa 
•le  Jesús,  ya  *•  había  eonsuinailo  la  catástrofe:  fallecÍ<S 
iles«l«*  anoche,  n  pm-o  »le  halN-nne  retirailo.  .  . 

No  nTuerclo  con  cpiiéii  |M'iu*tré  tl»'s«ie  luego  en  la  eá- 
niara  mortuoria,  ni  reeuci'ilo  tampoco  (pié  artistas  no 
a|M'reibíaii  a  sacar  su  mascarilla  en  yeao.  ni  (Miál  pin- 
tor o  dibujante  copiaba  su  rostro,  a  la  vera  <io  la  ca- 
ma  t(Mla\ía  il«*sbcclia  en  sus  ropas  y  almohadaH.  .  . 

,  Cjuc  S4'reniilail  en  el  .sciiibbinte  del  cadáver,  ciiuil- 
do  aun  ayer  era  la  expresión  del  dolor  humano!... 
Su  propia  y  exeíttiva  palitle/..  ipie  ya  lucía  en  vida, 
antes  lo  heniios«>a  y  espirituali/n.  Debido  al  eort»*  «le  mi 
barba,  a  lo  abuntloNo  de  su  catN'll'*ra,  su  tÍM«>nomía  ha- 
bía ad«piirido,--<licho  Hi'a  sin  irrevep»*ncia. —  un  mar- 
caílo  pan^-ido  con  la  de  CrÍHto  «-n  la  Cruz.  .  .  Por  «u- 
piimto  fpie  todo  lo  <pie  yo  veía,  veíalo  al  travé<M  de 
mis  lágrimas  ipie  me  em|>añaban  el  fúnebre  cn««lro. .. 
Pasada  la  priniiTa  emoción  invencible,  me  aecr(|ué 
al  muerto,  y  iblicada  y  efíiHivunieiitc,  temerom  il(> 
lastimarlo, — <pie  su  iM^iiHibílidad  de  Ioh  últimos  tietn- 

—  isri  — 


MI  DIARIO 

pos  era  hiperestésiea, — le  cogí  su  diestra  exangüe  y 
tibia,  con  mis  dos  manos  temblorosas,  y  entre  ellas 
la  guardé  largo  espacio,  en  prenda  de  cariñosa  y  pos- 
trimera despedida .  .  . 

La  casa  íbase  llenando  de  parientes,  amigos,  discí- 
pulos y  admiradores,  dominando  como  era  natural 
que  sucediera,  el  elemento  artista  :  pintores,  esculto- 
res, literatos  y  miisicos;  muchas  corbatas  La  Valliere 
y  muchas  barbas  y  melenas  carlovingias,  puestas  en 
boga  unas  y  otras  por  el  mismo  Jesús  a  su  regreso  de 
Europa...  Las  flores  llegaban,  llegaban  sin  término, 
coronas,  cruces,  ramos;  y  la  noticia  corría  las  calles, 
empujaba  más  gente  a  la  vivienda  risueña,  reporteros 
amenazantes  de  carnet  y  lápiz,  hasta  curiosos  e  indi- 
ferentes que  se  aprovechaban  de  las  circunstancias  pa- 
ra conocer  al  artista  fallecido.  .  .  Dentro  de  la  mora- 
da, Justo  Sierra,  afectadísimo,  hacía  cabeza.  .  .  Y  to- 
dos hablábamos  en  voz  baja,  palpitaba  un  duelo  de 
verdad. . . 

Se  apareció  Carmen  por  el  JialL  y  sin  poder  hablar- 
nos ni  nosotros  contestarle,  se  echó  a  llorar  sobre  las 
espaldas  de  Luis  L'^rbina  y  sobre  las  mías,  en  recuer- 
do sin  duda  de  la  fraternal  intimidad  '<jue  nos  unía 
a  Jesús 

A  la  tarde,  se  procedió  al  embalsamiento  del  cuer- 
po en  una  de  las  habitaciones  interiores,  y  se  fijó  el 
programa  de  la  velada  de  esta  noche,  y  de  los  funera- 
les de  mañana ;  distribuyéronse  los  turnos  para  la 
Academia  de  Bellas  Artes, — en  la  que  Jesús  había 
sido  profesor, — y  el  obscurecer,  se  trasladó  el  féretro 
desde  la  Colonia  Juárez  hasta  la  calle  de  la  Acade- 
mia .  . .    Cuando  sacaban  la  caja  en  hombros,  oí  que 

—  193  — 


F.  (¡AMllOA 

Luis  L'rbiiia.  en  el  colmo  de  la  aflicción  y  completa- 
iiiciit»'  apartatlo.  hahlaha  a  solas.  .  .   La  i)iocfSÍ('>n.  im 
ponente  y  tarda. 

La  capilla  ardiente  se  instaló  en  el  Salón  de  Actos, 
precisamente  restaiifado  por  Jesús,  (pie  nunca  ha  de 
lialx'i'  sospechado  (pie  s«'  inauguraría  con  es<is  honores 
a  sus  despojos.  .  .  .  Los  adornos  del  local,  sobrios  y  <lel 
mejor  pusto,  ideados  y  lundios  por  ¡)rofesores  y  alum- 
nos d«'l  plantel  y  por  compañeíos  de  Jesús.  Allí*  ha- 
bló Justo,  pero  tan  emocionado,  <pu*  es  la  primera 
ve/  (pie  su  sol)erbia  oratoria  no  me  ha  dicho  nada.  .  . 

Resultamos  t-n  d  reparto  de  turnos,  jiuitos  Jesús 
liiieta  y  yo.  de  10  y  1  2  a  11  ;  y  resolvimos  ir  ant«*s 
a  cenar  al  .Monte-(  "arlo,  en  la  e.sfpiina  de  la  hnlepen- 
dencia  y  Cob'u'io  de  Niñas.  Por  el  camino,  compramos 
los  periiHÜcos  «jue  pid)licaban  el  residtado  de  las  elec- 
ciones, leído  í»s«'i"upulosauíente  mientras  nos  servían.  .. 
Todos  los  del  jfrupo,  inclusive  Jesús  Contreras  (pie  ya 
?io  lo  sabrá,  figuran  entre  los  favoix'cidos,  to<luH  me- 
nos yo.  ípie  he  de  halx'rme  tilutgndn.  Sí'gún  se  dice  de 
los  que  fracasan  en  estas  lides   (Ti. 

A  Jesús  Trueta,  el  jiibilo  se  le  ewapa  por  los  po 
ros,  y  a  mí  el  destMigaño  acaba  de  acibarainic  i-l  ilía.  ya 
de  suyo  harto  amargo. 

14  !»K  .JiLio. —  Funerales  de  Jesús  Contreras.  en  el 
Cementerio  Francés  de  la  Pie<l»d. 

Muy  concíirridos:  ««s  un  sinnúmero  t\r  tranvías  ates 
tados  de  dolicnt«*s.  y  una  MMicbe«hnnbre  de  curiosos,  los 
(pie  contemplan  el  desfile  funerario. 

A  nuestro  paso  i)or  las  calles  de  Hucareli.  muy  elo- 
cuentemente para  los  iHKpiísinms  fpie  estábamos  imi  el 

—  194  — 


MI  DIARIO 

secreto,  de  las  ventanas  de  determinada  casa  hubo  al- 
guien que  medio  levantara  los  visillos,  a  fin  de  conser- 
var en  el  fondo  de  unos  ojazos  arábigos,  esa  visión 
última  del  cortejo .  .  .  Luis  Urbina  y  yo,  que  juntos 
hemos  advertido  la  discreta  maniobra,  nos  miramos 
sin  despegar  los  labios,  respetuosos  frente  a  un  duelo 
que  carece  hasta  del  derecho  de  exhibirse.  .  .  Esa 
crispatura  de  la  cortina,  ha  de  haber  sido  el  reflejo  de 
la  crispatura  de  una  alma  virginal,  bruscamente  des- 
pertada de  ensueño  pecaminoso,  que  nunca  llegó  a  los 
lodos.  .  . 

En  el  tranvía,  se  escucha  la  voz  de  Amado  Ñervo : 
— "Lo  que  él  habría  apetecido,  lo  llevamos  a  descau- 
sar en  tierra  francesa,  a  la  que  él  amó  tanto.  .  .  '' 

31  DE  .ji'Lio. — ^luy  mal  yo  de  compañías  y  prácti- 
cas. .  . 

También  me  falló  el  proyecto  de  irme  con  Emilio 
Pardo  jr.  a  defender  en  el  Tribunal  Permanente  de 
Arbitramento  en  El  Haya,  la  justicia  que  nos  asiste 
en  la  inicua  reclamación  yanqui,  conocida  bajo  el 
nombre  de  "Fondo  Piadoso  de  las  Californias." 

10  DE  AGOSTO. — Entregué  en  la  imprenta  los  dos 
grabados  originales  de  Paco  Mas,  para  SANTA. 

6  DE  OCTUBRE.— Llegaron  de  Barcelona  las  prime- 
ras pruebas  de  SANTA ;  unas  -lo  páginas  impresas, 
que  corrijo  en  un  rato. 

10  DE  OCTUBRE. — Tarde  intere.sante,  con  Eugenio 
Zubieta.   un   excelente   amigo,   viejo   empleado   de   la 


195 


F.  GAMBOA 

Bihliott'ca  Nacional  tn  la  (|ue  presta  útilísimos  sorvi- 
fios  por  lo  í|ue  la  conoce,  porque  ama  su  oficio  y 
porque  su  crudicióu,  sobre  todo  en  bibliografía  y  li- 
teratura antiguas,  y  mexicanas  se  entiende,  es  poco 
común:  en  su  biblioteca  particular,  posee  maraviHas 
f|ue  lee  y  relee  a  sus  solas.  Y  este  es  su  defecto,  ser 
un  solitario;  nada  se  le  importa  de  apla\isos  ni  bom- 
])Os;  estudia  por  gusto,  sin  curarse  de  (pie  .sepa  nadie 
hasta  <]ón(b»  va  de  conocimientos  y  aprendizajes.  Ade- 
más i]t'  .solitario  es  un  silencioso,  lo  «pie  le  agrava  su 
ílefecto ;  para  los  extraños,  quizás  pase  hasta  por  iiii 
misántropo,  mas  los  (|ue  lo  tratamos  de  cerca,  póde- 
nlos declarar  i\\\v  es  totlo  lo  contrario:  nobh'.  afectuoso 
y  recto:  vil-t\ides  directamente  hereda<las  del  si'ñor 
su  pailre.  <|ue  e.s  un  justo. 

Llevóme  Eugenio  hasta  la  casa  ihl  Tenient»'  Coro- 
nel retirado  1  >.  .Miiitíii  Espino-Barros,  coleccionista 
casi  maniático  de  una  porción  d«'  cosa.s  tlesemejantcs, 
]M*queñinas,  frágiles,  al  |)arecer  sin  imp(»riiineia  nni- 
chas  <le  ellas. 

Desde  hi  vivienda  es  de  iidmii'ar.  en  los  fondos  de  j>a- 
tio  interior  «le  amplia  ca.sj»  de  vecinda»!  en  \\w\  de  las 
calles  de  Bucareli.  El  mismo  nos  abrió  la  piieita.  pa- 
saron las  presentaciones  y  saludos,  y  en  el  acto  dio 
principio  la  ••xhihición.  sazonada  con  la  historia  frag- 
mentaria y  pinton*Hca  de  las  adquisicioin's.  y  con  al- 
gunos comentarios  ?nu\'  atinados.  .Muéstrase  iifam»  d«' 
su  tesoTO.  nos  cuenta  «pie  nunca  ha  qneiiilo  ven<lerIo, 
no  olwtanle  las  buenas  ofertas  (pie  se  le  han  hecho,  y 
con  cierto  orgullo  añade  (pie,  a  sí-r  rico,  lo  cínlería  al 
Mu.seo  Nacional. 

Toflo  se  halla,  más  que  cientificainenttf,  c«r¡ño8«- 

—  lí»6  — 


MI  DIARIO 

mente,  colecciouado  en  cajas,  armarios  y  muros ;  \o 
más  preciado,  bajo  de  llave  o  tras  de  cristales. 

Un  maremágnum.  En  sellos,  conseguidos  con  el 
transcurso  de  los  años, — y  mi  señor  Espino-Barros  ya 
no  se  cuece  al  primer  hervor, — sellos  oficiales  y  parti- 
culares, posee  la  friolera  de  30.000,  adheridos  a  libros 
y  cuadernos;  hay  un  álbum,  dedicado  a  sellos  de  ofi- 
cinas de  Gobierno ;  otro,  que  pudiera  servir  hasta  para 
la  historia  de  nuestro  comercio,  sólo  con  sellos  mer- 
cantiles. 

De  papel  en  blanco,  luce  muestras  en  pliegos  o  me- 
dios pliegos  de  cuanto  papel  se  ha  empleado  en  Méxi- 
co durante  los  siglos  XYI,  XVII,  XYIII  y  XIX. 

De  autógrafos,  el  océano;  es  un  in-foUo  con  milla- 
radas de  firmas  de  ilustres  ignorados,  y  varios  cen- 
tenares de  personajes  conocidos. , 

De  condecoraciones  militares,  habrá  cerca  de  200 ; 
de  sociedades  científicas  y  mutualistas,  unas  300 ;  me- 
dallas conmemorativas,  500  y  pico ;  monedas  de  pla- 
ta, nos  dice  que  396,  de  cobre,  927,  y  ¡  falsas,  2ó ! .  .  . 
De  mérito  real,  pocas  a  mi  juicio. 

Satisfecho  desenvuelve,  y  nos  consiente  que  la  toque- 
mos con  nuestras  manos,  una  vieja  y  rugosa  cartera 
de  tafilete  en  cuyo  frente,  primorosamente  bordado 
aunque  ya  mustio,  se  ostenta  el  escudo  de  armas  de 
don  Juan  Prim;  y  en  los  interiores,  una  relación, — 
posterior  seguramente, — pormenorizando  la  jerarquía 
nobiliaria  de  que  era  titular  el  ilustre  Marqués  de 
los  Castillejos  y  Conde  de  Reus. 

Timbres,  postales,  de  diversos  países  y  años,  nos  afir- 
ma que  tiene  más  de  1.700,  y  cubiertas  de  carta,  tim- 
bradas V  selladas,  1832.  .  . 


197 


F.  CAMltdA 

.Fatigados  del  lento  discurrir  frente  a  armarios  y 
'*  vitrinas, '■  nos  brinda  con  sendos  asientos  y  s^ihrosa 
eharla :  ha  visto  niuclio,  peleado  uo  menos,  allá  en  las 
buenas  épocas  de  los  mochos  y  los  puros,  tratado  a 
pnVeres  y  a  guerreros,  conoce  a  toilos  nuestros  "an- 
ticuarios": Luis  (lonzález  Obrcgón.  Jenaro  García, 
y  otros  dioses  menores;  padece  de  reúma,  y  nunca 
sale  por  las  noches.  Un  tipo  {;rato.  (pie  diriase  arrnn- 
eailo  de  páfjiruis  de  Dickens  o  de  Pérez  GaldiVs. 

Al  salir,  pn'púntame  Eugenio  Zubieta  (pié  es  lo  que 
me  parece  más  notable  de  la  coleccii'm. 

Y  sin  vacilar  le  ivspondo: 

— La  paciencia  del  señ<»!*  Esjiino-Barros. 

:{  í)K  NdViKMHRE. — Esta  noche,  para  h\iir  de  las  malas 
tentaciouí's  «pie  están  precipitando  mi  ruina  moneta- 
ria, comencé  la  lectura  de  los  manusci-jtos  de  MI  IMA- 
R|().  al  señor  Mariscal. 

Prolongada  sesi('»n.  hasta  eso  de  las  11.  con  el  grande 
estínudo  de  uiui  boTídadosji  y  reconcentrada  afenci<'>n 
|M)r  paite  de  don  Igiuício,  autoridad  si  las  hay.  en 
materia  de  letras.  El  talento  literario  dd  señor  Maris- 
cal, del  (pie  tiene  dadas  lobiistas  |>rucbas  como  la 
magistral  traduccií'tn  de  EL  (TERVO  d.-  Edgar 
Alian  Poe.  es,  sin  embargo,  principalmente  crítico, 
más  fpie  productor;  su  vasta  erudiei(>n  y  mi  relativa 
|H'n'za  para  pro<hicir,  le  han  refinado  a  un  extremo  el 
sentido  crítico,  que  ni  en  la  charla  más  trivial  deja 
que  los  yerros  y  ••«piivocaciones  pasí'u  inadverli'los , 
es  un  ptirista.  To<lo  ello  unido  al  respetuso  y  profiui- 
do  cariño  que  \e  profcno,  van  a  convertirme  en  deli- 
cioHas  e   instructivas  tales  veladas;   a  «olas  él   y   yo, 

—  lí)H  — 


MI  DIARIO 

dentro  de  su  ami)lia  y  nutrida  biblioteca,  con  ancho 
balcíSn  a  esta  calle  colonial  y  silente  de  la  Espalda 
de  la  ]\Ioneda. 

5  DE  NOVIEMBRE. — Terminé  la  lectura  de  EX  TU- 
RANIA,  de  Ciro  B.  Ceballos. 

Unas  páginas  vibrantes  de  pasión  y  de  encono,  con 
algunos  juicios  exactos  a  las  veces,  en  lo  general 
agresivos  e  injustos.  El  estilo,  siempre  tortuoso,  por 
alardear  de  léxico  modernista  o  arcaico :  muy  cor- 
tos los  renglones  y  a  menudo  comenzados  con  minús- 
culas, de  vez  en  cuando,  empinándose  hasta  las  serenas 
alturas  de  la  grandilocuencia.  El  fondo,  «iempre  com- 
bativo e  implacable,  hasta  venenoso  aquí  y  allí. 

11  DE  NOVIEMBRE. — Ciro  B.  Ceballos  llevó  a  presen- 
tarme a  un  joven  poeta  de  San  Luis  Potosí,  José  Ma- 
ría Facha,  cuya  ídem  resulta  francamente  simpá- 
tica. 

12  DE  NOVIEMBRE. — T^u  zaliorí  i)olítico  me  puntuali- 
za las  dos  versiones  de  por  qué  no  vine  Diputado  al 
Congreso. 

Ninguna  de  las  dos  me  convence ;  la  una  es  infan- 
til, y  la  otra,  abusurda. 

Lecturas,  esta  noche,  en  la  casa  de  Francisco  Cardo- 
na, de  la  MONNA  VANNA  del  pensador  flamenco 
Maeterlink,  traducida  en  prosa  rimada  por  Bal  bino 
Dávalos,  y  de  la  GUADALUPE,  de  Marcelino  Dava- 
les. 

Estos  dos  Dávalos,  no  son  parientes  entre  sí. 

De  Balbino,  ni  qué  hablar,  pues  es  harto  conoci- 
do como  humanista  y  como  literato  activo  y  juñncipal ; 

—  199  — 


F   <,.\Mi:(>.\ 

ya  lo  lu"  iiu'tieiouado  ««n  lofi  tomos  anteriores  de  MI 
DIARIO,  y  líe  «le  n^-ncionarlo  más  en  el  pivs«'iite  y  «mi 
los  sue«'siv<>.s. 

Marcelino.  »s  un  escritor  ]>i<)vinciano,  de  Guadalaja- 
ra.  <|U«*  sf  lia  consa^rrado  al  teatro.  deseuidan<lo  su  pro- 
fesión »le  alionado.  Ww  culpa  de  su  juventud, — no 
aparenta  más  de  2"»  años, — sus  piezas  teatrales  no  po- 
seen toda  la  fuer/a  ni  toda  la  perfección  (|ue  fuera 
de  dcsi'ar;  pero  s«'jfui'am»'Ute  «pie  en  su  individuo,  (pie 
tira  a  gordo,  hay  madera  para  \\n  l»ueu  :iutor  dramá- 
tico. A<lemás  de  sel'  joven.  es  trijfueño.  »le  muy  mo- 
desta estatura,  ancho'  de  cara  y  ih-  incipiente  ho/o, 
ilulzón  el  mirar  \  tíxlo  él  tímido  en  palahras.  ento- 
naciones, ademanes,  juiciíis  y  r«»s|»uestas.  V^nti«'ndo 
<pn*  se  halla  en  México  <'on  licencia  :  <p>e  conoció  a 
Pancho  Cardona  y  a  \'ir>finia  Fáhrcffas,  en  una  de  tan- 
tas correrías  de  esta  pareja  de  mi  particular  afei-to, 
y  «pie  ahora  viene,  amparado  a  su  soiidua.  para  «pie 
le  representen  en  su  teatro  la  (¡1  .\  I  »A  LI  1*K.  «pie  va- 
mos a  esi'ucharle.  y  otras  ohras  (pie  trae  en  cartera. 

La  lc<'tura,  intima;  Pancho  ("ardona.  encamado  por- 
que eatá  enfermo;  sentados  a  los  pies  de  la  cama,  Vir- 
l^inia  Fáhreifas.  y  mi  sohrino  .Ios('  .Ioa(piín  (iaml>oa; 
en  derrctlor  '!••  um»  iiii-'«íI1ji  iid<in«l;i  lí.dhiiKi.  Min- 
ee) i  no  y  yo. 

Arrullado  por  las  leeturas.  Panclut  .s«-  in»s  duerme. 

18  UE  NoviKMBRK. — Arnüuado. . . 

21  PK  NoviKMiiKK. —  Por  se^funda  ve/  en  mi  vida.  Iu»y 
empeñé  en  las  fílantrópicas  garnis  de  un  usurero  ami- 
go ( t),  ífran  parte  de  mis  muebles.  Porción  de  for- 
malidades altruistas:  hay  firma  de  pairarrá.  emltar^ro 

_-200  — 


MI  DIARIO 

simulado,  y  quedo  de  depositario  de  mis  propios  tras- 
tos, para  que  si  falta,  una  astilla  que  sea,  por  "de- 
positario infiel, ' '  no  pare  yo  hasta  el  mismísimo  Belem 
Los  réditos,  moderados^  12  0|0  al  mes.  .  . 

22  DE  NOVIEMBRE. — Para  que  el  Liceo  "Altamira- 
nno"  no  muera  de  igual  muerte  que  la  mayoría  de 
nuestras  sociedades  análogas,  Joaquín  D.  Casasús,  que 
es  el  alma  de  éste,  ha  ideado  que  las  sesiones  mensua- 
les se  efectúen  en  las  casas  de  los  socios  que  quieran 
prestarlas  con  tal  objeto.  Y  la  sesión  de  esta  noche  se 
celebrará  en  la  suntuosa  morada  de  Casasús,  en  la  ca- 
lle de  los  Héroes;  vasto  inmueble,  que  Joaquín  ha 
venido  ensanchando  y  embelleciendo  hasta  no  trans- 
mutarlo en  señoril  palacio. 

El  embellecimiento  y  ensanche  de  la  casa  de  la 
calle  de  los  Héroes,  es  fiel  trasmuto  de  la  existencia 
de  su  dueño,  uno  de  los  pocos  y  legítimos  self-made- 
man  de  nuestro  país. 

Joaquín  D.  Casasús,  tabasqueño  de  origen,  salió  de 
su  terruño  hace  un  puñado  de  años,  resuelto  a  reali- 
zar la  conquista  de  México.  En  constante  y  encarni- 
zada brega  con  la  pobreza  más  perfecta  y  acabada, 
logró  recibirse  de  abogado,  y  acabó  de  retar  a  la  suer- 
te casándose  con  una  hermana  política  del  maestro 
Altamirano,  cuando  su  porvenir  era  todavía  brumoso 
e  incierto.  Su  talento  y  su  carácter,  pronto  lo  hicie- 
ron triunfar  de  la  Vida,  y  con  más  prisa  que  muchos, 
se  ha  dado  a  subir  los  innúmeros  peldaños  que  llevan 
a  los  fuertes,  desde  los  sótanos  de  las  necesidades  has- 
ta los  salones  del  esplendor  y  la  riqueza.  Rico  ya,  e 
inñuyente  en  el  Foro  y  en  la  Política, — es  miembro 

—  201  — 


activo  y  principHl  i\A  racimo  de  juventudes  inteli^rou- 
t«*s  e  ilustratlas  (|u»*  supieron  medrar  a  la  sombra  «!»• 
don  Mhiiui'I  HoiiM-ro  Kuhio. — ijuiso  también  dt'scoMar 
en  las  Ii«'1ras;  y  así,  jiúsow*  a  cultivarlas,  y  ha  publiea- 
<lo  impeeabb's  traducciones  de  clásicos  latinos,  y  ha 
:>cinnula<lo  pn-ciosa  biblioteca,  y  protejfido  a  escritores 
pobres  e  incipientCK.  y  abierto  su  lx>lsa  jiara  aliviar 
miseriaH  vcrpon/antes  de  viejos  literatos  vcmí«Ios  a  m»*- 
nos,  y  »ic  amibos  y  satélites  dí-svalidos.  Ha  prwreado 
numerosa  familia,  y  ae  <la  mejor  vida  «pie  media  doce- 
na de  ricos  profesionales  e  liist«'»rieo«.  Como  todo  hom- 
bre de  empuje,  m»-  fjasta  sus  enemi^s  y  mahpierien- 
tes,  que  lo  muerden  y  aun  deturpan  a  kus  eapaldas; 
jH'ro  él  se  «•neop»'  de  hombros  y  sijrtie  sn  camino  ascen- 
dente, con  el  paso  tirm»-  y  confiado  de  tpiieii.  i>or  pi*o- 
pio  esfuerzo,  tranapuso  ya  las  primeran  cu(*MtaM  atrriaK 
y  sabe  que  ha  «le  ll«>f^r  a  las  a/ules  lejanías  de  lan 
cimas.  .  .  No  nie|;o, — ni  cr^-o  «pie  él  lo  nief^ue  tam|K>- 
co, — (pie  la  fortuna  y  muertos  InMiefactores  lo  hayan 
ayu«la<lo;  ni  «pi»*  sea  \\i\  apasionaiio  y  ra«li«'al.  «mi  mnt»-- 
ria  de  affctos  sobre  to«io:  como  enemifiro  «■»  implacable 
y  como  ami^  no  tiene  precio.  .  .  jhto  si  afínno  «pie 
tiene  el  «lere«'bo  <l«»  ufanarse  con  s>is  victorias.  <pn'  es 
una  voluntad  y  un  carácter. — frutos  escasísimos  en- 
tre nosotros.— y  que  «-stá  llanmdo.  si  el  «liablo  no  me- 
te  la   cola,   a   «Icsimu penar,   «-on    pn'sumible  acierto  y 

com|nten«*iji  en  la  mayoríji  «le  Im»'  v ^    •,!,  i.ii|..1  i,„. 

l»ortante  en  nui'stro  miflio. 

( 'on  su  reffia  bospitali«lad  «!«■  esin  n«H*he.  Im  <>pH«*Mdo 
a  los  futuros  anHtrioni's:  bulto  mu«*ho  i-ntrnr  y  nalir 
de  lat'ayos  «le  libr«>a.  abun«lancia  d«*  pastas  y  caldon, 
«le  tabacíis  y  lieoren.  y  rttinmr  dr  riguenr.  los  iuffeuioA 

—  202  — 


-1/7  DIARIO 

se  aguzaron,  espiritualizáronse  réplicas,  discusiones  y 
ocurrencias;  y  para  que  nada  detonara,  hasta  las  lec- 
turas, inclusive  la  del  amo  de  la  casa,  resultaron  muy 
pasaderas  y  agradables. 

27  DE  NOVIEMBRE. — Segunda  remesa  de  pruebas  de 
SANTA.  La  portada  del  libro,  infumable,  tanto,  que 
hube  de  devolverla. 

Sigo  arruinándome. .  . 

1."  DE  DICIEMBRE. — ^lás  prucbas  de  SANTA. 

12  DE  DICIEMBRE. — ¡  ^Milagro  ]iatente,  y  en  esta  fe- 
cha,  más   innegable   todavía ! 

A  la  vuelta  de  su  acuerdo  con  el  Presidente  de  la 
República,  me  llamó  el  señor  Mariscal  a  .su  gabinete, 
para  comunicarme  la  grata  nueva  de  que  hoy  había- 
me conseguido  el  puesto  de  Primer  Secretario  de  nues- 
tra Embajada  en  "Washington.  .  . 

Inmenso  agradecimiento  hacia  mi  venerable  y  des- 
interesado protector ;  y  marcado  malestar  físico  du- 
rante el  resto  del  día  y  la  noche  entera,  en  la  que  dor- 
mí endiantradamente  mal.  Estoy  enfermo  de  dicha .  .  . 

17  DE  DICIEMBRE. — Fcchados  ayer,  entregáronme  hoy 
mi  nombramiento  y  la  orden  de  pago  de  sueldos  y 
viáticos. 

19  DE  DICIEMBRE. — En  cspcra  del  señor  ^lariscal,  en 
las  antesalas  de  la  Presidencia  de  la  República,  cuan- 
do después  de  salir  él  de  su  acuerdo  nos  disponíamos 
a  regresar  a  la  Secretaría  de  Relaciones,  vino  en  su 
seguimiento  el  señor  General  don  Bernardo  Reyes,  y 

—  203  — 


F.  GAMIKfA 

lo  liaiuú  apartí-  con  acentuada  familiaridad  afectuosa: 

—  "Oi^ía  IM.,  Nacho.  .  .   " 

Al^o  hablaron  juntos.  «K*  bracero,  ruiiil>o  a  los  co- 
rredores, dond»'  se  desjiidieron  c«si   festivamente. 

A  mi  vez  «dudé  al  (Jeneral,  >  le  anuneir  (pie  iría 
en  i)ersoim  a  su  MinistiTJo  o  ii  su  casa,  a  pi'dirli-  sus 
órtlene> 

—  Yh  s»',  \.i,  i|ue  s<"  nos  \a   1  d.  a   Wasliiiijílon  ;  i|ue 
tn'ñ  jiara  bien,  y  si  ha  de  mole.stai"sc  en  buscarm»',  va 
ya  mejor  al    .Ministerio,  esta   noche,   después  de  las 
7 .  .  . 

Y  i*n  la  propia  tarde,  .se  su|>o  su  «-aída  sensacional, 
(K>rdada  con  1o<la  enpecie  de  cuiufut arios. 

20  i)K  oiriKMHRE. — Sí'sión  del  Liceo  ■"  Altamirano." 
en  la  casa  d»-  Antonio  <le  la  Peña  y  Kcyes. 

22  i>K  DiriKMBRK. — Dí'Kílc  el  tlía  l!í,  barruntos  de  (pi-- 
IKxleroHOK  inHujos  dieran  al  traste  con  mi  nondua 
ndento :  hoy  deKvan«'<Mérons<»  elo<'uentemente.  con  el 
pajfo  en  la  Teson-ria  d»-  .i:  ().!l4ir:í(».  im¡>orte  de  los 
viáticos  y  (Ir  un  t^rtio  a<l*'lantado  de  sueldos,  ««on- 
formc  a  la  b-y.  Kstoy  dcs|>achailo. 

A  la  tanb',  me  r<'cibió  el  Pn-sidcnte  di-  bi  Ui  piiltli 
cr.  en  an<lienem  privada  ele  despedida. 

Por  Ku  actitud,  por  nl|ro  (pu*  me  dijo  claris  verbii 
y  aljfo  ipie  me  dejó  entender.  í>or  lo  «pie  yo  adiviné, 
llevóme  la  impresión  de  «pie  me  Ik-  ganado,  hasta 
donde  ello  es  relativamonte  ¡xwible.  la  voluntad  de 
<^e  sobornante  genial  y  habiHf(imo. 

Hoy  njuNté  treinta  y  oi'lio  nñoN  ó*-  edad;  no  es  tlo- 
—  204  — 


3/7  DIARIO 

ja  la  "cuelga"  con  que  se  ha  dignado  obsequiarme 
la  Providencia. 

24  DE  DICIEMBRE. — Eli  excursión  votiva,  fui  con  mi 
mujer  a  la  Colegiata  de  Guadalupe ;  y  por  lo  especial 
de  mi  estado  de  ánimo,  como  nunca  me  impresionó  el 
culto  nacional  a  nuestra  Virgen  india.  Bajo  las  naves 
del  templo  venerado,  mi  próxima  novela  RECON- 
QUISTA.— nebulosa  hasta  estas  fechas, — casi  adqui- 
rió forma  completa. 

De  vuelta  a  casa,  esperábame  la  fotografía,  con  fir- 
ma autógrafa,  del  Presidente  de  la  República. 

Y  poco  después  de  anochecido,  salía  yo  de  una  mal 
encarada  casona  en  las  calles  de  Valvanera,  de  liber- 
tar mis  muebles  de  las  zarpas  logreras  que  tenían- 
los estrangulados,  y  de  paso,  a  mí  con  ellos. 

31  DE  DICIEMBRE. — Sí  110  fucra  por  la  gravedad  sin 
esperanza  de  alivio  de  mi  hermana  la  señora  viuda 
de  Alcalde,  cada  día  más  próxima  al  sepulcro,  vícti- 
ma de  un  cáncer  tan  implacable  como  el  que  cargó 
con  Jesiis  Contreras,  la  noche  de  este  fin  de  año,  al  la- 
do de  mis  gentes,  habría  sido  feliz  del  todo.  Sin  em- 
bargo, al  sonar  las  12  hubo  sus  brindis  familiares,  mu- 
tuos augurios,  caricias  verdad.  Y  yo,  dentro  de  mí, 
pensaba : 

— ¡  El  año  ha  muerto,  viva  el  año,  sí,  viva  la  Vi- 
da!..  .  A  Washington,  a  luchar  y  a  vencer  los  malos 
instintos  y  las  viejas  lacras,  para  que  a  mi  hijo,  cuan- 
do crezca  y  me  juzgue,  no  le  dé  pena  el  haber  sido 
hijo  mío.  .  .  ¡Dios  sea  loado! 

—  205  — 


F.  GAMBOA 

Y  lo8  silbatos  (le  máquinas  y  fábricas,  las  campa- 
nas a  vuelo  de  los  templos  ensonlecen  la  ciudad  vi- 
rreinal;  exteriorizan  el  miedo  a  la  Muerte  de  esta 
(X)bre  bumanidad  cobarde  y  flaca  :  su  ansia  infínita 
de  seguir  viviendo,  no  obstante  las  espinas  y  amargu- 
ras ((ue  loü  inciertos  mañanas  nos  tienen  reservados; 
el  júbilo  meramente  animal  y  físico,  de  haber  vivido 
un  año  más.  .  . 


—  20C  — 


1903 


1."  DE  EXERO. — Mucho  me  congratulan  en  la  calle. 
diz  que  por  el  Año  Nuevo  y  por  mi  nombramiento  pa- 
ra Washington.  .  .  Y  yo,  al  igual  de  todo  gato  escal- 
dado que  del  agua  Iría  huye,  huyo  de  creer  en  la  sin- 
ceridad de  un  noventa  y  cinco  por  ciento,  cuando  me- 
nos, de  tales  felicitaciones. 

Estuve  en  Palacio,  con  Pepe  Algara, — Subsecreta- 
rio de  Relaciones  Exteriores, — y  los  jefes  de  Sección 
del  Ministerio,  para  participar  en  la  felicitación  ofi- 
cial al  Presidente  de  la  República. 

Luego,  a  felicitar  en  grupo  al  señor  Mariscal,  con- 
finado en  su  casa  a  consecuencia  de  la  gnppe.  que  in- 
faltablemente  lo  ataca  todos  los  inviernos. 

2  DE  ENERO. — A  pesar  del  jnejoramiento  que  ello  rae 
trke  aparejado,  con  algo  de  tristeza  quitamos  nues- 
tra casa.  .  .  que  todas  las  ausencias  son  amenazan- 
tes por  desconocidas  e  inciertas. 

Por  fuera,  hemos  dado  principio  a  las  compras  y 
gastos  precursores  de  los  viajes. 

7  DE  ENERO. — Estuve  a  despedirme  de  don  José  I. 
Liraantour.  y  contra  lo  que  me  esperaba  por  las  fal- 

—  207  — 


F.  GA}fH(tA 

sas  historÍH.s  venidas  hasta  mi  oído,  lu  hallé  cordial 
y  afí'otiioso.  .  .  ••spasnuMlicainrnto  af«H'tnos<í,  srjfún  ««s 
él,  un  iioiiihn'  dr  hielo  «luc  inantienc  a  distancia  a  su 
interlocutor,  aun(|uc  al  recibirlo  se  haya  adelantado 
a  lino  K<»nri«'nte  y  cordial,  <'on  las  uumos  tendidas.  .  . 
de  súhito,  encastillase'  en  su  res«Mva  habitual  c  in(|ui- 
sitiva.  casi  depriinento,  el  ceño  fruncido,  el  mirar  in- 
terroffante  y  frío,  su  jis|n'cto  todo  respirando,  a  sa- 
bi<*ndas  o  nó,  una  superiorida*!  (pie  lastima.  Ksn  frial- 
dad, tén^ln  para  raí  como  la  principal  eausai  de  su 
«•Kca.sa  |M>pularidad.  Limantour  no  w^rá  nunca  |>opu- 
lar;  es  un  priK-rr  (|U»'  ni  vibra  ni  hace  vibrar,  tpio  re 
calca  las  distancias.  El  se  queda,  allá,  en  sus  alturuK 
<le  dinero,  de  posición,  de  cultura  refinada,  en  la  ari- 
dez «!«•  sus  problemas  monetarios.  No  s«*  le  conocen 
amifroR  íntimos,  de  loa  que  nunca  ae  nos  tteparan.  Es 
un  solitario  y  un  avaro  <lc  ]>alabras:  apan-ntrnientc, 
avaro  d»*  aft*ctos.  salvo  <|Uf  ff»ii  su  fumilia  los  prodi- 
^le  y  inafriiifiqíie. 

I)uranti*  niu'stra  entrevista,  se  nw  pr«s«'nta  i-on  las 
faces  sucesivas  (pie  ya  le  he  advertulo  en  ocasioin's 
anteriorea:  un  tantico  periñfleur,  con  ifrandea  viatas 
para  cierto«  problemas  naeionab-s.  vistas  «le  ho- 
ciólof^  y  de  espíritu  archicultivado.  auiupie  más 
doctrinario  <|Ue  práctico;  en  aNuntoN  financieros,  -qiu- 
yo  d»'sconoz«'o  |»or  carencia  de  preparación  y  ¡>or  in- 
veuí'ible  n  pu(;nancia  y  antipatía.— un  «"onHumado  ex- 
{terto;  en  |M>litica,  cauto,  con  sus  amhiciomii.  si  alfru- 
na  tiene,  ilomeñadas  y  ocultas*,  liejnndo  en  cambio 
que  aNonifi).  a  |H*sar  de  su  auto-ilominio  de  t«*mpano. 
desfX'choN  y  enconos  fufiritivos.  hijos  d«*  lo  mal  que  lo 
han    ju7|rado   sus   cnemifros.    ])•>    cualquiera    manera. 

—  208  — 


MI  DIARIO 

es  un  hombre  superior,  que  se  iinjíone ;  con  menos  de- 
voción a  los  números  y  los  caudales,  y  más  calor  en 
el  alma,  sería  mi  candidato  para  la  Presidencia  de  la 
República,  y  sería  un  Presidente  quizás  superior  al 
nivel  de  los  que  hayan  de  gobernarnos,  cuando  desgra- 
ciadamente el  General  Díaz  desaparezca. 

9  DE  ENERO. — Le  compré  a  Paco  Mas  dos  primorosos 
óleos:  una  Tentación  de  S.  Antonio  y  un  Vaquero 
Cordqbés,  que  seguramente  llamarán  la  atención  de 
los  washingtonianos  llamados  a  contemplarlos,  y  que 
han  de  significar,  en  el  inminente  destierro,  un  hala- 
go para  mis  ojos  de  latino,  ávido  de  color  y  de  luz. 

10  DE  ENERO. — Comida  en  la  casa  de  Luis  Urbina, 
con  su  familia.  Sus  dos  chiquillas,  me  obsequian  de 
sobremesa  con  una  pieza  en  el  piano,  que  ejecutan  a 
cuatro  manos. 

Juntos  vamos  luego  a  que  yo  me  despida  de  Justo 
Sierra ;  y  ya  anochecido,  nos  corremos  hasta  el  estudio 
del  pintor  Germán  Gedovius,  que  está  haciendo  un 
retrato  de  Luis.  Como  por  la  falta  de  luz,  no  hubo 
sesión  de  pose,  Gedovius,  que  es  un  niño  a  pesar  de 
su  edad  y  de  su  cuerpazo,  nos  cuenta  en  su  pintores- 
ca jerga  semiteutona  y  semicastellana,  congestionada 
de  infinitivos,  de  su  vida  en  Alemania,  de  sus  pro- 
yectos; y  acaba  mostrándonos  sus  cuadros  actuales, 
bocetos  y  manchas  de  antaño,  y  los  dos  animalitos  que 
le  endulzan  su  existir  de  anacoreta:  una  apipizca  y 
un  gato  que  se  le  acercan  sin  recelos,  el  ave  acuática, 
graznando  y  con  las  alas  extendidas,  el  morrongo,  con 


209 


F.  V-AMIIOA 

el  ralK)  fivcto.  fnart'ado  el  lomo,  coutriií«ias  las  pupi- 
las «le  suM  ojos  de  á^ata..  . . 

12  ÜI-:  ENKBO. — Cejia,  en  la  casa  do  Arturo  l*a/.. 

17  OK  ÉX ERO.— Sesión  di'l  Licfo  "  Altainiraiio,"  en 
el   rt  sítiurnnt   Sylvaiu. 

Práctica  nueva  v  agradalile.  (jue  consiste  en  einar 
affnijiados,  y  des|>ués  de  la  eeiia  «'seuchar  lecturas, 
abrir  di.scusione.s,  etc. 

1^8  socios  {{uv  concurren  pajean,  al  sjdir.  el  ifli|M)rte 
de  8U  euHieiib,  de  antemano  arrej^lado  con  desi'uento. 
Do'  este  ni'o<ló,  ni  Joacjuín  I),  (asasú.s  es  el  anfitrión 
per^nhe';  ni  los  rt'stantes  niiiMubros  del  Liceo,  entre 
los  (pie  más  abundamos  i)obres  (pie  ricos,  se  ven  sa<'ri- 
ficadoH  la  noche  ipie  en  «u  ca.<ía  .se  celebrara  seííión, 
así  fi¿loi6ft*<>cieyeíu  hdrehatad  y  Bizcoclio(í  de  Aiubri/. 

20  HK  KNERO. — Cena  en  la  ca.sa  de  Antonio  de  la  J'e 
ña  y  Jl^ey^^,^  Si}  brindis  carp'iosu  c  intelif^ente,  con 
el  qiM:  n^e.£elk>it^,  uie  aplaude. y  jne  eatliuiüa. 

2á*  DE  ENERÓ.— Ésta  noí'he  me  lie  oiH*rado  de  las 
cataratas  de  mi  espíiitu. 

AI  ciibó  do  niucbo  meditarlo,  y  conveniMtlo  <li'  (pie 
ífeílo  <^  el 'aenode  T)io8  debemos  refugiarnos,  desí-n- 
gjifiado, — ya  era  tiemi>o, —  (le  todos  y  de  todo,  con 
vencido  de  fpie  el  Kcl(>H¡áKt«''s  tiene  raz(»ii,  de  vuelta 
de  Tnni^ias  tem|M«stades  y  siniestros,  rpie  pudieron  V 
debieron  balx-rnie  aiii(piilado  moral  y  materiulnien 
te.  eon  más  eanaN  i>or  dentro,  de  las  muebnH  (pie  ya 
blanrpiean  mi  cabeza,  viejo  iiremaluro,  retorno  d« 
Itonísiino  grado  a  mi  fe  infantil,  la  «pie  no  ra7x>nA  ni 

—  210^ 


MI  DIARIO 

discute,  la  que  cree  totalmente,  simplemente,  eterna- 
mente, la  que  consuela  y  levanta,  la  que  promete  y 
sana .... 

Y  fui  y  me  confesé  con  el  P.  Labastida,  Prepósito 
de  la  Profesa ;  un  sabio  var(3n,  mi  amigo  y  compañero 
de  Academia. 

Me  confesó  en  su  espacioso  gabinete  de  trabajo, — 
primorosamente  puesto,  por  cierto,  en  la  quinta  de 
su  propiedad,  en  Coyoacán, — a  la  hospitalaria  luz 
de  su  lámpara  eléctrica  con  pantalla,  que  nos  alum- 
braba desde  lejos,  desde  la  mesa  colmada  de  libros  y 
papeles,  en  que  se  alza  un  Cristo  crucificado  de  me- 
diano tamaño.  Sentóse  el  Padre  bajo  las  ventanas 
entreabiertas  que  caen  a  su  huerto  ensombrecido  y 
desierto,  por  las  que  de  tiempo  en  tiempo  nos  entra- 
ban ráfagas  tibias  que  olían  a  flores.  .  . 
^  Una  confesión  amplia,  en  voz  alta,  como  la  ha- 
bía yo  anhelado,  con  hombre  de  talento,  de  larga 
práctica  en  este  tribunal  que  repugnamos  porqíie 
acercarse  a  él  significa  un  enorme  sacrificio  de  nues- 
tro amor  propio,  de  nuestras  incurables  vanidades... 
Entre  él  y  yo,  ahondamos  mucho  en  mi  pobre  vida 
muerta,  en  mi  vida  de  ayer...  Y  me  concedió  hasta 
el  recurso  de  la  defensa,  de  que  alegara  yo  atenuan- 
tes a  mis  momentos  de  culpa  y  de  flaqueza ;  dis- 
cutimos varias  de  mis  faltas,  y  cuando  terminamos, 
cuando  su  mano  me  bendijo  en  señal  de  perdón,  y 
sus  labios  pronunciaron  las  palabras  rituales,  me  alcé 
aligerado  y  satisfecho,  vuelta  mi  memoria  a  las  épo- 
cas en  que  mi  madre  me  esperaba  cerca  del  confe- 
sonario, allá,  en  la  vetusta  iglesia  de  San  Fernando, 

—  211  — 


l)aia  (jiu*  a  su  lado  futia  yo  rezando  las  oraciones  que 
la  confesión  reclama. 

Y  por  largo  espacio,  ti  Padre  y  yo  nos  entregamos 
a  conversa  amistosa,  me  enseñó  sus  preseas  biblio- 
gráficas, la  joya  <lel  domicilio:  un  órgano  extran- 
jero, (jue  él  suele  tocar,  y  (jue  cubre  casi  todo  un  mu- 
ro de  su  oratorio  privado. 

.Salí  a  la  calle,  y  mientras  me  recogía  el  tranvía 
bajo  los  árboles  añosos  de  la  calle  principal  de  Co 
yoacán,  pensé  con  tristeza  en  nuestros  libre-pensado 
res  de  cartel,  que  repugnan  las  prácticas  del  culto 
que  s*»  declaran  irreducibles  e  incapaces,  por  cnn 
viciión,  de  prosternarse  ante  Dios;  a  reserva  de  be 
.sar  las  botas  de  cuabpiier  dispensa«lor  »le  mercedes  y 
siu'blos,  y  de  arrodillarse  ante  los  i)r('>eer»'s  y  los  des 
jMjtas. 

I*refíei*o  prosternarme  ante  Dios,  y  proclamarlo  a 
los  cuatro  vientos,  ya  <jue  mi  buena  fortuna  me  ha 
permitido   <|Ue   nunca   me   humille   ante   los   hombres. 

24  DE  ENERO. — Comunión  muy  matinal,  m  la  Cole- 
giata dr  («uadalupe.  m  (*ompañía  «b'  todas  las  per- 
sonas i\r  mi  familia. 

¡  Haría  '2'.i  años  que  no  comulgaba  yo!.  .  . 

I*rofuiidisima  emoción  en  el  síílemm-  instante  de 
Minnir  la    Forma. 

28  DE  K.NERO. — Níiestra  i)arti«la  de  México,  i>or  el 
*' nocturno*  cb*  ^'eracruz.  La  estación,  pictórica  de 
parientes  y  amigos. 

2í>  i>E  ENERO. —  En  Veracruz  casi  «-I  día  ent«ro,  has- 
ta  las  4   de  la   tarde,  en   rpir  /arpamos  a   bordo  del 

-  212  — 


MI  DIARIO 

paquete  yanqui  "Havana,"'  rumbo  a  Nueva  York. 
El  tiempo,  magnífico. 

Recibí,  en  el  puerto,  la  confidencia  de  un  amigo 
recomendable  por  los  cuatro  costados,  padre  ejem- 
plar y  marido  muy  merecidamente  alabado.  Y  sin 
embargo,  tuvo  su  caída  sentimental :  un  collaf/c  que 
pudo  ser  de  consecuencias,  y  del  que  lo  apartó  el  tac- 
to de  su  esposa,  sabedora  del  hecho,  pero  prudente 
y  discreta  hasta  lo  último.  Nunca  le  hizo  el  menor 
reproche.  ¡  Todos  somos  iguales  frente  a  las  tenta- 
ciones; el  mal  no  radica  en  nosotros,  sino  en  la  es- 
pecie humana  que  es  de  suyo  incurable ! 

31  DE  ENERO. — Frente  a  Progreso,  desde  por  la  ma- 
ñana. 

Los  que  se  quedan  en  Yucatán  y  los  que  de  Yu- 
catán suben  a  nuestro  bordo,  acusan  en  sus  mira- 
das y  palabras  una  insaciable  sed  de  riquezas ;  la 
que  provoca  y  suele  apagar  el  Pactólo  del  henequén, 
gracias  a  que  los  dueños  de  la  bienaventurada  fibra 
gastan  a  raudales  sus  ganancias,  lo  mismo  en  jorna- 
les que  en  alhajas  y  \'iajes  y  despil farros.  La  pe- 
nínsula se  halla  en  plena  bonanza,  y  de  ahí  estos  afa- 
nes por  venir  a  ella,  a  pesar  de  su  clima,  y  en  ella 
enriquecerse  pronto,  lo  más  pronto  que  se  pueda, 
aun  a  trueque  de  la  salud  y  de  la  vida.  .  . 

Un  vendedor  de  canarios,  que  los  realiza  al  módi- 
co precio  de  diez  pesos  cada  uno,  me  cuenta  que  sus 
viajes  de  Progreso  a  los  vapores,  y  de  éstos  a  Pro- 
greso, holgadamente  los  saca  de  las  gardenias  que 
también  vende  a  los  viajeros. .  . 

Al  atardecer,  levamos  anclas. 

—  213  — 


F.  (iAMIiOA 

\°  DE  FEBRERO. — Mareo  general  a  bordo,  (juc  a  noso- 
tros se  nos  conipliea  eon  una  alta  y  re|>ontina  calentu- 
ra que  invade  a  mi  hijito. 

2  DE  FEBRERO. — A  las  2  p.  ju.  heuios  entrado  en 
la  Habana,  y  aunque  desde  las  époeas  de  la  domina- 
ción española  no  había  yo  vuelto  a  verla,  apenas  si 
paro  mientes  en  su  aspecto,  lindísimo  siempre  desde 
la  bahía.  Por  lo  pronto,  más  me  preocupa  procurar- 
me un  buen  médico  de  tierra,  que  atienda  :i  mi  hijo, 
del  todo  vencido  por  una  temperatura  muy  alta  y 
por  una  tosecilla  qin-  me  enloípirce.  .  .  Bríndame  sus 
servicios  uno  d(>  los  facultativos  venidos  con  la  Sa- 
nidad.— anciano  vivaz  y  a^^radable  (pie  simpatiza  con 
mi  aflicción.  i)or(|ue,  se^ún  me  dice,  ««s  más  (pie  pa- 
dre, es  abuelo. — ausculta  a  ujiestro  enfermito  con  es- 
pecial detenimiento,  diagnostica  una  a^^uda  broiupii- 
tis  y  nos  autoriza  a  que  si^rainos  nm-stra  travesía  sin 
temores  por  los  ^;randes  fríos  que  habi-emos  de  encon- 
trarnos en  Nueva  York.  INm-  añadi<lura.  me  «-nseña 
a  conocer  el  síntoma  ineípiívcx-o  <ie  la  pulmonía,  en 
los  niños  sobre  todo : 

— "Hay  pulmonía  cuanil»»  el  jtaeiente  jadea  y  res- 
pira dilatando  las  narices." 

Hasta  entonces  no  me  doy  e\ieiita  de  la  nueva  físono- 
raía  de  la  Habana,  en  la  persona  de  su8  celadores  y 
flemas  funcionarios  «pie  di.senrriMi  por  el  barco;  en 
la  multiplicidad  de  banderas  cubanas  (pie  Haeiide  la 
bri.sa :  en  las  placas  flamantes  de  Ion  fruardas,  con  las 
iniciales  de  "  R.  ('.'  '  Repúliliea  Cubana  i.  Ya  son 
libres,  o  por  mejor  decir,  ya  creen  ser  libres — ¡como 
si   alguna   vez  los    ¡uieblos   lo   fueran!... — ya   nacu- 

—  211  — 


MI  DIARIO 

dieron  el  yugo  español  y  han  tomado  a  lo  serio  su 
metamorfosis  republicana,  tanto,  que  en  exámenes  e 
interrogatorios  a  nosotros  los  pasajeros,  en  las  remi- 
siones a  la  cuarentena  de  Triseornia,  de  los  sospecho- 
sos, en  sus  ademanes  y  palabras  antójanseme  republica- 
nos demasiado  dernier  ct-i,  criaturas  empeñadas  en 
demostrar  a  las  personas  mayores  que  son  muy  serie- 
eitos,  muy  acreedores  a  la  distinción  de  que  los  han 
hecho  objeto ...  Y  es  necesario  rememorar  lo  épico  y 
prolongado  de  su  insurrección,  el  afán  que  todos  pa- 
decemos de  soñar  siquiera  con  que  nos  hemos  adue- 
ñado de  la  Libertad,  para  no  censurarles  el  que  es- 
tén con  su  república,  como  chiquillos  con  zapatos  nue- 
vos. El  tiempo  y  sus  naturales  desengaños  se  encar- 
garán de  irles  minorando  estas  arrogancias  de  los  pri- 
meros momentos;  se  encuentran  en  la  luna  de  miel 
con  su  conquista. 

Imposibilitado  de  desembarcar,  tumbóme  después  de 
comer  en  uno  de  los  sillones  plegadizos  de  lona,  a  fu- 
mar mi  tabaco,  y  entablo  plática  confidencial  con  un 
aduanero  cubano  sobre  la  voladura  del  "Maine,"  cu- 
yo esqueleto  crispado  y  retorcido  surge  de  las  aguas, 
a  modo  de  maldición  o  de  amenaza ... 

El  aduanero,  afirmándome  que  es  el  eco  de  la  ma- 
yoría de  la  opinión  en  la  Isla,  confirma  mis  apren- 
siones y  conjeturas  formuladas  a  raiz  del  trascenden- 
tal sucedido:  el  "Maine"  fué  volado  por  alguien  in- 
teresado en  precipitar  el  conflicto, — insurrecto  o  yan- 
qui,— y  no  por  manos  españolas. 

Alejado  mi  aduanero,  recogidos  mi  mujer  y  mi  hi- 
jo, quedóme  enteramente  a  solas  frente  a  la  poética 
ciudad  voluptuosa  y  disoluta,  hecha  una  ascua  de  oro 

—  215  — 


F.  (iAMIiOÁ 

a  causa  do  lo  j>o«í»to80  c1<*  su  iluiniuación  pródiga.  .  . 
Y  "hastii  A  barco  iniíuivil.  diluidos  cu  la  distancia  y 
cu  la  pureza  de  la  Jioclic  cstrcUatla,  licúan,  intcrini- 
teiitcH  y  muy  desvanecidas,  las  palpitaciones  de  su  vi- 
da tro¡)ical  y  pcrHistcnte.  .  .  Ks  una  ciudad  iusouinc, 
caliente  nido  di-  anuir  y  de  dolor,  por  lo  mucho,  mu- 
chísimo, que  ha  amado  y  cpie  ha  sufrido. 

3  i>E  KFJiKKRo. — A  eso  d»*  las  4  de  la  tard»'  empren- 
demos nuestra  marcha,  eou  velocidad  máxinuí  para  la 
andadura  d«'  la  nave:  |)i-onto  hacemos  diecis»''is  millas 
por  hora,  y  vamos  empujados  por  la  "Corriente  del 
Cíolfo.' 

4  DK  KtiiKKKo. — En  pleno  uc«'*ano.  A  la.s  VI,  s^'  averi- 
IJTua  que  la  siufíladura  monta  a  3H2  millas.  Si  a  tal  paso 
continuáramos,  arribaríamos  a  Nueva  York  el  viernes 
por  la  taide. 

Nuestro  hijo,  sin  calentura. 

;')  i»K  KKUKKKo. — Kn  conmemoracitin  de  nuestra  (ar- 
ta Magna  (y  tan  magna.  .  .  i,  el  bu(|ue  ha  salta«lo  des- 
esperadamente, derribando  de  nuin^  a  to«lo  el  pa- 
saje. 

Muy  deprimi<io  mi  hijo.  .  . 

6  DK  KKiiKKRo. — I*o<'o  autí's  del  mediodía  avistamos 
Nueva  York,  y  cuando  nos  hallamos  a  la  altura  de 
Sandy  Hook.  h»*  nos  incor|>orH  el  piloto,  disminuye 
el  barco  s»is  andan-s,  y  desgarran«lo  la  «b-nsa  neblina 
invernal  (pie  eonuia  a  la  ( 'iu«la<Mmperio  y  su  lar- 
guísima coHta.   la  enorme  níetró|H)li  surg»*   b-ntanien- 

-  216  — 


MI  DIARIO 

te,  majestuosamente,  resistiendo  el  frío,  un  frío  po- 
lar que  nos  veda  la  permanencia  sobre  cubierta .  . . 

Segunda  detención,  para  recoger  a  los  empleados 
fiscales  y  sanitarios,  implacables  y  bruscos.  Como  quie- 
ra que  se  hallan  oficialmente  informados  de  mi  lle- 
gada, me  allanan  las  molestias  indispensables  de  los 
desembarcos,  y  llevan  sus  atenciones  hasta  permitir- 
me que  un  carruaje  de  punto  penetre  en  el  muelle, 
a  fin  de  que  los  cierzos  helados  que  soplan  y  gruñen, 
ofendan  a  mi  hijito  lo  menos  posible.  .  .  .¡Dios  se  lo 
pague ! 

En  el  propio  muelle,  Gervasio  Pérez,  condueño  del 
liotel  "América"  y  viejo  amigo  mío,  me  brinda  su  ca- 
sa, nos  empaqueta  en  el  simón  y  nos  despacha  hasta 
la  University  Place.  .  . 

Conforme  vamos  penetrando  en  las  entrañas  del 
monstruo,  que  principia  a  encender  las  grandes  lu- 
ces de  sus  plazas,  avenidas  y  calles,  y  las  innúmeras 
de  sus  tiendas  y  edificios ;  conforme  al  través  de  los 
cristales  empañados  del  cojitranco  coupf,  podemos  me- 
dio divisar  nuestro  recorrido,  intermitente  por  lo  inten- 
so del  tráfico,  y  palpar  el  hormigueo  de  seres  apresu- 
rados que  vienen  y  van,  el  golpe  de  vehículos  de  to- 
dos géneros,  la  magnitud  de  los  inmuebles  cuyo  rema- 
te no  alcanzamos  a  distinguir  desde  los  interiores 
del  coche  que  se  detiene  a  cada  paso,  todos  nos  calla- 
mos, y  mi  hijito  hasta  se  incorpora  en  mi  regazo  pa- 
ra mejor  contemplar  el  inusitado  aspecto.  j\Ii  silencio 
es  quizá  el  más  reconcentrado,  sobre  que  a  cada  sitio 
que  identifico,  a  cada  rincón  que  me  resulta  un  anti- 
guo conocido,  resucita  mi  juventud,  y  una  muchedum- 

—  217  — 


F.  <;amií(í.\ 

bre  de  recuerdos  de  haee  ¡  23  años  I  échauseme  enei- 
ina.  .  . 

Llegados  al  liotel,  enviamos  en  biisea  de  un  médico, 
el  Dr.  Henna,  portorriqueño  de  oripen  y  muy  me- 
recidamentf  leputado  mire  la  colonia  »'S})añola. 

Nos  vuelve  el  alma  al  cuerpo  con  su  prom'ístico  df 
inmediato  alivio,  y  para  celebrarlo,  salimos,  a  pesar 
<lel  frío  excesivo,  a  comprarle  a  nuestii)  nuichacho 
una  i-aja  de  soldados  (pit-  nos  tenía  pt'diila. 

7  nK  FmiRERo. — Incontables  los  lambios  y  nu'jora- 
mientos  (pie  advierto  en  Nueva  York.  ¿  Hasta  dónde 
parará  <■]  prodijrioso  progreso  de  este  pueblo  extraor- 
dinario?. .  . 

Lo  «pie  no  cambia  mucho  es  el  tipo  étnico  del  yan- 
<pii.  Es  el  mismo  de  los  principios,  el  mismo  (pie  yo 
conocí,  el  cantado  i)or  Whitman;  más  simpático  «'U 
lo  pei-sonal  <pie  en  lo  eob^ctivo;  en  nuircha  hacia  toda-s 
las  con<piistas;  ambicioso,  resuelto,  brutal;  mátpiiua 
perfeccionadísima  de  hacer  dinero;  celoso  guardián 
<le  sus  libertades  individuales,  de  la  religio.sii  princi- 
palmente, causa  y  origen  de  las  demás;  atlético.  nie- 
dio   niño  a   las  veces,    i)eligroso  y   admirable.  .  . 

\j»,  americana,  bella  \  frivola  en  su  juventud,  />íí.s- 
hliu  cuando  madura,  encantadora  ciumdo  vieja  por 
el  delicado  aspecto  (pie  adijuiere  de  grabado  en  ace- 
ro: románticü  y  extravagante,  algo  .soña»loia.  la  má- 
quina más  |)erfeceionada  de  gastar  dinero.  . . 

H  DE  FKBRKRO. — Lluevp  v  es  domingo,  dos  circuns- 
tancias capaces  en  esta  ciuda<l  bori'al  y  protestante, 
de  «pie  hasta  las  estatuas  de  bron<'e  se  coman  de  mo- 
rriña y  «le  nostalgia. 

-  LMK  — 


MI  DIARIO 

Misa  en  San  Francisco  Xavier,  rezada,  con  positi- 
vos trabajos  para  leer  nuestros  libros,  por  las  sombres 
qne  anegan  el  templo. 

Excursión  vespertina,  en  haudsome-cah,  hasta  el  fa- 
moso Parque  Central,  por  en  medio  de  los  apreta- 
dos hilos  de  lluvia,  incesantes  y  tercos.  Todo  me- 
lancólico y  vestido  de  niebla,  de  una  gasa  que  evo- 
ca otros  soles  y  otros  climas,  y  que  nos  fuerza  a  mi 
mujer  y  a  mí,  a  asirnos  de  las  manos  y  a  no  despe- 
gar los  labios;  nuestros  pensamientos,  como  golondri- 
nas ateridas,  volando  rumbo  a  ]VIéxico..  . 

9  DE  FEBRERO. — Compra  de  gran  parte  de  nuestros 
muebles,  en  los  grandes  almacenes  de  Wannamaker 
con  los  que  llenaremos  la  tienda  que  nuestra  estre- 
lla nos  depare  en  Washington.  Merma  considerable 
de  mis  haberes. 

Por  la  noche,  en  la  Academia  de  ]\Iúsica,  a  ver 
"Florodora." 

Y  a  la  salida  del  teatro,  cena  en  un  café  de  Broad- 
way ;  y  a  vagar  luego,  por  estas  calles  inmensas  y  po- 
pulosaS  cuando  son  arterias,  y  sombrías  y  taciturnas 
cuando  son  transversales. 

10  DE  FEBRERO. — Embarcados  en  el  suntuosísimo 
"Congressional  Limited"  de  la  compañía  del  Pennsyl- 
vama  Railroad. 

Casi  siete  horas  de  devorar  leguas  y  leguas  de  ca- 
minos nevados ;  de  columbrar  estaciones  y  poblados 
importantes,  a  entrambos  lados  de  las  cuatro  vías  de 
rieles.  Encuentro  inopinado  y  grato  con  Federico  Me- 

—  219  — 


F.  GAMBOA 

jía,  de  El  Salvador,  Secretario  o  Encardado  de  Nego- 
cios de  sil  país. 

Ya  de  noche.   Iletrada   a    Wáslnií^ton ;   .Manuel   To- 
rres Saf^a-seta  eon  .su  familia,  Alfredo   I>arron  y   Ro 
drigo  Azpíroz,  esperándonos  en  el  paradero. 

Grata  la  priuwra  iiupn'.sión  de  e.sta  eindad  ;  apostMi- 
taniiento  en  ti  hotel  " ('tuina n"  y  colacic'tn  «mi  A 
rcsfauraiit  del  ".\)ir   Willdid." 

11  i)K  FuiKEKO. — Presentación  ofieial  ant»-  el  Einha- 
jador,  en  su  de.spacho,  y  anti-  los  Sccntarios,  en  la 
caneillería.  .  . 

Innecí'saria  una  sinopsis  dt*  mis  futuros  eomj)añe- 
ros  y  jefe;  casi    todos    vidllfs    cohikií.'ísuhí  < s,    htlasl 

Paisaje  de  invierno  en  la  eindad  ;  y  eomo  errata  eoni- 
pensación,  pruebas  de   S.\NTA.    por   el    correo. 

12  DK  FEnRF.RO. — En  el  I  )epartameli1o  de  Kstado. 
con  el  Embajador,  a  «pie  me  eonozea  .Míster  John 
Hay.  rph'  es  el  actual  Secretario. 

El  Departamento  de  Estado  o<Mipa  una  buena  |)or- 
ci6n   <h'l    soberbio   edificio    uíás   comúnmente   di*nomi- 
nado  Departamento  di'  (Inerra  y  Marina,  ponpie  t\ste 
último  lo  llena  en  casi  su  totalidad.  Es,  sin  eiid)ar>fo. 
amplio  y  bastante  a  las  necesidades  de  su   fuin-iona 
miento,   a   pe.sar  de  (pie   las   relaciones   internaciona- 
leB  de  los  EE.  W.  no  ¡lueden  ser  ni  nuts  importan 
tes  ni  más  numerasas.   Dominan  en  su  aspecto  jfene 
ral,  decorado,  mobiliario,  porqutts.  iluminación  y  tn 
maño  de   antesalas,    pasillos,   oficinan   y   salones,   una 
8«nerida<l   «pie   mucho  cuadra   con   el   clima   del    país 
y  lofl  orígenes  protestant*»»  de  la  ra^a,  y  ciertos  airea 

—  220  — 


(  MI  DIARIO 

de  incuestionable  grandeza.  La  servidumbre,  lo  mis- 
mo que  en  casi  todas  las  dependencias  gubernamen- 
tales, está  exclusivamente  encomendada  a  los  negros 
o  "gente  de  color"  {colorea  people,)  según  aquí  dis- 
paratadamente se  les  llama  en  inglés,  supuesto  que  el 
negro  es  la  negación  del  color. 

Fáltame  averiguar  si  esta  predilección  por  los  ne- 
gros, es  anterior  o  posterior  a  la  gloriosa  presiden- 
cia de  Lincoln. 

Un  moreno,  pues,  y  de  categoría,  nos  despojó  de 
abrigos  y  nos  ofreció  asientos,  en  tanto  el  señor  Hay 
concluía  con  la  persona  que  nos  había  precedido  en 
la  audiencia. 

Vino  nuestro  turno,  y  campanudamente  anuncia- 
dos, penetramos  en  el  despacho,  solemne  por  sus  an- 
churas, tapicerías,  retratos  al  óleo  y  escasa  luz,  del 
Secretario  de  Estado  de  los  EE.  UU.  de  América. 

Imponente  el  señor  John  Hay,  de  pie  y  apoyada  una 
mano  en  el  extremo  de  larga  mesa  sin  carpeta,  en  que 
despacha  y  recibe.  Frisa  en  los  cincuenta  años,  no 
es  muy  alto,  pero  sí  ancho  y  fuerte,  viste  pulcramen- 
te jaquette  negra  y  pantalones  obscuros ;  gasta  bar- 
ba y  bigote,  más  enblanquecidos  que  castaños;  usa 
lentes  de  oro  y  cordoncillo ;  mira  con  fijeza,  como  aquí 
por  educación  y  hábito  miran  todos  los  varones,  y 
amiga  ligeramente  el  ceño ;  habla  despacio  y  en  in- 
glés purísimo ;  se  muestra  atento,  aunque  guardando 
las  distancias;  la  sonrisa  es  fácil,  pero  un  tanto  facti- 
cia ;  su  conjunto  atrayente,  de  hombre  civilizado  y 
distinguido. 

Me  recibe  con  los  lugares  comunes  de  rigor  para  es- 
tas presentaciones  vanas  y  de  mera  fórmula;  y  póne- 

—  221  — 


F.  GAMBOA 

se  al  habla  con  el   Embajador,  en  un   francés  muy 
convencional  y  cosmopolita  por  parte  ilc  ambos. 

Examinólo  a  mis  anchas,  su  frente  es  vasta  y  abovt'- 
dada,  de  hombre  de  pensamiento;  la  mandíbula,  pro- 
nunciada, de  hombre  de  acción ;  mezcla  frecuente  en 
estas  latitudes,  (jue  así  las  han  puesto  en  cimas  s»)- 
ciolúgicas  y  políticas,  de  las  que  nosotros  andamos 
tan  ayunos  y  menesterosos.  Y  reconstruyo  sus  ant<*- 
cedcntes  •!»'  jov^n  sin  caudales,  empicado.  ])r¡iin'ro.  y 
secretario  particular,  después,  del  coloso  d»-  Ahiahaiii 
Lincoln,  cuya  vida,  ejemplar  y  casi  santa,  ha  <<«•  ha- 
ber moldeado  su  pioi)io  espíritu...  Luego.  caU-uIo 
su  temperamento  de  escritor,  sus  servicios  como  Se- 
cretario de  Legación  a  los  principios,  su  pentuuieiieia 
en  España,  domle  pensó  indu«iabU*iiiente  su  libro  pu- 
blicado más  tarde  bajo  el  título  de  "Días  Castella- 
nos;" en  seguida,  sus  ascensos  hasta  .Ministro  Ph-nipo- 
tenciario  cerca  <le  la  eortí'  de  Saint  .laim-s:  la  atilielada 
visita  a  la  vieja  Inglaterra.  <pu'  t«»dos  U>s  individtios 
de  relieve  en  esta  tierra,  han  llevath»  a  eaho  con  fruto. 
— Hawthorne,  entiv  otros.  Por  remate,  compláceme 
su  encuml)ramieuto,  ganado  a  puño,  hasta  la  Se- 
cretaría de  Estado.  <'on  el  iiuilaventuiado  de  MeKui 
ley  antes,  y  ahora  con  el  impulsivo  de  Koos«velt .  .  . 

De  vez  en  cuando,  tercio  en  la  conversación  des 
mayada,  respondiendo  a  preguntas  ilireetas  y  cortf- 
«68  de  Mr.  Hay:  y  al  despedirnos,  algo  me  defrauíla 
con  su  eeremonio.**o  apretón  de  manos,  i»!  viril  shnkr- 
Ixituls  (jue  yo  me  aginirdaba.  \'olvimos  a  s»*r,  él,  Se- 
cretario de  Estado,  y  yo.  un  l'rniier  Secretario  de 
Embajada  cualquiera.  .  .  Ya  procuraré  que  UeguemoH 
a  más,  eon  el  trato. 

—  222  — 


MI  DIARIO 

.13  DE  FEBRERO. — Onda  fría. 

A  la  noche,  copiosísima  nevada,  que  beneíicianios 
al  ir  y  al  volver  de  nuestras  primeras  visitas  de  con- 
fianza. 

14  DE  FEBRERO. — Wásliingtou,  desdc  mis  ventanas 
que  abrí  al  levantarme,  totalmente  envuelta  en  es- 
peso sudario. 

¡  Cuántos  años  de  no  mirar  nieve,  y  cuánta  triste- 
za de  advertir  la  melancolía  que  su  vista  me  provocal 
ello  es  indicio  de  que  mi  juventud  se  me  ha  ido  por 
siempre .  . .   ¡  por  siempre ! .  .  . 

No  hemos  cesado  en  lo  poco  que  de  tiempo  libre 
me  deja  la  Embajada,  severamente  conducida  por  el 
señor  Azpíroz,  de  buscar  casa ;  a  todas  las  que  exa- 
minamos, mi  mujer  las  encuentra  demasiado  obscuras 
y  se  resiste  a  habitarlas.  Yo  la  dejo  qué  las  calumnie, 
que  a  ellas  atribuya  defectos  de  que  cáreceh.  para 
no  puntualizarle  que  estos  inviernos  septentrionales 
son  así,  ladrones  de  luz,  enemigos  del  sol  y  amigos 
de  ponerle  a  uno  el  alma  en  un  piíño,  que  las  sombras 
que  la  asustan  no  vagan  en  tamaña  cantidad  por  las 
viviendas  vacías,  sino  que  van  dentro  de  nosotros, 
dentro  de  nuestros  entumecidos  cuerpos  de  tropica- 
les, huérfanos  de  sol . .  . 

Y  hoy  cerré  trato  con  el  notario  William  Corcoran 
Hill  (sí,  aquí  se  alquilan  las  casas  con  los  notarios), 
por  la  número  1722  de  la  Avenida  de  Conneeticut ; 
un  contrato  de  año  y  medio,  con  derecho  a  renovar- 
lo a  su  expiración.  ,    .;, 

La  Avenida  de  Conneeticut,  es  una  de  las  más  dis- 

—  223  — 


/'.  (f  AMBO  A 

tingiiidas  (!»•  la  capital.  ;il   (hcir  de  los  ^\iv  se  fijau 
en  semejantes  nimiedades. 

16  DK  FEBRERO. — Don  Mauricio  Wollheim,  Ministro 
Diploiuátieo  retirado,  y  anti<|UÍsiino  y  muy  respetable 
funcionario  mexicano  (m»*xicano  jmr  naturalización \ 
lle^ó  hoy  tle  lejas  tierras,  no  sé  a  {)unto  lijo  de  d<'»ude, 
con  el  carácter  de  secn'tario  i)articidar  del  Kiulwi- 
jador. . . . 

El  caso  es  tan  extraño,  tpie  me  sume  «mi  cavilacio- 
nes; presiento  en  lontananza  posibles  conflictos  de  ju- 
risdicción burocrática:  confírmame  lo  (pie  alguien 
bienintencionado  y  próximo  al  señor  Mariseal.  me  co- 
municó eonfídencialmente  a  mi  salida  de  México:  ((ue 
el  s«'ñor  Azpíroz,  a  causa  de  la  pésima  atmósfera  que 
me  formaron  suceilidos  y  pei"sonas.  y  no  obstanlí*  co- 
nocenne  de  antaño  como  mi  jefe  en  el  Ministerio,  se 
opuso  a  (pi«'  me  enviaran  a  la  Kiiibajaila.  y  si  eí»<lió 
ante  la  insistencia  de  la  Secretaría,  hí/.olo  contra  su 
voluntad. 

Por  suerte,  Wollheiin  y  yo  la  liemos  Ib-vado  sinn- 
pi-»-  admirablemente,  y  algo  fs  algo. 

IS  DE  KKHHERo. —  Instahu'ión  en  nuestro  nuevo  do- 
micilio: una  tinca  de  la<lrillos,  <'uatro  pi.HOs,  sola  y 
bien  orientada.  En  el  piso  bajo,  hay  \ni  KiujlisU  ha- 
srmrnt.  destinado  a  fumadero  y  <pio  no  utilizo  para 
gabinete  »|e  trabajo,  a  causa  de  sus  exiguas  pro|>or- 
ciones;  mi  gabinete  lo  pongo  en  el  tercer  pÍHO,  una 
habitación  amjtlia,  de  tres  ventanas  a  la  Avenida 
e  inmediata  a  la  alcoba. 

Encuentro.  < n  >■]  Dupont  i'ircie,  con  Domingo  Gana, 

—  224  — 


MI  DIARIO 

Secretario  de  la  Legación  de  Chile  en  los  EE.  UU., 
y  su  interesantísima  esposa.  A  ambos  los  conocimos 
y  tratamos  en  Guatemala,  donde  desempeñaba  encar- 
go análogo.  Charla  de  acaecimientos  retrospectivos 
y  gratos;  y  a  nuestro  regreso  a  casa,  esta  primera  no- 
che que  vamos  a  habitarla,  al  encender  las  luces  y 
tomar  inequívoca  posesión  del  inmueble,  la  verdad  es 
que  el  estado  de  nuestros  ánimos,  no  es  festivo  preci- 
samente. 

23  DE  FEBRERO. — Comida  de  familia  en  la  casa  de  los 
Gana,  y  por  la  mañana,  visita  de  ceremonial  al  Sub- 
secretario Loomis. 

24  DE  FEBRERO. — Me  presentó  el  Embajador  al  Pre- 
sidente de  los  EE.  UU.,  Teodoro  Roosevelt,  en  su  des- 
pacho de  la  Casa  Blanca;  la  tan  traída  y  llevada  en 
cancillerías  y  periódicos,  la  esfinge,  cuando  no  el  coco, 
de  los  países  de  este  Continente,  la  que  sólo  a  fuer- 
za de  manos  de  jalbegue  persiste  exteriormente  en 
su  blancura  mentirosa ;  ya  que  únicamente  de  veras 
lo  ha  sido  por  dentro,  cuando  Washington,  cuando 
Jéf f erson,  cuando  Lincoln. .  . 

A  pesar  de  los  agregados  que  la  exigencia  de  los 
tiempos  han  venido  imponiéndole,  aun  conserva  la 
sencillez  y  modestia  de  sus  orígenes,  el  sello  patriar- 
cal y  candido  de  la  arquitectura  virginiana,  tan  ca- 
racterística en  los  Estados  del  Sur,  con  reminiscen- 
cias inglesas  modificadas,  en  peor,  por  los  fundado- 
res de  la  República.  Los  parques  y  terrenos  que  la  cir- 
cundan, los  modernos  edificios  agarrados  a  sus  flancos 
y  fondos,  le  han  prestado  en  grandeza  lo  que  le  arre- 


225 


F.  GAMBOA 

batarou  t'ii  poesía;  aunque  Id  graucieza  tjue  respira 
radica  esencialmente  en  la  idea, — <iue  se  incrusta 
quieras  que  uo.  en  el  pensamiento  del  (pie  la  contem- 
pla o  la  visita, — de  que  en  sus  interiores  vive  y  ali»'n- 
ta  uno  de  los  poileres  más  formitiahles  de  la  tierra, 
una  fábrica  de  rayos  y  desmedidas  ambiciones,  no 
todas  ¡  ay !  encaminadas  en  provecho  de  la  humani- 
dad;  la  mayoría,  en  j)roveclio  d»*  este  j)ueblo  (pie  co- 
rre desbocado  hacia  el  porvenir...  ¡La  Ca.sa  Blanca!... 
y  casi  me  parece  mentira  hallarme  dentro  de  ella,  y 
que  no  sea  más,  pero  muchísimo  nuis  de  lo  que  es.  .  , 

Teodoro  Roosevelt, — que  estaba  rodeado  de  varios 
personajes,  sus  Ministros,  serían, — se  aparta  de  ellos 
y  nos  lleva  hasta  un  canai)é  y  dos  sillones  de  cuero, 
colocados  entre  dos  ventanas  que  dan  al  parque  pri- 
vado del  edificio.  Xo  es  muy  alto,  pero  sí  muy  corpu- 
lento, con  apariencias  de'  disjmner  <le  uim  fuerza 
hercúlea  de  cazailor  de  osos  y  antif^uo  cowboy :  snu- 
guíneo  y  nervioso,  tirando  a  epileptiforme,  según 
lo  reví'lan  sus  tics  faciales  y  su  incpiietud  contin\ui. 
Me  ha  tendido  su  mano,  fran(*amenti'.  mirándome  en 
los  ojos,  y  muestra  hacia  el  Embajador  una  cordiali- 
da<l  manifiesta.  El  lleva  la  palabra,  no  s<'>lo  ponpie 
así  lo  manda  la  cortesía,  sino  ponpje  su  verbosidiul 
de  orador  y  de  político  no  pirmite  que  uno  unta  ba- 
za. Se  exj)resa  de  México  con  mareado  afecto,  y  del 
Oral.  Díaz  con  admiración  extrema;  a  tal  punto,  que 
recojo  y  guardo  con  avaricia  la  siguiente  frase,  que 
en  sus  labios  de  americano  y  de  Presidente  de  los 
EE.  W.  sobre  todo,  no  tiene  precio: 

— "Para  que  la  gran<leza  de  los  Estados  Unidos 

—  226  — 


MI  DIARIO 

"  fuera  total,  sólo  les  hace  falta  tener  de  Presidente 
' '  un  hombre  de  los  tamaños  de  Porfirio  Díaz ..." 

Y  el  individuo,  que  ya  se  me  habí(i  hecho  simpático 
desde  los  primeros  momentos,  con  su  alabanza  me  cau- 
tiva; no  tanto  porque  yo  admire  a  ciegas,  al  Gral. 
Díaz  como  mandatario,  cuanto  porque  me  es  gratísi- 
mo escuchar  de  persona  tan  caracterizada,  un  elogio 
de  esa  magnitud  para  un  gobernante  de  mi  tierra. 

Padece  Roosevelt  de  un  tic  facial  que  lo  obliga  a 
cada  tres  o  cuatro  frases  de  los  centenares  que  le  ñu- 
yen  en  la  conversación,  a  hacer  una  mueca  muy  seme- 
jante a  una  franca  sonrisa;  despégansele  los  labios, 
se  le  arruga  el  semblante  íntegro,  pone  al  descubier- 
to su  dentadura,  los  ojos  se  le  empequeñecen  y  los 
quevedos  le  vacilan  en  la  ternilla  de  su  ancha  nariz. 
Y  yo,  que  creí  se  tratara  en  efecto  de  sonrisa  de  sim- 
patía, le  he  estado  pagando  su  mueca  con  sonrisa  de 
verdad,  una  porción  de  veces,  hasta  no  percatarme  de 
que  el  Embajador  permanecía  impasible,  y  de  que  la 
sonrisa  rooseveltiana  se  reproducía  sin  término,  aun 
cuando  hablara  de  los  asuntos  más  serios  y  solemnes. . . 

Por  la  noche,  gran- baile  en  la  Embajada  Británi- 
ca. 

Una  fiesta  distinguidísima,  sobre  que  es  legítima- 
mente británica.  La  casa,  un  palacio  soberbiamente 
puesto ;  los  amos  de  ella,  Sir  Herbert  y  señora,  gente 
de  suposición,  made  in  England;  los  Secretarios  y 
Agregados,  en  relación  con  sus  jefes ;  la  concurrencia, 
lo  mejorcito  que  por  aquí  se  cosecha;  el  buffet  y  los 
caldos,  a  millones  de  leguas  del  Gout  Américain  que 
en  los  cuellos  estañados  de  las  botellas  Mumm  se  dele- 


227 


F.  GAMBOA 

trea,  y  la  orquesta,  de  italianos,  franceses  y  austria- 

008.'    ■  •  • 

•  El  r'uer|)o  Diploiníitieo.  completo;  ilajiian  la  aten- 
ción por  el  lujo  de  sus  vestiduras  exóticas,  los  cliinos 
y  coreanos. 

-  Tna  nota  df  supr«Mna  nielaneolía:  Sir  lIcrluTt,  a 
quien  todo  U-  sonrír  y  (pie  totlo  lo  posee,  euiui.  posi- 
ción, esposa  bellísima,  fortuna,  relativa  juventud,  es 
víctima  de  una  tuh»*rculosis  «pie  arteratnente  va  matán- 
dolo. ..Ya  j)es<ir  lie  sus  esfuerzos,  no  lo  pued»*  ocul- 
tar, i  Con  cuánto  trabajo  no  ha  hecho  los  honores 
de  su  mansión  y  de  su  fiesta,  lo  mismo  al  saludar  a  los 
invitados  al  lado  de  Mi*s.  Ilcrbí-rt,  euan<l()  'le^jábamos, 
tjue  al  despedirnos  junto  a  la  puerta  del  pran  salón. 
Vn  instante,  ha  tenido  (pie  descansar  en  un  diván  y 
que  sofocar  la  tos  implacable  (pie  le  sacudía  su  cuer- 
po enflaípiecido,  que  le  pintaba  de  sombra  su  sem- 
blante rosado  de  caucásico ! .  . . 

1."  DK  .MARZO. — Misa  en  el  templo  inconcluso  de  San 
Mateo,  (pie  a  nosotros  nos  (pieda  a  un  paso,  el  favorito 
de  los  diplomáticos  y  de  la  /mV//i  lifc. 

Por  lo  inconcluao.  seguramente,  nótase  gran  escaaez 
de  imájfenes  y  de  altares  laterales;  pero  tal  escasez, 
sumada  al  fervor  de  los  íieh's, — un  fervor  del  (pie  no 
tenemoa  idea  en  México,  no  obstante  lo  que  cacarea- 
mos nuestro  catolicismo, — n  la  valentía  del  sermón 
pronunciado  entre  el  Evangelio  y  el  Credo;  a  la  lectu- 
ra del  evangelio  del  día,  deade  el  pulpito;  a  la  stMiiioba- 
curidad  de  la  iglesia,  iluminada  ]>or  los  cirios  del  altar 
njayor  y  i>or  nuichedumbre  de  ¡licog  de  gas;  y  a  los 
bancos  cerrados  y  macizas  {pcxe*),  con  oojinca  y  rocli- 

—  228  — 


MI  DIARIO 

natorios,  todo  ello  me  obliga  a  preguntarme  si  el  cul- 
to católico  en  los  paises  fundamentalmente  protestan- 
tes, no  se  contagiará  de  ciertas  rigideces  del  protes- 
tantismo, en  la  forma  externa  cuando  menos?.  .  . 

2  DE  MARZO. — Arribo  de  los  sueldos  de  cuatro  meses. 
Y  de  hacer  nuestras  cuentas  y  advertir  que  no  van  a 
bastarnos,  angustia  por  vernos  aislados  y  sin  tener 
a  quién  recurrir .... 

4  DE  MARZO. — Desde  hace  algunas  tardes,  al  dárse- 
nos suelta  en  la  Embajada,  largas  caminatas  a  pie, 
con  mi  mujer,  hasta  después  de  anochecido. 

Fuimos  hoy  a  la  colina  donde  se  alzan  el  Capitolio 
y  la  Biblioteca  del  Congreso. 

Un  ideal  de  juventud  realizado,  esto  •  de  hallarme 
frente  a  frente  del  Capitolio, — que  propongo  escudri- 
ñar por  .dentro,  hasta  donde  me  lo  permitan  sus  guar- 
dianes. 

Por  lo  pronto,  detenidamente  póngome  a  determi- 
nar sus  fachadas ;  conforme  lo  hice  con  el  teatro  de  la 
Opera  en  París,  que  me  negué  a  visitarlo  mientras 
no  se  anunciara  la  representación  del  "Fausto"  de 
Gounod.  Así  con  el  Capitolio,  no  he  de  entrar  en  él 
mientras  no  me  sea  dable  asistir  a  una  de  las  grandes 
óperas  políticas  que  en  sus  entrañas  se  representan .  . . 

Impresionante  la  magna  mole  del  edificio  majestuo- 
so, cuyas  aristas  y  curvas  se  destacan  con  singular  pre"- 
cisión  en  la  bóveda  gris  del  firmamento  y  en  los  nu- 
blados hoi-izontes  de  invierno. 

7  DE  MARZO. — ¡Memento  homo!...  El  Embajador 
hízome  su  primer  extrañamiento. 

—  229  — 


F.  GAMBOA 

8  DK  MARZO. — Murrias  (iomiiiicalcs,  (jiio  nfjiiza  o  in- 
tensifica el  inclenu-nte  clima  de  Washington,  el  tifo 
(jne  impera  todo  «•!  año.  la  lluvia  necia,  y  hasta  las 
veleidades  de  la  i>riniavera  que  anda  ya  medio  asoman- 
do las  narices,  con  temjieraturas  vacilantes  y  gran 
golpe  de  gríppt's,  carraspeos  y  otros  ornamentos. 

Colgaba  yo  un  cuadro  en  mi  gabinete  de  trabajo, 
desi)U»''s  de  la  comida,  cuando  recibimos  un  telegrama 
dirigido  a  mi  mujer,  que  nos  amedrenta  antes  de  abrir- 
lo. Es  de  México,  nos  trae  la  noticia,  telegráficamen- 
te desea rnaila  y  bestial,  de  la  muerte  lie  mi  hermana 
Virginia,  uno  de  los  pocos  y  grandes  cariños  que  me 
(jut'daban  ;  la  primera  (|Ue  se  marcha  d»'  los  cuatro 
hermanos  (pie  supervivÍMiiios  n  la  iirnlíficu  nidada  de 
la  familia .  .  . 

Estas  mutilaciones  incontraKtabU»8  ¡cómo  nos  hie- 
ren si  nos  dan  alcance  en  tierras  extrañas!.  .  .  El  res- 
to de  la  noche,  vuelves»'  mudo  y  hos<'o.  Mi  mujer,  ha 
llorado  conmigo;  mi  hijito,  con  infantil  extrañeza, 
nos  ha  contemplado  a  uno  y  a  otro,  interrumpiendo 
sus  juegos  y  su  chachara;  y  cuando  ya  acostados  to- 
dos, ellos  dormían  a  la  meilia  luz  amiga  de  la  velado- 
ra, yo  he  vi.'ito  mi  niñez  di.stante,  toda  transcurrida 
bajo  la  guanla  de  mi  hermana  nuu-rta,  y  me  he  (|ueri- 
do  a  mí  mismo,  en  lo  antiguo,  he  querido  a  atpiel  yo, 
inocente  y  puro,  muerto  tambi/n  hace  un  jmh'ukIo  de 
años. . . 

10  DE  M.\Rzo.— Pruebas  «le  SANTA,  de  Barcelona. 

Compra  de  un  legítimo  cachorro  foxtfrrit  r.  al  que 
bautizo  con  el  nombre  de  "Potómnc,"  el  río  de  Wi'is- 
hington. 

—  230  - 


MI  DIARIO 

Decididamente  no  sé  vivir  sin  un  perro  en  mi  casa. 
Buen  síntoma. 

11  DE  MARZO.— Pruebas  de  SANTA,  de  México  toda- 
vía ;  una  retrasada  signatura  de  * '  primeras. ' ' 

15  DE  MARZO. — Es  particular  que  los  domingos  aquí 
sean  especialmente  insoportables:  llueve  y  truena, 
o  nieva,  o  cae  plomo  derretido,  según  la  estación.  Y 
cuenta  que  la  ciudad,  de  suyo  lindísima  y  una  de  las 
mejores  del  universo  (sobre  que  es  de  las  pocas  que 
han  sido  concebidas,  trazadas  y  edificadas  para  ser 
ciudad  exclusivamente),  se  mira  afeada  por  su  clima, 
un  clima  variable  y  de  perros,  con  cambios  instantá- 
neos y  de  lo  más  extremoso  en  su  temperatura.  Sus 
otros  defectos  salientes,  tales  como  su  pésimo  alumbra- 
do y  su  agua  potable  imbebible,  conviértense  en  pecca- 
ta  minuta. 

Pero  hoy,  por  excepción,  es  un  domingo  radioso ; 
ya  los  10.000  y  pico  de  árboles  que  tanto  hermosean 
las  calles  nada  más,  de  esta  metrópoli, — dejo  aparte 
los  millares  y  millares  de  sus  parques  y  de  sus  bosques 
próximos, — y  los  céspedes  que  alfombran  los  frentes 
de  las  viviendas,  principian  a  reverdecer ;  son  los  pri- 
meros brotes.  Y  la  población  entera,  nosotros  inclusi- 
ve, se  echa  a  respirar  aire  puro ;  nosotros  a  lo  hor- 
tera, dentro  de  alquilón  Herdic-cab,  que  nos  lleva  has- 
ta las  rejas  del  Jardín  Zoológico,  el  ''Zoo,"  como  aquí 
lo  apodan  en  su  afán  inmoderado  de  abreviar  el 
discurso. 

Por  poco  no  soy  testigo  de  unas  nupcias  regias. .  . 
las  de  un  león  enjaulado, — el  Key  del  Desierto, — con 

—  231  — 


F.  GAMBOA 

una  l«*ona  su  conipafuTa  do  cnutivi'rio,  n-acia  a  los 
prinuTos  avances  dt*  su  nu*lt*nu(lo  «'iiainorado,  mos- 
trándole unas  fauces  y  obsequiándolo  con  tales  ru^ji- 
dos,  (jin'  hubieran  enfriado  al  proj)io  Casanova.  el  de 
las  libidinosas  "Memorias."  Cuando  la  bembra  se 
ablandaba, — todas  las  hembras  se  ablandan  al  amo- 
roso reclamo, — se  endureció  el  hrhmi»  tinifornmdo, 
I)udorosamente  cubrió  con  tablas  las  rejas  de  la  jaula, 
y  bonitamente  nos  expulsó  i\o\  recinto  a  los  pasean- 
tes. .  . 

16  dp:  m.vrzo. — Tengo  para  mí  «pie  una  de  las  causas 
que  envuelven  a  Washington  »'n  la  melancolía  «pn-  la 
singulariza,  estriba  en  sti  ausencia  de  njúsieas;  no  hay 
conciertos  al  aire  libre,  no  se  oye  una  banda,  ni  una 
retreta,  nada;  a  lo  sumo  los  órganos  de  niedas,  muy 
sjiperiores  a  los  (pie  los  fraíice.S4»s  llaman  órganos  de 
Hcrberie,  (pie  pordiosean  pegados  a  las  awras.  frente 
a  las  hospederías  y  frente  a  las  residencias  de  los  mi- 
llonarios, muy  abun«lantes  en  la  nu'trópoli,  donde 
viene  siendo  moda  que  los  ricos  de  cualquier  Kstjido 
lie  la  Tnión  se  labren  su  palacio,  para  vivir  en  él  sus 
últimos  días. 

21  DE  M.VRZO. — Pruebas  de  SANTA  y  carta  de  Ara- 
luce  dentro  de  la  que  me  remite  muestra.s  de  afficht't 
|)ol¡cromos  <le  la  novela;  nada  extraoriliiu»rio,  unas 
hojas  con  el  dibujo  de  Paco  Mas, — <pie  ha  de  figurar 
en  la  portada  del  libro, — y  con  las  guardiui  motlernis- 
tas.  mieno.  para  los  fines  mercantib-ít  <le  anunciar  la 
obra  profusamente. 

—  232  — 


MI  DIARIO 

22  DE  M-VRzo. — Hasta  hoy  y  gracias  a  un  devociona- 
rio con  que  poco  antes  de  morir  me  obsequiara  mi 
pobre  hermana  Virginia,  me  hago  cargo  pormenori- 
zado de  lo  que  es  una  misa,  mientras  asisto  a  la  canta- 
da, de  tres  Padres,  en  S.  Mateo. 

Los  per  omnia  sécula  seculonim  que  aletean  sobera- 
nos por  las  bóvedas  de  las  naves,  son  una  comproba- 
ción y  una  promesa ;  comprueban  que  el  culto  católi- 
co data  de  siglos,  y  prometen,  supuesto  lo  que  han 
perdurado  hasta  en  su  idioma  prístino  y  a  pesar  de 
persecuciones  y  vicisitudes,  que  su  triunfal  duración 
es  eterna  e  inconmovible  en  todos  los  países,  aun  en 
aquellos  que  alardean  de  superioridad  sobre  los  la- 
tinos. 

Admirable,  simbólico,  grande ;  habrá  que  aprove- 
charlo, desarrollándolo,  en  RECONQUISTA. 

24  DE  MARZO. — ¡  Ah !  el  cuadro  encantador  que  con- 
templo esta  mañana,  camino  de  la  Oficina  de  ¡a  Unión 
Internacional  de  las.  Repúblicas  Americanas,  (qué 
atrocidad  de  título ! )  al  cnizar  el  parquecillo  frontero 
a  la  Casa  Blanca,  el  que  luce  los  monumentos  de  La 
fayette,  Jacksón  y  Rochambeau. 

Persiste  la  deliciosa  vacilación  de  la  primavera,  que, 
diríase,  coquetea  antes  de  aparecerse  en  forma:  hay 
hojas  y  colores,  comienzo  de  aromas  y  alegría  de.  ái> 
boles  y  prados  llamándola,  llamándola ... 

Washington  abunda  en  gorriones,  por  miles  alber- 
ga a  estos  pájaros  bohemios  y  callejeros.  Durante 
el  invierno,  muchos  de  ellos  sucumben  a  la  inanición 
y  el  frío ;  pero  los  substituyen  otros,  más,  incontables, 
tan  perdularios  y  simpáticos  como  los  idos.  Son  tre- 

—  233  — 


F.  GAMBOA 

mendos:  gritones,  peleoneros.  voraces,  oníliantríidos. 
En  parvadas  hambrientas,  sobre  la  viva  nieve  se  aba- 
ten a  picotear  el  estiércol  humeante  con  que  estos 
sufridos  y  educados  ca))aliazos  de  normanda  proge- 
nie, a  su  lento  andar  de  bestias  útiles,  ensucian  los 
armiños  de  las  nevadas;  y  los  rechonchos  euerpeeitos 
de  los  pájaros  cenicientos,  desplegadas  las  alas,  man- 
chan de  trémulos  almagres  la  candida  blancura  de  loa 
arroyos  resbaladizos  y  espejeantes.  .  .  Se  insultan, 
arrebátanse  de  los  picos  las  briznas  de  paja  que  con 
pidí'ra  habilidad  segregan  de  los  montículos  innnnulos 
y  tibios;  riñen  de  veniad,  por  grupos,  jyor  j)arejas.  en 
combates  singulares.  .  .  A  pesar  de  que  el  cierzo  azota 
la  cara,  sin  (pierer  se  detiene  uno  a  contemplarlos  y  a 
reír  de  su  pelea .  .  . 

¡Pobrecillos!  quién  sabe  dónde  donnirán  todos;  el 
Ayuntamiento  y  algunas  almas  piadosas,  eurlgan  de 
varios  de  los  árboles  desnudos  y  retoreidos,  vivien- 
das de  madera  para  uso  de  estos  vagabundos;  i»ero 
no  han  de  eaber  ¡hay  tantos!.  .  . 

En  la  primavera  y  el  verano,  se  multiplican,  pti- 
lulan.  aduéñanse  de  esta  capital  del  Capitolio.  En- 
touí'fs,  son  plaga:  hay  que  ahuyentarlos  para  potlcr 
cruzar  de  una  acrra  a  otra  acera,  para  jxxler  dis<'u- 
rrir  j)or  entre  los  arriatas  de  los  parques  innúme- 
ros. . . 

Y  e.sta  mañana,  por  descuido  de  un  inquilino  que 
88  IcNTintaría  tanle,  a  consecuencia  de  sus  picardías 
de  anoehf.  digo  yo,  dfs<'ul)ro  uno  de  sus  palaeios  dr  in- 
vi»'rno.  Es  enorme  el  palacio,  bien  abrigado,  jmto  algo 
obscuro,  eso  sí,  mas  ¡qué  demonio!  gratuito  y  con 
trazas  de  no  concluírsele»  nunca.   IvO  menos,  puede 

—234  — 


MI  DIARIO 

dar  cabida  a  una  veintena,  y  si  no  regañan,  si  el  frío 
los  torna  caritativos,  pues,  apretándose,  cabrán  hasta 
cuarenta.. .  y  cuarenta  multiplicados  por  cuatro,  hacen 
ciento  sesenta .  . .  Ciento  sesenta  caballeros  gorriones 
que  se  asilan  en  los  lúgubres  interiores  de  los  cuatro 
cañones  inválidos,  que,  encajados  en  sendas  cureñas 
circundan  el  momumento  a  Jackson,  después  de  ha- 
ber vomitado,  años  há,  metralla  que  fué  un  horror. 
Vejez  ejemplar  la  de  estos  desgarbados  criminales  an- 
tiguos y  tomados  de  orín,  desollados  de  carcoma  y  em- 
blanquecidos de  intemperie.  Menos  mal  que  arrepen- 
tidos,— al  igual  de  todos  los  viejos, — de  lo  perpetrado 
años  atrás,  les  haya  dado  por  ahí,  en  desagravio  de 
sus  crímenes.  .  . 

Cuando  mi  gorrión  se  percata  de  que  estoy  obser- 
vando cómo  lleva  a  cabo  una  toilette  a  la  ligera,  con 
sus  patitas  sucias,  posado  en  la  broncínea  fauce  de  la 
jubilada  máquina  de  guerra,  contrariadísirao  se  echa 
a  volar  gritándome  sabe  Dios  qué  insolencias  en  su 
slang  anglo-gorrionesco : 

— "Pío...  pío...  píiio..." 

27  DE  MARZO. — Si  no  saliera  yo  tan  tarde  de  la  Em- 
bajada, como  un  calicot  de  su  tienda,  no  me  habría 
encontrado  cerrada  ya  la  Corearan  Art  Gallcry. 

Mohíno,  la  tiro  a  pie  hasta  el  monumento  de  Was- 
hington, el  soberbio  obelisco  hueco,  de  piedra  pura, 
que  levantó  la  admiración  nacional  a  su  Grande  Hom- 
bre (cada  uno  de  los  Estados  de  la  Unión  contribuyó 
con  algo:  operarios,  piedra,  hierro,  etc.)  y  que  de  don- 
dequiera se  divisa  por  su  altura.  Es  enteramente  egip- 
ciano y  está  admirablemente  colocado,  en  un  sitio  que 

._  235  — 


/'.  (íAMIWá 

llaman  el  M'hití  Quién  Sabe  Cuántos.  . .  Lo  dedico  lo 
menos  un  buen  cuarto  de  hora  de  muda  contemplación, 
sentado  en  un  banco  de  hierro.  Consiileraciones  acer- 
ca de  este  país-portento,  de  su  historia,  de  sus  desti- 
nos. . . 

Monto  luego  en  el  priinei-  tranvía  <|ue  me  sale  al 
paso;  siempre  he  gustado  tle  ir  conociendo  así.  a  la 
ventura,  las  ciudades  extranjeras  (jue  habito.  Y  «'•«- 
te  llévame  a  donde  tanto  apetecía  yo  llegar  destle 
hace  díjis:  a  las  riberas  del  Potómac. 

Coincide  con  el  atanlecer,  la  entrada  de  un  enor- 
me firnj-hiHit. 

¡  Ah,  la  hermosísima  ciudad  silente!.  .  . 

28  DE  MARZO. — En  unión  del  Kml>ajador,  a  n^correr 
una  ex|)08Íción  en  la  Corearan  Art  (iallmi.  de  a<'uare- 
las  japone.(«j)s. 

La  tal  (íalería,  impresióname  gratamente,  aunqu«>  su 
contenido  en  escultura. — f\iera  de  alg»inos  duplicadas 
til  yeso  d«'  los  clásicos. — nada  de  extraordinario  pre- 
senta. De  ¡tintura  anda  jM'or;  {>ongan  IMs^aparte  un 
Ticiano  legítimo,  y  hasta  media  docena  de  buenos  etia- 
drOR  frane«'^i♦'K,  y  el  resto,  "buñuelos..  . 

Kl  edifieio.   apn)|>ia<lo  y  .sob«*rbio. 

1\)  i)K  M.\K/o. — Níiestra  infaltable  exeursii'in  domi- 
nical en  Jlcrdic.  Hoy  ñas  llevan  hasta  "Sahlicrs'JIi)- 
me."  a  tn-s  millas  al  N.  del  Capitolio.  Opinan  los 
wn.shingtonianos,  y  puede  (pn*  con  razón,  que  de  lo 
(pie  circunda  la  ciiidad  federal,  lo  que  n)ás  desctiella, 
al  Oliste,  en  la  columnata  del  pórtico  de  la  Arlinqinn 
Uoute,  en  las  alturaa  del   Estado  de  Virginia,  y  al 

—  236 


MI  DIARIO 

Norte,  la  blanca  torrecilla  normanda  de  la  United 
States  SoIdiers'Home. 

Esta  Home, — pueden  Uds.  traducir,  lo  mismo  ho- 
gar, que  casa,  o  asilo, — goza  en  efecto,  de  muy  favora- 
ble ubicación,  sobre  vasta  eminencia,  en  medio  a  dulce 
paisaje,  rodeada  de  viejo  bosque,  y  con  amplias  y  di- 
latadas vistas  que  abarcan  la  ciudad  entera,  el  Capi- 
tolio, la  Biblioteca,  el  Monumento  y  los  pensativos 
meandros  del  Potómac. 

La  Soldiers'Home  de  Washington,  al  igual  de  sus 
varias  congéneres  en  los  EE.  UU.,  fué  fundada  para 
beneficio  de  los  militares  licenciados  honorablemente 
del  ejército  regular  al  cabo  de  veinte  años  de  servi- 
cios continuos,  y  de  los  inutilizados  a  causa  de  heri- 
das o  enfermedades.  Recíbese  a  los  asilados,  por  pla- 
zos limitados  o  por  toda  la  vida ;  y  caben  hasta  unos 
800.  De  los  cinco  edificios  destinados  a  dormitorios, 
el  principal  es  el  Pabellón  "Scott, "  así  crismado 
en  agradecida  memoria  al  Gral.  Winfield  Scott,  el 
que  tomó  nuestra  ciudad  de  ]\Iéxico  cuando  la  guerra 
del  47,  y  fundador  de  la  benéfica  Home.  Este  pabe- 
llón es  de  mármol  blanco,  con  muros  almenados  al  esti- 
lo normando,  y  una  torre  de  reloj. 

El  Pabellón  "Sherman,"  se  erigió  en  honor  del 
Gral.  W.  T.  Sherman,  y  eL"Shéridan"  en  el  del  Gral. 
Philip  H.  Shéridan ;  dos  connotados  jefes  republi- 
canos de  la  Guerra  de  Secesión. 

El  Pabellón  "Anderson," — también  conocido  por 
el  "Cottage  del  Presidente,"  debido  a  que  varios  de 
los  Presidentes  americanos,  el  gran  Lincoln  muy  par- 
ticularmente, han  pasado  en  él  los  sofocantes  meses 
del  verano, — debe  su  nombre  al  Gral.  Robert  Ander- 

—  237  — 


F.  GAMBOA 

son,  vu  reeonoeiiniento  a  sus  esfuerzos  en  favor  de  la 
JIonu,  allá,  a  sus  principios. 

Pabellón  "King"  llámase  el  quinto,  en  reeuenlo 
ilel  Méiiieo-C'irujano  H.  King,  ilurante  muchos  años 
eiicaifíatlo  ile  los  enfermos  del  establecimiento. 

Completan  el  grupo, — siendo  cada  cual  edificio  se- 
parado.— las  " Officcis'(Ju(irt(rs;"  uim  biblioteca  con 
casi  h.üOO  volúmenes,  eu  su  nmyoría  i)roilucto  de  do- 
naciones particularí*s ;  la  capilla,  y  »'l  hospital.  Cér- 
ea de  la  capilla,  levántiise  un  monumento  (jue  costea- 
ron los  veteranos  del  ejército,  a  la  memoria, — léese 
en  su  socio, — tle"llenry  Wilson,  the  ¿^oldií  rs'Fricnd/' 

Los  terrenos  y  bosques  del  |)lautel,  comprenden  con- 
siderable extensión,  nada  menos  ile  '¡Ti  lurcs.  o  sea, 
doscientos  y  tantos  mil  metros  cuailrados,  en  los  que 
hay  »le  todo:  árboles,  caídas  de  agua,  prados,  lomas, 
y  barrancos  y  (juebradas.  En  una  cima,  figura  la  es- 
tatua en  bronce  del  Gral.  Scott,  obra  de  Launt  Thomp- 
son :  y  en  el  coronamiento  <le  la  reja  tle  entrada,  di*8- 
táca.se  con  sus  letras  de  oro,  esta  inscripción.  <|ue  se 
antoja  a  la  vez  premio  y  estímulo: 

— '*A  Gratcful  Country — to  kcr  Difrndrrs." 

Amablemente  nos  lo  mostraron,  mejor  dicho,  nos  de- 
jaron neorrer  lo  no  vetlado.  Y  vimos  comer  a  un  gru- 
\\o  de  iuquilinos;  nos  asomamos  al  dormitorio  "Scott," 
en  el  que,  sin  averiguar  nuestra  procetlencia,  nos  <•«- 
petaron  <jue  dicho  M'ñor  (jral.  hal)ía  sido  el  ('i>ut¡\uror 
of  México...  ;  examinamos  lo8  baños,  y  la  dí-siHínwi, 
y  las  cocinas,  y  una  sala  »lel  hospital,  y  los  interionm 
de  la  b¡l)lioteca  al  través  k\v  los  cristales  de  sus  venta- 
nas. Mi  hijo  no  paró  hajita  tentar  con  sus  manos  de 
criatura,  uno  tle  los  varios  cañones  montados.  <pio  por 

—  288  — 


MI  DIARIO 

los  sotos  abundan.  Divisamos  porción  de  inválidos  que 
ya  habían  comido  y  ahora  fumaban  la  pipa  apoyados 
en  las  peñas,  sentados  en  los  bancos  agrestes  o  por  en- 
tre los  árboles  desnudos,  bajo  las  ramazones  sin  hojas 
todavía,  solitarios  unos,  en  parejas  y  grupos  los  otros. 

Pero  lo  que  me  maravilló,  lo  que  púsome  medita- 
bundo y  suspenso,  fué  el  hecho  de  que  ninguno  de  ellos 
hablase,  ni  nada  se  comunicaran  recíprocamente  aun 
los  que  mirábanse  codo  con  codo,  ¡nada!  no  despega- 
ban los  labios,  no  se  les  oía  palabra .  .  .  Algunos  de  los 
que  ambulaban  lentamente,  inclinábanse  de  vez  en 
cuando  sobre  los  bordes  de  los  puentes  rústicos,  en  los 
filos  de  las  quebradas  y  las  rampas,  junto  a  las  ma- 
tas recias  que  comienzan  a  erguirse,  y  arrancaban  una 
hoja  tierna,  una  flor  tempranera  que  revolvían  y  acari- 
ciaban con  los  dedos  ankilosados  y  protuberantes  de 
sus  manos  sarmentosas,  y  luego  aspiraban  su  aroma, 
zurdamente,  sumidos  en  mudas  contemplaciones. .  .¿  Por 
qué  aquel  silencio  ?. . .  ¿  Por  la  pesadumbre  de  los  años, 
por  la  agonía  de  la  tarde  que  suspiraba  entre  las 
enramadas  yertas  y  los  troncos  sin  hojas?. .  .  ¿No  se- 
ría por  el  crepúsculo  de  sus  propias  vidas,  tan  desnu- 
das y  yertas  como  las  ramazones  y  los  troncos?  ¿No 
sería  porque  la  Home,  al  fin  y  al  cabo  es  un  asilo,  y 
nunca  los  asilos  equivalieron  a  los  hogares  familiares, 
en  los  que  el  amor  de  los  hijos  y  de  los  nietos  da  ca- 
lor de  carne  a  las  ancianidades  que  van  consumién- 
dose ? .  . . 

A  punto  ya  de  reembarcarnos  en  nuestro  Herdic 
de  un  solo  caballo,  que  al  unísono  con  el  apoplético 
automedonte  cabeceaba  allá,  lejos,  en  espera  nuestra, 

—  239  — 


F.  CAMliOA 

un  veterano  manco  y  de  gachos  hi^jotes  a  lo  galo,  nos 
aconseja  (|ue  nos  llegnieinos  al  cementerio: 

—  Tho  Sational  Crnutt  ry.  .  . — deletrean  sus  encías 
desdentadas,  ^n  tanto  el  brazo  sano  apunta  hacia  el 
rumbo  en  (|ue  descansan  los  muertos. 

Alumbrados  por  las  postrimer;>s  vibraciones  cre- 
pusculares, nos  encaminamos  a  tlonde  indica  el  brazo 
rípiílo  ;  y  transpuesta  la  reja,  aun  nos  es  dable  deter- 
minar dt'Utro  dfl  eampo-sjinto.  el  monumento  (|ue  los 
asilados  de  In  liomc  levantaron  años  há  al  (.iral.  John 
(.'.  Kelton.  (Jobernador  que  fué  del  instituto  v\\  ls!>2. 

Y  eonltsuplaiiiüs  las  7.000  lápidas  manas  y  pétreas, 
en  simétrica  formación  militar,  a  la  cabecera  de  las 
tumbas   <ii>   otros   tantos   soldados   ahí   sepidtados. .  . 

La  i<b*a  original  de  s»'mejante  colocaiei<'iii,  to<lo  ese 
ejército  durmiendo  «I  último  sueño,  trájome  a  la  nn  ■ 
moria  "Iy)s  Círanadijos"  de  Enri(|Ue  Ileine,  uno  de 
los  cuales  se  alzaría  de  s\i  sepulcro,  j)ara  pres«'ntar 
armas  al  Empera<lor ! 

¿Se  alzarán  éstos  el  día  <|ue  se  haga  preciso  tlefen- 
der  y  vitorear  a  su   República-Imperio?... 

wO  di:  marzo. — Tn  desengaño:  mis  gorriones. — afír- 
mamelo (juien  lo  .sabe. — .son  unius  fieras  dimiinitas.  Ma- 
tan a  cimnto  pájaro  si*  atreve  a  aportar  por  sus  tlo- 
minioH,  de  ahí  (pie  abunden  ellos  únicamente. 

¡Señor  Dios!  hasta  los  pajarillos  en  vsXhs  regioni'K 
son  implacables. 

Otro  de.s4'ngaño,  y  mayúsí'ido. 

Tradueía  yo  para  el  Ministerio  de  H4'laeion«*M  Ex- 
teriores de  México  las  leyes  de  casi  toiios  los  EE.  W . 
Hobre   vagancia,  cuando  tropecé    (¡y   fjué   tropezón  1 1 

—  240  — 


MI  DIARIO 

con  que  en  el  de  Kentueky,  los  vagabundos  son  ven- 
didos al  mejor  postor  y  por  el  término  de  un  año ! ! ! .-. . 

Y  el  monumento  a  AVáshington  continúa  firme  en  su 
sitio,  y  no  se  ha  derrumbado  el  Capitolio,  ni  siquiera 
le  asoman  cuarteaduras. 

Ved  aquí  esa  ley: 

—"KENTJJCKY.  If  any  ahle  hodied  person  le 
'^foiDid  loitering  or  rmiibling  ahout,  not  having  the 
"means  to  niaintain  himself  by  some  visible  property, 
" or  who  does  not  hetake  himsclf  to  labor  or  some  lio- 
"nest  calling  to  obtain  a  livelilwod,  or  who  not  posses- 
"sing  such  means  has  quit  his  habitation  leaving  a 
''wife  or  child  without  suitahle  means  of  sy,bsistence, 
"  or  who  is  idle  or  dissoliiie  in  habits  tcithout  visible 
"means  of  support,  he  shall  be  taken  and  adjudged 
''to  be  vagrant  and  giiilty  of  a  high  misdemeanor. 
"He  may  be  apprehended  by  a  magistrate  and  bound 
" over  to  the  circuit  court,  and,  if  after  indictment 
"and  trial  he  shall  be  ndjudged  a  vagrant  he  MAY 
"BE  SOLD  INTO  SERVÍ  TU  DE  FOR  A  PERIOD 
"NOT  EXCEEDING  TWELVE  MONTHS.  If  the 
"vagrant  be  a  minor  he  riwy  be  apprenticed  until  he 
"is  21  ycars  of  age.  THE  PURCHASER  OF  A  VA- 
"GRANT  SHALL  BE  ENTITLED  TO  HIS  LABOR 
"for  the  period  especified.  (Oficio  del  Gobernador  del 
"Kentueky,  del  24  de  febrero  de  1903). 

¡  El  Capitolio  me  sale  sobrando ! 

i  Los  dioses  se  van  ! 

31  DE  MARZO. — Pruebas  de  SANTA;  páginas  225 
a  240  inclusive,  con  lo  que  casi  se  da  término  al  pri- 
mer capítulo  de  la  II  parte.  Aun  me  faltan  tres. 

—  24]  — 

16 


F.  (i  AMBO  A 

1."  DE  ABRIL. — Hace  unos  cuantos  días  recibí  jmr  co- 
rroo interior  una  invitación  que  dice: 

"Thf  Columbian  l'nivcrsity — Vous  prii  de  vouloir 
**hicn  assistfr — A  une  Conféreuce  qui  sera  donnéc 
"le  mecredi — 1.°  Atril  lí>0:i,  á  4  hnirts  et  un  quart. 
'<par—}J.  LEOI'OLl)  MAIULLKAI—Sujrt  d<  la 
**  Conference: — Ce  que  les  Etats  Unis  durtnt  a  La 
" Foyette  et  ce  que  Im  Fayette  dut  aux  Etats  Fuis. — 
"Cette  ('onftrtnee  a  ití  organisér  qrace  a  la  qñurvu3€ 
"iuitiatii'e  de  M.  Jamis  ÍI.  líyde." 

A  fH-sar  de  mi  luto,  nu'  proponjjo  asistir,  y  aun  con 
alfjo  df  alborozo  ¡(|U«''  ílenionid!  la  rnivfrsi«liul  de  Co- 
lombia no  es  precisamente  un  teatrucho  "Riva  Pala- 
cio" ni  muellísimo  mumios.  La  "generosa  iniciativa" 
del  cxct'bntf  Mr.  Hvtb',  me  luu'le  a  i'hc<|Uf  »'Xpresi- 
vo  t\v  muchos  dólares,  que  mi  señor  Mnbilleau, — cuya 
pt'i-sonalidad  me  es  absolutamente  deseonoeida,  por  mi 
ignorancia  ha  de  ser, — se  eml)olsiirá  tan  tranquilo. 

Y  desde  antes  de  la  hora,  cuélome  en  el  paraninfo. 
(Esto  de  paraninfo  ^'s  lit»'rat»ira  pina,  que  las  \niiver- 
sida<les  yanípiis  carecen  de  ellos,  m  la  forma  a  lo  me- 
nos de  los  paraninfos  de  las  viejas  universidades  euro- 
peas, las  españolas  muy  particularmente».  El  salón 
<le  Conferencias, — (|Ue  (jueda  a  la  Í7.<juierda  conforme 
Be  entra,  al  terminar  la  escalera  fpie  da  acceso  al  ves- 
tíbulo y  í'orreílorejí, — se  halla  divinamente  ai'ondicio- 
nado,  como  todo  lo  escolar  y  universitario  d«l  país. 
Rí'vi.stc  las  proiwreiones  y  lincamientos  de  anfiteatro, 
<'OM  una  sola  galería  superior  (pie  tw  encara  a  la  pla- 
taforma del  conferenciante,  tres  gradas  más  alta  (pie 
los  asientos  para  el  público,  y  coronada  por  amplio  ar- 
co. Allí,  en  vez  de  tribuna,  larga  mi'sa  <le  biblioteca, 

—  242  — 


MI  DIARIO 

con  una  especie  de  atril  ancho  y  sólido,  cuadrado,  sin 
declive  apenas.  Revestimiento  de  maderas  enceradas 
hasta  cierta  altura  de  los  muros ;  y  a  los  fondos  de  este 
a  modo  de  escenario,  dos  puertas  de  talla,  que  sepa 
Dios  a  dónde  conduzcan.  Encima  de  la  mesa,  el  infal- 
table  garrafón  de  agua,  con  su  copa,  y  a  la  izquierda 
del  atril,  enhiesto  candelabro  de  bronce,  de  ampolle- 
ta ineandeseente  y  ahat-jour  metálico,  que  sube  y  baja 
a  voluntad. 

El  espacio  para  el  público,  espacioso  y  severo;  de 
levantado  artesón  y  esbeltas  columnas ;  muchedumbre 
de  butacas  de  esparto,  arresortadas ;  caloríferos  de  va- 
por que  algo  han  enlutado  las  paredes  albas  y  los  dos 
pegotes  de  yeso,  facsímiles  de  algo  borroso  ya ;  espe- 
sos pasillos  de  alfombra,  ahogadores  de  inoportunas 
pisadas ;  capacidad  para  unas  trescientas  personas. 

A  las  4  y  15,  está  el  salón  a  reventar ;  y  en  humillan- 
te proporción  para  las  dos  docenas  de  varones  que  fi- 
guramos en  el  local,  dominan  las  mujeres.  Escucho 
francés  femenino,  no  mucho,  aquí  y  allí ;  el  que  repi- 
quetea es  el  inglés,  en  las  bocas  encantadoras  de  las 
3IÍSSCS  y  de  las  young  Mistresscs ;  las  bocas  de  las  oíd 
Ladies,  adrede  no  las  veo.  Hay  toilettes  y  alhajas  es- 
tupendas ;  pianísimo  discreteo  ;  atmósfera  de  distinción 
y  cultura,  las  características  de  esta  Washington  tan 
bella  y  tan  distante,  por  su  fisonomía  sui  generis,  del 
resto  de  las  grandes  ciudades  de  los  EE.  UU. 

En  el  sexo  "fuerte,"  varios  colegas  diplomáticos: 
es  de  internacional  snobismo  entre  ''los  de  la  Carrera" 
alardear  de  refinados  y  de  aburridos  en  todas  las  fies- 
tas que  exornan  con  su  presencia,  las  intelectuales  in 
capite;   conferencias,    recitales,    museos,    vernissages, 

—  243  — 


F,  GAMBOA 

premieres  y  demás  tituladas  con  nombres  rebuscados 
y  no  al  alcance  d«'l  común  de  mortales. 

La  confer»'MCÍa  en  sí.  poco  niás  qwi'  me<liana.  Al  8«>- 
ñor  Mahilleau  todavía  le  falta  juira  hombrearse  con 
los  grandes  literatos  de  su  tierra:  i)erp«'ño.  parisiense 
puro,  l«''ase  cursi ;  ademanes,  violadores  de  kw  que  pre- 
vienen los  cánones;  lóg'ica  pobre;  abundancia  de  hi- 
pares comunes.  En  ocasiones.  i7  patauge.  .  . 

En  dos  o  tres  ríprisrs,  las  americanas,  que,  estoy 
sepuro,  no  aprecian  las  exquisiteces  del  idioma,  aplau- 
den :  p«'ro  tan  a  destiempo,  que  en  una  «le  ellas  descon- 
ciertan a  MabilU*au,  el  cual  contém[)lalas  extrañado. 
Con  su  mirada  vivaz  de  galo  inteligente,  parece  que 
se  pregunta : 

— '*¡i*or  qu»'  me  aplaudirán  estas  madamas?..." 

Ha  de  ignorar  ípie  la  mujer  norteamericana  adolece, 
— en  deteriniíuida  |>osiei('in  soeinl, — tic  un  hnsbl/'uismo 
in.soi)ortal>l«'.  (íraduadas  en  univ«rsidadi*s  y  colegios, 
salen  más  licurgas  que  sabias,  y  opinan,  sobre  cien- 
cia, sobre  arte,  con  una  suficiencia  y  un  aplomo  que 
8<')lo  se  les  perdona  porque  en  lo  grneral  son  lindísi- 
mas, como  tentaciones,  y  peligrosas,  como  abismos. 

pMUgome  a  d«'terminar  al  confermeiante.  que  nrt" es 
nada  antipático.  Lo  encuentro  bien  francí^  y  bien 
homme  dr  Uttres, — lo  que  eíjuivale  a  plrin  d'aplomb  y 
a  poxeur,  n-speetivament»', — realizando  con  este  viaje 
lo  <|ue  con  trabajo  tantísimo  fn>  alcan/.a  en  París  a  los 
muchos  años  y  con  mucho  talento:  notorio<lad  y  dine- 
ro. Adivino  su  afán  de  ahorro, — v\  envidial)le  e  in- 
nato en  to<io  francés,  que  los  habitúa  a  «'eonomizar  la 
mitad  cuando  menos  de  lo  que  ganan,  lo  que  en  re- 
tomo les  permite,  en  las  lindes  de  su  vejez,  disfrutar 

—  244  — 


MI  DIARIO 

de  una  renta  que  les  garantiza  una  independencia 
tranquila...  Helo  aquí,  a  Mabilleau,  trajeado  en  la 
calle  de  Richelieu,  proclamando  a  gritos  que  no  ha  ve- 
nido pour  des  primes,  que  no  se  comprará  ni  un  par 
de  guantes.  .  .  En  cambio,  quelle  rentrée  tñomphale, 
qué  recuento  de  las  ganancias,  qué  hermosear  la  vi- 
vienda literaria  y  económica,  allá,  en  la  rive  gauche 
de  su  París  incomparable  y  único,  qué  mentir  inteli- 
gente, chispeante,  sobre  América  y  los  americanos, 
que  quizás  exteriorice  en  un  libro . . . 

Concluye  muy  bien,  con  dos  toques  que  arrancan 
los  aplausos  nutridos  que  no  pedían  sino  estallar. 

Cita,  primero,  las  frases  de  La  Fayette,  las  que  re- 
comendó se  le  pusieran  en  su  tumba : 

— ^'Ci  git  La  Fagette,  Géntral  Francais  et  Cito- 
**  yen  Américain." 

Y  cierra  con  un  lugar  común,  que  provoca  un  hura- 
cán de  aplausos : 

— "Francia  y  los  Estados  Unidos,  han  salvado  y  con- 
tinuarán salvando  a  la  humanidad  entera ! ! ! " 

Son  las  5.30.  Afuera,  en  la  calle,  el  desfile  es  suntuo- 
so por  el  lujo  de  los  trenes  abiertos,  de  sus  ocupantes^ 
de  los  soberbios  troncos  que  piafan  o  se  parten  al  gran 
trote  por  las  avenidas  asfaltadas  de  la  urbe  aristocrá- 
tica . . . 

La  primavera,  sigue  avanzando ;  ya  los  millares 
de  árboles  que  bordean  las  aceras,  están  coronados 
de  brotes  verdes. 

Prima  vera :  los  primeros  verdores. 

En  la  mismísima  esquina,  topóme  con  grotesco  es- 
pectáculo :  un  tranvía  de  verano,  relleno  de  ladies  and 

—  245  — 


F.  GAMBOA 

gentlemen,  que  luce  al  exterior  grandes  rótulos  pin- 
tnrrnj»>ndos  de  carro  de  circo,  "Spfcial  Car  for  Sccing 
Wdshintjinn."  y  en  sus  mlentros  atesora,  amén  de  los 
pasajeros,  a  un  fíarker  (ladrador,  al  pie  de  la  letra), 
que  se  dosjfañita  dc8<le  las  profundidades  do  mons- 
truosa l»ot'ina : 

— ** Here,  io  my  left,  ü  the  cclebrotcd  and  famous 
"  Columbian  í'uivtrsitt/.  .  .  " 

Para  escapar  a  esos  ochenta  rostros  graves  que  están 
pendientes  con  sajón  recogimiento,  sin  pestafiear,  de 
las  vociferaciones  del  emltudo.  aprieto  el  i>aso  ;  huyo 
lie  los  (pie  están  viendo  Wásliington .  .  . 

No  paro  hasta  el  Duponi  Circlf, — i*l  más  aseñorado 
tal  Vez  de  los  (pie  hprmos«'an  la  conflueiieia  cireidar 
de  calles  y  avenidas, — vn  el  cual.  i>or  su  i>roximidad  a 
casa,  viene  a  jugar  mi  hijito  con  chiquillería  yan- 
qui. .  . 

En  cuanto  me  descubre,  viene  a  mí  con  el  júbilo  ex- 
plosivo que  le  origina  divisarme  en  cualquier  parte; 
se  Tue  encarama  jadeante,  dobla  su  calx'cita  sobre  mi 
pecho,  y  él  y  yo  enmudi'cemos  frente  al  crepúsculo; 
uno  de  estos  tramontos  «'ptentrionales,  imj)onente«  y 
lentos. . . 

5  DF  AHRIL. — Domingo.  Kn  tranvía  hasta  ("hrvy 
Chase  Lakc. 

6  DE  .vBRii.. — Acabo  de  leer  "  Verité.*'  de  Emilio  Zola. 
Decididamente,  no  es  un  "evangelista,"  nunqtie  ha- 
ya intentado  (>srribir  nada  menof^  de  tres;  aix'uas  ai 
llega  A  predicador  laico  de  nocialismo  corriente...  Y 
me  cuesta,  ¡  vaya  si  me  cuenta !  estampar  «rtas 

-246  — 


MI  DIARIO 

tratándose  del  para  mí  respetadísimo  y  bien  amado 
maestro,  y  agregar  que  es  éste  el  único  libro  suyo, — 
y  cuenta  que  he  leído  y  aun  poseo  como  un  blasón  su 
íntegra  obra  magna, — que  no  luce  ni  una  página  si- 
quiera, impregnada  de  aquel  gran  arte  que  tanto  abun- 
da en  sus  producciones  anteriores. 

¡  Qué  lastima  que  en  esta  vez  el  sectario  ahogara 
al  artista ! 

9  DE  ABRIL. —  (Jueves  Santo).  Explicable.  Estas  so- 
lemnes festividades  que  en  mi  tierra,  y  en  otras  tan 
devotas  como  ella,  no  me  producían  sino  aburrimien- 
to y  fastidio,  en  este  país  protestante  las  echo  de  me- 
nos. Toda  mi  educación  de  católico,  rebelase  ante  la 
helada  indiferencia  con  que  por  acá  se  acoge  a  días  tan 
señalados. . . 

Para  ponerme  "dentro  del  movimiento"  encaminó- 
me, no  a  ver  las  Siete  Casas,  encaminóme  al  obelisco 
egipcio,  erigido  en  honor  de  Jorge  Washington. 

Sopla  un  viento  huracanado  y  no  se  siente  calor 
que  digamos ;  sin  embargo,  pacientemente  aguardo  a 
que  me  toque  mi  turno,  incorporado  a  la  larga  línea  de 
visitantes  que  aguardan  el  suyo.  Entramos,  y  subi- 
mos de  seis  en  seis  a  bordo  del  ascensor,  en  tanto  que 
los  fuertes  e  impacientes  se  tragan  los  centenares  de 
gradas  de  la  escalera.  A  los  555  pies  de  altura,  se 
detiene  el  elevador  y  nos  deposita  en  los  topes  de  la 
torre,  agujereada  con  un  par  de  troneras  en  cada  una 
de  sus  cuatro  caras.  Y  miré  la  ciudad .  .  .  con  cierto 
regocijo  pueril  de  vencido,  de  tenerla  "a  mis  pies". .  . 

La  vi  encantadora,  diminuta,  verdegueante,  bellísi- 
ma, ceñida  por  su  impuro  Potómac,  bello  también  a 

—  247  — 


F.  GAMBOA 

estas  alturas.  El  Capitolio,  ccino  un  símbolo,  lo  domi- 
na todo ;  cada  día  sedúceme  más.  y  uo  sé  qué  diera 
porque  en  realidad  símbolo  resultara,  y  de  sus  entra- 
ñas brotaran  y  se  esparcieran  por  nuestra  América, 
iluminándola  y  enseñándola,  las  sentencias  definitivas 
de  la  Libertad  y  de  la  Justicia.  .  .  Y  no  que  sid^ra,  se- 
pún  suele,  precisamente  lo  contrario. 

El  monmnento,  después  de  visitado,  >f  im-  antoja 
por  st'r  artificial.  \in  tantico  i)iffm»'0  y  ¡pariente  de  la 
torre  de  Babel,  un  arranque  de  la  me^ralomanía  que 
aflipe  a  los  s<'ñores  yan<piis.  Jorpe  Wj'isliinpton.  eon  y 
.sin  moinimento,  es  ineonmt*nsurai>lf. 

Para  comemorar  a  ese  hombre,  el  monumento,  no 
rtb.stante  sus  proporoiones,  ««s  meZ(iu¡no.  Qu»»  es  "muy 
alto"...  ;y  quéT  Más  alto  es  Wáslnnpton. .  ¡Que  se  le 
ve  desde  lejos?.  .  .  Mentira,  a  las  dos  le^iaa  y  nunlia, 
ya  se  perdió,  mientras  que  la  memoria  de  Wjishinp- 
ton  perdiirarA  eon  »•!  mundo.  Emo .  .  . 

11  i)K  .Miifii.. — Compré  mi  piiino  ¡el  priim-r  i)iano 
quo  me  pairo  en  mi  vi<la !  un  flamante  Cbíckerinp. 
de  Boston,-  que  instalamos  en  ntiestro  parlar  eon  orfn>- 
11o  desmedida). 

La  inají^furaciiui  es  a  puerta  cerrada:  mi  mujer 
nos  toca  el  himno  nacional  a  mi  hijito  y  a  mí.  que 
lo  e.HC'uchamos  absortos,  religiosamente,  muy  Hi)retadoM 
el  uno  eontra  el  otro,  yo  en  pie.  mi  hijo  entre  mis  bra- 
roK.  .  .  Y  mi  padre,  el  herido  de  la  AufroKtura,  al  tra- 
vés del  cri.stal  del  niarco  qtie  encierra  hu  fotografía  y 
que  he  cni^alanado  mu  I<im  i'Mlor.-»;  ini.strim  .11  «I-da. 
preside  la  escena.  . 

Eso  en,  que  las  nolas  sa^fradas  «le  una  patria  (pie 

—  248  — 


MI  DIARIO 

existe  aún,  se  esparzan  y  adhieran  a  las  paredes  y  te- 
chos, y  rincones  y  pisos  de  una  casa  yanqui,  en  la  ca- 
pital yanqui;  que  la  purifiquen  y  nos  la  tornen  habi- 
table por  el  tiempo  que  haya  de  durar  este  dorado 
destierro  diplomático. 

15  DE  ABRIL. — A  pesar  de  lo  mal  que  me  siento  de 
salud  y  de  lo  que  me  agobia  el  mucho  quehacer  de  la 
Embajada,  di  principio  la  noche  de  hoy  a  mi  próxi- 
ma novela  RECONQUISTA;  un. buen  trozo,  brotado 
sin  mayor  esfuerzo,  que  no  me  disgusta  para  comienzo. 
Llegué  a  temer  que  nunca  empezaría  la  nueva  obra. 

19  DE  ABRIL. — Visita  matutina  de  un  Mr.  Dentón, 
redactor  de  ''The  Evenivg  Star"  y  corresponsal  re- 
cientemente nombrado  de  "The  Mexican  Herald." 
Verborragia  recíproca.  Que  quiere  mi  retrato ;  el  de 
mi  gabinete  de  trabajo ;  el  de  la  portada  de  SANTA ; 
los  títulos  de  mis  libros  anteriores;  mi  pasado  lite- 
rario ;  mi  presente  íntimo ;  mi  porvenir  probable . . . 
¡qué  sé  yo!  el  delirio.  Me  enumera  las  ventajas:  millo- 
nes de  lectores,  salvar  fronteras . .  .  ¡  otro  delirio  ! 

Y  como  vivimos  en  la  era  de  los  ''bombos,"  y  este 
país, — que  inventó  a  Barnum,  o  al  que  Barnum  ha  da- 
do no  escasa  admiración  de  la  que  es  boga  alimentar 
por  la  Grrran  Rrrepúbliea.  .  . — sabe  fabricarlos  cual 
ningún  otro,  digo  que  sí  a  cuanto  me  piden,  repitien- 
do para  mis  adentros  el  latigazo  de  Lope :  "...  el  vul- 
go es  necio  y  pues  que  paga  es  justo ", . . .  que,  quién 
sabe  si  no  también  rece  conmigo. 

Escribí,  luego,  el  escenario  del  capítulo  I  de  RE- 
CONQUISTA; y    a    la    tarde, — es    domingo, — reali- 

— 249  — 


F.  (;amiíoa 

zainos  a  pie  y  andando,  una  larpa  correría  por  las 
afueras ;  mi  hijo,  de  mi  mano,  en  una  crisis  de  ffran 
salud,  saltarín,  hablador  y  contento. 

21  DE  AHKIL. — Noche  Sensacional,  con  los  astros. 

Juntos  el  íímbajador  y  yo,  salimos  de  la  Embajada 
después  de  las  8,  rumbo  al  Observatorio  Naval  As- 
tronómico, que  queda  muy  lejos,  a  una  media  ho- 
ra de  trote  incesante  de  los  frisones  que  tiran  del 
carruaje  i)articular  del  señor  Azi»íroz.  en  pleno  cami>o, 
más  allá  de  la  universitaria  y  pobre  (íeor^fetown.  ruin- 
mente  alumbrada,  anterior  a  la  ciudad  federal ;  la 
"Ciudad  de  Jorge"  fundada  por  los  Jesuítas,  en  loor 
de  Jorpe  Washington. 

Muy  bien  recibidos  por  los  técnicos  (jue  dirigen 
el  edificio,  nos  llevan  hasta  los  gigante8<«os  tí'lescopios 
qu«*  apuntan  a  los  cielos  por  las  rajadiiras  verticales 
del  ••norme  domlx)  metálico. 

Y  allí,  instalado  cada  cual  junto  a  las  lentes  pode- 
rosas que  nos  acercan  las  estrellas,  en  sendos  sillones 
nui'ánicos  (jue  s«'  nnieven  juntamente  con  los  teleaco- 
pioH,  ammadoH  al  infinito,  escuchamos  sin  parar  niien- 
ti's,  sabias  explicaciones  sobre  rotación,  trayectorias, 
distancias  y  volúmeni's.  .  .  Asombra«lo  y  entristecido 
yo,  de  que  seamos  tan  |MH|uita  cosa,  muy  inferiores 
a  los  más  inferiores  animálculos  <le  la  creación;  más 
eonviMicitio  (pie  nunca  de  (jue  nuestra  verdadera  gran- 
deza radica  en  el  cerebro,  y  iobrc  todo  y  por  encima 
de  totlo,  en  el  alma.  .  . 

25  nE  ABBIL. — Perdido  de  unos  vértigos  casi  perma- 
nentes, que  todo  me  lo  entenebrecen,  que  me  amilanan. 

—  250  — 


MI  DIARIO 

Ellos  me  impidieron  ir  a  trabajar  esta  tarde;  y  el 
encierro  y  el  malestar  precipítanme  en  profundas  si- 
mas de  nostalgia. , . 

26  DE  ABRIL. —  (Domingo).  Dilatada  caminata  en 
Herdic-cab,  enteramente  a  campo  traviesa,  solitario  y 
agreste,  hasta  los  jardines  del  Observatorio  Naval ;  y 
de  regreso,  por  el  Parque  de  Cleveland,  al  "Zoo." 

El  tal  Parque, — es  el  cochero  quien  me  suministra 
los  informes, — se  apellida  Cleveland  porque  el  Pre- 
sidente demócrata  de  aquel  nombre,  compró  en  veinte 
mil  dólares  los  terrenos  que  hoy  ocupa,  edificó  una 
buena  casa  en  pie  todavía,  y  vendió  luego  terrenos  y 
casa  en  ciento  y  tantos  mil  escudos.  ( ¿  Cómo  andaría 
esa  especulacioncita,  que  huele  que  apesta  a  hispano- 
americana ?  ¿  que  tanto  se  parece  a  la  de. . .  y  la  de. . .  ?) 

Ahora,  el  Parque  de  Cleveland  lo  han  urbanizado 
y  subdividido  en  lotes  para  residencias  privadas. 

A  poco  caminar,  nuestro  sabihondo  auriga, — que  es 
blanco,  por  más  señas, — nos  detiene  frente  a  la  vivien- 
da veraniega  del  Almirante  Dewey.  No  puede  garan- 
tizarme el  cochero  si  este  cottagc,  al  igual  de  la  ha- 
bitación de  la  avenida  de  Rhode  Island,  fué  también 
un  obsequio  de  los  amigos  y  admiradores  del  afortu- 
nado e  indiscreto  marino.  .  . 

A  propósito  de  la  casa  de  la  avenida  de  RJiode  Is- 
land, cuéntase  este  rasgo  que  a  mi  juicio  vale  más 
que  el  edificio  entero,  con  mobiliario  inclusive.  Ad- 
vierto que  yo  lo  oí,  tale  qiiale,  de  labios  de  una  dama ; 
pero  ignoro  si  es  maledicencia  o  un  hecho  com- 
probado :  El  total  de  la  subscripción,  excedía  del  va- 
lor de  la  finca ;  el  Almirante  lo  supo,  y  sin  duda  cre- 

—  251  — 


/'.  (JAMJiOA 

Yt-ndost*  aún  dentro  de  la  haliía  de  Manila,  disparó  el 
proyectilazo  que  aquí  so  consigna: 

— "Pues,  regaUnne  la  casa  con  muebles,  i\ue  así  el 
repalo  es  niás  completo  y  mas  útil.  .  .  " 

Y  (•»  la  verdad  que  la  caiía  con  que  lo  obsequiaron, 
estaba  amueblada  lujosi\mente  de  arriba  abajo.  Ni  non 
€  vero. . . 

¡  Ab,  las  pequeneces  de  los  grandes  bombrcs!  llt-  aquí 
a  un  gran  ciudadano  que  rehusa  nada  menos  que  la 
presidencia  de  los  EE.  W.  de  América,  e  indica,  o  pi- 
de a  las  claras,  muebles  para  la  casa  (¡ue  van  n  r»-- 
galarle. 

28  DK  ABRIL. — Peor  de  mis  vértigos.  Tengo  que  in- 
terrumpir mis  trabajos  literarios,  que  no  escribir  sino 
po((uÍ8Ímas  cartas.  ¡  Neurastenia  T ..  . 

De8<le  la  tanle  <le  jioy  y  lia.sta  el  prí'iximo  domingo 
por  la  noche,  quedo  al  frente  de  la  Embajada,  como 
Encargado  de  Negocios  aü  inicrim,  debido  a  un  viaje 
del  señor  Azpíroz.  (|ue  a  las  3  se  ha  nmnhado  a  Saint 
Ix)uis  Missouri  para  concurrir  a  los  feütejos  dcüicnto- 
rios  de  los  terrenos  en  (jue  habrá  de  efectuarse,  el 
año  veniílero,  la  ExiK).siei»'in  l'niversal  Conmemorati- 
va de  la  Compra  de  la  Ix)uisiana. 

30  DK  ABRIL. — Má«  pruebas  de  SANTA,  ha«ta  la  pá- 
gina 280.  Qué  aiuiia  de  concluir. 

4  i>F.  MAYO. — 2."  aniversario. . . 

El  punzante  recuerdo  me  acibara  to<io  el  día  de 
hoy...    ¡Por  qué  tenílré  conciencia  tan  Mvera  para 

—  262  — 


MI  DIARIO 

conmigo  mismo,  y  memoria  tan  fiel  para  recordar  mis 
propias  faltas?...  ¿pof  qué  mis  buenas  acciones,  a 
poco  de  consumadas,  pasarán  a  la  categoría  de  nebu- 
losa ? .  .  . 

Con  copia  de  detalles,  resucita  la  noche  fementida, 
y  de  palparla  dentro  de  mí,  comprendo  la  exactitud 
de  la  virgiliana  frase  de  "La  Eneida": 

— "Vivit  suh  pectorc  vidnus." 

No  puedo  ya  con  los  vértigos,  y  póngome  en  manos 
de  un  especialista  alemán  que  me  sujeta  a  minucioso 
y  brusco  reconocimiento  general.  .  . 

Que  no  hay  novedad  por  el  hígado  ni  por  el  car- 
dio  ;  que  lo  que  no  anda  es  el  estómago.  Y  me  dispara 
un  diagnóstico  amenazante;  de  puro. científico,  ininte- 
ligible. 

6  DE  MAYO. — En  el  Departamento  de  Estado,  a  ul- 
timar con  Mr.  Hay  la  entrevista  que  solicita  Liman- 
tour  desde  Nueva  York,  para  el  arreglo  que  este  últi- 
mo ha  salido  a  procurar  de  nuestra  cuestión  moneta- 
ria. De  ahí,  al  nuevo  edificio  propio  de  la  Legación  de 
China, — una  cajita  de  laca, — con  el  mismo  objeto. 

9  DE  MAYO. — En  la  estación  del  Pennsylvania,  con 
el  Embajador,  a  la  1.30  de  la  tarde,  a  esperar  la  llega- 
da de  nuestro  Secretario  de  Hacienda  y  Crédito  Pú- 
blico. 

Arribo  de  Limantour,  de  su  esposa  e  hijo,  y  de  un 
caballero  mudo  y  sonriente  que  viene  con  ellos.  Es  el 
banquero  chihu«huense  don  Enrique  C.  Creel,  miem- 
bro de  la  comisión  mexicana,  el  Mecenas  que  le  costeó  a 
•Jesús  Urueta  su  viaje  por  Europa. 

—  253  — 


\ 


F.  GAMBOA 

10  DE  MAYO. — Limantour  se  presenta  en  la  cancille- 
ría de  la  Embajada,  a  paparnos  a  los  Secretarios  la 
visita  (le  corti'sia  «|U«'  si'parailanu'nte  le  hieiinos  ayer. 
Acompáñalo  su  familia,  el  Embajailor  con  una  de  sus 
hijas,  y  don  Enrique  C.  Creel. 

Muy  afectuoso.  s«'gún  suele  manifestarse  cuando 
quiere,  recorre  con  nosotros  las  oficinas,  y  se  charla 
unos  momentos  en  el  saloncillo  de  nvibo.  cpie  en  uno 
de  sus  testeros  ostenta  la  carta  geográfica  de  Mé.xi- 
co.  Descúbrela  Limantour,  y  acercándose  a  ella,  ex- 
clama: 

— "Veamos  a  nuestra  qiu'rida  tierra".  .  . 

¿  Por  qué  la  sencilla  y  explicable  frase  no  habrá  ha- 
llado eco?.  .  . 

f're<'l,  continúa  de  j>o(j\iísimas  palabras. 

Después  de  haber  de8i)edido  a  Limantour  y  party, 
que  se  marcharon  a  bis  4  de  la  tarde,  en  tranvía  con 
mis  gentes  la  tiramos  hasta  Cohtn  John;  uno  de  los 
alrededores  más  at rayentes  y  pintorescos  en  que  abun- 
da Wá.shington. 

11  DK  M.\YO. — Esta  tarde  estamos  de  circo,  por  lo 
que  mi  hijo  me  lo  lia  pedido  y  porcpie  .somos  vícti- 
mas del  contagio  de  locura  (|ue  el  célebre  Circo  de 
liarnum  provoca  a  su  paM  en  cualquier  ciudad  de  loa 
EE.  rr.  Llega  a  tal  extremo  esii  locura,  rpie  el  comer- 
cio cierra  sus  puertas  y  las  autoridades  tienen  acor- 
dado que  sólo  un  día  permanezcan  en  nada  punto  estos 
empresarios  excepcionales.  piH'S  de  prolongai-se  su  per- 
manencia, se  |>«'rjudicaria  el  e4|UÍlibrio  monetario  de 
las  {^oblaciones  tie  H<>gundo  y  tercer  orden.  Y  es  que 
nadie   prescinde  de  asistir  a  la  diversión   favorita; 

—  254  — 


MI  DIARIO 

grandes  y  chicos,  pobres  y  ricos,  negros  y  blancos, 
escuelas  y  cuarteles  se  precipitan  a  comprar  su  bille- 
te. ¡  Ríanse  ustedes  de  los  entusiasmos  por  una  corri- 
da de  toros  en  Madrid  o  México ! 

Con  algunos  días  de  anticipación,  el  Circo  empieza 
a  anunciar  su  llegada  por  medio  de  anuncios  costo- 
sos, atestados  de  ilustraciones,  con  la  historia  de  la  em- 
presa desde  sus  orígenes ;  y  por  medio  de  la  prensa,  en- 
tre la  que  paga  avisos  y  reclames  a  pedir  de  boca.  Hay 
entusiastas  que  no  pierden  ni  el  desembarco  de  artis- 
tas, fieras  y  bestias. 

Las  dos  funciones  las  llevan  a  término  por  la  tarde 
y  por  la  noche  de  las  únicas  veinticuatro  horas  de  que 
el  Circo  es  usufructuario.  Y  por  la  mañana,  previa 
propaganda  pormenorizada  de  lo  que  se  verá  en  tales 
y  cuales  avenidas  que  ha  de  recorrer  el  inmenso  cor- 
tejo,— las  que  se  aprietan  de  curiosos, — se  echan  a  an- 
dar en  lento  desfile  aplaudidísimo,  al  compás  de  sus 
varias  bandas  y  orquestas,  el  par  de  centenares  de 
artistas,  y  el  sinnúmero  de  carros  tripulados  de  clowns 
y  de  cirqueras  en  traje  de  carácter,  que  lucen  muy 
agradables  anatomías  bajo  las  mallas  rosas  y  los  cor- 
seletes salpicados  de  lentejuela.  Ellos,  los  hombres, 
hercúleos  y  rubicundos,  caballeros  en  mansos  pala- 
frenes enjaezados  primorosamente,  caballeros  en  pa- 
cienzudos elefantes,  en  gestudo's  y  gibosos  camellos  y 
dromedarios.  En  la  procesión,  cebras,  girafas,  ponnies, 
y  enjauladas  pero  dejándolas  ver,  la  magnífica  colec- 
ción de  fieras  vivas.  Aquello  dura  las  horas,  aunque 
no  tanto  como  el  regocijo  de  los  espectadores.  En  el 
paseo  de  esta  mañana,  he  oído  un  órgano  de  hierro. 


255 


F.  GAMBOA 

¡  ¡  movido  por  vapor!!  capaz  de  romperle  los  tímpa- 
nos a  la  estatua  del  tinado  Almirante  Fárragrut.  .  . 

A  la  tarde,  con  el  bocado  en  la  boca,  fuimos  y  nos 
acomodamos  en  nuestras  localidades,  sudando  la  pota 
gorda  bajo  la  lona  candente  de  la  desmedida  tienda 
que  los  herederos  de  Baruum  llevan  consigo,  y  le- 
vantan siempre  en  las  afueras  de  las  poblaciones  que 
frecuentan,  por  falta,  dentro  de  éstas,  de  espacio  sufi- 
ciente. 

El  espectiiculo,  de  tan  variado  e  intensivo,  agotan- 
te; ha.sta  tn*s  i)istas.  en  cada  una  de  la.s.  cuales  suce- 
díanse sin  interrupción  números  y  números  de  actos 
de  suprema  habilidad  y  atrevimiento:  ora  caballos 
amaestrados  o  jinetes  y  "jinetas"  realizando  proezas 
de  eijuilibrio;  ora  acróbatíis  volando  por  los  aires,  los 
alambres  y  las  barras,  con  peligro  inminente  de  sus 
vidas;  ora  juegos  malabares,  p<*rros  sjibios,  juglares 
asiáticos,  cuanto  la  imaginación  humana  ])uede  in- 
ventar, cuanto  peligro  puede  desafiarse  y  vencerse  a 
fuerza  de  adiestramiento  y  de  hambre,  niños  di.sloca- 
dos.  a«lultos  come-fuego  y  traga-espadas.  .  .  Durante 
los  instantán(K)s  intermetiios,  la  brigada  de  rlowns  re- 
corriendo el  inacabable  piTÍmetro  oblongo,  con  far- 
sas, sjdtos.  carreras,  contorsiones  y  pantomimas  (|ue 
sacudían  de  risa  convulsiva  a  los  catorce  o  quince  mil 
espectadores  apiñados  en  las  buta<'as  y  graderías,  no 
obstante  s4-r  la  enjundia  «le  su  gracia  en  movimientos, 
tramas  y  palabras,  netamente  sajona  y  «le.saborida, 
infantil  a  las  veci's,  y  a  las  vec<>M  burda  y  sin  delica- 
deza... ('ual<|uiera  <le  los  números  "si-rvidos, "  ais- 
ladamente haría  un  exitazo  en  el  más  reputado  de 
los  Muxir    llalla   europeos:  lo    hace    de  fijo,  supuesto 

—  2r)6  — 


MI  DIARIO 

que  los  ejecutantes  son  los  mismos  que  cruzan  el  char- 
co y  allá  se  exhiben  con  aplauso  y  lucro. 

La  enfermiza  representación  dio  comienzo  con  un 
paseo  triunfal  de  artistas,  elefantes,  caballos,  drome- 
darios, cebras,  ponnies  y  lebreles,  vestidos  y  enjaeza- 
dos, respectivamente,  con  suntuosidades  orientales,  en 
tanto  las  orquestas  y  bandas,  al  mando  de  una  sola 
batuta,  atronaban  los  ámbitos  con  una  marcha  bár- 
bara. Luego,  en  un  escenario  máximo  con  kilométricas 
cortinas  de  terciopelo,  nos  dieron  una  féeñe  en  la  que 
tomaron  parte  no  menos  de  doscientas  personas ;  al- 
go que  pasaba  en  lejas  tierras,  con  rajáes  y  huríes, 
cimitarras  y  gumías,  bailes  y  cantos .  .  . 

Por  final,  la  tienda  anexa,  una  tienda  casi  tera- 
tológica :  enanos,  gigantes,  albinos,  monstruos  huma- 
nos, y  una  compañía  de  Ministréis  uniformados,  que 
tocaban  y  cantaban  desde  un  tablado .  .  . 

Y  para  ganar  la  salida,  al  cabo  de  dos  horas  de 
tamaño  ajetreo,  el  recorrido  frente  a  las  jaulas  de 
las  fieras ;  una  colección  tan  completa  y  abundante, 
que  ya  la  querría  para  su  regalo  un  buen  jardín 
zoológico. 

Se  sale  enfermo,  la  atención  mental  y  la  atención 
visual  hechas  añicos,  y  los  nervios  sacudidos  cual  des- 
pués de  una  tremenda  azotaina.  Trabajo  costó  que  mi 
hijo  concillara  el  sueño. 

12  DE  MAYO. — En  el  "Lafaycüe  Opera  House",  a 
ver  la  "Resurrección"  de  Tolstoi,  arreglada  y  tra- 
ducida al  inglés  por  un  Míster  Burt  Sayre, — don  Teo- 
doro,— a  quien,  si  Dios  y  el  viejo  novelista  ruso  no  se 

257  — 

1-7 


F.  GAMBOA 

la    pt-rdonan.    trabajo    ha    de   costniie    salvarse.    Un 
desacato. 

14  PE  MAYO. — A  mi  salitla  de  la  Kiiihajada.  y  eomo 
de  onlinario  nialliuiiiorado  y  molido,  tomo  un  tran- 
vía cuyo  derrotero  ignoro,  (|ue  me  lleva  hasta  Krook- 
1(1)1(1.  poblado  suburbio  en  los  límites  del  Distrito  de 
Columbia,  y  luego,  a  dos  pueblecillos  dtl  Estado  de 
Maryland :  lIyaitsvxUe  y  Riverdale .  . 

Al)ismado  desde  mi  ventanilla,  <le  la  prospcritlad  y 
grandeza  yanquis. . . 

De  regreso,  me  encontré  en  mi  iiu'sa  di-  trabajo 
pruebas  de  SANTA,  cjue  alcanzan  a  la  j)ágiüa  302. 

17  DK  M.vYo. — Pasigffintta  dominicale  en  *' Jlvrdic'' 
descubierto.  \'\\  atracón  de  campo,  diez  millas,  liasta 
los  confines  del  Hiuk  ('i-,ih  l'inh,  muy  más  :ill;'i  -bl 
Jardín  Zoológico. 

Nos  apeamos  m  medio  tlcl  l>o.s(|ue,  y  horrorizado 
I)or  el  encuentro,  reí'inbarco  a  mis  gentes.  I  na  ser- 
piente, larga  de  dos  metros  y  <le  muy  pintadas  esca- 
mas, se  arra.stra  por  nuestra  vereda.  Con  pésimo  tino, 
el  cochero  de.s<l»'  v\  pescante  le  asi-.sta  un  trallazo, 
y  yo,  enarl>olando  el  bastón,  corro  en  su  wguimien- 
to;  todo  inútil,  el  reptil  s«'  ha  hundido  por  entre 
las  mal(>zas  d«>  una  sima.  .  . 

Es  mucho  cuento,  y  .sólo  a  \\\\  me  acaecen  estas  co- 
sas. Ilaiber  recorrido  los  caminos  de  herradura  de 
rentroanl^rica,  <\\\f  toda  ella  no  es  sino  tin  nido  de 
víboras. —  ¡juro  «pie  lo  digo  sin  calembour! — y  no 
halnrme  troj)e/ado  tan  de  cerca  con  una  alinuu'ia  de 
ítiXa»,  mi   pesadilln,   para   venir  y  hallármela   en   tie- 

—  268  — 


I 


MI  DIARIO 

rras  boreales,  tiene  gracia ;  nada  más  que  yo  no  se 
la  encuentro. 

El  campo,  soberbio,  en  poderosa  eclosión  de  vera- 
no. Todo  es  verde,  preciosamente  verde. 

19  DE  MAYO. — Impóneme  "El  Imparcial"  de  Mé- 
xico, de  la  muerte,  allá,  de  Fernando  Luna  y  Drusina. 
Leo  que  las  alabanzas  huecas  y  de  cajón,  el  suelto 
funerario,  son  para  el  experto  íjuímico ;  para  el  poe- 
ta, nada. . . 

Es  una  injusticia,  pues  aunque  Fernando  no  era 
príncipe  parnasiano,  su  poesía  es  muy  digna  de  que 
se  la  tome  en  cuenta ;  dígalo,  si  no,  su  letra  a  la  dan- 
za "Perjura,"  de  Miguel  Lerdo  de  Tejada,  tan  popu- 
lar en  el  país,  que,  estoy  seguro,  no  hay  enamorado 
ni  enamorada  que  no  se  la  sepan  de  coro. 

Lo  que  nadie  sabe  es  el  porqué  de  esa  letra:  una 
pasión  prohibida  que  amargó  la  existencia  de  Fer- 
nando, pues  al  igual  de  todas  las  pasiones,  aun  las 
permitidas,  tuvo  más  de  espinas  que  de  rosas;  espi- 
nas que  crudelísimamente  le  hincaba  una  dama  que 
yo  saludo  reverente. 

Su  "Perjura"  aparte,  saboreada  y  aplaudida, — 
lo  que  ya  sería  título  para  no  escatimarle  el  de 
poeta, — deja  Luna  y  Drusina  una  obra  de  mediano 
tamaño,  en  la  que  se  destacan  algunas  composiciones 
de  mérito,  por  mucho  que  se  resientan  de  roman- 
ticismo ultra  en  el  fondo,  y  de  Bequerianismo  y  Ur- 
binismo, —  1."  época, — en  la  forma;  Gustavo  Adol- 
fo Béquer  y  Luis  G.  Urbina  fueron  los  modelos  pre- 
dilectos de  Fernando. 

Su  profesión  de  químico,  la  detestaba,  a  pesar  de 

—  259  — 


F.  (iAMliOA 

lo  que  se  distinguió  en  ella.  j)orque  eonsi(l«'rál)ala 
la  nuis  incompatible  con  la  poesía  y  una  tle  las  nu'is 
prosaicas  que  pueden  darse.  ¡  Cuántas  veces,  que  yo 
lo  v¡s¡t«'  en  su  faruiaeia,  o  en  el  Consejo  Superior 
de  ¡Salubridad,  revestitlo  de  niamjil  y  nianejamlo  d 
mortero  o  la  espátula,  la  maldijo  conmigo: 

— "Mira  cómo  me  eneuentras, — exclamaba  accio- 
nando,— a  leguas  y  leguas  de  las  Musas.  .  .  " 

Lo  consolaba  yo,  citándole  el  ejemplo  de  Suniler- 
mann.  farmacéutico  como  él.  y.  sin  embargo.  \in  dra- 
maturgo de  tomo  y  lomo. 

Fué  Luna  y  Drusina,  por  temperamento,  un  amo- 
roso y  un  poeta ;  y  quizás  habría  legado  mejores  fru- 
tos, si,  tle  veras,  su   profesión  hubiese  sido  ilistinta. 

La  tal  profesión,  enconada  frente  a  las  ingratitu- 
des y  maledicencias  de  ípie  la  hiciera  perenne  ob- 
jHo,  al  fin  se  vengó  de  Fernando  y  le  segó  su  vida : 
inspeccionando  unas  ví.sceras  infectadas,  contrajo  el 
tifo  que  prenuituramente  le  diera  nuierte.  .  .  Murió 
en  el  cumplimiento  de  su  deber  como  perito  (piímico 
del  (.'onsejo,  vale  decir,  <jue  murió  heroicamente,  aun- 
que semejantes  heroicida<les  y  otras  que  tal,  todavía 
pasen  inadvertidas  entre  nosotros.  Y  no  ha  de  ha- 
berse figurado  (pie  muriendo  así,  en  el  laboratorio,  en 
el  desempeño  de  noble  empresa,  con  su  muerte  es- 
cribió el  verso  más  sentitlo  y  perdurable! 

Ya  í|ue  no  me  es  permitido  acompañarlo  a  su  fo.sa, 
y  a  él  no  w  le  realizó  el  anhelo  de  ver  reunidos  en 
un  tomo  todas  las  notas  (pie  arrancó  a  su  lira,  sin 
su  licencia  estampo  atpií  la  composición  iné«iita  <pie 
me  dedicara,  y  que  algo  deja  entrever  tii'  su  psico- 
logía : 

-  2fi3  — 


MI  DIARIA 
MIS   RECUERDOS 


A  Federico  Gamboa 


Cuando  en  mis  noches  de  insomnio 
hago  venir  mis  recuerdos, 
que  yaceJí  quietos  y  mudos 
— como  en  su  tumba  los  muertos — 
en  el  rincón  más  obscuro 
del  fatigado  cerebro ; 

Cuando  ante  mi  van  pasando 
con  andar  pesado  y  lento 
— cual  pasa  la  comitiva 
que  acompañando  va  al  féretr< 
las  lágrimas  de  mis  ojos 
van  silenciosas  saliendo, 
y  ruedan  por  mis  mejillas, 
y  en  silencio  me  las  bebo .  .  . 

Ni  un  suspiro,  ni  una  queja 
exhala  triste  mi  pecho, 
ni  de  la  noche  lá  calma 
viene  a  turbar  mi  lamento ; 

yo  solo  sé  mis  congojas, 
yo  solo  sé  lo  que  tengo 
cuando  mis  insomnios  paso 
llorando  quedo,  muy  quedo. 

Y  entonces,  en  esas  horas 
de  angustias,  es  cuando  creo 
que  debo  tener  el  alma 
más  resistente  que  el  hierro ; 
pues  quiero  gritar,  y  callo, 
y  sufro  mucho  ¡  y  no  muero ! 

—  2G1  — 


F.  GAMBOA 

¿  Por  (lué  lio  vuelven.  Dios  mío, 
esas  horas  y  esos  tiempos? 

¿Por  qué  no  son  golondrinas 
que  vienen  eonio  se  fueron  T .  .  . 

Si  no  podéis  darme  dicha, 
si  es  ¡in[)0sihle  mi  anhelo, 
no  vengáis  a  mi  llamado, 
no  despertéis  a  mi  acento 
como  despierta  en  las  Ixivedas, 
la  voz.  los  dormidos  ecos. 

De  nuevo  volved  al  sitio 
en  (|ue  estabais.  m\s  recuerdos; 
volved  al  rincón  obscuro 
del  fatigado  cerebro; 

y  (jueilad  allí  tran(|U¡los. 
siempre  mudos,  siemj)re  <|UÍetos, 
como  oruga  en  su  capullo, 
como  en  su  tumba  los  muertos.  , , 

México:  mayo,  30196. 

21  df:  .mayo. — Allende  el  Capitolio,  en  el  Panjue  de 
Lincoln. 

Un  monumento  en  bronce,  del  gran  al>olicionista 
asesinado  por  un  cómico  fanático,  de  pie  y  en  hermosa 
actitud,  la  una  mano  sobre  la  eiuuala/ada  melma 
de  un  í'sclavo  medio  arro<lillado  a  sus  pica  y  con  la 
eadi-na  rota,  y  la  otra  .víibre  «-I  a<'ta  de  almlieión  de 
la  es<*lavitud,  (pie  deseausa  en  una  columna. 

Las  inscripciom-s  en  relieve,  conmovetloras :  el  mo- 
numento lo  co.stearon  por  subseripción  voluntaria,  los 
negros  y  una  sociedad  anti-esíjlavista.  Inició  la  subs- 
cripción una  liberta,  con  los  primeros  cinco  dólares 

—  2tí2  — 


MI  DIARIO 

que  ganó  trabajando  ya  como  mujer  libre,  al  saber 
que  Lincoln  había  sido  asesinado. 

25  DE  MAYO. — No  hicimos  ayer  nuestra  habitual  ex- 
cursión "dominicana,"  porque  tenía  yo  resuelto  que 
fuéramos  lioy  a  sitio  de  mayor  interés:  Mount  Ver- 
non,  a  visitar  la  casa  y  la  tumba  de  Washington. 

Comienzan,  pues,  las  peregrinaciones  de  año  atrás 
contempladas,  que  propongo  realizar  en  los  EE.  UU. 
No  muchas,  nó,  tres  nada  más  e  importantes,  aun- 
que de  naturaleza  distinta :  la  primera,  la  de  hoy ; 
luego,  conforme  disponga  de  tiempo  y  dinero,  a  la 
tumba  de  Edgar  Alian  Poe  en  la  abadía  de  West- 
minster,  de  Baltimore,  y  por  último,  a  la  tumba  y 
casa  de  Walt  Whitman,  en  Camden  de  Nueva  Jersey. 

A  las  10  en  punto  de  la  mañana  zarpamos  del  mue- 
lle que  se  encuentra  al  pie  de  la  Calle  7.",  a  bordo 
de  guapísimo  barco,  un  '^ChurUs  ]\íacalester,"  espe- 
cialmente fabricado  para  esta  carrera.  Golpe  de  pasa- 
.  jeros,  los  nativos  en  mayoría,  sin  que  escaseemos  los 
de  otras  latitudes. 

El  Potómac,  histórico  y  trágico  bebedor  de  san- 
gre anglosajona  en  las  pocas  guerras  que  han  asola- 
do este  país  de  paz,  de  las  orillas  washingtonianas 
divísase  impuro  y  sucio ;  y  como  se  sabe  que  con  su 
hábito  envenena,  maldito  lo  que  se  le  admira.  Pero 
hoy  es  una  revelación,  hoy  se  me  manifiesta  bajo 
faz  diversa:  ancho,  de  gran  volumen,  importante,  con 
riberas  pintorescas,  y  harto  surcado  por  embarcacio- 
nes de  todas  clases  y  tamaños. 

La  onda  fría  que  sopla  desde  ayer,  aliviándonos  del 
tórrido  calor  que  comenzaba  a  derretirnos,  adquiere  en 

—  263  — 


F.  GAMBOA 

la  cubiertii  d»!  '' Mncalratcr,"  iiingiiantnl)li>  tostpu'- 
dades  que  nos  fuerza  a  refugiarnos  dentro  del  salón 
en  (|ue  los  calo!Íf»'ros  runrunean.  Adlicrido  al  cris- 
tal de  un  Ventanillo,  Jio  se  nu»  eseapa  detalle  de  la 
travesía.  Enteróme  del  aspecto  general  de  la  Villa  de 
Alexandria. — primera  capital  (pie  tuvo  el  Estado  de 
\irginia, — vetusta  ciudad  <pie  ha  perdi<lo  de  s»i  an- 
tigua importancia  por  la  proximidad  con  Washington. 
Atracamos  breves  instantes.  toTuanios  y  ilejainns  via- 
jeros, el  correo,  algunos  "morenos''  que  .se  luimlen 
silenciosos  en  la  segunda  cla.se,  bajo  el  puentf.    . 

Sigue  el  panorama.  Los  eami)Os,  en  plena  ort:ia  de 
verano:  ebrios  de  luz.  de  hojas,  de  aires  bien  olientes. 
de  horizontes  de8peja<los  y  diáfanos,  de  alada  ga- 
rndería :  hay  arboledas  y  ariml«Mlas,  d«»  cmindo  en 
cuando  cortadas  por  chimeneas  humeant«'s  y  altísi- 
mas,— las  otras  arl)oledas  que  tanto  abtindan  en  es- 
te prodigioso  suelo  d»*  tradiajo  y  <le  indu.stria;  más 
lejos,  nuintañas  azules;  muy  cerca,  colinas  y  laderas, 
Oíjuedades  y  abras,  verdes,  verdí»a,  to<lo  Vs  verde... 
Por  entrand)as  bandas  del  "  Mnmh stfr,"  pasan  de 
tiem[)0  en  tiempo  laboriosos  remolcadores,  puja  (pie  te 
puja,  tirando  de  balandros  cargados,  de  navi»«  ca- 
pricho.sas  (pie  la  inventiva  de  estos  demonios  multi- 
plica y  adapta  a  sus  necesidades. 

Al  cabo  de  una  hora,  escala  en  el  "Fort  ]yashÍHg- 
ton."  donde  d(>positamos  a  un  par  de  artilleros  (pie 
venían  con  nasotros;  largamos  dos  roncos  pitn/os  y 
¡hala!.  .  . 

Mount   Vrrmtn. 

(^í'miodnmente  saltamos  .1.1  ■  .!/»/< /i  « s  .  /  <■  \.\  iir- 
rrn  firme;  es  un  desembarcadero  en   forma,  con  em- 

—  264  — 


MI  DIARIO 

pleados  de  gorra   galoneada,   que   exigen  los  billetes 
de  a  veinticinco  centavos  que  cuesta  pasar  adelante. 

Desde  luego, — y  aun  falta  trecho  para  la  turaba 
y  la  vivienda, — las  charlas  se  apagan,  ahora  se  ha- 
bla en  voz  baja,  está  prohibido  fumar  y  trasponer 
la  reja  del  ingreso  con  canastos,  perros,  bebidas  ni 
viandas.  .  .  Algo  de  solemne  ha  de  flotar  en  la  at- 
mósfera, supuesto  que  hasta  los  pequeños  se  ponen 
serios;  dígalo  el  mío,  que  por  el  campo  se  perece,  y 
que  va  caminando  quietecito  y  mudo,  como  los  otros 
dos  o  tres  rapaces  que  integran  nuestra  romería .  .  . 

Henos  frente  a  la  tumba...  Severa  construcción 
de  ladrillo,  con  reja  de  hierro  en  forma  de  arco,  y 
esta  lacónica  insciñpeión  entallada,  arriba,  en  re- 
ducida lápida  de  mármol: 

^'Within  this  cnclosiire  rcst  the  remains  of  Gene- 
''  rol  George  Washington".  (Dentro  de  este  cercado 
reposan  los  restos  del  General  Jorge  Washington). 

En  el  interior,  encima  de  los  dos  sarcófagos, — el  de 
Washington  y  el  de  su  esposa, — se  leen,  entalladas 
asimismo,  las  palabras  de  Juan  el  Evangelista: 

"Yo  soy  la  Resurrección  y  la  Vida.  El  que  en  Mí 
' '  crea,  aunque  haya  muerto  vivirá ..." 

El  sarcófago  de  Washington,  que  es  de  mármol 
blanco  cortado  como  ataúd,  sólo  dice  en  su  tapa : 
WASHINGTON,  y  cincelados,  ostenta  única- 
mente el  escudo  de  armas  de  los  EE.  UU.  y  el  pabe- 
llón nacional  en  paño  simulado. 

Una  de  las  garras  del  águila  del  escudo,  falta,  fué 
mutilada  por  un  ciudadano  que  sabía  leer  y  escribir, 
durante  la  guerra  de  secesión.  {¿Tu  quoque.  Bru- 
to?...) 

—  265  — 


F.  GAMBOA 

Eli  ti  otro  sarcófago,  se  lee:  "Martha.  Con- 
"  sorte  de  Washington.  Murió  el  21  de  mayo  df  ISOl. 
"  a  la  edad  de  71  años." 

Es  curioso  que  se  hayan  equivocado  en  la  f«'cha; 
la  viuda  de  Washington  no  murió  hasta  el  1802. 

E.sta  tumba  se  denomina  la  "Tumba  Nueva,"  j)a- 
ra  dift-reneiarla  ile  la  j)riinitiva.  la  "Tumba  Vieja," 
— a  unos  cuantos  pasos,  camino  de  la  vivienda. — 
que  Lafayette  visitó  cuando  su  famoso  viaje  en  el 
año  de  1824. 

La  "Tumba  Vieja"  fué  violada  el  I8:il.  y  por  aña- 
di<lura.  saqutadu .  . .  Manos  sacrilegas  extrajeron  un 
cráneo  de  sus  entrañas  santas,  y  el  j>rofanador  osó 
pretender  que  el  tal,  era  r\  cráneo  de  Washington. . . 
('oniprobaeiont'S  científicas  posteriores  han  demostra- 
do plenamente, — ¡(juiéralo  Dios! — (jue  los  restos  del 
grande  hombre  se  encuentran  completos. 

(Por  lo  demás,  (^ta  violación  y  la  mutilacituí  del 
escudo  de  armas, — a.sí  como  análogos  horrores  ile  si- 
glos atrás  perpetrados  en  Europa,  y  en  París  i  ¡  ¡  la 
Ciudad-Luz! ! !  con  las  ceni/as  de  Juan  Jacobo.  de  Vol- 
taire  y  de  (|uién  sabe  cuántos  monarcas  sepultados  en 
Saini  Dcnis,  esparcidas  a  los  cuatro  vientos;  el  aten- 
tado más  reciente  a  la  tumba  de  Napoleón, — en  cierto 
moilo,  me  consuelan  auiupie  muy  tristemente,  por  lo 
que  a  los  mexicanos  nos  alivian  del  merecido  dicta- 
do de  bárbaros  con  que  «'1  mundo  ha  solido  bauti- 
zarnos en  recompensa  a  proezjis  parecidas  o  peores. 
Confieso  (pie  lo  hemos  sido,  más  de  la  cuenta,  que 
«piizás  mañaiui  reincidamos,  pero.  Señor,  (pie  los  ex- 
tranjeros no  nos  lo  echen  en  cara  tan  a  menudo  y  a 
desti(m|)o;  que  a  su  vez  entonen  su  nica  culpa  y  re- 

—  266  — 


MI  DIARIO 

conozcan  que  el  populacho  y  las  chusmas,  y  en  ocasio- 
nes hasta  uno  que  otro  civilizado,  errata  de  la  espe- 
cie, son  en  todas  partes  igualmente  salvajes,  eterna- 
mente salvajes,   incurablemente  salvajes ! .  .  . ) 

En  previsión  de  otro  atentado,  se  edificó  la  "Tum- 
ba Nueva,"  modelo  de  seguridad  y  solidez,  verdadero 
recinto  inviolable,  y  a  ella  transladaron  los  despojos 
de  "Washington  y  de  Marta.  Un  John  Struthers,  de 
Piladelfia,  labró  con  sus  manos  los  dos  mausoleos,  em- 
pleando bloques  de  mármol  de  una  sola  pieza,  y  los 
obsequió  al  propósito  de  que  para  siempre  custodiaran 
las  venerandas  reliquias.  Se  procedió  con  toda  pompa 
al  enterramiento  final,  y  la  llave  del  panteón  la  arro- 
jaron a  las  profundidades  del  Potómac. 

En  su  derredor  míranse,  por  las  afueras,  diversas 
tumbas  de  herederos  y  parientes  de  Washington ;  mas 
lo  que  yo  digo,  ni  después  de  muerto  conviene  hallarse 
muy  cerca  de  las  grandezas,  so  pena  de  que  nadie  se 
fije  en  uno.  Que  es  lo  que  ocurre  con  todos  estos  di- 
funtos, ni  quien  se  detenga  ante  sus  lápidas.  .  . 

Detúvemc,  en  cambio,  frente  a  cada  uno  de  los  ocho 
árboles  conmemorativos  que  crecen  cabe  el  panteón, 
y  eu3'as  procedencias  pueden  averiguarse  leyendo  los 
sendos  cartones  que  cuelgan  de  sus  troncos: 

I. — Un  olmo,  plantado  en  1876,  por  Dom  Pedro,  Em- 
perador del  Brasil  entonces ; 

II. — Un  plátano  falso  (arce),  plantado  el  31  de  oc- 
tubre de  1881  por  las  " Temperance  Laúies"  de  Amé- 
rica ; 

III. — Un  roble  británico,  plantado  por  encargo  del 
Príncipe  de  Gales, — hoy  Eduardo  VII, — para  reem- 
plazar el  que  como  recuerdo  de  su  visita  a  Mount  Ver- 

^  —  267  — 


F.  GAMBOA 

non  i)lantó  j)or  sí  mismo  el  año  do  18G0.  y  que  so  agos- 
tó al  poco  tiomix) : 

IV. — rii  árbol  ¡)lanta(lo  el  29  de  novbro.  de  1890, 
por  la  Fraternidad  estudiantil  "Sifjma.  I'ln/*'; 

V. — l'n  álamo  de  Concordia,  ¡ilantado  en  abril  de 
1897,  por  los  ** Hijos  de  la  Revolueión  Americana"; 

VI. — l'n  encino  blanco,  plaiita<lo  el  VA  de  mayo  de 
1899,  f>or  la  asociación  atnericana  de  Inffenieros  Ci- 
viles ; 

\'II. — l'n  tilo  permano.  plantado  el  27  de  ftbnro  de 
lí)02,  por  el  Príncipe  Enri(|\i«'  de  Prtisia,  y 

\'lll. — l'n  álamo,  plantado  el  19  de  marzo  de  lfí02, 
por  la  Fraternidad  estudiantil  "I'liii.  Itrta,  I'sjf." 

La  licre(lad  de  .!/<>»//»/  VrrnoH,  en  sus  orípenes,  w 
denominó  "  Hunting  Crfick  Estáte,'*  y  ha.sta  1743  que 
la  ad(|uiriern  Lawrence, — un  medio  hermano  <le 
Wásliiii^rton.— y  m  ella  edificara  su  lial)itación,  no  le 
vino  el  nombre  de  M(»uvt  Vrrtion:  en  honor  <lel  Al- 
mirante \'ernon,  a  cuyas  ónlenes  había  combatido 
Tiawn'iice  contra  Kspaña.  A  la  muerte  de  Lawrence 
y  de  su  hija  única,  Washington  heredó  los  dominios. 

Data,  a  contar  de  entonces,  la  celebridad  del  sitio, 
debiílo  exclusivamente  a  la  alte/jj  de  su  dutño.  tan 
grande  en  su  gloriosa  y  excepcional  viíla  i)ública,  co- 
mo en  su  nobilísima  y  ejemplar  viíla  privada. 

Muy  |>oco  despu^'-s  de  su  matrimonio  en  17ri9.  ví- 
noíM"  Washington  a  habitar  Mount  Vernon.  Aquí  tra- 
bajó la  tierra  y  administró  la  propicílad,  hasta  «pie 
la  patria  no  lo  llamó  al  campo  de  batalla  ;  aqtií  regresí'), 
después  de  Yorktown,  y  despu»'*  de  sus  períoílos  pre- 
sidenciales;  a<pií  vivió  en  digno  retiro,  ««omo  un  eiu- 
dadano  cualípiiera,  sin  ambiciones  ni  una  .sola  man- 

—  26S  — 


MI  DIARIO 

cha,  amado  y  grande  hasta  la  fecha  de  su  muerte, 
en  1799.  Aquí,  por  último,  duerme  apaciblemente 
su  postrimer  sueño,  venerado  de  propios,  admirado 
de  extraños:  aquí,  en  sus  tierras,  donde  vivió,  tra- 
bajó y  amó ;  donde  menospreció  las  mentidas  gran- 
dezas humanas,  muy  inferiores  a  su  grandeza  propia, 
tan  inmensa,  que  casi  parece  extrahumana .  .  .  Aquí 
reposa ;  y  resulta  imponente  el  acto  de  equidad  que 
con  él  ha  consumado  este  conglomerado  de  ochenta 
millones  de  individuos,  al  transmutar  en  templo  la 
poética  morada,  y  peregrinar  a  ella  año  tras  año,  va- 
rias veces  algunos,  los  próximos  y  los  remotos,  con 
pío  recogimiento,  veneración  y  respeto.  Hacen  divi- 
namente, levántanse  a  sí  mismos,  es  el  legítimo  tribu- 
to que  tenían  que  pagar  las  posteridades  del  hombre 
puro,  los  cultores  de  la  fuerza  física,  los  sectarios  de 
las  ambiciones  y  de  las  audacias,  los  practicantes  del 
abuso,  y  aun  de  la  rapacidad  internacional,  que,  co- 
mo al  galgo,  de  raza  les  viene.  .  .  Hacen  divinamente 
en  llegar  y  prosternarse  ante  la  tumba  del  que  creyó 
y  practicó  el  Derecho,  del  que  sirvió  a  la  Justicia,  del 
que  adoró  a  Dios, — y  no  al  Dólar, — del  que  fundó  la 
Libertad  en  todo  un  Continente,  que.  ¡  ay  de  mí !  pa- 
rece que  no  acierta  todavía  a  idolatrarla  y  reveren- 
ciarla cuanto  se  merece.  Ojalá  que  los  hijos  de  los 
hijos  de  los  americanos  de  hoy,  en  cada  generación  fu- 
tura se  aproximen  más  y  más  a  la  grandeza  de  miras 
y  pureza  de  hábitos  de  este  Patriarca  que  sólo  con  su 
recuerdo  llena  el  orbe.  .  .  " E  Plurihus  Unum."  De  to- 
dos ellos,  los  plurihus  vivos  y  muertos,  apenas  si  los 
unums  serán  tres:  Washington,  Jéfferson,  Lincoln... 
Hay  qne  consignar  un  precioso  rasgo  que  mucho 

—  269  — 


F.  GAMBOA 

enaltece  a  la  mujer  aniorieana ;  si  no  es  por  ella,  se 
piecde  la  propiedad  de  Mount  Venion,  y  en  lugar 
de  templo  cívico  sería  ahora  lo  que  l\ls.  gusten :  fiiu- 
diciúu,  molino,  fábrica.  Una  egregia  dama  de  la  Ca- 
rolina del  Sur,  Miss  Ann  Pamela  Cunningham,  ani- 
mada de  celo  patrio  poco  común,  se  echó  encima  la 
ardua  empresa  de  allegar  los  fondos  bastantes  a  la 
compra  del  dominio,  cuyo  último  propietario,  John 
Augustine  Washington,  sin  medios  ni  influjas,  lo  sa- 
có al  asta  el  año  1853.  ^liss  Cunningham  propúsose, 
y  lo  realizó,  reunir  la  crecida  suma  de  200.000  dóla- 
res indispensables  para  su  intento;  y  al  efecto  púsose 
a  la  cabeza  en  1858  de  la  " Moittit  Vcriion  Ladics'As- 
sociation  of  thc  i'nion,"  societlad  organizada  «lebiila- 
mente,  con  representantes  en  doce  Estados,  por  lo 
pronto,  y  pedigüt-ña  incansable  de  contribuciones, 
subscripciones  y  voluntarias  dádivas.  De  é.stas,  \ina 
resalta  y  merece  su  renglón  aparte. 

El  literato  Edward  Everett,  consignó  los  pro<iucto8 
de  una  conferencia  de  paga  que  dio  en  la  ciudad  ca- 
pital, y  de  ciertos  de  sus  escritos  a  la  venta,  a  la  inci- 
piente asociación   patriótica;  una   nadería,   Día 

70.0001!!  <le  los  que,  no  digo  un  plumitiiu», — ¡wr  re- 
gla general  a  la  cuarta  jMrgunta  en  tanto  no  C4>lebran 
nui>c¡a8  o  barraganías  con  mi  señora  la  Faran, — un 
filántropo  multimillonario  y  profeaionai,  difícilmen- 
te Sí'  <lespr«'nde. 

Lü  Asociación  seguía  en  su  tarea.  Otro  í-scritor  de 
nota,  qtie  cuando  joven  yo  causó  mis  delicitis  con  su 
admirable  "Vida  y  Viajes  de  Tristóbal  Colón,"  Wáa- 
hington  Irving,  ejecutóse  con  500  dólares...  Luego, 

—  270  — 


MI  DIARIO 

contribuyeron  todos,  los  de  aquí  y  de  allí,  las  mujeres, 
los  varones. .  . 

Nota  de  suprema  ternura  y  de  altísima  enseñanza 
de  civismo :  se  abrió  una  subscripción  múltiple  en 
las  escuelas  primarias,  y  todos  los  niños,  ¡todos!  die- 
ron cinco  centavos  cada  uno.  Miles  y  miles  de  criatu- 
ras, — madres  y  ciudadanos  mañana, —  los  hijos  de 
los  acaudalados  y  de  los  menesterosos,  los  hijos  de  los 
blancos  y  los  hijos  de  los  pobres  negros,  sin  diferen- 
cias ni  humillaciones,  daban  idéntico  óbolo  para  que 
el  Padre  de  sus  padres,  el  Padre  de  una  Patria,  dur- 
miera tranquilo  el  sueño  de  que  nunca  se  despierta, 
en  su  finca  de  campo,  dentro  de  sus  antiguas  pro- 
piedades, a  orillas  de  su  Potómac,  en  su  amada  ''Ole 
Virginny,"  su  "Vieja  Virginia". .  , 

La  Asociación  vencía ;  antes  de  expirar  el  1859,  los 
I)ls.  200.000  se  hallaban  en  su  caja  contantes  y  sonan- 
tes; y  al  año  siguiente,  el  1860,  Mount  Yernon  fué  ad- 
quirido por  la  sociedad  femenina,  y,  consiguientemen- 
te, por  el  Gobierno,  que  es  aquí  el  respetado  patrono  y 
administrador  de  las  propiedades  particulares  e  incor- 
poradas, de  personas  morales  de  esta  naturaleza,  por- 
que las  cuida  y  regentea  con  honradez  normal,  sin  apo- 
derarse de  réditos  ni  objetos,  antes  protegiéndolas,  fo- 
^ mentándolas,  subvencionándolas,  cediéndoles  rentas, 
edificios,  terrenos  nacionales.  A  diferencia  de  otros 
países  que  yo  me  sé,  donde  los  Gobiernos  son  más  temi- 
bles y  peligrosos  que  los  forajidos  de  las  selvas.  Y  que 
no  me  fuercen  a  citar  ejemplos.  . . 

De  entonces  acá, — hace  cuarenta  y  tres  años, — se 
va  a  Mount  Vernon  en  piadosa  peregrinación,  si  de 
americanos  se  trata,  o  en  peregrinación  de  curiosidad 

—  271  — 


F.  GAMJiOA 

sana,  si  se  trata  de  extranjtTOS  como  yo.  Con  el  rodar 
de  tanto  año.  la  interesante  historia  de  la  adquisición 
se  ha  esfumado,  sobrevive  un  detalle  que  otro,  pero 
se  estro|)ean  noinlires,  se  confunden  ffchas ;  ha.sta  mu- 
chos indígenas  van  por  convencionalismo,  y  por  sno- 
bismo MMU-hos  forasteros.  Yo.  nó ;  llev«*  a  cabo  dilata- 
da y  concienzuda  visita,  tragándome  anti's  cuanto  se 
ha  escrito  respecto  a  Mount  Venían,  ponjue  quiero 
señalar  en  las  verídicas  pá«;inas  dt*  MI  DIAHK^,  to- 
do lo  que  de  bueno  y  de  malo  advierta  en  e.ste  pue- 
blo. Y  en  prenda  de  mi  sinceridatl  y  reverencia,  iiu: 
descubrí  dentro  de  la  morada  sacra,  nu'is,  obligué  a 
mi  hijo, — que  es  la  idolatría  de  mi  vida.— a  ípie  a  su 
turno  se  descubriese. 

— Cuando  crezca.s.  hijo  mío.  y  que  leyendo  estos 
renglones  te  enteres  de  lo  (|ue  hiciste  a  mi  latió,  has 
de  agradecerme  que  en  un  lugar  como  la  casa  <le 
Washington,  lu  infancia  purísima  se  haya  descu- 
bierto. 

Panjue  arriba,  nos  detenemos  en  la  "Ca.sa  di-  \'e- 
rano, "  kiosco  de  madera  nn-dianaim-nte  espacio.so, 
hincado  en  una  eminencia  y  con  vistas  al  Potómac. 
Un  poco  más  arriba, — subimos  siempre, — el  *'Par<|U»* 
de  los  Ciervos,"  cercado  de  alambre,  «mi  declive  hasta 
la  ribera,  en  el  (pn*  se  apacientan  venados  virginianos 
a  los  que  Wá.shington  era  muy  afecto  y  de  los  (pie 
eontiiniameute  guardaba  algunos.  Doblamos  a  la  iz- 
ípiirrda.  y  .se  aparece  la  vivienda  tan  jwpidarizada  en 
gral)ad()s  «•  ilustraciones,  en  el  centro  d«'  ancha  plazo- 
leta, a  cuyos  me<lios  y  al  extremo  su|M*rior  «le  empina- 
do y  í'slM'lto  má.stil,  on«i«'j>  a  perp«'tuidad  «-1  Pabclbui 
de  las  Estrellas. 

—  272  — 


MI  DIARIO 

Transpusimos  el  Main  Hall,  del  que  arranca  la  es- 
calera para  los  ^isos  altos.  Principia  el  museo :  a  la 
izquierda  y  aprisionada  en  nicho  de  cristales  (¡también 
al  verdugo  azotan!),  la  llave  de  la  Bastilla,  que  La- 
fayette  regaló  a  Washington,  después  de  su  toma  y  de 
molición  el  14  de  julio  de  1789,  juntamente  con  un 
modelo  de  la  fortaleza, — colocado  en  la  Sala  de  Ban- 
quetes,— y  amparados  entrambos  regalos  con  la  si- 
guiente auténtica  autógrafa : 

— "Permítame  Ud.,  mi  querido  General,  que  le  ob- 
"  sequie  con  una  copia  de  la  Bastilla, — según  se  veía 
"  pocos  días  después  de  que  ordené  su  demolición, — 
"  y  con  la  llave  principal  de  la  fortaleza  del  despo- 
"  tismo.  Debo  a  Ud.  este  obsequio,  como  un  hijo  a  su 
"  padre  adoptivo,  como  un  Ayudante  de  Campo  a  su 
"  General,  y  como  un  Misionero  de  la  Libertad  al  Pa- 
"  triarca  de  ésta.'' 

Junto  al  nicho  de  la  llavaza  de  hierro  forjado  y  de 
siete  pulgadas  inglesas  de  longitud,  mírase,  encuadra- 
da y  con  vidrio,  la  copia  en  facsímile  del  contrato 
firmado  en  París  el  año  de  1776,  entre  Silas  Deane, 
Ministro  de  los  EE.  UU.,  y  el  Marqués  de  Lafayette, 
admitiendo  a  éste  en  el  ejército  americano  con  el  gra- 
do de  Mayor-General. 

Frente  por  frente,  cautivas  asimismo  dentro  de  ni- 
cho de  cristales,  tres  de  las  cuatro  espadas  que  Was- 
hington legó  a  cinco  de  sus  sobrinos,  y  copia  de  la 
cláusula  del  testamento : 

— "A  cada  uno  de  mis  sobrinos,  Guillermo  Agus- 
"  tín  Washington,  Jorge  Lewis,  Jorge  Steptoe  Wás- 
"  hington,  Bushorod  Washington  y  Samuel  Wáshing- 
"  ton,  doy  una  de  las  espadas,  o  cutteaux  (sic),  que 

—  213  — 

18 


F.  GAMBOA 

"  puotla  yo  poseer  cuando  muera  y  que  ellos  escoge- 
"  rán  en  el  orden  en  que  a{|uí  son  enumerados.  Acom- 
**  paña  a  las  espadas  la  orden  expresa  de  que  no  las 
'*  d«'snud»'n  jiara  derramar  sangre,  salvo  en  defensa 
"  propia  o  en  defensa  de  la  Patria  y  sus  «lereelios; 
"  caso  este  último  en  que  las  conservarán  tlosrnidas. 
"  preíirii'ndo,  a  su  al»andono,  eat'r  con  ellas  euln*  sus 
"  manos." 

Los  trt'S  aceros  tjU)-  sf  <'(nis<'rv}in,  son:  el  i-scogido 
por  B.  Washington,  un  espadín  en  cuya  hoja  se  gra- 
baron dos  inscripciones  latinas:  "Cumple  el  Debor," 
y  "A  ningún  hombre  teme";  el  escogido  i>or  Lewis, 
esjj/idín  iiislóiieo  (|ue  Washington  llevó  al  cinto  en 
varias  y  muy  solemn«»s  ocasiones,  principalmente, 
cuando  resignó  el  iiuindo  en  AnnapoUs,  y  cuando  la 
inauguración  <le  su  |)oder  en  Nueva  York,  y  el  escogi- 
do por  (J.  S.  Wá.shington,  obse(juio  a  Washington  de 
Theophilus  Alt.  afaumdo  espadero  prusiano  de  la 
ciudad  de  Solingcn,  con  esta  in.s<'r¡pci«'in  «*n  alemán: 
"  Destructor  del  Despotismo,  Protector  de  la  Liher- 
"  tad;  IIoMd)re  Glorioso !  Acej>ta  de  las  manos  de  mi 
*'  hijo  esta  espada,  te  lo  ruego.  Tlu-opliilus  Alt.  " 

En  el  *'OrÍ€ntai  I'arlor," — crismado  así  por  su 
orientación  y  no  porcpie  encierre  nada  de  los  país«-s 
de  Levante,  e  igualmente  conocido  por  *'Sah'in  de 
Música," — entre  muebles  de  la  época,  se  contienen: 
un  <'lavicor«lio  inglés,  legítimo,  que  Washington  rega- 
ló a  su  .sobrina  Xellie  Custis.  con  niotivo  de  la  boila 
de  éata,  y  la  flauta  que  tocaba  Washington.  \  Ah  !  tam- 
bién íinii  mesilla  ríe  juego,  en  la  que  hacían  su  par- 
tida áeuliixt  Wá.shington  y  Lafayette. 

Esto  I>afayette  sf  que  la  acertó.  Figura  en  toda  la 

—  274  — 


MI  DIARIO 

casa ;  en  una  habitación,  obsequió  esto,  en  aquélla, 
lo  otro ;  el  cuarto  que  le  dedicaron,  en  el  segundo 
piso,  hállase  tal  y  como  si  lo  aguardaran  a  la  noche ; 
su  nombre  aparece  arriba,  abajo,  en  todos  lados ;  y 
mucho  de  las  irradiaciones  poderosas  del  Gran  Ame- 
ricano lo  alcanza  y  cobija,  lo  ha  incrustado  ya  en  los 
fastos  de  este  pueblo,  que  vive  y  olvida  tan  de  prisa... 
En  el  "Occidental  Parlor,"  llaman  la  atención:  las 
armas  heráldicas  de  la  familia  Washington ;  una  sun- 
tuosa silla  esmaltada  de  blanco,  que  procede  del  cas- 
tillo de  Chavagniac, — cuna  de  Lafayette, — con  que  el 
Senador  Edmond  de  Lafayette,  nieto  del  ]\Iarqués, 
obsequió  a  la  Asociación  Femenina  de  Mount  Ver  non. 
Vese,  además,  algo  que  conmueve,  que  es  irónico  y  es 
hondamente  triste :  un  retrato  de  Luis  XVI  en  tra- 
je de  corte,  que  el  Monarca  malaventurado  envió  "en 
prueba  de  su  estimación",  al  fundador  de  la  Repú- 
blica. .  .  Con  el  retrato  venía  un  tapete  tejido  de  or- 
den del  propio  Luis  XVI  (¿en  los  Gobelinos ? ,  . . ) , 
que  no  fué  admitido  en  aquellos  dichosos  días,  porque 
a  Washington,  como  Presidente  (1),  estábale  prohi- 
bido aceptar  obsequios  de  potencias  o  gobernantes  ex- 
tranjeros. Más  tarde  lo  vendieron  (¿en  pública  su- 
basta?) a  Jasper  Yates,  Juez  de  Lancáster  de 
Pennsylvania,  cuya  nieta  o  tataranieta^  Mrs.  Sarah 
Yates  Whelen,  le  cedió  a  la  Asociación  con  plausible 
desprendimiento,  el  año  de  1897.  Es  de  fondo  verde 
obscuro,  y  en  su  centro  mírase  el  águila  americana 
circundada  de  las  13  estrellas  históricas  de  los  primi- 
tivos Estados  Unidos,  los  verdaderamente  grandes  por 


(1). — La    saludable    prohibicióón    subsiste. 

—  275  — 


F.  OAMIiOA 

mucho  que  no  poseyeran  el  enorme  territorio  ilc  lioy ; 
poseían  algo  más,  en  cambio:  el  temor  de  Dios  y  la  de- 
voción del  honor,  de  la  justicia  y  del  derecho.  Bajo 
las  garras  tlel  águila  el  *'A'  I'luribtts  i'num." 

La  biblioteca.  El  culto  aquí  cae  en  cultomanía  ^^  los 
libros  encerrados  en  los  e.stantes.  no  son  los  tle  Was- 
hington, <|ue  atesora  «•!  Ateneo  de  Boston,  sino  un  du- 
plicado de  a(|uéllos,  comprados  o  adquiridos  en  fuen- 
tes varias.  Hay  algo  peor:  tomos  muy  bien  empasta- 
dos, tlamantes  algunos,  de  lf<;>!»  y  aun  posteriores,  (pu* 
nada  tienen  que  ver  con  el  singular  estadista;  por 
ejemplo:  "Anales  de  la  Asociación  <le  Mouut  Vrr- 
uon"  "Historia  d»*  los  Esípiilmos  de  la  Fine.a"... 
un  totum  rcvolutum  cpie  desnaturaliza  la  amplia  ea- 
taneia  en  que  pensó,  leyó  y  eseribió  el  grande  hombre. 

Obras  ile  arte:  v\  busto  en  bronee  de  Washington, 
modelado  por  Houdoii,  y  copias  de  los  inconclusos  re- 
tratos de  Washington  y  tle  Marta,  que  Stujirt  pintó 
<lel  natural  en  ITH")  y  (pie,  s«'gúu  (h'cires,  es  lo  iiu'jor 
«¡ue  de  Washington  se  ha  hecho;  jíor  antonomasia  llá- 
maseh'  "la  Cabeza  Modelo"  (fin  Standard  lírnti), 
y  i*s  el  (pn*  antla  por  ahí  en  tind)res  |>ostales.  libros, 
grabados  y  revistas.  Los  originales  obran  eii  poder 
del   Museo  de  Bellas  Artes  de   Boston. 

De  entre  los  voliunenes  alineados  en  los  ana»iue- 
let>,  distinguí  con  grandísimo  regocijo,  un  "(iil  Bhis 
<U*  Santillana  '  en  dos  tomos.  .  .  (¿Por  qué  con  regoci- 
jo, si  no  me  consta  <pie  Washington  lo  leyera!) 

El  (Comedor  de  Familia.  I^a  ciiltomanía  se  agrava 
con  golpe  de  minucins  nada  intere.santes.  así  refiéran- 
se o  pertenecieran  a  Wíushington,  su  consorte,  sus  he- 
rederos y  amigos;  la  concentración  que  i>oco  a  ¡wco 

—  276  — 


Mí  DIARIO 

ha  ido  adueñándose  del  espíritu  del  visitante,  se  di- 
vaga .  .  .  En  el  armario-rinconero,  es  de  admirar  una 
reproducción  del  servicio  de  fina  porcelana  (¿Limo- 
ges?)  que  los  oficiales  de  la  Flota  Francesa  de  la  Re- 
pública Una  e  Indivisible,  presentaron  a  la  señora 
de  Washington  en  1792.  Gada  pieza  está  marcada  con 
el  monograma  "M.  W.,"  dentro  de  corona  de  olivo 
y  laurel,  con  cadena  cuyos  eslabones  lucen  los  nom- 
bres de  los  Trece  Estados  de  aquel  entonces.  (¿Por 
qué  no  se  quedarían  en  cifra  tan  moderada  e  in- 
ofensiva ? .  .  . ) 

En  velador  aparte,  una  licorera  de  precio,  regalo  de 
Lord  Fairfax  a  Washington. 

El  " Sitting  Boom"  de  Marta,  con  muebles,  cuadros 
y  objetos  que  no  dicen  nada. 

Sala  de  Banquetes.  Domina  una  soberbia  chimenea 
central  de  mármoles  de  Carrara  y  de  Siena,  en  Italia 
esculpidos,  que  un  londinense,  Samuel  Vaughan,  Es- 
quive,  regaló  a  Washington.  Quieren  las  crónicas,  que 
durante  la  travesía  del  artefacto,  rumbo  a  América, 
unos  piratas  franceses  se  lo  adjudicaran  como  parte 
del  botín  de  la  nave  saqueada,  en  que  venía ;  pero 
que  al  enterarse  de  que  estaba  destinado  a  Jorge 
Washington,  intacto  lo  remitieron  a  su  destino .  . . 

Cuelgan  de  los  muros  muy  curiosas  acuarelas  de  no 
mala  factura :  el  feudo  de  Sulgrave,  hogar  británico 
de  Washington,  y  sepulcros  de  ancestros,  otros  Was- 
hington vueltos  polvo  hace  años  de  años,  en  Little 
BHngton  y  Great  Brington  de  Inglaterra. 

En  armarios  y  mesas,  infinita  variedad  de  reliquias, 
— la  cultomanía  se  ha  hiperestesiado, — hasta  hebillas 
de  coturnos  y  botones  de  uniformes. 


277 


F.  GAMIiOA 

Eloout'iitt'.  a  i«'sar  tlf  su  mutismo  d»'  iiiauiunido  y 
huriiihlo,  un  ladrillo  vidriado  de  la  Taberna  dr  Fraun- 
ces,  en  Nueva  York,  donde  Wá-shin^ton  dio  a  rus  ofi- 
ciales "su  atliós  inmortal"    {his  immortal  farvwcll). 

Nos  acercamos  al  sitio  solemne  por  excelencia,  en 
el  piso  alto,  la  estancia  en  (|U»'  Washington  exhaló  su 
último  suspiro. 

Es  honda  la  impresión  qtie  se  recilie,  más  de  lo  (pie 
uno  se  imaginaba.  Todo  se  halla  como  en  la  fincha  del 
fallecimiento:  los  mismos  muebles,  las  mismas  ropas  de 
cania,  el  mismo  baúl  de  cuero  (pie  Washington  lle- 
vaba consigo  en  sus  campañas,  está  ahí,  al  pie  del 
vasto  lecho  de  columnas,  como  en  las  vísperas  de  las 
gloriosas  excursiones...  Y  se  habla  bajo  y  j)oco;  se 
dice  a  los  íntimos,  "¡Mira:...",  y  todas  no  hacen 
sino  ver,  mirar,  contemplar,  soñar.  .  . 

De  puntillas  hemos  .salido  de  la  alcoba;  ya  el  res- 
to de  la  casa  significa  ]M)ca  cosa.  Ixw  pensares  hanse 
amotinado  en  el  cerebro  y  azotan  los  s¡en<»s.  .  .  ipor 
qué  pienso  en  mi  Mi'xicoT. . .  i  por  <]\U'  haitré  asido  la 
manecita  de  mi  hijo,  y  se  la  habré  apretado  tanto, 
tanto t. . . 

Con  desgana  recorro  los  cuartos  restantes,  des- 
de el  de  Marta  ha.sta  el  del  Marcpiés  de  Lafayette; 
sin  contar  porci()n  de  hnbitacione»  inexpresivas,  tri- 
viales casi. 

De  una  ventana,  ha  descubierto  mi  hijo  un  hato  de 
carneros  (pie  pacen  en  el  jardín,  y  a  rcniobpie  me  obli- 
ga a  ípic  bajemos  y  los  miremoH  de  cerca: 

— ¡Cómprame  uno! — me  pide  en  el  tono  salamero 
que  enii)lea  paru  dominarme. 

Tn  triunfo  me  cuesta  hacerle  comprender  que  no 

—  278  — 


MI  DIARIO 

se  venden;  y  a  mis  juicios  y  proudhomescos  argu- 
mentos, opóneme  su  voluntad,  que  es  mi  actual  so- 
berana : 

— ¡  Yo  quiero  uno,  papá ! 

La  vista  de  las  flores,  (que  ama  casi  tanto  como  a 
los  animales,— no  vas  descaminado,  hijo  mío,  y  Dios 
sea  servido  de  mantenerte  por  tan  segura  senda : 
animales,  flores.  .  .  cuánto  mejores  que  los  hom- 
bres. .  .  y  aun  que  las  mujeres!) — ^lo  distrae  de  su 
capricho.  Andamos  ambos  jardines ;  nos  asomamos 
en  el  invernadero,  la  hilandería  y  la  carpintería ; 
penetramos  en  la  antigua  cocina  patriarcal  de  mag- 
na chimenea,  a  cuyo  calor  arrimábanse  amos,  cria- 
dos y  esclavos,  en  las  prolongadas  vigilias  inverna- 
les, de  disforme  mesa  de  pino,  para  los  ágapes  co- 
loniales, reposados  y  graves.  De  la  campana  del  fo- 
gón, penden  las  marmitas  ventrudas,  y  de  sus  mu- 
ros retostados,  platos  y  tazas  de  auténtica  China . .  . 
Todo  igual  que  antaño,  cuando  el  gran  desapareci- 
do habitaba  y  animaba  sus  extensos  dominios.  Aquí, 
en  la  cocina,  el  museo  ha  cedido  el  lugar  a  la  tien- 
da:  compramos  recuerdos  de  Mount  Vernon,  obje- 
tos de  madera  trabajados  en  la  casa  y  provenientes 
de  la  de  sus  bosques  y  parques. 

A  la  mitad  del  patio  de  labor,  que  se  encara  a 
la  cocina,  un  reloj  de  sol,  moderno  y  excelentemen- 
te acabado,  substituye  al  que  allí  había  en  los  tiem- 
pos idos. 

A  fin  de  grabarme  por  siempre  la  morada  y  sus 
depende^ncias,  mi  curiosidad  se  entra  hasta  en  el 
granero  o  troje ;  y  por  último,  echamos  una  ojeada 
a  un  vetusto  furlón  que  se  apolilla  en  la  cochera, 

—  279  — 


F.  GAMnuA 

y  que  se  conoce  por  «'1  "cocho  ix'rdido,  '  pues  jxt- 
dido,  en  efecto,  estuvo  varios  lustros. 

Meditabundo  yo,  nostálgica  mi  mujer, — |)arécenie 
que  esta  tierra  no  ha  de  ¡Lranárscla  nunca, — y  lo<'\iaz 
mi  muchacho,  regresamos  a  la  ea|)ilal  federal,  a  bor- 
do de  nuestro  "Charles  MacaUsttf,"  y  en  su  cubier- 
ta couRinos.  .  . 

Nuestro  yantar  es  melancólico,  y  a  su  término,  espon- 
táneamente mi  mujer  y  yo  nos  llegamos  a  la  borda 
del  barco,  junto  a  nuestro  hijo;  nuestros  mirares,  cía- 
vatios  en  las  omlas  verdosas  del  i'otómac.  nuestros 
pensamientos,  clavados  pn  México;  nuestros  rostros, 
azotados  i)í)r  brisas  virginianas.  y  iniesíros  cuerpos, 
amortajadas  sutilnuMite  en  las  brumas  y  neblinas  del 
río  histórico  y  trágico.  Poco  a  poco,  la  ciudad  de 
Washington  se  nos  nuiestra  a  lo  lejos,  y  el  Capitolio 
se  dibuja,  crece,  se  impone.  .  . 

¡  Ah  !  vosotros  los  que  jamás  habéis  guRtatio  el  amar- 
po  dejo  (h'  los  destierros;  los  <|ue  jamás  padecis- 
teis de  la  espaíitosa  ansie<laíl  inconfesada  de  no  sa- 
ber lo  (pie  os  alean/ará  primero,  si  la  muerte  i*n  tie- 
rra extraña  o  el  regreso  a  la  patria,  vosotras  igno- 
ráis lo  qtie  en  momentos  tales  se  experimenta,  lo 
que  se  anhela  volver  al  terruíio,  aunque  sea  i)e<pie. 
ño,  aunque  st*a  defectuoso;  esa  peqtieñez  y  esos  d»'- 
fectOR  no  existen  en  la  ausencia,  [lorípie  el  amor  los 
borra,  caritativamente.  .  . 

20  PK  MAYO. — Llegó  ay«'r  la  notiíia  a  la  Kndtajada 
de  la  abíiolucinn  en  México  del  (iral.  I).  Bernardo 
Reyes.  (iob«mndor  <lel  Estado  <le  Nuevo  León. 

El   delito  por  que  se  le  acaso,  no  pueiie  ser   peor: 

—  280  — 


MI  DIARIO 

una  matanza  de  ciudadanos  pacíficos,  fusilados  des- 
de el  Palacio  Municipal  de  Monterrey,  por  tropa  de 
línea,  el  2  de  abril  último,  so  pretexto  de  que  fueron 
ellos, — los  opositores  políticos  de  Reyes, — quienes  tra- 
baron la  mortal  pelea  en  contra  de  los  "reyistas. " 
Reyes,  o  sus  defensores  cuando  menos,  alegan  que  el 
choque  de  las  dos  manifestaciones  se  registró  fren- 
te al  Palacio  Municipal,  y  que  las  fuerzas  que  guar- 
necían éste,  por  propia  conservación  y  disciplina,  dis- 
pararon al  aire  ;  que  los  muertos, — muchos  muertos, — 
y  los  heridos,  lo  fueron  porque  los  miembros  de  en- 
trambas manifestaciones  iban  armados  y  resueltos  a 
la  pelea. 

Sea  de  ello  lo  que  fuere,  el  Gral.  Reyes  fué  acusado 
ante  la  Representación  Nacional,  erigida  en  Gran  Ju- 
rado, y  cuando  se  creía  en  una  condena,  el  dedo  om- 
nipotente del  Gral.  Díaz  decretó  la  absolución  un- 
ánime. 

Y  una  de  dos:  o  de  veras  era  culpable  el  Gral. 
Reyes,— según  se  colegiría  del  voluminoso  proceso, — 
^y  entonces  ni  los  diez  dedos  de  las  dos  manos  del 
>3^ral.  Díaz  debieron  de  salvarlo ;  o  era  inocente,  y 
entonces,  la  entereza  más  elemental  exigía  que  los  in- 
dividuos del  grupo  ''científico,"  sus  enemigos  irre- 
conciliables, no  se  hubiesen  abstenido  de  votar,  como 
es  fama  que  se  abstuvieron,  por  transacción  con  el 
Presidente  de  la  República.  Ya  que  bajo  de  cuerda 
le  habían  trabajado  su  proceso,  no  esquivar  la  vota- 
ción, según  de  acuerdo  con  las  noticias  que  nos  lle- 
gan, parece  que  la  esquivaron. 

Mal  presagio. 

—  281  — 


F.  OAMBOA 

28  PE  MAYO. — Che  prccatto!  estar  tan  alcan/aclo  de 
inoiii.st's.  Si  no,  concurriría  yo  d  10  del  entrante  ju- 
nio a  la  inauguración  en  Nueva  York  del  149."  curno 
anual  de  la  Columhiü  I'uin  rsiti/.  i)ara  el  «pie  he  sido 
especialmente  invitado  a  la  propia  plataf<;riiia  *-n  ({ue 
se  arrellanarán  los  directores  y  las  facultades.  . . 

30  DE  M.vYc). — " Dfcaratuní  Dini."  o  entre  no.sotros, 
Día  de  Muertos. 

Kn  casas,  avenidas,  calles,  pla/as,  si¡i(ut(s  y  rirchs, 
banderas;  en  carruajes,  tranvías  y  denu'us  vehícidos, 
banderas;  y  en  todas  las  estatuas  de  los  parques,  ban- 
deras. Y  todavía  me  aseguran.  (|ue  en  los  cemfnterios 
ocurre  lo  propio,  (jue  toilos  his  .srpidcros  lucen,  más 
que  flores,  banderas. 

Así^'gúranme,  asimismo, — y  ello  va  m  nuestra  con- 
tra,— que  a  diferencia  de  las  verbenas  que  nuestro 
pueblo  celebra  el  Día  de  Difuntos,  cuando  en  los  cam- 
po.santos  "le  va  a  llorar  al  hueso.  "  at\\ú  los  asisten- 
tes a  ellos,  que  no  son  los  humildes  nada  nu'is, — van 
humildes  y  poderosos, — s<'  conducen  con  extremailo 
ri'sprto  y  compostura.  .  . 

Knvidiable  c6stund)re  la  del  cídto  a  los  muertos, 
(jue  nosotros,  entre  la  millonada  de  defectos  (pie  nos 
¡M-rjuílican.  no  practicamos.  Sólo  cultivamos  el  cid 
to  a  los  vivos  que  están  arriba  y  otorgan  njercedes  y 
<]ádivns,  y  el  culto  a  los  más  t'ivon  <pie  nosotros,  los 
que  con  la  vergüenza  a  las  (>spaldas  son  capaces  <!« 
todo.  . .  Para  nuestros  muertos,  tenemos  únicnmen- 
t<»  tierra  y  olvido;  y  t-no  si»  llama,  creo,  s<'r  d<*Hí'nstado 

Por  las  aceras  de  Washington,  tropiez/)  con  muche- 
ílíimbre   de   condecorados,    ¡claro!   si    es  el   "  ¡trmra 

—  282  — 


MI  DIARIO 

tion  Day";  militares  viejos,  militares  jóvenes,  hom- 
bres blancos  y  hombres  negros  que  sacan  a  relucir  lo 
mismo  medallas  y  cruces  ganadas  en  la  guerra,  que 
cintajos  y  distintivos  de  sociedades  y  gremios.  Oh! 
Eabelais. . . 

2  DE  JUNIO. — Primera  visita  nocturna  a  la  Biblio- 
teca del  Congreso,  de  la  que  ando  prendado  desde 
mi   arribo. 

Pura  y  simplemente,  una  maravilla  de  alto  gusto, 
un  precioso  relicario  de  arte  y  de  ciencia.  Escoltado 
por  uno  de  sus  empleados,  que  sotto  voce  va  expli- 
cándonosla— está  prohibido  levantar  la  voz  para  no 
perturbar  a  los  lectores — la  inspecciono  minuciosa- 
mente, y  mientras  más  la  penetro,  mas  me  encanta... 
i  Qué  ganas  de  cargar  con  ella  y  colocarla  en  la  Ave- 
nida Juárez,  donde  estaba  el  Hospicio  de  Pobres! 

A  fin  de  conocerla  hasta  en  sus  mecanismos,  méto- 
me  con  mi  mujer  en  la  gran  rotonda  destinada  a  la 
lectura,  y  pido  la  última  edición  de  las  obras  de  Walt 
Whitman ;  mientras  me  la  dan,  nos  sentamos  en  uno 
de  los  tantos  escritorios,  el  221,  al  que  me  llevan  a 
poco  los  tomos  solicitados,  que  han  venido  a  la  ro- 
tonda como  de  la  rotonda  partió  mi  demanda  escri' 
ta :  por  tubos  pneumáticos,  silentes  e  invisibles.  Fa- 
cilitan papel  y  lápiz,  y  no  permiten  escribir  con 
tinta. 

Póngome  a  leer,  de  verdad,  hasta  las  10,  que  cie- 
rran ;  póngome  a  tomar  algunas  notas.  Y  de  verme 
con  mi  mujer  al  lado,  inclinada  sobre  el  libro  que 
consulto,  pidiéndome  que  le  traduzca  aquí  y  allí,  me 
olvido  de  mi  "delicado"  carácter  diplomático,  evoco 

—  283  — 


P.  GAMBOA 

parejas  stMncjantes  (jue  en  más  de  una  ocasión  »'n- 
viilié  por  bibliotecas  y  museos  ile  Europa,  y  me  atir- 
mo  en  que  éso  es  lo  único  que  he  sido,  soy  y  seré : 
un  impenitente  y  eterno  hombre  de  letras,  a  pi'sar 
de  h'íjraeiones  y  tMubajailas,  tle  espadines  y  veneras, 
de  vanidades  que  me  hacen  reír  a  solas,  <le  serieda- 
des y  fingimientos  que  a  ii'irañadientes  practico,  casi 
asnales  de  puro  candorosos. 

3  i»i;  .n  M(). — Chfvii  Chase  de  noche,  desde  el  tran- 
vía abierto,  escuchándose  amortecidas  las  hannoiiias 
de  un  vals  acompasado  y  bello,  netanu'Ute  americano, 
que  ejecuta  la  renombrada  Randa  de  la  Marina.  .  . 

Espolvoreado  de  luce.s  ineandesceiites.  brilla  a  mo- 
do de  enorme  bra.sa  (jue  ac.-ibara  de  eonsxnuirse  en 
medio  de  los  campos. 

11  di:  .jinio. — Esta  mañana,  vino  el  barbero  a  afei- 
tarme a  casa.  Mi  barbero  es  nepro.  condiciones  amba» 
que  lo  hacen  aun  más  charlatán  «pie  sus  eofradef, 
blancos. 

Se  d«'spidio  d«'  mí.  ponpie  a  la  noehe  o  man.iim  se 
marcha  a  California;  aquí  lo  for/.aron  a  eeirar  su 
tienda  las  reparaciones  (pie  están  llevándose  i\  cabo  en 
el  Hotel  Normandia.  en  cuyos  bajos  ti-níala  estable- 
cida.  Al  terminar  conmigo,  peina  a  mi  hijo,  del  que 
08  muy  devoto,  y  yo  entoncea  le  pre^r\into  por  su  mu- 
jer y  su  chiquilla,  jmr  (pié  no  ha  esco^rido  lucrar  niá.« 
cercano  a  ellas,  o  Nueva  York,  si  sejj'in  me  aimnria, 
volverá  a  Washington  con  lo»  primeron  fríos. 

— ¡  Ah  !  .H4'ñor. — me  replica  en  patético  tono. — yo  bien 
quisiera,   pem   mi   color   me   lo  impide...    En   Nueva 

—  2«4  — 


MI  DIARIO 

York  no  nos  admiten  como  ''oficiales"  ni  nos  per- 
miten establecernos  por  nuestra  cuenta.  .  .  No  nos 
consideran  iguales  a  los  blancos. 

???... 

— Sí,  señor ;  en  este  país,  que  es  el  nuestro  y  que 
se  proclama  la  cuna  de  todas  las  libertades,  nosotros 
"los  de  color"  estaraos  lo  mismo,  o  peor,  que  cuan- 
do fuimos  esclavos.  .  .  Ya  Ud.  algo  habrá  notado 
¿verdad?.  .  .  pero  no  ha  de  saber  ni  la  mitad:  lo  que 
sufrimos,  lo  que  se  nos  persigue,  lo  que  se  nos  humi- 
lla..  .  Somos  contribuyentes,  al  igual  de  los  blan- 
cos, y  sin  embargo  no  podemos  votar,  ni  ser  vota- 
dos para  cargo  alguno,  salvo  los  de  peligro,  agentes 
de  policía,  bomberos,  soldados  que  de  preferencia  se 
envía  a  que  los  maten  en  Cuba  y  las  Filipinas.  . . 

Y  mi  negro  Fígaro  se  extiende  en  interminables 
lamentaciones,  de  individuo  postergado  y  persegui- 
do, que  se  siente  paria. 

— ¿Acaso  ignoran  Uds., — le  pregunto  yo, — que  son 
una  masa  no  menor  de  nueve  millones,  una  entidad 
seria  y  una  fuerza  temible?  ¿por  qué  no  se  unen  y 
defienden  ? . . . 

— Porque  ellos  son  los  más  y  no  podríamos  con 
ellos,  porque  en  lo  general  somos  mansos,  ¡  quién  sabe 
por  qué  causa ! . . . 

¿  La  causa  ? .  .  .  La  esclavitud  que  por  siglos  ha  pe- 
sado sobre  sus  hombros  musculados  de  bestias  de  la- 
bor y  de  carga ;  por  eso  son  mansos,  por  eso,  a  menos 
de  una  reversión  étnica,  perpetuamente  respetarán  y 
temerán  al  blanco.  Pero  nada  de  esto  le  digo,  dejóle 
partirse  con  sus  dudas  y  amarguras,  con  las  melanco- 

—  285  — 


F.  GAMBOA 

lías  que  no  atina  a  ocultar   por   lu   inminente   sepa- 
ración tle  su  hija : 

— l'na  negrita, — me  explica  él  mismo, — a^i  de  al- 
ta. .  .  V  hasta  la  altura  de  la»  rodillas  haja  una  de 
sus  manazas  gorilescas.  Luego,  desde  la  jmerta, 
añade: 

— ¿Creerá  LM.  (jue  no  cruzo  nunca  el  i)uente  tpie 
nos  separa  ile  Virginia?... 

—  ÍTT... 

— Porque  en  Virginia,  como  en  todo  el  Sur,  nos 
o<lian.  y  nos  matan  por  eual<|uier  pequenez.  . . 

¡Ah!  nación  mentirosa  y  cruel,  de  la  que  no  ha  <jue- 
rido  divorciarnos  un  cataclismo  terrestre.  .  . 

Y  rabio  dentro  de  mí,  al  reflexionar  (jue  estos  des- 
venturados negros,  peor  tratados  aquí  <jue  los  caballos 
y  los  perros,  ;sin  hipérbole!,  fjue  tan  sinuisos  se  ma- 
nifí(*stan  |)ara  con  sus  conciudadanos  (?)  los  blan- 
cos, K'u  cuanto  transi>onen  la  frontera  y  en  México 
se  suponen,  aunque  vistan  librea  o  desempeñen  vih* 
oficios,  se  crecen  y  comportan  con  altanería.  Ks  (juc 
allá  sí  son  hijos  de  la  fJrrran  Rrrepública,  la  (jue  nos 
reclamaría  hasta  la  piel  íntegra  de  unos  de  i-stos  ih>tas, 
que,  en  su  propio  país,  a  la  menor  conjetura  de  tlr 
üncuencin,  los  cuelgan,   fusilan  y  ttiestan... 

La  lib<>rtad  (de  Harthohli^,  continúa  alumbrando 
al  mundo.  .  .  d(>sde  la  entrada  de  la  bahía  de  Nueva 
York,  por  Ins  noches,  mando  le  pn*Menden  stis  luces 
eléctricas. 

17  i»K  .11  Mn. —  Kl  Knibj«jH<M>r  s<'  ¡«u"*<titji  do  Was- 
hington: va  a  veranear  ««on  su  familia,  por  tn-s  m<*Hifi, 
en  Ueul  Beach  de  Nueva  Jersey. 

--2«6  — 


MI  DIARIO 

Los  impudores  del  calor.  En  esta  época,  las  seño- 
ras \'isten  telas  delgadísimas  y  delatoras  de  sus  en- 
cantos; y,  o  no  gastan  corsé  o  gástanlo  demasiado  ba- 
jo, ello  es  que  con  los  andares  de  sus  dueñas,  palpi- 
tan los  senos,  en  un  ofrecimiento  voluptuoso. .  . 

19  DE  JUNIO. — Como  si  la  peste  bubónica  fuera  a 
abatirse  sobre  la  ciudad. 

La  llegada  del  verano  ahuyenta  a  sus  pobladores, 
y  hoteles  y  residencias  particulares  ciérranse  a  pie- 
dra y  lodo,  con  maderas  y  alambrados. 

Sin  embargo,  Washington  sigue  embelleciendo:  ya 
toda  ella  es  una  alameda,  una  selva  de  árboles  fron- 
dosísimos, un  búcaro  de  flores;  hay  calles,  en  las  que 
no  penetra  el  sol,  así  de  tupida  es  la  bóveda  de  ho- 
jas que  las  defiende.  Las  ramas  de  los  árboles  de  en- 
trambas aceras  se  han  desposado,  por  unos  meses. 

El  termómetro  Fahrenheit,  marca  93  grados,  con 
la  certidumbre  de  subir  todavía.  .  . 

22  DE  JUNIO. — Pruebas  de  SANTA,  de  Barcelona. 

De  México  recibí,  publicado  en  la  "Kevista  Mo- 
derna," mi  manchón  gorrionesco,  aunque  mutilado 
en  su  final,  que  es  la  miga  de  todo  el  boceto.  Me 
suprimieron  lo  de  ''Señor  Dios,  hasta  los  paj arillos 
en  estas  regiones  son  implacables." 

¿Sería  por  "consideración"  a  los  EE.  UU?  Mal  es- 
taríamos de  ahyeccionitis. 

28  DE  JUNIO. — En  la  edición  literaria  del  "New 
York  Herald"  de  hoy,  leo  algunos  nombres  nuestros, 
already  ayankados,  terca  floración  de  su  tierra  na- 

—  287  — 


F.  GAMBOA 

tiva  que  ya  no  nos  pertenece.  Son  del  "  Far  IV'fíí" 
de  estos  señores,  o  si  les  parece  a  Uds.  mejor,  del 
''Lost  Snrth"  i\e  nosotros,  y  tucen:  "  Lasoinif  the 
Bronco."  ¡Verdad  que  proclanum  a  gritos  su  pro- 
sapia mexicana? 

4  DE  JiMo. — ¡Oh,  Libertad!  digo,  ¡olí,  Wjishing- 
ton !  Vaya  una  connu'iiioración  d»*  su  "  (ihiriouH 
Fourht",  la  que  se  estila  m  la  capital  federal  del 
"primer  país  de  la  tierra".  . .  :  bombas  y  cohetes,  pe- 
tardos y  negros;  negros  y  f)etardos,  cohetes  y  bom- 
bas. El  calor,  sofocante  destle  el  «lía  1.",  ayer  y  hoy, 
100  grados  a  la  sombra.  Ni  ceremonia  cívica,  ni  desfi- 
le de  tropas,  ni  una  mala  música... 

Que  no  sepan  en  México  cómo  fH"  celcbín  jior  (*^ll)H 
rund;os  la  indej)fnd«'ncia  yanqui,  y  al  .saber  lo  (\\H' 
hace  "el  coloso  del  Norte,"  vayamos  a  suprimir  nues- 
tra incoinparabl»'  noche  di-l  1.')  do  .srj)tifinbn'  y  luirs- 
tro  jultilcso  día  16. 

A  la  tarde,  hubo  una  variante  atfuosférica :  llu- 
via. Por  lo  demás,  persistió  el  sugestivo  programa  de 
la  mañana. 

A  la  noche,  se  invirtió  v\  ordvu,  y  tuvimos;  cohe- 
tes y  negros;  bombas  y  negros;  negros  y  petardos; 
negros  y  negros .  .  . 

¡Oh,  Wá.sliiiigton  !  digo,  ¡oh,  Liberia  ! 

T)  DE  jiLH». —  A  las  11  y  40  de  la  noche,  ruiidm  a 
Nueva  York,  en  busca  de  un  "ctittagf"  a  orillas  <iel 
mar,  para  que  nuBMlro  hijo  sane  de  una  tos  ferina 
que  está  aniquilándonOHlo  hace  nián  de  un  mes. 

—  288  — 


MI  DIARIO 

6  DE  juiiio. — Día  de  fatigas.  Recorrí  Jersey  City, 
Long  Branch,  West  End,  Atlantic  Ilighlands,  y  re- 
gresé a  Nueva  York  por  mar,  en  confortable  barco 
del  F.  C.  C.  de  Neiv  Jersey.  Para  digerir  mi  luncheon, 
subí  a  fumar  mi  tabaco  en  la  cubierta  superior, — el 
hurricane  deck, — pues  el  grandioso  espectáculo  de  la 
bahía  de  esta  Nueva  Amsterdam,  no  me  cansa  nunca. 

A  la  altura  del  Arsenal,  el  crucero  argentino  ' '  Pre- 
sidente Sarmiento,"  hacía  a  los  fuertes  su  saludo  de 
recién  llegado,  que  se  lo  devolvieron  a  cañonazo  por 
cañonazo.  Y  los  del  "Sarmiento"  predispusiéronme 
a  la  morriña,  se  me  antojaron  especial  saludo  a  mi 
persona,  que  tan  dichosa  fué  en  aquella  tierra  a  la 
que  todavía  amo  tanto .  . . 

11  DE  JULIO. — Al  cabo  de  ocho  horas  de  camino  de 
hierro,  a  las  4  de  la  tarde  hemos  llegado  a  Atlantic 
Highlands,  y  procedido  a  instalarnos  en  el  "Michaelis' 
Cottage,"  que  por  tres  meses  será  nuestro,  y  del  que 
esperamos  sacar  toda  la  salud  y  la  conformidad  toda 
de  que  habernos  menester.  El  sitio  es  un  primor,  fren- 
te al  mar ;  me  propongo  trabajar  mucho  en  él. 

12  DE  JULIO. — El  rincón  soñado,  la  casita  apeteci- 
da, el  cottage  ideal :  pequeño,  cómodo,  lindo,  sobre 
una  eminencia,  en  pleno  campo  y  frente  al  mar. 

¡  Qué  hartazgo  de  trabajo  literario  voy  a  darme : 
¡  qué  perspectiva  de  días  y  días  de  serenidad  e  inde- 
pendencia, bien  lejos  de  nuestra  escolar  Embajada, 
de  las  flaquezas  de  mis  compañeros  en  burocracia,  de 
la  labor  pesada  e  insípida,  de  las  vanidades  e  incon- 
venientes de  Washington !   ¡  qué  tardes  apacibles  en 

—  289  — 

19 


F.  GAMBOA 

mi  horizonte  íntimo,  saliendo  a  caminar  con  nuestro 
hijo  enfermo,  hasta  no  verlo  rozagante  y  sano  con 
estos  aires!  ¡qué  noches  de  tranquilidad,  de  contem- 
plación de  seres  y  cosjis,  de  recuenlos  y  anhelos,  de 
mutismo  y  quietud  espiritual  y  ooriK)ral,  sentado  en 
una  mecedora,  bajo  el  pórtico  de  "mi"  cottagr,  don- 
de fumaré  mi  puro  después  de  la  comida  familiar, 
desde  donde  escucharemos  la  onpiesta  del  casino  (jue 
nos  queda  cerca,  las  risas  y  charlas  de  los  vecinos  invi- 
sibles, la  sin  igual  música  del  océano.  .  . 

Y  el  día  entero  se  nos  va  en  la  instalación  del  do- 
micilio nuevo  y  desconocido,  en  exclamaciones  de 
sorpresa  y  saudades  jior  nuestros  ausentes.  .  . 

— Mira  (pié  vista,  mira...  allá,  lejos,  un  transa- 
tlántico (pie  arriba,  un  velero  que  zarpa...  y  iu\u\ 
cerca,  sí,  a(pií  mismo,  (pié  mueble  tan  práctico,  (pié 
puerta  tan  atinada,  (jué  inmediato  se  halla  el  baño.  .  . 
Desde  las  ventanas  abiertas,  en  nuestro  ir  y  venir,  di- 
visíunos  los  cottmjrs  i)ró.\im(js,  los  hoteles  embandera- 
dos; oímos  las  eamj)anas  de  las  hoanling-housís  lla- 
mando a  comer,  y  los  silbatos  de  los  trenes  (pie  lle- 
gan ;  podemos  ver  los  regios  yates,  airosos  y  sin  velas, 
(pie  han  Vi-nido  a  i)elear  la  "('oi)a  de  América,"  y 
ha.sta  allá,  junto  a  la  punta  de  Sandy  llook,  los 
** Shnmr<nk"  de  Sir  Tilomas  Li|)ton... 

Subimos,  bajamos,  cargamos  muebles,  mi  hijo  aplau- 
de, reímos  nosotros,  es  una  fiesta  que  de  cuando  en 
cuanilo  nos  trunca  el  recuerdo;  pensjunos  en  los  nues- 
tros, los  que  al  otro  lado  de  la  frontera  de  veras  nos 
aman,  los  que  nos  llaman,  Ioh  que  nos  echan  de  me- 
nos. Y  nos  d(>cimos  a  dúo : 

— ¡Si  estuvieran  a(pií,  con  nosotros!... 

—  290  — 


MI  DIARIO 

14  DE  JULIO. — Acalenturado  nuestro  hijo,  no  afloja 
su  tos. 

16  DE  JULIO. — Franca  y  bendecida  mejoría  del 
Hereu;  fresco  y  como  unas  pascuas,  cantando  reclama 
su  desayuno. 

Primer  baño  de  mar. 

En  tren  a  Deal  Bcach,  a  saludar  al  Embajador. 
Panorama  de  belleza,  de  dinero  tirado  a  manos  lle- 
nas a  entrambos  lados  de  la  vía.  Lujosa  coquetería 
de  los  cottages:  las  habitaciones,  allá,  principescas; 
las  cocheras  y  caballerizas,  acá;  viviendas  y  cuadras, 
salpicadas  de  parquecillos  a  la  inglesa  y  alfombradas 
de  pasto  afeitado.  Se  respira  bienestar  y  abundan- 
cia, casi  se  mira  el  oro  y  los  billetes  desparramados. 
De  todos  estos  lugares,  Long  Branch  inclusive,  me 
quedo  con  Sea  Bright,  no  tiene  pero. 

18  DE  JULIO. — Coincidió  con  la  terminación  del  ca- 
pítulo I  de  RECONQUISTA,  trabajado  aquí  en  su 
mayor  parte,  el  arribo  de  Barcelona  de  las  pruebas 
finales  de  SANTA. 

19  DE  JULIO. — Misa  en  el  rústico  templo  de  allende 
el  paradero  del  ferrocarril.  Intempestivamente,  el 
recuerdo  de  que  hoy  ajusta  mi  madre  veintiocho  años 
de  muerta. 

¡  Toda  una  vida ! 

21  DE  JULIO. — A  Nueva  York,  por  mar,  con  mi  pe- 
queña brigada. 

Regreso  a  las  9  de  la  noche,  molidos  de  cansancio, 

—  291  — 


F.  GAMBOA 

aturdidos  de  ruidos  y  andares  por  la  eiudad-inoustnio, 
que,  sin  poder  remediarlo  y  a  ])esar  de  todo,  amo  y  me 
subyuga.  En  ella  viví  y  gocé,  en  ella  cumplí  mis  die- 
ciséis años.  .  . 

Feliz  ocurrencia  de  mi  hijo,  (jue  ha  venido  en  la  bre- 
ve travesía,  durmiendo  como  un  lirón.  Desperezase  a 
medias,  y  de  ver  que  su  mamá  y  yo  recogemos  para- 
guas y  bultos  de  compras,  nos  pregunta : 

— i  A  ver  a  mí  quién  me  carga?.  .  . 

26  DE  JL'Lio. — Iléme  impuesto  la  tarea  de  leer  no- 
che a  noche  el  ** Journal",  y  domingo  a  domingo,  la 
edición  Loviatán  de  **Thc  Neiv  Yurk  II i  raid."  Es  tal 
el  cúmulo  de  salvajismos  que  los  yantjuis  perpetran 
a  millaradas  (lynchamientos,  crímenes  espeluznantes, 
suicidios,  robos  variados  y  peculados  frecuentísimos, 
adulterios  y  cuanto  hay  ¡toda  la  gama  del  delito!) 
que  desisto  de  trasladarlos  uno  a  uno  a  MI  DIARIO. 
Sería  ocioso,  que  ni  ellos  los  ocultan  o  excusan,  ni  im- 
piden (jue  esta  tierra  anornud,  siga  adelante  y  ade- 
lante. .  . 

IjO  que  en  euahjuier  otra  nación  resultaría  remora 
y  atra.so,  o  rcduntlaría  en  «Icserédito,  es  a(juí  insigni- 
ficante efemérides  sin  mayor  resonancia.  .  .  para  ellos, 
que  se  encogen  de  hombros,  o  que  claman  al  cielo  si 
usted  o  yo  nos  atrevemos  a  censurar  la  mayor  de  sus 
enormidades  consuetudinarias.  (Quieren  ser  los  per- 
fectos, y  ni  quien  los  apee  de  ese  macho.  .  .  Véase  lo 
que  ya  í 'barbas  Diekens  escribía  de.s4le  Nueva  York  a 
mi  amigo  .lohn  Forster,  en  lyondres,  a  principios  de 
1842,  sobre  la  propiedad  literaria,  desconocida  y  pi- 
rateada entonces  en  la  Oran  República: 

—  292  — 


MI  DIARIO 

"...I  believe  there  is  110  countrij  on  ihe  face  of 
'  the  earth  where  there  is  less  freedoYii  of  opinión  on 
'  any  suhject  in  reference  te  ivhich  there  is  a  hroad 
'  difference  of  opinión  than  in  this.  .  .  There!  I  ivrite 
'  the  words  with  reluctance,  disappointment ,  and 
'  sorrow;  hut  I  helieve  it  from  the  hottoni  of  my 
'  soul.  I  spoke,  as  you  know.  of  international  copy- 
'  right  at  Boston  and  I  spoke  of  it  agoin  at  Hartford. 
'  My  fñends  ivere  paralyzed  icith  wonder  at  such 
'  audacious  daring.  The  notion  that  I,  a  man  alone 
'  hy  himself,  in  America,  should  venture  to  suggest 
'  to  the  Americans  that  there  was  one  point  on  which 
'  they  were  neither  just  to  their  oivn  countrymen  ñor 
*  to  US,  actually  struck  the  holdest  dumh" .  .  . 

El  mismo  "graft,"  que  en  la  acepción  exclusiva- 
mente yanqui,  significa:  corrupción  administrativa, 
política,  mercantil,  en  sus  varias  formas  de  cohecho, 
prevaricación,  etc.,  según  un  diario  de  Washington,  es 
dolencia  crónica  que  ya  la  padecían  los  EE.  Uü.  des- 
de los  tiempos  de  Jorge  el  Puro . .  . 

Y  sin  embargo,  todo  el  mundo  tan  contento. 

27  DE  JULIO. — Aun  no  comienzo  el  capítulo  II  de 
KECONQUISTA.  Se  comen  mis  mañanas  las  cartas 
particulares  y  el  alistamiento  de  originales  de  MI 
DIARIO,  que  habrá  de  publicarse.  Dea  volente,  si 
SANTA  triunfa  en  la  venta. 

Las  tardes  las  consagramos  a  vagar  por  los  caminos 
deliciosos  de  estos  lugares,  en  los  que  nuestro  hijo, 
con  la  colaboración  del  "Potómac,"  juega  al  ferro- 
carril, y  para  que  no  le  falte  el  humo  a  su  imagina- 
ria locomotora,  levanta  unas  polvaredas  que  a  él  le 

—  293  — 


F.  GAMBOA 

arranean  carcajadas  y  toses,  lágrimas  a  nosotras  y  la- 
dridos y  saltos  al  "Potómac."  El  mar  no  nos  desam- 
para, aun<|U«'  por  momentos  se  nos  oenitc.  sus  tumbos 
van  acompañándonos  eon  el  fin  manifiesto  de  que  no 
nos  sintamos  tan  solos. 

A  cobrar  respiro  nos  sentamos  hoy  en  puente  apres- 
te, de  pi»'dra-p«')mez,  eon  bancos  empotrados  v\\  sus 
flancos,  con  linternas  góticas  de  muy  trabajado  hie- 
rro y  muy  limpios  cristales,  cuya  fe  de  bautismo  se 
destacaba  en  letras  de  bronce:  ''  OouucJwdi  lindge — 
**  Erectcd  by  the  Borough   and  Public  Spirited  Ci- 

Son  las  8.  Arrellanóme  en  mi  mecedora,  en  el  pórti- 
co, de  cara  a  la  gloria  del  crepúsculo  cárdeno,  a  la 
diadema  de  oro  (pie  cintila  al  Poniente,  tras  os  mon- 
tes lejanos  de  Statcn  Island.  Desde  mi  nltiirn, — nues- 
tra easuea  s»-  halla  en  el  upprr  ctrclr  de  esta  imbla- 
cioncilla  escalonada  en  un  anfiteatro  que  arranca  do 
la  playa,  las  "Atlantic  Ilighlands." — los  grandes  y 
pe<pieños  cottofjis  diríase  «jue  van  resbalaiulo  ¡wr  las 
colinas  enanas  y  verdegueantes;  colundtro  siluetas  de 
mujeres  jóvenes,  rubias,  bellas,  vestidas  de  blanco 
como  las  del  Florentino ;  me  alcanzjín  pedazí)s  de  risas 
infantiles;  v«'o  humear  chimeneas.  A  nn  «liestra,  el 
mar,  la  bahía  minúscula  que  se  forma  en  este  ancón 
natural:  más  di.stante,  la  lengim  «le  tierra  (pie  a(>aba 
eu  Sandy  Ilook.  con  su  par  ile  faros  y  su  caserío,  que 
no  he  llegado  a  sabor  si  M*rá  el  presidio  de  Sing- 
Sing  o  el  Manicomio  de  Mujeres.  . .  A  la  vera  de  la 
|)enínsula,  cabecean  el  "Shamrock  I"  y  el  "Shamrock 
11"  venidos   de    Britannia  a  disputar    la  "Copa   de 

—  294  — 


Mr  DIARIO 

América,"  dos  esbeltos  yates  que,  escoltados  por  sen- 
dos vapores,  a  diario  salen  a  ejercitarse  mar  afuera,— 
la  regata  de  combate  se  efectuará  en  agosto, — y  a 
los  atardeceres  tornan  al  anclaje. .  .  Todavía  más  dis- 
tante, algún  transatlántico — un  liner, — ¿entrando?... 
¿  saliendo  ? .  . .  y  naves  veleras  que  se  van,  se  van  dan- 
do tumbos,  quién  sabe  a  dónde.  .  . 

A  mi  diestra  siempre,  en  la  playa  opuesta  y  muy 
disminuidos  por  la  lejanía,  el  far  Rockaivay,  la  esfu- 
mada costa  de  Coney  Island  abrasándose  en  sus  mi- 
llones de  focos  eléctricos,  los  Bronx,  suburbio  de 
Brooklyn,  las  quintas  y  fábricas  de  Long  Island. 

Traicionada  por  su  halo  de  aurora  boreal  que  ras- 
ga la  bruma,  Nueva  York,  la  cosmópoli. 

A  mis  pies,  los  muelles  de  la  flotilla  y  el  parade- 
ro del  F.  C.  C.  de  Nueva  Jersey,  con  ir  y  venir  de 
trenes  que  silban  y  tañen  melancólicas  campanas. 

En  el  Casino  de  este  mi  pueblo,  ha  principiado  el 
bailoteo  de  todas  las  noches,  oigo  los  voluptuosos  val- 
ses lentos  que  los  americanos  han  hecho  su  especia- 
lidad. 

Todo  empieza  a  encenderse :  Casino,  cottages,  calles, 
estación,  muelles;  el  cielo  guarda,  más  débil,  la  luz 
de  su  diadema  en  incomparable  agonía ;  la  atmós- 
fera es  diáfana,  tan  pura  como  el  soñar  de  los  niños... 

Qué  inmensa  serenidad  sale  del  mar,  y  de  la  tie- 
rra, y  del  cielo,  y  de  todas  las  cosas;  cómo  se  anega 
en  ella  mi  espíritu  de  literato  y  de  nostálgico ;  con 
qué  emoción  releo  una  carta  de  casa.  .  . 

Cuan  dulce  no  sería,  tristemente  dulce,  morir  fren- 
te a  un  cuadro  como  éste ... 

¡  Qué  paz,  Dios  mío,  qué  paz  tan  grande,  tan  hon- 

—  295  — 


F.  GAMBOA 

tía.  que  a  modo  de  bendición  y  de  infinita  misericor- 
dia, vibra,  vaga,  suspira  ! .  .  . 


8  DE  AGOSTO. — Dedicados  a  nuestros  i>olíticos  y  so- 
ciólogos, predicadores  de  que  Hispanoamérica  debe- 
ría s«'r  un  trasunto  de  los  EE.  W .,  inicio  hoy  la 
reproducción  de  casos  típicsnucnte  yancpiis.  (pu'  bien 
po<lían  titularse  "Casos  Ejemplares."  Y  otras  ma- 
nos ípie  no  sean  las  mías,  <pie  sigan  con  Uxs  incensa- 
rios en  movimiento.  Ninguno  será  tic  mi  cosecha,  si- 
no traducciones  o  extractos  d«'  lo  qur  siis  mismos  dia- 
rios y  n-vistas  sa(juen  a  luz. 

Leo  esta  tarde  en  el  "Scw  Yurk  Journal" — Sight 
Special  N."  7537,  que  dirige  William  Ran<lolph  Hcarst, 
candidato  a  la  presidencia  de  la  K«'públiea,  millonario, 
politiíion  y  iiitxirófobo  de  profesión: 

"  Gllil.  Wllll'l'ED  AT  POST  /.V  .1  (¡KOUdlA 
**  PlilSOS — Mtnibf.r  nf  Prominrut  Saratiiiah  Fnwi- 
"  /»/  Cnuüy  pun¡.h,,1—íSp,,,,il  h,  IIJK  KVKSISd 

**  JOVRSAL 

"  Millfdgcvillr,  (irorgia.  Aug.  8. 

fVei-sión  castellana)  "  La  brutal  flagiliicion  d»-  la 
"  wñorita  Mamie  De  C'rist.  en  la  Cárcel  Agrícola  don- 
"  de  exting\ip  condena  de  dos  años  por  rolw  a  joyeroB 
"  de  Savannah,  ha  levantado  intensa  indignación  en 
■*  íjxla  (ieorgia.  Amig<»s  de  la  joven,  «pie  desde  la  fc- 
"  cha  de  su  encarcelamiento  no  han  cesado  de  soste- 
'*  ncr  fpie  sus  nil>os  los  ¡x'rpetró  durante  una  |>ertur- 
*'  bación  de  stis  facultades  mentales,  han  dicho  (pie 
*'  no  desean.sarán  hasta  qiie  se  abra  una  investigación 
"  y  se  derribe  to<lo  el  sistema  penitenciario  del  Em 
"  tado. 

—  296  — 


MI  DIARIO 

"  La  Srita.  De  Crist,  que  es  una  joven  notablemen- 
"  te  bonita  y  que  pertenece  a  buena  familia  de  Sa- 
"  vannñh,  fué  acusada  de  contumaz  por  los  empleados 
"  del  presidio.  Conducida  a  la  oficina  del  médico  del 
"  establecimiento,  la  ataron  a  un  poste,  la  desnuda- 
''  ron  hasta  la  cintura,  y  la  azotaron.  El  médico  vi- 
"  giló  el  castigo,  a  fin  de  que  no  fuese  más  allá  de  las 
"  resistencias  de  la  pohre  mujer. 

' '  La  despiadada  flagelación  la  llevó  a  cabo  un  guar- 
''  dián  de  la  propia  cárcel.  La  muchacha,  gritaba  y 
' '  se  retorcía  bajo  los  golpes  brutales ;  y  apenas  si  po- 
"  día  tenerse  en  pie  cuando,  su  cuerpo  todo  cubierto 
"  de  cardenales  y  manando  sangre  algunos,  la  des- 
''  ataron  y  llevaron  a  su  separo.  Aunque  se  guardó  el 
''  mayor  secreto,  al  fin  se  ha  hecho  público  en  Mi- 
"  lledgeville  el  asunto,  y  se  ha  desencadenado  una 
"  tempestad  de  indignación. 

"  La  Srita.  De  Crist  figuraba  en  la  alta  sociedad 
"  de  Savannah  y  Atlanta ;  las  joj^as  de  que  se  apoderó 
"  en  Savannah,  inventando  falsas  comisiones,  montan 
"  a  respetable  suma.  Cuando  la  vista  de  su  causa,  se 
"  alegó,  sin  éxito,  la  exculpante  de  demencia. 

"  Aseguran  sus  amigos,  que  la  Srita.  De  Crist  no  es 
"  equilibrada,  y  que  su  insubordinación  dentro  de  la 
"  cárcel  débese  a  su  estado  mental.  En  todos  los  cír- 
"  culos  se  califica  su  flagelación  de  brutal  e  injusti- 
**  ficada." 

— ¿Y  el  Capitolio, — me  preguntarán  Uds., — y  la  es- 
tatua de  la  "Libertad  iluminando  al  Mundo"!,  y  la 
Civilización  y  el  Derecho  de  que  los  EE.  üü.  se  han 
declarado  depositarios  y  dispensadores  ? .  .  . 

— i  Pues,  todos  bien,  y  muchísimas  gracias ! 

—  297  — 


F.  GAMBOA 

9  DE  AGOSTO. — "r/i€  Ncw  York  Tlerald"  de  hoy,  a 
gu  vez  ocúpase  en  el  salvaje  castigo  aj>l¡eailo  en  Geor- 
gia a  la  Srita.  De  Crist ;  y  a  guisa  de  eoiisuflo.  ex- 
presa que  "nada  puede  hacerse"  porque  la  l»-g¡sla- 
ción  local  prescribe  los  "castigos  inmediatos".  .  .  pa- 
ra los  pn'sos  (|ue  »•  n-lx'lan . .  . 

A  esto  se  contesta  en  mi  tierra  con  un  "Apaga  y 
vamonos". .  .,  pues  en  efecto,  entran  ganas  de  largar- 
se a  otro  país  que  no  goce  de  tantas  lilx'rtades.  Y  ca- 
be preguntarse:  ¿Si  tales  cosas  ocurren  en  el  E.  de 
Georgia,  y  en  el  resto  de  los  Cuarenta  y  Tantos  tues- 
tan a  los  n»>gros,  a  (\\U'  dejwríes  iK)r  el  estilo  no  se  en- 
tregarán en  los  países  que  conquisten?.  .  . 

La  "culta  Europa."  cada  día  se  deja  más  que  los 
señores  yauípiis  la  vuelvan  tartimha;  ya  no  dominan 
Sitio  »*n  las  profesiones  reconoeitlamente  suyas,  como 
la  de  dentistas,  pongo  ¡>or  caso;  ahora,  la  cos:i  aumen- 
ta: en  París,  Ix>ndres,  Berlín,  Viena,  Bru8»'las,  si*  baila 
el  **('ak(-\Valk,"  predomina  «•!  calzailo  yanqui,  so 
cantan  **<'oon'»  Songs" ;  yan(|uis  son  lají  batutas 
de  baln«*arios,  caravanxfrnils,  vtc.  El  Káiwr.  nfibió 
y  trata  a  uno  «le  los  Vántlerbilt,  cual  si  furse  una 
tí'sta  coronaíla ;  la  Fábrica  Krupp  contrata,  a  cual- 
quitr  nufldo,  ©jH-rarios  yan(|uis;  de  liondn's,  se  d<>s- 
cuelga  en  Nueva  York  una  comisión  para  estudiar 
el  sistema  de  tranvías  y  demás  comunicaciones  ur- 
banas. .  .  El  rniverso-Mumlo,  se  pasma!!!  El  Rí-y 
de  Portugal  sí»  deshace  en  zalemas  con  el  AlmirHnt«> 
Cotton,  durante  la  estadía  dr  su  ('WMUidra  en  Lis- 
boa; en  Vortrmouth.  dan  a  los  marinos  americanotí 
un  lunchfon  <!••  800  cubiertos  y  tina  n'pn'Sí'ntación 
de  gala;  Centroamériea  y  gran  parte  d(>  Suram«'-rica, 

—  208  — 


MI  DIARIO 

se  dislocan  por  los  Estados  Unidos...  ¿y  nosotros?... 

Una  buena  noticia:  Jean  Eichepin  vendrá  en  el 
invierno  a  dar  conferencias  en  diversas  ciudades, 
Washington  en  cuenta.  Diz  que  viene  para  presenciar 
los  ensayos  de  su  "Mmc  du  Barry,"  léase,  para  ven- 
cer a  un  autor-empresario,  Belasco,  que, — esto  la  afir- 
ma Richepin, — le  ha  plagiado  la  obra;  y  para  em- 
bolsarse pirámides  de  dólares,  que  seguramente  se 
embolsai'á,  y  yo  me  alegraré  mucho  de  que  se  los  em- 
bolse ;  válgale  ser  literato  de  verdad  y  no  de  expor- 
tación ni  de  pega.  Lo  conoceré  y  lo  oiré. 

Algo  apocalíptico  que  garantiza  el  "Netv  York 
Herold." 

Trátase  ya  de  edificar  un  teatro  en  París,  donde 
únicamente  se  represente  repertorio  "Made  in  Ame- 
rica";  ópera  americana,  drama  americano,  petipie- 
zas  americanas,  todo  cantado  y  declamado  por  artis- 
tas de  aquende  el  Atlántico .  . . 

i  Dios  vaya  con  los  accionistas  y  con  los  especta- 
dores ! 

12  DE  AGOSTO. — El  ''Journal"  de  esta  tarde  y  el  de 
ayer,  cogen  el  cielo  con  las  manos  a  propósito  de  la 
civilizada  azotaina  a  Miss  De  Crist.  Reproduce  car- 
tas^ protestas  y  opiniones  de  jurisconsultos,  condenan- 
do a  una  la  infamante  escena. . . 

Se  ha  aclarado  ya  por  qué  azotaron  a  la  desequi- 
librada :  porque  no  cedió  a  los  ruegos  de  su  guar- 
dián ;  y  ya  se  aclaró  algo  más :  que  mientras  no  se 
reformen  las  leyes  del  E.  de  Georgia,  no  hay  por 

—  299  ~ 


F.  GAMliOA 

qué  alannai-se  de  paliza  más  o  menos,  "como  no 
existe  prohibición  expresa  de  emplear  el  látigo,  ¡y 
empléase  el  látigo  desde  tiempo  inmemorial!  es  casi 
seguro  que  el  atentado  se  queilará  impune.  . . 

África  y  Cliina,  se  me  hacen  dos  criaturillas  ino- 
centes. 

El  magazine  "The  Munscy"  correspondiente  a 
agosto  en  curso,  que  se  publica  en  el  número  11') 
de  la  C^uinta  Avenida  de  Nueva  York. — volumen 
XXIX,  número  5, — trae  un  artículo  de  Mr.  Joseph 
Freeman  Marsten,  intitulado  "The  Mavhtrom  of  ihe 
Ihítiny-Hing,"  en  el  «pu*  e«Misura  con  coj>ia  de  docu- 
mentación y  detalles,  el  juego  desenfrenado  a  que  to- 
dos se  entregan — las  .s*'ñoras  i>i  cápitr — vn  las  diarias 
carreras  de  caballos  que  a  cabo  se  llevan  en  una  mi- 
llarada de  liiptKlromos.  Y  sentencia  al  concluir: 

— *'Tnily,  wc  Amcricans  are  o  nation  of  gam- 
blcrs." 

— De  veras  que  nosotros  los  americanos,  somos  una 
nación  de  tahúres. 

15  DE  AGOSTO. — El  "Journal"  proclama  que  como 
consí'cuencia  de  la  indignación  rpie  al  fin  ha  estallado 
"en  todas  los  EE.  UU."  por  la  bárbara  tortura  do 
Mamie  De  Grist,  el  Senado  y  la  Cámara  de  Kepre- 
sentantes  inter\en«lrán  y  en  el  E.  de  (iiH)rgia  queilará 
abolida  la  jiena  de  a/otes. . .    a  las  mujeres. 

A  los  hombres,  que  nos  muerda  un  perro,  digo  yo. 

Aun  no  nie  salo. — ni  es  probable  cpie  me  salga  en 
muchos  años, — la  impresión  compleja  que  me  ha  ori- 

—  300  — 


3/7  DIARIO 

ginado  la  troglodítica  lucha  de  ayer  en  San  Fran- 
cisco de  California,  y  en  la  que  se  ocupan  hoy  la  prensa 
integra  de  este  país  dilatado,  y  grandísima  parte  de 
sus  80.000.000  de  habitantes ...  No  vuelvo  de  mi  pá- 
nico, aun  perdura  mi  duelo  de  hombre  de  raza  más 
fina  y  más  sensible,  que  sufre  y  contempla  un  des- 
afuero que  no  le  es  dable  impedir  ni  castigar.  Esto 
es  el  salto  atrás  al  período  primitivo,  la  regresión 
al  "Hombre  de  las  Cavernas",  a  una  velocidad  de 
70  millas  por  hora  en  caminos  de  hierro,  sin  rival  en 
el  mundo,  que  cruzan  uno  de  los  pueblos  más  porten- 
tosos de  la  tierra,  con  millares  de  fábricas  e  indus- 
trias, con  laboradas  regiones  agrícolas  sin  segundo, 
con  conglomerados  de  millones  de  almas  archiciviliza- 
das ...  El  Hombre  de  las  Cavernas,  que  pasea  en  au- 
tomóviles perfeccionados,  que  ha  inventado  el  telé- 
fono. .  .  y  los  trusts,  que  practica  el  divorcio  ilimi- 
tado, que  masca  tabaco  o  chicle,  y  escupe  sabios  por  el 
colmillo  de  sus  innúmeros  colegios  y  universidades, 
que  no  desdeña  la  prostitución  y  crea  el  "Femi- 
nismo "... 

Este  Hombre  de  las  Cavernas  es  el  que  anoche  abo- 
feteó a  la  civilización  y  a  la  humanidad,  en  la  arena 
( ?)  del  " Mechanics'Pavilion"  de  San  Francisco,  con 
la  lucha  por  el  Campeonato  Mundial  de  Pugilismo. 

Es  el  Hombre  de  las  Cavernas  el  que  sanciona, 
apuesta,  aplaude  y  se  enloquece  frente  a  un  espec- 
táculo propio  de  aduar  centroaf  ricano ;  es  el  troglo- 
dita, el  huno,  el  seguidor  de  Atila,  con  la  agravante 
de  los  siglos  trascurridos,  pero  trascurridos  en 
balde. . . 

Tres  meses  llevábamos  los  que  en  los  EE.  UU.  vivi- 

—  301  — 


F.  GAMBOA 

mos,  da  lotT  a  diario  j)ornioiiorizaila8  columnas  im- 
presas, relativas  al  ctitrenamienfo  de  los  "célebres  y 
afamados"  James  J.  J«'ffries  y  James  J.  Corhett,  (jue 
no  son  sabios,  ni  artistas,  ni  filósofos,  ni  explorado- 
res, ni  apóstoles  o  educacionistas,  sino  dos  tocayos 
líeavyucight  Prizc-fightcrs,  jialabraza  que  en  roman- 
ce significa  "Púgiles  de  peso  máximo."  El  par  de 
angelitos, — cada  cual  por  su  lado  y  respectivamente 
asistidos  de  padrinos,  amigos  y  especialistas, — se 
adiestraban  para  el  descomunal  encuentro  de  anoche. 
Corbett,  era  el  "Campeón  del  Mundo,"  lo  que  no  me 
causó  extrañrza  ninguna,  por  el  hábito  que  he  venido 
contrayendo  de  que  cuanto  los  EE.  IT.  producen  o 
atesoran,  lo  apoden  ellos  mismos  lo  primero  o  lo  único; 
la  arrogancia  y  exageración  hasta  hoy  imputadas  a 
lusitanos,  brasileños,  andaluces,  marselleses,  nai>oli- 
tanos  y  demás  gente  charlatana  y  embustera,  a(|uí 
han  encontrado  su  sepultura.  Era  campeón  del  mun- 
do, ix)r(jue  había  vencitlo  a  Sullivan,  pero  su  reino 
fué  efímero  (¿cuál  no  lo  es?...),  porque  Jeffries, 
boilrrmakcr,  de  son  état, — forjador  de  calderas, — for- 
tisimo  de  suyo  y  fortalecido  más  aún  con  la  i)ráctica 
de  su  oficio  ciclópeo,  so  «livorció  de  yumpie  y  iiuu'ti- 
llos  para  entregarse  al  ])ugili.smo,  mejor  retribuido 
y  mirado  (jUe  todos  y  cada  uno  de  los  "milenta"  mil 
oficias  conocidos  en  "América,"  si  se  exerptúan  rl 
de  multimillonario  o  el  de  get-rich-qnick,  especialida- 
des de  estos  andurriales.  En  cuanto  Jeffries  sintiiMH* 
capaz,  retó  a  Corlx'tt,  y  el  11  de  mayo  tli-l  año  del 
Señor,  1900,  último  del  siglo  XIX,  llamado  también 
de  las  íiUci'S.  en  la  ciudad  de  Cmut/  Jslnml,  a  un  sus- 
piro de  Nueva  York  y  a  seis  dían  del  Viejo  Continm- 

—  302  — 


MI  DIARIO 

te,  previa  furibunda  paliza  ¡  23  asaltos !  derrocó  a 
Corbett,  y  quedó  dueño  absoluto  de  las  insignias  del 
campeonato:  banda-cinturón  de  seda  bordada,  y  unos 
calzones  cortos,  que  se  portan  a  la  hora  de  la  pelea 
y  que  lucen  las  Stars  and  Stripes. . .  {Oú  l'Amour 
va-t-il  se  nicher . . .) 

De  entonces  acá,  inconforme  Corbett  con  el  destro- 
namiento (¿qué  monarca  destronado  no  lo  está?),  pú- 
sose a  adquirir  más  conocimientos,  agilidad  y  fuer- 
za, a  efecto  de  enfrentarse  de  nuevo  con  Jeffries, 
quien  no  obstante  su  manifiesta  superioridad  física 
sobre  el  derrotado  antagonista,  también  púsose  a 
echar  más  músculo  y  a  procurar  mayor  ligereza,  de 
la  que  carece  a  causa  de  su  mole  gigantesca. 

Los  EB.  UU.,  a  su  vez,  se  interesaron;  los  periódi- 
cos mejorcitos, — y  vaya  si  abundan, — enviaron  co- 
rresponsales y  dibujantes  a  uno  y  otro  cubil,  digo,  a 
uno  y  otro  retiro  de  los  gladiadores,  con  el  laudable 
objeto  de  tener  al  público  al  tanto  de  cuándo  aumen- 
taban una  libra  de  peso  o  una  pulgada  de  bíceps ;  de 
si  Jeffries  trepaba  ya  escarpadas  colinas  y  mataba 
a  riflazos  cuanto  venado  le  pasaba  por  la  mira;  de  si 
Corbett  se  ensanchaba  o  aprendía  golpes  misteriosos  y 
certeros.  Conforme  el  tiempo  transcurría,  informes  y 
dibujos  se  multiplicaron  hasta  no  alcanzar  el  semblan- 
te de  obsesión  y  pesadilla  en  estos  días  últimos ;  todo 
era  Corbett  y  Jeffries . . . 

Ellos,  entretanto,  seguían  en  su  iraining,  el  cual  es 
más  severo  que  el  del  más  severo  monasterio,  y  más 
tiránico  que  el  programa  abstinente  de  que  nos  ha- 
bla Don  Quijote.  No  es  permitido: 

—  303  — 


F.  GAMBOA 

''...ni   comer   pan   a   manteles, 
"ni  con  la  rryna  folgar. .  .  '.', 

ni  consumar  la  porción  tle  cosas  que  el  común  de 
mortales  ejecutamos  día  i>or  día,  y  aun  más  de  una 
noche.  Ellos,  los  púgiles,  ayunan. 

Quií-ras  ijue  no,  ha.sta  los  enemigos  de  la  fuerza 
bruta,  como  yo,  nos  impusimos  al  pormenor, — dado 
que  no  se  pensaba,  hal)lal)a  ni  escribía  otra  cosa, — 
de  la  anelnira  de  tobillos,  muñecas,  pectorales  y  me- 
nudencias de  los  combatientes.  ¿Para  qué,  Señor,  para 
qué?...  Y  diputé  por  tan  inútil,  pcrnieio.so  y  antit's- 
tético  ocuparme  en  v\  n-giaincntailo  sidvajismo  (peor 
si  cabe,  y  mire  Ud.  que  ya  cabía  poco,  que  las  co- 
rritlas  de  toros 'í,  que  decidí  ni  mencionarlo  en  MI 
DIAIíM);  pero  más  tarde,  he  reflexionado  (pie  siendo 
lo  (pie  es,  el  predilecto  espectáculo,  conviene  acusar- 
lo en  sus  rej»ugnantes  pormenores,  para  que  conste 
que  esta  nación  también  padece  sus  llagas,  ¡y  (pié 
llagas!,  en  relación  con  su  innegable  y  cacareada 
grandeza. 

Datos  ofiicialea:  Jeffries  pesa  de  2H7  a  223  libras, 
Corbett  de  lí)0  a  185;  el  juez  do  la  lucha,  atleta  él, 
Eddie  Graney,  prometió  urhi  rt  orhi  que  discernirá 
el  prendo  conforme  a  los  méritos  estrictos  de  los 
luchadores;  que  *'por  lo  que  tenemos  de  mortales," 
habría  vigilantes  y  un  par  de  policías  en  el  ángido — 
cornrr — de  cada  uno  de  los  rivales,  a  fin  de  garan- 
tizar un  "juego  limpio" — te  assurr  the  men  fair 
play; — rpie  no  eon.siMitiría  en  el  anillo — Ihf  ring — pa- 
drinos ni  compadres,  y  que  la  batalla — thr  haltlr — se 
libraría  sin  separarse»  un  ápice  de  las  reglas  del  Mar- 

—  304  — 


MI  DIARIO 

qués  de  Queensberry.  Busquen  Uds.,  si  el  asunto  les 
interesa,  en  la  Enciclopedia  Británica,  la  biografía 
del  tal  Marqués,  pues  yo  no  he  de  darla. 

Pai'a  que  cupiera  mucho  público,  se  escogió  como 
local, — ¡qué  sarcasmo! — el  '' Mcchanics'Pavilion"  de 
San  Francisco  de  California, — es  un  honor  a  la  fa- 
milia,— que  permite  acomodar  a  ¡  ¡i  10.000  ! ! !  ocupan- 
tes. De  apuestas  se  versó — sin  incluir  la  '"purse" 
que  se  distribuye  entre  los  reñidores,  descontados  los 
gastos  de  papeleta, — la  friolera  de  ¡  ¡  ¡  300.000  ! ! !  dó- 
lares ;  sólo  Nueva  York  contribuyó  con  sesenta  y  tan- 
tos mil ;  San  Francisco,  como  dueña  de  casa,  se  lle- 
vó la  palma  en  el  capítulo  de  apuestas ;  el  resto  de 
Estados,  sin  embargo,  figuró  con  "honrosa  propor- 
ción." 

La  demanda  de  billetes, — siguen  ilustrando  los  dia- 
rios,— fué  sin  precedente;  en  la  taquilla  solamente, 
recogiéronse  unos  $60.000 ;  la  suma  que  se  embolsó 
el  ganancioso  Jeff ries,  oscila  entre  $27  y  30.000 ;  la 
que  se  guardó  el  aporreado  Corbett,  alcanza  unos 
$16.000.  Una  gran  funrza  de  las  reservas  de  Policia 
se  envió  al  sitio  del  encuentro,  para  guardar  el  or- 
den  (sic). 

Hubo  en  Nueva  York  tal  anhelo  por  ir  conociendo 
los  detalles  de  la  lucha,  que  en  las  dos  oficinas  de 
''The  Journal," — Park  Row,  y  esquina  de  Broadivay 
y  Calle  37.", — pusiéronse  enormes  cartelones  ilumi- 
nados, con  aditamento  de  "estereopticón, "  que  minu- 
to a  minuto  los  anunciaban,  desde  el  anochecer  hasta 
la  madrugada  en  que,  por  diferencia  de  meridianos 
entre  San  Francisco  y  Nueva  York,  se  supo  el  final 
resultado.   Acudió   densa   masa    de   curiosos,    incluso 

—  305  — 


F.  GAMliOA 

Indits,  "ni  más  ni  menos  que  si  se  tratase  de  una  elec- 
ción pivsideneial  (.tic).'* 

Pactado  el  combate  por  veinte  asaltos — roí/ndf.v, — 
al  díVimo,  de  espantosa  puñada  cti  el  "plexo  solar," 
Corbett  cayó  fuera  de  coinl)ate — knockrd  nui — "a  me- 
dio sentar,  los  labios  contraídos  en  forma  de  círculo, 
agónica  la  faz.  sin  perder  totalmente  el  sentido..." 
Al  recuperarse,  el  primer  hombre  <pie  le  estrechó  la 
niauo,  fué  su  vencedor.  .  . 

¡  Oh,  Pieles  Rojas,  sois  corderos ! 

Hoy,  que  con  mis  frentes  fui  a  \ueva  York  a  reci- 
bir a  Hafat'l  Sapa.seta,  que  nos  Uepa  de  México,  me 
encontré  toílavía  vibrante  de  emoeióu  a  i'sta  sober- 
bia Manhattan,  aunque  en  su  morl)osa  actividad  de 
costumbre;  bella,  im|>onente.  inmensii.  des«Mnpeñando 
importantísimo  pai)el  en  el  coneierto  ilel  nuuido,  sin 
que  se  le  advierta  en  la  cara  que  todo  el  orffanismo 
social  a  (|ue  t-Jla  j>ertent^'e,  ancla  pobre  de  entrañas, 
antes  disimulando  con  su  nuuito  imperial  de  dinero, 
trabajo  y  fuerza,  todas  las  inmorali<lades,  los  críme- 
nes todos  que  nutre,  que  practi<»a  y  hasta  ¡«pié  ver- 
güenza! que  aplaude,  como  las  luchas  humanas... 

Kí'sueltamente,  los  EE.  IT.,  en  la  alta  y  completa 
acepción  de  la  |>alabra.  un  son  un  país  civilizado  <lel 
todo,  i  Será  f|ue  esíi  eiviji/aeión  ideal  no  exista  ru 
parte  nin^^runaT.  .  . 

Taine,  en  su  admirable  "Filosofía  drl  Arte,"  dice 
algo  (|ue  conviene  no  olvidar: 

— **  La  hautf  rivilijiation.  Ir  c^iinpht  divrloppe- 
*'  mcnt,  la  pmfondr  ilaboration  dr  Vantc  ne  pfuvrnt 
"  »r  rcnconlrfr  avrc  un  rorps  athlitif/uc,  nu,  armm- 

—  306  — 


MI  DIARIO 

"  pli  dans  la  vie  gymnastique.  Le  front  méditatif, 
"  la  finesse  des  traits,  la  complicaUon  de  la  pJiysio- 
"  nomie  feraient  disparate  avec  des  membres  de  lut- 
"  teur  et  de  coureur." 

¡Tanto  peor  para  el  pugilato  y  sus  devotos! 

20  DÉ  AGOSTO. — Paseo  exciting,  en  una  lancha  de 
vapor,  la  "Dorothy,"  pequeña  y  regida  por  el  due- 
ño de  las  casetas  de  baño  de  la  playa.  Vamos  a  es- 
perar el  regreso  de  los  yates  que  hoy  comenzaron  a 
disputar  la  ''Copa  de  América."  Por  cincuenta  cen- 
tavos me  he  puesto  en  las  manos  de  este  excelente 
sujeto,  con  más  aspecto  de  farmacéutico  que  de  mari- 
no. Los  demás  tripulantes,  son :  Rafael  mi  cuñado ; 
hasta  media  docena  de  mocetones  en  traje  de  baño, 
instalados  en  la  tolda  de  la  " Doroihy,"  a  la  que  sa- 
cuden con  sus  potriles  retozos ;  un  joven  gordo  y  pa- 
cífico, que  ayuda  al  patrón;  otro,  flaco,  portador  de 
una  Kodac. 

Nos  lanzamos  muy  mar  afuera,  transponemos  8an- 
dy  Hook,  sufriendo  unas  cabezadas  capaces  de  ma- 
rear a  un  cachalote.  Y  a  pesar  de  lo  que  persistimos 
en  nuestra  espera  al  garete,  no  vemos  nada.  Tornamos 
un  poco  antes  que  el  "Erin,"  suntuoso  yate  de  vapor 
de  Sir  Thomas  Lipton,  tripulado  por  lindas  mujeres 
elegantes,  oficiales  de  marina,  yachtmen  de  cartel, 
millonarios...  Un  instante,  atácanme  ráfagas  de  mega- 
lomanía, ¿  poseyera  yo  una  embarcación  así  ? .  . .  De- 
tallo el  "Erin"  y  a  sus  tripulantes...  ¡un  platal! 
Nos  adelanta  el  "Shamrock  II" — gemelo  del  actual 
combatiente  "Shamrock  III."  Hoy  no  hubo  regata, 
por  culpa  del  poco  viento;  pero  yo  renuncio  a  nue- 


307 


F.  GAMBOA 

va  salida  rn  esta  zan|;olotina  *' Dtnothi/,"  (jue  los  dia- 
rios me  enteren  de  las  peripecias  náuticas  de  la 
justa. 

Sir  Tilomas,  (pie  ya  no  se  cuece  de  un  hervor,  es 
el  pei*sonaje  a  la  moda,  el  punto  de  vista  neoyorquino. 
Noches  atrás,  (pie  asistió  invitado  i>or  el  "Yavht 
Club"  a  no  sé  qué  teatro,  le  enderezaron  a  inedia  fun- 
ción unas  coplas  compuestas  en  su  obsequio;  urba- 
namente pasó  al  escenario  en  el  entreacto,  a  dar  las 
gracias,  y  el  "coro  de  señoras"  se  le  tiró  a  los  besos, 
unos  veinte  minutos  de  bombardeo  de  ('«culos. . .  Nue- 
va York  ha  reíilo  de  la  ocurrencia,  los  gnithmtn  la 
aplauden,  hus  ladiis  tómanla  a  buena  parte,  los  golfos 
y  granujas  ya  le  apearon  el  tratamiento,  y  s<)lo  le 
llaman  "  Tom-nwj,"  los  periódicos  comentan  el  sucedi- 
do, en  tono  .serio.  .  . 

Nota  de  angustia:  Hay  lejos  de  nuestro  ancón — la 
J/orscshnf-fí<i¡i — una  gran  l)oya,  con  campana  (pie 
repica  al  compás  de  las  olas  que  la  mecen,  ora  pau- 
sadamente si  el  mar  está  en  calma  relativa,  ora  deses- 
peradamente si  está  agitado;  y  a  nuestro  paso  i)or 
sus  cercanías,  la  esi'uchamos  (pie  toca  con  violencia 
grandísima, — el  mar  anda  revuelto, — y  es  un  tañer 
que  coge  el  corazón,  que  suena  a  desamparo,  a  luiii- 
fragio,  a  muerte  implacable  en  el  hosco  y  (lesj>iadMdo 
desierto  de  agua .  .  . 

A  propósito  d(>  las  rt>gatas  internacionales  por  la 
"Copa  de  América,**  \*\l  a<pií  cómo  las  juzga  el 
'*  Journal"  de  esta  noche: 

— **  La  Gran  Regata  de  Hoy — Our  excitcmcnt  se 
"  basa  en  una  emoción  inocente,  aunque  no  litil:  el 
**  deseo  de  ganar  en  cuahpiier  clase  de  juego. . ,  John 

—  308  — 


MI  DIARIO 

Biill  y  el  Tío  Sam  han  sacado  a  relucir  sus  corre- 
dores de  juguete,  y  millones  de  personas  talluditas 
seguirán  la  regata  con  la  misma  excitación  nerviosa 
de  los  niños  que  rodean  el  estanque  de  un  par- 
que. . .  Así,  a  lo  lejos  en  nuestra  historia,  nuestro 
patriotismo  hase  despertado  con  las  luchas  entre 
un  yate  de  juego  y  el  de  algún  tercero,  entre  nues- 
tro caballo  de  carrera  y  algún  caballo  de  carrera 
inglés,  entre  nuestros  púgiles  y  algún  pugilista  in- 
glés. Habremos  progresado  el  día  que  el  entusiasmo 
de  las  dos  naciones  se  concentre  en  una  lucha  y  una 
ambición  de  categoría  más  alta  y  noble.  CASI  TO- 
DOS NOSOTROS,  SOMOS  DESCENDIENTES 
DE  PIRATAS,  CUYOS  CRUCEROS  TRIUNFA- 
LES dependían,  para  acarrear  su  bo- 
tín, DE  MÁSTILES  ALTOS.  SOMOS  LOS  DES- 
CENDIENTES MAS  PRÓXIMOS  DE  UNOS 
HOMBRES  CUYO  PRINCIPAL  PLACER  ERA 
REÑIR,  todavía  lo  QUE  MAS  NOS  SEDU- 
CE, ES:  BARCOS  LIGEROS,  CABALLOS  DE 
CARRERA,  PUGILISTAS,  ETC. -Tiempo  vendrá 
i  esperémoslo !  en  que  cuando  las  naciones  o  los  in- 
dividuos quieran  competir,  compitan  en  materias 
distintas.  .  .  Sir  Thomas  Lipton  ha  gastado  mi- 
llones, alegremente,  porque  su  yate  sea  el  mejor  y 
más  veloz  del  mundo.  El  Rey  (de  la  Gran  Breta- 
ña), el  Presidente  (de  los  EE.  UU.),  todos  lo  alien- 
tan. .  .  ^ir  Thomas  dijo  al  Rey  y  al  Presidente: 
mi  yate  será  más  ligero  que  ninguno,  sin  reparar 
en  su  costo.  El  Rey  y  el  Presidente,  le  dieron  apro- 
batorias palmadas  en  la  espalda.  Si  les  hubiese  di- 
cho en  cambio,  voy  a  hacer  que  mis  obreros,  hombres 

—  309  — 


F.  GAMBOA 

**  y  mujeres,  sean  los  m&s  satisfechos  y  felices  del 
"  mundo,  es  probable  que  el  Bey  no  hubiera  dispues- 
"  to  d»'  tit'inpo  i»ara  escucharlo.  De  coiisif;u¡»*nt«',  co- 
*'  mo  nosotros  todos  nos  perecemos  POK'^l'E  NOS 
**  ALABEN  y  por  hombrearnos  con  presidentes  y  mo- 
"  narras,  apenas  si  resulta  explicable  que  Nir  Tliomas 
*'  emplee  su  dinero  en  un  barco-juguete,  de  preferen- 
"  cia  a  que  se  lo  gaste  en  mejorar  vivientes  seres  hu- 
"  nuínos".  .  . 

Lo  restante  del  artículo  se  suprime,  pues  extrenuí 
la  nota  "socialista-cargosa",  de  que  alardea  Mr. 
Hearst  en  sus  publicaciones. 

23  DE  AO<>sTí>. — Inoculado  «b*  la  manía  imperante 
por  la  "Physical  CuHurc"  y  cetliendo  a  viejas  aficio- 
nes, toda  la  tarde  de  hoy,  domingo,  consj'igrola  a  re- 
mar por  esta  *'  JIorsrshfH  -boy,"  pobla«la  de  yati'S  de 
placer,  de  vapor  y  tle  vela,  propie<lad  de  ricoshonws 
(|Ue  la  han  e.seogido  i>or  fondeadero,  «le.stle  los  co- 
mienzos de  las  Tfiralas  internacionales. 

26  DE  AGOSTO. — Al  anochecer,  una  luz  vivísima  re- 
corre con  gran  velocidad  buena  porción  del  firmamen- 
to, l'ara  qu«'  fuera  glol)o,  w  hallaba  demasiado  alta ; 
pura  ser  Ih'ilido,  caminalia  con  lentitud,  y  para  sor 
estrella,  corría  demasiado  y  brillaba  extraordinaria- 

ni'-nt.. 

27  DE  A008T0. — Ni  una  palabra  en  los  diarios  que 
registro,  awrca  de  la  volante  luz  finnamental  de  ayer 
noche. 

—  310  — 


^7  DIARIO 

Triunfaron  los  yanquis  en  la  tercera  regata  de  hoy 
por  la  "Copa  de  América";  el  yate  "Reliance"  de- 
rrotó con  seis  minutos  de  ventaja  a  su  competidor 
"Shamrock  III,"'  venido  de  Inglaterra  a  disputar  el 
trofeo.  Periódicos  y  personas  están  a  punto  de  esta- 
llar de  exultación. 

28  DE  AGOSTO. — Nos  despierta  temprano  en  la  ma- 
ñana, huracán  que,  con  lluvia,  sopla  del  mar.  Frío 
y  confinamiento  dentro  del  cottagf:,  que  clausuramos 
concienzudamente.  Durante  el  día  y  la  noche,  plañi- 
dero llorar  de  las  "sirenas"  de  las  embarcaciones 
ancladas. 

30  DE  AGOSTO. — Han  continuado,  el  temporal  des- 
hecho y  nuestra  reclusión  absoluta. 

Panorama  ventanero :  espesa  niebla,  que  todo  lo  bo- 
rra; desolación  y  desconsuelo;  el  distante  ajetreo  del 
puerto,  fantástico  a  la  distancia,  borroso,  angus- 
tiante. .  . 

Un  viento  de  borrasca,  con  velocidad  de  "X"  mi- 
llas a  la  hora,  azota  casas  y  parques,  doblega  arbo- 
ledas, gime  por  hendeduras  y  ramazones;  "paque- 
tes" de  agua  salada  estréllanse  contra  fachadas  y  vi- 
drios ;  nuestro  cottage  tiembla  y  se  sacude  cual  si  fue- 
ran a  arrancarlo  de  cuajo.  .  .  Y  las  ideas  negras,  las 
tristezas  recónditas  pugnan  por  asomarse  en  el  cere- 
bro y  en  el  ánimo;  la  distancia  que  nos  separa  de 
México,  lo  menos  se  nos  ha  triplicado. 

Por  la  equivocada  interpretación  de  una  noticia 
oficial,  el  Gobierno  de  los  EE.  UU.  se  ha  tirado  ma- 

—  311  — 


F.  (¡AMUOA 

yúsoula  plancha.  Como  se  »l¡jera  que  el  Vice-bónsul 
en  Siria, — Tuniuía  Asiática, — había  sido  asesinado  a 
su  regreso  a  hi  ofieina.  después  de  una  partida  de 
"golf,"  los  periódicos  y  los  "Revendidos"  protes- 
tantes, pusieron  a  los  tiircos  que  no  había  jior  donde 
eop-rlos;  la  "Op¡ni('»n  Pública"  frunció  el  ceño,  y  el 
Gobierno  ordenó  la  movilización  "a  todo  vafwr'*  del 
fnrniidable  "  fírooklffti,"  del  no  menos  fonniílable 
"San  Francisco"  y  del  nunlianamente  formidable 
"  Machias",  hacia  los  Dardanelos. . .  Ansie<lad  nacio- 
nal superapuda,  y  de  súbito,  la  resurrección  del  Vice- 
cónsul, quien  disfruta  de  una  salud  (jue  yo  jiara  mí 
quisiera;  que  se  equivocaron  al  cifrar  o  al  descifrar  el 
mensjije,  y  fjue  la  Sublime  no  se  ha  apartado  de  los 
cánones:  supo  del  atentado, — i)uea  atentado  hubo,  eu 
efíníto,  perpetrado  por  enemigo  personal  del  Vice-cón- 
sul, — y  ha  prometido  j)or  Imca  de  uno  de  sus  tantísi- 
mos "bi'yes,"  actual  Ministro  de  Relaciones  Extran- 
jeras, lo  que  siempre  se  promete  en  casos  tal»*s,  que 
en  cuanto  pue<la  habers«'  al  culj)able,  s»*  hará  ejem- 
plar justicia,  que  lamentan  de  todas  veras  el  íleplo- 
rable  suc*»80,  y  que  patatín  y  qu«'  patatán. .  . 

Jja  escuaílrilla  yanfjui,  sigue  no  obstante  camino 
de  agmis  turcas;  puí*s  lo  q»ie  estos  señónos  dicen,  aun- 
í|ue  hoy  jwr  hoy  nada  pue<le  intentarsi»  jtara  ca.sti- 
gar  la  no-muerte  de  un  representante  mercantil,  quirá 
peligren  la  colonia  y  los  intereses  americanos  en  Tur- 
quía, y  es  deb<'r  nacional  ir  y  traTuniili/arlns.  .  .  Ni 
a  tiros  reconocerán  su  yerro,  primero  bombardean 
Constant inopia.  Según  los  btis<'avi<las,  la  oilpa  de  li- 
gereza tan  impenlonabU  en  un  pai.s  sfrin.  pi'sa  sobre 
don   Teo<loro  Roosevclt,  quien   rompien<lo  hasta  con 

—  312—* 


311  DIARIO 

prácticas  burocráticas,  desde  su  balneario  ordenó  por 
telégrafo  al  Subsecretario  de  Marina,  que  despacha- 
ra de  urgencia  a  Beyreut,  al  Vicealmirante  Cotton, 
tan  quitado  de  la  pena  en  Villef ranche . . . 

Sin  embargo,  la  primera  derrota,  la  sufrieron  hoy 
por  boca  de  Chékib  bey.  Ministro  diplomático  de  la 
Puerta,  en  los  EE.  UU.  Una  derrota  impresa  e  in- 
cruenta, pero  que  ha  de  haberles  levantado  ámpula. 
Dice  S.  E.,  en  las  columnas  del  "New  York  Herald" 
de  esta  fecha : 

— "  .  .  .el  envío  de  la  escuadra,  va  a  resultarnos  con- 
traproducente a  nosotros  los  turcos.  Ya  no  es  necesa- 
ria, supuesto  que  no  hubo  tal  asesinato  de  Vice-cón- 
sul,  y  en  cambio,  será  alentadora  para  los  rebeldes 
que  han  de  suponerse  apoyados  por  los  EE.  UU.,  so- 
bre todo  después  de  lo  que  en  las  páginas  de  su  pren- 
sa se  ha  tronado  contra  nosotros. . .  Nuestras  relacio- 
nes, son  de  lo  bueno  lo  mejor;  Uds.  se  quejan  de  que 
sin  previo  examen  facultativo,  no  se  permita  a  los 
médicos  de  los  EE.  UU.  el  ejercicio  de  su  profesión 
en  Turquía,  pero  lo  mismo  exigimos  de  los  médicos 
de  Francia  y  de  toda  Europa.  ¿  Por  qué  si  los  médicos 
de  Uds.  se  hallan  tan  científicamente  preparados,  re- 
pugnan lo  del  examen  previo  1-. . .  Otra  fuente  de  di- 
ficultades radica  en  los  misioneros  de  Uds.,  sin  que 
por  lo  que  voy  a  decir,  pueda  creerse  que  los  censuro, 
nosotros  los  turcos  somos  de  lo  más  tolerantes  (¡esto 
es  guasa  viva!),  díganlo  si  no,  esos  mismos  misione- 
ros; y  el  pago  que  Uds.  nos  han  dado,  consiste  en 
gritar  a  voz  en  cuello  que  debería  borrársenos  del  ma- 
pa, después  de  que,  allá,  sus  agentes  incitan  a  los  ar- 
menios a  exterminarnos, ...    Supongan  Uds.   que  yo 

—  313  — 


F.  GAMBOA 

estableciese  en  Wásbiugton  una  escuela  para  negros, 
y  que  mis  profesores  les  predicaran  la  rebeldía  con- 
tra el  lynchamiento. .  .  ¿me  dejarían  en  el  país  ])or 
mucho  tiempo?  ¿prosperaría  mi  escuela?...  Me  in- 
terrogan Uds.  sobre  las  matanzas  de  cristianos  en 
Tur(|uía ;  sí,  desdichadaiiKiite  se  registran;  pero 
¿ACASO  EN  LAS  NACIONES  CRISTIANAS  NO 
TAMBIÉN  SE  MATA?  NADIE  SERIA  TAN  NE- 
CIO DE  DECLARAR  RESPONSABLE  AL  GO- 
BIERNO DE  UDS.,  CADA  OCASIÓN  EN  QUE  SE 
LYNCHA  A  UN  NECÍRO.  EL  OOBIERNO  DE  l^DS. 
I)i:i'lA)RA  TALES  VIOLENCIAS.  BERO  A'O 
í<lEMl'IiE  VVEDE  PREVENIRLAS...  LO  PRO- 
PIO HACE  TURQUÍA,  DEVLOliA  las  matanzas, 
y  para  prevenir  las  actuales,  estaraos  apurando  todos 
los  medios?". . , 

— ¿Qué  opinan  Uds.  de  este  bey,  dÍH|)arand()  ta- 
mañas verdades  en  la  primera  publicación  periódica 
de  los  EE.  W .,  y  qu»'  del  "Jí(rnl(i."  <jue  les  da  ca- 
bida y  no  les  da  respuesta? 

L"  PK  SKi*TiK.MimE.— *A  jx'sar  de  mi  aborrecimiento 
hacia  traducciones  y  tradnctores, — irmluiiorc,  ira- 
üittorr, —  lioy  traduje  paia  la  "Revista  Moderna,'' 
de  México,  un  precioso  cuento  de  Bruno  Lessing. 

¿Que,  «juién  es  Bruno  Lessing?...  \jO  j)ro|)io  me 
pregiuité  días  ha,  cuando  h-ía  otro  cuento  suyo,  que 
l)or  su  estih>  y  fondo  se  aparta  de  los  d«'  hi  generalidad 
pul'licados  a  toneladas  en  diarios,  hebdomadarios  y 
maffaziiit'H.  Bruno  Lewing,  es  un  artista  de  cuerpo  en- 
tero, cuyo  nombre  hasta  me  sueiui  a  progenie  latina, 
a  ancestros  en  Sorrenlo  o  en  Calabria    D.-  fijo  (\ur  no 

—  314  — 


MI  DIARIO 

aprendió  el  oficio  por  la  posta,  sí,  lectores  míos,  por- 
la-pos-ta,  según  aquí  le  enseñan  a  uno  porción  de  pro- 
fesiones "liberales,"  "conservadoras,"  etc.  Hojee 
quien  lo  dude,  la  sección  de  anuncios  de  cualquier 
magazine,  y  se  encontrará  con  que  en  el  ramo  de  mú- 
sica, por  correo  le  habilitan  a  Ud.  de  violinista,  ar- 
pista o  afinador  de  pianos ;  en  el  7'amo  de  pintura,  por 
correo  le  enseñan  a  pintar  óleos,  acuarelas  o  rótulos 
de  tiendas;  en  el  de  elocuencia,  me  lo  transmutan  en 
orador  político,  sagrado  o  de  sociedad  (sic)  :  banque- 
tes, funerales,  matrimonios;  en  el  ramo  literario,  en 
poeta,  novelador,  dramaturgo,  libretista,  "cuentista- 
corto,"  (skort-story  icriter),  sainetero  o  corrector  de 
pruebas.  . .  lo  que  uno  elija,  de  cerca  o  de  lejos,  de 
maestro  a  discípulo,  sin  intermediarios ;  todo  por  la  pos- 
ta, o  séase,  por  la  mala,  con  o  sin  equívoco,  que  mala 
quiere  decir  posta,  y  mala,  malísima  es  la  cosecha 
que  por  medios  tales  se  levanta,  ¿No  ven  Uds.  que  los 
buenos  son  contados  en  la  mole  de  80.000.000  ha- 
bitantes, que  no  abundan  los  Emerson  y  Ilawthorne, 
los  Whitman  y  Poe,  los  Bryant  y  Longf ellow  ? .  .  . 

10  DE  SEPTIEMBRE. — El  termómetro  principia  a  lo- 
quear y  mi  licencia  expira ;  mañana  regresaremos  a 
Washington. 

El  "Journal"  de  esta  noche,  me  ha  traído  de  des- 
pedida la  siguiente  estadística  que  compila  con  mo- 
tivo del  fallecimiento  de  un  pugilista  en  Filadelfia, 
i  la  ciudad  quákera  !  : 

— "  EL  PUGILISTA  MUERE  DESPUÉS  DE  UN 
COMBATE  DE  SEIS  ASALTOS— DICEN  SUS 
AMIGOS  QUE  DEBIÓ    DE  RECONOCERLO  AL- 

—  315  — 


P.  GAMBOA 

GUN  DOCTOR  ANTES  DE  LA  BATALLA— MAS 
DE  SESENTA  MATADOS  EN  LA  ARENA— Más 
de  sesenta  iiuHTtes  se  registran  a  consecncncia  de 
las  luchas  por  dinero  (prtzr-fiyhts)  ;  entre  las  más 
recientes  se  mencionan :  Alejandro  Scott,  de  Broo- 
klyn,  26  de  afrosto  de  lsí)S;  Memo  (Bilh/)  Walker, 
de  Omaha,  8  de  octubre  lie  1898;  Tono  (Tom)  Lan- 
sing,  de  Lomsxñllr,  12  de  enero  de  1898;  Quico 
(Harru)  Apfel.  <le  ünwkhnt.  1SÍ)9;  Félix  Carr,  de 
San  Albauo,  Virginia  Occidental,  1891) ;  .Chiquito 
(Kid)  Lavelle,  de  Pittsburgo,  Prutisiflvania,  1899; 
fíalph  Miller.  de  Brooklyn,  ]:K)0;  Memo  Smith.  de 
Lonilres,  Inglaterra,  1901;  (,'urtis  L.  Crane,  de  Co/u- 
bridgf,  MassaehuM'tts,  1901;  Eugenio  O'Connell,  de 
Scituatc,  ¡ihodc  Island.  1903;  Pepe  (Joe)  Stearks, 
de  Conntcticut,  1903,  y  Olin  Knight,  «le  Filadflfia, 
1903. — Filadelíia:  10  de  septiembre.  La  necesidad  de 
que  se  reconozca  total  y  facidtativamente  a  los  pu- 
gilistas antes  d«'  ípie  s«»  les  líermita  pisar  la  liza,  es 
el  asunto  de  las  conversaciones  en  los  círculos  pu- 
gilisticos,  a  consecuencia  de  la  muerte  de  Olin  Night, 
conocido  por  .To.sé  Reilly,  acaecida  después  de  una 
pelea  de  6  a.saitos  con  (irifdth  Jones.  La  lucha  se 
efectuó  en  el  Club  Atlético  del  Sur,  y  Knight  falle- 
ció nías  tarde  en  el  lIos|»ital  de  Santa  Inés. — fJui- 
llermo  llahl  Knight,  jtropií-tario  del  Club,  y  los  cinco 
padrinos  de  los  combatientes  se  encuentran  deteniílos 
— todos  estíin  conti'Xtes  hoy  en  ípie  Knight  dí'bía  de 
hallanu'  en  muy  malas  contlieiones  cuando  pisó  la 
liza.  ¥A  combote  no  fué  de  los  particularmente  du- 
ros; y  la  nuierte  pareí-e  (pie  no  In  provocó  golpe  de- 
tcnninado,  sino  el  muehaeamiento  (pie  Jones   le  infli- 

—  316  — 


MI  DIARIO 

gió  en  el  costado  3'  el  estómago,  v  el  agotamien- 
to consiguiente  al  esfuerzo. — Si  un  doctor  hubiese 
reconocido  a  Knight  antes  de  su  entrada  en  el  círcu- 
lo, habríase  descubierto  su  condición  y  evitádose  el 
desenlace, — opinan  hoy  los  peritos. — Acabado  el  en- 
cuentro, ambos  combatientes  saltaron  ágilmente  por 
sobre  los  alambres  y  se  encaminaron  a  sus  vestidores. 
Llevaba  Knight  unos  cuantos  minutos  en  su  cuarto, 
cuando  repentinamente  se  abatió  sin  vida. — El  doc- 
tor P.  Brooks  Bland,  trabajó  por  volverlo  a  la  vi- 
da, unos  veinte  minutos,  y  lo  condujo  al  hospital ; 
nada  sirvió  para  salvar  a  Knight." 

— ¿Verdad  que  nuestras  salvajes  y  crueles  corridas 
de  toros,  se  convierten  en  juego  de  chiquillos  ? .  .  . 

Pues  tomen  nota  nuestros  políticos  y  sociólogos, 
porque  estos  místeres  que  se  matan  a  puñadas,  por 
dinero,  son  hermanitos  carnales  de  los  que  los  aplau- 
den y  endiosan,  el  gran  remanente  de  sus  compatrio- 
tas que  se   nos  pone  de  modelo. 

¿Ellos  nuestros  conquistadores  y  maestros?...  ¿Y 
a  dónde  pararíamos,  si  ya  tenemos  de  sobra  con  nues- 
tras propias  y  prolííicas  máculas  ? . . .  Copiémosles  lo 
que  de  bueno  atesoran,  y  cuanto  antes,  mejor ;  pero 
cada  cual  en  su  casa,  y  Dios  en  la  de  todos. 

11  DE  SEPTIEMBRE. — De  regreso  a  Washington,  que 
rabia  de  calor,  88  grados  Fharenheit. 

Las  cigarras,  incansables,  ensordecen  con  su  cantar 
rispido,  son  la  única  nota  ruidosa.  Todo  lo  demás  se 
sofoca,  suda,  enmudece. . . 

16  DE  SEPTIEMBRE. — Auoche  y  hoy  no  hemos  para- 
—  317  — 


F.  GAMBOA 

do  de  devanar  en  las  ruecas  de  charlas  y  pensares, 
el  montón  de  recuerdos  que  nos  han  alborotado  estas 
fechas  patrias. 

En  lo  oíicial,  nada;  el  Embajador  aun  no  regresji 
de  Decd  Beach,  ni  habría  para  qué.  La  estación  so- 
cial y  política,  todavía  no  se  inaugura;  nuichas  casas 
siguen  cerradas  y  alambradas;  casi  nadie  ha  vuelto 
del  campo,  de  las  playas,  de  las  montañas  o  de  Euro- 
pa. La  conmemoración  que  do  nuestra  Indi*p»'ndcncia 
se  intentara,  resultaría  deslucida  y  sin  concurrentes. 

20  DE  SEPTIEMBRE. — Cartü  dc  Guadalajara,  que  subs- 
cribe Frederick  Starr,  de  la  "Universidad  de  Chi- 
cago." solicitando  mi  retrato  y  datos  biográficos,  a  la 
mayor  brevedad,  para  .sacar  uno  y  otros  en  un  libro 
que  comenzará  a  imprimir  en  Chicago  dentro  de  dos 
semanas,  bajo  el  título  de  *' Rcndtngs  from  Modtrn 
Mcxican  Authors";  "unos  veinticinco, — explícame 
en  la  carta, — entre  los  que  Ud.  figurará  con  varias 
páginas  de  SUPREMA  LEY.  que  he  copiado  y  tradu- 
cido con  esmero...  diríjame  Ud.  retrato  y  apuntes 
a  la  Universidad  de  Chicago,  para  la  que  salgo  en 
breve. . .  " 

Ce<lo  de  bonísimo  grado,  por  la  maldita  vanidad 
literaria  de  verse  traducitlo  y  publicado  en  tierra  ex- 
traña, con  vera  efigies  y  too. 

23  DE  SEITIEMBRE. — Verbosa  circular  al  mimeógrafo 
que  hoy  me  llega  firmada  i>or  Emeterio  de  la  Cíar/a 
jr.,  Jo.st'í  l*ti'>n  d'i  N'alle  y  .Jtsús  Trurta.  «ntórame 
de  que  han  acometido  los  tre.s,  en  México,  ardua  y  dis- 
pen<Iir»Hji  einprfwi:  sacar  a  la  calh'  obra  dt*  romanos, 
<iue  habrá  de   llamarse  "México   Intelectual"  y   de 

—  318  — 


MI  DIARIO 

ser  el  heraldo  de  los  progresos  realizados  en  la  Ee- 
pública,  en  aquel  campo.  Dará  a  la  estampa,  a  gran 
lujo,  todo  o  parte  de  la  obra  que  cada  uno  de  nues- 
tros autores  designe  como  su  chef  d'oeuvre,  y  biogra- 
fías y  retratos  de  los  autores  elegidos  por  la  nego- 
ciación. 

Para  eso  me  han  escrito,  para  que  les  remita  bio- 
grafía y  retrato,  juntamente  con  la  indicación  de 
cuál  de  mis  libros  reputo  por  el  mejor. 

27  DE  SEPTIEMBRE. — Comienzan  las  tristezas  otoña- 
les, con  la  melancólica  caída  de  las  hojas.  . . 

Como  en  todos  los  órdenes  de  la  naturaleza,  las 
que  primero  caen,  son  las  hojas  más  débiles.  ¡Po- 
bres de  los  débiles ! . . , 

El  "New  York  Herald"  de  hoy,  trae  interesante 
artículo,  "Opening  of  the  Art  Season  in  the  City 
Studios,  and  in  Galleries  and  Marts,"  en  el  que,  a 
vuelta  de  comentarios  y  reclames  sobre  éste  y  aquel 
taller,  aquélla  y  esta  galería  (estupendas  algunas), 
y  éste  y  aquel  traficante  o  rematador  de  cuadros, 
anuncia  que  la  casa  parisiense  de  Soligman  Fréres. 
negociante  en  pinturas,  muebles  antiguos  y  obje- 
tos de  arte,  en  el  presente  otoño  establecerá  su  ca- 
sa matriz  en  el  número  303  de  la  Quinta  Avenida. 
Agrega  el  ''Herald,"  en  el  colmo  de  la  satisfacción, 
lo  que  nadie  puede  negar  ya :  "  No  sólo  tenemos  año 
por  año  en  nuestros  teatros  de  Broadway  lo  más  no- 
table y  reputado  del  Viejo  Mundo  en  todas  las  ramas 
teatrales,  sino  que  con  la  venida  de  esta  afamada 
casa  parisiense,  se  pone  de  manifiesto  lo  que  nosotros 
nos  sabíamos  desde  hace  tiempo :  que  nuestra  metró- 

--319  — 


F.  GAMBOA 

poli  ha  llegado  a  ser  imo  de  los  grandes  emporios  de 
arte  del  universo  {thc  metrópolis  has  hecome  one 
of  thc  (jnat  ari  marts  of  thr  vorld").  Lo  cual  que, 
es  la  verdad  desnuda . . . 

¡  Oh  !  influencia  omnipoderosa  del  oro,  que  asi  trans- 
mutas a  loK  filisteos  en  Mecenas,  primero,  y  en  artis- 
tas luego. 

30  i>K  SKi'TiKMBRK. — ¡La  justicia  inmanente!  Don 
Lázaro  l'rrutia,  de  (Juatemala.  visítame  sin  nu'is  ob- 
jeto que  disculpar  al  I>r.  Lazo  Arriaga, — con  (juien 
acalla  de  estar  en  Nueva  York. — |>or  haber  éste  soli- 
citado de  orden  de  Kstra<la  Calirera,  mi  '•••'i»"  Af  «Jim- 
tenuda. . . 

El  Dr.  Laxo  Arriaga,  háiiasi'  a  plinto  de  renunciar 
su  cargo  de  Ministro  diplomático  en  los  KE.  W. 

6  DE  om'BRE. — Mr.  Frederick  Starr,  en  nn-iproci- 
dud  amistosa,  me  remite  desde  Chicago  su  fotografía. 

Y  me  ocurre  que  bien  |>odía  s<«r  este  caballero 
el  hinnano  vehículo  para  que  yo  mt>  ganara  unos  (piin- 
ce  o  veinte  mil  dólares  (la  eterna  fábula  de  "La  Le- 
chera"), realÍ7.ándos4>  mi  vieja  ilusión  <le  verme  tra- 
ducido ¿  i>or  qtié  noT  Con  (pie  tradujera  SANTA,  y 
SANTA  gustura  y  me  la  compraran  nuichos  lecto- 
res. . .  pues,  (otra  vez  *'La  Lí-chera"),  sería  la  fortu- 
na, y  con  ella,  la  consumación  de  mi  sueño:  comprar 
una  casa  en  San  Ángel  y  vivir  tie  mis  libros.  .  . 

8  DE  ocTiTiRE. — Carta  de  Araluce.  anunciándome 
que  ¡al  fin!  SANTA  ae  )>oudrá  a  la  venta  en  México 
y  Hareelona,  sinuiltáneann-nte.  la  segunda  quincena 
del  nu-s  que  corre.  S«'  nmnili<'«ta  muy  «"speranzado  de 

—  320  — 


MI  DIARIO 

alcanzar  carretadas  de  pesetas  con  mi  novela ;  y  yo, 
que  poco  necesitaba,  contagióme  en  el  acto  de  ilusio- 
nes, y  también  me  doy  a  creer  que  SANTA  me  saca- 
rá de  pobre. 

11  DE  OCTUBRE. — ¡  Cuánto  me  place  lo  que  leo  en  el 
"New  York  Herald."!  El  próximo  martes  se  pon- 
drá en  escena  en  el  teatro  "Manhattan,"  la  "Tie- 
rra Baja"  de  Ángel  Guimerá.  Dios  saque  con  bien  a 
joya  tan  preciosa,  y  haga  que  a  su  autor  le  caiga  llu- 
via de  onzas.  Me  alarma,  sin  embargo,  desde  el  títu- 
lo de  la  traducción,  arreglo  o  lo  que  sea:  "Marta  of 
tJtp,  Loidands—A  Plaxj  of  Spanish  Pcasant  Life." 
Los  autores  llámanse,  Wallace  Gillpatrick  y  Guido 
Marburg,  y  no  sé  por  qué  pluralizarían  el  título  del 
original.  ¿Marta  de  las  Tierras  Bajas?.  . . 

12  DE  OCTUBRE. — A  horas  de  oficina  en  la  Embaja- 
da, solicita  hablar  conmigo  un  individuo  que  no  co- 
nozco y  cuya  tarjeta  dice:  "H.  Hiimphrey  Read — 
Scientific  American,  CompiUng  Department — New 
York." 

Son  tan  frecuentes  estas  visitas,  y  tan  ociosas,  (hay 
ocasiones  en  que  sólo  quitan  el  tiempo  con  preguntas 
necias :  ¿  por  dónde  deben  enviarse  a  México  los  equi- 
pajes; qué  industria  o  comercio  es  más  productiva; 
cuánto  cuesta  la  vida  material  en  la  capital  y  los 
Estados,  etc.?)  que  por  lo  general,  bajo  al  salón  mal 
prevenido  y  con  el  gesto  agrio.  Pero  hoy,  la  cosa 
varía. 

El  señor  Humphrey,  de  irreprochable  pergeño  y 
verbosidad   de   sacamuelas, — calidades  ambas,   comu- 

—  321  — 


nes  aquí  entre  los  masculinos, — viene  de  jtarte  del 
"Scientific  American"  a  mostrarme,  primero.  los  jfra- 
bados  y  páffiíias  inieialcs  df  la  nuipna  ohra  (pie  bajo 
el  título  <it'  "  Cfiiloptudiit  Aun  rirund,"  está  t*<litando 
o  va  a  «'ditar  la  i-mpresa  del  "  Scirntific."  Obra  enor- 
me, con  ipii*Mi  sabe  (pi<>  cantidad  de  palabras,  mapas, 
vistas,  retratos  de  celebridades  en  todos  los  ranios  del 
saber  humano;  obia  <pie  ya  cu«'sta  $200.000,  y  que 
lleffara  al  iiiill('>n  ;  perfeciísiinanieiite  hecha  en  su  par- 
te ti|)Ográfica,  de  la  que  desde  luej;o  ¡»ue«ie  ju/.^farse; 
con  la  cola))oración  d(>  muchedumbre  de  apellidos  in- 
ph'ses,  escoltados  de  abecedarios  iiuivúsculos. — siste- 
nm  (juc  indica  celebridad  entre  los  anglosajones, — 
Doctor  en  Divinidades,  en  Humanidades,  en  Derecho, 
en  Medicina.  'D.  I).  I).*  "Ll.,  D."  "D.  M."  A^. 
J."  Obra  llamada  a  perdurar  centurias  y  edades,  en 
atención  a  su  enjundia  y  a  que  se  han  subscripto  a 
ella  los  ( Jobiernos,  Knd)ajadas,  Legaciones,  l'niversi- 
dades.  Colegios,  llombfis  <],-  |,.fi;is  \rii>;t;is  millo- 
narios. .  . 

— Vengo  a  dos  asuntos, — «'oncluye  Mr.  llumplirey. 
ínt(rln(¡u>'  frente  a  mi  defensivo  silencio, — a  saber 
quién  en  la  Knd)ajada  se  encargaría  «le  escribir  lo 
concerniente  a  México.  ¿Td.  o  el  Embajador?...  Me 
han  así'gurado  que  IM.  sería  el  indicado.  Trátasi'  «le 
sintetizar  "en  tres  o  cuatro  mil  palabras  la  situación 
de  Méxií'o"  (sic^.  ¡Ciñiere  VA.  hact-rloT.  .  . 

— Todo  depende  dr  las  condiciones  .que  TM 
ofrezca .  .  . 

Kstupcfaclo  |M)r  mi  ssadía  contémplame  Mr.  llum- 
phrcy,  y  con  una  cómica  sorpresa  rctrata<la  «ii  su 
semblante  afeitado,  agreda  : 

-   y¿¿ 


MI  DIARIO 

— Los  que  colaboran,  considerando  que  su  colabo- 
ración es  tarea  de  patriotismo  y  de  legítimo  orgullo 
para  ellos,  "¡figurar  junto  a  celebridades  universa- 
les!"... no  han  pedido  honorarios .  .  . 

Continúo  sordo-mudo,  no  oigo  de  ese  lado.  .  .  Pu- 
blicación que  redituará  los  .°acos  de  pesos  y  que  nada 
paga  a  quienes  la  escriben,  no  me  seduce ;  qué  pa- 
triotismo ni  qué  hojarascas  el  trabajar  gratis  para 
obra  yanqui.  .  . 

Mr.  Humphrey  embaula  sus  muestras  en  sendas 
carpetas  de  marroquí,  con  graves  ademanes  de  per- 
sonaje de  Dickens. 

— ¿Cree  Ud.  que  el  Embajador  lo  hará?...  — me 
pregunta. 

— El  Embajador  no  regresará  de  Nueva  York  has- 
ta mediados  de  semana :  tómese  Ud.  la  molestia  de 
volver  y  preguntárselo  directamente. 

Se  levanta  la  sesión. 

Son  impagables  estos  nuestros  primos,  hay  que  tra- 
tarlos, hay  que  tratarlos. 

El  rasgo  final,  es  de  veintidós  quilates: 

— ¿  Cuántas  subscripciones  me  tomará  la  Emba- 
jada ? .  .  . 

"The  Washington  Mirror"  es  una  hoja  periódica 
de  las  mil  y  tantas  que  se  dan  por  estos  climas,  con 
exclusiva  floración  de  chantages,  procacidades  y  ca- 
lumnias, entre  los  que  se  deslizan  una  vez  que  otra 
verdades  como  puños.  El  sábado  iiltimo  nos  tocó  nues- 
tro turno,  a  propósito  de  las  muy  solemnes  exequias 
celebradas  en  el  templo  anglicano  de  San  Juan,  por 
cuenta  del  Gobierno  de  los  EE.  UU.,  en  memoria  del 

—  323  — 


F.  GAMBOA 

Embajador  británico  iS'i'r  Michael  Herbtrt,  fallecido 
en  Suiza  de  tuberculosis.  Discurrre  '*The  Mi  ñor": 
''...Cuando  murió  el  Sr.  D.  Matía.s  Romero,  n  raíz 
"  de  su  noinbramiento  de  Embaja<lor  tle  México  en 
"  los  EE.  W.,  después  de  haber  sido  Ministro  en 
"  Wásliinpíon  durante  unos  cuarenta  años,  nuestro 
■■  (iobi«'rno  no  desplegó,  ni  con  mucho,  la  centcsium 
"parte  del  esplendor  desplegado  hoy  por  Sir  Mi- 
"  clijiel  Ilerbtrt.  Las  ext'<|uias  de  D.  Matías  Romero, 
"  fueron  menos  (pie  modestas.  ;  Por  qué  seria?"... 

14  uv.  oíTtFmi:. — El  Teniente  Toronel  de  Ingenieros 
don  Ignacio  Altamira.  Agregado  Militar  a  nuestra 
Embajada  desde  principios  de  año,  cuéntame  lo  (pie 
le  oeurrié»  en  la  ca.sa  amueblada  fpie  habitaba  antes 
de  instalarse  en  el  'ajíartamento"  «pie  ahora  ocupa. 

El  sucedido  es  una  muestra  de  hipocresía  pu- 
ritana. 

La  víspera  de  la  entrega,  se  le  presentó  un  joven 
preguntándole  con  insistencia  cuándo  dejaba  la  vi- 
vienda. Le  informó  Altamira  (pie  s«M*ía  al  día  si- 
guiente, pero  (pie  no  entregaría  bus  llaves  hasta  des- 
pués de  cuatro  o  cinco.  A  la  noche,  que  Altamira 
acompañado  de  su  hijo, — un  chico  de  catorce  años. — 
pasí»  por  el  frente  del  edificio,  avirtió  luz  y  ruidos 
dentro  de  las  habitaciones  (pie  debieran  de  hallarse 
calladas  y  a  ob.scuras.  Fué  Altamira  a  dejar  a  su 
hijo,  y  regresó  solo;  los  ruidos  iban  en  crfscfndo. 
Abrió  con  su  llavín,  y  lo  primero  que  le  sale  a  la  ca- 
ra es  un  sujeto  en  paños  mínimo.H,  (p>e,  asustado,  lán- 
zase escaleras  arriba  en  denmnda  del  caU'cilla  del  alla- 
namiento.   Viene   éfrte,    igualmente   escaso   de   ropas, 

—  324  — 


MI  DIARIO 

y  resultó  ser  el  curioso  que  averiguaba  la  fecha  de 
desocupación .  . .  Nada,  un  encierro  de  reses  bravas ; 
media  docena  de  mozas  de  Baltimore  y  Washington, 
con  otros  tantos  varoncitos,  que  en  casa  ajena  y  es- 
calada por  los  fondos,  se  entregaban  a  una  juerga 
de  arte  mayor. 

El  cabecilla  intentó  engallarse,  era  el  hijo  del  due- 
ño del  inmueble ;  pero  Altamira,  justísimamente  irri- 
tado, mantúvose  inflexible  mostrándoles  la  puerta,  por 
la  que  se  escurrieron  a  medio  vestir  ellos  y  ellas,  no 
sin  haber  antes  suplicádole  no  diera  aviso  a  la  poli- 
cía.. .  Altamira  se  limitó  a  participarlo  al  notario 
que  le  alquiló  la  casa,  en  previsión  de  lo  que  sátiros 
y  ninfas  hubiesen  roto  o  substraído. 

Vecina  oficiosa  y  escandalizada,  pormenorizó  a  Al- 
tamira que  el  tal  ' '  hijo  del  dueño  del  inmueble, ' '  des- 
pués de  escalar  la  morada  y  de  franquear  la  puerta 
del  frente,  "en  automóvil  estuvo  acarreando  a  sus  in- 
vitados "... 

Si  en  México  el  heredero  del  más  capitalista  de 
nuestros  capitalistas  llevase  a  término  algo  análogo 
en  el  domicilio  del  Agregado  Militar  a  la  Embajada 
de  los  EE.  UU.  ¿cuánto  no  nos  costaría  y  qué  de  sen- 
tencias no  estamparían  en  sus  "grandes  rotativos" 
contra  la  República  entera  ? . .  . 

15  DE  OCTUBRE. — De  asisteucia  oficial  a  un  tablado 
que  lleva  más  de  un  mes  de  afear  el  parque  que  se 
halla  a  espaldas  de  la  Tesorería,  para  presenciar  la 
ceremonia  oficial,  con  discursos,  de  descubrir  una  es- 
tatua ecuestre  del   finado  General  Sherman. 

Hacía  veintidós  años  que  no  veía  yo  tropas  de  los 

—  325  — 


F.  (iAMIiOA 

EE.  rr.,  vn  cantidad  taniafui,  y  he  y\v  haber  «¡ido 
el  único  concurrente  a  quien  el  marcial  desfile,  harto 
imperfecto,  sin  calumniar  a  nadie,  le  pusiera  el  hu- 
mor como  las  entrañas  de  un  tintero.  Y  es  <|u«'  no 
puedo  olvidarme  de  "lo  que  nos  hicieron".  .  .  el  pa- 
sado nuestro,  despertaba  dciitri)  de  mi  memoria;  de 
Verlos  triunfant«*s.  aplaudidos,  prandrs,  «le  oír  sus 
músicas  bárbaras,  abríanseme  mis  viejas  heridas  in- 
cicatri/adas  de  mexicano,  de  vencido  sin  es|>ernnzas 
de  revancha,  antes  continuamente  am«'naza<lo  tie  j»o- 
sibles  despojos  nuevos  y  de  po.sibbs  humillaciones 
futuras. . . 

19  DE  OCTUBRE. — Estuvo  a  visitarme,  de  vuelta  de 
México,  el  Dr.  A.  í'ond»'  d»'  Sarak.  con  (piien  trabé 
relaciones  superficiales  de  vecinos  de  me.sa  en  el  rr.s'- 
taurant  del  hotel  Cochran  a  mi  llegada  a  Wáfihinjfton. 

Sarak  s^'  llama  a  sí  mismo  "Esotrrista  del  Tüx-t" 
nada  menos;  y  iik-  pormenoriza  los  Itumos  rr.sidta- 
<los  (pii*  logró  en  mi  tierra,  «mi  la  «pie  fundí)  un 
"centro." 

Ofréceme,  para  una  ib-  esta.s  noches,  en  mi  casa  o 
en  la  suya,  aclararnu*  **de  dónde  venf^>  y  a  d«'tnde 
voy".  .  .  Y  de  oírlo  no  más.  un  escalofrío  me  recorre 
todo  el  cuerpo.  ¿Será  cierto  eso  «b-l  <><idtismoT.  .  . 

20  DK  oCTi  liRE. — En  alta  mar.  sm  .salir  d«'  mi  jfa- 
bin«'t«'  «I»'  trabajo,  con  la  l<M-tura  «le  las  obra»  comple- 
tas tic  Walt  Whitman.  sus  Menioriaa,  ('orn'H|>onden- 
cia.  etc.  No  obstante  lo  extraonlinario  «leí  artista, — 
extraonlinario  en  to«los  M-ntido.s,  hasta  «-n  lo  d<>susjido 
de  su  metro  y  de  su  rima,  «pie  no  son  ni  rima  ni  me- 

—  326  — 


MI  DIARIO 

tro, — prefiero  al  hombre,  con  gusto  cambio  sus  "Leá- 
ves  of  Grass"  por  sus  " Specimen  Days,"  y  sin  va- 
cilar regalo  su  obra  íntegra,  para  aplaudir  y  admi- 
rar su  incesante  sacrificio  seráfico  cerca  de  heridos 
y  moribundos  durante  la  Guerra  de  Secesión. 

Conviene  que  cuanto  antes  realice  yo  mi  segunda 
excursión  votiva  en  el  país:  visitar  su  tumba  en  Cam- 
den  de  Nueva  Jersey ;  pues  propongo  a  mi  regreso 
a  México, — del  que  ¡  plegué  a  Dios !  nunca  más  vuel- 
va a  salir, — dar  conferencias  sobre  Whitman  y  Poe; 
conferencias  concienzudamente  documentadas,  que  ya 
he  principiado  con  apuntaciones  y  datos  interesantí- 
simos; conferencias  a  la  europea,  por  cuanto  vos,  en 
nuestro  Conservatorio  o  en  algún  teatro. 

24  DE  OCTUBRE. — Ni  quito  ni  pongo  Rey. 
"  Munsey's  Magazine"—Yol.  XXX.— :S°  2.—No- 
"  vemher,   1903. — The  Frank  A.  Munseij   Company, 
"111  Fifth  Avenuc,  New  York. 
Traduzco : 

LA  TIERRA  DE  LOS  ODIOS 

por 
Hartley  Davis  y  Clifford  Smyth 
Una  Región  de  los  EE.  UU.  en  que  la  Ma- 
tanza es  un  Pasatiempo,  y  el  Asesinato  Co- 
barde y  Cruel  queda  Impune.  La  Historia 
Terrible  de  los  Siete    Grandes    Feudos    del 
Kentucky. 
"  La  Tierra  de  los  Odios  ha  ganádose  su  nombre 
'*  con  sus  asesinatos  al  por  mayor.  El  homicidio  es  su 
"  entretenimiento  y  su  pasión.   Debía   de  llamársela 
"  reliquia  de  la  Edad  Media,  en  la  que  se  injertaron 

—  327  — 


F.  GAMBOA 


las  atrocidades  de  las  modornas  banderías  políti- 
cas; mezcla  híbrida  que  ha  producido  semejante 
moiitruosidad 

"  La  Tierra  de  los  Odios,  tieue  definidos  sus  lími- 
tes geográficos :  hállase  en  el  corazón  de  las  monta- 
ñas appalachianas,  en  el  punto  en  que  se  reúnen  o 
aproximan  las  fronteras  de  cuatro  Estados,  Kcn- 
tucky,  Tennessee,  Virginia  y  Virginia  Occidental. 
Pero  su  región  más  siniestra  está  on  Kentueky,  en 
los  diecinueve  Condados  del  sureste  del  Estado,  ha- 
cia los  orígenes  de  cuatro  ríos:  el  Cumbrrlaud.  el 
Kcutucky.  el  Licking,  (el  "Lamedor",  o  entre  el 
vulgo,  el  "Golpeador"),  y  el  Big  Saudy;  región, 
en  su  mayor  parte,  sin  ferrocarriles  ni  telégrafos; 
comarca  salvaje  y  primitiva  en  la  que  se  han  des- 
arrollado esas  feroces  y  terríficas  guerras  de  familia, 
los  odios  anu'i-icanos.  junto  a  los  cuales  la  v(udilt<i 
italiana  es  casi   una   ocupación   filantii'pica   y   bii- 

nianitai"ia " 

"  Cuando  uno  estudia  la  historia  de  los  siete  ma- 
yores feudos  de  odio  del  Krntuckii. — purs,  al  igual 
de  las  cstrrllas,  dificrt-n  m  magnitud, — sólo  se  tro- 
pieza con  la  nai'racii'tn  de  un  morboso  derranuimifii- 
to  de  sangí»',  n'p«'tido  y  vuelto  a  n-petir;  con  il  ata- 
que cobarde,  por  la  espalda  :  con  los  dispai'os  a  lioni- 
bres  inermes.  Lo  único  (pie  varía  son  los  espaiilo- 
sos  detalles.  Ni  un  solo  acto  caballeresco,  ni  un  rayo 
<le  nobleza  o  de  altruismo,  ni  sicpiiera  una  vislum- 
bre de  rectas  intenciones  (pie  ilumine  las  negruras 
de  tales  leyendas.  Entre  aquella  gente,  la  s(»d  de 
sangre  humana  se  ha  convertido  en  mía  doleneia 
maligna".  .  . 


328  — 


MI  DIARIO 

Y  durante  diez  páginas  más,  a  dos  eoluninas  de  a 
57  renglones  e|u,  y  con  ilustraciones  explicativas  s'il 
vous  plait!  no  hay  sino  la  recitación  documentada, 
dantesca  y  lacónica,  de  crímenes,  crímenes,  críme- 
nes . . '.  Vamos,  que  no  pueden  leerse  sin  horror,  sin 
no  cerciorarse  de  que  algunos  de  los  orígenes  de  la 
génesis  de  este  gran  pueblo,  fórmanla  agrupaciones 
troglodíticas  de  individuos  sin  piedades  ni  sentido 
moral,  maculados  de  crueldades  y  vesanias. 

¿  Ellos  los  que  habrán  de  absorbernos  o  de  civi- 
lizarnos ? .  .  . 

i  Santísimo  Dios,  si  te  dignaras  romper  el  Conti- 
nente y  que  un  ancho  brazo  del  mar  océano,  liberta- 
dor y  fuerte,  nos  alejara  un  tanto ! .  .  . 

27  DE  OCTUBRE. — Un  gran  día.  Llegaron  de  Barce- 
lona los  primeros  ejemplares  de  SANTA ;  catorce 
tomos,  de  los  de  lujo,  que  al  igual  de  todos  y  cada  uno 
de  mis  libros  anteriores,  deléitanme  con  su  olor  a  pa- 
pel nuevo  e  impreso,  con  sus  hojas  por  cortar,  con 
sus  portadas  flamantes  en  que  el  nombre  del  autor, 
a  la  cabeza  de  la  página,  es  un  dasafío,  un  reto  no- 
ble al  público,  a  los  Aristarcos,  a  los  envidiosos  y  a 
los  impotentes .  . . 

Para  que  el  júbilo  sea  completo,  en  la  Embajada 
me  entregaron  por  adelantado  mi  sueldo  de  cuatro 
meses ;  un  puñado  de  oro  que  viene  a  aliviarme  de  por- 
ción de  achaques. 

28  DE  OCTUBRE. — Los  diarios  yanquis  nos  enteran 
de  un  atentado  en  Guanajuato  contra  la  vida  del 
Gral.  Díaz.    Algunos  hispanoamericanos    pasan  a  in- 

—  329  — 


F.  GAMBOA 

formarse  de  si    la  noticia  es  cierta:  de  los  diplomáti- 
cos eiiroi)tK)s.  ni  uno.  .  . 

29  i>K  OCTIBRE. — El  (íral.  Díaz  contestó  a  nuestro 
telegrama.  Cuanto  se  ha  dicho,  es  falso  de  toda  fal- 
sedad. Nuestra  Secretaría  de  Relaciones  Exteriores 
autoriza  al  Embajador  a  desmentir  la  fantástica  inieva. 

2  DE  NOVIEMBRE. — Encantador  y  profun<lo  el  nom- 
bre inglés  con  que  se  conoce  «d  día  «le  hoy:  .1//  Snuls' 
dny,  Día  de  todas  las  almas.  .  . 

Cómo  hace  pensar. 

4  DK  NOVIEMBRE. — Es  (le  siiber,  que  los  domiciliado8 
en  la  ciudad-capital  de  la  Grrran  Rrrepública,  y  los 
nacidos  y  residentes  en  el  Distrito  de  Columbia.  ca- 
recen dí'l  derecho  de  sufragio:  ¡  ¡ ;  no  votan!!! 

Ello  no  obstante,  se  amotinaron  wta  noche  frente 
a  los  cartelones  luminosos  que  en  plazas  y  esípiinas 
de  calles  céntricas,  publican  los  resultados  de  las 
eleciones  de  Senadores  en  algunos  Estados  vecinos. 

Adrede  no  salgo  ni  a  curiosear  esta  curiosidad  «le  los 
americanos  por  su  farsa  electoral,  de  la  (|ue  tan  ufa- 
nos s<'  manifiestan,  por  mucho  que  sepan  que  ningu- 
na elección  es  de  veras  libre  y  honrada.  Aun<jue  los 
electores,  individuos  conscientes  parezcan,  no  son  en 
H\\  inmensa  mayoría  más  que  ven«lidos  o  al(|uilados, 
carentes  de  credo  político  sincero.  Votan  ni  mejor  ¡íos- 
tor,  por  f|uien  paga  más.  así  residte  ili'<-lia<lo  d»-  vi- 
cios y  defectos. 

El  arbitro  electoral,  y  el  arbitro  de  una  varieilad 
de  cosas,  es  el  dólar,  el  Alniif/htif  Dallar. 

—  330  — 


MI  DIARIO 

5  DE  NOVIEMBRE. — Alarmantísima  la  noticia  llega- 
da ayer,  de  que  el  istmo  de  Panamá  adquirió  su  in- 
dependencia, y  república  se  ha  declarado... 

Los  periódicos  se  muestran  con  gran  reserva,  aun- 
que en  su  ánimo  y  en  el  de  todo  bicho  viviente  se 
halle  incrustada  la  convicción  de  que  tal  indepen- 
dencia sería  obra  exclusiva  y  traicionera  de  los  EE. 
UU.  de  América. 

¿Me  tocará  ser  testigo  de  una  de  las  más  cínicas  y 
villanas  piraterías  que  hayan  visto  los  siglos  ? .  .  . 

7  DE  NOVIEMBRE. — Cou  detalles  que  lo  transportan 
a  uno  al  dominio  de  las  pesadillas,  confírmase  lo  de 
Panamá. 

Los  EE.  UU.,  por  la  fuerza  incontrastable  de  sus 
acorazados,  opónense  a  que  Colombia  desembarque 
fuerzas  en  el  istmo  y  reduzca  al  orden  a  los  rebeldes 
separatistas . . . 

Parece  mentira  ¿verdad?.  .  . 

Pues  crean  Uds.  que  ha  de  ser  así,  puntualmente, 
si  no  peor,  can  agravantes  que  más  tarde  irán  sa- 
biéndose. . . 

8  DE  NOVIEMBRE. — ¡  Abajo  caretas ! 

El  ''New  York  Herald"  de  hoy,  trae  copia  de  por- 
menores acerca  de  la  "República  de  Panamá." 

Lo  mismo  que  cuando  un  terremoto  nos  sorprende 
y  amenaza,  cierro  los  ojos  anonadado,  extiendo  los 
brazos  al  vacío .  .  .  Esto  es  un  terremoto  de  insonda- 
bles consecuencias  para  los  chapados  a  la  antigua 
que  aun  creemos  y  adoramos  en  las  patrias.  No  es  el 

—  331  — 


F.  GAMBOA 

fin  de  una  raza,  nó,  es  el  fin  de  un  mundo  inmolado 
por  estos  mercaderes  fuertes  y  ricos. 

Vae  victis,  o  mejor,  Vae  pauperilyíis,  que  por  serlo 
resultan  vencidos  en  todos  los  mundos,  en  todas  las 
escalas  y  en  todos  los  órdenes,  hasta  en  el  de  la  Na- 
turaleza...  ¡Quién  nos  manda  carecer  de  músculos! 

i  Habrá  Cruzados  que  saldan,  no  a  la  recoiumlsta 
de  un  Santo  Sepulcro,  sino  a  enfrentarse  y  castigar 
a  estos  EE.  UU.,  que  so  pretexto  de  una  civilización 
que  ni  ellos  mismos  poseen  completa,  se  han  eonver- 
tido  en  peligro  y  amenaza  armada  i>ara  totlo  un  Con- 
tinente?. . . 

Hoy,  más  que  todos  los  domingos, — tan  ingratos 
aquí  por  lo  evang»''licos,  pseudo-puritanos  y  tétricos 
(¡oh,  tierra  de  la  hipocresía!) — gánanme  tentaciones 
desiiforadas  de  correr  y  correr  con  mis  gentes  y  mis 
IíImos,  con  las  contadas  ilusiones  y  esperanzas  (pie  me 
quedan,  ha.sta  ignorado  rincón  de  mi  ciudad  de  Méxi- 
co, en  el  (\uo  s<')lo  la  muerte  ;la  Inevitable!  me  dé  al- 
cance cuando  nu'jor  le  plazca,  en  meilio  de  las  pocas 
almas  que  adoro  totlavía ;  lejos  de  todos  y  de  toílo, 
de  las  Babilonias  y  Cosmópolis  modernas,  de  las  lui- 
ciones podero.sas  y  tic  las  débiles;  a  fin  de  escapar  al 
horrible  exilio  de  los  ideales  y  de  los  dioses,  ya  cpie  en 
parte  ninguna  moran   la  .íusticia  y  el   Derecho. 

10  DE  NoxHEMBiiE. — Em  el  "Cotivcnlion  Hall",  a  oír 
a  la  Nonliea  y  a  la  Oniuesta  Sinfónica  de  la  Si  w  York 
Mttropnlitan  Opirn  liousf.  que  «lirige  J.  S.  Duw». 

Preciosamente  rjí»outado8  el  "Lifbrstod",  de  **TrÍH- 
tán  e  Isolda":  el  "¡ni  Kohn*\  de  Orieg,  y  el  "  U'n/- 
(irsfjfxprnrrh".    de    Soluniiann :    la    "  Polonesa",    ile 

—  332  — 


MI  DIARIO 

"Mignon".  Soberbia  la  obertura  "1812",  de  Tseliai- 
kowsky,  conmemorativa  de  la  invasión  de  Rusia  por 
Napoleón,  y  de  la  retirada  de  Moscow. 

12  DE  NOVIEMBRE. — Siguen  las  firmas. 

''The  Washington  Pnst'-  de  hoy,  bajo  el  título  dft 
"The  Test  of  Phüantrophy"  (¡ojo!),  dice  entre  otras 
razones  a  propósito  de  la  República  de  Panamá, — • 
acontecimiento  que  reprueba  por  la  forma  de  que  se 
han  valido  los  EE.  UU.  para  consumarlo, — lo  que 
sabrá  el  que  siga  leyéndome: 

"  Tcxans  will  not  hecome  very  hitter  in  their  de- 
"  nunciation  of  the  Administration  course  in  Pana- 
"ma  if  theij  stop  to  think  WHAT  TEXAS  DID  TO 
"  MÉXICO,  SOME  YEARS  AGOü!" 

Permita  Dios,  que  nuestros  directores  y  sabios  pro- 
fesionales, los  que  hoy  tienen  la  sartén  por  el  mango 
y  los  que  mañana  hayan  de  tenerla,  se  aprendan  de 
coro  el  parrafejo,  al  efecto  de  aprender  la  suerte  que 
aguarda  a  los  renegados.  . . 

Y  mientras  se  lo  aprenden  o  nos  arrastran  a  que 
todos  lo  experimentemos,  que  continúen  en  su  ciega 
imitación  de  cuanto  se  piensa,  dice  y  hace  en  este 
país ;  y  favoreciendo  la  * '  conquista  pacífica " ;  y 
abriendo  puertas  y  segando  resistencias  a  su  decan- 
tado "destino  manifiesto." 

Rayo  de  sol.  Viénenme  más  ejemplares  de  SANTA, 
y  un  proyecto  de  liquidación  que  vuelve  verosímiles 
unas  ganancias,  que,  de  producirse,  resultarían  casi 
portentosas,  dado  que  se  trata  de  obra  puramente  li- 
teraria, y  dados  también,  nuestro  idioma  y  nuestro 
medio . . . 


333 


F.  GAMBOA 

Da  capo  con  la  eterna  fál)ula  tle  "La  Lechera." 

13  DE  NOVIEMBRE. — ¡  ¡  ¡  ¡  ¡  ¡  I^s  Estados  l'iiidos  de 
Ainériea  han  recibido  hoy,  nfirinlnii  ntr,  al  represen- 
tante diplomático  (  ?)  de  la  República  (  ??">  de  Pa- 
namá !!!!!! 

Dicha  República. — Uamémo.sla  así. — nació  el  día  3 
de  los  corrientes. 

Su  reconocimiento  por  e.stos  fenicios  de  nuevo  cuño, 
es  el  toíiue  a  depüello.  en  jilazos  indeterminados,  de 
todas  las  nacionalidades  américoespañolas  (pie  co- 
mienzan al  MU-  del  r>ravo:  nosotros  los  primeros. ,  . 

¿De  (pié  sirve  predicar  el  saludable  "('av«-  ratirm" 
que  lucían  los  umbrales  pompeyanos,  .si  no  queremos 
cuidarnos ;  si  del  Bravo  a  la  Tierra  del  Fuego  no  nos 
curamos  de  alianzas  ni  de  fraterniílades;  si  en  los 
interiores  de  nuestras  ca.sas  .solariegas  y  amenazadas, 
en  vez  de  sembrar  arra.samos,  en  vez  de  querernos 
nos  odiamos  y  en  vez  de  construir  dcfensíis  y  hoi;ares 
nuevos,  destruímos  los  antif¿rnos  y  no  vijjilamos  Ia.s 
fronteras T  Con  nuestras  luchas  intestinas  y  nuestras 
seculares  inmoralidades,  con  nuestros  jiicobinismos 
intransigentes  y  nuestros  ateísmos  facticios,  vamos  (pie 
volamos  a  todos  los  suicidios.  .  . 

14  i)K  NOVIEMBRE. — ¡  No  toda  Dinamarca  está  jk)- 
drida!  l'n  puñado  de  recort»*«  de  diversos  <liarios 
americanos,  (pie  de  Nueva  York  remiten  a  la  Emba- 
jada, censuran  con  la  severidad  (pie  el  atentado  re- 
clama, la  fa/4iña  de  (»ta  admini.stracií'tn  strftnious.  en 
tierra  de  Colombia;  jmnen  de  aseo  a  los  autores,  lo« 
alKifetean  :  y  yo  leo  y  releo  los  lati^razos  y  las  protes- 

—  334  — 


MI  DIARIO 

tas,  por  lo  que  me  desquitan  de  mi  forzado  mutismo,  y 
por  la  libertad  de  pensamiento  que  su  publicación  en- 
traña. 

15  DE  NOVIEMBRE. — Al  concluir  el  acuerdo  con  el 
Embajador,  nos  quedamos  divagando  sobre  lo  de  Pa- 
namá ;  y  de  súbito,  paramos  en  recuerdos  de  la  Inter- 
vención y  el  Imperio,  de  los  hombres  de  entonces,  con 
los  que  figuró  el  señor  Azpíroz. 

Entre  otras  interesantes  efemérides,  me  cuenta 
por  qué  fracasaron  las  tentativas  extraoficiales  ini- 
ciadas por  Francia  para  reanudar  sus  relaciones  con 
nosotros. 

Jules  Fabre,  antiguo  defensor  parlamentario  de 
nuestra  causa,  cuando  subió  a  la  Presidencia  de  la 
República  Francesa,  para  ser  consecuente  consigo 
mismo,  se  propuso  consumar  la  reconciliación  inter- 
nacional con  México.  Desgraciadamente,  había  en  Mé- 
xico un  Agente  francés  de  poco  seso  y  mucha  intriga, 
que  no  desperdiciaba  coyuntura  para  frustrar  los 
buenos  pasos  que  la  tal  reconciliación  recorría :  envia- 
ba informes  falsos  o  adulterados  de  cuanto  grande  o 
pequeño  ocurría  por  entonces  a  diario  en  todo  el  país. 
Un  buen  día,  por  conducto  del  Ministro  de  los  EE. 
UU.,  se  interrogó  en  nota  oficial  al  señor  Azpíroz, — 
Encargado  del  Ministerio,  dentro  de  su  categoría  de 
Subsecretario, — sobre  si  México  aceptaría  los  avan- 
ces que  Francia  pensaba  llevar  a  cabo.  No  quiso  Az- 
píroz asumir  la  responsabilidad  de  respuesta  tan  tras- 
cendente, y  fué  y  consultó  con  Juárez.  Muy  halaga- 
do, Juárez  lo  autorizó  a  responder  que  México  los  re- 
cibiría con  el  mayor  agrado  y  los  retribuiría,  confor- 

—  335  — 


F.  GAMHOA 

me  a  tleríflio.  en  cuanto  Francia  realizara  el  primero. 

Puntualmente  lo  contestó  Azpíroz  al  Ministro  yan- 
qui, <|uien.  a  su  vez,  lo  transmitió  en  sepuitla  a  Wash- 
ington. Algo  de  la  secreta  negociación  t raspo raría.st' 
en  público,  pues  el  periódico  franct'*s  <le  la  é|>oca  in- 
terpeló al  "Diario  Oficial." 

Cuál  no  sería  la  sorpresa  del  señor  Azpíroz  al  leer 
el  "Diario"  y  encontrars**  con  un  artículo  en  «pie  iK)r 
modo  categórico  se  declaraba  que  "nada  había  do 
cierto  respi'cto  a  negociaciones  confidenciales  para 
reanudar  relaciones  diplomáticas  con  Francia..." 
Llamó  el  señor  Azpíroz  al  director  del  "Diario"  y  le 
pidió  e.xplicacionfs  dt'l  logogrifo,  y  fu«'*s«»  de  espaldas 
al  .saber  (pie  la  noticia  venía  especial  y  dirirta  del 
Prí'sidente  Juárez.  Corrió  a  ver  a  éste,  que  le  ratificó 
lo  aseverado  por  el  director  del  "Diario." 

— "  Pero,  s«'ñor, — le  argtnnentó  Azpíroz, — ^>*o  ya  oo- 
"  muni(pié  al  Ministro  Americano,  para  conocimiento 
"  del  (tabincte  <le  Washington,  qur  el  (iobierno  de  la 
"  Ktpública  i*staba  anuente  a  la  reanudación...  ¿có- 
"mo  oompaginamoa  mi  dicho  y  lo  publicado  en  el  ór- 
"  gano  (bl  ( iobierno T. .  .  " 

MoiiKiitánt-o  silencio  de  Juárez,  sin  apartarse  «le  sti 
impasibilidad  de  estatua. . . 

— "  Pues,  ¡es  Verdad!  C^ue  niaii.-iiui  jijuirc/rii  una 
"  rectificación,  dicimdo  (pn-,  iin*jnr  iiifonuado^,  «Me..." 

Y  así  s«'  hizo.    Y  aai  noa  fué. 

El  njalévolo  Agente  privado,  s»'  a|»nhurn  a  nmitir 
a  Francia  lo  prim«rament«'  publica«lo  rn  el  "Diario 
Oficial",  acusándonoH  de  soberbioa,  a  par  que  el  Mi- 
nistro de  Francia  vu  los  EE.  VV .  avÍBaba  a  gu  (io- 
bierno qu»*  México  aci'ptaría  laa  <t%ivt  rtunn  francesas 

—  3.16  -- 


MI  DIARIO 

y  prometía  retribuirlas.  La  llegada  de  las  dos  noti- 
cias contradictorias,  que  revelaban  al  parecer  una  ma- 
lísima fe  por  parte  de  México,  hizo  que  Jules  Fabre 
prescindiera  con  enojo  de  su  proyecto  de  ser  él  quien 
reanudara  las  rotas  relaciones  de  amistad  con  la  na- 
ción injustamente  victimada.  Todo  vínose  abajo,  a 
causa  de  una  inhibición  en  la  memoria  de  Juárez;  la 
que  nos  significó,  además,  que  andando  los  años,  y  a 
cambio  de  que  se  estableciera  en  México  el  Banco 
Franco-Egipcio, — padre  del  Banco  Nacional, — Méxi- 
co-fuera el  que  tuviese  que  solicitar  la  tal  reanuda- 
ron, el  año  de  1884,  por  el  conducto  de  don  Emilio 
V'elasco. 

i  'Cree  el  señor  Azpíroz,  que  ésta  y  otras  inhibicio- 
nes de  Juárez,  eran  síntomas  de  la  enfermedad  que  lo 
mató  al  cabo ;  supuesto  que  de  su  patriotismo  y  recti- 
tud/ nadie  puede  dudar.  '     ■ 

^^"  Y  yo  menos  que  nadie, — me  agrega, — que  16 
traté  mu-elio:  y  que  venero  su  memoria. .  .  " 

De  ahí,  pasamos  forzosamente  a  la  caída  del  Impe- 
rio, vista  fañ  descerca  por  el  Embajador :  y  la  pre- 
'güñtaí  que  hace  tiempo  traigo  en  los  labios,  se  apare- 
ce en  la .  charla : 

-—¿Qué  impresión    personal  la  produjo,  a  Ud.  Ma- 
ximiliano, y  cuál  conserva  de  él?. . . 
.    Breve    reconcentración    del  señor  Azpíroz ;    luegó^ 
rugoso  eL  ceño,  con  el.  acento  de  honda  honradez  que 
es  la  característica  suya,  rae  responde : 

— "Me  subyugó.  .  .  " 

Entra  en  pormenores,  palpitantes,  de  la  secuela  del 
proceso  que  formó '  por  sí  propio :  cómo  se  trataban 
en  el  calabozo ;  la  entereza  del  Archiduque ;  su  urba- 


—  337  — 

22 


F.  GAMBOA 

nidad  i'Xijuisita ;  las  uinguiias  ilitícultadcs  <juo  tuvo 
cou  los  interrogatorios,  repreguntas,  etc. 

— *'  Yo  no  (juería  ser  el  Fiscal  de  esa  causa, — si- 
**  gue  hablando  el  st'ñor  Azpíroz, — y  por  suerte,  ha- 
"  bíanine  encargado  de  la  dirección  del  periódico  ofi- 
"  cial  en  Zacatecas,  una  de  las  muchas  atenciones  que 
"  me  prodigó  el  señor  Lerdo.  Pero  mi  pundonor  de 
"  soldado  me  obligó  a  solicitar  el  abandono  de  empleo 
"  tan  pacífico,  y  mi  incorporación  a  mis  compañeros 
**  de  armas,  para  cuando  tuvieran  <|ue  batirse. 

"  Se  me  concedió,  y  al  saberse  que  Miramón,  re- 
"  hecho,  se  nos  iba  encima,  n>e  permitieron  reunirme 
"  con  el  ejército  activo,  en  cuyas  filas  había  yo  pelea- 
"  do  durante  toda  la  Intervención;  y  fui  y  combatí,  a 
"  las  órdenes  del  General  Aranda. 

"  Derrotado  Miramón,  de  inievo  me  encargué  del 
*'  periódico  oficial,  en  San  Luis  Potosí  ahora,  hasta 
"  que  al  saberse  que  Querétaro  resistía,  destináronme 
**  al  ejército  de  oi>eracinnes  al  mando  del  (Jrnl.  Esco- 
'*  l)edo. 

"  Presencié,  pues,  la  caída  material  del  Imperio; 
"  estuve  presente  en  el  momento  preciso  en  qtie  Ma- 
"ximiliano  rindió  su  espada...  Luego,  conchuda  la 
"  campaña,  con  mi  grado  de  Teniente  Coronel  me  1¡- 
"  cenciaron  como  a  otros  tajitos,  y  tina  vez  más  volví 
"  a  San  Luis  Potosí,  resucito  a  marcharme  a  casa,  con 
"  mi  madre,  a  la  que  hacía  algunos  años  no  veía.  El 
"  s<'ñor  Lerdo,  al  sjibcrlo,  me  confirió  honrosa  comi- 
"sión  enteramcnt»'  confidencial  cerca  de   Ks«'obed(). 

— '*  Aprovecho  el  paso  ele  l'd.  por  C^uerétaro, — me 
"dijo. — para  nH»oiiiendarle  «liga  a  KscoIkiIo  esto  y  lo 
"  otro,  y   para  ípie   l'd.   lo  ay\i«le  como  abogado,  en 

—  3.V  — 


MI  DIARIO 

"  las  dificultades   que  necesariamente  han   de  produ- 
"  cirse  con  el  proceso  que  se  impone.  .  . 

"  En  cuanto  Escobedo  se  enteró  de  mi  recado  ofi- 
"  eial,  y  de  que  mis  servicios  profesionales  podía  uti- 
"  lizarlos  en  lo  privado,  me  significó: 

— "  Lo  necesito  a  Ud.  de  Fiscal,  porque  ningún 
"  otro  posee  sus  condiciones,  y  porque  Asesor  lo  tengo 
'  *  ya  en  la  persona  de  Joaquín  Escoto . .  . 

— "  Me  rehusé, — continúa  Azpíroz, — desde  luego  y 
"  redondamente.  Para  todo  menos  para  Fiscal  de  esa 
"  causa,  dispone  Ud.  de  mí, — le  repuse.  Escobedo  en- 
"  tonces,  con  ruda  franqueza  de  veterano,  me  espetó 
' '  en  términos  crudos  una  verdadera  filípica :  Así  son 
"  todos  Uds.,  todos  iguales,  todos  creyendo  que  el  va- 
"  lor  sólo  consiste  en  exponer  la  vida  a  las  balas,  en 
"  verter  la  propia  sangre,  en  alcanzar  heridas  y  cica- 
"  trices. .  .  Hay  un  valor  más  alto,  y  veo  que  a  Ud. 
"también  le  falta,  como  a  todos  los  demás:  el  de  arros- 
"  trar,  en  cumplimiento  del  deber,  una  responsabili- 
''  dad  inmensa  ante  el  mundo  entero,  ante  propios  y 
"  extraños;  una  responsabilidad  que  todos  tratan  de 
' '  descargar  sobre  mis  espaldas.  ¡  Y  para  eso  sí  que  se 
* '  necesita  de .  .  .  calzones !  Está  bien,  déjeme  según 
' '  me  dejan  todos ;  yo  arrostraré  solo  lo  que  tanto 
"  hombre  repugna  compartir  conmigo. . . 

— "  Me  cegó  el  amor  propio,  hábilmente  espoleado 
"  por  el  Gral.  Escobedo, — opina  el  Embajador,  ofre- 
"  ciéndome  un  cigarrillo  mexicano, — me  cegó  lo  mu- 
"  cho  que  de  juventud  me  quedaba,  y  todo  rojo  de 
''  que  alguien  pudiese  sospechar  que  carecía  yo  de 
*'  valor,  del  grandísimo  valor  civil  que  se  ha  menes- 
"  ter  para  afrontar  una  situación  tan  comprometida, 

—  339  — 


F.  GAMBOA 

"  acepté  i'l  noinbrajnieiito  ilo  Fiscal.  aun(|uc  nv-tíian- 
"  te  ciertas  comliciones:  Seré  el  Fiscal,  mi  (íeneral, 
"  seré  el  Fiscal;  pero,  prométame  l'd.  que  por  motivo 
*'  niu^iino  seré  yo  c|uien  conduzca  al  patíbulo, — sí.  sí. 
"  al  patíbulo,  ¡no  nos  forjemos  ilusiones!  \\\.,  y  yo, 
"  y  todos  sabemos  cpie  los  crímenes  contra  las  patrias 
'*  ajenas,  se  pa^an  con  la  vi<la. — que  no  seré  yo  (piim 
"  conduzca  a  los  (pie  resulten  sentenciados  por  la  jus- 
"  tieia  nacional.  i*ara  es«>  último  acto,  que  alf?ui»'n  me 
"substituya,  pretextaré  enfermedad... 

"  Escobedo  aceptó,  y  no  fué  necesario  pretextar  en- 
**  fermediMl  imaginaria:  de  veras  me  enfermé,  de  fie- 
"  bre  Cerebral,  por  los  insomnios  y  la  continuada  ten- 
"  sión  de  espíritu.  .  .  Llejrué  a  delirar,  por  las  íioehes, 
"  en  la  soledad  de  mi  cuarto.  .  .  no  probaba  l>ocado,  y 
**  aunque  ni  lo  parezco  ni  soy  impresionable,  me  im- 
"  |)re>ioné  fm-ra  «b-  meilida  con  el  desrnlace  de  ese 
"  pran  drama  en  iim-  por  jioeo  no  zozobrn  la  K«pú- 
'*  blica..." 

l'n  largo  espacio,  pensando  cada  cual  p(u-  su  bulo, 
el  señor  Azpíroz  y  yo  pennant'cemos  taciturnos.  . 

A  poeo.  vibrante  Azpjroz  con  la  evocación  (b*  ni|m- 
llas  jornadas  i|»'  epo|)eya,  exclama: 

— "¿Sabe  Id.  quién  fué  el  culpable  principal  «b* 
(pie  yo  iMifermara  T.  .  .  " 

— t!T... 

— "Miguel   Miramón." 

-¡    !... 

— "  Sí,  Miguel  Miramón, — repite  con  mayorea  ener- 
"  gías.  Desde  un  principio  HÍm|iatizamo8  ambos,  nos 
"  pri'Sí'ntó  »'l  (iral.  Vélez,  (pie  lo  (pieria  como  a  un 
*'  bermano  y  cpie.  parece,  le  babb'i  primores  de  mí;  y 

—  340  — 


MI  DIARIO 

Miramóii,  dentro  de  la  hidalguía  que  irradiaban  sus 
actos  y  palabras,  rae  conquistó  totalmente  a  las  pri- 
meras que  cruzamos.  ¡  Si  viera  Ud.  con  qué  clari- 
dad y  con  qué  noble  franqueza  respondía  a  mis  in- 
terrogatorios ! .  .  .  A  pedido  suyo,  convinimos  en 
que  él  diríame  al  detalle  todo  lo  que  supiese  acerca 
de  los  puntos  preguntados,  y  que  yo,  luego,  les  da- 
ría forma  a  sus  respuestas.  Así  lo  hicimos,  aunque 
con  la  precaución  de  mi  parte,  de  leerle  en  alta  voz 
lo  que  iba  yo  dictando.  El  día  de  la  confesión  con 
cargos^-áiligencia.  odiosísima  si  las  hay, — nos  fa- 
tigamos mucho.  Lo  advirtió  Miramón,  y  jovialmen- 
te propúsome : 

— "  Si  no  tiene  Ud.  inconveniente,  señor  licencia- 
do, descansaremos  un  poco  los  dos,  que  a  cual  más 
estamos  de  fatigados,  y  mientras  descansamos  ha- 
blaremos de  asuntos  menos  ingratos,  y  tomaremos 
juntos  una  cxDpa  de  un  vino  generoso  con  el  que  me 
han  obsequiado,  ¿  acepta  Ud  ? .  .  . 
"  Acepté  de  buen  grado,  pues  mi  fatiga  era  tanta  a 
causa  de  los  delicados  quehaceres  del  proceso  y  de 
mi  escasez  de  alimentación  y  de  sueño,  que  en  oca- 
siones la  cabeza  se  me^Dartía,  y  la  j)luma,  material- 
mente se  me  caía  de  las  manos ;  por  otra  parte,  la 
confesión  con  cargos  afligíame  aun  desde  antes  de 
proceder  a  ella ;  y  por  último,  ]\Iiramón  habíaseme 
hecho  de  tal  modo  simpático,  pedía  las  cosas  con 
maneras  tan  especiales  suyas, — maneras  de  valiente 
que  procura  no  revelarlo, — -que  bebí  con  él  una  copa 
de  no  sé  qué  vino  dulce.  Al  levantarse  Miramón  y 
colocar  la  botella  en  su  sitio,  extrajo  de  su  baúl  una 
fotografía  que  puso  ante  mis  ojos : 


341 


F.  GAMBOA 

— '*  Mire  Ud.,  st*ñor  lict-nciado,  estos  son  mis  hi- 
jos. . . 

Y  al  tlecírnulo,  parecía  que  con  su  mano  libre 
"  acariciara  en  el  aire  los  rizos  de  las  idolatradas  ca- 
"  bellcras  infantiles.  .  .  '' 

Ni  Azpíroz  puede  continuar  hablando,  ni  yo  escu- 
charlo ;  a  él  y  a  mí  nos  aliona  honda  emoción  que  no 
intcntamas  disimular. 

Hru.vcamente  abandono  el  despacho,  contentísimo 
del  descubrimiento  impensado  (pie  acaba  de  realizar- 
se: no  es  cierto,  conforme  me  lo  temía  por  fal.sos  deci- 
res y  por  la  "cascara  amarga"  que  informa  los  exte- 
riores del  actual  End)ajador  de  México  en  los  EE. 
UU.,  que  sea  un  bombr»*  de  alma  endun-cida.  Azpí- 
roz  es  un  hombre  reconcentrado,  de  convicciones  arrai- 
gadas, (pie  no  gusta  de  e.xhibirse  delante  de  extraños 
o  intiiferentes;  (pie  mucho  sabe  <ie  la  vida  y  de  los 
hombres,  jH*ro  que  sepulta  dentro  de  sí  mismo,  igual 
los  de.sengaños  padecidos  que  la  esca.sa  estinuí  que  sus 
SíMiiejantes  d«*spicrtan  en  su  vejez  e.\p<'rimentaiia. 

El  descubrimiento    regocíjauíe.    Harto  estoy  ya  d»* 
■cuerpos  vacíos"  y  de  "retóricas  huecas.'' 

16  DE  NoviKMBKK. — A  Nueva  York,  |>or  el  nocturno 
del  /'#H«.s-i//ffi»i<i.  a  esperar  al  señor  Mariscal  (pie  re- 
gresi»  de  Europa. 

17  I>K  NoviFMHKK. — ( 'araniust  t(ii¡ .  M'gun  el  diccio- 
nario franet's,  (piiere  decir:  **l*arad«»r  púlilico  de 
Oriente,  para  alojar  a  las  caravanas."  Enmiéndese  la 
fras»'  en  el  sentido  de  "parador  púlilico  del  oriente 
de  los  EE.  n  ..  para  alojar  viajeros  presuntuoNOs  y 

—  342  — 


'  MI  DIARIO 

marcadamente  vastas",  y  se  habrá  definido  el  nunca 
bien  afamado  hotel  "Waldorf-Asioria"  de  la  impe- 
rial ciudad  de  Nueva  York. 

Menudos  eran  mis  deseos  d-e  alojarme  alguna  vez 
en  este  hotel  ponderadísimo ;  y  de  que  supe  que  a  nos- 
otros los  miembros  del  Cuerpo  Diplomático  extranje- 
ro, se  nos  concede  una  rebaja  de  25  0|0,  me  prometí 
aprovechar  la  primera  ocasión  de  habitarlo. 

Si  no  fuera  por  un  detalle  que  otro,  legítimamente 
rastaquoeur,  el  hotel  resultaría  sin  defecto;  pero  es 
tanto  el  oro,  y  el  estuco,  y  los  mármoles  y  rasos,  que 
la  hostelería  se  convierte  en  símbolo  de  los  EE.  UU., 
enfermos  de  ostentación  tosca,  de  advenedizo  enri- 
quecido. La  historia  de  la  casa  es  aplastante,  un 
aguacero  de  millones :  sus  dueños  son  multimillona- 
rios patentados;  el  menaje,  importó  un  número  "N" 
de  millones;  de  empleados,  dependientes  y  servidores, 
hay  varios  miles;  en  flores  para  los  14  comedores,  y 
pasillos,  escaleras,  tránsitos,  salones,  cantinas  y  halls, 
se  invierten  al  año,  cuarenta  y  cuatro  mil  dólares;  el 
inmueble,  posee  una  atrocidad  de  pisos;  hay  doce  as- 
censores, sólo  para  pasajeros;  billones  de  focos  eléctri- 
cos y  de  lacayos,  chasseurs,  mensajeros  y  pajes  galo- 
neados; trillones  de  comodidades,  y  cuatrillones  de  lo 
que  Uds.  manden ....  ¡Es  mucho  hotel !  Detalle  de 
platino :  está  prohibido  que  señoras  y  caballeros,  de 
cualquier  categoría  y  cualquiera  sea  el  precio  de  sus 
habitaciones,  recihan  dentro  de  éstas  visitas  a  ningu- 
na hora,  y  a  guisa  de  compensación,  en  comedores,  sa- 
lones y  halls  no  cesan  de  día  ni  de  noche  el  desfile,  char- 
la y  coqueteo  de  centenas  y  centenas  de  demámon- 
daines  conocidísimas,  con  las  que  puede  Ud.  hablar  a 

—  343  — 


F.  OAMBOA 

sus  anchas  o  a  su>>  ajigostas,  a]»alabrar  i'ntiwistas  i)üs- 
terioivs  de  mayor  sabor,  sentarlas  Hd)ríakfasts,  tunch- 
(tnis.  (¡ui>i*rs  y  su/tpirs  más  o  menos  roeiaclos  de  cal- 
dos importailoH  e  indígenas,  dentro  del  rcspfciablí  es- 
tablecimiento. I>e  sabido  se  calla,  que  hay  también 
al)uiidam-ia  de  llamas  de  veras,  cjue  no  desdeñan  la 
j)romiscnitl;i.l  \  .1  istudio  euiiiparativo  ili-  l<«>.  mascu- 
linos. 

Inconvciiit-jit*'  iuMiperabie:  <-s  tal  la  demanda  de 
cuartos  por  anticipación  y  hasta  por  teléprafo,  no 
obstante  el  coste  exa^ferado  de  habitaciones  y  res- 
tduranh.  (pie  no  le  hacen  a  uno  uuddito  el  caso,  y  a 
ellos  la  mi.sma  les  pefja  (pie  se  (^U'de  l'il.  o  (pie  st-  va- 
ya.   Es  uno  un  número,  como  en  los  presidios. 

Por  la  tarde,  ha.sta  los  muelles  de  la  poderosa  com- 
|»añía  " }i<tr(l<lrutsthfr  Llotftl".  de  liremen,  situados 
en  Ja  barriada  de  llitbnkf».  Camino  de  Jl'iboktn.  scn- 
saci('>n  de  unidad  intinitesimal  frente  a  este  projrreso 
prodi^rioHo.  dentro  de  este  pnn-ido  y  pidulimtc  colme- 
iwir  iiumano. 

lios  miu'llcs,  formidables,  con  proi>orcioues  de  ba- 
sílicas, lie  tres  |)isos,  todos  de  hierro  y  exudando  a 
pesar  del  eier/o  marino,  las  montañas  de  dólares  (pie 
habrán  costado;  |)ara  (piien  los  mire  de  tierra,  perdu- 
rables y  fuert«"8:  mirados  del  nu«r  y  jtinto  al  mar.  i-n- 
clenipu's,  eaqu«''.\i<'os.  míseros.  .  . 

Cerca  de  las  4,  atrací»  el  "Wilhrlm  tirr  (rmssc", 
barco-leviatán  de  catorce  mil  toneladas  y  seiseientoK 
euan-nta  y  nueve  pies  de  longitud,  a  cuyo  bordo  vie- 
ne el  si'ñor  .Mariscal  ron  su  esfK)»»  muy  (rrave,  tanto, 
(pie  a  cada  nuino  amiga  «pie  estrecha  las  suyas,  n  cada 
voz  afiH'luosíi  (|iie  le  pretruiitn  cómo  sigue,  se  le  saltan 

—  :t44  — 


MI  DIARIO 

las  lágrimas.  .El  señor  ]\Iariscal,  como  siempre  para 
conmigo,  paternalmente  cariñoso,  haciendo  pública  la 
amistad  con  que  me  distingue  y  favorece. 

Después  de  comer  en  el  "Waldorf-Astoria",  a  los 
arrullos  de  no  sé  cuál  de  las  orquestas  balkánicas  y 
húngaras  del  edificio,  al  lado  de  cautivante  judía  blan- 
da de  corazón  y  cuajada  de  gemas, — que  es  la  ''ami- 
ga" del  anfitrión, — nos  vamos  a  ver  "The  Three  Lit- 
tle  Maids",  una  de  tantas  "comedias-musicales"  que 
disparan  desde  casi  todos  los  teatros:  mucho  attrezzo; 
magnífico  vestuario  de  altos  precios;  muchedumbre 
de  chicas  guapas  y  rubias,  semi-desnudas ;  par  de  vie- 
jos, cómicos  excelentes,  que  dicen  chistes.  .  .  en  in- 
glés, y  se  bailan  y  zapatean  cuando  el  argumento  (  ?) 
lo  reclama  ;  tres  o  cuatro  buenos  mozos,  tan  irrepro- 
chablemente vestidos  como  un  Agregado  de  Embaja- 
da,, que  diz  que  cantan  de  tenor  o  de  barítono ;  luces 
eléctricas,  de  magnesio,  de  colores;  efectos  de  luna, 
de  estrellas,  de  aurora  boreal,  de  sol  y  de  cometa ;  y 
vengan  tres  actos,  y  aplausos,  y  repeticiones  de  los 
"cantables",  y  a  las  11  en  punto,  ¡afuera!  la  comedia 
é  ■finitta.  .  . 

De  cena  en  el  Café  Martin  de  la  Quinta  Avenida, 
<iue  nada  le  pide  a  los  mejores  de  la  Avenida  de  la 
Opera  y  de  los  Grandes  Boulevards.  Congestionado 
de  concurrentes;  de  bellezas  al  alcance  de  todas  las 
admiraciones  y  deseos,  y  al  de  poquísimas  fortunas. 
Derroche  de  sedas,  de  joyas,  de  flores,  de  fragmenta- 
rias desnudeces  que  dejan  contemplar  carnes  blancas 
y  jóvenes,  de  tentación  y  de  pecado.  Orquesta  oculta, 
que  toca  sin  descanso  música  moderna.  Plenilunio  de 
luz  incandescente. 

—  345  — 


¥.  GAMBOA 

Perinanecemos  hasta  eso  do  las  2  ile  la  Jiiañana.  "li- 
bando" Munim,  presididos  por  la  judía  blanda  de  co- 
razón y  cuajada  de  gemas.  .  . 

Si  ahora  se  me  obligara  a  llevar  esta  vida,  que  tanto 
llevé  dentro  de  marcos  muy  más  modestos,  me  mori- 
ría de  tedio,  de  gastritis  y  de  anemia.  .  . 

20  OF.  NOViEMBRK. — De  regnso  tu  Wáshiufítou. 

24  PE  NOVIEMBRE. — A  cumplir  su  ofrecimiento  de 
descifrar  mi  porvenir,  el  l)r.  A.  Conde  de  Sarak  vino 
esta  noche  a  casa. 

Encerrados  en  mi  gabinete  de  trabajo,  clíjonje: 

— Antes  de  que  me  duerma,  va  l'd.  a  concretarme 
sobre  ípié  asuntos  desea  l'd.  preferentemente  conocer 
el  futuro.  Tendrán  que  ser  tres;  el  número  '.i  es  el 
eje  y  centro  de  todo,  Pitágoras  fué  el  primero  en  así 
declararlo.  Luego,  cuando  yo  vaya  durnii«'ndome.  no 
s»'  alarme  l'd.  aunque  me  ata<juen  convulsiones,  tléje- 
me  estar;  yo  iré  escribiendo  en  un  papel  y  le  tenderé 
mi  otra  mano,  en  la  <|ue  l'd.  apoNará  la  suya;  enton- 
c«*s,  me  interrogará.  Cuando  despierte,  que  si-rá  (con- 
sultando su  reloj)  dentn>  de  una  media  hora,  h»*  ser- 
virá l'd.  darme  un  sorln»  «le  cual(pii«T  aleoliol.  con  un 
poco  de  agim.    ¡(Quiere  l'il.  <jue  prineipiemos?.  .  . 

Excepto  un  solo  pico  de  gas,  extinguinms  las  de- 
más lu<'es;  instalas»'  Snrak  en  mi  diván,  y  yo  le  vendo 
los  ojos  con  un  pañuelo;  fn'itaw  frente  y  cráneo  con 
cilindro  metálico  parecido  a  los  (pie  sirven  para  in- 
yectar suero  quirúrgico. — díceme  «jue  contiene  flui- 
do. .  . — ;  transcurren  algunos  minutos  en  silencio  ab- 

—  346  — 


MI  DIARIO 

soluto,  y  Sarak  sacúdese  con  breves  y  muy  ligeras  con- 
vulsiones. 

No  experimento  ni  pizca  de  impresión. 

Cae  Sarak  en  sueño  auto-hipnótico,  tranquilo  a  los 
comienzos,  inquieto  en  seguida,  hasta  que  se  incorpo- 
ra, y  \'uelta  la  cara  a  la  pared  pónese  a  gesticular  con 
algo  invisible,  y  a  hablar  por  lo  bajo,  de  prisa .  .  . 

Los  tres  puntos  que  le  concreté,  son : 

Primero  y  principal :  ¿  Triunfará  SANTA  ? 

Segundo :  ¿  La  traducirán  al  inglés,  y  los  productos 
serán  tales  que  me  permitan  vivir  independiente  y 
decir  en  libros  posteriores  las  muchas  verdades  que 
ahora  me  está  vedado  imprimir? 

Tercero :  En  lo  general,  ¿  qué  me  reserva  mi  suerte  f 

Sarak  me  advirtió  que  no  debía  yo  de  afligirme  si 
dejaba  sin  esclarecer  puntos  que  me  contrariaran. 

— Puede  que  vea, — me  dijo, — cosas  extrañas  a  las 
tres  interrogaciones,  pues  voy  a  enfrentarme,  por  in- 
terpósita  persona,  con  el  dohJe  de  Ud. ;  lo  que  los  es- 
piritistas denominan  malamente  el  periespíñtu .  .  . 
Diré  lo  que  vea,  y  si  Ud.  se  interesa,  pregunte  a  su 
antojo,  responderé  hasta  donde  me  sea  dable .  .  . 

De  improviso,  Sarak  se  apodera  del  bloque  de  pa- 
pel y  enristra  el  lápiz.  Empieza  por  dibujar  una  elip- 
se perfecta,  si  se  atiende  a  que  lo  hace  a  tientas :  esa 
elipse  divídela  con  una  raya  horizontal,  después  con 
una  oblicua,  de  izquierda  a  derecha ;  la  línea  horizon- 
tal salva  el  contorno  de  la  elipse  y  termina  en  el  fila 
de  la  hoja.  De  la  oblicua,  a  la  que  corta  en  tres  pun- 
tos y  a  la  horizontal  en  otros  tres,  ha  nacido  un  ras- 
go tembloroso  y  ancho.  Vése  un  centro,  claramente 
demarcado,  y  viniendo  de  afuera,  una  ñecha  que  va 

—  347  — 


F.  GAMBOA 

a  parar  en  sitio  tli-tfiíiiinado    d»'  la  ancha  linea  vaci- 
lante. 

Transcribo  en  seguida  con  su  propia  ortografía. — 
cuyo  original  pa.sa  al  toitio  IV  del  l*R(1('KSO  DE 
MÍ8  OHRAS  <|ui*  lego  a  mi  hijo  M¡gu«*l  F«»lix. — el 
horóscopo,  o  lo  que  fuere,  d»'l  esoteri.sta  del  Tilxt. 
Doctor  A.  Conde  de  8arak: 

— *'  ¡Aípií  está  tu  elip.se  de  vida!  la  flecha  siñala  d 
**  punto  en  el  cual  te  encuentras  hoy,  tu  vida  pa.sa- 
*'  da  a  sido  una  lucha  coiwtante  nadie  ha  conipren«li- 
*'  do  tus  nobles  ideales  et  tus  pcn.sanu»'ntos,  tus  nii.s- 
"  nia8  aspiraciones  han  sido  la  causa  que  muy  pocos 
*'  hayan  si«lo  lo  (pie  te  han  comprendido  casi  ningu- 
*'  no,  ni  tu  misma  compañera  to<lo  «{UcnMidote  muciio 
*■  y  siendo  buena  con  tigo,  sinendiargo  uo  ha  alcanza- 
*  «lo  la  comprensión  de  tu  pensamiento!  Tus  idea- 
"  h-H  son  superiores,  y  si  en  tu  pa.sado  as  sufrido  niu- 
"  chos  desengaños  sobre  todo  de  aquellos  mismos  (pie 
'•*  tu  creias  tus  mejores  amigos,  hoy  te  ves  obligatlo  a 
*'  reconocerlo,  y  una  nu»*va  linca  de  vida  si*  |trcs»Mita- 
*'  sa  para  ti,  de  aqui  7  ou  8  mes«»s! — Todo  cambiara. 
'*  y  las  pn*ocupacion(»8  de  hoy  desaparecerán  si  t«' 
"  im|K)nes  ílrniemente  de  ir  adelante! 

*'¡Pero  hagaa  atención!  alia  en  tu  mismo  Pais. 
■*  allá  en  r\  símio  mismo  «le  acpiellos  «pie  tu  crees  (pie 
■  te  (piieren,  allá  hay  I  S()  (pie  m  lugar  de  ay\idar- 
"  te  no  et  muy  faborable  fwr  ti  I. . .  Acá  mismo  entre 
"  tus  compañeros,  hay  unn  (pie-ha  i*serito  no  ha  mu- 
"  cho  no  en  muy  favorables  t«'*nninos. —  l'cro  no  hagas 
'*  caso. — ¡Adelante! — y  tu  triunfaras — tu  vida  es  aun 
"tiiuy  larga,  pronto  dejaras  Washington,  y  un  cam- 
"  bio  grande  habrá  en  tu  destino  venidero. — 

—  .'VI8  — 


311  DIARIO 

"  Alguien  busca  tu  mismo  puesto  acá  y  han  habla- 
"'  do  va  a  un  gran  Personaje  de  tu  Pais;  ¡pero  que 
''  no  te  preocupe.!  adelante. 

"  ¡  Tus  libros !  tu  llegaras  a  lo  que  deseas,  pero .  .  . 
' '  hay  un  obstáculo  creado  por  algunos  medios ...   y 

''  tu  vencerás  en  7  ou  8  meses. — 

' '  Es  una  buena  inspiración  que  as  tenido,  pero  hay 
"  que  no  confiar  á  nadie    tus  ideas,  ya    as  hablado  a 
"  ((¡guien  y  este  alguien  en  lugar  de  ayudarte  ha  ha- 
"  blado  á  este  Alto  Personaje  en  contra  tuya. — 
"  ¡Silencio!  y  vei-dadera  diplomacia. — 
' '    ¡  Tu  llegaras !  ¡  el  tiempo  no  es  largo  adelante ! 

"Tu  tendrás  que  sepárate  por  algunos  (aquí  un 
"  principio  de  paUíhra  ffíc/K/c/r/^  meses  de  tu  compa- 
"  ñera,  ella  ira  por  una  cosa  importante  una  noticia 
''inesperada  á  su  pais! — pero  no  importa,  tu  iras  á 
"  otra  ciudad  de  los  E.  ü. 

"  Valor  y  adelante. 

"Yo  no  soy  el  Doctor  que  que  escribe,  no  soy  más 
"que  tu  Guía  Espiritual  que  te  ayuda  y  te  protege 
"  contra  todos  tus  enemigos  que  son  aquellos  mismos 
"  que  alia  en  Centro  America  te  hicieron  mucho  da- 
' '  no,  tu  lo  recuerdas ! .  . , 

"  Pero   los   vencerás,    adelante         te         bendigo.'^ 

Arroja  el  papel  escrito  y  me  tiende  su  mano  abierta  : 

— i  Interrógame ! .  . . — murmura. 

Lo  interrogo,  a  fin  de  que  me  esclarezca  lo  que  ha 
escrito. 

Y  me  lo  esclarece.   Todo  ha  de  efectuarse  dentro  de 


349 


/'    (jAMfíOA 

7  a  ^  nu-jifs  ^ cifra  que  al  parecer  me  persif^uo)  ;  mi  li- 
bro triunfará  en  la  traducción,  aunque  deben»  de  ba- 
cer  "inuebas  eoiic»*sione.s'* ;  dentro  de  poco  y  ¡wr  au- 
aencia  d»'l  Embajador,  babré  de  ({uedarme  al  frente 
de  la  Embajada  un  corto  tiempo;  después,  no  me  pre- 
cisa si  abandonaré  la  earnra  diplomática,  o  <jué,  kóIo 
me  predice  que  saldré  de  Wásbington,  a  otro  tfriiu 
centro  de  este  país,  primero,  y  luegro,  fuera  de  Ioh 
EE.  rr.,  a  causa  de  mi.s  libros.  .  . 

Mi  vida  wrá  larffa.  me  encuentro  casi  a  la  mitad 
<le  ella,  "a  un  ¡hmío  más  de  la  mitad";  mis  dolencias 
son  morales  y  nerviosas,  no  me  matarán;  subiré  ¿có- 
moT.  .  .  ¿en  qué?...  ¿cuándo!...  Sarak,  o  no  lo  sa- 
be o  no  puede  decírmelo;  en  cambio,  adviérteme  (pie 
uif  cuide  de  uno  de  los  empb-ados  de  la  Embajada.  .  . 

V  despierta,  se  despereza,  no  af^uanta  la  luz,  se 
siente  can.sado.  Nada  recuerda,  ni  lo  <jue  ««sí-ribió  con 
su  |)uñ<)  y  b'tni.  y  se  o{>one  a  que  yo  se  lo  mue.stre: 

— Nó,  nú,  guárdelo  l'il. ;  y  el  tiempo  dirá  si  me  en- 
gañé o  de  veras  be  visto  su  futuro.  .  . 

Clausura  la  sesión  contándome  cpie  él  pre<iijo  »1 
trágico  íin  del  asesinado  l'resitlente  McKinley,  y  la 
exaltación  al  Solio  Pontificio  del  actual  Papa  IMo  X, 
bace  mucbos  años,  en  Monza,  en  pri>S4>ncia  del  enton- 
ces Príncipe  Ileretlero  y  boy  Solx'rano  de  Italia. 

Honradamente  dejo  consignado  lo  que  anteiM'de. 
Ni  creo  ni  dudo :  ¡  ignoro ! 

Que  el  tiem|>o,  como  Sarak  opina,  decida  si  la  pro- 
fecía es  cierta  o  fué  una  mistiticación. 

Por  dicba,  mi  neurastenia  no  se  ha  agravado  con 
la  s<>sión  aparatosa;  exi>rrim«>nto  una  ecuanimidad  ab- 
•oluta.  y  voy  a  la  cama  completamente  tranquilo. 

—  350  — 


MI  DIARIO 

28  DE  NOVIEMBRE. — Primera  nevada  en  forma,  de  la 
estación ;  nevada  copiosa,  insistente,  que  cubre  de  in- 
menso sudario  esta  lindísima  ciudad  muerta. 

¡  Qué  frío  por  dentro,  de  considerar  que  el  invier- 
no se  nos  echa  encima,  la  estación  de  las  nieves  y  las 
tristezas,  de  los  cielos  grises  y  los  espíritus  acongoja- 
dos, que  a  mí  sorpréndeme  tan  desprovisto  ya  de  ju- 
ventud, ilusiones  y  esperanzas,  tan  provisto  de  des- 
engaños ! .  .  . 

Mando  que  se  queme  mucho  carbón  en  nuestra  ca- 
sa; y  procuro  que  mi  mujer  y  mi  hijo  se  me  aparten 
lo  menos  posible. 

Continúa  cayendo  la  nieve,  en  la  calle ;  los  copos, 
bailan  y  tiemblan  por  los  aires,  se  asen  a  los  retorci- 
dos troncos  desnudos  de  los  árboles,  se  posan  en  los 
tejados,  emblanquecen  las  ropas  de  los  transeúntes  y 
los  techos  de  los  vehículos. 

Los  copos  tiemblan  y  bailan,  muchos,  muchos,  mu- 
chos. . . 

Y  yo  en  mi  casa,  entre  mi  mujer  y  mi  hijo, — que 
son  la  chimenea  de  mi  alma, — junto  a  la  chimenea  de 
mi  gabinete  de  trabajo,  que  se  arde,  tiemblo  más  que 
los  copos ;  porque  descubro  que  con  ser  ellos  tan  po- 
quita cosa,  tan  efímeros,  tan  endebles,  son  ¡  ay !  más 
que  yo  mismo . . . 

2  DE  DICIEMBRE. — Noticias  de  SANTA. 

Mi  sobrino  José  Joaquín  Gamboa  me  escribe  que  el 
libro  triunfa,  a  pesar  de  que  no  ha  habido  en  su  ob- 
sequio, ya  no  propaganda,  ni  anuncio  siquiera ;  que 
se  discute  en  público,  y  cuenta  con  defensores  y  ene- 
migos ;  que  ha  hecho  verter  llantos  femeninos  y  que 

—  351  — 


F.  GAMHOA 

se  iiu-  pro«li(íHii  insiiltos:  que  algunos  de  "mis  mejo- 
res amigos",  han  ileelarado  (jue  un  libro  así  sólo  de- 
biera escribirlo  un  in(U'pendi»'nt«'.  no  un  enif>leado 
como  yo.  al  <|U«'  novela  scnu-jante  <|ui/á  le  eueste  la 
torta .  .  . 

"El  Correo  Español",  de  .México,  me  elogia. 

Mi  tieri'a  es  un  abisMín ;  y  mis  eontcnáneos.  dos 
abismos. 

Por  lo  demás.  ¡Dios  .s«'a  loado!  (pie  me  devoren  y 
despedacen,  (pié  importa,  pero  «pie  lean  la  obra,  de 
principio  a  íin.  Va  .S(*  (pie  ha  de  anuirgtir:  y  si  fuese 
hace<lero.  la  vendería  con  sendos  ejem])lares  del  fa- 
moso "¡  Trágala  !.  .  .  " 

r>  i>K  niciK.MUivi.. —  De.sdc  Uarcclona  me  i*emrte  Arji- 
luee  un  número  d»-  "La  Vanguardia",  en  el  que  po- 
nen a  SANTA  iK)quito  más  acá  de  las  nubt^s;  a  vuelta 
de  alabanzas  sin  tasa,  ha.sta  me  la  llaman  "libro  in- 
coiiiparahif".  .  . 

is  DK  i>i(  ikmhkf:. — Aeoinitañado  de  "atento  dticio", 
llégame  de  México,  de  la  iáecretaría  de  Fomento,  el 
diploma  (pie  alcancé  ( ?)  colectivamente,  con  mis 
obras  (!!!),  «n  la  Exposicit'm  Tniversal  de  París  «le 
1900. 

¡Oh,  farsjis,  farsas,  farsas! 

A  benévolo  I »od ido  de  Ferrari  Pén-r.  eonhcntí  en 
enviar  mis  obras  (!!!),  y  por  J<>kúm  (ontreras  supe 
que  todos  los  cajones  que  contenían  libros  ;  ¡j  ni  abier- 
to» fueron  por  «•!  .Jurado!!! 

Ix>  mismo  <>s  todo  en  la  vida. 

Ciuanlaré  el  diploma,  ¡lorquc  en  sí  lo  merei'c;  y  lo 

—  352  — 


MI  DIARIO 

colgaré  en  un  hueco  del  hall  de  mi  casa  yanqui,  mien- 
tras se  va  conmigo  a  mi  vivienda  mexicana  y  definiti- 
va, que  he  soñado  tanto.  .  .  Je  suis  diplomé. 

En  la  Casa  Blanca,  a  un  Té  que  la  señora  de  Roose- 
velt  ofrece  al  Cuerpo  Diplomático. 

Cuánta  cursilería,  dentro  de  esta  innegable  gran- 
deza yanqui. 

Mis  honorables  "colegas",  más  trabajosos  cada 
día,  y  más  vacíos.  No  sabe  uno  a  quién  ir,  si  a  los 
europeos,  o  a  los  asiáticos,  o  a  los  hispanoamericanos; 
la  mayoría  de  ellos  parece  empeñada  en  realzar  lo  ca- 
ricaturesco de  la  Carrera,  cuando  principalmente  se 
desempeña  dans  le  monde. 

Sin  miedo  a  un  mentís,  es  de  afirmar  que  mientras 
más  pequeña,  insignificante  y  débil  es  una  Potencia, 
más  altanero,  ignorante  e  inflado  es  su  Representan- 
te. Los  señores  europeos,  nos  huyen  a  los  hispano- 
americanos,— digan  lo  que  quieran  algunos  de  éstos, — 
cual  si  fuésemos  leprosos  y  apestados;  es  un  positivo 
cisma :  ellos  a  un  lado,  a  otro  nosotros. 

¡  Cómo  esmeróme  en  alternar  nada  más  con  los  re- 
pudiados a  que,  gracias  a  Dios,  pertenezco !  Tanto 
peor  para  los  que  nos  repudian,  yo  reúnome  a  los  po- 
cos sanos. 

\ 

20  DE  DICIEMBRE. — Acabé  los  " Specimen  Days"  de 
Walt  Whitman.  El  original  pensador  no  favorece  mu- 
cho que  se  diga  a  estos  EE.  Uü.  que  tanto  adoró. 

Valiente  artistazo. 

21  DE  DICIEMBRE. — Halagüeñas  noticias  particulares 

23 


F.  OAMItOA 

acerca  del  lento  triunfar  ilc  SANTA  cu  México.    Sin 
íMuhargo.  "El    l'orrro    Español"  aparte,  no    hay  pe- 
riódico que  me  la  nicncioue. 
La  conjuración  d»'l  silencio. 

22  DK  DiciKMmu.. — ('uiii|>lo  titinia  y  nufvc  añas. 

Hí'trotracción  mental  a  ójioras  d«-s<ipan'cidas  y  día-s 
mejores;  "siempre  el  tiempo  pasado  fu*'*. 

Auníjuc  a(|uí  nic  rodea.  Moipiéaine  nui-s  bien  dielio. 
atmósfera  de  grandeza  moral,  material  y  otros  uhs 
(no  confundirse  con  las  cervezas  británicas  de  este 
nombre  I .  el  día  íntegro  me  p«'i*s¡gíien  unos  versos  de 
Luis  l'rbina,  «pie  repito  y  rei)it<)  hasta  (pie  «'1  sueño 
me  vence,  ya  en  mi  cuarto  a  obscuras,  entrapajado  en 
la  cama: 

"...    mis  bosques  y  mis  colinas, 
"  mi  triste  pueblo,  mi  pobre  hogar, 
"  y  hasta  el  enjambre  de  golondrinas 
"  que  hi/o  su  nido  en  las  ruinas 
"  de  la  parro(piia  de  mi  lugar.  .  .  " 
Entiendo  que  a  esto  se  le  llama  nostalgia  pura. 

24  DE  niriEMBRK. — Christmnit,  para  los  rubios;  Navi- 
dad, en  mi  lengua. 

"Ljis  Nove<ladeK".  de  N\ieva  York,  han  siclo  mi 
Santa  Claus. — un  siinto  qtiimérico  vestid»)  de  pieles, 
de  larga  y  alba  barba  Huvial,  tocado  de  gorra  Iwrla- 
«la,  enguantado  y  de  Uitas,  ipie  con  su  trineo  tiradf» 
por  ciervos  y  abarrotado  de  juguetes  para  I<ih  niños, 
viene  de^Ie  tierras  de  Fantasía  caminando  por  enci- 
ma de  torres  y  techos,  y  en  «"«ta  no<'he  precisamente. 
s«>  cuela  a  una  misma  hora  en  to<ÍHM  las  chunenuas,  en 

—  354  — 


MI  DIARIO 

las  que  están  alineados  los  zapatitos  y  las  medias  de 
la  gente  menuda,  que  sonriente,  sueña  con  su  venida, 
desde  las  camas  de  rejilla  y  las  cunas  blancas  de  los 
bogares  callados,  segura  de  que  a  cada  uno  le  dejará 
su  juguete,  el  juguete  ambicionado  que  los  papas  lian 
comprado  y  tenido  oculto, — y  me  trajeron  elogiosísi- 
mo artículo,  firmado  por  Tres  Estrellas,  en  loor  de  mi 
pobre  SANTA.  .  .  El  enmascarado  autor  me  supone 
guatemalteco,  y  aunque  tal  suposición  me  vendría  de 
perlas  si  guatemalteco  hubiese  nacido,  le  escribiré  pa- 
ra rectificar  mi  nacionalidad  y  para  darle  muy  expre- 
sivas gracias. 

28  DE  DiciEí^iBRE. — Carlos  Béguerisse  me  escribe  de 
Guatemala,  que  la  primera  remisión  de  ejemplares  de 
SANTA,  se  agotó  en  menos  de  una  semana. 

A  pesar  de  presagios  y  apariencias,  no  quiero  con- 
sentir en  que  con  SANTA  haya  yo  al  fin  conquistado 
la  definitiva  victoria  literaria  que  vengo  persiguien- 
do solitaria  y  valientemente,  hace  más  de  cuatro  lus- 
tros. 

Harto  es  conseguir  que  el  libro  se  lea  mucho,  y  que 
se  venda  en  razón  directa  de  lo  que  se  lea. 

29  DE  DICIEMBRE. — Eu  el  audéii  del  paradero  del 
"Pennsylvcmia",  intensa  y  dramática  conversación 
fragmentaria  con  el  ilustre  general  colombiano  D.  Ra- 
fael Reyes.  Sobre  lo  de  Panamá  ¡  claro !  no  íbamos  a 
hablar  de  la  Vía  Láctea. 

Opina  el  anciano  exPresidente,  y  yo  con  él,  que 
asunto  tan  trascendental  no  ha  preocupado  lo  que  de- 
biera a  los   países   nuestros,  a  pesar   de  que  los   EE. 


355 


F.  GAMIiOA 

UU.,  con  su  brutal  agresión  i*  incalificable  atropello, 
a  todos  nosotros  se  han  tlirigiilo.  En  lo  que  disenti- 
mos, y  asi  me  permito  manifestárs*'lo,  es  en  lo  que  él 
agrega:  (pie  el  presente  atropello  debería  de  unirnas. 
para  mejor  resistir  los  próximos  (pie  vendrán  fatal- 
mente, dentro  de/  plazos  indefinidos. 

Al('*gole  el  precedente  estadístico:  Cuando  el  aten- 
tado contra  M«'XÍco,  del  47,  tan  inicuo  o  más  que  el 
actual,  aparte  de  (pie  nadie  nos  tendió  la  mano, — ex- 
cluyo ayudas  individuales  y  simpatías  platónicas. — 
la  dura  lección  no  fué  por  nadie  aproveciíada. 

Todos  los  hispanoamericanos  caminamos,  y  camina- 
remos salvo  un  milagro  de  educación,  aislados  y  egoís- 
tas rumbo  a  los  exterminios  y  las  disoluciones:  somo- 
fatalistas  y  retóricos,  casi  orientales.  .  . 

Después  de  despedir  a  mi  tío  O.  Alfredo  (  híimui. 
que  regres;!  a  México,  nos  separamos  junto  a  un  tran- 
vía :  la  noche  helada,  tlesnudos  los  árboles,  entristecién- 
dolo todo  una  espesa  nelílina.  Kl  (teiural  me  estre- 
cha la  nutno  y  exclama: 

— No  hay  remedio  ninguno ;  la  Casa  Blanca  me 
responderá  r<'chazando  cuanto  le  he  propuesto...  y 
¿(piién  calnuí  a  mis  paisíuíos?.  . .  No  uos  (pieda  otro 
recnrso  <pie  matar  a  estos  di>monios,  es  decir,  matar 
los  más  (pie  podainoM,  yo  el  primero.  .  . 

Y  él  y  s\i  Secn-tario.  (pie  mordisípieaba  nerviosa- 
mente HU  cigarrillo,  en  tanto  yo  hablaba  con  su  jefe  de 
problema  tan  grave,  montan  en  e|  ebVtrico  iluminado, 
melancólicos,  silenciosos,  pensativos,  con  su  odio  a 
cuestas,  y  con  el  convencimiento  de  «u  débil ida<l  fren- 
te a  la  descomunal  fuerza  de  estos  corsarios  up-to- 
date... 

—  356  — 


MI  DIARIO 

31  DE  DICIEMBRE. — Al  obscurecer,  nos  dirigimos  mi 
mujer  y  yo  a  San  Mateo, — nuestra  parroquia  aquí,— 
a  dar  gracias  por  el  año  que  concluye.  Desierto  el 
templo,  escasamente  alumbrado  por  tres  de  sus  can- 
delabros de  gas,  y  por  las  lámparas  rituales  que  pes- 
tañean colgadas  frente  al  tabernáculo .  .  . 

Hasta  el  templo  se  cuelan  las  clownescas  armonías 
de  la  "Hiawatha",  que  un  organillo  toca  una  vez  y 
otra  vez,  afuera,  en  la  calle.  .  . 

''Las  Novedades",  de  Nueva  York,  siguen  empe- 
ñadas en  obsequiarme ;  ahora  me  llega  su  aguinaldo, 
en  respuesta  a  mi  rectificación  de  nacionalidad.  Ni  a 
quién  presentar  excusas  por  mi  inmodestia  de  trasla- 
darlo a  estas  páginas ;  para  los  que  me  quieran,  el 
suelto  ha  de  serles  grato,  y  para  los  que  nó,  pues  allá 
se  las  hayan: 

"  El  distinguido  colaborador  de  nuestro  semanario 
'  que  modestamente  veló  su  nombre  bajo  las  socorri- 
'  das  tres  estrellas  y  a  quien  debemos  el  obsequio  del 
'  artículo  crítico  que  sobre  la  novela  del  señor  don 
'  Federico  Gamboa  intitulada  SANTA,  tuvimos  el 
'  gusto  de  publicar  en  el  número  de  la  semana  pasa- 
'  da,  nos  suplica  hagamos  en  su  nombre  la  siguiente 
'  rectificación: 

"  No  es  el  señor  Gamboa  guatemalteco,  como  erró- 
'  neamente  apuntó  nuestro  estimable  colaborador, 
'  quien  ahora  se  apresura  a  reponerle  en  su  legítima 
'  nacionalidad  de  mexicano.  La  circunstancia  de  ha- 
'  ber  residido  en  Guatemala  el  i|ustre  hijo  de  Méxi- 
'  co,  pudo  hacer  creer  que  tenía^allí  más  que  el  arrai- 
'  go  de  su  cariño,  y  pudo  también  contribuir  a  este 

—  357  — 


F.  a  AMBO  A 

concepto  el  notorio  aprecio,  la  peneral  estima  que 
"  allá,  en  la  culta  (iuatt'inala,  encontró  tan  iionorabl»* 
*'  huésped. .  .  " 

A  j>esar  de  mi  impiulor.  trunco  las  alabanzas  que 
todavía  se  me  protli^an.  purs  hasta  a  mis  prop('»sitos 
con  lo  íjiH'  (U'jo  consignado. 

Metilo  dormido  ya,  despabílame  el  juvi'nil  vocear 
en  la  calle,  de  "alcances"  de  periódicos,  suceso  inusi- 
tado en  la  ciudad  muda. 

—"¡Extra  I'ost!.  .  .  ¡extra  Post ! .  .." 

Enfundado  en  mi  bata,  bajo  y  compro  el  alcance  ex- 
traordinario de  "Thi  Woshifiqtnti  Pnsi''.  que  un  gra- 
nuja aterido  de  frío  me  alarga  por  la  puerta  entre- 
abierta, y  (pn»,  en  la  sombra  de  la  ancha  acera  alfom- 
brada <lf  niev«',  antójaseme  un  gorrión  con  cachu- 
cha .  .  . 

Subo  a  nuestro  tibio  dormitorio  en  el  que  runrunea 
el  caloríf«'ro.  y  a  la  luz  del  fo<piillo  de  mi  me.sa  de  no- 
cb«'.  It'o  la  siniestra  noticia:  el  voraz  incendio  homici- 
da del  teatro  " Iroquois"  de  Chicago,  la  ciudad  trá 
gica. 

¡(.¿ué  atrocidad!.  .  .  Hasta  estos  momentos  se  sabe 
de  seiscientas  víctima.s,  niños  en  su  mayor  parto.  .  . 

íyos  horripilantes  <letalb's  de  la  catástrofí'.  me  ahu- 
yentan el  suí'ño.  me  fuerzan  a  volverme  y  volverme  a 
la  camita  en  que  mi  hijo  duerme  apaciblemente,  me 
o)>ligan  a  partieipar  des«le  aquí  del  duelo  de  tantísi- 
mos hogares  dí'siertos.  en  los  q\ic  las  cunas  vacías  w» 
han  de  chivar  como  dagas  en  las  almas  paternales,  he- 
ridas para  HÍ»mpre  con  la  más  despiadada  de  las  mu- 

f  ihleidllcS 

—  358  — 


1904 


1.^  DE  ENERO. — Día  teatral,  aunque  muy  pintoresco 
y  nutridísimo  de  observaciones.  Hoy  ha  sido  la  so- 
lemne recepción  anual,  en  la  Casa  Blanca,  del  Cuer- 
po Diplomático  extranjero.  Hoy,  el  Secretario  de  Es- 
tado nos  obsequió  a  grandes  y  chicos,  desde  Embaja- 
dores a  Agregados, — y  cónyuges  inclusive, — con  un 
almuerzo  en  su  residencia,  del  que  periódicos  y  parti- 
culares se  hacen  lenguas  durante  los  364  días  que  les 
queda  a  los  años  astronómicos,  descontado  el  del  Año 
Nuevo. 

De  uniforme  y  condecoraciones,  a  partir  de  las  10 
de  la  mañana,  en  que  pasó  a  recogernos  uno  de  los  ca- 
rruajes de  la  Embajada. 

Frío  y  niebla. 

Imponente  nuestra  acomodación,  por  precedencias, 
en  el  gran  comedor  de  la  Casa  Blanca ;  sobre  que  su- 
mamos nada  menos  de  treinta  y  ocho  misiones,  y  al- 
gunas de  ellas  copiosas,  la  nuestra  sin  ir  muy  lejos, 
que  cuenta  diez  personas.  Por  el  estilo  hay  varias:  la 
de  Rusia,  cuyo  j* fe,  el  Conde  Cassini,  es  el  decano  del 
Cuerpo ;  la  de  Alemania ;  la  de  la  Gran  Bretaña,  y  las 
del  Extremo  Oriente :  Japón,  China,  Corea. 

La  multiplicación  de  vestimentas,  condecoraciones, 


359 


F.  GAMBOA 

alliajas  íViiieninas,  uniformes  militaros  y  navalfs  lU' 
tantísimo  país,  forma  un  conjunto  resjíland»'eient«>  lU' 
poder  y  tle  escenografía,  que  no  carece  de  hermosura 
y  grandeza.  Los  uniformes  coreanos  y  chinos,  visto- 
sos y  exóticos,  en  nada  amenguan  la  infinita  variedad 
de  uniformes  rusos,  austriacos,  mailgyares,  húngaros, 
hispanos,  jn-rsas,  tnreos,  noruegas,  suecos,  hclgas,  ho- 
landeses, galos,  británicos,  siameses,  portugueses,  da- 
neses, italianos,  argentinos,  chileños,  haitianos,  eiiba- 
noa,  etc.  l'n  total  do  dorados  y  diseños  rpie  haría  la 
fortuna  dt»  cuaUpiier  Harnum  (pu'  lograse  exhibirnos. 
¡Ninguna  troup<  «le  ningi'in  teatro  del  mundo  ha  luci- 
do jamás  jin  cuadro  de  artistas  y  do  otnzzo  a  «'"stos 
comparables!.  .  .  Mire  usted  (pie  hay  dinero,  y  elegan- 
cia ;  belleza  y  .señorío  en  muchas  de  las  damas.  Liiego. 
(|ue  asusta  calcular  lo  «pie  simboliza  despli«'gue  tama- 
ño: ¡las  ]*(>ten«M;is! — así.  con  nuiyúsevda. — el  eípiili- 
i)rio  europeo,  el  problema  do  Oriento,  el  concierto 
universal,  las  Améiieas.  los  EK.  IT.  con  su  iruxt  de 
civ¡lizaci('»n  y  de  progreso...  Cuánto  .Monarca  repre- 
.sentailo,  cuánto  Imperio,  cuánta  Hepúlflica  (ttt), 
(*uántas  bayonetas,  cuántas  injusticias  y  cuántos  abu- 
sos de  fuerza.  Los  grandes  ejércitos,  las  gran«los  mi- 
serias,  ol  proletaria<lo,  la  Iticha  entre  el  capital  y  el 
trabajo,  los  orfanatorios.  los  pri-sidios.  la  pena  de 
muerte,  la  cadena  |ierpetua  y  los  trabajos  forzados, 
los  azotes,  el  knout,  el  yatagán,  el  ".Jardín  de  los  Su- 
plií'ios".  Sibi-ria.  la  Isla  del  Diablo.  Ceuta,  los  Itnxvrx, 
los  absolutismos  monár(pii(*os.  las  tiraniiis  hÍK|iano- 
americnnaH,  las  brutalidades  do  los  KG.  UU. ;  los  (pie 
.s««  mueren  de  hambre,  los  (pie  se  mueren  de  injusticia, 
los  (pie  no  Silben    le.-r.  los    pobres,  las    prostitutas,  los 

>_  360  — 


MI  DIARIO 

turiferarios,  los  mártires,  los  perennemente  oprimi- 
dos. . .  La  eterna  mentira,  la  comedia  eterna,  las  jau- 
rías de  lobos  que  se  llaman  naciones,  este  padecer  de 
la  humanidad,  infinito  e  irremediable... 

¡Diantres!  por  poco  no  me  inclino,  conforme  a  pro- 
tocolo, ante  XXX.  .  . 

Estalla,  abajo,  el  himno  yanqui,  que  ejecuta  la  ban- 
da de  la  Marina. 

El  desfile  comienza. 

A  la  cabeza,  Rusia ;  México  después,  con  mohina  y 
agravio  mal  contenidos  del  resto  de  colegas  europeos 
que,  quieras  que  nó,  por  haber  sido  acreditados  con 
posterioridad  a  nviestro  Embajador,  tienen  que  se- 
guirnos. . . 

Lo  de  ritual:  apretón  de  manos  a  Roosevelt,  con  su 
mueca  facial  agravada  y  permanente ;  y  reverencia 
máxima  para  su  esposa  y  para  las  de  los  miembros 
del  Gabinete,  que  componen  su  corte  republicana. 

Ametrallados  por  la  curiosidad  hon  (tifani  de  los 
reporteros,  y  por  la  de  Misses  y  Místress  que  por  los 
vanos  de  las  puertas  nos. contemplan  entre  risueñas  y 
embobadas,  nosotros,  muy  graves,  nos  derramamos 
en  los  salones  adyacentes. . , 

Teodoro  Roosevelt,  con  la  propia  mano  con  que  ha 
saludado  a  los  representantes  de  las  ¡  ¡  ¡  Potencias ! ! !, 
las  ha  abofeteado,  por  supuesto,  ya  que  a  bofetón  equi- 
vale estrechar  con  efusión  idéntica  la  mano  de  tanto 
Embajador,  Ministro,  Secretario  y  Attaché,  que  la  del 
Plenipotenciario  de  la  República  de  Panamá,  Mon- 
si(:iir  P.  Bunau-^'arilla,  ¡aun  no  reconocida  por  mu- 
chas de  esas  mismas  Potencias!,  y  obra  atentatoria  y 

—  361  — 


F.  a  AMBO  A 

exclusiva    <ii>  este    inaiulatario  strcnuons.    El  Sr.  Hu- 
nau-Varilla.  jwrtaba  uniforme  de  cireunstaneias. 

Minutos  antes  del  medio  día, — cada  oveja  con  su 
pareja. — nos  transladamos  en  los  coches  a  la  coreana 
y  señorial  mansión  del  Secretario  de  Estado,  a  jrustar 
el  amuerzo  kolossal  cacareado  por  la  prensa. 

Racimos  de  curiosos  nos  atisbají  de  las  aceras;  algu- 
nos fotógrafos  profesionales,  y  no  menos  amatturs, 
nos  a{)untan  con  sus  cámaras  y  kodaks,  ex|M)uiéudo- 
nos  n  poses  comprometidas,  si  s«»  ati<'nde  a  nuestro 
apn-suramiento  para  apearnos  de  los  vchícidos.  y  al 
afán,  común  a  maridos  y  t»sposas,  de  que  sayas  y  uni- 
formes nos  caifjan  sin  arrugas  ni  peros. 

En  los  interiores  di-  la  nvicnda.  cuesta  un  triunfo 
moversi» ;  nadie  da  paso,  so  pena  de  magullarse  o  ma- 
gullar al  vecino:  el  cotorreo  de  los  cultos  invitados, 
ensordece. . . 

¡  Al  comedor! 

En  el  comedor  no  hay  asientos,  es  liecir,  no  hay  me- 
sa en  forma,  ni  oficial  ni  i»rivada;  to»lo  w  hace  au  pe- 
tit  bouhnir.  I^as  si'ñoras  que  afianzan  una  silla,  se 
dan  por  satisfechas,  y  apenas  si  una  Embajadora  que 
otra,  se  han  instalado  de  milagro.  El  servicio  d»*  ar- 
ras r  nwlhados, — que  diría  un  lusitano, — lo  desempe- 
ñan "Exeeb'neias",  "Honorables"  y  "Señorías"  en 
traje  «le  carácter,  malgrado  wr  en  su  ol>84'(piio  la  co- 
lación :  el  champaña  hierve  en  las  fluirá  do  servidoreü 
y  servidas,  y  las  mauilíbulas  diplomáticas  mastican 
tan  proHaicamente  como  las  del  |irini«r  hambrón. 

Horrorizado,  me  refugio  en  la  biblioteca  de  Mr. 
Hay.  (|u<'  ahora  sí  puedo  examinar  a  mis  anchas... 
;  .Soberltia  !  de  hombr<-  ile  letras  legítimo  y  acaudala- 

—  ;í62  — 


MI  DIARIO 

do.  Un  detalle  que  revela  al  Secretario  Particular,  al 
partidario  y  al  amigo  del  Presidente  Mártir :  sobre 
uno  de  los  estantes  más  visibles,  destácase,  en  yeso,  la 
mano  yerta  de  Abraham  Lincoln ;  y  en  uno  de  los  tes- 
teros de  la  estancia  tapizada  de  libros,  cuadros,  bron- 
ces y  otras  preciosidades,  un  magnífico  retrato  al  óleo 
de  aquel  gran  mandatario. 

¡  Qué  lástima  que  el  famoso  luncheon  no  pueda  efec- 
tuarse de  manera  diversa,  a  causa  de  los  muchos  con- 
currentes! No  querría  censurar  nada  de  Mr.  Hay,, 
que  me  es  excesivamente  simpático,  y  sin  embargo,  su 
almuerzo  es  censurable :  o  darlo  bien  o  no  darlo. 

5  DE  ENERO. — '/Le  Nouveau  Monde",  de  París,  y  el 
"Diario  del  Salvador",  de  San  Salvador, — antípo- 
das,— se  ocupan  en  SANTA ;  y  de  México,  ni  un  solo 
periódico  que  siquiera  mencione  el  título  de  la  nueva 
novela. 

7  DE  ENERO. — Recepción  en  la  Casa  Blanca,  en  ho- 
nor del  Cuerpo  Diplomático  extranjero. 

¡  Grotescamente  grandiosa !  Rayan  en  lo  inverosí- 
mil el  ceremonial  y  las  prácticas  que  por  aquí  rigen. 
Ved  una  muestra :  como  el  país  es  oficialmente  abste^ 
mió,  no  le  brindan  a  Ud.,  ya  no  digamos  una  copa  de 
nada,  ni  una  taza  de  té;  sólo  hay  agua,  agua  pura  y 
helada,  que  tiene  Ud.  que  salir  a  beber  hasta  una 
fuentecilla  del  hall,  en  vasos  metálicos  y  encadenados 
a  la  propia  fuente . .  . 

Y  cuidadito  con  las  censuras,  porque  todo  el  mun- 
do se  le  echa  a  uno  encima,  los  indígenas  los  primeros, 
cuya  egolatría  hiperestesiada  se  atufa  por  quítame 
allá  esas  pajas. 

—  363—- 


F.  GAMBOA 

Pero  ¿no  es  ampuloso  y  falso  que  proelameii  en  to- 
dos los  tonos  que  cuanto  los  EE.  W.  pienwín.  ejecu- 
tan, escriben,  pintan,  tocan,  bailan,  producen  y  has- 
ta imaginan,  es  lo  primero  del  mundo!  í  No  es  cen- 
surable el  trato  que  dan  a  los  negros?  ¿ni  su  reciente 
escántlalo  de  Correos?  i  ni  su  atentado  último  contra 
Colombia?  ¡ni  su  silencio  para  con  la  Gran  Bretaña 
y  Alemania,  ahora  íjue  blocpiearon  puertos  venezola- 
nos. i>oniendo  con  ello  a  la  Doctrina  Monroe  cual  no 
digan  dueñas?...  ¡No  es  censurable  cpie  a  sus  bar- 
berías las  llamen  Tonsorial  I'arlors.o  sea,Salon»»s  Ton- 
surantes?.  . . 

8  DE  ENERO. — **E1  Popidar".  de  Mi'xieo.  (jiH-  acaba 
de  llegarme,  pide  a  **La8  Novedades",  de  Nueva  York, 
(pie  me  repongan  "en  mi  legítima  nacioruilidad  de 
mexicano,  erptivoeada  al  hacer  un  .sensato  juicio  de  la 
novela  SANTA",  y  agrega  (pie  lo  pide  "por  cuesti<'in 
de  negra  honrilla".  .  . 

jíloqueados  ¡wr  la  nieve  y  ateridos  por  el  frío.  ¡  Va- 

>a  un  invierno  I 

9  DE  ENERO. — Resuelvo  intentar  la  reali/aeión  d»-  un 
viejo  anhelo:  que  nje  tradu/ean  a  mi  idioma  q\n'  w 
lea  en  me<lio  \inivei*so. 

Y  le  disparo  al  antropologista  Starr.  de  Chieago. 
(pie  sin  eonoc»'rmc  personalmente  me  hará  figurar  en 
MU  libro  sobr»'  escritores  m<*xicanos,  tina  epístola 
II  rinstar  yanrpii :  que  tra<iu7.ea  SANTA  ni  ingh'*», 
(con  mi  ayuda  para  mexieanismos  y  giros  regiotudesl, 
en  enpio.Hji  ediei<'in  de  las  (pie  |>or  acá  se  acostumbran, 

—  364  — 


MI  DIARIO 

— 100.000  ejemplares  mínimum, — que  él  se  entienda 
con  editor,  propaganda,  etc.,  y  que  irá  conmigo  a  mi- 
tad de  utilidades. .  . 

Con  sorpresa  me  entero  de  que  "El  Popular",  de 
México,  ha  reproducido  íntegra  la  encomiástica  recti- 
ficación de  "Las  Novedades",  a  propósito  de  mi  na- 
cionalidad y  de  SANTA. 

Primera  visita  en  forma  al  Capitolio,  al  que  me  en- 
caminé resbalando  aquí  y  allí  en  la  nieve  endurecida 
y  espejeante  de  las  calles,  soplándome  los  dedos  por 
el  cierzo, — había  a  las  9  de  la  mañana  unos  17  o  18 
grados  bajo  O,  centígrado. 

Pero  a  él  empujábanme,  la  discusión  sobre  el  asun- 
to de  Panamá  y  unos  párrafos  de  Justo  Sierra,  que 
entresaco  de  su  libro  "En  Tierra  Yanqui — Notas  a 
todo  Vapor"  (México,  1898.  Tipografía  de  la  Oficina 
Impresora  del  Timbre.  Palacio  Nacional.) 

Dice  el  maestro,  a  págs.  131,  capítulo  XII,  intitu- 
lado :  "El  Capitolio — Paseando ' " : 

"...  Como  el  San  Pedro  en  Roma,  el  domo  de  esta 
gran  catedral  laica  de  la  Libertad  humana,  se  ve  de 
todas  partes.  Confesémoslo  de  buen  grado :  el  Ca- 
pitolio de  Washington  es  el  centro  de  la  transfor- 
mación republicana  del  mundo  cristiano.  La  teoría 
científica  (apoyada  en  la  observación  y  la  experien- 
cia), del  gobierno  libre,  democrático  y  federal,  for- 
mulada en  preceptos  en  la  Constitución,  ha  sido,  en 
este  laboratorio  político  y  judicial,  reducida  a  la 
práctica.  Y  a  pesar  de  que  el  admirable  domo  blan- 
co, asentado  sobre  un  tambor  artístico  de  puro  es- 
tilo francés   neo-clásico,    ha    disminuido  a  la   vista 

—  365  — 


F.  GAMBOA 

"  sus  majestuosas  i)roi)orfion4's  de  antaño,  gracias  al 
^*  crecimiento    constante  de  los  pabellones    laterales, 

puede  decirse  (jue.  idealmente,  «l^seuella  sobre  to<lo 
"el  Continente  nuestro:  «-s  la  mayor  altura  aiiirri- 
"  cana.  .  .    " 

A  la  página  siguiente  \\-i'2;  ilel  propio  capítulo, 
arrepentido  sin  duda  <le  su  arrancjue  "id«'alista".  lia- 
bla  de  la  labor  del  Capitolio,  y  exclama : 

"...  las  iniípiidadcs  allí  sancionadas  por  la  fac- 
*'  ción  que  perpetre»  la  guerra  con  Mé.xico  y  la  ane- 
*'  xión  de  territorios  que  no  eran  Texas;  pensaba  en 
"'  lo  ípje  por  tanto  tiempo  babía  logrado  bacer  el  par- 
'*  tido  esclavista  protegido  por  la  ley;  en  la  j'ispera  e 
**  implacable  política  de  egoísmo  nacional  que  con  «1 
*'  título  de  protrvcióti  a  Ui  industña,  no  sólo  ba  crea- 
*'  do  la  industria  americana,  lo  <|ue  poilía  justificarla, 
■"  sino  que  después  de  nacida  y  crecida,  la  ba  mante- 
''  nido  en  su  sittiacirm  privilegiada,  lo  que  ba  dado 
*'  |)or  resultado  la  formación  tic  formidables  divisio- 
"  nes  sociales  en  el  seno  de  la  democracia,  provocan- 
*'  do  el  amontonamiento  de  gigantescas  riipiezas  en 
"  manos  <le  unos  cuantos  oligarcas,  y  »le  apetitos  in- 
"  saciables  en  las  densísimas  nmsas  obreras.  .  .  " 

Y  a  la  153,  tiene  este  grito  «pie  me  sacó  de  quicio 
•destle  que  |>or  vez  primera  lo  leí : 

'*  .  .  .  cómo  no  inclinarjios  ante  ella  (la  lal>or  capi- 
"  tolina,  en  sus  lados  buenos)  nosotros.  pol>res  átomos 
**  sin  nombre,  si  la  Historia  si»  inclina' 

.  Maistro,  por  Dios!.  . . 

No  he  <l«*  descriliir  el  edifício,  «pie  recorrí  al  por 
menor,  asistido  de  un  guía  •■xperto  y  abpiilado.  rpie 
iba  <letallúndomo  como  a  un  paleto  cuab^uiera,  hasta 

—  366  — 


MI  DIARIO 

los  rincones  y  escondrijos  últimos,  y  no  desagradado 
con  mi  atención,  silencio  y  mansedumbre,  aunque  sí 
un  tanto  sorprendido  de  mi  aguante — -de  las  9.30  has- 
ta la  1.15  de  la  tarde,  no  pedí  tregua,  descanso  o 
asiento,  ni  a  él  se  los  consentí  tampoco.  Algo  le  con- 
trarió enterarse,  cuando  entrábamos  en  la  galería  del 
Senado,  de  que  era  yo  portador  de  un  ''Sésamo-ábre- 
te", en  mi  tarjeta-pase  de  Secretario  de  Embajada; 
y  muchísimo  más,  el  que  no  me  pasmara  yo  frente  al 
óleo  mural  que  llena  la  meseta  de  una  de  las  monu- 
mentales escaleras  de  mármol,  pintado  por  un  gene- 
ral del  ejército  invasor,  y  que  ostenta  el  para  nos- 
otros sacro  nombre  de  ' '  Chapultepec "...  Vaya  un 
mamarracho.  Lo  es  tanto,  que  ni  indignación  provo- 
ca; mueve  a  lástima  hacia  su  autor  y  hacia  el  gusto 
artístico  del  país,  que  conserva  en  sitio  de  honor  lo  que 
un  prendero  ignorante  desecharía  alzándose  de  hom- 
bros. . .  Ved  una  muestra  del. . .  cuadro  (???)  :  en- 
tre los  asaltantes  triunfadores  de  nuestro  histórico  al- 
cázar,— que  remeda  en  el  lienzo,  inexpugnable  forta- 
leza rhiniana  de  la  Edad  Media, — figuran  unos  hull- 
dogs  y  hloodfioimds  frenéticos,  que  se  lanzan  contra  la 
colina,  o  dan  bocados  a  los  heridos  yacentes,  o  persi- 
guen a  defensores  fugitivos. .  . 

Cúpome  en  suerte  presenciar  la  instalación  del  tri- 
bunal pleno  de  la  Suprema  Corte  de  Justicia,  una  de 
las  poquísimas  instituciones,  si  no  la  única,  respetable 
de  veras  en  estos  "inconmensurables"  Estados  Uni- 
dos. Pasa  por  ser, — aunque  ya  hay  quien  opine  en 
contrario  o  con  reservas,  citándole  a  Ud.  casos  espe- 
cíficos que  lo  comprueban, — honorabilísimo  cuerpo  in- 
tegrado por  sabios  y  rectos  juristas,  que  no  ceden  a 

—  367  — 


F.  GAMBOA 

tentaciones  ni  eonsignHs,  ilepositarios  y  distribuido- 
res  de  justicias  y  derechos,  venerados  de  tirios  y  tró- 
vanos <|ii«'  acatan  sus  resohicion»*s,  cual  si  fuesen  mo- 
saicas i>arál>oias  tlr  un  nutvo  Sinaí. .  .  Casi  to«los  sus 
inieiiibros  son  ancianos  o  de  edad  provecta,  y  funcio- 
nan n'Vt'stidos  de  la  clásica  toga,  no  ol)stantc  la  ca- 
careada tK'Miocracia  ilel  país,  (pie  sin  einl)argo  se  pe- 
rece por  cintajos,  veneras  y  trajes  privativos.  Ellos, 
no:  portan,  y  con  c\iantísiino  decoro  un  tantico  tea- 
tral, el  célebre  pergeño  <le  sus  predecesores  «mi  las  cu- 
rias romanas;  un  pergeño  que  Walt  Whitman  califi- 
caría de  "feudal",  según  «le  feudal  tachaba  todo  lo 
antiguo  europeo  y  todo  lo  monánpiico. 

El  cargo  de  estos  "Justices"  es  vitalicio,  de  ahí  el 
secreto  <le  síi  i)o<lerío,  de  su  honradez  y  del  respeto 
general  en  (pie  se  los  tiene. 

Asistí  a  la  incor|)oración  d«'  dos  o  tres  abogadillos 
ríH'ientemeuti'  graduados  en  sabe  Dios  qué  universi- 
dad provinciana,  (pie  prestan  el  juramento  profesio- 
nal ante  uno  tic  los  empleados,  y  me  doy  |)or  satisfe- 
cho. He  conocido  una  agrtipaci<'in  humana  de  las  me- 
nos  manchadas,  no  obstante  (pie  dirimen  asuntos  tras- 
cendentaies;  un  núcleo  de  hombres,  (pie,  al  decir  de  la 
mayoría  de  sus  conterráneos,  son  casi  incorruptibles. 
V  es  espectáculo  hermoso,  que  reconcilia  con  la  especie 
y  hace  confiar  en  el  perfeccioni.smo  j>rogre«ivo 

Pasé,  luego,  al  Senado. 

Ija  M>si('in  había  principiado  ya.  I/os  ii<*\<  ni.i  >  mi 
"privilegiados", — s(>gi'in  a(pií  denominan  a  los  Sena- 
dores,— por  conducto  de  unos  ujieres-infantes,  rapa- 
ces entre  doce  y  diecisí'is  años,  enviaban  propuestas 
iiianu.scritas  (pie  los  ujieres  recogen  de  la.s  propias  ma- 

—  368  — 


MI  DIARIO 

nos  de  sus  autores,  puestos  en  pie  desde  sus  pupitres 
Esas  propuestas,  conducidas  con  singular  maestría 
por  los  muchachos  uniformados,  son  entregadas  al 
CJiief  Clerk  instalado  en  la  primera  tribuna  e  inme- 
diatamente abajo  de  la  de  la  presidencia  del  alto  Cuer- 
po; el  Presidente,  sentado,  recibe  los  papeles  y  escu- 
cha los  discursos  y  discusiones,  que  los  Senadores  for- 
mulan de  pie. 

La  cosa  va  larga  y  yo  renuncio  a  tragarme  la  dis- 
cusión que  habrá  de  iniciarse  a  poco.  Ya  los  Senado- 
res demócratas, — opositores  a  la  conducta  del  Go- 
bierno en  lo  de  Panamá, — reúnense  en  corrillos  ame- 
nazantes. .  .  Por  fortuna,  ahí  esta  el  "  Congrcssional 
Record",  impreso  dos  horas  después  de  las  sesiones 
del  Congreso,  que  reproduce  con  exactitud  admirable 
¡  ni  una  errata !  lo  propuesto,  discutido  y  aprobado  o 
rechazado  por  entrambas   Cámaras,  respectivamente. 

Para  concluir  mi  excursión,  asomóme  a  la  Casa  de 
Representantes,  o  sea  la  Cámara  de  Diputados,  llama- 
da aquí  por  abreviación  y  antonomasia  "the  House." 

Local  harto  más  vasto  que  el  Senado,  como  que  al- 
berga a  irnos  cuatrocientos  Padres  Conscriptos. 

El  Representante  Fulano  de  Tal,  desgañítase  por 
que  le  escuchen  su  peroración,  una  campaña  contra  la 
falsificación  de  marcas  de  fábrica.  A  cada  período  de 
los  que  vocifera,  ase  de  su  pupitre  una  botella,  un  po- 
mo, una  lata  de  los  varios  que  tiene  alineados  y  que 
son  otros  tantos  frascos  y  botellas  de  vinos  y  conser- 
vas alimenticias. 

El  Speaker  (lean  Uds.  el  Presidente,  aunque  tam- 
bién signifique  el  "hablador"  ¡tanto  monta!)  arre- 
llanado en  monumental  sillón  de  cuero,  allá,  en  su  ele- 

—  369  — 


F.  GAMBOA 

vadísima  y  marmórea  plataforma,  sin  más  dosel  que 
el  pabellón  nacional  desplepado. — un  detallo  imix>- 
ncute  y  bien  concebido, — lee  un  libro,  sin  que  se  le  im- 
porte un  ardite  de  los  oradores;  sólo  interrumpe  wi 
lectura,  cuando  la  algazara  de  los  "Honorables''  es 
tan  ensorilecedora.  que  ni  él  puede  seguir  leyendo  ni 
el  tribuno  perorando.  Tañe  entonces  una  es<iuila,  y, 
con  entonaciones  de  prefi-cto  de  estudios,  recomien- 
da, avinagrado,  mayor  comj)Ostura. . . 

Mi  diseursero  persiste  en  su  logorrea ;  algunos  cu- 
riosos se  han  llegado  a  contemplarlo  de  cerca  y  a  ma- 
nosear botellas  y  i>omos.  El  resto  de  Diputados  sigue 
en  sus  charlas,  recorre  las  amplias  páginas  desplega- 
das de  los  kilométricos  diarios  yanípiis.  .  . 

El  orador  habla,  habla,  alza  las  nuinos,  emi»uña  fras- 
cos, se  debate,  gira,  acciona.  .  . 

Y  yo  me  marcho. 

Decididamente,  no  me  ha  heelio  feliz  esta  "gran 
catedral  laica  de  la  Libertad  hunmna." 

Lo  que  Justo  Sierra  calificara  de  "la  mayor  altu- 
ra americana",  a  mí  me  residta  apenas  el  nido  de  las 
grandes  ini<|uidades  impunes. 

12  DK  KNKRo. — Xota  democrática. 

El  Secretario  de  Estaílo, — nos  conuinica  nuestro 
decano  el  Conde  Cassini,  Embajador  «le  Rusia, — nn^- 
mienda.  j>or  acuenlo  presidencial,  al  Ctierpo  Diplomá- 
tico Extranjero,  (pie  el  |)ersonal  de  las  Endmjatlíis  y 
Legaciones,  así  como  sus  jefes,  "se  sirvan  en  lo  de 
adelante"  asi.stir  do  uniforme  a  las  recepciones  y  fies- 
tas a  que  .son  invitados,  piu's  "Mr.  ¡{ooscvclt  wiU  bé 
phascd"  de  ello.  .  . 

—  370  — 


MI  DIARIO 

Jamás,  en  lo  que  de  vida  cuenta  la  Gran  Repúbli- 
ca, se  expresó  deseo  parecido.  Es  un  adelanto  ha- 
cia. .  .  el  delirio  de  grandeza ;  un  rompimiento  con  sus 
prácticas  sencillas  y  austeras;  un  de  profundis  de  sus 
acendrados  hábitos  republicanos,  que  tanto  singulari- 
zaron a  Franklin  cuando  su  permanencia  en  Europa 
la  monárquica. 

22  DE  ENERO. — Recepción  anoche  en  la  Casa  Blan- 
ca, en  obsequio  del  Poder  Judicial,  a  la  que  concurri- 
mos los  diplomáticos,  "de  uniforme".  Y  el  caballero 
que  actúa  de  Introductor,  Mr.  M'Cowell,  nos  hizo  des- 
filar por  ante  el  Ejecutivo,  primero  que  a  los  Magis- 
trados (Jvstices.) 

Los  periódicos  de  hoy  ponen  el  grito  en  el  cielo  por 
lo  que  califican,  conforme  al  criterio  de  los  Justices, 
de  imperdonable  desacato.  ¿  Cómo, — exclaman, — los 
Diplomáticos  han  pasado  antes  que  los  Magistrados?... 
Y  todos  los  EE.  UU.  se  han  estremecido  de  indigna- 
ción; y  los  ''Justicias",  que  no  tienen  pelos  en  la  len- 
gua, hanse  apersonado  con  Roosevelt  y  echádole  en 
cara  sus  procederes,  con  términos  durísimos ;  y  Roose- 
velt, que  por  asegurar  su  reelección  no  sabe  ya  a  qué 
santo  encomendarse  ni  cómo  halagar  a  partidarios  y 
opositores,  ha  pedido  mil  perdones  y  culpado  al  ino- 
cente de  M'Cowell,  a  quien  periódicos  y  particulares 
ponen  como  hoja  de  perejil. , . 

No  parece  sino  que  se  trata  de  alguno  de  nuestros 
países;  salvo  en  el  hecho  de  que  aquí  es  posible  ir  y 
exigir  cuentas  al  mismísimo  Presidente. 

De  la  recepción   en  sí,  peor  es   meneallo ;  imperial- 

—371  — 


F.  GAMBOA 

mente   cursi,  hasta   chiquillos  concurrieron   a  ella,  y 
«lamas  eusombreradas.  y  caballeros  de  jaquettc. 
La  Democracia  en  cueros. 

2  DE  FUiRERO. — Continúan  empeorando  las  crudezas 
de  este  excepcional  invierno,  las  nevadas  y  "ondas 
frías"  son  incesantes  casi. 

Por  las  noches  sobre  todo,  en  el  silencio  caracterís- 
tico de  la  bella  ciuilad  tristísima,  ahora  cubierta  de 
nieve, — una  inmeihsa  sábana  blanca  que  sofoca  cual- 
quier ruido, — s<ílo  s«^  esí'ueha  el  aconfroja»lo  tintinear 
de  los  cascabeles  y  campanillas  de  innúmeros  trineos 
exhumados  al  cabo  de  varios  años  de  confinamiento, 
praeias  a  lo  inclemente  de  la  estación  actual. 

( 'reería.se',  al  oírlo.  (\uv  una  porción  *le  "Viáticos"' 
recorrieran  apresuradamente  las  Cidles  y  aveuidius,  pa- 
ra Herrar  a  tiempo  junto  a  las  cabeceras  de  muchas 
agonías  ignoradas  y  anónimas.  .  . 

5  DK  FKHiíKRO. — Terminé  la  le<'tura. — con  anotacio- 
nes marginales, — de  todas  las  obras  en  prosa  de  Walt 
Whitman. 

Ya  hablare  dcH'nitlaniente  de  algunas  de  sus  apre- 
ciaciones sobre  ésta  su  tierra,  que  él  amó  tanto. 

7  DK  FEnRKiK). — Al  atanleci'r  compré  vu  la  calle  el 
alcance  al  ** Washington  Post",  el  siniestro  *'Kxtrn 
I'tist"  qiie  los  vendedores  voceaban  a  toda  í-arrera. 
¡  llalirá  estallado  la  guerra  entre  el  .Ia[>óii  y  Husia  T... 

Nó,  es  r.áltimore.  la  ciudad  católica  por  excelencia 
de  los  EE.  TT.,  (|ne  r<*  anle  i>or  sus  cuatro  costados. 

La  frecuencia  de  las  calamidades  públicas  en  este 
paÍA,  me  amedrenta :  incendio  en  Chicn^,  huelgas  san- 

—  372  — 


MI  DIARIO 

grientas,  crímenes  a  porrillo,  catástrofes  ferrocarrile- 
ras a  diario,  el  fuego  de  hoy  que  no  pueden  apagar, 
que  amenaza  propagarse. . . 

¿De  veras  se  manifestará  por  modo  general  y  tan- 
gible la  cólera  divina?. .  .  ¿Los  EE.  UU.  serán  acree- 
dores a  castigos  tales,  ante  la  Suprema  Justicia  ? . . . 

En  dos  noches  he  devorado,  lleno  de  angustia,  los 
"Recuerdos  de  la  Casa  de  los  Muertos",  del  portento- 
so Dostoiewski. 

9  DE  FEBRERO. — Al  fin  extinguieron  el  incendio  de 
Báltimore,  después  de  que  el  fuego  consumió  tres 
cuartas  partes  de  la  populosa  y  próspera  ciudad.  .  . 

Y  al  fin  estalló  la  guerra  entre  el  Japón  y  Rusia . . . 
Malas  entrañas  las  que  se  trae  el  señor  don  1904. 

18  DE  FEBRERO. — Llégame  de  San  Salvador  un  nú- 
mero de  "La  Quincena",  semanario  que  allá  dirige  el 
poeta  Vicente  Acosta,  con  un  juicio  crítico  sobre 
SANTA. 

Nueve  columnas,  con  varias  transcripciones  del  li- 
bro ;  crítica  amiga  y  desapasionada,  que  cierra  con 
una  galantería  máxima. 

La  moralidad  mercantil  al  menudeo,  de  los  EE. 
UU.,  corre  parejas  con  la  que  observan  al  mayoreo,  y 
con  su  moralidad  administrativa.  Unas  cuantas  prue- 
bas al  canto,  de  la  millonada  que  podría  aducirse : 

En  la  cancillería  de  nuestra  Embajada,  más  de  me- 
dia docena  de  veces  hemos  tenido  que' exhibir  recibos 
viejos,  para  evitar  que  nos  cobraran  por  dos  ocasio- 
nes una  misma  cuenta .  .  . 

Y  lo  que  le  ocurrió    al  Dr.  don  Juan  N.  Navarro, 

—  373  — 


F.  GAMBOA 

Cónsul  General  en  Nueva  York,  y  testigo  mayor  de  to- 
da excepción.  Hablaba  yo  con  él  de  la  mala  fe  yanqui, 
y  para  ilustrarla  inc  narró  con  su  peculiar  iu^jenio  re- 
gocijado, que  un  buen  día  prest-utáronlc  para  su  pago 
un  recibo  importante  poco  menos  de  cien  dólares.  Ca- 
sualmonff  hizo  meniorin  do  tenerlo  pagado;  rectificó 
registrando  archivos  y  dio,  en  cf«'cto.  con  »•]  doi'umcn- 
to,  saldado  ya. 

— **  Triunfante. — nio  dijo. — lo  mostró  al  pretcndi- 
"  do  acreedor,  (piien  lo  examinó  n'j»ctidamcnt«',  y  aca- 
"  bú  j)or  contestarme:  El  recibo  es  bueno,  pero  no 
"  creíamos  que  lo  hubi«'ra  Ud.  conservado  tantos 
"  años..." 

De  su  moralidad  admini.strativa,  "no  quiero  acor- 
darme". .  . 

Pero  sí  he  puesto  en  claro,  con  motivo  de  los  últi- 
mos atropellos  «n  Panamá, — i)ara  no  insistir  en  «I  tre- 
mebundo y  reciente  peculado  |>ostal,  en  quiebras  frau- 
dtdentas,  etc.,  etc.,  etc.. — i*l  título  de  los  textos  que 
han  de  estudiar  en  la  "Escuela  «le  Leyes  y  Diploma- 
cia",— gran  e<lificio  anexo  a  la  Universidad  de  ('o- 
Inmbia.  de  esta  capital. — textos  con  los  (pie  no  atina- 
ba yo  y  (jue  teníanme  intrigado,  ¿(¿ué  Diplomacia  ««s- 
tudiaríui  y  practicarán? — preguntábame.  Y  ya  di  con 
ella,  es  obra  vasta  cuyos  tomos  principales  m'  deno- 
minan: 

— "Texas" 

— "Ilawaii  ' 

— "Puerto  Rico"  y  "Filipinas'* 

— "Panamá".  .  . 

Lo  grave  es  (|Ue  la  tal  no  ha  concluido;  en  la  última 

—  :í74  — 


MI  DIARIO 

página  del  tomo   más  reciente,  léese  un    amenazante: 
' '  Continuará ..." 

22  DE  FEBRERO. — Me  cncuentro,  leyendo  un  periódi- 
co extranjero,  con  que  en  ruso  hay  una  palabra  que 
se  escribe  Jcaracho  y  significa  "muy  bien".  ¿Qué  pa- 
rentesco la  ligará  a  nuestro  vulgar  "caracho"?  ¿pa- 
saría del  ruso  al  español  o  del  español  al  ruso  ? .  . . 

Logré  a  principios  del  año  que  la  Embajada  se 
subscribiera  a  "Le  Fígaro",  diario,  y  a  "Le  Fígaro" , 
mensual  ilustrado,  de  París;  y  hoy  que  llegó  la  pri- 
mer remesa,  no  es  hartazgo  el  que  me  he  dado  con  su 
lectura.  Dígase  lo  que  se  quiera,  es  incurable  en  los 
hispanoamericanos, — y  más  en  los  que  somos  escrito- 
res,— el  culto  a  Francia  intelectual,  y  a  París  princi- 
palmente. .  . 

Recorriendo  los  números,  tropiezo  con  folletines  de 
Jules  Huret,  titulados  "En  Amérique".  En  el  corres- 
pondiente al  7  del  mes  en  curso,  que  se  llama  "Chi- 
cago", después  de  defender  a  la  ciudad  jamonera,  de 
las  censuras  y  menosprecio  con  que  la  tildan  los  po- 
bladores del  Este  de  los  EE.  UU., — censuras  y  menos- 
precio grandísimos, — narra  su  visita  a  la  Universidad 
de  aquel  centro,  mucho  la  encomia,  y  concluye  trans- 
cribiendo un  diálogo  con  su  Presidente,  Mr.  Harper: 
inconveniencia  de  que  se  eduquen  mozos  y  mozas  en 
buen  amor  y  compaña ;  castidad  (?)  de  los  estudian- 
tes yanquis,  y  en  general,  castidad  de  todos  los  jóve- 
nes americanos  (???),  quienes,  al  decir  de  Mr.  Har- 
per, antiguo  Pastor  bautista,  en  un  70  %  consérvanse 
castos  hasta  su  matrimonio ...!!!  Luego,  Huret  inte- 
rroga a  Harper  acerca  del  movimiento  militarista  que 

—  375  — 


F.  GAMBOA 

en  los  EE.  LU.  se  acentúa  con  los  progresos  de  su  im- 
perialismo : 

— "¿Se  convortirán  en  ^Mierreros?.  .  .  " 

— "  Nó, — afirma  Mr.  Ilarper, — después  de  la  puo- 
"  rra  de  las  Filipinas  habrá  terminado  nuestra  fx- 
"  pansióu.  El  militarismo,  por  lo  rxrHintj  que  es  en 
*'  sí,  es  una  poijucñn  s;iti^fíic<-ión  con  la  (lUi'  nos  rega- 
"  lamos..." 

Iluret. — cjue  no  es  un  ignorante,  ni  menos  un  igno- 
rado.— pero  que  al  igual  de  todos  sus  congéneres  y 
compatriotas  lo  que  especialmente  ha  de  buácar  con 
este  viaje  y  la  correlativa  jiublicación  de  sus  impresio- 
nes, es  el  dólar,  el  condenado  dólar  que  tantos  des- 
aciertos nos  fuerza  a  perpetrar,  Huret  agrega : 

— "Pourtatit.  il  restera  le  Canadá  ct  le  Mcrique  á 
"  vous  ativcxrr.  .  .  *' 

Más  sensato  y  discreto  resulta  Mr.  Ilnrprr  ron  lo 
que  le  replica : 

— "  Ij€  Canadá  ricndra  a  nous  df  lui  w  hk  .  (  '>>i 
**  en  somme  le  mrmc  juuple  que  nous.  il  a  hs  nn'mfs 
'*  religions,  le  mémc  commerce,  les  mémes  intérctít, 
**  c'est  fifrré.  Quant  au  Mcriquf,  r'est  n\  rffrt  unr 
"  autre  race,  et  nnr  nvfrr  hutffuc.  Jr  n'ai  pos  rtudié 
"  la  qucstioii 

No  en*o  (\\\r  txista  m<\i<'ano  ••n  parte  iiiM^fiiiwi,  que 
])or  eongraeiarse  con  nadie,  preg\inte  a  un  aleiin'in 
l»nr  f|ué  no  le  arrebataron  más  Provincias  a  Francia, 
o  cuándo  piensan  anirpiilarla  |>ara  siempr»-. 

25  DE  FEBRfniO. — Para  los  (jue  no  (piieren  ver  y  pa- 
ra los  que  no  quieren  oír,  al  pie  de  la  letra  reproduz- 
co, sin  traducirla,  la  carta  que  un  caballero  particular 

—  376  — 


MI  DIARIO 

dirigió  ayer  al  Embajador,  desde  uno    población  del 
Estado  de  Pennsylvania: 

''Johnston,  Pa.,  Feh.  23,  1904. 
"To  the  Hon.  Minister  of  México. 

"Washington,  D.  C. 
" Honor ed  Sir: 

" Kindly  inform  your  correspondent  whether 
"  or  not  Mr.  Edmundo  J.  Plaza,  formerly  fourth 
''  Secretary  at  Washington,  is  now  located  at 
"  Tokyo  or  YokoJiama. 

"  Hoping  that  üncle  Sam,  THE  NEW  LAND 
''  THIEF  ivill  not  soon  BOTHER  (1)  the  home 
"  of  Porfirio  Díaz, 

"  1  remain, 
"  Yery  respectfully, 
(firmado)  "Duncan  McCrcady 
''No.  332,  Walnut  Street." 

28  DE  FEBRERO. — ¡  Vava  !•  sólo  ésta  les  faltaba  a  los 
señores  yanquis.  .  . 

"The  New  York  Herald", — con  una  libertad  de 
lenguaje  que  para  nuestros  países  quisiera, — con  gran- 
des grabados  publicó  hace  ocho  días  la  noticia  de  que 
en  una  porción  de  Estados  del  Far  West,  se  trata  a  los 
peones  de  labranza  ni  más  ni  menos  que  como  a  los  de 
nuestras  "haciendas",  o  peor  si  cabe, — y  ya  cabe  po- 
co,— a  punta  de  látigo,  exacciones,  abusos,  atropellos, 
cual  si  fuesen  esclavos,  vamos  al  decir. 

En  el  número  de  hoy  del  propio  diario,  denunciase 
la  humanitaria  práctica  vigente  en  "todos  los  Estados 


(1)    Las   mayúsculas   son   por   mi   cuenta. — X.    del   A. 


—  377  — 


F.  GAMBOA 

del  Golfo",  para  habérselas  con  los  trabajadores  ne- 
gros: lo  mismito  que  antes  de  Lincoln  y  de  su  aboli- 
ción memorable,  con  mayor  crueldad  aiin,  \n\vs  se  lle- 
ga a  perseguirlos  "a  tiros  y  con  traillas  de  perros  bra- 
vos",— después  de  arrasarles  casas  y  heredades, — 
cuando  ])or  lo  brutal  de  los  castigos  corporales  huyen 
a  las  selvas.  . .  Diz  que  va  a  intentarse  una  campaña 
por  la  prensa  y  el  Congreso,  contra  hábitos  tan  filan- 
trópicos y  civilizados.  Pero  a  mí  ya  no  me  la  ptgaii ; 
igual  ofrecieron  a  raíz  de  la  azotaina  a  aquella  seño- 
rita de  Georgia  (blanca,  por  más  s^Mlas,)  y  ésta  es  la 
hora  vn  (\\u'  nada  so  ha  hecho:  o]  horrendo  crimen  pa- 
S(j  al  olvido,  y  tutti  contcnti.  .  . 

Huelga,  pues,  que  a  sí  mismo  w  llamr  «'ste  país  la 
tierra  do  Promisión,  de  la  Justicia  y  del  Derecho. 

¡  Mienten  los  (pie  tal  cosa  afirman ! 

Es,  a  lo  sumo,  la  tierra  de  las  Mayúscidas.  .  .  Im- 
posturas, 

7  DE  MARZO. — Tarde  anoche,  terminé  la  lectura  de 
"L(aves  of  Grasx"  de  Walt  Witman,  y  con  día,  la 
de  sus  obras  completas. 

Salgo  aturdido,  cual  si  saliera  de  Munhaftan,  la 
Nueva  York  idolatrada  de  este  poeta  raro  y  sin  rimas, 
nebuloso,  ai>ostólico,  casi  siempre  incomprensible,  a 
menudo  enorme,  más  a  menutlo  infantil  y  trivial,  ora 
blasfemo,  ora  místico  y  cuákero,  que  con  artísticb  y 
valiente  desenfado,  con  no  escaso  talento  nuineja  y 
manosea,  descarnadamente  en  ocasiones,  grandes  ideas, 
grandes  doctrinas,  grandt^  utopías,  grand(*8  esperan- 
zas y  grandísimas  enormidades. .  . 

Prefiero  sus  obras  en  prosa,  sus  " Specimcn  Days" 

—  378  — 


MI  DIARIO 

sobre  todas,  en  que  nos  cuenta,  con  bellezas  a  puñados, 
de  su  vida  y  viajes,  de  su  infancia  y  sus  dolencias,  de 
sus  anhelos  y  vagares,  de  su  amor  entrañable  a  la  na- 
turaleza y  de  su  culto  sin  par  a  la  América,  que  él  con- 
densó y  personificó, — como  casi  todos  los  yanquis,  y 
aun  algunos  no  yanquis, — en  "Estos  Estados",  se- 
gim  amorosamente  denominó  siempre  a  los  Estados 
Unidos. . .  Y  por  cima  de  las  obras  en  prosa,  todavía 
prefiero  su  propia  vida,  ese  su  dulce  y  espontáneo  sa- 
cerdocio durante  la  cruenta  Guerra  de  Secesión,  en  la 
que  perdió  su  hermosa  fortaleza  física  de  varón  sano ; 
ese  su  altísimo  altruismo,  su  misión  femenina  casi, 
de  atender,  curar  y  "consolar"  por  campamentos, 
hospitales  y  ciudades  a  unos  ¡  ¡  ¡  100.000 ! ! !  combatien- 
tes de  uno  y  otro  bando,  surianos  y  del  Norte,  blan- 
cos y  negros ;  a  todos  los  que  sufrían,  los  que  agoniza- 
ban, los  que  habían  menester  de  arrimo,  de  palabras, 
de  agua,  de  "golosinas  y  sellos  postales",  de  ama- 
nuense para  escribir  a  las  esposas  y  los  hijos  y  los  pa- 
dres, distantes  y  acongojados  por  la  falta  de  noticias 
de  los  guerreros;  los  necesitados  de  plegarias,  de  lec- 
turas, de  que  piadosamente  les  cerraran  los  ojos  y  los 
escoltaran  hasta  el  sepulcro,  después  de  haberlos  acom- 
pañado durante  las  imperativas  amputaciones  crue- 
les, durante  las  largas  noches  insomnes  y  de  marti- 
rios de  la  carne,  durante  los  instantes  de  cobardía  pa- 
ra los  cuerpos  torturados  y  de  cobardía  para  las  al- 
mas que  se  asoman  a  los  abismos  de  la  Muerte.  .  . 
Obra  santa  e  inmensa,  que  nos  fuerza  a  respetar  y 
querer  al  vate,  sagrado  por  el  dolor  ajeno,  obra  que  to- 
ca de  luz  su  inteligente  testa  blanca  de  anciano  soña- 
dor y  socialista. 

—  379  — 


F.  GAMBOA 

Naturalmente,  no  hay  en  todos  los  EE.  UU.  un 
solo  monumento  que  en  bronce  o  mármol  perpetúe  su 
memoria  entre  este  pueblo  mercader  (jue  él  amó  en- 
trañablemente. . . 

De  muy  «lifícil  léxico  es  dueño  el  poeta,  y  sin  em- 
barco, jíooo  bregué  con  el  diccionario :  pero  la  jirolon- 
gada  b-etura  en  su  idioma,  me  ha  lastimado  cb-  euer- 
po  y  de  espíritu.  Hasta  creo  en  los  "íncubos"  y  "Sii- 
cubos"  medievales;  sí,  yo  no  postK)  el  ingb''S,  es  el  in- 
glés ({uien  me  posee  a  mí,  haeiéndome  padeeer  lo  in- 
decible con  la  tal  j>ose8Íóu,  sofocándome,  dislocándo- 
me, atenaceándome  con  sus  dure/as.  brutalitlades  y  la- 
trocinios  (¡oh,  sínd>olo  de  las  ra/as  ínie  lo  parlan!» 

El  idioma  inglés  es  mi  íncubo. 

liO  (juc  por  la  trillonésima  ocasión  me  eom|»rueba 
que  la  barrera  de  las  lengiuis  es  infraníjUi-able,  eter- 
namente infranqueable,  y  a  Dios  wan  rendidas  mil  y 
mil  gracias. 

Si  alguna  vez  realizo  mi  proyirtada  conferencia  en 
México  sol)re  ^Vhitman  y  I*oe,  por  lo  <pu'  al  primero 
mira  hablaré  es«*ncialmente  de  é-ste  su  sincero  amor 
por  la  liumanidad.  práetieo  y  gramle,  sin  teorías  ni 
idealismos,  (pie  le  dejó,  a  guisa  de  reeoinpensjt  elo- 
cuonte.  una  parálisis  incurable.  .  . 

10  m.  .M AKZo. —  En  la  ciudad  ile  Spnmjfitltl.  Kstadt» 
de  Ohio,  un  negro  asesinó  a  un  agente  ile  policía. 
Commc  de  rigucur,  se  le  aplicó  la  civilizada  ley  de 
Lynch:  fué  ahorcado  en  un  ¡wste  de  luz  eléctrica,  en 
me<lio  <le  los  aplausos  y  canibalismo  ¡HH'idiar  a  estas 
gentes,  cada  vez  que  se  hacen  justicia  por  su  mano; 

—  380  — 


MI  DIARIO 

con  asistencia  de  la  población  entera  y  universal  rego- 
cijo. 

Hasta  aquí,  la  cosa  va  mal,  ¡  indudablemente !,  pero 
habituados  ya  los  de  casa  y  los  de  fuera  al  salvaje 
procedimiento  de  estos  pseudo-cultos,  nadie  paró  ma- 
yores mientes  en  el  homicidio.  ¡  Bali !  un  negro  de 
menos  y  un  crimen  colectivo  de  más,  es  poco  para  la 
Grrran  Rrrepública,  que  tan  de  priesa  avanza  por  los 
senderos  del  Progreso.  .  .  Mas  ved  aquí  que  el  acos- 
tumbrado drama  alcanza  un  tremendo  epílogo,  un 
epílogo  espeluznante :  toda  la  parte  blanca  de  Spring- 
fielcl,  ebria  de  ivhiskey  y  sedienta  de  sangre  "de  co- 
lor", encamínase,  con  niños  a  su  cabeza,  a  INCEN- 
DIAR Y  MATAR  con  estrépito,  con  gritos  de  chaca- 
les y  aullidos  de  hienas.  .  .  Van  a  arrasar  la  íntegra 
barriada  que  habitan  los  negros;  llevan  dinamita  y 
odio  ancestral,  puñales  y  petróleo ;  nada  ni  nadie  los 
ataja,  van  ciegos  de  encono,  tambaleantes  de  afán  de 
matar  y  destruir,  convertidos,  por  ese  formidable  sal- 
to atrás,  en  los  hombres  de  las  cavernas . . . 

De  todos  los  ámbitos  de  los  EE.  UU.  ha  brotado  un 
inmenso  grito  de  espanto,  a  pesar  de  que  no  pecan  de 
asustadizos ;  en  periódicos  y.  personas  nótase  el  remor- 
dimiento, el  horror  y  la  vergüenza. 

Por  lo  cual,  no  me  meteré  en  apreciaciones  perso- 
nales, reproduciré,  mejor,  lo  que  ''The  Washington 
"Fost"  de  hoy,  publica  en  el  primer  artículo  de  fondo 
de  su  página  6 : 

"RACE  HAT  RED  IN  OH  I O 

"  Alfogether  the  most  ominons  featurc  of  the  lynch- 
"  ing  at  Spñngfield,  Ohio,  is  the  disclosure  of  deep- 
"  seated  race  prejudice  and  hatred  which  characteriz- 

—  381  — 


F,  GAMBOA 

"  ed  it.  LYNVHING  IS  IIIDEOCS  ENOIGH,  cven 
"  tu  its  ifimphst  asp(cts,  bul  uJicn  the  kiUiftg  of  the 
'^  ostiíiifible  offendcr  is  attaidcd  by  an  outburst  of 
"  murdtroKS  animosity  ogainst  ihc  cntirc  negro  co- 
"  lotii)  it  attain«  the  proportions  of  nn  uU-pcrvading 
"  calamitjf.  No  mattcr  how  copiplctdy  wc  may  con- 
'*  demn  and  nbhor  the  lawlcss  dcstruction  of  a  hu- 
"  man  Ufe,  it  is  still  possibh  to  imnginc  thr  infuria- 
"  tion  provokcd  by  soyne  particulurly  fiendish  crimc. 
"  Bui  when  this  appaUing  outburst  of  mob  violence 
"  is  follt>w«d  by  a  dfmitnstratian  of  gfncral  and  rom- 
"  prehtnsii'c  passñon  for  ma.'isai-n.  onc  stands  oghiist 
"  at  the  horror  and  the  barbarity  of  the  spectaile. 

"  Thesc  frightful  phvnonu  na  ncarly  ahvays  attrnd 
"  a  Lynching  at  the  Sorth.  Thcy  nevcr  do  at  the 
"  South.  In  Alabama  or  Mississippi,  Arkansas  or 
"Carolina,  thry  eatch  thr  culprit.  or  the  SUrrOSEJ} 
"  CL'IJ'JilT,  and  put  him  to  dcath—ofttn  IWDKH 
'•  CIliCUMSTASCES  OF  ISSVEAKABLE  UOH- 
"  JiOIi.  Itut  thcrc  the  matttr  cnds.  No  carnival  of 
"  BVTCHERY  EN  SI  ES.  No  outbreak  of  race  ha- 
"  ired  and  persecution  is  provokcd.  THE  Clil.MIN- 
"  AL  IS  EXECUTED  A  NI)  TIÍAT  IS  ALL... 
"  In  Ohio,  Indiana,  Illinois,  Kansas,  Delatcare  and 
"  othcr  Northern  States  the  lynching  is  merely  THE 
"  SI'AIih'  TIIAT  LEADS  TO  THE  EM'I.OSION. 
"  IN  AL.MOST  EVEHY  INSTANCE  THE  MOIi 
"  WHETS  ITS  AI'I'ETITE  FOR  SÍ.Al  (iHTEH 
"AND  PEVASTATION  ON  THE  IN  ¡TI  AL  SA- 
"  CIÍIFICE.  IT  IS  ONLY  TOO  I'LAIN  THAT 
'•  THE    Í.YNCHEIíS     ,^EEK    THE     E.XTEBMIN- 

"  ATios  ny  Tin:  ne<!Hí)Es?  ani>  i  se  the 

—  382  — 


MI  DIARIO 

"  LYNCHING  AS  A  PRETEXT.  THE  QVE8TI0N 
"  18  NOT  THAT  OF  PUNISHING  SOME  INDIVI- 
"  DUAL  OFFENDERf  HOWEVER  CRUELLY, 
''  BVT  OF  KILLING  EVERY  MEMBER  OF  THE 
"  RACE  WITHIN  REACH. 

"  What,  we  have  often  asked  ourselves,  can  le  the 
"  explanation  of  this  appalUng  iendency?   It  cannot 
"  le  that  the   negroes  in   Ohio  or  Pennsijlvania   are 
"  u-orse  than  the  negroes  in  Virginia  or  Texas.   It  is 
"  inconceivahle  that  Northern  people  hate   them  AS 
"  SAVAGELY  AS   THESE   DEMONSTRATIONS 
"  WOULD    SEEM  TO    IMPLY  .But   if  neither  of 
"  these  hypotheses   will  serve,  HOW   ARE  WE    TO 
''  ACCOUNT    FOR  SUCH  A  SAVAGE    AND  IN- 
''  SENSATE  FURY  AS  HAS  JUST  POSSESSED 
"  THE    WHITE    PEOPLE    OF    SPRINGFIELD, 
"  Ohio?    A    press    report,  pullished    in    yesterdaij's 
*'  afternoon   neivspapers,  says  that   practically  THE 
"  EN  TIRE  WHITE  POPULATION  WAS  IN  SYM- 
''  PATHY  WITH  THE  MOB.  Many  of  Springfield's 
"  lest  people  have  participated—the  end  is  not  yet — 
''  etc.   In  other  words,  PUBLIC  SEN  TIMEN  T  AP- 
"  PROVED    NOT    ONLY    THE    LYNCHING    OF 
"  THE  WRETCHED  NEGRO   MURDERER,  BUT 
"  ENCOURAGED  AND  PROMOTED  THE  MOVE- 
*'  MENT  AGAINST  THE  WHOLE   NEGRO  COL- 
"  ONY.    THE  REVOLVER    AND   THE    TORCH 
"  HAD  THE  SYMPATHY  OF  THE  COMMUNITY. 
-A    SLUMBERING,    BUT     BITTER,     HATRED 
"  WOKE,  AND  TOOK  THE  FORM  OF  UNIVERS- 
"  AL  MAS  SACRE  AND   IN  DISCRIMÍNATE  EX- 
"  TERMINATION. 

—  383  — 


F.  GAMBOA 

'*  Of  coursí,  thcrc  musí  he  a  rcason  for  all  thcse 
**  ghastly  and  abomiiiahlc  things.  M'v  an  told  ihat 
"  thc  negro  should  be  cducated,  and  assurcd  ihat  the 
'*  race  prohlvm,  as  thty  cali  it,  witl  reccivc  its  sol- 
"  ution  by  ihat  mcans.  The  South  is  reproachcd  and 
"  denounced  on  thc  assumption  ihui  it  docs  nof  edu- 
**  cate  sufficirntly.  Thc  North,  from  an  cminencc  of 
'*  superior  virtue  and  wisdom,  invitfs  inspuiion  and 
**  imitation  of  its  more  righicous  mcthods  and  its 
*■  finer  civiliz<ition.  But  thc  Springfifld  problcm  re- 
••  mains.    ^VIW  WILL  h'ESOLVK  IT  FOB  ISf" 

Yo  sé  quién  podría  resolverlo:  iina  coalición  d«»  na- 
ciónos qiu?  vinieran  a  eastipar  a  esta  tierra  do  civili- 
zación y  de  justicia;  pero  iiin^ma  lo  pensiirá  siquie- 
ra.  Apuesto ... 

Es  de  advertir,  qne  esta  jrran  república  en  cuyo 
s**no  se  perpetran  iniquidades  tainaña.s,  es  la  niisina 
que  puso  el  grito  en  el  cielo  ¡wr  las  nuttanzas  do  ju- 
díos en  Kusia;  la  que  llama  incivilizadas  a  "las  pc- 
({ueñas  repid)liquitas  liispanoainericanas*'  y  se  pro- 
pone ci-vi-li-zar-las  por  niotjo  análofjo.  o  pí'or, — ¡scf^ún 
sea  menester! — la  que  a  sí  misnuí  se  ha  un^fido  mode- 
lo y  depósito  y  dispensador  de  todo  lo  bueno  <pie  aca- 
ricia la  mente  humana... 

Dvtallcs  cotizables  a  un  millón  de  dólares  cada  uno, 
y  qne  el  "Iltrald"  de  Nueva  York  publicA  sin  censu- 
ra.s,  al  «lar  cuenta  de  este  horror: 

— ¡  Más  de  íloscienta»  familias  de  negros  se  han  re- 
fugiado en  los  l)os/|uos.  sin  recursos  de  ninginia  espe- 
cie, huyendo  de  la  bArhaní  perseeíición  !. . . 

—  El  pueblo  incendiario  iba  precetlido  en  «u  sinies- 
tra procesión,  por  luui  |>orci('in  d«'  Sinos  algo  alcoholi- 

—  384  — 


MI  DIARIO 

zados  y  tan  frenéticos  o  más  que  los  adultos!.  .  .  (¿Se 
imaginan  Uds.  esas  almas  infantiles  camino  del  homi- 
cidio y  del  incendio  ? .  . .  En  cambio,  hay  una  socie- 
dad en  Nueva  Jer&ey  o  Peiinsijlvania,  que  a  todo  el 
mundo  pide  dinero  para  preservar  a  los  menores  de 
"los  peligros  de  las  calles  y  del  vagar,  y  de  ser  apri- 
sionados, cuando  delinquen,  juntamente  con  los  de- 
lincuentes mayores ...'"') 

— Un  maquinista  del  "Big  Four"  (es  una  compa- 
ñía poderosa  de  ferrocarriles  que  por  ser  de  este  país 
había  de  denominarse  "grande",)  confesó  sonriente, 
QUE  HACE  DIECISEIS  AÑOS  TRATABA  DE 
QUE  LAS  CHISPAS  DE  LAS  LOCOMOTORAS  A 
SU  CARGO,  AL  COSTEAR  LOS  TERRENOS  DE 
LAS  VIVIENDAS  DE  ESTAS  FAMILIAS  NE- 
GRAS —  ¡  ¡  ¡  toda  una  colonia  ! ! !  —  INCENDIARAN 
LOS  TECHOS  DE  LAS  CASAS  Y  A  SUS  MORA- 
DORES. .  .  (Nadie  piensa  en  que  esta  fiera  que  pre- 
medita por  tanto  año  un  crimen  horrible,  vaya  a  pre- 
sidio;  ¿quién  podrá  decir  si  no  irá  mejor  a  una  curul 
o  a  la  mismísima  presidencia  ? .  . . ) 

— Las  compañías  de  seguros,  "han  declarado  por 
medio  de  sus  patronos  jurídicos",  que  no  pagarán  un 
centavo  a  los  fugitivos  propietarios  de  las  viviendas 
incendiadas,  por  no  ser  "exigible  el  seguro." 

— Los  dueños  de  tiendas  y  almacenes  colindantes 
con  las  casas  arrasadas,  anuncian  que  comprarán  esos 
terrenos  y  en  ellos  levantarán  "anexos"  bellísimos  y 
modernos,  a  sus  establecimientos  mercantiles.  . ,  ¡  ¡¡la 
comunidad  se  regocija  por  estas  mejoras  materia- 
les!!!. . . 

Leí  hace  poco  en  un  periódico  de  México  (ministe- 

—  385  — 

2S 


F.  GAMBOA 

rial),  que  Justo  Sierra,  en  su  carácter  de  Subsecreta- 
rio de  la  Instiiicción  i)úbliea,  había  pedido  quién  sa- 
be cuántos  miles  de  ejemplares  de  la  obra, — notable 
por  otra  parte, — del  profesor  negro  Booker  T.  Wash- 
ington, que  se  intitula  "De  esclavo  a  Preceptor", 
con  el  objeto  de  declararla  lectura  de  texto, — supon- 
go que  traducida  al  castellano, — en  nuestras  escuelas 
de  primeras  letras,  y  que  aprendieran  nuestros  ]>ár\ni- 
los, — ¡el  porvenir  de  la  patria! — ciuno  se  j»racti(  aii  la 
igualdad  y  la  democracia  en  un  pueblo  libre.  .  .  Y  la 
cosa  me  i)areci6  laudable. 

Pero  para  (pie  qued»'  completa,  habrá  (pie  añadir 
un  libro  II.  por  el  (^stilo  de  las  parrafadas  que  ante- 
ceden. (|ue  püii^'a  la  verdad  en  su  lugar,  y  desengañar 
a  nuesti'os  entusiastas  i/í//í A- «'/' /"•">'  que  .se  j)asman  eon 
estos  individuos,  |>()r  lo  b^jos  que  les  resultan  a  pesar 
de  la  diai'ia  eoiiiuiiieaei('>n  de  las  vías  férreas,  y  en.se- 
ñar  a  nuestros  j)árvulos,  (pie  a(pií,  como  en  euabpiiera 
otra  parte  en  que  se  padece  de  la  misma  enfermedad, 
hay  un  odio  de  ra/a.  inextinguible,  contra  los  negros; 
que  los  Hooker  T.  Wasliington  son  la  exeepci('>n,  y  los 
ajusticiados  en  la  hoguera,  en  la  horca,  en  las  calles, 
en  sus  ea.síus.  .  .  a  ciencia  y  paciencia  de  las  autorida- 
des, de  la  policía  y  del  ¡¡¡Capitolio!!!  ("la  mayor  al- 
tura americana"),  la  regla  general.  Por  un  Koo.se- 
velt  (pie  invita  a  su  mesa  y  jirotegc  abiertamente  (sus 
enemigos  y  opositores  aseguran  (pie  también  jmr  ga- 
narse en  las  próximas  elecciones  presidenciales  los 
¡O.OOO.fKX)!  de  votos  (pie  forman  la  p()blaci('>n  "de  co- 
lor" de  los  Estados  luidos, )  a  un  Hooker  T.  Wash- 
ington, hay  en  toda  In  Unión  miles  y  miles  de  cadáve- 
res de  pobres  negros   ignorados,  muertos  a  manos  de 

—  3«6  — 


MI  DIARIO 

estos  blancos  que  están  siendo  la  admiración  del  uni- 
verso, y  que  han  sido,  son  y  serán  los  implacables 
enemigos  de  cuanto  no  es  ellos  mismos,  y  de  México, 
por  cercano  y  codiciable,  más  particularmente.  .  . 

12  DE  MARZO. — Como  de  una  cruel  pesadilla  delicio- 
samente artística,  que  me  hubiese  durado  por  tres  no- 
ches consecutivas,  salgo  de  la  lectura  de  las  "Confe- 
siones de  un  inglés  comedor  de  opio",  por  Th.  de 
Quincey . . .  ¡  Con  razón  soñó  lo  que  soñó,  sobre  que 
llegó  a  apurar,  por  varios  días  ¡  ¡  ¡  ocho  mil  gotas  de 
láudano,  o  sean  seis  vasos  ordinarios !!!...  Y  vivió 
75  años,  fué  casado,  padre  de  familia. . . 

Encantadora  la  descripción  de  su  " cottage",  que 
habitó  después  de  Wadsworth ;  soberanas  sus  visiones 
asiáticas;  espeluznantes  las  de  los  cocodrilos  y  demás 
monstruos ;  ¡  formidable  el  libro  entero  !  ¿  Peligroso  ?... 
¡puede  que  sí!  Altamente  dramático  al  narrar  su  mí- 
sero vivir  abandonado,  por  Londres ;  dulcísima,  la  his- 
toria de  sus  castos  amores  con  Ana  la  tísica,  la  pros- 
tituta de  dieciséis  o  dieciocho  años  que  lo  salva  de  la 
inanición;  historia  que  tan  bien  comenta  Paul  Bour- 
get  en  sus  "Estudios  y  Retratos'',  capítulo  de  "Los 
lagos  ingleses."  Soberbio  de  soberbia  británica, — ¡la 
mayor  soberbia  de  las  soberbias! — al  enumerar  las 
causas  en  que  funda  su  profundísimo  desprecio,  y  ho- 
rror, por  los  chinos. . , 

15  DE  MARZO. — Comenzada,  anoche,  al  acostarme, — 
única  hora  en  que  puedo  leer, — la  lectura  de  las  obras 
completas  de  Edgard  Alian  Poe ;  seis  gruesos  volúme- 
nes que  me  ocuparán  qué  sé  yo  cuántas  noches.  .  . 

—  387  — 


F.  GAMBOA 

18  DE  MARZO. — Estupenda  la  gratuita  v  elocuente 
contribución  con  que  el  '^Washinrjion  Post"  de  ayer, 
nu'  ol)st'(|uia  en  uno  de  sus  artículos  de  fondo, — páf». 
6,  columna  2a.. — (jue  se  intitula:  **Rcspcct  for  Law 
and  Ordcr." 

Substancialmente  (que  los  curiosos  acudan  a  la 
fuente,  para  eso  determino  el  nombre  del  periódico  y 
su  fecha,  etc.),  es  uiui  respuesta  a  esta  tremenda  ])re- 
giHita  formulada  i)<)r  "Thr  linston  Ilfrahl",  después 
de  consignar  el  heelio  de  que  las  matanzas  de  judíos 
en  Kishenef  lian  alean/ado  ya  en  Rusia  la  única  so- 
lución civilizada  y  ju.stici»'ra  ;  sus  autores  e  instigailo- 
res  fueron  di*scubiertos,  juzgados  y  condenados,  y  co- 
mo los  Estados  ruidos  tanto  gritaron  contra  ellas  y 
hasta  anunciaron  (pie  iban  "a  protestar  oficialmente", 
por  humanidad  (?),  dice: 

"  WILL  THE  pnTJCE  AND  rOT'RTS  OK 
■  SPHINfJFlKLl),  ollio.  DO  AS  Mrcil?  THK 
"  INSTANTES  WHEX  AMERICAN  MOBS  OR- 
"  OAMZEI)  FOR  RIOT  AND  .MCROEH  CARRV 
**  Ol'T  TllEIR  rNLAWFl'L  PlIíPOSH  WITIl 
•*  COMPLETE  IMMXTNITY  KROM  PrNISH- 
••  MENT  ARE  FREQl'ENT.  MFST  AMERICA 
"  YIELI)  T(>  RCSSIA  IN  RESPKCT  F<)K  L.WV 
•♦AND  ORDERT" 

Y  el  •'  \\'ashinf¡tnn  l'ost"  conte.sta  «pie  nu  <'s  lo  mis- 
mo una  democracia,  como  la  de  los  Estados  Cuidos, 
que  una  autocracia  como  la  d«>  Rusia ;  que  aqui,  cada 
Estado  es  soberano  y  s«'  iiuuida  según  le  pega  la  gana, 
y  fpie  los  yerros. — ¡grandísimos  en  oca-siones! — «pie 
cometen  los  component<»H  de  la  Unión,  no  dañan  a  la 
Cnióu  cutera,  atento  el  hecho  de  que  •cmejunte  unión 

—  388  — 


MI  DIARIO 

es  la  de  ciudadanos  libres  que  a  sí  mismos  se  gobier- 
nan, aunque  sujetos  a  un  pacto  que  para  ciertas  cosas 
los  liga  a  todos.  Que  en  Rusia,  el  dispensador  de  jus- 
ticias e  injusticias,  de  premios  y  castigos,  de  obliga- 
ciones y  derechos,  es  sólo  un  hombre  (aquí,  varias  pe- 
sadeces en  contra  del  pobre  de  Nicolás  II),  más  suje- 
to a  errar  en  lo  que  a  sus  subditos  se  refiere,  que  en  lo 
que  se  refiere  a  naciones  extrañas.  .  . 

.  . .  Qué  sé  yo  cuánto  más ;  un  chorro  de  lugares  co- 
munes, del  que  se  desprenderían,  más  bien,  las  excelen- 
cias de  un  régimen  autocrático,  supuesto  que  bajo  su 
yugo,  matanzas  como  las  de  Kishinef  se  reprimen  o 
castigan,  y  las  que  aquí  a  diario  se  perpetran  quedan 
impunes  a  pesar  de  la  sacrosanta  Democracia.  .  . 

....  Luego,  las  promesas  de  siempre :  que  andando 
los  años  vendrá  el  mejoramiento  y  el  perfeccionismo 
absoluto ;  que  éste  es  el  mejor  mundo  de  los  mundos 
posibles,  con  defectos  y  todo,  y  que,  etc.,  etc. ;  los  kiñes 
con  que  estos  individuos  vociferan  la  egolatría  incu- 
rable de  que  padecen. 

Y  concluye  con  las  siguientes  confesiones, — ¡  precio- 
sas por  mil  títulos! — que  ojalá  sean  leídas  y  releídas 
y  aprendidas  de  coro  por  los  innúmeros  ' '  yankófilos ' ' 
de  nuestra  Hispanoamérica: 

.  "  ...  There  is  nothing  to  be  gained  by  denying 
*'  OUR  SHORTCOMIXGS.  We  are  WOEFULLY 
"  and  SHAMEFULLY  deficient  in  the  administrat- 
''  ion  of  our  criminal  laws.  The  deficiency  is  not  con- 
"  fined  to  the  HORRID  CRIMES  OF  'MOBS  OR- 
"  GANIZED  FOR  RIOT  AND  MURDER',  MANY 
".AND  GREAT  AND  INFAMOUS  as  they  are.  The 
".  trouble  extends  to  other    murders  and  to  less   ser- 

—  389  — 


F.  GAMBOA 

"  ious  crimes.  Oiir  record  in  this  respect — our  aggre- 
"  pato  of  UXPT'NISIIED  CRniE— ¡  ¡;  ¡¡  ¡EXCELS 
"  TIIAT  OF  ANV  OTHEK  CIVILIZED  XATION 
"  ON  THE  GLOBE"! !!!!!... 

f'onq\iP,  qut'da  declarado,  y  por  el  perii'idico  capi- 
talino que  se  precia  de  inspirarse  y  reflejar  la  infor- 
mación y  la  verdad  oficial,  que  este  país, — no  obstante 
(pie  fl  artiiMilista  despu«''s  <1«'  sn  confesión  apretra :  ser 
extraordinario  (jue  contra  lo  (pie  era  de  esperar,  dados 
semejantes  antecedentes  y  radicales  vicios,  vaya  esta 
nación  a  la  cabeza  del  universo  en  iinlustria,  comer- 
cio, agricultura,  etc.,  etc.,  etc.. — (pieda  declarado,  re- 
pito, que  el  total  de  CRÍMENES  IMPUNES  en  los 
Estados  Unidos,  ¡¡¡EXCEDE  AL  DE  UUALQUÍE- 
RA  OTRA  NACIÓN  CIVILIZADA  DEL  CLO- 
BO ! ! ! . 

¡De8pu»-.s  de  esto,  el  caos! 

19  DK  M.vRzo. — ¡Sentimentalismo?...  bien  puede 
ser. 

Por  .sctíunda  vez  voy  esta  tarde  en  tranvía  basta 
Anacostia,  del  otro  lado  del  Potómac,  el  bumilde  ba- 
rrio de  los  menesterosas  de  Wásbinpton.  Estas  ba- 
rriadas de  las  grandes  cijidades,  en  las  (pie  s<»  refu- 
gian los  jmbres  francos  y  los  |>obre8  vergonzantes, — 
¡más  pol)res  éstos  (pie  aqiK'llos! — siempre  me  han 
atraído;  ¡ve  uno  tantas  caras  raras  y  adivina  tantos 
calvarios  de  almas  y  de  cueri>os!.  .  . 

Entre  los  chi(piillos  que  juguetean  libremente  j>or 
el  arroyo  de  las  calles,  a  pesar  de  que  continúa  el  frío 
de  este  invierno  prolongadísimo  y  excepcional,  que  co- 
mienza a  extinguirse,  domina,  como  en  muchas  par- 

—  390  — 


MI  DIARIO 

tes  de  los  Estados  Unidos,  el  tipo  italiano,  bello,  bello, 
eternamente  bello. 

Los  italianos  son  ''los  garañones"  modernos,  los 
generadores  de  las  buenas  razas;  están  poblando  el 
Nuevo  Mundo, — Estados  Unidos  y  Argentina, — y 
quizá  parte  del  Viejo.  Son  inagotables,  sucios,  igno- 
rantes, viciosos;  se  alardea  de  despreciarlos  como  in- 
migrantes, y  ellos  se  vengan  inyectando  sangre  latina 
en  hembras  fecundas,  engendrando  rapaces  escultóri- 
cos, hermosos,  fuertes,  que  allá  van  ¡a  todas  las  con- 
quistas !  con  el  indeleble  sello  de  su  eugeneia  inmortal, 
mal  que  pese  a  los  sajones  y  a  los  adoradores  de  los 
sajones. 

24  DE  MARZO. — Aviso  telegráfico,  de  México,  de  que 
mi  hermano  José  María  y  mi  sobrino  José  Joaquín  se 
hallan  en  camino  de  Nueva  York. 

El  solo  aviso  me  mejora  de  mis  achaques  neurasté- 
nicos. 

25  DE  MARZO. — A  Nueva  York,  a  esperar  a  mi  her- 
mano y  a  mi  sobrino. 

28  DE  MARZO. — Regreso  de  Nueva  York,  saboreando 
el  dulcísimo  dejo  de  la  charla  íntima  con  Pepe  y  su 
hijo ;  ordenando  todo  lo  oído  y  todo  lo  comentado  en 
este  par  de  días,  en  que  ellos  y  yo  hemos  padecido  de 
aguda  hemorragia  de  ideas  y  caricias .  .  . 

Destruyo  el  tedio  de  las  seis  horas  mortales  del  ca- 
mino de  hierro,  con  la  lectura  del  libro  de  un  argen- 
tino, Bunge,  que  se  intitula  "Nuestra  América", 
acerca  del  cual  no  es  difícil  que  hable  yo  en  estas  pá- 

—  391  — 


F.  GAMBOA 

ginas,  pues    ilipútola  de  obra    falsa  y  honrada,    más 
honrada  que  falsa. 

:íO  DE  MARZO. — ¡  Ah,  las  revelaciones  de  las  grandes 
ciudades!  No  he  podido  olvidarme  tle  lo  que  en  Nue- 
va York  me  dijo,  casualmente,  persona  bien  informa- 
da, de  cuya  veracidad  no  puedo  dudar,  algo  extraor- 
dinario y  poco  conocido  de  los  mexicanos;  una  pre- 
gunta formidable,  cuya  respuesta  no  seré  yo  (piien  a 
darla  se  atreva,  pero  cuyos  términos, — en  sus  dos  su- 
puestos posibles. — sí  quiero  hacer  del  dominio  públi- 
co, por  lo  que  nacionalmente  nos  importa  (pie  la  ver- 
dad se  esclarezca,  cuando  estas  ¡mbres  hojas  vean  la 
luz. 

Tratas*'  de  averiguar  el  paradero  de  lo  que  don  Se- 
bastián Lerdo  de  Tejada,  durante  sus  seis  o  siete  años 
de  destierro  voluntario  en  Niicva  York,  se  supone 
que  dejó  escrito  para  la  i>o.stcridad.  !)<•  «pie  algo  es- 
cribió, no  cabe  la  menor  duda ;  testigos  hay  «jue  ma- 
terialmente lo  vieron.  es<'ribir  con  tesón  nmnifiesto.  Su 
ayu<la  de  cámara,  (pie  con  él  compartió  el  destierro, 
añrma  el  propio  hecho:  ¡el  señor  Lerdo  escribía  a 
diario! 

Cuando  v\  s«»ñor  Lerdo  pagi'i  en  tierra  extraña  su 
tributo  corporal  a  la  naturaleza,  A  entonci'S.  y  ahora 
toilavÍH,  Cónsul  fJeneral  de  México  en  Ntieva  York, 
doet<»r  «Ion  Juan  N.  Navarro,  en  el  ejercicio  de  s\ih 
atribuciones  oficiabas,  s(>  incautó  de  t04lo  lo  que  deja- 
ba »'l  ilustre  difunto  ".«m'h  (urotttrnr  ni  nstitmis  rlr  ma- 
lí H.irnlos,  de  memorias,  autobiografía,  historia  o  cosa 
A'jiiejante. '*  Y  de  lo  que  haya  afírniado  don  Juan  N. 
Navarro  no  putnle  dudarse,  pues  su  honorabilidad  se 

—  392  — 


MI  DIARIO 

halla  por  encima  de  discusión  y  de  duda.  ¿  Qué  se  hi- 
cieron, pues,  esos  papeles  ? . . . 

A  poco  de  la  muerte  del  señor  Lerdo,  su  camarista 
superviviente  fué  a  México,  "en  donde,  según  ha  di- 
cho, se  le  ofrecieron  algunos  empleos  modestos  que  a 
él  no  le  convino  aceptar'',  y  regresó  a  estos  Estados 
Unidos,  en  los  que  vive,  casado  y  no  en  la  abundan- 
cia. . . 

Lo  que  me  dice,  al  llegar  aquí,  la  persona  que  me  ha , 
ministrado  lo  que  antecede :  una  de  dos,  o  los  manus- 
critos fueron  entregados  por  el  camarista, — único  en 
el  mundo  (dentro  del  más  estrecho  cálculo  de  proba- 
bilidades,) que  sabiendo  su  existencia  y  su  especial 
importancia  puede  haberse  adueñado  de  ellos,  al  Go- 
bierno, de  manera  absolutamente  secreta,  o  los  entre- 
gó, también  bajo  el  mayor  sigilo,  al  señor  don  Ángel 
Lerdo  de  Tejada  que  fué  el  principal  de  los  herederos 
de  su  hermano  don  Sebastián . . . 

-En  el  primer  caso,  el  camarista  es  un  camarista  in- 
fiel, es  decir,  común  y  corriente,  ni  peor  lii  mejor  que 
los  millones  y  millones  de  camaristas  que  andan  por 
el  mundo ;  en  el  segundo,  es  un  hombre  de  excepcional 
fidelidad,  que  merece  por  su  raro  comportamiento  los 
respetos  de  cuantos  conozcan  el  hecho ! 

Mas  en  uno  u  otro  caso,  [.  en  dónde  están  los  manus- 
critos ? .  .  . 

Téngalos  el  Gobierno  de  la  República,  o  el  señor 
don  Ángel  Lerdo  de  Tejada,  a  ninguno  do  los  dos  per- 
tenecen, pertenecen  al  país  a  que  el  autor  los  destinó ; 
y  lo  mismo  el  señor  don  Ángel  Lerdo  que  el  Gobierno, 
tenían,  en  conciencia,  la  obligación  de  restituirlos  a  su 
legítimo  dueño. 

—  393  — 


F.  GAMBOA 

9  DE  ABRIL. — Se  necesita  haber  salido  con  bien  de 
uno  de  estos  in\'iernos  implacables  y  prolonpados  de 
los  Estados  Unidos;  de  uno  tan  excepcionalmcnto  cru- 
do como  el  que  acaba  de  extinguirse — sin  ejemplo  en 
¡35  años!  según  las  estadísticas  de  la  prensa — para 
gozar  y  sentir,  como  yo  he  pozado  y  sentido  con  los 
primeros  brotes  de  las  matas  y  de  los  árboles,  del  cés- 
ped de  los  parques  y  de  las  llores  de  las  plantas,  que, 
diríase,  alguien  las  colocó  anoclie,  con  la  mano,  para 
dar  hoy  la  sorpresa.  Pálpa.se  entonces  que,  de  veras, 
la  primavera  es  la  resurrección,  la  viila  (pie  torna  en- 
galanada y  sonriente. 

¡  Es  bello  y  es  grande  vivir ! 

11  i>E  .MiKiL. — Una  buena  noticia:  ayer  <piitaron  a 
mi  perro  "Potómac",  en  plena  calle  de  esta  culta  ciu- 
dad-capital del  ¡)aís  más  culto  de  la  tierra,  el  eoUar 
que.  con  candatlo,  portaba  al  cuello.  La  noticia  me 
parece  buena  por  lo  que  equipara  mi  ciudad  de  Mé- 
xico a  «'«sta,  no  mía,  ciudad  de  Wásliington.  ¿l^ue  allá 
hay  muchos  rateros?.  .  .  ¡Pues  aeá  In  inisiiiu»  \  a  ma- 
no, mundo! 

16  DK  AKRiii. — Así  haliía  querido  eonocerla  y  visi- 
tarla, i)or  Borpresa.  Vagando  por  laa  calles  n  la  buena 
de  Dios,  como  casi  todas  las  tardes  vago  después  de 
la  oñcina,  con  mi  mujer  y  con  mi  hijo ;  y  nu'is  e.stas  tar- 
des en  que  la  primavera,  nn'ién  nacida  aún,  convier- 
te nuestro  vagar  en  una  callada  fiesta  admirativa  pa- 
ra nuestros  cuerpos  friolentos  de  tropicales  y  para 
nuestros  tristes  mirares  de  desterrados,  de  repente 
nos  hallamos  en  la  " Mount  Vcrnon  Square",  en  cu- 

-  394  — 


311  DIARIO 

yo  centro    se  alza,  simpático  y  noble,  el   monumento 
nuevo  de  alba  cantería.  .  . 

— ¿Qué  edificio  es  ése? — le  pregunto  a  un  chico 
que  conduce  de  la  mano  su  bicicleta,  mientras  con  la 
otra  engulle,  a  dentelladas  casi  feroces  de  puro  infan- 
tiles, una  manzana  madura  y  mora  que  lo  empapa  de 
jugo  en  los  labios  sanguíneos. 

— La  biblioteca  pública ...  la  que  regaló  a  Wash- 
ington Andrew  Carnegie .  . . 

Y  no  aguarda  mis  agradecimientos — aquí  no  se  fin- 
gen esas  cosas  como  entre  nosotros, — arrea  su  máqui- 
na y  le  pega  nueva  dentellada  a  su  poma. 

Nosotros  penetramos  al  establecimiento  que  a  sí 
mismo  se  intitula: 

"A  UNIVERSITY  FOR  THE  PEOPLE" 

Eso  es,  en  efecto,  una  universidad  para  el  pueblo, 
majestuosa,  de  poco  más  de  un  año  de  edad  y  poco 
más  de  100,000  volúmenes  a  ella  donados  por  particu- 
lares, empresas  periodísticas,  casas  editoras,  oficinas 
del  gobierno,  etc.,  etc. ;  con  dos  novedades  a  cual  me- 
jor: la  una,  que  puede  uno  sacar  libros  y  llevárselos 
a  su  casa,  previos  determinados  requisitos,  y  la  otra,. 
que  existe  en  su  seno  un  amplísimo  departamento  con- 
sagrado sólo  a  los  niños,  subdividido  en  dos :  el  prime- 
ro para  párvulos,  y  el  segundo  para  niños  más  creci- 
dos, ¡  hasta  de  16  años ! . . . 

Resulta  tierno  ver  tanta  cabecita  rubia  que  con- 
templa estampas,  o  deletrea,  o  lee  ya  de  corrido,  incli- 
nadas sobre  mesas  pequeñas ...  los  asientos  son  tam- 
bién bajos,  y  las  estanterías.  .  .  Las  vigilantes  y  encar- 
gadas son  todas  mujeres,  que  hasta  sonríen  frente  a 

—  395  — 


F.  GAMBOA 

esta  especie  de  juego  sublime:  que  la  niñez  cobre 
amor  a  la  lectura.  .  . 

¡  Vi  dos  chiquillas  negras ! .  .  . 

En  cuanto  se  enteran  de  que  soy  extranjero,  me  su- 
ministran cuantos  datos  solicito,  me  obscíjuian  con  un 
álbum  tic  vistas  dvl  edifício,  me  ofrecen  entrevistas  con 
los  directores  para  que  me  enteren  ampliamente,  se 
excusan  de  que  en  el  piso  superior  estén  aliora  en  re- 
paraciones (|ue  me  impiden  contemplar  el  gran  salón 
de  conferencias,  me  ruegan  (|ue  vuelva,  cuando  gus- 
te..  . 

¡Pues  ya  lo  creo  (pie  volveré,  y  iiuichísimas  veces! 

El  caballero  escocés,  Andrew  C'arnegie,  (pie  en  los 
EE.  W.  enriqueció,  lleva  regalados  al  universo  para 
obras  de  esta  índole, — es  su  esju-eialidad.  las  bil)l¡()te- 
cas, — y  para  las  (pie  tienden  a  eoiis(>rvar  la  pn/  uni- 
versal, la  friolera  de  ¡¡¡ciento  y  tantos  millones  de 
dólares!!!  lia  licclio  púMiiTi.  iidciiiás.  isla  dii-lnra- 
cion : 

— ••¡¡¡KL  RICO  (¿rr:  .Mri:i;i-:    uno.  miiíki-: 

DESIIONHADO!!!  • 

i  Qué  le  costaría  al  señor  Carnegic  asomarse  por 
México  y  dejarnos  un  recuerdo  de  estos?.  .  . 

Fuera  de  honrosísimas  y  contadísimas  exce|)ciones, 
según  la  teoría  de  Carnegic,  ¿cómo  debíanos  declarar 
(pie  mueren  nuestros  ricos,  nuestros  pobren  ricos t 
¡  honrados. . . T 

.'iO  HK  ABRIL. — En  la  (a.sa  I  Manca,  a  prewnciar  la 
apertura  de  la  Exposición  de  St.Louis,  (pie  desde  aquí 
abre  Roosevelt  oprimiendo  un  botón  eléctrico  delante 
de  Ion  representantes   do  casi  todas  las    Potencias. .  . 


306 


MI  DIARIO 

Ni  asientos  para  las  damas  ni  atenciones  para  los 
hombres:  un  discurso  presidencial,  himno  yanqui, 
veintiiin  cañonazos,  y  que  Uds.  la  pasen...  ¡como 
puedan ! 

1.°  DE  MAYO. — Leyendo  un  estudio  médico-psicoló- 
gico del  doctor  francés  Gastón  Lougue,  sobre  Teodo- 
ro Mikailovith  Dostoievski,  al  concluir  la  lectura  del 
voluminoso  '^Journal  d'un  Ecrivain",  del  eslavo  ad- 
mirable, me  encuentro  con  que,  en  ruso,  a  nuestra 
nana  se  la  llama  nmnia. 

Van  dos  semejanzas  entre  ambos  idiomas:  el  otro 
día,  Caracho,  hoy,  niania. 

También  me  entera  este  "estudio"  de  que,  por  mi- 
seria, Dostoievski  jugó  en  Baden-Baden,  hasta  las 
enaguas  de  su  segunda  esposa .  .  . 

Mi  sobrino  Pepe,  que  desde  hace  cosa  de  un  mes  se 
encuentra  conmigo,  me  lee  esta  noche,  su  nuevo  dra- 
ma ' '  El  hogar  " ;  un  drama  que,  o  mucho  me  engaño, 
o  ha  de  ser  su  mejor  obra  y  una  de  las  pocas  buenas 
y  artísticas  de  nuestro  raquítico  teatro  nacional.  Tie- 
ne un  final  soberano,  a  la  Ibsen. 

4  DE  ^lAYO. — ¡  Tres  años  hace  hoy  de  mi  noche  me- 
morable ! .  .  .  Realízase  la  predicción  del  señor  Ma- 
riscal : 

— '^  Cuando  todos  se  hayan  olvidado  del  suceso, 
' '  Ud.  continuará  recordándolo ;  y  eso  será  a  la  vez 
' '  el  castigo  y  el  remedio ! . . .  " 

5  DE  MAYO. — Otro  aniversario:  Hoy  hace  doce 
años  que  di  principio  a  este  diario,  que,  sólo  la  muer- 


397 


F.  GAMBOA 

te  o  alguna  enfermeilad  (jue  materialmente  me  impi- 
diese escribir,  truncará  ya... 

8  DE  MAYO. — Al  escuchar  en  la  misa  cantada  a  (jue 
asisto  en  el  templo  católico  de  San  Mateo,  con  ijué  »'n- 
touaeioues  gloriosas  se  esparcen  por  la  anchura  de  las 
naves  y  de  las  bóvedas  los  cantos  sacerdotales  en  la- 
tín, que  las  voces  del  coro,  acompañadas  por  al  órga- 
no, contestan  en  el  propio  idioma ;  idioma  y  cantos 
que  han  sobrevivido  al  tiempo  y  a  los  odios  y  a  las 
persecuciones  y  a  las  vicisitudes,  pienso  en  que,  de  ve- 
ras, existen  las  razas  inmortales  e  imborrables,  las  ra- 
zas (pie  perduran  por  la  lengua  y  por  el  alma  ¡  por  el 
alma  sobre  todo ! . . . 

La  raza  latina  es  eterna,  y  la  religión  católica, — 
¡que  es  coraza  y  su  custodia! — también   es   eterna: 

— a  ¡I*  ir  omnia  simula  sinculorumU! . . . 

Así  lo  cantan,  a  los  tantos  siglos,  las'voces  sajonas; 
así  lo  comprueban  en  este  instante,  Francia  e  Italia, 
dándase  a  la  faz  del  universo  el  s;icrosanto  ósculo  de 
la  reconciliación  y  de  la  conciencia  de  su  espíritu  im- 
perecedero. 

9  DE  M.vYO. — Me  llega  de  México. — di^pués  de  una 
larga  e  injustifica<la  interruj>eión  de  varios  meses, — 
el  número  de  la  "Kevista  Moderna",  corresiíondiente 
al  mes  de  abril.  Ya  ostenta  la  forma  de  " imujazinc" 
de  los  Estados  l'nidos,  es  decir,  ya  perdió  su  fisono- 
mía propia  y  en  cambio  lia  adcpiirido  la  de  imitación 
torpe.  I'cro  luce  algo  peor,  un  título  ípie  jamás  se  ha 
aplicado  a  liti'ratos  ni  a  letras:  Jesús  Irueta,  que  an- 
tes figuraba  de  jefe  do  la  redacción,  ha  sido  ascendi- 

—  398  — 


MI  DIARIO 

do  ¿a  qué?... — preguntarán  Uds., — pues  nada  me- 
nos que  a  "¡¡¡CONSULTOR  LITERARIO  Y  AR- 
TÍSTICO"!!!.. . 

Con  canibalesea  complacencia,  algunos  diarios  de 
México  ("El  Mundo",  "El  Imparcial",  "El  Popu- 
lar", etc.,)  vienen  llenos  de  copia  de  detalles  y  de 
grabados  bárbaros,  a  propósito  del  fusilamiento  de  un 
soldado,  efectuado  hace  poco  en  nuestra  culta  ( ?) 
capital. . . 

No  sólo  no  se  censura  la  aplicación  de  la  incalifica- 
ble pena  de  muerte  ¡  nó !  sino  que  por  sacar  más  mi- 
serables cuartos,  se  halagan  los  malos  instintos  de  los 
muchos  que  todavía  en  muchas  partes  tienen  de  orácu- 
lo a  los  periódicos. .  .  hasta  los  últimos  pormenores, 
los  gestos  del  ajusticiado  (  !),  las  lágrimas  de  su  fa- 
milia, los  instantes  postrimeros,  etc.,  etc. .  . .  Una  de- 
lectación sanguinaria  y  hienesca,  de  periodistas  (???) 
sin  pizca  de  sentido  moral,  acariciando  la  parte  rudi- 
mentaria de  un  pobre  pueblo  que,  quizás,  podría 
aprender  a  mirar  hacia  arriba.  .  . 

11  DE  MAYO. — ¡Qué  contraste! 

Una  revista  que  se  publica  en  castellano,  en  Pa- 
rís, dice : 

"  MÉXICO. — Contra  el  idioma  nacional. — A  juz- 
"  gar  por  la  aseveración  de  un  colega,  el  ministerio 
"  de  instrucción  pública  de  la  Federación  pretende 
"  que  los  alumnos  procedentes  de  colegios  ingleses 
"  sean  examinados  en  su  idioma  para  ingresar  en  los 
"  colegios  mexicanos. 

"  Es  elemental  que  en  cualquier  país  se  observe  de 

—  399  — 


/'.  GAMBOA 

"  prefen'iieia  su  propio  idioma;  ya  por  imposición  o 
"  como  una  necesidad  derivada  del  derecho  de  i)ropia 
"  subsistencia. 

"De  cual<iuier  modo,  el  idioma  de  una  nación  es  de 
"  carácter  oficial.  Los  exámenes,  entretanto  estén  su- 
"  jetos-  al  régimen  de  autoridad  los  e.stablecimientos 
"  de  enseñanza,  son  evidentemente  también  actos  ofi- 
"  cíales. 

**  Aparte  de  las  dificultades  que  tendría  la  necesi- 
*'  da<l  de  (|ue  los  profesores  de  distintas  materias  fue- 
"  sen  nativos  ingleses  o  norteamericanos,  para  con 
"  má-s  pureza  poseer  el  idionuí,  constituirá  esa  medi- 
"  da  un  rtapraiite  atentado  contra  el  iilioma  propio. 

"  SKillKNDO  ASI  Y  HACIENDO  DEíSAPA- 
"  RECER  GRADUALMENTE  LOS  GRANDES 
"DISTINTIVOS  DE  LA  NACIONALID.M).  NO 
"  SERIA  EXTRAÑO  t^l'E  HASTA  LA  IDEA  DE 
"EXISTENCIA  Sí^BERANA  E  INDEPENDÍ EN- 
"  TE  VAYA  EXTIN(;riENI)OSE."  (1) 

(La  cosa,  aunque  «K'.satinada  a  todas  luces,  no  me 
sorprendería  (pie  en  hecho  se  convirtiera;  pues  en  es- 
ta materia,  mal  andamos:  a  nuestros  gi-ndarínes  se  les 
exige  que  aprendan  a  hablar  en  inglés.) 

En  cambio,  he  leído  en  un  periódico  yancpii  de  estos 
liltimos  «lías,  que  el  afama«lo  pianista  Paderewzki,  en 
los  recitales  (pie  acaba  de  dar  en  San  Petersburgo.  ha 
tenido  uim  serie  de  triunfos  tan  extraordinarios,  «pie 
el  Czar  en  persona,  ¡¡¡el  Czar  de  todas  las  Rusias!!! 
quiso  felicitarlo  directamente  después  de  uno  de  ellos. 


(1)    "R«TÍstm    Latino- Amertcana".    Paria:    30   dt   abril   da    1IK>4. 
—  400  — 


MI  DIARIO 

El  artista  compareció  ante  el  autócrata,  quien  se  dig- 
nó significarle,  más  o  menos: 

— "  Felicito  a  Ud.  por  su  legítimo  triunfo  y  me  fe- 
"  licito  a  mí  mismo,  porque  un  ruso  posea  facultades 
' '  tan  asombrosas ..." 

— "  Perdone  V.  M. — interrumpió  el  "virtuoso", — 
' '  ¡  pero  yo  soy  polaco ! " .  .  . 

Y  un  úkase  imperial  ha  declarado  proscripto  para 
siempre  de  todas  las  Rusias,  al  irreverente  pianista. 

Lo  siento  por  Kusia. 

¿Si  nosotros  dijéramos  también  al  que  lo  ignore, 
finja  ignorarlo  o  no  quiera  saberlo,  que  somos  mexica- 
nos y  mexicanos  moriremos  ? .  .  . 

¿Si  frente  a  cualquier  poder  y  en  cualesquiera  cir- 
cunstancias nos  condujésemos  como  el  grande  artista 
sin  patria,  nosotros,  que  la  tenemos  todavía?. . . 

12  DE  MAYO. — Acabo  de  releer — cuando  por  prime- 
ra vez  lo  hice  era  yo  un  muchacho, — "II  Signar  lo", 
de  Salvatore  Fariña,  adaptado  al  francés  y  publicado 
en  15  folletines  áe" Le  Figaro" por  Pierre-Paiü  Plan. 

¡  Qué  sencillo,  qué  tierno  y  qué  artístico !  ¡  Ah,  ita- 
lianos!. . . 

20  DE  MAYO. — ¡  Honda  desgarradura  afectiva  que 
me  produce  la  lectura  de  una  carta  horrible ! .  . . 

Depresión  y  tristeza,  de  que  nuestras  llagas  hu- 
manas sean  incurables. 

22  DE  MAYO. — Inopinadamente, — aunque  no  inespe- 
radamente,— viéneme  hoy  el  argumento  de  un  drama, 
que  hace  diez  años,  desde  la  representación  de  "La  úl- 


401 


F.  GAMBOA 

tima  campaña",  estoy  buscándome  en  el  cerebro.  Vie- 
ne tal  y  cuino  yo  lo  quería :  a  favor  de  nuestros  des- 
heredados, totalmente  nacional,  azotando  en  plena  ca- 
ra no  sólo  a  nuestras  clases  privilegiadas  ¡que  tanto 
se  lo  merecen !  sino  taiid)¡t'n  a  todas  nuestras  otras 
clases  í  !),  ¡(pie  «piizá  se  lo  nu-recen  más! 

Lo  bautizo  en  seguida,  durante  los  momentos  inefa- 
bles que  preceden  a  la  formación  nmterial  y  sieinpr»' 
imperfecta  de  los  hijos  del  ingenio,  (pie,  mientras  no 
los  cebamos  sobr»*  el  papel,  se  nos  antojan — y  tal  vez 
lo  sean  entonces. — la  obra  maestra,  perseguida  desde 
los  comienzos,  y  por  maestra  nunca  realizada  a  la  en- 
tera satisfacción  del  autor. 

Lo  ))autizo,  mientras  sus  tres  actos  se  esbozan  en  mi 
mente;  y  su  títido  me  .suena  a  himno  de  purificación 
y  de  castigo.  s«'  drnominará :  LA  VEXtíANZA  DE 
LA  (Ji.EliA. 

23  DK  M.vYo. — Princij)ia  el^nacinnento  de  mi  drama 
¡con  cuántos  trabajos!. .  , 

l)espu«''S  de  una  labor  del  día  íntegro,  apenas  si  doy 
término  a  la  escena  primara. 

1/'  i>K  JiN'io. — Acabé  anoche  el  primer  acto  de 
nu  drama,  oue.  en  lectura,  se  lleva  ba.stante  más  de 
tres  cuartos  de  hora. 

6  HK  .M'.Mo. — Aquí  en  los  KE.  11..  to.lo  is  grandf, 
lo  bueno  y  lo  malo:  el  territorio;  los  pobladores  «b* 
uno  y  otro  h<'Xo  ;  las  funciones  de  los  elementos;  el 
(;Ibna  :  la  fauna  y  la  flora, — ¡basta  las  domé.stieas! — 
los  crímenes  y  las  virlud«'M.  los  defectos  y  las  calida- 
des. .  . 

—  402  — 


MI  DIARIO 

Ya  tenemos  el  verano  encima ;  un  verano  implaca- 
ble y  capaz  de  tostar  al  africano  más  africano  de 
África  ecuatorial, — temperatura  variable  durante  es- 
tos tres  últimos  días,  ¡  ¡  ¡  entre  72  grados  Fahrenheit, 
mínima,  y  98  máxima ! ! ! — y  anoche  y  antenoche,  la 
ciudad  enA'uelta  en  rayos  ¡  qué  tempestad !  como  no  la 
había  yo  sufrido  nunca,  ni  en  los  trópicos. 

7  DE  JUNIO. — Principio  el  acto  II  de  "Ln  venganza 
de  la  gleba"  y  termino  la  escena  primera. 

10  DE  juxio. — Después  de  2  meses  exactos  de  vivir 
conmigo,  hoy  se  marcha  a  Nueva  York  mi  sobrino  Jo- 
sé Joaquín,  para  reunirse  con  su  padre. 

11  DE  JUNIO. — Asistí  ayer  a  una  recepción  en  la  Ca- 
sa Blanca,  para  la  que  había  invitado  desde  hace  va- 
rios días  la  esposa  del  presidente  Roosevelt,  con  obje- 
to de  festejar  a  45  filipinos  que  vienen  de  su  archi- 
piélago, comisionados  para  representarlo  en  el  certa- 
men universal  de  Saint  Loitis  ?.Iissouri.  Casi  todos  son 
funcionarios;  hay  muchos  jueces,  doctores,  ct  sic  de 
coetens,  son  gente  de  razón,  vamos  al  decir. 

La  recepción,  de  las  pocas  de  veras  agradables  a  que 
he  concurrido  en  la  mansión  presidencial;  con  un 
gran  lujo  de  uniformes  militares  y  marítimos  ¿somos 
o  no  somos  una  de  las  primeras  Potencias  del  miiver- 
so-mundo?...  (hablo  por  los  Estados  Unidos,  ¡conste!) 

¿  Y  saben  Uds.  cómo  fué  el  envío  de  mis  45  filipinos, 
agasajados  y  deslumhrados  con  tanto  galón  y  tanta 
rubia  encantadora  y  tanto  erguido  gcntleman  y  tanto 
representante  diplomático,  al  concluir  la  brillante  fies- 

—  403  — 


F.  GAMJIUA 

ta  (l;i»la  <mi  su  ol).st'(|uio?.  . .  ¡Parece  mentira!  Enipa 
mictatlos,  a-pesiír  de  sus  chisteras  y  levitas,  a  pesar  de 
sus  títulos  y  doctorados  universitarios,  a  pesar  de  ser 
los  nuevos  hijos  ile  esta  nación  civ{li:otnz.  enipaípie- 
tados  por  grupos  de  a  14  individuos,  dentro  de  infec- 
tos ómnibus  de  al(|uiler,  tirados  |)or  muías;  y  el  últi- 
nío  {irrupo  ¡oh,  ignominia!  ¡oh,  inutilidad  de  los  cen- 
tenares de  millones  ahorrados  en  la  Tesorería!  ¡oh, 
desprecio  infínito  para  estos  recién  nacidos  a  la  vida 
del  derecho,  del  respeto  y  de  la  justieia.  por  obra  y 
gracia  de  los  Estados  l'nidos!  el  último  grupo  fué  em- 
pa(|uetado  dentro  de  un  carretón  de  expreso  ¡como 
suena!  con  rótulo  y  todo:  "The  Geo.  W.  Knox  Ex- 
pnss  Compauy" . . . 

15  DE  Ji'Nio. — ¡Aii.  país  trágico,  trágieo.  trágico, 
en  el  (pie  hasta  la  muerte  es  grande!.  .  . 

Antes  del  meilioilía  de  hoy,  salió  a  luz  »1  fatítlieo 
"Extra  Post",  anunciando  la  espantosa  catástrofe 
ocurrida  a  bordo  del  vapor  de  excursiones  "General 
Sln<  itm",  (pie  se  incendió  y  se  fué  a  pitpie  en  el  río 
del  Este.  .  .  Detalles  horribles,  y  muchos:  era  una  ex- 
cursión de  placer;  unos  mil  s<'res  pertenecientes  a  la 
iglesia  evangélica  luteraini  de  San  Marcos,  que  con  su 
pa.st()r  y  todo,  iban  a  un  picnic,  ¡muchísimas  señoras, 
muchísimos  niños!...  Y  hasta  «'.stos  momentos,  se  sa- 
be (pie  untre  cadáven-s  y  de.saparecitlos  el  número  de 
las  víct  ¡mas  s<'  eleva  a  casi  ¡  ¡  ¡  500 !!!... 

16  i)K  .n  Nio. — Termino  el  aet<>  II  de  "lia  vcnganra 
de  la  gleba." 

—  404  — 


311  DIARIO 

17  DE  JUNIO. — i  Abajo  caretas !  El  Departamento  de 
Estado,  aquí,  lia  expedido  una  circular  que  dehc  es- 
pantarnos a  todos  los  países  hispanos  del  Continente : 
a  partir  de  su  fecha, — creo  que  es  de  anteayer, — las 
embajadas,  legaciones  y  los  consulados  de  los  Estados 
Unidos  en  todas  las  muchísimas  naciones  en  que  los 
hay,  no  se  denominarán  ya  ''Embajada  de  los  Esta- 
dos Unidos  en.  . .  ",  "Legación  de  los  Estados  Unidos 
en .  .  .  ",  ' '  Consulado  general,  o  particular,  o  agencia 
consular  de  los  Estados  Unidos  en.  .  .  ",  sino  "EMBA- 
JADA, LEGACIÓN  O  CONSULADO  DE  AMERI- 
CA EN .  .  .  " ;  porque,  reza  la  circular,  ' '  hay  dignidad 
y  sencillez  en  el  término  AMERICA,  y  porque,  ha- 
biendo algunos  otros  países  americanos  que  también 
se  llaman  Estados  Unidos  de  ésto  o  de  aquéllo,  ¡  ¡  ¡  las 
naciones  extranjeras  quedan  expuestas  a  confusio- 
nes!!!" 

i  El  principio  del  fin !  Ahora  es  el  despojo  de  un 
nombre  que  a  todos  por  igual  nos  pertenece,  ¡  mañana 
será  el  despojo  de  la  tierra^! 

Sigamos,  pues,  en  toda  Hispanoamérica  brindando 
facilidades  a  estos  místeres ;  sigamos  dándoles  la  bien- 
venid^  con  concesiones,  contratas  y  ainda  mais.  .  . 
¡ya  nos  saldrá  a  la  cara,  más  de  lo  que  ya  nos  ha  sa- 
lido! • 

18  DE  JUNIO. — Nuevos  detalles  acerca  del  siniestro 
del  "General  Slocíim".  Las  víctimas  montan  al  ¡  i  ¡  mi- 
llar ! ! !  y  se  cree  que  aun  naya  mayor  número. 

Que  el  Gobierno  Federal  va  a  tomar  cartas  en  el 
asunto,  y  a  castigar  a  los  que  resulten  responsables; 
pues,  entre  otras  cosas,  hemos  salido  con  que  los  sal- 


405 


F.  GAMBOA 

vaviílas  a  que  los  pasajeros  echaron  mano,  se  halla- 
ban "iKHlriilos  y  se  deshacían  al  estarlos  fijando.  .  .  " 
i  Y  a  tantos  y  tantos  que  en  estos  instantes  y  por 
tiempo  indefinido  lloran  el  desaparecimiento  tráífico, 
— ¡  por  eausii  punible ! — d»-  los  más  amados  de  su  al- 
ma :  los  hijos,  los  padres,  las  esposas,  para  ({ué  les  sir- 
ve que  ahora  se  castigue  a  los  criminales  (jue  i)or  el 
morboso  afán  <le  hiero  (juu  reina  en  este  país,  no  eiun- 
plieron  con  determinadas  prevenciones  de  policía,  y 
por  ahorrar  el  gasto,  verbigracia,  de  renovar  la  dota- 
ción de  sidvavidas,  son  los  causantes  de  la  muerte  de 
más  de  mil  almas T.  .  . 

27  DE  JUNIO. — El  "Herald"  de  Nueva  York  anun- 
cia qtie  anoehe,  tlentro  de  cerrado  y  custo<liado  recin- 
to en  las  cam|K)s  de  la  Exposición  de  Saint  Louis,  Mo., 
— ¡los  custoilios  eran  (fuardns  He  Jeffrrsnn.' — manoA 
criminales,  "vándalos"  (¡ñr).  rasgaron  con  navaja  en 
varios  lugares,  el  globo  dirigible  que  tlesd.-  París  trae 
consigo  el  aeronauta  brasileño  Santos  Dumont,  para 
concurrir  al  coneurso  úv  navegación  aérea  «pie  de  aquí 
a  dos  MMitanas  habrá  d«*  í'fectuaiTi»*  en  Saint  Ix>uíb: 
premio  al  v«'nce<lor  ¡ ;  ¡  $200,000 ! !  I . . . 

Agrega  el  diario  neoyorkino.  ínie  a  jh-sht  lie  Icis 
grandi*s  ««sfuer/os  tlespiegadns  por  las  autoridades  y 
por  la  policía,  no  ha  sido  posible  dar  con  loa  "vánda- 
loa".  . .  Y  que  Santos  Dumont.  al  ver  su  cIoIk)  iniíti- 
lizado,  Uoní. 

— ¡Córcholia! — cato  lo  «ligo  yo, — ¡lloraría  una  !)ca- 
ta  <1p  ni- 

Si  í"»»''  llegan  a  ¡x-rpetrar  su  fechoría  en 

cualqui«-r  otro  pala  menoa  civiliuido  (  f )  y  menos  mo- 

—  406  — 


MI  DIARIO 

ral  (???)  que  la  Gran  República,  ya  no  habría  por 
dónde  coger  a  éste,  y  ya  se  le  estaría  compeliendo  j  por 
la  fuerza!  a  que  entonara  un  grandísimo  "mea  culpa" 
y  a  que  indemnizara  al  perjudicado,  hasta  en  la  cuar- 
ta generación  de  herederos. 

¿  Cuánto  apuestan  Uds.  a  que  para  el  renioto  caso 
en  que  se  descubra  a  los  "vándalos"  prófugos,  éstos 
resultan  extranjeros  ? .  .  . 

28  DE  JUNIO. — Termino  de  escribir  "La  venganza 
de  la  gleba." 

Ahora  sólo  falta  que  después  de  mi  esfuerzo,  o  no 
pueda  yo  al  fin  arreglar  mi  viaje  a  ^México  para  el 
mes  que  entra,  o  aunque  lo  arregle,  a  mi  llegada 
allá,  la  compañía  dramática  de  Pancho  Cardona  haya 
concluido  su  temporada,  y  no  pueda  o  no  quiera  repre- 
sentar mi  pieza. 

¡  Todo  es  posible ! 

3  DE  JULIO. — Termino  la  copia,  a  máquina,  de  mi 
drama. 

5  DE  JULIO. — ¡  La  nota  que  me  faltaba  en  esta  opu- 
lenta ciudad  vanidosa ! 

Casi  al  fondo  de  la  ancha  y  mercantil  avenida  de 
Pennsylvama,  a  donde  voy  en  busca  de  un  encuader- 
nador barato  para  el  ejemplar  de  mi  "Santa",  me  ha- 
llo con  que  mi  artesano, — que,  entre  paréntesis,  tra- 
baja a  maravilla, — tiene  su  taller  en  el  cuarto  piso  de 
un  edificio  menguado  y  sombrío,  con  escalera  mu- 
grienta y  carcomida  de  años  y  polilla,  que  me  da  gus- 
to trepar  ¡  sí !  positivo  gusto ;  necesitaba  que  también 

—  407  — 


F.  GAMliOA 

aquí,  como  en  Europa.  í'xisti«ran  estas  mjulripuoras. 
En  cambio,  el  taller,  arriba,  al  que  llego  medio  sofo- 
cado, espacioso,  lleno  de  obreros  y  de  trabajo,  hei'ho 
un  invernadero  con  la  mo<Ierada  teniperatura  de  hoy : 
¡  ¡  j  yy  grados  Fahrenheit !!!... 

SegiHi  diarios  «le  México,  salió  v»'rdad  mi  temor:  la 
temporada  teatral  de  Pancho  Cardona,  allá,  en  el  Tea- 
tro del  Reiuicimiento.  se  clausurará  el  próximo  día  1'». 
¡Quién  .sabe  cuánto  tiempo  irá  a  dormir  mi  drama  con- 
cluido, y  copiado.  ími  un  cajón  de  mi  mesa!.  .  . 

11  DK  .M'Lio. — ¡Todo  abajo! 

No  puedo,  a  pesar  de  la  licen»-ia  «pn-  s<»li(itf  y  ob- 
tuve, ir  a  pa.s«r  dos  me.s«*s  en  México.  Y  pn'ocupado, 
aterrailo  más  bien  dicho,  a  causa  tlel  verano  que  tie- 
ne convertida  en  ciudad-horno  a  esta  ciudad-capital 
de  los  Estados  I'nitlos,  a  totla  j)risa.  sin  orden  ni  con- 
cierto, póngome  a  pedir  informes  y  precios  en  los  lu- 
gares de  veraneo  que  no  son  de  alto  tono. 

Admírame  y  consuébniíc,  por«|ur  alg<»  (juiere  d«»eir, 
la  conformidad  con  que  pronto  me  resigno  a  poner 
buena  cara  al  mal  ticm|>o. 

Problema:  ¿Cómo,  ciuiudo  y  dónde  s<'  repn*wnta- 
rá  "La  venganza  de  la  gleba'*!...  Ix>h  diarion  de 
México  impónenme  «le  que  Pauclio  Cardona,  con  lo 
má.H  granado  de  s\\  compañía  y  todo  su  riquísiuio  «le- 
corado,  hc  va  a  España,  a  Madrid,  aitocÍRdo  a  Emilio 
Thuilli»'r.  a  trabajar  rn  el  Teatro  de  La  Princ««Hj» ;  (pie 
luego,  harán  una  jira  teatral  por  Zaragoza.  Harcelo- 
na,  etc.,  y,  |>or  rtMnate,  se  lanzarán,  juntas  8Íenipre 
lan  dos  compañíaM.  haata  Huenos  Aires. 

—  408  — 


MI  DIARIO 

¿Si  "La  venganza  de  la  gleba"  pudiese  ser  repre- 
sentada por  primera  vez  en  teatro  madrileño  ? .  .  . 

15  DE  JULIO. — Despiértame,  a  las  5  y  i/^  de  la  ma- 
ñana, el  ingrato  concertante  de  las  primeras  ciga- 
rras. . . 

¡  El  termómetro,  a  92  grados  Falirenheit ! 

¡  Oh,  Grecia ! 

17  DE  JULIO. — Arreglada  nuestra  villegiatura,  en 
Atlantic  Highlands,  como  el  año  pasado. 

20  DE  JULIO. — Viaje  e  instalación  en  Atlantic,  en 
un  cottage  superior  al  que  habitamos  hace  un  año, 
más  grande,  más  cómodo,  pero  inferior  en  situación: 
no  se  ve  el  mar ;  está  enclavado  en  el  centro  de  un 
macizo  de  árboles,  pleno  bosque ;  tiene  piano,  para  en- 
dulzar las  noches;  lleva  el  nombre  del  propietario,  se 
llama  "Patterson's  cottage." 

21  DE  JULIO. — Madrugada.  Quietud  corporal,  de  va- 
rias horas,  en  el  portal  (porch)  de  la  casa,  aspirando, 
saturándonos  de  oxígeno.  .  .  Más  tarde,  primer  baño 
en  el  mar,  que  me  rinde  a  causa  de  los  esfuerzos  de  la 
natación.  .  .  Después  del  almuerzo,  al  compás  de  los 
tumbos  oceánicos  que  desmayadamente  vienen  a  aca- 
riciar mi  oído  por  entre  pinos  y  castaños;  casi  ensor- 
decido por  el  insolente  cantar  de  las  cigarras;  perdi- 
do en  este  rinconcito  encantador  de  este  balneario  di- 
minuto, que,  a  su  vez  se  halla  perdido  en  esta  costa 
inmensa,  la  que  resulta  bien  poca  cosa  en  comparación 
a  todas  las  costas  de  todos  los  continentes;  continen- 

—  409  — 


F.  GAMBOA 

tes  y  costas  que  nada  valen,  ni  sumados,  ni  elevados 
a  la  vipósimaíiuinta  potencia,  si  se  los  compara  al 
Resto,  a  lo  (|ue  no  vemos,  ni  eom])n'ndiMnos,  ni  sospe- 
chamos: es  decir,  convencido  de  <jue  no  soy  imda,  na- 
da, nada  ¡  absolutamente  nada  ! .  . .  de  leer  en  los  pe- 
riódicos Ih'gados  anteayer  de  México  y  (pie  conmigo 
me  traje,  el  resultado  de  nuestras  elecciones  (  ?T?!!!) 
nacionales,  la  serie  enorme  de  fraudes,  bajezas, 
envilecimientos,  discursos  vacuos,  ignaros,  ram- 
pantes.  .  .  todavía  me  siento,  solo  yo  y  valiemlo  tan 
poca  cosí!,  más,  mucho  más  ,  iiieom|>arablemente  más! 
(pie  el  grotesco  conjiuito  de  indivitluos.  aetos  y  pala- 
bras de  mi  tierra.  La  triste  lectura — ¡y  qué  triste, 
Dios  mío ! — oblígame  a  cncog<*r  los  hombros  y  a 
sonreír  compasivamente,  eon  <l^t^  uiia  y>r>L'iinf!i  meu- 
tal  que  me  aterra : 

— ¡Si  jíor  cualquiera  causa  posible:  mal  comporta- 
miento mío,  un  cajiricho  de  alguno  de  tantos  como 
arriba  me  (piedan,  etc.,  me  arrebataran  de  súldto 
este  remedo  de  independencia  espiritual  y  cori>oral 
en  (pie  tan  a  gu.sto  vivo,  y  me  arrojaran,  inerme  como 
estoy  para  luchar  por  la  vida,  en  el  medio  aquel,  (jue 
defectuoso  y  todo,  es  el  mío,  lo  fué  de  mi  padre  y  lo 
será  de  mi  hijo,  ¡no  estaría  yo  obligado — por  instinto 
de  consí'rvación — a  con<lucirme  igual  o  más  bajamen- 
te aún  de  cómo  se  conducen  h)s  (pie  ahora  censuro t... 
¡no  en  todas  parte»,  estos  grandes  EG.  IT.  iuelusive, 
las  (*osaN  pasan  lo  mismo  más  o  meiiosT.  .  .  ¡no  los  dio- 
ses ha  tiem|io  que  .SI-  fueron  de  (íre<'ia.  y  de  Homa,  y 
del   mundo  T.  .  . 

V  para  buír  a  la  despiadada  respuesta  (pie  se  im- 

—  410  — 


MI  DIARIO 

pone,  abro  el  tomo  V  de  las  obras  completas  de  Edgar 
Alian  Poe, — que  vengo  leyendo  hace  meses, — y  me 
encuentro  con  la  declaración  siguiente : 

"  No  me  avergüenza  el  confesar  que  prefiero  Vol- 
"  taire  a  Goethe.  .  ." 

El  dueño  de  mi  cottage,  Mr.^  Patterson,  que  es 
aquí  nada  menos  que  el  encargado  de  la  estación  del 
''New  York  Yacht  Club",  invítame  a  pasear  en  esta 
apartada  bahía  (Sandy  HooTx  Bay)  a  bordo  de  su  lan- 
cha eléctrica  " Commoclore  Roice" .  .  .  Y  me  echa  a 
perder,  sin  quererlo,  lo  delicioso  de  la  travesía  y  del 
crepúsculo,  con  las  necedades  de  su  charla ;  necedades 
característica  y  universalmente  yanquis,  que  sólo  con- 
testo, ocultando  el  mal  humor  que  me  originan,  con 
monosílabos  escupidos  sobre  las  olas,  por  encima  de 
uno  y  otro  bordo  de  la  gallarda  lancha  que  nos  con- 
duce recta  y  temblorosa,  a  razón  de  8  nudos  por  hora : 

— "Yo  admiro  mucho  al  presidente  Díaz"  (pro- 
nuncia Dáias.) 

— "¿No  mira  ]\Iéxico  con  aprensión,  nuestra  ida  a 
Panamá?...  ¡lo  hemos  encerrado!"  (y  síus  manos, 
apartándose  del  timón,  se  juntan  y  forman  un  círcu- 
lo constrictor,  de  serpiente  boa.) 

— "Nosotros  tenemos  muchas  responsabilidades  pa- 
ra con  el  mundo  "... 

— "¡Nosotros  respondemos  por  toda  la  América"! 

— "Pero  nosotros  la  defendemos  de  Europa." 

—  411  — 


F.  GAMBOA 

—"Va  vo  I'd.  lo  que  hemos  hecjho  de  Cuba." 

— "Méxieo  ha  progresado  mucho,  y  a  nosotros  nos 
alegra,  le  vendemos  cuanto  necesita." 

^''Nosotros  no  queremos  territorio. 

— ■  ■  ^'    IMs.    ■(•.lur;in   líiii   Ilifii   rdiiKi  uosot ros ? .  .  .  " 


Mete  SU  eueharaila.  asiiiiisim»,  «-n  el  j>rohl«Mna  de  la 
Iglesia  y  el  Estado,  con  la  arrogante  ignoijmia  y  i-l 
insoportable  aplomo  sajón. 

I'a.so  las  de  Caín.  .  . 

Por  dieha,  hemos  regresado  a  su  muelle;  atraca- 
mos, y  tengo  que  darle  las  gracias.  Me  invita,  con  sin- 
cera cortesía,  a  (¡ue  siempre  que  yo  lo  desee  venga  a 
<»mbarearme  con  él : 

— Iremos  mucho  más  lejos, — añade. 

Resuelvo  no  aceptar,  que  con  la  distancia  recorri- 
da hoy  en  tres  cuartos  de  hora,  hallóme  satisfecho.  .  . 

Acurétome,  pensando  en  "HíH-onquista";  en  que 
aqtií  la  comencé;  en  que  hace  un  año  que  no  iloy  plu- 
nuida  en  ella,  gracias  a  la  embajada  ¡que  Dios  con- 
fumla!;  y  en  que  es  fuerza  (jue  aquí  crezca  dos  capí- 
tulos si(|uiera.  . . 

23  DE  JULIO. — AtAcame  uno  de  los  agotamientos  to- 
ta l«»s,  con  calentura  y  todo,  de  que  padezco  periódi- 
camente. 

25  PE  JULIO. — Lxxx  G.  Lxxx,  recién  llegado  de  M6- 
—  412  — 


MI  DIARIO 

xico,  y  lio  obstante  que  es  por  herencia  y  por  hábito 
propio,  un  "reservado",  almuerza  con  nosotros  y 
cuéntame,  a  propósito  de  dos  o  tres  casos,  el  alarman- 
te estado  político-social  en  que  el  país  entero  se  de- 
bate ;  no  hay  idea  de  lo  que  allí  ocurre ;  hay  que  ver- 
lo, que  verlo  y  que  escapar.  .  . 

Siempre  que  oigo  estas  cosas,  éntranme  ganas  de 
que  se  me  prolongue  el  destierro ;  aquí,  siquiera,  vivo 
con  una  tranquilidad  y  una  independencia — de  opi- 
niones, y  de  pensamiento,  sobre  todo — grandísimas. 

27  DE  JULIO. — Mejorado ;  vuelvo  a  mis  baños  de 
mar,  de  los  que  es  fuerza  que  saque  la  ídem  de  que 
he  menester. 

Por  la  tarde,  avanzo  mucho  en  mi  próximo  libro, 
en  el  cap.  II  de  "Reconquista",  principiado  en  este 
mismo  pueblo  el  31  de  julio  del  año  pasado,  e  inte- 
rrumpido en  Washington  desde  el  18  de  marzo. 

28  DE  JULIO. — Sigue  avanzando  mi  cap.  II. 
Secretas  esperanzas  de  que  Pancho  Cardona,  a  su 

paso  para  España,  se  detenga  en  Nueva  York,  y  yo 
pueda  leerle  mi  drama,  y  él  se  lo  lleve  con  el  compro- 
miso solemne  de  representármelo  por  dondequiera 
que  vaya. 

29  DE  JULIO. — Quinto  cumpleaños  de  mi  hijo.  Cuán- 
tos anhelos  amantes.  . . 

31  DE  JULIO. — Termino  la  lectura  de  las  "Almas 
muertas",  de  Nicolás  Gogol,  el  famoso  novelista  ruso 
que   escribió  por  los  años  de   1830  a  1850.   Mientras 

—  413  — 


F.  dAMfíOA 

más  leo  a  los  grandes  escritores  de  aquel  imperio, 
más  parecidos  dt-scubro  »'ntn'  los  rusos  y  nosotros  los 
mexicanos,  y  más  desi-ubro  también  ¡ay!  (pie  los  ru- 
sos son  unos  perfectos  salvajes  en  todos  sentidos. 

1."  DK  AGOSTO. — Por  la  mañana  y  por  la  tard»-  d»' 
hoy,  consagróme  al  cap.  II.  de  '  R4H.'on(piista", tenien- 
do (pie  vcncrr  un  dcsidiento  giandísiino  y  justificado. 
4  Para  (pié  cmp»*ñaniie  »*n  escribir  libro  tras  libro,  si 
mientras  más  avanzo  en  mi  obra,  más  intentan  los  pe- 
riíMÜccKS  y  los  críticos  (  T)  de  mi  tierra,  un  desconso- 
lador vacío  al  rededor  de  ella  y  al  de  mi  nombn*  lite- 
rario ?.  . .  Ahí  está  "Santa",  que  no  sólo  ha  sido  muy 
leída,  sino  muy  gustada  por  profesionales,  por  ama- 
tcurs  y  i>or  el  vulgo,  ¿qué  satisfacción  directa  y  po- 
sitiva me  ha  projwrcionado  t .  .  .  Ni  siquiera  la  de  un 
rendimiento  monetario  acej^table,  (pie  é.sta  es  la  hora 
que  no  me  llega  ni  un  .solo  peso. .  .  i  A  (pié,  pues,  em- 
peñarse y  poner  la  salud  y  los  cinco  sentidos  en  mi 
pobre  obra,  sin  cesar  creciente,  y  superior  en  canti- 
dad y  cohesiéin,  a  lo  menos,  a  la  de  todos  mis  dt'vau- 
cierx,  con  exceiK'ión  de  José  T.  de  Cuéllar?. .  . 

— ¡(¿uién   representará  mi   drama?... 

— ¡Ijuién  editará  mi  "  Kecompiista'T.  .  . 

— ¿C¿uién  dará  a  la  estampa  los  tres  primeros  volú- 
menes de  la  primera  serie  de  "Mi  Diario",  (pie  des<lc 
hace  tantísimos  años  vengo  escribiendo?. . . 

Y  la  verdad  w  «pie  no  me  seduce,  al  calw  de  siete 
libros  publicados  y  de  más  de  tres  lustros  de  hallar- 
me |H*gado  al  yunque,  pasar  a  la  ejitetrnrÍH  di-  ;iiit,.r 
inénlito.  .  . 

Ello  no  olwtante,  siento  que    si  dejara  de  ewnlur, 

—  414  — 


MI  DIARIO 

mi  vida   carecería  de  objeto   y  se  me  iría  por    quién 
sabe  dónde,  perpetrando  qué  sé  yo  qué  cosas.  .  . 
Zapatero,  a  tus  zapatos. 

2  DE  AGOSTO. — Cada  día  mejora  la  cosa  y  aumenta 
la  moralidad  en  este  poderosísimo  país.  Ya  está  pac- 
tado un  encuentro  para  disputarse  el  "campeonato 
del  mundo ' '  entre  dos  púgiles :  Corbett,  el  vencedor 
del  año  pasado,  y  un  tal — este  "tal"  va  sin  malicia — 
Munroe ;  la  lucha  será  a  fines  de  mes,  en  la  ciudad 
de  San  Francisco  de  California. 

Y  en  las  goteras  de  Chicago,  tres  valientes  detuvie- 
ron y  saquearon  un  tren  de  vapor,  hiriendo  a  dos  pa- 
sajeros. .  . 

En  un  periódico  de  hace  pocos  días,  leí  un  artículo 
que  se  intitulaba :  ' '  Diferencia  de  Civilizaciones : 
Guerra  en  el  extremo  Oriente  y  Exposición  Univer- 
sal en  "Saint  Louis  Missouri" .  .  .  Uds.  dirán  lo  que 
gusten. 

Yo,  en  vez  de  decir  nada  de  mi  propia  cosecha,  li- 
mitóme a  transcribir  autorizada  opinión: 

"  ...  the  United  States  are  fit  for  manij  excellent 
"  purposes,  hut  they  certainJy  are  not  TO  LIVE 
"  IN..." 

(Letters,  hy  Nathaniel  Hawthorne,  publicadas  en 
fragmento  por  el  niagazinc  de  Harper,  correspon- 
diente al  mes  de  marzo  del  año  en  curso,  en  el  núm. 
DCXLYI,  volumen  CVIII.) 

Y  Hawthorne  no  es  el  j)rimer  venido,  aunque  no  lo 
conozcamos  ni  mencionemos  en  nuestras  revistas,  dia- 
rios, etc.,  de  Hispanoamérica ;  Hawthorne  es  el  pri- 
mer novelista  de  los  Estados  Unidos,  el  primero  de 


41.5 


F.  GAMIWA 

los  vivos  y  muertos,  más  conocedor  de  la  lengua  in- 
glesa y  con  fama  y  renombre  más  extendidos  que 
Poe  y  Wbitinan.  Es  además,  originario  de  Mass^i- 
ehusetts,  vale  decir,  dos  veces  americano,  y  su  vere- 
dicto es  la  mejor  autoridad  en  esta  materia. 

4  OK  AGOSTO. — Con  mi  nuijir  y  mi  hijo  pá.somc  la 
tanle  entera  en  la  eneantadora  ciudad  de  Ashurif 
Park,  en  la  famosa  Ocean  Gror> 

Todo  n<\\ú  es  portentoso.  Dios  mió,  lo  mismo  lo 
l)Ueno  (|ue  lo  nudo.  .  . 

Cuánto  diiu'ro,  cuánto  movimiento,  cuánto  ruido, 
cuánta   prisa   para   vivir,   euánta  "nrurorragia". .  . 

Ca<la  día  enf»'rnmm»'  nuis  «\ste  ruido  i-araeterístico 
df  las  grandes  agrupaciones  yanquis,  mi  neurastenia 
se  n'crudeee,  nn  espíritu  si*  alarma.  Cierto  (pie  soy  y 
he  sido  siemj)re  un  eirgo  adorador  de  la  Vida,  pero 
no  tan  formidable,  no  tan  «'ufermiza  y  morbosa,  no 
arrastrándolo  a  uno  y  aniquilándolo.  Vivir,  sí,  pe- 
ro vivir  raeionalmente,  con  tregiuis  para  los  sentidos 
y  para  el  organismo,  sin  esta  fatiga,  sin  esta  ansia  de 
acabar,  de  apurarlo  todo  en  unos  euantos  s«'gund<»K: 
con  descansos  y  rejwsos,  con  renovamiento  de  fuer- 
zas, con  horas  de  contemplaciones  tranipiilas  y  con 
vagar  para  las  faeultadt's  mentales;  (pie  si  excelente 
♦•s  el  Vertiginoso  camino  de  hierro,  es  «lelicioso  el  ch- 
minar  a  pie,  de  cuando  en  cuando,  y  detenerse  a  las 
contemj»Iaeiones  mudas  y  dilatadas  del  camino.  Al 
cabo,  no  i>or  vivir  tan  de  prisa  w  aicorta  ni  se  violen- 
ta el  Fin;  de  uno  o  de  otro  nio<lo  liemos  de  llegar  a 
él... 

5  DE  AGOSTO. — ('on  cuánto  júl>do.  |>or  lo  que  me  ha- 

—  416  — 


MI  DIARIO 

bía  tardado  en  contra  de  mi  voluntad,  termino  la  tar- 
de de  hoy  el  capítulo  II  de  "Reconquista." 

12  DE  AGOSTO. — Leyendo  en  el  ^^  Journal"  de  Nue- 
va York,  de  esta  tarde,  la  noticia  del  nacimiento  de 
un  hijo  varón  a  los  Czares  de  Rusia,  me  encuentro  con 
esta  observación  curiosísima,  comprobada  al  concluir- 
se la  tremenda  guerra  de  secesión  de  este  país:  en 
las  épocas  de  guerra,  nacen  muchos  más  varones  que 
hembras,  como  para  llenar  los  vacíos  causados  por 
aquélla.  Y  cuenta  que  la  Czarina,  lamentando  muy 
mucho  el  conflicto  en  el  extremo  Oriente,  en  el  fondo 
regocijábase  de  que  existiese,  confiando  en  "que  por 
su  causa",  en  esta  vez  pariría  el  heredero  masculino 
tan  deseado  por  el  pueblo  y  por  el  Czar. 

Una  rareza  que  es  bueno  consignar :  el  Presidente 
Roosevelt  ordenó  a  las  autoridades  aduaneras  de  Nue- 
va York,  que  el  equipaje  del  célebre  escritor  Mr.  Sa- 
muel L.  Clemens — 3Iark  Twain — no  fuese  inspeccio- 
nado ni  abierto,  a  su  desembarco  del  transatlántico 
que  lo  devuelve  a  su  tierra  después  de  una  prolonga- 
da ausencia  en  Europa — en  Italia  principalmente, 
donde,  por  cierto,  enviudó.  YjS  decir,  lo  ha  equipara- 
do a  los  dignatarios  y  grandes  personalidades  extran- 
jeras, que  son  los  únicos  aquí,  además  de  los  diplo- 
máticos, cuyos  equipajes  no  se  registran.  Me  ale- 
gro por  Roosevelt,  y,  de  paso,  por  los  Estados  Unidos, 
que  comienzan  a  gastar  esta  clase  de  distinciones  en 
obsequio  a  sus  artistas  y  hombres  de  talento. 

—  417  — 


/•'.  UAMÜOA 

I A  VíT  ruando  los  iinitainos  nosotros?.  . . 

Anteayer,  y  después  de  uno  dr  los  prolongadísimo ; 
silencios  a  (pie  ya  me  tiene  aeostumbrado  mi  editoi 
Ramón  de  S.  N.  Aralnee.  recibí  carta  suya  anuncián- 
dome, entre  otras  cosas,  el  envío  de  un  jíiicio  crítico 
sobre  "Santa",  apan*cido  t-n  el  diario  barcelonés 
"La  Publicidad".  Y  hoy  me  llegó  el  diario,  con  un 
artículo  clogiosísiuío  y  sobrio  i'csp<«eto  de  mi  novt'h». 
que  subscribe  "Suasus" — p.s<Midónimo  (pie,  según  el 
mistno  Araluce  me  e.\plicH,  |>ertenece  a  E.  Mar<piin;i 

Como  compen.sación  al  buen  sidwr  (jue  esta  lectura 
prodúccmí-,  me  llega,  siempre  por  conducto  tle  Aralu- 
ce, es  «lecir,  por  la  vía  de  Hareelona,  otro  ju¡<'io  sobre 
"Santa",  publi«ado  en  la  "líevi.sta  .Moderna"  de  Mé- 
xico, por  Jos«*'  Juan  1'ablada,  destle  el  mes  de  fe- 
brero (núm.  6  del  volumen  1."  »le  este  actual  "  min¡:- 
zinv"  ineolor,  en  (p»e  vino  a  eonvertinw  la  antigjia 
"Hevista  Moderna"  a  vwyn  r«'dacción  pertcn«*cí  píir 
varios  años.)  Jos»'-  .luán  .S4-  propuso,  y  lo  logró,  e 
cribir  acerca  de  mi  libro  uno  do  los  juicios  nn-nos  be- 
nevólos  (pie  han  Milido  de  su  plunta  inteligente;  ha.;- 
ta  loa  nombres  de  los  persoiuijes  cambia  y  adultera  : 
a  Hipo  lo  diMioniituí  "Ni|»o",  y  a  mi  torero  Jaranje- 
ño  le  «lice  "Parameño".  Luego  ile  ponerm»-  durante 
cuatro  eolumnaa,  de  oro  y  a/ul,  empleando  a  laa  ve- 
ceN  imperdonables  ligere/4is  presuntuosas  para  tratar 
— no  mi  ¡M'rsonalidad  literaria,  que  bien  poco  vale, 
nr'i — para  tratar  la  emMii'la  natundista  y  otros  asuntos 
igualmente  allrm,  termina  (]ir.  que  pro<>lamando  que 
"nn   novelíi.  en    bloque,  »•«  una    obra  vigorosa    que, 

—  418  — 


MI  DIARIO 

•'  una  vez  más,  revela  las  raras  y  grandes  condiciones 
''  que,  como  novelista,  posee  el  autor  de  ''Suprema 
' '  ley  "  y  de  "  Metamorfosis  "... 

La  carta  de  Araluce,  tráeme  otra  buena  nueva : 
"Santa"  se  ha  vendido  bastante  en  México,  y  conti- 
núa vendiéndose.   De  los  males  el  menos. 

Las  sucursales  de  la  "Maffia"  y  de  la  "Mano  Ne- 
gra", de  Nueva  York,  siguen  sembrando  el  pánico 
entre  sus  connacionales  establecidos  en  e,sa  metrópo- 
li y  ya  adinerados.  Ha  habido,  en  estos  últimos  días, 
varias  voladuras  con  dinamita,  un  plagio  y  dos  o  tres 
asesinatos.  Temóme  que  de  un  momento  a  otro,  la 
población  d;e  Nueva  York,  asistida  francamente  por 
la  policía  y  las  autoridades,  o  indirectamente  por  las 
mismas,  que  consentirán  cruzadas  de  brazos  las  re- 
presalias que  amenazan  desencadenarse,  lleve  a  cabo 
una  hecatombe-escarmiento  de  italianos  criminales, 
en  la  que  asimismo  perezcan — como  es  de  rigor  en 
casos  tales — cantidades  iguales  de  inocentes. .  .  Y 
iiay  que  recordar  que,  según  las  últimas  estadísticas, 
sólo  en  Nueva  York  alientan  unos  400,000  italianos. 

Persisten  las  diarios  de  México  en  asquearme,  a  es- 
ta distancia,  con  lo  de  la  farsa  electoral  y  con  las  adu- 
laciones de  todo  género  que  consiguientemente  son  y 
serán,  hasta  que  Dios  quiera,  su  resultante  lógica,  y 
deplorable...  ^ 

17  DE  AGOSTO. — Me  había  propuesto  no  volver  a 
mencionar  ni  uno  solo  de  los  miles  y  miles  de  lyn- 
chamientos  que  sin  cesar  ocurren  en  este  privilegiado 

—  419  — 


P.  GAMBOA 

j)aís,  porque  ya  propios  y  extrañas  so  *Micog«Mi  de 
hombros  ante  esos  horripilantes  sucedidos  (jue,  por  hi 
frecuencia  con  que  ocurren  y  el  :ípla\iso  e  impunidad 
con  (jue  cuentan,  deben  ser  eonsidcrjulos  vifux  jt  u  o 
como  dicen  por  aquí,  oíd  fa^ihioa.  Pero  el  acaecido 
ayer  en  una  población.  Stntrsh'^irn,  del  Estado  de 
Ginirpia,  t[\U'  boy  pornu-noriza  y  iM-nsura  i'l  "  Ih  raid" 
dr  Nueva  York — pacientemente  leído  por  mí  <lia  a 
día  y  d»*  cabo  a  rabo — sale  a  ¡umto  tal  dr  la  mcdiila  de 
horror,  común  a  esta  dasi'  »!«•  erímcnes  colectivos  y  co- 
bardes (pie  a  sanpn*  fría  perjietran  los  "civilizados" 
blancos.  (ju«'  eonct-ptúo  de  mi  (b-lw-r  i-onsipnarlo.  para 
enseñanza  y  leeci«'»n  <le  los  adoradoras  «■  imita«lor»'s  de 
los  EE.  rr.  en  todas  nuestras  república*}  hispanas. 

Dos  nrfíros.  Paul  Reed  y  Will  ("ato,  convictos  de 
haber  (pienuulo  vivos  dentro  de  su  propia  casa  a  tin 
señor  Ilenry  Hoíljfes,  su  mujer  y  sus  tres  hijos,  hace 
poco  (eriínen  borripilant»',  indudablemente,  y  mcr»'- 
ccílor  del  más  severo  de  los  castiffosi,  lueffo  de  juzfja- 
do8,  se  les  sentenció  n  la  horca  para  el  día  }>  <lel  en- 
trante wptii'mbrc.  Temeroso  el  tribunal  de  (pie  la 
población  se  adelantase  la  justicia  por  propia  mano, 
solicitó  de  Savanuah  el  envío  de  un  fuerte  destaca- 
mento de  sus  tropas,  a  fin  de  qtie  custodiaran  a  los 
reo.s,  mientras  eran  transladadas  a  la  propia  "Sarán- 
nah,  cuyas  cárceles,  por  ser  la  población  de  mucha 
nmyor  imi>ortancia,  ofnrían  niás  s<'ífuridadí'8. 

Ayer,  (h'spucs  dyl  juicio  y  condena,  como  es  cos- 
tund>re,  pasaron  los  reos  a  la  pie/^i  de  los  testi^^s,  ha- 
biendo sido  previa  y  com|M'tentemcnte  cercado  y 
(fuarneeitlo  con  las  tropas  el  "Templo  de  Themis".  La 
multitud,  niíficnte  de  oilio.  si«  llejfó  a  la  puerta  prin- 

—  12<»  — 


MI  DIARIO 

cipal  del  edificio  y  a  la  de  su  parte  posterior,  parla- 
mentando con  los  soldados  que  los  aguardaban  bayo- 
neta calada,  "pero  con  los  rifles  descargados"... 
Tras  breve  lucha  en  la  que  "milagrosamente"  no  hu^ 
bo  un  herido  ni  un  lastimado  siquiera,  sacaron  a  ras- 
tras a  los  asesinos,  a  pesar  de  las  protestas  de  las  au- 
toridades que  suplicaban  no  hubiera  violencias  y  que 
se  dejara  que  la  ley  siguiera  su  curso,  supuesto  que 
los  culpables  ya  estaban  condenados  a  la  última  pe- 
na. ¡  Qué  si  quieres ! .  .  .  La  muchedumbre  no  oía  por 
ese  lado,  y,  siempre  arrastrándolos,  cargaron  con  los 
negros  incendiarios  hasta  unas  dos  millas  de  la  ciu- 
dad, bajo  un  sol  de  fuego.  Llegados  al  punto  que  les 
pareció  conveniente,  hicieron  alto,  disponiendo  lo  ne- 
cesario para  colgar  a  los  negros  culpables,  cuando  se 
escucharon  voces  de  "quemarlos".  .  .  "quemarlos  vi- 
vos". .  .  y  se  resolvió  complacer  a  los  que  reclamaban 
tal  castigo.  Hubo  sus  demoras ;  se  carecía  de  petróleo, 
y  de  leña ;  y  a  presencia  de  los  reos  se  envió  gente 
hasta  el  centro  de  la  ciudad  en  busca  del  líquido  infla- 
mable, en  tanto  que  otros,  muchos,  acarreaban  de  las 
granjas  vecinas  la  cantidad  indispensable  de  combus- 
tible seco  y  apropiado,  que  entregaron  gratuitamen- 
te los  dueños  de  él.  Los  dos  negros,  encadenados,  con- 
templaban con  espanto  los  canibalescos  y  lentos  pre- 
parativos. . .  Por  fin,  regresaron  los  que  habían  ido 
en  busca  del  petróleo ;  se  sujetó  a  los  negros,  con  sus 
propias  cadenas  y  algunos  lazos  más,  para  que  perma- 
necieran inmóviles  durante  el  tormento.  Y  SE  DE- 
RRAMO EN  SUS  ROPAS  Y  CUERPOS  LA  CAN- 
TIDAD DE  DIEZ  GALONES  DE  KEROSÉN  PA- 
RA CADA  UNO;  Reed,  nada  dijo,  sólo  veía,  veía.  .  . 

—  421  — 


F.  (;A}fBOA 

pero  Cato,  más  nervioso  sin  dutla,  jn'isoso  a  impetrar 
clemencia,  a  pritos: 

— "  ¡Por  i'l  amor  dv  Dios,  señores,  ten^^an  miseri- 
•*  conlia,  yo  no  maté  a  nadie;  no  niego  mi  compliei- 
'*  dad.  pero  no  in«*  (iinnu'n.  ('uéltruemn»'.  inát<'inin*  a 
"  tiros,  prro  no  nu*  (piciiitMi.  por  d  amor  d»-  Dios!"'.  .  . 

Todavía  transcurriría  una  media  hora,  antes  de 
que  la  pira  cstuvit-sí»  tcrminatia.  .  .  La  terminaron, 
los  negros  fueron  atados  a  unas  estacas,  se  iba  ya  a 
prenderles  fuego.  .  . 

I'na  demora  más.  acjUella  nuisa  de  liienas  lunnaiuis 
alejóse  un  poco  de  sus  víctimas,  para  (¿l'K  l'N  FO- 
TíXíRAFO  SACASE  V.VKIAS  VISTAS  DK  LA 
KSCENA..  . 

Y  se  arrim<'i  la  íiaina  a  las  piras,  y  el  fuego  prendió 
formidable,  en  llamas  que  el  viento  avivaba  y  agran- 
daba. desmesura<lamente,  envolviendo  a  los  negros 
atadas  con  cad«'ims.  .  .  en  tanto  los  blancos,  festeja- 
ban con  gritos  y  burras  el  festín  de  las  llamas  enfu- 
recidas. .  . 

Otro  (b'talle  (jue  prueba  concluyentemenle  la  irre- 
me<liable  criminalidad  y  salvajismo  de  estos  civiliza- 
dos (TT?)  n-sueltos  a  sul)yugar  el  orbe,  s<«  encuen- 
tra en  los  dos  siguientes  renglones  (jue  traduzco: 

•*  ...Conspicuos,  entre  la  ¡nultitud,  (h'stacábanKt» 
muchos  NLVOS.  TODAVÍA  (<  t.N  KL  l'A\TALo\ 
A  LA  RODILLA.  ..•• 

Me  horroriza  transcribir  otra  porción  de  porme- 
nores, a  tal  grado  bárbaros,  (pie  w  n*siste  uno  a  creer 
en  ellos,  (pie  lo  obligan  a  pensar  en  -Mvii.r.iv  v  r<pre- 
salias  espantosas.  .  . 

Y  para   (pie  no  w  diga   (pie  yo.  ¡Kír    ignorancia   o 

—  422  — 


MI  DIARIO 

por  malicia  y  parti  pris,  desfiguro  lo  que  el  mismo 
'' Herald"  de  hoy  asienta  en  uno  de  sus  editoriales 
cortos,  limitóme  a  reproducirlo  íntegro  y  al  pie  de  la 
letra;  tradúzcanlo  mis  lectores. 

"  The  New    York  Herald.  Wednesday,  Avgnst  17, 
"  1904.  (Página  8,  columnas  2a.  y  principio  de  la  3a.) 


'' GEORGIA 'S  SHAME 

''  For  cold  hlooded  otrocíty  tJtc  moh  whick  yestcr- 
day  hurnrd  two  negro  crimináis  ai  the  stake  with- 
in  fiyty  miles  of  Savannah,  Ga.,  hrtaks  all  records. 
"  The  murder  of  the  Hodge  famüy  hy  these  ne- 
groes  ivas  a  shocking  crime,  hnt  there  tvas  no  de- 
lay  of  the  laiv  in  this  case.  One  of  the  men  was 
convicted  hy  a  Jury  on  Monday  evening  and  the 
other  yesterday  morning,  and  hoth  sentenced  to 
he  hanged  on  Septemher  9. 

''  Although  the  hrother  of  the  murdered  '  man 
pleaded  that  the  law  might  he  permitted  to  take 
its  course  and  the  trial  judge  in  like  manner  ad- 
dressed  the  moh,  the  prisoners  ivere  seized  from 
hehind  the  hayonets  of  the  alleged  National 
Guardsmen,  tied  to  a  stake,  covered  with  kerose- 
ne oil  and  roasted  to  death  in  presence  of  the  moh. 
^^The  cold  hlooded  deliheration  of  the  proceeding 
is  attested  hy  the  fact  that  the  crowd  fell  hack  and 
grouped  itself  to  permit  a  photographer  to  take  a 
series  of  pictures  of  the  victims  under  torture! 
What  a  commentary  upon  our  hoasted  civilization! 
None  of  the  familiar  excuses  for  lynching  was  pre- 
sent  in  this  case.  There  ivas  no  hot  headed  out- 
hreak  of  rage.    There  was  no    delay  of  the    latv — 


423 


F.  GAMÍU)A 

"  hoht  pr{s<fm  rs  wrre  uttdrr  scuicnce  of  dcaih — and 
''  thc  relativts  of  the  i'ictims,  instcad  of  inciting  to 
"  riot,  bcgged  ihat  there  might  be  no  cxhibUion  of 
''  savngerif  hy  thc  mob. 

"  Thc  cñmc  <>f  thc  ignornut  and  bcsotted  ncgroat 
*'  was  appalling  in  its  fcrovity.  Whut  shall  be  said 
'*  of  that  prrprtratrd  by  thc  mob  of  tvhHc  and  prc- 
"  sumably  cirilizcd  and  intcUigcnt  ynm*  It  wnuld 
*•  disgracc  South  Sea  cannibals.  Shamc.  Shamí." 

Es  cierto,  no  hay  iwteneia  ningruna  sobre  la  tierra 
que  veiiífa  y  reclame  justicia  y  castigo  ])or  este  cri- 
men, jjt'ro  (lidiosamente,  por  encima  de  todas  las  po- 
tencias terrenales,  existe  la  Justicia  Divina. 

Y  vaya  <»tro  lynehamiento.  ik»  lu.-iios  sjilvaj»'.  aun- 
que de  índole  muy  distinta: 

I)rspin''s  de  iris  daños  catisiidos  al  fxli>lK>  diritíiltle 
de  Santos  Dumont.  (pie  lo  inhabilitan  para  tomar 
parte  en  la  competencia  con  premio  de  $200.()0().  (pie 
habrá  de  efectuarse  en  terrenos  de  la  Exposición  t\o 
Saint  Lnnis.  daños  (pie  **no  se  sabe"  (piién  los  caus('», 
pero  que  ya  alejaron  al  competidor  brasileño  de  la 
|>r('»xima  lucha  cíi  (pie  ])U(lo  salir  triunfante;  despíK's 
de  este  vandalismo.  (•'«•ii<'h<ii  \'<U  >-'<v.\  (>tr;i  Iristísjma 
narraci<')n : 

Thr  Mi  tnipnlittin  Muscu^n  n(  Alt,  de  la  ^jrau  ciu- 
dad de  Nueva  York,  (¡de  roilillas. profanos!  con! rat('> 
con  el  í'scidtor  ronuino  Ern«*sto  Hiondi  la  exhibici('»n 
durante  un  año  de  su  e(''lebrc  grupo  " Saturnalia" 
en  las  gab-rías  de  su  grandioso  inmueble.  Esta  "Sa- 
turnalia". dicho  s«'a  de  paso,  formada  jwr  nueve 
figuras,  recibií»  el  gran  premio  en  la  Exposición  de 

—  424  — 


MI  DIARIO 

París  de  1900 ;  su  original  encuéntrase  en  el  Mu- 
seo del  Louvre,  y  una  copia  en  la  Galería  Nazzionale 
de  Eoma.  En  1902,  se  celebró  el  contrato  con  los  of- 
ficers  y  trustees  del  Metropolitan,  quienes,  al  re- 
cibir el  famoso  grupo,  declaráronlo,  a  título  de  sus 
millones  únicamente — pues  no  ha  llegado  a  mi  noticia 
que  J.  Pierpont  Morgan  y  demás  trustees  (con  ex- 
cepción, naturalmente,  del  secretario  Luigi  P.  de 
Cesnola,)  sean  expertos  en  obras  de  arte,  sino  al  con- 
trario, declararon  el  grupo,  repito,  inadmisible',  a  pe- 
sar del  contrato  escrito  que  los  obligaba  a  exhibirlo 
en  el  museo  neoyorkino,  por  ''encontrarlo  artística- 
"  mente  malo,  degradante  e  inmoral  en  su  tendencia 
"  y  características  ETICAS". . .  ! ! ! 

¿  Verdad  que  hay  para  privarse  ? .  .  . 

Luigi  P.  de  Cesnola,  que  no  es  sólo  secretario  de  la 
junta  de  administración,  sino  también  y  sobre  todo 
director  del  Metropolitan,  en  explicable  rapto  de  in- 
dignación ayer,  del  que  hoy  por  desgracia  y  por  ra- 
zones igualmente  explicables — pérdida  de  empleo, 
etc., — se  desdice,  denominó  a  los  inteligentes  y  mora- 
lísimos  ofücers  y  trustees — 18  ricos,  y  políticos,  y 
diplomáticos  de  este  país — "una  colección  de  asnos" 
(a  set  of  ignoramuses.) 

El  desventurado  de  Biondi,  que  ante  el  inesperado 
fracaso  se  ha  puesto  malísimo  de  neurastenia,  impo- 
sibilitado según  los  médicos,  de  dedicarse  a  su  arte 
en  un  año  a  lo  menos ;  que  tiene  cerrado  su  estudio  en 
Roma,  desde  hace  más  de  dos  que  se  halla  esperando 
aquí  lo  que  harían  con  su  grupo — soterrado  de  enton- 
ces acá  en  los  sótanos  del  Museum  of  Art — va  a  de- 
mandar $200.000  por  daños  y  perjuicios. 

—  425  — 


F.  CAMnOA 

Ojalá  los  obtendrá,  que  lo  dudo,  pues  es  ose  el  único 
castipo  (pie  duele  a  estos  Hunos  y  a  estos  Otros:  per- 
der ílóiares. 

Dice  el  "Herald'',  que  "se  dice"  que  la  clave  del 
desastre  está  en  que  la  esposa  de  uno  de  los  trustcrs. 
lastimada  en  su  pudor  de  i^rnorante,  diriffió  la  cruza- 
da en  contra  de  (pie  el  jrrupo  se  exhibiese  en  los  Es- 
tados Unidos,  y  (pie  cuando  en  junta  peneral  se  sip- 
nificíj  a  su  esposo  las  responsal)ilidadcs  a  (pie  el  Mu- 
seo se  exponía,  faltando  al  cumpliniiento  de  un  con 
trato  escrito  y  legal,  el  marido  contest*'»: 

— "  Asumo  esas  responsal>ilidades  lépales,  y  si  r«- 
'*  claman  perjuicios,  YO  LOS  PAGARE.  . .  " 

Oh,  becerro  de  oro.  ¿qiiostjitr  ifnidmi .  .  .  f 

26  DE  AGOSTO. — Leída  "  í.a  Cnmmum  ".  d»-  los  Iht 
manos  Marpu«*r¡tte.  Vaya  una  frati-rnidad  tan  ta- 
lentosa y  tan  artística...  El  lil»ro,  i>or  ser  fiel  tra- 
sunto de  aipicUos  días  nefastos  en  que  la  civili/^ciíui 
universal  estuvo  en  suspenso,  admirable  y  horrible: 
haei«''nd<ilo  a  uno  riH-onoecr,  atin(jn<'  no  lo  (pusiera, 
que  tienen  raz<)n  los  (Joncourt :  el  pueblo  francé.-í 
c*s  **un  j)ueblo  de  asesinos".  .  . 

Pero  ¿acaso  no  lo  son  tambi('*n,  o  lo  han  sido,  to- 
dos los  demás  pueblos  del  mundo,  nu'w  o  menos?.  .  . 
Hasta  el  de  (»stos  Estado**  Tnidos  lo  es:  horroriza  le  «r 
cuahpiifia  de  suf"  .liarios.  reflexionar  en  los  sucesos 
de  todos  ('trdenes  (pie  |>or  a(pií  acM«*ccn  "a  caldera- 
<lns. " 

27  DE  .\oofíTo. — En  todos  Ion  p<tÍ(k1ícos  de  la  TniíSn 
se  hace  salxT  el  plobo  terráqueo,  con  copia  de  porine- 

—  426  - 


MI  DIARIO 

ñores,  que  anoche,  en  la  ciudad  de  San  Francisco  de 
California,  en  el  "Pabellón  de  los  Mecánicos",  ven- 
ció el  campeón  del  mundo  Jeffries  al  púgil  exmine- 
ro Munroe  que  osó  disputarle  en  la  arena,  el  título  o 
grado  o  lo  que  sea,  de  campeón  número  uno  del  uni- 
verso .  .  .  Dos  asaltos,  y  Munroe  se  fué  a  dormir  me- 
dio muerto  por  las  puñadas  '"terríficas" — dicen  ellos 
con  verdadera  unción — que  le  propinó  Jeffries.  .  . 

A  las  5  de  la  tarde,  termino  el  capítulo  III  de  "Re- 
conquista." 

29  DE  AGOSTO. — A  mi  vuelta  de  Allcnhursf,  hoy  en 
la  noche,  encuéntrome  mi  cottagc  en  movimiento,, 
cual  si  durante  mi  ausencia  hubiese  ocurrido  algo  que 
no  me  quisieran  revelar.  ¿  Qué  ha  sido  ello  ? .  .  .  Que 
a  mi  pobre  perro  ''Potómac"  lo  ha  mal  herido  uno 
de  los  tantos  trenes  de  vapor  como  cruzan  este  pue- 
blo. Bajo  a  verlo,  al  hasemenf,  está  todavía  con  su 
cerebro  torpe  por  la  conmoción  y  con  dos  grandes  he- 
ridas en  un  ojo  y  en  el  brazo  derecho,  sin  contar  di- 
versas lastimaduras  en  todo  su  cuerpo.  Reconóceme, 
sin  embargo,  y  se  deja  curar  por  mí,  aunque  tirán- 
dome unos  cuantos  mordiscos,  con  los  que  a  las  claras 
me  significa — ya  que  no  sabe  hablar — que  por  mucho 
que  me  quiera,  el  dolor  puede  más  que  el  cariño.  Po- 
bre animal,  hoy  ha  vuelto  a  nacer.  , . 

No  he  podido  explicarme  nunca  por  qué  padecerá 
de  la  fobia  de  la  velocidad,  desde  cachorro.  Ciego  de 
ira  persigue  siempre,  tratando  de  atacarlos,  los  tre- 
nes de  vapor  aun  cuando  vayan  a  toda  máquina,  los 
automóviles  y  las  bicicletas ;  en  cambio,  permanece 
tranquilo  ante  los   tranvías  eléctricos  y  los   vehículos 


427 


F.  GAMIiOA 

tirados  por  bestias...  ¡Por  qué  aquéllos  lo  excita- 
rán y  éstos  nú  ? .  .  . 

El  golpe  de  hoy,  me  cuentan,  fué  espantoso:  venía 
un  tren  de  4  carros  de  pasajeros;  el  '* P(ttomac".  s»> 
le  tiró  a  la  locomotora  como  siempre  se  tira,  inten- 
tando, en  irracional  justa,  correr  má^  que  ellas,  junto 
a  sus  metías.  No  calculó  las  distancias  y  el  "av«'nta- 
dor" — nombre  (jue  no.sotros  llamos  al  aparato  delan- 
tero de  lü!}  locomotoras,  y  que  en  inglés  denominan 
coivcatchtr  ( caza- vacas, ) — lo  "aventó"  por  los  aires, 
después  de  golpearlo.  "Muy  alto  lo  aventé» — dí- 
ceme  la  sirvienta — como  el  humo  de  la  chimenea ".  .  . 
Tuvo  " Potómac"  la  fortuna  de  ir  a  caer  en  medio  de 
la  vía,  por  entre  dos  plataformas;  «le  ahí  qu«'  el  con- 
voy entero  ¡¡a.sase  i>or  encima  de  él  sin  destrozarlo: 
y  grac¡a.s  tand)¡én,  a  (pie  con  el  tremendo  choque  per- 
di»'»  el  sentiíio  y  «•stúvose  quietin-ito. 

Gran  parte  del  pueblo  se  ha  enterado  del  suceso  e 
inter«'sádos«'  por  mi  fox-iirrit  r.  \in  médico  de  Nue- 
va York,  (pie  a(pií  pa.sa  su  verano  y  (pu*  se  ¡H-rec»- 
por  los  canes  ( posee  uiui  jauría  de  siete  u  ocho  de  di- 
versos tanuiños  y  especies,)  lo  curó  cariñosamente  y 
sin  cobrar  ni  un  solo  centavo;  varia.s  chiipiillas,  unas 
eubanitaa  entre  otras,  vienen,  tarde  ya,  a  inforraarw 
de  cómo  sigue  (>1  contuso. .  . 

A  vso  de  las  10,  el  enfermo  ladra.  . . 

Duerme,  luego,  debajo  de  nü  cama,  un  sueño  in- 
traiKpiilo  y  (piejundiroso,  de  persona;  \o  oigo  cínno  sa- 
lame las  heridas  y  cómo  se  queja,  con  el  menor  ruido 
posible,  para  que  uo  lo  mande  yo  al  piso  de  abajo. 

MalaM    lint  ifijiH    ili-l    ;ilit  r(i|i«i|iiifist  ii    tl«      ("Incubo.    ]•'!'- 

—  420  — 


MI  DIARIO 

derick  Starr:  no  traducirá  "Santa"  al  inglés,  porque 
— díceme — "aunque  interesante  en  su  asunto  y  en  el 
modo  de  tratarlo,  no  lo  resistiría  sin  hacerle  ascos,  el 
pudibundo  público  norteamericano,  y  su  nombre  (el 
de  Starr)  se  perjudicaría"...  Recomiéndame  a  dos 
buenos  traductores,  pero  pienso  lo  que  cobrarán,  los 
reparos  que  puedan  oponer,  sus  exigencias;  además, 
yo  no  conozco  libreros"  ni  editores  aquí  ¿  qué  voy  a  ha- 
cer ? .  .  .  Sin  embargo,  no  renuncio  a  mi  ensueño, 
sólo  lo  aplazo :  GANAR  MI  INDEPENDENCIA  IN- 
DIVIDUAL CON  EL  PRODUCTO  DE  ALGÚN 
LIBRO  Mío.  .  .   Ello  ha  de  ser.  ¿Cuándo?. .  . 

30  DE  AGOSTO. — En  paquete  certificado  llégame  el 
ejemplar  con  que  Starr  me  obsequia  de  su  libro  re- 
cién nacido:  " Readings  from  Modern  Mexican  Au- 
thors",  en  el  que  figuro  en  su  capítulo  último ;  mi  bio- 
grafía, y  traducidos  (bastante  bien,  por  cierto),  frag- 
mentos de  mi  "Suprema  Ley." 

El  descubrirme  en  el  capítulo  postrimero,  revéla- 
me ¡ay!  que  me  he  convertido  ya,  por  virtud  de  los 
años,  en  el  último  de  "los  viejos"  y  el  primero  de 
"los  jóvenes".  .  .  dura  lex. .  . 

Con  este  libro  de  Starr,  son  ya  siete  los  que  se  han 
ocupado  de  mi  personalidad  literaria  en  tierra  propia 
y  en  tierra  extraña ;  un  principio  de  bibliografía  que, 
en  mi  ánima  lo  juro,  no  me  ha  costado  hasta  la  fe- 
cha un  solo  centavo.  Los  que  así  lo  han  querido,  de 
mí  se  han  ocupado  en  sus  libros — sin  contar  artículos 
de  publicaciones  periódicas.  Dios  se  lo  pague  a  todos, 
a  los  que  aplauden  y  a  los  que  censuran.  He  aquí  la 
lista  de  tales  libros,  por  su  orden  cronológico : 

—  429  — 


/'.  UAMBOA 

"íitsrñas  y  i'rítiris",  por  Ernesto  Quesada — Hu«- 
nos  Aires,  1893 — 1  vol. 

**En  el  Ocaso",  por  Andrés  (1«»rn»>nte  Vázquez,  Ha- 
hana,  1898—1  vol. 

'^ D»  )ni  rnsfcha'-.  por  \  irioiiaiio  Sülado  Alvan'Z — 
<juadalajara.  Móx..  1899—1  vcil. 

"Prosas",  por  Enriipu-  Martínt-z  Sobral — Guate- 
mala, 1899—1  vol. 

"Páginas",  ¡K)r  Salvador  ("alderóh — S.  José  de 
Costa  Rica,  1901—1  vol. 

"JIomens  e  colisas  cstrangiiras",  por  Jos»'  Veris- 
simo.  Río  de  Janeiro.  1902 — 1  vol. 

" Jhadings  from  Mmitrn  Mixican  authurs",  por 
Krederick  Starr. — (,'hieago,  111.,  líHM — 1  vol. 

2  DE  SEiTiEMHRE. — Vuelvo  esta  tarde  de  mi  excur- 
f\('t\  núiiu'ro  dos  en  este  verano,  a  Nueva  York.  Qui.so 
que  mi  familia  eonoeiera  Cotny  Island;  y  la  tuve  que 
"conocer"  yo  también,  que  la  aetual  ('muy  Island 
no  es  ni  el  recuerdo  de  la  de  mi  tiempo,  de  la  de  hace 
22  o  23  años,  a  la  «pie  iba  mi  juventud  c-urio.sjuiiente 
enfermiza  <le  latino.  , . 

Coney  Jslaud.  lo  mismo  que  Nu«va  York,  y  que  to- 
<lo8  los  graniles  eentros  populo-sos,  «je  los  HE.  {'[', 
principalmente,  exuberante,  eoiiKestionada  de  eapi'c- 
láeulos,  de  priesas,  de  j?ente,  de  dinero,  <le  ansia  de 
apurar  la  existencia  en  un  sulo  minuto,  de  apurar  el 
pla<;er  sobre  totlo.  Yo,  decididamente,  ya  lio  sirvo 
para  esto;  me  fatif^;  eonsagro  hondos  suspiros  a  mi 
rincón;  creo  en  |K)quísimas  eo.Has  de  este  mundo;  he 

—  430  — 


MI  DIARIO 

probado  muchos  besos  y  acariciado  muchas  quime- 
ras. Y  como  tampoco  entiendo  palotada  para  hacer 
dinero,  y  no  seré  nunca  lo  que  por  aquí  llaman  un 
get-7'ich-qmck,  cuánto  anhelo  ir  a  encerrarme  a  ca- 
sa, en  México,  a  seguir  escribiendo  "la  verdad  ver- 
dadera"-—más  de  lo  que  hasta  la  fecha  he  podido  rea- 
lizarlo debido  a  mi  condición  de  empleado, — ponien- 
do en  práctica,  después  de  tanto  como  lo  he  leído  y 
releído,  el  portentoso  y  verídico  "  Ecclesiastés. " 

4  DE  SEPTIEMBRE. — Cou  el  viento  de  esta  tarde,  caen 
las  primeras  hojas  de  los  árboles.  .  .  Astronómica- 
mente, faltan  todavía  diecisiete  días  para  que  el  ve- 
rano se  marche. 

5  DE  SEPTIEMBRE. — Hoy  es  el  Labor  Day  que 
una  vez  al  año  celébrase  con  pompa  grandísima  en  to- 
dos los  Estados  Unidos.  Los  que  trabajan  en  este  in- 
conmensurable colmenar  humano — que  son  los  más, 
hay  que  confesarlo,  hombres,  mujeres  y  hasta  niños, 
— al  llegar  esta  fecha,  alzan  los  útiles  y  las  herra- 
mientas ;  desertan  los  talleres,  fábricas,  etc.,  etc.,  y  sin 
perder  el  sueldo  o  el  jornal,  se  dedican  al  descanso,  o 
a  concurrir  a  innúmeros  festejos  durante  veinti- 
cuatro horas.  Todo  se  abarata  en  su  beneficio :  vapo- 
res, caminos  de  hierro,  tranvías,  etc.,  y  el  formidable 
ejército  de  lá  industria  y  del  comercio  (las  tiendas  de 
todas  clases  cierran  sus  puertas  y  dan  suelta  a  sus 
dependientes)  se  desparrama  por  teatros,  parques,  al- 
rededores de  las  grandes  ciudades,  campos,  playas, 
etc.,  hallando  en  todos  los  sitios  entretenimientos  y 
diversiones  a  mitad  y  a  cuarta  de  precios,  que  en  su 


431 


F.  GAMBOA 

obsequio  funcionan.  El  espectáculo  es  imponente  y 
es  conmovedor:  este  país  excepcional,  que  debe  su 
grandeza  al  trabajo,  glorificándolo  siquiera  un  día 
en  el  año.  Ah,  si  no  existiera  la  enearnizaila  lucha  en- 
tre este  trabajo  y  el  ea^jital... 

El  ''Sew  York  Urruld"  de  esta  fecha,  publica  la 
explicación  del  homicidio  infantil  que  se  regi.stró  el 
Silbado  en  el  Panjue  de  Seward.  al  salir  de  una  de  las 
escuelas  municipales  su  racimo  de  alumnos  y  jílum- 
nas.    Copio  y  traduzco: 


iiOV  AN  EXPEKT 
WITH  'SOLAR  PLE- 
XrS"  BLOW. 

\V  I  L  L  1  E  K  A  T  Z, 
WHo  KILLED  HY- 
MAX  AHH'AMSON, 
WAS  UNIUSUALLY 
l'HOFICIENT   IN   ITS 

rsE. 

AT  AN  EXAMINA- 
TION  CONDrcTEI) 
BY  CORO.NER  (i(Hd)- 
ENKRANZ  INTOTHE 
KILMNíí  OF  IIV.MAN 
AÜRA.MSoN.  ()F  No. 
r>0  MARKET  STREET, 
IN  SEWAHI)  IWRK. 
SATIRhAV  .\1-THK- 
N  O  O  N  ,  I  T  W  A  S 
LEARNEI)  TlIAT 
T  II  E    IM)  Y  S    W  11  o 


Muchacho  perito  en 
el  golpe  en  «•!  plexo. 

Memo  Kíiiz.  (jiic  ma- 
tó a  ilyman  Abram.son, 
era  excepcionalmente 
diestro   jiara   emplearlo. 

En  la  investigucióu 
dirigida  por  el  coroner 
(m\\ú  se  llama  ront- 
nir  a  un  funcionario 
cuyo  oficio  es  indagar 
la  causa  de  las  muertes 
repentinas  y  violentas, 
en  pn^Hcncia  del  cuer- 
po) Ooldenkranz  acer- 
ca de  la  muerte  tic  Ily- 
man Abramson,  del  No. 


—  432  — 


MI  DIARIO 


HAVE  BEEN  USING 
THE  PARK  FOR 
ATHLETIC  EXERCI- 
SES  HAVE  BEEN 
PRACTISING  THE 
"SOLAR  PLEXUS" 
BLOW,  WITH  WHICH 
WILLIE  KATZ,  OF 
No.  69  MARKET 
STREET,  CAUSED 
THE  DEATH  OF  HIS 
EIGHT  -  YEAR  -  OLD 
OPPONENT. 

WITH  A  VIEW  TO 
DEVELOPING  THE 
BLOW  WITH  WHICH 
FITZSIMMONS  TOOK 
FROM  C  O  R  B  E  T  T 
THE  WORLD  'S 
CH^,AMPÍONSHIP, 
THE  BOYS  HAVE 
BEEN  PRACTISING 
IT  FOR  SEVERAL 
WEEKS.  KATZ  IS 
SAID  TO  HAVE  BE- 
COME  UNUSUALLY 
PROFICIENT  IN 
LANDING  ON  THE 
VITAL  SPOT  BELOW 
THE  BRESTBONE. 


50  de  la  calle  de  Mar- 
ket,  en  el  Parque  de 
Seward  el  sábado  por 
la  tarde,  se  ha  averi- 
guado que  los  mucha- 
chos, que  habían  veni- 
do haciendo  uso  del 
Parque  para  sus  ejerci- 
cios atléticos,  mucho 
practicaron  el  golpe  al 
plexo,  con  el  cual  Memo 
Katz,  del  No.  69  de  la 
calle  de  Market,  causó 
la  muerte  de  su  compe- 
tidor, de  ocho  años  de 
edad.  Con  la  mira  de 
lucir  su  ciencia  en  ese 
golpe  con  el  que  Fitz- 
simmons  arrebató  a 
Corbett  el  "campeona- 
to" del  mundo,  los  mu- 
chachos habían  estado 
ejercitándolo  por  va- 
rias semanas.  Dícese 
que  Katz  ha  llegado  a 
adquirir  excepcional  ha- 
bilidad para  dar  ese 
golpe  en  el  sitio  vital 
preciso,  abajo  del  ester- 
nón. 


Y  nada  más;  ni  un  comentario  en  contra,  ni  una 
—  433  — 


28 


/'.  (iAMIiOA 

lamentación  por  parte  del  importante  y  sesudo  dia- 
rio, líay  un  liomic-ida  de  nueve  años,  que  mata  a  un 
compañero  de  infancia,  en  un  parque  en  el  (jue  ellos 
y  sus  condiscípulos  van  a  jugar  todas  las  tardes,  al 
concluir  de  sus  estudios,  y  ni  sitjuiera  i>or  pelear  una 
nian/ana.  un  jufíuct»* — las  ¡¡riim-rus  causas  de  discor- 
dia tií  la  niñez.  <pn'.  a  los  cuantos  cachetes  sin  conse- 
cuencias, coiiipaiten  la  manzana  o  destrozan  juntos 
el  jufíUfte  (|uc  MíoirientáiH'amrntc  los  hizo  odiarse. — 
nó,  el  desafío  es  «n  fornui.  ante  un  i)úl)lico  de  gente 
niernida  <|Ut'  aplaude  y  i-epite  los  golpes  famosos  de 
los  lingüistas  profesionales,  los  <pie  "por  dinero"  se 
estropean  y  aún  matan,  en  las  Arenas  de  las  citidadi's 
principales  de  la  l'nión  ;  el  desafío  es  i)remedita«lo, 
han  venido  preparándolo,  estudiando  el  puñetazo 
mortal ;  saben  <|Me.  a  la  larga,  esto  les  dará  gloria  y  di 
ñero.  .  .  V  luchan;  el  concurso  de  chi(|UÍllos  y  chiqui- 
llas les  forma  rueda,  los  azuza,  los  enardece,  como 
sus  padres  lo  haceti  cuando  apuesUui  a  ju'igiles  »le  ver- 
dad. .  .  l'no  de  los  dos  minúsculos  coiid>atientes.  cae. 
no  se  nuícve,  los  d«'más  se  le  acercan  creyendo  que  tin- 
ge, que  quiere  asustarlos,  lo  llaman  ])or  su  nombre, 
por  el  mote  cariñoso  <|ue  le  han  «lado  en  el  aida.  .  .  Y 
como  pájaros  ciudadanos  (pie  en  parques  y  jardines 
picotean  his  flores  en  parvadas  alegre*  y  canoras,  has- 
ta ípie  al  acercárseles  alguien,  huyen  piando  y  descri- 
biendo curvas  fantásticas  en  los  aires;  así  esta  parva- 
da de  niños,  ho  dispersa  llorando  al  descubrir  que  la 
Muerte  se  halla  entre  ellos,  y  carga  ya  con  uno  d«*  sus 
compañeros  de  juegos  y  de  ri.sas.  .  . 

Natlie  ha  «licho  |)alabra,  ejemplo:   el  "Snv    York 
Herahi" 


4'i4 


MI  DIARIO 

¿  Verdad  que  es  cosa  que  horroriza  ?  ¿  verdad  que  es 
preferible  que  nuestros  hijos,  en  nuestras  tierras 
"atrasadas"  no  adelanten  tanto,  ni  tanto  se  den  al 
cultivo  físico  ( physicaJ-c ulture ) ,  que  no  sean  atletas, 
si  es  que  para  lograr  título  tan  bárbaro  se  corre  el 
riesgo  de  ser  también  asesino  a  los  9  años  ? .  .  . 

No  me  nieguen  Uds.  que  los  Prize-fights  moralizan 
y  estimulan. 

6  DE  SEPTIEMBRE. — Yo  lo  habría  dicho,  por  lo  mucho 
que  lo  he  experimentado  durante  mis  casi  diecisiete 
años  de  carreta  diplomática,  a  cada  vez  que  he  salido 
de  México  sin  saber  cuándo  ni  cómo  se  efectuará  mi 
regreso.   Es  la  verdad  pura,  embellecida  por  el  talen- 
to del  poeta  francés  d  'Haracoui't,  en  su  famoso  rondel 
del  Adiós,  hoy  reproducido  por  Marcel  Ballot  en  su 
revista  crítica  semanaria,  que  los  domingos  publica  en 
"Le  Fígaro"  bajo  el  título  de  "'La  Vie  littérqire": 
"  Partir,  c'est  mourir  un  peu, 
"  C'est  mourir  á  ce  qu'on  aime. 
"  Et  ron  part,  et  c'est  un  jeu, 
"  Et  jusqu'  á  l'adieu  supréme, 
"  C'est  son  ame  que  l'on  sémc, 
"  Que  l'on  séme  á  chaqué  adieu. . . 
''Partir,  c'est  mourir  un  peu!" 
Eso  es  partir,  eso. 

Es  tal  el  odio  que  aquí, — los  surianos  sobre  todo, — 
alimentan  contra  los  negros,  que,  a  propósito  de  las 
grandes  maniobras  (ya  estamos  de  acuerdo  en  que  en 
los  Estados  Unidos  a  todo  lo  propio  se  denomina 
"grande"  aun  cuando  no  lo  sea,  ni  con  mucho,)  que 

—  435  — 


F.  GAMBOA 

en  estos  días  se  llevan  a  cabo  on  Virffinia, — nnos 
26,000  homlire  (K'  las  tres  armas  y  entro  milicias  de  los 
Estados  y  tropas  de  lín»'ii, — «-1  " II < raid"  de  Nueva 
York  hace  saber  al  mundo,  sin  sonrojarse  por  supues- 
to, ni  llamar  a  los  sucesos  con  el  nombre  (|ue  les  co- 
rrrspond»'  y  (juc  con  el  mayor  júbilo  disc»'rniría  a 
cualípiicr  otro  país  tii  (pie  hubiese  acaecido  algo  si- 
(piicra  análopo,  ti  "Htnild"  anuncia  (pie,  ninffún 
soldado  ])lanco  saluda  a  los  oficiab-s  "d»*  color",  y  «pit- 
ias tropas  surianas  han  declarado  públicamente,  <pi<' 
si  no  retiran  a  las  tropas  negras,  a  la  hora  del  fuego 
DISPAKAKAN  CON  BALA  EN  CONTRA  DE 
ELLOS...  Se  han  llevado  a  cal)0  miiuiciosos  regis- 
tros entre  los  soldados  blancos,  y.  en  efecto,  se  les  han 
encontrado  muchos  cartuchos  de  bala... 

Caballeros,  y  denominar  este  conglomerado  "los  Es- 
tados T'nidos".  .  .  Esta«los,  sí  rpie  lo  son,  pero  ¿uni- 
dos t . . . 

11  DK  SKITIKMURF. — "De  Orden  superior",  tengo 
<pie  truncar  mi  mes  de  licencia  y  (pie  regresar  a 
Washington  mañana  mismo.  En  esa  virtud,  ayer  fuí- 
me.  a  Nueva  York  con  mi  familia,  para  pasearnos  en 
señal  de  despedida  de  nuestro  veraneo  de  este  año.  .  . 
Y  el  <les;igradabilísiino  incidente  de  que  me  hizo  víc- 
tima un  mal  educa<lo  agente  de  i»olieía,  así  como  la 
crasa  ignorancia  de  los  empleados  superiores  de  la 
[)ropin  "institucií'm",  a  pesar  del  berrinche  que  me 
produjo,  no  lo  daría  yo  ni  i>or  algunos  miles  de  dóla- 
res, no  obstante  lo  bienvenidos  (pie  s«'rían  ;  permíteme 
el  tal  incidente  haber  conocido  "prácticamente",  que 
la  famosa  i>olicía  di'  la  nietn'ipoli  de  lo»  Estados  l'ni- 

—  436  — 


MI  DIARIO 

dos  ¡  de  la  imperial  ciudad  de  Nueva  York !  se  halla 
tan  echada  a  perder  como  todas  o  casi  todas  las  cam- 
panudas instituciones  del  país.  Yo  ya  sabía, — por  la 
prensa  (única  institución  libre  de  veras,  en  la  que  to- 
do se  puede  decir,  aplaudir  o  censurar,  así  se  trate 
del  Presidente  de  la  República  o  de  los  cuatro  Evange- 
listas,)— un  puñado  de  las  imbecilidades  policiales 
de  Cosmópolis:  que  habían  resuelto  contener  la  velo- 
cidad abusiva  de  los  automóviles,  a  punta  de  revól- 
ver; que  en  el  plagio  reciente  del  italianito  Man- 
nino,  los  plagiarios  se  habían  burlado  a  su  sabor  de 
los  12  o  14,000  individuos  que  componen  el  cuerpo, 
— entre  agentes  uniformados,  secretos,  superiores  y 
subalternos, — durante  11  mortales  días,  en  los  que  les 
hicieron  gastar  dinero,  aprehender  a  una  porción  de 
inocentes,  y  andar  la  Ceca  y  la  Meca  sin  resultado  po- 
sitivo nunca,  con  detalles  como  éste,  que  pinta  la  as- 
tuta e  inteligente  vigilancia  de  los  sabuesos  neoyorki- 
nos:  los  plagiarios, — mientras  no  llegaron  a  un  con- 
venio con  el  padre  del  niño  plagiado, — le  endereza- 
ban a  diario,  "Y  DESDE  LA  MISMA  SUCURSAL 
DE  CORREOS",  tarjetas  postales,  para  que  la  po- 
licía se  enterara  del  contenido,  apremiándolo  a  soltar 
la  mosca  cuanto  antes  y  a  retirar  su  demanda  de  pro- 
tección y  esclarecimiento  del  crimen  por  parte  de  las 
autoridades,  ¡  so  pena  de  perder  a  su  hijo  para  siem- 
pre !  Y  no  sólo  la  policía  ' '  no  dio ' '  con  la  persona  que 
en  un  mismo  sitio  y  día  por  día  depositaba  las  cínicas 
tarjetas,  sino  que  los  italianos  plagiarios  llevaron  su 
audacia  y  su  guasa  al  límite:  amenazaron,  también 
por  tarjeta  postal,  a  uno  de  los  capitanes  de  la  poli- 
cía (que  aquí  equivalen  a  nuestros  comisarios  de  de- 

—  437  — 


F.  GAMBOA 

marcación),  al  capitán  en  cuyo  "prtH?into"  liabía 
ocurrido  el  hecho,  con  «pie  si  no  dejaba  en  paz  a  los 
crinunait's.  lo  revt'Utarían  con  dinamita  o  lo  cosi^ían 
a  ]>uñaladas.  .  .  Y,  efectivamente,  el  chico  no  pare- 
ció hasta  (pío  no  le  dio  la  pana  a  s\is  secuestradores,  y 
esta  es  la  hora  en  que  esos  individuos  han  de  estar 
riendo  a  carcajadas  de  su  impunidad,  ornaila  de  hur- 
las hacia  la  |»olicía  afamadísima  de  Nueva  York  (ya 
se  sahe.  ¡la  primera  del  mundo!:  ;  sabia  yo  también, 
(pu-  el  "Comisionado"  jefe  de  la  policía,  un  señor 
MeA<ioo.  alarmado  de  lo  (pu^  la  cri>ninalida<l  aumen- 
ta sólo  en  la  isla  de  MonJntttan,  es  dreir.  la  ciudad  de 
Nueva  York,  lia  r«*suelto  "barajar"  a  los  capitanes 
de  los  i>reeintos  (h'-ase:  comisarios  de  las  deman-aeio- 
nes, )  para  ver  si  <'l  juefjo,  y  los  homicidios,  y  los  asal- 
tos disminuyen  un  tantico  sicpiiera  í<lcl  1."  de  ajjoKto 
al  día  de  ayer,  luiiise  perj^etrado  ¡¡¡20  asesinatos!!!  y 
sólo  tres  arrestos:  entre  el  mismo  1."  de  ajíosto  y  el  4 
del  actual,  se  han  cometido  ¡¡¡42  robos  con  asalto  y 
sjn  «'II!!  (pie  no  sólo  han  (piedado  iini)unes.  sino  (pie 
"ni  registrados  se  hallan"  The  Srir  York  II  ( raid  i; 
sabia  yo  otra  porción  de  lindezas,  y  ya  mcílio  habi- 
tuado a  leerlas  a  diario,  casi  me  eneopía  de  liombros, 
dado  que.  en  definitiva  ¿a  mí  qu(''  me  importan!... 
Pero  jamás  sospeché  que  pudiera  ocurrir  lo  que  a  mí 
me  ocurrió.    Helo  acpií: 

I)es|)iu''s  de  tomar  hnirhmn  ■'jd)ajo  de  la  ciudad", 
en  Hroaduay.  con  mi  mujer  y  con  mi  liijo,  resolvimos 
ir  a  los  grandes  almacenes  ( Dnj  (ifods  Stnrrs}  de  la 
fia.  Avenida.  Para  mejor  distraernos  con  la  vista  tU' 
aparadores  y  vidrieras,  en  vez  ile  tomar  el  ferroca- 
rril elevado,  tomamos  los  tranvías  ehVt ricos  del  mis- 

—  438  — 


MI  DIARIO 

mo  Broadicay,  y  al  llegar  a  la  curva  de  Union 
Square,  nos  apeamos  y  doblamos  por  la  calle  14a.  A 
los  cuantos  pasos,  entramos  en  una  casa  de  diversio- 
nes, en  la  que  cada  cosa  vale  ¡  un  centavo '  ora  mirar 
estereóscopos,  buenaventura  automática,  etc.,  etc. ; 
nos  dedicamos  a  ver  vistas  sobre  la  guerra  del  Japón, 
cuando  discurrí  grabar  el  nombre  de  mi  hijo  en  una 
tarjeta  de  aluminio,  para  lo  cual  introduje  dos  cen- 
tavos en  la  máquina  que,  decíase,  las  grababa ;  hice 
funcionar  el  aparato,  sujetándome  a  las  instrucciones 
impresas  que  adheridas  contiene,  y,  efectivamente, 
no  salió  ni  tarjeta,  ni  nombre,  ni  nada .  .  .  En  virtud 
de  un  letrero  repetido  en  los  muros  y  con  gruesos  ca- 
racteres, en  los  que  se  suplica  que  cuando  un  aparato 
no  funcione  se  avise  a  los  vigilantes,  para  que  los 
pongan  en  orden  o  para  que  devuelvan  lo  gastado, 
acudí  a  un  negro  uniformado  que  aseaba  baran- 
dales, en  demanda  del  arreglo  de  la  máquina,  y  éste 
me  señaló  a  otro  uniformado,  blanco  él  y  coloso  él, 
que  discurría  por  entre  la  muchedumbre  de  concu- 
rrentes, con  la  gravedad  asnal  que  es  característica 
en  los  anglosajones  cuando  se  consideran  "funciona- 
rios. ' ' 

Le  enderecé  idéntica  demanda  que  al  negro,  y  en 
lugar  de  proceder  conforme  a  los  letreros  de  los  mu- 
ros, se  me  encara,  y  con  los  términos  más  poco  urba- 
nos y  la  más  insolente  entonación,  no  acepta  mi  re- 
clamación ni  mis  objeciones,  sino  que  me  amenaza  con 
¡  ¡  i  SACARME  POR  LA  FUERZA  DEL  ESTABLE- 
CIMIENTO !!!...  Enmudezco  de  asombro,  y  sin 
tiempo  para  oponerme,  en  efecto  me  saca,  cogiéndo- 
me de  un  brazo.  .  .    Ni  por   pienso  me  le   resisto,  pri- 

—  439- 


F.  GAMBOA 

mero,  poríjue  físicaiiu-nte  me  pondría  yo  en  ridícMilo, 
y  este  bárbaro  me  sacaría  como  a  uua  pluma, — 6  pies 
de  estatuía  y  unas  200  Ibs.  de  peso, — y  segundo,  por- 
que quiero  conservar  toda  mi  justificación  para  la 
queja  que,  í/i  contim  nti,  resuelvo  jin-siMitar  juit.' 
quien,  o  ante  quienes  corresponda. 

Diríjome,  ya  en  la  calle. — confluencia  de  Jiroad- 
wuy.  i'nion  Squarc  y  calle  14a. — al  policía  de  guar- 
dia; éste  me  consigna  a  otro,  con  el  que  regreso  al  es- 
tablecimiento, y  exijo, — declinando  mi  carácter  di- 
I)lomático, — el  arresto  del  (lue  yo  supongo  un  em- 
pleado descortés  y  brutal,  Al  pronto,  el  culpable  se 
niega  a  venir,  (juiere  enviar  en  su  lugar  al  i>obre  ne- 
gro, le  guiña  el  ojo  al  ]>olicía  ({ue  me  acompaña*,  am)>- 
náxame  con  hacerme  encerrar  en  un  calabozo;  pero 
ante  mi  enérgica  insistencia  de  (pie  lo  sa(|uen  y  con- 
duzcan a  dar  cuenta  de  su  atropello,  resíirnase  al  fin. 
y  de  malísinm  gana  sale  con  no.sotros. 

Dentio  di-  un  carruaje,  despacho  a  mi  mujer  y  a 
mi  hijito, — qu«'  Hora  alarnmdo,  creyendo  rpie  yo  i-o 
rro  un  |>eligro, — al  muelle  en  <pie  hemos  de  embarcar 
nos  para  regresar  a  nuestro  balneario;  y  nos  enea 
minamos  al  prfcinrt  (comisaría)  (jue  corn'sponde 
Por  el  camino,  el  policía  d«'  la  calle,  propónenn 
que  entre  en  un  avenimiento  con  el  animalazo  unifoi 
mado  de  gris,  pero  yo  relmso.  y  llegamos,  por  último 
a  la  comisaría. 

InfiK?to  lugar,  congestionado  de  policías  uniforma 
«los  y  de  i>olieías  s«'cretos;  sí>mbrío.  sucio.    A  nuestro 
arrÜM).  cierran  la  |)Uerta  y  me  nxiea  una  veintena  de 
esbirros.    El  oficial  encargado  de  tomar  las  declara- 
ciones, resulta  más  descort»'*»  aún  que  el  arrestado  a 

—  440  — 


MI  DIARIO 

petición  mía ;  asegúrame  que  no  le  importa  mi  cate- 
goría ;  apela  al  capitán, — el  comisario, — una  bestia 
de  gorra  muy  galoneada,  que  reprende  al  policía  que 
me  impartió  auxilio,  porque,  dice  señalando  al  ves- 
tido de  gris, — que  éste  es  un  oficial  de  la  misma  po- 
licía, comisionado  en  el  establecimiento  de  recreo .  .  . 

Luego,  pretende  darme  a  mí  una  lección,  que  yo 
cuido  de  interrumpir  en  el  acto,  aunque  no  sin  sentir 
que  me  ahoga  la  bilis ... 

País  del  ¡hum-hvg!  ¡¡mentiroso  e  hipócrita  en  to- 
do y  para  todo  ! !  ¡  ¡  ¡  ignorante  y  presuntuoso  I ! !  piso- 
teador  de  porción  de  derechos. . . 

Salgo  decidido  a  elevar  mi  queja  al  Commissioner 
(Inspector  General  de  Policía),  y  a  mi  salida,  más  de 
media  docena  de  individuos  me  ofrecen  espontánea- 
mente su  testimonio ;  presenciaron  los  hechos  y  me 
dan  sus  nombres  y  direcciones  para  que  los  llamen 
cuando  sea  necesario.  La  tiro  hasta  la  calle  de  Mul- 
herry, — ahí  está  la  Inspección  General.  El  "comisio- 
nado", McAdoo,  sobre  el  qué  tengo  las  mejores  refe- 
rencias, está  ausente,  en  Brookiyn,  atendiendo  a  no 
sé  qué  asuntos  de  su  incumbencia.  Tengo  que  confor- 
marme con  hablar  al  que  hace  sus  veces,  un  tal 
Brooke  o  Brooks,  zafio  y  mal  educado  como  todos  los 
subalternos  con  quienes  he  hablado  hasta  ahora.  ¡Ni 
la  gorra  se  quita,  dentro  de  su  despacho,  al  que  yo  he 
penetrado  sombrero  en  mano !!!... 

i  No  puedo  más  de  indignación,  y  así  se  lo  significo 
con  bastante  dureza !  Ante  su  obstinación  para  no  ha- 
cerme la  justicia  a  que  me  creo  con  derecho  perfecto ; 
ante  sus   obstrucciones  y  dificultades:  ante  sus  arro- 

—  441  — 


F.  (íAMIiOA 

paneias,  sólo  le  nianitiesto.  \H)r  final,  que  daré  parte 
de  lo  que  me  ha  oeurri«lo  a  mi  Embajador.  . . 

¡  ¡  ¡  Oh,  Nueva  York,  metrópoli  del  Contineute !!!... 

12  DE  SEITIKMHRE. —  Kefjrt'samos  a  Washington.  En 
la  misma  noehe  doy  cuenta  al  Embajador  de  mi  des- 
agrado. El  señor  Azpíro/.  háceiiu-  ver,  eon  ealma,  (jue 
si  presenta  queja  fornml  ante  el  Departamento  de  Es- 
tado, nos  satisfarán,  pero  después  de  que  toda  esta 
prensa  temible  w  apodere  del  hecho,  y  lo  comente  y 
tergiverse  a  su  Ciiprieho,  para  salir,  al  cabo  de  la 
averiguación  (  ?)  que  levanten,  con  que  yo  fui,  si  no 
el  culpable,  el  responsable  por  lo  menos  del  sucedido. 

— **  Siii  embargo, — me  añad»-, — si  l'd.  (juiere  pon- 
**  dré  la  nota. . .  '' 

Y  yo  no  quiero  míe  se  ponga  ¿para  qué?  Me  doy 
de  sobra  eon  haber  sabido,  jwr  experiencia  propia, 
que  la  policía  de  ¡¡¡LOS  ESTADOS  UNIDOS  DE 
AMÉRICA!!!  se  halla  al  nivel  de  la  de  Guatemala  o 
Nicaragua.  .  . 

22  DE  SEiTiEMBRK. — Realízas(>  hoy,  por  modo  de  lo 
más  inesperado,  un  dr.seo  viejísimo  (pie  nutro  desde 
qu«'  entré  en  la  carrera  diplomática:  ípi«'<lar  de  repn-- 
wntante  de  México  en  estos  Estados  l'nidos.  .  . 

A  partir  de  hoy.  y  hasta  que  no  regrese  el  Embaja- 
dor de  Saint  íahíís  Missnun,  adonde  va  con  misicni 
oficial  del  Gobierno  nuestro,  soy  el  Encargado  de  Ne- 
gocios interino  d»-  México  en  este  país. 

¡  Vaniilad  T.  . .  Puede  «pie  sí;  pero  vanidad  y  to- 
do, siéntome  halagad ísimo.  ¡Cuándo  cesaremos  los 
hombres,  de  tener  arranques  de  chiquillos  T.  . . 

—  442  — 


MI  DIARIO 

10  DE  OCTUBRE. — Terminé  anoche  ¡al  fin!  la  lectura 
de  las  obras  completas  de  Edgar  Alian  Poe ;  unos  seis 
volúmenes  de  500  a  600  páginas  cada  uno.  Urgeme 
ahora,  llevar  a  cabo  mi  proyectada  peregrinación  a  su 
tumba,  en  Baltimore,  y  a  la  de  "Whitman  en  Nueva 
Jersey;  me  alegro  de  que  el  invierno  se  acerque,  es 
la  estación  propicia  para  estas  visitas  solemnes. 

12  DE  OCTUBRE. — Como  llovida  del  cielo,  para  mi  jus- 
tificación, me  cae  la  aventura  que  con  la  policía  de 
3Iassa<'husetts  acaba  de  ocurrirle  al  3er.  Secretario  de 
la  Embajada  Británica,  Mr.  Hugh  Gurney. 

Paseaba,  diz  que  a  mayor  velocidad  de  la  permi- 
tida por  las  leyes  del  Estado,  en  su  automóvil,  cuan- 
do fué  detenido  por  la  policía  y  llevado  a  la  presen- 
cia del  juez  de  paz  (¡un  plomero,  de  son  état!)  quien, 
aunque  Gurney  le  declaró  en  inglés  purísimo  ¡  inglés 
de  Londres!  que  era  diplomático,  etc.,  etc.,  etc.,  le 
propuso  este  dilema:  o  paga  Ud.  $25.00  de  multa  o  lo 
meto  en  la  cárcel,  pues  me  importa  tres  pitos  todo 
eso  que  me  cuenta  de  inmunidades  y  otras  zaranda- 
jas. Negóse  Gurney  a  reconocer  autoridad  en  el  juez 
de  paz,  y  negóse  el  juez  de  paz  a  dejarlo  asomar  la 
nariz  a  la  calle,  antes  lo  multó  en  $25.00  más,  "por 
desacato  al  tribunal,  cuya  autoridad  desconocía,  y 
aun  escarnecía,  no  contestando  palabra  a  los  interro- 
gatorios que  le  dirigían "... 

Se  resolvió  a  pagar,  pero  como  no  llevara  consigo 
sino  $15.00,  "POR  MERCED  ESPECIAL"  del  juez, 
se  le  concedió  que  llegara  hasta  su  hospedería,  custo- 
diado por  un  policía,  y  allí  reuniera  el  importe  de  la 

—  443  — 


F.  (¡AMHOA 

multa...  Y  atravesó  Lcnox  y  Lrr,  oh,  Gran  Breta- 
ña, ¡  ¡  ¡  escoltado  por  un  imlizonte  rural !!!... 

Quiso  en  el  hotel  resistirse  a  papar,  y  el  polizonte,  a 
imitación  del  juez  de  paz,  i)ropiisole  itléntieo  dilema : 
o  dinero  o  cárcel.  .  .    Y  pagó  la  multa. 

Avisados  el  primer  Secretario  de  la  Embajaila — ijue 
es  a  la  vez  el  Consejero  de  ella, — y  el  Embajador  en 
persona, — veraneando  en  punto  lejano,  vino  la  pro- 
testa fornuU,  y  la  reclamación,  y  cuanto  es  de  rigor  en 
casos  tales.  Resultado:  el  Departamento  "presentó 
sus  condolencias  por  lo  ocurrido"  y,  bajo  cuerda, 
obligó  a  (jiu'  el  Gobernador  del  sol)»Tano  <•  indepen- 
diente (?)  Massachusctts,  ordenara  al  bárbaro  juez 
de  paz  a  escupir  la  multa  y  dar  excusas. 

Ignórase  todavía  si  el  Embajailor  británico  se  con- 
formará con  lo  que  le  llevan  dado,  o  exigirá  la  de.sti- 
tución  del  j)lomero  togado.  .  . 

Pero  lo  que  sí  s^*  sabe  es  que  la  prensi»  ilc  todas  lo.s 
colores,  las  personas  de  todos  los  grados  sociales  y  la 
atmósfera  misma  de  este  país  de  libertad  y  de  respe- 
to al  derecho,  encuéntranse  gozosísimos  con  que  un 
Secretario  haya  pa.siulo  \}0V  ahogos  de  es»-  calibre ;  así 
lo  dicen  en  sils  charlas,  en  sus  artículos  impresos,  en 
sus  comentarios  y  hasta  en  sus  caricaturas.  .  . 

Un  iwrmenor:  el  juez-plomero  decbíro  en  un  pe- 
riíxlico,  que  al  mismísimo  Embajador  británico  en  ¡km*- 
.sona  le  habría  hecho,  vu  iguahlad  de  condicion«'M,  lo 
(jue  le  hizo  a  su  "Jlujh  Lord  .Smitartf"  (sic».  ¡¡¡  En 
premio,  hánle  ofrecido  mejores  emplíK)»!!! 

Y  cuenta  (pie  en  el  caso  tratábase  di-  los  reprewn- 
tantes  (\f  potencias    amigas,  d»*    la   i>otencia  (pie    los 

—  444  — 


MI  DIARIO 

engendró  y  que  con  ellos  comparte  el  trust  de  la  justi- 
cia, del  derecho  y  de  la  cultura .  . . 

¡  Pobres  de  nosotros,  los  demás,  que  no  somos  sajo- 
nes, ni  fuertes,  ni  ricos! 

14  DE  OCTUBRE. — Parécemc  conveniente  guardar  la 
siguiente  opinión  del  novelista  de  los  Estados  Unidos, 
Henry  James,  recién  vuelto  a  esta  su  tierra,  después 
de  una  ausencia  de  veinte  años,  pasados .  en  Inglate- 
rra. (Véase  el  "New  York  Herald'' — magazine  sec- 
tion — del  domingo  2  de  octubre  de  1904.) 

"  .  .  .when  questionccl  ahout  his  views  of  American 
"  literature  Mr.  James  would  only  speak  in  general. 
"'  '  The  mass  of  writing  is  so  great'  he  explained, 
"  '  and  so  unguided.  Never  yet  has  such  a  mass  of 
"  literatura  heen  put  forth  so  unwarned,  so  unpro- 
"  tectcd,  so  unguided  by  any  adequate  cHticism.' 
"  He  spoke  rather  sadly,  rather  aghast,  of  the  effects 
"  of  the  demand  of  the  Ameñcan  puhlics,  which  he 
"  considers  so  intermingled,  so  almost  inseparable  in 
"  their  parts,  as  to  be  unsusccptible  to  división  inte 
"  classes  of  tastes. 

"  We  have  such  a  vast  nuniber  of  dissolute  read- 
''  ers  —  OMNIVOROUS,  GULPING  READERS  — 
"  those  who,  fortunatcly,  cannot  remember  WHAT 
"  THEY  READ  AND  OUGHT  NOT  TO  CARE  TO, 
"  THEY  ARE  IGNORANT  OR  WEARY,  THEY 
"  READ  either  to  soothe  or  to  indulge.  ¡  ¡  ¡  PEOPLE 
"  IN  GENERAL  IN  AMERICA  DO  NOT  LIKE  TO 
"  THINK!!!!!!..." 

Con  lo  que  viene  a  comprobarse,  que  tenía  yo  toda 
la  razón,  noches    atrás,  cuando  discutiendo    con  uno 

—  445  — 


/'.  GAMBOA 

de  tantos  adoradores  ciejros  e  hispanoanu'rioanos  con 
que  cuentan  los  Estados  Unidos,  al  afirmar  que  en 
este  país  se  lee  mucho,  muchísimo  ( ¡  ya  quisiéramos ! ) , 
pero  se  piensa  muy  poco,  en  razón  directa  de  lo  que 
se  lee.  Pueblo  de  lector«'S  de  diarios,  magazints,  no- 
velas (?),  etc., — j  concedido,  aunque  sus  periódicos, 
novelas  (?),  ma^'azines,  etc.,  sean  como  son! —  lyievo 
los  Estados  Unidos  pueblo  de  pensadores?...  ¡¡¡De 
algunos  pensadores,  sí,  pero  ni  tantos,  dada  su  pobla- 
ción extraordinaria  I ! ! 

18  DE  OCTI'BRE. — Iloy  rcgres.'»  de  St.  Louis  Mo..  el 
Embajador,  nuiñana  cesaré  en  mis  interinas  funciones 
de  Encargailo  de  Negocios  de  México ;  lo  fui  27  días. 

21  DE  OCTIBRE. — Acabo  de  leer,  y  eon  muellísimo 
interés  por  cierto,  el  libro  escrito  por  Pancho  Uulnes 
en  México,  bajo  el  título  d»-  "El  venladero  Juárez". 
Al  i)ropio  tiempo  he  venido  enterándome  por  nuestra 
prensa  (?),  de  la  campaña  emprendida  en  contra 
del  autor,  y  me  he  sentido  avergonzado  con  esta  últi- 
ma, que,  con  sus  excesos  y  procacidades,  nos  retrata 
de  cuerpo  cutero  y  al  tanmño  natural.  NO  hay  idea  de 
lo  que  a  Hulnes  s<'  le  ha  dieho:  y  aunque  él  se  ha  de- 
fendido ha.sta  donde  le  ha  .sido  j>osilile,  acosado  por  la 
jauría  de  nuestros  íuilvajismos  nacionales,  ya  guar- 
da silencio. 

¡¡¡Cada  día  vamos  peor!!!  ¡A  dónde  llegare- 
mos?. .  .    Misterio,  enigiiut,  sí'creto.  .  . 

2'.i    DE  í»CTrHRE. —  ImpiMieme    el    "Hiíitid"    de    Nue- 

—  446  — 


MI  DIARIO 

va  York,  de  que  el  señor  C.  F.  Sehwartz, — uno  de 
los  "expertos"  del  Departamento  de  Insectos  en  el 
Instituto  Smithsoniano, — acaba  de  declarar  que  una 
araña  moradora  de  esta  capital  de  los  EE.  UU.,  y 
sus  vecindades,  conocida  en  el  sur  de  Europa  bajo  el 
nombre  de  " malnúgniatte" ,  es  de  los  bicbos  más  ve- 
nenosos que  se  conocen,  pudiendo  matar  con  su  mor- 
dedura, picadura,  o  lo  que  sea,  hasta  a  un  adulto  bien 
desarrollado.  Como  además  da  su  descripción  corpo- 
ral, por  dondequiera  qiíe  vuelvo  los  ojos,  paréeeme 
descubrir  al  animalito .  .  . 

Y  hable  Ud.  luego  de  los  inconvenientes  de  los  Tró- 
picos y  de  las  excelencias  de  estos  climas  templa- 
dos  (!)   y  fríos. 

¿Qué  le  faltará  a  Washington,  digo  yo,  para  ser 
una  de  las  ciudades  más  agradables  de  la  tierra,  se- 
gún lo  afirman  sus  hijos,  sobrinos  y  demás  parientes? 
De  enfermedades,  las  posee  todas — el  tifo,  con  mayor 
abundancia  en  cantidad  y  calidad  que  nuestra  po- 
bre México ; — la  viruela,  el  corazón,  una  tisis  de  pa- 
tente, cuanto  hay ;  y  ahora  salimos  con  que  también 
gasta  sus  arácnidas  homicidas.  Por  suerte,  su  clima 
es  abominable. 

27  DE  OCTUBRE. — Auoclie, — que  concurrí  a  ver  uno 
de  estos  disparates  cómico-líricos  que  denominan 
"piezas  de  teatro",  con  música  de  todo  el  mundo,  le- 
tra o  argumento  sin  pies  ni  cabeza,  chistes  entera- 
mente sajones,  un  batallón  de  mujeres  encantadoras 
que  se  visten.  .  .  digo,  que  se  desnudan  admirablemen- 
te, con  un  lujo    que  desconocemos    en  nuestros    tea- 


447 


F.  GAMBOA 

tros  y  (jue  se  desconoce  también  aún  en  los  mejores 
teatros  europeos, — observé,  por  secunda  vez,  una 
mejora  <|ue  nie  protluce  un  raro  efecto,  no  sé  si  de 
censura  o  de  aplauso:  en  Jos  bailables  y  grupos  que 
se  efectúan  estantío  el  escenario  casi  a  obscuras,  y  la 
sala  y  la  orquesta  en  tinieblas,  a  fin  de  que  mejor  luz- 
can los  efectos  de  las  luces  de  color  que  aparecen  lue- 
ÍTo,  la  batuta  del  director  se  ilumina  en  su  extremo 
libre  con  una  diminuta  lucecilla  eléctrica,  que,  como 
una  luciérnaga  amaestrada,  rasga  las  sombras  guar- 
dando el  eompáü  de  la  música,  y  a  la  (pie  los  ejecu- 
tantes, los  profesores  de  la  onjuesta,  y  ¡hasta  el  pú- 
blico!, sigue  sin  pestañear  en  sus  zig-zags  y  volteos 
fantásticos.  .  . 

J.     1>K   NOVIEMBRE. — Después  de   asistir   eii    .1   "Srw 

National"  a  la  comedia  inglesa  tle  gran  fama  y  re- 
nombre *'The  School  for  Scandal" — una  enorme  mis- 
tificación desd»'  mi  i)unto  de  vista  del  arte  dramático 
— recorro  en  tranvía  la  avenida  de  "  I'(  nitsylvania. 
que  es  a(juí  la  arteria  en  que  todos  los  acontecimien- 
tos ¡)úl)licOs  de  wnsación  se  manifi«*stan  y  laten,  para 
presenciar  a  mis  anchas  lo  excitado  (\uv  este  pueblo 
s«*  pone  con  motivo  de  sus  elecciones  presidenciales.  .  . 
Allí  me  entero,  leyendo  los  eartelones  de  manta  (pie 
los  principales  diarios  plantan  delant«'  de  las  faeha- 
das  de  rus  edificios,  del  triunfo  formidable  de  Roose- 
velt :  un  triunfo  al  (pie  apenas  si  puede  compararse 
el  del  partido  republicano  a  raíz  de  su  victoria  cuan- 
do la  «"spantosa  guerra  de  secesión. 

Dos  eosas  me  a.sond)ran.    Primera,  (pie  en  ♦•sta  ciu- 
dad, ea.slrnda  de  sus  dt-reelios  políticos  ( ¡  ¡ ;  el  Distrito 

—  448  — 


MI  DIARIO 

de  Colimibia  no  vota  ! ! ! ) ,  el  entusiasmo  sea  igual  al 
de  cualquiera  otra  ciudad  completa;  y  segunda,  que 
haya  tal  cantidad  de  bebedores  a  las  puertas  de  las 
cantinas  (¡ablentas  durante  la  noche  entera!)^  en  las 
que  se  ven  cordones  de  gentes  esperando  su  turno  pa- 
ra penetrar  y  apurar  su  copa,  o  copas.  Como  en  un 
teatro,  ils  font  la  qneue! 

4  DE  NOVIEMBRE. — Importada  directa  y  personal- 
mente por  T.  Hansen,  1er.  Secretario  de  la  Embajada 
de  Rusia  aquí,  hoy  rae  hace  entrega  el  mismo  Hansen 
de  la  balalaika  que  me  permití  encargarle  cuando 
se  marchó  a  San  Petersburgo  con  licencia,  hace  unos 
cuatro  o  cinco  meses.  ¿Qué  es  una  balalaika f  pues 
una  especie  de  mandolina,  un  instrumento  tricor- 
de,  y  triangular  en  su  caja  armónica,  que  todos  los 
cosacos,  moujiks,  obreros,  y  aun  presidiarios  (véase 
Dostoiewski  en  su  "Casa  de  los  Muertos";  véase 
Gogol  en  sus  "Almas  muertas")  tañen  en  Rusia: 
el  instrumento  nacional  por  excelencia,  entre  cu- 
yas cuerdas  late  y  vibra  la  incomprensible  e  inmensa 
alma  moscovita,  que  yo  deseaba  poseer  hace  muchísi- 
mo tiempo.  En  cuanto  viene  a  mis  manos,  biiscole  y 
encuéntrole  un  sitio  adecuado  en  mi  gabinete  de  tra- 
bajo:  encima  del  diván,  entre  mis  armas.  . . 

17  DE  NOVIEMBRE. — Comienza  la  season  de  invier- 
no :  hoy  es  la  primera  asistencia  a  un  té  en  la  Casa 
Blanca,  ofrecido  por  la  señora  de  Roosevelt .  .  . 

Comienza,  pues,  este  gran  fastidio  diz  que  diplo- 
mático, con  que  año  por  año  me  martirizan  aquí.  ¡  Pa- 
ciencia y  barajar ! 


449 


F.  üAMliOA 

U>  Di:  NctviKMHKK.. — Otra  ceroiiioiiia  oficial:  liov  des- 
cubre la  Einbajailora  de  Alemauia  una  estatua  de  Fe- 
derico el  Grande,  )>or  más  de  uu  ai'io  guardada,  por- 
que en  el  Senado  oi)oníanse  a  que  los  Estados  Tni- 
<lo8  ¡¡¡tierra  tle  la  democracia!!!  ace|)taran  la  efigie 
de  un  monarca,  ofrecida  por  otro  monarca,  el  actual 
v  mepalónmno  Kaiser  de  Alemania. 

<  omo  ya  la  nu-lección  de  Roosevelt  (lui'dt'»  asegu- 
rada, al  fui  se  admitió  el  obsequio  kaiseriano,  y  se  dio 
a  la  admisión  pompa  gran<Hsima:  Presidente,  miem- 
bros del  (jabinete.  Cuerpo  diplomático  n\i  (jrand  cnm- 
pUt.  soldados,  músicas,  banderas,  y  grandes  cantida- 
des de  j)úblico. 

Kl  discui'so  «Ir  aceptación  de  l{oosf\elt,  consagra- 
do a  la  pa/. . . 

Por  la  noche,  recei>cióu  en  la  Emliaja<la  tudesca, 
con  asistencia  tic  l<»s  dos  generales  prusianos  (¡ue  hi- 
cieron entrega  d»'l  bronce,  en  nombre  de  su  sol>crauo; 
y  con  supcral)undancia  del  elemento  militar  yan(|ui 
entre  los  innúmeros  concurrentes  que  "decoramos  con 
nuestra  presencia" — t'omo  decía  Flaubert, — el  pala- 
cio de  la  Embajada. 

*J1  Dt  NüViK&iiiKK. — Obtengo  el  retrato  de  Máximo 
Gorki,  el  pro<ligioHO  vagabundo  y  novela<lor  runo,  y 
IlanstMi  me  envía  a  vnsix  el  complemento  «Icl  obsequio 
que  me  trajo  de  San  Prtei-sburgo:  una  fíitografía  de 
Dostoíewski. 

2S  DK  NoviK.MbRK. — Decido,  en  vista  d"l  qjiehacer 
sin  cesar  en  aumento  de  nuefltra  £mbaja<la,  que  me 
"mpiílo  atin  denpachar    «ni  «•orrcHiwudencia    particu- 

—  450  — 


MI  DIARIO 

lar  y  me  obliga  a  permanecer  en  la  cancillería  hasta 
bien  entrada  la  noche,  trabajar  en  casa  mi  próxima 
novela,  en  la  que  no  he  dado  plumada  desde  mi  perma- 
nencia veraniega  a  orillas  del  mar. 

9  DE  DICIEMBRE. — Metódicamente  escribo  noche  a 
noche  mis  manuscritos  de  "Reconquista",  en  mi  ga- 
binete de  trabajo,  solo  y  sin  ruidos  interiores  ni 
exteriores,  que,  adentro,  mi  hijo  duerme  y  mi  mujer 
acompáñame  desde  un  sillón,  en  el  que  hace  de  todo: 
una  labor,  primero,  rezos  después  y  cabeceos  a  lo  úl- 
timo ;  y  afuera,  con  tanta  nieve  como  nos  está  cayen- 
do, todos  los  rumores  se  apagan,  ¡  oh,  invierno ! .  . . 

22  DE  DICIEMBRE. — Hoy  ajusto  cuarenta  años  de 
edad,  y  me  sorprende  la  mezcla  de  ideas  y  seutimien- 
íos  que  me  invaden;  siéntome  niño  aún,  para  muchas 
cosas,  y  en  cambio,  muy  viejo  para  otras. ^.  (¿Fenó- 
meno subjetivo  ? . .  . ) 

Por  las  tempestades  que  me  han  azotado  durante 
lanto  año,  muerto  ya,  debiera  yo  considerar  que  hoy 
doblo  el  Cabo  de  las  Tormentas,  (así  bautizado  el  sur- 
africano  por  el  portugués  Bartolomé  Díaz,  su  descu- 
bridor en  el  año  1486  del  siglo  XV),  mas  en  recuerdo 
de  lo  que  el  Rey  Don  Juan  de  Portugal  opinó  al  sa- 
ber lo  del  bautizo  de  Bartolomé  Díaz,  y  sintiéndome 
regenerado,  de  mi  espíritu  principalmente  ¡que  es  lo 
que  más  importa !  cambio  el  nombre  del  aniversario, 
y  una  vez  que  hoy  doblé  el  Cabo  de  las  Tormentas, 
llámense  en  lo  de  adelante  mis  40  años  el  Cabo  de  la 
Buena  Esperanza  de  mi  vida. 

i  No  quiero  navegar  más  por  mares  bravios ! 

—  451  — 


25  DE  DICIEMBRE. — Caigo  eii  la  cama,  derribado  por 
una  treiiifiida  "influenza"  (|ue  me  invade  al  salir  de 
misa,  a  causa,  in(iuiial)lcmeute,  del  ri^or  de  esta  esta- 
ción tan  espantosa. 

;  Xi«'va.  nieva,  ni^'va  .  .  .  ! 

31  DF.  mciE.MHKE. — Eu  mi  cama  tle  t-nfermü,  oigo  a 
la  media  noche  el  clamoreo  de  los  silbatos  de  vapor, 
de  las  campanas  y  de  los  cohetes  (jue  anuncian  ti 
desapart-cimii-nto,  en  el  ocaso  iniíu-nso  (h-l  olvido,  de 
este  año  Itisit-sto  de  ÜKJ4,  <juc.  por  mí,  bien  puede 
descan.siír  en   ¡taz. 


FIN  DEL  TOMO  TERCERO  Y  DE  LA  PRI.MERA  SERIE 


índice  alfabético 


A 


Abramson,  Hyman — 432. 
Acosta,  Vicente — 373. 
Aguirre   Cinta,   Eafael — 109, 

112. 
Alatorre,  Ignacio  K. — 106 
Alcalde,     Señora     de  — 161, 

205,  230,  233. 
Alcalde,  Joaquín  Ma. — 28. 
Alcalde,   Rafael— 159. 
Alcalde,  Eamón- — 37. 
Alcántara,  Germán — 82. 
Alemania,  Embajadora  de — 

450. 
Alfonso  XII,  de  España— 101 
Algara,  José — 207. 
Alt,   Theophilus— 274. 
Altamira,  Ignacio — 324,  325. 
Altamira  liijo,  Ignacio — 324. 
Altamirano,  Ignacio  M. — 201, 

210. 
Ambriz,  X.— 210. 
Anderson,  Eobert — 237. 


Andrade,  Benjamín — 31. 

Anguiano,  Francisco — 9  7, 
179. 

Antillón,  Florencio — 29. 

Apfel,  Harry— 316. 

Arahice,  Ramón  de  S.  N. — 
175,  176,  177,  183,  189,  232, 
320,  352,  418,  419. 

Aranda,  Silvestre— 338. 

Arbués,  Pedro  de — 157. 

Artigas,  José — 11. 

Arzobispo  de  Guatemala — 
128,  134. 

Atila— 301. 

Azpíroz,  Manuel  de— 223, 224, 
226,  227,  236,  250,  252,  254, 
286,  291,  318,  322,  323,  330, 
335,  336,  337,  338,  339,  340, 
341,  342,  350,  361,  377,  442, 
446. 

Azpíroz,  Rodrigo — 220. 


Balleseá,  Santiago — 146,  173,  Barrios,  Justo  Rufino — 87,90, 

175.  105,  136. 

Ballot,   Marcel — 435.  Barron,  Alfredo— 220. 

Barillas,  Manuel  L. — 83,  105,  Barrundia,  Martín — 105,  106, 

106,  111.  107. 

Barnum- 249,  256,  360.  Baz,  Gustavo— 164. 

Barreteaga,   N. — 63,   157.  Béguerisse,  Carlos — 124,  355. 
Barrios,  Juan  M.— 123.             |  Belasco,  N.— 299. 


Bi-lf^rano,    Manuel — 16. 
Benitez,  Justo — 36. 
Bécquer,    Gustavo    Adolfo — 

259. 
Biokfortl,  Aliniranto — 147. 
Bioiuli.  Ernesto — 424,  425. 
Bjornson,  Bjornstjerne — 147. 
Bland,  P.  Brooks— 317. 
Bolívar,    Simón— 15,    16,    17, 

19. 
Bone,  Onofre — 154. 
Borda,  Manuel  de  la — 54. 
BoulnnRiT,  General — 184. 


Boufft,  f'h.— 146,  173. 

Bourget,    Paul— 387. 

Británico,  Embajador — 444. 

Brooko,  N.— 441. 

Bruto — 26r). 

Brjant,  N.— 315. 

Huoaroli,   Antonio    Ma.   de — 

15»4,  196. 
Bulnes,  Francisco — 446. 
Bunau  Varilla,   P.— 361,  .162. 
Bunjfe,  Carlos  Octavio — 391. 
Burt  Sayre,  Theodore-  2.'57. 


Talero,  Mannel — 189. 
Calderón,  Salvador— 145,  430. 
Campoamor,    Ramón   «le — 61. 
Campos,  Rubén  M. — 173. 
Cardona,    Francisco — 199, 

200,  407,  408,  413. 
Carnegie,  Andrew — 395,  396. 
Carr,  Félix— 316. 

Carrero    y    Lombeyc,    IVdro 

de.— 143. 
Carrillo.  General— 31. 
Casanova,  Juan  .Tacobo — 23ÍÍ. 
CasaHÚs,    Joaquín    D.  —  185, 

201,  210. 

f'assini.   Conde — 359,    370. 
Castellanoa,  N. — 32. 
r'aatilla,  Ramón— 10. 
Castro,  José  Ma. — 31. 
Cato,  Will— 420,  421. 
Ceballos,  Ciro  B.— 199. 
Ce«n«»ln,   Luijfi   P.  de-  425. 
Cleniena,    Hnmuei    L.    (Mark 


Twaln)— 417. 
i   Cleveland,    Grover — 2."»l. 
I  CoK.n,   Cristóbal— 270. 
!    Ciintreras,  Jesú» — 56,61.  173. 
I       177,  183,  185,  186,  187.  189, 
190,  191,  192,  193,  194.  20.5, 
.352. 
i   Corbot,   James   J.— 302,   303, 
304,  305,  30fl,  415,  433. 
Corcornn  líill.  WiHinm»— 223. 
Cortés,    Hernán — 14. 
Corral.   Ramón — 15. 
Cosío  FVmtones.  General — 31. 
Cotton.  Vice  Almirante     298. 

313. 
Crane,  í'urtis  L. — 316. 
Creel,    Enrique   C— 54,    25.'», 

254. 
Cuóllar,  Jos*  T.  de— 414. 
Cunnin(;ham,    Am    P.     270.  . 
Cuntís,    Nellie— 274. 


CH 


Chavero,  Alfredo-  .356. 
Chékib,  bey— 313. 
Chiekering,  N.— 248. 


Chorano,    José    Santos  —  H8, 
84,   10.3,    104. 


D 


Dante    Alighieri — 294. 
Cávalos,   Balbino— 176,   199, 

200. 
Dávalos,    Marcelino  — 199, 

200. 
Davia,  Hartley— 327. 
Deane  Silas— 273. 
De   Crist,   Mamie— 296,    297, 

298,  299,  300. 
Delgado,  Rafael— 159. 
Dentón,   X.— 249. 
Dewey,  Almirante — 251,  252. 
Díaz,  Bartolomé — 151. 
D  'Haracourt — 435. 
Díaz,  Sra.  de — 8,  9. 
Díaz,  Porfirio— 6,  8,  9,  10,  19, 

20,  21,  22,  23,  26,   27,  29, 


35,  36,  37,  38,  43,  44,  45, 
50,  51,  55,  56,  84,  86,  144, 
162,  163,  178,  179,  180,  181, 

182,  203,  204,  205,  207,  209, 
226,  227,  281,  329,  330,  377, 
•411. 

Díaz    del    Castillo,    Bernal — 

13,  65. 
Díaz    Dufóo,    Carlos  —  175, 

183,  185,  189. 
Dickens,  Charles— 198,  292. 
Dostoiewski,    Fedor  —  373,. 

397,   449,   450. 
Duniont,  Santos — 406,  424. 
Dupont,   Almirante — 246. 
Duss',  J.  S.— 332. 


Eduardo   Vil,   de   Inglaterra 

—267,  309,  310. 
Emerson,    Ralph    Waldo — 9, 

315. 
Enrique,  de   Prusia — 268. 
Escobedo,  Mariano — 30,  338, 

339,  340. 
Escoto,  Joaquín — 339. 


Espino-Barros,  Martin — 196, 
197,   198. 

Estrada  Cabrera,  Manuel  — 
88,  90,  95,  96,  97,  98,  99, 
104,  107,  125,  130,  143,  144, 
151,  152,  153,  154,  161,  179, 
182,  320. 


Fabre,  Jules— 335,  337. 
Facha,  José  Ma. — 199. 
Fairfax,  Lord— 277. 
Fariña,  Salvatore — 401. 
Fárragut,  Almirante — 256. 
Federico  el  Grande — 450. 
Feijóo,  Padre — 11. 
Felipe  II,  de  España — 84. 
Fernández,  Leandro — 46. 
Ferrari  Pérez,  N. — 352. 


Fitzsimmous,  >». — 433. 

Flaubert,  Gustavo— 147,  450. 

Flores,  Félix— 97,  98. 

Flores,  Manuel — 174.  % 

Forster,  John— 292. 

Francia,  José  Gaspar  To- 
más Rodríguez — 11. 

Franklin,    Benjamín — 371. 

Freeman  Marsten,  Joseph — 
300. 


Gaiubou,    José    J. — 159,    160, 

200,  251,  391,  397,  403. 
Gamboa,  José  M.— 40,  61,  86, 

391. 
Gamboa,  Manuel— 28,  40,  42, 

4:í,  44.  248. 
Gamboa,    Sra.    If^lesias   de — 

33,   34,   35,   291. 
(iamboa,   Sra.   de — 5,   8,   57, 

61,  121,  123,  139,  149,  150, 

155,  156,  157,  207,  215,  219, 
223,  229,  230,  248,  280,  283, 
292,  348,  349,  3r.l,  357.  394, 
416.  438,  440,  451. 

(iamboa,  Miguel  Félix — 5,  6, 
48,  57,  58,  59,  60,  62,  6.'i,  64, 
73,  81,  114,  118,  121,  123, 
124,  134,  139,  142,  149,  150, 

156,  157,  159,  161,  214,  215, 
216,  217,  230,  238,  246,  248, 
257,  272,  27H,  279.  280,  288, 
290,  291.  292,  293,  351,  358, 
394,  413,  416,  438,  439.  440, 
451. 

(íana,    Domingo — 224,    225. 
(íana,  8ra.  du — 225. 
Gante,  Fr.  Podro  de — 15. 
G.'iray,  Eduardo — 106. 
García,  Jenaro — 198. 
Garría  Calderón,  F. — 16.  18. 


liarcía    GranathiM.    Mig»u>l  — 

90. 
Garría    Peñn,    \. — 15. 
Garza  jr.,   Kmeterio  de   la — 

318. 
Godovius,  Germán — 209. 
Gillpatrick,  Wallace— 321. 
Goethe,  Wulfgang — 56,  411 
Gogol,    NieoláB — 113.   449. 
Goldonkran/.,   Ooroner  -  432. 
Gómez     Carrillo,     Agustín — 

m. 

Cíónu'Z     Carrillo,     Enrique — 

111. 
Gonoourt,    Hormanos — 426. 
Gonr.Alez,   Manuel — 44. 
Gon/.Alez  Cosío,  Manuel— 45. 
Cíonzúlez  Obregón.  LuÍ8--198. 
Gorki,  Máximo — 1.")0. 
Gounod,  Carlos — 229. 
Graney.    Kddie  -  .304. 
Grieg,  K<luardo— 332. 
(tuillermo  II,  de  Alemania — 

298,  344,  450. 
(iurney,   Hugb — 443,  444. 
Gutiérrez  Nájera,   Manuel  — 

79. 
Guzm/in    Hlanro,    Antonio  — 

11. 


H 

Hansen,  Th. — 449.  I   Heine,  Knric|uo     240. 

Harper,  Presldent  -375,  376.      Henna,  l>octor— 21K. 
Ilarper,  N.  — 415.  |   I{i>rbert.    Hir     Mielinel     227. 

Hawthorne,    Nathaniel— 222,  |       228.  234. 

•TI'»,  415.  i  Herbrrt,  Kady— 22H. 

Hay.    John  — 220,    221,    222,  !   líod^e».  Henry~420,  42.3. 

253,  3.59.  .362.  .363.  370.  i    Hoffmann,  (Juillorrao   A.- 61. 

MearM.  Wm    Knnd..lj,h  -296.  ¡   Houdon,  N.— 276. 

310  I    llumboldt,  Alejandro  de — SO. 


Humphrey    Eeed,    E.  -  321,  i  Huysmans,  Joris   Karl-125. 

322    323.  Hyde,  James  H. — 242. 

Huret,  Jales — 375,  376.  ¡ 


1 


Ibanondo,  Francisco — 42. 
Ibsen,  Henrik— 147,  397. 
Icaza,  Francisco  A.  de — 53, 

61. 
Iglesias,   José   Ma.  —  28,   29, 

35,  37 


Iglesias,  Kafael— 123,  130. 
Iglesias  Calderón,  Fernando 

—63. 
Irving,  Washington — 270. 
Iturbide,  Agustín  de — 16,  19, 

50. 


Iglesias,  Manuel  S.— 63,  159.   ¡  Izaguirre,  Leandro— 173. 

J 


Jackson,  Andrew — 233. 
James,  Henry — 445. 
Jéfferson,  Thomas— 225,  269, 

406. 
Jeffries,  James  J.— 302,  303, 

304,  305,  427. 
Joinville,  Jean  de — 21. 


•Jones,  Griffith— 316. 

Juan   el   Evangelista,   San — 

265. 
Juan  de  Portugal,  Don— 451. 
Juárez,  Benito  —  31,  41,   50, 

182,  186,  193,  283,335,  336, 

337,  446. 


K 


Katz,  Willie— 432,  433. 
Kelton,  John  C— 240. 
King,  B.— 238. 


Knight,  Ollin— 316,  317. 
Knox,  Geo.  W.— 404. 
Krupp,  Alfred— 298. 


L 


Labastida,  Padre— 211,   212. 
Las  Casas,  Fr.  Bartolomé  de 

—15. 

Lafayette,  Joseph  Marie  de 

—233,   242,   245,   266,   273, 

274,  275,  278. 

Lafayette,  Edmond  de— 275. 

Landa   Escanden,  Carlos  de 

—68. 
Lansiug,   Tom — 316. 
Lardizábal,    José    Ma.  —  90, 

95. 
Lavelle,  Kid— 316. 


Lawrence,  N. — 268. 

Lazo  Arriaga,  Antonio — 161, 

179,  320. 
León,  Luis  de — 124. 
Lerdo    de    Tejada,    Ángel— 

393. 
Lerdo   de   Tejada,   Miguel— 

259. 
Lerdo   de  Tejada,  Sebastián 

—29,  30,  36,  50,  338,  392, 

393. 
Lessing,  Bruno — 314. 
Lewis,  George — 273,  274.. 


Liréaga,  Eduardo — 57. 
Limantour,  José  Ivés — 8,  23, 

45,  47,  207,  208,  253,  254. 
Limantour,  Sra.  de — 45,  253. 
Lincoln.  Ahraham— 221,  222, 

225,  237,  262,  263,  269,  363, 

378. 
Lipton,     8ir    Th..ma8  —  2yO, 

.'{07,  308,  309,  310. 
Lonjffi'llow,   H.    Woilsucirtli- 

315. 


LonfTue,  Gastón — 397. 

Lope  de  Vega  ('arpio,  Félix-- 

249. 
Locimis,  N.— 225. 
Luis,  San,  Rey  do  Francia — 

21. 
Luis,   Fr.,   de   Granada  —  47. 
Luis  XIV,  de  Francia — 275. 
Luna  y  Drusina,  Fernando — 

259,  260. 
I.vn<-h— 3S0. 


LL 


I.Innias.   Francisco — 1<>.' 


M 


.Mahilh-aii.  l.«M>pol.|    j^L-,  i,'44, 

24.".. 
Macalesttr,    <   ha  ríes  — 263, 

264,  2M0. 
Marburg.  Guido — 321. 
.Marco   Polo— 13. 
Marguerittp,  Hrrmanoa — 426 
Nfariscal,    Ignacio — 46,    61, 

14r.,  161,  162,  163,  178,  179, 

183,  198,  203,  204,  207,  224, 

342.  344.  345,  397. 
MnriHcal,  Sra.  do — 46,  344. 
.Mnr<|uina,  Kdiiardo — 418. 
Martin.  X.— 345, 
Martínez    Sobral,    Enriqne — 

83,  103,  109.  110,  111,  112, 

153.  154,  430. 
Mas.    Paco— 183.    195.    209, 

232. 
Maximiliano    de    Hahshnrgo 

—7,  19.  337. 
Me  Adoo.  N.— 4.38.  441. 
MTowHl,  N.-371. 
Mr  f'ready,  I>nnean— 377. 
Me  Kinley,  William— 350. 


.M.'.<'na8-320. 

Mejía,    Federico  —  219,    220. 

Mí'jia.   Ignacio — 30. 

Mcjía  Hílrccnas,  Manuel — 96, 

97,  98. 
Mena.  Francisco  Z.-  45. 
Ménder,  Juan  N,— 38, 
MendÍ7.Abal,    Gregorio — 59. 
Millo,  Kaoul      173,   175. 
Millor.    Kulph— 316. 
Mirnmón,    Miguel— 338,   340, 

341,  342. 
Moctezuma  II    13,  14,  15,  50. 
Morgan,  J.  Pierpont— 425. 
Monroe,  Jamos-  ,364. 
Montiel,    JuliAn— 164.     165, 

166,  167,  16N.  169.  170,  171, 

172. 
Montiel    y    Huarto,    Isidro — 

166. 
Morar&n.  Franciüco—  11. 
Mos4|uorR.     TomA»     r'iprinno 

de— 10. 
Mumm— 227,  846. 
Munroe,  N.— 415,  427. 


N 


Nabuco,   Joaquim — 163. 
Napoleón    el    Grande  —  56, 

240,  266,  333, 
Navarro,  Juan  N. — 373,  374, 

392. 
Negrete,  Miguel — 31. 
Xer\o,  Amaclo--178,  17.1,  183, 


184,  185,  189,  195. 
Nicolás    II,    de    Rusia — 389, 

400,  401,  417. 
Nietzsche,  Federico — 1,46 
Nórdica,   La— 332. 
Xúñez,  Eafael — 11. 


O 


O'Conell,    Eugenio— 316. 
Orozco  y  Berra,  Manuel — 11. 
Ortega,  Juan  J. — 108. 


Othón,  Manuel  José — 79. 
Oviedo,   Paulino   Ma. — 169. 


Páez,  José  Antonio — 11,  17. 
Paderewzki,  Jan — 401. 
Palma,  José  Joaquín — 108. 
Pardo   jr.,    Emilio — 195. 
Pardo  Bazán,  Emilia — 53. 
Parra,   Porfirio — 176. 
Parres,  Juan  de  la  Fuente — 

175. 
Patterson,  N.— 411. 
Paz,   Arturo — 210. 
Paz,  G.— 30. 
Pearson,  N.— 68. 
Pearson  and  Son. — 65,  78. 
Pedro    del   Brasil,    Dom — 19, 

267. 
Peña  y  Reyes,  Antonio  de  la 

—61,  204,  210. 


Peón  del  Valle,  José — 318. 
Pérez,  Gervasio — 217. 
Pérez  Galdós,  Benito— 198. 
Peza,  Juan  de  Dios — 79. 
Pineda  de  Mont  li.,  Rafael — 

109. 
Pío  X— 350. 
Pitágoras — 346. 
Plan,  Pierre-Paul— 401. 
Plaza,  Edmundo  J. — 377. 
Poe,   Edgar   Alian— 61,    198, 

263,  315,  327,  380,  387,  411, 
416,   443. 
Portales,   Diego   José  Víctor 

—10. 
Portilla,  Alfredo  de  la — 61. 
Prescott,  Wm.  Hickling — 20. 


Q 

Queensberrvj    Marqués    de —  i  Quesada,  Ernesto — 430. 


305. 
Queiroz,  Eca  de — 81. 


Radcliffe,    Ana— 61. 


Quincey,  Th.  de— 387. 
Quiroga,  Facundo — -10. 


R 


104,  124,  137. 


Rebolledo,    Efrén  — 85,    103,  \  Reed,  Paul— 420,  421. 


Reilly,  José— 316. 
Kejfalado,     Toniáa  —  96,     97, 

i;<0,  182. 
Reyes,  Bernardo — 46,  5.1,  .16, 

203,  204,  280. 
Reye8\  Francisco  A. — 95,  96, 

U7,  98,   178,  179. 
Reyes,  Rafael— a.-í.!,  3.16. 
Rey  de   Portujfal— 298. 
Rey  de  Snecia — 86. 
Rey  na    Barrios,    Josó    Ma. — 

9.1,  101,  107. 
Ricoy,  Luis  G.— 82,  85. 
Riclielieu,    Armand-Jean    du 

P.— 245. 
Richepin,  Jean — 299. 
Rocha,  Sí'ístenes — 31. 
Rochamlu'aii,  f'onde  de — 233. 
Rodripn-z  Parra,  Fidel — 124, 

137. 


Roldan,     J.     Antonio — ^llH, 

120,  126,  127,  128,  129,  133, 

134,   135,   140. 
Romano,  N. — 63,  157. 
Romero,  Cayetano — 151,  152. 
Romero,    Matías— 152,    165, 

324. 
Romero    Riiliio,    Manuel — ,10, 

202. 
Roo.sovelt,   Theo.  —  225,   226, 

227,  :<09.  312,  .361,  370,  371. 

3S6,  396,  403,  417,  448,  4.50. 
Roosevelt,  Mrs.- .353,  449. 
Rosas,    Juan     Manuel     Ortiz 

de— 10. 
Rousseau,  Juan  Jacobo — 17, 

266. 
Rowe.  Comodoro — 441. 
Rul>eii!<,  Pedro  Pablo   -66. 
Ruítkin,  John. — 163. 


Sagaseta,  Rafael  — 61,  124, 
137,  138,  142,  157,  .306,  .307. 

S.ijfaseta.  Hra.   de — .1,  41. 

Halado  Alvarez,  Victoriano- 
430. 

Santa  Anna,  Antonio  LApez 
de— 7,  .10. 

San  Martín,  Jon/-  <|( — 15. 

Santander,  FrancÍNoo  de  Pau- 
la—17. 

Sarak,  I)r.  A.,  Conde  de — 
326,  346,  .347,  348,  34»,  350. 

Sarmiento,   Doniinjío— 289. 

•Scott.    Alejandro— 316. 

Srott,  Winfield      237,  238. 

Schumann,   Robert — 332. 

Sohwartz,  <•.  T— 447. 

Shéridan,  Philip  H.— 237, 

Sherman,  W.  T.— 237,  325. 


Seward,   N. — 132,  4.33. 
Sierra,  Justo— 173,  174,  175, 

176,  177,  184,  189,  193,  194. 

209,  365,  366,  370,  386. 
SÍKuere,  Arturo— 129,   131. 
Sniith,  Billy— 316. 
Smyth.  Clifford— 327. 
Hlonim.  (íeneral  -  404.  405. 
Roliffman,  Fríres— 319. 
Hpinola.  Rafael-  89,  104,  lOH. 
Starr,   Frederick  —  31H.   .320, 

.364,  429,  4.30. 
Steurks,  Joc— 316. 
Stnithers.  John     267. 
8tuart,  J.  X.— 276. 
Htuart,  N.— 1.12,  1.13. 
Sullivan,  N.— .302. 
HiiiKltriiianii,    \.-  260. 


T 


Tablada,  José  Juan--173,  418. 
Taine,  Hipólito— 306. 
Terrés,  José — 59. 
Thompson,  Launt — 238. 
Thuillier,  Emilio— 408. 
Ticiano,  Vecellio^236. 


Toledo,  General— 31. 
Tolstoi,  León— 113,  257. 
Torres    Sagaseta,    Manuel- 

220. 
Trejo,  Carlos  Ma.— 82. 
Tschaikowskv— 333. 


u 


Urueta,  Jesús  —  54,  55,  173, 
175,  183,  184,  189,  194,  253, 
318,  398. 

ürbina,    Luis    G.  —  79,    173, 


174,  175,  176,  177,  183,  189, 
191,  192,  193,  194,  195,  209, 
2.59,  354. 
Urrutia,  Lázaro — 320. 


V 


Valenzuela,  Jesús  E.-53,  54, 

164. 
Vándervilt,  X.— 218. 
Vaughan,  Samuel — 277. 
Vázquez,  Andrés  Clemente — 

430. 
Velasen,  Emilio— 337. 
Vélez,  Francisco — 340. 


Verissimo,   José — 430. 
Vernon,   Almirante — 268. 
Víctor  Manuel  III,  de  Italia 

—350. 
Vincourt,  Carlos — 170. 
A'^irgilio — 255. 
Voltaire,     Arouet     de  —  266, 

411. 


w 


Wadsworth,  N.— 387. 
Wágner,  Ricardo — 61. 
Wálker,  Billy— 316. 
Wannamaker,    John — 219. 
Washington,  Booker  T.--386. 
Washington,  Bushorod — 273, 

274. 
Washington,     George     Step- 

toe— 273,  274. 
Washington,  John  A. — 270. 
Washington,  Jorge--225,  247, 

248,  250,  263,  265,  267,  268, 


269,  272,  273,  274,  276,  277, 

278,  293. 
Washington,    Martha  —  266, 

267,  276,  277,  278. 
Washington,  Samuel — 273. 
Washington,    Wm.    A, — 273. 
Whitman,    Walt  —  218,    263, 

283,  315,  326,  327,  353,  368, 

372,  378,  379,  380,  416,  443. 
Wilson,  Henry— 238. 
Wollheim,  Mauricio — 224. 


Y 

Yates,  Jasper — 275. 


Zaldivar,   Rafael— 82. 
Zaldfvar  de  Blanco,  Antonia 

—  Hl'.   »-A.   125. 
Zapata    Vera,    Manuel — 185. 
Zureo,  Francií»''' — »»• 


Zelaya,  José  Santos — 182. 
Zula,    Emilio — 246. 
Zubieta,  Eugenio — li»5,  198. 
Zubieta,  José — 58. 
Zuzicta,    Manuel — 5H. 


índice  general. 

Págs. 

5 
Año  de  IQOl ^^^ 

Año  de  1902 207 

Año  de  1903 ; "  "      359 

Año  de  190,4 _^.^ 

índice  Alfabético 


Este 
'^  libro  se 
terminó  el 
día  5  de  junio 
de  1920.  en  los 
Talleres  de  Artes 
Gráficas,  de  Herrero 
Hermanos,  Suce- 
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de    Manrique 
n  ú  m  e  ro  53 
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D.  F. 


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